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NÚMERO TREINTA Y CINCO / SEPTIEMBRE-DCTUBRE DE 1996 • $ 20.00
Plaza de la Ciudadela 4, Centro Histórico de la Ciudad de México
Teléfono 709 11 07
FAX 709 11 73
CERTIFICADO DE LICITUD DE TíTulO NÚM. 6270
CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTENIDO NÚM. 4830
Octavlo A........
Río azul 2
Guy Dav•• port
<"Qué estáll hacifmdo esos monos? 3
Rlc.nlo Pohl•••
Darwin 12
.1.1• • • •y.s
Poema 15
F.ltl•••e Bra"u
El Viaje de Andre Bre/on a México 17
.etloHo Uslgll
Hay un hombre cortado en dos por la ventana 21
Al". SI.rra Torre
El encuentro de Cardoza y Arag6n con Andre Breton 27
Luis C.nlo•• y Arag6.
Carta a Alfonso Reyes 30
Allterto BI••co
Andre Breton y fa parábola de Paalen 31
..... 1 V.!9.S
No/as acerca de la relación en/re César Moro y Andre Bre/on 35
Luis Vlc••te ... Agul••g.
La víspera 40
Imd .Iü.g.r
Mantrana 41
H. D. (HII". DooIIHl.,
Fragmento 40 46
Wyn..h... Lowls
Tres textos vorticistas 49
M.nh.11 McLuh••
El vortex de Wyndham Lewis: arte y política 53
WIIII • • Ospln.
Río 56
M.urlclo Mo.tI.1 Flgu.lras
Metro 57
M.rlo Go...I•• Su6ro.
Del brutal San Jung o el retorno de Hermes 63
Portada : André Bretan por /llv;;Jn Ray
~
consejO Nacio n.1
para l.
Cultur. V l•• Artes
Presidente
Rafael Tovar y de Teresa
BIBUOTECA DE MÉXICO
Revista Biblioteca de México
Direc/or Fundador: Jaime García Terrést
Editor: Jaime Moreno Vilfarreal. Editor Asociado: Sergio González
Rodríguez. Secretario de Redacción: Mauricio Montiel Figlleiras.
Consejo de Redacci6n: Fernando Álvarez del Castillo,
Héctor Perea, Manuel Porras, Antonio Saborit, Guillermo Sherldan,
Rafael Vargas, Jllan Vil/oro
Coordinación Administrativa: Carlos Mancera M.
Dlse,io: Germán Montalvo y Lourdes Olivares
Pre..prensa e impresión: Imprenta Madero
~ Wyndham l ewis,
Retroto de T.S. Eliot
• OCTAVIO ARMAND
RIO AZUL
¿Por qué tocarán estas puertas?
Son completamente ignorantes y sordos.
El palacio imperial está ahí mismo
aunque jure n que no.
Rostros de porcelana y sabiduría como la de antes.
Ni un bárbaro entre las cortesanas y los nobles .
Ni uno. China ha vuelto a ser china.
Las cuerdas sumadas de los laúdes
se retuercen como treinta y dos gusanos de seda
en un solo ideograma.
Mi caligrafía, dicen, es traslúcida como el jade
y profunda como las aguas del Yangtze-Kiang.
A orillas del gran río
escribo y borro, canto y callo.
Hago un barquito de papel y me voy.
Río abajo, río arriba.
Sonido de laúd atrapa do en sonido de laúd .
Me llamo Artaud, Zequeira, Nerval.
Un novísimo poeta peruano
de la espléndida dinastía Ming.
Confundo el escudo con una moneda .
El escudo es de Arquíloco, el de Paros.
La moneda pertenece a un tal Borges.
Frágil, redondo, ligero como la respiración,
el hierro de ambos es la poesía.
Su símbolo, segú n Dante: Fe.
Me llamo Ungaretti, Heredia, Blake.
Un novísimo poeta mexicano
de la espléndida dinastía Ming.
La memoria es e l sentido que me queda.
En la taberna, borracho,
malhablado, durante horas interminables
tuve que ser Rimbaud y Verlaine.
Despilfarro de semejanzas .
Azogue derramado río abajo, río arriba.
Sonido de k'in atrapado en sonido de se.
Alejandrino y barroco, parnasiano,
juglar como la noche y clero como el día,
más surrealista que don Luis de Góngora
y tan neoclásico como el propio Breton,
al atardecer lanzo los dados con un fauno
y en el 5 Y 6 apuesto al centauro Quirón.
He sido tantos que me agobio.
Apenas recuerdo qu ién soy.
¿Virgilio? ¿Catulo? ¿II miglior fabbro?
¿Acaso un anónimo goliardo bebedor
y buscapleitos, más mujeriego que el sol?
Quienes rechazan mis manuscritos
los reeditan sin cesar.
En las antologías el aduanero porfía:
es sobre todo el que falta
y casi todo el que está.
Me he acostumbrado a la muerte y al mármol.
Me sorprende estar vivo cuando lo estoy.
Me han canonizado, me han ahorcado.
Una vez fui Juan de Yepes y varias veces fui Villon .
Mi verso es de un verde claro:
sabe a ajenjo, a alcohol.
Mi verso huele a inmensidad:
es de opio y haschisch.
He sido Li Po y Rihaku,
Sokán y Basho.
También Safo.
Safo moribunda ante su hija que la llora
y aquel cisne afiebrado
que ayer o anteayer no más decía:
yo no digo mi canción sino a quien conmigo va.
¿No oyes? ¿No la oyes?
Cuerdas más locas que cuerdas,
flautas , caracolas,
el aliento arisco del Minotauro.
Sonido de laúd atrapado en sonido de laúd.
Me llamo Novalis, Casal, Baudelaire.
Un novísimo poeta argentino
de la espléndida dinastía Ming.
Multitudinario, demócrata ,
crucé el puente de Brooklyn hasta París,
hasta llamarme Wilhelm de Kostrowitzky
y olvidar el inglés.
Estaba sobre el Sena y cantaba .
Un puente, un gran puente, eso soy.
El papel y la tinta .
El Río Azul.
Las treinta y dos cuerdas
se retuercen como un gusano de seda
en el ideograma.
Sonido de k 'in en sonido de se.
Biblioteca de México
2
PRADERAS
E
I impres ion is mo , s in sa berlo ,
guardó como un secreto su propósito más íntimo: la idea de los ca minos. Es difíc il e ncontrar un a te la
impresionista sin un cam ino, un río,
un se nd e ro. Las locomotoras se
muestran en los sitios más inapropiados: detrás de mad res e hijas o
e n e l último plano de idílicas escenas de l campo. Es verda d que los
caminos eran seguros por prime ra
vez en la historia e uropea, que e l
co me rci o es taba expa ndi é nd ose
como nunca antes.
Monet comienza pinta ndo e l mar
desde la costa del cana l, prosig ue
e n los adorables ca minos que se recortan a través de los bosques, así
como las estaciones fe rroviarias (en
Sr. Laza re se abo rd a b a e l tre n a
Vernon , y d e a hí a Giverny) , los
botes, los puertos, las ca ted ra les
(paradas en e l camino de l espíritu).
y desde entonces su investigació n
comenzó a ir hacia atrás en e l ti e mpo. La ag ricultura e uropea cons iste
tan sólo en desecar panta nos para
obtener un prado . Antes de volver
al pantano primo rdia l para su g ra n
estudio fin a l, Mo ne t pintó prade ras ,
p ajares, ríos de provincia , ca mpos
ll e nos de a ma po las. Y con é l Renoir, Pissa rro , Va n Gogh.
De todos los pinto res de praderas, H e nri Ro u ssea u fue e l m ás
poético. Do ra Vallie r ti e ne ra zón e n
llamarlo "e l Amo d e los Árbo les ";
caba ndo los impuestos de los produ c tos d e las g ra nj as , Ro ussea u
vivió cerca de las antig uas puertas
de París , donde la ciudad se convie rte e n prade ra y te rre no fé rtil.
Su ca rre ra co mie n za e n e l bosque como luga r ro mánti co , donde
parrande ros e n disfraces de la com media dell"arte pasea n s in rumbo
ba io la lu z de la luna. Prosig ue en
e l más g ra nd e de los idilios a mo rosos co n los á rbo les franceses , e n
pa rticular con la acacia (su símbolo
de la fe minidad) y e l casta no (masculinidad); y luego de haber descubie rto los inve rnaderos e n e l Ja rdin
des Plantes , vino la selva o e l bosque primigeni o. Entonces hizo de sí
mismo no sólo uno de los grandes
pinto res d e nu est ro ti e mpo , s in o
uno de sus grandes poetas.
D ESTI NO
pe ro e nfre nte de los 5. rbo les está n
los prados , lle nos de fl o res e iluminados p or la fra nqu eza d e la lu z
sola r.
Una prade ra e je mplifi ca la trans ic ió n e ntre e l bosqu e y la ciuda d.
Durante los anos e n que trabajó re-
Henri Rousseau, Paisaje exófico, 1910
Bihliulé'U I dé' M éxico
En su a uto rretrato más e locue nte se
pinta a sí mi smo co mo un títe re
que está e n ma nos de un nino , e n
un prado , deba jo de una acac ia. Un
cas ta n o a p a rece e n m e di o d e l
ca mpo , y detrás del casta no, un camino. Más a ll á del ca mino, un bosque. El nino simbo liza la inoce ncia ,
e l títe re la b ufo ne rí a. Todo esto
añadido a la cond ició n humana de
Rousseau: una lucha en el interior
de sí mis mo e ntre e l "n iño " y e l
"zorro ". El niño ha juntado algunas
fl o res en el prado y las conserva en
un pli eg ue d e s u ropa: e l a rti sta
aprop iá nd ose de y mos tra ndo la
Belleza. Sin embargo, e l niño tiene
que manipular al mismo tie mpo los
hilos de un juguete : un Punchine110. El alma y su mascota: e l cue rpo. Lo ideal y lo real. El gran tale nto de Ro usseau como pintor entrañaba un p rob le ma tal: te nía la visió n. Los medios para consumar la
visión e ran tan ingobernables como
un muñeco fo fo y testarudo. Los
o jos d e l n iño so n desafia ntes. El
p rado es un paraíso. La acacia y el
castaño son sus guardianes.
arrumbada como basura en el sótano de la pre fectura de Lava l), le
concierne a nuestra época con toda
intensidad precisamente po rque no
la me recemos. Ninguno de los fanatismos de nuestro siglo (capitalismo, co muni sm o, fascis m o) pudo
LA COSECHA
Pero antes de ir más lejos, e l tri unfo. Sus cuadros están colgados en
e l Lo u v re. Nun ca d ud ó q u e lo
logra ría. Nadie co m parti ó co n é l
esa certid umbre. También están en
P raga, Lo nd res, Nu eva Yo rk ,
Moscú. El dogmatismo soviético, tedioso en el mejo r de los casos po r
lo que respecta a su sentido de excl us ividad a rtísti ca , lo ad o ptó d e
todo corazón. Entre sus contemporáneos, todos a excepció n de unos
cuantos habría n montado en cólera
si hubieran sabido q ue e l mundo
llegaría a considerarlo un maestro,
un pinto r de quie n se hablaría con
el mismo entusiasmo q ue de Sasetta o La sedimentació n del polvo de
la histo ria siempre está llena de sorpr esas: Emil y Dic kin so n , Jo hn
Cia re, Me lvill e. Las rep utacio nes
ca mbi a n : e l Kit Sma rt de l sig lo
XVIII , autor de salmos, borracho y
loco, no es nu es tro Ch risto ph e r
Sm a rt , a ut or de l j ubilate Agno.
Nuestro Mark Twa in , crea d o r d e
Hucklebeny Finn y de La vida en el
Mississippi, no es e l Mark Twain de
a nta ño, e l de Tom Sawyer y Los
inocentes en el extranjero.
La metamorfosis de Henri Ro usseau, de un tonto divino que pintaba garabatos irrisorios a un pinto r
de estatura inme nsa, constituye una
t ra n s fo rm ac ió n es té ti ca q u e n o
he mos co mp re nd ido en s u to talidad .
Henri Rausseou
ha be rla e ngendrad o. La vio le ncia
ame naza con matar a la imaginació n, q ue está inde fensa. Noten la
ausencia de árboles.
DAS BEDEUTUNGSPROBLEM
De Les joyeaux f arceurs 0906 ,
Museo de Arte de Filadelfia, colecció n de Louise y Walter Arensberg),
Yann le Pichon escribe: "En su cuadro Los alegres embusteros, Ro usseau
pinta a u nos m o nos a ra ñá ndose
entre sí y dando golpes en una botella de leche; también les ha dado
una figura a nt ropo m ó rfica "l No
son mo nos sino gibo nes, que son
simios; no están arañándose e ntre
sí; no están da ndo golpes en una
bote lla de leche y Dios, no Ro usseau, les d io caras antropomó rficas.
Ca ro lyn Keay: "Esta ra ra pintura ,
con una bote lla de leche invertida y
un rascador puestos en medio de la
selva ... "2. La Keay de nuevo: "¿Qué
habría que rido significar Ro usseau
en Les joyeaux f arceurs (Los alegres
embusteros) al colocar una bo tella
de leche invertida y un rascador en
medio de una escena de la selva,
do nde cuando menos una vez en el
PREGU NTAS
Sus pinturas se niega n a envejecer.
Cada vez nos res ultan más interesa ntes. La gitana dormida, q ue se
conoció una década después de la
mu erte de Ro ussea u ( había s ido
1. Ya nn le Pi nchan. !be World o/ Henri
Rousseau, trad. Joachim Neugroschel. Nueva
York , Viking . 1982 , pág. 167.
2. Caro l y n Keay, Henri Rousseau: Le
Douanier. Lond res. Academy Ed itions. 1976.
pág. 20.
Biblioteca de México
4
día re ina la paz y la tranquilidad '
No vemos un motivo inteligible que
explique cualquiera de las situaciones anteriores"3. Repito, no es una
bote lla de leche y el motivo es perfectamente inteligible si uno observa la pintura. Jean Bouret: "Expu es~
to en 1906 en el Sala n d 'Automne,
éste fue uno de los trabajos que el
maftre Guilhermet realizó po r encargo para ilustrar la ingenuidad de
su cliente . La composició n está bellamente proporcionada: unas hojas
grandes, a derecha e izquie rda, le
sirven de marco; la yuca blanca de
la izquierda está equilibrada gracias
a un ave coloreada vivamente, posad a e n una rama e n el extremo
d e rec h o de la pintura ; los d os
m o nos - los e mbuste ros- están
acurrucados uno al lado del otro en
el centro del prime r plano. La tela
está re lle nad a p o r un cúmulo de
hojas pintadas meticulosamente en
va rios to nos d e verde y gris; sin
e m ba rg o , es to n os pro du ce un
efecto de profundidad más que de
confusió n sofo ca nte"4 . Hay cinco
"mo nos" , no dos. Tod as las hojas
son verdes, no hay ninguna gris.
Alfred Werne r: "En la mayoría de
s us escenas selvá ticas, Ro ussea u
pinta bestias salvajes que atacan a
los nativos o a los animales más débiles. Pero en este cuadro nos ofrece una v isió n d e concordia y de
fraternidad silenciosas: las criaturas
posan en completa armonía dentro
d e un paisaje primitivo en estado
virgen. Pero ¿cuál es el significado
de la botella de leche invertida que
está derramando su conte nido? ¿O
del rascador?"5.
Rousseau --que dijo de la pintura de Matisse que , si no iba a dejar
de ser fea, al menos tenía que ser
divertida- era primordialmente un
artista dramático . Sus pinturas poseen tramas que van de lo hilarante
a lo sublime . Ante La bohémienne
endormie se supone que debemos
sentir el frisson de d arnos cuenta
de que la gitana no está do rmida;
sus ojos están abiertos ligeramente,
atentos al león ; la gitana, acorralada
por el terror, finge estar muerta a
sabiendas d e que los leones sólo
atacan a las presas vivas. ¿El león se
dará cuenta del engaño o se alejará? No hay esperanza de recibir auxilio. Una luna indife re nte es e l
único testigo de la escena. El león,
como los gatos de París, ha levanta-
3. ¡bid. , pág. 30
4. Jea n Bouret. Rousseau, Nueva Yo rk ,
Fawcett ; Greenw ich Editio ns. 1963. pág. 54.
5. A1fred Werner . Ro/./Ssea u/ Duj'v. Nueva
York, Tudor, 1970, pág. 30.
do la cola como signo de curiosidad. ¿La gitana volverá a tocar melodías húngaras en aquella mandolina, o a beber de aquel cántaro de
agua? ¡Vean cuán alegre y luminosa
es su túnica! ¿Acaso no nos recuerda al José de las Escrituras, cuyo
vestido multicolor, bañado en sangre, se le mostró a un padre abatido. por la pesadumbre como. prueba de que, según sus malévolos
hermano.s, "una bestia del demo.nio
lo. había devo.rado. "? ¡Piedad y terror! Deben verlo en su imaginación, messieurs el dames. En cuanto.
al sentimiento., ¿Bo.uguereau lo. habría hecho. mejo.r?
Estamo.s co.ndenado.s a no. entender las pinturas de Ro.usseau hasta
que no. nazca espo.ntáneamente en
noso.tros el deseo. de penetrar su
mundo.. Debemo.s entender el to.no.
de su sensibilidad, de su sentido.
del humar, de su idea del arte. En
Les jayeaux farceurs estamo.s en el
mundo. cómico. de Tartarin de Tarascan (872), el seño.r Pickwick de
Francia . Ro.usseau, sin pasar po.r
alto. que su selva imaginaria admite
que de la comedia se derive tanto
lo. maravillas o co.mo. lo. bello., tenía
entendido. que po.día haber explo.rado.res merodeando. par ahí, y la
certeza de que, si no. estaban realizando. sus investigacio.nes bo.tánicas, siguiendo. la co.rriente de las
río.s hasta sus fuentes de o.rigen,
evangelizando. a lo.s nativas o sirviendo. de plato. fuerte a leo.nes y
co.co.drilo.s, estarían ento.nces disfrutando. de un rato de esparcimiento..
Co.lo.quemo.s a un lúgubre explo.rado.r británico. en las profundidades
de África. Una vez que ha terminado. de o.rganizar su campamento.
para pasar la no.che , se dispo.ne a
beber un paco. de sco.tch y so.da.
He ahí el sifón de la pintura. Rousseau ha procurado. que la bo.tella
sea identificable par su espita. No.
ha co.rrido. can la misma suerte para
representar el rocío. carbo.natado.
co.n el cual las gibo.nes se han llevado. un buen susto. antes de que el
regreso. intempestivo. del explo.radar, que había dejado. el campamento. para bañarse en el río. o. aliviar su vejiga, las so.rprendiera.
Es pro.bable que las gibo.nes
hayan estado. o.bservándo.lo. a la distancia , antes de que se marchara
par unas instantes. Habrían co.ntemplado. la manera en que se rascaba la espalda (¿quién sino. un explo.rado.r británico., según la mentalidad de un francés, habría de llevar
co.nsigo. un rascado.r en una expedición?) y la manera en que mezclaba
la so.da del sifón can el whisky. Y
co.mo. buenos singes, no tuviero.n
más remedio. que ser fieles a su reputación cómica e inmemorial de
co.mpo.rtarse co.mo. simias. Así pues,
echaron un vistazo a su bastón,
probaron la eficiencia de su rascadar y se mo.jaron uno. a o.tros can el
charro del agua. ¡Una comedia deli-
ésta? To.do.s los ojos están puestas
en no.so.tros, y en el explorador, incluidas las del ave posada en el
árbo.l.
ENCANTO
La perso.nalidad, a diferencia de l
Los alegres embusteros, 1906
cio.sa! Pero eso. no. es to.do.: están
siendo. so.rprendido.s can las manos
en la masa. En ese mo.mento. o.curre
la pintura. Vean las hojas que fueron hechas a ambas lado.s par el
paso. del explo.rado.r. Las gibones
han saltado la bo.tella y el rascado.r.
El gibó n del extremo derecho. aún
está go.lpeando a su co mp añero
co.n el bastón del expedicionario..
¿Hacia dónde co.rrer para salir de
Biblioteca de México
5
carácter, es fractal. Sus can tornos
no. pueden ser carto.grafiado.s porque en el momento. de tomar una
decisión acerca de las cuidadas
que debemo.s adoptar para realizar
e l dibujo, traicio.namos una ide a
preconcebida. La teo.ría de Mandelbro.t dice que mientras más minuc io. so.s sea mas en delinear un a
casta, estaremos más cerca de dibujar un mapa. Un hambre reco.rrien-
do una costa con un pedómetro
mide un segmento mucho más
corto del que mediría una hormiga
entrenada.
Un artista puede dibujar los contornos llanamente (Lascaux, la decoración de los jarrones griegos,
Flaxman, Picasso), o recurriendo a
la riqueza mimética del ·c1aroscuro,
de la textura, de la perspectiva
(Leonardo, Ford Madox Brown). La
personalidad, o el encanto, determinan lo anterior, sembrando además su impresión residual: reconocemos el estilo de un dibujo como
el de un manuscrito. El carácter determina esto último , en donde el
significado estriba en el grado de la
resolución visual. El pathos de
Rembrandt, la sinceridad de Braque, la voluptuosidad de Tiziano, la
curiosidad metafísica de Leonardo,
el conocimiento de la psicología
del espacio de Vermeer: todos son
enunciados estructurados con actitudes inherentes al estilo. La opulencia trivial de Dalí es evidente
por doquier en la banalidad y el
sinsentido que pesan sobre el acabado de sus cuadros. En Van Gogh
podemos seguir el trabajo del pintor y sentir los movimientos de la
mano y el hombro, y por eso conservamos el momento en que se
realiza la pintura como una de sus
cualidades.
El encanto de Rousseau antecede
a su carácter. Tiene ambas cosas en
gran medida. No tiene , como podríamos suponer, líneas. Al igual
que la naturaleza, hace que cada
línea suceda por medio de la organización del contraste más fino
entre colores contingentes.
En Adán y Eva (colección de
John Hay Whitney, Nueva York) la
resolución visual es la misma que
la de un Leonardo, pero sin claroscuro, sólo el necesario para dar volumen a cuerpos y árboles. La composición del cuadro, como lo ha señalado Dora Vallier6, fue tomada de
la Innocence de Lean Géróme
(1852), que a su vez es una diversión romántica del neoclasicismo
(una niña y un niño desnudos , un
corzo y una estatua de Cupido colocada sobre una fuente, en medio
de los tres, en un estilo altamente
consumado y académico). Rousseau no compartía la pedantería
sentimental que alimenta el cuadro
de Géróme , pero podía echar mano
inmediatamente de un contexto
cristiano, y por ende tradujo aque-
6. D o ra Vallier, Henri Rousseau, Nu eva
Yo rk , Harry N. Abrams, s. f. , ilustración 75
lIas figuras en Adán y Eva. En vez
del corzo pintó un perro, el cual
ladra de manera cómica porque
Adán ha tocado una nota aguda
con su flauta. Así pues, los ladridos
del perro tienen el propósito de
causarnos una grata sorpresa. Cupido ha recobrado en esta pintura su
apariencia de carne y hueso. Debemos verlo como si fuese el niño
Caín o Abel -o como Cupido. Este
último sostiene un extremo de la
vid que Eva mece en sus manos,
con lo cual ella adquiere accidentalmente un decoro propio. La pintura tiene muchas armonías logradas: el rocío de cañas de Adán sugiere la cascada de notas que
emana de su flauta. El perro tiene
un collar: si en el Edén de Rousseau la civilización ha alcanzado el
desarrollo textil necesario para
hacer posible la faja que ciñe la
cintura de Adán, así como la flauta
y el arte de la música, el pelo de
Eva recogido en un chongo, el rasurarse (Adán no tiene barba), ¿por
qué no un collar'
Pregunta: ¿la pintura es totalmente graciosa? ¿Es una crítica consciente a Géróme? ¿Hasta dónde podemos ver en ella un sentimiento
religioso? "Es el paraíso", nada más
podríamos sacarle a Rousseau. ¿Estamos a solas en medio de la exquisitez de los árboles, en uno de
ellos ya se asoma el oro otoñal,
otros dos aún están verdes, hay un
dulce sendero indicado en los linderos del bosque, y la claridad del
Bois de Boulogne está envolviéndolo todo?
UN ROUSSEAU ESCRITO POR RIMBAUD
Sur la place taillée en mesquines
pelo uses,
Square ou tout est correct, les
arbres et les fleurs,
Tous les bourgeois poussifs
qu 'étranglent les chaleurs
Ponent, les jeudis soirs, /eur
bétises .fa/ouses.
-L 'orchestre mi/itail"e, au mi/ieu
dujardin,
Balance ses schakos dans la Valse
des fifres:
-Autour, aux premiers rangs,
parade le gandin;
Le notaire pend a ses bre/oques a
chiffres.
Des rentiers a lorgnons soulignent
les couacs:
Les gros bureaux bouffis traínent
leur grosses dames
Aupres desquelles vont, officieux
comacs,
Biblioteca de México
6
Celles dont les volants ont des airs
de réclames;
Sur les bancs vens, des clubs
d 'épiciers retraités
Qui tisonnent le sable avec leur
canne a pomme,
Fon sérieusement discutent les
traités,
Puis prisent en argent, et
reprennent: "En Somme! "
Épatant sur son banc les rondeurs
de ses reins,
Un bourgeois a boutons clairs,
bedaine flamande,
Savoure son onnaing d'ou le tabac
par brins
Déborde-vous savez, c'est de la
contrebande--;
Le long des gazons vens ricanent les
voyous;
Et, rendus amoureux par le chant
des trombones,
Tres nalfs, et fumant des roses, les
pioupious
Caressent les bébés pour enj6ler les
bonnes ..
[A la plaza cercana a la estación,
con sus miserables jardineras de
hierba, con sus árboles y flores
muy bien plantados, los gruesos
ciudadanos --con la respiración entrecortada por el calor, que según
ellos es sofocante- llevan consigo
sus estupideces cada jueves al anochecer.
La banda militar en medio del
parque mueve sus chacos al ritmo
del Vals de los pífanos: la villa gira
alrededor de la música, como el
notario, el cual se mece de un lado
a otro imitando el vaivén de la
leontina de su propio reloj.
Terratenientes, husmeando a través de unos quevedos, critican las
pifias de la orquesta; burócratas insignificantes en forma de globos
van por ahí seguidos de sus esposas regordetas; y detrás, como domadoras de elefantes en dificultades, se les unen mujeres que asemejan tiendas de comercio.
Abarroteros jubilados y sus compinches toman asiento en las bancas del jardín y dibujan en la arena
con sus bastones; hablan de negocios en voz baja y toman un poco
de rapé de sus estuches de plata,
diciendo: "Y bien ... ".
Sus nalgas enormes desbordan 1a
banca; el dueño de una tienda , de
botonadura de vidrio y barriga flamenca, disfruta su pipa -pizcas de
tabaco cuelgan de ella, buen tabaco
negro de contrabando, ¿sabes?
Y a lo largo de los bordes de la
hierba, los vagos se burlan; y creyéndose atractivos por el mero sonido de los trombones, haciendo
gala de un candor infantil, los reclutas huelen las rosas y acarician a
los niños por debajo de la barbilla
para ligar una conversación con sus
nanas .. .)
Quand ils jurent arrivés au milieu du boulevard, ils s'assirent, a la
meme minute, sur le meme banco
[Porque el termómetro marcaba 33
grados centígrados, no había tráfico
ni peatones en el bulevar Bourdon.
do en medio de la quietud del domingo y la melancolía del verano.
Dos hombres aparecieron.
Uno de ellos venía de la Bastilla
y el otro del Jardín Botánico. El
más alto , vestido con un traje de
hilo , había despejado su frente
Hasta ahí, sin contar las tres estro~
fas siguientes, Rimbaud se limita a
describir, y la ilusión de una escena
pintada por Rousseau se desvanece. Pero la sátira rimbaudiana, tan
vigorosa como una pintura de género flamenco, ha coincidido punto
por punto a lo largo de seis estrofas
con la exactitud de la observación
rousseauniana. A Rousseau le habría interesado más el color de la
orquesta militar como ornamento
cívico de la Place de la Gare, Charleville, así como la distribución de
los obesos ciudadanos y las jóvenes
hermosas bajo la fronda de los castaños. La agudeza de su propio
sentido del humor guía la acidez
del ojo de Rimbaud. El ojo de
Rousseau, que se muestra deliberadamente sumiso frente a la realidad
circundante, hubiera encontrado su
camino gracias a un sentido del
humor radicalmente distinto. Pero
la comicidad de la escena habría
permanecido intacta si Rousseau la
hubiera pintado.
UN ROUSSEAU ESCRITO POR FLAUBERT
Comme it jaisait une chaleur de
trente-trois degrés, le boulevard
Bourdon se trouvait absolument déserlo
Plus bas le canal Saint-Martin,
jermé par les deux écluses, étalait
en ligne droite son eau couleur
d 'encre. JI y avant au milieu un bateau plein de bois, et sur la berge
deux rangs de barriques.
Au dela du canal, entre les maisons que séparent des chantiers, le
grand cíel pur se découpait en plaques d 'outremer, et, sous la réverbération du soleil, les jarades blanches, les toits d 'ardoises, les quais de
granit éblouissaient. Une rumeur
conjuse montait au loin dans l'atmosphere tiede; et tout des jours
d'été.
Deux hommes parurent.
L'un venait de la Bastille, l'autre
du Jardin des Plantes. Le plus
grand, vetu de toite, marchait le
chapeau en arriere, le gilet
deboutonné et sa cravate a la main.
Le plus petit, dont le corps disparaissait dans une redíngote marran,
baíssaít la tete sous une casquette a
visiere poíntue.
La selva exótica, 1909
Más abajo, cerrado por las dos esclusas, corría el canal Saint-Martin
tan decidido como una flecha y tan
negro como la tinta. En medio había
una barca llena de madera , con dos
hileras de barriles alrededor.
Más allá del canal, entre casas y
cobertizos, la vastedad y la transparencia del cielo se recortaban en
cuadriláteros azules; y bajo la reverberación del sol, las fachadas blancas, los techos de pizarra y los
muelles de granito prodigaban un
brillo intenso. Un rumor sordo se
escuchaba a través de la pesadez
del calor, y todo parecía amodorra-
Biblioteca de México
7
echando hacia atrás su sombrero ,
había desabotonado su chaleco y
sostenía su corbata en la mano. El
más pequeño, cubierto desde la cabeza hasta los pies por una levita
roja, llevaba una gorra y caminaba
con el mentón sobre el pecho.
Coincidieron e n mitad del bulevar y tomaron asiento en una de
sus bancas a la vez.]
Los párrafos iniciales de Bouvard ef
Pécuchet. Sentimos e n ellos tanto a
Joyce como a Beckett. Pod ría ser
Bloom caminando desde el Jardín
Botánico, pensando en la crueldad
(o en la bondad, si se toma en
cuenta los beneficios que arroja
para la ciencia) de tener a los animales encerrados en jaulas, o en el
valor pedagógico de un parque
grandioso con plantas importadas
de todas partes del mundo. Rousseau ya estaba pintando las mismas
vistas del canal, con figuras y con
barcas, exactamente con el mismo
tono caluroso y melancólico de los
atardeceres de domingo, cuando
esas líneas fueron escritas. Es de
una utilidad inmensa saber que
Flaubert y Rousseau vieron el canal
Saint-Martin con los mismos ojos.
Significa que podemos pensar en la
existencia de un campo de puntos
de presión, cada uno insignificante
y trivial en sí mismo, los cuales se
van aglutinando en torno a una matriz. Uno de esos puntos podría ser
el registro de un termómetro más
que una figura retórica. Uno más
podría determinarse (como sucede
de nueva cuenta en Ulises) por un
escenario común: París. Esta idea se
evidenció hacia 1880: Tbérese Raquin, de Zola (1867), comienza diciendo que podemos encontrar el
Passage du Pont-Neuf al final de la
rue Guénégaud y que un callejón
sirve de enlace entre la rue Mazarine y la rue de Seine; la palabra
"París" no vuelve a aparecer a lo
largo de cuarenta páginas. Otro
punto podría localizarse en la atención minuciosa que Flaubert depositó en el color y después en la
ropa, así como su técnica y su destreza tanto para ubicar a sus personajes como para clasificar. Las hileras de barriles y las barcas tienen
cabida en muchos rousseaus. La escena es plana, letárgica , sosa. Ni
Flaubert ni Rousseau sintieron la
necesidad de imponer lo pintoresco
(la primera preocupación de Canalena) , lo metafísico (De Chirico), lo
turístico (Utrillo) o cualquier otra
marca. Balzac se hubiera demorado
en explicarnos cómo habría transcurrido el domingo de un trabajador en París, Camus en la angustia
existencial implícita en todo ello,
Sartre en la miseria. Rousseau y
Flaubert se limitaron a llevar un registro y se entregaron a una fe totalmente nueva en el arte, la cual
reza que el significado de una escena determinada es consustancial a
la misma. Flaubert trabajó a la sombra de una desilusión irónica, y
Rousseau a la de una ingenua
creencia: la representación de lo
puramente ordinario es profundamente interesante en virtud del
medio que la expresa, la pintura:
filtro de esencias, negador del tiem-
po, catador del encanto, identificador de la belleza, creador del prodigio y de la observación civilizada.
UN ROUSSEAU ESCruTO
POR APOLLlNAlRE
Sur la cote du Texas
Entre Mobile et Galveston il y a
Un grand jardin tout plein de roses
JI contient aussi une villa
Qui est une grande rose
Une femme se promene souvent
Dans le jardin toute seule
Et quand je passe sur la route
bordée de tilleuls
Nous nous regardons
Comme cette femme est mennonite
Ses rosiers et ses vetements n 'ont pas
de boutons
JI en manque deux el mon veston
La dame et moi suivons presque le
meme rite
[En la costa de Texas entre Mobile
y Galveston hay un bonito jardín
de rosas y en él una casa que también es una rosa.
Una mujer pasea a menudo por
el jardín completamente sola y
cuando paso por ahí en el camino
campestre al lado de los tilos nos
miramos uno al otro.
Como ella es una menonita ni
sus ramos de rosas ni su vestido
tienen botones y como mi abrigo
ha perdido dos ella y yo casi compartimos la misma religión.]
compartiendo el doble retrato con
Apollinaire, que a su vez está
debajo de una poética acacia. El
tema es similar al de San Jorge y el
Dragón, pero podría parecer que
tiene raíces aún más profundas en
el folelor francés.
Un festival de temporada que
tiene lugar en los Pirineos representa a un oso que despierta luego
de haber hibernado; éste llega a la
villa para reclamar un novia humana. Se le concede; se celebra la
boda y alosa se le dispara una vez
que ha consumado el matrimonio.
