SOFÍA PACHANO CONQUISTAR AMÉRICA EN EL SIGLO XXI
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SOFÍA PACHANO CONQUISTAR AMÉRICA EN EL SIGLO XXI
vitamina CONQUISTAR AMÉRICA EN EL SIGLO XXI 14.03.10 SOFÍA PACHANO Bailarina y cantante, es la hija del creador de Botton Tap y una versión de su padre en perfil bajo, por ahora. Los inmigrantes actuales y una nueva forma del “está todo por hacerse”. + PERSONAJES MODA DATO SNOB CUCURTO GENTE COMO UNO PLATOS TRAGOS Michel Peyronel EL ÚLTIMO PESADO Ex baterista de Riff, íntimo de Pappo y empresario millonario. Recuerdos del descontrol. Vitamina C se entrega gratuitamente con el diario Crítica de la Argentina del 14 de marzo de 2010. Prohibida su venta por separado. 14.03.10 L os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en los pugilatos, y en el siglo IV para los caballeros significaba un símbolo de lujo. Durante la Edad Media, la armadura de los hidalgos incluía manoplas de acero y, en esa misma época, las reglas de la etiqueta no permitían que los usen las damas, que recién empezaron a llevarlos en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de elegante. El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace, Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias, con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes, todo de satén negro. Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar. Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones de invierno que por estos días se están presentando en Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($ 280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también en cuero ($ 220). Las reglas del protocolo social con respecto al uso de guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos, no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse. Dato snob Dejate los guantes puestos BUSCADOR DIEGO PARUELO Ana Prada presenta su último disco DE URUGUAY CON AMOR Y SENSIBILIDAD D e haberse quedado en su Paysandú natal, Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta, organización. Así, por consejo del primero soltó su canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola (2006), envuelto en aires camperos y puerta de salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a Liliana Herrero). No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz “cantarina y parlante” (según define en “Dulzura distante”), sensibilidad para las letras —herencia de una infancia envuelta en cuentos y relatos orales que la hacían irse a dormir imaginando historias— y paciencia uruguaya para dar los pasos necesarios con firmeza y, claro, sin apuro. Para Soy pecadora (2009), su segundo disco, Prada hizo visera con una mano mientras con la otra saludaba a la autora diletante del primero, en elegante retirada. “Los santitos huyen de mi agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo si se quiere más urbano, si se quiere más crudo, seguro que más directo. El mismo que mostró en Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus canciones, hoy un poco más confesionales y siempre irresistibles. Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas desde $40 por www.plateanet.com. Alianza Pony-Kostüme ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO U El accesorio del invierno. Las marcas locales presentaron sus looks, en la mayoría están presentes los guantes. na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas, Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris. El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony. Axel Owens Muestra de arte Arte y tecnología E l Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y la Fundación Telefónica premian, desde 2002, expresiones artísticas innovadoras que amplíen de la mano de la tecnología las fronteras de las artes visuales. Se trata del principal premio de nuestro país que une artes y nuevas tecnologías y el único que tiene como objetivo estimular la investigación y la producción de obras de arte, vinculadas a la ciencia. De la última edición de 2009 participaron 252 trabajos y 84 proyectos, y los 20 ganadores expondrán sus obras desde el 16 de marzo hasta el 12 de junio en Espacio Fundación Telefónica (frente la plaza Vicente López). En esta muestra se podrán ver piezas de todo tipo: están las que utilizan tecnologías sofisticadas y otras que usan materiales reciclados. El muestrario temático es muy diverso, va desde minas antipersonales virtuales a historias de ficción que son como falsos documentales, o bicicletas desde las que emanan sonidos y hasta un robot hecho con materiales de basura industrial. Muestra Premio MAMba-Fundación Telefónica): desde el 16 de marzo al 12 de junio, de lunes a sábados de 14 a 20.30 en Arenales 1540. Nuevas carteras de Julieta Sedler Irresistibles L a diseñadora de carteras Julieta Sedler comenzó tímidamente hace dos años a mostrar y vender sus carteras en un showroom de Belgrano, donde los jueves, el único día que abría al público, las clientas hacían cola para comprarlas. En poco tiempo se convirtió en una de las referentes del rubro en Palermo Soho. Ahora, acaba de presentar la nueva colección de invierno, la tercera “oficial” desde que se instaló en ese barrio. En ella, se distinguen dos modelos: el sobre Roseta ($ 340), hecho en cuero y varios colores y que tiene un detalle extra, una correa opcional que se puede usar como pulsera; y el modelo Cornelias ($ 530), una gran cartera que se ensancha hasta lo inimaginable, también en cuero y que viene en tres combinaciones de colores. El local de Sedler, un PH para visitar aunque no se compre nada, está en Malabia 1318 “B”. Abierto de lunes a Viernes de 14 a 20 y sábados de 11 a 19. www.julietasedler.com.ar. Premio Tusquets de Novela Un hombre dispuesto a todo E l escritor y periodista Sergio Olguín nos hace desconfiar, en su nueva novela, Oscura monótona sangre, de los vecinos del edificio que parecen de lo más inocentes, a esos que se los percibe altruistas, comprometidos, responsables con el conjunto, bien intencionados, en fin, insospechados; y como si fuera poco, buen padre de familia, exitoso y adinerado. Todo eso es el empresario Julio Andrada, lo que se dice, un hombre normal, pero con una debilidad que un día se manifiesta por azar: a Andrada le gusta contratar los servicios