La larga historia de la alfarería en Sorbas
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La larga historia de la alfarería en Sorbas
Número 10 Especial Alfarería de Sorbas Editada por la Sociedad de Amigos de Sorbas Índice Número 10 - Verano 2004 Especial Alfarería de Sorbas CONSEJO DE REDACCIÓN Ana Mª Rodríguez Agüero Rosa Mª Piqueras Valls Miguel A. Moreno Mañas Andrés Pérez Pérez Eulogio López Cayuela Enrique González Pérez Felipe M. Alcaraz Guzmán COLABORACIÓN EN ARTÍCULOS Antonio Gil Albarracín Angeles Castillo Pedro Soler Valero Carmen Pinteño Asociación de Mujeres Villa Cariana FOTOGRAFÍAS José Ayala García, Familia García Muñoz, Simón García Alpañez, Juan Mañas García, Pedro Soler Valero, Juan Grima Cervantes, Fernando Vega, Andrés Pérez Pérez, Francisco José Contreras, Tadea Requena González, Pepe y Antonio Cabezas, Maribel Requena Contreras, Desideria Contreras, Sebastián Requena Salvador, Miguel Fenoy Sánchez, Juana Fernández, Rosa Ayala Requena, Ana (viuda de Joaquín Fenoy), Focosur, Paco Menchón, Angelita Pérez, Antonio Gil Albarracín, Isabel Codina, Fotos Zamora. DIRECCIÓN Andrés Pérez Pérez COORDINACIÓN Ana Mª Rodríguez Agüero Diego Contreras Contreras EDITA Sociedad de Amigos de Sorbas C/ Aire nº 1 04270 Sorbas (Almería) Editorial ........................................................................... 3 · La larga historia de la alfarería en Sorbas ............................4 Autor: Antonio Gil Albarracín · Infraestructuras y Proceso Alfarero....................................10 Autor: Andrés Pérez Pérez · La decoración y el color en la alfarería de Sorbas ................25 Autor: Pedro Soler Valero · Piezas Alfareras ..............................................................27 Andrés Pérez Pérez · Barrio de Las Alfarerías de Sorbas .....................................41 Autor: Ángeles Castillo · Sobre Las Alfarerías ........................................................42 Autor: Pedro Soler Valero Familias alfareras de hoy: · Los Mañas......................................................................46 · Los Simón (García) .........................................................53 Autor: Ana Mª Rodríguez Agüero y Andrés Pérez Pérez Familias alfareras del siglo XX DIRECCIÓN ELECTRÓNICA www.amigosdesorbas.com E-mail: [email protected] · Los Ayala .......................................................................60 DEPÓSITO LEGAL AL.213-2000 · Los Madriles (Requena) ...................................................70 MAQUETACIÓN ENARA ([email protected]) IMPRESIÓN Escobar Impresores S.L. El Ejido · Almería PORTADA Foto del Barrio de las Alfarerías (Fotografía cedida por Familia García Muñoz) CONTRAPORTADA Cartel de la I Feria de Artesanía de Sorbas · Los Fenoy ......................................................................66 · Los Requena Cayuela ......................................................75 Autor: Ana Mª Rodríguez Agüero y Andrés Pérez Pérez · Fiesta de las ollas ...........................................................77 Autor: Ana Mª Rodríguez Agüero · Arte y Alfarería: Mi amigo Pedro Soler ...............................78 Autor: Carmen Pinteño · Fotos para el recuerdo .....................................................80 «El Afa» Autoriza la reproducción total y parcial de sus artículos siempre que sea citada la fuente. «El Afa» No hace necesariamente suyas las opiniones y criterios expresados por sus colaboradores. · Las Gachas. Comida inseparable del Perol de barro..............82 Autor: Asociación de Mujeres Villa Cariana · Revistas publicadas .........................................................83 3 Editorial Son ya cuatro años los que ha cumplido esta publicación y 10 los números publicados, desde su inicio teníamos una deuda pendiente con nuestra Alfarería. Empresa complicada que requería una gran labor de investigación y documentación. Pasaron los años y dicho proyecto seguía sin abordarse. Desde la Sociedad de Amigos de Sorbas hemos sido siempre conscientes sobre la trascendencia que este oficio ha tenido y tiene en nuestro pueblo, y por lo tanto no podía ser abordado de manera puntual en uno de los artículos de esta revista. Fue así como apostamos por la realización de una revista dedicada de forma monográfica a los Alfareros de Sorbas y al Barrio de Las Alfarerías. El trabajo ha resultado laborioso, a la vez que apasionante y enormemente enriquecedor para las personas que hemos participado de forma directa en el mismo. Conforme avanzaban los trabajos de investigación por diferentes archivos, entrevistas con alfareros y vecinos que tuvieron alguna relación con ellos, la búsqueda y realización de fotografías etc. nos dábamos cuenta que la envergadura del proyecto casi desbordaba la capacidad actual de nuestra asociación, y que este monográfico debe ser sólo el primer paso para la elaboración de un libro posterior que dignifique definitivamente el oficio Alfarero que ha dado renombre históricamente a nuestro pueblo. El monográfico que tienes en tus manos ha pretendido abordar la alfarería desde muy diferentes facetas, por un lado los antecedentes históricos desde el siglo XVI hasta la actualidad, pasando por los diferentes procesos a los que se somete el barro desde la cantera hasta que se elabora la pieza. Se han documentando el máximo número de piezas utilitarias y exclusivas que se han fabricado en Sorbas, así como unos breves apuntes sobre las vivencias que tuvieron artistas como Pedro Soler o Ángeles Castillo en este barrio de Las Alfarerías. Una parte importante de esta obra se dedica a las familias alfareras actuales y a aquellas de las que aun se tiene memoria, en su mayoría nos remontamos a los últimos 70 años. Pedimos disculpas de antemano, ya que somos conscientes de que habrá omisiones, y también habrá información incompleta por falta de informadores, ya que nos hemos encontrado con la dificultad añadida de que muchas familias sufrieron la lacra de la emigración y hoy se encuentran repartidas por todos los rincones del planeta. No hemos querido dejar pasar la ocasión de dedicar unas páginas, de la mano de la pintora indaliana Carmen Pinteño, a nuestro amigo y compañero Pedro Soler por la creación y decoración de piezas elaboradas por los Simón, que él decora creando una obra nueva, original, diferente y con el estilo que este afamado artista sorbeño imprime a su producción artística, y que de alguna forma supone una aportación más en la historia de nuestra alfarería. La producción de piezas utilitarias, especialmente refractarias ha sido una constante en nuestra historia, quebrada por la llegada de nuevos materiales como el plástico, vidrio o metal, sin embargo algunas recetas de nuestra cocina, como son las Gachas, han salvado la producción de una pieza como es el perol que de lo contrario habría desaparecido. Por último mantenemos nuestra sección de fotos para el recuerdo, esta vez dedicada a esas piezas alfareras que históricamente nos han acompañado en nuestra vida cotidiana y quedaron reflejadas en fotografías. La Junta Directiva. 4 LA LARGA HISTORIA DE LA ALFARERÍA EN SORBAS Antonio Gil Albarracín Doctor en Historia Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artesde Nuestra Señora de las Angustias de Granada Mi agradecimiento a Andrés Pérez, director de El Afa, y a la Sociedad de Amigos de Sorbas por haber rea lizado el trabajo de documentación imprescindible para la redacción de este artículo. La transformación de la arcilla mediante un proceso físico-químico en cerámica fue uno de los descubri mientos ligados a la revolución neo lítica. Desde entonces, hasta el des cubrimiento del plástico, fue utilizado como recipiente más idóneo para el almacenamiento y conservación de líquidos, granos y similares, así como para utillaje de cocina, por su resis tencia al fuego, y como vajilla do méstica, entre otros usos. La importancia de la cerámica hizo que cada comunidad acentuase la división social del trabajo especia lizando a alguno o algunos de sus miembros y dedicándolo a la producción cerámica ya desde la antigüedad, siendo una de las pocas actividades industriales que se desa rrollaban en pueblos cuya economía dependía normalmente de la agricul tura. La notable presencia de cerámica en los yacimientos arqueológicos es un índice de la importancia que tuvo la cerámica en aquellas sociedades y su especialización, según las épocas y las culturas, la convierte en un importante instrumento para lograr una aproximación a la cronología del yacimiento estudiado; de ahí la im portancia que ha cobrado el estudio de la cerámica entre los arqueólogos y la precisión de las clasificaciones de tipos y barros como instrumentos de apoyo de la arqueología. EL APEO Y REPARTIMIENTO DE LAS ALFARERÍAS DE SORBAS Centrándonos en el municipio de Sorbas, es muy probable que la tradición alfarera, dadas las excelen tes arcillas existentes en el término, se remontara a la llegada de los pobladores portadores de rudimentos culturales neolíticos, con su bagaje agrícola y sus conocimientos genéri cos que necesariamente adaptarían Dibujo de Sorbas en el Catastro de Ensenada. 1752 al territorio. Naturalmente también emplearon la cerámica los pobladores de Sorbas durante las edades antigua y medieval, pero la falta de estudios arqueológicos adecuados impide co nocer con precisión casi nada de aquellas etapas y cualquier afirmación referida a las mismas resulta aventurada, mientras no se desarrollen los citados estudios, por lo que nos atendremos exclusivamen te a las noticias que se hallan docu mentadas a partir del siglo XVI. Las noticias más antiguas obteni das hasta ahora relativas a la alfarería en Sorbas aparecen a su Libro de apeo y repartimiento, que desde hace poco se puede consultar en el Ayuntamiento tras un largo periodo en manos privadas. La información incluida en el mismo fue proporcio nada por diversos seises o conoce dores a los que el escribano Antón de Pareja, juez comisionado para dichos autos, tomó juramento en los siguientes términos1: En la villa de Sorbas a onze días del mes de Junyo de myll e quinientos 5 Plano de Sorbas del Diccionario Geográfico de Pascual Madoz.1855 estando junto a una almadrava de cantarería e a otro molino e almacara de azeite questan junto a la dicha villa de Sorbas e cerca de la fuente del pueblo que la cantarería fue de Alonso Alfacar y la almaçara de Diego Alguacil moriscos. En continuación de las dichas posesiones el dicho señor juez en nombre de su Magestad y en virtud de sus rreales provisiones dixo que tomaba e tomo la posesión rreal abtual belcasi de las dichas almadravas e almacara en nombre de las demás almadravas de texa e ladrillo e almacaras de azeite que en la dicha villa e su termyno tenyan e poseían moriscos alçados e llevados deste rreyno y en señal de que toma la dicha posesión quieta e pacífica mente, entró en la dicha almadrava 76v e almaçara e se paseó por cada una de ellas hizo abtos de posesión e aprehendiéndola e pidió se le dé por testimonyo como él toma la dicha posesión quieta e pacíficamente, y setenta e tres años. Por ante my el dicho escribano el dicho señor Antón de Pareja, Juez admynistrador de la hazienda de su magestad, rrecibió juramento según forma de derecho de Diego Hayon e Alonso Orcos, moriscos seises de esta villa e de Antón Rruiz Navarrete e Alonso Navarrete, cristianos viejos vezinos de esta villa. Los citados seises prometieron declaración auténtica de todo aquello que supieran y a lo largo del apeo fueron preguntados por la almadraba de teja y ladrillo o cantarerías que había en dicha población y respon dieron que había dos, ambas propie dad de moriscos, de las cuales se tomaría posesión el 21-11-1573, según nos informa el siguiente registro2: Posesión de almaçaras y alma dravas E después de lo susodicho, en este dicho día mes e año dichos 1 2 3 4 A.M. A.M. A.M. A.M. SORBAS: SORBAS: SORBAS: SORBAS: Apeo Apeo Apeo Apeo y y y y repartimiento repartimiento repartimiento repartimiento de de de de Sorbas, Sorbas, Sorbas, Sorbas, f. 64v. ff. 67, 76-76v. ff. 78v-81v. ff. 225v-228v. según e de la forma e manera que al derecho de su Magestad mas con venga e yo el dicho escrivano doy fee que el dicho Señor Juez tomó la dicha posesión e la aprehendió sin contradición de persona alguna. Dicha acción legal se produjo, como bien dice, en la inmediación del Molino de Mena y los Caños, pero sólo se cita la almadraba de canta rería que había sido propiedad del morisco Alonso Alfacar, sin que apa rezca referencia al propietario de la otra existente en la población. Nue vamente aparecen citadas las canta rerías dando nombre a unos secanos inmediatos a los pagos de Golayca, entre las propiedades que se entre garon a Bartolomé de Atencia y a Juan de Almena el Mozo, veamos cada uno de los registros. Al poblador Bartolomé de Atencia se le entregó en su suerte la siguiente propiedad3: Pago de Golayca. Dioselé en el Pago de Golayca dos tahullas de tierra de riego en dos vancales e una parata tiene doze morales e seis moreras que criarán tres quartas de sedas y tres olivos alinda con un pedazo de tierra del concejo desta Villa y con el Camino que viene a Sorvas y el Río con los secanos de la cantarería por la parte alta. Esta Cantarería citada como linde es probablemente distinta a la ya citada del pago de los Caños, sobre la cual se hizo la posesión general de todas las existentes, así como de las almazaras para la fabricación de aceite, como se ha citado. Desgra ciadamente aparecen varios pagos de Golayca en las inmediaciones de Sorbas, pues también figuran la Go laica del Gazi o Gazil, la Golaica de la Seda y la Golaica de Ocaibas, y los datos que proporciona el citado documento no permiten su localización precisa por ahora. El mismo secano de la Cantarería aparece citado en una de las propie dades entregada a Juan de Almena El Mozo, naturales de Medinaceli, en cuya suerte figura en el4: Pago de Golaica Cupo en el Pago de Golaica del Gazi que es donde está el almazara la Primera suerte de dicho Pago que está en quatro Vancales e dos Para tas, tiene diez y siete morales, que 6 Fuente de los Caños. Portfolio de España. 1909 criarán una onza de seda, y una morera, alinda por la parte de arriva con el secano de la Cantarería y por la Parte de abajo con el Río y por el un lado con el almazara y por el otro con suerte de Luis Guillen tiene dos tahúllas de tierra de Riego. Desgraciadamente por ahora no hay dato que nos permitan conocer si dichas cantarerías fueron inmedia tamente puestas en funcionamiento por los nuevos pobladores de Sorbas o pasaron largo tiempo sin que fueran aprovechadas por los habitantes que substituyeron a los moriscos expul sados tras su rebelión. Tras un largo periodo sin noticias localizadas, nuevamente a mediados del siglo XVIII hallaremos documentación que nos permita in dagar sobre la importancia de la alfarería en la vida cotidiana y en la economía de los habitantes de Sorbas. LA ALFARERÍA A MEDIADOS DEL SIGLO XVIII Las declaraciones realizadas en 1752 para el Catastro de la Ensenada presentan una información detallada que, a veces, resulta contradictoria en diversos aspectos, detengámonos brevemente en su análisis. En las preguntas del interrogatorio genérico fueron enumeradas las ac tividades industriales existentes en Sorbas indicando que había 16 per 5 6 7 8 A.H.P.AL.: E-108, s. A.H.P.AL.: E-108, ff. A.H.P.AL.: E-108, ff. A.H.P.AL.: E-108, ff. f. 49, 152. 87, 157. 64v, 490-491. sonas que desarrollaban los siguien tes oficios5: - Tres Maestros de Albañiles a los que se les regula de utilidad a cada uno quinientos reales - Dos sastres y se les consideran doscientos reales - Un herrero, y herrador y se le regula por uno, y otro, dos mil y doscientos, - Un carpintero y se le considera ochocientos reales de vellón. - Un texedor de lienzo cuatrocien tos y cincuenta. - Asimismo hay seis maestros de Alfarero y se les regula de utilidad quinientos reales a cada uno, todos los cuales trabajan por si solos sin oficiales ni aprendices y la mitad del año, por cuya razón se les hace esta consideración - Y también hay una o dos personas que. tienen yuntas de vacas o bueyes y éstos suelen darlas a peonadas en Arrendamiento a el año a quienes le regulan de utilidad por cada una siendo de vacas ciento y cuarenta reales, y de bueyes ciento y ochenta. En definitiva, más de una tercera parte de los habitantes de Sorbas dedicados a actividades industriales estaban dedicados a la producción alfarera, aunque de industria tal como se emplea en dicho documento es muy distinto al derivado de la revolución industrial que utilizamos en la actualidad; en realidad los alfareros indicados debían de desa rrollar actividades artesanales en las que no se empleaban oficiales ni aprendices, como se indica en el registro correspondiente. Además, para mayor confusión, el número de declaraciones en la que se indica expresamente que la per sona referida es alfarero, exclusiva mente o junto a otra actividad, es de siete, como enumeraremos a continuación, y en el resumen del producible secular de dicha declaración figuran ocho personas; probablemente la confusión en el número proceda de haber computado a alguna de las personas por otra actividad económica distinta de la alfarera, siendo los criterios emplea dos en cada caso distintos y en ello debe de estar el origen de la variación señalada. En definitiva los alfareros localiza dos ordenados alfabéticamente por su primer apellido son los siguientes: - Diego Guerrero García. Labrador y Maestro de Alfarería, de 48 años, casado con Catalina Fernández, de la misma edad, eran sus hijos Diego, Juan, José, María e Isabel; poseía una casa, en la que vivía, y dos vacas de arada; asimismo disponía de un sirviente llamado José García 6 . - Sebastián Guerrero. Maestro de Alfaharero, de 40 años, casado con Ana Bárbara Alpañez, de 25, tenían por hijo a Francisco Antonio, de un años; poseía una casa en Sor bas, arruinada por imposibilidad del dueño. Se le estimaron 500 reales de su trabajo como alfarero y el corto producto de 2 reales y 4 maravedís de un secano7. - Juan de Mañas. Maestro de Alfaharero y Labrador, de 48 años, casado con Jerónima Camacho, de 38; tenía un sirviente llamado Pedro José, de 21 años. Además de una casa para vivienda en la población tenía otra casa alfaharería en el pago del Cercado, además poseía diversas tierras de huerta en Cariatiz y de secano, así como dos vacas y una burra para su servicio 8 . - Tomás de Mañas. Labrador y Alfarero, de 55 años, casado con Ana García Cabezas, de 50, tenían por hijos a Felipe, Juan, Sebastián, Tomás, Francisco y Cristina. Habitaba en Sorbas en una casa de su propie 7 dad y poseía una casa alfarería en el Partido del Cercado, inmediata a la población, una huerta en el Afa y una casa cortijo y diversas propieda des en Cariatiz9. - Nicolás de Peralta. Alfarero, jornalero y Albañil, de 64 años, ca sado con Ana de Albacete, de 54. Se le consideraron de utilidad 500 reales anuales como Alfaxarero y otros tantos como maestro de albañil10. - Bernardo Requena. Alfarero, no figura en la relación del vecindario secular, aunque si en la declaración como Alfaharero, por la que le fueron regulados 500 reales de vellón de producción anual, ascendiendo otros ingresos que no se relacionan a 40 reales de vellón11. - Juan Requena Gómez. Maestro de Alfaxarero, de 53 años, casado con María Martínez, de 56; vivían a su cargo Catalina Rubio, de 3 años, su nieta, Juana Martínez, de 60, su cuñada, y Sebastián Martínez, de 15, su sirviente. Habitaba en una casa en el partido de la Almazara y poseía otra media casa en el mismo partido que sólo servía para Alfaxa rería; además poseía algún trance de huerta en el mismo pago y un secano que lindaba con la Escalerilla de la Cantería, regulándosele asi mismo 500 reales de vellón anuales por el citado oficio de alfarero12. Las arcillas empleadas por los alfareros de Sorbas debían de hallar se a cierta distancia de la población pues los maestros de alfarería, co lectivamente eran propietarios en el13: Partido del Algibico Una pieza de tierra de secano a el partido del Aljibico distante del pueblo medio quinto de legua propia de los maestros de Alfaharería consistente en veinte fanegas de tercera calidad, linda por levante con Agustina de Herrera, por el sur matorral del común y por poniente y norte con el Río. Dicho secano es muestra de que debía de existir una asociación gre mial con una única propiedad cono cida que era esta tierra, cuyo pro ducto anual era de 165 reales de vellón y 30 maravedís. Además los alfareros pagaban al 9 10 11 12 13 14 Vista de las Alfarerías. Portfolio de España. 1909 Duque de Alba en aquellas fechas un censo anual de 18 reales de vellón y 12 maravedís por la tierra para la fábrica de ollas, sin mayores preci siones. En resumen, en Sorbas se locali zan a mediados del siglo XVIII dos llanos de las Cantarerías: - Uno junto a la Ermita de San Roque. - Otro en el Pago de la Almazara. Es de suponer que en cada uno de ellos existirían sendos hornos y a ellos acudirían todos los alfareros; el Catastro de la Ensenada describe diversos alfares: - Uno de Juan Requena Gómez en el Pago de la Almazara. - Otros dos alfares eran de Juan y Thomás de Mañas, se situaban en el Pago del Cercado. Desgraciadamente la documentación consultada no aporta datos sobre la ubicación de los demás alfares existentes en el municipio, pero de ella se deduce que las casas de la población se situaban en la parte alta del pueblo, accediendo al mismo por la Puerta del Lugar; por el contrario, en el actual barrio de Las Alfarerías sólo se hallaba la Er mita de San Roque, el llano de la Alfarería, un cortijo de campo y tie rras de secano y regadío, un pano rama que probablemente cambiaría durante la segunda mitad del siglo XVIII incrementándose notablemente el número de instalaciones, como veremos a continuación. Durante la segunda mitad del siglo XVIII se debió de producir un proceso de concentración alfarera, al menos en 1785 está documentado que14: En la villa de Sorbas... consta haber una fábrica de mucha extensión de loza basta inferior para el uso de cocina y fogón, en la que se emplean directamente cincuenta hombres, advirtiendo que en este territorio no se conoce alguna fábrica sino en Guadix, de que no se pueden regular las piezas que se fabrican a el año por ser unas grandes y otras muy pequeñas. Carecemos de noticias que nos permitan conocer las circunstancias en la que surgió dicha fábrica, las consecuencias que tuvo para la alfa rería de Sorbas, ni los motivos de su fracaso, pues dos décadas más tarde ya no existía, como se verá a continuación. LA ALFARERÍA DE SORBAS EN EL SIGLO XIX Del interesantísimo viaje realizado por Simón de Rojas Clemente Rubio por diversas provincias andaluzas A.H.P.AL.: E-108, ff. 87, 170-172. A.H.P.AL.: E-108, ff. 82v, 137. A.H.P.AL.: E-108, f. 455. A.H.P.AL.: E-108, ff. 66v, 552-554 A.H.P.AL.: E-108, f. 254. A. M. DE ALMERÍA: Leg. 21, d. 7, s. f. GIL ALBARRACÍN, Antonio: Arquitectura y tecnología popular en Almería. G.B.G.EDITORA. Almería, 1992, p.78. 8 las páginas de su diario relativas al 27-8-1805 en las cuales narra su traslado desde Níjar a Sorbas inclu yeron la siguiente anotación 15 : En Sorbas es una de las cosas más notables las fábricas de vidriado (son 15) para ollas, cazuelas y otras vasijas de fuego, que salen para hasta Málaga, Baza, Guadix, Cue vas... Traen la arcilla de un cuarto de hora del pueblo, a la derecha del camino de Lubrín; cuecen la vasija o la caldean, la barnizan con el alco hol, la cuecen de nuevo. Si se supri me la primera cochura sale una vasija mala. De lo que se deduce que la alfa rería de Sorbas, ya antes de la Guerra de la Independencia era una actividad que superaba el ámbito local y se comercializaba en otras poblaciones del Reino de Granada. La situación se había incrementado notablemente a mediados del siglo XX pues el informante de Madoz, además de relacionar la Ermita de San Roque en el barrio de las Canta rerías, indicó en el apartado de in dustria y comercio de Sorbas que16: Existen 24 fábricas de alfarería, cuyos productos son muy apreciados por su buena calidad, y se extraen para la prov. de Jaén, Granada y Murcia, embarcándose á las veces para otros puntos más distantes en el puerto de Almería. En algunas partes llaman á las vasijas de estas fábricas ollas de arena, por ser de tierra arcillosa y refractaria, de la cual se han hecho crisoles con buenos resultados: la tierra está dentro de la jurisdicción, y la veta de ella abraza muchas fanegas, de modo que puede decirse inagotable. En realidad Sorbas con sus 24 alfarerías era hacia mediados del siglo XIX el principal centro alfarero de la provincia de Almería, seguido muy de lejos por Almería y Cuevas con 10 alfarerías cada una, Vera con 8, Níjar con 5 y Albox con 4, presen tando cantidades inferiores los res tantes núcleos alfareros de la provin cia hasta completar los 14 existentes en dicha fecha17. LA ALFARERÍA DE SORBAS HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XX En las primeras décadas del siglo XX debió de alcanzarse el cénit de la alfarería sorbeña, pues aunque en el Anuario Riera aparecen relaciona das trece alfarerías, que se repiten en algunos casos como autores de objetos refractarios, como puede conocerse a continuación18: Apellidos y Nombre Ayala Menchón Jerónimo Lario Cabezas Juan Pedro Lario Cano Juan Lario Mañas Juan (Simón Julián) (Bisabuelo de Juan Simón) Lario Mañas Francisco Mañas Mañas Pedro Mañas Pérez José (Padre de Juan Mañas Sese) Mañas Sese Juan (Hijo de José Mañas Pérez) Martínez Martínez Juan Requena Domínguez Benito Requena Francisco Sebastian Requena García Antonio Requena Mañas Benito Requena Mañas Juan Requena Mañas Miguel Requena Romera Juan Requena Sesé Benito Requena Sese José Sánchez Soler Diego Sánchez Soler Juan 15 16 17 18 19 Edad Domicilio Alfarerías Ayala (Jerónimo) Ayala (Juan) Lario Cano ( Juan) Lario ( Francisco) Lario (Juan P.) Mañas (José) Requena ( Antonio) Requena ( Benito) Requena ( Damián) Requena (Francisco) Requena ( Juan) Sánchez (Juan) Simón (Juan) Objetos Refractarios Ayala (Juan) Larios (Francisco) Mañas (José) Requena (Antonio) Requena (Damián) Sánchez (Juan) Simón (Juan) En realidad sólo aparecen media docena de apellidos: Ayala, Lario, Mañas, Requena, Sánchez y Simón. Más completas resultan las rela ciones de los censos electorales co rrespondientes a las etapas de la restauración, sirva de ejemplo el censo electoral de 1908 en el que aparecen los siguientes alfareros y un tejero19: 48 Canalejas, 30 30 San Roque, 45 75 La O, 14 Alfarero Alfarero Alfarero ¿Sabe leer y escribir? Si No No Si Si (Alfarero en archivo iglesia) Si No Si 40 Olivo, 41 Alfarero Si Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero No No No No No Si No Si No No No No 45 58 55 77 50 31 35 40 77 50 68 40 38 60 72 52 61 Profesión Rambla del Chive San Roque, 55 San Roque 41 San Roque, 13 Fuente, 3 Olivo 43 San Roque, Entrada 3 Entrada, 5 San Roque, Entrada, 6 Olivo, 35 San Roque, San Roque, San Roque, Olivo, 21 Olivo, 33 32 29 37 18 20 Alfarero Alfarero Alfarero Propietario CLEMENTE RUBIO, Simón de Rojas: Viaje a Andalucía. Historia Natural del Reino de Granada (1804-1809). G.B.G.EDITORA. Almería-Barcelona, 2002, pp. 673-674. GIL ALBARRACÍN, Antonio: El viaje científico de Simón de Rojas Clemente Rubio en 1895 a Sorbas, El Afa, 5. Sorbas, verano 2002, p. 9. MADOZ, Pascual: Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, 1845-1849. T. XIV, s. v. Sorbas. GIL ALBARRACÍN, Antonio: Arquitectura y tecnología popular en Almería. G.B.G.EDITORA. Almería, 1992, pp.77-79. ANUARIO RIERA. Guía Práctica de Industria Comercio de España. Casa editora Centro de Propaganda Mercantil. Almería, Sorbas 1901, pp. 66-67. ARCHIVO DE LA DIPUTACIÓN DE ALMERÍA: Censo electoral de 1908. 9 En el censo electoral de 1913 figuran las siguientes personas relacionadas con la alfarería 20 : Apellidos y Nombre Cintas Sánchez Juan Ayala Menchón Jerónimo Lario Cabezas Juan Pedro Lario Mañas Francisco Lario Mañas Juan (Simón Julián) (Bisabuelo de Juan Simón) Mañas Mañas Pedro Mañas Sese Juan (abuelo de Juan Mañas García) Martínez Martínez José Requena Cayuela Benito Requena Domínguez Benito Requena Francisco Sebastián Requena García Antonio Requena Mañas Benito Requena Mañas Juan Requena Mañas Miguel Requena Romera Juan Requena Sesé Benito Requena Sese José Sánchez Soler Diego Sánchez Soler Juan A los censos de 1908 y 1913 se ha añadido el nombre de José Mañas Pérez, que figura como propietario en dichos censos, pero figura como alfarero en el Archivo de la Parroquia Ayala Clemente Francisco Ayala Llorente Juan Fenoy Fenoy Juan Lario Mañas Francisco Mañas Sese Juan Mañas Ayala, Juan Requena Mañas Benito Requena García José A. Requena García Juan Requena Cayuela José Ayala Llorente Juan Mañas Ayala, José Requena Mañas Damián 20 21 22 23 Profesión Tejero Alfarero Alfarero Alfarero Propietario San Roque, Olivo, 41 Olivo 43 San Roque San Roque, Entrada 3 Entrada, 5 San Roque, Entrada, 6 Olivo, 35 San Roque, San Roque, San Roque, Olivo, 21 Olivo, 33 Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero Alfarero 45 32 29 37 18 20 Edad Domicilio 65 34 50 72 63 32 85 57 31 35 San Roque, 3 San Roque, 13 San Roque, 26 Canalejas, 19 Olivo, 3 Olivo, 2 San Roque, 31 Entrada, 16 Entrada, 5 San Roque, 29 Edad Domicilio 51 Olivo 41 Olivo 37 San Roque ¿Sabe leer y Si No No Si Si (Alfarero en archivo iglesia) No Si No Si No No No No Si No Si No No No No de los censados. Sin embargo el analfabetismo había prácticamente desaparecido en el censo electoral de 1930, como se puede observar a continuación21: Profesión ¿Sabe leer y escribir? Alfarero Si Alfarero Si Alfarero Si Alfarero Si Alfarero Si Alfarero Si Alfarero No Alfarero Si Alfarero Si Alfarero Si Juan Fenoy Fenoy como componente de la U.G.T.; dicha corporación había sido nombrada el 24-11-1936 a ins tancia del Gobernador Civil de Al mería Gabriel Morón, formando parte de la misma el alcalde de U.G.T., cuatro concejales de U.G.T., dos del P.C.E., dos de las J.S.U. y cinco de la U.G.T., en total 14 miembros22. Tras la Guerra Civil, los censos Apellidos y Nombre Curiosamente figura en el citado censo Juan Ayala Llorente, uno de los alfareros que, en representación del P.C.E., había formado parte Con sejo Municipal de Sorbas durante la 36 46 37 26 41 46 83 56 74 46 44 66 72 58 67 Domicilio Rambla Chica San Roque, 55 San Roque 41 Canalejas, 30 Fuente, 3 de Sorbas. Igualmente resulta destacable en los citados censos de 1908 y 1913 en notable número de analfabetos, que superaba ampliamente el 50 % Apellidos y Nombre Es evidente que el número de alfareros había descendido notable mente, como tantos otros oficios, en aquella etapa inmersa en la crisis de 1929. Parte de estos alfareros, dos en concreto, formaron parte del Consejo Municipal de Sorbas durante el trans curso de la Guerra Civil, Juan Ayala Llorente como miembro del P.C.E. y Edad 51 64 61 54 56 fueron manipulados para encubrir el desastre derivado del conflicto y de la represión que le acompañó, por lo que no debe de extrañar el descenso de alfareros que se aprecia en el censo electoral de 1945, en abierta contradicción con la memoria de aquellos que conocieron la exis tencia de muchos más por aquellas fechas23: Profesión ¿Sabe leer y escribir? Alfarero Si Alfarero Si Alfarero Si Guerra Civil, sin que aparezca Juan Fenoy Fenoy, el otro alfarero que formó parte de la misma. Pero lo ocurrido desde entonces es memoria viva que aún se conserva entre aquellos que vivieron dicho periodo y quedan fuera de esos an tecedentes históricos que se han intentado esbozar en estas líneas ARCHIVO DE LA DIPUTACIÓN DE ALMERÍA: Censo electoral de 1913. ARCHIVO DE LA DIPUTACIÓN DE ALMERÍA: Censo electoral de 1930. GRIMA CERVANTES, Juan: Vale y billetes emitidos por el Consejo Municipal de Sorbas durante la Guerra Civil (1936-1938), El Afa, 9. Sorbas, verano 2004, p. 23. QUIROSA CHEYROUZE, Rafael: Almería, 1936-37. Sublevación militar y alteraciones en la retaguardia republicana. Universidad de Almería, p. 310. ARCHIVO DE LA DIPUTACIÓN DE ALMERÍA: Censo electoral de 1945. 10 INFRAESTRUCTURA Y PROCESO ALFARERO Andrés Pérez Pérez 1.2.- PILÓN PEQUEÑO Es una especie de decantador que se sitúa junto a la salida del pilón. De aquí pasa la pasta a la balsa. 1.3.- BALSA Se encuentra adosada al pilón siendo de forma cuadrada, tiene una abertura lateral llamada sangría que sirve para ir eliminando el agua que sobra de la decantación del barro. En Sorbas la sangría sólo se utiliza en invierno. Los materiales empleados en su construcción han variado a lo largo de los años y dependiendo del alfa rero. Los Simón la revisten de yeso para que se seque bien la pasta. Juan Mañas, una de las balsas es de ladrillo y bloques y la otra de piedra. Antiguamente había balsas más grandes para hacer más barro du rante el invierno y almacenarlo para el verano. Se les ponía un poco de ceniza en las paredes y suelo para que no se pegara el barro. En verano se secan más los bordes y esquinas de la balsa, por lo que se sacaba primero el barro de esa zona o se tapaba la balsa con unas esteras de esparto cuadradas, y actualmente con plás ticos. 1.4.- HORNOS Pilón y horno árabe de los Simón 1.- EDIFICACIONES Y CONS TRUCCIONES 1.1.1.2.1.3.1.4.1.5.- Pilón Balsa Pilón pequeño Hornos Oficio 1.1.