Violet Alford, una notable folclorista que estudió los rituales de los
animales a lo largo y ancho de Europa, entendiéndolos como vestigios de religiones neolíticas, interpretó esa boda y esa muerte como
un símbolo del renacimiento del
año al final del invierno. Es probable que Rousseau haya tenido en
mente mucho de ese folclor. Todo
lo que en él había de sofisticación
urbana explica que haya mantenido
una rara distancia respecto a la narrativa folclórica. Lo que buscaba
con su trabajo era provocar el interés , la charla, la génesis de textos.
Irónicamente, lo que nos dejó fueron anécdotas (en buena medida
sospechosas) que no tienen nada
que ver con la obra sino con el
hombre. Tenemos una deuda pendiente con Rousseau.
SAN JEHÓNIMO CON LEÓN
El gato de Pierre Loti. Hyppolyte on
Rousseau nunca hubiera admitido
que tal simplicidad lúdica era una
imitación de los efectos de su pintura, pero hubiera apreciado la delicadeza del guiño: si esa mujer
fuera a casarse con Apollinaire para
convertirse en una esposa comedida , no le habrían faltado botones a
su veston. La sutileza, messieurs et
da mes, lo es todo. Y los tilos y las
rosas están donde deben estar.
FOLCLOR
En la melodramática Sorpresa desagradable (Fundación Barnes) , un
joven y apuesto cazador dispara su
arma en contra de un oso que acecha a una mujer desnuda. Sus
ropas cuelgan en las ramas de un
enorme tilo plantado a la orilla de
un lago. ¿Se ha desnudado para bañarse o el oso , en cierto sentido
folclórico , la ha obligado a despojarse de su ropa? El tilo aparece
siempre que Rousseau pinta a una
de sus esposas o amantes; Marie
Laurencin está debajo de un tilo
Biblioteca de México
R
l 'appelle.
El gran artista le dio una sardina de
plata paleológica
cuando tomó asiento para ser
retratado, aromática
y con el soup~on de huile d 'olive
alrededor,
como e ra propio, su familia llegó
de nueva cuenta
a las aduanas nilóticas para recabar
los impuestos de la porcelana,
a las gomas de abeja de Beersheba,
hoteles acadios
(un primo lejano era amigo del
señor Smart, el poeta);
Leo Alektor no cambió las grandes
puertas de Micenas.
Hebraico en su totalidad , el árbol
familiar, rico en detalles.
Pero somos nosotros los
acompañantes de monsieur Loti.
El gato de Pierre Loti somos
nosotros. La civilización.
Nuestra tribu ha vivido más allá de
las fronteras de Francia.
El señor Rousseau , maestro en el
estilo moderno,
nos ha retratado en bosques de
flores , curiosos
como un bagre, inteligentes como
la señorita Gertrude Stein.
Bajo la luz estelar hemos olido el
desierto árabe;
vegetales aztecas y árboles
perelandrianos
han sido nuestros recintos , como
los jardines de Chad.
Pero nuestros placeres nos vienen
de los footballeurs, borrachos por el
movimiento,
del gruyere y la sinceridad,
la inocencia, las bicyclettes,
Apollinaire, la industria.
Estas dos estrofas de mi Flowers
and Leaves vienen precedidas por
otra que describe un interior victoriano regido por los recuerdos de la
memoria y lleno de emblemas eróticos ocultos , y las continúa una
tercera estrofa que posee la misma
imaginería ernstiana (cuartos sin
aire, Pompeya bajo la cenizas, polhumo industrial). Quería expresar
la forma en que Rousseau pasó a
través del fin de siecle como un cinturón verde ceñido a lo ancho de
una ciudad agobiada por el tráfico.
El humo de una chimenea industrial ocupa el último plano del retrato de Loti (como en Bañistas en
Asnieres de Seurat, y al igual que
los trenes que cruzan a la distancia
el horizonte de algunos de los paisajes más idílicos de Monet y Renoir) , y un árbol está en medio de
uno y otro.
Los franceses del siglo XIX llegaron a pintar cuadros privados con
una elegancia y un brillo que superó la de los cuadros de Nápoles del
XVIII y de las villas romanas del
periodo clásico. Pero Rousseau no
estaba al tanto de eso. Llevó a Joseph Brummer y Apollinaire a los
parques, reemplazando las habitaciones donde Monet o Bonnard los
habrían pintado. ¿Dónde se encuentra Pierre Loti? ¿En un balcón,
desde el cual contempla las fábricas
y las casas de los obreros í ¿Está de
pie en el campoí
El espacio para Rousseau eran
las afueras , jamás los cuartos. ¿Es
ésta una razón más que explica su
antipatía hacia la obra de Matisse,
que pintó todas sus figuras en el
interior de cuartos (o en exteriores
vacíos que es imposible interpretar
como el ámbito que comienza más
allá del quicio de una puerta)í
Noten cuántas veces Rousseau
transporta los muebles de los interiores a los exteriores: una mujer
está recostada en un sofá en la
selva de El sueño; Rousseau mismo
está sentado en una silla en el parque de Henri Rousseau como director de orquesta; Brummer está sentado en un sofá bajo la fronda de
unos árboles.
BALZAC
o REMBRANDT
Un novelista que tergiversaba los
escenarios, así como el clima y el
paisaje de cada una de sus novelas;
un viajero que había recorrido las
selvas de verdad (Tahití, África) , las
mismas que viera Rousseau en sus
sueños; nuevo miembro de la Aca-
ción del mundo debe perpetuar ese
gesto cuando el cuadro sea expuesto en el Louvre. El animal y el
hombre siempre constituyen una
pareja de gran significado en la
obra de Rousseau.
Sin embargo, un periodista y escritor de poca monta, Edmond
Frank, recordó años más tarde
haber posado para ese mismo cuadro al lado de su gato, un animal
sin dueño que había recogido en
las calles. Es claro que Rousseau
pintó a Frank y más tarde pensó
que Loti era el personaje más po-
Henri Rousseau en su estudio
demia, oficial marítimo, Pierre Loti
(exótico nom de plume simbolizado
por el fez rojo y el cigarro turco)
posa con una seguridad majestuosa. Esos ojos contemplativos sin
duda son los de Loti , así como el
bigote. Una duplicidad versátil rige
todos los temas de esta pintura. El
hombre es (como Rousseau) militar
y artístico a la vez: Tte. Louis-MarieJulien Viaud , de cuarenta años de
edad, de la Marina Francesa. En fez
o albornoz , en tiendas donde podemos escuchar el rugido de los leones y el relincho de las cebras, Loti
es un escritor de romances donde
apuestos contrabandistas y viriles
marineros arriesgan sus vidas por
una noche de amor.
Generosa y amistosamente comparte su cuadro con su gato , tan
consciente de estar siendo inmortalizado como Loti. El gran artista
sólo cumple con su deber al brindarles su atención, y la administra-
Biblioteca de México
9
pular del momento, y a él le adjudicó el retrato.
En una ocasión, cuando Picasso
dibujaba caricaturas en la Closerie
des Lilas, identificó una cara como
"Balzac o Rembrandt".
ESTILO
La tradición es un código genético.
Su persistencia en una cultura certifica su función, no importa qué tan
tácita sea dicha función. Sólo contamos con ideas inadecuadas para
explicarnos por qué las naturalezas
muertas germinan en una época
más que en otras. Sabemos con
certeza que toda duración es evolutiva, y que tal evolución es crítica.
Podemos señalar etapas dentro de
una evolución en las cuales una repentina necesidad de vitalidad se
vuelve clave, como cuando un arquitecto cambia el estilo de las
casas y de los edificios públicos, un
compositor cambia el tono y el
tempo de la música o un pintor
cambia el tema de sus cuadros. La
atención de Henri Rousseau a la
tradición resultaba ser nula la
mayor parte de las veces -también
podríamos calificarla de accidental-, como nunca lo fueron las de
Joyce o Baudelaire. Su sensibilidad
para con la iconografía tradicional
era tan grande como la de Picasso
o Klee, que no tenían empacho en
actuar como si fuesen artistas primitivos. Cuando Picasso cambiaba de
un estilo a otro sabía exactamente
lo que estaba haciendo; conocía
sus fuentes y los riesgos que corría.
No es el caso de Rousseau , y esto
es sumamente útil para enriquecer
nuestra idea de cómo una tradición
combina innovaciones y normas
del pasado para inventar formas
nuevas. Los estilos de Racine y Milton pueden explicarse en razón de
lo que podríamos llamar "fórmulas
genéticas". Incluso un estilo tan
complejo y articulado como el de
Monet puede determinarse con más
éxito del que podríamos sospechar
en un principio. Los elementos del
estilo de Monet están al alcance de
nuestra mano. Los elementos del
estilo de Rousseau nos alejan de los
caminos que nos enseñaron en la
escuela, y nos descubren vías alternativas para la exploración.
L 'ÉCOLE ROUSSEA U
Los discos rojos y solares de las
pinturas de la selva, la luna fría y
blanca de La gitana dormida, el follaje del invernadero y la noción de
que el arte es un sueño acerca de
la realidad más que una transcripción de la misma, echaron raíces en
Max Ernst.
Del Yo mismo: retrato-paisaje,
Robert Delaunay tomó el extremo
inferior izquierdo (un yate con banderas de señalamiento, un puente,
unas casas) y dos nubes, aquellas
que sugerían el vuelo de unos gansos, para su tela de gran formato titulada La ciudad de París. Puso al
Volador Wright de Rousseau en su
Equipo de Cardiff, que es en sí
mismo un homenaje a los Joueurs
de Football de Rousseau. El eclecticismo del estilo de Delaunay es instructivo. En La ciudad de París traduce un tema del Renacimiento a
un idioma cubista, con el mismo ingenio y frescura que se da en Apollinaire cuando éste emplea formas
poéticas tradicionales para abordar
temas contemporáneos. Lo que Delaunay tomó de Rousseau demuestra una certeza arquitectónica: el
yate y el puente ocupan el mismo
espacio sin que haya una acumulación o una saturación. Pero Rousseau instauró una armonía a partir
del puente, del yate y de la Torre
Eiffel. Delaunay movió la torre roja
hacia el extremo derecho de su
composición.
El Autorretrato con insignias
(1919) de Peter Blake es un homenaje al retrato-paisaje de Rousseau.
Cómo ha cambiado el mundo.
PRIMITIVO
Hasta su edición más reciente, el
diccionario de Grove define a Charles Ives como un compositor primitivo. En Amsterdam, hacia 1963, recuerdo haber visto la Mourning
Picture (1890) de Edwin Romanzo
Elmer en una exposición de
pintores primitivos. Con los ojos cerrados consentiría un primitivismo
en las novelas de las Bronte y la arquitectura del Palacio de Cristal
antes que en Ives o Elmer.
El primer Balthus manifiesta tantos signos de primitivismo como
Rousseau; ambos pintores eran autodidactas. Un observador de Marte
podría estimar que Picasso, no
Rousseau, es nuestro primitivo moderno.
El estilo de Rousseau es un dialecto, como el inglés de los negros
de Georgia de Joel Chandler Harris,
cuyos maestros , o los Scotos de
Burns, son él mismo y Br'er Rabbit 7 No podemos confrontar una
gramática o una dicción contra un
manual. Podemos admirar su articularidad, su elocuencia y sus logros,
y sólo podemos compararlos con
ellos mismos. Por eso el de Rousseau es un estilo privilegiado, como
no lo es el de Degas, que respeta
los parámetros establecidos por Miguel Ángel y Leonardo. La primera
página de Ulises tenía el propósito
de contender con Flaubert, justo
como Cézanne tenía la seguridad
de que sus cuadros serían colgados
al lado de los de Poussin. Rousseau, si sondeamos todas sus citas
sutiles (la figura vencida en el extremo izquierdo de la Guerra, los
animales de las pinturas de la selva,
la virgen de La sagrada familia), es
innegablemente como el Hermano
Rabito. Aquellas cosas rousseaunianas que toleran una comparación
--el Pierre Loti con el Retrato de un
hombre de Memling (Florencia), la
naturaleza muerta de la cafetera y
la vela con Zurbarán, la Gitana
7. Conejo de los cuentos populares sureños de los Estados Unidos. (N. del T.)
Biblioteca de México
10
dormida con Gérome- son todas
paralelos accidentales.
FOURIER
El Henri Rousseau de la filosofía
francesa.
PRECISIÓN
El comentario de Rousseau a Picasso , "somos los pintores vivos más
grandes, yo en el moderno y usted
en el estilo egipcio", era absolutamente preciso.
TRADICIÓN
Los intentos galos de imitar la escultura romana (como en el caso
de Sto Germain-en-Laye) produjeron
un estilo que llamamos primitivo,
con lo cual empezó una larga tradición. Rousseau pertenece a esa tradición , cuando mucho, si acaso
pertenece a una .
GENIO
Lo que psicológicamente fue de
más utilidad para Rousseau no fue
la niñez, sino una cualidad enteramente madura: la capacidad de
burlarse de sí mismo. A lo largo de
toda una vida en la que supuestamente había logrado lo que la mayoría de la gente madura logra
(como nos lo muestra Ibsen en
todas sus obras), una idea imprecisa y ficticia de sí mismo y su
mundo, Rousseau ciertamente vio
sus pinturas como quiso verlas: tan
logradas en un sentido académico
como las de Bouguereau o Rosa
Bonheur. En ese sentido, encarna
una suerte de Don Quijote; y como
sucede con el Quijote, su modo de
ver nos convence.
VINDICACIONES
Sería provechoso ver en Rousseau
al mejor dibujante de su tiempo. Picasso nunca pudo sacar un estilo
de sus dibujos . Éste no es el caso
de Rousseau. Las cosas -tigres,
banderas, acacias , lunas- adquieren en sus pinturas la forma que
ellas mismas demandaban.
Los pintores primitivos suelen ser
realistas, se entregan a una literalidad visual y a cierto ideal temático.
Son verdaderos poetas porque no
conocen lo ordinario: insisten en el
derecho que tiene lo que ven de
constituirse en una pintura. Shelley
probablemente no podía ver una
olla, una silla o un par de zapatos.
Un árbol era una presencia tan
importante para Rousseau como un
ángel para Juana de Arco.
SEURAT
La Grande jatte y Ba/1istas en Asnieres parecen motivos completamente adecuados a Rousseau , pues
hay en ellos una misteriosa semejanza de esce narios , distancias y
distribución de figuras. El último
plano de los bañistas guarda un parecido inquietante con Rou sseau.
Los dos , Ro usseau y Seurat , son
formalistas en la misma medid a,
pero se encuentran en polos
opuestos uno con respecto al otro.
Todas las superficies de Ro usseau
son esmaltadas, cerámicas o como
las de la madera pintada. La superfi cie de Seurat es el movimiento
browniano de la luz.
La física de Newton, que repre sentó el campo de la naturaleza
para los fra nceses, desde Voltaire
hasta Fourier (con momentos grandiosos de por medio: el cenotafio
de Boullée, las librerías, el estadio,
todo tan sólido como Gibraltar o
los edificios imaginarios de la Roma
y Atenas de Poussin), tuvo su última palabra con Rousseau. La luz
del impresionismo es einsteiniana ,
un halo omnidireccional (co m o
había dicho Leonardo), vibrante , fugitivo, espléndido.
La luz de Rousseau es polarizada,
inerte, estática. Proviene del interior
de las cosas. Sus árboles tienen lu z
propia.
BONHEUR
Hacia los días en que Rousseau pintaba los jugadores de futbol (906),
el barón Coubertin, fundador de los
Juegos Olímpicos modernos, daba
una conferencia a unos estudiantes
de primaria acerca de la reintegración de la gracia en el cuerpo y de
la rudeza física. La esencia del helenismo, decía , era bonheur (que debemos traducir como placer o alegría más que como felicidad): un
estado de armonía interior, una sensualidad prop ia del bienestar. La
FIFA (Fédération Internationale d e
Football Association) se fundó en
París en mayo de 1904. Coubertin
quería un campo de futbol soccer
en el Bois de Boulogne. Se le concedió uno. Había árboles en su perímetro. Coubertin dijo que los árboles debían ser retirados. Los padres de familia de la ciudad contestaron que sus hijos, los estudiantes,
podían jugar esa tontería en medio
de los árboles, los cuales no derribarían por ningún motivo. He ahí la
Poisoie exótico, mono e indio, 1910 (sección)
razón de que los jugad ores de
Rousseau (es rugby; la pelota es un
óva lo) estén rodeados de á rboles.
Castaños, el árbol mascu lino . Caballeros que disputan un juego a la
manera inglesa, la cual está profundamente a rraigada en el bonheur
moderno , cuyos detalles impregna n
e l vuelo de una máquina (Rousseau
fue el primero e n pintar un aeroplano: el Wright Volador No. 2, que se
exhibi ó e n Le Mans en 1909), una
expedición e n la selva, una ida al
BilJlioll!CCI dI! Mi'xico
11
pueblo en la ca rreta del abarrotero
Junie r, en compañía de su familia y
sus perros.
El s igl o XIX ha triunfado sobre
todas las épo ca s y ll e n ado e l
mundo de bonheur. "Pe ro, ¿po r
qué Roberto ha roto la Tour EiffeP",
preguntó e n su lecho de muerte.
La Guerra de Roussea u está colgada e n el Louvre.
7i'adllcciólI de
GaiJr ie! BerilO! Gral/ados
Si digo que no hay más que un cristal entre ellos
dejo al menos claro que están ahí, uno frente al
otro, lo que no es demasiado, apenas algo más
que una abstracción del asomarse, una ventana, si
pudiera llamársele así, un ojo, unos ojos, volcados
hacia alguien más que puede o no saber de ellos,
una mirada, que tanto puede permanecer escondida o pedir respuesta , una rendija en donde asomarse, un es pe jo y su reflejo multiplicado, un
medio y un mensa je en que puede o no haberse
metido Marshall McLuhan, y al final sólo eso, un
cristal entre ellos, una manera de contar cómo
uno y el otro están separados por un cristal, ajenos y a salvo uno del otro, sin decirse otra cosa
que el gesto, uno ve y el otro es visto, uno llega
al cristal a ver al otro, uno llega con su hija en
brazos para verlo, para e nseñárse lo a su hija, para
decírselo y que lo vea, sin ser los únicos, a su alrededor se amontona más gente, e n su mayoría
niños, que gritan y lo se ñalan , para verlo, y el
otro ve para ser mirado, se mueve para ser mirado , y cada uno de sus movimientos es la representación de una pantomima que reinventa una y
ve sin entenderlo, ¿es a mí?, se pregunta al mirarlo
y el macaco, que no deja de resentir esa mirada y
sólo llega a responderla en breves atisbos, sube y
baja por el tronco que asciende de forma transversal , dispuesto casi como percha , se miran y
con un momento en el que se distrae y se vuelve
a su mujer como para repreguntárselo, el macaco
ha vuelto a saltar contra el cristal, de la misma
forma en que lo hizo cuando se agachó p a ra
atender un reclamo a su hija, y es a él, se da
cuenta , es contra él, y no puede explicárselo, el
macaco da vueltas y se detiene, poco menos de
un segundo, a mirarlo fijamente y hacer un
amago con el hocico, primero a él y luego a su
niña que lo ve fascinada y repite chango, chango,
y pega con su palma contra el vidrio, apenas se
agacha para decirle a la niña que no debe golpear
el vidrio, el macaco ya se ha vuelto a subir en el
tronco y ha vuelto a saltar, es a ti, le repite su
mujer, a quien le divierte sobremanera la efusividad que tiene el macaco con su marido, y éste no
puede sino sentirse azorado, esboza una sonrisa
tímida y se vuelve al macaco que justo en ese
otra vez, para que lo vean, para ver en los que se
acercan a verlo, para escenificar el juego e naje nado de su espacio, reducido a un cristal de tres
metros por dos desde el que se pueden calcular
unos tres o cua tro de fondo , y él se ha acercado a
verlo, lleva a su hija e n brazos y se lo señala , baja
a la niña y la pára en la base de la jaul a, para que
esté cómoda y vea mejor, la niña rec a rg a las
manos en el cristal, grita y señala al otro y él repite , sí, el chango, es un chango, y e lla repite chango, chango, mie ntras que el otro, un macaco, se
pasea a lo largo de su ja ul a y sube al tronco del
árbol de su jungla improvisada, se columpia y
salta contra el cristal y se pasea a lo largo de su
jaula, sube al tronco del árbol y lo sigue con la
mirada y él mira, los mira y sigue una sucesión de
gestos que resu ltan inconscientes, fortuitos, admonitorios, y que resumen la puesta en esce na de
un acto, repe tido , esperado, casi necesario, que
se cumple e n sucesio nes cíclicas, en cuan tos, e n
saltos, eso es, e n saltos, e n una sucesión de movimientos , reacciones y saltos que cuando son tomados en cuenta , no por é l, ni por su hij a, sino
por su mujer, quien cuando llega a su lado y ve
cómo se sucede la misma escena una y otra vez
le dice, es a ti a quien le salta , él la mira con sorpresa y se vuelve al macaco , que vuelve a esta r
se ntado , o que no deja de moverse de un extremo a otro, o que ha vuelto a subirse al tronco, lo
momento lo mira fijamente y le hace un amago
con el hocico como para confirmar que sí, es a él,
¿no te le habrás quedado viendo a los ojos?, le
pregunta su mujer, él lo piensa un momento ,
tanto como para recordar que , según Kipling , a
los animales no les hacía gracia que los miraran
fijamente, que les era insoportable que lo hiciera
al menos Mowgli, su mujer le diría que con los
gorilas era distinto , con verlos a los ojos era suficiente para que arremetieran furiosos , él no lo
dice pero piensa que no es privativa de los gorilas tal hostilidad , que un sapiens reacciona igual,
que, por ejemplo, aquel que se ha acercado con
su novia a ver el macaco no requiere más que un
poco de contemplación, hacia su persona o la de
su novia , para se ntirse agredido, basta la que
ofrecen al macaco, que no les hace mucho caso,
ensimismado e n su juego de sube y salta y que se
le queda mirando, un solo momento, desde el límite del cristal , con una expresión de congoja o
lástima , antes de volver a remontar las alturas de
su breve selva, él se pregunta si es un instinto o
es sólo porque se vive en un entorno ta n cerrado
y no sabe si piensa en el macaco o en el hombre
que se ha acercado con su novia entre el barullo
de niños , interrumpido también por un guarda
que le dice que los niños no deben subirse a la
base y que debe bajar a la niña, baja a su hij a, la
niña patalea a punto de una rabieta y la levanta
Biblioteca de Mé-Yico
12
en brazos, al hacerlo el macaco vuelve a saltar
contra él, esta vez alcanza a ver su cara pegada
contra el cristal, y es una fugaz vislumbre del
mismo amago del hocico, ligeramente abierto, sin
que llegue a mostrar los dientes, es a mí, lo acepta, y no entiende por qué lo hace, ¿estará atacándolo o sólo busca llamar su atención? , ¿es un
juego o una provocación?, sabe que los macacos
no son bestias muy brillantes, y aunque en un
principio se hubiera negado a aceptar que había
un cristal de por medio debía haber llegado a
aceptarlo con el tiempo, su siguiente salto fue suficiente como para confirmarle que e! macaco no
se causaba daño al estamparse contra el cristal ,
con ello bien podía consolarse y pensar que la
belicosidad del macaco no era una franca agresión, lo que sí pensó, estimulado por su entorno
inmediato, fue que hacía demasiado sol y que la
niña se retorcía en sus brazos porque quería ver
al macaco más de cerca, Papá no, Papá no, le repetía y él , demasiado ensimismado con la simpatía o adversión que se había gestado con el macaco, no supo más que pasarle la niña a su mujer,
quien tardó aún menos en dejar que se volviera a
subir a la base para mirar, palmotear y decir, mira
chango, mira, lo mira, sí, eso trata de hacer, el
macaco y él se vigilan, él no le quita la vista
mientras e! macaco se pasea sin dejar de voltearlo
a ver cada dos o tres segundos, para ver que lo
mira, para ver que sigue ahí, para saltar cuando él
se vuelve un momento a atender a la niña que ,
excitada, no deja de señalarlo y el macaco hace
una pausa, se sienta en el límite de! cristal, su mirada es melancólica y se pierde sin mirar a nadie,
bosteza y en ese bostezo puede ver sus colmillos,
largos y afilados como pequeños sables e imagina
ese mismo salto, cuando está agachado junto a la
niña, ligeramente dándole la espalda al macaco,
sin e! cristal y no son las garras que se abrazan de
él lo que siente, apenas el bulto que se proyecta
sobre él y los colmillos que se le clavan al cuello,
que desuellan su cuello, se lleva la mano al cuello
y mira al macaco que se pasea , que da vueltas,
señalado por su hija , mira chango, chango, y el
macaco, cada vez más excitado, se sube al tronco
y acaba saltando otra vez contra él , quien está
harto del juego, de la complicidad que le supone
el macaco, de su agresión , de tanto sol, y toma a
la niña en brazos que lloriquea porque no quiere
dejar de estar viendo al macaco , se alejan y el
macaco hace un gesto desesperado , lo busca ,
hace aspavientos con las manos como si quisiera
retenerlo, su mujer se lo señala y él , rendido más
por la obstinación de la niña por seguir ahí que
por la fascinación que produce en el macaco, regresa, el macaco sigue sus evoluciones, se pasea ,
se sube al tronco, se baja , da vueltas y se queda
sentado un momento, por un momento se queda
viendo a sí mismo , se mira la erección de su
pene , que no abarca más de tres o cuatro centímetros, semejante de algún modo al pene de un
niño pero más blancuzco, como en carne viva, lo
ve y lo manipula abrazándolo con su palma, de la
manera más universal que supone tal manipula-
Clon, se masturba y en ello no le lleva más de
diez segundos , quizá menos , se contempla su
pene todavía enhiesto y luego su palma embarrada por un semen pegajoso, espeso, que se abre,
elástico, al abrir y cerrar los dedos , lo observa ,
maravillado por enésima vez de su existencia y
luego se la lleva a la boca, en la enésima curiosi-
Attila Richard lukacs, 50ft/y, 50ft/y, Calchee Monkey, 1988
dad por sentir su sabor a la luz de! primero de
todos los conocimientos, tanto a él como a su
mujer les divierte e! impudor, la desidia, los ojos
de tantos que lo miran tan abiertos, y el macaco
bosteza y muestra , como sin saberlo, sus colmillos
y va y se refugia en el árbol , él no deja de verlo,
e! macaco está casi compungido , y desde sus rudimentos en comportamiento animal , la masturbación del macaco se le ilumina como un hecho
que sólo se registra cuando viven en cautiverio, y
que tanto pietaje de película , tanta observación
realizada en sus hábitats naturales no ha logrado
demostrar lo contrario, que hay tours en Tanzania
para ir a ver a los gorilas y Diane Fossey está
muerta, el macaco, la masturbación y el cautiverio
se le suman en su dispersión y no puede dejar de
pensar en el hombre que viene acompañado por
su novia , ni en el otro que arrastra a tres niños ni
en las educadoras que tan comedidamente pastorean a tanto mocoso, se pierde un momento en
calles y avenidas, en casas sucediéndose unas a
Biblioleca d e M éxico
13
otras, unas y otras partidas en cuartos, separadas
en puertas, se le conglomera en la imaginación
una multitud que se ve en sus espejos, que miran
los azulejos desde sus retretes, que se dejan caer
en sus camas en un instante de pura, pretendida
laxitud, manos que saben abrir puertas y cerrarlas, que visten y desvisten sus cuerpos sin saber
qué hacer con ellos, los reduce a una sensación
de frío, confusa y torpe, donde acaba por verse a
sí mismo, de este lado del cristal, bajo el sol, y se
redime en las ventajas que se tiene al estar en
este lado del cristal, sin saber romperlo, como un
chiste en el que Sartre es demolido por la evidencia de los comportamientos, un chiste conectado
a un inconsciente que no sabe de motores primeros ni últimos fines ni de guardas que vienen a
suplicar amablemente que se retire a la niña de la
base de la jaula para que al cargarla el mono
vuelva a abalanzarse contra el vidrio, justo a la altura de su cuello, y la niña protesta, se retuerce ,
lloriquea , la mujer le dice que la deje en donde
estaba y él le dice que no, que los guardas lo han
reprendido dos veces , está casi ofuscado, dice
que ya ha tenido suficiente del macaco, la mujer
asiente y se separan de la jaula y el macaco, que
no ha dejado de observarlos, hace aspavientos
frenéticos , los busca a brincos como si le fuera la
vida en ello, mientras se alejan, bajo el sol, la
mujer no puede dejar de voltear hacia la jaula una
última vez y le dice, mira te busca, y él regresa a
verlo, el macaco le hace el mismo amago con la
boca, como si estableciera de nuevo un diálogo,
él lo mira , no lo pierde de vista mientras se
mueve por la jaula y sube al tronco, no deja de
verlo mientras se columpia, a punto de saltar, y el
macaco una y otra vez se vuelve a él, como que
no quiere la cosa, a la espera que al estar ahí lo
mire y lo deje de mirar para dar el salto, y como
no deja de verlo, el macaco no se atreve a saltar y
acaba por bajarse del tronco, se queda quieto, incómodo y suelta con su mirada de absurda y cansada tristeza algo, algo que desde este lado del
espejo siente que también se le queda a él, un
mosqueo mental que lo seduce e irrita como un
gesto que resulta admonitorio, como la puesta en
escena de un acto siempre por cumplirse, siempre sumado en un salto, siempre desde una celda
desde donde todavía brincará el macaco con la
angustia de que se vaya, mientras se va no deja
de llamarlo ni de buscar su atención, y su mujer
todavía le dice, mira, te vuelve a buscar, cuando
él ya no quiere ver nada y lleva a su hija en brazos, harto por el sol, rumbo a la jaula de los orangutanes
Attila Richard Lukacs, A/legory of Water, 1987 (sección)
Biblioteca de México
14
JAIME REYES
ama de las aguas, por pantanos renovados lanza
la blanca de la locura cara de sal
POEMA
de iguana salva el día de la abstención,
todos sus caminos ahorcado son de los caminos
recobrados los inservibles abren al tacto
de nuestros pasos pozos mirando ella,
través del agua sin renunciar a la invocación
en templos cuya sal y arena caen
clava en cuerpos vientre pero más aún del sueño
el miedo a repetirse y pasajera también
la furia más aun porque aun el mar
zaga, asido a un árbol tatuado capullo,
cianuro la cisterna leve de la cintura
de la genital de tus criaturas mas tu ausente
criatura tensa ciega obstinidad aumenta
vientre la carne que nos otros el lagar
I
t
1
Quizó por primero y ún ico
En lo conocido entrevisto que en 1938 le hiciera el escritor hondureño Rafael Heliodoro Valle , Breton definió o México como
"el lugar surrealista par excelencia", frase cuyo sentido ha sido
• malinterpretado o terg iversado repetidamente, 01 punto de dar
cabido o uno versión apócrifo sobre su origen * Es indudable
que 01 formularlo Breton tenía en mente, sobre todo, lo revolución mexicano , o lo que veía con símpatía pues, o diferencio de
lo ruso , no había creado un régimen de terror como el del stalinismo Ino obstante los asesinatos de Modero, Zapato, Carranza , Villa y Obregón, y lo guerra cristera, concluido nueve años
antes de lo fecho en que Breton viajó o México). Por ello su "Recuerdo de México" empiezo precisamente con lo evocación de
lo imagen romántico del campesino mexicano revolucionario
que, envuelto en "espléndidos harapos", es paro Breton el depositario de los esperanzas del mundo. Y el México posrevolucionario que conoció no defraudó eso simpatía : Breton llego o México cuando Cárdenos acabo de nac ionalizar el petróleo y,
pese o los muchos problemas que fue necesario enfrentar, el
ánimo social -como podemos advertirlo o través de muchos de
los fotografías de lo época-, pleno de solidaridad y fe rvor nacionalista, se encuentro en un punto muy alto, que entonces todavía permitía creer en uno revolución vivo, en proceso. Además, como o tontos otros via jeros, el país sedujo o Breton por lo
extraordinario diversidad de gentes y pa isa jes, y por lo fortís imo
presencio del posado prehispánico . De cualquier manero , venía
favarablemente predispuesto hacia México : lo lectura adolescente de los aventuras del indio Costallel héroe de lo novelo homónimo de Gabriel Ferryl, lo ideo de que el Aduanero Rousseau
había cumplido aquí su servicio militar, y el hecho de que nuestro país hubiese acogido o León Trotski, inclinaban el corazón
de Breton o favor de estos tierras .
En conmemoración del centenario del nacimiento de Breton ,
el Consejo Nocional paro lo Culturo y los Artes y lo Embojado
de Francia en México coorganizaron uno serie de actividades
que incluyen desde conferencias ha sta exposiciones . Entre ellos,
lo Biblioteca de México presentó el posado abril lo muestro
"André Breton Recuerdo de México", en lo que se reconstruía ,
o través de fotografías, documentos y periódicos de lo época , el
itinerario del poeta francés en nuestro país Ahora presen tamos
estos ensayos que exploran lo estancia de Breton y sus relac iones con Lui s Cardoza y Aragón, César Moro y Wolfgang Paalen, que fueron presen tados como ponencias en el coloquio
sobre André Breton que, también en abril de este año , tuvo lugar
en el Centro Nocional de los Artes. Lo remembranza de Breton
escrito por Rodolfo Usigli, traductor de los conferencias que Breton pronunció en México, fue publicado en el libro Encuentros y
figuras, que inexplicablemente no ha sido reim preso en más de
veinte años. Agradecemos 01 señor Alejandro Usigli su autorización paro reproducirlo .
vez en lo hi storio del po ís,
André Breton desaf ió los
leyes de lo hospi talidad mexicano . Es poco decir que su
estancia en México estuvo
opacado por osc uros augu"
rios. Al boicot instigado por
el Partido Comun ista Francés
poro impedir que Breton llevara o cabo su programo de
conferencia s, se sumó uno
perverso mezclo de xe nofobia y mezquindades, lo que en
México solemos llamar "molo leche" _ Lo variedad de las desca lificac io nes que lo prenso le deparó es elocuente de lo
consigno lanzado atacar o Breton o cualquier precio Ademós de trotskista , de fascista , de farsante , de frívolo , se llegó
o sugerir mós o menos veladamen te que ero un cornudo, un
invertido y un drogadicto o "peyotero " Hasta se le reprochó
escribir demasiado bien en francés No hubo nodo nuevo
ba jo el sol -ni siquiera el de México- en materia de infundios A raíz de lo muerte de René Crevel , Breton había recapitu lado : "¿Cómo no estaria vacunado contra los injurias
que , en el mundo literario o políti co, se destinan
01
hombre
que no com pone , que persiste en criticar y en actuar según su
pen samien to y su corazón 2" En fin , solvo contados excepciones, lo hostilidad militante sustituyó lo discusión de los alcances y las contradicciones del surreali smo .
