RMC 134 - De Reojo

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RMC 134 - De Reojo
119
1405-7913
ISSN
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M éxico
CUARTOSCURO • REVISTA DE FOTÓGRAFOS Q DIRECTOR: PEDRO VALTIERRA Q AÑO XIX Q NÚMERO 119 Q ABRIL-MAYO DE 2013 Q CUARTOSCURO.COM.MX
REVISTA DE FOTÓGRAFOS Q DIRECTOR: PEDRO VALTIERRA Q AÑO XIX Q NÚMERO 119 Q ABRIL-MAYO 2013 Q CUARTOSCURO.COM.MX
La ciencia de la risa
� Del alma de Tenejapa
� Mujeres de maíz
� La riqueza de los híbridos
� Mirar CO14
�
� FOTOS DE JUAN PABLO ZAMORA,
ASTRID RODRÍGUEZ, JULIO PANTOJA,
TALLER DE HELIOGRABADO, JUAN
GUZMÁN, FOTÓGRAFOS
DE CUARTOSCURO
� TEXTOS DE ANA LUISA ANZA,
DIANA TAYLOR, BYRON BRAUCHLI,
MARICELA GONZÁLEZ CRUZ
Y DAVID BACON
Número 134
abr / jun 2013
Fundador: Miguel Ángel Sánchez de Armas
Director: Omar Raúl Martínez
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Editor: Raúl López Parra
Consejo Editorial: Gerardo Arreola, Francisco de
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Antonio Soto, Cuartoscuro, Sari Dennise
Diseño de Portada: Iván Alberto Cabrera
S u m a r i o
Año XXV
11
La crónica es de quien la trabaja
¿Nueva? crónica latinoamericana
12 Jorge Tirzo
Trabajar sobre la experimentación
16 Pablo Mancini
Para escribir crónicas hay que tener algo de kamikaze
17 Alberto Salcedo Ramos
Hoy estamos revisando nuestras creencias
18 Patricio Fernández
El gran retrato de nuestro tiempo
19 Rogelio Villarreal
La pala que cava en la tierra
20 Diego Fonseca
Ahora hay una escuela de cronistas
21 Patricia Nieto
Una mirada más justa de la realidad
22 Salvador Frausto
Una forma de dialogar con nuestros tiempos
23 Karina Salguero-Moya
Presidente Honorario:
Miguel Ángel Sánchez de Armas
Presidente: Omar Raúl Martínez
Vicepresidenta: Esperanza Narváez Perafán
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Descubrir la llave
24 Marco Avilés
Entre la voluntad narrativa y la información
25 Sergio González Rodríguez
Despertar en América Latina
26 Ana Teresa Toro
El eros periodístico de Alfonso Reyes
28 José Luis Esquivel Hernández
El umbral de la no ficción en García Márquez
33 Maricarmen Fernández Chapou
La historia de un editor
36 Abraham Gorostieta
Inteligencia emocional y política electoral
41 Karla Haydee Ortiz / Andrés Valdez Zepeda
Las miradas de Elvira García
44 Abraham Gorostieta
De lo normativo a lo práctico
47 Silvio Waisbord / Nancy Morris
Columnas
Libreta de Apuntes
6 Carta a Julio Scherer
Biblioteca
/ Omar Raúl Martínez
10 Crónicas, antología, frutos ... / Jorge Tirzo
“El periodista escudriña, busca el diálogo, apela al testimonio”
Libreta
de
deApuntes
Apuntes
Omar Raúl Martínez
Respetado don Julio:
C
onozco toda su obra, admiro su
trayectoria y aprecio su concepción
en torno al periodismo y el poder.
Veo en usted a uno de los personajes más influyentes de la prensa nacional
de la segunda mitad del siglo XX. Su aporte
y legado al periodismo mexicano quedarán
inscritos por muchos años en varias generaciones entre las cuales me incluyo. Valoro
su indeclinable compromiso con la palabra
adherida a la realidad sociopolítica, con la
perenne insubordinación frente al poder, con
la voluntad por defender y estimular la naturaleza movilizadora del oficio periodístico.
Y por todo ello, me desconcertó la forma
como se refiere a Manuel Buendía en
su libro Historias de muerte y corrupción
(Grijalbo, 2011). Escribe que Manuel
Buendía “fue un periodista corrupto como
director de La Prensa y, tiempo después,
un columnista sobresaliente en la primera
plana de Excélsior”, lo cual evidentemente
le molestó a usted, pues lo fue cuando
Regino Díaz Redondo era el director de
este diario.1 También dice usted que siendo
Buendía director de La Prensa, entre 1960
y 1963, se mostrara “servil” ante el poder
presidencial (p. 94).
Relata usted que el libro Manuel Buendía en la trinchera periodística le permitió asomarse a rasgos ignorados de la
personalidad del célebre columnista, y al
respecto agrega: ”El libro lo escribió Omar
Raúl Martínez, presidente de la Fundación
Manuel Buendía. Posiblemente, sin medir el
alcance de sus palabras, exhibió de la peor
manera a su admirado personaje”. (p. 95).2
Enseguida transcribe “párrafos insólitos”
en los que incluye, entre otras cosas, la
experiencia descrita por Eduardo del Río,
Rius, cuando trabajó al lado del periodista
michoacano, quien lo despidió con rudas
formas:
6
Carta a
Julio Scherer
Muchos lo admiramos por su trayectoria y aportes
profesionales, y por ello, precisamente, me
desconcertó la forma como se refiere a Manuel
Buendía en un breve apartado de su libro Historias de
muerte y corrupción (Grijalbo, 2011). Primero reseña
la época en que lo conoció desde la secundaria en el
Instituto Bachilleratos (antecedente del Patria) y más
adelante escribe que “fue un periodista corrupto como
director de La Prensa y, tiempo después, un columnista
sobresaliente en la primera plana de Excélsior”.
―Usted ya no trabaja en La Prensa. Pase
mañana por la caja para que le paguen lo
que se le debe. Puede irse.
―Puse cara de ¿juat? –cuenta Rius– y
le pregunté o creí preguntarle a qué se
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
debía esa decisión tan gacha. Sin mirarme.
Buendía me dice:
―Mire, Rius, yo no tengo qué darle explicaciones. Usted ya no trabaja aquí y punto.
―Abrió un cajón de su escritorio y sacó
una pistola que depositó sobre la mesa. Al
ver eso se me desapareció la cara de ¿juat?
y salí con la cola entre las patas rumbo a lo
desconocido.3 (p. 96)
***
Antes de profundizar en los puntos medulares, una pregunta se hace obligada: ¿Por
qué hasta ahora le escribo a usted para dar
una respuesta? ¿Por qué guardé silencio
durante tanto tiempo?
En un principio consideré una batalla
asimétrica responder o hacer frente a
un personaje con gran prestigio como el
que usted ha construído. Recuerdo, por
ejemplo, que en la edición 58 (abril-junio
de 1999) de Revista Mexicana de Comunicación (RMC), que me honro en dirigir
desde 1993, publicamos una amplia entrevista con Carlos Marín, otrora codirector
de Proceso (“Don Julio Scherer traicionó
su palabra: Carlos Marín”) en la cual se
recogió su versión en torno al conflicto
interno que derivó en el nombramiento de
Rafael Rodríguez Castañeda como director
del semanario. Apelando al interés público,
RMC ofreció esa perspectiva sin ambages
ni editorializaciones ni enjuiciamientos.
En su momento, Miguel Ángel Granados
Chapa percibió tal trabajo periodístico
como un “agravio” a usted. Desde luego
no compartí su punto de vista y, en carta
enviada a Reforma, señalé que tan lejos
estaríamos de un “agravio” que meses
previos habíamos ofrecido una edición
especial para reconocer su valioso aporte
a la prensa nacional (RMC Núm. 46. Nov
1996-ene 1997: “El Proceso de Scherer”).
Entonces me pregunté: “¿Por qué se ve
como un atentado a la fama pública el que
se cuestione abiertamente a un personaje
del periodismo mexicano?” El recordar
ese episodio en un principio inhibió mi
voluntad, pero a la vuelta del tiempo –tras
revisar recientemente los hechos y considerar que sus palabras contra Buendía
encerraban una gran dosis de injusticia–
estimuló en mí la convicción de externarle
mis consideraciones.
Asumo, pues, el riesgo de responderle
con respeto, teniendo como principales referentes y argumentos sus propias palabras, y
partiendo de dos sentencias suyas:
“Al periodista lo avalan los hechos: sin
ellos está perdido”.
“El periodista escudriña, busca el diálogo,
apela al testimonio”.
***
Tengo el pleno convencimiento de que
“admirar” no debe significar poner veladoras
e incienso para honrar a ciegas. Admirar,
desde mi punto de vista, es rescatar y
reconocer las virtudes –sin desdeñar las
sombras– que condensa un ser humano a
fin de abrevar de ello, privilegiando lo mejor
de esa persona. Además, concuerdo con
usted cuando ha escrito que “Traiciona y se
traiciona el biógrafo que no enfrenta a su
personaje” y que “Nada enferma tanto como
la exaltación”.
Por lo que concierne a la expresión “exhibió de la peor manera”, vale decir que, de
acuerdo con el DRAE, exhibir es “manifestar, mostrar en público”. Y desde el punto
de vista jurídico es “presentar escrituras,
documentos, pruebas, etcétera, ante quien
corresponda”. Siguiendo tal acepción, la
tarea del periodismo es justamente esa:
exhibir, mostrar, presentar, manifestar las
diversas aristas de la vida pública, entre las
cuales están, desde luego, las relativas al
quehacer de los medios de comunicación.
¿Pero qué significa “exhibir” de “la
peor manera a su admirado personaje”?
¿Habría sido sensato recurrir a la “autocensura” o silenciamiento propio sobre ese
episodio que narra Rius?
Tuve y tengo clara conciencia de lo que
implica ofrecer un rasgo que dibujaba, en
un momento específico, la personalidad de
don Manuel Buendía. El hecho (poner una
pistola en el escritorio como un “mensaje” a
Rius), sin lugar a dudas, resulta inadmisible.
Pero tal circunstancia ocurrió y no habría
resultado honesto ocultarlo en un perfil biográfico en torno a una figura como Buendía
porque, en retrospectiva, lo que observé a
partir de entonces fue su evolución profesional, humana, intelectual y ética.
Por encima de sus errores, en las personas extraordinarias admiramos sus virtudes, pero lo sobresaliente o extraordinario
de ellas no los hace santos ni semidioses.
Son, a fin de cuentas, seres humanos dignos de aprecio.
Los periodistas son personajes públicos
y como tales se hallan sujetos a escrutinio
y crítica. Por ejemplo, don Julio, muchos
lo admiramos a usted por su trayectoria y
aportes profesionales, aunque es lógico
pensar que quizás no todos simpatizan a
cabalidad con su comportamiento como
reportero, escritor, editor y empresario (al
ser dueño principal de la empresa que
edita Proceso).
Usted juzga duramente la estancia de
Buendía en la dirección de La Prensa por
lo que llama el “servilismo” de este impreso.
Al respecto, es justo recordar también su
referencia a los años cincuenta y sesenta
en La terca memoria:
Excélsior era nuestra casa, la presumíamos, la llamábamos catedral del periodismo,
pero vivíamos bajo reglas que aceptábamos
como el enfermo que ahuyenta al médico,
convencido de su salud. Nos decíamos
libres y soñábamos, adormilados. (p. 92)
Del Excélsior encabezado por Rodrigo de
Llano dice:
Algunas ocho columnas, nuestra bandera
que ondeaba cada amanecer, tenían precio.
Era dinero secreto, sin factura, misterioso
su destino. Las gacetillas, publicidad embozada como información, costaban caro. (La
terca memoria, p. 92)
Tras ocupar usted un cargo en La Extra,
aceptó “el ritmo” y celebró sus aniversarios
buscando nutridas planas de publicidad y
gacetillas de los diversos niveles y áreas
del gobierno para “sumar dinero al dinero”
y congratularse de su aniversario. En esos
momentos la comisión para los reporteros
no era el habitual 11% sino el 20% (La terca
memoria, p. 93)
No creo que usted se haya “exhibido de
la peor manera” al aceptar de Gustavo Díaz
Ordaz doce camisas de sulka a la medida,
directamente traídas de Londres, con sus
iniciales bordadas a mano (Los presidentes,
p. 19-20). Tampoco creo que lo haya hecho
al relatarnos que “abogó” ante Fausto Zapata –“hombre dotado” para las relaciones públicas y de todas las confianzas de Gustavo
Díaz Ordaz– por la salud de un “sobrino
entrañable” (Los presidentes, p. 49 ).
No pienso que se haya “exhibido” al
contar que, prácticamente, prestó las páginas de Excélsior para dar a “entender,
a quienes quisieran entender”, que José
López Portillo era el tapado: el futuro Presidente de la República. (Los presidentes,
págs. 123-124)
No concuerdo con quienes pudieran
pensar que usted se “exhibió de la peor
manera” al aceptar, en un portafolios de
Horacio Flores de la Peña (entonces secretario de Patrimonio Nacional del presidente
Luis Echeverría), un millón de pesos para
hacer frente al boicot publicitario impuesto
por algunos empresarios y así “mantener
a flote la economía de la cooperativa” (Los
presidentes, págs. 132-133).
En sus libros ha recordado episodios
como aquel en que recibió como regalo,
“sin ánimo de discutir”, una camioneta
último modelo de parte de Carlos Hank
González, pese a que representaba para
usted un “símbolo de la corrupción” (La ter-
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
7
ca memoria, p. 40 y 54), o aquel otro en el
que también aceptó de Hank González una
cantina y un biombo chinos, con “formas y
figuras talladas en marfil, arte insólito que
combinaba los méritos de la filigrana y la
escultura” (Los presidentes, p. 43).
Yo no pienso que usted se “exhiba” con
estos trazos extraídos de su memoria y
motivados por su honestidad. A contrario:
mi reconocimiento por el valor moral de rescatarlos y publicarlos. Muy pocos tendrían la
fortaleza ética para seguirlo en tal sentido.
Por ello observo en usted, al igual que en
Manuel Buendía, un ánimo por la autoconstrucción ética y profesional.
Pero considero –lo he escrito– que la
ética periodística no puede representar
un estatus superior de conciencia con el
fin de criticar, escrutar o echar en cara
las carencias o sombras ajenas para beneplácito público, sino una intransferible
licencia cuyo propósito sea reconocer las
propias fallas o debilidades al igual que
las potencialidades o virtudes para enriquecimiento de cada quien y, a la postre,
e indirectamente, de los otros. Es decir: no
creo en la utilidad de repartir bendiciones
o veredictos implacables (eso dejémoslo a
los sumos pontífices o a los curas de la colonia). Prefiero adherirme a lo que alguna
vez escribió usted: “Yo nunca olvidaría una
frase de Lenin que llevo en el cuerpo: `Hay
que hacer de la ética una estética´”.
Atentamente
Omar Raúl Martínez
Notas
1) Miguel Ángel Granados Chapa en Buendía. El
primer asesinato de la narcopolítica en México
(Grijalbo, 2012) resalta que en su libro Historias
de muerte y corrupción (Grijalbo, 2011), “traza su
perspectiva del Buendía de entonces, desde la malquerencia posterior que la vida provocó”. (p. 30) La
“malquerencia” de usted hacia Buendía, se vincula
obviamente al hecho de haber aceptado el autor de
“Red Privada” aparecer como columnista en la primera plana del diario Excelsior, dirigido por Regino
Díaz Redondo. Al respecto, algo que rememora Granados Chapa en su libro –y que también se refería
en Manuel Buendía en la trinchera periodística– es
que tras haber pasado por El Día, los Soles (OEM)
y El Universal (y renunciado a ellos por razones de
censura), pocos espacios periodísticos le quedaban
a Buendía. Ante ello, recuerda Granados, “se hizo
representar por la agencia de Becerra” (Agencia
Mexicana de Información) gracias a la cual su columna se distribuyó en toda la República, incluyendo
a Excelsior en la Ciudad de México. “De modo que
Buendía –subraya Granados– no tuvo trato directo
nunca con el periódico usurpado en 1976. Cuando
dos años después entró en esa relación indirecta,
Buendía me planteó su incomodidad de hacerlo,
porque sabía cuánto despreciaba yo a Regino Díaz
8
Redondo, que traicionó a don Julio Scherer. Me
preguntó si al aceptar no le mentaría yo la madre, en
cuyo caso desistiría de hacerlo, no obstante que era
lo que juzgaba su última oportunidad de publicar en
‘la gran prensa’ capitalina. Por supuesto, le respondí
que mi querella moral contra Díaz Redondo no lo
involucraba a él de ninguna manera, puesto que no
se había incorporado a ese diario a raíz del golpe
de 1976. Respiró genuinamente aliviado ante mi
respuesta”. (p. 116)
2) Azorado me enteré de lo que usted escribió –a
pocos días de haber salido a la luz– por boca de
Miguel Ángel Granados Chapa durante la presentación de un libro mío en febrero de 2011 (Semillas de
periodismo). El noble gesto del maestro Granados
consistió en observar que, pese a guardar yo una
profunda admiración por el columnista, era digno de
destacar un equilibrio en la semblanza por razones
éticas.
3) Al igual que usted, Granados Chapa en Buendía.
El primer asesinato de la narcopolítica en México
rescata la anécdota de Rius, aunque aportando
mayor contexto (p. 55).
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
Fuentes
Estrada Marién, “Ideario de Julio Scherer”, Revista
Mexicana de Comunicación Núm. 46, Noviembre de
1996. págs. 18-19.
Granados Chapa, Miguel Ángel, Buendía. El primer
asesinato de la narcopolítica en México, Grijalbo,
2012.
Martínez Omar Raúl, Manuel Buendía en la trinchera
periodística, Universidad de Xalapa / Fundación
Manuel Buendía, México, DF, 1999.
Scherer García, Julio, Los presidentes, Grijalbo,
México DF, 1986.
Scherer García, Julio, La terca memoria, Grijalbo,
México DF, 2007.
Scherer García, Julio, Historias de muerte y corrupción, Grijalbo, México DF, 2011.
Profesor e investigador de la UAM Cuajimalpa.
Director de Revista Mexicana de Comunicación y
Presidente de la Fundación Manuel Buendía.
Biblioteca
Biblioteca
Carrión,
Jorge
Jaramillo,
Agudelo
Jorge Tirzo
Varios
Autores
Entre las cenizas
S
i de algo parece
adolecer la crónica, es
de la falta de usos innovadores de los lenguajes
multimediáticos. Entre
las cenizas, editado por
Periodistas de a Pie, parece
ser un primer acercamiento
–al menos en México– a la
crónica multimedia. A pesar
de ser principalmente una
serie de archivos de texto
publicados gratuitamente en
formato PDF, la inclusión de
algunos videos y la posibilidad de navegarlo a través
de un sitio web siembra la
semilla de un periodismo de
largo aliento que haga uso
del hipertexto.
Daniela Pastrana, Elia
Baltazar, Daniela Rea y
Marcela Turati son algunas
de las autoras de esta serie
de reportajes que pueden
leerse como uno solo más
grande: el de los efectos de
la guerra contra el narcotráfico en México.
Red de Periodistas de a Pie, Entre
las cenizas, Red de Periodistas de
a Pie, México, 2013. Disponible de
forma gratuita en http://entrelascenizas.periodistasdeapie.org.mx
10
Guerriero,
Leila
Insistir sobre
la crónica
La crónica
actual
Escribir sobre la
crónica, insistir sobre
la crónica... ¿Después
de Darío y Morris?”. Así
comienza Jorge Carrión
su prólogo a la antología
Mejor que ficción publicada por Anagrama en
2012. Ante la duda de qué
se puede escribir desde
la no-ficción tras grandes
maestros como Monsiváis,
García Márquez o Wolfe,
Carrión resuelve diciendo
que la crónica “no es un
género, sino un debate”.
De tal forma que cultivarlo significa mantener
dialogando al periodismo
con la literatura, a los
autores con los lectores
y a los personajes con su
realidad.
Juan Villoro, Leila Guerriero, Alberto Salcedo
Ramos y Juan Pablo Meneses son sólo algunos
de los convidados a esta
antología. Otros, como
Alberto Fuguet y Martín
Caparrós, también incluídos, pertenecen tanto al
gremio de los periodistas
como al de los escritores
de ficción.
ntologar casi siempre causa polémicas. Tal es el caso
de la Antología de crónica
latinoamericana actual
publicada en 2012 por
Alfaguara, preparada por
Darío Jaramillo Agudelo.
En su prólogo, además
de revisar las distintas
definiciones de la crónica,
Jaramillo se aventura a
afirmar que, en la actualidad, la crónica vive un
auge equiparable al del
boom latinoamericano
tanto en interés como en
calidad narrativa.
“Los cronistas latinoamericanos de hoy encontraron
la manera de hacer arte
sin necesidad de inventar
nada, simplemente contando en primera persona
las realidades en las que
se sumergen sin la urgencia de producir noticias”,
asegura. Un libro que
seguramente se volverá
una referencia para las
próximas generaciones de
cronistas.
“
Cuentos híbridos
L
eila Guerriero es una de
las cronistas más leídas y
más socorridas. Seguramente eso se debe a que
el estilo de su prosa remite
más a la de sus compatriotas Oliverio Girondo y Julio
Cortázar que a la recetada por
los manuales de periodismo.
Sin descuidar la investigación
y el rigor informativo, Leila va
contando la historia de una
persona cualquiera y, casi sin
que el lector lo note, permutarlo en el clon argentino de
Freddy Mercury.
Esa y otras crónicas están recopiladas en Frutos
extraños, un libro que podría
encontrarse en la sección de
cuentos, de no ser porque
todos los relatos realmente
ocurrieron. Figuras como
Facundo Cabral o historias
como el éxito de Mary Kay en
Latinoamérica son contadas
con un estilo directo, pero
profundo.
Guerriero, Leila, Frutos extraños,
Aguilar, México, 2012. Disponible
como libro impreso y también en
versión ebook en Kindle Store de
Amazon y iBookstore de Apple.
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
Carrión, Jorge, Mejor que ficción, Anagrama, España, 2012,
405 p.p.
A
Jaramillo Agudelo, Darío (Compilador), Antología de crónica latinoamericana actual, Alfaguara,
México, 2012. Disponible como
libro impreso y además como
electrónico en Kindle Store de
Amazon y iBookstore de Apple.
La crónica es
de quien la trabaja
Conceptos, miradas y percepciones en la voz de quienes la hacen
Crónica. Es la palabra que más repitieron los periodistas que consultamos para
la presente edición de RMC. Le siguen “Cronistas” y “Crónicas”, lo cual dice
bastante de un género que habla mucho de sí mismo. ¿Las siguientes palabras
en orden de frecuencia? Tiempo, género, periodismo, historias, América. Parece
ser que sigue siendo un género periodístico que cuenta historias, que requiere
tiempo para elaborarse y al que le tenemos un gusto especial en América.
¿
De qué hablamos cuando decimos crónica? “Un
género que tiene la oportunidad del periodismo
y la belleza de la literatura”, dice Salcedo Ramos. “La madre del periodismo”, según Jon Lee
Anderson. “El periodismo que va a salvarnos de
desaparecer”, según Ana Teresa Toro.
Hay quienes se ponen formalistas, como Diego
Fonseca: “Un texto de largo formato, con tensión dramática, que pretende narrar un hecho lo más acabadamente posible…” Otros evaden definirla, como Karina
Salguero-Moya, quien prefiere “escribirla alejada de
tanto condicionamiento”. Otros tantos recurren a García
Márquez.
Cuando hablamos de crónica latinoamericana, parece
punto obligado pasar por Gabo. Al menos si hablamos
de la actual crónica latinoamericana. La ahora Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo
es un tópico recurrente cuando se habla de los cambios
que ha experimentado el género en las últimas décadas.
No es para menos. Desde aquel taller inaugural de Crónica con Alma Guillermoprieto, hasta el más reciente
encuentro de Nuevos Cronistas de Indias en 2012,
pasando por los legendarios talleres impartidos por Kapuscinski, la FNPI ha sido un punto de encuentro para
los cronistas, una fuente de inspiración para quienes
desean iniciarse en el género y a veces hasta fuente de
polémica por quienes pasan (o no pasan) por sus eventos. Así nos explicamos que sea tan mencionada por los
propios cronistas.
Con el fin exponer la crónica en voz de quien la escribe, la Revista Mexicana de Comunicación convocó a
una veintena de autores de tal género cuyos conceptos,
miradas y percepciones a continuación ofrecemos. A
partir de la página 16, se presenta la mayor parte de las
respuestas recibidas que presentamos como textos continuos para facilitar la lectura. Hay otras reflexiones y
puntos de vista que por razones de tiempo y espacio no
llegaron a imprimirse, pero estarán disponibles en el
sitio web de RMC. Agradecemos a todos ellos por su
colaboración y su sinceridad.
