SOFÍA PACHANO CONQUISTAR AMÉRICA EN EL SIGLO XXI

Transcription

SOFÍA PACHANO CONQUISTAR AMÉRICA EN EL SIGLO XXI
vitamina
CONQUISTAR
AMÉRICA EN
EL SIGLO XXI
14.03.10
SOFÍA
PACHANO
Bailarina y cantante,
es la hija del creador
de Botton Tap y una
versión de su padre en
perfil bajo, por ahora.
Los inmigrantes
actuales y una
nueva forma
del “está todo
por hacerse”.
+
PERSONAJES
MODA
DATO SNOB
CUCURTO
GENTE
COMO UNO
PLATOS
TRAGOS
Michel Peyronel
EL ÚLTIMO
PESADO
Ex baterista de Riff, íntimo de Pappo y
empresario millonario. Recuerdos del descontrol.
Vitamina C se entrega gratuitamente con el diario Crítica de la Argentina del 14 de marzo de 2010. Prohibida su venta por separado.
14.03.10
L
os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en
los pugilatos, y en el
siglo IV para los
caballeros significaba un símbolo
de lujo. Durante la Edad Media, la
armadura de los hidalgos incluía
manoplas de acero y, en esa misma
época, las reglas de la etiqueta no
permitían que los usen las damas,
que recién empezaron a llevarlos
en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del
siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de
elegante.
El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace,
Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en
las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin
embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un
guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias,
con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían
muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en
Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes,
todo de satén negro.
Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que
derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años
después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la
esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres
iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar.
Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero
hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones
de invierno que por estos días se están presentando en
Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión
más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su
lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros
a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente
edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la
tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los
suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un
modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el
Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($
280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también
en cuero ($ 220).
Las reglas del protocolo social con respecto al uso de
guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos,
no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse
a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni
recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse.
Dato snob
Dejate
los guantes
puestos
BUSCADOR
DIEGO PARUELO
Ana Prada presenta su último disco
DE URUGUAY CON AMOR
Y SENSIBILIDAD
D
e haberse quedado en su Paysandú natal,
Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por
orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a
Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero
mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí
hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta,
organización. Así, por consejo del primero soltó su
canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y
es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola
(2006), envuelto en aires camperos y puerta de
salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a
Liliana Herrero).
No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz
“cantarina y parlante” (según define en
“Dulzura distante”), sensibilidad para las
letras —herencia de una infancia envuelta en
cuentos y relatos orales que la hacían irse a
dormir imaginando historias— y paciencia
uruguaya para dar los pasos necesarios con
firmeza y, claro, sin apuro.
Para Soy pecadora (2009), su segundo disco,
Prada hizo visera con una mano mientras con la
otra saludaba a la autora diletante del primero, en
elegante retirada. “Los santitos huyen de mi
agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo
si se quiere más urbano, si se quiere más crudo,
seguro que más directo. El mismo que mostró en
Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una
oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus
canciones, hoy un poco más confesionales y
siempre irresistibles.
Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a
las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas
desde $40 por www.plateanet.com.
Alianza Pony-Kostüme
ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO
U
El accesorio del
invierno. Las marcas
locales presentaron sus
looks, en la mayoría están
presentes los guantes.
na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del
diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano
Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas,
Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante
de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas
tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con
el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de
diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa
neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de
viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris.
El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el
espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras
entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en
el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony.
Axel
Owens
Muestra de arte
Arte y tecnología
E
l Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y la Fundación Telefónica premian, desde 2002, expresiones
artísticas innovadoras que amplíen de la mano de la tecnología las fronteras de las artes visuales. Se
trata del principal premio de nuestro país que une artes y nuevas tecnologías y el único que tiene como
objetivo estimular la investigación y la producción de obras de arte, vinculadas a la ciencia.
De la última edición de 2009 participaron 252 trabajos y 84 proyectos, y los 20 ganadores expondrán sus
obras desde el 16 de marzo hasta el 12 de junio en Espacio Fundación Telefónica (frente la plaza Vicente
López). En esta muestra se podrán ver piezas de todo tipo: están las que utilizan tecnologías sofisticadas
y otras que usan materiales reciclados. El muestrario temático es muy diverso, va desde minas antipersonales virtuales a historias de ficción que son como falsos documentales, o bicicletas desde las que emanan
sonidos y hasta un robot hecho con materiales de basura industrial.
Muestra Premio MAMba-Fundación Telefónica): desde el 16 de marzo al 12 de junio, de lunes a sábados de
14 a 20.30 en Arenales 1540.
Nuevas carteras de Julieta Sedler
Irresistibles
L
a diseñadora de carteras Julieta Sedler comenzó tímidamente hace dos años a mostrar y vender sus carteras en un showroom de Belgrano, donde los jueves, el único día que abría al público, las clientas hacían
cola para comprarlas. En poco tiempo se convirtió en una de las referentes del rubro en Palermo Soho.
Ahora, acaba de presentar la nueva colección de invierno, la tercera “oficial” desde que se instaló en ese barrio.
En ella, se distinguen dos modelos: el sobre Roseta ($ 340), hecho en cuero y varios colores y que tiene un detalle extra, una correa opcional que se puede usar como pulsera; y el modelo Cornelias ($ 530), una gran cartera
que se ensancha hasta lo inimaginable, también en cuero y que viene en tres combinaciones de colores. El local
de Sedler, un PH para visitar aunque no se compre nada, está en Malabia 1318 “B”. Abierto de lunes a Viernes de
14 a 20 y sábados de 11 a 19. www.julietasedler.com.ar.
Premio Tusquets de Novela
Un hombre dispuesto a todo
E
l escritor y periodista Sergio Olguín nos hace desconfiar, en su nueva
novela, Oscura monótona sangre, de los vecinos del edificio que parecen
de lo más inocentes, a esos que se los percibe altruistas, comprometidos,
responsables con el conjunto, bien intencionados, en fin, insospechados; y como
si fuera poco, buen padre de familia, exitoso y adinerado. Todo eso es el empresario Julio Andrada, lo que se dice, un hombre normal, pero con una debilidad
que un día se manifiesta por azar: a Andrada le gusta contratar los servicios
sexuales de menores de edad, nenas entre 12 y 15 años que viven en una villa de
las afueras de Buenos Aires. Por ese barrio humilde pasa todos los días el empresario cuando
va a su fábrica y cuando vuelve a su casa, solo para constatar de donde viene y de paso vanagloriarse de
su ascenso social. Guiado por una pulsión desconocida, Andrada llega al atardecer en coche a la avenida
Amancio Alcorta y busca a Daiana, una adolescente que le provoca una oleada de deseo incontenible, un
sentimiento que lo lleva a organizar con inteligencia una doble vida perfecta, no exenta de situaciones límites y momentos violentísimos que el exitoso empresario y buen padre deberá resolver con frialdad. Esta
electrizante novela se merecía un premio y lo tiene: Oscura monótona sangre recibió el V Premio Tusquets
Editores de Novela; fue elegida por el jurado integrado por Juan Marsé, Almudena Grandes, Jorge Edwards,
Élmer Mendoza y Beatriz de Moura.