- PILÓN El pilón es una especie de reci piente redondo para que la tierra no se pegue en las esquinas, hecho antes de piedra y yeso, hoy de ladrillo o bloques y cemento, situado en un nivel más alto que la balsa, con la que se comunica mediante un orificio a unos centímetros del suelo. Cuando se instalan motores para batir el barro la salida se hace por la parte superior de la pared, para que se decanten las piedras e impurezas. Los dos hornos árabes que se conservan en Sorbas son de forma troncopiramidal, están construidos de piedra, ladrillo y adobe(barro blanco y paja para que no raje) el enlucido exterior, y el interior de ladrillo y barro blanco. En el exterior presentan dos contrafuertes en la Hasta hace poco el barro se batía a brazo con unos tablones llamados costeros. Hoy es un motor el que realiza este trabajo moviendo un ar tilugio mecánico terminado en aspas. Balsa de los Simón 11 1.5.- OFICIO En los dos alfares se trata de edificios de una sola planta. El alfar de Juan Simón es un edificio de nueva planta. El de Juan Mañas es una adaptación de una antigua vivienda a la que se han hacho algunas refor mas. El acceso al oficio se hace a través de una amplia zona llamada placeta. Esta placeta tradicionalmente de piso de tierra y que se arregla cada vez que llueve con la granza (deshecho) de los pilones. Actual mente la mayoría se han asfaltado, quedando sólo en su estado original parte de la de Juan Mañas. Antes en las puertas de todos los oficios había u n p a r ra l p a ra d a r s o m b ra . En el interior del oficio se distin guen varios espacios, distinguiéndose principalmente tres partes: Horno árabe de los Simón parte delantera, a la altura de la caldera, así como varios escalones de acceso a la cubierta del horno. Las calderas de estos hornos, conocido por los alfareros como cár cavo, tienen la planta rectangular y el acceso a nivel del suelo. Las puer tas son arquedas; el de Juan Simón mide 0.75 m de alto y 0.50 m de ancho, y el de Juan Mañas 0.85 m de alto y 0.50 m. de ancho. La cal dera del horno de éste alfarero con serva el poyete para cocer mayor cantidad de género. Las calderas están cubiertas por siete arcos de medio punto y tienen una profundi dad aproximada, desde la parrilla al fondo del cárcavo, de 2,65 m en el horno de Juan Mañas. Las cámaras del horno están si tuadas encima de la puerta del cár cavo y tienen el acceso por medio de una rampa lateral ascendente, de Mufla de los Mañas 3.75 m por 2.76 m (horno de Juan Simón) y de 4 m por 2.90 m (horno de Juan Mañas) y las entradas ar queadas, de 1.83 m de alto y 0.85 m de ancho (horno de Juan Mañas). Estas cámaras quedan cubiertas por bóvedas de medio cañón llamadas capillas, con una altura hasta la pa rrilla de 2.26 m (Juan Simón) y 2.08 m (Juan Mañas). La parrilla del horno del primer alfarero tiene 80 agujeros de 10 cm de diámetro y la del se gundo 112 de similar diámetro. Para terminar las cubiertas son ligeramente arqueadas y tienen doce brameras repartidas en tres hileras, de 12 cm de diámetro las laterales y de unos 25 cm los centrales. En la década de los 70 los se instalaron un tipo de horno comprado en Manises (Valencia) llamado mufla. La mufla es un horno de ladrillos refractarios que reparte el calor de manera uniforme por todas las pare des. Las paredes son dobles con cámaras intermedias conectadas a las dos calderas donde se quema sólo leña recia (troncos de olivo sobre todo), de esta forma el fuego no entra en contacto con las piezas. Se utilizaba sólo para el vidriado del barro rojo (2ª cocción), tarda unas 18-19 horas en cocer la de Juan Mañas. Cuando empezaron los hor nos de gas los Simón abandonaron la mufla por comodidad y economía. Juan Mañas la dejó por no seguir haciendo barro rojo. Ya en la década de los 90 se ins talan nuevos hornos de gasoil, me jores para el vidriado y la decoración. 1 . 5 . 1 .- Lugar de modelado Los alfareros suelen colocar el torno lo más cerca de la entrada y el barrero en una esquina de la nave. Dentro de la zona de modelado en contramos: Horno a Gasoil de los Simón Sección del horno árabe 12 1.5.1.1.- Los tornos 1.5.1.2.- La sobadera 1.5.1.3.- El barrero 1.5.1.1.- Los tornos Plano del oficio de Jaime Mañas, hacia 1985. Estudio etnográfico de la cerámica popular de la provincia de Almería. Etnografía Española 5. Ángel Pérez Casas y .Ministerio de Cultura. 1985 Plano del oficio de Juan Simón, hacia 1985. Estudio etnográfico de la cerámica popular de la provincia de Almería. Etnografía Española 5. Ministerio de Cultura. 1985 Los tornos están formados por dos discos de madera paralelos y horizontales, de distintos tamaños, unidos por un eje central, llamado eje del torno. En el extremo superior va el disco menor atornillado a una pletina y ésta a su vez al eje. A este disco menor, con un diámetro entre 22 y 25 cm y un grosor de unos 4 cm, se le conoce como cabeza de rueda o cabeza del torno y sobre ella se trabaja la pella. A cierta distancia de este disco menor, casi en el otro extremo del eje, encontramos un disco mayor llamado ala, bien de una sola pieza o formado por varias tablas, generalmente siete u ocho, unidas por listones entrecruzados situados en su cara inferior. Este disco conocido como ala, tiene un diámetro 0.80 m y 1.20 m, se haya fijado al pie por medio de un sistema de cuñas en su cara superior y un gran taco de madera en la inferior. Entre estos dos discos, cabeza de la rueda y ala, y a unos 8 cm del pri mero, queda una abrazadera unida con tornillos a una tabla de fijación. La sección del eje en la garganta es menor que en el resto que aumenta a partir de la abrazadera y a medida que se acerca a la ala. Por debajo de la ala continúa el eje hasta un cojinete llamado borrón que facilita el giro. Igual que la garganta de la rueda, se pillaba con una corteza de tocino liada a una tablilla o una soga de esparto que hacía de abra zadera, antes se utilizaba también un vaso de vidrio antiguo de culo redondo, e incluso el culo de una cantarilla añadiéndoles un poco de aceite para que se deslizara mejor. Hoy se ha sustituido por otro cojinete. Formando parte del conjunto, encontramos el asiento del alfarero, la mesa soporte llamada estancia (donde se colocan las pellas, el albañal Recipiente con agua para mojar las manos y el barro si es necesario., las piezas modeladas y demás instrumentos utilizados en esta fase) y el estribo usado para apoyar el pie. 1.5.1.2.- La sobadera La sobadera o losa es una piedra plana donde se sobaba el barro. Esto se realizaba antes a fuerza de brazos, 13 Torno alfarero. Estudio etnográfico de la cerámica popular de la provincia de Almería. Etnografía Española 5. Ministerio de Cultura. 1985 golpeando, estirando, presionando el barro hasta que alcanzara un punto óptimo que permitiese luego mode larlo fácilmente. Frente a la antigua sobadera está la actual máquina de sobar el barro llamada galletera, que evita el esfuerzo humano a la vez que ahorra tiempo. Galletera de Juan Mañas 1.5.1.3.- El barrero Al fondo del alfar, en una esquina del mismo, se encuentra normalmen te el barrero, lugar destinado a al macenar el barro elaborado en las balsas. Eran una especie de trojes con abertura lateral que se situaban entre 0,5-1 metro de profundidad y una altura de 1-1,5 metros, A fin de proteger el barro de la sequedad suele estar cubierto con plásticos o sacos mojados, que le ayudan con servar la humedad, antiguamente se utilizaban cestos viejos de esparto. El barro se llegó a conservar hasta 2 y 3 años durante la Guerra Civil. Sobadera de Juan Mañas 14 2.- OBTENCIÓN DE LA ARCILLA Y ELABORACIÓN DEL GÉNERO Para estas tareas, si bien hoy las realizan los propios alfareros, antes había personas cuya profesión era trabajar para los alfareros. Había familias de carreros que acarreaban la leña, la tierra, el agua, personas que se dedicaban a hacer el barro e incluso gente especializada en llenar los harpiles con las piezas ya cocidas y llenar los carros. Entre estas familias podemos des tacar: La familia Cabezas (Juan, Antonio y José, padre e hijos), Adolfo Mañas e hijos (Los Veraguas), Los Requena y Codinas (Miguel Perejil), Juan Madolell, José Mañas, el tio Cesareo López, , Miguel Hermosilla, Juan Martinez y sus hijos Miguel y Juan (Los Panochos). Luego llegaron los camiones que desplazaron a los carros, éstos eran de las familias Pérez (Miguel e hijos, con los camio nes conocidos como La Pera, El Sau rez y la Bien Pagada); La familia Ayala (Juan , Rafael y José); La fa milia Requena (Sebastian, Rafael y Juan) y Anselmo Codina. Luego con trabajos más especializados como los barreros: La familia Salvador (José y Sebastián e hijos, de la Ro sario que los llamaban); José García el de la Merguiza y José el de la Candelaria. Y también incluso había un señor que se encargaba de liar las ollas en los carros como José Martinez. Y por último Máximo Muñoz Corral, Juan y José Salvador "Los Moñoviejos" (su padre y su madre también trabajaban). Muchas mujeres ayudaban a cargar y des cargar los hornos, sobar etc. Cañada Siscar. Tierra blanca cerca del pueblo. También se extraía del Estrechaculos, del Mocatán y del Barranco del Carnicero enfrente del Zocá. Esta tierra se utiliza para cán taros, orzas, lebrillos, platos, macetas etc., también con ella se hacen las tejas, el ladrillo y la losa. Para que le dé fuerza hay que mezclarla con un 3-10-25% de rubial (tierra roja) según la calidad o fuerza de ésta. La forma de recogerla era la si guiente: cuando llueve por donde corre el agua se hacen conchas, entonces con un rastro se va arran cando esas costras. Para los ladrillos, tejas y losas se podía formar cantera y coger la tierra más profunda a la que llaman crual. La tierra roja o rubial se extrae principalmente de La Mojonera a unos 7 Km, también en los Pinteños y se utiliza para fabricar objetos refractarios como cazuelas y ollas. Para extraer esta tierra se limpiaba la primera capa de tierra y se forma ba cantera. 2.1.- IR EN BUSCA DE LA TIERRA Siguiendo la tradición, en ocasio nes suelen ir los propios alfareros a buscar la tierra personalmente. An tiguamente, una vez obtenido el permiso del dueño de la finca, arran caban la tierra a pico, la rastrillaban con el fin de limpiarla y la cargaban con espuertas o directamente con la pala. Hoy esta tarea se realiza con pala mecánica para la tierra roja, lo que conlleva que haya mayor por centaje de impurezas. En Sorbas se han utilizado desde antiguo dos tipos de tierra: la llamada blanca(aunque su color es marrón muy claro) y la roja o rubial. La tierra blanca se extrae de la Cañada Siscar principalmente, muy Juan Simón haciendo barro con los costeros. Hacia 1970. Libro Cerámica popular española J. Llorens Artigas, J. Corredor-Matheos Fotografo. F. Català Roca. Editorial Blume. 1970 15 Carro cargado con piezas en harpiles Libro Cerámica popular española J. Llorens Artigas, J. Corredor-Matheos Fotografo. F. Català Roca. Editorial Blume. 1970 Carro cargado de leña Libro Cerámica popular española J. Llorens Artigas, J. CorredorMatheos Fotografo. F. Català Roca. Editorial Blume. 1970 Ermita de Fátima, donde se apilaba la leña Camión de Los Pérez cargado de Leña 16 Normalmente pocos propietarios ponían impedimento a que los alfa reros cogieran tierra de sus propie dades, luego los dueños se cobraban en un número determinado de piezas. Sin embargo, algunos cuentan que la tierra roja tenían que pagarla a Doña Pilar Navarro. Los Simón com praron los derechos de la arcilla de una parcela de tierra en La Mojonera (antigua finca de Pilar Navarro) a la familia de Los Lijas, esta familia conservaba la propiedad de la finca. Actualmente esa finca ha sido adqui rida por el futuro campo de Golf del Valle de Navidad, los Simón han apilado toda la tierra que quedaba en esa parcela y la irán gastando poco a poco. Cuando se acabe la tierra apilada, existe cierta incerti dumbre sobre la futura extracción de arcilla refractaria, ya que la mejor calidad está en esa zona. 2.2.- TRANSPORTE DE LA TIERRA El transporte de la tierra ha va riado desde la década de los 30 en que se hacía en carros tirados por burros, hasta la actualidad en que se utilizan camiones. Ésta se alma cena en la placeta hasta que se bate en el pilón. 2.3. ELABORACIÓN DE LA PASTA La tierra se echa al pilón para mezclarla con el agua necesaria y a continuación se batían con los coste ros durante unos diez minutos. Anti guamente, la operación de llenar el pilón era muy penosa ya que se hacía cántaros de 13-14 litros (la balsa de Juan Mañas se llevaba 120 cargas de agua, cada carga eran cuatro cántaros). Lleno el pilón le echaban las espuertas de tierra necesarias y batían la tierra a brazos con unos palos de madera llamados costeros. Hoy esta operación está mecanizada. Tras el batido, se abre el orificio del pilón para que salga el agua y, así, se asiente la arena que no vale. El barro se cuela por una criba, que está debajo de los orificios o tubos por donde pasa el agua desde el pilón a la balsa. Una vez finalizado el batido se hace el enjuague, que se hace añadiendo de nuevo agua y despegando bien todo el barro que se ha pegado en el suelo de la balsa. Como hemos comentado al inicio, el batido de la tierra está hoy mecani zado Una vez en la balsa se deja que se asiente la pasta y se evapore al Juan Simón alisando el barro. Hacia 1970. Libro Cerámica popular española J. Llorens Artigas, J. Corredor-Matheos Fotografo. F. Català Roca. Editorial Blume. 1970 agua. La duración del proceso depen de de la época del año (15-16 a 2025 días). De la pasta asentada en la balsa se van cortando con una hoz unas porciones de 20 a 25 Kg. lla mados pegotes que se dejan orear en la placeta o bajo cubierta, en verano un día y en invierno varios. De aquí se pasan al barrero. El barro rojo si está tierno, se hace un montón Pisando el barro. Libro Cerámica popular española J. Llorens Artigas, J. Corredor-Matheos Fotografo. F. Català Roca. Editorial Blume. 1970 17 Seguidamente se moja las manos y comienza a abrir el barro presio nando con los dedos pulgares en el centro de la pella hacia abajo, a la vez que la reblandece con agua. En algunos casos, cuando la pieza es grande, mete el puño hasta alcanzar si es posible la horma, dejándole de uno a dos centímetros de espesor. Cuando se trata de platos y cuencos el barro se abre ayudándose el alfa rero con medio casquete de barro cocido. Este casquete varía en di mensiones, según la pieza a realizar. 3.3.1.3.- Subir el barro La fase de modelado, más com pleja que las anteriores, requiere toda la atención del maestro alfarero, habiendo gran competencia tanto en la ejecución de las piezas, como en la rapidez al realizarlas. Después se va subiendo el barro igualmente ayudándose de ambas manos, agua y el movimiento del torno. La mano derecha, que va por fuera, es la que generalmente se moja en el albañal y la izquierda que va por el interior, contraresta la fuerza y evita el descentramiento de la pieza, a la vez que se adelgazan y suben las paredes. De esta manera, se estiran las paredes proporcional mente alcanzando la fineza que el maestro alfarero precise. 3.3.1.- Modelado de piezas medianas 3.3.1.4.- Formación del cuerpo Aunque el modelado de piezas medianas es el más usual: platos, macetas, jarras, juegos de gazpacho, objetos decorativos, etc. en la relación de todas las piezas, ya sean grandes, pequeñas o medianas, hemos obser vado las siguientes subfases: A la vez que sube, el barro va formando el cuerpo de la pieza. En esta operación introduce la mano izquierda y si es necesario todo el brazo en el interior de la misma. La mano derecha siempre, como siem pre, queda por fuera para evitar descentramiento o deformación. Co mo en la fase anterior, mojará la mano derecha en el albañal las veces que considere necesarias. En el caso de platos, la mano izquierda trabaja con el medio casquete. Juan Mañas haciendo una maceta y se extiende en el suelo del almacén, a la sombra para que haga cuerpo. 3.- SOBADO, FORMACIÓN DE PELLAS Y MODELADO DE PIEZAS El barro se mantiene en el barrero el tiempo necesario y luego se soba hasta que alcanza el grado óptimo de plasticidad. A partir de ese mo mento y hasta que la pieza queda modelada en el torno tienen lugar las siguientes fases: 3.1.- Sobado Antes de usar el barro, se pasa por la máquina de sobar. Esta tarea, tradicionalmente se realizaba con los pies y las manos. Primero cogían el pegote y lo pisaban, en verano des calzos y en invierno con alpargatas de esparto. Una vez pisado lo pasa ban a la losa o sobadera donde lo amasaban con los pulpejos de la mano, restregándolo como si se tra tara de una masa para hacer pan, hasta que el melis del barro estuviese unido. El barro blanco se soba menos que el rojo, ya que tiene más sebo y si se soba demasiado se calienta. 3.2.- Formación de pellas Una vez secado el barro, se lía y se forma la pella según el tamaño de la pieza a realizar. Actualmente sólo utilizan la losa o sobadera para darle forma a las pellas y sobar el barro cuando la maquina no lo ha hecho lo suficientemente. 3.3.- Modelado 3 . 3 . 1 . 1 .- E n d e r e z a r l a p e l l a Una vez formada la pella se de posita en la cabeza de la rueda a la que previamente se le ha echado ceniza para evitar que la pieza se pegue o bien se coloca sobre una horma dándole un pequeño golpe para que se adhiera. La utilización de la ceniza depende del número de piezas que se vayan a sacar de la pella. Si sólo se va a hacer una pieza es obligatorio usarla para que no se pegue. En el barro rojo no se utiliza la horma ni la ceniza. A continuación, previamente mojadas las manos en el albañal, se endereza dicha pella procurando situarla en el centro de la cabeza de la rueda para conseguir la perpendicularidad de los ejes. Esta operación se hace con las dos manos abiertas y algo abocinadas, los dedos unidos excepto los pulgares. 3.3.1.2.- Abrir el barro Juan Mañas haciendo el cuerpo de un cántaro 18 3.3.1.5.- Alisado A continuación viene el alisado de la pieza. El alfarero utiliza para este fin la mano derecha con una caña y la mano izquierda, que deja por dentro, para cuidar que el grosor de la pared sea uniforme y evitar como hemos apuntado, descentra miento y deformación. 3 . 3 . 1 . 6 .- M o d e l a d o d e l c u l o Con el raedor o con la caña de pico realiza el modelado del culo, cortando el sobrante a modo de vi rutas. La posición de las manos en este menester varía según se trate de obra abierta u obra cerrada. En la obra abierta se hace un puente con los dedos índice y corazón, por el que discurre el filo de la pieza y con la derecha se coge el raedor en posición inclinada. Cuando la obra es cerrada, la mano derecha queda por fuera en posición abierta lo más próxima a la base. En la realización de las cazuelas el modelado del fondo adquiere un tratamiento especial. Lo primero que se hace es la forja, que consiste en fabricar unas pelotas de viento de donde posteriormente se saca la plataforma del culo de las cazuelas. Estas forjas se exponen al sol para que se oreen por ambos lados. Después se meten en el alfar y se colocan en un golveor especial, que se ha hacho previamente en la cabeza de la rueda para hacer la cazuela. El golveor está hecho de barro bien duro, y se le pone ceniza para que no se pegue la forja. José García modelando la boca de un cántaro da se sitúa en el interior. 3.3.1.8.- Retirado de la pieza del torno Para retirar la pieza del torno hay que cortarla con el torzal pasándolo por debajo de la base. A continuación y con las dos manos se traslada esta pieza a la tabla, que previamente se ha puesto delante del torno. Las cazuelas se despegan levantándolas con las manos porque están en el golveor al que previamente se le ha puesto ceniza. 3 . 3 . 1 . 9 .- Adición de Determinadas piezas necesitan, una vez retiradas del torno, adicio narles, algunas partes. Para ello se dejan secar la pieza el tiempo nece 3.3.1.7.- Modelado y pulido de la boca El modelado de la boca o rostro se hace con los dedos de ambas manos y siguiendo el movimiento lento del torno. Entre los dedos corazón y anular de la mano derecha va pasando el borde y por el índice de la izquierda, curvado a modo de garfio. De esta manera se da la aber tura deseada. Queremos destacar la importancia que los dedos pulgares juegan en esta fase, especialmente el de la mano derecha, que se sitúa debajo del labio de la boca presio nando en el lugar de doblar. El pulido se logra pasando suave mente la caña aprovechando el mo vimiento del torno. La mano derecha empuña la caña de alisar y la izquier piezas José García enasando ollas sario con el fin de evitar que se deforme al realizar el aplique. Lo más frecuente es la adición de asas (enasar) y bocas (embocar). Los Simón de Sorbas acostumbran a realizar esta operación en la place ta. Una vez pegadas las asas a las cazuelas, se encarran (las apilan unas encima de otras para que no se tuerzan, se sequen más despacio y así se rajen menos) y se meten en la nave. Las cazuelas tienen que secarse en lugares techados y sin corrientes de aire para que se sequen lentamente. 3.3.2.- MODELADO DE GRANDES PIEZAS El modelado de grandes piezas 19 vez ha expuesto la panza al sol la arrodea cada media hora en el verano con el fin de unifica r el secado. Otros alfareros prefieren darles algunas horas más de oreo a la sombra, y no al sol, porque éste tuerce las piezas al secar más por un lado que por otro. A continuación viene la adición de asas, fase que se denomi na enasar. En todo este proceso hay tres secados y dos adiciones de par tes complementarias. El tiempo de oreo que ha de transcurrir entre las fases de embocar y enasar es aun menor que el primer tiempo de la parte de embocar. Se puede decir que una vez terminada de embocar la última pieza de la serie producida, inmediatamente se inicia la fase de enasar. Esto logrará el doble efecto de que por un lado se iguale el tiempo de oreo de las bocas y por otro pe guen las asas en la panza de los cántaros. En cuanto a la igualdad de volumen y altura que alcanzan una serie de piezas, el alfarero lo logra usando la misma porción de barro y con la ayuda del cantillón, que pone junto a la cabeza de la rueda. Esto no es necesario para los maestros veteranos. 3.3.3.- JUGUETERÍA Cuerpo del cántaro oreándose para embocar y enasar no se realiza de una vez, como vimos en el apartado 3.3.1 y aunque le son válidas las diferentes operaciones que ya hemos descrito, su compleji dad radica en realizarlo en dos o tres Juan Simón haciendo piezas pequeñas fases, especialmente la obra cerrada, que lleva por un lado las panzas y por otro las bocas. Si tomamos como ejemplo los cán taros, se modelan primero las pan zas que se dejan un tiempo sobre las losas para que se endurezcan y así evitar que se deformen. Cuando están en su punto, es el momento de añadirles las bocas, que se mo delan aparte y se añaden con un poco de limoja para que no se des prendan, a esta fase se le llama embocar. De ahí que sea necesario tapar con un plástico la parte primera para que conserve la humedad, que el maestro alfarero considere nece saria. Este compás de espera puede ser de dos horas, con el fin de que se haga mejor la adición. Lo frecuen te, es ponerlas al sol, si es que al alfarero le interesa terminar rápida mente la operación. Juan Mañas, una Dentro de la alfarería la juguetería es muy variada. La diferencia que hemos observado, con respecto a las piezas medianas y grandes, radica en que la pella no es proporcional a la pieza que se va a modelar, sino de mayor tamaño. De esta manera el alfarero economiza tiempo, a la vez que él mismo se da avío. Es también frecuente que modele con esa única pella piezas variadas. Así, si está haciendo jarricos y la porción de barro que le resta es más adecua da para hacer otra pieza distinta a la anterior, no la desperdicia y realiza piezas pequeñas como ceniceros, alcancías, etc. 4.- Acabado de las piezas y decoración de las mismas Los alfareros distinguen cla ramente dos maneras de acabar las piezas: 4.1.- En barreño, dejándolas tal cual salen del torno. 4.2.- En vidriado. Una y otra forma admiten decoración. Sin embargo, aunque las 20 cepillos de alambre, peines, carretes, etc., el alfarero consigue una serie de trazos en la superficie de las piezas. Estos trazos, poco profundos, acostumbran a realizar con la pasta tierna. 4.1.1.3.- Técnica de apliques Es un proceso relativamente re ciente en la alfarería sorbeña. Me diante moldes se consiguen una serie de relieves que luego se aplican a la pieza cuando ésta ha secado. Para conseguir una fácil y perfecta unión se humedece la superficie. El alfarero en esta operación tiene que cuidar no dejar impresas sus huellas y que no se deforme el relieve aplicado. Pintando un plato preferencias no están muy claras, debemos significar, que el hecho de decidirse por cualquiera de ellas se debe tanto a motivos económicos como el factor humano. 4 . 1 .- P I E Z A S E N B A R R E Ñ O Una serie de piezas conforman la lista de las que se efectúan en barreño, principalmente macetas, comederos de animales, cántaros, etc., las cuales después de secarse van sin ningún otro proceso al horno. La decoración de piezas en barreño generalmente se realiza cuando están en el torno, siendo diversos los instrumentos y las téc nicas utilizadas. Se utiliza el raedor, la caña y los dedos de la mano. 4.1.1.- TÉCNICAS DECORATIVAS EN BARREÑO En la ornamentación de las piezas en barreño se distinguen las siguien tes técnicas decorativas: 4.1.1.1.- Técnica impresa Consiste en dejar determinadas huellas en la superficie de las piezas mediante la aplicación de diversos instrumentos: punzones, flejes, pei nes, etc. También es frecuente el uso de las yemas de los dedos y de las uñas (ungulación). Maceta arañada por el cuerpo 4.1.1.2.- Técnica íncisa A través de objetos punzantes, Borde de la boca de orza. Grabada con el número de arrobas que podía contener En Sorbas se elaboran por este pro ceso las Gárgolas, El Gallo y la Mo jaquera. 4.2.- PIEZAS VIDRIADAS Vidriando en taller de Juan Simón En Sorbas antiguamente sólo se vidriaban la cerámica refractaria elaborada con el barro rojo como las ollas y las perolas, también los lebri llos, las orzas y los cantaros de aceite se vidriaban en parte. Se utilizaba el sulfuro de plomo. Las demás técnicas de vidriado a base de diferentes colores son rela tivamente recientes en Sorbas. Es hace unos 60 años cuando se co mienzan a realizar los platos, que 21 Carro cargado para cocer son los que introducen los colores. Más tarde, en los años 90 la demanda de piezas para el turismo reorienta la mayor parte de la producción a este tipo de producto. El proceso del vidriado es comple jo y exige al alfarero un conocimiento de determinados productos químicos y de sus proporciones, con el fin de darles a las piezas una capa protec tora impermeable y transparente, a la vez que se las puede dotar de color. Actualmente los alfareros, en la obtención de barnices y colores utilizan los siguientes procesos y componentes: 4.2.1.- BAÑO DE METAL Con este nombre se denomina tradicionalmente la operación de vidriar la pieza, tanto si se la ha sometido a un proceso de decoración como si no. Lo frecuente es que algunas piezas funcionales como lebrillos, orzas, etc., pasen di rectamente del torno al baño de metal (pre vio secado), operación co nocida como vidriar y en la que interviene el mayor número de miembros de la familia. Anti guamente se ayudaban unos alfareros a otros La preparación del metal se rea lizaba con sulfuro de plomo, los Gar cía Alpañez lo realizan con minio, ya que poseen mufla. El minio se ad quiere en comercios especializados de Valencia y se mezcla de la forma siguiente: por cada 50 Kg. de minio echan unos 40 Kg.de arena de cuar zo, algo más de ½ Kg. de galleta (harina de trigo cocida) y unos 20 litros de agua. El plomo que utilizaban antiguamente procedía de Turrillas, pero no les daba buen resultado y comenzarlo a traerlo molido de las minas de Linares. A las piezas refractarias echas de barro rojo, se las somete a una pri mera cocción en el horno moruno a la que denominan escardado, que dura unas cuatro o cinco horas. Esto es consecuencia de la fuerza de la arcilla que si no se somete a cocción se descompone el metal en trozos pequeños que se despegan de la cerámica. 4.2.2.- BAÑO BLANCO DE CAOLÍN (ENGOBE). Se empezó a extender su uso hace unas décadas. Este silicato de alumina hidratado es el primer producto que usan los alfareros antes de proceder a pintar las piezas. La mayoría de ellos deno minan la operación como baño, ya que la pieza se baña en el producto. El baño hay que realizarlo cuando las piezas están endurecidas, pero no totalmente secas. La razón es que si se baña cuando el barro está blando se rompe la pieza y si está seco se desconcha. 4.2.3.- PREPARACIÓN DE COLORES Comúnmente todos los alfareros vienen usando para la obtención de colores los siguientes óxidos y sulfa tos que mezclan con caolín en dife rentes proporciones dependiendo de la intensidad de color deseado. 4.2.3.1.- Oxido de hierro Más conocido como ramo amarillo. Se acostumbra a mezclar con otros colores para obtener nuevos tonos. 4.2.3.2.- Oxido de manganeso Se conoce como ramo morado. 4.2.3.3.- Oxido de cobalto Conocido como ramo azul. 4.2.3.4.- Óxido de Cobre Llamado ramo verde. 4 . 2 . 4 .- Aplicación del color Algunos alfareros aplican el color de dos maneras: 4.2.4.1.- Aplicación directamente sobre el barro La aplicación sobre el barro se hace con brocha o pincel. Si lo que se quiere es colorear la totalidad de la pieza, se usa preferiblemente bro cha, y si se van a realizar sólo algunos trazos se utiliza el pincel o la alcuza. 4.2.4.2.- Aplicación de color previa preparación de la pieza con baño o engobe: técnica del rameado. Piezas recien bañadas en caolín Una vez bañada la pieza en caolín 22 Puerta del horno de los Simón cerrada para cocer y después de seca, ya está lista para la realización del rameado, que cons tituye toda una especialización dentro de la alfarería. Consiste en dibujar a mano alzada, previa preparación de los colores, ayudado con un pincel, alcuza, punzón, etc. diversos motivos vegetales, animales, geométricos y chinescos en las piezas, esencialmen te platos, lebrillos, orzas etc. 5.- CARGA Y COCCIÓN DE PIEZAS Hasta que una pieza está lista para la venta, el alfarero, después del modelado, decorado y baño, rea liza las siguientes tareas: 5.1.- Enhornar (antes también se decía enjornar) 5.2.- Cierre del horno 5.3.- Encendido del horno y cocción 5.4.- Apertura del horno 5.5.- Descarga del horno y retoque de piezas 5.1.- ENHORNAR Existe toda una técnica a la hora de cargar el horno que varía según la forma y tamaño de las piezas a cocer, y según sea vidriado o no. depende de la. 5.1.1.- Enhornado de piezas en barreño En el enhorne de las piezas de barreño no importa que se toquen las piezas unas con otras. Si son cántaros se colocan uno de pie y otro encima de forma que sobre la boca del primero pegue la base del otro. Luego los que van al lado hay que Enhornado. Horno de Jaime Mañas ponerlos al contrario. De esta forma va un carro con la boca hacia arriba y la otra hilada con la boca hacia abajo. Esta técnica la realizan los alfareros para que encajen mejor las piezas y evitar grandes claros en el horno. Cuando se trata sólo de macetas se encastillan boca a bajo y si son fuentes hay que colocar trébedes para que aguanten encerradas y no revienten. También es frecuente que enhornen piezas diferentes por razo nes de espacio, quedando las piezas más delicadas empalomadas y las menos delicadas abajo, llegándose, a veces, a enhornar en la caldera del horno (sobre todo las tejas). 5.1.2.- Enhornado de piezas vidriadas Cuando las piezas van vidriadas hay que enhornar por pisos utilizan do: pilares, humares y clavos de barro cocido, previamente hechos por ellos mismos. Se pone primero el pilar derecho y luego los clavos que van de pilar a pilar. Entonces con los humares se forma un enre jado que, normalmente, viene a tener cinco lados. Para evitar que las piezas se peguen entre sí se usan trébedes de barro cocido y para resguardarlas y que no se ensucien capuzos y guar dapolvos. La dificultad estriba en perder el mínimo espacio a la vez que hay que evitar que las piezas se besen (rocen). Si las piezas están unidas, tras la cocción quedan solda das con el metal, y al separarlas se produce un desconchado llamado pegas. 5.2.- CIERRE DEL HORNO A continuación de la carga, viene 23 es cortada y transportada por los propios alfareros o algún familiar ya que es un trabajo que nadie quiere realizar actualmente. Juan Mañas compraba hasta hace poco la Retama a un hombre de Turrillas que cobraba a 160 ptas la gavilla. Los alfareros preferían la aliaga, porque desprende menos polvo y esclarece mucho las piezas. 5.3.3.- RETALES DE CARPINTERÍA Los traen de la serrería de Gádor. 5.3.4.- FORMAS DE ENCENDER EL HORNO Echando leña a la caldera del horno de Jaime Mañas el cierre del horno con adobes que fabrica el propio alfarero a base de barro y paja. Luego sobre los adobes se da una fina capa de barro que tapa herméticamente la puerta evi tando la entrada del aire. Sólo queda destapada la puerta de la caldera donde se echará el combustible. Previa a esta operación, conviene limpiar la caldera para evitar la ex cesiva acumulación de cenizas. Cuan do la hornada era de vidriado se esmeraban más en la limpieza lim piando las paredes además con una escoba y agua. 5.3.- ENCENDIDO DEL HORNO Y COCCIÓN En el encendido del horno se acos tumbran a utilizar indistintamente varios tipos de combustible que se almacena en la placeta cerca de la caldera del horno, protegiéndose con plásticos los días lluviosos. Antigua mente cuando había muchas alfa rerías eran muchas las familias que se dedicaban sólo a acarrear la leña. Entonces se apilaba en la zona de la ermita de Fátima y sólo se traía a la placeta cuando se iba a cocer un horno. 5.3.1.