Los textos siguientes responden a las siguientes preguntas:
1. ¿Cómo definirías la crónica?
2. ¿Por qué es importante escribir crónicas actualmente?
3. ¿Qué piensas del llamado boom que ha tenido la
crónica recientemente?
4. ¿Cuáles son los retos más importantes que enfrenta
el género?
5. ¿Cuáles han sido los principales retos que has tenido como cronista?
6. ¿En qué ha cambiado la crónica en la última década?
7. ¿Qué crónicas/medios/autores recomiendas leer y
por qué?
Jorge Tirzo
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
11
¿Nueva? crónica
latinoamericana
¿En realidad se vive un boom?
No importa si existe un boom, lo innegable es que el género –igual que el
periodismo en general– tiene ganas de vivir a pesar de sus condiciones precarias.
Probablemente le corresponda al lector decidir si un boom puede serlo sin
compensación económica de por medio ni éxito en la lectura a nivel masivo. En
el anterior boom, el de Gabo y Vargas Llosa, los protagonistas se volvieron ricos a
base de regalías; se volvieron rockstars gracias a la lectura de miles de jóvenes; y
se volvieron líderes de opinión debido a su abierta militancia política. Eran otros
tiempos. Los cronistas boomers al parecer ni se están volviendo ricos, ni son leídos
masivamente, ni son líderes de opinión. Y tal vez, sólo tal vez, así está mejor.
Jorge Tirzo
C
uentan historias en una época
en la que todos contamos
historias. Aportan su mirada
personal, en una época en la
que todos tenemos perfiles
personales para contar lo que nos interesa. Narran –casi siempre– con miles
de caracteres, en una época en la que
subimos a Internet fotos, videos, audios
e incluso textos escritos. Apuestan por
textos extensos que requieren de meses de
preparación, en tiempos en que los diarios
adelgazan y apremian a sus reporteros.
Protagonizan un boom de la no-ficción,
en una época donde triunfan en ventas los
libros de vampiros enamorados y magos
adolescentes.
Son cronistas. Whatever it means, if it
means something.
Pero no nos equivoquemos. No son cronistas como los de Indias, con un pie en la
historia y otro en la propaganda colonial.
Tampoco son cronistas modernistas, con
un pie en la imprenta y otro en la torre de
marfil. Algo tienen de Wolfe y Capote,
12
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
pero también mucho de García Márquez
y Monsiváis. Escriben en un tiempo de
crisis profunda para los medios y de cambios totales para el oficio periodístico. Son
algo así como Ulises amarrado a su propio
barco mientras dura la tormenta y pasan
las sirenas.
No son un grupo homogéneo, ni se
atienen a manifiesto alguno, ni hay temas
recurrentes. Bajo la óptica del análisis
literario, son más bien neo-realistas: diálogo directo, descripción detallada, narración polifónica, tutela de los narradores
omniscientes. Pero en esa descripción
tan simplista cabrían lo mismo Balzac o
Bukowski. Algunos escriben sobre los
suicidas del fin del mundo, otros sobre los
grandes capos del narcotráfico. Unos prefieren retratar a las personas, otros contar
la vida de los lugares. Diversidad hay.
El nuevo boom de Gabo
Si tuviera que nombrar una recurrencia entre ellos, cabría en un diminutivo:
Gabo. Muchos de ellos han sido alumnos
y/o maestros de la ahora llamada Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
Se han leído bien a los new journalists,
pero también Relato de un náufrago y
Crónica de una muerte anunciada, sin
olvidar Cien años de soledad, por supuesto. Esto no quiere decir que Gabo sea un
ídolo monolítico, pero si hay que nombrar
jerarquías en el pequeño Olimpo de la
crónica latinoamericana, el Premio Nobel
colombiano ocupa un lugar privilegiado.
Pionero, fundador, inspiración, antagonista, padre al que hay que matar, presidente
de la FNPI. Todo en uno. Más o menos
lo mismo que ocurre en la literatura de
ficción. Sin importar si se ama o se odia a
Gabo, nadie puede negar su importancia.
Al igual que en la literatura de ficción,
Gabo ha colaborado a propiciar un boom.
Desde mediados de los noventa, la FNPI
ha organizado dos encuentros de Nuevos
Cronistas de Indias con periodistas de todos los países de habla hispana. Además,
su infinidad de talleres ha propiciado que
cada vez más periodistas practiquen
el oficio. Si en los años sesenta Gabo
ganó la copa del mundo literario como
principal goleador, hoy está de vuelta en
la cancha como director técnico. O algo
así. Pero la historia se repite. Quizás
nadie le hubiera llamado boom al boom
si antes no hubiera habido publicaciones
en España.
Mejor que ficción (Anagrama, 2012)
y Antología de crónica latinoamericana
actual (Alfaguara, 2012) sembraron la
duda: ¿Estamos viviendo un boom de la
crónica latinoamericana? A mí, por ejemplo, John Lee Anderson me dijo que sí,
que ese boom existe y que quien lo dude
puede ir a buscar algo similar a cualquier
otra región y no lo encontrará:
No sé quién lo dijo primero, pero yo lo
dije sin saber que otro lo había dicho. No
es que yo sea un abanderado tratando de
vender un producto. Yo sí lo comparo con
el boom de la ficción. Estamos frente a
un nuevo boom latinoamericano. Lo digo
porque yo no sólo me paso la vida aquí.
Viajo por América del Norte, Europa donde vivo, África, Medio Oriente, ando en
muchas partes del mundo todo el tiempo
y no veo un boom parecido.
Sergio González Rodríguez, por el contrario, contestó lo contrario:
No creo que un par de antologías de
cronistas publicadas en tiempos recientes
configuren un boom: la crónica ha estado
y estará vigente al margen de la atención
de una o dos editoriales españolas o de
los encuentros de auto-validación gremial
de grupos de periodistas.
Leila Guerriero salió a buscar la misma
respuesta a inicios de 2012 para su reportaje “La verdad y el estilo” publicado
en el suplemento Babelia de El País.
Algunos le dijeron que sí, que había un
boom porque el género nunca atrajo tanto
interés. Otros que no, que hasta que no
hubiera solvencia económica y un público
equiparable al de la ficción, no se podría
hablar de un boom. Pasó el año, pasó el
encuentro de Nuevos Cronistas de octubre
de 2012 en México, y a inicios de 2013,
Leila volvió sobre el tema en un artículo
llamado “El Periodismo” publicado también en El País:
Creo que no sería aventurado decir que
la mayor parte de quienes se reunieron
en México tiene más de un trabajo y que,
durante los últimos años, han hecho lo
que hicieron –dirigir revistas de crónicas,
escribir crónicas– con lo único que tenían
a mano: la tozudez y la convicción de que
valía la pena, con la complicidad de sus
editores y a pesar de ellos, con la complicidad de los grandes medios y a pesar de
ellos, con buenas compensaciones económicas y a pesar de sus cuentas bancarias.
No son cronistas como los de Indias.
Y todo indica que lo seguirán haciendo a
pesar de modas, indiferencias, crisis.
En otras palabras: no importa si ese
boom existe, lo innegable es que el género –igual que el periodismo en general– tiene ganas de vivir a pesar de sus
condiciones precarias. Probablemente le
corresponda al lector decidir si un boom
puede serlo sin compensación económica de por medio ni éxito en la lectura a
nivel masivo. En el anterior boom, el de
Gabo y Vargas Llosa, los protagonistas
se volvieron ricos a base de regalías; se
volvieron rockstars gracias a la lectura
de miles de jóvenes; y se volvieron líderes
de opinión debido a su abierta militancia
política. Eran otros tiempos. Los cronistas
boomers al parecer ni se están volviendo
ricos, ni son leídos masivamente, ni son
líderes de opinión. Y tal vez, sólo tal vez,
así está mejor.
Los nuevos boomers
Leila Guerriero y Martín Caparrós
bien podrían encabezar la lista desde el
equipo argentino. Por México alinearían
Juan Villoro y Fabricio Mejía Madrid.
Alberto Salcedo Ramos seguro iría por
Colombia y Julio Villanueva Chang
por el Perú. Los estadunidenses serían
representados por John Lee Anderson y
Alma Guillermoprieto como su refuerzo
mexico-americano. Me detengo aquí por
temor a comenzar a ser prescriptivo.
Los arriba mencionados son los cronistas ya consagrados. Tienen más de
dos décadas trabajando en el oficio y
publican en los medios más prestigiosos:
El País, Gatopardo, The New Yorker, The
New York Times o donde se les pegue
la gana. Varios de ellos incluso tienen
Foto: Saúl López / Cuartoscuro.
libros enteros de crónica, ya sean relatos
extensos o compilaciones.
Les siguen una serie de cronistas cuya
trayectoria es sólida y va en ascenso.
Marcela Turati se ha ido ganando su lugar
gracias a sus crónicas sobre las víctimas
de la violencia en México. Lo mismo pasa
con Daniela Rea, quien incluso en un medio tradicional como el diario Reforma ha
podido posicionar crónicas extensas sobre
el mismo tema. El peruano Marco Avilés
ha sido editor en Etiqueta Negra y ahora
desde Cometa se posiciona como un referente de la crónica. Diego Enrique Osorno
y Emiliano Ruiz Parra, colaboradores
habituales de Gatopardo, también son
cronistas de tiempo completo. Lo mismo
ocurre con Federico Bianchini, subeditor
de Anfibia, quien incluso fue ganador del
premio Las Nuevas Plumas, el primero en
su tipo en Iberoamérica.
Pero no son los únicos. Los nombres
son múltiples e insuficientes para cualquier espacio. Una buena referencia es
la sección “Autores e impulsores de la
crónica” del sitio Nuevos Cronistas de
Indias publicado por la FNPI. Algunos de
ellos son: Joseph Zárate, Gabriela Wiener,
Daniel Titinger, Graciela Mochkofsky,
Albinson Linares, Ana Teresa Toro, Carlos Salinas Maldonado, Diego Fonseca,
Sebastián Hacher, Wilbert Torre, Rocío
Montes, Pablo de Llano, Daniel Alarcón,
Carlos Dada, Patricio Fernández, Camilo
Jiménez, Daniel Hernández y un largo
–larguísimo– etcétera.
Medios donde caben
las crónicas
Los medios que publican crónica merecen una mención aparte. Hace unos años,
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
13
un lugar común era decir que los diarios cronistas y editores a un buen número de por una rotativa. Replicante, por ejemplo,
ya no publican crónicas ni reportajes, por periodistas. Marco Avilés, Camilo Jimé- solía imprimirse hasta que la crisis ecolo que el periodismo narrativo era prác- nez y Francisco Goldman (por nombrar nómica lo impidió. Actualmente sólo se
ticamente inexistente. No sé si porque la algunos) han pasado por sus páginas. Ha publica de manera digital a través de su
cosa haya cambiado en unos cuantos años publicado algunos textos ahora de refe- página web. Del otro lado, El puercoeso por desconocimiento de quien me lo rencia como “El imperio de la Inca Kola”, pín, Anfibia, Prodavinci y eCícero son
dijo, pero ese lugar común es falso.
sobre la bebida gaseosa de dicho nombre ejemplos de medios especializados en
Sin ir más lejos, en la colonia Condesa que supera en ventas a la Coca Cola al crónica que nacieron en Internet y no prese edita Gatopardo, una revista a medio menos en el Perú.
tenden pasar por el papel. Eso sin contar
camino entre las publicaciones de estilo
Y si hemos de nombrar un proyecto que los sitios web de revistas impresas
(tipo GQ y Open) y aquellas donde nació híbrido y atípico dentro de las revistas como Gatopardo, Soho, Etiqueta Negra y
el nuevo periodismo de los años setenta impresas, Orsái se gana un lugar por auto- Orsái a menudo publican versiones más
(The New Yorker y la Rolling Stone). nomasia. Es una revista hispano-argentina extensas, o crónicas exclusivas para el
Gatopardo, publicada por editorial Mapas, iniciada por Hernán Casciari, quien un día medio digital. Lo mismo pasa en diarios
tiene como una de sus editoras a la propia decidió convocar desde su blog a autores como El País que a través de sus blogs
Leila Guerriero y ha publicado a grandes para que colaboraran en la fundación de y sus exclusivas en web ha publicado un
periodistas narrativos como Diego En- una revista-libro y a lectores que la finan- buen número de crónicas que jamás han
rique Osorno y Emiliano Ruiz Parra. Ni ciaran. Desde ese entonces, Orsái primero pasado por la imprenta.
siquiera es una revista marginal, como busca los fondos y hasta que está cubierto
Anfibia es un ejemplo destacable dea veces se supone que debiera ser el pe- cierto tiraje, la imprime y la distribuye por bido a su concepto investigativo. Como
riodismo narrativo, pues fácilmente se le toda Hispanoamerica. Luego, ya que todo su nombre lo indica, pretende promover
puede comprar en casi cualquier puesto de está pagado, libera sus contenidos en PDF crónicas que hayan sido elaboradas de
periódicos, en los Sanborn’s o en formato para que cualquier persona pueda leerla una manera anfibia: entre un reportero y
digital en la tienda iTunes.
aunque no haya pagado. Ahora, además, un científico social; entre un cronista y un
También en el DF se edita Emeequis, se ha embarcado en la creación de una artista; entre un activista y un periodisencabezada por Ignacio Rodríguez Reyna. pizzería-redacción que lo mismo vende la ta; etcétera; es decir, combinar el relato
Esta revista editada catorcenalmente ha revista o pizzas de pepperoni.
periodístico con otras disciplinas que
destacado en los galardones periodísticos
aportan enfoques distintos a la narrativa
en México y a nivel internacional. Entre Internet: el paraíso
informativa. Ejemplo de ello es el texto
ellos ha ganado el Premio Nacional de de la crónica
“#YoSoy132: La primavera mexicana”
Periodismo, el Premio Rostros de la DisLa red ha sido, al mismo tiempo, el escrito por la reportera Daniela Rea en
criminación, el Premio de Periodismo Rey refugio de las publicaciones que ya no conjunto con Rossana Reguillo, doctora
de España, entre otros. Especializada en pueden pagar la impresión y el nido de en Ciencias Sociales.
temas de política y sociedad, ha impulsa- proyectos periodísticos que jamás pasaron
eCícero, por su parte, es una editorial
do a autores como Humberto Padgett
digital de libros de no ficción. En vez
y Alejandro Almazán.
de publicar crónicas breves o mediaOtra historia sucede con Soho, dirinas, como lo hacen los portales estilo
gida por Daniel Samper en Colombia.
revista, eCícero hace lo suyo con cróSi Gatopardo es un híbrido de The
nicas extensas pensadas para leerse
New Yorker y Esquire; Soho sería el
en libros electrónicos y tabletas. Por
resultado de fusionar Playboy con una
menos de tres euros (algo así como
revista de sátira periodística. O quizás
45 pesos mexicanos), uno puede leer
sólo se trate de volver a los buenos
a autores como Diego Fonseca o John
tiempos de la revista del conejito.
Lee Anderson en crónicas largas que
Cada mes hay una mujer desnuda en
no cabrían en ningún impreso y que,
la portada. A veces una mujer desnuda
al estar formateadas en archivos ePub
con causa (como una reciente edición
o Mobi, son idóneas para disfrutar en
sobre el cáncer de mama) y a veces
la tinta electrónica del Kindle o en la
una mujer desnuda simplemente
portabilidad de un iPad mini.
desnuda. Para ellos, el humor es un
Con una propuesta totalmente discomponente integral del periodismo
tinta, la Escuela de Periodismo Pornarrativo, pues sin importar el tema
tatil dirigida por Juan Pablo Meneses
del texto (la discriminación racial,
es tanto un medio como un centro de
los gustos masculinos por distintos
capacitación. A través de cursos en
tamaños de senos femeninos o polítilínea sobre crónica y géneros afines,
cos colombianos controversiales, por
Meneses ha promovido la escritura de
nombrar alguno), siempre se puede
periodismo narrativo. Después publiesperar soltar una buena carcajada
ca muchos de los textos producidos
seguida de datos duros –a veces dupor los participantes. Es un modelo
rísimos–.
interesante y digno de tener en cuenta
Etiqueta Negra se gana una menpara las nuevas dinámicas informatición especial por lo icónica que ha
vas de Internet.
resultado ser para el auge de la cróSin embargo, al menos hasta inicios
nica. Dirigida por Julio Villanueva Promotor incansable a través de la FNPI.
de 2013, la publicación digital de
Foto: Francisco Rodríguez / Cuartoscuro.
Chang, esta revista ha formado como
crónicas parece seguir una máxima:
14
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
publicar lo que no cabría en papel
o lo que saldría demasiado caro si
fuera impreso. Las técnicas narrativas siguen siendo más o menos
las mismas del realismo literario,
o si buscamos ancestros dentro del
periodismo, las del new journalism.
Las narrativas multimedia que posibilita la red parecen estar exiliadas
del reino de la crónica. Para que una
crónica sea crónica, al menos por
el momento, tiene que tener como
protagonista al lenguaje escrito. Las
infografías, los interactivos, el reporteo móvil y los flujos en tiempo
real, aún no son partícipes del boom.
multimediático hipertextual es posible. E incluso imprescindible para
los nuevos tiempos.
Lo que la red está planteando es
que hay otras maneras de narrar que
no son menos ni más profundas que
las tradicionales. Nunca fue tan fácil
circular la información y tampoco
nunca fue tan difícil sobresalir sobre
tanta información que se publica
diariamente. Hay periodistas que
siguen pensando que el periodismo
tiene una profundidad que Twitter
nunca tendrá. Yo discrepo de eso.
Twitter tiene una profundidad que
está dada por la posibilidad de
asistir a la construcción de una naHacia la crónica 2.0
rración sin que nadie te la explique.
Digámoslo con todas sus letras:
Twitter, Facebook, los blogs y las
el formato de la crónica –al menos
páginas refuerzan la idea de que
como se le entiende comúnmenel periodismo puede ser un trabajo
te– es propio de la era de papel.
individual. Me parece que es una
Cuando los periodistas decimos
idea linda, que no sólo es un trabajo
crónica, se entiende que hablamos
en equipo, sino también un trabajo
de algo así como 20 mil caracteres
que se puede hacer como individuo.
(por lo menos) de texto escrito con
El periodismo no está en crisis, ni
herramientas que son comunes a
los periodistas. Están en crisis los
los textos literarios. Las fotos son
medios. Los periodistas están en
una especie de bonus track, como Inmenso potencial narrativo en Internet.
una fase que debería ser altamente
un valor agregado que casi siempre
productiva y con muchas facilidades
Foto: Ana Costabile / Cuartoscuro.
elabora una tercera persona. Un
para circular lo que producen.
cronista es, ante todo, un escritor de textos tar los nexos en las cúpulas empresariales,
En el mismo sentido, aunque un poco
escritos, no un productor de relatos. ¿Qué publicaron una especie de Facebook don- más severo, Pablo Mancini –periodista
pasa en un contexto multimediático como de uno puede ver quienes son los amigos argentino autor de Cryptoperiodismo–
lo posibilita Internet y las nuevas tecnolo- de los empresarios y los políticos. Para recomienda a los cronistas “mirar el
contar la lucha de las víctimas de la vio- calendario y descubrir que el siglo XX ya
gías de la información?
Hace tiempo circuló en redes sociales lencia en Colombia, montaron el Proyecto terminó”, y añade:
un video con un título revelador: “Una Rosa, un documental multimedia que
Actualizar los referentes, ídolos y crirevista es un iPad que no funciona”. En permite seguir a la activista Rosa Amelia terios de calidad. El mayor desafío es
él, una bebé juega con su tableta haciendo Hernández a través de blogs, videos, ac- construir una narrativa que esté sintouso de los comandos gestuales para pasar tualizaciones en tiempo real, infografías, nizada con la época en la cual vivimos.
páginas, agrandar objetos, subrayar, etc. etcétera.
Ese fue el acierto de la crónica del siglo
Otro experimento es Radio Ambulante, pasado. Buena parte del trabajo actual
Luego, con un magazine impreso intenta
hacer lo mismo. No funciona. Al hacer dirigida por Daniel Alarcón. Su apuesta entorno a la crónica está relacionado a la
clic sobre una imagen, ésta no se abre. Al es por la crónica sonora. En cierto sentido conservación del género. Desde mi punto
hacer pinch, el tamaño del texto no au- retoma el origen primigenio del género: de vista es más interesante trabajar sobre
menta. Algo así puede pasarle a la crónica aquellos relatos que contaban los antiguos la experimentación.
hombres alrededor del fuego de forma
si se queda como está.
Su diagnóstico sobre los cambios que ha
La gente está muy acostumbrada a oral. Pero también hace uso de la porta- sufrido la crónica lo deja claro:
una manera de hacer crónica y en ese bilidad del podcast y de los dispositivos
Ha cambiado todo, menos los cronistas.
sentido hay una especie de nostalgia por móviles que permiten capturar audio en Lo peor que tiene la crónica hoy son los
las maneras en las que se hacía antes. Lo casi todo momento.
cronistas. Por suerte, los lectores se están
Los formatos de microblogging y haciendo cargo de dar cuenta de los aconque ahora llamamos “tiempo real” yo
lo entiendo como un camino a construir liveblogging surgen también como una tecimientos.
crónicas de seguimiento que de verdad alternativa para cronicar sucesos en
Claro que es difícil. Hasta ahora, para
construyan una narrativa que tenga senti- tiempo real apoyándose en la curaduría ser cronista había que comenzar leyendo.
do. El tiempo real va a cambiar las reglas de contenidos, las aportaciones de los Lo que sea, pero leer. Actualmente eso
del juego pero le va a permitir al género lectores y la construcción dinámica de la no basta. Para ser un cronista multimedia
seguir vivo permanentemente y crecer narrativa. Basta mirar el Eskup de El País habría que navegar infinidad de sitios, los
o los Liveblogs de The Guardian para que sean, pero navegar. También haría
como una crónica inagotable.
Son las palabras de Olga Lucía Lozano, darse cuenta de que en tales formatos hay falta ver miles de películas, leer comics,
periodista colombiana, directora Creativa un potencial narrativo enorme aún por mirar fotorreportajes, tuitear, gestionar
de La silla vacía, uno de los sitios latinoa- explorar.
comunidades, conocer los fundamentos
Todos estos ejemplos son la prueba de de la edición audiovisual y un larguísimo
mericanos más innovadores en materia de
narrativas y formatos digitales. Para con- que cronicar haciendo uso del lenguaje etcétera. Lo de siempre. A nadie debiera
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
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sorprenderle que un periodista deba estar
en mil cosas al mismo tiempo. Cómo hacer rentable dicho tipo de crónica y cómo
organizar equipos de trabajo efectivos
es otra historia que está por escribirse.
Tampoco es que la crónica 1.0 haya sido
especialmente propicia para volverse
millonario…
¿Hay nueva crónica?
Tal vez decir boom nos sigue imponiendo porque aún tenemos demasiado cerca
el anterior. Tal vez no son dos diferentes,
sino dos etapas del mismo. Lo que nadie
puede poner en duda es que hay un interés creciente en la literatura de no ficción
y/o en el periodismo que usa técnicas de
la literatura. Eso siempre es bueno. Pero
podría ser ficción.
Si algo cambió en los últimos años, fue
todo lo que rodea a la crónica. Hace un
par de décadas no había Twitter, ni iPads,
ni Skype, ni 4G, ni WiFi, ni YouTube.
Las fronteras entre la crónica y el resto
del mundo aún están por escribirse. Es
un gran momento para que los periodistas –si es que aún queremos llamarnos
así– reevaluemos qué técnicas y qué
disciplinas queremos incorporar a nuestros textos. Nos queda claro –clarísimo–
que el reino de la crónica lo queremos
cerca –cerquísima– del hermano reino
de la literatura. Perfecto. Pero no se nos
vaya olvidar acercarnos a los reinos del
cine, la fotografía, las redes sociales, la
hiperficción, etcétera. Siempre es bueno
ser ciudadano del mundo. O de muchos
mundos, en este caso.
En su texto “Tan fantástico como la
ficción”, Leila Guerriero termina reflexionando sobre el diálogo que guarda la
crónica con la literatura. Yo suscribo ese
mismo final y se lo tomo prestado para
hacerle un par de modificaciones:
Claro que, si vamos a ser sinceros, no
suele haber, en los grandes escritores de
ficción, ecos de cronistas majestuosos.
Pero hay que ser pacientes. Porque tiempos vendrán en que eso también suceda.
Lo mismo sucederá eventualmente con
los grandes directores de cine, los grandes
pintores, los grandes artistas digitales, las
grandes empresas, etcétera. De nosotros
dependerá que la crónica deje de ser un
montón de caracteres y vuelva a su principio de relato sobre el mundo.
Una versión ampliada de este artículo puede hallarla
en la versión digital de RMC:
www.mexicanadecomunicacion.com.mx 
Director Ejecutivo de la Fundación Manuel Buendía
A.C. Y sudirector de Revista Mexicana de Comunicación.
