la iglesia impulsada por el espíritu
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la iglesia impulsada por el espíritu
QUÉ ESTÁ DICIENDO LA GENTE SOBRE IGLESIA DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU Hallar una iglesia que sea unida, que esté creciendo e impactando vidas para la eternidad, no es imposible. Pero hallar una iglesia que tenga tensión interna, personas desdichadas y lealtades divididas es demasiado común. Toda persona quiere ser parte de la primera; nadie quiere ser parte de la última ... ¿Cómo podemos perpetuar el primer modelo de iglesia? Robnett y Quist se proponen algo. No es solo novedoso, sino asombrosamente profundo. Su solución es penetrantemente bíblica, consistente teológicamente y convincente espiritualmente. Todos los que estamos en el ministerio no solo deberíamos leer este volumen, sino ponerlo en práctica. Entonces la iglesia a la que todos desean pertenecer será una realidad. DR. BRUCE FONG PRESIDENTE, SEMINARIO TEOLÓGICO MICHIGAN Pienso que si los líderes y miembros de la iglesia abrazaran los principios que se tratan en este libro, habría un crecimiento y una expansión explosiva del reino de Dios más allá de lo que pudiéramos imaginar. RICK BATTERSHELL, CONTADOR PÚBLICO CERTIFICADO Quiero aplaudir a los autores por intervenir para llenar una brecha en los libros de liderazgo para la iglesia. Hay numerosos libros de liderazgo cristiano en el mercado; sin embargo, hay muy pocos que en verdad procuren empezar con una profunda dependencia de Dios y avanzar todo el camino hacia la implementación práctica sin que de alguna manera se dé la transición al ... uso «autodependiente» de los principios de administración. Tim y Allen hacen un trabajo impresionante. ¡Use este libro, pero mantenga su dependencia en Dios! PAUL RHOADS VICEPRESIDENTE EJECUTIVO, MINISTERIOS DE RECURSOS DE LA IGLESIA Es inusitado leer un libro sobre liderazgo que exija tanto nuestra atención. Los autores entretejen con destreza relatos y experiencias reales con exhortaciones a mirar a íderes consagrados, llenos del Espíritu, que capacitarán a las iglesias para ser fuerzas transformadoras en el mundo. Esta noción fresca de liderazgo y administración hace énfasis en la obra de Dios al formar el carácter del líder. No es simplemente un libro sobre «cómo hacer liderazgo», sino sobre «cómo ser un líder lleno del Espíritu». Es una lectura obligatoria para los líderes y administradores de la iglesia. DR. DONALD L. BRAKE DECANO DEL SEMINARIO BÍBLICO MULTNOMAH, PORTLAND, OREGÓN Lo que sobresale en este libro es la pasión y el deseo de Timothy y Allen de que la iglesia sea en verdad la iglesia de Dios. Su llamado es a una autoevaluación genuina de lo que, de manera involuntaria y por desdicha, hemos permitido que muchas de nuestras iglesias lleguen a ser: organizaciones inefectivas que operan según nuestro propio poder y se enfocan en nuestras propias agendas. Un llamado oportuno para que la iglesia escuche al corazón del Maestro. RANDY POON DIRECTOR GENERAL, DEPARTAMENTO DE NORMAS DE PROCEDIMIENTO ESTRATÉGICAS Y ADMINISTRACIÓN DE HERENCIA CANADIENSE, OTTAWA, ONTARIO Este libro es una expresión fresca de cómo el liderazgo genuino, bíblico, servidor, mejorará a la iglesia del siglo veintiuno. El énfasis de los autores en los líderes dirigidos por el Espíritu que permiten que Dios forme la cultura de sus iglesias promoverá la renovación y transformación de los ministerios. Es fantástico ver de forma impresa lo que les he oído a estos hombres hablar, experimentar y enseñar en aulas y seminarios. Todos los líderes de la iglesia podrán enriquecer sus ministerios con la sabiduría de este libro. DR. LARRY AYERS EX-PRESIDENTE DEL SEMINARIO WESTERN; PROFESOR ADJUNTO DE LIDERAZGO Y ADMINISTRACIÓN, SEMINARIO BÍBLICO MULTNOMAH, PORTLAND, OREGÓN Alguien me dijo una vez que el andar cristiano se puede reducir a dos movimientos del corazón: una disposición radical a oír en verdad a Dios y la necesaria disposición radical a obedecerlo... cueste lo que cueste. Esta es la iglesia dirigida por el Espíritu. Demasiado a menudo nosotros, la iglesia evangélica, le rendimos homenaje a nuestras propias destrezas y esfuerzos a costa de en realidad escuchar al Espíritu de Dios. El nuevo libro del Dr. Tim Robnett y Allen Quist, La iglesia dirigida por el Espíritu, le guiará hacia esa disposición a escuchar y obedecer el llamado del Espíritu Santo. REVERENDO BILL SENYARD PASTOR PRINCIPAL, IGLESIA COMUNITARIA PEACE VALLEY, CHALFONT, PENSILVANIA La iglesia dirigida por el Espíritu pone el enfoque sobre la pregunta clave para cada iglesia y sus líderes: ¿Estamos haciendo lo que Dios nos está diciendo que hagamos de la manera en que nos está diciendo que lo hagamos? Tim Robnett y Allen Quist proveen una perspectiva balanceada, bíblica y práctica para buscar y luego implementar la respuesta a esa pregunta. Los principios de este libro transformarán la vida y el ministerio de cualquier iglesia que los ponga en práctica. TROY ANDERSON, CONSEJERO GENERAL, THE CITY CHURCH, SEATTLE, WASHINGTON ¡Me encantan las analogías de la vida real entretejidas en este libro! Ellas son un medio para descubrir los puntos ciegos que los profesionales y líderes de la iglesia necesitan descubrir a fi n de seguir la dirección del Espíritu. Recomiendo este libro para cualquier líder de la iglesia y, en particular, a todo el que tiene en cuenta el liderazgo en la iglesia. DENNIS A. LONG PRESIDENTE Y GERENTE GENERAL DE LA CORPORACIÓN FINANCIERA PACIFIC LA IGLESIA IMPULSADA POR EL ESPÍRITU Dr. Timothy Robnett y Dr. Allen H. Quist LA IGLESIA IMPULSADA POR EL ESPÍRITU © 2006 by Timothy Robnett and Allen H. Quist All rights reserved. No part of this book may be reproduced without written permission, except for brief quotations in books and critical reviews. Unless otherwise noted, Scripture quotations are taken from the Holy Bible, New International Version®. NIV®. Copyright © 1973, 1978, 1984 by International Bible Society. Used by permission of Zondervan. All rights reserved. Scripture quotations marked NASB are taken from the New American Standard Bible, Copyright © 1960, 1995 by The Lockman Foundation. Used by permission; and quotations marked NLT are taken from the Holy Bible, New Living Translation, copyright © 1996. Used by permission of Tyndale House Publishers, Inc., Wheaton, Illinois 60189. All rights reserved. Iglesia Dirigida por el Espíritu Por Tim Robnet y Allen Quist Publicado por SpiritDrivenLeadership.com Espíritu impulsado por liderazgo es un proyecto de seminarios de gestión del Ministerio Iglesia Dirigida por el Espíritu © Tim Robnett y Allen Quist All derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida en cualquier forma o por un medio electrónico o mecánico, incluyendo el almacenamiento de información y sistemas de recuperación, sin permiso por escrito del editor o autor, excepto por un revisor, que puede citar pasajes breves en una revisión. Publicado por espíritu impulsado por liderazgo, un proyecto de seminarios de gestión del Ministerio. ©2013 Spirit Driven Leadership project of Ministry Management Seminars 1400 NE 136th Ave. Suite 201 • Vancouver, WA 98684 • U.S.A. • +1-360-356-3784 CONTENIDO Prólogo por Luis Palau Reconocimientos Introducción PARTE UNO ¿QUIÉN ESTÁ DIRIGIENDO A LA IGLESIA? Capítulo 1: De muerte a vida Capítulo 2: El tirón de afectos en conflicto Capítulo 3: El descubrimiento de un Dios amoroso y transformador Capítulo 4: Liderazgo espiritual PARTE DOS PRINCIPIOS DE LIDERAZGO Y ADMINISTRACIÓN DIRIGIDOS POR EL ESPÍRITU Capítulo 5: Cómo oír a Dios Capítulo 6: Amar a las personas y no usarlas Capítulo 7: Cuando Dios dice que no Capítulo 8: Una buena clase de temor Capítulo 9: Cómo ayudar a otros a lidiar con el temor Capítulo 10: Cómo tomar decisiones difíciles PARTE TRES LA IMPLEMENTACIÓN DE DIRIGIR EN EL ESPÍRITU Capítulo 11: Una senda para el liderazgo del Espíritu Santo Capítulo 12: Lo que Dios tiene en mente Capítulo 13: Planificación Capítulo 14: La organización del equipo Capítulo 15: La implementación dirigida por el Espíritu: La fe en acción Capítulo 16: La renovación de las personas y el ministerio Apéndice: Una senda para la dirección del Espíritu de Dios Guía del lector Acerca de los autores El Sitio Web Iglesia Dirigida por el Espíritu Notas Lecturas recomendadas en inglés PRÓLOGO No hay nada más emocionante que participar en una congregación que prospera, crece, y que obviamente está impulsada por Dios. Pienso que la mayoría de los cristianos darían cualquier cosa por ser parte de una iglesia que está siendo renovada de manera radical. Si en realidad queremos ver a nuestras iglesias siendo impulsadas por el Espíritu Santo, y si queremos ver a Dios transformando de manera radical a su iglesia en toda la nación, debemos primero decir que «¡sí!» a la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. De no ser así, ¿cómo podemos promover lo que nosotros mismos no hemos experimentado? ¿Cómo podemos presentar lo que no sabemos ni tenemos? Dondequiera que he visto renovación y avivamiento de la iglesia, siempre he averiguado que se debe a un grupo pequeño de creyentes que se sintieron quebrantados por su pecado, lo confesaron, fueron limpiados y empezaron un nuevo andar con el Cristo que mora en ellos. Tiene que empezar en alguna parte. ¿Por qué no pedirle a Dios que haga que empiece con usted? ¿Alguna vez ha soñado acerca de lo que Dios quiere hacer —empezando con usted— en su iglesia, en su ciudad? Pienso que Dios quiere usarlo. Si Dios lo renueva, usted llegará a amar a la iglesia de Dios y a orar por su pueblo. Orará por la iglesia en todo el mundo. No tendrá ni un solo hueso sectario en su cuerpo; o, si lo tiene, lo crucificará. Porque si estamos siendo dirigidos por el Espíritu Santo, seremos diligentes para hacer lo que sea que Dios ordena. Y uno de los mandamientos primarios, que se nos repite ocho veces en el Nuevo Testamento, es «ámense los unos a los otros». Eso se aplica a todos los creyentes, ya sea que concordemos o no en todo punto de doctrina y práctica. Cuando era joven, predicaba ciertos puntos menores de doctrina con convicción. Ahora me abochorno porque después de mucha oración y estudio, he cambiado de parecer en cuanto a algunos de esos detalles. Lo que había aprendido al principio sonaba bien, pero no se basaba con solidez en una noción balanceada de Dios y su Palabra. Así que he crecido. Eso es bueno. Dejemos espacio para que otros también crezcan. Procuremos la unidad del cuerpo de Cristo: la iglesia. Amemos a nuestros hermanos y hermanas en Cristo, oremos por ellos y respetémoslos tal como lo ordena la Palabra de Dios. No vamos a estar siempre de acuerdo en todo. Pero podemos tener unidad porque hemos sido comprados por la sangre del Salvador, estamos llenos de su Espíritu y estamos predicando su Palabra. Ese es nuestro terreno común, nuestra base para la unidad con todos los que son llamados por su nombre. Los principios bíblicos presentados en este libro son profundos, y no obstante sencillos. Son lo suficiente profundos como para presentarnos un reto de toda una vida, y sin embargo lo suficiente sencillos para que la mayoría de las personas los entiendan y apliquen de inmediato. Mi oración es que Dios use este libro para bendecir a toda la iglesia, aquí en esta nación y en todo el mundo. Que él nos renueve y nos dé intrepidez para permitir que nuestras iglesias sean impulsadas por su Espíritu Santo. ¿Se unirá conmigo hacia ese fin? Luis Palau RECONOCIMIENTOS Las palabras no pueden expresar nuestras más profundas gracias a nuestro Señor y Salvador Jesucristo por su creación, por habernos adoptado en la familia de Dios, por la obra continúa del Espíritu Santo en nuestras vidas, y por permitirnos ministrarle a través de este libro. Todos tienen que saber cuánto amamos y apreciamos a nuestras familias: la esposa de Tim, Sharon, y sus dos hijos adultos: su hijo Joel y su esposa, Kate, y su hija Karen. La esposa de Allen, Mary, y sus tres hijos adultos: Andrés, Daniel y su esposa, Nellie, y los hijos de estos: Emily y Matthew; y Naomi y su esposo, Brian, y su hija Nicole. El amor y aprecio a nuestras familias se puede comparar a nuestro amor y aprecio por respirar; es parte de lo que somos. Este libro es producto de años de relaciones con compañeros en el ministerio. Empezó con nuestro aprecio mutuo por la facultad y personal del Seminario Bíblico Multnomah que modelan un amor por la Palabra de Dios y un amor por la iglesia. De parte de Tim, van gracias extras a: * Dr. Roger Trautmann por su pasión por la obra del ministerio. * reverendo Bob Chin por su celo y amor por la iglesia * Dr. Charles Bradshaw por entrenarme en principios de liderazgo * los líderes y ministros de la Iglesia Bautista Palm Springs desde 1980 a 1990 por sus corazones llenos de amor y vidas de fe. * los miembros del personal de la Asociación Luis Palau que han trabajado conmigo en varias partes del mundo para dar a conocer a Jesús en los pasados quince años. De parte de Allen, van gracias extras a: * Dr. Tim Robnett, mi coautor y maestro. * Lynn Wiley, que me exige cuentas. * Rick y Darcy Battershell, mis socios en el ministerio y mis exhortadores. * Troy Anderson, mi compañero en el ministerio. * Leo Forstrom, mi pastor que me inició en la nueva aventura. * Dr. Donald Brake y Dr. Larry Ayers, que me ayudaron abriendo puertas de ministerio. * Dr. Ron Frost y Dr. Paul Metzger, que me abrieron los ojos al gran amor de Dios. * Bill y Adele Larsen, el punto suave en donde posarse cuando sufrimos. * Dr. Richard Reeves, que me ayudó a descubrir la visión de Dios para mí. * Paul Rhoads, que me conmueve de la cabeza al corazón. * Bob Barnes y Les Toews, mis testigos en mi transferencia de propiedad a Dios. Nunca podremos decir «¡gracias!» lo suficiente a los cuarenta revisores editoriales que criticaron nuestros primeros borradores, y a David Sanford y al equipo editorial de Sanford Communications, Inc., que nos ayudaron a revisar y dar forma a los borradores finales. INTRODUCCIÓN Damos gracias a Dios por Ray C. Stedman, Joe Aldrich, Luis Palau y otros maravillosos líderes cristianos y mentores que nos ha demostrado la verdad de las palabras de Jesús: Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos. —Marcos 10:42-44 De acuerdo a Jesús, los creyentes y líderes cristianos dirigidos por el Espíritu son primero y primordialmente «esclavos de todos». ¿Qué quiere decir ser guiado por el Espíritu? Es lo opuesto de hacer las cosas a nuestra manera. Por ejemplo, el Espíritu del Señor obra de maneras altamente personales, pero la mayoría de nosotros queremos usar los últimos métodos. El Espíritu Santo ante todo se concentra en la transformación del alma, pero la mayoría de nosotros buscamos la aprobación de los demás. Con treinta años de ministerio cristiano vocacional a mis espaldas, yo (Tim) detesto admitir cuánto ha sido obra de mi carne, y no del ministerio del Espíritu de Dios. Con todo, ¡me asombra que Dios esté haciendo una obra maravillosa en nuestro mundo hoy! Él está edificando a su iglesia. Se está alcanzando a las personas con el evangelio. Individuos, familias, iglesias, ciudades y naciones están descubriendo de nuevas maneras la vida de Jesucristo por medio del ministerio del Espíritu Santo de Dios. Junto con el coautor Allen Quist, anhelo que más de mis momentos estén llenos del Espíritu de Jesucristo. Anhelo que las iglesias se den cuenta y sean fortalecidas por el Señor de la iglesia conduciendo y liberando a la iglesia para que disfrute de su presencia. Dios nos ha usado a Allen y a mí para servir a la iglesia mediante los dones de administración. Es nuestra experiencia que a los dotados de esta manera a menudo se los vea como desprovistos de la obra y el poder del Espíritu. Es como si el Espíritu Santo fortaleciera con discernimiento a los asesores, con elocuencia a los predicadores, con persuasión a los evangelistas, pero dejara que los demás líderes trabajaran en la carne. Nuestra perspectiva es que la carne (según la describe el apóstol Pablo en el libro de Gálatas) potencialmente trabaja por medio de cualquier creyente dado a ese poder. De igual manera, creemos que el Espíritu obra en todos los creyentes. Estamos convencidos de que en la iglesia cristiana de hoy hay una tremenda necesidad de que los dotados en la administración sean llenos del Espíritu de Cristo, y se les permita servir a la iglesia con sus dones a fin de que, como Pablo les dijo a las iglesias de su día, la iglesia pueda funcionar en orden y ser productiva (Tito 1:5; 1 Corintios 14:39-40). Después de servir como pastor por más de una década, trabajar en la evangelización con la Asociación Luis Palau en todo el mundo por más de dieciséis años, y enseñar en un seminario bíblico por ocho años, he descubierto lo que considero que la iglesia necesita volver a descubrir: Una vida que se vive sin (aparte de) la llenura del Espíritu Santo es altamente conflictiva e improductiva para el reino de Jesucristo. Nuestro deseo, entonces, es llamar a la iglesia de regreso a explorar y obedecer la voz del Espíritu de Jesucristo en lo que hacemos y cómo vivimos y servimos a la iglesia. Nuestra oración es que podamos descubrir o redescubrir la alegría de la llenura del Espíritu como comunidad de creyentes. Muchos me han preguntado a mí (Allen) por qué dejé la industria bancaria, fui al seminario y dediqué tanto tiempo al ministerio. Francamente, cuando me canso, ¡a veces yo mismo me hago la pregunta! Por lo general, sin embargo, estoy divirtiéndome de lo lindo. Un día, mientras conducía a casa después de mi día de trabajo en el banco, iba pensando en evaluaciones de desempeño y me preguntaba cómo sería si yo recibiera de Dios una de esas evaluaciones. Decidí que si yo fuera Dios, ¡me despedía yo mismo en el acto! Estaba atareado haciendo cosas para Dios, pero no estaba en una relación personal de oírle. Mis pensamientos con frecuencia eran en cuanto a hacer bien las cosas. Trataba de ser un héroe espiritual en mi relato antes que un peón en el relato de Dios. Fue devastador... era tiempo de hacer algo drástico. Mi esposa yo vendimos las cosas que no necesitábamos, incluyendo nuestra casa, y nos lanzamos de cabeza al seminario. No lo hicimos para ser mejores en «hacer cosas para Dios», sino para permitirle que nos enseñara a vivir en él. Eso dio inicio nuestra emocionante aventura. ¿Qué es lo que Dios está haciendo ahora? Por medio del abogado Troy Anderson, el contador público certificado Rick Battershell y yo, Dios empezó un ministerio para proveer capacitación legal, de impuestos y de administración para las iglesias. Dios me envió líderes de la iglesia que, como mi esposa y yo, reconocen que sus vidas individuales, o la vida de su iglesia, no están funcionando bien y quieren ayuda; por lo general mediante un retiro de liderazgo. Jesucristo varía mis días salpicándolos con oportunidades, tales como trabajar con una iglesia iniciada, así como en el asesoramiento, entrenamiento, mentoría, y ayudando a las nuevas obras para Dios. Ahora creemos que Dios quiere usarnos para llevar un mensaje a las iglesias mediante este libro. Conforme Tim y yo llegamos a conocernos mejor y empezamos a pasar juntos muchas horas hace años, descubrimos que sentimos una preocupación común por la iglesia de los Estados Unidos de América. Nos duele que el ochenta por ciento de las iglesias están en una condición de estancamiento o declinación.1 Estas iglesias, o bien no se dan cuenta de su condición, o se dan cuenta pero desconocen la causa o cómo salir de ella. ¿HAY ESPERANZA? En el contexto de nuestros ministerios, visitamos muchas iglesias cada año. Sin importar el lugar, hallamos una lucha común, una lucha que tal vez esté siendo una plaga para usted o su iglesia. El presidente de una junta de ancianos, a quien llamaremos Tomás, me dijo: —Allen, tenemos una batalla que se libra entre un pastor y nuestra junta de ancianos. Le pregunté: —¿Hay algún otro conflicto entre el liderazgo? —Pues bien, sí. Es mucho más complicado de lo que parece a simple vista. Hay una batalla entre algunos de los ancianos y diáconos como también con el pastor. Para cuando terminamos de trazar líneas entre los individuos en conflicto, casi ni podíamos ver el diagrama. ¿Cómo podría Dios sanar semejante caos? Un pastor al que llamaré Juan comete adulterio, lanzando a la congregación al caos. Algunos de los miembros se ponen frenéticos y quieren sangre... otros se van. El pastor Juan queda devastado y desea restauración, pero los que quieren sangre no quieren saber nada de restauración. ¡Qué tensión! ¿Cómo puede Dios derribar esas murallas? Un seminarista recién graduado al que llamaré Greg, y su esposa, Florencia, claman a Dios toda la noche. Después de apenas dieciocho meses, la junta ha decidido terminar el pastorado de Greg. Él y Florencia estaban seguros de que esa pequeña iglesia rural en una ciudad de unos cinco mil habitantes era el lugar en el que Dios los quería, aun cuando se les había advertido que tuvieran cuidado. La iglesia había tenido ocho pastores que llegaron y se fueron en los últimos catorce años. A algunos, como Greg, los habían despedido, y otros se fueron por el disgusto. Encima de todo, algunos de los miembros se fueron, disminuyendo la oportunidad de cambiar la junta de liderazgo que causaba problemas. ¿Cómo podría Dios poner nueva vida y visión en esa iglesia? Jerry, pastor asociado de una iglesia de trescientos miembros (una que no está declinando, pero que en realidad no está yendo a ninguna parte), se dirige a la congregación en una reunión de negocios: —Cristo nos está llamando a alcanzar para él a nuestra comunidad de una manera significativa —les dice—. Tenemos tal vez diez personas que entregan su vida a Cristo cada año en esta iglesia. Ocho o nueve de ellas son hijos de nuestras propias familias. Necesitamos hacer algunos cambios significativos en la forma en que hacemos las cosas en esta iglesia. Carroll, un miembro, concuerda con Jerry y dice: —Pienso que nos enfocamos demasiado hacia adentro, y tenemos que hacer cambios para llegar a ser un lugar seguro al que puedan venir los que no asisten a ninguna iglesia. —¿Cuántos de los presentes opinan lo mismo? —pregunta el que preside la reunión. Hay un pequeño número de personas consagradas que tienen una opinión demasiado fuerte en cuanto a esto como para estar dispuestas a ser parte de ello. David, el pastor principal, se pone de pie y dice: —Miren, este es simplemente un cambio demasiado grande. Podemos perder algunas familias si unos cuantos de ustedes lo empujan. Así que, simplemente dejemos esto en el tapete y considerémoslo de nuevo en alguna otra ocasión. Hay una batalla feroz en la que se riegan palabras tales como recalcitrante, rebelde al liderazgo, pecador, puñaladas en la espalda, buscapleitos, esconder la cabeza en la arena, ignorantes, necios, etc. Parece como si fuera a haber una división en lugar de un nuevo nacimiento o una iglesia iniciada. ¿Cómo pudiera Dios hacer algo en esta iglesia? Amy es una madre soltera que lucha por salir adelante en la vida y vive en el centro de una ciudad grande. No conoce a Dios y lo sabe. Amy está tomando café con su amiga Jenny, una madre soltera creyente que asiste a una iglesia de la gran ciudad cerca de donde viven. —Mira, Jenny, cuando voy a tu iglesia, veo a mucha gente pero no veo que suceda nada. No pasa nada. Ustedes dicen que están allí para ayudar y servir pero no hacen nada —espetó Amy. Jenny, queriendo responder algo, le dice: —Sí, sé que es difícil estos días. Pienso que parte del problema es que los que están a cargo no tienen ni idea de cómo son las cosas en realidad por aquí. —¿Por qué no? ¿No pueden ver? —Pienso que no se trata de eso. Creo que en realidad no quieren ver. Ninguno de ellos vive ya por aquí. Mirando profundo a los ojos de Jenny, Amy declara: —Hay una iglesia que apenas está empezando más abajo por esta calle y que se interesa. Solo que ellos no tienen recursos. Están tratando de ayudar, pero no tienen dinero y solo tienen unas cuantas personas. —Sí, he oído de ellos. Pienso que así son las cosas. Los que tienen, no quieren; y los que no pueden, tratan». Dios debe ver esto y menear su cabeza. ¿Cómo podría Dios atizar en todo el cuerpo de Cristo un fuego por su pasión para servir en el centro de la ciudad? Lo que hemos representado es una descripción de mucho de lo que sucede en la iglesia de los Estados Unidos de América en la actualidad. ¿Se relaciona usted con alguna de estas situaciones? ¿Alguna de estas situaciones describe su vida o la vida de su iglesia? ¿Dónde está Dios en estas situaciones? ¿POR QUÉ ESTE LIBRO? Muchos libros se han escrito sobre temas de administración y liderazgo cristiano. El material que se ha escrito parece inclinarse hacia asuntos de administración y liderazgo basado en la experiencia y conocimiento de los autores. Estos libros han presentado muchas buenas ideas que son útiles para los lectores en cuanto a administración o liderazgo; buenas ideas que se pueden aplicar en proyectos tanto creyentes como no creyentes. Sin embargo, pensamos que a esos libros todavía les falta algo. Sea intencionalmente o no, no dejan a los lectores con la impresión de la necesidad de fe y dirección del Espíritu Santo como precursor del tipo de liderazgo y administración humilde, que se apoya en Dios, al que Dios ha llamado a sus hijos. El mundo occidental tiene plétora de principios de liderazgo, muchos de los cuales son útiles, y no necesariamente bíblicos. Tener el conocimiento y la destreza para producir música hermosa no necesariamente quiere decir que se la producirá para la gloria de Dios. Bien puede ser para la gloria del hombre. El propósito de esta obra es examinar lo que las Escrituras dicen en cuanto al liderazgo y la administración explícita e implícitamente. Nos proponemos mostrar cómo la Biblia se relaciona con el «vivir por el Espíritu», la propiedad de Dios, nuestro papel como siervos y mayordomos, e hijos de Dios: todas cuestiones de fe. Queremos que usted descubra, como nosotros lo hemos hecho, que el control del Espíritu Santo, nuestra relación personal de amor a Dios y la vida de fe son centrales a todos los aspectos de la administración y el liderazgo. Unas cuantas porciones bíblicas específicas son cruciales en esta presentación. Pablo les enfatizó a los romanos que todo lo que no se hace con fe es pecado (Romanos 14:23). Exhortó a los gálatas a vivir por el Espíritu (Gálatas 5:16). Y dirigió a los colosenses hacer todo en el nombre de Dios y para la gloria de Dios, no para los hombres (Colosenses 3:17-23). NUESTRA ORACIÓN Hemos estado pidiendo en oración que Dios use este libro de dos maneras. Primero, que lo use como un llamado a la iglesia a despertarse y tomar conciencia de que Dios les ofrece a los individuos y congregaciones una vida abundante de aventura, pasión y fe. Segundo, que nos enseñe lo infinito y permanente que es su amor por nosotros. Cuán fuertemente él quiere que crucifiquemos o abandonemos todo lo que nos mantiene tan aferrados a nuestra seguridad y rutina. Cómo nos está llamando: «[inserte aquí su nombre o el nombre de su iglesia], ¿dónde estás tú?» Este es el mismo llamado que le hizo Adán, después de que él y Eva decidieron tratar de hacer que la vida funcionara sin Dios. Nuestra promesa es presentarle nuestro corazón al lector; darle la esperanza de que usted y su congregación pueden llevar una vida llena de aventura que requiere una fe creciente; y mostrarle a usted y a su congregación que Dios no está comprometido con su éxito o el de su iglesia, sino con el éxito de sus buenas nuevas, y que él los usará de una manera mayor si se lo permiten. Hemos provisto puntos de conversación al final del libro para ayudarle a estudiar el material de forma individual o como equipo de liderazgo. Que Dios bendiga y use este material para su propósito y para su gloria en su vida y la de su congregación. PARTE UNO ¿QUIÉN ESTÁ DIRIGIENDO A LA IGLESIA? CAPÍTULO 1 DE MUERTE A VIDA Sobre todo, ten presente al Señor y maneja todo en amor —Heinrich Hagelganz Era una tarde fría en el norte de Portland, Oregón, que aumentaba la tristeza de un grupo reunido alrededor del cuerpo moribundo de una amiga. La palabra «amiga» no lograba captar sus sentimientos, porque era más que amiga, más que vecina, y de muchas maneras más que familia. Esta amiga era el cimiento de la estabilidad en su mundo inestable, la fuente de fortaleza cuando ellos luchaban contra la impotencia avasalladora y un ancla en sus tempestades. Estando alrededor de su amiga, todo lo que podían pensar era: «¿Por qué?» ¿Por qué sucedía eso? ¿Cómo empeoró tanto la situación? ¿Cómo pudieron pasar por alto los síntomas? Tal vez si hubieran prestado más atención hubieran podido hacer algo. ¿Había algo que todavía podían hacer para salvar a su amiga? Por más que lo quisieran, el grupo no podía responder a esas preguntas acerca de su amiga, la Iglesia Evangélica Central, y nadie podía negar que el fin estuviera cerca. Yo (Allen) estaba en esa reunión con el equipo de liderazgo de la iglesia cuando pregunté: —¿Cuándo piensan que tendrán que cerrar las puertas para siempre? —¿Qué quiere decir con eso de cerrar nuestras puertas? —preguntó alguien. —¿Cuántas personas necesitan para seguir ministrando? —Vaya, esa es una pregunta difícil. Pienso que si nos reducimos a lo esencial necesitaríamos por lo menos unas treinta y cinco. —¿Cuál fue su asistencia promedio en cada uno de los tres años pasados y este año? —pregunté. —Fue de setenta y nueve, setenta y uno, sesenta y cinco, y cincuenta y seis. —Siguiendo esa tasa de declinación, ¿cuándo piensan que llegarán a los treinta y cinco? —Como en unos tres años... tal vez menos —fue la respuesta a regañadientes. —Una vez que la asistencia sea menos de treinta y cinco, ¿qué impacto tendrá eso? —Supongo que quiere decir que tendremos que cerrar nuestras puertas y pasarle el edificio y el terreno a alguna otra iglesia u organización sin fines de lucro. Hicimos una pausa mientras los líderes contemplaban su situación. Entonces les pregunté: —¿Qué piensan al respecto? Uno de los líderes, Willis Krieger, respondió con angustia en los ojos: —Esta es la conclusión obvia, pero no puede ser posible. Esta es la única iglesia que jamás he conocido. CÓMO EMPEZÓ En su infancia, la iglesia de Portland rebosaba de aventura. Empezó el 22 de junio de 1913, cuando un grupo de inmigrantes alemanes, Georg Hohnstein, Conrad Wacker, Ludwig Deines y Christian Baecker, fundaron la Segunda Iglesia Alemana Congregacional con la ayuda de un fogoso predicador, el reverendo Heinrich Hagelganz. Sin darse cuenta de la naturaleza profética de sus palabras, Hagelganz escribió en el diario de la iglesia: «Aconsejamos a los hermanos, sobre todo, tener presente al Señor y manejar todo en amor». El reverendo Hagelganz aceptó ser su «consejero espiritual» siempre y cuando pudiera continuar sirviendo a la vez como pastor en su congregación de Beaverton. Viajaba a Portland cada dos domingos. «De todos lados hubo oposición que enfrentar», escribió Hagelganz, «pero ninguno [de los organizadores] se negó a continuar con el proyecto. En todo momento, gracias a la fuerza de los hermanos trabajando juntos, el Señor pronto nos concedió su honor para celebrar la victoria». Creyendo que Dios bendeciría sus esfuerzos, más tarde ese verano el pequeño grupo dio un paso de fe y compró un lote en la Avenida 8 Noreste y la calle Skidmore, conviniendo en gastar cuatro mil dólares para construir un nuevo templo. Para destacar su fe pusieron una inscripción frente al santuario con palabras que ellos decían de corazón: Predicamos a Cristo, y a Cristo crucificado. Hagelganz escribió: «En la ofrenda para financiar este edificio, los miembros respaldaron el proyecto muy bien y así la obra del Señor continuó bendecida. Dado que el número de miembros aumentaba todo el tiempo, la casa de Dios pronto quedó muy chica». En 1921, respondiendo a las necesidades del rápido crecimiento de la Escuela Dominical, de nuevo esta joven congregación se aventuró. Añadieron diez metros más al santuario principal y construyeron un sótano debajo de todo el edificio. Como todas las iglesias incipientes, enfrentaron muchos retos, incluyendo el conflicto generacional entre los adultos mayores que hablaban alemán y la generación más joven que hablaba inglés, así como también un conflicto entre las culturas alemana y estadounidense. Sin embargo, el fuego por Dios alimentaba a la iglesia que crecía. Para 1927, la siguiente generación de líderes no estaba solo sirviendo a la Segunda Iglesia Alemana Congregacional, sino también ministrando en otras iglesias de Portland. Fueron precursores de los movimientos actuales de iniciación de iglesias y de ayuda a las iglesias. ¡PRECAUCIÓN! PELIGRO POR ADELANTE Conforme el grupo aventurero se ajustaba a las condiciones cambiantes tanto dentro como fuera de su congregación, las temporadas de crecimiento se mezclaron con temporadas de declinación. Con el correr de los años, la iglesia produjo pastores, misioneros y dirigentes espirituales de la comunidad. Abrazaron la Asociación de Hombres Cristianos de Negocios, el comienzo de Juventud para Cristo del área de Portland, y más. Para enero de 1961 se encontraron encajonados. Necesitaban un edificio mucho más grande porque el lugar que les había dado tantos años maravillosos ahora les impedía ampliarse. Siempre dispuestos a arriesgarse por Dios, se aventuraron hacia afuera al noreste de Portland y compraron un terreno de una hectárea en el que los hombres construyeron un templo más grande, donde todavía están hoy, y a la vez cambiaron su nombre a Iglesia Evangélica Congregacional. Cambiaron el nombre pero no su misión para Jesucristo. Durante años, la iglesia se extendió por el noreste de Portland y continuaron tocando familias para nuestro Señor. Fueron años productivos, escribe la historiadora de la iglesia Joanne Green Krieger. Ella los llama: «años de ministerio vital». Al mirar al pasado, nuestra retrospección es excelente. ¡Cómo quisiéramos poder retroceder y aconsejarles a los líderes que tuvieran cuidado! La prosperidad le abre la puerta a la confianza propia, a riesgo de salirse de la dependencia de Dios. Nuestros pensamientos harían eco del consejo profético de Heinrich Hagelganz: «Sobre todo, tengan presente al Señor y manejen todo en amor». Dos grandes peligros se cernían sobre ellos. Primero, la siguiente generación de líderes estaba tomando a su cargo el liderazgo, y segundo, la nueva comunidad que los rodeaba estaba creciendo con rapidez y la conformación de la población estaba cambiando. Los líderes de la iglesia necesitaban «tener presente al Señor», y a la vez ser sensibles a lo que el Espíritu de Dios estaba pidiéndoles que hicieran para adaptarse a los cambios en la comunidad. AFECTOS EN CONFLICTO Tristemente, conforme el liderazgo se transfería a la tercera generación, todo empezó a ir cuesta abajo. La iglesia perdió el contacto con sus vecinos y con lo que Dios quería que hiciera con sus buenas nuevas. Aunque no se lo proponían, el proclamar la fe se disolvió en una buena intención para algún día futuro. Demasiadas otras cosas se interponían: trabajos, familias, pasatiempos, coches. Hemos descubierto que los creyentes irán en pos de lo que sea o de quien sea que goza de su mayor afecto. Por desdicha, el afecto por Dios a menudo es desplazado al segundo lugar por el afecto a las cosas de este mundo. Willis Krieger tiene su relato de dolor y desilusión, contemplando la muerte lenta de la única iglesia que había conocido. «En los primeros años», dice Krieger, «teníamos renovación y crecimiento. Las personas dedicaban sus vidas a andar toda la vida con Jesús, lo que era obvio en su diario vivir. Trabajaban y tenían éxito porque Dios les daba éxito. Sin embargo, mi generación simplemente no tenía el fervor. No tenía la consagración. Se dedicaban a sus propias carreras, casas y vacaciones». Willis continúa: «Yo era parte de un grupo de quince familias jóvenes, y hoy mi esposa y yo somos los únicos que quedamos de esas quince. Mucho de la declinación fue por personas que seguían sus carreras y no sabían cómo hacer eso y todavía andar con Jesús. Estábamos simplemente, por así decirlo, manteniendo el paso». Para esas familias el afecto por Dios ocupó el segundo lugar detrás de los asuntos de la vida, a pesar de la advertencia del apóstol Pablo: «Ningún soldado que quiera agradar a su superior se enreda en cuestiones civiles» (2 Timoteo 2:4). Llegando a la década de los setenta, conforme el nuevo liderazgo asumía una mayor influencia, la iglesia cayó más hondo en el estilo de vida de «mantener el paso» y en «hacer las cosas de la iglesia» de la misma forma semana tras semana. Rara vez la visitaban nuevas personas; y si acaso la visitaban, nunca volvían. Por favor, tenga presente que estas son buenas personas; ellas no pusieron a la iglesia de forma intencional en esta declinación. Sin saberlo cayeron en la trampa de no darse cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor, y si acaso captaron algún indicio, no fue lo suficiente fuerte como para llevarlos a hacer algo al respecto. Uno puede imaginarse cómo fueron las cosas. Con el correr de los años, todo era lo mismo, solo más pequeño: programas de navidad más pequeños, menos niños, menos adultos y casi ninguna visita. Las comidas de amistad y los cultos de adoración seguían siendo lo mismo. Organizaban las mismas ventas de repostería vendiendo lo mismo a las mismas personas para recoger dinero para los mismos misioneros. La gente lo llama rutina... y eso es mortal. Los hábitos y tradiciones se hacen cargo, y la gente se va alejando de la sensibilidad a la pasión de nuestro Señor. La impredecible vida dirigida por el Espíritu y llena de aventura por Dios da lugar a lo cómodo, y pocos lo piensan dos veces. Por desdicha, nadie cuestiona si todas estas «cosas de la iglesia» es lo que Dios quiere. Nadie compara lo que Dios ha dicho con lo que la iglesia está haciendo. Qué fácil es convertir la tradición extrabíblica en algo que la gente piensa que Dios nunca cambiará. En la década de los ochenta, durante los años en que John Schneider era pastor en la Iglesia Evangélica Congregacional, llegaron algunas familias jóvenes, por lo menos lo suficiente para compensar la pérdida de los miembros ancianos. Sin embargo, con los jóvenes vino la tensión entre los dos grupos de edad. Los miembros jóvenes querían hacer cambios en asuntos tales como la música, paseos, y el uso del edificio por parte del vecindario. A los miembros más antiguos, que tenían las cuerdas en las manos, les gustaban las cosas como eran. El abismo dentro de la iglesia estaba empezando a parecerse al Gran Cañón del Colorado. Esta condición no podía continuar, y no continuó. ¿ANÁLISIS DE TIEMPO? En 1994, el pastor renunció, seguido poco después por la salida de las familias jóvenes, dejando a la generación anciana subsistir «manteniendo el paso». Si iba a haber una experiencia que les abriera los ojos a estas buenas personas, tendría que ser esa. Sin embargo, no lo fue. Debido a que les fue difícil hallar un pastor que los dirigiera, por casi dos años se las arreglaron con pastores interinos e invitados al púlpito. La iglesia continuó reduciéndose... solo que más rápido que antes. Estos santos ancianos se sentían cada vez más y más desesperados. ¿Qué podrían hacer? Lo que no hicieron fue acudir a Dios, esperando que Dios pudiera enseñarles algo en cuanto a la causa de su problema. Lo que sí hicieron fue mirar solo a los dos síntomas, el descenso en el número de asistentes y el púlpito vacío, e hicieron lo que muchos hubieran pensado que fue una decisión razonable. El pastor Tom Lyman explica: «Hablaron con la Iglesia Metodista Central Libre, una iglesia envejecida como la de ellos pero con un pastor joven. Fusionaron las dos iglesias, aceptando al pastor metodista libre como pastor de la nueva iglesia, ahora llamada Iglesia Evangélica Central. De esa manera pudieron resolver ambos problemas a la vez. Pero con todo, no hicieron las cosas de la iglesia de una forma diferente a la que las hacían». En otras palabras, siguieron «manteniendo el paso». TIEMPO DE DETENER LA LOCURA Si la «locura» es no hacer nada de forma diferente, y esperar un cambio, entonces la Iglesia Evangélica Central debe haber estado próxima a padecerla. En lugar de alinear sus corazones con el corazón de Dios y permitir que el Espíritu Santo los guiara para salir de la declinación, permitieron que la caída continuara. Se olvidaban de la pasión de Dios por las personas perdidas y por el crecimiento de sus seguidores, y sin intención se estaban convirtiendo en un lugar nada atractivo para que los no creyentes buscaran a Dios. No eran atractivos para los que querían estar en un medio ambiente que estimulara un andar más íntimo con Dios. Cuando uno está en la rutina, es difícil reconocer lo que está sucediendo. Peter Drucker escribe: «Las organizaciones sin fines de lucro son proclives a ser introspectivas. Las personas están tan convencidas de que están haciendo lo debido, y están tan dedicadas a su causa, que ven la institución como un fin en sí misma. Pero eso es burocracia. Pronto la gente en la organización deja de preguntar: “¿Sirve esto a la misión de Dios para nosotros?” En su lugar preguntan: “¿Encaja esto en nuestras reglas?” Y eso no solo inhibe el desempeño sino que destruye la visión y la dedicación».1 Estas palabras describen la condición de la Iglesia Evangélica Central. Sin embargo, la Iglesia Evangélica Central no era un cuerpo típico de miembros envejecidos. Tenían una herencia de un pueblo que amaba a Dios, que dependía de Dios, y que sentía pasión por la pasión de Dios. Por desdicha, la Iglesia Evangélica Central solo vivía en el recuerdo de su herencia. Eso nos lleva de regreso a la escena con que empezamos este capítulo. Con el equipo de liderazgo alrededor de su amiga moribunda, incapaces de figurarse qué había salido mal, nadie podía negar que el fin con toda probabilidad estaba cerca. HAY QUE LIBRARSE DE LAS VACAS SAGRADAS Después de mirar alrededor del salón, Willis añadió: —Esto da miedo. —Willis, esta situación no es rara —le dije—. Win Arn escribió que cuatro de cada cinco [iglesias] están bien sea estancadas o en declinación.2 La situación de ustedes se ha vuelto una epidemia en muchas de las iglesias estadounidenses hoy. —¿Qué podemos hacer? —preguntó Willis. —No lo sé —respondí—. Sugiero que todos ustedes se lo pregunten a Dios. Por qué no llevarle a Dios su futuro, pero con el claro entendimiento de que todo, es decir, todo aquello a lo que se están aferrando ahora en su manera de “hacer las cosas en la iglesia”, esté en el altar para que Dios lo cambie. George Barna escribió: «Las iglesias triunfadoras que hemos estudiado no tienen vacas sagradas».3 La resolución de librarse de las vacas sagradas fue justo la que tomaron los líderes de esta iglesia envejecida. El pastor Tom Lyman se reunió con la congregación después del culto del domingo siguiente, presentándoles la predicción de que con toda probabilidad tendrían que cerrar sus puertas en tres años si no hacían algunos cambios drásticos. EL CAMBIO La congregación se comprometió a todo un mes de oración. Realizaron una vigilia de oración de un mes de duración combinada con tiempos de oración corporativa por las noches. La gente oró pidiendo el cuidado y la dirección de Dios, y luego oraron pidiendo un corazón que escuchara, dispuesto a dejar a un lado cualquier cosa que estuviera estorbando a la Iglesia Evangélica Central. Por supuesto, se dieron cuenta de que no sería fácil. La decisión de dar un paso por Dios no reduce la tentación de ser independientes de Dios. George Barna escribe: «En la mayoría de las iglesias con las que he trabajado o he estudiado, y que se han estancado o están en declinación, algunos de los ministerios de la iglesia están fuera de límites para revisión o debate. Quizás sea la calidad de la predicación del pastor. Tal vez sea la apariencia de los edificios y predios. A veces es la naturaleza del culto de adoración o la productividad de los ministros».4 ¡Fue un fuerte llamado a despertarse! El no hacer cambios quería decir que la iglesia cerraría sus puertas, ¡y eso asustaba! Sin embargo, detener la muerte de su iglesia significaba que debía haber un cambio serio. Ya no podían seguir pensando que de alguna manera, sin hacer nada de forma diferente, todo se mejoraría. ¡Eso también daba miedo! El 6 de junio del 2002, justo después del mes de oración de la Iglesia Evangélica Central, Doug Frazier, pastor de la Iglesia Comunitaria Noreste, abruptamente aturdió a Tom con una sencilla pregunta durante una conversación mientras almorzaban: «¿Qué tal si nuestras iglesias se unen?» Noreste rentaba el edificio los sábados por la noche, así que parecía como si Dios estuviera juntándolas. ¿Podría ser esto lo que Dios quería decirles? Tom conocía a su congregación y el gran impacto que esto tendría. Esto no era como la unión que intentaron hacer en 1996 y que no logró cambiar el enfoque de la Iglesia Central. Estos eran jóvenes, con ideas jóvenes y un pastor joven plenamente respaldado por su congregación joven. Había muchas decisiones. ¿Cómo querría Dios que cada iglesia se ajustara para que las dos se unieran? Ambas iglesias entendían el conflicto entre andar en el espíritu y seguir los deseos de la carne; vivir a la manera de Dios en lugar de «a mi manera» (Gálatas 5). Ambas iglesias tenían que entender que estarían formando un nuevo cuerpo muy diferente de lo que cada iglesia había sido. ¿Estarían dispuestas a aceptar tanto cambio? Esto no era asunto pequeño. Era el mismo asunto que Josué y el pueblo de Dios enfrentaron cuando Dios los guió a cruzar el Jordán, a los muros de Jericó, y a tantas batallas que tuvieron que pelear. ¿Iban ellos a creerle a Dios y permitirle que dirigiera la aventura, o tratarían de mantener el control y seguir siendo independientes? En la unión de 1996, la Iglesia Evangélica Central ni siquiera consideró ceder nada. No se les ocurrió la idea de que Dios quería que ellos pensaran de nuevo lo que estaban haciendo. Debían haber sabido que la vida de la iglesia no marchaba bien. No lo pensaron de nuevo en 1996; ¿podrían hacerlo ahora? Estoy convencido de que la respuesta a esa pregunta hubiera sido un resonante no... si Dios no hubiera preparado a toda las partes para esta decisión. ¿VICTORIA O DERROTA? Enormes asuntos se cernían sobre ellos. Tanto Noreste como la Iglesia Evangélica Central tendrían que hacer sacrificios. El primer asunto importante que ambas iglesias enfrentaron fue pasar de ser iglesias dirigidas por la congregación a ser una iglesia dirigida por ancianos. Esto quería decir que el control pasaba de la congregación a los ancianos, y que ellos tendrían que depender de los ancianos para escuchar y obedecer a Dios. Parecía bastante sencillo, pero significaba que la gente cedía el poder y el control, y muy pocos están dispuestos a hacer eso... a menos que el Espíritu Santo tome el control. También había sacrificios que cada una tendría que hacer por su parte. SACRIFICIOS DE NORESTE Libertad de hacer cambios rápidamente Liderazgo completamente joven Una generación de mayor edad que atender Una generación de mayor edad que atender Púlpito compartido SACRIFICIOS DE EVANGÉLICA CENTRAL Seguridad de caras familiares Control de la música Control de la cocina Pérdida de la rutina predecible Tranquilidad El segundo asunto importante, más para la Evangélica Central, fue lidiar con las transiciones. William Bridges escribe: «Puede haber cualquier cantidad de cambios, pero a menos que haya transiciones, nada será diferente cuando se aclare el polvo ... La transición es diferente. El punto de arranque para la transición no es el resultado sino el fin que uno tendrá que hacer para dejar atrás la vieja situación».5 Considérese la cocina. ¿Cómo se sentiría usted si, después de vivir cincuenta años en una casa, un amigo se muda a ella y de repente usa nuestra cocina? No podemos hallar el salero porque alguien lo puso en el lugar errado. En la despensa hay comidas que no nos gustan. El helado ha desaparecido y estamos seguros de que todavía quedaba un poco la última vez que nos servimos. Parece trivial, pero ceder la propiedad de la cocina de la iglesia es un paso gigantesco. ¿Estamos dispuestos a hacer lo que sea que Dios nos dirija a hacer por amor al evangelio, al nivel del que el apóstol Pablo habla en su carta a los Corintios? Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como sea posible. Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no vivo bajo la ley), a fin de ganar a éstos. Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley. Entre los débiles me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. Todo esto lo hago por causa del evangelio, para participar de sus frutos. —1 Corintios 9:19-23 Una iglesia saludable abandonará lo que sea que Cristo les llame a dejar por causa del evangelio. Aunque al parecer raro, los dirigentes de la Iglesia Evangélica Central y la Iglesia Comunitaria Noreste estuvieron dispuestos a reenfocar sus afectos, alejándolos de sus propias agendas, intereses propios, comodidad y seguridad para ponerlos en la persona de Jesucristo. Las congregaciones de ambas iglesias con entusiasmo aprobaron: «Con la ayuda de Dios, ¡sí!» «Sí» a abrazar una nueva obra. «Sí» a permitir que el Espíritu los dirija a un territorio desconocido. «Sí» a vivir sus vidas encendidas por Dios en lugar de seguir la corriente con comodidad. Cuando me reuní por primera vez con el equipo de liderazgo de la Iglesia Evangélica Central, el desaliento, la fatiga y la derrota se veía en toda cara. Desde su intrépida decisión de unirse con la Iglesia Comunitaria Noreste, estos mismos dirigentes ancianos tenían un nuevo aspecto. Hay vida, entusiasmo y expectación por la obra continua de Dios en sus vidas y en la de su nueva iglesia: la Iglesia Comunitaria Palabra de Vida. Mire lo que Dios ha hecho. Ha tomado un grupo de familias jóvenes con la determinación y valentía para empezar una nueva obra y los ha unido con un grupo de creyentes mayores con el valor para volver a empezar una obra por Jesucristo. ¿Qué exige mayor valor? ¿Cuál es el mayor sacrificio? No lo sé. Sin embargo, debo admitir que cuando me detengo y medito en la obra que Dios ha hecho en los corazones de los dirigentes y la congregación de la Iglesia Evangélica Central, se me salen las lágrimas. Estos santos especiales han tocado el corazón de Dios. «Pienso que es asombroso», recuerda Doug Frazier. «Allí está un grupo de personas mayores que cuando las conocí, pensé: “Esta va a ser una jornada difícil”. Sin embargo, en apenas pocos meses, se abrieron a un nuevo territorio y echaron a la basura todo lo que en un tiempo les proveía seguridad». «El “yo” tuvo que hacerse a un lado», dice Willis Krieger. «Sé que para mí y Adam [Bihn] eso no fue una decisión fácil porque esta iglesia es la única que conocíamos. Fue el Espíritu Santo que obró en nuestros corazones y los corazones de estas personas». Volviendo a las palabras del reverendo Hagelganz: «Ten en mente al Señor y maneja todo en amor». Willis dijo en una de nuestras reuniones más recientes: «Tengo un nuevo problema. Desde que hemos estado escuchando a Dios y procurando realizar sus pasiones, estamos teniendo más visitantes, y esos visitantes se están quedando. Ahora hay un montón de personas que todavía no conozco. Me parece que es un buen problema». ¿A DÓNDE VA ESTO? Cuando los líderes y miembros de una iglesia caen en la rutina y las tradiciones no bíblicas, se levantan altas murallas que limitan al Espíritu Santo, a quien Dios nunca tuvo la intención de que nosotros limitemos. Nuestra vida en Cristo (o como Pablo dice en Gálatas 5: vivir por el Espíritu) es dinámica y fluida, y no encerrada con llave en lo predecible o bajo nuestro control. La Iglesia Comunitaria Palabra de Vida ahora está aprendiendo lo que quiere decir andar en el Espíritu. El resto de este libro es nuestro esfuerzo por dirigir la atención del lector a la relación personal de los líderes cristianos con la persona de Jesucristo, dirigiendo la atención a las implicaciones del liderazgo y la administración. Estas implicaciones se centran en una relación personal de amor dependiente de Jesucristo y el retorno a su soberanía en los aspectos reales y prácticos de nuestras vidas y de la vida de la iglesia. CAPÍTULO 2 EL TIRÓN DE AFECTOS EN CONFLICTO Todo creyente se puede identificar con la tensión que Willis Krieger sintió entre permitir que Dios dirigiera a la iglesia y tratar de hacer por cuenta propia el trabajo. Esta tensión es entre nuestro afecto por Cristo, que se hace claro por la dirección y fortaleza que nos da su Espíritu, y el afecto insidioso y engañoso por vivir en la carne. La mayor parte del tiempo no nos percatamos del conflicto o su influencia en nuestras vidas. LA CARNE FRENTE AL ESPÍRITU ¿Qué es «la carne»? Físicamente, es lo que dice, nuestra carne: nuestra piel, músculos, órganos, sangre y huesos. Entonces hay la aplicación espiritual. Se ha descrito a la carne como la «proclividad a pecar, la naturaleza carnal, la sede de los apetitos y deseos carnales, de pasiones y afectos pecaminosos ya sean físicos o morales».1 La carne afloró ya en el relato del Génesis de la caída de la humanidad. La serpiente le dijo a Eva: «¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal» (Génesis 3:4-5). Adán y Eva creyeron la mentira de la serpiente, y escogieron tratar de ser como Dios, de ser autónomos, de hacer que la vida funcione por cuenta propia, sin Dios. Desde la caída, la humanidad ha continuando queriendo ser como Dios: autoexistente y autónoma, tratando de hacer que la vida funcione sin Dios. (Tal vez el infierno es Dios dándole al hombre lo que quiere, la eternidad sin él.) El Espíritu, en contraste a la carne, es la tercera persona de la Deidad. El Espíritu es el que Jesús les prometió a sus discípulos. Él es quien nos convence de pecado y nos ayuda a vivir vidas santas. LA TENSIÓN ¿Cuál es la tensión? En su Carta a los Gálatas, el apóstol Pablo nos dice que hay una guerra en nuestros corazones entre nuestro afecto por el Espíritu de Dios y nuestro afecto por la carne: Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. —Gálatas 5:16-17 Los gálatas estaban atrapados por la ley, y Pablo atacó esa trampa. Preguntó quién estaba dirigiendo las vidas de ellos y la vida de la iglesia: Dios, o el hombre en su carne. En el mundo de hoy, nuestro espíritu independiente y autodependiente destruye la vida dirigida por el Espíritu en la iglesia. Respetamos la destreza por sobre la conexión espiritual con Dios. Medimos el éxito basado en el número de personas y la cantidad de dinero que entra en la iglesia. Escogemos programas basados en lo bien que funcionaron en otras iglesias en lugar de específicamente dejar a un lado nuestras opiniones, preguntarle a Dios y escucharle. Hemos redefinido los miembros de nuestras iglesias como un recurso. Nos olvidamos que los seres humanos no pueden hacer la obra de Dios. ¡Solo Dios puede hacer su obra! Estamos convencidos de que Dios está llamando a las iglesias de regreso a su liderazgo, a la soberanía de Cristo, al lugar en donde dejamos de depender de programas o de pedirle a Dios que bendiga nuestros planes. Dios nos está llamando al lugar en donde simplemente le preguntamos cuáles son sus planes... y entonces escuchamos lo que él nos dice que hagamos. Jesús dijo: «Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada» (Juan 15:5). Podemos hacer muchas actividades que se ven bien e incluso parecen bendecidas por Dios, pero que no son obra de Dios porque él no nos dirigió a hacerlas. Nos atareamos con el ministerio pero no necesariamente con el ministerio que Dios quiere hacer por medio de nosotros. Hacer la obra de ministerio en la iglesia no es necesariamente la obra de Dios. Pero seguimos intentándolo. Un día cuando (Allen) era niño, estando en la granja, mi padre me pidió que limpiara los corrales: un trabajo muy apestoso, lleno de muchas moscas y otros insectos… algunos de ellos pican. ¡Era horroroso! Dirigiéndome al granero, noté que la puerta del galpón de tractores estaba muy estropeada. Fue un momento de decisión. ¿Debería limpiar los corrales o arreglar la puerta? Me convencí de que la puerta era urgente y había que arreglarla; así que me dediqué a la tarea engañándome de que mi padre quedaría complacido y estaría orgulloso de mi dedicación al bienestar de la granja. Él y mamá con seguridad se jactarían ante los vecinos de lo ingenioso que era su hijo. Dudo que él alguna vez les hablara a los vecinos al respecto, pero sí sé que habló conmigo… me sermoneó sería más preciso. Me había pedido que limpiara los corrales, algo que él quería que se hiciera. Sin embargo, yo detestaba limpiar los corrales así que de alguna manera obstaculicé la verdad hostigosa en mi corazón e hice algo que era más aceptable para mí, mientras que racionalizaba que era algo para él. Lo que hice con la puerta es la carne en acción. De acuerdo a Pablo, lidiamos con ella todas nuestras vidas. La Iglesia Evangélica Central estaba lidiando con ella, en especial después de que decidieron permitir que Cristo sea soberano en todo aspecto de su iglesia, incluso en la forma en que ellos «hacían las cosas en la iglesia». ¿Ha sido una caminata en el parque para ellos? Ni en sueños. ¿Ha sido fuera de lo ordinario? ¡Definitivamente! Lo que Willis, Adam y los demás de la Iglesia Evangélica Central hicieron fue salir de la seguridad y adentrarse en la aventura de una vida dirigida por el Espíritu. Se comprometieron a ser sacrificios vivos, a andar en el Espíritu. En esencia, decidieron volver a enfocar sus afectos en Jesucristo. Le preguntaron a Dios qué quería él que ellos hicieran, y escucharon para oír lo que él les decía. (Hablaremos de escuchar en un capítulo más adelante.) Cada día cuando se levantan, cada vez que se reúnen, en todas sus decisiones, la batalla continúa. Hoy, ¿a quién van a responder? ¿A quién vamos nosotros a responder? Lo que es nuevo en cuanto a sus luchas ahora es que saben cuál es la batalla. ¡Es mucho más fácil librar una batalla cuando sabemos quién o qué es el enemigo! ¿Puede imaginarse ser parte de una iglesia como esa? Aunque inusual, no es única. El libro de Henry Blackaby What the Spirit Is Saying to the Churches [Lo que el Espíritu les está diciendo a las iglesias] es el relato de la obra de Dios en otra congregación que se abandonó a la dirección del Espíritu. El punto es que si nuestra congregación no está yendo a ninguna parte, o peor aun, está yendo «a alguna parte» y esa alguna parte es «alguna parte errada», siga leyendo. Dios no ha cambiado. Dios todavía está dedicado a la obra de transformación, obrando en las vidas de individuos y congregaciones que están dispuestos a andar por su Espíritu y permitir que el Espíritu les conduzca a donde Dios quiere que vayan. La experiencia de la Iglesia Comunitaria Palabra de Vida no empezó con las conversaciones de Tom Lyman y Doug Frazier en cuanto a un renacimiento. Empezó muchos años antes, con las luchas de la Iglesia Evangélica Central. ¿Qué se interponía en el camino? ¿Por qué la gente dejo de oír a Dios? Esto me recuerda cómo a menudo somos como creyentes. Dios tiene una pasión por los perdidos, pero nosotros estamos muy atareados haciendo todo tipo de ministerio, buen ministerio, que nos mantiene demasiado atareados para escuchar el corazón de Dios. La Iglesia Evangélica Central hizo eso por años. ¿Recuerdan las cenas y ventas de repostería? Ambas cosas pueden ser buenas, pero si nos están manteniendo demasiado atareados, demasiado ocupados para escuchar a Dios, tal vez necesitamos apagar los hornos. Esto es evidente no tanto en lo que estamos haciendo cuando «hacemos las cosas de la iglesia». Tiene que ver más con lo que no estamos haciendo. No estamos acudiendo a Dios con un corazón receptivo y que escucha, preguntándole lo que debemos estar haciendo en los aspectos prácticos diarios del ministerio. O si en efecto acudimos a Dios, a menudo arrastramos nuestras propias agendas, esperando oír de Dios que nosotros podemos decidir quién tiene el mejor plan. Le preguntamos su voluntad, pero en lo más hondo de nuestro corazón nos reservamos el derecho de tomar la decisión final. Queremos decidir si vamos a limpiar los corrales o arreglar la puerta, aunque sabemos que él quiere que se limpien los corrales. ÍDOLOS Y PIEDRAS DE TROPIEZO Unos jefes de Israel vinieron a visitarme, y se sentaron frente a mí. Entonces el SEÑOR me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, estas personas han hecho de su corazón un altar de ídolos malolientes, y a su paso han colocado trampas que los hacen pecar. ¿Cómo voy a permitir que me consulten? Por tanto, habla con ellos y adviérteles que así dice el SEÑOR omnipotente: “A todo israelita que haya hecho de su corazón un altar de ídolos malolientes, y que después de haber colocado a su paso trampas que lo hagan pecar consulte al profeta, yo el SEÑOR le responderé según la multitud de sus ídolos malolientes. Así cautivaré el corazón de los israelitas que por causa de todos esos ídolos malolientes se hayan alejado de mí”». —Ezequiel 14:1-5 Los líderes de Israel fueron a ver a Ezequiel porque querían oír de Dios, tal como nosotros vamos a Dios para oír de él. Pero en esencia, Dios les dijo que sus ídolos (sus afectos por poder, influencia, aprobación o reconocimientos) se interponían. No estaban pidiéndole a Dios dirección con la intención de hacer lo que fuera que él les ordenara hacer. Todavía sucede eso hoy. Acudimos a Dios preguntándole su voluntad, sin embargo tenemos nuestros propios ídolos de poder, respeto, aprobación, reconocimiento y seguridad, así que de manera callada y sutil nos reservamos el derecho de tomar la decisión final. Ciertos programas, personas o tradiciones pueden convertirse en ídolos. O ponemos límites a la respuesta; o no acudimos a Dios para nada. Tal vez usted haya oído el dicho: «Si piensas que la respuesta no te va a gustar, no hagas la pregunta». A menudo en nuestros corazones sabemos la respuesta que agradaría a Dios, así que no preguntamos. Ese fue el caso por muchos años en la Evangélica Central. Estaban satisfechos con «hacer las cosas de la iglesia» de la manera en que siempre las habían hecho, y por consiguiente no sentían la necesidad de hacer preguntas. Sin embargo, recuerden lo que sucedió una vez que las hicieron... con un corazón dispuesto a hacer lo que fuera que Dios les revelara. Avanzaron a la aventura de una vida dirigida por Dios, tanto individualmente como congregación. El saber la voluntad de Dios tiene mucho que ver con si estamos dispuestos a abandonar todos nuestros ídolos y en realidad creer que Dios tiene la respuesta. Henry Blackaby dice que este pensamiento no es popular. «A menudo, cuando hablo con otros en cuanto a que Dios está presente, activo e interviene de forma práctica de esta manera en nuestra obra, alguien me dice que parezco un “místico”, como alguien que no es práctico».2 Y sin embargo, Blackaby pasa a señalar que en toda la Biblia Dios trata con sus hijos de maneras prácticas. Tenemos gran dificultad para mantenernos dependiendo de Dios. Trabajamos duro para cultivar a personas hábiles en nuestras iglesias, y después señalamos con orgullo los ministerios y programas que ellas mantienen. Es fácil imaginarse la vida en la Evangélica Central en los años de declinación de la iglesia. Es una experiencia familiar que la viven decenas de miles de iglesias. Nos levantamos el domingo por la mañana y nos vestimos con algo que se ajusta a las expectaciones de la cultura de nuestra iglesia. Vamos a la iglesia y nos sentamos en el mismo sector del auditorio, y el servicio sigue poco más o menos el mismo formato todas las semanas. Cantamos de un himnario, o cantos, o ambas cosas. El pastor dirige mensajes a los corazones del ochenta por ciento de los miembros con el propósito de estimularlos a hacer más en el servicio a Dios. Algo menos del veinte por ciento de los miembros se sepultan en el «ministerio» para Dios, sintiéndose culpables porque no están pasando con Dios el tiempo tranquilo, sin prisa, que saben que él desea. Unos pocos santos andan delante de Dios de momento a momento. Antes y después del culto, las personas se sonríen unas a otras, poniendo sus caras victoriosas aunque se sientan desalentadas. Las personas vienen, por lo general de otras iglesias, y se van; ha pasado largo tiempo desde que algún visitante decidiera recibir a Jesucristo y se quedara. De vez en cuando alguien le entrega su vida a Cristo, pero cuando la iglesia empieza a animarle a cambiar ciertas conductas, simplemente deja de venir. La gente piensa: Es mejor que se vayan porque la iglesia tiene una reputación que mantener. Quiero decir, ¿qué va a pensar la gente? Hemos redefinido la «santidad» en un asunto de apariencia y conducta, minimizando el corazón. ¿Parece algo de esto familiar? La iglesia promedio podría imprimir volúmenes basados en todas las reglas y expectaciones no escritas que nos imponemos los unos a los otros. En realidad, nadie jamás identifica las reglas y expectaciones, y mucho menos las pone contra la regla de medir de la Palabra de Dios. Nunca ha habido un tiempo en que no nos veamos atrapados en la tensión entre el Espíritu y la carne por nuestros afectos, y por consiguiente nunca hay un tiempo en que los creyentes no necesitemos identificar y crucificar nuestros ídolos y piedras de tropiezo. Sin embargo, pocos se dan cuenta de la lucha. Las iglesias rara vez hacen una selección médica de sala de emergencia. La Iglesia Evangélica Central no lo hizo por años, hasta que la muerte de la iglesia era inminente. Rara vez la iglesia atiende el problema real: la carne. Nos concentramos en los síntomas y los problemas que se revelan (y hay que tratarlos). Esto es como tomarle la temperatura a un niño enfermo, hallar que tiene fiebre, y resolver el problema poniendo al niño en una tina de agua fría. Sí, es importante controlar la fiebre, pero también necesitamos atender la causa de la fiebre. ¿QUIÉN ESTÁ A CARGO? Pablo nos da un medidor para evaluar quién está a cargo, la carne o el Espíritu. Él identifica síntomas específicos de la carne. Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. —Gálatas 5:19-21 A la mayoría de nosotros nos gustaría pensar que Gálatas 5 solo describe a los malos. ¡Pero Pablo escribió esta carta a los creyentes! Es más, escribió esta carta a las iglesias (o asambleas). En tanto que no estamos sugiriendo que no debemos interpretar las Escrituras para el individuo, sugerimos que también debemos mirar esto de una manera corporativa. Esto es lo que queremos decir: Primero, la iglesia está formada de individuos y por lo tanto tendrá un consenso o personalidad espiritual. Todos somos individuos, y sin embargo somos partes de un cuerpo mayor. Cuando las partes de nuestro cuerpo están lidiando con el pecado, todo el cuerpo está lidiando con el mismo. En una cultura que atesora la independencia, esto es difícil de interiorizar y ponerlo en práctica a diario. Segundo, Pablo escribió esta carta a un grupo de iglesias (asambleas), y su propósito era que se leyera a las congregaciones como un sermón. Él podía estar hablando tanto a individuos como a la iglesia como un todo. Un ejemplo son los versículos de «unos a otros» del capítulo 5: En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros. —Gálatas 5:14-15 En este pasaje, Pablo está dirigiéndose a los cristianos como un grupo. Es la voz de un padre que les dice a sus hijos: «Tengan cuidado, porque si no se van a lastimar unos a otros». Más adelante Pablo usa los pronombres de grupo «nosotros» para dirigirse a la asamblea como un todo. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros. —Gálatas 5:25-26 Así que claramente es apropiado interpretar Gálatas como un mensaje a un cuerpo de iglesia antes que solo a individuos. Esto tiene implicaciones críticas. Los líderes de la iglesia no deben ignorar la tensión entre el Espíritu y la carne que Pablo está considerando. En tanto que los líderes examinan sus vidas como individuos, también necesitan mirar a la congregación y preguntar: «¿Estamos nosotros, como cuerpo de individuos, en verdad tratando de andar en el Espíritu con todos los riesgos inherentes al cambio que Dios tal vez dirija, o estamos permitiendo que nuestro afecto por las cosas de la carne influya en algunos de nuestros miembros para fijar el tono del cuerpo?» Pablo advierte sobre eso también. Ustedes estaban corriendo bien. ¿Quién los estorbó para que dejaran de obedecer a la verdad? Tal instigación no puede venir de Dios, que es quien los ha llamado. «Un poco de levadura fermenta toda la masa». —Gálatas 5:7-9 Es esencial que el liderazgo de la iglesia permanezca intencionalmente en guardia, buscando el Espíritu transformador de Dios en la vida de la iglesia para prevenir que la carne la controle. En Gálatas, Pablo dice que para protegernos contra la carne debemos ser dirigidos por Dios por medio de su Espíritu. De inmediato Pablo nos da un medidor como individuos y como asamblea para evaluar esta tensión entre el Espíritu y la carne. Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. —Gálatas 5:16 La versión Reina Valera Revisada usa la expresión: «Andad en el Espíritu». Como quiera que lo expresemos, si andamos (o vivimos) en el poder transformador del Espíritu de Dios, el poder de la carne se reducirá. Cuando hay inmoralidad, pleitos, chismes o cualquier cantidad de otros problemas, predicamos en contra de ellos… y deberíamos hacerlo. No obstante, a menudo no atendemos la causa de esos asuntos: nuestro afecto por nosotros mismos (la carne) usurpa nuestro afecto por Dios. Al ver estos síntomas de la carne, podemos percibir quién o qué nos controla bien sea como individuos o corporativamente: el Espíritu o la carne. Aunque en efecto tenemos que atender los síntomas, también tenemos que mirar la causa subyacente de esos síntomas. Pablo está diciendo que cuando seguimos los deseos (afectos) de nuestra naturaleza pecaminosa, habrá resultados obvios. La «inmoralidad sexual», endémica en la iglesia, está ignorando al Espíritu y tratando de satisfacer los deseos de maneras que Dios no propuso. Dios nos llama a deleitarnos en él; a enfocar nuestros afectos en él. Dios nos ama con su amor infinito e indescriptible, y nos da la oportunidad de recibir ese amor y nos llama a amarle a nuestra vez. Los «pensamiento impuros» son aquellos que se «alean», pensamientos de doble ánimo; no la mente de un sacrificio vivo. Se podría pensar del «libertinaje» como lujuria. Incluso las iglesias corporativamente pueden codiciar cosas tales como edificios que son testimonio a la gloria y riquezas del hombre. «Consumismo» es el término que describe mejor a nuestra sociedad impaciente que está hasta el cuello de deudas. Por desdicha, este término también se aplica a las iglesias que deben tener lo último en todas las cosas —una cafetería en el vestíbulo, sillas de teatro en el auditorio, sistema de sonido de alta tecnología—, puede ser cualquier cosa que toma precedencia por sobre los ministerios de Dios. A la mayoría de los creyentes les gustaría limitar la «idolatría» a algo como adorar una estatua o un ídolo... algo superficial que es fácil evitar. Pero Pablo nos ayuda a entender esta palabra en Colosenses 3:5 cuando asocia la codicia con la idolatría. Eso suena como materialismo, ¿verdad? Algunas iglesias han convertido su templo en un ídolo. El resto de la lista: odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia, describe a muchas iglesias. Los problemas se vuelven tan comunes que muchas organizaciones han empezado ministerios para lidiar con el conflicto de individuos o grupos dentro de las iglesias. Es más, fue una división lo que dio lugar a nuestro primer contacto con la Iglesia Evangélica Central. Hay otro lado del conflicto: andar en el Espíritu. Esta es una vida con nuestros afectos enfocados en Jesucristo, y no simplemente en el ministerio de Jesucristo. La vida dirigida por el Espíritu es una vida de dependencia de Dios, una vida de amor creciente por él y obediencia creciente a él, que fluye de nuestra relación personal de amor con él. Así como hay evidencia de la carne, hay evidencia de la vida del Espíritu (el fruto del Espíritu). La evidencia es obvia tanto en individuos como en iglesias. En una iglesia guiada por el Espíritu hallamos amor contagioso; un amor por Dios que resulta en amor por las personas. En una iglesia dirigida por el Espíritu todavía hallaremos problemas, sufrimiento, pérdidas y frustración. Sin embargo, en esos tiempos difíciles, hallaremos una paz y gentileza en la congregación que produce un fuerte sentido de seguridad para los visitantes y nuevos creyentes para que crezcan en Cristo de una manera confortable. En Gálatas, Pablo describe el fruto del Espíritu: «amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio» (5:22-23). Cuando una iglesia en verdad procura poner en práctica estos atributos, es una iglesia llena del Espíritu. ¡Nuestro deseo es que esto sea una realidad en nuestras iglesias! CAPÍTULO 3 EL DESCUBRIMIENTO DE UN DIOS AMANTE Y TRANSFORMADOR En el capítulo previo terminamos describiendo lo que es nuestra esperanza para su iglesia: una iglesia que, incluso durante los problemas, permanece dirigida por Dios por medio de su Espíritu. Esas iglesias vienen en todos los tamaños: grandes, pequeñas, y entre uno y otro extremo. Podemos hallarlas en comunidades grandes, pequeñas, y medianas. Los dirigentes de esas iglesias tienen educación primaria, secundaria, técnica, universitaria, o post graduada. Todos aman a Dios, y se nota. Desdichadamente, sólo una minoría de iglesias son impulsadas completamente por el Espíritu. La mayoría restante de iglesias están estancadas o declinando. Estas iglesias varían en tamaño, ubicación y educación pastoral tal como las iglesias dirigidas por el Espíritu. Algunas inclusive tienen un gran amor por Dios. Otras quieren que su amor a Dios sea su pasión controladora, pero desdichadamente, están poniendo sus afectos en sus casas, coches, aficiones, la internet o televisores. Algunos líderes de las iglesias que luchan todavía no han reconocido siquiera que haya un problema. La mayoría de líderes saben que Dios quiere hacer una obra en sus corazones y el corazón de sus iglesias. Saben que algún día tienen que tomar esto más en serio. Sin embargo, Pablo dice que Dios quiere líderes que sean serios para permitirle que haga su obra transformadora AHORA. Pablo dice que Dios habla en serio en cuanto a hacer una cirugía seria en nuestra mente. Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta (Romanos 12:1-2). La sociedad, incluyendo muchos de la sociedad de la iglesia contemporánea, diluyen el alcance y profundidad a los que Pablo llama a los seguidores de Cristo. Muchos creyentes, incluyendo líderes, relegan el «sacrificio vivo» a un segmento de su vida, y no a toda ella. Harry Blamires, en su libro The Christian Mind [La mente cristiana], trata de esta tendencia de segmentar nuestras vidas. Podemos recibir una verdad de Dios y de alguna manera podemos poner esa verdad en nuestro segmento espiritual y no necesariamente aplicarla a toda parte de lo que somos. En el pasaje bíblico mencionado arriba, Pablo no sólo habla del llamamiento de Dios a nosotros para ser «sacrificios vivos» y a ser sacrificios santos (apartados para Dios) y agradables a Dios, sino que también provee una comprensión de cómo Dios hace que eso suceda. Pablo enseña que primero el creyente debe llegar a comprender cuál es «el molde del mundo actual» y cuál es el molde de Dios. Entonces Pablo explica que el proceso que Dios usa es la transformación de nuestra mente. Dios está dedicado a la transformación y lo hace por la jornada entera de nuestras vidas. Para empezar esta jornada de transformación, debemos empezar a dar algunos pasos. Probablemente la parte más difícil de cualquier jornada son los primeros pasos. Es más, los primeros pasos en este tiempo de descubrimiento en realidad no son pasos en sí. Son más como paradas que pasos. Quiere decir salirse del carrusel de la vida y simplemente detenerse. Quiere decir reunir a liderazgo de su iglesia y pasar dos o tres meses o más en oración regular y estudio: estudiar la carta de amor de Dios y manual para la vida, la Biblia. Este debe ser un tiempo de oración y estudio concentrados para redescubrir la intimidad con Jesucristo. UNA NOTA A LÍDERES Y PASTORES: Por favor, no tome atajos en este proceso de «paradas» limitándose a enseñar o predicar un estudio. Todos los líderes necesitan pasar horas de estudio y oración juntos. Conforme estudiamos juntos las Escrituras, conversando sobre lo que nos dicen, vamos a querer derramar a Dios nuestros corazones en alabanza, confesión, consagración y amor. Y vamos a querer hacerlo muchas veces. Vamos a querer pedirle a Dios que nos haga receptivos a lo que él tiene para revelarnos. La iglesia necesita abrirse a la dirección de Dios, como un oído listo para oír y un corazón libre de la influencia de las agendas personales. A lo mejor descubrimos que el liderazgo de nuestra iglesia escoge hacer de esto una parte permanente de su vida juntos. PRIMERA PARADA: LAS PASIONES DE DIOS En esta primera «parada» hacia la transformación, podemos enfocar en el descubrimiento o redescubrimiento de cuáles son las pasiones de Dios. ¿Qué es la más alta, o segunda más alta, preocupación o mandamiento de Dios? O tal vez podemos examinar la crítica que Dios hizo a Israel y Judá y que lo impulsó a enviar a su pueblo al cautiverio. Podemos estudiar la crítica de Jesús contra los fariseos. ¿Qué podemos inferir que él quiere de la iglesia y de nosotros? Podemos evaluar el llamado de Dios a sus hijos a una vida entregada a él; que incluirá riesgos. Podemos hallarnos haciendo algunas preguntas. ¿Son las iglesias y creyentes perseguidos simplemente víctimas, o es la persecución parte del plan de amor de Dios? ¿Qué quiere Dios hacer con sus buenas noticias? ¿Qué es la adoración bíblica? Resultaremos con muchas más preguntas de aquellas para las que vamos a querer hallar respuestas mediante nuestro estudio, conversación y oración. Una sección de las Escrituras conducirá a otra, y a otra. Nuestras conversaciones nos llevarán incluso a otros lugares de las Escrituras que descubriremos. Durante la oración, el Espíritu Santo nos guiará a versículos que no hemos considerado. En este proceso, lo que estamos haciendo es deteniéndonos lo suficiente para echar un vistazo nuevo, fresco, y profundo a quién es Dios y lo que le agrada. Y estamos haciéndolo como cuerpo de líderes de la iglesia. Es asombroso cuán poco los líderes de la iglesia examinan juntos las Escrituras y su propio corazón. La parte más difícil de esta primera parada es abordar el proceso sin que nuestros temores personales, agendas o tradiciones extra bíblicas de la iglesia influyan en el resultado. (Examinaremos las tradiciones de la iglesia en un capítulo posterior). Debido a que el temor, las agendas personales, y tradiciones extra bíblicas están tan profundamente atrincheradas en nuestras vidas y la cultura de la iglesia, es difícil reconocer su influencia. Para las iglesias, esta tendencia ha causado muchos de los problemas que están enfrentando. Dios nos ha llamado a una vida entregada a él y él toma esto en serio. Es una guerra de vida y muerte con implicaciones de largo alcance. Necesitamos dar un serio vistazo a quién es Dios y lo que él quiere de sus hijos y de sus iglesias. Cuando nuestro estudio ya esté en plena marcha, descubriremos a un nivel mucho más profundo y mucho más incluyente que Dios es soberano, que nos ama, y que está comprometido a sus buenas noticias. Su preocupación o mandato número uno es que le amemos y que nuestras vidas lo demuestren. Debemos enseñar la importancia de este amor a Dios a aquellos sobre quienes tenemos influencia. Hacemos esto por la manera en que actuamos, hablamos y vivimos en la práctica nuestra vida cristiana. Dios se preocupa por nuestros afectos; y quiere ser el enfoque de nuestros afectos. Su segunda preocupación o mandamiento es que permitamos que su amor fluya por nosotros a los que nos rodean, incluyendo a nuestros enemigos y otras personas difíciles. Dios es un amante que busca, cuyo deseo de corazón es que le amemos a nuestra vez. Así, nuestro amor a él se expresa en nuestro servicio, que fluye de un corazón de amor antes que por obligación o culpabilidad. Probablemente descubriremos que el trabajo número uno quiere de nosotros es que creamos en él (es decir, que le entreguemos nuestras vidas y posiblemente nuestras muertes por él) y que estemos con él en una relación personal tan profunda, de amor, consagrada independiente de él que cualquier sufrimiento que enfrentemos nos parecerá un gozo porque es por él. Esto no es un juego ni una vuelta en carrusel. Al detenernos a considerar el carácter de Dios y procurar su pasión, junto con nuestra iglesia amaremos cada vez más y más a nuestro Cristo soberano. Nos hallaremos cada vez más llorando cuando oramos y cada vez más conscientes de lo poco que le conocemos, y sin embargo queriendo conocerle más y más profundamente. SEGUNDA PARADA: EXAMEN La segunda parada es también un proceso de descubrimiento. En esta parada nos examinaremos nosotros mismos como líderes individuales, nuestros colegas como un cuerpo de líderes, y la iglesia como un todo. De nuevo, lo más difícil en esta parada es abrirnos a Dios todo lo que podamos. Le pediremos a Dios que nos muestre en dónde somos consistentes o inconsistentes con lo que descubrimos en nuestro tiempo de oración y estudio con Cristo. Es tan fácil engañarnos nosotros mismos aquí. Repetimos clisés y frases que hemos aprendido a fin de vernos y sonar bien. Incluso en nuestra estructura de iglesia corporativa tenemos reglamentos y proyectos que dicen lo que nuestros reglamentos y proyectos se supone que deben decir. Los creyentes, incluyendo los dirigentes de iglesia, son buenos para ponerse máscaras o ser impostores frente a otros; y tal vez incluso ante sí mismos. Tal vez ya nos percatemos de esto en nuestras propias vidas y las vidas de otros líderes. En nuestros corazones tal vez estemos luchando con esta tensión. Si no estamos luchando ya con esta tensión, bien podemos empezar a luchar después de que Dios nos revele algún asunto de orgullo. En esta segunda parada le permitiremos al Espíritu Santo que nos examine como líderes basados en la realidad de lo que está sucediendo en nuestras vidas y en la iglesia, y no sólo lo que decimos. Usaremos las obras de nuestras vidas y la vida de nuestras congregaciones para revelar nuestra fe y afectos. En muchas iglesias la preocupación primaria que los líderes tienen con los nuevos creyentes (y a propósito, su propia gente) es que se vean, hablen y se comporten de una manera predeterminada. Esta no es, sin embargo, la manera en que Dios se propone que su iglesia sea. Por todo el mundo maravillosos seguidores de Cristo se visten de forma diferente, se comportan de forma diferente, cantan música diferente con diferentes tipos de instrumentos, y adoran de forma diferente. Sin embargo, hay una característica común a todos los que se han entregado Dios: el fruto del Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Parece haber una cultura, tal vez podríamos llamarla una «cultura del reino de Dios», para los que aman a Dios de todo corazón y con toda su alma y con toda sus fuerzas. Esto quiere decir que su afecto por Dios es el afecto impulsor de su vida. Para ellos, esta cultura del reino es mayor que las culturas del mundo, mayor que el racionalismo occidental, mayor que el misticismo oriental, mayor que el modernismo o posmodernismo, y mayor que cualquier igles-ismo que exista en alguna parte del mundo. LO PRINCIPAL En Mateo 22:36-40 Jesús dijo que amar a Dios es la preocupación primaria para nosotros. Él quiere que sus hijos le amén. No podemos ordenar a las personas que amen a Dios. No podemos enseñarles sólo con palabras que amen a Dios. Las personas captan el amor a Dios de Dios mediante la exposición a alguien que ama Dios, alguien cuyo amor por él es obvio tanto verbalmente como no verbalmente. Como líderes de nuestras familias e iglesias, descansamos fuertemente en las palabras. Pero las palabras son la herramienta menos efectiva de comunicación cuando estamos cara a cara con alguien; especialmente alguien cercano a uno. Imagínese una pareja joven que acaba de casarse y que está en la playa en su luna de miel. Están muy enamorados. Tiene ojos sólo del uno para el otro. Están corriendo entre la resaca del oleaje con las mangas de los pantalones arremangadas, riéndose y divirtiéndose. El esposo se agacha y juguetonamente le salpica agua a la esposa. Riéndose alegremente, ella le dice: «Ah, te odio. Toma eso», y con esas le salpica también a él. ¿Qué dijo ella? Sus palabras fueron «te odio». Dados los hechos, nadie concluiría que su mensaje real fue «te odio». Fue «te quiero». Ella lo ama y simplemente estaba disfrutando de un momento juguetón con su esposo. Nuestra comunicación no verbal a veces puede decir exactamente lo opuesto de las palabras que salen de nuestra boca. Cuando Jesús dijo que el primer mandamiento de Dios es que sus hijos le amen, estaba citando del Antiguo Testamento, específicamente Deuteronomio 6:5-9. En ese pasaje Dios dirige a sus hijos a pasar a otros el amor a Dios. Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades. La palabra «hijos» en este pasaje puede ser una palabra amplia que cubre casi a cualquiera. «Incúlcaselas» viene de una palabra que significa estimular o afilar. Un sinónimo para «estimular» podría ser «avivar o encender». Tanto afilar como estimular incluye mucho más que el uso de sólo palabras. Incluye todo lo que somos, incluyendo nuestros valores y afectos. Aquí yace mucho del problema. El problema es que muchos líderes de iglesia, como las demás personas, están atrapados en casas, coches, empleos, en verse bien, esperar que los respeten o gustar, o tener el control. La mayor parte del tiempo tendríamos que inferir que lo que más valoran no es Dios. El amor exige tiempo. El amor exige comunicación; la comunicación exige participación, y la participación toma mucho tiempo. Alabamos a Dios por los líderes que en efecto se toman el tiempo para amar a Dios y exhiben en sus vidas ese amor. La mayoría de esfuerzos en las iglesias se gasta manteniendo los programas en marcha, y sin embargo el corazón de Dios es por una relación personal de amor. Este es un gran punto de debate y punto de oración, ¿verdad? ¿Cómo podemos nosotros, como líderes, mantener «lo principal siendo lo principal»? Por supuesto, lo primero es que nosotros, como líder o cuerpo de líderes, personalmente hagamos de Dios lo más importante en nuestras vidas. LA TENSIÓN Una vez que tenemos un cuadro más claro de amar a Dios, lo que le agrada (lo que él quiere de uno), y cómo nos está dirigiendo a enfocar de manera diferente la vida y el ministerio, hallaremos tensión creciente. La tensión es entre lo que hemos aprendido que Dios quiere de nosotros y nuestros fuertes hábitos o adicciones para hacer que la vida funcione por cuenta nuestra; administrando la iglesia pero con nuestra fuerza y nuestra sabiduría. En el capítulo anterior ya hemos leído de la carne y su apretón en nosotros. Y anteriormente en este capítulo leímos del fruto del Espíritu. En Gálatas 5 Pablo traza un cuadro de la carne y el Espíritu en conflicto; conflicto que no se resuelve en esta vida. Esto es tensión real. No es simplemente teología. Es un problema real, práctico, y sin embargo muchos líderes hoy yerran el punto del problema. La carne es real y paralizante, destruyendo iglesias y las vidas de creyentes. La vemos en las batallas de iglesias, divisiones de iglesias, cólera de liderazgo o de la congregación, conflicto, y odio sostenido entre miembros de la congregación. Vemos la carne en el creciente número de líderes y miembros de congregaciones que caen en enredos sexuales, adicción sexual, pornografía y divorcio. Vemos la carne en la adicción a las posesiones, la idolatría del materialismo, y la ambición egoísta. A veces el liderazgo de la iglesia incluso aplaude nuestra adicción al éxito cuando nos desempeñamos bien en el ministerio. Vemos la carne en la cólera que tiene lugar a veces en las reuniones o entre personas en conflicto. Vemos la carne en los varios grupos que pelean unos contra otros. Vemos la carne en los hogares de creyentes mientras invitan a extraños a sus casas para que hagan actos inmorales frente a su familia (también conocido como el programa promedio de televisión actual). Estamos empezando a ver algunas iglesias atacando estos asuntos. Están organizando grupos de respaldo para los abusados y abusadores. Hay ayuda para los que sufren de adicciones. Organizaciones como Crown Ministries [Ministerios Corona] están atacando el materialismo, ayudando a las personas a entender que Dios es el dueño. La organización Peacemakers [Pacificadores] está ayudando a las iglesias a aprender cómo mediar en el conflicto. Todas estas batallas contra los síntomas de la carne son buenas y deben tener lugar. Sin embargo, todavía se yerra el punto. Tratar los síntomas sin lidiar con la causa simplemente resulta en que la carne brota de nuevo en el mismo aspecto o en algún aspecto nuevo. Los líderes de la iglesia deben lidiar con la causa raíz: la carne misma. La carne es esa parte de nosotros que trata de hacer que la vida funcione para nosotros, ser autónomos o independientes de Dios en los segmentos prácticos de nuestras vidas. Líderes, ¿como luchamos contra la carne? Pablo dice que es al andar o vivir por el Espíritu. Así que, de nuevo, volvemos a la principal preocupación de Dios: que le amemos con todo nuestro corazón, y con toda nuestra alma, y con toda nuestra fuerza. Su preocupación es que estemos en una relación personal profunda, dependiente, obediente y de amor con nuestro Señor. Su preocupación es que le tengamos a él como nuestro afecto primario; que él sea el centro de nuestras vidas y soberano sobre ellas, y no nosotros. Necesitamos dejar que Dios dirija la iglesia y a los miembros de la congregación que forman esa iglesia. La carne es un enemigo de los creyentes y de la iglesia. Para luchar contra ese enemigo necesitamos que nuestra relación con Cristo abarque todo aspecto de nuestras vidas, las vidas de nuestros líderes, las vidas de los miembros de la congregación, y la vida corporativa de la iglesia. Es andar y vivir en el Espíritu. EL TERMÓMETRO DE LA CARNE Los síntomas de la carne que Pablo bosqueja en su carta a los Gálatas son como un termómetro. Un termómetro nos da información de la condición actual y puede revelar la necesidad de mirar un problema más hondo. Notamos que nuestro hijo tiene fiebre. Usando un termómetro, descubrimos que su temperatura es más de 40 grados centígrados. Ahora sabemos varios datos. Sabemos que nuestro hijo tiene una fiebre excesivamente alta. Sabemos por experiencia que necesitamos bajar la fiebre para prevenir problemas mayores. También sabemos que hay algo que está haciendo que nuestro hijo tenga la fiebre. Así que ahora sabemos que debemos hallar qué es lo que está causando la fiebre. ¿Qué hacemos? Bajamos la fiebre usando remedios y agua fría. Por supuesto, nunca consideraríamos detenernos simplemente allí. Daríamos pasos adicionales para hallar la causa de la fiebre consiguiendo ayuda de alguien que ha estudiado medicina. Trataríamos tanto los síntomas como la causa de la fiebre. El mismo principio se aplica al liderazgo de la iglesia. Examinamos nuestras propias vidas y la vida de nuestra congregación para buscar síntomas de la carne, como se habló arriba. Al descubrir un síntoma o síntomas (y los descubriremos, muchas veces; están justo ante nuestras narices), sabemos dos hechos. Primero, sabemos que tenemos un síntoma de la carne con el que tenemos que lidiar. Segundo, sabemos que hay una causa subyacente: la carne. Por supuesto, debemos lidiar con los síntomas de la carne; y hacerlo a la manera de Dios. Lidiar con los síntomas de la carne es un proceso enormemente complejo y sensible, que necesita mucho cuidado, oración y preparación. Esto no se puede exagerar. Confrontar asuntos de inmoralidad, cólera, discordia, chismes, adicciones, divisiones, cólera y los otros síntomas de la carne es arriesgado. Lleva el potencial de gran daño, dolor, corazones rotos, vidas derrotadas, pleitos judiciales, etc. Incluso mejor que lidiar con los síntomas de la carne, ¿no quisiéramos que pudiéramos detener los síntomas antes de que aparezcan? ¿Qué tal si hubiera una vacuna contra la carne? De acuerdo a Pablo, la hay. Su solución a la carne es andar y vivir en una relación personal dirigida por el Espíritu, de amor profundamente dependiente con nuestro Dios soberano. Por consiguiente, el enfoque primordial de todo lo que sucede en la iglesia debe ser señalar a las personas en esa dirección: llevar el enfoque a Cristo. ¿No sería mejor que el liderazgo de la iglesia haga de la profundidad de su amor a Dios la prioridad? En términos de la salud global de la congregación, ¿hay algo más importante que el liderazgo mismo cultivando y preservando esa relación personal dirigida por el Espíritu con Dios y luego pasándola a la congregación? Jesús dijo que esta es la prioridad de Dios. ¿No debería el liderazgo tener la misma prioridad como Dios? Debe empezar con nosotros, como líderes. Hemos visto en muchas iglesias, y sin embargo podemos contar en una mano el número de grupos de liderazgo (juntas, etc.) que en forma activa y práctica hacen del crecimiento y mantenimiento de su relación personal de amor con Dios su prioridad. Es trágico. O bien que ellos dan por sentado que no hay batalla y Pablo se equivoca, o piensan que son tan profundamente maduros en Cristo que están por sobre todo riesgo. Suena mucho como orgullo, ¿verdad? Tal vez esta es la razón real por la que muchas iglesias están en declinación. Tal vez liderazgo de la iglesia está pasando demasiado tiempo luchando con lo que ellos piensan que es urgente, en lugar de lo que Dios llama prioridad número uno. Tenga cuidado aquí. Nuestra prioridad es amar a Dios cada vez más hondo; por Dios mismo. Nuestra prioridad no es una relación más honda con Dios por lo que podemos sacar de ella. En su devocional My Utmost for His Highest, Oswald Chambers resume esta prioridad en la devoción para el 12 de marzo: Nuestro motivo para la rendición no debe ser ninguna ganancia personal. Nos hemos convertido en tan egocéntricos que acudimos a Dios sólo por algo de Dios, y no por Dios mismo. Es como decir: «No, Señor, no te quiero a ti; me quiero a mí mismo. Lo que sí quiero es que me limpies y me llenes con tu Santo Espíritu. Quiero estar en exhibición en tu vitrina para poder decir: “Esto es lo que Dios ha hecho por mí”». Ganar el cielo, ser librado del pecado, y ser hecho útil para Dios son cosas que nunca deben siquiera ser una consideración en una rendición real. La rendición genuina total es una preferencia soberana personal por Jesucristo mismo.1 CAPÍTULO 4 LIDERAZGO ESPIRITUAL ¡Fue una sorpresa! Nada que se dijo en un año de reuniones mensuales nos preparó para lo que oímos en una reunión de pastores en San Bernardino, California, en 1984. Yo (Tim) había estado reuniéndome con varios pastores de la misma denominación en Bob’s Big Boy para desayunar, compañerismo y simplemente conversar. Apenas pocos minutos transcurridos en una reunión mensual, vino el anuncio. Debe haber sido que mis oídos me engañaban, pero pienso que uno de los colegas pastores espetó: «Ya no aguanto más. Renuncié el domingo y estoy buscando una nueva profesión». En todo ese tiempo él no había dicho ni una palabra en cuanto sus problemas; ni una sola palabra. No teníamos ni idea de que él estaba bajo presión. Ni media palabra. Nada. Ningún indicio de que estaba sufriendo profundamente de depresión y de un sentimiento de inutilidad. Nada; entonces, de repente, se da por vencido. Los líderes de la iglesia, como todas las personas, enfrentan disfunciones dentro y fuera de la iglesia. A menudo se nos percibe como personas exentas del dolor y luchas de la vida. Con una necesidad de «ser líderes», nos escondemos detrás del escudo del orgullo y temor para impedir que nos abrumen las horribles realidades de relaciones personales rotas, objetivos no alcanzados, temporadas secas en nuestro andar con Dios, o días de melancolía. La realidad del liderazgo efectivo es esta: dentro de la iglesia tenemos que ser más francos en cuanto a lo que puede verdaderamente libertar al líder y a la congregación para permitir que la gracia de Dios llene sus almas y relaciones personales. Los líderes enfrentan un reto diario para vivir en el poder del Espíritu Santo. En el capítulo previo hablamos de que la carne afecta la iglesia. Para que esta fuerza ejerza su insidioso efecto dentro de la iglesia, debemos dar por sentado que primero es problema para los líderes, y no sólo para los laicos. «Toda organización es un reflejo directo del liderazgo que se le ha dado, para bien o para mal». Bobb Biehl me dijo esto hace más de veinte años, y su máxima de liderazgo ha subrayado la experiencia de mi propia jornada. Lo he visto en práctica en la vida de amigos, estudiantes y mentores, revelando el conflicto de la carne y el Espíritu tan común a todos. Sin embargo, hay esperanza cuando acudimos a la gracia de Dios para que desenrede nuestra letanía de emociones, respuestas no contestadas, y relaciones personales rotas. Esta gracia sanará nuestras almas conforme avanzamos hacia el plan de Dios para los líderes de la iglesia: liderazgo transformacional. Hallaremos que cuando los líderes están llenos del Espíritu de Cristo, Dios da sanidad y salud por medio de ellos a la iglesia. Cuando los líderes cultivan un ambiente de gracia, entonces la libertad viene a las relaciones personales dentro de la iglesia y a todos los que quedan expuestos a la iglesia. Un proceso orgánico hace brotar relaciones personales saludables y una conexión dinámica entre Dios y su pueblo. Para algunos, el adjetivo contagiosa ha resumido la energía de este proceso. Los líderes llenos del Espíritu de Cristo proveen liderazgo transformacional para la iglesia. UNA CULTURA DE GRACIA Ray Stedman llevó una cultura de gracia y perdón a miles que disfrutaron su estilo tranquilo de liderazgo durante los días tumultuosos de las décadas de los sesenta y setenta en Palo Alto, California. El Movimiento de Jesús estaba apenas empezando cuando un número de «sus tipos» entraron por las puertas de la Iglesia Bíblica Península. Los de clase media alta voltearon su cabeza para ver a estas almas vestidas singularmente, de pelo largo, y de espíritu libre. ¿Qué iba a hacer la iglesia? ¿Cómo iba la iglesia a responder a esta nueva camada? Con calor y afirmación, Ray les dio la bienvenida y les animó a que se hagan parte del cuerpo de Cristo en ese lugar. Un espíritu refrescante barrió muchas de las dudas y temores de los miembros de la iglesia que tenía preguntas. La Iglesia Bíblica Península llegó a ser un puerto y campo de cosecha para la generación más joven que estaba buscando a Dios. El liderazgo espiritual trajo integridad y amor a los que estaban en ambos lados de una cultura en cambio. Con unas pocas palabras poderosas el apóstol Pablo hace énfasis en la total necesidad de que el Espíritu de Cristo fortalezca las relaciones personales. «No se emborrachen con vino. . . . Al contrario, sean llenos del Espíritu. . . . Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo» (Efesios 5:18, 21). Sin esta jornada de sumisión al liderazgo de Dios, nos convertimos en sanadores destructivos en un mundo destrozado y fragmentado. Esta no es una opción para los líderes en el cuerpo de Cristo. Lo que da poder a nuestros pensamientos, emociones y voluntades talla la realidad de las relaciones dentro de la familia en la iglesia. Gracias al buen Señor que nuestras relaciones con él no son meramente cuestión de información cognoscitiva o determinación de «vivir para Dios». Más bien es una vida que se caracteriza por su gracia que nos busca. El liderazgo espiritual empieza con los líderes que reconocen su total dependencia en Dios. Conforme van aprendiendo lo que quiere decir «ser llenos del Espíritu» (Efesios 5:18), los líderes espirituales deben enfrentar el quebrantamiento que viene al vivir apoyándose en sus propios esfuerzos humanos y aparte del fortalecimiento del Espíritu Santo. Estos líderes hallan nuevo gozo al conocer el perdón de Dios y son prontos para extender ese perdón y gracia a otros. Nuestros egos e intereses propios se han interpuesto en el camino del liderazgo de Dios en muchas ocasiones. Esto es particularmente cierto en nuestros papeles como líderes. Muchas veces no nos hemos apoyado en el Espíritu Santo y nos hemos llenado de ansiedad, nos hemos puesto a la defensiva, coléricos y jactanciosos. Sin embargo, el liderazgo inspirado por el Espíritu Santo enfoca la sanidad y fortalecimiento de otros. No atrae la atención a sí mismo ni se protege a sí mismo; más bien, procurar servir y fortalecer a los demás. UNA NOCIÓN DISTORSIONADA DE LIDERAZGO Yo (Tim) recuerdo las numerosas ocasiones que fui a la Feria del Condado Kern en Bakersfield, California. Una de mis atracciones favoritas era el corredor de espejos. Este era un sencillo remolque portátil con varios espejos diseñados para distorsionar la apariencia de uno. Un espejo me mostraba gordo, otro me mostraba alto, algunos me daban una cabeza enorme y un cuerpo pequeño. No entendía la tecnología, pero el efecto era cómico. A menudo lo que algunos llaman liderazgo bíblico parece más bien distorsionado, lo que no es cómico. Estas distorsiones nos vienen de varias fuentes. Algunas son productos de la cultura popular. Otras vienen de las tradiciones de la iglesia. Los líderes bíblicos son una camada rara. Sus deseos de liderazgo son cuestionados por las muchas nociones de lo que constituye un líder espiritual. En los Estados Unidos de América nos domina un medio ambiente de negocios. La libre empresa y el capitalismo se hallan al igual con el béisbol, pastel de manzana y la bandera estadounidense como valores básicos. Como tales, a menudo no podemos distinguir entre el estilo empresarial de liderazgo y los líderes bíblicos. Donald Trump con su programa de televisión El aprendiz articula el modelo de negocios de liderazgo. Hay modelos educativos de liderazgo que hacen énfasis en el proceso y la colaboración. Hay modelos sin fines de lucro que procuran descubrir y resolver los males sociales de la sociedad. Sin embargo, estamos convencidos de que eso modelos de liderazgo a menudo se quedan lejos de la norma bíblica. ¿QUÉ ES LIDERAZGO BÍBLICO? Jesús usó una frase breve, pero poderosa, para corregir la noción que sus discípulos tenían de liderazgo. Él dijo la frase «no debe ser así» (Mateo 20:26). Los discípulos ansiaban ser famosos y poderosos. La madre de Jacobo y Juan buscó colocar a sus hijos en cargos de poder (Mateo 20:20). Le pidió a Jesús que haga que los hijos de ella se sienten cada uno al lado de él en el reino venidero. Jesús dijo que esa decisión no era suya (Mateo 20:21-23). Su énfasis recayó en la enseñanza para ella y los discípulos. Estableció una definición de liderazgo en su reino era muy diferente de como el mundo ve el liderazgo. Jesús anunció dos dimensiones asombrosas dentro de su reino. Empezó recalcando primero que «los primeros serán últimos» (Mateo 19:30). Él notó que en lugar de buscar los cargos más altos, los verdaderos líderes bíblicos preguntan: «¿Cómo puedo fortalecer a otros?» Fortalecer se refiere a la transformación que ocurre cuando uno integra verdad bíblica a los patrones normales de la vida. Segundo, Jesús recalcó que servir es lo que hace grande a un líder (Mateo 20:26, 28). Los líderes de su reino serán siervos de todos. En lugar de usar una espada para simbolizar el liderazgo, Jesús escogió una palangana y una toalla. Con estas herramientas les lavó los pies a los discípulos (Juan 13:1-7). Este es un tipo muy diferente, y al parecer irreal, de liderazgo en comparación con lo que experimentamos en el mundo de hoy. Estos principios dinámicos exigen nuestra constante atención. Muchos no estamos reflexionando o enseñando estos principios por primera vez, sino por la centésima vez. Sin embargo, el reino de Jesús se edifica en tales verdades y necesitamos reconsagrarnos a este camino. ¿DÓNDE ESTÁN LOS LÍDERES? La experiencia de la iglesia inicial indica que los líderes se vuelven evidentes a los que dirigen. Los líderes bíblicos claramente demuestran carácter santo. Los líderes bíblicos tienen reputación. Sus vidas demuestran una transformación de corazón. Los discípulos de Cristo fueron líderes que encontraron a Jesucristo resucitado. Ese encuentro transformó radicalmente sus vidas; y no simplemente como un curso de desarrollo del carácter o destreza de liderazgo. Sus prioridades atravesaron un ajuste radical y un reordenamiento completo. Cuando la discriminación étnica se expresó en la iglesia inicial, los apóstoles pidieron a los que sintieron la crisis que escojan hombres «llenos del Espíritu y de sabiduría» (Hechos 6:3) para que ayuden a buscar la resolución. La iglesia pudo discernir y seleccionar a tales hombres. Escogieron hombres santos que atendieron la situación con gracia y sabiduría, y permitieron que la iglesia continúe creciendo e impactando a su mundo con las buenas noticias de Jesucristo. Su capacidad para resolver problemas no surgió de individuos fuertes que hacían las cosas a su manera. Se basó en la obra del Espíritu Santo por medio de hombres que se rindieron a su liderazgo. ¿Donde están estos líderes hoy? Quisiéramos poder decir que son nuestros pastores y otros líderes de nuestras iglesias, pero no siempre es ese el caso. ¿Estamos siendo verdaderamente dirigidos por el Espíritu Santo? La mente carnal puede invadir y controlar a cualquier líder cristiano. Necesitamos examinarnos a nosotros mismos regularmente y preguntarnos: ¿Qué es lo que estamos modelando y enseñando? ¿Cómo se ven nuestras estructuras corporativas? ¿De qué manera nuestras normas de procedimiento y procedimientos reflejan el camino de Cristo? ¿Qué resultados en realidad nos interesan? En Pablo instruye a su pupilo Timoteo, un pastor joven, a que sea selectivo al pedir a otros que sirvan con él para dirigir la iglesia. Timoteo, cómo discernimos por las Escrituras, puede haber tenido la tendencia de dejarse abrumar a veces. Podía haber escogido a cualquiera que estuviera dispuesto y disponible para proveer liderazgo para la iglesia. Sin embargo, Pablo insistió en que los que iban a proveer liderazgo para la iglesia deberían ser hombres consagrados, maduros, dedicados a la tarea a mano. Un criterio para el liderazgo ha sido claramente articulado en la Palabra de Dios para la iglesia (1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:5-9; Efesios 5:8—6:9). Este criterio requiere que la iglesia tome en serio el plan de Dios para dirigir su iglesia. Dios ve su iglesia como esposa y usa términos de la definición de la familia para concentrar nuestra atención en la importancia de las relaciones personales por sobre las tareas de dirigir la iglesia. Tal vez no sea un liderazgo de acuerdo a las normas de hoy, y las razones tal vez vayan a contrapelo de una noción puramente organizacional de la iglesia, pero debido a que es el plan de Dios y viene de Dios, logra su propósito. Dios describe los rasgos de carácter de los que quieren dirigir su iglesia. Estas cualidades son evidencia de Dios viviendo por dentro. Son resultado de un nuevo nacimiento y la presencia del Espíritu Santo, y se evidencian en una vida espiritual llena de Dios. Revelan que estos líderes se han humillado delante de Dios y han experimentado renovación de entendimiento y conformación a la imagen de Cristo. Al escribir estas cualidades, Dios pone énfasis en quién es una persona por sobre lo que una persona hace, o cómo una persona dirige. Esta verdad es particularmente evidente en los siguientes dos pasajes. Así que el obispo debe ser intachable, esposo de una sola mujer, moderado, sensato, respetable, hospitalario, capaz de enseñar; no debe ser borracho ni pendenciero, ni amigo del dinero, sino amable y apacible. Debe gobernar bien su casa y hacer que sus hijos le obedezcan con el debido respeto. —1 Timoteo 3:2-4 El anciano debe ser intachable, esposo de una sola mujer; sus hijos deben ser creyentes, libres de sospecha de libertinaje o de desobediencia. El obispo tiene a su cargo la obra de Dios, y por lo tanto debe ser intachable: no arrogante, ni iracundo, ni borracho, ni violento, ni codicioso de ganancias mal habidas. Al contrario, debe ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, santo y disciplinado. Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan. —Tito 1:6-9 Fundadamente, la Palabra de Dios subraya el carácter por sobre las destrezas, talentos o dones espirituales cuando se trata de definir a un líder espiritual. LA INFLUENCIA DE UN LÍDER BÍBLICO Hebreos 13:7 dice: «Acuérdense de sus dirigentes, que les comunicaron la palabra de Dios. Consideren cuál fue el resultado de su estilo de vida, e imiten su fe». Este mandamiento respalda la enseñanza de toda la Biblia de que los líderes consagrados proveen un cuadro de la vida cristiana para que otros sigan. La obediencia a la Palabra de Dios es lo que separa a los líderes espirituales de los demás tipos de líderes. Estos líderes no sólo son conocedores, sino que son hombres y mujeres que están siendo transformados por la Palabra de Dios. Sus vidas demuestran la práctica de la presencia de Dios. Estos líderes han recorrido el camino de la vida lo suficiente como para que la evidencia de la obediencia la vean todos: la creencia se ha convertido en vista, la conducta recta ha producido madurez y gracia, lo que conduce a la transformación personal, y ha influido positivamente en otros. Sus matrimonios han madurado en raros y hermosos retratos de amor. Sus hijos han seguido en los pasos de la fe. Sus carreras han demostrado el valor de la formación de las personas, y no sólo recompensas monetarias. ¿Qué sucede cuando los líderes fallan? Los líderes no son perfectos, pero ellos, de entre todas las personas, deben ser transparentes. Deben ser honestos para confesar sus pecados y buscar resoluciones apropiadas y restitución por los fracasos personales. El considerarse responsable ante Dios y a su pueblo típicamente guarda a cualquiera, incluyendo a los líderes, contra los principales desastres de la vida. UN LÍDER LLENO DEL ESPÍRITU Como ya hemos notado, Pablo ordena que los líderes bíblicos sean llenos del Espíritu Santo. ¿Qué quiere decir eso? De acuerdo a Efesios 5:18-20, ser lleno del Espíritu Santo quiere decir que uno a uno no lo controla ninguna fuerza externa o interna que no sea el Espíritu de Dios. La persona del Espíritu Santo, viviendo en nosotros, produce la motivación para nuestra conducta, decisiones y comunicación. Efesios 5:19-20 indica que la adoración apropiada provee el contexto para la obra del Espíritu Santo en y por medio del líder cristiano. Colosenses 3:16 suplementa esta enseñanza con un enfoque paralelo en cuanto a permitir que la palabra de Cristo viva en nosotros. Por consiguiente, ser lleno del Espíritu Santo quiere decir que nos rendimos a su control (Espíritu Santo) y dirección (Palabra de Cristo) momento a momento. Este proceso requiere que como creyentes nos humillemos ante Dios, le rindamos a él el control de nuestras mentes, emociones y voluntad. Conforme el creyente aprende este andar con Cristo, será conformado a la imagen de Dios y llegará a ser calificado para servir como líder de su iglesia. Hechos 11:1-4 ilustra una respuesta apropiada del apóstol Pedro a la crítica por su ministerio a Cornelio y su casa. Algunos de los creyentes judíos de Jerusalén, cuando oyeron que Pedro había entrado en la casa de un gentil y había comido con él, criticaron esta conducta porque violaba las costumbres y leyes judías. En lugar de defenderse o discutir con ellos, Pedro «comenzó a explicarles paso a paso lo que había sucedido» (Hechos 11:4). Como nos muestra la respuesta de Pedro, los líderes llenos del Espíritu no se ponen a la defensiva. Esta actitud no defensiva edifica la confianza y seguridad en los que dirige. Los líderes seguros obtienen mejor información en cualquier situación. Debido a que el líder es seguro, la gente está dispuesta a abrirse y ser franca. Los líderes seguros ganan discernimiento de esta información y están mejor equipados para tomar decisiones bíblica sabias. El control del Espíritu Santo transforma a los discípulos en líderes espirituales. LA DEVOCIÓN DE UN LÍDER BÍBLICO Los líderes bíblicos están consagrados a buscar a Dios. Los líderes espirituales buscan a Dios, confían en Dios y viven para Dios (Salmo 27:4; Proverbios 3:5-6; Gálatas 2:20). Sin embargo, con las demandas de desempeño que los líderes agudamente sienten, la «cuestión de Dios» no siempre se atiende. Mucho de este libro intenta mostrar cómo los líderes pueden responder a la cuestión de Dios. Es decir, «¿activamente confío en Dios en todo aspecto de mi vida y ministerio?» Más fácil de decir que de hacer. Vemos el liderazgo bíblico como una relación personal activa y dinámica con Dios y su pueblo. Por consiguiente, en la médula de nuestras vidas está la necesidad esencial de que Dios nos ame. Los líderes consagrados han sido fundidos y moldeados por su gracia, no por nuestra competencia. Aunque la estructura y forma caracterizan todas las organizaciones saludables, el ingrediente supremo en toda relación personal es el amor. El primer lugar en donde es preciso tener esta experiencia de amor es en la vida del líder. Los líderes sin amor procuran usar a otros, y no amarlos. Sin amor, dice la Biblia, simplemente estamos haciendo mucho ruido. En otras palabras, un líder sin amor está «simplemente echando humo». Sentado en un hotel en San Petersburgo, Rusia, yo (Tim) reflexionaba en una pregunta que me hizo uno de los pastores más ancianos de la ciudad. Hablábamos de las posibilidades de que las iglesias hagan ministerio juntas con Luis Palau por una temporada de evangelización. Él preguntó: «¿Ama Luis Palau a los rusos?» Más que visión, estructura organizacional, objetivos, dinero o impacto en su ciudad, este pastor experimentado exigía saber: «¿No aman ustedes?» El amor es el pegamento que une a las personas en una relación personal dinámica y santo servicio a Dios. Las iglesias son sanadas y se vuelven saludables cuando el amor fortalece las relaciones personales de los líderes. ¿CÓMO SE ESCOGEN LOS LÍDERES BÍBLICOS? La respuesta bíblica es clara. A los líderes se lo descubre en el contexto de las relaciones personales. Los líderes surgirán conforme la iglesia vive reunida y sirve a nuestro Señor. Conforme nosotros «vivimos la vida», los líderes santos se vuelven evidentes a todos. Conforme la iglesia enfoca la enseñanza de la Palabra de Dios, adoración, la proclamación de las buenas nuevas, y servirse los unos a los otros, los líderes aflorarán. A los líderes no se los selecciona debido a sus dones solamente, sino más bien debido a su carácter. Deben ser semejantes a Cristo. El reto para nosotros como iglesia hoy es el vacío de las relaciones personales. Vivimos en un mundo fracturado en donde las relaciones han llegado a ser secundarias a las metas y ambiciones personales. La afluencia en los Estados Unidos de América ha ampliado la puerta para la vida independiente. Así que, en lugar de escoger invertir nuestras vidas en relaciones personales, hemos escogido viajar, mudarnos, divertirnos, convertirnos en adictos al trabajo, obtener más educación, etc. Tomadas dentro del contexto de la totalidad de la vida, estas cosas no son malas; pero en el ambiente de la iglesia pueden ser desastrosas porque a menudo se vuelve sustitutos para las relaciones personales significativas con otros. Comunidad es un término que usamos para un límite geográfico o centro de recreación. A menudo se lo usa para describir un lugar antes que para describir las relaciones personales dentro de un grupo de personas aprendiendo a vivir juntas. Pero es en el contexto de esta clase de comunidad que se forman las relaciones personales, lo que hace posible que se identifique a los líderes verdaderamente llenos del Espíritu Santo. ¿Cómo puede la sanidad y la salud venir a las miles de iglesias que sufren de una enfermedad terminal? Los líderes llenos del Espíritu son un «antídoto» crítico a esta enfermedad. Es preciso afirmar y escoger a los líderes llenos del Espíritu en base a la instrucción bíblica. Identificamos a estos líderes mejor en el contexto de una comunidad viva. Estos líderes, al andar en el poder del Espíritu Santo, estarán listos para embarcarse en una jornada de sanidad, salud e impacto santo en sus comunidades. PARTE DOS PRINCIPIOS DE LIDERAZGO Y ADMINISTRACIÓN DIRIGIDOS POR EL ESPÍRITU CAPÍTULO 5 CÓMO OÍR A DIOS Cuando mis (Allen) hijos eran pequeños, estaban dotados con un oído asombroso. Mary y yo le llamábamos oído selectivo; oído agudamente selectivo. Un día me dirigía a la puerta rumbo al trabajo, y le dije a uno de ellos: «Por favor, limpia tu dormitorio hoy». Esa fue una petición sencilla lo suficiente y lo dije en voz alta lo suficiente. Considerando que estábamos en la misma habitación, se debería haber entendido con facilidad. Sin embargo, esa noche el dormitorio era un caos. Dándole el beneficio de la duda, pregunté: «¿Qué pasa? Te pedí que limpiaras tu dormitorio». «¡No te oí que me lo dijeras!» fue la respuesta al instante. En otra ocasión, sin que hubiera ningún hijo cerca, le decía en voz baja a mi esposa, Mary: «¿Quieres un cono de helado?» El hijo, que afirmó que no pudo oírme mientras estaba en el mismo cuarto, venía corriendo desde alguna otra parte de la casa y decía: «Oigan, gran idea. ¿Podemos ir todos a comer helados?» ¿Será posible que los hijos de Dios puedan desarrollar el mismo oído selectivo? Jeremías lo dice así: «¿A quién le hablaré? ¿A quién le advertiré? ¿Quién podrá escucharme? Tienen tapados los oídos y no pueden comprender. La palabra del SEÑOR los ofende; detestan escucharla» (Jeremías 6:10). De nuevo dice: «Pero ellos no me obedecieron ni me prestaron atención, sino que siguieron los consejos de su terco y malvado corazón» (Jeremías 7:24). Jeremías arroja la tensión de nuestro oído selectivo derecho en la cara de los hijos de Dios hoy. ¿A quién vamos a escuchar? Por un momento piense en las ocasiones en que hemos pensado, dicho o hecho algo en nuestros corazones que sabíamos que no le agradaría a Dios. ¿A la voz de quién estamos prestando atención en ese momento? El tema de oír a Dios es un asunto gigantesco hoy. Fue un asunto gigantesco en la iglesia inicial. Noten la advertencia de Pedro a sus lectores: Cuando les dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando testimonio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos. Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.» Nosotros mismos oímos esa voz que vino del cielo cuando estábamos con él en el monte santo. Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los profetas, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus corazones . —2 Pedro 1:16-19 Los discípulos oyen en la Palabra escrita a Dios como una voz del cielo y de los profetas. Pedro nos advierte que prestemos atención a la palabra como una luz en lugares oscuros. ¿Alguna vez ha caminado por un sendero peligroso por la noche con una linterna de mano? En esa situación, confiamos en que la luz nos asegure de que estamos en el sendero. ¿Para qué es la linterna? Para mostrarnos el camino. ¿Cómo oímos a Dios? Se han escrito muchos libros sobre el tema; algunos muy útiles. Los mejores libros sobre el tema dan una lista de fuentes como la Biblia, el consejo de personas de confianza, nuestras circunstancias y nuestras mentes. LA BIBLIA A mediados de los años setenta, debido a una respuesta específica de Dios a la oración, yo (Allen) hablé personalmente con un hombre, ya fallecido, que andaba y amaba profundamente a la persona de Jesucristo. El propósito de mi reunión con él era preguntarle cómo sabía él tan claramente lo que Dios quería que haga, incluso momento a momento todo el día. Su respuesta fue profunda. En lugar de relatarme un episodio de cómo oía a Dios, me hizo dos preguntas, y luego basado en mi respuesta, me hizo una tercera pregunta. Estas son sus preguntas: 1. «¿Hay algo escrito en la Biblia en lo que tú no crees, basado en cómo reaccionas a la vida, tus emociones en situaciones difíciles, tus temores en cuanto al futuro, tus prioridades, y en general como vives la vida?» 2. «¿Hay algún mandamiento, directiva o enseñanza en la Biblia que no estás obedeciendo?» Tuve que responder que sí a ambas preguntas. Sin siquiera entrar en detalles de mi respuesta que sí, me hizo una tercera pregunta: 3. «Si tu fe y tu amor [afecto] por Cristo es tan superficial que no puedes andar en la luz que claramente te ha dado [creer y obedecer], ¿cómo puedes esperar que vas a creerle y obedecerle si supieras más?» Para empeorar las cosas, tuve que admitirle que nunca había leído la Biblia por entero. Él siguió: «Allen, Dios te ha dado una carta de amor, proveyéndote la oportunidad de que llegues a conocerle a él, sus pasiones, su deseo para que le ames a tu vez, y cómo tu amor por él se traducirá en la práctica mediante tu obediencia y fe. Estás haciendo esto demasiado complicado. Es cuestión de una relación de amor, y tú ya tienes la mayoría de lo que necesitas para vivir en una relación de amor con él. Lo tienes en la Biblia. Sugiero que te familiarices con ella. Estoy convencido de que cuando llegue el día en que necesites más perspectiva, Dios te la proveerá. Recuerda que tienes en ti la mente de Cristo ya». CONSEJO Algunos dicen que podemos oír a Dios mediante el consejo providencial de personas maduras y de confianza. Es más difícil confiar en personas que en la Biblia. Han habido muchos individuos en quienes pensábamos que podíamos confiar, y que más adelante nos fallaron. Sin embargo, en lugar de desechar todo consejo, tal vez sería mejor reconocer que, aunque este consejo puede ser bueno, a diferencia de la Biblia no es perfectamente confiable. Creemos que las Escrituras deben seguir siendo el cimiento de la revelación de Dios para nosotros, con el consejo siendo una fuente de confirmación de lo que creemos en cuanto a la dirección de Dios. CIRCUNSTANCIAS Muchos creen que las circunstancias puede ser un indicio de la dirección de Dios. El problema con las circunstancias como fuente de la dirección de Dios es que nuestra interpretación de nuestras circunstancias puede estar nublada. Es fácil perdernos la influencia de la carne o del maligno en una situación que nos resulta agradable. Por siglos Dios ha puesto a sus santos en circunstancias de tensión. Es igualmente difícil ver la dirección de Dios mientras se atraviesa un desastre. Es probable que pudiéramos interpretar mal nuestras circunstancias y, por consiguiente, lo que Dios está comunicándonos. En forma similar al consejo, nuestra interpretación de nuestras circunstancias como fuente de confirmación en cuanto a la dirección de Dios no es perfectamente confiable. Debemos pedirle a Dios que nos ayude a verle en nuestras circunstancias. EL ESPÍRITU DE DIOS Y NUESTRAS MENTES En 1 Corintios Pablo nos dice que Dios revela lo que ha preparado para nosotros, y lo hace por su Espíritu. Sin embargo, como está escrito: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman.» Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios . —1 Corintios 2:9-10 Pablo también nos dice que Dios no solo se nos revela por su Espíritu, sino que ha puesto en nosotros su Espíritu para que podamos comprender lo que Dios nos ha dado. Pablo continúa indicando cómo el que no conoce a Dios no puede entender las cosas de Dios, y luego concluye este pensamiento citando Isaías 40:13. Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido. Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresamos verdades espirituales en términos espirituales. El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque «¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?» Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo. —1 Corintios 2:12-16) La Biblia es clara; con el Espíritu de Dios en nosotros, en efecto tenemos la mente de Cristo en nosotros, y es el propósito de Dios obrar en nuestras mentes. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. —Romanos 12:2 BARRERAS PARA OÍR A DIOS Puede ser útil en este punto mirar a lo que se interpone para que oigamos a Dios: sea en las Escrituras, el consejo, las circunstancias o nuestras mentes. Tiempo para escuchar ¿Quién tiene tiempo para escuchar en estos días? La vida consiste en ir de un «hacer» a otro. Tenemos que ganarnos la vida. Tenemos una casa que mantener. Tenemos nuestras actividades en la iglesia. Tenemos hijos. Hay programas favoritos de televisión que ver, y películas que ver, y partidos deportivos a los cuales ir. La vida es febril hoy. Nos hemos convencido de que no tenemos suficiente tiempo, y el oír sufre. Escuchar realmente es amor porque el amor enfoca a la otra persona. El amor exige comunicación; y la comunicación exige tiempo. Un padre una vez le dijo a su pastor: «Tal vez yo no les dé a mis hijos mucho tiempo, pero el tiempo que les doy es tiempo de calidad». El pastor le dijo: «Disparates; no hay tal cosa como tiempo de calidad planeado con nadie. La calidad de tiempo está en las manos de la otra persona, y no sólo en las tuyas. Hay que invertir mucho tiempo para tener tiempo de calidad con alguien». Oír a alguien con un oído que entiende (oír de calidad) exige tiempo. Oír a Dios es similar; escuchar con un oído listo para escuchar requiere tiempo. El ritmo de la vida Cuando Jesucristo andaba en la tierra, andaba como a cuatro o cinco kilómetros por hora. Mientras caminaba, hablaba y enseñaba. Pasaba horas al día conversando con su Padre. La vida era más lenta entonces; no más libre de cuidados, sino más lenta. El ritmo de la vida puede parecer similar a «falta de tiempo», pero la diferencia está en lo que atiborramos en cualquier hora dada. La televisión es uno de los lugares primarios de relajación y entretenimiento del mundo industrializado. Algunas casas tienen varios televisores, de modo que los miembros de la familia pueden ver el programa que prefieran. Sin embargo, ¿alguna vez ha visto una pantalla de algún televisor cuando estaba demasiado lejos para que usted se involucre con el programa? ¿Notó lo rápido que cambian las escenas? Se puede medir las escenas en segundos, e incluso entonces probablemente no hallará muchas que duren diez segundos. Mientras que las que escenas pasan volando ante nuestros ojos, el ritmo de la música, las palabras y los efectos sonoros nos martillan. Es cualquier cosa EXCEPTO tranquilizante. Los profesionales diseñan la programación para captar la atención de uno. El ritmo de ametralladora hace mucho para destruir una atmósfera que se preste para oír significativo. La comunicación casi instantánea del teléfono y el correo electrónico nos hace posible desempeñar mucho más de lo que sea que pensamos que necesitamos desempeñar por hora, pero a gran costo. Nuestra comunicación ajetreada basada en la tecnología ha reemplazado mucho de la comunicación cara a cara. Es fácil ver por qué hay una sequía hoy de oír real. El oír real es oír entre palabras. Podríamos decir que el oír real es oír con el tercer oído, y el tercer oído oye mejor cara a cara. Los deseos de nuestros corazones (nuestros afectos) La falta de tiempo y el ritmo de nuestras vidas atenúa nuestra capacidad de oír (escuchar) a Dios u oír (escuchar) a otras personas. Sin embargo, el tiempo limitado y el ritmo rápido tal vez no sea una barrera tan significativa para oír cómo nos gustaría pensar. Puede ser que el asunto es más simplemente que escogemos no oír. Quedarnos en silencio ante Dios o con otra persona es incómodo. La mayoría de personas quieren hablar. No quieren escuchar. ¿Por qué? Tal vez se deba porque cuando hablamos nos sentimos en control o importantes. Incluso en el tiempo con Dios los creyentes monopolizan el tiempo hablando. En estos casos la oración (una conversación con Dios) es en su mayor parte pedirle a Dios algo. Oramos a Dios para que nos sane a nosotros (o a algún otro), que provea lo que necesitamos o queremos, que nos haga personas mejores, o que ayude a alguien a ver que se equivoca y que nosotros tenemos la razón, o cualquier otra cosa. Parece que este tipo de vida es más asunto de recibir amor que de amar, más cuestión de hablar que de escuchar, más asunto de conseguir que de dar. Haremos tiempo para lo que sea que es más importante para nosotros. Pasar tiempo con la familia, o con Dios, puede ser importante para nosotros; sin embargo, lo urgente que tal vez no sea importante a fin de cuentas parece colgar sobre nuestras cabezas y nos quita nuestro tiempo con la familia o con Dios. Dicho en forma sencilla, es más importante librarnos de lo urgente que atender lo importante aunque no sea urgente. Por lo general es nuestra decisión; sea que lo reconozcamos o no. Es lo que valoramos, el centro de nuestros afectos, lo que controla nuestra conducta y decisiones. Cuando nosotros somos el centro de nuestros afectos, entonces escuchar a otros será una prioridad sólo cuando ellos tengan algo que decir que nos afecta; cuando hay algo importante para nosotros ganar o perder. Tal vez a veces escuchamos para dar una buena impresión, o para no abochornarnos cuando sea nuestro turno para decir algo. Seguimos siendo el centro de nuestro oír. El enfoque de nuestro amor En el capítulo 3 leímos que el deseo de Dios por nuestro amor es su prioridad para nosotros. El tiempo necesario para amar a Dios no es diferente de lo que es con un pariente o amigo. El tiempo a solas con Dios con un corazón que escucha es esencial para oírle y para crecer en nuestro amor por él. El tiempo que pasamos leyendo su carta de amor para nosotros nos dará un entendimiento en cuanto a su soberanía y la profundidad de su amor por nosotros. Muchos piensan que una lectura disciplinada de la Biblia, junto con oración disciplinada, resultará en que Dios nos amará más, o por lo menos que nos mirará favorablemente. Por favor, descarte ese pensamiento. Dios no nos amará más debido a nuestra mayor disciplina para la lectura bíblica y oración. Dios nos ama infinitamente ya. Sin embargo, hallaremos que debido a nuestro tiempo disciplinado con Dios (disfrutando de su carta de amor por nosotros mientras oramos y escuchamos) crecemos en nuestro amor para Jesucristo y una consciencia de lo que le agrada o le desagrada. El Dr. Ronald Frost, profesor del Seminario Bíblico Multnomah, capta esta relación de tiempo con Dios y oyéndole. El Dr. Frost cuenta de su experiencia cuando niño. Su padre no tenía un libro de reglas impresas, pero el conocía a su padre bien debido a los años de interacción íntima con él. El Dr. Frost sabía todo el día si sus acciones o actitudes agradarían, o desagradarían a su padre, porque conocía bien a su padre. Conocía a su padre bien porque había pasado tiempo con él. Al reunirnos con iglesias que tienen problemas, hallamos que muchos de los líderes pasan muy poco tiempo con Dios bien sea en conversación (oración en que hablan y escuchan) o leyendo su carta de amor; la carta que él les ha provisto para que le conozcan. Piense en una joven pareja cuando empiezan a descubrir que se interesan mutuamente el uno en el otro. ¿Qué hacen? Pasan todo momento disponible el uno con el otro hablando de sí mismos, escuchando los sueños del otro, sus temores, experiencias y valores. Cuando están separados y reciben una carta del otro, leen la carta repetidas veces. Cuando están leyendo, se sienten más de cerca de aquel a quien aman. Nuestra relación creciente con Dios debe ser de esa manera. Puesto que el mandamiento número uno de Dios para nosotros es amarle con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente, parecería que sería importante que nosotros como líderes hiciéramos precisamente eso. Amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente requiere que pasemos tiempo concentrado con él a fin de conocerle y amarle profundamente. Y oír a Dios corresponde directamente a conocerle y amarle. Sin que importe como lo veamos, nuestras vidas como creyentes o líderes giran alrededor de dedicar tiempo para conocer y amar a nuestro soberano y amante Jesucristo. Leer la Biblia es leer la carta de amor de Dios para nosotros, a fin de poder conocerle bien y amarle más profundamente. Si le escribimos una carta de amor a alguien que amamos, esperaríamos que no lea nuestra carta por obligación o disciplina. Más bien, esperaríamos que abrazaría cada palabra porque nos ama y quiere conocernos mejor y de alguna manera intimar más con nosotros. Ídolos en el corazón Cuando los líderes de Israel fueron a ver a Ezequiel queriendo una palabra de Dios (Ezequiel 14), Dios respondió señalando que estos líderes tenían ídolos en sus corazones y «trampas» ante sus caras, y que Dios los trataría de acuerdo a esos asuntos. Obviamente, Dios sabía que ellos no estaban pidiendo de él una palabra con la intención de recibir la palabra en sus corazones y responder en forma apropiada. Estos hombres de dos caras estaban interesados en su propio poder, respeto, reconocimiento, aprobación, seguridad y comodidad. Cada uno era su propio ídolo mayor. Se amaban a sí mismos, sirviendo sólo de labios para afuera en su relación personal con Dios. Esto todavía sucede hoy entre muchos líderes de la iglesia. Como líderes de la iglesia o como individuos, tal vez acudamos a Dios pidiéndole una palabra en cuanto a su voluntad, y sin embargo reservándonos el derecho de tomar la decisión final. Otras cosas tienen que considerarse, cosas que dan el tirón a nuestros corazones. Si esas cosas nos impiden responder a lo que sabemos que Dios nos está llamando, esas cosas son ídolos. Esos ídolos son cosas que la sociedad ha convencido a las personas que son esenciales para la vida. El ídolo puede ser una casa más grande o más costosa de lo que Jesús hubiera querido que compremos si hubiéramos dejado que él decida. Por supuesto, puede ir a la inversa. La casa tal vez sea más pequeña o menos costosa de lo que Jesús hubiera querido que compremos, tal vez para un ministerio mayor al cual él tal vez nos ha estado llamando. Otros ídolos pueden ser el éxito, el poder, el reconocimiento, el respeto, la aprobación, lo previsible, la comodidad, o cualquier sinnúmero de otras cosas. Como los líderes de Israel, podemos empacar todos estos ídolos en uno: «el yo». Cada persona tiende a ser su propio ídolo mayor. Fácilmente podemos arrullarnos en la ilusión de que Dios se complace con la forma en que vivimos, porque, después de todo, ganamos buen dinero y lo damos a la iglesia. Miren cuánto hacemos por Dios. Dios quiere que seamos felices y disfrutemos de la vida, ¿verdad? Como equipo de liderazgo de la iglesia tal vez usemos palabras que les dicen a las personas que estamos averiguando la voluntad de Dios, y sin embargo reservándonos en el corazón el derecho de tomar la decisión final. O tal vez nos aferremos a la expectación sutil pero real de que la respuesta de Dios sólo estará dentro de nuestros límites preconcebidos. Es posible que una iglesia convierta en ídolo a un ministerio de la iglesia. A lo mejor jamás se nos ha ocurrido que Dios tal vez tenga para la iglesia algo diferente de la dirección en que hemos estado yendo. ¿Recuerda el carrusel cuando era niño? Era muy divertido cuando usted era niño, pero después de un tiempo probablemente se le ocurrió que no iba a ninguna parte; simplemente estaba dando vueltas y vueltas. En las películas, el caballo y el jinete siempre van a lugares, así que usted quería pasar a lo real. Sin embargo, cuando llegó el momento de hacer el cambio, tal vez en un campamento en la playa o por vacaciones, le dio miedo subirse al caballo por primera vez. Ah, la emoción intensa cuando lo hizo; usted montó el caballo y en realidad fue a alguna parte. La vida y el ministerio de nuestras iglesias pueden ser muy parecidos a ese carrusel. Nos sentimos como que hemos estado cabalgando en caballos de carruseles hacia arriba y hacia abajo y dando vueltas y vueltas. Pero Dios quiere que cambiemos el caballo de imitación por uno real y cabalguemos con él a una aventura llena de riesgos e incertidumbre, y sin embargo con él totalmente a nuestro lado. Puede dar miedo cuando nuestras iglesias empiecen a pensar en subirse al caballo. Ese miedo puede actuar como un ídolo que nos controla. Ruidos competidores Hace unos años un artista explicaba su noción del impresionismo. Estaba tratando de explicar la diferencia entre pintar lo que la cámara ve y lo que la mente ve. Para explicar la diferencia les pidió a sus oyentes que mirarán al Monte Rainier, que estaba a la vista, y noten lo grande que es. Entonces mostró un cuadro de aproximadamente la misma escena. El monte Rainier era sólo una parte pequeña del cuadro. El artista explicó que la mente puede filtrar la escena total recibida por el ojo y enfocar la atención en sólo una pequeña parte de lo que ve. Oímos en gran parte de la misma manera. ¿Ha notado usted cómo cuando estamos en una situación social, como en un restaurante o una fiesta, con personas rodeándonos por todas partes, conversando, música en el trasfondo, platos y vasos que chocan entre sí, y todos hablando y riéndose, con todo podemos llevar una conversación con una sola persona? Parece que podemos filtrar lo que esa persona está diciendo y separarlo de todos los sonidos que nos llegan. Nuestras mentes pueden filtrar los sonidos que no son pertinentes al momento. Incluso más asombroso es que en medio de todo ese ruido, incluyendo la voz de la persona a la que estamos oyendo, podemos oír a nuestro hijo o hija a cierta distancia gritando: «Mamá, papá, ¿dónde estás?» ¿No es asombroso cómo de todo ese ruido, la voz de nuestro hijo capta nuestra atención; y no del hijo de otra persona, sino sólo del nuestro? ¿Por qué es eso? Se debe a que conocemos esa voz en forma íntima. Con amor hemos pasado abundante tiempo oyendo esa voz. Mediante nuestra relación personal con nuestro hijo, tenemos un interés intenso en oír esa voz. Jesús dijo: «Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (Juan 10:27). Eso nos lleva de regreso a la necesidad de cultivar una relación dependiente de amor con Jesucristo; conocer la voz de Aquel que nos ama más, a fin de filtrar y dejar fuera los ruidos competidores. LA EXPECTACIÓN PARA OÍR A DIOS Hay dos factores que determinan lo que esperamos oír de Dios: nuestra noción de nuestra capacidad para oír, y nuestra noción de quién es Dios. En su libro Christ Is All [Cristo es todo], David Bryant habla de la tendencia del creyente a hablar espontáneamente y no hablar de Jesucristo. Dice lo siguiente: ¿Qué tal si él [Jesús] por lo general parece indiferente a procurar soluciones significativas para las luchas de nuestra vida? ¿Qué tal si él nos parece como que ofrece escasa esperanza inmediata para las relaciones rotas, o para las familias que sufren reveses financieros, o batallas perdidas contradicciones, o nuestro destrozado sentido de valía propia, o él implacable ajetreo de nuestras actividades de la iglesia, o la bancarrota moral de nuestras comunidades? ¿Qué tal si el Jesús al que llamamos Señor con frecuencia se lo percibe como incapaz en su intervención con nosotros cuando estamos ahogándonos en los oscuros momentos de desesperanza? ¿Por qué vamos a querer hacerlo un tema principal de conversación cuando nos reunimos?1 Si Bryant pinta una imagen verbal similar a nuestra noción real de Dios, entonces, ¿por qué vamos a esperar oír de Dios? O, a propósito, ¿por qué vamos a querer oír de él? Muchos creyentes no esperan oír a Dios porque no entienden que pueden oír a Dios. La idea simplemente no sé reconcilia con el pensamiento racional del mundo occidental. ¿CÓMO OÍMOS DE DIOS? Como ya hemos dicho, el lugar más obvio para empezar son las Escrituras; la Biblia. Tenga cuidado, porque hay una pregunta que necesita responder primero: «¿En realidad quiere usted oír de Dios?» Muchos creyentes dicen que quieren oír la voz de Dios; incluso oran al respecto. Sin embargo, mire cuánto Dios ya les ha hablado a sus hijos mediante su palabra. Tal vez los creyentes deberían ser más consistentes en su obediencia a la Palabra que ya han oído. Pablo escribió: «Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta» (Romanos 12:1-2). Lleve este versículo a su conclusión lógica, y tiene que afectar a miríada de decisiones que tomamos. ¿Qué casa compraremos, y cuál será nuestro criterio si somos un sacrificio vivo, santo (apartado) y agradable a Dios? Si somos un sacrificio vivo, ¿qué películas vamos a ver o en qué conversaciones vamos a participar? Si somos un sacrificio vivo, ¿cómo vamos a tratar a la persona difícil en la iglesia, aquella que queremos evadir? Ezequiel 14 indica que nuestro oír a Dios puede estar ligado a nuestros afectos; en proporción directa a los ídolos o falta de ídolos en nuestros corazones. Hemos llegado a pensar que el factor número uno para controlar lo que oímos de Dios es nuestra relación personal con él, conocerle y amarle. Si queremos saber más de la voluntad de Dios para nosotros, tenemos que empezar conociendo más a Dios. Tenemos que abrir nuestras Biblias y empezar a leer su carta de amor, no para hallar algún versículo que podamos citar o usar, sino para conocer mejor al Dios de la Biblia. Pasar más tiempo con él, tal como lo pasaríamos con alguien a quien estamos cortejando. Hablar con él más en oración, decirle cuánto le amamos, y solazarnos en su amor por nosotros. Ocasionalmente, guardar silencio y meditar delante de él. Dejar que nuestras mentes se queden en él. Pedirle que nos ayude a reconocer las puertas que él está abriendo cerrando. Hacer todo esto sólo con él y juntos como equipo de liderazgo. Por favor, no haga de esto una obligación. Dios ya nos ama en forma infinita. El tiempo que pasamos con él no hará que él nos ame más; pero puede ejercer un enorme impacto en nuestro amor por él, y como resultado, nuestro amor por otros y nuestra capacidad de oírle. Es esencial que nosotros como líderes y equipos de liderazgo le permitamos a Dios que nos guíe. Por consiguiente, es esencial que en forma intencional y continúa crucifiquemos a los ídolos y nos acerquemos más a él en una relación personal más honda y de amor más profundo. CAPÍTULO 6 HAY QUE AMAR A LAS PERSONAS, Y NO USAR A LAS PERSONAS Mientras estudiaba y por años en mi carrera bancaria, yo (Allen) aprendí unos cuantos conceptos respecto a liderazgo y gerencia. Uno de esos conceptos tiene que ver con «factores de ingreso». Dicho en forma sencilla, los factores de ingreso son lo que uno invierte en un proceso que rinde un resultado. Las personas usan el término factor de ingreso en una variedad de disciplinas, pero yo me familiaricé con él según se lo usa primordialmente en los negocios. Hasta donde puedo recordar, los factores de ingreso primordiales en los negocios son dinero, propiedad real o personal, y personas (a las que por lo general se hace referencia con el término impersonal de recursos humanos). Nunca me entusiasmó en forma particular saber que yo era un recurso humano. Nunca me sentí como siéndolo; siempre me sentí como una persona. Hasta donde puedo recordar, en la banca y en la mayoría de compañías grandes lo suficiente como para tener departamentos, al grupo responsable por las personas se le llama Departamento de Recursos Humanos, o en inglés HR, en breve, por sus siglas. En lo que tiene que ver con correspondencia de patrono a empleado, nunca recibí una carta del banco que dijera: «Querido recurso humano». La peor que jamás recibí fue: «Querido empleado valioso». Tengo que admitir que «Querido empleado valioso» con todo era mejor que «Querido recurso humano». Podía haber sido peor. La carta podía haber dicho: «A quien corresponda». Felizmente, la mayoría de las cartas decían: «Querido Allen». Cuando deje la banca y fui al seminario, me despedí de los Recursos Humanos. Pensé que en el ministerio, tanto las iglesias como los ministerios paraeclesiásticos deben tener algo diferente que Recursos Humanos; deben tener algo como Departamento de Atención al Ministerio, o tal vez Sección de Servicio a Siervos. Para mi desaliento, incluso en iglesias grandes y en muchos ministerios paraeclesiásticos, todavía se usa el término recurso humano, aunque muchos usan el término Departamento de personal. Eso me gusta mejor; todavía soy una persona. Para ahora usted se está preguntando: «¿Qué se propone este tipo?» En este capítulo vamos a tratar de la tendencia de las iglesias y ministerios paraeclesiásticos de olvidarse lo importante que son para Dios las personas. Veremos la lucha que el liderazgo tiene, a menudo sin saberlo, de usar a las personas en lugar de amar a las personas. Examinaremos cómo un líder ejecuta la administración de tiempo mediante la delegación y capacitación a la nueva luz del ministerio. EL LÍDER ES EL ESCLAVO Para mí, uno de los relatos más poderosos de las Escrituras es Juan 13. Jesús y sus discípulos estaban sirviéndose una comida cuando Jesús se levantó y empezó a lavarles los pies. Lo que hace de esta acción difícil de captar es que, en una casa que tenía criados en ese tiempo, lavarles los pies a los invitados era la tarea del esclavo más bajo en el orden de jerarquía. Jesús estaba asumiendo el papel del criado más ínfimo. Después de terminar de servirles, les enseñó. «Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes» (Juan 13:13-15). Por largo tiempo pensaba que la lección de lavar los pies era para que los líderes recuerden que están sirviendo a los que dirigen. Pienso que es allí donde obtuvimos el término líder servidor. Últimamente descubrí una lección adicional que pienso que Jesús quería que aprendamos; tiene que ver con el papel que Jesús aceptó como siendo el más bajo de todos los criados. Al principio de Juan 13 dice que Jesús sabía que había llegado el momento para que él vuelva al Padre. Jesús sabía que estaba a punto de volver a la gloria de dónde vino, la de Dios mismo. Sin embargo, asumió el papel más bajo de todos. Desde el punto de vista del mundo, se puede trazar una línea de continuo con Dios en un extremo y la persona más baja en el mundo al otro. Jesús obviamente está en el extremo de Dios del continuo. Pero Jesús demostró un cambio extremo al asumir el papel de siervo en el extremo opuesto del continuo. Y Jesús no dejó su posición como Cristo mientras hizo ese cambio. Ese es el poder de este relato. La lección que Jesús demostró fue que los líderes siempre tienen dos papeles. Primero, el líder es un mayordomo o agente de Cristo, dirigiendo como representante de Cristo. El líder no es más importante o valioso que cualquier otro seguidor de Cristo. Segundo, el líder es un siervo, sirviendo a los que están siendo dirigidos y haciéndolo de corazón. Esto quiere decir que el líder dirige mientras sirve a los que dirige. Si el líder no hace el cambio de corazón, sino sólo en su conducta, fácilmente puede ser como los fariseos. Jesús está pidiendo a los líderes que hagan lo que él hizo, que es aceptar estos dos papeles. Identificaremos a un líder que acepta a estos dos papeles como líder servidor. Los dos papeles de liderazgo servidor se ven claramente en el gran mandamiento, que se halla en Mateo 22. El líder debe amar a Dios, que es fundamental para el papel de mayordomía de dirigir a las personas de la iglesia de Cristo. El líder debe amar a otros, lo que es fundamental para el papel de servir a otros (los que dirige). CUANDO SE USA A LAS PERSONAS En nuestros viajes y reuniones con una variedad de líderes de iglesia hemos notado una tendencia en los líderes del ministerio de percibir a las personas como «recursos humanos», y olvidarse de su papel como ministros de esas personas. Cuando las personas se convierten sólo en «recursos humanos», o «factores de ingreso» invertidos para producir un resultado triunfador, se vuelven una herramienta para que los líderes usen para los resultados que desean. Pensamos que la vasta mayoría de líderes cristianos no meditan intencionalmente en cómo pueden usar a las personas para sus propios propósitos, o para hacerles quedar bien, o hacer más fácil su trabajo. Pensamos que la tendencia de usar a las personas (de verlas primordialmente como un recurso humano) es una función de varias influencias. • El usar a las personas puede ser resultado de olvidarse (o ignorar) la profundidad del papel de mayordomía al que Cristo llama a sus líderes. • El usar a las personas puede ser resultado de olvidar (o ignorar) la profundidad del papel de liderazgo servidor al que Cristo llama a sus líderes. • El usar a las personas a menudo puede brotar de la tendencia presente de adoptar métodos seculares de liderazgo y administración sin superponerles el modelo de Dios basado en el amor de liderazgo servidor. • El usar a las personas puede resultar de no darse cuenta del impacto que las actividades normales de liderazgo y administración ejerce sobre las personas sin la influencia de amor mediante liderazgo servidor. No estamos abogando en contra del uso de métodos de liderazgo y administración, sino sólo su uso sin superponer el amor de Dios por sus hijos. Por el resto de este capítulo nos concentraremos en el papel del liderazgo servidor para ministrar a las personas que dirige. En capítulos posteriores exploraremos el papel del líder servidor como mayordomo de Dios. Esta mayordomía tiene que ver con dirigir a la iglesia hacia el propósito y misión dados por Dios mediante la visión única de Dios y su plan para el ministerio. EL MINISTERIO DE DELEGACIÓN Una de las actividades significativas de un líder es asignar y dirigir las actividades de los que dirige, actividad que con frecuencia se llama delegación. Un líder por lo general delega por una de dos razones: 1. Delegación para lograr que se haga algo o ahorrarle tiempo de líder. 2. Delegación para realizar el propósito y misión de Dios para la iglesia mientras que al mismo tiempo proveer un medio de servir, amar y desarrollar al siervo. 1. Delegación con el sólo propósito de lograr que se haga algo o ahorrarle tiempo al líder Jack era pastor de los ministerios infantiles, y lo había sido por dieciséis años. Tenía la dicha de tener un buen número de muy buenos maestros, la mayoría de los cuales requerían poca supervisión. Era el tiempo del año cuando Jack tenía que buscar maestros para la temporada de septiembre a mayo, y estaba atareado en eso. Todas las clases ya tenían maestros, excepto las niñas de tercer grado de primaria. Maggie había estado enseñando a ese grupo de niñas por nueve años y era fantástica. Era un grupo grande, pero Maggie tenía un talento real para buscar voluntarias para ayudarle, incluso cuando ella iba a estar ausente. Era muy organizada, excelente comunicadora, y se había ganado aprecio y respeto. Sin embargo deseaba pasar a algo que fuera un reto mayor. La mayoría de maestras no tenían una ayudante, así que tenían que hacerlo todo por sí mismas a menos que pudieran hallar alguien que les ayude. Sin embargo, Janet era ayudante de Maggie. Empezó como ayudante de Maggie cuando estaba en el último año de secundaria. Con el entrenamiento y estímulo de Maggie, ella podía hacerse cargo cuando Maggie estaba ausente y la clase funcionaba normalmente. Janet esperaba hacerse cargo de la clase. Sin embargo, el pastor Jack necesitaba que se queden juntas con la misma clase de nuevo. Ellas convinieron. Lo notable en este escenario es que Jack necesitaba a alguien que pudiera atender a las niñas de tercer grado, y eso es lo que halló. Desde la perspectiva de Jack, él había hecho su trabajo, y todo marchaba bien porque, después de todo, Maggie y Janet disfrutaban de su trabajo. Joyce era directora del ministerio femenil, con un grupo numeroso de como trescientas mujeres. Disfrutaba de este ministerio. Pero, también, disfrutaba de casi de todo en la vida, incluyendo su club de tenis. Ella haría más en el club de tenis si tuviera más tiempo, que no tenía. El ministerio femenil consumía demasiado de su tiempo. Se le ocurrió a Joyce que una de las cosas que tomaban mucho de su tiempo era la redacción, impresión y franqueo de la carta circular mensual del ministerio femenil. Había crecido hasta ser un documento de seis páginas, y requería como cinco horas a la semana para producirlo. Una de las mujeres del grupo era Noemí, una mujer mayor, que se había jubilado como secretaria de una compañía publicadora. Noemí era tan buena que podía hacer la carta circular dormida. El problema era que Noemí estaba hastiada del procesamiento de palabras y publicación, y quería tomar algunos cursos bíblicos para prepararse a fin de pasar sus últimos años como misionera en América Latina. Ella simplemente necesitaba más capacitación bíblica. Joyce en realidad necesitaba que Noemí se haga cargo de la carta circular, a fin de que Joyce pudiera intervenir más en el club de tenis. ¿Qué iba a decir Noemí? Ella se sentía culpable por pensar en sí misma y no en la necesidad de Joyce. Así que ella aceptó. Joyce logró su objetivo. Ella pudo recuperar las cinco horas a la semana que quería a fin de hacer otra cosa. ¿Cómo le va a Noemí? Está haciendo un trabajo increíble con la carta circular. Es asombrosamente profesional, tal como Joyce había esperado. Tanto Jack como Joyce lograron lo que querían lograr. Tanto Jack como Joyce dirigieron a personas para realizar el ministerio que pensaban que Dios les había llamado a dirigir. Jack llenó todos los cargos de maestros que quería llenar, incluyendo la clase de niñas de tercer grado, al conservar a Maggie y a Janet. Tenía un gran equipo para que hacer el trabajo, y hacerlo bien. Joyce logró lo que quería lograr. Ahora tiene a la talentosa Noemí publicando una carta circular que cualquier directora femenil codiciaría. Pero, ¿qué tal de la visión de Dios para Maggie, Janet y Noemí? Maggie sigue enseñando la clase de niñas de tercer grado, aunque ella sintió el reto de pasar algo más retador. Janet no está teniendo la oportunidad de probar sus alas cómo le gustaría probar, y para lo que se siente lista. Noemí está haciendo un gran trabajo, pero el ministerio al cual Dios la ha llamado tendrá que esperar. EL MÉTODO DEL LÍDER SERVIDOR Observemos de nuevo los dos escenarios, sólo que esta vez cambiemos las motivaciones tanto del pastor Jack como de Joyce al de servidores que aman a los que están dirigiendo. Recuerde los dos papeles del líder servidor: (1) ser un mayordomo o agente de Cristo, dirigiendo como representante de Cristo, y (2) ser un siervo, sirviendo a los que dirige. 