Historia Falsa

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Historia Falsa
Historia falsa sobre las Falklands/Malvinas ante
la Organización de las Naciones Unidas:
Cómo la Argentina engañó a la ONU en 1964 – y sigue haciéndolo
© 2012 por Graham Pascoe y Peter Pepper
D
esde la década del 60, los pobladores de las Islas
Falkland1 han sido víctimas de los esfuerzos de la
Argentina para promover su reclamo de soberanía sobre las
islas – esfuerzos que culminaron en la invasión argentina en
1982. La oleada actual de intensa presión argentina comenzó
con el establecimiento de un grupo de presión oficial dentro
del Congreso argentino, el “Observatorio Parlamentario –
Cuestión Malvinas” en junio de 2006. Esto fue anterior al
repudio por parte de Argentina, en marzo de 2007, del
Acuerdo de Hidrocarburos con Gran Bretaña de 1995, y más
de tres años antes de la reanudación de perforaciones
petroleras alrededor de las Falklands en el 2010: la actual
presión argentina no es una respuesta a la exploración
petrolera en las Falklands. En el 2007 el “Observatorio”
distribuyó folletos gravemente erróneos sobre las Falklands a
colegios argentinos. Estos folletos contenían gran parte de la
historia falsa que la Argentina también presenta ante la
Organización de las Naciones Unidas.
(i) Parte de las ruinas de Port Egmont, donde el Comodoro
John Byron afirmó la soberanía británica sobre las Falklands
en enero de 1765.
El reclamo de soberanía de la Argentina no es
antiguo
Los políticos argentinos continuamente alegan que el
reclamo argentino sobre las Falklands data del 1820, pero
esto no es verdad. El reclamo de la Argentina fue terminado
por un tratado en 1850 (ver la sección 6 abajo), y durante 34
años la Argentina mantuvo silencio en relación a las
Falklands. Durante ese período, varios líderes argentinos
declararon que la Argentina no tenía disputa alguna con Gran
Bretaña. Luego de un breve reavivamiento en 1884, el
reclamo fue generalmente desistido hasta los años 1930,
cuando el Senador Alfredo Palacios trabajó arduamente para
promover el tema. En 1939 Palacios y otros formaron el
primer grupo de presión sobre “Malvinas”,2 aprovechando la
difícil situación de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra
Mundial. Para 1946 el reclamo sobre las Falklands se había
convertido en una política oficial de la Argentina bajo la
presidencia de Perón.
Argentina en la Organización de las Naciones
Unidas – Resolución 2065
A partir de 1945 y durante veinte años la Argentina
hizo una muy breve mención de su reclamo cada año ante la
ONU, pero no hizo mucho más que eso. La nueva estridencia
data del 9 de septiembre de 1964, cuando el representante de
la Argentina ante la ONU, José María Ruda, hizo una
presentación de 8.000 palabras ante el Sub-Comité III de la
ONU, 3 que formaba parte del Comité de Descolonización de
la ONU (el “Comité de 24” o “C24”), y al que se encomendó
determinar si las Falklands estaban sujetas al proceso de
descolonización tal como surge de la Resolución de la ONU
1514 (XV) de 1960 (sección 11 abajo). Su presentación
aparentó ser un relato de la historia de las islas y del reclamo
de soberanía de la Argentina, sin embargo, estaba plagada de
errores y proveyó un relato profundamente falso de la
historia. No obstante, la presentación de Ruda resultó en
última instancia en la aprobación de la Resolución 2065 por
la Asamblea General de la ONU en 1965 (ver la página 2
abajo).
Falsedades reiteradas en la ONU
Esta breve monografía examina las aseveraciones
históricas realizadas por la Argentina en la ONU, que en
términos generales permanecen sin cambios desde la
presentación por José María Ruda en 1964. Su presentación
sería difícil de superar en cuanto a la cantidad de
inexactitudes. Entre muchas otras, Ruda hizo las siguientes
aseveraciones erróneas, algunas en forma reiterada – el
número entre paréntesis a la derecha indica la cantidad de
veces que mencionó cada una:
1. Que España hizo reserva expresa de su soberanía en el
tratado del 22 de enero de 1771 que puso fin a la crisis
1
Se usa el nombre “Islas Falkland” en esta monografía ya que es
más antiguo que el nombre francés “Malouines” de que “Malvinas”
es una derivación. El nombre “Falkland” fue dado primero al
estrecho entre las dos islas grandes (“Falkland Sound”) por el
capitán John Strong del buque británico Welfare en 1690. Fue usado
primero para referirse a todo el archipiélago por el capitán británico
Woodes Rogers en su bitácora el 24 de diciembre de 1708, y
publicado primero en su libro sobre su viaje, A Cruising Voyage
Round the World, Londres 1712. El cartógrafo real francés
Guillaume Delisle originó el nombre “Malouines” en 1720 y lo
publicó primero en un mapa en 1722. En español cambió primero a
“Maluinas” y entonces a “Malvinas”. Alrededor de los años 18051810, la transición era casi completa. Sin embargo, los españoles
todavía escribieron “Maluinas” en los documentos y la placa que
dejaron en las islas el 13 de febrero de 1811 cuando se fueron por la
última vez.
2
“Junta de Recuperación de las Malvinas”, fundada en Buenos
Aires el 19 de octubre de 1939.
3
El Sub-Comité III estaba presidido por Carlos María Velázquez,
Embajador de Uruguay ante la ONU y defensor activo del reclamo
argentino sobre las Falklands. El apoyo de Velázquez fue decisivo
en la ampliación de las actividades por la Argentina ante la ONU en
relación a su afirmación de soberanía sobre las Falklands (esto fue
declarado por el diplomático argentino Dr. Lucio García del Solar
en un seminario titulado, “El Rol de los Isleños de las Falklands en
la Disputa por la Soberanía con la República Argentina”, en St.
Antony’s College, Oxford, el 25 de mayo de 1993). El apoyo de
Velázquez le permitió a Argentina proseguir sus ambiciones
territoriales bajo el pretexto de descolonización.
2
provocada por el ataque por España en tiempos de paz sobre
el establecimiento británico en Port Egmont en 1770;
(6)
2. Que la Argentina designó un gobernador en las Falklands
en 1823;
(1)
3. Que Gran Bretaña expulsó a la población argentina de las
Falklands en 1833;
(5)
4. Que los habitantes argentinos opusieron resistencia ante
los “invasores” británicos;
(2)
5. Que Gran Bretaña remplazó a los habitantes argentinos
con súbditos de Gran Bretaña;
(2)
6. Que no ha habido ningún acuerdo internacional que
confirme la posesión británica de las Falklands;
(1)
7. Que la Argentina jamás ha aceptado la posesión británica
de las Falklands;
(3)
8. Que la Argentina nunca ha dejado de protestar la posesión
por Gran Bretaña de las Falklands;
(6)
9. Que el reclamo de la Argentina es imprescriptible, es
decir: eterno salvo que sea desistido libremente;
(2)
10. Que los actuales isleños de las Falklands constituyen una
población transitoria;
(2)
11. Que la posesión británica de las Falklands viola la
integridad territorial de la Argentina;
(4)
12. Que Gran Bretaña tomó las Islas Georgia del Sur y las
Islas Sandwich del Sur de la Argentina por la fuerza.
(2)
Todas las aseveraciones anteriores son erróneas.
En conjunto, la presentación por José María Ruda
contenía docenas de errores históricos, algunos reiterados
varias veces, entre los cuales los que se enumeran arriba son
sólo los más importantes.1 A pesar de su total inexactitud
histórica, esta presentación por Ruda marcó el comienzo de
una nueva campaña de la Argentina para obtener las Islas
Falkland. El siguiente año, 1965, el nuevo representante de la
Argentina ante la ONU, Bonifacio Del Carril, declaró las
falsedades 7 y 8 una vez cada una, y la 11 tres veces, en una
presentación que culminó con la aprobación de la Resolución
2065 el 16 de diciembre de 1965.
Desde entonces, la Argentina ha repetido estas
falsedades en muchas oportunidades ante la C24 – por
ejemplo, el 24 de junio de 2010, el nuevo ministro del
exterior de la Argentina, Héctor Timerman, declaró las
falsedades 3, 5 y 8 tres veces cada una, la 11 cuatro veces, y
la 7 y la 9 una vez cada una. Un año más tarde, el 21 de junio
de 2011, declaró las falsedades 3, 5 y 7 dos veces cada una, y
las 8, 9 y 11 una vez cada una.
1
Además de los errores enumerados arriba, algunos de los otros
errores incluyen los siguientes: que Gran Bretaña “tomó” Saint
Helena en 1815 (fue en 1659); que el barco USS Lexington visitó
las Falklands en mayo de 1831 (fue en diciembre); que no hubo
certeza en Gran Bretaña sobre la existencia de las Falklands hasta
mediados del siglo 18 (no había tal falta de certeza); que los
tratados Anglo-Españoles de los siglos 17 y 18 excluían a Gran
Bretaña de las Falklands (no es verdad); y que en 1820 David
Jewett anunció que las reglas de pesca argentina serían de
aplicación en las islas (no anunció tal cosa).
2
Resolución 2065 (XX) del 16 de diciembre de 1965
La Resolución 2065 simplemente invitó a Gran Bretaña
y la Argentina a negociar el futuro de las Falklands,
conforme a la Carta de la ONU y a los “intereses” de los
isleños de las Falklands; no proclamaba ningún veredicto
sobre los méritos del reclamo sobre las islas de cada país. El
texto de la resolución no hacía referencia a los “deseos” de
los isleños (la base para toda descolonización genuina). La
Argentina sostiene que esto se hizo para excluir el principio
de autodeterminación, alegando que Gran Bretaña “expulsó a
la población argentina” en 1833 y que una población que
remplazaba a una “población expulsada” no debería tener la
capacidad de autodeterminación. No obstante, el alegato de
que Gran Bretaña había expulsado a la población argentina
es falso (sección 3 abajo), de modo que la resolución fue
obtenida mediante el engaño a la ONU.
El pedido de que entidades extranjeras (Argentina y
Gran Bretaña) decidan sobre los “intereses” de los isleños en
su lugar es vital para Argentina, pero absurdo; no puede estar
en el interés de un pueblo ser gobernado en contra de sus
deseos. En todo caso, el texto de la Resolución 2065 no
excluye la autodeterminación.
La Resolución 2065 no dispuso un resultado para las
negociaciones – el resultado podría haber sido someter el
caso a la Corte Internacional de Justicia, o una decisión de
que Argentina desista de su reclamo, o una decisión de darles
la independencia a las islas, o que se asocien a Gran Bretaña
bajo la Resolución 1541 (XV) de la ONU del 15 de
diciembre de 1960, o cualquier otra solución pacífica. A la
larga, fue Argentina que burló la resolución, invadiendo las
islas en 1982.