sexuales de menores de edad, nenas entre 12 y 15 años que viven en una villa de las afueras de Buenos Aires. Por ese barrio humilde pasa todos los días el empresario cuando va a su fábrica y cuando vuelve a su casa, solo para constatar de donde viene y de paso vanagloriarse de su ascenso social. Guiado por una pulsión desconocida, Andrada llega al atardecer en coche a la avenida Amancio Alcorta y busca a Daiana, una adolescente que le provoca una oleada de deseo incontenible, un sentimiento que lo lleva a organizar con inteligencia una doble vida perfecta, no exenta de situaciones límites y momentos violentísimos que el exitoso empresario y buen padre deberá resolver con frialdad. Esta electrizante novela se merecía un premio y lo tiene: Oscura monótona sangre recibió el V Premio Tusquets Editores de Novela; fue elegida por el jurado integrado por Juan Marsé, Almudena Grandes, Jorge Edwards, Élmer Mendoza y Beatriz de Moura. Oscura monótona sangre (editorial Tusquets): $ 44. L a habían invitado a una Gente como uno fiesta de aniversario de un bar levemente rockero. Su primera respuesta fue: “Ya no estoy para esas cosas”. Pero igual fue. Estamos hablando de una mujer que Por hace tiempo supera los Margarita García Robayo cuarenta, y todavía tiene un porte escultural. Es una especie de leyenda en el gremio de los músicos. Nunca cantó nada pero tiene groupies. Al parecer hizo algunos coros, yo nunca los oí. Y en una época se dedicó a bailar cosas de tipo alternativo. No sé qué cosas. El caso es que siempre fue una famosa chica desconocida. Esta vez, cuando llegó al bar, vestida con una blusa roja que resaltaba su piel blanca y sus rulos negros —peinados de ese modo desentendido como quien dice “por acá nunca entró un cepillo”—, nadie la abordó en masa. Igual, ella mostró sus dientes relucientes, saludó a unos y a otros y se zambulló en una mesita de esquina con un viejo amigo al que no veía desde hacía “décadas”. En verdad, no lo veía hacía meses, pero en ese mundo —como en casi todos— está bien exagerar. Tocaba una banda ruidosa. Cada vez que su amigo le quería decir algo tenía que forzar la voz y, entonces, la vena que atravesaba su frente se le marcaba. Ella fruncía el ceño en señal de disgusto ante esa vena abultada, y prendía un cigarrillo con otro. En una de esas se le acercó un mesero —impúber, aros en las cejas— y le dijo: “Acá no se puede fumar”. Y ella se sintió tan retro. —¿Cómo no se va a poder fumar, nene? —dijo, pero el nene no entendió, o no escuchó por el ruido. Ella intentó decirlo un par de veces más y, al final, exhausta, tiró el cigarrillo y lo pisó con sus botas negras de plataforma bien Valeria Leik. En un brote vanidoso quiso explicarle al muchachito quién era ella, pero el ruido también se lo impidió. Y es que ella era alguien que, como decirlo… —lo hemos dicho, pero en su cabeza era necesario enfatizar—, alguien que podría llamarse Axel Owens. Ese sería un nombre perfecto para ella. ¿Por qué? Porque una buena parte de la gente, lo que se dice “el común de la gente”, puede no saber o no recordar de quién se trata; pero quienes lo saben, quienes la recuerdan, solo pueden adorarla. —Ya no estoy para estas cosas —dijo Axel Owens a su viejo amigo. Y el viejo amigo se acercó mucho a su oído para decirle “yo tampoco”. Y Axel Owens alzó los hombros y sonrió poquito, como quien es testigo de una travesura muy menor: una de esas travesuras que suelen ir acompañadas de la expresión “ups”. Pero Axel Owens no dijo “ups”, le pareció muy retro. Después mucho no hablaron, se limitaron a dar golpecitos con los dedos en la mesa y a tararear esa música espantosa. Cada tanto alguien les traía un trago y miraba a Axel Owens como quien mira a una institución importante, cuya importancia no se tiene muy clara pero igual se reconoce. Algunos, incluso, se la quedaron mirando un poco más de los tres segundos tolerados por el protocolo y pensaron para sí: “¿Axel Owens?” Y suspiraban, y seguían su camino. En algún momento de la noche ella quiso ir al baño. Se levantó de la silla apoyándose en el hombro de su viejo amigo, para no correr el riesgo de trastabillar. Se habían tomado varios tragos dulces y eso a Axel Owens no le sentaba nada bien. Caminó erguida por el pasillo atestado de personas jóvenes transpiradas. Alguna vez Axel Owens había sido una de esas personas, pero ahora era otra persona y, si llegaba a tropezarse, no sería más que un restito de persona que, definitivamente, no merecía llevar su falso nombre. Cuando estuvo frente al espejo del baño, Axel Owens se irguió en su cuerpo esbelto y delgado, enterró los dedos en sus rulos para alborotarlos aun más y prendió un cigarrillo. Imaginó que con ese pequeño gesto causaría una conmoción; que se dispararían los detectores de humo y que todos esos chicos transpirados entrarían en una histeria colectiva gritando: “¡Salven a Axel Owens por favor!” Y tirarían la puerta del baño y la alzarían como a una estrella, una verdadera estrella de rock. Luego saldrían a la calle, en una masa compacta —su cuerpito elevado sobre las cabezas de todos—, imaginando que atravesaban paredes del fuego inexistente provocado por Axel Owens. Chupó el cigarrillo hasta que sus mejillas se hundieron tanto que, en el espejo, su cara se convirtió en la calavera. Luego soltó una bocanada espesa y toda su visual se empañó. —¡Abran! —alguien tocaba la puerta del baño: ya venían por Axel Owens, se dijo Axel Owens que, aun frente al espejo, decidió que no abriría, que esperaría un poco más. Esperaría a que sonaran las sirenas y que del techo cayera un chorro de agua que la empapara de la cabeza a los pies. Axel Owens se rió de su ocurrencia: era una imagen tan antigua; ochentona como su pelo y su delgadez y su falso nombre… si hasta casi podía oír a los Bloody Beetroots al fondo. Axel Owens apagó su cigarrillo, volvió a alborotarse el pelo con los dedos y abrió la puerta. Un par de chicas transpiradas entraron a propulsión, haciéndola a un lado bruscamente: como a una gacela enclenque, como a un bicho molesto, como a una boca que despide un aliento avinagrado. Afuera, la masa compacta bailaba una música horrenda. vitamina c /3 14.03.10 L os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en los pugilatos, y en el siglo IV para los caballeros significaba un símbolo de lujo. Durante la Edad Media, la armadura de los hidalgos incluía manoplas de acero y, en esa misma época, las reglas de la etiqueta no permitían que los usen las damas, que recién empezaron a llevarlos en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de elegante. El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace, Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias, con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes, todo de satén negro. Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar. Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones de invierno que por estos días se están presentando en Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($ 280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también en cuero ($ 220). Las reglas del protocolo social con respecto al uso de guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos, no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse. Dato snob Dejate los guantes puestos BUSCADOR DIEGO PARUELO Ana Prada presenta su último disco DE URUGUAY CON AMOR Y SENSIBILIDAD D e haberse quedado en su Paysandú natal, Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta, organización. Así, por consejo del primero soltó su canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola (2006), envuelto en aires camperos y puerta de salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a Liliana Herrero). No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz “cantarina y parlante” (según define en “Dulzura distante”), sensibilidad para las letras —herencia de una infancia envuelta en cuentos y relatos orales que la hacían irse a dormir imaginando historias— y paciencia uruguaya para dar los pasos necesarios con firmeza y, claro, sin apuro. Para Soy pecadora (2009), su segundo disco, Prada hizo visera con una mano mientras con la otra saludaba a la autora diletante del primero, en elegante retirada. “Los santitos huyen de mi agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo si se quiere más urbano, si se quiere más crudo, seguro que más directo. El mismo que mostró en Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus canciones, hoy un poco más confesionales y siempre irresistibles. Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas desde $40 por www.plateanet.com. Alianza Pony-Kostüme ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO U El accesorio del invierno. Las marcas locales presentaron sus looks, en la mayoría están presentes los guantes. na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas, Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris. El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony. temáticas. Y si querés seguir economía no vas a poder. —¡Ah, pero vos también le bajás línea! —Sí, pero más sutil. Letras lo limita mucho. Yo le digo: ahora si querés ser físico nuclear, cagaste. En mi caso, yo me fui solo a París, no porque mi viejo me dijera. Allá me bancaba solo. Trabajé haciendo cálculos de costos en una empresa de autopartes. Y en Inglaterra trabajé en un circo medieval porque era uno de los pocos que sabía andar a caballo. Como mis viejos tenían un capo en Lavalle, al sur de Córdoba, había aprendido a montar ahí. Desmitificando a Riff —Vamos a hablar sinceramente, ¿era tanto descontrol los shows de Riff? —Y, bastante. Pero, ojo, nos hacían mala prensa también. que pasa con los logos. Los logos cambian para que la marca se mantenga igual. Vos te pensás que Coca-Cola no cambia, pero si lo ves en el tiempo, cambia cada año. Bueno, con la música pasa lo mismo. —Pensaba en Angus Young, el guitarrista de AC/DC, vestido siempre con uniforme escolar. J J:– Si lo ves sin el uniforme, no lo reconocés. M: —Yo siempre estoy con ideas locas. Eso me mantiene renovado. Ya estoy hablando con mi ex socio de FM Tango porque queremos lanzarla a escala mundial con sitio de tango para todo el mundo. Cuando estaba nuestra FM, teníamos el 17% del share radial. Estábamos terceros en la general. Imaginate: medíamos arriba de La 100 y la Rock and Pop. Ahora, la 2x4 va por debajo de los 15. Lo importante es el cómo. Con Riff no éramos sólo una banda de rock pesado. El tema era cómo lo hacíamos. —Ahora que están juntos, ¿qué cosas no repetirían de sus padres? J J: —Yo no me juntaría con managers que se queden con toda la plata. Elegiría tener un entorno de confianza. M:—¡Andá a conseguirlo! J J: —Pero hay que estar atentos a esas cosas. M: —A mí, mi viejo me metió en la música. Pero, bueno, nunca quise como padre, ser tan exigente como él. Él me decía que si no hacías una carrera, estabas frito. Y no es así. —Pero estudiaste economía en París, ¿no te sirvió de nada? —Para un pomo me sirvió. Tal vez como ejercicio mental. Pero, bueno, jamás presionaría para que mi hijo haga lo que yo quiera. Él está en el colegio, y bueno, ya se mandó su primera pijería. —¿Pijería? —Sí, se anotó en el último año en orientación en letras. Así que yo le dije, ahora no vas a tener más ma- vitamina c /5 14.03.10 L os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en los pugilatos, y en el siglo IV para los caballeros significaba un símbolo de lujo. Durante la Edad Media, la armadura de los hidalgos incluía manoplas de acero y, en esa misma época, las reglas de la etiqueta no permitían que los usen las damas, que recién empezaron a llevarlos en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de elegante. El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace, Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias, con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes, todo de satén negro. Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar. Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones de invierno que por estos días se están presentando en Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($ 280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también en cuero ($ 220). Las reglas del protocolo social con respecto al uso de guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos, no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse. Dato snob Dejate los guantes puestos BUSCADOR DIEGO PARUELO Ana Prada presenta su último disco DE URUGUAY CON AMOR Y SENSIBILIDAD D e haberse quedado en su Paysandú natal, Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta, organización. Así, por consejo del primero soltó su canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola (2006), envuelto en aires camperos y puerta de salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a Liliana Herrero). No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz “cantarina y parlante” (según define en “Dulzura distante”), sensibilidad para las letras —herencia de una infancia envuelta en cuentos y relatos orales que la hacían irse a dormir imaginando historias— y paciencia uruguaya para dar los pasos necesarios con firmeza y, claro, sin apuro. Para Soy pecadora (2009), su segundo disco, Prada hizo visera con una mano mientras con la otra saludaba a la autora diletante del primero, en elegante retirada. “Los santitos huyen de mi agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo si se quiere más urbano, si se quiere más crudo, seguro que más directo. El mismo que mostró en Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus canciones, hoy un poco más confesionales y siempre irresistibles. Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas desde $40 por www.plateanet.com. Alianza Pony-Kostüme ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO U El accesorio del invierno. Las marcas locales presentaron sus looks, en la mayoría están presentes los guantes. na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas, Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris. El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony. Por María Fernanda Mainelli L a secretaria del juzgado Irene Menéndez Hasting (Soledad Villamil) tiene un look de chica viajada, estudió en los Estados Unidos, se supone que de allá trajo algunas pilchas. Pablo Sandoval (Guillermo Francella), el empleado judicial, en cambio, es alcohólico y puede ser que en los últimos años haya adelgazado un poco, por esos sus sacos le quedan un talle más grande. Benjamín Espósito (Ricardo Darín), el empleado jerárquico del juzgado, es un hombre mejor puesto, entonces, las corbatas tienen líneas bien definidas, aunque pasados los años, y ya cansado de darle vueltas a un amor que no puede ser, se lo percibe dejado. La responsable de que estos personajes sean creíbles desde lo que llevan puesto es la vestuarista Cecilia Monti, también esposa de Juan José Campanella, director de El secreto de sus ojos, ganadora del Oscar a la Mejor película extranjera. Del otro lado del teléfono y recién llegada de Los Ángeles, Monti dialoga con Vitamina C para dar detalles de su trabajo (fue vestuarista de teatro y de películas como Rosarigasinos, y Tetro, de Francis Ford Coppola), cómo es trabajar con su marido (con quien ya hizo El hijo de la novia, Luna de Avellaneda o Vientos de agua) y lo que vio en la alfombra roja. –¿Imaginaste el vestuario cuando leíste la novela de Sacheri? –Por una especie de deformación profesional, imaginé todo. Siempre que leo un libro, veo los rostros, el maquillaje y el peinado de los personajes, pero sobre todo los visto. Es inconsciente. –Tuviste que retratar dos épocas diferentes, la del 73, 74 y la del 2000. ¿Fue complejo? –El desafío fue el mismo que con cada guión que me enfrenté. El diseñador de cine, a diferencia de un diseñador de la industria, debe analizar psicológicamente a los personajes. Mientras más cercano estés de su personalidad y de su mundo, de su nivel social, su entorno, su historia, lo que siente y las cosas que le van pasando, más fácil es saber cómo se vestiría. –¿Cómo es tu método de trabajo? –Lo último que hago para diseñar es mirar las revistas de moda de la época. Lo primero es acercarme al mundo de cada personaje, a través de revistas de actualidad, los diarios, las películas de la época; que en este caso fue La tregua, entre otras, donde hay un clima de los años 70. También busco en noticieros, fotos y, si es posible, como sucedió en esta película, documentar con testimonios orales de personas que estuvieron en ese momento. En El secreto... accedí a personas que trabajaron en Tribunales. El secreto está en las pilchas Los personajes de un film tienen que ser creíbles. Y el vestuario es tan importante como la luz o el sonido. La responsable de esa parte en El secreto de sus ojos es Cecilia Monti, reconocida vestuarista y esposa de Campanella. Cómo fue su trabajo y la alfombra roja. tuario con las cosas armadas para corregir y que cuando llegue al set esté todo impecable, porque después hay que acordar con las otras áreas de la película. –Campanella es obsesivo con los detalles de época. ¿Cómo es trabajar con él? –Es bárbaro, soy tan obsesiva como él en los detalles, aunque no se vean, pero el hecho de que estén me tranquilan. El vestuario de una película nunca tiene que sobresalir, el espectador no puede salir diciendo “uy, qué fantástica la ropa”, porque eso significa que ocupó un lugar que no le correspondía. Yo me fijo que el punto del suéter sea el de la época, que los cuellos de la camisa tengan el almidonado del momento. Es más difícil caracterizar a alguien de tu época que de otra alejada porque la cercanía te resta perspectiva. “El diseñador de cine debe conocer la psicología del personaje.” –¿Sos amante de la moda? –Para nada. Empecé hace más de 20 años a trabajar en escenografía teatral y me fui metiendo en el vestuario porque me fascina pensar en la psicología de los personajes. No sigo la moda, me gusta más investigar en lo que usa la gente común y cómo cada persona conforma su identidad a partir de la ropa, que es algo involuntario. –¿Por qué lo último son las revistas de moda? –Pocos se visten con lo último. Los placares tienen 10 años, salvo que seas de esas personas que lo actualizan constantemente. –¿Qué te impresionó de la alfombra roja? –Salvo que tengas que vestir a Sarah Jessica Parker. –¡Totalmente! Ojalá me tocase vestir a una actriz como ella. Pero no, en El secreto... había que tener en cuenta otros factores, qué les pasaba a los personajes, sus trabajos, sus preocupaciones y también lo que era la moda de ese momento, de la que tuve que investigar desde cinco años para atrás. –¿Qué viene después de la investigación? –Dibujo mucho, porque lo mío es visual y necesito que los directores vean el vestuario plasmado. No todos los directores son visuales