- LEÑA La leña, generalmente retama, albaida, tomillo, bolagas, aliaga, bojas, ramas de olivo, salado rubio de la Fuente del Peral etc, procedente de los campos y montes cercanos, Los alfareros para encender el horno prenden un haz de retama o albaida y durante unas tres horas, aproximadamente, lo alimentan con ramas pequeñas, con el fin de que vaya tomando, poco a poco, las ca lorías necesarias. Estas ramas las van echando con la mano, y a esta operación la denominan templar el horno. Después con la horquilla, si el horno es pequeño, se le echa un haz entero hasta que se queme y así sucesivamente. Si el horno es grande, después de caldearlo se le van añadiendo cada vez más haces hasta que tome su temperatura, y admita lo que a juicio del alfarero sea nece sario, con el fin de evitar que se reviente el género. Se le pueden echar siete, ocho o diez haces de una vez. Generalmente en verano se acos tumbra a cocer de noche, y en in vierno de día. El tiempo de cocción en barreño viene a ser de diez a doce horas si son tejas, y siete horas si son cántaros. En las cazuelas la pri mera cocción o escarda dura cinco horas, la segunda cocción con el vidriado siete horas. El vidriado de las piezas de barro blanco doce a trece horas, dependiendo del tamaño del horno y de la carga. Durante la cocción, las brameras se van tapando con piezas abiertas de deshecho y barro, de este modo se consigue dar el punto de cocción a cada parte del horno. El alfarero mira y observando el color de la llama sabe cuándo es el momento oportuno de taparlas. Esta operación se realiza con cada una de ellas excepto con una de ellas que sirve de desahogo. Es también el momento de cerrar la puerta de la caldera para evitar que entre aire frío. Se puede decir entonces que se ha realizado la cocción. La puerta de la caldera, algunos la cierran con 24 Horno a gasoil de Simón recién cocido una tapa de latón y barro. En el barro blanco se cierra bien la puerta de la caldera y se dejan abiertas las bra meras, sin embargo en el colorao no se cierra nada. Algunos alfareros acostumbran a controlar la cocción mediante catas, que previamente han introducido en cada bramera o chimenea, en un número de cuatro o cinco. En el vidriado, la primera cata se suele sacar a las ocho horas, aproximada mente, de haber comenzado la cocción y luego cada treinta o sesenta minutos van sacando sucesivamente las restantes. Si al sacar la última cata se ve que ya está el género cocido se tapa esa bramera, como ya señalamos, con un lebrillo de deshecho o con trozos de alguna pieza rota y barro. 5.4.- APERTURA DEL HORNO Una vez terminada la cocción hay que esperar tres días para empezar a abrir el horno. Depende también de la temperatura exterior. El horno se abre un poco la noche de antes para que se vaya enfriando lenta mente y no se calime (raje) el horno. En el colorao a otro día se puede sacar el género. 5.5.- DESCARGA DEL HORNO Y RE TOQUE DE PIEZAS En esta tarea colabora toda la familia. Cuando se ha enfriado el horno, se van sacando y separando las piezas. Esta operación se conoce como estriar las piezas: las macetas a un lado, los cántaros a otro etc., colocándolas en carros listas para la venta. Si el horno es vidriado hay que quitar las trébedes y limpiar las piezas. Para descargar el horno, primero se empiezan a sacar las piezas que están encima y se van apartando las rotas que, hechas cascos, sirven para posteriormente arreglar el enhorne. Si una pieza queda en el piso del horno dispareja, se le calza con un casco. El resto de las piezas deterio radas se tiran a la orilla, es decir al lugar que menos estorben a normal mente en la orilla (la terrera que da al río). Las causas que pueden originar que un cargamento salga malo o roto pueden ser muy variadas, desde la leña mojada hasta la excesiva rapidez al enhornar, el no dejar per fectamente puestos los pilares, hu mares, soportar mucho peso, etc. A veces, las piezas vidriadas no salen todo lo perfectas que se quisiera y es necesario retocar las imperfeccio nes. Bibliografía y Agradecimientos: Este trabajo se ha basado en el libro Estudio etnográfico de la cerámica popular de la provincia de Almería. Etnografía Española 5. Celsa Paoletti Duarte y Ángel Pérez Casas .Ministerio de Cultu ra. 1985. Todo la aquí expuesto no habría sido posible sin la revisión y aportación de los alfareros Juan Mañas y los hermanos José y Simón García Alpañez, a los que agradecemos enormemente su colaboración. También Agradecemos a Miguel Fenoy Sánchez, José Ayala García y Sebastián Requena Salvador por los datos aportados. Andalucía Alfares y Cerámica. Colegio Público Cervantes. Los Pala cios (Sevilla). 1986 NARRIA. Estudio de Artes y cos tumbres populares. Almería 89-9091-92. Museo de Artes y Tradiciones Populares. Universidad Autónoma de Madrid Cántaros secándose y tiestos de las piezas rotas 25 LA DECORACIÓN Y EL COLOR EN LA ALFARERÍA DE SORBAS Desde sus orígenes, la alfarería en Sorbas fue un ofició de subsisten cia. Se ejecutaba en el barro rojo de la tierra, refractario y duro, sin que motivo alguno de decoración, distra jese su forma y cometido. Cántaros, orzas, perolas, cazuelas etc. Sólo tenían el destino de un determinado uso. Sus contornos ascéticos y sim ples, sólo les distraía una capa de barniz, para que el barro no sudase el liquido, bien fuese agua, o el caldo que se cocía en ellas. No es, que el barro rojo estuviese reñido con la decoración. Ya los pue blos primitivos, decoraron sus vasijas con óxidos negros y rojos, sacados de la misma tierra. Los mismos que sirvieron para decorar sus cavernas. Los egipcios emplearon los colores, con una maestría inigualable. Así mismo, los aztecas dejaron muestras extraordinarias, en la decoración de su cerámica. Los Etruscos, los Persas; todas las civilizaciones se esmeraron en el arte de decorar el barro. Pero fue la cultura griega, la que elevó a la cumbre el arte de la decoración del barro. Los helenos, no sólo alcan zaron la perfección decorando la cerámica. También la ejecución de ésta, la llevaron a una perfección y a una delicadeza de formas y volúmenes, nunca superada. Los romanos los imitaron, sin llegar nunca a su perfección. Los artistas griegos, creaban fondos negros sobre el barro rojo, para después, con un punzón, rayar el negro, dejando que el color del barro mostrase el dibujo. No hubo en Sorbas (que se sepa) alfarero que distrajese su tiempo, en decorar las piezas que hacía. Todos se limitaron a ejecutar, aquellas que eran de uso diario en los hogares, Piezas decoradas de la alfarería Juan Simón Pedro Soler sin más preocupación, que la de hacerlas resistentes al fuego. Después de tiempo, de largas y placenteras charlas con Juan y José Simón, adoptaron el color. Para ello, una vez realizadas las piezas en el torno y oreadas al Sol, había que engobarlas para que adquiriesen un fondo blanco, que hiciese más atractivo y fácil su decoración. El engobe es una pasta blanca, re fractaria y quebradiza, que disuelta en agua, se adhiere al barro, sin alterarse con la cocción. Semejante pasta, no es, ni más ni menos que Caolín una arcilla primaria, que fue el gran secreto de la porcelana china. Por ella y por descubrirla, los gobier nos europeos dedicaron cuantiosos esfuerzos e inversiones. Una vez que la pieza de cerámi ca, se ha oreado al Sol, se engoba con el caolín, procurando que, toda 26 o parcialmente (según la superficie es a mi entender la más apropiada, que se quiera decorar) quede cubierta aunque para ello se requiere seguri por una capa fina y uniforme. Una dad y firmeza en el dibujo. El color del barro, al surgir nuevamente del vez seca ésta (lo hace con relativa rapidez) se procede a la decoración. blanco, que ha sido retirado por la En ella, se pueden utilizar múltiples trayectoria del punzón. Da al dibujo recursos: lápices especiales para ello, gomas de reserva y óxidos. Estos últimos son los co lores usados con más frecuencia en cerámica. Sólo quien está habituado a ello, sabe de las reacciones de cada color, al soportar temperaturas de hasta mil grados en la cocción. Aún así, suelen deparar sor presas. Casi nunca el color aplicado, es el mismo que sale del horno después de la cocción. Co nociendo (en parte) éstas reacciones, es posible lograr de terminadas calida des, aplicándolo más o menos diluido en agua. Cada cera mista mantiene so bre ello determina dos secretos, que casi siempre fueron producto de la ca sualidad, y que surgieron al mezclar el color con los más variados productos; produciendo bru mos, esponjas, de gradados etc. Lo más usual es, de corar con pincel y aplicar el color con toda su pureza. En éste menester, en Sorbas hay un con sumado maestro a pesar de su juven tud: Cristóbal. Su firmeza y limpia e j e c u c i ó n e n l a Decoración en platos pintura, hace que, de su mano, salgan un sentido más natural y lógico, piezas de primerísima calidad, mu chas de ellas excepcionales. dotándolo de una sencillez primaria, Otra manera de decoración es; más acorde con el origen de la cerá la de dibujar directamente sobre el mica. engobe. Se puede hacer con lápices Una vez decorada la pieza se especiales para ello, o simplemente barniza, aunque dependiendo del con un punzón. Está última forma, resultado que se persiga, puede co cerse sin barniz. Este es una pasta líquida totalmente opaca, que cubre toda la decoración de la pieza, o a ésta en su totalidad. Una vez en el horno, y cuando éste alcanza la tem peratura adecuada. Las pasta blanca y opaca del barniz cristaliza, volviéndose transparente y brillante, dotando a los colores de una intensidad vi brante, e imper meabilizando total mente la pieza. Depende qué tipo de decoración, o calidades de acabado quiera cada ceramista, se pueden emplear también go mas de reserva. Estas son un producto plati ficado, que preserva la zona donde se aplica, del efecto del barniz. De forma que, al aplicar éste, la goma preserva su superficie, que al cocer, queda total mente mate. Depen diendo de la gracia y maestría en su aplicación, los efectos decorativos y artísticos, son muy atrayentes. Estas son, de una manera muy somera y general, las formas de aplicar ciertos mate riales, en la decoración de la cerámica. Pero el campo es tan amplio y atrayente, que podría aplicarse aquello de: cada maestrillo tiene su librillo. Los hay, que adhieren al barro las más variadas cosas; hojas secas, papeles con relieve etc. Objetos que arden con el fuego de la cocción, pero que dejan su huella en el barro. La lista de ello sería interminable. No obstante, los orígenes son los mismos para todos, y la cerámica o alfarería (como quiera llamársele) está aún muy cerca de ellos. Sólo la motorización de los tornos, los hornos de gas, y el tratamiento químico de algunos productos para su decoración, han evolucionado. Su esencia, forma y destino, siguen siendo los mismos 27 PIEZAS ALFARERAS Andrés Pérez Pérez 1.- INTRODUCCIÓN En la alfarería de Sorbas se tra bajan desde antiguo dos tipos de arcilla o barro (este término es el utilizado por los alfareros): el rojo, colorado o rubial, y el blanco. Nor malmente los diferentes alfareros se especializaban en trabajar en uno de los dos tipos de barro, si bien a mediados del siglo XX algunas alfa rerías empiezan a diversificar sus productos y hacen de los dos barros. Así, las últimas familias, de las que hay memoria oral, que han trabajado o trabajan el barro en Sorbas estaban o están especializados de la forma siguiente: Los Ayalas: barro colorao, aunque también aprendieron a hacer barro blanco. L o s Fe n o y : b a r r o b l a n c o . Los Madriles (Requena): Trabaja ban el barro blanco y el rojo. Los Mañas: barro colorao y blan co, si bien la última generación for mada por Juan Mañas y su hijo Jaime se especializaron en barro blanco, aunque también aprendieron más tarde a hacer el rojo. Los Requena Cayuela: barro rojo. Los Simón (García Alpañez): se especializaron en barro rojo, aunque Requena actualmente también tra bajan el blanco. Simón García (familia de los Simón): barro colorao. Haciendo cazuelas, apreciese la forja a la derecha Cada tipo de arcilla se utilizaba para diferentes piezas: Barro Rojo: Constituye una es pecialidad única de Sorbas. Los ob jetos refractarios constituyen una de las mayores joyas y rarezas de nues tra alfarería. Con la arcilla roja refractaria se hace todo tipo de utensilios cuyo fin es cocinar en el fuego. Se hacían todo tipo de cazuelas, ollas, peroles, los típicos ajuaricos, soperas, jarras, Obra abierta: lebrillo cafeteras, cazos etc. Las cazuelas, peroles y ollas se hacen en dos fases. Hay que hacer previamente una pieza que se llama la forja La forja es una pieza parecida a una alcancía, más chata, con la base plana y totalmente cerrada.. Una vez hecha la forja, de una forma más o menos globosa, según la pieza que se vaya a hacer después, ésta se pone a orear haciéndole previa mente por la parte más alta del cierre un agujero con un palillo para que no revienten al secarse. Una vez oreada lo justo, se pone en la cabeza del torno un golveor Es una especie de tubo vertical hecho del mismo barro, de unos 8 cm de altura y de diámetro algo inferior a la pieza a fabricar, sobre él se coloca la forja., encima del golveor (al que antes se le pone ceniza para que no se pegue la pieza) se coloca la forja, a la que previamente se le da la vuelta, colo cando la parte alta de la forja abajo (esa parte será la base de la pieza a elaborar), a continuación se modela la cazuela, olla o perol, después se pone de nuevo a secar. Cuando tiene la consistencia justa se macea Gol pear el fondo de la pieza con una maza para darle consistencia. el fon do de las piezas, dándole así consis tencia y a la vez cerrando bien el agujero que se hizo a la forja. Barro Blanco: con este barro se hacen todo tipo de utensilios cuya finalidad era contener líquidos o con Obra cerrada: olla 28 Ajuarico tener diversas sustancias, como cán taros, cántaras, lebrillos, orzas, can timploras, botijos, macetas etc. Tam bién las piezas para la construcción se elaboran con este barro. Según se utilice vidriado o no se distinguen varios tipos de producción: en barro o barreño y vidriado. En barro o barreño sin vidriar se hacen piezas de barro blanco para contener agua porque el rezumado refresca el contenido y también las piezas agrarias o para la construcción que no necesitan adorno ni protección. El vidriado permitía decoración e higiene, siendo habitual en los platos, fuentes, lebrillos, orzas y en todas las piezas elaboradas con barro rojo refractario como ollas, cazuelas, pe roles etc. En cuanto a la tipología de las piezas vamos ha describir la producción más tradicional, aunque algunas piezas pueden ser relativa mente recientes, no entrando a des cribir individualmente las nuevas piezas que han multiplicado las for mas y los motivos decorativos. Es la pieza más original y rara de todas las elaboradas en muchas al farerías de España. Se trata de una cazuela, a la que previamente se le han hecho unas tres secciones alargadas y estrechas, a efecto de poder romperla con facilidad para poder separar las piezas. Luego se colocan en su interior multitud de piezas en miniatura de los diferentes utensilios que se utilizan en las cocinas y an tiguamente formaban parte del ajuar de las novias. Todo el conjunto va vidriado, lo que provoca que todas las piezas queden unidas. Su uso tradicional ha sido un re galo para las niñas, aunque alguna persona dice que también se utilizaba como regalo para las novias. Actual mente su uso es exclusivamente decorativo. 1.1.2. CAZUELA Se hace de barro rojo. La cazuela se hace con forja. Es una vasija interiormente vidriada, la sopera va además embocada Embo car es vidriar las piezas exteriormente sólo en su parte superior, junto a la boca, sumergiéndolas en el metal boca abajo. en su exterior, de barro rojo refractario, escasa altura, de paredes ligeramente curvas y borde entrante, que presenta una concavi dad en su diámetro mayor y se asien ta sobre base circular plana. Las cazuelas tienen igualmente su refe rencia en sartas Una sarta es una unidad de medida que se utiliza para distinguir un tipo de pieza determi Seguiremos el criterio del alfarero que acostumbra a distinguir dos tipos de obra: 1.1.- Obra abierta 1.2.- Obra cerrada 1.1.- OBRA ABIERTA Bajo esta denominación ads criben los alfareros aquellas piezas cuyas paredes ascienden abriéndose hasta alcanzar el borde. Dentro de la obra abierta podemos distinguir: 1.1.1.- AJUARICO Se hace de barro rojo. nado en función de su tamaño. El número hace referencia al tamaño de la pieza que es inversamente proporcional al número de piezas por sarta. El número de sarta es igual al número de piezas que entran en ella, así la sarta de ollas de 3 tenía tres piezas, cuanto más pequeño es el número, el tamaño de la pieza de la sarta es más grande. Se supone que cada sarta es proporcional en cuanto a trabajo pero no era así, los alfareros prefieren hacer las sartas de los números más pequeños, ya que son las piezas más grandes y se hacen más rápido., que son de seis, siete, Cazuela y cacerola Sopera ocho, doce, dieciséis y veinticuatro y responden a seis tamaños diferen tes cuyos diámetros están compren didos entre 35 cm. y 16.5 cm. Tam bién se fabrica la cazuela de base curva llamada boina. Los alfareros preferían fabricar las de siete y ocho porque eran las que más cundían en el trabajo. Variantes de la cazuela son la cacerola y la cazuela sopera con 29 Su uso era para calentar la leche. 1.1.6.- LEBRILLO Tapadera tapadera. La cacerola se diferencia de la cazuela común en la sustitución de las dos asas por un mango corto y redondo que presenta en su extre mo un orificio central de su misma longitud y en la terminación del borde que, en esta vasija, es ligeramente exvasado con carena interior, que le sirve para poder sustentar una posi ble tapadera. Esta pieza empezó a fabricarla José García Alpañez a su vuelta de trabajar en una alfarería de Francia donde se elaboraba. La cazuela sopera con tapadera, también es de fabricación más re ciente, se distingue en que tiene las paredes algo más curvas y cerradas y una carena hacia la mitad del cuer po. A esta altura quedan dos asas, también enfrentadas, que no sobre pasan el borde. En esta cazuela, el borde, ligeramente inclinado hacia el interior sirve igualmente de sostén a la tapadera. La tapadera de la cazuela, de forma circular y convexa, tiene una especie de reborde y un botón central a modo de asidero. Contrario a la cazuela, está vidriada en el exterior. Antiguamente las ta paderas se vendían por separado. Otra variante es la paila o paellera, que es de base muy ancha y borde de menos altura, en ella se cocina la paella. El uso actual de la cazuela es el tradicional: recipiente para guisar directamente sobre el fuego. 1.1.3.- VOLVEDERA o TAPADERA Se hace de barro rojo. Pieza circular y convexa, vidriada en el exterior que presenta las pare des rectas e inclinadas o ligeramente curvas. En la parte superior lleva un asidero circular. Se acostumbra a realizar en los mismos tamaños que las cazuelas, por lo que también van en sartas. Su uso es el tradicional, tapar las cazuelas, sartenes etc. Perol 1.1.4.- PEROL Se hace de barro rojo. Para hacer el perol hay que hacer previamente la forja. Se trata de una vasija cilíndrica de paredes inclinadas hacia el exterior, de base ligeramente curvada , con un reborde interior a media pared para el aplastado de la pasta de las Gachas. Va vidriado en su interior. Su tamaño también va en sartas de 6, 7, 8, 12, 16 y 24. Los más vendibles son los de 7 y 8. Los de 24 son para comer una sola persona. Su uso es para cocinar las Gachas y también antiguamente los caldos de hígado y de pescado. Esta pieza es muy común en la zona, ya que aun se conserva la costumbre de cocinar y comer las Gachas en el perol, éste se coloca en el centro de la mesa colocado sobre un roete El rodete o roete es un círculo formado en su lateral de 8-10 cm de pleita de esparto, se unen los laterales con dos sogas que cruzan perpendicular mente su diámetro de forma que no se deforme. de esparto para que se sostenga, ya que la base es ligera mente curva. Se hace de barro blanco. Conocen como lebrillo a la vasija, antiguamente sin vidriar(cuando el uso era como pilas o comederos de los cerdos) o vidriadas en el interior con el color miel para los usos do mésticos. Tiene paredes inclinadas y abiertas, que presenta una conca vidad en su diámetro mayor y borde alrededor del mismo. Tiene la base plana con un diámetro mayor que la altura de la vasija y aproximadamen te la mitad que el diámetro del borde. Las medidas de los lebrillos varían en relación a los diferentes tipos de los mismos, y aunque constituyen el equipo de las matanzas, sin embargo cada lebrillo recibe un nombre en función de su uso. El lebrillo del número uno era para hacer jabón y los embutidos de las matanzas, el dos se utiliza para fregar y también para la sangre en las matanzas; el de cinco es para contener agua para lavarse. Estos lebrillos suelen hacerse durante el mes de noviembre. Según Miguel Fenoy al lebrillo más grande, que era utilizado en las matanzas de los cortijos más importantes de la zona le llaman Lebrilla. 1.1.7.- MORTERO Se hacía tradicionalmente de ba rro rojo, posteriormente los Ayala y Fenoy los hicieron también con blanco y usar así nuevos colores. Se trata de una vasija vidriada, de boca ancha y base pequeña, con paredes gruesas, abiertas, inclinadas y ligeramente curvas, que presenta una concavidad en su diámetro ma yor y borde alrededor. Se decora con diferentes colores en el barro blanco. En el rojo se vidriaba por dentro y sólo embocado 1.1.5.- CAZO Se hace de barro rojo. Se trata de un cazo con mango de un litro de capacidad, similar en forma al utilizado actualmente de otros materiales. Va vidriado entero. Cazo. Cerámica popular española J. Llorens Artigas, J. Corredor-Matheos Fotografo. F. Català Roca. Editorial Blume. 1970 30 Mortero por fuera. El uso del mortero es el tradicio nal: machacar semillas, especias, ajos, etc. 1.1.8.- JARRA O TARRO DE ORDEÑAR LAS CABRAS Se hacía de barro rojo, posterior mente los Ayala y Fenoy lo hacen también de blanco. La jarra, tarro de ordeñar las cabras o tarro de la leche, es una vasija de base gruesa, ancha y plana, vidriada en su interior, de paredes curvas, con o sin cuello, que presenta una concavidad en su diámetro ma yor y borde alrededor. Esta vasija va provista, en el borde, de un pico para verter la leche y tienen dos asas. Se fabrica de varios tamaños, de 3 y 5 litros, siendo esta última la más corriente. El uso de esta vasija era servir de recipiente de la leche en el mo Bacín en sombrero de copa mento del ordeño. 1.1.9.- QUESERA Se hacía de barro blanco. Se trata de una vasija de forma cilíndrica, estriada y vidriada en su interior y embocada en su parte exterior, de base gruesa totalmente plana y paredes rectas que terminan en un borde redondeado. En el inte rior, por debajo del borde, tiene un pequeño resalte para sustentar la tapadera y en el fondo va provista de tres mamelones equidistantes y puntiagudos, a modo de trébedes, que sirven para mantener despegado el queso del fondo. Se suelen fabricar de dos tamaños: uno con capacidad para 4-5 quesos y otro para dos. La tapadera, redonda y plana, está vi driada en el exterior y tiene asidero c e n t ra l e n f o r m a d e b o t ó n . El uso de la quesera es el tradi cional de contener en aceite los que sos anular y su borde, aunque plano y exvasado, es más estrecho, presenta una sola asa que tiene su arranque debajo del borde y llega a la altura de la carena. Está totalmente vidria da. En cuanto al uso debemos señalar que el bacín de dos asas y de forma de sombrero de copa es expresamen te para niños y ancianos, mientras que el bitroncocónico es usado indis tintamente. 1.1.10.- BACÍN/ORINAL Tarro de ordeñar Se hacía de barro rojo y blanco los Fenoy. Esta vasija morfológicamente pue de ser cilíndrica, de base plana y borde ancho inclinado, de forma semejante a un sombrero de copa invertido. Vidriada en su interior, va provista de dos pequeñas asas en frentadas. A esta misma forma, sin fondo y sin asa, se le denomina boquilla de water y se usaba como remate superior de la letrina. El otro tipo, de forma bitroncocónica, tiene un pequeño pie Quesera 31 variante de este prototipo lo consti tuye la maceta de colgar en la pared, que tiene el cuerpo aplanado y va provista de asa, a modo de puente, sobre el borde, o bien dos orificios que sirven de pasantes a una cuerda o alambre. Su uso es el tradicional: cultivar plantas y decorar. 1.1.12.- JARRO DE NORIA Maceta 1.1.11.- MACETA Se hace de barro blanco. Dentro de la variedad de macetas que se realiza la más tradicional es la que se hace en barreño y, actual mente, a veces, vidriadas en el ex terior. Tiene paredes inclinadas y poco abiertas, y borde alrededor del mismo. Tiene base circular plana, con un orificio central para el drenaje del agua. La variedad reside en el tamaño (las hay de los números uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis), en el borde (exvasado, acanalado, fes toneado etc.), y en las diferentes técnicas decorativas usadas. Otra Se hace de barro blanco. Vasija en barreño de paredes abiertas, inclinadas y ligeramente curvas, con dos estrangulamientos en el cuerpo (por donde se ataban a la maroma de la noria), uno en el primer tercio inferior y otro bajo el borde. Presenta una concavidad en su diámetro mayor y borde alrededor. La base es pequeña y plana y la altura relativamente elevada. Su uso tradicional ha sido recoger el agua atado a la maroma de la noria, también se hacían con él las tradicionales zambombas. 1.1.13.- COMEDERO/BEBEDERO DE CONEJOS Se hace de barro blanco. Pequeña vasija en barreño, de carena alta y paredes curvas o rectas, que se estrechan hacia la boca. Pre senta una concavidad en su diámetro menor, con borde alrededor y base ancha y plana. Aparece desprovista de cualquier decoración. Su uso es el tradicional: recipiente para echar comida o agua a los conejos. 1.1.14.- FUENTE Jarro de noria Se hace de barro blanco. Se co menzaron a hacer por los Fenoy y los Ayala. Tradicionalmente la fuente la constituye la vasija grande y vidriada, de paredes inclinadas y abiertas, con o sin carena, que presenta una con cavidad en su diámetro y un borde alrededor. Su base está formada por un pequeño anillo de solero, de aproximadamente 1 cm. de altura. Las fuentes pueden ser de diferentes tamaños, atendiendo al número de sarta, y similares de unos alfareros a otros, dentro del mismo número. Suelen fabricarse en la variedad onda y llana. El tradicional uso de las fuentes ha sido albergar las viandas que se han de servir en la mesa, quedando hoy relegada, igual que en el caso del plato, a una función ornamental. Los motivos decorativos empleados suelen ser parecidos a los de los platos. En Sorbas se fabricaba mucho la que se utilizaba de palangana para lavarse, y se vendía con una jarra grande para contener el agua. También se elaboraban algunas fuentes con muchos agujeros en la base que servían de escurrideras. 1.1.15.- PLATO Se hace de barro blanco. Se co menzaron a hacer por los Fenoy y los Ayala. Para ello contrataron a maestros de Albox y de Níjar. Acostumbran a llamar plato a las vasijas de poca altura y paredes inclinadas que presentan una conca vidad en su diámetro mayor y borde alrededor. La base del plato la cons tituye un círculo de menor diámetro. Los platos tienen diferentes tamaños, agrupándose tradicionalmente entre los alfareros por números de sarta. Hay platos de los números ocho, diez, trece, dieciséis, veinticuatro, treinta y cuatro y cuarenta. Sin em bargo aunque genéricamente se les denomine platos, específicamente pueden adscribirse de una manera más exacta. Así los platos números 8, 10, 13, 16, y 24 son fuentes. Cada una de estas agrupaciones forma una sarta, siendo el tamaño de las piezas inversamente proporcional al número de piezas por sarta. Antiguamente el plato de barro era el recipiente cotidiano para el consumo directo de los alimentos y había adquirido otros nombres com plementarios según se le identificara con determinadas comidas. Esta división venía a coincidir con otra más generalizada de platos hondos y platos llanos. Era lo que algunos alfareros llamaban plato ordinario y su conjunto lote de platos que acos tumbraban a llevarse las mujeres de las zonas rurales. Actualmente la decoración de los platos y las fuentes es la norma, siendo muy variada y de ricos moti vos especialmente los decorados por Cristóbal en la familia de Juan Simón Comedero de Conejos 32 platos. 1.1.19.- TACILLA Se hace de barro blanco. Esta vasija tiene la misma forma de los platos, fuentes y tazones pero de menor tamaño. Se hacían en sar tas del número 40. Igual que el tazón antes no se hacía en Sorbas. 1.1.20.- COCIO Fuente decorada. Años 50 y por Encarni en el oficio de Jaime Mañas. 1.1.16.- FRUTERO Vasija, a modo de fuente con pie, que presenta una concavidad en su diámetro mayor y borde alrededor, con o sin festoneado. Las paredes son abiertas, inclinadas y ligeramente curvas. El pie tiene una oquedad en su base que llega hasta el plato. Aunque se puede hacer en barreño, preferentemente se realiza vidriada con una decoración similar a la de los platos. El tradicional uso del frutero, con trario a lo que su nombre indica, ha sido el de decorar y la fruta se servía en una fuente o un plato. 1.1.17.- VASO Por lo general, se trata de una pequeña vasija vidriada casi cilíndrica con el fondo rehundido, de paredes rectas o ligeramente curvas y borde alrededor, que presenta una conca vidad en su diámetro mayor. Estas pequeñas vasijas forman parte de diferentes juegos de agua, vino y cerveza. Algunas de estas vasijas provistas de asa se han constituido en jarras. El uso del vaso tradicionalmente ha sido el de recipiente para beber, sin embargo hoy prevalece su función decorativa. 1 . 1 . 1 8 .- Fuentes Se hace de Barro Blanco Vasija en forma de orza, en barreño, pero rematada por la parte más ancha. Tiene base circular plana, con un orificio lateral en la base, a modo de grifo, para el drenaje del agua, de cuello corto y borde ligera mente exvasado, acanalado, festo neado etc.). Tiene dos asas macizas junto al rostro En todas las piezas abiertas el borde se conoce como rostro. y enfrentadas. Su principal uso era para contener agua de uso doméstico, lavandería y, en algunos casos, para apagar la cal con la que luego se encalaban las fachadas de las casas. Actualmen te está prácticamente en desuso. Sólo se usan para jardinería. TA Z Ó N O CUENCO Se hace de barro blanco. Bajo esta denominación se ads criben varias vasijas medianas y pequeñas, vidriadas, en algunos ca sos semiesféricos, con una concavi dad en su diámetro mayor y marcado pie. El tradicional uso del tazón ha sido el de contener líquido, especial mente leche o café, y más reciente mente gazpacho. Normalmente los tazones se ha cían en Níjar hasta que los Fenoy y Ayala comenzaron a hacerlos con los Tazón 33 1.2.- OBRA CERRADA Los alfareros denominan obra cerrada aquellas piezas cuyas paredes se van cerrando hacia la boca. Dentro de la obra cerrada encontramos: 1 . 2 . 1 .- C Á N TA R O / C Á N TA R A Se hace de barro blanco. Vasija grande o mediana, gene ralmente en barreño, con el cuerpo en forma de cono invertido y la parte superior semiesférica. Tiene la base pequeña y plana y la parte superior lleva un cuello cilíndrico y angosto con borde marcado en el exterior. Va provista de dos asas planas en frentadas, en forma de cola de caba llo, que arrancan del primer tercio del cuello y terminan a la altura del hombro. Según el tamaño había del número 1(12-13 litros), 2 (llamado medio cántaro, 6 litros), 3 (3 litros), 4 (2 litros), 5 (1 litro). Para Lubrín se hacían unos cántaros del uno más pequeños (10 litros). El medio cán taro se utilizaba mucho para trans portarlo los niños y los mayores. Con este cántaro era con el que se enseñaban los alfareros a hacer los cántaros. Los cántaros del 3, 4 y 5 se les llama Cántara que es una vasija con el cuerpo similar al cántaro, de menor tamaño, y la parte superior más cónica, provista igualmente de dos asas y cuello cilíndrico. Va decorada con dos líneas incisas, una a la altura del cuello y otra en la parte superior Cántaro de la panza a la altura del apoyo de las asas. Una variante es la cántara chapada, que son las de menor t a m a ñ o, b o c a más angosta, con parte del cuerpo aplanado. Se utilizaba por los hombres para las faenas del cam po, y la forma aplanada es con el fin de evitar que se despegue, en su transporte, del lomo del ani Cántaros de aceite, ollas y codo de agua almacenados en mal o del cuerpo una cámara de la persona. más húmedo y fresco de la casa. Otra variante es el cántaro de aceite de forma muy similar al cán 1.2.2.- CÁNTARA DE PIPA taro del número uno pero con el cuello estrangulado en la boca. Este Se hace de barro blanco. cántaro iba vidriado en el exterior Es el botijo que se realizaba en en la mitad superior de la panza Sorbas. Su forma es igual que la de hasta la boca.. la cántara, sólo que se le añade una El uso del cántaro/cántara es el pipa o pitorro. Presenta una base tradicional de contener agua, a plana, a veces provista de marcado excepción del cántaro vidriado, me pie. El tamaño era como los cántaros ramente decorativo. del 2, 3 y 4 (el tres era el que más Los cántaros de agua se colocan se hacía). La capacidad oscila desde en un armazón de madera o yeso unos seis litros a dos litros. llamados cantarera, con tres o cuatro Hasta hace poco se hacían mu orificios que no exceden del diámetro chas para la zona de invernaderos mayor de la panza. Debajo de ellas de Níjar y El Ejido. También para el se colocaban las fuentes con la fruta sector de la construcción. para que estuvieran más frescas, ya El uso es el tradicional: contener que la exudación del agua de los y refrescar el agua para beber a cántaros hacía de esa zona un lugar chorro. Cántara Cántara de pipa 34 Chimenea con el Gallo Gallo antiguo 1 . 2 . 3 .- GALLO DE SORBAS Se hace de barro rojo. Este gracioso botijo en forma de gallo, totalmente vidriado lleva ca mino de convertirse en una de las piezas más tradicionales de las alfa rerías sorbeñas. Sin embargo, pese a tener noticias de que se fabricaba uno parecido hace muchos años, la forma que hoy conocemos es de elaboración relativamente reciente. Los primeros en realizarlo fueron la familia Juan Simón. Fue Juan Simón y su hermano José los que empeza ron a elaborar este botijo en forma de gallo allá por la década de los sesenta-setenta, cuenta José que vio una forma rudimentaria, con asa de botijo y muy quemado de color casi negro, de este gallo en el taller de José Antonio Requena. Hoy se fabri can de varios tamaños y con decora ciones de todo tipo y colores. Se elabora en el torno el cuerpo Alcancía Gallo actual y la base sobre la que se apoya el botijo. Luego se unen y se le van acoplando la cola (que es la boca del botijo), la cabeza (que es el pitorro), la cresta y las alas. Su uso es decorativo, se está implantando la costumbre de colo carlo de remate decorativo en la parte superior de las chimeneas si tuadas en los tejados de las casas. 1.2.4.- ALCANCÍA Se hace de barro blanco. Pequeña vasija en barreño, cerra da, de paredes inclinadas, abiertas y ligeramente curvas y parte superior cónica, con pequeño pie plano. Enci ma lleva remate central, a modo de botón, que le sirve de asidero y una hendidura por encima del hombro. Su uso actual es el tradicional: servir para guardar monedas. 1.2.5.- CANTIMPLORA Se hace de barro blanco. Vasija mediana, en barreño, de forma circular y cerrada, con un diámetro de unos 22 cm., que pre senta una parte aplanada con el fin de que apoye fácilmente en el lugar que se cuelgue (persona, animal o pared) y la otra parte ligeramente abombada. En la parte superior lleva una pequeña boca central con gollete y dos asitas equidistantes a la referida boca, que sirven para mantener la cantimplora en posición vertical. Se hacen también con un pitorro en la parte superior de la panza para beber a chorro. El uso sigue siendo el tradicional: servir de recipiente para llevar agua y beber a chorro. 1.2.6.- OLLA Se hace de barro rojo. Se hace previamente la forja. Vasija vidriada en el interior, de forma globular, pequeño cuello y base plana o ligeramente curva, fabricada con barro rojo refractario. Lleva dos asas que arrancan del borde y llegan casi Cantimplora Olla 35 a la mitad del cuerpo. Presenta una concavidad en su diámetro menor y borde de labio biselado hacia el inte rior, con el fin de sustentar la tapa dera. Esta tapadera se realiza como complemento de la olla y es de forma circular y cóncava, con un botón central que le sirve de asidero. Por lo general existen tres tipos de ollas: olla ordinaria, olla chata y olla nana. La olla ordinaria es más globular, con la base pequeña y curva y de mayor tamaño. Esta olla se adscribe a la gente pobre y su popularidad le viene de gastar menos aceite (por ser el culo más curvo), aun siendo la de mayor capacidad. La olla chata es de menor tamaño, tiene la base más amplia y plana, el cuerpo menos globular y ligeramente carenado hacia la mitad. El calificativo le viene por su forma achatada. Se embocaba vidriándose sólo por un lado de la parte exterior de la olla junto a la boca. Finalmente la olla nana presenta una forma intermedia entre las dos anteriores. Tiene el fondo ligeramente curvo, pero más estable que el de la olla ordinaria y la parte superior del cuerpo más estilizada que la de la olla chata. Conviene señalar que esta vasija es la que tiene mayor diámetro de boca y también la más cuidada en su ejecución, estando vidriada no sólo en la parte interior, sino que se embocaba vidriándose en un amplio sector exterior que alcanza desde el borde hasta el asa. Esta olla se ha considerado propia de la gente rica. Tamaño en sartas de 6, 7, 8, 12, 16, 24 y 30. La olla de 24 se llama puchero Tenía capacidad para la co mida de una persona. Se utilizaba para llevar la comida al campo., una olla de 16 forjada se llama miguelete Como las cazuelas, la olla sólo se hace en Sorbas, constituyendo una especialidad de la localidad. Tradicionalmente la olla se usaba para cocinar, calentar agua etc. uso que se ha perdido, excepto en algu nas zonas rurales o en época de matanzas. En la actualidad, su función es más decorativa, lo que ha influido notablemente en su producción. Cuenta José García Alpañez que para asustar de noche a la gente elaboraban unas ollas a las que les hacían unos agujeros en forma de ojos y boca. Le introducían una vela encendida dentro y lo dejaban en algún lugar visible, con un trapo a medio tapar, esperando a que pasara Orza alguien y se llevara un buen susto. Esas bromas las hacían los mozos para divertirse de la gente más asus tadiza. 1.2.7.- ORZA Se hacen de barro blanco. Vasija de diversos tamaños, de forma ovalada, base pequeña y pla na, de cuello corto y borde ligera mente exvasado. Generalmente va provista de dos asas enfrentadas que arrancan de la parte superior del cuerpo, cercana al borde y terminan al inicio del hombro. Suele estar vidriada en el interior y, a veces, total o parcialmente (embocada), en el exterior. Todas iban vidriadas ex cepto las que fueran a contener vino ya que éste en su fermentación ab sorbía el plomo del vidriado provo cando intoxicaciones. La orza pequeña acostumbra a llevar una tapadera de forma cóncava y similar a la de las ollas. Morfológicamente estas vasijas presentan diferencias. En las orzas no hay sartas, se nombran con el número de celemines o arrobas capaz de contener en su interior. En el torno se hacían las más pequeñas de dos, uno y medio cele mines, ya que las más grandes no aguantan el peso del barro. La de cinco arrobas, llamada Tenajo, tam bién se hacía en el torno pero en dos piezas, por un lado la capilla (parte superior) y por otra el tiesto (parte inferior), una vez elaboradas se de jaban secar un día para que endure ciesen y luego se picaban un poco los bordes con un cuchillo y se ponía una tira de barro tierno para unir las dos piezas, luego se daba un masaje con un trapo húmedo para disimular la unión. De cinco arrobas en adelante no se podían hacer en el torno, de modo que sólo se hacía el tiesto en el torno, se dejaba secar y luego cada día se le añadía un paño Tira larga y de sección redondeada que se utilizaba para recrecer la orza., al final se remataba con un rosco de barro y se daba forma a la boca. Las orzas más pequeñas llevaban sus tapaderas del mismo barro blan co, la de cinco arrobas se tapaba con un lebrillo del número dos. Las más grandes no llevaban tapadera. El uso actual de algunas orzas es el tradicional: guardar y conservar productos de matanza en aceite o manteca, quesos en aceite, aceitu nas, guindas, miel, aceite, vino, etc. 1.2.8.- JARRA Se hace de barro rojo. Pequeña vasija, vidriada en su interior y embocada, de cuerpo re dondeado y cuello corto y abierto hasta alcanzar un borde recto, exva sado o ligeramente entrante. La boca es de un pico, aunque se están imi tando las de cuatro picos de Vera hechas con barro rojo refractario y vidriadas. Su base es plana, con ligero pie o sin él en la jarra de un pico y con pie muy diferenciado en la de cuatro. Va provista de una asa. Las hay de dos tamaños de medio y un litro. El actual uso de la jarra es emi nentemente decorativo, aunque en algunos lugares se sigue el tradicio nal, como recipiente para servir agua o vino. Jarra 36 Cafetera 1.2.9.- CAFETERA La cafetera es de forma redon deada y ligeramente achatada, con tapadera en su parte superior. Vidria da en su interior y externamente en su mitad superior. Su uso es servir el café. 1.2.10.- JARRO o JARRÓN Se hace de barro rojo y blanco. Vasija vidriada en su totalidad, de cuerpo alargado, de forma cilín drica, con marcado hombro y cuello estrecho y moldurado, que termina un una boca pequeña de labio exva sado, Suele tener la base pequeña y plana. Lleva diversas molduras a lo largo del cuerpo y cuello. El uso del jarrón antes era para contener el agua para lavarse, se vendía con un lebrillo del dos que hacía de palangana. 1.2.11.- HORNILLA Horno en barreño, de tamaño mediano, base pequeña y cuerpo en forma de tronco de cono invertido, con la parte superior globular y boca ancha, con el borde ligeramente vuelto, en la que se introduce una parte, también en barreño, con forma de tronco de cono invertido y tres resaltes en el borde de menor diá metro, que sirven para sostener las vasijas. Esta especie de trébede que Hornilla da adosado al borde de la vasija mediante adobe o ceniza. En la parte inferior de este trébede van tres flejes de hierro que le sirven de parrilla para sostener las ascuas. Este horno lleva dos asas en la parte superior del cuerpo y una abertura cercana a la base, que sirve para retirar las cenizas. En la actualidad esta hornilla no se fabrica, sólo esporádicamente por encargo se puede realizar alguna, por haberse perdido su uso tradicional como horno para cocinar. 1.2.12.- PALMATORIA Se hace de barro rojo. Especie de candelero, vidriado y decorado, de unos 4-5 cm. de altura y forma cilíndrica, que presenta base plana con un diámetro algo mayor que el del cuerpo y boca, y con ligero pie diferenciado. En el fondo, lleva adosado un soporte cilíndrico y cóncavo de unos 3 cm. de altura y 3 cm. de diámetro aproximado, que sirve para sujetar la vela. El uso actual, salvo ocasiones, es ornamental. 1.2.13.- BEBEDEROS DE GALLINAS Se hace de barro blanco. Vasija grande en barreño, forma da por dos piezas. Una que contiene el agua, es un cántaro que se coloca boca abajo, sobre una especie de lebrillo. De esta forma la zona donde se podía beber era mayor y lo podían utilizar mayor número de animales. Su actual uso es el tradicional de servir de recipiente para echar de beber a las gallinas y animales. 1.2.14.- CRIADEROS DE CONEJOS Se hace de barro blanco. Vasijas de tamaño grande, en barreño, de base ancha, aplanada y gruesa, con un diámetro superior al doble de la boca. Presenta las pare des rectas en su inicio, con tendencia esférica, en la parte inferior del cuer po lleva abertura arqueada de unos 11 cm. de base por 11 cm. de altura. Juan Mañas les hacía un tubo exterior en la puerta que servía de protección a la puerta, ya que las conejas colo can ahí broza del nido para proteger las crías. Como en los anteriores casos, se hace sin decorar. Su habitual uso es el tradicional de servir de criadero a los conejos. 1.2.15.- CRIADERO DE PALOMAS Se hace de barro blanco. Vasija Mediana, en barreño, de forma cilíndrica y base plana, que presenta un borde entrante y ligera mente marcado. Esta vasija se hace sin ningún tipo de decoración. Se colocaban en los palomares apiladas y pegadas con yeso cubriendo las paredes enteras. Su uso es el tradicional: lugar de destinado a la cría de palomas. 1.2.16.- BEBEDERO DE PILA Se hace de barro blanco. Vasija grande en barreño, cerrada de forma casi cilíndrica y base plana, con la parte superior de tendencia esférica provista de un remate cen tral. En la parte inferior, junto a la base, tiene un pequeño orificio ro deado por una pililla adosada, de Criaderos de palomas dispuestos en un palomar 37 Tintero Bebedero de pila forma semicircular, escasa altura y base igualmente plana, donde se deposita el agua. Este bebedero se hace sin decoración y su altura oscila entre 31 y 33,5 cm. El uso actual es el tradicional: recipiente para echar agua de beber a las palomas. Bebedero de pájaros 1.2.17.- BEBEDERO-COMEDERO DE PÁJAROS Se hace en barro blanco. Vasija pequeña, en barreño, de base plana y circula con una pared lateral de unos 5 cm. de altura, a partir de ahí dejar cuatro aberturas y las paredes se cierran hasta unirse en un botón terminal. Su uso es dar de comer o beber a los pájaros. 1.2.18.- TINTERO Se hace de barro rojo. Pieza vidriada, compuesta por varios elementos que se asientan sobre una placa rectangular, transversal, con cuatro acanaladuras que le sirven para depositar las plumas. Sobre el ángulo izquierdo del primer término tiene un pequeño vaso, de forma cilíndrica, con el cuello corto y mar cado y el labio vuelto. Su función era servir de palillero. Frente a él, sobre el ángulo derecho, descansa un pequeño plato, con una concavi dad honda de reducido diámetro y borde ancho, ligeramente biselado hacia el interior, con cuatro impre siones digitales. En él se depositaba la tinta para mojar el plumín. Entre ambos objetos, en la parte superior, lleva dos pequeñas columnas moldu radas, unidas por dos arquitos. Sobre el arco superior, en el centro, des cansan dos pequeñas figuras de pá jaros enfrentadas. El conjunto está realizado a mano, excepto el platito y el pequeño vaso hechos en el torno. Tradicionalmente no se fabricaba con asiduidad y en la actualidad ya no se hace. Se usaba como tintero palillero y también como objeto de adorno. Esta pieza la fabricaba José Mañas, padre de Juan Mañas. 1 . 2 . 1 9 .- a diseñar Juan Simón con la ayuda de Pedro Soler en la década de los 70, cuando empezaba el auge turís tico de Mojácar. Algunos alfareros como Sebastián Requena y Simón García Alpañez recuerdan que en la alfarería de José Antonio Requena se hacía una mujer similar con un solo cántaro al lado. 1.2.20.- ORZAS DE ALMAZARAS Orza grande que llevaba en su exterior una especie de tubo adosado a todo el lateral, el tubo se abría a la altura del cuello de la orza, de este modo dejaba salir el agua ve getal o alpechín de la aceituna. Se utilizaba en las almazaras para decantar el aceite. MOJAQUERA Se hace en barro rojo. Hoy es una de las piezas típicas de la Alfarería de Juan Simón. Es una pieza que imita la típica figura de la moja quera con el pañuelo en la cabeza tapando la cara, un cántaro en la cabeza y otro al lado. En un principio se hacía sólo en barro rojo y en barreño, hoy la encon tramos vidriada y decorada con la más amplia gama de colores. Esta pieza la empezaron Mojaquera 38 2.- OTRAS PIEZAS PARA USO EN LA CONSTRUCCIÓN: Desde siempre los alfareros tam bién han fabricado una serie de pie zas que se utilizaban en la construcción de edificios. Estas piezas no siempre se hacían en el torno, muchas de ellas se hacían ayudán dose de unos moldes específicos. Excepto las canaleras y los tubos, las demás eran elaboradas con barro blanco en crudo o crual, era tierra blanca de cantera y no la costra de después de la lluvia, que era la que se utilizaba para las piezas que se hacen en el torno. Se fabricaban las siguientes piezas: 2.1.- TEJA ÁRABE Se hacían con un molde de madera. 2.2.- LADRILLO MACIZO Se trata de un pequeño ladrillo macizo. 2.3.- LOSA Sus dimensiones son de 25x25 cm. 2.4.- CANALERA O TUBOS DE AGUA Pieza en barreño, de forma troncocónica, hueca, lisa o decorada, de unos 49 cm. de longitud, 17 cm. de diámetro mayor y 10 cm. de diá metro menor. Para elaborarla utilizan un molde interior que sirve de apoyo, ya que el brazo no puede llegar al fondo dada la longitud que tiene. Se hace lisa o con apliques, en este caso va decorada a lo largo del cuerpo, con cuatro tiras de barro aplicadas y festoneadas, que termi nan cerca del diámetro menor en cuatro remates: dos circulares con botón central y los otros dos cilindros con una concavidad. Esta decoración última la empezaron a hacer los Fenoy cuando empezó el desarrollo turístico de Mojácar a principio de los 70, ya que se vendían mucho más caras. El uso es el tradicional: servir de remate a los canales de desagüe de los tejados o terrados. Se usaba también para hacer tuberías empal mándolas unas con otras, en este caso se les hacía un rallado por el exterior de la parte estrecha para que uniera mejor con el cemento o el mortero que se aplicaba en la junta de ambas. Cada vez es más frecuente su uso en las nuevas cons trucciones destinadas a segundas residencias. Actualmente también las encontramos decoradas, siendo su uso en este caso decorativo prin cipalmente. 2.5.- CODO DE BAJADA DE AGUA Pieza en barreño, hueca y acoda da en ángulo de 90º, formada por un cilindro y un tronco de cono. La parte cilíndrica, de 15 cm. De longitud y 13 de diámetro, va biselada en la parte de inserción con el tronco de cono y en el otro extremo lleva unas catorce líneas incisas a modo de rosca. La parte troncocónica tiene unas 23 cm. de longitud y 13, aproxi madamente, de diámetro. Su uso es el tradicional: completar las tuberías de desagüe con el fin de variar su dirección. El codo junto con la canalera se utilizaban también en los sifones que hacían los agricultores para cruzar las acequias de una orilla a otra del río. 2.6.- LOSAS PARA HORNOS DE PAN Se hacían por encargo, eran de grandes dimensiones y bastante es pesor. Canalera 2.7.- REGISTROS DE CISTERNAS O SIFÓN DE ALCANTARILLA Es una copia de los que se hacen de plástico o metal. 3 .- D E C A D E N C I A D E L A ALFARERÍA TRADICIONAL Una serie de factores han propi ciado la pérdida de determinadas piezas en la alfarería sorbeña. La aparición del plástico y un cambio de mentalidad en algunos sectores de la población, así como el despo blamiento del campo y la adopción en las zonas rurales de ciertos hábitos y gustos urbanos, fueron las causas principales a las que conviene añadir las sucesivas crisis de nuestra eco nomía. Antes de la llegada del plástico el agricultor, el hombre de la sierra y la gran mayoría de las gentes de los pueblos tenían costumbre de comer en platos de barro, y era fre cuente que varios miembros de una familia comiesen en un mismo plato de barro. Luego, con la crisis económica, hubo una fuerte salida de población, especialmente gente joven, que a su regreso trajo otras costumbres que, de un modo u otro, implantaron. Como que en la mesa 39 hubiese, como mínimo, un plato por cada comensal o la utilización durante la comida de diferentes platos. Sin embargo lo que más influyó fue la adopción del vidrio frente al barro. Antiguamente se hacían varias clases de cántaros, el botijo chapado de arriero y las cantaricas para las sie gas. También se fabricaba el tarro para ordeñar las cabras, el orinal y en el mes de noviembre orzas y lebrillos para la matanza, los jarros de noria etc. La mentalidad campe sina ha salvado algunas de estas piezas que hoy todavía, aunque sea esporádicamente, siguen realizándo se, como el cántaro, la orza, come deros y bebederos de animales, etc. En la producción del cántaro ha in fluido la instalación del agua en las casas que fue progresiva a partir de la década de los 40 en todos los pueblos. Antiguamente la falta de aljibes obligaba a un continuo acarreo de agua desde la fuente, habiendo gente que se dedicaban únicamente al trasporte de dicho elemento, hoy sin embargo este hecho afortunada mente se ha resuelto, quedando el cántaro como objeto de adorno. Igual ha sucedido con otras piezas que se han puesto de moda con atisbos de coleccionismo entre las clases popu lares, sacrificando su sentido funcio nal por el decorativo. Una parte importante de la producción de Sorbas son las cazue las, peroles y ollas de barro rojo r e f ra c t a r i o. E n e s t e c a s o l a recuperación y revalorización de cier tas recetas caseras han hecho que se mantenga la producción, aunque el factor principal de su desaparición se debe al alto desarrollo tecnológico alcanzado en la fabricación de los modernos utensilios de cocina. También hasta hace poco se ha hecho en cantidad el cántaro de pipa para la temporada del tomate. De los materiales para la construcción es la canalera con apli ques la que más se hace por su uso en las nuevas edificaciones. ligada principalmente al turismo, ha dado lugar a una serie de transfor maciones importantes en las formas y en el tipo de los motivos decorati vos. La intensificación del uso del vidriado y los colores ha obligado a adoptar nuevas técnicas y materiales. La mayor parte de la producción ha evolucionado a piezas pequeñas y medianas decoradas con toda la ga ma de colores existentes en el mer cado. También han tenido que instalar modernos hornos a gasoil que utilizan principalmente para las piezas deco radas, quedando los antiguos hornos árabes relegados para las piezas tradicionales, resistiéndose a desapa recer. Las dos alfarerías que aun funcio nan, si bien la de Juan Simón es por tradición familiar de barro rojo y la de Jaime Mañas de barro blanco, ambas trabajan los dos barros. Re cientemente, bien por adaptarse mejor al vidriado y por economía, han introducido arcilla blanca com prada en Valencia y Barcelona, que utilizan para las nuevas piezas más decoradas. El metal utilizado para el vidriado también ha ido cambiando. El antiguo sulfuro de plomo, prohibido porque podía causar enfermedades, ha sido sustituido por nuevos pro ductos comerciales de bisilicato de plomo. Estos nuevos productos dan un resultado similar al antiguo, si 4.- NUEVOS TIEMPOS, NUEVAS FORMAS, LLEGAN LOS CAMBIOS Como se ha apuntado anterior mente, a lo largo de la década de los años 80 y 90 la producción tradi cional ha disminuido drásticamente, dejándose de elaborar muchas de las piezas utilitarias de antaño, unas porque han perdido su uso, bajando otras a cantidades insignificantes. Sin embargo, la demanda actual Cerámica decorada del taller de Juan Simón 40 bien es menos fluido y menos brillan te, perdiendo el chorreo característico de antaño. También se utilizan para algunos cuencos moldes de yeso o matrices de acero para la fabricación de piezas rápidas. La producción de hoy es muy variada, haciéndose desde ceniceros, cuencos, jarras, juegos de café y gazpacho, hasta todo tipo de platos o lebrillos decorados. Muchos hoteles y restaurantes encargan colecciones enteras de diversas piezas con el logotipo de las mismas. Las posibilidades de combinación de formas y colores son inmensos, dando lugar a una gama de piezas infinitas. Bibliografía y Agradecimientos: Este trabajo se ha basado en el libro Estudio etnográfico de la cerámi ca popular de la provincia de Al mería. Etnografía Española 5. Celsa Paoletti Duarte y Ángel Pérez Casas .Ministerio de Cultu ra. 1985. Todos los dibujos de este artículo han sido extraidos del mismo. Todo la aquí expuesto no habría sido posible sin la revisión y aportación de los alfareros Juan Mañas y los ALGUNAS PIEZAS EXCLUSIVAS Rosa Mª Piqueras. ESCUDO DE SORBAS. Pieza Alfarera. El año 1929, con motivo de la exposición Universal de Barcelona, el Ayuntamiento de Sorbas envió distintas muestras representativas de la zona al stand de la provincia de Almería, y entre ellas piezas de la alfarería sorbeña muy apreciadas en Cataluña por su calidad y resis tencia al fuego,se mandaron pero las, pailas ,cazuelas ,cantaros ,tina jas, botijos, etc. Para realzar el envío y diferenciarse del resto de la cerámica de la provincia D. Juan Piqueras Vázquez encargo al abuelo de Juan el de Elisa la elaboración en barro del escudo del pueblo. Adjuntamos una fotografía a continuación, este mismo escudo hermanos José y Simón García Alpañez, a los que agradecemos enormemente su colaboración. También Agradecemos la ayuda pres tada por Miguel Fenoy Sánchez, José Ayala García y Sebastián Requena Salvador. Andalucía Alfares y Cerámica. Colegio Público Cervantes. Los Palacios (Se villa). 1986. NARRIA. Estudio de Artes y costumbres populares. Almaría 89-90-91-92. Mu seo de Artes y Tradiciones Populares. Universidad Autónoma de Madrid. se utilizó en el libro SORBAS IMA GEN DE UN PUEBLO para reivindicar dicho escudo como emblema de nuestro pueblo, algo que se ha conseguido. Dicho escudo es de propiedad privada y se expondrá durante la Feria de Artesanía que tendrá lugar durante el mes de Agosto. El TOROGALLO .Botijo sorbeño. Este botijo basaba su forma pri migenia en una mezcla de toro y gallo deformes, realizado siempre en barro rojo, según se cuenta su forma procedía de la famosa caca ruca o coco, con el que se asustaba hace años a los niños del pueblo. Dejó de fabricarse en la segunda década del siglo XX. Hace unos años, aunque ya con una forma distinta, se realiza una pieza que ahora se parece más a un gallo. Escudo de Sorbas elaborado por Juan Mañas Sesé para el pabellón de Almería en la exposición Universal de Barcelona en 1929. Otras piezas exclusivas Jarrón de Pedro Soler Jarrón con pie de María Teresa García. Alfarería Ayala 41 BARRIO DE LAS ALFARERÍAS DE SORBAS La primera vez que visité este barrio fue para mí como un viaje en el tiempo. Los techos de teja romana sobre recios encalados, porches con parras y muchas flores. Los habitan tes de este barrio son gente buena y trabajadora. Saben que viven en el siglo XX, por eso adoran su entor no, pues saben que viven en un paraje privilegiado por su belleza natural. Entrar en sus alfarerías es como entrar en un templo cargado de his toria familiar. Aquí en el interior de estos centros de trabajo de recios muros y techos a dos aguas revesti dos de cañas y recias vigas que sue len ser troncos de olivo, podemos ver estanterías adosadas a los muros. Estanterías o vasares que contienen piezas, que en muchos casos, hechas por abuelos de los actuales alfareros. Refiere Elisa, una señora que es madre y abuela de alfareros, su ma rido a su vez alfarero descendiente de una antigua estirpe de alfareros, cómo siendo ella joven la actividad era muy diferente. Su modo de narrar la vida cotidiana nos hace verla y oirla. "Desde muy temprano, con el alba, se iniciaba la llegada de carros cargados de leña para los hornos, venían tan cargados que parecían montañas en movimiento. Luego, descargada la leña, cargaban cánta ros, lebrillos, etc... que los arrieros transportaban para vender en otros pueblos. VASIJAS REFRACTARIAS Aquí en las alfarerías de Sorbas se hacen peroles, ca zuelas y ollas de barro refrac tario. Esta obra sólo se hace aquí porque tenemos canteras de tierra roya refractaria necesaria para fabricar esas vasijas ca paces de soportar el fuego di rectamente. Recuerdo que había días en los que en todo el barrio resonaba un rítmico tam-tam, éramos nosotras, las mujeres e hijas de los alfareros que ma ceábamos el fondo de las ca zuelas para darles resistencia. Esto se hacía en el punto de secado adecuado de modo que el barro se compactara sin romperse. Oyendo este relato casi que oigo las mazas sonar...También percibo el olor intenso de la retama, olivo, etc...que al arder dentro de los gran des hornos árabes impregnaban el ambiente de olores ancestrales. En verano, que es tiempo de mucho trabajo, se ponía a secar la obra a pleno sol, y a veces una de esas tormentas de verano hacía que tu viéramos que correr a guardar la obra, pues la lluvia deshace el barro con gran rapidez, y así con rapidez teníamos que acudir. Eso sí, nos ayudábamos los unos a los otros, y el que antes terminaba de recoger su obra iba corriendo a ayudar a otros alfareros. LA PRODUCCIÓN DE TEJA ROMANA Sorbas fue y sigue siendo gran productora de teja romana. Me encantó ver a J. Mañas hacer teja con su plantilla de madera, hecha a "medida de arte", es decir, con las medidas que ya se usaban en tiem pos de los antiguos romanos. Para mí una teja hecha así, a mano com pletamente, tiene un encanto y gracia que ninguna teja de máquina puede conseguir. EL AJUARICO Esta pieza merece hablar de ella con detenimiento, pues se trata de una auténtica joya de la cultura mu sulmana. Sabemos que el cuidado y Ollas refractarias del taller de Juan Simón Ángeles Castillo Profesora de la Escuela Municipal de Cerámica mantenimiento del hogar es tarea femenina, máxime en el mundo ára be, así vemos que uno de los jugue tes principales de las niñas era el ajuarico compuesto por todos los elementos de uso culinario. Así, fuen tes, anafre, etc. hechos a escala muy pequeña eran los juguetes típicos hace mil años, y éstos son los que hoy se siguen haciendo en Sorbas. Para los niños musulmanes los ju guetes eran pequeñas espadas o alfajes de hierro. También caballitos de barro, así como algunos animales, gallos, ovejas, etc. VISITAR SORBAS Visitar Sorbas y su barrio de las alfarerías es una auténtica aventura porque conoceremos a sus habitantes tradicionalmente hospitalarios y afec tuosos. ¿No será una bien conservada reminiscencia de la famosa hospita lidad islámica? Ven a conocer todo lo que aquí se dice. Sorbas y sus alfares merecen un alto en el camino. Escuela de cerámica En esta reseña de Sorbas y su ancestral tradición alfarera no pode mos dejar de hacer mención de la Escuela de Cerámica que en el año 1984 surgió por feliz iniciativa del ayuntamiento. Para tal fin se utilizó el edificio en desuso que en origen debió ser un matadero. La Escuela de Cerámica funcionó bien y la asistencia de niños y niñas era muy alta. Miguel Fenoy era el maestro de torno, y yo era la enseñante de otras técnicas menos clásicas pero que son complementarias al puro trabajo del alfarero, que también debe decorar y crear piezas nuevas. A día de hoy en un pueblo de tan antigua tradición como es esta de la alfarería, Sorbas debería fomentar la reapertura de este tipo de Escuela, de modo que los jóvenes conozcan su historia y puedan mantener viva la tradición alfarera 42 SOBRE LAS ALFARERÍAS Algunas mañanas de invierno, el pueblo despertaba con un olor dulce de leña quemada y barro cocido. Por el lado de levante, ascendían una o varias columnas de humo espeso y negro, nadie se extrañaba de ello, excepto si hacía aire y venía del este. Entonces, las briznas del fuego que ascendían con el humo, terminaban cayendo por las calles y casas. Las mujeres recogían la ropa tendida, los pañuelos de la cabeza se quitaban para sacarles el hollín, y la gente andaba sacudiéndose la ropa. Los niños corríamos a los poyos, para ver cómo el humo subía desde los hornos y se difuminaba en el aire empujado por el viento. En aquel tiempo, tres o cuatro hornos árabes de leña estaban activos. Aunque escuché decir qué, años antes, hasta nueve oficios de alfarería funcionaban con regularidad. Aquel tiempo, que era de miseria y decadencia, llevó a la mayoría de los hombres a la emigración. El cam po quedó abandonado, y conforme las familias seguían a los maridos, las casas se fueron cerrando una tras otra. No fueron una excepción los alfareros, que siguieron los destinos de otros, a los que escucharon contar los fabulosos sueldos que cobraban, y la libertad que tenían, lejos de un pueblo constreñido por ideas constreñidas y liturgias obligadas ¿Cómo no iba a ser fabuloso un suel do de 700 pesetas a la semana? Cuando en el pueblo, aquel que tem poralmente lograba un trabajo, lo hacía de Sol a Sol por 20 pesetas al día. La producción alfarera de enton ces era de necesidad, solamente se hacía, aquello que tenía un uso con creto: cazuelas, perolas etc. Se fa bricaban también tejas y ocasional mente losas para pavimentos, aunque estos, en la mayoría de los casos, eran de yeso. Los había em pedrados, como en la posada de Diego el garbancero pero estos eran los menos, sólo las casas con posibles los tenían enlosados. Conforme el campo, las pedanías, Sorbas y los pueblos cercanos, se fueron despoblando, la venta de ollas, Pedro Soler Valero perolas, tejas, orzas y demás uten silios de barro, se redujo a la miseria. Los alfareros hubieron de buscarse el sustento, donde vieron que otros amigos y familiares lo encontraron. Las alfarerías, al igual que el pueblo, quedó solitaria, y los hornos en el desamparo del abandono. Así se fueron deteriorando y derrumbándo se poco a poco. Después, como tan tas otras cosas los fueron derruyen do, ocupando su lugar, garajes, casas y solares que invadieron los salados. Nada hacía pensar entonces, ni nadie pensó en ello, que aquellos hornos eran joyas de una cultura milenaria. El tiempo se había parado en ellos, eran el testimonio, del oficio más antiguo de la humanidad. Afortuna damente quedan dos intactos, tal como funcionaron desde sus oríge nes. Uno de ellos, el de Los Simón guarda inolvidables recuerdos de la juventud. Aquellas noches de verano, cuando los Simón cocían (en verano, debido al calor, se cocía por la noche). Antes de ello, durante más de un día, procedían a la forja del horno, que se cargaba con las piezas meti culosamente dispuestas después de oreadas. El llenado de un horno era una obra de ingeniería, había que hacerlo de forma, que cupiesen las más piezas posibles. Calculando que, entre una pieza y otra, hubiese el espacio indispensable, para que el barniz al cocer no las pegara, y el calor, tuviese el espacio necesario para circular entre ellas y cocerlas. La leña estaba dispuesta al costado del horno, para ir atizando a éste, conforme la temperatura lo pidiese. Esta se medía introduciendo una caña por un agujero dispuesto para ello. Según el fuego quemase la caña, se sabía si la cocción era la correcta, o por el contrario, se necesitaba atizar más la lumbre. ¡La leña para el horno! Éste era otro capítulo aparte, se traía en carros tirados por mulas. Manejar uno de aquellos carros, arrastrado por una reata de cuatro mulas, requería una pericia extraordinaria, un conocimien to de la fuerza y el sentido de las acémilas poco común. Siempre he recordado un día, que después de haber llovido, el carro del Perejil subía la cuesta por el poyo de los muertos. El volumen de su carga de leña, doblaba en mucho el barandal del carro, en altura y en anchura. Las ruedas del carro se clavaban en la tierra pedregosa, recién reblande cida por la lluvia. El perejil chillaba, incitando a las mulas con su vara, Escena costumbrista cociendo en el horno. Dibujo de Pedro