Desde la Guerra de Malvinas (Falklands War),
Argentina ha seguido presentando su reclamo ante la ONU;
cada año presenta un falso relato de la historia de las islas, y
pide a Gran Bretaña “respetar” la Resolución 2065 e iniciar
negociaciones sobre la soberanía – siempre pretendiendo la
entrega de las islas a la Argentina, aunque esto no se
menciona en la Resolución 2065. Pero desde 1994, cuando el
reclamo sobre las Falklands fue consagrado en la
Constitución Argentina, éste se ha convertido en la única
solución aceptable para la Argentina.
Los reclamos de Gran Bretaña y de la Argentina
El caso presentado por Gran Bretaña se fundamenta en
tres elementos: un reclamo histórico muy bien sustentado; un
reclamo de soberanía de base política, ya que los
falklandenses claramente quieren seguir siendo británicos; y
la administración británica continuada durante casi 180 años.
Argentina carece de un reclamo político ya que los
isleños no están pidiendo unirse a la Argentina, y – aun
cuando los argentinos en ocasiones han dicho lo contrario –
no existe en el derecho internacional tal cosa como un
reclamo territorial basado en la contigüidad (cercanía
geográfica). El hecho que la Argentina ahora posee la costa
frente a las Islas Falkland es irrelevante.
De modo que el caso presentado por Argentina es
exclusivamente histórico – y, como demuestra esta
2
El número romano entre paréntesis es el número de sesión de la
ONU. Todos los detalles en esta monografía sobre la ONU
provienen del sitio web de la ONU.
3
monografía, la historia que provee el único sustento para el
reclamo argentino es falsa, ya que comprende las falsedades
repetidas enumeradas arriba y examinadas en detalle a
continuación.
La verdad en cada uno de esos casos se presenta
a continuación:
1. España no hizo reserva expresa de su soberanía
en el tratado del 22 de enero de 1771 que puso
término a la crisis provocada por el ataque
efectuado por España en tiempos de paz a Port
Egmont en 1770. Tanto Gran Bretaña como España
reservaron su soberanía en dicho tratado.
Un borrador temprano del tratado decía que: “nada
puede disminuir el derecho previo de soberanía del Rey de
España” sobre las Falklands, pero Gran Bretaña no aceptaría
esos términos. El texto final decía que la devolución de Port
Egmont a Gran Bretaña:
… no puede ni debe afectar en nada la cuestión
de derecho anterior de soberania de las islas
Malvinas, llamadas por otro nombre Falkland.1
Esa declaración dejó la soberanía de ambos países
exactamente como había estado antes de la toma española de
Port Egmont. No hizo reserva específica de los derechos
españoles, aunque muchos escritores han aseverado
equivocadamente lo contrario.
2. Argentina no designó un gobernador en las
Falklands en 1823.
Ruda declaró lo siguiente ante el comité de
descolonización de la ONU en 1964: “En 1823 el Gobierno
de Buenos Aires designó a Don Pablo Areguati como
Gobernador de las Islas Malvinas.” Esto es falso. La verdad
es que Jorge Pacheco, un veterano argentino de la guerra de
independencia a quien el gobierno argentino debía dinero, y
su socio de negocios, Louis Vernet (1791-1871), un
comerciante de Buenos Aires,2 se decidieron por realizar una
inversión en las Falklands. El 18 de diciembre de 1823,
Pacheco solicitó al gobierno de Buenos Aires una pequeña
concesión de tierra en las islas y que el empleado de ambos,
Pablo Areguati, sea otorgado el grado de “comandante” sin
paga. La solicitud de tierra fue concedida,3 pero no la
designación de Areguati. Él no recibió rango ninguno.4
(ii) “Estamos pereciendo”: página 1 de la carta de Pablo
Areguati del 12 de febrero de 1824 describiendo el estado
delicado de la expedición de 1824. (AGN, Buenos Aires, Sala
VII, legajo 129, documento 51).
Areguati desembarcó con unos pocos gauchos el 2 de
febrero de 1824 en Port Louis,5 lugar del antiguo
establecimiento penal español en las Falklands, “Puerto
Soledad”, que los españoles habían abandonado en 1811. Su
carta a Pacheco del 12 de febrero (figura ii) describe el
estado calamitoso de la expedición:
Estamos sin carne, sin galleta, y sin polvora pa
cazar. Nos mantenemos de conejos azados, pues
no hay graza à causa de no poder salir à carnear
por qe no hay caballos. Con decirle à V qe
estamos pereciendo, he concluido.6
El emprendimiento rápidamente fracasó, pero no antes de un
enfrentamiento con el barco británico Adeona, cuyo capitán
amenazó con denunciarlo por piratería ante el gobierno
británico.7 Areguati abandonó las Falklands en el barco de la
expedición, Fenwick, el 7 de junio, llegando a Buenos Aires
el 2 de julio de 1824.
Ruda declaró en 1964 que la expedición “sólo prosperó
en parte”, cuando en realidad había sido un fracaso rotundo.
El Fenwick navegó desde Port Louis sin el capataz Aniceto
1
Documento original en los archivos nacionales británicos, “Public
Record Office” (PRO), Londres, FO 6 501, folio 14 recto: “ne doit
nullement affecter la question du droit antérieur de souveraineté des
Iles Maloüines, autrement dites Falkland.” Traducción aquí al
español desde el libro en francés de Paul Groussac, Les Isles
Malouines, Buenos Aires 1910; edición castellana: Las Islas
Malvinas, Buenos Aires 1936.
2
Vernet era de origen hugonote (Protestante) francés y había nacido
en Hamburgo, donde se habían establecido sus abuelos luego de
huir de la persecución religiosa en Francia.
3
La documentación está en los archivos nacionales argentinos,
Archivo General de la Nación (AGN), Buenos Aires, Sala VII,
legajos 127 y 129. En agosto de 1823 Pacheco había obtenido
permiso de Buenos Aires para sacar utilidad de East Falkland.
4
Areguati nunca se refirió a si mismo como gobernador ni con
ningún otro cargo oficial. Esto es confirmado por el historiador
argentino Mario Tesler en “Gobernadores que nunca fueron”,
Clarín, Buenos Aires, 6 de junio de 1974.
5
No hubo asentamiento argentino antes. La afirmación de
Presidenta Cristina Fernández de Kirchner frente al Comité de
Descolonización de la ONU el 14 de junio 2012 que la Argentina
tenía presos en las Falklands en 1816 (basada en la carta conocida
de José de San Martín) es totalmente incorrecta. San Martín no
sabía que los Realistas españoles habían retirado los integrantes de
su pequeño presidio en 1811, trasladándolos a Montevideo. Así que
no había nadie en las Falklands en 1816, salvo cazadores de focas
británicos y estadounidenses.
6
AGN, Sala VII, legajo 129, doc. 51 (fig. ii).
7
Carta redactada en alemán, del 8 de abril de 1824, escrita por
Emilio Vernet desde Port Louis a su hermano Louis Vernet, AGN,
Sala VII, legajo 132, doc. 8.
4
Oviedo y sin siete gauchos, quienes finalmente lograron
partir el 24 de julio en la balandra británica para caza de
focas, Susannah Anne.1 Llegaron a Buenos Aires el 12 de
agosto de 1824 y se les pagó y despidió el día siguiente.2
Louis Vernet y todos los demás inversionistas en esa
expedición perdieron su dinero. Desde el momento en que
Oviedo partió con los últimos gauchos, no quedó nadie de la
Argentina en las Falklands por dos años, hasta junio de 1826,
cuando Vernet arribó con una segunda expedición para
recuperar su inversión perdida. Y cuando Vernet llegó a las
deshabitadas ruinas del antiguo establecimiento penal
español a Port Louis, se encontró con dos barcos británicos,
el Star y el Sprightly, que estaban pasando el invierno en la
laguna allá. Ayudado por las tripulaciones de esos dos
barcos, Vernet empezó a construir su nuevo asentamiento.3
Así Vernet le dio a la Argentina un motivo de reclamo de
soberanía sobre las islas.
3. Gran Bretaña no expulsó a la población
argentina de las Falklands en 1833. De hecho, Gran
Bretaña hizo lo posible para persuadir a los
residentes genuinos a permanecer allí.
En agosto de 1832 el gobierno británico ordenó al
almirantazgo disponer visitas anuales a las Falklands por “un
buque de Su Majestad”.4 No había ninguna intención de
ocupar las islas en forma permanente, ya que la política
británica del momento se oponía a contraer compromisos
adicionales en ultramar. Las visitas anuales eran para
mantener los derechos británicos en las Falklands y para
impedir cualquier amenaza a las rutas comerciales británicas
hacia el Pacífico – al gobierno le preocupaba la actividad
estadounidense en las Falklands.
La actividad estadounidense a la que se hace referencia
fue una visita a las islas por la corbeta USS Lexington
durante el Año Nuevo de 1831-2, más una escalada de la
presencia de barcos de guerra de EE.UU. en Río de Janeiro.
El capitán del Lexington, Silas Duncan, había navegado a las
islas cumpliendo órdenes de proteger a la marina
estadounidense después de la captura de tres barcos
estadounidenses – Harriet, Breakwater y Superior – por
Louis Vernet, quien había acusado a sus capitanes de la caza
“ilegal” de focas en las islas. Sin embargo, ningún país
aceptaba ninguna autoridad de Buenos Aires en las
Falklands, ni la autoridad de Vernet para capturar barcos, y
los estadounidenses llevaban cerca de 60 años cazando focas
1
AGN, Sala III, Capitanía del Puerto, legajo 17.
AGN, Sala VII, legajo 127, doc. 33.
3
La presencia del Star y del Sprightly es documentada en la lista de
barcos que visitaron Port Louis, escrito por Vernet en inglés,
titulada “Arrivals and Sailings of Vessels touching at the East
Falklands, Begun the 9th June 1826”, en AGN, Sala VII, legajo
129, doc. 61. La documentación sobre los tripulantes de esos barcos
construyendo una casa para Vernet se encuentra en sus memorias,
escritas en inglés, en AGN, Sala VII, legajo 141, “Memoirs on the
Falkland Islands”, p. 54, y en una cuenta de pagas en AGN, Sala
VII, legajo 129, doc. 57, “to carpenters of Brigantine Star and Sloop
for building our house at Berkeley Sound August 14th 1826: 186
dollars” [“a los carpinteros del Bergantín Star y Balandro por la
construcción de nuestra casa a Berkeley Sound 14 de agosto 1826:
186 pesos de plata”].
2
en las islas. Vernet había llevado al Harriet a Buenos Aires
con la esperanza de que le fuera adjudicado como presa.
Así fue que el Capitán Duncan navegó el Lexington a
Port Louis, puso fuera de acción la artillería de Vernet,
quemó la pólvora y destruyó las armas de mano, impidiendo
que el asentamiento pusiera nuevamente en peligro a barcos
estadounidenses. Tomó prisioneros a 7 hombres que habían
participado en la captura del Harriet y persuadió a unas 40
personas de entre los habitantes a abandonar las islas, pero
no destruyó el asentamiento (como afirmó erróneamente José
María Ruda en 1964). Cuando el Lexington zarpó de Port
Louis el 22 de enero de 1832 aún quedaban unos 25
habitantes, la mayoría de ellos gauchos.
