Revista Espacio Regional vol 1 2011.
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Revista Espacio Regional vol 1 2011.
0718-1604 Espacio Regional Revista de Estudios Sociales DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE LOS LAGOS Volumen 1, Número 8 Enero – Junio 2011 (número especial) «Espacio Regional. Revista de Estudios Sociales» es una publicación editada semestralmente (se publica en julio y diciembre) por el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Lagos más la participación de la Dirección de Investigación y el Programa de Estudios y Documentación en Ciencias Humanas, de la misma Casa de Estudios, quienes difunden los trabajos de investigación y reflexión elaborados en Chile y el extranjero; su objetivo consiste en la producción y difusión de investigaciones y estudios en historia y ciencias sociales desde diversas perspectivas que contribuyan al debate en torno a los actores sociales y a los escenarios y procesos en los cuales discurre su quehacer, por lo que la Revista siempre está abierta a considerar dichas contribuciones de libre reflexión. El contenido de la Revista está dirigido a especialistas, investigadores y estudiantes de pre y posgrado de las disciplinas recién mencionadas. Las colaboraciones pueden enviarse a Espacio Regional. Revista de Estudios Sociales, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de Los Lagos, Av. Fuchslocher, n.º 1305, Osorno, Chile. AUTORIDADES UNIVERSIDAD DE LOS LAGOS Óscar Garrido Álvarez Rector, Universidad de Los Lagos Juan Luís Carter Beltrán Vicerrector Académico, Universidad de Los Lagos Claudio Rosales Urrutia Director Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de Los Lagos DIRECTOR REVISTA Claudio Rosales Urrutia Universidad de Los Lagos, Osorno SECRETARÍA DE REDACCIÓN Hernán Delgado Delgado, Jorge Muñoz Sougarret, Rodrigo Márquez Reyes, Patrick Puigmal, Universidad de Los Lagos, Osorno COMITÉ EDITOR Gerardo Azócar García Universidad de Concepción, Concepción, Chile Patrick Barr-Melej Ohio University, Athens, Estados Unidos de América Adrian Blazquez Université de Pau et des Pays de l’Adour, Pau, Francia Óscar Dávila León Centro de Estudios Sociales, Valparaíso, Chile Carmen González Martínez Universidad de Murcia, Murcia, España Igor Goicovic Donoso Universidad de Santiago de Chile, Santiago, Chile Sergio Grez Toso Universidad de Chile, Santiago, Chile Rodrigo Hidalgo Dattwyler Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile Julio Pérez Serrano Universidad de Cádiz, Cádiz, España Bernardo Reyes Ortiz Instituto de Ecología Política, Santiago, Chile Claudio Robles Ortiz Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile Alejandro Saavedra Peláez Universidad Austral, Valdivia, Chile ISSN: 0718-1604 ©Ediciones Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de Lagos, 2011 Avenida Fuchslocher, n.º 1305, Osorno, Chile Fono/Fax (56-64) 333235 E-Mail: [email protected] Composición, diagramación y corrección de prueba: Hernán Delgado Delgado - Universidad de Los Lagos/Programa de Estudios y Documentación en Ciencias Humanas, Osorno, Chile; Jorge Muñoz Sougarret – Universidad de Los Lagos/Centro de Estudios del Desarrollo Local y Regional, Osorno, Chile Imagen portada (intitulada): “Mineros del Norte”. Fotografía disponible en la página virtual de la Revista Minería Chilena: <http://www.mch.cl/revistas/imagenes/pag205.jpg> Diseño portada: Impresión: Printus S.A., Osorno Tiraje: 350 ejemplares Se permite cualquier reproducción parcial o total indicando la fuente. Las opiniones vertidas en los artículos publicados en esta Revista no representan necesariamente la opinión de la Institución que la edita. HECHO EN CHILE / PRINTED IN CHILE ESPACIO REGIONAL. REVISTA DE ESTUDIOS SOCIALES SE ENCUENTRA ACEPTADA EN LOS SIGUIENTES ÍNDICES Y/O SISTEMAS DE RESÚMENES BIBLIOHEMEROGRÁFICOS: DIALNET: SERVICIOS DE ALERTAS SOBRE PUBLICACIÓN DE CONTENIDOS CIENTÍFICOS LATINDEX: SISTEMA REGIONAL DE INFORMACIÓN EN LÍNEA PARA REVISTAS CIENTÍFICAS DE AMÉRICA LATINA, EL CARIBE, ESPAÑA Y PORTUGAL SUBIMOS AL MOMENTO QUE NACEN LOS RÍOS Quería contarte q visitamos por fin el lugar donde se forman los ríos y rodeamos un valle q era seco seco como un funeral amarillo pero no triste sino alegre como una selva llena de bichos tocando flautas de tallos y animales extraños y casas sin piso y lagos de sal y fumé fumé como condenado porq bueno había de sobra tal como me prometió mi poetamigo Malebrán de olor clandestino q dicen aquí no se puede quemar y recordamos con la poetamiga Saldaño una niña importante de la historia q corría por unas calles cholas hechas de polvo junto a una casa de tierra vestida para un carnaval y teníamos tantas cosas q ver tanto q oler tanto q oír q me olvidé de lo apretado q tenía el pecho en chile de lo muxo q me prohibieron y negaron de lo distinto q es salir de las rejas de esta cárcel angosta y policial y bebí de un jugo con leche de una salteña comí un sabor dulce y vi q no había pobreza como cuentan en El Merculo ni la felicidad esta en un auto de lujo ni en un avión comercial ni en la cocacola más entré a otro espacio donde los colores se meten por las narices y por los ojos los sabores te dejan ese sonido q llaman clamor no de mar ni dinero sino de truenos en las noches tras las montañas y clamor de cielo estrellado de libertad y calor de decir no me vendo carajo ni pienso lo q quieren los del aguilaverde sino soy distinto porq si No americano ni latinoamericano porq Vespucio era europeo ni latino porq Roma ya se olvidó de reír sino aimara quechua y andino y vimos como nacen los ríos y bajan y bajan flotando y subí alto muy alto arriba de los andes como invitaba Neftalí pero no a blasfemar su nombre gratis con medallas de oro brillante sin honestidad sino a compartir sencillo con un pueblo sin ego de niño tonto hijo de su papá violador/acomodador y me detuve a respirar por falta de aire y sobraba para comer y sobraba para mirar y claro se me hizo corto el tiempo si lo pasé volando y obvio q me porte mal porq soy un perrowuaxo q hace perromuerto siempre q no sabe bailar y lo q se no lo vendo sino lo regalo porq no sacas nada de vender tu alma viejo sino cantas no esperes la noche para recordar y también vi mujeres lindas como no si andaba creando y sin mujeres no hay carnaval en fin subimos los andes bien alto y no me importó las carretera ni el baño ni la altura ni el olor porq no estaban Todo era distinto y agradable confieso q no eché de menos la humedad ni el asma sino al volver caí en un abismo sin fondo profundo en esta bolsa de pasto cortado con forma de chile me quiero puro arrancar y volver a ver los ríos flotar… Persus Nibaes Osorno - 2011 Espacio Regional Revista de Estudios Sociales DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE LOS LAGOS Volumen 1, Número 8 Enero – Junio 2011 (número especial) PRESENTACIÓN 9 DOSSIER: Norte Chico o Tradicional: recuentos socioeconómicos 11 El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada: actores regionales, crisis económica y fomento estatal en las décadas de 1920 y 1930 The Traditional or Norte Chico in the crossroads: regional actors, economic crisis and state promotion in the decades of 1920 and 1930 15 Eduardo López Bravo Las operaciones de la Caja de Crédito Minero en un contexto de crisis, 1927 - 1934 The operations of the Mining Loan Bank in a crisis, 1927 - 1934 37 Irina Meneses Vergara La crisis económica de 1929 y el retorno de los salitreros. Efectos políticos y sociales en el valle del Choapa (1929 – 1938) The economic crisis of 1929 and the return of the saltpeter workers. Political and social effects in the Choapa valley (1929 – 1938) Igor Goicovic Donoso 51 Políticas mineras: cambios y continuidades socioeconómicas en Atacama, 1926 - 1960 Mining Companies’ politics: socio-economical changesand continuities in Atacama, 1926 - 1960 Hernán Venegas Valdebenito 69 Trayectoria agrícola de la provincia de Coquimbo. Campesinos, Estado y medioambiente, 1930 - 1960 Farming trajectory of the Coquimbo province: farmers, state and environment, 1930 - 1960 Enzo Videla Bravo 93 “Ni pan, ni techo, ni abrigo”: Una aproximación histórica al problema de la vivienda en el Norte Chico durante el Frente Popular. Los casos de La Serena y Coquimbo “No bread, no roof and no coat”: An historical approximation to the housing problem in the Norte Chico during the Popular Front. The cases of La Serena and Coquimbo 113 María Belén Meza Báez Migrantes en el Norte Tradicional o Chico: El caso de la provincia de Coquimbo, 1921 - 1971 Migrants in the Traditional or Norte Chico: The case of the Coquimbo province, 1921 - 1971 129 Luis Ortega Martínez INSTRUCCIONES Y NORMAS PARA LOS AUTORES 153 Espacio Regional Presentación Revista PRESENTACIÓN Es bajo la forma de una edición especial que editamos el primer número de este año 2011 de Espacio Regional, Revista de Estudios Sociales del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Lagos. Número especial, porque decidimos dejar espacio abierto y exclusivo a un equipo de investigación que, durante estos últimos años, ha transformado el “Norte Tradicional”, como lo escribe originalmente el investigador principal Luís Ortega, en su principal campo de pesquisa. Oriundos todos de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), profesores y estudiantes de postgrado incluidos en el proyecto FONDECYT 1095107, Luís Ortega, Igor Goicovic, Hernán Venegas, Eduardo López, Irina Meneses, Enzo Videla y María Belén Meza nos hacen penetrar en la geoeconomía de la zona situada entre Chañaral y el valle del río La Ligua, en las condiciones financieras de las iniciativas productivas, los actores y conflictos sociales del mundo campesino y en las migraciones provocadas por el desarrollo de las actividades económicas. Lo relevante de esta investigación, y de los primeros resultados presentados en esta edición, es que, justamente, tanto la zona como sus actividades no habían sido historiografiadas anteriormente. En esto residió nuestro interés por acercarnos a este proyecto: dar a conocer los avances significativos del conocimiento histórico de un espacio poco estudiado y, por lo tanto, poco conocido. Espacio Regional tiene como meta ser, desde su creación en 2004, un lugar de recepción y de difusión de los aportes cognitivos elaborados desde las regiones en pos de la construcción de una historia nacional sin lo que ha sido su norte hasta hace poco: el centralismo y el “santiaguinismo”. Por lo tanto, decidimos postergar hasta el próximo número las secciones tradicionales tales como “Fuentes documentales”, Notas de investigación”, “Opinión y debate” y “Reseñas”. En el futuro, Espacio Regional continuará abriendo sus páginas a equipos investigativos de los diferentes ámbitos de las ciencias sociales, por lo que dejamos invitados a los lectores a contactarnos. Patrick Puigmal Secretaría de Redacción Espacio Regional Dossier: Norte Chico o Tradicional Espacio Regional Presentación Dossier EXORDIO Nos complacemos en entregar este dossier que reúne trabajos que son resultados de la investigación y las discusiones generadas en el contexto del trabajo realizado durante el primer año y medio de desarrollo del Proyecto FONDECYT 1095107 “Contextos, actores y espacios para una redefinición del Norte Chico, 1929-1975. Una propuesta de análisis regional”. Como su título lo indica, dicho proyecto envuelve una propuesta ambiciosa en varios sentidos. En primer lugar, se trata de investigar acerca del desenvolvimiento de un contexto físico -el de la zona comprendida entre Chañaral y el valle del río La Ligua- al cual hemos denominado Norte Tradicional, durante un período que ha recibido escasa o nula atención por parte de la historiografía nacional. En segundo lugar, se intenta identificar actores y los espacios en los que una sociedad golpeada fuertemente por una crisis productiva y social de medio siglo se vio enfrentada a una serie de eventos negativos que determinaron su devenir por las siguientes cuatro o cinco décadas. Pero, además de esa identificación y locación, los trabajos que componen este dossier tienen como objetivo examinar los contenidos de sus propuestas y las demandas -en particular sobre el Estado- que se generaron en un período en que la relación entre el ente público y los espacios regionales cambió sustancialmente, tanto en cuanto a la forma en que ella se planteó, tanto por la forma en que adquirieron los mecanismos de “transmisión” de aquellas demandas así como de las respuestas. Los trabajos contenidos en este dossier pueden ser agrupados en tres categorías. Sin que ello implique un orden de importancia o prioridades, están los de Hernán Venegas, Eduardo López e Irina Meneses acerca de la demanda de los medianos y pequeños mineros y de la respuesta del Estado en la forma de la creación de una institución que partió como caja de crédito y que, a la larga, se convirtió en una controvertida organización económica, pero que, según Leland R. Pederson, rápidamente devino en “un servicio social” y en un gran “habilitador”. Hernán Venegas demuestra que la demanda local fue de larga data, pero consistente, mientras que Eduardo López destaca que en su expresión política ella contribuyó a una suerte de “provincialización” de la política regional, otrora de significativo peso en la escena nacional. Por su parte, Irina Meneses brinda importantes antecedentes que contribuyen a una mejor comprensión del rol que jugó la Caja de Crédito Minero y de cómo, tempranamente, ella fue objeto de agudas críticas no tan sólo por la deficiencias en su gestión, sino por el sesgo hacia los medianos mineros en cuanto a sus decisiones. Los trabajos de Igor Goicoviü y Enzo Videla tienen como objeto de estudio el mundo agrario de los valles del Choapa y el Limarí, y, si bien parten de enfoques diversos, coinciden en relevar a actores sociales que hasta ahora no han sido objeto de estudio, entre ellos los campesinos. Mientras Videla analiza los procesos en la perspectiva de largo plazo y los vincula a la implementación de políticas públicas en torno al tema de la tierra para explicar la generación de una demanda por parte de esos sectores, Goicoviü indaga acerca de los orígenes del movimiento campesino y lo encuentra en los desplazamientos desde el Norte Grande a partir de los años críticos de la década de 1930. Ambos autores analizan además las expresiones de conflictividad social aguda que en algunas etapas remecieron a esas zonas. Videla, adicionalmente, incursiona en el tema del agua y los ciclos de sequía, dejando abierta la interrogante acerca de los rasgos de sociedad tradicional de la zona, precisamente debido a su extrema dependencia respecto de los recursos naturales. El artículo de Enzo Videla se refiere también a los desplazamientos de población en su relación al mundo rural y en ese sentido se inscribe también en el tercer grupo de artículos junto con el de María Belén Meza y Luis Ortega. El primero de ellos abre una nueva perspectiva en el Espacio Regional desarrollo del proyecto, que es el de la dimensión urbana y específicamente la de la demanda por vivienda de los migrantes que arriban desde la década de 1930 a las ciudades de Coquimbo y La Serena. Su artículo se vincula al trabajo de Ortega en la medida de que trata de un problema que es el producto de los desplazamientos de población y su concentración a partir de la década de 1930; Ortega toma los procesos migratorios como eje de su trabajo, en particular en la antigua provincia de Coquimbo, entre fines de la década de 1920 y comienzos de la de 1970, e intenta conciliar el estudio de los datos censales con aquellos de la realidad productiva -en particular de la minería– para, desde allí, abordar el de los desplazamientos al interior de la provincia y más allá de ella. En una aspiración por personalizar los datos cuantitativos, entrega algunos resultados de seguimientos a migrantes de las década de 1920 mediante entrevistas a descendientes de los actores. A través de estos trabajos, los siete autores comienzan a develar procesos y abrir nuevas avenidas de investigación acerca de temas, hasta ahora, escasa o marginalmente estudiados, y anuncian resultados que, de una u otra manera, cambiarán nuestra percepción sobre procesos y mecanismos en el Norte Tradicional. Luis Ortega Martínez [email protected] Universidad de Santiago de Chile ~ 14 ~ Espacio Regional Vol. 1, n.º 8, Osorno, enero-junio 2011, pp. 15 - 35 EL NORTE CHICO O TRADICIONAL EN LA ENCRUCIJADA: ACTORES REGIONALES, CRISIS ECONÓMICA Y FOMENTO ESTATAL EN LAS DÉCADAS DE 1920 Y 1930 1 THE TRADITIONAL OR NORTE CHICO IN THE CROSSROADS: REGIONAL ACTORS, ECONOMIC CRISIS AND STATE PROMOTION IN THE DECADES OF 1920 AND 1930 2 Eduardo López Bravo [email protected] Universidad de Santiago de Chile Santiago, Chile RESUMEN El Norte Chico o Tradicional durante las tres primeras décadas del siglo XX debió soportar un complejo escenario de crisis económica, decadencia y transformaciones complejas que se vieron profundizadas con el fuerte impacto de la recesión internacional de 1929 a 1932. En efecto, los efectos de la recesión se hicieron sentir sobre una realidad productiva ya muy resentida, como era la minería, sino que, además, implicaron la pérdida del mercado del Norte Grande y de algunos mercados internacionales para la producción agropecuaria. De acuerdo a lo anterior, el presente artículo revisa la atmósfera, los testimonios, las demandas y reflexiones que realizaron un conjunto de actores regionales de las provincias de Atacama y Coquimbo en la coyuntura de las décadas de 1920 y 1930 en torno al problema del fomento y protección estatal en el contexto de crisis económica regional. Palabras claves: Estado, región, minería, crisis, fomento ABSTRACT The “tradicional” or “Norte Chico” (Small North of Chile) had to, during the first three decades of the XXth century, put up with a complex economical crisis scenario, decline and transformations, which were deepened by the strong effect of the International recession between 1929 and 1932. The effects of the recession had an impact on the already resentful production reality, like the mining activity, and, furthermore, involved the lost of the Norte Grande (Big North of Chile) market and of several international markets od the farming production sector. The present article will look through the atmosphere, the testimonies, the demands and thinkings realizad by several regional actors of the Atacama and Coquimbo provinces during the period of 1920-1930 based on the problem of development and state protection during the regional economical crisis. Key words: State, region, mining, crisis, development Artículo recibido el 31 de marzo de 2011; aceptado el 15 de mayo de 2011. Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile. Proyecto FONDECYT Nº: 1095107. 2 Magíster en Historia Mención América, Universidad de Santiago de Chile. 1 Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo Introducción Ciertamente, la década de 1920 constituyó un epílogo para la larga fase de estancamiento y decadencia económica que se generó desde finales de la década de 1870 en las provincias de Atacama y Coquimbo. Sin embargo, también se transformó en un punto de partida de un nuevo proceso social y económico tanto más complejo que el anterior. Se trató de un desenlace que no solamente estuvo referido a la que había sido la principal actividad económica regional, la explotación de la minería del cobre, sino que además implicó la disminución de los índices del sector agropecuario y las importaciones. Parafraseando a Jorge Ahumada, se trató de una 3 “crisis integral”. En efecto, el Norte Chico o Norte Tradicional debió soportar el fuerte impacto de la recesión internacional de 1929 a 1932, que echó por tierra el reordenamiento productivo que se había intentado implementar a partir de 1927 en el sector minero con la creación de la Caja de Crédito Minero (CRACREMI). Los efectos devastadores de la recesión se hicieron sentir sobre una realidad productiva ya muy resentida como era la minería, e implicaron la pérdida del mercado del Norte Grande y de algunos mercados internacionales para la producción agropecuaria y las incipientes actividades de procesamiento orientadas a la exportación (en particular en la conservación de frutas). En relación con lo anterior, el matutino “El Diario” de La Serena sintetizaba en sus páginas el cuadro de agonía de las actividades agropecuarias de la provincia de Coquimbo producto del impacto de la crisis económica: “[…] El Valle de Elqui, y en general todas aquellas zonas que producen frutas para secar, están sufriendo una lenta agonía desde tiempo atrás, ocasionada, entre otros factores, por la guerra aduanera entre los vecinos sudamericanos; esta lucha de tarifas, es, a nuestro juicio, la causal principalísima y dominante que ha generado tan deplorable estado de cosas en las zonas productoras de frutas para secar […]” 4 En el clima de crisis regional que describimos, comunes fueron en esta etapa las voces que se levantaron, desde diversos grupos de interés sectorial de las provincias, solicitando acciones y medidas concretas para enfrentar los efectos de la recesión económica. En la mayoría de los casos, las demandas se dirigieron hacia las autoridades provinciales y nacionales, tal como le ejemplifica el Boletín de Minas y Petróleo al publicar la presentación de industriales mineros de la provincia de Coquimbo a la Intendencia regional. “[…] Señor Intendente: Los obreros y los industriales mineros de esta provincia, abajo suscritos venimos por intermedio de US, a presentar a S. E. el Presidente de la República, el reclamo y reforma de la legislación minera, que más adelante exponemos […] […] Tome también usted en cuenta usted que el mercado agrícola de esta provincia está desquiciado y anulado por la para de las salitreras y la enorme cantidad de obreros cesantes que se han traído a esta región, hacen la vida y el sostenimiento de ellos muy difícil. 3 4 Jorge Ahumada, En vez de la miseria, Editorial Pacífico, 1958. El Diario de La Serena (La Serena), 25 de enero de 1932. ~ 16 ~ El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Espacio Regional ¿Qué diría el país si por intermedio del ministerio de agricultura se hubiera obtenido un decreto ley por el cual se gravaran con un 30% todos los cereales producidos por los hacendados chilenos? Hacemos la comparación de los agricultores para hacer resaltar a usted lo injusto de las disposiciones vigentes con respecto a la minería del oro […]” 5 En plena fase de recesión y crisis regional, las denuncias de abandono y desamparo a la situación productiva en las regiones del Norte Tradicional no se hicieron esperar. En este sentido, el más importante periódico de la región de Atacama, “El Atacameño” destacaba: “[…] El descenso violento y crecido del precio del cobre acaecido últimamente no ha preocupado ni siquiera la atención de la prensa de la capital. Ni una sola frase de conmiseración siquiera. La indiferencia más musulmana se cierna en torno del minero en desgracia […] Duelo lo más hondo observar este contraste de actitudes que se ven producir frente a la crisis del agricultor y del minero” Ojalá, que nuestro gobierno, advertido en lo que valen nuestros reclamos tienda sus miradas al desastre doloroso que se opera en esta provincia y haga llegar hasta aquí, sin más tardanza, su mano patriótica y bienhechora 6 […]” Asimismo, junto con la recesión y depresión que siguieron al crack de 1929, crearon una situación tanto o más compleja desde el punto de vista social. En efecto, a la crisis productiva continuó la masa de desempleados regional que se unió a un número indeterminado, pero importante, de migrantes provenientes de las “oficinas” salitreras, las que producto de la crisis económica mundial cerraban sus puertas. En este contexto, revelador resulta observar la comunicación del Intendente de Coquimbo a las autoridades centrales: “[…] Señor ministro: Como está en conocimiento usted, la desocupación salitrera ha vaciado esta provincia desde principios del año último, miles de obreros que acompañados de sus mujeres, hijos y otros parientes, han procurado su cesantía pidiendo trabajo a nuestras pobres industrias y a nuestra agricultura que también atraviesa por un periodo difícil. Algunos han visto satisfechos sus anhelos y a otros les hemos proporcionado modestos jornales ocupándolos en las obras de caminos, en conformidad a las instrucciones recibidas y en cumplimiento de los deseos expuestos por S. E, el Presidente de la República y reiterados por US. Pero a pesar de todos los esfuerzos, quedan todavía muchos que no encontraron colocación y que pululaban por las calles de ciudad durante el día, solicitando auxilio de la generosidad privada y que pasaban las noches en cualquier sitio. Obtuve que algunos fueran alojados en el escuadrón de carabineros, pero aquí la atención no podía ser sino sumamente transitoria y por grande que fuera la voluntad de los jefes y oficiales, no había manera de darles adecuada alimentación […]”. 7 5 Boletín de Minas y Petróleo, junio de 1932. El Atacameño, 30 de abril de 1930, “El Abandono de los Mineros”. 7 Memoria Intendencia de Coquimbo, La Serena, 26 de febrero de 1931. 6 ~ 17 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo Todo lo hasta aquí expuesto ayuda a comprender mejor los rigores que enfrentaron los sectores productivos del “Norte Tradicional” a comienzos de la década de 1930 y, al mismo tiempo, los efectos sobre una realidad productiva y social desde ya resentida desde finales de la década de 1870 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Treinta años después del fuerte impacto de la recesión internacional de 1929 a 1932 en las provincias del “Norte Tradicional”, específicamente en 1967, la senadora comunista por Atacama y Coquimbo, Julieta Campuzano Chávez, resumía la permanencia de las imágenes y sensaciones de estancamiento y larga agonía regional al señalar: “[…] la población de esas provincias vive acosada, angustiada, desde hace años, por problemas muy graves, que apenas le permiten sobrevivir, sin que se vislumbre una solución de fondo, un cambio efectivo, de proporciones, que signifique revitalizar una región que viene sufriendo agonía lenta desde 1931 […]” 8 . En efecto, al finalizar la década de 1930 la producción minera se mantuvo a duras penas, cuestión que se expreso en problemas tan complejos como el desempleo, las migraciones y atraso productivo, cuestión que sumada a las sequías recurrentes terminaron consolidando un patrón económico contradictorio que empujó a muchos de sus actores al camino de la desesperación. En este mismo sentido, el “Plan Operativo Anual” de 1971 al examinar los antecedentes generales de la zona y el comportamiento económico destacaba que desde las décadas de 1930 y 1940 ambas provincias continuaban fielmente el modelo de desarrollo hacia fuera. En otras palabras, la estructura productiva regional estaba fundamentalmente destinada a exportar y el resto de las actividades complementaban a la minería o se derivaban de éste “[…] en último término, el patrón se mantiene y la minería aún con altibajos continúa siendo el sector de mayor dinamismo en la región; el proceso de industrialización nacional no ha alterado la estructura 9 regional […]” 8 Senado, Sesión Ordinaria 34ª, 23 de agosto de 1967. Julieta Campusano (Coquimbo, 31 de mayo de 1918 – Santiago, 11 de junio de 1991). Política, miembro del Partido Comunista; senadora en dos periodos, entre 1965 y 1973; diputada entre 1961 y 1965. 9 Plan Operativo Anual, 1971. III Región Atacama – Coquimbo. Oficina de Planificación Nacional. Marzo de 1971, 2-3. ~ 18 ~ Espacio Regional El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Tabla n.º 1. Producción de total de Cobre (Toneladas Métricas) Años Atacama Coquimbo Total Regional Total Nacional 1912 131.500 108.773 240.273 5.329.887 1913 125.439 97.336 222.775 4.556.424 1914 137.605 96.501 234.106 3.398.189 1915 166.102 67.101 233.203 2.156.732 1916 92.119 74.927 167.046 3.230.671 1917 62.321 71.823 134.144 4.622.204 1918 87.757 16.912 104.669 5.933.832 1919 112.868 35.273 148.141 4.355.540 1920 69.138 43.382 112.520 6.976.920 1921 24.953 10.557 35.510 2.510.847 1922 31.172 10.500 41.672 6.748.710 1923 40.766 7.436 48.202 10.099.175 1924 25.550 7.222 32.772 10.586.922 1925 33.524 13.876 47.400 11.922.493 Fuente: Anuario Estadístico, años 1912 – 1925. 10 Con todo, sólo hacia el final de la década del 30 las provincias de Atacama y Coquimbo comenzaron a experimentar los efectos de la reanudación de la acción estatal. El “Plan de Acción Inmediata para la Minería”, elaborado en 1939 por la CORFO, consolidó un vasto programa de inversiones en minas y fundiciones para las regiones de Atacama y Coquimbo, además, de suministrar préstamos para asegurar la continuidad de las labores en las minas de cobre, oro y plata. 11 Pero tan significativo como lo que destacamos, es la elaboración colectiva regional de apropiaciones, usos y reflexiones en torno a la función y rol del Estado en el ámbito económico. En este sentido, asistimos a un cambio de experiencia histórica que operó también a nivel conceptual sobre las funciones de fomento estatal en las provincias de Atacama y Coquimbo, de tal suerte que no sólo es posible detectar la reconceptualización discursiva de los actores regionales respecto de la idea del rol del Estado en el ámbito económico, sino que también, las expectativas que se generaron localmente frente a la acción estatal, las cuales trazan nuevos horizontes expectativas. En esta perspectiva, proponemos como hipótesis complementaria que desde las primeras décadas del siglo XX el contenido sobre el rol del Estado en el ámbito económico viene sufriendo transformaciones paulatinas que son aceleradas con la gran depresión de 1929. El 10 Anuario Estadístico de la República de Chile. Oficina Central de Estadística, Santiago de Chile, Imprenta Universo, 1912-1925. Plan de Acción Inmediata para la Minería. Departamento de Minería. CORFO, Santiago de Chile, Imprenta Universo S. A., 1939. 11 ~ 19 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo acontecimiento de la crisis económica global de los años 1929 – 1932 colaboró en madurar una conciencia colectiva sobre las acciones de fomento que podía desempeñar el Estado. En este contexto, se adhieren, entonces, al uso del término Estado una polivocidad de términos tales como empresario, planificador, dirigista, etc., los cuales fueron posibles de pensarse en términos del funcionamiento de la economía. 12 El término Estado, por lo tanto, se transforma en un concentrador de muchos contenidos significativos en el marco de una situación económica y social de crisis en el “Norte Tradicional”. Desde una óptica metodológica, este estudio incorpora la variable analítica de actores sociales y/o locales en oposición a industriales mineros, agricultores, etc., para dar cuenta del proceso. En efecto, la sociedad de las provincias de Atacama y Coquimbo representa un universo más amplio e imbricado, una auténtica red social conformada, principalmente, por industriales mineros y sus instituciones (como la SONAMI); representantes de los partidos políticos regionales (Diputados y Senadores, principalmente), agricultores y sus asociaciones gremiales y los ingenieros. Actores regionales y la situación de la minería al finalizar el siglo XIX Los intelectuales que primero se preocuparon de la crisis de la industria minera en las provincias del Norte Tradicional desde mediados de la década de 1870, como Vicuña Mackenna, Francisco Marcial Aracena, Francisco San Román y Joaquín Morales, 13 coincidieron en reflexionar y destacar los factores que explicaban la decadencia local de la industria. Desde diferentes medios de comunicación escrita y publicaciones expusieron lo que consideraron como “las causas de la decadencia de la industria minera”. Sus conclusiones, las anotaciones y observaciones terminaron identificando los síntomas y factores del letargo en la producción local del cobre. En efecto, si bien estos observadores no desconocieron en amplio abanico de factores, tanto internos como externos, que permitían comprender la declinación de la industria cuprífera pusieron especial énfasis en la ausencia de la iniciativa privada y la inversión, como lo manifestó Aracena, “[…] Una gran mezquindad, una palpable cobardía, un profundo desaliento en una palabra, en nuestros capitalistas para entrar a formar parte en empresas 12 Respecto a los criterios generales que propone Koselleck para un concepto histórico fundamental como la palabra Estado, véase: “Historia de los conceptos y conceptos de historia” en Revista Ayer, n.º 53, 2004, 3540. Asimismo, y del mismo autor, Futuro Pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, S. A., 1993, 117. Nuestro armazón teórico y metodológico, por lo tanto, se inspira en las propuestas de historia conceptual de Reinhart Koselleck. Nos resulta clave para este artículo recoger la idea de que los conceptos representan la unidad básica de experiencia humana. Esto lleva a Koselleck a proponer la tesis de que los conceptos contienen estratos temporales, es decir, usos que corresponden a determinadas épocas y que confluyen simultáneamente en el concepto cuando se utilizan. 13 La decadencia del cobre fue objeto de numerosos estudios e interpretaciones, al respecto dos obras fundamentales son los trabajos de Benjamín Vicuña Mackenna, El Libro del Cobre i del Carbón de Piedra en Chile, Santiago de Chile, 1883. En esta obra, Vicuña Mackenna, ofrece un interesante contrapunto entre la relación minería chilena y la minería internacional del cobre, en particular con referencia al caso español. Su principal interpretación apunta a las falencias de la actividad chilena en términos de inversión, tecnología y escala de las operaciones. Otro interesante trabajo lo encontramos en Francisco Aracena, La industria del cobre en las provincias de Atacama y Coquimbo, Valparaíso, Imprenta del Nuevo Mercurio, 1884, prologado por el propio Vicuña Mackenna. El estudio consiste, como su autor declara, en una recopilación de artículos publicados mayoritariamente en “El Estandarte Católico” bajo la idea de apuntes de viaje, los cuales no tuvieron la pretensión de transformarse en una publicación de carácter histórico ni científico. ~ 20 ~ El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Espacio Regional o compañías mineras. No resuelven a tirar a un pozo sus capitales aunque estos mismos pozos después devuelvan aquellos con usura […]” 14 Otro elemento que explicaba la situación de postración de la industria fueron las malas condiciones, incluso la ausencia, de medios de comunicación y transporte entre las ciudades y pueblos con los yacimientos mineros del Norte Tradicional. En este sentido, el Chilian Times de Valparaíso en la década de 1890, editorializaba manifestando que “[…] si los distritos mineros del norte estuviesen provistos, como debe hacerse i conviene que se haga, de recursos 15 eficaces para el transporte, Chile podría hacer con ellos competencia al mundo entero […]” . Lo que necesitamos, señalaba el Ferrocarril de Coquimbo, “[…] es un flete rápido y barato para la conducción hacia la costa de nuestros metales tan abundantes, aunque de baja ley […]”. 16 Asimismo, el senador Agustín Ross, promotor de la unificación en una sola empresa de todas las líneas férreas de la provincia de Coquimbo durante el año 1893, hacía notar que “[…] la decadencia de su producción [el cobre], no ha sido tan solo el agotamiento de ciertas minas ricas, sino también nuestra desidia respecto de algunos puntos muy importantes que se 17 relacionan con el tráfico marítimo […]” Estas y otras opiniones de similar perspectiva, asumieron con cierta cuota de voluntarismo que era plausible superar la crisis del sector y, por lo tanto, desarrollar proyectos mineros que involucraran concentración de la propiedad minera, fuerte capitalización y el necesario espíritu de empresa moderno. La solución a los males aparecía, de cierta manera, simple: inversión de capitales, mecanización de los procesos productivos y espíritu de empresa. Si otras naciones pudieron lograrlo, en Chile, las condiciones estaban todas presentes para intentarlo rápidamente. Así lo entendía el diputado Manuel Antonio Matta, quien en sesión de discusión sobre el nuevo Código de Minería al manifestarse sobre el carácter de las pertenencias mineras manifestaba: “[…] La concurrencia de muchos brazos y de muchos pequeños capitales, que poder encontrar y que sólo aspiran una recompensa inmediata, proporcionada a sus fuerzas, al poco trabajo empleado; porque no pueden seguir adelante. Cuando ya la primera época ha pasado, cuando ya se ha explorado el suelo y están muchas minas en explotación, que es cuando es más fácil constituir pertenencias distintas, sólo los fuertes capitales, las grandes asociaciones, pueden proseguir la explotación […]” 18 Incluso entrada la década de 1920, a través de las páginas de Riqueza Minera, publicación especializada en temas mineros, se insistía en destacar que la “[…] falta el capital que es el elemento más poderoso de la producción; falta también el espíritu de empresa que salva con frecuencia las mayores dificultades […]” 19 . 14 Aracena, op. cit., 142. Citado por el Boletín de la Sociedad Nacional de Minería (en adelante BSNM) bajo el artículo: “La minería en las provincias del Norte”, Serie 2, n.º 54, 31 de marzo de 1893. 16 El Ferrocarril (Coquimbo), 20 de marzo de 1893. 17 BSNM, Serie 2, n.º 54, 31 de marzo de 1893. 18 Diputado Manuel Antonio Matta. Boletín Cámara de Diputados. Sesiones Ordinarias n.º 10, septiembre de 1874. Manuel Antonio Matta Goyenechea (Copiapó, 27 de febrero de 1826 - 22 de junio de 1892). Escritor, poeta y político del Partido Radical. Senador en tres periodos, entre 1879 y 1897. Diputado por Copiapó en siete periodos, entre 1855-1879. Presidió la Cámara de Diputados entre el 03 de junio al 17 de octubre de 1876. Ministro de Relaciones Exteriores, Culto y Colonización entre el 12 de septiembre hasta el 31 de diciembre de 1891 durante la Junta de Gobierno presidida por Jorge Montt. 19 “La Sequía y su influencia en la Minería de Coquimbo”, en revista Riqueza Minera, año IV, n.º 39, enero 1926, 801. 15 ~ 21 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo El complejo escenario que experimentaba el empresario minero de las provincias de Atacama y Coquimbo al finalizar el siglo XIX llevó a la enumeración de un conjunto de dificultades para el buen desarrollo de la actividad, tales como el transporte, los fletes, la falta de maquinarias, de protección y de trabajadores. Con relación a lo anterior, en la memoria anual de 1887, el Intendente de la Provincia de Coquimbo, Anfión Muñoz, colocaba el énfasis del complejo escenario productivo de la región en los caminos que conectaban a los centros mineros con las ciudades y los puertos de la provincia, manifestando: “[…] el minero que tiene sus faenas en las montañas, se ve obligado a conducir sus minerales y los artículos que consume por las serranías y desfiladeros, donde, por el mal trato que experimentan los animales de carga, el flete tiene que ser mucho más subido […] (agregando que el gobierno) debería dedicar [se] a las reparaciones que constantemente exigen los caminos de La Serena al mineral de La Higuera; de La Higuera al puerto de Totoralillo […]” 20 Por otra parte, Francisco San Román proponía como soluciones para la realidad de Atacama en 1896 lo siguiente: “[…] Volver a la vida estos abandonados elementos de riqueza y movimiento, facilitar las transacciones mineras y restablecer la antigua animación y prosperidad del puerto de Caldera, no requieren mayor inversión que el del gasto de construcción de un camino carretero de valor de 30,000 pesos y que desde hace más de diez años es objeto de gestiones, promesas y disposiciones que quedan sin efecto […]”. 21 El Congreso Minero de 1895, con sede en Copiapó, al establecer las causas de la decadencia, puso la mirada en los síntomas de la crisis productiva de la actividad industrial: “[…] 1- Falta de vías de comunicación fáciles y económicas entre los asientos mineros y los lugares de venta o embarque de los minerales. 2- Fletes subidos en los ferrocarriles, que hoy sirven a la industria minera. 3- Falta de maquinaria que facilite la explotación y beneficio de los minerales. 4- Escasez de operarios y de hombres provistos de conocimientos técnicos. 5Desconfianza ocasionada por el manejo incorrecto de algunas sociedades anónimas, que ha acarreado el retraimiento de los capitales de la industria minera. 6- Excesivo precio del carbón piedra. 7- Falta de protección. 8- Falta de unión y espíritu de asociación de los industriales chilenos, en los principales centros mineros, para ejecutar trabajos científicos e industriales de grande aliento. 9- Agotamiento de algunos depósitos metalíferos y 22 depresión de muchas pasta metálicas en los mercados extranjeros […]” En definitiva, en las referencias a la situación de la industria minera dominaron los factores ausentes para reanimar la minería local, pero, no profundizaron respecto del fenómeno profundo de la crisis: el agotamiento del modelo de explotación minero. En palabras del diputado Ramón Bañados Espinoza, “[…] La verdad de las cosas es que el mal no está en los 20 Memoria de la Intendencia de Coquimbo. Serena, 6 de abril de 1887, 205-206. Francisco J. San Román, “Las Juntas de Minería”, en BNSM, Serie n.° 2, n.º 96, 31 de octubre 1896, 179. Alberto Herrmann, “Bibliografía II. Conclusiones Generales. Sobre la Minería y metalurgia chilenas, sugeridas por el estudio del Anuario del Señor Rothwell”, en BSNM, Serie n.º 2, n.º 98, 31 de diciembre de 1896, 211. 21 22 ~ 22 ~ El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Espacio Regional sistemas: el mal está en la falta de capitales, en la falta de viabilidad, en la mala calidad de los 23 metales, en la baja del cobre, en las continuas fluctuaciones de la plata, etc., etc. […]” . Por el contrario, un lúcido observador de la primera década del siglo XX simplificó con claridad el drama de la larga y lenta agonía de la producción minera en Atacama y Coquimbo al detectar la persistencia de los trabajos de antiguo régimen: “[…] Se encuentran por todas partes pequeños trabajos que se llaman minas; pero que no son, en verdad, lo que se llama una mina en otros países. Aquí se buscan minerales ricos. Los minerales pobres no se tocan, porque los transportes a los puertos son muy caros, se dice. Me parece que está en la naturaleza y en las costumbres de los chilenos el preferir los pequeños trabajos. Cada cual quiere tener una mina y explotarla por sí solo, en lugar de hacer una combinación con sus vecinos mineros. Con la asociación ellos podrían obtener muchas facilidades y ganar bastante dinero. Trabajando separadamente no consiguen nada. En general, los mineros no comprenden las ventajas de los trabajos en grade escala, con maquinaria, medios de transporte y organización adecuados […] Mientras tanto, prefieren buscar los pequeños filones ricos, prescindiendo de los minerales pobres. No es esa una 24 industria, sino un azar […]” En el marco del conjunto de síntomas o dificultades agravantes de la decadencia de la industria del cobre al comenzar el siglo XX, junto con la desazón y las lamentaciones del empresariado local, el Estado emergió paulatinamente como el instrumento, quizás uno de los pocos, que podía colaborar en la superación de la crisis y el desarrollo de la actividad. El Estado, entonces, progresivamente abandonaba la tesis matriz de la doctrina económica en boga; es decir, la prescindencia más absoluta del Estado y de toda regulación oficial en el libre juego del mercado, lo cual significaba el rechazo a cualquier forma de proteccionismo de las actividades nacionales y que entrabara la competencia y triunfo de los más aptos. Apareció, entonces, el Estado en el horizonte de soluciones como el organismo capaz de potenciar las capacidades de comercialización de la producción del cobre en una coyuntura de larga decadencia. Actores sociales y crisis regional: Hacia el camino del fomento estatal Los primeros signos de re-valorización y resignificación del papel del Estado en su rol económico se expresaron en la dimensión de colaboración y auxilio al desarrollo de la industria minera. Así lo manifestaba el diputado radical Santiago Toro Lorca al describir la situación de la minería atacameña, “[…] Copiapó, el departamento más tiranizado, el que más sufre las consecuencias del monopolio de las casas comparadoras, es también el más digno de la acción gubernativa, porque el Estado es el único poder capaz de matar ese monopolio tanto más odioso cuanto que el ferrocarril, en vez de 23 Diputado Ramón Bañados Espinosa. Boletín Cámara de Diputados. Sesiones Ordinarias, 20 de agosto de 1887. Diputado suplente por Rere para el período de 1882 a 1885. Ramón Bañados Espinosa fue Diputado por Rere para el período 1885 a 1888. Integró la Comisión de Elecciones, Calificadora de Peticiones y la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. Diputado por Lebu para el período 1888 a 1891, siendo Segundo Vicepresidente desde el 2 de junio al 13 de noviembre de 1888. Diputado por Rere y Puchacay para el período 1900 a 1903. Integró la Comisión de Constitución, legislación y Justicia y la Comisión de Legislación y Justicia. 24 A. Von G, “La minería en Chile. Las verdaderas causas de su decadencia”, en BSNM, 3ª serie, n.º 92, 1908, 340. ~ 23 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo servir al público, sirve sumiso a los intereses particulares de la sociedad 25 industrial de Atacama […]” La intervención del Estado en el ámbito económico comenzaba a entenderse entonces como un articulador y facilitador de iniciativas privadas en función de la industria metalúrgica. De esta manera lo entendía el diputado por Rancagua, Alejandro Huneeus, el año 1903, cuando al someter a la cámara un proyecto de ley favorable a la actividad minera nacional manifestaba que “[…] corresponde a la nación colectiva, a la del Estado realizar algo para lo cual lo individual es manifiestamente incapaz, es decir, el fomento de la industria metalúrgica en Chile […]” 26 Este proceso de ampliación del rol del Estado en temas económicos y, por revalorización respecto a su intervención en materia de apoyo a la industria encontraron presentes en el debate de los meeting mineros de Ovalle y Copiapó 1900. Desde una perspectiva crítica a la posibilidad de materializar el auxilio del industria minera, Alberto Herrmann 27 destacaba que: lo tanto, de cuprífera se de marzo de Estado en la “[…] Los discursos y resoluciones del meeting en Ovalle […] piden adquisición por parte del Estado del ferrocarril de Tongoy a Trapiche, prolongaciones y continuaciones de las líneas férreas del departamento […] establecimiento de fundiciones fiscales […] El otro meeting de Copiapó ha llegado a conclusiones parecidas […] Entristece el ánimo la comparación de los tiempos antiguos con los modernos: en aquellos había iniciativa individual vigorosa, en los días de hoy falta la iniciativa y sobra el desaliento. Las generaciones pasadas de los mineros chilenos tenían el mote valiente: Ayúdate y Dios te ayudará La generación moderna eleva su voz suplicante y hace suyo el lema: 28 Pide ayuda al padre Fisco y te ayudará […]” 25 Boletín Cámara de Diputados. Sesiones Ordinarias, 12 de agosto de 1898, 694. El Diputado Santiago Lorca Toro Nació en Copiapó, Chile, el 30 de noviembre de 1866; fueron sus padres el industrial y minero de Atacama, Santiago Toro Besoaín y Dolores Lorca Blanco. Se desempeñó desde junio de 1892 como secretario de la intendencia de Atacama y poco después, intendente interino, por fallecimiento del titular, don Manuel Carrera Pinto. En 1894 fue nombrado intendente en propiedad, cargo que desempeñó hasta septiembre de 1896. En 1904 se estableció en Iquique, para ejercer su profesión y allí permaneció hasta 1912, año en que fue electo diputado. Durante su permanencia en esta ciudad, reorganizó y unificó el partido Radical y fue presidente de su Asamblea hasta 1912. En 1912 fue electo nuevamente diputado, pero por Tarapacá y Pisagua, período 1912-1915; integró la Comisión Permanente de Legislación Social. Hizo estudios especiales sobre legislación social, convencido de que era un deber primordial el de resguardar los derechos de las clases trabajadoras, y velar por los obreros, los ancianos, las mujeres y los niños. Después de alejarse del ámbito político, se dedicó a su profesión y al periodismo 26 Boletín Cámara de Diputados. Sesiones Ordinarias n.º 41. Diputado Alejandro Huneeus, 30 de agosto de 1905, 779. Alejandro Huneeus García Huidobro perteneció a las filas del partido Conservador. Fue electo diputado, por primera vez, en 1903-1906, por la agrupación de Rancagua, Cachapoal y Maipo. Mandato que le fue renovado en 1906-1909; integró la Comisión Permanente de Gobierno y Colonización y como diputado reemplazante en la Comisión Permanente de Relaciones Exteriores y la de Instrucción Pública. Fue reelecto nuevamente, por la misma agrupación, periodo 1909-1912; integró la Comisión Permanente de Gobierno y Colonización. Y reelegido por la agrupación ya mencionada, por el periodo 1912-1915; integró la Comisión Permanente de Legislación Social y la de Guerra y Marina. En la Cámara fue miembro también de la Comisión Conservadora y del Comité Parlamentario de su Partido. 27 Alberto Herrmann, Ingeniero y destacado investigador de la minería chilena. 28 Alberto Herrmann, “El estado de la minería del cobre en Chile”, en BSNM, Serie 3, n.º 41, 30 de mayo de 1900, 133. ~ 24 ~ El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Espacio Regional A pesar de algunas críticas al abandono del espíritu de empresa y voluntad empresarial característica del siglo decimonónico, el rol articulador y facilitador del Estado en el ámbito de la producción y las iniciativas privadas comenzaban paulatinamente a considerarse como necesarias. En este sentido, el diputado por Antofagasta, Carlos Gregorio Ávalos, exponía el año 1903 en la cámara de diputados su evaluación de la crisis de la minería cuprífera destacando que: “[…] La esterilidad de tanto esfuerzo pareciera consagrar como verdadero el juicio de los que creen que en Chile la minería del cobre hizo su época y que carece de base y aliciente para que los poderes públicos se ocupen de levantarla […] la principal causa, entre otras, a que debe atribuirse la postración de la minería: la falta de mercado equitativo en el país para sus productos inmediatos […] Colocadas las cosas en este terreno de verdad, corresponde a la acción colectiva, a la del Estado, realizar algo para lo cual lo individual es manifiestamente incapaz, es decir, el fomento de la industria metalúrgica en Chile […]” 29 En una larga exposición sobre la grave situación económica de Atacama el diputado Bruno Sergio Pizarro Espoz instaba por el auxilio del Estado en la actividad minera manifestando que: “[…] Se necesitan grandes esfuerzos, y vosotros, señores Diputados, lo sabéis mejor que yo. Hay necesidad de invertir capitales y gran despliegue de trabajo, de esfuerzo humano, hay necesidad de tener paciencia […] Aquella provincia, no necesito decirlo –lo sabe todo Chile- era antes un verdadero emporio en donde la plata rodaba y el cobre se encontraba en leyes superiores a veinte y treinta por ciento. Más aquello tiempos pasaron, y ha habido que cambiar la explotación de simplemente extractiva a industrial. Y para hacer explotación industrial se necesitan, en primer lugar, vías de comunicación y fletes baratos. No podrías con las mismas medidas que se han aplicado a Coquimbo […] sacar a Atacama del estado de postración industrial en que está- Hay necesidad de adoptar medidas más intensas en su aplicación […]” Es menester, entonces, que los dineros del Estado se inviertan allí, no diré, señor Presidente, en forma que pudiera tal vez calificarse de excepción respecto del resto de la República, sino siquiera en situación de igualdad, que por cierto no es mucho pedir […]” 30 29 Boletín de Sesiones Cámara de Diputados. Sesión Ordinaria n.º 41, 1903. Véase también en BSNM, 31 de diciembre de 1904, 391-392. Carlos Gregorio Ávalos Varela, nación en Vallenar en 1854. Titulado de Ingeniero en Minas el 19 de mayo de 1877. Fue consejero de la Caja de Crédito Salitrero. Gerente del Banco Comercial de Valparaíso. Director de la Compañía Sudamericana de Vapores en 1902. Decano de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Chile. Columnista de El Mercurio. Ministro de Industrias y Obras Públicas, desde el 12 de mayo al 1º de junio de 1904, bajo la administración de Germán Riesco. Ministro de Industrias y Obras Públicas y subrogante de Guerra y Marina, desde el 29 de octubre al 7 de noviembre de 1906 bajo la administración de Pedro Montt. Diputado por Antofagasta, Taltal y Tocopilla, para el período 1903-1906. Integró la Comisión de Obras Públicas 30 Boletín de Sesiones Cámara de Diputados. Sesión Ordinaria n.º 26, 29 de julio de 1911. Bruno Sergio Pizarro Espoz, Diputado por primera vez en el período 1909-1912, como representante por Copiapó, Chañaral, Vallenar y Freirina. Reelecto diputado, por Copiapó, Chañaral, Vallenar y Freirina en el período 1912-1915; no se incorporó hasta el 1o. de agosto de 1912; fue miembro de la Comisión Permanente de Gobierno. Reelegido diputado, por la Agrupación mencionada, período 1915-1918; continuó integrando la Comisión Permanente de Gobierno e integró además la de Legislación y Justicia. ~ 25 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo En el mismo sentido, el diputado Manuel María Gallardo González al exponer sus comentarios en la cámara sobre el presupuesto para las tarifas de ferrocarriles aislados de la zona norte del país no solo llamaba la atención sobre la crisis de la industria minera en las provincias del Norte Tradicional, sino que además, instaba al Gobierno central a “fomentar la industria minera” concluyendo que: “[…] Todos sabemos que las condiciones de baja ley de los minerales que hoy se explotan en Atacama y Coquimbo, hay todavía que agregar el bajo precio que tienen, para formarse una idea de lo difícil que es actualmente triunfar en las industrias extractivas. De modo, pues, que la zona norte del país atraviesa hoy por una situación tan crítica que los habitantes de ella se han visto obligados a acudir al Gobierno […] Es necesario, pues, que el Gobierno se penetre de la gran conveniencia que hay en fomentar la industria minera en esta región tan abandonada […]” 31 En la Memoria Anual correspondiente a 1912 para la provincia de Coquimbo, el Intendente Espinosa Varela, exponía que: “[…] la crisis económica que en los últimos años se ha dejado sentir en la República, ha repercutido en la provincia de mi mando con caracteres de gravedad […] El Estado y la Municipalidad tiene la palabra al respecto […] El Estado dictando leyes que fijen norma de conducta para el pago de salarios, 32 que protejan la industria, que impulsen las obras de regadío, etc., etc., […]” En agosto de 1915, a propósito de la realización del Congreso Chileno de Minas y Metalurgia, en la Cámara de Diputados se discutió y recomendó al “[…] Supremo Gobierno un plan de política minera que venga a dar a su principal fuente de producción el impulso que tanto 33 necesita […]” En este mismo sentido, tres años más tarde (1917) el Diputado Conservador por Caupolicán Eleazar Lezaeta destacaba que: “[…] Soy partidario como el que más de la libertad industrial; pero creo que esa libertad debe mantenerse en forma absoluta, solo cuando hay fuerzas iguales, elementos iguales que luchen en el campo industrial, pero no cuando la organización de la industria es impotente para luchar con las colosales fuerzas de los trust. En este último caso, el Estado debe intervenir en amparo 34 de los industriales amenazados […]” Nuevamente electo diputado, por la misma zona, período 1918-1921; no se incorporó hasta el 5 de agosto de 1918. Reelecto nuevamente diputado, por la zona mencionada, período 1921-1924; falleció en octubre de 1923, sin terminar aún, su período como diputado. 31 Boletín de Sesiones Cámara de Diputados. Sesión Ordinaria n.º 46, 31 de agosto de 1911. Manuel María Gallardo González fue Regidor por La Serena desde 1887 y primer alcalde de la Ciudad. Diputado por La Serena, Elqui y Coquimbo para los períodos 1900 a 1903, 1903 a 1906. Integró la Comisión de Gobierno y la de Guerra y Marina. Diputado por Lebu, Cañete y Arauco para el período 1909 a 1912. Ocupó la primera vicepresidencia desde el 14 de octubre de 1909 al 18 de enero de 1912. Integró la Comisión de Gobierno y Colonización y la Comisión de Gobierno. Militante del partido Liberal Democrático, combatió en la Revolución de 1891, tras la derrota fue uno de los reorganizadores del Partido. Falleció en Santiago el 21 de octubre de 1912 32 Memoria de la Intendencia de Coquimbo, La Serena 19 de mayo de 1913. 33 Boletín Cámara de Diputados, Sesiones Ordinarias, 12 de agosto de 1915, 1070. 