La Triada de Rodilla
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La Triada de Rodilla
ASÍ ME CURÉ S A LU y cuando acababa un entrenamiento tenía que estar con la rodilla en alto, con hielo, para poder levantarme al día siguiente. Llegó un momento en el que no merecía la pena ese sufrimiento, porque en los entrenos tampoco me encontraba bien, no disfrutaba, iba con miedo a los giros, a las frenadas… Realmente, era otro jugador. D VIDA NUEVA. Y a todo esto, en el primer par- La triada de rodilla de Álvaro Benito Iba para figura del balón, pero la lesión más temida por todo futbolista, la triada (rotura del menisco interno y de los ligamentos cruzado anterior y lateral interno), truncó su carrera. Gracias a ella, eso sí, se reconvirtió en estrella de la canción al frente del grupo Pignoise, que acaba de lanzar El tiempo y el espacio, su octavo disco. coordinado por María Corisco fotografías de Roberto Cárdenas producción de María José Cercós es que desde el primer momento yo noté que ahí había algo raro. En ningún momento sentí la pierna como mía. Y pese a que los tiempos se iban cumpliendo y fui recuperando la movilidad de la articulación, no me notaba bien. A los siete meses volví a jugar, pero no era el mismo. No tenía la misma elasticidad y había perdido fuerza en la musculatura flexora como consecuencia de haberme quitado el semitendinoso. Me fui cedido a otro club y en el tercer partido noté un pinchazo en la cara externa de la rodilla. Al día siguiente, estaba muy inflamada. Al parecer, tenía una úlcera en el cartílago debido a que se había extraído casi todo el menisco externo. Y me operaron otra vez. todo el tiempo que llevaba lesionado, si ahora le sumaba tres operaciones tan agresivas y año y medio de recuperación… Iba a ser muy complicado volver. Aun así no me rendí: hacía cada día entre ocho y 10 horas de rehabilitación, fui un animal, y conseguí volver a jugar al fútbol. Pero ya era otro jugador: los días buenos estaba al 60 por 100; los malos, al 30 o al 40. Acabó mi contrato con el Madrid e intenté una nueva experiencia con el Getafe, pero era muy duro ver cómo se habían mermado mis condiciones físicas. Mi familia estuvo a mi lado todo el tiempo, pero en estos casos no hay consuelo: el fútbol pasó de ser un disfrute a un infierno, DESESPERACIÓN. A partir de ahí, entré en un agujero negro en el que rehabilitaba, pero, cada vez que empezaba a forzar, la rodilla volvía a inflamarse. Y otra operación más. Así estuve otro año y medio. Y tras tres intervenciones más, yo ya no podía estar de pie ni cinco minutos. Era un impedido. Empezamos a buscar soluciones con los servicios médicos del club y me fui a Denver, y después a Pittsburg, donde se estaban comenzando a hacer trasplantes de menisco de cadáver. Me hicieron una artroscopia y me dijeron que era candidato a esta intervención, pero que necesitaría tres operaciones más: una osteotomía de tibia, una cirugía de menisco y otra de ligamento cruzado. El tiempo de recuperación era de año y medio. Me vine abajo: comprendí que mi vida deportiva había terminado. Porque, hasta ese momento, había seguido confiando en que era una mala racha, un parón, pero que volvería al fútbol. No había perdido la confianza, pero en ese instante supe que, tras MAGAZINE PÁG. 30 LESIÓN COMPLEJA GRACIA PABLOS “Desde que era muy pequeño, creo que que casi desde que me puse en pie, mi pasión fue el fútbol. A los 6 años empecé a jugar en un equipo federado; a los 14, me ficharon para las categorías inferiores del Real Madrid, y, a los 17, llegué con este equipo a Primera División. No podía pedir más: siendo tan joven, jugaba como titular y, además, lo hacía bien. Hasta que, cuando tenía 19 años, sufrí una lesión grave en un partido de la selección sub 21 contra Eslovaquia. Fue algo fortuito, en una acción que había repetido millones de veces: una frenada un poco brusca en un sprint… y crack. Me retiraron del campo, no podía ni caminar, y ya en la primera exploración vieron que tenía algo serio. Pasé la noche en el hotel, aturdido por el dolor y, sobre todo, por la preocupación. Cuando, ya en la Ciudad Deportiva, me hicieron una resonancia, se vio que me había roto el ligamento cruzado anterior, el ligamento lateral interno y el menisco interno. La temida triada. Había que operar. No me hice una idea de lo que representaba. Sabía que era una lesión grave y que me perdería lo que quedaba de temporada, pero jamás imaginé que era el principio del fin de mi carrera como futbolista: era joven, pensaba que tenía todo el tiempo del mundo para recuperarme y tan solo sentía impotencia por perderme los partidos siguientes, ya que estaba en un momento muy bueno; en el fútbol, si te bajas del tren, a veces hay otro que ocupa tu lugar. Pero en ese