Oscura monótona sangre (editorial Tusquets): $ 44.
L
a habían
invitado a una
Gente como uno
fiesta de
aniversario de
un bar
levemente
rockero. Su primera respuesta
fue: “Ya no estoy para esas
cosas”. Pero igual fue. Estamos
hablando de una mujer que
Por
hace tiempo supera los
Margarita García Robayo
cuarenta, y todavía tiene un
porte escultural. Es una especie
de leyenda en el gremio de los
músicos. Nunca cantó nada pero tiene groupies. Al parecer hizo algunos coros,
yo nunca los oí. Y en una época se dedicó a bailar cosas de tipo alternativo. No
sé qué cosas. El caso es que siempre fue una famosa chica desconocida. Esta
vez, cuando llegó al bar, vestida con una blusa roja que resaltaba su piel
blanca y sus rulos negros —peinados de ese modo desentendido como quien
dice “por acá nunca entró un cepillo”—, nadie la abordó en masa. Igual, ella
mostró sus dientes relucientes, saludó a unos y a otros y se zambulló en una
mesita de esquina con un viejo amigo al que no veía desde hacía “décadas”. En
verdad, no lo veía hacía meses, pero en ese mundo —como en casi todos— está
bien exagerar.
Tocaba una banda ruidosa. Cada vez que su amigo le quería decir algo tenía
que forzar la voz y, entonces, la vena que atravesaba su frente se le marcaba.
Ella fruncía el ceño en señal de disgusto ante esa vena abultada, y prendía un
cigarrillo con otro. En una de esas se le acercó un mesero —impúber, aros en
las cejas— y le dijo: “Acá no se puede fumar”. Y ella se sintió tan retro.
—¿Cómo no se va a poder fumar, nene? —dijo, pero el nene no entendió, o no
escuchó por el ruido. Ella intentó decirlo un par de veces más y, al final,
exhausta, tiró el cigarrillo y lo pisó con sus botas negras de plataforma bien
Valeria Leik. En un brote vanidoso quiso explicarle al muchachito quién era
ella, pero el ruido también se lo impidió. Y es que ella era alguien que, como
decirlo… —lo hemos dicho, pero en su cabeza era necesario enfatizar—,
alguien que podría llamarse Axel Owens. Ese sería un nombre perfecto para
ella. ¿Por qué? Porque una buena parte de la gente, lo que se dice “el común
de la gente”, puede no saber o no recordar de quién se trata; pero quienes lo
saben, quienes la recuerdan, solo pueden adorarla.
—Ya no estoy para estas cosas —dijo Axel Owens a su viejo amigo. Y el viejo
amigo se acercó mucho a su oído para decirle “yo tampoco”. Y Axel Owens alzó
los hombros y sonrió poquito, como quien es testigo de una travesura muy
menor: una de esas travesuras que suelen ir acompañadas de la expresión
“ups”. Pero Axel Owens no dijo “ups”, le pareció muy retro. Después mucho no
hablaron, se limitaron a dar golpecitos con los dedos en la mesa y a tararear
esa música espantosa. Cada tanto alguien les traía un trago y miraba a Axel
Owens como quien mira a una institución importante, cuya importancia no se
tiene muy clara pero igual se reconoce. Algunos, incluso, se la quedaron
mirando un poco más de los tres segundos tolerados por el protocolo y
pensaron para sí: “¿Axel Owens?” Y suspiraban, y seguían su camino.
En algún momento de la noche ella quiso ir al baño. Se levantó de la silla
apoyándose en el hombro de su viejo amigo, para no correr el riesgo de
trastabillar. Se habían tomado varios tragos dulces y eso a Axel Owens no le
sentaba nada bien. Caminó erguida por el pasillo atestado de personas jóvenes
transpiradas. Alguna vez Axel Owens había sido una de esas personas, pero
ahora era otra persona y, si llegaba a tropezarse, no sería más que un restito de
persona que, definitivamente, no merecía llevar su falso nombre. Cuando
estuvo frente al espejo del baño, Axel Owens se irguió en su cuerpo esbelto y
delgado, enterró los dedos en sus rulos para alborotarlos aun más y prendió
un cigarrillo. Imaginó que con ese pequeño gesto causaría una conmoción;
que se dispararían los detectores de humo y que todos esos chicos
transpirados entrarían en una histeria colectiva gritando: “¡Salven a Axel
Owens por favor!” Y tirarían la puerta del baño y la alzarían como a una
estrella, una verdadera estrella de rock. Luego saldrían a la calle, en una masa
compacta —su cuerpito elevado sobre las cabezas de todos—, imaginando que
atravesaban paredes del fuego inexistente provocado por Axel Owens. Chupó
el cigarrillo hasta que sus mejillas se hundieron tanto que, en el espejo, su cara
se convirtió en la calavera. Luego soltó una bocanada espesa y toda su visual
se empañó.
—¡Abran! —alguien tocaba la puerta del baño: ya venían por Axel Owens, se
dijo Axel Owens que, aun frente al espejo, decidió que no abriría, que
esperaría un poco más. Esperaría a que sonaran las sirenas y que del techo
cayera un chorro de agua que la empapara de la cabeza a los pies. Axel Owens
se rió de su ocurrencia: era una imagen tan antigua; ochentona como su pelo
y su delgadez y su falso nombre… si hasta casi podía oír a los Bloody Beetroots
al fondo. Axel Owens apagó su cigarrillo, volvió a alborotarse el pelo con los
dedos y abrió la puerta. Un par de chicas transpiradas entraron a propulsión,
haciéndola a un lado bruscamente: como a una gacela enclenque, como a un
bicho molesto, como a una boca que despide un aliento avinagrado. Afuera, la
masa compacta bailaba una música horrenda.
vitamina c /3
14.03.10
L
os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en
los pugilatos, y en el
siglo IV para los
caballeros significaba un símbolo
de lujo. Durante la Edad Media, la
armadura de los hidalgos incluía
manoplas de acero y, en esa misma
época, las reglas de la etiqueta no
permitían que los usen las damas,
que recién empezaron a llevarlos
en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del
siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de
elegante.
El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace,
Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en
las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin
embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un
guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias,
con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían
muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en
Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes,
todo de satén negro.
Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que
derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años
después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la
esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres
iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar.
Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero
hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones
de invierno que por estos días se están presentando en
Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión
más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su
lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros
a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente
edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la
tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los
suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un
modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el
Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($
280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también
en cuero ($ 220).
Las reglas del protocolo social con respecto al uso de
guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos,
no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse
a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni
recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse.