34 Boletín Cámara de Diputados, Sesiones Ordinarias. Diputado Eleazar Lezaeta, 3 de diciembre de 1917. Miembro del Partido Conservador e Ingeniero Civil con especialidad en hidráulica. Sus principales ~ 26 ~ El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Espacio Regional En rigor, las actividades productivas en las provincias de Norte Tradicional continuaban atravesando durante las primeras décadas del nuevo siglo un cuadro de desolación. En opinión del Diputado Eleazar Lazaeta, un conjunto de factores estacionales y estructurales parecían “[…] haberse conjurado para arruinar sus expectativas […]”: baja del precio, el alza del valor de la moneda, de los fletes, el terremoto de 4 de diciembre de 1918 y “[…] los reducidos precios que pagan por los metales los establecimientos de fundición que les imponen la ley [de los minerales] a su antojo […]” 35 En la Memoria Anual de la Intendencia de Atacama correspondiente a 1919, el Intendente Juan Praod Puelma sintetizaba el estado general de la provincia señalando que “[…] La situación de la provincia ha sufrido seriamente con motivo del terremoto […] que es esta ciudad, donde se han destruido la mayor parte de las casas y otras han quedado en estado de completa ruina […]” 36 Junto con los efectos que generó la Primera Guerra a nivel mundial, los problemas en la región al finalizar la segunda década del siglo XX muestran un Estado que puede ser considerado de colapso. De acuerdo con la Memoria del Gobernador de Chañaral, Roberto Carmona, el cuadro productivo y social de la zona era devastador: “[…] Debo primeramente llamar la atención de US., sobre el estado de postración industrial que ha tenido que soportar durante este último tiempo, a causa de la guerra que ha devastado a Europa. Siendo la minería la principal, o más bien dicho, la única industria que por tanto años le ha dado vida y lo ha colocado, como uno de los primeros productores de cobre en el país, la falta de compradores de minerales, la falta de fletes y la prohibición de importarlos en Estados Unidos, además del encarecimiento extraordinario de la vida, que en este departamento es más fuerte que en ningún otro, trajo como consecuencia la paralización completa de todas las faenas mineras y la despoblación de su territorio […]” 37 En este marco de crisis, la minería del cobre de Atacama y Coquimbo requería de auxilio y soluciones diferentes a las implementadas y donde la participación pública resultaba para algunos observadores contemporáneos fundamental. En esta línea, en la Cámara de Diputados se consolidan las visiones donde el Estado debía asumir un rol central. El diputado Tomás Menchaca apeló a cierto nivel de participación pública, manifestando “[…] para proteger medianamente la minería, se necesitaría implantar varios establecimientos de fundición diseminados por los distintos centros de producción minera […]” 38 . En el año 1923, el ingeniero Julio Kuntz al presentar sus conclusiones sobre el estudio de la actividades fueron Consejero de la Caja de Crédito Salitrero en 1907 e Ingeniero jefe de la Dirección de FF.CC. de la Dirección General de Obras Publicas entre los años 1898 a 1902. Diputado por Caupolicán para el periodo de 1915 a 1918 y 1918 a 1921; por Coelemu, Talcahuano y Concepción para el periodo de 1930-1934. Integró la Comisión de Vías y Obras Públicas. Socio fundador del Instituto de Ingenieros de Chile; director del instituto de Ingenieros 1904-1906; 1908-1909; 1912-1915. Director y Luego “Socio perpetuo” Sociedad Nacional de Minería. Socio Honorario del Club de la Unión. 35 Citado por el Diputado Eleazar Lezaeta, Sesiones Extraordinarias, 19ª, 3 de diciembre de 1917. 36 Memoria de la Intendencia de Atacama. Copiapó 1 de abril de 1919. 37 Memoria del Gobernador de Chañaral. 23 de febrero de 1919. 38 Cámara de Diputados. Sesión Ordinaria 9ª, 8 de julio de 1918. Tomás Menchaca, abogado y miembro del Partido Conservador, desarrolló parte de su discurso sobre la base de una nota dirigida al Diputado por Illapel, Sergio Irarrázaval, con diversas propuestas firmada por diez personas en La Serena el 16 de abril de 1918. Datos biográficos de Menchaca en De Ramón, vol. III, 123. ~ 27 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo zona cuprífera de Vallenar y Freirina a la dirección de Minas y Geología sintetizaba lo que el Estado debía realizar para levantar la industria minera manifestando que, “[…] el Estado debe tener derecho de intervenir si se hace mal uso de (la) propiedad (minera) […] debe ejercer fiscalización por medio de empleados especiales […] también en las relaciones sociales, que se desempeñan en un gran rol en la industria ejercerá buena influencia la intervención del Estado […] puede prestar su ayuda construyendo caminos. La provisión de petróleo debería preocupar al Estado […] Finalmente, debe mencionarse que una limitación y supervigilancia en las especulaciones bursátiles de las acciones mineras nacionales […]” 39 La reflexión sobre la situación de la minería cuprífera en el Norte Chico y la necesidad de modernización industrial en el sector, preparó el camino para que ingenieros como Kuntz apelaran desde la racionalidad técnica a la intervención directa del Estado. En definitiva, el Estado se presenta como par complementario de la modernización industrial deseada. En el contexto descrito no es difícil entender que durante la década de 1920 fueran creadas un conjunto de instituciones de fomento económico de carácter sectorial. Específicamente, en para el sector minero cristalizó hacia 1927 la propuesta de reordenamiento productivo que representó la Caja de Crédito Minero (CRACREMI), institución cuyo objetivo fundamental fue el fomento de la minería mediante el otorgamiento de créditos, Las discusiones en la cámara de Diputados sobre el estudio y normativa que regularía la CRACREMI, ilustran el contenido político y social que asumió el Estado en la segunda mitad de la década de 1920. En el ideal de los legisladores, empresarios y pequeños mineros provinciales la CRACREMI venía a “[…] ser una ayuda y un primer paso de gran trascendencia para el desenvolvimiento de la minería nacional y por consiguiente de la riqueza pública […]” 40 Respecto de las preocupaciones financieras que representaba la creación de la CRACREMI, los legisladores reflejaron en sus intervenciones el renovado contenido político que comenzaba a asumir el Estado en relación a su papel de fomento de la industria minera. En este sentido, el Diputado Santiago Rubio exponía que “[…] si se organiza por el Estado la exploración y cubicación de los metales el crédito minero será un impulsador efectivo de la minería nacional y la Caja podrá ejercer sus benéficas funciones sin estar expuesta al fracaso y a la pérdida de los valores garantidos por el Estado […]”. 41 En sus primeros pasos, la CRACREMI, 42 con un capital fijo de $40.000.000 que emitiría sus obligaciones financieras con garantía del Estado, intentó abordar todos los ámbitos de la minería nacional; tanto la metálica como no metálica, incluyendo el carbón. No obstante, inicialmente el ámbito de competencia restringía el crédito a las empresas mineras chilenas y explotadas por chilenos. Los préstamos solo serían destinados para instalar plantas de 39 Julio Kuntz, La zona cuprífera de los departamentos de Vallenar y Freirina, Publicaciones del Servicio de Minas y Geología, Ministerio de Industria y Obras Públicas, Santiago de Chile, Imprenta y Litografía Universo, 1923, 13-15. 40 Boletín Cámara de Diputados, Sesiones Extraordinarias, 12 de noviembre de 1926, 1125. 41 Boletín Cámara de Diputados, Sesiones Extraordinarias. Diputado Santiago Rubio, 6 de diciembre de 1926, 1609. 42 La Caja de Crédito minero fue creada bajo la ley 4.112 y promulgada el 12 de enero de 1927. Boletín de las leyes y Decretos del Gobierno. Libro XCVI, 1927. Santiago de Chile, 1927. Respecto a la trayectoria de la CRACREMI en las provincias del Norte Tradicional véase el trabajo de Adolfo Ibáñez Santa María, “Paipote. Donde se fundieron la minería y el Estado moderno”, en Juan O’Brien (editor), Fundación y Territorio. Reflexiones históricas sobre los orígenes de la Fundición Paipote, ENAMI, 1992. ~ 28 ~ El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Espacio Regional “concentración” y la imposibilidad de conceder créditos a la pequeña minería, pues, no se encontraban en condiciones de constituir garantía sobre los dineros adelantados. Este último aspecto, la imposibilidad de otorgar créditos a los pequeños empresarios mineros, se transformó en uno de los temas que más críticas despertaron en el ámbito regional respecto a las funciones y tareas que implicó la CRACREMI. En este sentido, a través del periódico copiapino “El Amigo de País”, el periodista Braulio Castro Ossandón planteaba sus aprehensiones: “[…] La Caja de Crédito Minero por lo demás, no podría, por mucho que sean sus millones, realizar el auxilio directo de todos los industriales mineros. A lo sumo limitaría éste a un corto número. Pero en cambio puede, con capital relativamente pequeño, entonar, o más bien dicho crear de nuevo la pequeña industria. Para esto bastaría con organizar, sea como empresa propia o ayudando a otras u otras empresas la compra de minerales con pago de las pastas que contenga; y promoviendo al beneficio en el país mismo de los 43 metales a producir […]” El debate regional sobre las operaciones de la CRACREMI fue intenso, sobre todo a nivel de las provincias de Atacama y Coquimbo. Innumerables fueron las publicaciones que cuestionaron el carácter parcial de las acciones de fomento a la industria minera y la situación de desmedro a las que estarían sometidos los pequeños mineros locales. Como exponía el industrial minero de Copiapó, Luis Capelli, “[…] La Ley de Crédito Minero no favorecerá si no a unos pocos, Atacama que es la que más necesita raro será el negocio que podrá acogerse por las exigencias de esa ley. El mediano y pequeño industrial no tendrá ningún beneficio […]” 44 Tan significativo como este tipo de comentarios es la consolidación del rol del Estado como un par complementario del desarrollo de la industria minera nacional e instrumento eficaz para la superación de la crisis del sector en las provincias del Norte Tradicional. En este sentido, también en las páginas del matutino “El Atacameño” se planteaba la acción decidida Estado en la adquisición de minerales, ejes y barras de cobre y la posible relación compleja con las iniciativas privadas: “[…] Creemos que el Estado no sería tampoco una amenaza, un inconveniente para las casas extranjeras que actualmente se dedican a la compra venta de minerales, al entrar ésta en iguales operaciones. La intervención del Estado traería un estímulo para esas casas con provecho del productor. Se dice que el Estado no podría entrar en actividades comerciales. Esta objeción es más aparente que real. El Estado no entraría a comerciar, sino a servir de simple interventor en tal comercio, sin comprometer en nada sus intereses […]” 45 Desde una perspectiva similar, el Ingeniero en Minas de origen Alemán Sali Hochschild señalaba que “[…] el Estado no es una amenaza de nadie y no será jamás un estorbo para el libre comercio de minerales. Por el contrario, creo que habrá más margen para el comercio de productos minerales […]”. 46 A partir del año 1928, a través de tres leyes consecutivas, las funciones de la CRACREMI 43 El Amigo del País, 6 de enero de 1927. El Atacameño, 7 de enero de 1927, “Industria Minera en Copiapó”. Ibid., 24 de diciembre de 1927, “La compra de minerales, ejes y barras por parte del Estado”. 46 Ibid., 6 de marzo de 1928. 44 45 ~ 29 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo sufrieron sustanciales modificaciones, las cuales posibilitaron mayor flexibilidad para emprender proyectos de apoyo y fomento a los industriales cupríferos. De esta manera fue autorizada para comprar y vender minerales, para otorgar préstamos de capital de explotación, recursos para estudiar la posibilidad de hornos de fundición, para ampliar las garantías y explotar planteles de beneficio de su propiedad y aumentar el crédito. Sin embargo, si bien las expresiones públicas a nivel provincial fueron favorables a la ampliación del giro y las operaciones de la CRACREMI, continuaron manifestándose posiciones críticas, cuestión que el diario El Atacameño denominó como “los satisfechos y los descontentos”. En opinión del diputado José Eliseo Peña Villalón “[…] Tal reforma la estimo muy conveniente, porque ahorra mucho tiempo y facilita las 47 Para otros observadores contemporáneos “[…] A la provincia de operaciones (mineras) […]”. Atacama se le promete mucho: Trasandino Copiapó-Tinogasta, embalses y canalización de sus aguas, impulso de su exclusiva industria minera por medio por medio de hornos de fundición, 48 etc.: pero a la postre nada práctico vemos […]” Durante el año 1929, meses antes que las provincias de Atacama y Coquimbo fueran asoladas por los efectos de la recesión mundial de octubre de aquel año, las críticas a las operaciones de la CRACREMI se agudizaron. En este sentido, el diario El Coquimbo de La Serena incorporó en sus páginas un telegrama de los mineros de Combarbalá al Intendente Provincial protestando por las promesas sucesivas de la caja que no se cumplen. 49 En tono similar, los mineros de la ciudad de Ovalle, manifestaban que: “[…] para que así se paguen precios equitativos y capaces de dejar alguna pequeña utilidad compensadora de los sacrificios que demanda estas labores a los industriales de escasos recursos, como una manera de alejarse de las casas compradoras particulares, las que se enriquecen a costra de la precariedad de los mineros […] La CACREMI había prometido que para junio compraría minerales, lo cual no ocurrió. Luego dijeron agosto, y ya se está 50 viendo que terminará septiembre y aun no cumplen su promesa […]” La lentitud de las acciones de fomento de de la Caja de Crédito Minero también fueron palpables en Huasco. Mediante un artículo publicado en el matutino “El Atacameño” al despuntar el año 1930 el ingeniero Horacio Echegoyen manifestaba que “[…] los mineros están perdiendo la fe en la Caja de Crédito Minero […]”, puntualizando que: “[…] Porque se viene matando la fe del minero en la Caja de Crédito y en Guayacán, sea porque la reparación de caminos y medios de embarque ofrecidos hace un año, no sean iniciado, sea porque los estudios de las plantas de Concentración y las de Fundición siguen en estudio, sea porque 47 Ibid., 17 de febrero de 1927, “Documentos Parlamentarios”. El Diputado José Eliseo Peña Villalón militó en el Partido Radical Socialista; fue su organizador y primer presidente, en 1931, año en que éste se fundó. Fue electo diputado, por la Cuarta Circunscripción Departamental "La Serena, Coquimbo, Elqui, Ovalle, Combarbalá e Illapel", período 1926-1930; fue diputado reemplazante en la Comisión Permanente de Relaciones Exteriores; y en la de Educación Pública. Integró una de las Juntas de Gobierno de la República Socialista, junto a Carlos Dávila Espinoza, presidente y Pedro Nolasco Cárdenas Avendaño, Junta que funcionó desde el 30 de junio al 8 de julio de 1932. En este mismo período, pero durante la Presidencia Provisional de la República Socialista, de don Carlos Dávila Espinoza, fue nombrado ministro de Tierras y Colonización, del 8 de julio al 1° de agosto de 1932. Paralelamente, fue ministro del Interior, cargo que ejerció del 13 de julio al 1° de agosto también, del mismo año. Autor de un “Programa de Historia y Geografía” y de “Antigüedades Coquimbanas”. Accionista y director de varias compañías mineras. 48 Ibid., 8 de marzo de 1928. 49 El Coquimbo (La Serena), 25 de septiembre de 1929. 50 Ibid., 26 de septiembre de 1929. ~ 30 ~ El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Espacio Regional las Casas Compradoras no pueden pagar el mineral que reciben, al recibirlos sea porque no se ha dado importancia al reconocimiento y ensayo de los metales del pobre; sea porque no encuentra ninguna facilidad para mejorar de suerte […]” 51 Por su parte, el senador Aquiles Concha Stuardo en sesión ordinaria expresó su crítica al procedimiento técnico que implementaba la CRACREMI al momento de recibir el mineral de los mineros de la región señalando que “[…] Todas las provincias se quejan de la Caja de Crédito Minero. No hay un solo minero que éste contento con la Caja, aparte naturalmente, de aquellos que han recibido beneficios de ella […]” 52 En el marco de dificultades que venimos destacando respecto a la puesta en operaciones de la CRACREMI, el Norte Tradicional debió soportar el fuerte impacto de la recesión internacional de 1929 a 1932, que echó por tierra el reordenamiento productivo que se había intentado implementar desde 1927 con la creación de un conjunto de instituciones de desarrollo social y de fomento sectorial como la Caja de Colonización Agrícola o el Instituto de Fomento Industrial. El complejo escenario abrió la posibilidad para que surgieron voces desde los industriales mineros de Atacama que exigieron el abandono de la asignación de créditos que se impuso a la Caja en su creación y el retorna a la figura del avío. De acuerdo a lo anterior. “[…] La Caja de Crédito Minero es sencillamente una vulgar Caja de préstamos […] Las casas Gallo, Escobar, Edwards en Copiapó […] han ejercitado el crédito minero en forma amplia, usando la aviación minera, poniéndose en contacto inmediato con el minero, corriendo el riesgo de su explotación […] La Caja si desea servir a la minería nacional, debe abandonar su papel de prestamista para convertirse en aviador de la minería abandonada o de la que por falta de recursos se explota en forma costosa y con escasos rendimientos. Ese debe ser el rol de la Caja. Esta institución se encuentra en condiciones espléndidas para ejercitar la 53 aviación con éxito […]” Con todo, y a pesar del golpe que significó para las provincias de Atacama y Coquimbo la recesión mundial entre 1930-1932, es posible observar que la faceta del Estado como actor relevante en el fomento económico sectorial no desapareció. Por el contrario, mitigados los efectos más complejos de la crisis económica el Estado continuó siendo considerado como el principal instrumento para el estímulo y desarrollo de la minería. De acuerdo a lo anterior, el “Congreso Minero de Copiapó” del año 1934 manifestaba que “[…] El Estado debe constituir 51 El Atacameño, 10 de enero de 1930. Ibid., 17 de enero de 1930. Aquiles Concha Stuardo Nació en Santiago, el 2 de julio de 1885. Estudió ingeniería mecánica en la Escuela de Artes y Oficios, 1902. Fue becado por el gobierno para perfeccionarse en metalurgia. Militó en el partido Demócrata donde fue secretario de convenciones y director general de su partido. Elegido senador por la Cuarta Agrupación Provincial "Santiago", periodo 1926 a 1930; integró la Comisión Permanente de Agricultura, Minería, Fomento Industrial y Colonización. Reelecto senador, pero por la Segunda Agrupación Provincial "Atacama y Coquimbo", periodo 1930 a 1938. Fue electo en reemplazo del senador titular, Guillermo Azócar Álvarez, quien en mayo de 1931, aceptó el cargo de ministro de Estado, incompatible con el de senador. Se incorporó el 13 de julio de 1931. Fue senador reemplazante en la Comisión Permanente de Obras Públicas y Vías de Comunicación. El movimiento revolucionario que estalló el 4 de junio de 1932, decretó, el día 6, la disolución de este Congreso. Al restituirse el Parlamento, fue electo senador nuevamente, por la Segunda Agrupación Provincial "Atacama y Coquimbo", periodo 1933 a 1941; integró la Comisión Permanente de Policía Interior. Dejó de existir en Santiago, el 31 de diciembre de 1972 53 Ibid., 29 de abril de 1930. 52 ~ 31 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo propiedad minera en los yacimientos que se reserva para el objeto de enajenarlos o explotarlos. En esta forma se constituirá la propiedad minera inscrita a favor del Estado […]” 54 Desde mediados de la década de 1930 las atribuciones del Estado en el ámbito económico asumieron crecientemente un contenido más dinámico y de transformación futura. La acción estatal se enriqueció de un contenido de expectativas que desembocará con la creación el año 1939 de la CORFO y, en este sentido, la formalización del “Plan de Acción Inmediata para la Minería” del mismo año. En este marco, superadas paulatinamente ciertas vicisitudes, el tema de la modernización de la industria minera ocupó un espacio central en las discusiones y publicaciones gremiales y políticas durante la década de 1930 en la región. En definitiva, asistimos a la consolidación de las demandas a la intervención desde el Estado y tecnificación productiva desde todos los actores sociales regionales, independiente de las posiciones ideológicas y sectoriales. Ejemplo de esta consolidación, de esta posición transversal sobre la acción del Estado en el ámbito económico sectorial y, además, del encuentro entre la política, la administración pública y los técnicos lo encontramos en las páginas del Boletín de Minas y Petróleo el año 1932, donde se exponía que las impresiones del Ingeniero E. Bianchi: “[…] El Estado, los legisladores, las instituciones mineras y los industriales, deben preocuparse seriamente del problema que dejamos enunciado, correspondería al estado y a los legisladores, reglamentar en lo posible, las normas de trabajo. Sería un ideal naturalmente que el estado procediera a habilitar y reconocer las minas hasta dejarlas en situación de ser explotadas con el mínimo de riesgo por los particulares. Estos a su vez, deberían asesorarse mas continuamente de los ingenieros de minas, a fin de evitar los errores indicados que están labrando el descrédito y la decadencia de la minería nacional. Por otra parte, la inspección de sociedades anónimas puede realizar una labor muy útil, asesorándose en los organismos técnicos del estado, cada vez que se solicite capitales particulares para construir plantas de beneficio, a fin de evitar contrasentidos como los que hemos señalado más arriba […]” 55 Desde nuestra perspectiva, el Congreso Minero de Copiapó del año 1937 dos temas se transformaron en centros de discusión y conclusiones respecto del desarrollo de la industria minera en las provincias del Norte Chico: El problema de una fundición y la creación de un Ministerio de Minería. Consideramos que ambas demandas vinieron a enriquecer el rol de fomento económico del Estado con un contenido utópico que lo separó del contexto de la experiencia posible, transformándolo –también- en un espacio de expectativas para la modernización industrial del sector metalúrgico. En el acto inaugural del Congreso Minero, Luis Cereceda, Presidente de la Asociación Minera de Copiapó, manifestaba que “[…] contribuimos efectivamente al bienestar nacional, pretendemos que nuestros problemas son también de país y es con este espíritu que queremos 56 hacer llegar a los Poderes Públicos la expresión de nuestras necesidades […]” , lo cual implicaba superar el contenido experiencial de las demandas sectoriales y proyectar soluciones 54 Comisión de delegados de Tarapacá, Antofagasta y Atacama. Mociones ante el Congreso Minero de Copiapó, 13. 55 Boletín De Minas y Petróleo, junio de 1932. 56 Discursos de Luis Cereceda C., en: “Conclusiones del Congreso Minero de Copiapó, 1937”, BSNM, año LIII, vol. 2, 1937, 1595. El congreso se desarrolló los días 27, 28 y 29 de septiembre de 1937. ~ 32 ~ El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Espacio Regional que sólo podrían resolverse en el futuro y con un componente nacional. Por su parte, el Presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Hernán Videla Lira, en su discurso inaugural sintetizaba sus aspiraciones sobre un Ministerio de Minas evaluando el accionar administrativo del Estado en el período reciente señalando, “[…] mientras la labor administrativa que se relaciona con nuestra industria se encuentre dispersa, a cargo de diferentes y pequeñas oficinas, nunca podremos esperar que el Estado confeccione un plan de conjunto, y emprenda tareas que ya asumen carácter imprescindible. Es necesario refundir en un organismo bien estructurado y con facultades precisas los diversos servicios fiscales relativos a la minería, cuya acción adolece hoy de vacíos y ausencias. Sólo de esta manera es posible pensar que el Estado apoye y proteja nuestro trabajo en proporción a sus rendimientos y legítimo derecho. Corresponde a los poderes públicos el determinar la forma en que deben ejercerse las funciones administrativas; pero en todo caso ellas deben ser adecuadas a un sistema que facilite el desarrollo de la producción, y que 57 atienda a los requerimientos técnicos de ésta […]” Lo que intentamos exponer en función de las finalidades de las dos citas anteriores es ilustrar el tránsito desde valoraciones donde el concepto Estado se refirió a demandas sectoriales específicas (como cuotas de impuestos a la minería, mejoramiento de redes de caminos y ferroviarios, créditos a la industria, etc.) hacia otras que perseguían una nueva orientación de futuro. En otras palabras, conceptos y realidades tiene sus propias historias, como nos propone Koselleck, 58 de tal suerte que en un momento las apelaciones al Estado y la reconceptualización de las funciones del Estado se limitó inicialmente a reaccionar y tener correspondencia exacta con la realidad social y política que experimentaba la industria metalúrgica. Realidad que era denunciada como síntomas o dificultades agravantes de la decadencia de la industria del cobre al comenzar el siglo XX. En ese contexto, el Estado surgió como el instrumento que podía colaborar en la superación de la crisis y el desarrollo de la actividad. Reflexiones finales Los trabajos e investigaciones de historia económica y política referidas a la fase comprendida entre las década de 1920 hasta finales de 1930 que han reflexionado entorno a la expansión de las actividades y atribuciones del Estado en el ámbito económico resaltan principalmente las propuestas de fomento y protección a la economía nacional. En efecto, en el transcurso de las décadas que revisamos, el país asistió a la transformación cualitativa de las responsabilidades del ente público, asumiendo nuevas funciones como empresario y como agencia de planificación que terminaron excediendo sustancialmente la órbita del agente de crédito inicial 59 que habían proyectado las primeras administraciones de Alessandri e Ibáñez. Con posterioridad al impacto de la crisis económica en el Norte Tradicional entre 1929 - 1932, 57 Discurso de Hernán Videla Lira, en “Conclusiones del Congreso Minero de Copiapó, 1937”, BSNM, año LIII, vol. 2, 1937, 1597. Koselleck, op. cit., 35-40. 59 Para una revisión del estado de la literatura asociadas la historia económica chilena, véase el interesante trabajo de Luis Ortega Martínez, “Historia empresarial en Chile, 1850-1945; el estado de la literatura”, en Carlos Dávila L. de Guevara (compilador), Empresa e historia en América Latina. Un balance historiográfico, TM. Editores - Conciencias, 1996. En opinión del autor, la tradición marxista concentró sus análisis en el período anterior a las primeras décadas del siglo XX. 58 ~ 33 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Eduardo López Bravo las percepciones sobre el papel del Estado en el ámbito del fomento sectorial participan de una nueva orientación de futuro que lo hace dialogar como un concepto de expectativa. Las expectativas de los intereses mineros de las provincias de Atacama y en el Congreso de 1937 subrayaban “[…] la necesidad de aprovechar íntegramente todos los productos, mediante el establecimiento de una fundación nacional, que se requiere con indiscutible urgencia, como una solución de vastos alcances […]”. Una vez que estos actores locales pudieran ver, en el futuro, concretizadas sus demandas de fundición “[…] no podremos desarrollar cabalmente una industria nacionalizada, que proporcione a Chile el fruto que conquista el esfuerzo chileno […]” 60 Las posibilidades de acción estatal en la industria minera asumió un contenido utópico, de transformación y de luchas políticas futuras que concluirían en el consenso nacional de desarrollo mediante la creación de la Corporación de Fomento. No es de extrañar, entonces, que una vez que la CORFO inició sus labores diseñara un Plan de Acción para cada rubro de la economía nacional. El Plan de Acción Inmediata para la Minería fue el primero que aprobó la CORFO y sintetizaba las viejas demandas que por más de veinte años de estratos profundos de significados pasados y expectativas de futuro respecto al rol del 61 Estado para el fortalecimiento económico sectorial de las provincias del Norte Tradicional. Al describir el papel del Estado desde la depresión de 1929, Aníbal Pinto nos proporciona una descripción muy ilustradora de lo estatal en materia económica, sosteniendo “[…] Con respecto a la función que jugada por el Estado en el campo de la inversión, parece útil subrayar que lo que ha distinguido substancialmente la contribución pública ha sido su participación en iniciativas y empresas al área tradicional de las obras públicas, para lo cual, sin duda, tuvo importancia primordial el cambio político acaecido en 1938 y una de sus más fructíferas 62 derivaciones, la fundación de la Corporación de Fomento […]” No obstante, lo paradojal de este sentido de expectativas para hacer realidad el bienestar de la industria minera lo constituye el hecho que en el momento que la CORFO y los planes de acción inmediata definieron y normaron la acción del nuevo Estado en la industria la percepción de los diferentes actores regionales fueron perdiendo la carga de expectativas futuras y asumiendo un mayor contenido experiencia de presente. Lo que intentamos señalar es que en la práctica la tardanza en la materialización de las demandas de la finales de la década de 1930; es decir, el Ministerio de Minería (creado el 21 de marzo de 1953) y el proyecto de Fundición Nacional de Paipote (cristalizado el 26 de enero de 1952), mostraron un Estado que perdió la capacidad de plantear nuevos horizontes de expectativas en función del sector metalúrgico. Por el contrario, en las décadas sucesivas, la acción estatal se concentró preferentemente en satisfacer las demandas y promesas de solución postergadas, retrasos y críticas que fueron siempre del presente y no del futuro. Así lo exponía un folleto conmemorativo del centenario de la ciudad de Copiapó el año 1944, manifestando que: “[…] Chile ha experimentado durante varios años con lo que se ha llamado ECONOMÍA DIRIGIDA. En la práctica, los resultados demuestran que la intervención del Estado en las actividades productoras se ha efectuado sin plan y que los Reglamentos y Controles han servido para favorecer y 60 “Conclusiones del Congreso Minero de Copiapó, 1937”, BSNM, año LIII, vol. 2, 1937, 1597-1598. Plan de Acción Inmediata para la Minería, op. cit. 62 Ibid., 177-178. 61 ~ 34 ~ El Norte Chico o Tradicional en la encrucijada Espacio Regional perjudicar a otros; la producción ha disminuido […]” 63 Bibliografía Ahumada, Jorge. En vez de la miseria, Editorial Pacífico, 1958. Anuario Estadístico de la República de Chile. Oficina Central de Estadística, Santiago de Chile, Imprenta Universo, 1912-1925. Asociación Minera de Copiapó. El Problema de los Dollars, Copiapó, 1944, 25-26. Boletín de la Sociedad Nacional de Minería (BSNM). “La minería en las provincias del Norte”, Serie 2, n.º 54, 31 de marzo de 1893. Boletín de Minas y Petróleo, Junio de 1932. Boletín de Sesiones Cámara de Diputados. 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Esta es la hermosa misión que tiene en sus manos la Caja, y, si consigue realizarla, habrá contribuido poderosamente a restablecer la confianza de los capitalistas y del público en general en los negocios mineros, y habrá servido, en la forma más eficaz, los intereses generales de la Nación”. 1 2 Irina Meneses Vergara [email protected] Universidad de Santiago de Chile Santiago, Chile RESUMEN El objetivo de este artículo es exponer el desenvolvimiento de la Caja de Crédito Minero, CACREMI, en su primera década de funcionamiento para responder a la siguiente hipótesis. El desarrollo anterior de la pequeña y mediana minería, subordinado al capital comercial de los fundidores y de los controladores del transporte marítimo que no permitió a los mineros desarrollar una capacidad comercial ni productiva en términos de innovación y productividad. Se agregó la falta de habilitadores, dado el nuevo escenario en la industria mundial del cobre, sumado a la restricción al crédito, se obtuvo que la CACREMI se convirtiera en la nueva habilitadora de la pequeña y mediana minería sirviendo a la perpetuación del arcaísmo y estancamiento de esta actividad. Palabras claves: CACREMI, minería, estancamiento ABSTRACT The goal of this article is to state the development of the Mining Credit Fund (CACREMI) during its first decade running in order to answer the next hypothesis. The previous development of small and medium mining activity, subordinate to the commercial capital of the creators and managers of the sea-transport that did not allow the miners to develop an commercial or productive ability in terms of innovation and productivity. We have to indicate too the lack of enablers, in the new scenario of the copper world industry, added to the credit limitation; in these circumstances, the CACREMI became the new enabler of small and medium mining activity promoting the perpetuation or archaism and stagnation of this activity. Key words: CACREMI, Mining activity, stagnation Artículo recibido el 31 de marzo de 2011; aceptado el 17 de mayo de 2011. Declaración de Edmundo Delcourt, Superintendente de Salitre y Minas, hecha a la revista La Riqueza Minera de Chile, año VII, n.º 63, enero 1928. 2 Economista. En el año 2009 participó en el Proyecto FONDECYT 1095107 en calidad de Asistente de Investigación. 1 Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Irina Meneses Vergara Introducción La Caja de Crédito Minero, institución creada en 1926 y que fue llamada para resurgir a la pequeña y mediana minería tras largos años de letargo, nos permite hoy, estudiar y cuestionar el desenvolvimiento de las políticas de fomento e incentivo hacia esta industria nacional, en el marco de las importantes coyunturas económicas internacionales de la época. Este artículo se concentra desde el nacimiento de la Caja hasta mediados de la década de 1930, años entre los cuales se distinguen tres fases: la primera, desde su creación que ocurrió en enero de 1927 hasta 1934. En esta la institución tuvo importantes frenos derivados de su ley orgánica que no le permitían la concreción de sus objetivos, no obstante, logró funcionar ante la coyuntura de la Gran Depresión Internacional por los planes de reactivación del empleo, entre los que destaca los asociados a los lavaderos de oro. Cabe señalar que entre estos años, la ley que rigió su funcionamiento sufrió numerosas modificaciones. En una segunda fase, que comprende los años 1935 a 1937, se agudizaron las deficiencias del actuar de la Caja y se hizo aún más evidente el estado desastroso de la pequeña y mediana minería en el país, el agotamiento de los minerales de fácil trabajo, el agotamiento de los desmontes y disfrutes, la falta de reconocimiento, la escasez de capital de particulares, la escasez de agua, la carestía de los fletes y los subidos costos de explotación dan cuenta del complicado panorama de esta industria. Finalmente, la tercera fase corresponde al comienzo de una política de fomento y protección a la industria de la pequeña y mediana minería, que ocurrió a partir del Congreso Minero de Copiapó en 1937 y que desembocó en el Plan de Acción Inmediata para la Minería en 1939. Este plan fue desarrollado bajo la protección y aprobación de la Corporación de Fomento de la Producción, en su primer año de funcionamiento. Un denominador común en los años estudiados, es la problemática de la legislación que rige el funcionamiento de la Caja, incluso cuando esta era modificada para soslayar alguna restricción, esta se frenaba por una nueva no considerada. Para entender ¿por qué se creó la Caja de Crédito Minero?, es preciso conocer el desarrollo previo de la pequeña y mediana minería, por ello se expone una muy breve síntesis del desenvolvimiento de esta industria y de los hitos más importantes relacionados a ella en el periodo que le antecede a este estudio. Entre las cuestiones que más determinaron su desempeño están la evolución que tuvo el precio internacional del cobre, el estado del proceso productivo, el escaso desarrollo técnico y productivo, junto al régimen comercial y de inversión en la industria. En efecto, en la industria del cobre de Chile de la segunda mitad del siglo XIX, se distinguen dos ciclos que se manifestaron en el precio internacional del mineral. El primero ocurrió entre 1848 y 1873 con un alto precio, fundamentado principalmente por la expansión de la demanda mundial, que provocó un auge en la producción y exportación del cobre chileno, que fue posible por la existencia de mineral de alta ley. Esto último es relevante dado el escaso desarrollo técnico en el procesamiento del mineral. Tal auge en la producción de cobre se manifestó en que en 1896 3 Chile produjo 51.800 toneladas, con las que cubría el 60% del consumo mundial de este metal. El segundo ciclo ocurre entre 1873 y 1896 con una baja del precio del cobre, explicada por la masiva reestructuración del mercado internacional que comenzó a verificarse desde mediados de la década de 1860, tal reestructuración se reflejó por la aparición de las grandes corporaciones y en consecuencia de ingentes capitales, con lo cual se daba paso a la Gran 3 Eduardo Novoa M., La Batalla por el Cobre, Santiago de Chile, Editorial Quimantú, Colección Camino Abierto, 1972, 11. ~ 38 ~ Las operaciones de la Caja de Crédito Minero Espacio Regional Minería que producía con economías de escala. 4 La expansión productiva fue posible por el desarrollo de importantes innovaciones tecnológicas, que permitieron explotar minerales de baja ley e introducir mejoras en el transporte. Fue así como se expandió la oferta mundial hasta la víspera de la Segunda Guerra Mundial presionando a la baja del precio del cobre, a tal punto que los costos de producción en Chile superaban el precio de venta del mineral, provocándose en las regiones del Norte Chico un proceso de decadencia por la falta de incentivos económicos para el desarrollo de la minería del cobre. 5 En cuanto al proceso productivo, este se realizaba por pequeños mineros, que en ausencia de capital recibían financiamiento para explotar sus minas de los comerciantes que controlaban el transporte marítimo o los fundidores que tras un procesamiento del mineral lo exportaban. Este financiamiento ocurría también en forma de insumos y herramientas para la explotación. Posteriormente, los mineros vendían el mineral extraído a su habilitador a la tarifa que éste convenía. De esta manera el cobre chileno llegaba al mercado mundial, bajo un régimen de subordinación al capital comercial, quedándose anclados los mineros a la lógica de producción tradicional, es decir, al estar intermediado al vínculo entre los productores mineros y el mercado internacional a través del capital comercial, la modernización necesaria para la vigencia de su oferta se trabó. En consecuencia, la minería del cobre experimentó un proceso de crecimiento sin desarrollo en su periodo de auge (1848-1876). 6 4 Christopher Schmitz, “The Rise of Big Business in the World Copper Industry 1870-1930”, en Economic History Review, vol. XXXIX, n.º 3, 1986; y Luis Ortega, “Las transformaciones en el mercado internacional del cobre y la decadencia de la región minera tradicional de Chile, 1875-1920”, en Tiempo y Espacio, vol. 20, 2008, 28. 5 Leland R. Pederson, La minería del Norte Chico. Chile, Santiago de Chile, RIL, 2008; Luis Ortega, “Del auge a la crisis y la decadencia. La minería del cobre en el Norte Chico 1850-1930”, en Luis Ortega, Milton Godoy y Hernán Venegas, Minería y sociedad en el Norte Chico, 1840-1930, Santiago de Chile, Academia de Humanismo Cristiano – Universidad de Santiago de Chile, 2009. 6 Luis Ortega, Chile en ruta al capitalismo. Cambio, crisis y depresión 1850-1880, Santiago de Chile, DIBAM-LOM, capítulo III, parte 1, 2005. ~ 39 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Irina Meneses Vergara Esquema n.º 1. Proceso minero-industrial (simplificado) llevado a cabo en la segunda mitad del siglo XIX Capital de trabajo Herramientas, COMERCIANTE O FUNDIDOR Habilitador impone tarifa de PEQUEÑO MINERO Dueño de la mina. Mineral de alta ley, en gran volumen, dado el nulo procesamiento. Ofrece al mercado mundial Bajo estas circunstancias comienza el siglo XX para la minería del cobre, en otras palabras, sin capacidad técnica ni comercial que permitiera a esta industria sobreponerse y captar los recursos financieros para reactivar las regiones que en otra época tanta actividad habían generado. 7 Paralelamente a este estado de decaimiento en la industria, apareció en Chile la Gran Minería, primero con el establecimiento del mineral de El Teniente en 1908 y luego del mineral de Chuquicamata en 1915, ambos filiales de corporaciones cupríferas de Estados Unidos. Con esto se creó un dualismo en la industria del cobre, por una parte estaban estos colosales yacimientos entramados al trust del cobre mundial, y, por otra, miles de pequeños mineros sin capacidad de responder al nuevo orden. En cuanto a los factores de producción, la primera se distinguía por ser intensiva en capital, mientras que la segunda en ser intensiva en mano de obra. En tanto, fue hacia la pequeña y mediana minería donde se destinaron los objetivos de la CACREMI. Así pues, conforme se iban agotando los últimos minerales de alta ley que todavía permitían obtener un margen tras el bajo precio del cobre, se iban poco a poco cerrando las fundiciones que habían sido testigo del gran auge minero. Bajo este escenario comienza a gestarse la idea de establecer en el país una entidad que otorgue crédito a los mineros. En concreto, fue la Sociedad Nacional de Minería la que durante los años 1920 a 1925 practicó importantes estudios que dieron cuenta de la sensible decadencia en la producción de minerales de alta ley, principalmente de cobre, y que los capitales privados se mantenían retraídos de las inversiones mineras. Con esto, la Sociedad Nacional de Minería acordó 7 Ortega, “Del auge a la crisis…” (2009) y Pederson, op. cit., para un análisis de esos procesos. ~ 40 ~ Las operaciones de la Caja de Crédito Minero Espacio Regional proporcionar la intensificación del empleo de nuevos procedimientos para concentrar los minerales, con el fin de aprovechar sustancias que permanecían en un completo abandono. Estas y otras circunstancias promovieron la idea de establecer en el país un organismo del Estado destinado a fomentar la minería nacional sobre bases enteramente modernas: una Caja de Crédito Minero. En efecto, el 28 de mayo de 1926 el presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Javier Gandarillas Matta, sometió a la consideración del directorio de dicha institución un proyecto de creación de una Caja de Crédito Minero. 8 Se denominó moderna, pues, en el mundo no se registraban instituciones como éstas, es más, desde el Perú se envío una comitiva a estudiar el funcionamiento y legislación de la Caja con el fin de nacionalizar la industria minera del Perú, como da cuenta el Boletín de Minas y Petróleo de enero de 1931. Luego de instalada la idea de la creación de la Caja, la SONAMI buscó apoyo en el gobierno de la época, pero no tuvo éxito pues el Ministro de Hacienda rehusó financiar el proyecto. Pese a esto, el proyecto fue confiado a un grupo de senadores. No obstante, para facilitar su despacho, en el proyecto se propusieron garantías de la mayor severidad, de modo que las operaciones de la Caja quedaran encuadradas dentro de un marco riguroso y casi inaccesible al pequeño minero, pues se imponía la exigencia, ineludible y perentoria, de contar con minerales cubicados para recibir una ayuda directa del crédito. El proyecto fue aprobado y así se dictó la Ley n.º 4.112, de 12 de enero de 1927, que fue la primera ley orgánica de la Caja de Crédito Minero. La estructura legal de la Caja se concibió tomando en cuenta únicamente las necesidades de las grandes empresas y no las del pequeño productor. 9 En estas circunstancias fue fundada la Caja de Crédito Minero, bajo el amparo de una ley restrictiva. He aquí las principales estipulaciones de su ley orgánica: El artículo primero explica escuetamente su finalidad, dice así: “Se establece una Caja de Crédito Minero destinada a fomentar el beneficio de toda clase de minerales existentes en el país, por medio de empresas nacionales y mediante préstamos…”. Su capitalización se haría por la autorización de emisión de bonos con garantía del Estado hasta por 40 millones de pesos (alrededor del 0,5% del PIB de 1927) que ganarían un interés anual de hasta siete por ciento y una amortización acumulativa, también anual, del uno por ciento. Respecto de las operaciones, “la Caja tendrá como objetivo fomentar la instalación de establecimientos de beneficio de minerales, mediante préstamos en dinero, cuando las cubicaciones en las minas sean favorables”. En cuanto a las garantías, estas se debían constituir a favor de la Caja, “ya sea con fianza hipotecaria, depósito en dinero u otra garantía real para responder de que dispone del capital necesario para iniciar la explotación adecuada del establecimiento que se va a construir”, así las minas constituidas en hipoteca, en caso de mora podían ser embargables. Acerca de la comisión, intereses y amortización, se estableció que podía cobrar una comisión de hasta dos por ciento anual sobre el monto total del préstamo, que los deudores debían servir un interés de ocho por ciento anual sobre sus préstamos, y que el préstamo debía pagarse en un plazo no mayor a doce años. Además, “los deudores estarán obligados a destinar un mínimo de un diez por ciento de sus utilidades líquidas a la formación de un fondo de reserva y eventualidades hasta completar el veinticinco por ciento del monto total del préstamo,…este fondo se depositará en la Caja al interés de seis por ciento anual”. 8 9 Memoria anual Caja de Crédito Minero. Santiago, 1935. Idem ~ 41 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Irina Meneses Vergara Finalmente, se dispuso de manera especial la facultad para otorgar préstamos por un total de seis millones de pesos, el quince por ciento del capital de la Caja, para instalar o habilitar establecimientos de beneficio de minerales en las provincias de Atacama, Coquimbo y Antofagasta. En estas plantas, “deberán instalarse secciones de minerales por cuenta ajena, y para la fabricación de ácido sulfúrico para los industriales y mineros que lo soliciten a los precios fijados por la Caja”. Con lo anterior se da cuenta que la finalidad de la Caja en su fundación, no fue dar auxilio a los pequeños mineros, sino, más bien, a industriales que mantuvieran suficiente capital para responder las garantías y cubicaciones exigidas, además de poseer una capacidad para ahorrar parte de sus utilidades. Nace desde ya, una incongruencia entre la estructura legal de la Caja que rige su finalidad, y lo que esperan la mayoría de los mineros afectados por la baja del precio del cobre y el agotamiento de los minerales de alta ley, que los dejó sin incentivos económicos para continuar su actividad. Estos mineros no contaban ni con el capital de trabajo necesario para hacer funcionar un régimen estable de explotación de sus minas, disfrutes o desmontes, menos lo tendrían para erigir una planta de beneficio con todas las restricciones impuestas por la Caja. Cabe recordar que la minería de ese entonces provenía de un proceso productivo tradicional, donde predomina el sistema denominado “al pirquén”, que es un sistema bastante rudimentario y arcaico. 10 Ya revisada la génesis de la Caja, se examina a continuación la primera fase, distinguida al comienzo del artículo, esta comprende desde el inicio de la Caja hasta el año 1934. Durante los primeros años de funcionamiento de la Caja, ésta fue el blanco de constantes críticas. A saber, tras el interés y entusiasmo que despertó entre la numerosa “familia minera” chilena la noticia de la creación de una entidad destinada a fomentar y ayudar a la minería, vino una fuerte decepción, al punto que circuló la frase que la Caja no era para el minero pobre, sino para ayudar a aquellos que por el estado de trabajo de su mina y la calidad de su yacimiento, ya 11 no necesitan de ayuda fiscal, siéndole fácil encontrar capitales particulares. En referencia a las garantías exigidas, se abogaba que la mayoría de las minas no cumplían con tales, aun más, las minas que ofrecían condiciones favorables, aunque no tuvieran la cantidad suficiente para garantizar totalmente la inversión del capital que necesitaban, encontraban generalmente los elementos que necesitaban para su explotación, por medio de empresas que el público especulador, tanto en Chile como en otras partes, organizaba con relativa facilidad. Por otra parte, entre las peticiones que se hacían a la caja resalta la de apertura de poder de compra de los minerales de exportación por la Caja, en la esperanza de que está pudiera dejar en manos de los mineros mayores beneficios que los que reciben de los compradores o exportadores actuales. 12 Es así como en julio de 1927, tras cinco meses de su creación, comienza una seguidilla de modificaciones a su ley orgánica, la primera fue para conceder fondos para laboratorios, la segunda para establecer su reglamento legal que más tarde fue derogado para dictar uno nuevo. La tercera ocurrió en febrero de 1928 y se refería a una muy importante modificación, ésta autorizaba a la Caja para comprar y vender minerales. Cuatro meses después, en otra modificación, se extendían los préstamos destinados a la adquisición e instalación de maquinarias al capital de explotación de las minas. Luego, en diciembre de 1928, a través de la 10 “Un pirquinero es un minero rústico, curtidor del pirquén (lugar de explotación sin control técnico) que antaño pagaba un canon de acuerdo a la cantidad y ley de mineral extraído”; en Sergio J. Villalobos, Diccionario de términos mineros de Chile, Santiago de Chile, RIL, 2006, 120. 11 La Riqueza Minera de Chile, año VII, n.º 65. 12 La Riqueza Minera de Chile, año IX, n.º 687. ~ 42 ~ Las operaciones de la Caja de Crédito Minero Espacio Regional Ley n.º 4.503, se estableció que no sólo se fomentaría el beneficio de las minas, sino también la explotación de los minerales; que la cubicación no sería tan estricta, lo que significaba que se podría complementar con otras garantías; se eliminó el límite máximo fijado por los préstamos; y se facultó a la Caja para explotar sus propios Planteles de Beneficio. La última modificación antes de entrar a la década del treinta corresponde a la autorización para contratar empréstitos. Lo anterior da cuenta de lo experimental que fue esta institución y de cómo fue cambiando de dirección su campo de acción. Dos modificaciones importantes dan cuenta de ello, la primera, la autorización para comprar y vender minerales, y la segunda, la facultad para explotar sus propios planteles de beneficio. Pasó así de tener un rol netamente financiero hacía la industria, a otro que abarcaba un campo de intermediación, otro productivo y el financiero que había sido su origen. En efecto, en 1929 la Caja comenzó la construcción de tres de sus Plantas de beneficio, estas fueron, El Salado ubicada frente a Chañaral, Punta de Cobre ubicada a 20 kilómetros al sur de 13 Copiapó y Tambillos ubicada a 35 kilómetros al sur de Coquimbo. Todas para flotar minerales de cobre con una capacidad de 100 toneladas diarias y por un valor cada una de un millón quinientos (alrededor de 22 millones de pesos del 2008), en conjunto representan un 11,15% del capital autorizado a la Caja. Ahora bien, para comprender el actuar de la Caja en el seguir de los años es necesario entender el contexto económico, tanto nacional como internacional, en el que le correspondió desarrollar sus actividades. Así pues, en octubre de 1929 se inicia la Gran Depresión, crisis económica iniciada en Estados Unidos que se propagó a todo el mundo; ésta se prolongó toda la década del treinta, siendo particularmente intensa hasta 1934. En particular, la economía chilena entre 1929 y julio de 1932 se encontraba en una fase deflacionaria, venía desde 1925 en una tendencia expansiva, donde todos los sectores, menos la agricultura, aumentaron significativamente su producción, a saber, en 1929 las exportaciones físicas aumentaban un 7% y las importaciones un 27%, no obstante, los términos de intercambio se habían deteriorado en un 10%, lo que significaba que debía pagar más por los productos que importaba. Con lo anterior las reservas del Banco Central cayeron por primera vez, desde que se reinstauró el patrón oro. En 1930 la recesión mundial ya era evidente para Chile, las exportaciones disminuyeron en un tercio respecto al año anterior, la cuenta de capitales se deterioraba, pero aún el impacto a nivel doméstico no se sentía, salvo la minería que había disminuido su producción. Por otra parte, las importaciones habían disminuido, pero aún eran mayores en un 17% a las del 1928, incluso cuando los términos de intercambio continuaban deteriorándose. Fue en 1931 cuando la recesión se generalizó en el país, en este año la capacidad para importar se disminuyó a la mitad, la cuenta de capitales fue negativa, y la producción disminuyó, en el caso de la agricultura en un 20% y en la construcción en un 55%. Bajo tal escenario, el Banco Central aumentó la tasa de redescuento, que corresponde al costo de los créditos del Banco Central a los bancos comerciales, con lo cual la base monetaria disminuyó drásticamente. 14 En paralelo, comenzó un alza de aranceles aduaneros. Mientras tanto, el 13 Proceso de concentración mediante el cual las partículas de un mineral son inducidas a adherirse a las burbujas creadas por un agente espumante presente en la pulpa, que las hace flotar, en Villalobos, op.cit., 38. 14 Al igual que en Estados Unidos, en donde la Federal Reserve contribuyó a “dinamizar” la recesión con un alza de interés en ese año. Dos interesantísimos recuentos en John K. Galbraith, A Short History of Financial Euphoria. Financial Genius is Before the Fall, Knoxville, Whittle Direct Books, 1990; y Charles P. ~ 43 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Irina Meneses Vergara ingreso fiscal disminuía fuertemente, en 1931 estos correspondieron al 62% de los de 1929, por lo que el endeudamiento aumentó en un 26% entre 1929 y 1931. Además, las reservas de oro disminuyeron en un 113% entre estos mismos años. Con esto, más el tímido incremento de los préstamos del Banco Central, se generó una disminución del 40% en la cantidad de dinero, generándose así los efectos deflacionarios de la depresión. Luego, entre julio de 1931 y 1932 ocurre en Chile una fase inflacionaria, en un ambiente de inestabilidad política. El fin de la fase anterior ocurre por la cesación de pago de la deuda externa en 1931, esta moratoria estuvo sujeta a la implantación de un control de cambios, con la creación de la Comisión de Cambios Internacionales. Con esto se permitió relajar las presiones financieras de la balanza de pagos y ejercer un control directo sobre las importaciones, las que disminuyeron drásticamente. Las exportaciones disminuyeron a menos de la mitad de 1931 y los términos de intercambio disminuyeron un 15% adicional. Por otra parte, el Banco Central esta vez disminuyó la tasa de redescuento, pero los créditos a la banca privada disminuían. Fue por la liquidez creciente que estaba siendo inducida por otros préstamos del Banco Central al sector público que la oferta de dinero aumentó, a fines de 1932 ésta era un 85% más que la de julio de 1931. Este incremento se generó para financiar el gasto de gobierno, dada la disminución de los ingresos fiscales. Un hecho relevante, es el abandono del patrón oro ocurrido en marzo de 1932. Se inició además, un conjunto de políticas de comercio exterior muy complejas, entre algunas estuvo, la instauración de un sistema de tipo de cambios múltiples, cuotas, licencias de importación y lista de importaciones permitidas. En definitiva, la cesación de pagos de la deuda externa, el control de cambios y la devaluación permitieron controlar los problemas de la balanza de pagos. 