16 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
La escritura todavía se resiste a la simultaneidad
Trabajar sobre la
experimentación
¿Qué retos enfrenta la crónica en el mundo digital? Mirar
el calendario y descubrir que el siglo XX ya terminó.
Actualizar los referentes, ídolos y criterios de calidad.
El mayor desafío es construir una narrativa que esté
sintonizada con la época en la cual vivimos. Ese fue el
acierto de la crónica del siglo pasado.
Pablo Mancini
B
uena parte del trabajo actual
en torno a la crónica está
relacionado con la conservación del género. Desde mi
punto de vista es más interesante trabajar sobre la experimentación.
Intuyo que cualquier pronóstico sobre
los caminos de la crónica, tiene como destino quedarse corto frente a la mutación
narrativa que está en marcha en todos los
ámbitos de la vida.
¿Qué sentido tiene que haya cronistas
dedicados a contar historias en un mundo donde casi cualquier persona tiene la
tecnología para contar sus propias historias? William S. Burroughs decía que no
podía entender cómo es que la gente va
y compra historias ajenas cuando todos
pueden sentarse a escribir las suyas. A mi
entender, esa transición está sucediendo.
Me interesa el llamado boom de la
crónica, sobre todo porque instituciones
como la FNPI están impulsando, precisamente, la evolución de este género y no
su momificación. El proceso es saludable,
aunque hay muchos cronistas que no lo
entienden. El boom de la crónica es el
comienzo del fin de la aristocracia de la
subjetividad. Quienes entiendan eso y
puedan desarrollar una narrativa en esa
sintonía, trascenderán.
Lo peor que tiene la crónica hoy son
los cronistas. Por suerte, los lectores se
están haciendo cargo de dar cuenta de los
acontecimientos.
A propósito de los posibles cambios
de la crónica considerando los cambios
tecnológicos, la clave es la simultaneidad
de los acontecimientos. La crisis narrativa
es una crisis de la linealidad, de la secuencialidad. La pintura tiene el collage. La
imagen el montaje. La escritura todavía se
resiste a la simultaneidad, pero la tecnología está minando esa estabilidad.
A leer a todos los cronistas y medios que
la publican. Todavía no sabemos cuáles
son los buenos. Hay que leerlos a todos y
encontrar a quienes estén intentando algo
más que triunfar en los años cincuenta.
Periodista argentino. Director de Estrategia Digital
de Infobae.com. Ha sido Gerente de Servicios Digitales en el Grupo Clarín y editor de Perfil.com.
No es un género propicio para periodistas aburguesados
Para escribir crónicas hay
que tener algo de kamikaze
Para mí la crónica es un género que tiene la oportunidad del periodismo y la belleza
de la literatura. Hacer crónicas es investigar como los reporteros y escribir como los
escritores.
C
iertamente se habla de nosotros (los cronistas) en los
foros académicos, se nos
exalta, se habla de nuestros
libros, pero yo sé que muchos colegas siguen considerándonos una
especie sospechosa. Nos ven como tipos
desorientados que se dedican a hacer literatura a un ritmo indolente, mientras los
demás miembros de la familia periodística
sudan la gota gorda para cumplir la cuota
informativa diaria.
Creo, en todo caso, que hoy gozamos de
un cierto prestigio. Y eso tampoco es que
me guste mucho. La idea de pertenecer a
una corriente que quizá fue transgresora
y que finalmente se ha convertido en
una fiebre generalizada, no me resulta
estimulante. Me preocupa que muchos de
quienes se arriman hoy al género, atraídos
por el furor, tengan la actitud de quien
practica un deporte de moda.
La asignatura pendiente de la crónica
en América Latina es el tema del poder,
como lo señala la escritora colombiana
Marianne Ponsford. Parecería existir el
pacto tácito de que los cronistas escribimos sobre seres derrotados, excluidos,
mientras los reporteros que surten las
primeras planas de los diarios se ocupan
de los personajes influyentes del gobierno
y de las finanzas, y eso es un despropósito.
Los cronistas también deberíamos meter
nuestros ojos fisgones en los ámbitos de la
gente que rige nuestros destinos.
Por otra parte, noto señales de estancamiento en la manera de contar las historias. Tenemos un formato ya probado
que incluye escenas, frases ocurrentes,
Alberto Salcedo Ramos
subjetividad, pero echo de menos una audacia mayor en el manejo de las formas,
una experimentación más arriesgada en
el manejo del tiempo y aun en el lenguaje. Ningún diagnóstico sería completo
si se ignorara la situación laboral de los
cronistas: ¿cuántos pueden darse el lujo
de sobrevivir económicamente gracias
al oficio de contar historias? Pocos, en
realidad. Creo que caben en los dedos de
una mano y sobran dedos. Toca ayudarse
con actividades alternas como la participación en congresos, la pedagogía y otras
labores. Por eso García Márquez dijo una
vez que América Latina es una región de
escritores cansados. Uno escribe su obra
en el tiempo que le queda tras hacer un
montón de tareas con las cuales consigue
el pan del día a día.
Mi principal reto ha sido defender el
tiempo para dedicarme a escribir crónica.
Perseverar en el género a pesar de las
dificultades. Creo que eso es posible, en
parte, gracias al compromiso individual
de los propios cronistas, sin el cual todo
el andamiaje se vendría abajo.
Para escribir crónicas hay que tener algo
de kamikaze, hay que estar dispuesto a
hacerse inmolar por defender esa pasión.
De otro modo no funciona. Éste no es un
género propicio para periodistas aburguesados, y en este sentido yo siempre tengo a la
Hay mayor conciencia sobre los alcances del género.
Foto: Iván Méndez / Cuartoscuro.
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
17
mano esta cita de Hemingway: “La distancia entre el toro y el torero es inversamente
proporcional al dinero que el torero tiene
en el banco”.
Existe el riesgo de que un periodista
de éxito pierda las ganas de acercarse a
los cuernos del toro, y así ya le queda
complicado hacer crónicas. Entonces,
para volver al punto, creo que en América
Latina el auge de la crónica obedece en
un gran porcentaje a que ha habido cronistas comprometidos. Muchos creemos,
además, en el valor literario del género y
no pensamos que sea un oficio menor, un
simple trampolín para después volar hacia
instancias más altas.
Tom Wolfe usaba una analogía para referirse a aquellos escritores que en los años
sesenta hacían periodismo narrativo sin
convicción, sólo para tener algo a lo cual
dedicarse mientras daban el gran golpe con
una novela: decía que para esos escritores
el periodismo narrativo era como entrar a
un motel a pasar el tiempo con una chica
transitoria, mientras conseguían una mujer
respetable –es decir, una novela– y podían
llevarla al altar. Pues bien: yo creo que en
mi generación hay varios cronistas que la
estamos pasando de maravilla en el motel
con la chica mal vista.
Ahora hay una mayor conciencia sobre
los alcances del género. Debido a que la
El boom de la crónica es un título comercial
Hoy estamos revisando
nuestras creencias
La mejor manera de matar algo, es definiéndolo. Definir
es dibujar claramente los contornos, y si por algún
motivo a mí me ha conquistado la crónica, o acepto darle
ese nombre a un género que me tiene máximamente
interesado y divertido, es porque aún no me queda claro
dónde están sus límites. Digamos, en todo caso, que son
cuentos reales, acontecimientos convertidos en novelas,
datos que constituyen poemas, la vida traducida a la
literatura. El reporteo como un modo de imaginar, y la
escritura movida por el gozo de contar algo presenciado.
Patricio Fernández
N
o sé si actualmente sea más
importante escribir crónicas
que en cualquier otro tiempo.
El realismo vuelve cada tanto, cuando la ficción ha llegado a sustituir la realidad, para recordarnos
que la mayor riqueza de sentidos y las sutilezas más complejas, no se inventan, sino
que se descubren. Que el mundo reducido a
las propias convicciones, es una forma de
pobreza. Para el común de la gente, la Tierra
fue plana hasta que los navegantes contaron
sus travesías. Más allá del horizonte, no
había despeñadero. Supongo que hoy tam-
18
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
bién estamos revisando nuestras creencias.
Para eso, siempre vienen bien las historia
“de verdad”.
Veo mucho cronista manierista, escribiendo “a la manera de”, y no con la pasión
sincera del testigo fascinado con lo que ve.
La crónica, como un día dijo Nicanor Parra
respecto de los poetas, aparece también
para bajar a los escritores del Olimpo. El
boom de la crónica es, a las finales, un título
comercial.
¿Cuáles son los retos del género? Transmitir la complejidad de los sucesos, incorporar a la experiencia de los lectores
crónica se volvió una fiebre subcontinental, hay más gente interesada en cuidarla
como producto. Las historias se cuentan
de una manera menos intuitiva y más
profesional. El talento del cronista, que
siempre había brotado silvestre por estos
lares, ahora está un tanto sofrenado por
la rienda de los editores. Eso, a mi juicio,
mejora ostensiblemente su calidad periodística y literaria.
Periodista colombiano. Ha recibido el Premio
Internacional de Periodismo Rey de España y cinco
veces el Premio Nacional de Periodismo Simón
Bolívar, entre otros galardones.
personajes y acontecimientos ajenos, acercar
realidades, comunicar lo sorprendente, cruel,
maravillosa, injusta, y toda la lista de adjetivos existentes y también por formular, que
puede ser la vida en el instante mismo que
estamos viviendo. La crónica puede ayudar
a limpiar los ojos.
¿Los retos como cronista? Conseguir
todo lo anterior, que ya no es nada de poco.
Pero para ser concreto, en mi caso personal,
entender el valor del reporteo. No quedarme
sólo con lo que la casualidad me pone en
frente. Perseguir el máximo de versiones,
buscar las aristas más que la redondez, evitar por todos los medios que el cronista se
vuelva un predicador.
La crónica se puso de moda y ha conseguido instalarse en un territorio de prestigio
que hasta hace poco sólo ocupaban la academia y la ficción. Pero son cambios que me
interesan poco.
Entre las recomendaciones de lectura destaco: La Ilíada es una crónica maravillosa,
y también los Nueve Libros de la Historia,
de Herodoto. Saltando en el tiempo y el
espacio, Joaquín Edwards Bello comenzó a
escribir hace cien años algunas de las más
memorables crónicas chilenas. Joe Gould’s
Secrets, de Joseph Mitchell, fue una crónica
que me encantó. Truman Capote, Norman
Mailer, Kapuscinski, Jon Lee Anderson...
The New Yorker quizás sea la revista que
mejor ha entendido y respetado el género.
Pero hoy, en América Latina, se han multiplicado los espacios que las publican y promueven. Abundan, también, los cronistas de
peso. Si no los enumero es para evitar olvidos
inexcusables. Es cierto, la crónica atraviesa
un período de esplendor. No puedo dejar de
mencionar el tremendo papel jugado en su
promoción, al menos en nuestro continente,
por la Fundación para el Nuevo Periodismo
de Gabriel García Márquez.
Periodista chileno. Director y fundador de la
revista The Clinic. Autor del blog “Lejos de todo”
publicado en El País de España. Autor de las novelas Ferrantes y Los Nenes y del libro de crónicas
Escritos Plebeyos.
El llamado boom, un tanto artificioso y con fines comerciales
El gran retrato de
nuestro tiempo
Entre los retos más importantes que enfrenta el género está el de la capacidad
y el talento para saber narrar, reconstruir una historia y aportar los elementos
necesarios para su comprensión, pese a la subjetividad que todos los cronistas deben
tratar de trascender.
Rogelio Villarreal
E
ntiendo a la crónica como
el relato periodístico y hasta
literario, personal, de un acontecimiento o serie de hechos
narrados generalmente en
orden cronológico, reciente o del pasado.
Es de esperarse que se apegue lo más posible a la verdad de los hechos ocurridos
y que las licencias literarias no los alteren
o distorsionen.
Su importancia radica en que es un género proteico que admite la incorporación
de puntos de vista distintos, testimonios,
descripciones, confrontación y hasta toma
de partido. En suma: un panorama amplio
y generoso sobre los acontecimientos que
se narran.
Hoy día el llamado boom es un tanto
artificioso y con fines comerciales, más
un fenómeno de librería que periodístico
que deja de lado a numerosos periodistas
que han practicado ese género desde hace
muchos años. Creo que incluso se han
convertido en una especie de cofradía,
la de los periodistas narrativos, como le
llaman ahora a la vieja y buena crónica,
practicada en México desde hace siglos
y con nombres tan destacados como
Manuel Payno, Vicente Riva Palacio,
Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador Novo
y tantos más.
Creo también que entre los integrantes
de esta nueva cofradía hay talento y muy
buenas historias, pero no son todos ni los
mejores. Se distinguen, sobre todo, por
una postura que se quiere crítica hacia la
violencia del Estado y de los grupos criminales, por la descripción de los graves
problemas sociales de los países de América Latina, pero también por su simpatía
tácita por regímenes socialistas y autoritarios. Han caído en una especie de club
de abrazos mutuos en el que cada uno es
más aguerrido que el otro. Otra cosa: la
mayoría venera de manera desmedida a
Kapuscinski, García Márquez, Monsiváis,
Villoro y otros.
Entre los retos más importantes que
enfrenta el género está el de la capacidad
y el talento para saber narrar, reconstruir
una historia y aportar los elementos necesarios para su comprensión, pese a la
subjetividad que todos los cronistas deben
tratar de trascender. Otro asunto es el de
los periodistas gonzo.
Como cronista y editor, uno de los
desafíos centrales ha sido el de saber
identificar una buena crónica y saber
cómo editarla para que destaquen más sus
cualidades narrativas.
Durante la última década, quizás se ha
recurrido en exceso a la crónica al narrar
la llamada guerra contra el narco y un
cierto facilismo al acusar solamente de los
crímenes al gobierno de Calderón o de la
injusticia al sistema llamado neoliberal.
Es moralista y no son pocos los cronistas
que se conduelen de la suerte de los protagonistas, e identifican con ellos, como si
se tratara de una declaración de principios.
Por otra parte, se han detectado trampas
entre ellos, como los que dicen entrevistar
a sicarios y describen detalladamente toda
su vida, o de quienes tienen acceso a lugares demasiado peligrosos con la ayuda
del Ejército y no lo mencionan en sus crónicas. Escamotear ese dato tan importante
es muy grave, a mi juicio.
En muchos diarios y revistas del país
hay muy buenos cronistas. Si se me
permite hablar del medio que dirijo, Replicante, recomendaría muy ampliamente
a Fernanda Melchor, Lydiette Carrión,
Ricardo García López, Wenceslao Bruciaga, Juan Mascardi, Mercedes Álvarez
y Susana Moo –argentinos–, Alberto Spiller –italiano–, Paul Medrano y muchos
más. He publicado cientos de crónicas
en Replicante desde 2004 de otros tantos
escritores y periodistas, sobre los temas
más diversos, de lo escabroso y violento a
lo humorístico o cotidiano. La crónica es
el gran retrato de nuestro tiempo.
Periodista y editor mexicano. Director de la revista
Replicante. Fue fundador de las revistas La regla
rota y La PUS moderna.
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
19
Se precisa la consolidación financiera de las revistas
La pala que cava
en la tierra
Hay innumerables intentos por definirla, unos más creativos que otros. “Cuentos
de verdad”, de García Márquez. “El ornitorrinco” de Juan Villoro. “Literatura a ras
del piso”, de Cándido. Caparrós y “el intento fracasado de atrapar el tiempo”. Yo he
arrimado la idea del cronista como un buzo de profundidad, el que se zambulle en
un espacio determinado de las aguas rápidas de la realidad, se deja ir al fondo, con
peso y ganas, y avanza lento, incluso a contracorriente, por la oscuridad profunda
con la expectativa de hallar lo que otros no pueden ver.
Diego Fonseca
P
ara complicarla más, podría ser
formalista: un texto de largo
formato, con tensión dramática,
que pretende narrar un hecho lo
más acabadamente posible –y
eso es un imposible–, que asume que es
sólo una más entre más verdades y que reniega de la “inoculación de objetividad”.
Creo que siempre fue importante publicar crónica, pues siempre tuvimos necesidad de conocer. La crónica provee eso: es
la pala que cava en la tierra. Tal vez ahora
es más necesario porque la oferta informativa es más veloz y omnipresente y tiende
a producir saturación. Cuando eso sucede,
narcotiza y pareces estar parado sobre una
balsa en un río a toda velocidad, sin hacer
pie firme. La crónica te deja bajarte del
río y elegir de qué recorte de la realidad
quieres conocer un poco más.
No creo que haya un boom. La categoría
tal vez sirva para intentar vender libros,
pero lo dudo. Los intentos por emular al
verdadero boom de la narrativa latinoamericana fallaron todos: eran inorgánicos, sin
canon, sin estrategia. Sí hay una llamativa
maduración técnica, a la que han contribuido las revistas, los talleres de editores,
la FNPI y la lectura, entre otros factores
de oferta. Y hay más y mejor exposición.
La ubicuidad de las redes hace suponer un
20 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
boom por el runrún, pero el boom necesita
condiciones económicas estructurales para
sostener un supuesto canon, que nadie en
la crónica quiere proponer, si me atengo a
las conversaciones en Nuevos Cronistas
II de FNPI en México. No hay un dogma
ni un decálogo escrito. Me parece que el
único acuerdo es que queremos seguir en
el desacuerdo y escribiendo de todo lo que
se nos cruce por delante.
Intentar nuevas formas narrativas.
En torno a los retos, me enfocaré en un
aspecto que no es nada subsidiario y es el
económico. Se precisa la consolidación
financiera de las revistas. Todavía son el
principal vehículo de las crónicas. Mejores condiciones de pago para los cronistas
son imprescindibles para reconocer la jerarquía y el esfuerzo de sus escritores. La
estabilización de las nuevas plataformas,
que incluye la posibilidad de que puedan
Foto: Misael Valtierra / Cuartoscuro.
financiarse con recursos genuinos y no
con subsidios de sus autores y editores, un
fenómeno común incluso fuera de América Latina. Recuperar un mayor espacio en
los periódicos.
En lo estilístico, intentar nuevas formas
narrativas, incluyendo el video o, como
procura Radio Ambulante, la voz. Y hay
un aspecto formal que no sé cómo puede
determinarse más allá de la decisión de
cada editor y es controlar la calidad de los
materiales. Como todo el mundo habla
de crónica y es hot ser cronista, pululan
textos de baja calidad a los que se llama
crónica. Si se medra con el producto, será
un problema para todos. Sucede a menudo además con las palabras: se las usa la
crónica como billete de veinte pesos, y al
final circula tanto que se hiperinflaciona y
pierde valor.
Tiendo a pensar como editor y como
publisher, pues he cumplido ambas funciones. Así, el reto es conseguir financiamiento para proyectos, convencer a
muchos colegas de que no deben regalar
su trabajo sino negociar con firmeza
–quienes los contratan ganan dinero–
pues si precarizan su trabajo perdemos
todo, entrenar buenas plumas.
En la última década ha habido más
especialización: tocamos más temas. Más
riesgo técnico: hay gente escribiendo
cosas en contra de la fuerza de gravedad.
Una renovación de muy buena calidad:
los nuevos cronistas y quienes les sucedan tienen un buen camino pavimentado
delante y son más desprejuiciados. (Este
es un comentario de old man.)
A propósito de recomendaciones ofrezco una respuesta cobardemente elegante:
son demasiados para nombrarlos a todos
y quedaría mal con quienes deje fuera.
Todos los veteranos, todos los maduros y
casi todos los nuevos cronistas. Y lean a
los que no conocen, a los que creen conocer en medios que no sabían que existían,
que ningunearon, que son grandesmedianoschicos. Lean en español y en otros
idiomas. Lean. Y lean. Y vuelvan a leer.
Bonus track: en América Latina no se la
conoce mucho, por lo tanto diré que lean
The Believer, y, de paso, que lean a Janet
Malcom y a Jonathan Safran Foer. Malcom
trabaja mucho una de mis obsesiones, el
problema de la verdad. Extremely Loud and
Incredible Close, la novela de Safran Foer,
es un supermercado de recursos técnicos
narrativos para usar. The Believer es una
revista para desestructurar ideas, pequeña,
rara, de otro siglo.
Periodista argentino. Es Editor asociado de
Etiqueta Negra y profesor visitante de narrativa en
FLACSO, Ecuador.
Los intercambios y encuentros han generado aprendizajes
Ahora hay una
escuela de cronistas
Para los cronistas se hace urgente avanzar en la reflexión
sobre qué se hace y cómo se hace. Es decir, sobre objetos y
métodos. Esto no es otra cosa que instalar la crónica como
tema de trabajo académico. Aceptar que la narrativa
periodística, además de un oficio, es una disciplina.
Patricia Nieto
L
a crónica es un relato potente
de la vida cotidiana: capaz de
descubrir las particularidades
en la aparente simpleza de la
condición humana. El género
tiene vigencia porque los ciudadanos
requieren informaciones para tomar decisiones y gestionar sus vidas con libertad.
Porque los derechos de los hombres siguen siendo violados en diversos rincones
del planeta. Porque a la gente le gusta que
su vida está acompañada de buenas historias. En suma: las necesidades políticas,
éticas y estéticas a las que responde la
escritura periodística siguen en pie.
Si bien no se ha dejado de escribir, de
narrar, de contar en América Latina, es
necesario reconocer que los últimos diez
años ha ido en aumento la publicación y
circulación de crónicas tanto en formatos
impresos como digitales. Además, la
comunicación entre cronistas ha dado
como resultado intercambios, encuentros
y, por lo tanto, aprendizajes compartidos
en toda América Latina. Ahora se puede
decir que hay una escuela de cronistas:
debaten temas, se interrogan por los abordajes, comparten metodologías, generan
medios, hacen circular un cierto capital
intelectual. Y en éste ha tenido, sin duda,
gran influencia la FNPI.
Para los cronistas se hace urgente
avanzar en la reflexión sobre qué se hace
y cómo se hace. Es decir, sobre objetos
y métodos. Esto no es otra cosa que
instalar la crónica como tema de trabajo académico. Aceptar que la narrativa
periodística, además de un oficio, es una
disciplina.
Entre mis desafíos como cronista, destaca contar el horror, sin duda. Abrirme un
camino en un país harto de una violencia
rechazada y también desconocida. Encontrar un lenguaje, un estilo, un tono para
contar aquello de lo que, en apariencia,
nadie quiere enterase. Ubicar mi trabajo
en revistas o editoriales de circulación
nacional, por lo menos.
Periodista y profesora colombiana. Ha trabajado
en el diario El Mundo y en la revista La Hoja de
Medellín. Ha ganado el Premio Latinoamericano de
Periodismo José Martí de la Agencia Prensa Latina
y el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar
en Colombia.
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
21
Entre las técnicas literarias y el rigor periodístico
Una mirada más
justa de la realidad
La crónica se entendía como el informe detallado de lo ocurrido en algún evento.
Algunos la llamaban “nota de color”, porque describía atmósferas (hojas cayendo,
ríos sonando, párpados inquietos). La crónica, hoy en día, busca retratar la
realidad con las técnicas de la literatura y el rigor del periodismo.
Salvador Frausto
L
a mejor definición de
Algunos la llamaban “nota de
crónica la encuentro
color”, porque describía aten Gabriel García
mósferas (hojas cayendo, ríos
Márquez, quien sin
sonando, párpados inquietos).
proponerse definirla,
La crónica, hoy en día, busca
trazó un asidero para el perioretratar la realidad con las técnidismo narrativo iberoamericacas de la literatura y el rigor del
no. El Gabo dijo alguna vez:
periodismo.
“Había que contar el cuento,
Por lo que concierne a pusimplemente, como lo contaban
blicaciones, recomiendo seguir
los abuelos. Es decir, en un tono
a las siguientes: Etiqueta neimpertérrito”. La crónica es
gra (Perú), Soho (Colombia),
una suerte de cuento de la vida
Gatopardo (México), El malreal, que se vale de las técnicas
pensante (Colombia), Esquire
narrativas de la literatura y a la
(México), El puercoespín, El
Un relato potente de la vida cotidiana
vez se sujeta al rigor ético del
Faro (El Salvador), Anfibia
Foto: Juan Pablo Zamora / Cuartoscuro.
propósito del periodismo.