No obstante , se antojo que Breton resisti ó bastante bien el
efecto corrosivo de las plumas vitriólicas y que resolvió soldar
positivamente lo experiencia mexicano. El país no lo desilusionó en nodo -confiaría años mós tarde o André Pari naud- y, aunque admitiera que las entrevisto s con Trotski no
habían estado exentas de tensiones, roces, malentendidos y
exabruptos, el encuentro con el fundador del Elército ROlO fue
suficiente poro edulcorar todos las demós amarguras
Los anticipados anuncios de lo visi to de Breton o México
habían creado expectativas novelescos. Si Breton se embarcó
30 de marzo de 1938 paro tocar lo costo
18 de abril , yo desde el día 3 lo primero
plano de Novedades rezaba "Viene o México el poeta de
avanzado francés André Breton", noti ci o que reproducía El
Universal el día 8 en el mismo ten or. Lo maqu inaria periodístien C herburgo el
verac ruzana el
Rafael Varg05
co se iba calentando paro dar relieve 01 acontecim iento publi caciones literarias, reportajes y fo tos, comités de recepción
universitarios, concurrían o ce lebrar lo que se antojaba como
* Según eso versión , de lo que no valdría lo peno ocuparse si no estuviese muy dífundida , Breton , que ignoraba el español, habría hecho un dibujo poro solicitar uno meso que utilizaría poro dar sus conlerencias, y el
carpintero, en vez de entender que se trotaba de un dibu jo en perspectivo, habría producido un mueble grotesco, idéntico 01 dibujo, ante lo que
Breton habría soltado lo fam oso fra se . De poso ca be subrayar que esto
versión es ejemplo elocuente de lo trillado y lamentable identificación que
un buen número de personas hoce entre surreali smo y absu rdo
uno "fiesta del surrealismo" Incluso o fines
de 1937,
lo ligo
de Escritores y Arti stas Revolucionari os (LEARI, de manifiestas
si mpatías co muni sta s, había orgoni zado un ciclo de conferencias sobre el su rreali smo, que dictó Agustín Lazo y que proba blemente dio lugar
visto
Biblioteca de Méxi co
17
01
Universidad un
espl éndido ensayo publi cado por lo re-
mes antes de la llegada de Breton. Esto s
cuantos señales sug ieren que lo consigno del bo icot no coincidió exactamente con el arribo de Breton , sino que, además,
tardó en difundirse y en acotarse.
El motivo del boicot ero bastante claro: en uno carta fechado el 10 de marzo del 38 en París, co-firmada por louis Aragon y René Blech en nombre del Partido Comunista Francés,
se advertía o los correligionarios mexicanos : ". .. André Breton
ha tomado siempre posición contra el Frente Popular y con
este objeto se ha aliado con elementos políticos de los más
turbios. Su acción contra lo República Espa ñolo ha tomado
los formas más pérfidas, aunque reclamándose de un vago
revolucionari smo verba l Admirador declarado de Trotski, se
ha levantado siempre contra todo s las acc iones de lo Asociación Internaciona l de Escritores , y por esto rozón, le fue rehusado lo palabro en el primer Congreso de Escritores". Diego
Rivera dio o conocer lo co rto el 10 de junio en el periód ico
Novedades , pero desde el 14 de moyo los posturas políticos
de Breton yo no eran secreto poro nadie en México: "El fracaso del gobierno del Frente Popular de l eón Blum -declaraba o lo revisto Hoy- se explico por lo no aplicación del programo de agrupamiento popular del que solió. Este gobierno
se demeritó desde 1936, rompiendo las huelgos de junio y
adoptando uno actitud de casi hostilidad con respecto o lo
revolución españolo de julio". Paro esos fechas, también se
había llevado o cabo su primero entrevisto con Trotski, lo que
no posó inadvertido paro los comunistas mexica nos.
Pese o los reiterados pun tualizaciones de Breton siempre
que se le dejaba tomar lo palabro , se intentó con fundir o lo
opin ión público con ecuaciones caricaturescos que sólo denotaban sordera o mo lo fe por parte de sus detractores . Se quiso inferir de su crítico
01
Frente Popula r uno falto de solidari-
dad co n lo República Españolo; de su crítico
01
estalinismo,
un exceso de simpatía por las fuerzas fascistas en ascenso;
de su cerca nía con Trotski, uno volu ntad de conspiración contra el gobierno de l ázaro Cárdenos, etcétera . En fin , un rosario de ca lumn ias que muchos rezaron paro tra nquil izar sus
conc iencias, adormilados por lo ortodoxia, y disimular así su
incomprensión de lo propuesto del surrealismo
Sin embargo, es interesante mencionar que, años antes de
lo expulsión de Breton del PCF, el poeta y ensayista Jorge
A fines de moyo, un incidente sin consecuencia despertó lo
Cuesto había vaticinado el irremediable divorcio entre el su-
cólera de Trotski contra Breton. Sucedió en C holula, durante
rrealismo y el comunismo, fundá ndose en el recuerdo de uno
el primer viaje q ue hicieron juntos por lo provincia mexica no .
reunión del grupo que había presencia do cua ndo visitó aBre-
El secretorio de Trotski , Jean van Heijenoort, cuento que en
ton en su departamento de lo rue Fontaine en 1928. Cuesto
uno iglesia boja y sombrío "Breton estaba ton maravi llado
ofirmaba
(El Universal, 6 de moyo de 1935): "Si hoy algo
cuyo entend imiento le está absolutamente prohibido
01
que comenzó o deslizar cierto cantidad de retablos bajo su
marxis-
chaqueta, tal vez uno medio doceno. N o tenía muchos escrú-
sí mismo uno función
pulos por cua nto se encontra ba en uno iglesia y consideraba
revolucionario . Un equil ibrio demasiado difícil, por lo tonto,
sin dudo su acto como uno formo de lucho anticlerical . Trotski
me parecía el que André Breton se empeñaba en mantener.
estaba muy irritado, lo percibí inmediata mente en su caro .
Pues sólo un abismo hoy entre el espíri tu que reconoce el
No ero ése el tipo de su anticlericali smo. Trotski estaba ade-
poder subversivo de lo palabro , y el que no ve su utilidad re-
más angustiado por el peligro de uno denuncio , que compro-
mo, es que lo poesía puedo tener por
voluc ionario sino en lo renuncio o ese poder. Mi impresión
metía su estancia en México. Trotski soli ó de lo iglesia sin
fue que no tardaría el tiempo en que Breton y el comunismo
decir uno palabro . Debo deci r que eso ocasión dio pruebo
se verían irremediablemente di vorciados"
de un gran control sobre sí mismo".
Yo consumado el divorcio, lo colaboración con Trotski en
Se antojo que más adelante Trotski se instalo en un papel
el "Manifiesto por un arte independiente" y lo consecuente
de maestro áspero que, si bien cierro los o jos ante los travesu-
creación de lo Federa ción Internaciona l de Artistas Indepen-
ra s anticlericales, no perdono lo disipación de su pupilo pre-
dientes (FIAR I) pueden considerarse como lo último corto que,
dilecto . En primer lugar, se le reprocho o Breton sus excesos
en nombre del surreal ismo, Breton venía o jugar o México
de mundanidad ; en uno carta o Pierre Naville, Va n Heije-
paro intentar lo anhelado conlunción entre arte y acción revo-
noort comento : "Breton está aquí desde hoce algún tiempo,
lucionaria.
maravillado por el país, por los pinturas de Diego y por todo
Algunos episodios de lo estancia de Breton en México don
lo que hoy de magnífico en este país. lo contraparte es que
o creer que lo relación con Trotski no fue ton idílico como lo
asiste o banquetes en recepciones oficiales, que está asedia-
quiso pintor el recuerdo, principalmente por lo rozón que Oc-
do por uno enorme multitud de personas". A continuación ,
tavio Paz resume así: "A pesar de lo amplitud y generosidad
Trotski lo interrogo sobre los posiciones del surrealismo como
de miras de lev Trotski , lo verdad es que demasiadas cosos
si se trota ra de un examen escolar o de un inconcebible rega-
separaban
01
material ismo histórico de lo posición surreal is-
teo . luego, codo vez que se encuentran, comienzo o presio-
ta ". En varios momentos, lo ruptura estuvo o punto de consu-
narlo poro que le presente un proyecto del Manifiesto. Van
marse .
Heijenoort describe lo tensión que crecía poco antes del viaje
1.
B iblioteca de México
a Pátzcuaro: "Breton, con el aliento encendido de Trotski en
lebre episodio del Palacio de lo Fatalidad , protagonizado
la nuca , se sentía paralizado y no podía escribir '¿Tiene
por Breton y Rivera , difícilmente hubiera tenido lugar en cam'
usted algo que mostrarme?', preguntaba Trotski cuando se
pañia del mol tercio de Trotski
encontraban. Se creó así una situación en la que Trotski venía
El viOle de Breton o Monterrey también puede enlistarse
a desempeñar el papel de maestro de escuela ante un Breton
entre 105 motivos que le hicieron fruncir el ceño o Trotski.
alumno reca lcitrante que no había hecho su tarea. Breton es-
Hasta hoce poco , lo visito de Breton o lo Séptimo Zona
taba acongojado. La situación se arrastraba y él se sen tía
Militar estaba rodeado por el misterio y sería útil precisar sus
completamente paralizado. Un día , en casa de Diego Rivera ,
circunstanc ias. Breton y su esposo, Jacqueline lomba, fueron
me llamó aparte y me dijo: '¿No escribiría usted ese monifies'
invitados por el Dr. leónida s Andreu Almazán, entonces ¡efe
t02' . Yo me negué para no hacer todavía más confuso el
del Departamento de Salubridad en el gabi nete de lázaro
asunto"
Cárdenas, a una breve giro de surreali smo práctico, es decir,
En Pátzcuaro, Breton "resolvió " evitar la ruptura enfermán-
de inspección sanitaria por el norte del país . Salieron de lo
dose de afasia, sucumbiendo a su "comple¡o de Cordelia "
ciudad de México el 28 ó 29 de junio y, después de un alto
Veía con gran escepticismo la afirmación de Trotski según la
en Ciudad Victoria , donde saludaron al gobernador de Ta-
cual, ya avanzada la construcción de una sociedad marxista,
maulipas, Marte R. Gómez, que habia sido embalador en
todos se volvería n artistas y el arte estaría asimilado a la vida
Francia , llega ron a lo capital regiomontana el
cotidiana. Si la primera predicción pud iera coincidir con el
Esa mismo ta rde , el general Juan Andreu Almozán , hermano
30
de junio
dictado de lautréamont a favor de un arte hecho por y para
de leónidas , los rec ibió en el cuartel que Breton describirá
todos, en cambio, la segunda se le hacía sumamente remota .
con tanto entu siasmo en "Souvenir du Mexique" . Entrevistado
"¿No cree usted que siempre habrá gente que querrá pintar
por el periódico local ,
sobre un cuadrito de tela 2", le susurraba Breton a Van Heile-
perlativos: "Esta Ciudad Militar es lo obra más magnífico rea-
El Porvenir, Breton no escatimo los su-
noort en ellardín del hotel, después de que Trotski se retiraba
lizada que he visto sobre el plan soc ial Nunca hubiera creí-
a dorm ir.
do que, en un régimen como el que vive actualmente México,
se realizara el más grande de los e¡emplos socialistas poro el
Cabe señalar que la vis ita a Guadalalara no fue anterior a
la estancia en Morel ia y Pátzcuaro, sino que constituyó la
mundo entero " (Hoy albergo , entre otras cosos, un "Museo
etapa posterior y final del mismo periplo la rectificación de
del automóvil ") luego de un banquete "en bien del Soldado"
la cronalogía no rebasaría lo anecdótico si no mostrara que
y de una comido en la Meso de Chipi nque, propiedad del
allí sucedió el momento ólgido de la tensión entre Breton y
general Almazá n, Breton le insiste al reportero para que publi-
Trotski , o consecuencia de las fallidas conversaciones a ori-
que estas palabras: "El general Có rdenas, como gobernante,
llas del lago michoacano. En la capital tapatía , la comitiva se
es 01 único que en el mundo admiro sin reservas. lo único
separa en dos bandos : los Rivera y las Breton por un lado,
precisamente que lamento, es el no haber encontrado en esta
los Trotski y su cuerpo de seguridad por el otro, en un baile
ciudad al general Cárdenos, po ro ponerme a sus órdenes,
chossé-croisés y de miradas en chien de foience lo visita
ofreciéndole mi modesto contingente poro la causa " Tampo-
de Trotski a José Clemente Orozco no es alena a la distancio
co pierde lo oportunidad poro declarar acerco de "los activi-
que pretende marcar con respecto o los artistas de pinto por
dades de los estalinistas en Méxi co " " . tengo lo seguridad
Chapala . Por la demás, podemos estar seguros de que el cé-
de que, como en todo el mundo lo han hecho, tratarán de
de
Bihliuteca de México
19
rrera política. Si se puede aventurar que Breton, can su inevi-
desarrollar trastornos en la vida nacional. pero la política suficientemente clara y firme del general Córdenas daró al traste
table carga de ingenuidad europea, se dejó subyugar por el
con todas estas actividades".
cristal can el que Rivera le persuadió a ver la realidad mexicana , en cambio, sólo se podría especular sobre las razones
Por "Souvenir du Mexique" se sabe que, al regreso de
Monterrey, el 2 de julio, y a escasas días de la salida a Ma-
que lo llevaron a mutilar "Souvenir du Mexique" para la edi-
relia , Trotski no tuvo ante la admirada reseña de Bretan sino
ción de
La cié des champs.
caso de ne-
Mal que bien, después de la inminente ruptura tapatía, Bre-
cesidad, con semejante ejércit0 2". Todas las reservas aduci-
ton regresó a la ciudad de México con un borrador del Mani-
esta "desconcertante réplica ": "Y, ¿qué hacer, en
das por Breton: una excesiva indulgencia o complacencia
fiesta que afinó en unas días de trabajo con Tratski, para de-
hacia México, las ilusiones reform istas de Almazón, apenas
sembocar en la versión definitiva del .25 de julio. Contentos
mitigan su embelesamiento por la "utopía" militar del futura
y, sobre toda, aliviados de haber podida llegar a la meta
candidata a la presidencia de la República . Huelga subrayar
final, Tratski y Breton dejaron atrós el cúmulo de tensiones y
el escepticismo de Trotski sobre el papel de este elércita en la
conflictos. La despedida fue emotiva, de ambas partes. Arriba
contienda electoral que se avecina y sobre las juicios de Bre-
del hombro izquierdo de un retrato suyo, Breton le escribe
tan, que parecen lim itarse a la exaltación del proyecto arqui-
esta elocuente dedicatoria: "A León Trotski, en recuerdo de
tectónico, que contrasta con las cuarteles europeos, olorosos
los días vividos en su luz, con mi admiración y mi lealtad ab-
a amenazas y miedo, rodeadas de altos muros y de triste as-
soluta. André Breton, México, 30 de julio de 1938".
pecto carcelario.
Poca después de la llegada de Breton a México, Leónidas
cia en México, pese a las afinidades artísticas yola estrecha
En cambio, pese a la complicidad tejida durante la estan-
Andreu Almazón había organizada una cena en honor al
relación con Rivera, Breton parece arrepentirse de sus alaban-
"ilustre intelectua l francés" en el restaurante Manolo de la
zas al muralista cuando, en 1953, decide editar el texto de
calle López El martes 26 de abril, a las 2100, varias perso-
"Souvenir du Mexique"
nalidades se dieron cita a la sombra de los murales del Chan-
1939) para el volumen de
ga Cabral para feste jar al surrealista. Con toda verosimilitud
Heijenoort informó a Breton de la ruptura entre Tratski y Rive-
(Minataure, núm. 12-13, marzo de
La cié des champs. Cuando Van
Diego Rivera pudo haber sido el enlace entre los hermanos
ra, el surrealista se negó a tomar partida en la disputa. Sin
Almazón y André Breton. Meses después de su ruptura con
embargo, trece años después, Bretan elimina de "Souvenir du
Tratski , en enero de 1939, Diego Rivera apoyaría la candi-
Mexique" los fragmentos alusivas al abandona de la pintura
datura del general Almazón a la elección presidencial. La si-
mural por parte de Rivera, que contrasta can el empeño de
multónea amistad de Rivera con Almazón y can Tratski no es
Orozco en la equivocada vía del arte didóctico y político, así
sino uno de los tantos malabarismos que protagonizó el mura-
coma el testimonio de la visita a la Ciudad Militar de Monterrey y su simpatía por Almazón. Es cierta que también suprime
lista para sobrenadar en las aguas turbias de su lunótica ca-
otras anécdotas ajenas a juicio de índole política y que pudo
haber optada par conservar sólo la parte sustancial de su experiencia de México. Pera, lo omisión de la segunda mitad
del texto en
La cié des champs, ¿no sería un vicario reproche
al comportamiento de Rivera? Es probable. En todo casa, el
retorno de Rivera al arte didóctico-político y al credo comunista invalidaba, en 1953, la pertinencia de la apuesta formulada por Breton a su regreso de México.
¿Qué habró significado México para André Breton? La respuesta es múltiple: un remanso de luz en lo encrucijada del
surrealismo poco antes de la Segunda Guerra Mundial, un
manantial de renovadas energías para la cabeza del fatigado movimiento, un feliz reencuentro can la infancia en los paisajes del
Indio Coslal; pero, también, una última carta en lo
empecinada apuesta política del surrealismo, algunas amistades y un sinnúmero de detractores cuya virulencia sólo parece
aguijonear su propio vigor, la inesperada aparición de la Belleza en una corte de los milagros, imógenes que se suceden,
como los climas, en una velocidad de tobogón para cristalizar en unos versos de
Fato Morgana:
Le lit bnjle les signaux il ne foil qu'un de lous les
bocaux de poissons rouges
II lutle de vilesse ovec les ciels chongeonls
Rien de commun tu sois ovec le pelil chemin de fer
Qui se /ove o Cordoba du Mexique pour que nous ne nous
lossions pos de découvrir
Les gordénios qui embaument dons de ¡eunes pousses de
polmier évidées ..
Itllecho quema los señales reúne en uno sola todas las
peceras de peces rojos
Lucha con la veloc idad de los cielos cambiantes
Nada que ver sabes con el pequeña ferrocarril
Que se enrosca en Córdoba de México para que no nas
cansemos de descubrir
Las gardenias olorosas en lóvenes tallos de palmera
hueca)
Biblioteca de México
20
RODOLFO USIGLI
e
Memoria en desorden de André Breton
¿En qué momento me picó la mosca, la abeja más bien,
que me delÓ clavado un aguiJón operante como una droga a
28 de septiembre, 19ÓÓ
la que se habitúa prontamente el organismo?
Salía yo hacer grandes caminatas por la ciudad de Méxi-
Hay un hombre partido en
co en los años en que lo construcción y la urbanización se
dos por la ventana Hay un
abrían dificultosamente paso, o codazos en rigor, y más de
hombre partido en cruz por
una vez me quedé suspendido, asaltado por tumultos de imá-
la ventana Hay un hombre
genes extrañas, ante edificios a medio demoler en cuyos inte-
partido en luz por la maña-
riores descubiertos persistía aún el papel tapiz francés fin-de-
na Ay un hombre un partido
siglo y quedaban en las paredes las huellas sugestivas de los
o dos uno dos por la venta-
morcas de los cuadros emigrados, reemplazados por otros
na Hay uno ay hay un hom-
que lo humedad , el tiempo y la intemperie trazaban con pin-
bre par impar impartido im-
celes invisibles; los rostros de los tramos de escaleras abali-
pávido impasible imposible
das , las siluetas del lavabo y de lo taza en el cuarto de
imperfecto en dos y dos y
baño, yen ocasiones la taza misma , solitaria, viuda de un es-
dos y dos Por la ventano
tómago caritativo que le diera , con la dádiva de sus dese-
hay un hombre apartheid por la ventana que no tiene pers-
chos, el elercicio de su función vital . De estas visiones sale
popar!, inferior al dadaísmo de
pectivas de cambio de meta de metamorfosis Pero el hombre
cuando menos un ángulo del
que hay no está no es partido en dos Es cortado en dos por
Gertrude Stein porque no tiene, en realidad, el arranque pro-
sine qua non, que defi-
la ventana cortado recortado recordado en dos en doce en
pio, la no deliberación indispensable,
do Hay un hombre cortado en dúo por la aventura Hay un
ne y establece el surrealismo . Bajo esto ficha se agrupaban
hombre cortado-- Corta
entonces en mi cabeza las imágenes recogidas también sin
Hay un hombre cortado en dos por el destino.
intención previa surrealismo, superrealismo, superación de la
realidad coagulada , luicio, sentencia y guillotinación de lo
realidad en sí por lo superrealidad. Algunos fotógrafos impresionaron ya esas modalidades, el juego destructor, el limbo o
La frase titular fue para André Breton, según lo explica en su Pri-
purgatorio entre lo real , lo irreal y lo sobrerreal Weston ,
mer Manifiesto, la clave y la línea maestra del surrealismo
Álvarez Bravo , Cartier-Bresson y después Antonio Reynoso y
como una sucesión de imógenes destinada o abrir nuevas posi-
algunos más en México y otros países . Entre nuestros recorda-
bilidades de expresión y a traer a la superficie todo lo que vive
bles y yo extemporáneos Contemporáneos el surrealismo
de modo subcutáneo o inconsciente dentro del hombre y lo en-
tenía privilegio de naturalización y se convirtió -sin que ellos
mudece y lo ahoga. No puedo citar textualmente porque sus li-
advirtieran las gangsteriles connotaciones futuras de la actitud y
nos!ra. En realidad , el surrealismo era
bros, cordialmente dedicados, están en México, pero creo que
la expresión- en cosa
mi memoria no es infiel. Lo demás del principio, con un error
mexicano de esencia y por excelencia , no sólo en la literatu-
maquinal, pero descifrable, en el cambio del verbo, es en rea-
ra calcomaníoca del Grupo de Soledades, sino en el arte po-
lidad escritura automática, breve lapso de vagancia yacio de
pular, en los retablos , la marihuana y el peyotl , en las fiestas
un viejo enamorado del surrealismo, que abría al escritor laven
teotihuacanas del Quinto Sol , y esto en la opinión de Breton ,
de mi generación tantas ventajas de profundidad y de perspec-
Soupault, Artaud y otros franceses que afrancesaban lo mexi-
tiva como las que el adalescente en inconsciente celo descubre
cano sin percatarse de que en realidad mexicanizaban lo
en la primera muchacha que lo tienta, sin saber que es él
francés El surrealismo era , en verdad , el cauce ideal de ex-
quien está inventando. Y con esta palabra, con este verbo lle-
presión para los mexicanos en todos sus aspectos: lo moral,
gamos a la raíz del surrealismo Inventar, pero no inventar lo
las fiestas de las calaveras de noviembre, nuestro sentido de
que no existe, sino inventar lo existente. Inventarlo en el sentido
la muerte creadora y autocrítica que se ríe de sí misma
de prestarle dimensiones antes desconocidas, en el sentido de
La figuras evocadas de Nerval, Lautréamont, Rimbaud y
revelarlo, pues todos sabemos y sentimos desde siempre que la
William Blake, las personas de Antonin Artaud -conocido y
revelación del Espíritu Santo no es más que la invención del Es-
conversado en el café París de la calle de Gante-, César
píritu Santo por las fuerzas ocultas y predestinadas del hombre
Moro, que traducía
y en este caso, por encima de la gramática, inventar es un
rrealismo y con él , contertulios de nuestra mesa. Llovían las
verbo lleno de posibilidades insospechadas que equiva le,
anécdotas características: los surrealistas reclamand o el cadá-
Moldoror y otros, se hicieron , como el su-
sobre todo, a descubrir, sobre todo, a revelar. Descubrir y mos-
ver de Anatale France para arro jarlo al Sena ; los surreali sta s
pare-
acechando aJean Cocteau para propinarle pali zas por los
trar lo que se descubre en tal categoría o dimensión que
saqueos de su temáti ca y de sus halla zgos sin haber pertene-
ce que se está inventando cuando en realidad se inventa.
Biblioleca de M éxico
21
cido nunca 01 grupo. (Todavía años después, en
Lo Be/le et lo
Bete, el autor de Los podres terribles exh ibiría restos un tonto
yo, por su maniáticamente lúcida in sistencia en el absoluto
envejecidos de aquel botín). Se hablaba, se vivía y se respi-
cursiones en Blake, había el rastreo de los datos surrealistas
raba , en forma convenida, de modo surrealista y las perspec-
en T S Eliot y en López Velarde, y llegamos a producir diálo-
tivas de los cuodros de Agustín Lazo nos recordaban las de
gos muy superiores a los que Breton cita como ejemplares en
desprendim ien to de lo conscien te. A más de las frecuentes in-
Chirico haciendo decir a Manuel Rodríguez Lozano: "Yo no
el juego de preguntas y respuesta s, pero no los feché ni firmé
caigo en ese Lazo ". Xavier Vi llaurrutia preparaba su antología
y se han perdido todos , de la más surreali sta manera . O tros
de López Velarde para Rafael Loera y C hávez, y daba toda
muchos, también perdidos , con mu jeres que me atraían.
la impresión de andar con una red para cazar mariposas -
Esto, como ilusorio experimento para descubrir lo que escon-
muy de él-
de en su inconsciente una muchacha que nos gusta -otra
en busca de las imágenes surrealistas de Ramón,
que na son pocas. Creo que la que más fuertemente le impre-
forma de ilusión de descubrirla-, era fa scina nte . El surrealis-
sionó era, en poema que no tenga a mi alcance, la metáfora
mo, ay, en este aspecto al menos, parece testimonio exclusi-
de los cuervos, rema tada por el verso que dice "Otra lleva
vo del hombre.
en el pico a la mujer de Adán"
Se empleaba todavía entonces, para el estudio y la expli-
Esto era, para mi querida XV, la quintaesencia del surrealis-
cac ión de los fenómenos y accidentes mentales, el término
subconsciente, desplazado ahora como insuficiente para su
voz inconsciente, no
mo velardeano Jorge C uesta era maestro en el arte de interpretar y de adaptar a su d ificilísi ma sintaxis el surrealismo, li-
objeto en la jerga psicoa nalítico, por la
beraci ón del espíri tu, y con frecuencia sus agudas artículos y
como adjetivo sino como entidad , lo que originaba el espejis-
sus desconcertantes imágenes eran comentadas como textos
mo de incurrir en intentos de penetración de su subconscien-
Una
cia, para saquear sus tesoros. Aparte los cuadros de Dolí y
surrealistas par XV y los demós. Recuerdo una, al azar
mujer con estilo, en que Jorge hacía la muy ingeniosa apolo-
de Ch irico, si no yerro, exhibidos en el Museo de Arte Mo-
gía de Mae West. La peq ueña clase media, que qu iere siem-
derno de Nueva York, había una librería su rrealista en la que
pre hacerse pasar por enterada, empezó a mencionar en sus
tertulias el
mis modestos ingresos me impidieron adquirir los cuadernos
subrealisma, yola fecha hay en México periodis-
de grabados de Max Ernst
tas -Ióvenes, robustas y engañados, como decía Bergamín- que no perdonan la
b del
(Lo semana de bueno voluntad),
que me fascinaban aunque no d ifería n, fuera de aspectos pu-
surrealismo .
ramente formales, de las motivaciones presentes en nuestros
Letras de México, bajo la batuta anticoncertante y tra-
retablos populares y en buena suma de las grabados de José
viesa de Octavio G. Barreda -inventor él mismo de inconta-
Guadalupe Posada En ese año, que precedió al de las me-
En
bles episodios surrealistas como el del cocodri lo-diván-, es
mora bles purgas soviéticas, Breton ganó mi simpatía absoluta
posible encontrar diversos testimonios en torno al surreal ismo
e incondicional por la separación y la superación de lo políti-
Pausa .
co expresas en su Segundo Manifiesto y en
New Haven . Nueva York. Con XV, Curtis Rodgers (que se
co
Lo posición políti-
del surrealismo
suicidó en una cabina telefón ica en El Caira después de ser-
A los 0IOS de mis trein ta años, el surrealismo ero, o parecía
vir como conductor de ambulancia duran te la ca mpaña de
ser, el co mi no, el único comino nuevo o seguir. Para no ha-
Rommell, Arnold Sundgaard, gran promesa de dramaturgo,
blar ya de los tedios combatidos por XV y yo en las largas es-
Albert Will ia ms y Dorothy Bell , los juegos surreol istas. Pero,
peras sin objeto en los vestíbulos de los hoteles neoyorquinos
claro, los más apasionantes eran los que ejecutábamos XV y
en los mortales dom ingos, con las armas de los juegos de
Biblioleca de México
22
preguntas y respuesto s y de preposiciones de tiempo y de
substanciar mi pretensión: Chapl in tiene en muchos de sus pe-
lugar, leí si n tregua textos relativos o todo esto y me adentré
lículas de corto metro le movimientos balletí sti cos arbitrarios
en lo escrituro automá tico. Quería escribir un doble relato en
juego alterno que se hubiera intitulado
dad y El tiempo eléctrico. De
Anatomía de lo
que me parecen estrictamente bretonianos en el sentido de
sole-
dispersor todo pauto; José Martínez Sotomayor, por esos
este últi mo apareció un texto en
años, escribió el cuento sobre el músico del bombo o los pla-
01
lo revisto Grafos, de Lo Habano , fundado y financiado por
tillos que echo por un voladero el concierto si nfónico
uno de los mós surrealistas seres que hoyo podido conocer
sonar su instrumento o destiempo,
Moría Luisa Gómez Meno .
de lo sobrerreal ; Stendhal podría fig urar en el santoral surrea-
Vuelto o México en 1936. Vuelto o
Letras de México
y al
01 tiempo
hacer
de lo no real o
lista porque insiste dos o tres veces en uno imagen que porte
de ese principio -y hoy pocos imágenes en sus novelas-
café París de Gante. Por dondequiera soltaba lo surrealista o
los ojos como múltiple liebre Pedro Rendón, otro criatura su-
paro descri bir un efecto sensacional : un pistoletazo en mitad
rreali sta parcialmente inventado por Diego Rivera , que llega-
de un concierto, coso que sugiere desde luego uno litografío
ría o postularse ca nd idato o lo Presidencia del país y haría
de G rosz, de Max Ernst o de Posa do . Breton , además, odia-
confluir su dualidad de pintor y poeta en lo condición de as-
ba lo músico, o reseNa de captarlo, vi rgen de pauto , llave y
trólogo , nigromante o mogo, y lo Un iversidad de México
pentagrama , en más de un poema Pese o su batallo contra
boja el rectorado de Lui s Chico Goerne, en lo que todo supe-
lo músico pau tado , él sabía que en lo naturaleza y en el
raba o lo realidad .
hombre todo tiene uno músico propio
Algún tiempo después
- ¿ 1938
ó 19392 Me inclino por
N o exagero
01afirmar
que vivíamos en México en pleno
surreal ismo en todos los órdenes En mi ámbito, registro estos
el primero, pues el segundo es yo el de lo guerra , pero, por
lo demós, el surrealismo tiene su propio calendario- el Após-
fenómenos : en lo Sección de Teatro del antiguo Departamen-
tol descendió o México. André Breton , con su cabezo ton
to de Bellos Artes, que pastoreaba fantasmalmente Celestino
siglo XVIII que evocaba de modo superrea li sta , casi como un
Gorostiza, mi presupuesto poro gas tos de oficio, libros y
collage,
lo de Benj amín Franklin , llegó o nosotros. Fiesta si n
otras menudencias incluidos, ero de ocho pesos mensuales Y
precedentes en el pequeño círculo concén trico de lo literatu-
no carece de bases el adjeti vo adverbiado que aplico o Ce-
cultiea
de lo Capital , fiesta que ero
lestino: ante el vacío presupuestario que se abría tra s los már-
como uno supeNegetación natural , si no espontáneo , de lo
moles del Palacio de Bellos Artes, el jefe llegaba o su oficina
inteligencia , como uno superestética surgido de entre sueños.
cuando solía todo el personal o comer; solía poro igual oble-
ra , el arte y lo soci edad
Uno reseNa personal me mordisqueaba : en sus Manifiestos,
to cuando el personal reanudaba sus labores, y regresaba o
Breton proscribe del territorio del surrealismo los formas de
su despa cho posadas los 1830 hs ., todo esto sugerente de
collages
arte que considero preconcebido s o prepautadas : el ballet, lo
grabados y
músico sinfónico y el teatro, coso que me lesionaba. Yo en
Apollinaire y de cosos semejantes . En el ámbito del paí s apa-
de lo escuela su rreal ista, de poemas de
Nuevo York, en discusión abierto con XV y con los textos que
recen señales alusivas también : el presiden te Cá rdenas, aren-
leía, había yo conceb ido uno coso en un acto o base de ele-
gando o los campes inos de un pueblo de Guanajua to desde
mentos sobrerreales que debía intitularse
que pretendía incorporar el surrealismo
01
Uno tazo de café
y
el púlpito de lo parroquia, por ejemplo, y poco después, na-
teatro o viceversa y
ciona lizando el petráleo, acto patriótico sin dudo que sobre-
que, por infortunio, no he terminado todavía, perdido quizá
pasaba todo lo realidad. En o tro escalo , y po sand o por
lo marcho automático . Había antecedentes interesantes poro
sobre todo lo amorgo realidad admini strativo del paí s, Rober-
Biblioteca de México
23
to Montenegro, epigramatizado a menudo por los ex Con-
cuyo ramaje y fronda los constituyen masas encefólicas, y en
comunicantes. Sin
temporóneos, en particular por '/0/, había logrado al fin la su-
la que los ojos ejercen función de vasos
perreal idad de instalar el M useo de Arte Popular en el monoli-
duda había leído ese libro de nuestro Apóstol. El cartel provo-
to de Carro ro del Palacio de Bellas Artes, o sea el trascen-
có una falsa ruptura entre Diego y Misrachi, que consideró
dental encuentro de los antípodas .
inadmisible exhibirlo en su escaparate. Intereses mutuos liqui-
Me tocó en suerte , por mis funciones y por mi corta expe-
daron la ruptura , pero quedó la frase de Rodríguez Lozano a
riencia en la materia, presentar a André Breton y traducir sus
propós ito del cartel de los vasos comunicantes: "DR ha pinta-
conferenci as en dos inolvidables sesiones. En la primera fue
do en todos los estilos: academi smo, reali smo, impresionismo,
El perro andaluz, de Buñuel el bueno,
cubismo, postimpresionismo, maquinismo, muralismo . Ahora
y XV, con aquella voz emocionada y vibra nte que poseía, y
hace surrealismo, pero muy pronto no hará ya más que turis-
no sin cierto rubor de ci rcu nstancias, leyó el poema en que
mo
proyectada la película
Breton traza el retrato de su mujer y se disciplinó como todo
ll
.