15 Dicho lo anterior, queda ahora revisar las operaciones realizadas por la CACREMI en el marco de una crisis internacional y de una economía que actuaba al ritmo de las circunstancias. Ya en 1932 la Caja contaba con las tres Plantas de Beneficio indicadas antes, más la Planta Domeyko ubicada a 50 kilómetros al sur de Vallenar, todas construidas para beneficiar minerales de cobre, sin embargo, estas quedaron inactivas en 1929 dado el bajo precio del 16 cobre, disminuyó en términos reales un 26% anual entre 1929 y 1932. Tal situación se soslayó transformando los planteles para beneficiar minerales de oro, en efecto, ante la desvalorización de la moneda, se generó incentivos económicos para explotar minerales de oro, como ocurre a menudo en procesos de crisis. Junto a lo anterior ocurrió un hecho aun más decidor, este correspondió a la política de fomento y desarrollo de la minería del oro, que se inició a partir del Gobierno para remediar el problema de la desocupación desencadenado por el efecto de la Gran Depresión Internacional, es a partir de la necesidad de proporcionar ocupación a los obreros cesantes y de dotar al país divisas ante la coyuntura económica de entonces, que se inicia la política de explotación de los lavaderos de oro, para lo cual se distaron una serie de decretos con el fin de instaurar tal actividad a partir de la subvención del Estado con 17 participación de particulares. Kindleberger, Manias, Panics, and Crashes. A History of Financial Crises, New York, John Wiley & Sons, Inc., 3ª edición 1996. Para el caso chileno Ricardo Lagos Escobar, “El precio de la ortodoxia”, en Colección de Estudios CIEPLAN n.º 12. 15 Paul T. Ellsworth, Chile, An Economy in Transition, Princeton, Princeton, Princeton University Press, 1937, capítulos I y II. 16 Según precio FOB real US$ 2000/ton. 17 José Miguel Varas, La novela de Galvarino y Elena, Santiago de Chile, LOM, 2ª edición, para un hermoso recuento de la actividad en los lavaderos de Andacollo. ~ 44 ~ Las operaciones de la Caja de Crédito Minero Espacio Regional Hay que destacar el rol que juega la CACREMI en ente nuevo escenario, en el que la minería, principalmente la aurífera, fue llamada a soslayar los embates de los efectos de la crisis en el país. En efecto, en diciembre 1931 se dictó una ley de subsidio a la minería 18 que estuvo vigente entre este año y hasta fines de 1933. En esta se permitió subsidiar el trabajo de los obreros que se dedicaran a faenas de la minería del cobre, de acuerdo al comportamiento del precio del cobre electrolítico, subsidiaba también cada tonelada de cobre en barras que producían las fundiciones. Respecto a los minerales auríferos, estableció un subsidio por cada gramo de oro fino que comprara la Caja. Esta ley tuvo su mayor implicancia en la minería aurífera, ya que a partir de esta se destinaron recursos de distintas instituciones de Gobierno para que procediera la Caja a comprar y beneficiar minerales auríferos. Luego en junio de 1932, con el dictamen de un decreto de ley, 19 se estableció la exclusividad para comprar, vender y exportar minerales de oro en estado nativo, en proceso de elaboración, y oro de lavaderos a la CACREMI, mientras que la exclusividad de compra y venta del oro en barras o amonedado la tuvo el Banco Central, al precio de cambios internacionales. Recapitulando, la desvalorización de la moneda, que generó incentivos económicos para que los mineros desviaran sus esfuerzos a la explotación de minerales de oro; el fomento a la venta de minerales de oro a través de subsidio; la exclusividad de compra, venta y exportación de minerales auríferos para la Caja; más la política de fomento de explotación de los lavaderos de oro, desencadenó una gran actividad en la Caja entre los años 1932 y 1934, volcada totalmente a la minería aurífera. Cabe destacar que todo ello se enmarca en dos objetivos de políticas económicas, creación de empleo y dotación de letras de cambio como se le llamaban a las divisas, para hacer frente a la difícil situación económica que enfrentaba el país, pues se hacían necesarias para responder a la obligaciones de la deuda externa y para pagar las importaciones. La mayor actividad de la Caja se reflejó en la apertura de treinta y tres agencias de compra de minerales en el transcurso del año 1932, estas se ubicaron entre Antofagasta y Santiago, 20 concentrándose el cincuenta por ciento de aquellas en el Norte Chico. Estas agencias establecieron dos tarifas de compras, una para los auríferos de concentración, que se beneficiaban en los planteles de propiedad de la Caja a través del método de flotación, y otra para los auríferos de exportación 21 , que correspondían a minerales de alta ley que a pesar de su volumen, su alto contenido en oro hacía posible costear el flete y dejar un margen a los mineros. Para vender los concentrados y los minerales de alta ley la CACREMI estableció contratos con fundiciones de Estados Unidos, en base a los cuales establecía sus tarifas de compra. Para los mineros lo más relevante fue la apertura de compra de minerales de concentración, pues dio valor comercial a los minerales de baja ley que no costeaban los fletes a las fundiciones extranjeras. El gran dinamismo de la Caja por estos años, se reflejó por consiguiente en las compras de minerales realizadas, tanto de las agencias como de sus Planteles, ya que registraron un aumento colosal de un 265% de 1932 a 1933, lo que significa que las compras de 1933 fueron casi 4 veces a las del año anterior, por otra parte, el valor pagado aumentó en un 553%, es decir, fue 6,5 veces más que el año previo, la diferencia con el aumento de las unidades físicas 22 se explica en parte al aumento en el costo del dinero que fue de un 23% y también por el 18 Ley 5012. Decreto de Ley 193. 10 agencias en Coquimbo y 8 en Atacama. 21 En ambas tarifas se descuenta un cargo por flete. 22 Referido en este caso a la inflación. 19 20 ~ 45 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Irina Meneses Vergara aumento en las tarifas pagadas a los mineros gracias al subsidio estatal. Así, el año 1933 fue el que mayor oro fino compró, aglutinando un 21% del total de minerales comprados entre 1932 y 1938. Para el año posterior, es decir, para 1934 estas compras disminuyeron en un 8% respecto del año previo, no obstante, representó este un 19% del total. En cuanto al valor pagado este disminuyó un 7%, en este caso la diferencia se explica por la disminución en la inflación de un 0,8%. En resumen, las compras de minerales por la Caja crecieron en promedio anualmente 129% entre 1932 y 1934. La agencia compradora más importante entre estos años, según gramos de oro fino comprado, fue Copiapó Sali Hochschild con un 16% de las compras totales, ésta era una agencia privada que actuaba en representación de la Caja. La planta El Salado le seguía con un 12%, la planta Domeyko con un 9%, y luego otra agencia privada, Copiapó Cía. American Smelting con un 8%. La agencia Freirina y la Planta Punta de Cobre compraron cada una un 7% del total. En seguida, cuatro agencias más compraban alrededor del 5% cada una y todas las demás porcentajes muy bajos, la mayoría menor a la unidad. En definitiva, alrededor de diez agencias compraban el 81% del total comprado de oro fino por la Caja entre 1932 y 1934, mientras que el porcentaje restante se repartía entre más o menos veinte agencias, o dicho de otra manera, un tercio de las agencias compraba el 81% del oro fino. La provincia que lejos fue la que mayor actividad reportó a la Caja por estos años, en cuanto a compra de minerales fue Atacama, pues de este 81% el 72% le correspondió a esta provincia, el cual se distribuyó entre los departamentos de Copiapó con un 32%, Huasco con un 21% y Chañaral con un 19%. Las provincias de Coquimbo y de la Antofagasta completan el porcentaje faltante con un 5 y 4 %, respectivamente. Al examinar el número de patentes mineras registradas para minerales auríferos y la producción de oro en gramos se observa que ambas aumentaron significativamente para el año 1933 (ver tabla n.º 1), tanto para los lavaderos Tabla n.º 1 de oro como para las minas, lo que va de la Patentes mano con el colosal aumento de las compras de oro fino de la Caja, no obstante, para el año Año Lavaderos Minas Producción siguiente, es decir, para 1934 la Caja de oro Oro grs. disminuyó sus compras, mientras que las 1932 309 727 1.175.059 patentes continuaron aumentando junto a la producción, tal situación se explica en parte 1933 2668 1337 4.584.514 por la disminución de la ley promedio de los 1934 3759 2179 7.392.085 23 como por la minerales comprados, disminución del rendimiento de los lavaderos de oro, lo que ya se había previsto en 1932 autorizándose al jefe de lavaderos de oro, a través de un decreto 24 la aplicación de un nuevo subsidio, destinado a los obreros que trabajaban en lavaderos de oro de bajo rendimiento, financiándose éste con las utilidades que se percibían de la venta de oro, esto último con el fin de que tal gasto se financiara a sí mismo. Pero el principal motivo de la disminución de los minerales comprados fue la derogación de la exclusividad de la Caja en la compra de minerales auríferos en agosto de 1934, con ello las casas exportadoras y las fundiciones privadas compraron libremente, generando una competencia en precios. Estos nuevos compradores desplazaron a la Caja en las zonas aledañas donde funcionaba, disminuyendo las actividades de las agencias y en algunas de ellas, las compras se paralizaron completamente de modo que fueron cerradas, entre estas estaban las agencias de Tiltil, Santiago, Espino, Curacaví, 23 24 Estas fueron en promedio 26,13; 24,49 y 23,77 en 1932, 1933 y 1934, respectivamente. Decreto n.º 280, dictado en Santiago el 25 de julio de 1932. ~ 46 ~ Las operaciones de la Caja de Crédito Minero Espacio Regional Quebrada de Alvarado y Coquimbo. Así, de las cuarenta y dos agencias que operaron entre 1932 y 1934, sólo veinticuatro funcionaban al comienzo del año 1935. Para graficar como afectó la derogación de la exclusividad de compra para la Caja, se examina el caso de la agencia de Andacollo, que funcionó entre diciembre de 1932 y agosto de 1934. Sus compras de oro fino en 1993 fueron de 61.666 gramos mientras que para 1934 fueron sólo de 15.771 gramos, lo que se traduce en una disminución de un 74%. Pues bien, con la libertad de compra y venta de minerales auríferos las plantas de beneficio de propiedad privada que se instalaron en este distrito absorbieron la producción de minerales de baja ley, mientras que los minerales de exportación fueron vendidos con ventaja por los mineros en el Puerto de Coquimbo a The South American Metal Co., o bien a la firma Sali Hochschild. Por esto mismo se cerró también la agencia de Coquimbo. Ambas agencias aparecerán en escena a fines de la década, cuando la Caja vivió una fase completamente distinta, en la que fueron otros los objetivos los que la guiaron. Desde que la Caja amplió su campo de acción, desde el financiero al de la intermediación junto al productivo con las modificaciones a su ley orgánica, le correspondió atender funciones como la compra de minerales, que se examino antes, como la de beneficiar con sus planteles de beneficio los minerales de concentración adquiridos, esta actividad es la que se pasa a revisar a continuación, enmarcada, como antes, en la primera fase distinguida en este estudio, es decir, en la que va desde su nacimiento hasta 1934, recordar que ésta se caracteriza por un aletargamiento e inoperancia en su actuación por las restricciones de su legislatura, que no le permitían en ir en auxilio de la decadente pequeña y mediana minería a través del crédito minero, pero que luego al ritmo de las circunstancias fue derivando su campo de acción para responder al contexto de crisis internacional y nacional con los planes de reactivación del empleo y acumulación de divisas y reservas de oro, adoptando un gran dinamismo. Las críticas a la gestión de la CACREMI fueron agudas y hacia mediados de la década llegaron al Congreso Nacional. Ellas se concentraron en tres puntos generales. En primer lugar, en que las acciones de la institución no habían llegado en auxilio de los pequeños mineros, fundamentalmente debido a las características de su política de crédito y de compra de minerales. En segundo lugar, que sus acciones habían favorecido a los grandes operadores de las antiguas provincias mineras y, en tercer lugar en la forma en que era administrada. Al respecto un enardecido diputado manifestó a la Cámara que la Caja “no ha cumplido con las finalidades que tuvieron a la vista sus autores” y que se había convertido en un instrumento político para el gobierno, pues había “…dado motivos a la creación de un ejército de soplones e intrigantes: a la realización de una política de odios y de desenfreno de las ambiciones bastardas, descuidando la protección de la industria minera nacional”. La Caja en su accionar daba muestras de ineficiencia pues teniendo a su disposición una serie de instrumentos y recursos líquidos no había contrapesado el poder de “compañías imperialistas, tales como Hoschchild, American Smelting, Gildemeister y otras”, con lo cual “los mineros pobres [eran] entregados a la voracidad del imperialismo”. El diputado Vega concluyó que “Esta ley, cuya finalidad esencial fue la de fomentar la minería, ayudando especialmente a los mineros de escasos recursos, ha sido aprovechada sólo para pagar servicios electorales y para “hacer caja”….a los que con el apoyo ~ 47 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Irina Meneses Vergara oficial, pretende ser elegidos como representantes de esa región. Resuelven 25 una baja politiquería con los dineros públicos”. Algunos meses después el Diputado Concha llevó a la sala las conclusiones del Congreso celebrado por las “asociaciones Mineras de Atacama y Coquimbo recientemente celebrado” pero que no habían sido tomadas en cuenta por el Ministro de Hacienda, Gustavo Ross en los proyectos que modificaban las funciones y atribuciones de la CACREMI. 26 Según él, con ello se hacía patente el sesgo de las autoridades respecto del sector minero. A partir de ese año, la CACREMI entró en un proceso de restructuración interna y de redefinición de sus funciones que la comprometió cada vez más con el proceso minero propiamente tal. Esquema n.º 2. Funciones de la CACREMI 1927-1934 Compra de Minerales Minerales de alta ley Puertos de Exportación con destino a Fundiciones Extranjeras Minerales de baja ley, con tarifa de concentración Plantas de Beneficio Fundiciones Extranjeras 25 26 Fundiciones Nacionales Cámara de Diputados, Sesión Ordinaria n.º 23, 7de julio de.1934. Ibid., Sesión Extraordinaria n.º 21, 23 de diciembre de 1936. ~ 48 ~ Las operaciones de la Caja de Crédito Minero Espacio Regional Bibliografía Cámara de Diputados. Sesión Extraordinaria n.º 21, (diciembre de 1936). Cámara de Diputados. Sesión Ordinaria n.º 23 (julio de 1934). Ellsworth, Paul T. Chile, An Economy in Transition. Princeton: Princeton, Princeton University Press, 1937. Galbraith, John K. A Short History of Financial Euphoria. Financial Genius is Before the Fall. Knoxville, Whittle Direct Books, 1990. Kindleberger, Charles P. Manias, Panics, and Crashes. A History of Financial Crises, New York. John Wiley & Sons, Inc., 3ª edición 1996. Lagos Escobar, Ricardo. “El precio de la ortodoxia”. Colección de Estudios CIEPLAN n.º 12. La Riqueza Minera de Chile, año IX, n.º 687. La Riqueza Minera de Chile, año VII, n.º 65. Memoria anual Caja de Crédito Minero. Santiago, 1935. Novoa M., Eduardo. La Batalla por el Cobre. 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En este artículo nos proponemos analizar la fase temprana de constitución y articulación del movimiento popular en Choapa. 3 Hemos optado por privilegiar esta área del espacio regional, porque en ella se desarrolló un pionero y poderoso movimiento campesino que, en las décadas posteriores, se puso a la cabeza de la demanda por reforma agraria que sacudió al conjunto del país. Efectivamente, en Choapa, la temprana radicación de los obreros desocupados en los lavaderos auríferos permitió la vertebración de la organización sindical y con, ello, la difusión de un heterogéneo ideario de emancipación social. Palabras claves: Crisis de 1929, Choapa, obreros, organización sindical ABSTRACT The economical crisis originated in the United States in 1929 was the trigger of a chain of International consequences. Chile was not the exception. In this article, we will propose to analize the early stage of the constitution and organization of the popular movement in Choapa. We decided to choose this regional area because a pioneer and powerful peasant movement was first developed there and, then, this movement took the lead of the agrarian reform demands that shook the country. Really, in Choapa, the early unionization of the workers in the gold-panning sites make possible the organization of a trade union, and with it, the spreading of a heterogeneous ideology of social emancipation. Key words: 1929 crisis, Choapa, workers, trade union organization Artículo recibido el 31 de marzo de 2011; aceptado el 20 de mayo de 2011. Este artículo forma parte del proyecto de investigación, Contextos, actores y espacios para una redefinición del Norte Chico, 1929-1975. Una propuesta de análisis regional (FONDECYT 1095107). 2 Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile. 3 Utilizamos indistintamente la denominación “Choapa” o “Valle del Choapa”, para referirnos al espacio territorial adscrito al antiguo Departamento de Illapel, que, con la reforma administrativa de 1975 paso a denominarse Provincia de Choapa. Este espacio se encuentra conformado por las comunas de Illapel, Salamanca, Los Vilos y Canela, y ocupa la margen meridional de la actual Región de Coquimbo. 1 Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Igor Goicovic Donoso Introducción La crisis económica iniciada en la Bolsa de Valores de Nueva York en octubre de 1929 generó una serie de consecuencias económicas, políticas y sociales a escala global, las cuales se manifestaron, incluso, más allá del cierre del proceso recesivo, verificado hacia 1938. La economía chilena, fuertemente ligada a las explotaciones mineras, especialmente de salitre y 4 cobre, fue, sin duda, una de las más afectadas. El efecto más evidente de esta crisis, a comienzos de la década de 1930, fue el alto índice de desocupación que afectó, muy particularmente, a los trabajadores salitreros. Miles de estos trabajadores abandonaron las 5 faenas en el Norte Grande y se desplazaron hacia el centro y sur del país. Una parte importante de este contingente de desocupados se estableció en el Norte Chico del país, lo cual estimuló el desarrollo de las organizaciones sociales y políticas de la clase obrera local. Los nuevos referentes sociales y políticos constituidos en la región se convirtieron, hasta 1973, en importantes núcleos de sociabilidad y agitación obrera; ello, a su vez, incidió en la configuración de una serie de cambios cualitativos en las relaciones de poder a escala local. Estructura económica local y situación de crisis La zona de Choapa ocupa el margen sur de la Región de Coquimbo y, desde el temprano asentamiento colonial, vio desarrollar en sus tierras, con éxito relativo, explotaciones agrícolas, ganaderas y mineras. Durante el siglo XVI las faenas de los lavaderos auríferos concitaron el interés de los primeros habitantes de la zona, mientras que en el siglo XVII la economía de estancia se convirtió en el principal rubro productivo. 6 Más tarde, el trigo y el cobre adquirieron 7 especial relevancia. Ello favoreció el que las autoridades coloniales definieron esta zona como área de concentración aldeana, y en 1754, primero, y en 1788, después, se dictaron sendas reales cédulas que sancionaron la fundación de la villa de San Rafael de Rozas y 8 posteriormente su repoblación. Hasta comienzos de la década de 1870 la zona experimentó, al igual que el resto del Norte Chico, un proceso expansivo de sus actividades productivas. Ingentes toneladas de cobre y en menor medida oro y plata se dirigían desde la Corrida de Sánchez o desde Aucó, hacia las fundiciones de Guayacán, mientras que los valles de los ríos Illapel y Chopa proveían a las faenas mineras de toda la región de recursos agrícolas y pecuarios. No obstante, la crisis económica inaugurada en 1875 se extendió rápidamente por la zona de Choapa, colapsando a 4 Para un análisis global de la crisis se puede ver el estudio de Charles Kindleberger, La crisis económica de 1929-1939, Barcelona, Crítica, 1985. El impacto de la crisis en Chile en Patricio Meller, Un siglo de economía política chilena, (1890-1990), Santiago de Chile, Andrés Bello, 1996; Manuel Marfán, “Políticas reactivadoras y recesión externa. Chile 1929-1938”, Estudios CIEPLAN, Santiago de Chile, 1984 y, en el mismo volumen, Gabriel Palma, “Chile 1914-1935: De economía exportadora a economía sustitutiva de importaciones”. Un enfoque general en, Gabriel Salazar y Julio Pinto, Historia contemporánea de Chile. La economía: Mercados, empresarios y trabajadores, vol. 3, Santiago de Chile, LOM, 2002, 35-37. 5 Ver, al respecto el capítulo 5 (“Donde se alberga la revolución: La crisis salitrera y la propagación del socialismo obrero, 1920-1923”), contenido en el libro, de Julio Pinto, Desgarros y utopías de la pampa salitrera. La constitución de la identidad obrera en tiempos de la cuestión social (1890-1923), Santiago de Chile, LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2007. 6 En 1593 Choapa era un importante asiento de minas, dependiente del Corregimiento de Quillota. Ver María Teresa Cobos, “La división político-administrativa de Chile, 1541-1811”, Monografías Históricas, 3, Valparaíso, Instituto de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, 1983. 7 Al respecto ver el trabajo de Arturo Serey Cortes, “Crónicas históricas de Illapel, 1531-1810”, en Illapel: Ciudad de los naranjos, 1754-1988, Illapel, Impresión Odonne, 1988. 8 Ver el trabajo de Nelly Plaza, “La fundación de la villa de San Rafael Rozas, en el Reino de Chile, (siglo XVIII)”, Actas Americanas, 2, La Serena, 1994, 7-17. ~ 52 ~ La crisis económica de 1929 y el retorno de los salitreros Espacio Regional algunos sectores (especialmente a la minería del cobre) y reduciendo la magnitud de las actividades agro-ganaderas. Ante esta situación, cientos de trabajadores locales optaron por migrar hacia las regiones de Tarapacá y Antofagasta, enrolándose en las la guaneras, las salitreras y las explotaciones de plata. 9 Al sobrevenir la crisis de los nitratos, en la década de 1920, muchos de estos trabajadores optaron por retornar a sus lugares de origen. No obstante la situación económica de la zona no sólo no había experimentado recuperación alguna (desde 1875), sino que, por el contrario, la crisis estructural de la economía local había alcanzado mayor extensión. Cabe preguntarse, entonces, ¿qué rasgos identificaban a la economía local a comienzos de la década de 1930? Una primera cuestión a considerar es que, si bien las actividades mineras poseían un rol protagónico al interior de la estructura económica local, el proceso de modernización de las mismas es más bien reciente. 10 Lo anterior mirado tanto desde el punto de vista de la incorporación de tecnología de punta, como también en relación con la inversión masiva de capitales y con el surgimiento de una clase social de asalariados modernos adscritos al sistema productivo. Efectivamente, la zona de Choapa definió tempranamente su rol al interior de la estructura económica nacional como productora de recursos mineros. En el proceso de expansión, desarrollo y crisis de estas actividades definió, también, el carácter y forma de su transición al capitalismo. Esta transición, lenta y dolorosa, ha estado marcada en los últimos 120 años por 11 profundas y prolongadas crisis económicas y sociales. En síntesis, la minería en Choapa ha sido históricamente el eje articulador de la estructura económica local y se ha constituido en el polo económico más relevante en la generación de riqueza. Los ciclos de expansión y crisis de la estructura económica local y, por lo tanto, el devenir de sus habitantes han estado históricamente ligados a la situación de las actividades mineras. Como señalamos previamente, la crisis de las actividades cupríferas en 1875 y la subsecuente expansión de las actividades salitreras detonaron un sostenido proceso migratorio desde las regiones de Atacama y Coquimbo, en dirección de los yacimientos salitreros. Miles de peones mineros dirigieron sus pasos hacia el norte, primero para servir a su país en la Guerra del Pacífico y más tarde para arrancarle a la tierra la riqueza que les había sido esquiva en sus lugares de origen. Pero el desarrollo de la actividad salitrera no sólo incorporó mano de obra a las faenas de explotación del salitre, también contribuyó al enganche de trabajadores en los transportes terrestres (especialmente ferroviarios) y en las faenas portuarias. A la vez, el salitre se convirtió en la principal fuente de demanda de maquinarias, herramientas e insumos para las 9 Al respecto ver nuestro trabajo, “La crisis de la minería del cobre y su impacto en una estructura socioeconómica local. Illapel, 1875-1890”, Si Somos Americanos, 4, Iquique, Instituto de Estudios Internacionales, Universidad Arturo Prat, 2003, 117-132. 10 En noviembre de 1954 entró en funcionamiento la planta beneficiadora de minerales de “El Arenal”, dependiente de la Caja de Crédito Minero (CACREMI). Esta fue la primera gran planta en la zona que operó simultáneamente con los procedimientos de flotación y cianuración (El Reflector, 12 de noviembre de 1954). Siete años más tarde se instaló en Illapel una oficina de ENAMI, organismo que habría de jugar un rol destacado en el apoyo a la pequeña minería regional a través del aporte de maquinaria pesada, implementación y equipamiento para la explotación y concesión de créditos a mediano y largo plazo. Gobernación Provincial de Choapa, Situación minera de la Provincia de Choapa, Illapel, 1985, 2. 11 De acuerdo con la Encuesta CASEN 2006, un 14% de la población de la Provincia de Choapa se encontraban ese año en situación de pobreza. Este porcentaje contenía a un total de 11.199 personas. Ver MIDEPLAN, <http://www.mideplan.gob.cl/casen/Estadisticas/pobreza.html> ~ 53 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Igor Goicovic Donoso faenas productivas y en el eje fundamental que articulaba a los restantes sectores de la 12 economía nacional. En el período comprendido entre 1880 y 1930 el país accedió a un vertiginoso proceso modernizador, en el cual se consolidó el modo de producción capitalista, se expandieron las relaciones salariales y se reafirmaron los vínculos de dependencia de la economía nacional respecto de los centros hegemónicos de la economía mundial. En este proceso, fue el salitre el vehículo que transportó a Chile hacia la modernización capitalista. La incorporación del salitre a la economía nacional, a comienzos de la década de 1880, se convirtió en un importante incentivo para el conjunto de las actividades productivas a nivel nacional. El trabajo de Luis Ortega y Julio Pinto demostró que la expansión experimentada por las explotaciones salitreras incidió significativamente en el incremento experimentado por el conjunto de las actividades productivas del país. 13 La permanente demanda de diferentes artículos emanada desde las oficinas salitreras daba cuenta de la constitución de un mercado consumidor cada vez más amplio y sofisticado. En este contexto la crisis de la minería del cobre en el Norte Chico, logró ser parcialmente paleada con la expansión de las actividades agropecuarias. La zona de Choapa, por ejemplo, ofrecía una serie de ventajas desde el punto de vista agropecuario: Sus áreas de producción se encontraban relativamente próximas a los mercados consumidores, en comparación con los centros productivos del núcleo central y de la zona sur; por otro lado, el carácter transicional de sus suelos y de su clima le permitían desarrollar cultivos extensivos de cereales y de todas clase de productos de chacarería, lo cual en las zonas más septentrionales era inviable; además, los derivados de la ganadería, especialmente caprina (charqui, carnes frescas, leche, mantequilla, etc.) arribaban en mejores y más rápidas condiciones a la zona norte; por último en la zona de Choapa se obtenían las primeras cosechas de frutas, cereales y legumbres, lo que permitía colocar a buenos precios, en el mercado salitrero, los productos de la región. La activación alcanzada por las faenas agropecuarias conllevó un mayor dinamismo en las actividades comerciales de la zona. Esto, evidentemente, repercutió profundamente en el puerto de Los Vilos. En el período comprendido entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX el puerto vivió su época de mayor expansión y desarrollo. Las expectativas de acceder a una situación de progreso material sostenida se alimentaban principalmente de la expansión experimentada por las actividades marítimo-comerciales. Así, por lo menos, lo acredita un despacho (fechado en 1908) del corresponsal en Los Vilos del periódico El Choapa de Illapel. «El comercio los vemos animado; el tráfico incesante a toda hora; tan pronto atraviesa la calle una carreta cargada con mercaderías, como una tropa que conduce a las bodegas los abundantes productos de las canchas de las haciendas vecinas... el comercio adquiere gran desarrollo, la población aumenta, i por todas partes amenaza ya la ola del progreso». 14 Los crecientes y más complejos niveles de actividad productiva y comercial exigían la articulación de una red de agencias navieras capaces de facilitar el almacenamiento, transporte, embarque y desembarque de mercaderías. Lo anterior también implicaba construir bodegas, instalar oficinas, contratar personal administrativo y enganchar cuadrillas de obreros para las 12 Carmen Cariola y Osvaldo Sunkel, Un siglo de historia económica de Chile, 1830-1930, Madrid, 1982, 6571. Julio Pinto y Luis Ortega, Expansión minera y desarrollo industrial. Un caso de crecimiento asociado (Chile, 1850-1914), Santiago de Chile, Universidad de Santiago de Chile, 1990. 14 El Choapa (Illapel), 16 de febrero de 1908. 13 ~ 54 ~ La crisis económica de 1929 y el retorno de los salitreros Espacio Regional faenas de carga y descarga. Desde esta perspectiva uno de los factores que más contribuyó al desarrollo que experimentaron las actividades comerciales en Los Vilos, fue la construcción y habilitación de la red ferroviaria Los Vilos-Illapel-Salamanca y la incorporación de esta red al tendido longitudinal norte. La puesta en funcionamiento de los ferrocarriles locales fue un proyecto largamente anhelado por la comunidad local. Durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX los ferrocarriles aparecían asociados íntimamente a la idea de progreso y desarrollo; la habilitación de una línea férrea no sólo era el medio a través del cual una comunidad se ponía en contacto con el mundo, sino que también era la puerta de acceso a la modernización. En enero de 1884 el gobierno de Domingo Santa María publicó la Ley 2.033, mediante la cual se autorizaba la construcción y explotación de un tendido ferroviario que uniera las ciudades de La Calera y Ovalle; desde esta línea principal debían surgir dos ramales: Uno que uniera el pueblo de La Ligua con el puerto de Papudo y otro que vinculara el Valle del Choapa con el 15 puerto de Los Vilos. En todo caso, las expectativas de los habitantes de la región se vieron prontamente frustradas. El ansiado ferrocarril recién comenzó a construirse en 1889 16 y el tramo más importante (Los Vilos-Illapel) sólo fue entregado en 1909; 25 años después de aprobada la ley. 17 Hacia 1897, época de tremenda importancia en la proyección económica de Los Vilos, el 18 ferrocarril apenas cubría el tramo comprendido entre Los Vilos y la hacienda Las Cañas. En noviembre de 1912, se unieron los tramos finales de la red longitudinal norte que vinculaban la ciudad de La Serena con la localidad de Cabildo, pasando por la villa de Illapel. 19 La puesta en marcha de ambas líneas férreas permitió abaratar los costos de los fletes de las mercaderías que provenían desde las zonas interiores de Choapa. Este abaratamiento de los fletes permitió incrementar los volúmenes de carga que se despachaban desde Los Vilos, fenómeno que a su vez redundó en un mayor dinamismo comercial. Al irrumpir en Chile la crisis económica que afectó al sistema capitalista internacional, a partir de 1929, las actividades económicas del país experimentaban un importante crecimiento; éste devenía del aumento de las exportaciones de salitre y cobre y de la importación de recursos financieros (empréstitos). 20 No obstante, las bases estructurales que sostenían este crecimiento habían demostrado, desde la crisis de 1860, su gran vulnerabilidad frente a las recesiones periódicas que afectaban al sistema. Por otro lado, las relaciones de dependencia que unían a la economía chilena con los centros hegemónicos del capitalismo mundial, determinaron que los 21 efectos de la crisis se hicieran presentes con especial dureza en Chile. Consecuentemente, el 15 Ver, Boletín de Leyes y Decretos de la República de Chile, Libro LII, n.º 1, enero de 1884, 130-134. Los trabajos se iniciaron en abril de 1889 y estuvieron originalmente a cargo del empresario local Felipe Geisse, quien contrató a 150 peones para llevar a cabo las faenas; El Norte (Illapel), 1 de abril de 1889 y 25 de abril de 1889. 17 Emilio Vasallo Rojas y Carlos Matus Gutiérrez, Ferrocarriles de Chile. Historia y organización, Santiago de Chile, 1943, 38. El tramo Illapel-Salamanca sólo fue entregado a la explotación en 1914. 18 La Voz de Illapel (Illapel), 24 de abril de 1897. 19 La Voz de Illapel (Illapel), 12 de noviembre de 1912 y Santiago Marín Vicuña, Los ferrocarriles de Chile, Santiago de Chile, Litografía y Encuadernación Barcelona, 1912, 133. 20 Manuel Marfán, Políticas reactivadoras y recesión externa: Chile 1929-1938, Santiago de Chile, Colección Estudios CIEPLAN, marzo de 1984, 89. 21 Gabriel Palma, Chile: 1914-1935. De economía exportadora a sustitutiva de exportaciones, Santiago de Chile, Colección Estudios CIEPLAN (Corporación de Investigaciones Económicas para Latinoamérica), marzo de 1984, 76. 16 ~ 55 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Igor Goicovic Donoso fenómeno recesivo afectó radicalmente a las estructuras económicas locales, incluida, 22 evidentemente, la zona de Choapa. La situación de crisis se hizo extensiva a la estructura minera local. En la zona el grueso de las faenas mineras experimentó un importante decrecimiento. La excepción lo constituyó la minería del oro. De acuerdo con Julio Ruiz, las actividades auríferas escaparon a la constante recesiva que afectó al sector minero debido a que fueron beneficiadas con la intervención directa del Estado, que actuó como agente monopólico en su comercialización, y por la creciente demanda de este mineral en el mercado internacional. 23 Este criterio se ve refrendado por los datos que aporta el registro de inscripción minera de Illapel entre 1928 y 1936. La tendencia general de las inscripciones mineras manifiesta una tendencia alcista desde 1928, pese a que en determinadas coyunturas se observan agudos quiebres y contracciones. La mayoría de estas contracciones, en todo caso, encuentran su explicación en los temores y reticencias con que los 24 gremios mineros enfrentaban las políticas oficiales. Una vez que la «crisis de confianza» fue superada el ritmo de las actividades auríferas retomó la senda del crecimiento. El régimen económico en crisis y las medidas de reactivación del gobierno no facilitaron la recuperación de la economía local. No se concedieron créditos, ni facilidades para el desarrollo de la pequeña y mediana minería y sólo se explotaron intensivamente los lavaderos de oro, que redituaron jugosas ganancias a las compañías concesionarias de mayor capitalización y al Estado que monopolizó la comercialización. La reactivación global de la industria minera sólo se produjo cuando el sistema capitalista abrió nuevamente sus mercados a los productores dependientes. El deterioro general de las actividades productivas, en especial el de las mineras, actuó como factor directo en la caída de la producción agrícola. Los recursos generados por la minería articulaban el desarrollo económico del país, generando una relativa capacidad de consumo en la población, que la agricultura nacional estaba en condiciones de satisfacer. Por ello, al desplomarse la minería y resentirse con ello toda la estructura económica del país, la agricultura también se sumió en una fase recesiva. Este deterioro productivo del agro no tuvo ni la intensidad ni la relevancia del que afectó a las faenas mineras, ya que la gran elasticidad de los productos agrícolas favoreció el crecimiento de la demanda y la reversión en el mediano plazo del proceso recesivo que los afectaba. La fase recesiva se concentró en el ciclo 1930-1932; en este período los rubros trigo blanco, trigo candeal, frejoles, lentejas, maíz y papas, experimentan caídas significativas en sus volúmenes 25 productivos y en sus índices de productividad. Esta fase recesiva se vio agudizada por el desarrollo de un ciclo pluviométrico deficitario entre 1927 y 1936, el que derivó en una situación de sequía durante los años 1932-1936. 26 A partir de 1935 comienza a vislumbrarse una leve recuperación del sector. Este hecho se vio reforzado por la mantención de los niveles productivos en las actividades ganaderas de la zona. 22 Un primer análisis de este proceso de “decadencia” se encuentra en Igor Goicovic Donoso, Formación económico social y lucha de clases en el Valle del Choapa (1930-1973), Los Vilos, 1990. 23 Julio Ruiz, La minería chilena en la primera mitad del siglo XX, Santiago de Chile, s/f, 217. 24 Los datos respectivos en Igor Goicovic, Pasando a la historia. Los Vilos, 1855-1965, Los Vilos, Ilustre Municipalidad de Los Vilos, 1996, 117. 25 Ver cuadros y tablas estadísticas en Igor Goicovic, “Crisis económica y respuesta social: Choapa 1929-1935”, en Notas Históricas y Geográficas, 4, Valparaíso, Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación, 1993, 119-153. 26 Dirección General de Estadísticas (en adelante DGE), Anuarios Estadísticos, 1926-1937. ~ 56 ~ La crisis económica de 1929 y el retorno de los salitreros Espacio Regional Las estadísticas indican que el número de cabezas de ganado en Choapa experimentó una caída global de 21.000 unidades, en el período 1930-1936. Esto adquirió especial relevancia al interior de las unidades agrícolas minifundarias que centraban sus faenas en las crianzas de caprinos y ovinos. En la comuna de Mincha 27 por ejemplo, donde la actividad campesina giraba en torno a la explotación de ganado, el número de ovinos descendió en 52 puntos en 1936 respecto de 1930; y los cabríos lo hicieron en 32 puntos en el mismo período. Por el contrario los vacunos y los caballares criados por lo regular en las grandes haciendas, mantuvieron, e incluso elevaron levemente su volumen en este ciclo. 28 El arcaísmo de la infraestructura productiva local fue un factor que acentuó los rasgos recesivos de la crisis. Un número reducido de explotaciones —evidentemente aquellas con un mayor nivel de capitalización— disponían de fuentes de energía propia, vehículos de transporte y maquinaria agrícola. A lo anterior había que agregar la carencia absoluta, en esta época, de embalses de regadío, situación que en tiempos de sequía afectaba duramente a las actividades agrícolas. En la zona de Choapa el problema central de la agricultura estaba radicado en la existencia de una gran propiedad latifundaria, en muchos casos improductiva. En 1926 el 3.6% de los predios de la zona ocupaban el 87.4% de la superficie territorial. Hacia 1930 se había producido y extendido una concentración aún mayor de la tierra, el 2.2% de los predios ocupaba 29 esta vez el 88.9% de la superficie. Las cifras que arroja el Censo Agropecuario de 1930 son un fiel reflejo del alto grado de improductividad alcanzado por la gran propiedad latifundaria. Sobre una extensión total de 819.015 hectáreas, sólo el 3.5% estaban destinadas a cultivos, el 69% correspondían a 30 superficies cubiertas de arbustos y praderas naturales y un 25.5% eran tierras estériles. El latifundio se convirtió en ese momento en el principal obstáculo para el desarrollo de las actividades agropecuarias y agudizó, con su escasa capacidad productiva, la tendencia recesiva del agro. La estrecha relación entre el puerto de Los Vilos y los valles interiores de la zona de Choapa implicaba que cualquier proceso de expansión o crisis en dichos sectores desencadenara fenómenos de índole similar a nivel local. La crisis económica mundial de 1929, con sus desastrosas consecuencias a nivel nacional, también afectó radicalmente al puerto de Los Vilos. El colapso productivo de las actividades mineras y agropecuarias en Choapa desaceleró el proceso de expansión que vivía el puerto desde fines del siglo XIX. La crisis del sector portuario tocó fondo en 1933, iniciándose un importante proceso de recuperación a partir de 1934. En este proceso de recuperación jugó un rol primordial la recuperación de la demanda agrícola, especialmente internacional, la que operó directamente sobre los productores de Choapa y, a través de éstos, en el incremento de las exportaciones del puerto local. La crisis económica afectó profundamente a la región. No obstante los aspectos más complejos de la misma, como la desaceleración productiva y el incremento de la desocupación, comenzaron a revertirse a partir de 1935. 27 Hoy comuna de Canela. DGE, Censos Agropecuarios, Chile, 1930 y 1936 DGE, Anuario Estadístico, 1926 y Censo Agropecuario, Chile, 1930. 30 DGE, Censo Agropecuario, Chile, 1930. 28 29 ~ 57 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Igor Goicovic Donoso El arribo de los salitreros y el desarrollo de la organización sindical A diferencia de lo ocurrido a escala nacional, el movimiento popular en la zona de Choapa había experimentado un lento desarrollo durante las primeras tres décadas del siglo XX. Hasta comienzos de la década de 1930 las organizaciones populares en Choapa se limitaban a dos sociedades mutualistas de raigambre liberal, la Sociedad de Obreros y Protección Mutua de Illapel, fundada en 1912, y el Consejo Federal Illapel de la Gran Federación Obrera de Chile, constituido en 1913. A estas organizaciones se anteponían dos agrupaciones similares formadas por el Partido Conservador, los centros obreros Unión y San José. 31 No obstante, el acontecimiento más relevante de este período fue el levantamiento campesino de La Tranquilla, producido en 1923. Efectivamente, en el mes de abril de ese año, un numeroso contingente de trabajadores rurales de la zona, organizados en torno a un Consejo Federal Campesino, se declaró en huelga e intentaron asaltar las casas patronales de la Hacienda La Tranquilla. En el posterior enfrentamiento que se produjo con la fuerza pública murió asesinado por las balas 32 policiales el trabajador Fidel Araya. La situación general del movimiento de trabajadores en la zona experimentó un importante cambió a partir de 1929. Efectivamente, la crisis económica que afectó con particular rigor a las actividades salitreras del extremo norte de Chile, generó profundas transformaciones sociales 33 en la región. Miles de obreros quedaron cesantes y acicateados por el hambre y la miseria iniciaron un largo peregrinar hacia la zona central del país. 34 Muchos de estos trabajadores eran antiguos campesinos y mineros que se habían desplazado hacia las salitreras en busca de mejores condiciones de vida. Hacia 1931, cientos de esos trabajadores se habían instalado en Illapel. “600 obreros cesantes producto paralización de las salitreras y llegan buscando trabajo en las obras viales y de tranque Huintil y Puente Negro. A muchos de los desocupados del norte les llegó la noticia de que en Illapel se desarrollan importantísimas obras de regadío y han creído encontrar en este pueblo el trabajo. Pero se han decepcionado al encontrar que las obras no necesitan de operarios”. 35 Con la crisis los antiguos enganchados retornaron a sus hogares, pero en esta oportunidad traían consigo un amplio bagaje experiencial en los planos sindical, político y cultural, lo cual dará lugar a profundas transformaciones en los espacios de recepción. Muchos de estos inmigrantes asumieron la tarea de impulsar la construcción de organizaciones sociales capaces de representar sus intereses de clase. 31 Ver: Igor Goicovic, Formación económico social y lucha de clases en el Valle del Choapa, 1930-1973, Los Vilos, Programa Jóvenes Investigadores Regionales, WUS-Chile, 1990, 142-147. 32 Sobre este tema ver nuestro trabajo, “Surco de sangre, semilla de redención. La revuelta campesina de La Tranquilla (1923)”, en Valles. Revista de Estudios Regionales, 3, La Ligua, 1997, 79-118. 33 Para un análisis de los efectos económicos de la crisis de 1929 en la zona de Choapa, ver nuestro artículo, “Crisis económica y respuesta social. Choapa 1929-1935”, Notas Históricas y Geográficas, 4, Valparaíso, Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación, 1993, 119-153. 34 El arribo de los trabajadores salitreros a la zona central de Chile en, Juan Carlos Gómez, “Crisis, hambre y socialismo: Chile 1931-1932”, Andes, 7, Santiago de Chile, Instituto de Estudios Contemporáneos (IEC), 1988 y Julio Pinto Vallejos, “Donde se alberga la revolución. La crisis salitrera y la propagación del socialismo obrero (1920-1923)”, en Julio Pinto Vallejos, Desgarros y utopías en la pampa salitrera, Santiago de Chile, LOM, 2007. Al respecto también cabe destacar que tan sólo en el mes de agosto de 1931, 14.954 trabajadores salitreros se establecieron en la Provincia de Coquimbo. Ver, Inspección General del Trabajo (IGT), Revista del Trabajo, 2, Santiago de Chile, agosto de 1931. 35 La Opinión del Norte (Illapel), 24 de enero de 1931. ~ 58 ~ La crisis económica de 1929 y el retorno de los salitreros Espacio Regional Gráfico n.º 1 Fuente: Censos de población, años respectivos Hasta la década de 1875 la población en el Departamento de Illapel mantuvo un ritmo inalterado de crecimiento. Ese año el total de población registrado en el V Censo de Población, fue de 49.078 habitantes. Pero la crisis del sector cuprífero, que golpeó con fuerza a la región, y la expansión experimentada por las actividades salitreras en las regiones de Tarapacá y 36 La Antofagasta, estimuló un constante flujo de población hacia la zona septentrional. población experimenta una brusca caída, la que se prolonga hasta comienzos del siglo XX. No obstante la leve recuperación presentada en el Censo de 1907, los valores absolutos (45.213), se mantienen por debajo de las cifras de 1875. La recuperación definitiva y el nuevo ciclo expansivo de la población se inician hacia 1930 con el retorno de los salitreros. Entre 1931 y 1938 aproximadamente 18 organizaciones sindicales y gremiales surgieron en la zona de Choapa. El primero de ellos, el Sindicato Profesional de Oficios Varios, se fundó en la 37 localidad de Salamanca en el mes de marzo del año 1931. Ese mismo año un grupo de personas provenientes de la burocracia administrativa y educacional daban vida en Illapel al Consejo Local de la Unión de Empleados de Chile (UECH), a la Asociación de Empleados Públicos de Illapel y a la Agrupación Departamental de Profesores. 38 Más tarde, el 31 de octubre de 1932, veintisiete obreros illapelinos constituyeron el Sindicato Profesional de Carpinteros y Ramos Similares “(...) en conformidad con los derechos que les confieren la Ley 39 187 que creó el Código del Trabajo y 4.057 sobre organización sindical”. 36 Ver al respecto nuestro trabajo, «La crisis de la minería del cobre y su impacto en una estructura socioeconómica local. Illapel, 1875-1890», Si Somos Americanos, 4, Universidad Arturo Prat, Iquique, 2003, pp. 117-132. 37 La Opinión del Norte, Illapel, 30 de abril de 1931. 38 La Opinión del Norte, Illapel, 13 de octubre de 1931. 39 La Opinión del Norte (Illapel), 19 de noviembre de 1932. ~ 59 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Igor Goicovic Donoso Por su parte, en Los Vilos, el 27 de noviembre de 1932, 32 obreros portuarios formaron el 40 Un año más tarde, catorce Sindicato Profesional de Obreros Marítimos de Los Vilos. trabajadores daban vida a la Unión Gremial de Obreros y Campesinos de Huentelauquén. 41 Los trabajadores agrícolas de la región estuvieron a la vanguardia de las organizaciones sindicales del país. Los problemas del mundo rural aparecen sistemáticamente descritos en la prensa local. En 1933 un campesino, Gumersindo Bugueño, señalaba: “Me veo en la necesidad de aclarar algunos puntos sobre las justas aspiraciones de los inquilinos, medieros y arrendadores de tierras de cultivo, que si en estos últimos tiempos no nos hemos podido dedicar a las labores agrícolas ha sido por las mil y un trabas que los señores hacendados imponen a los que no simpatizan con sus ideas políticas o no mantiene con ellos relaciones de amistad. No somos cesantes”. 42 Entre 1933 y 1939 el proceso de formación de entidades sindicales se concentró en las faenas mineras, especialmente en aquellas surgidas al alero del Servicio Nacional de Lavaderos Auríferos, que se nutría principalmente de obreros salitreros en situación de cesantía. Surgen en este período, el Sindicato Aurífero Los Almendros (1932), el Sindicato de Lavaderos Auríferos (1932), el Sindicato Minero Las Vacas (1935), el Sindicato de Lavaderos de Oro de 43 Casuto (1936) y el Sindicato Minero El Carmen (1936). Más tarde se organizaron: el Sindicato de Lavaderos de Oro de Canelillo, los sindicatos industriales de obreros mineros de Farellón Sánchez y de la mina Cola de Pato y el Sindicato Profesional de Obreros Mineros y Pirquineros. 44 En el mismo período, pero en torno a otros ámbitos económicos, se fundaron: el Sindicato de Lancheros y Jornaleros de Mar y Playa de Los Vilos (1934), el Sindicato Industrial Vera S.A. (1937), el Sindicato Profesional de Panificadores y Ramos Similares (1937), el Sindicato Único de Campesinos de Choapa (1937), el Sindicato de Lustrabotas de Illapel y la filial Illapel de la Unión de Profesores de Chile; además entró en reorganización el Sindicato de Oficios Varios de 45 Salamanca. La mayoría de estos sindicatos concurrió en 1938 a la constitución del Consejo Departamental Illapel de la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH) la que, encabezada por Lucas Ortiz, Lorenzo Olivares, Teobaldo Baeza, Juan Andrade y Roberto 46 Aranda, inició las tareas de centralización y conducción de las movilizaciones obreras. El surgimiento de las organizaciones políticas y el desarrollo de la conflictividad El surgimiento de las organizaciones políticas populares en Choapa se encuentra estrechamente ligado al desarrollo de sus organizaciones sociales. El primer referente en constituirse en la zona fue el partido Socialista Unificado formado en 1932 por el periodista 40 El Reflector (Illapel), 2 de diciembre de 1932. El Reflector (Illapel), 3 de marzo de 1933. La Opinión del Norte (Illapel), 26 de agosto de 1933. 43 El Reflector (Illapel), 8 de mayo de 1933, 13 de octubre de 1933, 15 de junio de 1936, 1 de octubre de 1936. Conservador de Bienes de Illapel (en adelante CBI), Registro de Instrumentos Públicos (en adelante RIP), 1935, n.º 262, fs. 326. 44 El Reflector (Illapel), 21 de enero de 1939. 45 CBI, RIP, 1935, n.º 260, fs. 313; 1942, n.º 705, fs. 620 vta. Sindicato Profesional de Panificadores y Ramos Similares de Illapel, Libro de Actas (1937-1943), Acta n.º 1, fs. 1. El Reflector (Illapel), 4 de septiembre de 1937, 13 de noviembre de 1937, 31 de diciembre de 1938, 21 de enero de 1947. 46 Entrevista a Lucas Ortiz (1989). 41 42 ~ 60 ~ La crisis económica de 1929 y el retorno de los salitreros Espacio Regional Humberto Villarroel, quien desde las columnas del periódico El Reflector, impulsó la organización obrera clasista y contribuyó a la difusión del ideario socialista. 47 A nuestro juicio la consolidación en este período del Partido Socialista (PS) como fuerza política hegemónica al interior de la clase obrera organizada, se explica en función de dos elementos: Por una parte el Partido Comunista (PC), referente indiscutido de los trabajadores del norte salitrero (de donde provenían muchos de los líderes locales) se encontraba, a consecuencia de la política represiva del Gobierno de Carlos Ibáñez, en una situación de repliegue la que sumada a su actitud intransigente frente al sindicalismo legal, lo aislaba de importantes sectores de masas que, como los de Choapa, recién iniciaban su transitar por el camino de la lucha social. Por otro lado es importante destacar que la dirección local del PS, evaluando acertadamente la situación regional, priorizó por la organización de sindicatos mineros y agrícolas, estructuras que representaban e identificaban al grueso de la masa laboral de la zona, con lo cual, al arribo del PC a la comarca (1937), la mayoría de las organizaciones 48 populares ya se encontraban constituidas y férreamente adscritas al PS. Los primeros antecedentes de la presencia política popular en Choapa se remontan a 1925. En esa fecha la candidatura de José Santos Salas, apoyado por la Unión de Asalariados de Chile (USRACH), la Federación de Obreros de Chile (FOCH) y el PC, obtuvo en el departamento de 49 Illapel un total de 70 votos, contra 1.199 del candidato conservador, Emiliano Figueroa. Posteriormente, en las elecciones presidenciales de 1931, se estructura en la ciudad de Illapel un Comité de Izquierda, dirigido por el obrero salitrero Julio Donoso Vargas, en apoyo a la candidatura del líder de la Izquierda Comunista (trostkista) Manuel Hidalgo. 50 Los resultados para la izquierda son nuevamente muy pobres: Manuel Hidalgo obtuvo sólo 13 votos y Elías Lafertte (candidato del PC) ninguno. Por el contrario los candidatos derechistas, Juan Esteban 51 Montero y Arturo Alessandri Palma, obtuvieron 1.092 y 241 votos respectivamente. Hacia 1932 esta situación comienza a experimentar un leve viraje. El surgimiento de organizaciones políticas (PS) y sociales (sindicatos) más estables, permite un repunte en la presencia política electoral de la izquierda. La presencia de Marmaduke Grove en la zona, en octubre de 1932, dinamizó la campaña política de los socialistas “Proclama de la Candidatura de Marmaduke Grove. “Los campesinos, obreros, empleados, cesantes, estudiantes, mujeres y niños de Illapel inician hoy, de tres a cuatro de la tarde, la marcha del hambre. Será una manifestación sugestiva en la que se quiere interpretar la situación miserable en que estamos viviendo en este pobre país. 47 Igor Goicovic, “Crisis económica (...)”, op cit., 150-151. La bibliografía referida al movimiento obrero en Chile es amplia y variada. Una buena recensión bibliográfica se encuentra en la cartilla elaborada por Jorge Rojas Flores, “Panorama general de la historia de los trabajadores”, Serie Hacer y Escribir Nuestra Historia, Cartilla n.º 3, Santiago de Chile, PET, 1995. La relación entre los partidos políticos populares y el movimiento obrero se encuentra muy bien trabajada en los textos de Alan Angell, Partidos políticos y movimiento obrero en Chile, México, Ediciones ERA, 1974 y de Paul Drake, Socialismo y populismo. Chile, 1936-1973, Valparaíso, Universidad Católica de Valparaíso, 1992. 49 Dirección General del Servicio Electoral (en adelante DGSE), Resultados de la elección presidencial del 22 de octubre de 1925. 50 La Semana (Illapel), 2 de septiembre de 1931. 51 DGSE, Resultados de la elección presidencial del 4 de octubre de 1931. 48 ~ 61 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Igor Goicovic Donoso “Se vivará a Grove. Se pedirá a Grove. Se proclamará a Grove. El pueblo trabaja y continuara trabajando para que este hombre sea el presidente de 52 Chile”. En las elecciones de 1932 Marmaduke Grove obtuvo en Choapa 289 preferencias, mientras que 53 el PC, nuevamente con Elías Lafertte como candidato, no registró votación . Las candidaturas derechistas, en un período en el que la presión laboral, el cohecho y la represión policial se convertían en su principal arsenal electoral, mantuvieron una votación significativa: Arturo Alessandri, 922 votos; Héctor Rodríguez, 335; y Enrique Zañartu, 852 54 . Las condiciones en las cuales se realizaban las elecciones regulares fueron sistemáticamente denunciadas por la prensa obrera, “Como de costumbre hubieron grandes incorrecciones en la lucha electoral en Los Vilos. El Sr. Isaac Aguilar, latifundista de Cabilolén, trae a sus inquilinos como vulgares corderos. En Los Vilos también hubo cohecho. Inquilinos de Cavilolén (Isaac Aguilar) y Quilimari fueron arrastrados a las votaciones. Se pagó $20 por voto. Isaac Aguilar, secundado por su empleado Juan Villalobos, comerciante del mismo fundo, trajeron alrededor de 30 inquilinos para que votaran. Desde Quilimarí los campesinos eran traídos por 55 un camión”. Hacia 1935 el PS había constituido en el Departamento de Illapel un Comité Seccional, dirigido por el periodista Humberto Villarroel y por el talabartero Daniel Villalobos. De este Comité dependían núcleos orgánicos con presencia activa en las localidades de Cuz Cuz, Sánchez, Huentelauquén, Los Lavaderos, Chillán y Plan de Hornos. 56 En 1937 se constituyó en Los Vilos un nuevo Comité Seccional del PS dirigido por Arnoldo Eyzaguirre Cáceres, Félix Rojo Fuentes y Florencio Suárez. Su principal línea de intervención se encontraba dirigida a la organización 57 político social de los obreros marítimos y de los pescadores artesanales. En 1937 surge en la escena política local el PC. Su principal dirigente en este período fue el obrero Alejandro Vergara. 