A causa de la intervención de Estados Unidos, el
gobierno británico ordenó visitas anuales por barcos de la
Marina Real a las Falklands. La primera fue la corbeta HMS
Clio, que arribó a Port Louis en enero de 1833. Su capitán,
John James Onslow, tenía órdenes de exigir que cualquier
“fuerza extranjera” abandone el lugar, pero de no molestar a
ningún habitante civil. Sus instrucciones decían:
… no los molestarás en su trabajo agrícola o en
otro trabajo inofensivo.5
De hecho, Onslow instó a los pobladores a quedarse –
declara en su informe:6
Me costó bastante trabajo Persuadir a 12 de los
Gauchos a permanecer en el Asentamiento, de
otro modo habría resultado imposible atrapar el
ganado y habría cesado el beneficio de la
renovación
de
provisiones
para
las
embarcaciones.
Más adelante en su informe, Onslow declara:
Lamento decir que observé un estado de
desánimo entre los Gauchos; parecían
insatisfechos con su paga… La totalidad de los
habitantes me pidió que yo peticionara ante el
gobierno en su favor para obtener concesiones de
tierras.7
Los gauchos estaban insatisfechos porque se les estaba
pagando con “moneda” papel sin valor impresa por Louis
Vernet, que sólo podían usar para comprar bienes a precio
elevado en el almacén propiedad del mismo Vernet, en lugar
de recibir monedas de plata, que podrían gastar como
quisieran. La mayoría estaba seriamente endeudada con
Vernet.
El único grupo que Onslow sí expulsó fue una
guarnición de 26 hombres (con sus 11 mujeres y 8 niños) que
había venido en la goleta armada Sarandí como una
respuesta argentina a la visita del Lexington. Habían arribado
5
Órdenes del almirantazgo a Onslow, PRO Adm 1/2276: “… you
are not to disturb them in their agricultural or other inoffensive
employments”.
6
Informe de Onslow, PRO Adm 1/2276: “I had great trouble to
Pursuade 12 of the Gauchos to remain on the Settlement, otherwise
cattle could not have been caught, and the advantages of
refreshments to the shipping must have ceased.”
7
Informe de Onslow, PRO Adm 1/2276: “I regretted to observe a
bad spirit existed amongst the Gauchos, they appeared dissatisfied
with their wages… The whole of the inhabitants requested me to
move the government in their favour for grants of land. ”
5
el 6 de octubre de 1832 y partieron el 4 de enero de 1833, de
modo que su estadía duró menos de tres meses. Además, el
embajador británico en Buenos Aires había presentado una
protesta diplomática oficial a la Argentina al enterarse de la
designación de un comandante político y militar interino (el
Mayor Esteban Mestivier) y de su partida rumbo a las
Falklands con la guarnición.1
Estas personas no habían sido exactamente pacíficas –
el 30 de noviembre de 1832 algunos de ellos se habían
amotinado, asesinando brutalmente a su comandante,
Mestivier, y habían robado y aterrorizado a la población
civil, causando que ocho de esos pobladores busquen refugio
a bordo de la goleta británica, Rapid.
Los únicos residentes que partieron en enero de 1833
fueron:
Joaquín Acuña y su mujer Juana
Mateo González y su mujer Marica
Acuña era brasileño y González uruguayo;2 los dos eran
gauchos que eligieron partir libremente, llevando consigo a
sus mujeres. Es probable que estos cuatro pobladores sólo
habían llegado a las islas el 15 de julio de 1831, ya que las
únicas mujeres anotadas en las cuentas de Vernet, aparte de
algunas esclavas negras, habían llegado desde Montevideo
en el barco británico Elbe en esa fecha (junto con unos 20
otros gauchos).3 De modo que es probable que las dos
mujeres, al igual que sus parejas, no hayan sido argentinas
(aunque la soberanía de Uruguay no fue decidida finalmente
hasta muchos años después). Habían estado en las Falklands
menos de 18 meses, y partieron a pesar de la invitación de
Onslow a quedarse. No fueron expulsados; Gran Bretaña
sólo expulsó a la guarnición argentina amotinada y asesina.
Los residentes civiles se quedaron; la mayoría era de
Argentina, y todos habían llegado recientemente – en enero
de 1833 sólo dos de los hombres que habían arribado con
Vernet en junio de 1826 aún permanecían ahí, y los dos se
quedaron.4
Nueve amotinados partieron en el Rapid, engrillados; el
resto del guarnición partió a bordo del Sarandí. Al llegar a
Buenos Aires los amotinados fueron procesados en un
consejo de guerra por el motín y asesinato de Mestivier.
Siete fueron fusilados, y dos otros azotados y sentenciados a
más años de servicio en el ejército, que es aún más prueba de
la índole militar de los expulsados.5
1
PRO FO 6 499, fols. 195 recto a 196 recto.
De sus respectivas declaraciones juradas, AGN, Sala VII, legajo
136.
3
AGN, Sala VII, legajo 127, doc 33.
4
Estos eran Jean Simon, un gaucho francés, posteriormente el
gaucho capataz de Vernet, uno de los 5 hombres asesinados en
Puerto Louis el 26 de agosto de 1833 (sección 4 abajo), y Manuel
Coronel, quien vivió en las Falklands hasta su muerte el 5 de
noviembre de 1841 (certificado de defunción, en los archivos
nacionales falklandenses, Jane Cameron National Archives, JCNA,
Stanley, volumen H1). Coronel había sido uno de los integrantes de
la expedición fracasada de 1824 (sección 2); él y otro gaucho de esa
primera expedición, Aniceto Oviedo, regresaron a las islas con
Vernet en 1826. No se vuelve a saber de Oviedo; Coronel dejó las
Falklands en 1827 por un tiempo pero luego regresó.
5
British Packet and Argentine News (BPAN), 9 de febrero 1833.
2
(iii) Sólo la guarnición fue expulsada: primera página de la
lista de personas que abandonaron las Falklands en enero
de 1833, escrita por José María Pinedo, 16 de enero de
1833. (AGN, Sala III, doc. 1320).
La Argentina ha engañado el mundo y la ONU con una
ilusión de paz y tranquilidad en las Falklands al comienzo
del año 1833 cuando llegó el buque británico HMS Clio. La
verdad es muy diferente. Había un caos total, sin
administración genuina; y el grupo expulsado no era una
población genuina.6
6
Antes del asesinato de Mestivier el buque Sarandí había zarpado
de Port Louis para patrullar las costas del archipiélago para buscar
barcos que cazaban “ilegalmente” focas (cosa que los británicos y
estadounidenses habían hecho desde 60 años, que los gobiernos de
los dos países consideraban como perfectamente legal). Se produjo
otro enfrentamiento con un barco estadounidense, esta vez el
foquero Sun. José María Pinedo, el capitan del Sarandí, expulsó al
Sun de las islas y el capitán del Sun, Joseph Trott, fué a Montevideo
para denunciarlo frente la embajada estadounidense allá. Los
diplomáticos estadounidenses se pusieron furiosos por este nuevo
desafío contra sus derechos tradicionales de pescar en las Falklands.
Ordenaron al Sun volver a sus tareas en las Falklands, y alistaron el
Lexington para volver de nuevo a las islas y oponerse contra el
Sarandí si fuera necesario. Pero mientras estaban alistando el
Lexington vieron el Sarandí pasando Montevideo rumbo a Buenos
Aires. Se enteraron que los británicos habían expulsado el Sarandí y
se dieron cuenta que no sería necesario actuar.
Cuando capitán Pinedo volvió a Port Louis en el Sarandí el 30
de diciembre de 1832, se enteró de la muerte de Mestivier. Los
amotinadores ya estaban capturados con la ayuda de tripulantes de
un buque francés que estaba de visita, y estaban detenidos
engrillados en la goleta inglesa Rapid, que el ayudante a Mestivier,
Antonio Gomila, habia fletado para traerlos a Buenos Aires. Pero
pronto Pinedo descubrió que Gomila estaba involucrado en el
motín, y que había mal tratado a la viuda de Mestivier, así que
Pinedo decidió asumir el mando del asentamiento en caos. Pinedo
estaba intentando investigar el motín y restablecer la paz, cuando el
buque británico HMS Clio llegó el 2 de enero de 1833. Así que no
se puede decir que había paz o una administración genuina entonces
– la guarnición indisciplinada había causado una anarquía total.
Tambien a la presencia del Sarandí y a la guarnición faltaba
legitimidad, dado el rechazo estadounidense y, sobre todo, las
protestas diplomáticas británicas, una de las cuales había sido
6
El comandante del Sarandí José María Pinedo tomó
nota de todos los que partieron (fig. iii); llama a Acuña y
González “Individuos de la isla”, confirmando que eran
residentes genuinos. También enumera a tres “extranjeros”,
José Viel, Juan Quedy y Francisco Ferreyra, y un
“prisionero”, Máximo Warnes, quienes claramente no eran
residentes genuinos.1
Pinedo también escribió un informe que describe su
visita a las Falklands, donde confirma que se invitó a los
residentes genuinos a quedarse. El indica que las
instrucciones de Onslow fueron que:
… los habitantes que quisiesen voluntariamente
quedar, que serian respetados ellos y sus
propiedades como anteriormente…2
Que aquellos que partieron lo hicieron por su propia
voluntad, como indica claramente una carta dirigida a Louis
Vernet dictada en Port Louis por el jefe de los gauchos, el
analfabeto Jean Simon:
… el Comandte Pinedo dixo á la gente qe el qe
quisiera ir pa Bs ays. qe lo llevara y llevo algs
peones…3
La carta de Jean Simon fue publicada por primera vez en
Buenos Aires en 1967,4 de modo que a partir de entonces se
hizo de público conocimiento en Argentina que Gran Bretaña
no había expulsado a la población de las Falklands.
Después de la partida del Sarandí, aún quedaban dos
docenas de habitantes en Port Louis, mayormente gauchos y
principalmente de lo que es ahora Argentina. El capitán
Onslow tuvo dos reuniones con los gauchos, el 5 de enero a
bordo del Clio, y el 7 de enero en la “sala” de la casa
principal; él dispuso que ellos trabajaran durante cuatro
meses para Louis Vernet, y si Vernet no regresaba o enviaba
un representante, ellos podrían trabajar por su propia cuenta.5
Onslow zarpó nuevamente el 10 de enero de 1833, dejando
la bandera británica al cuidado del almacenero británico de
Vernet, William Dickson,6 pero no dejó ninguna otra
presentado específicamente contra la designación de un nuevo
comandante politico y militar interino – Mestivier.
El capitán del Clio, John James Onslow, exigió que el
Sarandí se retirara con la guarnición, y el Sarandí se fué el 4 de
enero. Pero los británicos instaron que los civiles se quedaran – y la
mayoría lo hizo.
La documentación sobre ese episodio está en la AGN (informe
de Pinedo, AGN, Sala VII, legajo 60).
1
AGN, Sala III, legajo 1320. Lista también publicada en Ernesto J.
Fitte, La Agresión Norteamericana a Las Islas Malvinas, Buenos
Aires 1963, pp. 372-373, y en Mario Tesler, El Gaucho Antonio
Rivero, Buenos Aires 1971, pp. 235-237.