Soler 43 para que tirasen con fuerza. Estas clavaban sus pezuñas en la tierra, y con los cuellos estirados, tiraban como podían de aquella mole. Tomar la curva del poyo, abriéndose las mulas a la acera contraria, mientras El Perejil asido al correaje de las bestias, gritaba insistentemente el nombre de cada mula, no era asunto fácil. La gente que contemplaba aquel desafío, no creía que el carro saliese de aquel atolladero. Pero en un mo mento dado, después de un grito desaforado de su dueño, las mulas dieron un tirón imposible, sacaron al carro de la zanja que había hecho y traspusieron por el cuartel, dejando lo más duro de la cuesta a sus es paldas. Aquellos carros los recuerdo, su biendo cargados de cazuelas y pero las, que al salir defectuosas del horno, iban destinadas para la noche de Las Ollas. Una de éstas noches, víspera del miércoles de ceniza mandaba en el pueblo, un capitán de la guardia civil apuesto y dicha rachero. Puesto al corriente de la costumbre, en tirar ollas y perolas de barro a las puertas de las casas, dispuso que, mientras él mandase en el pueblo, tal costumbre quedaba derogada. Prohibiendo bajo pena de cárcel, que se ejercitase semejante tradición. Puso a una pareja de la guardia civil, con el encargo de que anduviesen toda la noche de ronda, para que se cumpliese lo que había dispuesto. Poco podía imaginar, que eso de las tradiciones es asunto serio cuando se prohíben, no teniendo otras cosas en las que divertirse. La mayoría se abstuvo de salir, pero un grupo de mozos no se arredró con las amenazas del capitán. Mientras unos, apostados en la azotea de Guadalupe (que tenía un estanco en las cuatro calles) acribillaron con ollas y perolas a la pareja de la guardia civil, cuando hacía su ronda; otros, fueron a la vivienda del Capi tán, y procedieron de igual manera ante la puerta y los balcones de la casa. Lo mismo hicieron en la casa de Juan Mayor y de mi tío Benigno, que se habían manifestado ostento samente de acuerdo con la orden del capitán. A Juan Mayor, le tiraron un cántaro lleno con turbios de aceite, en el recibidor de su casa. Benigno, indignado, amparándose en la oscu ridad de la noche, salió a la terraza con una escoba, apuntando a los invasores, haciéndoles saber que les amenazaba con una escopeta, mien tras gritaba: ¡Qué cujo, qué cujo! Enhornado Poco tiempo pudo seguir con sus amenazas, ante el alud de perolas y ollas que se le vino encima. Asustado, se refugió en la casa hasta que cesó semejante invasión. A pesar de que el capitán salió empuñando su pistola, y la pareja de la guardia civil, repues ta del susto, se lanzó en persecución de los infractores, no lograron atrapar a ninguno, de los que aquella noche cumplieron con la tradición. A la mañana siguiente, una pareja de la guardia civil, procedió a la detención de tres o cuatro, que creyeron cabe cillas de aquella rebelión. Ni que decir tiene, que todos negaron su participación en los hechos. Tampoco lograron testigos que los acusaran. El asunto comenzó a tomar un cariz feo, debido al empecinamiento del capitán en acusar a los detenidos. Comenzó a correr cierta indignación por el pueblo, y muchos, aunque no estuvieron, se acusaron a sí mismos de haber participado. La cosa se embrollaba inesperadamente. Ante tal situación, los más allegados al capitán, lograron convencerle, de lo conveniente que sería olvidar el asun to. Después de hacerse de rogar un tiempo, y viendo que aquello tenía mala solución, el comandante de puesto accedió a la petición de sus amigos. No sin antes amenazar a los detenidos, advirtiéndoles que los tenía fichados, y por tanto, habrían de andarse con cuidado. El relato de ésta anécdota viene a cuento, por la relación que han tenido las Alfarerías, con las costum bres y tradiciones del pueblo. Las ollas, las perolas, las cazuelas, las orzas, los cántaros, que fueron parte de la vida cotidiana del pueblo, tam bién sirvieron para las vísperas del miércoles de ceniza. Como no hablar, de esa maravi llosa pieza de cerámica popular: el ajuarico que se remonta a los orí genes de la alfarería, y fue el juguete habitual de tantas niñas y niños. Probablemente el único que pudieron disfrutar muchos, y que usaron hasta bien entrados los años cincuenta. Era la pieza más refinada de una alfarería rústica y sin variaciones, hecha en barro refractario, con el color rojo de la tierra. La manipulación del barro, comenzaba por refinarlo en la balsa, donde se batía con largos tablones de madera. Estos se apoyaban en el borde de la balsa, para que un extremo se hun diese en ella, y desde el otro, el alfarero batiera, removiendo el barro, hasta que la mezcla del agua y la tierra, alcanzaba el punto deseado. Posteriormente se dejaba que cuar tease en la balsa, se sacaba de ella, y se extendía en el suelo, para que evaporase el agua sobrante. Una vez fraguado y seco, se cortaba en trozos, para que su manipulación fuese más fácil. Finalmente se trabajaba en el torno. En él era, donde el alfarero demostraba su destreza y oficio. Había que empujar la rueda con el pie y que ésta, adquiriese la velocidad adecuada, para que las manos del alfarero, levantase y moldease el barro a conveniencia. Todo ello re quería una fuerza y habilidad extraor dinaria; los pies, las manos y la destreza, eran una misma cosa. Aca bada la pieza en el torno y junto con otras, se ordenaban en largos tablo nes de madera, que puestas al Sol, oreaba y endurecía el barro. Después se barnizaban y quedaban listas para cocer. El proceso del horno, era como el revelado de la fotografía; un mis terio. Las reacciones del barro y del barniz con el fuego, así como saber, si se había cocido a la temperatura adecuada, eran una incógnita. Sola mente al abrir el horno y sacar las piezas, se despejaba la incertidum bre. Ocasiones había, que el resultado no era el requerido, entonces las causas se achacaban a las más va riados y extraños motivos, si después del análisis adecuado no se encon traba una causa concreta (que no se encontraba nunca). Entre otras cosas se decía: que las mujeres, estando preñadas o con la regla, influían negativamente en el resultado, si pasaban cerca del horno cuando éste cocía. Semejante aseveración fue motivo de más de una discusión conmigo, cuando asistía a alguna de aquellas noches de cocción. Todos me trataban como un hereje, por negar cosas, que a través de los 44 tiempos se habían constatado, y eran de firme convencimiento. Cuando menos, decían que mi cabeza tras tabillaba, si negaba con firmeza tales convicciones. Aquellas noches, que empezaban con las últimas luces de la tarde, y concluían con el día bien amanecido, eran un prodigio de charlas y fan tasías. Sentados alrededor de la boca del horno, iluminados por ella y pro yectando nuestras sombras sobre la encalada pared, a veces parecía más un aquelarre que una reunión de amigos. Mientras algunos se afana ban en atizar el fuego, otros se pa saban la botella de coñac, bebiendo a morro y limpiando la boca con la mano, o con el antebrazo. Conforme pasaban las horas, el ambiente se hacía más propicio al relato y a la fantasía. El padre de los Simón, sen tado en la única silla, con su impeni tente cigarro en los labios, desmentía o aseveraba aquello de que se ha blaba. Los gitanos, que a veces co laboraban en el trabajo, soltaban sus sentencias, como si de dogmas de fe se tratasen. Había que llenar la noche, y se agradecía toda aportación al entretenimiento. Alguna vez, la pareja de la guardia civil, que andaba de ronda, hizo un alto en el corro. No le hicieron cumplidos a un buen trago de la botella, mientras hablaban o preguntaban sobre lo que se estaba cociendo. Al llegar ellos, las conver saciones y las historias concluían. Los gitanos cambiaban el semblante y nunca más, volvían a beber de la botella si habían hecho uso de ella los guardias. Una vez que la pareja se hubo marchado, Juan, que era gitano cabal y de tradiciones firmes, decía: ¡Ya nos podemos ir a la cama! Éste horno tiene encima el mal de ojo, y no merece que le echemos más horas. ¡Tal es! continuabacomo si una mujer preñada de me llizos hubiese estado aquí; ¡Más aún! proseguía- como si todos los des ajustes esos que tienen las mujeres, les hubiesen caído de golpe a todas las perolas. Semejantes afirmaciones, dichas con la contundencia de las tradiciones profundas, causaban más de una carcajada y reproche. No bastaba que le razonasen aquello, de que el dicho y la costumbre, eran más antiguos que la guardia civil. Esta, por si sola, tenía la entidad y el maleficio suficiente, como para echar por tierra todos los hornos del mundo. Más, si algún gitano traba jaba en ellos. No recuerdo, o no tuve ocasión Alfarero. Dibujo de Pedro Soler de comprobar, si tales maldiciones eran ciertas. Tampoco recuerdo, que estando yo allí, se acercase o pasase cerca una mujer preñada. Mucho menos que tuviese la regla. Como es de suponer, este asunto era pri vativo del marido, o de que ella tuviese a bien decirlo. Pero en aque llos años, tal cosa, era asunto ver gonzante que había de ocultarse. Sí es cierto, que salvo fiestas señaladas; novenas, triduos y actos litúrgicos, las mujeres tenían sus actividades y salidas, enmarcadas fijamente en las labores de sus casas. Salvo en el campo, donde trabajaban en el tajo junto a sus hombres, además de cubrir a la familia en sus necesidades. Tampoco puedo dar fe, de si las visitas de la guardia civil, provocaron que se rompiesen más piezas, de las que habitualmente se rompían. Los hornos y el fuego, en esas cosas son caprichosos. Me hubiese gustado comprobar, que tales tradiciones eran ciertas, que ocultos resortes de la naturaleza dominaban la vida y los hechos de los hombres, y que estos estaban en lo cierto al prevenirlos, aunque no los comprendiesen. Aquellas noches, transcurrían en tre bromas, antojos y fantasías. Cuando la madrugada ya era firme, el calor del horno se sentía con agra do, y determinadas historias, se con taban con la voz templada y baja. No era cosa que los vecinos se ente rasen de lo que allí se decía, mucho menos si lo relatado era sobre alguien del pueblo. Se daba por sentado con cierta osadía, que los allí sentados éramos personas discretas. Nada de lo que allí se relatase, fuese verdad o fábula, saldría de allí. En el fondo, importaba bien poco, había que pasar la noche como fuese, atizando al horno lo preciso, para que cumpliese con su cometido. Allí me enteré de historias extraordinarias, unas supe posteriormente que eran ciertas, y otras, de dudosa credibilidad. En cualquier caso, ni una cosa ni otra son importantes, si lo contado me rece la pena. La fantasía, a veces, nos retrata mejor que la realidad. Todos sabemos aquel dicho: La ficción nunca supera a la realidad, por tanto, cuando de historias se trata, no hay que preocuparse de su procedencia o veracidad, si éstas alimentan la imaginación, o alientan la curiosidad. Cuando el horno ya había cocido, con los primeros rayos del Sol ilumi nando la torre y los tejados del pueblo se dispersaba el corro. Agotada la botella de coñac, se tiraba donde las ascuas aún ardían, y nos despedía mos cuando los cerros aún impedían, que el Sol bañase las calles de las alfarerías. Allí se quedaba el horno enfriando. Estaría así un día más, hasta que despejase el misterio de lo que dentro de él había acontecido. Con él quedaban las historias y fan tasías de una noche. En aquel tiempo, cada familia de alfareros era una saga. Una historia y tradición, que se había transmitido de padres a hijos. Todas tenían su horno, y cada una su especialidad, nunca superada por los otros. Al menos eso decían, cuando de ello se hablaba. Ellos fueron el alma del barrio con más personalidad del pue blo, siempre se sintieron de las Alfa rerías. Ello es así, cuando aún hoy, al salir del barrio, si alguien les pre gunta su destino, dicen: subo al pueblo como si las Alfarerías fuesen una entidad aparte. Tal sentido se hizo más evidente, cuando erigieron su ermita. Dentro de ella, entroniza ron a San Roquillo, diferenciándolo de San Roque y festejándole un día después. La rivalidad entre los dos santos y la gente que los veneran, se hace más firme cuando sale San Roquillo. Nunca podrá ganarle el pueblo en los excesos de la pólvora. Desde que sale, hasta que entra nuevamente en su ermita, el cielo es una nube blanca. La explosión de los cohetes, es un eco que se repite por el cañón de la rambla, retumba en las quebradas y barrancos, llevan do el desconcierto y el miedo, a zorras, jabalís, conejos, y todo animal que transite por las cercanías. 45 Con el cambio de los tiempos, conforme fueron regresando de la emigración, algunos alfareros reto maron el oficio. Seguramente cavila ron; que vivir (aunque fuese escasa mente) del barro y al calor de la familia era mejor que andar por le janos países, donde la lengua y las costumbres siempre les serían extrañas. Los hijos adoptaron el oficio de los padres, se propusieron apren der los secretos del torno y las mis teriosas reacciones del barro y los óxidos al cocer. Los hornos de leña, quedaron como el testimonio de un oficio antiguo y sabio, que se remonta al origen de los tiempos. Hoy son de gas, técnicamente perfectos, donde la temperatura es regulada automá ticamente. Los tornos son motoriza dos, no hace falta el empuje del pie para que rueden. Alguno podría decir, que se ha perdido la sabiduría del oficio, pero no es así. Tales adelantos han empujado a la evolución, nuevas formas y nuevas calidades han apa recido con ello. De aquella cerámica rústica, elaborada en el barro rojo de la tierra, se ha pasado a una cerámica más refinada y atractiva. Los engobes, los barnices, los colores y un barro más puro y fácil de ma nejar; han dado paso a los azules, los verdes, los rojos, el blanco, etc. Una explosión de color hasta ahora desconocida. La decoración, ejecuta da con mano maestra y firme, ha dado lugar a una de las cerámicas populares más bellas y vistosas que conozco. Tan atrevida afirmación, se debe a mi vieja afición por la cerá mica, y el conocimiento de lo que se hace en otros lugares. Dada la tradición de Sorbas, sería de desear que la alfarería, estuviese dentro de las prácticas en la escuela, al menos, que en visitas periódicas, los niños la conociesen. Teniéndolo allí, descubrirían un oficio viejo y arraigado en el pueblo. En él, segu ramente apreciarán la magia del barro, cuando las manos del alfarero lo levantan y le dan forma. Como éstas a veces se improvisan, y mien tras el torno rueda, el barro hume decido encuentra su destino en una curva inesperada. Nadie mejor que la curiosa mente de un niño para apreciarlo. Tal vez con ello, naciesen nuevas inclinaciones por éste oficio. En cualquier caso, tendrían aprecio por él y sabrían, que es el único que ha permanecido en el pueblo a través de siglos. Nadie tuvo, en su tiempo, la inclinación por guardar determinadas Panorámica de las Alfarerías. Década de los 70. piezas, que eran características al oficio de alfarero. Como no hay re medio a lo que no se hizo; sería de desear que, por iniciativa de quien puede hacerlo, comenzase a recopilar una colección de lo que actualmente se hace. No priva ello, de que puedan ir recogiéndose piezas antiguas, que debe de haberlas. Tal vez, si se viese que existe esa intención, y que ella es puesta en práctica, los que tengan esas piezas las donarían. El futuro mantendría la memoria de una acti vidad que se remonta al origen de los tiempos. Ello no quita tampoco, que en tal colección figurasen mues tras de otros alfareros de la comarca. Más aún, de cualquier otro lugar por lejano que sea, siempre que fuese una muestra meritoria, de la arte sanía cerámica. Es posible, que la tradición alfa rera en Sorbas, se extinga con las dos únicas familias que quedan. Si lamentablemente fuese así, el pueblo se quedaría sin una parte de su mejor historia. No habría memoria material de lo que en un tiempo se hizo. Probablemente, en una época donde la cibernética, la uniformidad y la mecanización, impusiesen su domi nio, muchas voces lamentarían no tener esa referencia. Nuevamente se andaría a ciegas por la historia del pueblo. El cuenco, la tinaja, el perol, la o r z a , l a j a r ra e t c . S i e m p r e acompañaron al hombre desde su nacimiento. Éste no sólo creó los utensilios de barro para su uso, tam bién lo acompañaron en su último viaje. Se enterró con ellos, para que siguieran procurándole comodidad, en los desconocidos mundos que eran su destino. De esos mundos no sabemos nada. Lázaro que pudo darnos alguna información, se fue nuevamente con el secreto a la tum ba. Sí en cambio, por aquellos ente rramientos y por los utensilios que en ellos se encontraron, sabemos cómo fue este mundo en otros tiem pos. Sabemos del estilo de vida que tuvieron nuestros antepasados. Al guno no creemos aquello de que fuimos hechos de barro, aunque la imagen es lírica y hermosa. No me molestaría que hubiese sido así, al fin y al cabo, el barro fue inseparable compañero de nuestra vida. Amasado por la tierra y el agua, los dos ele mentos son indispensables para nuestra existencia, y de los dos es tamos formados. Tampoco me mo lestaría, que mi viaje al otro mundo, fuese como dice aquella hermosa y vieja canción: Yo quiero que a mí me entierren como a mis antepasados En el vientre oscuro y fresco de una vasija de barro... 46 Familias alfareras de hoy: LOS MAÑAS La familia Mañas es una de las más antiguas de las que hemos en contrado documentos que acreditan su actividad alfarera hasta al menos 1752(Catastro de Ensenada de Sor bas. Archivo histórico Provincial de Almería). En 1752 aparece censado Tomás de Mañas que ejercía de Alfa Juan Mañas y Francisca Oller en la Placeta Ana Mª Rodríguez Agüero Andrés Pérez Pérez rero y Labrador, tenía en oficio en el Pago del Cercado (debía ser alguno de los inmediatos al barrio alfarero junto al río). También aparece lin dando a este mismo oficio, otro de Juan de Mañas probablemente fami liares. Hablamos con Juan Mañas García (nacido en 1929), quien nos relata la historia más reciente de su familia. El abuelo de Juan era Juan Mañas Sesé, según muchos el Rey de los Alfareros, éste tuvo tres hijos, dos de ellos varones Juan y José, padre de nuestro encuestado. Su tío Juan tuvo también dos hijos varones, pero 47 Yo ya con doce años em pecé a trabajar de aprendiz. Claro es, que esto es muy difícil de aprender. Ya con diecisiete años o dieciocho ya era un maestro, ya las piezas más grandes las..., el cántaro y todo eso lo hacía yo ya. Ya después, he estado traba jando pues toda José Mañas Ayala y Araceli García Cano mi vida. Dice Juan que aprendió de forma autodidacta: éstos fallecieron siendo muy jóvenes, Me enseñé yo solo, tenía más por ello no pudieron seguir con su mérito, más interés en enseñarme parte del oficio, vendiéndose más yo solo. No hacía falta que mi padre tarde a la familia Juan Simón. me dijera nada. A mí me gustaba Juan nos habla así de su abuelo: mucho y si había una pieza que no Según dicen, era el rey de los estaba bien hecha pues me la rom alfareros, no sé por qué. Yo he oído pían, y al otro día la hacía igual. Si de los viejos, de un carrero que vivía no estaba bien hecha me la rompía en Huercal Overa, que él me dijo a mi padre...Claro él llegaba y había mí que cuando iban a vender ollas a lo mejor ahí un cántaro, al cántaro de Sorbas, para venderlas en Baza y Guadix y todo eso, tenían que decir que eran del tío Juan Mañas para poder venderlas, de la fama que tenían. Entonces tenía dos hijos, mi tío y mi padre. Pues resulta que mi tío tiene dos hijos y se le murieron. No quedó ninguno vivo, nada más que mi prima Carmen Lucas que ya ha muerto, entonces la vendió. Ya ves tú que vendió el oficio en ocho mil duros a los Simones. Que por cierto le dio las perras Frasco Patarras al padre viejo de Los Simones. Su padre, José, continuaría el oficio después, al que le seguirían sus dos hijos varones, estos son, su hermano Joaquín y él mismo. Nuestro interlocutor, aunque ya está jubilado, no se ha desligado del todo de su oficio, aún hoy y cada vez que tiene ocasión está dispuesto a meterse en el torno. En la actualidad la alfarería de la familia es continuada por Jaime Mañas Oller (nacido en 1967), su hijo menor, al que nos encontramos trabajando en el oficio junto a su mujer Encarni González Martínez. El matrimonio tiene una hija y dos hijos de corta edad que aun no participan en las labores del oficio. Juan nos cuenta que aprendió el oficio en el taller de su padre. Con 12 años ya era aprendiz y con 17 ya hacía las piezas de mayor tamaño, y se consideraba un maestro: Oficio de los Mañas se le hacía una panza, va en dos trozos. Lo más importante es hacerle la panza al cántaro, eso es el mérito de todo. Lo demás es más fácil, y entonces si había alguno que no veía en condiciones le hacía así con la mano y...(gesticulando con la mano cómo se lo aplastaba) Y había veces que me dejaba alguna, algunas veces nada. Y ya pues me acuerdo que un día tendría yo dieciocho años aproxi madamente, hice veintiún cántaros y cuando vino me dijo: Esos ya no los vamos a romper y ya desde en tonces, desde esa fecha no volvió a romperme más cántaros. Con muy buen humor nos cuenta alguna de las travesuras que protagonizó siendo aprendiz: Me acuerdo de una vez, una vez que estaba José de la Candelaria, ha muerto en Barcelona, sobando barro y estaba yo aprendiendo Como no quería que nosotros amasáramos el barro ni nada, pues el barro que sobaba se lo quitaba, y dice a mi padre: Juan Mañas su hijo me está quitando el barro. Subió mi padre me pilló el cántaro y me lo puso en la cabeza, conforme estaba saliendo 48 Horno de los Mañas de ahí de la rueda. Me metió la ca beza entera. Ya no cogí más barro. Sin embargo, en sus comienzos no todos fueron buenos momentos. Juan estuvo trabajando unos años en Huercal-Overa. Marchó con su padre, tras recibir una buena oferta de trabajo que luego no sería tal. Su padre renunció al trabajo y se marchó a trabajar de alfarero a Melilla, sin embargo él se echó novia allí, se casó y se quedó algún tiempo más. Poco después de que comenzara a trabajar como oficial su padre enfermó. Lo recuerda así: Cuando mi padre enfermó yo estaba trabajando en Huercal-Overa y ya me encontré un poquillo desam parado. Trabajaba en la cerámica, pero por piezas, a destajo ¿No me entiendes? Y luego después de casa Juan Mañas García do también estuve trabajando en una tejera también, haciendo teja. Estaba con un abogado, D. Paco Asensio que era el dueño de la em presa, éramos tres socios y trabajá bamos a medias. Dos años después su padre muere y él pese a su juventud, veintiún años, y sin haber aprendido todos los secretos del oficio, se hizo res ponsable de una larga familia y de muchas deudas, ya que era el mayor de tres hermanos: Y ya tuve yo que aprender si había algún problema de enhornar los cántaros o cosas que se llaman de llenar el cárcavo del horno, de poner las tejas y todas esas cosas, pues ya le preguntaba a los familiares viejos, a los alfareros a ver de qué forma se colocaba eso, porque yo tomaba interés en aprender. Princi palmente era la teja, cuando se ponía en el horno, en el cárcavo que se llama, era muy difícil de armar eso porque eso va de punta. Y si no va bien puesto, eso luego cuando está en el fuego le aprieta, y se cae todo a la lumbre. Yo claro, de eso no tenía experiencia, porque mi padre siempre enhornaba él, y yo cuando me fui a Huercal-Overa pues ahí ya aprendí a enhornar y todo eso, y ya después me vine aquí, a Sorbas. Algún tiempo, y mientras él estu vo en Huércal Overa, su hermano Joaquín se quedó solo en su alfar de Sorbas, y aun sin dominar bien el oficio: Cuando mi padre murió él no sabía nada. Él aprendió después conmigo. Yo venía muchas veces de Huercal-Overa, estaba yo trabajando allí a hacerle los cántaros, porque no sabía hacer los cántaros. Para que pudiera armar el horno, ¡porque armarlo uno solo...! Necesitaba los cántaros ¿No comprendes? Pues en tonces yo en una ocasión vine y le hice un horno de cántaros, pues ocho días gasté y en armar los cántaros para que cociera el horno y entonces él ya se enseñó. Recuerda también como se hace cargo del oficio de su padre y de toda la familia: Y ya mi gente estaban solos aquí y desamparados, y ya me vine a trabajar a mi casa. Y ya empecé a trabajar con mi hermano aquí. Poco después mi hermano y mi hermana se fueron a Barcelona, y ya me quedé solo. Estuve en Huercal-Overa hasta el cincuenta y cinco o cincuenta y seis, y ya me vine aquí y ya no me he vuelto a ir más. Ya toda mi vida aquí. Ya cayó un peso muy grande sobre mí, de mis hermanos, mi ma dre, mi abuela. Mi mujer estaba un poquito delicada y ya tuve que que darme aquí a trabajar, y ya he se guido toda mi vida trabajando aquí. He sido de los alfareros más duros. Claro, entonces mi hermano y yo estuvimos trabajando a medias, se enseñó mi hermano, y hacíamos cada quince días aproximadamente en el verano 3000 tejas y 400 cán taros, pues teníamos cinco familias dándoles de comer. Yo tenía cinco hombres, bueno trayendo tierra es taban Juan Cabezas y dos hijos, Antonio Cabezas que vive todavía que era quien traía la tierra y hacien do el barro con las bestias. Tenía el padre del Viki, cómo se llamaba... 49 Juan Mañas García de José el Vizco, sobándome el barro, otro que se llamaba José el de la Candelaria también estuvo sobándo me el barro. Dos hermanos que están en Elche, uno ya ha muerto el Pepe y el Juan. Los Panochos trayéndome leña, esos estaban pendientes de la leña. Entonces fíjate si había gente trabajando conmigo. Entonces claro, después ya, esto fue a lo primero cuando se vendía mucho, luego ya después empezó a decaer un poquillo más la venta, y ya tenías menos gente trabajando conmigo. Y el último que ha sido ya Máximo, el que estaba en Telégrafos, estuvo por lo menos dos años con migo. Aunque recibió buenas ofertas de trabajo fuera del pueblo, nunca las aceptó todas fueron rechazadas in cluso una en Madrid: He sido muy casero, muy fami liero. Me ha gustado y me gusta estar con la familia. Cuando estuve yo en Madrid, por el año cincuenta y cinco o por ahí sería, que estuve con mi mijer en los médicos. Quería mi primo que me quedara allí en Madrid, que me buscaba un trabajo y todo. Pues yo tengo mucha familia en Madrid y está muy bien colocada, y yo le dije que nada que yo de Sorbas no me venía. De hecho, fue de los pocos, por no decir el único de los alfareros que no emigró y dejo la alfarerías atrás. La familia Mañas ha trabajado los dos barros, su abuelo conocía los dos aunque trabajaba más el rojo, su tío Juan sólo el rojo y Juan principalmen te el blanco, si bien la necesidad hizo que aprendiera también el rojo: Barro colorado he hecho des pués, porque ya fallaba un poco el blanco, no se vendían muchos cán taros, y entonces tuve que meterme en el colorado. Fue entonces, por la década de los setenta, cuando compró la mufla para cocer las piezas vidriadas de barro refractario. Esta es su opinión, como conoce dor de los dos barros, sobre algunos de los aspectos más complicados de cada uno: El blanco es más... Las piezas grandes son más difíciles. El rojo es más... Hecho, todo tiene su mérito, pero es más llevadero, porque son piezas más pequeñas. El cántaro es la pieza más difícil que hay. Todo lo que sean piezas grandes son muy difíciles, porque son..., barro que levantas para arriba, si tienes fallo se te hunde ¿No me entiendes? Y las cazuelas son más pequeñas son más fáciles de aprender. Todo tiene su mérito pero... La experiencia es lo que más hace en el barro. El hombre que sabe estirar el barro, si tiene interés se enseña a todo. Hay una diferencia muy gran de del barro colorado al blanco ¿Sa bes? No te creas tu que es muy fácil cambiarse de una forma de trabajar a otra. Es decir, quien es maestro, maestro del barro colorado lo en cuentran más difícil meterse en el barro blanco, porque es más difícil el barro blanco. Las piezas, tiene menos fuerza el barro, son piezas Demostración de alfarería en la Plaza de la Constitución, finales de los 70 50 Encarni decorando un tazón más grandes y se van para abajo. El barro blanco para hacerlo bien tiene que ser un hombre que tenga mucha soltura de manos. Los alfareros entienden, como excelentes artistas que son, que para conseguir un buen resultado hay que utilizar materiales de primera calidad y estos, dada su experiencia saben donde conseguirlos. Así la tierra blan ca, usada entonces, la traían de diferentes lugares: Pues la tierra de muchos sitios, entonces no se metía nadie con no sotros para la tierra porque se cogía de la caña Siscar y de todos lados. Del estrechaculos, de Maleguica, de la cuesta del Barranco del Carnicero, de muchos sitios. Traían también tierra colorada, pero es que antes esa tierra que gastaban ellos para hacer colorado no era para hacer cazuelas, yo me creo que era para revolverle al barro blanco, la usaban un diez por ciento aproximadamente para darle fuerza a la tierra blanca. El agua también tiene su impor tancia en el proceso. A veces les jugaba malas pasadas: Sí, porque con el agua que gas tábamos nosotros teníamos proble mas, tenía mucho cieno de llenarla ahí en el sifón, ahí en la acequia y de los Caños el jabón. Y el agua venía sucia y entonces el cántaro se ensanchaba, por no tener correa, se abría y se hundía. El abastecimiento de agua, arcilla, leña, la elaboración del barro y el envasado de las piezas en jarpiles, empleaba a buen número de perso nas: Antes el agua la traíamos de los Caños. Cuando corría la rambla tenía mos dos bestias para subirla aquí a la balsa. Y luego después cuando escaseaba un poco nos íbamos al sifón de los Caños, antes de los Caños en el Molino de las Canales. Y ya cuando se apuraba eso más, había que ir a los Caños de noche. Jaime Mañas Oller haciendo macetas La parte de mi tío tenía un pozo, lo tienen ahora los Simones, pero ese estaba seco casi siempre. Las dos bestias y algunos jorna les valían a treinta pesetas, un hom bre y una bestia. Me traía el agua Antonio Cabezas, también había mu cha gente antes... ¡Uh! José Mañas, traía agua. Nos traía agua con una burra. Había mucha gente que car gaba. Para el agua, ya había más particulares. Se hacía barro. ¡Uh! Era mucha la que hacía barro antes: los Cabezas, Antonio Cabezas lo traía también... Cada alfarero tenía a uno para traer la tierra. Si aquí en Las Alfarerías había un montón de gente trabajando de miedo. Había un consumo de leña y de agua y de barro y de tierra y de todo grandísimo. Y mucha gente que se dedicaba a hacer barro. Entre ellos el de la Merguiza, el padre de José el de la Merguiza que le dicen, era un barrero famoso. Un costero, y a hacer barro. Para hacer barro iban dos hombres uno para echar la tierra y hacer el barro, los costeros y a traer el agua con las bestias. Había un hombre aquí que sola mente se dedicaba a liar jarpiles. Porque antes para mandar el género, ollas, cazuelas y todo eso a muchos sitios en el tren tenían que ir en jarpiles especiales bien liados con broza y albardín para que no se rompiera. Entonces aquel hombre que se llamaba José Martínez se dedicaba solamente a liar cazuelas. Entre las piezas que más elabo raba estaban: Uh! Antes había pues tejas, la drillo macizo, jarros de noria se ven dían mucho entonces. Se vendía en el verano pues quizás unas treinta o cuarenta docenas. Se vendían por docenas, se hacían lebrillos y muchos lebrillos de las manos. Muchos cán taros, hacíamos hornillas, castañeras que era como una olla con agujeros. Eso era para la lumbre, todo lo que era barro colorado era para la lumbre, el barro blanco no vale para la lum bre. Los comederos se vendían antes pocos. Luego sí se vendían mucho, cuando empezaron a poner granjas y todo eso. Pasa como ahora, el jarro de noria ha decaído por completo. El ajuarico. Y tubos..., para el agua y cruzar la rambla, los sifones, los tubos que hay en el Pilarico los hice yo a diez reales para cruzar el agua de un lado a otro de la balsa. Nos explica con detalle que las condiciones de trabajo eran muy duras: A las seis de la mañana ya estaba yo metido en la rueda con las manos perdidicas de sabañones. A eso le temía, al barro, a las cinco de la mañana me levantaba y cuando da ban las noticias esas ahí en la mañana ya tenía tres cántaros o cuatro ya hechos y para las doce del día tenía setenta en la calle. Lo que he pasado. No sentía nada más que el frío nada más. El frío sí me aco bardaba, la calor no podía conmigo. No sé si os habré contado, la víspera del día de San Juan mi mujer y yo armamos un horno con tres mil tejas y cuatrocientos cántaros. Ter minamos a las seis de la mañana, a 51 Ana Rodríguez Agüero y Juan Mañas durante una de las entrevistas las seis de la tarde le pegué fuego y terminamos a otro día a las seis de la mañana, que estábamos sentados en el bordo de la balsa. Veinticuatro horas sin descanso. Una de las piezas más difíciles de realizar por los alfareros son los cántaros, sin embargo a Juan no le costaba mucho e incluso le gustaba hacerlos: Los cántaros no se pueden hacer al tirón, de la boca se hunde. Eso se le hace la panza, se saca al sol para que se oree un poco y aguante el peso de la boca. Tampoco podías esperar mucho porque si la pones muy dura se te corta luego y se despega. Tiene que ser en su punto. Luego se ponen las asas, yo poner las asas..., ciento cuarenta asas una hora. Y poner las setenta bocas una hora. Yo empezaba a las doce a arreglarlos y para las dos de la tarde estaban listos. La tarea de un hombre eran treinta y cinco. Era la jornada de un hombre, ahora cada uno hacía lo que Tienda de Jaime Mañas quería o podía. La tarea de dos hom bres si le habían sobado el barro, si era de los grandes sesenta y uno y si era