58 Luego, en 1938, se constituyó la primera base de las Juventudes Comunistas (JJCC) 59 illapelinas. En abril de 1936 el PS, el Partido Radical (PR) y el Partido Radical Socialista (PRS), constituyeron la filial Illapel de la coalición centroizquierdista Frente Popular (FP). Hacia 1938 el FP en Illapel funcionaba con sus tres pilares básicos: El PR, representado por el dentista Bernardo Ross Peña (Presidente), el PS, con Estenio Meza (Vicepresidente) y el PC, con 60 Alejandro Vergara (Secretario). Este período de irrupción y ascenso de las organizaciones políticas y sociales del proletariado en Choapa culminó en 1938 con la constitución del Consejo Departamental de la CTCH y con la ocupación, por parte de las organizaciones políticas populares, de algunos espacios de representación en el poder político nacional (Congreso) y local (municipios). 52 Cartel de propaganda del PS, El Reflector (Illapel), 21 de octubre de 1932. Esto confirma la ausencia del PC como fuerza política popular en el Departamento de Illapel. 54 DGSE, Resultados de la elección presidencial del 30 de octubre de 1932. 55 El Reflector (Illapel), 4 de noviembre de 1932. 56 Ibid., 12 de enero de 1935. 57 Ibid., 4 de septiembre de 1937. 58 Ibid., 23 de octubre de 1937. 59 Ibid., 1 de enero de 1938. 60 Ibid., 12 de abril de 1936. 53 ~ 62 ~ La crisis económica de 1929 y el retorno de los salitreros Espacio Regional En las elecciones de diputados de 1937 si bien la lista n.º 1, compuesta por el PR, el PS y el Partido Democrático (PD) -con 1.403 votos en el Departamento de Illapel- fue derrotada por la lista n.º 2, de conservadores, liberales y demócratas -que obtuvo 2.239 preferencias-, logró, sin embargo, a colocar a cuatro de sus candidatos en los sillones parlamentarios, entre ellos al diputado socialista Manuel Eduardo Hubner, quien obtuvo en la zona de Choapa una de las más altas votaciones personales -610 sufragios-. 61 Para las elecciones presidenciales de 1938 el candidato de la coalición FP, Pedro Aguirre Cerda, se impuso en Illapel con 3.971 votos, sobre el representante de la oligarquía Gustavo Ross, quien obtuvo sólo 2.434 sufragios. 62 A su vez, en las elecciones municipales de ese mismo año el PS, con 611 votos en el Departamento de Illapel, logró elegir tres regidores en la Comuna de Illapel (Daniel Villalobos, Juan Rojas y Estenio Meza) y uno en la de Salamanca 63 (Dinator Ávila). La conquista de estos espacios de representación política se relaciona directamente con el alto grado de internalización logrado por los partidos políticos de izquierda respecto de los anhelos y demandas de los sectores populares en Choapa. Sus aspiraciones, por largos años acalladas y subsumidas, encontraban en los sindicatos y organismos políticos populares la receptividad y canalización que requerían. Las demandas populares en Choapa expresaban, durante esta primera etapa, una activa defensa de los derechos sociales y económicos de la clase trabajadora. Por ello adquirieron una amplia profundidad y extensión a nivel local. Entre 1933 y 1936 cuatro conflictos laborales conmovieron las actividades productivas de la región. El 28 de febrero de 1933, 200 obreros del Servicio Local de Lavaderos paralizaron sus actividades en demanda de la mantención del subsidio de $1.50 que la empresa les asignaba 64 para el desarrollo de sus faenas. Las condiciones materiales de vida y de trabajo en los lavaderos eran particularmente precarias. La prensa local señalaba al respecto, “El piojo y el juego de azar imperan en los campamentos auríferos. En campamentos auríferos se desarrolla el juego de azar en forma alarmante. Obreros no cuentan con distracciones culturales. En el campamento Los Almendros, los obreros reclaman porque no se les da el jabón suficiente para 65 hacer sus lavados”. La afluencia de trabajadores desocupados se incrementaba día, pero la situación no sólo no mostraba signos de mejoramiento; por el contrario, los obreros denunciaban un aumento en la explotación laboral y un empeoramiento en las condiciones materiales de vida. “En forma horrorosa se está especulando con los obreros en Hilta. Artículos de primera necesidad pero de pésima calidad, son vendidos a precio de oro. Armando Silva, obrero laborioso vino a la imprenta de El Reflector para hacer un denunció. Se vende pan de mala calidad por los concesionarios del campamento, harina tostada horripilante, en 20 centavos, se dan 50 gramos. La compra de oro, la mayor parte se hace por vales a la pulpería, cuyo dueño es el padre del jefe del mismo campamento. Este mismo oro tampoco es pesado en la balanza que ha impuesto el Fisco, sino en una antigua que 61 DGSE, Resultados de las elecciones de diputados de 1937. Ibid., Resultados de las elecciones presidenciales del 25 de octubre de 1938. Ibid., Resultados de las elecciones municipales de 1938. El Reflector (Illapel), 9 de abril de 1938. 64 El Reflector (Illapel), 3 de marzo de 1933. 65 Ibid., (Illapel), 2 de septiembre de 1932. 62 63 ~ 63 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Igor Goicovic Donoso conviene a su favor”. 66 No obstante la percepción de las autoridades sobre la situación de los lavaderos de oro era radicalmente diferente. La prensa conservadora se encargó de refrendar la visión optimista de la minería local. “En esta región no hay cesantes ni indigentes, nos dice el jefe de Bienestar de la Jefatura de Lavaderos de Oro, Sr Rolando Molina de regreso a esta capital, después de una larga gira por las faenas auríferas del departamento de Illapel, enviado por la jefatura del servicio con el objeto de estudiar el aspecto social de las faenas y proponer medidas de bienestar. Illapel dice el entrevistado, es un departamento riquísimo y abierto a todas las posibilidades de trabajo. La minería, la agricultura, el comercio y algunas pequeñas industrias constituyen la riqueza básica de esta tierra. Los lavaderos de oro, constituyen actualmente el 40% de la economía de la región, dice Molina. El año próximo pasado las faenas de lavaderos produjeron alrededor de $35.000 en producción bruta de oro. Al margen de las faenas ha florecido el 67 pequeño comercio y se ha mejorado condiciones de vida y progreso”. En el mes de noviembre de 1933 los obreros agrícolas del fundo Chuchiñi, administrado por Amadeo Maturana, se declaran en huelga debido, al atraso de once meses en el pago de sus salarios, a la inexistencia de contratos de trabajo y exigiendo el mejoramiento de sus raciones alimenticias. 68 La situación en el agro era particularmente compleja. La región de Choapa presentaba uno de los índices más altos de concentración de la propiedad agraria en el país. De acuerdo con el censo Agropecuario de 1929-1930, el 2% de los propietarios del Departamento 69 de Illapel (36), concentraban e, 88.9% de la superficie agrícola. Esta situación se convirtió, de manera permanente, en un factor de tensión y conflicto a nivel a local. En mayo de 1936 los trabajadores portuarios de Los Vilos, tras una paralización de 24 horas, obtuvieron de las empresas embarcadoras, Carlos Streeter Vicuña y Porton y Cía., un reajuste 70 del 35% en las tarifas vigentes en los tres tramos de su jornada laboral. Tres meses después un nuevo paro obligaba a la empresa Porton y Cia. a cancelar a sus obreros el monto del 35% que se negaba ha hacer efectivo. 71 66 Ibid., 18 de noviembre de 1932. Las denuncias continuaron sucediéndose con posteridad. En la firma de lavaderos auríferos, de Chaparro y García, en el sector de Los Almendros, los trabajadores vivían en cuevas y ramadas con chilcas. La firma no había pagaba los sueldos y los trabajadores no tenían contratos. El Reflector (Illapel), 17 de marzo de 1933. 67 La Opinión del Norte (Illapel), 15 de mayo de 1935. En una edición posterior el periódico destacaba lo que a su juicio eran los rasgos de los trabajadores de lavaderos; “Los obreros cesantes enviados a las faenas, en su mayoría son elementos rebeldes a toda disciplina, principalmente de Santiago (…) Existen también los obreros profesionales del ocio, aquellos que se complementaron con el “hampa” y que resisten toda tentativa de trabajo. Estos obreros abandonan las faenas en la primera oportunidad y se vuelven a la capital después de haber hecho mil y una fechorías por los fundos y pueblos del norte. Son llamados elementos volantes y no se asimilaron sino después de un experimento serio, bajo una directiva enérgica pero constructiva”. La Opinión del Norte (Illapel), 22 de mayo de 1935. 68 El Reflector (Illapel), 17 de noviembre de 1933. 69 Dirección General de Estadística (en adelante DGE), Censo agropecuario, 1929-30, Santiago de Chile, Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1933, 4. 70 Ibid., 1 de junio de 1936. 71 Ibid., 8 de septiembre de 1936. ~ 64 ~ La crisis económica de 1929 y el retorno de los salitreros Espacio Regional En tanto, la incorporación de los trabajadores locales a las movilizaciones de rango nacional presentó diferentes facetas. En enero de 1935 los obreros ferroviarios de Illapel se plegaron a última hora, y en medio de muchas vacilaciones, a la huelga general decretada por el gremio nacional en demanda de mejoras salariales. 72 Por el contrario, durante el paro nacional del 6 y 7 de mayo de ese mismo año contra el impuesto del 2% sobre las ventas, decretado por el gobierno de Alessandri, el comercio minorista local jugó un papel protagónico, colocándose a la 73 cabeza de la movilización popular que exigía la abolición de dicho gravamen. La lucha política careció en un comienzo de la organización y fuerza suficiente como para imprimirle un cambio acelerado a la dinámica adquirida por la lucha social en la región. De esta forma las acciones políticas locales se limitaron a ser caja de resonancia de algunos fenómenos políticos nacionales; por ejemplo la caída de Ibáñez, celebrada en Illapel con un comicio público que reunió, el 28 de julio de 1931, a más de mil illapelinos en las calles. 74 Un acto similar se verificó el 11 de junio de 1932 al producirse el advenimiento de la República Socialista. 75 La articulación global de la lucha político sindical regional con su homólogo nacional comenzó a quedar de manifiesto desde mediados de la década de 1930. En un acto de masas verificado el 1 de mayo de 1935, las organizaciones políticas y sociales de la zona acordaron enviar al supremo gobierno el siguiente telegrama, “Ministro del Interior. “Santiago. “Representantes comercio, prensa, obreros reunidos teatro hoy acuerdan: libertad inmediata presos y procesados políticos, derogación dos por ciento ventas, retiro proyecto ley de seguridad interior estado y pago deuda externa. Atención trabajo tranque Huintil obstaculizado intereses creados. 76 “El Comité”. A estas alturas la clase trabajadora comenzó a manifestar signos de rechazo a la gestión política y económica de la clase gobernante. En una concentración pública que conmemoraba el cuarto aniversario de la fenecida República Socialista, los dirigentes locales del PS, Humberto Villarroel y Daniel Villalobos, denunciaron la desnutrición, miseria, falta de viviendas y las relaciones laborales injustas que afectaban a la clase obrera, y promovieron la transformación 77 radical de la estructura de dominación. Por otro lado del análisis comparado de cuatro documentos, Programa Regional del Frente Popular, Programa Municipal del Partido Comunista, Manifiesto del Frente Popular de Illapel y Manifiesto del Frente Popular de Salamanca, publicados en la prensa local entre 1936 y 1938, se desprende que las organizaciones políticas de izquierda acogieron las principales demandas de los sectores populares de la región. Estas se pueden sintetizar en cinco puntos. 78 1. Impulsar obras de regadío que permitieran incorporar más tierras a las actividades agrícolas. 2. Fomento efectivo, a través de entidades crediticias con presencia regional, de las actividades mineras, agrícolas y de la pequeña industria. 72 Ibid., 12 de enero de 1935. Ibid., 11 de mayo de 1935. 74 La Opinión del Norte (Illapel), 1 de agosto de 1931. 75 Ibid., 18 de junio de 1932. 76 El Reflector (Illapel), 6 de mayo de 1935. 77 Ibid., 8 de junio de 1936. 78 Ibid., 19 de julio de 1936, 23 de enero de 1938, 14 de febrero de 1938 y 9 de marzo de 1938. 73 ~ 65 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Igor Goicovic Donoso 3. Elaboración y habilitación de un amplio programa de obras públicas. 4. Ampliación de la atención médico sanitaria a todos los sectores obreros. 5. Elaboración y habilitación de un plan de construcción de viviendas populares y de establecimientos educacionales. Este programa se combina con una crítica descarnada, pero no por ello menos real, del régimen de dominación oligárquico, planteándose como alternativa al mismo la instauración de un difuso régimen democrático, en el cual la mayoría de las aspiraciones populares se verían cumplidas. Este proceso de ascenso de las luchas y organización popular fue advertido por la élite. Durante todo este período (1930-1938) su poder real, económico, político y social, no fue significativamente amagado, ya que mantuvo una presencia hegemónica en municipios, juzgado, policía, entre algunas organizaciones obreras (Sociedad de Obreros y Protección Mutua y Centro Unión Nacional) y sobre las masas campesinas no organizadas (inquilinos). Ello en todo caso no fue suficiente como para aceptar pasivamente la emergencia de elementos perturbadores del orden tradicional. En el plano organizativo a la Junta Departamental de Agricultores (fundada en 1925) se vino a sumar, en abril de 1932, el Comité Departamental de la Sociedad Minera del Norte, que nucleaba a los medianos productores mineros de la zona. Si bien éstos manifestaban contradicciones con los latifundistas en el plano del acceso a los minerales, cobros onerosos por el derecho a tala, las trabas al libre comercio en los campamentos, etc., el carácter no antagónico de aquellas les permitía combinar esfuerzos para expoliar y reprimir a los sectores subordinados. En 1929 ante la llegada de un numeroso contingente de obreros a la zona el periódico salamanquino El Mallacún editorializaba “Como han llegado a este pueblo una gran cantidad de obreros para los trabajos de reconstrucción del camino a Cuncumén, y como es seguro que entre ellos deben haber muchos de malos antecedentes, estimamos de imprescindible necesidad que se aumente el número de carabineros en la Tenencia de Salamanca”. 79 En Illapel, el 4 de octubre de 1931, en pleno proceso de votaciones para elegir Presidente de la República, el inquilino de la Hacienda Illapel Alejandro Ortega Tapia, fue asesinado en la plaza pública de la localidad ante más de doscientos electores allí reunidos, en circunstancias que bandas de fiscalizadores del cohecho, provenientes de la hacienda, se enfrentaban con un grupo de pobladores que se manifestaban a favor de la candidatura de Arturo Alessandri Palma. En el hecho aparecieron directamente involucrados el propietario de la Hacienda Illapel, Sergio Irarrázaval y el directos del periódico conservador La Opinión del Norte Juan Zamorano Baier. Tras un rápido sumario en el juzgado local ambos inculpados fueron sobreseídos y dejados en libertad. 80 Casi dos años después los dueños de la Hacienda Illapel formaron con los inquilinos de la hacienda una guardia armada dotada de cincuenta fusiles y una ametralladora pesada para “proteger vidas y propiedades”. 81 Posteriormente, en diciembre de 1933, el Gobierno de Arturo Alessandri, respondiendo favorablemente a una demanda de la Compañía Minera Plan de 79 El Mallacún (Salamanca), 28 de abril de 1929. La Opinión del Norte (Illapel), 10 de octubre de 1931. 81 El Reflector (Illapel), 1 de abril de 1933. 80 ~ 66 ~ La crisis económica de 1929 y el retorno de los salitreros Espacio Regional Hornos Ltda., determinó liquidar la existencia legal de los sindicatos obreros de los lavaderos auríferos y ordenó expulsar desde los campamentos a sus dirigentes. 82 Por último, la noche del 14 de octubre de 1938, el Presidente del FP de Illapel, el dentista radical Bernardo Ross Peña, fue asesinado a golpes, en plena vía pública, a manos de los guardias personales (Natael Valderrama y Arturo Prado) del diputado conservador Rafael del 83 La consternación causada en el pueblo por este alevoso crimen jugó un rol Canto. fundamental en el triunfo electoral alcanzado por el FP de Illapel en las elecciones presidenciales de ese año. Los antecedentes anteriores acreditan que en el período analizado se produjo en Choapa el surgimiento y consolidación de las primeras organizaciones obreras dotadas de un programa clasista. Se abrió, de esta forma, un período fecundo en la participación de los sectores populares en el quehacer político y social de la zona. Bibliografía Angell, Alan. Partidos políticos y movimiento obrero en Chile. México: Ediciones ERA, 1974. Boletín de Leyes y Decretos de la República de Chile, Libro LII, n.º 1, (1884): 130-134. Cariola, Carmen y Osvaldo Sunkel. Un siglo de historia económica de Chile, 1830-1930. Madrid, 1982. CBI, Registro de Instrumentos Públicos (RIP), 1935, n.º 262, fs. 326. CBI, RIP, 1935, n.º 260, fs. 313; 1942, n.º 705, fs. 620 vta. Cobos, María Teresa. “La división político-administrativa de Chile, 1541-1811”. Monografías Históricas, 3 (1983). Cortes, Arturo Serey. “Crónicas históricas de Illapel, 1531-1810”. Illapel: Ciudad de los naranjos, 1754-1988, (1988). DGE. 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Los planteamientos se hicieron desde el ámbito técnico, político y empresarial, materializándose en el campo de la minería, desde fines de esa década, en el establecimiento de instituciones como la CACREMI y, en términos más específicos, en la creación de una red de agencias compradoras de minerales y fundiciones cuyo ejemplo más emblemático fue la Fundición Nacional de Minerales de Paipote. Lo que se presenta en este documento es la discusión inicial acerca de la necesidad de una mayor intervención estatal y los efectos producidos por ella en la preservación de una minería tradicional de pequeña escala y en la distribución espacial de la población regional de Atacama. Palabras claves: intervención estatal, fomento, minería tradicional ABSTRACT Since the decade of 1920, the debate in order to put the production development political practices with intervention of the state is set out. The approaches were done since the technical, political and business range, materialized in the mining sector, since the end of this decade, with the creation of institutions like the CACREMI, and in more specific terms, with the creation on a net of mineral buying agencies and foundries, which most emblematic example was the National Foundry of Minerals in Paipote. What is presented in this document is the initial debate around the necessity of a more important state intervention and the effects produced by it on the preservation of a traditional small size mining and on the spatial distribution of the regional population of Atacama. Key words: State intervention, development, traditional mining Introducción La minería del llamado Norte Chico no sólo había sido por muchos años uno de los principales pilares de la economía chilena, sino particularmente el principal estímulo productivo para las dos provincias que, hasta la Guerra del Pacífico, habían constituido la parte más septentrional de Artículo recibido el 31 de marzo de 2011; aceptado el 25 de mayo de 2011. Este artículo forma parte de los resultados del proyecto FONDECYT 1095107, “Contextos, actores y espacios para una redefinición del Norte Chico, 1929-1975. Una propuesta de análisis regional”. 2 Académico Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile. 1 Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito Chile 3 . Atacama y Coquimbo se preciaban de ser un verdadero emporio de riquezas mineras, así lo habían demostrado el ciclo de la plata, del cobre y, en plena época depresiva, la producción de minerales de oro bajo sus más diversas formas. 4 Sin embargo, ese que había sido el motor de su actividad, especulativo o real, había dejado de funcionar hacia fines del siglo XIX. Se conjugaron entonces una serie de factores que hicieron que la producción de minerales en Chile se tornara una tarea cada vez más dificultosa y se pusieran a prueba no sólo el interés, sino también la capacidad de los industriales nacionales para mantenerse en el rubro. La minería chilena, especialmente la del cobre, tal como se ha planteado muchas veces, se había mantenido por mucho tiempo al límite de las posibilidades de competir en un mercado en plena expansión, no sólo desde el lado de la demanda, sino también de la oferta del metal rojo. 5 Ello fue posible en el marco de una tendencia creciente a la baja de los precios mundiales y las dificultades de los productores chilenos de participar en el mercado del cobre a partir de una estructura minera que podía ser calificada en términos de tamaño de pequeña y mediana, y, por sus condiciones de producción, como artesanal. 6 En el último tercio del siglo XIX, las características del sector ya estaban definidas, entonces una intricada red de relaciones permitía que unas cuantas minas de mayor envergadura asumieran al mismo tiempo la actividad de concentración y refinado, subordinando a los productores más pequeños en dichas redes, que además incluían el complejo proceso de colocación de la producción en el mercado externo. 7 Ello hizo posible, que hasta la llegada de los grandes capitales trasnacionales, la industria que se mantenía mayoritariamente en manos chilenas, sobreviviera como una minería de estructura artesanal, en todo el sentido de la palabra, y al mismo tiempo, selectivamente se introdujeran algunos cambios tecnológicos, en las minas de mayor tamaño, que de cierto modo matizaban la situación de estancamiento del sector. A pesar del éxito relativo alcanzado por la minería chilena en el concierto mundial del mercado del cobre, tenía, en la década del 1880, sus días contados. En primer término, porque los precios mundiales entraron en una prolongada tendencia a la baja que puso al límite las posibilidades y capacidades de los productores chilenos, débiles en su inversión de capitales y muy dependientes de la provisión de fuerza de trabajo. Problemas reforzados por el agotamiento de minerales de alta ley que permitieran asumir los costos de producción de una actividad que aún no lograba mejorar sus procesos de concentración y fundición. Así, no pasó mucho tiempo para que quedara demostrada en cifras la rápida expulsión de los productores 8 chilenos del mercado internacional del cobre. 3 Luis Ortega Martínez, Chile en ruta al capitalismo. Cambio euforia y depresión. 1850-1880, Santiago de Chile, Dibam, 2005. 4 Para el estudio de la minería del Norte Chico son fundamentales los trabajos de Leland Pederson, La Industria minera del Norte Chico. Chile. Ril editores, 2008, Pierre Vayssièrre, Un sciecle du capitalisme minier au Chili, 1830-1930, Tolouse, 1980; más recientemente se ha publicado: Joaquín Fermandois et al, Historia Política del cobre 1945-2008, Centro de Estudios Bicentenario, Santiago de Chile, 2009; Maria Cecilia Barros et al. Chile minero: Enami en la historia de la pequeña y mediana minería chilena, Editorial Ocholibros, Santiago de Chile, 2009; Luis Ortega, Milton Godoy y Hernán Venegas, Sociedad y minería en el Norte Chico, 1840-1930, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago de Chile, 2009. 5 Luis Ortega, Hernán Venegas, “El vértigo del precio. El cobre en el mercado mundial, 1860-1913”, en Revista Contribuciones científicas y tecnológicas, año 1, n.º 1, Santiago de Chile, 2004. 6 El concepto fue acuñado por Pierre Vaysièrre, op. cit. 7 James Douglas, “Las minas de cobre en Chile”, Boletín Minero de la Sociedad Nacional de Minería (BMSNM), n.º 586, Santiago de Chile, 1949. 8 Alexander Sutulov y Andrés Zauschquevich, El Cobre chileno, Corporación del cobre, 1975, 83. ~ 70 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Espacio Regional El nuevo siglo planteaba nuevas exigencias que, en general la minería tradicional no fue capaz de satisfacer. En primer término, a pesar de que la transformación del Código de minería en 1888 permitía el denuncio de enormes extensiones para las tareas mineras -y la mantención de esta propiedad por medio del pago de una patente anual-, la magnitud de los negocios mineros en Chile continuó siendo de pequeña escala, en que productores individuales, ayudados por sus parientes o unos cuantos trabajadores agujereaban la roca y extraían pequeñas cantidades de metal que debían ser vendidos a los fundidores a magros precios, siempre al límite de la viabilidad económica. Un congresista aseguraba, hacia 1926, la existencia de 27.000 pertenencias mineras que pagaban patente, de las cuales 20.000 estaban en las cuatro provincias del norte aunque concentradas en Atacama y Coquimbo, de ellas sólo 1.800 estaban trabajando efectivamente. Esta era la evidencia más palmaria de que se trataba de una actividad incapaz de competir adecuadamente y condenada, por tanto, a las estrecheces económicas, especialmente en tiempos de crisis. 9 La transformación del código minero, en lugar de contribuir a la creación de empresas medianas o de gran tamaño, administradas por productores o “empresarios” nacionales, no había hecho más que abrir la puerta del mercado cuprífero a las grandes Compañías trasnacionales norteamericanas que, en el plazo de dos décadas, terminaron monopolizando la producción de dicho metal. 10 Hacia 1922 era un hecho que tales Compañías controlaban la, posteriormente, llamada Gran Minería del Cobre, emplazadas en espacios en que su relación con el entorno era más bien parcial, por no decir, en algunos casos, prácticamente inexistente. Si bien dicho fenómeno había mostrado aspectos muy parecidos a lo que había ocurrido en Estados Unidos después de las transformaciones de la institucionalidad minera en un sentido análogo, una diferencia palmaria separaba a ambas experiencias. Mientras que en USA el fenómeno había, prácticamente barrido con los pequeños propietarios transformándolos en el componente proletario de las propias empresas que habían copado el mercado, en Chile, en palabras de W. Culver, la pequeña minería no había desaparecido y, por el contrario, había sobrevivido, manteniendo su carácter de artesanal, aunque el autor no abundó mucho en las posibles explicaciones para dicho fenómeno. 11 Con todo, lo que sucedió fue que los grandes yacimientos dedicados a la explotación de minerales de baja ley, requirieron trabajar a escalas no conocidas en la producción nacional, con capitales absolutamente más abultados y con tecnología que los pequeños mineros ni siquiera habían imaginado incorporar. Lo curioso de todo esto es que Atacama y Coquimbo no fueron el escenario de dichas transformaciones, toda vez que las mega explotaciones de cobre estuvieron ubicadas o en la región de Antofagasta, en el norte del país, o en las cercanías de Rancagua, en la zona central. Sólo Potrerillos se ubicaba en el límite más septentrional del Norte Chico y sus influencias regionales se hicieron sentir más que nada en el ámbito de la atracción de trabajadores de baja especialización. 9 Boletín de Sesiones Cámara de Diputados (BSCD), diputado Richard Rojas, 28 ª sesión extraordinaria, 12 de noviembre de 1926. 10 Ibid. En 1924 se produjeron 140.000 toneladas de cobre fino, de este total sólo el cinco por ciento correspondía a productores nacionales y el 95% a empresas de capitales externos. “El valor comercial que a estas dos grandes empresas se le atribuye en estados Unidos, según precio de sus acciones, asciende a 2.500.000 pesos chilenos y las utilidades obtenidas el año pasado fueron superiores a 150.000.000 de pesos”. 11 William Culver y Cornel Reinhart, “La fundición Paipote y la pequeña minería: orígenes de la fundición estatal en Chile”, en Juan O’Brien (editor) Fundición y Territorio, reflexiones históricas sobre los orígenes de la fundición Paipote, ENAMI, Santiago de Chile, 1992. ~ 71 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito Con todo, lo que se desea afirmar es que si bien el cobre chileno alcanzó nuevamente resonancia internacional, la región y particularmente Atacama, poco tuvieron que ver con ese nuevo y espectacular auge. Muy por el contrario, la minería local siguió exhibiendo patrones tradicionales, obligada a acomodarse a los flujos y reflujos de la demanda y los precios internacionales, siempre al límite del éxito pasajero o del fracaso rotundo. Tanto así, que los acomodos no sólo consistieron en dejar de producir y volver a hacerlo siguiendo las fluctuaciones de los precios, sino también, en el caso de los trabajadores y pequeños propietarios, mudando de actividades o aceptando la “recomendación” estatal de privilegiar la producción de otros metales, como ocurrió con el oro, considerado la tabla de salvación para la economía nacional en los difíciles días de la Gran Depresión. Entonces, una medida considerada de emergencia alentó casi por una década las actividades mineras de Atacama y Coquimbo, pero también en otras latitudes nacionales, justamente la década que demoraron los precios del metal rojo en recuperarse y alcanzar sus antiguos niveles. Con todo, lo peor del desastre pareció ubicarse en el quinquenio previo a la crisis económica de 1929 y los casi ocho años que siguieron a ese desequilibrio de la economía mundial. Coincidió también con las importantes transformaciones en la discusión sostenida en torno a cuáles debían ser los mecanismos para superar la crisis y cuál el rol del Estado en medio del desastre. Una suerte de consenso se apoderó de las autoridades, políticos, intelectuales y técnicos, que tanto a nivel mundial, latinoamericano y chileno manifestaban la idea de que el Estado debía 12 superar su tradicional neutralidad. Sumergidos en medio de una crisis, que en realidad en Chile dejaba sentir su peso con mucha nitidez, a comienzos de la década de 1920, autoridades, técnicos y los diversos grupos de presión demostraron su interés por una mayor intervención del Estado. Naturalmente la mayor parte de los argumentos estuvieron dirigidos a defender la participación estatal encaminada a superar los problemas que resultaban sensibles para el conjunto de la economía, las empresas ligadas al sector y el presupuesto nacional. Así por ejemplo, se discutió profusamente los problemas energéticos del país, drásticamente amagados por los conflictos sociales en la industria del carbón a partir del propio año 1920, la caída de la producción por el cierre de algunas compañías y la notable concentración de la actividad, que entre otras cosas, permitía a los empresarios del sector controlar los precios y los envíos de combustible. 13 El debate en torno al abastecimiento de energéticos, puso en el tapete la pregunta de cuál debía ser la actitud del Estado, cuáles sus iniciativas y, por otra parte, cuáles deberían ser los límites de dicha intervención. El problema carbonífero se enfrentó movilizando a diversos agentes estatales y empresariales. Así, patrocinado por la SONAMI y discutido en el Congreso Nacional y en el Ejecutivo, se pensó que la solución, para el abastecimiento de combustible, podía estar en la creación de un Consejo de Fomento Carbonero que, entre otras cosas, debía elaborar un plan específico y detallado para contribuir a mejorar la producción de carbón, el abastecimiento hacia las diversas actividades productivas, la implementación de nuevos medios de transporte (ferroviario, naviero y portuario) así como una adecuada política fiscal, principalmente arancelaria, que favoreciera el uso de carbón nacional en desmedro del mismo producto importado o del petróleo, considerado la gran amenaza. Lo importante de este debate es que constituyó un muy buen anticipo de una suerte de redefinición de la esfera estatal y sus funciones y se adelantó, en algunos años, a la implementación de políticas de raíz keynesiana. La creación del Consejo de Fomento 12 Ver, por ejemplo, Carlos Keller, Cómo salir de la crisis, Editorial Nascimento, Santiago de Chile, 1932. Hernán Venegas Valdebenito, El Carbón de Lota. Textos y fotografías a fines del siglo XIX. Pehuén, Santiago de Chile, 2008. 13 ~ 72 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Espacio Regional Carbonero y su propuesta para abordar los temas relacionados con la crisis de la industria del carbón y la disposición de energía en Chile antecedió, en casi tres años, a iniciativas de similar naturaleza, entre las que cabe mencionar a la Caja de Crédito Minero en 1927 (CACREMI) y a la de Crédito Agrícola. La Caja de Crédito Minero, si bien respondió a la iniciativa de una asociación empresarial, que en muchos sentidos había devenido en grupo de presión, encontró acogida dentro de una corriente de transformaciones en que al Estado se le comenzaba a percibir como un ente más dinámico y mucho más responsable de velar por los equilibrios sociales y el crecimiento económico. Así, cuando se propuso la discusión de un proyecto de este tipo, primero a nivel de la propia entidad patrocinadora y luego frente a los entes deliberativos, se entabló un debate que hacía de telón de fondo, mientras se trataba de resolver la crisis de la minería de las provincias nortinas, permitiendo que se integrara como nudo central la idea de que el Estado debía cumplir un rol más dinámico. Efectivamente, dentro de las primeras estrategias ensayadas para sobrellevar la catastrófica situación por la que pasaba la economía nacional y particularmente la región minera, la intervención estatal actuó como eje articulador. Lo que propone este trabajo es que esa intervención del Estado se hizo permanente en el tiempo, galvanizándose primero en el plano crediticio y rápidamente en una acción directa de fomento productivo, no sólo proveyendo de recursos a los mineros de la zona, sino que actuando como poder comprador de los productores locales que, a pequeña escala, constituían la base productiva de las provincias de Atacama y Coquimbo. Esto, que ya ha sido reconocido por una vasta literatura, fue acompañado por otros efectos muy importantes. En primer lugar, el discurso de quienes intervinieron en el debate, acerca del diseño de una política fiscal a favor de la producción minera, lo hicieron con un lenguaje en que se planteaba directamente que los beneficiarios de la acción del Estado, y particularmente de la CACREMI, deberían ser los pequeños propietarios, o “mineros pobres” como se les calificó, contribuyendo se ese modo a la mantención de una producción a baja escala y muy vulnerable a los cambios operados en el mercado internacional del cobre o de otros productos mineros, es decir conservó una minería de naturaleza artesanal, subordinada al capitalismo que se había instalado en otros planos. Por otra parte, de acuerdo a los vaivenes del crecimiento o estancamiento productivo alentó intensos movimientos de población, entre el mundo urbano y rural e incluso de tareas productivas entre los migrantes y , por último, y es quizás el fenómeno que más deseamos resaltar, estimuló un cierto diseño de ocupación del espacio, en torno a las plantas de concentración y agencias compradoras de metales establecidas por la CACREMI y por la proyección del ferrocarril longitudinal, que concentró población alrededor de las estaciones que servían al transporte de productos. En otras palabras fue el propio Estado quien, en este caso a través de las decisiones de la CACREMI, estimuló un nuevo tipo de ocupación territorial, y al mismo tiempo determinó el cierre de dichas plantas o agencias compradoras y los consiguientes trastornos migratorios. Una situación quizás análoga a los que había ocurrido en el mundo salitrero, aunque en aquel sector eran las empresas privadas las que habían generado tal dinamismo. Para el caso de las provincias de Atacama y Coquimbo, los mejores ejemplos de concentración de población fueron las plantas de El Salado, Punta de Cobre, Domeyko y Tambillos y las agencias de la CACREMI, sobre todo después de 1932, ubicadas en lugares como el caserío de Cuba; la estación de Carrera Pinto (que además era agencia compradora de minerales); en los puertos de Carrizal, Taltal o en las propias inmediaciones de Copiapó y Coquimbo. Prácticamente toda la producción era enviada a las grandes fundiciones de Naltagua y Chagres de la Société des Mines de Cuibre de Naltagua y de la Compagnie du M’Zaita, respectivamente, ~ 73 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito ubicadas en la zona central del país, que fundieron la mayor parte de los minerales de cobre y 14 oro hasta la puesta en marcha de la fundación Paipote en 1952. Las propuestas para un Estado más interventor Hacia mediados de la década de 1920 la discusión acerca del rol del Estado como conductor de las transformaciones de la realidad nacional era un tema que penetraba los distintos círculos políticos y sociales, ya sea en las esferas institucionales, o dentro de los distintos actores más o menos organizados. A nivel parlamentario, por ejemplo, y en relación a la crisis minera, pero también a la que asolaba al país en términos generales, esa discusión ya se había instalado. 15 Así, en una de las mociones presentadas al Senado, en relación a un proyecto de protección a la industria minera del cobre, se exaltaba no solo esa necesidad, sino que además se hizo observaciones muy profundas acerca de lo que, a juicio de la comisión redactora del proyecto, encabezada por senador Enrique Oyarzún, se señalaba como “los nuevos deberes del Estado”. De acuerdo a los parlamentarios se estaba en presencia de una nueva forma de sociedad y, por lo tanto había que diseñar la conducción política en concordancia con las necesidades del presente. La mutación se había realizado en corto plazo, y por lo que era menester estar a la altura de aquellas transformaciones. 16 Se abogaba entonces por una mayor intervención estatal, aunque solo fuese, en este caso, creando condiciones de fomento crediticio para favorecer el esfuerzo productivo que realizaban los cientos de mineros que explotaban los minerales de cobre en el norte del país, particularmente de las provincias de Atacama y Coquimbo. Reafirmando lo que se veía como una necesidad se llegó a plantear que: “En tiempo de la sencilla vida antigua, creíamos que la única misión del gobierno era vestirse de uniforme policial y realizar el principio de dejar al individuo abandonado a sí mismo y sin cuidarse de él mientras 17 él no se cuidase de los demás”. Como los tiempos habían cambiado, pero como además se estaba en medio de la aguda crisis de uno de los sectores productivos más tradicionales de la economía chilena, se argumentaba que mantener la tesis de la no intervención estatal significaría, para los productores nacionales prácticamente el abandono. Por el contrario, se afirmaba, que ya era hora de que la ley y las instituciones o abiertamente el Estado, deberían “venir constantemente en socorro del 18 individuo”. La actividad estatal debía estar dirigida a la protección y defensa de la pequeña industria que, en el caso de la minería nortina, y chilena en general, se veían amagadas por la presencia de las grandes compañías trasnacionales productoras de cobre a gran escala, o por las casas 14 Caja de Crédito Minero, Memoria correspondiente a los años 1932, 1933 y 1934. Sociedad Imprenta y Litografía Universo, Santiago de Chile, 1935. 15 Ver la reciente tesis de Nelson Rodríguez Torres, en que se analiza la discusión en torno a la creación de la refinería de Paipote, en que se sitúa la opinión de distintos actores sociales acerca de una mayor intervención del Estado en esa iniciativa específica. Atacama pide una fundición. La discusión pública del proyecto de la Fundición Nacional de Minerales en Paipote, Tesis para optar al grado de magíster en Historia, Universidad de Santiago de Chile, 2011. 16 Boletín Sesiones del Senado (BSS), 12 de agosto de 1926, 1226. 17 Ibid. 18 Ibid. ~ 74 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Espacio Regional intermediarias, compradoras de minerales, que en la mayoría de los casos también eran propiedad de capitales externos. Cuando se presentó el primer borrador para la dictación de una ley de protección a la industria del cobre se llegó a hablar del “rol tutelar del Estado”. Este proyecto, planteaba en lo específico la garantía estatal para los créditos otorgados con el objetivo de construir una o varias usinas destinadas a la concentración y refinación de minerales de baja ley, abundantes en las provincias nortinas, y, al mismo tiempo, la producción a escala de ácido sulfúrico para el beneficio de los mismos, que además presentaban la ventaja de ser pobres en su contenido de cal, lo que hacía posible la operación. Se planteó directamente la necesidad de la protección estatal, que aunque cubría un área limitada, constituía un buen inicio para reconocer esa función del Estado en términos más generales. El senador Aquiles Concha, uno de los más decididos defensores de una mayor intervención del ente público en materias de fomento, no sólo argumentó en relación al apoyo que necesitaban los mineros del norte, sobre todo los pequeños, para realizar su actividad productiva, sino que citó numerosos ejemplos contemporáneos en que la intervención estatal se había manifestado en acciones concretas. Llamó la atención, por ejemplo, sobre el caso de Nueva Zelanda, en que el “Gobierno declaró a fines de 1919 que consideraba la nacionalización de las minas como necesaria, y en cuyo Consejo Directivo estarían representados el gobierno, los mineros y las 19 Compañías. Las ganancias se repartirían entre los obreros y los accionistas”. En la misma ocasión, el senador, realizó una larga exposición en que hizo referencias a situaciones análogas ocurridas en países tan diferentes como Alemania, España, Italia, Portugal, Austria, Rusia, por nombrar algunos. Como argumento final exponía que parecía una aberración el permitir las exportaciones de los productos minerales chilenos, para luego importarlos convertidos en productos finales. Argumento que se sigue esgrimiendo hasta nuestros días, por los detractores del modelo exportador chileno. Lo que se debía fortalecer era la intervención estatal como un acicate para la producción nacional. No sólo como una fuente de trabajo de miles de operarios y pequeños productores, sino también para incrementar las arcas fiscales duramente amagada en esos años de crisis. Sin embargo, aún quedaba un largo camino por recorrer en lo referente a una mayor aceptación de la intervención del Estado y sus instituciones. Una señal de aquello es que el propio senador Aquiles Concha, ya citado, matizaba su opinión acerca de la intervención pública, y la circunscribía más bien al plano crediticio, al menos en lo que atañía al fomento de la minería o al apoyo técnico a partir de organismos especializados como el Cuerpo de Ingenieros del Estado, pero desconfiaba de la acción directa de las instituciones estatales. Entonces expresó el senador Concha: “En el mismo proyecto en que se estudió esta materia yo había pensado que el propio Gobierno hubiera instalado estas usinas; pero después de consultar a numerosas personas, llegué al convencimiento de que el peor administrador es el Estado”. 20 Este juicio fue tan contundente que en el proyecto de ley que dio origen a la Caja de Crédito Minero (CACREMI) no se incluyó la posibilidad de que fuese el propio Estado el que pudiese crear directamente las plantas de concentración y las fundiciones de minerales y tampoco se permitió que actuara, al menos inicialmente, como agente comprador de los minerales de los pequeños productores. Su acción quedó remitida específicamente al plano crediticio, al menos 19 20 BSS, senador Aquiles Concha, 12 agosto de 1926, 1230. Ibid., 1237. ~ 75 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito momentáneamente. Esto determinó que, en un ambiente de crisis, el proyecto impulsado por la CACREMI se hiciese más lento de lo previsto, sobre todo por la serie de requisitos que debían cumplir los aspirantes al sistema de crédito establecido por la institución. A pesar de que fomentar la industria minera era una cuestión de necesidad nacional. En medio de la crisis, las estrategias para su superación no sólo podía limitase a una restricción del gasto fiscal, particularmente a través de una reorganización de los servicios públicos y el equilibrio del gasto, sino también produciendo más, especialmente aquellas materias transables que permitieran agregar divisas a una alicaída economía nacional. La mirada acerca del destino de aquellos recursos parecía estar cambiando y esto también tenía que ver con la nueva concepción de Estado que se estaba instalando. Entonces se afirmaba, “Un grueso porcentaje de los presupuestos nacionales debe quedar para obras públicas, asistencia social, fomentos de las industrias, etc.; en fin, para que cada año el patrimonio de la República y el bienestar de sus hijos se acreciente”. 21 Ciertamente hubo posturas más radicales que provenían de los representantes de la izquierda, que aun no habían sido desalojados del Congreso Nacional, previo a la dictadura de Ibáñez. Así, durante la discusión de la ley para dar origen a la CACREMI y señalar sus funciones, algunos de sus portavoces se manifestaron por una mayor intervención estatal, aunque finalmente moderaron sus posturas. El diputado Abraham Quevedo, por ejemplo, manifestó, “Más de una vez he dicho que es preciso que el Estado reciba una participación en las industrias del país. Nuestro ideal es socializar todos los medios de producción, y, por hoy, 22 dentro del régimen capitalista, nacionalizar las minas”. Sin embargo, el propio representante comunista manifestaba que por tratarse de un régimen que no admitía tal posibilidad, al menos el Estado debía participar de las ganancias de estas industrias, las que debían estar en función de la colectividad social y evidentemente beneficiar las entradas fiscales. No fueron solamente los miembros del poder legislativo los que se manifestaron por un cambio de dirección en la acción ejecutiva del Estado, la necesidad de intervenir en materia de legislación social y el fomento a distintas actividades productivas como la industria carbonífera, y en este caso el estimulo a los pequeños productores de cobre y de otros minerales, como es natural, también encontró acogida en los gremios empresariales, de naturaleza agropecuaria, manufacturera y por supuesto del sector minero representado por la Sociedad Nacional de Minería. De hecho, el proyecto para fundar la Caja de Crédito Minero fue impulsado con mucha fuerza por dicha institución, aunque algunos parlamentarios aseguraban que dicha preocupación estaba en función de la mediana minería y sus empresarios. Dentro de los argumentos esgrimidos se resaltaba la aparente contradicción entre los considerables ingresos estatales por concepto de derechos de exportación de productos mineros, patentes mineras y derechos de internación por insumos para la minería, con la aparente desidia estatal respecto de su apoyo a una industria que otorgaba vitalidad a la economía nacional. En julio de 1927, el ente gremial afirmaba que el gobierno apenas dedicaba al fomento de la minería el 0,5% de las entradas que percibía por el ejercicio de esa actividad económica, y de allí la necesidad de que se tomara conciencia de aquella falencia. Lo paradójico, sostenía el gremio empresarial, era que si el Estado no contribuía al fomento minero, atentaba contra sus propios ingresos, por lo que hacía un firme llamado a quienes debían apoyar la iniciativa de crear una entidad de fomento minero y promover una mayor intervención pública: 21 22 Ibid., 1240. BSCD, diputado Abraham Quevedo, 43ª sesión extraordinaria, 10 de diciembre de 1926, 1703. ~ 76 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Espacio Regional Dotando el Cuerpo de Ingenieros de Minas del personal y de los elementos necesarios para desarrollar un plan de trabajo de reconocimientos, estudios, sondajes que permitan una estimación de la riqueza contenida en el subsuelo del territorio, ayudando a los mineros con los elementos técnicos para su mejor orientación y aprovechamiento de sus minerales, contando con laboratorios experimentales en que se puedan probar prácticamente los procedimientos más adecuados, construyendo caminos y vías de acceso a las minas, es la única manera como el Estado contribuirá a que sus rentas aumenten en lugar de disminuir. 23 En el mismo tenor se manifestaron los técnicos consultados por la Sociedad Nacional de Minería y por los diputados promotores de proyectos de ley encaminados a fortalecer el fomento minero. Quizás un buen ejemplo lo represente la iniciativa del diputado Arturo Lois, poco antes de entrar a discusión el proyecto de la CACREMI. En efecto, el diputado se manifestaba partidario de la creación de una sección dependiente del Cuerpo de Ingenieros del Estado, destinado a la prospección y sondaje de los distritos mineros del país cuya finalidad sería aumentar la producción. Para tales efectos, se debía dotar a la institución aludida de financiamiento estatal por la vía de un crédito y por el aumento de los impuestos, especialmente de las patentes pagadas por las empresas mineras. El propio Lois se encargó de reforzar su argumento con informes técnicos entregados por especialistas, entre los que cabe destacar los de los ingenieros Carlos Besa F., Johormes Felsch, E.Lemaitre y Edmundo Delcourt, la mayoría de esos informes, aunque muy específicos, tendían a afirmar la necesidad de una mayor intervención del Estado. En este caso, en el plano de la investigación geológica, sondajes y de nuevos procesos productivos, en que el Estado debía ejercer un rol más dinámico, no sólo aportando recursos, sino también fortaleciendo instituciones especializadas, como el Cuerpo de Ingenieros, o la creación de nuevas estrategias como la propia CACREMI que por entonces se estaba discutiendo en el Senado y en la Cámara de Diputados. Justamente cuando se discutió la creación de la CACREMI, no hubo disidencia respecto de crear una institución de fomento minero, el debate se centró más bien en cuestiones relacionadas con los montos a invertir por el Estado, las exigencias establecidas para los beneficiarios de los créditos, las garantías establecidas, las características técnicas de los establecimientos de concentración o fundición, su emplazamiento -que claramente estuvo dirigido hacia las provincias de Atacama y Coquimbo- y, por otro lado, de qué manera se involucraría el Estado. Actuando sólo como fuente de créditos o finalmente considerando la posibilidad de que fuese el propio Estado el que se hiciese cargo de la fundación de esos establecimientos y fomentar de esta manera a los medianos y, particularmente, a la gran masa de pequeños mineros o “mineros pobres” como se les denominó en numerosas ocasiones dentro de las discusiones parlamentarias. En una primera instancia la mayoría de las propuestas estuvieron orientadas a proponer que el Estado, a través de la nueva corporación, facilitara créditos e impulsara la iniciativa privada para levantar dichos establecimientos, luego de que se cumpliera con algunos requisitos tales como asegurar la disponibilidad de capital propio cercano al 30% de la inversión inicial, minerales suficientes para asegurar la utilidad de la inversión y además de responder a la exigencia de que en las inmediaciones de la fundación de los establecimientos de beneficio hubiese explotaciones mineras que lo abastecieran con sus productos, permitiendo una vida útil de, al menos, diez años. La intención era clara, se deseaba favorecer a estos pequeños empresarios 23 BMSNM, “Crédito y Fomento Mineros” n.º 33, febrero de 1927. ~ 77 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito pero, al mismo tiempo, recoger la producción de una multitud de pequeños productores esparcidos en el desierto nortino. Los efectos no solo fueron económicos, sino que reforzaron algunos de los patrones clásicos de poblamiento de la región y generaron otros, muy novedosos, en las décadas siguientes al menos hasta la de 1960. En las etapas iniciales de discusión del proyecto para crear la Caja se manifestó también la idea de establecer empresas mixtas, no entre el Estado y los propietarios, sino a través del establecimiento de cooperativas o comunidades entre varios mineros para operar una sola planta. Esto tenía que ver directamente con la idea inicial de algunos senadores y diputados, de que la forma como se había redactado inicialmente el proyecto de la CACREMI favorecería solamente a los medianos propietarios o a los “mineros ricos”, como se les denominó, y no a las gran masa de pequeños productores que, según se planteaba, era el espíritu de la ley que se orientaba, entre otras cosas, a sacar a las provincias nortinas de la crisis en que se encontraban. La necesidad de entregar mayores facultades para los organismos de fomento no tardó en ser reclamada. Para el caso de la minería, fue el propio Consejo de la Caja de Crédito Minero la que solicitó reformas a la ley que la había creado, particularmente para extender sus facultades y destrabar su propia actuación. Obviamente esta demanda estaba en consonancia con el fortalecimiento de la idea acerca de la necesidad de una mayor presencia estatal, que fue respaldada por el propio gremio minero, dirigentes políticos, parlamentarios, técnicos y el propio gobierno que comenzó a hablar permanentemente en términos de su “política minera”. 24 El Consejo de la Caja, llamaba la atención al Ministro de Hacienda, acerca de lo poco efectivo que podía ser restringir las tareas de la Caja solo al área crediticia, considerando además las limitaciones establecidas para entregar los créditos. Se trataba de un proceso lento que reservaba el apoyo a los sectores económicamente mejor dotados. Los voceros de la institución agregaban además: La mayoría de los mineros, que son gente de escasos recursos, no tiene sus minas en situación de ofrecerlas en garantía, porque carecen de cubicación (una de las exigencias de la ley) y de medios para llevarla a cabo, y por esa 25 circunstancia se ven imposibilitados para disfrutar de las ventajas de la ley. El verdadero propósito del argumento tenía la finalidad de justificar la propuesta del Consejo de la Caja de convertir a la entidad en un poder comprador para los pequeños propietarios, a través de agencias establecidas por la CACREMI en las distintas regiones nortinas y, por otra, facultarla también para tomar la iniciativa en términos de la creación y manejo de complejos industriales de fundición de minerales y, por supuesto, la producción de ácido sulfúrico a gran escala. A juicio del Consejo de la Caja esto era absolutamente necesario puesto que los pequeños mineros, “constituyen un núcleo numeroso, cada uno de los cuales podría explotar pequeñas cantidades a la medida de sus fuerzas, pero que tampoco puede hacerlo porque no tienen mercado comprador”. 26 En sus planteamientos, los miembros del Consejo de la CACREMI, creían estar en consonancia con las propuestas del gobierno de Ibáñez y declaraban el propósito de colaborar con el “programa de fomento de la minería, de acuerdo con el espíritu del Supremo Gobierno”, 24 BSCD, diputado Ángel Custodio Vicuña, 81ª sesión ordinaria, 17 de diciembre de 1928. Idem. Informe del Consejo de la Caja de Crédito Minero al Ministro de Hacienda Pablo Ramírez, 27 de septiembre de 1928, citado en BSCD, 17 de diciembre de 1928, 4181. 25 26 ~ 78 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Espacio Regional cuestión que más tarde sería reafirmada por el propio Ministro de Hacienda de Ibáñez, Pablo Ramírez, firme defensor de una mayor intervención estatal. Con todo, la necesidad de introducir reformas a la ley que regía a la Caja de Crédito Minero, se afirmaba además en las severas críticas hechas, en la propia Cámara, a su funcionamiento en términos de las demoras suscitadas en la tramitación de los préstamos a los productores mineros; la falta de estudios geológicos y empadronamiento de las minas y el reconocimiento de su potencial productivo y, por último, la demora en la compra de minerales. Los cargos eran serios, pues se debe recordar que la Institución había sido organizada de acuerdo a la ley 4.112, de 12 de enero de 1927, y las críticas se hacían a menos de dos años de esa fundación. La primera reforma que se materializó al funcionamiento de la Caja fue la que autorizaba a la institución para convertirse en compradora de minerales. El asunto era importante por varios motivos; en primer término permitía la existencia de pequeños productores; en segundo lugar flexibilizaba la dominación que habían establecido las casas compradoras de metales, mayoritariamente extranjeras que se habían enseñoreado en el norte, al menos de Antofagasta y, hasta Huasco, en el caso de la provincia de Atacama, que al no ser más de tres o cuatro se repartían las zonas de operación e imponían los precios de compra a los pequeños propietarios; por último se estimaba que el producto de las ventas al extranjero, por parte de la Caja, permitiría futuras inversiones en materia del establecimiento de fundiciones controladas por la entidad. 