momento solo pensaba en operarme y volver a jugar. La operación no fue bien; ahora que soy un experto en rodillas sé que la técnica que se utilizó estaba un poco obsoleta. Me quitaron el tendón semitendinoso y casi todo el menisco, algo que ya no se hace. El caso tido que jugué de titular ese año tuve una rotura de fibras en el abductor. Fue entonces cuando hablé con mi padre y decidí poner fin a esto. Ya no era solo el proceso de operaciones y recuperaciones, de horas muertas sin poder caminar, de muletas… Era también la incertidumbre de cómo quedaría, de si volvería a jugar y dónde. Era insoportable. El día que tomé la decisión, la más difícil de mi vida, respiré. Mi camino ya no era el fútbol, se había acabado y tenía que ir hacia otro lado. Y ahí empezó la música. Durante todo ese tiempo de inactividad me había animado a darle a la guitarra. También me compré una batería y, así, me iba entreteniendo. No es que me refugiara en la música, pero, a medida que iba tocando un poco mejor, me fui enganchando. Además, en el centro médico había conocido a Héctor Polo, otro jugador de una categoría inferior del Madrid que tenía una lesión menor, y nos hicimos amigos. Él venía a casa, empezó a tocar la batería, se dio cuenta de que le encantaba y se compró una. Y comenzamos a hacer versiones, pequeñas cosas. No imaginábamos entonces hacer algo serio, era un hobby. Pero, cuando me retiré definitivamente, montamos un grupo. Yo no quería hacer nada relacionado con el fútbol, necesitaba desconectar. Grabamos una maqueta y surgió la oportunidad de grabar discos. En los dos primeros estábamos muy verdes, pero sirvieron para que nos lo empezáramos a tomar como una profesión. Llamamos a todas las puertas, pero ninguna se nos abría: me perseguía el sambenito de exjugador de fútbol, una losa que nos costó mucho tiempo quitarnos. No éramos bienvenidos en el mundillo, se nos consideraba unos advenedizos. Pero tuvimos la suerte de hacer la sintonía de la serie Los hombres de Paco y a partir de ahí todo cambió. Fuimos disco de oro y el grupo explotó definitivamente. Me han dicho muchas veces que mi caso es como el de Julio Iglesias, y yo siempre respondo que él no llegó a ser, como yo, profesional del primer equipo del Madrid; pero que, sin embargo, es el artista vivo que más discos ha vendido del mundo… Echando la vista atrás, ¿existiría Pignoise si no me hubiera lesionado? Seguramente no. Aunque, curiosamente, una periodista me dijo hace poco que, en una entrevista que me hizo hace muchos años, le dije que, de no haber sido futbolista, seguramente tendría un grupo de rock. Está claro que aquella idea ya estaba en mi interior”.Í l OPERADO Álvaro Benito tuvo que abandonar el fútbol profesional tras una lesión en su rodilla. EL MÉDICO OPINA “Esta lesión puede ser el fin para un deportista de élite” POR EL DOCTOR MANUEL VILLANUEVA* “Él no ha sido el único. Ronaldo, De la Peña, Robben, Tote, Óscar Serrano, Van Basten... han pasado por el mismo calvario. Las lesiones complejas de la rodilla que afectan a más de una estructura son la verdadera amenaza de un deportista. Entre las lesiones multiligamentarias, la famosa y temida triada de O’Donoghue combina: ligamento cruzado anterior (LCA), con el ligamento colateral medial (LCM), y menisco interno, aunque es más común la de LCA, LCM y menisco externo. Afortunadamente, la cirugía ha mejorado espectacularmente en los últimos años y la mayoría de los deportistas que padecen estas lesiones complejas pueden recuperarse, tras 6-9 meses de rehabilitación, y volver a la actividad deportiva. La edad, la musculatura, el umbral del dolor elevado son, entre otros factores, los que van a determinar si se obra o no el milagro del retorno a la competición. Desafortunadamente, una minoría de pacientes sufre un daño más grave en el cartílago, o un síndrome derivado de la resección del menisco dañado, que les provoca sobrecarga, derrame y dolor intenso. El menisco y el cartílago articular contribuyen a la estabilidad articular, la transmisión de cargas, la absorción de impactos y la lubricación de la articulación. Si la rotura del menisco es amplia y hay que resecar una parte del mismo, se perderá esta función y aumentará la sobrecarga de la rodilla. Y esta alteración puede ser dramática en un deportista de élite por lo que hace 30 años empezó a plantearse el trasplante de menisco. Aunque esta técnica ha permitido mejorar el dolor y la función, aún hoy se considera más una cirugía de salvamento, para mejorar la calidad de las actividades de la vida diaria, que una cirugía de reconstrucción que pueda permitir la restitución de la rodilla lesionada y su vuelta al deporte de élite”. *Traumatólogo especialista en Medicina Deportiva. www.tulesiondeportiva.com MAGAZINE PÁG. 31