No terminaron las cosas con el programa previsto para la
un niño héroe para pronunciar en forma audible, desafiante
primera conferencia de Breton : hubo la dama , de indudable
casi, la estrofa que empieza diciendo: "La s nalgas de mi
alta cuna jalisciense, que al salir, en la orilla de la escalera ,
mujer ... ", etc.
empezó a clamar a gritos, co n voz aguda y desafinada:
Esa noche, en una concu rren cia compuesta por artista s,
"¿Quién me mandaba? Pero, ¿quién me mandaba? La culpa
poetas, intelectuales, periodistas, profesionistas ilustres, gente
es toda mía. Idiota de mí , ¡idiota, por venir a este lugar abo-
de empingorotada sociedad y surrealista s de afición, de oca-
minable de perdición , a oír estas cosas, a ver cómo arrastran
sión o por carambola , las damos aullaron de lo mós sobre-
a los sacerdotes benditos del Señor, adonde viene toda esta
rreal manero cuando el personaje de Buñuel , obsedido por la
bola de locos y de ateos y ese espantoso Diego Rivera con
imagen de la luna lleno que corto en dos una nube (¿inspira-
todas sus mujeres!". No reconstruyo
ción de lo frase de Breton sobre el hombre cortado en dos
general es ésa. El marido de la señora logró acollarla y lle-
por la ventana?), la tra slada a la realidad de la pupila dilata-
vársela al fin .
da de su querido y pasa sobre ella su navaja libre de afeitar
verbatim, pero la idea
Cena en el café, hoy desaparecido, que estaba frente a
Hubo aullidos también cuando, en un acercamiento, la mano
Bellas Artes, en los altos, sobre la florería Lys y la librería de
del personaje, que trata de abrir a la fuerza una puerta, se
Misrachi. O lvido el nombre, y no anoté las conversaciones,
muestra convertida en una especie de pista de uno lenta ca-
sin duda deslumbradoras de ingenio y desbordantes de de-
rrera de hormigas. Acud ió o mis labios, y quizó lo dije en
portes surrealistas, puesto que allí estaban , en torno a Breton
un encono de hormigas
y su mujer, '/0/, Lazo, Diego, Frida , Lupe, Pepe y Celestino
en mis venas voraces. Hubo otro esta llido de los señoras
Gorostiza , José M artínez Sotomayor, César Moro, quizá Car-
voz alto , el verso de López Velarde:
cuando se ve el piano de cola que rueda arra strando como
los Pellicer, Elías Nandino, Octavio Barreda y Carmen, y en
rémoras a dos pulcros aba tes o curas franceses con alzacue-
fin, toda la superreal crema nuestra .
llo y todo. Pero todo esto ero en la pa ntalla , parte y arte de
Al día siguiente serví de guía a Breton en el Museo de Arte
lo velada surrea lista . En el encuentro de lo realidad con lo su-
Popular, que lo fascinó tanto como años más tarde vería yo
clou fue Diego Rivera , en cuyo vasto y var ia-
fa scinado a T.S. Eli ot por los grabados de Posada , y que
perrealidad, el
do programo publicitario figuraba para eso noche presentar-
puso en claro para él una de las indudables nacionalidades
se por primera vez en público llevando de bra cete, uno o
de origen del surrealismo. En los ejemplares de sus Manifies-
cada lodo, o Lupe Marín y a Frida Kha lo.
tos conservo sus autógrafos agradeciéndome la revelación de
aquel mundo mágico de México. Guardo también , parcial-
Yo, que empezaba a pianotear en ese tiempo, bajé de mi
oficina de la Sección de Teatro a lo Sala Ponce a las 1830
mente, mis traducciones de sus plóticas, que no terminé de
hs . lel acto estaba anunciado par las 19:00 hs.) a fin de cer-
poner en limpio ni publiqué por suponer que no se trataba de
ciorarme de que todo estaba en orden . El vie jo y maltratado
textos inéditos. Entre las dos conferencias hubo un almuerzo
piano de cola de lo Sala me hizo sentir sus efluvios y, ca lcu-
en su honor en la casa de Lupe Marín, al que fui invitado por
lando el tiempo, me puse a tocar piezas menores de Beetho-
solicitud de Breton, y fue entonces cuando empezó una rela-
ven . Alen tado por el éxito, me lancé a la ejecución mós atre-
ción de amistad entre Lupe y yo.
vida y exigente del
Claro de luna. No contaba con que el su-
No podría precisar si en el cu rso de la segunda conferen-
nalmente tardío para llegar o las funciones, esa noche se
La
edad de oro. En todo caso, la primera ocasión fue sin duda
apiñó desde las 18 :45 hs. ante la puerta cerrada de la sala
la más importante y memorable .
rrea lismo había inficionado ya al público mismo que, trad icio-
cia fue proyectada la otra cinta surrealista de Luis Buñuel:
y se desató al fin en una ruidosa protesta. Así, Breton fue reci-
Partido el Apóstol , volvimos a nuestra s rutina s todos . En mi
bido por los gritos de la concurrencio y por las dulces notas
traba jo de teatro me alejé en apariencia del surrealismo . Sin
de Beethoven. Cuando me preguntó, con mirada poco amis-
embargo, conserva para mí una realidad y una vigencia par-
tosa , quién tocaba el piano, recordé su pasión ontieutérpica
ticulares, y alguna vez me divertiré rastreando en mis piezas y
y le dije, probablemente "La luna , que pasó por sobre la cú-
poemas todas las huellas de su indudable impacto. Me pare-
pula-hueva-estrellado del Palacio para hacerle a usted juego
ce el experimento más importante de nuestro siglo en el orden
de la expresión del hombre. Algo le faltó quizá -un grado,
político con Beethoven".
Pasado el incidente, procedí a presentar sumariamen te al
co mo al pulque- para ser carne . Pero es innegable que
conferenciante y su doctrino, explicando el surrealismo como
abrió cauces, si no siempre y no del todo originales Ino hay
lo entiendo y como entiendo que es : o sea , una sucesión o
que olvidar a los pintores y grabadores del siglo XIX, ni a
cadena de imógenes emanadas o desprendidas espontónea-
Nerval , Rimbaud, Lautréamont y tantos otros precu rsores, ni ,
mente de una realidad que se encuentra en el inconsciente
entre los principales, a los retabli stas populares de México ni
del hombre, en con junción o en choque con la realidad cir-
a Posada , ni menos aún o los toltecas, que algo de eso ex-
cu ndante, y encadenadas por una continu idad plóstica o ver-
presaron), pero siempre amplios y con buen aire para las for-
bal de movimiento automó tico cuyas raíces son todas interio-
mas literarias y artísticas, propuso nuevas metas y alcanzó la
res y estón fuera de la jurisdicción de la voluntad y de la
conclusión y la condición clásicas en todo rigor, del arte para
mente . Breton aprobó . No así Diego, que me contradijo con
el hombre . Quizá lo que distingue para siempre al surrealis-
aquella fa lsa y sonriente bonachonería suya y que para la
mo de todas las demás escuelas o modalidades, es esa ca-
ocasión había pintado un cartel, que conservo, en el que
pacidad para fundir en sus moldes (moldes, no hay que olvi-
mostraba una cabeza humana que tiene al centro un órbol
darlo, espontáneos, automáticos, no deliberados, moldes en
Biblioteca de México
24
tunción vital) los misterios de la mente del hambre del mós re-
ploma paseó par mi cabeza entre tanta: esa frente , ese per-
mata pasada y del más cercana presente, quizá del propia
fil ... Ese "perfil de frente ", esas cabellos que todavía parecían
futura interplanetaria, y su huella es ya visible en la ciencia-fic-
galopar sobre el cráneo cama caballas, rozándose, rizánda-
ción sin duda. Si su función se limita a ser un acta de revela-
se unas a otras .. Francamente, me recuerdan a alguien Can
franqueza .. , para ser francas ... , ¡Franklin l Y en el momen to
ción, su tarea está ya gloriosamente cumplida.
Na estay de acuerda can las alianzas, legítimas, morganá-
en que me dije André Breton , el transeúnte había reanudada
ticas a subrepticias, del neoexpresionismo y el absurdismo en
su camina y Michel regresaba a nuestra mesa .
teatro (léanse can atencián las Manifiestas) ni del arte na figu-
-Era André Breton , ¿verdad 2 -pregunté.
-Sí .
-¡Y na la saludél ¡Alcancémoslo l
rativa can el surrealismo. Encuentra que éste acusó siempre
raíces más profundas y mejor sentida -supersentid o-
de la
capacidad de visión y de expresión del ser humana la an-
Mientras la buscábamos en las calles y las cafés ci rcunve-
gustia de los existencia listas de la variedad sartreana me pa-
cinas le expliqué rápidamente nuestras encuentras, pera na la-
rece demasiada tamizada par la lógica y el racionalismo, tan
gramas dar can él ya. las años, sin embarga, na la habían
franceses , para que, a pesar de ciertas tangencias , pueda
cambiada . Combativa, pura a su manera, era siempre el
aceptarse que tiene ligas can el surrealismo .
misma hambre y buscaba el resurgimiento de su idea. El
misma hambre . Un hambre cortada en das par la ventana.
Muerta Ernst, quizá el última ejemplo pura y grande que
nas queda en la pintura de esta calidad , sea leonora Ca-
Par la ven tana del tiempo. Par la ventana de aquella noche
rrington. Remedias Vara sintiá el llamada y respondió a él en
en París. Cama ahora par la ventana de la muerte. Cortada,
su carta vida. las demás, en general -aunque acepta excep-
cama todas las que tienen espíritu, en das partes la perece-
ciones- me parecen falsificadores, supergesticuladores. la
dera que parte y se funde can la nada de la que vuelve a ve-
capacidad misma del surrealismo para asociar las épocas y
getar la vida. Y la otra, que se queda par sobre la realidad .
las visiones, las ideas, las sentimientos y la necesidad de ex-
Me hace sentir mal el tiempo que ha pasada desde que
presión del hambre, nas garantiza su retorna en cualquier
empecé esta memoria, tiempo raída par las ratones insaciables que san las deberes oficiales; pera quise terminar estas
otra momento del mundo Del mundo en ruinas inclusive .
la última vez que vi a Breton fue en París, en 1954 Pera
páginas cama un homenale a la presencia de André Breton
la vi, solamente Estaba ya sentada en la terraza de la cerve-
ya que, fuera de ca lendarios y relajes, hay otra forma de
cería lipp, en el bulevar Saint-Germain, frente al Café de
tiempo el tiempo que na pasa, el tiempo sobrerrea l.
Fiare, can Michel lucas, mi agente, amiga de leonora CaA barda hacia Copenhague,
rrington y su compa ñera en las jornadas de la Guerra C ivil
española, cuando pasó un señor, bastante madura ya, que
1 de octubre,
saludó a Michel Éste se excusó, se levantó y habló cuatro a
Oslo, 10 de noviembre,
cinca minutas can el transeúnte. Una obsesión de pies de
1966.
Biblioteca de México
25
CARDOIA
y ARAGÓN
AíDA SIERRA TORRE
A
"Me seduce en André Bre-
fasci nado por lo que consideró su impulso imaginario y revo-
ton su infinito amor por lo li-
lucionario
bertad , su indomable caróc-
Yo rad icado en México, o donde arribó en formo definiti-
ter, su entendimiento arra i-
vo en 1932, Cardozo se convierte en uno de los mó s entu-
gado y vivido de que poe-
siastas difusores del su rrealismo, junto o Jaime Torres Bodet y
sía y revolución son sinóni-
Jorge Cuesto. Es probable que su cercano amistad con Cues-
ma s". Con estos palabras
to provi niera en porte del gran interés que ambos compa rtie-
feste jaba Luis Ca rdoza y
ron por las tesis surreali sta s.
Aragón, en abril de 1938,
En 1933 , apenas o un año de su llegado , Cardoza deba-
lo re c i en te llegado del
te sobre los contenidos del arte contemporóneo, afirmando,
podre del surrealismo o Mé-
con tu ndente, que su fundamento es lo poesía Definiéndolo
xico.
de modo cerca no o los nociones del surrealismo, lo poesía
Cardoza y Aragón conoció o Breton en el París de los
ero aquello "que nos emociono en un cua dro, en uno estatuo,
años veinte. Su contacto con los vanguardia s europeas lentre
en un palacio, en uno sorpresa inesperado , en lo relación de
1920 y 19291, Y sobre todo con el pen sami ento surrealista ,
dos objetos que se encuentran juntos en lo calle, en el perió-
dejó marcos perdurables en su o bro poético y en su discurso
dico, en cualquier porte, inventando uno inusitado constela-
crítico o lo la rgo de todo su vida. Escasamente ocho años
ción mentol " Mós adelante recomendaba : "Abandonarse o
menor que André Breton , Cardoza había coi ncidido en lo ca-
un puro automatismo, inundar lo realidad en uno gran luz
pi tal francesa con lo inquietud surrealista ; quedó largamente
sub¡etiva ..
Biblioteca de México
27
Nodo mós fan tóstico que lo real idad " De este
modo, Cardozo se refería foscinado par lo revolución surrea-
rodas artepuristas, extranjerizantes, burgueses y reacciona-
lista y por Breton como su centro motor .
rios . Lo LEAR no lo expulsó: nodo mós quedó en calidad de
En varios artículos publicados entre 1933 y 1938 , escribió
"apestado". Octavio Paz recuerdo aquello noche cuando, en
sobre lo personalidad de Breton en térm inos elogiosos. Inclu-
uno solo de lo LEAR , ante un público hostil , "oímos o Cardo-
so en el año de 1936 Cardoza dio o conocer en el periódi-
za y Aragón defender o lo poesía , no como actividad
El Nocional
01
ser-
lo carta en lo cual respondía o lo petición
vicio de lo Revolución sino como lo expresión de lo perpetuo
que le hiciera André Breton sobre uno reseño del arte mexica-
subversión humano ". Y continúo: "C ardoza y Aragón fue
co
no, y allí mismo anunciaba anticipadamente (es decir, dos
puente entre lo vanguardia y los poetas de mi edad. Puente
años antes) el posible vi a je de Breton o México.
tendido no entre dos orillas sino entre dos oposiciones: lo unidad entre lo actividad poético y lo revolucionario no tardó en
Lo importancia de esto corto ha sido señalado par Luis
Mario Schneider en su libro
México y el surrealismo.
resolverse en discordia" .
Efectiva mente, Cardoza envío o Breton lo visión de un país
Esto discordia , que se traducía en dos posturas mós o
de "belleza convu lsivo ", en donde el encuentro de los opues-
menos cloros e irreconciliables entre nacionalistas y universa-
tos se do de modo espontáneo, lo maravi lloso se manifiesto
listos , o su vez repetía un debate nodo nuevo en México
cotidianamente en lo mós concreto de su paisaje y los prodi-
entre tradici ón y modernidad , entre academia y vanguardia .
gios del posado prehispónico estón siempre vivos y sin dudo
Ante dicho discordia , Cardoza tendía puentes y convocaba
presentes . En sumo, se trotaba de un México descrito desde
o innovar desde lo tradición mismo paro , con ello, formar lo
01
surreal ismo de Breton. México
verdadero tradición. Pero es, sobre todo, su firme creencia en
ero percibido desde uno especie de ensoñación delirante y
que sólo lo poesía -me refiero o su particu lar concepto de
uno óptico ciertamente afín
festivo que parecía por sí mismo invitar
01
podre del surreali s-
ésto derivado del surrealismo-- podía referirse o uno de los
mo o constata rlo. Lo ideo fundamental del texto es que el su-
nociones mós móviles y escurridizos, lo noción de arte, lo que
rrealismo en México se daba de manero natural , emanado
lo impulso o finiquitar el problema diciendo : "El arte es regio-
de lo propio poesía de su conformación geogrófica y riqueza
nal en todos partes cuando es poesía ".
histórico
Cuando,
Estos reflexiones aparecieron en su libro
01
fin , dos años mós tarde, Breton arribo o lo ca-
pital mexicano, C ardoza lo recibe desde su tribuno en
cional,
Lo nube y el reloj
en 1940, o dos años de distancio de lo visito de Breton . En
El No-
aquél , Cardoza apuntaba
presentóndolo como "uno de los valores lóvenes mós
01
surreal ismo
01
afirmar que se es-
taban explotando los regiones mós oscuros del subconsci ente
represen tativos, mós creadores y mós revol ucionarios de lo
que situaba o los artistas en un universo lleno de nuevos rela-
posguerra ". Breton , quien yo había roto definitivamente los
ciones y posibilidades . Escrito unos años antes, y debido o
lozas entre el surrealismo y el Partido Comun ista Francés, ero
los retrasos propios de su publicaci ón , lo figuro de André Bre-
poro Cardoza ante todo el poeta revolucionario, y, aludién-
ton todavía aparecía o ojos del autor como aquel personaje
dolo, decía : "Saludo en él o lo Revolución . No ésto, ni aque-
vanguardi sta que encabezaba lo valioso tarea de "conciliar
llo con programas, disciplinas bovi nos y necedades dogmóti-
lo naturaleza espiritual del hombre con lo acci ón revoluciona-
caso El fuego El fuego que creo y destruye. Lo puro pasión
rio , sin sacrificar su personalidad , no sólo en el terreno revolu-
desnudo y fecundo"
cionario del arte, si no en el terreno de lo acción directo . Ha
Notable recibimiento el de Cardoza o Breton, pues ero sa-
creado poesía inevitable".
bido su pertenencia o lo ligo de Escritores y Artistas Revolu-
Pero lo admiración de Cardoza por Breton habría de cam-
cionarios (LEAR), dirigido funda mentalmente por miembros del
biar en ese mismo a ño de 1940, cuando en México se reali-
Partido Comunista Mexicano, cuyo empeño estaba en ese
zo lo Exposición Internacional del Surrealismo en lo Galería
momen to puesto en atacar lo presencio del principa l represen-
de Arte Mexicano. En esto ocasión, C ardoza manifiesto agu-
tante surrealista en nuestro país .
damente su desacuerdo. Dicho exposición , organizado por
Desde 1936 Cardoza se encontraba ale jado de los miem-
WoIfgang Paalen y César Moro en lo parte mexicano y por
bros de lo LEAR , pues cua ndo había intentado discutir sus
André Breto n desde París, le parece lamentable, debido o
puntos de visto estéticos en esto organización, fueron cons ide-
que
01
lodo de surrealistas inconfundibles se presento lo que
Banquete a Andre Bretan Mexlca 1938 Izquierda Adolfo Best Maugard Madame Bretan personale no Identificado
F"da Kahlo Ehos Nandlno personale no Iden tifi cado AntoniO RUlz I El Corzo) Ju liO Castellanos Carlos O,OZCO
Romero Manuel Alvarez Bravo persona le no Identi ficado y Agus tln La zo Derecho JuliO Tom Lupe Mar,n Andre
Breton dos persona les no Identificados Jase Gorostlzo LuIS Cardozo y Aragon Jorge Cuesto y Jase Marl,"ez Sotomayor
Biblioteca de México
28
él llamo un "surrealismo de receto", lo náusea de uno acade-
Lo doloroso experiencia de lo injusto realidad guatemalte-
banalidad había conquistado los terrenos de uno propuesto
André Breton
atisbado sin lo mesa porlante, declaro no encontrarse ton se-
poético ilimitado. Codo vez más, el surrealismo se presenta-
ducido por el socialismo cuanto exacerbado por lo iniquidad
ba en su concepción como un movimiento anterior o su naci-
del capitalismo. Allí mismo,
miento y posterior o su muerte. Yen esto exposición se había
sus filiaciones y sus desaveniencias con respecto o él. Sus dis-
olvidado su esencia, expresándose como uno fórmula confor-
tancias en bueno medido son de índole político .
mia del surrealismo. Poro Cardoza, el esnobismo con todo su
co perfiló como fuerzo su postura político ; en
mista de falsos misterios y frivolidades Cardoza creía que se
01
escribir sobre Breton, define
Sin dejar de ver el cambio de valores políticos y estéticos
había perdido el verdadero sentido del surrealismo
que provocó el surrealismo y o André Breton como su epi-
Desde estos puntos de visto, reprocho o Breton su inconsis-
centro, considero o este último, más que un revolucionario
tencia. Su figuro, que anteriormente presidía lo propuesto vital
un rebelde , un individualista más que un ser individual. Poro
y revolucionario del surrealismo, dejaba de representar paro
Cardoza , Breton no supo salvar lo contradicción entre su
Cardoza lo del guío espiritual de este movimiento. Breton y el
definición del surrealismo y lo lógico de sus creaciones,
surrealismo, antiguamente ligados de manero indisoluble en su
pues, si bien se propuso intervenir popularmente, debido o
pensamiento, ahora son disociados . Cardoza no renuncio , no
lo imposibilidad de su militancia político terminó siendo
puede renunciar
01
primer surrealismo que conoció en su luven-
marginal
tud, pero se rebelo ante su principal representante, quien, con-
Más adelante, en ese mismo texto, escribirá hermosas pá-
sidero, ha permitido que se trastoque en supercherías y artifi-
ginas sobre Breton, considerándolo también como un perso-
ciosos convencionalismos de modo. A partir de entonces, distinguirá
01
naje que sacudió convencionalismos, exaltando su imaginación y audacia precursoras, así como su creencia en el amor,
surrealismo por un lodo y o Breton por el otro.
en lo libertad y en lo poesía.
Casi treinta años más tarde, Cardoza publico, entre su voluminoso producción crítico, algunos de sus reflexiones en
Finalmente, Cardoza concluye "Es inexacto que Breton es-
El Día,
tuvo o favor de divinizar lo oscuridad. Fue un dialéctico incli-
aparecidas en los meses de septiembre y octubre de 1968.
nado o un lodo, como lo Torre de Piso. El apremio material
torno o André Breton y el surrealismo en el periódico
Signos y
mueve y creo ; lo rozón y lo fantasía organizan Marx, Lenin,
André Breton atisbado sin la mesa parlante, que vieron la luz
Freud No importo cómo disputemos acerco de Breton, su
en 1982. En ambos, su encuentro con Breton es repensado
obro, su influencio , su vida , constituyen un solo aconteci-
Años más tarde, serán parte de dos libros llamados
desde otro lugar, desde el privilegio que otorgan lo distancia
miento. Un azor objetivo . Deseé un apunte con lo desconsi-
yel tiempo.
deración imprescindible paro captarlo. Lo amo porque fue
uno de quienes puso fuego en mi vida y generalizó mi com-
En el segundo, Cardoza nuevamente evoco sus notas con-
bustión "
denatorios de lo exposición de 1940 y dice : "Breton había
cambiado; yo me acordaba de los encendidos años veinte y
Así , el encuentro de Cardoza y Aragón con André Breton
treinta. Por seguir en lo mío, desechaba el acomodamiento,
no se restringe o su joven fascinación parisino . No se agoto
el conformismo disfrazado, el barullo pueril, los circenses ex-
01
comuniones. En octubre de 1944 penetro en mis entrañas al
lidad distinto, lo realidad latinoamericano Se troto en lo vida
cruzar lo frontero de Guatemala y vivo más en el filo de lo
de Cardoza de un diálogo largamente sostenido, polémico y
distanciarse por sus ideos políticos ni por observar uno rea-
reflexivo . Podríamos decir, sin exagerar, que de lo comple¡i-
navajo"
dad de éste emanan tanto lo admiración como lo adversión
En octubre de 1944 estalló la revolución en Guatemala
01
Cardoza se marcho de México poro unirse a los campesinos
profundos. Cardoza dibujo dos imágenes de Breton, uno
y obreros de su país natal. Al final se instaura un régimen de-
lodo de lo otro . Lo visión del podre pontificador y arbitrario,
mocrático, el cual lo envía los próximos 10 años como diplo-
junto o lo visión admirado y amoroso. Ambos , aunque disím-
mático a lo URSS, Colombia, Chile y Francia. Cuando el
bolos, conviven en Cardoza, y definen de manero apasiona-
ejército tomo el mondo en su país, Cardoza decide regresar
do lo magnitud y lo significativo que resultó su encuentro con
o México nuevamente en 1953 .
André Breton .
Biblioteca de México
29
LUIS CARDOZA y ARAGÓN
Carta a Alfonso Reyes
Archivo Alfonso Reyes
Correspondencia Reyes-Cardoza y Aragón
contenido poético. En vez de tantos nombres menores sería mejor, en mi opinión, traducir más de
los seleccionados verdaderamente extraordinarios.
Mi contribución será: Breton, Fargue, Laforgue y,
si le parece al financiador, traduciré la Poésie del
Conde maravilloso, en vez de algún fragmento de
sus cantos, ya muy conocidos en español.
Parece que por fin se organiza la editorial. En
todo este mes, posiblemente (¡qué lentitud!), después de hablar mucho, de formar mil proyectos,
se ha decidido imprimir un folleto de propaganda . Los libros se irán imprimiendo por suscripción. El folleto llevará retrato de los autores y un
comentario crítico y medio anecdótico, con algunos datos bibliográficos, biográficos y las obras
por publicar. De las charlas que he tenido con los
organizadores, figurarán solamente unos doce o
catorce autores. Son estos, más o menos: Julio
Torri , Samuel Ramos , José Gorostiza, Torres
Bodet, Celestino Gorostiza, Pellicer, Díaz Duffoo,
Jorge Cuesta, Villaurrutia , Ortiz de Montellano,
Owen, yo, y tal vez Azuela. Hace pocos días me
pidieron mis datos para el folleto y algunos de
ellos escribirá mi comentario. Otras noticias: tal
vez Ud. no sabe que en el repertorio que presentó Celestino Gorostiza para la temporada de este
año del Teatro de Orientación, figura su Ifigenia.
No sé quién hará la dramatización de su poema.
Le agradezco el envío de "Romance de Río de
Enero". Ya Villaurrutia me lo había pasado. Me
gusta muchísimo. Su Ifigenia es, para mí, su libro
preferido . Es, en mi concepto , definitivo. Y el
libro más importante que se ha escrito en América
después de Prosas profanas. Es un gran libro en
cualquier gran época de no importa qué literatura. Lo prefiero a cualquier libro de Darío.
Uno de mis placeres últimos, La voz a ti debida
de Pedro Salinas. Me parece que de los ejercicios
que se han hecho en español, éste ya es realización . Su sequedad mojada , su vehemencia tan sobria , su exa ltación imaginativa frenada con la
misma imaginación, me seduce.
Deseo enviarle impreso, en todo este año, un extenso volumen en prosa, Protoplasma. Y algo más.
México, D. F, a 6 de Abril, 34
Muy estimado don Alfonso:
Manuel Maples Arce editará una Antología de Moderna Poesía Francesa, integrada por numerosos
traductores. No sé quiénes son todos ellos; pero
me aseguró que serían los mejores, que se aprovecharían las buenas traducciones ya hechas y las
por hacer las recomendaría a amigos de quienes
esperaba una obra digna . Los poetas seleccionados son estos: Baudelaire, Nerval, Mallarmé, Rimbaud, Lautréamont, Laforgue, Apollinaire, Max
]acob, Claudel, ]arry, Valéry, Verhaeren, León Paul
Fargue , Supervielle, Cocteau, Reverdy, ]ules Romains, Larbaud, Pierre lean ]ouve, Tzara, Breton,
Aragón , Ribement Dessaignes, René Schwob,
Georges Limbourg, Henri Michaux, Radiguet. Aquí
sobran algunos nombres que no enriquecen en
nada una Antología . Y, posiblemente, falta algunos que Ud. acaso pueda recordarle a Maples
Arce. Pero él entiende (?) de cierto modo las
cosas y yo de otro. Por mi parte , suprimiría a
Tzara , a Aragón (poeta en prosa , mediocre en
verso) , porque unas breves páginas de é l, en
prosa, serían superiores a sus poemas. Creo que
de Le paysan de París se podrían tomar. Verhaeren, me choca. No creo que el espíritu moderno
esté en la poesía de Verhaeren: si acaso su aspecto romántico, su lado enfermo. ]arry, es una figura pintoresca , de cierto valor como humorista ,
sobre todo en el teatro. ¡Pero sus poemas! Yo lo
suprimiría. El mismo Cocteau , ¿no le parece que
su obra mejor es como ensayista? Entonces sí es
gran poeta. Su obra en verso me parece lo más
flojo de todo lo que ha hecho. Schwob, no le conozco sino por fragmentos que he leído en México en Les Nouvelles Litteraires: me parece un hábil
retórico, es decir un gran profesor francés que
hace buenos ejercicios . ]ouve, le conozco mal.
Falta Eluard , que haré que se incluya . Maples
Arce me suplicó que escribiera a Ud. para ver si
nos quiere enviar sus traducciones de Mallarmé.
Por mi parte, se lo agradeceré muchísimo y cuidaré en lo posible porque la Antología sea siquiera
discreta. Creo que en vez de muchos autores, habría que ceñirse más a la calidad , reducirla en
nombres, para hacerla más fecunda y extensa en
Le quiere mucho
Luis Cardoza y Aragón
Córdoba 108-Depto 3
Biblioteca de M éx ico
30
ANDRÉ
Hace diecisiete años - en
go uno segundo aproxi mación a lo obro del artista austriaco
lulio de 1979, poro ser
baj o el farragoso título de "Prolegómenos o lo paró bola de
Paal en".
mós exocto s-
se lle vó a
cabo en México una expo-
Hoy, cuando el motivo que nos reúne es uno celebración
sición de homenale a WoIf-
de la vida y lo obro de André Breton, se me ha pedido que
Pez soluble
gong Paalen en el Museo
reflexione acerca de lo relación en tre el autor del
Carrill o Gil. Para esa oca-
y el descubridor del
sión fui invitado o colaborar
deci r es que, por principio de cuen to s, me sigue pareciendo
con un texto sobre la obra
que lo obro de Paalen es uno paró bola , y que lo de André
fumage
Y lo primero que se me ocurre
de Paalen , cuy a pintura
Breton no lo es menos . Hay que reconocer que ambos artis-
mucho admiraba desde la
tas, mós olió de comportir durante años la aventuro pródiga
primera vez q ue tu ve la
del surrea lismo, la pasión por M éxico y los culturas precolom-
oportunidad de ver un cuad ro suyo Con el fin de compene-
binos, compartieron uno decidido vocación filosófico , y que
trarme mós con la obra de este gran arti sta austriaco, fui a
-en ambos casos- su necesidad de teori zar se manifestó
ver a quien fuera su compañera y musa: la pintora y poeta
no tonto como uno búsqueda de guías y de asideros conce p-
Alice Rahon . Gracias a su generosidad no sólo puede con-
tual es, cuanto como uno imperiosa necesidad interior de com-
templar obras de Paalen que nunca antes había visto -como
prend er qué es lo que estaban haciendo
El genio de la
Tanto los enc uentros co mo los d is tan ciamientos en tr e
que pude al fin conocer la legenda ria revista
ambos estuvieron siempre marcados por d iferencias teóricas y
el célebre y terrible revólver de huesos llamado
especie-, si no
Dyn
que Poolen editó en México en los años cuarenta , así
fi losóficos, sin que en ningún momen to delara n de estar pre-
Fata
sentes los profundos y entrañables vasos comun icantes que
como algunos otros textos escritos por el maes tro de
Alasko y
los
Príncipes saturninos
siempre los unieron en lo creación. Baste recordar , en este
sen tido, el principio del
Descubrí lo que muchos otros antes habian descubierto ya
que Paalen no sólo era un pintor importante, uno de los arti s-
Adiós al surrealismo de
Paalen , poro
compro barlo "En el momento en que mi comino se separo
tas más destocados dentro de lo segundo 010 del surrea lismo
del de mi s admirables amigos surrealista s, estoy mós cons-
-junto con Lam , Malta , Toyen , Cornell y Gorky- , si no que
ciente que nunca de mi agradecimi ento hacia ellos, el cual
ero también un notable escri tor . Pero, -sobre todo, me sorpren-
no puedo expresar con palabra s"
dió descubrir en Paal en o un extraordinario pensador . Es cier-
Ahora bien , si el aprecio y el reconocimiento de los "admi-
to que es difícil imaginar o un gran arti sta que, o su modo,
rables amigos surrealistas", en general , y de André Breton, en
no seo un filósofo , por más que no se exprese a través del
parti cular, ero tan sincero por parte de Paalen, cabe pregun-
lengua je escrito . Aunque es cierto también que hoy excepcio-
tar: ¿cuóles fueron las razones que lo llevaron a d istancia rse
nes . Sin emborgo, el coso de Poalen ilustro o lo perfección al
del su rrealism0 2 El texto mismo de Paalen no ofrece una cloro
artista reflexivo, consciente de su trabal o y de sus herramien-
respuesta ·
tas, del alcance de sus medios, así como de lo importanci a
Solamente en el surrea li smo hollé una experiencia completa-
- o de la falto de importancia- del lugor que ocupo en el
mundo y del papel que le toco desempeñar en su tiempo . Su
mente vivido , el ensaya heroico de una sí ntesís integral que
Adiós 01 surrealismo
no admítio yo la separocíón arbitraria entre lo expresión pló s-
es, en este sen tido, uno de los docu men-
tos mós lúcidos que se puedan leer entre lo largo li sta de re-
tíco y la poesía. Ahí se jugaba el gran juego sin reservas,
nuncios, defecciones, excomuniones, traici ones e improperi os
sólo ahi el arte volvía o tomar color de vida y lo vida cotidia-
que el insobornable André Breton provocó y rec ibió a lo
no llegaba o ser arte supremo. Por ello, consideraba superfluo insistir ton prematuramente en algunos desacuerdos ideo-
largo de su vida .
lógicos , espec ial mente en mi s objeciones contra el pensa-
De aquello primero aproxi mación o Paalen todo lo q ue
miento hegeliano y todo lo que se derivo de él
pude rescatar fue un poema : "Mientras hoy espacio hay tiempo", que años después incluí en el libro
Cromos,
y el título de
un hipotético ensayo : "Lo paró bolo de Paalen". N o sólo me
Me parece importante destacar aquí dos aspectos esencia les
llamó lo atención lo frecuencia con que Paalen util izaba la
en el pensam iento de Paalen y, coi nciden temen te, en el de
formo de lo poróbola en sus cuadros, grabados y dibujos,
Bretan : en primer lugar, la ideo del anhelo de uno síntes is in-
sino que veía tambi én lo formo de lo paró bola impregnando
tegral como lo llamo Paalen , y que en Breton ocupo un lugar
Primer Manifies ta Surrealista,
la totalidad de su pen samiento. En cierto sentido comencé o
de pri vi legio desde su
ver toda su obro como una inmenso pa róbola Quince años
reflexionaba acerca del poder iluminador de lo imagen poéti-
después, cuando en 1994 el Museo Carrillo Gil presentó lo
co siguiendo la línea trozada por Pierre Reverdy; en segundo
retrospectivo de Paalen, pude publicar en el hermoso católo-
término, lo importancia que ambos - seo o fa vor o en con-
Biblioteca de Méx ico
31
cuando
tra- le otorgan
01
pensa miento hegeliano y sus derivaciones.