(Argentina), Orsai (Arg-Esp),
Es importante escribir cróniDomingo (México).
cas porque contar los hechos sin
En cuanto a autores, recoAl valerse de las técnicas de la literaterror, sin intimidación, pero a la vez con tura, aparece en algunos la tentación de miendo: Jon Lee Anderson, Alma Guillerasombro, nos ofrece una mirada más justa crear ficción. Un reto importantísimo es moprieto, Martín Caparrós, Julio Villanuede la realidad. Nos cuenta el cuento más que el periodista narrativo, o cronista, va Chang, Alberto Salcedo Ramos, Juan
como es. Al reportaje clásico, lleno de no debe sucumbir a esa tentación: 0% Pablo Meneses, Témoris Grecko, Diego
declaraciones y opiniones, se le escapa la de lo escrito debe ser ficción. Un segun- Enrique Osorno, Emiliano Ruiz Parra,
realidad, no alcanza a verla por sujetarse do reto es dotar a la crónica de mayor Guillermo Osorno, Luis Guillermo Hera un método que sólo reproduce posturas, investigación.
nández, Thelma Gómez, Marcela Turati,
pero no refleja hechos. Además, la mirada
¿Los retos del cronista? Modificar la Majo Siscar, Laura Castellanos, Diego
del cronista es un privilegio que debe lle- técnica de la entrevista tradicional. El Fonseca, Elia Baltazar, Hernán Casciari,
gar al lector (a las audiencias).
entrevistador tradicional recaba opiniones. Leila Guerriero, Carlos Paredes (Uff, qué
El boom del periodismo narrativo El entrevistador que pretende escribir una difícil, ¡se me escaparán varios!)
iberoamericano es similar al boom de la crónica pregunta cómo fueron los hechos,
literatura latinoamericana, ocurrido en los anécdotas que retraten un fenómeno, se
años sesenta y setenta. Recientemente, del detiene en detalles (fechas, horas, gesPeriodista mexicano. Editor general de la revista
2000 para acá, una banda de periodistas tos)... y escribe para el lector.
Domingo, editada por El Universal de México.
intenta retratar la realidad con las técnicas
La crónica se entendía como el informe
Ha sido becario de la Fundación Gabriel García
Márquez (FNPI).
de la literatura y el rigor del periodismo.
detallado de lo ocurrido en algún evento.
22 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
La lucha está en alcanzar nuevas audiencias
Una forma de dialogar
con nuestros tiempos
En la última década, la crónica se ha ido desarrollando, ha incorporado todo el
potencial multimedia para contar más y mejores relatos. Se ha transformado,
pero más que eso: nos ha transformado. Creo que el periodismo literario ha
golpeado la opinión pública. Esa delgada línea entre la ficción y la realidad ha
potenciado el talento.
Karina Salguero-Moya
S
iempre he pensado que las definiciones nos alejan del potencial
de los géneros. Lo pienso prácticamente para todas las definiciones en las ciencias sociales.
Son ideologizantes. Nos emboban, nos
dirigen, nos programan. Hay que contar
la historia, lo hemos sabido siempre. Lo
hacemos desde la antigüedad. Los textos
antiguos como el Ramayana, la Epopeya
de Gilgamesh, son registro de la tradición
oral. Es gregario contar historias, transmitir con ellas información, reproducir
conocimiento. Por ello no hay que definir
la crónica: hay que escribirla alejado de
tanto condicionamiento.
La crónica en su multiplicidad de herramientas narrativas (multimedia, historieta,
fotográfica, etcétera) es la salida posible a
un periodismo que de tan sintético y ligero
nos deja en la superficie sin enfrentarnos a
la profundidad, a la raíz de los problemas
que enfrentamos individual y colectivamente. Lo vuelvo a decir: se deben contar
historias. La crónica es una forma de
dialogar con nuestros tiempos, de dar una
mirada pausada. En esto concuerdo, eso
sí, es más vital que nunca.
Para muchos, la crónica actual responde a tendencias, a modas, a la pose de
un nuevo periodista rockstar. Para otros
también es centrar la historia en el narrador y no en los acontecimientos. Pero
más allá de las subjetividades naturales
del género, que esté viviendo un boom es
fabuloso. Muchos no lo hubieran creído,
si pensamos que cada vez los textos en los
diarios tienen menos caracteres (siempre
te encargan textos con números limitados
de caracteres contando hasta los espacios).
Si está de moda, pues en buena hora, que
hace falta más lectura en nuestras sociedades.
Democratizar la crónica.
Respecto de los retos más importantes,
no sé si llamaría reto a la responsabilidad
del cronista con la razón de hacer público
un evento crítico, una historia, lo que sea
objeto de narración. Lo más importante es
desafiar al género mismo porque eso que
se cuenta debe ser de conocimiento público. Entonces hay que ir más allá, valerse
de mil recursos no para que lo lean los
mismos (ellos siempre son importantes),
Foto: Demian Chávez / Cuartoscuro.
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
23
La crónica me ha dado tanta felicidad como deudas
Descubrir
la llave
Contar historias.
El mayor reto es tomar por asalto la Internet. Viene
ocurriendo con iniciativas independientes. Pero todavía
nos falta, a los cronistas y editores, descubrir la llave
para ganar dinero en la web haciendo lo que hacemos
en el mundo de papel.
Foto: Demian Chávez / Cuartoscuro.
pero la lucha está en alcanzar las nuevas
audiencias, en una labor de comunicación
pura, lograr que los que no consideran
la lectura como fuente de conocimiento,
lean. Que sea accesible. Y lograr no solo
que lean, sino que disfruten, conozcan,
descubran, se asombren, reaccionen.
Entre mis principales retos como
cronista y editora destaco el de abrir la
crónica a nuevas audiencias. Democratizar
la crónica. Llegar más allá, pero acompañada de muchos lectores. Elijo siempre
las historias antes que los autores. Quiero
pensar que los comunicadores somos
contadores de historias y nunca nuestro
ego debe estar por encima de nuestra
colaboración con el desarrollo del conocimiento colectivo. La mayor causa de la
angustia y la incertidumbre de nuestros
días es la desinformación. Es simple: hay
que informar.
En la última década, la crónica se ha
ido desarrollando, ha incorporado todo el
potencial multimedia para contar más y
mejores relatos. Se ha transformado, pero
más que eso nos ha transformado. Creo
que el periodismo literario ha golpeado la
opinión pública. Esa delgada línea entre
la ficción y la realidad ha potenciado el
talento.
Hay que leer todo pensando en cronologías y contextualizaciones. Darle un punto
de vista de crónica a la misma ficción.
Siempre hay grandes escritores, la devastadora precisión de Ryszard Kapuściński y
otros maestros. Pero también recomiendo
leer a los nuevos autores, a los que recién
publican porque son la representación no
del presente de la crónica sino del rumbo
que va a tomar.
L
Periodista y editora costarricense. Editora de la
revista Orsái. Ha sido directora ejecutiva de las
revistas Azul, Nature Landings, Soho y Su Casa.
24 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
Marco Avilés
a crónica es una historia real
que tiene el poder de interesar
a un sujeto llamado lector.
Importa escribir crónicas ahora y siempre porque, a la vez
que entretienen sanamente, permiten que
las personas conozcamos la realidad en
una dimensión más profunda. Las mejores crónicas suman narración y ensayo.
Seducen a través de escenas en las que,
como lector, jamás estarás; y a la par, te
explican la vida. O por qué el mundo es
así como es.
En torno al llamado boom de la crónica,
se trata de un fenómeno comercial que
hay que manejar con cuidado. Todo boom
está condenado a pasar de moda. Creo que
sería importante que la crónica se consolide como una característica o componente
de la literatura latinoamericana. Y esto
sólo ocurrirá cuando, pasado el efecto
mediático, los cronistas sigan publicando
crónicas y los jóvenes sigan muriéndose
de ganas de hacer lo mismo.
El mayor reto es tomar por asalto la
Internet. Viene ocurriendo con iniciativas
independientes. Pero todavía nos falta, a
los cronistas y editores, descubrir la llave
para ganar dinero en la web haciendo lo
que hacemos en el mundo de papel.
Mi principal reto como cronista –que
enfrento cada día– es el de no dejar de
escribir. El cronista es el que escribe crónicas. Y yo cada vez encuentro más difícil
escribirlas por falta de tiempo. Le dedico
cada vez más horas a actividades que me
dan dinero porque la crónica no necesariamente te da para vivir. Creo que, en mi
caso personal, la crónica me ha dado tanta
felicidad como deudas. Ahora que tengo
una casa y animales que mantener, me
preocupa mucho el aspecto económico. Es
triste pero así es. Hace algún tiempo dejé
de escribir gratis (o casi gratis).
Por otra parte, creo que algo que se ha
consolidado más o menos bien es una
gran comunidad continental de cronistas.
Es una comunidad de autores que mantienen contacto, que se buscan para hacer
proyectos, que se visitan, que se escriben,
que se quieren. Uno puede verlo en las
redes sociales. Es muy bonito. En el plano
mayor, esta comunidad es resultado del
trabajo de la Fundación García Márquez
y de otras iniciativas que se empeñan en
hacer talleres y congresos. También de las
revistas y sus editores. Y, por supuesto, es
obra de los cronistas.
Entre los latinos, recomiendo conocer
todos los medios posibles. Es importante
que los cronistas manejemos un panorama de los espacios para publicar. Hay
muchísimos. Pero esto, digamos, es lo
obligatorio. Lo que recomendaría con más
entusiasmo, en el sentido de ir un paso
más allá, es leer y conocer los medios y
autores estadounidenses. Ese país podría
ser nuestro lejano oeste.
Periodista y editor peruano. Director de la revista
Cometa. Fue editor y director de Etiqueta Negra.
El mayor reto para la crónica es lograr un equilibrio
Entre la voluntad narrativa
y la información
En los últimos años, la crónica ha devenido un género de escritura que deja atrás
el mero recuento cronológico de lo acontecido. Por lo tanto, se han enriquecido
sus posibilidades y registros, antes casi siempre reducidos a la propia visión del
mundo del cronista, al papel tradicional de darle voz a los otros, a los desposeídos,
a las víctimas de la injusticia, para introducir nuevas técnicas de investigación, de
exigencia expositiva, de saberes específicos, de interdisciplinariedad y montaje intergenérico: la crónica en alternancia con el reportaje, y éste con el análisis, el ensayo o
la narrativa de tipo secuencial o cinemático. Así, su definición se ha ampliado.
Sergio González Rodríguez
A
hora y siempre ha
sido importante escribir crónica porque es
una forma exigente
de dar cuenta de lo
acontecido, de consignar voces múltiples y materia informativa de la
mayor exactitud posible y de ofrecer
perspectivas novedosas sobre las
transformaciones del mundo y los
modos de comprender dichas transformaciones.
No creo que un par de antologías
de cronistas publicadas en tiempos
recientes configuren un boom: la
crónica ha estado y estará vigente
al margen de la atención de una o
dos editoriales españolas o de los
encuentros de autovalidación gremial
de grupos de periodistas.
El mayor reto para la crónica quizás sea lograr un equilibrio entre la
voluntad narrativa y la información.
Cualquier persona puede contar un
relato, pero sólo un cronista de verdad sabe escribir una crónica que
presente algo más: hechos, datos,
enfoque intelectual, calidad de expresión, etcétera.
Desde mi punto de vista, la crónica
tiende a rebasar sus tradiciones historicistas (la fijación en torno del lapso
y no del espacio, de la linealidad, del
ir hacia atrás en busca del origen que
explica todo en forma rígida), para
admitir las apreciaciones acerca del
espacio, las cartografías, la corporeización de la historia, la cultura, el
contexto, los procesos, el instante en
cada persona, las localidades, instituciones, territorios y regiones en cada
situación o proceso.
Quiero pensar que este género, en
la última década, ha ganado en flexibilidad, gracia y saberes críticos.
Lean a Roberto Saviano, a Óscar
Martínez, a Liao Yiwu, a Binyavanga
Wainaina.
Se amplía la definición de la crónica.
Foto: Alma Lafayet / Cuartoscuro.
Escritor y periodista mexicano. Ha sido Editor
de La Jornada, así como Consejero Editorial y
colaborador de Reforma. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores del Fondo Nacional
para la Cultura y las Artes.
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
25
La crónica cuenta lo que el lector no sabe de lo que cree que sabe
Despertar en
América Latina
La crónica es el periodismo que va a salvarnos de desaparecer. En tiempos de tanto
ruido, de tanto dato suelto inconexo que habita los medios de comunicación, el
regreso al relato, a una historia concreta que le de sentido a ese desorden, es lo
único –a mi juicio– que puede diferenciar a un periodista de una máquina
que reproduce cifras y da cuenta de eventos que ya todos, probablemente, han
comentado antes en una red social.
Ana Teresa Toro
U
na crónica no le cuenta al
Sin embargo, el acto de escribir no debe lector, le permite tomar decisiones y acerlector lo que ya sabe, le ser secundario. Al cronista, el proceso carse a ese lugar que, desde la generalidad
cuenta precisamente lo que mismo le revela preguntas y respuestas de la información disponible, jamás podrá.
no sabe de lo que cree que que a fin de cuentas son el meollo de la Creo que es el momento de la crónica,
sabe.
historia; se llega a la raíz en el ejercicio porque los grandes relatos hoy día no son
Coincido sin problemas con la noción de la escritura.
tan grandilocuentes; la crónica va al latide que una crónica es un cuento que es
Creo que estamos viviendo un momento do que permite reconstruir el cuerpo; la
verdad, como dijo tantas veces García particularmente complejo en términos del crónica nos permite volvernos a escuchar.
Márquez. A esa idea me gusta añadirle, periodismo y su rol en la sociedad. Hay Enfocar en la era del desenfoque.
igualmente, la idea de que es un cuento mucha información dispersa, insisto, y es
Veo con buenos ojos el llamado boom
que tanto puede ser caliente como frío. a través de historias concretas que esa in- de la crónica. Las revistas que las puCaliente porque sí es posible escribir formación cobra sentido, informa mejor al blican, los medios y editoriales que las
crónica a ras del suelo, de un
apoyan han sacado la cara por
evento, crónicas periodísticas
el género en un momento cladiarias que en su conjunto van
ve. El peligro, de todo éxito, es
construyendo un gran relato.
que se confundan los propósiFrías, aquellas que se cocinan
tos o que se le pida demasiado
con la serenidad del paso del
a un género que tiene una natutiempo y se sirven reposadas.
raleza periodística ineludible.
Una crónica aspira a ser una
Encontrar el justo balance será
pieza artística, con su narratiimportante. Igualmente, creo
va, sus recursos literarios, sus
que es necesario sintonizar
ritmos, pero no es todo a lo
todo esto con la realidad munque aspira. Es periodismo ante
dial que viven los medios de
todo, con su rigor informativo
comunicación.
y, sobre todo, consciente del
¿Puede este éxito y prestigio
compromiso que tiene con el
encontrar espacio en empresas
lector que no siempre lee para
mediáticas en decadencia?
regodearse en un relato sino
Creo que aún no existe respara entender mejor su entorno Un género que exige tiempo y espacio.
puesta a esa pregunta. Ahí uno
Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro.
y tomar mejores decisiones.
de sus grandes retos es encon-
26 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
trar un nicho que le permita persistir más
allá de las escuelas de periodismo y los
lectores aguerridos, así como encontrar
espacio ante el gran público que, irremediablemente, está ligado a los medios
desde una perspectiva empresarial. ¿Idealista? Quizás.
Una crónica requiere no solo tiempo
para su escritura, sino espacio para su
publicación. Trabajo en un diario y, por
su naturaleza, eso suele ser un problema.
Sin embargo, creo que no por ello se debe
renunciar a la crónica. Creo en el periodismo narrativo y lo ejercito a diario así sea
en artículos de dos mil palabras. Hay que
entender las dimensiones del lugar para
el que se trabaja y buscar la manera, sin
andarse lamentando. Para proyectos de
largo aliento hay que buscar otro tipo de
plataformas, en fin, ser autogestivos como
periodistas. La crónica de tu vida nadie va
a mandarte a escribirla. Hay que salir a la
calle, pescar, trabajar y luego procurarle
su espacio.
En un segundo plano, creo que uno
de los retos personales es mantener un
control entre el lenguaje y la historia. Que
uno no se coma al otro. Pero ése, diría, es
el reto personal.
Sin duda, ha habido un aumento en la
difusión de este género y sobre todo un
interés grande por parte de periodistas
jóvenes en formación por desarrollarse
como cronistas. Esto, sin duda, se debe
en gran parte al trabajo de la Fundación
Nuevo Periodismo Iberoamericano. El
hecho de que existan encuentros que fomenten intercambios y colaboraciones; el
que se realicen talleres donde los grandes
cronistas de nuestro tiempo fungen como
maestros cercanos, abre puertas y permite
que muchos trabajos que estarían engavetados comiencen a circular. Sí, ha habido
un despertar y ha llegado en un momento
clave.
Son muchas mis recomendaciones de
lectura, pero hay que escoger. Quizás por
ser la primera, “El entierro de Cortijo” de
Edgardo Rodríguez Juliá es un texto vigente en cuyas páginas se nos va revelando un retrato social, una mirada a nuestra
música, al Caribe isleño, al racismo, al
colonizado, al blanquito y a cómo la isla
se iba cuajando –entre otros temas–; también es un retrato enorme de lo que es la
amistad y lo que es morirse con calor. Se
trata de un cronista que es consciente del
lugar en el mundo desde el cual escribe y
lo aprovecha. Me gusta cómo no oculta
su capacidad de asombro, sus prejuicios,
incluso, cómo su escritura lo transforma y
por lo mismo te transforma cómo lector.
Además, disfruto mucho cómo ha narrado
mi ciudad, San Juan. Siento que ha logra-
do documentar desde sus calles, sucesos
y personajes un periodo importante en
el desarrollo de la identidad –en cuerda
floja a veces, sólida otras tantas– del
puertorriqueño.
Igualmente, admiro muchísimo el trabajo del boricua Héctor Feliciano. No escribe en dialecto, va al grano aunque sean
muchos granos. Tiene ritmo pero sobre
todo tiene una historia con pies y cabeza.
Sabe identificar de inmediato la médula
ósea de una historia, y no se pierde de ese
foco. Yo me desenfoco mucho. Cuando
ando así, lo leo.
De Argentina respeto muchísimo y admiro a Leila Guerriero y Martín Caparrós,
grandes maestros. De Guerriero me fascina el hecho de que percibo que no tiene
miedo a dejarse llevar un poco por el lenguaje mismo; su selección de personajes
que dicen mucho sobre lo que le impacta
de una persona, siento que va del macro al
micro, del micro al micro y del macro al
macro. A veces es una compositora; otras,
una periodista que me recuerda que todo
relato y toda persona esconde algo. Ella se
acerca y me cuenta a qué huele. De Caparrós, admiro su habilidad para desaparecer
y aparecer en sus relatos, como pareciera
que es la historia la que lo va moviendo
sin él hacer nada. Admiro su escritura clara y dura. Me gusta cuando reconoce sus
vergüenzas y prejuicios, cuando duda y la
duda es lo que mueve la historia.
El maestro Jon Lee Anderson es otro
indispensable, por razones que naturalmente muchos han explicado mejor. Que
baste decir que su trabajo que no teme al
compromiso, es el mejor barómetro ético.
Eso y el saber que tiene la capacidad de
tragar gordo en situaciones y personajes
complejos, en función de un trabajo periodístico mayor. Su rigor, su capacidad
de retratar, son un modelo.
Elena Poniatowska y Juan Villoro han
sido y son a diario una inspiración en todo
sentido.
Celebro el trabajo de los jóvenes colegas: la brasileña Carol Pires, de los argentinos Federico Bianchini, Juan Morris
y Violeta Gorodischer, del nicaragüense
Carlos Salinas, el peruano Joseph Zárate
y de tantos otros que voy leyendo poco a
poco, conociendo aquí y allá. A todos los
conozco en persona, sé de su compromiso,
los he leído y más que una mención de
amistad, es una mención de fe en toparme
con ellos muchas veces, en lecturas necesarias que todos nos debemos.
La presente obra busca
aportar elementos significativos en la construcción de la
nueva comunicación periodística que se encauza en las
sociedades actuales.
Dirigido a los medios informativas y sus profesionales,
a los estudiantes y a los
usuarios interesados, este
libro aborda el tema del Ciberperiodismo desde los diferentes elementos básicos de la
comunicación: el emisor del
mensaje que es la empresa
mediática y el propio periodista de la era digital; el contenido que es la construcción
del ciberlenguaje periodístico;
el receptor que es el usuario
a quien llega la información;
y los elementos contextuales
que en su momento pueden
definir o transformar el sentido de las difusiones, como el
financiamiento.
Periodista puertorriqueña del diario El nuevo día.
Formó parte del Encuentro Nuevos Cronistas de
Indias 2, organizado por la Fundación Gabriel
García Márquez (FNPI) en el 2012.
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
27
El aporte del Regiomontano Universal en la prensa
El eros periodístico de
Alfonso Reyes
Periodismo es información de actualidad y periodista es aquella persona que
investiga la realidad para dar a conocer noticias o interpretarlas y comentarlas en
un medio masivo a fin de sobrevivir decorosamente mediante una paga. Siendo
así, Alfonso Reyes fue un hombre de la prensa, en su tiempo de apuros económicos,
y debido a sus colaboraciones en algunas publicaciones periódicas logró salvar su
situación precaria en Madrid. Ergo, Alfonso Reyes es un periodista en sus primeros
textos en España, que tienen el sello del oficio con proyección hacia la literatura,
ya que ésta fue su vida y su vida fue la literatura, según expresión del crítico
Emmanuel Carballo.
José Luis Esquivel Hernández
E
l autor de Protagonistas de la
Literatura Mexicana no es el
único crítico que aporta argumentos para demostrar el eros
periodístico del Regiomontano
Universal, pues uno de los ensayistas que
últimamente ha tratado esa faceta es Arturo Dávila en su obra Alfonso Reyes entre
nosotros y, de manera sesgada, también
Serge I. Zaïtzeff en Correspondencia
entre Alfonso Reyes y Arnaldo Orfila Reynal, 1923-1957, entre otros muchos que
citaremos en el presente ensayo.
Sin embargo, para darle el título de
Periodista a Alfonso Reyes, muchos estudiosos, e inclusive colegas, lo quieren
ver retratado en reportajes de denuncia
social o en trabajos que lo hagan ver
como la voz de los que no tienen voz, sin
reconocer que no solamente el periodismo
de compromiso e investigación de fondo
valida el carácter de profesional de la
noticia, porque hay otros acentos del oficio que lo perfilan como tal, como en los
tiempos que le tocó vivir al Regiomontano
Universal, hace exactamente un siglo.
28 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
Lo que ocurre es que se sigue viendo
al periodismo en un nivel mucho menor
que el del novelista o escritor de altos
vuelos, como se le veía aún en la década
de los sesenta –según afirma Tom Wolfe
en El Nuevo Periodismo–, pues durante
todo el siglo XX los literatos se habían
habituado a un escalafón de estructura
muy estable y aparentemente eterna. Era
algo así como una estructura de clase según el modelo del siglo XVIII, en el cual
uno podía competir sólo con gente de su
misma categoría. La clase literaria más
elevada la constituían los novelistas. El
comediógrafo ocasional o el poeta podían
pertenecer a ella, pero antes que nadie
estaban los novelistas. Se les consideraba
como los únicos escritores creativos: los
únicos artistas de la literatura. Tenían el
acceso exclusivo al alma del hombre, las
emociones profundas, los misterios eternos, y así sucesivamente y etcétera...
La clase media –continúa Wolfe– la
constituían los “hombres de letras”, los
ensayistas literarios, los críticos más autorizados; también podían pertenecer a
ella el biógrafo ocasional, el historiador
o el científico con aficiones cosmológicas, pero antes que nadie estaban los
“hombres de letras”. Su provincia era el
análisis, la “intuición”, el ejercicio del
intelecto. No se hallaban al mismo nivel
que los novelistas, cosa que sabían muy
bien, pero eran los prácticos que imperaban en la navegación de la literatura
de no-ficción [...] La clase inferior la
constituían los periodistas, y se hallaban
tan bajo de la estructura que apenas si se
percibía su existencia. Se les consideraba
principalmente como operarios pagados
al día que extraían pedazos de información bruta para mejor uso de escritores
de mayor “sensibilidad”. En cuanto a
los que escribían para las revistas populares y los suplementos dominicales,
los llamados escritores independientes,
a excepción de unos pocos, ni siquiera
formaban parte del escalafón. Eran el
lumpenproletariado.
De hecho, un gran amigo y maestro de
los miembros del Ateneo de la Juventud
en México, el dominicano Pedro Henrí-
quez Ureña, piensa de la misma manera
según se desprende de una carta que le
envía a Reyes a Madrid el 31 de agosto de
1915, al lamentar:
[El] poco apoyo dado en América a las
doscientas gentes que en cada país nuestro han leído más de trescientos libros
[...] No tenemos la resistencia española
para el trabajo y no tenemos (¡estúpidos!)
casas editoriales que nos hagan vivir
literariamente (y eso que serían negocio
para los editores y para la literatura). Sin
casas editoriales no se pueden escribir
novelas. Y las novelas son el setenta por
ciento de la literatura moderna. Sin teatro
no hay drama. Y el drama es el veinte por
ciento. Apenas en la Argentina empieza a
haber drama.
Así es que bajo estas consideraciones
todavía hay quien ve como una herejía
llamar periodista a Alfonso Reyes, porque
él mismo aspiró a más en el escalafón
de la literatura. Vamos a demostrar con
documentación contundente y datos precisos de la biografía y escritos de Alfonso
Reyes su labor a destajo en el periodismo.