27 El propio Consejo de la Caja y algunos diputados, como el ya citado Eliseo Peña Villalón, insistían que el mecanismo más adecuado para fortalecer la minería nortina y a sus cientos de productores consistía en que la “Caja de Crédito Minero proceda al establecimiento de grandes usinas, de hornos de fundición con grandes capitales de los cuales como es sabido dispone la Caja”. 28 El contexto de las discusiones de fines del año 1928, ya había cambiado suficientemente para profundizar en las ideas que fortalecían la presencia estatal. En la Cámara por ejemplo, a raíz del rechazo por parte del Senado de las reformas que permitían la inversión directa de la Caja en la construcción de plantas de beneficio, se levantaron voces afirmando la necesidad de volver al proyecto original que facultaba a esa entidad para asumir tareas de esa naturaleza. El entonces diputado radical Juan Antonio Ríos defendía la facultad de la Caja para la instalación de establecimientos de fundición que comprasen minerales, no solamente de alta ley, sino aquellos que, por lo general, eran producidos por los mineros pobres. Argumentaba el diputado Ríos que: “Es indudable que esta facultad va a herir intereses creados, los de aquellas 29 empresas que se dedican a la compra de minerales para exportarlos del país”. Otra de las reformas que se discutía por entonces, y que había sido propuesta por el Ejecutivo, era la facultad que se otorgaba al Presidente de la República para el establecimiento de un impuesto ad valorem a los minerales que se exportaran sin procesar. Obviamente, lo que perseguía una iniciativa como aquella era promover la refinación de minerales dentro del territorio nacional, ya sea por las fundiciones ya instaladas (aunque eran de capitales extranjeros) o por nuevos establecimientos del ramo que deberían abrirse en función de la nueva demanda. El propio Ríos afirmaba que dichas reformas resultaban “fundamentales para 27 Ver argumentos expuestos por el diputado Eliseo Peña Villalón, BSCD, 78ª sesión ordinaria, 10 de diciembre de 1928. 28 Ibid., 4032. 29 BSCD, diputado Juan Antonio Ríos, 17 de diciembre de 1928, 4159. ~ 79 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito la buena marcha de la Caja de Crédito Minero en lo relativo a la protección que pueda prestar a la industria minera”. Como en otras ocasiones, no eran sólo los representantes políticos los que se manifestaban a favor de una nueva estrategia, los propios mineros, aunque en este caso no se tratara de la gran masa de los pequeños productores, sino que más bien de quienes ya tenían una suerte de trayectoria empresarial, los que hacían ver la necesidad de las medidas de protección que podía brindar el Estado. El texto de la declaración de los mineros que a continuación se incluye es muy sugerente por dos motivos: por una parte, defiende la necesidad de contar con medidas de protección estatal y, por otro, llama la atención acerca de la dominación impuesta por el capital extranjero en materias de compra y exportación de los productos minerales. En un telegrama recogido por el Boletín de la Cámara de Diputados es posible leer: Rogamos a la Honorable Cámara, en nombre de los dueños de minas de cobre, en la reforma Caja Minera, el derecho de exportación a los minerales y la facultad dada a la Caja Minera de explotar fundiciones. Si no se conceden estas medidas. Productores chilenos seguirán entregados a la subordinación económica de casas extranjeras, con perjuicio evidente para desarrollo de faenas mineras chilenas y formación de capitales nacionales. Firmaban la carta una serie de empresarios de las cercanías de Taltal, entre los que es posible distinguir a Felipe Santiago Matta, descendiente de una vieja estirpe minera y política de la región. El gran cambio, sin embargo, tiene que ver con las nuevas iniciativas gubernamentales que se estaban poniendo en práctica. El proceso de modernización del Estado patrocinado por Ibáñez, incluía no solamente reformas institucionales, sino también el establecimiento de políticas públicas de corte nacionalista dirigidas a levantar aquellas actividades consideradas fundamentales para el crecimiento económico del país. En un manifiesto del gobierno se afirmaba que lo que se buscaba era mejorar la política crediticia por una parte y, por otra, poner en práctica, a través de la Caja de Crédito, las medidas necesarias para en términos ejecutivos ayudar a los productores nortinos. Se trataba de una cuestión que claramente se definía en términos de política minera. Entonces se afirmaba “los medios que se proponen para su adopción por la Caja, llenarán este objetivo y permitirán al 30 Gobierno desarrollar, por su intermedio, un programa completo de política minera”. El problema fundamental era que con estas medidas se entregaban a la Caja operaciones de carácter comercial, que todavía algunos sectores empresariales y del poder legislativo se negaban a considerar como apropiadas, como ocurrió inicialmente a nivel del Senado en que dichas mociones fueron rechazadas. En la Cámara también hubo quienes dudaban de la capacidad técnica de la CACREMI para asumir tareas de tal magnitud, especialmente aquellas relacionadas con la fundación y operación de grandes fundiciones, y se manifestaron a favor más bien de lo que para entonces se estaba intentando poner en práctica en la industria siderúrgica de Valdivia, en que el Estado más bien participaba como socio capitalista, pero no intervenía directamente en la ejecución del proyecto. 30 BSCD, diputado Arturo Lois, refiriéndose a un documento del Ministerio de Hacienda. 81ª sesión ordinaria, 17 de diciembre de 1928, 4160. ~ 80 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Espacio Regional Nuevamente es la intervención de Juan Antonio Ríos, el que nos entrega elementos clave para entender los cambios que estaban operando a comienzos del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo. Por una parte, el diputado hacía referencia a los comentarios realizados por el propio Presidente de la República, en el mejor estilo roosveltiano, “que si era preciso perder algunos millones de pesos en la protección de la minería nacional, se perderían”. 31 A juicio del diputado Ríos ya no sólo se podía hablar de protección de la industria minera como una propuesta de fomento local, sino también en términos de protección respecto de las iniciativas de los capitalistas extranjeros. Esta misma razón impulsaba al representante en la Cámara a abogar por que se dotara a la Caja con la facultad para establecer fundiciones de minerales o directamente permitir al Estado, a través de la Caja, habilitar a los industriales para que las fundaran de acuerdo a los criterios establecidos por la Institución. El concepto habilitar, lo subrayamos entre otras cosas porque, la conversión de la Caja en Poder Comprador y el Estado en habilitador de los productores nortinos parece ser el cumplimiento, por una parte, de un lejano anhelo de los mineros chilenos y latinoamericanos de conseguir del Estado, en su diferentes formas, la constitución de un gran poder comprador, que en sus inicios, a más de un siglo de distancia, se encarnaba en los Bancos de Rescate y ahora se concretaba a través de la CACREMI, iniciativa que se prolongó en el tiempo con las tareas llevadas adelante por la Empresa Nacional de Minería (ENAMI). Por otra parte, las palabras del diputado Ríos, hacen pensar en un Estado convertido en un “gran habilitador”, figura económica más que centenaria en la minería chilena hasta esos años: el gran capitalista que habilita a un estrato de mineros de menor envergadura, pero que se favorece onerosamente del esfuerzo de ese estrato de trabajadores-empresarios, era un componente que dominaba tradicionalmente las relaciones económicas del norte minero. En este caso el Estado se convertía en el habilitador soñado, en el sentido de exigir poco a cambio de las ayudas pecuniarias y técnicas otorgadas pero, por otra parte, se convertía en el gran pilar para sostener la subsistencia de un gran sector de mineros atrasados que difícilmente podían operar de otra manera. Claramente se trataba de una política de protección estatal que queda mucho más en evidencia al leer el texto enviado por Pablo Ramírez, en su calidad de Ministro de Hacienda, al Presidente de la Cámara de Diputados en el que argumentaba a favor de las medidas patrocinadas por el Ejecutivo: Las enmiendas hechas por el Honorable Senado consisten en suprimir la facultad que se daba a la Caja para construir y explotar establecimientos de fundición y la autorización que se confería al Gobierno para gravar con derecho de 30 por ciento la exportación de minerales. El Gobierno estima que ambas facultades son indispensables para que la caja pueda desarrollar debidamente el programa de fomento de la minería 32 que se tiene trazado. Haciéndose eco de esta propuesta, el diputado Eliseo Peña Villalón, llamaba la atención sobre la política del Gobierno que, según él, pretendía el fomento de la producción nacional en todos sus ámbitos, tanto la agricultura, como la industria nacional, y en el caso que nos ocupa del ámbito minero. 31 Carlos Ibáñez del Campo, citado por diputado Juan Antonio Ríos, BSCD, 81ª sesión ordinaria, 17 de diciembre de 1928, 4162. 32 Pablo Ramírez, Ministro de Hacienda, citado por el diputado Urrejola, BSCD, 17 de diciembre de 1928. El subrayado es del autor. ~ 81 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito El Gobierno siguiendo esta gran política de fomento de la producción nacional, de protección, se preocupa ahora de fomentar la producción minera que, como es sabido, señor Presidente, es la segunda industria en el país, puesto que lleva sus productos a la exportación y tiene gran importancia al desarrollo económico del país. 33 Defender esta idea además, según el diputado, era alentar la posibilidad de los mineros pobres o pequeños propietarios de sustraerse de la red de las agencias compradoras de metales que “es bien sabido, los explotan”, toda vez que, se afirmaba, existía una especie de acuerdo entre las mismas para repartirse las distintas zonas mineras sobre las cuales establecer sus operaciones. Juicio que no sorprende demasiado si se conoce el nombre de las principales agencias y las regiones en las que operaban. La referencia alude a casas compradoras de minerales, como las de Mauricio Hochschild y Cía. Limitada que operaba en Iquique, Tocopilla y Antofagasta, principalmente; La Compañía American Smelting, que lo hacía en Antofagasta, Copiapó y Vallenar; la de Sali Hochschild en Copiapó y Caldera y The South American Metal 34 Co., que compraba productos mineros en Coquimbo y Valparaíso. En auxilio de los mineros pobres o la perpetuación de la minera artesanal La discusión en torno a las políticas de protección a la industria minera y particularmente a la minería del cobre habían comenzado tempranamente en la década de 1920, pero sin duda alcanzaron nuevos bríos cuando, por iniciativa de la Sociedad Nacional de Minería, y patrocinados por algunos congresistas se presentaron varios proyectos de protección a la industria minera, particularmente aquel que dio origen a la CACREMI. Lo interesante de esta presentación es que, como en casi todos los textos introductorios para dar curso a proyectos de esta naturaleza, en éste se realizaba un detallado estado de la minería chilena, particularmente en aquellos aspectos que determinaban las diferencias entre el sector dominado por las grandes compañías estadounidenses y aquel representado por un sin fin de pequeñas y medianas pertenencias. Por otra parte, en casi todos los preámbulos se reconocían las serias dificultades de los pequeños productores en términos de escasez y carestía de los insumos mineros, deficiencias en los medios de transporte y la dependencia de las agencias comerciales para vender su producción. Al mismo tiempo se daba cuenta de la escasez de establecimientos de fundición para los productos mineros y el encarecimiento que suponía trasladar esos minerales para beneficiarlos en las grandes fundiciones del centro del país. El gran telón de fondo de toda esta discusión, sin embargo era otro. Se trataba de lo que podríamos definir como la defensa de los “mineros pobres” o de los pequeños productores que soportaban todo este andamiaje productivo que se deseaba fortalecer. Cierto o no, lo que se levantó fue un discurso de defensa de los intereses de este sector, aunque también se incluía a los medianos productores y se les diferenciaba de las grandes empresas, no sólo por el capital involucrado, sino también por las técnicas utilizadas y, sobre todo, por tratarse de un sector productivo cuyos capitales y fuerza de trabajo eran de origen chileno. Por ejemplo, en el proyecto que se presentó a discusión al Senado de la República en agosto de 1926 se hablaba directamente de brindar protección a la industria minera nacional, a los mineros medianos o pequeños. Esto se veía además como una necesidad del país toda vez que, aunque el sector representaba una ínfima parte de la producción total, era el punto de partida para restaurar el dominio sobre una riqueza que se consideraba propia y que se había 33 34 BSCD, diputado Eliseo Peña Villalón, 17 de diciembre de 1928. Caja de Crédito Minero, op. cit., 99. ~ 82 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Espacio Regional desnacionalizado bajo el control de las grandes empresas extranjeras, particularmente estadounidenses. Por otra parte, mientras se afirmaba el fomento a los medianos y pequeños mineros se reforzaba la oferta de trabajo en ese sector productivo. Se afirmaba entonces que “Fomentando el desarrollo de la minería encontrará trabajo bien remunerado mucha parte de nuestro pueblo y en especial, aquel que se dedica a trabajar minas en pequeña escala y que en su propio trabajo asegura el sustento diario de su persona y de su familia” 35 . Esta última idea fue reflotada en múltiples ocasiones, pero sobre todo después de la ocurrencia de las numerosas crisis que se descargaron sobre la economía nacional, particularmente en la etapa que siguió a la Gran crisis, pero que se volvió a recoger en los años siguientes, especialmente en el duro período iniciado en la década1950. En esa misma sesión del Senado se dio a conocer al informe entregado por la Comisión de Agricultura, Minería, Fomento Industrial y Colonización de esa corporación, acerca de una moción impulsada, entre otros, por los senadores Aquiles Concha, Remigio Medina, Agustín Rivera, Manuel Trucco y Enrique Zañartu, que ponían énfasis en la necesidad de establecer un mecanismo a través del cual el Estado apoyara crediticiamente nuevos proyectos de fundación de establecimientos de beneficio de minerales. Nuevamente, esta “vocación” por los mineros pobres volvía a ser un tema que servía de argumento a la propuesta. Después de entregar una serie de especificaciones técnicas relativas a la gran cantidad de minas, a la existencia de minerales de baja ley, a la calidad de los mismos para su concentración y fundición, la propuesta se detenía nuevamente en el sentido social de la iniciativa. En la cuarta consideración que se exponía para fortalecer el proyecto se establecía: Que la usina que se instalará en Atacama, acogiéndose a los beneficios de esta ley, venderá ácido barato a los mineros pobres, les molerá y tostará sus minerales, les arrendará plantas de lixiviación, analizará minerales con tarifas reducidas y proporcionará gratuitamente los consejos de técnicas especialistas. Es decir, una situación diametralmente opuesta a la que había operado en la minería estadounidense después de la modificación de la legislación del ramo en la nueva potencia minera, comentada por W.Culver y citado en las primeras páginas de este trabajo. Tal vez no sea tan difícil encontrar explicaciones para tal fenómeno. En primer lugar se trataba de un período en que la presión provocada por la existencia de un gran número de cesantes en el país afligía a los distintos actores gubernamentales, y por otro lado, no solo en Chile, sino a nivel mundial, tal como ya lo hemos manifestado, los argumentos a favor de la intervención del Estado, en términos de protección y diseño de políticas públicas, ya habían alcanzado un amplio consenso. En esas circunstancias abogar por los mineros pobres era perfectamente entendible, pues se trataba no solamente de adicionar recursos para la economía chilena, sino también para crear fuentes de empleo que, aún antes de la crisis, era una necesidad apremiante. Lógicamente esto fue reforzado en las décadas siguientes y el Estado se convirtió en un gran propulsor de políticas de generación de empleos, por una parte, y por otra encabezó un desesperado intento por equilibrar los pagos nacionales estimulando la minería del oro durante casi un quinquenio, monopolizando incluso la compra de ese y otros metales provenientes de la pequeña y mediana minería e impulsando grandes obras de producción nacional como fue la proyección final de Paipote entre 1946 y 1952. 35 BSS, 12 de agosto de 1926. ~ 83 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito En el mismo tenor como se había expresado la Comisión del Senado recién comentada, se manifestaba el senador Aquiles Concha, en relación al proyecto del cual era patrocinante: Estudiar, por el momento, los proyectos que hay en tabla significa enriquecer al país en una suma no inferior a los 200 millones de pesos anuales, significa crear nuevas fuentes de producción que en un futuro no lejano le darán trabajo a cien mil hombres, significa comenzar la nacionalización de nuestras industrias, hoy día en manos de capitalistas extranjeros, significa conquistar nuestra independencia económica, hoy que nos encontramos bajo el yugo del 36 poder manufacturero de otros países más adelantados. En la misma exposición, el senador Concha, manifestó que el espíritu de la ley también estaba dirigido a estudiar la forma de favorecer a los minerales pobres, estableciendo los mecanismos para que las plantas que se fundasen compraran tanto los minerales como los desmontes generados por estos productores, y alejarlos así del dominio y control de las casas compradoras extranjeras. De acuerdo al parlamentario, se debía reglamentar las facilidades que los nuevos establecimientos deberían dar a los mineros pobres para el desarrollo de sus actividades, “Hoy día los mineros pobres, como son en su mayoría en el Norte apenas pueden adquirir en los almacenes la pólvora y los barrenos con que hacen sus tiros para quebrar la roca mineralizada, que, escogida a veces a mano, difícilmente y precios irrisorios venden a los compradores de minerales”. 37 La acción del Estado y de la Caja de Crédito Minero, haría factible, entonces, la existencia de una multitud de pequeñas explotaciones, que a niveles muy primarios podrían moler primero sus dos y hasta cinco toneladas diarias de minerales de cobre de baja ley, y luego beneficiar por lixiviación esas pequeñas cuotas de producción. Los mineros pobres tendrían, de acuerdo al senador un “verdadero Banco” al servicio de estos miles de productores a pequeña escala. Finalmente, la presentación del parlamentario terminaba afirmando la naturaleza innovadora del proyecto: Esta manera de beneficiar al minero pobre, fomentando al mismo tiempo la riqueza del país, no se ha implantado nunca en Chile. Los proyectos que se han confeccionado sólo han tendido a beneficiar a los grandes mineros…Este proyecto permitirá a todo hombre de trabajo aprovechar la gran riqueza que constituyen nuestras minas de cobre…Y es muy oportuno el momento para despacharlo, hoy que en todo el país, y especialmente en la región del Norte 38 y del Centro, hay innumerables desocupados que no tienen ni que comer. El tema de la desocupación no sólo se planteaba como un problema de las provincias nortinas, se estimaba, además, que estimulando la industria minera se fortalecía la economía nacional en su conjunto, se mejoraban los ingresos del Estado y se ofrecería fuentes de trabajo para desempleados de otras partes del país, se agregaba entonces “esta riqueza está durmiendo bajo nuestro suelo mientras en Santiago tenemos gente desocupada que no sabe en qué ganar su pan y mientras el país carece de capitales para desarrollarse”. La utilización de ese último término está absolutamente adelantada a su tiempo en materia de conceptualización económica. 36 BSS, senador Aquiles Concha, 12 de agosto de 1926. Ibid., 1220-1230. 38 Ibid., 1230. 37 ~ 84 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Espacio Regional Hay que advertir, sin embargo, que no es que hubiese un consenso extendido entre todos los parlamentarios o incluso miembros del gabinete respecto a la intervención estatal. 39 Otros miembros del Senado declaraban su escepticismo respecto de la intervención estatal, sin embargo, estaban dispuestos a apoyar iniciativas. Por ejemplo, el senador Urzúa Jaramillo manifestaba en la sala: “No soy, señor Presidente, de aquellos que tengan mucha fe en el éxito que se obtenga en estas industrias por medio del procedimiento, un poco artificial, del concurso del Estado”, sin embargo, se ofrecían a cooperar para que proyectos como la CRACREMI pudieran prosperar en el Hemiciclo. Aprensiones similares manifestaban otros parlamentarios, amparados en cuestiones más bien técnicas o presupuestarias como es el caso de los senadores Irarrázabal o Echeñique, que se empeñaron en esclarecer los alcances de las garantías exigidas por los créditos ofrecidos por el Estado y las condiciones que debían cumplir los mineros beneficiarios, propiciando que se prolongaran los alcances de la ley no solamente a fortalecer a los mineros más pobres, sino también a los de mediana envergadura. En ese sentido el discurso inicial del senador Concha debió flexibilizarse y admitir que el espíritu de la ley era más amplio en términos de los beneficiarios. Hubo también propuestas más radicales como la del Senador Manuel Hidalgo, quien estimaba que el propósito del proyecto era favorecer a los pequeños productores ofreciendo los medios adecuados para que, ya sea estableciendo una fundición o a través de la vía húmeda, mejorar la capacidad productiva de estos operadores de pequeña escala, y no a los mineros “ricos”, como se planteaba para diferenciarlos de la multitud de pequeños productores. Ello significaría, según el senador beneficiar a unos cuantos propietarios y no al conjunto de los mineros regionales. La discusión continuó en esos términos hasta que finalmente se determinó que los mineros beneficiados para recibir apoyo de la Caja de Crédito Minero debían demostrar capitales equivalentes al 30% del valor real de la inversión, ya sea en capital efectivo o en inversiones ya realizadas en sus propias instalaciones, y que pudieran servir de garantía de los recursos recibidos. En conclusión, lo que el proyecto de fomento minero permitió, a través de la CACREMI, fue la sobrevivencia de una minería de pequeña escala, en que no sólo no se alteró la forma de producir, sino que tampoco se transformó muy drásticamente las condiciones de trabajo de los operarios de minas, las formas de acarreo del mineral y menos aún el diseño de 40 las pequeñas estructuras mineras de las provincias de Atacama y Coquimbo. Lo que si ocurrió fue el fomentó de la producción y la concentración de población ya sea en torno a las plantas de beneficio, a las agencias compradoras instaladas por la propia Caja o intermediadas por las agencias privadas. Del mismo modo ocurrió con las estaciones del ferrocarril longitudinal que se proyectó a través del desierto, que muchas veces coincidieron con el emplazamiento de las plantas de beneficio, las agencias compradoras de minerales o de ambas y ello dio pie para que se produjeran dos grandes fenómenos. Por una parte, se propició la permanencia de una minería de pequeña escala, frágil no solamente desde el punto de vista productivo – se trata muchas veces de minas con menos de 10 operarios-, sino también desde el punto de vista de la calidad de sus operaciones, el carácter “familiar de mucha de ellas”, su escaso apego a los protocolos de seguridad y la legislación social establecida y, por cierto, exageradamente sensibles a los precios internacionales del metal. Se trató de una minería extremadamente riesgosa, en que los accidentes laborales, ya sea por desprendimiento de bloques o por los hundimientos totales eran responsables de heridas y resultados fatales con una continuidad que se sigue observando hasta el presente. La acción de CACREMI, y particularmente sus efectos 39 El ministro de Hacienda del Presidente Emiliano Figueroa, (Silva Somarriva), por ejemplo, encontraba excesiva la cantidad de 40.000.000 de pesos solicitada para echar a andar la CACREMI, de acuerdo a lo que se estipulaba en el proyecto inicial de la entidad. 40 BSCD, diputado Rubio, 44ª sesión extraordinaria, 13 de diciembre de 1926. ~ 85 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito sobre la mantención de una minería de pequeña escala y débiles condiciones materiales y laborales, se proyectó en el tiempo por el ejercicio, hasta cierto punto similar, que desde la década de 1960 ha desarrollado ENAMI. El segundo fenómeno, es más bien de naturaleza demográfica y remite más bien a la forma como se distribuyó la población en la provincia de Atacama, que por lo menos es el caso que analizamos a continuación. Efectos sociales y demográficos de la acción del Estado La acción del Estado influyó notablemente en dos aspectos fundamentales. Por una parte, la mantención de un núcleo de pequeños empresarios que, si bien era independiente, se mantenía casi siempre al borde de la viabilidad económica. En la mayoría de los casos compartieron con sus trabajadores, que muchas veces eran sus familiares directos, las penurias de un trabajo realizado con las prácticas más ancestrales de la minería del Norte Chico, esto es la experiencia en pequeños socavones, en profundidades superiores a veces a los 200 metros o en galerías zigzagueantes cuyo diseño difícilmente fue proyectado por algún especialista en la materia y sólo era el resultado de un conocimiento alcanzado en la práctica. Por otra parte, La acción de la CACREMI, alentó una distribución de la población que en términos generales se vio estimulada por el establecimiento de las plantas de concentración y luego de fundición de minerales o por aquellos espacios en que se combinó la existencia de las agencias compradoras y estaciones ferroviarias o que reunían las tres actividades, como pueden ser los casos representados por el pequeño caserío de Carrera Pinto, al Norte de Copiapó, emplazado luego de atravesar los extensos Llanos de Varas, una impresionante llanura, y el cual, en la década del cuarenta, se conectaba a través del ferrocarril longitudinal. Otros de los ejemplos más notables estuvieron representados por las plantas de El Salado, en la provincia de Chañaral y de Domeyko, cincuenta kilómetros al sur de Vallenar. En ambas situaciones se trata de lugares escogidos por la Caja de Crédito Minero para establecer sus plantas de beneficio, facilitar la compra de minerales y servir de espacio de acopio para sacar la producción por vía ferroviaria y naviera hasta las lejanas Fundiciones de Chagres y Naltahua, por lo menos hasta que se construyó la primera Fundición Nacional de Minerales en Paipote, en los inicios de la década de 1950. ~ 86 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Fotografía n.º 1 ~ 87 ~ Espacio Regional Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito En la evolución de los volúmenes de población, de los tres ejemplos señalados, se advierten patrones generales relativamente similares en términos de cómo se manifestó su proceso de transformación demográfico, tal como queda expresado en el cuadro n.º 1. Tabla n.º 1 Evolución de la población en localidades estimuladas por CACREMI, 1930-1960 Carrera Pinto Domeyko (Vallenar) (Copiapó) Años V H M Total V H M Total V H M Total 1930 44 77 94 171 13 39 30 69 27 146 78 224 1940 230 506 407 1003 111 511 244 755 459 1250 1138 2388 1952 1960 278 722 653 1375 16 47 21 68 342 898 916 1814 Nota: El censo de 1952 no contiene la información desagregada por entidades de población. Para el caso de Domeyko, en el censo de 1940 se consigna la población urbana y rural agregada, la que en el censo siguiente vuelve a desagregarse. La letra V designa número de viviendas y las letras H, M y T a Hombres, Mujeres y Totales, respectivamente. Fuente: Censos de la República de Chile, años respectivos. El Salado (Chañaral) Existen algunas conclusiones que se pueden desprender del ordenamiento de los datos correspondientes a la evolución de los tres espacios seleccionados. En primer término, efectivamente, la intervención de la Caja de Crédito Minero alteró la distribución espacial de la población en la región minera. Ya sea creando plantas de concentración o agencias compradoras de minerales la institución estimuló no sólo la actividad productiva, sino también la inmigración de población que encontró en esos espacios distintas alternativas laborales, ya sea como mineros en las minas vecinas o en el mismo espacio dominado por las instalaciones de la CACREMI. Muchas personas encontraron trabajo en calidad de operadores de los distintos mecanismos de la planta, como seleccionadores de las diversas partidas de minerales, transporte y carguío de los minerales y pastas ya concentradas. Algunos obtuvieron empleo en las estaciones ferroviarias que conectaron dichos espacios tanto con los puertos de embarque como con la propia red longitudinal que hacia los años treinta ya se encontraba prácticamente operativa en toda su extensión. También se atrajo a población que pudo desempeñarse en las actividades propias de construcción de las instalaciones de los distintos pueblos (por ejemplo, carpinteros, albañiles y peones no calificados para levantar las diversas construcciones y las plantas propiamente tales) y, por supuesto, en las diversas actividades de servicio que fueron necesarias una vez que la población creció, en los tres casos estudiados, en una proporción cercana a las 7 u 11 veces desde su volumen original, entre 1930 y 1940. De unas pocas casas e instalaciones establecidas inicialmente para albergar las actividades de la planta de concentración de la Caja de Crédito Minero, se pasó a la configuración de una población de casi 2.000 habitantes en el caso, por ejemplo, de El Salado, en el Distrito de Chañaral, un espacio dominado por el desierto y que obviamente debió su existencia a las operaciones establecidas por la agencia estatal. ~ 88 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Fotografía n.º 2 Fotografía n.º 3 ~ 89 ~ Espacio Regional Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito En algunos casos se combinó, como se dijo, la presencia de la Caja de Crédito Minero y sus actividades, con la llegada del ferrocarril para producir el efecto de expansión de la población. En los tres casos aludidos, las poblaciones se vieron estimuladas además por la llegada del ferrocarril, que de acuerdo a Leland Pederson, se convirtió en la columna vertebral de la nueva articulación regional. Fue el ferrocarril el que permitió el traslado de víveres, personas, insumos industriales y obviamente la producción minera. Alterando de ese modo las viejas articulaciones que se habían establecido entre el binomio: valle productor minero y puerto exportador. Ahora, la tendencia era a una articulación longitudinal, favorecida por la red ferroviaria y por la existencia de las plantas de concentración, agencias compradoras de minerales y finalmente, en los inicios de 1950 por la implantación de la Fundición Nacional de Minerales, en Paipote en las cercanías de Tierra Amarilla, que dio origen a una concentración de más de cuatro mil personas. El Salado, en la sección más septentrional de la provincia, Carrera Pinto, al norte de Copiapó y Domeyko al sur de Vallenar se convirtieron en espacios atractivos para un gran número de personas y dinamizaron los espacios circundantes, permitiendo de este modo la distribución rural de un gran número de pirquineros que encontraban en esos “centros urbanos” un lugar en donde vender su producción y por otra parte, encontrar un lugar en donde abastecerse no solamente de insumos industriales, sino también de los efectos más esenciales para la vida diaria y también de las ofertas de esparcimiento. Se produjo entonces una especie de simbiosis entre esos espacios y la masa de pequeños productores y operarios mineros que de acuerdo al censo de 1952 llegaba a un número de 10.277 trabajadores que se dedicaban en pequeña escala a las labores extractivas dentro de la región. 41 Sin embargo, los cálculos establecidos por la propia Caja de Crédito Minero, para ese mismo año, precisaban la vinculación de los pequeños mineros con la corporación. Así de acuerdo a un censo, realizado por la entidad en la provincia de Atacama, existían 398 dueños de minas trapiches y plantas, en tanto el número de arrendatarios y pirquineros llegaba a las 1.993 personas. Además, relacionados con esas faenas existían 4.189 obreros y empleados, que acompañados por sus familias, representadas en 10.329 personas, constituían un grupo humano de poco más de 17.000 individuos ligados directamente a los estímulos generados por la CACREMI. Si a ese número se agrega la población trabajadora, y sus familiares, vinculada a los inicios del funcionamiento de la refinería en Paipote, la cifra aumenta en 1.308 personas más. Es decir 18.319, personas de un total 42 Provincial de 80.113 habitantes, un 22,86 por ciento de la Población total de Atacama. Ese porcentaje debe subir significativamente, si se adiciona a quienes indirectamente se beneficiaron con las actividades impulsadas por la CACREMI en sus agencias compradoras, plantas de concentración y refinería. Como es obvio, la planta física de esos espacios urbanos creció considerablemente si toma en cuenta el número de viviendas consignadas por las propias cifras censales. Se multiplicaron las familias que vinieron a vivir al desierto y también las actividades propias de espacios de esa naturaleza. Que fue la influencia de la CACREMI la que alentó la existencia de estos espacios queda dramáticamente representado por la experiencia de Carrera Pinto. Este lugar, que en sus inicios fue considerado como un centro minero más, de pequeña escala, en el censo de 1930, llegó a su máximo esplendor en la década de los cuarenta, en que la combinación del funcionamiento de una estación de ferrocarril, agencia compradora de la Caja y la cancha de acopio de 41 Censo de Población de la República de Chile, 1952. Cuadro n.º 11: población Activa según posición ocupacional, rama de actividad económica y sexo. 42 Caja de Crédito Minero, Censo de la población minera que vende sus productos a la Caja de Crédito Minero, correspondiente al año 1952. ~ 90 ~ Políticas mineras: cambios y continuidades Espacio Regional minerales permitió, guardando las proporciones, su mayor dinamismo. Sin embargo, en la década de 1950 la agencia fue cerrada, pues muchos de los productos minerales fueron trasladados directamente a Paipote o a las plantas de Punta del Cobre o Elisa de Bordos, entonces la población de Carrera Pinto decayó notablemente. En 1960, si bien la sección “entidades de población” del censo continuaba consignando a Carrera Pinto como estación de ferrocarriles, la población había regresado prácticamente a su punto de partida. 43 Fotografía n.º 4. Estación de Carrera Pinto, década de 1950 44 En cambio, El Salado y Domeyko conservaron su rol como concentradores y redistribuidores de la producción de los pequeños centros productores hasta muy avanzado el siglo XX. Conclusiones Desde fines del siglo XIX la minería chilena del llamado Norte Chico experimentó notables transformaciones. No en el plano de la dimensión productiva de sus faenas, ni en la naturaleza técnica de sus instalaciones, así como tampoco en el origen de los capitales invertidos, a excepción de su sección norte dominada por las actividades del mineral de Potrerillos, sino más bien por las dinámicas de fomento que, desde fines de la década de 1920, promovió el Estado de Chile. Sin duda, los esfuerzos protectores y de fomento de la entidad pública tuvieron importantes efectos en la tradicional región minera de nuestro país. Quizás lo más impactante haya sido la mantención de una categoría de productor minero que mantuvo sus rasgos seculares, esta vez bajo el amparo de una ayuda estatal que permitió perpetuar su naturaleza artesanal, dispersión territorial y bajos niveles de productividad. La mantención de estructuras “artesanales” de producción, hasta nuestros días, ha permitido la explotación de numerosos depósitos mineros distribuidos a lo ancho de la geografía provincial, generando ingresos para 43 Ver Tabla n.º 1. Fotografía facilitada por Alejandro Aracena Siares, historiador de Atacama, uno de los habitantes del pueblo de Carrera Pinto, en la década de 1950. 44 ~ 91 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Hernán Venegas Valdebenito quienes los explotan, para las actividades anexas, así como recursos para el erario público. Al mismo tiempo, esta actividad se ha convertido en una importante fuente de trabajo, aunque oscilante y peligrosa, -dada las condiciones imperantes en los trabajos mineros-, para una población que tiene en la minería una de las escasas fuentes de empleo en una deprimida zona semidesértica. La acción de la CACREMI y de su importante red de casas compradoras de minerales, plantas de concentración y de refinería, ha sido fuertemente influyente en el diseño de un patrón de ocupación territorial y distribución de la población en una región cuya columna vertebral fue el ferrocarril longitudinal, pero que fue alimentada por una vasta red de producción y comercialización de minerales estimulada por la institución estatal. A diferencia de la experiencia salitrera en que la producción del nitrato y su comercialización fue alentado por la iniciativa privada, la actividad minera en Atacama fue la simbiosis de la acción de fomento impulsada por la Caja de Crédito minero y el esfuerzo de miles de pequeños empresarios y trabajadores -y sus familias- que aceptaron el reto de arrebatarle sus riquezas al desierto atacameño. Bibliografía Barros, María Cecilia y otros. Chile minero: Enami en la historia de la pequeña y mediana minería chilena. Santiago de Chile: Editorial Ocholibros, 2009. Boletín de Sesiones Cámara de Diputados. Boletín de Sesiones del Senado (BSS). Boletín Minero, Sociedad Nacional de Minería. Censos de la República de Chile, 1930, 1940, 1952, 1960. Caja de Crédito Minero. Memoria correspondiente a los años 1932, 1933 y 1934. Santiago de Chile: Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1935. 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Palabras claves: agricultura, población, migraciones, Estado, sequía ABSTRACT In this article I will analyze three features of the rural society of the Coquimbo region. In the first place I shall analyze the peasant as a socioeconomic actor, in an attempt to uncover its most salient features and also to situate him/her in the regional context. Secondly, I will evaluate the role of the State and of the representations of the region as contained in the short and long term policies implemented in order to solve the problems which have besieged the region. Finally, I will analyze the environmental factor starting from the premise that it is one of the factors which shaped the both the peasants’ life and the actions of the State. Key words: agriculture, population, migrations, state, drought Artículo recibido el 31 de marzo de 2011; aceptado el 27 de mayo de 2011. Este artículo forma parte de los resultados del proyecto FONDECYT 1095107, “Contextos, actores y espacios para una redefinición del Norte Chico, 1929-1975. Una propuesta de análisis regional”. 1 Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Enzo Videla Bravo Comportamiento demográfico y población rural Durante el siglo XIX la provincia de Coquimbo fue un espacio que se destacó por la explotación de la minería que giraba en torno a la demanda internacional. La máxima expresión de esta actividad fue el yacimiento de Tamaya, la mina más rica de cobre del mundo, que dio origen a las fortunas de varios destacados personajes, como fue el caso de José Tomás Urmeneta. En ese contexto, la zona geográfica presentaba una población preferentemente concentrada en pequeñas aglomeraciones o dispersa en comunidades rurales. Sin embargo, en el último tercio del siglo XIX el primer ciclo de la minería del cobre se agotó, produciendo distintas respuestas en el contingente humano que se dedicaba, por aquel entonces, a la minería del cobre. Si se observa el comportamiento de la población del entonces departamento de Ovalle, que es homologable a la conducta de la provincia, vemos cómo hubo un cambio que va desde la población predominantemente aglomerada a una mayoritariamente rural. Encontramos que se manifiesta un comportamiento muy singular, que tiene su expresión en movimientos migratorios internos evidenciados en súbitos aumentos de la población rural, los que van a contrapelo de lo que acontece a nivel nacional. En la década de 1880, donde aún quedan resabios de la antigua producción minera, podemos ver una equivalencia demográfica entre la población aglomerada y la rural, que tenía un cierto equilibrio, predominando la primera. Sin embargo, al pasar el tiempo ella se vuelca hacia el otro sector de la economía regional del Departamento de Ovalle, el sector agropecuario. 2 Gráfico n.º 1 Comportamiento de la Población en el Depto de Ovalle 1875-1930 70000 60000 50000 Pob. Urbana 40000 Pob. Rural 30000 Pob. Total 20000 10000 0 1875 1885 1895 1907 1920 1930 Fuente: Elaboración propia a partir de los Censos respectivos (1875-1930). Este fenómeno demográfico produce nuevos cuestionamientos, ya que se configura como un tipo de movimiento migratorio singular. Ello debido a que ya para esos años se sostiene que la migración hacia los centros urbanos y los polos de crecimiento económico eran casi el único tipo de desplazamiento. Carlos Hurtado en su libro Concentración de la Población y Desarrollo 2 El comportamiento de la población de Ovalle es el fiel reflejo del movimiento de población de la Provincia de Coquimbo. ~ 94 ~ Trayectoria agrícola de la provincia de Coquimbo Espacio Regional económico descarta un fenómeno migratorio interno, denominado migraciones cruzadas, con la finalidad de simplificar el esquema de las migraciones para su estudio. Nosotros rescatamos esta tipología de movimiento poblacional; la migración cruzada es un desplazamiento de personas en sentidos mutuamente opuestos y su causa depende netamente de la elección del individuo, y de los aspectos que podríamos denominar culturales. 3 Tabla n.º 1 Provincia Coquimbo 1865 Rural Urbana Total % Urbana 103620 42275 145895 29,0 1875 69284 88455 157739 56,1 1885 79973 96371 176344 54,6 1895 73673 87225 160898 54,2 1907 122523 52498 175021 30,0 1920 105631 54625 160256 34,1 1930 134960 63376 198336 32,0 1940 160218 85391 245609 34,8 1952 158939 103230 262169 39,4 Fuente: Censo de la repúblicas de los años correspondiente. En el cuadro anterior se observa una ruralización de la población. Al paso de los años, que van desde fines del siglo XIX hasta la cuarta década del siglo XX, la población de estos lugares no desarrolló actividades concernientes a la minería, ya que esta actividad se encuentra en crisis. Por ejemplo, según las estadísticas mineras en 1926 el departamento de Ovalle registra sólo alrededor de 26 trabajadores en ese sector de actividad. 4 Esto genera más interrogantes, al constatar que los trabajadores adscritos a las haciendas tradicionales de la zona (inquilinos y peones) para las provincias de Atacama y Coquimbo en 1920 son 2.133 y 6.970 trabajadores respectivamente. Un dato adicional que ilustra la dinámica interna de la provincia es que en 1935 -en el primer Censo Agropecuario- el personal en la faenas agrícolas de la provincia de Coquimbo compuesto por empleados, inquilinos, peones y gañanes familiares de estos, gañanes o 5 afuerinos que no eran familiares de inquilinos y empleados, sumaban 17.223 personas, representando el 12,8% de la población rural registrada en el censo nacional de 1930. De esta manera, queda la incógnita sobre el 87,2% de la población rural restante, lo que equivaldría a 6 117.377 personas, a quienes el censo no les atribuyó una actividad específica. Entre las actividades que se efectuaban en las comunidades, la minería era una fuente habitual de ingreso complementario, ya fuese por medio de los hombres que migraban temporalmente 3 Carlos Hurtado, Concentración de la población y desarrollo económico. El caso chileno, Santiago de Chile, Universidad de Chile, 1966, 10. 4 Enzo Videla, “Crisis de la minería del cobre. Efecto y Respuestas. Departamento de Ovalle, 1870-1930”, Santiago de Chile, USACH, Tesis de licenciatura en historia, 2008, 45. 5 Dirección General de Estadísticas, Censo Agropecuario 1935/1936, Santiago de Chile, Imprenta Universo, Chile, 1938, 244. 6 Oficina Central de Estadística, Anuario Estadístico de Minería y Metalurgia año 1921, Santiago de Chile, Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1929, 12. ~ 95 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Enzo Videla Bravo hacia el norte o mediante los que trabajaban como jornaleros en las minas del subsuelo de la propia comunidad, ya que cuando se practicaba la minería se explotaban pequeñas cantidades de mineral a la espera de alzas en el precio. 7 Muchas veces era en las comunidades mismas donde se encontraban minerales de cobre en forma de pequeñas picadas a gran altura, en las que no se realizan inversiones, ya que son fácilmente agotables y difíciles de trabajar en época 8 invernal por las condiciones climáticas. Cuando era necesario, estos hombres emprendían viajes, siendo de su predilección los distintos centros mineros, dependiendo del grado de actividad en que se encontrasen, como las faenas de salitre, los minerales de Chuquicamata y Potrerillos en el Norte. A veces, en las mismas cercanías se encontraban las faenas mineras extensas, que demandaban trabajadores como las del hierro en el yacimiento de El Tofo. 9 El mundo agrario marcó la cultura local. La vida en la comunidad Jiménez y Tapia transcurre en estrecha vinculación con los ciclos de sus fuentes naturales de recursos. Los comuneros son cabreros o “crianceros” como se denominan ellos mismos. El cuidado de las majadas de cabras determina, en gran, su carácter trashumante. En verano, suben la cordillera en busca de mejores pasturas, permaneciendo allí entre noviembre y marzo. El resto del año, los animales pastan en el campo común. Para los comuneros la cabra es más que un animal doméstico: “los campesinos consideramos la cabra como una madre de nosotros. Porque en los tiempos más difíciles es cuando la cabra pare el cabrito y nos comienza a dar la producción. Entonces uno tiene su producción ahí mismo en la casa”. 10 Sin embargo, estos comuneros que no fueron llamados por el auge salitrero se abocaron a sus economías domésticas, también a la producción de trigo o del ganado ovino y a satisfacer las demandas alimenticias del nuevo emporio productivo del Norte Grande. Posterior a la crisis salitrera y la de 1929, esta comunidad experimentó un aumento de su población por el flujo de inmigrantes, provocando una revitalización en la economía rural por la demanda provincial. Es así como se comienza a sanear la organización comunitaria y se hacen llamados públicos por distintos medios a los integrantes de la comunidad para que retornen. Por ejemplo, un periódico cercano a la comunidad se publicó el siguiente anuncio: “[se] pone en conocimiento de los deudores morosos de la comunidad Jiménez y Tapia que si al término de 30 días a contar de esta fecha no pagaran lo adeudado serán juzgados en conformidad a la ley, 11 los rebeldes a los intereses de la colectividad y sufrirán los prejuicios consiguientes”. De esta forma, hacia 1934 se redactó el primer estatuto de la comunidad que tiene la finalidad de ordenar el funcionamiento, el que se tituló “Reglamento interno de la estancia El Sauce de 12 comunidad Jiménez y Tapia”. En definitiva, las comunidades son unidades de características semicomunales y semindividuales que se distinguen por la utilización, tanto de pequeñas extensiones de tierras regadas, que a menudo son inscritas como propiedades individuales, como de tierras de usufructo común de secano y pastoreo. Las extensiones de tierra individuales son denominadas 7 William L. Alexander, Resilience in Hostile Environments. A Comunidad Agrícola In Chile’s Norte Chico, Introducción y capítulos I y II, Estados Unidos, Lehigh University press, 2008. 8 Roxana Caballero, “Factores que influyen en la participación de los trabajadores en organizaciones existentes en las comunas de Samo Alto, Monte Patria y Punitaqui, del Departamento de Ovalle, Provincia de Coquimbo”, Santiago de Chile, Universidad de Chile, Tesis para optar al título profesional de Asistente Social, 1969, 22. 9 Carlos Sottorff Neculhueque, “Origen, desarrollo y consolidación de un mineral de hierro en el Departamento de La Serena. El Tofo 1910-1940”, Santiago de Chile, Universidad de Santiago de Chile, Departamento de Historia, Tesis inédita de Magíster, 2010. 10 Juan Solís de Ovando (comp.), Comunidad Agrícola Jiménez y Tapia, Santiago de Chile, PROCODES Ltda., 1993, 39 y 40. 11 El Eco de Combarbalá, en Ibid., 31. 12 Ibid., 32. ~ 96 ~ Trayectoria agrícola de la provincia de Coquimbo Espacio Regional “hijuelas”, “lluvias” y “posesión”, en las que se cultivan de preferencia, hortalizas, chacras, cereales y frutales. El campo común es una extensa superficie de secano utilizado por todos los comuneros, generalmente para pastoreo y recolección de leña. 13 Según los campesinos “los predios se llaman lluvias y es por la pura causa de que se riegan con la pura agua que viene del cielo”. Agregan que para el cultivo hay que tener paciencia “-Cuando llueve… para sembrar las lluvias es esperar la humedad de las lluvias nomás. A la de Dios que es grande, esperar la cosecha”. A veces, las tierras más privilegiadas se turnan año a año entre cada familia. 14 En este sentido, las comunidades agrícolas y sus habitantes mineros/campesinos o campesinos/mineros que como dice Chouteau “tan luego truecan la barreta por el arado como el arado por la barreta” y las otras combinaciones posibles, 15 nos plantea un problema teórico importante. La abundante bibliografía sobre el campesinado no ha visto un problema complejo como este en el cual el individuo haya tenido ciertos roces con los procesos de proletarización; cuando lo necesita no tiene problema de ser un jornalero común y corriente, sueña con hacerse rico encontrando una veta de mineral o espera que suba el precio de este para ir en su búsqueda, cultiva y cría su propio ganado y para alimentarlo no tiene problemas para atravesar la cordillera y procurarle pastos tiernos en la Argentina. Según Jacques Chonchol se entiende a los campesinos como un grupo social definido por las siguientes características: 1) que la explotación agrícola es la unidad esencial y multifuncional de organización social en donde se establecen; 2) que tienen también el cultivo de la tierra y la crianza de animales como principal medio de vida; 3) que poseen una cultura tradicional específica, íntimamente ligada a las formas de vida de las pequeñas comunidades rurales; y, 4) 16 la subordinación al poder de entidades sociales exteriores a la comunidad campesina. Estas características excluyen a los comuneros de la cuarta región, ya que más bien tienen una relación íntima con la minería, verdadera “cuna” de la proletarización nacional. 17 En este sentido, podemos entender a este campesinado en los términos que planteó Chayanov, para quien las unidades de explotación campesina no son homogéneas, pues junto con incluir unidades de explotación campesina, incluyen unidades de explotación semi-proletarizadas y semi-capitalistas. 18 Por su parte, Wolf afirma que los campesinos no pueden operar como unidades de explotación semi-capitalistas, pues “el campesino no opera como una empresa en el sentido económico, sino que imprime desarrollo a un hogar y no a un negocio”, siendo la característica central de los campesinos que no cultivan ni administran granjas como un negocio y en muchos casos cuando comercializa parte de su producción se debe a que es el 19 excedente. Dentro de todas estas definiciones, aún no se puede considerar a nuestro comunero como un campesino puro. Ha habido intentos por situarlo desde una óptica similar, que no le atribuye la importancia que se merece a la minería como un elemento fundamental en la actividad y como un origen de las comunidades agrícolas. Este es el caso de Gastón Castillo, que no trata de 13 Caballero, op. cit., 25. Solís de Ovando, op. cit., 41. 15 Ver p. 82. 16 Jacques Chonchol, Sistemas Agrarios en América Latina: de la etapa prehispánica a la modernización conservadora, Santiago de Chile, Fondo de Cultura Económica, 1994, 386-419. 17 Julio Pinto y Luis Ortega, Expansión Minera y Desarrollo Industrial: Un caso de crecimiento asociado (Chile 1850-1914), Santiago de Chile, USACH, 1990, 49. 18 Alexander Chayanov, La organización de la unidad económica campesina, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1985. 19 Eric Wolf, Campesinos, Barcelona, Editorial Labor S.A., 10. 14 ~ 97 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Enzo Videla Bravo dilucidar el origen, más bien da cuenta de su historia y le otorga importancia a la agricultura, la 20 crianza de cabras y a la trashumancia como elementos que definen su identidad. Lo anterior muestra que al iniciarse el proceso de desarrollo capitalista en el país, este sujeto no tenía problemas para adaptarse a las incipientes actividades económicas proletarizantes que buscaban una fuerza de trabajo libre y cautiva. Libre, en el sentido de que podía desplazarse sin trabas desde y hacia distintas actividades en función de los requerimientos del mercado. Cautiva, sin embargo, en cuanto a no poder sustraerse completamente del sistema comunal o acceder a opciones alternativas de supervivencia. 21 Entre 1870-1930 nuestro sujeto siempre fue libre para ir donde lo llamara la fortuna, mas nunca cautivo, como para sustraerse de lo que tenía. Esto marca una diferencia con experiencias similares como la de las comunidades indígenas bolivianas, las que en los mismos años nunca se vieron estimuladas ni constreñidas por las actividades argentíferas, desde que iniciaron la introducción del capitalismo y los 22 procesos de proletarización. Con esto no se pretende cerrar el debate. No se debe pensar que estos pequeños agricultores/mineros vivieron en condiciones gratas, muy por el contrario. En la última etapa del siglo XIX, estos agricultores/mineros tuvieron que soportar el colapso total de la economía del cobre, que tenía como emporio a su localidad inmediata y que en la era del salitre eran continuamente golpeados por las bajas y subidas de la producción salitrera, sobre todo desde las combinaciones de productores que se verificaron en cinco oportunidades entre 1884 y 23 1906. En un momento, los agricultores/mineros fueron quedando sin ninguna actividad mineral importante donde desenvolverse, para finalizar con la crisis de 1929 en donde el modelo de crecimiento económico se agotó, lo que también afectó a este sujeto que vio cada vez más pauperizada su situación. Esto hizo volver a quienes habían emigrado y aferrarse más a la tierra a los que se quedaron. La relación de estos sujetos con los otros grupos sociales no estaba ausente de conflicto. Además, y de manera creciente, sus modos de vida se veían alterados por la modernidad. En muchos casos los nuevos hacendados amedrentaban, expoliaban y corrían los cercos de sus propiedades a expensas de las comunidades. Por ejemplo, cuando las haciendas necesitaban aumentar su producción para satisfacer las demandas de las faenas mineras a mediados del siglo XIX, el único camino que tenían era la expansión territorial de su predio a expensas de los de las comunidades y de los campesinos. Es así como en los años de 1860 la comunidad sucesorial de la zona de Hurtado -herederos de las tierras de Josefa Miranda- que poseía una extensión de 30.224,9 entraron en conflicto con la hacienda de la familia Herrera. El jefe de los habitantes de la comunidad, Francisco Javier Millas, nieto de Josefina Herrera, entabló un juicio cuyo fallo le favoreció en 1861. Posteriormente, entre los caminos que llevaban de Ovalle a su propiedad fue asesinado, según la tradición del lugar. En la misma localidad, pero ya en el siglo XX no dejaban de sucederse los conflictos con la hacienda, los empleados de esta última hacían habituales incursiones a las zonas productivas de la comunidad para llevarse la producción. Todo esto terminó detonando un clima de violencia y enfrentamientos constantes 20 Gastón Castillo, “La Vuelta de los años. Reseña y perspectiva de las sobre las comunidades, el pastoreo y la trashumancia en la región semiárida de Chile”, en Patrick Levinais y Ximena Aranda, Dinámicas de los sistemas agrarios en Chile árido: Región de Coquimbo, Santiago de Chile, LOM Ediciones, 2003, 63-121. 