Dato snob
Dejate
los guantes
puestos
BUSCADOR
DIEGO PARUELO
Ana Prada presenta su último disco
DE URUGUAY CON AMOR
Y SENSIBILIDAD
D
e haberse quedado en su Paysandú natal,
Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por
orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a
Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero
mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí
hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta,
organización. Así, por consejo del primero soltó su
canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y
es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola
(2006), envuelto en aires camperos y puerta de
salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a
Liliana Herrero).
No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz
“cantarina y parlante” (según define en
“Dulzura distante”), sensibilidad para las
letras —herencia de una infancia envuelta en
cuentos y relatos orales que la hacían irse a
dormir imaginando historias— y paciencia
uruguaya para dar los pasos necesarios con
firmeza y, claro, sin apuro.
Para Soy pecadora (2009), su segundo disco,
Prada hizo visera con una mano mientras con la
otra saludaba a la autora diletante del primero, en
elegante retirada. “Los santitos huyen de mi
agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo
si se quiere más urbano, si se quiere más crudo,
seguro que más directo. El mismo que mostró en
Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una
oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus
canciones, hoy un poco más confesionales y
siempre irresistibles.
Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a
las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas
desde $40 por www.plateanet.com.
Alianza Pony-Kostüme
ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO
U
El accesorio del
invierno. Las marcas
locales presentaron sus
looks, en la mayoría están
presentes los guantes.
na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del
diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano
Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas,
Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante
de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas
tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con
el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de
diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa
neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de
viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris.
El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el
espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras
entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en
el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony.
temáticas. Y si querés seguir economía no vas a poder.
—¡Ah, pero vos también le bajás
línea!
—Sí, pero más sutil. Letras lo
limita mucho. Yo le digo: ahora si
querés ser físico nuclear, cagaste.
En mi caso, yo me fui solo a París,
no porque mi viejo me dijera. Allá
me bancaba solo. Trabajé haciendo cálculos de costos en una empresa de autopartes. Y en Inglaterra trabajé en un circo medieval
porque era uno de los pocos que
sabía andar a caballo. Como mis
viejos tenían un capo en Lavalle,
al sur de Córdoba, había aprendido a montar ahí.
Desmitificando a Riff
—Vamos a hablar sinceramente,
¿era tanto descontrol los shows de
Riff?
—Y, bastante. Pero, ojo, nos hacían mala prensa también.
que pasa con los logos. Los logos
cambian para que la marca se mantenga igual. Vos te pensás que Coca-Cola no cambia, pero si lo ves en
el tiempo, cambia cada año. Bueno,
con la música pasa lo mismo.
—Pensaba en Angus Young, el
guitarrista de AC/DC, vestido
siempre con uniforme escolar.
J J:– Si lo ves sin el uniforme,
no lo reconocés.
M: —Yo siempre estoy con ideas
locas. Eso me mantiene renovado.
Ya estoy hablando con mi ex socio
de FM Tango porque queremos
lanzarla a escala mundial con sitio
de tango para todo el mundo.
Cuando estaba nuestra FM, teníamos el 17% del share radial. Estábamos terceros en la general. Imaginate: medíamos arriba de La 100
y la Rock and Pop. Ahora, la 2x4 va
por debajo de los 15. Lo importante es el cómo. Con Riff no éramos
sólo una banda de rock pesado. El
tema era cómo lo hacíamos.
—Ahora que están juntos, ¿qué
cosas no repetirían de sus padres?
J J: —Yo no me juntaría con managers que se queden con toda la
plata. Elegiría tener un entorno de
confianza.
M:—¡Andá a conseguirlo!
J J: —Pero hay que estar atentos
a esas cosas.
M: —A mí, mi viejo me metió en
la música. Pero, bueno, nunca quise
como padre, ser tan exigente como
él. Él me decía que si no hacías una
carrera, estabas frito. Y no es así.
—Pero estudiaste economía en
París, ¿no te sirvió de nada?
—Para un pomo me sirvió. Tal
vez como ejercicio mental. Pero,
bueno, jamás presionaría para que
mi hijo haga lo que yo quiera. Él
está en el colegio, y bueno, ya se
mandó su primera pijería.
—¿Pijería?
—Sí, se anotó en el último año en
orientación en letras. Así que yo le
dije, ahora no vas a tener más ma-
vitamina c /5
14.03.10
L
os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en
los pugilatos, y en el
siglo IV para los
caballeros significaba un símbolo
de lujo. Durante la Edad Media, la
armadura de los hidalgos incluía
manoplas de acero y, en esa misma
época, las reglas de la etiqueta no
permitían que los usen las damas,
que recién empezaron a llevarlos
en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del
siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de
elegante.
El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace,
Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en
las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin
embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un
guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias,
con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían
muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en
Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes,
todo de satén negro.
Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que
derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años
después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la
esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres
iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar.
Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero
hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones
de invierno que por estos días se están presentando en
Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión
más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su
lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros
a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente
edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la
tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los
suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un
modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el
Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($
280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también
en cuero ($ 220).
Las reglas del protocolo social con respecto al uso de
guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos,
no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse
a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni
recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse.
Dato snob
Dejate
los guantes
puestos
BUSCADOR
DIEGO PARUELO
Ana Prada presenta su último disco
DE URUGUAY CON AMOR
Y SENSIBILIDAD
D
e haberse quedado en su Paysandú natal,
Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por
orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a
Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero
mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí
hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta,
organización. Así, por consejo del primero soltó su
canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y
es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola
(2006), envuelto en aires camperos y puerta de
salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a
Liliana Herrero).
No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz
“cantarina y parlante” (según define en
“Dulzura distante”), sensibilidad para las
letras —herencia de una infancia envuelta en
cuentos y relatos orales que la hacían irse a
dormir imaginando historias— y paciencia
uruguaya para dar los pasos necesarios con
firmeza y, claro, sin apuro.
Para Soy pecadora (2009), su segundo disco,
Prada hizo visera con una mano mientras con la
otra saludaba a la autora diletante del primero, en
elegante retirada. “Los santitos huyen de mi
agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo
si se quiere más urbano, si se quiere más crudo,
seguro que más directo. El mismo que mostró en
Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una
oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus
canciones, hoy un poco más confesionales y
siempre irresistibles.
Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a
las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas
desde $40 por www.plateanet.com.
Alianza Pony-Kostüme
ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO
U
El accesorio del
invierno. Las marcas
locales presentaron sus
looks, en la mayoría están
presentes los guantes.
na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del
diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano
Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas,
Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante
de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas
tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con
el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de
diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa
neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de
viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris.
El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el
espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras
entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en
el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony.
Por María Fernanda Mainelli
L
a secretaria del juzgado Irene Menéndez Hasting (Soledad Villamil) tiene
un look de chica
viajada, estudió en
los Estados Unidos, se supone
que de allá trajo algunas pilchas.