y vos les explicás algo y te dicen que sí y cuando llega la prueba se asustan. Después, hago carpetas con las fotos para cada personaje, según su edad y cómo evolucionan en el tiempo. Sobre la base de eso, saco una idea de lo que se repite para cada uno en las distintas épocas, en este caso en Buenos Aires. De los 70 se tiene una idea de que el vestuario fue colorido y divertido, y era así en ámbitos como el Di Tella, pero después era mucho más De época. Para el vestuario de El secreto... se investigó dos períodos, el 73 y el 2000. común. Y lo último es hacer la ropa. El vestuario está confeccionado en su totalidad, salvo unos trajes de hombre que encontré en ferias, porque hay telas que no se consiguen en el mercado, y eso que recorrí todo. –¿A qué ferias fuiste? –Hicimos un scouting exhaustivo por todos los barrios de Buenos Aires y tuve suerte. La ropa usada da mejor porque se ve más real en cámara que la nueva, a la que hay que hacerle tratamientos de vaporizado porque ningún personaje sale vestido de una sastrería. Encontré dos casas que están varadas en el tiempo, una cerró este año, estaba en Liniers y la dueña se llama Teresa y tenía mucha ropa de los 70, ahí encontré camisas para Gómez. Y tengo otra casa en Cons- titución a la que siempre voy. Cada vez que entro, pienso que ya vi todo, pero la dueña tiene atrás un cuartito (al que nunca accedí) y me trae una caja que cuando la abre encuentro oro, –Fui con la idea de que iba a encontrar más glamour, pero eso es así en las grandes estrellas y no lo vi el resto de la gente, que fue bien vestida pero nada pomposa. Es mucho más relajado de lo que se ve en la televisión. Me dio gran satisfacción porque yo no fui despampanante. –¿Qué te pusiste? –¿Cuánto tiempo te llevó armar este vestuario? –Quería ir cómoda y además soy de perfil bajo. Llevé un vestido vintage que compré en Los Ángeles. Es negro, muy sencillo y lo busqué para que combine con unos aros que eran de la mamá de Juan y que su papá me regaló antes de morir. Viajamos a los Estados Unidos en diciembre, no sabíamos que iba a estar nominada pero había una posibilidad, y como no ocupaban lugar los llevé. Cuando se nominó, elegí un vestido que quedase bien con los aros, que tienen un valor emocional. –Siete semanas de preproducción a full y para ese momento ya tenía bocetos para mostrarles al director y los actores, para después buscar las telas. Me gusta que todos opinen. Quise ir a la prueba de ves- –Con Juan estamos juntos desde hace 12 años y esto es muy importante para él. Fue una felicidad por la película pero sobre todo por él. “no sigo la moda, me gusta investigar lo que usa la gente común” –Imagino que fue un momento muy emocionante. vitamina c /7 14.03.10 L os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en los pugilatos, y en el siglo IV para los caballeros significaba un símbolo de lujo. Durante la Edad Media, la armadura de los hidalgos incluía manoplas de acero y, en esa misma época, las reglas de la etiqueta no permitían que los usen las damas, que recién empezaron a llevarlos en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de elegante. El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace, Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias, con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes, todo de satén negro. Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar. Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones de invierno que por estos días se están presentando en Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($ 280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también en cuero ($ 220). Las reglas del protocolo social con respecto al uso de guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos, no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse. Dato snob Dejate los guantes puestos BUSCADOR DIEGO PARUELO Ana Prada presenta su último disco DE URUGUAY CON AMOR Y SENSIBILIDAD D e haberse quedado en su Paysandú natal, Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta, organización. Así, por consejo del primero soltó su canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola (2006), envuelto en aires camperos y puerta de salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a Liliana Herrero). No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz “cantarina y parlante” (según define en “Dulzura distante”), sensibilidad para las letras —herencia de una infancia envuelta en cuentos y relatos orales que la hacían irse a dormir imaginando historias— y paciencia uruguaya para dar los pasos necesarios con firmeza y, claro, sin apuro. Para Soy pecadora (2009), su segundo disco, Prada hizo visera con una mano mientras con la otra saludaba a la autora diletante del primero, en elegante retirada. “Los santitos huyen de mi agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo si se quiere más urbano, si se quiere más crudo, seguro que más directo. El mismo que mostró en Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus canciones, hoy un poco más confesionales y siempre irresistibles. Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas desde $40 por www.plateanet.com. Alianza Pony-Kostüme ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO U El accesorio del invierno. Las marcas locales presentaron sus looks, en la mayoría están presentes los guantes. na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas, Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris. El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony. 14.03.10 “Ya bajé a mi papá del pedestal” Es la hija de Aníbal Pachano y deslumbra bailando y cantando en Pour la Gallery. La herencia artística y las diferencias para moverse en el medio. La otra Pachano se llama Sofía y es la versión seria de su padre mediático. Por Nicolás Peralta Fotos Patricio Pidal L a primera vez que Sofía se subió a un escenario tenía cinco años. Formaba parte del elenco de un espectáculo infantil del que solo recuerda dos cosas: primero, que fue feliz y, segundo, que tenía dos cambios de vestuario. Después, el resto de la historia es la que le contaron sus padres, como esos mitos familiares que de tanto repetirse en los almuerzos domingueros se vuelven verdades. Pero hay algo curioso en el caso de ella, ese proyecto de