21 Pinto y Ortega, op. cit., 50. 22 Gustavo Rodríguez Ostria, El Socavón y El Sindicato. Siglo XIX-XX, La Paz, ILDIS, s/f, 45 y 46. 23 Alejandro Soto, Influencia Británica en el Salitre. Origen, naturaleza y decadencias, Santiago de Chile, USACH, 1998, 171. Según este autor a partir de 1919 se empezó a vivir la crisis definitiva de salitre. Esto tiene correlación con el aumento de la población en el departamento de Ovalle evidenciada en el censo de 1930. ~ 98 ~ Trayectoria agrícola de la provincia de Coquimbo Espacio Regional que terminó en 1905 con la muerte del hijo de Francisco Javier Millas en un asalto en los caminos de la localidad. 24 En la población rural de la provincia de Coquimbo la presencia del inquilino es evidente, pero no tiene un peso relativo equivalente al de otras zonas del país, como la central, tampoco jugó el rol de ser el émbolo de la economía agraria local. Hay diversos matices entre los diversos valles de los ríos Huasco, Limarí y Choapa en cuanto a la importancia de este tipo de mano de obra. Gráfico n.º 2 Fuente: elaboración propia a partir del censo de población de 1920 y los censos de agricultura de los años respectivos. En 1908 un suplemento del Ministerio de Industrias y Obras Públicas mostraba su preocupación debido a que eran poquísimos los fundos que poseían inquilinos. Es más, afirmaba que está institución era casi desconocida en la zona: “el trabajador de la zona anda de 25 fundo en fundo y en ninguno se arraiga”. La publicación instaba a los dueños de fundos de la zona a que, aprovechando las condiciones de estreches del valle, hicieran un registro de todos los trabajadores a través de una libreta donde se estipulara el comportamiento, los meritos y causas del abandono de las labores. De esta manera se evitaría en parte la movilidad del obrero agrícola de la zona. Lo que sucedía en la zona era que los trabajadores tenían fuentes de ingresos mucho más rentables que un salario. Con anterioridad a la crisis de 1929 entre esas fuentes se destacaban los cueros de Chinchilla, de cabra y productos de origen vegetal como la algarrobilla. Esta última es un arbusto de gran valor industrial, debido a que su fruto, por la alta cantidad de taninos, era muy apetecido como ingrediente para la elaboración de tintes para la industrial textil y como insumo para la industria de pieles, ya que acelera el proceso de los curtidos, convirtiéndose en una fuente permanente de ingreso para los trabajadores rurales. Llegada la época de recolección, gran parte de la población obrera iba hacia el interior de la zona de Vallenar. El obrero tenía todas las facilidades para ir a recolectar. El agrónomo de la zona, 24 Andrés Pascal, Relaciones de Poder en un Localidad Rural (Estudio de Caso en el Valle Hurtado, Coquimbo), Santiago de Chile, Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria (ICIRA), 1971, 69 y 70. 25 Anales Agronómicos, año III, n.º 1, 1º trimestre, 1908, 20. ~ 99 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Enzo Videla Bravo Augusto Opazo, se sorprendía de esta situación atípica de la región, en contraste del panorama agrícola de la zona central, en donde la institución del inquilinaje presentaba mayor cohesión y subordinación con respecto al patrón y la hacienda. Opazo relataba que en muchas ocasiones, cuando los trabajadores locales emprendían el viaje en la época de cosecha de la algarrobilla, los encargados de las faenes productivas trataban de asegurar, por diversos medios, el concurso de la mano de obra a la vuelta de los viajes. La siguiente cita nos ilustra aquella situación: “[el trabajador agrícola] al patrón que le sirve le anuncia el viaje i lo que más pide es de cincuenta a cien pesos para provisiones de alimentos que el patrón no trepida en dárselos, pues sabe que así al regreso tendrá al trabajador, mientras si niega el préstamo, el vecino se lo facilitará i se quedará con el operario”. 26 La aparición del Estado y los conflictos rurales en la provincia de Coquimbo Según Cristóbal Kay, unos de los factores responsables de la baja tasa de crecimiento de la agricultura chilena, antes de la década de 1930 fue la estructura de tenencia de la tierra, particularmente el predominio del sistema de hacienda. Sostiene que es innegable que la distribución de la tierra sea sumamente desigual. Una de las consecuencias fue la falta de competencia en los mercados de la tierra y de capital, cuyo resultado era una distribución ineficiente de los recursos. El minifundio tenía demasiada mano de obra, un restringido acceso a la tierra y una casi nula capacidad de acudir al crédito. 27 Lo anterior se debía en parte, a la configuración del Estado liberal que provenía del siglo XIX, que mediante su accionar ignoraba las demandas y problemas de los distintos ámbitos sociales, porque su esencia se definía, en palabras de Ramón Barros Luco, de la siguiente manera: “En 28 Chile hay dos tipos de problemas; los que se solucionan solos y los que no tienen solución”. Esta forma de Estado, al avanzar los primeros años del siglo XX, comenzó a ser criticado desde su interior, críticas motivadas por el abandono en que se mantenía a diversos lugares del país, como el caso de la provincia de Coquimbo. El diputado conservador Tomás Menchaca sostenía: “Hay que dejar a un lado la antigua teoría del Estado-guardián, que sólo se limitaba y preocupaba de cuidar de la vida de los habitantes y uno que otro derecho esencial. Es necesario que nosotros tengamos en cuenta una concepción más moderna de las funciones del Estado”. “En nuestro país el individualismo ha tenido un gran auge y una parte considerable de nuestros hombres de gobierno han estado empapados de esta doctrina…, pero afortunadamente, en los últimos tiempos se nota una reacción considerable, y se ve que el Estado interviene en forma efectiva en 29 los casos en que la industria privada ha reclamado su ayuda”. Pero en las primeras décadas del siglo XX, se comienza a producir un cambio, como lo afirma Carmagnani. Las capas medias tuvieron una gran expansión cuantitativa con un alto grado de una conciencia nacionalista, que comienza a corroer lentamente las bases del estado liberal oligárquico. Desde las capas media surgieron intelectuales que comienzan a criticar la forma como se han llevado las cosas, empezando a impregnar al aparato estatal del nacionalismo 26 Ibid., 25. Cristóbal Kay, “El desarrollo del capitalismo agrario y la formación de una burguesía agraria en Bolivia, Perú y Chile”, en Revista Mexicana de Sociología, vol. 44, n.º 4, octubre-diciembre 1982, 1281-1322. 28 Citado en Brian Loveman, Chile, The Legacy of Hispanic Capitalism, New York, 2001, 163. 29 Cámara de Diputados, Sesión Ordinaria, n.º 29, 8 de agosto de 1918. 27 ~ 100 ~ Trayectoria agrícola de la provincia de Coquimbo Espacio Regional como ideología. Pronto se plasmó, imbuido de la fuerza de dos ideas claves, el desarrollo industrial y la intervención estatal en el campo económico y social. 30 En el caso de Chile, estas demandas fueron propias de los sectores medios y se transformaron en programa de gobierno con Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931), cuyo Ministro de Hacienda, Pablo Ramírez, manifestó: “El Ministerio tiene el lema de su jefe: Afrontar los 31 problemas, no orillarlos; proceder con Justicia y sin contemplaciones”. Es así como en esos años se comenzó la construcción de lo que fue denominado: “Chile Nuevo” que daría al país una nueva organización social y dirección espiritual. En materia de intervención del Estado, en la economía, según Bernedo, no existía un plan de desarrollo económico nacional, pero sí había ciertos elementos. En este plano, el gobierno de Ibáñez creó diversos aparatos del Estado que iban en solución de distintas problemáticas, en el ámbito agrario, se crearon dos instituciones, la Caja de Crédito Agrario de 1926 y la Caja de Colonización Agrícola en 1928. La primera debía su creación a que al interior del gobierno se aseveraba que en el siglo XIX los agricultores habían trabajado sin medios económicos, tecnológicos y con insumos vegetales o animales de mala calidad. Se pensaba que para 1926, la agricultura requería de sumas importante de dinero para modernizar sus operaciones. La antigua Caja de Crédito Hipotecario estaba obsoleta, pues solamente daba préstamos por el valor del 40% de las propiedades puesta en garantía; además, beneficiaba exclusivamente a los agricultores con títulos de propiedad, dejando de lado a los arrendatarios y otro tipo de agricultores. Lo que se buscaba era que el crédito se asignara a las personas, no a la propiedad, por lo que pensaban que la economía agraria tomaría más dinamismo. Preferentemente, los préstamos serían en dinero en efectivo para dar mayor beneficio a las personas que accedían a él. Al pasar los años, el Estado comenzó a tomar más injerencia del control de la Caja de Crédito Agrario y a dirigir su acción a los pequeños y medianos agricultores. Esto se vio motivado por un estudio de la Sociedad Nacional de Agricultura de esos años que concluía que el territorio agrícola del país estaba dividido en 94.690 propiedades, de las cuales 38.177 eran menores a cinco hectáreas, que representaba el 40,32% del total de las propiedades. En cambio, los grandes predios que se extendían de las 200 a 5000 hectáreas, representaban sólo el 9.6% del 32 total. Respecto a esta situación, la Comisión de Hacienda del Senado sostuvo: “Los datos anteriores acusan la existencia de una población extraordinaria de pequeños propietarios que representa un facto de indiscutible importancia en el orden social y que es preciso atender en sus necesidades, las que sólo pueden conseguirse poniendo a su alcance un crédito fácil y 33 barato”. La labor de la Caja de Crédito Agrario no estuvo exenta de dificultades, pues a poco andar no pudo dar cuenta del espíritu que se le quería imprimir de ayudar a los pequeños propietarios y medianos, pues los problemas de liquidez y de garantía para la emisión de préstamos se fueron agudizando por numerosas coyunturas críticas. 34 30 Marcello Carmagnani, Estado y Sociedad en América Latina, 1850-1930, Barcelona, Editorial Crítica, 1984, 215-216. 31 Patricio Bernedo, “Prosperidad económica Bajo Carlos Ibáñez del Campo”, en Historia, n.º 24, 1989, 5105, 15. 32 La SNA por esos años se encontraba muy preocupada por la mejora de la productividad de la agricultura nacional en por esto que exigía dos medidas aumento de los crédito y que el rol del Estado fuera más presente. Véase Cristian Medina y Cristina Garay, La Política de la Tierra. Jaime Larraín García Moreno. 1896-1975, Santiago de Chile, Ediciones Centro de Estudios Bicentenario, 2008, 125. 33 Cámara de Senadores, 28 Sesión Ordinaria, 25 de julio de 1927, 743, en Patricio Bernedo, Ibid., 65. 34 Ernest Feder y Oscar Uribe Villegas. "Feudalismo y Desarrollo Agrícola: El Papel del Crédito Controlado en la Agricultura Chilena", en Revista Mexicana de Sociología, vol. 22, n.º 1 (Jan. - Apr., 1960), 39-65. ~ 101 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Enzo Videla Bravo Debido a las recurrentes sequías y problemas agrícolas, los agricultores de la provincia de Coquimbo solicitaban recurrentemente prorrogas y congelamiento de los cobros de los préstamos y debes. También se registran algunas solicitudes para ayudar a los dueños de ganados menores, como el ovejuno y en especial el caprino, que en periodos de sequía sufría mortandades bastante altas por la falta de talaje. Dos años después de la creación de la Caja de Crédito Agrario hizo su aparición la por medio de la Ley 4496 Caja de Colonización Agrícola. Esta nueva agencia estatal estuvo a cargo de organizar y dirigir colonias destinadas a intensificar la producción, propender a la subdivisión de 35 la propiedad agrícola y fomentar la colonización de campesinos nacionales y extranjeros. Esta institución era un anhelo de destacados intelectuales de la época, que veían en ella una suerte de implementación de una reforma agraria. 36 Este es el caso de Leoncio Chaparro, que sostenía que 599 propietarios de 12.943.733 hectáreas representaban el 55% de las tierras agrícolas en 1932. 37 Es preciso destacar que lo anterior se daba en un clima intelectual, en que se consideraba que la colonización agrícola era el elemento fundacional de una nueva forma de vida, la que se expresaría en una reforma agraria. Alejandro Escobar sostenía que era una vuelta del hombre a la tierra, en donde “el presidente revolucionario Ibáñez, estaba dando la bases la constitución de un socialismo o una comunismo rural”. Aquí se produciría una nueva forma de campesino, en donde los antiguos empleadores y obreros abandonarían la pluma y el martillo por la pala y el azadón. En donde se dignificaría el trabajo de estos hombres por el contacto con la tierra. 38 Parte de la dirigencia de la Sociedad Nacional de Agricultura, encarnada en la figura de Jaime Larraín García-Moreno, aprobaba esta tentativa de Reforma Agraria, ya que tenía “una clara finalidad social de consolidar una clase media campesina”. 39 Sin embargo, desde los sectores tradicionales del agro era mal visto este proceso, ya que atentaría contra el “orden social”. Francisco Encina, un claro representante de estos sectores, planteaba que “los factores de fracaso que lleva consigo la colonización son la falta de laboriosidad y previsión de nuestro 40 pueblo. La más elemental prudencia aconseja no desorganizar la estructura agraria actual”. Cuando inicia su incipiente labor la Caja de Colonización Agrícola, en la provincia de Coquimbo existían 11.573 propiedades agrícolas, de las cuales el 76% u 8.306 eran de pequeñas dimensiones y podían ser clasificadas como minifundio. El 4% de los propietarios de los terrenos agrícolas concentraba el 98% de las tierras agrícolas y 80% de los terrenos regados. El 96% de las propiedades tenían el acceso sólo al 2% de los terrenos agrícolas y al 10 de los terrenos regados. Sobre lo anterior, es complejo efectuar un balance con el objeto de constatar si realmente se cumplieron los objetivos. Sí es plausible afirmar que, a fines de la década de 1920 y sobre todo en el contexto de la crisis que se inició en 1929, el tema del acceso a la tierra adquirió mayor vigencia. El mismo Alejandro Escobar señaló tres formas en que se expresó: 1) Una desocupación obrera, la desorganización salitrera que dejó alrededor de 40.000 pampinos 35 Boletín del Departamento de Agricultura, año I, n.º 1, 2 y 3, ene-mar, 1929, 217. Thomas C. Wright, en su Landowners and Reform in Chile, the Sociedad Nacional de Agricultura, 19191940. University of Illinois Press, 1982, capítulo IV, sugiere que sus acciones fueron el primer intento de reforma agraria en el país. 37 Leoncio Chaparro, Colonización y Reforma Agraria, Santiago de Chile, Editorial Nacimiento, 1932, 10. 38 Alejandro Escobar, La cadena de oro de la esclavitud, Santiago de Chile, Imprenta República, 1932, 3. 39 Medina y Garay, op. cit., 89. 40 Elizabeth Reiman y Fernando Rivas, La Lucha por la Tierra, Nosotros los chilenos, Editorial Quimantú, 1972, 63. En sus treinta y cuatros años de funcionamiento la Caja creó 120 colonias compuesta por un total de 4.779 pequeños predios: apenas el 2,5 por ciento de los predios existentes en el país. 36 ~ 102 ~ Trayectoria agrícola de la provincia de Coquimbo Espacio Regional paralizados; 2) Escasez de circulante; y, 3) Las restricciones en el crédito, debido principalmente a la falta de dinero. 41 En razón de esto, la vuelta a la tierra sería una gran forma de paliar los efectos de la crisis. Es por eso que la Caja de Colonización Agrícola estaba llamada a realizar una misión importante. Esa agencia del Estado accedió de tres formas a los terrenos a colonizar: a) por propuesta de remate; b) por compra directa; o, c) por expropiación. Generalmente la Caja adquirió los predios colonizados. 42 Después de todo el proceso de compra de los terrenos, la Caja recibía las postulaciones de los interesados, pasando el filtro de selección se les comunicaba a los colonos elegidos las formas en las que iba a acceder a los predios y las formas de pago que debían tener para ello. Una de las zonas en que la acción de la Caja fue intensa es la del valle del Choapa. En una gira realizada en el año 1929, Juan Pablo Rojas, Director de Departamento de Agricultura, sostuvo: “llegué al valle de Choapa, que recorrí hasta el interior, hasta Salamanca. Aquí tanto la población como las autoridades, están empeñadas en realizar un proyecto de colonización agrícola. Este pueblo, como algunos de otros del país, está rodeado de fundos que no se subdividen y que como consecuencia del régimen extensivo en que se explota, no contribuye al abastecimiento de 43 la población.” Ya a la fecha se habían realizado los estudios en la zona para establecer colonias agrícolas en el Departamento de Illapel en algunos predios de la Junta de Beneficencia y en las tierras de la hacienda que lleva el mismo nombre del pueblo y departamento. En 1936 comenzaron los preparativos de implementación de la colonia en las tierras de la Hacienda Illapel. En el boletín del Ministerio Agrícola, fueron publicados estudios que entregan datos interesantes sobre el predio. La sección que se puso a la venta albergaba a un número alrededor de 75 familias de inquilinos que explotaban la propiedad y que estaban destinados a ser los beneficiarios de esta colonia. Además se pudo determinar que en la zona, durante por lo menos 10 a 15 años se presentaban ciclos de lluvias irregulares, por lo cual en las conclusiones se recomendó que las nueva posesión adoptara las formas de explotación y gestión de la propiedad de las comunidades agrícolas de las zonas aledañas, ya que les permitiría tener una propiedad individual legalizada. En segundo lugar, el régimen de explotación de las pequeñas tierras regadas y los extensos predios de secano servirían a los nuevos parceleros para tener una mejor explotación de los campos, acorde con las características de la zona. 44 Una estadística interna de la lluvia caída desde 1913 a 1934 arrojó un total de 18 años secos. Además, que tenían derechos de propiedad minera de los lavaderos de oro y yacimientos de otros minerales que hacían que la colonia tuviera otras entradas económicas. En el ámbito local y en especial en la zona de Illapel, hubo resistencia al proceso de colonización agrícola, en especial de parte de la Junta de Beneficencia y Asistencia Social, que no quería facilitar los terrenos, esgrimiendo como razón que, de producirse estos “atropellos”, numerosas personas comenzarían a retractarse de sus intenciones de donar sus herencias de 41 Ibid. Carlo Álvarez A., “El Problema Agrario en Chile”, en Revista Mexicana de Sociología, vol. 20, n.º 1 (Jan. Apr., 1958), 71-84. 43 Boletín del Departamento de Agricultura, año I, n.º 7, 8 y 9, 1929, 56-57. 44 Ibid., n.º 7, años V, enero a marzo, 1936, 105-109. Para ver más detalles de la tasación del predio ver el boletín n.º 8. 42 ~ 103 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Enzo Videla Bravo tierras agrícolas. 45 A la par, argumentaba que la zona de Choapa presentaba la particularidad que los fundos a expropiarse tenían una explotación ganadera en conjunto, es decir, eran los distintos pisos ecológicos de la trashumancia que se efectuaba a nivel local hasta la veranadas en Argentina. Este era el caso de los fundos Tambo y Tahuinco en la zona costera, que se combinaban con las posesiones cordilleranas de Tranquilla y Cuncumén. Las medidas que tomó la Junta de Beneficencia fue rentar estos predios a hacendados locales, lo que sumado a la competencia por los recursos que provocaban las sequías, fue derivando en continuos enfrentamiento entre los habitantes rurales de la zona. En la región de Coquimbo se establecieron alrededor de cinco colonias agrícolas: Siberia (1934), Talhuén (1936), Chuchiñí (1936) y Salamanca (1936). A las anteriores hay que sumarle la Colonia de Illapel. En el año 1950, en una evaluación de la explotación de las colonias, Juan Ochoa aseveró que ella era bastante rudimentaria debido, según éste, a que los colonos, por ser en su mayoría ex inquilinos o pequeños propietarios de la zona, habían seguido las mismas formas y rubros de explotación que mantenían en el fundo: cereales, chacarería y crianza de ganado, sin preocuparse de la calidad de las semillas, de fertilizantes y crianza de animales de mala calidad en los terrenos regados y de valor, que antes mantenían en los campos de secano. Además, en muchos casos adoptaban los mecanismos de sobrevivencia de la comunidades agrícolas aledañas, como lo era a los ojos de Ochoa, que los herederos en la sucesiones deseasen terrenos propios para cultivar. Esta subdivisión extensa provocó que las parcelas se volvieran minifundios improductivos. Por último, en la Colonia Salamanca, que se creó en el antiguo fundo Las Casas, con los habitantes de la zona, las uniones extramatrimoniales no se legalizaban contribuyendo a mantener a la provincia de Coquimbo 46 como unas de las regiones con mayor porcentaje de hijos ilegítimos de la época. En el año 1943 es una de la primeras oportunidades que detectamos una discusión pública acerca de la organización interna de las comunidades agrícolas, la que fue llevada adelante por el diputado comunista Justo Zamora Rivera, que permanentemente se preocupaba por el tema de los campesinos, sobre todo de los pequeños. Zamora en esos años recorrió la zona de Coquimbo en donde pudo observar el fuerte clima de incomodidad que se veían los pequeños campesinos debido a los numerosos problemas que vivían por los títulos de dominio que no se encontraban saneados. Debido a ello, los comuneros no podían acoger a las leyes que 47 fomentaban la creación de cooperativas de campesinos. Por ese entonces, la Comisión de Agricultura y Colonización de la Cámara de Diputados se presentó un proyecto de ley para la que los campesinos pudieran inscribir individualmente sus propiedades, para que así pudiesen optar a los beneficios que presentaban ciertas agencias del Estado a pequeños propietarios. 48 Esta problemática de los campesinos miembros de las comunidades agrícolas de la provincia de Coquimbo, era una entre varias, ya que estaba presente también el fuerte fenómeno de la sequía, que en esa década asoló a la región extendiéndose durante varios años. Otro de los problemas que surgieron debido a la tensión por los escasos recursos naturales y la endeble claridad jurídica de los títulos de dominios de las propiedades, fueron los hechos de violencia. Es así que en ese mismo año ocurrió un hecho de sangre que fue destacado tanto en el Congreso como en la prensa local. La comunidad de Chape y Chacay, que según los registros tenían antecedentes jurídicos de dos siglos desde su constitución. Debido a la escasa claridad 45 Servicios de Beneficencia y Asistencia Social, El Problema de destinar a colonización agrícola los fundos de la beneficencia. Puntos de vista sustentados sobre el particular por la junta central de beneficencia, Santiago de Chile, 1933. 46 Juan Ochoa Romaní, El Problema Agrario en la Provincia de Coquimbo, La Serena, Editorial Britania, 1950. 47 Este fue el caso de la ley 6.382 sobre la creación de cooperativas de pequeños agricultores de 1939. 48 Cámara de Diputados, 3ª Sesión Ordinaria, 2 de junio de 1943, 724-726. ~ 104 ~ Trayectoria agrícola de la provincia de Coquimbo Espacio Regional de ellos, muchos hacendados de la zona inscribían los territorios pertenecientes a los comuneros y al reclamar las tierras y eventualmente expulsar a los campesinos, lo hacían en forma violenta. En el caso mencionado, desde años se producía una disputa por los terrenos que pertenecían a la comunidad Chape, denominada Estancia El Sauce. Los luctuosos sucesos se originaron por una venta indebida del hacendado Rafael Valdivia que a su vez le vendió a Jorge Chadwick. Este comenzó un litigio judicial en el que el 13 de septiembre, los comuneros que pertenecían a la administración se presentaron a los tribunales. La ausencia de ellos de la Estancia fue la oportunidad elegida por el hacendado local para mandar una tropa de trabajadores comandada por Roberto Illanes, alias El Pepino, especialmente contratado para desalojar a mujeres y niños que se encontraban solos con dos representantes de la administración de la comunidad, Eugenio Yáñez y Francisco Valdivia. 49 Al presentar resistencia, la cuadrilla mandatada por Chadwick abrió fuego contra los representantes de los comuneros, dando muerte a Yáñez y Valdivia. Estos sólo pudieron repeler el ataque con piedras y palos. Las agresiones por parte del hacendado continuaron durante algunos meses, al parecer, ante la mirada indiferente de las autoridades de orden y seguridad. Incluso el 30 de noviembre de ese año Chadwick persistía en asediar a los comuneros de Chape y Chacay capturando sus ganados y exigiéndoles el abandono de las tierras y la firma de contratos como inquilinos de no 50 querer abandonar las posesiones. Cuatro años después de estos sucesos, en 1947, nuevamente se suscitó un enfrentamiento entre algunas comunidades y hacendados locales, como en el caso de las comunidades de San Julián y El Durazno, que estaban sufriendo la usurpación de sus tierras por el hacendado Roberto Martínez. Para evitar esto, los comuneros echaron mano a la ley de colonización, solicitando la expropiación de sus propios terrenos y a numerosas súplicas al Congreso Nacional para evitar esta situación. 51 El diputado comunista Humberto Abarca reaccionaba con estupor y reclamaba la pronta respuesta del ministro de Agricultura y Colonización. En el antiguo departamento de Illapel, también se producía este clima de tensión. Ya desde los tempranos años de la década de 1920 se registraban conflictos entre hacendados y campesinos. Como fue el incidente de la Tranquilla en donde el campesino Fidel Araya fue 52 asesinado de una forma violenta. Ramón Meneses, dirigente del sindicato único de trabajadores SUTE, en la década de 1970, relató que se inició en la vida laboral como profesor en la zona de los valles de Huasco, Elqui y Choapa. Allí se percató de la realidad de los campesinos desde fines de la década de 1940 y principios de los años cincuenta. Ellos poseían pequeños predios de 12, 6 ó 4 hectáreas, que, en numerosos casos, no les generaba producción e ingreso suficiente, por lo que debían trabajar en los predios de los grandes propietarios de la zona en las labores de la limpieza de tomates, cosecha de ají o aseo de los canales. Por esas tareas se les pagaba alrededor de 8 pesos diarios. Muchas veces se habían de acompañar de sus hijos para que los ayudaran a realizar las mismas tareas, por esta labor los niños recibían alrededor de 4 pesos. La jornada duraba de sol a sombra, en donde la gente estaba expuesta a calores intensos. En los meses de junio y julio, cuando se podían dedicar a las labores de sus predios aparecían los agentes de las casas comerciales para adquirirles las cosechas en verde a precios muy por debajo de los 49 Cámara de Diputados, 33 sesión ordinaria, 14 de julio de 1943, 1237-1238. Aurora Campesina (Ovalle), 12 de diciembre de 1943. Cámara de Diputados, Sesión 20ª Ordinaria, 22 de Julio de 1947. 52 Igor Goicovic, “Surco de sangre, semilla de redención. La revuelta campesina de La Tranquilla (1923)”, en Valles. Revista de Estudios Regionales, n.º 3, Museo de La Ligua, La Ligua, 1997. 50 51 ~ 105 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Enzo Videla Bravo de las plazas urbanas. Pero en el afán de asegurar esa entrada los campesinos de estas zonas, 53 aceptaban eso montos. El panorama de represión y de condiciones complejas de vida de los campesinos más pobres continuó. Por ejemplo, en el año 1953 fueron expulsados de la hacienda Peralillo del área de Choapa una cantidad no determinada de inquilinos que habían vivido allí entre 30 y 40 años por la compañía “Cardones Hermanos” que era un nuevo arrendatario del predio. Esta situación captó el interés de los parlamentarios de la zona. 54 Figura n.º 1. Concentración geográfica de las Comunidades agrícolas Fuente: William W. Winnie, “Communal Land Tenure in Chile”, en Annals of the Association of American Geographers, vol. 55, n.º 1, marzo 1965, 67 -86. Lo que se estaba produciendo en esos valles, era el fenómeno, que descartó Kay para la zona central del país, que es ciclo “represivo contra la fuerza de trabajo” que veía acentuado por los problemas de la crisis de antiguo régimen, originada en las condiciones medioambientales adversas de la provincia de Coquimbo, como era el caso de las recurrentes sequías. Lo anterior, se imbricaba con el proceso, como lo sostiene el mismo autor, de tecnificación de algunas tareas productivas que se registró entre 1930-1960 en que las haciendas, gracias a esto, estaban transitando hacia la conversión en empresas capitalistas, donde los dueños de las grandes propiedades se habían transformados en innovadores, debido a que en un breve lapso de tiempo cambiaron las relaciones sociales de sus predios, por lo que la antigua mano de obra 53 54 Cecilia Urrutia, Niños de Chile, Santiago de Chile, Editorial Quimantú, 1972, 42. Cámara de Diputados, 36ª Sesión Ordinaria, 5 de agosto de 1953, 1656. ~ 106 ~ Trayectoria agrícola de la provincia de Coquimbo Espacio Regional ya no era necesario y en algunos casos fueron expulsados de los predios agrícolas que habitaban. 55 Enfrentado las Sequías. La política de construcción de embalses y sus resultados La configuración de la fisonomía del medioambiente y de la expresión más inmediata, a los ojos de las ciencias sociales, es el paisaje. Esto, debido a que acá se plasman las interacciones entre el hombre, las prácticas de los proyectos políticas y culturales que se ven dinamizadas por 56 los requerimiento del sistema económico capitalistas. En la provincia de Coquimbo, desde la década de 1920, el Estado desarrolló una política de construcción de embalses y tranques creando una nueva imagen del entorno de la región. Las tierras productivas del valle de Limarí correspondían al tipo de explotación extensiva y a la agricultura de secano que predominaba en la zona. Sin embargo, a partir de 1927, el Estado se hizo eco de las peticiones de auxilio a la zona y emprendió los estudios para la construcción de un embalse en el sector del pueblo de Recoleta -en la quebrada de Higuerillas- donde la cuenca del río Hurtado, que es afluente del Limarí, se estrecha, facilitando la construcción de la obra. La construcción comenzó en 1929, y finalizó en 1934 con una capacidad de 100.000.000 de metros cúbicos y beneficiando a unas 57 17.000 hectáreas situadas al Norte del río Limarí. Este es uno de los embalses que en el transcurso de la primera mitad del siglo XX se instalaron en la zona, pero -como lo demuestra una intervención del diputado comunista Cipriano Pontigo en 1947- el carácter cíclico de las sequías recurrentes que afectaban a la zona no se veían soslayadas por la construcción de los embalses que existían hasta esa fecha debido a la magnitud de los problemas que las sequías dejaban tras su paso. Sin embargo, a los pocos años ya existían problemas. Ya en 1936 en la misma Cámara de Diputados los representantes de la provincia promovieron una moción que deja en evidencia las problemáticas de estás grandes obras: “El tranque está terminado desde casi dos años no pudiéndose aprovechar integralmente de sus beneficios, debido a que la red de canales de distribución de las aguas, se encuentra inconclusa”. 58 El diputado radical Gabriel González Videla, hacía hincapié en que el Estado debía hacerse cargo de la construcción de los canales de distribución. Un año más tarde las sequías en la zona de Coquimbo nuevamente hacían estragos, lo que provocaba que se efectuaran peticiones por parte de los diputados de la provincia al gobierno y sus agencias para recurrir a medidas paliativas: “el gobierno podría prestar ayuda a los transporte de animales facilitando, algunas operaciones en forma adecuada que podría hacer la Caja de Crédito Agrario, esta institución según lo informado en la prensa, así lo ha dicho el gerente muy bien inspirada a la solución de este problema, y así se sabe que se ha facilitado o se piensa facilitar a los agricultores de la zona central y sur, los medios necesarios para que compren en la zona norte el ganado necesario y traerlo en estas regiones. Pero a este respecto yo creo conveniente observar que sería mucho mejor que fuera la propia caja agraria 55 Kay, op cit., 1302. Jens Anderman, “Paisaje: Imagen, Entorno y Ensamble”, en revista Orbis Tertius, año XIII, n.º 14. Ministerio de Fomento, El Embalse de Recoleta Departamento de Ovalle de la Provincia de Coquimbo, 1929-1934, Santiago de Chile, Dirección General de Obras Públicas, Departamento de Riego, 1934. 58 Cámara de Diputados, 19ª Sesión Ordinaria, 30 de junio de 1936, 1209. 56 57 ~ 107 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Enzo Videla Bravo la que adquiera directamente de los agricultores de la zona norte los animales 59 que ella los colocaras entres sus clientes de la zona central”. Según González Videla, “desde hace mucho tiempo, esta provincia se viene viendo amenazada periódicamente por estas sequías, que son verdaderamente catastróficas, en lo que se refiere en la economía [regional]” “La Sequía afecta principalmente a la gente pobre, que vive alejada de las ciudades y las que viven en las quebradas, a las cuales pueden llevar a la miseria más absoluta”. 60 Dada la magnitud de los problemas de la agricultura de la provincia de Coquimbo, en la década de 1930, las nuevas instituciones del Estado fueron objeto de numerosos cuestionamientos. De tal manera, la Caja de Crédito Agrario, fue acusada de no dar facilidades para ir en ayuda de los verdaderos afectados, como eran los pequeños campesinos. Por esta razón, se presentaron numerosos proyectos de modificación de tanto de su estructura como de su misión. 61 Concluido el embalse Recoleta, se emprendió la realización de una segunda obra de similares características en la zona de Cogotí. En el año 1938 se presentó al Congreso el proyecto de ley para la construcción del embalse, que tendría una capacidad de 500 millones de metros cúbicos, lo que daría una reserva de agua que podría hacer frente a las demandas regionales. 62 Para poder acceder a los beneficios, los propietarios de los predios debían adquirir para ellos derechos de aguas. Para esto, debían ceder al fisco una superficie equivalente a la que deseaban regar. Por ello, los antiguos dueños recibieron una indemnización no superior a los 100 pesos por hectárea. La idea era que el fisco entrara así en posesión de 20.000 ha de suelo escogido, cuyo mayor valor, una vez regado, garantizaría recuperación la inversión que significó 63 el empréstito de 150.000.000 millones de pesos que contrató el fisco. Sin embargo, luego de finalizada la construcción de los embalses, su puesta en uso presentaba problemas que hacían que funcionaran a un tercio de su capacidad. Fue el caso denunciado en 1944 con relación al embalse de Culimo, en el departamento de Illapel, en donde solamente se irrigaban 500 hectáreas en vez de las 1500 que estaban proyectadas originalmente, y una situación similar se 64 aplicaba a los embalses de Cogotí y Recoleta. A pesar de la construcción de los tranques, los azotes de la sequías recurrentes no fueron paliados por las obras de irrigación. En 1945 los embalses de la zona tenían un 10% de su capacidad en vigencia y, además, a un persistían los problemas por la falta de canales de distribución como acontecía con el de Recoleta 65 . Dicha sequía continuaba en el año 1947 e incluso se profundizó, lo que concitaba aún más la atención de los diputados. El representante regional Cipriano Pontigo, expuso en cifras los efectos: “Tengo aquí una estadísticas de la Dirección General de Agricultura, en la que se establece la magnitud de los efectos de la sequía. 4056 agricultores, que con sus familias hacen 24578 personas han quedado damnificadas en la provincia de Coquimbo. 59 Cámara de Diputados, 10ª Sesión Ordinaria, 14 de junio de 1937, 501. Cámara de Diputados, 12ª Sesión Ordinaria, 16 de junio de 1937, 587. Cámara de Diputados, 44ª Sesión Ordinaria, 18 de agosto de 1937, 2235. 62 Cámara de Diputados, 32ª Sesión Ordinaria, 18 de enero de 1938, 2235. 63 Idem 64 Cámara de Diputados, 20ª Sesión Ordinaria, 04 de julio de 1944, 794. 65 Cámara de Diputados, 67ª Sesión Ordinaria, 11 de septiembre de 1945, 2630-2631. 60 61 ~ 108 ~ Trayectoria agrícola de la provincia de Coquimbo Espacio Regional Las pérdidas de animales en la provincia de Coquimbo son las siguientes: hasta el 28 de mayo de 1946 habían muerto 8275 vacunos; 4444 caballares; 6623 porcinos; 35525 ovejunos; 188.349 cabríos”. 66 También la naturaleza, en la forma de la sequía, afectaba principalmente a los pequeños agricultores y comuneros, pues los hacendados usaban tierras que ocupaban para otras cosechas, como la cebada, maíz o trigo para la producción de pasto y salvaguardar la existencia de alimento para sus ganados o por otro lado, presionaban por otros territorios para su beneficio. Esto demuestra que no hubo una política, por lo menos hasta la segunda mitad de la década de 1960, que incentivara un mejor uso del suelo. La concentración del agua entre los regantes indica un grado de concentración mayor aún que el reparto de la tierra, hay un desperdicio del recurso, y no existe relación entre el uso del agua y la producción de alimentos deficitarios dentro de planes de fomento. Al llegar a la década de 1960 aún no se construían los canales de distribución que las obras de riego demandaban para beneficiar a una población mayor. Sin embargo, tal vez no era tan necesaria, ya que el 3% de los regantes del embalse Recoleta poseían para el año 1967 el 50,6% de las acciones, (los usuarios del servicio de riego son los accionistas de las respectivas asociaciones canalistas y comunidades regentes), y el 2,5% de los regantes del embalse Cogotí, poseía el 41% de la misma. Los sistemas de canales y el mal uso de agua arrojaban entonces pérdidas que se estiman en un 50% del agua en el primer caso, y del 30 al 50% en el segundo. 67 A modo de conclusión El breve y simplificado panorama de algunas de las cuestiones más relevantes de las características de la zona agrícola de Coquimbo revela que se trató de un sector en donde se verificaron problemas y tensiones de todo tipo que la autoridad trató de resolver con soluciones que pueden ser consideradas como paliativos, tal cual lo señaló en 1969 la recientemente creada Oficina nacional de Planificación (ODEPLAN). 68 Dichos problemas tuvieron una fuerte repercusión sobre el nivel y los desplazamientos de la población de la provincia y motivaron una creciente intervención del Estado la que, dadas sus características, no tuvo los resultados esperados. Finalmente, el análisis de los problemas generados por el régimen de lluvias de la zona demuestra, por una parte, la amplitud de las demandas que la decadencia de la provincia generó y cómo ellas fueron trasladadas al Estado. Pero, tal vez más importante, sobre todo desde un punto de vista teórico, demuestra uno de los rasgos que explican de mejor manera el origen y características de los problemas de la antigua provincia de Coquimbo. En efecto, como a toda sociedad tradicional, la naturaleza puede aún ponerla en jaque, en este caso, a través de las recurrentes sequías. 66 Cámara de Diputados, 4ª Sesión Ordinaria, 10 de junio de 1947, 193. Departamento de Acción Social de la Universidad de Chile, Estudio descriptivo de quince comunidades del Estero Punitaqui, Santiago de Chile, Universidad de Chile, 1967, 2. 68 Presidencia de la República, Oficina de Planificación Nacional, Bases para el desarrollo de la Provincia de Coquimbo, Santiago, ODEPLAN, 1969, 2 y 5. 67 ~ 109 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Enzo Videla Bravo Bibliografía Alexander, William L. Resilience in Hostile Environments. A Comunidad Agrícola In Chile’s Norte Chico. Estados Unidos: Lehigh University press, 2008. Álvarez A., Carlo. “El Problema Agrario en Chile”. Revista Mexicana de Sociología 20/1 (Jan. - Apr., 1958): 71-84. Anales Agronómicos III/1, 1º trimestre (1908): 20 y 25. Anderman, Jens. “Paisaje: Imagen, Entorno y Ensamble”. Revista Orbis Tertius XIII/14. Aurora Campesina (Ovalle), 12 de diciembre de 1943. Bernedo, Patricio. “Prosperidad económica Bajo Carlos Ibáñez del Campo”. Historia 24 (1989): 5-105. 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Fue dentro de las políticas públicas de vivienda, propias de los años cuarenta e integradas a un proyecto-país más amplio, donde esta institución actuó en aras de otorgar una solución al latente conflicto de la habitación popular, en un intento por dar respuesta a las múltiples voces que alertaban de dicho problema. ¿Cómo se organizó, en consecuencia, la política social por parte del Estado? ¿Cómo se alineó con el discurso frente-populista del “pan, techo y abrigo”? ¿Cómo resolvió finalmente el Frente Popular, las necesidades de habitación de la zona? Palabras claves: vivienda, Frente Popular, políticas sociales ABSTRACT The goal of the present article is to explain the housing problem politics developed by the Popular Front (1937-1949), mainly in relation with the institution in charge of this problem, the Administration of Popular Housing, in what is traditionally known as Norte Chico (Small North), specifically in the urban zones of Coquimbo and La Serena. It was within the housing problem politics of the 40’s integrated in a wider country size project, that this institution worked in order to give a solution to the old housing problem. ¿How was organized, in consequences, the State social politics? How was it lined up to the Popular Front discourse speaking of “bread, roof and shelter”? ¿How did, finally, the Popular Front resolve the needs of the housing of this zone? Keywords: Housing, Popular Front, social politics Artículo recibido el 31 de marzo de 2011; aceptado el 2 de junio de 2011. Esta investigación preliminar se enmarca dentro del proyecto Fondecyt 1095107, “Contextos, actores y espacios para una redefinición del Norte Chico. 1929–1975. Una propuesta de análisis regional” a cargo del Profesor Luis Ortega Martínez. Agradezco las contribuciones del equipo investigador, especialmente a Enzo Videla y al profesor Igor Goicovic, por facilitarme material atingente al tema. 2 Estudiante del Magíster en Historia, Universidad de Santiago de Chile. 1 Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, María Belén Meza Báez Introducción Al estudiar el problema de la vivienda en perspectiva histórica, podemos visualizar tres grandes ejes desde donde ha sido abordada esta problemática. En primer lugar, ha sido estudiada desde una mirada que podríamos llamar como “tradicional”, en donde se enumeran concretamente las políticas públicas adoptadas por diferentes gobiernos para resolver el conflicto. En segundo lugar, la historia social la ha abordado desde la perspectiva de la movimientalidad que han desarrollado los sujetos carentes de ella, contraponiéndose a las acciones concretas que el Estado chileno, a través de sus políticas sociales, ha intentado subsanar. Y, en tercer lugar, y desde una perspectiva multidisciplinaria, desde lo que se conoce como los estudios urbanos (que arrancan desde lo histórico, pero también desde las ciencias sociales en general, tal como la geografía, antropología, sociología, la arquitectura, el urbanismo, etc.) en donde la dimensión físico-política y la permanente interacción y movimientos entre los sujetos que habitan la ciudad se constituye por extensión, como foco de estudio. Nuestra perspectiva, sin embargo, va ligada en poder dibujar una primera aproximación a lo que fueron los intentos de política habitacional en los asentamientos urbanos del Norte Chico, particularmente en Coquimbo y La Serena, y tratará, en primera instancia, poder integrar estos tres enfoques que, sin duda, nos permite visualizar un panorama más completo del tema. Para poder situar teóricamente este estudio preliminar, haremos referencia desde donde se sitúa la acción técnica y política del Estado propiamente tal, caracterizada en lo que se conoció como el “Estado de Bienestar”. Consideraciones respecto a las políticas sociales del Estado: El Estado de Bienestar. Perspectiva histórica La necesidad de dar a la población un desahogo en el plano social, estaba latente en el país de los años treinta. Las mutaciones que comienzan a sufrir las ciudades tras acoger a miles de inmigrantes conllevó la preocupación de las dirigencias políticas y sociales. Habiendo superado, en teoría, el tema de la denominada “cuestión social” en los albores del siglo XX, por lo menos discursivamente, uno de los mecanismos de resolución a los persistentes problemas que aquejaban a la población, que adoptó el Estado chileno con relación a las demandas de las masas durante los gobiernos radicales, fue la de la inclusión dentro del sistema político, absorbiendo con ello posibles desbordes sociales. Ya la preocupación no estaría imbuida por la caridad de las cúpulas gobernantes ni eclesiásticas, sino por otorgar a estas, las mínimas condiciones para su desenvolvimiento social. La categorización de “Estado de Bienestar” es asertiva en cuanto al periodo de este estudio, ya que se imbuye dentro de lo que fueron las políticas de índole social del Frente Popular. En ese sentido, se puede caracterizar como: “el desarrollo y sostenimiento de un sistema de régimen democrático, en el que se generan ámbitos de articulación de intereses diversos accesibles a una base social heterogénea y se organizan espacios de negociación y resolución de conflictos, permitiendo así el sostenimiento de la estabilidad política”. 3 Es de acuerdo a este dominio que se diseñan diligencias pertinentes a encontrar salidas que sean concordantes a las problemáticas que la sociedad en cuestión pueda padecer. La 3 Alfonso Raposo, Estado, ethos social y política de vivienda. Arquitectura Habitacional pública e ideología en el Chile republicano, Santiago de Chile, RIL Editores, 2008. ~ 114 ~ “Ni pan, ni techo, ni abrigo” Espacio Regional preocupación por lo social pasa a configurar la base de este sistema, lo conforma y lo determina, siempre y cuando pueda brindar coberturas sociales al ciudadano en la medida que este pase a formar parte de la institucionalidad. 4 El “Estado de Bienestar”, propio de los gobiernos populares, (y del Frente), a nuestro parecer tuvo que ver con que la propensión a satisfacer a las masas respondió estructuralmente a “lógicas de coyuntura” 5 que se aproximaban, en este caso, a lo político-discursivo. Vale decir, que las políticas públicas, en relación con las peticiones, no estuvieron asociadas a una planificación organizada referente a los temas en cuestión que fuera de larga data, sino que estos problemas han sido arrastrados y acumulados, y “deben orientarse principalmente a la contención de demandas mediante la mitigación de efectos”. 6 La “misión social del Estado” por consiguiente, tuvo que ver con el desarrollo económico expansivo que fomentó el país durante las primeras décadas del siglo XX y que estuvo determinado por las crisis de gobernabilidad que provienen de la confrontación de intereses entre las esferas de lo político y lo económico. 7 Víctor Pelli plantea que la idea de la consigna redistributiva orienta predominantemente las 8 acciones hacia los sectores con mayores carencias. Es decir, que los beneficios que la institucionalidad les puede brindar se hace en el margen de una “transferencia de bienes y servicios” 9 que los individuos por su condición de pobreza no pueden alcanzar. Plantea que estos últimos presentan dos tipologías de carencias: la “carencia del poder de gestión y negociación”, como también la “falta de inserción social satisfactoria y equitativa”. La primera tiene que ver con la “desvalorización de los individuos dentro del juego de transacciones de la sociedad formal, en donde el rol de poder de gestión de estos los limita en la toma de decisiones y los transforma en subordinados, receptores de beneficios con la forma de paquetes cerrados de bienes y servicios”. Desde esta visión, estaríamos hablando de un sujeto pasivo y negado en tanto organizador e interventor. En segundo lugar, la falta de inserción en el sistema es condicionada en cuanto al aspecto físico y territorial. A razón de este sujeto, sería marginal, excluido socialmente que carece de códigos de convivencia. Se asemeja consistentemente al planteamiento de Gabriel Salazar respecto al desarrollo histórico del sujeto popular, que dentro 10 de esa lógica, estaría permanentemente disociado del aparato y el accionar estatal. El Frente Popular, colmado de consignas relativas a atender necesidades de la población (“Gobernar es educar”, “Pan, techo y abrigo”) queda intrínsecamente asociado al ideal del Estado benefactor, ya que se configura discursivamente en torno a las carencias de sectores sociales necesitados, y se asienta concreta y definidamente sobre la base de emanar soluciones (político-sociales) que tengan relación con éstos. El radio que intentaron abarcar estos lineamientos siempre fueron amplios, vale decir, que quisieron incluir al grueso de la población, contendiendo y disintiendo en la práctica con el real “sentir social”. Entre los años treinta y cuarenta, el fortalecimiento del proceso de industrialización en el país, la creciente necesidad de importación de bienes alimentarios y los progresivos requerimientos del 4 Idem Idem 6 Idem 7 Para una mayor profundización respecto al periodo de estudio, ver: Frente Popular en Chile. Su configuración: 1935 – 1938, Santiago de Chile, LOM Ediciones, 2008. 8 Víctor Pelli, “La integración social como objetivo de las políticas habitacionales”, en Boletín del Instituto de la Vivienda, n.º 31, Santago de Chile, 1997, 58. 9 Idem 10 Ver Capítulo III: “El Sujeto Popular”, en Gabriel Salazar et. al., Historia contemporánea de Chile: Actores, Identidad y Movimiento, vol. 2, Santiago de Chile, LOM Ediciones, 1999. 5 ~ 115 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, María Belén Meza Báez sistema de previsión social, llevó a producir severos desequilibrios estructurales. Lo anterior, según Raposo: “desencadenó un fuerte proceso inflacionario y significativas mermas del salario real de los trabajadores (básicamente, a mediados de la década del cuarenta) lo que se tradujo en nuevas movilizaciones reivindicativas […] el sector agrario sufrió una serie de problemas que relacionan esta crisis con las migraciones que dinamizaron el aceleramiento de la urbanización, derivándose de ello la aparición de demandas sociales que presionan por sobre la capacidad económica del sistema urbano de satisfacerlas”. 11 En lo relativo al “asistencialismo” emanado del Estado, nos acercamos a la definición que hace Pelli, por confluir en ella la idea tanto de la “acción” (políticas públicas asociadas al bienestar) como también el rescate del “sujeto” (beneficiado, asistido, acogido). Adscribimos, por lo tanto, a: “que las políticas habitacionales con sus objetivos enfocados exclusivamente en la solución de carencias de bienes y servicios tienen su raíz en la decisión, por parte del sector que cuenta con acumulación y excedentes de recursos (a saber, el Estado), de ceder una parte de estos recursos con destino a la 12 satisfacción de estos objetivos”. En el Norte Chico, la particularidad del problema de la falta de habitación, estuvo caracterizado, principalmente, por el estancamiento y modesto desempeño económico que sufre la zona en las décadas del treinta y del cuarenta, que por extensión debilitó aún más la tentativa de solucionar en un corto plazo la carestía de habitaciones y que conllevó a hacer más profunda la provincialización y estancamiento de la región. Esto no es menor, si consideramos que el abandono que sufre este lugar por parte del Estado en esta época, hace que, precisamente la demanda por la vivienda no fuera cuantitativamente comparable con la realidad nacional (o con la capital, Santiago), y que por extensión, las soluciones fueran mucho más retardadas en tiempo y cobertura. Tuvo que ver, obviamente, con la densidad poblacional de la época y también con los movimientos migratorios que en el Norte Chico se desarrollaron. Esto propició una cierta autonomía en la labor constructiva de viviendas y, por ende, una búsqueda a la solución del problema. Podríamos decir, entonces, que la precarización de la habitación propició y forzó que los sujetos carentes de ella, buscaran por sus propios medios, una vía de escape independiente, desregulada y alterna. Como ejemplo de esto, tenemos a los conventillos, los ranchos, los arrendamientos a piso (como herencia del siglo XIX) y en menor medida, “las callampas” como fenómeno del siglo XX. Sin embargo, y a pesar de que el sector se constituyó como una zona de presión minoritaria, en tanto a la demanda de la “habitación barata”, de igual forma y de manera precaria, el Estado a través de la Caja de Habitación Popular, institución creada en 1936, intentó mitigar, tímidamente, la carestía habitacional. Lo anterior, nos da luces de la tipología de habitantes que se albergaron en las ciudades (Coquimbo y La Serena), que son foco de este estudio preliminar. Si bien es cierto que puede que este tipo de “habitar” sea característico a nivel macro o nacional, en estas localidades las dirigencias provinciales, comunales y los mismos pobladores se reconocieron como una provincia “que es desconocida y atrasada para el resto del país”, tal como relata una editorial del diario “El Obrero” de la ciudad de La Serena: “…en nuestra ciudad, un grupo de entusiastas obreros han venido trabajando por obtener que la Caja de Habitación Popular o el Seguro (obrero), inicien la edificación obrera. Pero todo esfuerzo ha sido inútil. Parece que en las 11 12 Raposo, op. cit., 35. Pelli, op. cit. ~ 116 ~ “Ni pan, ni techo, ni abrigo” Espacio Regional esferas gubernativas no conocen nuestra provincia o creen que no nos hace falta casas donde vivir, porque no se concibe de otra manera que, mientras en ciudades de mayor o menor número de habitantes se construyan habitaciones para los trabajadores, aquí, nos mantenemos peor que en la Colonia, habitando inmundos conventillos y cuartos que carecen en absoluto de higiene y hasta de relativa comodidad en la cual hacen su entrada triunfal los parásitos del tifus o la tuberculosis […] es importante que nuestros gobernantes se preocupen de preferencia de tan importante problema, ya que una vez solucionado, traerá como consecuencia, el levantamiento cultural de las clases trabajadoras”. 13 El problema de la vivienda en La Serena y Coquimbo La región de La Serena y Coquimbo, se fue transformando en las primeras décadas del siglo XX, en el albergue de los primeros procesos migratorios después del boom salitrero en el norte grande. Si bien es cierto que estos procesos no se dan directamente desde estos asentamientos hacia las urbes, si las localidades intermedias se configuran como el primer 14 escenario a donde desembocan. Tal como Conning lo manifiesta en su exhaustivo estudio respecto a la migración interna, se da un tipo de migración “escalonada”, intercalando los espacios que acogen a estos migrantes. Había, en consecuencia, que solucionar la sobrepoblación y el hacinamiento en que vivían los nuevos integrantes de las urbes, así como también, solucionar los problemas a los que ya vivían allí y que estaban lidiando con la sordera de las autoridades. El Frente Popular se configura como alianza político-electoral en el año 1936, año durante el cual se establecen comités provinciales y comunales para tender puentes con las organizaciones de trabajadores de las distintas zonas del país. En la región, se conocieron múltiples organizaciones como, por ejemplo, el Comité Pro población “IV Centenario”, el de “Av. de Aguirre” de La Serena, el de la población “Juan Bohon” y” Centenario”, en Coquimbo. Estas organizaciones tienen su punto cúlmine en la Convención Obrera Zonal, en el año 1938, instancia sobre la cual se hace particular hincapié en las peticiones de mejora en las condiciones de vida de los trabajadores sin vivienda (o sea, que se regule el tema de los arrendamientos) así como también en el requerimiento de la construcción y planificación de viviendas de calidad y que sean propiedad de los trabajadores. Esta Convención sirvió para aglutinar una serie de requerimientos a las autoridades provinciales y que resumen en: “Estimamos que el problema de la habitación obrera debe considerarse por zona, por cuanto el terreno no tiene el mismo valor adquisitivo en la zona norte comparada con la zona central del país y la del sur; el material de construcción de Concepción al sur, que son pueblos madereros tiene que ser mucho más adquisitivo que en la zona norte, donde no existen bosques y las actividades y formas de trabajo se diferencias mucho entre una y otra región […] Tal vez para el centro del país como Santiago, por ejemplo puede ser más adaptable la construcción colectiva pero localizando nuestro pensamiento a nuestras necesidades consideramos que en La Serena o en Coquimbo no le es conveniente ya que la edificación colectiva no es más que un conventillo higienizado y que el obrero nunca tendrá dominio sobre él”. 