2. Delegación para realizar el propósito y misión de Dios para la iglesia mientras que al mismo tiempo proveer un medio de servir, amar y desarrollar al siervo Jack era pastor de los ministerios infantiles, y lo había sido por dieciséis años. Tenía la dicha de tener un buen número de muy buenos maestros, la mayoría de los cuales requerían poca supervisión. Era el tiempo del año cuando Jack tenía que buscar maestros para la temporada de septiembre a mayo, y estaba atareado en eso. Todas las clases ya tenían maestros, excepto las niñas de tercer grado de primaria. Maggie había estado enseñando a ese grupo de niñas por nueve años y era fantástica. Era un grupo grande, pero Maggie tenía un talento real para buscar voluntarias para ayudarle, incluso cuando ella iba a estar ausente. Era muy organizada, excelente comunicadora, y se había ganado aprecio y respeto. Sin embargo deseaba pasar a algo que fuera un reto mayor. La mayoría de maestras no tenían una ayudante, así que tenían que hacerlo todo por sí mismas a menos que pudieran hallar alguien que les ayude. Sin embargo, Janet era ayudante de Maggie. Empezó como ayudante de Maggie cuando estaba en el último año de secundaria. Con el entrenamiento y estímulo de Maggie, ella podía hacerse cargo cuando Maggie estaba ausente y la clase funcionaba normalmente. Janet esperaba hacerse cargo de la clase. Maggie y Janet formaban un gran equipo. Al pastor Jack le hubiera encantado que se quedaran juntas con la misma clase de nuevo. Sería menos trabajo para él, pero no sería lo mejor para el futuro de Maggie o Janet. Maggie tenía talento para la organización y el liderazgo. Reconocía un nuevo talento cuando lo veía y sabía cómo cultivarlo. El don que Dios le había dado a Maggie era algo que la iglesia podía usar; y a propósito, cualquier iglesia podía usarlo. Pedirle a Maggie que enseñe la clase de niñas de tercer grado ya no era una experiencia de crecimiento para ella, y limitaría lo que Dios quería que ella haga en su vida por los años por venir. Janet era joven, pero plenamente capaz de manejar su propia clase y quería hacerlo. Jack pensó en lo que podría hacer para darle a Maggie una experiencia que fuera un desafío, de crecimiento, y con todo lograr lo que era necesario para ser consistente con el propósito y misión de Dios para la iglesia en la vida de los niños. No le llevó mucho tiempo a Jack darse cuenta de que podía ministrar a estas dos ciervas y al mismo tiempo cumplir su papel como líder del ministerio. Le pidió a Janet que asumiera el papel de maestra principal para la clase de tercer grado. Janet se entusiasmó porque el pastor Jack le confió ese reto. Maggie había entrenado bien a Janet, y Janet estaba lista para el desafío. Jack entonces le preguntó a Maggie si quisiera ser su ayudante. Esto lograría dos cosas. Maggie podía empezar un nuevo reto con todas las experiencias que eso traería, y Jack estaría empezando a desarrollar su reemplazo, y así él podría considerar cualquier nuevo reto que Dios pudiera ponerle delante. Qué buena solución. Jack estaba en el papel doble de líder servidor. Actuó como mayordomo de las responsabilidades que Dios le dio respecto al propósito, misión y visión única de la iglesia. Al mismo tiempo, era mayordomo de las responsabilidades que Dios le dio respecto a servir, amar y discipular a dos de las siervas de Dios. Joyce era directora del ministerio femenil, con un grupo numeroso de como trescientas mujeres. Disfrutaba de este ministerio. Pero, también, disfrutaba de casi de todo en la vida, incluyendo su club de tenis. Joyce veía el club de tenis como una oportunidad de alcance a las mujeres. Establecer un nuevo alcance como este era justo lo que el ministerio femenil necesitaba para estimular a más mujeres a hacer algo similar. Sin embargo, era imposible, puesto que el ministerio femenil consumía tanto de su tiempo. Se le ocurrió a Joyce que una de las cosas que tomaban mucho de su tiempo era la redacción, impresión y franqueo de la carta circular mensual del ministerio femenil. Había crecido hasta ser un documento de seis páginas, y requería como cinco horas a la semana para producirlo. Si Joyce pudiera delegar eso a alguien, eso le daría el tiempo para enfocar el desarrollo de más alcance; algo en línea con el propósito y misión de la iglesia. Una de las mujeres del grupo era Noemí, una mujer mayor, que se había jubilado como secretaria de una compañía publicadora. Noemí era tan buena que podía hacer la carta circular dormida. El problema era que Noemí estaba hastiada del procesamiento de palabras y publicación, y quería tomar algunos cursos bíblicos para prepararse a fin de pasar sus últimos años como misionera en América Latina. Noemí habla bien el español, pero simplemente necesitaba más capacitación bíblica. ¿Qué debía hacer Joyce? Joyce en realidad necesitaba que Noemí se haga cargo de la carta circular, a fin de que Joyce pudiera intervenir más en el club de tenis. ¿Qué iba a decir Noemí? Ella se sentía culpable por pensar en sí misma y no en la necesidad de Joyce. Así que ella aceptó. Joyce se dio cuenta de que debido a que Noemí ya estaba jubilada, tenía tiempo para hacer la carta circular y tomar un curso bíblico en línea. Joyce podría ser su mentora. Además, Joyce pensaba que Noemí, conforme fuera alistándose, podría empezar a escribir un curso bíblico para mujeres que podrían publicar en la carta circular. Noemí se entusiasmó. Qué desafío. No sólo que tendría una gran mentora y amiga en Joyce, sino que tendría la oportunidad de aprender dos cosas. Aprendió más Biblia, que era algo que necesitaba en el campo misionero. También aprendió como escribir lecciones bíblicas para mujeres, algo que también necesitaba en el campo misionero. Joyce ahora tenía el tiempo para empezar a dirigir un nuevo empuje en el ministerio femenil. Joyce fue una líder servidora para Dios, dirigiendo a las personas a realizar el propósito, misión y visión singular de Cristo para la iglesia. Al mismo tiempo ayudó a realizar el propósito, misión y visión singular de Cristo para Noemí al servirle, amarla y discipularla. IMPLICACIONES En el segundo escenario Jack y Joyce pudieron ver a las personas como más que un recurso humano que usar para realizar el ministerio. Vieron el ministerio como una oportunidad de lograr el propósito, misión y visión singular de Dios para la iglesia y simultáneamente realizar el propósito, misión y visión singular de Dios en las vidas de las ministros. HAY QUE CONOCER A LAS PERSONAS Otra actividad significativa de los líderes servidores, además de delegar, es llegar a conocer a cada persona que dirigen. El conocer a alguien es una de las tareas más difíciles y sin embargo más asombrosas que enfrenta un líder. Con todo es la clave para mantener un equilibrio entre dirigir al pueblo de Dios para realizar el propósito, misión y visión singular de la iglesia, mientras que se sirve a las vidas de los ministros. Conocer a alguien que está bajo nuestro liderazgo es difícil porque requiere mucho de nosotros. • Requiere escuchar con el «tercer oído». Ese oído oye lo que el corazón está diciendo. • Requiere seleccionar con cuidado las preguntas que se hacen. No todas las preguntas son apropiadas. Hay algunos aspectos de la vida de una persona que no son asunto de nadie más excepto de Dios, o de ciertas personas especiales y de confianza. • Requiere confiabilidad en todo momento, lo que quiere decir guardar en confidencia todo lo que se dice en confidencia a menos que haya permiso para repetirlo. Ser digno de confianza también requiere guardar las intenciones. Es fácil caer en la trampa de hacer preguntas que más tarde se pueden usar como armas para manipular a una persona. • El escuchar, hacer preguntas y la confiabilidad requiere que nosotros los líderes estemos seguros de que no tenemos agendas ocultas. Tanto Jack como Joyce tuvieron que pasar tiempo llegando a conocer a Maggie, Janet y Noemí. Tuvieron que aprender la misma información que tenemos que aprender de los que están bajo nuestro liderazgo directo. ¿Cuáles son sus esperanzas, sueños y temores? ¿Cuánto tiempo han estado haciendo lo que están haciendo? ¿Es tiempo de empezar a presentarles un nuevo reto? ¿Qué don les ha dado Dios? ¿Qué entrenamiento necesitan? Comprenderemos mucho más que aprender conforme asumimos el papel de ministrar a los que están bajo nuestro liderazgo directo. ACTIVIDADES DE RESPALDO Además de lo que ya se ha considerado, hay actividades de respaldo en esto de ser líder servidor. Una es preparar a las personas para un ministerio ampliado; según Dios lo definiría para ellos. Debemos reunirnos con cada persona a la que estamos dirigiendo y juntos preparar un plan de desarrollo apuntando a la visión singular de Dios para esa persona. Después de preparar el plan, dirigir y entrenar son los pasos naturales siguientes para asegurarse de que el plan se realiza. La evaluación periódica del progreso, que es parte del entrenamiento, mantendrá el plan en la mente de la persona. Animar a cada persona que dirigimos le ayudará a mantenerse entusiasmada y concentrada. RESULTADOS DE CALIDAD Una noción equilibrada de lograr el propósito, misión y visión singular de la iglesia mientras se desarrolla a los siervos cambiará lo que los líderes evalúan. Cuando los líderes enfocan el ministerio y proyectos con las personas como recurso, entonces los números, dólares y tendencias se convierten en la base de la evaluación. El crecimiento de aquellos a quienes se dirige a menudo se hace a un lado. Cuando los líderes se concentran en las personas, entonces el crecimiento del seguidor se vuelve la base de la evaluación. En tales casos, el proceso del ministerio a menudo se hace a un lado. Cuando los líderes enfocan tanto el crecimiento de las personas como el proceso del ministerio, entonces un nuevo conjunto de normas se vuelve la base de la evaluación: normas que incluyen tanto a las personas como el proceso. Descubrir el nuevo conjunto de normas será un gran ejercicio para el liderazgo más antiguo de su iglesia. Tenemos confianza de que incluirá un balance de tanto los grandes mandamientos de amar a Dios y a otros, y la Gran Comisión de ir y hacer discípulos. EL MEDIO AMBIENTE Por lo general cuando los líderes piensan en cuanto al medio ambiente, consideran asuntos tales como el carácter amistoso, seguridad, limpieza, colores, iluminación y comodidad. Por importante que son estas cosas, nos enfocaremos en un medio ambiente de valor. Muchas iglesias que visitamos hacen énfasis en buscar voluntarios para hacer el ministerio. Algunas iglesias anuncian la necesidad de voluntarios desde la plataforma durante un culto de adoración. Algunas iglesias tienen campañas para llenar los varios cargos de ministerios necesarios para mantener a la iglesia funcionando con normalidad. La gran mayoría de veces, la comunicación se centra en buscar personas que se ofrezcan y ayuden. Algunos usan el entusiasmo, la culpa, advertencias y la presión. Las iglesias con líderes servidores enfocan en la persona mientras dirigen el proceso del ministerio. En las iglesias con líderes servidores hay una constante consciencia de las personas: dónde están en su andar con Dios, su conocimiento de la Palabra de Dios, sus talentos y experiencias, y sus esperanzas y temores. Esa información entonces se usa y equilibra con las necesidades de la iglesia como un cuerpo. No es sólo cuestión de que se haga el ministerio. También es cuestión de desarrollar a las personas. Este es el tipo de medio ambiente que los verdaderos líderes siervos tratan de promover en las iglesias que dirigen. HAY QUE HACER PROVISIÓN PARA EL CRECIMIENTO Aparte de los problemas espirituales de la iglesia y condiciones económicas negativas de la comunidad, hay dos razones primordiales que pueden hacer que una iglesia llegue a cierto punto y se estanque o empiece a declinar. Esas razones son un edificio que ya no puede dar cabida a más personas y un liderazgo sobrecargado. Si el edificio no tiene más espacio, hay varias soluciones potenciales: tener más cultos cada semana, mudarse o construir un edificio más grande, iniciar una nueva iglesia con algunos de los miembros, reduciendo así el número de personas que asisten, o iniciar un número de iglesias en hogares en lugares estratégicos por toda la comunidad. Más crítico es el liderazgo sobrecargado. Cansado y dolido, Moisés halló su carga demasiado para llevar. Su suegro, Jetro, le habló con un gran consejo; Moisés necesitaba más ayuda en el liderazgo. Incluso en los días de Moisés, el liderazgo sobrecargado era cuestión seria. Para proveer y mantener crecimiento en un período largo, las congregaciones deben tener en su lugar liderazgo adecuado, y eso requerirá un programa de desarrollo de liderazgo para preparar nuevo talento de liderazgo, a fin de reemplazar a los que se van o se mueren, así como también llenar los nuevos cargos creados según surge la necesidad. Un ministerio de desarrollo de liderazgo de calidad no sucede por accidente; el liderazgo necesita hacer que tenga lugar intencionalmente. Uno de los pasos que con mayor facilidad se ignora en el desarrollo de liderazgo es la práctica. Para que las personas cultiven sus destrezas de liderazgo, deben dirigir. Sin embargo, para la iglesia esta es una situación en la que todos ganan. Podemos darles responsabilidades de desarrollo de liderazgo que se ajusten a su nivel de destreza y al mismo tiempo tener sus destrezas creciendo como reserva para que crezca la iglesia. HAY QUE AMAR A LAS PERSONAS, Y NO USAR A LAS PERSONAS En el capítulo previo concluimos que el andar de un líder con Cristo es central para su amor a Dios y a las personas, así como también para saber la voluntad de Dios. En este capítulo concluimos partiendo de la Biblia que el líder tiene dos papeles: (1) ser un mayordomo o agente de Cristo, dirigiendo como representante de Cristo, y (2) ser un siervo, sirviendo a los que dirige, manteniendo los dos papeles en equilibrio. En el próximo capítulo consideraremos las ocasiones cuando parece que Dios está diciendo que no. CAPÍTULO 7 CUANDO DIOS DICE QUE NO Buscar el plan específico de Dios para la vida de uno es un desafío para todo creyente. Los líderes creyentes a menudo prosperan bajo el desafío de «oír la voz del Señor en asuntos específicos». Determinar la voluntad de Dios y su dirección para un grupo de personas conlleva gigantescas responsabilidades. ¿Cómo es que uno puede oír la voz de Dios y decirle a otros: «El Señor me habló, este es el plan»? Veamos una experiencia en la vida de Pablo y Silas que abre nuevos horizontes para comprender las maneras de Dios para guiar a su pueblo. Al mirar, una pregunta interesante nos espera. ¿Qué sucede cuando Dios dice que no? El apóstol Pablo había estado realizando obra misionera por una media docena de años. Desde que el Espíritu Santo lo comisionó mientras estaba en Antioquía (Hechos 13:1-3), su vida había sido un torbellino. Ahora, bien entrado en su segundo viaje misionero en el noroeste de Asia, una experiencia aturdidora confrontó a Pablo. El mismo Espíritu Santo que lo había comisionado a él y a su equipo a salir de Antioquía para regiones desconocidas resistió su plan de operación. Hechos 16 anota que el Espíritu de Jesús y el Espíritu Santo «les había impedido» que vayan más a Asia. Atravesaron la región de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo les había impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia. Cuando llegaron cerca de Misia, intentaron pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces, pasando de largo por Misia, bajaron a Troas. Durante la noche Pablo tuvo una visión en la que un hombre de Macedonia, puesto de pie, le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos.» Después de que Pablo tuvo la visión, en seguida nos preparamos para partir hacia Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado a anunciar el evangelio a los macedonios (Hechos 16:6-10). El texto no dice cómo Dios dijo que no. Sin embargo, es claro que Pablo había intentado ir en una dirección específica, planeada de antemano, y sus esfuerzos y liderazgo fueron contenidos. Primero, Pablo estaba oyendo y respondiendo al Espíritu Santo. Era sensible a la voz y liderazgo de Dios. Segundo, Dios en efecto demoró e incluso evitó que Pablo hiciera ciertas actividades. Tal como Dios mantuvo cerradas las bocas de los leones y preservó la vida de Daniel, a veces nos mantiene en silencio hasta el momento oportuno. Hace poco oímos el relato de un inmigrante de India que trabajaba como ingeniero en Londres. Por algunos años su compañero creyente de trabajo no le había hablado nada de Jesucristo o de asuntos espirituales. Luego, en cierto momento, su compañero de trabajo empezó a hacerle preguntas espirituales y le invitó a la iglesia. Fue ese momento que fue estratégico en lo que el Espíritu Santo estaba haciendo en su vida. Esas conversaciones, en su momento específico, Dios las usó para llevarle a la salvación. Dios abre y cierra oportunidades para el evangelio. Dios en efecto previene y demora ciertas experiencias en nuestras vidas debido a que él es todo sapiente y todo sabio. En 1992 Kevin Palau me pidió a mí (Tim) que visitara la nación isleña de Jamaica. Los pastores de la alianza evangélica le habían enviado una invitación a Luis Palau para celebrar un festival evangelizador nacional. Kevin me informó que la invitación había venido unos siete años antes, pero se decidió que el tiempo no era el del Señor. Puesto que la Asociación Luis Palau tenía un criterio bíblico específico para la invitaciones para ministerio, su capacidad para decir que no fue una decisión sabia. Necesitamos recordar que no todas las oportunidades son la voz de Dios diciéndonos que avancemos en una cierta dirección. LA HORRIBLE PALABRA NO Conforme Dios le habla a su pueblo, las personas necesitan darse cuenta de que no es parte del vocabulario de Dios. Podemos abrazar ese no con una actitud positiva. Por el momento él no puede parecer descorazonador. Pero a la larga, el no puede dar muchos resultados positivos. Muchas veces la Biblia nos dice lo que no debemos hacer o cómo no debemos actuar. El propósito de la instrucción de Dios tiene el objetivo de proteger, instruir y edificar; no destrozar. Cuando la Biblia les dice a los padres «Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos» (Efesios 6:4), eso es una afirmación correctiva. El propósito incluye detener el abuso, promover un espíritu positivo en los hijos, fomentar una mejor relación entre el padre y los hijos, y ayudar a los hijos a entender a Dios como un Padre que les ayuda. A fin de oír la voz de Dios tenemos que abrazar los no que nos salen al paso. Los Diez Mandamientos son un clásico ejemplo de la voz de Dios dirigiendo a toda persona a relaciones personales saludables. El «no» hagas esto o lo otro, de estos mandamientos son para mostrarnos las trágicas consecuencias que siguen a las conductas de desobediencia. Por cierto, el estilo lingüístico de estos mandamientos no es el punto. Más bien, el hecho de que Dios dice: «No hagas esto», habla volúmenes del corazón egoísta y rebelde de la raza caída. A nosotros, en nuestra carne, simplemente no nos gusta que alguien nos diga que no. Sin embargo Dios corrige nuestras actitudes y conductas mientras nos confronta de una manera directa. CUANDO ÉL NO ES BUENO Queremos poner un sesgo positivo al hecho de que Dios nos dice que no. Dios nos ama lo suficiente para dirigirnos con un no. Él puede hacerlo mediante una variedad de maneras: por sus afirmaciones directas en la Biblia, por nuestra conciencia que él creó, por la decisión de personas de Dios que esperan en él, y por la voz de Dios a nosotros en un asunto amoral. La experiencia de Pablo en Hechos 16 y los relatos de nuestras propias jornadas revela que el no tiene resultados positivos y productivos. Pablo y sus compañeros tomaron el no como una oportunidad para detenerse y escuchar. Al esperar en el Señor, vino una nueva visión; en este caso, una visión de noche. Si fue por sueño o trance, el texto no lo dice. Pero Pablo se despertó al día siguiente con una razón clara y contundente para cambiar su dirección y estrategia de ministerio. A esa visión en la jornada de Pablo a menudo se hace referencia como el «llamado macedónico». El poder de esta visión todavía toca nuestros corazones. Ahí tenemos a un hombre que suplica. Imagínese a un hombre fuerte suplicando lo más fuerte que puede que Pablo oiga y responda a su súplica. Por un lado, no hay vista más lastimera que un hombre que suplica, ruega y clama: «¡Ven y ayúdanos!» Se supone que los hombres deben ser fuertes, autosuficientes, orgullosos, capaces, independientes, pero aquí está un hombre humilde, que ruega por sí mismo y todo un continente de personas que nos tienen esperanza. Él es su embajador, tratando de conseguir lo que nadie más puede conseguir. ¿Puede imaginarse esto? Un joven pero físicamente fornido hombre con las venas del cuello saliéndosele mientras él ahueca sus manos frente a su boca y grita a voz en cuello: «¡Oye, Pablo, mira para acá!» Luego mueve su fuerte brazo invitando a Pablo a que avance en su dirección. Luego habla con voz suplicante: «Ve a los niños, ve a las mujeres, ve a los jóvenes y viejos, ricos y pobres; estamos en Cristo, sin esperanza. ¡Por favor, ven y hablamos de las buenas noticias! ¡Por favor, que nunca hemos oído! ¡Ven pronto; muchos están muriendo sin Cristo! ¡Ven ahora, vengo hoy, y, ah, por favor, ven!» Hemos observado que cuando un creyente oye a Dios decirle que no, a menudo lo toma en forma equivocada. No nos referimos al no en el caso de asuntos morales de la vida, sino un no en cuanto a dirección y ministerio. Hay nos que vienen del Espíritu Santo respecto a oportunidades de ministerio, decisiones vocacionales, lugares en donde vivir y trabajar, qué comprar o poseer, cuestiones de tiempo, etc. Algunos toman el no como si Dios dijera: «No creo en ti». O algunos tal vez piensen que Dios les dice que no debido a algún pecado en el pasado. Dios ha apartado a esta persona y ya no puede usarla para la obra del reino. Por ejemplo, yo (Tim) claramente recuerdo a un hombre que conocí y que era un consagrado seguidor de Jesús. Tenía veinte años más que yo y mostraba una real pasión por Dios. Se casó teniendo poco más de veinte años, pero el matrimonio no funcionó y acabó en divorcio. Desde esa experiencia él pensaba que Dios y la iglesia le habían puesto sobre la cabeza un letrero que decía «ciudadano de segunda clase». Aunque por mucho años fue fiel a la iglesia, se había casado de nuevo con una encantadora mujer creyente, y llevaba una vida consagrada a Jesús, parecía que se sentía impedido de asumir nuevos papeles de ministerio. A menudo yo pensaba en los muchos creyentes que viven con esta mentalidad de «segunda clase», sin poder abrazar todavía la gracia y perdón de Dios. Sin embargo, muy a menudo, la iglesia no ha extendido el mismo perdón que Dios ha extendido. A menudo hemos interpretado incorrectamente el no de Dios a detrimento de otras personas. Dios perdona el pecado por completo; y él no nos dice que no como recordatorio de nuestros fracasos pasados. CUANDO EL NO QUIERE DECIR QUE SÍ Lo que la experiencia de Pablo en Hechos 16 enseña es que el no quiere decir que sí, pero no aquí (en esta dirección), no ahora (tiempo), y no de esta manera (metodología). Dios dirige a los suyos a donde deben estar sirviéndole. A Dios le importa dónde servimos o no le servimos. Aunque Lot pensaba que Sodoma y Gomorra eran buenos lugares donde vivir, el Señor no pensaba así. Los lugares en efecto importan. Jesús ministró en Galilea por un tiempo. En ese contexto capacitó a otros para seguirle y servir en su reino. Por lo menos en dos ocasiones informó a los que salieron a predicar el evangelio del reino que ministraran en donde les dieran la bienvenida y les atendieran. Es decir, ministren en los lugares en donde las personas responden (Lucas 9:1-9; 10:1-16). En nuestras propias jornadas en algunas ocasiones hemos tratado de servir al Señor en un medio ambiente en particular, y sin embargo las jornadas «no resultaron» porque el Señor tenía otro lugar de servicio para nosotros. «No aquí» puede querer decir geografía, o puede tener que ver con las personas a quienes se ministra, o un papel en particular en el ministerio. Necesitamos estar abiertos a la dirección de Dios en cuanto al lugar de ministerio. HAY QUE APRENDER EL TIEMPO DE DIOS Otro asunto que se considera al servir al Señor es el asunto de tiempo. Pablo había estado alcanzando a los que estaban en Asia que no habían oído el evangelio cuando se dio cuenta de que Dios tenía otro lugar para que vaya. Pablo no parecía particularmente sensible al tiempo de Dios. No parece que él estuviera pensando que ahora era el tiempo para dejar este lugar e ir a otro. No parece estar sufriendo del síndrome de «hierba más verde». Él y su equipo estaban atareados dando a conocer el evangelio en Asia. Así que el Señor Jesús tuvo que «captar su atención». Nos encantaría saber cómo el Espíritu de Jesús y el Espíritu Santo les llamaron la atención. ¿Cómo fue que el Espíritu santo «les impidió» y después «no les permitió» (Hechos 16:6-7) predicar el evangelio en las provincias de Asia y Misia? ¿Acaso no hubo interés de parte de la población allí? ¿Acaso Pablo y su equipo se enfermaron físicamente? ¿Hubo algún tipo de desastre natural (terremoto, huracán, etc.)? Todo lo que sabemos es que Pablo tuvo que detenerse y esperar (cuestión de tiempo) en el Señor. Uno de las grandes tensiones en la vida de familia es lo que los sociólogos llaman eventos naturales o normales del ciclo de vida de familia. El tiempo normal para el matrimonio es entre los veinte y treinta años. El matrimonio antes o después produce ciertas tensiones en el sistema de la familia si el «tiempo» no está de acuerdo al calendario. Abraham y Sara eran demasiado viejos para tener hijos (biológicamente a sus relojes se les había agotado la cuerda). El desarrollo del drama del Génesis relativo a este asunto es bien conocido. Dios mostró en sus vidas su poder y su soberanía. Abraham y Sara mostraron su carnalidad y falta de confianza en Dios, como sin duda cualquiera de nosotros lo hubiera mostrado. El tiempo tiene que ver con confiar en Dios. Dios le dijo a Pablo en Hechos 16: «No ahora». Uno pudiera decir AHORA es el tiempo, pero no aquí. Podemos ser personas que tenemos nuestra cabeza en la arena o estamos buscando pastos más verdes y a menudo, en uno u otro caso, errar la dirección de Dios en nuestras vidas. Estamos hablando en particular de Dios dirigiendo a su iglesia. ¿Cuándo debemos cambiar, o mantener el rumbo, o añadir un nuevo ministerio, o detener un cierto ministerio, o añadir personal? Cuándo es una palabra que considera el asunto de tiempo. Por consiguiente, debemos andar en una relación de oír a Dios y a los que servimos a fin de discernir el ahora de Dios. LOS MÉTODOS DE MINISTERIO EN EFECTO CAMBIAN Una tercera pregunta enfoca la adopción de nuevas metodologías. Las nuevas metodologías consideran la manera en que se hace algo. Pablo había estado trabajando con un cierto equipo y predicando el evangelio inicialmente a los judíos en ciudades gentiles. Ahora, después de la separación de Bernabé y Juan Marcos (Hechos 15:39-40), Pablo estaba preparando a un nuevo equipo (Timoteo, Silas y Lucas). Este nuevo equipo ahora se componía de gentiles (Lucas y Timoteo), formando un grupo multiétnico. Con este nuevo equipo, vino un nuevo lugar de ministerio (Europa) y una nueva metodología. Un cambio de la sinagoga al lugar de oración, como el contexto para ministrar el evangelio, vino con la transición de Asia a Europa. No que sea un cambio gigantesco —todavía procurando ser espiritualmente sensible—, pero con todo un diferente lugar, un nuevo lugar para el ministerio. Las metodologías se ampliaron grandemente cuando Pablo llegó a Atenas. Allí añadió el diálogo y el debate a su predicación y enseñanza normal en las sinagogas y lugares de oración. Es más, estos nuevos métodos hicieron el ministerio más eficaz en la nueva cultura de Europa. Pablo «discutía en la sinagoga con los judíos y con los griegos que adoraban a Dios, y a diario hablaba en la plaza con los que se encontraban por allí» (Hechos 17:17). ¿CÓMO GUÍA DIOS A LA IGLESIA? Dios guía a su pueblo confrontando sus zonas de comodidad y complacencias con una sorprendente palabra de dos letras: no. Sin embargo, la iglesia puede seguir por años y décadas sin oír el no de Dios. Tendemos a justificar las viejas metodologías y formas. Parece que nos aferramos a los «odres viejos» como si fueran el poder de Dios en lugar de una forma por la que Dios se expresa por un momento en el tiempo. Los nos de Dios tienen que captar nuestra atención. ¿Cómo puede uno identificarlos? De nuevo, esto no es cuestión moral. Esta cuestión tiene que ver con la eficacia y pertinencia del evangelio en cualquier cultura en un tiempo en particular. Una manera de entender cuándo Dios dice que sí o que no viene simplemente al medir la eficacia de un ministerio o método en particular. ¿Está viniendo alguien? ¿Se interesan las personas? ¿Estamos atendiendo necesidades reales? ¿Estamos respondiendo a preguntas que se están haciendo? ¿Estamos pensando en relaciones personales? ¿Hay algo que estamos soslayando? ¿Qué se está dejando a un lado? Una de las primeras cruzadas de Luis Palau que yo (Tim) asistir fue en Des Moines, Iowa, en octubre de 1990. La cruzada se realizó en el centro de la ciudad, en el centro de convenciones. Yo era nuevo en el equipo y anhelaba aprender todo lo que podía. No sólo que conversé directamente con varios miembros del personal y del comité local, sino que también paré la oreja para oír lo que las personas estaban «realmente diciendo». En varias ocasiones los miembros del comité ejecutivo dijeron que vieron a Dios no sólo en la cruzada, sino también antes y durante la cruzada en el cultivo de relaciones personales entre los líderes de la ciudad. Adicionalmente, el relato de cómo Dios estaba uniendo a estos líderes en nuevas alianzas de ministerio a menudo llegaron a mis oídos. Mientras que las iglesias evangélicas se habían mudado a los suburbios en los pasados diez o quince años, habían descuidado el centro de la ciudad. Sin embargo, en el proceso de trabajar juntos en la cruzada, que se realizó en el centro de la ciudad, los líderes de nuevo vieron las grandes necesidades del centro de su ciudad. Dios estaba diciéndoles: «Ustedes se han olvidado del centro de su ciudad». Así que en un regaño sutil pero claro, varios líderes renovaron su dedicación a los sectores urbanos de su ciudad. Dios guía mostrándonos lo que no estamos haciendo. Su voz de reprensión puede corregir nuestras maneras egoístas y restaurarnos a sectores de gran necesidad y ministerio productivo. IDEAS NUEVAS E INNOVADORAS Dios guía a la iglesia no sólo mediante reprensiones sutiles o abiertas, sino también mediante ideas nuevas e innovadoras. Un beneficio que la iglesia deriva de sus miembros más jóvenes son las ideas creativas que a menudo ellos traen al ambiente del ministerio. Los jóvenes tienen una reputación de ser radicales, imprevisibles y hostigosos. Sin embargo, la juventud a menudo es el conducto para la pasión del evangelio, y tienen una disposición para abrazar «nuevos odres». Por esto debemos ser agradecidos. Hoy, el movimiento de iglesia emergente ha abrazado muchas nuevas metodologías para empacar el evangelio de maneras que tiene sentido a la juventud de nuestra cultura. El «medio es el mensaje» tiene mucho más poder de lo que nos gustaría asignarle. Sin embargo, Jesús dijo: «De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros» (Juan 13:35). Esto no fue un estribillo de una canción popular, sino una descripción del cristianismo radical; un mensaje del Maestro que decía que nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras. Sin acción que respalde nuestras palabras, nuestras palabras sonarán muy huecas. Sin embargo, nuestra renuencia a abrazar nuevas metodologías a menudo conduce a la muerte de nuestras iglesias. Cuando nuestras iglesias están comprometidas a la pertinencia, nuestro mensaje nunca cambia, pero nuestros métodos se adaptan a la comunicación eficaz del evangelio. La verdad y el amor son nuestros principios guía, los métodos son sólo un medio de entrega. Como Luis Palau a menudo ha dicho: «Necesariamente no me gusta la música [de un festival de Palau], pero amo a los muchachos a quienes les gusta la música».1 A fin de adoptar nuevos métodos, necesitamos libertad de los temores que se agazapan en las sombras de nuestras memorias no santificadas. En el capítulo 8 hablaremos del temor como estorbo al crecimiento y desarrollo del ministerio. Debemos recordarnos todos que el mensaje del evangelio nunca cambia, pero la comprensión de la cultura siempre debe modelar nuestros métodos. Repasemos. No ahora, no aquí, y no de esta manera son los tres principios guías detrás del no que nos da el Señor. Aquí estamos hablando de oportunidades y estrategias de ministerio. Dios dice que no de cuando en cuando. Dios activamente nos guía si tan sólo escuchamos y no nos descorazonados por los no que él nos envía. Más bien debemos detenernos y escuchar. Debemos preguntarnos nosotros mismos: «Si no aquí, ¿dónde? Si no ahora, ¿cuándo? Si no de esta manera, ¿cómo?» Dos principios útiles nos guiarán para responder a esas preguntas. LA MAYOR NECESIDAD Primero, ¿dónde hay la mayor necesidad? ¿Dónde están las personas que claman ayuda? ¿Dónde hay una solicitud urgente de las buenas nuevas? ¿Dónde hay una ausencia del amor de Cristo? ¿Dónde están los que responden? Hay ejemplos bíblicos sustantivos que indican que un factor determinante para seleccionar un ambiente de ministerio debe incluir la disposición de las personas para responder. La experiencia de Pablo demuestra que el evangelio debe ir a donde nunca ha ido antes. Muchos preguntan: «¿Por qué tantos tienen tantas múltiples oportunidades de oír y recibir el evangelio cuando muchos no han tenido ni siquiera una sola oportunidad?» Un querido amigo, el Dr. Bill Thomas, a menudo habla de su propio enfoque de servicio del ministerio: «Voy adonde el llamado es más fuerte y la necesidad es mayor». Pablo y su equipo estaban respondiendo al clamor de un hombre desesperado. Por consiguiente, cuando nos preguntamos acerca de adónde Dios pudiera estar llamándonos para servirle, necesitamos incluir en nuestras mediaciones la pregunta: «¿Dónde hay la mayor necesidad?» La respuesta a esta pregunta puede incluir geografía, relaciones personales o interés personal, tal como personas que son nuevas en nuestro barrio y ciudades. Por ejemplo, en China hoy, veinte millones de personas se mudan del campo a la ciudad cada año. Esto presenta una oportunidad para el ministerio a muchas organizaciones que atienden las necesidades humanitarias y sociales. Muchas ciudades estadounidenses también están atravesando sustancial cambio demográfico. Por consiguiente, necesitamos preguntar: «¿Dónde están las personas más vulnerables a los cambios en sus vidas? ¿Cuáles personas están abiertas a nuevas relaciones personales? ¿Qué necesidades específicas podemos atender para estas personas? ¿Cómo nos ha equipado Dios en forma singular para atender estas necesidades?» (Tenemos conocimiento, pericias, dinero, etc. que nos hace un recurso para otros que no los tienen). NUEVOS MIEMBROS DEL EQUIPO Segundo, ¿dónde está el equipo? ¿Quién quiere servir? ¿Quién está dispuesto a ir? ¿A quiénes Dios ha traído para que trabajen con nosotros? La conformación del equipo afecta cómo se hará el ministerio. La asignación soberana de Dios de los obreros a la cosecha a menudo habla de cómo se hará el ministerio. En Hechos 16 Pablo tenía un nuevo equipo. Un nuevo miembro era Lucas, que era médico. Lucas tuvo un papel estratégico al aplicar el arte de la medicina. Tanto Pablo como Silas necesitaron atención médica no muchos días después de empezar su viaje. En Filipos a Pablo y a Silas los atacó una multitud, los arrastraron ante los funcionarios romanos, los flagelaron severamente y los echaron en la cárcel (Hechos 16:22-24). Aunque milagrosamente puestos en libertad, sin duda tuvieron necesidad de la ayuda del doctor Lucas. Dios proveyó mediante las destrezas, talentos y dones espirituales del equipo para equipar al equipo para lo que se necesitaba. Al determinar el lugar, tiempo y metodologías del ministerio, necesitamos evaluar al equipo, porque Dios obra por intermedio de su gente. ¿Cómo ha equipado Dios a nuestro equipo? ¿Cuáles son los dones, talentos, experiencias y pasiones singulares de la familia de nuestra iglesia? El ministerio fluye por las relaciones personales. Cuando nos preguntamos lo que Dios quiere que hagamos, necesitamos evaluar el equipo que Dios ha formado. A mediados de los ochenta, cuando yo (Tim) era pastor de una iglesia en el sur de California, recibimos en nuestra iglesia a una nueva pareja. A poco después de conocerlos, tuve la oportunidad de invitar al esposo a que se una a nuestro ministerio de visitar a los que estaban en el hospital. Dick de buen grado recibió mi mentoría y fielmente visitaba a las personas que le había pedido que vaya a ver. Dick pronto entendió que el Señor estaba usándolo de una manera especial. Se deleitaba en animar a las personas. Disfrutaba al orar con ellas, y me llegaron informes de cuanto las personas disfrutaban de las alegres visitas de Dick. Un ministerio significativo se desarrolló para Dick conforme su gozo en este ministerio le ayudó a buscar a otros. El identificar un interés, darle conocimiento y destreza en el ministerio, modelar el ministerio, y animar a Dick produjo un nuevo nivel de servicio no sólo para Dick, sino para muchos otros en la iglesia. Dios nos dice no de cuando en cuando. Esto tal vez pueda ser para reprendernos, pero también puede ser para dirigirnos a nuevas temporadas de ministerio estratégico. Así que cuando su ministerio tropiece con una resistencia inesperada, deténgase y ore. Tómese tiempo para esperar al Señor y ver si hay un nuevo lugar, un nuevo enfoque, o una nueva manera de servirle. Tal vez no; o tal vez sí, pero no aquí, no ahora, y no de esta manera. CAPÍTULO 8 UN BUEN TIPO DE TEMOR El temor puede paralizar nuestras emociones o impulsarnos a grandes acciones de fe. Yo (Tim) tuve una experiencia así durante unas vacaciones de Navidad hace casi una década. Mi hijo entonces tenía diecisiete años. Él era un atleta dedicado, levantaba pesas, jugaba varios deportes, y siempre estaba en excelente forma física. Sin embargo, ha batallado con el asma desde que tenía tres años. Nuestra familia había ido a visitar a nuestros parientes en California durante las vacaciones de Navidad. La noche antes del día en que proyectamos empezar el viaje de regreso a Portland, Oregón, Joel tuvo un ataque de asma, y tuve que llevarlo corriendo al Hospital Mercy de Bakersfield. Esa fue una escena que me asustó mucho. Joel desesperadamente boqueaba buscando aire. Los médicos ordenaron un «coctel» de remedios. La enfermera de la sala de emergencia le dio una dosis, y después otra. Las dosis fueron demasiado. Actuaron como una sobredosis. Nunca he visto una reacción a una medicina como esa. Yo estaba de pie junto a la cama de mi hijo mientras su pecho batallaba y su corazón latía aceleradamente, y yo pensaba que su corazón se iba reventar. Fue un momento de mucho miedo, un momento de impotencia, un momento cuando mis emociones se paralizaron. El temor tiene muchas caras. El temor vienen muchas maneras. Recuerdo haber llevado a un grupo de creyentes a la Tierra Santa en 1984. Fuimos a Israel, Egipto, Grecia y Turquía. Estábamos en El Cairo en un hermoso día de primavera. Un grupo estaba visitando las pirámides. Tuvimos la oportunidad de entrar justo hasta el corazón de la pirámide. El pasaje era extremadamente estrecho con una persona pisándole los talones a la siguiente, trepando un tedioso escalón tras otro por una tembleque escalera de madera. Mi papá trepaba por la escalera unas cuantas personas delante de mí. Le iba bien para un hombre con más de sesenta años. De repente él dijo: «Tengo que salir de aquí». Nos detuvimos mientras él invertía su dirección y se escurría hacia abajo. Lo había vencido la claustrofobia. Su claustrofobia brotaba de su carrera de trabajo como plomero en Shafter, California, en donde el terreno es extremadamente arenoso. Él había estado en varios derrumbes en los cuales había quedado sepultado vivo. Había salido en cada ocasión, pero la pirámide se parecía demasiado a «estar como en una zanja». Así que él tuvo que buscar el camino más rápido de escape. ¿CUÁLES SON SUS TEMORES? Todos y cada uno lidiamos con algunos (¡o muchos!) temores. Temor al fracaso, al rechazo, a la muerte, al cambio, a la falta de dinero, a la responsabilidad, personas, el futuro, el éxito; la lista es más bien ilimitada. Los temores nos vienen en varias formas por toda la vida. El Salmo 34 narra la jornada emocional de un alma atormentada con temores de todo tipo. La paranoia de David se manifiesta en las malas decisiones que toma, histeria desenfrenada, y el total dominio de sus emociones por sobre sus capacidades mentales. David se muestra abrupto con Dios y exhibe conducta totalmente fuera de control. Los capítulos 20 y 21 de 1 Samuel revelan el contexto de esta dolorosa narración. David y Jonatán habían convenido en un lenguaje de señales para indicar si Saúl intentaba matar a David o no. Simplemente imagínese el drama de ese encuentro un día avanzaba la tarde. La joven vida de David cuelga en la balanza. Hay mucho en juego. La vida de David relampaguea ante él. ¿Qué sucedería? David contempló su relación personal con Jonatán, su mejor amigo. Habían atravesado tanto en apenas pocos años. Jonatán le había defendido, repetidas veces habló a su favor, e intentó convencer a Saúl que David era un sirviente leal. Los corazones de David y Jonatán latían a una. Hallaron gran motivación en su amistad. Ninguna otra relación personal tenía un mismo sentir comparable. Verdaderamente tenía una maravillosa relación personal que significaba todo en el mundo para ambos. Sin embargo, debido a la paranoia de Saúl, su poder e intenciones perversas, tenían que cortar esa amistad. Así que en 1 Samuel 21 vemos a David huyendo. Huye al sacerdote de Nob. Cuando llega al lugar de adoración, se dirige al sacerdote Ajimélec: «¿Tienes algo de pan?» «Pues bien, no; no tengo ningún pan regular. Sólo tengo el pan especial, el pan de adoración, y no puedo dártelo?». David arguye y luego presiona al sacerdote hasta que consigue el pan. Luego dice: «¿Tienes una espada, una lanza, algún arma»? Ajimélec responde: «En realidad, tengo la espada de Goliat; aquella con que lo mataste». Así que en su estado de pánico, intensificado por su reciente pérdida de amistad con Jonatán, lo único en que puede pensar es en comida y un arma. El relato omite todo en cuanto a Dios o la oración. David empuña las dos cosas que piensa que le salvarán la vida, comida y un arma, y huye a Gat. DE MAL EN PEOR La situación de David fue como saltar de la sartén a las brasas. Parecía que pensaba para sus adentros: Pues bien, saben que soy enemigo de Saúl. Saúl es rey de Israel. Así que si huyo y me uno a ellos, van a pensar que estoy del lado de ellos, y me rescatarán, y me cuidarán. Pero para su gran sorpresa, cuando llega allá, la gente dice: «—¿No es éste David, el rey del país? ¿No es él por quien danzaban, y en los cantos decían: «Saúl destruyó a un ejército, pero David aniquiló a diez»?» (1 Samuel 21:11). La paranoia de David le había cegado a las realidades del día. Era bien conocido, y no iba a hallar seguridad entre los enemigos de Israel. Había esperado seguridad y descanso. Halló que al huir se había puesto en las manos del enemigo. ¿Ve lo que hace el temor? ¿Ve lo que pasa cuando no nos concentramos en el Señor y en el gozo del Señor incluso en medio de gran peligro? Todos los días hay personas, sucesos y circunstancias que pueden abrumarnos. El temor saca su horrible cabeza para aterrorizarnos e impedir que confiemos en el Señor. A principio de los años noventa yo (Tim) visité Taiwán por primera vez en preparación para una cruzada con Luis Palau. Al viajar solo a un nuevo país, al alojarme en la casa de un misionero desconocido en Taipei, una de las ciudades más densamente pobladas del mundo, hallé escasa comodidad en esta abrumadora ciudad. Sin conocer ni un alma en la ciudad, me sentí incluso más sólo al reflexionar en lo que mi anfitrión dijo al dejarme: «Lo recogeré en un día o dos». Yo no hablo chino. Tenía poco dinero. Pero allí estaba, rodeado por lo nada familiar y totalmente solo. Por lo menos estaba bajo techo, fuera de hollín y niebla de Taipei. Pero fue una noche terrible. Nunca he estado más paranoico ni he percibido tanta oscuridad. En realidad, me asusta la oscuridad. Me sentía lleno de ansiedad, irritado y no pude dormir. Llamé a mi esposa dos o tres veces esa noche. De alguna manera, logré pasar la noche que pareció una eternidad. Al final de mi viaje Doug Cannon, un amigo misionero que yo había conocido por varios años, me recogió y me llevó al aeropuerto. Al describirle la experiencia le dije: «Nunca he tenido sentimientos tan aterradores como éstos. ¿Por qué este temor, este abrumador sentido de oscuridad y paranoia?» Escuchando pensativamente, respondió: «Sabes que este país se ha entregado a adorar los espíritus de sus familiares fallecidos. Hay adoración y actividad sustancial de demonios en toda la tierra». Algunos de nuestros temores se originan en la guerra espiritual, algunos temores brotan de relaciones personales rotas, y algunos de nuestros propios abusos personales. El contexto histórico del Salmo 34 indica que a David lo abrumaba el temor. El temor puede aplicar asombrosas cantidades de presión negativa en nuestras almas, y, como David, podemos tomar decisiones muy insensatas. Los líderes y administradores de los asuntos de nuestro Señor necesitan enfrentar estos temores sutiles y abiertos a fin de tener fruto en el ministerio. Cuando nuestras motivaciones internas brotan del temor y no de la fe, en última instancia demostraremos ser impotentes para ver el reino de Jesús transformando nuestro mundo. Si no encaramos la realidad de los temores por dentro, entonces nos disfrazaremos como santos suficientes cuando en verdad somos muy ineptos para la vida y el liderazgo. Algunos tal vez se oculten detrás de una actitud de superioridad, usando títulos o grados para impresionar a otros. Otros evadirán asuntos de necesidad personal y crecimiento echándole la culpa otros, cambiando de tema, o delegando a otros ministros asuntos que ellos deberían atender en persona. Este pseudo cristianismo típicamente se derrumba bajo las presiones y tensiones de la vida. EL CAMINO DE ESCAPE ¿Como salió David de este lío? Fingió que estaba loco. Actuó como un loco. Dejaba chorrear la saliva por la barba, tenía la mirada extraviada, y actuaba en forma estrafalaria. Su gran representación teatral convenció al rey de que lo dejara ir. Cuando el rey vio a David dijo: «Este tipo está loco. Ya tengo suficientes locos en Gat. No necesito uno más. Que se vaya de aquí». Así que David huyó de nuevo, esta vez en una dirección más segura. El temor lleva a huir. Huir de los problemas de la vida indica que el temor es la motivación, y no la fe. La falta de confianza en el Señor y no clamar a él pidiendo sabiduría y liberación le costó a David muchos momentos de paz. Tal vez estamos huyendo de algo. Sólo nosotros, y Dios, sabe lo que nos fastidia, independientemente de las ansiedades que tengamos. Pero el Salmo 34 viene para consolar a los tensos, los ansiosos, los cansados, los agotados. Los líderes cristianos deben aprender temprano en el ministerio que mientras no confrontemos y controlemos el temor personal, no resistiremos frente a la prueba. CINCO REALIDADES AL TRATAR CON EL TEMOR 1. Hay temores El Salmo 34:4 dice: «Busqué al SEÑOR, y él me respondió; me libró de todos mis temores». El versículo 6 dice: «Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó y lo libró de todas sus angustias». Los versículos 17-19 declaran: «Los libra de todas sus angustias. El SEÑOR está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Muchas son las angustias del justo, pero el SEÑOR lo librará de todas ellas». Aquí el texto hebreo gráficamente describe la condición angustiosa de David. Sus temores abarcan un caleidoscopio de emociones. Su alma estaba fuertemente atormentada. Él era presa de la ansiedad. El sentido de la palabra del versículo seis, «angustias», pinta un cuadro de terror. Estaba aterrorizado. Temblaba en sus zapatos. La saliva le corría por la barba. El terror se había apoderado del alma de David. Estas palabras gráficas pintan un cuadro horrible de esas emociones que paralizaban su fe. 2. Los temores pueden abrumarnos Piense en Pedro, caminando sobre el agua en medio del mar de Galilea, con sus ojos puestos en Jesús. De repente Pedro quitó sus ojos de Jesús y miró al viento y las olas. ¿Qué sucedió? Empezó a hundirse hasta que Jesús lo levantó. O piense del criado de Eliseo en 2 Reyes 6, que se despertó una mañana y miró hacia afuera y vio a 180.000 asirios rodeándolo. Quedó petrificado. No pudo ver sino hasta que Eliseo dijo: «Señor, ábrele los ojos». Podemos tener frente a nosotros cualquier cantidad de temores. Puede ser temor de nuestros hijos, matrimonio, ministerio, falta de significación, un pecado oculto, o temor de que no haya suficiente dinero para llegar al final del mes. Cuando nos concentramos en nuestros temores y ansiedades, pueden abrumarnos. El pensar sólo en los problemas, las ansiedades, los «que tal si» puede paralizar nuestro pensar e inmovilizarnos. Hace unos pocos años unos amigos queridos estaban totalmente al fin de su cuerda en cuanto a su hija adolescente adoptiva. Ella era una mujer muy inteligente y muy talentosa. Sin embargo, sus normas autoimpuestas de desempeño la habían empujado a enfermarse de anorexia. Empezó a perder un número insalubre de kilos. En cierto momento tuvo un fallo cardíaco debido a su pérdida extrema de peso. Los padres hicieron todo lo que sabían. Pero la conducta empeoró. En su comunidad de fe, continuaron informándolo y abriéndose al respaldo de otros amigos creyentes. En cierto momento, quedaron tan inmóviles que literalmente no pudieron tomar una decisión. El temor de perder a su hija los abrumó. Cuando la comunidad actuó por ellos, el Señor produjo asombrosa sanidad y salud en la hija. El temor puede paralizar la fe. Las buenas noticias, no obstante, vienen cuando uno supera estos temores al abrazar «el temor del Señor». Salmo 34:9 dice: «Teman al SEÑOR, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le temen». ¿Qué es esto? Los temores humanos, los temores que nos vienen, temores que derriten nuestros corazones, temores que nos hacen enfocar las cosas que no son a lo que Dios nos ha llamado, y temores que impiden que su gozo resida en nuestros corazones son vencidos por otra clase de temor. Un asombro del Señor, una reverencia a Dios, una profunda confianza en él; eso es lo que nos da esperanza. Nuestro Dios es más grande que todos los temores humanos. 3. Necesitamos abrazar el temor del Señor El temor del Señor es una acción de alabar a nuestro asombroso Dios. El temor del Señor nos pone en una tensión dinámica que, por un lado, nos hace temblar, y sin embargo al mismo tiempo nos acerca más a él debido a su bondad y su gracia. Uno de los personajes de Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis, pinta esta tensión dinámica. Pedro y Lucía, dos de los principales personajes, van a ser presentados a Aslán, el león. Acaban de terminar un viaje largo y cansador. A la larga llegan a un valle amplio lleno de criaturas de todos los tamaños y formas. Mientras caminan en este ubérrimo valle, captan su primer vislumbre de este león glorioso, gigantesco, imponente. Esta tensión se convierte en un sentimiento dinámico en la boca del estómago de Pedro que le hace temblar. Pero entonces el león habla en su voz gigantesca, melodiosa, atrayendo a Pedro justo a su presencia. Pedro, aunque temeroso, queda cautivado por el amor que ve en los ojos de león y oye en su voz compasiva. La fe reemplaza al temor. Lo que había causado que Pedro y Lucía huyan y se escondan se derrite frente a esta irresistible bondad. El Salmo 34:9 ordena: «Teman al SEÑOR, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le temen». David había quitado del Señor totalmente su enfoque. Se dejó ganar por el pánico. Estaba huyendo. Estaba haciendo cosas ridículas. Cuando nuestras ansiedades nos abruman, tomamos malas decisiones. Cuando nuestra fe no se enfoca en el Señor, podemos hacer cosas realmente insensatas; incluso como creyentes en Jesucristo. El temor del Señor es algo que se aprende, según se describe en el versículo 11: «Vengan, hijos míos, y escúchenme, que voy a enseñarles el temor del SEÑOR». Uno tiene que aprender cómo temer al Señor. El temor al Señor no es automático. No brota en nosotros en forma natural. David, hablando de su propia experiencia con el temor y la paranoia, está diciendo: «Permítanme enseñarles en cuanto al temor del Señor». ¿Cómo aprende uno a tener al Señor? Mire los versículos 1-3: «Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán. Mi alma se gloría en el SEÑOR; lo oirán los humildes y se alegrarán. Engrandezcan al SEÑOR conmigo; exaltemos a una su nombre». Tememos al Señor cuando le alabamos. Superamos las ansiedades, preocupaciones y paranoia cuando alabamos al Señor. Por eso nuestras almas desean con desesperación la adoración corporativa. No podemos vivir sin estar con el pueblo de Dios y en la presencia del Señor. No hay nada como eso. Alabar al Señor quiere decir jactarnos de él, hacer alarde de él, elevar y gritar en voz alta alabanzas a su nombre. Alabar al Señor quiere decir que uno se olvida de uno mismo. La adoración requiere que traigamos todas nuestras capacidades mentales y emocionales para enfocarlas en el Dios vivo y verdadero. Somos porristas para él, porque él es digno de toda alabanza. El versículo 4 dice: «Busqué al SEÑOR, y él me respondió; me libró de todos mis temores». El versículo 6 añade: «Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó y lo libró de todas sus angustias». El versículo 17 dice: «Los justos claman, y el SEÑOR los oye; los libra de todas sus angustias». Tememos al Señor al buscarle diligentemente mediante la oración. Al buscar a Dios, nuestras mentes se enfocan en el objetivo más grande de todos. La decisión de buscarle sólo a él y a ningún otro demuestra nuestra devoción a él. Nos olvidamos de todos los demás, concentrándonos sólo en él. Al buscarle en oración adquirimos una nueva perspectiva. Cuando oramos, el Señor se vuelve fuente y recurso de nuestras vidas. La oración demuestra respeto y dependencia. Él es el único en quien confiamos y nos apoyamos. La oración comunica nuestro deleite en el Señor. La oración es personal, conversacional íntima. Dios se deleita al oír a sus hijos. Los versículos 13 y 14 dicen en parte: «que refrene su lengua de hablar el mal . . . que busque la paz y la siga». ¿Qué es el temor del Señor? Es una vida justa. No santurrona, sino una vida recta y santa. Una vida que se vive en dependencia de él. Una vida que escoge ser veraz, honesta, leal, amable y de amor conquista el temor. ¿Cómo tememos al Señor? ¿Cómo sabe el Señor que le tememos? Cuando vivimos como su Hijo y tomamos las decisiones que su Hijo tomaría. Finalmente, para temer al Señor necesitamos ver lo eterno como más importante que lo temporal. Hace siglos Isaías dijo: «El justo perece, y a nadie le importa; mueren tus siervos fieles, y nadie comprende que mueren los justos a causa del mal. Los que van por el camino recto mueren en paz; hallan reposo en su lecho de muerte» (Isaías 57:1-2). Los que temen al Señor tienen una expectativa bíblica apropiada de que los justos están con el Señor y en su presencia. Así que, ¿qué hemos aprendido hasta aquí? Qué podemos temer al Señor alabándole con nuestros labios, buscándole en oración diligente, viviendo una vida santa y manteniendo una perspectiva celestial. La siguiente parte de este Salmo nos da causa para sonreír. 4. El temor del Señor produce un semblante radiante ¿Qué produce el temor del Señor en la vida del que cree, del que tiene fe en Dios? ¿Cuál fue el resultado de la experiencia de David, después de todo su temor, huida y locura? El versículo 5 dice: «Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza». ¿Qué produce el temor del Señor en la vida del creyente? Un semblante radiante revela un corazón que confía en el Señor, reflejando su presencia en medio de todo. Cuando yo (Tim) estaba en tercer grado, el Señor trajo a mi vida a una maravillosa mujer creyente para que sea mi maestra de escuela dominical, primero como líder del grupo mientras yo estaba en la primaria, y después como mi consejera cuando estuve en la secundaria básica. Nunca la olvidaré. Como adulta juvenil incluso teniendo más de cuarenta años, le encantaba la aventura. Ella dirigió muchas excursiones de adolescentes a la playa y las montañas. En muchas ocasiones allí estaba Mary con un coche lleno de adolescentes. Mary se convirtió en una santa viviente para mí. Cuando pienso en lo radiante de Jesús, veo la cara de Mary. Ella siempre tenía una gran sonrisa y un espíritu feliz. Pero para mí no era simplemente una sonrisa natural; tenía un brillo especial. Fue la primera persona que me enseñó sobre la vida llena del Espíritu. Recuerdo sus charlas sobre Romanos, capítulos 6 y 7. Usaba un franelógrafo, que era la última palabra en ayudas visuales. Su enseñanza empezó a impactar en mí la necesidad de rendirle mi vida a Cristo diariamente, andando en el poder del Espíritu. Aunque tenía abundantes recursos físicos y financieros, la vida de Mary era muy difícil. Más tarde en la vida me enteré de que ella tuvo un matrimonio muy difícil. Pero a pesar de sus problemas, nunca la vi sin una sonrisa. Los que temen al Señor tienen un semblante radiante. El versículo 8 dice: «Prueben y vean que el SEÑOR es bueno; dichosos los que en él se refugian». La experiencia de la bondad del Señor trae un gozo interno que se muestra en nuestras caras. Conocer y ser conocido por el Señor es su gran deseo. Dios nos invita a probar y ver que él es bueno. ¿Cuál es el resultado de los que temen al Señor? Saben que Dios es bueno. Tienen una experiencia con él. Él tiene una experiencia con ellos. Se deleitan el uno en el otro. 5. El temor del Señor produce libertad El Salmo 34:22 dice: «El SEÑOR libra a sus siervos; no serán condenados los que en él confían». ¿Qué produce el temor del Señor en la vida del creyente? Una vida sin condenación, disfrutando de libertad, gozo y esperanza. «Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte» (Romanos 8:1-2). Los que temen al Señor son los que viven vidas sin condenación. Oramos que, como líderes, guardaremos nuestros corazones de los temores del maligno y todos los días escogeremos temer al Señor. Jan era una compañera de clase cuando yo (Tim) estaba en la secundaria. Ella fue la estudiante con mejores calificaciones. Asistió a una universidad bíblica. En su vida profesional Jan llegó a ser coescritora para muchos autores muy prominentes. Consiguió cargos muy altos y recibió un doctorado en filosofía en literatura de una universidad de prestigio. En cierto punto en su vida se casó con un joven creyente. Cuando volvieron de su luna de miel, él le informó: «Ya no quiero estar casado contigo». Como mujer joven de veinte y tantos años de edad, Jan tenía una alternativa. Podía haberse rendido a un corazón destrozado y convertido su vida en una broma cruel. Pero más bien aceptó la tragedia del momento como viniendo del Señor, y confiando en él ha vivido una vida feliz y productiva. Me contó una vez durante una comida: «Tomé la decisión de que no iba a permitir que la tristeza llene mi corazón, sino que, más bien, iba a servir al Señor». Y el Señor la ha honrado con un ministerio tremendo y eficaz. La vida tiene muchas alternativas. Para los líderes de la iglesia de Jesucristo los temores internos pueden paralizarnos e impedir que realicemos un ministerio fructífero. A algunos ejecutivos destacados en los Estados Unidos se les preguntó: «¿Qué le ha motivado a tan grandes logros en su empresa?» La mayoría respondió: «Temía el fracaso». Qué manera de vivir: dominados por el temor al fracaso. Pero, ¡qué diferente para los que seguimos a Jesucristo! No es el temor al fracaso, sino el gran respeto y asombro de Dios lo que nos impulsa. El temor del Señor es el principio de la sabiduría, y una vida que se vive con su amor expulsa todo temor no deseado. Esto es lo que la iglesia necesita: líderes libres de temor y llenos del amor de Dios. CAPÍTULO 9 CÓMO AYUDAR A OTROS A LIDIAR CON EL TEMOR Un día, observando a una madre y a su hijo pequeño en la piscina unos cuantos disfrutábamos al ver la gran diversión del niño sentado en el borde de la piscina y salpicando a todos los que rodeaban. El niño se fue a las gradas y, después de bajar un par de escalones, se paró con el agua a la cintura. Ah, que valiente pensaba él mismo que era. Animada por la valentía que su hijo acababa de hallar, la madre levantó a su hijo y lo puso de pie en el borde de la piscina, animándole a que salte a sus brazos. Le prometió que lo iba a recibir. Él medio dobló las rodillas como si estuviera a punto de saltar. Entonces, como si de repente hubiera vuelto sus cabales, se detuvo. Se quedó parado allí queriendo ser valiente y saltar. Repetidas veces se alistó para saltar, y cada vez su madre se preparó para recibirlo, sólo para que él se echara para atrás. Ese día en particular su madre no logró que saltara. Al irse de la piscina la madre estaba molesta porque su hijo no había saltado, y el niño molesto porque su madre estaba enfadada con él. El tiempo en la piscina para la madre y el hijo debería haber sido la gran aventura. Debido al temor del hijo y la inhabilidad de la madre para ayudar a su hijo a vencer el temor, el día fue un desastre para ambos. TEMOR INSIDIOSO El temor es una emoción insidiosa, sutil, limitadora y rara vez entendida. El temor paralizante como el que aquel niño pequeño sintió puede ser igual de paralizante para los adultos. El problema no se limita al que siente el temor. El no poder entender, mucho menos enfrentar, al temor de otros puede ser igual de frustrante para los líderes como lo fue para aquella madre. Durante la fusión de bancos que tuvo lugar a principio de la década de los noventa, muchos recibieron notificación de despido. El temor que ellos sintieron es comprensible. La sorpresa fue, sin embargo, que muchos de los que se quedaron con las compañías combinadas exhibieron el mismo temor como los empleados despedidos por la combinación. ¿Qué les hizo sentir miedo? ¿Cómo puede el liderazgo ser parte de la solución? Las respuestas a esas preguntas descansan en tres principios: 1. Las personas tienden a paralizarse cuando se trata de dejar lo familiar, aun cuando lo familiar sea malo. 2. Asusta enfrentar lo desconocido, aun cuando uno sepa que es mejor que lo que uno tiene. 3. El cambio lleva tiempo, y mientras más tiempo lleva, es más difícil hacerle frente. Las personas tienden a paralizarse cuando se trata de dejar lo familiar, aun cuando lo familiar sea malo Usted conoce a Carmen. ¡Sí, la conoce! Es la cajera de su banco; ha estado allí por años. Siempre le sonríe y le llama por su apellido cuando llega al banco para hacer un depósito. Carmen tiene cuarenta años y más, con pelo castaño corto y unas pocas canas que apenas empiezan a asomar. Sabe los nombres de sus hijos y adónde le gusta a usted ir a cenar. Usted la vio el otro día en el supermercado y ella lo recordó. Carmen es una gran mujer, que acaba de recibir malas noticias. Apenas esta mañana, la jefa de Carmen le dijo que el banco iba a reemplazar a alguna de las cajeras con cajeros automáticos y tendrían que despedirla. No es que ella no haya soñado con escaparse de allí algún día. Su jefa es todo un dolor de cabeza, siempre gritándole a ella y a todas las demás, a propósito. Le recortó las horas un tiempo atrás, y le quitó su estacionamiento gratis y su seguro médico. Ahora ella tiene que tomar el autobús y le lleva hora y media llegar allá y lo mismo para volver a casa. Pero Carmen también es una mujer asustada. Sabe de corazón que detesta su trabajo y en realidad no se lleva bien con su jefa cruel y abusiva, pero ha ocupado ese puesto de cajera por años. Se sirve el almuerzo en el segundo piso, conversando de sus hijos y nietos con personas que conoce bien y que también la conocen bien a ella. Por años ella lo ha conocido usted como cliente, así como a muchos otros con quienes se lleva bien. Ella se preocupa por usted como lo haría una amiga. Tal vez no sea la mejor situación, pero eso es lo que ella hace. Allí es donde ella trabaja. Es casi lo que ella es. Todo el pensamiento de dejarlo y ya no llevar la vida que conoce la paraliza. Se siente como si estuviera muriéndose, y eso asusta. Este mismo temor acosa a la iglesia siempre que el liderazgo decide que es tiempo de tomar una nueva dirección, tal como cambiar el estilo del culto. Esta es la forma estándar para la mayoría de iglesias que se están muriendo rápidamente. Tanto el liderazgo como los miembros tal vez se den cuenta de que lo que sea que están haciendo, está alejando a la gente, y necesitan cambiar, pero con todo es extremadamente difícil hacer el cambio. En el capítulo 1 la Iglesia Evangélica Central tuvo que enfrentar ese temor. En su caso, tenían el dilema de enfrentar el temor del renacimiento de la iglesia y todo lo desconocido, o el temor de la muerte de la iglesia y la necesidad de que cada de uno busque una nueva iglesia. Asusta enfrentar lo desconocido, aun cuando uno sepa que es mejor que lo que uno tiene Brandon se graduó del seminario hace poco más de un año. Desdichadamente, los empleos en el ministerio juvenil son difíciles de encontrar estos días, así que ha estado trabajando como empleado de limpieza en una iglesia local para sostener a su esposa, Suzanne, y a su hija pequeña. Suzanne trabaja parte de tiempo como enfermera de pediatría en un hospital local. Ella en realidad quiere dejar de trabajar y tener otro hijo pero no puede debido a que necesitan el dinero. A Brandon no le disgusta su trabajo. En la mayor parte él trabaja solo y simplemente cumple sus tareas. En realidad es una vida cómoda, por lo menos en cuanto a lo que tiene que ver con responsabilidad. Sin embargo, no es el trabajo para el cual se educó. Cuando Brandon estaba en la secundaria era un líder natural, del que decían «que con mayor probabilidad triunfará». Siempre era renuente para asumir un nuevo desafío, pero cuando lo tomaba, tenía éxito. Ahora enfrenta una oportunidad de empleo como pastor de adolescentes en la iglesia a la que asiste. Esta no es una oportunidad ordinaria para un pastor de adolescentes. Esa iglesia ha tenido cuatro pastores de adolescentes en los últimos seis años. Esta iglesia se come a los pastores de adolescentes y los vomita como curso normal. Hay gigantes en la iglesia que hacen que Goliat parezca un enano. Para esto es para lo que Brandon se preparó; y sin embargo, está aterrado. ¿Qué tal si a él también se lo comen vivo? ¿Cómo se las ve con estas personas? Paga más que su trabajo de limpieza, pero, ¿qué tal si acaba perdiendo el empleo como los pastores previos de adolescentes? ¿Qué va a hacer entonces? Cuatro pastores antes que él no lo lograron. Parece un fracaso seguro. Hay poca esperanza, y Brandon se siente derrotado incluso antes de aceptar el cargo. Simplemente quiere acurrucarse con su escoba en la iglesia y dejar que todo el asunto siga de largo. Brandon está atrapado entre su temor del futuro desconocido y su deseo de ser un esposo, padre y soldado de Cristo apto. Su indecisión lo paraliza. El temor a lo desconocido ha impedido que muchos sigan el llamado que Dios les ha dado y que asuman un papel en la iglesia cuando de corazón querían aceptarlo. El temor a lo desconocido hace que los creyentes no les hablen de su fe a sus vecinos ni que den testimonio cuando se lo piden. El temor a lo desconocido paraliza a muchos esfuerzos evangelizadores. Las iglesias ofrecen entrenamiento para evangelizar a fin de preparar a las personas para que hablen de su fe, pero poco sucede después. El temor a lo desconocido impidió que el niño salte a los brazos de su madre. Mucho antes de que tengan lugar cambios serios en la mayoría de organizaciones, el liderazgo empieza a procesar el cambio. Forman comités y tienen reuniones por meses. Tienen tiempo para empezar a buscar maneras de protegerse social y emocionalmente mucho antes de que el cambio se haga inminente. Sin embargo el temor de lo desconocido es parte del problema dentro del liderazgo que les impide dar un paso para ayudar a otros a lidiar con sus temores. Lo desconocido que los líderes temen tiene menos que ver con el cambio que están preparándose para enfrentar y más con el temor de lidiar con personas asustadas. Es un ministerio en el que pocos líderes tienen experiencia, y, por consiguiente, buscarán muchos pretextos para que no siga adelante. Con mayor probabilidad, simplemente ignorarán la necesidad. ¿Qué sucede cuando el liderazgo anuncia un cambio en el personal? ¿Cómo se ven los unos a los otros, los líderes y no líderes (personal y congregación)? Probablemente hay algo de desconfianza en los líderes. Después de todo, los líderes parecen cómodos y todos los demás parecen incómodos. Los líderes se frustran tal como la madre con su hijo. ¿Acaso el personal y la congregación no pueden ver beneficios? Los líderes no entienden el temor que todos los demás están sintiendo, aun cuando muchos de ellos han sentido el mismo temor meses antes. Los líderes perciben que el personal está actuando como nenes y como pillastres rebeldes. Le dijeron al personal y a la congregación que el cambio sería algo bueno, tal como la madre le explicó a su hijo que saltar sería divertido. Tal como el niño, la gente de la iglesia no puede ignorar su temor. Ellos todavía no han tenido la oportunidad de ajustarse a la idea. ¿Cómo se vería este temor en un ambiente de iglesia? Consideremos una circunstancia que se halla en muchas iglesias en dificultades. Por muchos años su iglesia ha ido perdiendo lentamente miembros. Los líderes han decidido que si no invierte la tendencia, la iglesia tendrá que cerrar las puertas pronto. Hasta ahora, la condición ha sido obvia, pero nadie habla al respecto. El temor de enfrentar el futuro impide que se saque el problema al debate. La gente evita el temor pretendiendo que el problema no existe. El liderazgo de su iglesia finalmente saca a la superficie el problema con un anuncio en una reunión congregacional. En la reunión, el pastor y el presidente de la junta explican la crisis y cómo planean resolverla. Les dicen a los presentes que todo lo que se ha vuelto tradición y rutina con los años está sujeto a cambio. Evaluarán y decidirán cuáles ministerios conservar, examinando los ministerios restantes para descubrir cómo se podrían mejorar. Protegerán sólo las verdades bíblicas fundamentales. La gente se queda viendo al pastor y a los líderes con incredulidad que aturde. Lentamente, en las semanas que siguen, la gente empieza a darse cuenta de que los líderes hablan en serio. La conclusión que gobierna los corazones de los miembros de la iglesia es que cualquier cosa que los miembros hallan confortable, con probabilidad cambiará. Dos conductas prominentes defensivas afloran: ataque y evasión. Algunos miembros tienen miedo y atacan. Otros tienen miedo y evaden. Los atacantes hacen preguntas como: «¿Quién causó esta crisis?» o «¿A quién debemos despedir?» o «El liderazgo está exagerando y ha ido demasiado lejos». Los evasores no harán nada externamente como si nada hubiera sucedido, evadiendo la cuestión por completo. Ambos grupos tienen miedo y no enfrentan el temor en forma eficaz. Mildred ha estado enseñando a niños de seis y siete años los domingos por la mañana por diez años, y le encanta; incluso halla su identidad allí. Teme que ahora tal vez ya no podrá enseñar a ese grupo. Es más, ella no piensa que podrá empezar un nuevo ministerio. La vida en la iglesia le poco invitadora, así que tiene miedo y se mete en su concha. A poco, deja de asistir a la iglesia. Frank tiene un problema similar, pero el suyo es con el estudio bíblico de adultos. Su clase no marcha bien, y sabe que algo anda mal. Los únicos que asisten a su clase son los que no quieren lastimarle los sentimientos. Algunos le han dicho a Frank que su clase es aburrida, pero él tiene miedo de pensar en hacer algo diferente. Con el anuncio congregacional, el liderazgo está obligando a Frank a enfrentarse a la realidad. Él está asustado porque piensa que va a perder a los pocos amigos leales que tiene, y todos sabrán la verdad en cuanto a él. Frank está furioso y se desquita con los líderes. Los líderes ven a Mildred como una persona callada que no causa problemas, pero no notan que ella ha dejado de asistir. Ven a Frank como un peleador y quejoso y preferirían que, o bien cambie o se vaya. Ambos están lidiando con sus temores personales. El cambio lleva tiempo, y mientras más tiempo lleva, es más difícil hacerle frente La combinación de empresas lleva tiempo. Para el personal, puede pasar un año desde el anuncio de fusión al tiempo en que el empleado está en el nuevo cargo o ha hallado un nuevo trabajo. Sin embargo, la transición en la iglesia puede llevar más tiempo. Las iglesias batallarán por varios años tratando de hacer el cambio sin en realidad hacer el cambio. Los líderes de la iglesia tratarán un cambio simbólico, que es un cambio que tal vez sea sólo un paso en lo que sería un plan si tuvieran un plan. Tal vez apunten a un blanco falso, tal como atacar un síntoma, tal como la baja asistencia, antes que atender lo que está causando la caída en la asistencia. No quieren oír que sus cultos son sin vida y aburridos, así que formarán comités y subcomités para que examinen miríada de detalles. La progresión puede llevar años, tanto tiempo que a menudo la urgencia del mandato original de la junta se ablanda. Escaso o ningún cambio tiene lugar en realidad. A la larga, el día que los líderes predijeron llega, y la iglesia cierra las puertas por última vez. Es demasiado tarde para rescatarla. Durante el esfuerzo por cambiar, la mayoría de los líderes y algunos de los miembros de la congregación reconocieron lo que estaba sucediendo. Vieron la vacilación de otros líderes y del resto de la cooperación como esfuerzos por detener el cambio. Fue muy frustrante. ¿Acaso no pueden las personas el fin que vendrá si no hacen nada? ¿No pueden ver que con el cambio la iglesia puede volver al estado de pasión por Dios que solían tener? ¿No ven lo divertido que sería una vez que den el salto del borde de la piscina a los brazos de un Padre aventurero y sin embargo tierno y amante? Estos líderes frustrados no lograron identificar al enemigo real. No son las personas o los líderes que batallan. Es el temor. Los que atacan o se esconden son víctimas de su temor. Los líderes frustrados finalmente llegan al límite de sus emociones y se van enojados de la iglesia. Los que se quedan sienten una reducción en la tensión y la vida vuelve a la normalidad hasta el momento de la muerte de la iglesia. ¿QUÉ PUEDEN HACER LOS LÍDERES EN FORMA DIFERENTE? Para empezar, los líderes pueden dejar de ver como enemigos a los que actúan en forma defensiva (atacando o evadiendo). Podemos verlos, más bien, como las víctimas que son. El percatarnos de que ayudar a los asustados, que atacan o que evaden, no empieza con la acción, sino con un cambio teológico en la manera de pensar. La mayoría de personas ni siquiera saben cuando el temor está impulsando su conducta. Pero sea que lo sepan o no, necesitan que el amor de Dios se derrame en ellos por medio de nosotros, los líderes. Lo que la iglesia en efecto no necesita es que nosotros como líderes reaccionemos a nuestros atacantes o evasores con la misma conducta defensiva que estamos recibiendo. Es común que los líderes reaccionen defensivamente ante aquellos que Dios los ha llamado a amar. Cuando vemos como enemiga a otra persona, la tendencia es ponernos a la defensiva y atacar o evadir a esa persona. Sin embargo, cuando los líderes reaccionen defensivamente, el impacto negativo es mayor que cuando los miembros de la congregación actúan de la misma manera. Dios está llamando a las iglesias a seleccionar personas especiales para que sean líderes que no reaccionen defensivamente a los que los atacan o los evaden. La iglesia necesita líderes que exhiban el fruto del Espíritu, especialmente en los tiempos de cambio y conflicto. Noten que no es «el fruto de la capacitación o el estudio». La paciencia de liderazgo necesaria para la transición al cambio en la iglesia de hoy es el fruto de una relación personal profunda, duradera, dependiente y obediente con Jesucristo. La iglesia necesita líderes que sean sacrificios vivos, que permitan que Dios, y no sus propios temores, tenga el control. ¿Porque es tan esencial que Dios tenga el control? Porque es la única manera de tener el poder necesario para hacer lo que Dios nos llama a hacer. Jesucristo no trabajó independientemente sino que dijo: «¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras» (Juan 14:10). Para ayudar a las personas hay que verlas como víctimas antes que como enemigas. Hay que verlas como campos de ministerio antes que como problemas. Uno necesita a Dios obrando en uno y por medio de uno para amar consistentemente aquellos que lo atacan a uno. Uno tiene que estar andando en el Espíritu (Gálatas 5). Dando por sentado que hemos permitido que Jesucristo gobierne nuestras vidas al punto en que somos un sacrificio vivo en todo aspecto de nuestras vidas, entonces ¿cómo podemos ayudar a los temerosos durante el cambio en la iglesia? Las siguientes sugerencias son resultado de años de experiencia ayudando a las iglesias a lidiar con el cambio. Espere una reacción de temor (ataque o evasión) Cuando esperamos que el cambio haga que las personas respondan con una reacción normal de temor, en la forma de ataque o evasión, descubriremos que nosotros mismos experimentamos menos emoción. Recuerde a la madre en la piscina con su hijo. Si la madre hubiera entrado en la piscina esperando que fuera a pedirle a su hijo que haga algo que nunca antes hubiera hecho y que probablemente él tuviera miedo, como los niños normales lo tendrían, ella habría reaccionado en forma diferente. Piense cuando le hablamos a un nene de un año. No recibimos conversación adulta en respuesta, por lo menos no con palabras. Sin embargo no nos enfadamos. Esperemos que el nene actúe como nene. Por consiguiente, cuando dirigimos el cambio en nuestra iglesia, esperamos que las personas actúen normalmente: con una reacción de temor en forma de ataque o evasión. Cuando enfrentamos sin emoción los temores de otros, descubriremos que hay dos clases de ataques y dos clases de evasión. Los que atacan, bien sea nos atacarán a nosotros, o atacarán la idea del cambio. El ataque contra nosotros suena como: «¡Eres un inepto!» El ataque contra la idea es más como: «¡Esta es una idea absurda!» (Por favor, no confunda el ataque con el diálogo normal y saludable). Los evasores son similares. Un evasor nos evadirá personalmente. Nos ve viniendo por el pasillo y cambiará de dirección. El otro evasor se alegra de vernos pero cambiará de tema cada vez que aflora la cuestión del cambio. Los líderes prefieren tener evasores en la iglesia, puesto que ellos no causan confrontación. Sin embargo, hay un gran problema con los evasores. Ellos dejan al liderazgo con la ilusión de que todo marcha sin problemas. Los evasores calladamente pasan al trasfondo. A menudo los líderes rotulan a los evasores como «remolones» porque parecen retroceder en su participación en la iglesia. Al liderazgo no le gustan los atacantes. Ellos le hacen frente a uno. Nos obligan a lidiar con asuntos que preferiríamos no tratar. Se les rotula de «rebeldes». Si no se les ayuda en forma adecuada, los atacantes finalmente renuncian y se van. Por otro lado, si no ayudamos adecuadamente a los evasores, ellos dejaran de luchar y se quedarán. A la larga la iglesia tendrá abundantes evasores en el trasfondo haciendo muy poco por la iglesia. ¿Suena familiar? Escuche con un oído de amor Muchos líderes hacen mucho ejercicio «brincando a conclusiones», dando por sentado que ya saben todo lo que tienen que saber sin buscar más información. Cuando logran hacer una pregunta, a menudo se detienen con la primera respuesta, por lo general la más superficial. La gente se protege a sí misma. Rara vez van a darnos una respuesta profundamente personal y bien pensada, por precisa que pudiera ser. Con toda probabilidad no van a decir algo como: «Te ataco porque tengo miedo de abochornarme en el nuevo papel que voy a tener, si, en verdad, tengo algún papel. Si no tengo ningún papel en la iglesia después del cambio, quedaré devastado porque la gente va a pensar que soy un inepto. Y, por supuesto, sabré que tienen razón porque siempre me he sentido inepto». No es probable que las personas admitan ese nivel de comprensión propia, incluso si lo tuvieran. Más bien, los líderes y la congregación continuarán pretendiendo hacerle frente a los asuntos pero rara vez yendo a la médula del asunto. Los líderes deben hacer preguntas y escuchar con cuidado las respuestas para descubrir lo que está sucediendo en la vida de un atacante o un evasor. Cuando las personas responden a la pregunta, tal vez le den abundante información, una parte de la cual será al punto y otra parte irrelevante. La tarea de uno es ignorar las afirmaciones irrelevantes a los asuntos que se está tratando de considerar, seleccionar las declaraciones que van al punto, y mantener la conversación avanzando en dirección pertinente. Para ser un oyente selectivo, hay que concentrarse en lo que el que habla está diciendo, resistiendo a la tentación de pensar por adelantado cuál será la respuesta de uno. Tenga muchas fiestas Si los líderes quieren apagar todo debate vivo, entonces haga esto: tenga una reunión para darles a las personas una oportunidad de hacer preguntas y expresar sus pensamientos. En esa reunión tal vez haya unos cuantos atacantes que nos dispararán unas pocas preguntas y comentarios superficiales; pero rara vez van a los asuntos medulares. Hay lugar para las reuniones, especialmente para dar información y darles a las personas oportunidad de hacer preguntas de aclaración. Sin embargo, es en las fiestas en donde las personas empiezan a relajarse y hablar de corazón. Es cuando las personas tienen algo de comida en sus estómagos y se sienten bien que se vuelven expresivas. Esto es especialmente cierto cuando las preguntas no son interrogación sino conversación de interés, cuando nuestros ojos, expresiones faciales, y tono de la voz comunica preocupación por ellas. Si los líderes quieren conocer el corazón y el pulso de la iglesia, es en una fiesta que pueden descubrir la verdad. Sin embargo, es trabajo duro para el líder asistir a una fiesta si quiere conocer el corazón de la iglesia. Un líder está allí no para ser ingenioso, impresionante, expresivo o importante. El líder va a la fiesta para ser un servidor lleno de amor que se abre a sí mismo al corazón de otra persona para aprender. Una fiesta nunca es el lugar para vender un programa o una idea. Siempre es el lugar para que los líderes escuchen a los corazones. Incluya a las personas en pasos pequeños Hay algo en la participación que ayuda a las personas a sentirse parte del grupo. La participación les da un sentido de pertenencia; provee estabilidad, identidad y confort. Para ayudar a las personas en sus temores, déles algo para hacer que sea pequeño y seguro, especialmente en grupos; les ayudará a mantener su asociación con la iglesia. Cuando las personas son activas con otras, tienen menos tiempo para languidecer en su temor. No empuje demasiado rápido; pero siga empujando Durante un cambio en el medio ambiente, si los líderes empujan demasiado fuerte, los empujados, especialmente los que están luchando con el temor, sufrirán. El cambio es como un embarazo. Una vez del cambio empieza, hay un período de gestación antes de que pueda tener lugar un nacimiento saludable. Si el empuje por el cambio es demasiado fuerte, entonces puede ocurrir un nacimiento prematuro y habrá un resultado nada saludable. Por otro lado, no empujar lo suficiente puede ser igualmente devastador. A la gente no le gusta cambiar. Hallarán muchas razones para retardar el proyecto. Tal vez haya unas pocas razones para la demora; pero hay más razones para avanzar. A menos que el liderazgo continúe apremiando, el cambio morirá una muerte nada natural: la muerte por descuido. Durante la fase de planeamiento debemos dedicar tanto tiempo y esfuerzo a planear para ayudar a las personas a lidiar con sus temores como lo dedicamos a planear el mismo cambio. Durante la fase de implementación del cambio, incluyendo el anuncio, debemos dedicar más tiempo y esfuerzo para ayudar a personas en sus temores que a otras partes de manejar el cambio. Con el correr de los años hemos tomado parte en muchos proyectos de cambio. No podemos recordar ni un solo proyecto en el que el liderazgo no haya planeado adecuadamente para el cambio. Sin embargo podemos recordar algunos de esos mismos proyectos de cambio que fueron como cirugía mal hecha. El paciente tal vez vivió, pero la vida nunca será la misma. Los problemas brotaron debido a que los líderes no planearon cómo ayudar a las personas en sus temores. A menudo los líderes, inclusive los líderes de iglesias, se juzgan a sí mismos basados en el plan de cambio. ¿Tuvo lugar el plan? ¿Se realizó el plan a tiempo? ¿Estuvo el costo del plan dentro del presupuesto? Pero Dios ha llamado a los líderes de la iglesia a un estándar más alto. Hemos intentado recordarles a los líderes lo que Jesús dijo en Mateo 22, cuando se le preguntó sobre el primer mandamiento de Dios. Jesús contestó que es amar a Dios con todo lo que uno es, y amar a los demás como a uno mismo. Como líderes debemos hacernos nosotros mismos la pregunta: «Si el proyecto fuera un éxito desde un punto mundanal de vista, pero no amó a los afectados, ¿se agradaría Dios?» Puesto que Dios se interesa por su pueblo y su iglesia, los líderes deben preocuparse por lo que le interesa a Dios; debe haber un plan cuidadosamente trazado para amar a las personas que reciben el impacto. Eso no quiere decir que no debamos hacer cambios firmes, pero debemos amar a las personas en todo el proceso. Trataremos de la implementación en mayor detalle en el capítulo 15. CAPÍTULO 10 CÓMO TOMAR DECISIONES DIFÍCILES Las emociones típicamente se intensifican cuando la iglesia toma decisiones que le afectan a uno y a la familia. Las personas en realidad se preocupan por esos asuntos que tocan sus relaciones personales, calendarios, billeteras o reputación. La iglesia se halla continuamente lidiando con asuntos altamente personales. Así es como debe ser. El cimiento de la iglesia es Jesucristo, pero se edifica en personas: personas por las que Cristo murió; personas que Dios ama y llama su esposa. Cuando los líderes toman una decisión que afecta a las personas, las personas desean ser parte de ese proceso. Quieren que sus voces se oigan y se atiendan sus deseos. Hace poco yo (Tim) experimenté la pasión que nuestra iglesia tiene por cultivar relaciones personales santas. En el transcurso de años recientes hemos estado descubriendo el poder de las relaciones personales; una jornada que está transformando nuestras vidas. En una reunión de información, se propusieron algunas nuevas ideas para estructurar nuestras relaciones personales. La idea de cambiar cómo estamos organizados para hacer el ministerio fue recibida con resistencia. A eso siguió un debate saludable y acalorado. Había que tomar una decisión al punto. Lo que los líderes habían planeado para esa noche no estaba teniendo lugar, pero había energía que fluía, y detener la interacción hubiera apagado el Espíritu. Así que, aunque no se planeó ni se tomó votación, tomé la decisión de dejar que el debate siga. Fue una decisión difícil para mí, porque en ese momento yo sentía la tensión entre «lo que se había anunciado» y «lo que está sucediendo ahora mismo». Para los líderes de la iglesia, tomar decisiones difíciles es una experiencia diaria. LA TOMA DE DECISIONES DIFÍCILES ES PERSONAL Y CORPORATIVA La toma de decisiones difíciles nos recuerda nuestras propias luchas personales en esto de ser conformados a la imagen de Cristo. Dios a menudo nos trata de maneras que no necesariamente nos gustan. El amor de Dios nunca cesa, pero él también nunca hace acomodos con su carácter. A menudo me recuerda que la iglesia es la esposa de Cristo. La obra de Dios se concentra en purificar a su esposa. La Palabra de Dios clara e intrépidamente indica que Dios está preparando una esposa santa para su Hijo santo (Efesios 5:26). En consecuencia, la obra de Dios incluye todo lo que hará a la esposa más perfecta y pura. Así, el cambio se vuelve la palabra del día. Quitarnos nuestro yo pecador y ponernos el nuevo yo en Cristo nos llama cada día a una vida de obediencia y cambio. Este proceso a menudo viene con una rendición renuente a nuestro Señor. A menudo atesoramos los hábitos del alma que nos hacen sentirnos cómodos en nuestra jornada terrenal. Los hábitos de la indulgencia propia, ociosidad, orgullo, adicciones y lástima de uno mismo levantan sus voces en protesta cada vez que el Espíritu de Cristo llama a una vida de rendición y sacrificio propio. Nuestro recorrido no es solitario. Avanzamos con otros peregrinos a quienes Dios nos llama a amar y servir. Nos reta la audacia de la idea de que en realidad tenemos que «llevarnos bien» y vivir una vida en unidad con Cristo y los unos con los otros. Nuestra naturaleza de pecado quiere que todo fuera asunto de «yo» y «mío», pero hay otros que también se llaman seguidores de Jesús. Necesitamos cantar y adorar al Señor juntos, y sin embargo luchamos en cuanto a cómo, cuándo y dónde. Sí, sería algo más fácil si pudiéramos decidir el estilo «apropiado» de música, la hora «precisa» para el culto, el centro de adoración de tipo «justo», con el líder de adoración «preciso». Sin embargo, la mayor parte de la vida en la iglesia no es cuestión de lo que nosotros preferiríamos. Así que, ¿cómo navegamos la cuestión de tomar esas decisiones que agradarán a nuestro Señor y motivarán a su pueblo a amarle y servirle? No se equivoque en este asunto de liderazgo. El liderazgo es cuestión de tomar decisiones bíblicamente sólidas, llenas del Espíritu y sabias, a tiempo. Hubo un comercial durante el Súper Tazón hace varios años que demuestra el reto que enfrentan los líderes. Empezaba con una escena del Oeste, con vaqueros montados en sus confiables caballos, el polvo llenando del aire, mientras los vaqueros gritaban y lanzaban silbidos para exigir la atención de esos . . . ¿esos gatos? Sí, gatos, no vacas, eran los objetos de «esos gateros». Tratando de conseguir que esos gatos de mente independiente, y caprichosos, avancen en la misma dirección al mismo tiempo era bastante imposible. Sin embargo, ese es el reto para los líderes de la iglesia hoy. Hoy, como en cualquier generación, Dios llama a los líderes a tomar decisiones bíblicas sabias que motiven a los seguidores de Jesús a vivir bien para nuestro Rey. Queremos presentarles a los líderes el reto de considerar no sólo su estilo de liderazgo, sino también la necesidad de tomar decisiones cuando hay mucho en juego y la presión es grande. Tenemos la confianza de que la mayoría de los que están en el liderazgo están buscando al Señor para descubrir su voluntad en cada situación. ¿Cómo es, entonces, que a menudo hallamos respuestas tan divergentes para las decisiones que el Señor nos pide tomar? PRINCIPIO 1 SATURACIÓN CON LA PALABRA DE DIOS Y ORACIÓN ¿Cuál sería un proceso bíblicamente sólido para tomar decisiones difíciles? Veamos unos pocos ejemplos bíblicos. La iglesia inicial enfrentó decisiones difíciles desde su comienzo. Hechos 1 empieza no sólo con el recordatorio de la comisión de Cristo a la iglesia, sino también responde a la pregunta: «¿Qué vamos a hacer ahora»?» Cristo ascendió y dejó atrás a la iglesia. Así que la iglesia se reunió en oración. Esa es la respuesta bíblica que se espera, ¿verdad? Por supuesto. Estaban siguiendo un patrón que Jesús les había enseñado: orar en privado (Mateo 6:6), orar en forma clara y sencilla (Mateo 6:7-13), orar antes de la selección de discípulos (Lucas 6:12ss), orar cuando uno quiere que los demás lo entiendan mejor (Lucas 9:18), orar en medio de la muerte (Juan 11), y orar continuamente (Lucas 11:9-10). Así que la iglesia se reunió, posiblemente por temor a los judíos, pero, más significativamente, a mi juicio, por obediencia y fe para esperar lo que el Señor les había prometido. Durante uno de esos tiempos de oración, Pedro les recordó el Salmo 109:8: «Tome otro su oficio». Esta dirección del Espíritu Santo llevó a la iglesia a pedirle a Dios una respuesta a una pregunta muy difícil: ¿quién iba a reemplazar al traidor? ¿Quién debía llenar los zapatos del que el Señor había seleccionado, y que le traicionó? La iglesia propuso a dos hombres. Seleccionaron a uno echando suertes. La iglesia dijo: «Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido» (Hechos 1:24). Echar suertes ya no es una práctica común. Sin embargo, la pregunta central es: «¿Estamos confiando en Dios?» ¿En quién confiamos al tomar decisiones? ¿La voluntad de quién nos interesa hacer? ¿La nuestra? ¿La de Dios? Fundamental para toda toma sabia de decisiones es la pregunta: «¿La voluntad de quién queremos ver que se realiza?» Pensar en orar y esperar en el Señor es fácil, y sin embargo no necesariamente fácil de practicar. Queremos acción ya. Necesitamos que esto se haga hoy. El mundo se abalanza al infierno, y necesitamos hacer algo al respecto ahora. Sin embargo, el patrón de las Escrituras nos dicen que nos tomemos tiempo, posiblemente un montón de tiempo, para esperar juntos en el Señor, y orar. ¿Por qué cosas debemos orar? ¿Qué es lo que la iglesia debe pedir mientras ora en cuanto a decisiones difíciles? Pablo explica en 1 Corintios 2:16: «Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo». El punto aquí es que por medio del Espíritu Santo los mismos pensamientos de Dios son comunicados a la iglesia en palabras que nosotros podemos entender. Por consiguiente, las Escrituras informan nuestro conocimiento de la voluntad de Dios. Así que la Palabra de Dios, la Biblia, debe informar nuestras oraciones. Es la revelación propia de Dios de sus propósitos y voluntad. Nos dirige hacia cómo debemos orar. ¿Cómo podemos hacer esto a nivel de liderazgo en la iglesia? Una experiencia contemporánea común que permite un encuentro con el Dios viviente, tanto individualmente como corporativamente, son los seminarios y conferencias con propósitos de educación. Muchos en la iglesia también han estado practicando retiros con propósito de oración y de oír la voz del Señor. Esas experiencias dan por sentado que Dios ha hablado en su Palabra, pero también que Dios habla mediante su Palabra por su Espíritu a la iglesia hoy. Aunque parece ayer, fue hace más de veinte años que yo (Tim) asistí a un retiro de liderazgo con líderes de la iglesia que estaba pastoreando. Había sido una temporada de oración, buscando juntos al Señor. La jornada había estado repleta de tropezones, vueltas y altos inesperados todo el camino, pero en esos varios días en el retiro empezamos a oír y a ver la voluntad de Dios desdoblarse ante nosotros. Por la oración, por la lectura y meditación en la Palabra de Dios, y en incontables conversaciones surgió un sumario claro y energizante del plan de Dios para nosotros. ¡Bingo! ¡Oímos! ¡Creímos! ¡Lo hicimos! Los líderes de la iglesia son llamados a tomar decisiones difíciles para la iglesia todos los días. ¿Cómo? Primero y primordialmente debemos dedicarnos nosotros mismos a la oración, a la inmersión en la Palabra de Dios y a oír a Dios. PRINCIPIO 2 OBEDIENCIA A DIOS, NO AL HOMBRE Los apóstoles, habiendo recibido el bautismo del Espíritu Santo, hallaron nueva intrepidez para predicar las buenas noticias de Jesucristo. Apasionadamente anunciaron que Cristo había resucitado, y que en su nombre había perdón de pecados y la recepción del Espíritu Santo. Esta intrepidez trajo persecución. Los líderes judíos envidiosos se vieron amenazados por la respuesta del pueblo al mensaje que ellos pensaban que habían suprimido al crucificar a Jesús. Ahora había un nuevo brote de predicación de Jesús como el Mesías. La predicación con intrepidez y los milagros trajeron la atención a los apóstoles. ¡Mala atención! Arrestos, juicios, encarcelamientos y azotes caracterizaron las primeras semanas después del nacimiento de la iglesia. La pregunta del día era: «¿Vamos a obedecer a Dios o a los hombres!» (Hechos 4:18-20; 5:29). Debemos tomar decisiones difíciles debido a la obediencia Dios, y no a los hombres. ¿A quién estamos tratando de agradar? ¿A Dios o a los hombres? ¿Qué presiones sentimos? ¿A quién estamos tratando de impresionar? Las decisiones difíciles exigen una clara comprensión de lo que es obedecer a Dios. El llamado a la obediencia de parte de de la iglesia nos pone en el filo cortante de la cultura. La iglesia es una catalizadora que produce olas de reacción, alterando a muchos que quieren confort y el estatus quo. Las decisiones difíciles no siempre se sienten bien, pero el Espíritu Santo da fe, paz e intrepidez para tomarlas. PRINCIPIO 3 HAY UN COSTO EN LA TOMA DE DECISIONES SANTAS Las decisiones difíciles cuestan algo. Para los apóstoles, les costó encarcelamiento, hostigamiento y flagelación. ¿Cuál fue su respuesta? «Así, pues, los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre» (Hechos 5:41). ¿Qué significa esto para los que toman decisiones difíciles de liderazgo hoy? En primer lugar, no quiere decir vivir con un complejo de mártir. No necesitamos ir por todos lados pensando: ¡Ay de mí, me hostigan por causa de Jesús! Nadie me quiere. Soy nada más que un humilde siervo de Jesús. En segundo lugar, necesitamos pensar sinceramente en presentar una verdadera expresión de cristianismo. ¿Somos relevantes culturalmente o en acomodos culturalmente? ¿Vemos que nuestra iglesia produce verdaderos seguidores de Jesucristo o cristianos cómodos? ¿Están nuestras vidas siendo transformadas por Cristo o conformándose al mundo? ¿Nos impulsa el éxito, la significación o el sacrificio? ¿Estamos procurando agradar a otros? ¿Estamos tratando de satisfacer nuestro insaciable deseo de satisfacción personal? Muchas preguntas difíciles surgen al pensar en la obediencia a Cristo. Tercero, ¿qué estamos predicando y enseñando como las buenas noticias de Jesucristo? ¿Cuál es nuestro mensaje? ¿Qué acciones estamos llamando a las personas que hagan? ¿«Demandamos» algo de los seguidores de Jesús? ¿Quién es este Jesús que murió por nosotros, un mequetrefe o el Señor soberano? Complacer a nuestro Señor fue la fuerza impulsora en la vida de los apóstoles. Pablo dijo: «Por eso nos empeñamos en agradarle» (2 Corintios 5:9). Este es el mayor de todos los objetivos, y es costoso. PRINCIPIO 4 ¿VIDA O MUERTE? Las decisiones difíciles quieren decir vida o muerte. Hechos 5:1-11 ilustra la actividad del Espíritu Santo al demostrar su castigo en los que mienten. Los líderes de la iglesia deben afirmar las decisiones difíciles de Dios sobre el pueblo de Dios por su desobediencia. Hacer preguntas claras y cruciales llega a ser el papel de esos líderes que modelan la llenura del Espíritu Santo. Las decisiones difíciles exigen preguntas difíciles. Preguntas altamente personales son el orden del día para los líderes de la iglesia. El texto de las Escrituras no dice cómo Pablo sabía que Ananías había mentido. En Hechos 5:3 Pedro pregunta: «—Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno?» Probablemente esa no fue una pregunta fácil de hacer. Habiendo experimentado muchas expresiones poderosas de la obra del Espíritu Santo en y mediante su vida, Pedro tal vez no quería enfrentarse de nuevo a la obra del maligno. Sin embargo, no ignoró el asunto. Pedro hizo la pregunta dura, una pregunta altamente personal, y una pregunta que confrontó una cuestión de vida o muerte. Tomar decisiones difíciles quiere decir hacer las preguntas difíciles, que son honestas ante Dios, otros y nosotros mismos. PRINCIPIO 5 HAY QUE INCLUIR A OTROS EN EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES El crecimiento de la iglesia inicial trajo consigo muchos problemas. Con estos problemas vino la necesidad de tomar decisiones estratégicas de liderazgo. El Espíritu Santo morando en ellos era con toda certeza la dirección divina que vemos en las actividades de los apóstoles. Por consiguiente, la sabiduría de Dios se puede discernir mediante su conducta. Hechos 6 introduce el problema de discriminación racial. (No hemos avanzado gran cosa en veinte siglos, ¿verdad?). La respuesta de los apóstoles a este reto nos instruye cómo tomar decisiones rápidas y difíciles. Primero, no negaron que hubiera un problema. Segundo, escucharon bien. Tomaron tiempo para oír la queja. No dieron excusas. Es más, respondieron con un plan positivo. Ellos, como Moisés en la antigüedad, delegaron la responsabilidad a personas competentes. «Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres» (Hechos 6:3). Creían en la obra de Dios en otros y por medio de otros. Los apóstoles comprendieron su papel de liderazgo como oración y ministerio de la Palabra. Evitaron distracciones de su trabajo y una distorsión de su poder. Multiplicaron la fuerza laboral al delegar el problema a personas competentes. En poco tiempo el problema se atendió y resolvió. Además, la obra del Señor continuó sin detenerse, y sin distracciones ni distorsiones. La toma de decisiones difíciles incluye fortalecer a otros para que sean parte de la respuesta. Cuando pensamos demasiado alto de nosotros mismos, distorsionamos el uso del poder. Los líderes a menudo cometen el error de asumir demasiada responsabilidad. Dios piensa en términos de equipo. Los apóstoles atendieron esta cuestión altamente emocional con la dirección del Espíritu Santo. Permitieron que los que tenían el problema sean parte de la solución, y en el proceso fortalecieron a líderes competentes para servir a la iglesia. Necesitamos tomar decisiones difíciles a la luz de quién puede ser parte de la solución, no el problema. Cuando el liderazgo liberta poder gracias a la identificación apropiada y afirmación de otros, las decisiones difíciles llegan a ser oportunidades para el crecimiento y desarrollo del cuerpo de Cristo. Es importante no sólo cómo resolvemos los problemas, sino también por medio de quienes resolvemos los problemas. PRINCIPIO 6 DELEGACIÓN: UNA SENDA AL FORTALECIMIENTO La delegación puede ir en dos sentidos: hacia arriba o hacia abajo de la «jerarquía». En Hechos 8 el evangelista Felipe había experimentado una respuesta fenomenal de parte de la gente de Samaria. Su predicación y los milagros que Dios realizó dieron gran gozo a la ciudad (Hechos 8:8). Sin embargo, las personas no habían recibido el Espíritu Santo. Así que Pedro y Juan vinieron y les impusieron las manos a los creyentes para que ellos también recibieran el don del Espíritu Santo como lo prometió Jesús. Este método de trabajo en equipo a la experiencia de la salvación no hizo que Felipe se ponga envidioso de Pedro y Juan; se dio cuenta de que eran un equipo. Felipe delegó a los que estaban por encima de él, los apóstoles, para autenticar y completar la obra de ver que la iglesia nacía en Samaria. Simón, el ex hechicero, quería el poder de los apóstoles para gloria propia. Simón quiso comprar esa capacidad. Pedro le reprendió directamente: «—¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero!» (Hechos 8:20). Felipe entendió, y Simón no, que Dios había dado a ciertas personas dones y papeles que otros no tenían. El llamado y dones de Dios en la vida de cada persona necesitan informar nuestras decisiones difíciles. Uno no puede comprar lo que sólo Dios puede dar. En Hechos 6 los apóstoles delegan una tarea específica a los siete diáconos. También delegan a la iglesia la responsabilidad y criterios para escoger a los siete hombres que tratarían el problema específico de la distribución de recursos. Así que la delegación puede incluir la consideración de criterios específicos para la selección de personal, la tarea específica, y el número de personas para realizar la tarea. La delegación, entonces, sea hacia arriba o hacia abajo, debe informar el proceso de toma de decisiones. PRINCIPIO 7 LOS ABSOLUTOS ABSOLUTOS Hechos 15 presenta cómo la iglesia lidió con asuntos difíciles de doctrina. Aquí la iglesia confronta no sólo a una persona, como en Hechos 8, sino a un grupo de individuos con una profunda consagración a un valor que consideraban muy alto. La cuestión de la salvación por la sola fe en Cristo estaba en juego en este debate y decisión crucial. El contexto indica que la etnicidad también jugó un papel en el desacuerdo. ¿Qué iban a decir los apóstoles? ¿Cómo iban a atender este asunto? Había una cantidad de testigos de la verdad de la salvación por sólo la fe en Cristo. Pedro habló de la conversión de los gentiles y que ellos habían recibido el Espíritu Santo. Recalcó que «Más bien, como ellos, creemos que somos salvos por la gracia de nuestro Señor Jesús». Pablo y Bernabé describieron cómo Dios había visitado a los gentiles con señales milagrosas y prodigios. Luego Jacobo concluyó citando al profeta Amós: «todas las naciones que llevan mi nombre» (Hechos 15:6-17). Las decisiones difíciles, informadas por la palabra de Dios y múltiples testigos, dan claridad y unidad a la iglesia. Todos los apóstoles decían lo mismo. Una voz unida hablaba por la iglesia: la Palabra de Dios, la experiencia de ver a Dios trayendo a los gentiles a la salvación como lo había hecho con los judíos, y la evidencia de señales y prodigios. Cuando hay consenso en el liderazgo de la iglesia en concierto con la Palabra de Dios, se pueden tomar con confianza decisiones difíciles. PRINCIPIO 8 LAS EMOCIONES Y LA TOMA DE DECISIONES A veces es emocionalmente difícil tomar decisiones difíciles. Pablo y Bernabé tuvieron un conflicto en cuanto al valor de Juan Marcos como colaborador. Pablo veía a Juan Marcos como uno que se rajaba. Bernabé había percibido algún crecimiento y desarrollo en Juan Marcos. Así que esta disputa sobre una cuestión de personal llevó a Pablo y a Bernabé a marchar en direcciones diferentes (Hechos 15:39). Las decisiones difíciles tal vez no se sientan bien, pero pueden ser buenas. Hallar objetividad en asuntos cargados emocionalmente requiere que sometamos nuestros sentimientos a nuestro pensamiento. Hay razón para que las negociaciones laborales tengan períodos de «enfriamiento». De la misma manera, los líderes de la iglesia necesitan tomar el tiempo y espacio necesarios para captar una noción saludable de los asuntos. A menudo me pregunto por qué tantas juntas de iglesia, comités, fuerza de trabajo, etc., se reúnen por la noche, incluso a horas avanzadas, cuando la gente está cansada y sus niveles de energía son bajos. Me parece que estamos buscando problemas. La Biblia en efecto dice: «El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil» (Mateo 26:41). La sabiduría, entonces, nos llama a planear y programar reuniones para el ministerio cuando el cuerpo y el espíritu pueden estar en su mejor forma. Dios también les da a los miembros de su cuerpo diferentes perspectivas. Aunque Pablo y Bernabé tuvieron un «agudo desacuerdo», el ministerio siguió. El Señor siguió usando a Bernabé y a Pablo. La expansión de las buenas noticias a Europa fue un resultado. Juan Marcos maduró bajo la mentoría de Bernabé, y años más tarde Pablo pidió su ministerio en un momento muy crucial (2 Timoteo 4:11). Necesitamos tener presente que las emociones pueden distorsionar y dominar las decisiones de manera insalubre. Por consiguiente, asegúrese de prepararse bien. Las malas decisiones son más destructivas que la falta de decisión. Trabajar en las decisiones difíciles de la manera apropiada no necesariamente hace que se sienta bien. Pero las malas decisiones tienen resultados complejos. Por consiguiente, permita que el Espíritu controle y llene toda decisión con su Palabra y su presencia. SUMARIO Y APLICACIÓN La tomar de decisiones bíblicamente sanas, llenas del Espíritu, sabias y a tiempo es en lo que consiste el liderazgo en su mayor parte. Podemos influir en nuestras iglesias para el bien cuando aplicamos estos ocho principios para la toma de decisiones difíciles. La saturación en la Palabra de Dios y la oración intencional elevan nuestra capacidad para conectarnos con Dios. Esta interacción dinámica con el Espíritu Santo llena nuestras mentes y pasiones con sus deseos. En cooperación con otros creyentes esto forma una comunidad vibrante. Las comunidades de los fieles sueñan en seguir a Dios cueste