Octavio Paz, que conoció, trotó y admiró tonto o André Breton como o Paolen , 01 hablar en
Lo /lomo doble del tempera-
mento filosófico y lo visión subversivo del amor del primero,
dice :
Sobre esto es útil citar, mós que o los poetas o o los misticos,
prec isamente o un filósofo como Hegel, gran maestro de los
oposiciones y los negaciones. En uno de sus escritos de juventud dice : "El amor excluye todos los oposiciones y de ahí que
01
escape
domin io de lo rozón ... Anulo lo objetividad y así
va mós olió de lo reflexión
En el amor lo vida se descubre
en ello mismo yo exen to de cualquier incompletud" El amar
suprime lo escisión . ¿Poro siempre 2 Hegel no lo dice pero
probablemente en su juventud lo creyó. Incluso puede decirse
que todo su filosofía y especiolmente lo misión que atribuye o
lo dialéctico - lógico quimérica-
no es sino uno gigontesca
traducción de esto visión juvenil del amor
01
Wolfgang Paolen, Eva Sulzer, Alice Rahon y César Moro,
México, años cuarenta
lengua je concep-
tuol de lo rozón .
que tonto maravillaban o Paolen y que rigieron durante algún
Madre
ágata!), en lo punto de Gaspé, cerco de lo Roca Percé. Allí ,
tiempo sus creaciones, como su muy bello cuadro
¿No podemos ver aquí yo claramente expresado lo formo de
lo paró bolo que tonto Breton como Paolen compartieron 01
participar en eso "gigantesca traducción " entre el amor y lo
Breton escribiendo desde lo madrugado hasta el mediodía dio
rozón ; uno parábola que tiene un pie puesto en lo inteligen-
formo en tres meses o su último poema mayar: Arcano /7
cia discursivo de lo ciencia y otro en lo pasión amoroso , y
Lo Roca Percé, que fue su faro , refugio e inspiración en los
que en lo cima se corono con el chispazo de lo intuición , lo
tiempos oscuros, es uno imponente formación rocoso que
revelación o lo iluminación 2
sirve de san tuario o millones de pájaros . Armand Hoog, en su
elogio o Breton , describe lo roca como uno inmenso estructu-
Porque, o pesar de que más adelante, en el mismo texto
Adiós al surrealismo -central poro comprender lo rela-
ro naturol horadado por un orco , que ejerció en Breton el
ción entre Breton y Paolen-, este último agrego : "Pero en
mismo inmediato encanto que convi rtiera el Montségur de los
1942, después de todos los sangrientos fracasos del materia-
cátaros en un emblema íntimo del surrealismo. Habrá que
de
lismo dialéct ico y lo dispersión progresivo de todos los
hacer notar que ambas formaciones rocosos tienen lo forma
' ismos', me parece que se impone lo má s riguroso verifica-
de uno parábola. Pero ¿cuál es lo parábola? ¿Qué dice esto
ción de todo teoría que pretendo determinar el lugar del hom-
parábola 2 ¿Cuál es el mensale bá sico de
bre en el unive rso, el lugar del artista en nuestro mundo .. ", es
Balakian , en su bello y muy completo biografío
evidente que Paalen estó hablando de uno disputo familiar ;
mago
Arcano /1? Anna
André Breton,
del surrealismo, intento ofrecer uno respuesto:
un desequilibrio dentro de un mismo platillo de lo balanza ; un
Arcona 11? Que en tiempos
cambio de estrategia en lo conquisto de lo anhelado "síntesis
¿Cuál es el mensaje básico de
integral".
de oscuridad toles como los que Breton estaba experimentan-
Hoy que recordar que paro 1942 -año de lo publicación
do, todos los mitos del mundo convergen
01
deletrear en sus
Adiós al surrealismo-- Paolen había posado yo por
jeroglíficos-emblemas uno hipótesis bási co y esperanzadora :
los experiencias transformadoras de sus vi ajes o los cuevas
que de lo oscuridad viene lo luz; que los únicos enemigos del
de este
de Altamira (1933), o Alaska y
(1939) - "un vi aje de reg reso
01
01
noroeste de Canadá
hombre son lo desesperación y lo resignación; que lo fuente
futuro", lo califico Paalen-,
de luz es lo rebeldía , y que lo resurrección es un hecho físico,
donde se dio su descubrimiento del arte totémi co de los Hai-
material, de lo vi da que es indestructible, como lo estrello de
dos Am bos encuentros le habrían confirmado, por un lodo,
lo moñona que vence o lo noche; los fuerzas que impulsan o
su fe indeclinable en lo creación (con minúsculas) y el poder
lo vida humano son el amor, lo libertad y lo poesía .
regenerador del arte; así como , por otro lodo, su intuición en
y aquí debo confesor que no resi sto el imaginar o André Bre-
el sentido de que el hombre no es ni puede ser el centro de
lo Creación (con mayúsculas), procurando siempre -por lo
ton en el extremo noreste y o Wol fgang Paolen en el extremo
demás-
disipar los molos entendidos: "Aún no se compren-
noroeste de Canadá como los puntas, o los asíntotas, de uno
de que el abandono de los conceptos antropomórficos no si g-
enorme parábola que, como un arcoiri s de lo más puro cepo
nifico que uno se vuelvo inhumano".
surrealista , se apoyara en codo uno de los dos coros de uno
En este sentido, ca be recordar que Breton , por su cuento ,
mi smo monedo de oro, haciendo en el nuevo mundo descu-
había llegado yo o conclusiones semelantes, como se puede
brimientos esenciales y confirmaciones de lo más alto impor-
leer en sus
Prolegómenos a un Tercer Manifiesto Surrealista o
no (escrito, por cierto , también en 1942 , año del AdiÓS)
tancia poro su arte y poro el arte de nuestro tiempo.
"Creo que no sería uno molo ideo , poro empezar, el conven-
táfora de
01
Lo parábola de Paalen puede verse también como uno melo vi da , donde el punto de inflexión sería esta vida
ser humano de que no es necesariamente el rey de lo
-m i vida en parti cular-, lo vida que vivi mos individualmente
creación ... ". André Bretan vio estos mismas intuiciones confir-
aquí y ahora . Desde este punto de visto , uno vida no sería
cer
más que lo porte vi sible o representable de un eterno regateo
mados durante su exilio norteamericano , y en sus viajes por
Canadá ,
01
entre lo calidad y lo cantidad , el arte y la ciencia, lo intuición
escribir lo que , muy probablemente, podemos
considerar su último obro maestro :
Arcano /7, en 1944 .
y lo rozón, o cualquier otro par de polos. Uno vida sería
como lo cresta, lo parte visi ble de uno
En el verano de 1944 André Breton y Elisa -o qu ien
010
en medio del mar;
había conoc ido según los leyes del azor obj etivo unos meses
los orígenes se perderían en los profundidades . Y aquí vuelvo
antes-
a Breton , que en el Segundo Mani fiesto Surrealista dice:
partiero n hacia los confines nórdicos del continen te
americano siguiendo o lo estrello polar. Después de un largo
y penoso via je - tal como lo describió Elisa- encontra ron
Todo nos conduce o creer que existe un cierto punto en lo
uno pequeño cabaña en Sainte Ag athe (¡los santo s ágatas
mente donde lo vida y lo muerte, lo imaginario y lo real , el pa-
Biblioteca de México
32
soda y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo
lo amaré siempre . Como tú también habrós de ser llamado o
bo[o, dejan de ser percibidos como contradicciones . Ahora,
sufrir en los tiempos venideros , quiero explicarte esto
sec como seo que llevemos o cabo lo investigación, nunca en"
de mi libro. He hablado de "un punto sublime" en lo monto"
01
final
contraremos otro fuerzo que motive los actividades de los su"
ña . Nunco deseé hacer de este punto mi morado. Ademós
rreclistas, que lo esperanzo de encontrar y fijar este punto
de que habria dejado de ser "sublime", yo habría dejado de
ser un hombre. Y por poco razonable que pareciera el querer
01
En otros palabras: todo vida -o, paro el caso , todo crea"
alcanzarlo,
ción, toda forma , toda obra- no sería -de acuerdo con las
He escogido ser el guío y, consecuentemente , he deseado
menos debo decir que nunca lo perdí de visto
premisas anteriares- más que uno manifestación visible de
ser siempre digno de este poder que, en lo dirección del
un sustrato infinitamente más vasto que es el sostén , oIfo y
amor eterno, me ha hecho ver y me ha otorgado el privilegio,
omega, principio y fin , de todo cuanto conocemos. Con lo
todavía mós raro, de
dar o
ver
ayudo de lo dialéctica de Hegel , como en Breton , o si n
Hegel, como en Paolen , nos encontramos aquí en presencio
Al hablar de André Breton y la parábola de Paolen, he que-
dar
a
ver,
de una verdadera parábola. Pues, como dijera André Breton
rido mostrar,
en su testamento literario a su querida hija Aube·
dos artistas que más tardaron en distraerse que en reconci"
la profunda coincidencia entre estos
liarse, pues hablaban el mismo idioma . "Pido mis excusas
Contra todo y contra todos habré mantenido que siempre es
-dice Paolen- pero estamos hablando del Todo, sobre el
lo gran llave. Lo que he amado, lo hoyo yo conservado o no,
que versa nuestro arte" .
Wolfgang Paalen, La lía del larol, 1947
Biblioteca de México
"Cuando César Moro llegó
Moro una prueba, "que tardó cierto tiempo en vencer." Sólo
a París, en 1925 -escribe
se conservan un poema de marzo de 1930, "A I'ocassion
André Coyné---, el Surrealis-
du Nouvel An", y otro de diciembre de 1931 , "On reve
mo como movimiento se en-
comme on sort le Dimanche ". Son sus poemas en francés
contraba en la edad de oro;
más antiguos.
más de veinte adherentes
Sin embargo, recuerda Coyné, Moro le contó alguna vez
acababan de firmar la de-
que le había confiado su primer libro a Paul Eluard , quien lo
claración de enero: 'El Su-
perdió durante un viaje por los Alpes. La prueba de ello se
rrealismo es un medio para
presentó en una carta de Eluard que Coyné hallaría entre los
la liberación total del espíri-
papeles de Moro:
tu', y los redactores de
La
Revolución Surrealista escri-
Mi querido Moro,
bían al Papa y al Dalai Lama mientras se inauguraba , en la
galería Pierre, la primera exposición colectiva de pintores su-
Estas líneas son solamente para manifestarle con qué placer estoy
rrealistas" .
leyendo y releyendo los admirables poemos del primer cuoderno
Moro se había embarcado a París con la intención de con-
que usted me ha confiado IBreton se ha quedado con el otrol
vertirse en bailarín profesional , para lo cuol parece haber te-
Son la poesía que me gusta por encima de todo . Diversos y siem-
nido especial talento -de hecho en París vivirá practicando,
pre sorprendentes. Pocos cosas pueden unirme tanto con lo que
la
entre muchos otros oficios, el de maestro de baile Allí , a tra-
aún conservo de mi juventud. Me dará
vés de su prima , Alina de Silva 1 -quien, recuerda Luis Car-
coso de tenerlos) me mandara más, aquí donde la vida es bos-
boites grandes o peque-
tante monótona y los enfermos burgueses que se arrostran por el
doza y Aragón, cantaba tangos en
ñas, y conocía a un buen número de gente del medio artístiCO-,
mayor alegría si len
lugar volen todavía menos que los moscos, pues no revien ta n tan
entra en relación con los surrealistas: Breton, Péret,
rópido
Eluard, Dolí. La fecha de ese contacto es 1928 . "Moro -se-
Créame muy sinceramente su amigo .
ñala Coyné--- se da al Surrealismo como a un vicio espiritual
para el que estuviera , desde un principio, predestinado"
ICardoza y Aragón dice que Moro
lo
[yen
pos/scriptum]
abrazó "no como in-
fluencia , sino como Patria") En efecto, es el único latinoame-
Vuelvo oIrededor del 10 del próximo mes: e intervendré con
ricano de la hora -en aquel momento se encuentran en
todos mi s fuerzas cerca del señor Laporte para que edite sus poe-
París, además del propio Cardoza, y entre muchos otros,
mos. Seria para mi un gran orgullo conseguirlo
César Vallejo, Vicente Huidobro, Alejo Carpentier, Miguel
Ángel Asturias- que se suma al movimiento, en cuyas reunio-
La relación entre Moro y Eluard lo, para el caso, entre Moro
nes participa , a veces escandalizando a los mismos surrealistas con alguna boutode2 .
y Breton) no sufrió merma por esa pérdida. Por el contrario, la
relación entre las poetas fue cada vez más cerca na , a tal
A partir de ese momento, el froncés sustituirá a la lengua
punto que Moro escribió sendos homenajes para Eluard y
materna y, con la excepción de unos cuantos poemas -par-
Breton , y que hacia 1934, ya de vuelta en Lima , organizara
ticularmente los de la serie de
La tortuga ecuestre, sobre los
un nuevo libro que se abría con la siguiente dedicatoria ·
que volveremos después-, toda su obra poética será escrita
en ese idioma. Desafortunadamente , no queda ningún
poema de aquellos años 3 Es posible, como supone Coyné,
que "esa decisión de
Estos poemos y su som bro
consecuente y su luz
afrancesarse" haya supuesto para
consecuente están dedicados
a André Breton
a Paul Eluard
1. La mujer de Alfonso de Si lva, el célebre pianista peruono y entroñable amigo de Vollejo, a quien Cardozo y Arogón recuerdo en
una de los mós hermosas evocaciones de El río.
2 . Al declarar que, si bien Édouard Herriot, biógrafo de Beethoven y uno de los jefes del partido radicol socio lista Ipresidente del
consejo de ministros en 1924-1925 y en 19321, a quien los surreolistas detestaban, era un harrible reaccionario, debío, no obstante,
con la infinito odmiroción de
Césor Moro
"El único poema que Moro publicó en París -acudo siempre
a Coyné- fue "Renomée de I'amour" , en
haber sido un bel homme
3. "Es notural ---Dpunto Coyné- que no subsista ninguna muestro
del trabajo de Moro en 1929; no lo es que resulte tan escosa la colecto referente a 1930, 1931 , ya lo primera mitad de 1932"
Service
de la Revolution"4
4. Números 5-6, 1933 .
Biblioteca de México
35
Le Surreolisme ou
01
(los memorias de Cardoza y Aragón indican que MOío y
Perú . A finales de septiembre de 1933 viajo o Londres paro
Lazo se desplazaban en los mismos círculos!, Moro hoyo tra-
Luego de ocho años en Fra ncia , Moro decide regresar
Rímac, en el que llegará
bado relación con Xavier Villaurrutia y, o través de éste, con
al Callao o mediados de diciembre. Poco antes de embar-
el medio cultural mexicano. Moro vino a México por avión a
embarcarse en un barco peruano, el
car, se entera por Maurice Henry que Breton quiere homena-
mediados de marzo de 1938 , y para mediados de abril ,
jear o Vialette Nozieres, protagonista de un parricidio que
cua ndo llega André Breton, conoce ya a mucha gente -al
menos así lo hace suponer la primera colaboración destaca-
conmovía o Francia, y envío un escrito muy breve que formaría porte del libro que aparecería en Bruselas
01
da de Moro en nuestro medio literario: la media docena de
año siguien-
poemas surrealistas traducidos y presentados por él para la
te. Éstos, y un par de colaboraciones sin firmo - lo respuesto
o un cuestionario y uno adhesián crítico
01
edición del 10. de mayo de
Congreso Interna-
Letras de México, además de un
poema suyo, titulado "And ré Breton", fechado en el mes de
cional contra lo Guerra-, son sus intervenciones en los publicaciones surrealistas de esos años, si bien su participación en
abril y que, por cierto, se cuento entre sus pocos poemas es-
los actividades del movimiento no se reduce o ellos.
critos en español :
Moro, pues, vuelve o limo , donde anudará uno amistad
fundamental con Emilio Adolfo Westphalen, siete años menor
Como un piano de cola de caballo de cauda de estrel las
que él , quien acabo de publicar el hermosísimo libro de poe-
Sobre el firmamento lúgubre
mas
Los ínsulas extrañas . Juntos organizarán , en mayo de
Pesado de sangre coagulada
1935 , lo primera exposición surrea lista de América Latina
Arremolinando nubes arcCTiris falanges y planetas y miríadas
(cuyo catá logo dará pie a la célebre polémica entre Moro y
de aves
Huidabro!, y editarán, desde finales de 1936 hasta princi-
El fuego indeleble avanza
pios de 1937, un boletín clandestino en favor de la Repúbli-
Los cipreses arden los tigres las panteras y los animales nobles
ca española , CADRE ~omité de Amigos de lo República
se tornan incandescentes
Española-, cuya publicación se verá interrumpida por perse-
El cuidado del alba ha sido abandonado
cución policial. (Hoy que recordar que en aquellos años go-
y la noche se cierne sobre la tierra devastada
bernaba el Perú el dictador Sánchez Cerro, quien reprimía
todo lo que oliese a "izquierdas") . Moro y Westpha len van o
La comarca de tesoros guarda para siempre su nombre
dar o lo cárcel. En ello , ambos deciden salir del Perú . Al
Lo coincidencia de ambos hombres en nuestro país debe ha-
salir, Westpha len dirige lo siguiente carta o Alfonso Reyes:
berles sido especialmente afortunado; no sólo se troto de amigos que vuelven o encontrarse, sino de amigos que se reen-
lima , 4 de marzo de 1937
cuentran en condiciones en los que cada uno resulto de enorme apoyo paro el otro. No dudo que lo presencio de Breton
Muy estimado señor Alfonso Reyes :
en México, pese a todos los ataques en su contra, hoyo signiAlgunos amigos míos que tuvieron oportunidad de tratarle persCT
ficado un espaldarazo paro Moro, por lo menos frente o un
nalmente, me d ijeran después de la buena opinión que usted
sector del medio cultural de México, y que Moro hoyo fungi-
tenía de mí. Este conocimiento es el que me impulsa a escribirle
do como un entusiasta introductor de lo obro y lo persono de
Breton ante gente que nodo o muy poco sabía del surreali sta .
estas líneas
Asimismo, me parece muy probable que Bretan hoyo traído
Hace un par de meses, y parque la palicía , según declaración
Traiectoire du reve (aparecido en
que a mí mismo hicieron , llegó a enterarse de "mi manera de
consigo un ejemplar de
pensar", me tuvieran prisionero durante 36 días. Naturalmente,
marzo) y se lo haya regalado a Moro, ya que en octubre éste
usted puede suponer que las acusaciones que me hacían eran
escribe una breve nota sobre el libro de Breton -ignoro si
tan fantástica s como metafísicas las premisas que les llevaron a
fue publicada- en la que señala que "muchos, a su paso
ellos. Solamente par la influencia que algunos amigos pudieron
por México, prefirieron cerrar los ojos y abrirle camino en
ejercer sobre las autoridades se consiguió, después de serias difi-
medio de la frialdad y la incomprensión más absolutas".
cultades , mi libertad . Pero, como temo mucho que en cualquier
Hasta ese momento por lo menos, Moro y Westphalen
momento puedan presentarse las mismas circunstancias, y ade-
tienen a Breton (según palabras extraídas de la corresponden-
más, como "mi manera de pensar" no es modificable a voluntad
cia de éstos!, como "la mente más lúcida que hoya prodUCi-
y aprecio demasiado mi libertad , me ha parecido conven iente
do este siglo". En los años siguientes, la cercanía entre Breton
dec idirme a expotriarme .
y Moro es muy grande, como lo demuestra lo realización, en
El próxi mo mes pienso portir pora M éxico . Ahora bien , lo que
febrero de 1940, de la Exposición Internacional del Surrealis-
deseaba sol icitarle es lo siguiente: si usted pudiera darme algu-
mo, consecuencia directa del paso de Breton por México,
nas cartas de presentac ión y recomendac ión poro determinadas
que organizan Moro, WoIfgang Paalen y, a la distancia , el
personas que pudieran serme de ayuda a mi llegada a su país
propio Breton .
(Por cierto, la Exposición, alojada en la Galería de Arte
Yo no sé si usted se hallará di spuesto a acceder a mi sol icitud
En todo caso, le ruego me di sc ulpe por las molestias que le oca-
Mexicano, dirigida por Inés Amor, fue un acontecimiento más
siono .
social que cultural. Ba staría con decir que fue inaugurada con
un discurso de Eduardo Villaseñor, subsecretario de Hacien-
Sinceramente, le expresa su consideración y aprecio y le salu-
da , pero, además, hubo algunos rasgos extraños e incoheren-
da a tentamente,
E. A. Westpha len
tes, como la peyorativa división de los exponentes en "mexi-
¡O los cuatro días! --eficaz correo de enton-
canos " e "internacionales" , y la inclusión de pintores que
nada tenían que ver con el surrealisma5 Conociendo lo posi-
con, según rezo su respuesto , dos cartas de recomen-
ción de Moro con relación a estos asuntos, cabe suponer que
Reyes contestó
ces-
dación, uno paro Genaro Estrado y otro que se ha extravi a-
la responsabilidad de todo ello haya sido de Inés Amor,
do, pero el propósi to de W estphalen de ven ir o vivi r o nues-
quien probablemente haya impuesto algunas condiciones a
tro país sólo habría de cumpl irse cuarenta años más tarde
los organizadores en tanto que dueña de la Galería. A raíz
cuando, en vez de expatriado, llegó aquí como consejero
de la muestra , Cardoza y Aragon publicó en
El Nacional un
cu ltural de lo embojado peruano .
Moro en cambio sí vino o M éxico . Es probable que a tra-
5 . Sobre estos aspectos abunda Luis Mario Schneider en su libro
México y el surrealismo (1925-/950), pp . 172-1 87
vés de Agustín Lazo, o quien seguramente conoció en París
Biblioteca de México
36
feroz ataque contra el surrealismo. la muestra dejó una estela
de revuelo y hubo muchas otras reacciones en contra , entre
las que destacan , no sin buenas razones, la de Jorge C uesta
y la de Octavio Paz) .
André Coyné señala que ya para entonces se ha dado un
primer enfrentamiento entre Moro y Breton : "Por razones de
orden tóctico , el pintor Diego Rivera se encontró asoci ado a l
manifiesto 'Por un arte revolucionario independiente' , redactado por Breton y Trotski ; Moro conocía al personaje, con su
vanidad 'megalo-mitoparanoica ', y desconfió de antemano
de una causa que sentía la necesidad de movilizarlo". En
efecto, Moro, quien siempre rechazó toda pintura que tuviera
aire de indigenismo, desconfiaba de Rivera , a quien ya conocía de París . Sin embargo, por lealtad a Breton, se adhi ere a
la FIARI , la Federación Internacional de Arte Revolucionorio Independiente, creada por Trotski y Breton a raíz del M anifiesto.
Por cierto que 1938 es un año decisivo en la hi storia de
M oro. Aunque es muy poco lo que se sa be al respecto, al
poco tiempo de su llegada a M éxico se en amoró de un
joven militar llamado Antoni o
A. A. , con quien sostendría
una
relación durante cerca de ocho años hasta que, como todo
parece indicar, luego de haber tenido un hijo, Antonio decidió romper con Moro hacia finales de 19456. Antonio es el
destinatario de los extraordinari os poema s amorosos de
tortuga
Lo
César Moro,
ecueslre, que sólo habría de imprimirse póstumamen-
Sin título, 1954
te, al igual que de otro espléndido poema llamado "l ettre
d'amour", publ icado también de manera póstuma .
Todo indica que Moro escr ibió
ba , en toda circun stancia, hacia lo mós noble, lo mós autén ti-
La torluga ecueslre -para
co, libre de consignas o de fórmulas. Se daba cuenta de que
mi gusto, el mejor de sus libros- llevado por un a utén tico im-
el Surrealismo ha bía marcad o la época porque recogía y
pulso pa sional. Es una serie, tan breve como poderosa , de
exaltaba valores milenarios postergados, cuand o no olvida-
trece poemas que, como ha visto muy bien Julio O rtega , con-
dos, po r la llamado 'c ivilización', pero no excl usivos del
juga rebeldía , hedonismo, ascesis, lujo verbal . Esc rito entre
grupo, sobre todo cuando la calidad de quienes se incorpo-
1938 y 1939, es el único libro de M oro en español . Uno
raba n a éste había bajad o sensiblemente".
puede suponer que M oro volvió al idioma materno po rque
l a reacc ión de Moro susc itada por el número 4 de WV
era el idioma de Antonio, el id ioma en que se expresaba su
- revista en la que jamós intentó siquiera colaborar-, publ i-
pa sión. Comenzó a redactarlo en San luis Potosí, en donde
cado en febrero de 19 44, no es muy d istin ta de la que un
Antoni o había sido destacado, y term inó de escri birlo en la
a ño mós tarde le llevaría a reprobar el libro de Breton
ciudad de M éxico.
17 Si n embargo, en la primera sí se d isti ngue una vol untad
El encuentro de Moro y Breto n en México se da entonces
Arcane
de mesu ra y conciliac ión que no se encuen tra en la segunda ,
El Hi¡o Pródigo, el
en un año decisivo para las vida s de ambos, tanto en lo so-
publicada en el número 30 de
cial como en lo íntimo, y ello tamb ién conduce a pensar en
tiembre de 19 4 5 . Tal vez a causa de su temprana admira-
15 de sep-
1938 como el momento mós alto de la ami stad entre los dos
ci ón hacia Breto n, Moro no llegó a publicar -por su redac-
poetas. A partir de entonces comenzará un proceso de dis-
ción no parece, de hecho, mó s que un mero borrador- el
tanciamiento que se acentuaró en la med ida en que, como
texto que escribió a raíz de ese número de WV. Creo que
dice Coyné, "Breton parecía prestar cada vez mós atención
por ello vale la pena reproducirla in 1010:
a surrealista s improvisados de tal o cual país de América , jóvenes mó s aprovechadores que aprovechados, que 'tomaba n
Puede parecer, más que osado, insolente nuestro empresa de
el viento' y engrosaban las filos del movi mien to tan sólo en
aclarar posiciones o movimien to de tal envergadura, de prestigio
busca de fama inmediata . M ós sensible al va lor humano de
tal como el surreal ismo. Durante muchos años constituyó nuestro
cualquiera que a la palabra doctrinal, Moro no ad mitía esas
rozón de ser con lo luminoso ceguera que do el amor entrañable.
Nunca hubiéramos soñado siquiera que un día deberíamos opo-
debilidades" .
"Por otra parte -es Coyné quien sigue habla ndo-
ner serios ob jeciones y manifestar nuestro desacuerdo severo con
se
el su rrea li smo.
había ligado de una amistad entrañable, total , con hombres
y arti stas como Xavier Villaurrutia o Agustín lazo, que, si bien
El último número de VVV no hoce sino acentuar lo urgencia de
simpatizaban con algunos aspectos del Surrealismo , nunca se
decir de uno vez por todos que no bo sta el deseo, ni lo persisten-
adhirieron al movimiento [ ... ) En 1944, después de la publi-
cia , poro arrogarse el derecho de convencer y pretender dirigir
cación de un nuevo número de WV, revista surrealista hecha
lo conciencio de los hombres lúcidos de esto época
en Nueva York, M oro escribió una nota aclaratoria en que
Uno de los más graves reproches que debe hacerse 01 surrea-
denunciaba c ierta pérdida de luc idez de los surreal ista s,
lismo es el haber descuidado llevar o sus últimos consecuencias
'errores' de Breton , el oportunismo de algunos artícu los y, no
uno de sus más importantes aportaciones 01 acervo literario, artís-
obstante recuerdos comunes, ratificaba su desacuerdo y su
tico, humano, par mejar decir: el empleo del psicoanálisis como
ruptura . Desde entonces, apartadode todo movimiento defini-
medio de expresión del espíritu humano dentro del terreno hasta
entonces nebuloso de lo actividad estético. Ésto no es uno afirma-
do, se guiaría únicamente por el impulso natural que lo Ileva-
ción en el aire, no es uno caprichoso aseveración sin fundamento. Basto referirse , entre otras cosos, o Recherches sur lo sexuolité
6. Véase lo corto de César Moro o Em ilio Adolfo Westpholen, fechado el 15 de noviembre de 1945, en Vida de poeta. Algunos cor-
en uno de los últimos números de Lo Révolution Surréoliste, en que
el tono conminatorio no bosta o ocultar lo carencia del surrealis-
tos de César Moro escritos en lo ciudad de México entre 1943 y
1948.
mo fren te 01 problema grave de lo sexua lidad en el siglo XX,
Biblioteca de México
37
digna consecuencia del hipócrita siglo XIX; al mismo tiempo men-
algunos tales capacidades poéticas, tal sentido de humanidad en
Trajectoire du (eve, libro en que los textos que no son
lo que éste tiene de dinámico y rebelde . Pero las circunstancias
enteramente poéticos y pretenden definir científicamente el sueño,
actuales son tan agudamente apremiantes que ya na es pasible
cionaremos
son de una banalidad agradable o lo sumo: texto de Breton ana-
aceptar lo que antes pudo parecer más que suficiente para las
lizando ¡?I un sueño en el cual queda en la más perfecta oscuri-
circunstancias de entonces. Ahora es imprescindible mayor cuali-
dad la parte verdaderamente impartante del sueño; texto de Pie-
dad. A una revista que no añade nada al prestigio del surrealis-
rre Mabille en el que la misma imagen con que empieza dicho
mo preferiremos siempre un libro de Breton o de Péret, una activi-
texto ¡"elefante recamado de oro, fakires ", etc.1 basta para quitar-
dad que correspande menos al desea de
actualidad.
le toda eficiencia como texto explicatorio o crítico de la actividad
onírica _ En el último número de WV leemos en un artículo de
Es curioso que la clara conciencia que Moro tenía del peso
pensee est une et indivisible, que "es preciso conservar
de la sexualidad no lo hubiera llevado antes a enfrentamien-
los conflictos", etc_ Semejante afirmación es par lo menos arbitra-
tos con varios de los surrealistas que, como Eluard , Péret y el
Péret, La
ria _ El conflicto debe ser suprimido, barrido, an iquilado_ Cuando
propio Breton, eran incapaces de reconocer sin resquemores
menos a eso ha tendido toda actividad humana; aun , para ha-
el amor homosexual. Pero Moro jamós llegó a los grados de
blar de lo más elemental, la iglesia ha tratado, estúpidamente, es
beligerancia de contemporóneos suyos como Raymond Radi-
cierto, de resolver el conflicto par el simulacro de la confesión_ En
guet o Salvador Novo.
Arcane
1944 leemos en la revista del surrealismo de la que tanto espera-
17 es publicado en Nueva York a mediados de
mos y aprendimos semejante monstruosidad_ Quiere decir que el
1945 . Como otros libros anteriores, Breton también le envía
rigor no es lo primordial de las preacupaciones del surrealismo
éste a Moro. Al leerlo, es fácil percibir que se trata de un
actual. A otra cosa nos tenía acostumbrados el surrealismo_ Pero,
libro lleno de esperanza al término de una' guerra terriblemen-
¿par qué callar mós tiempa algo que salta a lo más ligera actitud
te cruel, que tiene como motor el amor de Breton por Elisa .
crítica? El surrealismo ha ido perdiendo su lucidez. Sus elementos
De manera que al leer la cáustica nota que Moro le dedica
humanos no han sucumbido menos que otros elementos humanos,
en
se entiende naturalmente a partir de cierta a ltura _ Aun en el terre-
va . A Moro le irrita particularmente una afirmacián de Breton
no artístico no será necesario insistir sobre el grave error de Bre-
en la que éste insistirá a lo largo del libro: "« Encontrar el
El Hi¡o Pródigo
uno se pregunta si no es un poco excesi-
ton al descubrirnos la imaginación de un Max Ernst y la técnica
lugar y la fórmula' se confunde con ' poseer la verdad en un
de un Renoir reunida s en un solo e indivisible pintor _ ¿Hasta cuán-
alma y un cuerpo>; esta aspiración suprema basta para de-
do pues pasar en silencio tales equivocaciones en quien había-
sencadenar ante ella el campo alegórico que pretende que
mos puesto nuestra entera confianza lúcida? ¿Por qué no decir de
todo ser humano haya sido lanzado a la vida en busca de un
una vez que el ataque a Nietzsche en estas momentos puede ca-
ser del otro sexo y de uno solo, que en todos los sentidos le
lificarse de siniestramente opartun ista? No está de más recomen-
esté emparejado, hasta el punto en que el uno sin el otro
aparezca como el producto de la disociación , de la disloca-
dar al señor Duthuit la lectura seria, honrada, inteligente de Nietzsche. En el número 3 de
Cuadernos Americanos, abril 44, encon-
ción de un solo haz de luz".
trará el señor Duthuit respuesta cabal en el excelente y profundo
Para Moro, la idea es inadmisible: "Desde luego la afirma-
artículo del señor Adolfo Stern. No es pos ible comprender a
ción de que todo ser humano busque un único ser de otro
Nietzsche llevando tanta telaraña en el espíritu como lleva el sr.
sexo nos parece tan gratuita, tan obscurantista, que sería ne-
D., ni ocultar la indigencia espiritua l bajo el lenguaje normalista
cesario que el estudio de la psicología sexual no hubiera
de un Caillois; esto no quiere decir que prefiramos la necedad
hecho los progresos que ha hecho por poder aceptarla o pasarla por alto siquiera. ¿Acaso no sabemos, por lo menos teó-
automática del bebé Cadum del surrealismo
Mientras el hombre no tenga concienci<;J total de sus propios
ricamente, que el hombre persigue a través del amor la satis-
problemos íntimos, de su sexualidad bien o mal orientada, mien-
facción de una fijación infantil más o menos bien orientada,
tra s no sepa a qué obedecen ciertos reflejos condicionados psí-
más o menos aceptada por el super yo, por la sociedad?
quicos, no podrá pretender ser guía ni resolver en lo esencial los
¿Quita esto algo al amor, no lo enriquece más bien de una
conflictos colectivos. Al surrealismo corresponderá haber plantea-
especie de fatalidad dramática determinándolo ya desde la
do con mayor valentía tales problemas sin haber, desgraciada-
infancia?" .