2
Del informe de Pinedo escrito a bordo de la goleta Sarandí el 16
de enero de 1833 después de regresar a Buenos Aires, AGN, Sala
VII, legajo 60, p. 22.
3
Carta de Jean Simon a Vernet, 2 de abril de 1833 (dictada en Port
Louis a Ventura Pasos, quien era de Buenos Aires), AGN, Sala VII,
legajo 130, doc. 62, fol. 1 recto.
4
En [Anon.], El Episodio Ocurrido en Puerto de la Soledad de
Malvinas el 26 de Agosto de 1833…, Buenos Aires 1967, 122-128.
5
Carta de Jean Simon dictada a Louis Vernet, fol. 2 verso.
6
Dickson vino de Dublín, Irlanda, que en ese entonces formaba
parte de Gran Bretaña.
presencia británica oficial en las islas – de hecho, nadie del
Clio (o del Tyne, ver sección 4) permaneció en las Falklands.
Todo esto demuestra que los habitantes genuinos no
fueron expulsados. De hecho, al parecer ellos preveían una
mejora en su situación bajo la bandera británica.
Por lo tanto, el alegato argentino de que Gran
Bretaña expulsó a la población argentina de las Falklands
en 1833 es falso.
Los habitantes continuaron trabajando en Port Louis
(nombrado “Puerto Soledad” por los españoles, pero Louis
Vernet revertió al antiguo nombre francés “Port Louis”), y de
hecho enviaron un cargamento de productos de las islas a
Buenos Aires a bordo de la goleta británica Rapid en abril de
1833. Algunos de esos habitantes vivieron en las islas
durante muchos años después de 1833: hay un registro que
los gauchos Santiago López, Manuel Coronel y Antonina
Roxa trabajaron allí para un Louis Vernet ausente en 1835;7
posteriormente Antonina Roxa alquiló y manejó una gran
estancia y murió en Stanley en 1869.8
Carmelita Penny, una de las esclavas negras de Louis
Vernet,9 murió en Stanley en 1845, y sus tres hijos varones
permanecían en las Falklands en 1851.10 En 1858 el gobierno
británico le pagó a uno de sus hijos, José Simon, £550 para
saldar las deudas que mantenía Louis Vernet con el padre de
José, Jean Simon,11 quien había sido asesinado en agosto de
1833 junto con otros cuatro por unos gauchos en una disputa
relacionada a la paga (sección 4). La última de los que
permanecían en las Falklands en 1833, Gregoria Parry, otra
esclava negra de Vernet, murió en Stanley en 1871.12
Argentina siempre ha omitido mencionar que Louis
Vernet, nacido en Hamburgo de descendientes hugonotes, no
quería pobladores argentinos; había llegado a considerarlos
no aptos para las condiciones austeras de las islas. En vez de
argentinos, trajo pobladores originarios del norte de Europa.
Los únicos argentinos que consideró útiles para su
emprendimiento fueron los gauchos, cuyas habilidades como
cazadores de ganado salvaje eran esenciales. Estos gauchos
fueron residentes genuinos, pero para Vernet eran meros
empleados, no pobladores. La mayoría eran hombres
solteros.
El asentamiento de Vernet en Port Louis contenía tres
grupos de personas: colonos (principalmente alemanes);
gauchos (de Argentina y Uruguay, incluyendo algunos indios
Charrúa capturados en las guerras con la población nativa), y
esclavos negros, de los cuales Vernet había comprado 30 en
1828; para 1832 sólo quedaban 17.
7
AGN, Sala VII, legajo 130, doc. 104.
Registro de Muertes y Registro de Entierros, en JCNA, Stanley.
9
La esclavitud había sido ilegal en Argentina desde 1812, pero en
realidad continuaba bajo otros nombres. Los esclavos de Vernet
eran técnicamente “trabajadores por contrato no rescindible a largo
plazo”. Habían sido tomados de barcos negreros capturados y
puestos bajo este sistema de trabajo (contratos no rescindibles) para
trabajar sin paga por plazos fijos, generalmente de diez años. Vernet
le había pagado a sus captores para obtenerlos (AGN, Sala VII,
legajo 132, docs. 64-69).
10
Censo de las Falklands 1851, en JCNA.
11
Carta del Gobernador Moore, 13 de diciembre de 1858, en JCNA,
B10, 443-444.
12
Certificado de defunción del 11 de abril de 1871, en JCNA.
8
7
Todas las personas a las cuales Vernet tenía previsto
vender tierras eran de Europa o de Norte América;1 ninguno
era de Argentina. También había previsto que ellos traerían
más colonos del norte de Europa.
Todos los colonos europeos fueron persuadidos de
abandonar las islas en el USS Lexington en enero de 1832,2
junto con todos los esclavos negros de Vernet salvo tres de
ellos. El Lexington también se llevó como prisioneros a 6
gauchos y al empleado británico de Vernet, Mathew
Brisbane, quien había participado de la captura del Harriet.
De modo que no fue Gran Bretaña quien retiró
a los colonos en 1833, sino los Estados Unidos en
1832, un año antes de la llegada del HMS Clio para
reafirmar
la
soberanía
británica.
Los
estadounidenses no se llevaron al resto de los
gauchos. La mayoría seguía ahí cuando llegó el
Clio, y Gran Bretaña los alentó en forma activa a
permanecer allí.
La acción del Lexington causó una ruptura de las
relaciones diplomáticas entre la Argentina y los Estados
Unidos que duró casi 12 años, hasta 1844.3 También trajo
consecuencias muy negativas para la empresa de Vernet,
aunque ésta continuó. Por muchos años Vernet intentó
obtener compensación de los Estados Unidos, pero EE.UU.
siempre rechazó sus reclamos fundamentándose en que él no
tenía ningún derecho de capturar barcos estadounidenses. En
1839, en un juicio relacionado al seguro que cubría los
barcos capturados, la Corte Suprema de EE.UU. dictaminó
que la acción de Vernet había sido ilegal (y por ende la
pérdida debía correr por cuenta de los aseguradores) después
que el gobierno estadounidense informara a la Corte que las
Falklands no formaban “ninguna parte de los dominios bajo
la soberanía del gobierno de Buenos Ayres”.4
Bonifacio del Carril, quien había remplazado a Ruda
como representante de la Argentina ante la ONU, dijo algo
en la ONU en 1965 que pasó desapercibido en el momento.
Omitió la mayor parte de la historia espuria que había sido
empleada por Ruda un año antes, pero hizo una concesión
importante – dijo que Gran Bretaña había “expulsado a la
guarnición” de las islas. Eso demuestra que en 1965
Argentina sí conocía la verdad. No obstante, declaraciones
argentinas recientes ante la ONU han reiterado la falsa
declaración nro. 3 de Ruda, al efecto que Gran Bretaña
“expulsó a la población argentina”.
1
AGN, Sala VII, legajo 129, doc. 119.
Los que abandonaron las islas fueron las familias alemanas
Schmidt, Klein y Feuser (14 personas en total), un alemán soltero
(Sperl), una persona soltera de habla inglesa (Knight) y una familia
hispanoparlante con 3 integrantes – todos ellos figuran en la
bitácora del Lexington, en Archivos Nacionales de EE.UU.,
Washington DC, RG 24, E. 118, Pt 123. La familia Grossi (3
personas), de origen genovés, también partió en ese momento, y
colocaron un anuncio en su casa declarando lo felices que estaban
de partir. Vernet los había contratado como pescadores.
3
William R. Manning, Diplomatic Correspondence of the United
States: Inter-American Affairs 1831-1860 [Correspondencia
Diplomática de los EE.UU.: Asuntos Interamericanos 1831-1860],
vol. I, Washington 1932, p. 22, nota al pie.
4
Charles Williams v. Suffolk Insurance Co., 38 U.S. 415 (1839).
2
4. Los habitantes argentinos no opusieron
resistencia a los “invasores” británicos.
En su presentación de 1964, José María Ruda declaró
que las acciones británicas en las Falklands en enero de 1833
habían sido “contrarias a la voluntad de sus habitantes”. Esto
no es verdad. La verdad quedó demostrada por un coronel
británico hispanoparlante, Belford Hinton Wilson, quien
había tenido una participación notable en el movimiento de
independencia sudamericana – había asistido a Simón
Bolívar y éste le había dado las gracias en su testamento.
Wilson había sido nombrado embajador británico en el Perú,
y había visitado las Falklands a bordo de un buque británico,
HMS Tyne, que arribó el 14 de enero de 1833 (cuatro días
después de la partida del Clio), y pasó cuatro días en Port
Louis. Wilson habló en español a los gauchos, quienes le
dijeron que el Capitán Onslow les había pagado con
monedas de plata a cambio de carne vacuna, mientras que
Vernet les había pagado en su “moneda” de papel impreso
sin valor. Wilson informó al gobierno británico:
Estos Gauchos permanecerían gustosos en la Isla
bajo cualquier inglés que designe el Gobierno…5
Los gauchos residentes habían vivido el caos causado
por el Lexington y por la guarnición argentina sediciosa y
asesina. Estaban fuertemente endeudados con Vernet y
ansiaban la llegada de tiempos de paz y de buena paga bajo
autoridad británica. Tristemente, ni el Clio ni el Tyne dejaron
a persona alguna ahí para asegurarles esto; durante
exactamente un año (10 de enero de 1833 al 10 de enero de
1834) no hubo ninguna presencia británica oficial en las
islas. En vez de ello, el empleado principal de Louis Vernet,
Mathew Brisbane (un escocés), y Don Ventura Pasos (un
argentino) regresaron al lugar el 3 de marzo de 1833, junto
con un nuevo secretario británico, Thomas Helsby. Ellos reestablecieron el negocio de Vernet con todos sus abusos, en
particular el uso de su moneda impresa sin valor alguno, y
procedieron a manejar el establecimiento en su
representación igual que antes.
Desesperados por obtener una paga justa o escapar de
sus deudas, el 26 de agosto de 1833, ocho de los gauchos,
liderados por el gaucho Antonio Rivero, asesinaron a cinco
de los principales habitantes: Mathew Brisbane, Ventura
Pasos, el gaucho jefe Jean Simon (de origen francés),
William Dickson (un irlandés) y Anton Vaihinger (un
alemán).6 En su presentación en 1964, Ruda hizo referencia
al “resto de los colonos que se resistieron a los invasores”, y
algunos autores argentinos siguen insistiendo que los
asesinos se estaban “resistiendo” a Gran Bretaña,7 sin
embargo las víctimas fueron representantes de Vernet y por
ende de Argentina, no de Gran Bretaña – Ventura Pasos era
sobrino de Juan José Pasos, uno de los gobernadores de
Argentina luego de la independencia, y pariente político
5
“These Gauchos would cheerfully remain on the Island under any
Englishman whom the Government may please to appoint”. Del
informe de Wilson, en PRO CO 78/1, fols. 212-213.
6
Thomas Helsby era británico pero no fue blanco de los asesinos,
posiblemente por haber llegado recientemente a las islas y no haber
trabajado anteriormente para Vernet.
7
Por ejemplo, en el nuevo libro gravamente erróneo para escuelas
argentinas: Malvinas en la historia: Una perspectiva suramericana,
publicado por la Universidad de Lanús, Buenos Aires 2011, p. 123.
8
lejano de Vernet. Era argentino por donde se lo mire. El
hecho que él fue asesinado demuestra que no se trató de una
sublevación anti-británica.
Los principales historiadores argentinos, como Ernesto
Fitte, Arnoldo Canclini, Humberto Burzio, Ricardo CailletBois, Laurio Destéfani, Armando Alonso Piñeiro, y Juan
José Cresto consideran a estos asesinos como delincuentes
comunes. Louis Vernet también consideró que estos asesinos
eran delincuentes comunes.
Varios marineros británicos que estaban en las islas
Falkland en ese momento habían provisto a los asesinos de
municiones la noche anterior, y por ello fueron arrestados
bajo sospecha de complicidad en los asesinatos. Tuvieron
suerte de ser exculpados posteriormente. Ellos no fueron
lastimados por los asesinos, quienes querían escapar a la
Patagonia, para lo que necesitaban la ayuda de los marineros
británicos.
En toda la extensa documentación de archivo del
momento, que incluye declaraciones juradas de testigos
presenciales, no hay un solo indicio de que los asesinos
hayan actuado por motivos políticos en contra de Gran
Bretaña. De hecho, el diario de Buenos Aires, Gaceta
Mercantil, del 30 de abril de 1834, describió los “viles”
asesinatos sin la menor sugerencia de que hubieran tenido
motivación política o que hubieran estado dirigidos contra
Gran Bretaña. El diario los vio simplemente como crímenes
horrendos.
De modo que es una total falsedad decir que los
residentes de las Falklands opusieron resistencia a los
británicos.
La idea de que los asesinos habían llevado a cabo un
levantamiento anti-británico recién fue lanzada en 1956 por
el autor argentino Martiniano Leguizamon Pondal, en su
libro, Toponimía Criolla en las Islas Malvinas.1 El sostuvo
que los asesinos habían sacado la bandera británica y habían
izado la bandera argentina en su lugar. Pero esto fue un
invento del mismo Pondal. Toda la evidencia sugiere que no
pasó nada por el estilo. Pondal describe a Antonio Rivero y
su grupo de asesinos como “patriotas” que habían “tenido
bajo su mando” las islas durante tres meses en representación
de Buenos Aires, pero todo esto es pura ficción.
Finalmente, un teniente de navío británico, Henry
Smith, y una tripulación de cuatro hombres, desembarcaron
del HMS Challenger y fueron apostados en Port Louis en
enero de 1834 – exactamente un año después de la partida
del HMS Clio. El barco también dejó a seis marinos de HMS
Challenger en forma temporaria mientras los asesinos
permanecieran sueltos.
Smith hizo lo posible para atrapar a los asesinos pero
sólo logró arrestarlos después que Antonio Rivero traicionara
a sus camaradas con la esperanza de obtener perdón para él
mismo.2
1
El libro de Pondal, Toponimia Criolla en las Islas Malvinas,
Buenos Aires, 1956, principalmente trata de nombres de lugares en
las Falklands, pero el autor lo “adornó” con algunos mitos
patrióticos que él había inventado.
2
La traición por Antonio Rivero de sus compañeros está registrada
en el diario del Tte. Henry Smith (PRO ADM 1/42): el 27 de enero
de 1834 escribió: “9.30 llegó un gaucho de nombre Santiago Lopez
… con un mensaje de Antonio Rivero el principal asesino diciendo
que si yo prometía otorgarle perdón … él se entregaría junto con los
Luego todos fueron enviados a Gran Bretaña para ser
juzgados.3
caballos y ayudaría a capturar a los demás.” Los asesinos se habían
llevado la totalidad de los 53 caballos mansos del poblado,
impidiendo que Smith y sus hombres los siguieran. Smith trató sin
éxito de alcanzarlos, pero finalmente, el 6 de marzo de 1834, hizo
contacto con Rivero. Smith posteriormente escribió en una carta:
“…él [Rivero] se dispuso la siguiente mañana a traicionar a sus
compañeros, y entregar los caballos (cincuenta y tres), siendo su
turno de cuidarlos, lo cual cumplió, y cuando los cuatro indios
vieron el giro que había tomado el asunto, se entregaron” (carta
escrita por Smith al Contralmirante Sir Michael Seymour, 30 de
junio de 1834, PRO Adm 1/42, doc. 12). Smith escribió en su
propio diario: “viernes 7 [marzo 1834] … los Marinos con Santiago
ingresaron con todos los caballos[,] siendo que Antonio Rivero los
había traicionado y entregado a sus manos”.
3
En Gran Bretaña el gobierno consultó a los funcionarios legales de
la Corona (Advocate-General, Attorney-General y SolicitorGeneral), quienes por supuesto eran miembros de ese gobierno.
Ellos aconsejaron no realizar juicio, de modo que no se llevó a cabo
ningún juicio. Ciertos autores argentinos han sugerido que esto se
debió a que el territorio donde se cometieron los crímenes no era
británico. Este no fue el motivo; para los funcionarios legales, no
había duda de que las Falklands eran territorio británico (ver nota
abajo). El tema legal crítico era la condición de los hombres. En ese
momento el derecho inglés permitía enjuiciar a ciudadanos
británicos, pero no a extranjeros, en Inglaterra por asesinatos
cometidos en cualquier parte del mundo afuera de Gran Bretaña –
aun afuera de los territorios de ultramar del rey británico.
El gobierno británico creyó que los asesinos se habían
convertido en ciudadanos británicos por residir en las Falklands
después que el Capitán Onslow hubiera reafirmado la soberanía
británica, y al parecer los funcionarios legales estuvieron de
acuerdo: declararon que los hombres podían ser enjuiciados y que la
evidencia sería suficiente para una condena. Pero dijeron que creían
que en caso de ser hallados culpables, la condena “no podría ser
ejecutada apropiadamente” (PRO HO 48-30, Caso 5, fols. 22-23:
“…could not fitly be carried into execution.”). Los funcionarios
legales de la Corona no dieron razones, aunque seguramente la
nacionalidad de los hombres era un tema importante. El público
británico los habría mirado como muy exóticos y ciertamente no
británicos, y un juicio de tales hombres habría atraído gran interés.
Tres de los cuatro eran indios a quienes el gobierno describió como
“casi aproximándose a Salvajes”. Ellos también habrían presentado
un problema particular, ya que habían sido prisioneros de guerra y
exiliados a las Falklands. Además algunos de los cinco testigos
británicos corrían el riesgo de ser acusados de complicidad. En caso
de ser condenados, los acusados habrían sido colgados
públicamente, y el espectáculo del gobierno británico colgando a
“salvajes” habría sido por demás vergonzoso. Adicionalmente, el
partido conservador (Tory) opositor hubiera criticado el hecho que
el gobierno Liberal no había apostado un representante del Rey en
las islas, lo que había llevado a la anarquía y al asesinato de cinco
hombres con derecho a la protección del Rey. Por consiguiente, los
hombres fueron llevados a Montevideo en 1835 y simplemente
liberados.
En 1966 Pondal anunció que había hallado el nombre de
Rivero en la lista de bajas argentinas de la batalla contra los
británicos y los franceses en la Vuelta de Obligado en 1845. Rivero
es un apellido muy común, por ende es improbable que se haya
tratado del mismo hombre, pero a partir de entonces se generó el
mito del Gaucho Rivero como un heroico guerrero anti-británico. El
5 de abril de 1982, durante la ocupación argentina de las Falklands,
la Junta militar en poder renombró Stanley, la capital de las islas,
“Puerto Rivero” en su honor. Sin embargo, dos historiadores
argentinos, el almirante Laurio Destéfani y Armando Alonso
9
5. Gran Bretaña no remplazó a los habitantes
argentinos con ciudadanos británicos.
En 1964 José María Ruda afirmó ante la ONU que la
población argentina de las Falklands había sido:
desalojada… y grupos fluctuantes de nacionales
de la potencia occupante la han remplazado.
Adicionalmente, en el 2010 el Ministro del exterior
argentino, Timerman, dijó ante la ONU:
La potencia mundial usurpadora expulsó a la
población argentina y transplantó en su lugar a
sus propios súbditos... Por ello no es aplicable el
derecho de libre determinación.
Como se indicó en la sección 3, Gran Bretaña no expulsó a
los habitantes argentinos genuinos, sino que los persuadió a
quedarse. De hecho, por la mayor parte del tiempo ha habido
habitantes argentinos en las islas. Además de aquellos que
decidieron permanecer allí en enero de 1833, algunos
llegaron desde Buenos Aires en el Rapid en marzo de 1833
después de que hubieran partido el Clio y el Tyne,
incluyendo entre ellos a Ventura Pasos (sección 4). El
secretario del Gobernador Richard Moody, Murrell
Robinson, llevó a dos gauchos argentinos a las islas en 1843,
y posteriormente arribaron unos 150 gauchos en tres barcos
mercantes provenientes de Montevideo: la Paloma en 1846,
y el Napoleón y el Vigilante en 1847.1 Estos hombres habían
sido contratados por Samuel Fisher Lafone, un empresario
británico con base en Montevideo que tenía una concesión en
East Falkland.
El historiador argentino Hipólito Solari Yrigoyen
consideró que todos los inmigrantes traídos por Lafone eran
argentinos,2 pero esto es incorrecto. Aunque no ha perdurado
ninguna lista de pasajeros para la Paloma, sí hay listas para
los otros dos barcos. La lista para el Vigilante provee
nombres españoles para 14 gauchos y 4 niños varones, sin
especificar nacionalidades. Pero la lista para el Napoleón
provee nombres y nacionalidades para la totalidad de sus 104
pasajeros: entre ellos había 12 gauchos argentinos, más 4
esposas y 1 niño, representando al menos 17 personas
Piñeiro, informaron a la Junta que Rivero había sido un mero
asesino, por ende el 21 de abril el nombre fue cambiado a “Puerto
Argentino”.
Recientemente, el mito del Gaucho Rivero como héroe
antibritánico ha resurgido como nombre de leyes que prohíben el
ingreso a puertos argentinos de barcos afectados a la exploración
petrolera o a actividades pesqueras en aguas de las Falklands, y la
Presidenta Cristina de Kirchner ha hecho mención pública del
Gaucho Rivero como héroe en sus alusiones al reclamo de la
soberanía argentina sobre las Falklands.
Nota: La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner incluso se
equivocó sobre este tema frente al Comité de Descolonización de la
ONU el 14 de junio 2012. Ella dijó que las “autoridades propias
[británicas]” habían indicado que no podrían procesar al Gaucho
Rivero porque el territorio no era británico – que es totalmente
falso. Los funcionarios legales de la Corona no dijeron tal cosa.
1
Registro marítimo de las Falklands (Falklands Shipping Record),
en JCNA, 1846 (asientos 21, 22) y 1847 (asientos 10, 16).