artista se movía en bambalinas de la misma forma que lo hace ahora: profesionalismo extremo, cuidados minuciosos y pulcritud exagerada. Según dicen, ella, metódicamente, antes de salir a escena iba solita al lugar donde se tenía que cambiar y dejaba ordenado el segundo vestuario. Era, sin saberlo, una miniartista educada bajo los parámetros del orden y el esmero, no para lamer el néctar efímero del éxito con un escándalo. A Sofía, cada tanto, le recuerdan una imagen está bueno también que esté hedo un momento que disfruta coconmovedora: respirab(lc([) g ) o227Fuo(oa5aco u ]) o(oaD0(res7e( les7a( ite 5 7(4) ,( e([ 1) 8(de a)1m ( mo 74) 1) 23q) 1 u ( 1 ) e ( 2 ) 0( 1 6 u ( o( o a5ac0( r n T* v ( [ idar se) 1 ( 4 cho al)8 4 m ( por osal( sangre lo 8 (74) 1( 2(joven”. d8 ( r( uT*-) 10(tT)9s r) l)c([ g () -) 8(o227F) T ]) -0. J loca: “Desde muy chiquita —¿Cuál es la parte que más estoy en esto y es lo que amo”. disfrutás de la obra? El show empieza con padre e —La de los boleros de Paquita la hija, enfrentados, cantando: “Hoy del Barrio, bajamos del escenario siento la ilusión en mi corazón y y cantamos entre el público. Agaes como el recuerdo mi propia rramos a alguno y jorobamos. luz”. La hija del director aparece —¿Cómo reacciona el público? tanto en el centro de la obra como —Les da vergüenza pero se enadentro del grupo entreverada, tregan. Aunque una vez me topé bailando en el fondo o en un costado del escenario. “Soy parte del con un mala onda que me hizo olvidar la letra. En un momento, me elenco y tengo momentos donde siento en las piernas de alguno, me destaco, pero nunca dejo de pero este hombre las dobló y yo ser una más. Soy la hija del direcme caí y olvidé la letra. El tipo estor, pero nadie me mira de costataba de mal humor porque la nodo por eso. Es el lugar que me tocó”, explica Sofía, que ya parti- via lo había obligado a ir. Después mi papá le dijo: “Estuviste toda la cipó en obras como Dominó, Vaobra con cara de culo. Si te querés rieté y en un par de temporadas ir, andate”. de Tan-gou, en Mar del Plata y Punta del Este. De tal palo… “El espectáculo tiene la rúbrica Se podría decir que existen tres de anteriores, como los Botton. tipos de personas. Los que siguen Hay algo intacto. Pero, lo que pael camino de sus padres, lo que sa, es que mi papá logró una poquieren diferenciarse a toda costa pularidad mayor; ahora viene y los que no buscan nada y termimucha más gente de la que antes nan, por casualidad, en alguna de lo iba a ver por todo lo que suceesas dos alternativas. Sofía buscó dió el año pasado en la televisión, continuar el camino artístico de incluso viene gente que antes no había escuchado su nombre, y eso sus progenitores. —¿Dijiste voy a ser bailarina, está buenísimo porque el público cantante? se renovó. Es un espectáculo di—Fue algo que se dio naturalferente, con el mismo estilo, y Pulcra. La bailarina y cantante llega dos horas antes de cada función para acomodar el maquillaje y el vestuario y le agarra un ataque si se despeina en el escenario, obsesiones que heredó de sus padres. 10/ vitamina c 14.03.10 L os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en los pugilatos, y en el siglo IV para los caballeros significaba un símbolo de lujo. Durante la Edad Media, la armadura de los hidalgos incluía manoplas de acero y, en esa misma época, las reglas de la etiqueta no permitían que los usen las damas, que recién empezaron a llevarlos en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de elegante. El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace, Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias, con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes, todo de satén negro. Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar. Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones de invierno que por estos días se están presentando en Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($ 280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también en cuero ($ 220). Las reglas del protocolo social con respecto al uso de guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos, no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse. Dato snob Dejate los guantes puestos BUSCADOR DIEGO PARUELO Ana Prada presenta su último disco DE URUGUAY CON AMOR Y SENSIBILIDAD D e haberse quedado en su Paysandú natal, Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta, organización. Así, por consejo del primero soltó su canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola (2006), envuelto en aires camperos y puerta de salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a Liliana Herrero). No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz “cantarina y parlante” (según define en “Dulzura distante”), sensibilidad para las letras —herencia de una infancia envuelta en cuentos y relatos orales que la hacían irse a dormir imaginando historias— y paciencia uruguaya para dar los pasos necesarios con firmeza y, claro, sin apuro. Para Soy pecadora (2009), su segundo disco, Prada hizo visera con una mano mientras con la otra saludaba a la autora diletante del primero, en elegante retirada. “Los santitos huyen de mi agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo si se quiere más urbano, si se quiere más crudo, seguro que más directo. El mismo que mostró en Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus canciones, hoy un poco más confesionales y siempre irresistibles. Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas desde $40 por www.plateanet.com. Alianza Pony-Kostüme ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO U El accesorio del invierno. Las marcas locales presentaron sus looks, en la mayoría están presentes los guantes. na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas, Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris. El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony. 14.03.10 fotos patricio pidal Ramiro cocina La gastronomía argentina tiene sus próceres. Ramiro Rodríguez Pardo es uno. De vuelta del sur, ahora está al frente de Feir’s Park, en Retiro. ¿ Por Silvina Pini Feir’s Público: Sibaritas seguidores de Rodríguez Pardo, solitarios huéspedes de libro en la mesa, algún funcionario en almuerzo y charla. Sr. Mario: Hace treinta años que Mario Derfler acompaña desde el salón a Ramiro. Maneja los hilos secretos para que todo salga bien. Cualquier cosa, pida por él. Langostino nac & pop: Rodríguez Pardo desasna. El mejor langostino del mundo no es el ecuatoriano extra large que deslumbra fácil, sino el del Atlántico sur. Menú mediodía: $ 80, entrada, plato y postre a elegir entre varias opciones, copa de vino, agua, café y valet parking. Estado de ánimo al pagar: Sí, tuvo que ponerse, pero tenga en cuenta que no siempre come en lo de un prócer de los fuegos. sillones de cuero para el café posterior o la copa previa. La cocina de Ramiro siempre se caracterizó por el dominio de los pescados y mariscos, tal vez por su pasado español, tan del mar, y por su amor a los huevos de campo. Es una cocina intensa, fácil de entender y sobre imperdibles Curso sobre aceite de oliva Enrique Tittarelli, director técnico y jefe del panel de cata del concurso internacional Olivinus, dictará un curso de cata en el Broadway Hotel & Suites (Corrientes 1173) el 22 y 23 de abril, en dos medias jornadas. El curso se dividirá en tres módulos: en el primero se repasará la historia, características, clasificaciones y propiedades del aceite de oliva; en el segundo se abordará la teoría del análisis sensorial; y el tercero consiste en la aplicación práctica mediante la cata de una amplia variedad de aceites nacionales e importados. Valor del curso $ 490. Informes e inscripción: 4554-9470. www.modoliva.com Festejar con las chicas en Il Fiume Este encantador y pequeño restaurante de Puerto Madero extiende los beneficios para las mujeres para todo el mes de marzo. Su cocina italiana apuesta por el reino vegetal y los productos frescos, acompañada por una interesante carta de vinos nacionales e importados a temperatura adecuada. Además de los platos de fondo, sirven panini todo el día y otras brevedades dulces y saladas. A las mesas de mujeres les hacen un descuento del 30% sobre el precio final. Menú ejecutivo al mediodía. Precio promedio por persona, $60. Olga Cossettini 1651, Puerto Madero Este. Teléfono 5787-3097. www.ristorantinoilfiume.com 12/ vitamina c todo fácil de disfrutar. A punto de cambiar la carta por otra para los fríos venideros —la renueva dos veces al año—, Ramiro no abandona sus ingredientes fetiche. Hay entradas frías, como el trío de langostinos, pulpo y salmón ahumado sobre hojas de endivia y rúcula, palta, espárragos con crema de jengibre, cilantro y lima; y entradas calientes como la tortilla madrileña de langostinos, vieiras, espárragos y echalotes y el omelette de camarones y champignones. Para seguir, el mar entrega una merluza negra austral, asada sola- Al mostrador. mente con aceite de oliva, pimentón de Murcia y tarta de maíz. Más suculenta es la cazuela de salmón fresco con vieiras y pulpo. De las carnes rojas, muy recomendable la costilla de cordero de Santa Cruz, con salsa de romero, tomillo y curry, pastel de papas, manzanas y panceta ahumada. Pocos corderos tan sabrosos. Los postres, de inspiración española, van de la crema catalana a la tarta de almendras de Santiago de Compostela. El servicio, híper profesional, es manejado por los hilos invisibles del jefe de salón, Mario Derfler. Carta de vinos clásica y acotada en vías de ampliarse. Feir’s es para ir y olvidarse de todo por un rato: la ciudad desaparece y si le dan ganas de pasar el pancito por el plato, no se inhiba: sus vecinos de mesa lo entenderán. Datos Esmeralda 1366, Retiro. Tel. 4131-1900, interno 385. Abierto todos los días mediodía y noche, desde las 19. Precio promedio por persona $140, incluye entrada, plato, postre y media botella de vino. Yenny Aranda, 30 años, dos en Havanna. leandro sánchez Por qué algunos platos son divinos, sus ingredientes tentadores, pero cuando uno los prueba no tienen gusto a nada? Es como si algunos cocineros hubiesen aprendido el gesto pero olvidado, en el camino, lo más importante: el gusto. Exactamente lo opuesto de la cocina de Ramiro Rodríguez Pardo, un cocinero que les arranca a los ingredientes el máximo sabor que pueden dar. Muchos lo recuerdan de la pantalla, con su colega y amigo Gato Dumas, cuando, además de cocinar, hacían un paso de comedia porque se divertían a lo loco. Otros lo ubican de su gran restaurante Catalinas, pintando por otro amigo, Rogelio Polesello. Los más jóvenes pueden no saber que este cocinero de acento español y anteojitos redondos, marcó la evolución de la cocina argentina al frente de memorables restaurantes desde los años 70: La Chimère, Drugstore, Clark’s, el Claridge, el Grill del Alvear y Lola. Ahora, después de un tiempo en el sur donde puso en marcha la cocina del hotel K en El Calafate, Ramiro está al frente del restaurante de un hotel cinco estrellas de Retiro, Feir’s Park. El salón está en la planta baja, al fondo. Es discreto, elegante, sobrio, sin luz natural, con colores claros, alfombra y un pequeño lounge con —¿Siempre está lleno el local? —Entre semana sí, la gente llega, se queda media hora y se va, viene y se va, generalmente con poco tiempo. —¿Qué pide con el café? —Los alfajores, el de chocolate y el de dulce de leche. También el de nuez y el rojo, de café. —¿Los extranjeros saben qué es un alfajor? —Muy pocos, puede ser que conozcan el de chocolate, pero al resto no se animan. Si les contamos cómo es, pueden llegar a probar. Les cuesta salir del de chocolate. —¿De dónde son los turistas que atendés estos días? —De Brasil, tuve también algunos suizos que me hacían señas, aunque yo hablo algo de inglés. —¿Llega algún famoso hasta acá? rar en la calle. —Sí, un conductor del noticiero de Canal 9, no sé cómo se llama, viene siempre; y también estuvo Cecilia Roth cuando estaba filmando una película en frente para España, bastante mala onda. Estaba acá adentro porque no podía espe- —Hace tres días comí uno de café, mi preferido. Cuando empecé a trabajar, engordé, pero ahora me controlo porque si no termino rodando. Havanna: Florida 159. —¿Cuándo comiste el último alfajor? 