Pero a Moro no le falta del todo la razón . Más allá de po-
mente, como antes lo decíamos, llevado a sus últimas consecuen-
Arcane
cias tol búsqueda. Queda pues entendido que hasta nuevo aviso
siciones interesadas, es fácil advertir que
correspande al psicoonálisis la liberación de la libido y par consi-
libro carente del brío de otras obras del mismo Breton . En su
Arcane
17 es un
guiente del individuo y de la colectividad . Nada es más urgente
análisis en torno de
que el psicoonólisis de los líderes. Pues , ¿cómo hombres que aún
una obra extremadamente ética. Hoy por supuesto ataques
17, Anna BoIakian señala : "Es
no han resuelto sus propios problemas, que par lo tanto no pue-
de paso contra ciertas .instituciones, característicos en Breton :
den tener sino una visión parcial y ferozmente individual, condi-
la escuela, la familia, lo iglesia , el ejército, la banco, las fá-
cionada par su carencia frente a la realidad , pretenderán un arre-
bricas. Pero su enfoque del futuro es benigno y personal ; el
glo, una especie de poda de las rama s inútiles, del bosque fron-
amor, recapturado , se desbordo en una inmensa compasión
doso de los prejuicios? Triste espectáculo el del conductor extra-
hacia la humanidad : 'Es en el amor humano donde reside
viado en su propia oscuridod y, más que triste, dramático, pues
todo el poder regenerativo del universo'''.
El propio Breton apuntará un par de años más tarde, en
en él se revelo en su clímox el problemo urgente de nuestro intimi-
miere naire,
dad colectiva . No se trata yo , pues, de paliativos cuando los te-
lo breve
addenda
que cierro
Arcane
Lu-
17: "Sé
toumant del camina
que como aventura esta visión ha podido parecer estrecho y
para lanzar su tinta de calamar oscureciendo toda manifestación
arbitrariamente limitadora y durante largo tiempo he carecido
rrores infantiles agazapados esperan a cada
intelectual , pangamos par caso, y hacienda que el debate se pro-
de argumentos válidos paro defenderla , cuando acontecía
longue inúti lmente. El arte, la estructura social , dependen de la lu-
que chocaba con la de los escépticos y aun con la de los li-
cidez psicológica . ¡Quién no ho experimentado el terrible desier-
bertinos más o menos declarados. Cosa chocante, he podido
to estéril que a veces nos ofusca impidiendo toda manifestación a
verificar a
pesar del oleaje tempestuosa que hierve interiormente!
brevenidas en el surrealismo, y que han tomado como pretex-
posteriori
que la mayor parte de los querellas so-
to divergencias políticas, han sido determinadas no por cues-
N o queremos que par un instante pueda parecer esta pequeña
nata cama un resultada de animadversión alguna , o de un espíri-
tiones personales, como se ha insinuado, sino por un irreducti-
tu de singularización absolutamente ajena a nosotros. Sobemos
ble desacuerdo en este punto".
Por su porte, Moro estaba coda vez más cerco de la idea
lo que debemos al surreal ismo. Raramente se reunieron en grupo
Biblioteca de México
38
Por prill1e a vez
SE ACUERDAN DE
HEROÍNAS
Los aviadores desconocidos
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Un Revolver
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César Moro, Por primero vez, ca. 1935
de Pierre Reve rdy de que el hombre es "imperfectible
01
infi"
un lodo el fundador del Surrealismo le pidiera en 1955 que
nito". Tras su ruptura con Antonio, decide volver o Limo ,
dirigiera en limo uno encuesto sobre 'Arte Móg ico', organizo"
donde pasaró los últimos ocho años de su vida en "Limo , lo
do en París, y por otro, om itiera mencionar o Moro entre los
horrible", como él mismo bautizó o eso ciudad que lo deseo"
organizadores de lo Exposic ión Internacional de México en
naciera .
los 'Efemérides surrealistas' que acompañan lo reedición de
"Moro -ind ico Coyné- siguió recibiendo codo libro de
Breton pero disentía con frecuencia; lo que explico que por
los manifiestos. Pequeñeces de un gran hombre que o veces
se olvido de ser gran señor"
Blhlioleca de Mé_\Iw
LUIS VICENTE DE AGUINAGA
La víspera
El vivero Rochford embarcó un cargamento de palmeras en el
Titanic rumbo a los Estados Unidos. Las palmeras se hundieron
con la nave en su viaje inaugural en abril de 1912.
George Seddon:
El libro guía de las plantas de interior
Mil novecientos doce: aquí
no pasa nada, y lo absoluto
gobierna los muelles con el demorado rencor
de un viejo navegante borracho.
El trasatlántico despierta en olor de santidad
y como un ángel obeso, ante la bruma,
se hace transparente.
No ha zarpado
y ya jugue[ea con el prestigio
de los buques fantasmas.
No se ha dejado envolver --diríamospor los angostos pasillos de lo abierto.
La primavera de Southampton
difícilmente abarca el júbilo del monstruo
que nace todavía. Toda la noche
pensó en aguas y en corales; todo el tiempo
sintió que delicadas vibraciones
recubrían su cubierta: el sueño
pasó de las aguas a los himnos
y en el coral burbujearon mieles consagradas.
Mientras, ahí abajo,
un pulcro ejército de peones
lo rellenó de aceites y de almohadas,
de pararrayos y palmeras
notoriamente insólitas. ¿Quién dijo
que al abordar la nave, al ocupar los camarotes
arranca el Día Verdadero?
Lo demás es historia, y la historia (se sabe)
no tiene poco de monótona:
el iceberg,
los diarios, el olvido. Ante lo cierto
es mejor abstenerse:
los pararrayos,
las almohadas , los aceites
flotaron
o calentaron la espera de los muertos
o dirigieron el brillo de la espuma,
y las palmeras
--desconocidas y flexibles, como un ríoiluminaron el óxido perpetuo de las algas.
Btbltoteca de MéJdco
INVITACIÓ N A UN JUEGO
M a ntrana es un d o min ó e n e l
plano y el espacio. Se juega con
máximas llamadas "piedras".
El juego es colectivo y en co rrespondencia. Los participa ntes son el
director y sus ayudantes y cualquier
cantidad de jugadores.
Al principio, el director construye
un juego de cien piedras. Las piedras se mezclan y se extienden una
tras otra. Éste es el trazo o lo dispuesto. Se lleva a cabo po r medio
de avisos sucesivos. Los participantes no tienen necesariamente que
aprobar el contenido de las piedras,
que represe nta n un punto de pa rtida y só lo debe n provocar una reacción. Los jugadores pued e n co mpletar o continuar el trazo con inserciones. Puede n estar de acuerdo
con sus motivos o contradecirlos.
Asimismo, es posible el repa rto de
piedras que represe nten insercio nes
propias. De esta forma , el dominó
se extiende en ramificaciones a lo
largo de la superficie . Mientras más
jugadores haya, más inserciones se
presenta rá n y m ayor e s paci o se
podrá cubrir. De la misma mane ra ,
los motivos mostrarán su fuerza de
atracción.
Las piedras tienen la form a de
máximas sucintas, que expresan experiencias o puntos d e vista. Po r
regla , están comprendidas e n una
frase. Su e xten s ió n n o debe se r
mayor de tres frases. Debe n se r independientes en sí, compre nsibles
en sí mismas y sin refere ncias polémicas.
El directo r, asistido por sus ayudantes, revisa las piedras prese ntadas pero no las califica, supo niendo que tie nen sentido e n sí mismas y que co ntienen e l peso y la
forma según el punto. Al directo r
tampoco le corresponde hacer ningún juicio ético o mo ral, ni ponderar la veracidad de la s pi e dras,
sino sólo aprobar su eficacia fo rmal , su sufici e nte precisi ó n , s u
"rectangularidad ".
Las piedras pueden colo ca rse
según c ualquier sistema y d e sde
cualquier punto. Deben atenerse a
temas generales, en el sentido d e
que deben excluir referencias especiales. Por eso , los hechos políticos,
sociales, históricos y sicológicos no
vienen al caso ; sin embargo , podría
pensarse que inserciones posteriores se extendieran a ellos. Fundamentalmente, todo lo conme nsurable debe ser excluido.
Por lo ta nto , una palabra como
átomo sólo puede ser aceptad a
fuera del significado físico, Vía Lác-
tea fu e ra d e l as tro n ó mi co , tabú
fu e ra d e l s ico lógico , célu la fu e ra
del bio lógico. A leja ndro es posible
como p e rso na je mítico , no como
histórico. No de be n e mpare nta rse
palabras que esté n ligadas o hayan
sido ado ptadas po r sectas o círcu-
que res ide e n p rodu cir un fo ndo
ve rdade ro e impo rtante o un a experie ncia de vida e n una forma reducida . El jugado r notará que ese esfue rzo no sólo lo distrae de las obligad as ideas d e l tie mpo , sin o qu e
e je rce un efecto benéfico e n sí. El
día, en que po r una ho ra se reemplace por acto a la vez contemplativo y pro du ctivo , n o se p e rd e rá .
Co n un a prác ti ca pro lo nga d a se
acercará a una condición, en la que
las piedras se "corresponde rán".
En el transcurso del juego , y con
su desa rrollo , surgirán fines posterio res.
MANT RAS
Le ja nía de Dios e n la vida , nunca
en la VIDA.
los; refranes y citas sólo cuando se
les confie ra una inte rp retació n o riginal. La fó rmula simple es la más
difícil d e elegir, como , fin alme nte,
e l jugador simp le será más adecuado para el juego. Cualquie ra puede
jugar.
Si se ha reunido un número suficie nte d e pie dras , se saca n d e la
serie y se pone n juntas. La mane ra
de junta rlas de pe nde de los contenidos y de su de nsidad . Puede ser
to pográfica , a modo de ma pa. Ento nces daría un pa no rama de acopio de ideas , que ocupan a un círculo de ho mbres fue ra de la actualidad .
Tambié n se puede n juntar a rquitectó nicame nte , al cubrir los distintos espacios con piedras como un
mosaico. Los espacios pueden estar
separados , re legarse unos a otros o
dispuestos alrededo r de un centro,
de pe ndie ndo del tipo y e l núme ro
d e piedras. Des pu és de juntar las
pi e dras po r prim e ra vez , pu e d e
continuarse e l juego o ampli arse a
más te mas.
Si no se consigue conjunta r las
pi e dras , qu eda una colecc ió n d e
a fo ri s m os ace rca d e la vida y la
mue rte . Qued a e l valo r didáctico ,
Las cabezas que especul an ace rca
de si puede habe r vida en los astros, no tie ne n idea de la VIDA .
Si nuestra cie ncia fu e ra posible por
gene ración espontánea , creació n de
la vid a a p a rtir d e lo in a nim ad o ,
sería una prue b a de l alca nce , de l
pode r de la VIDA.
La vida está e n los orga nismos; la
VIDA tamb ié n e n la mate ria. Po r lo
ta nt o, los o rga ni s m os v ive n y
VIVEN ; lo qu e llamamos mue rte , es
un paso d e l estad o meta fó rico al
arca no .
En un asce n so a l mund o d e la
nieve , la visió n se to rna más simple, cristalina. La VIDA habla más
clarame nte.
El hie lo ete rno. Un de pósito inconm e ns urab le de ca lo r , de fu e rza
a mato ria.
Los arroyos y las corrientes puede n
fom1ar lagos , e n los q ue juguetean
las tru chas , o p antanos que ex pide n exhalac io nes vene nosas. Pe ro
no h<ty' ag ua q ue no desemboq ue
e n e l ma r.
La tie rra es fo ndo y o rigen , patria
te rre nal y luga r cósmico , matria y
patria.
Donde se vene ra a la tie rra , el sol,
las estre llas como di oses , exp e rime nta n un a ume nto de aparie ncia.
El á rbo l d e la vida ti e ne co p a y
raíz, humus y a ura, mundo genealógico y espiritual.
Ernsl Jünger, el mayor de los hermanos, con
Hanna, Friedrich, Georg , Wolfgang y Hans
Biblioteca de México
41
Cua ndo aún no he mos nacido, ten e m os ya ó rga n os p a ra la v id a;
cuando nacemos , órganos para la
VIDA.
Somos, al mismo tiempo, embriones de un estado superior y semejantes a aquellos que conciben ese
estado.
gue a la vida a la velocidad de la
luz, le queda siempre un paso adelante. Se adhiere como sombra a su
rastro.
La VIDA está fuera del tiempo y se
extiende hacia el tiempo. Cuando
la muerte llega , retrae las antenas.
Vemos a la muerte como ladrona ,
como sustractiva, cuando en realidad es la gran divisora. A la vida
o pone la VIDA, y queda el resultado, si la vida fue larga o corta ,
grande o pequeña, buena o mala:
el UNO indestructible.
Atravesamos la genealogía de
nuevo en sentido contrario, regresamos al origen. Que los ancianos
se vuelvan niños es un principio.
En el momento de la muerte , el individuo se convertirá en el punto
de interés de la historia; calladamente lo rodearán lo intuido y lo
no nacido.
Miríadas de células, de individuos ,
de soles, son reflejo de UNO en la
luz , son sus baños en el mar numérico. Se desvanecerán cuando la
lu z se extinga y la LUZ empiece a
brillar.
El ojo se rompe; ya no requerimos
lentes.
"Más luz " en el momento de la
muerte sólo puede significar: LUZ .
Estamos en e l infinito como nadadores en el mar. Lo dejamos mientras nos hundimos o ganamos tierra
firme .
Un vaso de agua regado en el mar:
queda la forma sin contenido, contenido sin forma . Un momento de
dolor, de nostalgia , acompaña la
pérdida. Le s igue e l gran enlace
con el mar: ahora la patria en todas
partes.
Tambié n el e njambre de cachipollas
efímeras, al que se lleva el viento ,
tiene patria intemporal , seguridad
intempora l.
La vida no es sólo duración , sino
también destino al contenido. Contenido y duración se correspond e n
como cuadro y marco de una obra
de arte.
Muerte y naci mie nto. Co n eso , el
individuo paga su entrada y su salida , sin importar qué obra se represe nta. No hay repetición ni reclamación.
La vida , la lu z y la dicha deben ser
destruidas alguna vez como muletas de l mundo mate ria l. Nuestra luz
es sólo la sombra de o tra luz, nuestras palabras son un eco de la palabra más allá del tiempo . Alguna vez
debe a rriesgarse e l salto.
Cuando la muerte se acerca a la velocidad del rayo , pensamos que la
vida no pue de escapársele. Sin embargo , no se trata de velocidad . La
VIDA está fu e ra del tiempo . Provoca la fu ria de los demonios.
También cuando la muerte persi-
Sólo nos sorprende la entrada de la
muerte, no la muerte misma. Por
un momento estamos aterrados ,
como si nos despertaran. Entonces
sabemos que ha llegado la hora de
levantarse. La conocíamos durante
todo el sueño, durante la larga
noche.
La VIDA está también fuera del espacio y se yergue hacia el espacio.
Si la muerte entra en la casa, sólo
e ncuentra al administrador. Impele
a las vanguardias, que se repliegan
frente al poder principal.
La VIDA Y e l cuerpo no se refugian
temporal ni espacialme nte; son incongruentes. "Al guien no está realmente consigo" ---eso significa, más
o me nos , que no ha abandonado el
c uerpo. "Morir de miedo " -eso
significa aba ndonar voluntariamente la casa antes de que lo desaloje
la fu e rza bruta .
Estamos acos tumbrados a ver la
muerte como la causa que, ya sea
por enfermedad o por accidente,
acaba la vida. Eso es un error; es
más bien la vida la que llama a la
muerte, cuando quiere entrar a un
nuevo estado.
Cuando mo rimos, seguimos un instinto. Ésa es una de las causas por
las cuales con la civili zación crece
también la lo ngevidad .
Morir es también un arte , un deber.
Plotino en su lecho de muerte : "Trabajo para liberar a la divinidad ".
Cuando se rompe la cerradura, se
destruye también lo encerrado.
Hay cosas que una parte de nuestro
ser debe mantener tabú frente a la
o tra. El conocimiento de la hora de
morir pertenece a ellas.
Biblioteca de México
42
Si se extinguen todos los recuerdos,
queda el punto en el que podemos
convocarlos.
El moribundo deja al guía detrás
de sí.
La muerte se encuentra en la encrucijada donde el muerto se separa
del cadáver; el muerto, sin embargo , es e l VIVO.
Cristo no dijo: "Tu hijo vive". Dijo:
"Tu hijo VIVE". Que haya logrado
que el cadáver se levantara es un
signo para los incrédulos.
Hay que diferenciar entre e l cuerpo , el cadáver y la carroña , e ntre e l
moribundo, el fin ado y el muerto ,
entre todas las fo rmas y pasajes e n
las cuales juega la vida en e l tiempo y más allá de l tiempo. En su altura intemporal , la VIDA se mantiene intacta.
En cuanto a la sepultura y sus usos
no hay que pensa r sólo en la posibilidad de la muerte aparente, sino
también en la de que el muerto se
demo re algún tiempo en su cuerpo
después de l margen de a turdimiento.
El tiempo tiene grandes y pequeñas
densidades como la materia, mucha
y poca profundidad como el mar.
Hay segundos e n el dobladillo de
la eternidad que compensan milenios. Ahí todavía puede suceder lo
infinito.
Una noche de gala en el palacio de
un rey y e l ho rmigueo e n e l cadáver de un pe rro : dos festines . Los
invitad os so n di stintos : aquí una
nube de moscas azules , allá la ma rquesa de Rabo uillet. Un Se ño r de
las Fastos preside.
le concede a su individualidad delata su ve rdad e ra pre te ns ió n . Esta
pre te nsió n es igual a un va le que
se p aga rá o se ca nj ea rá. En eso
co incide n las religio nes , si bie n difie re n e n cuanto a la valo ración .
Se parad os d e la vida y fu e ra d e l
tiempo son dos actos distintos; dividen un mediocampo .
Sólo hay un purgato rio, no hay infie rno; hay sólo to rme ntos infinitos ,
no ete rnos.
Do nde re to rn a n los mu e rtos, sea
como espíritus, sea como ante pasados, no provie ne n de lo intemporal.
Lo infinit o n o pu e d e te n e r fin .
Debe ca mbia rse po r lo e te rno .
De gra ndes ca minos no llegan noticias .
Hay mucho de ve rdad e n lo invisible , mucho de e nga ño e n lo visible .
De ahí q ue cua ndo uno dice: "Só lo
creo e n lo que veo", cree ta n poco
como mucho.
Leibniz: "El alma es el espe jo del indestructible unive rso". Pe ro tambié n
en el espejo está lo indestmctible.
Credo quia a bsurdum. Lo compre nsible no es fidedigno.
Si existe lo indestructible , todas las
destmccio nes imagina bles pued e n
ser sólo de puracio nes.
Si el c uerpo es d es truido rá pid ame nte po r comple to , po r una expl os ió n , p o r e je mpl o, ¿d ó nd e
qued a ento n ces lo ind estru c tibl e
de él'
De la misma manera, se pregunta
con seguridad decreciente si lo indestructible vive, tambié n si e l universo se tra nsforma e n dinamita, la
tie rra estalla .
Te nemos un advocatus dia boli e n
nosotros . Inventa razo nes, dedu ccio nes y me di os co ntra lo indes tructible . Ésa es su fun ció n.
Muchos fe nóme nos , y finalme nte el
fe nó me no, pu eden se r co ns id e rad os no só lo co m o m a te ri a , s in o
como persona . Son dife re ncias que
se desvanecen e n la ascensió n .
De ja r p o r una vez e l mov imie nto
circular de la m eda y casa rse con e l
centro -es un pe nsamie nto que se
dirige a los fil óso fos, un a m e ta
para los creyentes. Es decir, subestima r el pode r de la mue rte , c ua ndo se cree que hay que pe regrina r
por existe ncias infinitas. Induce inmediatamente a la vida al absoluto .
Aquí mil años n o val e n más qu e
los segundos y la muerte de los sabios no pesa más que la de los necios; el tiempo se aca ba y con é l la
cualidad.
También el mal le concede valo r a
su individualida d y su co nse rvación ; en ca mbio, la a me naza d e l
fuego no lo asusta.
El enorme valo r que tod a criatura
Miríad as d e co p os de ni eve ca e n
sobre la tie rra oscura y se derrite n
e n su es pl e ndo r. LLeva n co ns igo
todos sus p untos de ind ividuació n,
el ce ntro del poder cristalino. Ello
asegura el regreso , y más que el regreso.
Fide digno. Digno de fe. Sé fidedigno.
Si nuestra madre se hubie ra unido
a otro ho mbre , no hubié ramos venido al mundo --o no como somos
totalme nte . Po r lo ta nto , ¿no seríam os/ No e ntra ría m os e n la v id a
desde la VIDA.
He mos gozado la dicha de la in dividu ación , o tambié n la desd icha ,
p a ra e ll o h e m os s id o escog id os
e ntre millo nes e n germe n. Provenimos de una pro fundidad e n la q ue
no hay dicha ni desdicha, ni tú ni
yo. y regresamos a ella.
Do nde se extingue n las individualid ades, no hay premios ni castigos.
Lo que ll amamos igual queda sie mpre e n el tie mpo sólo como un parecido ; e n cambio , es un igual fu e ra
de l tie mpo.
Así como hay que dife re nciar e ntre
pue blo , nobleza y rey, hay que hace rl o e ntre ti e mpo , m ás a ll á d e l
tie mpo y lo inte mpo ral.
Lo inte mpo ral regresa , pero el re greso queda e n el tie mpo.
Así como un jinete cambia de caballos, lo que ha reto rnado cambia de
individuos.
El gé nero , como recipie nte d e lo
te mpora l más all á d el ti e mpo, e nca rna te mpo ralme nte e n los individuos.
Una quime ra se vu e lve visible , no
co m o gé n e ro que en ca rn a , s in o
simple me nte como género .
Biblioteca de México
43
Las re li g io n es n os in c um be n n o
sólo como he re ncia espiritual, sino
ta mbi é n ma te ri a l, no só lo p o r el
bautizo y la circuncisió n, sino tambié n po r el nacimie nto. La segunda
unió n es invulne rable e inconscie nte; es inco nvertible y llega hasta lo
más p rofundo de l ateísmo.
En todas las re ligio nes hay que di ferencia r e ntre la parte descriptiva y
la pedagógica. Una quie re ser adivinada; la otra , a pre ndida.
La parte pedagógica de las re ligiones es d ist inta según e l clima; se
di stin g ue p o r las int e nc io nes . La
parte descriptiva trata de uno y lo
mismo ; se distingue e n pe rspecti va:
por las a pa rie ncias.
La pa rte pedagógica de las re ligiones es im p rescindib le e n e l tiempo.
De n o se r así , ta m b ié n s u p a rt e
descri pti va se ría imp rescindi b le .
Cristo le dijo al bue n ladró n: ·'Hoy
to davía estarás co nmigo e n e l Paraíso". Ca ll ó acerca d e l destino d e l
mal ladró n: ése es un rasgo pedagógico.
'" El sá bado ha sido instituido pa ra
e l ho mbre y no e l ho mb re pa ra e l
sá b ad o " (Sa n Ma rcos , 2:27) Eso
ri ge p a ra to d as las re li g io nes e n
ge ne ral.
Los dogmas no co nducen más allá
d e l Cabo de Bue na Esp e ra nza ; e n
la LUZ se extingue n las conste lacio nes.
Si divisamos e l Cabo de Buena Esp e ranza , la corriente e mpi eza a
guiarnos; no necesitamos ni cartas
ni timonel.
Algunos ubican el Paraíso en el
principio , otros en el final , los terceros en el principio y en el final ,
mientras , en cambio , otros creen
que se renueva con las edades del
mundo. Todo eso es cierto, ya que
de él sólo nos separa un suspiro ,
una membrana.
como toda luz determina su sombra.
En esta casa se permite el cambio.
Los departamentos están unidos
por escaleras, los pisos por e leva dores. Las escaleras están vigiladas
por revisores , los elevadores p or
demonios.
La igualdad social es importante en
el contorno en el cual sustituye a la
igualdad sustancial. Antiguamente
so lía decirse: "Los hombres son
iguales ante Dios".
Rezar no cons igu e, confirma. De
ahí proviene su efecto.
En tiempos venturosos la armonía
oculta asciende desde la profundidad. Las ciudades se vuelven entonces obras de arte.
"El mundo es mi representación ".
Bien, pero de ahí no se infie re tod avía que yo sea e l director del
juego.
Donde residen espíritus inmanentes , el mundo histórico se tambalea .
El mundo como re presentación. El
espectáculo es tan fuerte , que frente a él retroceden sus categorías. El
bien común , que tiene un príncipe
y un me ndigo en el mundo, predomina infinitamente sobre las facultades especiales.
La voluntad es ciega; el dolor, miope.
El bien común es to do lo que hace
exquisitos los bienes . Así co mo e l
hambre a los alimentos, e l amo r al
hombre, la luz al mundo visible.
El no quere r excesivo aumenta e l
s ufrimiento tanto como el quere r
intenso; ambos d e ben mante nerse
e n su justa propo rción .
Cada uno es e l mismo tiempo centro y circunstancia del mundo , también e l petirrojo e n la espesura de
la rama en la que sueña.
Des e ngaño . La palabra significa
que te has vuelto libremente a un
engaño. Negación de la negación.
Indignación. Te has vue lto vulnerable , has d epuesto las armas .
Te nemos a nuestro eco por la respu esta de la esfinge. En e ll o no
sólo hay algo perdo nable, sino también algo d e cie rto.
La enajenación es también un re cuerdo: "Este eres tú ".
La riqueza es e l radio de acción d e
la vida.
El re fre no y el aturdimiento . Dos
llaves : una abre , la otra cierra.
No goza m os co n nu estro c ue rpo,
sino a través de él.
Experie nc ias diurnas y nocturnas:
archipié lagos y mares. Si ambas se
difuminan , amenaza naufragi o,
am e na za ruina. Los sue ños mánticos son aves de las tempestades .
"Pues tod o p lacer quiere la e te rnida d ". El dolo r dilata e l tiempo ,
e l p lace r lo acapara. Al d o lo r aspira a l infinito , e l place r a la e ternid ad.
Un ases in ato sex ua l, un lupa nar ,
una bacanal desolada ; hay g rad os
de placer que se parece n a los tormentos de los conde nad os. Sin embargo , tambié n e n la conversació n
e ntre dos sabios se d e rrama e l e rror
como del vaso d e l necio.
El torm e n to es tá e n to d o placer
como la sombra en cua lquier lu z.
To da a ltura impo ne su profundidad,
La sustancia es invaluable e incomparable; aquí trascienden valor y
calidad. Eso creen los aristócratas
por un lado y los demócratas por el
o tro. Por lo tanto , debe n ser semejantes en un grado superior: aquí
igu a ldad real , allá igualdad de
reyes.
Como e nfe rmos , nos volvemos susceptibles a las visio nes. Ello puede
ra di ca r en nuestro d e bilitamiento
como ta mbié n e n que se desarrolla
una percepción más sutil. Tambié n
e n las e nfe rmedades me ntales pre va lece, como un iceberg, la parte
invisible .
Hay que dife re nciar e ntre la ingravidez sustancial y la material.
Tú has d esechado tu peso. Ahora
debes desechar tambié n tu peso específi co.
Biblioteca de México
44
Casas que se han erigido sin sacrificio , se alzan más rápidamente y
decaen antes de la destrucción. El
sacrificio concede duración en e l
tiempo. Que templos y catedrales
sobrevivan a imperios, es una prueba del mundo visible.
Que los segundos se hayan vuelto
tan valiosos en nuestras ciudades,
permite inferir que el dolor ha establecido su residencia en e llos.
Cuando aumenta el movimiento comerc ial , cuando se construye
mucho , cuando los asesinos quedan con vida , tales son los signos
preventivos.
La sabiduría sola no puede fundar
la ley. El orden debe ser, como se
decía antiguamente , "del agrado de
Dios". El naufragio puede considerarse lo mismo como "castigo" que
como consecuencia de la falta de
centro de gravedad.
Las leyes terrenales son necesariament e m ás severas que la LEY.
También un administrador es comúnme nte m ás severo , se vuelve
más temido que e l señor.
Si estuviéramos seguros de la bondad de Dios, la anarquía sería nuestra forma estable.
Hay que reprender la falta donde es
visible, castigarla donde es eficaz.
El ho mbre vive del hombre: a lguna
vez de sí mismo, después del prójimo y finalmente del sustrato social.
Es un depósito con sótanos y pisos.
Tratar de elevarse mientras se reba-
ja a otros: un esfu e rzo no sólo inútil , sino tambié n pe rnicioso.
exacto, tambi é n la pe rs pecti va de
uno supe rio r.
"Ese e res tú ". De a hí qu e to d a
mue rte aba rque al suicidio. La pe na
de mue rte es un símbo lo de e llo.
Algunos asegura n que todo es expli cab le, o tros q ue in exp li cab le.
mi e ntras unos te rce ros cree n q ue
a lg un as cosas so n ex pli cab le s y
o tras inexpli ca bles. Todos estos es-
El asesino puede ser absue lto po r
cleme ncia , no po r ley - es d ecir ,
por opule ncia, no po r econo mía.
Cuidado con aque l que habla mal
del padre y de la patria.
Cua ndo un mate rialista extremo seña la qu e un p a r de po la in as so n
más impo rtantes que un Rafae l, fija
ta mbié n e l re fl e jo de un a verdad :
ambos so n igualme nte importantes
o , ta mbié n, insignifica ntes. Ningún
maestro compre nderá la VI DA qu e
ha bita las lín eas y los co lo res d e
s us c uadros, s u p ince l, su p a jilla .
Sólo nos está pe rmitido intuir esa
ab undancia; de lo contra rio , como
Midas , nos co ns umiríamos e n o ro
sólido.
La izqui e rd a di v id e, la dere c h a
parte .
La mej o r eco n o mí a es co m o la
mejor muje r: aque lla de la qu e se
habla muy poco.
El postre pa ra los gusa nos .
"El pez gra nde se come al chico ".
Pero tambié n llega el día e n que el
chico devo ra al grande.
No se dispa ra a los gorrio nes co n
balas de oro.
La rasgadura e n la cortina de l te mplo y el corte e n e l nudo gordia no:
el señor del mundo e nfe rmizo y e l
eficaz se notifica n.
Tambié n los bufo nes y los gu asones pe rte necen al gra n séquito .
Pasa ve lo zm e nte como una locomotora sin vagones.
Hay que dife re ncia r e ntre e l triunfo
y el éxito.
Cuando tod os está n con nosotros,
hay un gran peligro .
Con Émile Cioron
p íritu s se arrastra n co mo sombras
e n e l p a isa je. La es fin ge no respo nde.
En un astro q ue cubre el mar, sab ría mos lo que es la torme nta y la
o la , pero no las costas y las islas. Y,
sin e mba rgo , de a hí nos fo rm aríamos un a idea confusa , una teoría ,
de lo q ue es la tie rra.
Si hay cosas q ue ignoramos , puede
se r un re p a ro co ntra las cosas y
contra nu estro conocimie nto.
¿C u á nt os á rb o les co nfo r ma n e l
bosque, cuá ntas b ri znas de hi e rba
e l p rado? ¿Dónde se aca ba e l ce rro
y dó nde e mpieza la mo nta rl a? Ésas
so n nu estras noc io nes y su prec isió n.
Po lé mica e n la teoría de los co lores: se pone la LUZ fre nte a la lu z.
en lo te mporal; suscribe su auto ridad a lo inte mpo ral.
El número no fu e d escubie rto , fu e
inve ntad o, y no hay nad a qu e se
le eq uipa re e n e l mundo de la inve nció n.
a=a. El teorema no puede proba rse de ninguna ma ne ra, tampoco si
señalo a=O. Qu e d a co m o un
dogma.
De be h a be r co mbin ac io nes p os ibles de núme ros y le tras q ue todavía no he mos inventado -la última, .decisiva simplificació n.
Que a es igual a a, la rueda gira e n
torno a un e je invisible, que las paralela s se co rtan e n e l infinit o,
acaso puede pe nsa rse, pe ro no demostrarse. Las mate máticas no sólo
otorgan la mira d a a un mund o
Un re lo j qu e se c rée a sí mi smo ,
q ue se dé c ue rd a a sí mi s mo , se
destruye a sí mismo: e l ído lo de un
mun do a uto má ti co . Desa p a rece r
las cifras mismas, señala rá sie mpre
el cero.
a=a. La equivale ncia es imposible
La me ta fís ica ti e ne ta n poco q ue
busca r en la n3turaleza como ag ua
e n un ba rco.
La ex pl icac ión ma te ri a 1is ta ti e n e
más o me nos ca lado, de pe ndie ndo
de l pe rímetro q ue excave , lo q ue
tambié n de te rmina sus prete ns iones
teológicas.
El costo de la batalla se p aga en las
guerras .
Hay que p roc ura r que los bue nos
años de granos sean ta mbié n años
de rato nes.
La máquin a de ajedrez es un a in ve nció n hac ia la d es tru cc ió n d e l
ajed rez.
Biblioteca de México
45
A la dife re ncia de la natu ra leza y e l
a rte , Le ibniz la ll a mó la dife re ncia
e ntre e l a rte de Dios y e l nuestro.
El a rte del pinto r cub re la supe rficie; líneas y colo res, cuadro y pinto r son obras de arte abso lutame nte
gracias a Dios.
La be ll eza es la muestra de la p rofun d idad , ni más ni me nos.
Lo b e ll o p u e d e s u bo rd in a rse a l
pla n, no al revés.
E l ge ni o d e l a ut o r es un o y e l
mi s mo e n e l rey como e n e l d e me nte; cree falsa me nte ser rey.
La vida como obra de a rte. Sin embargo , e l geni o de l artista no hay
que busca rlo e n q ue e ngend ra sa b ios y reyes, mode los luminosos.
No o bra me nos en e l ni ño , ato rme ntado a mue rte , e n e l borracho ,
e n el usurero.
La no bleza q ue confie re e l poeta es
más durade ra q ue la q ue oto rga e l
rey. Ayax y Diomedes son hoy todavía p ríncipes, y Troya no puede
ser destruida.
Un esp íritu que no se asombra tampoco me rece admiració n.
La oscuridad debe s ignifi ca r lo no
comuni cable, pe ro no la in capacidad de incomunicació n.
Tradll cción deJavier Carcía-Calia ll o
Retén al amor y aleteará
en reverencia,
burlándose de todos,
retén al amor y se mofará
y escapará.
Retén al amor y se alejará
rumbo a otro mundo,
dejándonos atrás.
Retén al amor y se burlará,
ah, amargo y dulce,
tu dulzura es más cruel
que tu punzada.
HILDA DOOLITTLE
RAGMENTO
Amor. .. amargo dulzor
40
Miel y sal,
el fuego estalló desde las rocas
para encontrarse con el fuego
derramado del Héspero.
El fuego se lanzó y encontró fuego :
en ese instante
el amor nos penetró.