2
Hipólito Solari Yrigoyen, Malvinas: lo que no cuentan los
ingleses (1833-1982), Buenos Aires 1998, pp. 21-22.
argentinas que fueron a vivir y trabajar a las Falklands en
1847.3
El Napoleón también llevó a las islas a 15 uruguayos,
con 6 esposas y 3 niños, y 24 hombres españoles con 4
esposas y 2 niños. Estos eran claramente inmigrantes que
habían llegado al área del Río de la Plata con la intención de
trabajar ya sea en Uruguay o en Argentina. También había
16 hombres nacidos en Francia, con 2 esposas y 1 niño, 3
brasileños, 1 alemán con su esposa, y 6 británicos con 1
esposa y 2 niños.
Para 1851 sólo permanecían 78 de estas personas,4 pero
al menos una familia (Llamosa, que figura en la lista del
Napoleón como española) tiene descendientes en las
Falklands hasta el día de hoy (con otros apellidos).
Nunca se ha prohibido a los argentinos vivir en las
Falklands, pero casi nadie estaba dispuesto a hacerlo.
Más importante aún es el hecho que la mayoría de las
personas que fueron a vivir a las Falklands llegaron por su
propia voluntad, sin ninguna participación de Gran Bretaña.
Por ejemplo, Andrez Pitaluga de Gibraltar, cuya familia era
oriunda de Génova, en Italia, desembarcó en 1838 con
apenas 16 años; Jacob Goss llegó en 1842, también con 16
años; James y Mary Watson llegaron en 1840; Johannes
Henricksen, un finlandés que hablaba alemán, llegó en la
década de 1880 y tuvo once hijos en las islas. Algunos
arribaron desde naufragios, incluyendo al sueco Frans
Theodor Rylander (quien nadó hasta la costa desde el barco
hundiendo Colonsay en 1860, y cambió su nombre a Frank
Theodore Rowlands), y el danés Karl Hansen, quien remó
hasta la orilla desde el naufragio del barco alemán Concordia
en 1860. Todas estas personas tienen descendientes en las
Falklands en la actualidad (incluyendo a algunos con
distinto apellido).
En los años 1840, las Falklands estaban abiertas para la
inmigración al igual que todo el Nuevo Mundo, incluyendo
por supuesto a la Argentina, donde la población nativa fue
mayormente masacrada para dar paso a pobladores
europeos. 5
La inmigración a las Falklands no estuvo restringida a
británicos; cualquiera podía ir. De hecho, el grupo más
grande de inmigrantes que viajó a las islas fue el de las 150
personas mencionadas arriba, provenientes de Argentina,
Uruguay, Francia, Gran Bretaña y otras partes, y quienes
habían sido enviados por Samuel Fisher Lafone.
3
Estos eran: Silverio Ponce, esposa e hijo, Santiago Morales y
esposa, Cipriano Gomez y esposa, Rumaldo Martinez y esposa,
Cirilo Almeida, José B Alvarez, Andres Zledal; Claudio Ramirez,
Sebastian Rios, Celestino Gomez, Francisco Brume, y José Ponce.
“Documentos Varios”, Volumen H8, JCNA, Stanley.
4
Censo de 1851 en JCNA.
5
Los dirigentes argentinos como Alberdi, Sarmiento y Avellaneda
estaban deseosos de atraer inmigrantes europeos, a quienes se
ofrecían tarifas y concesiones especiales. El mapa Latzina (sección
11) fue publicado en un folleto utilizado para atraer a inmigrantes a
la Argentina. El mismo indica que durante el período de 13 años
que va de 1870 a 1882 un promedio de 42.000 inmigrantes
arribaron por año. La ley argentina de tierras nro. 1265 del 24 de
octubre de 1882 dividió el territorio (principalmente capturado de
los indios en la “Campaña del desierto”) y la ofreció a la venta a
muy bajo precio. En la Patagonia estas tierras fueron vendidas a
inmigrantes y a otros por sólo 6 chelines la hectárea.
10
Sólo una pequeña parte de la población actual es
descendiente de británicos llevados a las islas por Gran
Bretaña – sólo un hombre de la guarnición del Gobernador
Moody que llegó en 1842 permaneció en las islas (James
Biggs, ancestro de la familia Biggs, actualmente en su
novena generación en las islas), y cerca de siete de los 30
hombres de la guarnición de 1849 (algunos de ellos con sus
familias); aquellas guarniciones fueron
formadas
enteramente por voluntarios enviados por plazos fijados, y la
mayoría dejó las islas cumplido el plazo. Cerca de dos
docenas de personas británicas también arribaron en la
década de 1860 con pasajes subsidiados por Gran Bretaña,
después que Argentina hubiera desistido de su reclamo de
soberanía bajo la Convención de Paz de 1850 (sección 6),
pero la mayoría también se volvió a ir.
Por contraste, casi todas las personas de las Islas del
Caribe fueron implantadas por los poderes colonialistas de
Gran Bretaña, Francia, España y Holanda, suplantando así a
los nativos exterminados. Sugerir que por ello ahora no
gozan de autodeterminación en sus países respectivos
resultaría absurdo.
6. Sí existe un acuerdo internacional de confirmar
la posesión británica de las Falklands.
La Convención de Paz de 1850 (también llamado el
“tratado Arana-Southern” por los nombres de los firmantes)1
fue firmado el 24 de noviembre de 1849 y ratificado por las
dos partes en Buenos Aires el 15 de mayo de 1850. El mismo
puso fin a la intervención armada por Gran Bretaña en la
zona del Río de la Plata, que había fracasado y había
afectado negativamente el comercio británico. El tratado no
fue impuesto sobre la Argentina por Gran Bretaña; el líder
argentino General Juan Manuel de Rosas humilló a Gran
Bretaña prolongando las negociaciones por nueve meses
(desde octubre de 1848 a julio de 1849) hasta obtener todo lo
que él consideraba importante, incluyendo el reconocimiento
de la Argentina como poder soberano en el cual los poderes
europeos ya no podrían intervenir a voluntad, y soberanía
sobre el Río Paraná, que él quería en particular para aislar a
los rebeldes separatistas en Paraguay y Corrientes. Los
historiadores argentinos en general ven esta Convención de
Paz como un triunfo de la diplomacia argentina, aunque
algunos lo han criticado por omitir el reclamo argentino
sobre las Falklands. De hecho, hacía tiempo que Rosas veía
este reclamo como algo que podía ser canjeado por ventajas
más directas.2
En concordancia con esta postura, la Convención indica en
dos oportunidades (en el Preámbulo y en el Artículo VII, ver
fig. iv) que restablece la “perfecta amistad” entre Gran
Bretaña y Argentina, lo que desecha la continuidad de
cualquier disputa territorial. Adicionalmente, los dos lados lo
veían como un tratado de paz, y es un principio universal del
derecho internacional que en un tratado de paz cualquier
territorio no mencionado es confirmado por el tratado bajo la
1
En el siglo XIX, “convención” y “tratado” eran sinónimos.
En los años 1840, Rosas intentó en vano intercambiar el reclamo
de la Argentina sobre las Falklands por la anulación de la deuda
argentina con el banco Baring (Ernesto J. Fitte, Historia de un
Empréstito: la Emisión de Baring Brothers en 1824, Buenos Aires
1962, pp. 178-191).
2
(iv) Preámbulo y Artículo VII de la Convención de Paz de
1850, firmada el 24 de noviembre de 1849, y ratificada el 15
3
de mayo de 1850:
___________________________
posesión de la parte que detentaba su tenencia en el momento
de la firma del tratado.
Esto fue afirmado por muchos escritores del derecho
internacional del siglo XIX, como el jurista estadounidense
Henry Wheaton (1785-1848), quien escribió en 1836 que en
un tratado de paz:
Si no se hace mención del país o los lugares
conquistados, éstos permanecen con el
conquistador, y su tenencia no podrá ser
cuestionada con posterioridad.4
Los autores argentinos dicen que Gran Bretaña conquistó las
Falklands de la Argentina; la Convención de Paz no hizo
mención alguna de las Falklands, fijando así el estado de la
situación existente en 1850: las Falklands eran británicas,
con el acuerdo de la Argentina.
3
British and Foreign State Papers (BFSP) [Documentos de Estado
Británicos y Extranjeros] 1848-1849 (impreso en Londres en 1862),
pp. 7 y 10. El título de la convención en BFSP traduce a:
“CONVENCIÓN entre Gran Bretaña y la Confederación Argentina,
para la Resolución de Diferencias existentes y el restablecimiento
de Amistad - Firmado en Buenos Ayres, 24 de noviembre de 1849.
[Ratificaciones intercambiadas en Buenos Ayres el 15 de mayo de
1850]”.
4
Henry Wheaton, Elements of International Law: with a Sketch of
the History of the Science [Elementos del Derecho Internacional:
con un bosquejo de la historia de la ciencia], Londres 1836, vol II,
p. 288. “If nothing be said about the conquered country or places,
they remain with the conqueror, and his title cannot afterwards be
called in question.”
11
Cabe notar que, en julio de 1849, a raíz del
conocimiento de las negociaciones en curso, el tema de las
Falklands fue planteado en la Cámara de los Comunes por un
Miembro del Parlamento llamado Henry Baillie. Para ese
entonces, el Ministro de Relaciones Exteriores, Lord
Palmerston, sabía que la Argentina estaba dando evidencia
clara de la aceptación de la posesión de las islas por Gran
Bretaña, y en su respuesta declaró que la correspondencia
entre Argentina y Gran Bretaña:
7. Argentina sí aceptó la posesión británica de las
Falklands.
Después de la Convención de Paz, varios presidentes y
vicepresidentes argentinos hicieron declaraciones oficiales
que confirmaron la inexistencia de una disputa con Gran
Bretaña en relación a las Falklands. Por ejemplo, el vicepresidente Marcos Paz, al inaugurar el Congreso argentino el
1 de mayo de 1866, dijo:
Este mismo gobierno [= el gobierno británico]
aceptó por árbitro al Presidente de la República
de Chile, sobre perjuicios sufridos por súbditos
ingleses en 1845. Aun no se ha resuelto esta
cuestión que es la única que con aquella nación
subsiste.5
… había cesado por el consentimiento de una
parte y el mantenimiento por la otra.1
El embajador argentino en Londres, Manuel Moreno (quien
no sabía nada del tratado propuesto) protestó en contra de la
declaración de Palmerston. La declaración de Palmerston
también fue publicada en la prensa de Buenos Aires unas
cinco semanas antes de la firma de la convención,2 de modo
que las Falklands seguían siendo un tema de discusión
pública en la Argentina. Pero aunque el tema estaba presente
en la prensa, no hubo reacción del gobierno argentino – eso
demuestra que su reclamo sobre las Falklands no sólo estaba
cayendo en el olvido: había sido desistido. Palmerston estaba
en lo correcto: la Argentina estaba asintiendo a la posesión
de las Falklands por Gran Bretaña. La convención fue
firmada según lo acordado originalmente.
La Convención de Paz fue un acuerdo
internacional entre Gran Bretaña y la Argentina.