Pablo Sandoval (Guillermo Francella), el empleado judicial, en
cambio, es alcohólico y puede ser
que en los últimos años haya
adelgazado un poco, por esos sus
sacos le quedan un talle más
grande. Benjamín Espósito (Ricardo Darín), el empleado jerárquico del juzgado, es un hombre
mejor puesto, entonces, las corbatas tienen líneas bien definidas, aunque pasados los años, y
ya cansado de darle vueltas a un
amor que no puede ser, se lo percibe dejado. La responsable de
que estos personajes sean creíbles desde lo que llevan puesto es
la vestuarista Cecilia Monti, también esposa de Juan José Campanella, director de El secreto de sus
ojos, ganadora del Oscar a la Mejor película extranjera.
Del otro lado del teléfono y recién llegada de Los Ángeles, Monti dialoga con Vitamina C para
dar detalles de su trabajo (fue vestuarista de teatro y de películas
como Rosarigasinos, y Tetro, de
Francis Ford Coppola), cómo es
trabajar con su marido (con quien
ya hizo El hijo de la novia, Luna
de Avellaneda o Vientos de agua)
y lo que vio en la alfombra roja.
–¿Imaginaste el vestuario
cuando leíste la novela de Sacheri?
–Por una especie de deformación profesional, imaginé todo.
Siempre que leo un libro, veo los
rostros, el maquillaje y el peinado
de los personajes, pero sobre todo
los visto. Es inconsciente.
–Tuviste que retratar dos épocas
diferentes, la del 73, 74 y la del
2000. ¿Fue complejo?
–El desafío fue el mismo que con
cada guión que me enfrenté. El diseñador de cine, a diferencia de un
diseñador de la industria, debe
analizar psicológicamente a los
personajes. Mientras más cercano
estés de su personalidad y de su
mundo, de su nivel social, su entorno, su historia, lo que siente y
las cosas que le van pasando, más
fácil es saber cómo se vestiría.
–¿Cómo es tu método de
trabajo?
–Lo último que hago para diseñar es mirar las revistas de moda
de la época. Lo primero es acercarme al mundo de cada personaje, a través de revistas de actualidad, los diarios, las películas de la
época; que en este caso fue La tregua, entre otras, donde hay un
clima de los años 70. También
busco en noticieros, fotos y, si es
posible, como sucedió en esta película, documentar con testimonios orales de personas que estuvieron en ese momento. En El secreto... accedí a personas que trabajaron en Tribunales.
El secreto está
en las pilchas
Los personajes de un film tienen que ser creíbles. Y el vestuario es tan importante como la
luz o el sonido. La responsable de esa parte en El secreto de sus ojos es Cecilia Monti,
reconocida vestuarista y esposa de Campanella. Cómo fue su trabajo y la alfombra roja.
tuario con las cosas armadas para
corregir y que cuando llegue al set
esté todo impecable, porque después hay que acordar con las otras
áreas de la película.
–Campanella es obsesivo con los
detalles de época. ¿Cómo es
trabajar con él?
–Es bárbaro, soy tan obsesiva
como él en los detalles, aunque no
se vean, pero el hecho de que estén
me tranquilan. El vestuario de una
película nunca tiene que sobresalir, el espectador no puede salir
diciendo “uy, qué fantástica la ropa”, porque eso significa que ocupó
un lugar que no le correspondía.
Yo me fijo que el punto del suéter
sea el de la época, que los cuellos
de la camisa tengan el almidonado
del momento. Es más difícil caracterizar a alguien de tu época que de
otra alejada porque la cercanía te
resta perspectiva.
“El diseñador
de cine debe
conocer la
psicología del
personaje.”
–¿Sos amante de la moda?
–Para nada. Empecé hace más de
20 años a trabajar en escenografía
teatral y me fui metiendo en el vestuario porque me fascina pensar en
la psicología de los personajes. No
sigo la moda, me gusta más investigar en lo que usa la gente común
y cómo cada persona conforma su
identidad a partir de la ropa, que es
algo involuntario.
–¿Por qué lo último son las
revistas de moda?
–Pocos se visten con lo último.
Los placares tienen 10 años, salvo
que seas de esas personas que lo
actualizan constantemente.
–¿Qué te impresionó de la
alfombra roja?
–Salvo que tengas que vestir a
Sarah Jessica Parker.
–¡Totalmente! Ojalá me tocase
vestir a una actriz como ella. Pero
no, en El secreto... había que tener
en cuenta otros factores, qué les
pasaba a los personajes, sus trabajos, sus preocupaciones y también
lo que era la moda de ese momento,
de la que tuve que investigar desde
cinco años para atrás.
–¿Qué viene después de la
investigación?
–Dibujo mucho, porque lo mío
es visual y necesito que los directores vean el vestuario plasmado. No
todos los directores son visuales y
vos les explicás algo y te dicen que
sí y cuando llega la prueba se asustan. Después, hago carpetas con
las fotos para cada personaje, según su edad y cómo evolucionan
en el tiempo. Sobre la base de eso,
saco una idea de lo que se repite
para cada uno en las distintas épocas, en este caso en Buenos Aires.
De los 70 se tiene una idea de que
el vestuario fue colorido y divertido, y era así en ámbitos como el Di
Tella, pero después era mucho más
De época. Para el vestuario de El secreto... se investigó dos períodos, el 73 y el 2000.
común. Y lo último es hacer la ropa. El vestuario está confeccionado
en su totalidad, salvo unos trajes
de hombre que encontré en ferias,
porque hay telas que no se consiguen en el mercado, y eso que recorrí todo.
–¿A qué ferias fuiste?
–Hicimos un scouting exhaustivo por todos los barrios de Buenos
Aires y tuve suerte. La ropa usada
da mejor porque se ve más real en
cámara que la nueva, a la que hay
que hacerle tratamientos de vaporizado porque ningún personaje
sale vestido de una sastrería. Encontré dos casas que están varadas
en el tiempo, una cerró este año,
estaba en Liniers y la dueña se llama Teresa y tenía mucha ropa de
los 70, ahí encontré camisas para
Gómez. Y tengo otra casa en Cons-
titución a la que siempre voy. Cada
vez que entro, pienso que ya vi todo, pero la dueña tiene atrás un
cuartito (al que nunca accedí) y me
trae una caja que cuando la abre
encuentro oro,
–Fui con la idea de que iba a encontrar más glamour, pero eso es
así en las grandes estrellas y no lo
vi el resto de la gente, que fue bien
vestida pero nada pomposa. Es
mucho más relajado de lo que se ve
en la televisión. Me dio gran satisfacción porque yo no fui despampanante.
–¿Qué te pusiste?
–¿Cuánto tiempo te llevó armar
este vestuario?
–Quería ir cómoda y además soy
de perfil bajo. Llevé un vestido vintage que compré en Los Ángeles.
Es negro, muy sencillo y lo busqué
para que combine con unos aros
que eran de la mamá de Juan y que
su papá me regaló antes de morir.
Viajamos a los Estados Unidos en
diciembre, no sabíamos que iba a
estar nominada pero había una posibilidad, y como no ocupaban lugar los llevé. Cuando se nominó,
elegí un vestido que quedase bien
con los aros, que tienen un valor
emocional.