Safo
II
¿Se podría retener a Eros?
Lleva tanto tiempo encarcelado
y tan enfermo por el encierro;
¿se podría retener a Eros?
Otros se habrían lanzado
a dar término a su vida .
¿Se podría retener a Eros?
Nosotros también, pecando en Chipre,
podríamos haberlo encarcelado.
¿Se podría retener a Eros?
No, denle gracias a él y a la diosa
de que nos haya abandonado.
III
Ah, el amor es amargo y dulce ,
pero ¿qué es más dulce ,
la dulzura
o el amargor?
Nadie lo ha dicho.
El amor es amargo,
pero ¿podrá la sal manchar flores marinas,
la pena, la felicidad?
Biblioteca de México
46
¿Es amargo corresponder
el amor del amante
si él lo anhela?
¿Es amargo corresponder
el amor del amante
si lo desea
para una nueva amada?
Quién lo sabe,
¿o será dulce?
¿Es dulce
poseer profundamente?
¿O es amargo,
amargo como la ceniza?
IV
Yo me creía frágil;
un pétalo,
con igual luz
en el haz y en el envés.
Yo me creía frágil ;
una lámpara,
una concha, marfil o costra de perla,
a punto de caer despedazada ,
agotada por la flama.
Grité:
"Debo perecer,
me han abandonado,
descastada, desesperada
quedo en esta oscuridad"
(tal fuego me consumió en el Héspero).
Luego rompió el día.
V
¿Qué necesidad hay de una lámpara
si el día nos ilumina,
qué necesidad hay de atar al amor
si el amor despliega
sus radiantes alas
sobre nosotros?
Qué necesidad hay ...
y aún así, para celebrar al amor,
el amor ha de destrozarnos primero.
Traducción de Pura López Ca/amé
Biblioteca de México
47
Entre 1910 Y 1914, F. T. Marinetti viajó en repetidas
ocasiones a Inglaten-a para divulgar SI/S ideas y promover el futurismo, con la intención de fundar una "sucursal" inglesa de su movimiento. A pesar de haber sido
uno de los escritores británicos originalmente atraídos
por las ideas futuristas, Wyndham Lewis se rebeló contra Marinetti e intentó dar forma a un nuevo movimiento, el vorticismo, junto con Ezra Pound y T. E
Hulme, entre otros. En su rebelión contra el fu turismo,
fundaron la revista Blast, de donde hemos recogido tres
textos programáticos. Blast, aparecida en 1914, antecede por cuatro alias a l primer manifiesto dadaísta de
Tristan Tzara, pero ya se halla en sus ideas el encumbramiento de la vida y la postulación del asco como
condición del hombre moderno, así como un llamado
a cierta "inconsciencia ". No obstante su recurso a la libertad individual, algunas de las ideas vorticistas fueron xenófobas, clasistas, racistas y sexistas, por lo que
en Inglaterra se les relaciona directamente con el posterior derrotero fascista de Ezra Pound y de Wyndham
Lewis. Presentamos a nuestros lectores tres textos vorticistas y un ensayo de Marshall McLuhan donde pondera las ideas de Wyndham Lewis en torno al poder.
No queremos m od ifi car la apar ie n c ia de l
mundo, porque no somos Na turalistas, Impresionistas ni Futuristas (ú ltima forma de l Impresio nism o) y n o dependemos de la apa ri e n c ia de l
mundo para nu estro arte .
QUEREMOS SOLAMENTE QUE EL MUNDO
VIVA, Y sentir cómo se expa nde e n nosotros su
e ne rgía en estado bruto.
Podemos decir que los grandes artistas e n Ing late rra s ie mpre ha n s id o revo lu c io na ri os , ta l
co mo e n Franc ia todo a rtista verdaderamente
bueno túvo una sólida vena tradicio nal.
Blast ha resue lto co nstituir una ave nida para
tod as esas ideas resplandecie ntes y vio le ntas que
de otro modo no podrían alcanzar al público .
Blast se rá ese ncialme nte popu lar. No ape la a
una clase en particular, sino a los instintos fu ndamentales y populares de todas las clases y tipos
de gente, AL IND IVIDUO. En e l momento en que
el hombre se sie nte o se realiza como artista , deja
de perte necer a un medio y a una época. Blast ha
WYNDHAM LEWIS
Tres textos vor icistas
sido creada para ese Artista fundamenta l, intempora l, que existe e n todos y cada uno.
¡VIVA EL VORTEX !
¡Viva el gran arte que el vortex hizo brotar e n e l
centro de esta ciudad!
Representamos la Realidad del Presente - no e l
Futuro sentimental ni el Pasado ma logrado.
Queremos que la Na turaleza y e l Hombre se
queden en paz.
No queremos hacer vestir a la gente con Canesúes futuri stas, ni atormentar a los ho mbres para
que usen pantalo nes rosas y azul cielo.
Nosotros no somos sus mujeres ni sus sastres.
La única manera en que la Humanidad puede
ayudar a los artistas es permaneciendo aparte y
trabajando inconscientemente.
NOS HACE FALTA LA INCONSCIENCIA DE LA
HUMANIDAD - su estupidez, su animalidad y sus
sueños.
No creemos en otra perfectibilidad que no sea
la nuestra.
La belleza intrínseca está depositada en el Intérprete y en el Profeta, no en el objeto ni en el contenido.
.... Wyndham Lewis en su taller, 1916
Desconocemos por ig ual al Hombre de la Calle
y al Caballero.
El arte popular no significa un arte de los pobres , como generalmente se supone. Significa un
arte de los individuos .
La educació n (la edu cación artística y la ed ucació n e n general) tie nde a destruir e l instinto creativo. Por consecue ncia, es e n el momento en que
la ed ucació n se vuelve inexistente que e l arte fl orece , primordialmente.
Pero esto no tiene nada que ver con el "Pueblo".
Es un puro azar q ue éste sea el momento más
favorable para la apa rició n del individuo.
Actuar de modo que los ricos de la comunidad
se deshagan de la piel de su educación, destruir
en e lla la cortesía, la esta ndarizació n y la academia, todo lo civili zado, la visió n : ésa es la tarea
que nos hemos as ignado.
No queremos hacer un arte popular en Inglaterra, ni provoca r el resurgim iento de un arte fo lcló-
Biblioteca de México
49
rico ya perdido, ni el desarrollo romántico de
condiciones igualmente inactuales, sino producir
individuos, dondequiera que se hallen .
Convertiremos al rey a nuestra causa, si es posible.
¡UN REY VORTICISTA! ¿POR QUÉ NO?
¿CREE USTED QUE LLOYD GEORGE TIENE EL
VORTICISMO EN LA PIEL?
¡ALGO PODEMOS ESPERAR PARA EL ARTE DE
PARTE DE LADY MOND!
Estamos en contra de la glorificación del "Pueblo", como estamos en contra del esnobismo. No
es necesario ser un bohemio fuera de la ley, ni
ser indigente o rico, dado que no es necesario ser
rico o elegante para ser artista. Nada tiene que
ver el arte con el abrigo que uno lleva. Un sombrero de copa puede soportar que se le compare
con la Sixtina. Una gorra de baratillo podría esconder la imagen de Kefrén.
EL AUTOMOVILISMO (el Marinettismo) nos
aburre. No nos interesa armar bulla a propósito
de los autos, como tampoco de los cuchillos y tenedores, los elefantes y los conductos de gas.
Los elefantes son ENORMES. Los autos son veloces .
Hace veinte años, Wilde se emocionaba con la
belleza de la mecánica. Gissing, con su delectación romántica por los edificios modernos, era futurista en el mismo sentido.
El futurista es una mezcla sensacional y sentimental del esteta de 1890 y el realista de 1870.
¡Los "Pobres" son animales detestables' ¡Só lo
para el sentimental y el romántico resultan pintorescos y entretenidos! Los "Ricos" son sin excepción aburridos, en tant que riches!
Queremos hallar por doquier a esa gente sencilla y grande.
BIast presenta un arte de Individuos.
Wyndham lewis, Retrato de Ezra Pound, 1919
LA EXPLOTACIÓN DE LA VULGARIDAD
Cuando una persona de fea apariencia o poco
graciosa surgía en el horizonte de su paseo
consuetudinario, la atenta esposa de Ingres alzaba
su chal con gesto protector, ahorrándole a él una
visión que podría haberle molestado.
Por el contrario, en nuestros días la atención
del Artista será atraída hacia todo lo particularmente horrible o banal, como cosa que no habría
que perderse.
La estupidez ha sido siempre exquisita, y la
fealdad seductora .
Aristófanes amaba al bufón igual que cualquier
hombre a su bienamada de bellas formas.
Quizá su debilidad por los idiotas embotó su
aprecio por los Hombres Sabios.
No hay duda de que en una forma de existencia perfectamente "completa " y clásica, el Humor
quedaría casi ausente, y las discordias serían escrupulosamente evitadas, o sólo existirían como
una enfermedad sagrada en cuya ocasión algún
hombre quedaría deshonrado.
LA VIDA CARECE DE GUSTO
El mejor artista es un artista imperfecto.
El artista PERFECTO , en el sentido de "artista"
por excelencia, y en ningún otro, es un diletante
o degustador.
El "arte puro" es , de igual modo, arte diletante:
no puede ser más que eso.
En e fe cto, es relativamente igu a l admirar
TODO en la Natu raleza que nos rodea -cajetillas de fósforos , vestidos estampados, botellas de
root-heer, faroles-, que admirar toda manifestación estética - sob ran ejemplos en todas nuestras
escuelas de arte .
El g u sto es emoción muerta , o e mo c iones
manidas y mentalmente mantenidas. Pero el gusto
es también la ciudadela contra la barbarie del
alma.
Habría q ue poder experimentar emoción frente
a todo -más que ser sensible.
Habría que ser humano respecto a TODO: se r
inhumanos sólo respecto a una que otra cosa.
El gusto debería hacerse más profundo y exclusivo: definitivamente , un CIUDADE LA -un
punto, y no una línea .
Actualmente no deseamos que las cosas estén
enteramente hechas de oro (sino de oro mezclado
con arcilla o yerba, de diamante mezclado con
pasta , etcétera), ni nos agradaría un paraíso monótono o una monótona seguridad.
Biblioteca de México
50
Wyndham lewis, Autorretrato, 1932
Mas es el asco, perdurable y agudo, la razón de
nuestro gozo de la vulgaridad discordante , de
nuestro gusto por la mala calidad y el ruido.
En resumen, esto se debe a nuestra salud fatua,
no a una renuncia a lo deseable y benéfico.
Lo excepcional y lo barato, lo bello y lo pobre,
contrastes que son el macho y la hembra del principio de la creación en nuestros días.
Este pesimismo es la nota triunfante en el arte
moderno.
Un hombre podría hacer un arte igualmente
bello en la discordancia, haciendo uso solamente
de materiales "feos", triviales y terribles, tal como
los artistas clásicos usaron sólo medios "soberbios" y gratos.
Pero esto sólo debería proverúr de un muy trágico y muy puro instinto creativo.
La vida es hoy por hoy vertiginosamente sincera, y el bufón aparece por doquiera sereno y
vulgar.
Jamás la locura humana floreció tan colosalmente .
Nuestra materia de discordia es vigorosa y virulenta a un grado que no tiene paralelo.
La gracia tiene asimismo una veta cortante, además de una dulzura de fuerza insólita.
A cada momento el mundo puede cambiar totalmente y volverse menos vulgar y estúpido.
El gran artista no debe dejar pasar esta oportunidad.
Pero no debe identificarse tan peligrosamente
con la vulgaridad como lo ha hecho Picasso, por
ejemplo, quien está inclinado a identificarse con
la apariencia de la Naturaleza.
Hay posibilidades para el gran artista en la pintura de tarjetas postales.
El espejo es minúsculo, y aún existe el peligro
perpetuo del virtuosismo.
Versiones deJaime Moreno Vil/arreal
Biblioteca de Méx ico
~I
r'·",
EDITED BY
WYNDHAM
To be publishcd Quartcrly.
LEWIS.
Fint Number will contaiD
MANIFESTO.
Story by 'Vyndham Lewis.
Poems by Ezra Pound.
Reproductions of Drawings, Paintings, and Sculpture
by
Etchells, Nevinson, Lewis, Hamilton, Brzeska,
Wadsworth, Epstein, Roberts, etc., etc.
Twenty Illustrations.
Price 2s. 6d. A nnual Subscription lOs. 6d.
A merica 65 cents.
$2.50.
"
Discussion of Cubism, Futurism, Imagisme and alI
Vital Forms of Modern Art.
THE CUBE.
THE PYRAMID.
Putrifaction of Guffaws Slain by Appearance of
BLAST.
NO Pornography.
NO Old Pulp.
END OF TI-IE CHRISTIAN ERA.
AI/ Subscriptions sllould be addressed lo BLAST. 4, Perc, SI.• TotU"¡'a,,, COII'" Rd.,
C/uf/rus poyable ID " Blasl."
London, W.C.
'riA,"
JO-lO•• Co .• LTD.••1. T~ s.n.r, Sautápart. ao.j . . . . . . ~ . . . .~
T . . NI. F.u.olUM. LTD.. el Oaklilf tt.u.. a.-o.bWJ a"••. lAndeII. \\t.C.
~ Roun
Marsha ll McLuhan, el polém ico teorizadol' de los medios de comunicación,
fue por fonnación un !Jambre de letras.
Su obra Clitica es poco conocida entre
/1.osotros, pero como muestra ofrecemos
este ensayo que escribiera en 1971 con
motivo de un homenaje a Wynd!Jam
Lewis.
La
concepció n lewisia na de vortex
como m áscara d e l poder a tañe
tanto al arte como a la tecno logía,
pues considera al vórtice como un
centro e n e l que se o rde nan la absorció n y la expresión de las e ne rgías huma nas. Ya se trate de una
ci ud ad , de un peri ó dico , d e un
poema o de un cuadro , Lewis veía
en e llos un vortex, una expresión
significativa de la energía humana.
En su e nsayo lbe Lion and the Fax
("El león y el zorro") estudia e l proceso de d esac ralizac ió n del rey.
Este proceso de desacralizació n, de
reducción de la imagen carismática
y corporativa del mo narca a un estatuto individu al y secular , es un
tema familiar e n Sh akespea re. El
proceso a través d e l cual e l leó n
corporativo es destruido po r el individuo, ese ser particula r que es la
zorra, consti tu ye un proceso de
fragme ntación. Maquiavelo , con su
teoría del poder basad a e n el principio de que hay que "dividir para
reinar", fascinó y aterrorizó al siglo
XVl , acaso po rque condensó todo
lo que la cie ncia y la tecno logía de
su época elaboraba n, en un hecho
cultural explosivo. El pode r de fra gmentació n de la impre nta, por una
pa rte , y un poco más ta rde e l de l
cálcul o infinites ima l, s uste nta n la
fórmula de Maquiavelo. El alfabeto,
lenguaje de la civilizació n, y los números, le ng ua je de la cie n c ia, se
cargaron de una nu eva inte nsidad
fragmentado ra que multiplicó ta nto
los recursos del a nálisis cuanto los
recursos de las cie ncias a plicad as.
Es tos nu evos in s trume nto s de
análisis, extensio nes de nuestras ca pacidades físicas, c hocaba n con la
estru ctura tradicio na l d e los rol es
sociales y de las imágenes corporativas. La razón y el sentido de los
hombres se libe raban de las trabas
corpora tivas. El zorro se a lzaba
contra el león. El individuo encontraba nuevo medios para compe tir
con las e ne rgías colectivamente organizadas.
En e l arra nqu e d e El rey Lear,
Sha kesp eare nos muestra al propio.
rey lleva ndo a cabo un progra ma
de fragmentación de su imperio exterior. Este acto repercute rá pidamente e n la sociedad , reducie ndo
al caos todos los roles sociales. Fi.... Anuncio de la próxima aparición de la
revista Blasl, 1914
nalme nte , su impe rio inte rio r y la
estructura de su propia concie ncia
sufren una dislocació n equivale nte ,
en fun c ion es fragm e nt a ri as. Su
razón y sus sentidos se rebelan. En
atelo, volvemos a hallar algunos de
los esquemas ce ntrales de El rey
MARSHALL
McLUHAN
El vortex de
Wyndham
Lewis:
arte y política
Lear. Par a e l públic o isabe lino ,
lago , el zorro astuto , a pa recía probable me nte no sólo como el tradicio nal "desconte nto " de Maquiavelo , sino tambié n como e l pe rsonaje
famil iar del "halconero". El método
de este último consistía e n "ocluir"
los ojos de sus aves , halagá ndo les
a l mi smo tie mpo los demás sentidos. Este procedimie nto de especializació n y de fragmentación sensoriales e ra utili zado desde hacía siglos por los halconeros con e l fin
de contro la r al pájaro y al mismo
ti em po ca n ali za r, es pecia li za r sus
e ne rgías de acuerdo a un esquema
de obsesió n visual. lago puede habl a r co n e l co razó n e n la m a n o
"para que las urracas bajen a picotea rl o ", tal co mo puede a p o rta rl e
"pruebas ocula res " a Otelo , su gran
halcón, cuyos ojos han sido "ocl uid os" con ante rio ridad. lago puede
hacer todo esto po rque pe rte nece a
esa nueva categoría de ho mbres libres p a ra e je rce r s us d es ig ni os
fu era de todo compromiso profundo con un ro l socia l. Es un hombre
sin rol o máscara social. De rostro
des nudo, es e l "honesto lago ", e l
operador y manipul ado r exento de
todo compromiso profundo con el
p o d e r. De hecho ambos, Otelo y
lago , aparecen como soldados pro fesio nales. Son especialistas , ho mbres fragme ntados. No son "gentilho mbres" .
En El rey Lear y atelo, la a parició n d e intelige ncias individu a les
qu e se libe ran de ob ligac io nes y
constriccio nes tradi cio nales, ilustra
d e manera dram áti ca e l principa l
Biblioteca de México
53
trauma que sufría e l Re nacimie nto.
En nuestro tiempo, vivimos la experiencia inv e rsa. La s ex p los ivas
e n e rg ías indi v idu a les se h a ll an
compro metidas y reducidas a la im p losió n po r e l pode r de todos los
circuitos e léctricos. El conocimie nto
se e ncue ntra acele rado y comprimi do e n formas míticas dete rminadas
de ma ne ra múltipl e y s imultá nea.
Los o fi cios toma n e l aspec to de
roles integrados po r e l trabajo de
equipo. Las acti vidades profesionales fragmentadas de la e ra mecá nica ha n ven ido a aglutinarse e n bandas sincronizadas que e ngulleron la
cade na de producció n. Entramos e n
una regió n e n la que "la mano de l
hombre nunca ha puesto el pie ".
No es pues d e so rpre nde r que
ex p e rime nte mos e n la actu a li dad
una fascinación particular por Edlpo
rey o Edipo en Colana. Estas obras
n os toca n mu y de ce rca. Edip o ,
imagen o máscara corporativa de la
Teb as trib al, e mpre nd e un a búsqueda persona l de su ide ntidad individual. Sume rgié ndose en e l inconscie nte tribal pa ra lleva rla a té rmi no , descubre un te jido de culpabilidades y horrores. Su másca ra tribal corpo rativa se qu ieb ra. Es expulsado de Te bas , fragmentado por
la fue rza de esa explosió n ind ividua l de lucidez, y, e n busca de la
paz del alma y de una red ucció n de
esa culpabilidad colectiva que pesa
sobre su concie ncia , a hora individua l, se integra a un a Atenas destribali zada o civilizada . En esa ciudad , hall a una solució n individua l
a su c ulpabilidad , e igualme nte la
manera de accede r a la mu e rte de
un hé roe co rpo rat ivo. Se reú ne n
de nueva cue nta ese yo ato rme ntado y fragme ntad o , fruto de la búsqueda vital de un detective consagrado a descifrar la mentalidad colectiva, y la másca ra corpo rativa de
su cultura.
El trauma que nosotros sufrimos
es el del hombre mecá nico y fragme ntad o co nfro nt ado repe ntin ame nte , e n una e ra eléctrica y o rgáni ca , con la trama contin ua ele la
naturaleza y la responsabilidad huma nas. Browning fu e quizá e l prime r esc ritor in g lés q ue o frec ie ra
una vis ió n a rtística de esta co ndi ció n que es la nuestra, y que la e ncarnara e n máscaras o poemas corporativos. En su Sa rdel/o exp lo ró e l
p a pe l de l a rtista co mo "co nductor
de multitudes " o ma nipul ad or de
e nergías corpo rativas . Una vez que
los ro les soc ia les co rpo rat ivos se
d es fo nda ro n e n los s ig los XVII y
XVIII , e l h o mbre d es provi s to de
rol, el ho mb re decente sin másca ra,
se impuso como prototipo de la
persona sincera y sin afectación.
Anteriormente, como en el caso
del honesto lago, este individuo sin
rol, de rostro desnudo, este nuevo
tipo de respetable hombre decente,
aparecía como equívoco y ambivalente a los ojos de la sociedad tradicional. Pero ya en Moliere, el "descontento" desprovisto de rol, el misántropo individualista, se ha convertido en el único modelo valedero de gentilhombre. Los portadores
atávicos de máscaras , con sus roles
convencionales, carecen de adaptabilidad y de flexibilidad, y comienzan a a parecer como caricaturas
huecas , como vejestorios carcomidos. En el mundo cada vez más especializado e individualista, el hombre de la máscara es considerado
un hipócrita. Es importante recordar que una máscara o rol son
menos una extensión de quien los
ileva que una manera de asumir los
poderes colectivos de los espectadores. Una vez que la sociedad se
hace analítica y fragmentada , portar
una imagen corporativa, una máscara, se hace casi imposible, excepto en el sector anónimo de los servicios públicos y en e l medio de
los generales, los maftres d 'hotel y
las institutrices.
Como el mundo especializado e
individualizado de los roles y los
oficios fragmentados emergió bajo
la forma de una nueva sociedad comercial , se hizo plausible presentar
a un Tom Jones , niño expósito ilegítimo y sin rol, como la encamación del hombre natural , espontáneo y sin inhibiciones. La ausencia
de máscara corporativa se tornó
prueba de virtud. Pues el propio
lenguaje constituye la máscara colectiva de una cultura aun cuando
sus recursos y aptitudes para canalizar la percepción sean la primera
preocupación del poeta. Con la
ayuda del lenguaje, el poeta reviste
la máscara corporativa y la manipula como a una marioneta -pues las
marionetas son esquemas abstractos, iconos que captan las energías
corporativas en una forma que
exige p a rticipación profunda de
parte de los espectadores. Para ser
entero, el gesto elemental o el verso
ágil apelan a una extensa participación de parte del espectador.
En Madame Bovary, Flaubert se
consagró a crear máscaras corporativas basadas en el estudio de actitudes populares de la masa lectora.
Las Iluminaciones de Rimbaud
deben mucho al arte popular de la
prensa y los periódicos ilustrados.
Antes que otra cosa, Las flores del
Portodos de los números 1 y 2 de Blasl
Biblioteca de M é:xico
S4
mal de Baude laire son a la vez un
estudio de la realidad corpo rativa
de la metró polis industrial, y una
utilizació n de esta vida corporativa
como nueva máscara de la poesía:
Tu le connais lecteu r ce monstre
délicat,
.. Hypocrite lecteu r, ... mon semblable,
... monfrere.
El re p e ntino trasto rno por me dio
del cual el público toma la palabra
al tie mpo que e l p oeta asume la
máscara colectiva en la imagen q ue
presenta, constituyó una revolución
que marcaría todos los escritos posteri o res. Ste ph e n De d a lu s n o es
Joyce, ni un artista, sino el público
de la época en su manera corporativa de presentar al arte y al artista.
Hu g h Se lwyn Ma ub e rl ey n o es
Pound, sino la voz y la imagen colectivas del crepúsculo victoriano y
edua rdiano e n la me dida e n q ue
manifi esta su actitud corpora tiva
hacia el arte y la vida. El público
habla, e l público es e l acto r. Tal
ocurre en Prufrock. No es el poeta
qui e n ha bl a , s in o e l pú b lico e n
tanto que imagen o máscara corporativa. Elio t lo explica, respecto de
Tiresias, e n sus no tas a La tierra
bald ía.
Wyndham Lewis se consagró a la
observació n del vórtice lo ndinense
en los medios artísticos del mo mento, y mu y p a rti cul a rme nte e n e l
Bloomsbury de principios de siglo.
7be Apes of Cod lo muestra dándole
vuelta y comentando ese impo rtante bro te in s pira d o p o r París y
Vie na. Sin embargo, con 7be Childermass seguido de Monstre Cai y
Malign Fiesta, Lewis volvió la vista
hacia la pre nsa y lu ego la rad io
com o instrume ntos mág icos q u e
posibilitan la comunicació n instantánea. Trátese del telégrafo , del teléfo no, de la radio o de la te levisión , actualmente los hombres y los
acontecimie ntos son traducidos y
transportados por doquiera instantáneame nte. En The Hu ma n Age,
Lewis estudió el nuevo angelismo
del ho mbre y de la ciudad magnética . El ho mbre está e mpe ñado e n
una lucha eléctrica contra los principados y los poderes. Lewis representa esta lucha de manera mucho
más conmovedora que ningún otro
escrito r de l siglo XX. En cuanto a
su modo de ver la o rganizació n humana, a la vez como vortex y coma
máscara, esto lo hace e l lazo de
unió n e ntre Baudela ire y nu estra
época.
Lewis es un mago que, por sí mismo, atrae nuestro interés. Más que
un novelista, es la personalidad más fascinante de nuestra época.
Yo considero que el artista es a la vez más primitivo y más civilizado que sus contemporáneos, que su experiencia es más profunda
que la civilización a la que pertenece, y que utiliza el fenómeno de
la civilización solamente para expresar esa experiencia. Los instintos
primitivos y las costumbres adquiridas en la corriente del tiempo se
hallan confundidos en el hombre común. Nos corresponde reconocer el pensamiento del hombre moderno y la energía del hombre
de las cavernas en la obra de Lewis.
T. S. Eliot, 1918
En Ulises Joyce fue un humorista, como a menudo lo era en la vida
ordinaria con sus amigos íntimos, como lo es Stephen en cuanto al
rapto de Buck MuUigan. El humor del señor Cummings es forzado.
La escritura de Wyndham Lewis está casi desnuda de humor. Lewis
es un pesimista panurgiano declarado, un satirista sin envoltura de
chocolate. Un proyector Kleig apuntado al ridículo. Entre 1912 y Los
monos de Dios (930), su obra carece de todo celeste rayo de sol.
Es un haz de luz tórrida destinado a fijar a como dé lugar el asunto
en la película, no importando a qué precio, con tal de que quede
registrado este cabrón que se ha destinado a forzar a su lector jadeante a ver lo que se le ofrece a la vista, a ver lo que nadie ha
visto antes que él, a ver líneas y cosas que están allí.
Ezra Pound, 1941
Traducción de Ja ime Mo reno Vil/arreal
Biblioteca de México
55
WILLIAM OSPINA
./
RIO
Por qué no cesas nunca
melodioso cristal
liana de espuma
bajo parajes húmedos de bruma
bajo el caparazón de la tortuga
rostro del cielo en fuga
alegre senda
para que un viento de cristal
descienda
de los astros urgentes
cauce de viejas voces transparentes
vertida hora serena
de un cántaro de lluvia y luna llena
liso temblor de frondas
voz de las lilas hondas
náyade que de prisa
desnuda
se desliza
corazón que resbala
con rigor del ala
calcinada de frío
translúcido licor
lisura helada
presta siempre al desvío
solo sutil de cañas entre el lento
sinuoso movimiento
resuelto y suelto brío
declinación de lumbre
flor de la soledad y la costumbre
lenta luz inventora
de lo que el blanco sol copia y devora
quebrada deseosa
árbol de no sentir
que no reposa
palpitante
ondeante
coro de los tritones del instante
interminable casa
no dejes de volver al que te olvida
de tu fuente escondida
con el don de la risa
con el don de la prisa
del que pasa
con la belleza inmensa
del que no sufre o piensa
del que ignora el tormento
del que no es soledad ni pensamiento
sino bajar
desnuda
entre las rocas
dando cielo a las frentes
ya las bocas.
Biblioteca d e M éxico
56
MAURICIO MONTIEL FIGUEIRAS
M
E
T
R
o
Pero ya no veré más el aspecto de este mundo
y volveré mi vista a las cosas oscuras.
-Marcel Schwob
Cuando intentó franquearlas , las puertas del
añoso vagón ya se cerraban con el consabido estremecimiento metálico y el Metro comenzaba a
avanzar entre estertores y exhalaciones, muecas
de frustración y miradas de azoro que tardarían
algunos segundos en despegarse de ese resplandeciente intestino que, ganando velocidad a cada
momento, se enroscaba de nuevo en la tiniebla
ventral de la urbe.
Lívidos, con una cadencia que sólo podía pertenecer a los sueños más oscuros o al inaprehensible recuerdo de una película muda vista entre las
aguas del insomnio, los labios del hombre habían
formado dos únicas palabras: "Estás muerto".
De pie al filo del andén, con el portafolios caí-
do como un insecto triste junto a sus Florsheim,
un músculo del brazo izquierdo palpitándole
fuera de control, las rodillas un tanto flexionadas
y la espalda encorvada de tal modo que un espectador miope - vagamente inspirado- podría
tomarlo por un signo de interrogación enfundado
en un traje azu l, el olfato zaherido por esa violenta ama lgama aromática de la que se han apropiado las estaciones de Metro del orbe , la corbata
Hermes torcida por e l vano esfuerzo de impedir
que las hojas del vagón se cerraran, Diego quiso
darle voz a la frase formulada por esos labios
que, delgados hasta el punto de ser casi una blancuzca cicatriz en un rostro anguloso, se habían dirigido a él - sólo a él- por encima de la horda
Edward Hopper, Approaching a City, 1946
Biblioteca de México
&.
luminosa construcción circular, y en caracteres
negros, se podía leer: "La Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días". Una voz opaca,
surgida de las bocinas que luchaban por figurar
entre los anuncios, entonó: "Pró-xi-mo-a-rri-bo-ala-es-ta-ción ... ".
La voz, pensó Diego. La voz.
Cinco estaciones después abandonó el vagón
entre empellones, codazos, suéteres, zapatos enloquecidos. En el tumulto, sin quererlo, golpeó
con el portafolios las fláccidas nalgas de una
mujer vestida de oficinista que de inmediato se
volvió, el rostro contraído por la furia . Él se disculpó, inclinando la cabeza, y ella lo barrió con
unos ojos que daban la impresión de no haber
encontrado al responsable del agravio, y que por
ello ya se reinstalaban en la profunda sima de la
que habían emergido. En las escaleras eléctricas,
la mujer volteó repetidas veces hacia atrás como
en un último intento por identificar algún rostro
culpable; luego se arregló la falda, se subió las
pantimedias y se hundió en la mañana líquida .
Una vez en la superficie, mientras se guarecía
de la lluvia bajo la marquesina de un teatro junto
a otras veinte personas que también contemplaban, con un dejo de nostalgia, los charcos infranqueables dispersos por la calle, Diego se maldijo
por no haber tomado el paraguas de manos de su
esposa antes de salir del departamento. La agencia estaba a pocas cuadras de la estación pero no
quería llegar a la junta hecho un caldo, oliendo a
Metro y tarde. Eran las siete 'cincuentaitrés, era el
primer capítulo del libro semanal y los taxis se
habían convertido en raudas pinceladas amarillas
sobre el lienzo gris de la ciudad.
La voz, pensó, debía ser parecida a los ojos de
la mujer que lo había mirado sin mirarlo, como si
no existiera, como si fuera el proverbial cero a la
izquierda en una incalculable sucesión de ceros
herrumbrosos.
Como si ya estuviera muerto .
de facciones cuyo distintivo era precisamente la
ausencia de señas distintivas, el anonimato absoluto . En alguna parte, recordó de pronto, había
leído que ése era el rostro múltiple de toda ciudad, y lo imaginó viajando por un dédalo de túneles subterráneos, los ojos fijos en ventanas que
devolvían el reflejo de un vacío salpicado de huellas digitales.
Era lunes, eran las siete y media de la mañana,
era la primera vez que se decidía a abordar el
Metro y ya estaba muerto según una boca que
había huido por un instante de la hidra urbana.
La voz, pensó Diego, salvando el portafolios de
una bota dispuesta a arrojarlo a los rieles, debía
corresponder a esa faz neutra, opalina, surcada
--creía recordar- por una red de frágiles venas
que traía a la mente algunos cuadros de Mondrian
o , sin ir más lejos, los planos diríanse esotéricos
que había mirado de reojo mientras hacía fila ante
la taquilla de la estación; debía, pues, ser una voz
átona, drenada de emociones, que no contrastara
con ese saco y esa camisa de color indefinido
donde -su memoria así lo había registrado-- la
mugre y el sudor de varios días alcanzaban a delinear un tenue mapamundi; una voz semejante a
la de las telefonistas que responden en el servicio
de información pasadas las nueve de la noche y
que luego de una jornada particularmente abúlica
bien podrían contestar así, estas muerto, sin acento, al incauto que se le ocurre preguntar por un
número de una ciudad distante; una voz que no
hubiera sido absurdo suponer en labios de la
joven que, a la derecha de Diego, observaba el
túnel con aire remoto mientras su cabello empezaba a agitarse con la cálida ráfaga , olorosa a
grasa y a metal vetusto, que anticipaba el arribo
del Metro. Eran las siete treintaitrés, hora del subsuelo, y en la superficie seguramente llovía .
Impelida por un mecanismo invisible, la turba
concentrada en el andén se precipitó dentro del
vagón arrastrando bolsas, paraguas , impermeables, húmedos periódicos, una niña que en el último momento fue rescatada por un brazo donde
tintineaba una colección de pulseras. El Metro
arrancó. Atrapado a mitad de un pasillo, Diego
tragó saliva cuando la penumbra del túnel suplantó al fulgor vacilante de la estación y un murmullo, mezcla de carraspeos y retazos de conversaciones, llegó a sus oídos. La voz, pensó, debía ser
como ese murmullo, la voz numerosa de la ciudad bajo tierra . Buscó infructuosamente su reflejo:
la ventanilla entreabierta era un fresco de pálidas
facciones uniformes entre las que se adivinaba ,
allá , muy al fondo , un cuello ligeramente sudoroso, la imagen de un hombre decapitado con una
corbata Hermes torcida hacia la izquierda . Él levantó la vista, tratando de abstraerse en los anuncios alineados en un desfile de tipografía deslavada, hasta que un extraño epígrafe bíblico llamó su
atención: "'Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar'. Metro
11:28" . Atónito , Diego parpadeó: "Mateo 11 :28".
Debajo de una mala fotografía que mostraba a
una estatua con los brazos abiertos frente a una
-¿Llevaste el coche al taller? -preguntó Diego.