de otros más pequeños seten ta. Claro. Había uno más pequeño que se vendía para Lubrín y otro más grande que se vendía para Vera y demás sitios. Le cogían a los grandes catorce litros de agua, los pequeños, unos diez litros o por ahí. La diferen cia era porque había pueblos que compraban el agua por cántaros y los querían grandes los cántaros. El cántaro grande ha sido lo normal y corriente en todos lados. Había tam bién cantaros para el aceite, vidriados por fuera pero por dentro no. Le vidriaban la panza para arriba, la parte de la boca era más estrecho, el cántaro de aceite era muy corriente antes. Juan es un hombre modesto pese a su buen oficio y reconoce el buen hacer de otros alfareros: Pero en el barro blanco casi los campeones eran Juan Fenoy, era muy curioso para trabajar, para hacer orzas y para todo. Era un hombre que tenía mucho capricho con el barro, con las tierras y con todo. Sacaban un género muy bueno. Casi los campeones, y tenían preparativos para hacerlo. De balsas, de agua, tenían su pozo y tenían preparativos para sacar barro bueno. Tenían un juego de hornos muy bueno. Para hacer orzas eran muy buenos, y orzas chiquitillas de cinco o seis arrobas de dos piezas, muy hermosas y muy bien hechas. El que ha hecho los cántaros y eso son Miguel y su hermano Joaquín. Pero Miguel Fenoy no ha hecho orzas. Juan si era un especialista para las orzas, yo las personas que hacen una cosa bien hecha tienen su méri to. La última fase de la producción es la venta de las piezas. De esta manera nos cuenta cuáles eran los puntos más importantes de venta, y hasta donde se la llevaban: Me contaba mi abuela que mu chas veces sacaba mi abuelo los ajuaricos para llevarlos al Cerro de la Virgen. Me acuerdo una vez que dijo que tenía que romper el horno y tuvo que echarle agua para secar la ceniza para cocer para la fiesta del Cerro de la Virgen. Se vendían para afuera. El cán taro se vendía para Vera, era donde más se vendía. Yo he llegado a ven der hasta Granada, por la costa hasta llegar a la Rábita. Adra, Berja, Níjar y a muchos sitios. Para Cartagena y a Barcelona. Venían a por ellos. Yo, es que los cántaros que hice los vendía a tres pesetas. Como el cán taro era una cosa para necesidad pues se vendía mucho. Teníamos clientes en Vera que se llevaban a cuatrocientos y quinientos cántaros. Se dedicaban a hacer mercados a Garrucha, a Turre, a Mojácar, Huercal Overa... Todas las semanas hacían mercados, vivían de eso. Entonces se vendían muchos cántaros. En torno a la alfarería existen algunas supersticiones, algunos alfa reros no las tenían en cuenta, otros sin embargo la creían como ciertas. Juan recuerda con cierto humor una que conocía en relación a la cocción del horno: Eso lo he conocido yo. Yo no lo he hecho ¿Sabes? Porque no creo en eso, pero mi padre que en paz descanse sí. Cuando venía alguna mujer por aquí y estábamos cociendo el horno, asomaba y le decía a mi madre: tira Elisa, tira con ella que no se acerque, no vaya a tener eso, la regla y no sé qué... Llevaba un rezaero. ¿Qué coño le iba a hacer eso al horno? Eso sólo era para el barnizado, las cazuelas. Sigue hablando de otra acerca del barro colorao: Entonces cuando sacaban el hor no y ya pasaba otro día buscaban una persona que tuviera perras, lo llamaban para que comprara un poco, para que no fuera el horno fiao. ¿Sabes cómo te quiero decir? Juan Fenoy mismo, cuando tenía la tien 52 decilla arriba a mi padre le compraba las cazuelas, y el hombre pagaba al contado. A lo mejor se llevaba poco, pero para que estrenara el horno. El caso es que lo primero no se diera fiao. Como relatábamos al inicio, Juan ya está jubilado, pero aun sigue haciendo algunas piezas, el oficio es su vida. Juan y su esposa Francisca, más conocida como Paca, tuvieron dos hijos, José y Jaime que empezaron con el oficio y dos hijas mayores. Su hijo José no llegó a trabajar de alfa rero, la galletera le cortó el dedo pulgar de una mano. Dejó el oficio muy joven para trabajar en la em presa de ladrillos Cerámica el Indalo, la desgracia hizo que un desafortu nado accidente laboral terminara con su vida. Juan desde entonces quedó muy afectado y perdió la alegría que le caracterizó siempre. Pese a ello, siempre que hemos visitado su taller lo he encontrado especialmente dis puesto y servicial, aunque también es cierto que siempre tiene palabras de recuerdo para su hijo José. Hoy el titular del taller es su hijo Jaime, al que ayuda siempre que puede su esposa, Encarni se implicó desde el principio en el trabajo del oficio. Gracias a ella el taller ha podido evolucionar hacia las nuevas producciones que demanda el turis mo, siendo una gran experta en el dibujo y en la aplicación de los dife rentes colores que hoy por hoy se aplican a las piezas de alfarería. El taller de Jaime Mañas sigue produciendo algunas de las piezas utilitarias de toda la vida, aunque hoy su uso es ornamental. Así sigue elaborando todo tipo de cántaros y cántaras de agua, algunas piezas por encargo, como una hornilla que nos comenta que le ha encargado un señor de Murcia. Las canaleras se siguen produciendo para las nuevas casas, si bien también producen al gunas ampliamente decoradas con pintura. Las piezas sin barnices ni decoración se siguen cociendo en el horno árabe. Aparte de la producción tradicional ha habido que evolucionar a piezas más pequeñas y más decoradas, como cuencos, ensaladeras, juegos de gazpacho y café, ceniceros, estro pajeros, etc. Para esta nueva producción Jaime adquirió a principio de los 90 un horno de gasoil que dedica sólo a esto. Estas piezas se elaboran en barro blanco que adquie re en Valencia y Barcelona. A las piezas dan una primera cocción, des pués son decorados por Encarni para de nuevo darle una última cocción. Fuentes Orales: Juan Mañas García, Jaime Mañas Oller, Francisca Oller y Encarni González. Documentación: Catastro de Ensenada. Archivo Histórico Provincial Archivo de la Iglesia de Sorbas Genealogía de la Familia Mañas: (* nacimiento, x matrimonio, + defunción, sólo se especifica el origen de los que no son nacidos en Sorbas) Jaime Mañas Oller(*1967) x Mª Encarnación González Martínez (*1973) (Pintora) Alfarero Juan Mañas García(*18-11-1929) x Francisca Oller García (de Huercal-Overa) Alfarero José Mañas Ayala(*27-04-1906) x Araceli García Cano (de Cariatiz) Alfarero Juan José Mañas Sesé (Alfarero) (*13-09-1866) x Mª Carmen Ayala Clemente, hija de Juan Ayala Galera x Ana Clemente Cabezas José Mañas Pérez (*10-03-1834) x Mª Sesé Cabezas Alfarero según el archivo de la iglesia de Sorbas Juan José Ramón Mañas Requena (*01-01-1803) x Mª Pérez Alpañez Juan José Tomás Mañas Lario (*6-2-1779) x Ana Requena Menchón Juan Antonio de Mañas García (*10-05-1736) x Juana Mª Lario Fernández(de Cúllar Baza) hija de Damián Lario (de Lorca) x Gregoria Fernández (de Cúllar de Baza) Tomás de Mañas Cano (*21-05-1699) x Ana García Cabezas Alfarero según el catastro de Ensenada. Felipe Mañas Mon (?) (*01-05-1671) x Isabel Cano Tomás de Mañas Pérez (*07-07-1642) x Isabel Mon (?) Melchor de Mañas del Peral(*15-01-1618) x Mª Pérez Francisco Mañas Real(*25-06-1600?) x Mª del Peral Francisco Mañas x Juana Real Repobladores Cristianos 53 Familias alfareras de hoy: LOS SIMON (GARCÍA) La familia de los Simón (García) se remonta tres generaciones direc tas por vía paterna. Sin embargo por vía materna de la abuela, el apellido Larios, alcanza hasta el siglo XVIII en que llegan a Sorbas el matrimonio formado Juan Pedro Lario Fernández (+1799) x (1769) Mª Alpañez natu rales de Cúllar de Baza, aunque el acta de defunción de Juan Pedro aparece como natural de Lorca. Las diferentes actas encontradas en el Archivo Parroquial no especifican si eran alfareros, aunque es muy pro bable que sí lo fueran ya que tanto Cúllar como Lorca son dos centros alfareros importantes. En Lorca aun continúa trabajando la Alfarería una familia apellidada Lario, que es quien realizó el panel de azulejos que existe en el Taller de Juan Simón. Los nombres Simón y Juan Simón son una constante en esta familia, Ana Mª Rodríguez Agüero Andrés Pérez Pérez según se confirma en su genealogía, lo cual afianza el sobrenombre con el que se les conoce desde antiguo. Hablamos con José García Alpañez y su sobrino José Miguel García Muñoz. Nos cuenta que la tradición alfa rera de su familia era el barro rojo, pero él trabaja también el blanco. José nació en 1946, los difíciles años de la postguerra, está soltero y trabaja con sus sobrinos. Recuerda que su abuelo era alfarero y trabajaba en la casa de Joaquín Fenoy, justo en la plaza de la Ermita, junto a la cuesta de los Caños. Allí se conser van, según José, en la parte trasera de la casa los basares donde se co locaban las piezas. Pero su abuelo emigró a Argentina junto con su hijo Simón y luego más tarde se llevó a Paco que era también alfarero. La familia de Paco ha tenido Vista general del almacén de Simón García Alpañez que volver a Sorbas, debido a la crisis económica de Argentina, siendo los nuevos empresarios que gestio nan el Restaurante Sol de Andalucía. Su abuelo y su tío Simón no volverían más a Sorbas. Su padre volvió de Argentina y alquiló el oficio del Tío José Antonio Requena, pagaba 1 duro (5 Pesetas) al mes. Allí trabajaban sus hermanos Simón y Juan Simón. Él entonces era un crío, de hecho allí pasó su infancia, pero recuerda que los pri meros gallos los conoció allí: El gallo lo vi yo, era yo muy chico y lo tenía el tío José Antonio, el dueño del salitre que era alfarero también. Tenía unos gallos hechos, que me acuerdo yo que los tenía en la leja, en la casilla esta de acá, que hay cerca de la ermita. Nosotros traba jábamos abajo, debajo de la casa del tío José Antonio y el horno estaba 54 Francisco García Lario El abuelo Juan García Lario en la casilla esa que te he dicho. Que todavía están las paredes del horno. Y ahí fue donde vi yo el gallo, que los gallos hace ya... Llevaban un asa para cogerlos y era vidriado. Estaba vidriado en negro con metal, plomo, nada más que le echaron un óxido, le echaron manganeso y ya sale negro. Después instaló su padre en la calle Olivo, en una casa vieja que hay junto a la casa de su hermano Simón, poco después compraron el oficio de Juan Mañas (Tío de Juan Mañas): Entonces compramos primero una casa, que es donde vivían unos Gitanos que le decían los Parreños. Entonces al poco tiempo eso lo echa mos abajo y se hizo nuevo. Esos dos pilares que hay ahí lo hizo el tío Pepe Sabina. Y luego ya al poco tiempo fue cuando ya le compró al tío Juan Mañas, a un tío de Juan el de Elisa, le compró todo, las balsas y el horno y todo eso. Eso entró en la compra, en 8000 duros. Era yo muy chico, si no sabía trabajar aun. Ese oficio tenía un pozo para el agua. José cuenta como aprendió el oficio: Yo ya me enseñé en las naves que hizo mi padre, donde están las casas viejas esas que hay ahí, donde está la casa de mi Simón. Y ahí me enseñé yo. Era muy chico. Luego sí recuerdo, de que a los catorce años yo hacía lo que hago ahora, de todo. Con catorce años no todo lo que sé ahora, hombre, pero que hacía yo ya piezas grandes. Cazuelas de a siete, cazuelas de a seis que entonces se le decían, cazuelas de a seis que eran cazuelas grandes. Todas esas las hacía yo ya con catorce años. Piezas de barro rojo. He trabajado siempre el barro rojo. Inmediatamente se fue a Barce lona: Estuve en Barcelona con 14-15 años, en principio fui a trabajar de alfarero, tenía que haberme enseñado allí con un hombre que había que era un gran maestro. Mira que me lo decían pero las cosas de los críos. Si es que no ganábamos nada en Barcelona en aquellos tiem pos, me tuve que meter a las obras que era lo único que ganábamos un poco. Poco después de hacer la mili emigró a Francia y aprendió también el barro blanco y la decoración: Me tiré dieciséis meses en el servicio (militar) en el Sahara Occi dental, justo cuando salí del servicio, quizás con veintitrés años, me fui a Francia, no me fui yo, vinieron en busca mía para enseñar a varios, como de maestro a enseñar a dos franceses. Y entonces allí estaba un tal Benito, primo hermano de Tadea, hijo de Miguel Cayuela. Se le decía aquí Benito de Miguel Cayuela ¿sa bes? yo me fui allí de maestro pero ya al mismo tiempo pues trabajaba allí. Yo ya me enseñé a hacer de todo, cántaros, orzas, platos, de todo... Se trabaja lo mismo que aquí, igual, igual que aquí, barnices, era cerámica igual. Tú que has visto la cerámica esta, pues igual. Estaba en el departamento 81, más para allá de Toulouse. En un pueblo llamado Albi. Estuve casi cinco años, ya me vine de vacaciones y no me fui más. Me vine a trabajar por mi cuenta, fue cuando me junté con mi padre. Los demás hermanos también emigraron: Mi Juan estuvo un tiempo en Barcelona y luego para venirse para acá no tenía dinero. Luego se fue unos dos años a Alemania. El que más tiempo se ha tirado en Alemania ha sido mi Simón, que estuvo en la mercedes quince años o cosa así. Cuentan que la tierra roja la traen de La Mojonera desde siempre y que es la mejor: La tierra siempre la hemos traído de la Mojonera, de los Pinteños a última hora, pero poca, eso no vale. Se ha gastado también pero que no, la tierra buena es la de la Mojonera. La de Paco Lijas. A nosotros no nos cobraban nada. De ahí se sacaba tierra, tenías que pedir permiso al dueño. ¿Quieres que saque tierra? Pues saca. Lo mismo te decían que no que te decían que sí. Nosotros también sacábamos tierra de una que le decían Doña Pilar Navarro (actual finca de Francisco Colomer), que hubo una época, un tiempo, eso me acuerdo yo, que no te dejaban sacar tierra. Y entonces mi padre, no sé por qué, se llevaba muy bien con doña Pilar Navarro, que era muy rara dicen. Y entonces mi padre le hizo el compromiso a esa mujer, a esa señora, que es lo que pasa y tal. Y le contestó: Bueno te voy a decir una cosa, vas a sacar tierra, pero si me entero que vas a sacar tierra de 55 Simón García Alpañez Simón García Alpañez un lado, de otro o del que sea, has terminado de sacar tierra. Tú puedes sacar la tierra que quieras, pero que seas tú, que como vaya tu primo, o vaya otro ¡Acabas!, Así que tú eres el dueño. Y de ahí ha estado sacando siem pre, eso es la finca de Colo mer que está al lado de los Lijas. Luego a Paco Lijas le compramos una hectárea de tierra, que esa es la tierra que estamos gastando. Lo compramos los tres hermanos. No Los tres hermanos, Simón, Juan y José, en el oficio sotros somos dueños de lo que es la tierra colorada, pero del terreno el dueño es él. Pero eso ya se ha ven dido. Me dijo el Lijas: Mira lo que es la tierra buena como es un montón, lo he vendido, y lo que es vuestro, le he dicho al dueño que os lo compre que es vuestro. Nosotros tenemos allí la tierra pero lo ha vendido a otro, me parece que a los del Campo de Golf. Hacen algunos comentarios curio sos sobre las faenas entorno a la alfarería en aquellos tiempos, el aca rreo de agua, tierra, los carreros etc.: Subían las bestias de la rambla solas, claro las bestias se conocían el camino, las llevaban y ellas baja ban y subían solas. Como las que sacan el agua de una noria. Cuando traían la tierra de La Mojo nera cargaban un carro y entonces, ¿Sabes donde está el cortijo Santana? que hay una cuesta así para arriba, pues lo descargaban medio carro abajo, subían con el medio carro, lo descargaban arriba y luego bajaban a por otro medio carro, que comple taban de nuevo arriba Otros trayendo albardín, enton ces había que liar las ollas para que no se rompieran. Cuando se cocían, 56 Vista general del oficio de Juan Simón en los camiones se liaban por sartas las ollas, para que no se tocaran las unas con las otras. Fíjate si era que cuando iban a Guadix, nada más que del roce, se rallaban. Siempre tuvieron inquietud por modernizar el oficio y empezaron mecanizando en parte el proceso del barro: En la década de los setenta se empiezan a mecanizar las balsas instalando la batidora, también ya se ponen las sobaderas, la galletera que es la máquina de hacer el barro. La primera batidora la instaló Baltasar el chico, él como era mecánico dijo vamos a ponerle a esto un motor, fue él y mi Juan Simón los inventores de ponerles las ruedas eléctricas y la batidora, fueron los dos juntos, eran medio mecánicos. De esta forma son los primeros que instalan el horno llamado mufla. Cuando empiezan los hornos de gas José instala el primero, Simón tam Nuevos diseños de José García Alpañez bién instala otro a gasoil. Los dos últimos hornos que han comprado son de gasoil. Actualmente la cocción la hacen en su gran mayoría en estos modernos hornos, si bien sigue activo también el horno árabe. Todos los hermanos trabajaban con su padre, después Simón se pone aparte: Estábamos todos juntos. Luego nos separamos. Yo seguí con mi hermano Juan. Las piezas para hacer de comer como la cazuela, olla o perol tienen la base curva porque el aceite se aprovechaba mejor: La boina era parecida al perol nada más que más abierta con el culo redondo, para no gastar mucho aceite, era por la gota de aceite que no había aceite. Entonces el culo era más finillo. Si es plano tienes que echar más chorreón para que cubra todo el fondo. Juan Simón era el que elaboró el gallo que hoy se hace: El primer gallo, como lo conocemos hoy, lo hizo mi hermano, Juan Simón, iba un poco por de lante era más emprendedor: automatizó la balsa, luego hizo el gallo también. Y luego yo lo perfeccioné José es muy innovador y dedica tiempo a realizar nuevas formas y piezas: Hice un diseño de una Jarra que le puse yo Jarra Gitana, ahora la hacen en Guadix, la hacen mucho, se copiaron, se ve que la vieron en algún sitio. Y hay otra pieza que hice que ya me la han copiado también. Son modelos que yo hago, vienen a otro día, lo copian y lo hacen. Nos cuentan que el oficio de alfa rero sigue sin estar reconocido: La cerámica nunca ha estado valorada ni aquí ni allí ni en ninguna parte, y menos la gente del pueblo, ahora empieza a valorarse por alguna gente. La cerámica pasa lo mismo que antes el carpintero no estaba mirado. Antes la competencia era mayor y se esmeraban mucho en acabar todas las piezas perfectas: Antes tenías que hacerlo bien porque había mas competencia, no había maquinaria y había que hacerlo todo a mano, y si el vecino lo hacía mejor que tú entonces tú no lo ven días, en aquella época había maes tros. Recuerda José a los mejores maestros que ha conocido: Para mí el maestro fue Juan Aya la, el padre de José Juan, ése era un hombre que le pasaba lo mismo que yo, hacía de todo desde la cazuela, la orza, el puchero, el lebrillo, todo... tenía esa facilidad. Los otros eran maestros por ejemplo para cántaros, y de lo otro no podían hacer cazuelas porque no sabían, por ejemplo el de cazuelas se ponía a hacer cántaros y no sabía trabajar, por eso hay el barro blanco y el barro rojo. Los Fenoy eran 4 hermanos, y uno Miguel era muy bueno para los cántaros, otro Rafael, más bien para los lebrillos y cántaros también. El mejor maestro que ha habido aquí para hacer cán taros para mí era Juan Fenoy. Recuerda José una costumbre curiosa que no habíamos escuchado antes y consistía en lo siguiente: Se hacía una olla que se tapaba y se asustaba a la gente. La olla esa tenía los ojos y la boca. Eso se hacía mayormente en invierno, se hacía si había algún tonto maniático, enton ces se le ponía la olla tapada, pasaba y se le hacía ¡uhhhh!, se volvía y entonces corríamos y se le metía miedo. Eso lo hacíamos siempre des de chiquitillo. Con eso nos divertía mos los chiquillos, bueno y las per sonas mayores. Salían antes las ánimas, los espíritus, los fantasmas esos. Se ponían una sabana blanca, eso lo hacían cuando oscureciera. 57 Era como una mascara, de noche que si te encontrabas aquello salías corriendo. El cacharro de cerámica se vestía, se le ponía un palo, se ponía en la calle y entonces que no había tantas luces, se ponía con una vela, y el que viera aquello..., nos quedábamos allí para ver el susto que pillaba. De los tres hermanos sólo sigue ejerciendo José, Simón se jubiló hace unos años, Juan Simón falleció en el año 2000 en un desgraciado acciden te en el puente de la entrada a Las Alfarerías. A final de la década de los 80 y principio de los 90 el taller de Juan Simón empieza a adaptar la producción a la nueva demanda ba sada en el turismo, los hijos más jóvenes de Juan Simón van incor porándose a la empresa dando el Juan Simón García Alpañez impulso necesario para dar el salto definitivo a los nuevos tiempos: El primero que empezó a trabajar la decoración fui yo (José), entonces ya empezó a decorarla Cristóbal. Bueno se empezó primero con las cazuelas, las soperas se pintaban un poco. Es que ahí hubo una época muy mala para lo que era la cazuela. Es que no sé, hubo unos años de crisis en ese tiempo, a principio de los noventa o aproximado. Y entonces pues había que buscar algo distinto. Cristóbal empezó por su cuenta a pintar, poco a poco hasta que se ha especializado. Luego Mª Carmen y Isabel también dibujan y pintan. Los primeros barros que trajimos de Valencia, que el mismo que nos traía los maceteros los traía y entonces empezamos. Empezamos en los en gobes también así, con un hombre que es de Níjar. En esta evolución influyó notable mente el amigo de la familia, Pedro Soler, que desde hacía años venía reflexionando con José y Juan Simón en la necesidad de diversificar y realizar nuevos procesos productivos. De los hijos de Juan Simón e Isabel, el mayor llamado también Juan Simón es el que trabaja los dos barros, el rojo y el blanco, si bien en la actualidad trabaja de celador en el Centro de Salud de Mojácar y sólo colabora esporádicamente con el taller. Los más jóvenes, Paco y José Miguel manejan también el torno, estos se han formado en las nuevas producciones decoradas de barro blanco y apenas manejan el barro colorado y el arte de las cazuelas. Desde aquí los animamos a no dejar del todo el barro rojo y a mantener el arte de las ollas, los peroles y las cazuelas, para que siga transmitién dose a las futuras generaciones. El pintor y artista de la decoración es Cristóbal. Éste sufrió un grave accidente con la sobadera que le produjo la pérdida del brazo derecho. Si bien esta lesión le privó de mucha movilidad, la fortuna hizo que su mano izquierda fuera adquiriendo una perfección para la pintura, que le ha situado entre los mejores de coradores artísticos de la región, según muchos especialistas. Cristóbal se dedica parcialmente al taller, ya que trabaja en la fábrica de Deretil en Villaricos. Mª Carmen e Isabel también tra bajan en la decoración, dedicando gran parte de su tiempo a este oficio. El resto de la familia Isabel Muñoz y Ana, la esposa de Cristóbal, ayudan en el oficio y se ocupan de la tienda. José Miguel, el más joven de la familia, se confirma como la persona con más iniciativa dentro del oficio y cuenta con la mayor pasión y vocación por la alfarería, colabora con todos los colectivos culturales que puede, en algunas exposiciones y proyectos a nivel regional. El pasa do año representó a nuestra artesanía junto con el Hojalatero Joaquín de Haro en el proyecto FARCA (Fondo Andaluz de Recuperación del Cono cimiento Artesano), promovido por la Consejería de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía. Se realizó un video sobre ambos oficios artesa nos y se desplazaron a Sevilla y Córdoba para recibir un homenaje y participar en una exposición que se organizó. Tuvieron la oportunidad de 58 Juan Simón García Muñoz Cristóbal García Muñoz y Mª Carmen García Muñoz Paco García Muñoz José Miguel García Muñoz Isabel García Muñoz compartir escenario con la entonces Consejera de Economía y Hacienda, hoy Ministra de Fomento Magdalena Álvarez, lo cual recuerda José Miguel con mucho orgullo. La comercialización de la producción es otro de los factores determinantes de cara a la rentabi lidad de este oficio. José Miguel tiene muy claro que la promoción realizada sobre nuestro pueblo durante la dé cada de los 90, y en especial el lan zamiento turístico de las Cuevas del Karst en Yeso, han sido decisivos y fundamentales para la supervivencia de la alfarería de Sorbas. Antes tenían que vender toda la producción fuera del pueblo, en la costa sobre todo, y los precios que recibían por sus piezas era muy bajos. Ahora intentan vender todo lo que pueden en sus tiendas, ven d i e n d o f u e ra sobre todo la producción de los meses de invierno que es cuando menos afluencia de tu ristas hay. Fuera venden en Vera, Níjar, Mojácar, Almería, Guadix, Purullena, Gra n a d a y últimamente a Sevilla. Recuer dan que Juan Simón llegó a exportar cazue las a Miami en los EE.UU. de América. Hace un par de años esta familia adquirió la Almazara de la familia Pi queras que lin daba con su propiedad. El patio de la misma lo han utilizado para ampliar el oficio e instalar un nuevo horno, la nave de la almazara ha sido sabia mente restaurada, convirtiéndola en una magnífica sala de exposición. Fuentes Orales: José y Simón García Alpañez, José Miguel García Muñoz Documentación: Archivo de la Iglesia de Sorbas 59 Feria de Turismo de Granada. En los 90 la promoción de Sorbas con el Levante Almeriense fue determinante para el desarrollo turístico de Sorbas y de la alfarería. La almazara Diploma por participar en el FARCA José García Alpañez y Joaquín de Haro Detalle de la decoración de Cristóbal Genealogía de los Simón: (* nacimiento, x matrimonio, + defunción, sólo se especifica el origen de los que no son nacidos en Sorbas) José Miguel (alfarero), Francisco (alfarero), Cristóbal (Pintor), Juan Simón (alfarero), Isabel(Pintora) y Mª Carmen García Muñoz (Pintora) Juan Simón García Alpañez (alfarero) x Isabel Muñoz (de Lubrín). Hermanos: Simón y José García Alpañez Juan García Lario (alfarero) (29-10-1910) x Carmen Alpañez Rodríguez. Hermanos Simón (*1906), Francisco (alfarero) y Ana García Lario (*1909) Simón García García (Alfarero) x María Lario García (13-03-1885) Simón García Galera x Ana García Llorente Seguimos por la línea de María Lario García: Juan Simón Lario Mañas (08-01-1856) x Mª García García Alfarero según archivo de la Iglesia de Sorbas Juan Lario Cano (1832) x Mª Mañas Agüero Simón Basilio Lario Alpañez (14-06-1793) x Mª Cano Juan Pedro Lario Fernández (+1799) x (1769) Mª Alpañez En el acta de matrimonio aparece como natural de Lorca En el acta de defunción aparece como natural de Cúllar de Baza Damián Lario (de Lorca) x Gregoria Fernández (de Cúllar Baza) 60 Familias alfareras del siglo XX: LOS AYALA El primer miembro de la familia Ayala llegó desde Totana (centro alfarero de importancia en la vecina Región de Murcia) hasta el pueblo de Sorbas en el siglo XIX. Hablamos de Jerónimo Salvador Ayala, de profesión alfarero, que se casó con Josefa Galera a principio del siglo XIX. Esta unión derivó en una gran familia de tradición alfarera que ha perdurado hasta la década de los 70, cuando algunos de sus miembros decidieron subirse al tren de la emigración dirección Alemania, y más tarde dedicarse al transporte con camiones. Tenemos conocimiento del Taller de esta familia y su funcionamiento a través del testimonio de José Ayala García y de su cuñada, Juana Fer nández García viuda de Juan Ayala Ana Mª Rodríguez Agüero Andrés Pérez Pérez García. Las dos últimas generaciones de alfareros de los que tenemos noticias orales son Francisco Ayala Clemente (nieto del primer Ayala que llegó a Sorbas), su hijo Juan Ayala Llorente y sus nietos Juan, Rafael, Diego, José y Jesús Ayala García. Los últimos maestros alfareros de la familia fue ron Juan y Rafael, ya que aunque Diego, José y Jesús trabajaron en el oficio, no llegaron a ser oficiales en el torno. Juan Ayala Llorente formó parte del primer Consejo Municipal (equi valente a concejal del pleno del Ayun tamiento) que se formó en Sorbas durante la Guerra Civil el 16-02-37, ocupó el puesto de Síndico en representación del PCE (Partido Co munista de España) Rafael Quirosa afirma que el 24 de noviembre de 1936 fue nombrado un nuevo Ayun tamiento en Sorbas con un alcalde de la UGT, cuatro concejales de la UGT, dos del PCE, dos de las Juven tudes Socialistas Unificadas y cinco de la CNT. (CHEYROUZE, Rafael: Almería, 1936-37. Sublevación militar y alteraciones en la retaguardia re publicana, Universidad de Almería, 1997, p. 145, 310. La familia Ayala tenía tradición familiar de fabricar barro rojo, pero la última generación, concretamente Juan, aprendió también a trabajar barro blanco. El oficio familiar se encontraba en la casa donde actualmente vive José, y la balsa justo delante de ella, actualmente una parte ha sido con vertida en jardín. Eran propietarios Oficio de Juan Ayala: De izq. a derecha: Rosa Angulo, niña desconocida, Andrés Álvarez, Conchita "la gringa", Mª Luisa, Angelita Angulo, y Juan Ayala Llorente. Abajo: Fco Iniesta, Pepe Angulo, niña desconocida, Juan Cabezas y Benito Requena 61 Horno viejo de los Ayala de dos hornos situados en el solar que ahora ocupa la casa de su hijo Juan: uno que daba para la calle San Roque y otro para la La Placeta del Tío Miguel Molina. También tenían parte en el horno comunal que existía en la plazoleta que hay junto a la tienda del taller de Juan Simón. Así nos habla José de los hornos: De los que teníamos aquí. El uno ya estaba, el otro sí recuerdo cuando lo hicimos nosotros. ¿Sabes? Que lo hicimos mayormente cuando mi her mano empezó a hacer cántaros, por que en uno cocíamos el barro rojo y en el otro el blanco. Porque cuando coincidía que los hornos estaban encendidos, la alfa rería, aquello era un ascua. ¿Sabes? Todo era humo por todos lados y lumbres, porque los hornos estaban muy juntos. Durante la época que él nos des cribe, Las Alfarerías, los oficios como tales, acaparaban casi toda la activi dad laboral del pueblo, y en el barrio se concentraban casi todas las indus trias. Había mucho trabajo, porque no era sólo mantener los tornos, es que ocho o diez personas trabajando en tornos, pues por fuera tenía que haber otras quince o veinte personas para hacer el barro, para sacar ma teriales, para meter materiales, para ir al barro. Porque en aquella época era raro que no se cociera un horno diario. Os hablo con respecto a lo que era mi casa. En las Alfarerías también estaba José Ayala García y Francisco Simón García Alpañez funcionando la almazara, el molino y la fábrica de lana: Porque mira, se me ha olvidado decirte que también había mucho movimiento porque entonces el mo lino, eran dos molinos y la fábrica (de lana). ¿Tu sabes el movimiento que había aquí? De Tabernas venían aquí. Venían con un carro y entonces tenían fama, porque entonces venían los carreros de Tabernas con unos mulos hermosísimos, pero es que a lo mejor traían setenta, ochenta, cien fanegas en el carro. Eran carros enormes. Se tiraban aquí ocho días moliendo. Ocho días moliendo en el molino, no vayas a creerte que... Claro era un ir de gente para arriba y gente para abajo con las calles todas de tierra. Mira aquello era... Mira... Mira... Cuando llovía no po díamos andar. ¿Tu sabes como se arreglaban las calles? Pues cuando llovía, porque entonces llovía más que ahora, se hacían muchas barran queras y entonces los desperdicios de los hornos los echábamos. Claro, iba, llovía. Pues como era barro, no podías andar. José, nos cuenta que la alfarería de su familia era la más importante de Sorbas entonces y que en ella además de trabajar su familia, sus hermanos y él, también lo hacían otros alfareros, algunos incluso pro pietarios y con sus oficios en activo. De este modo, considerados em pleados suyos estaban los Simón, la familia de Juan García Lario y sus hijos mayores Juan Simón, Paco Simón (que emigró a la Argentina) y Simón. Otro oficial era Miguel Cayuela, que trabajaba con sus tres hijos (Benito, José y Miguel), sólo uno de sus hijos, Benito, trabajaba en el torno, y hasta hace poco trabajaba en Francia de jefe en una fábrica de cerámica, ya se ha jubilado. Unidos a la familia, y como si de unos hijos más se tratara, también trabajaban en el oficio los hermanos Cabezas: Juan, que era oficial, Pepe y Antonio. Estos hermanos, primos en realidad de los hermanos Ayala, quedaron huérfanos de padre durante la Guerra Civil. Su padre, Antonio Cabezas Requena no volvió de la contienda, y la familia Ayala los recogió en su casa siendo muy pequeños, y con ellos estuvieron hasta que se casaron. Circunstancia que ha propiciado que en el pueblo sean conocidos más por el apellido Ayala que por el suyo. La forma de pago era muy pecu liar, José nos comenta que su padre pagaba por sartas. Una sarta es una unidad de medida que se utiliza para distinguir un tipo de pieza determi nado en función de su tamaño. El número hace referencia al tamaño de la pieza que es inversamente proporcional al número de piezas por sarta. A los trabajadores, cuantas más sartas hacían más ganaban. El número de sarta es igual al número de piezas que entran en ella, así la sarta de ollas de 3 tenía tres piezas, cuanto más pequeño es el número, 62 José Cabezas el tamaño de la pieza de la sarta es más grande. Se supone que cada sarta es proporcional en cuanto a trabajo pero no era así, los alfareros prefieren hacer las sartas de los números más pequeños, ya que son las piezas más grandes y se hacen más rápido. Las familias que traba jaban a destajo sólo se ocupaban de cuidar del barro y de elaborar las piezas, después la cocción la hacía su padre. Motivado por nuestras dudas, nos aclara como contaban las sartas: Normalmente no era todos los días. A lo mejor cuando íbamos a cocer, pues como se conocía lo que era la cerámica de cada cual, noso tros conocíamos quién las había he cho. Sabíamos las piezas que había hecho cada uno. O sea que ahí no había truco. Porque al meter, tú crees que todos los alfareros, todas las Oficio de los Ayala piezas son iguales y no, son distintas. Tú no las conoces, pero yo sí ¿Sabes? Todas son distintas. El que hace un cántaro, el que hace una maceta..., cualquier pieza que hagas, los que hemos sido de eso, sabemos quién las ha hecho.