15 13 El Obrero (La Serena), sábado 19 de enero de 1936. Arthur M. Conning, Estimación de la migración interna neta, clasificada por edad y por sexo, en las provincias y regiones en Chile durante los años 1930-1940, 1940-1952 y 1952-1960, Santiago de Chile, CELADA, 1965. 15 El Obrero, op. cit. 14 ~ 117 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, María Belén Meza Báez La idea del derecho de propiedad comienza poco a poco a vislumbrarse durante esta época. Las políticas sociales de vivienda, acostumbradas a ser una respuesta de coyuntura más que una propuesta planificada, estuvieron dirigidas en dos primeras décadas del siglo XX a legislar en lo relativo a los arriendos y a la regulación de ranchos, no solucionando, por obviedad, la matriz del conflicto. Fue por esto (tanto por la falta de higienización y por la escasez) que estas crisis tuvieron su vía de escape en torno a los grados de movilización que tuvieron sus moradores. Es por eso que principalmente los arrendatarios, habitantes de los conventillos, se comienzan a congregar entre sí previo reconocimiento de las demandas en común que tenían. La lucha por la vivienda se transformó a poco andar en una lucha de ideas, de concepciones de mundo, y por ende, de convicciones políticas. En los años treinta, las movilizaciones, lograron definir con precisión su identidad y su adversario, llegando a cuestionar la ineptitud de la clase política referente al tema, aun cuando no lograron llegar al punto de objetar el sistema en general. Aceptaron, por ende, la intromisión de agentes políticos, al no encontrar una respuesta desde el gobierno en el ámbito resolutivo. Es importante recalcar, sin embargo, que durante este periodo la movilización de arrendatarios y de pobladores no alcanza la magnitud que tuvo en décadas posteriores, en donde las tomas de terreno se constituirían como una conducta reivindicativa frente a la “inoperancia de los gobernadores”. Es importante recalcar esto, ya que la mayoría de las fuentes consultadas atestiguan que las organización agrupadas en torno al conflicto, buscaron un entendimiento con la autoridad, llegando inclusive a trabajar, de forma intermitente, con el gobierno. Precisamente, en la zona de Coquimbo y La Serena, el punto cúlmine fue la anteriormente mencionada Convención, que a su vez estuvo resguardada por un órgano político ligado al Partido Comunista que se denominó como “Congreso Obrero Regional”, organización que amplió hacia los sindicatos su radio de acción. Tanto la Convención, como el Congreso Regional intentaron tender puentes hacia la administración provincial y posteriormente, hacia la nacional. Fueron la instancia en donde, como ya mencionamos con anterioridad, se determinaron cuales eran las reales necesidades del lugar: “Alguien ha indicado que debería adquirirse la parte sur de Avenida de Aguirre comprendida entre las calles Pedro Pablo Muñoz poniente, Juan de Dios Pení al camino a Coquimbo. Nosotros consideramos que esto no es lo más adecuado ya que nuestro pueblo no es industrial en el cual pueda decirse que los obreros tengan trabajo permanente y por tiempo indefinido. La mayoría de nuestra población obrera la forman carpinteros, albañiles, estucadores que hay casos que pasan largos meses sin trabajos, careciendo hasta de lo necesario para pagar el alquiler de la propiedad que habitan. Exigimos […] debemos inculcar a nuestros habitantes el amor a la tierra que es fecunda y generosa. Es por eso que la Liga de arrendatarios conformada por gente de nuestra tierra pide que se expropien los terrenos comprendidos en las calles Balmaceda, Amunátegui y la línea imaginaria de Ánima de Diego hasta el camino a Coquimbo. Que al obrero se le entregue higiénica habitación, con una pequeña parcela de terreno donde pueda dedicarse él o su mujer e hijos al cultivo de legumbres o arboles, crianza de animales o aves. De esta manera, junto con crearle a nuestra población el amor al trabajo, el producto de estas pequeñas industrias se dedicaría, ya fuera para satisfacer el canon de arrendamiento o a la cuota de adquisición, en caso de 16 ser aspirante a propietario”. Si bien es cierto que el problema de la habitación era una de las principales preocupaciones dentro de la incipiente configuración del entramado urbano, las vías de acceso, caminos, acceso a sistemas de alcantarillados e higienización, también comenzaron a ser una 16 El Obrero (La Serena), 6 de septiembre 1938 “La vivienda popular barata”. ~ 118 ~ “Ni pan, ni techo, ni abrigo” Espacio Regional preocupación latente. Ya no sólo importaba dotar de viviendas, sino que debía asegurarse -aunque fuera rudimentariamente– la planificación de las regiones y zonas en cuestión. Los periódicos de la época sirven de plataforma para exponer los “peligros a los que se exponen las personas, y que la autoridad no ha querido o podido reparar”, 17 por lo que la acción hacia una posible solución de los problemas cotidianos de los habitantes de estas zonas, estuvo ligada primariamente, a la gestión local del municipio y en muchos casos, a la propia resolución de los afectados en cuestión: “Están en pleno desarrollo los planes de pavimentación de la ciudad, los que siguen extendiéndose hacia los barrios altos, con un verdadero abandono del sector norte de la población que, junto con merecer igual consideración que parte de las autoridades por su semejante condición de contribuyentes, necesitan de salidas pavimentadas a fin de facilitar el tránsito que se ha intensificado enormemente desde la iniciación de los trabajos y producción de Juan Soldado […] Ojalá que la Autoridad Comunal entrara a considerar debidamente estas circunstancias para dar preferencia, en un próximo plan de pavimentación, a la de las calles del sector indicado de la ciudad, en donde encontraría la mejor cooperación de los propietarios y habitantes.” 18 Fotografía n.º 1. Masiva recepción del Presidente Pedro Aguirre Cerda a la ciudad-puerto de 19 Coquimbo en 1940. Existe, en este sentido, una cierta de disociación respecto a la construcción concreta de viviendas en la zona y a la ejecución de las obras viales con las cuales debían ser acompañadas. Los periódicos de la época, presentan un sinnúmero de este tipo de demandas, y son los que servirán como plataforma de denuncia e incluso de petitoria hacia las autoridades 17 El Día, 2 de mayo de 1944. El Día, 7 de mayo de 1945. Foto extraída desde Patricio Cerda, “El Ferrocarril Coquimbo - La Serena y la industria del cobre.1862 – 1895”, en Luis Ortega et. al, Sociedad y minería en el Norte Chico, 1840 -1930, Santiago de Chile, Ediciones USACH- UAHC. 18 19 ~ 119 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, María Belén Meza Báez comunales y provinciales. La falta de alumbrado eléctrico, 20 la racionalización y cobertura de algunos servicios básicos que no llegan a algunos sectores de la ciudad, hizo que la preocupación de los habitantes urbanos se tradujera en pequeños atisbos de organizatividad, como mencionábamos con anterioridad. La prensa, en ese sentido, fue la plataforma de denuncia que tuvieron los comités de la región, así como también las mismas autoridades para tender puentes y responder a las solicitudes que se revelaban: “Se consiguió la reparación inmediata de la Población Obrera "25 de Octubre", como puede comprobarse por la llegada del arquitecto. La Caja de Crédito Minero, a petición de la Comisión, dispuso la traída de todas las herramientas y elementos de trabajo de sus Agencias y faenas paralizadas, con el fin de facilitarlas a los obreros cesantes. […] En Sanidad y la Caja de Seguro Obligatorio se encontró muy buena acogida y se les prometió 21 solucionar pronto los problemas presentados, Atte. El Intendente.” En Coquimbo, la situación no era más favorable. El diario “El Progreso” de dicha ciudad, también se configuró como plataforma para exponer las problemáticas asociadas a una débil organización departamental y regional a nivel urbano. Una editorial del mencionado impreso manifiesta el abandono de la región a mano de las autoridades tanto nacionales como locales, tipificando al tipo de habitante que hay en la ciudad de la época, como el que “vive” en conventillos, el arrendatario a piso, en que vive en ranchos, el inquilino, el cual por constituirse identitariamente como tal, no ha podido superar tal condición, en tanto que los gobernantes no han querido enmendar tal situación. 22 En una editorial del mismo: “En el plano, no caben más de 4 calles longitudinales a lo largo de las cuales se ha ido construyendo la ciudad. La edificación ha sido ligera y no se ha hecho en conformidad a las disposiciones sanitarias requeridas. El grueso de la población ha tenido que refugiarse en los cerros o en sus proximidades. Aquí ya la población no sigue línea arquitectónica: vive en chozas y habitaciones que no se conforman con la estética y el progreso que reclaman los pueblos. Parecen grupos de indios que se hubieran aposentado en esos lugares. Coquimbo presente al viajero que lo visita por primera vez un aspecto muy desolador. Se piensa en esos momentos en si hubo o hay autoridades que se hayan preocupado de velar por las poblaciones. Pero este sería una impresión del conjunto a vuelo de pájaro. Autoridades han existido y han estudiado muchos problemas; pero ya por una razón, ya por otra, pues en esto ha intervenido desgraciadamente la política para organizar técnicamente los servicios, los rumbos que se han iniciado para proseguir tales o cuales proyectos que hubiesen sido beneficiosos para Coquimbo, han 23 quedado detenidos”. La política de Estado La Caja de Habitación, diseña en conjunto con el Colegio de Arquitectos de Chile, un Plan Nacional de Viviendas que da a conocer en el año 1939, en cual se trazaron las directrices de una propuesta de un diseño urbano para la mayoría de las ciudades del país. Este Plan, fue una estrategia de mitigación por parte de los gobiernos frentepopulistas para atenuar en parte, la 20 El Día, 27 de mayo de 1946. El Día, 19 Junio 1944. El Progreso, 27 de agosto 1940. 23 El Progreso, 16 de septiembre 1943. 21 22 ~ 120 ~ “Ni pan, ni techo, ni abrigo” Espacio Regional carestía de habitación. El gremio de arquitectos, a través de los funcionarios colegiados que, mayoritariamente eran radicales, trabajó en conjunto con los comités comunales de base del Frente Popular. Esto permitió que originalmente, el Plan de viviendas estuviera diseñado tal como un año antes se había acordado en la Convención Obrera zonal, es decir, una clara delimitación y reconocimiento del tipo de arquitectura constructiva que cada zona del país necesitase (clima, demografía, etc.). Sin embargo, el problema que presentó esta planificación fue la nula preocupación por entrelazarlo con los planes reguladores de las ciudades así como también que ya no se hizo hincapié en la construcción de una vivienda definitiva, sino que el eje constructivo de las viviendas, sería solo de emergencia, ya que se consideraba que estas serían “transitorias” y sería el puente hacia la vivienda definitiva. El Boletín del Colegio de arquitectos, así lo atestigua en una editorial: “Considero que deben hacerse dos tipos de construcciones: o de emergencia y a la vez otro definitivo, como las que se han estado haciendo en la actualidad. Mi opinión tiene su fundamento en que las construcciones de emergencia son de muy poca duración, de manera que servirían solo en parte para subsanar en parte el problema de la escasez de viviendas; eso tiene que ser definitivo. Para Coquimbo, estas viviendas de emergencia contemplarán lo que la ley 7.600 ordena, que es el fomento hacia los “huertos obreros”, cuestión que permitirá que hombres y mujeres puedan extraer de la tierra, su sustento cotidiano”. 24 24 Boletín del Colegio de Arquitectos, n.º 7, Santiago de Chile, agosto de 1945, 5. ~ 121 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, María Belén Meza Báez Tipología Habitación Popular Nacional, 1942. ~ 122 ~ “Ni pan, ni techo, ni abrigo” Espacio Regional Portada Boletín n.° 1 Sociedad Cooperativa de Huertos Obreros ‘José Maza’ Ltda. Los Huertos Obreros: hacia una nueva solución La idea de los Huertos Obreros, cobra vital importancia, si consideramos las condiciones ambientales del norte tradicional chileno. La política de implementarlos dentro de cada una de las habitaciones, propendió básicamente a poder estructurar un sistema de vida “sustentable” para los habitantes y moradores de estas nuevas viviendas (debido, como ya hemos mencionado, al estancamiento productivo que en la época presentaba la región). Tal como lo consigna la ley 1.936 25 que crea la Caja de la Habitación, recibían esa designación, “la vivienda popular que tenga un terreno anexo adecuado a la explotación de una pequeña industria o cultivo y cuyo rendimiento económico sea suficiente para cubrir los intereses de préstamo y para el sustento de la familia […] se estableció, por la Sección Técnica Agrícola del Departamento de la Habitación que la superficie adecuada debía ser de 5.000 m2”. 26 25 26 Decreto Ley 5.950. Víctor Rabinovich, “El Huerto Obrero”, en Junta Central de la Habitación Popular. Conferencias y estudios. ~ 123 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, María Belén Meza Báez Dentro de los orígenes de la puesta en marcha de esta nueva solución a la falta de habitabilidad en el norte tradicional, se remite a la Ley 5.950, que crea la Caja de la Habitación Popular, la cual contiene la especificación del fomento a la construcción de los huertos, pero que tal como lo explica el senador José Maza, “ésta se desentendió del problema”, ya que, básicamente, el presupuesto era manejado a nivel nacional, pero que privilegió casi en su totalidad, a la capital Santiago. Una de las modificaciones que se le hace a la mencionada ley, fue el de ampliar el presupuesto con que contaba esta agencia del Estado, para poder realmente fomentar este tipo de construcción. Con el fin de remediar el desconocimiento que la institución estaba haciendo de la implementación de éstos, crea la Cooperativa de Huertos Obreros, encabezada por el anteriormente mencionado Senador Maza. Éste, férreo defensor del proyecto y de las modificaciones a la ley que fomenten este tipo de edificación, diseña y estructura el plan de acción para financiar el proyecto. En primer lugar, la Caja de la Habitación, como agencia nacional, es la que se encargará de “pedir empréstitos a la Caja de Ahorros y que ésta pueda 27 redescontar los documentos que correspondan a esta operación, en el Banco Central”, así como también, incluía ampliar el Departamento Técnico de la Caja, distribuyéndolo regionalmente, para dibujar los trazados en donde se implementarían estas edificaciones. El discurso de la época, fuertemente amparado en la idea nacional del progreso, estuvo siempre direccionado hacia poder materializar concretamente, soluciones a los problemas de vida de la población obrera y trabajadora, apegado a la idea discursiva de lo que significaban los gobiernos “populares” en la época. Emilio Zapata, miembro y encargado de la Cooperativa de Huertos Obreros en sesión de la Cámara de Senadores, planteó: “El Huerto Obrero tiene la virtud de resolver numerosos problemas que se presentan a nuestro pueblo, y que constituyen algo así como un todo en el conjunto de las reivindicaciones que reclama. El huerto obrero, dará casa propia, higiénica y confortable al obrero y empleado, dará un huerto para cultivar sus productos con que atenderá las necesidades de su familia, y donde se podrá desarrollar alguna industria casera con la que incrementará los medios económicos familiares para proporcionar vestuario y educación a sus hijos […] Tendrá, también, otra virtud: hará que los chilenos aprendamos a aprovechar la cantidad y calidad de los productos de nuestro suelo y por consiguiente, nos enseñará a comer. Especial atención tendrá la crianza de aves, cerdos, conejos y ciertas especies de cabras en el norte del país, que darán espléndidos resultados en la producción de carnes y leche”. 28 Con posterioridad a esta normativa, y con el decreto 7.600 que modifica la ley original de la Caja de la Habitación, en el año 1943, el huerto tenía que diferenciarse del “jardín”, ya que el primero debía tener un cariz netamente económico “no recreacional”, ocupándose este exclusivamente para el sustento cotidiano familiar. Una de las explicaciones para el fomento de este tipo de habitabilidad estuvo asociada a lo que Raposo denomina como “una suerte de hermenéutica de la responsabilidad social en el dominio público con respecto a los trabajadores, tanto en lo concerniente a su bienestar y estabilidad como a su disponibilidad como fuerza de trabajo 29 socializada”. Claramente, el discurso de la época asociado a las características de los nuevos gobiernos populares, debía estar emparentado, al menos en teoría, con las políticas sociales públicas que se ejecutaban. Una explicación, para que, por ejemplo, en el norte tradicional chileno se implementara esta forma de habitabilidad, era esencialmente práctica: las condiciones Exposición de la habitación económica, Semana de la Habitación - noviembre y diciembre de 1936. Santiago de Chile, Imprenta Gutemberg, 1937, 139. 27 Sociedad Cooperativa de Huertos Obreros “José Maza” Ltda., Los Huertos Obreros Chilenos, 1941, 14. 28 Ibid. 29 Raposo, op. cit., 79. ~ 124 ~ “Ni pan, ni techo, ni abrigo” Espacio Regional demográficas, geográficas y espaciales así lo permitían, tal como sucedió también en el sur del país. Era improbable, dada la magnitud de las migraciones campo-ciudad, que por ejemplo, en Santiago, se pudiesen implementar de forma regulada y sostenida. En esta medida, consideramos que “hay cierta conciencia de que la familia obrera se encuentra desposeída de medios de producción y una suerte de creencias en virtudes moralizadoras inherentes al arraigo del sujeto con la madre tierra”. 30 Lo atestigua el diario El Día de la ciudad de La Serena: “Hemos podido imponernos que han sido solucionadas las dificultades que se habían presentado en un principio, para hacer realidad la idea de construir una población campesina en La Pampa, a base de huertos obreros que se instalarán en las chacras de propiedad de la Beneficencia. Los actuales ocupantes de dichas tierras han aceptado entregarlas en abril próximo, una vez terminadas las cosechas de los productos plantados o sembrados y como hay la posibilidad de que se agregue a los terrenos iniciales la chacra del Buen Pastor podrán instalarse ciento veinte huertos [sic]. Tendremos al corriente a nuestros lectores sobre esta importante obra que se proyecta en nuestra zona y que tan grandes beneficios ha de reportar a las clases 31 modestas.” Si bien es cierto que la región del Norte Chico estuvo caracterizada particularmente por el estancamiento económico, la realidad del problema de la vivienda en la zona se asemejó consistentemente al déficit habitacional del resto del país, aún cuando el crecimiento demográfico quedó estancado y en paulatina disminución. A tres años de gobierno, persistía el déficit habitacional (35.000 viviendas) en la zona, no pudiéndose dar cobertura a la triada que alzó a la coalición frentepopulista; el gremio de arquitectos, sin embargo, no coadyuvo mayormente a solventar y construir de manera concreta, remitiéndose básicamente a ser meros expositores acerca del problema, no logrando inmiscuirse de forma más profunda en la labor práctica y concreta referente al conflicto. Dado el contexto político, establecían que las precarias formas de vida de la población en general, atentaban contra la raza, la patria y el porvenir. 32 Es interesante rescatar este punto, ya que estos conceptos soportan ideas que configuran el escenario político de la época, destacando la idea de “nación” como contención de las políticas de índole social. El “porvenir de la raza” va entrelazado con las mejoras que se llevaron a cabo, ya que existe la idea de que el “pueblo” (como sector trabajador y asalariado) sustenta la suerte del país: “Si queremos tener una raza fuerte y trabajadora, que prometa para el futuro, miremos hacia abajo, bien hacia abajo, ayudemos a nuestros obreros, démosle salud, higiene y bienestar, desde sus primeros pasos, y esto se consigue ofreciéndole una casa; una casa que reúna todas las condiciones que la vida reclama y que pueda ser adquirida, con un arriendo mensual al 33 alcance de todos los salarios. Los arquitectos asociados veían la carestía de habitación como “el problema capital que encara nuestra nacionalidad […] por cuanto todos los hechos y realidades de nuestra vida colectiva, de sociedad que se precia de organizada y culta, giran o están influenciadas por la vivienda”. 34 Ya 30 Rabinovich, op. cit. El Día, 27 de septiembre 1947. 32 “La Habitación barata” en Urbanismo y Arquitectura. Revista de la Asociación de Arquitectos de Chile. n.º II, febrero de 1946. 33 Idem. El subrayado es de la autora. 34 Boletín del Colegio de Arquitectos, n.º 10 de julio de 1946. 31 ~ 125 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, María Belén Meza Báez habiendo pasado 10 años de la creación de la Caja de la Habitación, en 1946, las soluciones al conflicto no pasaron de ser mínimas, ya que el petitorio y el discurso no habían variado: “El gobierno popular prometió pan, techo y abrigo al pueblo. La carestía creciente de la vida ha hecho más difícil preocuparse del pan. La desconfianza y la amenaza de leyes contra la propiedad impiden construir casas. El valor de los arriendos, que es lo único que nos queda para habitar, ha subido un 30% y faltan. Las familias en las grandes ciudades se acumulan en piezas. El balance, señores, indica un negocio en ruinas”. 35 Fuente: Portada Revista “Urbanismo y Arquitectura”. Órgano oficial de Asociación de Arquitectos de Chile, 1939. La idea de la “cruzada por la salvación nacional y de la raza, estuvo direccionada también en la puesta en marcha hacia la concreción de las politicas sociales de la época. 35 El Obrero (La Serena), 13 de junio de 1946. ~ 126 ~ “Ni pan, ni techo, ni abrigo” Espacio Regional Conclusiones Una de las particularidades que alzó a la coalición frentepopulista al gobierno, fue su promesa de sustentar el “pan, techo y abrigo”. El ímpetu hacia la resolución de problemas se vio entrampado por un sinnúmero de problemas de índole político, inclusive dentro de la misma facción, cuestión que frenó en varias ocasiones, la pronta solución a los conflictos que presentaba la población de la época. Consideramos, sin embargo, que la creación de expectativas, primeramente, estuvo direccionada desde las cúpulas gobernantes netamente desde el discurso, no ampliándolo ni materializándolo en la satisfacción de las demandas expuestas en la época. Si bien el Estado nacional comenzó a hacerse presente desde la década del treinta con mayor fuerza que en las postrimerías del siglo XX, esto no alcanzó para retribuir con la concreción de las promesas hechas por los gobiernos de turno a la población, ya que aportó, inclusive, con provincializar aún más la zona, entrampando burocráticamente, muchos de los proyectos que se ejecutarían en la región. La prensa en ese sentido, aportó a constituirse como uno de los portavoces de las demandas de los sectores populares carentes de vivienda, exponiendo las miserables formas de vida que llevaban éstos. La concreción de proyectos habitacionales en la época fue insuficiente para el grueso de los habitantes y de los migrantes que llegaban a la zona, constituyéndose de forma exigua para la región. ~ 127 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, María Belén Meza Báez Bibliografía Conning, Arthur M. Estimación de la migración interna neta, clasificada por edad y por sexo, en las provincias y regiones en Chile durante los años 1930-1940, 1940-1952 y 1952-1960. Santiago de Chile, CELADA, 1965. Milos, Pedro. Frente Popular en Chile. Su configuración: 1935 – 1938. Santiago de Chile, LOM Ediciones, 2008. Ortega, Luis et ál. Sociedad y minería en el Norte Chico, 1840 -1930. Santiago de Chile, Ediciones USACHUAHC, 2009. 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Los Huertos Obreros Chilenos, 1941. ~ 128 ~ Espacio Regional Vol. 1, n.º 8, Osorno, enero-junio 2011, pp. 129 - 151 MIGRANTES EN EL NORTE TRADICIONAL O CHICO: EL CASO DE LA PROVINCIA DE COQUIMBO, 1921-1971 1 MIGRANTS IN THE TRADITIONAL OR NORTE CHICO: THE CASE OF THE COQUIMBO PROVINCE, 1921-1971 Luis Ortega Martínez [email protected] Universidad de Santiago de Chile Santiago, Chile RESUMEN A lo largo del período 1921-1971 el Norte Tradicional (Chico) enfrentó los avatares de complejidades producto del deterioro de sus actividades económicas tradicionales (agricultura, ganadería y minería) y desastres naturales entre los que cabe destacar los terremotos y tsunamis (1922, por ejemplo), periódicos ciclos de sequía y la degradación de los suelos como resultado de las características. Coquimbo en sus problemas combinó entonces rasgos de economía moderna o capitalista y de sociedad tradicional o pre-capitalista. Como consecuencia de lo anterior, la región experimentó cambios en sus movimientos poblacionales propios de una zona marcada por la decadencia secular y por los ajustes sociales necesarios para enfrentar los desafíos de la sobrevivencia, el desarrollo personal y colectivo, así como de una modernización incompleta. Palabras claves: migración, economía, población, región ABSTRACT All along the mid-century Chile’s Norte Chico (or Traditional North) was besieged by manifold problems derived from the decadence of its traditional economic activities (agriculture, cattleraising and mining), natural disasters such as earthquakes and tsunamis (1922 is but just one example) or periodic periods of drought and the degrading of soils due to extensive cultivation of wheat and cattle raising. Thus Coquimbo in its quagmires combined features of modern or market economy and traditional or pre-capitalist society. From a demographic point of view, the outcome of such processes were important changes in population movements characteristic of societies undergoing a process of secular decadence and the social adjustments required to confront the challenges of survival, personal and collective development and incomplete modernization. Key words: migration, economy, population, region Artículo recibido el 31 de marzo de 2011; aceptado el 6 de junio de 2011. Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile. Este artículo es un producto del proyecto FONDECYT 1095107. 1 Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez Introducción La década de 1920 marcó el momento más complejo en el largo proceso de decadencia de la región conocida como “Norte Chico” o “Norte Tradicional”. Los problemas que desde los años 1870 aquejaban a una de sus principales actividades económicas, la minería del cobre, llegaron a su máxima expresión en medio de la inestabilidad que siguió al término de la Primera Guerra Mundial, contexto en el cual la demanda por el metal experimentó una fuerte contracción, y su precio una aguda tendencia a la baja. Tal cual lo señaló una revista especializada en asuntos de ingeniería y mineros, “comparado con otros bienes primarios, el metal está constantemente bajando de precio, gracias a los triunfos de los ingenieros de minas y metalúrgicos” y concluía 2 preguntándose si era plausible pensar en la libra de cobre a 10 centavos en el futuro. En 1922 un terremoto y posterior tsunami destruyeron instalaciones mineras y metalúrgicas en la provincia de Atacama y en el norte de la de Coquimbo, lo cual asestó un golpe devastador a la actividad que, en todo caso, ya mostraba serios problemas productivos los que, además, adquirían complejas dimensiones sociales. En efecto, cuando en 1920, y dadas las difíciles condiciones del mercado, la American Smelting and Refining Company cerró la fundición en Caldera, se produjo “la inmediata disminución de los establecimientos mineros de la región, de 3 la actividad comercial y de la población” y el pueblo comenzó a morir lentamente. En 1926, cuando la Cámara de Diputados discutía el proyecto de ley que creaba la Caja de Crédito Minero (CACREMI), el estado de la minería motivó numerosas intervenciones que dieron cuenta de su desmedrada condición. Un buen resumen fue hecho por el diputado por Coquimbo Eliseo Peña Villalón, quien sostuvo que: “...la minería de las provincias del Norte, especialmente de Coquimbo y Atacama, se encuentra en plena decadencia…”; lo que atribuyó “por una parte, a la falta de capitales y, por otro lado, a que los depósitos mineros de alta ley ya no existen… Las altas leyes que hicieron la riqueza fabulosa de los minerales de Caracoles, 4 Chañarcillo, La Higuera y Tamaya”, pertenecieran ya a la historia. El “crack” de 1929 creó una situación aún más compleja tanto desde el punto de vista social como productivo, pues a la masa de desempleados de la región se agregó un número indeterminado, pero importante, de migrantes quienes -por iniciativa propia o transportados por el gobierno- provenían del extremo norte del país, de las “oficinas” salitreras que una a una cerraban sus puertas. Superados los rigores de comienzos de la década de 1930, los sectores productivos tradicionales languidecieron mientras se desarrolló la “gran minería” del cobre y del 2 Engineering and Mining Journal , 16 de mayo de 1925; precios en New York. Ello implicaba que el precio retornaba al nivel de 1895 cuando alcanzó los 10,76 centavos de dólar por libra; en 1913 el precio promedio fue de 15,26 centavos y llegó a un máximo de 27,20 en 1916. En 1920 el precio promedio fue de 17,46 centavos; datos de Engineering and Mining Journal, 12 febrero de 1921. 3 Publicación extraordinaria El Atacama de 1930; citada por Leland R. Pederson, La industria minera del Norte Chico. Chile, Santiago de Chile, RIL Editores, 2008, 25. El comentario acerca de la disminución de población está refrendado por el resultado del Censo de aquél año que arrojó una población de 1.546 personas para la comuna; en 1920 el registro fue de 2.454 mientras que en 1907 alcanzó a 2.778. Datos de Dirección General de Estadística, Resultados del X Censo de Población de 1930, Santiago de Chile, Universo, 1931, 48. 4 Cámara de Diputados (CD); Sesión Extraordinaria (SE) del 1 de diciembre de 1926. Eliseo Peña Villalón nació en Ovalle en 1869; estudió en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y en 1895 recibió el título de Profesor de Estado en Historia y Geografía. Fue fundador y presidente de la Asociación Provincial de Educación de Coquimbo, profesor, vicerrector y rector del Liceo de La Serena. Accionista y director de varias compañías mineras. Diputado durante el período 1926-1930 y miembro de la Junta de Gobierno de la República Socialista hasta el 8 de julio de 1932, en la que sirvió en calidad de Ministro del Interior y luego de Tierras y Colonización. Datos en Armando de Ramón, Biografías de chilenos 1876-1975, 4 vols., Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2003, vol. III, 232. ~ 130 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional hierro, actividades que no tuvieron mayor impacto en la región. A lo largo de tres décadas, el “Norte Tradicional” vivió enfrentado a problemas tan diversos como complejos: desempleo, emigración y migraciones internas, atraso productivo y sequía. La respuesta local fue débil, y si bien el Estado desarrolló algunos importantes proyectos de infraestructura (especialmente embalses y obras de riego), los esfuerzos desplegados no fueron suficientes para frenar la decadencia, en particular la de la provincia de Coquimbo. A fines de la década de 1960, los diagnósticos fueron explícitos acerca de la extensión y profundidad de los problemas; en 1967 la senadora por Atacama y Coquimbo, Julieta Campusano Chávez, manifestó que: “…la población de esas provincias vive acosada, angustiada, desde hace años, por problemas muy graves, que apenas le permiten sobrevivir, sin que se vislumbre una solución de fondo, un cambio efectivo, de proporciones, que signifique revitalizar una región que viene sufriendo agonía lenta desde 1931”. 5 Dos años más tarde, el nuevo ente planificador del gobierno, la Oficina Nacional de Planificación (ODEPLAN) elaboró un descarnado diagnóstico acerca del estado de la provincia de Coquimbo el que concluyó que “la magnitud de los problemas no permite plantear soluciones realistas de corto plazo” dado que “la experiencia histórica obliga a concluir que el patrón de desarrollo tradicional no [puede] ser mantenido…” y que “…un nuevo patrón de desarrollo [era] 6 imprescindible”. ¿Cuál era el estado de la provincia de Coquimbo a fines de la década de 1960? Tenía para entonces una economía cuya ocupación era fundamentalmente agraria, basada en tierras de muy baja seguridad de riego en los valles y en cierto grado en las áreas de secano. Existía una actividad relativamente importante en la minería del hiero y del cobre, en tanto que la industria fabril era incipiente y no tenía mayor significación en el empleo. Como consecuencia de lo anterior, las características esenciales de la economía provincial eran: a) baja productividad y niveles de vida absolutamente insatisfactorios; b) inestabilidad económica originada por las características de la minería y de la agricultura; c) deterioro secular de los recursos agrícolas; d) fuertes migraciones internas y emigraciones hacia otras áreas del país; e) existencia de una gran masa de población -comuneros, pequeños propietarios y pirquineros, entre otrosmarginados económica y socialmente, “con niveles de vida ente los más bajos del país” y, finalmente, f) existencia de un sector de servicios muy crecido y dependiente de los sectores 7 primarios. Ese escenario era el resultado de un proceso histórico de larga data que, desde el punto de vista de los procesos de desplazamiento de la población experimentó importantes modificaciones desde la década de 1920. A partir de la década de 1870, y hasta la Primera Guerra Mundial, tal desplazamiento reconoció un fuerte flujo circular hacia y desde el Norte Grande; en cambio, a contar de la década de 1920, las provincias de Atacama y Coquimbo se convirtieron en receptoras netas de población y experimentaron intensos desplazamientos y reordenamientos internos. En cuanto a los desplazamientos hacia el norte y la zona central, 8 estos continuaron, aunque a escala más reducida. 5 Senado; Sesión Ordinaria 34ª, 23 de agosto de 1967. Presidencia de la República, Oficina de Planificación Nacional, Bases para el desarrollo de la Provincia de Coquimbo, Santiago de Chile, ODEPLAN, 1969, 2 y 5. 7 Ibid., Introducción, 1. 8 Para el caso de las migraciones a Chuquicamata, Jurgen Bahr, “Agriculture, Copper Mining, and Migration in the Andean Cordillera of Northern Chile”, en Mountain Research and Development, vol. 5, n.º 3, 1985, 279-290. 6 ~ 131 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez El impacto de la crisis del “cobre” en Atacama y Coquimbo La crisis a la cual hizo referencia ODEPLAN en 1969 fue secular y alcanzó su máxima profundidad e intensidad en el contexto de la Primera Guerra Mundial y los diez años de inestabilidad que le siguieron. Desde mediados de la década de 1870 la minería del cobre chilena enfrentó una compleja situación en el mercado internacional originada en un fuerte aumento de la oferta a raíz de cambios trascendentales en la explotación, y en una consiguiente baja en el precio que se prolongó por un cuarto de siglo. Enfrentada tanto a problemas propios como a aquellos que provenían de la coyuntura internacional, la minería chilena no estuvo en condiciones de superarlos dadas las características de la matriz histórica sobre la que fue construida. 9 Es por ello que a partir de la década de 1880, y hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, vivió el estancamiento y luego la decadencia, fenómenos que generaron un conjunto de cambios y situaciones sociales negativas en las otrora prósperas y pujantes provincias de Atacama y Coquimbo. Terminado el ciclo del cobre a mediados de la década de 1880, la agricultura y la ganadería reorientaron sus ventas y comenzaron a depender fuertemente del mercado de las salitreras para colocar sus granos, forrajes, animales en pie y subproductos de la ganadería. La minería regional experimentó un fuerte deterioro, el que en el caso del cobre se tradujo en una reducción de la producción a un promedio anual de 22.000 toneladas métricas en el quinquenio 1895-1899, lo cual representaba tan sólo el 42% del promedio para el período 1870-1874, el mejor de la actividad en su etapa de auge. La guerra en Europa empeoró la condición de la minería y durante su desarrollo, como resultado de la fuerte alteración de los mercados y la reducción de la oferta de fletes, la extracción de minerales experimentó una nueva baja que llevó a un virtual colapso a partir de 1917. Desde entonces el panorama regional se tornó angustiante, pues, como afirmó el diputado Peña Villalón: “los minerales de Tamaya, Carrizal, La Higuera, que fueron de los más fuertes 10 productores, están hoy día paralizados con sus minas inundadas”. Igual destino enfrentaban centenares de medianos y pequeños yacimientos. La crisis de la minería, en particular la del cobre, arrastró a la otrora emprendedora y próspera región a una compleja involución social y económica. 9 “Del auge a la crisis y la decadencia. La minería del cobre en el Norte Chico 1850-1930”, en Luis Ortega, Milton Godoy y Hernán Venegas, Minería y sociedad en el Norte Chico, 1840-1930, Santiago de Chile, Academia de Humanismo Cristiano / Universidad de Santiago de Chile, 2009. 10 Como nota 3. A pesar de que la afirmación es de 1926, me parece una buena síntesis acerca de un proceso de larga data. ~ 132 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional Gráfico n.º 1 Ya hacia el fin de 1917, el diario La Nación informaba que las noticias se recibían en Santiago acerca del estado de la minería tradicional eran “desoladoras”. Una combinación de factores parecía “haberse conjurado para arruinar sus expectativas”: la baja del precio, el alza del valor de la moneda, de los fletes, la escasez de carbón y coke y “los reducidos precios que pagan por los metales los establecimientos de fundición que les imponen la ley [de los minerales] a su 11 antojo”. Junto a las extremas condiciones generadas por el conflicto mundial, 12 los problemas que venían enfrentando por cuatro décadas los pequeños y medianos mineros llegaron a un estado que puede ser considerado el punto de colapso final. De acuerdo con el ya citado reportaje de La Nación: “Como no hay defensa contra las pésimas condiciones en que se desarrolla la industria del pequeño minero, ni contra las imposiciones de los compradores de metal, y como casi nadie exporta minerales en bruto, a no ser de muy subida ley, ha ocurrido, y sigue ocurriendo, que la mayoría de esos explotadores de mina se han arruinado, han perdido hasta el último centavo y junto con ver disipado el fruto de sus sacrificios de muchos años, han abandonado sus labores para ir a buscar en otras provincias una 13 ocupación más remunerativa, o que les permita seguir viviendo al día”. 11 Citado por el diputado Eleazar Lezaeta, CD, SE, 19ª, 3 de diciembre de 1917. Lezaeta era miembro del Partido Conservador e Ingeniero Civil con especialidad en hidráulica. Estuvo involucrado en numerosas iniciativas –públicas y privadas- relacionadas con la minería. Datos en De Ramón, vol. III, 232. 12 Para un análisis de su impacto, Bill Albert, South America and the First World War. The Impact of the War on Brazil, Argentina, Perú and Chile, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, capítulos I, II y III. 13 Como nota 5. Respecto al rol de los fundidores Joanne Fox-Przeworski, “Mines and Smelters: the Role of ~ 133 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez Al parecer, la minería del cobre de Atacama y Coquimbo había llegado a un callejón sin salida pues al final de la Gran Guerra se afirmó que: “…se trabajan muy pocas minas, sólo las que contienen minerales de alta ley y que pueden luchar contra el alza del cambio y con las reducciones y castigos que hacen en los precios las firmas compradoras de minerales. Los propietarios de estas minas, para poder vender sus minerales tienen que mandarlos a considerable distancia, a 200 o 300 kilómetros, de los lugares que explotan sus minas, porque… gran parte de las fundiciones se han visto obligadas a paralizar sus faenas, dando como motivo la falta absoluta de coke para el trabajo”. Llegó entonces el momento, “en presencia de la grave situación porque atraviesa la industria del cobre”, de concurrir en su auxilio, pero no a través de procedimientos complejos, sino por medio de una “simple ayuda que venga a salvar a la minería de la situación de ruina porque en este momento atraviesa”. En la misma línea, a fines de 1917 se generó un fuerte debate en la Cámara de Diputados, durante el cual el diputado Tomás Menchaca apeló a algún grado de participación pública, sólo que ahora ella debía tomar la forma de una respuesta a las demandas “de algunos industriales mineros de la provincia de Coquimbo”, los que habían concluido que “para proteger medianamente la minería, se necesitaría implantar varios establecimientos de fundición diseminados por los distintos centros de producción minera”. 14 No era aquella una medida de fácil concreción, pues algunas de las “condiciones objetivas clásicas -calidad y accesibilidad de los minerales, alto contenido de cobre de éstos, disponibilidad de mano de fuerza de trabajo– ya no existían. Otras, de corte subjetivo, como podrían ser considerados los capitalistas-habilitadores del período clásico (1845-1875) habían dejado la región y se habían instalado en Santiago donde pasaron a formar parte de la 15 oligarquía, en un proceso que continuó, al parecer, hasta muy tarde en el siglo XX. En 1966, Arnold J. Toynbee quedó con la impresión de que en Coquimbo “algunas familias parecen haber desaparecido: otras han tenido la suerte de lograr fortuna en Coquimbo y convertirse más tarde 16 en miembros de la sociedad chilena de Santiago”. Sin embargo, ya era demasiado tarde. El ciclo de decadencia iniciado en la década de 1880 se intensificó en la década de 1920 y adquirió un ritmo que arrastró a las provincias de Atacama y Coquimbo a una etapa de postración y empobrecimiento que solo fue revertida en la década de 1990, cuando comenzaron a madurar proyectos de desarrollo productivo en otras áreas de actividad. Pero entonces, la ahora Región de Coquimbo detentaba el triste récord de contar entre sus comunas a algunas de las más pobres del país. El proceso social que desató la crisis del cobre en el Norte Tradicional fue complejo, profundo y extendido en el tiempo. Por una parte, el deterioro económico generado por la crisis de la minería tradicional frenó el desarrollo de los mercados de factores y de bienes y servicios. Por the Coal Oligopoly in the Decline of the Chilean Copper Industry”, en Nova Americana, n.º 1, 1978, y su libro The Decline of the Copper Industry in Chile and the Entrance of American Capital, New York, Arno Press, 1980, especialmente 16-30 y capítulos III y IV. 14 CD. Sesión Ordinaria 9ª, 8 de julio de 1918. Menchaca, abogado y miembro del Partido Conservador, desarrolló parte de su discurso sobre la base de una nota dirigida al diputado por Illapel, Sergio Irarrázaval, con diversas propuestas firmada por diez personas en La Serena el 16 de junio de 1918. Datos biográficos de Menchaca en De Ramón, vol. III, 123. 15 Ortega, op. cit., “Del auge…”. 16 Entre el Maule y el Amazonas, Buenos Aires – Santiago, Francisco de Aguirre, 1968, 89. ~ 134 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional otra, introdujo un elemento de inestabilidad y desarraigo en una sociedad en la que el problema de la movilidad de la fuerza de trabajo fue un componente crítico permanente y fue determinante en su crisis y decadencia. En otra dimensión, deterioró profundamente, y por largo tiempo, uno de los componentes de la articulación histórica, forjada a partir del siglo XVII, que vinculaba a la agricultura y a la minería como ejes de una estrategia de vida de importantes comunidades. Gráfico n.º 2 Gráfico n.º 3 ~ 135 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez Gráfico n.º 4 Empleo en la minería del cobre. Provincia de Coquimbo 1912-1929 3000 2500 2000 1500 1000 500 0 El empleo minero se redujo sustancialmente, y en algunos departamentos de la provincia de Coquimbo, en particular en el de La Serena, prácticamente desapareció. En los tres departamentos provinciales históricamente con mayor densidad de producción cuprífera (Coquimbo, La Serena y Ovalle), el número de barreteros, apires y canchamineros comenzó a caer rápidamente, y hacia 1917 eran tan sólo un séptimo del promedio del primer quinquenio de la década de 1870. En los últimos años de década de 1920, este tipo de empleo prácticamente 17 desapareció. También la crisis de la minería introdujo un elemento adicional de inestabilidad y desarraigo en una sociedad en la que el problema de la movilidad de la fuerza de trabajo fue un componente crítico permanente y fue determinante en su crisis y decadencia. En otra dimensión, deterioró profundamente, y por largo tiempo, uno de los componentes básicos de la articulación histórica, forjada a partir del siglo XVII, que vinculaba a la agricultura y a la minería como ejes de una estrategia de vida de importantes comunidades. 17 Siguió existiendo el pirquén, como práctica extendida, pero no hay registro del número de personas involucradas. ~ 136 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional Tabla n.º 1. Distribución de la población de Coquimbo 1865-1982 Urbana Rural Total 1865 42275 103620 145895 1875 88455 69284 157739 1885 96371 79973 176344 1895 87225 73673 160898 1907 52498 122523 175021 1920 54625 105631 160256 1930 63676 134960 198636 1940 85391 160218 245609 1952 103230 158939 262169 1960 160148 148843 308991 1970 205025 133621 338646 309149 110807 419956 1982 Fuente: Censos de Población, años respectivos. Tabla n.º 2. Población de ciudades de la Región de Coquimbo que en 1982 tenían más de 5.000 habitantes, 1907 – 1982 1907 1920 1930 1940 1952 1960 1970 1982 1992 Andacollo 1045 601 922 6748 3948 5381 6031 7790 10216 Coquimbo 12106 15438 17121 18868 24878 33749 50405 62186 110897 Illapel 3359 10395 12246 15523 18868 La Serena 15996 15240 20698 21742 33785 40854 61897 83238 109293 Los Vilos 0 0 832 4106 6520 9422 Ovalle 6988 9172 11795 14807 17573 25282 31756 43023 53515 Salamanca 1397 1906 2134 2819 2635 3197 4677 6547 9454 Vicuña 2900 3121 3415 3545 4144 5107 6316 7716 2949 3189 4405 6085 1305 8152 1747 3027 43840 48446 61028 75789 96263 126029 176225 231143 329381 Fuente: Censos de población, años respectivos. El impacto del colapso de la minería sobre la población del Norte Chico o Tradicional fue mayor y se expresó en un virtual estancamiento prácticamente por medio siglo. Desde la década de 1880 la zona comenzó un complejo proceso de inestabilidad con fuertes caídas población en los años censales de 1895 (9%) y 1920. Los resultados de este último son el punto de comparación más bajo con cualquier resultado desde el censo de 1854: 12,1%, lo cual redundó en que la ~ 137 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez población regional fuera, en 1920, un 14,7% menor que en 1875. Dos factores incidieron en la generación de este comportamiento poblacional: el interno, representado por el ya referido deterioro de la actividad minera y sus repercusiones; el segundo, de naturaleza externa, combinó hasta 1913 el atractivo de las “oficinas” salitreras con el potente desarrollo urbano en la zona central, en particular en el eje Santiago-Valparaíso, con su consiguiente generación de oportunidades de empleo. Los desplazamientos más numerosos se verificaron hacia dos polos de atracción externos, en primer lugar a Tarapacá y Antofagasta. El segundo estuvo constituido por las ciudades de Santiago y Valparaíso. También fue importante la circulación interna, lo cual explica por qué luego de tres décadas de concentración de población en el país (1854-1885), ambas provincias retornaron a una distribución de población propia de una sociedad tradicional. En efecto, desde la última década del siglo XIX, y hasta el Censo de 1930, la población de ambas provincias pasó a ser mayoritariamente rural o dispersa como producto del colapso de una serie de villas mineras. 18 Entre 1885 y 1930 el 57% de la población de Atacama, con un máximo de 59,6 en 1907, residió en las áreas rurales; en Coquimbo el promedio fue de 67,9 con un máximo de 70%, también en 1907. Gráfico n.º 5 La población de la provincia de Coquimbo disminuyó en 8,8% entre 1885 y 1895 y si bien repuntó en 1907, esto sólo significó recuperar el nivel de 1885. En el siguiente espacio intercensal registró una nueva caída, esta vez de 8,4%, que le llevó a su nivel más bajo desde 1885. Lo importante en este caso es que las principales bajas en la población fueron las correspondientes a los centros poblados, pues en 1920 este tipo de población fue tan sólo el 56,7% de aquella de 1885. Cabe hacer notar que el nivel más bajo se registró en 1907, con 54,5%. El proceso de despoblamiento de las agrupaciones de población que comenzó en el decenio inter-censal 1885-1895, se acentuó a partir de 1907. En ese contexto, tendieron a cobrar fuerza las prácticas tradicionales en las que se articulaban diversas estrategias de 18 Por otra parte, la metodología censal descartó a partir de entonces el conteo de aldeas y villorrios de menos de 2.000 habitantes y procedió a clasificar esa población en condición de rural. ~ 138 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional sobrevivencia con base en la agricultura y en la minería de pequeña escala, ambas con marcados arcaísmos y con limitada capacidad en términos de creación de empleos. 19 Esas son las claves que explican por qué, en su etapa de mayor decadencia, la provincia de Coquimbo se “ruralizó”, según la terminología censal, aunque parece más apropiado pensar en un proceso de “dispersión”; en otras palabras, la mayoría de su población vivía en el campo o en pequeñas agrupaciones en torno a yacimientos mineros abandonados, mientras otros, los menos tal vez, continuaron la práctica de la ganadería trashumante, la caza e incluso la recolección. 20 Entre 1907 y 1952, en promedio, el 65,9% de la población provincial vivió en áreas rurales o en aldeas, caseríos y villorrios, en donde se repetía una y otra vez la práctica de cambiar “el casco minero por la chupalla” cuando “las minas no rinden lo que deben rendir”. 21 Dichas prácticas incidieron incluso en la instalación de la “gran minería” en la provincia de Coquimbo, pues un número importante de trabajadores del mineral de hierro El Tofo, al término de su jornada, regresaban a sus domicilios, ya fuese en el pueblo de La Higuera o en sus inmediaciones, y se dedicaban a cuidar a sus animales, pues por aquellos años aún poseían 22 majadas alrededor del yacimiento. La movilidad fue la resultante de la necesaria e inevitable articulación de dos actividades con lógicas productivas diferenciadas y caracterizó a todo el Norte Tradicional, en donde se reforzaron modos de producción y relaciones sociales de producción pre-capitalistas, muchas de las cuales sobrevivieron hasta muy entrado el siglo XX y, hasta nuestros días, se les encuentra en las “comunidades agrícolas”. A partir de del período inter censal 1920-1930 la población del Norte Tradicional comenzó un lento proceso de recuperación y concentración de la población. En particular, ello es evidente en Coquimbo en donde el desarrollo de la agricultura, de algunas manufacturas y la actividad estatal, expresada en la construcción de obras públicas de envergadura -como lo fueron los embalses y las obras de riego- retuvieron y atrajeron población. También contribuyó la política del gobierno de resituar a los trabajadores desempleados del salitre. La crisis terminal de la explotación del salitre motivó al gobierno a reubicar a miles de trabajadores desempleados y a sus familias. En 1930 el empleo en las oficinas salitreras descendió a 44.100 personas, el nivel de 1914, después de haber alcanzado un máximo de 60.880 en 1924 y 1925. En 1939, su 23 número se había reducido a 20.000, lo cual contribuyó a un fuerte descenso de la población del Norte Grande (14,7%); de 292 mil habitantes en 1930 a 249 mil en 1940. 24 A mediados de la década de 1930 se estimaba entre 20 y 30.000 las personas arribadas desde el norte salitrero tan sólo a los placeres auríferos, entre los que se destacó Andacollo. Allí se generaron agudos problemas sociales los que, dada su gravedad, fueron objeto de extensas intervenciones, en el 19 Un “índice de arcaísmo” en Dirección General de Estadística, Censo Agropecuario 1929-30, Santiago de Chile, Universo, 1933, 101; indica que del total de arados en la Provincia de Coquimbo el 78.3% eran “de palo”; en la Provincia de Atacama éstos eran tan sólo el 48.4%, lo cual es posible explicar por el carácter más intensivo de la agricultura del valle de Huasco. 20 Alberto Herrmann, “Estado de la minería del cobre en Chile”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Minería, n.° 40, 30. De abril de 1900, 99. 21 José Miguel Varas, La novela de Galvarino y Elena, 2ª edición, Santiago de Chile, LOM, 183. La cita recuerda la afirmación de Eugenio Choteau acerca de que el trabajador nortino “tan luego trueca la barreta por el arado como el arado por la barreta”; citado en Ortega, “Del auge…”. 22 Carlos Sottorff Neculhueque, “Origen, desarrollo y consolidación de un mineral de hierro en el Departamento de La Serena. El Tofo 1910-1940”, Santiago de Chile, Universidad de Santiago de Chile, Tesis inédita de Magíster, Departamento de Historia, 2010, 117. 23 Carlos Hurtado, Concentración de población y desarrollo económico. El caso chileno, Santiago de Chile, Universidad de Chile, Cuadro 23. Enrique Reyes, El desarrollo de la conciencia proletaria en Chile, Santiago de Chile, Orbe, 73. 24 Censos de Población, años respectivos. ~ 139 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez Senado. 25 En cuanto a la minería tradicional, según Pederson, en “ambas provincias la minería [mostró] una razonable prosperidad en el largo plazo aunque no una total afluencia”, aunque una revisión de las sesiones del Congreso Nacional deja en evidencia agudos problemas en la 26 “pequeña” minería. El Norte Tradicional inició entonces no sólo la recuperación de su población, la que fue más consistente en la provincia de Coquimbo, sino que lentamente comenzó a experimentar su propio proceso de concentración, con un retardo respecto del proceso nacional de alrededor de dos espacios inter-censales respecto de la tendencia nacional. De tal manera, si la región pasó a tener una población mayoritariamente aglomerada o “urbana” en el período inter-censal 19521960, a nivel nacional ello se había verificado entre 1930 y 1940. Durante aquellos años cesaron los fuertes desplazamientos de población tal cual se habían verificado entre 1885 y 1920. Sin embargo, ello no significó que los flujos de emigración y de migraciones internas cesaran del todo. Los primeros pasaron a ser más selectivos y focalizados, en tanto que los segundos se intensificaron y nutrieron el crecimiento de las ciudades. Pero también ambas provincias se convirtieron en receptoras netas de población, en particular de migrantes desde la zona central en busca de empleo. Un estudio de 1971, elaborado a partir de la información del Censo de Población de 1960, destacaba algunas tendencias que con seguridad se habían mantenido en el tiempo. De tal manera, de los migrantes rurales (1.567 casos) de la entonces provincia de Coquimbo, la mayoría eran hombres (61,93%) y el 72,30% del total se dirigía a otra provincia, en tanto que el 26% migraba dentro de su departamento de origen o encaminaba sus pasos a otro, pero dentro de la provincia. Los migrantes que dejaron la provincia se dirigieron mayoritariamente (43,82% al Norte (Antofagasta 20,96%, Atacama 17,28% y Tarapacá 5,56%, en tanto que el 20,77% se 27 dirigió a las ciudades de Santiago y Valparaíso. Un estudio publicado en 2003 confirmó los hallazgos de Zúñiga con datos del período intercensal 1982-1992 y concluyó que la población rural permanecía estacionaria desde 1952 y que ello era un indicador de que “la región de Coquimbo es una tierra de emigración” o “un territorio exportador de mano de obra”, aunque la intensidad del proceso tiende a disminuir. 