–Siete semanas de preproducción a full y para ese momento ya
tenía bocetos para mostrarles al director y los actores, para después
buscar las telas. Me gusta que todos
opinen. Quise ir a la prueba de ves-
–Con Juan estamos juntos desde
hace 12 años y esto es muy importante para él. Fue una felicidad por
la película pero sobre todo por él.
“no sigo la
moda, me gusta
investigar lo
que usa la
gente común”
–Imagino que fue un momento
muy emocionante.
vitamina c /7
14.03.10
L
os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en
los pugilatos, y en el
siglo IV para los
caballeros significaba un símbolo
de lujo. Durante la Edad Media, la
armadura de los hidalgos incluía
manoplas de acero y, en esa misma
época, las reglas de la etiqueta no
permitían que los usen las damas,
que recién empezaron a llevarlos
en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del
siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de
elegante.
El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace,
Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en
las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin
embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un
guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias,
con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían
muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en
Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes,
todo de satén negro.
Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que
derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años
después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la
esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres
iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar.
Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero
hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones
de invierno que por estos días se están presentando en
Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión
más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su
lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros
a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente
edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la
tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los
suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un
modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el
Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($
280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también
en cuero ($ 220).
Las reglas del protocolo social con respecto al uso de
guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos,
no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse
a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni
recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse.
Dato snob
Dejate
los guantes
puestos
BUSCADOR
DIEGO PARUELO
Ana Prada presenta su último disco
DE URUGUAY CON AMOR
Y SENSIBILIDAD
D
e haberse quedado en su Paysandú natal,
Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por
orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a
Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero
mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí
hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta,
organización. Así, por consejo del primero soltó su
canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y
es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola
(2006), envuelto en aires camperos y puerta de
salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a
Liliana Herrero).
No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz
“cantarina y parlante” (según define en
“Dulzura distante”), sensibilidad para las
letras —herencia de una infancia envuelta en
cuentos y relatos orales que la hacían irse a
dormir imaginando historias— y paciencia
uruguaya para dar los pasos necesarios con
firmeza y, claro, sin apuro.
Para Soy pecadora (2009), su segundo disco,
Prada hizo visera con una mano mientras con la
otra saludaba a la autora diletante del primero, en
elegante retirada. “Los santitos huyen de mi
agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo
si se quiere más urbano, si se quiere más crudo,
seguro que más directo. El mismo que mostró en
Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una
oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus
canciones, hoy un poco más confesionales y
siempre irresistibles.
Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a
las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas
desde $40 por www.plateanet.com.
Alianza Pony-Kostüme
ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO
U
El accesorio del
invierno. Las marcas
locales presentaron sus
looks, en la mayoría están
presentes los guantes.
na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del
diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano
Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas,
Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante
de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas
tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con
el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de
diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa
neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de
viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris.
El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el
espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras
entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en
el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony.
14.03.10
“Ya bajé a
mi papá del
pedestal”
Es la hija de Aníbal Pachano y
deslumbra bailando y cantando en Pour
la Gallery. La herencia artística y las
diferencias para moverse en el medio.
La otra Pachano se llama Sofía y es la
versión seria de su padre mediático.
Por Nicolás Peralta
Fotos Patricio Pidal
L
a primera vez
que Sofía se
subió a un escenario tenía
cinco años.
Formaba parte del elenco
de un espectáculo infantil del que solo recuerda dos cosas: primero, que
fue feliz y, segundo, que tenía dos
cambios de vestuario. Después, el
resto de la historia es la que le
contaron sus padres, como esos
mitos familiares que de tanto repetirse en los almuerzos domingueros se vuelven verdades. Pero
hay algo curioso en el caso de ella,
ese proyecto de artista se movía
en bambalinas de la misma forma
que lo hace ahora: profesionalismo extremo, cuidados minuciosos y pulcritud exagerada. Según
dicen, ella, metódicamente, antes
de salir a escena iba solita al lugar
donde se tenía que cambiar y dejaba ordenado el segundo vestuario. Era, sin saberlo, una miniartista educada bajo los parámetros
del orden y el esmero, no para lamer el néctar efímero del éxito
con un escándalo. A Sofía, cada
tanto, le recuerdan una imagen
está bueno también que esté hedo un momento que disfruta coconmovedora: respirab(lc([) g
) o227Fuo(oa5aco u
]) o(oaD0(res7e( les7a( ite 5
7(4) ,( e([ 1) 8(de a)1m
( mo
74) 1) 23q)
1
u
(
1
)
e
(
2
)
0(
1
6
u
(
o(
o
a5ac0(
r
n
T*
v
(
[
idar
se)
1
(
4
cho
al)8
4 m
( por
osal(
sangre
lo 8
(74) 1( 2(joven”.
d8
( r( uT*-) 10(tT)9s r) l)c([ g
() -) 8(o227F) T
]) -0.
J
loca: “Desde muy chiquita
—¿Cuál
es
la
parte
que
más
estoy en esto y es lo que amo”.
disfrutás de la obra?
El show empieza con padre e
—La de los boleros de Paquita la
hija, enfrentados, cantando: “Hoy
del
Barrio, bajamos del escenario
siento la ilusión en mi corazón y
y cantamos entre el público. Agaes como el recuerdo mi propia
rramos a alguno y jorobamos.
luz”. La hija del director aparece
—¿Cómo reacciona el público?
tanto en el centro de la obra como
—Les
da vergüenza pero se enadentro del grupo entreverada,
tregan.
Aunque
una vez me topé
bailando en el fondo o en un costado del escenario. “Soy parte del con un mala onda que me hizo olvidar la letra. En un momento, me
elenco y tengo momentos donde
siento en las piernas de alguno,
me destaco, pero nunca dejo de
pero este hombre las dobló y yo
ser una más. Soy la hija del direcme caí y olvidé la letra. El tipo estor, pero nadie me mira de costataba de mal humor porque la nodo por eso. Es el lugar que me
tocó”, explica Sofía, que ya parti- via lo había obligado a ir. Después
mi papá le dijo: “Estuviste toda la
cipó en obras como Dominó, Vaobra con cara de culo. Si te querés
rieté y en un par de temporadas
ir, andate”.
de Tan-gou, en Mar del Plata y
Punta del Este.
De tal palo…
“El espectáculo tiene la rúbrica
Se podría decir que existen tres
de anteriores, como los Botton.
tipos de personas. Los que siguen
Hay algo intacto. Pero, lo que pael camino de sus padres, lo que
sa, es que mi papá logró una poquieren diferenciarse a toda costa
pularidad mayor; ahora viene
y los que no buscan nada y termimucha más gente de la que antes
nan, por casualidad, en alguna de
lo iba a ver por todo lo que suceesas dos alternativas. Sofía buscó
dió el año pasado en la televisión,
continuar el camino artístico de
incluso viene gente que antes no
había escuchado su nombre, y eso sus progenitores.
—¿Dijiste voy a ser bailarina,
está buenísimo porque el público
cantante?
se renovó. Es un espectáculo di—Fue algo que se dio naturalferente, con el mismo estilo, y
Pulcra. La bailarina y cantante llega dos horas antes de cada función para acomodar el maquillaje y el vestuario y le agarra un ataque si se despeina en el escenario, obsesiones que heredó de sus padres.
10/ vitamina c
14.03.10
L
os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en
los pugilatos, y en el
siglo IV para los
caballeros significaba un símbolo
de lujo. Durante la Edad Media, la
armadura de los hidalgos incluía
manoplas de acero y, en esa misma
época, las reglas de la etiqueta no
permitían que los usen las damas,
que recién empezaron a llevarlos
en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del
siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de
elegante.
El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace,
Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en
las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin
embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un
guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias,
con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían
muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en
Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes,
todo de satén negro.
Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que
derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años
después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la
esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres
iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar.
Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero
hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones
de invierno que por estos días se están presentando en
Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión
más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su
lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros
a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente
edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la
tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los
suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un
modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el
Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($
280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también
en cuero ($ 220).
Las reglas del protocolo social con respecto al uso de
guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos,
no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse
a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni
recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse.
Dato snob
Dejate
los guantes
puestos
BUSCADOR
DIEGO PARUELO
Ana Prada presenta su último disco
DE URUGUAY CON AMOR
Y SENSIBILIDAD
D
e haberse quedado en su Paysandú natal,
Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por
orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a
Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero
mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí
hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta,
organización. Así, por consejo del primero soltó su
canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y
es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola
(2006), envuelto en aires camperos y puerta de
salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a
Liliana Herrero).
No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz
“cantarina y parlante” (según define en
“Dulzura distante”), sensibilidad para las
letras —herencia de una infancia envuelta en
cuentos y relatos orales que la hacían irse a
dormir imaginando historias— y paciencia
uruguaya para dar los pasos necesarios con
firmeza y, claro, sin apuro.
Para Soy pecadora (2009), su segundo disco,
Prada hizo visera con una mano mientras con la
otra saludaba a la autora diletante del primero, en
elegante retirada. “Los santitos huyen de mi
agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo
si se quiere más urbano, si se quiere más crudo,
seguro que más directo. El mismo que mostró en
Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una
oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus
canciones, hoy un poco más confesionales y
siempre irresistibles.
Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a
las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas
desde $40 por www.plateanet.com.
Alianza Pony-Kostüme
ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO
U
El accesorio del
invierno. Las marcas
locales presentaron sus
looks, en la mayoría están
presentes los guantes.
na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del
diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano
Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas,
Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante
de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas
tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con
el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de
diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa
neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de
viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris.
El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el
espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras
entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en
el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony.
14.03.10
fotos patricio pidal
Ramiro
cocina
La gastronomía argentina tiene sus
próceres. Ramiro Rodríguez Pardo es uno.
De vuelta del sur, ahora está al frente de
Feir’s Park, en Retiro.
¿
Por Silvina Pini
Feir’s
Público: Sibaritas seguidores de
Rodríguez Pardo, solitarios
huéspedes de libro en la mesa,
algún funcionario en almuerzo y
charla.
Sr. Mario: Hace treinta años que
Mario Derfler acompaña desde el
salón a Ramiro. Maneja los hilos
secretos para que todo salga bien.
Cualquier cosa, pida por él.
Langostino nac & pop:
Rodríguez Pardo desasna. El mejor
langostino del mundo no es el
ecuatoriano extra large que
deslumbra fácil, sino el del
Atlántico sur.
Menú mediodía: $ 80, entrada,
plato y postre a elegir entre varias
opciones, copa de vino, agua, café
y valet parking.
Estado de ánimo al pagar: Sí,
tuvo que ponerse, pero tenga en
cuenta que no siempre come en lo
de un prócer de los fuegos.
sillones de cuero para el café posterior o la copa previa. La cocina de
Ramiro siempre se caracterizó por
el dominio de los pescados y mariscos, tal vez por su pasado español,
tan del mar, y por su amor a los
huevos de campo. Es una cocina
intensa, fácil de entender y sobre
imperdibles
Curso sobre aceite de oliva
Enrique Tittarelli, director técnico y jefe del panel de cata del concurso internacional Olivinus, dictará un curso de cata en el Broadway Hotel & Suites (Corrientes 1173) el 22 y 23 de abril, en dos medias jornadas. El curso se dividirá en tres
módulos: en el primero se repasará la historia, características, clasificaciones y
propiedades del aceite de oliva; en el segundo se abordará la teoría del análisis
sensorial; y el tercero consiste en la aplicación práctica mediante la cata de una
amplia variedad de aceites nacionales e importados. Valor del curso $ 490. Informes e inscripción: 4554-9470. www.modoliva.com
Festejar con las chicas en Il Fiume
Este encantador y pequeño restaurante de Puerto Madero extiende los beneficios
para las mujeres para todo el mes de marzo. Su cocina italiana apuesta por el reino vegetal y los productos frescos, acompañada por una interesante carta de vinos nacionales e importados a temperatura adecuada. Además de los platos de
fondo, sirven panini todo el día y otras brevedades dulces y saladas. A las mesas
de mujeres les hacen un descuento del 30% sobre el precio final. Menú ejecutivo
al mediodía. Precio promedio por persona, $60.
Olga Cossettini 1651, Puerto Madero Este. Teléfono 5787-3097. www.ristorantinoilfiume.com
12/ vitamina c
todo fácil de disfrutar. A punto de
cambiar la carta por otra para los
fríos venideros —la renueva dos
veces al año—, Ramiro no abandona sus ingredientes fetiche.
Hay entradas frías, como el trío de
langostinos, pulpo y salmón ahumado sobre hojas de endivia y rúcula, palta, espárragos con crema
de jengibre, cilantro y lima; y entradas calientes como la tortilla madrileña de langostinos, vieiras, espárragos y echalotes y el omelette
de camarones y champignones.
Para seguir, el mar entrega una
merluza negra austral, asada sola-
Al mostrador.
mente con aceite de oliva, pimentón de Murcia y tarta de maíz. Más
suculenta es la cazuela de salmón
fresco con vieiras y pulpo. De las
carnes rojas, muy recomendable la
costilla de cordero de Santa Cruz,
con salsa de romero, tomillo y curry, pastel de papas, manzanas y
panceta ahumada. Pocos corderos
tan sabrosos.
Los postres, de inspiración española, van de la crema catalana a la
tarta de almendras de Santiago de
Compostela.
El servicio, híper profesional, es
manejado por los hilos invisibles
del jefe de salón, Mario Derfler.
Carta de vinos clásica y acotada en
vías de ampliarse.