¿Sabes?. Pues entonces lo íbamos viendo y decíamos pues vamos a sacar cincuenta sartas de cazuelas de a ocho por ejemplo. Pues sabíamos de quien era. O sea que allí lo anotaba mi padre, y luego mi padre a razón de lo que hacían les pagaba. Recordemos que la actividad de los alfares no se limita sólo al tor neado de las piezas y a todos los trabajos previos a esta tarea. Aparte de todos estos empleados que tra bajaban directamente en los oficios, había muchos otros que lo hacían fuera de ellos y vivían también de esta actividad. Nos referimos, por supuesto, a todos aquellos que les traían la tierra, la leña y el agua, los carreros de la época, que formaban un grupo bastante importante de trabajadores. Ellos fueron durante mucho tiempo los que abastecían de dichos elementos, hasta que poco a poco los camiones los fueron reem plazando. Precisamente los Ayala compraron uno de los primeros camiones del pueblo allá por el año 1959. José recuerda que el agua se traía con burras desde la acequia que hay junto al molino de las Canales. Des pués ellos instalaron una bomba en un pozo cercano a la rambla y eleva ban el agua hasta el pilón. Al año siguiente, en 1948, instalaron el agua Rafael Ayala un día de San Roquillo corriente en el pueblo y la acercaban desde la fuente que colocaron en el centro de la plaza de la ermita, lo que les ocasionó algún que otro pro blemilla con el resto del vecindario: Luego ya en el año cuarenta y ocho, cuando llegó el agua al pueblo los primeros que pusimos el agua fuimos nosotros. Entonces había en todo el centro de la plaza de la ermita la primera fuente. Y antes de poner nosotros las tuberías de ahí a los pilones y a mi casa, pues siempre teníamos aquí problemas. Porque claro, las mujeres iban a llenar, por que nadie tenía agua en las casas. Entonces nosotros de ahí con carri llos. ¿Sabes? Con tres cántaros. De ahí llenábamos el cántaro y lo traía mos. Claro hasta que la pusimos nosotros. Mi hermano hizo tubos de barro y de allí la traía mos. La tradición alfarera de esta familia era de barro rojo o colorao, pero poco a poco llegaron a hacer también del blanco. Fue su hermano Juan quien aprende a trabajar el barro blanco: Mi Juan trabajaba el barro colorado porque el blanco no sabía, y entonces mi padre le trajo un profesor. Va mos, un profesor, un alfarero de Albox que le decíamos el Maestro Porras ¿le decíamos? Que se llamaba el Porras. Lo tuvimos aquí..., sí 63 Diario de ventas Juan Ayala Llorente estaría aquí quince o veinte años. Hasta el punto que una de las hijas la bautizó mi padre. Estuvieron una pila años aquí trabajando con noso tros, hasta que mi hermano se enseñó. Bueno se fue el hombre porque quiso irse, porque mi padre nunca lo hubiera echado, aunque mi Juan ya se enseñó a trabajar el barro blanco, mi padre no lo hubiera echa do en la vida. Pero él ya dijo: Yo ahora ya me voy a mi tierra. Pero después de quince o veinte años que estuvo aquí. Ese fue quien lo enseñó a hacer los cán taros, las macetas, los lebrillos, y luego ya los platos ya se enseñó él solo ¿Sabes? Nos dice José que el único metal que se utili zaba en las alfarerías de Sorbas era el metal de plomo que usaban para las ollas y las cazuelas, o sea el barro rojo, el blanco sólo vidriaban lebrillos, orzas. Anti guamente lo traían de Turrillas, pero era muy malo, y comenzaron a traerlo molido de las minas de Linares, su color natural era azul muy oscuro y quedaba transparente en el barro rojo, y color miel en el blanco tras cocerse en el horno. Cuenta que los colores vinieron con los platos, fue a partir de comenzar a fabricar platos que em piezan a introducir los diferentes colores o ramos que se utilizan en la actualidad para decorar muchas piezas. Los colores esos, los primeros colores quien los trajo aquí fue mi padre, que fue cuando mi hermano empezó a hacer platos, mi hermano Juan, el mayor. Que eso no se utili zaba nada más que para los platos. Nos habla del ajuarico como la Felipe Gil, los hermanos Juan José y Rosa Ayala Segura, Rosa Ayala Requena, delante del camión de los Ayala pieza más original y tradicional de Sorbas: Eso, la esencia era romper el perol, el casco, y al romperlo pues se abría y entonces salían todas las piezas. Esa es la esencia del ajuarico. En el oficio también hacían ladrillo y losa: Y luego se hacía un ladrillo ma cizo que era para tabicar, otro ladrillo más finillo que era el que se ponía en las azoteas y la losa Aunque la pieza más dificultosa por el tamaño exagerado que puede llegar a tener según su cabida es la orza: También hacíamos aquí orzas muy grandísimas, orzas hasta de treinta o cuarenta arrobas. Fíjate si se hacían las orzas grandes, que las puertas del horno eran bastante grandes, y en algunas ocasiones había que tirarlas, porque no cogían. Se hacían las orzas pequeñicas de cerámica, esas sí se hacían en el torno, pero estas no. En el torno, estas solamente se hacía la base y la boca, lo demás era todo a mano, la panza dijéramos hasta la boca, eso era a fuerza de paños ¿Sabes?. Se pueden tardar días en hacer una orza, y hasta un mes, según lo gran de que ibas a hacer la pieza. Cuenta José que su hermano Juan era un artista para trabajar el barro, y que a través de la Escuela de Artes y Oficios de Almería fueron a una exposición a Madrid hacia 1950-51, Juan realizó una magnífica ánfora que mereció el primer premio: Me acuerdo de eso. Una anécdota curiosa, porque lo que ganó, que no recuerdo exactamente lo que fue, pues venía la mar de contento, y cuando llegó aquí, pues mi padre le dejó el dinero y se compró una ga bardina. Es que entonces ¡quién tenía una gabardina! Juana, la mujer de Juan nos narra otra anécdota sobre la gabardina: Con el primer premio que le die ron se compró una gabardina, venía a visitarme, que éramos novios, aquí en casa de mi tía, mi abuela estaba malamente de la cabeza y cuando venía con la gabardina le decía Don Juan, y cuando venía sin ella le decía Juan. Venía él tan chulo con su ga bardina, entonces el que tenía una gabardina era más que el que tiene hoy un coche de 4 o 5 millones. Juana sigue relatando algún que otro recuerdo referente a su expe riencia acerca de la alfarería de su suegro y de su marido. Así nos cuenta que cuando se casó con Juan fueron 64 Juan Ayala y Juana Fernández de viaje de novios a Albox, y allí estuvieron tres días en la feria. Poco después les dio su suegro 200 pese tas para que se pusieran aparte en la casa que había enfrente del oficio. Con mucho humor nos sigue relatan do Juana como al casarse les puso su suegro un sueldo de 250 pesetas semanales: El sueldo eran 250 pesetas a la semana, 1000 pesetas al mes, y entonces cada vez que nos tenía que pagar el pobre de mi suegro, siempre le faltaban las 50 pesetas, y yo decía adiós a las 50 pesetas, ¡después de poca lana tendía en zarzas!. ¡Miseria pura! Cuenta como se aprovechaba todo para la casa: Cogíamos las ollas que estaban esportilladas o les faltaba un asa, los deshechos, porque las buenas había que venderlas. El género bueno, como nos decía Juana, era el que comercializaban tanto en la provincia como fuera de ella, principalmente por la zona de Guadix, José lo recuerda así: Venían a cargar de Guadix, de Almería, de Albox, de Vera, de ahí era la mayor gente que retiraba. Venían primero con carros, y luego ya venían con camiones. En Almería, allí en la plaza de abastos, por el rinconcillo, había uno, bueno, había dos. Y aunque la relación entre los Horno de la fábrica de ladrillo alfareros era excelente, las malas caras se producían a la hora de la venta. Si a lo mejor nos poníamos a, que te iba a decir yo, a vidriar los cacharros para llenar un horno, y a lo mejor necesitábamos la ayuda de un alfarero y le decíamos: Mañana no trabajes y vente, que tienes que ayudarnos a vidriar. Luego, donde más rencillas siempre había era a la hora de vender ¿Sabes? Ahí sí. No que cada uno vendía como podía, sino que le daba coraje de que tú cargaras y que a el otro no iba el cargaor a cargarle. Pero tampoco con mala idea ¿Sabes? Aún siendo una de las primeras empresas de producción y empleo en Sorbas durante muchos años, no pudo, sin embargo, vencer la crisis del mundo rural, la emigración y el novedoso uso de los recipientes de plástico, factores que hicieron decaer la demanda en picado: El plástico. ¡Claro! Eso es lo que ha quitado la cerámica del medio. ¡Claro! No se quitó de momento, porque tampoco el plástico fue un bum de pronto, fue poco a poco. Pero claro que el plástico quitó, chi quillo. Es que luego, ya... ¿Tu sabes lo que era un jueves?, un jueves, primero el domingo, pero luego el jueves, los mercados aquí a estas horas estaban mi madre y mi padre despachando, vendiendo cacharros a gente del campo. Uno que se lle vaba tres orzas, otro que se llevaba cuatro pucheros, otro que se llevaba tres cazuelas, porque entonces el campo estaba muy poblado y había mucha gente y tenían que surtirse. Para luchar contra la crisis, hacia 1955 decidieron reconvertir la acti vidad tradicional alfarera, decidieron formar una sociedad los hermanos José, Juan, Rafael y Diego, y construir una fábrica de teja, ladrillo y losa. Para ello utilizaron el solar que había frente a la casa familiar, al otro lado de la calle de San Roque, allí cons truyeron un nuevo horno en forma rectangular de grandes dimensiones y seis puertas, tres daban para la calle de Manolico y las otras para el secadero. Había una zona cubierta de uralita para secar las piezas a la sombra. También construyeron una balsa para el agua. Al principio ama saban la arcilla en la placeta, luego compraron una amasadora, automa tizando todo el proceso. Al principio seguían trabajando el oficio y la fábrica, pero poco a poco se centraron en ésta última: Mi Juan siguió haciendo algo, pero ya nos metimos más en la cosa de los ladrillos, las tejas y eso. Fue cuando hicimos el horno y montamos la fabriquilla. Entonces, es que no había más fábricas, nada más que una que había en Vera, y en Bena hadux que había otra, y ésta. Eran las más cercanas. En realidad nosotros el género sí lo vendíamos todo, porque tú, uno de los que empezaron a llevarse, bueno uno, uno de ellos, los Pegotes empezaron a llevarse, cuando empe zaron ellos en Mojácar y toda esta zona se llevaron. Todas las tejas que hacíamos, y porque no hacíamos más, se las llevaba un hombre de Antas ¿Sabes? Que entonces se de dicaron a edificar en Antas, pero veréis que en Antas no hay terraos, ni terrazas, es todo teja. Aquel hom bre toda la teja que hacíamos era para él. Silvestre se llamaba. Ladrillos pues a los Pegotes. Llevábamos tam bién mucha a Garrucha, a Enrique Aguirre, que ahora tiene un almacén muy importante de saneamiento. Ese también se llevaba mucho ladri llo, fue cuando él empezó también. Trabajaban una plantilla de 1214 personas, los cinco herma nos(José, Juan, Rafael, Diego y Jesús), los tres primos que aun vivían en su casa. Luego de fuera había otros 6: Felipe Gil, Juan Requena Hermosilla, dos del Río de Aguas el Segura y Juan París, Juan Torres S a n t i a g o y J e s ú s S a l va d o r. Juana nos explica que tuvieron mala suerte con la construcción del horno de los ladrillos: Trajeron un maestro de Pulpí para hacer el horno, se les cayó por dos veces, después de estar echo, que una noche recuerdo que está bamos acostados allí, ya ves pegados al horno, y aquello ¡bum! Y de allí 65 Jesús Ayala nos vino la ruina y tuvieron muchas pérdidas. La fábrica duró aproximadamente unos 10 años, cerrándose entorno al año 1967-1968 ya saneadas las cuentas, así nos lo cuenta José: Ahí influyó. Que aquello era en tramparse vivo, porque tú imagínate en aquellos años para poder levan tarte de la nada ¿Sabes? Con intere ses altísimos al catorce, al quince, y a todo eso por ciento. Es decir, que estabas toda tu vida pagando inte reses, pero el capital no lo quitabas, porque es que no ganabas para quitar el capital. Ganabas escasamente para pagar los intereses, y venga años, y venga años ¿Sabes? Entonces la cosa era muy difícil. Dijimos hasta aquí, hasta aquí. Y entonces nos dedicamos a los camiones y hasta la fecha. Aquello no tenía futuro y ya... Éramos muchos, tenían que quitarse algunos. La mayoría tampo co queríamos ya... No queríamos fábrica. Ya empezaron a esturrearse. Mi Jesús, ya se casó y se fue a Al José y Diego Ayala con otros emigrantes en Alemania mería. Antes de casarse ya se fue con una empresa, que luego se colocó en Cementos Alba que ya se ha ju bilado. Y mi Diego pues lo mismo, nos fuimos a Alemania, estuvimos un poquillo tiempo, nueve años. Él ha estado más años y yo estuve un par de años, no llegó. Mi hermano Juan también estuvo, un año y pico estaría ¿No? O dos también estuvo. En fin, cuando ya saneamos nuestras cuentas y nuestras cosas, fuera. Entonces nos quedamos en sociedad: Mi Rafael, mi Juan y yo. Y yo ya he terminado con la cerámica y con los camiones. Juana recuerda que su marido Juan estuvo también un año en la emigración en Alemania, pero aquello e ra m u y d u r o d e c o n l l e va r : Estuvo seis meses y vino de permiso, y yo me quedé en estado, Genealogía: (* nacimiento, x matrimonio, + defunción, sólo se especifica el origen de los que no son nacidos en Sorbas) Juan José, Emilio y Mª Carmen Ayala José Ayala García (*20-05-1938) x Carmen Segura, hermanos Juan (alfarero), Rafael (alfarero), Diego y Jesús. Juan Ayala Llorente (*22-04-1894) x Rosa García Romera Alfarero Francisco Ayala Clemente (*02-04-1868) x Isabel Llorente Galera Juan Ayala Galera (*18-01-1823) x Ana Clemente Galera Jerónimo Salvador Ayala (de Totana-Murcia) x Josefa Galera Alfarero según el archivo Parroquial de Sorbas. él se fue otra vez, a la nascencia de mi hija se quedó unos días con permiso. Y tenía la maleta para irse, cogió a su hija de la cuna, empezó a besarla y a llorar, y le dije: mira quédate, y si nos morimos de ham bre, nos morimos todos juntos. Y no se fue. Juan no olvidó del todo la cerámi ca, anduvo enseñando a niños en las Alfarerías no sabemos si por su cuen ta o como profesor del taller de cerá mica que funcionó en el barrio siendo alcalde de Sorbas Francisco Pérez Ramos (1979-1983). Décadas después, los hijos de José fueron los únicos de la siguiente generación que tuvieron algún con tacto con el oficio alfarero. Juan José Ayala (*1964) estuvo de aprendiz en el oficio de Juan Mañas, y así quedó recogido en el libro Estudio etnográfico de la cerámica popular de la provincia de Almería. Etnografía Española 5. Celsa Paoletti Duarte y Ángel Pérez Casas. Ministerio de Cultura. 1985. Emilio (*1967) y Mari Carmen (*1973) también se iniciaron algo más tarde en la Escuela Munici pal de Cerámica, al final de la década de los 80. Fuentes Orales: José Ayala García, Carmen Segura, Juana Fernández García (viuda de Juan Ayala García), Tadea Cayuela (viuda de Rafael). Documentación: Archivo de la Iglesia de Sorbas 66 Familias alfareras del siglo XX: LOS FENOY La familia Fenoy llegó a Sorbas a principio del siglo XX procedente de Tabernas. Hablamos con Miguel Fenoy, de 82 años, nos relata que fue su padre el primer alfarero de esta familia que llegó a Sorbas. Se llamaba Juan Fenoy Fenoy. Él aprendió el oficio en Tabernas donde su familia tenía otra alfarería, su padre a su vez aprendió de su compadre, del que sólo recuer da el apellido que era Castellón. Cuando llegó de Tabernas se puso a trabajar de oficial en la Alfarería del Tío Frasco Cano (Francisco Lario), donde además trabajaban los hijos mayores y el yerno de María Lario, la hija del dueño. Su padre y sus hermanos mayores Juan y Rafael (hijos de la primera mujer Matilde Fenoy Cano) comen zaron a trabajar en el oficio del tío Frasco Cano situado al final de la calle de San Roque, lindando con la huerta y con el oficio de Jaime Mañas, donde hoy tiene la casa José Cabe zas. Al poco tiempo se casó en terceras nupcias con una mujer de la Rambla Ana Mª Rodríguez Agüero Andrés Pérez Pérez del Chive Juana García Palomino, hermana de Isabel Confita. Ésta murió a los tres años de casados el 10-06-1925. Durante esos tres años Juan se monta por su cuenta en esta cortijada, donde utiliza como alfarería la Tejera existente en esta barriada, en el hoy conocido como Cortijo de la Tejera. Allí hacía todo tipo de alfarería de barro blanco (cántaros, lebrillos, orzas etc), ladrillo y teja. Desde la Rambla del Chive suminis traba piezas principalmente para Cariatiz, El Chive y Lubrín. Aquel oficio estuvo funcionando unos 3 años ya que su mujer murió por esa fecha. Miguel aun no había nacido y no recuerda nada esa época, ni tampoco quién trabajaba en aquella alfarería, pero sí nos afirma que aquella em presa sólo funcionó tres años y des pués se cerró. Sí conseguimos algu nos datos más a través del testimonio de la vecina nacida en la Rambla del Chive, Ana Mª Muñoz Molina que recuerda haber visto funcionar aque lla alfarería cuando era niña. En 1908 y 1913 había censado en la Rambla del Chive una persona llamada Juan Sánchez Cintas (Era tatarabuelo de Francisco Muñoz Gar cía, hijo de Casilda García de Los Andreses) por línea paterna. (de 45 años en 1908) que ejercía de tejero (Censos electorales de los años 1908) y 1913. Archivo Rosa Mª Piqueras Valls.. Su hermano Rafael ya estaba casado y vivía en una casa cercana situada en la cortijada. Por tanto en el oficio también trabajaban Juan y Rafael. Antes de abandonar la Rambla del Chive, vuelve a casar Juan Fenoy en cuartas nupcias el 31-01-1930 con la Tía Vítora (Victoria Sánchez Martínez) del Tesoro, de este matri monio nació Miguel en el año 1932 y algo más tarde Joaquín. Es entonces cuando su familia se instala definitivamente en Sorbas. De vuelta a Sorbas trabajan de nuevo en el oficio del tío Frasco Cano. Éste lo vende a los hermanos José Mañas y Antonio de Haro, que lo alquilan a los Fenoy. Poco más tarde los her manos Joaquín y Miguel compran el taller. Allí se instalan los cuatro her Oficio de los Fenoy, se ven los hornos y la placeta 67 manos: Juan, Rafael, Joaquín y Mi guel. Contaba el oficio con dos hornos viejos, más tarde la familia Fenoy construiría otro más para los platos. Tenían un pozo en la placeta con una bomba de mano para sacar el agua limpia que necesitaban para hacer el barro de mucha calidad. Nos relata Miguel cómo empezó a trabajar la alfarería: Yo comencé de chiquitillo y cuan do ya daba en pie en el torno, cuando ya tenía cinco o siete añillos me metía en el torno y hacía una piece cilla pequeñilla. Luego ya, empecé a trabajar, pero ya a trabajar con género grande cuando tenía doce o trece añillos yo hacía pequeñillos. Y cuando mi hermano Joaquín se fue a la mili, entonces mi Juan me dijo que tenía que hacer cacharros gran des y entonces fue cuando empecé con los grandes. Y los hacía bien con 17 años. Cuenta Miguel cómo aprendió a hacer los cántaros y sobre todo a poner las asas: Lo más difícil que tiene el oficio de alfarero es ponerle las asas al cántaro. Eso es lo más complicado. Más que la pieza. Porque mira, yo empecé a trabajar con 17 años. Tiene dificul tad hacer, los cántaros porque los cántaros van en dos, en tres piezas. Tres piezas con la boca. Primero se hace la parte de abajo, se deja secar para que se ponga un poquito duro la pasta que se llama, para poner la boca, y después se pone el asa. Pero yo el asa la ponía y se me doblaba, porque había que ponerla con el barro tiernecillo boca abajo, y me cabreaba, y yo una desesperación. Duro que te pego hasta que lo con seguí, entonces yo las asas las ponía como ningún alfarero, sabía ponerlas muy bien y todos me tenían envidia. Las ponía exactas. Cogías un cántaro y no te cortabas las manos, porque los otros cántaros que hacían los otros alfareros dejaban un filillo por debajo que te cortaba las manos y los míos se quedaban lisos. Algunos me decían por qué no me haces las asas, y todos querían que se las pusiera. La Guerra Civil le sorprendió muy pequeño pero aun recuerda la pos guerra. Nos cuenta que se pasó mu cha hambre y también nos comenta lo ocurrido a su hermano entonces: Mi Juan, como era de izquierdas, pues estuvo tres años en la guerra y cuando vino de la guerra lo metie ron en la cárcel, estuvo otros tres años. Juan Fenoy Fenoy formó parte del primer Consejo Municipal (equi valente a concejal del pleno del Ayun tamiento) que se formó en Sorbas durante la Guerra Civil el 16-02-37, ocupó una de las nueve vocalías en representación de la UGT (Unión General de Trabajadores). Rafael Quirosa afirma que el 24 de noviem bre de 1936 fue nombrado un nuevo Ayuntamiento en Sorbas con un al calde de la UGT, cuatro concejales de la UGT, dos del PCE, dos de las Juventudes Socialistas Unificadas y cinco de la CNT. (CHEYROUZE, Ra fael: Almería, 1936-37. Sublevación militar y alteraciones en la retaguar dia republicana, Universidad de Al mería, 1997, p. 145, 310. Recuerda y reconoce que su her mano Juan era un gran maestro. Nos cuenta así como éste hacía las orzas: Mi padre estaba ya muy viejo y mi Juan, hacía mi Juan orzas de 30 arrobas. Hacía el pie de la orza como Juan Fenoy Fenoy y Victoria Sánchez Rafael Fenoy Fenoy una maceta pero más ancha. Enton ces cada día, pero más recio, y a eso que se llama tiesto como una panera, se lo pegaban encima. Entonces el trocillo ese de barro se lo ponían alrededor. Eso se tapaba con un paño para que no se pusiera muy duro, al otro día con una palmeta, una pal meta de madera y una mano por dentro del pie le dábamos ¡pas!, ¡pas!, para que se uniera con el pie y cuando ya no alcanzabas entonces poníamos un andamio de madera, un tablón. El trabajo era duro según Miguel: Trabajábamos casi todos los días. Ocho o diez horas. Y parábamos sobre las una a comer. Los domingos siempre teníamos que preparar el barro para el lunes. La semana en tera... Los domingos un par de horas, meter el barro en las balsas, lo que se pudiera recoger para otro día. Un par de horas. Había días que a lo mejor trabajabas 8 horas, pero otros días trabajabas diez. Depende. En el invierno empezábamos a trabajar a las cinco de la mañana. Las mujeres trabajaban cuando había que sacar los hornos, sacar el género de los hornos, siempre me tíamos a una mujer o dos para que nos ayudaran. Nosotros, el que más hacía los barnices era mi Juan. Pintaba los lebrillos, pintaba las orzas, lo que había. Las mezclas de pintura las hacia mi hermano, pintura azul, pin tura verde y pintura amarilla, todo eso las hacia él, juntaba las esas. Hablando de barnices, nos relata un drama entorno a los mismos: ¿Tú sabes a lo que no se puede echar metal? A las orzas para echar vino. Porque el vino al hervir, al fermentar se come el metal. ¡Tu date cuenta! ¿Eh? Te voy a decir: le encargó uno que había en el Pocico de abajo, que se llamaba Pepe el de Gloria, cinco orzas de cinco arrobas barnizadas. Nosotros no sabíamos para lo que era. Pues le hicimos las orzas, vinieron a por ellas, se las llevaron, las llenaron de vino y las tapó. Y llegó la Pascua, y destaparon el vino. Al poco tiempo se intoxicó él y la mujer. ¡Se morían! No daban aquí con lo que tenían. ¡Se morían! Los llevaron a Almería, y un médico les preguntó lo qué tenían. ¿Usted qué fue lo que tomó?.Vino, nosotros bebimos vino. ¿Dónde estaba ese vino? Ese vino estaba en una orza embarnizada. ¡Pues ya está. Se morían las criaturas. No tenían cura! Los alfareros, no sabemos si es 68 Juan Fenoy Fenoy Joaquín Fenoy Sánchez Miguel Fenoy Sánchez Tejera de la Rambla del Chive tuvieron alguna vez asociados o no, nadie nos lo ha podido asegurar, sin embargo sabemos que existía una excelente relación entre ellos, de hecho cuando terminaban la faena gustaban de compartir otros ratos en un bar que se llamaba la playa y que curiosamente lo llevaban Juan Fenoy y su esposa. Esta buena relación se extendía hasta los alfare ros de otros pueblos, así lo demuestra la relación del padre de Miguel con Joaquín, un alfarero de Berja: Mi padre, algunos inviernos, aquí éramos cuatro trabajando con mis hermanos y yo, había mucho género apilado. Se iba a trabajar a Berja. Allí tenía un amigo mi padre que era alfarero. Tenía una alfarería, le decía vente Juan Fenoy y en un mes que estés aquí me haces un horno de cántaros. Nos cuenta como y donde vendían la producción: Nosotros vendíamos en todos lados. Para arriba al Ejido, para toda esa parte. Para Albuñol. Llevábamos los cántaros para todos esos sitios. Primero se la llevaba Diego Pelaillas con el camión y después la llevába mos nosotros directamente. Tenía mos el camión de los Ayala. Llevá bamos quinientos cántaros, íbamos a Albuñol. Teníamos dos clientes muy buenos, muy buenos. Descar gábamos los cántaros y no los con taban siquiera. Pedíamos la cuenta y para acá otra vez. En Antas y por ahí, por un pueblo de Jaén, esas las llevaba Diego Pelaillas, el hombre con el camión y las tenía vendidas nada más llegar y descargarlas con el camión. Se hacía de todo, porque unas veces te pedían de una, otras veces de otra y siempre teníamos de todo. Lo que más se vendía aquí en Sorbas era la teja y el ladrillo, pero el ladrillo hecho a mano, y también el cántaro. Aquí lo que más hacíamos era un lebrillico así y encima una jarra que es lo que se utilizaba para lavarnos. Eso se vendía mucho. Es que en las casas no había más que eso, no había otra cosa, plásticos ni había nada. Un lebrillico de esos para lavarnos y para todo. Cocíamos en un horno unas 3000 tejas y encima 500 cántaros. Mi padre tenía, por donde yo vivo aho ra(cuesta de las alfarerías, a la parte de arriba de la Puerta del lugar), debajo de Félix había una cochera, mi padre tenía allí orzas, cántaros... de todo. Cuando mis padres ya mu rieron ya lo dejamos. Eso lo tenía mi padre a alquiler. Pagaba mi padre todos los meses un duro de alquiler. En Sorbas no se hacían platos, pero los Fenoy deciden diversificar la producción y traen un maestro de Níjar llamado Ramón para enseñarles a hacer los platos: Teníamos un maestro de Níjar. Estuvo con nosotros dos o tres años, para que trabajara con nosotros. Para tener de todo en la alfarería. Luego se fue a Níjar otra vez. El desarrollo turístico de Mojácar empezó a traer los primeros cambios en algunas piezas tradicionales, como las gárgolas o canaleras, que se comienzan a decorar y tomar la for ma que hoy conocemos: Esto era como un tubo, esto va hecho con una masa. El brazo no te alcanza. Hacíamos el tubo, se oreaba en la calle y entonces le poníamos el rameo con una tira de barro. Yo empecé a hacer el tubo pero sin el rameo, de toda la vida. Lo del rameo fue cuando empezaron a hacer los 69 Tejera de la Rambla del Chive hoteles en Mojácar. Hacíamos mu chos. Tú date cuenta, valía por un tubo de estos sin rameo diez pesetas y con rameo veinte duros. Nos dice Miguel cómo hacían las losas del suelo de los hornos de pan. Para el horno de las panaderías de aquí, del campo, hacíamos las losas para el suelo del horno. Toma bas las medidas del pie del horno y arreglado a esas medidas, ya hacías las losas, hacías una masa, luego las cortábamos y numerábamos las pie zas para que luego encajaran. El oficio alfarero estaba mal valo rado: El trabajo del alfarero lo miraban como si no tuviera valor ninguno. Cuando íbamos por ahí a cazar, que íbamos de cacerías decían, por ahí van los de los pucheros, por ahí van los del barro colorado. Se pensaban que hacer un cántaro eso era nada. La superstición era algo que acompañaba el oficio alfarero: Sí, eso era cuando se cocía un horno de orzas con metal. Pues que si había alguna mujer que estaba embarazada no fundía el metal. Mira, una vez, yo ya empezaba a trabajar. Cocieron mi padre y mis hermanos un horno de orzas barni zadas, pues venga a echarle leña, venga a echarle leña y no se fundía el metal, y que no fundió. Decían ellos: no tiene que ver. Yo ni lo creo ni lo dejo de creer. Y tuvieron que sacarlas sin fundir el metal. Nada más que como pompillas, pero el metal no fundió como tenía que fun dir, o sea no corrió por la pieza para que se quede fino, pero se quedó raspuñoso porque no fundió. Nos cuenta Miguel como comienza a emigrar la familia y empieza a decaer la empresa: Se ganaba poco. Por un ciento tejas cocidas para descargar ocho duros valía. Con un ciento de tejas no tenías para comer. Mi Rafael se fue a Madrid, emigró con un cuñado suyo que tenía en Madrid. Mi Juan tampoco podía tra bajar ya. Y Joaquín trabajó hasta el final también, la alfarería la dejó un poquito antes de venir yo de Alema nia. Ya no trabajó más. Sería hacia 1982-3. Yo me fui a Alemania por el año 67. Trabajaba en una fábrica de plásticos. Una fábrica que entraban los trenes a cargar a la fábrica. Ha cíamos bidones para no sé que país, cantimploras, sillas... Yo se lo dije a mi madre yo me voy a Alemania y me fui. Que me fui a Alemania para aprender a hacer escayola de la fábrica que íbamos a hacer aquí. Me fui, y como se ganaba un poco más, y ya me quedé. Porque mira, yo me fui a trabajar, y para pagar un préstamo que saqué, y entonces yo le debía a la Caja de Ahorros 30.000 pts. de la fábrica de yeso. Y yo pagaba todos los meses 3000pts. (Se trata de la Cooperativa de San Juan que creó la fábrica de Yeso del Llano de San Javier. Fue un intento fallido para desarrollar un proyecto de industrialización del yeso, que de haber prosperado habría transformando radicalmente la eco nomía del municipio. Sin embargo la pésima gestión del proyecto llevó al endeudamiento y a la emigración a muchísimas familias sorbeñas, pro duciendo en efecto contrario al que se esperaba). Después de casi trece años en Alemania vuelve al pueblo, terminan do así la labor alfarera de la familia Fenoy: Yo después estuve trabajando 3 o 4 años en la escuela La escuela municipal de cerámica. Yo estuve un año, pero es que yo estuve antes con Ángeles Ángeles Castillo fue profesora de la escuela de Cerámica. ¿Te acuerdas de Ángeles? Miguel Fenoy representa el último eslabón de una gran familia de Alfa reros de Tabernas y Sorbas. Con él terminará la tradición alfarera de esta familia, ya que ninguno de sus descendientes ha tenido contacto con el oficio. Fuentes Orales: Miguel Fenoy Documentación: Archivo de la Iglesia de Sorbas 70 Familias alfareras del siglo XX: LOS MADRILES (REQUENA) Se conoce con el sobrenombre de los Madriles a toda la familia descendiente de Sebastián Requena Francisco (*06-12-1867). El oficio más antiguo que se recuerda de esta familia es el situado en el Salitre (zona al sur de la plaza de las Alfa rería donde hay una palmera grande). Junto con Los Mañas, son una de las familias más antiguas de las que tenemos documentada la tradición alfarera según el Catastro de Ense nada allá por 1752. Se trata de Ber nardo Requena Sánchez (*06-021728) que era Alfarero y Jornalero, que en 1752 tenía el oficio en el Pago de la Almazara, en la zona de la Fuente de los Caños. Su tío Juan Requena Gómez también ejercía de Alfarero en la misma casa del pago de la Almazara. La memoria oral nos recuerda que el tío Sebastián Requena Fran cisco tuvo cuatro hijos y una hija, Sebastián (Padre de Sebastián de la Mela), José Antonio (Padre de Sebas tián de Sorbas), Rafael y Juan Re quena García. José Antonio siguió trabajando en el oficio familiar y Sebastián construyó uno nuevo en un solar de enfrente, casa de Diego Gil, debajo de la cuesta que sube al pueblo. Sebastián tuvo dos hijos Sebastián, Adolfo y una hija, María, que murió joven poco después de tener una hija. Los dos hijos fueron los últimos alfareros de esta familia que dejaron el oficio. Adolfo marchó a trabajar a las minas de Avilés (Asturias) y poco después Sebastián emigraría a Bar celona hacia 1957. El oficio del Salitre fue el primero que se cerró siendo alquilado poco Ana Mª Rodríguez Agüero Andrés Pérez Pérez después a los Simón durante un tiempo. José Simón recuerda que fue en este oficio donde vio por pri mera vez el botijo en forma de gallo que se hacía en Sorbas y que más recientemente adaptaría él y su her mano Juan Simón a la forma que hoy conocemos. La tradición alfarera familiar era de barro rojo, si bien Sebastián y Adolfo se especializaron en barro blanco. Su padre trabajaba los dos, el blanco y el rojo. El primer contacto con esta familia es con Maribel Requena, hija de Se bastián, que vive en Barcelona. Nos cuenta que ella nació en el oficio, pero se fue con cuatro años a Barce lona, por lo que sólo recuerda el calor del horno y el frescor del oficio. Nos remite a su madre que está ya de vacaciones en La Mela. Oficio de los Hnos. Sebastián y Adolfo Requena García. La mujer es su madre. La niña pequeña del fondo es Maribel Requena. Foto de Maribel Requena 71 Sebastián Requena García y Desideria Contreras García. Hablamos con Desideria Contreras García, viuda de Sebastián Requena que se encuentra en su casa de La Mela, de donde es natural. Desideria tras casarse estuvo trabajando unos 6 años en el oficio junto a su marido, su suegra y sus cuñados Adolfo y su mujer. Nos cuenta algunos aspectos de la familia y de la alfarería. El oficio se distribuía de la forma siguiente: Había una casa de dos plantas, la planta baja que daba a la Calle Entrada (hoy Cura Paco Ayala) y una planta alta que daba a pie llano con la placeta, ya que había bastante desnivel. Frente a la casa y pegado al terrero de la cuesta estaba el Horno y entre éste y la casa estaban dos balsas para el barro. En una cámara grande tenían los cántaros y demás cacharros. Desideria se casó con Sebastián en 1950 y entonces trabajaban así: Tenían gente que trabajaban