Mediante su ratificación en 1850 la Argentina
aceptó que las Falklands eran legítimamente
británicas y dejó de considerarlas como territorio
argentino.
Como resultado, toda la tensión entre Gran Bretaña y
Argentina desapareció, y las Falklands comenzaron a
desarrollarse. A partir de la década de 1850, diez países
abrieron consulados en Stanley, lo que refleja el hecho que la
disputa había concluido. Estos países fueron: Bélgica, Chile,
Dinamarca, Francia, Italia, Alemania, Suecia, Noruega
(juntamente con Suecia hasta 1900), Estados Unidos de
América y Uruguay. Chile abrió su consulado el 23 marzo de
1877,3 y Noruega el 12 de junio del mismo año,4 y ambos
países los mantuvieron por muchos años, Chile hasta 1959,
Noruega hasta 1982. Aunque abrir un consulado no
necesariamente indica un reconocimiento de jure de
soberanía, implica un reconocimiento de facto – esos
gobiernos creyeron que ya no existía un problema. De modo
que hubo amplia aceptación internacional de la soberanía
británica sobre las islas.
1
The Times, Londres, sábado 28 de julio de 1849, p. 2, col. 6:
“…had ceased by the acquiescence of one party and the
maintenance of the other”.
2
British Packet and Argentine News (BPAN), Buenos Aires 20 de
octubre de 1849, p. 1, col. 3.
3
[Anon.], Memoria Presentada por el Ministro de Relaciones
Exteriores al Congreso Nacional, Santiago de Chile 1887, sección
titulada “Cuerpo diplomático chileno”, subsección “Consules de
Chile fuera de América”, en lista “Gran Bretaña y Posesiones de
Ultramar”, p. civ: consulado chileno en “Stanley (Islas Malvinas)”.
4
Consulado noruego (junto con el de la Suecia hasta 1900),
establecido el 12 de junio de 1877 (Falklands Blue Book for 1877,
PRO CO 81/32, p. 134).
De modo que, aparte de algunos antiguos reclamos privados
por ciudadanos británicos, no existía ninguna disputa entre
Gran Bretaña y la Argentina – la Convención de Paz había
concluido la disputa sobre las Falklands.
Además, Argentina publicó varios mapas en la década
de 1870 y 1880 que no mostraban a las Falklands como
territorio argentino (ver sección 11 abajo). Después de un
intento por reabrir el asunto en 1884, que culminó con una
última protesta el 20 de enero de 1888, Argentina abandonó
el tema nuevamente por varias décadas, y en 1899-1902
aceptó el arbitraje de Gran Bretaña en una disputa territorial
con Chile, de ese modo reconociendo a Gran Bretaña como
árbitro sobre el territorio de Argentina. Esto es incompatible
con mantener una disputa territorial con Gran Bretaña.
Existe abundante evidencia de historiadores que la
Convención de Paz puso fin al reclamo argentino sobre las
Falklands. El diplomático e historiador mexicano, Carlos
Pereyra (1871-1942) dice que el dictador argentino General
Juan Manuel de Rosas quería comprar el fin de la
intervención de Gran Bretaña en los asuntos del Río de la
Plata cediendo el reclamo sobre las Falklands, y Pereyra
agrega que el efecto de la Convención fue como si incluyera
un artículo no escrito que declaraba que “Inglaterra se
quedaba con las Islas Malvinas”.6
Algunos historiadores argentinos concuerdan con
Pereyra: Ernesto Fitte criticó la Convención en 1974,7 y
Alfredo Burnet-Merlín dice que la omisión de las Falklands
en la Convención fue “una condescendencia a Inglaterra o
una inadvertencia culpable”.8
El efecto negativo de la Convención de Paz también
fue mencionado en el Congreso Argentino el 19 de julio de
1950 por un Diputado, Absalón Rojas, en un agitado debate
por el reclamo argentino sobre las Falklands. Rojas culpó al
General Rosas por la pérdida de las Falklands ante Gran
Bretaña, y se quejó que la restauración de “perfecta amistad”
entre Gran Bretaña y Argentina sin hacer mención de las
5
Heraclio Mabragaña, Los Mensajes 1810-1910, Buenos Aires
1910, vol. III, p. 238.
6
Carlos Pereyra, Rosas y Thiers. La Diplomacia Europea en el Río
de la Plata 1838-1856, Madrid 1919, pp. 202, 206; nueva edición
Buenos Aires 1944, pp. 217, 222.
7
Ernesto J. Fitte, Crónicas del Atlántico Sur, Buenos Aires 1974, p.
256.
8
Alfredo R. Burnet-Merlín, Cuando Rosas quiso ser inglés, Buenos
Aires, 1974 y 1976, pp. 20-22.
12
Falklands había sido una grave omisión y una debilidad en el
reclamo argentino.1
De este modo, la Argentina aceptó, por medio de un
tratado y declaraciones de presidentes o vice-presidentes, que
no existían más disputas con Gran Bretaña, que las Falklands
eran británicas, y dejó de considerarlas como territorio
argentino.
8. Argentina sí dejó de protestar la posesión de las
Falklands por Gran Bretaña.
Argentina protestó cada año sin excepción durante 17
años, desde 1833 a 1849, contra la posesión de las Falklands
por Gran Bretaña. La última protesta fue el 27 de diciembre
de 1849.2 Después de la ratificación de la Convención de Paz
el 15 de mayo de 1850 no hubo más protestas durante 38
años, hasta 1888, y por más de un tercio de siglo (1850 a
1884) Argentina ni siquiera mencionó las Falklands a Gran
Bretaña, ni para protestar. Hubo un intento tibio por reabrir
la cuestión en 1884, cuando se propuso una mapa que
mostraría las Falklands como territorio argentino, pero el 26
de diciembre de 1884 Gran Bretaña protestó en contra de
ello. Argentina aceptó que el mapa no sería oficial y, después
de una protesta final del 20 de enero de 1888, abandonó el
asunto.
La regularidad de las protestas anuales argentinas hasta
1849 enfatiza la radicalidad del cambio después de la
Convención de Paz en 1850.
9. El reclamo de la Argentina no es imprescriptible.
La aseveración que el reclamo de la Argentina es
“imprescriptible” es una versión del antiguo principio legal
nullum tempus occurrit regi [“el tiempo no corre contra el
rey”] – los reclamos del soberano (es decir, del gobierno) son
eternos a menos que sean desistidos en forma voluntaria.
Este principio sigue siendo de aplicación en el derecho
doméstico de los Estados Unidos: los reclamos de
autoridades federales contra ciudadanos privados son
permanentes, mientras que los reclamos de los ciudadanos
caducan después de un plazo de tiempo definido. No es un
principio aplicable en derecho internacional ya que no existe
jerarquía entre estados que permita que un estado lo sostenga
contra cualquier otro estado. No obstante, la Argentina
periódicamente invoca el nullum tempus al sostener que el
reclamo de la Argentina sobre las Falklands es
“imprescriptible”, es decir, no se ve debilitada por el paso del
tiempo. Así lo declaró en dos oportunidades José María Ruda
en 1964; ha sido declarado por Argentina muchas veces
desde entonces, y fue plasmado en la Constitución Argentina
en 1994.
Cualquier aseveración de que el reclamo de la
Argentina es “imprescriptible” en realidad destruye su
1
Texto en Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, Año del
Libertador General San Martín, 1950, Tomo II, Período Ordinario,
6 de julio-10 y 11 de agosto, Buenos Aires 1951, pp. 1095-1096.
2
Mabragaña 1910; las protestas solas (sin los textos completos de
los mensajes) en Antonio Gómez Langenheim, Elementos para la
Historia de Nuestras Islas Malvinas, Buenos Aires 1939, tomo II,
pp. 7-16; y en Alfredo Becerra, Protestas por Malvinas (18331946), Buenos Aires 1998.
fundamento – si el nullum tempus fuera válido en derecho
internacional, Gran Bretaña tendría mucho mejor reclamo
sobre las Falklands que la Argentina. Los derechos de Gran
Bretaña sobre las Falklands se remontarían a casi un cuarto
de milenio atrás, a enero de 1765 (fig. i), y Gran Bretaña
también puede demostrar 8 años de ocupación de 1766 a
1774 más casi 180 años de administración desde 1834,3
mucho más de lo que puede jactarse la Argentina.
Por cierto, cualquier debate a tal efecto carece de
sentido: en el derecho internacional no existe tal cosa como
un alegato de “imprescriptibilidad”.
10. Los actuales falklandenses no son una
“población temporaria”.
En su discurso de 1964, José Maria Ruda aseveró dos
veces que los isleños de las Falklands eran “una población
predominantemente temporaria”. Basó sus comentarios en
meras cifras de personas que habían partido de las islas y
arribado a ellas en los últimos años, pero esas cifras incluían
a muchos trabajadores bajo contrato temporario que
arribaban y luego partían. En realidad, la comunidad actual
de falklandenses ha vivido en las islas en forma
ininterrumpida por más de 170 años. Algunas familias de las
Falklands han estado en las islas por nueve generaciones, y
muchos isleños pertenecen a familias que han vivido allí por
siete u ocho generaciones.
Los falklandenses son la comunidad más antigua del
mundo en un punto tan austral (aparte de unos pocos indios
patagónicos). Más aún, hace ya más de un siglo que la
mayoría de ellos llega a las islas siguiendo una ruta biológica
corta – nacieron ahí.
11. La posesión británica de las Falklands no viola
la integridad territorial de la Argentina.
En 1964 Ruda declaró que las Falklands eran “una
parte integral del territorio argentino” y que Argentina
reclamaba “la restauración de su integridad territorial
mediante la devolución de las Malvinas, Islas Georgia del
Sur e Islas Sandwich del Sur que le fueron extraídas por la
fuerza por el Reino Unido”. Desde ese año, la Argentina ha
aseverado repetidas veces ante la Organización de las
Naciones Unidas que la posesión británica de las Falklands
es una violación de la integridad territorial de la Argentina.
Por ejemplo, el Ministro del Exterior Argentino Héctor
Timerman declaró lo siguiente ante el comité de
descolonización de la ONU el 24 de junio de 2010:
… las Islas Malvinas, Georgias del Sur y
Sandwich del Sur, y los espacios marítimos
circundantes, son parte integrante del territorio
argentino ocupado ilegalmente por el Reino
Unido desde 1833, en virtud de un acto de fuerza.
Esta aseveración tiene como propósito sacar ventaja de la
Sección 6 de la Resolución 1514 (XV) de la ONU, la
Declaración sobre la Concesión de Independencia a Países y
Pueblos Coloniales, aprobada el 14 de diciembre de 1960.
Pero las Secciones 1, 2 y 5 de esa Declaración condenan la
3
La administración británica comenzó en enero de 1834, cuando el
HMS Challenger dejó al Teniente Henry Smith y diez hombres en
Port Louis (sección 4).
13
subyugación de pueblos en contra de su voluntad, y establece
el principio universal de autodeterminación:
(1) La sujeción de pueblos a una subyugación,
dominación y explotación extranjeras constituye
una denegación de los derechos humanos
fundamentales, es contraria a la Carta de las
Naciones Unidas y compromete la causa de la
paz y de la cooperación mundiales.