Feir’s es para ir y olvidarse de todo
por un rato: la ciudad desaparece y
si le dan ganas de pasar el pancito
por el plato, no se inhiba: sus vecinos de mesa lo entenderán.
Datos
Esmeralda 1366, Retiro. Tel. 4131-1900,
interno 385. Abierto todos los días
mediodía y noche, desde las 19.
Precio promedio por persona $140,
incluye entrada, plato, postre y media
botella de vino.
Yenny Aranda, 30 años, dos en Havanna.
leandro sánchez
Por qué algunos
platos son divinos,
sus ingredientes
tentadores, pero
cuando uno los
prueba no tienen
gusto a nada? Es
como si algunos
cocineros hubiesen aprendido el
gesto pero olvidado, en el camino,
lo más importante: el gusto. Exactamente lo opuesto de la cocina de
Ramiro Rodríguez Pardo, un cocinero que les arranca a los ingredientes el máximo sabor que pueden dar. Muchos lo recuerdan de la
pantalla, con su colega y amigo Gato Dumas, cuando, además de cocinar, hacían un paso de comedia
porque se divertían a lo loco. Otros
lo ubican de su gran restaurante
Catalinas, pintando por otro amigo, Rogelio Polesello. Los más jóvenes pueden no saber que este
cocinero de acento español y anteojitos redondos, marcó la evolución
de la cocina argentina al frente de
memorables restaurantes desde los
años 70: La Chimère, Drugstore,
Clark’s, el Claridge, el Grill del Alvear y Lola. Ahora, después de un
tiempo en el sur donde puso en
marcha la cocina del hotel K en El
Calafate, Ramiro está al frente del
restaurante de un hotel cinco estrellas de Retiro, Feir’s Park.
El salón está en la planta baja, al
fondo. Es discreto, elegante, sobrio,
sin luz natural, con colores claros,
alfombra y un pequeño lounge con
—¿Siempre está lleno el local?
—Entre semana sí, la gente llega,
se queda media hora y se va, viene
y se va, generalmente con poco
tiempo.
—¿Qué pide con el café?
—Los alfajores, el de chocolate y el
de dulce de leche. También el de
nuez y el rojo, de café.
—¿Los extranjeros saben qué es un
alfajor?
—Muy pocos, puede ser que conozcan el de chocolate, pero al resto no se animan. Si les contamos
cómo es, pueden llegar a probar.
Les cuesta salir del de chocolate.
—¿De dónde son los turistas que
atendés estos días?
—De Brasil, tuve también algunos
suizos que me hacían señas, aunque yo hablo algo de inglés.
—¿Llega algún famoso hasta acá?
rar en la calle.
—Sí, un conductor del noticiero de
Canal 9, no sé cómo se llama, viene siempre; y también estuvo Cecilia Roth cuando estaba filmando
una película en frente para España, bastante mala onda. Estaba
acá adentro porque no podía espe-
—Hace tres días comí uno de café,
mi preferido. Cuando empecé a
trabajar, engordé, pero ahora me
controlo porque si no termino rodando.
Havanna: Florida 159.
—¿Cuándo comiste el último alfajor?
14.03.10
L
os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en
los pugilatos, y en el
siglo IV para los
caballeros significaba un símbolo
de lujo. Durante la Edad Media, la
armadura de los hidalgos incluía
manoplas de acero y, en esa misma
época, las reglas de la etiqueta no
permitían que los usen las damas,
que recién empezaron a llevarlos
en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del
siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de
elegante.
El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace,
Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en
las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin
embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un
guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias,
con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían
muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en
Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes,
todo de satén negro.
Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que
derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años
después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la
esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres
iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar.
Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero
hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones
de invierno que por estos días se están presentando en
Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión
más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su
lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros
a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente
edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la
tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los
suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un
modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el
Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($
280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también
en cuero ($ 220).
Las reglas del protocolo social con respecto al uso de
guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos,
no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse
a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni
recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse.
Dato snob
Dejate
los guantes
puestos
BUSCADOR
DIEGO PARUELO
Ana Prada presenta su último disco
DE URUGUAY CON AMOR
Y SENSIBILIDAD
D
e haberse quedado en su Paysandú natal,
Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por
orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a
Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero
mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí
hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta,
organización. Así, por consejo del primero soltó su
canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y
es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola
(2006), envuelto en aires camperos y puerta de
salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a
Liliana Herrero).
No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz
“cantarina y parlante” (según define en
“Dulzura distante”), sensibilidad para las
letras —herencia de una infancia envuelta en
cuentos y relatos orales que la hacían irse a
dormir imaginando historias— y paciencia
uruguaya para dar los pasos necesarios con
firmeza y, claro, sin apuro.
Para Soy pecadora (2009), su segundo disco,
Prada hizo visera con una mano mientras con la
otra saludaba a la autora diletante del primero, en
elegante retirada. “Los santitos huyen de mi
agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo
si se quiere más urbano, si se quiere más crudo,
seguro que más directo. El mismo que mostró en
Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una
oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus
canciones, hoy un poco más confesionales y
siempre irresistibles.
Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a
las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas
desde $40 por www.plateanet.com.
Alianza Pony-Kostüme
ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO
U
El accesorio del
invierno. Las marcas
locales presentaron sus
looks, en la mayoría están
presentes los guantes.
na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del
diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano
Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas,
Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante
de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas
tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con
el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de
diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa
neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de
viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris.
El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el
espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras
entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en
el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony.
moda real . De este planeta
14.03.10
Carol, 27 años y Dafne, 24; son de Brasil y paseaban por el Planetario. Carol: remera
($ 30)Coach, short($ 150) y sandalias($100) sin marca. Gafas ($ 270) Nike. Dafne: boina
($ 120)Kangol, remera($ 80) y short($ 150), todo de NY. Ojotas($20). Gafas ($ 240) Vogue.
Eliana, 17 años y es de Neuquén. Vestido($ 300) Zara, cartera ($ 200) comprada en
una feria americana de Avellaneda. Los zapatos son un regalo de una tía.
Marisca , 27 años, es finlandesa. La musculosa ($ 20) la consiguió en las calles de Helsinki
y pollera ($ 80)de una firma española. Cartera vintage ($ 35) de un local de Buenos Aires y
ojotas ($ 25) de una marca de la calle Corrientes. Gafas ($ 50), también compradas en Helsinki.
Homero, 26 años. remera ($ 250) y bermudas ($ 300) todo comprado en Brasil. Zapatillas
($ 400) no recuerda la marca. Las gafas se las prestó un amigo.
Producción:
Nicolás Peralta
Fotos:
Claudio Herdener
14/ vitamina c
14.03.10
L
os griegos, los egipcios y los persas usaban guantes, también los romanos en
los pugilatos, y en el
siglo IV para los
caballeros significaba un símbolo
de lujo. Durante la Edad Media, la
armadura de los hidalgos incluía
manoplas de acero y, en esa misma
época, las reglas de la etiqueta no
permitían que los usen las damas,
que recién empezaron a llevarlos
en el siglo IX, cuando se comenzaron a fabricar en todo tipo de pieles y telas. Hasta por lo menos principios del
siglo XX, llevar guantes fue obligatorio para toda mujer que se preciaba de
elegante.