Por ello no debe regateársele el título de
periodista, en el sentido literal del término, y no solamente por haber publicado
en Los Sucesos el 25 de marzo de 1905
“Nuevo estribillo” (parodia de intención
política al “Viejo estribillo” de Amado
Nervo) y su primer poema “Duda” en El
Espectador de Monterrey, a los 16 años
de edad.
Tampoco se toma en cuenta, para calificar como periodista a Reyes, sus inicios
como poeta en Savia Moderna, cuando
llega en enero de 1906 a la Ciudad de
México y tiene contacto con quienes
dirigían esta revista, es decir: Alfonso
Cravioto y Luis Castillo Ledón, dando
cabida de inmediato el soneto “Mercenario”; pero sí es relevante señalar que al
desaparecer esta publicación literaria con
la partida a Europa de Cravioto, justo en
esas mismas fechas hace su aparición en
México el dominicano Pedro Henríquez
Ureña, circunstancia importantísima en
la vida y obra del eximio escritor, quien
emergerá, junto con un grupo de jóvenes convocados por el arquitecto Jesús
T. Acevedo en su taller, como parte del
grupo fundador de la Sociedad de Conferencias (antecedente del Ateneo de la
Juventud), para abordar los temas más
diversos concernientes a la metafísica,
la pedagogía, el arte y la poesía. Y es en
1907 cuando nuestro Alfonso pronuncia
tres conferencias, siendo la más importante el discurso con motivo del primer
aniversario de la Sociedad de Alumnos de
la Escuela Preparatoria. “Esta página –diría más tarde– fue el punto de partida de
mi prosa”. (Su conferencia dedicada a los
De la misma estirpe de Fernández de Lizardi.
Foto: periodicodigital.com.mx.
Poemas rústicos de Manuel José Othón
apareció en la editorial Arte y Sabor el 29
de enero de 1910).
Genio y figura
El 3 de noviembre de 1909, sus padres,
el General Bernardo Reyes y doña Aurelia Ochoa, acompañados de los hijos
Otilia y Alejandro, dejan México rumbo
a Europa por la franca enemistad hacia el
gobernador de Nuevo León de parte del
presidente Porfirio Díaz. Y en ese preciso
año en que nace el Ateneo de la Juventud,
Reyes, a sus 20 años, sigue emparentado
con la poesía como antesala de su vocación literaria. Firma artículos en revistas,
hexámetros dedicados a Benito Juárez
(“Oda a Juárez”, que provoca una reseña
de Max Henríquez Ureña en Monterrey
News, julio de 1908) y hasta algunos textos ya notables que incluiría después en
El Suicida o en Marginalia. Si acaso sus
primeros pasos en este arte tienen algo
de referencia periodística por cuanto se
engloban genéricamente en el rubro de
la prensa cultural. Pero la noticia, como
centro del oficio informativo y de opinión,
no se vislumbra todavía.
No todo lo que aparece en los diarios
y revistas es periodismo porque abunda
la literatura, en sentido estricto, como en
estas primeras publicaciones de Reyes,
incluida La Revista de América (editada
en París entre 1912-914), donde empieza
a colaborar al llegar a Francia en agosto
de 1913 como parte de la legación de México; pero él, más tarde, al trasladarse por
necesidad a España en agosto de 1914,
supo periodizar unos hechos noticiosos
y comentarlos con absoluta honestidad,
además de que encontró en la prensa un
modus vivendi y de sustento familiar en
los días difíciles que pasó en Madrid, y
luego siguió cultivando otros medios de
difusión masiva con la maestría de su
prosa poética, una de las mejores que se
han escrito en lengua española.
Su propia nieta Alicia Reyes en Genio y
Figura de Alfonso Reyes señala:
Durante el año que permanece en la
capital francesa, nuestro Alfonso escribe
solamente artículos y páginas que se publican en diversas revistas de Europa y
de América y que habrán de incorporarse
en obras posteriores. Pedro Henríquez
Ureña, a la distancia, sigue siendo su
mejor maestro.
El mismo Reyes seguramente no pensó
ser periodista porque su vocación literaria
lo orientaba a alcanzar el estatus de poeta
y escritor, pero no le quedó más remedio
que asirse, en algunos momentos de su
vida, al periodismo. Me apoyo en Emmanuel Carballo, el crítico mexicano que
tanto entrevistó y ha estudiado a Reyes, y
habla así de sus años en México de 1939
a 1959:
En búsqueda del público que no consiguieron sus libros, don Alfonso colaboró
en diarios y revistas, en cadenas de periódicos y estaciones de radio. Para llegar a
lectores y auditorios ínfimos, don Alfonso
tuvo que bajar el nivel de los artículos y
pasar de la literatura a la no-literatura:
de mostrar a enseñar.
Ergo, Alfonso Reyes fue periodista.
Carballo, al interpretar las observaciones generales de Reyes sobre literatura
y no-literatura, concluye que para la literatura propiamente dicha el asunto se refiere a la experiencia humana; para la noliteratura a conocimientos especiales. La
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
29
literatura expresa al hombre en cuanto es de nostalgia por su tierra, pues poco le
hombre a secas: la no literatura en cuanto consuela encontrarse en la capital francesa
es teólogo, filósofo, científico, historiador, a dos de sus grandes camaradas del arte:
político. “En el fondo, y fatalmente, don Diego Rivera y Ángel Zárraga, por lo cual
Alfonso era en profundidad de la misma intensifica su relación con los hermanos
estirpe de (José Joaquín) Fernández de García Calderón para dar salida a su afiLizardi”.
ción escribiendo ensayos en la Revista de
Ergo, el Regiomontano Universal fue América sobre literatura mexicana.
periodista.
Pero se viene la guerra en Francia, y
De hecho también existe la evidencia en México el cambio de gobierno, lo
de los tempranos pasos que dio Alfonso cual trae una sacudida estremecedora en
Reyes en este terreno, pues algo tuvo que los planes de Reyes, que Paulette Patout
ver indirectamente en la fundación de El refiere así:
Porvenir, de Monterrey, ya que su amistad
Llegado al poder Venustiano Carranza
con el ilustre poeta y escritor colombiano dio de baja en masa a todo el personal
Porfirio Barba Jacob lo llevó a recomen- diplomático y consular [...] Encima estadar a éste con su padre, el gobernador de lló la guerra en Francia [...] El regreso a
Nuevo León, General Bernardo Reyes, lo México le estaba prohibido por falta de
que le permitió al sudamericano estable- dinero y por las razones familiares que
cerse en la urbe regiomontana, hacer ca- se adivinan. Comprendió que su único
rrera en el periodismo aquí desde 1908 en recurso era España [...] Allá se le abrirían
El Espectador que dirigía Ramón Treviño quizás oportunidades de trabajo en la
y, finalmente, coincidir con un grupo de ensñanza y el periodismo.
políticos nuevoleoneses para dar vida el
Ergo, fue periodista.
31 de enero de 1919 al hoy diario decano
de la prensa en la ciudad.
Vivir del periodismo
Es cierto que Reyes ya llevaba seis
Humberto Mussachio en Alfonso Reyes
años en Europa y que, salvo retornos in- y el Periodismo también señala que fue
termitentes (como en 1924), regresaría de en Madrid donde comenzó de veras su
forma definitiva a su país en 1939 cuando larga y provechosísima carrera de periovolvió a encontrarse afectuosamente con dista, que lo llevaría a decir que “nada
Barba Jacob. El escritor mexicano siem- hay comparable al orgullo de contar nopre le brindó su apoyo, según consta en ticias”, aunque agregaba: “y al alivio de
las cartas que intercambiaban desde ese recibirlas”.
año de 1908.
El bautizo formal como hombre de
De acuerdo con Humberto Musacchio, prensa –añade Mussachio– lo tendría
los primeros textos de Reyes aparecen en durante los difíciles años que pasó en
México en Revista Moderna, Argos, Re- España, donde conoció la pobreza, si bien
vista de Revistas, Biblos y, contra lo que
pudiera creerse, hasta en El Antirreeleccionista. Y más adelante, el investigador
asienta:
Los deberes de la legación acaban por
alejar a Reyes del periodismo y el poco
tiempo de que dispone prefiere dedicarlo
a la preparación de sus libros [...] Su producción para los periódicos no se detiene
y paralelamente sigue con sus libros.
No cabe duda, asimismo, de que el eximio polígrafo, representante de las letras
mexicanas y universales, ensayista, poeta,
diplomático, traductor, coleccionista de
obras de arte, chef y dramaturgo pisó los
dinteles del periodismo como necesidad
de sobrevivencia, y fue el periodismo el
que le tendió la mano en los momentos
más difíciles de su vida para foguearse
en el arduo camino de las letras que tenía por delante sin imaginar siquiera su
alcance.
Paulette Patout, la mejor biógrafa del
Regiomontano Universal y Alicia Reyes,
con su gran cercanía familiar, dibujan a
nuestro paisano en París añorando a sus Su obra, lectura obligatoria para periodistas.
Foto: periodicodigital.com.mx.
amigos del Ateneo de la Juventud y lleno
30 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
en disfrute pleno de su libertad, según
reflexionaría años más tarde.
El mismo Reyes nos da pie para considerarlo periodista, porque vivió de lo que
publicaba en la prensa de su tiempo:
Mi larga permanencia en la Villa y
Corte (de Madrid) puede dividirse en
dos etapas: la primera, de fines de 1914
a fines de 1919, en que me sostengo exclusivamente de la pluma, en pobreza y
libertad.
Poco después se integraría al servicio
diplomático.
Cómo no habrá de considerársele a
Reyes periodista en Madrid si al llegar
ahí empieza su labor como traductor y
trabaja en el Centro de Estudios Históricos, sección Filología, bajo la dirección de
Ramón Menéndez Pidal. Además empezó
a colaborar en numerosos periódicos y
revistas de Europa y América, como El
Heraldo de Cuba y Las Novedades de
Nueva York, y, por supuesto, en El Sol,
de su amigo José Ortega y Gasset, quien
le encarga luego escribir en el semanario
España las primeras críticas de cine para
un medio español en 1915, cuya huella
también en El Imparcial es imborrable
bajo el seudónimo de Fósforo. En este
último publica junto con su colega del
Ateneo, Martín Luis Guzmán, quien
llegó a la capital española con su familia
en 1915 y a fines de ese año se entera de
que Reyes emprende la elaboración de su
inolvidable Visión de Anáhuac, editado en
1917 por una modesta casa de Costa Rica,
llamada El Convivio.
La crítica cinematográfica une a estos
dos grandes mexicanos y los hermana
en su labor en la prensa española, que
Reyes continúa solo tras de que Martín
Luis Guzmán abandona Madrid para ir
rumbo a Nueva York y México en enero
de 1916, después de escribir su librito La
querella de México.
Ergo, Alfonso Reyes es periodista en
estos años que sobrevive en Madrid, a
partir de agosto de 1914, donde vuelve
a encontrarse con el pintor Diego Rivera
y aprende también de otro grande del
periodismo, José Martínez Ruiz Azorín,
consagrado igualmente por sus lauros
literarios, igual que Ramón del Valle
Inclán, Juan Ramón Jiménez y Miguel
de Unamuno, quienes serán parte de
los retratos o perfiles que constituirán
la primera serie de su libro Simpatías y
diferencias (Madrid, 1921).
Martín Luis Guzmán, el también autor
de El Águila y la serpiente (1928) y La
sombra del caudillo (1929), en una carta
que le envía a Madrid, hacia 1917 le dice
a Alfonso Reyes:
¿Recibe usted el dinero de sus crónicas? En El Heraldo trabajo sólo un rato
(parte en la tarde; parte en la noche)
escribiendo editoriales y otras cosas. He
renunciado, por instinto de conservación,
a meterme con toda la página final (tal
fue el plan primitivo) y sólo me encargo
de lo mío. Quizás esto cambie ahora,
porque el suplemento está pidiendo a voces una mano inteligente y ésta puedo ser
yo. De suerte que no me entero siquiera
de la fecha ni la forma en que se publican
sus crónicas, tan amables y tan semejantes a nuestra amistad (sin simbolismo).
Recordará usted que desde los abismos
de Texas renuncié a la literatura y a los
periódicos. Pues bien, si no fuera por
ambas cosas casi me moriría de hambre:
al fin y al cabo, es nuestro oficio...
Ergo, fue periodista en expresión de su
gran amigo y por eso rescato tan reveladoras palabras reproducidas en El Acto
Textual de Fernando Curiel, quien agrega:
Alfonso Reyes, cronista de Madrid, no
está por debajo, en nervio y percepción,
de Bernal Díaz del Castillo, cronista
de Tenochtitlan –el prodigio urbano No regatearle el título de Periodista.
Foto: periodicodigital.com.mx.
azteca– sin olvidar, además, que Reyes
parece haber acompañado a Cortés y sus
capitanes, aquel día de 1519, según se que lo hemos pensado poco”. Aclaro que
desprende de Visión de Anáhuac (1917).
para ese entonces, Reyes ya había pensado
Asimismo, debe ponderarse la edición, mucho, y contribuido a hacer –al tenor
ese mismo año de 1917, no sólo de El de la tesis azañista– a Madrid. Data de
Suicida sino particularmente de Cartones los primeros asomos a la ciudad –todavía
de Madrid porque fue el primero del año presa del fango– una de las visiones de
al ir juntando estas notas publicadas en El más dilatada fortuna: “El Madrid posible”.
Heraldo de Cuba y porque constituye un
Reposa, la crónica alfonsina matritense,
volumen de las impresiones iniciales del en libros, artículos sueltos, abundantes páautor con una fuerte carga periodística, ginas autobiográficas y la nutrida correspues la atención se concentra en lo más pondencia intercambiada con sus pares:
pintoresco y novedoso que atrae a los ojos los integrantes de la llamada Generación
del viajero: el abigarrado mundo callejero, del Ateneo de la Juventud (José Vasconcon sus mendigos, pícaros, chulos, majos, celos, Julio Torri, Diego Rivera, Pedro
estudiantes, lavanderas, aguadoras, en una Henríquez Ureña, Martín Luis Guzmán).
serie de breves cuadros impresionistas y La camarilla –posterior a la modernidad–
poemáticos.
que acomete la revuelta cultural de la
Siento especial inclinación –nos dice Revolución Mexicana.
Reyes– por los Cartones, porque al escriFernando Curiel asienta, igualmente,
birlos eran mi única distracción en horas que la afición (adicción) de Madrid en
de angustia y por las valiosas amistades Alfonso Reyes se debe, sin disputa, a
que creo deberle. Azorín, ya en trato muy la prolongada estancia peninsular. Dos
frecuente conmigo, me decía en una de lustros: de 1914 a 1924. Entre “la guerra
sus preciosas miniaturas epistolares: “... y la revolución”, dirá el propio Reyes,
su exquisito libro, esencia de España”. citando a Luis Araquistáin. Entre dos
Todas las palabras de Azorín valen oro.
épocas literarias, añado yo: la del 98 y
Quizá por eso Fernando Curiel, el autor (casi) la del 27.
de El Acto Textual, pone énfasis en el
Trátase, para Reyes, del periodo de su
meollo de nuestra tesis, pues insiste en cabal madurez humana y artística. Tiemel carácter periodístico de Reyes, habida pos de pobreza y espera, de soledades y
cuenta de su habilidad para la crónica, no primeros frutos inequívocos. De transtieobstante la connotación literaria e histó- rro, sí, pero también de amistades cuyos
rica de este género también de la prensa.
deliquios, y destemplanzas, únicamente
Al alborear la década de los veinte sofocarían la distancia o la muerte.
–añade Curiel–, Manuel Azaña (escritor y
En 1924, durante su visita a México,
político, tres veces jefe de gobierno y en presidió el homenaje del 5 de julio a José
1936 Presidente de la república española) Vasconcelos y pronunció un encendido
se lamentaba: “Madrid está por hacer por- discurso en que recordó:
haber sido buenos camaradas de guerra [...] cuando, lejanos y desterrados,
vendíamos, tú, en un pueblo de los Estados Unidos, pantalones al por mayor,
hechos a máquina, y yo, en Madrid, artículos de periódico al por menor, hechos
también a máquina.
Ergo, él mismo se considera periodista
en esos primeros años madrileños y lo
ratifica a fines de abril de 1929 –como
lo registran Musacchio y Valdés Treviño– al abrir apenas sus maletas en Río
de Janeiro como embajador de México en
Brasil: “Estoy haciendo notas todos los
días: desenvainé mi pluma de periodista
otra vez”.
Y es ahí donde deja otra enorme prueba de su afición periodística: la confección de su Correo Literario Monterrey,
donde, en el número uno, en junio de
1930, aparece el ensayo sobre las poesías de Porfirio Barba Jacob y éste, agradecido, le escribe, curiosamente, el 9 de
febrero de 1931 acaso en alusión al 9 de
febrero de 1913, fecha memorable del
asesinato del general Bernardo Reyes, a
lo que el entonces embajador de México
en Brasil le recuerda lo siguiente:
Nunca podré olvidar la sacudida eléctrica que recibí al acercarme a usted el
primer día, ni podrá borrarse en mí la
señal de nuestra amistad.
Esta singular y valiosa publicación la
concibe Reyes al conjuro del recuerdo de
Pombo de Ramón Gómez de la Serna e
inclusive se remite a una iniciativa similar
de Chesterton. Lo cierto es que llegó a ser
una verdadera red de comunicación de
Reyes con el mundo literario y, a la vez,
del mundo literario con Reyes y que se
distribuía por varios rumbos del planeta,
especialmente en México. Su primera
tirada fue de 300 ejemplares que repartió
con ayuda de Manuelita Mota, su esposa,
y su hijo Alfonso Reyes Mota.
Todavía más: para convencernos del
eros periodístico de Alfonso Reyes habría
que hacer caso al consejo de José Joaquín
Blanco, a pesar de ser uno de los más ácidos críticos que ostenta serias diferencias
con el Regiomontano Universal:
La obra de Reyes tendría que ser
“lectura obligatoria” para los jóvenes
escritores y periodistas. Los estudiantes
de literatura y de comunicación pueden
revisar esos artículos breves donde surge
la voz transparente de Reyes. Enseña a
escribir y ahí se aprende su lección. De
repente uno se descubre corrigiendo las
comas, sintetizando, cortando frases,
dando respiración a la prosa, agregando
una anécdota de sobremesa, algún comentario agudo que se escuchó en la calle,
pensando en el lector: Ahí está Reyes y su
magisterio.
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
31
Gabriel Zaíd no es menos enfático en el
magisterio de don Alfonso:
Después andamos en la calle, libres,
sueltos, a la medida de las cosas, sin
saber a qué agradecerle ese andar en
el día como en nuestro elemento, y nos
acordamos de haber leído largamente
a Reyes.
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México, 2009
Profesor en la Facultad de Comunicación de la
UANL. Doctor en Periodismo por la Universidad
Complutense de Madrid.
32 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
Este libro puede leerse desde varios
miradores. Es, para empezar, un repertorio de lecturas sobre periodismo, que
permite tener un panorama de lo que es
este oficio, esta técnica, este conjunto
de destrezas, esta convicción, que de
todos esos modos concibe el autor el
periodismo.
Se trata de libros no sólo citados sino
digeridos, cuyo metabolismo resulta en
energía creadora.
Miguel Ángel Granados Chapa
La obra tiene como horizonte de
expectativas establecer las tensas relaciones entre la democracia y comunicación y la forma en que tal vínculo
entra en conflicto con la emergencia
de nuevos sujetos de la politica en
México y Argentina.
La vida del espectador contemporáneo
depende cada vez más de fuerzas exteriores
derivadas de sus aparatos electrónicos, que
suprimen su supuesta autonomía para convertirlo en un ente uniformizado, que subasta
su parecer a partir de lo que mira en la TV,
al grado de que es menos importante su vida
que la de los personajes que se exhiben en
al pantalla casera.
Sus campos de experimentación narrativa
El umbral de la no ficción en
García Márquez
Si Truman Capote es el creador de la no-ficción en Estados Unidos, el escritor
colombiano Gabriel García Márquez (Aracataca, 1928) merece el mismo título
para Latinoamérica. De hecho, se adelantó al norteamericano al utilizar técnicas
narrativas como el suspense en relatos periodísticos, así como a los nuevos periodistas
en la renovación del reportaje. Periodista ante todo, García Márquez se valió de su
talento literario para enriquecer su propio oficio, lo que lo convierte en prototipo del
nuevo periodista latinoamericano.
Maricarmen Fernández Chapou
J
usto una década antes de que A
sangre fría viera luz, Gabriel
García Márquez publicaba en
forma seriada la que sería una de
sus grandes obras de no-ficción:
Relato de un náufrago. El largo reportaje
periodístico, editado en 14 capítulos en el
diario El Espectador de Bogotá durante
1955, reconstruye la experiencia del náufrago Alejandro Velasco, “que estuvo diez
días a la deriva en una balsa sin comer ni
beber, que fue proclamado héroe de la
patria, besado por las reinas de la belleza
y hecho rico por la publicidad, y luego
aborrecido por el gobierno y olvidado
para siempre”.
El relato, “compacto y verídico”, fue el
resultado de veinte sesiones de seis horas
diarias de entrevistas en las cuales el periodista, como el propio García Márquez
narra, “tomaba notas y soltaba preguntas
tramposas para detectar sus contradicciones”. El reportaje reconstruía los diez
días en el mar: “Era tan minucioso y apasionante, que mi único problema literario
sería conseguir que el lector lo creyera”.
Pero además tuvo implicaciones políticas
al revelar lo que se escondía tras el naufragio de la nave.
En su prólogo al libro, García Márquez
narra cómo la historia, que había sido
divulgada de una forma incompleta y sensacionalista, se convirtió en un gran tema
para un reportaje literario de profundidad
y denuncia que urgía ser divulgado:
Mi primera sorpresa fue que aquel
muchacho de 20 años [...] tenía un instinto excepcional del arte de narrar, una
capacidad de síntesis y una memoria
asombrosas [...]. La segunda sorpresa,
que fue la mejor, la tuve al cuarto día de
trabajo, cuando le pedí a Luis Alejandro
Velasco que me describiera la tormenta
que ocasionó el desastre. Consciente de
que su declaración valía su peso en oro,
me replicó, con una sonrisa: “Es que no
había tormenta”. Así era. [...] La verdad,
nunca publicada hasta entonces, era que
la nave dio un bandazo por el viento en la
mar gruesa, se soltó la carga mal estibada
en cubierta, y los ocho marineros cayeron
al mar. Esa revelación implicaba tres
faltas enormes: primero, estaba prohibido transportar carga en un destructor;
segundo, fue a causa del sobrepeso que la
nave no pudo maniobrar para rescatar a
los náufragos, y tercero, era carga de contrabando. [...] Estaba claro que el relato,
como el destructor, llevaba también mal
amarrada una carga política y moral que
no habíamos previsto.
García Márquez, con su agudo sentido
periodístico, su capacidad indagadora y su
talento literario, contó la historia respetando hasta los más mínimos detalles, sin autocensuras, y ocasionó que la dictadura de
Rojas Pinilla temblara. Cuenta el escritor:
Lo que no sabíamos ni el náufrago ni
yo cuando tratábamos de reconstruir minuto a minuto su aventura, era que aquel
rastreo agotador habría de conducirnos
a una nueva aventura que causó un cierto
revuelo en el país, que a él le costó su gloria y su carrera y que a mí pudo costarme
el pellejo. Colombia estaba entonces bajo
la dictadura militar y folclórica del general Gustavo Rojas Pinilla...
Narrado en primera persona en la voz
del propio náufrago, el relato trascendió el
ámbito periodístico para adentrarse en la
narrativa sin desvirtuar su concepción original. Por primera vez, García Márquez se
servía de recursos del periodismo, principalmente de la entrevista y la crónica, a la
vez que de procedimientos popularizados
por la novela policíaca, como el suspense;
del relato de viajes y del diario.