(2) Todos los pueblos tienen el derecho de libre
determinación; en virtud de este derecho,
determinan libremente su condición política y
persiguen libremente su desarrollo económico,
social y cultural.
(5) En los territorios en fideicomiso y no
autónomos y en todos los demás territorios que
no han logrado aún su independencia deberán
tomarse inmediatamente medidas para traspasar
todos los poderes a los pueblos de esos
territorios, sin condiciones ni reservas, en
conformidad con su voluntad y sus deseos
libremente expresados, y sin distinción de raza,
credo, ni color, para permitirles gozar de una
libertad y una independencia absolutas.
Estas tres declaraciones por la Asamblea General de la ONU
claramente eliminan una posibilidad de la toma de posesión
de las Falklands por Argentina. La Sección 5 explícitamente
llama a una transferencia del poder a las personas de
territorios no autogobernados, de acuerdo con su “deseo y
voluntad expresada libremente”. Gran Bretaña ha estado
haciendo esto progresivamente en las Falklands mediante
cambios en la constitución de las islas en 1985, 1997 y 2009.
La Sección 5 pone en primer lugar “la voluntad y el deseo
libremente expresadas” de los habitantes, y prohibe
“condiciónes” y “reservas” – la existencia de una disputa
territorial es irrelevante.
Así es que la Sección 6 es la única parte de la
Resolución 1514 que puede ser utilizada por Argentina. La
misma indica que:
(6) Todo intento encaminado a quebrantar total o
parcialmente la unidad nacional y la integridad
territorial de un país es incompatible con los
propósitos y principios de la Carta de las
Naciones Unidas.
Para sacar provecho de esto, Ruda dijo nada menos que
cuatro veces en 1964 que la integridad territorial de la
Argentina estaba siendo violada por Gran Bretaña, y
Argentina ha repetido esto ante la ONU en muchas ocasiones
desde entonces. El representante argentino ante la ONU,
Bonifacio del Carril, lo declaró tres veces ante el comité de
descolonización el 9 de noviembre de 1965. A esto le siguió
la aprobación de Resolución 2065 de la ONU el 16 de
diciembre del mismo año, y el Ministro del Exterior de la
Argentina, Timerman, hizo la misma declaración
nuevamente en el 2010 y el 2011 (p. 2 arriba).
Pero Gran Bretaña no está “quebrantando” ni
“violando” territorio argentino.
Como se describe arriba, la Argentina aceptó en 1850
que las Falklands ya no eran territorio argentino, y
posteriormente confirmó esa aceptación en muchas
ocasiones, en declaraciones oficiales de líderes argentinos
que no existían mas disputas con Gran Bretaña, y mediante
el cese de protestas referidas al tema (secciones 6, 7 y 8).
Hasta mediados de la década de 1880, los mapas argentinos
no mostraban a las Falklands como territorio argentino.
El más importante de esos mapas fue el “mapa Latzina
de 1882” ilustrado en la fig. (v) – fue emitido por el gobierno
argentino del Presidente Roca y el Ministro del Exterior
Bernardo de Irigoyen como parte de una campaña para
fomentar la inmigración, y su producción fue supervisada
por el Dr. Francisco Latzina (1843-1922), Director de la
Oficina Nacional de Estadísticas de la Argentina (de ahí su
nombre de “mapa Latzina de 1882”). El mapa sólo estaba
rotulado en español, pero sobre el reverso presentaba una
descripción de la Argentina para inmigrantes potenciales en
cinco versiones diferentes (español, inglés, francés, alemán e
italiano). Fue financiado por el tesoro argentino,
imprimiéndose 120.000 copias que fueron enviadas a
consulados en todo el mundo.1
(v) No formaban parte del territorio argentino: el Mapa
Latzina de 1882, Mapa Geográfico de la República
Argentina…, Buenos Aires 1882 (detalle). Las Falklands
están marcadas en un tono beige neutro, al igual que Chile o
Uruguay, pero a diferencia de Argentina, que está marcada
en un color mucho más oscuro y con relieve sombreado. (Las
líneas naranja indican temperaturas promedio.) Muestra que
en 1882 la Argentina no consideró a las Falklands como
parte de su territorio.
Como se ve en la fig. (v), el mapa muestra a la
Argentina en varios tonos de naranja amarronado, con
contornos sombreados, mientras que todas las áreas afuera de
la Argentina se presentan en un tono beige liso sin
sombreado. Las Falklands se muestran en el tono beige como
territorio “no argentino”, al igual que Chile y Uruguay, y al
igual que las islas del Canal de Beagle en el extremo inferior
del mapa, por causa de las cuales Chile y Argentina
estuvieron a punto de entrar en guerra en 1978, pero que
Argentina aceptó en 1985 como territorio no argentino en un
acuerdo con Chile. En 1977 Chile usó el mapa Latzina de
1882 como evidencia de que Argentina había aceptado que
las islas del Canal de Beagle no formaban parte del territorio
argentino2 – y el mapa provee exactamente la misma
evidencia en el caso de las Falklands.
1
Detalles de “Una Tradición Cartográfica Física y Política de la
Argentina, 1838-1882”, por Hernán González Bollo, en Ciencia
Hoy, Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la
Asociación Ciencia Hoy, vol. 8, no. 46, Buenos Aires mayo/junio
1998.
2
International Law Reports [Informes de Derecho Internacional]
vol. 52, Cambridge 1979, pp. 197-8.
14
El mapa también presenta la costa frente a las
Falklands como territorio argentino, lo cual constituía un
nuevo avance – parte de esa costa había sido ocupada por
Chile, y Chile recién fue obligada a abandonarla por la
ocupación argentina del Río Santa Cruz en 1878,
formalizada mediante un tratado en 1881. Argentina no tomó
posesión de la costa frente a las Falklands hasta después de
casi medio siglo de administración de las Falklands por Gran
Bretaña. En 1833, Argentina ni siquiera había ocupado la
totalidad de lo que hoy se conoce como la Provincia de
Buenos Aires. De modo que cualquier argumento que la
proximidad de las Falklands a la costa argentina sostiene las
afirmaciones de soberanía de ese país es débil en términos
históricos, además de irrelevante para el derecho
internacional.
12. Gran Bretaña no tomó las Islas Georgia del Sur
o las Islas Sandwich del Sur por la fuerza de
Argentina.
En su discurso de 1964, José María Ruda afirmó que
Gran Bretaña había “arrebatado” las Islas Georgia del Sur e
Islas Sandwich del Sur de la Argentina. Eso es falso; jamás
fueron de Argentina. Estas islas están al este de la línea
trazada por España y Portugal en el Tratado de Tordesillas
(1494) para dividir entre ellos el territorio del Nuevo Mundo.
Según el propio argumento de la Argentina, esto
determinaría que las islas fueran portuguesas y no españolas.
El Capitán James Cook tomó posesión de las Georgias
del Sur para Gran Bretaña en 1775 y también fue el primero
en avistar las Islas Sandwich del Sur. Las afirmaciones de
soberanía de Gran Bretaña sobre las mismas y sobre otros
territorios antárticos y sub-antárticos fueron consolidadas en
Cartas Patente en 1908 y 1917 – sin ninguna protesta de la
Argentina, que tuvo conocimiento de estos documentos. La
Argentina no expresó ningún interés en esos territorios hasta
1927, cuando efectuó un reclamo sobre Georgia del Sur y las
Orcadas del Sur ante la Conferencia Postal en Berna. La
Argentina hizo mención de un reclamo sobre todas las
Dependencias de las Islas Falkland por primera vez en 1937,
cuando hizo reserva de sus derechos sobre las mismas luego
de un comentario casual por un representante británico ante
una conferencia sobre la caza de ballenas que se celebraba
para ese entonces.
Esa reserva casual sobre todas las Dependencias de las
Islas Falkland no fue seguida de ningún reclamo diplomático
formal. Dicho reclamo sólo comenzó a ser impulsado en
firme por el Presidente Perón desde el año 1946 en adelante.
Gran Bretaña respondió a esto invitando a la Argentina en
varias oportunidades a presentar este nuevo reclamo ante la
Corte Internacional de Justicia (CIJ), en La Haya. En 1955,
Gran Bretaña intentó llevar el caso en forma unilateral ante
la CIJ, pero la Argentina rehusó todas estas ofertas.1 En
marzo de 1982 las acciones de la Argentina en las Islas
1
Los detalles provistos en este párrafo y el párrafo previo fueron
tomados de Pleadings, Oral Arguments, Documents: Antarctica
Cases (United Kingdom v. Argentina; United Kingdom v. Chile);
Orders of March 16th 1956; Removal from the List, [Presentaciones
en juicio, Argumentos Orales, Documentos: Casos de la Antártida
(Reino Unido vs. Argentina; Reino Unido vs. Chile); Decisiones del
16 de marzo de 1956; Remoción de la Lista], disponible del ICJ
bajo http://www.icj-cij.org.
Georgia del Sur llevaron a la Guerra por las Falklands (o
Guerra de las Malvinas).
Conclusión
Las aseveraciones erróneas de José María Ruda en
1964 (p. 2) llevaron un año después a la Resolución 2065,
que llamaba a la Argentina y Gran Bretaña a negociar el
futuro de las Falklands. Sus dos errores al efecto de que Gran
Bretaña había “expulsado a la población argentina” y que la
había remplazado con una “población implantada”
constituyeron un elemento vital en la nueva campaña de la
Argentina dirigida a socavar el derecho a la
autodeterminación de los isleños de las Falklands.
La Argentina sostiene que es por este motivo que la
Resolución 2065 hace referencia sólo a los “intereses” de los
isleños, y no a sus “deseos” (el fundamento universal de la
autodeterminación), aunque ninguna parte de la Resolución
excluye la autodeterminación.
Los llamados reiterados de la Argentina a que Gran
Bretaña negocie la soberanía de las Falklands bajo la
Resolución 2065 se basan en aseveraciones históricas falsas
efectuadas ante la ONU cada año desde el discurso de Ruda
en 1964. Dichas aseveraciones han obtenido muchas
resoluciones de la ONU favorables a la Argentina, y también
han sido utilizadas de manera similar en otros foros
internacionales, como la Organización de Estados
Americanos (OEA).
Sin embargo son falsas
pronunciadas nuevamente.
y
no
deben
ser
La Resolución 1514 de la ONU de 1960 pide poner fin
al “colonialismo en todas sus formas”, pero esto no significa
entregar un territorio a un nuevo poder colonialista. Si
Gran Bretaña fuera a negociar por encima de los
falklandenses, y entregar su tierra natal contra su voluntad a
la Argentina, esto sería una forma atroz de colonialismo, y
perpetuaría el colonialismo antes bien que erradicarlo.
El reclamo de soberanía de la Argentina sobre
las Islas Falklands sólo está basado en datos
históricos – datos históricos falsos. Siendo que su
fundamento es erróneo, ese reclamo es inválido.
Graham Pascoe
Peter Pepper
23 de septiembre de 2012