El simbolismo inicial ya no tiene el mismo valor, diseñadores como Dior, Versace,
Kenzo o Lacroix sacaron a los guantes de la alfombra roja para introducirlos en
las líneas Prêt-à-porter y hoy son un simple accesorio para cubrirse del frío. Sin
embargo, hay imágenes que los tuvieron como protagonistas que aun siguen siendo inolvidables: la de Rita Hayworth en Gilda, cuando de a poco se quitaba un
guante negro y blanco; o Marilyn Monroe en Los hombres las prefieren rubias,
con un vestido de satén rosa y unos largos guantes haciendo juego que la volvían
muy sexy; o Audrey Hepburn cuando se convirtió en la reina de la elegancia en
Desayuno en Tiffany con un collar de perlas, su vestido y unos largos guantes,
todo de satén negro.
Son gauchitos cuando empiezan los fríos de invierno, sin más bien accesorios que
derrochan glamour. En el país, una firma que sabe de guantes es Lázaro. La familia fundadora, los Nielawicki, hace 60 años iniciaron su actividad comercial fabricando solo guantes de cabritilla y recién comenzaron con las carteras 20 años
después, cuando este accesorio dejó de ser una moda masiva. Lia Nielawicki, la
esposa del fundador, no se cansa de recordar que en la década del 50 las mujeres
iban en colectivo con sus guantes de cabritilla blanco, pero con los años empezaron a quedar guardados en el placar.
Cada temporada estival, la moda, con sus caprichos, los vuelve a rescatar, pero
hace tiempo que no están tan presentes como ahora, en casi todas las colecciones
de invierno que por estos días se están presentando en
Buenos Aires y que, por lo que se vio, vienen en la versión
más elegante: el cuero y con toques rockeros. Lázaro, por su
lado, nunca dejó de hacerlos en este material, tiene en negros
a $ 170 y rojos, marrones y rosas a $ 189. Durante la reciente
edición de BafWeek, en las pasarelas en las que se mostró la
tendencia del invierno 2010, varias marcas mostraron los
suyos. En el desfile de Uma, por ejemplo, se pudo ver un
modelo en cuero, largos y con tachas ($ 398), y en la presentación de la nueva colección de De La Ostia en el
Paseo Alcorta las modelos llevaron puestos dos versiones, unos en negro con volados y botones forrados ($
280) y unos mitones muy cancheros sin dedos y también
en cuero ($ 220).
Las reglas del protocolo social con respecto al uso de
guantes son estrictas: no agitarlos ni jugar con ellos,
no entrar a sitios cerrados y muchos menos sentarse
a la mesa con ellos puestos, y tampoco saludar ni
recibir algo con las manos cubiertas. Pese a las restricciones, volvieron los guantes, parece, para quedarse.
Dato snob
Dejate
los guantes
puestos
BUSCADOR
DIEGO PARUELO
Ana Prada presenta su último disco
DE URUGUAY CON AMOR
Y SENSIBILIDAD
D
e haberse quedado en su Paysandú natal,
Ana Prada hoy tendría encerradas en su guitarra esas canciones que deslumbraron, por
orden de aparición, a su primo Daniel Drexler y a
Carlos Casacuberta. Tampoco sería psicóloga, pero
mejor hablar de vocaciones verdaderas. Aunque sí
hubiese sucedido algo imperdonable: que su hermosa voz quedara solo para las guitarreadas familiares. Pero no: Drexler le dio coraje y Casacuberta,
organización. Así, por consejo del primero soltó su
canto, se enlistó en el cuarteto vocal La Otra, fue y
es coreuta de “Rada para niños”; y gracias al segundo editó su álbum debut en solitario, Soy sola
(2006), envuelto en aires camperos y puerta de
salida de temas como “Tierra adentro” y “Brillantina de agua” (esos mismos que deslumbraron a
Liliana Herrero).
No era poco lo que Ana atesoraba: esa voz
“cantarina y parlante” (según define en
“Dulzura distante”), sensibilidad para las
letras —herencia de una infancia envuelta en
cuentos y relatos orales que la hacían irse a
dormir imaginando historias— y paciencia
uruguaya para dar los pasos necesarios con
firmeza y, claro, sin apuro.
Para Soy pecadora (2009), su segundo disco,
Prada hizo visera con una mano mientras con la
otra saludaba a la autora diletante del primero, en
elegante retirada. “Los santitos huyen de mi
agenda”, descerraja en el comienzo de un trabajo
si se quiere más urbano, si se quiere más crudo,
seguro que más directo. El mismo que mostró en
Europa y que presentará en el ND/ Ateneo. Una
oportunidad para conocer a la linda de Ana y sus
canciones, hoy un poco más confesionales y
siempre irresistibles.
Soy pecadora de Ana Prada: sábado 27 de marzo a
las 23 en ND/ Ateneo (Paraguay 918). Entradas
desde $40 por www.plateanet.com.
Alianza Pony-Kostüme
ROPA STREET CON DISEÑO ARGENTINO
U
El accesorio del
invierno. Las marcas
locales presentaron sus
looks, en la mayoría están
presentes los guantes.
na de ellas es una marca deportiva icónica de los 80, Pony; y la otra, una de las etiquetas más vanguardistas de la Argentina desde que, a partir de 2001, aparecieran en el mercado los nombres propios del
diseño local. Se trata de Kostüme, la firma fundada por los diseñadores Camila Milessi y Emiliano
Blanco, una dupla creativa que se entiende a la perfección y pareja, además, fuera de la moda. Ambas firmas,
Pony y Kostüme, acaban de mostrar en la última edición de BafWeek (el encuentro fashion más convocante
de la Argentina) una minicolección realizada en colaboración. Se trata de una línea que incluye prendas
tanto para hombre como para mujer: pantalones, remeras, canguros, camperas de cuero y calzado. Los diseñadores trabajaron a partir del logo de Pony, que es como una V y lo aplicaron en las diferentes tipologías, con
el fin de armar una colección street cool; en castellano, ropa cómoda para usar todo el día pero con toques de
diseño y texturas creadas especialmente por esta firma que tiene muy en claro sus conceptos: hacer ropa
neta, pura y funcional. Las prendas están hechas mayoritariamente en cuero, algodón con spandex y algo de
viscosa en remeras; todo en tres tonos: negro, blanco y gris.
El resultado de la alianza es una propuesta sencilla pero vanguardista, donde se puede apreciar muy bien el
espíritu de las dos marcas. Los precios no son para nada delirantes: hay pantalones desde los $280, remeras
entre $ 180 a $ 350, canguros en $ 550, botas altas de cuero $ 680 y botas bajas $ 420. Todo se consigue en
el local de Kostüme (República de la India 3139) y en las tiendas de Pony.