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
33
minar, meses después, con la clauPor una parte, el relato se atenía
sura del periódico”. Este reportaje
a la descripción minuciosa de la
le costó el cierre a la publicación y
realidad, pero entre un episodio y
a él mismo, que había sido enviado
otro dejaba hilos sueltos y creaba
a Europa como corresponsal –quitensión narrativa; en ese sentido se
zá para alejar al periodista non
adelantó a Capote. Por otro, lo que
grato de las garras del poder–, le
después planteara Wolfe como el
supuso vivir en absoluta pobreza
punto de vista en tercera persona,
en París durante más de un año.
era utilizado con maestría por el
Pero lejos de ser, Relato de un
escritor, dejando que el reportaje
náufrago, un ejemplo aislado en
fuera contado por la propia voz del
el conjunto de su obra, García
protagonista de los hechos según
Márquez vuelve a repetir las
la subjetividad de sus recuerdos.
mismas técnicas y estrategias en
Al mismo tiempo, otras técnicas,
diversos reportajes. Tal es el caso
como la narración escena por esde La aventura de Miguel Littin,
cena o la descripción significativa,
clandestino en Chile, que narra la
también eran ensayadas en esta
experiencia del cineasta, contrario
obra.
a la política dictatorial de Augusto
Por ejemplo: En el siguiente
Pinochet, al desafiar a la policía
fragmento del relato podemos ver
del régimen e introducirse subrepque la narración es la voz misma
ticiamente en el país para dirigir
de Alejandro Velasco, mientras
la filmación de una película que
que el periodista queda oculto tras
pondría de relieve la opresión.
el relato, como si fuera un mero
En este reportaje también se vale
transcriptor. Al mismo tiempo, crea
el periodista de una larga entrevista
tensión narrativa:
–la versión magnetofónica duraría
Mi primera impresión fue la de
18 horas– para obtener la versión
estar absolutamente solo en la mide los hechos, los cuales son relatad del mar. Sosteniéndome a flote
tados con una estructura sencilla.
vi que otra ola reventaba contra
Como en el caso anterior, la narrael destructor, y que éste, como a
ción en primera persona hace que
200 metros del lugar en que me Enriqueció el oficio periodistico.
Foto: Francisco Rodríguez / Cuartoscuro.
parezca el relato del propio Littin,
encontraba, se precipitaba en un
tan sólo transcrito por el autor,
abismo y desaparecía de mi vista.
aunque, como aclara éste, “el estilo
Pensé que se había hundido. Y un momen- exponerlos con una prosa directa y precito después, confirmando mi pensamiento, sa, a la vez que dotar de significado e in- del texto es mío, desde luego, pues la voz
surgieron en torno a mí numerosas cajas terés social a los hechos, reportajes como de un escritor no es intercambiable”. Una
de la mercancía con que el destructor ha- éste constituyen una pieza periodística que vez más, el escritor hace uso del artificio
bía sido cargado en Mobile. Me sostuve a sólo por su calidad literaria han trascendi- literario –y nuevo periodístico– en el
que la voz del narrador y el protagonista
flote entre cajas de ropa, radios, neveras do hasta nuestros días como novelas:
El esmero estético con que trabajó sus se funden.
y toda clase de utensilios domésticos que
Para García Márquez, La aventura de
saltaban confusamente, batidos por las reportajes fue sin duda el gran caballo de
olas. No tuve en ese instante ninguna idea Troya que le permitió llegar a sus lectores Miguel Littin constituye un texto literario
en medio de una censura creciente. En en el que “por el método de la investiprecisa de lo que estaba sucediendo...
Esta obra de García Márquez, más Relato de un náufrago alcanzó el punto gación y el carácter del material es un
que novela de no-ficción, constituye en paradigmático: una magistral síntesis reportaje”.
En ese sentido, mucho más complejo y
realidad la semilla primigenia de lo que de periodismo y literatura, de la investidespués tendría nombre y apellido en gación de la realidad y la comunicación elaborado es otro reportaje novelado del
Estados Unidos: el Nuevo Periodismo. El de la misma mediante cánones estéticos escritor: “Bateman: un misterio sin final”,
en el que múltiples fuentes proporcionan
relato fue editado y recibido por el público perdurables.
Pero aún más: con su reportaje –y a García Márquez una aproximación
en su momento como un reportaje, pero
un reportaje que ya tenía la que sería la éste es otro rasgo novo-periodístico–, el polifacética a la desaparición del líder de
principal seña novo-periodística: se leía colombiano desafiaba al poder, a la dic- guerrilleros colombiano Jaime Bateman
igual que una novela, pero se atenía a la tadura en este caso, mediante la sencilla Cayón, comandante máximo del M-19,
realidad, y denunciaba una verdad hasta exposición de cuestiones conflictivas y que desapareció inexplicablemente en la
entonces velada. Relato de un náufrago verdades veladas. El Relato de un náu- selva mientras se dirigía a Panamá para
es, por tanto, un reportaje novo-periodís- frago, como dice Jacques Gilard, “era un negociar la paz con un emisario del preenfrentamiento directo de El Espectador sidente Belisario Betancur. Aquí, destaca
tico en sentido estricto.
El propio García Márquez, que se ha con el poder, y el ya prestigioso reportero una narración de arquitectura compleja,
considerado a sí mismo primero periodista se convertía en un connotado enemigo de con saltos en el tiempo adelante y hacia
que literato, en ningún momento ha califi- la dictadura, capaz de llegar al fondo de lo atrás, y tejida a partir de los testimonios
de quienes conocieron las últimas horas
cado de novela a sus reportajes novelados. que no debía decirse”.
De hecho, como bien cuenta el escritor, de Bateman.
Pero gracias a la habilidad y constancia
Premio Nobel en 1982, García Márquez
para arrancar a los protagonistas la des- “la dictadura acusó el golpe con una serie
cripción detallada, ordenar los hechos y de represalias drásticas que habían de cul- comenzó su trayectoria en el periódico
34 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
El Universal en 1948, y poco a poco fue
haciendo compatible su vocación con la
narrativa más imaginativa y fabuladora.
En el diario El Espectador, en el cual
ingresó en 1954, se curtió como un periodista desafiante colaborador con las
causas sociales. En esta clave escribió
artículos memorables como “Balance y
reconstrucción de Antioquia”; “El Chocó
que Colombia desconoce”; “De Corea a la
realidad”, entre tantos otros. Y fue donde
vio luz “El escándalo del siglo” (1955).
Este reportaje, ambientado en Italia, indaga sobre el llamado Caso Montesi, surgido a raíz de la aparición del cadáver de
una joven de nombre Wilma Montesi, hija
de un carpintero, en una playa cerca de
Roma. El caso hubiera sido tan sólo uno
más de las páginas rojas del periódico,
de no ser porque se hallaba involucrado
un hijo del ministro de Asuntos Exteriores, que finalmente resultó absuelto.
García Márquez investigó y reconstruyó
los hechos, y propició que el caso fuera
reabierto.
Como narrador, en García Márquez los
conceptos de realidad y ficción siempre
han confluido de manera determinante.
Autor de El coronel no tiene quien le
escriba (1958) y Cien años de soledad
(1967), es el principal exponente del llamado realismo mágico latinoamericano;
sus relatos recrean el imaginario mítico de
los pueblos y reflejan ese toque de magia
que transforma la realidad, ya de por sí
fantástica, del continente latinoamericano.
La literatura de García Márquez se adentra en el realismo de lo irreal a la vez que
crea una irrealidad demasiado humana:
Los mitos y las leyendas, las creencias
y supersticiones forman un entramado pa-
rarreal tan poderoso o más que la misma
realidad objetiva, determinando comportamientos mentales y actuales de la gente.
Así, el concepto de realidad se ampliaría
y se haría más complejo en su obra, y,
con ello, su compromiso de escritor con
la misma realidad.
Según ha dicho el escritor, “lo que me
ha interesado siempre es contar las cosas
que le suceden a la gente. Crear es volver
a crear la realidad. Nunca hay ficción”.
En ese sentido, en sus reportajes ensaya
una aproximación a la realidad poniendo
la imaginación al servicio de sus fines
periodísticos. Y los considera a la vez
narrativa de ficción en el sentido de que
lo que en ellos se cuenta, dice, “es verdad,
y todo minuciosamente”. Como explica
Pedro Sorela:
En el reportaje encontró Gabriel García Márquez la horma de su zapato [...]
encontró en él no sólo un mayor contacto
con la calle [...] sino un campo de experimentación narrativa, limitada por las
exigencias de la comunicación de masas,
que sin duda le había de servir para sus
cuentos y novelas.
De esta forma nació, por ejemplo,
Crónica de una muerte anunciada (1981)
que García Márquez ha explicado de la
siguiente manera:
Se trata de una narración de 120 páginas sobre un episodio, un crimen atroz
que se cometió en un pueblo colombiano
hace 30 años. Siempre tuve el tema en
la cabeza para escribir una novela o
un reportaje. Como siempre, he pensado mucho sobre las relaciones entre
literatura y periodismo y he intentado
hacer los dos; creo que esta vez lo he
conseguido.
No obstante, esta obra, en opinión de
Juan Cantavella, no es un reportaje en
toda la extensión de la palabra, pues “no
hay una investigación exhaustiva ni una
reproducción literal de cuanto ha sucedido, sino más bien una recreación literaria
cuya finalidad es reordenar lo hechos con
una finalidad estética, lo cual es bien distinto”. Aun así, no deja de colocarse en la
frontera entre el periodismo y la literatura;
en el umbral de la no-ficción.
No es, en cambio, el caso de Noticia
de un secuestro, obra en la que el escritor
puso todo el empeño para hacer de ella un
reportaje novelado prototípico. Con tres
años de trabajo a sus espaldas, este libro
es producto de un esfuerzo de investigación en la que el autor grabó más de cien
cintas de conversaciones con los sobrevivientes del secuestro, así como familiares,
policías, narcotraficantes y personas que
le aportaran cualquier información o detalle. Al respecto, cuenta García Márquez:
Estoy seguro de que costará trabajo
creerlo, porque parece más novela que
cualquiera de mis novelas. Lo que yo
quería era escribir un reportaje con todas
sus leyes y en ellas no cabe la invención.
Hoy me alegro: el libro no tiene una línea
imaginaria ni un dato que no esté comprobado hasta donde es humanamente
posible. Sin embargo parece más novela
que cualquiera de mis novelas. Creo que
ése es su mayor mérito.
En suma: Gabriel García Márquez,
tanto en su faceta de novelista como de
periodista, es siempre capaz de captar la
enorme fuerza de que están dotados los
hechos y de exponerlos a la vez de la forma más brillante y fidedigna.
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periodismo y la narrativa se dan la mano. Oviedo:
Septem Ediciones. 2002.
García Márquez, Gabriel en El País. 9 de junio de
1996.
García Márquez, Gabriel en Cambio 16,. 27 de mayo
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híbrido: entre ficción e información. Estados Unidos:
Scripta Humanística. S/F.
Saldívar, Dasso. García Márquez. El viaje a la semilla. Madrid: Alfaguara. 1997.
Sorela, Pedro. García Márquez, una aproximación
a su vida y obra como periodista. Tesis Doctoral.
Universidad Complutense de Madrid: Facultad de
Ciencias de la Información. 1985.
Se adelantó al Nuevo Periodismo norteamericano.
Foto: Francisco Rodríguez / Cuartoscuro.
Profesora e investigadora del Tec de Monterrey,
Ciudad de México.
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
35
La historia de
un editor
Entrevista con Ignacio Rodríguez Reyna
Ha hecho del género de la crónica una de sus mayores virtudes. Cómo director de
Emeequis ha apostado por este género. Bajo su ojo se han hecho las mejores crónicas
–y por ello la revista ha ganado cuatro veces el Premio Nacional de Periodismo en
Crónica– y estimulado los dotes como cronistas de Alejandro Almazán, Humberto
Padgett, Fátima Monterrosa, Dalia Martínez Delgado, entre otros.
Durante sus años de vida, Emeequis sigue en su afán por mostrar historias que
develen la dimensión humana. Sus crónicas y reportajes de profundidad son prueba
de ello. La variedad de asuntos que han sido motivo de indagaciones periodísticas
habla del perfil de la revista y de su director.
Abraham Gorostieta
I
gnacio Rodríguez Reyna es un periodista singular de cuya trayectoria
ha hecho una constante búsqueda
por los datos precisos que al ser
investigados dan pie a muy buenas
crónicas y reportajes. El rumbo profesional de Rodríguez Reyna puede rastrearse
desde sus tiempos como reportero de La
Jornada, El Financiero, Reforma; como
editor en Milenio y como director en Larevista y Emeequis.
Ignacio siempre está inquieto. De niño
lo fue: “En la primaria, los maestros y
el director llamaban a mis padres para
decirles los estropicios que había hecho”,
cuenta. De joven, uno de sus retos fue
decidir qué estudiar pues dudaba entre su
vocación –periodismo– o su gusto –psicología–. Decidió su destino en un volado:
“Águila: Periodismo. Sol: Psicología. Así
lo decidí. No sabía qué estudiar y como
estaban ya cerrando el límite para entregar la solicitud en el CCH Sur –dónde
36 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
estudié–, pues eché el volado y cayó en
Sol. Y me metí a estudiar psicología”, nos
confiesa.
Sus colegas le reconocen su empeño
y tenacidad. Así lo dice el escritor y periodista José Martínez: “Ignacio es un
hombre que ejerce un periodismo ético.
Es muy talentoso, periodista comprometido, audaz, buen reportero con dotes de
editor”. También el doctor Raúl Trejo
Delarbre, uno de los investigadores más
serios que analiza desde hace varias décadas a los medios de comunicación, opina
sobre el director de Emeequis: “Conocí a
Ignacio Rodríguez Reyna cuando, muy
joven él, era uno de los reporteros en el
semanario Punto. Más tarde coincidí con
él en La Jornada y seguí su trayectoria en
El Universal. Desde entonces me llamó
la atención su afán de búsqueda, que se
traduciría en el empeño para hacer periodismo de investigación. Esa inquietud
ocasionó su salida de El Universal y la
fundación de Emeequis, que se ha distinguido por tratar de ir más allá de las
apariencias en la cobertura de asuntos
públicos”.
De la vocación a la profesión
―¿Cómo se inicia en el periodismo?
―De forma casual. Estaba en unas vacaciones y la verdad no tenía mucho qué
hacer. No sabía mucho de periodismo.
Empecé a trabajar en la prensa antes de
estudiarla. Lo primero que recibí fue en
un taller de periodismo cultural con Víctor Roura y ahí me tocó sentarme junto
a alguien que se veía que era buenísimo,
que sabía mucho –me parecía– y yo, que
no sabía nada de periodismo, pues ese
encuentro me impactó mucho.
Este chavo hablaba muy bien, tenía conocimiento o por lo menos así me parecía.
Al finalizar el taller me le acerqué y le
dije: “Oye, yo quiero ser periodista pero
no sé nada, recomiéndame unos libros”.
Y me recomendó dos obras: Manual de
periodismo y Géneros periodísticos de
Martín Vivaldi. Este chavo ya era reportero de Excélsior y por lo tanto sabía mucho
más que yo.
―¿Dónde fue su primer trabajo?
―Mi primera chamba fue en una revista que se llamaba Pie de página. Me contrató una persona que conocí en ese taller.
Mi trabajo consistía en hacer pequeñas
fichas bibliográficas de libros. En la oficina tenía un altero de libros de todo tipo
–científicos, literatura, historia, política,
técnicos, de lo que fuera– para hacer sus
fichas. O lo otro, que era una maravilla:
irme a las librerías para ver las novedades editoriales. Iba con una libretita a la
mesa de novedades de las librerías del
Fondo de Cultura Económica que estaba
enfrente de Plaza Universidad, de Gandhi
o del Sótano y anotaba los títulos y hacía
su ficha bibliográfica, pues Pie de página
era una revista de libros. Ahí publiqué mi
primer texto, el cual me rechazaron como
13 veces hasta que salió. Así empecé.
―¿Cómo llega a La Jornada?
―Uno de los compañeros con los que
trabajaba en Pie de página acababa de
entrar a La Jornada que aún estaba fundándose. Entonces me comentó: “Oye,
por qué no vas y presentas tu examen”.
Fui y lo hice para reportero de cultura.
De hecho, sé que lo hice bien, saqué buen
puntaje pero había gente que llevaba
recomendación. No entré pero mi amigo
me dice: “Pues ni modo, aunque sea en
la mesa de redacción”. Así empecé como
corrector de galeras en La Jornada.
En la sección deportiva conocí a Hugo
Cheix, entrañable periodista con quien yo
platicaba en torno a ciclismo; él sabía de
mi conocimiento y pasión sobre el tema
por mi padre (Gabino Rodríguez, ciclista
olímpico). Un día que no tenía reporteros, me dijo: “Oye, ¿quieres ir a cubrir
la Vuelta del Pacífico?”, y le respondí:
“Nunca he escrito un reportaje”. Se me
quedó mirando y me dijo: “No importa,
tú sabes de ciclismo. Mira, tienes que
hacer esto y éstas son las instrucciones
básicas, pero no te vamos a dar viáticos y
es más: tienes que poner de tu dinero para
tu boleto. Lo bueno es que el CREA te da
dinero para que comas y el alojamiento.
Sí quieres, adelante, ahí está la chamba”.
Y dije que sí de inmediato y pedí permiso
a la mesa de redacción. Cubrí la Vuelta
del Pacifico.
Reportero free lance
Durante un buen rato Ignacio Rodríguez
Reyna trató de conseguir una plaza en La
Jornada. Ahí escribió crónicas sobre el
terremoto de 1985 que destruyó una parte
de la Ciudad de México, sin embargo no
Contar historias, mostrar rostros, hacer periodismo de investigación.
Foto: Leonardo Casas / Cuartoscuro.
consiguió la planta de reportero. Emigró
entonces a otros medios de menor impacto
como el semanario Punto. Así lo recuerda
Ignacio: “Era reportero principiante de un
pequeño semanario llamado Punto, al que
había llegado buscando una oportunidad
para escribir que me había sido negada
sistemáticamente en La Jornada, donde
me bloquearon desde el sindicato porque
yo había apoyado a una planilla contraria
a la ganadora. Gané el concurso para
ocupar una plaza de auxiliar en la redacción, lo cual me permitiría fungir como
reportero, pero congelaron la plaza en dos
ocasiones”.
Una vez instalado en Punto, cuyo director era el periodista Benjamín Wong,
comenzó a escribir con mucho más
frecuencia y a cubrir las elecciones de
1988. El jefe de campaña de Cuauhtémoc
Cárdenas, Francisco Javier Obando, le
reveló en una entrevista a Ignacio que al
recopilar información en sus recorridos
–acompañando a su candidato por todo el
país– había encontrado demasiadas anomalías y tenía miedo de hacerlas públicas
pues el PRI tenía un férreo control de las
instituciones de justicia del país. Además
estaba siendo amenazado telefónicamente.
Denunció a quienes lo estaban siguiendo.
Cuenta el propio Ignacio: “Me expresaba
su temor a que lo mataran; tenía mucho
miedo y me lo transmitió. De hecho,
responsabilizó a Luis Martínez Villicaña,
entonces gobernador de Michoacán, si
algo le llegaba a pasar”.
Rodríguez Reyna hizo un reportaje para
publicarse en Punto con la reveladora
entrevista y los documentos obtenidos,
pero al ver la contundencia del material
y revisar los detalles de la historia, el director Benjamín Wong concluyó que era
muy arriesgado salir con un texto así. El
reportero defendió su trabajo. El director
simplemente giraba su cabeza a ambos
lados y archivó el reportaje. Punto, como
muchas otras en esa época, no tenía un
tiraje significativo; por lo tanto, sus ingresos provenían de la pauta publicitaría
que provenía del Gobierno Federal. Para
el propio Ignacio, ésa fue la razón: “Yo
creo que Wong no quería publicarla porque tenía contratos de publicidad con el
gobierno de Michoacán”.
Francisco Javier Obando y su asistente
personal fueron secuestrados pocos días
antes de la elección presidencial de 1988 y
un par de días después sus cuerpos aparecieron sin vida. Rodríguez Reyna llevó su
historia a La Jornada. Los directores del
diario vieron la contundencia del reportaje. Cuenta Ignacio: “Cuando asesinaron a
Francisco Javier Obando, quedé paralizado. Me pesó mucho. Y entonces busqué
que la publicaran en La Jornada. Miguel
Angel Granados Chapa vio el texto y se lo
llevó a Carlos Payán. Se publicó con una
llamada en primera plana. Eran los días
inmediatos a la elección que le robaron a
Cuauhtémoc Cárdenas. Pasó más o menos
desapercibida, aunque yo me contenté con
que se supiera que Obando ya tenía miedo
de que lo mataran e identificaba a los posibles asesinos”.
La Procuraduría General de la República, en voz de Renato Sales, llamó al reportero para interrogarlo. La investigación
llevaba como tesis principal el asesinato
con vínculos delictivos. La autoridad judicial presionó al reportero para hacerlo
declarar en ese sentido: “Renato Sales
(el padre) quería que yo declarara que
Obando me había dicho que tenía miedo
de los narcos. Por supuesto, me negué. Me
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
37
Una revista que busca trascender la visión centrista.
quedó claro que era un asesinato político”.
Ignacio Rodríguez Reyna se rehusó a
firmar la declaración de su interrogatorio.
Sobre el periodismo
―Díganos una definición del oficio de
periodista...
―El periodista es una persona enamorada de su profesión: comprometida con la
realidad que lo rodea, con el país, con la
sociedad, con la localidad. Yo sí creo que
somos interlocutores entre la sociedad y el
gobierno. Tenemos una tarea importante
que cumplir. El periodista es un agente
que vibra, se emociona y está comprometido con la realidad del país. Debe ser
una persona con un compromiso personal
y social.
―¿Cómo se hace un semanario?
―Ante tanta información hay desinformación. La saturación informativa
cotidiana impide reflexionar, tener una
opinión crítica: impide pensar. La labor
de un semanario es tratar de rebasar la
superficie y hacer apuestas sin discriminar
temas, sin competir con los diarios.
Competir con los diarios implica subirse
a coberturas de información sumamente
reiterada. Lo que debe hacer un semanario
es buscar en el mar de información, temas,
preocupaciones en torno a fenómenos que
están ocurriendo en la calle, que no son
manejados por los diarios y darles una visión, una profundidad, un enfoque fresco,
una presentación atractiva, una escritura
impecable. Todo ello, por supuesto, sin
despegar un ojo de la coyuntura y lo que
está ocurriendo en la vida nacional. La
idea es ir mucho más allá de lo que sacan
los diarios; ésa debe ser la premisa básica
de un semanario: estar por encima de los
diarios.
38 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
Foto: Leonardo Casas / Cuartoscuro.
―¿Cuáles son los vicios periodísticos
en un semanario?
―Seguimos haciendo un periodismo
viejo para un México viejo. Un periodismo para un México viejo implica
enfoques muy ortodoxos, muy aburridos,
sumamente solemnes. También supone
una relación desigual con los lectores,
una relación unidireccional; es decir, los
periodistas se sienten por encima de la audiencia y, por eso, ellos determinan lo que
se informa: a los lectores sólo los miran
como un elemento pasivo.
Ahora se hace un periodismo para el
poder. La mayor parte de lectores de los
diarios son políticos, empresarios, grupos
que están en el gobierno o entes económicos; se ha dejado de lado al lector común
y por eso la lectura de los medios cae, cae,
cae. Entonces, ¿qué lee toda esa gente que
se siente excluida por los propios medios?
Mucha gente lee TVnotas (700 mil). Yo,
antes de criticarlos o satanizarlos, me
preguntaría: ¿Qué les da TVnotas que no
les damos nosotros? ¿Por qué a ellos si
los leen y a nosotros –que somos medios
más serios– no? ¿En dónde está la falla?
¿Es porque las revistas light cuestan
menos? No, igual gente con poco dinero
se gasta sus 15, 20, 25 pesos semanales.
Mucha gente dice que el país tiene un
nivel educativo con muchos rezagos. Es
cierto, pero hay 700 mil personas leyendo
TVnotas o sea: sí leen. Considero que
no les estamos ofreciendo información
suficientemente atractiva. A parte de que
les damos un periodismo viejo, aburrido,
con temas que nos les importan, todavía
queremos que gasten su dinero.
Otro vicio es el acartonamiento de los
medios. Somos muy aburridos. ¡Como si
el mundo fuera aburrido! Yo creo que es
al contrario. Si algo tenemos como país es
la capacidad para reír. Somos divertidos
y eso no se refleja en los medios porque
creemos que si somos divertidos ya no
somos ni hacemos periodismo serio.
―¿Y eso se enseña en las escuelas de
comunicación? ¿Qué piensa de los egresados de la carrera de comunicación?
―Uy, para empezar no leen. Pueden
hablar dos o más idiomas pero no los
utilizan. El trabajo de reportar debe hacerse lo más exhaustivo posible: textos
equilibrados. No elaborar un texto para
golpear a nadie. Se tienen que reportar
los hechos como son, sin consigna de
golpear o favorecer. Los egresados tienen
que esforzarse en ser profesionales, que
sean tenaces, que consigan datos, que
busquen, que investiguen la información.
En un esquema ideal, creo que se hace
muy buen periodismo. Con recursos se
pueden hacer grandes cosas, de lo contrario no.
En México, diarios sólidos, fuertes
como Reforma, Grupo Milenio, El Universal, no tienen disculpa. Tienen recursos para investigar, para capacitar a sus
reporteros, para exigirles que investiguen.
Resulta fundamental que la agenda no la
marquen los políticos sino que seamos
nosotros los que retomemos los temas
importantes.
El Financiero y Reforma
―¿Por qué sale de Punto?