para ellos y traían la leña, la tierra y el agua, hacían el barro con gente de fuera. Los cántaros en aquella época valían dos pesetas, se ganaba muy poco. Cuando comencé a trabajar yo el primer año no sabía pero luego me enseñé. Cuenta que aunque la tradición era de barro rojo, su suegro comenzó a hacer también el blanco porque era menos complicado por los barni ces. Su suegro se fue a América a trabajar y trajo el dinero con el que compró la casa y construyo el oficio. Compró además un cortijo en Jaragüi (frente al Zocá) en la Cuesta de Los Álamos. Se fue a América de polizón, con papeles falsos, se llamaba Luis Díaz Cruz Vendían la producción en Roquetas, Dalías, Albuñol (cántaros de una sola asa), en Almería junto al mercado cen tral. Algunos venían a cargar ellos y otros los llevaban ellos en el camión de los Pérez. Otra parte la vendían a la gente del pueblo. Su suegra tenía una habitación junto a la puerta de la calle donde vendía todas las piezas defectuosas que salían del horno, además vendía ollas y cazuelas de los primos y cosas de Níjar. A Sebastián le cundía más hacer piezas, y entonces muchas veces Adolfo sobaba el barro y Sebastián hacía piezas, de esta manera rendían más. Hacían macetas grandes y pequeñas, cántaros, cántaros pequeños y medios cántaros, cánta ros de un asa para Albuñol, alcancías, orzas y ya las cosas pequeñas las hacían por encargo. Cuenta el fin de la actividad alfa rera: La rentabilidad era muy pequeña y no daba para vivir. Ibas muy jus Los hermanos Requena García: María, Sebastián y Adolfo. Hacia 1930 72 tico, como eran dos hermanos no daba para las dos familias. Ya empe zaron a poner el agua en los pueblos y los cántaros se vendían menos y ya no se podía vivir. Primero se fue mi cuñado Adolfo a Avilés (Asturias), y un año después nos fuimos noso tros a Barcelona. Adolfo volvió años después a pa sar largas temporadas en su casa de las Alfarerías, hasta quedar viudo hace unos dos años, actualmente sigue residiendo en Asturias. Y cuando llegan a Barcelona vuel ve Sebastián a trabajar en la cerá mica: En Barcelona nos fuimos a casa de unos tíos míos, Sebastián comenzó a trabajar en la construcción y luego se colocó en Casa Batllori, donde trabajó de nuevo de alfarero unos tres años, era una empresa de alfarería artística y decorativa que hacía también platos y baldosas. A los dos años nos compramos el piso y entonces se vino mi suegra y la nieta, la hija de María. Entonces vendieron todo, no pensaban volver más. Después trabajó en una empresa de persianas llamada Gradulux y más tarde, hacia 1967, pusimos un bar por nuestra cuenta, en cuanto pudo se jubiló y volvimos al pueblo, a la casa de La Mela. Nos cuenta para terminar algunas anécdotas de la vida de entonces y de la tragedia que les tocó vivir: Sebastián era músico como su padre, tocaba el acordeón, y lo lla maban para los bailes, les gustaba mucho la música y el baile, iba hasta La Cumbre. Cuando estalla la Guerra Civil Desideria tenía 8 años y recuerda cómo lo vivió: Al estallar la Guerra tenía mucho miedo, se oían las bombas de Almería desde la Mela. Nos escondíamos porque decían que venían los milicia nos. A mi abuela le quitaban el aceite y lo escondieron en el corral, metie ron una orza grande y la enterraron llena de aceite. También relata cómo Sebastián y su padre se comprometen con las ideas políticas que por aquella época se extendían por el país. El padre de Sebastián estaba en la UGT y era presidente del PSOE, Sebastián hijo con menos de 18 años era vicepresidente del PSOE. Mi sue gra era contraria a que participara en política. Sebastián padre durante la Guerra Civil fue nombrado Juez de Paz de Sorbas. Sebastián hijo trabajaba du rante la contien da civil en la cooperativa re partiendo las cartillas de ra cionamiento. Él le daba más a la gente de lo que podía, siempre les daba algo más. Mi suegro, él no hizo daño a nadie, y tras la guerra lo culpa ron de muchas cosas que no había hecho. Tras la Guerra Civil fue encarcelado y condenado a prisión. Estuvo primero en la cárcel de Pam plona unos cinco años donde fue torturado. Pos teriormente fue trasladado dos años a la cárcel de Sevilla. Allí por lo menos podían visitarlo gracias a la intervención de unas monjas. Mi marido Sebastián hizo la mili allí y Adolfo Requena y María Soria con su hija mi suegra alquiló no se hubiera puesto malo, hubieran allí una casa para poder verlo. producido más y se hubieran monta Cuando volvió de la cárcel puso do. Pero se quedaron solos y a medio en marcha de nuevo el oficio, y saber. Durante la cárcel de su padre enseñó a los dos hijos. Vivió cuatro ellos cuidaron de la tierra del cortijo años, ya que vino muy enfermo. Si Vista de las Alfarerías. En primer plano el horno de Sebastián y Adolfo Requena. Hacia 1955 73 Gallo similar al que se hacía en el taller del Tío José Antonio Casa del Tío José Antonio Requena, el oficio estaba en la planta baja Tienda del Tío José Antonio Requena de Jaragüi en la Cuesta de los Ála mos. Se fueron a vivir allí, y echaban jornales. Sebastián, mi marido, es tuvo trabajando en la carretera de Los Castaños, y de ayudante de to pografía haciendo los planos de Sor bas y Uleila. Tras su jubilación y vuelta a La Mela Sebastián volvió a la actividad política municipal llegando a ser teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sorbas por el PSOE en la legisla tura 1987-1991. Sebastián moriría poco más tarde en La Mela en 1999. Hablamos también con Sebastián Requena Salvador, hijo de José An tonio y primo hermano de Adolfo y Sebastián. El oficio era de su abuelo, Sebas tián Requena Francisco donde tenían un horno que había sido de sus an tepasados y se encontraba en las Alfarerías donde ellos vivían, tenía también un pozo de donde sacaban el agua. Pero trabajaron poco en el oficio. Su tío Sebastián por causa de meterlo preso: Mi tío era muy listo, sabía mucho, era lo único malo que hizo. A los otros por eso no les gustaba. También porque marchó a Améri ca junto a sus hermanos Juan y Jose Antonio. Aunque José Antonio y Se bastián regresaron y siguieron tra bajando después. Juan, de América marchó a Honduras y nunca más volvió. Rafael se fue voluntario a la mili, a Tarifa, allí estaba cuando estalló la Guerra Civil, por lo que marchó al frente con los nacionales. Desgracia damente murió en la Batalla del Ebro. Una anécdota que ocurrió durante la guerra, es que Rafael consiguió ser sargento: Llegó a una especie de campo de concentración donde estaban pre sos muchos hombres del bando re publicano, y quiso saber si entre ellos se encontraba alguno de Sorbas, y con esta pregunta ¿Hay alguno de Sorbas? A la que le contestaron: Si, yo.¿Quién lo pregunta? Supo que allí estaba José Segura y por medio de Rafael a éste lo liberaron y vino a Sorbas y lo contó a la familia, fue él mismo también quien contó a mi familia lo de la Batalla del Ebro. Toda la familia trabajaba el barro rojo menos su tío Sebastián que cuando se casó se fue aparte y se hizo un horno (El que había dentro del patio de Diego Gil) y comenzó a trabajar el blanco, haciendo cántaros. Sebastián nos cuenta que él trabajó poco el barro porque se fue a la mili de voluntario, luego estalló la Guerra y después marchó a Bar celona. Lo único que hacía eran pie zas pequeñas, tapaderas de las ollas lo que más. De su padre también cuenta poco, que cuando regresó de América este ya había emigrado a Barcelona. Que tuvo tres hijos pero que el único que trabajó un poco fue él, pero hasta los catorce años. Asistía a clase allí en las Alfarerías, ayudaba y se enseñaba después de clase. Sin embargo de su abuelo cuenta un poco más: Era el encargado de llenar el horno aunque a veces llamaba a Juan Ayala para que lo ayudara y luego al revés. Metían a mujeres para que les fuera dando las vasijas para meterlas en el horno y para que luego les ayudara a sacarlas. Les pagaban tres pesetas por día de trabajo. Isabel la madre de los Moñoviejos fue una de estas mujeres que trabajaba con ellos. La tierra la traían de Doña Pilar Navarro, en La Mojonera, a la que había que avisarle de que la iban a 74 Sebastián Requena Salvador sacar. Les cobraba cinco duros por cada balsa de barro. La mejor leña nos cuenta que es la boja. Cuando cocían se iban a aspirar el humo porque pensaban que era bueno para los bronquios. La leña la traían Adolfo Veraguas (Los Veraguas en general) y los Re quena. Para colar el barro del pilón a la balsa también metían a gente. José el Vizco (Padre del Viqui) y Juan Pilar (Suegro de Carmen la Tota) fueron unos de ellos. Vendían sobre todo aquí, también avisaban a un señor de Lucainena cuando estaba el horno listo para que se lo llevara entero a venderlo por ahí, aunque también venían otros José Antonio Requena García y su mujer en carros y se la llevaban a esa parte de Andalucía, Guadix y Granada. Su tío trabajaba muy bien, le gustaba hacer mujeres con cántaros en los brazos y gallos. Ellos sí pinta ban las piezas de distintos colores. Estos gallos le gustaban mucho a los extranjeros. Fuentes Orales: Requena Contreras, Maribel Requena Contreras, Sebastián Requena Sal vador. Documentación: Catastro de Ensenada. Archivo Histórico Provincial Archivo de la Iglesia de Sorbas Desideria Contreras García, Sebastián GENEALOGÍA DE LOS MADRILES (* nacimiento, x matrimonio, + defunción, sólo se especifica el origen de los que no son nacidos en Sorbas) Sebastián Requena García x Desideria Contreras García (de La Mela), hermano de Adolfo x María Soria. Alfareros Sebastián Requena Salvador (Aprendiz de Alfarero) Hermanos Sebastián, José Antonio(*3-11-1891?), Rafael y Juan Requena García Alfareros Sebastián Requena Francisco (*06-12-1867) x María García Yepes Antonio Requena García (*29-06-1837) x María Francisco Requena José Requena Fernández (*31-10-1799) x María Martínez Francisco Bernardo Requena Lario (*01-04-1769) x Mª del Carmen Fernández José Requena Clemente (*03-02-1750) x María Lario Bernardo Requena Sánchez (*06-02-1728) x Antonia Clemente Alfarero de 24 años en 1752 según el Catastro de Ensenada. José Requena Gómez x (1720) Isabel Sánchez. Su hermano Juan Requena Gómez era Alfarero de 53 años en 1752 según el Catastro de Ensenada. Gabriel Requena x Lucía Gómez 75 Familias alfareras del siglo XX: LOS REQUENA CAYUELA En la calle San Roque, en la casa en la que hoy vive Tadea González y la de al lado, que es de la tía Elisa, había a principios de siglo, no sabe mos si antes, si en otro tiempo los habría, probablemente así fuera, dos oficios distintos que ocupaban tam bién dos casas distintas aunque el horno que quedaba enfrente era compartido por los dos hermanos Requena Cayuela que eran los dueños y los que trabajaban en ellos. Se llamaban Miguel y José. De Miguel Requena Cayuela nos habla su hijo, José Requena Martínez residente en Barcelona desde hace ya más de cuarenta años, concreta mente desde el año sesenta y dos año en el cual decidió marchar hasta allí siguiendo los pasos de su padre que ya lo había hecho unos años antes. Cuenta que su padre era muy buen alfareroEl mejor, nos dice, José Requena Cayuela que aunque trabajaba muy poco, era muy fino en su trabajo y lo que hacía (Siempre de barro rojo) lo hacía muy bien hecho. Junto a su padre traba jaban los tres hermanos: Miguel, Benito y José nuestro entrevistado. Los tres se enseñaron en el oficio de su padre, aunque Miguel trabajó poco, incluso el mismo José no trabajó mucho, no le gustaba. De los tres, el que más trabajó ha sido Benito que era un gran maestro, así nos lo reconoció José Ayala cuando charlamos con él. Y es que aunque la familia Requena Martínez tenía su propio oficio donde trabajaban y hacían sus piezas, y el horno que compartían con su tío, también tra bajaban para la familia Ayala García. De esta manera lo recuerda José Requena: Nosotros hacíamos las piezas en casa, en crudo las llevábamos al oficio de la familia Ayala y ellos lo Ana Mª Rodríguez Agüero Andrés Pérez Pérez cocían en su horno. Reconoce que no llegó a meterse en el torno, que las únicas piezas que ha hecho han sido las piececillas pequeñas de los ajuaricos. En el oficio con su padre estuvo trabajando aproximadamente unos ocho años. Cuando éste ya se jubiló comenzó a trabajar con los Mañas, pero con ellos estuvo poco tiempo también, unos ocho meses más o menos. Des pués de esto dejó definitivamente el barro y antes de marcharse a Barce lona anduvo trabajando en una fá brica de yeso aquí en Sorbas, regen tada por Joaquín Segura y Ramón Fernández, situada al lado de la ca rretera nacional 340, a la altura de las casas del Pocico y que se llamaba La Purísima. Su hermano Benito al cerrar su padre el oficio estuvo trabajando para los Simón. Después emigró hacia tierras francesas donde ha 76 José Requena Martínez estado trabajando en una fábrica de cerámica hasta que recientemente se ha jubilado. Hablamos también con Tadea Re quena González, ella es hija de José Requena Cayuela (Alfarero en vida) y esposa de Rafael Ayala García tam bién alfarero en su juventud. Nos habla Tadea del oficio de su padre que estaba situado donde ella vive actualmente y que dejó de cum plir sus funciones cuando ella se casó y se puso a vivir allí: A la entrada de la casa, estaba la rueda y el pilón y la balsa en la calle. El horno enfrente. Tadea desde siempre ha estado trabajando en el oficio ayudando a su padre, desde chiquitilla, si me han salido los dientes en esto. Haciendo incluso tareas que nor malmente eran desempeñadas por los hombres, puesto que no tenía hermanos sólo una hermana y esta se casó muy joven. Desde muy pequeña ella asume el papel de hijo y realiza junto a su padre las tareas propias del oficio. Sacaba tablas, metía tablas, ma ceaba las cazuelas. Y luego meterme en el horno y enhornar. Por eso nos cuenta con tristeza que algunos hornos salían mal y eso suponía para la familia una perdida muy grande: Ruina, ruina total. Las piezas que estaban rotas o torcidas las tirábamos a la rambla, si estaban flojas de horno, se vidriaban otra vez y las metíamos otra vez en el horno. Tan metida estaba en el oficio que sorprendentemente, pues creo que es la única mujer de la época que lo ha hecho, llegó a trabajar en el torno: Un día me metí en la rueda y me puse a hacer coberteras, de esas del pezoncillo para los pucheros y no me salieron muy mal. Los jueves, día de mercado ven dían por la puerta de Correos en la calle. Allí exponían sus piezas a modo de escaparate esperando pasar a los cortijeros que llegaban con las bestias y demás gente que se acercaba hasta el mercado. Por la noche las guarda ban en una habitacioncilla que tenían alquilada a Pepe el Yesero, hasta el jueves siguiente que las volvían a sacar: Lo peor era subir la cuesta car gada de cazuelas. mi madre y yo, tres cazuelas cada una, hemos tra bajado bastante. En el 1960 se casa con Rafael Ayala García, y entonces deja las tareas del oficio, para dedicarse a su casa. Su padre decide cerrar el oficio, al no contar ya con la ayuda de su hija. Desde entonces ha vivido con ella, en su casa hasta su muerte. Nos habla también, por supuesto de su marido Rafael Ayala García, del que nos dice que antes de casado estuvo trabajando en el oficio con su padre, Juan Ayala Llorente hacien do tejas y ladrillos y ayudando con el barro. Sin embargo después de casado sólo trabajó como camionero y con ese trabajo se jubiló. Hoy Tadea cuenta con setenta y un años, y vive en su casa de toda la vida con su hijo, Juan Requena, también camionero. Recuerda aque llos años con tristeza y con pena. Dice que ella ha salido muy harta de barro y que ha trabajado mucho, aquellos años fueron muy duros y que ahora se trabaja mucho mejor. Fuentes orales: Tadea Requena Cayuela y José Re quena Martínez Calla San Roque. Pilón de los Requena Cayuela Tadea Requena González y Rafael Ayala García 77 FIESTA DE LAS OLLAS Por mi experiencia directa poco o nada puedo hablar de esta singular tradición. Mi desconocimiento de esta materia me hacía pensar, y así lo había aceptado siempre, que estos juegos, como otros tantos, me esta ban vedados por mi condición de mujer, y que por esa razón estos menesteres no los podía acometer. En mis recuerdos de estas noches, sólo aparecían imágenes de hombres. Siempre hombres, ninguna mujer que les acompañara. Quizás por eso, me aferré a la idea e incluso llegué a aceptar la teoría, mi teoría, de que como tantas otras tareas ésta no era digna de ser ejecutada por nosotras, según las normas morales que impe raban entonces. De todas formas, sea por ésta o por otra razón, tampoco importa mucho, por mi parte nunca intenté ser participe de ella, mi entusiasmo es ahora mucho más intenso de lo que lo era antes. En mi casa somos tres hermanas, y nunca lo hemos vivido mucho, a lo que más hemos llegado ha sido a algún comentario a la hora de la comida del día siguien te, cuando ya estaba todo el pueblo enterado de que a fulanico le habían echado muchas o que menganica se había puesto hecha una fiera. Sin embargo, desde que tengo uso de razón he sido testigo de las andanzas de esa noche. Siendo yo una niña construyeron las escuelas (el primer edificio construido para tal fin), y por esta razón fui vecina de los numerosos maestros que han ido ocupando sus casas en el tiempo. Desde entonces he podido comprobar en más de una ocasión, y he disfru tado en más de otra, como estos eran casi los únicos destinatarios de tales presentes. Esa noche se dormía más bien poco. Las cuadrillas, porque siempre se iba en grupo, aquí como en otras cosas nunca se va solo, trataban de ir lo más silenciosamente posible para no hacer ningún ruido, avanzan do sigilosamente hasta la puerta de tal forma que sólo se percibían susu rros, risitas y frases sueltas totalmen te ininteligibles, o por lo menos de dudosa interpretación para mí. Sin embargo, una vez delante de ella el silencio se veía interrumpido por un gran estruendo al chocar los tiestos con el suelo seguido de las carreras, que eran la última parte de la fe choría, protagonizadas por ellos para no ser descubiertos. De poco sirvió para algunos actuar con tanto esme ro. Más de una vez y gracias a la astucia de algún maestro espabilado el supuesto culpable fue reconocido y por ello sufrió su castigo en las aulas. No importaba, el año próximo habría más. Junto a los maestros, y en segun do orden, se encontraban Las auto ridades y la clase bien avenida del pueblo. Como estos eran más pudien tes, y de ellos por su estatus no se mofaba nadie, podían permitirse el pagar a unos guardas que le cus todiaran la puerta. Así nos lo cuenta un vecino Había una señora, Doña Pilar Navarro, que se enfadaba si le echaban ollas en su puerta, por lo que tenía avisado a un municipal que le vigilara la casa, pero a este le gustaba un poco la bebida. Tenía por entonces Juan Romera un bar pegado a la iglesia que quedaba justo en el extremo de la calle, y hasta allí ha ciendo su ronda se encaminó nuestro guarda. Aprovecharon la retirada los muchachos para descargar cuantas ollas llevaban encima. Al oír el es truendo, y ya cuando la cosa no tenía remedio, el vigilante se fue corriendo para la casa, pero ya la señora lo estaba esperando para echarle una reprimenda que incluía frases muy parecidas a éstas: ¡Sinvergüenza, devuelve me dinero! ¡Sin vergüenza, borracho!. ¡Ojala te salga un cáncer y no te cures! Y otras parecidas. En fin, que una cosa si está clara. Cuando nos enfadamos, somos todos iguales. Y es que, según nos contaba un alfarero, las piezas se las subían por carros. Eran carros llenos cargados de ollas y de tiestos. Tanto es así que las piezas buenas llegando esas fechas, tenían que esconderlas. Era una locura, bajaban los muchachos y se lo llevaban todo. Las ollas buenas las escondíamos debajo del cárcavo del horno porque si nos descuidába mos se las llevaban también. Algo extraño, ya que aunque no escrito, sí había un compromiso de años entre los alfareros y los de las ollas, por el que los maestros iban guardando las que salían defectuosas para esta noche, la noche del Miér coles de Ceniza. Hace unos años no ocurría lo de Ana María Rodríguez Agüero ahora, había muchos hornos en los que se cocía y, por lo tanto, eran más numerosas las piezas que salían con tara, pero pocas , nos puntua lizan, y no era difícil por entonces ver la rambla llena de deshechos. Siempre he imaginado que esta sería una costumbre de las de toda la vida. Las personas a las que les he ido preguntando por este tema han coincidido en eso: las ollas se han tirado siempre,siempre las habían conocido, por lo que nunca se podrá hablar de una fecha exacta de inicio. El motivo de tal tradición tampoco era muy conocido, no lo sabían tampoco muy bien explicar. Al final hemos descubierto, porque así nos lo han dicho, que en un prin cipio se tiraban ollas a las puertas de las casas donde vivieran mocicas, como una forma de galanteo. Se juntaban los mocicos y les iban tiran do ollas a las que pretendían. Primero se las tiraban a una y luego a las otras, y así se las iban tirando a todas las que les gustaban. Como ocurre con todo, a algunas de estas mocicas sí les gustaba y se mostraban muy complacidas, a otras por el contrario, el que un mocico se las tirara y éste no fuera de su agrado no le gustaba mucho. Igual o peor les pasaba a sus padres, cuando no es taban de acuerdo con el pretendiente de su hija. El cómo ha podido variar, cómo ha podido cambiar, de ser así una forma de agasajo a una burla, prime ro al que más protesta, y segundo y aún peor a no ser ni siquiera ollas las que se tiran, está abierto a mu chas interpretaciones, tantas quizás como seamos capaces de imaginar. Desgraciadamente este cambio no es nada plausible, no es nada loable que una tradición tan inocente acabe convirtiéndose en una forma de gam berrismo espantosa. Desde mi punto vista, creo que es una lástima que algo tan nuestro y tan arraigado a nosotros, porque esto, este acto tan simple como tirar las ollas, exclusivo de Sorbas, pueda desaparecer, y tristemente lo está haciendo por unos cuantos incivilizados que no saben que las costumbres si son buenas hay que conservarlas como parte de nuestro patrimonio que son, igual que si de un monumento excepcional se tratara 78 Arte y alfarería: MI AMIGO PEDRO SOLER Hablar de Pedro Soler supone para mí una reflexión sobre el tiempo y la vida. Somos amigos desde no sé cuantos años y nuestros primeros balbuceos en el mundo del arte tuvieron un denominador común. No miro nunca hacia atrás con nostalgia y es por ello por lo que recuperar la me moria dormida con sus vi vencias y sentimientos su pone un gozoso placer. Parece que hace mil y un años cuando empezamos con este toro bravo que es el mundo del arte. Lidiarlo, ha supuesto una agridulce relación que, inevitablemente, nos enganchó desde el prin cipio y que, además, lo fue para siempre. Como para siempre fueron los amigos de aquellos primeros tiempos Pedro Soler decorando una pieza que capitaneó el inolvidable pesquero, los cerros de Tabernas, indaliano Luis Cañadas. la arenica blanca, el cielo, el aire y Fue un comienzo de divertimen hasta los más imperceptibles aromas. tos, de sorprendentes descubrimien ¿Se puede pedir más? Creo que sí. tos y de fascinantes experiencias Lo mejor de todo era el mar, Porque donde todo estaba por hacer. Des el mar es el nuestro, el de nuestra pués cada uno intentó seguir su cultura, el que nos ha dado el sentido camino o, a veces, su vereda, pero del color, las formas, el espacio, el manteniendo todos nosotros un pai ritmo y el sentimiento de entender saje común. La Chanca, el puerto de una manera la vida. En resumidas cuentas, esta Almería nuestra, con su paisaje profundo y con sus costas, que forma parte de nuestra propia naturaleza. Después, en el mo mento de las decisiones trascendentes, Pedro voló. Su horizonte se hizo más amplio y su visión más extensa. Para él, el camino se convirtió en una au topista que lo llevó a la Ciudad Condal, que fue su segunda tierra. Quizá entonces él no lo supo, pero se había convertido en una enorme cometa. El corazón de este hombre, tan grande como él mismo, lo dejó amarrado al Carmen Pinteño Núñez Pintora pueblo de sus amores. Sorbas ha sido para Pedro Soler la tribu, las raíces, la familia y el espacio donde descansar, respirar y rezar. Ha sido su particular paraíso, donde ha conseguido conquistar la cima como ser humano. De ahí la gran satisfacción que provoca acercarse a él y compartir su mundo. Por otra parte, la larga es tancia en Barcelona le ha proporcionado no sólo la es tupenda visión panorámica que tiene, sino también la ocasión de saber a qué mundo pertenece. Así es cuando anda por aquí, ahora cada vez con más frecuencia, no es que él haya regresado, sino que realmente nunca se fue. Durante estos años no per dimos el contacto, pero el día a día lo configuramos de forma distinta. De tarde en tarde una llamada telefónica o un casual encuentro, pero siempre con el mismo cariño y el mismo interés por saber el uno del otro. Su trayec toria se ha llenado de un estupendo trabajo y su aprendizaje es digno de tenerse en cuenta porque, cuando él habla, sabe lo que dice y entonces es cuando aflora su particular modo de entender la vida. Con los años Pedro se ha hecho más cercano. La cometa que voló para ver mundo ahora tira de él con más frecuencia para el Sorbas de sus afectos. También para los amigos están siendo más frecuentes los en 79 cuentros y menos indefinidas las lagunas que existen entremedias. Ahora Pedro, además de ser un hombre sabio, de pintar, escribir y muchas otras cosas, también hace cerámica. No es de extrañar. Todo forma parte del mismo mundo, de la misma necesidad de expresarse. El barro es como volver a los orígenes y este milagro sólo ocurre de vez en cuando. Es la revelación inesperada y la necesidad de permanecer en el asombro y la sorpresa. Con la arcilla entre sus manos y su incansable búsqueda en la mente moldea, acaricia, aprisiona la materia y la esculpe convirtiendo un simple objeto de modesta referencia en obra de arte. Esta estética de nueva configuración tiene como resultado imágenes y objetos precisos, senci llos, eficaces, transformados por su pensamiento y su impulso amoroso. Cuando Pedro decora un cacharro o un plato lo envuelve en una nueva piel, dándole con sus planos y con traplanos a la pura prosa una poética conmovedora. Luego le añade su peculiar manera de contar la tradición, la fiesta, los toros y el Olimpo con unos grafismos agilizados por una mirada que sabe atrapar los ritmos. Sus bellas y orondas venus des colgadas de la antigua Grecia, sus míticos toreros y los mejores toros bajando al albero del plato para dan zar y hacer posible el hallazgo. Pedro, además, es un inteligente mirón. Un magnífico e inteligente mirón. Él tiene ese don y es capaz de contarnos tantas cosas como su mirada descubre. Pedro también es un crítico de numerosas sutilezas. Arroja a las olas del tiempo la preocupación por lo bien hecho. Entre cacharro y ca charro deja impreso el legado de la historia colectiva de un pueblo. Liris mo y confesiones a un mismo tiempo. Es la ventaja de no estar sujeto a Pedro Soler con José García Alpañez y José Miguel García Muñoz los vaivenes de la moda, tan efímera, tan anecdótica. Y siempre Sorbas, con su magia y sus raíces. Cuando nos vemos sostenemos prolongadas charlas. Él es un hombre que sabe escuchar, ¡qué rareza! Pero en nuestras conversaciones termina mos construyendo y destruyendo universos. En Sorbas la vieja alfarería él la ha transformado en laboratorio y santuario, y allí, durante las esperas para que el horno devuelva la pieza transformada, Pedro comparte con José Simón y su hermano alguna que otra copa de coñac, el espíritu de una herencia árabe, la sabiduría de gitanos alfareros... Cada trozo de barro modelado se hace espacio ha bitual, mientras actúan los óxidos, el calor de la cocción, los barnices y la misteriosa espera. Es un entrete nimiento generoso. El resultado está siempre lleno de una escritura des nuda donde el poder y el creer se confunden. Quien conoce a Pedro sabe de su imponente apariencia. (Yo soy pequeñita). Su soslayada arrogancia no es una isla desierta y apartada. Es un personaje que abre sus brazos para ofrecer el propio paisaje, lleno de fortaleza y de una espléndida imprudencia. Es un ser lleno de idea lismo. Dentro de su espacio es fiel a un mundo imaginario. Pero sobre todo, Pedro Soler es un ser especial tocado por la gracia, amigo del duen de y... amigo mío Otro pintor sorbeño, Miguel Capel, también decoró algunas piezas alfareras 80 FOTOS PARA EL RECUERDO Llenando cántaros en la inauguración del agua en 1948 Asando pimientos con braseros en cazuelas de barro Niñas con cantarica 81 Macetas y cántaros en la fuente de la Mela Cocina típica de Sorbas con platos Llenando un cántaro en la fuente de los Pérez 82 LAS GACHAS Una comida inseparable del perol de barro Asociación de Mujeres Villa Cariana (Cariatiz) Las gachas son una de las comidas más austeras, de menor coste, rápidas de hacer y a la vez muy energéticas. Desde antiguo han sido realizadas por la gente más humilde y de menos recursos. Las gachas se comen sólo en el verano, ya que es cuando se recolectan los pimientos verdes de asar y secar, una variedad autóctona de las huertas del Río de Aguas de una calidad gus tativa inigualable. En su elaboración se utilizan tres piezas de la alfarería de Sorbas: la cazuela, el perol y el mortero. Ingredientes para 5 personas: Para el Caldo: 2 Cebollas, 2 cabezas de Ajos, 6 Pimientos Verdes de asar del Río de Aguas, 2 tomates, 1 cucharada de café de Pimentón, medio Kg. de Ca balla u otro pescado azul, aceite de oliva, 1,5 litros de agua, azafrán y sal. Para las gachas: Harina de panizo, agua y sal. Actualmente también se hacen con harina de trigo. Una vez hecho el sofrito añadimos el agua necesaria y se deja hervir unos cinco minutos. Entonces añadimos el resto del ajo, los cinco pimientos que habremos asado y pelado previamente, el pescado, el azafrán y la sal al gusto. Se deja hervir un cuarto de hora y se deja reposar. Preparación de la gacha Preparación: Lo primero que se hace es asar los pimientos, si es posible a la brasa, ya que el sabor es mucho mejor. Preparación verde troceado en rajas. Seguidamente se añade el tomate picado, y cuando se haya reducido éste, se le echa la mitad de los ajos picados y el pimentón. del Caldo Se coloca la cazuela de barro en el fuego, se añade un poco de aceite de oliva para hacer el sofrito. Para ello primero se fríen, hasta dorarse un poco, la mitad de los ajos. Des pués se pican éstos en el mortero de barro junto con el resto de ajos crudos. A continuación se pica la cebolla, y se sofríe con el pimiento Para su elaboración se utiliza el perol de barro. Se añade agua hasta llenar la mitad del perol, se añade un puñado pequeño de harina y sal hasta que estén algo saladas. Cuando empiece a hervir el agua se le añade el resto de la harina y con una cu chara de madera se remueve sin parar hasta que la pasta quede unida y consistente. Cuando empiecen las gachas a soplar y empiecen a oler un poco a pegado se apartan del fuego. Se saca un poco de esa masa a un plato y el resto se pega a las paredes del perol. Cómo se comen las Gachas: Las gachas se siguen comiendo toda la familia alrededor del perol de barro. Para ello se coloca el perol en el centro de la mesa, como la base es curvada, para que no vuelque se coloca encima de un soporte lla mado roete, hecho de pleita de es parto. Se pone el caldo muy caliente dentro, a continuación todos los co mensales van cortando con la cucha ra pequeños trozos de la masa con un poco de caldo. Cuando se gasta el caldo o la gacha, se añade más hasta terminar despegando los últimos trozos del fondo del perol que se llaman pegaos y que son el deleite de todos Roete de esparto 83 Números publicados El Afa R E V I S T A E d i t a d a El Afa R E V I S T A E d i t a d a C U L T U R A L p o r l a S o c i e d a d N º d e 7 V E R A N O A m i g o s d e 2003 S o r b a s C U L T U R A L p o r l a N º S o c i e d a d d e 5 V E R A N O A m i g o s d e 2002 S o r b a s El Afa REVISTA E d i t a d a CULTURAL p o r l a Nº S o c i e d a d 8 d e INVIERNO A m i g o s d e 2004 S o r b a s El Afa R E V I S T A E d i t a d a C U L T U R A L p o r l a N º S o c i e d a d 6 d e I N V I E R N O A m i g o s d e 2003 S o r b a s El Afa R E V I S T A E d i t a d a C U L T U R A L p o r l a S o c i e d a d N º d e 9 V E R A N O A m i g o s d e 2 0 0 4 S o r b a s Instituto de Estudios Almerienses DIPUTACIÓN PROVINCIAL Asociación para el Desarrollo Rural de la Comarca Filabres-Alhamilla I FERIA DE ARTESANÍA SORBAS BARRIO DE LAS ALFARERÍAS 20, 21 Y 22 DE AGOSTO DE 2004 ANDALUCÍA EMPRENDEDORES RURALES DE ANDALUCÍA Teléf. y Fax: 950 364 592 Móvil: 629 439 667 - 606 762 085 www.enarapublicidad.com Grupo de Desarrollo Rural DE FILABRES ALHAMILLA Fondos Estructurales MINISTERIO DE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACIÓN CONSEJERÍA DE AGRICULTURA Y PESCA CONSEJERÍA DE COMERCIO, TURISMO Y DEPORTE Organiza: Sociedad de Amigos de Sorbas Alfarería Juan Simón Patrocina: A.D.R. Filabres-Alhamilla Consejería de Turismo, Comercio y Deporte Excmo. Ayuntamiento de Sorbas Colabora: F. J. Sánchez Sucesores S.A., Alfarería Juan Simón, Alfarería Jaime Mañas ACEITES LA PEDRIZA ANDALUCÍA Alfarería Jaime Mañas Asociación para el Desarrollo Rural de la Comarca Filabres-Alhamilla EMPRENDEDORES RURALES DE ANDALUCÍA Grupo de Desarrollo Rural DE FILABRES ALHAMILLA Fondos Estructurales MINISTERIO DE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACIÓN CONSEJERÍA DE AGRICULTURA Y PESCA CONSEJERÍA DE COMERCIO, TURISMO Y DEPORTE Ayuntamiento de Sorbas Alfarería Juan Simón Alfarería Jaime Mañas