la iglesia impulsada por el espíritu

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la iglesia impulsada por el espíritu
QUÉ ESTÁ DICIENDO LA GENTE SOBRE
IGLESIA DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU
Hallar una iglesia que sea unida, que esté creciendo e impactando vidas para la eternidad, no es
imposible. Pero hallar una iglesia que tenga tensión interna, personas desdichadas y lealtades
divididas es demasiado común. Toda persona quiere ser parte de la primera; nadie quiere ser parte
de la última ... ¿Cómo podemos perpetuar el primer modelo de iglesia? Robnett y Quist se proponen
algo. No es solo novedoso, sino asombrosamente profundo. Su solución es penetrantemente bíblica,
consistente teológicamente y convincente espiritualmente. Todos los que estamos en el ministerio no
solo deberíamos leer este volumen, sino ponerlo en práctica. Entonces la iglesia a la que todos desean
pertenecer será una realidad.
DR. BRUCE FONG
PRESIDENTE, SEMINARIO TEOLÓGICO MICHIGAN
Pienso que si los líderes y miembros de la iglesia abrazaran los principios que se tratan en este libro,
habría un crecimiento y una expansión explosiva del reino de Dios más allá de lo que pudiéramos
imaginar.
RICK BATTERSHELL, CONTADOR PÚBLICO CERTIFICADO
Quiero aplaudir a los autores por intervenir para llenar una brecha en los libros de liderazgo para la
iglesia. Hay numerosos libros de liderazgo cristiano en el mercado; sin embargo, hay muy pocos que
en verdad procuren empezar con una profunda dependencia de Dios y avanzar todo el camino hacia
la implementación práctica sin que de alguna manera se dé la transición al ... uso «autodependiente»
de los principios de administración. Tim y Allen hacen un trabajo impresionante. ¡Use este libro, pero
mantenga su dependencia en Dios!
PAUL RHOADS
VICEPRESIDENTE EJECUTIVO, MINISTERIOS DE RECURSOS DE LA IGLESIA
Es inusitado leer un libro sobre liderazgo que exija tanto nuestra atención. Los autores entretejen
con destreza relatos y experiencias reales con exhortaciones a mirar a íderes consagrados, llenos del
Espíritu, que capacitarán a las iglesias para ser fuerzas transformadoras en el mundo. Esta noción
fresca de liderazgo y administración hace énfasis en la obra de Dios al formar el carácter del líder.
No es simplemente un libro sobre «cómo hacer liderazgo», sino sobre «cómo ser un líder lleno del
Espíritu». Es una lectura obligatoria para los líderes y administradores de la iglesia.
DR. DONALD L. BRAKE
DECANO DEL SEMINARIO BÍBLICO MULTNOMAH, PORTLAND, OREGÓN
Lo que sobresale en este libro es la pasión y el deseo de Timothy y Allen de que la iglesia sea en verdad
la iglesia de Dios. Su llamado es a una autoevaluación genuina de lo que, de manera involuntaria
y por desdicha, hemos permitido que muchas de nuestras iglesias lleguen a ser: organizaciones
inefectivas que operan según nuestro propio poder y se enfocan en nuestras propias agendas. Un
llamado oportuno para que la iglesia escuche al corazón del Maestro.
RANDY POON
DIRECTOR GENERAL, DEPARTAMENTO DE NORMAS DE PROCEDIMIENTO ESTRATÉGICAS
Y ADMINISTRACIÓN DE HERENCIA CANADIENSE, OTTAWA, ONTARIO
Este libro es una expresión fresca de cómo el liderazgo genuino, bíblico, servidor, mejorará a la iglesia
del siglo veintiuno. El énfasis de los autores en los líderes dirigidos por el Espíritu que permiten que
Dios forme la cultura de sus iglesias promoverá la renovación y transformación de los ministerios. Es
fantástico ver de forma impresa lo que les he oído a estos hombres hablar, experimentar y enseñar en
aulas y seminarios. Todos los líderes de la iglesia podrán enriquecer sus ministerios con la sabiduría
de este libro.
DR. LARRY AYERS
EX-PRESIDENTE DEL SEMINARIO WESTERN; PROFESOR ADJUNTO DE LIDERAZGO Y
ADMINISTRACIÓN, SEMINARIO BÍBLICO MULTNOMAH, PORTLAND, OREGÓN
Alguien me dijo una vez que el andar cristiano se puede reducir a dos movimientos del corazón: una
disposición radical a oír en verdad a Dios y la necesaria disposición radical a obedecerlo... cueste lo que
cueste. Esta es la iglesia dirigida por el Espíritu. Demasiado a menudo nosotros, la iglesia evangélica,
le rendimos homenaje a nuestras propias destrezas y esfuerzos a costa de en realidad escuchar al
Espíritu de Dios. El nuevo libro del Dr. Tim Robnett y Allen Quist, La iglesia dirigida por el Espíritu, le
guiará hacia esa disposición a escuchar y obedecer el llamado del Espíritu Santo.
REVERENDO BILL SENYARD
PASTOR PRINCIPAL, IGLESIA COMUNITARIA PEACE VALLEY, CHALFONT, PENSILVANIA
La iglesia dirigida por el Espíritu pone el enfoque sobre la pregunta clave para cada iglesia y sus
líderes: ¿Estamos haciendo lo que Dios nos está diciendo que hagamos de la manera en que nos está
diciendo que lo hagamos? Tim Robnett y Allen Quist proveen una perspectiva balanceada, bíblica
y práctica para buscar y luego implementar la respuesta a esa pregunta. Los principios de este libro
transformarán la vida y el ministerio de cualquier iglesia que los ponga en práctica.
TROY ANDERSON,
CONSEJERO GENERAL, THE CITY CHURCH, SEATTLE, WASHINGTON
¡Me encantan las analogías de la vida real entretejidas en este libro! Ellas son un medio para descubrir
los puntos ciegos que los profesionales y líderes de la iglesia necesitan descubrir a fi n de seguir la
dirección del Espíritu. Recomiendo este libro para cualquier líder de la iglesia y, en particular, a todo el
que tiene en cuenta el liderazgo en la iglesia.
DENNIS A. LONG
PRESIDENTE Y GERENTE GENERAL DE LA CORPORACIÓN FINANCIERA PACIFIC
LA IGLESIA IMPULSADA POR EL ESPÍRITU
Dr. Timothy Robnett y Dr. Allen H. Quist
LA IGLESIA IMPULSADA POR EL ESPÍRITU © 2006 by Timothy Robnett and Allen
H. Quist
All rights reserved. No part of this book may be reproduced without written
permission, except for brief quotations in books and critical reviews.
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Wheaton, Illinois 60189. All rights reserved.
Iglesia Dirigida por el Espíritu
Por Tim Robnet y Allen Quist
Publicado por SpiritDrivenLeadership.com
Espíritu impulsado por liderazgo es un proyecto de
seminarios de gestión del Ministerio
Iglesia Dirigida por el Espíritu © Tim Robnett y Allen Quist All derechos
reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida en
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por escrito del editor o autor, excepto por un revisor, que puede citar
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CONTENIDO
Prólogo por Luis Palau
Reconocimientos
Introducción
PARTE UNO ¿QUIÉN ESTÁ DIRIGIENDO A LA IGLESIA?
Capítulo 1: De muerte a vida
Capítulo 2: El tirón de afectos en conflicto
Capítulo 3: El descubrimiento de un Dios amoroso y transformador
Capítulo 4: Liderazgo espiritual
PARTE DOS PRINCIPIOS DE LIDERAZGO Y
ADMINISTRACIÓN DIRIGIDOS POR EL ESPÍRITU
Capítulo 5: Cómo oír a Dios
Capítulo 6: Amar a las personas y no usarlas
Capítulo 7: Cuando Dios dice que no
Capítulo 8: Una buena clase de temor
Capítulo 9: Cómo ayudar a otros a lidiar con el temor
Capítulo 10: Cómo tomar decisiones difíciles
PARTE TRES LA IMPLEMENTACIÓN DE DIRIGIR EN EL ESPÍRITU
Capítulo 11: Una senda para el liderazgo del Espíritu Santo
Capítulo 12: Lo que Dios tiene en mente
Capítulo 13: Planificación
Capítulo 14: La organización del equipo
Capítulo 15: La implementación dirigida por el Espíritu: La fe en acción
Capítulo 16: La renovación de las personas y el ministerio
Apéndice: Una senda para la dirección del Espíritu de Dios
Guía del lector
Acerca de los autores
El Sitio Web Iglesia Dirigida por el Espíritu
Notas
Lecturas recomendadas en inglés
PRÓLOGO
No hay nada más emocionante que participar en una congregación que prospera, crece, y que
obviamente está impulsada por Dios. Pienso que la mayoría de los cristianos darían cualquier
cosa por ser parte de una iglesia que está siendo renovada de manera radical.
Si en realidad queremos ver a nuestras iglesias siendo impulsadas por el Espíritu Santo, y si
queremos ver a Dios transformando de manera radical a su iglesia en toda la nación, debemos
primero decir que «¡sí!» a la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. De no ser así, ¿cómo
podemos promover lo que nosotros mismos no hemos experimentado? ¿Cómo podemos
presentar lo que no sabemos ni tenemos?
Dondequiera que he visto renovación y avivamiento de la iglesia, siempre he averiguado que
se debe a un grupo pequeño de creyentes que se sintieron quebrantados por su pecado, lo
confesaron, fueron limpiados y empezaron un nuevo andar con el Cristo que mora en ellos.
Tiene que empezar en alguna parte. ¿Por qué no pedirle a Dios que haga que empiece con
usted?
¿Alguna vez ha soñado acerca de lo que Dios quiere hacer —empezando con usted— en su
iglesia, en su ciudad? Pienso que Dios quiere usarlo.
Si Dios lo renueva, usted llegará a amar a la iglesia de Dios y a orar por su pueblo. Orará por
la iglesia en todo el mundo. No tendrá ni un solo hueso sectario en su cuerpo; o, si lo tiene,
lo crucificará. Porque si estamos siendo dirigidos por el Espíritu Santo, seremos diligentes para
hacer lo que sea que Dios ordena. Y uno de los mandamientos primarios, que se nos repite
ocho veces en el Nuevo Testamento, es «ámense los unos a los otros». Eso se aplica a todos los
creyentes, ya sea que concordemos o no en todo punto de doctrina y práctica.
Cuando era joven, predicaba ciertos puntos menores de doctrina con convicción. Ahora me
abochorno porque después de mucha oración y estudio, he cambiado de parecer en cuanto a
algunos de esos detalles. Lo que había aprendido al principio sonaba bien, pero no se basaba
con solidez en una noción balanceada de Dios y su Palabra. Así que he crecido. Eso es bueno.
Dejemos espacio para que otros también crezcan.
Procuremos la unidad del cuerpo de Cristo: la iglesia. Amemos a nuestros hermanos y hermanas
en Cristo, oremos por ellos y respetémoslos tal como lo ordena la Palabra de Dios. No vamos a
estar siempre de acuerdo en todo. Pero podemos tener unidad porque hemos sido comprados
por la sangre del Salvador, estamos llenos de su Espíritu y estamos predicando su Palabra. Ese
es nuestro terreno común, nuestra base para la unidad con todos los que son llamados por su
nombre.
Los principios bíblicos presentados en este libro son profundos, y no obstante sencillos. Son
lo suficiente profundos como para presentarnos un reto de toda una vida, y sin embargo lo
suficiente sencillos para que la mayoría de las personas los entiendan y apliquen de inmediato.
Mi oración es que Dios use este libro para bendecir a toda la iglesia, aquí en esta nación y en
todo el mundo. Que él nos renueve y nos dé intrepidez para permitir que nuestras iglesias sean
impulsadas por su Espíritu Santo.
¿Se unirá conmigo hacia ese fin?
Luis Palau
RECONOCIMIENTOS
Las palabras no pueden expresar nuestras más profundas gracias a nuestro Señor y Salvador
Jesucristo por su creación, por habernos adoptado en la familia de Dios, por la obra continúa del
Espíritu Santo en nuestras vidas, y por permitirnos ministrarle a través de este libro.
Todos tienen que saber cuánto amamos y apreciamos a nuestras familias: la esposa de Tim,
Sharon, y sus dos hijos adultos: su hijo Joel y su esposa, Kate, y su hija Karen.
La esposa de Allen, Mary, y sus tres hijos adultos: Andrés, Daniel y su esposa, Nellie, y los hijos de
estos: Emily y Matthew; y Naomi y su esposo, Brian, y su hija Nicole.
El amor y aprecio a nuestras familias se puede comparar a nuestro amor y aprecio por respirar;
es parte de lo que somos.
Este libro es producto de años de relaciones con compañeros en el ministerio. Empezó con
nuestro aprecio mutuo por la facultad y personal del Seminario Bíblico Multnomah que modelan
un amor por la Palabra de Dios y un amor por la iglesia.
De parte de Tim, van gracias extras a:
* Dr. Roger Trautmann por su pasión por la obra del ministerio.
* reverendo Bob Chin por su celo y amor por la iglesia
* Dr. Charles Bradshaw por entrenarme en principios de liderazgo
* los líderes y ministros de la Iglesia Bautista Palm Springs desde 1980 a 1990 por
sus corazones llenos de amor y vidas de fe.
* los miembros del personal de la Asociación Luis Palau que han trabajado
conmigo en varias partes del mundo para dar a conocer a Jesús en los pasados
quince años.
De parte de Allen, van gracias extras a:
* Dr. Tim Robnett, mi coautor y maestro.
* Lynn Wiley, que me exige cuentas.
* Rick y Darcy Battershell, mis socios en el ministerio y mis exhortadores.
* Troy Anderson, mi compañero en el ministerio.
* Leo Forstrom, mi pastor que me inició en la nueva aventura.
* Dr. Donald Brake y Dr. Larry Ayers, que me ayudaron abriendo puertas de
ministerio.
* Dr. Ron Frost y Dr. Paul Metzger, que me abrieron los ojos al gran amor de Dios.
* Bill y Adele Larsen, el punto suave en donde posarse cuando sufrimos.
* Dr. Richard Reeves, que me ayudó a descubrir la visión de Dios para mí.
* Paul Rhoads, que me conmueve de la cabeza al corazón.
* Bob Barnes y Les Toews, mis testigos en mi transferencia de propiedad a Dios.
Nunca podremos decir «¡gracias!» lo suficiente a los cuarenta revisores editoriales que criticaron
nuestros primeros borradores, y a David Sanford y al equipo editorial de Sanford Communications,
Inc., que nos ayudaron a revisar y dar forma a los borradores finales.
INTRODUCCIÓN
Damos gracias a Dios por Ray C. Stedman, Joe Aldrich, Luis Palau y otros maravillosos líderes
cristianos y mentores que nos ha demostrado la verdad de las palabras de Jesús:
Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los
súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe
ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su
servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos.
—Marcos 10:42-44
De acuerdo a Jesús, los creyentes y líderes cristianos dirigidos por el Espíritu son primero y
primordialmente «esclavos de todos».
¿Qué quiere decir ser guiado por el Espíritu? Es lo opuesto de hacer las cosas a nuestra manera.
Por ejemplo, el Espíritu del Señor obra de maneras altamente personales, pero la mayoría de
nosotros queremos usar los últimos métodos. El Espíritu Santo ante todo se concentra en la
transformación del alma, pero la mayoría de nosotros buscamos la aprobación de los demás.
Con treinta años de ministerio cristiano vocacional a mis espaldas, yo (Tim) detesto admitir
cuánto ha sido obra de mi carne, y no del ministerio del Espíritu de Dios.
Con todo, ¡me asombra que Dios esté haciendo una obra maravillosa en nuestro mundo hoy!
Él está edificando a su iglesia. Se está alcanzando a las personas con el evangelio. Individuos,
familias, iglesias, ciudades y naciones están descubriendo de nuevas maneras la vida de Jesucristo
por medio del ministerio del Espíritu Santo de Dios.
Junto con el coautor Allen Quist, anhelo que más de mis momentos estén llenos del Espíritu de
Jesucristo. Anhelo que las iglesias se den cuenta y sean fortalecidas por el Señor de la iglesia
conduciendo y liberando a la iglesia para que disfrute de su presencia.
Dios nos ha usado a Allen y a mí para servir a la iglesia mediante los dones de administración. Es
nuestra experiencia que a los dotados de esta manera a menudo se los vea como desprovistos
de la obra y el poder del Espíritu. Es como si el Espíritu Santo fortaleciera con discernimiento a
los asesores, con elocuencia a los predicadores, con persuasión a los evangelistas, pero dejara
que los demás líderes trabajaran en la carne.
Nuestra perspectiva es que la carne (según la describe el apóstol Pablo en el libro de Gálatas)
potencialmente trabaja por medio de cualquier creyente dado a ese poder. De igual manera,
creemos que el Espíritu obra en todos los creyentes.
Estamos convencidos de que en la iglesia cristiana de hoy hay una tremenda necesidad de que
los dotados en la administración sean llenos del Espíritu de Cristo, y se les permita servir a la
iglesia con sus dones a fin de que, como Pablo les dijo a las iglesias de su día, la iglesia pueda
funcionar en orden y ser productiva (Tito 1:5; 1 Corintios 14:39-40).
Después de servir como pastor por más de una década, trabajar en la evangelización con la
Asociación Luis Palau en todo el mundo por más de dieciséis años, y enseñar en un seminario
bíblico por ocho años, he descubierto lo que considero que la iglesia necesita volver a descubrir:
Una vida que se vive sin (aparte de) la llenura del Espíritu Santo es altamente conflictiva e
improductiva para el reino de Jesucristo.
Nuestro deseo, entonces, es llamar a la iglesia de regreso a explorar y obedecer la voz del Espíritu
de Jesucristo en lo que hacemos y cómo vivimos y servimos a la iglesia. Nuestra oración es
que podamos descubrir o redescubrir la alegría de la llenura del Espíritu como comunidad de
creyentes.
Muchos me han preguntado a mí (Allen) por qué dejé la industria bancaria, fui al seminario y
dediqué tanto tiempo al ministerio. Francamente, cuando me canso, ¡a veces yo mismo me hago
la pregunta! Por lo general, sin embargo, estoy divirtiéndome de lo lindo.
Un día, mientras conducía a casa después de mi día de trabajo en el banco, iba pensando en
evaluaciones de desempeño y me preguntaba cómo sería si yo recibiera de Dios una de esas
evaluaciones. Decidí que si yo fuera Dios, ¡me despedía yo mismo en el acto! Estaba atareado
haciendo cosas para Dios, pero no estaba en una relación personal de oírle. Mis pensamientos
con frecuencia eran en cuanto a hacer bien las cosas. Trataba de ser un héroe espiritual en
mi relato antes que un peón en el relato de Dios. Fue devastador... era tiempo de hacer algo
drástico. Mi esposa yo vendimos las cosas que no necesitábamos, incluyendo nuestra casa, y
nos lanzamos de cabeza al seminario. No lo hicimos para ser mejores en «hacer cosas para Dios»,
sino para permitirle que nos enseñara a vivir en él. Eso dio inicio nuestra emocionante aventura.
¿Qué es lo que Dios está haciendo ahora? Por medio del abogado Troy Anderson, el contador
público certificado Rick Battershell y yo, Dios empezó un ministerio para proveer capacitación
legal, de impuestos y de administración para las iglesias. Dios me envió líderes de la iglesia que,
como mi esposa y yo, reconocen que sus vidas individuales, o la vida de su iglesia, no están
funcionando bien y quieren ayuda; por lo general mediante un retiro de liderazgo. Jesucristo
varía mis días salpicándolos con oportunidades, tales como trabajar con una iglesia iniciada, así
como en el asesoramiento, entrenamiento, mentoría, y ayudando a las nuevas obras para Dios.
Ahora creemos que Dios quiere usarnos para llevar un mensaje a las iglesias mediante este libro.
Conforme Tim y yo llegamos a conocernos mejor y empezamos a pasar juntos muchas horas
hace años, descubrimos que sentimos una preocupación común por la iglesia de los Estados
Unidos de América. Nos duele que el ochenta por ciento de las iglesias están en una condición
de estancamiento o declinación.1 Estas iglesias, o bien no se dan cuenta de su condición, o se
dan cuenta pero desconocen la causa o cómo salir de ella.
¿HAY ESPERANZA?
En el contexto de nuestros ministerios, visitamos muchas iglesias cada año. Sin importar el lugar,
hallamos una lucha común, una lucha que tal vez esté siendo una plaga para usted o su iglesia.
El presidente de una junta de ancianos, a quien llamaremos Tomás, me dijo:
—Allen, tenemos una batalla que se libra entre un pastor y nuestra junta de ancianos.
Le pregunté:
—¿Hay algún otro conflicto entre el liderazgo?
—Pues bien, sí. Es mucho más complicado de lo que parece a simple vista. Hay una batalla entre
algunos de los ancianos y diáconos como también con el pastor.
Para cuando terminamos de trazar líneas entre los individuos en conflicto, casi ni podíamos ver
el diagrama. ¿Cómo podría Dios sanar semejante caos?
Un pastor al que llamaré Juan comete adulterio, lanzando a la congregación al caos. Algunos de
los miembros se ponen frenéticos y quieren sangre... otros se van. El pastor Juan queda devastado
y desea restauración, pero los que quieren sangre no quieren saber nada de restauración. ¡Qué
tensión! ¿Cómo puede Dios derribar esas murallas?
Un seminarista recién graduado al que llamaré Greg, y su esposa, Florencia, claman a Dios toda la
noche. Después de apenas dieciocho meses, la junta ha decidido terminar el pastorado de Greg.
Él y Florencia estaban seguros de que esa pequeña iglesia rural en una ciudad de unos cinco mil
habitantes era el lugar en el que Dios los quería, aun cuando se les había advertido que tuvieran
cuidado. La iglesia había tenido ocho pastores que llegaron y se fueron en los últimos catorce
años. A algunos, como Greg, los habían despedido, y otros se fueron por el disgusto. Encima de
todo, algunos de los miembros se fueron, disminuyendo la oportunidad de cambiar la junta de
liderazgo que causaba problemas. ¿Cómo podría Dios poner nueva vida y visión en esa iglesia?
Jerry, pastor asociado de una iglesia de trescientos miembros (una que no está declinando, pero
que en realidad no está yendo a ninguna parte), se dirige a la congregación en una reunión de
negocios:
—Cristo nos está llamando a alcanzar para él a nuestra comunidad de una manera significativa
—les dice—. Tenemos tal vez diez personas que entregan su vida a Cristo cada año en esta
iglesia. Ocho o nueve de ellas son hijos de nuestras propias familias. Necesitamos hacer algunos
cambios significativos en la forma en que hacemos las cosas en esta iglesia.
Carroll, un miembro, concuerda con Jerry y dice:
—Pienso que nos enfocamos demasiado hacia adentro, y tenemos que hacer cambios para
llegar a ser un lugar seguro al que puedan venir los que no asisten a ninguna iglesia.
—¿Cuántos de los presentes opinan lo mismo? —pregunta el que preside la reunión.
Hay un pequeño número de personas consagradas que tienen una opinión demasiado fuerte en
cuanto a esto como para estar dispuestas a ser parte de ello.
David, el pastor principal, se pone de pie y dice:
—Miren, este es simplemente un cambio demasiado grande. Podemos perder algunas familias
si unos cuantos de ustedes lo empujan. Así que, simplemente dejemos esto en el tapete y
considerémoslo de nuevo en alguna otra ocasión.
Hay una batalla feroz en la que se riegan palabras tales como recalcitrante, rebelde al liderazgo,
pecador, puñaladas en la espalda, buscapleitos, esconder la cabeza en la arena, ignorantes,
necios, etc. Parece como si fuera a haber una división en lugar de un nuevo nacimiento o una
iglesia iniciada. ¿Cómo pudiera Dios hacer algo en esta iglesia?
Amy es una madre soltera que lucha por salir adelante en la vida y vive en el centro de una
ciudad grande. No conoce a Dios y lo sabe. Amy está tomando café con su amiga Jenny, una
madre soltera creyente que asiste a una iglesia de la gran ciudad cerca de donde viven.
—Mira, Jenny, cuando voy a tu iglesia, veo a mucha gente pero no veo que suceda nada. No
pasa nada. Ustedes dicen que están allí para ayudar y servir pero no hacen nada —espetó Amy.
Jenny, queriendo responder algo, le dice:
—Sí, sé que es difícil estos días. Pienso que parte del problema es que los que están a cargo no
tienen ni idea de cómo son las cosas en realidad por aquí.
—¿Por qué no? ¿No pueden ver?
—Pienso que no se trata de eso. Creo que en realidad no quieren ver. Ninguno de ellos vive ya
por aquí.
Mirando profundo a los ojos de Jenny, Amy declara:
—Hay una iglesia que apenas está empezando más abajo por esta calle y que se interesa. Solo
que ellos no tienen recursos. Están tratando de ayudar, pero no tienen dinero y solo tienen unas
cuantas personas.
—Sí, he oído de ellos. Pienso que así son las cosas. Los que tienen, no quieren; y los que no
pueden, tratan».
Dios debe ver esto y menear su cabeza. ¿Cómo podría Dios atizar en todo el cuerpo de Cristo un
fuego por su pasión para servir en el centro de la ciudad?
Lo que hemos representado es una descripción de mucho de lo que sucede en la iglesia de los
Estados Unidos de América en la actualidad. ¿Se relaciona usted con alguna de estas situaciones?
¿Alguna de estas situaciones describe su vida o la vida de su iglesia? ¿Dónde está Dios en estas
situaciones?
¿POR QUÉ ESTE LIBRO?
Muchos libros se han escrito sobre temas de administración y liderazgo cristiano. El material
que se ha escrito parece inclinarse hacia asuntos de administración y liderazgo basado en la
experiencia y conocimiento de los autores. Estos libros han presentado muchas buenas ideas
que son útiles para los lectores en cuanto a administración o liderazgo; buenas ideas que se
pueden aplicar en proyectos tanto creyentes como no creyentes.
Sin embargo, pensamos que a esos libros todavía les falta algo. Sea intencionalmente o no, no
dejan a los lectores con la impresión de la necesidad de fe y dirección del Espíritu Santo como
precursor del tipo de liderazgo y administración humilde, que se apoya en Dios, al que Dios
ha llamado a sus hijos. El mundo occidental tiene plétora de principios de liderazgo, muchos
de los cuales son útiles, y no necesariamente bíblicos. Tener el conocimiento y la destreza para
producir música hermosa no necesariamente quiere decir que se la producirá para la gloria de
Dios. Bien puede ser para la gloria del hombre.
El propósito de esta obra es examinar lo que las Escrituras dicen en cuanto al liderazgo y la
administración explícita e implícitamente. Nos proponemos mostrar cómo la Biblia se relaciona
con el «vivir por el Espíritu», la propiedad de Dios, nuestro papel como siervos y mayordomos, e
hijos de Dios: todas cuestiones de fe. Queremos que usted descubra, como nosotros lo hemos
hecho, que el control del Espíritu Santo, nuestra relación personal de amor a Dios y la vida de fe
son centrales a todos los aspectos de la administración y el liderazgo.
Unas cuantas porciones bíblicas específicas son cruciales en esta presentación. Pablo les enfatizó
a los romanos que todo lo que no se hace con fe es pecado (Romanos 14:23). Exhortó a los
gálatas a vivir por el Espíritu (Gálatas 5:16). Y dirigió a los colosenses hacer todo en el nombre de
Dios y para la gloria de Dios, no para los hombres (Colosenses 3:17-23).
NUESTRA ORACIÓN
Hemos estado pidiendo en oración que Dios use este libro de dos maneras. Primero, que lo
use como un llamado a la iglesia a despertarse y tomar conciencia de que Dios les ofrece a los
individuos y congregaciones una vida abundante de aventura, pasión y fe. Segundo, que nos
enseñe lo infinito y permanente que es su amor por nosotros. Cuán fuertemente él quiere que
crucifiquemos o abandonemos todo lo que nos mantiene tan aferrados a nuestra seguridad y
rutina. Cómo nos está llamando: «[inserte aquí su nombre o el nombre de su iglesia], ¿dónde
estás tú?» Este es el mismo llamado que le hizo Adán, después de que él y Eva decidieron tratar
de hacer que la vida funcionara sin Dios.
Nuestra promesa es presentarle nuestro corazón al lector; darle la esperanza de que usted y su
congregación pueden llevar una vida llena de aventura que requiere una fe creciente; y mostrarle
a usted y a su congregación que Dios no está comprometido con su éxito o el de su iglesia, sino
con el éxito de sus buenas nuevas, y que él los usará de una manera mayor si se lo permiten.
Hemos provisto puntos de conversación al final del libro para ayudarle a estudiar el material de
forma individual o como equipo de liderazgo.
Que Dios bendiga y use este material para su propósito y
para su gloria en su vida y la de su congregación.
PARTE UNO
¿QUIÉN ESTÁ DIRIGIENDO A LA IGLESIA?
CAPÍTULO 1
DE MUERTE A VIDA
Sobre todo, ten presente al Señor y maneja todo en amor
—Heinrich Hagelganz
Era una tarde fría en el norte de Portland, Oregón, que aumentaba la tristeza de un grupo
reunido alrededor del cuerpo moribundo de una amiga. La palabra «amiga» no lograba captar
sus sentimientos, porque era más que amiga, más que vecina, y de muchas maneras más que
familia. Esta amiga era el cimiento de la estabilidad en su mundo inestable, la fuente de fortaleza
cuando ellos luchaban contra la impotencia avasalladora y un ancla en sus tempestades.
Estando alrededor de su amiga, todo lo que podían pensar era: «¿Por qué?» ¿Por qué sucedía
eso? ¿Cómo empeoró tanto la situación? ¿Cómo pudieron pasar por alto los síntomas? Tal vez si
hubieran prestado más atención hubieran podido hacer algo. ¿Había algo que todavía podían
hacer para salvar a su amiga?
Por más que lo quisieran, el grupo no podía responder a esas preguntas acerca de su amiga, la
Iglesia Evangélica Central, y nadie podía negar que el fin estuviera cerca.
Yo (Allen) estaba en esa reunión con el equipo de liderazgo de la iglesia cuando pregunté:
—¿Cuándo piensan que tendrán que cerrar las puertas para siempre?
—¿Qué quiere decir con eso de cerrar nuestras puertas? —preguntó alguien.
—¿Cuántas personas necesitan para seguir ministrando?
—Vaya, esa es una pregunta difícil. Pienso que si nos reducimos a lo esencial necesitaríamos por
lo menos unas treinta y cinco.
—¿Cuál fue su asistencia promedio en cada uno de los tres años pasados y este año?
—pregunté.
—Fue de setenta y nueve, setenta y uno, sesenta y cinco, y cincuenta y seis.
—Siguiendo esa tasa de declinación, ¿cuándo piensan que llegarán a los treinta y cinco?
—Como en unos tres años... tal vez menos —fue la respuesta a regañadientes.
—Una vez que la asistencia sea menos de treinta y cinco, ¿qué impacto tendrá eso?
—Supongo que quiere decir que tendremos que cerrar nuestras puertas y pasarle el edificio y el
terreno a alguna otra iglesia u organización sin fines de lucro.
Hicimos una pausa mientras los líderes contemplaban su situación. Entonces les pregunté:
—¿Qué piensan al respecto?
Uno de los líderes, Willis Krieger, respondió con angustia en los ojos:
—Esta es la conclusión obvia, pero no puede ser posible. Esta es la única iglesia que jamás he
conocido.
CÓMO EMPEZÓ
En su infancia, la iglesia de Portland rebosaba de aventura. Empezó el 22 de junio de 1913,
cuando un grupo de inmigrantes alemanes, Georg Hohnstein, Conrad Wacker, Ludwig Deines
y Christian Baecker, fundaron la Segunda Iglesia Alemana Congregacional con la ayuda de un
fogoso predicador, el reverendo Heinrich Hagelganz.
Sin darse cuenta de la naturaleza profética de sus palabras, Hagelganz escribió en el diario de
la iglesia: «Aconsejamos a los hermanos, sobre todo, tener presente al Señor y manejar todo en
amor».
El reverendo Hagelganz aceptó ser su «consejero espiritual» siempre y cuando pudiera continuar
sirviendo a la vez como pastor en su congregación de Beaverton. Viajaba a Portland cada dos
domingos.
«De todos lados hubo oposición que enfrentar», escribió Hagelganz, «pero ninguno [de los
organizadores] se negó a continuar con el proyecto. En todo momento, gracias a la fuerza de los
hermanos trabajando juntos, el Señor pronto nos concedió su honor para celebrar la victoria».
Creyendo que Dios bendeciría sus esfuerzos, más tarde ese verano el pequeño grupo dio un
paso de fe y compró un lote en la Avenida 8 Noreste y la calle Skidmore, conviniendo en gastar
cuatro mil dólares para construir un nuevo templo. Para destacar su fe pusieron una inscripción
frente al santuario con palabras que ellos decían de corazón: Predicamos a Cristo, y a Cristo
crucificado.
Hagelganz escribió: «En la ofrenda para financiar este edificio, los miembros respaldaron el
proyecto muy bien y así la obra del Señor continuó bendecida. Dado que el número de miembros
aumentaba todo el tiempo, la casa de Dios pronto quedó muy chica».
En 1921, respondiendo a las necesidades del rápido crecimiento de la Escuela Dominical, de
nuevo esta joven congregación se aventuró. Añadieron diez metros más al santuario principal y
construyeron un sótano debajo de todo el edificio.
Como todas las iglesias incipientes, enfrentaron muchos retos, incluyendo el conflicto
generacional entre los adultos mayores que hablaban alemán y la generación más joven que
hablaba inglés, así como también un conflicto entre las culturas alemana y estadounidense. Sin
embargo, el fuego por Dios alimentaba a la iglesia que crecía. Para 1927, la siguiente generación
de líderes no estaba solo sirviendo a la Segunda Iglesia Alemana Congregacional, sino también
ministrando en otras iglesias de Portland. Fueron precursores de los movimientos actuales de
iniciación de iglesias y de ayuda a las iglesias.
¡PRECAUCIÓN! PELIGRO POR ADELANTE
Conforme el grupo aventurero se ajustaba a las condiciones cambiantes tanto dentro como
fuera de su congregación, las temporadas de crecimiento se mezclaron con temporadas
de declinación. Con el correr de los años, la iglesia produjo pastores, misioneros y dirigentes
espirituales de la comunidad. Abrazaron la Asociación de Hombres Cristianos de Negocios, el
comienzo de Juventud para Cristo del área de Portland, y más.
Para enero de 1961 se encontraron encajonados. Necesitaban un edificio mucho más grande
porque el lugar que les había dado tantos años maravillosos ahora les impedía ampliarse. Siempre
dispuestos a arriesgarse por Dios, se aventuraron hacia afuera al noreste de Portland y compraron
un terreno de una hectárea en el que los hombres construyeron un templo más grande, donde
todavía están hoy, y a la vez cambiaron su nombre a Iglesia Evangélica Congregacional.
Cambiaron el nombre pero no su misión para Jesucristo. Durante años, la iglesia se extendió
por el noreste de Portland y continuaron tocando familias para nuestro Señor. Fueron años
productivos, escribe la historiadora de la iglesia Joanne Green Krieger. Ella los llama: «años de
ministerio vital».
Al mirar al pasado, nuestra retrospección es excelente. ¡Cómo quisiéramos poder retroceder y
aconsejarles a los líderes que tuvieran cuidado! La prosperidad le abre la puerta a la confianza
propia, a riesgo de salirse de la dependencia de Dios. Nuestros pensamientos harían eco del
consejo profético de Heinrich Hagelganz: «Sobre todo, tengan presente al Señor y manejen todo
en amor».
Dos grandes peligros se cernían sobre ellos. Primero, la siguiente generación de líderes estaba
tomando a su cargo el liderazgo, y segundo, la nueva comunidad que los rodeaba estaba
creciendo con rapidez y la conformación de la población estaba cambiando. Los líderes de la
iglesia necesitaban «tener presente al Señor», y a la vez ser sensibles a lo que el Espíritu de Dios
estaba pidiéndoles que hicieran para adaptarse a los cambios en la comunidad.
AFECTOS EN CONFLICTO
Tristemente, conforme el liderazgo se transfería a la tercera generación, todo empezó a ir cuesta
abajo. La iglesia perdió el contacto con sus vecinos y con lo que Dios quería que hiciera con sus
buenas nuevas. Aunque no se lo proponían, el proclamar la fe se disolvió en una buena intención
para algún día futuro. Demasiadas otras cosas se interponían: trabajos, familias, pasatiempos,
coches. Hemos descubierto que los creyentes irán en pos de lo que sea o de quien sea que goza
de su mayor afecto. Por desdicha, el afecto por Dios a menudo es desplazado al segundo lugar
por el afecto a las cosas de este mundo.
Willis Krieger tiene su relato de dolor y desilusión, contemplando la muerte lenta de la única
iglesia que había conocido. «En los primeros años», dice Krieger, «teníamos renovación y
crecimiento. Las personas dedicaban sus vidas a andar toda la vida con Jesús, lo que era obvio en
su diario vivir. Trabajaban y tenían éxito porque Dios les daba éxito. Sin embargo, mi generación
simplemente no tenía el fervor. No tenía la consagración. Se dedicaban a sus propias carreras,
casas y vacaciones».
Willis continúa: «Yo era parte de un grupo de quince familias jóvenes, y hoy mi esposa y yo somos
los únicos que quedamos de esas quince. Mucho de la declinación fue por personas que seguían
sus carreras y no sabían cómo hacer eso y todavía andar con Jesús. Estábamos simplemente, por
así decirlo, manteniendo el paso». Para esas familias el afecto por Dios ocupó el segundo lugar
detrás de los asuntos de la vida, a pesar de la advertencia del apóstol Pablo: «Ningún soldado
que quiera agradar a su superior se enreda en cuestiones civiles» (2 Timoteo 2:4).
Llegando a la década de los setenta, conforme el nuevo liderazgo asumía una mayor influencia,
la iglesia cayó más hondo en el estilo de vida de «mantener el paso» y en «hacer las cosas de la
iglesia» de la misma forma semana tras semana. Rara vez la visitaban nuevas personas; y si acaso
la visitaban, nunca volvían.
Por favor, tenga presente que estas son buenas personas; ellas no pusieron a la iglesia de forma
intencional en esta declinación. Sin saberlo cayeron en la trampa de no darse cuenta de lo que
estaba sucediendo a su alrededor, y si acaso captaron algún indicio, no fue lo suficiente fuerte
como para llevarlos a hacer algo al respecto.
Uno puede imaginarse cómo fueron las cosas. Con el correr de los años, todo era lo mismo, solo
más pequeño: programas de navidad más pequeños, menos niños, menos adultos y casi ninguna
visita. Las comidas de amistad y los cultos de adoración seguían siendo lo mismo. Organizaban
las mismas ventas de repostería vendiendo lo mismo a las mismas personas para recoger dinero
para los mismos misioneros.
La gente lo llama rutina... y eso es mortal. Los hábitos y tradiciones se hacen cargo, y la gente se
va alejando de la sensibilidad a la pasión de nuestro Señor. La impredecible vida dirigida por el
Espíritu y llena de aventura por Dios da lugar a lo cómodo, y pocos lo piensan dos veces.
Por desdicha, nadie cuestiona si todas estas «cosas de la iglesia» es lo que Dios quiere. Nadie
compara lo que Dios ha dicho con lo que la iglesia está haciendo. Qué fácil es convertir la tradición
extrabíblica en algo que la gente piensa que Dios nunca cambiará.
En la década de los ochenta, durante los años en que John Schneider era pastor en la Iglesia
Evangélica Congregacional, llegaron algunas familias jóvenes, por lo menos lo suficiente para
compensar la pérdida de los miembros ancianos. Sin embargo, con los jóvenes vino la tensión
entre los dos grupos de edad. Los miembros jóvenes querían hacer cambios en asuntos tales
como la música, paseos, y el uso del edificio por parte del vecindario. A los miembros más
antiguos, que tenían las cuerdas en las manos, les gustaban las cosas como eran. El abismo
dentro de la iglesia estaba empezando a parecerse al Gran Cañón del Colorado. Esta condición
no podía continuar, y no continuó.
¿ANÁLISIS DE TIEMPO?
En 1994, el pastor renunció, seguido poco después por la salida de las familias jóvenes, dejando
a la generación anciana subsistir «manteniendo el paso». Si iba a haber una experiencia que les
abriera los ojos a estas buenas personas, tendría que ser esa. Sin embargo, no lo fue.
Debido a que les fue difícil hallar un pastor que los dirigiera, por casi dos años se las arreglaron
con pastores interinos e invitados al púlpito. La iglesia continuó reduciéndose... solo que más
rápido que antes. Estos santos ancianos se sentían cada vez más y más desesperados.
¿Qué podrían hacer?
Lo que no hicieron fue acudir a Dios, esperando que Dios pudiera enseñarles algo en cuanto a
la causa de su problema. Lo que sí hicieron fue mirar solo a los dos síntomas, el descenso en el
número de asistentes y el púlpito vacío, e hicieron lo que muchos hubieran pensado que fue una
decisión razonable.
El pastor Tom Lyman explica: «Hablaron con la Iglesia Metodista Central Libre, una iglesia
envejecida como la de ellos pero con un pastor joven. Fusionaron las dos iglesias, aceptando
al pastor metodista libre como pastor de la nueva iglesia, ahora llamada Iglesia Evangélica
Central. De esa manera pudieron resolver ambos problemas a la vez. Pero con todo, no hicieron
las cosas de la iglesia de una forma diferente a la que las hacían». En otras palabras, siguieron
«manteniendo el paso».
TIEMPO DE DETENER LA LOCURA
Si la «locura» es no hacer nada de forma diferente, y esperar un cambio, entonces la Iglesia
Evangélica Central debe haber estado próxima a padecerla. En lugar de alinear sus corazones
con el corazón de Dios y permitir que el Espíritu Santo los guiara para salir de la declinación,
permitieron que la caída continuara.
Se olvidaban de la pasión de Dios por las personas perdidas y por el crecimiento de sus
seguidores, y sin intención se estaban convirtiendo en un lugar nada atractivo para que los no
creyentes buscaran a Dios. No eran atractivos para los que querían estar en un medio ambiente
que estimulara un andar más íntimo con Dios. Cuando uno está en la rutina, es difícil reconocer
lo que está sucediendo.
Peter Drucker escribe: «Las organizaciones sin fines de lucro son proclives a ser introspectivas.
Las personas están tan convencidas de que están haciendo lo debido, y están tan dedicadas
a su causa, que ven la institución como un fin en sí misma. Pero eso es burocracia. Pronto la
gente en la organización deja de preguntar: “¿Sirve esto a la misión de Dios para nosotros?” En su
lugar preguntan: “¿Encaja esto en nuestras reglas?” Y eso no solo inhibe el desempeño sino que
destruye la visión y la dedicación».1 Estas palabras describen la condición de la Iglesia Evangélica
Central.
Sin embargo, la Iglesia Evangélica Central no era un cuerpo típico de miembros envejecidos.
Tenían una herencia de un pueblo que amaba a Dios, que dependía de Dios, y que sentía pasión
por la pasión de Dios. Por desdicha, la Iglesia Evangélica Central solo vivía en el recuerdo de su
herencia.
Eso nos lleva de regreso a la escena con que empezamos este capítulo. Con el equipo de liderazgo
alrededor de su amiga moribunda, incapaces de figurarse qué había salido mal, nadie podía
negar que el fin con toda probabilidad estaba cerca.
HAY QUE LIBRARSE DE LAS VACAS SAGRADAS
Después de mirar alrededor del salón, Willis añadió:
—Esto da miedo.
—Willis, esta situación no es rara —le dije—. Win Arn escribió que cuatro de cada cinco [iglesias]
están bien sea estancadas o en declinación.2 La situación de ustedes se ha vuelto una epidemia
en muchas de las iglesias estadounidenses hoy.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó Willis.
—No lo sé —respondí—. Sugiero que todos ustedes se lo pregunten a Dios. Por qué no llevarle
a Dios su futuro, pero con el claro entendimiento de que todo, es decir, todo aquello a lo que se
están aferrando ahora en su manera de “hacer las cosas en la iglesia”, esté en el altar para que
Dios lo cambie.
George Barna escribió: «Las iglesias triunfadoras que hemos estudiado no tienen vacas sagradas».3
La resolución de librarse de las vacas sagradas fue justo la que tomaron los líderes de esta iglesia
envejecida. El pastor Tom Lyman se reunió con la congregación después del culto del domingo
siguiente, presentándoles la predicción de que con toda probabilidad tendrían que cerrar sus
puertas en tres años si no hacían algunos cambios drásticos.
EL CAMBIO
La congregación se comprometió a todo un mes de oración. Realizaron una vigilia de oración de
un mes de duración combinada con tiempos de oración corporativa por las noches. La gente oró
pidiendo el cuidado y la dirección de Dios, y luego oraron pidiendo un corazón que escuchara,
dispuesto a dejar a un lado cualquier cosa que estuviera estorbando a la Iglesia Evangélica
Central. Por supuesto, se dieron cuenta de que no sería fácil. La decisión de dar un paso por Dios
no reduce la tentación de ser independientes de Dios.
George Barna escribe: «En la mayoría de las iglesias con las que he trabajado o he estudiado,
y que se han estancado o están en declinación, algunos de los ministerios de la iglesia están
fuera de límites para revisión o debate. Quizás sea la calidad de la predicación del pastor. Tal vez
sea la apariencia de los edificios y predios. A veces es la naturaleza del culto de adoración o la
productividad de los ministros».4
¡Fue un fuerte llamado a despertarse!
El no hacer cambios quería decir que la iglesia cerraría sus puertas, ¡y eso asustaba!
Sin embargo, detener la muerte de su iglesia significaba que debía haber un cambio serio. Ya
no podían seguir pensando que de alguna manera, sin hacer nada de forma diferente, todo se
mejoraría. ¡Eso también daba miedo!
El 6 de junio del 2002, justo después del mes de oración de la Iglesia Evangélica Central, Doug
Frazier, pastor de la Iglesia Comunitaria Noreste, abruptamente aturdió a Tom con una sencilla
pregunta durante una conversación mientras almorzaban: «¿Qué tal si nuestras iglesias se unen?»
Noreste rentaba el edificio los sábados por la noche, así que parecía como si Dios estuviera
juntándolas. ¿Podría ser esto lo que Dios quería decirles? Tom conocía a su congregación y el
gran impacto que esto tendría. Esto no era como la unión que intentaron hacer en 1996 y que no
logró cambiar el enfoque de la Iglesia Central. Estos eran jóvenes, con ideas jóvenes y un pastor
joven plenamente respaldado por su congregación joven.
Había muchas decisiones. ¿Cómo querría Dios que cada iglesia se ajustara para que las dos se
unieran? Ambas iglesias entendían el conflicto entre andar en el espíritu y seguir los deseos de la
carne; vivir a la manera de Dios en lugar de «a mi manera» (Gálatas 5). Ambas iglesias tenían que
entender que estarían formando un nuevo cuerpo muy diferente de lo que cada iglesia había
sido. ¿Estarían dispuestas a aceptar tanto cambio?
Esto no era asunto pequeño. Era el mismo asunto que Josué y el pueblo de Dios enfrentaron
cuando Dios los guió a cruzar el Jordán, a los muros de Jericó, y a tantas batallas que tuvieron que
pelear. ¿Iban ellos a creerle a Dios y permitirle que dirigiera la aventura, o tratarían de mantener
el control y seguir siendo independientes?
En la unión de 1996, la Iglesia Evangélica Central ni siquiera consideró ceder nada. No se les
ocurrió la idea de que Dios quería que ellos pensaran de nuevo lo que estaban haciendo. Debían
haber sabido que la vida de la iglesia no marchaba bien. No lo pensaron de nuevo en 1996;
¿podrían hacerlo ahora?
Estoy convencido de que la respuesta a esa pregunta hubiera sido un resonante no... si Dios no
hubiera preparado a toda las partes para esta decisión.
¿VICTORIA O DERROTA?
Enormes asuntos se cernían sobre ellos. Tanto Noreste como la Iglesia Evangélica Central tendrían
que hacer sacrificios. El primer asunto importante que ambas iglesias enfrentaron fue pasar de
ser iglesias dirigidas por la congregación a ser una iglesia dirigida por ancianos. Esto quería decir
que el control pasaba de la congregación a los ancianos, y que ellos tendrían que depender de
los ancianos para escuchar y obedecer a Dios. Parecía bastante sencillo, pero significaba que la
gente cedía el poder y el control, y muy pocos están dispuestos a hacer eso... a menos que el
Espíritu Santo tome el control.
También había sacrificios que cada una tendría que hacer por su parte.
SACRIFICIOS DE NORESTE
Libertad de hacer cambios rápidamente
Liderazgo completamente joven
Una generación de mayor edad que
atender
Una generación de mayor edad que
atender
Púlpito compartido
SACRIFICIOS DE EVANGÉLICA CENTRAL
Seguridad de caras familiares
Control de la música
Control de la cocina
Pérdida de la rutina predecible
Tranquilidad
El segundo asunto importante, más para la Evangélica Central, fue lidiar con las transiciones.
William Bridges escribe: «Puede haber cualquier cantidad de cambios, pero a menos que haya
transiciones, nada será diferente cuando se aclare el polvo ... La transición es diferente. El punto
de arranque para la transición no es el resultado sino el fin que uno tendrá que hacer para dejar
atrás la vieja situación».5
Considérese la cocina. ¿Cómo se sentiría usted si, después de vivir cincuenta años en una casa,
un amigo se muda a ella y de repente usa nuestra cocina? No podemos hallar el salero porque
alguien lo puso en el lugar errado. En la despensa hay comidas que no nos gustan. El helado ha
desaparecido y estamos seguros de que todavía quedaba un poco la última vez que nos servimos.
Parece trivial, pero ceder la propiedad de la cocina de la iglesia es un paso gigantesco.
¿Estamos dispuestos a hacer lo que sea que Dios nos dirija a hacer por amor al evangelio, al nivel
del que el apóstol Pablo habla en su carta a los Corintios?
Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a
tantos como sea posible. Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos.
Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella
(aunque yo mismo no vivo bajo la ley), a fin de ganar a éstos. Entre los que no
tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley
de Dios sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están
sin ley. Entre los débiles me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo
para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. Todo esto lo
hago por causa del evangelio, para participar de sus frutos.
—1 Corintios 9:19-23
Una iglesia saludable abandonará lo que sea que Cristo les llame a dejar por causa del
evangelio.
Aunque al parecer raro, los dirigentes de la Iglesia Evangélica Central y la Iglesia Comunitaria
Noreste estuvieron dispuestos a reenfocar sus afectos, alejándolos de sus propias agendas,
intereses propios, comodidad y seguridad para ponerlos en la persona de Jesucristo. Las
congregaciones de ambas iglesias con entusiasmo aprobaron: «Con la ayuda de Dios, ¡sí!» «Sí» a
abrazar una nueva obra. «Sí» a permitir que el Espíritu los dirija a un territorio desconocido. «Sí»
a vivir sus vidas encendidas por Dios en lugar de seguir la corriente con comodidad.
Cuando me reuní por primera vez con el equipo de liderazgo de la Iglesia Evangélica Central, el
desaliento, la fatiga y la derrota se veía en toda cara. Desde su intrépida decisión de unirse con
la Iglesia Comunitaria Noreste, estos mismos dirigentes ancianos tenían un nuevo aspecto. Hay
vida, entusiasmo y expectación por la obra continua de Dios en sus vidas y en la de su nueva
iglesia: la Iglesia Comunitaria Palabra de Vida.
Mire lo que Dios ha hecho. Ha tomado un grupo de familias jóvenes con la determinación y
valentía para empezar una nueva obra y los ha unido con un grupo de creyentes mayores con el
valor para volver a empezar una obra por Jesucristo. ¿Qué exige mayor valor? ¿Cuál es el mayor
sacrificio? No lo sé. Sin embargo, debo admitir que cuando me detengo y medito en la obra
que Dios ha hecho en los corazones de los dirigentes y la congregación de la Iglesia Evangélica
Central, se me salen las lágrimas. Estos santos especiales han tocado el corazón de Dios.
«Pienso que es asombroso», recuerda Doug Frazier. «Allí está un grupo de personas mayores
que cuando las conocí, pensé: “Esta va a ser una jornada difícil”. Sin embargo, en apenas pocos
meses, se abrieron a un nuevo territorio y echaron a la basura todo lo que en un tiempo les
proveía seguridad».
«El “yo” tuvo que hacerse a un lado», dice Willis Krieger. «Sé que para mí y Adam [Bihn] eso no
fue una decisión fácil porque esta iglesia es la única que conocíamos. Fue el Espíritu Santo que
obró en nuestros corazones y los corazones de estas personas». Volviendo a las palabras del
reverendo Hagelganz: «Ten en mente al Señor y maneja todo en amor».
Willis dijo en una de nuestras reuniones más recientes: «Tengo un nuevo problema. Desde que
hemos estado escuchando a Dios y procurando realizar sus pasiones, estamos teniendo más
visitantes, y esos visitantes se están quedando. Ahora hay un montón de personas que todavía
no conozco. Me parece que es un buen problema».
¿A DÓNDE VA ESTO?
Cuando los líderes y miembros de una iglesia caen en la rutina y las tradiciones no bíblicas, se
levantan altas murallas que limitan al Espíritu Santo, a quien Dios nunca tuvo la intención de que
nosotros limitemos. Nuestra vida en Cristo (o como Pablo dice en Gálatas 5: vivir por el Espíritu)
es dinámica y fluida, y no encerrada con llave en lo predecible o bajo nuestro control. La Iglesia
Comunitaria Palabra de Vida ahora está aprendiendo lo que quiere decir andar en el Espíritu.
El resto de este libro es nuestro esfuerzo por dirigir la atención del lector a la relación personal
de los líderes cristianos con la persona de Jesucristo, dirigiendo la atención a las implicaciones
del liderazgo y la administración. Estas implicaciones se centran en una relación personal de
amor dependiente de Jesucristo y el retorno a su soberanía en los aspectos reales y prácticos de
nuestras vidas y de la vida de la iglesia.
CAPÍTULO 2
EL TIRÓN DE AFECTOS EN CONFLICTO
Todo creyente se puede identificar con la tensión que Willis Krieger sintió entre permitir que Dios
dirigiera a la iglesia y tratar de hacer por cuenta propia el trabajo. Esta tensión es entre nuestro
afecto por Cristo, que se hace claro por la dirección y fortaleza que nos da su Espíritu, y el afecto
insidioso y engañoso por vivir en la carne. La mayor parte del tiempo no nos percatamos del
conflicto o su influencia en nuestras vidas.
LA CARNE FRENTE AL ESPÍRITU
¿Qué es «la carne»? Físicamente, es lo que dice, nuestra carne: nuestra piel, músculos, órganos,
sangre y huesos. Entonces hay la aplicación espiritual. Se ha descrito a la carne como la
«proclividad a pecar, la naturaleza carnal, la sede de los apetitos y deseos carnales, de pasiones
y afectos pecaminosos ya sean físicos o morales».1
La carne afloró ya en el relato del Génesis de la caída de la humanidad. La serpiente le dijo a Eva:
«¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán
los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal» (Génesis 3:4-5). Adán y Eva
creyeron la mentira de la serpiente, y escogieron tratar de ser como Dios, de ser autónomos, de
hacer que la vida funcione por cuenta propia, sin Dios.
Desde la caída, la humanidad ha continuando queriendo ser como Dios: autoexistente y
autónoma, tratando de hacer que la vida funcione sin Dios. (Tal vez el infierno es Dios dándole al
hombre lo que quiere, la eternidad sin él.)
El Espíritu, en contraste a la carne, es la tercera persona de la Deidad. El Espíritu es el que Jesús les
prometió a sus discípulos. Él es quien nos convence de pecado y nos ayuda a vivir vidas santas.
LA TENSIÓN
¿Cuál es la tensión? En su Carta a los Gálatas, el apóstol Pablo nos dice que hay una guerra en
nuestros corazones entre nuestro afecto por el Espíritu de Dios y nuestro afecto por la carne:
Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza
pecaminosa. Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea
lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no
pueden hacer lo que quieren.
—Gálatas 5:16-17
Los gálatas estaban atrapados por la ley, y Pablo atacó esa trampa. Preguntó quién estaba
dirigiendo las vidas de ellos y la vida de la iglesia: Dios, o el hombre en su carne.
En el mundo de hoy, nuestro espíritu independiente y autodependiente destruye la vida dirigida
por el Espíritu en la iglesia. Respetamos la destreza por sobre la conexión espiritual con Dios.
Medimos el éxito basado en el número de personas y la cantidad de dinero que entra en la
iglesia. Escogemos programas basados en lo bien que funcionaron en otras iglesias en lugar
de específicamente dejar a un lado nuestras opiniones, preguntarle a Dios y escucharle. Hemos
redefinido los miembros de nuestras iglesias como un recurso.
Nos olvidamos que los seres humanos no pueden hacer la obra de Dios. ¡Solo Dios puede hacer
su obra!
Estamos convencidos de que Dios está llamando a las iglesias de regreso a su liderazgo, a la
soberanía de Cristo, al lugar en donde dejamos de depender de programas o de pedirle a
Dios que bendiga nuestros planes. Dios nos está llamando al lugar en donde simplemente le
preguntamos cuáles son sus planes... y entonces escuchamos lo que él nos dice que hagamos.
Jesús dijo: «Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará
mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada» (Juan 15:5). Podemos hacer
muchas actividades que se ven bien e incluso parecen bendecidas por Dios, pero que no son
obra de Dios porque él no nos dirigió a hacerlas. Nos atareamos con el ministerio pero no
necesariamente con el ministerio que Dios quiere hacer por medio de nosotros. Hacer la obra de
ministerio en la iglesia no es necesariamente la obra de Dios. Pero seguimos intentándolo.
Un día cuando (Allen) era niño, estando en la granja, mi padre me pidió que limpiara los corrales:
un trabajo muy apestoso, lleno de muchas moscas y otros insectos… algunos de ellos pican. ¡Era
horroroso!
Dirigiéndome al granero, noté que la puerta del galpón de tractores estaba muy estropeada.
Fue un momento de decisión. ¿Debería limpiar los corrales o arreglar la puerta? Me convencí de
que la puerta era urgente y había que arreglarla; así que me dediqué a la tarea engañándome de
que mi padre quedaría complacido y estaría orgulloso de mi dedicación al bienestar de la granja.
Él y mamá con seguridad se jactarían ante los vecinos de lo ingenioso que era su hijo.
Dudo que él alguna vez les hablara a los vecinos al respecto, pero sí sé que habló conmigo… me
sermoneó sería más preciso. Me había pedido que limpiara los corrales, algo que él quería que
se hiciera. Sin embargo, yo detestaba limpiar los corrales así que de alguna manera obstaculicé
la verdad hostigosa en mi corazón e hice algo que era más aceptable para mí, mientras que
racionalizaba que era algo para él.
Lo que hice con la puerta es la carne en acción. De acuerdo a Pablo, lidiamos con ella todas
nuestras vidas. La Iglesia Evangélica Central estaba lidiando con ella, en especial después de que
decidieron permitir que Cristo sea soberano en todo aspecto de su iglesia, incluso en la forma en
que ellos «hacían las cosas en la iglesia».
¿Ha sido una caminata en el parque para ellos? Ni en sueños.
¿Ha sido fuera de lo ordinario? ¡Definitivamente!
Lo que Willis, Adam y los demás de la Iglesia Evangélica Central hicieron fue salir de la seguridad y
adentrarse en la aventura de una vida dirigida por el Espíritu. Se comprometieron a ser sacrificios
vivos, a andar en el Espíritu. En esencia, decidieron volver a enfocar sus afectos en Jesucristo. Le
preguntaron a Dios qué quería él que ellos hicieran, y escucharon para oír lo que él les decía.
(Hablaremos de escuchar en un capítulo más adelante.)
Cada día cuando se levantan, cada vez que se reúnen, en todas sus decisiones, la batalla continúa.
Hoy, ¿a quién van a responder? ¿A quién vamos nosotros a responder?
Lo que es nuevo en cuanto a sus luchas ahora es que saben cuál es la batalla. ¡Es mucho más fácil
librar una batalla cuando sabemos quién o qué es el enemigo!
¿Puede imaginarse ser parte de una iglesia como esa? Aunque inusual, no es única. El libro de
Henry Blackaby What the Spirit Is Saying to the Churches [Lo que el Espíritu les está diciendo a
las iglesias] es el relato de la obra de Dios en otra congregación que se abandonó a la dirección
del Espíritu.
El punto es que si nuestra congregación no está yendo a ninguna parte, o peor aun, está yendo
«a alguna parte» y esa alguna parte es «alguna parte errada», siga leyendo. Dios no ha cambiado.
Dios todavía está dedicado a la obra de transformación, obrando en las vidas de individuos y
congregaciones que están dispuestos a andar por su Espíritu y permitir que el Espíritu les
conduzca a donde Dios quiere que vayan.
La experiencia de la Iglesia Comunitaria Palabra de Vida no empezó con las conversaciones de
Tom Lyman y Doug Frazier en cuanto a un renacimiento. Empezó muchos años antes, con las
luchas de la Iglesia Evangélica Central.
¿Qué se interponía en el camino? ¿Por qué la gente dejo de oír a Dios?
Esto me recuerda cómo a menudo somos como creyentes. Dios tiene una pasión por los perdidos,
pero nosotros estamos muy atareados haciendo todo tipo de ministerio, buen ministerio, que
nos mantiene demasiado atareados para escuchar el corazón de Dios. La Iglesia Evangélica
Central hizo eso por años. ¿Recuerdan las cenas y ventas de repostería? Ambas cosas pueden
ser buenas, pero si nos están manteniendo demasiado atareados, demasiado ocupados para
escuchar a Dios, tal vez necesitamos apagar los hornos.
Esto es evidente no tanto en lo que estamos haciendo cuando «hacemos las cosas de la iglesia».
Tiene que ver más con lo que no estamos haciendo. No estamos acudiendo a Dios con un
corazón receptivo y que escucha, preguntándole lo que debemos estar haciendo en los aspectos
prácticos diarios del ministerio. O si en efecto acudimos a Dios, a menudo arrastramos nuestras
propias agendas, esperando oír de Dios que nosotros podemos decidir quién tiene el mejor
plan. Le preguntamos su voluntad, pero en lo más hondo de nuestro corazón nos reservamos el
derecho de tomar la decisión final. Queremos decidir si vamos a limpiar los corrales o arreglar la
puerta, aunque sabemos que él quiere que se limpien los corrales.
ÍDOLOS Y PIEDRAS DE TROPIEZO
Unos jefes de Israel vinieron a visitarme, y se sentaron frente a mí. Entonces el
SEÑOR me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, estas personas han hecho de
su corazón un altar de ídolos malolientes, y a su paso han colocado trampas
que los hacen pecar. ¿Cómo voy a permitir que me consulten? Por tanto, habla
con ellos y adviérteles que así dice el SEÑOR omnipotente: “A todo israelita que
haya hecho de su corazón un altar de ídolos malolientes, y que después de
haber colocado a su paso trampas que lo hagan pecar consulte al profeta, yo el
SEÑOR le responderé según la multitud de sus ídolos malolientes. Así cautivaré
el corazón de los israelitas que por causa de todos esos ídolos malolientes se
hayan alejado de mí”».
—Ezequiel 14:1-5
Los líderes de Israel fueron a ver a Ezequiel porque querían oír de Dios, tal como nosotros vamos a
Dios para oír de él. Pero en esencia, Dios les dijo que sus ídolos (sus afectos por poder, influencia,
aprobación o reconocimientos) se interponían. No estaban pidiéndole a Dios dirección con la
intención de hacer lo que fuera que él les ordenara hacer.
Todavía sucede eso hoy. Acudimos a Dios preguntándole su voluntad, sin embargo tenemos
nuestros propios ídolos de poder, respeto, aprobación, reconocimiento y seguridad, así que de
manera callada y sutil nos reservamos el derecho de tomar la decisión final. Ciertos programas,
personas o tradiciones pueden convertirse en ídolos. O ponemos límites a la respuesta; o no
acudimos a Dios para nada. Tal vez usted haya oído el dicho: «Si piensas que la respuesta no te
va a gustar, no hagas la pregunta». A menudo en nuestros corazones sabemos la respuesta que
agradaría a Dios, así que no preguntamos.
Ese fue el caso por muchos años en la Evangélica Central. Estaban satisfechos con «hacer las cosas
de la iglesia» de la manera en que siempre las habían hecho, y por consiguiente no sentían la
necesidad de hacer preguntas. Sin embargo, recuerden lo que sucedió una vez que las hicieron...
con un corazón dispuesto a hacer lo que fuera que Dios les revelara. Avanzaron a la aventura de
una vida dirigida por Dios, tanto individualmente como congregación. El saber la voluntad de
Dios tiene mucho que ver con si estamos dispuestos a abandonar todos nuestros ídolos y en
realidad creer que Dios tiene la respuesta.
Henry Blackaby dice que este pensamiento no es popular. «A menudo, cuando hablo con otros
en cuanto a que Dios está presente, activo e interviene de forma práctica de esta manera en
nuestra obra, alguien me dice que parezco un “místico”, como alguien que no es práctico».2 Y
sin embargo, Blackaby pasa a señalar que en toda la Biblia Dios trata con sus hijos de maneras
prácticas.
Tenemos gran dificultad para mantenernos dependiendo de Dios. Trabajamos duro para cultivar
a personas hábiles en nuestras iglesias, y después señalamos con orgullo los ministerios y
programas que ellas mantienen.
Es fácil imaginarse la vida en la Evangélica Central en los años de declinación de la iglesia. Es una
experiencia familiar que la viven decenas de miles de iglesias. Nos levantamos el domingo por
la mañana y nos vestimos con algo que se ajusta a las expectaciones de la cultura de nuestra
iglesia. Vamos a la iglesia y nos sentamos en el mismo sector del auditorio, y el servicio sigue
poco más o menos el mismo formato todas las semanas. Cantamos de un himnario, o cantos, o
ambas cosas. El pastor dirige mensajes a los corazones del ochenta por ciento de los miembros
con el propósito de estimularlos a hacer más en el servicio a Dios. Algo menos del veinte por
ciento de los miembros se sepultan en el «ministerio» para Dios, sintiéndose culpables porque
no están pasando con Dios el tiempo tranquilo, sin prisa, que saben que él desea. Unos pocos
santos andan delante de Dios de momento a momento. Antes y después del culto, las personas
se sonríen unas a otras, poniendo sus caras victoriosas aunque se sientan desalentadas.
Las personas vienen, por lo general de otras iglesias, y se van; ha pasado largo tiempo desde
que algún visitante decidiera recibir a Jesucristo y se quedara. De vez en cuando alguien le
entrega su vida a Cristo, pero cuando la iglesia empieza a animarle a cambiar ciertas conductas,
simplemente deja de venir. La gente piensa: Es mejor que se vayan porque la iglesia tiene una
reputación que mantener. Quiero decir, ¿qué va a pensar la gente? Hemos redefinido la «santidad»
en un asunto de apariencia y conducta, minimizando el corazón.
¿Parece algo de esto familiar?
La iglesia promedio podría imprimir volúmenes basados en todas las reglas y expectaciones no
escritas que nos imponemos los unos a los otros. En realidad, nadie jamás identifica las reglas y
expectaciones, y mucho menos las pone contra la regla de medir de la Palabra de Dios.
Nunca ha habido un tiempo en que no nos veamos atrapados en la tensión entre el Espíritu y
la carne por nuestros afectos, y por consiguiente nunca hay un tiempo en que los creyentes no
necesitemos identificar y crucificar nuestros ídolos y piedras de tropiezo. Sin embargo, pocos se
dan cuenta de la lucha. Las iglesias rara vez hacen una selección médica de sala de emergencia.
La Iglesia Evangélica Central no lo hizo por años, hasta que la muerte de la iglesia era inminente.
Rara vez la iglesia atiende el problema real: la carne. Nos concentramos en los síntomas y los
problemas que se revelan (y hay que tratarlos). Esto es como tomarle la temperatura a un niño
enfermo, hallar que tiene fiebre, y resolver el problema poniendo al niño en una tina de agua
fría. Sí, es importante controlar la fiebre, pero también necesitamos atender la causa de la fiebre.
¿QUIÉN ESTÁ A CARGO?
Pablo nos da un medidor para evaluar quién está a cargo, la carne o el Espíritu. Él identifica
síntomas específicos de la carne.
Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual,
impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira,
rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas
parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios.
—Gálatas 5:19-21
A la mayoría de nosotros nos gustaría pensar que Gálatas 5 solo describe a los malos. ¡Pero
Pablo escribió esta carta a los creyentes! Es más, escribió esta carta a las iglesias (o asambleas).
En tanto que no estamos sugiriendo que no debemos interpretar las Escrituras para el individuo,
sugerimos que también debemos mirar esto de una manera corporativa. Esto es lo que queremos
decir:
Primero, la iglesia está formada de individuos y por lo tanto tendrá un consenso o personalidad
espiritual. Todos somos individuos, y sin embargo somos partes de un cuerpo mayor. Cuando
las partes de nuestro cuerpo están lidiando con el pecado, todo el cuerpo está lidiando con el
mismo. En una cultura que atesora la independencia, esto es difícil de interiorizar y ponerlo en
práctica a diario.
Segundo, Pablo escribió esta carta a un grupo de iglesias (asambleas), y su propósito era que se
leyera a las congregaciones como un sermón. Él podía estar hablando tanto a individuos como a
la iglesia como un todo. Un ejemplo son los versículos de «unos a otros» del capítulo 5:
En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: «Ama a tu prójimo
como a ti mismo.» Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado,
no sea que acaben por destruirse unos a otros.
—Gálatas 5:14-15
En este pasaje, Pablo está dirigiéndose a los cristianos como un grupo. Es la voz de un padre que
les dice a sus hijos: «Tengan cuidado, porque si no se van a lastimar unos a otros».
Más adelante Pablo usa los pronombres de grupo «nosotros» para dirigirse a la asamblea como
un todo.
Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la
vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros.
—Gálatas 5:25-26
Así que claramente es apropiado interpretar Gálatas como un mensaje a un cuerpo de iglesia
antes que solo a individuos. Esto tiene implicaciones críticas.
Los líderes de la iglesia no deben ignorar la tensión entre el Espíritu y la carne que Pablo está
considerando. En tanto que los líderes examinan sus vidas como individuos, también necesitan
mirar a la congregación y preguntar: «¿Estamos nosotros, como cuerpo de individuos, en verdad
tratando de andar en el Espíritu con todos los riesgos inherentes al cambio que Dios tal vez
dirija, o estamos permitiendo que nuestro afecto por las cosas de la carne influya en algunos de
nuestros miembros para fijar el tono del cuerpo?» Pablo advierte sobre eso también.
Ustedes estaban corriendo bien. ¿Quién los estorbó para que dejaran de
obedecer a la verdad? Tal instigación no puede venir de Dios, que es quien los
ha llamado. «Un poco de levadura fermenta toda la masa».
—Gálatas 5:7-9
Es esencial que el liderazgo de la iglesia permanezca intencionalmente en guardia, buscando
el Espíritu transformador de Dios en la vida de la iglesia para prevenir que la carne la controle.
En Gálatas, Pablo dice que para protegernos contra la carne debemos ser dirigidos por Dios por
medio de su Espíritu. De inmediato Pablo nos da un medidor como individuos y como asamblea
para evaluar esta tensión entre el Espíritu y la carne.
Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza
pecaminosa.
—Gálatas 5:16
La versión Reina Valera Revisada usa la expresión: «Andad en el Espíritu». Como quiera que lo
expresemos, si andamos (o vivimos) en el poder transformador del Espíritu de Dios, el poder de
la carne se reducirá.
Cuando hay inmoralidad, pleitos, chismes o cualquier cantidad de otros problemas, predicamos
en contra de ellos… y deberíamos hacerlo. No obstante, a menudo no atendemos la causa de
esos asuntos: nuestro afecto por nosotros mismos (la carne) usurpa nuestro afecto por Dios.
Al ver estos síntomas de la carne, podemos percibir quién o qué nos controla bien sea como
individuos o corporativamente: el Espíritu o la carne. Aunque en efecto tenemos que atender
los síntomas, también tenemos que mirar la causa subyacente de esos síntomas. Pablo está
diciendo que cuando seguimos los deseos (afectos) de nuestra naturaleza pecaminosa, habrá
resultados obvios.
La «inmoralidad sexual», endémica en la iglesia, está ignorando al Espíritu y tratando de satisfacer
los deseos de maneras que Dios no propuso. Dios nos llama a deleitarnos en él; a enfocar nuestros
afectos en él. Dios nos ama con su amor infinito e indescriptible, y nos da la oportunidad de
recibir ese amor y nos llama a amarle a nuestra vez.
Los «pensamiento impuros» son aquellos que se «alean», pensamientos de doble ánimo; no la
mente de un sacrificio vivo. Se podría pensar del «libertinaje» como lujuria. Incluso las iglesias
corporativamente pueden codiciar cosas tales como edificios que son testimonio a la gloria y
riquezas del hombre.
«Consumismo» es el término que describe mejor a nuestra sociedad impaciente que está hasta el
cuello de deudas. Por desdicha, este término también se aplica a las iglesias que deben tener lo
último en todas las cosas —una cafetería en el vestíbulo, sillas de teatro en el auditorio, sistema
de sonido de alta tecnología—, puede ser cualquier cosa que toma precedencia por sobre los
ministerios de Dios.
A la mayoría de los creyentes les gustaría limitar la «idolatría» a algo como adorar una estatua o
un ídolo... algo superficial que es fácil evitar. Pero Pablo nos ayuda a entender esta palabra en
Colosenses 3:5 cuando asocia la codicia con la idolatría. Eso suena como materialismo, ¿verdad?
Algunas iglesias han convertido su templo en un ídolo.
El resto de la lista: odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos
y envidia, describe a muchas iglesias. Los problemas se vuelven tan comunes que muchas
organizaciones han empezado ministerios para lidiar con el conflicto de individuos o grupos
dentro de las iglesias. Es más, fue una división lo que dio lugar a nuestro primer contacto con la
Iglesia Evangélica Central.
Hay otro lado del conflicto: andar en el Espíritu. Esta es una vida con nuestros afectos enfocados
en Jesucristo, y no simplemente en el ministerio de Jesucristo. La vida dirigida por el Espíritu es
una vida de dependencia de Dios, una vida de amor creciente por él y obediencia creciente a él,
que fluye de nuestra relación personal de amor con él.
Así como hay evidencia de la carne, hay evidencia de la vida del Espíritu (el fruto del Espíritu). La
evidencia es obvia tanto en individuos como en iglesias.
En una iglesia guiada por el Espíritu hallamos amor contagioso; un amor por Dios que resulta
en amor por las personas. En una iglesia dirigida por el Espíritu todavía hallaremos problemas,
sufrimiento, pérdidas y frustración. Sin embargo, en esos tiempos difíciles, hallaremos una paz y
gentileza en la congregación que produce un fuerte sentido de seguridad para los visitantes y
nuevos creyentes para que crezcan en Cristo de una manera confortable.
En Gálatas, Pablo describe el fruto del Espíritu: «amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad,
fidelidad, humildad y dominio propio» (5:22-23). Cuando una iglesia en verdad procura poner
en práctica estos atributos, es una iglesia llena del Espíritu. ¡Nuestro deseo es que esto sea una
realidad en nuestras iglesias!
CAPÍTULO 3
EL DESCUBRIMIENTO DE UN DIOS
AMANTE Y TRANSFORMADOR
En el capítulo previo terminamos describiendo lo que es nuestra esperanza para su iglesia:
una iglesia que, incluso durante los problemas, permanece dirigida por Dios por medio de
su Espíritu. Esas iglesias vienen en todos los tamaños: grandes, pequeñas, y entre uno y otro
extremo. Podemos hallarlas en comunidades grandes, pequeñas, y medianas. Los dirigentes
de esas iglesias tienen educación primaria, secundaria, técnica, universitaria, o post graduada.
Todos aman a Dios, y se nota.
Desdichadamente, sólo una minoría de iglesias son impulsadas completamente por el Espíritu.
La mayoría restante de iglesias están estancadas o declinando. Estas iglesias varían en tamaño,
ubicación y educación pastoral tal como las iglesias dirigidas por el Espíritu. Algunas inclusive
tienen un gran amor por Dios. Otras quieren que su amor a Dios sea su pasión controladora,
pero desdichadamente, están poniendo sus afectos en sus casas, coches, aficiones, la internet
o televisores. Algunos líderes de las iglesias que luchan todavía no han reconocido siquiera que
haya un problema.
La mayoría de líderes saben que Dios quiere hacer una obra en sus corazones y el corazón de sus
iglesias. Saben que algún día tienen que tomar esto más en serio. Sin embargo, Pablo dice que
Dios quiere líderes que sean serios para permitirle que haga su obra transformadora AHORA.
Pablo dice que Dios habla en serio en cuanto a hacer una cirugía seria en nuestra mente.
Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que
cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo,
santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados
mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de
Dios, buena, agradable y perfecta (Romanos 12:1-2).
La sociedad, incluyendo muchos de la sociedad de la iglesia contemporánea, diluyen el alcance
y profundidad a los que Pablo llama a los seguidores de Cristo. Muchos creyentes, incluyendo
líderes, relegan el «sacrificio vivo» a un segmento de su vida, y no a toda ella. Harry Blamires, en
su libro The Christian Mind [La mente cristiana], trata de esta tendencia de segmentar nuestras
vidas. Podemos recibir una verdad de Dios y de alguna manera podemos poner esa verdad en
nuestro segmento espiritual y no necesariamente aplicarla a toda parte de lo que somos.
En el pasaje bíblico mencionado arriba, Pablo no sólo habla del llamamiento de Dios a nosotros
para ser «sacrificios vivos» y a ser sacrificios santos (apartados para Dios) y agradables a Dios,
sino que también provee una comprensión de cómo Dios hace que eso suceda. Pablo enseña
que primero el creyente debe llegar a comprender cuál es «el molde del mundo actual» y cuál
es el molde de Dios. Entonces Pablo explica que el proceso que Dios usa es la transformación
de nuestra mente. Dios está dedicado a la transformación y lo hace por la jornada entera de
nuestras vidas.
Para empezar esta jornada de transformación, debemos empezar a dar algunos pasos.
Probablemente la parte más difícil de cualquier jornada son los primeros pasos. Es más, los
primeros pasos en este tiempo de descubrimiento en realidad no son pasos en sí. Son más como
paradas que pasos. Quiere decir salirse del carrusel de la vida y simplemente detenerse. Quiere
decir reunir a liderazgo de su iglesia y pasar dos o tres meses o más en oración regular y estudio:
estudiar la carta de amor de Dios y manual para la vida, la Biblia. Este debe ser un tiempo de
oración y estudio concentrados para redescubrir la intimidad con Jesucristo.
UNA NOTA A LÍDERES Y PASTORES: Por favor, no tome atajos en este proceso de «paradas»
limitándose a enseñar o predicar un estudio. Todos los líderes necesitan pasar horas de estudio y
oración juntos. Conforme estudiamos juntos las Escrituras, conversando sobre lo que nos dicen,
vamos a querer derramar a Dios nuestros corazones en alabanza, confesión, consagración y
amor. Y vamos a querer hacerlo muchas veces. Vamos a querer pedirle a Dios que nos haga
receptivos a lo que él tiene para revelarnos.
La iglesia necesita abrirse a la dirección de Dios, como un oído listo para oír y un corazón libre
de la influencia de las agendas personales. A lo mejor descubrimos que el liderazgo de nuestra
iglesia escoge hacer de esto una parte permanente de su vida juntos.
PRIMERA PARADA: LAS PASIONES DE DIOS
En esta primera «parada» hacia la transformación, podemos enfocar en el descubrimiento o
redescubrimiento de cuáles son las pasiones de Dios. ¿Qué es la más alta, o segunda más alta,
preocupación o mandamiento de Dios? O tal vez podemos examinar la crítica que Dios hizo a
Israel y Judá y que lo impulsó a enviar a su pueblo al cautiverio. Podemos estudiar la crítica de
Jesús contra los fariseos. ¿Qué podemos inferir que él quiere de la iglesia y de nosotros?
Podemos evaluar el llamado de Dios a sus hijos a una vida entregada a él; que incluirá riesgos.
Podemos hallarnos haciendo algunas preguntas. ¿Son las iglesias y creyentes perseguidos
simplemente víctimas, o es la persecución parte del plan de amor de Dios? ¿Qué quiere Dios
hacer con sus buenas noticias? ¿Qué es la adoración bíblica?
Resultaremos con muchas más preguntas de aquellas para las que vamos a querer hallar
respuestas mediante nuestro estudio, conversación y oración. Una sección de las Escrituras
conducirá a otra, y a otra. Nuestras conversaciones nos llevarán incluso a otros lugares de las
Escrituras que descubriremos. Durante la oración, el Espíritu Santo nos guiará a versículos que
no hemos considerado.
En este proceso, lo que estamos haciendo es deteniéndonos lo suficiente para echar un vistazo
nuevo, fresco, y profundo a quién es Dios y lo que le agrada. Y estamos haciéndolo como cuerpo
de líderes de la iglesia. Es asombroso cuán poco los líderes de la iglesia examinan juntos las
Escrituras y su propio corazón. La parte más difícil de esta primera parada es abordar el proceso
sin que nuestros temores personales, agendas o tradiciones extra bíblicas de la iglesia influyan
en el resultado. (Examinaremos las tradiciones de la iglesia en un capítulo posterior).
Debido a que el temor, las agendas personales, y tradiciones extra bíblicas están tan
profundamente atrincheradas en nuestras vidas y la cultura de la iglesia, es difícil reconocer
su influencia. Para las iglesias, esta tendencia ha causado muchos de los problemas que están
enfrentando. Dios nos ha llamado a una vida entregada a él y él toma esto en serio. Es una guerra
de vida y muerte con implicaciones de largo alcance. Necesitamos dar un serio vistazo a quién es
Dios y lo que él quiere de sus hijos y de sus iglesias.
Cuando nuestro estudio ya esté en plena marcha, descubriremos a un nivel mucho más profundo
y mucho más incluyente que Dios es soberano, que nos ama, y que está comprometido a sus
buenas noticias. Su preocupación o mandato número uno es que le amemos y que nuestras vidas
lo demuestren. Debemos enseñar la importancia de este amor a Dios a aquellos sobre quienes
tenemos influencia. Hacemos esto por la manera en que actuamos, hablamos y vivimos en la
práctica nuestra vida cristiana. Dios se preocupa por nuestros afectos; y quiere ser el enfoque de
nuestros afectos.
Su segunda preocupación o mandamiento es que permitamos que su amor fluya por nosotros
a los que nos rodean, incluyendo a nuestros enemigos y otras personas difíciles. Dios es un
amante que busca, cuyo deseo de corazón es que le amemos a nuestra vez. Así, nuestro amor a
él se expresa en nuestro servicio, que fluye de un corazón de amor antes que por obligación o
culpabilidad.
Probablemente descubriremos que el trabajo número uno quiere de nosotros es que creamos
en él (es decir, que le entreguemos nuestras vidas y posiblemente nuestras muertes por él) y que
estemos con él en una relación personal tan profunda, de amor, consagrada independiente de él
que cualquier sufrimiento que enfrentemos nos parecerá un gozo porque es por él.
Esto no es un juego ni una vuelta en carrusel. Al detenernos a considerar el carácter de Dios y
procurar su pasión, junto con nuestra iglesia amaremos cada vez más y más a nuestro Cristo
soberano. Nos hallaremos cada vez más llorando cuando oramos y cada vez más conscientes
de lo poco que le conocemos, y sin embargo queriendo conocerle más y más profundamente.
SEGUNDA PARADA: EXAMEN
La segunda parada es también un proceso de descubrimiento. En esta parada nos examinaremos
nosotros mismos como líderes individuales, nuestros colegas como un cuerpo de líderes, y la
iglesia como un todo. De nuevo, lo más difícil en esta parada es abrirnos a Dios todo lo que
podamos. Le pediremos a Dios que nos muestre en dónde somos consistentes o inconsistentes
con lo que descubrimos en nuestro tiempo de oración y estudio con Cristo.
Es tan fácil engañarnos nosotros mismos aquí. Repetimos clisés y frases que hemos aprendido a fin
de vernos y sonar bien. Incluso en nuestra estructura de iglesia corporativa tenemos reglamentos
y proyectos que dicen lo que nuestros reglamentos y proyectos se supone que deben decir.
Los creyentes, incluyendo los dirigentes de iglesia, son buenos para ponerse máscaras o ser
impostores frente a otros; y tal vez incluso ante sí mismos. Tal vez ya nos percatemos de esto
en nuestras propias vidas y las vidas de otros líderes. En nuestros corazones tal vez estemos
luchando con esta tensión. Si no estamos luchando ya con esta tensión, bien podemos empezar
a luchar después de que Dios nos revele algún asunto de orgullo.
En esta segunda parada le permitiremos al Espíritu Santo que nos examine como líderes basados
en la realidad de lo que está sucediendo en nuestras vidas y en la iglesia, y no sólo lo que decimos.
Usaremos las obras de nuestras vidas y la vida de nuestras congregaciones para revelar nuestra
fe y afectos.
En muchas iglesias la preocupación primaria que los líderes tienen con los nuevos creyentes
(y a propósito, su propia gente) es que se vean, hablen y se comporten de una manera
predeterminada. Esta no es, sin embargo, la manera en que Dios se propone que su iglesia sea.
Por todo el mundo maravillosos seguidores de Cristo se visten de forma diferente, se comportan
de forma diferente, cantan música diferente con diferentes tipos de instrumentos, y adoran de
forma diferente. Sin embargo, hay una característica común a todos los que se han entregado
Dios: el fruto del Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad
y dominio propio.
Parece haber una cultura, tal vez podríamos llamarla una «cultura del reino de Dios», para los que
aman a Dios de todo corazón y con toda su alma y con toda sus fuerzas. Esto quiere decir que su
afecto por Dios es el afecto impulsor de su vida. Para ellos, esta cultura del reino es mayor que
las culturas del mundo, mayor que el racionalismo occidental, mayor que el misticismo oriental,
mayor que el modernismo o posmodernismo, y mayor que cualquier igles-ismo que exista en
alguna parte del mundo.
LO PRINCIPAL
En Mateo 22:36-40 Jesús dijo que amar a Dios es la preocupación primaria para nosotros. Él
quiere que sus hijos le amén. No podemos ordenar a las personas que amen a Dios. No
podemos enseñarles sólo con palabras que amen a Dios. Las personas captan el amor a Dios de
Dios mediante la exposición a alguien que ama Dios, alguien cuyo amor por él es obvio tanto
verbalmente como no verbalmente.
Como líderes de nuestras familias e iglesias, descansamos fuertemente en las palabras. Pero las
palabras son la herramienta menos efectiva de comunicación cuando estamos cara a cara con
alguien; especialmente alguien cercano a uno.
Imagínese una pareja joven que acaba de casarse y que está en la playa en su luna de miel. Están
muy enamorados. Tiene ojos sólo del uno para el otro. Están corriendo entre la resaca del oleaje
con las mangas de los pantalones arremangadas, riéndose y divirtiéndose. El esposo se agacha
y juguetonamente le salpica agua a la esposa. Riéndose alegremente, ella le dice: «Ah, te odio.
Toma eso», y con esas le salpica también a él.
¿Qué dijo ella? Sus palabras fueron «te odio». Dados los hechos, nadie concluiría que su mensaje
real fue «te odio». Fue «te quiero». Ella lo ama y simplemente estaba disfrutando de un momento
juguetón con su esposo. Nuestra comunicación no verbal a veces puede decir exactamente lo
opuesto de las palabras que salen de nuestra boca.
Cuando Jesús dijo que el primer mandamiento de Dios es que sus hijos le amen, estaba citando
del Antiguo Testamento, específicamente Deuteronomio 6:5-9. En ese pasaje Dios dirige a sus
hijos a pasar a otros el amor a Dios.
Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente
a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino,
cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas
en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de
tus ciudades.
La palabra «hijos» en este pasaje puede ser una palabra amplia que cubre casi a cualquiera.
«Incúlcaselas» viene de una palabra que significa estimular o afilar. Un sinónimo para «estimular»
podría ser «avivar o encender». Tanto afilar como estimular incluye mucho más que el uso de sólo
palabras. Incluye todo lo que somos, incluyendo nuestros valores y afectos. Aquí yace mucho del
problema.
El problema es que muchos líderes de iglesia, como las demás personas, están atrapados en
casas, coches, empleos, en verse bien, esperar que los respeten o gustar, o tener el control. La
mayor parte del tiempo tendríamos que inferir que lo que más valoran no es Dios.
El amor exige tiempo. El amor exige comunicación; la comunicación exige participación, y la
participación toma mucho tiempo. Alabamos a Dios por los líderes que en efecto se toman el
tiempo para amar a Dios y exhiben en sus vidas ese amor.
La mayoría de esfuerzos en las iglesias se gasta manteniendo los programas en marcha, y sin
embargo el corazón de Dios es por una relación personal de amor. Este es un gran punto de
debate y punto de oración, ¿verdad? ¿Cómo podemos nosotros, como líderes, mantener «lo
principal siendo lo principal»? Por supuesto, lo primero es que nosotros, como líder o cuerpo de
líderes, personalmente hagamos de Dios lo más importante en nuestras vidas.
LA TENSIÓN
Una vez que tenemos un cuadro más claro de amar a Dios, lo que le agrada (lo que él quiere
de uno), y cómo nos está dirigiendo a enfocar de manera diferente la vida y el ministerio,
hallaremos tensión creciente. La tensión es entre lo que hemos aprendido que Dios quiere de
nosotros y nuestros fuertes hábitos o adicciones para hacer que la vida funcione por cuenta
nuestra; administrando la iglesia pero con nuestra fuerza y nuestra sabiduría.
En el capítulo anterior ya hemos leído de la carne y su apretón en nosotros. Y anteriormente
en este capítulo leímos del fruto del Espíritu. En Gálatas 5 Pablo traza un cuadro de la carne
y el Espíritu en conflicto; conflicto que no se resuelve en esta vida. Esto es tensión real. No es
simplemente teología. Es un problema real, práctico, y sin embargo muchos líderes hoy yerran
el punto del problema.
La carne es real y paralizante, destruyendo iglesias y las vidas de creyentes. La vemos en las
batallas de iglesias, divisiones de iglesias, cólera de liderazgo o de la congregación, conflicto,
y odio sostenido entre miembros de la congregación. Vemos la carne en el creciente número
de líderes y miembros de congregaciones que caen en enredos sexuales, adicción sexual,
pornografía y divorcio. Vemos la carne en la adicción a las posesiones, la idolatría del materialismo,
y la ambición egoísta. A veces el liderazgo de la iglesia incluso aplaude nuestra adicción al éxito
cuando nos desempeñamos bien en el ministerio. Vemos la carne en la cólera que tiene lugar
a veces en las reuniones o entre personas en conflicto. Vemos la carne en los varios grupos
que pelean unos contra otros. Vemos la carne en los hogares de creyentes mientras invitan a
extraños a sus casas para que hagan actos inmorales frente a su familia (también conocido como
el programa promedio de televisión actual).
Estamos empezando a ver algunas iglesias atacando estos asuntos. Están organizando grupos
de respaldo para los abusados y abusadores. Hay ayuda para los que sufren de adicciones.
Organizaciones como Crown Ministries [Ministerios Corona] están atacando el materialismo,
ayudando a las personas a entender que Dios es el dueño. La organización Peacemakers
[Pacificadores] está ayudando a las iglesias a aprender cómo mediar en el conflicto. Todas estas
batallas contra los síntomas de la carne son buenas y deben tener lugar. Sin embargo, todavía
se yerra el punto. Tratar los síntomas sin lidiar con la causa simplemente resulta en que la carne
brota de nuevo en el mismo aspecto o en algún aspecto nuevo. Los líderes de la iglesia deben
lidiar con la causa raíz: la carne misma. La carne es esa parte de nosotros que trata de hacer
que la vida funcione para nosotros, ser autónomos o independientes de Dios en los segmentos
prácticos de nuestras vidas.
Líderes, ¿como luchamos contra la carne? Pablo dice que es al andar o vivir por el Espíritu. Así
que, de nuevo, volvemos a la principal preocupación de Dios: que le amemos con todo nuestro
corazón, y con toda nuestra alma, y con toda nuestra fuerza. Su preocupación es que estemos
en una relación personal profunda, dependiente, obediente y de amor con nuestro Señor. Su
preocupación es que le tengamos a él como nuestro afecto primario; que él sea el centro de
nuestras vidas y soberano sobre ellas, y no nosotros. Necesitamos dejar que Dios dirija la iglesia
y a los miembros de la congregación que forman esa iglesia.
La carne es un enemigo de los creyentes y de la iglesia. Para luchar contra ese enemigo
necesitamos que nuestra relación con Cristo abarque todo aspecto de nuestras vidas, las vidas
de nuestros líderes, las vidas de los miembros de la congregación, y la vida corporativa de la
iglesia. Es andar y vivir en el Espíritu.
EL TERMÓMETRO DE LA CARNE
Los síntomas de la carne que Pablo bosqueja en su carta a los Gálatas son como un termómetro.
Un termómetro nos da información de la condición actual y puede revelar la necesidad de mirar
un problema más hondo.
Notamos que nuestro hijo tiene fiebre. Usando un termómetro, descubrimos que su temperatura
es más de 40 grados centígrados. Ahora sabemos varios datos. Sabemos que nuestro hijo tiene
una fiebre excesivamente alta. Sabemos por experiencia que necesitamos bajar la fiebre para
prevenir problemas mayores. También sabemos que hay algo que está haciendo que nuestro
hijo tenga la fiebre. Así que ahora sabemos que debemos hallar qué es lo que está causando la
fiebre.
¿Qué hacemos? Bajamos la fiebre usando remedios y agua fría. Por supuesto, nunca
consideraríamos detenernos simplemente allí. Daríamos pasos adicionales para hallar la causa
de la fiebre consiguiendo ayuda de alguien que ha estudiado medicina. Trataríamos tanto los
síntomas como la causa de la fiebre.
El mismo principio se aplica al liderazgo de la iglesia. Examinamos nuestras propias vidas y la vida
de nuestra congregación para buscar síntomas de la carne, como se habló arriba. Al descubrir
un síntoma o síntomas (y los descubriremos, muchas veces; están justo ante nuestras narices),
sabemos dos hechos. Primero, sabemos que tenemos un síntoma de la carne con el que tenemos
que lidiar. Segundo, sabemos que hay una causa subyacente: la carne.
Por supuesto, debemos lidiar con los síntomas de la carne; y hacerlo a la manera de Dios. Lidiar
con los síntomas de la carne es un proceso enormemente complejo y sensible, que necesita
mucho cuidado, oración y preparación. Esto no se puede exagerar. Confrontar asuntos de
inmoralidad, cólera, discordia, chismes, adicciones, divisiones, cólera y los otros síntomas de la
carne es arriesgado. Lleva el potencial de gran daño, dolor, corazones rotos, vidas derrotadas,
pleitos judiciales, etc.
Incluso mejor que lidiar con los síntomas de la carne, ¿no quisiéramos que pudiéramos detener
los síntomas antes de que aparezcan? ¿Qué tal si hubiera una vacuna contra la carne? De acuerdo
a Pablo, la hay. Su solución a la carne es andar y vivir en una relación personal dirigida por el
Espíritu, de amor profundamente dependiente con nuestro Dios soberano. Por consiguiente, el
enfoque primordial de todo lo que sucede en la iglesia debe ser señalar a las personas en esa
dirección: llevar el enfoque a Cristo.
¿No sería mejor que el liderazgo de la iglesia haga de la profundidad de su amor a Dios la
prioridad? En términos de la salud global de la congregación, ¿hay algo más importante que el
liderazgo mismo cultivando y preservando esa relación personal dirigida por el Espíritu con Dios
y luego pasándola a la congregación? Jesús dijo que esta es la prioridad de Dios. ¿No debería el
liderazgo tener la misma prioridad como Dios? Debe empezar con nosotros, como líderes.
Hemos visto en muchas iglesias, y sin embargo podemos contar en una mano el número
de grupos de liderazgo (juntas, etc.) que en forma activa y práctica hacen del crecimiento y
mantenimiento de su relación personal de amor con Dios su prioridad. Es trágico. O bien que ellos
dan por sentado que no hay batalla y Pablo se equivoca, o piensan que son tan profundamente
maduros en Cristo que están por sobre todo riesgo. Suena mucho como orgullo, ¿verdad? Tal
vez esta es la razón real por la que muchas iglesias están en declinación. Tal vez liderazgo de la
iglesia está pasando demasiado tiempo luchando con lo que ellos piensan que es urgente, en
lugar de lo que Dios llama prioridad número uno.
Tenga cuidado aquí. Nuestra prioridad es amar a Dios cada vez más hondo; por Dios mismo.
Nuestra prioridad no es una relación más honda con Dios por lo que podemos sacar de ella.
En su devocional My Utmost for His Highest, Oswald Chambers resume esta prioridad en la
devoción para el 12 de marzo:
Nuestro motivo para la rendición no debe ser ninguna ganancia personal. Nos
hemos convertido en tan egocéntricos que acudimos a Dios sólo por algo de Dios,
y no por Dios mismo. Es como decir: «No, Señor, no te quiero a ti; me quiero a mí
mismo. Lo que sí quiero es que me limpies y me llenes con tu Santo Espíritu. Quiero
estar en exhibición en tu vitrina para poder decir: “Esto es lo que Dios ha hecho por
mí”». Ganar el cielo, ser librado del pecado, y ser hecho útil para Dios son cosas que
nunca deben siquiera ser una consideración en una rendición real. La rendición
genuina total es una preferencia soberana personal por Jesucristo mismo.1
CAPÍTULO 4
LIDERAZGO ESPIRITUAL
¡Fue una sorpresa! Nada que se dijo en un año de reuniones mensuales nos preparó para lo que
oímos en una reunión de pastores en San Bernardino, California, en 1984. Yo (Tim) había estado
reuniéndome con varios pastores de la misma denominación en Bob’s Big Boy para desayunar,
compañerismo y simplemente conversar.
Apenas pocos minutos transcurridos en una reunión mensual, vino el anuncio. Debe haber
sido que mis oídos me engañaban, pero pienso que uno de los colegas pastores espetó: «Ya no
aguanto más. Renuncié el domingo y estoy buscando una nueva profesión». En todo ese tiempo
él no había dicho ni una palabra en cuanto sus problemas; ni una sola palabra. No teníamos ni
idea de que él estaba bajo presión.
Ni media palabra. Nada. Ningún indicio de que estaba sufriendo profundamente de depresión y
de un sentimiento de inutilidad. Nada; entonces, de repente, se da por vencido.
Los líderes de la iglesia, como todas las personas, enfrentan disfunciones dentro y fuera de la
iglesia. A menudo se nos percibe como personas exentas del dolor y luchas de la vida. Con
una necesidad de «ser líderes», nos escondemos detrás del escudo del orgullo y temor para
impedir que nos abrumen las horribles realidades de relaciones personales rotas, objetivos no
alcanzados, temporadas secas en nuestro andar con Dios, o días de melancolía.
La realidad del liderazgo efectivo es esta: dentro de la iglesia tenemos que ser más francos en
cuanto a lo que puede verdaderamente libertar al líder y a la congregación para permitir que la
gracia de Dios llene sus almas y relaciones personales. Los líderes enfrentan un reto diario para
vivir en el poder del Espíritu Santo.
En el capítulo previo hablamos de que la carne afecta la iglesia. Para que esta fuerza ejerza su
insidioso efecto dentro de la iglesia, debemos dar por sentado que primero es problema para los
líderes, y no sólo para los laicos. «Toda organización es un reflejo directo del liderazgo que se le
ha dado, para bien o para mal». Bobb Biehl me dijo esto hace más de veinte años, y su máxima
de liderazgo ha subrayado la experiencia de mi propia jornada. Lo he visto en práctica en la vida
de amigos, estudiantes y mentores, revelando el conflicto de la carne y el Espíritu tan común a
todos.
Sin embargo, hay esperanza cuando acudimos a la gracia de Dios para que desenrede nuestra
letanía de emociones, respuestas no contestadas, y relaciones personales rotas. Esta gracia
sanará nuestras almas conforme avanzamos hacia el plan de Dios para los líderes de la iglesia:
liderazgo transformacional. Hallaremos que cuando los líderes están llenos del Espíritu de Cristo,
Dios da sanidad y salud por medio de ellos a la iglesia. Cuando los líderes cultivan un ambiente
de gracia, entonces la libertad viene a las relaciones personales dentro de la iglesia y a todos
los que quedan expuestos a la iglesia. Un proceso orgánico hace brotar relaciones personales
saludables y una conexión dinámica entre Dios y su pueblo. Para algunos, el adjetivo contagiosa
ha resumido la energía de este proceso. Los líderes llenos del Espíritu de Cristo proveen liderazgo
transformacional para la iglesia.
UNA CULTURA DE GRACIA
Ray Stedman llevó una cultura de gracia y perdón a miles que disfrutaron su estilo tranquilo
de liderazgo durante los días tumultuosos de las décadas de los sesenta y setenta en Palo Alto,
California. El Movimiento de Jesús estaba apenas empezando cuando un número de «sus tipos»
entraron por las puertas de la Iglesia Bíblica Península. Los de clase media alta voltearon su
cabeza para ver a estas almas vestidas singularmente, de pelo largo, y de espíritu libre. ¿Qué iba
a hacer la iglesia? ¿Cómo iba la iglesia a responder a esta nueva camada? Con calor y afirmación,
Ray les dio la bienvenida y les animó a que se hagan parte del cuerpo de Cristo en ese lugar.
Un espíritu refrescante barrió muchas de las dudas y temores de los miembros de la iglesia que
tenía preguntas. La Iglesia Bíblica Península llegó a ser un puerto y campo de cosecha para la
generación más joven que estaba buscando a Dios. El liderazgo espiritual trajo integridad y amor
a los que estaban en ambos lados de una cultura en cambio.
Con unas pocas palabras poderosas el apóstol Pablo hace énfasis en la total necesidad de que
el Espíritu de Cristo fortalezca las relaciones personales. «No se emborrachen con vino. . . . Al
contrario, sean llenos del Espíritu. . . . Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo» (Efesios
5:18, 21). Sin esta jornada de sumisión al liderazgo de Dios, nos convertimos en sanadores
destructivos en un mundo destrozado y fragmentado. Esta no es una opción para los líderes en
el cuerpo de Cristo. Lo que da poder a nuestros pensamientos, emociones y voluntades talla la
realidad de las relaciones dentro de la familia en la iglesia. Gracias al buen Señor que nuestras
relaciones con él no son meramente cuestión de información cognoscitiva o determinación de
«vivir para Dios». Más bien es una vida que se caracteriza por su gracia que nos busca.
El liderazgo espiritual empieza con los líderes que reconocen su total dependencia en Dios.
Conforme van aprendiendo lo que quiere decir «ser llenos del Espíritu» (Efesios 5:18), los líderes
espirituales deben enfrentar el quebrantamiento que viene al vivir apoyándose en sus propios
esfuerzos humanos y aparte del fortalecimiento del Espíritu Santo. Estos líderes hallan nuevo
gozo al conocer el perdón de Dios y son prontos para extender ese perdón y gracia a otros.
Nuestros egos e intereses propios se han interpuesto en el camino del liderazgo de Dios en
muchas ocasiones. Esto es particularmente cierto en nuestros papeles como líderes. Muchas
veces no nos hemos apoyado en el Espíritu Santo y nos hemos llenado de ansiedad, nos hemos
puesto a la defensiva, coléricos y jactanciosos. Sin embargo, el liderazgo inspirado por el Espíritu
Santo enfoca la sanidad y fortalecimiento de otros. No atrae la atención a sí mismo ni se protege
a sí mismo; más bien, procurar servir y fortalecer a los demás.
UNA NOCIÓN DISTORSIONADA DE LIDERAZGO
Yo (Tim) recuerdo las numerosas ocasiones que fui a la Feria del Condado Kern en Bakersfield,
California. Una de mis atracciones favoritas era el corredor de espejos. Este era un sencillo
remolque portátil con varios espejos diseñados para distorsionar la apariencia de uno. Un espejo
me mostraba gordo, otro me mostraba alto, algunos me daban una cabeza enorme y un cuerpo
pequeño. No entendía la tecnología, pero el efecto era cómico.
A menudo lo que algunos llaman liderazgo bíblico parece más bien distorsionado, lo que no
es cómico. Estas distorsiones nos vienen de varias fuentes. Algunas son productos de la cultura
popular. Otras vienen de las tradiciones de la iglesia. Los líderes bíblicos son una camada rara.
Sus deseos de liderazgo son cuestionados por las muchas nociones de lo que constituye un líder
espiritual.
En los Estados Unidos de América nos domina un medio ambiente de negocios. La libre empresa
y el capitalismo se hallan al igual con el béisbol, pastel de manzana y la bandera estadounidense
como valores básicos. Como tales, a menudo no podemos distinguir entre el estilo empresarial de
liderazgo y los líderes bíblicos. Donald Trump con su programa de televisión El aprendiz articula
el modelo de negocios de liderazgo. Hay modelos educativos de liderazgo que hacen énfasis en
el proceso y la colaboración. Hay modelos sin fines de lucro que procuran descubrir y resolver
los males sociales de la sociedad. Sin embargo, estamos convencidos de que eso modelos de
liderazgo a menudo se quedan lejos de la norma bíblica.
¿QUÉ ES LIDERAZGO BÍBLICO?
Jesús usó una frase breve, pero poderosa, para corregir la noción que sus discípulos tenían de
liderazgo. Él dijo la frase «no debe ser así» (Mateo 20:26). Los discípulos ansiaban ser famosos
y poderosos. La madre de Jacobo y Juan buscó colocar a sus hijos en cargos de poder (Mateo
20:20). Le pidió a Jesús que haga que los hijos de ella se sienten cada uno al lado de él en el
reino venidero. Jesús dijo que esa decisión no era suya (Mateo 20:21-23). Su énfasis recayó en la
enseñanza para ella y los discípulos. Estableció una definición de liderazgo en su reino era muy
diferente de como el mundo ve el liderazgo.
Jesús anunció dos dimensiones asombrosas dentro de su reino. Empezó recalcando primero
que «los primeros serán últimos» (Mateo 19:30). Él notó que en lugar de buscar los cargos más
altos, los verdaderos líderes bíblicos preguntan: «¿Cómo puedo fortalecer a otros?» Fortalecer se
refiere a la transformación que ocurre cuando uno integra verdad bíblica a los patrones normales
de la vida.
Segundo, Jesús recalcó que servir es lo que hace grande a un líder (Mateo 20:26, 28). Los líderes
de su reino serán siervos de todos. En lugar de usar una espada para simbolizar el liderazgo,
Jesús escogió una palangana y una toalla. Con estas herramientas les lavó los pies a los discípulos
(Juan 13:1-7). Este es un tipo muy diferente, y al parecer irreal, de liderazgo en comparación con lo
que experimentamos en el mundo de hoy. Estos principios dinámicos exigen nuestra constante
atención. Muchos no estamos reflexionando o enseñando estos principios por primera vez, sino
por la centésima vez. Sin embargo, el reino de Jesús se edifica en tales verdades y necesitamos
reconsagrarnos a este camino.
¿DÓNDE ESTÁN LOS LÍDERES?
La experiencia de la iglesia inicial indica que los líderes se vuelven evidentes a los que dirigen.
Los líderes bíblicos claramente demuestran carácter santo. Los líderes bíblicos tienen reputación.