―Llegó un momento en que estaba harto de Punto, cuyo director se especializaba
en humillar y aplastar a los reporteros. Me
llegó a decir que “mejor me dedicara a
vender Biblias” porque yo no servía para
el periodismo. Era muy mezquino.
―¿Cómo entra a El Financiero?
―Como corrector de planas. Hice mi
examen y quedé. De hecho, cosa que
pocos saben, yo estuve en El Financiero
como cuatro años trabajando en los talleres, revisando las planas, en una jornada
que normalmente terminaba a las tres o
cuatro de la mañana. Era extenuante y
muy duro. Cuando Carlos Ramírez era
el Jefe de Redacción, le pedí chance de
pasarme a su área. La única opción era
que hiciera dos tareas: que en la mañana
reporteara en fuentes no muy importantes
para el periódico (educación, por ejemplo)
y que luego de eso llegara a la redacción
para tomar por teléfono los adelantos y
las notas de los reporteros. Más tarde,
tenía que escribir mis notas y en muchas
ocasiones quedarme a la guardia de noche.
Estuve cerca de un año, que fue cuando
me quitaron la guardia y pude dedicarme
a reportear.
Ignacio Rodríguez Reyna fue corresponsal del periódico El Financiero cuando
era dirigido por don Rogelio Cárdenas.
En Los Ángeles, California estudió una
maestría en periodismo investigativo
en la University of Southern California,
donde aprendió a investigar un dato y
seguirle la pista. Era lo que bastaba –una
pista– y después de semanas de trabajo
ya se contaba con un perfil completo sobre un personaje. Al terminar su maestría
regresó a México y de inmediato formó un
equipo de investigaciones especiales en El
Financiero:
―¿Qué hace a su regreso de Los Ángeles?
―A mi regreso a El Financiero, presenté un proyecto para crear una unidad
de reportajes especiales a partir de la
experiencia y el conocimiento que adquirí allá. Me dijeron que sí, pero como
no había dinero para contratar a gente,
los compañeros que no eran queridos en
alguna sección u otros que andaban medio
sueltos, se incorporaron al equipo. Disfruté mucho esa experiencia. Demostramos
que se podían hacer reportajes increíbles,
hicimos muchos y eso dio solidez a un
periódico que, además, pasaba por uno de
sus mejores momentos. Realmente disfruté mucho, aunque no dejaba de haber
resistencias de periodistas que cuando yo
iba en primaria ya eran reporteros y no
veían con agrado que alguien mucho más
joven fuera su jefe. Fue una etapa increíble, muy enriquecedora profesionalmente.
Duré un par de años al frente de la unidad
hasta que me fui a Reforma.
―¿Cómo llega al diario Reforma?
―Luego de coordinar la Unidad de
Reportajes Especiales de El Financiero,
Raymundo Riva Palacio me invitó a que
me integrara a una unidad similar en Reforma. Fue muy atractivo porque en esa
área estaban Ciro Gómez Leyva, Rossana
Fuentes Beráin, César Romero, Francisco
Vidal y Amparo Trejo.
El trabajo de periodismo de investigación que venían haciendo esos reporteros
no fue bien visto. A la postre, el director
editorial del diario, Ramón Alberto Garza,
despidió al editor principal –Raymundo
Riva Palacio–, pues los trabajos de ese
equipo afectaban los intereses del dueño
del diario, Alejandro Junco de la Vega y
del propio Garza. Así lo narra John Virtue,
en un texto publicado por Pulso del periodismo, llamado “Una riña familiar”, y en
donde describe el desenlace de ese grupo
de reporteros que le dio tanto impulso a
ese impreso:
Cinco trabajos de investigación, concluidos en los últimos meses por el equipo
de Reforma no habían sido utilizados.
Cuatro de éstos se referían a personas
cercanas a Garza, tales como Ricardo
Salinas Pliego […]. Garza afirma que
sólo se dejaron de publicar tres investigaciones, pues las fuentes utilizadas en
ellas eran pobres. Agregó que en uno de
los casos, se profundizó más en la investigación y finalmente salió publicada. Sin
embargo, Riva Palacio asegura que la
historia sobre los amigos empresarios del
expresidente Carlos Salinas de Gortari
se retuvo durante dos meses y se publicó
luego, aunque eliminando el nombre de
un banquero de Monterrey, amigo de
Garza […]. Pero lo que agravó el asunto
y finalmente condujo a la partida de Riva
Palacio, fue una investigación sobre
lavado de dinero de narcotraficantes,
publicada el 19 de febrero. En el artículo
se reprodujo una entrevista con Stanley
Morris, del Departamento del Tesoro de
Estados Unidos, en Washington, realizada
seis meses antes por Ignacio Rodríguez
Reyna […] Cuando a través de la embajada de Estados Unidos en México, Morris
tuvo noticias de lo publicado, montó en
cólera. En el artículo de Reyna se citaban
palabras del funcionario estadunidense
en las que éste aseguraba que México se
había convertido en uno de los centros
de “blanqueo” de dinero, y que México
estaba muy cerca de convertirse en la
nueva Panamá, o de convertirse en un
país que se presenta a sí mismo como un
lugar para hacer negocios de una manera
secreta para camuflajar la fuente de los
fondos […] Morris no tardó en enviar
sus quejas a Garza y a Alejandro Junco,
presidente. Reforma publicó una disculpa
en primera página y Rodríguez Reyna
fue suspendido de sus funciones durante
cinco días.
El área de investigaciones especiales en
Reforma se rompió.
Milenio y Larevista
―¿Cómo se integra a Milenio?
―A la salida de Raymundo Riva Palacio y Ciro Gómez Leyva, yo me quedé varios meses, hasta que Ciro Gómez Leyva
me invitó a integrarme como coordinador
editorial de la revista Milenio, que todavía
no existía. La experiencia de crear una
publicación desde cero era muy atractiva
y acepté la oferta.
―¿Por qué sale del proyecto?
―Mi salida de Milenio tuvo que ver
con una apuesta personal. Estaba como
director en jefe de la revista y, para mí,
era importante consolidarla, había sido tan
importante que sirvió para el nacimiento
del diario. En la empresa no se consideró
así y se puso toda la energía en el diario y
se descuidó la revista. Pasó a un segundo,
tercer, cuarto plano en recursos y gente;
se le restó atención e importancia y la
verdad no me importaba estar en una publicación en la que nadie le echaba ganas
y que estaba destinada a la muerte. Decidí
ya no formar parte de ese grupo.
De Milenio llega a El Universal, donde
haría lo mismo que en El Financiero, Reforma y Milenio: Periodismo de investigación. El dueño del diario, Juan Francisco
Ealy Ortiz, le propone hacer una revista
que se insertaría en el diario cada semana.
El proyecto llevaría por nombre Larevista,
la cual duró poco más de dos años bajo la
dirección de Ignacio Rodríguez Reyna. En
la edición número 81 (de 129 que se publicaron), Rodríguez Reyna dejó la batuta.
¿La razón?: Nuevamente por diferencias
de criterios periodísticos entre el director
del semanario y el dueño del diario.
En el libro Los Watergates latinoamericanos, los periodistas Fernando
Cárdenas y Jorge González narran que
Juan Francisco Ealy Ortiz, uno de los
representantes de más alto calibre dentro
del comité de liderazgo de la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP) y dueño
de El Universal, no estaba del todo de
acuerdo con los trabajos que venía realizando y publicando Ignacio y su equipo.
Así lo escriben:
El equipo de Rodríguez Reyna –en concreto Rodolfo Montes y Daniel Lizárraga– tenían listos dos informes que salpicaban el aspecto bonachón del presidente
Vicente Fox, pero que no pudieron ser
publicados por órdenes superiores […]
El primero de los reportajes, revelaba los
permisos de apuestas y salas de sorteo
entregados a dedo por el ex secretario de
Gobernación, Santiago Creel, que privilegiaban al empresario Olegario Vázquez
Raña, hombre de la cuerda de la esposa
del presidente, Martha Sahagún. El segundo, prometía una revisión exhaustiva
de los “expedientes oficiales muertos”,
que investigaban unos negocios paralelos y privados del mandatario durante su
periodo presidencial.
Al venir la orden superior de no publicar los textos, Ignacio Rodríguez Reyna
renuncia al diario y con él cerca de 30 colaboradores entre reporteros, diseñadores
y colaboradores.
―¿Por qué sale de Larevista?
―Mi salida de Larevista fue algo congruente, consecuente. Pocas veces uno
tiene en la vida la toma de decisiones que
lo comprometan más con uno mismo. Fue
eso. Todos los días tomamos decisiones en
lo personal y en lo profesional, pero uno
debe ser fiel a uno mismo. Pocas veces lo
tenemos a nivel profesional. En mi caso
estaba encargado de la dirección de Larevista y, como pocas veces, me pareció
que ya no podía ejercer el periodismo
como lo había hecho o tratado de hacerlo
y sería una traición a mí y una traición
a los lectores. Esto puede sonar desme-
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
39
surado, pero también
Cada semanario tiesería una traición a este
ne una visión, un enpaís y nuestro país ya
foque, y en ello no se
cambió.
vale ser mezquinos.
A veces los altos
Cada uno tiene una
directivos de los meapuesta, cada uno tiene
dios –más que sus
su papel y hay espacio
propietarios– no enpara todos. Hay millotienden que México
nes de personas que no
ya cambió, que ya no
leen, entonces yo no
se valen las mismas
voy a ir a montarme
reglas de antes con
sobre tal o cual semael poder. Ya no se
nario y descalificarvale hacer negocios
los. Tengo diferencias
al amparo del poder o
profesionales en torno
buscar canonjías con
a cómo otros hacen
el poder. Los dueños y
su trabajo, pero son
altos directivos de los
discrepancias profesiomedios de comunicanales. Emeequis es fiel
ción no han entendido
a lo que ha buscado:
Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro.
que somos parte, ahora La labor de un semanario es tratar de rebasar la superficie.
darle un giro distinto y
sí, de un proyecto de
una identidad muy prosociología, las amas de casa, los comerNación. Para lograr
pia a lo que hacemos.
eso se necesitan medios que estén com- ciantes, obreros, se interesen por su reali- Hacer periodismo de investigación, no suprometidos con los ciudadanos y con los dad. Ese es nuestro desafío. Si logramos perficial, es nuestra vocación. Buscar las
hacerlo, aunque sea un poco, estaremos historias que hay detrás de ciertas noticias.
lectores, no con el poder.
satisfechos. Hacer que la gente vuelva a No hacer periodismo epidérmico.
sentirse como un ciudadano: hacerle ver
Emeequis
―¿Cómo director y editor, ¿qué pide a
La treintena de trabajadores que se que los ciudadanos somos los jefes de sus reporteros?
solidarizaron con Ignacio Rodríguez se los políticos. Que las personas retomen la
―Varias cosas. Excelencia. Que siemaventuraron a formar una publicación in- conciencia de que son ciudadanos y que, pre imaginen cómo lo vamos a hacer
dependiente y entre todos buscaron accio- como tales, necesitan estar interesados en distinto, atractivo, cómo vamos a enrinistas para solventar al nuevo semanario los asuntos públicos. Tenemos que empe- quecer un tema con nuestros recursos
que llevaría el nombre de Emeequis. Así, zar a articular nuestra ciudadanía, tenemos periodísticos. Calidad en el lenguaje, en
el primer número de esa nueva empresa que reformarnos o reivindicarnos como la estructura, en la forma de ver las cosas,
vio la luz el 6 de febrero de 2006 y bajo el ciudadanos, y entonces sí exigir rendición en los ángulos...
cabezal una leyenda que decía: “Periodis- de cuentas. Para que, quienes están en el
―¿Qué es lo que nunca vamos a ver en
mo indeleble”. Durante los años que lleva poder, entiendan que no somos un voto Emeequis?
de vida este semanario ha acumulado más. Somos una sociedad que poco a poco
―Portadas pagadas nunca las vas a
numerosos premios: ha recibido cuatro se puede ir organizando para empezar a ver. Tampoco materiales disfrazados
veces el Premio Nacional de Periodismo construir cambios.
ni textos que tengan como propósito
Otro reto de Emeequis, y que debiera favorecer o golpear a alguien. No vas a
en Crónica; Premio Nacional de reportaje sobre biodiversidad 2007; Premio asumir la mayor parte de los medios de ver que deje de ser un proyecto plural,
Latinoamericano de periodismo 2007; comunicación impresa, es trascender la crítico. Y, espero, que no vean textos de
Premio Latinoamericano de periodismo visión centrista en su cobertura. Nuestro mala calidad.
Biodiversidad 2007; Premio nacional de reto es no ser así: cambiar. Me interesa
―¿Qué viene en la segunda etapa de
periodismo cultural Fernando Benítez lo que pasa en los estados. Tenemos otro Emeequis?
2007; en tres ocasiones el Premio nacional vicio en el periodismo y es que creemos
―Bueno, esperamos la consolidación
de periodismo Rostros de la Discrimina- que en el Distrito Federal sale todo, se de una manera de hacer periodismo de
ción; Primer premio Iberoamericano de genera todo. Cuando estuve en Milenio y alta calidad, fresco, que aborda temas
periodismo joven 2008, Premio Every en Larevista busqué mucho el registro de que otros medios desdeñan, y que se
Human Has Rights 2008, Premio nacional fenómenos sociales. Casi ningún sema- apoya fundamentalmente en el periode periodismo y Literatura 2011, Premio nario pone casos sociales en la portada. dismo narrativo y en el periodismo de
de periodismo Rey de España 2011, Pre- Nosotros sí. Estamos asumiendo temas investigación.
mio Ortega y Gasset de periodismo 2012, nacionales que no son muy frecuentes.
Esperamos tener más impacto, más
Emeequis trata de ser fiel a su idea, a influencia, una mayor fortaleza como
entre otros.
Hay un obsesivo afán de Ignacio y de su identidad. Puedes verificar la revista: empresa, que nos permita hacer un perioEmeequis por contar historias de ciu- no hay personajes –casi no– en nuestras dismo fresco, elegante, distinto, con rigor
dadanos, por mostrar rostros y no sólo portadas.
y profesionalismo.
nombres, por compartir crónicas y no sólo
Justo en eso es que ahora estamos emLas portadas de Emeequis son temas peñados.
números.
que cruzan el país y tienen un carácter so―¿Su revista qué le ofrece al lector?
―El reto es que la gente recupere el cial: discriminación, nuestros muertos, el
gusto por leer y se interese por su país. campo, las problemáticas de los jóvenes,
Historiador y reportero. Colaborador de RMC y de
la revista El Búho.
Que los estudiantes de medicina, historia, etcétera.
40 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
Estudio en torno a la campaña de reelección en Argentina
Inteligencia emocional
y política electoral
El presente artículo analiza el uso de la inteligencia emocional como parte de las
campañas electorales. En lo particular, se centra en la campaña de reelección de
Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, quien en el 2011 ganó la Presidencia.
El análisis confirma que las elecciones implican el conocimiento y la movilización
de emociones de los votantes, razón por la cual los candidatos que poseen un mayor
nivel de inteligencia emocional tienen más posibilidades de construir ventajas
competitivas para ganar la elección.
Karla Haydee Ortiz Palafox* / Andrés Valdez Zepeda**
S
alovery y Mayer acuñaron el son aquellas personas que poseen un gran
concepto de Inteligencia Emo- control de sus emociones, están motivadas
cional (IE) quienes la describían y son generadoras de entusiasmo, además
como una forma de inteligencia de saber trabajar en equipo, tienen iniciatisocial que implica la habilidad va y logran influir en los estados de ánimo
para dirigir los propios sentimientos de sus compañeros.
y emociones y las de los demás, saber
A partir de estos años, los principios de
discriminar entre ellas y usar esta infor- la IE y su complemento, las competencias
mación para guiar el pensamiento y la emocionales, se han venido desarrollando
propia acción.
y aplicando no sólo en las organizaciones
Sin embargo, Thorndike había usado el empresariales, sino prácticamente en totermino inteligencia social, como una
especie de sinónimo de lo que hoy
se entiende por IE, para referirse a la
habilidad cuyo fin es comprender y
dirigir a las personas y actuar sabiamente en las relaciones humanas. Por
su parte, Gardner hizo referencia a las
inteligencias múltiples de la persona,
señalando la existencia, entre otras,
de la inteligencia intrapersonal y
interpersonal como un tipo de competencia social de los individuos.
Recientemente, este constructo
psicológico (la IE) fue utilizado y
socializado por Goleman, aplicado
principalmente a las empresas y su
entorno laboral. Su tesis principal
señala que quienes alcanzan altos
Movilizar emociones y votantes.
niveles dentro de las organizaciones
dos los campos de la vida, como lo son el
desarrollo personal o la actividad política.
Sobre la inteligencia emocional, Goleman señala:
Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más
probabilidades de sentirse satisfechas
y ser eficaces en su vida, y de dominar
los hábitos mentales que favorezcan su
propia productividad; las personas que
no pueden poner cierto orden en su vida
emocional libran batallas interiores
que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con
claridad.
Conceptualmente, la inteligencia
emocional ha sido tratada de diferente forma. Para Cortese, la inteligencia
emocional es un conjunto de destrezas, actitudes, habilidades y competencias que determinan la conducta de
un individuo, sus reacciones, estados
mentales, etcétera, y que puede definirse como la capacidad de reconocer
nuestros propios sentimientos y los
de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones.1
Cooper y Sawaf definen la inteligencia emocional como la capacidad
de sentir, entender y aplicar eficaz-
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
41
votantes y ha logrado mover fibras sensibles de los electores. Esto es: gana la elección quien sabe usar mejor la inteligencia
emocional o quien tiene un nivel mayor de
desarrollo de su inteligencia emocional.
De esta forma, las campañas se transforman en ejercicios persuasivos y proselitistas que realizan los partidos y sus
candidatos para movilizar las emociones
de los votantes a las urnas y transformarlos en votos. Es decir: una campaña
electoral se convierte en una oportunidad
para conocer y movilizar las emociones
de los votantes.
Ganar elecciones gracias a la inteligencia emocional.
mente el poder y la agudeza de las emociones como fuente de energía humana,
información, conexión e influencia.
Por su parte, para Arana la inteligencia
emocional consiste en la capacidad para
captar las emociones de un grupo y conducirlas hacia un resultado positivo. Este
tipo de inteligencia constituye un soporte
importante en la dirección de las organizaciones y aporta una serie de guías y
recomendaciones que ayudan a la mejora
sucesiva y progresiva de la capacidad de
liderazgo.2
La inteligencia emocional implica el
conocimiento de las propias emociones,
la capacidad de controlarse a si mismo, el
reconocimiento de las emociones ajenas,
así como el control y mejora de las relaciones interpersonales.
En la política electoral, la inteligencia
emocional de los candidatos es muy
importante, ya que no sólo se trata de conocer las emociones de los electores para
tratar de persuadirlos y movilizarlos a las
urnas, sino también para controlar sus
propias emociones y poderlas usar estrategicamente durante la campaña electoral.
En este escrito, se analiza el uso de la
inteligencia emocional en la campaña
electoral de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, misma que fue una
herramienta muy importante para poder
ganar la elección para su reelección en
el 2011.
Las emociones y la campaña
Darwin consideraba que las emociones
eran mecanismos que aseguraban la supervivencia. Por su parte, Valdez comenta
que una de las características distintivas
del ser humano es que es un ser social y
42 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
un animal político. La política, en un sentido amplio, lo determina todo en su vida.
Actualmente sabemos que las emociones son mecanismos que han asegurado
la supervivencia de la especie humana y
su desarrollo. Al respecto, Valdez señala
que el ser humano es también un animal
racional y emocional, que piensa, siente,
se emociona y se apasiona constantemente. Desde esta perspectiva observamos
que las emociones representan una fuente
de información acerca del individuo y
su medio; el hecho de tener la aptitud de
reflexionar acerca de nuestras emociones
y pensamientos favorece la toma de
decisiones en nuestra vidas, también favorece nuestra adaptación con el entorno
y favorece el entendimiento de nuestras
diferencias individuales implicando un
bienestar físico y psicológico de nuestra
persona.
La política connota y genera diferentes
tipos de emociones entre los ciudadanos,
mismas que son movilizadas por los partidos y candidatos para tratar de ganar los
espacios de representación pública. De
hecho, en un sistema democrático, quien
gana la elección generalmente es el que ha
sabido conectar con las emociones de los
Campaña Cristina
Fernández de Kirchner
Las circunstancias políticas y personales
de Cristina Fernández de Kirchner ayudaron sobremanera a impulsar una campaña
política competitiva en el 2011 rumbo a
su reelección. La política de Argentina
es relativamente difícil, por lo que para
ser exitoso habría que mostrar no sólo los
méritos políticos de su anterior administración, sino también una defensa sólida
de sus logros para enfrentar los golpes
de sus adversarios. El secreto de Cristina
Kirchner fue impulsar una campaña sólida, con una metodología simple, precisa y
efectiva, sustentada en un uso creativo de
la inteligencia emocional.
El equipo de la campaña de Cristina
Kirchner articuló una estrategia centrada
en la movilización de las emociones,
mismas que se plasmaron en muchos de
sus spots propagandísticos. Su slogan
principal de campaña fue “La Fuerza
de Cristina”. A partir de este slogan
como eje rector de comunicación de su
campaña, se plasmaron emociones en
cada uno de sus anuncios, tomando como
referencia la fuerza. Fue así como se
desarrollaron los anuncios publicitarios
conocidos como “La fuerza del amor”,
“La fuerza de la alegría” y“La fuerza de la
esperanza”, entre otras. También se fijaron
como objetivo movilizar las emociones
del electorado, apelando al recuerdo del
difunto esposo Néstor Kircher, esposa de
la candidata, iniciando con slogans como
“La fuerza de él” (Nestor Kirchner), “La
La política connota y genera emociones.
fuerza de la juventud”, “La fuerza de las
mujeres” y “La fuerza de los ancianos”,
entre otros.
¿Pero realmente se pudieron movilizar
las emociones del electorado? Valdez
comenta que el hombre es un ser eminentemente emocional: decide participar
en la política y orienta su voto basado en
sus emociones y sentimientos, más que
en razones. Es decir: el hombre es un ser
emocional y su voto electoral es un acto
eminentemente emotivo.
El primer spot televisivo de la campaña
de reelección de Cristina Kirchner lo lanza
cuatro días después que sus candidatos
opositores y va dirigido para captar el
voto de la juventud. Es un mensaje en
donde se escucha la voz de la candidata
aludiendo a la energía de los jóvenes:
Me gusta ver las banderas flameando, me gusta verlos cantando el himno.
¿Cuándo nuestra juventud cantaba el
himno con la pasión que hoy lo canta, con
el amor que hacen flamear las banderas?
Yo creo que eso también es hacer patria
y democracia. Ningún pueblo, ninguna
sociedad puede progresar, si no se sienten
orgullosos de pertenecer al país en el que
ha nacido.
Las imágenes que muestra el spot son
de jóvenes militantes; también muestra
imágenes de la agrupación de La Campora3 durante el velatorio del expresidente
Néstor Kirchner. Además, se proyectaron mensajes en apoyo a Cristina tras la
muerte del expresidente que es de donde
surge el slogan principal del Spot: “Fuerza
Cristina” con un tiempo de 47 segundos.
A diferencia de sus opositores, Cristina
evita hablar frente a la cámara; es solo su
voz la que se escucha; siempre aparece
vestida de traje negro (en señal de luto
por la muerte de su esposo). Al final del
cierre del spot, se le distingue a ella por
espaldas vestida de blanco, algo que no
hacía desde el 27 de octubre del 2010,
denotando victoria.
No se habló en el comercial sobre su
compañero de fórmula, Amado Boudou,
sino hasta el final del mismo, cuando en
la pantalla se vislumbra en blanco y se
escuchan los nombres de los candidatos,
el número de lista y su identidad gráfica.
Éste fue el primer spot de su campaña,
tratando de ganarse el voto de la juventud.
Un análisis de los primeros
Spots y de los primeros
Banners de los opositores
Los candidatos que disputaron la presidencia de Argentina fueron:
• Cristina Fernández de Kirchner Frente para la Victoria.
• Eduardo Duhalde - Unión Popular.
• Alberto Rodríguez Saá - Peronismo
Federal.
• Ricardo Alfonsín - Unión Cívica
Radical.
• Hermes Binner - Partido Socialista.
• Elisa Carrió - Coalición Cívica.
El análisis de los primeros spots y de
los primeros banners, nos lleva a entender cómo movilizaron estratégicamente
las emociones de los votantes desde el
inicio de la campaña. Según Valdez, el
objetivo que busca alcanzar la mercadotecnia emocional es la improntación, que
es definida como el proceso de penetrar
en el corazón, la piel y las venas de los
electores, ya no sólo en la mente como
planteaba la idea de posicionamiento,
sino tocar las cuerdas sensibles del ser
humano, generando una huella o impronta profunda.