La respuesta de su esposa demoró unos segundos durante los que el teléfono crujió. Seguramente, pensó él, las líneas se habían humedecido.
-Ajá.
-¿Y qué te dijeron?
-Nada.
-¿Cómo que nada?
-Nada. Hay que recogerlo el viernes.
-¿Hasta el viernes? ... ¿Pues qué es lo que
tiene?
-No sé. Se me olvidó preguntarles.
-¿Se te olvidó .. .? En fin , para qué discutir.
¿Dónde te gustaría cenar?
El teléfono volvió a crujir.
-¿Bueno? .. ¿Estás ... ?
-Sí, aquí estoy.
-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Dónde te gustaría cenar?
Biblioteca de México
58
-No sé. Donde sea.
-Había pensado reservar en aquel restaurante
del sur, ¿te acuerdas?, el de las lámparas verdes ..
El de hace un año .. .
-Ajá.
-¿Estás enferma o algo? .. ¿Enfadada o algo? ..
-No , ¿por qué?
-Te oyes rara ... Todo te da igual...
-No me da igual. Sólo no quiero decidir. Además está lloviendo. Reserva ...
El teléfono crujió de nuevo, segando la voz que
regresó más neutra que antes.
- .. .nde quieras.
-De acuerdo. Tengo una comida, pero me desocupo como a las siete. Feliz aniversario.
-Ajá.
-Cuídate.
-Tú también. No vayas a venir trabajado y
carga ...
Otra vez el crujido telefónico, otra vez la voz
mutilada por el cuchillo de la humedad .
- ... mo otros días, o te haré descansar.
- ¿Qué? .. No te ...
-Olvidado. Ciao.
-Ciao.
Antes -un segundo, qUlza una mlOlma fracción antes- que la comunicación se interrumpiera, allá, muy al fondo, el Metro arribó a un lejano
andén extraviado en la sima telefónica.
estanque de silencio que alcanzó a formarse en la
sala de juntas antes que el copy lanzara su intervención como una piedra pertinente. En varias
ocasiones, Mara , su secretaria , ignoró por completo indicaciones que luego afirmó -con aire ausente- no haber recibido nunca; en varias ocasiones la comunicación telefónica se cortó de
golpe al cabo de que la voz al otro lado de la
línea insistiera "¿Hola? ¿Hola?" por algunos segundos, indiferente a los "Habla Diego" que iban acumulándose en un crescendo que se desplomaba
siempre al mismo piélago puntuado por un timbre monótono tras el que se adivinaba un eco, la
estela de un sonido que hacía pensar en demacradas estaciones donde una multitud con rasgos de
oruga aguardaba a la crisálida mayor.
Imperceptible también, la tarde se deslizó para
hollar una ciudad sumida en un acuoso nerviosismo en el que vibraban cláxones, campanas, pasos
sin rumbo, las manecillas del reloj que marcaban
ya las seis y veinte desde el buró cercano a la
ventana donde empezaba a parpadear, con melancolía magenta , el neón del hotel que Diego
frecuentaba lunes y jueves desde hacía casi un
año. Con la espalda apoyada en la cabecera de la
cama, el pene laxo rozando una ingle en la que
se secaban los restos del segundo -e igualmente
huero- coito vespertino, el olfato zaherido por
ese violento almizcle del que se han apropiado
las habitaciones furtivas del orbe, un cigarro deshilachándosele en la comisura de la boca, él dejó
que su mirada deambulara una vez más por el
cuerpo tendido a su izquierda y se detuviera en la
mano que, con ayuda de un kleenex, limpiaba
distraídamente una entrepierna donde aún se intuía cierta viscosidad. En ese ademán , pensó
Diego, se concentraba su día, todo un lunes que
le había pasado por encima como un pañuelo
empeñado en borrar una mancha obstinada, y de
pronto se vio a sí mismo horas antes, cerrando la
libreta desde la que uno de sus cuadros favoritos
-Approaching a City, de Hopper- lo asaltaba
con su desamparo en tonos pastel, esa soledad en
la que un puñado de edificios y un trozo de cielo
esperan eternamente a una larva luminosa que
entre o salga del túnel situado en primer plano;
El resto de la mañana fue un lánguido discurrir de
horas mojadas hasta el tuétano. Lenta , casi tortuosamente, conforme los minutos reptaban por la
carátula de los relojes, la ciudad devino una confusa acuarela tras el ventanal que presidía la oficina de Diego y una suerte de ceniza lustrosa, más
cercana a la penumbra que a los fútiles empeños
de un sol exangüe, se fue encaramando a muebles
y objetos hasta sitiar el escritorio donde una lámpara comprada en un viaje relámpago a Nueva
York encerraba bolígrafos, un lapicero, una libreta
con portada de Edward Hopper, páginas llenas de
una escrupulosa caligrafía, parte de un teclado de
computadora y una cajetilla de Camel en un círculo lácteo que, de vez en vez, hurtaba hebras de
humo a un cenicero fuera de su perímetro.
Sigiloso, sin que nadie lo advirtiera entre la lluvia, el mediodía se presentó como un compendio
de llamadas interrumpidas, voces que indefectiblemente remitían a bocinas sepultadas por anuncios, gestos marchitos donde se agazapaba el desinterés por un entorno que parecía encarnar en
Diego, en los comentarios de Diego que toda la
mañana habían pendido en la atmósfera como
moscas traslúcidas, en la figura de Diego que al
desplazarse por los pasillos azules había causado
más de un sobresalto a otras figuras que hasta entonces no habían reparado en su presencia. A lo
largo de la primera reunión del día, a la que logró
llegar con apenas cinco minutos de retraso, nadie
le dirigió ni siquiera una mirada y aun uno de los
clientes respingó al oír su voz en medio del tenso
Edward Hopper, The City, 1927
Biblioteca de México
S9
cuando a medianoche él le hiciera prudentemente
el amor para luego descubrir que ella lo observaba sin observarlo, como si no existiera, como si su
semen no serpenteara por esos muslos que empezaban a ser recorridos por un kleenex metódico.
Como si ya estuviera muerto.
se vio consultar el reloj, caer en la cuenta de que
eran más de las tres, arrojar la libreta y otros objetos --desdibujados por su memoria como por una
lluvia pertinaz- dentro del portafolios, abandonar la agencia a toda prisa sin percatarse de las
sombras que tampoco se percataron de él, buscar
un taxi en medio de paraguas que se abrían y cerraban integrando un desfile de flores luctuosas y
echar a andar bajo el diluvio a sabiendas de que
María ya habría ordenado el primer aperitivo en
el bar de costumbre, María que contraria a su carácter no le reprocharía en esta ocasión la tardanza ni le preguntaría por la oficina ni mucho
menos sonreiría al verlo llegar con el pelo empapado sino que sólo estaría sentada ante la barra
jugueteando con su copa, ajena a las disculpas y
los besos y las caricias tras la oreja; María que
después de una comida transcurrida entre vanos
propósitos de conversación y páramos de silencio
aceptaría con una mezcla de hastío y ' sorpresa
una moción erótica que al parecer ~pero si era
lunes, carajo- no había contemplado, María que
una vez en la penumbra oxidada del cuarto de
hotel se desnudaría con el gesto solitario y resuelto de quien ha decidido entregarse a la blandura
del onanismo y recibiría las embestidas de Diego
con calma escalofriante, la vista fija en el techo o
en una pared por donde la tarde iría resbalando
con silueta de ventana lluviosa; María que al cabo
del segundo coito se limpiaría con aire distraído
la entrepierna sin urdir las habituales apostillas a
los comentarios de él ni susurrarle que se quedara
un poco más en la cama, que prendiera otro cigarro, que estaba trabajado y cargado y ella lo haría
descansar, que no se vistiera con rapidez en la tiniebla súbita, mirando mientras se abrochaba los
zapatos la corbata Hermes colgada como una inútil lengua del respaldo de una silla ; que todavía
no se retirara porque en breve se reuniría con
Mariana y entonces vendría la cena para celebrar
diez años de tibio matrimonio, el restaurante al
sur de la ciudad atestado de trajes e impermeables adquiridos quizá en la Quinta Avenida, la botella de vino tinto y los coñacs y los vasos de
Evian que no conseguirían disolver el mutismo de
Mariana , el hermético semblante de Mariana
En el sueño él se hallaba dentro del cuadro de
Hopper, de pie entre los rieles que se perdían en
la oscuridad del túnel a unos cuantos pasos, sosteniendo la libreta cuya portada reproducía la
misma desolación urbana que lo rodeaba. Podía
advertir, no obstante, algunas variaciones en el
paisaje onírico; a su derecha, por ejemplo, se erguía un muro cuya pureza original había sido alterada por una leyenda en aerosol negro: '''Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y
yo os haré descansar'. Metro 11:28". Más allá de la
pared, desde uno de los edificios desiertos, Mara,
María y Mariana lo contemplaban; enmarcados
por las ventanas, sus rostros tenían una expresión
cadavérica que logró conmoverlo por un instante.
La nube colocada por el pintor en el pálido trozo
de firmamento había desaparecido.
Pese a que la lluvia -qué absurdo: miró de
nuevo el cielo impasible- había arruinado su
traje, él se sentía extrañamente feliz; tanto que,
para dejar que el viento que recién se levantaba
le acariciara a sus anchas el pelo mojado, cerró
los ojos. Al abrirlos al cabo de unos segundos, un
hombre de facciones angulosas, ataviado con una
camisa transformada en mapa por el sudor de varios días, se había agregado al cuadro a la entrada
del túnel; lívidos, secundados por una mano urgente , sus labios extendían una muda invitación a
la tiniebla . Él la aceptó y, antes de seguir a la figura que ya era devorada por las sombras, se despidió de tres ventanas vacías; luego, con la libreta
siempre entre los dedos, comenzó a avanzar por
los rieles silbando una tonada que poco a poco
fue extinguida por un creciente sonido que sólo
podía remitir a estaciones ahogadas en las aguas
más profundas del sueño.
Cuando intentó franquearlas , las puertas del viernes ya se cerraban con un húmedo temblor idéntico al de los otros días y la semana empezaba a
alejarse entre paraguas y juntas silenciosas, muecas de indiferencia y miradas ausentes que habían
sido procesadas por el lluvioso intestino que, ganando velocidad a cada momento, se enroscaba
en la penumbra ventral de la memoria .
Deslavada, con unos crepúsculos que se antojaban fugados de algún óleo de Turner o de una
vieja fotografía vista en la casa de un familiar que
desde hacía varios años reposaba bajo tierra, la
ciudad había refrendado el veredicto emitido por
una boca anónima : "Estás muerto".
De pie al filo del sábado, con los hielos girando
como insectos tristes en su quinto vaso de Jim
Edward Hopper, House al Dusk, 1939
Biblioteca de M éxico
60
Beam, un músculo de la mejilla izquierda palpitándole fuera de control, la corbata torcida luego
de una pueril discusió n -la última en una exte nsa cadena de discusiones pueriles- en torno al
auto que el taller no había entregado, Diego
quiso darle nombre al presentimiento que como
una tormenta había ido incubándose allá, muy al
fondo de su mente, en esa oscura provincia reservada para el silbato que a lo largo de la semana
había guiado sus despertares , cancelando cualquier posibilidad de reconstruir los sueños. Era un
presagio que lo había acompañado cada mañana
al bajar escaleras gastadas por millones de zapatos -los pasos innúmeros de la urbe , creyó recordar haber leído- y revisar planos que hacían
pensar en una necrópolis subterránea y abordar
martes, miércoles, jueves y viernes como vagones
que lo tra ns portarían irremediablemente a la
misma rutina de monosílabos aguados, gestos
adustos, siluetas que se arrastraban po r calles y
pasillos con una suerte de líquido torpor semejante al que imperaba en los relojes; un presagio que
ahora, conforme la lluvia arreciaba y el bourbon
surtía su efecto anestésico, devenía turbia certidumbre, convicción de que la muerte había llegado como un Metro a hurtadillas y é l era el único
que aún no caía en la cuenta.
Sábado y domingo se presentaron con un cielo
de inalterable gris que reflejaba a la perfecció n un
ánimo propicio para el retraimiento, la parsimo nia
etílica, las comidas frugales, los ceniceros a punto
de reventar, la fragmentaria contemplación de una
ventana o un muro o en todo caso de la libreta
desde la que unos rieles lanzaban una convocatoria confidencial , las cavilaciones fúnebres y la
atenta lectura de la nota roja , hábito que Diego
-por alguna razón que no alcanzaba a aprehe nder- había adquirido en esos días en medio de
un mórbido embeleso que crecía a la par que su
perplejidad y su angustia . En algún instante de
ese fin de semana cubierto de periódicos y revistas mojadas, y con la fuerza de una revelación ,
aterrizó en sus manos la noticia que acabaría de
torcer su mundo cierto ochenta grados: "Aume nta
el índice de suicidios en el Metro" . Redactado en
una prosa que se debatía entre clisés amarillistas,
estadísticas indescifrables y nombres vueltos meros
emblemas de mortandad, el texto e ra ilustrado por
una serie de fotografías que habrían hecho las delicias de Cindy Sherman; al repasarlas por tercera o
cuarta ocasión, una de ellas cortó el aliento de
Diego, cuya incredulidad fue rápidamente sustituida por un azoro que nada tenía que ver con la borrosa muchedumbre hacinada en un andén de la
línea uno, sino con los labios lívidos y la sucia camisa que --entrecerrando un poco los ojos- podían distinguirse en primer plano entre un anciano
de traje oscuro y una mujer que se tapaba la cara
en un fútil esfuerzo por anular el cadáver que dos
hombres de blanco rescataban de las vías. Con un
mal gusto disfrazado de alarde poético, el pie de
foto rezaba : "El servicio del Metro se interrumpe
durante veinte minutos siempre que hay un ángel
caído". El domingo era ya una franja cenicienta en
e l ventanal de l estudi o cuand o Diego entendi ó,
con un. estre mecimiento ahíto de bourbon , que
debía renunciar a la superficie para acudir a la cita
-ahora impostergable- que una boca había fij ado en las entrete las de la ciudad .
Como una áspe ra bruma que no lograrían disipar las aspirinas ni e l café cargado para la resaca,
el lunes enco ntró a Diego tendido junto a un retrete sa lpicado de vómito, e l pelo revuelto y e l olfato zaherido por una violenta amalgama aromática que tardó en esfumarse entre el vapor de la
du cha. Mientras se anudaba la corbata Hermes
ante un espe jo que devolvía la image n de un
lecho vacío , pe nsó e n todas las ventajas de la
vida bajo tierra y decidió entrega r su cartera - su
identidad reducida a tarjetas de crédito, crede nciales, unos cua ntos billetes- al o lvido de un
cajón con ropa que nadie usaría; luego desocupó
e l pOltafolios y, dejando únicamente la libreta con
p o rtada de Hop per, un a ca jetilla de ciga rros y
-pulsió n de última hora- una navaja Gillette, lo
cerró y entró con él a la cocina donde una cafetera ronroneaba , desolada. No hubo más mensajes
que una taza en el fregadero y tres huecos en la
ca ja de Bufferin ; la pue rta principal lo despidió
con un sonido suave, hasta cierto punto melancólico, que ya no sería turbado por el tintineo del
llavero que fue a dar a una alca ntarilla próxima.
La urbe e ra la misma acua re la de un a sema na
atrás.
De pie a la entrada de la estació n, con el portafolios e n la mano como un extraño memorándum
del mundo , Diego miró e l desfile floral de los paraguas, los edificios que hundían sus ventanas en
la lluvia, antes de volver la vista a las tinieblas.
Pronto se acostumbró al monótono paisaje subterráneo, a que su estó mago quedara satisfecho con
los detritos alimenticios que se acumulaban en los
basureros: o ra un trozo de chocolate, ora una
fruta mo rdisqueada , ora incluso un hol dog o un
emparedado e nvuelto a medias en celofán y colillas. Pronto se deshizo del reloj y permitió que e l
tiempo se dilatara como un órga no fl áccido, que
Edward Hopper, Rooms for Tourists, 1945
Biblioteca de México
61
veinte de la mañana. Vagamente divertido, se
aproximó al tablero donde borrosas fotostáticas
con información de gente devorada por la ciudad
luchaban por hacerse oír entre el estruendo publicitario que pregonaba masajes, academias de idiomas y computación, asociaciones de alcohólicos
anónimos, concursos de crónica urbana; su extraño regocijo fue en aumento al descubrir que una
fotografía suya, tomada en algún tiempo por alguien de quien ya sólo recordaba un pálido antebrazo, ilustraba sus datos personales -peso, estatura, color de ojos, el inservible etcétera de la
identidad- y un párrafo que arrancaba con la
consabida muletilla: "Se le vio por última vez ... ".
Ignorando a la anciana que, absorta en el tablero,
casi le rozaba un hombro, despegó con brusquedad la hoja; a punto estaba de meterla al portafolios cuando escuchó, proveniente de la izquierda,
tan cercana que pudo sentir el aliento -una aleación de grasa y metal vetusto-- que la envolvía,
una palabra proferida en un siseo donde se agazapaban días de errancia subterránea, meses de
agobiante penumbra, años aun de convivencia
con la oruga luminosa que había terminado por
apropiarse de esa garganta que ahora suplicaba,
fúnebre: "AYÚdame".
La voz, pensó él. La voz.
y de golpe, sin prestar atención al portafolios
que alguien hallaría caído como un insecto triste,
todo se redujo a rastrear el origen de la palabra
que ya se perdía en la babel de la hora pico, apenas una voluta gris huyendo de esos labios lívidos
y enmarcando esa red de frágiles venas que traía
a la memoria algunos cuadros de Mondrian o , sin
ir más lejos, los rieles hacia los que parecía dirigirse entre la muchedumbre arremolinada al filo
del andén en un mural de impermeables y paraguas que había que atravesar a fuerza de insultos,
codazos, empellones que de a poco contribuían a
alcanzar ese tenue mapamundi estampado por la
mugre y el sudor de innumerables días en la camisa que al fin se había detenido allá, muy al
fondo, casi al principio del túnel , junto a una
joven que miraba a su izquierda con aire ausente
mientras su cabello empezaba a agitarse con la
cálida ráfaga, olorosa a aliento guardado en el hipogeo urbano, que anticipaba el arribo del Metro
cuyas luces desencajaban aún más las facciones
ya al alcance de la mano que luego de un instante de indecisión empujaba con v:,jolencia una espalda hecha de huesos exhaustos, unas piernas
que remitían necesariamenté a láminas anatómicas y que se precipitaban al vacío en medio de
un silencio segado tan sólo por el silbato que
continuaría aguardando un óleo de Hopper, el
único sonido que fiel secundaría una oscura misión que desde entonces registrarían parcialmente
los periódicos que nada saben de lo trabajado y
cargado que uno puede llegar a sentirse ni mucho
menos del siguiente relevo que traerá consigo el
descanso, el sueño último entre el insomnio de
los vagones.
Eran las siete treintaitrés, hora del subsuelo, y
en la superficie seguramente llovía.
el tránsito del otoño al invierno y de éste a la primavera lo marcaran los suéteres sustituidos por
abrigos sustituidos por breves faldas , que el traje
y los zapatos devinieran comarca del abandono,
que la corbata perdiera lustre y ganara un aire de
apéndice triste, que la navaja se oxidara ansiosa
por recorrer un rostro donde los meses se escondían tras una gruesa pátina de polvo y vello, que
la libreta se llenara de apuntes deshilvanados hechos cada vez más esporádicamente con un bolígrafo sustraído a algún bolsillo. Pronto supo que
los planos del Metro, que poco a poco se aprendía de memoria mientras la mugre los reproducía
en su camisa, constituían el mapa de esa ciudad
móvil que bulle bajo cualquier ciudad; pronto, no
sin cierto deleite, se asumió nómada de lo profundo.
A! cerrarse las estaciones, e impelido por guardias que lo eludían con una mezcla de disgusto y
conmiseración, dormía junto a la reja metálica, la
cabeza apoyada en el portafolios cuya piel marchita alcanzaba a transmitir un resabio de calidez;
orinaba y defecaba ahí mismo, sobre viejos periódicos desde los que la superficie intentaba llamar
su atención infructuosamente . A veces soñaba
con ventanas y taxis, cafés al aire libre y maniquíes de tez plomiza que desde las vitrinas contemplaban el tráfago de sus gemelos en la calle; a
veces, gracias al descuido de un vigilante veterano al que le faltaba un ojo -gajes del oficio, se
enteró después, algo relacionado con un junkie y
un pedazo de cristal-, conseguía pasar la noche
en un andén de la línea cuatro, dejándose arrullar
por ecos que imaginaba producto del insomnio
de los vagones. A las seis de la mañana, cuando
los rieles comenzaban a cobrar vida, despertaba
con la certeza de que no tardaría en toparse con
la boca que lo había convocado y que ya se difuminaba como otro de los tantos pliegues de la
urbe ; luego de desayunar --ora una cáscara, ora
un pan duro--, entraba a la estación para cumplir
con el ritual de transbordos y conexiones que le
llevaría el día entero, todo el verano o lo que
fuera allá al otro lado de las sombras diluidas en
una intermitencia fluorescente.
Un año se escurrió entre la serie que El País Semanal dedicó a los Metros del orbe, hurtada de
axilas y bolsos incautos, y notas sobre suicidios
que él había atestiguado con pasmosa indiferencia. En varias ocasiones, al cabo de que una
mujer o un estudiante se arrojara a las vías olvidando un zapato o un cuaderno en el andén,
había creído ver relampaguear una faz angulosa
que se reintegraba velozmente a la multitud de la
que había emergido. La búsqueda , cada vez más
encarnizada, estaba por concluir, pensaba con
una suerte de orgullo; luego esperaba a que se
reanudara el servicio para seguir acatando las reglas de su diaria ceremonia.
Debía ser de nuevo octubre -la manga larga
había suplantado a las blusas etéreas- cuando se
encontró con su retrato en una estación de la
línea tres. Quizá era lunes; quizá , si el reloj digital
que colgaba del techo no mentía , eran las siete y
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MARIO GONZALEZ SUAREZ
Del brutal San Jung
o el retorno de Hermes
A 35 a1l0S de la llluer1 e dr
N o ha debido ser fác il la tarea de
Gerhard Wehr al escribir la biografía de C. G. Jung. Paradójicamente ,
las dificultades no se cifran en una
prete ndida inaba rcabilidad d e los
actos de l maestro suizo , de sus e ncuentros con pe rsonajes notables o
una fastuosa vida mundana . Lo destaca bl e d e l p aso d e Jun g p o r e l
mundo es invisibl e e n un prime r
acercamie nto ; la suya es una existencia secreta análoga a las inme nsidades interio res de la vida de un
alquimista .
Pocos o bstác ulos son tan comprometedo res para la labor "objetiva " de un biógrafo como la autobiografía , el d iario o las me mo rias
de su sujeto de estud io. Y e l mayor
re to d e la e mpresa d e We hr ha
co nsis tid o e n e nfre ntar e l re lato
que de su p ropia vida inició Jung a
los 8 1 a ños d e e d ad. Recuerd os,
sueños, pensa m ientos es e l afo rtunad o títul o q ue d e mane ra lite ral
describe la larga vida d el ho mbre
de los arquetipos. Ante tamaña autobiografía parecie ra que al biógrafo no le q ueda mucho por decir.
No o b s ta nt e , a punt a re m os a
favo r d e W e hr qu e a unqu e se
a p oya d e m as ia d o - t a l vez n o
po día ser de otra mane ra- e n la
auto biografía de Jung, entrama d e
fo rma ame na y no poco ace rtad a
los datos positivos con los sucesos
interio res. El trabajo de We hr tambié n es va lioso en cuanto a la perspectiva desde do nde muestra interesantes pasajes de la histo ri a de l
movimiento psicoana lítico y, sobre
todo , de la particul ar re lació n e ntre
Freud y Jung , que e n mu chos aspectos resulta rá d e te rminante d e l
desarrollo de la psicología analítica .
Para el maestro vienés, establecer
comuni cació n co n la inte li ge ncia
del jove n Jung sig nificó un e ntusiasmo que se traducía en la posibilidad de continuar y difundir sus investigac io n es psicoa na líti cas. Sin
c. (;. Jllllg
embargo , lo que inicia como una
cá lida y respetuosa relació n e pistolar -hacia 1906---, te rmina en una
a irada ruptura . Cas i d esd e e l comi e n zo d e la a mi stad d e a mbos ,
Fre ud veía desdeñosa pero benévolame nte la incipiente "heterodoxia"
de su discípulo; mas e n 1912 reaccio nó con irritació n al libro de Jung
Transfo rmaciones y sím bolos de la
libido, donde expresaba o pinio nes
contrarias a las de l maestro .
Sa lta a la vista la magnitud de l
choque ulte rio r, por lo que Fre ud
ma ni fiesta e n una ca rta dirig ida a
Karl Abraham a final es de julio de
1913: "Po r fin nos he mos desembarazado de ellos , ¡del bru tal San Jung
y sus catecú me nos! (los psicólogos
de Zurich)"l y e n textos autobio g rá fi cos, Fre ud no log ra - o no
quiere- ocultar el resentimie nto y
la animadversió n hacia su discípulo
"he rético".
Seg ún co ns ig na We hr , a un q ue
Fre ud nunca perdo nó a Jung la negativa a convertirse e n el "príncipe
he redero" de l psicoanálisis, tampoco dejó de aceptar que e l distanciamie nto d efiniti vo d e l s ui zo - e n
1913- había sido "una gran pérd ida", algo muy distinto a la "deslealtad " de Alfred Adle r un año antes.
Jung, por su parte , siempre afirmó que Freud era "el hombre verd ad e ra me nte impo rta nt e ". Fre ud
había sido e l punto d e partida de
as pectos bás icos de l pe nsa mie nto
junguiano: demostró empíricame nte
la existencia del inconsciente y reconoció e n los sueños una pue rta
para penetrar en él, y además identifi có la infa n c ia d e l in d iv idu o
co mo fu e nte d e la ne uros is. No
obstante , Jung criticaba que la psicología de la concie ncia se confo rma ra d e mas ia d o co n e l co noc imi e nto d e la vid a pe rso na l, y s u
l. Citado p or Wehr, G ., enJlI l7g, p . 158 .
Biblioteca de México
63
(
p ro pia expe rie ncia le decía q ue e l
análisis de la neu rosis lleva a niveles más p rofund os que la infancia
del paciente , lo que se evide ncia en
los sue ños cu ya acl arac ió n ex ige
algo más que reminisce ncias personales; en ese mo me nto estaba a un
paso d e l in conscie nte co lecti vo y
los arquetipos.
Pero e l vórtice de la d iscre pancia
se halla e n la d iscusión acerca de la
libido, a la cual Jung no concibe
como restringida al impulso sexual.
A aque llo de be añadirse la indignac ió n d e Jun g p o r la ac titud d e l
maestro, que colocaba su auto ridad
pe rsonal po r e ncima de los crite rios
cie ntíficos.
Es prec isa me nte a p a rtir d e la
ruptura co n Fre ud q ue Jun g co mi e n za su ve rda de ra o b ra. En su
autobiografía escribe que los años
e n que e mp re nde e l recorrido d e
su pro pio camino son de oscuridad ,
es el tiempo de la m id lije crisis, la
ho ra d e la tra ns mutac ió n , del e nfre ntamie nto de la co ncie ncia con
e l inconscie nte.
En auxilio de su perplejidad intelectual, y como apuntalamie nto de
su destino , aparecen sus sue ños y
un vasto conocimiento de la mito logía , la literatura clásica y la teología cristi ana. De sde la fid e lidad a
s us ex pe ri e ncias inte ri o res y a la
natural evolución de su pe nsa miento , confro nta su psico logía con la
de las e mine ncias co ntempo ráneas:
"Retrocedí ate rrorizado ante la idea
de te ne r que concebir la to talidad
de la cultura humana como e l resultado pato lógico de la sexualidad
reprimida"2 Ve q ue e n la o bra de
Freud el sentimiento re ligioso funge
meramente como una respuesta de
la civilizació n ante la amo ralidad de
la naturaleza . Y e n la de Adle r, los
logros de la cultura y la vida espiri-
2. Wehr, G . Op. cit.. p. 1 J I.
tual son el resultado del "principio
de poder", de una neurosis que es
hija de un primitivo "sentimiento de
inferioridad ". Confirma lo que
había intuido desde su niñez: el
alma humana es invisible para el
racionalismo.
Para Jung, ser psiquiatra se torna
su aventura espiritual. "Mis obras
puede n considerarse como etapas
de mi vida, son expres ión de mi
desarrollo interior, puesto que el
ocuparme de los temas del inconsciente forma al hombre y provoca
sus cambios . Mi vida es mi quehacer, mi trabajo espiritual. Una cosa
no puede sepa rarse de la otra.
Todos mis escritos son, por así decirlo , encargos que proceden del
interior; surgieron bajo la presión
del destino"3.
El afán de Jung es asimilable al
de un alquimista, pues proyectó en
su materia de estudio contenidos
de su inconsciente; hizo una labor
sobre su propia persona, como la
realiza el verdadero artista, que no
cree en "el arte por el arte " ni en la
obra por sí misma . "El objetivo sólo
tiene importancia como idea , pero
lo esencial es el opus que conduce
al objetivo, pues llena la duración
de la vida con un objetivo para
c uyo alcance se un e n corrie ntes
'diestras y siniestras' y cooperan lo
consciente y lo inconsciente"4 La
psicología profunda simboliza también el proceso de individuación del
proPioJung.
Como acertadamente se ñ a la
Wehr, la enumeración de los e le m e ntos biográficos exte rnos no
constituye la verdadera vida de un
ser humano , sino la elucidación del
mito que e ncarna , la sustancia espiritual mate rializada en destino.
En este punto precisamos va lernos de algunos hallazgos junguianos. Al interpretar los dramas míticos de la antigüedad como expre sión de las fue rzas arquetípicas del
inconsciente , Jung infie re que el arqu e tip o in cide e n la vida d e los
ho mbres trazá ndo les un destin o.
De tal suerte que e n el trayecto de l
proceso de individuació n, el sujeto
debe indagar qué mito vive.
Por nuestra parte , sin negar lo especu lativo de la idea , nos inclinamos a ve r e n Jung y s u o bra e l
cumplimie nto del mito de Hermes
(Me rc uri o para los romanos). Recordemos que He rmes indicaba el
camino a los via je ros extraviados ,
era el dios de la medicina -uno de
sus símbolos es el caduceo-; muy
especialmente se destacan sus funciones como mensajero de los dioses -de a llí sus talones y casco
alados- y de psicopompo, el que
guía las almas de los muertos en el
más allá; pero también es protector
de los ladrones y se sabe dueño de
una perversión intelectual. La obra
de Jung , repitámoslo, ha sido el invaluable puente entre la conciencia
y el inconsciente, entre este mundo
y el más allá ; su psicoterapia, una
escalera para los espíritus sumergidos; y jamás descuidó la parte oscura - la sombra arquetípica- de
la naturaleza humana .
No olvidemos que , como patrono
y sustancia arcana de los alquimistas, Mercurio es un redentor y un
embaucador, confunde e ilumina .
Es muy probable que aque ll as
obras junguianas que incluso ahora
resu ltan oscuras, contengan datos
traídos desde el inconsciente colectivo y aún ' no asimilados del todo
por la conciencia.
Creemos que ha s ta tal punto
Jung estaba "poseído" por Hermes
y que , debido a la intemporalidad
del arquetipo , daba por hecho sus
apariciones periódicas en el
mundo: "Por ello puedo imaginarme que mientras yo no vuelva a
nace r, e l mundo no necesita una
respuesta y que dispondré de algunos cente nares de a ños de calma
hasta que nuevame nte se neces ite
a lguien qu e se interese por ta les
cuestiones, y yo vu elva a ocupa rme
de esta tarea con renovado esfuerzo . Tengo la idea de que puede iniciarse ahora c iert a tra nquilid ad
h as ta que e l pensum actual esté
elaborado"5.
Sólo para finali zar nuestras conjeturas, no estimamos tan descabellado re mitirnos al fenó meno que Wilhe lm Stekel6 describe como "compulsió n del no mbre ", que cons iste
e n una co incide ncia , a veces grotesca, entre el apellido y las peculi aridades o la ocup ac ió n d e un
ho mbre: Jung quie re decir "joven",
que profesa la idea de re nacimie nto
y ree n ca rn ació n. Esto es lo qu e
Jung denominaría "sincronicidad" o
"coincidencia significativa ".
Pocos años a ntes de su mue rte
- acaecida el 6 de junio de 1961-,
Jung aseguraba que había logrado
conforma rse con la idea de "vivir
póstumamente ", lo cua l ll eva su
dosis de exageració n pues ll egó a
disfrutar de la cele bridad y a ser te-
3. Jung , c. G , Recuerdos.. , p. 229.
4. Jung, c. G. , Psicología de la tra mjeren cia, p . 46. (Las cursivas son d e Jung).
5. Jung, C. G., Recuerdos. , p. 324
6. Citado por Jung, c. G. , e n Sincronicidad, pp. 16- 17.
Biblioteca de México
64
nido como un viejo sabio. Desde
los cu atro puntos cardinales a é l
acudían en busca de orientación o
consejo a rti s tas e intelectuales ,
científicos y funcionarios ; hasta e l
difícil Jacques Lacan subió a consultar a Hermes-Jung e n 1955 7 .
Desde luego , al conmemorar los
35 años de la muerte del psicólogo
suizo, no abrigamos la peregrina intención de postular que su psicología sea declarada "mejor" que la de
sus co leg as. El "desleal " Alfred
Adler sensatamente concluyó: "Sólo
un iluso podrá pretender encerrar
la psique humana en una doctrina
científica "8 Admitió que todo psicó logo, como médico de a lma s,
debe ser un artista. Bajo este axioma , la psicología de Jung nos p arece p articularmente bella --que no
optimista- porque ha sabido encontrar un punto de esperanza para
el futuro del hombre en la tierra y
señalar los peligros q ue le aguardan. Ha replanteado el sentido de
la vida y aun en el enfermo más
irrecuperable ha reconocido la presencia del infinito, la huella de Dios
en el hombre.
7. Cfr. Roudinesco, E , Lacan, p . 389
Ad le r, A. , El carácter neu rótico, p. 299.
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-Respuesta a Job, Méx ico, F.C.E. , 1992 , 132
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- Simbología de! espíritu , Méx ico , F.C.E.,
1981, 329 pp.
-Sincronicidad, Málaga, Sirio , 1990, 143 pp.
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Roudinesco, Elisabeth , Lacan, Buenos Aires,
F.C.E. , 1995,815 pp.
Wehr, Gerhard, Carl Custav Jung, Barcelo na,
Paidós, 1991, 522 pp.
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