Sus vidas demuestran una transformación de corazón. Los discípulos de Cristo fueron líderes
que encontraron a Jesucristo resucitado. Ese encuentro transformó radicalmente sus vidas; y no
simplemente como un curso de desarrollo del carácter o destreza de liderazgo. Sus prioridades
atravesaron un ajuste radical y un reordenamiento completo.
Cuando la discriminación étnica se expresó en la iglesia inicial, los apóstoles pidieron a los que
sintieron la crisis que escojan hombres «llenos del Espíritu y de sabiduría» (Hechos 6:3) para que
ayuden a buscar la resolución. La iglesia pudo discernir y seleccionar a tales hombres. Escogieron
hombres santos que atendieron la situación con gracia y sabiduría, y permitieron que la iglesia
continúe creciendo e impactando a su mundo con las buenas noticias de Jesucristo. Su capacidad
para resolver problemas no surgió de individuos fuertes que hacían las cosas a su manera. Se
basó en la obra del Espíritu Santo por medio de hombres que se rindieron a su liderazgo.
¿Donde están estos líderes hoy? Quisiéramos poder decir que son nuestros pastores y otros
líderes de nuestras iglesias, pero no siempre es ese el caso. ¿Estamos siendo verdaderamente
dirigidos por el Espíritu Santo? La mente carnal puede invadir y controlar a cualquier líder
cristiano. Necesitamos examinarnos a nosotros mismos regularmente y preguntarnos: ¿Qué es
lo que estamos modelando y enseñando? ¿Cómo se ven nuestras estructuras corporativas? ¿De
qué manera nuestras normas de procedimiento y procedimientos reflejan el camino de Cristo?
¿Qué resultados en realidad nos interesan?
En Pablo instruye a su pupilo Timoteo, un pastor joven, a que sea selectivo al pedir a otros que
sirvan con él para dirigir la iglesia. Timoteo, cómo discernimos por las Escrituras, puede haber
tenido la tendencia de dejarse abrumar a veces. Podía haber escogido a cualquiera que estuviera
dispuesto y disponible para proveer liderazgo para la iglesia. Sin embargo, Pablo insistió en que
los que iban a proveer liderazgo para la iglesia deberían ser hombres consagrados, maduros,
dedicados a la tarea a mano.
Un criterio para el liderazgo ha sido claramente articulado en la Palabra de Dios para la iglesia (1
Timoteo 3:1-13; Tito 1:5-9; Efesios 5:8—6:9). Este criterio requiere que la iglesia tome en serio el
plan de Dios para dirigir su iglesia. Dios ve su iglesia como esposa y usa términos de la definición
de la familia para concentrar nuestra atención en la importancia de las relaciones personales por
sobre las tareas de dirigir la iglesia. Tal vez no sea un liderazgo de acuerdo a las normas de hoy,
y las razones tal vez vayan a contrapelo de una noción puramente organizacional de la iglesia,
pero debido a que es el plan de Dios y viene de Dios, logra su propósito.
Dios describe los rasgos de carácter de los que quieren dirigir su iglesia. Estas cualidades son
evidencia de Dios viviendo por dentro. Son resultado de un nuevo nacimiento y la presencia
del Espíritu Santo, y se evidencian en una vida espiritual llena de Dios. Revelan que estos
líderes se han humillado delante de Dios y han experimentado renovación de entendimiento
y conformación a la imagen de Cristo. Al escribir estas cualidades, Dios pone énfasis en quién
es una persona por sobre lo que una persona hace, o cómo una persona dirige. Esta verdad es
particularmente evidente en los siguientes dos pasajes.
Así que el obispo debe ser intachable, esposo de una sola mujer, moderado,
sensato, respetable, hospitalario, capaz de enseñar; no debe ser borracho ni
pendenciero, ni amigo del dinero, sino amable y apacible. Debe gobernar bien
su casa y hacer que sus hijos le obedezcan con el debido respeto.
—1 Timoteo 3:2-4
El anciano debe ser intachable, esposo de una sola mujer; sus hijos deben ser
creyentes, libres de sospecha de libertinaje o de desobediencia. El obispo tiene
a su cargo la obra de Dios, y por lo tanto debe ser intachable: no arrogante,
ni iracundo, ni borracho, ni violento, ni codicioso de ganancias mal habidas.
Al contrario, debe ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, santo y
disciplinado. Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de
modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los
que se opongan.
—Tito 1:6-9
Fundadamente, la Palabra de Dios subraya el carácter por sobre las destrezas, talentos o dones
espirituales cuando se trata de definir a un líder espiritual.
LA INFLUENCIA DE UN LÍDER BÍBLICO
Hebreos 13:7 dice: «Acuérdense de sus dirigentes, que les comunicaron la palabra de Dios.
Consideren cuál fue el resultado de su estilo de vida, e imiten su fe». Este mandamiento respalda
la enseñanza de toda la Biblia de que los líderes consagrados proveen un cuadro de la vida
cristiana para que otros sigan. La obediencia a la Palabra de Dios es lo que separa a los líderes
espirituales de los demás tipos de líderes. Estos líderes no sólo son conocedores, sino que son
hombres y mujeres que están siendo transformados por la Palabra de Dios. Sus vidas demuestran
la práctica de la presencia de Dios.
Estos líderes han recorrido el camino de la vida lo suficiente como para que la evidencia de la
obediencia la vean todos: la creencia se ha convertido en vista, la conducta recta ha producido
madurez y gracia, lo que conduce a la transformación personal, y ha influido positivamente
en otros. Sus matrimonios han madurado en raros y hermosos retratos de amor. Sus hijos
han seguido en los pasos de la fe. Sus carreras han demostrado el valor de la formación de las
personas, y no sólo recompensas monetarias.
¿Qué sucede cuando los líderes fallan? Los líderes no son perfectos, pero ellos, de entre todas
las personas, deben ser transparentes. Deben ser honestos para confesar sus pecados y buscar
resoluciones apropiadas y restitución por los fracasos personales. El considerarse responsable
ante Dios y a su pueblo típicamente guarda a cualquiera, incluyendo a los líderes, contra los
principales desastres de la vida.
UN LÍDER LLENO DEL ESPÍRITU
Como ya hemos notado, Pablo ordena que los líderes bíblicos sean llenos del Espíritu Santo.
¿Qué quiere decir eso? De acuerdo a Efesios 5:18-20, ser lleno del Espíritu Santo quiere decir que
uno a uno no lo controla ninguna fuerza externa o interna que no sea el Espíritu de Dios. La
persona del Espíritu Santo, viviendo en nosotros, produce la motivación para nuestra conducta,
decisiones y comunicación. Efesios 5:19-20 indica que la adoración apropiada provee el contexto
para la obra del Espíritu Santo en y por medio del líder cristiano. Colosenses 3:16 suplementa
esta enseñanza con un enfoque paralelo en cuanto a permitir que la palabra de Cristo viva en
nosotros.
Por consiguiente, ser lleno del Espíritu Santo quiere decir que nos rendimos a su control (Espíritu
Santo) y dirección (Palabra de Cristo) momento a momento. Este proceso requiere que como
creyentes nos humillemos ante Dios, le rindamos a él el control de nuestras mentes, emociones
y voluntad. Conforme el creyente aprende este andar con Cristo, será conformado a la imagen
de Dios y llegará a ser calificado para servir como líder de su iglesia.
Hechos 11:1-4 ilustra una respuesta apropiada del apóstol Pedro a la crítica por su ministerio a
Cornelio y su casa. Algunos de los creyentes judíos de Jerusalén, cuando oyeron que Pedro había
entrado en la casa de un gentil y había comido con él, criticaron esta conducta porque violaba
las costumbres y leyes judías. En lugar de defenderse o discutir con ellos, Pedro «comenzó a
explicarles paso a paso lo que había sucedido» (Hechos 11:4). Como nos muestra la respuesta de
Pedro, los líderes llenos del Espíritu no se ponen a la defensiva. Esta actitud no defensiva edifica
la confianza y seguridad en los que dirige. Los líderes seguros obtienen mejor información en
cualquier situación. Debido a que el líder es seguro, la gente está dispuesta a abrirse y ser franca.
Los líderes seguros ganan discernimiento de esta información y están mejor equipados para
tomar decisiones bíblica sabias. El control del Espíritu Santo transforma a los discípulos en líderes
espirituales.
LA DEVOCIÓN DE UN LÍDER BÍBLICO
Los líderes bíblicos están consagrados a buscar a Dios. Los líderes espirituales buscan a Dios,
confían en Dios y viven para Dios (Salmo 27:4; Proverbios 3:5-6; Gálatas 2:20). Sin embargo, con las
demandas de desempeño que los líderes agudamente sienten, la «cuestión de Dios» no siempre
se atiende. Mucho de este libro intenta mostrar cómo los líderes pueden responder a la cuestión
de Dios. Es decir, «¿activamente confío en Dios en todo aspecto de mi vida y ministerio?» Más
fácil de decir que de hacer.
Vemos el liderazgo bíblico como una relación personal activa y dinámica con Dios y su pueblo.
Por consiguiente, en la médula de nuestras vidas está la necesidad esencial de que Dios nos
ame. Los líderes consagrados han sido fundidos y moldeados por su gracia, no por nuestra
competencia. Aunque la estructura y forma caracterizan todas las organizaciones saludables, el
ingrediente supremo en toda relación personal es el amor.
El primer lugar en donde es preciso tener esta experiencia de amor es en la vida del líder. Los
líderes sin amor procuran usar a otros, y no amarlos. Sin amor, dice la Biblia, simplemente estamos
haciendo mucho ruido. En otras palabras, un líder sin amor está «simplemente echando humo».
Sentado en un hotel en San Petersburgo, Rusia, yo (Tim) reflexionaba en una pregunta que me
hizo uno de los pastores más ancianos de la ciudad. Hablábamos de las posibilidades de que
las iglesias hagan ministerio juntas con Luis Palau por una temporada de evangelización. Él
preguntó: «¿Ama Luis Palau a los rusos?» Más que visión, estructura organizacional, objetivos,
dinero o impacto en su ciudad, este pastor experimentado exigía saber: «¿No aman ustedes?»
El amor es el pegamento que une a las personas en una relación personal dinámica y santo
servicio a Dios. Las iglesias son sanadas y se vuelven saludables cuando el amor fortalece las
relaciones personales de los líderes.
¿CÓMO SE ESCOGEN LOS LÍDERES BÍBLICOS?
La respuesta bíblica es clara. A los líderes se lo descubre en el contexto de las relaciones personales.
Los líderes surgirán conforme la iglesia vive reunida y sirve a nuestro Señor. Conforme nosotros
«vivimos la vida», los líderes santos se vuelven evidentes a todos. Conforme la iglesia enfoca la
enseñanza de la Palabra de Dios, adoración, la proclamación de las buenas nuevas, y servirse
los unos a los otros, los líderes aflorarán. A los líderes no se los selecciona debido a sus dones
solamente, sino más bien debido a su carácter. Deben ser semejantes a Cristo.
El reto para nosotros como iglesia hoy es el vacío de las relaciones personales. Vivimos en un
mundo fracturado en donde las relaciones han llegado a ser secundarias a las metas y ambiciones
personales. La afluencia en los Estados Unidos de América ha ampliado la puerta para la vida
independiente. Así que, en lugar de escoger invertir nuestras vidas en relaciones personales,
hemos escogido viajar, mudarnos, divertirnos, convertirnos en adictos al trabajo, obtener más
educación, etc. Tomadas dentro del contexto de la totalidad de la vida, estas cosas no son malas;
pero en el ambiente de la iglesia pueden ser desastrosas porque a menudo se vuelve sustitutos
para las relaciones personales significativas con otros.
Comunidad es un término que usamos para un límite geográfico o centro de recreación. A
menudo se lo usa para describir un lugar antes que para describir las relaciones personales
dentro de un grupo de personas aprendiendo a vivir juntas. Pero es en el contexto de esta clase
de comunidad que se forman las relaciones personales, lo que hace posible que se identifique a
los líderes verdaderamente llenos del Espíritu Santo.
¿Cómo puede la sanidad y la salud venir a las miles de iglesias que sufren de una enfermedad
terminal? Los líderes llenos del Espíritu son un «antídoto» crítico a esta enfermedad. Es preciso
afirmar y escoger a los líderes llenos del Espíritu en base a la instrucción bíblica. Identificamos a
estos líderes mejor en el contexto de una comunidad viva. Estos líderes, al andar en el poder del
Espíritu Santo, estarán listos para embarcarse en una jornada de sanidad, salud e impacto santo
en sus comunidades.
PARTE DOS
PRINCIPIOS DE LIDERAZGO Y
ADMINISTRACIÓN DIRIGIDOS POR EL ESPÍRITU
CAPÍTULO 5
CÓMO OÍR A DIOS
Cuando mis (Allen) hijos eran pequeños, estaban dotados con un oído asombroso. Mary y yo
le llamábamos oído selectivo; oído agudamente selectivo. Un día me dirigía a la puerta rumbo
al trabajo, y le dije a uno de ellos: «Por favor, limpia tu dormitorio hoy». Esa fue una petición
sencilla lo suficiente y lo dije en voz alta lo suficiente. Considerando que estábamos en la misma
habitación, se debería haber entendido con facilidad. Sin embargo, esa noche el dormitorio era
un caos.
Dándole el beneficio de la duda, pregunté: «¿Qué pasa? Te pedí que limpiaras tu dormitorio».
«¡No te oí que me lo dijeras!» fue la respuesta al instante.
En otra ocasión, sin que hubiera ningún hijo cerca, le decía en voz baja a mi esposa, Mary:
«¿Quieres un cono de helado?»
El hijo, que afirmó que no pudo oírme mientras estaba en el mismo cuarto, venía corriendo desde
alguna otra parte de la casa y decía: «Oigan, gran idea. ¿Podemos ir todos a comer helados?»
¿Será posible que los hijos de Dios puedan desarrollar el mismo oído selectivo?
Jeremías lo dice así: «¿A quién le hablaré? ¿A quién le advertiré? ¿Quién podrá escucharme?
Tienen tapados los oídos y no pueden comprender. La palabra del SEÑOR los ofende; detestan
escucharla» (Jeremías 6:10).
De nuevo dice: «Pero ellos no me obedecieron ni me prestaron atención, sino que siguieron los
consejos de su terco y malvado corazón» (Jeremías 7:24).
Jeremías arroja la tensión de nuestro oído selectivo derecho en la cara de los hijos de Dios hoy.
¿A quién vamos a escuchar? Por un momento piense en las ocasiones en que hemos pensado,
dicho o hecho algo en nuestros corazones que sabíamos que no le agradaría a Dios. ¿A la voz
de quién estamos prestando atención en ese momento? El tema de oír a Dios es un asunto
gigantesco hoy. Fue un asunto gigantesco en la iglesia inicial. Noten la advertencia de Pedro a
sus lectores:
Cuando les dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo
su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando
testimonio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos. Él recibió
honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le
dirigió aquella voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con
él.» Nosotros mismos oímos esa voz que vino del cielo cuando estábamos con
él en el monte santo. Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los profetas,
a la cual ustedes hacen bien en prestar atención, como a una lámpara que brilla
en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en
sus corazones .
—2 Pedro 1:16-19
Los discípulos oyen en la Palabra escrita a Dios como una voz del cielo y de los profetas. Pedro
nos advierte que prestemos atención a la palabra como una luz en lugares oscuros.
¿Alguna vez ha caminado por un sendero peligroso por la noche con una linterna de mano? En
esa situación, confiamos en que la luz nos asegure de que estamos en el sendero. ¿Para qué es la
linterna? Para mostrarnos el camino.
¿Cómo oímos a Dios? Se han escrito muchos libros sobre el tema; algunos muy útiles. Los mejores
libros sobre el tema dan una lista de fuentes como la Biblia, el consejo de personas de confianza,
nuestras circunstancias y nuestras mentes.
LA BIBLIA
A mediados de los años setenta, debido a una respuesta específica de Dios a la oración, yo
(Allen) hablé personalmente con un hombre, ya fallecido, que andaba y amaba profundamente
a la persona de Jesucristo. El propósito de mi reunión con él era preguntarle cómo sabía él tan
claramente lo que Dios quería que haga, incluso momento a momento todo el día.
Su respuesta fue profunda. En lugar de relatarme un episodio de cómo oía a Dios, me hizo
dos preguntas, y luego basado en mi respuesta, me hizo una tercera pregunta. Estas son sus
preguntas:
1. «¿Hay algo escrito en la Biblia en lo que tú no crees, basado en cómo reaccionas
a la vida, tus emociones en situaciones difíciles, tus temores en cuanto al futuro,
tus prioridades, y en general como vives la vida?»
2. «¿Hay algún mandamiento, directiva o enseñanza en la Biblia que no estás
obedeciendo?»
Tuve que responder que sí a ambas preguntas. Sin siquiera entrar en detalles de
mi respuesta que sí, me hizo una tercera pregunta:
3. «Si tu fe y tu amor [afecto] por Cristo es tan superficial que no puedes andar en
la luz que claramente te ha dado [creer y obedecer], ¿cómo puedes esperar que
vas a creerle y obedecerle si supieras más?»
Para empeorar las cosas, tuve que admitirle que nunca había leído la Biblia por entero.
Él siguió: «Allen, Dios te ha dado una carta de amor, proveyéndote la oportunidad de que llegues
a conocerle a él, sus pasiones, su deseo para que le ames a tu vez, y cómo tu amor por él se
traducirá en la práctica mediante tu obediencia y fe. Estás haciendo esto demasiado complicado.
Es cuestión de una relación de amor, y tú ya tienes la mayoría de lo que necesitas para vivir en
una relación de amor con él. Lo tienes en la Biblia. Sugiero que te familiarices con ella. Estoy
convencido de que cuando llegue el día en que necesites más perspectiva, Dios te la proveerá.
Recuerda que tienes en ti la mente de Cristo ya».
CONSEJO
Algunos dicen que podemos oír a Dios mediante el consejo providencial de personas maduras y
de confianza. Es más difícil confiar en personas que en la Biblia. Han habido muchos individuos
en quienes pensábamos que podíamos confiar, y que más adelante nos fallaron. Sin embargo, en
lugar de desechar todo consejo, tal vez sería mejor reconocer que, aunque este consejo puede
ser bueno, a diferencia de la Biblia no es perfectamente confiable. Creemos que las Escrituras
deben seguir siendo el cimiento de la revelación de Dios para nosotros, con el consejo siendo
una fuente de confirmación de lo que creemos en cuanto a la dirección de Dios.
CIRCUNSTANCIAS
Muchos creen que las circunstancias puede ser un indicio de la dirección de Dios. El problema con
las circunstancias como fuente de la dirección de Dios es que nuestra interpretación de nuestras
circunstancias puede estar nublada. Es fácil perdernos la influencia de la carne o del maligno en
una situación que nos resulta agradable. Por siglos Dios ha puesto a sus santos en circunstancias
de tensión. Es igualmente difícil ver la dirección de Dios mientras se atraviesa un desastre. Es
probable que pudiéramos interpretar mal nuestras circunstancias y, por consiguiente, lo que
Dios está comunicándonos. En forma similar al consejo, nuestra interpretación de nuestras
circunstancias como fuente de confirmación en cuanto a la dirección de Dios no es perfectamente
confiable. Debemos pedirle a Dios que nos ayude a verle en nuestras circunstancias.
EL ESPÍRITU DE DIOS Y NUESTRAS MENTES
En 1 Corintios Pablo nos dice que Dios revela lo que ha preparado para nosotros, y lo hace por
su Espíritu.
Sin embargo, como está escrito: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado,
ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes
lo aman.»
Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu
lo examina todo, hasta las profundidades de Dios .
—1 Corintios 2:9-10
Pablo también nos dice que Dios no solo se nos revela por su Espíritu, sino que ha puesto en
nosotros su Espíritu para que podamos comprender lo que Dios nos ha dado.
Pablo continúa indicando cómo el que no conoce a Dios no puede entender las cosas de Dios, y
luego concluye este pensamiento citando Isaías 40:13.
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede
de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido. Esto es
precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría
humana sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresamos verdades
espirituales en términos espirituales. El que no tiene el Espíritu no acepta lo
que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo,
porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo
juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque «¿quién ha
conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?» Nosotros, por nuestra
parte, tenemos la mente de Cristo.
—1 Corintios 2:12-16)
La Biblia es clara; con el Espíritu de Dios en nosotros, en efecto tenemos la mente de Cristo en
nosotros, y es el propósito de Dios obrar en nuestras mentes.
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la
renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios,
buena, agradable y perfecta.
—Romanos 12:2
BARRERAS PARA OÍR A DIOS
Puede ser útil en este punto mirar a lo que se interpone para que oigamos a Dios: sea en las
Escrituras, el consejo, las circunstancias o nuestras mentes.
Tiempo para escuchar
¿Quién tiene tiempo para escuchar en estos días? La vida consiste en ir de un «hacer» a otro.
Tenemos que ganarnos la vida. Tenemos una casa que mantener. Tenemos nuestras actividades
en la iglesia. Tenemos hijos. Hay programas favoritos de televisión que ver, y películas que ver, y
partidos deportivos a los cuales ir.
La vida es febril hoy. Nos hemos convencido de que no tenemos suficiente tiempo, y el oír sufre.
Escuchar realmente es amor porque el amor enfoca a la otra persona. El amor exige comunicación;
y la comunicación exige tiempo. Un padre una vez le dijo a su pastor: «Tal vez yo no les dé a
mis hijos mucho tiempo, pero el tiempo que les doy es tiempo de calidad». El pastor le dijo:
«Disparates; no hay tal cosa como tiempo de calidad planeado con nadie. La calidad de tiempo
está en las manos de la otra persona, y no sólo en las tuyas. Hay que invertir mucho tiempo para
tener tiempo de calidad con alguien». Oír a alguien con un oído que entiende (oír de calidad)
exige tiempo.
Oír a Dios es similar; escuchar con un oído listo para escuchar requiere tiempo.
El ritmo de la vida
Cuando Jesucristo andaba en la tierra, andaba como a cuatro o cinco kilómetros por hora.
Mientras caminaba, hablaba y enseñaba. Pasaba horas al día conversando con su Padre. La vida
era más lenta entonces; no más libre de cuidados, sino más lenta.
El ritmo de la vida puede parecer similar a «falta de tiempo», pero la diferencia está en lo que
atiborramos en cualquier hora dada.
La televisión es uno de los lugares primarios de relajación y entretenimiento del mundo
industrializado. Algunas casas tienen varios televisores, de modo que los miembros de la familia
pueden ver el programa que prefieran. Sin embargo, ¿alguna vez ha visto una pantalla de algún
televisor cuando estaba demasiado lejos para que usted se involucre con el programa? ¿Notó lo
rápido que cambian las escenas? Se puede medir las escenas en segundos, e incluso entonces
probablemente no hallará muchas que duren diez segundos. Mientras que las que escenas pasan
volando ante nuestros ojos, el ritmo de la música, las palabras y los efectos sonoros nos martillan.
Es cualquier cosa EXCEPTO tranquilizante. Los profesionales diseñan la programación para captar
la atención de uno. El ritmo de ametralladora hace mucho para destruir una atmósfera que se
preste para oír significativo.
La comunicación casi instantánea del teléfono y el correo electrónico nos hace posible
desempeñar mucho más de lo que sea que pensamos que necesitamos desempeñar por hora,
pero a gran costo. Nuestra comunicación ajetreada basada en la tecnología ha reemplazado
mucho de la comunicación cara a cara. Es fácil ver por qué hay una sequía hoy de oír real.
El oír real es oír entre palabras. Podríamos decir que el oír real es oír con el tercer oído, y el tercer
oído oye mejor cara a cara.
Los deseos de nuestros corazones (nuestros afectos)
La falta de tiempo y el ritmo de nuestras vidas atenúa nuestra capacidad de oír (escuchar) a Dios
u oír (escuchar) a otras personas. Sin embargo, el tiempo limitado y el ritmo rápido tal vez no
sea una barrera tan significativa para oír cómo nos gustaría pensar. Puede ser que el asunto es
más simplemente que escogemos no oír. Quedarnos en silencio ante Dios o con otra persona es
incómodo.
La mayoría de personas quieren hablar. No quieren escuchar. ¿Por qué? Tal vez se deba porque
cuando hablamos nos sentimos en control o importantes. Incluso en el tiempo con Dios los
creyentes monopolizan el tiempo hablando. En estos casos la oración (una conversación con
Dios) es en su mayor parte pedirle a Dios algo. Oramos a Dios para que nos sane a nosotros (o a
algún otro), que provea lo que necesitamos o queremos, que nos haga personas mejores, o que
ayude a alguien a ver que se equivoca y que nosotros tenemos la razón, o cualquier otra cosa.
Parece que este tipo de vida es más asunto de recibir amor que de amar, más cuestión de hablar
que de escuchar, más asunto de conseguir que de dar.
Haremos tiempo para lo que sea que es más importante para nosotros. Pasar tiempo con la
familia, o con Dios, puede ser importante para nosotros; sin embargo, lo urgente que tal vez
no sea importante a fin de cuentas parece colgar sobre nuestras cabezas y nos quita nuestro
tiempo con la familia o con Dios. Dicho en forma sencilla, es más importante librarnos de lo
urgente que atender lo importante aunque no sea urgente. Por lo general es nuestra decisión;
sea que lo reconozcamos o no.
Es lo que valoramos, el centro de nuestros afectos, lo que controla nuestra conducta y decisiones.
Cuando nosotros somos el centro de nuestros afectos, entonces escuchar a otros será una
prioridad sólo cuando ellos tengan algo que decir que nos afecta; cuando hay algo importante
para nosotros ganar o perder. Tal vez a veces escuchamos para dar una buena impresión, o para
no abochornarnos cuando sea nuestro turno para decir algo. Seguimos siendo el centro de
nuestro oír.
El enfoque de nuestro amor
En el capítulo 3 leímos que el deseo de Dios por nuestro amor es su prioridad para nosotros.
El tiempo necesario para amar a Dios no es diferente de lo que es con un pariente o amigo.
El tiempo a solas con Dios con un corazón que escucha es esencial para oírle y para crecer en
nuestro amor por él. El tiempo que pasamos leyendo su carta de amor para nosotros nos dará un
entendimiento en cuanto a su soberanía y la profundidad de su amor por nosotros.
Muchos piensan que una lectura disciplinada de la Biblia, junto con oración disciplinada,
resultará en que Dios nos amará más, o por lo menos que nos mirará favorablemente. Por favor,
descarte ese pensamiento. Dios no nos amará más debido a nuestra mayor disciplina para la
lectura bíblica y oración. Dios nos ama infinitamente ya. Sin embargo, hallaremos que debido
a nuestro tiempo disciplinado con Dios (disfrutando de su carta de amor por nosotros mientras
oramos y escuchamos) crecemos en nuestro amor para Jesucristo y una consciencia de lo que le
agrada o le desagrada.
El Dr. Ronald Frost, profesor del Seminario Bíblico Multnomah, capta esta relación de tiempo con
Dios y oyéndole. El Dr. Frost cuenta de su experiencia cuando niño. Su padre no tenía un libro de
reglas impresas, pero el conocía a su padre bien debido a los años de interacción íntima con él.
El Dr. Frost sabía todo el día si sus acciones o actitudes agradarían, o desagradarían a su padre,
porque conocía bien a su padre. Conocía a su padre bien porque había pasado tiempo con él.
Al reunirnos con iglesias que tienen problemas, hallamos que muchos de los líderes pasan muy
poco tiempo con Dios bien sea en conversación (oración en que hablan y escuchan) o leyendo
su carta de amor; la carta que él les ha provisto para que le conozcan.
Piense en una joven pareja cuando empiezan a descubrir que se interesan mutuamente el uno en
el otro. ¿Qué hacen? Pasan todo momento disponible el uno con el otro hablando de sí mismos,
escuchando los sueños del otro, sus temores, experiencias y valores. Cuando están separados y
reciben una carta del otro, leen la carta repetidas veces. Cuando están leyendo, se sienten más
de cerca de aquel a quien aman.
Nuestra relación creciente con Dios debe ser de esa manera.
Puesto que el mandamiento número uno de Dios para nosotros es amarle con todo nuestro
corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente, parecería que sería importante que
nosotros como líderes hiciéramos precisamente eso. Amar a Dios con todo nuestro corazón,
alma y mente requiere que pasemos tiempo concentrado con él a fin de conocerle y amarle
profundamente. Y oír a Dios corresponde directamente a conocerle y amarle. Sin que importe
como lo veamos, nuestras vidas como creyentes o líderes giran alrededor de dedicar tiempo
para conocer y amar a nuestro soberano y amante Jesucristo.
Leer la Biblia es leer la carta de amor de Dios para nosotros, a fin de poder conocerle bien y amarle
más profundamente. Si le escribimos una carta de amor a alguien que amamos, esperaríamos
que no lea nuestra carta por obligación o disciplina. Más bien, esperaríamos que abrazaría
cada palabra porque nos ama y quiere conocernos mejor y de alguna manera intimar más con
nosotros.
Ídolos en el corazón
Cuando los líderes de Israel fueron a ver a Ezequiel queriendo una palabra de Dios (Ezequiel 14),
Dios respondió señalando que estos líderes tenían ídolos en sus corazones y «trampas» ante
sus caras, y que Dios los trataría de acuerdo a esos asuntos. Obviamente, Dios sabía que ellos
no estaban pidiendo de él una palabra con la intención de recibir la palabra en sus corazones y
responder en forma apropiada. Estos hombres de dos caras estaban interesados en su propio
poder, respeto, reconocimiento, aprobación, seguridad y comodidad. Cada uno era su propio
ídolo mayor. Se amaban a sí mismos, sirviendo sólo de labios para afuera en su relación personal
con Dios.
Esto todavía sucede hoy entre muchos líderes de la iglesia. Como líderes de la iglesia o como
individuos, tal vez acudamos a Dios pidiéndole una palabra en cuanto a su voluntad, y sin embargo
reservándonos el derecho de tomar la decisión final. Otras cosas tienen que considerarse, cosas
que dan el tirón a nuestros corazones. Si esas cosas nos impiden responder a lo que sabemos
que Dios nos está llamando, esas cosas son ídolos.
Esos ídolos son cosas que la sociedad ha convencido a las personas que son esenciales para la
vida. El ídolo puede ser una casa más grande o más costosa de lo que Jesús hubiera querido
que compremos si hubiéramos dejado que él decida. Por supuesto, puede ir a la inversa. La casa
tal vez sea más pequeña o menos costosa de lo que Jesús hubiera querido que compremos, tal
vez para un ministerio mayor al cual él tal vez nos ha estado llamando. Otros ídolos pueden ser
el éxito, el poder, el reconocimiento, el respeto, la aprobación, lo previsible, la comodidad, o
cualquier sinnúmero de otras cosas.
Como los líderes de Israel, podemos empacar todos estos ídolos en uno: «el yo». Cada persona
tiende a ser su propio ídolo mayor. Fácilmente podemos arrullarnos en la ilusión de que Dios
se complace con la forma en que vivimos, porque, después de todo, ganamos buen dinero y lo
damos a la iglesia. Miren cuánto hacemos por Dios. Dios quiere que seamos felices y disfrutemos
de la vida, ¿verdad?
Como equipo de liderazgo de la iglesia tal vez usemos palabras que les dicen a las personas
que estamos averiguando la voluntad de Dios, y sin embargo reservándonos en el corazón el
derecho de tomar la decisión final. O tal vez nos aferremos a la expectación sutil pero real de
que la respuesta de Dios sólo estará dentro de nuestros límites preconcebidos. Es posible que
una iglesia convierta en ídolo a un ministerio de la iglesia. A lo mejor jamás se nos ha ocurrido
que Dios tal vez tenga para la iglesia algo diferente de la dirección en que hemos estado yendo.
¿Recuerda el carrusel cuando era niño? Era muy divertido cuando usted era niño, pero después
de un tiempo probablemente se le ocurrió que no iba a ninguna parte; simplemente estaba
dando vueltas y vueltas. En las películas, el caballo y el jinete siempre van a lugares, así que usted
quería pasar a lo real. Sin embargo, cuando llegó el momento de hacer el cambio, tal vez en un
campamento en la playa o por vacaciones, le dio miedo subirse al caballo por primera vez. Ah, la
emoción intensa cuando lo hizo; usted montó el caballo y en realidad fue a alguna parte.
La vida y el ministerio de nuestras iglesias pueden ser muy parecidos a ese carrusel. Nos sentimos
como que hemos estado cabalgando en caballos de carruseles hacia arriba y hacia abajo y
dando vueltas y vueltas. Pero Dios quiere que cambiemos el caballo de imitación por uno real
y cabalguemos con él a una aventura llena de riesgos e incertidumbre, y sin embargo con él
totalmente a nuestro lado. Puede dar miedo cuando nuestras iglesias empiecen a pensar en
subirse al caballo. Ese miedo puede actuar como un ídolo que nos controla.
Ruidos competidores
Hace unos años un artista explicaba su noción del impresionismo. Estaba tratando de explicar
la diferencia entre pintar lo que la cámara ve y lo que la mente ve. Para explicar la diferencia les
pidió a sus oyentes que mirarán al Monte Rainier, que estaba a la vista, y noten lo grande que es.
Entonces mostró un cuadro de aproximadamente la misma escena. El monte Rainier era sólo una
parte pequeña del cuadro. El artista explicó que la mente puede filtrar la escena total recibida
por el ojo y enfocar la atención en sólo una pequeña parte de lo que ve.
Oímos en gran parte de la misma manera. ¿Ha notado usted cómo cuando estamos en una
situación social, como en un restaurante o una fiesta, con personas rodeándonos por todas
partes, conversando, música en el trasfondo, platos y vasos que chocan entre sí, y todos
hablando y riéndose, con todo podemos llevar una conversación con una sola persona? Parece
que podemos filtrar lo que esa persona está diciendo y separarlo de todos los sonidos que nos
llegan. Nuestras mentes pueden filtrar los sonidos que no son pertinentes al momento.
Incluso más asombroso es que en medio de todo ese ruido, incluyendo la voz de la persona a la
que estamos oyendo, podemos oír a nuestro hijo o hija a cierta distancia gritando: «Mamá, papá,
¿dónde estás?» ¿No es asombroso cómo de todo ese ruido, la voz de nuestro hijo capta nuestra
atención; y no del hijo de otra persona, sino sólo del nuestro? ¿Por qué es eso? Se debe a que
conocemos esa voz en forma íntima. Con amor hemos pasado abundante tiempo oyendo esa
voz. Mediante nuestra relación personal con nuestro hijo, tenemos un interés intenso en oír esa
voz.
Jesús dijo: «Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (Juan 10:27). Eso nos lleva
de regreso a la necesidad de cultivar una relación dependiente de amor con Jesucristo; conocer
la voz de Aquel que nos ama más, a fin de filtrar y dejar fuera los ruidos competidores.
LA EXPECTACIÓN PARA OÍR A DIOS
Hay dos factores que determinan lo que esperamos oír de Dios: nuestra noción de nuestra
capacidad para oír, y nuestra noción de quién es Dios.
En su libro Christ Is All [Cristo es todo], David Bryant habla de la tendencia del creyente a hablar
espontáneamente y no hablar de Jesucristo. Dice lo siguiente:
¿Qué tal si él [Jesús] por lo general parece indiferente a procurar soluciones
significativas para las luchas de nuestra vida? ¿Qué tal si él nos parece como
que ofrece escasa esperanza inmediata para las relaciones rotas, o para las
familias que sufren reveses financieros, o batallas perdidas contradicciones, o
nuestro destrozado sentido de valía propia, o él implacable ajetreo de nuestras
actividades de la iglesia, o la bancarrota moral de nuestras comunidades? ¿Qué
tal si el Jesús al que llamamos Señor con frecuencia se lo percibe como incapaz
en su intervención con nosotros cuando estamos ahogándonos en los oscuros
momentos de desesperanza? ¿Por qué vamos a querer hacerlo un tema principal
de conversación cuando nos reunimos?1
Si Bryant pinta una imagen verbal similar a nuestra noción real de Dios, entonces, ¿por qué
vamos a esperar oír de Dios? O, a propósito, ¿por qué vamos a querer oír de él?
Muchos creyentes no esperan oír a Dios porque no entienden que pueden oír a Dios. La idea
simplemente no sé reconcilia con el pensamiento racional del mundo occidental.
¿CÓMO OÍMOS DE DIOS?
Como ya hemos dicho, el lugar más obvio para empezar son las Escrituras; la Biblia. Tenga
cuidado, porque hay una pregunta que necesita responder primero: «¿En realidad quiere usted
oír de Dios?»
Muchos creyentes dicen que quieren oír la voz de Dios; incluso oran al respecto. Sin embargo,
mire cuánto Dios ya les ha hablado a sus hijos mediante su palabra. Tal vez los creyentes deberían
ser más consistentes en su obediencia a la Palabra que ya han oído.
Pablo escribió: «Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego
que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo
y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la
renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y
perfecta» (Romanos 12:1-2).
Lleve este versículo a su conclusión lógica, y tiene que afectar a miríada de decisiones que
tomamos. ¿Qué casa compraremos, y cuál será nuestro criterio si somos un sacrificio vivo, santo
(apartado) y agradable a Dios? Si somos un sacrificio vivo, ¿qué películas vamos a ver o en qué
conversaciones vamos a participar? Si somos un sacrificio vivo, ¿cómo vamos a tratar a la persona
difícil en la iglesia, aquella que queremos evadir?
Ezequiel 14 indica que nuestro oír a Dios puede estar ligado a nuestros afectos; en proporción
directa a los ídolos o falta de ídolos en nuestros corazones.
Hemos llegado a pensar que el factor número uno para controlar lo que oímos de Dios es nuestra
relación personal con él, conocerle y amarle. Si queremos saber más de la voluntad de Dios para
nosotros, tenemos que empezar conociendo más a Dios. Tenemos que abrir nuestras Biblias y
empezar a leer su carta de amor, no para hallar algún versículo que podamos citar o usar, sino
para conocer mejor al Dios de la Biblia. Pasar más tiempo con él, tal como lo pasaríamos con
alguien a quien estamos cortejando. Hablar con él más en oración, decirle cuánto le amamos, y
solazarnos en su amor por nosotros. Ocasionalmente, guardar silencio y meditar delante de él.
Dejar que nuestras mentes se queden en él. Pedirle que nos ayude a reconocer las puertas que
él está abriendo cerrando. Hacer todo esto sólo con él y juntos como equipo de liderazgo. Por
favor, no haga de esto una obligación.
Dios ya nos ama en forma infinita. El tiempo que pasamos con él no hará que él nos ame más;
pero puede ejercer un enorme impacto en nuestro amor por él, y como resultado, nuestro amor
por otros y nuestra capacidad de oírle.
Es esencial que nosotros como líderes y equipos de liderazgo le permitamos a Dios que nos guíe.
Por consiguiente, es esencial que en forma intencional y continúa crucifiquemos a los ídolos y
nos acerquemos más a él en una relación personal más honda y de amor más profundo.
CAPÍTULO 6
HAY QUE AMAR A LAS PERSONAS,
Y NO USAR A LAS PERSONAS
Mientras estudiaba y por años en mi carrera bancaria, yo (Allen) aprendí unos cuantos conceptos
respecto a liderazgo y gerencia. Uno de esos conceptos tiene que ver con «factores de ingreso».
Dicho en forma sencilla, los factores de ingreso son lo que uno invierte en un proceso que rinde
un resultado. Las personas usan el término factor de ingreso en una variedad de disciplinas, pero
yo me familiaricé con él según se lo usa primordialmente en los negocios.
Hasta donde puedo recordar, los factores de ingreso primordiales en los negocios son dinero,
propiedad real o personal, y personas (a las que por lo general se hace referencia con el término
impersonal de recursos humanos). Nunca me entusiasmó en forma particular saber que yo era
un recurso humano. Nunca me sentí como siéndolo; siempre me sentí como una persona. Hasta
donde puedo recordar, en la banca y en la mayoría de compañías grandes lo suficiente como
para tener departamentos, al grupo responsable por las personas se le llama Departamento de
Recursos Humanos, o en inglés HR, en breve, por sus siglas.
En lo que tiene que ver con correspondencia de patrono a empleado, nunca recibí una carta del
banco que dijera: «Querido recurso humano». La peor que jamás recibí fue: «Querido empleado
valioso». Tengo que admitir que «Querido empleado valioso» con todo era mejor que «Querido
recurso humano». Podía haber sido peor. La carta podía haber dicho: «A quien corresponda».
Felizmente, la mayoría de las cartas decían: «Querido Allen».
Cuando deje la banca y fui al seminario, me despedí de los Recursos Humanos. Pensé que en el
ministerio, tanto las iglesias como los ministerios paraeclesiásticos deben tener algo diferente
que Recursos Humanos; deben tener algo como Departamento de Atención al Ministerio, o tal
vez Sección de Servicio a Siervos.
Para mi desaliento, incluso en iglesias grandes y en muchos ministerios paraeclesiásticos, todavía
se usa el término recurso humano, aunque muchos usan el término Departamento de personal.
Eso me gusta mejor; todavía soy una persona.
Para ahora usted se está preguntando: «¿Qué se propone este tipo?» En este capítulo vamos a
tratar de la tendencia de las iglesias y ministerios paraeclesiásticos de olvidarse lo importante
que son para Dios las personas. Veremos la lucha que el liderazgo tiene, a menudo sin saberlo,
de usar a las personas en lugar de amar a las personas. Examinaremos cómo un líder ejecuta la
administración de tiempo mediante la delegación y capacitación a la nueva luz del ministerio.
EL LÍDER ES EL ESCLAVO
Para mí, uno de los relatos más poderosos de las Escrituras es Juan 13. Jesús y sus discípulos
estaban sirviéndose una comida cuando Jesús se levantó y empezó a lavarles los pies. Lo que
hace de esta acción difícil de captar es que, en una casa que tenía criados en ese tiempo, lavarles
los pies a los invitados era la tarea del esclavo más bajo en el orden de jerarquía. Jesús estaba
asumiendo el papel del criado más ínfimo. Después de terminar de servirles, les enseñó.
«Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro,
les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto
el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes» (Juan 13:13-15).
Por largo tiempo pensaba que la lección de lavar los pies era para que los líderes recuerden que
están sirviendo a los que dirigen. Pienso que es allí donde obtuvimos el término líder servidor.
Últimamente descubrí una lección adicional que pienso que Jesús quería que aprendamos; tiene
que ver con el papel que Jesús aceptó como siendo el más bajo de todos los criados.
Al principio de Juan 13 dice que Jesús sabía que había llegado el momento para que él vuelva
al Padre. Jesús sabía que estaba a punto de volver a la gloria de dónde vino, la de Dios mismo.
Sin embargo, asumió el papel más bajo de todos. Desde el punto de vista del mundo, se puede
trazar una línea de continuo con Dios en un extremo y la persona más baja en el mundo al otro.
Jesús obviamente está en el extremo de Dios del continuo. Pero Jesús demostró un cambio
extremo al asumir el papel de siervo en el extremo opuesto del continuo. Y Jesús no dejó su
posición como Cristo mientras hizo ese cambio. Ese es el poder de este relato.
La lección que Jesús demostró fue que los líderes siempre tienen dos papeles. Primero, el líder es
un mayordomo o agente de Cristo, dirigiendo como representante de Cristo. El líder no es más
importante o valioso que cualquier otro seguidor de Cristo.
Segundo, el líder es un siervo, sirviendo a los que están siendo dirigidos y haciéndolo de corazón.
Esto quiere decir que el líder dirige mientras sirve a los que dirige. Si el líder no hace el cambio de
corazón, sino sólo en su conducta, fácilmente puede ser como los fariseos. Jesús está pidiendo a
los líderes que hagan lo que él hizo, que es aceptar estos dos papeles. Identificaremos a un líder
que acepta a estos dos papeles como líder servidor.
Los dos papeles de liderazgo servidor se ven claramente en el gran mandamiento, que se halla
en Mateo 22. El líder debe amar a Dios, que es fundamental para el papel de mayordomía de
dirigir a las personas de la iglesia de Cristo. El líder debe amar a otros, lo que es fundamental para
el papel de servir a otros (los que dirige).
CUANDO SE USA A LAS PERSONAS
En nuestros viajes y reuniones con una variedad de líderes de iglesia hemos notado una tendencia
en los líderes del ministerio de percibir a las personas como «recursos humanos», y olvidarse de
su papel como ministros de esas personas. Cuando las personas se convierten sólo en «recursos
humanos», o «factores de ingreso» invertidos para producir un resultado triunfador, se vuelven
una herramienta para que los líderes usen para los resultados que desean. Pensamos que la
vasta mayoría de líderes cristianos no meditan intencionalmente en cómo pueden usar a las
personas para sus propios propósitos, o para hacerles quedar bien, o hacer más fácil su trabajo.
Pensamos que la tendencia de usar a las personas (de verlas primordialmente como un recurso
humano) es una función de varias influencias.
• El usar a las personas puede ser resultado de olvidarse (o ignorar) la profundidad
del papel de mayordomía al que Cristo llama a sus líderes.
• El usar a las personas puede ser resultado de olvidar (o ignorar) la profundidad
del papel de liderazgo servidor al que Cristo llama a sus líderes.
• El usar a las personas a menudo puede brotar de la tendencia presente de
adoptar métodos seculares de liderazgo y administración sin superponerles el
modelo de Dios basado en el amor de liderazgo servidor.
• El usar a las personas puede resultar de no darse cuenta del impacto que las
actividades normales de liderazgo y administración ejerce sobre las personas
sin la influencia de amor mediante liderazgo servidor. No estamos abogando en
contra del uso de métodos de liderazgo y administración, sino sólo su uso sin
superponer el amor de Dios por sus hijos.
Por el resto de este capítulo nos concentraremos en el papel del liderazgo servidor para ministrar
a las personas que dirige. En capítulos posteriores exploraremos el papel del líder servidor como
mayordomo de Dios. Esta mayordomía tiene que ver con dirigir a la iglesia hacia el propósito y
misión dados por Dios mediante la visión única de Dios y su plan para el ministerio.
EL MINISTERIO DE DELEGACIÓN
Una de las actividades significativas de un líder es asignar y dirigir las actividades de los que
dirige, actividad que con frecuencia se llama delegación.
Un líder por lo general delega por una de dos razones:
1. Delegación para lograr que se haga algo o ahorrarle tiempo de líder.
2. Delegación para realizar el propósito y misión de Dios para la iglesia mientras
que al mismo tiempo proveer un medio de servir, amar y desarrollar al siervo.
1. Delegación con el sólo propósito de lograr que se haga algo o ahorrarle tiempo al líder
Jack era pastor de los ministerios infantiles, y lo había sido por dieciséis años. Tenía la dicha
de tener un buen número de muy buenos maestros, la mayoría de los cuales requerían poca
supervisión. Era el tiempo del año cuando Jack tenía que buscar maestros para la temporada de
septiembre a mayo, y estaba atareado en eso. Todas las clases ya tenían maestros, excepto las
niñas de tercer grado de primaria.
Maggie había estado enseñando a ese grupo de niñas por nueve años y era fantástica. Era un
grupo grande, pero Maggie tenía un talento real para buscar voluntarias para ayudarle, incluso
cuando ella iba a estar ausente. Era muy organizada, excelente comunicadora, y se había ganado
aprecio y respeto. Sin embargo deseaba pasar a algo que fuera un reto mayor.
La mayoría de maestras no tenían una ayudante, así que tenían que hacerlo todo por sí mismas a
menos que pudieran hallar alguien que les ayude. Sin embargo, Janet era ayudante de Maggie.
Empezó como ayudante de Maggie cuando estaba en el último año de secundaria. Con el
entrenamiento y estímulo de Maggie, ella podía hacerse cargo cuando Maggie estaba ausente
y la clase funcionaba normalmente. Janet esperaba hacerse cargo de la clase. Sin embargo, el
pastor Jack necesitaba que se queden juntas con la misma clase de nuevo. Ellas convinieron.
Lo notable en este escenario es que Jack necesitaba a alguien que pudiera atender a las niñas de
tercer grado, y eso es lo que halló. Desde la perspectiva de Jack, él había hecho su trabajo, y todo
marchaba bien porque, después de todo, Maggie y Janet disfrutaban de su trabajo.
Joyce era directora del ministerio femenil, con un grupo numeroso de como trescientas mujeres.
Disfrutaba de este ministerio. Pero, también, disfrutaba de casi de todo en la vida, incluyendo su
club de tenis. Ella haría más en el club de tenis si tuviera más tiempo, que no tenía. El ministerio
femenil consumía demasiado de su tiempo.
Se le ocurrió a Joyce que una de las cosas que tomaban mucho de su tiempo era la redacción,
impresión y franqueo de la carta circular mensual del ministerio femenil. Había crecido hasta ser
un documento de seis páginas, y requería como cinco horas a la semana para producirlo.
Una de las mujeres del grupo era Noemí, una mujer mayor, que se había jubilado como secretaria
de una compañía publicadora. Noemí era tan buena que podía hacer la carta circular dormida. El
problema era que Noemí estaba hastiada del procesamiento de palabras y publicación, y quería
tomar algunos cursos bíblicos para prepararse a fin de pasar sus últimos años como misionera
en América Latina. Ella simplemente necesitaba más capacitación bíblica.
Joyce en realidad necesitaba que Noemí se haga cargo de la carta circular, a fin de que Joyce
pudiera intervenir más en el club de tenis. ¿Qué iba a decir Noemí? Ella se sentía culpable por
pensar en sí misma y no en la necesidad de Joyce. Así que ella aceptó.
Joyce logró su objetivo. Ella pudo recuperar las cinco horas a la semana que quería a fin de
hacer otra cosa. ¿Cómo le va a Noemí? Está haciendo un trabajo increíble con la carta circular. Es
asombrosamente profesional, tal como Joyce había esperado.
Tanto Jack como Joyce lograron lo que querían lograr. Tanto Jack como Joyce dirigieron a
personas para realizar el ministerio que pensaban que Dios les había llamado a dirigir. Jack llenó
todos los cargos de maestros que quería llenar, incluyendo la clase de niñas de tercer grado, al
conservar a Maggie y a Janet. Tenía un gran equipo para que hacer el trabajo, y hacerlo bien.
Joyce logró lo que quería lograr. Ahora tiene a la talentosa Noemí publicando una carta circular
que cualquier directora femenil codiciaría.
Pero, ¿qué tal de la visión de Dios para Maggie, Janet y Noemí? Maggie sigue enseñando la clase
de niñas de tercer grado, aunque ella sintió el reto de pasar algo más retador. Janet no está
teniendo la oportunidad de probar sus alas cómo le gustaría probar, y para lo que se siente lista.
Noemí está haciendo un gran trabajo, pero el ministerio al cual Dios la ha llamado tendrá que
esperar.
EL MÉTODO DEL LÍDER SERVIDOR
Observemos de nuevo los dos escenarios, sólo que esta vez cambiemos las motivaciones tanto
del pastor Jack como de Joyce al de servidores que aman a los que están dirigiendo. Recuerde
los dos papeles del líder servidor: (1) ser un mayordomo o agente de Cristo, dirigiendo como
representante de Cristo, y (2) ser un siervo, sirviendo a los que dirige.
2. Delegación para realizar el propósito y misión de Dios para la iglesia mientras que al mismo tiempo
proveer un medio de servir, amar y desarrollar al siervo
Jack era pastor de los ministerios infantiles, y lo había sido por dieciséis años. Tenía la dicha
de tener un buen número de muy buenos maestros, la mayoría de los cuales requerían poca
supervisión. Era el tiempo del año cuando Jack tenía que buscar maestros para la temporada de
septiembre a mayo, y estaba atareado en eso. Todas las clases ya tenían maestros, excepto las
niñas de tercer grado de primaria.
Maggie había estado enseñando a ese grupo de niñas por nueve años y era fantástica. Era un
grupo grande, pero Maggie tenía un talento real para buscar voluntarias para ayudarle, incluso
cuando ella iba a estar ausente. Era muy organizada, excelente comunicadora, y se había ganado
aprecio y respeto. Sin embargo deseaba pasar a algo que fuera un reto mayor.
La mayoría de maestras no tenían una ayudante, así que tenían que hacerlo todo por sí mismas a
menos que pudieran hallar alguien que les ayude. Sin embargo, Janet era ayudante de Maggie.
Empezó como ayudante de Maggie cuando estaba en el último año de secundaria. Con el
entrenamiento y estímulo de Maggie, ella podía hacerse cargo cuando Maggie estaba ausente y
la clase funcionaba normalmente. Janet esperaba hacerse cargo de la clase.
Maggie y Janet formaban un gran equipo. Al pastor Jack le hubiera encantado que se quedaran
juntas con la misma clase de nuevo. Sería menos trabajo para él, pero no sería lo mejor para el
futuro de Maggie o Janet.
Maggie tenía talento para la organización y el liderazgo. Reconocía un nuevo talento cuando lo
veía y sabía cómo cultivarlo. El don que Dios le había dado a Maggie era algo que la iglesia podía
usar; y a propósito, cualquier iglesia podía usarlo. Pedirle a Maggie que enseñe la clase de niñas
de tercer grado ya no era una experiencia de crecimiento para ella, y limitaría lo que Dios quería
que ella haga en su vida por los años por venir.
Janet era joven, pero plenamente capaz de manejar su propia clase y quería hacerlo.
Jack pensó en lo que podría hacer para darle a Maggie una experiencia que fuera un desafío, de
crecimiento, y con todo lograr lo que era necesario para ser consistente con el propósito y misión
de Dios para la iglesia en la vida de los niños.
No le llevó mucho tiempo a Jack darse cuenta de que podía ministrar a estas dos ciervas y al
mismo tiempo cumplir su papel como líder del ministerio. Le pidió a Janet que asumiera el papel
de maestra principal para la clase de tercer grado. Janet se entusiasmó porque el pastor Jack le
confió ese reto. Maggie había entrenado bien a Janet, y Janet estaba lista para el desafío.
Jack entonces le preguntó a Maggie si quisiera ser su ayudante. Esto lograría dos cosas.
Maggie podía empezar un nuevo reto con todas las experiencias que eso traería, y Jack estaría
empezando a desarrollar su reemplazo, y así él podría considerar cualquier nuevo reto que Dios
pudiera ponerle delante.
Qué buena solución. Jack estaba en el papel doble de líder servidor. Actuó como mayordomo de
las responsabilidades que Dios le dio respecto al propósito, misión y visión única de la iglesia. Al
mismo tiempo, era mayordomo de las responsabilidades que Dios le dio respecto a servir, amar
y discipular a dos de las siervas de Dios.
Joyce era directora del ministerio femenil, con un grupo numeroso de como trescientas mujeres.
Disfrutaba de este ministerio. Pero, también, disfrutaba de casi de todo en la vida, incluyendo
su club de tenis. Joyce veía el club de tenis como una oportunidad de alcance a las mujeres.
Establecer un nuevo alcance como este era justo lo que el ministerio femenil necesitaba para
estimular a más mujeres a hacer algo similar. Sin embargo, era imposible, puesto que el ministerio
femenil consumía tanto de su tiempo.
Se le ocurrió a Joyce que una de las cosas que tomaban mucho de su tiempo era la redacción,
impresión y franqueo de la carta circular mensual del ministerio femenil. Había crecido hasta
ser un documento de seis páginas, y requería como cinco horas a la semana para producirlo.
Si Joyce pudiera delegar eso a alguien, eso le daría el tiempo para enfocar el desarrollo de más
alcance; algo en línea con el propósito y misión de la iglesia.
Una de las mujeres del grupo era Noemí, una mujer mayor, que se había jubilado como secretaria
de una compañía publicadora. Noemí era tan buena que podía hacer la carta circular dormida. El
problema era que Noemí estaba hastiada del procesamiento de palabras y publicación, y quería
tomar algunos cursos bíblicos para prepararse a fin de pasar sus últimos años como misionera
en América Latina. Noemí habla bien el español, pero simplemente necesitaba más capacitación
bíblica.
¿Qué debía hacer Joyce?
Joyce en realidad necesitaba que Noemí se haga cargo de la carta circular, a fin de que Joyce
pudiera intervenir más en el club de tenis. ¿Qué iba a decir Noemí? Ella se sentía culpable por
pensar en sí misma y no en la necesidad de Joyce. Así que ella aceptó.
Joyce se dio cuenta de que debido a que Noemí ya estaba jubilada, tenía tiempo para hacer
la carta circular y tomar un curso bíblico en línea. Joyce podría ser su mentora. Además, Joyce
pensaba que Noemí, conforme fuera alistándose, podría empezar a escribir un curso bíblico
para mujeres que podrían publicar en la carta circular.
Noemí se entusiasmó. Qué desafío. No sólo que tendría una gran mentora y amiga en Joyce,
sino que tendría la oportunidad de aprender dos cosas. Aprendió más Biblia, que era algo que
necesitaba en el campo misionero. También aprendió como escribir lecciones bíblicas para
mujeres, algo que también necesitaba en el campo misionero. Joyce ahora tenía el tiempo para
empezar a dirigir un nuevo empuje en el ministerio femenil.
Joyce fue una líder servidora para Dios, dirigiendo a las personas a realizar el propósito, misión y
visión singular de Cristo para la iglesia. Al mismo tiempo ayudó a realizar el propósito, misión y
visión singular de Cristo para Noemí al servirle, amarla y discipularla.
IMPLICACIONES
En el segundo escenario Jack y Joyce pudieron ver a las personas como más que un recurso
humano que usar para realizar el ministerio. Vieron el ministerio como una oportunidad de
lograr el propósito, misión y visión singular de Dios para la iglesia y simultáneamente realizar el
propósito, misión y visión singular de Dios en las vidas de las ministros.
HAY QUE CONOCER A LAS PERSONAS
Otra actividad significativa de los líderes servidores, además de delegar, es llegar a conocer a
cada persona que dirigen. El conocer a alguien es una de las tareas más difíciles y sin embargo
más asombrosas que enfrenta un líder. Con todo es la clave para mantener un equilibrio entre
dirigir al pueblo de Dios para realizar el propósito, misión y visión singular de la iglesia, mientras
que se sirve a las vidas de los ministros.
Conocer a alguien que está bajo nuestro liderazgo es difícil porque requiere mucho de nosotros.
• Requiere escuchar con el «tercer oído». Ese oído oye lo que el corazón está
diciendo.
• Requiere seleccionar con cuidado las preguntas que se hacen. No todas las
preguntas son apropiadas. Hay algunos aspectos de la vida de una persona que
no son asunto de nadie más excepto de Dios, o de ciertas personas especiales y
de confianza.
• Requiere confiabilidad en todo momento, lo que quiere decir guardar en
confidencia todo lo que se dice en confidencia a menos que haya permiso para
repetirlo. Ser digno de confianza también requiere guardar las intenciones. Es
fácil caer en la trampa de hacer preguntas que más tarde se pueden usar como
armas para manipular a una persona.
• El escuchar, hacer preguntas y la confiabilidad requiere que nosotros los líderes
estemos seguros de que no tenemos agendas ocultas.
Tanto Jack como Joyce tuvieron que pasar tiempo llegando a conocer a Maggie, Janet y Noemí.
Tuvieron que aprender la misma información que tenemos que aprender de los que están bajo
nuestro liderazgo directo. ¿Cuáles son sus esperanzas, sueños y temores? ¿Cuánto tiempo han
estado haciendo lo que están haciendo? ¿Es tiempo de empezar a presentarles un nuevo reto?
¿Qué don les ha dado Dios? ¿Qué entrenamiento necesitan? Comprenderemos mucho más
que aprender conforme asumimos el papel de ministrar a los que están bajo nuestro liderazgo
directo.
ACTIVIDADES DE RESPALDO
Además de lo que ya se ha considerado, hay actividades de respaldo en esto de ser líder servidor.
Una es preparar a las personas para un ministerio ampliado; según Dios lo definiría para ellos.
Debemos reunirnos con cada persona a la que estamos dirigiendo y juntos preparar un plan
de desarrollo apuntando a la visión singular de Dios para esa persona. Después de preparar
el plan, dirigir y entrenar son los pasos naturales siguientes para asegurarse de que el plan se
realiza. La evaluación periódica del progreso, que es parte del entrenamiento, mantendrá el
plan en la mente de la persona. Animar a cada persona que dirigimos le ayudará a mantenerse
entusiasmada y concentrada.
RESULTADOS DE CALIDAD
Una noción equilibrada de lograr el propósito, misión y visión singular de la iglesia mientras
se desarrolla a los siervos cambiará lo que los líderes evalúan. Cuando los líderes enfocan el
ministerio y proyectos con las personas como recurso, entonces los números, dólares y
tendencias se convierten en la base de la evaluación. El crecimiento de aquellos a quienes se
dirige a menudo se hace a un lado. Cuando los líderes se concentran en las personas, entonces
el crecimiento del seguidor se vuelve la base de la evaluación. En tales casos, el proceso del
ministerio a menudo se hace a un lado. Cuando los líderes enfocan tanto el crecimiento de las
personas como el proceso del ministerio, entonces un nuevo conjunto de normas se vuelve la
base de la evaluación: normas que incluyen tanto a las personas como el proceso. Descubrir el
nuevo conjunto de normas será un gran ejercicio para el liderazgo más antiguo de su iglesia.
Tenemos confianza de que incluirá un balance de tanto los grandes mandamientos de amar a
Dios y a otros, y la Gran Comisión de ir y hacer discípulos.
EL MEDIO AMBIENTE
Por lo general cuando los líderes piensan en cuanto al medio ambiente, consideran asuntos
tales como el carácter amistoso, seguridad, limpieza, colores, iluminación y comodidad. Por
importante que son estas cosas, nos enfocaremos en un medio ambiente de valor.
Muchas iglesias que visitamos hacen énfasis en buscar voluntarios para hacer el ministerio.
Algunas iglesias anuncian la necesidad de voluntarios desde la plataforma durante un culto
de adoración. Algunas iglesias tienen campañas para llenar los varios cargos de ministerios
necesarios para mantener a la iglesia funcionando con normalidad. La gran mayoría de veces,
la comunicación se centra en buscar personas que se ofrezcan y ayuden. Algunos usan el
entusiasmo, la culpa, advertencias y la presión.
Las iglesias con líderes servidores enfocan en la persona mientras dirigen el proceso del ministerio.
En las iglesias con líderes servidores hay una constante consciencia de las personas: dónde están
en su andar con Dios, su conocimiento de la Palabra de Dios, sus talentos y experiencias, y sus
esperanzas y temores. Esa información entonces se usa y equilibra con las necesidades de la
iglesia como un cuerpo. No es sólo cuestión de que se haga el ministerio. También es cuestión de
desarrollar a las personas. Este es el tipo de medio ambiente que los verdaderos líderes siervos
tratan de promover en las iglesias que dirigen.
HAY QUE HACER PROVISIÓN PARA EL CRECIMIENTO
Aparte de los problemas espirituales de la iglesia y condiciones económicas negativas de la
comunidad, hay dos razones primordiales que pueden hacer que una iglesia llegue a cierto
punto y se estanque o empiece a declinar. Esas razones son un edificio que ya no puede dar
cabida a más personas y un liderazgo sobrecargado. Si el edificio no tiene más espacio, hay
varias soluciones potenciales: tener más cultos cada semana, mudarse o construir un edificio
más grande, iniciar una nueva iglesia con algunos de los miembros, reduciendo así el número
de personas que asisten, o iniciar un número de iglesias en hogares en lugares estratégicos por
toda la comunidad.
Más crítico es el liderazgo sobrecargado. Cansado y dolido, Moisés halló su carga demasiado
para llevar. Su suegro, Jetro, le habló con un gran consejo; Moisés necesitaba más ayuda en el
liderazgo. Incluso en los días de Moisés, el liderazgo sobrecargado era cuestión seria.
Para proveer y mantener crecimiento en un período largo, las congregaciones deben tener
en su lugar liderazgo adecuado, y eso requerirá un programa de desarrollo de liderazgo para
preparar nuevo talento de liderazgo, a fin de reemplazar a los que se van o se mueren, así como
también llenar los nuevos cargos creados según surge la necesidad. Un ministerio de desarrollo
de liderazgo de calidad no sucede por accidente; el liderazgo necesita hacer que tenga lugar
intencionalmente.
Uno de los pasos que con mayor facilidad se ignora en el desarrollo de liderazgo es la práctica. Para
que las personas cultiven sus destrezas de liderazgo, deben dirigir. Sin embargo, para la iglesia
esta es una situación en la que todos ganan. Podemos darles responsabilidades de desarrollo de
liderazgo que se ajusten a su nivel de destreza y al mismo tiempo tener sus destrezas creciendo
como reserva para que crezca la iglesia.
HAY QUE AMAR A LAS PERSONAS, Y NO USAR A LAS PERSONAS
En el capítulo previo concluimos que el andar de un líder con Cristo es central para su amor a
Dios y a las personas, así como también para saber la voluntad de Dios.
En este capítulo concluimos partiendo de la Biblia que el líder tiene dos papeles: (1) ser un
mayordomo o agente de Cristo, dirigiendo como representante de Cristo, y (2) ser un siervo,
sirviendo a los que dirige, manteniendo los dos papeles en equilibrio.
En el próximo capítulo consideraremos las ocasiones cuando parece que Dios está diciendo que
no.
CAPÍTULO 7
CUANDO DIOS DICE QUE NO
Buscar el plan específico de Dios para la vida de uno es un desafío para todo creyente. Los líderes
creyentes a menudo prosperan bajo el desafío de «oír la voz del Señor en asuntos específicos».
Determinar la voluntad de Dios y su dirección para un grupo de personas conlleva gigantescas
responsabilidades. ¿Cómo es que uno puede oír la voz de Dios y decirle a otros: «El Señor me
habló, este es el plan»? Veamos una experiencia en la vida de Pablo y Silas que abre nuevos
horizontes para comprender las maneras de Dios para guiar a su pueblo. Al mirar, una pregunta
interesante nos espera. ¿Qué sucede cuando Dios dice que no?
El apóstol Pablo había estado realizando obra misionera por una media docena de años. Desde
que el Espíritu Santo lo comisionó mientras estaba en Antioquía (Hechos 13:1-3), su vida había
sido un torbellino. Ahora, bien entrado en su segundo viaje misionero en el noroeste de Asia,
una experiencia aturdidora confrontó a Pablo. El mismo Espíritu Santo que lo había comisionado
a él y a su equipo a salir de Antioquía para regiones desconocidas resistió su plan de operación.
Hechos 16 anota que el Espíritu de Jesús y el Espíritu Santo «les había impedido» que vayan más
a Asia.
Atravesaron la región de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo les había
impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia. Cuando llegaron
cerca de Misia, intentaron pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo
permitió. Entonces, pasando de largo por Misia, bajaron a Troas. Durante la
noche Pablo tuvo una visión en la que un hombre de Macedonia, puesto de
pie, le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos.» Después de que Pablo tuvo la
visión, en seguida nos preparamos para partir hacia Macedonia, convencidos de
que Dios nos había llamado a anunciar el evangelio a los macedonios (Hechos
16:6-10).
El texto no dice cómo Dios dijo que no. Sin embargo, es claro que Pablo había intentado ir en
una dirección específica, planeada de antemano, y sus esfuerzos y liderazgo fueron contenidos.
Primero, Pablo estaba oyendo y respondiendo al Espíritu Santo. Era sensible a la voz y liderazgo
de Dios. Segundo, Dios en efecto demoró e incluso evitó que Pablo hiciera ciertas actividades.
Tal como Dios mantuvo cerradas las bocas de los leones y preservó la vida de Daniel, a veces nos
mantiene en silencio hasta el momento oportuno. Hace poco oímos el relato de un inmigrante
de India que trabajaba como ingeniero en Londres. Por algunos años su compañero creyente
de trabajo no le había hablado nada de Jesucristo o de asuntos espirituales. Luego, en cierto
momento, su compañero de trabajo empezó a hacerle preguntas espirituales y le invitó a la
iglesia. Fue ese momento que fue estratégico en lo que el Espíritu Santo estaba haciendo en su
vida. Esas conversaciones, en su momento específico, Dios las usó para llevarle a la salvación.
Dios abre y cierra oportunidades para el evangelio. Dios en efecto previene y demora ciertas
experiencias en nuestras vidas debido a que él es todo sapiente y todo sabio.
En 1992 Kevin Palau me pidió a mí (Tim) que visitara la nación isleña de Jamaica. Los pastores
de la alianza evangélica le habían enviado una invitación a Luis Palau para celebrar un festival
evangelizador nacional. Kevin me informó que la invitación había venido unos siete años antes,
pero se decidió que el tiempo no era el del Señor. Puesto que la Asociación Luis Palau tenía un
criterio bíblico específico para la invitaciones para ministerio, su capacidad para decir que no
fue una decisión sabia. Necesitamos recordar que no todas las oportunidades son la voz de Dios
diciéndonos que avancemos en una cierta dirección.
LA HORRIBLE PALABRA NO
Conforme Dios le habla a su pueblo, las personas necesitan darse cuenta de que no es parte del
vocabulario de Dios. Podemos abrazar ese no con una actitud positiva. Por el momento él no
puede parecer descorazonador. Pero a la larga, el no puede dar muchos resultados positivos.
Muchas veces la Biblia nos dice lo que no debemos hacer o cómo no debemos actuar. El propósito
de la instrucción de Dios tiene el objetivo de proteger, instruir y edificar; no destrozar. Cuando
la Biblia les dice a los padres «Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos» (Efesios 6:4), eso es
una afirmación correctiva. El propósito incluye detener el abuso, promover un espíritu positivo
en los hijos, fomentar una mejor relación entre el padre y los hijos, y ayudar a los hijos a entender
a Dios como un Padre que les ayuda.
A fin de oír la voz de Dios tenemos que abrazar los no que nos salen al paso. Los Diez
Mandamientos son un clásico ejemplo de la voz de Dios dirigiendo a toda persona a relaciones
personales saludables. El «no» hagas esto o lo otro, de estos mandamientos son para mostrarnos
las trágicas consecuencias que siguen a las conductas de desobediencia. Por cierto, el estilo
lingüístico de estos mandamientos no es el punto. Más bien, el hecho de que Dios dice: «No
hagas esto», habla volúmenes del corazón egoísta y rebelde de la raza caída. A nosotros, en
nuestra carne, simplemente no nos gusta que alguien nos diga que no. Sin embargo Dios corrige
nuestras actitudes y conductas mientras nos confronta de una manera directa.
CUANDO ÉL NO ES BUENO
Queremos poner un sesgo positivo al hecho de que Dios nos dice que no. Dios nos ama lo
suficiente para dirigirnos con un no. Él puede hacerlo mediante una variedad de maneras: por
sus afirmaciones directas en la Biblia, por nuestra conciencia que él creó, por la decisión de
personas de Dios que esperan en él, y por la voz de Dios a nosotros en un asunto amoral. La
experiencia de Pablo en Hechos 16 y los relatos de nuestras propias jornadas revela que el no
tiene resultados positivos y productivos.
Pablo y sus compañeros tomaron el no como una oportunidad para detenerse y escuchar. Al
esperar en el Señor, vino una nueva visión; en este caso, una visión de noche. Si fue por sueño
o trance, el texto no lo dice. Pero Pablo se despertó al día siguiente con una razón clara y
contundente para cambiar su dirección y estrategia de ministerio. A esa visión en la jornada de
Pablo a menudo se hace referencia como el «llamado macedónico».
El poder de esta visión todavía toca nuestros corazones. Ahí tenemos a un hombre que suplica.
Imagínese a un hombre fuerte suplicando lo más fuerte que puede que Pablo oiga y responda
a su súplica. Por un lado, no hay vista más lastimera que un hombre que suplica, ruega y clama:
«¡Ven y ayúdanos!» Se supone que los hombres deben ser fuertes, autosuficientes, orgullosos,
capaces, independientes, pero aquí está un hombre humilde, que ruega por sí mismo y todo un
continente de personas que nos tienen esperanza. Él es su embajador, tratando de conseguir lo
que nadie más puede conseguir.
¿Puede imaginarse esto? Un joven pero físicamente fornido hombre con las venas del cuello
saliéndosele mientras él ahueca sus manos frente a su boca y grita a voz en cuello: «¡Oye, Pablo,
mira para acá!» Luego mueve su fuerte brazo invitando a Pablo a que avance en su dirección.
Luego habla con voz suplicante: «Ve a los niños, ve a las mujeres, ve a los jóvenes y viejos, ricos y
pobres; estamos en Cristo, sin esperanza. ¡Por favor, ven y hablamos de las buenas noticias! ¡Por
favor, que nunca hemos oído! ¡Ven pronto; muchos están muriendo sin Cristo! ¡Ven ahora, vengo
hoy, y, ah, por favor, ven!»
Hemos observado que cuando un creyente oye a Dios decirle que no, a menudo lo toma en
forma equivocada. No nos referimos al no en el caso de asuntos morales de la vida, sino un no en
cuanto a dirección y ministerio. Hay nos que vienen del Espíritu Santo respecto a oportunidades
de ministerio, decisiones vocacionales, lugares en donde vivir y trabajar, qué comprar o poseer,
cuestiones de tiempo, etc. Algunos toman el no como si Dios dijera: «No creo en ti». O algunos
tal vez piensen que Dios les dice que no debido a algún pecado en el pasado. Dios ha apartado
a esta persona y ya no puede usarla para la obra del reino.
Por ejemplo, yo (Tim) claramente recuerdo a un hombre que conocí y que era un consagrado
seguidor de Jesús. Tenía veinte años más que yo y mostraba una real pasión por Dios. Se casó
teniendo poco más de veinte años, pero el matrimonio no funcionó y acabó en divorcio. Desde
esa experiencia él pensaba que Dios y la iglesia le habían puesto sobre la cabeza un letrero
que decía «ciudadano de segunda clase». Aunque por mucho años fue fiel a la iglesia, se había
casado de nuevo con una encantadora mujer creyente, y llevaba una vida consagrada a Jesús,
parecía que se sentía impedido de asumir nuevos papeles de ministerio. A menudo yo pensaba
en los muchos creyentes que viven con esta mentalidad de «segunda clase», sin poder abrazar
todavía la gracia y perdón de Dios. Sin embargo, muy a menudo, la iglesia no ha extendido el
mismo perdón que Dios ha extendido. A menudo hemos interpretado incorrectamente el no de
Dios a detrimento de otras personas. Dios perdona el pecado por completo; y él no nos dice que
no como recordatorio de nuestros fracasos pasados.
CUANDO EL NO QUIERE DECIR QUE SÍ
Lo que la experiencia de Pablo en Hechos 16 enseña es que el no quiere decir que sí, pero no aquí
(en esta dirección), no ahora (tiempo), y no de esta manera (metodología). Dios dirige a los suyos
a donde deben estar sirviéndole. A Dios le importa dónde servimos o no le servimos. Aunque
Lot pensaba que Sodoma y Gomorra eran buenos lugares donde vivir, el Señor no pensaba así.
Los lugares en efecto importan.
Jesús ministró en Galilea por un tiempo. En ese contexto capacitó a otros para seguirle y servir
en su reino. Por lo menos en dos ocasiones informó a los que salieron a predicar el evangelio del
reino que ministraran en donde les dieran la bienvenida y les atendieran. Es decir, ministren en
los lugares en donde las personas responden (Lucas 9:1-9; 10:1-16).
En nuestras propias jornadas en algunas ocasiones hemos tratado de servir al Señor en un medio
ambiente en particular, y sin embargo las jornadas «no resultaron» porque el Señor tenía otro
lugar de servicio para nosotros. «No aquí» puede querer decir geografía, o puede tener que ver
con las personas a quienes se ministra, o un papel en particular en el ministerio. Necesitamos
estar abiertos a la dirección de Dios en cuanto al lugar de ministerio.
HAY QUE APRENDER EL TIEMPO DE DIOS
Otro asunto que se considera al servir al Señor es el asunto de tiempo. Pablo había estado
alcanzando a los que estaban en Asia que no habían oído el evangelio cuando se dio cuenta de
que Dios tenía otro lugar para que vaya. Pablo no parecía particularmente sensible al tiempo
de Dios. No parece que él estuviera pensando que ahora era el tiempo para dejar este lugar e
ir a otro. No parece estar sufriendo del síndrome de «hierba más verde». Él y su equipo estaban
atareados dando a conocer el evangelio en Asia. Así que el Señor Jesús tuvo que «captar su
atención».
Nos encantaría saber cómo el Espíritu de Jesús y el Espíritu Santo les llamaron la atención. ¿Cómo
fue que el Espíritu santo «les impidió» y después «no les permitió» (Hechos 16:6-7) predicar el
evangelio en las provincias de Asia y Misia? ¿Acaso no hubo interés de parte de la población
allí? ¿Acaso Pablo y su equipo se enfermaron físicamente? ¿Hubo algún tipo de desastre natural
(terremoto, huracán, etc.)? Todo lo que sabemos es que Pablo tuvo que detenerse y esperar
(cuestión de tiempo) en el Señor.
Uno de las grandes tensiones en la vida de familia es lo que los sociólogos llaman eventos
naturales o normales del ciclo de vida de familia. El tiempo normal para el matrimonio es entre
los veinte y treinta años. El matrimonio antes o después produce ciertas tensiones en el sistema
de la familia si el «tiempo» no está de acuerdo al calendario. Abraham y Sara eran demasiado
viejos para tener hijos (biológicamente a sus relojes se les había agotado la cuerda). El desarrollo
del drama del Génesis relativo a este asunto es bien conocido. Dios mostró en sus vidas su poder
y su soberanía. Abraham y Sara mostraron su carnalidad y falta de confianza en Dios, como sin
duda cualquiera de nosotros lo hubiera mostrado. El tiempo tiene que ver con confiar en Dios.
Dios le dijo a Pablo en Hechos 16: «No ahora».
Uno pudiera decir AHORA es el tiempo, pero no aquí. Podemos ser personas que tenemos nuestra
cabeza en la arena o estamos buscando pastos más verdes y a menudo, en uno u otro caso,
errar la dirección de Dios en nuestras vidas. Estamos hablando en particular de Dios dirigiendo
a su iglesia. ¿Cuándo debemos cambiar, o mantener el rumbo, o añadir un nuevo ministerio, o
detener un cierto ministerio, o añadir personal? Cuándo es una palabra que considera el asunto
de tiempo. Por consiguiente, debemos andar en una relación de oír a Dios y a los que servimos
a fin de discernir el ahora de Dios.
LOS MÉTODOS DE MINISTERIO EN EFECTO CAMBIAN
Una tercera pregunta enfoca la adopción de nuevas metodologías. Las nuevas metodologías
consideran la manera en que se hace algo. Pablo había estado trabajando con un cierto equipo
y predicando el evangelio inicialmente a los judíos en ciudades gentiles. Ahora, después de la
separación de Bernabé y Juan Marcos (Hechos 15:39-40), Pablo estaba preparando a un nuevo
equipo (Timoteo, Silas y Lucas). Este nuevo equipo ahora se componía de gentiles (Lucas y
Timoteo), formando un grupo multiétnico. Con este nuevo equipo, vino un nuevo lugar de
ministerio (Europa) y una nueva metodología. Un cambio de la sinagoga al lugar de oración,
como el contexto para ministrar el evangelio, vino con la transición de Asia a Europa. No que sea
un cambio gigantesco —todavía procurando ser espiritualmente sensible—, pero con todo un
diferente lugar, un nuevo lugar para el ministerio.
Las metodologías se ampliaron grandemente cuando Pablo llegó a Atenas. Allí añadió el diálogo
y el debate a su predicación y enseñanza normal en las sinagogas y lugares de oración. Es más,
estos nuevos métodos hicieron el ministerio más eficaz en la nueva cultura de Europa. Pablo
«discutía en la sinagoga con los judíos y con los griegos que adoraban a Dios, y a diario hablaba
en la plaza con los que se encontraban por allí» (Hechos 17:17).
¿CÓMO GUÍA DIOS A LA IGLESIA?
Dios guía a su pueblo confrontando sus zonas de comodidad y complacencias con una
sorprendente palabra de dos letras: no. Sin embargo, la iglesia puede seguir por años y décadas
sin oír el no de Dios. Tendemos a justificar las viejas metodologías y formas. Parece que nos
aferramos a los «odres viejos» como si fueran el poder de Dios en lugar de una forma por la
que Dios se expresa por un momento en el tiempo. Los nos de Dios tienen que captar nuestra
atención. ¿Cómo puede uno identificarlos? De nuevo, esto no es cuestión moral. Esta cuestión
tiene que ver con la eficacia y pertinencia del evangelio en cualquier cultura en un tiempo en
particular.
Una manera de entender cuándo Dios dice que sí o que no viene simplemente al medir la eficacia
de un ministerio o método en particular. ¿Está viniendo alguien? ¿Se interesan las personas?
¿Estamos atendiendo necesidades reales? ¿Estamos respondiendo a preguntas que se están
haciendo? ¿Estamos pensando en relaciones personales? ¿Hay algo que estamos soslayando?
¿Qué se está dejando a un lado?
Una de las primeras cruzadas de Luis Palau que yo (Tim) asistir fue en Des Moines, Iowa, en
octubre de 1990. La cruzada se realizó en el centro de la ciudad, en el centro de convenciones.
Yo era nuevo en el equipo y anhelaba aprender todo lo que podía. No sólo que conversé
directamente con varios miembros del personal y del comité local, sino que también paré la oreja
para oír lo que las personas estaban «realmente diciendo». En varias ocasiones los miembros del
comité ejecutivo dijeron que vieron a Dios no sólo en la cruzada, sino también antes y durante la
cruzada en el cultivo de relaciones personales entre los líderes de la ciudad. Adicionalmente, el
relato de cómo Dios estaba uniendo a estos líderes en nuevas alianzas de ministerio a menudo
llegaron a mis oídos. Mientras que las iglesias evangélicas se habían mudado a los suburbios
en los pasados diez o quince años, habían descuidado el centro de la ciudad. Sin embargo, en
el proceso de trabajar juntos en la cruzada, que se realizó en el centro de la ciudad, los líderes
de nuevo vieron las grandes necesidades del centro de su ciudad. Dios estaba diciéndoles:
«Ustedes se han olvidado del centro de su ciudad». Así que en un regaño sutil pero claro, varios
líderes renovaron su dedicación a los sectores urbanos de su ciudad. Dios guía mostrándonos
lo que no estamos haciendo. Su voz de reprensión puede corregir nuestras maneras egoístas y
restaurarnos a sectores de gran necesidad y ministerio productivo.
IDEAS NUEVAS E INNOVADORAS
Dios guía a la iglesia no sólo mediante reprensiones sutiles o abiertas, sino también mediante
ideas nuevas e innovadoras. Un beneficio que la iglesia deriva de sus miembros más jóvenes son
las ideas creativas que a menudo ellos traen al ambiente del ministerio. Los jóvenes tienen una
reputación de ser radicales, imprevisibles y hostigosos. Sin embargo, la juventud a menudo es el
conducto para la pasión del evangelio, y tienen una disposición para abrazar «nuevos odres». Por
esto debemos ser agradecidos. Hoy, el movimiento de iglesia emergente ha abrazado muchas
nuevas metodologías para empacar el evangelio de maneras que tiene sentido a la juventud
de nuestra cultura. El «medio es el mensaje» tiene mucho más poder de lo que nos gustaría
asignarle. Sin embargo, Jesús dijo: «De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se
aman los unos a los otros» (Juan 13:35). Esto no fue un estribillo de una canción popular, sino una
descripción del cristianismo radical; un mensaje del Maestro que decía que nuestras acciones
hablan más fuerte que nuestras palabras. Sin acción que respalde nuestras palabras, nuestras
palabras sonarán muy huecas. Sin embargo, nuestra renuencia a abrazar nuevas metodologías a
menudo conduce a la muerte de nuestras iglesias.
Cuando nuestras iglesias están comprometidas a la pertinencia, nuestro mensaje nunca cambia,
pero nuestros métodos se adaptan a la comunicación eficaz del evangelio. La verdad y el amor
son nuestros principios guía, los métodos son sólo un medio de entrega. Como Luis Palau a
menudo ha dicho: «Necesariamente no me gusta la música [de un festival de Palau], pero amo a
los muchachos a quienes les gusta la música».1 A fin de adoptar nuevos métodos, necesitamos
libertad de los temores que se agazapan en las sombras de nuestras memorias no santificadas.
En el capítulo 8 hablaremos del temor como estorbo al crecimiento y desarrollo del ministerio.
Debemos recordarnos todos que el mensaje del evangelio nunca cambia, pero la comprensión
de la cultura siempre debe modelar nuestros métodos.
Repasemos. No ahora, no aquí, y no de esta manera son los tres principios guías detrás del no
que nos da el Señor. Aquí estamos hablando de oportunidades y estrategias de ministerio.
Dios dice que no de cuando en cuando. Dios activamente nos guía si tan sólo escuchamos y
no nos descorazonados por los no que él nos envía. Más bien debemos detenernos y escuchar.
Debemos preguntarnos nosotros mismos: «Si no aquí, ¿dónde? Si no ahora, ¿cuándo? Si no de
esta manera, ¿cómo?»
Dos principios útiles nos guiarán para responder a esas preguntas.
LA MAYOR NECESIDAD
Primero, ¿dónde hay la mayor necesidad? ¿Dónde están las personas que claman ayuda? ¿Dónde
hay una solicitud urgente de las buenas nuevas? ¿Dónde hay una ausencia del amor de Cristo?
¿Dónde están los que responden? Hay ejemplos bíblicos sustantivos que indican que un factor
determinante para seleccionar un ambiente de ministerio debe incluir la disposición de las
personas para responder.
La experiencia de Pablo demuestra que el evangelio debe ir a donde nunca ha ido antes.
Muchos preguntan: «¿Por qué tantos tienen tantas múltiples oportunidades de oír y recibir el
evangelio cuando muchos no han tenido ni siquiera una sola oportunidad?» Un querido amigo,
el Dr. Bill Thomas, a menudo habla de su propio enfoque de servicio del ministerio: «Voy adonde
el llamado es más fuerte y la necesidad es mayor». Pablo y su equipo estaban respondiendo al
clamor de un hombre desesperado.
Por consiguiente, cuando nos preguntamos acerca de adónde Dios pudiera estar llamándonos
para servirle, necesitamos incluir en nuestras mediaciones la pregunta: «¿Dónde hay la mayor
necesidad?» La respuesta a esta pregunta puede incluir geografía, relaciones personales o
interés personal, tal como personas que son nuevas en nuestro barrio y ciudades. Por ejemplo, en
China hoy, veinte millones de personas se mudan del campo a la ciudad cada año. Esto presenta
una oportunidad para el ministerio a muchas organizaciones que atienden las necesidades
humanitarias y sociales. Muchas ciudades estadounidenses también están atravesando sustancial
cambio demográfico. Por consiguiente, necesitamos preguntar: «¿Dónde están las personas más
vulnerables a los cambios en sus vidas? ¿Cuáles personas están abiertas a nuevas relaciones
personales? ¿Qué necesidades específicas podemos atender para estas personas? ¿Cómo nos
ha equipado Dios en forma singular para atender estas necesidades?» (Tenemos conocimiento,
pericias, dinero, etc. que nos hace un recurso para otros que no los tienen).
NUEVOS MIEMBROS DEL EQUIPO
Segundo, ¿dónde está el equipo? ¿Quién quiere servir? ¿Quién está dispuesto a ir? ¿A quiénes
Dios ha traído para que trabajen con nosotros? La conformación del equipo afecta cómo se hará
el ministerio. La asignación soberana de Dios de los obreros a la cosecha a menudo habla de
cómo se hará el ministerio. En Hechos 16 Pablo tenía un nuevo equipo. Un nuevo miembro era
Lucas, que era médico. Lucas tuvo un papel estratégico al aplicar el arte de la medicina. Tanto
Pablo como Silas necesitaron atención médica no muchos días después de empezar su viaje. En
Filipos a Pablo y a Silas los atacó una multitud, los arrastraron ante los funcionarios romanos, los
flagelaron severamente y los echaron en la cárcel (Hechos 16:22-24). Aunque milagrosamente
puestos en libertad, sin duda tuvieron necesidad de la ayuda del doctor Lucas. Dios proveyó
mediante las destrezas, talentos y dones espirituales del equipo para equipar al equipo para lo
que se necesitaba.
Al determinar el lugar, tiempo y metodologías del ministerio, necesitamos evaluar al equipo,
porque Dios obra por intermedio de su gente. ¿Cómo ha equipado Dios a nuestro equipo?
¿Cuáles son los dones, talentos, experiencias y pasiones singulares de la familia de nuestra
iglesia? El ministerio fluye por las relaciones personales. Cuando nos preguntamos lo que Dios
quiere que hagamos, necesitamos evaluar el equipo que Dios ha formado.
A mediados de los ochenta, cuando yo (Tim) era pastor de una iglesia en el sur de California,
recibimos en nuestra iglesia a una nueva pareja. A poco después de conocerlos, tuve la
oportunidad de invitar al esposo a que se una a nuestro ministerio de visitar a los que estaban
en el hospital. Dick de buen grado recibió mi mentoría y fielmente visitaba a las personas que le
había pedido que vaya a ver. Dick pronto entendió que el Señor estaba usándolo de una manera
especial. Se deleitaba en animar a las personas. Disfrutaba al orar con ellas, y me llegaron informes
de cuanto las personas disfrutaban de las alegres visitas de Dick. Un ministerio significativo se
desarrolló para Dick conforme su gozo en este ministerio le ayudó a buscar a otros. El identificar
un interés, darle conocimiento y destreza en el ministerio, modelar el ministerio, y animar a Dick
produjo un nuevo nivel de servicio no sólo para Dick, sino para muchos otros en la iglesia.
Dios nos dice no de cuando en cuando. Esto tal vez pueda ser para reprendernos, pero también
puede ser para dirigirnos a nuevas temporadas de ministerio estratégico. Así que cuando su
ministerio tropiece con una resistencia inesperada, deténgase y ore. Tómese tiempo para esperar
al Señor y ver si hay un nuevo lugar, un nuevo enfoque, o una nueva manera de servirle. Tal vez
no; o tal vez sí, pero no aquí, no ahora, y no de esta manera.
CAPÍTULO 8
UN BUEN TIPO DE TEMOR
El temor puede paralizar nuestras emociones o impulsarnos a grandes acciones de fe. Yo (Tim)
tuve una experiencia así durante unas vacaciones de Navidad hace casi una década. Mi hijo
entonces tenía diecisiete años. Él era un atleta dedicado, levantaba pesas, jugaba varios deportes,
y siempre estaba en excelente forma física. Sin embargo, ha batallado con el asma desde que
tenía tres años.
Nuestra familia había ido a visitar a nuestros parientes en California durante las vacaciones de
Navidad. La noche antes del día en que proyectamos empezar el viaje de regreso a Portland,
Oregón, Joel tuvo un ataque de asma, y tuve que llevarlo corriendo al Hospital Mercy de
Bakersfield. Esa fue una escena que me asustó mucho. Joel desesperadamente boqueaba
buscando aire. Los médicos ordenaron un «coctel» de remedios. La enfermera de la sala de
emergencia le dio una dosis, y después otra. Las dosis fueron demasiado. Actuaron como una
sobredosis. Nunca he visto una reacción a una medicina como esa. Yo estaba de pie junto a la
cama de mi hijo mientras su pecho batallaba y su corazón latía aceleradamente, y yo pensaba
que su corazón se iba reventar. Fue un momento de mucho miedo, un momento de impotencia,
un momento cuando mis emociones se paralizaron.
El temor tiene muchas caras. El temor vienen muchas maneras. Recuerdo haber llevado a un
grupo de creyentes a la Tierra Santa en 1984. Fuimos a Israel, Egipto, Grecia y Turquía. Estábamos
en El Cairo en un hermoso día de primavera. Un grupo estaba visitando las pirámides. Tuvimos
la oportunidad de entrar justo hasta el corazón de la pirámide. El pasaje era extremadamente
estrecho con una persona pisándole los talones a la siguiente, trepando un tedioso escalón tras
otro por una tembleque escalera de madera.
Mi papá trepaba por la escalera unas cuantas personas delante de mí. Le iba bien para un
hombre con más de sesenta años. De repente él dijo: «Tengo que salir de aquí». Nos detuvimos
mientras él invertía su dirección y se escurría hacia abajo. Lo había vencido la claustrofobia. Su
claustrofobia brotaba de su carrera de trabajo como plomero en Shafter, California, en donde el
terreno es extremadamente arenoso. Él había estado en varios derrumbes en los cuales había
quedado sepultado vivo. Había salido en cada ocasión, pero la pirámide se parecía demasiado a
«estar como en una zanja». Así que él tuvo que buscar el camino más rápido de escape.
¿CUÁLES SON SUS TEMORES?
Todos y cada uno lidiamos con algunos (¡o muchos!) temores. Temor al fracaso, al rechazo, a la
muerte, al cambio, a la falta de dinero, a la responsabilidad, personas, el futuro, el éxito; la lista es
más bien ilimitada. Los temores nos vienen en varias formas por toda la vida. El Salmo 34 narra
la jornada emocional de un alma atormentada con temores de todo tipo. La paranoia de David
se manifiesta en las malas decisiones que toma, histeria desenfrenada, y el total dominio de sus
emociones por sobre sus capacidades mentales. David se muestra abrupto con Dios y exhibe
conducta totalmente fuera de control.
Los capítulos 20 y 21 de 1 Samuel revelan el contexto de esta dolorosa narración. David y Jonatán
habían convenido en un lenguaje de señales para indicar si Saúl intentaba matar a David o no.
Simplemente imagínese el drama de ese encuentro un día avanzaba la tarde. La joven vida de
David cuelga en la balanza. Hay mucho en juego. La vida de David relampaguea ante él. ¿Qué
sucedería?
David contempló su relación personal con Jonatán, su mejor amigo. Habían atravesado tanto
en apenas pocos años. Jonatán le había defendido, repetidas veces habló a su favor, e intentó
convencer a Saúl que David era un sirviente leal. Los corazones de David y Jonatán latían a una.
Hallaron gran motivación en su amistad. Ninguna otra relación personal tenía un mismo sentir
comparable. Verdaderamente tenía una maravillosa relación personal que significaba todo en el
mundo para ambos. Sin embargo, debido a la paranoia de Saúl, su poder e intenciones perversas,
tenían que cortar esa amistad.
Así que en 1 Samuel 21 vemos a David huyendo. Huye al sacerdote de Nob. Cuando llega al lugar
de adoración, se dirige al sacerdote Ajimélec: «¿Tienes algo de pan?» «Pues bien, no; no tengo
ningún pan regular. Sólo tengo el pan especial, el pan de adoración, y no puedo dártelo?». David
arguye y luego presiona al sacerdote hasta que consigue el pan. Luego dice: «¿Tienes una espada,
una lanza, algún arma»? Ajimélec responde: «En realidad, tengo la espada de Goliat; aquella
con que lo mataste». Así que en su estado de pánico, intensificado por su reciente pérdida de
amistad con Jonatán, lo único en que puede pensar es en comida y un arma. El relato omite todo
en cuanto a Dios o la oración. David empuña las dos cosas que piensa que le salvarán la vida,
comida y un arma, y huye a Gat.
DE MAL EN PEOR
La situación de David fue como saltar de la sartén a las brasas. Parecía que pensaba para sus
adentros: Pues bien, saben que soy enemigo de Saúl. Saúl es rey de Israel. Así que si huyo y me uno
a ellos, van a pensar que estoy del lado de ellos, y me rescatarán, y me cuidarán. Pero para su gran
sorpresa, cuando llega allá, la gente dice: «—¿No es éste David, el rey del país? ¿No es él por quien
danzaban, y en los cantos decían: «Saúl destruyó a un ejército, pero David aniquiló a diez»?» (1
Samuel 21:11). La paranoia de David le había cegado a las realidades del día. Era bien conocido,
y no iba a hallar seguridad entre los enemigos de Israel. Había esperado seguridad y descanso.
Halló que al huir se había puesto en las manos del enemigo.
¿Ve lo que hace el temor? ¿Ve lo que pasa cuando no nos concentramos en el Señor y en el gozo
del Señor incluso en medio de gran peligro? Todos los días hay personas, sucesos y circunstancias
que pueden abrumarnos. El temor saca su horrible cabeza para aterrorizarnos e impedir que
confiemos en el Señor.
A principio de los años noventa yo (Tim) visité Taiwán por primera vez en preparación para una
cruzada con Luis Palau. Al viajar solo a un nuevo país, al alojarme en la casa de un misionero
desconocido en Taipei, una de las ciudades más densamente pobladas del mundo, hallé escasa
comodidad en esta abrumadora ciudad. Sin conocer ni un alma en la ciudad, me sentí incluso
más sólo al reflexionar en lo que mi anfitrión dijo al dejarme: «Lo recogeré en un día o dos». Yo no
hablo chino. Tenía poco dinero. Pero allí estaba, rodeado por lo nada familiar y totalmente solo.
Por lo menos estaba bajo techo, fuera de hollín y niebla de Taipei. Pero fue una noche terrible.
Nunca he estado más paranoico ni he percibido tanta oscuridad. En realidad, me asusta la
oscuridad. Me sentía lleno de ansiedad, irritado y no pude dormir. Llamé a mi esposa dos o tres
veces esa noche. De alguna manera, logré pasar la noche que pareció una eternidad.
Al final de mi viaje Doug Cannon, un amigo misionero que yo había conocido por varios años,
me recogió y me llevó al aeropuerto. Al describirle la experiencia le dije: «Nunca he tenido
sentimientos tan aterradores como éstos. ¿Por qué este temor, este abrumador sentido de
oscuridad y paranoia?»
Escuchando pensativamente, respondió: «Sabes que este país se ha entregado a adorar los
espíritus de sus familiares fallecidos. Hay adoración y actividad sustancial de demonios en toda la
tierra». Algunos de nuestros temores se originan en la guerra espiritual, algunos temores brotan
de relaciones personales rotas, y algunos de nuestros propios abusos personales.
El contexto histórico del Salmo 34 indica que a David lo abrumaba el temor. El temor puede
aplicar asombrosas cantidades de presión negativa en nuestras almas, y, como David, podemos
tomar decisiones muy insensatas.
Los líderes y administradores de los asuntos de nuestro Señor necesitan enfrentar estos temores
sutiles y abiertos a fin de tener fruto en el ministerio. Cuando nuestras motivaciones internas
brotan del temor y no de la fe, en última instancia demostraremos ser impotentes para ver el reino
de Jesús transformando nuestro mundo. Si no encaramos la realidad de los temores por dentro,
entonces nos disfrazaremos como santos suficientes cuando en verdad somos muy ineptos para
la vida y el liderazgo. Algunos tal vez se oculten detrás de una actitud de superioridad, usando
títulos o grados para impresionar a otros. Otros evadirán asuntos de necesidad personal y
crecimiento echándole la culpa otros, cambiando de tema, o delegando a otros ministros asuntos
que ellos deberían atender en persona. Este pseudo cristianismo típicamente se derrumba bajo
las presiones y tensiones de la vida.
EL CAMINO DE ESCAPE
¿Como salió David de este lío? Fingió que estaba loco. Actuó como un loco. Dejaba chorrear
la saliva por la barba, tenía la mirada extraviada, y actuaba en forma estrafalaria. Su gran
representación teatral convenció al rey de que lo dejara ir. Cuando el rey vio a David dijo: «Este
tipo está loco. Ya tengo suficientes locos en Gat. No necesito uno más. Que se vaya de aquí». Así
que David huyó de nuevo, esta vez en una dirección más segura. El temor lleva a huir. Huir de
los problemas de la vida indica que el temor es la motivación, y no la fe. La falta de confianza en
el Señor y no clamar a él pidiendo sabiduría y liberación le costó a David muchos momentos de
paz.
Tal vez estamos huyendo de algo. Sólo nosotros, y Dios, sabe lo que nos fastidia,
independientemente de las ansiedades que tengamos. Pero el Salmo 34 viene para consolar
a los tensos, los ansiosos, los cansados, los agotados. Los líderes cristianos deben aprender
temprano en el ministerio que mientras no confrontemos y controlemos el temor personal, no
resistiremos frente a la prueba.
CINCO REALIDADES AL TRATAR CON EL TEMOR
1. Hay temores
El Salmo 34:4 dice: «Busqué al SEÑOR, y él me respondió; me libró de todos mis temores».
El versículo 6 dice: «Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó y lo libró de todas sus angustias».
Los versículos 17-19 declaran: «Los libra de todas sus angustias. El SEÑOR está cerca de los
quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Muchas son las angustias del justo,
pero el SEÑOR lo librará de todas ellas».
Aquí el texto hebreo gráficamente describe la condición angustiosa de David. Sus temores
abarcan un caleidoscopio de emociones. Su alma estaba fuertemente atormentada. Él era
presa de la ansiedad. El sentido de la palabra del versículo seis, «angustias», pinta un cuadro de
terror. Estaba aterrorizado. Temblaba en sus zapatos. La saliva le corría por la barba. El terror se
había apoderado del alma de David. Estas palabras gráficas pintan un cuadro horrible de esas
emociones que paralizaban su fe.
2. Los temores pueden abrumarnos
Piense en Pedro, caminando sobre el agua en medio del mar de Galilea, con sus ojos puestos
en Jesús. De repente Pedro quitó sus ojos de Jesús y miró al viento y las olas. ¿Qué sucedió?
Empezó a hundirse hasta que Jesús lo levantó. O piense del criado de Eliseo en 2 Reyes 6, que se
despertó una mañana y miró hacia afuera y vio a 180.000 asirios rodeándolo. Quedó petrificado.
No pudo ver sino hasta que Eliseo dijo: «Señor, ábrele los ojos». Podemos tener frente a nosotros
cualquier cantidad de temores. Puede ser temor de nuestros hijos, matrimonio, ministerio, falta
de significación, un pecado oculto, o temor de que no haya suficiente dinero para llegar al final
del mes. Cuando nos concentramos en nuestros temores y ansiedades, pueden abrumarnos. El
pensar sólo en los problemas, las ansiedades, los «que tal si» puede paralizar nuestro pensar e
inmovilizarnos.
Hace unos pocos años unos amigos queridos estaban totalmente al fin de su cuerda en cuanto a
su hija adolescente adoptiva. Ella era una mujer muy inteligente y muy talentosa. Sin embargo, sus
normas autoimpuestas de desempeño la habían empujado a enfermarse de anorexia. Empezó
a perder un número insalubre de kilos. En cierto momento tuvo un fallo cardíaco debido a su
pérdida extrema de peso. Los padres hicieron todo lo que sabían. Pero la conducta empeoró.
En su comunidad de fe, continuaron informándolo y abriéndose al respaldo de otros amigos
creyentes. En cierto momento, quedaron tan inmóviles que literalmente no pudieron tomar una
decisión. El temor de perder a su hija los abrumó. Cuando la comunidad actuó por ellos, el Señor
produjo asombrosa sanidad y salud en la hija. El temor puede paralizar la fe.
Las buenas noticias, no obstante, vienen cuando uno supera estos temores al abrazar «el temor
del Señor». Salmo 34:9 dice: «Teman al SEÑOR, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le
temen». ¿Qué es esto? Los temores humanos, los temores que nos vienen, temores que derriten
nuestros corazones, temores que nos hacen enfocar las cosas que no son a lo que Dios nos ha
llamado, y temores que impiden que su gozo resida en nuestros corazones son vencidos por
otra clase de temor. Un asombro del Señor, una reverencia a Dios, una profunda confianza en él;
eso es lo que nos da esperanza. Nuestro Dios es más grande que todos los temores humanos.
3. Necesitamos abrazar el temor del Señor
El temor del Señor es una acción de alabar a nuestro asombroso Dios. El temor del Señor nos
pone en una tensión dinámica que, por un lado, nos hace temblar, y sin embargo al mismo
tiempo nos acerca más a él debido a su bondad y su gracia.
Uno de los personajes de Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis, pinta esta tensión dinámica.
Pedro y Lucía, dos de los principales personajes, van a ser presentados a Aslán, el león. Acaban de
terminar un viaje largo y cansador. A la larga llegan a un valle amplio lleno de criaturas de todos
los tamaños y formas. Mientras caminan en este ubérrimo valle, captan su primer vislumbre de
este león glorioso, gigantesco, imponente. Esta tensión se convierte en un sentimiento dinámico
en la boca del estómago de Pedro que le hace temblar. Pero entonces el león habla en su voz
gigantesca, melodiosa, atrayendo a Pedro justo a su presencia. Pedro, aunque temeroso, queda
cautivado por el amor que ve en los ojos de león y oye en su voz compasiva. La fe reemplaza
al temor. Lo que había causado que Pedro y Lucía huyan y se escondan se derrite frente a esta
irresistible bondad.
El Salmo 34:9 ordena: «Teman al SEÑOR, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le
temen». David había quitado del Señor totalmente su enfoque. Se dejó ganar por el pánico.
Estaba huyendo. Estaba haciendo cosas ridículas. Cuando nuestras ansiedades nos abruman,
tomamos malas decisiones. Cuando nuestra fe no se enfoca en el Señor, podemos hacer cosas
realmente insensatas; incluso como creyentes en Jesucristo.
El temor del Señor es algo que se aprende, según se describe en el versículo 11: «Vengan, hijos
míos, y escúchenme, que voy a enseñarles el temor del SEÑOR». Uno tiene que aprender cómo
temer al Señor. El temor al Señor no es automático. No brota en nosotros en forma natural.
David, hablando de su propia experiencia con el temor y la paranoia, está diciendo: «Permítanme
enseñarles en cuanto al temor del Señor».
¿Cómo aprende uno a tener al Señor? Mire los versículos 1-3: «Bendeciré al SEÑOR en todo
tiempo; mis labios siempre lo alabarán. Mi alma se gloría en el SEÑOR; lo oirán los humildes y se
alegrarán. Engrandezcan al SEÑOR conmigo; exaltemos a una su nombre». Tememos al Señor
cuando le alabamos. Superamos las ansiedades, preocupaciones y paranoia cuando alabamos al
Señor. Por eso nuestras almas desean con desesperación la adoración corporativa. No podemos
vivir sin estar con el pueblo de Dios y en la presencia del Señor. No hay nada como eso. Alabar
al Señor quiere decir jactarnos de él, hacer alarde de él, elevar y gritar en voz alta alabanzas a su
nombre. Alabar al Señor quiere decir que uno se olvida de uno mismo. La adoración requiere
que traigamos todas nuestras capacidades mentales y emocionales para enfocarlas en el Dios
vivo y verdadero. Somos porristas para él, porque él es digno de toda alabanza.
El versículo 4 dice: «Busqué al SEÑOR, y él me respondió; me libró de todos mis temores». El
versículo 6 añade: «Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó y lo libró de todas sus angustias». El
versículo 17 dice: «Los justos claman, y el SEÑOR los oye; los libra de todas sus angustias». Tememos
al Señor al buscarle diligentemente mediante la oración. Al buscar a Dios, nuestras mentes se
enfocan en el objetivo más grande de todos. La decisión de buscarle sólo a él y a ningún otro
demuestra nuestra devoción a él. Nos olvidamos de todos los demás, concentrándonos sólo
en él. Al buscarle en oración adquirimos una nueva perspectiva. Cuando oramos, el Señor se
vuelve fuente y recurso de nuestras vidas. La oración demuestra respeto y dependencia. Él es el
único en quien confiamos y nos apoyamos. La oración comunica nuestro deleite en el Señor. La
oración es personal, conversacional íntima. Dios se deleita al oír a sus hijos.
Los versículos 13 y 14 dicen en parte: «que refrene su lengua de hablar el mal . . . que busque la
paz y la siga». ¿Qué es el temor del Señor? Es una vida justa. No santurrona, sino una vida recta y
santa. Una vida que se vive en dependencia de él. Una vida que escoge ser veraz, honesta, leal,
amable y de amor conquista el temor. ¿Cómo tememos al Señor? ¿Cómo sabe el Señor que le
tememos? Cuando vivimos como su Hijo y tomamos las decisiones que su Hijo tomaría.
Finalmente, para temer al Señor necesitamos ver lo eterno como más importante que lo temporal.
Hace siglos Isaías dijo: «El justo perece, y a nadie le importa; mueren tus siervos fieles, y nadie
comprende que mueren los justos a causa del mal. Los que van por el camino recto mueren
en paz; hallan reposo en su lecho de muerte» (Isaías 57:1-2). Los que temen al Señor tienen una
expectativa bíblica apropiada de que los justos están con el Señor y en su presencia.
Así que, ¿qué hemos aprendido hasta aquí? Qué podemos temer al Señor alabándole con
nuestros labios, buscándole en oración diligente, viviendo una vida santa y manteniendo una
perspectiva celestial. La siguiente parte de este Salmo nos da causa para sonreír.
4. El temor del Señor produce un semblante radiante
¿Qué produce el temor del Señor en la vida del que cree, del que tiene fe en Dios? ¿Cuál fue el
resultado de la experiencia de David, después de todo su temor, huida y locura? El versículo 5
dice: «Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza». ¿Qué produce
el temor del Señor en la vida del creyente? Un semblante radiante revela un corazón que confía
en el Señor, reflejando su presencia en medio de todo.
Cuando yo (Tim) estaba en tercer grado, el Señor trajo a mi vida a una maravillosa mujer creyente
para que sea mi maestra de escuela dominical, primero como líder del grupo mientras yo estaba
en la primaria, y después como mi consejera cuando estuve en la secundaria básica. Nunca la
olvidaré. Como adulta juvenil incluso teniendo más de cuarenta años, le encantaba la aventura.
Ella dirigió muchas excursiones de adolescentes a la playa y las montañas. En muchas ocasiones
allí estaba Mary con un coche lleno de adolescentes. Mary se convirtió en una santa viviente
para mí. Cuando pienso en lo radiante de Jesús, veo la cara de Mary. Ella siempre tenía una gran
sonrisa y un espíritu feliz.
Pero para mí no era simplemente una sonrisa natural; tenía un brillo especial. Fue la primera
persona que me enseñó sobre la vida llena del Espíritu. Recuerdo sus charlas sobre Romanos,
capítulos 6 y 7. Usaba un franelógrafo, que era la última palabra en ayudas visuales. Su enseñanza
empezó a impactar en mí la necesidad de rendirle mi vida a Cristo diariamente, andando en el
poder del Espíritu.
Aunque tenía abundantes recursos físicos y financieros, la vida de Mary era muy difícil. Más tarde
en la vida me enteré de que ella tuvo un matrimonio muy difícil. Pero a pesar de sus problemas,
nunca la vi sin una sonrisa.
Los que temen al Señor tienen un semblante radiante. El versículo 8 dice: «Prueben y vean que
el SEÑOR es bueno; dichosos los que en él se refugian». La experiencia de la bondad del Señor
trae un gozo interno que se muestra en nuestras caras. Conocer y ser conocido por el Señor es su
gran deseo. Dios nos invita a probar y ver que él es bueno. ¿Cuál es el resultado de los que temen
al Señor? Saben que Dios es bueno. Tienen una experiencia con él. Él tiene una experiencia con
ellos. Se deleitan el uno en el otro.
5. El temor del Señor produce libertad
El Salmo 34:22 dice: «El SEÑOR libra a sus siervos; no serán condenados los que en él confían».
¿Qué produce el temor del Señor en la vida del creyente? Una vida sin condenación, disfrutando
de libertad, gozo y esperanza. «Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están
unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley
del pecado y de la muerte» (Romanos 8:1-2). Los que temen al Señor son los que viven vidas sin
condenación. Oramos que, como líderes, guardaremos nuestros corazones de los temores del
maligno y todos los días escogeremos temer al Señor.
Jan era una compañera de clase cuando yo (Tim) estaba en la secundaria. Ella fue la estudiante
con mejores calificaciones. Asistió a una universidad bíblica. En su vida profesional Jan llegó a
ser coescritora para muchos autores muy prominentes. Consiguió cargos muy altos y recibió un
doctorado en filosofía en literatura de una universidad de prestigio. En cierto punto en su vida
se casó con un joven creyente. Cuando volvieron de su luna de miel, él le informó: «Ya no quiero
estar casado contigo».
Como mujer joven de veinte y tantos años de edad, Jan tenía una alternativa. Podía haberse
rendido a un corazón destrozado y convertido su vida en una broma cruel. Pero más bien aceptó
la tragedia del momento como viniendo del Señor, y confiando en él ha vivido una vida feliz y
productiva. Me contó una vez durante una comida: «Tomé la decisión de que no iba a permitir
que la tristeza llene mi corazón, sino que, más bien, iba a servir al Señor». Y el Señor la ha honrado
con un ministerio tremendo y eficaz.
La vida tiene muchas alternativas. Para los líderes de la iglesia de Jesucristo los temores internos
pueden paralizarnos e impedir que realicemos un ministerio fructífero. A algunos ejecutivos
destacados en los Estados Unidos se les preguntó: «¿Qué le ha motivado a tan grandes logros
en su empresa?» La mayoría respondió: «Temía el fracaso». Qué manera de vivir: dominados por
el temor al fracaso. Pero, ¡qué diferente para los que seguimos a Jesucristo! No es el temor al
fracaso, sino el gran respeto y asombro de Dios lo que nos impulsa. El temor del Señor es el
principio de la sabiduría, y una vida que se vive con su amor expulsa todo temor no deseado.
Esto es lo que la iglesia necesita: líderes libres de temor y llenos del amor de Dios.
CAPÍTULO 9
CÓMO AYUDAR A OTROS A LIDIAR CON EL TEMOR
Un día, observando a una madre y a su hijo pequeño en la piscina unos cuantos disfrutábamos
al ver la gran diversión del niño sentado en el borde de la piscina y salpicando a todos los que
rodeaban. El niño se fue a las gradas y, después de bajar un par de escalones, se paró con el agua
a la cintura.
Ah, que valiente pensaba él mismo que era.
Animada por la valentía que su hijo acababa de hallar, la madre levantó a su hijo y lo puso de pie
en el borde de la piscina, animándole a que salte a sus brazos. Le prometió que lo iba a recibir. Él
medio dobló las rodillas como si estuviera a punto de saltar.
Entonces, como si de repente hubiera vuelto sus cabales, se detuvo. Se quedó parado allí
queriendo ser valiente y saltar. Repetidas veces se alistó para saltar, y cada vez su madre se
preparó para recibirlo, sólo para que él se echara para atrás.
Ese día en particular su madre no logró que saltara. Al irse de la piscina la madre estaba molesta
porque su hijo no había saltado, y el niño molesto porque su madre estaba enfadada con él.
El tiempo en la piscina para la madre y el hijo debería haber sido la gran aventura. Debido al
temor del hijo y la inhabilidad de la madre para ayudar a su hijo a vencer el temor, el día fue un
desastre para ambos.
TEMOR INSIDIOSO
El temor es una emoción insidiosa, sutil, limitadora y rara vez entendida. El temor paralizante
como el que aquel niño pequeño sintió puede ser igual de paralizante para los adultos. El
problema no se limita al que siente el temor. El no poder entender, mucho menos enfrentar, al
temor de otros puede ser igual de frustrante para los líderes como lo fue para aquella madre.
Durante la fusión de bancos que tuvo lugar a principio de la década de los noventa, muchos
recibieron notificación de despido. El temor que ellos sintieron es comprensible. La sorpresa fue,
sin embargo, que muchos de los que se quedaron con las compañías combinadas exhibieron el
mismo temor como los empleados despedidos por la combinación.
¿Qué les hizo sentir miedo?
¿Cómo puede el liderazgo ser parte de la solución?
Las respuestas a esas preguntas descansan en tres principios:
1. Las personas tienden a paralizarse cuando se trata de dejar lo familiar, aun
cuando lo familiar sea malo.
2. Asusta enfrentar lo desconocido, aun cuando uno sepa que es mejor que lo
que uno tiene.
3. El cambio lleva tiempo, y mientras más tiempo lleva, es más difícil hacerle
frente.
Las personas tienden a paralizarse cuando se trata de dejar lo familiar, aun cuando lo familiar sea
malo
Usted conoce a Carmen. ¡Sí, la conoce! Es la cajera de su banco; ha estado allí por años. Siempre
le sonríe y le llama por su apellido cuando llega al banco para hacer un depósito. Carmen tiene
cuarenta años y más, con pelo castaño corto y unas pocas canas que apenas empiezan a asomar.
Sabe los nombres de sus hijos y adónde le gusta a usted ir a cenar. Usted la vio el otro día en el
supermercado y ella lo recordó. Carmen es una gran mujer, que acaba de recibir malas noticias.
Apenas esta mañana, la jefa de Carmen le dijo que el banco iba a reemplazar a alguna de las
cajeras con cajeros automáticos y tendrían que despedirla.
No es que ella no haya soñado con escaparse de allí algún día. Su jefa es todo un dolor de cabeza,
siempre gritándole a ella y a todas las demás, a propósito. Le recortó las horas un tiempo atrás,
y le quitó su estacionamiento gratis y su seguro médico. Ahora ella tiene que tomar el autobús y
le lleva hora y media llegar allá y lo mismo para volver a casa.
Pero Carmen también es una mujer asustada. Sabe de corazón que detesta su trabajo y en
realidad no se lleva bien con su jefa cruel y abusiva, pero ha ocupado ese puesto de cajera por
años. Se sirve el almuerzo en el segundo piso, conversando de sus hijos y nietos con personas
que conoce bien y que también la conocen bien a ella. Por años ella lo ha conocido usted como
cliente, así como a muchos otros con quienes se lleva bien. Ella se preocupa por usted como lo
haría una amiga.
Tal vez no sea la mejor situación, pero eso es lo que ella hace. Allí es donde ella trabaja. Es casi lo
que ella es. Todo el pensamiento de dejarlo y ya no llevar la vida que conoce la paraliza. Se siente
como si estuviera muriéndose, y eso asusta.
Este mismo temor acosa a la iglesia siempre que el liderazgo decide que es tiempo de tomar una
nueva dirección, tal como cambiar el estilo del culto. Esta es la forma estándar para la mayoría
de iglesias que se están muriendo rápidamente. Tanto el liderazgo como los miembros tal vez se
den cuenta de que lo que sea que están haciendo, está alejando a la gente, y necesitan cambiar,
pero con todo es extremadamente difícil hacer el cambio.
En el capítulo 1 la Iglesia Evangélica Central tuvo que enfrentar ese temor. En su caso, tenían el
dilema de enfrentar el temor del renacimiento de la iglesia y todo lo desconocido, o el temor de
la muerte de la iglesia y la necesidad de que cada de uno busque una nueva iglesia.
Asusta enfrentar lo desconocido, aun cuando uno sepa que es mejor que lo que uno tiene
Brandon se graduó del seminario hace poco más de un año. Desdichadamente, los empleos
en el ministerio juvenil son difíciles de encontrar estos días, así que ha estado trabajando
como empleado de limpieza en una iglesia local para sostener a su esposa, Suzanne, y a su hija
pequeña. Suzanne trabaja parte de tiempo como enfermera de pediatría en un hospital local.
Ella en realidad quiere dejar de trabajar y tener otro hijo pero no puede debido a que necesitan
el dinero. A Brandon no le disgusta su trabajo. En la mayor parte él trabaja solo y simplemente
cumple sus tareas. En realidad es una vida cómoda, por lo menos en cuanto a lo que tiene que
ver con responsabilidad. Sin embargo, no es el trabajo para el cual se educó.
Cuando Brandon estaba en la secundaria era un líder natural, del que decían «que con mayor
probabilidad triunfará». Siempre era renuente para asumir un nuevo desafío, pero cuando lo
tomaba, tenía éxito.
Ahora enfrenta una oportunidad de empleo como pastor de adolescentes en la iglesia a la que
asiste. Esta no es una oportunidad ordinaria para un pastor de adolescentes. Esa iglesia ha tenido
cuatro pastores de adolescentes en los últimos seis años. Esta iglesia se come a los pastores de
adolescentes y los vomita como curso normal. Hay gigantes en la iglesia que hacen que Goliat
parezca un enano. Para esto es para lo que Brandon se preparó; y sin embargo, está aterrado.
¿Qué tal si a él también se lo comen vivo? ¿Cómo se las ve con estas personas? Paga más que su
trabajo de limpieza, pero, ¿qué tal si acaba perdiendo el empleo como los pastores previos de
adolescentes? ¿Qué va a hacer entonces? Cuatro pastores antes que él no lo lograron. Parece un
fracaso seguro.
Hay poca esperanza, y Brandon se siente derrotado incluso antes de aceptar el cargo. Simplemente
quiere acurrucarse con su escoba en la iglesia y dejar que todo el asunto siga de largo. Brandon
está atrapado entre su temor del futuro desconocido y su deseo de ser un esposo, padre y
soldado de Cristo apto. Su indecisión lo paraliza.
El temor a lo desconocido ha impedido que muchos sigan el llamado que Dios les ha dado y que
asuman un papel en la iglesia cuando de corazón querían aceptarlo. El temor a lo desconocido
hace que los creyentes no les hablen de su fe a sus vecinos ni que den testimonio cuando se lo
piden.
El temor a lo desconocido paraliza a muchos esfuerzos evangelizadores. Las iglesias ofrecen
entrenamiento para evangelizar a fin de preparar a las personas para que hablen de su fe, pero
poco sucede después.
El temor a lo desconocido impidió que el niño salte a los brazos de su madre. Mucho antes
de que tengan lugar cambios serios en la mayoría de organizaciones, el liderazgo empieza a
procesar el cambio. Forman comités y tienen reuniones por meses. Tienen tiempo para empezar
a buscar maneras de protegerse social y emocionalmente mucho antes de que el cambio se
haga inminente.
Sin embargo el temor de lo desconocido es parte del problema dentro del liderazgo que les
impide dar un paso para ayudar a otros a lidiar con sus temores. Lo desconocido que los líderes
temen tiene menos que ver con el cambio que están preparándose para enfrentar y más con
el temor de lidiar con personas asustadas. Es un ministerio en el que pocos líderes tienen
experiencia, y, por consiguiente, buscarán muchos pretextos para que no siga adelante. Con
mayor probabilidad, simplemente ignorarán la necesidad.
¿Qué sucede cuando el liderazgo anuncia un cambio en el personal? ¿Cómo se ven los unos
a los otros, los líderes y no líderes (personal y congregación)? Probablemente hay algo de
desconfianza en los líderes. Después de todo, los líderes parecen cómodos y todos los demás
parecen incómodos.
Los líderes se frustran tal como la madre con su hijo. ¿Acaso el personal y la congregación no
pueden ver beneficios? Los líderes no entienden el temor que todos los demás están sintiendo,
aun cuando muchos de ellos han sentido el mismo temor meses antes. Los líderes perciben que
el personal está actuando como nenes y como pillastres rebeldes. Le dijeron al personal y a la
congregación que el cambio sería algo bueno, tal como la madre le explicó a su hijo que saltar
sería divertido. Tal como el niño, la gente de la iglesia no puede ignorar su temor. Ellos todavía
no han tenido la oportunidad de ajustarse a la idea.
¿Cómo se vería este temor en un ambiente de iglesia? Consideremos una circunstancia que se
halla en muchas iglesias en dificultades.
Por muchos años su iglesia ha ido perdiendo lentamente miembros. Los líderes han decidido
que si no invierte la tendencia, la iglesia tendrá que cerrar las puertas pronto. Hasta ahora, la
condición ha sido obvia, pero nadie habla al respecto. El temor de enfrentar el futuro impide que
se saque el problema al debate. La gente evita el temor pretendiendo que el problema no existe.
El liderazgo de su iglesia finalmente saca a la superficie el problema con un anuncio en una
reunión congregacional. En la reunión, el pastor y el presidente de la junta explican la crisis y
cómo planean resolverla. Les dicen a los presentes que todo lo que se ha vuelto tradición y
rutina con los años está sujeto a cambio. Evaluarán y decidirán cuáles ministerios conservar,
examinando los ministerios restantes para descubrir cómo se podrían mejorar. Protegerán sólo
las verdades bíblicas fundamentales.
La gente se queda viendo al pastor y a los líderes con incredulidad que aturde. Lentamente, en
las semanas que siguen, la gente empieza a darse cuenta de que los líderes hablan en serio. La
conclusión que gobierna los corazones de los miembros de la iglesia es que cualquier cosa que
los miembros hallan confortable, con probabilidad cambiará.
Dos conductas prominentes defensivas afloran: ataque y evasión. Algunos miembros tienen
miedo y atacan. Otros tienen miedo y evaden.
Los atacantes hacen preguntas como: «¿Quién causó esta crisis?» o «¿A quién debemos
despedir?» o «El liderazgo está exagerando y ha ido demasiado lejos». Los evasores no harán
nada externamente como si nada hubiera sucedido, evadiendo la cuestión por completo. Ambos
grupos tienen miedo y no enfrentan el temor en forma eficaz.
Mildred ha estado enseñando a niños de seis y siete años los domingos por la mañana por diez
años, y le encanta; incluso halla su identidad allí. Teme que ahora tal vez ya no podrá enseñar a
ese grupo. Es más, ella no piensa que podrá empezar un nuevo ministerio. La vida en la iglesia le
poco invitadora, así que tiene miedo y se mete en su concha. A poco, deja de asistir a la iglesia.
Frank tiene un problema similar, pero el suyo es con el estudio bíblico de adultos. Su clase no
marcha bien, y sabe que algo anda mal. Los únicos que asisten a su clase son los que no quieren
lastimarle los sentimientos. Algunos le han dicho a Frank que su clase es aburrida, pero él tiene
miedo de pensar en hacer algo diferente. Con el anuncio congregacional, el liderazgo está
obligando a Frank a enfrentarse a la realidad. Él está asustado porque piensa que va a perder a
los pocos amigos leales que tiene, y todos sabrán la verdad en cuanto a él. Frank está furioso y
se desquita con los líderes.
Los líderes ven a Mildred como una persona callada que no causa problemas, pero no notan
que ella ha dejado de asistir. Ven a Frank como un peleador y quejoso y preferirían que, o bien
cambie o se vaya. Ambos están lidiando con sus temores personales.
El cambio lleva tiempo, y mientras más tiempo lleva, es más difícil hacerle frente
La combinación de empresas lleva tiempo. Para el personal, puede pasar un año desde el anuncio
de fusión al tiempo en que el empleado está en el nuevo cargo o ha hallado un nuevo trabajo.
Sin embargo, la transición en la iglesia puede llevar más tiempo. Las iglesias batallarán por varios
años tratando de hacer el cambio sin en realidad hacer el cambio. Los líderes de la iglesia tratarán
un cambio simbólico, que es un cambio que tal vez sea sólo un paso en lo que sería un plan si
tuvieran un plan. Tal vez apunten a un blanco falso, tal como atacar un síntoma, tal como la baja
asistencia, antes que atender lo que está causando la caída en la asistencia. No quieren oír que
sus cultos son sin vida y aburridos, así que formarán comités y subcomités para que examinen
miríada de detalles. La progresión puede llevar años, tanto tiempo que a menudo la urgencia
del mandato original de la junta se ablanda. Escaso o ningún cambio tiene lugar en realidad.
A la larga, el día que los líderes predijeron llega, y la iglesia cierra las puertas por última vez. Es
demasiado tarde para rescatarla.
Durante el esfuerzo por cambiar, la mayoría de los líderes y algunos de los miembros de la
congregación reconocieron lo que estaba sucediendo. Vieron la vacilación de otros líderes y
del resto de la cooperación como esfuerzos por detener el cambio. Fue muy frustrante. ¿Acaso
no pueden las personas el fin que vendrá si no hacen nada? ¿No pueden ver que con el cambio
la iglesia puede volver al estado de pasión por Dios que solían tener? ¿No ven lo divertido que
sería una vez que den el salto del borde de la piscina a los brazos de un Padre aventurero y sin
embargo tierno y amante?
Estos líderes frustrados no lograron identificar al enemigo real. No son las personas o los líderes
que batallan. Es el temor. Los que atacan o se esconden son víctimas de su temor. Los líderes
frustrados finalmente llegan al límite de sus emociones y se van enojados de la iglesia. Los que se
quedan sienten una reducción en la tensión y la vida vuelve a la normalidad hasta el momento
de la muerte de la iglesia.
¿QUÉ PUEDEN HACER LOS LÍDERES EN FORMA DIFERENTE?
Para empezar, los líderes pueden dejar de ver como enemigos a los que actúan en forma defensiva
(atacando o evadiendo). Podemos verlos, más bien, como las víctimas que son. El percatarnos
de que ayudar a los asustados, que atacan o que evaden, no empieza con la acción, sino con un
cambio teológico en la manera de pensar.
La mayoría de personas ni siquiera saben cuando el temor está impulsando su conducta. Pero
sea que lo sepan o no, necesitan que el amor de Dios se derrame en ellos por medio de nosotros,
los líderes. Lo que la iglesia en efecto no necesita es que nosotros como líderes reaccionemos
a nuestros atacantes o evasores con la misma conducta defensiva que estamos recibiendo. Es
común que los líderes reaccionen defensivamente ante aquellos que Dios los ha llamado a amar.
Cuando vemos como enemiga a otra persona, la tendencia es ponernos a la defensiva y atacar
o evadir a esa persona. Sin embargo, cuando los líderes reaccionen defensivamente, el impacto
negativo es mayor que cuando los miembros de la congregación actúan de la misma manera.
Dios está llamando a las iglesias a seleccionar personas especiales para que sean líderes que
no reaccionen defensivamente a los que los atacan o los evaden. La iglesia necesita líderes
que exhiban el fruto del Espíritu, especialmente en los tiempos de cambio y conflicto. Noten
que no es «el fruto de la capacitación o el estudio». La paciencia de liderazgo necesaria para la
transición al cambio en la iglesia de hoy es el fruto de una relación personal profunda, duradera,
dependiente y obediente con Jesucristo. La iglesia necesita líderes que sean sacrificios vivos, que
permitan que Dios, y no sus propios temores, tenga el control.
¿Porque es tan esencial que Dios tenga el control? Porque es la única manera de tener el poder
necesario para hacer lo que Dios nos llama a hacer. Jesucristo no trabajó independientemente
sino que dijo: «¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras
que yo les comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que
realiza sus obras» (Juan 14:10).
Para ayudar a las personas hay que verlas como víctimas antes que como enemigas. Hay que
verlas como campos de ministerio antes que como problemas. Uno necesita a Dios obrando en
uno y por medio de uno para amar consistentemente aquellos que lo atacan a uno. Uno tiene
que estar andando en el Espíritu (Gálatas 5).
Dando por sentado que hemos permitido que Jesucristo gobierne nuestras vidas al punto en
que somos un sacrificio vivo en todo aspecto de nuestras vidas, entonces ¿cómo podemos
ayudar a los temerosos durante el cambio en la iglesia? Las siguientes sugerencias son resultado
de años de experiencia ayudando a las iglesias a lidiar con el cambio.
Espere una reacción de temor (ataque o evasión)
Cuando esperamos que el cambio haga que las personas respondan con una reacción normal de
temor, en la forma de ataque o evasión, descubriremos que nosotros mismos experimentamos
menos emoción. Recuerde a la madre en la piscina con su hijo. Si la madre hubiera entrado
en la piscina esperando que fuera a pedirle a su hijo que haga algo que nunca antes hubiera
hecho y que probablemente él tuviera miedo, como los niños normales lo tendrían, ella habría
reaccionado en forma diferente. Piense cuando le hablamos a un nene de un año. No recibimos
conversación adulta en respuesta, por lo menos no con palabras. Sin embargo no nos enfadamos.
Esperemos que el nene actúe como nene.
Por consiguiente, cuando dirigimos el cambio en nuestra iglesia, esperamos que las personas
actúen normalmente: con una reacción de temor en forma de ataque o evasión. Cuando
enfrentamos sin emoción los temores de otros, descubriremos que hay dos clases de ataques y
dos clases de evasión.
Los que atacan, bien sea nos atacarán a nosotros, o atacarán la idea del cambio. El ataque contra
nosotros suena como: «¡Eres un inepto!» El ataque contra la idea es más como: «¡Esta es una idea
absurda!» (Por favor, no confunda el ataque con el diálogo normal y saludable).
Los evasores son similares. Un evasor nos evadirá personalmente. Nos ve viniendo por el pasillo
y cambiará de dirección. El otro evasor se alegra de vernos pero cambiará de tema cada vez que
aflora la cuestión del cambio.
Los líderes prefieren tener evasores en la iglesia, puesto que ellos no causan confrontación. Sin
embargo, hay un gran problema con los evasores. Ellos dejan al liderazgo con la ilusión de que
todo marcha sin problemas. Los evasores calladamente pasan al trasfondo. A menudo los líderes
rotulan a los evasores como «remolones» porque parecen retroceder en su participación en la
iglesia.
Al liderazgo no le gustan los atacantes. Ellos le hacen frente a uno. Nos obligan a lidiar con
asuntos que preferiríamos no tratar. Se les rotula de «rebeldes». Si no se les ayuda en forma
adecuada, los atacantes finalmente renuncian y se van.
Por otro lado, si no ayudamos adecuadamente a los evasores, ellos dejaran de luchar y se
quedarán. A la larga la iglesia tendrá abundantes evasores en el trasfondo haciendo muy poco
por la iglesia. ¿Suena familiar?
Escuche con un oído de amor
Muchos líderes hacen mucho ejercicio «brincando a conclusiones», dando por sentado que
ya saben todo lo que tienen que saber sin buscar más información. Cuando logran hacer una
pregunta, a menudo se detienen con la primera respuesta, por lo general la más superficial. La
gente se protege a sí misma. Rara vez van a darnos una respuesta profundamente personal y bien
pensada, por precisa que pudiera ser. Con toda probabilidad no van a decir algo como: «Te ataco
porque tengo miedo de abochornarme en el nuevo papel que voy a tener, si, en verdad, tengo
algún papel. Si no tengo ningún papel en la iglesia después del cambio, quedaré devastado
porque la gente va a pensar que soy un inepto. Y, por supuesto, sabré que tienen razón porque
siempre me he sentido inepto».
No es probable que las personas admitan ese nivel de comprensión propia, incluso si lo tuvieran.
Más bien, los líderes y la congregación continuarán pretendiendo hacerle frente a los asuntos
pero rara vez yendo a la médula del asunto.
Los líderes deben hacer preguntas y escuchar con cuidado las respuestas para descubrir lo que
está sucediendo en la vida de un atacante o un evasor. Cuando las personas responden a la
pregunta, tal vez le den abundante información, una parte de la cual será al punto y otra parte
irrelevante. La tarea de uno es ignorar las afirmaciones irrelevantes a los asuntos que se está
tratando de considerar, seleccionar las declaraciones que van al punto, y mantener la conversación
avanzando en dirección pertinente. Para ser un oyente selectivo, hay que concentrarse en lo
que el que habla está diciendo, resistiendo a la tentación de pensar por adelantado cuál será la
respuesta de uno.
Tenga muchas fiestas
Si los líderes quieren apagar todo debate vivo, entonces haga esto: tenga una reunión para
darles a las personas una oportunidad de hacer preguntas y expresar sus pensamientos. En
esa reunión tal vez haya unos cuantos atacantes que nos dispararán unas pocas preguntas y
comentarios superficiales; pero rara vez van a los asuntos medulares. Hay lugar para las reuniones,
especialmente para dar información y darles a las personas oportunidad de hacer preguntas de
aclaración. Sin embargo, es en las fiestas en donde las personas empiezan a relajarse y hablar de
corazón. Es cuando las personas tienen algo de comida en sus estómagos y se sienten bien que
se vuelven expresivas. Esto es especialmente cierto cuando las preguntas no son interrogación
sino conversación de interés, cuando nuestros ojos, expresiones faciales, y tono de la voz
comunica preocupación por ellas.
Si los líderes quieren conocer el corazón y el pulso de la iglesia, es en una fiesta que pueden
descubrir la verdad. Sin embargo, es trabajo duro para el líder asistir a una fiesta si quiere
conocer el corazón de la iglesia. Un líder está allí no para ser ingenioso, impresionante, expresivo
o importante. El líder va a la fiesta para ser un servidor lleno de amor que se abre a sí mismo al
corazón de otra persona para aprender. Una fiesta nunca es el lugar para vender un programa o
una idea. Siempre es el lugar para que los líderes escuchen a los corazones.
Incluya a las personas en pasos pequeños
Hay algo en la participación que ayuda a las personas a sentirse parte del grupo. La participación
les da un sentido de pertenencia; provee estabilidad, identidad y confort.
Para ayudar a las personas en sus temores, déles algo para hacer que sea pequeño y seguro,
especialmente en grupos; les ayudará a mantener su asociación con la iglesia. Cuando las
personas son activas con otras, tienen menos tiempo para languidecer en su temor.
No empuje demasiado rápido; pero siga empujando
Durante un cambio en el medio ambiente, si los líderes empujan demasiado fuerte, los
empujados, especialmente los que están luchando con el temor, sufrirán. El cambio es como un
embarazo. Una vez del cambio empieza, hay un período de gestación antes de que pueda tener
lugar un nacimiento saludable. Si el empuje por el cambio es demasiado fuerte, entonces puede
ocurrir un nacimiento prematuro y habrá un resultado nada saludable.
Por otro lado, no empujar lo suficiente puede ser igualmente devastador. A la gente no le gusta
cambiar. Hallarán muchas razones para retardar el proyecto. Tal vez haya unas pocas razones para
la demora; pero hay más razones para avanzar. A menos que el liderazgo continúe apremiando,
el cambio morirá una muerte nada natural: la muerte por descuido.
Durante la fase de planeamiento debemos dedicar tanto tiempo y esfuerzo a planear para ayudar
a las personas a lidiar con sus temores como lo dedicamos a planear el mismo cambio. Durante
la fase de implementación del cambio, incluyendo el anuncio, debemos dedicar más tiempo y
esfuerzo para ayudar a personas en sus temores que a otras partes de manejar el cambio.
Con el correr de los años hemos tomado parte en muchos proyectos de cambio. No podemos
recordar ni un solo proyecto en el que el liderazgo no haya planeado adecuadamente para el
cambio. Sin embargo podemos recordar algunos de esos mismos proyectos de cambio que
fueron como cirugía mal hecha. El paciente tal vez vivió, pero la vida nunca será la misma. Los
problemas brotaron debido a que los líderes no planearon cómo ayudar a las personas en sus
temores.
A menudo los líderes, inclusive los líderes de iglesias, se juzgan a sí mismos basados en el plan
de cambio. ¿Tuvo lugar el plan? ¿Se realizó el plan a tiempo? ¿Estuvo el costo del plan dentro del
presupuesto?
Pero Dios ha llamado a los líderes de la iglesia a un estándar más alto. Hemos intentado recordarles
a los líderes lo que Jesús dijo en Mateo 22, cuando se le preguntó sobre el primer mandamiento
de Dios. Jesús contestó que es amar a Dios con todo lo que uno es, y amar a los demás como a
uno mismo.
Como líderes debemos hacernos nosotros mismos la pregunta: «Si el proyecto fuera un éxito
desde un punto mundanal de vista, pero no amó a los afectados, ¿se agradaría Dios?» Puesto que
Dios se interesa por su pueblo y su iglesia, los líderes deben preocuparse por lo que le interesa
a Dios; debe haber un plan cuidadosamente trazado para amar a las personas que reciben el
impacto. Eso no quiere decir que no debamos hacer cambios firmes, pero debemos amar a las
personas en todo el proceso.
Trataremos de la implementación en mayor detalle en el capítulo 15.
CAPÍTULO 10
CÓMO TOMAR DECISIONES DIFÍCILES
Las emociones típicamente se intensifican cuando la iglesia toma decisiones que le afectan a uno
y a la familia. Las personas en realidad se preocupan por esos asuntos que tocan sus relaciones
personales, calendarios, billeteras o reputación. La iglesia se halla continuamente lidiando con
asuntos altamente personales. Así es como debe ser. El cimiento de la iglesia es Jesucristo, pero
se edifica en personas: personas por las que Cristo murió; personas que Dios ama y llama su
esposa. Cuando los líderes toman una decisión que afecta a las personas, las personas desean
ser parte de ese proceso. Quieren que sus voces se oigan y se atiendan sus deseos.
Hace poco yo (Tim) experimenté la pasión que nuestra iglesia tiene por cultivar relaciones
personales santas. En el transcurso de años recientes hemos estado descubriendo el poder de
las relaciones personales; una jornada que está transformando nuestras vidas.
En una reunión de información, se propusieron algunas nuevas ideas para estructurar nuestras
relaciones personales. La idea de cambiar cómo estamos organizados para hacer el ministerio
fue recibida con resistencia. A eso siguió un debate saludable y acalorado. Había que tomar
una decisión al punto. Lo que los líderes habían planeado para esa noche no estaba teniendo
lugar, pero había energía que fluía, y detener la interacción hubiera apagado el Espíritu. Así
que, aunque no se planeó ni se tomó votación, tomé la decisión de dejar que el debate siga.
Fue una decisión difícil para mí, porque en ese momento yo sentía la tensión entre «lo que se
había anunciado» y «lo que está sucediendo ahora mismo». Para los líderes de la iglesia, tomar
decisiones difíciles es una experiencia diaria.
LA TOMA DE DECISIONES DIFÍCILES ES
PERSONAL Y CORPORATIVA
La toma de decisiones difíciles nos recuerda nuestras propias luchas personales en esto de ser
conformados a la imagen de Cristo. Dios a menudo nos trata de maneras que no necesariamente
nos gustan. El amor de Dios nunca cesa, pero él también nunca hace acomodos con su carácter.
A menudo me recuerda que la iglesia es la esposa de Cristo. La obra de Dios se concentra en
purificar a su esposa. La Palabra de Dios clara e intrépidamente indica que Dios está preparando
una esposa santa para su Hijo santo (Efesios 5:26).
En consecuencia, la obra de Dios incluye todo lo que hará a la esposa más perfecta y pura. Así,
el cambio se vuelve la palabra del día. Quitarnos nuestro yo pecador y ponernos el nuevo yo
en Cristo nos llama cada día a una vida de obediencia y cambio. Este proceso a menudo viene
con una rendición renuente a nuestro Señor. A menudo atesoramos los hábitos del alma que
nos hacen sentirnos cómodos en nuestra jornada terrenal. Los hábitos de la indulgencia propia,
ociosidad, orgullo, adicciones y lástima de uno mismo levantan sus voces en protesta cada vez
que el Espíritu de Cristo llama a una vida de rendición y sacrificio propio.
Nuestro recorrido no es solitario. Avanzamos con otros peregrinos a quienes Dios nos llama a
amar y servir. Nos reta la audacia de la idea de que en realidad tenemos que «llevarnos bien» y
vivir una vida en unidad con Cristo y los unos con los otros. Nuestra naturaleza de pecado quiere
que todo fuera asunto de «yo» y «mío», pero hay otros que también se llaman seguidores de
Jesús. Necesitamos cantar y adorar al Señor juntos, y sin embargo luchamos en cuanto a cómo,
cuándo y dónde. Sí, sería algo más fácil si pudiéramos decidir el estilo «apropiado» de música,
la hora «precisa» para el culto, el centro de adoración de tipo «justo», con el líder de adoración
«preciso». Sin embargo, la mayor parte de la vida en la iglesia no es cuestión de lo que nosotros
preferiríamos. Así que, ¿cómo navegamos la cuestión de tomar esas decisiones que agradarán a
nuestro Señor y motivarán a su pueblo a amarle y servirle?
No se equivoque en este asunto de liderazgo. El liderazgo es cuestión de tomar decisiones
bíblicamente sólidas, llenas del Espíritu y sabias, a tiempo.
Hubo un comercial durante el Súper Tazón hace varios años que demuestra el reto que enfrentan
los líderes. Empezaba con una escena del Oeste, con vaqueros montados en sus confiables
caballos, el polvo llenando del aire, mientras los vaqueros gritaban y lanzaban silbidos para
exigir la atención de esos . . . ¿esos gatos? Sí, gatos, no vacas, eran los objetos de «esos gateros».
Tratando de conseguir que esos gatos de mente independiente, y caprichosos, avancen en la
misma dirección al mismo tiempo era bastante imposible. Sin embargo, ese es el reto para los
líderes de la iglesia hoy.
Hoy, como en cualquier generación, Dios llama a los líderes a tomar decisiones bíblicas sabias
que motiven a los seguidores de Jesús a vivir bien para nuestro Rey. Queremos presentarles a los
líderes el reto de considerar no sólo su estilo de liderazgo, sino también la necesidad de tomar
decisiones cuando hay mucho en juego y la presión es grande. Tenemos la confianza de que la
mayoría de los que están en el liderazgo están buscando al Señor para descubrir su voluntad en
cada situación. ¿Cómo es, entonces, que a menudo hallamos respuestas tan divergentes para las
decisiones que el Señor nos pide tomar?
PRINCIPIO 1
SATURACIÓN CON LA PALABRA DE DIOS Y ORACIÓN
¿Cuál sería un proceso bíblicamente sólido para tomar decisiones difíciles? Veamos unos pocos
ejemplos bíblicos. La iglesia inicial enfrentó decisiones difíciles desde su comienzo. Hechos 1
empieza no sólo con el recordatorio de la comisión de Cristo a la iglesia, sino también responde
a la pregunta: «¿Qué vamos a hacer ahora»?» Cristo ascendió y dejó atrás a la iglesia. Así que la
iglesia se reunió en oración. Esa es la respuesta bíblica que se espera, ¿verdad? Por supuesto.
Estaban siguiendo un patrón que Jesús les había enseñado: orar en privado (Mateo 6:6), orar en
forma clara y sencilla (Mateo 6:7-13), orar antes de la selección de discípulos (Lucas 6:12ss), orar
cuando uno quiere que los demás lo entiendan mejor (Lucas 9:18), orar en medio de la muerte
(Juan 11), y orar continuamente (Lucas 11:9-10). Así que la iglesia se reunió, posiblemente por
temor a los judíos, pero, más significativamente, a mi juicio, por obediencia y fe para esperar lo
que el Señor les había prometido.
Durante uno de esos tiempos de oración, Pedro les recordó el Salmo 109:8: «Tome otro su oficio».
Esta dirección del Espíritu Santo llevó a la iglesia a pedirle a Dios una respuesta a una pregunta
muy difícil: ¿quién iba a reemplazar al traidor? ¿Quién debía llenar los zapatos del que el Señor
había seleccionado, y que le traicionó? La iglesia propuso a dos hombres. Seleccionaron a uno
echando suertes. La iglesia dijo: «Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de
estos dos has escogido» (Hechos 1:24).
Echar suertes ya no es una práctica común. Sin embargo, la pregunta central es: «¿Estamos
confiando en Dios?» ¿En quién confiamos al tomar decisiones? ¿La voluntad de quién nos interesa
hacer? ¿La nuestra? ¿La de Dios? Fundamental para toda toma sabia de decisiones es la pregunta:
«¿La voluntad de quién queremos ver que se realiza?»
Pensar en orar y esperar en el Señor es fácil, y sin embargo no necesariamente fácil de practicar.
Queremos acción ya. Necesitamos que esto se haga hoy. El mundo se abalanza al infierno, y
necesitamos hacer algo al respecto ahora. Sin embargo, el patrón de las Escrituras nos dicen que
nos tomemos tiempo, posiblemente un montón de tiempo, para esperar juntos en el Señor, y
orar. ¿Por qué cosas debemos orar? ¿Qué es lo que la iglesia debe pedir mientras ora en cuanto
a decisiones difíciles?
Pablo explica en 1 Corintios 2:16: «Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo».
El punto aquí es que por medio del Espíritu Santo los mismos pensamientos de Dios son
comunicados a la iglesia en palabras que nosotros podemos entender. Por consiguiente, las
Escrituras informan nuestro conocimiento de la voluntad de Dios. Así que la Palabra de Dios,
la Biblia, debe informar nuestras oraciones. Es la revelación propia de Dios de sus propósitos y
voluntad. Nos dirige hacia cómo debemos orar. ¿Cómo podemos hacer esto a nivel de liderazgo
en la iglesia?
Una experiencia contemporánea común que permite un encuentro con el Dios viviente, tanto
individualmente como corporativamente, son los seminarios y conferencias con propósitos
de educación. Muchos en la iglesia también han estado practicando retiros con propósito de
oración y de oír la voz del Señor. Esas experiencias dan por sentado que Dios ha hablado en su
Palabra, pero también que Dios habla mediante su Palabra por su Espíritu a la iglesia hoy.
Aunque parece ayer, fue hace más de veinte años que yo (Tim) asistí a un retiro de liderazgo con
líderes de la iglesia que estaba pastoreando. Había sido una temporada de oración, buscando
juntos al Señor. La jornada había estado repleta de tropezones, vueltas y altos inesperados todo
el camino, pero en esos varios días en el retiro empezamos a oír y a ver la voluntad de Dios
desdoblarse ante nosotros. Por la oración, por la lectura y meditación en la Palabra de Dios,
y en incontables conversaciones surgió un sumario claro y energizante del plan de Dios para
nosotros. ¡Bingo! ¡Oímos! ¡Creímos! ¡Lo hicimos!
Los líderes de la iglesia son llamados a tomar decisiones difíciles para la iglesia todos los días.
¿Cómo? Primero y primordialmente debemos dedicarnos nosotros mismos a la oración, a la
inmersión en la Palabra de Dios y a oír a Dios.
PRINCIPIO 2
OBEDIENCIA A DIOS, NO AL HOMBRE
Los apóstoles, habiendo recibido el bautismo del Espíritu Santo, hallaron nueva intrepidez
para predicar las buenas noticias de Jesucristo. Apasionadamente anunciaron que Cristo había
resucitado, y que en su nombre había perdón de pecados y la recepción del Espíritu Santo. Esta
intrepidez trajo persecución. Los líderes judíos envidiosos se vieron amenazados por la respuesta
del pueblo al mensaje que ellos pensaban que habían suprimido al crucificar a Jesús. Ahora había
un nuevo brote de predicación de Jesús como el Mesías. La predicación con intrepidez y los
milagros trajeron la atención a los apóstoles. ¡Mala atención! Arrestos, juicios, encarcelamientos
y azotes caracterizaron las primeras semanas después del nacimiento de la iglesia. La pregunta
del día era: «¿Vamos a obedecer a Dios o a los hombres!» (Hechos 4:18-20; 5:29).
Debemos tomar decisiones difíciles debido a la obediencia Dios, y no a los hombres. ¿A quién
estamos tratando de agradar? ¿A Dios o a los hombres? ¿Qué presiones sentimos? ¿A quién
estamos tratando de impresionar? Las decisiones difíciles exigen una clara comprensión de lo
que es obedecer a Dios. El llamado a la obediencia de parte de de la iglesia nos pone en el filo
cortante de la cultura. La iglesia es una catalizadora que produce olas de reacción, alterando a
muchos que quieren confort y el estatus quo. Las decisiones difíciles no siempre se sienten bien,
pero el Espíritu Santo da fe, paz e intrepidez para tomarlas.
PRINCIPIO 3
HAY UN COSTO EN LA TOMA DE DECISIONES SANTAS
Las decisiones difíciles cuestan algo. Para los apóstoles, les costó encarcelamiento, hostigamiento
y flagelación. ¿Cuál fue su respuesta? «Así, pues, los apóstoles salieron del Consejo, llenos de
gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre» (Hechos 5:41).
¿Qué significa esto para los que toman decisiones difíciles de liderazgo hoy? En primer lugar, no
quiere decir vivir con un complejo de mártir. No necesitamos ir por todos lados pensando: ¡Ay
de mí, me hostigan por causa de Jesús! Nadie me quiere. Soy nada más que un humilde siervo
de Jesús.
En segundo lugar, necesitamos pensar sinceramente en presentar una verdadera expresión
de cristianismo. ¿Somos relevantes culturalmente o en acomodos culturalmente? ¿Vemos que
nuestra iglesia produce verdaderos seguidores de Jesucristo o cristianos cómodos? ¿Están
nuestras vidas siendo transformadas por Cristo o conformándose al mundo? ¿Nos impulsa el
éxito, la significación o el sacrificio? ¿Estamos procurando agradar a otros? ¿Estamos tratando de
satisfacer nuestro insaciable deseo de satisfacción personal? Muchas preguntas difíciles surgen
al pensar en la obediencia a Cristo.
Tercero, ¿qué estamos predicando y enseñando como las buenas noticias de Jesucristo? ¿Cuál es
nuestro mensaje? ¿Qué acciones estamos llamando a las personas que hagan? ¿«Demandamos»
algo de los seguidores de Jesús? ¿Quién es este Jesús que murió por nosotros, un mequetrefe o el
Señor soberano? Complacer a nuestro Señor fue la fuerza impulsora en la vida de los apóstoles.
Pablo dijo: «Por eso nos empeñamos en agradarle» (2 Corintios 5:9). Este es el mayor de todos los
objetivos, y es costoso.
PRINCIPIO 4
¿VIDA O MUERTE?
Las decisiones difíciles quieren decir vida o muerte. Hechos 5:1-11 ilustra la actividad del Espíritu
Santo al demostrar su castigo en los que mienten. Los líderes de la iglesia deben afirmar las
decisiones difíciles de Dios sobre el pueblo de Dios por su desobediencia. Hacer preguntas claras
y cruciales llega a ser el papel de esos líderes que modelan la llenura del Espíritu Santo.
Las decisiones difíciles exigen preguntas difíciles. Preguntas altamente personales son el orden
del día para los líderes de la iglesia. El texto de las Escrituras no dice cómo Pablo sabía que
Ananías había mentido. En Hechos 5:3 Pedro pregunta: «—Ananías —le reclamó Pedro—,
¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y
te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno?»
Probablemente esa no fue una pregunta fácil de hacer. Habiendo experimentado muchas
expresiones poderosas de la obra del Espíritu Santo en y mediante su vida, Pedro tal vez no
quería enfrentarse de nuevo a la obra del maligno. Sin embargo, no ignoró el asunto. Pedro hizo
la pregunta dura, una pregunta altamente personal, y una pregunta que confrontó una cuestión
de vida o muerte. Tomar decisiones difíciles quiere decir hacer las preguntas difíciles, que son
honestas ante Dios, otros y nosotros mismos.
PRINCIPIO 5
HAY QUE INCLUIR A OTROS EN EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES
El crecimiento de la iglesia inicial trajo consigo muchos problemas. Con estos problemas vino
la necesidad de tomar decisiones estratégicas de liderazgo. El Espíritu Santo morando en ellos
era con toda certeza la dirección divina que vemos en las actividades de los apóstoles. Por
consiguiente, la sabiduría de Dios se puede discernir mediante su conducta. Hechos 6 introduce
el problema de discriminación racial. (No hemos avanzado gran cosa en veinte siglos, ¿verdad?).
La respuesta de los apóstoles a este reto nos instruye cómo tomar decisiones rápidas y difíciles.
Primero, no negaron que hubiera un problema. Segundo, escucharon bien. Tomaron tiempo
para oír la queja. No dieron excusas. Es más, respondieron con un plan positivo. Ellos, como
Moisés en la antigüedad, delegaron la responsabilidad a personas competentes. «Hermanos,
escojan de entre ustedes a siete hombres» (Hechos 6:3). Creían en la obra de Dios en otros y por
medio de otros. Los apóstoles comprendieron su papel de liderazgo como oración y ministerio
de la Palabra. Evitaron distracciones de su trabajo y una distorsión de su poder. Multiplicaron
la fuerza laboral al delegar el problema a personas competentes. En poco tiempo el problema
se atendió y resolvió. Además, la obra del Señor continuó sin detenerse, y sin distracciones ni
distorsiones.
La toma de decisiones difíciles incluye fortalecer a otros para que sean parte de la respuesta.
Cuando pensamos demasiado alto de nosotros mismos, distorsionamos el uso del poder. Los
líderes a menudo cometen el error de asumir demasiada responsabilidad. Dios piensa en términos
de equipo. Los apóstoles atendieron esta cuestión altamente emocional con la dirección del
Espíritu Santo. Permitieron que los que tenían el problema sean parte de la solución, y en el
proceso fortalecieron a líderes competentes para servir a la iglesia.
Necesitamos tomar decisiones difíciles a la luz de quién puede ser parte de la solución, no el
problema. Cuando el liderazgo liberta poder gracias a la identificación apropiada y afirmación
de otros, las decisiones difíciles llegan a ser oportunidades para el crecimiento y desarrollo del
cuerpo de Cristo. Es importante no sólo cómo resolvemos los problemas, sino también por
medio de quienes resolvemos los problemas.
PRINCIPIO 6
DELEGACIÓN: UNA SENDA AL FORTALECIMIENTO
La delegación puede ir en dos sentidos: hacia arriba o hacia abajo de la «jerarquía». En Hechos
8 el evangelista Felipe había experimentado una respuesta fenomenal de parte de la gente de
Samaria. Su predicación y los milagros que Dios realizó dieron gran gozo a la ciudad (Hechos 8:8).
Sin embargo, las personas no habían recibido el Espíritu Santo. Así que Pedro y Juan vinieron y
les impusieron las manos a los creyentes para que ellos también recibieran el don del Espíritu
Santo como lo prometió Jesús. Este método de trabajo en equipo a la experiencia de la salvación
no hizo que Felipe se ponga envidioso de Pedro y Juan; se dio cuenta de que eran un equipo.
Felipe delegó a los que estaban por encima de él, los apóstoles, para autenticar y completar la
obra de ver que la iglesia nacía en Samaria.
Simón, el ex hechicero, quería el poder de los apóstoles para gloria propia. Simón quiso comprar
esa capacidad. Pedro le reprendió directamente: «—¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó
Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero!» (Hechos 8:20). Felipe entendió,
y Simón no, que Dios había dado a ciertas personas dones y papeles que otros no tenían. El
llamado y dones de Dios en la vida de cada persona necesitan informar nuestras decisiones
difíciles. Uno no puede comprar lo que sólo Dios puede dar.
En Hechos 6 los apóstoles delegan una tarea específica a los siete diáconos. También delegan a
la iglesia la responsabilidad y criterios para escoger a los siete hombres que tratarían el problema
específico de la distribución de recursos. Así que la delegación puede incluir la consideración de
criterios específicos para la selección de personal, la tarea específica, y el número de personas
para realizar la tarea. La delegación, entonces, sea hacia arriba o hacia abajo, debe informar el
proceso de toma de decisiones.
PRINCIPIO 7
LOS ABSOLUTOS ABSOLUTOS
Hechos 15 presenta cómo la iglesia lidió con asuntos difíciles de doctrina. Aquí la iglesia confronta
no sólo a una persona, como en Hechos 8, sino a un grupo de individuos con una profunda
consagración a un valor que consideraban muy alto. La cuestión de la salvación por la sola fe
en Cristo estaba en juego en este debate y decisión crucial. El contexto indica que la etnicidad
también jugó un papel en el desacuerdo. ¿Qué iban a decir los apóstoles? ¿Cómo iban a atender
este asunto?
Había una cantidad de testigos de la verdad de la salvación por sólo la fe en Cristo. Pedro habló de
la conversión de los gentiles y que ellos habían recibido el Espíritu Santo. Recalcó que «Más bien,
como ellos, creemos que somos salvos por la gracia de nuestro Señor Jesús». Pablo y Bernabé
describieron cómo Dios había visitado a los gentiles con señales milagrosas y prodigios. Luego
Jacobo concluyó citando al profeta Amós: «todas las naciones que llevan mi nombre» (Hechos
15:6-17).
Las decisiones difíciles, informadas por la palabra de Dios y múltiples testigos, dan claridad y
unidad a la iglesia. Todos los apóstoles decían lo mismo. Una voz unida hablaba por la iglesia: la
Palabra de Dios, la experiencia de ver a Dios trayendo a los gentiles a la salvación como lo había
hecho con los judíos, y la evidencia de señales y prodigios. Cuando hay consenso en el liderazgo
de la iglesia en concierto con la Palabra de Dios, se pueden tomar con confianza decisiones
difíciles.
PRINCIPIO 8
LAS EMOCIONES Y LA TOMA DE DECISIONES
A veces es emocionalmente difícil tomar decisiones difíciles. Pablo y Bernabé tuvieron un conflicto
en cuanto al valor de Juan Marcos como colaborador. Pablo veía a Juan Marcos como uno que
se rajaba. Bernabé había percibido algún crecimiento y desarrollo en Juan Marcos. Así que esta
disputa sobre una cuestión de personal llevó a Pablo y a Bernabé a marchar en direcciones
diferentes (Hechos 15:39). Las decisiones difíciles tal vez no se sientan bien, pero pueden ser
buenas. Hallar objetividad en asuntos cargados emocionalmente requiere que sometamos
nuestros sentimientos a nuestro pensamiento. Hay razón para que las negociaciones laborales
tengan períodos de «enfriamiento». De la misma manera, los líderes de la iglesia necesitan tomar
el tiempo y espacio necesarios para captar una noción saludable de los asuntos.
A menudo me pregunto por qué tantas juntas de iglesia, comités, fuerza de trabajo, etc., se
reúnen por la noche, incluso a horas avanzadas, cuando la gente está cansada y sus niveles de
energía son bajos. Me parece que estamos buscando problemas. La Biblia en efecto dice: «El
espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil» (Mateo 26:41). La sabiduría, entonces, nos llama
a planear y programar reuniones para el ministerio cuando el cuerpo y el espíritu pueden estar
en su mejor forma.
Dios también les da a los miembros de su cuerpo diferentes perspectivas. Aunque Pablo y
Bernabé tuvieron un «agudo desacuerdo», el ministerio siguió. El Señor siguió usando a Bernabé
y a Pablo. La expansión de las buenas noticias a Europa fue un resultado. Juan Marcos maduró
bajo la mentoría de Bernabé, y años más tarde Pablo pidió su ministerio en un momento muy
crucial (2 Timoteo 4:11).
Necesitamos tener presente que las emociones pueden distorsionar y dominar las decisiones de
manera insalubre. Por consiguiente, asegúrese de prepararse bien. Las malas decisiones son más
destructivas que la falta de decisión. Trabajar en las decisiones difíciles de la manera apropiada no
necesariamente hace que se sienta bien. Pero las malas decisiones tienen resultados complejos.
Por consiguiente, permita que el Espíritu controle y llene toda decisión con su Palabra y su
presencia.
SUMARIO Y APLICACIÓN
La tomar de decisiones bíblicamente sanas, llenas del Espíritu, sabias y a tiempo es en lo que
consiste el liderazgo en su mayor parte. Podemos influir en nuestras iglesias para el bien cuando
aplicamos estos ocho principios para la toma de decisiones difíciles. La saturación en la Palabra
de Dios y la oración intencional elevan nuestra capacidad para conectarnos con Dios. Esta
interacción dinámica con el Espíritu Santo llena nuestras mentes y pasiones con sus deseos. En
cooperación con otros creyentes esto forma una comunidad vibrante. Las comunidades de los
fieles sueñan en seguir a Dios cueste lo que cueste. Cuando llega la prueba que la alejaría de este
encuentro santo, la iglesia tendrá el valor para decir, como Pedro: «Debemos obedecer a Dios, y
no a los hombres».
Las iglesias con esta naturaleza vibrante comprenden que hay un costo para ser un verdadero
seguidor de Jesucristo. Las decisiones que exigen el sacrificio les da una causa por la cual vivir y
morir. Los que tienen pasiones inferiores hallan sólo una experiencia tibia con el Cristo viviente.
Qué triste oír que algunos que se llaman por el nombre de nuestro Salvador tienen intenciones
de codicia. Algunos que se reúnen en la iglesia no son otra cosa que espías y sabandijas, haciendo
rapiña del amor y buena naturaleza de los creyentes altamente consagrados. Jesús dijo que el
reino de Dios es como un campo en donde la semilla buena y mala echan raíz y crecen juntas.
Sin embargo, al fin de siglo, cuando llegue la cosecha, habrá separación. Los seguidores de Jesús
no deben dejarse distraer por los que siguen el camino ancho.
Cuando escogemos incluir a otros en el proceso de toma de decisiones, nuestra confianza inspira
excelencia. La confianza genera energía para el servicio y el sacrificio. Por consiguiente, recibimos
con brazos abiertos la oportunidad de ver a otros participando en la toma de decisiones, y no
meramente como criados que obedecen nuestras órdenes. Hay ocasiones cuando debemos
trazar la línea la arena. «Nada de acomodos aquí» debe salir en nuestros labios cuando las mentes
débiles o motivos corruptos ponen en tela de duda las cuestiones de ortodoxia. Pensamos bien
y nos levantamos muy alto por las cosas que jamás deben cambiar.
Las emociones convierten en colores vivos las fotografías en blanco y negro. Sin emociones,
la vida no necesita canto. Sin embargo nuestras emociones a veces pueden inundar el barco y
hundirnos. La Biblia dice que debemos llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia que se
halla en Cristo (2 Corintios 10:5). Pablo nos exhorta: «Sométanse unos a otros, por reverencia a
Cristo» (Efesios 5:21). Así que nuestras emociones y pensamientos deben hallar el equilibrio al
someter todo sentimiento y pensamiento a Cristo y su iglesia.
Las decisiones difíciles a menudo requieren tiempo y reflexión. Sin embargo, el proceso rinde
sabiduría sólida y fruto para la iglesia en el cumplimiento de su misión para Cristo.
ALGUNOS SE QUEDARÁN, ALGUNOS SEGUIRÁN
Yo (Tim) tengo dos amigos especiales de los días del seminario, Bob y Roger. Ya hemos recorrido
veintinueve años desde el día de graduación. Hemos servido en numerosas congregaciones
en cinco estados. Hemos conversado, meditado y orado sobre muchos asuntos de relaciones
personales. En varias ocasiones hemos luchado para saber cómo responder a individuos
que discrepan fuertemente con nosotros. Desde ataques personales contra nuestro carácter,
llamamiento y talento relativo a varias opciones de métodos de ministerios y programas, hemos
debatido y dialogado sobre lo que deberíamos hacer.
Una conversación común pasa por mi mente vez tras vez. Pienso en los resultados: «Algunos se
quedarán, otros se irán». ¿Debemos quedarnos? ¿Debemos irnos? Nos estremece el pensamiento
de que nuestras decisiones, o la decisión de la junta o la congregación influirá en algunos
miembros para que se vayan y busquen otra iglesia. O en una organización paraeclesiástica, una
decisión de adoptar un nuevo estilo de ministerio hará que algunos donantes dejen de ofrendar,
que miembros leales del personal se vayan, o a miembros de la junta que renuncien. Tomar
decisiones difíciles quiere decir que «algunos se quedarán, y algunos se irán». Debemos vivir por
fe, incluso en las decisiones difíciles.
PARTE TRES
LA IMPLEMENTACIÓN DE DIRIGIR EN EL ESPÍRITU
CAPÍTULO 11
UNA SENDA PARA EL LIDERAZGO
DEL ESPÍRITU SANTO
Jesús dijo: «edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra
ella» (Mateo 16:18). ¿Cómo se ve eso en el siglo veintiuno? Hemos tenido el privilegio de viajar a
veintenas de naciones por todo el mundo en servicio a la iglesia de Cristo. Es fácil ver que a Dios
le encanta la variedad. En muchas ocasiones nuestra experiencia ha demostrado que la iglesia
de Cristo es dinámica, creciente y determina una gigantesca diferencia en nuestro mundo. Las
iglesias, sin embargo, no siempre son saludables. Muchas iglesias experimentan una forma
retorcida del cristianismo. No obstante, Dios todavía obra para sanar y hacer crecer iglesias
que reflejan una relación íntima con él y un ministerio de atención en el mundo, a pesar de los
métodos retorcidos del hombre.
Hasta este punto se nos ha presentado el reto de considerar la médula del asunto en la salud
y crecimiento de la iglesia: ¿Estamos conectados íntimamente con Jesucristo? Creemos que la
iglesia a menudo ha descuidado o no sabe cómo dejarse guiar por el Espíritu Santo. Como líderes
cristianos necesitamos desesperadamente a Dios, y sólo en comunión vital con él oiremos su voz
y guiaremos a su pueblo en santidad. Esta relación dinámica entre Dios y su pueblo no se puede
pasar por alto en nuestras vidas o ministerios. En términos de dirigir una iglesia u organización
cristiana, esta relación incluye entender el proceso de liderazgo y administración organizacional.
Tres ingredientes y principios proveen una manera saludable y productiva de ver unidad y
fruto en el cuerpo de Cristo. El esfuerzo humano no puede duplicar o reemplazar a lo divino
y sobrenatural. Sin embargo el Espíritu Santo ha dotado a muchos creyentes con liderazgo y
administración para dirigir y guiar a la iglesia. Al pensar en lo que quiere decir que la iglesia sea
impulsada por el Espíritu, no podemos pasar por alto esos dones que el Espíritu da a su iglesia
para estos propósitos.
Christian A. Schwarz, en su libro Natural Church Development [Desarrollo natural de la iglesia],
menciona ocho ingredientes que contribuyen positivamente al crecimiento de una iglesia
saludable. Uno de los ingredientes clave en este proceso de crecimiento tiene que ver con la
organización y administración. La iglesia necesita estructura y proceso. El Espíritu Santo ha
dado a ciertos creyentes estos dones. Cuando los dones administrativos se combinan con
otros ingredientes, la iglesia crecerá. Por consiguiente Schwarz concluye: «Un medio ambiente
saludable hace que las iglesias crezcan».1
No hay que obligarlas a crecer; cuando el clima es apropiado y los ingredientes están bien
mezclados, entonces la iglesia crece en forma natural. Las experiencias de nuestra vida nos
han llevado a escribir este libro con un énfasis en las dimensiones espirituales del liderazgo y
administración, y una noción de conectarnos con Dios y poner en práctica su presencia en todo
lo que hacemos. Por consiguiente, tenemos que hablar de la necesidad de andar en el poder del
Espíritu Santo y el proceso de escuchar la voz del Espíritu Santo. La dirección del Espíritu Santo
viene conforme escuchamos y obedecemos.
Ahora hemos llegado a una de las principales razones para escribir este libro: el liderazgo y
administración organizacionales dirigidas por el Espíritu Santo. En nuestro trabajo con la iglesia
hemos experimentado reacciones extremas a la idea de los principios de organización. Algunos
dicen que estos son principios del mundo y que no deben ser parte del liderazgo en la iglesia.
Prefieren mirar a la iglesia sólo en sus relaciones personales o de familia. Estos individuos dirigen
a la iglesia como si fuera una familia, con muy poco énfasis en los principios organizacionales.
Otros ven a la iglesia como una empresa. Sus congregaciones las dirigen los que promueven
un gran sentido de responsabilidad, fijan metas y estructura. Muchas de estas congregaciones
han crecido y son extremadamente grandes (megaiglesias) y son el tamaño preferido de iglesia
para el 12 por ciento de adultos de los Estados Unidos de América. Es más, por lo menos el 51
por ciento de todos los adultos evangélicos asisten a iglesias que tienen más de 100 miembros
adultos. Los estadounidenses parecen preferir lo grande, opciones para horas de adoración,
grupos de enfoque (por lo general dirigidos a niveles de edad o de la vida), y especialmente
ministerios para niños y adolescentes. Somos consumidores, y nuestra economía y vida de
iglesia a menudo lo muestran.2
Sea que la congregación tenga veinte o veinte mil, todas tienen que vérselas con alguna forma de
administración organizacional. Le afirmamos que los principios y procesos que siguen, cuando
se los une con un corazón por Dios, una dependencia de él en oración, y una expectativa de que
nos reuniremos con su iglesia y la fortaleceremos para que crezca, será una de las experiencias
más emocionante de su vida. No podemos pensar en nada más emocionante que ver una
iglesia local u organización misionera saludable floreciendo por el poder del Espíritu Santo y el
liderazgo de sus santos dotados.
Hemos observado congregaciones que han oído la voz de Dios al buscarle, y se han atrevido a
compartir juntos sus sueños. Han hallado una unidad de visión que los impulsa a una temporada
de transformación y crecimiento. Muchas iglesias han hallado esta misma experiencia. Tal
vez usted anhela tal experiencia, y sin embargo está frustrado, sin saber cómo dirigir a su
congregación mediante un proceso probado. Por favor, siga leyendo. Esta senda propuesta
puede conducir a salud y crecimiento para su iglesia o ministerio cristiano. Cualquiera con
valentía, fe y perseverancia puede hallarla conforme el Espíritu de Dios dirija. Creemos que vale
la pena nuestro tiempo y energía; y nuestras vidas.
¿CUÁL ES EL SECRETO?
El secreto es cuando líderes dotados, apoyándose en el Espíritu Santo, aplican principios dados
por Dios de liderazgo y administración en un proceso sistemático. Esto resulta en crecimiento
sobrenatural; crecimiento que no se puede explicar por nuestra experiencia normal. Dios produce
el crecimiento conforme aplicamos su verdad a nuestras relaciones personales en la iglesia. El
crecimiento y la salud harán a la iglesia atractiva a ojos de los que no tienen una experiencia con
el Señor Jesucristo. Piense conmigo mientras recorremos como se ve este proceso sistemático.
PASO UNO: Propósito
La vida tiene un propósito; el propósito de Dios. El propósito de Dios es que le conozcamos y
disfrutemos de su presencia tanto que otros nos identifican con él. Nos convertimos en agentes
divinos de su vida aquí la tierra. «Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre
los que se salvan y entre los que se pierden. Para éstos somos olor de muerte que los lleva a la
muerte; para aquéllos, olor de vida que los lleva a la vida» (2 Corintios 2:15-16).
PASO DOS: Misión
El propósito de Dios para nosotros se aclara en su misión para la iglesia. Una vez le preguntaron
a Jesús: «¿Cuál es el más grande mandamiento?» Él respondió: « —“Ama al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”—le respondió Jesús—. Éste es el primero
y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como
a ti mismo”» (Mateo 22:37-39). En sus días finales con sus discípulos Jesús los comisionó con
estas palabras: «Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he
mandado a ustedes» (Mateo 28:19-20). Esta misión ha sido el clamor de la iglesia por más de
dos mil años. Hoy, miles de millones de personas del planeta Tierra saben de la salvación de
Cristo y son seguidores de Jesucristo. Muchos creyentes están diligentemente comprometidos a
conocer a Cristo y darlo a conocer. No se equivoque; Cristo está edificando su iglesia.
PASO TRES: Visión
Debido a que el Espíritu Santo vive en su iglesia, los llamamientos singulares de Dios se expresan
en visión personal y corporativa. La visión es altamente personal. Las personas tienen visiones. El
Espíritu de Dios planta sueños en las mentes y corazones de jóvenes y viejos.
Un ejemplo fue «Youth Alive 2005» [«Adolescencia Viva 2005»] en Beaverton, Oregón. Este
esfuerzo evangelizador reunió a más de dos mil adolescentes en el plantel de la secundaria
Sunset el 30 de abril de 2005, para oír el mensaje de las buenas noticias de Jesucristo. Este suceso
fue la culminación de un sueño que empezó unos nueve meses antes en un campamento de
vacaciones. El sueño de un joven contagió a docenas de sus compañeros de clase. ¿De dónde
vino este sueño? Vino del Dios Espíritu Santo. ¿Cómo vino? Vino mediante la predicación de
un talentoso evangelista en un campamento de vacaciones. ¿Cuál fue el resultado del sueño?
Cientos de colegiales de secundaria oyeron el evangelio de Jesucristo y recibieron el reto de
seguirle.
Tenemos que entender el poder y proceso de la visión. El capítulo 12 nos guiará más cerca a
esa capacidad. La misión de Dios necesita expresiones personales y contemporáneas. Por
consiguiente, Dios consistentemente le habla a su pueblo sobre cómo cumplir su misión en cada
generación. Estas visiones pueden durar por una temporada breve o larga. Pensamos que la
visión capta el plan de Dios para un cierto pueblo para una temporada de jornada de la vida.
Hay que celebrar las visiones o sueños cuando se cumplen y renuevan para las necesidades de
cada nueva generación.
Una vez que la visión capta su mente y corazón, usted necesita un sendero para poner en práctica
la visión. Si no se lo desarrolla, el sueño será sólo una novelería pasajera. Sin embargo, cuando se
abrazan los métodos y procesos ordenados por Dios para llevar su visión a la realidad, conocerá
el poder de Dios en una dimensión totalmente nueva. El resto de este libro le presentará los
pasos de planeamiento y organización. Estos principios reflejan naturaleza de Dios como
Creador. Dios es diseñador. Dios edifica equipos. Dios es un trabajador. «Estoy convencido de
esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo
Jesús» (Filipenses 1:6).
PASO CUATRO: Oración y Planificación
Dios está obrando hoy. Dios está obrando en nosotros. También desea trabajar por nosotros.
¿Cómo? Dios obra por medio de nosotros por su Espíritu, por sus principios ordenados de
liderazgo de administración, y por los creyentes dotados que él fortalece.
La iglesia se compone de personas. Las personas forman el equipo para el ministerio. Las
personas son el ministerio. Así que con la planificación vienen las personas. ¿A quién ha traído
Dios al equipo? El equipo se adueña del sueño cuando participa en la oración y la planificación
de los pasos de acción que convertirán en realidad el sueño. Por consiguiente, el equipo debe
participar estratégicamente en la oración y el planeamiento de las estrategias para cumplir el
sueño.
PASO CINCO: Organización y estructura
La organización aclara quién hace qué, quién trabaja con quién, quién informa a quién, y
cuándo se debe hacer todo esto. La organización debe fomentar un medio ambiente en donde
las personas se sientan seguras y trabajen productivamente. ¿Por qué? Como Dios de orden,
Jesús quiere que su iglesia se sienta segura. Él creó el universo de una manera ordenada. «El
que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa» (Hebreos 1:3). Él uso a los apóstoles para
organizar a la iglesia (Tito 1:5). Él ordena que se gobierne a la iglesia de una manera ordenada
(1 Corintios 14:40). Dios quiere que usted sea feliz. La felicidad no tiene lugar por mucho tiempo
en un estado caótico. Las estructuras y el orden dan paz y armonía en las relaciones personales.
Las formas pueden llegar a ser rígidas y mortales, pero cuando la evaluación y la renovación son
partes regulares del proceso de liderazgo, se preserva la vida para todos los que participan.
Algunas iglesias están híper organizadas y minimizan la espontaneidad e innovación. A otras
iglesias les falta organización, y sufren de ineficiencia y oportunidades perdidas. La falta de
organización produce un medio ambiente inseguro. Demasiada organización, aunque a menudo
produce un medio ambiente seguro, minimiza la capacidad de conectarse con el ahora. Llevan
tanto tiempo procesar las cosas que la iglesia pronto existe para la iglesia y no para la visión que
dio lugar a su nacimiento e inspiración.
PASO SEIS: Implementación e informes
Con el plan y las personas en su lugar, se implementa el ministerio. Se diseñan e inician programas.
Se recogen fondos y se gastan. Se compran edificios y se los prepara para los cultos. Se emplea
personal. Se realizan sesiones de entrenamiento. Ministerio de toda forma, tamaño y sonido
empieza a enfocar a la iglesia para servir a nuestro Señor.
PASO SIETE: Evaluación y renovación
Nuestras vidas llevan las cicatrices del pecado. En el mejor de los casos andamos rengueando
por la vida como soldados heridos. El gozo, sin embargo, no depende de nuestra condición,
sino de nuestra posición en Cristo. Por consiguiente, todo lo que tocamos necesita renovación.
Nuestras imperfecciones pronto manchan lo que producimos. Los ministerios que producimos
para servir a otros a menudo se mantienen para servirnos a nosotros mismos. La iglesia clama
renovación. El Espíritu de Cristo en nosotros anhela ser fresco y pertinente a las cuestiones de
nuestro día, pero el pecado continúa produciendo callos en nuestros corazones y manos. Lo que
producimos hoy en términos de ministerios para la iglesia necesita repaso y renovación mañana.
Esta es la condición de nuestro mundo caído.
Por consiguiente, los líderes de la iglesia consistentemente debe evaluar y modificar sus planes
y programas. ¿Por qué? Porque somos pecadores y necesitamos de la gracia de Dios en todo
lo que hacemos. Debemos verificar nuestros motivos y métodos a fin de seguir siendo santos
y útiles. Él es sagrado. Nosotros somos pecadores. Los absolutos de Dios nos fortalecen para
analizar todo lo que somos y hacemos. Cuando el Señor nos juzga y disciplina, NO seremos
condenados con el mundo (1 Corintios 11:32).
Los principios de liderazgo y administración organizacional, cuando se los aplica a la iglesia,
inspiran a las personas a sobresalir en el ministerio. Cuando las personas tienen una visión
convincente, una senda clara de servicio, un equipo con la misma visión, un entrenador que
aclara preguntas, y el Espíritu Santo viviendo en ellas, suceden cosas sobrenaturales. Los líderes
en efecto necesitan seguir los caminos de Dios en el ministerio. Los métodos no son sagrados,
pero Dios los usa. Sólo el poder de Dios puede hacer que sucedan cosas sobrenaturales. Sin
embargo Dios en efecto obra por medio de las personas para hacer que sucedan. El Espíritu
de Dios vino sobre la iglesia en Hechos 2 de una manera sobrenatural. Sin embargo, desde ese
momento y en adelante, vino mediante la predicación del evangelio y la imposición de manos por
los apóstoles. Dios obra por medio de las personas, no a pesar de las personas. Por consiguiente,
le llamamos a adquirir una nueva intrepidez y confianza en Dios y en sus caminos con nosotros.
EL CUMPLIMIENTO DE LA VISIÓN
¿Tiene usted un sueño? ¿Hay algo de que usted está convencido que Dios quiere que haga? ¿Está
usted constantemente bajo la influencia de Dios? ¿Tiene una pasión candente de que él le está
llamando a servirle de cierta manera? ¿Qué está haciendo al respecto?
No hacer nada en cuanto a un sueño o visión es permitir que el fuego se enfríe y el viento de la
indiferencia congele nuestras almas. En lugar de indiferencia, la fe dice: «¡Haz un plan!» La fe dice:
«¿Cuál es el siguiente paso?» La fe dice: «¿Con quién puedo conectarme?» y «¿Quién ha hecho
esto antes?» y «¿En dónde están otros haciendo algo como esto?»
¿Tiene usted un plan pero no equipo? ¿Tiene equipo pero no recursos? ¿Se ha secado su ministerio
y no hay poder? ¿Está su iglesia viviendo de recuerdos pasados? ¿Necesita un toque de Dios?
Estamos convencidos de que usted puede ser renovado en su andar con Dios y su servicio a
él. Pero hoy usted necesita actuar. Necesita dar un paso en dirección de obediencia a él. ¡Dios
está extendiéndose para alcanzarlo a usted! ¡Usted necesita devolver el favor y extenderse para
alcanzarlo a él! ¿Cómo?
Consagre su vida a una total dependencia en el Espíritu Santo. Dios le hablará hoy a usted y
su iglesia. Muestre fe con lápiz y papel (o computadora si lo quiere). Al leer y responder a las
preguntas que se hacen en los capítulos 11—16, anote sus pensamientos. Estamos convencidos
de que estos son pensamientos del Espíritu de Dios para su espíritu. Dios tiene una visión, plan y
equipo para que usted dirija o para que forme parte de ellos para propósitos de su reino. ¡No se
pierda la oportunidad de adorar y servir al Rey de reyes y Señor de señores!
Después de que haya escrito sus notas, tome tiempo para meditar con el Espíritu Santo. Entonces,
vuelva a titular sus notas y prepare una agenda de oración. Empiece un diálogo con Dios.
Pregúntele: «¿Dónde está el equipo? ¿Dónde debemos empezar? ¿Cuándo debemos empezar?»
o: «¿Cómo empiezo de nuevo? ¿Con quién necesito reconciliarme?»
Consideraremos ahora estos conceptos y completaremos una tabla3 sobre estos temas en
capítulos subsiguientes y en la guía del lector al descubrir las intenciones de Dios para su iglesia.
Vea más información en el apéndice.
CAPÍTULO 12
LO QUE DIOS TIENE EN MENTE:
PROPÓSITO, MISIÓN Y VISIÓN
Intimidad —intimidad abierta y transparente— es el deseo de millones de corazones hoy. La
intimidad real es esa relación personal elusiva, indescriptible, que parece justo fuera del alcance
de nuestros dedos, similar a la olla de oro al fin del arco iris. Y sin embargo nuestro Padre Dios está
ofreciendo esa intimidad con él, una relación personal afectiva tan profunda que abruma toda
parte de nosotros, atrayéndonos más hondo a él. Esto es lo que hemos estado presentándole,
específicamente en lo que tiene que ver con la iglesia y el liderazgo de la iglesia.
En todo este libro hemos intentado pintar el cuadro de que el liderazgo fluye de una relación
personal profunda, dinámica, de amor dependiente con Jesucristo. Hemos descrito cómo
nuestra relación con Cristo impulsa nuestro oír (capítulo 5), nuestro amor por las personas
(capítulo 6), nuestra comprensión de su dirección (capítulo 7), nuestra comprensión del impacto
que el temor ejerce sobre el liderazgo (capítulo 8), nuestra capacidad para ayudar a otros en sus
temores (capítulo 9), y cómo tomar decisiones difíciles (capítulo 10).
Todo esto es importante, y sin embargo en una organización como una iglesia o ministerio
paraeclesiástico, lo que hacemos mañana cuando nos levantemos empieza con propósito,
misión y visión; y eso también viene de Dios.
DEFINA SUS TÉRMINOS
Hay confusión en cuanto a lo que quiere decir propósito, visión y misión. Por ejemplo, dos de
nuestros autores favoritos, Aubrey Malphurs y Bobb Biehl, discrepan en cuanto a propósito y
misión. Malphurs separa propósito y misión. Dice que «el propósito responde a la pregunta de
por qué existimos, en tanto que misión responde a la pregunta en cuanto a lo que se supone
que debemos estar haciendo».1 Biehl considera que la declaración de propósito y declaración
de visión son lo mismo. La declaración de visión (propósito) responde a la pregunta: «¿por qué
existe nuestro equipo?»2 Ambos autores concuerdan en la pregunta inicial, pero Malphurs hace
separación entre la misión y el propósito. El punto es que ambos hombres gozan de respeto y
credibilidad en el mismo campo, y sin embargo usan las palabras que manera diferente para
hablar de conceptos similares.
Hay sólo una manera en que sabemos cómo lidiar con la confusión dentro del liderazgo de la
iglesia. Ustedes van a tener que pasar tiempo aclarando y llegando a un acuerdo en cuanto a
palabras y sus definiciones. Lo que no debemos hacer es meternos en discusiones teniendo
diferentes definiciones para nuestras palabras. Sería como una conversación en familia en
donde el padre comenta sobre el número de extraños en la ciudad (pensando «personas que no
son ciudadanos»), y el hijo comenta cuánto le gustaría conocer a uno (pensando «seres de otro
planeta»).
Desdichadamente, la confusión en cuanto palabras y definiciones es demasiado común, e incluso
más desdichado es que los líderes no se dan cuenta de la confusión, puesto que la mayoría
da por sentado que sus propias palabras y definiciones son comunes para todos. El resultado
pueden ser malos entendidos, conflicto o ambas cosas.
A fin de minimizar la confusión en este capítulo y poder centrarnos en las implicaciones,
proveeremos una base común para el diálogo proveyendo nuestras definiciones para los
términos que usamos.
Declaración de propósito
Derivamos de Malphurs y Biehl para el pensamiento inicial: el propósito de Dios para nuestra
iglesia o ministerio. La declaración de propósito contesta a la pregunta: «¿Por qué existimos?»
Esa es una pregunta difícil de contestar. Esta ciertamente repleta de implicaciones teológicas.
Si damos por sentado que Dios creó el mundo primordialmente para demostrar su poder,
entonces nuestra respuesta será a la luz de eso. Si damos por sentado que Dios lo creó para
enfocar la atención en sí mismo, entonces nuestra respuesta será a la luz de eso. Si damos por
sentado que Dios nos creó debido a un derramamiento del amor infinito dentro de la Trinidad,
entonces nuestra respuesta será a la luz de eso. Si sostenemos todas estas tres presuposiciones,
y posiblemente más, entonces nuestra respuesta a la pregunta: «¿por qué existimos?» será a la
luz de todas nuestras presuposiciones. Un estudio de los nombres de Dios puede ser un ejercicio
útil para descubrir nuestras presuposiciones y con eso por qué existimos. La pregunta en cuanto
a propósito no es fácil de responder, y no es una que como individuos responderíamos al apuro.
Corporativamente, nos llevará incluso más tiempo, puesto que incluye luchar con presuposiciones
e implicaciones de muchas personas. Y sin embargo, es importante.
Es importante poner por escrito nuestra declaración de propósito y mantenerla continuamente
ante nuestro liderazgo y congregación para evitar una distracción del propósito de Dios para
nosotros. Los líderes (incluyendo los grandes líderes) pueden ocuparse tanto en hacer el
ministerio que se olvidan de por qué existen.
Declaración de misión
De nuevo, derivando de Malphurs, y para evitar confusión sobre palabras, la declaración de
misión según como la usamos hace la pregunta: «¿Qué se supone que debemos estar haciendo,
o, qué es nuestro propósito divino, estratégico?» Exigirá gran cantidad de debate en oración de
parte del liderazgo antes de que podamos llegar a un punto de acuerdo y luego pongamos por
escrito la declaración de visión de Dios para nuestra iglesia.
Tenemos muchas diferentes declaraciones de misión y la mayoría se derivan del gran
mandamiento de amar a Dios y amar a otros (Mateo 22:37-40), o de la gran comisión de ir y hacer
discípulos (Mateo 28:19-20), o de ambas.
IMPORTANCIA DE LA DECLARACIÓN DE PROPÓSITO Y
DE LA DECLARACIÓN DE MISIÓN
¿Por qué es importante saber y recordar a menudo el propósito y misión de Dios para nuestra
congregación?
El propósito y misión de Dios para nuestra congregación es la norma para la toma de decisiones;
incluyendo cómo gastamos el dinero de Dios y en dónde enfocamos el tiempo y energía que
Dios nos da. Hay dos asuntos distintos que como líderes enfrentamos continuamente.
Primero, hay muchos buenos ministerios que hacer para Dios. El problema es que algunos de
esos ministerios tal vez no sean lo que Dios quiere que hagamos. Pueden ser buenos, pero tal
vez no sean lo mejor de Dios. Siempre habrá competencia para nuestra atención.
Desdichadamente, no siempre es fácil separar lo bueno de lo mejor. Un miembro con influencia
quiere empezar un ministerio, un buen ministerio que el miembro ha querido hacer por años.
Como líderes, ¿se lo permitimos? Parece ser un buen ministerio, así que, ¿por qué no? Porque
ese ministerio tal vez no sea lo que Dios quiere que se haga. Tal vez no encaje en el propósito y
misión de Dios para nuestra iglesia. El propósito y misión provee una escala para la evaluación
más confiable que las opiniones personales.
Segundo, vivir en la urgencia se ha convertido en normal para los líderes. Sin embargo, mucho
de lo que llamamos urgente tal vez no sea importante. En una familia puede ser tan urgente ver
un programa de televisión en particular o un partido deportivo que ignoramos a nuestros hijos
o cónyuges, que son más importantes. En una iglesia podemos permitir que la programación
urgente, pero no necesariamente importante, usurpe el ministerio importante de Dios de amar
y edificar a las personas.
Es fácil hacer a un lado lo importante. «Pasaré más tiempo con Dios tan pronto como me
ponga al día con mi trabajo». «Tan pronto como consiga mi promoción y un aumento en mi
salario, empezaré a ofrendar para Dios». «Invitaré a los vecinos a comer para conocerlos mejor
tan pronto como termine el trabajo en el jardín». «Empezaremos un impulso evangelizador en
nuestra iglesia cuando tengamos el dinero para emplear a alguien que lo dirija».
No siempre es fácil separar entre lo urgente y lo importante. El propósito y misión de Dios para
nuestra iglesia provee una escala para evaluar lo que es importante. La medición de acuerdo al
propósito y misión de Dios es central para tomar decisiones de «lo que es mejor o importante».
Es difícil evaluar algo desde el punto de vista de Dios, y mucho menos recordar el propósito
y misión de Dios cuando el interés propio nubla nuestra vista. Piense honestamente por un
momento en cuantas decisiones tomamos sin considerar conscientemente el propósito y misión
de Dios. Piense en cuantas decisiones de ministerio se toman debido a la preocupación por otras
cosas aparte de Dios, tal como el temor del que dirán. Es una lucha normal, real; lucha que los
santos tienen. Naturalmente, el orgullo quiere que las personas pretendan que la lucha no existe.
Simplemente conocer el propósito y misión de Dios para nuestra iglesia no basta. El propósito
y misión deben ser la norma para toda evaluación del ministerio. El liderazgo debe permanecer
constantemente vigilante, guardándose contra la toma de decisiones basadas en cualquier cosa
que no sea el propósito y misión de Dios.
INGREDIENTES DE UNA DECLARACIÓN DE VISIÓN
Visión es una palabra extremadamente difícil de poner en una definición concisa, o de preguntar
con una pregunta sencilla, pero intentémoslo con esta pregunta: «¿Cuál es la imagen verbal
clara, única e inspiradora del ministerio que Dios quiere para uno por un período de tiempo, que
será consistente con el propósito y misión de Dios?» Para desarrollar esta definición proveemos
lo que pensamos son los ingredientes clave de una visión.
1. Una visión viene de Dios
En el Nuevo Testamento la palabra de «visión» se usa para alguna forma de comunicación de
Dios, tal como cuando Dios le dijo a Ananías en una visión que vaya a orar por Saulo (Hechos 9:1012). También hay la ocasión en que Cornelio tuvo una visión cuando un ángel del Dios le visitó
(Hechos 10:3). Luego hubo la visión de Pedro en Jope (Hechos 11:5). En el Nuevo Testamento las
visiones vienen de Dios y él le dijo a alguien que haga algo.
Los creyentes de hoy dicen cosas tales como: «Pienso que Dios me ha dado una visión por
los perdidos», o que vayan a alguna nación en particular. Otros han estado leyendo la Biblia
y perciben que Dios está dirigiéndolos a hacer lo que sea que estaban leyendo. De muchas
maneras, cuando un creyente lee la Biblia y percibe en realidad que Dios quiere que deje de
hacer algo malo, o que empiece a hacer algo por Dios, esa persona está recibiendo una visión
de Dios. Tal vez no sea tan dramática como la visión de Pedro, pero es igualmente una directiva
específica de Dios. Un postulado principal de la fe cristiana es que Dios se comunica con nosotros
mediante su Palabra. Aunque tal vez no sea un sueño, un ángel o una voz, con todo Dios está
comunicándose con nosotros.
Lo hermoso de una visión es que podemos verificarla con las Escrituras para ver si de alguna
manera discrepa con lo que la Biblia dice. La implicación es que la visión que nosotros o nuestra
iglesia sigue debe ser la que Dios ha dado.
2. Una visión es únicamente nuestra (iglesia, ministerio o individuo)
En cada una de las visiones que se anotan en Hechos, la visión fue única para una persona o un
grupo. Fue única para Ananías, Cornelio y Pedro. Fue única para Pablo, Lucas, Silas y Timoteo
cuando el Espíritu los llamó a Macedonia y les impidió que vayan a Bitinia. Pablo había sido el
que tuvo la visión, pero estaba destinada en forma única para todos ellos para que hagan una
cosa y que no hagan otra. Eso no quiere decir que otras personas o grupos tal vez no pudieran
ser llamados a Macedonia, pero sí quiere decir que en ese día y lugar, el llamado fue únicamente
para ellos.
Hay dos implicaciones en cuanto a cómo nuestra iglesia escoge dirección de ministerio. En su
libro When the Soul Listens [Cuando el alma escucha], Jan Johnson cita al pastor y autor Peter
Lord:
Cuando Dios ha bendecido a otros usando ciertos métodos, a veces damos
por sentado que debemos usar los mismos métodos. No nos damos cuenta de
que Dios bendijo ese camino para otros porque esa fue la manera en que él
ordenó que ellos hagan las cosas. En ninguna parte es esto más común que en
los programas de la iglesia. Una iglesia ora y recibe una respuesta: un método
específico para realizar una cierta orden de Dios. Reciben rica maldición porque
Dios bendice lo que Dios ordena. Luego otra iglesia, viendo esta bendición,
copia el programa, porque piensan que Dios está bendiciendo el programa en sí
mismo. No se dan cuenta de que en realidad está bendiciendo la obediencia. Y
jamás se detienen a preguntarle: «Padre: ¿qué quieres que nosotros hagamos?»3
Por favor, no abrevie el tiempo de oración, estudio y debate, y sencillamente escoja conformarse
con lo que alguna otra iglesia ha hecho (a menos que se le haya dado a usted la misma visión
después de su tiempo de oración, estudio y debate).
La segunda implicación es que como individuos o equipo oiremos de Dios de tiempo en tiempo
en cuanto a lo que él quiere que hagamos o dejemos de hacer, según sea el caso. Afirmamos
esta última oración en forma enfática. Estamos convencidos de que una razón significativa por
la que muchas iglesias florecen es porque se mantienen sensibles a la dirección dinámica y única
de Dios.
3. Una visión necesita ser clara y proveer dirección
En cada caso en donde se menciona una visión en Hechos, la visión fue clara al que la recibió,
y Dios proveyó dirección específica. Los ejemplos de Hechos reflejan el tiempo después de
Pentecostés, cuando el Espíritu Santo había empezado su nueva obra.
Desde ese tiempo y a través de los siglos Dios ha estado proveyendo visión a sus santos,
guiándolos con dirección clara y específica. Dios dirigió a Pablo mientras este viajaba por Asia
y Europa. Dios ha estado proveyendo misioneros con la visión de ir a todas partes del mundo
para proclamar las buenas noticias. La mayoría de los que estamos leyendo este libro estamos
en cargos de liderazgo porque Dios nos ha dado la visión de hacerlo.
Al poner por escrito su declaración de visión, asegúrese de que sea clara, que se la entiende
fácilmente, que usa palabras que no son ambiguas o jerigonza. El objetivo no es una declaración
ingeniosa o con aliteración. La meta es la claridad.
También, al escribir su declaración de visión, asegúrese de que provee palabras que dan dirección
a su iglesia, y no sólo palabras que son clisés o intenciones altisonantes.
4. Una visión proveerá energía y será inspiradora
Yo (Allen) puedo testificar que nada me entusiasma más, me da más energía y me inspira más
como dar un paso en algo para lo que Dios nos ha dado a mí y a mi esposa una visión. Mary y yo
dejamos nuestras carreras y pasamos a confiar en Dios día tras día no sólo para nuestros ingresos
en efectivo, sino también para lo que él quiere que hagamos. Mary y yo decidimos que no nos
íbamos a obligar (y ni siquiera aceptar) un ministerio específico si Dios no nos daba la visión para
el mismo.
Desde ese tiempo, ha sido una cosa tras otra. Hemos tenido la visión que Dios quería que
asistamos al seminario, lo que hicimos. Nos convencimos de que Dios quería que nos mudemos
de regreso a Olympia para empezar en una iglesia un programa planeado de ofrendas, para
ayudar a varias iglesias en asuntos de presupuesto y de administración financiera, y ayudar a mi
padre en los últimos meses de su vida, todo lo cual hicimos. Todo el resto del ministerio en el que
Mary y yo participamos, incluyendo este libro, son ministerios que no se nos ocurrió de nuestra
propia cosecha, aunque son consistentes con nuestros sueños.
Menciono los sueños. Como un aparte, pienso que la mayoría de creyentes hoy tienen miedo
de los sueños. No me refiero a los sueños que uno tiene cuando está dormido, aunque no los
descarto. Cuando digo sueños, quiero decir aquello que uno disfruta tanto que lo escogería si
la decisión le fuera dejada totalmente a uno. Tim y yo estamos convencidos de que la visión de
Dios para nosotros es algo que escogeríamos, si tuviéramos toda la información y percepción de
Dios. Hemos tenido el privilegio de poner en práctica los sueños de Dios nos ha dado. Y muchos
tenemos el mismo testimonio. ¿No ha sido que su inspirador?
5. Una visión es por una temporada (proyecto, día, mes, año, década o muchas décadas)
La misión más breve que yo (Allen) jamás he tenido fue la visión de ayudar a los hombres que
trataban de hacer evangelización y educación en África. Necesitaban a alguien que los ayude
a organizar un plan de negocios de modo que su organización pudiera ser aprobada para la
categoría de institución sin fines de lucro 501(c)3. Esa duró apenas como un mes. Pero la visión
de Dios para ellos en África con toda probabilidad durará por décadas.
6. Una visión es importante (previene la distracción de cosas sin importancia)
Como propósito y misión, la visión actúa como una norma para medir las opciones de qué hacer
con el dinero y el tiempo. Siempre habrá competencia por el dinero y tiempo que Dios nos ha
confiado.
Si Dios le ha dado a nuestra iglesia la visión de alcanzar a los estudiantes en una universidad
cercana, entonces Dios espera que pongamos una gran cantidad del presupuesto de la iglesia
y tiempo de ministerio de la congregación y de los líderes en el alcance a esos universitarios. Si
surge otra oportunidad de ministerio, que Dios no ha puesto en el corazón de nuestra iglesia, y
recordamos la visión que Dios nos dio para esta temporada presente, no tendremos dificultades
para decir que no.
UNA VISIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO
En Josué 1, Dios le dio a Josué una gran visión a corto plazo: derrotar a Jericó. El Señor le recordó
a Josué que estaba a punto de darles a los israelitas esa tierra y los estimuló a alistarse para recibir
esta dádiva. Dios incluso describió los asuntos específicos de lo que debían recibir y cómo nadie
podía resistirlos. Dios le recordó a Israel que él estaría con ellos todo el camino. Qué palabras
inspiradoras para entusiasmarlos. Luego Dios les dijo que iba a asombrarlos y que le daría gloria
a Josué; otra imagen verbal para inspirarlos.
Después de que cruzaron el Jordán, Dios les dio más de la visión. Dios iba a entregar a Jericó en
manos de Israel, incluyendo al rey y todos sus guerreros. ¿No nos gustaría saber de antemano
que Dios va a darnos la victoria en la batalla que estamos a punto de librar por él? ¿No nos
inspiraría eso?
Hay algunas observaciones interesantes en cuanto a la visión de derrotar a Jericó.
Primero, Dios no reveló la visión específica de Jericó sino hasta cuando fue el momento de
ponerla en acción. Luego reveló sólo un fragmento de la visión a la vez. Parecería que Dios no
necesita mantener informados a sus hijos con gran antelación respecto a lo que se propone
por nosotros. Pudiéramos concluir que él se propone mantenernos un poco en la oscuridad.
Pudiéramos derivar la implicación de que Dios quiere que sus hijos confíen en él y vivan por fe
día tras día. Nuestro pastor, Matt Hannan, comparaba la toma de la Tierra Prometida por parte
de Josué con el desarrollo de la vida cristiana, una vida llena de aventura sorprendentes (visión).
La segunda observación en cuanto a la visión de la toma de Jericó es la dificultad e incluso
imposibilidad de la visión. Jericó al parecer era una fortaleza impenetrable. Con toda certeza
había alguna ciudad más fácil primero. Esto no puede ser lo que Dios quería. Espere hasta que
lleguemos al capítulo 13, cuando consideraremos el plan increíble que Dios le dio a Josué para
derrotar a Jericó. Pero por ahora, la visión de derrotar a Jericó es abrumadora lo suficiente.
Yo (Allen) hace poco volví de una conferencia de enseñanza en una iglesia de una ciudad pequeña
en Ucrania. La iglesia ha estado recibiendo ayuda de iglesias de otros países. Le pregunté al
pastor qué diría si Dios le diera la visión de que en cinco años la iglesia ya no necesitaría ningún
sostenimiento externo, y que en verdad estaría sosteniendo a sus propios misioneros en otra
ciudad en Ucrania. El pastor dijo: «¡Vaya! Eso sería Jericó para nosotros».
¿Por qué los líderes de hoy no abrazan más visiones de Jericó? Me pregunto cuán a menudo Dios
quiere que sus iglesias tengan una visión de Jericó, pero nunca sucede porque los líderes siguen
reservándose el derecho de tomar la decisión final porque el miedo gobierna sus corazones
(repase el capítulo 8).
¿Qué es lo que impulsa a los líderes de la iglesia a amilanarse cuando enfrentan una visión Jericó?
Podría ser cualquier número de causas.
El temor es una emoción que paraliza. La falta de confianza en Dios limita nuestra visión de
nuestros verdaderos recursos. La falta de respaldo de otros miembros de la congregación nos
aísla en el momento en que más necesitamos interdependencia. El conflicto en la congregación
destruye nuestra motivación para avanzar la segunda niña. El racionalismo moderno erosiona la
fe necesaria para dar un paso al frente a una visión mayor.
Es posible que fracasemos en una visión Jericó, pero, tal vez, a lo mejor vale la pena.
TIEMPO DE EVALUACIÓN
¿Qué estamos haciendo en nuestra iglesia? ¿Estamos en una iglesia segura, segura porque nunca
se nos reta con una visión Jericó?
Tal vez sea tiempo de que nosotros, los líderes, tengamos algunas conversaciones que asustan, y
sin embargo honestas, en cuanto a por qué existe nuestra iglesia. Tal vez necesitemos penetrar
en las Escrituras y en seria oración y descubrir de nuevo el propósito y misión de Dios. Tal vez
necesitemos echar un vistazo sólido a las necesidades de nuestra comunidad, tanto físicas como
espirituales, y abrazar una visión Jericó.
He oído decir que toda iglesia tiene un Jericó, algo retador, incluso que asusta, que Dios ha
puesto en los corazones de los líderes. Si ya sabemos que es nuestro Jericó, la única pregunta
que queda es: «¿Qué vamos a hacer al respecto?»
La hebra común en todo este capítulo y todo el libro es la relación personal de amor dependiente
del líder con Jesucristo en el centro de liderazgo y el reconocimiento de la soberanía de Cristo en
todos los asuntos de su iglesia y de nuestras vidas como individuos. Dirigir a la iglesia a la luz del
propósito, visión y visión de Dios para nuestra iglesia no es diferente. La obediencia del liderazgo
al propósito, visión y visión surge de esa relación personal de amor, una intimidad con Jesucristo
que brota de un andar diario con él.
LA VISIÓN Y EL PLAN
La visión y el plan son dos lados de la misma moneda.4 (La moneda es la comunidad de personas
en una relación personal dinámica con Cristo). Hablamos de la visión en este capítulo. El plan,
que consideraremos en el capítulo 13, pregunta: «¿Cuáles son los pasos específicos medibles
necesarios a corto plazo para realizar esta visión dentro del contexto del propósito y misión de
Dios por medio y en nosotros?»
CAPÍTULO 13
PLANIFICACIÓN
Por treinta y cinco años yo (Allen) trabajé en bancos bajo el martillo del plan de negocios. En el
último trimestre del año el plan de negocios se convertía en el centro de nuestro enfoque, y por
buena razón. El plan era la norma por la que se nos medía al año siguiente. Si uno era demasiado
agresivo en el plan, entonces tenía que vivir con eso por todo un año; así que uno no quería ser
demasiado confiado. Por otro lado, si era demasiado conservador en el plan, siempre había la
posibilidad de que la administración del banco le ayudaría a preparar un plan más agresivo; más
agresivo de lo que uno lo haría por uno mismo.
El plan de negocios incluía lo que uno o el equipo de uno proyectaba como ventas (visión), lo
que se proponía alcanzar con las ventas proyectadas (plan de acción), y cuánto costaría ejecutar
el plan (presupuesto). El propósito del plan de negocios es poner estructura al proceso de lograr
los propósitos y misión de la organización.
INGREDIENTES DE UN PLAN DE MINISTERIO
Un plan para la iglesia o plan de ministerio es similar en filosofía al plan de negocios de un banco.
Incluye una declaración en palabras de lo que Dios quiere que hagamos en el siguiente período
de tiempo (visión, que se explicó en el capítulo previo), los pasos reales que vamos a dar y lo que
será el resultado de esos pasos (plan), y cuánto costará ejecutar el plan (presupuesto).
Cómo describimos en el capítulo 12, si tenemos una moneda con un lado rotulado «La visión
de la iglesia», el otro lado estaría rotulado «el plan». En cierto sentido, el plan y la visión son
complementarios, excepto que la visión consiste en palabras que tienen la intención de inspirar,
motivar, educar y enfocar a nuestra congregación. El plan es la visión indicada de maneras que
dirigen la acción, influyen en la conducta, proveen algún sentido de objetividad, y proveen una
base para evaluar los resultados. Como se indicó a fin del capítulo 12, el plan pregunta: «¿Cuáles
son los pasos específicos medibles necesarios a corto plazo para realizar esta visión dentro del
contexto del propósito y misión de Dios por medio y en nosotros?»
El plan tiene los seis ingredientes mencionados en el capítulo 12 en común con la visión. En lo
que sigue, por favor tenga presente que todo lo que hemos presentado en cuanto al amor de
Dios, el mandamiento de amar a Dios, y el mandamiento de amar a otros debe ser evidente en
cualquier plan que se desarrolle o implemente.
1. El plan viene de Dios
Si el plan se basa en la visión, y la visión viene de Dios, entonces el plan es el plan de Dios. El
plan incluirá pasos específicos que permitirán el llamado global de Dios de amar a otros. El plan
hará lugar para los dos papeles del líder: (1) ser mayordomo de Jesucristo para guiar a su iglesia
adonde él les dirige que la guíe (visión de Dios), y (2) ser mayordomo de Cristo para servir, amar
y edificar a las mismas personas que el líder está guiando (amar a otros), y mantener ambos
papeles en equilibrio. El plan también hará lugar al temor de otros líderes y el temor de los que
son dirigidos. El plan será desarrollado por los líderes cuyo afecto por Cristo, antes que por sí
mismos, es el afecto impulsor en sus vidas.
El plan y su desarrollo se centran en la relación personal de amor dinámico con Jesucristo y todo
lo que esa relación personal implica.
2. El plan es singularmente nuestro
Puesto que la visión es singularmente nuestra, y el plan consiste en los pasos de acción que
daremos para realizar la visión, el plan será singularmente nuestro; nuestro, como individuos,
como iglesia, o como ministerio. La cita de Jan Johnson del pastor y autor Peter Lord se aplica
aquí, como se aplicó en la sección sobre la visión.
3. El plan tiene que ser claro y proveer dirección
Así como la declaración de visión provee una clara dirección en cuanto a lo que Dios está
dirigiéndonos a hacer y a dónde nos está dirigiendo para que vayamos, el plan hace lo mismo,
sólo que expresado en pasos medibles. Para que un plan sea útil debe proveerles a las personas
la información en cuanto a las acciones específicas que harán. Los pasos tienen que estar
expresados de tal manera que podamos saber en dónde empieza cada paso y cuándo cada
paso queda completo. De otra manera los pasos son sólo intenciones.
4. El plan proveerá energía y es medible
Es difícil emocionarse por lograr algo cuando no sabemos específicamente lo que estaremos en
realidad haciendo. Es más, si no sabemos en forma específica lo que vamos a estar haciendo, con
probabilidad estaremos nerviosos al respecto. El plan provee esa información. Como resultado, el
plan reducirá la tensión, minimizará la confusión, ayudará a los líderes a coordinar a las personas,
y pondrá tracción a la visión. Una visión sin un plan sigue siendo sólo visión, interesante pero no
logra nada.
Puesto que el plan es medible, ayudará al liderazgo a mantener la visión en curso.
5. El plan es por una temporada
Una de las cosas hermosas de un plan es que es por un período específico. Si compra software
de planificación, notará que presenta un calendario en el que uno puede preparar el plan. La
planificación es por definición orientada al tiempo y, por consiguiente, por una temporada.
Su plan puede ser para una visión a corto plazo, como por ejemplo un proyecto. El plan
puede ser por un año, varios años o incluso décadas (aunque para que un plan dure décadas,
recomendamos dividirlo en incrementos más breves).
6. El plan es importante (provee una medida objetiva de la visión del sujeto)
La declaración de visión es subjetiva. No se puede saber específicamente cuándo se empieza
o termina la visión. Este es uno de los propósitos poderosos del plan. Debido a que el plan se
expresa objetivamente en pasos, provee una medida objetiva de la visión subjetiva. Da a los
líderes y administradores algo concreto que seguir.
Cuando la visión es la visión de Dios para nosotros, entonces el plan, con la dirección de Dios,
será el plan de Dios y el presupuesto (que es parte del plan) será el presupuesto de Dios. Es
importante recordar esto en toda la planificación. Después de todo, somos mayordomos de
Dios.
PARTES DE UN PLAN
El plan tiene tres partes:
A. Los pasos medibles necesarios para realizar la visión de Dios, incluyendo
metas.
B. La manera en que atenderemos los temores (renuencia) de las personas a
fin de que se pueda completar con éxito la misión, todo realizado dentro del
contexto de amor y unidad por dirección del Espíritu Santo. (Esto se considera
en el capítulo 15).
C. Los costos esperados (el presupuesto), que atenderemos en un vistazo
general más adelante en este capítulo.
TODAS LAS IGLESIAS PLANEAN
Todas las iglesias planean. Esa es una afirmación audaz. Nos decimos que eso no es verdad,
porque nuestra iglesia no tiene un plan. Todos los años las cosas siguen tal como son. Sin
embargo, siga leyendo y permítanos explicar que todas las iglesias planean.
Una iglesia, llamémosla la iglesia ABC, usa un proceso sencillo para preparar un plan único para
ella. Esta iglesia quiere asegurarse de que su plan se basa en la visión de Dios para ellos y no
simplemente en las cosas como de costumbre. Así que a cada director de ministerio de la iglesia
ABC se le pide que presente una visión y plan para el año venidero por escrito y en persona a
la junta. Deben prestar atención especial a los cambios en dirección del año previo y explicar
por qué recomiendan los cambios. Durante la presentación en persona, que acompañó a la
presentación escrita, la junta pudo hacer preguntas para asegurarse de que entendían la visión
y plan del director de ministerio. También pudieron ajustar la visión y el plan si se desviaba del
propósito y misión de la iglesia.
Una vez que todos los directores de ministerio convinieron en la visión y el plan, se consideró
el lado financiero. Cada director de ministerio dio una proyección de los costos totales del
ministerio para el próximo año basado en la visión y el plan. Una vez que la junta finalizó el
presupuesto anual, a los directores se les pidió que prorrateen las cifras anuales para los doce
meses del año, basados en su plan. La iglesia ABC terminó con una visión, plan y presupuesto en
el que todos concordaron.
Probablemente usted se da cuenta, como nosotros, que no todas las iglesias planean de esta
manera. Es más, muy pocas de las iglesias que hemos visitado sigue el método de la iglesia ABC,
excepto las que por obligación deben seguir pautas denominacionales. La tabla de la página
que sigue pone a las iglesias en grupos basados en nuestro cálculo del tamaño relativo de cada
grupo.
Tristemente, creemos que los grupos A y B abarcan la mayoría de las iglesias que están en
declinación o estancadas.
¿Recuerda lo que dijimos en cuanto a la visión en el capítulo 12? Leímos que Dios le dio a Josué e
Israel la visión de tomar a Jericó y lo inspiradora que fue esa visión . A estas alturas usted tal vez
esté pensando en la clase de visión Jericó que Dios puede haberle dado a usted y a su iglesia, o a
los dos. Jericó era una visión enorme. Sin embargo, por favor recuerde que Dios también le dio a
Josué un plan detallado para derrotar a Jericó. Los principios que podemos recoger de este plan
deben estremecer nuestras iglesias hasta de la médula.
EL PLAN PARA DERROTAR A JERICÓ (JOSUÉ 1—6)
Dios les dio a Josué e Israel direcciones específicas para derrotar a Jericó, en dos categorías.
Primero, les dio tareas medibles que completar. Las instrucciones de Dios incluyeron cuándo
debían empezar a hacer cada tarea y cuándo completarían cada tarea. Algunas de estas tareas
Dios les asignó de antemano, y otras tareas les dio en el momento en que debían realizarlas.
Segundo, los dirigió en cuanto a cómo lidiar con las emociones de los líderes y del pueblo.
Poco después de que Moisés murió Dios empezó a revelar su plan para que Israel avance hacia la
misión que él tenía para ellos, para heredar a la tierra que les había prometido. Como indicamos
en el capítulo 12, Dios dirigió a Israel hacia su primera visión para ellos: derrotar a Jericó. Israel ni
se imaginaba cuánto Dios estaría enseñándoles al lanzar su plan para derrotar a Jericó.
Lo que Dios hizo primero fue decirle a Josué que hiciera saber a Israel que había llegado
finalmente el tiempo para que entraran en la Tierra Prometida. Debían alistarse organizando
todo el material que necesitarían para lo que sea que pudiera surgir al apoderarse de la tierra.
Necesitaban material para dar refugio, alimentar y atender a todo el pueblo de Israel. Tal vez
sorprenda que Dios atienda lo material como su primera preocupación, pero eso es exactamente
lo que Dios hizo (Josué 1:2-11).
En nuestra propia iglesia se necesita dinero, provisiones, edificios, equipo, personas y tiempo
para realizar lo que Dios nos ha llamado a realizar mientras atendemos las necesidades de su
pueblo. Tal vez no sea un tema muy inspirador que considerar, pero es importante para Dios.
Conforme Israel avanzó hacia el norte por la orilla oriental del Mar Muerto y luego al río Jordán,
derrotaron a los reyes. Como resultado, Moisés les dio tierra a los rubenitas, gaditas y a la media
tribu de Manasés. Ahora que Josué estaba cargo, tenía un problema potencial. Había cuarenta
mil guerreros en esas dos y media tribus, que se necesitaban para el conflicto mayor y a largo
plazo.
Por consiguiente, el siguiente paso en el plan de recursos de Dios fue asegurar que esos guerreros
fueran con las tribus restantes como fuerza militar adicional. Es significativo notar que no fue
simplemente personas que Dios quería de esas dos y media tribus. Dios quería a las personas
apropiadas: los guerreros (v. 12).
Es interesante como el siguiente paso de Dios tiene que ver con las personas apropiadas; no
simplemente personas, sino personas apropiadas, los guerreros. Tal vez no tengamos suficientes
personas apropiadas en nuestra iglesia para realizar la visión y plan que creemos que Dios
tiene para nosotros. No debemos desesperarnos. Tal vez necesitamos considerar seriamente el
desarrollo de personas para que sean las personas apropiadas como un paso adicional en el plan
de Dios para nosotros.
Principio 1: Exige recursos organizados, tanto materiales como personas, realizar la visión y plan de
Dios para nuestra iglesia.
PREPARACIÓN PARA OBSTÁCULOS
Una vez que Israel hubo organizado el material y se cercioraron de que tenían a las personas
apropiadas para realizar la visión y plan de Dios, Josué puso su enfoque en saber lo que Israel
enfrentaría cuando pasaran al otro del Jordán. Josué, como experimentado analizador del
territorio enemigo, sabía cómo descubrirlo: envió espías para evaluar e informarle en cuanto a
Jericó y el área circundante.
Note que Josué no envió doce espías. Tal vez aprendió cuarenta años atrás que muchos espías
no garantizan información acertada. Josué envió sólo dos espías. Podemos imaginarnos la
información que necesitaba. Querría saber evidencia de la fuerza, material potencial de guerra,
defensas y el ánimo del enemigo. El ánimo del enemigo fue exactamente lo que oyó de los
espías. La gente tenía miedo de Israel (Josué 2).
Una vez que Josué y los demás líderes entendieron los obstáculos que tenían por delante, dieron
los primeros pasos al avanzar al primer obstáculo, el río Jordán.
El río Jordán parecía ser un obstáculo insuperable. Sería una tarea hacer que los guerreros crucen,
pero una dificultad enteramente diferente que las mujeres y los niños pasen. Sin embargo allí
estaban, enfrentando este abrumador obstáculo.
Aunque hemos visto iglesias haciendo su propia visión y esperando que Dios les ayude como
si él estuviera comprometido con ellos, ignorando la visión de Dios para ellos, también hemos
visto a iglesias enfrentando toda clase de obstáculos insuperables y hemos visto esos obstáculos
derrumbarse. Ha sucedido en la vida de mi esposa y en la mía propia.
Hace muchos años yo (Allen), mi esposa, Mary, y otras cinco parejas nos convencimos de que
Dios quería que empecemos una escuela evangélica en nuestra comunidad. Teníamos una
iglesia que estaba dispuesta a patrocinarla, pero para empezar ese año lectivo, tendríamos que
conseguir por lo menos veinte estudiantes, maestros, y un edificio aprobado y aceptable antes
del 15 de julio; y la iglesia no podía proveer nada excepto el nombre. Ya era mayo; así que oramos
pidiendo un milagro. Decidimos primero que Dios quería que demos el paso de valor y hagamos
un sacrificio significativo para Dios. Pusimos todos nuestros ahorros en el proyecto, y oramos.
En menos de dos semanas habíamos recibido información de una pareja en otra ciudad, ambos
maestros, que estaban buscando empleo en una escuela evangélica. Eran perfectos, así que los
contratamos. A la siguiente semana recibimos una llamada del superintendente de las escuelas
públicas de nuestra comunidad que había oído de otra fuente nuestra necesidad. Nos ofreció
un ala de una escuela cerrada por nada más que el costo del mantenimiento del edificio. Él
pensaba que las escuelas públicas necesitaban competencia para mantenerlas en punto. El 14
de julio matriculamos a nuestro vigésimo estudiante. Cuando abrimos dos meses más tarde,
teníamos treinta y cinco escolares, y la experiencia de presenciar un milagro no diferente al de
Israel cruzando el Jordán. Como nota aledaña, esa escuela ha estado ministrando a niños ya por
treinta años.
Principio 2: Enfrentar un obstáculo con Dios a nuestro lado abre las puertas a la creatividad y los
milagros.
DEPENDENCIA EN DIOS
Israel estaba acampado junto al río Jordán, preparándose para cruzar. Dios estaba a punto
de darle a Israel una demostración poderosa de sus milagros creativos. Note que hubieron
direcciones específicas y detalladas en cuanto a cómo debían cruzar (Josué 3:2-4).
Es fácil tomar atajos o ignorar las preocupaciones del pueblo de Dios cuando el liderazgo se
dedica al ajetreo de las luchas día tras día. Para Josué, la meta inmediata era llevar a todo el pueblo
al otro del Jordán sin perder ni lesionar a ninguno de ellos, y sin embargo hacerlo a la manera
de Dios. Es lo mismo para nosotros como líderes. Nuestra meta es atravesar los obstáculos sin
perder o lesionar a nadie, y hacerlo a la manera de Dios. ¿Quién dijo que ser líder es fácil?
El último paso que Josué dio antes de hacer que Israel cruzara el Jordán fue ordenarle al pueblo
que se examinaran a sí mismos con cuidado para ver si había algo impuro, cualquier cosa a la
que se aferraban y que se interpusiera entre ellos y su relación personal de amor con Dios. ¿Había
algo para lo que tenían un afecto mayor del que le tenían a Dios? Esto había sido una fuente de
problemas para Israel en el pasado y continuaría hasta el tiempo de Cristo (v. 5).
Principio 3: Dios hace cosas asombrosas por los que dejan a un lado todo lo que le desagrada, cuyos
afectos y obediencia se centran en él.
Esto sigue siendo un problema con los creyentes de hoy. Con toda las tentaciones por cosas,
prestigio, éxito, reputación, aprobación, poder, o cualquier otro número de ídolos, los creyentes
caen la trampa de cultivar gran afecto por el mundo. No es que no tengamos afecto por Cristo.
Más bien, en nuestro afecto por todas las cosas y todas las actividades que compiten por nuestro
tiempo, tendemos a hacer las acciones que nos dan aquello por lo que tenemos más afecto.
Desdichadamente, demasiado a menudo no es Cristo. Esto también rige para los líderes de la
iglesia.
FRENTE AL OBSTÁCULO (NUESTRO JORDÁN)
Finalmente sucedió. Israel cruzó a la Tierra Prometida. Apenas podemos imaginarnos lo que
debe haber sido presenciar tan gigantesca masa de personas moviéndose como una y cruzando
por el mismo sitio en donde poco tiempo atrás las aguas corrían en torrente.
Para proveerle a Israel de un recordatorio de lo que Dios hizo ese día en que los hizo cruzar, Josué
levantó piedras como un monumento (Josué 4). Josué debe haber sabido cómo Israel tendía a
olvidarse las pasadas obras poderosas de Dios.
Líderes, ¿cuántas veces en nuestras iglesias hemos presenciado que Dios hace algo significativo, y
queda esencialmente en el olvido un año después? Tal vez hay algunas maneras creativas en que
podemos conservar un memorial: un símbolo que pueda recordarles a nuestras congregaciones
lo que Dios está haciendo.
Principio 4: Los recuerdos de los milagros de Dios se apagan con el tiempo. Los memoriales nos
ayudan a mantener los recuerdos frente a nosotros.
LA PREPARACIÓN PARA DERROTAR SU JERICÓ
Ahora, en la orilla occidental del Jordán, Dios le dijo a Josué que hiciera algo que era arriesgado
militarmente. Josué hizo que el pueblo acampará justo a la orilla oriental del área de Jericó.
Luego circuncidó a los hombres a un tiro de piedra de Jericó. Durante el tiempo en que sanaban,
la nación entera era vulnerable a un ataque de parte de Jericó o de cualquier otro (Josué 5:28). ¿Por qué Dios los hizo circuncidar en este lugar vulnerable? ¿Por qué Dios no hizo que se
les hiciera esta cirugía en la orilla oriental del Jordán? O, ¿por qué Dios no habría hecho, por lo
menos que se les haga la cirugía en etapas, con un porcentaje pequeño de hombres a la vez, y
por consiguiente proveyendo para la protección de Israel? Todo lo que podemos inferir es que
Dios quería que la nación vea su mano de protección mientras eran de lo más vulnerables, y
mientras estaban siendo obedientes.
Muchas iglesias toman decisiones insensatas, diciendo que lo estaban haciendo en obediencia
a Dios, cuando no lo era. Hay iglesias que construyen edificios nuevos, excesivos, con deudas
enormes debido a lo que ellos llaman «obediencia», cuando, más bien, se debe a su afecto
por el respeto o reconocimiento de la comunidad. Hay quienes se dedican a la obra cristiano a
tiempo completo, sin ninguna fuente de sostenimiento, declarando que están dando un paso en
obediencia, cuando su motivación real es dejar otra situación desagradable.
Por otro lado, he conocido hombres y mujeres que genuinamente han dado un paso de fe
para Dios y han visto a Dios proveer de maneras maravillosas. Conozco a misioneros que
desprendidamente entraron en situaciones imposibles y recibieron plena protección y toda
provisión.
Puede ser difícil discernir entre la insensatez y la obediencia. Continuamos volviendo a lo
fundamental: las Escrituras, oración, consejo santo, buscar los ídolos de nuestro corazón, y
examinar nuestros motivos. Como Pablo nos advierte, muchas veces la carne (nuestro afecto de
poder, respeto, aprobación, reconocimiento o seguridad) puede ser lo que nos motiva. Pablo
nos advierte que estemos siempre en guardia.
Principio 5: La obediencia a Dios es la mejor alternativa aunque parezca necia. Nuestro Señor es el
Dios de imposibilidades y cumple sus promesas.
Los pasos específicos en la estrategia que Dios hizo que Israel dé para derrotar a Jericó eran
incomprensibles. Piénselo: marchar alrededor un cierto número de veces, tocar algunos cuernos,
gritar fuerte, y las paredes se caerán. Ni en sueños que eso va suceder. Jamás ha sucedido así. Va
en contra de toda la estrategia militar. Era contrario al sentido común. Desafiaba las leyes de la
ciencia natural (Josué 6:3-5). ¡Y sin embargo sucedió!
Principio 6: Cualquier cosa que Dios se propone hacer, lo hará, incluyendo cumplir sus promesas.
PRESUPUESTO
En este libro no vamos a entrar en todos los detalles de la preparación de un presupuesto de
calidad. Intentaremos dar un sentido de dirección a fin de hacer la conexión con el plan general.
El presupuesto tiene cuatro partes; las primeras tres son cálculos y la cuarta es un informe.
1. Los ingresos en efectivo (fuentes de dinero de ofrendas, venta de propiedades,
y nueva deuda a largo plazo).
2. Los gastos en efectivo (que incluye costos y gastos del ministerio, compra de
bienes capitales, y el pago de deuda).
3. El flujo de efectivo (predicción del dinero que entra y que sale en el período
del presupuesto).
4. El informe de variación (un informe que compara, por lo general mensualmente,
el ingreso real en efectivo y salida real en efectivo con los ingresos y gastos
proyectados en efectivo, con el propósito de identificar diferencias significativas
entre los dos).
El presupuesto tiene cinco metas:
1. Proveer un cálculo de los costos de los ministerios incluidos dentro de la visión
que Dios le ha dado es iglesia, y compararlo con los ingresos en efectivo que
se espera para asegurar que haya suficientes ingresos para cubrir las salidas en
efectivo.
2. Proveer un cálculo de los costos para compararlos con los costos reales, con
propósito de evaluación de los ministerios.
3. Proveer un cálculo del flujo en efectivo para asegurar que cada mes haya
suficientes reservas financieras adecuadas para pagar el costo mensual del
ministerio inherente en la visión.
4. Proveer una base para la planificación en años futuros.
5. Proveer información en un formato que permita la comunicación y el debate.
Muchas iglesias no entienden la importancia de un plan comprensivo financiero y de
administración, incluyendo informes financieros (hoja de balance, declaración de ingresos, e
informe de saldos en efectivo) y un presupuesto proyectado.
A la mayoría de iglesias que no tienen un plan comprensivo financiero y administración, les
llevara años llegar allá. Sin embargo, si ustedes son una de ésas, y desean tener un plan de
calidad, pueden hacerlo.
Hay software de bajo costo y hay libros y seminarios sobre contabilidad e informes financieros en
la iglesia, y hay consejeros que pueden guiarlos. La primera decisión es moverse en esa dirección.
Hemos visto que lo han hecho personas que tienen escaso conocimiento o experiencia en este
campo. Por favor, no permita que el miedo lo contenga. Dé un paso a la vez, y llegará allá.
PLANIFICACIÓN CON LÁPIZ
Después de toda esta explicación en cuanto planificación y presupuestos, debemos tener
cuidado de nunca dejar que el plan se vuelva soberano. Sólo Dios es soberano. Por consiguiente,
haga sus planes con lápiz. En otras palabras, debemos estar listos para cambiar dirección según
Dios nos dirija.
Incluso un tema al parecer secular como la planificación, como todas las cosas, gira alrededor
de Cristo. Debemos mantener los planes centrados en el propósito y misión de Dios así como
también en su visión para nuestra iglesia. La planificación es importante; pero nunca se olvide
que Dios ama a las personas, y no la planificación.
En el próximo capítulo veremos la organización de nuestro equipo.
CAPÍTULO 14
LA ORGANIZACIÓN DEL EQUIPO
Hace una década yo (Tim) entré en una oficina, en un segundo piso, para el festival evangelizador
en Galesburg, Illinois, con Dan Owens. Dan no estaba organizando el evento de evangelización
masiva, pero se preocupaba de que había que realizar mucho en preparativos para esta cruzada
venidera. Un hombre de negocios local había invitado a Dan que fuera. Incluso con una pasión por
los perdidos de su ciudad, este amado hombre de negocios carecía de los dones administrativos
necesarios para desempeñar la misión. Tenía un sueño, pero no la destreza para realizar el sueño.
Fue cómico entrar en una situación así y darnos cuenta de que la única esperanza era que Dios
actuara.
No había ninguna organización o estructura evidente, así que la Asociación Luis Palau contribuyó
con un administrador muy experimentado para que ayude. Pero, francamente, fue la obra de
Dios por la fe de un hombre más que la destreza de cualquiera de nuestro equipo. Sí, el Espíritu
de Dios en efecto se mueve en maneras misteriosas a menudo. Sin embargo, de rutina Dios obra
mediante personas talentosas de su iglesia.
Pablo dejó a Tito en Creta para «para que pusieras en orden lo que quedaba por hacer y en cada
pueblo nombraras ancianos de la iglesia, de acuerdo con las instrucciones que te di» (Tito 1:5).
La exhortación implica que Tito tenía asuntos inconclusos que atender; obra que Pablo había
empezado. Tito tenía que corregir lo que andaba mal y resolver problemas; básicamente, poner
orden y estructura en una situación caótica. Nombró hombres para continuar manteniendo el
orden en la vida de la iglesia. Pablo enseñó a la iglesia de Corinto que Dios había dado a algunos
el don de administración para fortalecer a la iglesia que necesita orden y dirección. La lista de
dones de la iglesia que Pablo da incluye el liderazgo. Dios llama a los que dirigen a la iglesia
a que lo hagan con diligencia (Romanos 12:8). El don de liderazgo quiere decir que alguno se
levanta al frente y señala el camino.
La estructura es para la iglesia lo que el esqueleto es para el cuerpo. Un cuerpo flaco carece
de músculo, y eso hace el esqueleto abiertamente obvio. Un cuerpo obeso camufla cualquier
esqueleto, mientras que pone extrema presión sobre el esqueleto. Un cuerpo saludable muestra
la carne y hueso en proporciones equilibradas. La iglesia u organización cristiana que tiene en
estructura y organización en equilibrio con visión y recursos tendrá eficacia y eficiencia. Cuando
la organización continúa debatiendo roles, prioridades y regularmente trata de «reorganizarse»,
entonces el proceso de administración está fuera de balance.
Los conflictos en las relaciones personales dentro de la iglesia a menudo surgen porque las
personas están confusas o frustradas. Cuando los líderes descuidan la estructura organizacional,
el medio ambiente del ministerio es inseguro y confuso. Los ministerios con demasiada estructura
a menudo impiden que las personas y nuevas ideas se sientan bienvenidas. ¿Cómo podemos
saber si la estructura del ministerio o iglesia de uno es saludable? Mire las señales.
LOS PROYECTOS SE HACEN
Cuando las personas están organizadas apropiadamente, llegan a ser eficientes y eficaces para
realizar las tareas que se les pide. Las iglesias estructuradas apropiadamente hallan que las
personas trabajan juntas y realizan las tareas asignadas con un sentido de facilidad y armonía.
La Asociación Luis Palau tiene un programa de voluntarios de primera clase. Docenas de
voluntarios dan miles de horas cada año para ayudar a la Asociación Palau para realizar una
cantidad de ministerios principales. Un ministerio que consume mucho tiempo es el ministerio
de correspondencia directa. Los voluntarios preparan y franquean miles de cartas todos los años.
¿Qué hace de esto un programa exitoso? Los coordinadores de voluntarios hacen un trabajo
estupendo para organizar a las personas: explican con claridad las tareas, se aseguran de que los
recursos estén a la mano con facilidad, proveen refrescos, mantienen un medio ambiente bien
iluminado y limpio para los voluntarios, y se hace contactos con ellos con mucha antelación.
También, un reconocimiento público les anima a mantener su dedicación al equipo.
SE VALORA EN ALTO GRADO A LAS PERSONAS
Cuando las personas se sienten apreciadas, darán la hora adicional, irán la segunda villa, y
trabajarán en situaciones menos que ideales. El ministerio no es simplemente cuestión de tareas,
sino cuestión de personas que desean ser productivas y que se aprecian sus esfuerzos. Cuando
hay en su lugar un sistema para demostrar que se valora a las personas por sus esfuerzos, ellas
harán todo lo posible para realizar las tareas que se les pide. Cuando las personas se sienten
bien recibidas y queridas, el aire se llena de conversaciones y las caras de las personas tienen
expresiones agradables. Se valora las personas debido a que los supervisores se lo dicen así.
Se las recompensa con palabras de afirmación y reconocimiento público por servicio y logros.
Los reconocimientos por servicio demuestran que la organización valora a las personas. Los
reconocimientos públicos por un trabajo bien hecho, sacrificios hechos, e ideas innovadoras
contribuyen a que un equipo sobresalga en todo lo que hace.
Cuando viene una crisis a algún miembro individual del equipo, la reacción de los demás
miembros del equipo demuestra el valor del individuo para el equipo. Un querido amigo hace
poco me comentó que cuando su esposa enfrentó una crisis de salud, sus compañeros de trabajo
le extendieron mucha gracia y respaldo a él y su esposa. ¿Por qué? Porque valoran en alto grado
a las personas y las relaciones personales. ¿Qué le dio eso a mi amigo? Seguridad en un tiempo
de gran estrés y dolor. El valor institucional —que las personas son importantes— le dio fuerza
y esperanza en un momento crítico. El amor de Dios necesita brazos para abrazar y hombros en
que apoyarnos. ¿Valora usted a las personas en alto grado?
LOS PROBLEMAS SE RESUELVEN
La organización apropiada promueve la solución de problemas de todo tipo y tamaño. Las
estructuras saludables dentro de la organización proveen comunicación excelente y colaboración
para resolver problemas. Las organizaciones con diez miembros o con diez mil miembros son
saludables cuando pueden resolver todo tipo de problemas. Para tener una estructura saludable
se necesita líneas claras y positivas de comunicación. Nada es más frustrante en un ambiente
organizacional que cuando uno no sabe a quién pedirle una respuesta para el problema. Sin
embargo, cuando hay papeles y responsabilidades claras que bosquejan quién se relaciona con
quién, por cuáles razones, y con amplios recursos, entonces un medio ambiente saludable de
gracia promueve relaciones personales sanas y gente productiva.
Hace poco yo (Tim) estaba buscando una hoja de vida actualizada de un líder en nuestra
organización. El departamento que anteriormente atendía esos asuntos ya no existía. Lo que
había estado bajo un cierto departamento ahora estaba bajo varios departamentos. Así que
una llamada telefónica llevó a otra, algunas dentro de la oficina y otras al otro lado de la nación.
Pero al fin del día, nadie sabía quién era responsable por qué. A la larga mis preguntas recibieron
respuesta y yo recibí la hoja de vida, pero a costo de demasiadas horas.
En contraste, cuando las personas saben a dónde ir y a quién preguntarle para resolver problemas,
tanto los individuos como el equipo dentro de la organización sobresalen.
LA COMUNICACIÓN ES ABIERTA Y CLARA
Por comunicación queremos decir verbal o escrita, a corto o a largo plazo, en la oficina o de
viaje, en privado o en público. La comunicación es para las relaciones personales lo que la
sangre es para el cuerpo, dice nuestro amigo Bobb Biehl. Sin comunicación clara, regular, y
emocionalmente conectada entre todos los miembros del equipo, la confusión y el conflicto
florecerán. La comunicación saludable fomentará el cultivo de relaciones personales, la solución
de problemas, y la realización de los proyectos. Con comunicación saludable las personas serán
más felices y más sanas.
La comunicación pobre produce una ruptura en las relaciones personales. Cuando las relaciones
personales se deterioran, las personas pierden la confianza y se ponen a la defensiva. Son más
proclives para esconder sus sentimientos, ideas y contribuciones para resolver problemas.
A la larga esa cobertura de sentimientos estallará en arranques indebidos de ira, amargura y
acusaciones. Palabras malsanas cultivarán sentimientos de resentimiento y amargura. Un ciclo
de culpa promoverá actitudes de crítica, y un espíritu de juicio invadirá la organización.
Sin embargo, cuando los líderes reciben de buen grado la comunicación de sentimientos e ideas,
éxitos y fracasos, esperanzas y tristezas, las personas florecerán en sus relaciones interpersonales.
El equipo se sentirá bien en cuanto a sí mismo. Las personas expresarán creatividad y esperanza
para el futuro. Todos lo harán mejor. El equipo será productivo.
LOS LÍDERES TIENEN UNA OPCIÓN
Los líderes tienen un papel único para formular cómo se realizará la visión. El capítulo 13 consideró
la planificación. El planeamiento y la estructura (organización) requieren interacción consistente.
Se puede desarrollar la estructura antes, al mismo tiempo, o después de la planificación. La
realidad importante es que estos dos componentes del liderazgo organizacional deben trabajar
juntos.
Uno de los pasos clave para formular el plan es definir cómo se estructurará el ministerio a fin
de cumplir la visión. Uno de estos primeros pasos es determinar de cinco a siete aspectos en los
cuales se concentrará el ministerio. ¿Cuáles son los aspectos principales del ministerio? ¿Cuáles
agrupaciones específicas haremos para formar los equipos de ministerio?
Típicamente, una iglesia puede dividir las responsabilidades de acuerdo a los niveles de temas
o edades (fases de la vida). Por ejemplo, una iglesia puede tener ministerio infantil, ministerio
para adolescentes, ministerio para adultos, culto, misiones y administración. Podría haber
una estructura que se parece a esto: culto, alcance, educación, misiones y administración.
Obviamente, hay subgrupos bajo cada enfoque principal, pero los grupos por edad o por tema
son las maneras típicas de estructurar el ministerio.
La organización paraeclesiástica o misionera podría adoptar un enfoque geográfico o temático
a la estructura, dependiendo de lo que el liderazgo decida que es importante. Recomendamos
no más de cinco a siete divisiones principales (departamentos) en una organización.
Una vez que decidimos el formato o estructura básica, entonces debemos hacer un número de
preguntas clave. Consideremos unas pocas de estas preguntas clave:
1. ¿Quién es responsable por qué? Dentro de cada división principal o
departamento, los individuos asumirán papeles y tareas específicas. Es necesario
aclarar lo que usted quiere que cada persona haga. Esto define en qué proyectos
participa o dirige la persona. La pregunta «qué» considera las tareas reales en
que la persona participará.
2. ¿Quién es responsable por quién? Esta pregunta considera al equipo en
términos de relaciones personales. Es preciso definir quién trabajará con
quién y quién supervisará a quién. El enfoque aquí no es en las tareas, sino
en las relaciones personales. Por consiguiente, el supervisor necesita atender
cuestiones que tienen que ver con sentimientos, y no sólo resultados. Lo que
una persona hace es importante, pero más significativo para los que están en el
ministerio, levanta la cuestión de cómo le va a la persona. ¿Qué está aprendiendo
la persona? ¿Cómo está creciendo esa persona?
3. ¿Tenemos a las personas apropiadas, en el lugar apropiado, en el momento
apropiado, con la responsabilidad es apropiada? Una cuestión de «encajar» se
levanta para todos al mirar a la iglesia como un cuerpo que trabajan junto. No
hay nada más frustrante que tratar remplazar un tornillo perdido y darnos cuenta
de que el nuevo es del tamaño equivocado. Como dice el dicho: «No se siente
bien siendo gallina en corral ajeno». Los líderes a menudo pedirán a algunas
personas que sirvan en ministerios específicos debido a la gran necesidad. Esto
puede estar bien por un corto período de tiempo, pero a la larga, las personas
florecen debido a que «su encaje para el ministerio se complementa con sus
dones, talentos y llamamiento».1
HERRAMIENTAS PARA FACILITAR A LAS
PERSONAS QUE REALICEN SUS TAREAS
¿Qué herramientas necesita para responder a la pregunta: «¿cómo se estructurará el ministerio?»
Primero será un cuadro organizacional. Este cuadro intenta poner en formato gráfico las
relaciones personales y las responsabilidades de los que sirven en el ministerio. La función más
básica de un cuadro organizacional es responder a la pregunta: «¿Cuál es el cuadro en grande?»
¿Cómo se organizarán los aspectos principales del ministerio? ¿Qué enfoques del ministerio
continuarán funcionando por años por venir?
El cuadro organizacional también responde a la pregunta: «¿quién es responsable por qué?» Pone
en formato gráfico al personal que participará. Junto con el enfoque principal del ministerio, la
tabla organizacional tendrá nombres asignados a cada ministerio específico.
Varios factores pueden contribuir a que usted comprenda la salud de su organización. Al mirar a
la tabla organizacional, hágase estas preguntas:
1. ¿Hay alguna persona responsable por más de cinco a siete aspectos?
2. ¿Hay alguna persona supervisando directamente a más de cinco a siete
personas?
3. ¿Alguna persona tiene que dar informes a más de una persona?
4. ¿Está cada persona relacionándose a un equipo en su nivel de responsabilidad?
Si usted puede contestar que sí a cualquiera de estas preguntas, entonces usted se encamina a
un resultado insalubre.
Otra herramienta para atender la pregunta «quién» es tener descripciones claras de trabajo para
cada persona. Esto se aplica no sólo a los empleos pagados, sino también a los voluntarios que
trabajan en la iglesia. Una iglesia llama al formulario para los voluntarios una hoja de enfoque del
ministerio. Esto permite al líder del ministerio bosquejar, conversar y evaluar constructivamente
a cada persona.
HERRAMIENTAS PARA AYUDAR A LAS
PERSONAS EN SUS RELACIONES PERSONALES
Los líderes facilitamos relaciones personales saludables cuando nos dedicamos a estudiar
las personalidades, dones espirituales, experiencias en relaciones personales, e historia de
ministerio de las personas. Las herramientas que ayudan a evaluar el estilo de personalidad
de una persona mejorarán la comprensión de su conducta, reacción, relaciones personales y
consagración a las tareas y a las personas. Preferencia de roles, DISC, Meyers-Briggs y TJTA son
algunas de las herramientas que pueden ayudar en este análisis. Tratar de entender a otros antes
de entenderse uno mismo viene como una máxima de Stephen Covey.2 El líder que aplica esta
máxima mediante una aplicación exhaustiva y sistemática a la organización hallará personas
mucho más deseosas de servir cuando se les entiende por lo que realmente son.
Las herramientas, sin embargo, nunca pueden reemplazar el tiempo que se dedica a cultivar
relaciones personales saludables y productivas. Como Allen dijo antes, el tiempo de calidad
resulta sólo como un producto colateral de la cantidad de tiempo. Por consiguiente, para tener
y cultivar relaciones personales saludables de ministerio, los equipos deben pasar tiempo juntos
en una variable contextos. El ministerio sólo en un ambiente de oficina limita el conocimiento
el respeto de los demás que tiene uno. Pasar tiempo social da un mayor nivel de aprecio por el
bienestar de la persona.
A mí (Tim) me encantaba trabajar con la administradora de nuestra oficina, Freda, hace algunos
años en la Iglesia Bautista Palm Springs. Ella tenía múltiples talentos y había sido bendecida
con corazón apasionado por Dios y las personas. Pero ver a Freda en el contexto de su hogar
me abrió los ojos en realidad. Una vez que fui a visitarla a ella y a su esposo, aprendí que Freda
no era hábil sólo en las relaciones personales, sino también tenía gran talento como artista,
expresándose en una multitud de artes manuales creativas.
La madurez y amplitud de experiencia de la vida de Freda traía sabiduría de la vida real a las
reuniones de personal. Ella entendía cosas prácticas tales como cuánto tiempo se necesitaría
para realizar una tarea específica. Ella tenía la gracia y sabiduría de preguntar: «Pastor: ¿Podemos
incluir a algunas de las señoras de la iglesia para que me ayuden a enviar la carta circular de la
iglesia?» Esta noción no sólo nos ayudó a completar una tarea tiempo, sino que también les dio
ministerio significativo a un puñado de mujeres mayores que disfrutaban del lado social de su
trabajo.
UN PROBLEMA RADICAL CON LA ORGANIZACIÓN
En latín radical quiere decir «a la raíz».3 A la raíz de mucha confusión en la vida de la iglesia está
el descuido de la consideración de la obra del Espíritu Santo en la administración de la iglesia.
Esta confusión y desorganización surge de varias fuentes.
1. Los que no tienen el don de administración intentan administrar los asuntos
de la iglesia. Esto produce caos. La gente se confunde. No se alcanzan las metas.
La gente tiende a estar en conflicto. El enfoque del ministerio anda en varias
direcciones. No se administra bien a las personas. Los líderes visionarios pueden
convertirse en maníacos del control, y no permiten que otros participen en la
administración de los grandes sueños y planes.
2. Algunos dicen que no es necesario organizar la iglesia. «Dejen que el Espíritu
dirija». En su mayor parte lo que sucede en esas iglesias se puede resumir en la
frase: «Empezamos bien». Pero terminar un proyecto, desarrollar un ministerio,
crecer hacia la madurez son pensamientos que se esfuman rápidamente.
3. «Todo se debe hacer decentemente y en orden» cuelga como un cartelón
invisible sobre el frente de algunos centros de adoración. El espíritu de estructura,
proceso y orden puede dominar la vida de una congregación. Aunque algunos
pueden sentirse seguros en ese medio ambiente, con mayor probabilidad se
convertirán más en una máquina que en una comunidad.
Debemos reconocer a aquellos que el Espíritu Santo ha dotado con dones administrativos y
colocarlos en cargos para que usen sus dones a fi n de servir a la iglesia. ¿Cómo se puede hacer
esto?
1. Provea capacitación en la iglesia local para los que tienen estos dones, mediante
escuelas y seminarios bíblicos que educan a las personas para tal ministerio. A
menudo las escuelas y colegios evangélicos no preparan a las personas con
estos talentos. Mucho del patrón en la última década o algo así ha sido reclutar
a alguien del mundo de los negocios y colocarlo en el papel de administrador
de la iglesia o escuela evangélica. Sí, el Espíritu da a estas personas el don de
administración, pero a menudo carecen de la capacitación concentrada para el
ministerio dentro de la iglesia y organizaciones cristianas.
2. Busque activamente a los que tienen estos dones para que sirvan en la iglesia
y organizaciones cristianas. Presente a los creyentes adultos que tienen estos
dones el reto de que consideren dejar sus cargos seculares para servir en la
iglesia, organizaciones cristianas u organizaciones misioneras.
3. Ponga a las personas con estos dones en las juntas de directores de iglesias
y organizaciones cristianas con el propósito de aprovechar su perspectiva,
experiencia y talento. Muchas iglesias y ministerios cristianos están dominadas
a nivel de juntas por personas experimentadas y talentosas en el aspecto de
enseñanza, pastorear, fe, etc., y por consiguiente carecen del consejo de personas
experimentadas y sabias en administración.
4. Deje en libertad a estas personas para que dirijan y manejen la iglesia. A
menudo los líderes no les dan a las personas que tienen estos dones la libertad
para en realidad organizar la iglesia. Los que tienen dones en la administración
necesitan el respaldo y afirmación del pastor o junta para tener libertad para
administrar según Dios les ha dotado.
El permitir que aquellos a quienes el Espíritu Santo ha dotado organicen y manejen la iglesia
u organización paraeclesiástica puede dar tremenda libertad. Los pastores y juntas de iglesia
necesitan identificar y dejar en libertad a las personas con estos dones. La iglesia hallará una
experiencia mucho más saludable y feliz de ministerio cuando esto suceda.
Luis Palau es un evangelista dinámico y altamente eficaz. Las ideas creativas y grandes visiones
nunca cesan para Luis. Al lanzar su propio ministerio en 1977, Luis vio un continuo ir y venir de
empleados hasta que dejó las principales tareas administrativas del ministerio a David Jones,
ahora principal gerente financiero y vicepresidente de administración. David tiene la capacidad
de filtrar y poner en prioridad la visión. Entiende el proceso y aclara roles y relaciones personales.
Reconoce la necesidad de recursos para lograr la multitud de proyectos. En todo el Espíritu Santo
ha dotado a David como administrador en aspectos que Luis no lo es. Cuando un equipo de
individuos con dones únicos (del Espíritu Santo) se reunió alrededor de Luis Palau, su ministerio
empezó a florecer. El Espíritu de Dios obra por medio de personas y estructuras para multiplicar
los ministerios.
CAPÍTULO 15
IMPLEMENTACIÓN DIRIGIDA POR
EL ESPÍRITU: LA FE EN ACCIÓN
En todo este libro hemos presentado a los líderes un reto a buscar una relación personal de
amor dependiente y continuamente creciente con Jesucristo, y de esa relación personal ser los
siervos líderes en la vida de su iglesia y congregación. Les hemos retado a que como grupo
oren, estudien, conversen, dialoguen, descubran y pongan por escrito lo que creen que es el
propósito y misión de Dios. Les hemos retado para que descubran la visión de Dios para ustedes:
la imagen verbal clara, única e inspiradora del ministerio que él se propone para ustedes y su
iglesia o su ministerio por un tiempo, que será consistente con el propósito y misión de Dios.
Les hemos presentado a ustedes siervos líderes el reto de buscar un equilibrio en dos papeles: (1)
ser mayordomos de Cristo, para dirigir al pueblo de Cristo para que realice el propósito y misión
de Dios y su visión única para su iglesia o ministerio, y (2) ser mayordomos de Cristo para servir,
amar, y edificar a los que ustedes dirigen. Es dentro del contexto de todos los capítulos previos
que empezamos la consideración de la implementación.
LA IMPLEMENTACIÓN ES «FE» EN ACCIÓN
Supóngase que nuestra congregación pasa un año o dos aprendiendo la visión y plan de Dios
para nosotros para instilar nueva vida a nuestra congregación. Nos reunimos, analizamos la
congregación en cuanto a pasiones y dones, examinamos la comunidad buscando un perfil
de necesidades, y llegamos a lo que pensábamos que era la visión única de Dios para nuestra
congregación en esta temporada de la vida de nuestra iglesia. Con cuidado planeamos los pasos
detallados, medibles, que daríamos para convertir en realidad la visión de Dios. Preparamos un
presupuesto para asegurarnos de que podíamos pagar por el nuevo empuje. Dedicamos miles
de horas de esfuerzo; pero nada sucedió. Exige fe producir un plan, pero se necesita gran fe para
implementarlo; allí es donde está el riesgo.
Yo (Allen) me reuní con una iglesia en una situación similar a la que acabamos de describir.
Habían hecho un prolongado análisis, realizado largas sesiones de oración y diálogo, y pasado
horas redactando para concebir una visión y plan. (Dijeron que ya tenían una declaración de
propósito y misión, que yo no vi). Puesto que la iglesia ya estaba en problemas cuando yo llegué,
les pregunté qué hicieron cuando implementaron el plan que habían preparado. Respondieron
que nunca lograron poner ni un pie en el plan; estaba en algún archivador recogiendo polvo.
Debido a que nunca habían dado el primer paso, nada cambió de lo que habían querido que
cambie.
Nada sucede con una visión y plan a menos que un líder dirija el paso de fe. Josué e Israel se
habrían quedado en el lado oriental del Jordán si Josué no los hubiera guiado a dar los pasos de
fe. Nuestra iglesia tendrá sólo un sueño de nueva vida si nunca se da ese paso de fe.
Dar esos primeros pasos de fe, y continuar dándolos, es lo que se llama implementación. Es el
proceso de hacer una realidad la visión y plan de Dios para nosotros. La implementación es el
ingrediente de «fe» en cualquier intención para hacer algo en forma diferente. Lea Hebreos 11
para ver «la fe» en acción.
Desdichadamente, la implementación de un plan (un cambio) a menudo se entiende muy mal.
Tal vez usted pregunte: «¿De qué está hablando? Hacer que un plan tenga lugar no puede ser tan
difícil. Simplemente quiere decir empezar a dar los pasos propuestos en el plan».
Lograr una implementación de calidad dirigida por el Espíritu e impulsada por el Espíritu es
mucho más que simplemente dar los primeros pasos. También tiene que ver con superar las
barreras que encontraremos en el camino.
LA PLANIFICACIÓN DEL CAMBIO
Por años en la industria bancaria yo (Allen) tenía la responsabilidad de administrar varios cambios
y cometí varios errores. Probablemente la equivocación más crítica que cometí fue dedicar toda
mi atención a preparar un plan de acción para resolver cualquier problema con el nos viéramos.
Había aprendido que los problemas eran la diferencia entre nuestra situación presente y la que
deseábamos. Por consiguiente, todo lo que necesitábamos era decidir con precisión cuál era
nuestra situación actual, y la ideal, y luego llegar a un plan de acción para hacer cambios.
Ese enfoque funcionó por un tiempo porque a nadie afectaba profundamente. Sin embargo,
cuando empezamos la década de los 90 y la industria bancaria entró en lo que llamamos «manía
de fusión», de repente el liderazgo estaba afectando profundamente otras vidas. Había muchos
que estaban perdiendo o cambiando empleos, y experimentando toda la intranquilidad que
viene con un cambio de trabajo.
Felizmente, el banco donde yo trabajaba se preocupaba por sus empleados. Poco después de un
anuncio de fusión llegaron las noticias de un plan de transición; un plan para cuidar del personal
sea que estuvieran siendo despedidos o que siguieran empleados. ¡Qué idea revolucionaria! Los
líderes habían pasado tiempo concibiendo un plan para cuidarnos.
Admitimos que había una razón de negocios que explica una porción de la atención del banco.
El banco no podía darse el lujo de un éxodo masivo de su personal. Sin alguna acción específica,
hubiera tenido lugar un éxodo masivo.
El banco, sin embargo, fue mucho más allá de simplemente prevenir un éxodo masivo. Además
de un paquete de compensación para todos los empleados despedidos, independientemente
de su cargo, proveyó asesoramiento para empleos, respaldo para preparar hojas de vida, ayuda
para buscar otros trabajos, y notificación con bastante antelación al tiempo cuando la gerencia
despediría a las personas. El plan no eliminó la reacción de temor en las filas, pero hizo mucho
para reducirlo, y a mí se me introdujo a un mundo completamente nuevo de administración
del cambio y transición. Cristo usó una organización secular para introducirme a lo que ahora
veo como necesario en muchas iglesias hoy: ayudar a las personas a enfrentar los temores que
siguen a los cambios en sus vidas.
Sin embargo, Cristo no había terminado de enseñarme en cuanto a transiciones en las personas.
Tres años después el siguiente banco en que yo trabajaba anunció su fusión, y de nuevo volví
al asunto de administrar el cambio y transición. Nuestro Señor tenía más lecciones para que yo
aprenda.
Durante esta segunda fusión y experiencia de administración de transición, tuve la oportunidad
de intervenir más temprano. Este capítulo es en gran parte lo que aprendí de esas dos fusiones
y transiciones; especialmente de la segunda.
LA IMPLEMENTACIÓN DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU
Por favor, recuerde que usted es un siervo líder, con dos papeles igualmente importantes: ser
mayordomo de Cristo en la vida de la iglesia y ser mayordomo de Cristo en las vidas de los de la
congregación.
A menudo pensamos de la implementación como un trabajo orientado a un plan. Es más que
eso. Es el trabajo de descubrir el propósito, misión y visión por igual. Incluso la actividad de
determinar la visión de Dios para nuestra iglesia no tendrá lugar si uno o más líderes no dan el
primer paso.
La redacción de una declaración del propósito, misión, y visión única de Dios para nosotros no
resulta por accidente. Requiere de las personas apropiadas (que hacen a un lado sus agendas
personales) y el mejor medio ambiente (en donde las personas se sienten razonablemente
confortables). Requiere relaciones personales seguras (en donde las personas se sienten
aceptablemente confortables las unas con las otras), estudió bíblico organizado y coordinado,
un tiempo concentrado de oración, y un tiempo respetado de conversación en donde se protege
la seguridad de cada persona.
El trabajo intencional y cuidadoso para descubrir en oración la visión de Dios es clave para lograr
una declaración exhaustiva de propósito, misión y visión.
Un factor que a menudo se olvida al descubrir la visión de Dios para nosotros es el tiempo que
requiere. No podemos apurar esto. Hemos oído de iglesias que han dedicado un año a la oración,
estudio y conversación para llegar a la declaración de propósito y misión de Dios así como
también su primera bien preparada declaración de visión. Es probable que otras iglesias tomen
tan poco tiempo como una sola noche, aunque dudamos que una sola noche sea suficiente
tiempo.
LA IMPLEMENTACIÓN DEL TRABAJO DE PLANIFICACIÓN
La planificación se parece mucho al descubrimiento de la visión; necesitamos las personas
apropiadas, el mejor medio ambiente, relaciones personales seguras, estudio bíblico organizado
y coordinado, un tiempo concentrado de oración, y un tiempo respetado de diálogo.
Sin embargo, el proceso de planificación es más complicado. El propósito y la misión son
fuertemente teológicos. La visión es una mezcla. Algunas características de la visión son
teológicas y otras tienen que ver con necesidades y problemas prácticos.
Debido a que la planificación trata de pasos prácticos para necesidades prácticas y problemas
prácticos, consideraremos varios asuntos.
Evaluación de la comunidad
Puesto que las iglesias se ubican en comunidades y en barrios, parte de la planificación requiere
que el liderazgo entienda la naturaleza de las personas a las que están llamados a ministrar. Esta
será información tal como edad promedio y tamaño de la familia, número de padres solteros,
diferentes trasfondos étnicos, cambios de población, tendencias económicas y el medio
ambiente político.
La evaluación de la comunidad incluirá un vistazo a necesidades no atendidas, tales como
pobreza, problemas de adolescencia, asuntos de padres solteros, familias jóvenes, envejecientes,
hambre y educación.
Una vez que empecemos este tipo de análisis, hallaremos otros asuntos que será útil saber a fin
de preparar el plan de la iglesia, especialmente el plan de Dios.
Una evaluación interna
La información interna de nuestra propia iglesia que será útil saber y entender al planificar puede
incluir, pero no está limitada a:
• Un perfil de los que asisten a nuestra iglesia.
• Entrevistas posteriores a los que se han ido del cuerpo.
• Saber cuáles son los dones, educación, pasiones y experiencia de los miembros
de la iglesia.
• Una comprensión de los conflictos y pecado dentro de la congregación.
• Los santos andando consistentemente con Cristo.
• Un análisis de capacidad de nuestros edificios (propios o rentados).
• Los líderes, presentes y potenciales.
• Las habilidades y pasiones de la iglesia disponibles para atender las necesidades
no atendidas de la comunidad.
• La cantidad de dinero disponible.
La declaración de visión de Dios comparada con el plan de Dios
Como se explicó en el capítulo 13, el plan de Dios es la declaración de visión de Dios expresado
en pasos medibles de acción. El descubrimiento del plan de Dios requerirá el mismo cuidado y
diligencia que se necesita para descubrir la visión de Dios para nosotros.
Si parte de la visión de Dios para nuestra iglesia es un nuevo empuje evangelizador, el plan
de Dios preparará pasos específicos medibles para poner en práctica esa visión. El plan puede
incluir encabezamiento específico, tales como «Preparar un programa de entrenamiento en la
evangelización» o «Formar liderazgo para el programa».
En el plan, y bajo el encabezamiento «Preparar un programa de entrenamiento», habrá pasos
específicos de acción, medibles, que dar, tales como «Escoger a cinco de los mejores evangelistas
de la congregación». Note que el paso es medible. Podemos decir cuándo empieza y cuándo se
lo completa. Esto es clave en todos los pasos.
EL PRESUPUESTO
El presupuesto de Dios es el plan de acción de Dios expresado en términos de dinero: el costo
de realizar el plan. Por favor, repase el capítulo 13 para ver una revisión del presupuesto. No
tenemos la intención de entrar en detalles en la preparación del presupuesto. La explicación
de la preparación de un presupuesto de calidad es tema que fácilmente llevaría un libro entero.
Su iglesia necesitará personas que son minuciosas, y que no toman atajos. Su iglesia necesitará
personas que pueden tomar la montaña de información, analizarla (teniendo en mente el
propósito, misión y visión de Dios), y preparar un plan y presupuesto para llevarlo a la práctica.
LA PRINCIPAL BARRERA A LA IMPLEMENTACIÓN
DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU
[ANTES DE CONTINUAR, PUEDE SER ÚTIL REPASAR LOS CAPÍTULOS 6, 8, Y 9].
En el «Valle de difícil dirección» nuestro líder nos dio una tarea: construir un sendero a una
aldea en las montañas en donde la gente está muriéndose de hambre. Aunque tenemos
muchos ayudantes de nuestro «Valle de difícil dirección» para ayudarnos, también tendremos
una cantidad de opositores que nos estorbarán. Pero debemos amarlos y protegerlos a todos,
incluso a los oponentes que intentaran detenernos o hacernos daño.
Durante la jornada en que estamos a punto de embarcarnos, consistentemente encontraremos a
nuestros oponentes, el «interés propio» y «temor» de otros. Un oponente incluso puede ser otro
líder. Los oponentes estarán en el camino, lanzándonos cosas, tratando de hacernos tropezar,
tratando de confundirnos gritándonos y dándonos direcciones falsas, y tratando de asustarnos
con falsos letreros de advertencia para que nos regresemos. Estarán escondidos de nosotros
(evasión) o confrontándonos directamente (atacando). Pero por más grande reto que sean esos
oponentes, no serán nuestro problema más difícil.
Nuestro problema más difícil serán los enemigos del «interés propio» y «temor» en nuestra
propia mente y corazón. Nuestros en enemigos nos dirán que nos cuidemos nosotros mismos,
que evitemos a nuestros oponentes, o que si no podemos evadirlos, que empuñemos nuestras
espadas y escudos y nos defendamos. Nos dirán que no nos corresponde amar y proteger a
nuestros oponentes. Si ellos no pueden unirse al grupo, es problema de ellos. Nuestros enemigos
de dentro nos dirán que no nos merecemos esto; es injusto que nuestro líder nos pida que
hagamos esto. Si él conociera a nuestros oponentes como nosotros los conocemos, él no nos
habría pedido que los amemos y protejamos a ellos también.
Este breve relato describe las cosas como son cuando somos siervos líderes, siendo mayordomos
de Dios, ayudando a las personas en la implementación del plan de Dios. Dios es el líder que
nos ha pedido que implementemos su plan en particular mientras que amamos y protegemos
incluso a nuestros oponentes: sus hijos que están en contra de su plan. El enemigo dentro de
nosotros es real. Ese enemigo es la carne, que ya hemos explicado en este libro, y Pablo reveló
en el capítulo 5 de su carta a los Gálatas.
Podríamos hacerlo más fácil para nosotros si retrocedemos del alcance del plan de Dios, que él
nos pide implementar con su dirección. Recuerde que somos siervos líderes, con todo lo que
sabemos que eso significa. Tenemos dos papeles y AMBOS necesitan nuestra atención. Es tarea
del siervo líder dirigir y administrar la implementación del plan de Dios por un campo minado de
oponentes, mientras que se lucha contra los enemigos en nuestra mente y corazón. La naturaleza
más retadora de esta aventura es que la tarea que Dios nos ha dado es lograr que la iglesia tenga
éxito en la implementación mientras que ama y protege a todos, incluyendo a todos nuestros
oponentes. ¿Cuán probable es que haremos un trabajo perfecto en la tarea asignada? No es
probable, pero esa es la tarea asignada.
¡Cómo le parece eso! Y usted pensaba que la implementación iba a ser pan comido.
PREPARACIÓN
Las siguientes son cinco sugerencias para los líderes al prepararnos para nuestros papeles en la
implementación dirigida por el Espíritu:
1. Recuerde nuestros dos nuevos papeles como siervo líder: a) ser mayordomo
de Cristo, dirigir a su pueblo a realizar el propósito y misión de Dios, y su visión
para la iglesia, y b) ser mayordomo de Cristo, para servir, amar y desarrollar a los
que se dirige.
2. Lea de nuevo el capítulo 9, concentrándose en las ideas para ayudar a las
personas en sus temores.
3. Compre y lea el libro Managing Transitions [La administración de transiciones]
de William Bridges. Este libro es un libro práctico que cubre el tema de ayudar
a la transición de personas, y lo cubre mucho más ampliamente de lo que
podríamos hacer en este breve espacio.
4. Sea sensible a nuestros propios temores (vuelva a leer el capítulo 8).
5. Hable con Dios constantemente.
Uno de mis pasajes bíblicos favoritos sobre el temor es lo que Dios le dijo a Josué al entregarle el
enorme trabajo de dirigir a su pueblo a la tierra prometida.
»Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les
prometí a sus antepasados. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para
obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para
nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la
ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está
escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente!
¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará
dondequiera que vayas» .
Josué 1:6-9
Líderes creyentes, pienso que Dios está diciéndonos que seamos fuertes y valientes, y cuidadosos
para obedecer. Dios nos está diciendo que no nos aterremos ni nos desalentemos; él está con
nosotros.
Durante la segunda fusión de bancos mencionada arriba en este capítulo, nos dimos cuenta de
que había un sentido de impotencia en el personal. La moral estaba más abajo que baja. Las
personas estaban listas para darse por vencidas, lo que les habría hecho daño tanto a ellas como
al proceso de fusión. Determinamos que sería bueno si pudiéramos proveer algo que les hiciera
pensar hacia adelante, algo que ayudara a las personas a pensar con optimismo en cuanto
al futuro, y el presidente pensó que era bueno y ético hacer algo por el personal. Decidimos
proveer entrenamiento.
¿Por qué va alguien a capacitar a personas que se van? ¿Cuál es el pago de eso? Contrario a lo
que uno pudiera pensar, hubo un pago. Para la compañía, resultó en una participación más
fuerte en el proceso de fusión, y era consistente con los valores corporativos. Adicionalmente,
sabiendo que el liderazgo en efecto se preocupaba ayudó al personal a sentirse más valioso.
Empezaron a pensar con mayor optimismo en cuanto al siguiente paso en sus vidas. Era lo que
había que hacer.
Si desarrollar a las personas pudo ayudar a empleados bancarios despedidos, ¿qué podría hacer
para creyentes que atraviesan su transición y su temor resultante?
EL DESARROLLO DE PERSONAS COMO PARTE DE UNA
ESTRATEGIA DE IMPLEMENTACIÓN
Desarrollar a las personas durante la implementación del plan de Dios tiene dos beneficios:
1) ayudará a los líderes, personal y a la congregación a adoptar pensamiento de posibilidad,
y 2) proveerá una fuente de nuevos líderes de calidad para el tiempo de crecimiento que
experimentaremos debido al cambio.
Pensamiento de posibilidad
A menudo durante la transición de una organización, incluyendo una iglesia, la gente empieza
a pensar hacia atrás cuando todo era seguro, en las cosas como eran. Es una reacción normal.
Capacitar a las personas, especialmente con un plan de desarrollo diseñado en forma singular
para cada individuo, ayudará a las personas a empezar a pensar en cuanto a posibilidades,
incluyendo nuevas maneras en que Dios podría usarlas. Ayudará a las personas a empezar a
pensar de sí mismas en forma diferente, viéndose como parte de la visión de Dios para la iglesia.
Cada persona es singular en la iglesia y necesita saberlo.
Líderes para el futuro
En el futuro nuestra iglesia necesitará nuevos líderes, bien sea para atender a los miembros
adicionales de nuestra congregación o para reemplazar a los líderes existentes que se van. La
única manera de evitar la necesidad de nuevos líderes es cerrar nuestra iglesia o permitir que se
muera lentamente.
Sin embargo, si nuestra iglesia está creciendo, no puedo pensar de una mejor manera de hallar
nuevos líderes que cultivarlos nosotros mismos. Es asombroso cuán pocas iglesias tienen un plan
de desarrollo de liderazgo. Si somos una de ellas, la implementación de un plan de desarrollo
simultáneamente con la implementación de la nueva visión de Dios para nuestra iglesia será una
bendición doble.
Un ministerio de desarrollo de líderes en nuestra iglesia es un ministerio de renovación, un
ministerio de mejora de la moral, un ministerio de crecimiento y un ministerio de pensamiento
de posibilidad. Un ministerio de desarrollo de líderes es un ministerio del cual brotarán futuros
pastores, misioneros, directores de escuela dominical, ancianos, diáconos, directores de
adoración, y familias más fuertes. Un ministerio de desarrollo de líderes hará mucho para proveer
una fuente fuerte de liderazgo que aceptará las responsabilidades de liderazgo futuras.
ASÍ QUE, ¿CÓMO PONEMOS EN PRÁCTICA LA
IMPLEMENTACIÓN DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU?
A estas alturas tenemos el propósito y misión de Dios, y tenemos la visión única de Dios para
nuestra iglesia. También tenemos un equipo cuidadosamente seleccionado de líderes y una
estructura en la cual dirigir. Nuestros líderes han abrazado sus nuevos papeles como siervos
líderes además de tener la destreza para lidiar con sus propios temores y los temores de otros.
Hay cuatro cosas esenciales para nuestra iglesia para llevarnos a una implementación dirigida
por el Espíritu:
1. Conocimiento y una pasión por el propósito y misión de Dios, así como
también por la visión única de Dios para nuestra iglesia.
2. Líderes que en forma individual y como grupo pasen tiempo con Dios en la
Biblia, en conversación con él (oración) con el propósito de amar más a Jesucristo,
y permitir que su amor fluya por medio de nosotros a otros.
3. La disposición y habilidad para planear, hacer un presupuesto, e implementar
los cambios que Dios nos guíe a hacer.
4. Siervos líderes con dos papeles: 1) ser mayordomo de Cristo, para guiar a su
pueblo para realizar el propósito, misión y visión de Dios para la Iglesia, y 2) ser
mayordomo de Cristo para servir, amar y desarrollar a los que se dirige.
EL EQUIPO DE IMPLEMENTACIÓN NECESARIO
Para facilitar la implementación necesitaremos líderes preparados para el papel de
implementación. Sugerimos tres grupos más un individuo.
1. El liderazgo básico principal de nuestra iglesia deben ser los siervos líderes básicos. Sus papeles son
ser
• Los que toman decisiones de alto nivel.
• Modelos ejemplares de liderazgo servidor (han crucificado el interés propio y
el temor).
• Los instructores clave de liderazgo servidor.
• Que asisten a la iglesia y fiestas del grupo con el solo propósito de oír el corazón
de la iglesia y su congregación, usando sus destrezas clave de hacer preguntas y
escuchar (no para interrogar a las personas o vender el plan).
• Libres de conducta defensiva cuando reciben ataques verbales.
2. Líderes de ministerio con papeles clave tanto para dirigir el ministerio como para facilitar el cambio;
para ser entrenados a cabalidad como servidores líderes con la tarea de
• Mantener la calidad del ministerio.
• Facilitar y respaldar los cambios planeados en su ministerio.
• Amar y proteger a todas las personas en su aspecto de ministerio,
independientemente de que respalden el plan o no.
• Mantenerse por encima de la conducta defensiva cuando reciben ataques
verbales.
3. El ministro y equipo de desarrollo de liderazgo:
• El papel de este cargo será facilitar el diálogo y acuerdo con los directores
de ministerio respecto a un plan de desarrollo, dados los intereses, destrezas
y pasiones de los individuos de la congregación que desean desarrollo en el
ministerio o liderazgo.
• Estos individuos necesitarán ser siervos líderes maduros, capaces de andar en
la línea entre la necesidad de ministerio y el desarrollo de liderazgo.
• Estos individuos necesitan vivir por encima de la conducta defensiva cuando
reciben ataques verbales.
4. Una persona en el cargo temporal de siervo líder principal:
• Esta persona es responsable por establecer una estructura para exigir cuentas,
dar seguimiento e informar.
• Esta persona es responsable por asegurar que el propósito, misión y visión
singular de Dios para esta iglesia se está implementando de acuerdo al plan y
presupuesto.
• Esta persona es responsable por asegurarse de que a todos los líderes y
miembros de la congregación se les está amando y protegiendo durante el
proceso de implementación.
• Esta persona será fuertemente capaz de absorber la conducta defensiva de las
personas (ataque o evasión), sin reaccionar en forma defensiva a su vez, sino más
bien amando y protegiendo a todos.
TODO ES CUESTIÓN DE DIOS
No le hemos dado todo lo que necesitaba para tener destreza al planear e implementar. Hay una
cantidad de excelentes recursos disponibles para ayudarle. Lo que sigue es apenas una muestra
de lo que hay disponible.
El libro de Bobb Biehl titulado Masterplanning [Cómo trazar planes maestros] provee pasos
específicos, un cuadro para ayudarle, y sugerencias en cuanto a procedimientos y mucho más.
El libro de Aubrey Malphurs Advanced Strategic Planning [Planificación estratégica avanzada]
provee un modelo comprensivo de planeamiento estratégico.
Sugerimos que busque algún software de proyecto que le ayude a organizar y administrar
los intrincados detalles de un plan: asignar recursos, administrar enlaces, rastrear progreso, y
promover comunicación. Si decide usar software para ayudarle, le sugerimos que dé la tarea de
administrar el software a una o dos personas como respaldo para los siervos líderes básicos.
No es nuestro objetivo darle o dirigirle a una forma o modelo específico de liderazgo. Es nuestra
oración que cualquiera que sea la forma o modelo que usted escoja usar, recubrirá todo el
proceso con el amor de Cristo y su soberanía sobre su iglesia y las vidas de sus hijos y su llamado
para que vaya a él, para que le ame con todo lo que es, que ame a otros y que vaya y haga
discípulos.
La iglesia no es un club de servicio ni una empresa comercial que se pueda dirigir y administrar
usando sólo destrezas y principios. La iglesia es especial en la creación de Dios, y Cristo es la
Cabeza de la iglesia. Cristo debe dirigir su congregación, y usted es su siervo líder.
CAPÍTULO 16
LA RENOVACIÓN DE LAS PERSONAS Y EL MINISTERIO
Elías halló que la total dedicación y servicio al Señor vino con gran costo físico y mental. Habiendo
exhibido extraordinario valor y poder frente a los profetas de Baal, Elías vio el poderoso poder
del Señor consumir los sacrificios en el monte Carmelo. El juicio vino sobre los falsos profetas, y
la vindicación del poder de Yahvé se vio como nunca antes.
Habiendo sido usado por el Señor de una manera tan poderosa, Elías corrió una distancia de
maratón delante de Acab hasta Jezreel. Uno pensaría que una acción tan fuerte derretiría el
corazón de cualquiera, y sin embargo la cólera de Jezabel se expresó a Elías en estas palabras:
«¡Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana a esta hora no te he quitado la vida como tú
se la quitaste a ellos!» (1 Reyes 19:2).
De acuerdo a las Escrituras, el temor abrumó a Elías y él huyó para salvar su vida. Posiblemente
fue algo inteligente que hacer. Corrió toda la distancia de Israel a Beerseba. Dejando a su criado
allí, siguió al desierto. Allí, sólo debajo de un enebro, sus verdaderos sentimientos brotaron de
sus labios en estas palabras: «¡Estoy harto, SEÑOR! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy
mejor que mis antepasados» (1 Reyes 19:4). Elías estaba agotado, profundamente deprimido, y
con gran necesidad de descanso y renovación. ¿Tiene usted una necesidad de renovación?
Dios le permitió que duerma, coma, y oiga su voz de nuevo. Qué profunda experiencia fue ésta
para Elías. Y es un patrón para nosotros. Fortalecido por la corrida, bebida y descanso, Elías viajó
cuarenta días al monte Horeb en donde el Señor lo encontró de una manera fresca, personal
y dramática. Todos recordamos el relato del viento fuerte y poderoso, el terremoto y luego el
fuego, pero nada de mensaje de Dios. Y entonces «vino un suave murmullo» (1 Reyes 19:12). Sí,
con el suave murmullo vino un nuevo diálogo con el Señor. Elías expresó desilusión y duda. Dios
escuchó. Dios volvió a comisionarlo. Elías obedeció.
Todos necesitamos descanso y renovación; no sólo ocasionalmente, sino en forma regular.
Como individuos, familias, iglesias y organizaciones cristianas necesitamos renovación. Lo
que sabemos y experimentamos como individuos con Dios necesitamos experimentar como
comunidades que viven para Dios y le sirven. Presente para nosotros aquí está la necesidad
de renovación como una parte estratégica de administrar nuestra organización. Administrar a
las personas de Dios quiere decir que nos preparamos para renovación, y no esperamos a que
alguna crisis obligue el asunto.
Un número de expresiones de esta renovación planeada viene a la mente. Dios orquestó el
calendario para la nación de Israel al incluir ocasiones especiales cada año para adoración y
renovación (Levítico 23). En la década de los ochenta yo (Tim) tuve el privilegio de pastorear la
Iglesia Bautista Palm Springs. Uno de los ministerios especiales para mí durante esos años fue
desarrollar nuestro ministerio a las familias. Por sugerencia de un pastor de más edad de nuestra
denominación, empecé a predicar una serie de mensajes cada año, desde el Día de la Madre
al Día del Padre relativos a la familia. Además, empezamos nuestro retiro anual para parejas.
Después de pocos años, una de las parejas jóvenes vino y me pidió que se le permita empezar
a dirigir este ministerio debido al crecimiento en sus propias vidas por lo que habíamos estado
haciendo. A la renovación le encanta renovar a otros.
LA BASE PARA LA RENOVACIÓN
La renovación brota de ocasiones cuidadosas de evaluación. Cuando el ciclo de administración
recorre el círculo completo, suficiente información se ha adquirido para decir que es preciso
hacer algunos refinamientos. Esto es normal, saludable y deseable. La renovación se basa en la
necesidad de cambio: cambio personal y cambio corporativo. El liderazgo necesita modelar la
necesidad de cambio basada en las temporadas de evaluación y renovación personal.
¿Qué dice la Biblia en cuanto a evaluación? Dios es un evaluador. El apóstol Pedro dijo: «Pero ellos
[los paganos] tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y
a los muertos» (1 Pedro 4:5). Pablo le dijo a la iglesia de Corinto: «Porque es necesario que todos
[los creyentes] comparezcamos ante el tribunal de Cristo» (2 Corintios 5:10). La Palabra de Dios
es su instrumento de evaluación: «Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, . . . y juzga
los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12). El Padre le ha delegado al Hijo
la responsabilidad del juicio, «y [el Padre] le ha dado autoridad [al Hijo] para juzgar» (Juan 5:37).
Como creyentes debemos evaluarnos nosotros mismos. «Examínense para ver si están en la fe;
pruébense a sí mismos» (2 Corintios 13:5). Jesús enseñó: «saca primero la viga de tu propio ojo, y
entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano» (Mateo 7:5). La evaluación
personal debe preceder y tomar precedencia por sobre la evaluación de otros. Entonces somos
llamados a evaluar a otros para el liderazgo (Hechos 6:1-3) y conducta personal (Colosenses 1:28;
Mateo 18:15-18; Gálatas 6:1). Por último debemos evaluar al mundo (Romanos 12:2; 1 Juan 4:1; 1
Tesalonicenses 5:21).
La evaluación de uno mismo y del ministerio de la iglesia u organización cristiana debe conducir
a alabanza por las bendiciones y el fruto del ministerio. La alabanza a Dios y su familia debe ser
una primera prioridad en la evaluación. Un Salmo del Día del Señor incluye esta nota de alabanza:
«Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor perfume. . . . Como palmeras
florecen los justos; . . . Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos» (Salmo
92:10-14).
La evaluación apropiada también conduce a admitir la necesidad de cambio. Mediante la
evaluación propia regular e intencional, el creyente puede estar cerca de Cristo. Pablo exhorta
a los creyentes de Roma a ofrecer sus cuerpos «en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como
sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. . . . sean transformados mediante la renovación de su
mente» (Romanos 12:1-2). Esta transformación de la mente viene en vista de la misericordia de
Dios. El mensaje a los Romanos que precede al capítulo 12 bosqueja las misericordias de Dios.
Aquí uno halla el contenido de la transformación personal.
¿EN QUÉ ASPECTOS DEBE TENER LUGAR LA RENOVACIÓN?
El Salmo 78:72 refleja la evaluación que Dios hizo de David el pastor de Israel: «Y David los
pastoreó con corazón sincero; con mano experta los dirigió». La renovación necesita tocar
nuestros corazones y nuestras manos, nuestras vidas internas y nuestras destrezas de liderazgo.
Por consiguiente, al pensar en la renovación de la iglesia u organización cristiana, nosotros, los
líderes, necesitamos empezar con nosotros mismos y entonces hallar sendas para que toda
persona en la organización sea tocada regularmente por el proceso de renovación. En lugar
de ver la renovación y el reaprovisionamiento como una medida «de emergencia», los líderes
dirigidos por el Espíritu intencionalmente dan lugar a períodos de evaluación y renovación.
La prioridad del corazón sobre la mano no sorprende a nadie. Los líderes de la iglesia comprenden
que la transformación interna y renovación pavimenta el camino en la agenda de Dios para el
crecimiento en las destrezas de liderazgo. Por consiguiente, como David, debemos decir: «Crea
en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu» (Salmo 51:10). O como dijo
en el Salmo 139:23-24: «Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea
mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno». O como Juan,
el apóstol amado, exhortaba a las iglesias de Turquía: «El que tenga oídos, que oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias» (Apocalipsis 3:6).
Además, como líderes de una iglesia u organización cristiana, debemos desarrollar nuestras
destrezas en el ministerio. Estas destrezas cubren toda la variedad de lo que Dios nos ha pedido
a cada uno de nosotros que realicemos en nuestra cultura y ambiente particular de ministerio.
Confiamos, por ejemplo, que este libro le dará nociones para integrar la obra del Espíritu Santo
en usted y por medio de usted en términos de liderazgo y procesos de administración.
Las destrezas de liderazgo y administración deben ser aprendidas y refinadas. Cada uno tenemos
nuestro propio aspecto de ministerio que requiere crecimiento continuo. Con la abundancia
de información y recursos disponibles para crecer en las destrezas de liderazgo, destrezas de
comunicación, destrezas en las relaciones interpersonales, destrezas en la música y adoración,
destrezas para levantar fondos, etc., tenemos muchas opciones sobre cómo queremos integrar
el conocimiento y destrezas adicionales. No queremos dar por sentado que lo sabemos todo.
A menudo nos olvidamos más de lo que queremos admitir. El Espíritu Santo maximiza lo que
quiere lograr mediante nuestras destrezas. La disciplina de aprender y dominar nuevas destrezas
nos reta a cada uno en nuestro servicio al Señor.
Yo (Tim) nunca me imaginé que el Señor usaría el Doctorado en Ministerio que obtuve en el
Seminario Fuller en 1994, para abrir una puerta de ministerio para mí en el Seminario Bíblico
Multnomah en 1996. Yo había esperado que algún día en el futuro distante tal vez pudiera
enseñar en una universidad bíblica o seminario. Debido a que tenía un doctorado, Dios me usó
en un momento inesperado para enseñar en el Seminario Multnomah. Para mí, los estudios a
nivel de doctorado no sólo me prepararon para un ministerio más efectivo, sino que también
abrieron una puerta para enseñar a nivel postgraduado.
Así que necesitamos una renovación del corazón y de la mano. Conforme adquirimos destrezas
en el ministerio, nunca debemos separarlas de nuestra necesidad de renovación del corazón. La
renovación personal no puede desconectarse de la práctica de renovación corporativa. Cuando
la iglesia participa en la Cena del Señor, Pablo dice que debemos examinarnos nosotros mismos
y corregir las cosas con otros creyentes antes de participar del pan y de la copa (1 Corintios 13:2324). La iglesia necesita renovación en sus ministerios tan urgentemente como el individuo.
¿CÓMO SE PUEDE IMPLEMENTAR LA RENOVACIÓN?
Primero, los ancianos de la iglesia pueden dirigir al practicar la renovación en sus vidas personales
y en las reuniones de liderazgo. Mediante la adoración, reflexión y oración, los líderes deben ir
ante el Señor para buscar su dirección en el cambio personal y corporativo. Esto se puede hacer
en las reuniones semanales o mensuales, ante la congregación en las ocasiones de adoración, y
en ocasiones especiales para retiros.
Segundo, los ministros de la iglesia deben practicar renovación en sus reuniones de ministros,
al dirigir los varios ministerios de la iglesia, y en ocasiones especiales de retiro. Puesto que el
personal evalúa de manera más sistemática, necesitan brindar su experiencia para fortalecer
a otros en esta disciplina. A menos que veamos la evaluación como escuchando al Señor y las
necesidades de la comunidad a fin de refinar y ajustar el cómo estamos haciendo el ministerio,
se vuelve un ejercicio inútil. El contexto de la evaluación debe ser buscar comprender la obra
del Espíritu Santo en nuestras vidas y por medio de ellas. La renovación debe ser el objetivo de
este proceso.
Tercero, los líderes y ministros de la iglesia deben dirigir a la congregación en temporadas de
renovación, haciendo énfasis en la obra de Dios que nos guía a alabarle y a buscar su instrucción
en lo que debemos dejar de hacer, lo que debemos empezar a hacer, y cómo podemos ministrar
mejor. En el proceso, se debe animar a las personas, exhortarlas y apreciarlas. La meta del
liderazgo al equipar al cuerpo de Cristo es edificar el cuerpo de Cristo, no destrozarlo. Debemos
buscar la obra del cuerpo de Cristo en unidad y diversidad. Esto exige claro liderazgo en el
proceso de evaluación, conduciendo a tiempos de renovación y refrigerio (Efesios 4:12-32).
UN EJEMPLO DE RENOVACIÓN EN MEDIO DEL MINISTERIO
Un estadista consagrado llamado Nehemías destaca el papel estratégico de la renovación.
Nehemías capta la esencia de la dirección y administración de un grupo de personas que
está completamente fuera del plan de Dios. Dios primero tocó el corazón de líder, Nehemías.
Visitando la destruida capital de Israel, Nehemías vio con sus propios ojos la condición terrible
y trágica de la ciudad de su pueblo. Dios puso a Nehemías de rodillas y plantó en su corazón un
sueño. Al levantarse del polvo de Jerusalén en 445 a.C., Nehemías era un hombre cambiado. El
peso por reconstruir Jerusalén creció en su corazón como un fuego encendido con leña seca y
viento fuerte.
El poder del relato se agranda al darnos cuenta de que Esdras había reedificado el templo
algunos años antes. Sin embargo Dios no estaba satisfecho con una capilla con el solo propósito
de presentar sacrificios. Quería ver una ciudad plenamente funcionando con toda las dinámicas
de la vida familiar, comercio y gobierno funcionando a todo dar. ¿Por qué otra razón reconstruir
los muros de la ciudad? Los muros de la ciudad eran residencia de muchos pobladores, y las
puertas de la ciudad eran lugares de comercio y gobierno. Pienso que Dios quería que su gloria
se vea en todo aspecto de la vida, y también Nehemías.
La oración había encendido en Nehemías una nueva intrepidez y resolución para restaurar lo
que había sido destruido (Nehemías 1:4). Con un plan sembrado en su corazón, halló que Dios
abría el corazón del rey para financiar la visión. Con papeles de autoridad, un plano en su mente,
y un equipo con el cual trabajar, Nehemías empezó la construcción. Delegó responsabilidades a
cada clan de acuerdo a su herencia ancestral. La gente estuvo altamente invertida antes de que
muevan la primera piedra. Cuando surgió la oposición Nehemías ejerció sabiduría y resolución.
Renovó a los trabajadores oprimidos con el reto de tener una pala en una mano y una espada en
la otra. La renovación de espíritu vino con un reto de enfrentar las artimañas del enemigo con
creatividad y determinación.
Les llevó solo cincuenta y dos días para mover miles de piedras y construir decenas de metros
de la muralla de la ciudad (una muralla de mampostería), todo esto en medio del ultraje verbal y
amenazas de toda clase. ¡Asombroso! ¡Increíble! Cuando las personas están renovadas de corazón
y mente, pueden suceder cosas poderosas. Pero el proyecto no estaba completo sino cuando se
participó en la celebración. Nehemías entendía que terminar la muralla no era el objetivo último:
¡era adorar a Dios en una ciudad renovada! Dios quiere que su pueblo disfrute de la seguridad
de la ciudad y tenga una experiencia de su presencia en medio de ellos. Nehemías se dio cuenta
de que la renovación de los corazones de ellos conduciría a adorar a Dios. Y la adoración a Dios
no sería la única bendición para los pocos judíos que entonces vivían en Jerusalén, sino que «Era
tal el regocijo de Jerusalén que se oía desde lejos» (Nehemías 12:43). Cuando el pueblo de Dios
es renovado, toda la ciudad oirá alabanzas a Dios.
¿QUÉ SIGNIFICA LA RENOVACIÓN PARA LA IGLESIA DE HOY?
Renovación quiere decir que la iglesia será una comunidad saludable en donde se adora Dios,
los creyentes son transformados, y la comunidad en general percibe la presencia de Dios.
Renovación quiere decir que la iglesia es un lugar feliz y santo. La adoración a Dios ocupará el
escenario central en las prioridades de la iglesia. La adoración personal y corporativa dominará
la conversación e interacción de las personas. El percatarse de un Dios santo y amante fascinará
a los que adoran. La alabanza caracterizará sus ocasiones de adoración. Los sombríos se quitarán
sus abrigos de depresión y se pondrán vestidos de alegría. La renovación por el Espíritu Santo
elevará los corazones por encima de las cargas del día.
La iglesia crecerá en santidad. Cuando Dios está en el escenario central, el enfoque está sobre él,
y no sobre nosotros. Cuando lo miramos a él, su verdad brilla en nosotros. Empezaremos a ver lo
oscuro de nuestras almas. Los pecados ocultos serán más públicos. Nuestro hambre de pureza
y justicia llama a nuestros corazones a que seamos más como él. Cuando la renovación viene, el
pueblo de Dios se vuelve al Señor con un nuevo deseo de ser conformados a su imagen.
Esto quiere decir que conforme dirigimos y administramos a la iglesia, necesitamos hacer
preguntas como: «¿Está Dios renovando nuestros corazones y mentes?» «¿Hay hambre de Dios?»
«¿Por qué?» «¿Por qué no?» El liderazgo y administración con el propósito de eficiencia sin
hambre de Dios es un ejercicio en carnalidad. Somos llamados a considerar los caminos de Dios
que nos conducen más cerca de él, y no simplemente a hacernos una mejor organización. Por
consiguiente, el objetivo de la organización es acercar a las personas más a Dios.
La administración y liderazgo organizacional, como la estructura de esqueleto de nuestros
cuerpos, deben «estar allí, pero no verse». Como ya dijimos antes, un cuerpo enflaquecido u
obeso no es saludable ni eficiente. Pero un cuerpo que es saludable necesita una estructura
de esqueleto fuerte. El liderazgo y administración organizacional es ese esqueleto. Cuando el
Espíritu Santo fortalece a los que tienen dones para guiar y administrar los asuntos de la iglesia,
ellos a su vez se someten a su liderazgo como siervos líderes, y con la iglesia regularmente buscan
al Señor mediante un proceso diestro de administración y liderazgo organizacional.
Anhelamos renovación en nuestras vidas. Cuando hallamos eso en la presencia de Dios, su
pueblo halla plenitud de gozo. Únase a nosotros para renovar nuestra pasión por él y nuestra
consagración a ser siervos por amor a Jesús a la iglesia por la que él murió y por la que ahora
vive.
APÉNDICE
UNA SENDA PARA LA DIRECCIÓN
DEL ESPÍRITU DE DIOS
No podemos recalcar demasiado que el descubrimiento del propósito, visión y visión de Dios
para nuestras iglesias necesita llegar a ser un proceso, y no simplemente un suceso de una sola
ocasión. Los líderes deben abrazar el proceso de administración, y no sólo los pasos del proceso.
También, el proceso necesita constante oración y escuchar a Dios. Los puntos de cambio vienen
consistentemente conforme escuchamos al Espíritu de Cristo al hacer preguntas claves. Por
favor, vea la tabla citada en la guía de lectores para ver la lista de preguntas clave. Usaremos
estas preguntas repetidamente al avanzar por el ciclo de administración y al revisar y renovar el
plan de ministerio. Estas preguntas clave también se pueden usar para resolver problemas, para
identificar problemas y sus fuentes.
Esperamos que el diagrama que sigue le ayudará a visualizar el «cuadro grande» de la
administración dirigida por el Espíritu. Sin embargo, el paso más importante para llegar a ser
una iglesia impulsada por el Espíritu es abrirnos a la dirección del Espíritu Santo tanto en nuestra
vida personal como también en la vida de la iglesia. Libros, diagramas, y las mentes más grandes
del mundo son inútiles si no invitamos a Dios a que tome nuestras iglesias y su liderazgo y nos
guíe a su visión para nosotros.
GUÍA DEL LECTOR
Las preguntas que siguen se proveen para ayudar en el proceso y aplicación del material de cada
capítulo. Animamos al equipo de liderazgo a conversar y dialogar juntos usando estas preguntas
como guía.
CAPÍTULO 1
DE MUERTE A VIDA
1. El reverendo Hagelganz dijo: «Aconsejamos a los hermanos, sobre todo, tener presente al
Señor y manejar todo en amor». ¿Cómo sería su consejo aplicable hoy?
2. A su modo de pensar, ¿cuáles eran las principales dificultades de la Iglesia Evangélica Central?
3. ¿Por qué cosa podría el creyente tener más afecto que su afecto por Jesucristo?
4. ¿Cuál podría ser una evidencia de que el creyente tiene mayor afecto por algo o alguien que
su afecto por Cristo?
CAPÍTULO 2
EL TIRÓN DE AFECTOS EN CONFLICTO
1. Ezequiel 14 trata de ídolos y piedras de tropiezo. ¿Cuáles pudieran ser ídolos y piedras de
tropiezo para los líderes cristianos hoy?
2. ¿En cuanto a qué depende usted de Jesucristo hoy? ¿En cuanto a qué usted NO depende de
Jesucristo?
3. ¿ En contra de cuáles tentaciones o pecados piensa usted que los líderes cristianos necesitan
cuidarse más?
CAPÍTULO 3
EL DESCUBRIMIENTO DE UN DIOS AMANTE Y TRANSFORMADOR
1. ¿De qué maneras usted y otros líderes intencionalmente pasan tiempo juntos para orar y
estudiar las Escrituras con el propósito de conocer más a Cristo y amarle más profundamente?
2. ¿Que es de mayor preocupación para usted y los demás líderes de su iglesia: (a) el amor a
Dios de los líderes o miembros de su congregación o (b) su conducta cristiana? ¿Por qué? ¿Qué
evidencia bíblica hay para su respuesta?
3. ¿Qué evidencia del fruto del Espíritu halla usted en su iglesia?
4. ¿Qué síntomas de la carne observa usted en su iglesia?
CAPÍTULO 4 LIDERAZGO ESPIRITUAL
1. Describa en sus propias palabras a la persona que Dios desea que dirija su iglesia.
2. ¿Cuáles tres preguntas le haría usted a alguien a quien se estaría entrevistando para un papel
de liderazgo en su iglesia?
3. ¿Cuál es la diferencia entre ser lleno del Espíritu Santo y ser un líder maduro y santo?
CAPÍTULO 5 CÓMO OÍR A DIOS
1. Describa en sus propias palabras como el creyente oye de Dios.
2. ¿Qué barreras piensa usted que impiden que los creyentes conozcan la voluntad de Dios?
3. Describa los ruidos en competencia para los líderes de la iglesia hoy.
4. Si usted pasa horas al día en oración y estudio bíblico, ¿cómo le va a ayudar eso a amar más a
Dios?
5. Si usted pasa más tiempo cada día buscando a Dios en oración y estudio bíblico, ¿cómo
pudiera eso afectar su amor por él?
CAPÍTULO 6
CÓMO AMAR A LAS PERSONAS, Y NO USAR A LAS PERSONAS
1. Describa en sus otras palabras cómo los líderes de la iglesia pueden usar a las personas.
2. ¿Que es mayordomía?
3. ¿Que quiere decir que un líder sea mayordomo de Cristo para dirigir a su pueblo?
4. ¿Qué quiere decir que un líder sea mayordomo de Cristo para servir, amar y desarrollar a las
personas?
CAPÍTULO 7 CUANDO DIOS DICE QUE NO
1. ¿Cuáles no oye usted de Dios en este punto de su ministerio?
2. ¿Cómo le ha dirigido Dios impidiéndole ciertos ministerios en el pasado?
3. En su jornada presente, responda a estas tres preguntas:
a. Si no aquí, ¿dónde? (nuevos lugares)
b. Si no ahora, ¿cuándo? (asunto de tiempo)
c. Si no de esta manera, ¿cómo? (nuevos métodos)
CAPÍTULO 8 UN BUEN TIPO DE TEMOR
1. ¿Cuáles son las caras del temor en su vida?
2. ¿Cómo está respondiendo a los temores en su vida?
3. ¿Cómo va a aplicar los cinco pasos de temer al Señor a sus propios temores personales
mencionados en las preguntas que anteceden?
CAPÍTULO 9
CÓMO AYUDAR A OTROS A LIDIAR CON EL TEMOR
1. Describa en sus propias palabras una ocasión en su iglesia cuando el liderazgo intentó hacer
un cambio que veían como positivo, pero hubo una reacción fuerte de oposición al cambio de
parte de varios miembros.
2. Describa en sus propias palabras qué estrategias usaron los «atacantes» para luchar en contra
o retrasar el cambio que se intentó.
3. ¿Notó algún líder a algún evasor en la iglesia? ¿Acaso alguien calladamente se fue durante o
poco después del cambio? Si alguien en efecto notó la lucha de los evasores, ¿qué, en forma
específica, trajo eso a la atención de liderazgo?
4. Describa en sus propias palabras como el liderazgo manejó el problema de ira y evasión dentro
de la congregación.
CAPÍTULO 10
CÓMO TOMAR DECISIONES DIFÍCILES
1. ¿Qué decisiones difíciles enfrenta usted hoy? Póngalas por escrito.
2. ¿Qué factores hacen difícil esta decisión para usted?
3. Al procesar su respuesta, haga y responda a estas preguntas:
a. ¿Qué pasajes bíblicos le dieron perspectiva para esta decisión?
b. ¿Cómo ha orado respecto a esta decisión?
c. ¿Está usted obedeciendo a Dios o tratando de complacer a las personas?
d. ¿Cuáles son los costos a favor y en contra de esta decisión
e. ¿Está usted siendo completamente honesto al tomar esta decisión?
f. ¿Qué consejo ha recibido de otros?
g. ¿Es esta una decisión que usted tiene que tomar?
h. ¿Prevalecerá la verdad al tomar su decisión? ¿Cómo?
i. ¿Están sus emociones permitiéndole que sea una persona de integridad?
CAPÍTULO 11
UNA SENDA PARA EL LIDERAZGO DEL ESPÍRITU SANTO
1. ¿Hay algún pecado conocido en su vida o en la vida de su iglesia? Confiéselo (1 Juan 1:9; Mateo
18:15-18).
2. Someta su mente, emoción y voluntad al Espíritu Santo (Efesios 5:18-20).
3. Sometan sus palabras y conducta los unos a los otros (Efesios 5:21).
4. ¿Cuál es su plan de acción del tamaño de la fe?
5. Prométale a Dios que vivirá por fe bajo la dirección de su Espíritu Santo (Hebreos 11:6).
CAPÍTULO 12
LO QUE DIOS TIENE EN MENTE
1. ¿Qué es el Jericó de Dios para su iglesia?
2. ¿Qué, si acaso algo, le impide que usted o su iglesia intenten conquistar su Jericó?
3. Use la siguiente tabla para escribir sus respuestas al propósito, misión y visión singular de su
iglesia.1
PASO DE PROCESO Y
HERRAMIENTAS
PROPÓSITO
Hoja de enfoque de la
vida
MISIÓN
¿Qué pasajes bíblicos
resumen nuestra misión?
¿Qué relatos captan
la esencia de nuestra
misión?
VISIÓN
Lluvia de ideas
¿Qué imágenes verbales
captan la pasión de
nuestra visión?
ORACIÓN Y
PLANIFICACIÓN
ESTRUCTURA Y
ORGANIZACIÓN
IMPLEMENTACIÓN E
INFORMES
EVALUACIÓN Y
RENOVACIÓN
REGUNTAS CLAVE
¿Por qué existo yo?
¿Por qué existimos?
¿Cuál es la declaración
bíblica duradera a la cual
Dios está llamando a su
iglesia?
¿Qué dice la Palabra
de Dios en cuanto a
nuestra misión? ¿La
misión de nuestra
iglesia? ¿Nuestros valores
básicos?
¿Cuál es la imagen verbal
clara, única e inspiradora
del ministerio que Dios
quiere para nosotros por
un período de tiempo,
que será consistente con
su propósito y misión?
¿Qué nos ha llamado
Dios a hacer? ¿Cuál
es nuestra filosofía?
¿Cómo vamos a hacer el
ministerio?
SU RESPUESTA
CAPÍTULO 13
PLANIFICACIÓN
1. ¿De qué maneras el plan de su iglesia para el año entrante muestra dependencia en Dios
2. Describa algunos milagros que Dios ha hecho en su iglesia en los últimos años.
3. ¿Cuál es el plan para derrotar su Jericó?
4. Añada otra línea a la tabla anotando su respuesta para el plan de su iglesia para realizar la
visión única de Dios para su iglesia.2
PASO DE PROCESO Y
HERRAMIENTAS
PROPÓSITO
MISIÓN
VISIÓN
ORACIÓN Y
PLANIFICACIÓN
Anote y rastree metas y
pasos para alcanzar las
metas
Presupuesto y
levantamiento de fondos
Listas de oración que
acompañan metas
ESTRUCTURA Y
ORGANIZACIÓN
IMPLEMENTACIÓN E
INFORMES
EVALUACIÓN Y
RENOVACIÓN
PREGUNTAS CLAVES
¿Cuáles son los pasos
específicos medibles
que se necesitan a corto
plazo para realizar la
visión de Dios dentro del
contexto del propósito
y misión de Dios por
medio de nosotros y en
nosotros?
¿Quién es responsable
por qué?
¿Qué tareas hay que
hacer?
¿Cuándo hay que hacer
las tareas?
¿Cuáles son los
eslabones entre las
tareas?
¿Cuáles son las metas
específicas?
¿Cuáles son los pasos
específicos para alcanzar
las metas?
¿Cuál es nuestro plan de
acción?
¿Cuáles recursos se
necesitan para alcanzar
las metas?
SU RESPUESTA
CAPÍTULO 14
LA ORGANIZACIÓN DEL EQUIPO
1. ¿Diría usted que su iglesia es una organización saludable de acuerdo a las cuatro características
de una organización saludable descrita en este capítulo? ¿Por qué sí? ¿Por qué no?
2. ¿Quiénes tienen el don de administración en su iglesia u organización cristiana? ¿Qué están
haciendo ellos en el ministerio? ¿Se les está equipando? ¿Cómo se les está afirmando?
3. Añada otra línea a la tabla anotando su respuesta para la estructura de la iglesia para realizar
el plan de Dios para su iglesia.3
PASO DE PROCESO Y
HERRAMIENTAS
PROPÓSITO
MISIÓN
VISIÓN
ORACIÓN Y
PLANIFICACIÓN
ESTRUCTURA Y
ORGANIZACIÓN
Prepare cuadro
organizacional
Redacte descripciones
de trabajo
Inventario de dones
espirituales
IMPLEMENTACIÓN E
INFORMES
EVALUACIÓN Y
RENOVACIÓN
PREGUNTAS CLAVES
¿En qué aspectos
principales necesitamos
dividir el trabajo para
mantener manejable las
tareas?
¿Quién es responsable
por qué?
¿Quién informa a quién?
¿Quién forma y dónde
está el equipo?
SU RESPUESTA
CAPÍTULO 15
IMPLEMENTACIÓN DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU:
LA FE EN ACCIÓN
1. ¿De qué maneras es la implementación una actividad de fe?
2. ¿Qué dificultades ha tenido el liderazgo de su iglesia para implementar el cambio en su iglesia?
3. ¿Cómo están los líderes ayudado a las personas a hacer la transición durante la implementación
de cambio en su iglesia?
4. Añada otra línea a la tabla anotando su respuesta para su estrategia de implementación de la
iglesia.4
PASO DE PROCESO Y
HERRAMIENTAS
PROPÓSITO
MISIÓN
VISIÓN
ORACIÓN Y
PLANIFICACIÓN
ESTRUCTURA Y
ORGANIZACIÓN
IMPLEMENTACIÓN E
INFORMES
Estructura del equipo
Calendario
Formularios de informes
PREGUNTAS CLAVES
¿Hay una estrategia para
implementar el plan?
¿Hay una estrategia para
la transición con amor
de personas?
¿Quién es responsable
por qué?
¿Cuándo hay que hacer
las tareas?
EVALUACIÓN Y
RENOVACIÓN
CAPÍTULO 16
SU RESPUESTA
LA RENOVACIÓN DE LAS PERSONAS Y EL MINISTERIO
1. ¿Necesita usted renovación? ¿Cómo lo sabe? ¿Qué indicadores puede mencionar que apuntan
a la necesidad de renovación personal?
2. ¿Es la renovación una parte regular y planeada de su proceso de liderazgo? ¿Por qué? ¿Por
qué no? ¿Qué pasos puede dar para implementar la renovación como una parte regular de su
proceso de liderazgo?
3. Complete la tabla anotando su respuesta para la estrategia de su iglesia para evaluación y
renovación.5
PASO DE PROCESO Y
HERRAMIENTAS
PROPÓSITO
MISIÓN
VISIÓN
ORACIÓN Y
PLANIFICACIÓN
ESTRUCTURA Y
ORGANIZACIÓN
IMPLEMENTACIÓN E
INFORMES
EVALUACIÓN Y
RENOVACIÓN
Formularios de informes
Formularios de evaluación
de trabajo
Refinamiento de goles
Certificados de aprecio
Refinamiento de
descripciones de trabajo
Renovación de propósito
y misión y refinar la visión
PREGUNTAS CLAVES
¿Quién evalúa a quién?
¿Cuándo se harán las
evaluaciones?
¿Qué pasos específicos
necesitamos dar para
lograr las metas, refinar
las metas y enfocar de
nuevo al personal?
SU RESPUESTA
ACERCA DE LOS AUTORES
DR. TIMOTHY ROBNETT
Inspira y equipar a las personas para la evangelización y vida de iglesia efectiva es el enfoque del
ministerio de Tim.
Después de sus estudios universitarios en Stanford, en donde jugó fútbol americano en
dos equipos de campeonato del Tazón Rosa, sirvió como interno en el cargo de ministro de
adolescentes en la Iglesia Bíblica Península, en donde Dios despertó su deseo de ministerio
vocacional. Después de asistir al Seminario Occidental, sirvió como pastor asociado en Bakersfield,
y después como pastor principal de la Iglesia Bautista Palm Springs, (Palm Springs, California)
por once años. En 1994 recibió su Doctorado en Ministerio del Seminario Teológico Fuller de
Pasadena, California.
En todo su ministerio Tim también ha dado liderazgo a la Hermandad de Atletas Cristianos,
Juventud para Cristo, y la Asociación Bautista Conservadora del Sur de California, y al presente
para la Proclamation Evangelism Network of Mission America.
Desde 1990 Tim ha servido en la Asociación Luis Palau. Su ministerio ha incluido dirigir festivales
internacionales en doce naciones, supervisar conferencias y sesiones de entrenamiento de
evangelistas en muchas otras naciones, coordinar misiones colaboradoras en varios estados de
India y varias naciones de África, y desde el 2000 dirigir el ministerio de Next Generation Alliance
para equipar una nueva generación de evangelistas de proclamación.
Tim también sirvió como profesor asociado de ministerio pastoral y director de interinazgo en
el Seminario Bíblico Multnomah de 1996 a 2004. Coordinó el programa de maestría de artes en
estudios pastorales. También preparó programas adicionales en administración de ministerio,
evangelización y ministerio de familia.
Tim se casó con su novia de la secundaria, Sharon, en 1971. Tienen un hijo, Joel, casado con Kate,
y una hija, Karen. Disfruta montando a caballo, levantando pesas, racquetbol y jardinería
ALLEN H. QUIST
El Dr. Don Brake, decano y vicepresidente del Seminario Bíblico Multnomah dice: «Pocos hombres
son más apasionados y articulados en cuanto a la administración y liderazgo bíblico y santo de
la iglesia que Allen Quist».
Esta pasión se ha desarrollado por muchos años de experiencias, empezando cuando era
muchacho. Primero aprendió liderazgo de su padre, que le presentó el reto de nunca rajarse.
Con este fuerte cimiento, Allen asistió a la Universidad Estatal de Washington, se casó con su
novia de la universidad, y empezó una familia y treinta y cinco años de carrera bancaria.
Además de graduarse de la Escuela Bancaria de la Costa del Pacífico y Escuela de Crédito
Agrícola del Noroeste, Allen pasó gran parte de las últimas dos décadas de su carrera bancaria
desarrollando valiosas habilidades de liderazgo al administrar actividades de préstamos a
empresas pequeños, dirigiendo una región de veinticuatro sucursales al por menor, y ayudando
a administrar el cambio y transición en dos fusiones de bancos.
Durante los últimos años de su carrera bancaria, Allen empezó a participar en misiones foráneas
y actividades relativas al ministerio. En 1998, sintiéndose llamado a concentrarse en su creciente
hambre de conocer a Jesucristo a mayor profundidad, Allen dejó su carrera bancaria para seguir
una maestría de artes en estudios pastorales en el 2002 en el Seminario Bíblico Multnomah.
Allen es ahora miembro adjunto de la facultad del Seminario Bíblico Multnomah en Portland,
Oregón, y al presente está matriculado en la Universidad Regent, trabajando en un doctorado
en liderazgo estratégico.
Junto con Rick Battershell, contador público certificado, y Troy Anderson, abogado, Allen fundó
los Seminarios de Administración de Ministerio, organización sin fines de lucro dedicada a
equipar a los líderes de la iglesia en cuestiones de contabilidad, leyes, administración financiera,
planeamiento estratégico, mediación de conflicto, reenfoque de liderazgo, y renacimiento de la
iglesia.
Allen ayuda a los líderes de la iglesia a adoptar intencionalmente un modelo de liderazgo
dependiente de la dirección de Dios. Conforme las oportunidades se abren, habla en otros
países de su pasión para el liderazgo.
Allen y Mary viven en Troutdale, Oregon, cerca de sus dos hijos e hija y sus familias.
Para saber más en cuanto a La iglesia impulsada por el Espíritu, descargar material de bonificación,
o ponerse en contacto con los autores, vaya a spiritdrivenchurch.net.
NOTAS
INTRODUCCIÓN
1. Win Am, The Pastor’s Manual for Effective Ministry [Manual del pastor para el ministerio efectivo],
Church Growth, Monrovia, CA., 1988), 16.
CAPÍTULO 1
DE MUERTE A VIDA
1. Peter Drucker, Managing the NonProfit Organization: Principles and Practices [La administración
de la organización sin fines de lucro: Principios y prácticas], HarperCollins, Nueva York: 1992, 113.
2. Am, The Pastor’s Manual for Effective Ministry, 16.
3. George Barna, User Friendly Church [Iglesia amistosa al usuario], Regal Books, Ventura, CA.,
1991, 76.
4. Ibid.
5. William Bridges, Managing Transitions [La administración de transiciones], Perseus Books,
Reading, MA., 1991, 4.
CAPÍTULO 2
EL TIRÓN DE AFECTOS EN CONFLICTO
1. Spiros Zodhiates, The Complete Word Study Dictionary, New Testament [Diccionario completo de
estudio de palabras, Nuevo Testamento], AMG Publishers, Chattanooga, TN., 1993, 1280.
2. Henry Blackaby, What the Spirit Is Saying to the Churches [Qué es lo que el Espíritu les está
diciendo a las iglesias], Multnomah Publishers, Sisters, OR., 2003, 37.
CAPÍTULO 3
EL DESCUBRIMIENTO DE UN DIOS AMANTE Y TRANSFORMADOR
1. Oswald Chambers, My Utmost for His Highest, Discovery House Publishers, Grand Rapids, MI.,
1992, 12 de marzo. Hay varias ediciones en español, con el título En pos de lo supremo.
CAPÍTULO 4
LIDERAZGO ESPIRITUAL
1. David Bryant, Christ Is All: A Joyful Manifesto on the Supremacy of God’s Son [Cristo es todo:
Un manifiesto gozoso de la supremacía del Hijo de Dios] New Providence Publishers, New
Providence, NJ., 2004, 10-11.
CAPÍTULO 7
CUANDO DIOS DICE QUE NO
1. Video promocional de Luis Palau para el Festival Portland 2000.
CAPÍTULO 11
UNA SENDA PARA EL LIDERAZGO DEL ESPÍRITU SANTO
1. Christian A. Schwarz, Natural Church Development [Desarrollo natural de la iglesia], Churchsmart
Resources, Carol Stream, IL., 1996, 28.
2. The Barna Group, «Small Churches Struggle to Grow Because of the People They Attract» [«Las
iglesias pequeñas batallan debido a las personas que atraen»] The Barna Update (2 de septiembre
del 2003), www.barna.org. Accedido el 25 de julio del 2005.
3. Bobb Biehl, Masterplanning: A Complete Guide for Building a Strategic Plan for Your Business,
Church, or Organization [Planificación maestra: Guía completa para preparar un plan estratégico
para su empresa, iglesia u organización], Broadman & Holman, Nashville: 1997; y Aubrey Malphurs,
Vision America: A Strategy for Reaching a Nation [Visión Estados Unidos de América: Una estrategia
para alcanzar a una nación], Baker Books, Grand Rapids: 1994.
CAPÍTULO 12
LO QUE DIOS TIENE EN MENTE
1. Aubrey Malphurs, Advanced Strategic Planning [Planificación estratégica avanzada], Baker
Books, Grand Rapids: 1999, 104-5.
2. Biehl, Masterplanning, 33.
3. Jan Johnson, When the Soul Listens [Cuando el alma escucha], NavPress, Colorado Springs,
1999, 106.
4. Biehl, Masterplanning; y Malphurs, Vision America.
CAPÍTULO 14
LA ORGANIZACIÓN DEL EQUIPO
1. Biehl, Masterplanning, 98-104.
2. Stephen Covey, The 7 Habits of Highly Effective People [Los siete hábitos de personas altamente
efectivas], Simon & Schuster, Nueva York., 1989.
3. Webster’s Seventh Collegiate Dictionary, s.v. «radical».
GUÍA DEL LECTOR
1. Biehl, Masterplanning; and Malphurs, Vision America.
2. Ibid.
3. Ibid.
4. Ibid.
5. Ibid.
LECTURAS RECOMENDADAS EN INGLÉS
Anderson, Neil T., y Charles Mylander. Setting Your Church Free [Libertando a su iglesia]. Regal
Books, Ventura, CA., 1994. Este libro trata de asuntos fundamentales de liderazgo de la iglesia
hoy.
Biehl, Bobb. Masterplanning: A Complete Guide for Building a Strategic Plan for Your Business, Church,
or Organization [Planificación maestra: Guía completa para preparar un plan estratégico para su
empresa, iglesia u organización]. Nashville: Broadman & Holman 1997. Usando un proceso paso a
paso para dirigir una organización que empieza con una comprensión y desarrollo de una visión
inspirada de corazón, Biehl muestra a los lectores cómo pueden convertir esa visión en realidad
para la iglesia u organización misionera.
Bridges, William. Managing Transitions [La administración de transiciones]. Perseus Books,
Reading, MA., 1991. William Bridges es a la vez diestro y preciso al tratar con el cambio y la
transición. Este es un libro extremadamente útil para iglesias que luchan con el cambio porque
no reconocen la cuestión del temor que Bridges describe.
Clinton, J. Robert. The Making of a Leader [La hechura de un líder]. NavPress, Colorado Springs.,
1989. Clinton ofrece una presentación y organizada de las etapas de liderazgo y desarrollo.
Covey, Stephen R. The 7 Habits of Highly Effective People [Los siete hábitos de personas altamente
organizadas]. Simon & Schuster, Nueva York, 1989. Antes de que usted pueda dirigir a otros,
tiene que ordenar su vida personal. La integridad demanda congruencia de corazón y vida.
Covey habla de principios eficaces para lograr la victoria personal y luego la victoria pública,
produciendo armonía en la vida personal de uno y la vida pública.
Curtis, B., y J. Eldredge. The Sacred Romance [El romance sagrado]. Thomas Nelson Publishers,
Nashville., 1997. Este es un libro para despertarse. Aunque está dirigido a individuos, se necesita
poca imaginación para aplicarlo a corporaciones. Dios es un Dios de amor, que nos busca para
una relación personal de amor y aventura con él.
George, Carl F., y Robert E. Logan. Leading and Managing Your Church [La dirección y administración
de su iglesia]. Fleming H. Revell, Grand Rapids, MI., 1987. George y Logan presentan un enfoque
único a los detalles diarios de administrar la iglesia, viéndolos por los ojos de uno que equipa al
pueblo de Dios para hacer la obra del ministerio. Este libro incluye muchos principios útiles para
dirigir al pueblo de Dios por el poder de su Palabra y Espíritu.
Malphurs, Aubrey. Advanced Strategic Planning [Planificación estratégica avanzada]. Baker
Books, Grand Rapids., 1999. Este libro es rico con ideas útiles, presentándolas en el contexto
de un modelo de administración estratégica. Este sería un buen libro para que un equipo de
administración tal como una junta de ancianos lo estudien juntos.
Malphurs, Aubrey. Developing Vision for Ministry in the 21st Century [El desarrollo de visión para
el ministerio en el siglo 21]. Baker Books, Grand Rapids, MI., 1992. Este libro detalla un método
paso a paso para producir una visión para su organización, con amplias ilustraciones y hojas de
ejercicios para ayudarle a producir e implementar la visión.
Malphurs, Aubrey. Doing Church: A Biblical Guide for Leading Ministries Through Change [La obra
de la iglesia: Un guía bíblica para dirigir ministerio al atravesar cambios]. Kregel Publications,
Grand Rapids., MI., 1999. No deje que el tamaño de este libro lo engañe. Es un libro pequeño
pero de peso con material que provoca el pensamiento.
Malphurs, Aubrey. Values-Driven Leadership [Liderazgo impulsado por valores]. Baker Books,
Grand Rapids, MI., 1996. Malphurs presenta un estudio excelente y extenso para comprender
la importancia de descubrir, aclarar y usar valores básicos en el liderazgo y administración
organizacional.
Malphurs, Aubrey. Vision America [Visión Estados Unidos de América]. Baker Books, Grand Rapids,
MI., 1994.
Maxwell, John C. The 21 Irrefutable Laws of Leadership [Las 21 leyes irrefutables del liderazgo].
Thomas Nelson Publishers, Nashville, 1998. Dinámico y práctico, este libro incluye 21 principios
que se aplican en forma amplia a cualquier líder y cualquier papel de liderazgo.
Oncken III, William. Monkey Business [Triquiñuelas]. Executive Excellence Publishing, Provo, UT:
2000. Este es un libro sobre el arte de delegación que usted nunca olvidará.
Sanders, J. Oswald. Spiritual Leadership [Liderazgo espiritual]. Moody Press, Chicago, 1977.
Sanders enfoca las cualidades esenciales de carácter de un líder verdaderamente lleno y dirigido
por el Espíritu.
Schwarz, Christian A. Natural Church Development [Desarrollo natural de la iglesia]. ChurchSmart
Resources, Carol Stream, IL., 1996. Este libro bosqueja principios y factores básicos que
contribuyen a la salud y crecimiento de la iglesia.
Stanley, Andrew. Visioneering [Visiones]. Multnomah Publishers, Sisters, OR., 1999. Mediante un
estudio de la vida de Nehemías, Stanley aplica principios de siglos de liderazgo a los líderes de
hoy en su reto para producir una visión bíblica para el ministerio.
Westing, Harold J. Church Staff Handbook [Manual de personal de iglesia]. Kregel Publications,
Grand Rapids., MI., 1997. Un experimentado líder de iglesia habla de nociones prácticas para
dirigir al personal de la iglesia. Da información práctica sobre comprensión de estilo de liderazgo
y formación de equipo, y demuestra cómo el Espíritu de Dios puede interactuar en los procesos
administrativos.
Wilkes, C. Gene. Jesus on Leadership [Jesús sobre liderazgo]. Tyndale House Publishers, Wheaton,
IL., 1998. Wilkes hace una valiosa contribución para comprender las cualidades singulares de
Jesús como líder. Descripciones prácticas y definiciones de liderazgo servidor y cómo funciona
en el mundo de hoy.