Lea el artículo completo en la versión
digital de RMC:
www.mexicanadecomunicacion.
com.mx 
*Karla Haydee Ortiz Palafox es maestra en mercadotecnia egresada de la Universidad de Guadalajara. Actualmente, trabaja como académica en el
Centro Universitario de Tonalá (CUTONALA).
**Andrés Valdez Zepeda es catedrático de la
Universidad de Guadalajara y miembro del Sistema
Nacional de investigadores. Su más reciente libro
Comunicación de políticas públicas y marketing de
gobierno. [email protected]
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
43
Una periodista que retrata a periodistas
Las miradas de
Elvira García
Ella es una periodista harto conocida por ser una entrevistadora nata en cuya
larga trayectoria –que abarca cuatro décadas– ha visto la transformación del
país y de los medios.
Al hablar da la impresión de que es una persona meticulosa: escoge cada
palabra, así como una artesana del tejido escoge el tono preciso para un bordado.
De alguna forma eso es Elvira García: una moderna Penélope que va tejiendo
historias, bordando palabras, eligiendo verbos, calificativos, predicados... Su
voz es amable, pero de vez en vez habla muy quedito, mirando a la nada, como
para sus adentros. Su plática es pausada. Ella es una mujer jovial de tez morena.
Labios pequeños, nariz tenue y un brillo particular en la mirada al hablar sobre
su trabajo y el periodismo.
Abraham Gorostieta
S
u padre tuvo muchos oficios, entre ellos fue periodista. Estudió
periodismo en la Universidad
Obrera cuando Vicente Lombardo Toledano estaba al frente
de la Institución. Elvira enfatiza: “Nunca
perteneció a ningún diario, sin embargo
trabajó en Excélsior, Novedades y El Día.
Con el tiempo se hizo el cronista del pueblo de Contreras. Lo admiro mucho”. La
periodista recuerda y se pierde un instante
en su mirada, junta las manos, las aprieta
y dice: “Mi padre me introdujo a la lectura, sí, pero más que a la lectura y a los libros: me abrió el mundo del periodismo”.
De mirada más bien fija y quieta, la de
Elvira se detiene cuando habla de su vida.
Primeras andanzas
En 1971 publicó su primera entrevista
y desde 1973 ha colaborado en distintos
diarios como Excélsior, Unomásuno, La
44 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
Jornada, El Financiero, La Crónica de
Hoy y El Universal, así como en distintas
revistas, entre ellas Revista de Revistas,
Geografía Universal, Proceso, Tierra
Adentro, Zócalo y Este País. A partir
de 1979 y hasta el 2009 fue directora y
entrevistadora de cinco series radiofónicas para Radio UNAM. Durante cuatro
décadas de ejercer el periodismo, ha
conversado con grandes artistas nacionales y sus entrevistas son un referente
fundamental de la cultura mexicana. Por
ejemplo, durante su estancia laboral en
Radio UNAM entrevistó a cerca de 300
personalidades, entre pintores, fotógrafos, literatos, bailarines, etcétera, todos
nacidos entre las décadas de los 20, 30,
40 del siglo XIX. Memorables entrevistas a Alí Chumacero, Rufino Tamayo,
Carlos Mérida, Elías Nandino, Héctor
García, Cordelia Urueta, Blas Galindo,
Luis Herrera De la Fuente y un largo
etcétera. Este trabajo se puede encontrar
en la Fonoteca Nacional, en un acervo
llamado: Elvira García.
Inició su trayectoria periodística en
La Familia, una revista para amas de
casa. Hacía notas sobre tejidos en punto de cruz y sobre manteles. Pronto se
aburrió: “Entré a trabajar en la revista
La Familia cuando Lucy Trejo –a quien
todavía veo– era la directora. Ella me
dio la oportunidad de trabajar ahí. Ahora Lucy tiene 83 años y le tengo gran
cariño, la veo, la cuido; me parece que
si algo tiene valioso el ser humano es el
agradecimiento. Yo le agradezco a Lucy
Trejo”. Y en seguida recrea la redacción
de la revista:
Veía a las señoritas que trabajan ahí:
desde que entraban a trabajar sólo esperaban a que dieran las tres de la tarde
y, mientras esperaban, se ponían unas
chanclitas cómodas para trabajar y hacer
el diagrama, el diseño. Antes de
Dejando testimonio:
las tres, se arreglaban, se pintalos libros
ban, se cambiaban de ropa y se
La labor del periodista llega
iban con el novio. Entonces a mí
a complementarse y compleme llamaba mucho la atención
tarse cuando su trabajo –por
que para ir al trabajo estabas
riguroso y bien realizado– se
en chanclas y para salir a dar
transmuta en forma de libros.
la vuelta te arreglaras. Me daba
Elvira García ha visto el fruto
la impresión de que para ellas
de su trabajo materializado en
el trabajo no era importante.
varias obras. Buscó y conoció
La revista La Familia versaba
a ese personaje que hizo de la
sobre labores domésticas como
fantasía un juego lúdico y que
bordados, tejidos, tips de cómo
hizo maravillosas canciones
servir bien la mesa: “Era una
infantiles: Francisco Gabilonpublicación muy, muy convendo Soler. Pronto se impuso la
cional pero bien hecha, bonita”,
tarea de biografiar al músico
dice Elvira y agrega: “Fue diy escribió: De lunas garapirigida –en algún tiempo, antes
ñadas. Poco tiempo después
de mi ingreso– por Cristina
reunió las entrevistas que había
Pacheco, ahí empezó ella”. En
realizado a distintos cartonistas
esa revista, la periodista García
políticos mexicanos, hizo otras,
empezó a ganar sus primeros
las trabajó y publicó el libro La
salarios y a entender que ese no
caricatura en trazos.
era su lugar: “No me sentía en
Durante mucho tiempo buscó
Foto: Isadora Cuéllar García
ese mundo, no estaba a gusto Tiene el don de la palabra.
a la poetisa Pita Amor que se
y no es que viniera de un gran
negó una y otra vez a concemundo deslumbrante, pero no
derle una entrevista, e incluso
me reconocía en La Familia”.
quina de escribir pero era muy atrevida le advirtió: “Ni por todo el oro del mundo
Aún no concluía sus estudios en la Es- y obcecada. Quiero algo y lo consigo me vas a sacar una palabra” y no hubo oro
cuela de Periodismo Carlos Septién, pero –y su mirada se endurece–. No sabía ni nada que convenciera a la poetiza. No
enfrente de las oficinas de La Familia hacer nada pero yo creo que le pareció importó. La periodista se dio a la tarea de
estaban las oficinas de otra revista: Suce- simpática mi actitud al director y que me entrevistar a las personas cercanas a Pita
sos para todos. Su director y dueño era vendí diciendo que lo sabía hacer todo. y así construir una biografía que llamó
Gustavo Alatriste. Elvira lo recuerda así:
Entré como secretaría-asistente y la-que- Redonda soledad. La vida de Guadalupe
Sucesos para todos estaba enfrente de pasaba-en-limpio-las-notas. Es lo que Amor. Y poco tiempo después apareció
las oficinas de La Familia y me llamaba hacía yo y sin saber escribir en máquina, el libro Cuando los grandes eran chicos,
mucho la atención que Sucesos era la me preguntaron: ¿Sabes escribir? Sí. que son las memorias de la infancia de
contraparte. Era actividad pura. Ir y ¿Sabes redactar? Sí. ¿Sabes hacer notas? cincuenta artistas mexicanos.
venir, ir y venir, estaba llena de hombres Sí. Según yo, sabía hacer todo. Pero fui
El año pasado (2012) apareció Ellas
–todos muy guapos, por cierto–. Entonces atrevida y eso me forzó a aprender hacer tecleando su historia. Conversaciones con
yo los veía pasar a su oficina desde mi todo, pues había dicho una gran mentira. mujeres periodistas de tres generaciones.
ventana. Todo era movimiento mientras
El periodista Miguel Ángel Granados Son 14 reporteras retratadas: Ana Lilia Péyo estaba en la mía donde todo era tran- Chapa escribió sobre Elvira García y rez, Lilia Saúl Rodríguez, Beatriz Pereyra,
quilidad. Yo no soy tranquila. Entonces dijo que “tiene el don de la palabra” y Marcela Turati, Anabel Hernández, Dolia
me armé de valor y fui a pedir trabajo. que es una periodista “especializada en Estévez, Adriana Malvido, Alicia Salgado,
Dije que estaba estudiando periodismo, entrevistas, que ofreció su trabajo a las Blanche Petrich, Sara Lovera, Ximena Orque quería trabajar, que trabajaba en redacciones donde su tarea fuera aprecia- túzar, Anne Marie Mergier, Dolores Corla revista de enfrente, que quería una da”. Así llegó a la redacción de Revista de dero y Stella Calloni. El periodista Miguel
oportunidad. Hablé con el director Gus- Revistas, dirigida entonces por el joven Ángel Granados Chapa prologa el libro.
tavo Alatriste –que era un hombre muy escritor Vicente Leñero. Al mismo tiemElvira García ofrece el retrato de un
imponente– y, bueno, me atreví. Creo que po trabajó en las oficinas de prensa de la lado del periodismo al que se le da poca
mi personalidad arrojada es lo que me ha UNAM: “Ahí hice boletines, reportajes atención: las reporteras, sus historias de
abierto muchas puertas. Soy atrevida. Voy universitarios, fue una gran experiencia vida. En el libro las entrevistadas platican
y pido la entrevista que nadie hace. Así y me di cuenta que me encantaba mi tra- los conflictos y sinsabores que han sorempecé a trabajar en Sucesos. Me dieron bajo”, cuenta la periodista y abunda sobre teado al desempeñarse como reporteras.
el trabajo y deje La Familia.
el gozoso estilo periodístico que es tener En sus páginas, el lector se entera, por
De alguna forma imperceptible hay una siempre curiosidad y no parar de hacer ejemplo, que Carmen Lira expulsó de La
tranquilidad en su mirada, en su forma preguntas:
Jornada a los accionistas fieles a Carlos
de hablar. Han brotado varias preguntas
Me encanta entrevistar, me gusta inves- Payán. Que al consejo editorial de Prosobre sus inicios. Amable, la periodista tigar. Platicar con la gente. En la UNAM ceso no le interesaba cubrir el plebiscito
cuenta una anécdota sobre Sucesos para buscaba más allá de la nota que tenía que finalmente terminó con el régimen
todos:
que cubrir. Entonces hacía mis notas y de Pinochet. Que el periodista Carlos
Salgo de la Septién muy chavita y no me quedaba más tiempo platicando con Marín no quería publicar la información
sabía hacer nada. Nada, nada, nada, investigadores, académicos, tratando de del toallagate foxista, pues argumentaba
no sabía ni poner una hoja en una má- saber quiénes eran.
que no era “nota”. Que Ana Lilia Pérez le
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
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dio a Andrés Manuel López Obrador los
documentos que probaban los negocios de
Juan Camilo Mouriño en Pemex y que por
los cuales más tarde ella empezó a recibir
amenazas de muerte.
En una entrevista que Elvira concedió a
Eve Gil le dijo respecto a su último libro:
“El hilo conductor de estas entrevistas es
mi admiración hacia ellas, hacia su trabajo
y sus personas. Me dicen que no es común
que entre periodistas se admiren, no había pensando en ello, pero siento mucha
satisfacción de ser periodista; tengo mi
miedo bajo control y no tengo problema
en reconocer a otras colegas que han venido tecleando e investigando por años”.
Elvira está orgullosa de su trabajo. No es
para menos.
—Qué buen libro es éste Elvira, qué
envidia, caray, desde hace rato las periodistas se han mostrado más sagaces que
sus pares masculinos, ¿no le parece?
—Mira, el libro es un asunto personal
con el periodismo y las mujeres periodistas que están ahí. Es verdad, los libros
más audaces y arriesgados de los últimos
años han sido escritos por mujeres. Dice
Marcela Turati que “la mujer periodista tiene que llegar a extremos para ser
respetada”. Ellas optan por explorar las
entretelas de las decisiones políticas que
repercuten en hechos sangrientos como
los que vivimos actualmente. Son las que
se introducen en las consecuencias de tales decisiones. Generalmente nadie nos lo
pide, pero nos empeñamos en demostrar
qué tan capaces somos.
—Tengo la impresión de que quizás
desde el 2000 o antes, las mujeres periodistas hacen un trabajo más destacado
que sus pares masculinos, son más combativas, hacen un periodismo más revelador. Pienso que es una manera de reafirmar el género dentro del medio que ha
sido muy masculino. ¿Cómo lo ve usted?
—Sí, es cierto. En mi libro lo digo. En
los años setenta, las mujeres se abrieron
paso en el periodismo. Uno de los periódicos que más le dieron cabida a la mujer
fue El Día. Si tú revisas en la hemeroteca
ese diario –no ahora, que prácticamente
ya no existe–, verás que fue un gran periódico y de ahí salieron muchas periodistas,
por ejemplo: Carmen Lira, Sara Lovera,
María Luisa La China Mendoza. Mujeres pioneras del periodismo en temas de
género, o internacionales. Mujeres muy
preparadas. Cuando yo empecé en esto
había pocas mujeres en el periodismo,
contadas, algunas. Sucesos para todos no
tenía reporteras. Y las que estaban eran las
novias de los reporteros. Luego a mediados de los setenta, toda una generación de
la Septién García entramos en los diarios.
Pero aclaro: no tengo esa pasión por el
46 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
feminismo, no ha sido mi intención en mi
trabajo hacer periodismo de género. Aunque sí hice trabajos en los años setenta
sobre la virginidad, la libertad sexual, el
derecho a decidir, la píldora anticonceptiva. Era mi tiempo, mi contexto. Pero no
soy activista del feminismo per sé.
En mi último libro hablo sobre 14 mujeres periodistas. La dignidad que tienen.
La valentía que tienen. El talento, su
trabajo que han venido haciendo desde
hace tantos años. Son tres generaciones
de periodistas. La más joven tiene 33
años. Algunas han sido maestras de las
más jóvenes, no sólo en las aulas sino en
la experiencia, en las redacciones. Por
ejemplo: Dolores Cordero ha formado a
Sara Lovera, a Adriana Malvido.
Te decía, en los años setenta, las mujeres empezamos a preguntarnos: ¿por
qué las noticias sólo tienen que ver con
hombres? Las mujeres sólo éramos noticia
si te llamabas Elizabeth Taylor o si habías
sido asesinada. Las mujeres no opinaban
y si estaban, no hablaban. El hombre era
generador de la noticia y él mismo la
cubría. Esta apertura de que las mujeres
somos noticia y podemos cubrir noticias
lo hacen las periodistas de los años setenta, Sara, por ejemplo y antes que ella
La china Mendoza. Para hacer un libro
puntual deberíamos de pensar en por lo
menos cien entrevistas.
—¿Podrías darnos una definición de
periodismo?
—El periodismo está lleno de claroscuros, así es el periodismo nuestro. A veces
el periodismo mexicano me decepciona.
Gente que se dice periodista me avergüenza; columnistas que se dicen “buenos
periodistas” no los querría como amigos,
y no los quiero. No los respeto. El periodismo mexicano, a veces, se ha prestado
para canonjías, para hacer negocios, para
calumniar, para hacerse de poder. Pero
también el periodismo mexicano se ha
utilizado o es hecho para decir la verdad o
lo que uno cree que es la verdad, para que
la sociedad esté informada y tome mejores
decisiones. Es importante que no dejemos
morir al periodismo escrito porque en ese
periodismo está la reflexión, el análisis; se
reivindica la investigación que es el sustento fundamental de todo comunicador.
Y la mirada de Elvira García se vuelve
a perder en sus adentros.
Una versión ampliada de la presente
entrevista puede leerse en la versión
digital de RMC:
www.mexicanadecomunicacion.com.mx 
Historiador y reportero. Colaborador de RMC y de
la revista El Búho.
A un cuando gozan de gran
popularidad por desempeñarse
en los medios de comunicación,
los periodistas siguen siendo en
pleno siglo XXI personajes del
todo desconocidos para el resto
de la sociedad. Se ignora las
condiciones en que trabajan, el
salario que perciben, su formación profesional, las relaciones
que establecen con sus fuentes,
los valores que profesan, sus
grados de estudio, sus prestaciones sociales y rutinas laborales e incluso sus perspectivas
a futuro.
Los periodistas vigilan con
lupa lo que acontece a diario en
la sociedad, pero pocas veces
ellos son sujetos de investigacion y análisis. Por eso este
estudio se propone aportar elementos para la compresión de
estos profesionales en el estado
de Chiapas.
El presente libro ha sido guiado a partir de una pregunta que
los autores consideran fundamental: ¿Cuáles son las condiciones sociales, profesionales y
laborales de los periodistas en
Chiapas? .
Nuevas direcciones para la investigación en comunicación participativa
De lo normativo
a lo práctico
El tema de la comunicación participativa para el cambio social, particularmente
en sus interacciones con los medios masivos de comunicación, tiene una larga y
rica trayectoria en América Latina. A la luz de recientes experiencias en la región,
es oportuno revisar cuestiones relacionadas con dichas interacciones. Las continuas
movilizaciones populares sobre temas fundamentales en la región –educación,
salud, derechos civiles, medio ambiente– y la explosión de los “medios sociales” son
algunos de los fenómenos que sugieren tanto la vigencia como la complejidad de
la cuestión de la participación. Debatir las implicaciones teóricas y analíticas de los
casos analizados requiere entender la multi-dimensionalidad de la participación.
El propósito de este artículo es discutir las premisas analíticas y normativas que
subyacen en el estudio de la comunicación participativa a fin de repensar futuras
direcciones de trabajo.
N
o hay duda de que la idea
de participación ha sido
adoptada en el estudio de
la comunicación para el
cambio social, así como en
programas de cooperación internacional.
Esto no implica que haya sido universalmente aplicada, que sea prioridad, o que
haya acuerdo sobre precisamente de qué
se trata. El centro de la discusión actual es
diferente a décadas atrás cuando enfoques
difusionistas, que ponían el acento en la
diseminación de información y estaban
apoyados en marcos epistemológicos
individualistas y psico-sociales, dominaban el campo de la comunicación. Hoy
en día, el debate está situado en torno a
preguntas sobre la aplicación de premisas
participativas en innumerables iniciativas
de cambio social, sustentos conceptuales,
y sus resultados. De hecho, trabajos re-
Silvio Waisbord / Nancy Morris
cientes (de Cooke & Kothari; Hickey &
Mohan) han concluido que hay una nueva
tiranía según la cual la participación se ha
convertido en idea imperiosa que tiene, al
menos, apoyo retórico.
Por lo tanto, insistir en la importancia de la participación como concepto
insignia y horizonte normativo de la
comunicación para el desarrollo social
no agrega demasiado al debate global.
La participación se ha colocado al centro
de las ciencias sociales contemporáneas,
desde la comunicación hasta la sociología
y la geografía. El desafío es diferente:
entender flaquezas y fortalezas de la participación tanto en el análisis teórico como
la práctica para evitar caer en argumentos
puramente idealistas.
Aquí proponemos una serie de temas
y preguntas para mover el estudio de la
comunicación participativa en nuevas
direcciones, y señalamos los aportes de
conceptos y enfoques tomados del estudio
de la comunicación y los medios.
La ética universalista
de la participación
Una cuestión poco tratada en la literatura es la premisa universalista de la idea
de comunicación participativa. Si bien
está articulada desde una concepción que
prioriza la diversidad y equidad de conocimientos frente a visiones homogéneas
del cambio social, es innegable que está
sostenida en una perspectiva universalista
según la cual la participación debe ser la
columna vertebral del cambio social. Si
bien se critica las ambiciones universalistas del desarrollismo modernista por ofrecer una perspectiva lineal y única sobre
sociedades deseables, el participacionismo asume un valor central, válido a nivel
abril-junio 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
47
global, tanto como horizonte normativo
como estrategia para el cambio. Esta premisa implícitamente se coloca en un debate difícil y sensible sobre las aspiraciones
globalistas de ciertos conceptos éticos
(como los derechos humanos, la verdad,
o la multiculturalidad), al mismo tiempo
que reivindica una posición que defiende
el particularismo. Subyace una tensión
importante entre valores evidentemente
contrapuestos que precisa ser discutida.
¿Cómo resolver el dilema de la promoción de la participación en culturas con
visiones estrechas de cuándo y quién debe
participar ? ¿Quién está autorizado a comunicar y ser protagonistas del diálogo?
¿Qué ocurre cuando se promueve la participación de mujeres y niños en sociedades
donde su exclusión se basa en principios
locales, es decir, en ideas troncales de la
comunicación participativa? ¿Qué hay
si la jerarquía se prioriza por sobre el
empoderamiento de grupos subalternos?
¿Cómo se conjugan los principios de la
participación con el valor de las tradiciones y decisiones locales?
Lamentablemente, estas preguntas están
ausentes en el debate sobre la participación a pesar de numerosos ejemplos de
confrontaciones entre principios universalistas y particularistas. Estas disyuntivas
se presentan, por ejemplo, en la eliminación de la circuncisión genital femenina
en África Occidental donde, en varias
comunidades, las ideas de empoderamiento y de decisión a través de procesos
participativos chocan contra argumentos
sostenidos en la soberanía cultural de la
preservación de prácticas religiosas basadas en tradición. Asimismo, el trabajo
de UNICEF sobre el fortalecimiento de los
derechos de los niños inevitablemente entra en conflicto con visiones tradicionales
que asumen que su voz y participación
estén sujetas a los intereses de los jefes
de familia. Iniciativas para promover el
empoderamiento femenino en torno al
acceso a microcréditos y la autonomía
en decisiones de negocios y financieras
en India están en conflicto con preceptos
culturales y religiosos que asigna a las
mujeres un rol subordinado a sus esposos
y familias políticas. Esta clase de tensión
no se ve solamente fuera de Occidente.
Por ejemplo, los organizadores de un
proyecto de promoción de la salud en una
comunidad aislada religiosa canadiense
se encontraron en un dilema de principios
porque la cultura del grupo se fundaba en
la autoridad jerárquica. De ahí que “una
orientación emancipatoria y comunitaria
se posiciona en contra de las normas,
las expectativas y los deseos de la comunidad”. Estos casos plantean dilemas
enraizados en la promoción de la comuni-
48 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/abril-junio 2013
Mover el estudio de la comunicación participativa.
Foto: Francisco Rodríguez / Cuartoscuro.
cación participativa cuando tal principio
contradice creencias y prácticas locales.
No hay alternativa a este dilema: la participación como ideal normativo siempre
implica intervenciones que contradicen su
principio de la auto-determinación. La participación comunicativa conlleva la expectativa de crear y reforzar normas políticas y
culturales que son débiles en comunidades
alrededor del mundo. El empoderamiento
no es bien recibido universalmente como
horizonte del cambio social.
Es equivocado pensar esto desde una
perspectiva del consenso ya que el conflicto, especialmente cuando se dirimen
cuestiones de poder comunicativo, es
inevitable. El problema, a tono con el espíritu de la comunicación participativa, es
cuando el cambio es promovido o inducido externamente – cuando la participación
y la deliberación aparecen como impuestos desde afuera más que como demandas
de procesos locales.
Una manera de lidiar con esta cuestión
es identificar las prioridades locales antes
de lanzar o apoyar una iniciativa participativa. Esta clase de exploración debe ser
en sí una forma de participación, como
varios analistas han indicado (entre ellos
Chambers y McDivitt). Por otra parte, hay
varios grados y clases de participación,
que pueden ser interpretados y recibidos
de diferentes formas en distintas comunidades. Estas consideraciones deben ser
enmarcadas dentro de la persistente falta
de una definición única de participación.
desde hace más de dos décadas alguna
medida de reconocimiento del valor de
la participación comunitaria ha sido una
norma dentro del campo de la comunicación para el cambio social, no existe una
definición ampliamente aceptada.
El marco del modelo participativo se
remonta al concepto de Paulo Freire de
diálogo horizontal, no jerárquico entre
maestro y estudiante. Se postula que el
diálogo es fundamental para el empoderamiento individual y comunitario que
contribuye a prácticas democráticas, y
este proceso contribuye a la disminución
de la desigualdad social. Los intentos
de aplicar estos conceptos generales
e idealistas a proyectos específicos de
cambio social han cruzado con una gama
de definiciones, metas, y estrategias de
evaluación.
Las definiciones proveídas por investigadores de la participación para el
cambio social varían en sus grados de
especificidad, y se ha comentado que es
una idea conceptualmente borrosa. La
falta de claridad y acuerdo entre los que
emplean el término requieren examinarse. Las definiciones de la participación
varían en torno a dos ejes: primero, el
objetivo de la participación dentro de
una filosofía orientadora de la comunicación para el cambio social, y segundo,
el grado de participación comunitaria en
las distintas etapas de una iniciativa de
cambio.
El significado de
la idea de participación
Aunque el concepto de la comunicación
participativa está establecido, y aunque
Lea el artículo completo en la versión
digital de RMC:
www.mexicanadecomunicacion.
com.mx 