28 Ambos estudios concluyen que se trata de un proceso relativamente antiguo. ¿Quiénes fueron los migrantes en el Norte Chico o Tradicional? La migración no se restringe al simple cambio geográfico y no puede enfocarse sólo desde la perspectiva de los saldos positivos o negativos (como lo hacen algunos demógrafos). Es un proceso de movilidad social que refleja cambios más globales en la estructura de la sociedad y, por eso mismo, está estrechamente ligado a las transformaciones experimentadas tanto en el lugar de origen como en aquél de destino del migrante. Las migraciones se entienden entonces 25 Sesiones Ordinarias del Senado n.º 12 y 15, 7 de agosto, 1138-1141, y 4 de septiembre de 1935, 16891692, en las que el senador y médico Hugo Grove Vallejos intervino acerca del tema con los preámbulos “El estado sanitario del país” y “Situación moral, cultural y sanitaria de la población de Andacollo”. Un detallado y hermoso relato acerca de las características de la vida en Andacollo en aquellos años en la novela de José Miguel Varas, Galvarino y Elena, 47-62. 26 Pederson, 257. 27 Jorge Zúñiga Ide, La emigración rural en la provincia de Coquimbo (Chile). Informe preliminar, Santiago de Chile, ILDIS, 1971. 28 Philippe Hamelin, “Poblamiento de la Región de Coquimbo: el rol de las migraciones”, en Patrick Livenais y Ximena Aranda (eds.), Dinámicas de los sistemas agrarios en Chile árido: la región de Coquimbo, Santiago de Chile, Universidad de Chile, Institute de Recherche pour le Développement, Universidad de La Serena, 2003, 195-196, 198-199 y 203. ~ 140 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional como el resultado de un conjunto amplio de situaciones en un lapso de tiempo prolongado y no sólo de situaciones objetivas. De acuerdo con ello, cabe preguntarse: ¿Por qué migraron los habitantes del Norte Tradicional? Nunca se sabrá exactamente por qué las personas decidieron migrar y ciertamente la decisión de hacerlo fue el resultado de un proceso que debió estar determinado por múltiples factores y la “etapa final de un largo y complejo proceso de desarraigo” que no es fácil interpretar a cabalidad. No es posible una comprensión efectiva del por qué si el análisis de variables queda limitado sólo a algunos problemas endógenos que pueden parecer determinantes -crisis productivas, sequías, saturación de la pequeña propiedad-, sin, por lo menos, profundizar en la naturaleza de ellas y en los factores que finalmente las convirtieron en causas de migración, pero asociadas a cuestiones sociales y psicológicas. 29 De tal manera, es prioritario indagar en problemas tales como la articulación entre agricultura, ganadería y minería y evaluar las características de sus vínculos, así como en todo lo que dice relación con el impacto de los factores exógenos, tanto objetivos -empleo en faenas mineras del Norte Grande- como subjetivos, entre los que al parecer se destaca el Servicio Militar Obligatorio. La enumeración de esos factores, sin embargo, no es suficiente para explicar la decisión de los individuos de dejar su lugar de origen. Después de todo, este proceso puede ser visto como mecanismo de escape, por ejemplo, cuando el acceso a la propiedad, por reducida que sea ésta en términos de extensión, se torna imposible. En ese momento, cualquier individuo puede sentir que ha dejado de pertenecer a un grupo más o menos cohesionado del cual en un momento crítico puede obtener apoyos diversos. Según Zemelman, 30 una comprensión más cercana a las motivaciones que llevan a un individuo al límite crítico, pasado el cual su inconformismo o rechazo deriva en migración, requiere de un análisis del medio económico, social e institucional general que le rodea como también de aquellos otros elementos de contexto que le son particulares, como por ejemplo el tipo de actividad que desarrolla. Por lo tanto, se requiere de una descripción lo más exacta posible del contexto global y particular, del lugar de residencia de los migrantes, de su entorno social, de sus posibilidades de desenvolvimiento personal, como también de su visión del medio. La decisión de migrar, entonces, no aparece como una consecuencia mecánica de realidades externas determinantes, sino como la resultante de una relación ente la objetividad de los hechos económicos y sociales y la valorización subjetiva que el individuo hace de ellos. En el caso del Norte Tradicional, en particular en la antigua provincia de Coquimbo, el fenómeno migratorio cambió sustantivamente en cuanto a dimensiones y locaciones a partir de la segunda década del siglo XX. Para entonces, no sólo comenzó el agotamiento de la industria salitrera, sino que hizo su “entrada en escena” la “gran minería del cobre”. En efecto, a partir del momento en que la Chile Exploration Company (CHILEX) comenzó a desarrollar la mina de Chuquicamata, este yacimiento se convirtió en un importante atractivo para la población masculina del Norte Tradicional, y una vez iniciada la crisis de la minería del salitre también para la del Norte Nuevo o Grande. En la década de 1920 el flujo de población desde las provincias de Atacama y Coquimbo si bien se estabilizó a la baja, adquirió características de circuito que, con transformaciones importantes, se mantuvo hasta la década de 1980. Una publicación de la CHILEX, da cuenta de aquel movimiento. Un personaje de ficción, Juan Minero, cuenta que: 29 Hugo Zemelman, El migrante rural, Santiago de Chile, ICIRA, 1971, 30. Zemelman, op. cit., 29; siguiendo a Arnold M. Rose, Migrants in Europe. Problems of Acceptance and Adjustment, London, Oxford University Press, 1969. Un estudio más reciente desde la antropología estudia este aspecto de la migración rural precisamente en el valle de Río Hurtado: Luis Pezo Orellana, “La migración rural en su fase motivacional: aportes para su estudio desde el caso de Río Hurtado, IV Región, Chile”, en Werken, n.º 007, 2005, 151-164. 30 ~ 141 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez Yo soy un minero. Aquí nací y me crié y eduqué. Mi padre también lo fue, aunque él llegó de otras tierras. Vino desde el sur, de la región de Coquimbo. Aun cuando siempre tuvo la esperanza de volver a su pueblo, no lo pudo lograr, porque aquí se casó y formó su hogar… Con su trabajo pudo educarnos a nosotros; y digo nosotros, porque fuimos cinco hermanos… Mi hermano Pedro también trabaja aquí… Mi destino era seguir como mi padre, ser un minero más 31 de Chile. Y aquí estoy… En 1985 Jürgen Bähr publicó un estudio acerca de los movimientos migratorios durante el quinquenio 1965-1970, en particular hacia los distritos de Calama y Chuquicamata. 32 Bähr estudió 5.777 eventos migratorios entendidos estos como “movimientos de familias o de una sola persona” que involucraron a 13.581 individuos que iniciaron sus desplazamientos principalmente desde cinco zonas de emigración: los oasis de la zona andina del interior de la provincia; desde la zona salitrera; desde el puerto de Antofagasta, desde “el así llamado Norte Chico” y desde la “Zona Central, especialmente de la Región Metropolitana de Santiago y de la de Valparaíso”. Del total de los eventos migratorios, aquellos correspondientes al Norte Tradicional sumaban 1.904, con el 33% del total; 1.360 (23,5%) eventos se originaron en la Región de Coquimbo, 544 (9,4%) en la de Atacama. Las provincias que “hicieron una mayor contribución” al proceso fueron las de Limarí -de larga tradición minera y migraciones- con 591 eventos que representaron el 43,5% del total regional y el 10,2% del total de eventos, la del Choapa ( 38,6 y 9,1%) y la de Huasco (46 y 4,3%). Cabe destacar que de los casos originados en la provincia de Elqui, el 57,4% de ellos se originó en el sector del antiguo mineral de La Higuera. A partir de la década de 1920 el mineral de Potrerillos, y luego en la de 1950 El Salvador, atrajeron un importante número de migrantes. Una revisión de las fichas de personal que ingresó a la Andes Copper Mining Company entre 1925 y 1972 realizada por Ángela Vergara, revela que aproximadamente el 40% del personal señaló como lugar de origen un pueblo 33 situado en lo que hoy es la Región de Coquimbo. Otros datos señalan que la mayoría de los migrantes partieron del entonces departamento de Ovalle, y en segundo y tercer lugar, de aquellos de La Serena y Coquimbo, todos ellos de importante tradición minera y metalúrgica. 31 Texto reproducido por Janet L. Finn en Tracing the Viens. Of Copper, Culture and Community from Butte to Chuquicamata, Berkeley, University of California Press, 1998, 115. El original en Oasis, 6 de junio de 1964, publicación de la Chile Exploration Company. 32 “Agriculture, Copper Mining and Migration in the Andean Cordillera of Northern Chile”, Mountain Research and Development, vol. 5, n.° 3, 1985, 279-290. 33 Copper Workers, International Business and Domestic Politics in Cold War Chile, Pennsylvania, The Pennsylvania State University Press, 2008, 49. ~ 142 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional Tabla n.º 3. Migrantes del Norte Tradicional en Chuquicamata Región de Atacama Eventos migratorios Porcentaje de total regional Porcentaje de total nacional Provincia Huasco 250 46 4,3 Copiapó 142 26,1 2,5 Chañaral Total región Región de Coquimbo Provincia Choapa 152 544 27,9 100,00 2,6 9,4 525 38,6 9,8 Limarí 591 43,5 10,2 244 1.360 17,9 100,00 4,3 23,5 Elqui Total región Total casos país 1.904 32,9 Fuente: Bähr, op. cit., 284-5. A partir de los datos cuantitativos y de testimonios de personas originarias de la región de Coquimbo, se ha diseñado una metodología para tratar de responder a la pregunta ¿Quiénes fueron los migrantes en el Norte Chico o Tradicional? Se visitaron tres distritos de la Región de Coquimbo –Serón, Cerrillos de Tamaya, La Higuera- y se desarrolló un programa de entrevistas recabando datos acerca de los desplazamientos de los migrantes a partir de la década de 1920 y hasta 1971, apelando a la memoria de sus descendientes o al testimonio de los propios protagonistas. También se entrevistó a personas que, siendo originarias de Coquimbo, hoy residen en Santiago y en la conurbación Valparaíso-Viña del Mar. Con ello se conformó una muestra de 35 casos de los cuales en este artículo se exponen algunos datos. Dos lugares en donde se ha desarrollado la pesquisa comparten un rasgo en común: fueron importantes centros mineros desde mediados del siglo XIX y desde comienzos del XX entraron en un proceso de decadencia que hacia la década de 1960 adquirió su máxima expresión. La Higuera es una comuna de población dispersa en la que a comienzos de la década de 1980 moraban 3.648 personas –con una densidad de 1,14 habitantes por kilómetro cuadrado-, de las cuales sólo 800 lo hacían en el pueblo, situado a 55 kilómetros al norte de La Serena. La actividad económica, seriamente deteriorada en la década de 1960 por el cese de las explotaciones de hierro y las periódicas sequías, se reducía a la explotación de cobre por parte de pirquineros, la agricultura de subsistencia, la ganadería caprina, la pesca artesanal y, crecientemente, el turismo. En Cerrillos de Tamaya, aldea de 900 habitantes situada a 25 kilómetros al noroeste de Ovalle, la decadencia comenzó con el agotamiento de los yacimientos de cobre del mismo nombre al final del siglo XIX, lo cual, al igual que en La Higuera dio origen a un fuerte despoblamiento. A partir de la década de 1920 la minería se redujo a explotaciones “medianas”, las cuales desde mediados de los años 1950 debido a su agotamiento devinieron en “pequeña” y pirquén, las que se complementaron con el desarrollo de la agricultura y la ganadería caprina incentivadas estas dos por las obras hidráulicas ejecutadas a fines de la década de 1910 por privados. ~ 143 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez La realidad de Serón, aldea de poblamiento disperso en la comuna de Río Hurtado, es sustancialmente diferente a las dos anteriores, pues en cuanto a actividades productivas descansa en la agricultura –de subsistencia y comercial- y la ganadería, y sólo marginalmente en algún tipo de minería de pequeña escala. Las principales producciones para el mercado son los “huesillos”, la uva para la elaboración de pisco, y caprinos, mientras que la minería –cobre y manganeso– es una actividad ocasional regida por las variaciones del precio. Ello ha resultado en la cíclica transformación “de los sujetos campesinos en pequeños pirquineros [sic]”. Una tradición importante son las llamadas “veranadas”, en las que los arrieros dirigen sus animales a los pastos cordilleranos cercanos a las vegas. 34 Luis Rojas Aguirre nació en la comarca de Serón en febrero de 1907. 35 Su madre, una pequeña propietaria agrícola, fue Marcelina Rojas Rojas, nacida en 1890 en la misma localidad; Luis fue el tercero de ocho hermanos y tuvo una relación distante con su padre quien residió principalmente en Ovalle. En 1925 Luis dejó su pueblo natal y se dirigió a Ovalle cubriendo el trayecto en tres días, ya fuese en carreta o en alguno de los primeros camiones que circulaban por la compleja ruta que recorría la totalidad del valle de Río Hurtado. Desde Ovalle se dirigió a Coquimbo en donde embarcó con destino a Antofagasta a bordo del navío “Flora” de la Compañía Sud Americana de Vapores. El trayecto lo hizo, como tantos otros migrantes, sobre la cubierta del navío “cerca de la chimenea, para pasar el frío”. Luego se dirigió a Calama y Chuquicamata, lugar en que postuló a un empleo en la CHILEX. Por ser menor de edad, Luis no fue aceptado por lo que se enroló en el Servicio Militar Obligatorio en 1926 en el regimiento Destacamento de Montaña Nº 1 “General Lagos" con asiento en Calama. Un año más tarde, ya cumplidas sus obligaciones militares, fue contratado por la CHILEX, empresa en la que laboró hasta 1964. Su primer trabajo fue en el taller eléctrico. Luis fue uno de los primeros habitantes de Serón que llegó a Chuquicamata. Allí contrajo matrimonio con Teresa Rojas y gracias a la cadena comenzada por él llegaron desde su aldea de origen, paulatinamente, primero una hermana de 15 años que vivió largos años en su casa y luego hermanos que ingresaron a la CHILEX como trabajadores en distintos oficios. Años más tarde llegaron sobrinos, hijos de dos hermanas que permanecieron en Serón; uno de ellos ingresó a la compañía como hijo de Luis, puesto que en los años cincuenta y sesenta constituía para la compañía un buen antecedente que el postulante fuese pariente de uno de sus trabajadores. Según su hijo Sergio, Luis se convirtió en una especie de “Padrino”, al que distintos niveles de parentesco le reconocían como el primero entre todos ellos. Era muy respetado y querido por una gran cantidad de parientes. Cuando en 1977 falleció su hermana, que vivió con él hasta que se casó, Luis viajó a sus funerales a Serón; entonces él ya residía en Valparaíso, en donde sus dos hijos habían estudiado en la sede local de la Universidad de 36 Chile. En esa ocasión debió saludar a los miembros de una numerosa familia quienes le manifestaron su reconocimiento, para lo cual debió sentarse en un sillón desde donde pudo ver una larga fila que salía de la casa donde estaba. Eran sus parientes que pasaban uno a uno manifestando su alegría de conocerlo y saludarlo, en otras palabras, le hicieron explícita una forma de respeto. Mientras varios de los Rojas y su descendencia permanecieron en Calama, algunos regresaron a su punto de partida. El último de los Rojas de Serón en emigrar a 34 <www.memoriasderiohurtado.cl> 12 de enero de 2011. La condición de pirquinero es la de menor escala en las explotaciones mineras. 35 Registro de Nacimientos en la Circunscripción de Hurtado, n.º 10 del Departamento de Ovalle; 143, Registro n.º 112, 5 de julio de 1907. 36 Los datos acerca de Luis Rojas Aguirre son el producto de una entrevista a mi amigo y compañero Sergio Rojas Rojas, académico del Departamento de Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Santiago de Chile; este texto fue leído por su hermano, Francisco Rojas Rojas. También se recogieron datos acerca de él en Serón. ~ 144 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional Chuquicamata fue Eduardo Rojas, hoy radicado en la aldea. 37 Eduardo se dirigió a Calama a comienzos de 1971. A diferencia de Luis, demoró un día en llegar a Ovalle desde donde emprendió el viaje al norte “en una micro”. Eduardo se desempeñó por nueve años en Codelco Chuquicamata, empresa que debió abandonar en 1982 a raíz de las protestas en contra de la dictadura militar. Regresó a Serón al final de aquel año y desde entonces se dedica a la explotación de uva en un predio de 1,2 hectáreas. Eduardo recuerda su estancia en Chuquicamata como una importante experiencia personal y pecuniaria, pues con sus ahorros pudo adquirir la tierra que trabaja y construir una amplia casa en un terreno colindante a las viviendas de otros Rojas. Reconoce que Luis Rojas Aguirre fue el que “abrió el camino” a Chuquicamata para los hombres de Serón y que para éstos la decisión de partir representó un cambio fundamental en sus vidas, ya sea para los que como él regresaron a su pueblo de origen con ahorros, o para aquellos que se radicaron en Calama o en algún otro lugar de Chile una vez que terminó su vida laboral. Es una opinión compartida por los hombres y mujeres radicados en Serón que laboraron en “Chuqui” y también por aquellos como Luis Rojas Aguirre que decidieron radicarse en otros lugares. Para todos ellos fue una experiencia decisiva; y al parecer para otros también, aunque no hayan realizado el viaje. Es el caso de Julio Chacay, que declara tener “más de 75 años”, pero no saber con certeza cuando nació, es un personaje controvertido en su comunidad, al cual todos los días se le ve desde el mediodía sentado en la puerta de su casa y, al crepúsculo, frente a la plaza de Serón. Su principal actividad allí es conversar con quien esté dispuesto a departir algunos minutos con él, de preferencia en torno a una cerveza y un bocado. En cierta medida, Julio subsiste gracias a la solidaridad de los aldeanos. Nos cuenta acerca de su agitada vida desde la adolescencia lo que, según él, lo llevó a Chuquicamata en donde, en todo caso, su permanencia fue breve debido a problemas disciplinarios. Sin embargo, para los habitantes de Serón, entre quienes la credibilidad y el prestigio de Julio están fuertemente debilitados, sus relatos son sólo fantasía, pues nunca habría estado en aquel yacimiento. Raúl Valdivia nació en Tamaya en 1932 y en la actualidad reside allí, en una antigua y deteriorada vivienda en el costado poniente de la plaza. Desde muy joven se dedicó al trabajo minero, ya fuese en los desmontes de la antigua fundición en las inmediaciones del entonces pueblo o en algunos pequeños yacimientos. Raúl relata su experiencia de aquellos años y nos da cuenta de la histórica imbricación mundo rural-mundo minero; nos cuenta que “el minero antes tenía un piño de cabras, si no resultaba eso, rasguñaban el cerro para su sustento diario”. Sin embargo, hacia fines de la década de 1940 la baja del precio del cobre y las dificultades en la colocación de su escasa producción, le hicieron abandonar el oficio y emprender camino a Calama en donde permaneció en calidad de obrero de una empresa contratista de la CHILEX, hasta mediados de la década de 1970. Hoy sus recuerdos son un tanto difusos, pero está vívido en su memoria el primer y largo viaje al norte en ferrocarril, las características de la vida en “el campamento” e incluso la visita de Fidel Castro en 1971. Hoy, Raúl recuerda con nostalgia el pasado de Tamaya y su juventud: “Nosotros no alcanzamos a ver el pasado esplendoroso de Tamaya. Mi abuelo tenía una pulpería, y nos contaba que en el tren le llegaban como 10 ó 12 carros con cargas para abastecer el negocio. Se paró Tamaya, se acabó la plata y el trabajo. Mi abuelo cambiaba joyas por alimento, porque no había como comprar y la gente tenía que alimentar a sus hijos”. En esa perspectiva, su partida a Chuquicamata fue su “salvación”, aunque perdió su preciada condición de “minero independiente”. 37 Los antecedentes que se exponen a continuación son fruto del trabajo de campo realizado por el equipo de investigación del proyecto FONDECYT 1095107 en noviembre y diciembre de 2009 y febrero de 2010. ~ 145 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez Manuel Arias Sandoval nació en La Higuera en 1930. Su padre, junto con ser comerciante, editaba el diario local, el que había adquirido por herencia; en 1948 Manuel fue llamado a cumplir con su Servicio Militar Obligatorio y se le destinó a Antofagasta. Una vez terminadas sus obligaciones militares se radicó en la oficina salitrera María Elena, en donde se desempeñó en calidad de mecánico, oficio que había adquirido en el regimiento. Su retorno a La Serena no fue voluntario pues, a pesar de sus simpatías falangistas, en 1951 fue arrestado por trasgredir la Ley 8.987 de Defensa Permanente de la Democracia o “Ley Maldita” y enviado a esa ciudad en calidad de “relegado”. Regresó a María Elena dos años más tarde, pero dado el deterioro de las condiciones laborales en ese lugar, emprendió su retorno a la provincia de Coquimbo. Debido a las escasas oportunidades de empleo allí existentes, Manuel emprendió su camino a Santiago, en donde finalmente se radicó y continuó desempeñándose en calidad de mecánico de vehículos pesados. Dejó esa actividad a mediados de la década de 1990 y por estos días reside en la comuna de Lampa. No ha visitado La Higuera desde comienzos de los años 1960 y dice que, en realidad, no le interesa el destino del pueblo, al que no recuerda con cariño. Eduardo Vargas Saavedra nació en el año 1932 en El Tambo, en la actual provincia de Choapa, en las inmediaciones de la ciudad de Salamanca. Su padre era trabajador de uno de los tantos predios de la Beneficencia en ese distrito y poseía escasa tierra. A los once años, a instancia de su padre, debió interrumpir sus estudios primarios y comenzó a trabajar en la “pulpería” de uno de los fundos de la comarca. En el desempeño de sus labores Eduardo se afilió a la organización comunista local, lo cual en 1950 lo llevó a abandonar la zona, aconsejado por su patrón, a fin de evitar una inminente detención por infracción a la “Ley Maldita”. Eduardo se dirigió por tren y “micros” al valle de Aconcagua, y se radicó en la zona de Putaendo en donde por varios años se convirtió en obrero agrícola y activo organizador de los primeros sindicatos de trabajadores rurales. En 1958, en el contexto de la campaña presidencial del médico Salvador Allende, se trasladó a Valparaíso en donde se convirtió en obrero de la construcción, con especialidad en albañilería de alcantarillado. Hasta hace pocos años Eduardo regresaba periódicamente, en largas visitas a su tierra natal; vive en la actualidad en el límite entre Viña del Mar y Quilpué, en una amplia casa que construyó con la ayuda de su familia y en donde en un extenso patio cultiva hortalizas y cría aves de corral, actividades que, según él, lo acercan a su infancia y a su El Tambo natal. Pero como todos los migrantes de Coquimbo entrevistados, y que se han radicado en otras provincias una vez finalizada su vida laboral activa, a pesar de la nostalgia, nunca ha pensado en regresar. Las mujeres también fueron parte de los movimientos migratorios que experimentó la provincia de Coquimbo. También el flujo de mujeres hacia otras zonas del país es histórico y los destinos que ellas tuvieron fueron múltiples. Un buen ejemplo de un conjunto numeroso de ellas es el de las vendedoras ambulantes de Antofagasta en la década de 1920. De un universo de 1.210 registros de vendedores y vendedoras ambulantes inscritos entre junio de 1925 y el 7 de enero 38 de 1931, 195, o el 16,1% correspondía a mujeres. De ellas, 146 registraban edad, siendo 139 de ellas adultas que consignaban su lugar de origen. Sólo el 11,5% era originaria de Antofagasta; el resto provenía de la zona central: 11% de Valparaíso y Aconcagua, 8,6% de 38 Todos los datos referidos a este caso específico me fueron entregados por la profesora Dina Escobar, coinvestigadora del proyecto FONDECYT 1095126, del cual también soy co-investigador y formaron parte de su ponencia: “Presencia laboral de mujeres, niñas y niños en Antofagasta a través de las fuentes municipales, 1920-1930”, presentada en las XV Jornadas de Historia Regional realizadas en Arica en octubre de 2010. Archivo Municipal de Antofagasta. Registro de vendedores Ambulantes. Tomo I y II. El registro contenía: Fotografía del vendedor/ra; número de orden en la inscripción, edad, lugar de nacimiento, y si sabía leer y escribir. Luego se insertaba la filiación. Se debía rellenar el impreso con los datos personales de identificación física de la persona: cara y color de tez, ojos y color, nariz, orejas, pelo y color, boca (grande, chica) y estatura. ~ 146 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional Santiago. Había 10 extranjeras, mayoritariamente bolivianas. El grueso de ellas provenía de las provincias de Atacama y Coquimbo, con 50 casos o el 36%. En cuanto a provincias de origen el 82% dijo ser de Coquimbo (24 del puerto, 8 de Ovalle, 7 de La Serena y 3 de otra ciudad). De las ocho que declararon proceder de la provincia de Atacama, cuatro dieron a la ciudad de Copiapó como punto de partida, mientras las restantes señalaron Huasco (2), Vallenar y Chañaral. Aquellas mujeres que nacieron a fines de la década de 1920, y comienzos de la de 1930, combinaron los desplazamientos externos e internos con las labores en sus hogares y el servicio doméstico, y algunas, como tantos hombres, se dirigieron a algunos de los yacimientos de la “gran minería”. Es el caso de las hermanas Millas Rojas de Serón que, todavía niñas, se trasladaron en la década de 1940 con sus padres a Chuquicamata. Hoy residen en Calama en donde se dedican al comercio. Un vez por año viajan a Serón, fundamentalmente para visitar a su padre, Jorge Millas, quien una vez que terminó su vida laboral en la CHILEX, regresó a Serón en donde adquirió dos hectáreas que dedicó al cultivo de uva que vendía a la planta 39 procesadora de Pisco Capel situada en la salida poniente del poblado. Las hermanas dicen que les gusta mucho Serón, pero que por ningún motivo regresarían a vivir en el pueblo. Ana Graciela Rojas Rojas tuvo una percepción similar y solo regresó a Serón después de una vida laboral bastante extensa en Santiago y en El Salvador en donde se desempeñó en calidad de cocinera y empleada doméstica; en El Salvador trabajó en casa de una familia estadounidense. Los ahorros de más de 30 años le permitieron regresar a Serón y construir su propia vivienda y adquirir un terreno en que se produce uva. Ana Graciela es viuda y vive sola, pero desarrolla una activa vida social con amigas y participa en el Centro de Madres, la Junta de Vecinos y la Asociación de Enfermos Crónicos. Dice extrañar mucho a sus hijos, quienes luego de culminar su vida laboral en El Salvador se radicaron en Antofagasta, y sostiene que sus visitas anuales constituyen una de sus grandes y escasas alegrías. Raquel Contreras Contreras dejó su natal San Lorenzo a los 11 años, en 1950. Diversos motivos, en particular la muerte de sus padres, la motivaron a dejar el hogar natal en el valle del río Rapel y dirigirse a La Serena, trayecto que realizó en diversos medios de transporte. En esa ciudad fue recibida por una prima, quien le procuró trabajo doméstico inicial en una parroquia; allí aprendió oficios varios que le permitieron desempeñarse en diversos hogares y procurarse sustento para una temprana vida independiente. Fue acogida por una familia para la que desempeñó las labores hogareñas; a cambio, los dueños de la casa la incentivaron a continuar sus estudios interrumpidos y seguir estudiando corte y confección, o modas, en la Escuela Técnica de Niñas de la ciudad. Equipada con sus nuevas destrezas, Raquel desarrolló una amplia estrategia de sobrevivencia que combinaba las tareas de tipo doméstico con la producción de diversos tipos de vestuario. A partir de ese momento se hizo independiente y consolidó su residencia en la ciudad en la que reside hasta hoy, en donde formó familia con Mario Álvarez Urbina, natural de Vicuña, de oficio fotógrafo. Entre las mujeres que dejaron la región se destacó la figura pública de Carmen Lazo Carrera, “La negra Lazo”, que nació en Chuquicamata el 19 de septiembre de 1920. Por razones de carácter laboral, su padre, originario de la provincia de Coquimbo, regresó a ella a comienzos de la década de 1930, para trabajar en el mineral de hierro El Tofo, en donde Carmen ingresó al recientemente fundado Partido Socialista de Chile en 1933. Su vida laboral comenzó tempranamente como funcionaria del Servicio de Seguro Social, actividad que combinó con 39 La entrevista con las hermanas Millas Rojas se realizó el 20 de noviembre de 2009 en Serón. No pudimos entrevistar a su padre que se encontraba enfermo y que falleció una semana más tarde. Las referencias a él se basan en los datos que nos entregaron sus hijas. ~ 147 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez responsabilidades dirigenciales en la Confederación de Trabajadores de Chile entre 1939 y 1943. En 1941 fue elegida miembro del Comité Central de su Partido y se trasladó a Santiago. En 1943 fue elegida regidora por esa comuna y en 1965 diputada por el Primer Distrito de Santiago, sirviendo en esa calidad hasta el Golpe Militar de septiembre de 1973. Carmen Lazo murió en el aeropuerto de Santiago como consecuencia de una falla respiratoria, cuando regresaba después de participar en una actividad partidaria en La Serena; es decir, en la misma región donde comenzó su actividad política. ¿Quiénes migraron al Norte Tradicional? Si a partir de la década de 1930 la población del Norte Tradicional comenzó a aumentar sostenidamente, en ello fueron decisivos los movimientos inmigratorios. Un caso masivo se registró a comienzos de la década de 1930, cuando en el contexto de la crisis el gobierno puso en marcha el plan de “lavaderos de oro”, uno de cuyos asientos importantes fue Andacollo. A ese pueblo, que según los datos de 1930 tenía tan sólo 922 habitantes, llegaron aproximadamente 6.000 y sus dependientes, lo cual elevó su población hasta cerca de 20.000 personas en 1924. De acuerdo con el censo de 1940 Andacollo sólo tenía una población de 6.748 habitantes, lo cual representaba una extraordinaria tasa anual de crecimiento de 22%. También se encuentran buenos ejemplos en algunos servidores del Estado que convergieron a las dos provincias, en particular a la provincia de Coquimbo. Un caso es el de Estela Ortega Santander, quien nació en Valparaíso en 1905. Estela se trasladó a Santiago a comienzos de la década de 1930 y obtuvo un empleo en el Consulado de Bolivia y se involucró en actividades políticas. Pero también estudió y calificó como profesora primaria, actividad en que conoció a Pedro Arriaza Ojeda, natural de Domeyko en la provincia de Atacama. De joven, Arriaza se dedicó a las labores mineras en pequeños yacimientos, pero a fines de la década de 1920 ingresó a la recientemente creada policía de Carabineros de Chile en la que alcanzó el grado de capitán, servicio que debió abandonar por una rencilla con un oficial superior. A comienzos de la década de 1940 siguió cursos que lo calificaron como profesor de “enseñanza primaria”, logrando con Estela diversas destinaciones docentes en la zona central. A mediados de la década de 1940, Arriaza ganó un concurso para dirigir la escuela de la Hacienda Llimpo, de propiedad pública, al interior de Salamanca, en el valle del Choapa. Ambos permanecieron allí hasta mediados de la década de 1960, cuando solicitaron y obtuvieron traslado a la Escuela Básica de Colmo, cerca de Con-Con en la Provincia de Valparaíso, en donde terminaron su carrera. Eduardo Hernández Valladares nació en Santiago en 1930 e ingresó a la Empresa de los Ferrocarriles del Estado a comienzos de la década de 1950. En 1968 fue trasladado a la ciudad de La Serena y, luego de instalarse llevó, por tren, a su familia. Eduardo era trabajador de vía al ingresar a la Empresa y al jubilar, después de 30 años servicios, era Jefe de Taller. Permaneció en la ciudad capital de la IV región, en donde aún reside. Jorge Osorio Zamora, natural de Valparaíso, donde nació en 1938. Hasta 1971 Jorge, de profesión Ingeniero Comercial, se desempeñaba en calidad de Jefe de Personal de la Sede de Valparaíso de la Universidad de Chile. En su calidad de militante del Partido Socialista de Chile, a mediados de aquél año recibió la orden de trasladarse a Coquimbo, para asumir similar función en la industria productora de neumáticos MANESA, de propiedad del Estado. Jorge desempeñó esa función hasta el día 11 de septiembre de 1973, y fue detenido por funcionarios de la Policía de Investigaciones el día 17. Permaneció arrestado en las dependencias del regimiento Arica de La Serena y luego en la cárcel de la ciudad, sin que se le formularan cargos. El 16 de octubre Jorge fue ejecutado junto con otros 16 detenidos, en un episodio asaz conocido y documentado. ~ 148 ~ Migrantes en el Norte Tradicional o Chico Espacio Regional Conclusión A partir de la década de 1920 los movimientos migratorios del Norte Tradicional comenzaron a experimentar importantes modificaciones respecto a la forma tradicional que había adquirido desde la medianía del siglo XIX, aunque conservaron algunos rasgos esenciales. Entre estos últimos se destacan dos factores que informan de manera fundamental la decisión de abandonar el lugar de origen: la reducción de las oportunidades que permitieran a las personas aspirar a un mejor nivel de vida –en donde el tema del acceso a la tierra y, en segundo lugar, el reforzamiento de los mecanismos de redes que facilitaron el proceso de desplazamiento. El 93,3% de los encuestados afirmó que el primer factor fue su principal motivación, en tanto que el 6% declaró al segundo en importancia al momento de tomar la decisión final de migrar. 40 Las diferencias son importantes y denotan cambios sustantivos. En primer lugar, cabe destacar los movimientos internos, los que contribuyen a explicar la aceleración del proceso de concentración de población. En ello la participación de las mujeres jugó un rol preponderante. En segundo lugar, la emigración a otras regiones dejó de ser un fenómeno masivo, en la medida que las oportunidades de trabajo en el Norte Nuevo o Grande se redujeron, dadas las características de las empresas de la “gran minería” del cobre. En esos desplazamientos la estructuración de redes –familiares o de amigos- tuvo particular importancia; en el caso de los varones, los desplazamientos facilitados por el servicio militar fueron uno de los factores en la base de dichos desplazamientos. Los datos obtenidos en Cerrillos de Tamaya, San Lorenzo y Serón sugieren que las motivaciones de los migrantes de esas comarcas se encuadran con los modelos que dan cuenta de las migraciones tradicionales. En primer lugar, como resultado del agotamiento de las oportunidades de mejorar el nivel de vida en el lugar de origen, que en estos casos está relacionado con el cada vez más limitado acceso a la tierra y las dificultades de la minería, incentivos principales para buscar trabajo con buenas remuneraciones en el norte o el centro del país; también estuvieron relacionadas –y lo están hasta hoy- con la aspiración de acceder a niveles de educación superior: enseñanza media, profesional o universitaria. En 1971 en una muestra de 1570 emigrantes rurales el 8,1% declaró haber emigrado por motivos de estudio, mientras que el 79,4% atribuyó su decisión a motivos de trabajo, es decir, a la búsqueda de nuevas y mejores oportunidades de empleo. 41 La mayoría de los entrevistados se dirigió al Norte Grande, a las faenas de la “gran minería” o las ciudades de mayor tamaño de la zona central; los primeros desempeñaron labores propias de la fuerza de trabajo no calificada, mientras que en el caso de los segundos, en su mayoría mujeres, se desempeñaron en el sector servicios, tanto en el doméstico como en el comercio. Los que migraron pero permanecieron en la provincia (actual IV Región), tuvieron un destino similar. La diferencia más importante es que desde la década de 1930 los movimientos migratorios dejaron de ser masivos en cuanto a desplazamientos a otras regiones. Los grandes desplazamientos se verificaron al interior de la región y empujaron el proceso de concentración de población, al cual contribuyeron -en un quantum desconocido- los inmigrantes, si bien algunos de ellos se radicaron en las áreas rurales. Sin embargo, la muestra no permite siquiera elaborar conclusiones tentativas al respecto, pero señala un camino posible para acercarnos a conocer quienes convergieron a y se desplazaron por Coquimbo por aquellos años. 40 Resultados en línea con los de Jorge Zúñiga Ide, La emigración rural en la provincia de Coquimbo. Informe preliminar, Santiago de Chile, Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales, 1972. 41 Zúñiga, Cuadro n.º 24. ~ 149 ~ Dossier Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Luis Ortega Martínez Dos estudios, uno de 1971, otro de 2003, confirman en términos generales las principales tendencias de los procesos migratorios en una perspectiva de larga duración, aunque ciertamente la cantidad de personas involucradas para entonces había decrecido considerablemente. Bibliografía Albert, Bill. South America and the First World War. The Impact of the War on Brazil, Argentina, Perú and Chile: Cambridge University Press, 1988. Archivo Municipal de Antofagasta. Registro de vendedores Ambulantes, tomo I y II. Bahr, Jurgen. “Agriculture, Copper Mining, and Migration in the Andean Cordillera of Northern Chile”. Mountain Research and Development 5/3 (1985): 279-290. Cámara de Diputados, Sesión Extraordinaria del 1 de diciembre de 1926. 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Fuchslocher, n.º 1305, Osorno, Chile y/o al correo electrónico habilitado para tal efecto: [email protected] Para someter los trabajos enviados al Comité Editor, los autores deberán apegarse a las siguientes normas editoriales de la revista: 1) Cada autor que envíe su trabajo original o inédito a Espacio Regional. 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Dichos materiales deben tener un título, número, referencia de la fuente y adjuntarse en páginas separadas al final del artículo; su ubicación en el texto debe indicarse de la manera siguiente: [insertar tabla 1]. El Editor o Editora respectiva se reservará, previa autorización del Comité Editor, el derecho de efectuar los cambios necesarios para mantener el estilo de Espacio Regional. 3) Cada trabajo debe incluir al comienzo un resumen del mismo, en castellano e inglés, con una extensión máxima de 200 palabras. Este resumen debe incluir, como máximo 5 palabras claves en ambos idiomas. Se espera que en el resumen se especifique el o los objetivos y los resultados de la investigación. 4) El nombre del(a) autor(a) y el de la institución a la que pertenece se deberán indicar claramente. Con un llamado a pie de página al final del título se podrá indicar si el texto es el fruto de algún proyecto de investigación concursable. 5) El trabajo podrá ser dividido en capítulos (en números romanos), títulos (en números arábigos) y subtítulos (ordenados según las letras del alfabeto latino que nos rige). 6) Las notas de texto irán a pie de página y deben ajustarse a las siguientes indicaciones: a) Las llamadas a ellas se harán mediante números volados secuenciales, sin paréntesis. b) Cuando se cite por primera vez una obra, deberá figurar el nombre y apellido del autor, título (cursiva), ciudad, editorial, año de edición y páginas. Todos estos datos deberán aparecer separados por comas, y no por puntos. Las referencias siguientes a esa primera obra se harán citando el apellido del autor, seguido de op. cit. Ejemplos: 1. Roy Porter, Breve historia de la locura, México D.F., Ediciones Turner, 2003, 68-95. 2. Porter, op. cit., 99-114. Instrucciones a los autores Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Sec. de Redacción c) Se escribirá en cursiva solamente el título del libro o de la revista en la que se incluya el artículo que se cite, yendo éste entre comillas. En este caso, junto al nombre de la revista, se añadirá el volumen, número, año y páginas. Ejemplos: 1. José Mansilla, “Conflictos sociales en Calbuco hispano: los indios reyunos contra el gobernador de Chiloé (1761–1765)”, en Espacio Regional, vol. 2, n.º 3, Osorno, 2006, 11-28. 2. Joel Lespai, “Consolidación del capitalismo agrario en la región austral y propiedad indígena en Osorno (1883-1931)”, en Jorge Muñoz y Raúl Núñez (editores), Amotinados, abigeos y usurpadores, Osorno, Editorial Universidad de Los Lagos, 2007, 101-145. d) En caso de periódicos o diarios: 1. El Damas (Osorno), 21 de junio 1892, “Las bondades de la lectura”. e) Idem e Ibid. (sin acentuar y en cursiva si se refiere a un artículo o un libro. Si se refiere a una fuente documental no irá en cursiva) se utilizarán para reproducir la cita anterior. Idem cuando es exactamente igual e Ibid. cuando contiene alguna variación como número de páginas, capítulos, etc. 7) Los originales publicados en Espacio Regional son propiedad del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Lagos, siendo preciso citar su procedencia en cualquier reproducción total o parcial. Los autores recibirán 3 ejemplares del número de la revista en el cual se publique su trabajo. 8) El Editor o Editora responsable acusará recibo de los originales en un plazo de siete días hábiles a partir de su recepción. La aceptación de las colaboraciones dependerá de los arbitrajes confidenciales de al menos dos especialistas. A partir de los informes, el Comité Editor decidirá sobre la publicación e informará a los autores. En caso positivo, el plazo máximo transcurrido desde la llegada del artículo y su publicación es de un año. La Bibliografía se consignará al final del artículo y hará alusión a los trabajos efectivamente considerados en la elaboración del mismo. El listado se encabezará con el título “Bibliografía” y los trabajos se ordenarán alfabéticamente, tomando como base el apellido de los autores (excepto en los autores institucionales). Si se ha trabajado con más de una obra de un mismo autor se deben ordenar sus obras desde la más reciente a la más antigua. Se utilizará sangría francesa. Se sugiere evitar el uso de guiones para indicar que las referencias pertenecen a un mismo autor. Algunos ejemplos: Amenábar, Alejandro, dir. Ágora. Telecinco Cinema, 2009. (La abreviatura “dir.” corresponde a director de la película cinematográfica citada). Amenábar, Alejandro, dir. Los Otros. Sogecine, 2001. (La abreviatura “dir.” corresponde a director de la película cinematográfica citada). Ceballos-Escalera, Alfonso de y Almudena de Arteaga. La Orden Real de España (1808-1813). Madrid: Ediciones Montalbo, 1997. Chust, Manuel. “América despierta”. La Aventura de la Historia 11/125 (2009): 38-43. Delgado, Víctor. Entrevista personal. 29 de septiembre de 1999. (En este caso se trata de una entrevista inédita hecha por el autor del artículo a Víctor Delgado). Goicoviü, Igor. “Re: Manifiesto de Historiadores”. Correo electrónico enviado a autor. 4 Feb. 2002. (Esta es una comunicación electrónica. Se indica el autor, título del mensaje si procede, indicación de que es un correo electrónico enviado a: puede ser al autor o a otra persona, indicar el nombre si es a otra persona, fecha del correo). Millar, René. La Inquisición de Lima. Signos de su decadencia 1726-1750. Santiago de Chile: DIBAM / LOM, 2004. ~ 156 ~ Instructions for the authors Espacio Regional Ulloa, José. “Galvarino Riveros Cárdenas. Ícono identitario a fórceps de Curaco de Vélez”. ¿Adónde se fue mi gente? Memorias y realidades en la construcción de Chiloé (siglos XVI al XXI), editor Sergio Mansilla. Osorno: PEDCH, 2008: 83-102. (En este caso se trata de un artículo independiente que forma parte del libro mencionado). Warnken, Cristián. “Una belleza nueva”. Canal Televisión Nacional de Chile. Domingo 10 de mayo de 2009. (La fuente en este caso es un programa de televisión). Como se aprecia, de preferencia –aunque no exclusivamente-, Espacio Regional publica sus artículos originales o inéditos de acuerdo a una adaptación de la normativa MLA Style Manual. Espacio Regional publica reseñas originales e inéditas de libros recientes, las cuales están exentas del proceso de evaluación externa y cuya publicación será decidida por el Director y/o Editor(a) de la Revista. Las reseñas deben tener una extensión aproximada de entre 1200 a 1500 palabras y deben enviarse sólo por correo electrónico. El encabezado de cada reseña debe incluir los siguientes elementos en este orden: a) nombre del autor reseñado; b) título del libro en cursivas; c) editorial, ciudad de publicación, país y año entre paréntesis; d) número ISBN; e) número de páginas. Bajo el encabezado, al costado derecho se incluirá el nombre del autor de la reseña y el de su institución. Cada autor(a) puede enviar sus colaboraciones a: Espacio Regional. Revista de Estudios Sociales, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de Los Lagos, Av. Fuchslocher, n.º 1305, Osorno, Chile. Cada trabajo puede ser enviado hasta el 30 de abril del año respectivo para que pueda ser evaluado, de modo tal que aparezca en el primer volumen de la revista; y hasta el 30 de octubre de cada año para que pueda ser evaluado y publicado en el segundo volumen de la revista. Espacio Regional. Revista de Estudios Sociales requiere a los autores que concedan la propiedad de sus derechos de autor para que su artículo y materiales sean reproducidos, publicados, editados, fijados, comunicados y transmitidos públicamente en cualquier forma o medio, así como su distribución en el número de ejemplares que se requieran y su comunicación pública, en cada una de sus modalidades, incluida su puesta a disposición del público a través de medios electrónicos, ópticos o de otra cualquier tecnología para fines exclusivamente científicos, culturales, de difusión y sin fines de lucro. INSTRUCTIONS AND NORMS FOR THE AUTHORS THAT COLLABORATE WITH ESPACIO REGIONAL Espacio Regional. Revista de Estudios Sociales is a biannual publication (published in June y December) by the Social Sciences Department of the Universidad de Los Lagos with the collaboration of the Human Sciences Documentation and Studies Program (PEDCH) of the same University. The articles must be sent to Espacio Regional. Revista de Ciencias Sociales, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de Los Lagos, Av. Fuchslocher, n° 1305, Osorno, Chile. In order to present the papers sent to the Editing Committee, the authors will have to follow the editing norms of the magazine: 1) Each author that sends its original and no edited paper to Espacio Regional. Revista de Ciencias Sociales must compromise himself not to send it at the same time to other Spanish speaking publications, so that each article will include a declaration saying that it has not been published and will not be presented at the same time to another magazine before the evaluation of the Committee. 2) The authors and collaborators must send their paper via mail, in word for windows, with a maximum length of 20 pages (around 14 000 words), 21,59x27,94, normal line space, in Times New Roman letters n° 12, including text, graphics, bibliography, notes, statistics, maps, photos or illustrations. The magazine is published in black and white so the authors shall consider this in the elaboration of those elements. The graphics, diagrams and maps must be sent in the MS Excel and the photos and illustrations in the TIFF format. Those elements must have a title, number, ~ 157 ~ Instrucciones a los autores Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Sec. de Redacción origin reference and must be annexed in separate pages at the end of the article; their place in the text must be indicated as: (insert graphic 1). The editor will be authorized, with the agreement of the Editing Committee, to realize the necessary changes in order to maintain the style of Espacio Regional. 3) Each paper must include at the beginning an abstract in Spanish and English, with the maximum length of 200 words. This abstract must include, as a maximum, 5 keywords in both languages. It is hoped to find in the abstract the principal goals and results of the investigation. 4) The name of the author and of the institution in which he works must be indicated. With a note of reference at the end of the title, it is possible to indicate if the paper is the result of a research project. 5) The paper can be divided en chapters (with roman numbers), titles (Arabic numbers) and subtitles (ordered following the Latin alphabet). 6) The notes of reference will be situated at the foot of the page and must follow theses indications: a) The identification of these must appear with numbers without parenthesis. b) When a title is quoted for the first time, it is important to give the name and family name of the author, title, city, editor, year of edition and number of pages. All these information must be separated by comas and not points. The next references at the same text will be indicated with the name of the author and, then, op. cit. Examples: 1. Roy Porter, Breve historia de la locura, México D.F., Ediciones Turner, 2003, 68-95. 2. Porter, op. cit., 99-114. c) The title or the name of the magazine in which appears the article, only, should be written with italic letters; the article will be quoted in parenthesis. Examples: 1. José Mansilla, “Conflictos sociales en Calbuco hispano: los indios reyunos contra el gobernador de Chiloé (1761–1765)”, en Espacio Regional, vol. 2, n.º 3, Osorno, 2006, 11-28. 2. Joel Lespai, “Consolidación del capitalismo agrario en la región austral y propiedad indígena en Osorno (1883-1931)”, en Jorge Muñoz y Raúl Núñez (editores), Amotinados, abigeos y usurpadores, Osorno, Editorial Universidad de Los Lagos, 2007, 101-145. d) In case of newspapers: 1. El Damas (Osorno), 21 de junio 1892, “Las bondades de la lectura”. e) Idem and Ibid. (without black letters and in italic if it refers to an article or a book. If it refers to an archive document, without italic letters) will be used in order to reproduce the last reference note. Idem when it is exactly the same and ibid when it contains differences such as number of pages, chapters, etc. 7) The original articles published in Espacio Regional are property of the Social Sciences Department of the Universidad de Los Lagos, and the total or partial reproduction or quote of these texts must include its origin. The authors will receive 3 samples of the magazine in which is published their article. ~ 158 ~ Instructions for the authors Espacio Regional 8) The editor will inform about the reception of the articles within a delay of 7 days after reception. The final acceptation of the papers will depend on the valuation of, at least, 2 specialists. With these evaluations, the Editing Committee will decide on the publication and will inform the authors. If the decision is positive, the maximum delay between the reception and the acceptation is a year. The bibliography will be situated at the end of the article and will indicate the works really considered in the elaboration of the paper. The list will start with the title “Bibliography” and the works will be alphabetically classified, using the name of the authors (exceptionally the name of an author-institution). If the paper has been elaborated with more than one work of on author, one should classify the works from the newest to the oldest. The French sangria must be used. Some examples: Amenábar, Alejandro, dir. Ágora. Telecinco Cinema, 2009. (La abreviatura “dir.” corresponde a director de la película cinematográfica citada). Amenábar, Alejandro, dir. Los Otros. Sogecine, 2001. (La abreviatura “dir.” corresponde a director de la película cinematográfica citada). Ceballos-Escalera, Alfonso de y Almudena de Arteaga. La Orden Real de España (1808-1813). Madrid: Ediciones Montalbo, 1997. Chust, Manuel. “América despierta”. La Aventura de la Historia 11/125 (2009): 38-43. Delgado, Víctor. Entrevista personal. 29 de septiembre de 1999. (En este caso se trata de una entrevista inédita hecha por el autor del artículo a Víctor Delgado). Goicoviü, Igor. “Re: Manifiesto de Historiadores”. Correo electrónico enviado a autor. 4 Feb. 2002. (Esta es una comunicación electrónica. Se indica el autor, título del mensaje si procede, indicación de que es un correo electrónico enviado a: puede ser al autor o a otra persona, indicar el nombre si es a otra persona, fecha del correo). Millar, René. La Inquisición de Lima. Signos de su decadencia 1726-1750. Santiago de Chile: DIBAM / LOM, 2004. Ulloa, José. “Galvarino Riveros Cárdenas. Ícono identitario a fórceps de Curaco de Vélez”. ¿Adónde se fue mi gente? Memorias y realidades en la construcción de Chiloé (siglos XVI al XXI), editor Sergio Mansilla. Osorno: PEDCH, 2008: 83-102. (En este caso se trata de un artículo independiente que forma parte del libro mencionado). Warnken, Cristián. “Una belleza nueva”. Canal Televisión Nacional de Chile. Domingo 10 de mayo de 2009. (La fuente en este caso es un programa de televisión). It is clear that Espacio Regional uses, mostly but not exclusively, an adaptation of the MLA Style Manual norm for its publications. Espacio Regional publishes original and inedited critics of recent books; those are not submitted to the external evaluation process and will be directly accepted by the Editing Committee. The critics must have a medium length of between 1200 to 1500 words and must be sent by mail. The upper part of each one must include the next elements in this order: a) Name of the author of the book; b) title of the book in italic letters; c) editorial, city of publication, country and year between parenthesis; d) ISBN number; e) number of pages. Under the upper part, on the right hand, will be included the name of the author of the critic and of its institution. Each author may send its collaborations to: Espacio Regional. Revista de Estudios Sociales, Social Sciences Department, Universidad de Los Lagos, Av. Fuchslocher 1305, Osorno, Chile. Each paper may be sent until the 30th of April of the year of publication in order to be evaluated and published in the first review of this year; and until the 30th of October in order to be evaluated and published in the second volume. Espacio Regional. Revista de Estudios Sociales needs the authors to abandon their author’s rights property in order to publish, edit, distribute and communicate the article through every means including the use of electronical, optical and of other technologies media, for scientific, cultural and distribution purposes and without financial benefit. ~ 159 ~ Instrucciones a los autores Vol. 1, n.º 8, enero-junio 2011, Sec. de Redacción SISTEMA DE ARBITRAJE DE ESPACIO REGIONAL Cada uno de los trabajos originales o inéditos recibidos por Espacio Regional para su posible publicación, tras la evaluación preliminar del Comité Editor, el Editor(a) y/o el Director(a) de la revista, será remitido a dos árbitros externos especialistas en el área de estudio, quienes evaluarán, en forma anónima, el artículo o investigación en un plazo no superior a tres meses, según los siguientes criterios: 1) Respecto al tema: originalidad, claridad del planteamiento argumental e interés científico disciplinar. 2) Rigor académico: fundamento de una idea central, sustento del cuerpo teórico, sistematización, apropiada estructuración y validez de la metodología de trabajo. 3) Aporte al conocimiento: contribución a nuevos saberes, desarrollo posible de nuevas investigaciones. 4) Aspectos formales: correcta presentación del manuscrito de acuerdo a las normativas editoriales de Espacio Regional. Si el resultado de las dos evaluaciones es positivo, la investigación será publicada. Si uno de los informes arbitrales es negativo, el trabajo será enviado a un tercer evaluador experto que dirimirá su aceptación o rechazo. En todos estos casos se notificará por vía electrónica al autor(a) o autores(as) el resultado del proceso de arbitraje. SYSTEM OF SELECTION OF ESPACIO REGIONAL Each one of the originals and inedited works received by Espacio Regional for its eventual publication, through the preliminary evaluation of the Editing Committee y el Editor, will be submitted to 2 external specialists in the topic of the article, who will anonymously evaluate it within a maximum delay of 3 months, through the next principles: 1) En relation with the topic: originality, clearness of arguments exposition, disciplinary scientific interest. 2) Academical logic: bases of the central idea, strength of the theoretical corpse, systematization, structure and solidness of the work method. 3) En relation with the knowledge: contribution to new knowledge, possible development of new researches. 4) Formal aspects: Correct presentation of the original text according to the editing norms of Espacio Regional. If the result or the 2 external evaluations is positive, the article will be published. If one of the evaluators evaluates negatively, the paper will be send to a third one who will determine the publication or not. The editor will inform the author by mail the result of the evaluation process. ~ 160 ~ Instructions for the authors ~ 161 ~ Espacio Regional