lo que cueste. Cuando llega la prueba que la alejaría de este encuentro santo, la iglesia tendrá el valor para decir, como Pedro: «Debemos obedecer a Dios, y no a los hombres». Las iglesias con esta naturaleza vibrante comprenden que hay un costo para ser un verdadero seguidor de Jesucristo. Las decisiones que exigen el sacrificio les da una causa por la cual vivir y morir. Los que tienen pasiones inferiores hallan sólo una experiencia tibia con el Cristo viviente. Qué triste oír que algunos que se llaman por el nombre de nuestro Salvador tienen intenciones de codicia. Algunos que se reúnen en la iglesia no son otra cosa que espías y sabandijas, haciendo rapiña del amor y buena naturaleza de los creyentes altamente consagrados. Jesús dijo que el reino de Dios es como un campo en donde la semilla buena y mala echan raíz y crecen juntas. Sin embargo, al fin de siglo, cuando llegue la cosecha, habrá separación. Los seguidores de Jesús no deben dejarse distraer por los que siguen el camino ancho. Cuando escogemos incluir a otros en el proceso de toma de decisiones, nuestra confianza inspira excelencia. La confianza genera energía para el servicio y el sacrificio. Por consiguiente, recibimos con brazos abiertos la oportunidad de ver a otros participando en la toma de decisiones, y no meramente como criados que obedecen nuestras órdenes. Hay ocasiones cuando debemos trazar la línea la arena. «Nada de acomodos aquí» debe salir en nuestros labios cuando las mentes débiles o motivos corruptos ponen en tela de duda las cuestiones de ortodoxia. Pensamos bien y nos levantamos muy alto por las cosas que jamás deben cambiar. Las emociones convierten en colores vivos las fotografías en blanco y negro. Sin emociones, la vida no necesita canto. Sin embargo nuestras emociones a veces pueden inundar el barco y hundirnos. La Biblia dice que debemos llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia que se halla en Cristo (2 Corintios 10:5). Pablo nos exhorta: «Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo» (Efesios 5:21). Así que nuestras emociones y pensamientos deben hallar el equilibrio al someter todo sentimiento y pensamiento a Cristo y su iglesia. Las decisiones difíciles a menudo requieren tiempo y reflexión. Sin embargo, el proceso rinde sabiduría sólida y fruto para la iglesia en el cumplimiento de su misión para Cristo. ALGUNOS SE QUEDARÁN, ALGUNOS SEGUIRÁN Yo (Tim) tengo dos amigos especiales de los días del seminario, Bob y Roger. Ya hemos recorrido veintinueve años desde el día de graduación. Hemos servido en numerosas congregaciones en cinco estados. Hemos conversado, meditado y orado sobre muchos asuntos de relaciones personales. En varias ocasiones hemos luchado para saber cómo responder a individuos que discrepan fuertemente con nosotros. Desde ataques personales contra nuestro carácter, llamamiento y talento relativo a varias opciones de métodos de ministerios y programas, hemos debatido y dialogado sobre lo que deberíamos hacer. Una conversación común pasa por mi mente vez tras vez. Pienso en los resultados: «Algunos se quedarán, otros se irán». ¿Debemos quedarnos? ¿Debemos irnos? Nos estremece el pensamiento de que nuestras decisiones, o la decisión de la junta o la congregación influirá en algunos miembros para que se vayan y busquen otra iglesia. O en una organización paraeclesiástica, una decisión de adoptar un nuevo estilo de ministerio hará que algunos donantes dejen de ofrendar, que miembros leales del personal se vayan, o a miembros de la junta que renuncien. Tomar decisiones difíciles quiere decir que «algunos se quedarán, y algunos se irán». Debemos vivir por fe, incluso en las decisiones difíciles. PARTE TRES LA IMPLEMENTACIÓN DE DIRIGIR EN EL ESPÍRITU CAPÍTULO 11 UNA SENDA PARA EL LIDERAZGO DEL ESPÍRITU SANTO Jesús dijo: «edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella» (Mateo 16:18). ¿Cómo se ve eso en el siglo veintiuno? Hemos tenido el privilegio de viajar a veintenas de naciones por todo el mundo en servicio a la iglesia de Cristo. Es fácil ver que a Dios le encanta la variedad. En muchas ocasiones nuestra experiencia ha demostrado que la iglesia de Cristo es dinámica, creciente y determina una gigantesca diferencia en nuestro mundo. Las iglesias, sin embargo, no siempre son saludables. Muchas iglesias experimentan una forma retorcida del cristianismo. No obstante, Dios todavía obra para sanar y hacer crecer iglesias que reflejan una relación íntima con él y un ministerio de atención en el mundo, a pesar de los métodos retorcidos del hombre. Hasta este punto se nos ha presentado el reto de considerar la médula del asunto en la salud y crecimiento de la iglesia: ¿Estamos conectados íntimamente con Jesucristo? Creemos que la iglesia a menudo ha descuidado o no sabe cómo dejarse guiar por el Espíritu Santo. Como líderes cristianos necesitamos desesperadamente a Dios, y sólo en comunión vital con él oiremos su voz y guiaremos a su pueblo en santidad. Esta relación dinámica entre Dios y su pueblo no se puede pasar por alto en nuestras vidas o ministerios. En términos de dirigir una iglesia u organización cristiana, esta relación incluye entender el proceso de liderazgo y administración organizacional. Tres ingredientes y principios proveen una manera saludable y productiva de ver unidad y fruto en el cuerpo de Cristo. El esfuerzo humano no puede duplicar o reemplazar a lo divino y sobrenatural. Sin embargo el Espíritu Santo ha dotado a muchos creyentes con liderazgo y administración para dirigir y guiar a la iglesia. Al pensar en lo que quiere decir que la iglesia sea impulsada por el Espíritu, no podemos pasar por alto esos dones que el Espíritu da a su iglesia para estos propósitos. Christian A. Schwarz, en su libro Natural Church Development [Desarrollo natural de la iglesia], menciona ocho ingredientes que contribuyen positivamente al crecimiento de una iglesia saludable. Uno de los ingredientes clave en este proceso de crecimiento tiene que ver con la organización y administración. La iglesia necesita estructura y proceso. El Espíritu Santo ha dado a ciertos creyentes estos dones. Cuando los dones administrativos se combinan con otros ingredientes, la iglesia crecerá. Por consiguiente Schwarz concluye: «Un medio ambiente saludable hace que las iglesias crezcan».1 No hay que obligarlas a crecer; cuando el clima es apropiado y los ingredientes están bien mezclados, entonces la iglesia crece en forma natural. Las experiencias de nuestra vida nos han llevado a escribir este libro con un énfasis en las dimensiones espirituales del liderazgo y administración, y una noción de conectarnos con Dios y poner en práctica su presencia en todo lo que hacemos. Por consiguiente, tenemos que hablar de la necesidad de andar en el poder del Espíritu Santo y el proceso de escuchar la voz del Espíritu Santo. La dirección del Espíritu Santo viene conforme escuchamos y obedecemos. Ahora hemos llegado a una de las principales razones para escribir este libro: el liderazgo y administración organizacionales dirigidas por el Espíritu Santo. En nuestro trabajo con la iglesia hemos experimentado reacciones extremas a la idea de los principios de organización. Algunos dicen que estos son principios del mundo y que no deben ser parte del liderazgo en la iglesia. Prefieren mirar a la iglesia sólo en sus relaciones personales o de familia. Estos individuos dirigen a la iglesia como si fuera una familia, con muy poco énfasis en los principios organizacionales. Otros ven a la iglesia como una empresa. Sus congregaciones las dirigen los que promueven un gran sentido de responsabilidad, fijan metas y estructura. Muchas de estas congregaciones han crecido y son extremadamente grandes (megaiglesias) y son el tamaño preferido de iglesia para el 12 por ciento de adultos de los Estados Unidos de América. Es más, por lo menos el 51 por ciento de todos los adultos evangélicos asisten a iglesias que tienen más de 100 miembros adultos. Los estadounidenses parecen preferir lo grande, opciones para horas de adoración, grupos de enfoque (por lo general dirigidos a niveles de edad o de la vida), y especialmente ministerios para niños y adolescentes. Somos consumidores, y nuestra economía y vida de iglesia a menudo lo muestran.2 Sea que la congregación tenga veinte o veinte mil, todas tienen que vérselas con alguna forma de administración organizacional. Le afirmamos que los principios y procesos que siguen, cuando se los une con un corazón por Dios, una dependencia de él en oración, y una expectativa de que nos reuniremos con su iglesia y la fortaleceremos para que crezca, será una de las experiencias más emocionante de su vida. No podemos pensar en nada más emocionante que ver una iglesia local u organización misionera saludable floreciendo por el poder del Espíritu Santo y el liderazgo de sus santos dotados. Hemos observado congregaciones que han oído la voz de Dios al buscarle, y se han atrevido a compartir juntos sus sueños. Han hallado una unidad de visión que los impulsa a una temporada de transformación y crecimiento. Muchas iglesias han hallado esta misma experiencia. Tal vez usted anhela tal experiencia, y sin embargo está frustrado, sin saber cómo dirigir a su congregación mediante un proceso probado. Por favor, siga leyendo. Esta senda propuesta puede conducir a salud y crecimiento para su iglesia o ministerio cristiano. Cualquiera con valentía, fe y perseverancia puede hallarla conforme el Espíritu de Dios dirija. Creemos que vale la pena nuestro tiempo y energía; y nuestras vidas. ¿CUÁL ES EL SECRETO? El secreto es cuando líderes dotados, apoyándose en el Espíritu Santo, aplican principios dados por Dios de liderazgo y administración en un proceso sistemático. Esto resulta en crecimiento sobrenatural; crecimiento que no se puede explicar por nuestra experiencia normal. Dios produce el crecimiento conforme aplicamos su verdad a nuestras relaciones personales en la iglesia. El crecimiento y la salud harán a la iglesia atractiva a ojos de los que no tienen una experiencia con el Señor Jesucristo. Piense conmigo mientras recorremos como se ve este proceso sistemático. PASO UNO: Propósito La vida tiene un propósito; el propósito de Dios. El propósito de Dios es que le conozcamos y disfrutemos de su presencia tanto que otros nos identifican con él. Nos convertimos en agentes divinos de su vida aquí la tierra. «Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden. Para éstos somos olor de muerte que los lleva a la muerte; para aquéllos, olor de vida que los lleva a la vida» (2 Corintios 2:15-16). PASO DOS: Misión El propósito de Dios para nosotros se aclara en su misión para la iglesia. Una vez le preguntaron a Jesús: «¿Cuál es el más grande mandamiento?» Él respondió: « —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”—le respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”» (Mateo 22:37-39). En sus días finales con sus discípulos Jesús los comisionó con estas palabras: «Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes» (Mateo 28:19-20). Esta misión ha sido el clamor de la iglesia por más de dos mil años. Hoy, miles de millones de personas del planeta Tierra saben de la salvación de Cristo y son seguidores de Jesucristo. Muchos creyentes están diligentemente comprometidos a conocer a Cristo y darlo a conocer. No se equivoque; Cristo está edificando su iglesia. PASO TRES: Visión Debido a que el Espíritu Santo vive en su iglesia, los llamamientos singulares de Dios se expresan en visión personal y corporativa. La visión es altamente personal. Las personas tienen visiones. El Espíritu de Dios planta sueños en las mentes y corazones de jóvenes y viejos. Un ejemplo fue «Youth Alive 2005» [«Adolescencia Viva 2005»] en Beaverton, Oregón. Este esfuerzo evangelizador reunió a más de dos mil adolescentes en el plantel de la secundaria Sunset el 30 de abril de 2005, para oír el mensaje de las buenas noticias de Jesucristo. Este suceso fue la culminación de un sueño que empezó unos nueve meses antes en un campamento de vacaciones. El sueño de un joven contagió a docenas de sus compañeros de clase. ¿De dónde vino este sueño? Vino del Dios Espíritu Santo. ¿Cómo vino? Vino mediante la predicación de un talentoso evangelista en un campamento de vacaciones. ¿Cuál fue el resultado del sueño? Cientos de colegiales de secundaria oyeron el evangelio de Jesucristo y recibieron el reto de seguirle. Tenemos que entender el poder y proceso de la visión. El capítulo 12 nos guiará más cerca a esa capacidad. La misión de Dios necesita expresiones personales y contemporáneas. Por consiguiente, Dios consistentemente le habla a su pueblo sobre cómo cumplir su misión en cada generación. Estas visiones pueden durar por una temporada breve o larga. Pensamos que la visión capta el plan de Dios para un cierto pueblo para una temporada de jornada de la vida. Hay que celebrar las visiones o sueños cuando se cumplen y renuevan para las necesidades de cada nueva generación. Una vez que la visión capta su mente y corazón, usted necesita un sendero para poner en práctica la visión. Si no se lo desarrolla, el sueño será sólo una novelería pasajera. Sin embargo, cuando se abrazan los métodos y procesos ordenados por Dios para llevar su visión a la realidad, conocerá el poder de Dios en una dimensión totalmente nueva. El resto de este libro le presentará los pasos de planeamiento y organización. Estos principios reflejan naturaleza de Dios como Creador. Dios es diseñador. Dios edifica equipos. Dios es un trabajador. «Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús» (Filipenses 1:6). PASO CUATRO: Oración y Planificación Dios está obrando hoy. Dios está obrando en nosotros. También desea trabajar por nosotros. ¿Cómo? Dios obra por medio de nosotros por su Espíritu, por sus principios ordenados de liderazgo de administración, y por los creyentes dotados que él fortalece. La iglesia se compone de personas. Las personas forman el equipo para el ministerio. Las personas son el ministerio. Así que con la planificación vienen las personas. ¿A quién ha traído Dios al equipo? El equipo se adueña del sueño cuando participa en la oración y la planificación de los pasos de acción que convertirán en realidad el sueño. Por consiguiente, el equipo debe participar estratégicamente en la oración y el planeamiento de las estrategias para cumplir el sueño. PASO CINCO: Organización y estructura La organización aclara quién hace qué, quién trabaja con quién, quién informa a quién, y cuándo se debe hacer todo esto. La organización debe fomentar un medio ambiente en donde las personas se sientan seguras y trabajen productivamente. ¿Por qué? Como Dios de orden, Jesús quiere que su iglesia se sienta segura. Él creó el universo de una manera ordenada. «El que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa» (Hebreos 1:3). Él uso a los apóstoles para organizar a la iglesia (Tito 1:5). Él ordena que se gobierne a la iglesia de una manera ordenada (1 Corintios 14:40). Dios quiere que usted sea feliz. La felicidad no tiene lugar por mucho tiempo en un estado caótico. Las estructuras y el orden dan paz y armonía en las relaciones personales. Las formas pueden llegar a ser rígidas y mortales, pero cuando la evaluación y la renovación son partes regulares del proceso de liderazgo, se preserva la vida para todos los que participan. Algunas iglesias están híper organizadas y minimizan la espontaneidad e innovación. A otras iglesias les falta organización, y sufren de ineficiencia y oportunidades perdidas. La falta de organización produce un medio ambiente inseguro. Demasiada organización, aunque a menudo produce un medio ambiente seguro, minimiza la capacidad de conectarse con el ahora. Llevan tanto tiempo procesar las cosas que la iglesia pronto existe para la iglesia y no para la visión que dio lugar a su nacimiento e inspiración. PASO SEIS: Implementación e informes Con el plan y las personas en su lugar, se implementa el ministerio. Se diseñan e inician programas. Se recogen fondos y se gastan. Se compran edificios y se los prepara para los cultos. Se emplea personal. Se realizan sesiones de entrenamiento. Ministerio de toda forma, tamaño y sonido empieza a enfocar a la iglesia para servir a nuestro Señor. PASO SIETE: Evaluación y renovación Nuestras vidas llevan las cicatrices del pecado. En el mejor de los casos andamos rengueando por la vida como soldados heridos. El gozo, sin embargo, no depende de nuestra condición, sino de nuestra posición en Cristo. Por consiguiente, todo lo que tocamos necesita renovación. Nuestras imperfecciones pronto manchan lo que producimos. Los ministerios que producimos para servir a otros a menudo se mantienen para servirnos a nosotros mismos. La iglesia clama renovación. El Espíritu de Cristo en nosotros anhela ser fresco y pertinente a las cuestiones de nuestro día, pero el pecado continúa produciendo callos en nuestros corazones y manos. Lo que producimos hoy en términos de ministerios para la iglesia necesita repaso y renovación mañana. Esta es la condición de nuestro mundo caído. Por consiguiente, los líderes de la iglesia consistentemente debe evaluar y modificar sus planes y programas. ¿Por qué? Porque somos pecadores y necesitamos de la gracia de Dios en todo lo que hacemos. Debemos verificar nuestros motivos y métodos a fin de seguir siendo santos y útiles. Él es sagrado. Nosotros somos pecadores. Los absolutos de Dios nos fortalecen para analizar todo lo que somos y hacemos. Cuando el Señor nos juzga y disciplina, NO seremos condenados con el mundo (1 Corintios 11:32). Los principios de liderazgo y administración organizacional, cuando se los aplica a la iglesia, inspiran a las personas a sobresalir en el ministerio. Cuando las personas tienen una visión convincente, una senda clara de servicio, un equipo con la misma visión, un entrenador que aclara preguntas, y el Espíritu Santo viviendo en ellas, suceden cosas sobrenaturales. Los líderes en efecto necesitan seguir los caminos de Dios en el ministerio. Los métodos no son sagrados, pero Dios los usa. Sólo el poder de Dios puede hacer que sucedan cosas sobrenaturales. Sin embargo Dios en efecto obra por medio de las personas para hacer que sucedan. El Espíritu de Dios vino sobre la iglesia en Hechos 2 de una manera sobrenatural. Sin embargo, desde ese momento y en adelante, vino mediante la predicación del evangelio y la imposición de manos por los apóstoles. Dios obra por medio de las personas, no a pesar de las personas. Por consiguiente, le llamamos a adquirir una nueva intrepidez y confianza en Dios y en sus caminos con nosotros. EL CUMPLIMIENTO DE LA VISIÓN ¿Tiene usted un sueño? ¿Hay algo de que usted está convencido que Dios quiere que haga? ¿Está usted constantemente bajo la influencia de Dios? ¿Tiene una pasión candente de que él le está llamando a servirle de cierta manera? ¿Qué está haciendo al respecto? No hacer nada en cuanto a un sueño o visión es permitir que el fuego se enfríe y el viento de la indiferencia congele nuestras almas. En lugar de indiferencia, la fe dice: «¡Haz un plan!» La fe dice: «¿Cuál es el siguiente paso?» La fe dice: «¿Con quién puedo conectarme?» y «¿Quién ha hecho esto antes?» y «¿En dónde están otros haciendo algo como esto?» ¿Tiene usted un plan pero no equipo? ¿Tiene equipo pero no recursos? ¿Se ha secado su ministerio y no hay poder? ¿Está su iglesia viviendo de recuerdos pasados? ¿Necesita un toque de Dios? Estamos convencidos de que usted puede ser renovado en su andar con Dios y su servicio a él. Pero hoy usted necesita actuar. Necesita dar un paso en dirección de obediencia a él. ¡Dios está extendiéndose para alcanzarlo a usted! ¡Usted necesita devolver el favor y extenderse para alcanzarlo a él! ¿Cómo? Consagre su vida a una total dependencia en el Espíritu Santo. Dios le hablará hoy a usted y su iglesia. Muestre fe con lápiz y papel (o computadora si lo quiere). Al leer y responder a las preguntas que se hacen en los capítulos 11—16, anote sus pensamientos. Estamos convencidos de que estos son pensamientos del Espíritu de Dios para su espíritu. Dios tiene una visión, plan y equipo para que usted dirija o para que forme parte de ellos para propósitos de su reino. ¡No se pierda la oportunidad de adorar y servir al Rey de reyes y Señor de señores! Después de que haya escrito sus notas, tome tiempo para meditar con el Espíritu Santo. Entonces, vuelva a titular sus notas y prepare una agenda de oración. Empiece un diálogo con Dios. Pregúntele: «¿Dónde está el equipo? ¿Dónde debemos empezar? ¿Cuándo debemos empezar?» o: «¿Cómo empiezo de nuevo? ¿Con quién necesito reconciliarme?» Consideraremos ahora estos conceptos y completaremos una tabla3 sobre estos temas en capítulos subsiguientes y en la guía del lector al descubrir las intenciones de Dios para su iglesia. Vea más información en el apéndice. CAPÍTULO 12 LO QUE DIOS TIENE EN MENTE: PROPÓSITO, MISIÓN Y VISIÓN Intimidad —intimidad abierta y transparente— es el deseo de millones de corazones hoy. La intimidad real es esa relación personal elusiva, indescriptible, que parece justo fuera del alcance de nuestros dedos, similar a la olla de oro al fin del arco iris. Y sin embargo nuestro Padre Dios está ofreciendo esa intimidad con él, una relación personal afectiva tan profunda que abruma toda parte de nosotros, atrayéndonos más hondo a él. Esto es lo que hemos estado presentándole, específicamente en lo que tiene que ver con la iglesia y el liderazgo de la iglesia. En todo este libro hemos intentado pintar el cuadro de que el liderazgo fluye de una relación personal profunda, dinámica, de amor dependiente con Jesucristo. Hemos descrito cómo nuestra relación con Cristo impulsa nuestro oír (capítulo 5), nuestro amor por las personas (capítulo 6), nuestra comprensión de su dirección (capítulo 7), nuestra comprensión del impacto que el temor ejerce sobre el liderazgo (capítulo 8), nuestra capacidad para ayudar a otros en sus temores (capítulo 9), y cómo tomar decisiones difíciles (capítulo 10). Todo esto es importante, y sin embargo en una organización como una iglesia o ministerio paraeclesiástico, lo que hacemos mañana cuando nos levantemos empieza con propósito, misión y visión; y eso también viene de Dios. DEFINA SUS TÉRMINOS Hay confusión en cuanto a lo que quiere decir propósito, visión y misión. Por ejemplo, dos de nuestros autores favoritos, Aubrey Malphurs y Bobb Biehl, discrepan en cuanto a propósito y misión. Malphurs separa propósito y misión. Dice que «el propósito responde a la pregunta de por qué existimos, en tanto que misión responde a la pregunta en cuanto a lo que se supone que debemos estar haciendo».1 Biehl considera que la declaración de propósito y declaración de visión son lo mismo. La declaración de visión (propósito) responde a la pregunta: «¿por qué existe nuestro equipo?»2 Ambos autores concuerdan en la pregunta inicial, pero Malphurs hace separación entre la misión y el propósito. El punto es que ambos hombres gozan de respeto y credibilidad en el mismo campo, y sin embargo usan las palabras que manera diferente para hablar de conceptos similares. Hay sólo una manera en que sabemos cómo lidiar con la confusión dentro del liderazgo de la iglesia. Ustedes van a tener que pasar tiempo aclarando y llegando a un acuerdo en cuanto a palabras y sus definiciones. Lo que no debemos hacer es meternos en discusiones teniendo diferentes definiciones para nuestras palabras. Sería como una conversación en familia en donde el padre comenta sobre el número de extraños en la ciudad (pensando «personas que no son ciudadanos»), y el hijo comenta cuánto le gustaría conocer a uno (pensando «seres de otro planeta»). Desdichadamente, la confusión en cuanto palabras y definiciones es demasiado común, e incluso más desdichado es que los líderes no se dan cuenta de la confusión, puesto que la mayoría da por sentado que sus propias palabras y definiciones son comunes para todos. El resultado pueden ser malos entendidos, conflicto o ambas cosas. A fin de minimizar la confusión en este capítulo y poder centrarnos en las implicaciones, proveeremos una base común para el diálogo proveyendo nuestras definiciones para los términos que usamos. Declaración de propósito Derivamos de Malphurs y Biehl para el pensamiento inicial: el propósito de Dios para nuestra iglesia o ministerio. La declaración de propósito contesta a la pregunta: «¿Por qué existimos?» Esa es una pregunta difícil de contestar. Esta ciertamente repleta de implicaciones teológicas. Si damos por sentado que Dios creó el mundo primordialmente para demostrar su poder, entonces nuestra respuesta será a la luz de eso. Si damos por sentado que Dios lo creó para enfocar la atención en sí mismo, entonces nuestra respuesta será a la luz de eso. Si damos por sentado que Dios nos creó debido a un derramamiento del amor infinito dentro de la Trinidad, entonces nuestra respuesta será a la luz de eso. Si sostenemos todas estas tres presuposiciones, y posiblemente más, entonces nuestra respuesta a la pregunta: «¿por qué existimos?» será a la luz de todas nuestras presuposiciones. Un estudio de los nombres de Dios puede ser un ejercicio útil para descubrir nuestras presuposiciones y con eso por qué existimos. La pregunta en cuanto a propósito no es fácil de responder, y no es una que como individuos responderíamos al apuro. Corporativamente, nos llevará incluso más tiempo, puesto que incluye luchar con presuposiciones e implicaciones de muchas personas. Y sin embargo, es importante. Es importante poner por escrito nuestra declaración de propósito y mantenerla continuamente ante nuestro liderazgo y congregación para evitar una distracción del propósito de Dios para nosotros. Los líderes (incluyendo los grandes líderes) pueden ocuparse tanto en hacer el ministerio que se olvidan de por qué existen. Declaración de misión De nuevo, derivando de Malphurs, y para evitar confusión sobre palabras, la declaración de misión según como la usamos hace la pregunta: «¿Qué se supone que debemos estar haciendo, o, qué es nuestro propósito divino, estratégico?» Exigirá gran cantidad de debate en oración de parte del liderazgo antes de que podamos llegar a un punto de acuerdo y luego pongamos por escrito la declaración de visión de Dios para nuestra iglesia. Tenemos muchas diferentes declaraciones de misión y la mayoría se derivan del gran mandamiento de amar a Dios y amar a otros (Mateo 22:37-40), o de la gran comisión de ir y hacer discípulos (Mateo 28:19-20), o de ambas. IMPORTANCIA DE LA DECLARACIÓN DE PROPÓSITO Y DE LA DECLARACIÓN DE MISIÓN ¿Por qué es importante saber y recordar a menudo el propósito y misión de Dios para nuestra congregación? El propósito y misión de Dios para nuestra congregación es la norma para la toma de decisiones; incluyendo cómo gastamos el dinero de Dios y en dónde enfocamos el tiempo y energía que Dios nos da. Hay dos asuntos distintos que como líderes enfrentamos continuamente. Primero, hay muchos buenos ministerios que hacer para Dios. El problema es que algunos de esos ministerios tal vez no sean lo que Dios quiere que hagamos. Pueden ser buenos, pero tal vez no sean lo mejor de Dios. Siempre habrá competencia para nuestra atención. Desdichadamente, no siempre es fácil separar lo bueno de lo mejor. Un miembro con influencia quiere empezar un ministerio, un buen ministerio que el miembro ha querido hacer por años. Como líderes, ¿se lo permitimos? Parece ser un buen ministerio, así que, ¿por qué no? Porque ese ministerio tal vez no sea lo que Dios quiere que se haga. Tal vez no encaje en el propósito y misión de Dios para nuestra iglesia. El propósito y misión provee una escala para la evaluación más confiable que las opiniones personales. Segundo, vivir en la urgencia se ha convertido en normal para los líderes. Sin embargo, mucho de lo que llamamos urgente tal vez no sea importante. En una familia puede ser tan urgente ver un programa de televisión en particular o un partido deportivo que ignoramos a nuestros hijos o cónyuges, que son más importantes. En una iglesia podemos permitir que la programación urgente, pero no necesariamente importante, usurpe el ministerio importante de Dios de amar y edificar a las personas. Es fácil hacer a un lado lo importante. «Pasaré más tiempo con Dios tan pronto como me ponga al día con mi trabajo». «Tan pronto como consiga mi promoción y un aumento en mi salario, empezaré a ofrendar para Dios». «Invitaré a los vecinos a comer para conocerlos mejor tan pronto como termine el trabajo en el jardín». «Empezaremos un impulso evangelizador en nuestra iglesia cuando tengamos el dinero para emplear a alguien que lo dirija». No siempre es fácil separar entre lo urgente y lo importante. El propósito y misión de Dios para nuestra iglesia provee una escala para evaluar lo que es importante. La medición de acuerdo al propósito y misión de Dios es central para tomar decisiones de «lo que es mejor o importante». Es difícil evaluar algo desde el punto de vista de Dios, y mucho menos recordar el propósito y misión de Dios cuando el interés propio nubla nuestra vista. Piense honestamente por un momento en cuantas decisiones tomamos sin considerar conscientemente el propósito y misión de Dios. Piense en cuantas decisiones de ministerio se toman debido a la preocupación por otras cosas aparte de Dios, tal como el temor del que dirán. Es una lucha normal, real; lucha que los santos tienen. Naturalmente, el orgullo quiere que las personas pretendan que la lucha no existe. Simplemente conocer el propósito y misión de Dios para nuestra iglesia no basta. El propósito y misión deben ser la norma para toda evaluación del ministerio. El liderazgo debe permanecer constantemente vigilante, guardándose contra la toma de decisiones basadas en cualquier cosa que no sea el propósito y misión de Dios. INGREDIENTES DE UNA DECLARACIÓN DE VISIÓN Visión es una palabra extremadamente difícil de poner en una definición concisa, o de preguntar con una pregunta sencilla, pero intentémoslo con esta pregunta: «¿Cuál es la imagen verbal clara, única e inspiradora del ministerio que Dios quiere para uno por un período de tiempo, que será consistente con el propósito y misión de Dios?» Para desarrollar esta definición proveemos lo que pensamos son los ingredientes clave de una visión. 1. Una visión viene de Dios En el Nuevo Testamento la palabra de «visión» se usa para alguna forma de comunicación de Dios, tal como cuando Dios le dijo a Ananías en una visión que vaya a orar por Saulo (Hechos 9:1012). También hay la ocasión en que Cornelio tuvo una visión cuando un ángel del Dios le visitó (Hechos 10:3). Luego hubo la visión de Pedro en Jope (Hechos 11:5). En el Nuevo Testamento las visiones vienen de Dios y él le dijo a alguien que haga algo. Los creyentes de hoy dicen cosas tales como: «Pienso que Dios me ha dado una visión por los perdidos», o que vayan a alguna nación en particular. Otros han estado leyendo la Biblia y perciben que Dios está dirigiéndolos a hacer lo que sea que estaban leyendo. De muchas maneras, cuando un creyente lee la Biblia y percibe en realidad que Dios quiere que deje de hacer algo malo, o que empiece a hacer algo por Dios, esa persona está recibiendo una visión de Dios. Tal vez no sea tan dramática como la visión de Pedro, pero es igualmente una directiva específica de Dios. Un postulado principal de la fe cristiana es que Dios se comunica con nosotros mediante su Palabra. Aunque tal vez no sea un sueño, un ángel o una voz, con todo Dios está comunicándose con nosotros. Lo hermoso de una visión es que podemos verificarla con las Escrituras para ver si de alguna manera discrepa con lo que la Biblia dice. La implicación es que la visión que nosotros o nuestra iglesia sigue debe ser la que Dios ha dado. 2. Una visión es únicamente nuestra (iglesia, ministerio o individuo) En cada una de las visiones que se anotan en Hechos, la visión fue única para una persona o un grupo. Fue única para Ananías, Cornelio y Pedro. Fue única para Pablo, Lucas, Silas y Timoteo cuando el Espíritu los llamó a Macedonia y les impidió que vayan a Bitinia. Pablo había sido el que tuvo la visión, pero estaba destinada en forma única para todos ellos para que hagan una cosa y que no hagan otra. Eso no quiere decir que otras personas o grupos tal vez no pudieran ser llamados a Macedonia, pero sí quiere decir que en ese día y lugar, el llamado fue únicamente para ellos. Hay dos implicaciones en cuanto a cómo nuestra iglesia escoge dirección de ministerio. En su libro When the Soul Listens [Cuando el alma escucha], Jan Johnson cita al pastor y autor Peter Lord: Cuando Dios ha bendecido a otros usando ciertos métodos, a veces damos por sentado que debemos usar los mismos métodos. No nos damos cuenta de que Dios bendijo ese camino para otros porque esa fue la manera en que él ordenó que ellos hagan las cosas. En ninguna parte es esto más común que en los programas de la iglesia. Una iglesia ora y recibe una respuesta: un método específico para realizar una cierta orden de Dios. Reciben rica maldición porque Dios bendice lo que Dios ordena. Luego otra iglesia, viendo esta bendición, copia el programa, porque piensan que Dios está bendiciendo el programa en sí mismo. No se dan cuenta de que en realidad está bendiciendo la obediencia. Y jamás se detienen a preguntarle: «Padre: ¿qué quieres que nosotros hagamos?»3 Por favor, no abrevie el tiempo de oración, estudio y debate, y sencillamente escoja conformarse con lo que alguna otra iglesia ha hecho (a menos que se le haya dado a usted la misma visión después de su tiempo de oración, estudio y debate). La segunda implicación es que como individuos o equipo oiremos de Dios de tiempo en tiempo en cuanto a lo que él quiere que hagamos o dejemos de hacer, según sea el caso. Afirmamos esta última oración en forma enfática. Estamos convencidos de que una razón significativa por la que muchas iglesias florecen es porque se mantienen sensibles a la dirección dinámica y única de Dios. 3. Una visión necesita ser clara y proveer dirección En cada caso en donde se menciona una visión en Hechos, la visión fue clara al que la recibió, y Dios proveyó dirección específica. Los ejemplos de Hechos reflejan el tiempo después de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo había empezado su nueva obra. Desde ese tiempo y a través de los siglos Dios ha estado proveyendo visión a sus santos, guiándolos con dirección clara y específica. Dios dirigió a Pablo mientras este viajaba por Asia y Europa. Dios ha estado proveyendo misioneros con la visión de ir a todas partes del mundo para proclamar las buenas noticias. La mayoría de los que estamos leyendo este libro estamos en cargos de liderazgo porque Dios nos ha dado la visión de hacerlo. Al poner por escrito su declaración de visión, asegúrese de que sea clara, que se la entiende fácilmente, que usa palabras que no son ambiguas o jerigonza. El objetivo no es una declaración ingeniosa o con aliteración. La meta es la claridad. También, al escribir su declaración de visión, asegúrese de que provee palabras que dan dirección a su iglesia, y no sólo palabras que son clisés o intenciones altisonantes. 4. Una visión proveerá energía y será inspiradora Yo (Allen) puedo testificar que nada me entusiasma más, me da más energía y me inspira más como dar un paso en algo para lo que Dios nos ha dado a mí y a mi esposa una visión. Mary y yo dejamos nuestras carreras y pasamos a confiar en Dios día tras día no sólo para nuestros ingresos en efectivo, sino también para lo que él quiere que hagamos. Mary y yo decidimos que no nos íbamos a obligar (y ni siquiera aceptar) un ministerio específico si Dios no nos daba la visión para el mismo. Desde ese tiempo, ha sido una cosa tras otra. Hemos tenido la visión que Dios quería que asistamos al seminario, lo que hicimos. Nos convencimos de que Dios quería que nos mudemos de regreso a Olympia para empezar en una iglesia un programa planeado de ofrendas, para ayudar a varias iglesias en asuntos de presupuesto y de administración financiera, y ayudar a mi padre en los últimos meses de su vida, todo lo cual hicimos. Todo el resto del ministerio en el que Mary y yo participamos, incluyendo este libro, son ministerios que no se nos ocurrió de nuestra propia cosecha, aunque son consistentes con nuestros sueños. Menciono los sueños. Como un aparte, pienso que la mayoría de creyentes hoy tienen miedo de los sueños. No me refiero a los sueños que uno tiene cuando está dormido, aunque no los descarto. Cuando digo sueños, quiero decir aquello que uno disfruta tanto que lo escogería si la decisión le fuera dejada totalmente a uno. Tim y yo estamos convencidos de que la visión de Dios para nosotros es algo que escogeríamos, si tuviéramos toda la información y percepción de Dios. Hemos tenido el privilegio de poner en práctica los sueños de Dios nos ha dado. Y muchos tenemos el mismo testimonio. ¿No ha sido que su inspirador? 5. Una visión es por una temporada (proyecto, día, mes, año, década o muchas décadas) La misión más breve que yo (Allen) jamás he tenido fue la visión de ayudar a los hombres que trataban de hacer evangelización y educación en África. Necesitaban a alguien que los ayude a organizar un plan de negocios de modo que su organización pudiera ser aprobada para la categoría de institución sin fines de lucro 501(c)3. Esa duró apenas como un mes. Pero la visión de Dios para ellos en África con toda probabilidad durará por décadas. 6. Una visión es importante (previene la distracción de cosas sin importancia) Como propósito y misión, la visión actúa como una norma para medir las opciones de qué hacer con el dinero y el tiempo. Siempre habrá competencia por el dinero y tiempo que Dios nos ha confiado. Si Dios le ha dado a nuestra iglesia la visión de alcanzar a los estudiantes en una universidad cercana, entonces Dios espera que pongamos una gran cantidad del presupuesto de la iglesia y tiempo de ministerio de la congregación y de los líderes en el alcance a esos universitarios. Si surge otra oportunidad de ministerio, que Dios no ha puesto en el corazón de nuestra iglesia, y recordamos la visión que Dios nos dio para esta temporada presente, no tendremos dificultades para decir que no. UNA VISIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO En Josué 1, Dios le dio a Josué una gran visión a corto plazo: derrotar a Jericó. El Señor le recordó a Josué que estaba a punto de darles a los israelitas esa tierra y los estimuló a alistarse para recibir esta dádiva. Dios incluso describió los asuntos específicos de lo que debían recibir y cómo nadie podía resistirlos. Dios le recordó a Israel que él estaría con ellos todo el camino. Qué palabras inspiradoras para entusiasmarlos. Luego Dios les dijo que iba a asombrarlos y que le daría gloria a Josué; otra imagen verbal para inspirarlos. Después de que cruzaron el Jordán, Dios les dio más de la visión. Dios iba a entregar a Jericó en manos de Israel, incluyendo al rey y todos sus guerreros. ¿No nos gustaría saber de antemano que Dios va a darnos la victoria en la batalla que estamos a punto de librar por él? ¿No nos inspiraría eso? Hay algunas observaciones interesantes en cuanto a la visión de derrotar a Jericó. Primero, Dios no reveló la visión específica de Jericó sino hasta cuando fue el momento de ponerla en acción. Luego reveló sólo un fragmento de la visión a la vez. Parecería que Dios no necesita mantener informados a sus hijos con gran antelación respecto a lo que se propone por nosotros. Pudiéramos concluir que él se propone mantenernos un poco en la oscuridad. Pudiéramos derivar la implicación de que Dios quiere que sus hijos confíen en él y vivan por fe día tras día. Nuestro pastor, Matt Hannan, comparaba la toma de la Tierra Prometida por parte de Josué con el desarrollo de la vida cristiana, una vida llena de aventura sorprendentes (visión). La segunda observación en cuanto a la visión de la toma de Jericó es la dificultad e incluso imposibilidad de la visión. Jericó al parecer era una fortaleza impenetrable. Con toda certeza había alguna ciudad más fácil primero. Esto no puede ser lo que Dios quería. Espere hasta que lleguemos al capítulo 13, cuando consideraremos el plan increíble que Dios le dio a Josué para derrotar a Jericó. Pero por ahora, la visión de derrotar a Jericó es abrumadora lo suficiente. Yo (Allen) hace poco volví de una conferencia de enseñanza en una iglesia de una ciudad pequeña en Ucrania. La iglesia ha estado recibiendo ayuda de iglesias de otros países. Le pregunté al pastor qué diría si Dios le diera la visión de que en cinco años la iglesia ya no necesitaría ningún sostenimiento externo, y que en verdad estaría sosteniendo a sus propios misioneros en otra ciudad en Ucrania. El pastor dijo: «¡Vaya! Eso sería Jericó para nosotros». ¿Por qué los líderes de hoy no abrazan más visiones de Jericó? Me pregunto cuán a menudo Dios quiere que sus iglesias tengan una visión de Jericó, pero nunca sucede porque los líderes siguen reservándose el derecho de tomar la decisión final porque el miedo gobierna sus corazones (repase el capítulo 8). ¿Qué es lo que impulsa a los líderes de la iglesia a amilanarse cuando enfrentan una visión Jericó? Podría ser cualquier número de causas. El temor es una emoción que paraliza. La falta de confianza en Dios limita nuestra visión de nuestros verdaderos recursos. La falta de respaldo de otros miembros de la congregación nos aísla en el momento en que más necesitamos interdependencia. El conflicto en la congregación destruye nuestra motivación para avanzar la segunda niña. El racionalismo moderno erosiona la fe necesaria para dar un paso al frente a una visión mayor. Es posible que fracasemos en una visión Jericó, pero, tal vez, a lo mejor vale la pena. TIEMPO DE EVALUACIÓN ¿Qué estamos haciendo en nuestra iglesia? ¿Estamos en una iglesia segura, segura porque nunca se nos reta con una visión Jericó? Tal vez sea tiempo de que nosotros, los líderes, tengamos algunas conversaciones que asustan, y sin embargo honestas, en cuanto a por qué existe nuestra iglesia. Tal vez necesitemos penetrar en las Escrituras y en seria oración y descubrir de nuevo el propósito y misión de Dios. Tal vez necesitemos echar un vistazo sólido a las necesidades de nuestra comunidad, tanto físicas como espirituales, y abrazar una visión Jericó. He oído decir que toda iglesia tiene un Jericó, algo retador, incluso que asusta, que Dios ha puesto en los corazones de los líderes. Si ya sabemos que es nuestro Jericó, la única pregunta que queda es: «¿Qué vamos a hacer al respecto?» La hebra común en todo este capítulo y todo el libro es la relación personal de amor dependiente del líder con Jesucristo en el centro de liderazgo y el reconocimiento de la soberanía de Cristo en todos los asuntos de su iglesia y de nuestras vidas como individuos. Dirigir a la iglesia a la luz del propósito, visión y visión de Dios para nuestra iglesia no es diferente. La obediencia del liderazgo al propósito, visión y visión surge de esa relación personal de amor, una intimidad con Jesucristo que brota de un andar diario con él. LA VISIÓN Y EL PLAN La visión y el plan son dos lados de la misma moneda.4 (La moneda es la comunidad de personas en una relación personal dinámica con Cristo). Hablamos de la visión en este capítulo. El plan, que consideraremos en el capítulo 13, pregunta: «¿Cuáles son los pasos específicos medibles necesarios a corto plazo para realizar esta visión dentro del contexto del propósito y misión de Dios por medio y en nosotros?» CAPÍTULO 13 PLANIFICACIÓN Por treinta y cinco años yo (Allen) trabajé en bancos bajo el martillo del plan de negocios. En el último trimestre del año el plan de negocios se convertía en el centro de nuestro enfoque, y por buena razón. El plan era la norma por la que se nos medía al año siguiente. Si uno era demasiado agresivo en el plan, entonces tenía que vivir con eso por todo un año; así que uno no quería ser demasiado confiado. Por otro lado, si era demasiado conservador en el plan, siempre había la posibilidad de que la administración del banco le ayudaría a preparar un plan más agresivo; más agresivo de lo que uno lo haría por uno mismo. El plan de negocios incluía lo que uno o el equipo de uno proyectaba como ventas (visión), lo que se proponía alcanzar con las ventas proyectadas (plan de acción), y cuánto costaría ejecutar el plan (presupuesto). El propósito del plan de negocios es poner estructura al proceso de lograr los propósitos y misión de la organización. INGREDIENTES DE UN PLAN DE MINISTERIO Un plan para la iglesia o plan de ministerio es similar en filosofía al plan de negocios de un banco. Incluye una declaración en palabras de lo que Dios quiere que hagamos en el siguiente período de tiempo (visión, que se explicó en el capítulo previo), los pasos reales que vamos a dar y lo que será el resultado de esos pasos (plan), y cuánto costará ejecutar el plan (presupuesto). Cómo describimos en el capítulo 12, si tenemos una moneda con un lado rotulado «La visión de la iglesia», el otro lado estaría rotulado «el plan». En cierto sentido, el plan y la visión son complementarios, excepto que la visión consiste en palabras que tienen la intención de inspirar, motivar, educar y enfocar a nuestra congregación. El plan es la visión indicada de maneras que dirigen la acción, influyen en la conducta, proveen algún sentido de objetividad, y proveen una base para evaluar los resultados. Como se indicó a fin del capítulo 12, el plan pregunta: «¿Cuáles son los pasos específicos medibles necesarios a corto plazo para realizar esta visión dentro del contexto del propósito y misión de Dios por medio y en nosotros?» El plan tiene los seis ingredientes mencionados en el capítulo 12 en común con la visión. En lo que sigue, por favor tenga presente que todo lo que hemos presentado en cuanto al amor de Dios, el mandamiento de amar a Dios, y el mandamiento de amar a otros debe ser evidente en cualquier plan que se desarrolle o implemente. 1. El plan viene de Dios Si el plan se basa en la visión, y la visión viene de Dios, entonces el plan es el plan de Dios. El plan incluirá pasos específicos que permitirán el llamado global de Dios de amar a otros. El plan hará lugar para los dos papeles del líder: (1) ser mayordomo de Jesucristo para guiar a su iglesia adonde él les dirige que la guíe (visión de Dios), y (2) ser mayordomo de Cristo para servir, amar y edificar a las mismas personas que el líder está guiando (amar a otros), y mantener ambos papeles en equilibrio. El plan también hará lugar al temor de otros líderes y el temor de los que son dirigidos. El plan será desarrollado por los líderes cuyo afecto por Cristo, antes que por sí mismos, es el afecto impulsor en sus vidas. El plan y su desarrollo se centran en la relación personal de amor dinámico con Jesucristo y todo lo que esa relación personal implica. 2. El plan es singularmente nuestro Puesto que la visión es singularmente nuestra, y el plan consiste en los pasos de acción que daremos para realizar la visión, el plan será singularmente nuestro; nuestro, como individuos, como iglesia, o como ministerio. La cita de Jan Johnson del pastor y autor Peter Lord se aplica aquí, como se aplicó en la sección sobre la visión. 3. El plan tiene que ser claro y proveer dirección Así como la declaración de visión provee una clara dirección en cuanto a lo que Dios está dirigiéndonos a hacer y a dónde nos está dirigiendo para que vayamos, el plan hace lo mismo, sólo que expresado en pasos medibles. Para que un plan sea útil debe proveerles a las personas la información en cuanto a las acciones específicas que harán. Los pasos tienen que estar expresados de tal manera que podamos saber en dónde empieza cada paso y cuándo cada paso queda completo. De otra manera los pasos son sólo intenciones. 4. El plan proveerá energía y es medible Es difícil emocionarse por lograr algo cuando no sabemos específicamente lo que estaremos en realidad haciendo. Es más, si no sabemos en forma específica lo que vamos a estar haciendo, con probabilidad estaremos nerviosos al respecto. El plan provee esa información. Como resultado, el plan reducirá la tensión, minimizará la confusión, ayudará a los líderes a coordinar a las personas, y pondrá tracción a la visión. Una visión sin un plan sigue siendo sólo visión, interesante pero no logra nada. Puesto que el plan es medible, ayudará al liderazgo a mantener la visión en curso. 5. El plan es por una temporada Una de las cosas hermosas de un plan es que es por un período específico. Si compra software de planificación, notará que presenta un calendario en el que uno puede preparar el plan. La planificación es por definición orientada al tiempo y, por consiguiente, por una temporada. Su plan puede ser para una visión a corto plazo, como por ejemplo un proyecto. El plan puede ser por un año, varios años o incluso décadas (aunque para que un plan dure décadas, recomendamos dividirlo en incrementos más breves). 6. El plan es importante (provee una medida objetiva de la visión del sujeto) La declaración de visión es subjetiva. No se puede saber específicamente cuándo se empieza o termina la visión. Este es uno de los propósitos poderosos del plan. Debido a que el plan se expresa objetivamente en pasos, provee una medida objetiva de la visión subjetiva. Da a los líderes y administradores algo concreto que seguir. Cuando la visión es la visión de Dios para nosotros, entonces el plan, con la dirección de Dios, será el plan de Dios y el presupuesto (que es parte del plan) será el presupuesto de Dios. Es importante recordar esto en toda la planificación. Después de todo, somos mayordomos de Dios. PARTES DE UN PLAN El plan tiene tres partes: A. Los pasos medibles necesarios para realizar la visión de Dios, incluyendo metas. B. La manera en que atenderemos los temores (renuencia) de las personas a fin de que se pueda completar con éxito la misión, todo realizado dentro del contexto de amor y unidad por dirección del Espíritu Santo. (Esto se considera en el capítulo 15). C. Los costos esperados (el presupuesto), que atenderemos en un vistazo general más adelante en este capítulo. TODAS LAS IGLESIAS PLANEAN Todas las iglesias planean. Esa es una afirmación audaz. Nos decimos que eso no es verdad, porque nuestra iglesia no tiene un plan. Todos los años las cosas siguen tal como son. Sin embargo, siga leyendo y permítanos explicar que todas las iglesias planean. Una iglesia, llamémosla la iglesia ABC, usa un proceso sencillo para preparar un plan único para ella. Esta iglesia quiere asegurarse de que su plan se basa en la visión de Dios para ellos y no simplemente en las cosas como de costumbre. Así que a cada director de ministerio de la iglesia ABC se le pide que presente una visión y plan para el año venidero por escrito y en persona a la junta. Deben prestar atención especial a los cambios en dirección del año previo y explicar por qué recomiendan los cambios. Durante la presentación en persona, que acompañó a la presentación escrita, la junta pudo hacer preguntas para asegurarse de que entendían la visión y plan del director de ministerio. También pudieron ajustar la visión y el plan si se desviaba del propósito y misión de la iglesia. Una vez que todos los directores de ministerio convinieron en la visión y el plan, se consideró el lado financiero. Cada director de ministerio dio una proyección de los costos totales del ministerio para el próximo año basado en la visión y el plan. Una vez que la junta finalizó el presupuesto anual, a los directores se les pidió que prorrateen las cifras anuales para los doce meses del año, basados en su plan. La iglesia ABC terminó con una visión, plan y presupuesto en el que todos concordaron. Probablemente usted se da cuenta, como nosotros, que no todas las iglesias planean de esta manera. Es más, muy pocas de las iglesias que hemos visitado sigue el método de la iglesia ABC, excepto las que por obligación deben seguir pautas denominacionales. La tabla de la página que sigue pone a las iglesias en grupos basados en nuestro cálculo del tamaño relativo de cada grupo. Tristemente, creemos que los grupos A y B abarcan la mayoría de las iglesias que están en declinación o estancadas. ¿Recuerda lo que dijimos en cuanto a la visión en el capítulo 12? Leímos que Dios le dio a Josué e Israel la visión de tomar a Jericó y lo inspiradora que fue esa visión . A estas alturas usted tal vez esté pensando en la clase de visión Jericó que Dios puede haberle dado a usted y a su iglesia, o a los dos. Jericó era una visión enorme. Sin embargo, por favor recuerde que Dios también le dio a Josué un plan detallado para derrotar a Jericó. Los principios que podemos recoger de este plan deben estremecer nuestras iglesias hasta de la médula. EL PLAN PARA DERROTAR A JERICÓ (JOSUÉ 1—6) Dios les dio a Josué e Israel direcciones específicas para derrotar a Jericó, en dos categorías. Primero, les dio tareas medibles que completar. Las instrucciones de Dios incluyeron cuándo debían empezar a hacer cada tarea y cuándo completarían cada tarea. Algunas de estas tareas Dios les asignó de antemano, y otras tareas les dio en el momento en que debían realizarlas. Segundo, los dirigió en cuanto a cómo lidiar con las emociones de los líderes y del pueblo. Poco después de que Moisés murió Dios empezó a revelar su plan para que Israel avance hacia la misión que él tenía para ellos, para heredar a la tierra que les había prometido. Como indicamos en el capítulo 12, Dios dirigió a Israel hacia su primera visión para ellos: derrotar a Jericó. Israel ni se imaginaba cuánto Dios estaría enseñándoles al lanzar su plan para derrotar a Jericó. Lo que Dios hizo primero fue decirle a Josué que hiciera saber a Israel que había llegado finalmente el tiempo para que entraran en la Tierra Prometida. Debían alistarse organizando todo el material que necesitarían para lo que sea que pudiera surgir al apoderarse de la tierra. Necesitaban material para dar refugio, alimentar y atender a todo el pueblo de Israel. Tal vez sorprenda que Dios atienda lo material como su primera preocupación, pero eso es exactamente lo que Dios hizo (Josué 1:2-11). En nuestra propia iglesia se necesita dinero, provisiones, edificios, equipo, personas y tiempo para realizar lo que Dios nos ha llamado a realizar mientras atendemos las necesidades de su pueblo. Tal vez no sea un tema muy inspirador que considerar, pero es importante para Dios. Conforme Israel avanzó hacia el norte por la orilla oriental del Mar Muerto y luego al río Jordán, derrotaron a los reyes. Como resultado, Moisés les dio tierra a los rubenitas, gaditas y a la media tribu de Manasés. Ahora que Josué estaba cargo, tenía un problema potencial. Había cuarenta mil guerreros en esas dos y media tribus, que se necesitaban para el conflicto mayor y a largo plazo. Por consiguiente, el siguiente paso en el plan de recursos de Dios fue asegurar que esos guerreros fueran con las tribus restantes como fuerza militar adicional. Es significativo notar que no fue simplemente personas que Dios quería de esas dos y media tribus. Dios quería a las personas apropiadas: los guerreros (v. 12). Es interesante como el siguiente paso de Dios tiene que ver con las personas apropiadas; no simplemente personas, sino personas apropiadas, los guerreros. Tal vez no tengamos suficientes personas apropiadas en nuestra iglesia para realizar la visión y plan que creemos que Dios tiene para nosotros. No debemos desesperarnos. Tal vez necesitamos considerar seriamente el desarrollo de personas para que sean las personas apropiadas como un paso adicional en el plan de Dios para nosotros. Principio 1: Exige recursos organizados, tanto materiales como personas, realizar la visión y plan de Dios para nuestra iglesia. PREPARACIÓN PARA OBSTÁCULOS Una vez que Israel hubo organizado el material y se cercioraron de que tenían a las personas apropiadas para realizar la visión y plan de Dios, Josué puso su enfoque en saber lo que Israel enfrentaría cuando pasaran al otro del Jordán. Josué, como experimentado analizador del territorio enemigo, sabía cómo descubrirlo: envió espías para evaluar e informarle en cuanto a Jericó y el área circundante. Note que Josué no envió doce espías. Tal vez aprendió cuarenta años atrás que muchos espías no garantizan información acertada. Josué envió sólo dos espías. Podemos imaginarnos la información que necesitaba. Querría saber evidencia de la fuerza, material potencial de guerra, defensas y el ánimo del enemigo. El ánimo del enemigo fue exactamente lo que oyó de los espías. La gente tenía miedo de Israel (Josué 2). Una vez que Josué y los demás líderes entendieron los obstáculos que tenían por delante, dieron los primeros pasos al avanzar al primer obstáculo, el río Jordán. El río Jordán parecía ser un obstáculo insuperable. Sería una tarea hacer que los guerreros crucen, pero una dificultad enteramente diferente que las mujeres y los niños pasen. Sin embargo allí estaban, enfrentando este abrumador obstáculo. Aunque hemos visto iglesias haciendo su propia visión y esperando que Dios les ayude como si él estuviera comprometido con ellos, ignorando la visión de Dios para ellos, también hemos visto a iglesias enfrentando toda clase de obstáculos insuperables y hemos visto esos obstáculos derrumbarse. Ha sucedido en la vida de mi esposa y en la mía propia. Hace muchos años yo (Allen), mi esposa, Mary, y otras cinco parejas nos convencimos de que Dios quería que empecemos una escuela evangélica en nuestra comunidad. Teníamos una iglesia que estaba dispuesta a patrocinarla, pero para empezar ese año lectivo, tendríamos que conseguir por lo menos veinte estudiantes, maestros, y un edificio aprobado y aceptable antes del 15 de julio; y la iglesia no podía proveer nada excepto el nombre. Ya era mayo; así que oramos pidiendo un milagro. Decidimos primero que Dios quería que demos el paso de valor y hagamos un sacrificio significativo para Dios. Pusimos todos nuestros ahorros en el proyecto, y oramos. En menos de dos semanas habíamos recibido información de una pareja en otra ciudad, ambos maestros, que estaban buscando empleo en una escuela evangélica. Eran perfectos, así que los contratamos. A la siguiente semana recibimos una llamada del superintendente de las escuelas públicas de nuestra comunidad que había oído de otra fuente nuestra necesidad. Nos ofreció un ala de una escuela cerrada por nada más que el costo del mantenimiento del edificio. Él pensaba que las escuelas públicas necesitaban competencia para mantenerlas en punto. El 14 de julio matriculamos a nuestro vigésimo estudiante. Cuando abrimos dos meses más tarde, teníamos treinta y cinco escolares, y la experiencia de presenciar un milagro no diferente al de Israel cruzando el Jordán. Como nota aledaña, esa escuela ha estado ministrando a niños ya por treinta años. Principio 2: Enfrentar un obstáculo con Dios a nuestro lado abre las puertas a la creatividad y los milagros. DEPENDENCIA EN DIOS Israel estaba acampado junto al río Jordán, preparándose para cruzar. Dios estaba a punto de darle a Israel una demostración poderosa de sus milagros creativos. Note que hubieron direcciones específicas y detalladas en cuanto a cómo debían cruzar (Josué 3:2-4). Es fácil tomar atajos o ignorar las preocupaciones del pueblo de Dios cuando el liderazgo se dedica al ajetreo de las luchas día tras día. Para Josué, la meta inmediata era llevar a todo el pueblo al otro del Jordán sin perder ni lesionar a ninguno de ellos, y sin embargo hacerlo a la manera de Dios. Es lo mismo para nosotros como líderes. Nuestra meta es atravesar los obstáculos sin perder o lesionar a nadie, y hacerlo a la manera de Dios. ¿Quién dijo que ser líder es fácil? El último paso que Josué dio antes de hacer que Israel cruzara el Jordán fue ordenarle al pueblo que se examinaran a sí mismos con cuidado para ver si había algo impuro, cualquier cosa a la que se aferraban y que se interpusiera entre ellos y su relación personal de amor con Dios. ¿Había algo para lo que tenían un afecto mayor del que le tenían a Dios? Esto había sido una fuente de problemas para Israel en el pasado y continuaría hasta el tiempo de Cristo (v. 5). Principio 3: Dios hace cosas asombrosas por los que dejan a un lado todo lo que le desagrada, cuyos afectos y obediencia se centran en él. Esto sigue siendo un problema con los creyentes de hoy. Con toda las tentaciones por cosas, prestigio, éxito, reputación, aprobación, poder, o cualquier otro número de ídolos, los creyentes caen la trampa de cultivar gran afecto por el mundo. No es que no tengamos afecto por Cristo. Más bien, en nuestro afecto por todas las cosas y todas las actividades que compiten por nuestro tiempo, tendemos a hacer las acciones que nos dan aquello por lo que tenemos más afecto. Desdichadamente, demasiado a menudo no es Cristo. Esto también rige para los líderes de la iglesia. FRENTE AL OBSTÁCULO (NUESTRO JORDÁN) Finalmente sucedió. Israel cruzó a la Tierra Prometida. Apenas podemos imaginarnos lo que debe haber sido presenciar tan gigantesca masa de personas moviéndose como una y cruzando por el mismo sitio en donde poco tiempo atrás las aguas corrían en torrente. Para proveerle a Israel de un recordatorio de lo que Dios hizo ese día en que los hizo cruzar, Josué levantó piedras como un monumento (Josué 4). Josué debe haber sabido cómo Israel tendía a olvidarse las pasadas obras poderosas de Dios. Líderes, ¿cuántas veces en nuestras iglesias hemos presenciado que Dios hace algo significativo, y queda esencialmente en el olvido un año después? Tal vez hay algunas maneras creativas en que podemos conservar un memorial: un símbolo que pueda recordarles a nuestras congregaciones lo que Dios está haciendo. Principio 4: Los recuerdos de los milagros de Dios se apagan con el tiempo. Los memoriales nos ayudan a mantener los recuerdos frente a nosotros. LA PREPARACIÓN PARA DERROTAR SU JERICÓ Ahora, en la orilla occidental del Jordán, Dios le dijo a Josué que hiciera algo que era arriesgado militarmente. Josué hizo que el pueblo acampará justo a la orilla oriental del área de Jericó. Luego circuncidó a los hombres a un tiro de piedra de Jericó. Durante el tiempo en que sanaban, la nación entera era vulnerable a un ataque de parte de Jericó o de cualquier otro (Josué 5:28). ¿Por qué Dios los hizo circuncidar en este lugar vulnerable? ¿Por qué Dios no hizo que se les hiciera esta cirugía en la orilla oriental del Jordán? O, ¿por qué Dios no habría hecho, por lo menos que se les haga la cirugía en etapas, con un porcentaje pequeño de hombres a la vez, y por consiguiente proveyendo para la protección de Israel? Todo lo que podemos inferir es que Dios quería que la nación vea su mano de protección mientras eran de lo más vulnerables, y mientras estaban siendo obedientes. Muchas iglesias toman decisiones insensatas, diciendo que lo estaban haciendo en obediencia a Dios, cuando no lo era. Hay iglesias que construyen edificios nuevos, excesivos, con deudas enormes debido a lo que ellos llaman «obediencia», cuando, más bien, se debe a su afecto por el respeto o reconocimiento de la comunidad. Hay quienes se dedican a la obra cristiano a tiempo completo, sin ninguna fuente de sostenimiento, declarando que están dando un paso en obediencia, cuando su motivación real es dejar otra situación desagradable. Por otro lado, he conocido hombres y mujeres que genuinamente han dado un paso de fe para Dios y han visto a Dios proveer de maneras maravillosas. Conozco a misioneros que desprendidamente entraron en situaciones imposibles y recibieron plena protección y toda provisión. Puede ser difícil discernir entre la insensatez y la obediencia. Continuamos volviendo a lo fundamental: las Escrituras, oración, consejo santo, buscar los ídolos de nuestro corazón, y examinar nuestros motivos. Como Pablo nos advierte, muchas veces la carne (nuestro afecto de poder, respeto, aprobación, reconocimiento o seguridad) puede ser lo que nos motiva. Pablo nos advierte que estemos siempre en guardia. Principio 5: La obediencia a Dios es la mejor alternativa aunque parezca necia. Nuestro Señor es el Dios de imposibilidades y cumple sus promesas. Los pasos específicos en la estrategia que Dios hizo que Israel dé para derrotar a Jericó eran incomprensibles. Piénselo: marchar alrededor un cierto número de veces, tocar algunos cuernos, gritar fuerte, y las paredes se caerán. Ni en sueños que eso va suceder. Jamás ha sucedido así. Va en contra de toda la estrategia militar. Era contrario al sentido común. Desafiaba las leyes de la ciencia natural (Josué 6:3-5). ¡Y sin embargo sucedió! Principio 6: Cualquier cosa que Dios se propone hacer, lo hará, incluyendo cumplir sus promesas. PRESUPUESTO En este libro no vamos a entrar en todos los detalles de la preparación de un presupuesto de calidad. Intentaremos dar un sentido de dirección a fin de hacer la conexión con el plan general. El presupuesto tiene cuatro partes; las primeras tres son cálculos y la cuarta es un informe. 1. Los ingresos en efectivo (fuentes de dinero de ofrendas, venta de propiedades, y nueva deuda a largo plazo). 2. Los gastos en efectivo (que incluye costos y gastos del ministerio, compra de bienes capitales, y el pago de deuda). 3. El flujo de efectivo (predicción del dinero que entra y que sale en el período del presupuesto). 4. El informe de variación (un informe que compara, por lo general mensualmente, el ingreso real en efectivo y salida real en efectivo con los ingresos y gastos proyectados en efectivo, con el propósito de identificar diferencias significativas entre los dos). El presupuesto tiene cinco metas: 1. Proveer un cálculo de los costos de los ministerios incluidos dentro de la visión que Dios le ha dado es iglesia, y compararlo con los ingresos en efectivo que se espera para asegurar que haya suficientes ingresos para cubrir las salidas en efectivo. 2. Proveer un cálculo de los costos para compararlos con los costos reales, con propósito de evaluación de los ministerios. 3. Proveer un cálculo del flujo en efectivo para asegurar que cada mes haya suficientes reservas financieras adecuadas para pagar el costo mensual del ministerio inherente en la visión. 4. Proveer una base para la planificación en años futuros. 5. Proveer información en un formato que permita la comunicación y el debate. Muchas iglesias no entienden la importancia de un plan comprensivo financiero y de administración, incluyendo informes financieros (hoja de balance, declaración de ingresos, e informe de saldos en efectivo) y un presupuesto proyectado. A la mayoría de iglesias que no tienen un plan comprensivo financiero y administración, les llevara años llegar allá. Sin embargo, si ustedes son una de ésas, y desean tener un plan de calidad, pueden hacerlo. Hay software de bajo costo y hay libros y seminarios sobre contabilidad e informes financieros en la iglesia, y hay consejeros que pueden guiarlos. La primera decisión es moverse en esa dirección. Hemos visto que lo han hecho personas que tienen escaso conocimiento o experiencia en este campo. Por favor, no permita que el miedo lo contenga. Dé un paso a la vez, y llegará allá. PLANIFICACIÓN CON LÁPIZ Después de toda esta explicación en cuanto planificación y presupuestos, debemos tener cuidado de nunca dejar que el plan se vuelva soberano. Sólo Dios es soberano. Por consiguiente, haga sus planes con lápiz. En otras palabras, debemos estar listos para cambiar dirección según Dios nos dirija. Incluso un tema al parecer secular como la planificación, como todas las cosas, gira alrededor de Cristo. Debemos mantener los planes centrados en el propósito y misión de Dios así como también en su visión para nuestra iglesia. La planificación es importante; pero nunca se olvide que Dios ama a las personas, y no la planificación. En el próximo capítulo veremos la organización de nuestro equipo. CAPÍTULO 14 LA ORGANIZACIÓN DEL EQUIPO Hace una década yo (Tim) entré en una oficina, en un segundo piso, para el festival evangelizador en Galesburg, Illinois, con Dan Owens. Dan no estaba organizando el evento de evangelización masiva, pero se preocupaba de que había que realizar mucho en preparativos para esta cruzada venidera. Un hombre de negocios local había invitado a Dan que fuera. Incluso con una pasión por los perdidos de su ciudad, este amado hombre de negocios carecía de los dones administrativos necesarios para desempeñar la misión. Tenía un sueño, pero no la destreza para realizar el sueño. Fue cómico entrar en una situación así y darnos cuenta de que la única esperanza era que Dios actuara. No había ninguna organización o estructura evidente, así que la Asociación Luis Palau contribuyó con un administrador muy experimentado para que ayude. Pero, francamente, fue la obra de Dios por la fe de un hombre más que la destreza de cualquiera de nuestro equipo. Sí, el Espíritu de Dios en efecto se mueve en maneras misteriosas a menudo. Sin embargo, de rutina Dios obra mediante personas talentosas de su iglesia. Pablo dejó a Tito en Creta para «para que pusieras en orden lo que quedaba por hacer y en cada pueblo nombraras ancianos de la iglesia, de acuerdo con las instrucciones que te di» (Tito 1:5). La exhortación implica que Tito tenía asuntos inconclusos que atender; obra que Pablo había empezado. Tito tenía que corregir lo que andaba mal y resolver problemas; básicamente, poner orden y estructura en una situación caótica. Nombró hombres para continuar manteniendo el orden en la vida de la iglesia. Pablo enseñó a la iglesia de Corinto que Dios había dado a algunos el don de administración para fortalecer a la iglesia que necesita orden y dirección. La lista de dones de la iglesia que Pablo da incluye el liderazgo. Dios llama a los que dirigen a la iglesia a que lo hagan con diligencia (Romanos 12:8). El don de liderazgo quiere decir que alguno se levanta al frente y señala el camino. La estructura es para la iglesia lo que el esqueleto es para el cuerpo. Un cuerpo flaco carece de músculo, y eso hace el esqueleto abiertamente obvio. Un cuerpo obeso camufla cualquier esqueleto, mientras que pone extrema presión sobre el esqueleto. Un cuerpo saludable muestra la carne y hueso en proporciones equilibradas. La iglesia u organización cristiana que tiene en estructura y organización en equilibrio con visión y recursos tendrá eficacia y eficiencia. Cuando la organización continúa debatiendo roles, prioridades y regularmente trata de «reorganizarse», entonces el proceso de administración está fuera de balance. Los conflictos en las relaciones personales dentro de la iglesia a menudo surgen porque las personas están confusas o frustradas. Cuando los líderes descuidan la estructura organizacional, el medio ambiente del ministerio es inseguro y confuso. Los ministerios con demasiada estructura a menudo impiden que las personas y nuevas ideas se sientan bienvenidas. ¿Cómo podemos saber si la estructura del ministerio o iglesia de uno es saludable? Mire las señales. LOS PROYECTOS SE HACEN Cuando las personas están organizadas apropiadamente, llegan a ser eficientes y eficaces para realizar las tareas que se les pide. Las iglesias estructuradas apropiadamente hallan que las personas trabajan juntas y realizan las tareas asignadas con un sentido de facilidad y armonía. La Asociación Luis Palau tiene un programa de voluntarios de primera clase. Docenas de voluntarios dan miles de horas cada año para ayudar a la Asociación Palau para realizar una cantidad de ministerios principales. Un ministerio que consume mucho tiempo es el ministerio de correspondencia directa. Los voluntarios preparan y franquean miles de cartas todos los años. ¿Qué hace de esto un programa exitoso? Los coordinadores de voluntarios hacen un trabajo estupendo para organizar a las personas: explican con claridad las tareas, se aseguran de que los recursos estén a la mano con facilidad, proveen refrescos, mantienen un medio ambiente bien iluminado y limpio para los voluntarios, y se hace contactos con ellos con mucha antelación. También, un reconocimiento público les anima a mantener su dedicación al equipo. SE VALORA EN ALTO GRADO A LAS PERSONAS Cuando las personas se sienten apreciadas, darán la hora adicional, irán la segunda villa, y trabajarán en situaciones menos que ideales. El ministerio no es simplemente cuestión de tareas, sino cuestión de personas que desean ser productivas y que se aprecian sus esfuerzos. Cuando hay en su lugar un sistema para demostrar que se valora a las personas por sus esfuerzos, ellas harán todo lo posible para realizar las tareas que se les pide. Cuando las personas se sienten bien recibidas y queridas, el aire se llena de conversaciones y las caras de las personas tienen expresiones agradables. Se valora las personas debido a que los supervisores se lo dicen así. Se las recompensa con palabras de afirmación y reconocimiento público por servicio y logros. Los reconocimientos por servicio demuestran que la organización valora a las personas. Los reconocimientos públicos por un trabajo bien hecho, sacrificios hechos, e ideas innovadoras contribuyen a que un equipo sobresalga en todo lo que hace. Cuando viene una crisis a algún miembro individual del equipo, la reacción de los demás miembros del equipo demuestra el valor del individuo para el equipo. Un querido amigo hace poco me comentó que cuando su esposa enfrentó una crisis de salud, sus compañeros de trabajo le extendieron mucha gracia y respaldo a él y su esposa. ¿Por qué? Porque valoran en alto grado a las personas y las relaciones personales. ¿Qué le dio eso a mi amigo? Seguridad en un tiempo de gran estrés y dolor. El valor institucional —que las personas son importantes— le dio fuerza y esperanza en un momento crítico. El amor de Dios necesita brazos para abrazar y hombros en que apoyarnos. ¿Valora usted a las personas en alto grado? LOS PROBLEMAS SE RESUELVEN La organización apropiada promueve la solución de problemas de todo tipo y tamaño. Las estructuras saludables dentro de la organización proveen comunicación excelente y colaboración para resolver problemas. Las organizaciones con diez miembros o con diez mil miembros son saludables cuando pueden resolver todo tipo de problemas. Para tener una estructura saludable se necesita líneas claras y positivas de comunicación. Nada es más frustrante en un ambiente organizacional que cuando uno no sabe a quién pedirle una respuesta para el problema. Sin embargo, cuando hay papeles y responsabilidades claras que bosquejan quién se relaciona con quién, por cuáles razones, y con amplios recursos, entonces un medio ambiente saludable de gracia promueve relaciones personales sanas y gente productiva. Hace poco yo (Tim) estaba buscando una hoja de vida actualizada de un líder en nuestra organización. El departamento que anteriormente atendía esos asuntos ya no existía. Lo que había estado bajo un cierto departamento ahora estaba bajo varios departamentos. Así que una llamada telefónica llevó a otra, algunas dentro de la oficina y otras al otro lado de la nación. Pero al fin del día, nadie sabía quién era responsable por qué. A la larga mis preguntas recibieron respuesta y yo recibí la hoja de vida, pero a costo de demasiadas horas. En contraste, cuando las personas saben a dónde ir y a quién preguntarle para resolver problemas, tanto los individuos como el equipo dentro de la organización sobresalen. LA COMUNICACIÓN ES ABIERTA Y CLARA Por comunicación queremos decir verbal o escrita, a corto o a largo plazo, en la oficina o de viaje, en privado o en público. La comunicación es para las relaciones personales lo que la sangre es para el cuerpo, dice nuestro amigo Bobb Biehl. Sin comunicación clara, regular, y emocionalmente conectada entre todos los miembros del equipo, la confusión y el conflicto florecerán. La comunicación saludable fomentará el cultivo de relaciones personales, la solución de problemas, y la realización de los proyectos. Con comunicación saludable las personas serán más felices y más sanas. La comunicación pobre produce una ruptura en las relaciones personales. Cuando las relaciones personales se deterioran, las personas pierden la confianza y se ponen a la defensiva. Son más proclives para esconder sus sentimientos, ideas y contribuciones para resolver problemas. A la larga esa cobertura de sentimientos estallará en arranques indebidos de ira, amargura y acusaciones. Palabras malsanas cultivarán sentimientos de resentimiento y amargura. Un ciclo de culpa promoverá actitudes de crítica, y un espíritu de juicio invadirá la organización. Sin embargo, cuando los líderes reciben de buen grado la comunicación de sentimientos e ideas, éxitos y fracasos, esperanzas y tristezas, las personas florecerán en sus relaciones interpersonales. El equipo se sentirá bien en cuanto a sí mismo. Las personas expresarán creatividad y esperanza para el futuro. Todos lo harán mejor. El equipo será productivo. LOS LÍDERES TIENEN UNA OPCIÓN Los líderes tienen un papel único para formular cómo se realizará la visión. El capítulo 13 consideró la planificación. El planeamiento y la estructura (organización) requieren interacción consistente. Se puede desarrollar la estructura antes, al mismo tiempo, o después de la planificación. La realidad importante es que estos dos componentes del liderazgo organizacional deben trabajar juntos. Uno de los pasos clave para formular el plan es definir cómo se estructurará el ministerio a fin de cumplir la visión. Uno de estos primeros pasos es determinar de cinco a siete aspectos en los cuales se concentrará el ministerio. ¿Cuáles son los aspectos principales del ministerio? ¿Cuáles agrupaciones específicas haremos para formar los equipos de ministerio? Típicamente, una iglesia puede dividir las responsabilidades de acuerdo a los niveles de temas o edades (fases de la vida). Por ejemplo, una iglesia puede tener ministerio infantil, ministerio para adolescentes, ministerio para adultos, culto, misiones y administración. Podría haber una estructura que se parece a esto: culto, alcance, educación, misiones y administración. Obviamente, hay subgrupos bajo cada enfoque principal, pero los grupos por edad o por tema son las maneras típicas de estructurar el ministerio. La organización paraeclesiástica o misionera podría adoptar un enfoque geográfico o temático a la estructura, dependiendo de lo que el liderazgo decida que es importante. Recomendamos no más de cinco a siete divisiones principales (departamentos) en una organización. Una vez que decidimos el formato o estructura básica, entonces debemos hacer un número de preguntas clave. Consideremos unas pocas de estas preguntas clave: 1. ¿Quién es responsable por qué? Dentro de cada división principal o departamento, los individuos asumirán papeles y tareas específicas. Es necesario aclarar lo que usted quiere que cada persona haga. Esto define en qué proyectos participa o dirige la persona. La pregunta «qué» considera las tareas reales en que la persona participará. 2. ¿Quién es responsable por quién? Esta pregunta considera al equipo en términos de relaciones personales. Es preciso definir quién trabajará con quién y quién supervisará a quién. El enfoque aquí no es en las tareas, sino en las relaciones personales. Por consiguiente, el supervisor necesita atender cuestiones que tienen que ver con sentimientos, y no sólo resultados. Lo que una persona hace es importante, pero más significativo para los que están en el ministerio, levanta la cuestión de cómo le va a la persona. ¿Qué está aprendiendo la persona? ¿Cómo está creciendo esa persona? 3. ¿Tenemos a las personas apropiadas, en el lugar apropiado, en el momento apropiado, con la responsabilidad es apropiada? Una cuestión de «encajar» se levanta para todos al mirar a la iglesia como un cuerpo que trabajan junto. No hay nada más frustrante que tratar remplazar un tornillo perdido y darnos cuenta de que el nuevo es del tamaño equivocado. Como dice el dicho: «No se siente bien siendo gallina en corral ajeno». Los líderes a menudo pedirán a algunas personas que sirvan en ministerios específicos debido a la gran necesidad. Esto puede estar bien por un corto período de tiempo, pero a la larga, las personas florecen debido a que «su encaje para el ministerio se complementa con sus dones, talentos y llamamiento».1 HERRAMIENTAS PARA FACILITAR A LAS PERSONAS QUE REALICEN SUS TAREAS ¿Qué herramientas necesita para responder a la pregunta: «¿cómo se estructurará el ministerio?» Primero será un cuadro organizacional. Este cuadro intenta poner en formato gráfico las relaciones personales y las responsabilidades de los que sirven en el ministerio. La función más básica de un cuadro organizacional es responder a la pregunta: «¿Cuál es el cuadro en grande?» ¿Cómo se organizarán los aspectos principales del ministerio? ¿Qué enfoques del ministerio continuarán funcionando por años por venir? El cuadro organizacional también responde a la pregunta: «¿quién es responsable por qué?» Pone en formato gráfico al personal que participará. Junto con el enfoque principal del ministerio, la tabla organizacional tendrá nombres asignados a cada ministerio específico. Varios factores pueden contribuir a que usted comprenda la salud de su organización. Al mirar a la tabla organizacional, hágase estas preguntas: 1. ¿Hay alguna persona responsable por más de cinco a siete aspectos? 2. ¿Hay alguna persona supervisando directamente a más de cinco a siete personas? 3. ¿Alguna persona tiene que dar informes a más de una persona? 4. ¿Está cada persona relacionándose a un equipo en su nivel de responsabilidad? Si usted puede contestar que sí a cualquiera de estas preguntas, entonces usted se encamina a un resultado insalubre. Otra herramienta para atender la pregunta «quién» es tener descripciones claras de trabajo para cada persona. Esto se aplica no sólo a los empleos pagados, sino también a los voluntarios que trabajan en la iglesia. Una iglesia llama al formulario para los voluntarios una hoja de enfoque del ministerio. Esto permite al líder del ministerio bosquejar, conversar y evaluar constructivamente a cada persona. HERRAMIENTAS PARA AYUDAR A LAS PERSONAS EN SUS RELACIONES PERSONALES Los líderes facilitamos relaciones personales saludables cuando nos dedicamos a estudiar las personalidades, dones espirituales, experiencias en relaciones personales, e historia de ministerio de las personas. Las herramientas que ayudan a evaluar el estilo de personalidad de una persona mejorarán la comprensión de su conducta, reacción, relaciones personales y consagración a las tareas y a las personas. Preferencia de roles, DISC, Meyers-Briggs y TJTA son algunas de las herramientas que pueden ayudar en este análisis. Tratar de entender a otros antes de entenderse uno mismo viene como una máxima de Stephen Covey.2 El líder que aplica esta máxima mediante una aplicación exhaustiva y sistemática a la organización hallará personas mucho más deseosas de servir cuando se les entiende por lo que realmente son. Las herramientas, sin embargo, nunca pueden reemplazar el tiempo que se dedica a cultivar relaciones personales saludables y productivas. Como Allen dijo antes, el tiempo de calidad resulta sólo como un producto colateral de la cantidad de tiempo. Por consiguiente, para tener y cultivar relaciones personales saludables de ministerio, los equipos deben pasar tiempo juntos en una variable contextos. El ministerio sólo en un ambiente de oficina limita el conocimiento el respeto de los demás que tiene uno. Pasar tiempo social da un mayor nivel de aprecio por el bienestar de la persona. A mí (Tim) me encantaba trabajar con la administradora de nuestra oficina, Freda, hace algunos años en la Iglesia Bautista Palm Springs. Ella tenía múltiples talentos y había sido bendecida con corazón apasionado por Dios y las personas. Pero ver a Freda en el contexto de su hogar me abrió los ojos en realidad. Una vez que fui a visitarla a ella y a su esposo, aprendí que Freda no era hábil sólo en las relaciones personales, sino también tenía gran talento como artista, expresándose en una multitud de artes manuales creativas. La madurez y amplitud de experiencia de la vida de Freda traía sabiduría de la vida real a las reuniones de personal. Ella entendía cosas prácticas tales como cuánto tiempo se necesitaría para realizar una tarea específica. Ella tenía la gracia y sabiduría de preguntar: «Pastor: ¿Podemos incluir a algunas de las señoras de la iglesia para que me ayuden a enviar la carta circular de la iglesia?» Esta noción no sólo nos ayudó a completar una tarea tiempo, sino que también les dio ministerio significativo a un puñado de mujeres mayores que disfrutaban del lado social de su trabajo. UN PROBLEMA RADICAL CON LA ORGANIZACIÓN En latín radical quiere decir «a la raíz».3 A la raíz de mucha confusión en la vida de la iglesia está el descuido de la consideración de la obra del Espíritu Santo en la administración de la iglesia. Esta confusión y desorganización surge de varias fuentes. 1. Los que no tienen el don de administración intentan administrar los asuntos de la iglesia. Esto produce caos. La gente se confunde. No se alcanzan las metas. La gente tiende a estar en conflicto. El enfoque del ministerio anda en varias direcciones. No se administra bien a las personas. Los líderes visionarios pueden convertirse en maníacos del control, y no permiten que otros participen en la administración de los grandes sueños y planes. 2. Algunos dicen que no es necesario organizar la iglesia. «Dejen que el Espíritu dirija». En su mayor parte lo que sucede en esas iglesias se puede resumir en la frase: «Empezamos bien». Pero terminar un proyecto, desarrollar un ministerio, crecer hacia la madurez son pensamientos que se esfuman rápidamente. 3. «Todo se debe hacer decentemente y en orden» cuelga como un cartelón invisible sobre el frente de algunos centros de adoración. El espíritu de estructura, proceso y orden puede dominar la vida de una congregación. Aunque algunos pueden sentirse seguros en ese medio ambiente, con mayor probabilidad se convertirán más en una máquina que en una comunidad. Debemos reconocer a aquellos que el Espíritu Santo ha dotado con dones administrativos y colocarlos en cargos para que usen sus dones a fi n de servir a la iglesia. ¿Cómo se puede hacer esto? 1. Provea capacitación en la iglesia local para los que tienen estos dones, mediante escuelas y seminarios bíblicos que educan a las personas para tal ministerio. A menudo las escuelas y colegios evangélicos no preparan a las personas con estos talentos. Mucho del patrón en la última década o algo así ha sido reclutar a alguien del mundo de los negocios y colocarlo en el papel de administrador de la iglesia o escuela evangélica. Sí, el Espíritu da a estas personas el don de administración, pero a menudo carecen de la capacitación concentrada para el ministerio dentro de la iglesia y organizaciones cristianas. 2. Busque activamente a los que tienen estos dones para que sirvan en la iglesia y organizaciones cristianas. Presente a los creyentes adultos que tienen estos dones el reto de que consideren dejar sus cargos seculares para servir en la iglesia, organizaciones cristianas u organizaciones misioneras. 3. Ponga a las personas con estos dones en las juntas de directores de iglesias y organizaciones cristianas con el propósito de aprovechar su perspectiva, experiencia y talento. Muchas iglesias y ministerios cristianos están dominadas a nivel de juntas por personas experimentadas y talentosas en el aspecto de enseñanza, pastorear, fe, etc., y por consiguiente carecen del consejo de personas experimentadas y sabias en administración. 4. Deje en libertad a estas personas para que dirijan y manejen la iglesia. A menudo los líderes no les dan a las personas que tienen estos dones la libertad para en realidad organizar la iglesia. Los que tienen dones en la administración necesitan el respaldo y afirmación del pastor o junta para tener libertad para administrar según Dios les ha dotado. El permitir que aquellos a quienes el Espíritu Santo ha dotado organicen y manejen la iglesia u organización paraeclesiástica puede dar tremenda libertad. Los pastores y juntas de iglesia necesitan identificar y dejar en libertad a las personas con estos dones. La iglesia hallará una experiencia mucho más saludable y feliz de ministerio cuando esto suceda. Luis Palau es un evangelista dinámico y altamente eficaz. Las ideas creativas y grandes visiones nunca cesan para Luis. Al lanzar su propio ministerio en 1977, Luis vio un continuo ir y venir de empleados hasta que dejó las principales tareas administrativas del ministerio a David Jones, ahora principal gerente financiero y vicepresidente de administración. David tiene la capacidad de filtrar y poner en prioridad la visión. Entiende el proceso y aclara roles y relaciones personales. Reconoce la necesidad de recursos para lograr la multitud de proyectos. En todo el Espíritu Santo ha dotado a David como administrador en aspectos que Luis no lo es. Cuando un equipo de individuos con dones únicos (del Espíritu Santo) se reunió alrededor de Luis Palau, su ministerio empezó a florecer. El Espíritu de Dios obra por medio de personas y estructuras para multiplicar los ministerios. CAPÍTULO 15 IMPLEMENTACIÓN DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU: LA FE EN ACCIÓN En todo este libro hemos presentado a los líderes un reto a buscar una relación personal de amor dependiente y continuamente creciente con Jesucristo, y de esa relación personal ser los siervos líderes en la vida de su iglesia y congregación. Les hemos retado a que como grupo oren, estudien, conversen, dialoguen, descubran y pongan por escrito lo que creen que es el propósito y misión de Dios. Les hemos retado para que descubran la visión de Dios para ustedes: la imagen verbal clara, única e inspiradora del ministerio que él se propone para ustedes y su iglesia o su ministerio por un tiempo, que será consistente con el propósito y misión de Dios. Les hemos presentado a ustedes siervos líderes el reto de buscar un equilibrio en dos papeles: (1) ser mayordomos de Cristo, para dirigir al pueblo de Cristo para que realice el propósito y misión de Dios y su visión única para su iglesia o ministerio, y (2) ser mayordomos de Cristo para servir, amar, y edificar a los que ustedes dirigen. Es dentro del contexto de todos los capítulos previos que empezamos la consideración de la implementación. LA IMPLEMENTACIÓN ES «FE» EN ACCIÓN Supóngase que nuestra congregación pasa un año o dos aprendiendo la visión y plan de Dios para nosotros para instilar nueva vida a nuestra congregación. Nos reunimos, analizamos la congregación en cuanto a pasiones y dones, examinamos la comunidad buscando un perfil de necesidades, y llegamos a lo que pensábamos que era la visión única de Dios para nuestra congregación en esta temporada de la vida de nuestra iglesia. Con cuidado planeamos los pasos detallados, medibles, que daríamos para convertir en realidad la visión de Dios. Preparamos un presupuesto para asegurarnos de que podíamos pagar por el nuevo empuje. Dedicamos miles de horas de esfuerzo; pero nada sucedió. Exige fe producir un plan, pero se necesita gran fe para implementarlo; allí es donde está el riesgo. Yo (Allen) me reuní con una iglesia en una situación similar a la que acabamos de describir. Habían hecho un prolongado análisis, realizado largas sesiones de oración y diálogo, y pasado horas redactando para concebir una visión y plan. (Dijeron que ya tenían una declaración de propósito y misión, que yo no vi). Puesto que la iglesia ya estaba en problemas cuando yo llegué, les pregunté qué hicieron cuando implementaron el plan que habían preparado. Respondieron que nunca lograron poner ni un pie en el plan; estaba en algún archivador recogiendo polvo. Debido a que nunca habían dado el primer paso, nada cambió de lo que habían querido que cambie. Nada sucede con una visión y plan a menos que un líder dirija el paso de fe. Josué e Israel se habrían quedado en el lado oriental del Jordán si Josué no los hubiera guiado a dar los pasos de fe. Nuestra iglesia tendrá sólo un sueño de nueva vida si nunca se da ese paso de fe. Dar esos primeros pasos de fe, y continuar dándolos, es lo que se llama implementación. Es el proceso de hacer una realidad la visión y plan de Dios para nosotros. La implementación es el ingrediente de «fe» en cualquier intención para hacer algo en forma diferente. Lea Hebreos 11 para ver «la fe» en acción. Desdichadamente, la implementación de un plan (un cambio) a menudo se entiende muy mal. Tal vez usted pregunte: «¿De qué está hablando? Hacer que un plan tenga lugar no puede ser tan difícil. Simplemente quiere decir empezar a dar los pasos propuestos en el plan». Lograr una implementación de calidad dirigida por el Espíritu e impulsada por el Espíritu es mucho más que simplemente dar los primeros pasos. También tiene que ver con superar las barreras que encontraremos en el camino. LA PLANIFICACIÓN DEL CAMBIO Por años en la industria bancaria yo (Allen) tenía la responsabilidad de administrar varios cambios y cometí varios errores. Probablemente la equivocación más crítica que cometí fue dedicar toda mi atención a preparar un plan de acción para resolver cualquier problema con el nos viéramos. Había aprendido que los problemas eran la diferencia entre nuestra situación presente y la que deseábamos. Por consiguiente, todo lo que necesitábamos era decidir con precisión cuál era nuestra situación actual, y la ideal, y luego llegar a un plan de acción para hacer cambios. Ese enfoque funcionó por un tiempo porque a nadie afectaba profundamente. Sin embargo, cuando empezamos la década de los 90 y la industria bancaria entró en lo que llamamos «manía de fusión», de repente el liderazgo estaba afectando profundamente otras vidas. Había muchos que estaban perdiendo o cambiando empleos, y experimentando toda la intranquilidad que viene con un cambio de trabajo. Felizmente, el banco donde yo trabajaba se preocupaba por sus empleados. Poco después de un anuncio de fusión llegaron las noticias de un plan de transición; un plan para cuidar del personal sea que estuvieran siendo despedidos o que siguieran empleados. ¡Qué idea revolucionaria! Los líderes habían pasado tiempo concibiendo un plan para cuidarnos. Admitimos que había una razón de negocios que explica una porción de la atención del banco. El banco no podía darse el lujo de un éxodo masivo de su personal. Sin alguna acción específica, hubiera tenido lugar un éxodo masivo. El banco, sin embargo, fue mucho más allá de simplemente prevenir un éxodo masivo. Además de un paquete de compensación para todos los empleados despedidos, independientemente de su cargo, proveyó asesoramiento para empleos, respaldo para preparar hojas de vida, ayuda para buscar otros trabajos, y notificación con bastante antelación al tiempo cuando la gerencia despediría a las personas. El plan no eliminó la reacción de temor en las filas, pero hizo mucho para reducirlo, y a mí se me introdujo a un mundo completamente nuevo de administración del cambio y transición. Cristo usó una organización secular para introducirme a lo que ahora veo como necesario en muchas iglesias hoy: ayudar a las personas a enfrentar los temores que siguen a los cambios en sus vidas. Sin embargo, Cristo no había terminado de enseñarme en cuanto a transiciones en las personas. Tres años después el siguiente banco en que yo trabajaba anunció su fusión, y de nuevo volví al asunto de administrar el cambio y transición. Nuestro Señor tenía más lecciones para que yo aprenda. Durante esta segunda fusión y experiencia de administración de transición, tuve la oportunidad de intervenir más temprano. Este capítulo es en gran parte lo que aprendí de esas dos fusiones y transiciones; especialmente de la segunda. LA IMPLEMENTACIÓN DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU Por favor, recuerde que usted es un siervo líder, con dos papeles igualmente importantes: ser mayordomo de Cristo en la vida de la iglesia y ser mayordomo de Cristo en las vidas de los de la congregación. A menudo pensamos de la implementación como un trabajo orientado a un plan. Es más que eso. Es el trabajo de descubrir el propósito, misión y visión por igual. Incluso la actividad de determinar la visión de Dios para nuestra iglesia no tendrá lugar si uno o más líderes no dan el primer paso. La redacción de una declaración del propósito, misión, y visión única de Dios para nosotros no resulta por accidente. Requiere de las personas apropiadas (que hacen a un lado sus agendas personales) y el mejor medio ambiente (en donde las personas se sienten razonablemente confortables). Requiere relaciones personales seguras (en donde las personas se sienten aceptablemente confortables las unas con las otras), estudió bíblico organizado y coordinado, un tiempo concentrado de oración, y un tiempo respetado de conversación en donde se protege la seguridad de cada persona. El trabajo intencional y cuidadoso para descubrir en oración la visión de Dios es clave para lograr una declaración exhaustiva de propósito, misión y visión. Un factor que a menudo se olvida al descubrir la visión de Dios para nosotros es el tiempo que requiere. No podemos apurar esto. Hemos oído de iglesias que han dedicado un año a la oración, estudio y conversación para llegar a la declaración de propósito y misión de Dios así como también su primera bien preparada declaración de visión. Es probable que otras iglesias tomen tan poco tiempo como una sola noche, aunque dudamos que una sola noche sea suficiente tiempo. LA IMPLEMENTACIÓN DEL TRABAJO DE PLANIFICACIÓN La planificación se parece mucho al descubrimiento de la visión; necesitamos las personas apropiadas, el mejor medio ambiente, relaciones personales seguras, estudio bíblico organizado y coordinado, un tiempo concentrado de oración, y un tiempo respetado de diálogo. Sin embargo, el proceso de planificación es más complicado. El propósito y la misión son fuertemente teológicos. La visión es una mezcla. Algunas características de la visión son teológicas y otras tienen que ver con necesidades y problemas prácticos. Debido a que la planificación trata de pasos prácticos para necesidades prácticas y problemas prácticos, consideraremos varios asuntos. Evaluación de la comunidad Puesto que las iglesias se ubican en comunidades y en barrios, parte de la planificación requiere que el liderazgo entienda la naturaleza de las personas a las que están llamados a ministrar. Esta será información tal como edad promedio y tamaño de la familia, número de padres solteros, diferentes trasfondos étnicos, cambios de población, tendencias económicas y el medio ambiente político. La evaluación de la comunidad incluirá un vistazo a necesidades no atendidas, tales como pobreza, problemas de adolescencia, asuntos de padres solteros, familias jóvenes, envejecientes, hambre y educación. Una vez que empecemos este tipo de análisis, hallaremos otros asuntos que será útil saber a fin de preparar el plan de la iglesia, especialmente el plan de Dios. Una evaluación interna La información interna de nuestra propia iglesia que será útil saber y entender al planificar puede incluir, pero no está limitada a: • Un perfil de los que asisten a nuestra iglesia. • Entrevistas posteriores a los que se han ido del cuerpo. • Saber cuáles son los dones, educación, pasiones y experiencia de los miembros de la iglesia. • Una comprensión de los conflictos y pecado dentro de la congregación. • Los santos andando consistentemente con Cristo. • Un análisis de capacidad de nuestros edificios (propios o rentados). • Los líderes, presentes y potenciales. • Las habilidades y pasiones de la iglesia disponibles para atender las necesidades no atendidas de la comunidad. • La cantidad de dinero disponible. La declaración de visión de Dios comparada con el plan de Dios Como se explicó en el capítulo 13, el plan de Dios es la declaración de visión de Dios expresado en pasos medibles de acción. El descubrimiento del plan de Dios requerirá el mismo cuidado y diligencia que se necesita para descubrir la visión de Dios para nosotros. Si parte de la visión de Dios para nuestra iglesia es un nuevo empuje evangelizador, el plan de Dios preparará pasos específicos medibles para poner en práctica esa visión. El plan puede incluir encabezamiento específico, tales como «Preparar un programa de entrenamiento en la evangelización» o «Formar liderazgo para el programa». En el plan, y bajo el encabezamiento «Preparar un programa de entrenamiento», habrá pasos específicos de acción, medibles, que dar, tales como «Escoger a cinco de los mejores evangelistas de la congregación». Note que el paso es medible. Podemos decir cuándo empieza y cuándo se lo completa. Esto es clave en todos los pasos. EL PRESUPUESTO El presupuesto de Dios es el plan de acción de Dios expresado en términos de dinero: el costo de realizar el plan. Por favor, repase el capítulo 13 para ver una revisión del presupuesto. No tenemos la intención de entrar en detalles en la preparación del presupuesto. La explicación de la preparación de un presupuesto de calidad es tema que fácilmente llevaría un libro entero. Su iglesia necesitará personas que son minuciosas, y que no toman atajos. Su iglesia necesitará personas que pueden tomar la montaña de información, analizarla (teniendo en mente el propósito, misión y visión de Dios), y preparar un plan y presupuesto para llevarlo a la práctica. LA PRINCIPAL BARRERA A LA IMPLEMENTACIÓN DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU [ANTES DE CONTINUAR, PUEDE SER ÚTIL REPASAR LOS CAPÍTULOS 6, 8, Y 9]. En el «Valle de difícil dirección» nuestro líder nos dio una tarea: construir un sendero a una aldea en las montañas en donde la gente está muriéndose de hambre. Aunque tenemos muchos ayudantes de nuestro «Valle de difícil dirección» para ayudarnos, también tendremos una cantidad de opositores que nos estorbarán. Pero debemos amarlos y protegerlos a todos, incluso a los oponentes que intentaran detenernos o hacernos daño. Durante la jornada en que estamos a punto de embarcarnos, consistentemente encontraremos a nuestros oponentes, el «interés propio» y «temor» de otros. Un oponente incluso puede ser otro líder. Los oponentes estarán en el camino, lanzándonos cosas, tratando de hacernos tropezar, tratando de confundirnos gritándonos y dándonos direcciones falsas, y tratando de asustarnos con falsos letreros de advertencia para que nos regresemos. Estarán escondidos de nosotros (evasión) o confrontándonos directamente (atacando). Pero por más grande reto que sean esos oponentes, no serán nuestro problema más difícil. Nuestro problema más difícil serán los enemigos del «interés propio» y «temor» en nuestra propia mente y corazón. Nuestros en enemigos nos dirán que nos cuidemos nosotros mismos, que evitemos a nuestros oponentes, o que si no podemos evadirlos, que empuñemos nuestras espadas y escudos y nos defendamos. Nos dirán que no nos corresponde amar y proteger a nuestros oponentes. Si ellos no pueden unirse al grupo, es problema de ellos. Nuestros enemigos de dentro nos dirán que no nos merecemos esto; es injusto que nuestro líder nos pida que hagamos esto. Si él conociera a nuestros oponentes como nosotros los conocemos, él no nos habría pedido que los amemos y protejamos a ellos también. Este breve relato describe las cosas como son cuando somos siervos líderes, siendo mayordomos de Dios, ayudando a las personas en la implementación del plan de Dios. Dios es el líder que nos ha pedido que implementemos su plan en particular mientras que amamos y protegemos incluso a nuestros oponentes: sus hijos que están en contra de su plan. El enemigo dentro de nosotros es real. Ese enemigo es la carne, que ya hemos explicado en este libro, y Pablo reveló en el capítulo 5 de su carta a los Gálatas. Podríamos hacerlo más fácil para nosotros si retrocedemos del alcance del plan de Dios, que él nos pide implementar con su dirección. Recuerde que somos siervos líderes, con todo lo que sabemos que eso significa. Tenemos dos papeles y AMBOS necesitan nuestra atención. Es tarea del siervo líder dirigir y administrar la implementación del plan de Dios por un campo minado de oponentes, mientras que se lucha contra los enemigos en nuestra mente y corazón. La naturaleza más retadora de esta aventura es que la tarea que Dios nos ha dado es lograr que la iglesia tenga éxito en la implementación mientras que ama y protege a todos, incluyendo a todos nuestros oponentes. ¿Cuán probable es que haremos un trabajo perfecto en la tarea asignada? No es probable, pero esa es la tarea asignada. ¡Cómo le parece eso! Y usted pensaba que la implementación iba a ser pan comido. PREPARACIÓN Las siguientes son cinco sugerencias para los líderes al prepararnos para nuestros papeles en la implementación dirigida por el Espíritu: 1. Recuerde nuestros dos nuevos papeles como siervo líder: a) ser mayordomo de Cristo, dirigir a su pueblo a realizar el propósito y misión de Dios, y su visión para la iglesia, y b) ser mayordomo de Cristo, para servir, amar y desarrollar a los que se dirige. 2. Lea de nuevo el capítulo 9, concentrándose en las ideas para ayudar a las personas en sus temores. 3. Compre y lea el libro Managing Transitions [La administración de transiciones] de William Bridges. Este libro es un libro práctico que cubre el tema de ayudar a la transición de personas, y lo cubre mucho más ampliamente de lo que podríamos hacer en este breve espacio. 4. Sea sensible a nuestros propios temores (vuelva a leer el capítulo 8). 5. Hable con Dios constantemente. Uno de mis pasajes bíblicos favoritos sobre el temor es lo que Dios le dijo a Josué al entregarle el enorme trabajo de dirigir a su pueblo a la tierra prometida. »Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas» . Josué 1:6-9 Líderes creyentes, pienso que Dios está diciéndonos que seamos fuertes y valientes, y cuidadosos para obedecer. Dios nos está diciendo que no nos aterremos ni nos desalentemos; él está con nosotros. Durante la segunda fusión de bancos mencionada arriba en este capítulo, nos dimos cuenta de que había un sentido de impotencia en el personal. La moral estaba más abajo que baja. Las personas estaban listas para darse por vencidas, lo que les habría hecho daño tanto a ellas como al proceso de fusión. Determinamos que sería bueno si pudiéramos proveer algo que les hiciera pensar hacia adelante, algo que ayudara a las personas a pensar con optimismo en cuanto al futuro, y el presidente pensó que era bueno y ético hacer algo por el personal. Decidimos proveer entrenamiento. ¿Por qué va alguien a capacitar a personas que se van? ¿Cuál es el pago de eso? Contrario a lo que uno pudiera pensar, hubo un pago. Para la compañía, resultó en una participación más fuerte en el proceso de fusión, y era consistente con los valores corporativos. Adicionalmente, sabiendo que el liderazgo en efecto se preocupaba ayudó al personal a sentirse más valioso. Empezaron a pensar con mayor optimismo en cuanto al siguiente paso en sus vidas. Era lo que había que hacer. Si desarrollar a las personas pudo ayudar a empleados bancarios despedidos, ¿qué podría hacer para creyentes que atraviesan su transición y su temor resultante? EL DESARROLLO DE PERSONAS COMO PARTE DE UNA ESTRATEGIA DE IMPLEMENTACIÓN Desarrollar a las personas durante la implementación del plan de Dios tiene dos beneficios: 1) ayudará a los líderes, personal y a la congregación a adoptar pensamiento de posibilidad, y 2) proveerá una fuente de nuevos líderes de calidad para el tiempo de crecimiento que experimentaremos debido al cambio. Pensamiento de posibilidad A menudo durante la transición de una organización, incluyendo una iglesia, la gente empieza a pensar hacia atrás cuando todo era seguro, en las cosas como eran. Es una reacción normal. Capacitar a las personas, especialmente con un plan de desarrollo diseñado en forma singular para cada individuo, ayudará a las personas a empezar a pensar en cuanto a posibilidades, incluyendo nuevas maneras en que Dios podría usarlas. Ayudará a las personas a empezar a pensar de sí mismas en forma diferente, viéndose como parte de la visión de Dios para la iglesia. Cada persona es singular en la iglesia y necesita saberlo. Líderes para el futuro En el futuro nuestra iglesia necesitará nuevos líderes, bien sea para atender a los miembros adicionales de nuestra congregación o para reemplazar a los líderes existentes que se van. La única manera de evitar la necesidad de nuevos líderes es cerrar nuestra iglesia o permitir que se muera lentamente. Sin embargo, si nuestra iglesia está creciendo, no puedo pensar de una mejor manera de hallar nuevos líderes que cultivarlos nosotros mismos. Es asombroso cuán pocas iglesias tienen un plan de desarrollo de liderazgo. Si somos una de ellas, la implementación de un plan de desarrollo simultáneamente con la implementación de la nueva visión de Dios para nuestra iglesia será una bendición doble. Un ministerio de desarrollo de líderes en nuestra iglesia es un ministerio de renovación, un ministerio de mejora de la moral, un ministerio de crecimiento y un ministerio de pensamiento de posibilidad. Un ministerio de desarrollo de líderes es un ministerio del cual brotarán futuros pastores, misioneros, directores de escuela dominical, ancianos, diáconos, directores de adoración, y familias más fuertes. Un ministerio de desarrollo de líderes hará mucho para proveer una fuente fuerte de liderazgo que aceptará las responsabilidades de liderazgo futuras. ASÍ QUE, ¿CÓMO PONEMOS EN PRÁCTICA LA IMPLEMENTACIÓN DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU? A estas alturas tenemos el propósito y misión de Dios, y tenemos la visión única de Dios para nuestra iglesia. También tenemos un equipo cuidadosamente seleccionado de líderes y una estructura en la cual dirigir. Nuestros líderes han abrazado sus nuevos papeles como siervos líderes además de tener la destreza para lidiar con sus propios temores y los temores de otros. Hay cuatro cosas esenciales para nuestra iglesia para llevarnos a una implementación dirigida por el Espíritu: 1. Conocimiento y una pasión por el propósito y misión de Dios, así como también por la visión única de Dios para nuestra iglesia. 2. Líderes que en forma individual y como grupo pasen tiempo con Dios en la Biblia, en conversación con él (oración) con el propósito de amar más a Jesucristo, y permitir que su amor fluya por medio de nosotros a otros. 3. La disposición y habilidad para planear, hacer un presupuesto, e implementar los cambios que Dios nos guíe a hacer. 4. Siervos líderes con dos papeles: 1) ser mayordomo de Cristo, para guiar a su pueblo para realizar el propósito, misión y visión de Dios para la Iglesia, y 2) ser mayordomo de Cristo para servir, amar y desarrollar a los que se dirige. EL EQUIPO DE IMPLEMENTACIÓN NECESARIO Para facilitar la implementación necesitaremos líderes preparados para el papel de implementación. Sugerimos tres grupos más un individuo. 1. El liderazgo básico principal de nuestra iglesia deben ser los siervos líderes básicos. Sus papeles son ser • Los que toman decisiones de alto nivel. • Modelos ejemplares de liderazgo servidor (han crucificado el interés propio y el temor). • Los instructores clave de liderazgo servidor. • Que asisten a la iglesia y fiestas del grupo con el solo propósito de oír el corazón de la iglesia y su congregación, usando sus destrezas clave de hacer preguntas y escuchar (no para interrogar a las personas o vender el plan). • Libres de conducta defensiva cuando reciben ataques verbales. 2. Líderes de ministerio con papeles clave tanto para dirigir el ministerio como para facilitar el cambio; para ser entrenados a cabalidad como servidores líderes con la tarea de • Mantener la calidad del ministerio. • Facilitar y respaldar los cambios planeados en su ministerio. • Amar y proteger a todas las personas en su aspecto de ministerio, independientemente de que respalden el plan o no. • Mantenerse por encima de la conducta defensiva cuando reciben ataques verbales. 3. El ministro y equipo de desarrollo de liderazgo: • El papel de este cargo será facilitar el diálogo y acuerdo con los directores de ministerio respecto a un plan de desarrollo, dados los intereses, destrezas y pasiones de los individuos de la congregación que desean desarrollo en el ministerio o liderazgo. • Estos individuos necesitarán ser siervos líderes maduros, capaces de andar en la línea entre la necesidad de ministerio y el desarrollo de liderazgo. • Estos individuos necesitan vivir por encima de la conducta defensiva cuando reciben ataques verbales. 4. Una persona en el cargo temporal de siervo líder principal: • Esta persona es responsable por establecer una estructura para exigir cuentas, dar seguimiento e informar. • Esta persona es responsable por asegurar que el propósito, misión y visión singular de Dios para esta iglesia se está implementando de acuerdo al plan y presupuesto. • Esta persona es responsable por asegurarse de que a todos los líderes y miembros de la congregación se les está amando y protegiendo durante el proceso de implementación. • Esta persona será fuertemente capaz de absorber la conducta defensiva de las personas (ataque o evasión), sin reaccionar en forma defensiva a su vez, sino más bien amando y protegiendo a todos. TODO ES CUESTIÓN DE DIOS No le hemos dado todo lo que necesitaba para tener destreza al planear e implementar. Hay una cantidad de excelentes recursos disponibles para ayudarle. Lo que sigue es apenas una muestra de lo que hay disponible. El libro de Bobb Biehl titulado Masterplanning [Cómo trazar planes maestros] provee pasos específicos, un cuadro para ayudarle, y sugerencias en cuanto a procedimientos y mucho más. El libro de Aubrey Malphurs Advanced Strategic Planning [Planificación estratégica avanzada] provee un modelo comprensivo de planeamiento estratégico. Sugerimos que busque algún software de proyecto que le ayude a organizar y administrar los intrincados detalles de un plan: asignar recursos, administrar enlaces, rastrear progreso, y promover comunicación. Si decide usar software para ayudarle, le sugerimos que dé la tarea de administrar el software a una o dos personas como respaldo para los siervos líderes básicos. No es nuestro objetivo darle o dirigirle a una forma o modelo específico de liderazgo. Es nuestra oración que cualquiera que sea la forma o modelo que usted escoja usar, recubrirá todo el proceso con el amor de Cristo y su soberanía sobre su iglesia y las vidas de sus hijos y su llamado para que vaya a él, para que le ame con todo lo que es, que ame a otros y que vaya y haga discípulos. La iglesia no es un club de servicio ni una empresa comercial que se pueda dirigir y administrar usando sólo destrezas y principios. La iglesia es especial en la creación de Dios, y Cristo es la Cabeza de la iglesia. Cristo debe dirigir su congregación, y usted es su siervo líder. CAPÍTULO 16 LA RENOVACIÓN DE LAS PERSONAS Y EL MINISTERIO Elías halló que la total dedicación y servicio al Señor vino con gran costo físico y mental. Habiendo exhibido extraordinario valor y poder frente a los profetas de Baal, Elías vio el poderoso poder del Señor consumir los sacrificios en el monte Carmelo. El juicio vino sobre los falsos profetas, y la vindicación del poder de Yahvé se vio como nunca antes. Habiendo sido usado por el Señor de una manera tan poderosa, Elías corrió una distancia de maratón delante de Acab hasta Jezreel. Uno pensaría que una acción tan fuerte derretiría el corazón de cualquiera, y sin embargo la cólera de Jezabel se expresó a Elías en estas palabras: «¡Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana a esta hora no te he quitado la vida como tú se la quitaste a ellos!» (1 Reyes 19:2). De acuerdo a las Escrituras, el temor abrumó a Elías y él huyó para salvar su vida. Posiblemente fue algo inteligente que hacer. Corrió toda la distancia de Israel a Beerseba. Dejando a su criado allí, siguió al desierto. Allí, sólo debajo de un enebro, sus verdaderos sentimientos brotaron de sus labios en estas palabras: «¡Estoy harto, SEÑOR! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados» (1 Reyes 19:4). Elías estaba agotado, profundamente deprimido, y con gran necesidad de descanso y renovación. ¿Tiene usted una necesidad de renovación? Dios le permitió que duerma, coma, y oiga su voz de nuevo. Qué profunda experiencia fue ésta para Elías. Y es un patrón para nosotros. Fortalecido por la corrida, bebida y descanso, Elías viajó cuarenta días al monte Horeb en donde el Señor lo encontró de una manera fresca, personal y dramática. Todos recordamos el relato del viento fuerte y poderoso, el terremoto y luego el fuego, pero nada de mensaje de Dios. Y entonces «vino un suave murmullo» (1 Reyes 19:12). Sí, con el suave murmullo vino un nuevo diálogo con el Señor. Elías expresó desilusión y duda. Dios escuchó. Dios volvió a comisionarlo. Elías obedeció. Todos necesitamos descanso y renovación; no sólo ocasionalmente, sino en forma regular. Como individuos, familias, iglesias y organizaciones cristianas necesitamos renovación. Lo que sabemos y experimentamos como individuos con Dios necesitamos experimentar como comunidades que viven para Dios y le sirven. Presente para nosotros aquí está la necesidad de renovación como una parte estratégica de administrar nuestra organización. Administrar a las personas de Dios quiere decir que nos preparamos para renovación, y no esperamos a que alguna crisis obligue el asunto. Un número de expresiones de esta renovación planeada viene a la mente. Dios orquestó el calendario para la nación de Israel al incluir ocasiones especiales cada año para adoración y renovación (Levítico 23). En la década de los ochenta yo (Tim) tuve el privilegio de pastorear la Iglesia Bautista Palm Springs. Uno de los ministerios especiales para mí durante esos años fue desarrollar nuestro ministerio a las familias. Por sugerencia de un pastor de más edad de nuestra denominación, empecé a predicar una serie de mensajes cada año, desde el Día de la Madre al Día del Padre relativos a la familia. Además, empezamos nuestro retiro anual para parejas. Después de pocos años, una de las parejas jóvenes vino y me pidió que se le permita empezar a dirigir este ministerio debido al crecimiento en sus propias vidas por lo que habíamos estado haciendo. A la renovación le encanta renovar a otros. LA BASE PARA LA RENOVACIÓN La renovación brota de ocasiones cuidadosas de evaluación. Cuando el ciclo de administración recorre el círculo completo, suficiente información se ha adquirido para decir que es preciso hacer algunos refinamientos. Esto es normal, saludable y deseable. La renovación se basa en la necesidad de cambio: cambio personal y cambio corporativo. El liderazgo necesita modelar la necesidad de cambio basada en las temporadas de evaluación y renovación personal. ¿Qué dice la Biblia en cuanto a evaluación? Dios es un evaluador. El apóstol Pedro dijo: «Pero ellos [los paganos] tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos» (1 Pedro 4:5). Pablo le dijo a la iglesia de Corinto: «Porque es necesario que todos [los creyentes] comparezcamos ante el tribunal de Cristo» (2 Corintios 5:10). La Palabra de Dios es su instrumento de evaluación: «Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, . . . y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12). El Padre le ha delegado al Hijo la responsabilidad del juicio, «y [el Padre] le ha dado autoridad [al Hijo] para juzgar» (Juan 5:37). Como creyentes debemos evaluarnos nosotros mismos. «Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos» (2 Corintios 13:5). Jesús enseñó: «saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano» (Mateo 7:5). La evaluación personal debe preceder y tomar precedencia por sobre la evaluación de otros. Entonces somos llamados a evaluar a otros para el liderazgo (Hechos 6:1-3) y conducta personal (Colosenses 1:28; Mateo 18:15-18; Gálatas 6:1). Por último debemos evaluar al mundo (Romanos 12:2; 1 Juan 4:1; 1 Tesalonicenses 5:21). La evaluación de uno mismo y del ministerio de la iglesia u organización cristiana debe conducir a alabanza por las bendiciones y el fruto del ministerio. La alabanza a Dios y su familia debe ser una primera prioridad en la evaluación. Un Salmo del Día del Señor incluye esta nota de alabanza: «Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor perfume. . . . Como palmeras florecen los justos; . . . Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos» (Salmo 92:10-14). La evaluación apropiada también conduce a admitir la necesidad de cambio. Mediante la evaluación propia regular e intencional, el creyente puede estar cerca de Cristo. Pablo exhorta a los creyentes de Roma a ofrecer sus cuerpos «en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. . . . sean transformados mediante la renovación de su mente» (Romanos 12:1-2). Esta transformación de la mente viene en vista de la misericordia de Dios. El mensaje a los Romanos que precede al capítulo 12 bosqueja las misericordias de Dios. Aquí uno halla el contenido de la transformación personal. ¿EN QUÉ ASPECTOS DEBE TENER LUGAR LA RENOVACIÓN? El Salmo 78:72 refleja la evaluación que Dios hizo de David el pastor de Israel: «Y David los pastoreó con corazón sincero; con mano experta los dirigió». La renovación necesita tocar nuestros corazones y nuestras manos, nuestras vidas internas y nuestras destrezas de liderazgo. Por consiguiente, al pensar en la renovación de la iglesia u organización cristiana, nosotros, los líderes, necesitamos empezar con nosotros mismos y entonces hallar sendas para que toda persona en la organización sea tocada regularmente por el proceso de renovación. En lugar de ver la renovación y el reaprovisionamiento como una medida «de emergencia», los líderes dirigidos por el Espíritu intencionalmente dan lugar a períodos de evaluación y renovación. La prioridad del corazón sobre la mano no sorprende a nadie. Los líderes de la iglesia comprenden que la transformación interna y renovación pavimenta el camino en la agenda de Dios para el crecimiento en las destrezas de liderazgo. Por consiguiente, como David, debemos decir: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu» (Salmo 51:10). O como dijo en el Salmo 139:23-24: «Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno». O como Juan, el apóstol amado, exhortaba a las iglesias de Turquía: «El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apocalipsis 3:6). Además, como líderes de una iglesia u organización cristiana, debemos desarrollar nuestras destrezas en el ministerio. Estas destrezas cubren toda la variedad de lo que Dios nos ha pedido a cada uno de nosotros que realicemos en nuestra cultura y ambiente particular de ministerio. Confiamos, por ejemplo, que este libro le dará nociones para integrar la obra del Espíritu Santo en usted y por medio de usted en términos de liderazgo y procesos de administración. Las destrezas de liderazgo y administración deben ser aprendidas y refinadas. Cada uno tenemos nuestro propio aspecto de ministerio que requiere crecimiento continuo. Con la abundancia de información y recursos disponibles para crecer en las destrezas de liderazgo, destrezas de comunicación, destrezas en las relaciones interpersonales, destrezas en la música y adoración, destrezas para levantar fondos, etc., tenemos muchas opciones sobre cómo queremos integrar el conocimiento y destrezas adicionales. No queremos dar por sentado que lo sabemos todo. A menudo nos olvidamos más de lo que queremos admitir. El Espíritu Santo maximiza lo que quiere lograr mediante nuestras destrezas. La disciplina de aprender y dominar nuevas destrezas nos reta a cada uno en nuestro servicio al Señor. Yo (Tim) nunca me imaginé que el Señor usaría el Doctorado en Ministerio que obtuve en el Seminario Fuller en 1994, para abrir una puerta de ministerio para mí en el Seminario Bíblico Multnomah en 1996. Yo había esperado que algún día en el futuro distante tal vez pudiera enseñar en una universidad bíblica o seminario. Debido a que tenía un doctorado, Dios me usó en un momento inesperado para enseñar en el Seminario Multnomah. Para mí, los estudios a nivel de doctorado no sólo me prepararon para un ministerio más efectivo, sino que también abrieron una puerta para enseñar a nivel postgraduado. Así que necesitamos una renovación del corazón y de la mano. Conforme adquirimos destrezas en el ministerio, nunca debemos separarlas de nuestra necesidad de renovación del corazón. La renovación personal no puede desconectarse de la práctica de renovación corporativa. Cuando la iglesia participa en la Cena del Señor, Pablo dice que debemos examinarnos nosotros mismos y corregir las cosas con otros creyentes antes de participar del pan y de la copa (1 Corintios 13:2324). La iglesia necesita renovación en sus ministerios tan urgentemente como el individuo. ¿CÓMO SE PUEDE IMPLEMENTAR LA RENOVACIÓN? Primero, los ancianos de la iglesia pueden dirigir al practicar la renovación en sus vidas personales y en las reuniones de liderazgo. Mediante la adoración, reflexión y oración, los líderes deben ir ante el Señor para buscar su dirección en el cambio personal y corporativo. Esto se puede hacer en las reuniones semanales o mensuales, ante la congregación en las ocasiones de adoración, y en ocasiones especiales para retiros. Segundo, los ministros de la iglesia deben practicar renovación en sus reuniones de ministros, al dirigir los varios ministerios de la iglesia, y en ocasiones especiales de retiro. Puesto que el personal evalúa de manera más sistemática, necesitan brindar su experiencia para fortalecer a otros en esta disciplina. A menos que veamos la evaluación como escuchando al Señor y las necesidades de la comunidad a fin de refinar y ajustar el cómo estamos haciendo el ministerio, se vuelve un ejercicio inútil. El contexto de la evaluación debe ser buscar comprender la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas y por medio de ellas. La renovación debe ser el objetivo de este proceso. Tercero, los líderes y ministros de la iglesia deben dirigir a la congregación en temporadas de renovación, haciendo énfasis en la obra de Dios que nos guía a alabarle y a buscar su instrucción en lo que debemos dejar de hacer, lo que debemos empezar a hacer, y cómo podemos ministrar mejor. En el proceso, se debe animar a las personas, exhortarlas y apreciarlas. La meta del liderazgo al equipar al cuerpo de Cristo es edificar el cuerpo de Cristo, no destrozarlo. Debemos buscar la obra del cuerpo de Cristo en unidad y diversidad. Esto exige claro liderazgo en el proceso de evaluación, conduciendo a tiempos de renovación y refrigerio (Efesios 4:12-32). UN EJEMPLO DE RENOVACIÓN EN MEDIO DEL MINISTERIO Un estadista consagrado llamado Nehemías destaca el papel estratégico de la renovación. Nehemías capta la esencia de la dirección y administración de un grupo de personas que está completamente fuera del plan de Dios. Dios primero tocó el corazón de líder, Nehemías. Visitando la destruida capital de Israel, Nehemías vio con sus propios ojos la condición terrible y trágica de la ciudad de su pueblo. Dios puso a Nehemías de rodillas y plantó en su corazón un sueño. Al levantarse del polvo de Jerusalén en 445 a.C., Nehemías era un hombre cambiado. El peso por reconstruir Jerusalén creció en su corazón como un fuego encendido con leña seca y viento fuerte. El poder del relato se agranda al darnos cuenta de que Esdras había reedificado el templo algunos años antes. Sin embargo Dios no estaba satisfecho con una capilla con el solo propósito de presentar sacrificios. Quería ver una ciudad plenamente funcionando con toda las dinámicas de la vida familiar, comercio y gobierno funcionando a todo dar. ¿Por qué otra razón reconstruir los muros de la ciudad? Los muros de la ciudad eran residencia de muchos pobladores, y las puertas de la ciudad eran lugares de comercio y gobierno. Pienso que Dios quería que su gloria se vea en todo aspecto de la vida, y también Nehemías. La oración había encendido en Nehemías una nueva intrepidez y resolución para restaurar lo que había sido destruido (Nehemías 1:4). Con un plan sembrado en su corazón, halló que Dios abría el corazón del rey para financiar la visión. Con papeles de autoridad, un plano en su mente, y un equipo con el cual trabajar, Nehemías empezó la construcción. Delegó responsabilidades a cada clan de acuerdo a su herencia ancestral. La gente estuvo altamente invertida antes de que muevan la primera piedra. Cuando surgió la oposición Nehemías ejerció sabiduría y resolución. Renovó a los trabajadores oprimidos con el reto de tener una pala en una mano y una espada en la otra. La renovación de espíritu vino con un reto de enfrentar las artimañas del enemigo con creatividad y determinación. Les llevó solo cincuenta y dos días para mover miles de piedras y construir decenas de metros de la muralla de la ciudad (una muralla de mampostería), todo esto en medio del ultraje verbal y amenazas de toda clase. ¡Asombroso! ¡Increíble! Cuando las personas están renovadas de corazón y mente, pueden suceder cosas poderosas. Pero el proyecto no estaba completo sino cuando se participó en la celebración. Nehemías entendía que terminar la muralla no era el objetivo último: ¡era adorar a Dios en una ciudad renovada! Dios quiere que su pueblo disfrute de la seguridad de la ciudad y tenga una experiencia de su presencia en medio de ellos. Nehemías se dio cuenta de que la renovación de los corazones de ellos conduciría a adorar a Dios. Y la adoración a Dios no sería la única bendición para los pocos judíos que entonces vivían en Jerusalén, sino que «Era tal el regocijo de Jerusalén que se oía desde lejos» (Nehemías 12:43). Cuando el pueblo de Dios es renovado, toda la ciudad oirá alabanzas a Dios. ¿QUÉ SIGNIFICA LA RENOVACIÓN PARA LA IGLESIA DE HOY? Renovación quiere decir que la iglesia será una comunidad saludable en donde se adora Dios, los creyentes son transformados, y la comunidad en general percibe la presencia de Dios. Renovación quiere decir que la iglesia es un lugar feliz y santo. La adoración a Dios ocupará el escenario central en las prioridades de la iglesia. La adoración personal y corporativa dominará la conversación e interacción de las personas. El percatarse de un Dios santo y amante fascinará a los que adoran. La alabanza caracterizará sus ocasiones de adoración. Los sombríos se quitarán sus abrigos de depresión y se pondrán vestidos de alegría. La renovación por el Espíritu Santo elevará los corazones por encima de las cargas del día. La iglesia crecerá en santidad. Cuando Dios está en el escenario central, el enfoque está sobre él, y no sobre nosotros. Cuando lo miramos a él, su verdad brilla en nosotros. Empezaremos a ver lo oscuro de nuestras almas. Los pecados ocultos serán más públicos. Nuestro hambre de pureza y justicia llama a nuestros corazones a que seamos más como él. Cuando la renovación viene, el pueblo de Dios se vuelve al Señor con un nuevo deseo de ser conformados a su imagen. Esto quiere decir que conforme dirigimos y administramos a la iglesia, necesitamos hacer preguntas como: «¿Está Dios renovando nuestros corazones y mentes?» «¿Hay hambre de Dios?» «¿Por qué?» «¿Por qué no?» El liderazgo y administración con el propósito de eficiencia sin hambre de Dios es un ejercicio en carnalidad. Somos llamados a considerar los caminos de Dios que nos conducen más cerca de él, y no simplemente a hacernos una mejor organización. Por consiguiente, el objetivo de la organización es acercar a las personas más a Dios. La administración y liderazgo organizacional, como la estructura de esqueleto de nuestros cuerpos, deben «estar allí, pero no verse». Como ya dijimos antes, un cuerpo enflaquecido u obeso no es saludable ni eficiente. Pero un cuerpo que es saludable necesita una estructura de esqueleto fuerte. El liderazgo y administración organizacional es ese esqueleto. Cuando el Espíritu Santo fortalece a los que tienen dones para guiar y administrar los asuntos de la iglesia, ellos a su vez se someten a su liderazgo como siervos líderes, y con la iglesia regularmente buscan al Señor mediante un proceso diestro de administración y liderazgo organizacional. Anhelamos renovación en nuestras vidas. Cuando hallamos eso en la presencia de Dios, su pueblo halla plenitud de gozo. Únase a nosotros para renovar nuestra pasión por él y nuestra consagración a ser siervos por amor a Jesús a la iglesia por la que él murió y por la que ahora vive. APÉNDICE UNA SENDA PARA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU DE DIOS No podemos recalcar demasiado que el descubrimiento del propósito, visión y visión de Dios para nuestras iglesias necesita llegar a ser un proceso, y no simplemente un suceso de una sola ocasión. Los líderes deben abrazar el proceso de administración, y no sólo los pasos del proceso. También, el proceso necesita constante oración y escuchar a Dios. Los puntos de cambio vienen consistentemente conforme escuchamos al Espíritu de Cristo al hacer preguntas claves. Por favor, vea la tabla citada en la guía de lectores para ver la lista de preguntas clave. Usaremos estas preguntas repetidamente al avanzar por el ciclo de administración y al revisar y renovar el plan de ministerio. Estas preguntas clave también se pueden usar para resolver problemas, para identificar problemas y sus fuentes. Esperamos que el diagrama que sigue le ayudará a visualizar el «cuadro grande» de la administración dirigida por el Espíritu. Sin embargo, el paso más importante para llegar a ser una iglesia impulsada por el Espíritu es abrirnos a la dirección del Espíritu Santo tanto en nuestra vida personal como también en la vida de la iglesia. Libros, diagramas, y las mentes más grandes del mundo son inútiles si no invitamos a Dios a que tome nuestras iglesias y su liderazgo y nos guíe a su visión para nosotros. GUÍA DEL LECTOR Las preguntas que siguen se proveen para ayudar en el proceso y aplicación del material de cada capítulo. Animamos al equipo de liderazgo a conversar y dialogar juntos usando estas preguntas como guía. CAPÍTULO 1 DE MUERTE A VIDA 1. El reverendo Hagelganz dijo: «Aconsejamos a los hermanos, sobre todo, tener presente al Señor y manejar todo en amor». ¿Cómo sería su consejo aplicable hoy? 2. A su modo de pensar, ¿cuáles eran las principales dificultades de la Iglesia Evangélica Central? 3. ¿Por qué cosa podría el creyente tener más afecto que su afecto por Jesucristo? 4. ¿Cuál podría ser una evidencia de que el creyente tiene mayor afecto por algo o alguien que su afecto por Cristo? CAPÍTULO 2 EL TIRÓN DE AFECTOS EN CONFLICTO 1. Ezequiel 14 trata de ídolos y piedras de tropiezo. ¿Cuáles pudieran ser ídolos y piedras de tropiezo para los líderes cristianos hoy? 2. ¿En cuanto a qué depende usted de Jesucristo hoy? ¿En cuanto a qué usted NO depende de Jesucristo? 3. ¿ En contra de cuáles tentaciones o pecados piensa usted que los líderes cristianos necesitan cuidarse más? CAPÍTULO 3 EL DESCUBRIMIENTO DE UN DIOS AMANTE Y TRANSFORMADOR 1. ¿De qué maneras usted y otros líderes intencionalmente pasan tiempo juntos para orar y estudiar las Escrituras con el propósito de conocer más a Cristo y amarle más profundamente? 2. ¿Que es de mayor preocupación para usted y los demás líderes de su iglesia: (a) el amor a Dios de los líderes o miembros de su congregación o (b) su conducta cristiana? ¿Por qué? ¿Qué evidencia bíblica hay para su respuesta? 3. ¿Qué evidencia del fruto del Espíritu halla usted en su iglesia? 4. ¿Qué síntomas de la carne observa usted en su iglesia? CAPÍTULO 4 LIDERAZGO ESPIRITUAL 1. Describa en sus propias palabras a la persona que Dios desea que dirija su iglesia. 2. ¿Cuáles tres preguntas le haría usted a alguien a quien se estaría entrevistando para un papel de liderazgo en su iglesia? 3. ¿Cuál es la diferencia entre ser lleno del Espíritu Santo y ser un líder maduro y santo? CAPÍTULO 5 CÓMO OÍR A DIOS 1. Describa en sus propias palabras como el creyente oye de Dios. 2. ¿Qué barreras piensa usted que impiden que los creyentes conozcan la voluntad de Dios? 3. Describa los ruidos en competencia para los líderes de la iglesia hoy. 4. Si usted pasa horas al día en oración y estudio bíblico, ¿cómo le va a ayudar eso a amar más a Dios? 5. Si usted pasa más tiempo cada día buscando a Dios en oración y estudio bíblico, ¿cómo pudiera eso afectar su amor por él? CAPÍTULO 6 CÓMO AMAR A LAS PERSONAS, Y NO USAR A LAS PERSONAS 1. Describa en sus otras palabras cómo los líderes de la iglesia pueden usar a las personas. 2. ¿Que es mayordomía? 3. ¿Que quiere decir que un líder sea mayordomo de Cristo para dirigir a su pueblo? 4. ¿Qué quiere decir que un líder sea mayordomo de Cristo para servir, amar y desarrollar a las personas? CAPÍTULO 7 CUANDO DIOS DICE QUE NO 1. ¿Cuáles no oye usted de Dios en este punto de su ministerio? 2. ¿Cómo le ha dirigido Dios impidiéndole ciertos ministerios en el pasado? 3. En su jornada presente, responda a estas tres preguntas: a. Si no aquí, ¿dónde? (nuevos lugares) b. Si no ahora, ¿cuándo? (asunto de tiempo) c. Si no de esta manera, ¿cómo? (nuevos métodos) CAPÍTULO 8 UN BUEN TIPO DE TEMOR 1. ¿Cuáles son las caras del temor en su vida? 2. ¿Cómo está respondiendo a los temores en su vida? 3. ¿Cómo va a aplicar los cinco pasos de temer al Señor a sus propios temores personales mencionados en las preguntas que anteceden? CAPÍTULO 9 CÓMO AYUDAR A OTROS A LIDIAR CON EL TEMOR 1. Describa en sus propias palabras una ocasión en su iglesia cuando el liderazgo intentó hacer un cambio que veían como positivo, pero hubo una reacción fuerte de oposición al cambio de parte de varios miembros. 2. Describa en sus propias palabras qué estrategias usaron los «atacantes» para luchar en contra o retrasar el cambio que se intentó. 3. ¿Notó algún líder a algún evasor en la iglesia? ¿Acaso alguien calladamente se fue durante o poco después del cambio? Si alguien en efecto notó la lucha de los evasores, ¿qué, en forma específica, trajo eso a la atención de liderazgo? 4. Describa en sus propias palabras como el liderazgo manejó el problema de ira y evasión dentro de la congregación. CAPÍTULO 10 CÓMO TOMAR DECISIONES DIFÍCILES 1. ¿Qué decisiones difíciles enfrenta usted hoy? Póngalas por escrito. 2. ¿Qué factores hacen difícil esta decisión para usted? 3. Al procesar su respuesta, haga y responda a estas preguntas: a. ¿Qué pasajes bíblicos le dieron perspectiva para esta decisión? b. ¿Cómo ha orado respecto a esta decisión? c. ¿Está usted obedeciendo a Dios o tratando de complacer a las personas? d. ¿Cuáles son los costos a favor y en contra de esta decisión e. ¿Está usted siendo completamente honesto al tomar esta decisión? f. ¿Qué consejo ha recibido de otros? g. ¿Es esta una decisión que usted tiene que tomar? h. ¿Prevalecerá la verdad al tomar su decisión? ¿Cómo? i. ¿Están sus emociones permitiéndole que sea una persona de integridad? CAPÍTULO 11 UNA SENDA PARA EL LIDERAZGO DEL ESPÍRITU SANTO 1. ¿Hay algún pecado conocido en su vida o en la vida de su iglesia? Confiéselo (1 Juan 1:9; Mateo 18:15-18). 2. Someta su mente, emoción y voluntad al Espíritu Santo (Efesios 5:18-20). 3. Sometan sus palabras y conducta los unos a los otros (Efesios 5:21). 4. ¿Cuál es su plan de acción del tamaño de la fe? 5. Prométale a Dios que vivirá por fe bajo la dirección de su Espíritu Santo (Hebreos 11:6). CAPÍTULO 12 LO QUE DIOS TIENE EN MENTE 1. ¿Qué es el Jericó de Dios para su iglesia? 2. ¿Qué, si acaso algo, le impide que usted o su iglesia intenten conquistar su Jericó? 3. Use la siguiente tabla para escribir sus respuestas al propósito, misión y visión singular de su iglesia.1 PASO DE PROCESO Y HERRAMIENTAS PROPÓSITO Hoja de enfoque de la vida MISIÓN ¿Qué pasajes bíblicos resumen nuestra misión? ¿Qué relatos captan la esencia de nuestra misión? VISIÓN Lluvia de ideas ¿Qué imágenes verbales captan la pasión de nuestra visión? ORACIÓN Y PLANIFICACIÓN ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN IMPLEMENTACIÓN E INFORMES EVALUACIÓN Y RENOVACIÓN REGUNTAS CLAVE ¿Por qué existo yo? ¿Por qué existimos? ¿Cuál es la declaración bíblica duradera a la cual Dios está llamando a su iglesia? ¿Qué dice la Palabra de Dios en cuanto a nuestra misión? ¿La misión de nuestra iglesia? ¿Nuestros valores básicos? ¿Cuál es la imagen verbal clara, única e inspiradora del ministerio que Dios quiere para nosotros por un período de tiempo, que será consistente con su propósito y misión? ¿Qué nos ha llamado Dios a hacer? ¿Cuál es nuestra filosofía? ¿Cómo vamos a hacer el ministerio? SU RESPUESTA CAPÍTULO 13 PLANIFICACIÓN 1. ¿De qué maneras el plan de su iglesia para el año entrante muestra dependencia en Dios 2. Describa algunos milagros que Dios ha hecho en su iglesia en los últimos años. 3. ¿Cuál es el plan para derrotar su Jericó? 4. Añada otra línea a la tabla anotando su respuesta para el plan de su iglesia para realizar la visión única de Dios para su iglesia.2 PASO DE PROCESO Y HERRAMIENTAS PROPÓSITO MISIÓN VISIÓN ORACIÓN Y PLANIFICACIÓN Anote y rastree metas y pasos para alcanzar las metas Presupuesto y levantamiento de fondos Listas de oración que acompañan metas ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN IMPLEMENTACIÓN E INFORMES EVALUACIÓN Y RENOVACIÓN PREGUNTAS CLAVES ¿Cuáles son los pasos específicos medibles que se necesitan a corto plazo para realizar la visión de Dios dentro del contexto del propósito y misión de Dios por medio de nosotros y en nosotros? ¿Quién es responsable por qué? ¿Qué tareas hay que hacer? ¿Cuándo hay que hacer las tareas? ¿Cuáles son los eslabones entre las tareas? ¿Cuáles son las metas específicas? ¿Cuáles son los pasos específicos para alcanzar las metas? ¿Cuál es nuestro plan de acción? ¿Cuáles recursos se necesitan para alcanzar las metas? SU RESPUESTA CAPÍTULO 14 LA ORGANIZACIÓN DEL EQUIPO 1. ¿Diría usted que su iglesia es una organización saludable de acuerdo a las cuatro características de una organización saludable descrita en este capítulo? ¿Por qué sí? ¿Por qué no? 2. ¿Quiénes tienen el don de administración en su iglesia u organización cristiana? ¿Qué están haciendo ellos en el ministerio? ¿Se les está equipando? ¿Cómo se les está afirmando? 3. Añada otra línea a la tabla anotando su respuesta para la estructura de la iglesia para realizar el plan de Dios para su iglesia.3 PASO DE PROCESO Y HERRAMIENTAS PROPÓSITO MISIÓN VISIÓN ORACIÓN Y PLANIFICACIÓN ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN Prepare cuadro organizacional Redacte descripciones de trabajo Inventario de dones espirituales IMPLEMENTACIÓN E INFORMES EVALUACIÓN Y RENOVACIÓN PREGUNTAS CLAVES ¿En qué aspectos principales necesitamos dividir el trabajo para mantener manejable las tareas? ¿Quién es responsable por qué? ¿Quién informa a quién? ¿Quién forma y dónde está el equipo? SU RESPUESTA CAPÍTULO 15 IMPLEMENTACIÓN DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU: LA FE EN ACCIÓN 1. ¿De qué maneras es la implementación una actividad de fe? 2. ¿Qué dificultades ha tenido el liderazgo de su iglesia para implementar el cambio en su iglesia? 3. ¿Cómo están los líderes ayudado a las personas a hacer la transición durante la implementación de cambio en su iglesia? 4. Añada otra línea a la tabla anotando su respuesta para su estrategia de implementación de la iglesia.4 PASO DE PROCESO Y HERRAMIENTAS PROPÓSITO MISIÓN VISIÓN ORACIÓN Y PLANIFICACIÓN ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN IMPLEMENTACIÓN E INFORMES Estructura del equipo Calendario Formularios de informes PREGUNTAS CLAVES ¿Hay una estrategia para implementar el plan? ¿Hay una estrategia para la transición con amor de personas? ¿Quién es responsable por qué? ¿Cuándo hay que hacer las tareas? EVALUACIÓN Y RENOVACIÓN CAPÍTULO 16 SU RESPUESTA LA RENOVACIÓN DE LAS PERSONAS Y EL MINISTERIO 1. ¿Necesita usted renovación? ¿Cómo lo sabe? ¿Qué indicadores puede mencionar que apuntan a la necesidad de renovación personal? 2. ¿Es la renovación una parte regular y planeada de su proceso de liderazgo? ¿Por qué? ¿Por qué no? ¿Qué pasos puede dar para implementar la renovación como una parte regular de su proceso de liderazgo? 3. Complete la tabla anotando su respuesta para la estrategia de su iglesia para evaluación y renovación.5 PASO DE PROCESO Y HERRAMIENTAS PROPÓSITO MISIÓN VISIÓN ORACIÓN Y PLANIFICACIÓN ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN IMPLEMENTACIÓN E INFORMES EVALUACIÓN Y RENOVACIÓN Formularios de informes Formularios de evaluación de trabajo Refinamiento de goles Certificados de aprecio Refinamiento de descripciones de trabajo Renovación de propósito y misión y refinar la visión PREGUNTAS CLAVES ¿Quién evalúa a quién? ¿Cuándo se harán las evaluaciones? ¿Qué pasos específicos necesitamos dar para lograr las metas, refinar las metas y enfocar de nuevo al personal? SU RESPUESTA ACERCA DE LOS AUTORES DR. TIMOTHY ROBNETT Inspira y equipar a las personas para la evangelización y vida de iglesia efectiva es el enfoque del ministerio de Tim. Después de sus estudios universitarios en Stanford, en donde jugó fútbol americano en dos equipos de campeonato del Tazón Rosa, sirvió como interno en el cargo de ministro de adolescentes en la Iglesia Bíblica Península, en donde Dios despertó su deseo de ministerio vocacional. Después de asistir al Seminario Occidental, sirvió como pastor asociado en Bakersfield, y después como pastor principal de la Iglesia Bautista Palm Springs, (Palm Springs, California) por once años. En 1994 recibió su Doctorado en Ministerio del Seminario Teológico Fuller de Pasadena, California. En todo su ministerio Tim también ha dado liderazgo a la Hermandad de Atletas Cristianos, Juventud para Cristo, y la Asociación Bautista Conservadora del Sur de California, y al presente para la Proclamation Evangelism Network of Mission America. Desde 1990 Tim ha servido en la Asociación Luis Palau. Su ministerio ha incluido dirigir festivales internacionales en doce naciones, supervisar conferencias y sesiones de entrenamiento de evangelistas en muchas otras naciones, coordinar misiones colaboradoras en varios estados de India y varias naciones de África, y desde el 2000 dirigir el ministerio de Next Generation Alliance para equipar una nueva generación de evangelistas de proclamación. Tim también sirvió como profesor asociado de ministerio pastoral y director de interinazgo en el Seminario Bíblico Multnomah de 1996 a 2004. Coordinó el programa de maestría de artes en estudios pastorales. También preparó programas adicionales en administración de ministerio, evangelización y ministerio de familia. Tim se casó con su novia de la secundaria, Sharon, en 1971. Tienen un hijo, Joel, casado con Kate, y una hija, Karen. Disfruta montando a caballo, levantando pesas, racquetbol y jardinería ALLEN H. QUIST El Dr. Don Brake, decano y vicepresidente del Seminario Bíblico Multnomah dice: «Pocos hombres son más apasionados y articulados en cuanto a la administración y liderazgo bíblico y santo de la iglesia que Allen Quist». Esta pasión se ha desarrollado por muchos años de experiencias, empezando cuando era muchacho. Primero aprendió liderazgo de su padre, que le presentó el reto de nunca rajarse. Con este fuerte cimiento, Allen asistió a la Universidad Estatal de Washington, se casó con su novia de la universidad, y empezó una familia y treinta y cinco años de carrera bancaria. Además de graduarse de la Escuela Bancaria de la Costa del Pacífico y Escuela de Crédito Agrícola del Noroeste, Allen pasó gran parte de las últimas dos décadas de su carrera bancaria desarrollando valiosas habilidades de liderazgo al administrar actividades de préstamos a empresas pequeños, dirigiendo una región de veinticuatro sucursales al por menor, y ayudando a administrar el cambio y transición en dos fusiones de bancos. Durante los últimos años de su carrera bancaria, Allen empezó a participar en misiones foráneas y actividades relativas al ministerio. En 1998, sintiéndose llamado a concentrarse en su creciente hambre de conocer a Jesucristo a mayor profundidad, Allen dejó su carrera bancaria para seguir una maestría de artes en estudios pastorales en el 2002 en el Seminario Bíblico Multnomah. Allen es ahora miembro adjunto de la facultad del Seminario Bíblico Multnomah en Portland, Oregón, y al presente está matriculado en la Universidad Regent, trabajando en un doctorado en liderazgo estratégico. Junto con Rick Battershell, contador público certificado, y Troy Anderson, abogado, Allen fundó los Seminarios de Administración de Ministerio, organización sin fines de lucro dedicada a equipar a los líderes de la iglesia en cuestiones de contabilidad, leyes, administración financiera, planeamiento estratégico, mediación de conflicto, reenfoque de liderazgo, y renacimiento de la iglesia. Allen ayuda a los líderes de la iglesia a adoptar intencionalmente un modelo de liderazgo dependiente de la dirección de Dios. Conforme las oportunidades se abren, habla en otros países de su pasión para el liderazgo. Allen y Mary viven en Troutdale, Oregon, cerca de sus dos hijos e hija y sus familias. Para saber más en cuanto a La iglesia impulsada por el Espíritu, descargar material de bonificación, o ponerse en contacto con los autores, vaya a spiritdrivenchurch.net. NOTAS INTRODUCCIÓN 1. Win Am, The Pastor’s Manual for Effective Ministry [Manual del pastor para el ministerio efectivo], Church Growth, Monrovia, CA., 1988), 16. CAPÍTULO 1 DE MUERTE A VIDA 1. Peter Drucker, Managing the NonProfit Organization: Principles and Practices [La administración de la organización sin fines de lucro: Principios y prácticas], HarperCollins, Nueva York: 1992, 113. 2. Am, The Pastor’s Manual for Effective Ministry, 16. 3. George Barna, User Friendly Church [Iglesia amistosa al usuario], Regal Books, Ventura, CA., 1991, 76. 4. Ibid. 5. William Bridges, Managing Transitions [La administración de transiciones], Perseus Books, Reading, MA., 1991, 4. CAPÍTULO 2 EL TIRÓN DE AFECTOS EN CONFLICTO 1. Spiros Zodhiates, The Complete Word Study Dictionary, New Testament [Diccionario completo de estudio de palabras, Nuevo Testamento], AMG Publishers, Chattanooga, TN., 1993, 1280. 2. Henry Blackaby, What the Spirit Is Saying to the Churches [Qué es lo que el Espíritu les está diciendo a las iglesias], Multnomah Publishers, Sisters, OR., 2003, 37. CAPÍTULO 3 EL DESCUBRIMIENTO DE UN DIOS AMANTE Y TRANSFORMADOR 1. Oswald Chambers, My Utmost for His Highest, Discovery House Publishers, Grand Rapids, MI., 1992, 12 de marzo. Hay varias ediciones en español, con el título En pos de lo supremo. CAPÍTULO 4 LIDERAZGO ESPIRITUAL 1. David Bryant, Christ Is All: A Joyful Manifesto on the Supremacy of God’s Son [Cristo es todo: Un manifiesto gozoso de la supremacía del Hijo de Dios] New Providence Publishers, New Providence, NJ., 2004, 10-11. CAPÍTULO 7 CUANDO DIOS DICE QUE NO 1. Video promocional de Luis Palau para el Festival Portland 2000. CAPÍTULO 11 UNA SENDA PARA EL LIDERAZGO DEL ESPÍRITU SANTO 1. Christian A. Schwarz, Natural Church Development [Desarrollo natural de la iglesia], Churchsmart Resources, Carol Stream, IL., 1996, 28. 2. The Barna Group, «Small Churches Struggle to Grow Because of the People They Attract» [«Las iglesias pequeñas batallan debido a las personas que atraen»] The Barna Update (2 de septiembre del 2003), www.barna.org. Accedido el 25 de julio del 2005. 3. Bobb Biehl, Masterplanning: A Complete Guide for Building a Strategic Plan for Your Business, Church, or Organization [Planificación maestra: Guía completa para preparar un plan estratégico para su empresa, iglesia u organización], Broadman & Holman, Nashville: 1997; y Aubrey Malphurs, Vision America: A Strategy for Reaching a Nation [Visión Estados Unidos de América: Una estrategia para alcanzar a una nación], Baker Books, Grand Rapids: 1994. CAPÍTULO 12 LO QUE DIOS TIENE EN MENTE 1. Aubrey Malphurs, Advanced Strategic Planning [Planificación estratégica avanzada], Baker Books, Grand Rapids: 1999, 104-5. 2. Biehl, Masterplanning, 33. 3. Jan Johnson, When the Soul Listens [Cuando el alma escucha], NavPress, Colorado Springs, 1999, 106. 4. Biehl, Masterplanning; y Malphurs, Vision America. CAPÍTULO 14 LA ORGANIZACIÓN DEL EQUIPO 1. Biehl, Masterplanning, 98-104. 2. Stephen Covey, The 7 Habits of Highly Effective People [Los siete hábitos de personas altamente efectivas], Simon & Schuster, Nueva York., 1989. 3. Webster’s Seventh Collegiate Dictionary, s.v. «radical». GUÍA DEL LECTOR 1. Biehl, Masterplanning; and Malphurs, Vision America. 2. Ibid. 3. Ibid. 4. Ibid. 5. Ibid. LECTURAS RECOMENDADAS EN INGLÉS Anderson, Neil T., y Charles Mylander. Setting Your Church Free [Libertando a su iglesia]. Regal Books, Ventura, CA., 1994. Este libro trata de asuntos fundamentales de liderazgo de la iglesia hoy. Biehl, Bobb. Masterplanning: A Complete Guide for Building a Strategic Plan for Your Business, Church, or Organization [Planificación maestra: Guía completa para preparar un plan estratégico para su empresa, iglesia u organización]. Nashville: Broadman & Holman 1997. Usando un proceso paso a paso para dirigir una organización que empieza con una comprensión y desarrollo de una visión inspirada de corazón, Biehl muestra a los lectores cómo pueden convertir esa visión en realidad para la iglesia u organización misionera. Bridges, William. Managing Transitions [La administración de transiciones]. Perseus Books, Reading, MA., 1991. William Bridges es a la vez diestro y preciso al tratar con el cambio y la transición. Este es un libro extremadamente útil para iglesias que luchan con el cambio porque no reconocen la cuestión del temor que Bridges describe. Clinton, J. Robert. The Making of a Leader [La hechura de un líder]. NavPress, Colorado Springs., 1989. Clinton ofrece una presentación y organizada de las etapas de liderazgo y desarrollo. Covey, Stephen R. The 7 Habits of Highly Effective People [Los siete hábitos de personas altamente organizadas]. Simon & Schuster, Nueva York, 1989. Antes de que usted pueda dirigir a otros, tiene que ordenar su vida personal. La integridad demanda congruencia de corazón y vida. Covey habla de principios eficaces para lograr la victoria personal y luego la victoria pública, produciendo armonía en la vida personal de uno y la vida pública. Curtis, B., y J. Eldredge. The Sacred Romance [El romance sagrado]. Thomas Nelson Publishers, Nashville., 1997. Este es un libro para despertarse. Aunque está dirigido a individuos, se necesita poca imaginación para aplicarlo a corporaciones. Dios es un Dios de amor, que nos busca para una relación personal de amor y aventura con él. George, Carl F., y Robert E. Logan. Leading and Managing Your Church [La dirección y administración de su iglesia]. Fleming H. Revell, Grand Rapids, MI., 1987. George y Logan presentan un enfoque único a los detalles diarios de administrar la iglesia, viéndolos por los ojos de uno que equipa al pueblo de Dios para hacer la obra del ministerio. Este libro incluye muchos principios útiles para dirigir al pueblo de Dios por el poder de su Palabra y Espíritu. Malphurs, Aubrey. Advanced Strategic Planning [Planificación estratégica avanzada]. Baker Books, Grand Rapids., 1999. Este libro es rico con ideas útiles, presentándolas en el contexto de un modelo de administración estratégica. Este sería un buen libro para que un equipo de administración tal como una junta de ancianos lo estudien juntos. Malphurs, Aubrey. Developing Vision for Ministry in the 21st Century [El desarrollo de visión para el ministerio en el siglo 21]. Baker Books, Grand Rapids, MI., 1992. Este libro detalla un método paso a paso para producir una visión para su organización, con amplias ilustraciones y hojas de ejercicios para ayudarle a producir e implementar la visión. Malphurs, Aubrey. Doing Church: A Biblical Guide for Leading Ministries Through Change [La obra de la iglesia: Un guía bíblica para dirigir ministerio al atravesar cambios]. Kregel Publications, Grand Rapids., MI., 1999. No deje que el tamaño de este libro lo engañe. Es un libro pequeño pero de peso con material que provoca el pensamiento. Malphurs, Aubrey. Values-Driven Leadership [Liderazgo impulsado por valores]. Baker Books, Grand Rapids, MI., 1996. Malphurs presenta un estudio excelente y extenso para comprender la importancia de descubrir, aclarar y usar valores básicos en el liderazgo y administración organizacional. Malphurs, Aubrey. Vision America [Visión Estados Unidos de América]. Baker Books, Grand Rapids, MI., 1994. Maxwell, John C. The 21 Irrefutable Laws of Leadership [Las 21 leyes irrefutables del liderazgo]. Thomas Nelson Publishers, Nashville, 1998. Dinámico y práctico, este libro incluye 21 principios que se aplican en forma amplia a cualquier líder y cualquier papel de liderazgo. Oncken III, William. Monkey Business [Triquiñuelas]. Executive Excellence Publishing, Provo, UT: 2000. Este es un libro sobre el arte de delegación que usted nunca olvidará. Sanders, J. Oswald. Spiritual Leadership [Liderazgo espiritual]. Moody Press, Chicago, 1977. Sanders enfoca las cualidades esenciales de carácter de un líder verdaderamente lleno y dirigido por el Espíritu. Schwarz, Christian A. Natural Church Development [Desarrollo natural de la iglesia]. ChurchSmart Resources, Carol Stream, IL., 1996. Este libro bosqueja principios y factores básicos que contribuyen a la salud y crecimiento de la iglesia. Stanley, Andrew. Visioneering [Visiones]. Multnomah Publishers, Sisters, OR., 1999. Mediante un estudio de la vida de Nehemías, Stanley aplica principios de siglos de liderazgo a los líderes de hoy en su reto para producir una visión bíblica para el ministerio. Westing, Harold J. Church Staff Handbook [Manual de personal de iglesia]. Kregel Publications, Grand Rapids., MI., 1997. Un experimentado líder de iglesia habla de nociones prácticas para dirigir al personal de la iglesia. Da información práctica sobre comprensión de estilo de liderazgo y formación de equipo, y demuestra cómo el Espíritu de Dios puede interactuar en los procesos administrativos. Wilkes, C. Gene. Jesus on Leadership [Jesús sobre liderazgo]. Tyndale House Publishers, Wheaton, IL., 1998. Wilkes hace una valiosa contribución para comprender las cualidades singulares de Jesús como líder. Descripciones prácticas y definiciones de liderazgo servidor y cómo funciona en el mundo de hoy.