14.03.10 L os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en los pugilatos, y en el siglo IV para los caballeros significaba un símbolo de lujo. Durante la Edad Media, la armadura de los hidalgos incluía manoplas de acero y, en esa misma época, las reglas de la etiqueta no permitían que los usen las damas, que recién empezaron a llevarlos en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de elegante. El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace, Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias, con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes, todo de satén negro. Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar. Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones de invierno que por estos días se están presentando en Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($ 280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también en cuero ($ 220). Las reglas del protocolo social con respecto al uso de guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos, no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse. Dato snob Dejate los guantes puestos BUSCADOR DIEGO PARUELO Ana Prada presenta su último disco DE URUGUAY CON AMOR Y SENSIBILIDAD D e haberse quedado en su Paysandú natal, Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta, organización. Así, por consejo del primero soltó su canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola (2006), envuelto en aires camperos y puerta de salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a Liliana Herrero). No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz “cantarina y parlante” (según define en “Dulzura distante”), sensibilidad para las letras —herencia de una infancia envuelta en cuentos y relatos orales que la hacían irse a dormir imaginando historias— y paciencia uruguaya para dar los pasos necesarios con firmeza y, claro, sin apuro. Para Soy pecadora (2009), su segundo disco, Prada hizo visera con una mano mientras con la otra saludaba a la autora diletante del primero, en elegante retirada. “Los santitos huyen de mi agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo si se quiere más urbano, si se quiere más crudo, seguro que más directo. El mismo que mostró en Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus canciones, hoy un poco más confesionales y siempre irresistibles. Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas desde $40 por www.plateanet.com. Alianza Pony-Kostüme ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO U El accesorio del invierno. Las marcas locales presentaron sus looks, en la mayoría están presentes los guantes. na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas, Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris. El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony. moda real . De este planeta 14.03.10 Carol, 27 años y Dafne, 24; son de Brasil y paseaban por el Planetario. Carol: remera ($ 30)Coach, short($ 150) y sandalias($100) sin marca. Gafas ($ 270) Nike. Dafne: boina ($ 120)Kangol, remera($ 80) y short($ 150), todo de NY. Ojotas($20). Gafas ($ 240) Vogue. Eliana, 17 años y es de Neuquén. Vestido($ 300) Zara, cartera ($ 200) comprada en una feria americana de Avellaneda. Los zapatos son un regalo de una tía. Marisca , 27 años, es finlandesa. La musculosa ($ 20) la consiguió en las calles de Helsinki y pollera ($ 80)de una firma española. Cartera vintage ($ 35) de un local de Buenos Aires y ojotas ($ 25) de una marca de la calle Corrientes. Gafas ($ 50), también compradas en Helsinki. Homero, 26 años. remera ($ 250) y bermudas ($ 300) todo comprado en Brasil. Zapatillas ($ 400) no recuerda la marca. Las gafas se las prestó un amigo. Producción: Nicolás Peralta Fotos: Claudio Herdener 14/ vitamina c 14.03.10 L os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en los pugilatos, y en el siglo IV para los caballeros significaba un símbolo de lujo. Durante la Edad Media, la armadura de los hidalgos incluía manoplas de acero y, en esa misma época, las reglas de la etiqueta no permitían que los usen las damas, que recién empezaron a llevarlos en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de elegante. El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace, Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias, con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes, todo de satén negro. Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar. Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones de invierno que por estos días se están presentando en Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($ 280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también en cuero ($ 220). Las reglas del protocolo social con respecto al uso de guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos, no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse. Dato snob Dejate los guantes puestos BUSCADOR DIEGO PARUELO Ana Prada presenta su último disco DE URUGUAY CON AMOR Y SENSIBILIDAD D e haberse quedado en su Paysandú natal, Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta, organización. Así, por consejo del primero soltó su canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola (2006), envuelto en aires camperos y puerta de salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a Liliana Herrero). No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz “cantarina y parlante” (según define en “Dulzura distante”), sensibilidad para las letras —herencia de una infancia envuelta en cuentos y relatos orales que la hacían irse a dormir imaginando historias— y paciencia uruguaya para dar los pasos necesarios con firmeza y, claro, sin apuro. Para Soy pecadora (2009), su segundo disco, Prada hizo visera con una mano mientras con la otra saludaba a la autora diletante del primero, en elegante retirada. “Los santitos huyen de mi agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo si se quiere más urbano, si se quiere más crudo, seguro que más directo. El mismo que mostró en Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus canciones, hoy un poco más confesionales y siempre irresistibles. Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas desde $40 por www.plateanet.com. Alianza Pony-Kostüme ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO U El accesorio del invierno. Las marcas locales presentaron sus looks, en la mayoría están presentes los guantes. na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas, Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris. El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony.