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Panace@ Boletín de Medicina y Traducción Vol. V, n.o 17-18, septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Panace@ (<www.medtrad.org/panacea.html>) es la revista de MedTrad, foro internético independiente y plurinacional constituido por profesionales de la comunicación escrita en el ámbito de la lengua, la medicina y las ciencias biológicas. Panace@ publica textos originales sobre los diversos aspectos de la traducción y el lenguaje de la medicina y ciencias afines, sobre todo en español, pero la revista está abierta a colaboraciones en cualquier idioma. Panace@ es una publicación trimestral con cuatro números anuales: dos números sencillos, que aparecen en marzo y junio, y un número doble, que aparece en noviembre. Los originales para publicación deben enviarse en soporte electrónico a [email protected]. La propiedad intelectual de los originales corresponde a los autores, y los derechos de edición y publicación, a Panace@. Los artículos aparecidos en la revista podrán ser utilizados libremente con propósitos educativos y científicos, siempre y cuando se cite correctamente su procedencia. ISSN 1537 - 1964 Publicación incorporada a Redacción Director: Fernando A. Navarro Subdirectora: Laura Munoa Jefa de redacción: M.ª Verónica Saladrigas Equipo técnico Revisión: Federico Romero Diseño y maquetación: [email protected] Publicación electrónica: Cristina Márquez Arroyo Consejo editorial Rodolfo Alpízar Castillo (Cuba) Jorge Avendaño Inestrillas (México) Christian Balliu (Bélgica) José Rafael Blengio Pinto (México) M.ª Teresa Cabré Castellví (España) Xosé Castro Roig (España) Adriana Cruz Santacroce (Uruguay) Antonio Díaz Rojo (España) John Dirckx (EE. UU.) Valentín García Yebra (España) Luis González (España-Bélgica) Bertha Gutiérrez Rodilla (España) Shari Lama (EE. UU.) Ernesto Martín-Jacod (Argentina) José Martínez de Sousa (España) Ignacio Navascués (España) Fernando Pardos (España) Isabel Pérez Montfort (México) Luis Pestana (Portugal-Suiza) Mercè Piqueras (España) Serge Quérin (Canadá) Héctor Quiñones (España) Maurice Rouleau (Canadá) Joaquín Segura (EE. UU.) Karen Shashok (España) Gustavo A. Silva (México-EE. UU.) José A. Tapia Granados (España-EE. UU.) Iñaki Ugarteburu (España) José María Valderas (España) Alicia Zorrilla (Argentina) Portada: Antonio y Fernando Pardos: Kinorrinco (Echinoderes hispanicus; especie descubierta por F. Pardos en la bahía de Santoña [Santander, España] en 1998). Ilustraciones: Fernando Pardos, medtradero, profesor en la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en vocabulario científico de la Real Academia Española. Traducción de resúmenes: María Luisa Clark y Karen Shashok. II II o Vol. V, n.o 15. Marzo,, 2004 2004 Panace@. Vol. V, n.Panace@. 17-18. Septiembre-diciembre Índice <www.medtrad.org/panacea.html> Panace@ Boletín de Medicina y Traducción EDITORIAL MedTrad, una ilusión compartida Gustavo A. Silva TRADUCCIÓN Y TERMINOLOGÍA Notas galénicas: el acondicionamiento de los medicamentos Francisco Hernández e Ignacio Navascués Fichas de MedTrad (n.º 13): eficacia, efectividad y eficiencia en la investigación de fármacos Verónica Saladrigas y José Antonio Sacristán del Castillo Minidiccionario crítico de dudas Fernando A. Navarro El Sistema Internacional de unidades: aspectos prácticos para la escritura de textos en el ámbito de las ciencias de la salud Javier Hellín del Castillo Kilómetro por hora, ji cuadrado, días-hormiga: temas dimensionales, métricos y algebraicos en las tareas de redacción, edición y traducción José A. Tapia Granados TRIBUNA Apuntes para la historia de MedTrad Gustavo A. Silva, M.ª José Hernández Weigand, Cristina Márquez Arroyo y Ana María Giordano Notes pour une (petite) histoire de Français médical Serge Quérin Estudio descriptivo inglés-español de las metáforas en el lenguaje del radiodiagnóstico médico Beatriz Méndez Cendón El zigzag retórico en el artículo biomédico inglés: evasiones, acometidas y contraataques Gustavo Mendiluce Cabrera y Ana I. Hernández Bartolomé La taxonomía biológica: problemas lexicográficos y de traducción Fernando Pardos e-revist@s. Plataforma digital de revistas científicas electrónicas españolas y latinoamericanas Elena Fernández, Clara Giner y Juan Francisco Heras 183 186 188 191 200 208 217 227 229 232 244 248 REVISIÓN Y ESTILO Versión actualizada de las «normas de Vancouver» en traducción al español María Luisa Clark 253 La citación en el artículo de divulgación médica (inglésespañol) y su importancia en la formación de traductores M.ª Blanca Mayor Serrano 255 CARTAS A PANACE@ Cinco años de MedTrad MedTrad como fuente de información para la resolución de problemas de traducción Gabriela Caruso MedTrad para una historiadora del lenguaje médico Bertha M. Gutiérrez Rodilla MedTrad para una correctora de textos médicos Mónica Noguerol MedTrad y el «libro rojo» Fernando A. Navarro MedTrad y el ILEX Fernando Pardos Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 260 261 262 264 265 EL LÁPIZ DE ESCULAPIO Poemas y ripios en MedTrad Fernando Pardos, Lorenzo Serrahima, María Luisa Balseiro, Luis Pestana y Félix Lope de Sabandegas y Telodijenscarpio Soneto tartajoso a las listas de correo María Barbero Cinco años solo Cinco años en compañía Lorenzo Serrahima La fuerza de la costumbre Manuel Talens Palabras, estratos María de Miguel y Gallo SEMBLANZAS Entrevista a Jacques Vissoky, médico-tradutor brasileiro Rosário Durão RESEÑAS El Escaparate de MedTrad: todo un caudal de información para los traductores médicos Ángela Ciocca, M.ª José Hernández y Cristina Márquez Medicina e farmácia em 11 línguas Jorge Cruz Veintiún médicos catalanes que dejaron huella en el lenguaje médico Fernando A. Navarro Documentación y terminología para la traducción especializada José Gallego El plumero: la Clavis sanationis de Simón de Cordo (siglo XIII) Bertha M. Gutiérrez Rodilla AGENDA Reuniones Actividades docentes Laura Munoa ENTREMESES Etimología infantil Aníbal J. Morillo Cómo 11 de Septiembre no significa September 11 Fernando Sorrentino ¿Quién lo usó por vez primera? Estrés Guzmán Urrero Peña Masculino genérico Álvaro García Meseguer Antiradicalar Bertha M. Gutiérrez Rodilla La palidez «del tejido conjuntivo» de Nietzsche Gustavo A. Silva El cupping de Gwyneth Paltrow Fernando A. Navarro Manifiesto de apoyo al proyectado diccionario de la RANM Real Academia Nacional de Medicina Lost in translation? Aníbal J. Morillo Una medtradera guanya el IX Premi de Literatura Científica Agència EFE «Salud y traducción» en Hieronymus Redacción de Panace@ 266 268 269 271 272 273 276 281 282 285 287 289 185 199 216 225 226 251 252 254 265 272 281 III <www.medtrad.org/panacea.html> Panace@ agradece el apoyo económico recibido de los siguientes particulares y empresas patrocinadoras, a través de la Asociación Pro MedTrad y Panacea: Lilly España <www.lilly.es> Nova Traductors i Intèrprets Hermes Traducciones y Servicios Lingüísticos <www.nova-transnet.com/menu/menu_frame.htm> <www.hermestrans.com/ es_index2.html> Celer Soluciones Comunicación Multilingüe, S.L. <www.celersol.com> Andrade, Cristina Busch, Marta Caruso, Gabriela Castañeda Macchiavello, Guido De Rafael Nerpell, Luis Fernández Berjón, Esther Fernández Castillo, Carlos J. Galiano, Betty Giambiagi, Nora Giordano, Ana María Gutiérrez Rodilla, Bertha M. Hernández, Francisco <www.cmultilingue.com> López Ramírez, Gloria Márquez Arroyo, Cristina Mayor Serrano, M.ª Blanca Minsky, Gabriela Mitchell, Claudia Morales, Egla Munoa Salvador, Laura Navarrete, Carmen Navarro González, Fernando Nevado, Alfonso Picazo Guadarrama, Emilia Quiñones Tapia, Héctor Romero Portilla, Federico Rondinone, Silvia Saladrigas, Verónica Sanguino Yturriaga, Antonio Segura, Joaquín Serrahima Formosa, Lorenzo Shapiro, Barbara Shashok, Karen Silva, Gustavo A. Vázquez, Damián Wolf, Silvia Cuenta bancaria de la Asociación Pro MedTrad y Panacea Para transferencias desde España (CCC): 2104 0191 32 9129795129 Para transferencias desde otros países (IBAN): ES62 2104 0191 3291 2979 5129 IV Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Editorial <www.medtrad.org/panacea.html> MedTrad, una ilusión compartida Gustavo A. Silva* Introducción Si hace cinco años el lector, con ayuda de un motor de búsqueda, hubiese buscado la sigla «medtrad» en Internet, se habría encontrado con un puñado de páginas web y documentos vinculados exclusivamente con la medicina tradicional; un año después, la misma operación habría arrojado, además, unas cuantas referencias a MedTrad. Hoy en día, si valiéndose de Google repite la operación, el buscador le devolverá centenares de páginas web y documentos relacionados casi en su totalidad con nuestro grupo. Éste es tan solo uno de los indicios de la importancia que ha cobrado MedTrad, pero me parece muy revelador y elocuente, porque proviene del mundo cibernético, que es precisamente donde nos movemos y donde hemos abierto brecha. En apenas un lustro, MedTrad se ha convertido en un punto de referencia obligado en el medio de la traducción y la redacción de medicina y ciencias afines. Su influencia se extiende a la esfera del lenguaje científico en general y rebasa las fronteras del castellano. En este número de aniversario, varios autores hacen un recuento de los logros del grupo en los cinco años que lleva de vida. Por mi parte, intentaré en lo que sigue plasmar unas reflexiones que podrían interesar no solo a los colegas de MedTrad, sino también a otros que pudieran verse tentados a seguir nuestro ejemplo. Me centraré en los atributos del grupo y en los factores que probablemente hayan contribuido a su crecimiento, fortalecimiento y proyección. Fundador por accidente Soy de carácter reservado, más bien tímido y solitario. ¿Cómo se explica, entonces, que haya fundado MedTrad y haya sido su primer coordinador, por cuatro años? El factor decisivo, sin lugar a dudas, es la enorme ilusión que el proyecto despertó en mí y en los colegas que me ayudaron a lanzarlo. Habría que ver el gozo y el asombro de los primeros días, cuando cada mañana abríamos el correo electrónico con la emoción de quien abre un regalo largamente esperado. Algunos no dábamos crédito a lo bien que funcionaba nuestra flamante lista, y nos preguntábamos cómo era posible que a nadie se le hubiese ocurrido antes crear algo así. Aquello parecía un sueño hecho realidad, y comprobarlo nos llenaba de alegría y renovaba la ilusión. Por eso, en alguna oportunidad he dicho que a los miembros fundadores de MedTrad nos une el lazo indisoluble que comparten las personas que han trabajado con ahínco para hacer realidad un sueño común. Debo confesar que si antes de dar los primeros pasos que condujeron al nacimiento de MedTrad hubiese tenido una idea aproximada de las enormes dosis de tiempo y dedicación que el grupo nos iba a exigir —con los ineludibles quebraderos de cabeza—, con toda probabilidad no habría dado un solo paso. Con todo, reconozco que lo mejor en ese momento fue no detenerse a reflexionar. Hoy, en cambio, lo que se impone es precisamente la reflexión, basada en la perspectiva que dan los años transcurridos. ¿Médicos traductores o traductores médicos? Mi impulso inicial, como médico que dejó la profesión para convertirse en traductor y redactor, fue convocar a profesionales con esas mismas características, porque tenía contacto con cierto número de ellos en México, Estados Unidos y España. Además, siempre me ha llamado la atención el gran número de médicos que alternan el ejercicio de su profesión con la escritura en alguna de sus formas (incluida la literatura), o que abandonan aquél en favor de ésta. No obstante, los miembros fundadores pronto me convencieron de que debíamos ampliar el espectro e incorporar a traductores y redactores médicos y de disciplinas afines, cosa que hicimos y resultó uno de nuestros primeros aciertos. Si hubiésemos seguido con la idea inicial, hoy seríamos un grupo muy reducido, y no creo que nuestra labor hubiese tenido una repercusión tan amplia como la que hemos logrado. La fuerza de los números No cabe duda de que la nómina de MedTrad es grande y no cesa de crecer. Y nuestra fuerza e influencia radican en parte en los números. Al principio, nunca me imaginé que llegaríamos a ser tantos; pero, pensándolo bien, era de esperar y no debería sorprender. En cualquier sociedad contemporánea, la salud es asunto de capital importancia; como resultado, el sector médico-sanitario es proporcionalmente grande en casi todas ellas. Por lo tanto, la necesidad de información médica y sanitaria —sea de carácter científico y técnico o de divulgación— suele ser considerable, y, en consecuencia, debe haber un número correlativamente grande de profesionales de la comunicación capaces de satisfacer esa demanda. En otras palabras, los traductores y redactores de medicina constituyen una especie numerosa. Así pues, al formarse un grupo profesional que los podía ayudar a hacer mejor su trabajo, era natural que muchos vinieran a tocar a nuestra puerta. Si fuésemos traductores de física nuclear o de ingeniería aeronáutica, pongamos por caso, con toda seguridad formaríamos un grupo relativamente minúsculo. Otro factor que explica las dimensiones del grupo es obvio: la lengua de trabajo de la mayoría de los medtraderos es el español, hoy por hoy una de las más importantes del mundo y probablemente a la que más se traduce. * Servicio de Traducción de la Organización Panamericana de la Salud. Washington, D. C. (Estados Unidos). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 183 Editorial La afiliación selectiva, una de las claves Desde el comienzo me propuse que la afiliación fuese selectiva y, por fortuna, los colegas me apoyaron. Como mencioné líneas arriba, el tema de la salud y la medicina es intrínsecamente interesante para casi todo el mundo, de modo que la afiliación abierta hubiese atraído como moscas a la miel a muchísimos aficionados e inexpertos que no tendrían nada que aportar, meterían mucho ruido en la comunicación y casi seguramente no entenderían gran parte del diálogo entre profesionales. El riesgo que se corre con ello es que esos elementos se adueñen del foro y no dejen espacio para los profesionales, con lo cual éstos empiezan a hacer mutis y desaparecen del escenario. No creo, pues, que en un grupo de composición abierta hubiésemos podido crear el clima de profesionalismo que priva en nuestros intercambios cotidianos y que propicia un debate de altura. Ello explica asimismo la calidad de los debates que sostenemos en la lista de discusión y, como consecuencia, de los productos que elaboramos. Por lo demás, los requisitos mínimos de admisión que imponemos son razonables. Se podría argumentar que MedTrad es un grupo exclusivo, y es verdad; pero lo es por necesidad, no por esnobismo. Somos exigentes porque la calidad es uno de nuestros objetivos capitales; esto se sabe y se comenta positivamente en el mundillo de la traducción. Una de nuestras funciones es coadyuvar al mejoramiento y la formación de los miembros, pero queremos hacerlo en un nivel superior: dentro de una facultad de traducción, MedTrad vendría a ser la parte encargada de la formación especializada en el nivel de maestría y doctorado. En suma, somos muchos, es cierto; y aún podemos ser más. Pero debemos seguir pugnando por que el crecimiento siempre sea, sobre todo, cualitativo. La ayuda mutua, factor fundamental El traductor de hoy sabe que ya no está solo. Este hecho de escueta enunciación pero de tremendas consecuencias llamaba mucho la atención en los comienzos de MedTrad y se comentaba gozosamente; era uno de los elementos que alimentaron la ilusión común y aún la siguen avivando. A ello contribuyó muchísimo el hecho de que desde el principio decidimos que la función esencial del grupo sería la ayuda mutua. El traductor —«dudador profesional», como dice una amiga medtradera— sabe ahora que tiene a su alcance un medio poderoso para resolver casi todas las dudas que puedan asaltarlo en su tarea. Poder plantear dificultades de traducción o lenguaje a colegas expertos es algo que no se podría hacer ni con el mejor diccionario. No se puede negar que la tecnología moderna ha venido a hacer trizas el aislamiento secular de los traductores. Pero el solo adelanto tecnológico no hubiese bastado para lograr este cambio si no se hubiese sustentado en otro elemento importantísimo: el espíritu de solidaridad. La creación de MedTrad vino a demostrar palmariamente que la mayoría de los profesionales de la traducción y la redacción son gente generosa y solidaria que de buena gana comparte su capital intelectual y su tiempo para ayudar a un colega. Lo bueno de esta actitud, me parece, 184 <www.medtrad.org/panacea.html> es que quien pregunta y quien contesta salen ganando. Como se sabe, el buen profesor aprende más cuando enseña, pues por una parte ha de profundizar en su materia para entenderla a cabalidad y poder explicarla a terceros, y por otra parte, éstos no sólo aprenden sino que, al examinar el tema desde muchos puntos de vista, obligan también a aquél a ampliar su perspectiva y enriquecer su dominio de la materia. Algo muy parecido sucede en MedTrad, con la particularidad de que los papeles a menudo se intercambian: quien hoy pregunta mañana puede despejar una duda de otro. En el seno de nuestra lista de discusión se da un intercambio enriquecedor permanente; todos aprendemos de todos, y hoy somos mejores traductores que ayer y mañana podremos seguir mejorando. La conclusión es ineludible: desde que surgieron los grupos internéticos como el nuestro, los traductores empezaron a entregar cada vez mejores traducciones. Y el mejoramiento de las traducciones contribuye directamente a mejorar nuestra profesión y a fortalecer la lengua en general. Más allá de la ayuda mutua, en MedTrad hemos sabido imprimirle un giro más a la solidaridad entre profesionales al no ponerle un precio a lo que compartimos. Por un lado, la afiliación al grupo es gratuita; por el otro, todos los productos de gran calidad que ofrecemos (la revista Panace@, el Medtradiario y El Escaparate de MedTrad) son gratuitos. A precios del mercado, el tiempo y el trabajo de todos los que hacen posible el funcionamiento cotidiano de MedTrad y sus productos sumarían a estas alturas decenas de millares de euros. Lo anterior me lleva directamente a otro de los atributos que explican el desarrollo logrado por MedTrad: el trabajo voluntario. En efecto, un puñado de miembros ha asumido un papel muy activo y ha tomado a su cargo las múltiples tareas necesarias para que el grupo funcione tan bien como lo hace. Con gran desprendimiento, estos profesionales han robado incontables horas al empleo remunerado y al descanso para recopilar el Medtradiario, atender a la dirección y administración del grupo, prestar apoyo técnico en cuestiones informáticas, publicar Panace@, diseñar y mantener El Escaparate de MedTrad y un largo etcétera. En varias ocasiones, también han llegado a poner dinero de su bolsillo para ayudar a que las cosas se hagan con prontitud y a tiempo. Huelga decir que sin este componente de dedicación y entrega a la causa tampoco habríamos llegado muy lejos. La riqueza de la diversidad MedTrad tiene un gran capital en la heterogeneidad de sus miembros. Nuestra pluralidad en cuanto a formación, experiencia, ocupación, enfoque, campo de ejercicio profesional e incluso nacionalidad y dispersión geográfica abona el terreno para el intercambio fructífero de conocimientos. Colectivamente, si no lo sabemos todo, estamos muy cerca de lograrlo. Nuestros saberes compartidos constituyen una rica cantera que cada miembro puede explotar sin límites; de ella nacen, además, los diversos productos que ponemos al alcance de la comunidad de traductores profesionales. Además, el contraste de distintos puntos de vista y pareceres con respecto al fenómeno lingüístico y a las manifestaciones que éste despliega en el vasto territorio hispanohablante Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Editorial <www.medtrad.org/panacea.html> resulta sumamente instructivo y enriquecedor. Por un lado, comprobamos la diversidad que nuestra lengua alcanza en el mundo; por el otro, salta a la vista la conveniencia de uniformar en lo posible el lenguaje científico, especialmente, el componente léxico. En efecto, el cambio tecnológico nos brinda la oportunidad histórica, que ninguna generación ha tenido jamás, de intercambiar ideas casi instantáneamente y desde lugares muy apartados para ponernos de acuerdo en muchos aspectos y hallar soluciones comunes a problemas compartidos. Y de elegir un código uniforme que facilite la comunicación en ciertas parcelas del conocimiento donde ello no sólo es factible, sino también aconsejable. Poco a poco, los miembros de MedTrad nos hemos ido percatando de la conveniencia de sustituir un regionalismo o localismo de distribución limitada o poco claro por un término de más fácil comprensión para un público más amplio. Y a la inversa, cuando preparamos un texto destinado a un público muy específico, podemos evitar algunas formas de decir que no son corrientes, que se prestan a confusión o que incluso podrían herir la susceptibilidad de los lectores. Este es otro factor que empieza a cobrar fuerza y que, de continuar, transformará radicalmente no sólo la manera de traducir, sino también el propio lenguaje. Conclusiones MedTrad es un grupo internético de carácter pionero que ha logrado situarse en una posición profesional envidiable. Los medios de que se vale y el ámbito en que se desenvuelve pueden ser todo lo adelantados y tecnológicamente complejos que se quiera, pero su espíritu, su esencia y la fuerza motriz que lo anima son esencialmente humanos. La ilusión, la ayuda mutua, la solidaridad, el afán de calidad, el trabajo intenso y desinteresado, la dedicación, los sueños, la audacia de pensar en grande e intentar cosas nuevas son todos atributos intangibles que siempre se han conjugado en las empresas humanas coronadas por el éxito. Intangibles son también (¿acaso no se les llama «virtuales»?) la Internet, el correo electrónico y el espacio cibernético. Por paradójico que parezca, de esa mezcla de elementos intangibles surgen a diario frutos muy concretos de los que todos los medtraderos podemos dar testimonio fehaciente y entusiasmado. Etimología infantil Aníbal J. Morillo Médico, radiólogo, verbófilo. Bogotá (Colombia) Una reciente tarde cualquiera, mi esposa fue a recoger a María José, nuestra hija mayor, al finalizar su jornada preescolar. Caminaban junto con nuestra mascota, una vivaz ejemplar de la raza beagle que responde al nombre de Anna Bertha, nombre escogido por el radiólogo de la casa en remembranza de la esposa del descubridor de los rayos X.1 Les faltaba poco para llegar, cuando una vecina del barrio las detuvo, demostrando gran interés por la perrita. Elogió sus atributos físicos, evidentemente heredados de su padre, un bello ejemplar argentino, campeón de la raza. Insistió en su interés por adquirir alguno de los descendientes de Anna Bertha y en que debían avisarla cuando se tomara la decisión de cruzarla. Quizá olvidando que los beagle vienen en tamaños de trece y quince pulgadas,2 y probablemente con la intención de impresionar acerca de sus conocimientos de la raza, antes de despedirse, la vecina quiso saber si nuestra mascota era un ejemplar de los de «siete pulgadas». Unos pasos más adelante, María José, que había prestado más atención a la conversación de lo que hubiéramos anticipado, demostrando un prematuro y enorgullecedor interés por las palabras y su significado, e inocente de las controversias históricas generadas alrededor del uso —o desuso— del sistema métrico, quiso aclarar una duda etimológica, que consideramos muy apropiada para sus casi seis años de edad: —Mamá —preguntó—, siete pulgadas son… ¿siete días de pulgas? Notas 1. Mould RF. Invited review: Röntgen and the discovery of X-rays. Br J Radiol 1995; 68: 1145-1176. 2. Pisano B. El beagle. Barcelona: Hispano Europea; 1999. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 185 Traducción y terminología <www.medtrad.org/panacea.html> Notas galénicas: el acondicionamiento de los medicamentos Francisco Hernández* e Ignacio Navascués** Después de haber comentado diversos aspectos parciales del acondicionamiento (packaging) de los medicamentos (medicinal products) en las «Notas galénicas» de los números 1, 2 y 4 de Panace@, en el presente número presentaremos un cuadro general del tema. Partes del acondicionamiento El acondicionamiento está constituido por: a) b) c) El acondicionamiento secundario (secondary packaging) o embalaje externo (outer package). Básicamente es el estuche o caja de cartón (carton box) que contiene el envase (container) o acondicionamiento primario (primary packaging) y el prospecto (package insert, leaflet). El acondicionamiento primario o envase. Es el recipiente en contacto directo con el medicamento. El prospecto. Se llama así a la información que acompaña al medicamento y va dirigida al usuario (paciente o personal sanitario [healthcare-giver]). Algunos preparados farmacéuticos (drug preparations) requieren un acondicionamiento especial. Tal es el caso, por ejemplo, de los radiofármacos (radiopharmaceuticals), que han de presentarse en un envase hermético (airtight container) dentro de un contenedor de plomo (lead container) como protección contra la radiación (radiation). Envases Los envases, o acondicionamiento primario, pueden clasificarse de diversas maneras. La Real Farmacopea Española (que contiene la versión española de la Farmacopea Europea) los clasifica de la manera siguiente: a) b) c) d) e) Fines del acondicionamiento El acondicionamiento tiene dos funciones fundamentales: proteger e informar. En primer lugar, debe proteger física, química y biológicamente al medicamento. Los golpes, las caídas (protección física), la humedad (moisture), la temperatura, la luz, los gases (protección química) o los insectos, hongos y bacterias (protección biológica) constituyen ejemplos de riesgos posibles (potential hazards). Y, en segundo lugar, el acondicionamiento debe permitir la correcta identificación del medicamento y proporcionar la información necesaria sobre el mismo para un uso adecuado (suitable use). Esta función informativa la cumple el acondicionamiento aportando datos como: denominación (name) del medicamento; principio activo (active substance) y excipientes (inactive components, excipients); forma farmacéutica (dosage form) y dosificación (strength); forma y vía de administración (method and route of administration); condiciones de conservación (storage conditions), etcétera. f) g) h) Envase unidosis (single-dose container). Un envase unidosis es un envase que contiene una cantidad de preparación destinada a ser utilizada una única vez (single administration), en su totalidad o en parte. Envase multidosis (multidose container). Un envase multidosis contiene una cantidad de la preparación suficiente para suministrar al menos dos dosis de la misma. Envase bien cerrado (well-closed container). Un envase bien cerrado protege de la contaminación de su contenido por materias extrañas sólidas o líquidas, así como de la pérdida de contenido en condiciones normales de manejo (handling), conservación y almacenamiento (storage) y transporte. Envase hermético (airtight container). Un envase hermético es impermeable a los sólidos, a los líquidos y a los gases en condiciones normales de manejo, conservación, almacenamiento y transporte. Si está destinado a ser abierto más de una vez, debe diseñarse de manera que recupere su hermeticidad cada vez que se vuelva a cerrar. Envase sellado (sealed container). Un envase sellado es un envase cerrado por fusión (fusion) del material que lo constituye. Envase con cierre inviolable (tamper-proof container). Un envase con cierre inviolable es un envase cerrado provisto de un dispositivo (device) especial que revela inequívocamente que ha sido abierto. Envase con cierre a prueba de niños (child-proof container). Es un envase provisto de un cierre (closure) que impide que sea abierto por los niños. Envases para sangre humana y hemoderivados (containers for human blood and blood components). Son envases cilíndricos, de paredes más o menos gruesas, de vidrio neutro, transparente e incoloro (colourless and transparent neutral glass) y de una capacidad variable. Más frecuente es, sin embargo, una clasificación que atiende tanto al contenido del medicamento envasado (filled) como * Servicio de Traducción. RoNexus Services AG, Basilea (Suiza). ** Médico traductor. Madrid (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. 186 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología <www.medtrad.org/panacea.html> al material y la forma del envase. Desde este punto de vista, cabe distinguir los envases siguientes: 1. Para líquidos a) ampollas (ampoules) (v. «Notas galénicas», Panace@, vol.1, 1: <www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n1_NotasGalenicas.pdf>) b) viales (vials) c) frascos para infusión (bottles) d) jeringas precargadas (prefilled syringes) (v. «Terminología galénica», Panace@, vol. 1, 2: <www. medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n2_TermGalenicaNavascues.pdf>) e) cartuchos (cartridges) f) bolsas (bags) g) envases para sangre y hemoderivados. 2. Para semisólidos a) tubos de metal (metal tubes) b) tubos de plástico (plastic tubes) c) láminas selladas (sealed foils) —de plástico o aluminio— para supositorios (suppositories). 3. Para sólidos a) blísteres (blisters) b) tiras (strips) c) sobres (sachets). Cierres de los envases (V. «Notas galénicas», Panace@, vol. 2, 4: <www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n4_NotasGalenicas.pdf>.) Materiales de los envases 1. Vidrio Puede ser de diferentes calidades: incoloro (colourless), coloreado (coloured), neutro (neutral) o borosilicatado (borosilicate glass) y de silicato de sodio (soda-lime-silica glass). Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 La resistencia hidrolítica (hydrolytic resistance) expresa la estabilidad química de los envases de vidrio. Según esta propiedad, se distingue, de mayor a menor resistencia, entre vidrio de tipo I, II, III y IV. 2. Plástico Los materiales plásticos más utilizados son el polietileno (polyethylene), el polipropileno (polypropylene), el policloruro de vinilo (polyvinyl chloride), el politereftalato de etileno (polyethylene terephthalate) y el polietileno-acetato de vinilo (polyethylene-vinyl acetate). El plástico seleccionado debe reunir las dos características siguientes: a) b) los componentes (ingredients) del medicamento no deben adsorberse (adsorb) sobre la superficie del material plástico ni migrar (migrate) en grado significativo al interior de la pared (wall) del envase o a través de la misma; el material plástico no debe ceder (release) al medicamento contenido en el envase ninguna sustancia en cantidad suficiente para afectar a su estabilidad o que constituya un riesgo de toxicidad. 3. Metal El aluminio (aluminium) para envases y el estaño (tin) como recubrimiento (coating) de la hojalata (tinplate) de acondicionamientos a granel (bulk packaging) son los dos metales de uso farmacéutico más frecuente. Bibliografía Gennaro AR. Remington: The Science and Practice of Pharmacy. Easton: Mack Publishing Company; 1995. Real Farmacopea Española. 2.ª ed.; 2002. Soriano MC, Sánchez-Lafuente C, Álvarez-Fuentes J, Holgado MA. Acondicionamiento de medicamentos: funciones y tipos de envasado. Industria Farmacéutica 2000; 3: 95-101. 187 Traducción y terminología <www.medtrad.org/panacea.html> Fichas de MedTrad (n.° 13): eficacia, efectividad y eficiencia en la investigación de fármacos* María Verónica Saladrigas** y José Antonio Sacristán del Castillo*** Hemos leído con interés el análisis de Ferro García y Vives Montero1 sobre los conceptos de eficacia, efectividad y eficiencia en psicología, por cuanto cada uno de estos términos dispone de un homógrafo específico en el ámbito de la investigación de fármacos, como veremos sucintamente a continuación. En el lenguaje farmacéutico, se entienden por eficacia (efficacy) los efectos2,3 o los beneficios4 (beneficial effects,5 performance6) que proporciona un tratamiento farmacológico dado en circunstancias ideales de uso, tales como las de los ensayos clínicos controlados y aleatorizados7 de fase II y III (ECA de fase II y III).6,8-11 Estos ensayos son imprescindibles para autorizar la comercialización de un medicamento.8 En realidad, los ensayos clínicos de eficacia están diseñados para evaluar no sólo la eficacia de un determinado fármaco, sino también su toxicidad o ‘seguridad’ (safety) con respecto al placebo o a un fármaco de referencia (active comparator). Estos estudios suelen realizarse en condiciones muy controladas, lo que puede afectar a la generalización de sus resultados, pues ni los médicos ni los pacientes constituyen una muestra representativa de las personas que luego prescribirán y recibirán el medicamento, los ensayos se realizan en centros sanitarios muy especializados, dotados de métodos y equipos punteros de diagnóstico, los pacientes se seleccionan sobre la base de criterios de inclusión muy estrictos y el cumplimiento del tratamiento suele ser elevado. Con frecuencia son de corta duración y se centran en el estudio de variables intermedias (surrogate end-points) tales como la tensión arterial en los ensayos con antihipertensivos y la carga vírica en los ensayos con antirretrovíricos.6,8 Los estudios de eficacia, debido al gran rigor científico con que se realizan, prestan una estricta atención a la validez interna (la precisión de las conclusiones), a costa de la validez externa de los resultados (es decir, de la generalización de los resultados a la práctica clínica).6 La información que proporcionan los ensayos clínicos de eficacia presenta limitaciones a la hora de tomar decisiones terapéuticas en el mundo real (como pueden ser la fijación del precio de un medicamento, su incorporación a los formularios de los hospitales y a los boletines terapéuticos o su inclusión en guías de práctica clínica y protocolos), pues la eficacia evaluada en los ensayos clínicos puede no ser la misma fuera de las condiciones controladas del ensayo.6,9 Hoy más que nunca, dada la atención creciente que se está prestando a la calidad de la asistencia sanitaria, a la maximización de los beneficios en relación con los recursos económicos disponibles y al uso racional de los medicamentos, los sistemas nacionales de salud y los profesionales sanitarios necesitan conocer con exactitud las reacciones adversas de los fármacos, así como las repercusiones económicas (economic outcomes) y los efectos clínicos (clinical outcomes) de su utilización en el mundo real.3,6,9 Precisamente, los efectos de un tratamiento en la práctica clínica, es decir, en condiciones reales de uso, es lo que se denomina efectividad (effectiveness).3,5,7,12 Los datos sobre la efectividad de un medicamento (que depende de factores múltiples, desde la complejidad del régimen terapéutico hasta el grado de aceptación que tiene entre los pacientes), pueden obtenerse mediante la realización de ensayos clínicos controlados y aleatorizados más ‘pragmáticos’ o naturales, es decir, más próximos a la realidad (con criterios de inclusión laxos, realizados en establecimientos sanitarios de segundo y tercer nivel o en centros de atención primaria; con períodos de seguimiento prolongados y en los que la asignación de tratamientos sigue siendo aleatoria, pero no siempre es necesario el enmascaramiento), pero casi siempre se obtienen de estudios de carácter observacional (observational studies), como veremos más adelante.6,8 Los ensayos clínicos pueden diseñarse para recabar de forma prospectiva tanto información clínica como económica de las opciones terapéuticas comparadas si se incluye una evaluación económica dentro del ensayo mismo, sea éste de carácter explicativo o pragmático.8 Los ensayos clínicos que incorporan una evaluación económica se denominan en inglés piggy-back clinical trials.3,6,8 Los datos referentes a la utilización de recursos a efectos de la evaluación económica en el marco de un ECA se recogen con relativa facilidad; para ello basta con incluir, junto con el cuaderno de recogida de datos (case report form), un cuaderno de utilización de recursos, donde el investigador pueda dejar constancia de los recursos o costes asociados a dicha intervención (dosis, número de visitas, días de hospitalización, pruebas diagnósticas, pérdida de productividad, etc.).3,8 Dichos ECA pragmáticos (pragmatic trials) se conocen en la literatura específica con distintos nombres, a saber: «ensayos de efectividad» (effectiveness trials), «ensayos del mundo * La presente ficha contiene texto en dos colores y cuerpos de letra. El texto en cuerpo mayor ofrece información fundamental y puede leerse prescindiendo de los fragmentos en cuerpo menor y color azul, que aportan información suplementaria. ** Doctora en Ciencias Biológicas. Traductora y revisora. Novartis Pharma AG, Basilea (Suiza). Dirección para correspondencia: [email protected]. *** Doctor en Medicina. Especialista en Farmacología Clínica. Gerente de Investigación de Resultados Sanitarios. Laboratorios Lilly, Madrid (España). 188 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> real» (real world trials) o «ensayos naturalistas» (naturalistic clinical trials), por citar algunos.3,5,6,8,9,13,14 Reina la confusión con respecto a la denominación de estos ensayos. Según Vallvé, «el término ‘pragmático’ debería reservarse para los ensayos que siguen de forma precisa la metodología propuesta por Schwartz y cols. y que se valoran de acuerdo con la teoría de las decisiones».9,14 En efecto, los primeros en establecer una distinción entre un ensayo clínico ‘pragmático’ y un ensayo clínico ‘explicativo’ fueron Schwartz y Lellouch hace más de treinta años.6,14,15,16 En 1970, dichos autores desarrollaron estos conceptos, junto con Robert Flamant, en un libro titulado L’essai thérapeutique chez l’homme, traducido al inglés por Michael Healy diez años después.14,16 Según Schwartz, Lellouch y Flamant, un ensayo ‘explicativo’ busca comprobar una hipótesis (por ejemplo, si el fármaco ejerce el efecto deseado), pretende definir con toda precisión la eficacia relativa de dos o más tratamientos cuando se administran en condiciones ideales y exige una comparación con un placebo o con un fármaco de eficacia conocida; en cambio, un ensayo ‘pragmático’ busca una decisión terapéutica; es decir, los tratamientos se comparan (dos tratamientos entre sí o un grupo tratado con un grupo sin tratar) en condiciones semejantes a las de la práctica clínica, con el propósito de llegar a una decisión terapéutica, esto es, decidir cuál es el tratamiento que proporciona más beneficios. Los pacientes que participan en este tipo de ensayo son representativos de los de la práctica clínica en general.14,16 Los datos de efectividad no suelen recabarse hasta que los ECA de eficacia han proporcionado pruebas suficientes de que el nuevo medicamento presenta una eficacia y un perfil de reacciones adversas aceptables. Casi siempre se obtienen de estudios de fase IV de carácter observacional, que se llevan a cabo con posterioridad a la comercialización del medicamento.6,9,14,16 En los últimos años, estos estudios se han venido utilizando cada vez más para evaluar las repercusiones farmacoeconómicas (pharmacoeconomic outcomes) y determinar la relación coste-efectividad (cost-effectiveness) de un nuevo tratamiento farmacológico en la práctica clínica habitual. Presentan algunas ventajas con respecto a los ECA, pues suelen tener un período de observación mucho mayor; las cohortes de pacientes son más representativas de la población general y se pueden conseguir tamaños muestrales prácticamente imposibles de lograr en el marco de un ECA. En cambio, tienen menor validez interna que un ECA debido a la ausencia de asignación aleatoria, a la frecuente mala calidad de la información (los diagnósticos no siempre son fiables), a la ausencia de datos sobre los efectos de un determinado tratamiento y a que los datos están incompletos o mal codificados, o son erróneos.8 Los estudios observacionales que se utilizan con mayor frecuencia para efectuar análisis farmacoeconómicos de las intervenciones sanitarias son los estudios de cohortes (cohort studies) y los estudios de casos y controles (case control studies).5,7,8 Por eficiencia (efficiency) de una intervención sanitaria se entiende la relación entre los costes o recursos consumidos (inputs: resources) y los beneficios o resultados clínicos obtenidos (outputs: benefits or outcomes) con dichos costes o recursos.4,7,9,12,17,18,19,20 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología The essential difference between the terms effectiveness and efficiency is that effectiveness is related to the results achieved (or planned to be achieved) and efficiency to the cost, in terms of resources, of achieving those results. The latter term approaches the meaning of the technical term cost-effectiveness.19 Efficiency relates the benefits of alternative interventions to the resources incurred in their production.20 [La eficiencia es el] grado en que una intervención produce un resultado beneficioso en relación al esfuerzo empleado en términos de recursos humanos, materiales y costes. En general se refiere a la utilización de los recursos estrictamente necesarios que produzcan la máxima efectividad.12 La evaluación de la eficiencia de un tratamiento farmacológico es el objetivo final de los análisis farmacoeconómicos. La expresión matemática de la eficiencia es el cociente entre los costes (numerador) y los resultados clínicos (denominador) de dicha intervención.4,7,9,17-19,21 Los costes se miden en unidades monetarias y pueden ser directos o indirectos y de carácter sanitario o no sanitario; los resultados se valoran en unidades monetarias o no monetarias. Según la forma de medir los resultados sanitarios destacan cuatro tipos de análisis económicos fundamentales: el análisis de coste-efectividad o ACE (cost-effectiveness analysis), el análisis de coste-beneficio o ACB (cost-benefit analysis), el análisis de coste-utilidad o ACU (cost-utility analysis) o el análisis de minimización o de comparación de costes (cost-minimisation analysis).3,4,7,22,23 El análisis de coste-efectividad es la evaluación económica empleada con mayor frecuencia.23 Tiene por objetivo relacionar el coste de una estrategia con uno o varios indicadores de su eficacia práctica o efectividad expresados en términos físicos y no monetarios (por ejemplo, la reducción de la carga vírica, el número de fracturas evitadas, la reducción de la mortalidad, etc.).18,21 El ACU es idéntico al ACE desde el punto de vista de la determinación de los costes, pero no desde el de los resultados o de los beneficios farmacoeconómicos, pues a diferencia del ACE, el ACU permite integrar la calidad y la cantidad de años de vida a través de una medida de resultado compuesta por ambos factores: el año de vida ajustado por calidad (AVAC), del inglés quality adjusted life year (QALY).22,24 Los AVAC se expresan en unidades de «años vividos en perfecta salud» o, dicho de otro modo, en «años de vida ajustados por calidad».4,22,23 En un ACB, el beneficio (medida de resultado) y el coste se valoran en unidades monetarias.4,22,23 Se trata del tipo de análisis económico más genuino y el preferido por muchos economistas de la salud. Su principal problema radica en la dificultad de expresar en unidades monetarias las ganancias en materia de salud.23 Los análisis de minimización de costes se realizan cuando dos intervenciones producen resultados idénticos, con lo cual sólo se comparan sus respectivos costes.22,23 En el ámbito farmacoeconómico, pues, se dice que «un fármaco será más eficiente cuanto mejores resultados clínicos proporcione con el menor coste posible».25 189 Traducción y terminología En dicho ámbito, el adjetivo eficiente (efficient20) viene a significar lo mismo que cost-effective, que el Clinical Trials Dictionary de Meinert define así: «economical in terms of benefits, especially tangible benefits, produced relative to monetary costs (or a broader measure of cost) incurred».5 Abundando en el análisis de la expresión cost-effective, Doubilet, Weinstein y McNeil26 resumen su significado en una frase: «having an additional benefit worth the additional cost». Así pues, para estos autores, una estrategia es más eficiente (cost-effective) que otra si: a) es menos costosa (less costly) y al menos igual de eficaz (at least as effective); b) es más eficaz y más costosa, pero el beneficio adicional que proporciona justifica su mayor precio, o c) es menos eficaz y menos costosa, pero el beneficio adicional de la otra estrategia no justifica el mayor precio de esta última. No obstante, se debe tener cuidado a la hora de traducir el adjetivo cost-effective, pues, como señalan Doubilet y cols., desde hace años se viene utilizando de manera muy poco ortodoxa en la literatura médica debido a su popularización no sólo con el significado que acabamos de ver, sino también como sinónimo de económico, barato o ahorrativo (cost-saving) y de eficaz o efectivo (effective).26 Según el primer criterio, una estrategia es cost-effective sólo si ahorra dinero, y si se dispone de varias estrategias, la más cost-effective será la que se asocie con el menor costo.26 Según el segundo, el autor declara una estrategia más cost-effective que otra tras aportar pruebas de su eficacia sin considerar en ningún momento su coste monetario.26 Doubilet, Weinstein y McNeil insisten en que el término debería emplearse con menor frecuencia y mayor exactitud en la literatura específica.26 Bibliografía 1. Ferro García R, Vives Montero MC. 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Navarro* En el primer número de Panace@, allá por septiembre del 2000, di comienzo con ankylosis a este «Minidiccionario crítico de dudas», en el que me proponía analizar, con cierto detalle, tecnicismos médicos y expresiones especializadas de traducción difícil, compleja o engañosa. Cuatro años después, esta serie llega ahora a su fin con la presente entrega, en la que comento, de analeptic a transplant patient, tres docenas de expresiones y vocablos ingleses de interés para el traductor médico. Han sido, en total, quince entregas con cerca de trescientas entradas; a partir de ellas, el lector habrá podido ir haciéndose una idea aproximada de lo que podrá encontrar en la segunda edición de mi Diccionario crítico de dudas inglésespañol de medicina, que espero ver publicada, si Dios quiere, en la primavera que viene. analeptic. [Farm.] Antiguamente, se dio el nombre de ‘analépticos’ a los remedios y medicamentos de acción restauradora, fortalecedora o estimulante que se recetaban a los convalecientes, como era el caso de los antiguos tónicos y cordiales. Todavía en la 22.ª edición del diccionario de la RAE (2001), ‘analéptico’ aparece definido como «dicho de un régimen alimenticio: que tiene por objeto restablecer las fuerzas». En los textos modernos, no obstante, ‘analéptico’ se usa prácticamente siempre en referencia a los estimulantes del sistema nervioso central, como la cafeína, las anfetaminas o el pentetrazol. En enero del 2004, la RAE ha admitido, por fin, una enmienda para actualizar la definición de ‘analéptico’, que en la próxima edición de su diccionario aparecerá así: «dicho de un producto: que estimula el sistema nervioso central». blasto. [Micr.] No es ‘blasto’ (blast), sino la forma abreviada jergal de blastomycosis (blastomicosis). body mass index (BMI). Este índice, que en español llamamos ‘índice de masa corporal’ (IMC) o ‘índice de Quételet’, se calcula diviendo el peso de una persona (en kilogramos) por su talla (en metros) elevada al cuadrado. En la actualidad se usa muchísimo como indicador rápido y fiable del grado de obesidad de una persona; suelen distinguirse seis categorías: a) Si el IMC es inferior a 19,0, en inglés hablan de underweight; en español, yo diría ‘peso insuficiente’ o ‘delgadez’. b) Si el IMC es de 19,0 a 24,9, en inglés hablan de normal weight; en español, yo diría ‘peso normal’ o ‘normopeso’. c) Si el IMC es de 25,0 a 29,9, en inglés hablan de overweight; en español, se usa cada vez más ‘sobrepeso’ (véase la entrada overweight en esta misma entrega del «Minidiccionario»), pero yo diría ‘preobesidad’ (si, por el motivo que fuere, interesase evitar el estigma social que comporta en nuestros días la obesidad) u ‘obesidad ligera’ (si, por el contrario, interesase concienciar a los afectados sobre la importancia que el peso tiene para la salud). Algunos autores distinguen incluso entre grade I overweight (IMC = 25,0-26,9) y grade II overweight (IMC = 27,029,9), mientras que otros llaman grade I overweight al grupo completo con IMC de 25,0 a 29,9 (para distinguirlo de grade II overweight, que sería la obesidad franca con IMC de 30,0 a 39,9, y de grade III overweight, que sería la obesidad patológica con IMC superior a 40,0; véase más adelante la primera acepción de la entrada overweight). d) Si el IMC es de 30,0 a 34,9, en inglés hablan de obesity u obesity class I; en español, yo diría ‘obesidad moderada’. e) Si el IMC es de 35,0 a 39,9, en inglés hablan de severe obesity u obesity class II; en español, yo diría ‘obesidad importante’. Algunos autores engloban los grupos d) y e) bajo el término conjunto de grade II overweight. f) Si el IMC es igual o superior a 40,0, en inglés hablan de morbid obesity u obesity class III; en español, se ve cada vez más «obesidad mórbida» (¡sin tener en cuenta que el español ‘mórbido’ no significa lo mismo que el inglés morbid!; v. MORBID**), pero yo diría ‘obesidad patológica’ u ‘obesidad morbosa’. Algunos autores distinguen incluso una categoría más dentro de la obesidad patológica: si el IMC es superior a 50, hablan de super morbid obesity, malignant obesity u obesity class IV (que en español yo llamaría ‘obesidad extrema’ u ‘obesidad patológica extrema’). chorioretinitis. [Oft.] En medicina, suele distinguirse claramente entre el prefijo chorio- (‘corio-’), para expresar relación con el corion (como en chorioadenoma, ‘corioadenoma’; choriocarcinoma, ‘coriocarcinoma’; o chorioplacental, ‘corioplacentario’), y el prefijo choroido- (‘coroido-’), para expresar relación con la coroides (como en choroidoiritis, ‘coroidoiritis’; o choroidocyclitis, ‘coroidociclitis’). Según eso, y aunque tanto en inglés como en español son hoy mucho más frecuentes las formas chorioretinitis (coriorretinitis; ¡nunca «corioretinitis»!; v. POLYRADICULITIS **) y chorioretinopathy (coriorretinopatía; ¡nunca «corioretinopatía»!; v. POLYRADICULITIS**), considero que convendría dar preferencia, por motivos de claridad y coherencia, a las formas sinónimas choroidoretinitis (‘co- * Traductor médico, Cabrerizos (Salamanca, España). Dirección para correspondencia: [email protected]. ** Todas las remisiones destacadas en versalitas hacen referencia a las entradas correspondientes de la siguiente obra: Navarro FA. Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina. Madrid: McGraw-Hill·Interamericana, 2000. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 191 Traducción y terminología roidorretinitis’: inflamación conjunta de la coroides y de la retina) y choroidoretinopathy (‘coroidorretinopatía’: enfermedad de la coroides y de la retina), respectivamente. coronary. Puede tener tres significados: [a.] 1 [Anat.] Coronario: que rodea a una estructura anatómica a modo de corona. Ejs.: coronary artery (arteria coronaria), coronary ligament of liver (ligamento coronario del hígado), coronary sinus (seno coronario), coronary veins (venas coronarias). 2 [Anat.] Otras acepciones: coronary ligament of radius (ligamento anular del radio), coronary valve (válvula del seno coronario, válvula de Tebesio), v. LEFT CORONARY ARTERY** (arteria coronaria estomáquica, arteria gástrica izquierda), v. RIGHT CORONARY ARTERY** (arteria pilórica, arteria gástrica derecha). [s.] 3 [Card.] Arteria coronaria (forma abreviada de coronary artery). Ej.: If coronaries are narrowed, the heart muscle does not get enough oxygen (si las arterias coronarias están estenosadas, el miocardio no recibe oxígeno suficiente). También en español es muy frecuente, tanto en el lenguaje médico como en el general, abreviar ‘arterias coronarias’ a ‘coronarias’, y usar el adjetivo ‘coronario’ para expresar relación con las arterias coronarias (p. ej.: ‘gammagrafía coronaria’, ‘endoprótesis coronaria’, ‘insuficiencia coronaria’, etc.). 4 [Card.] Trombosis coronaria, cardiopatía isquémica, angina de pecho o infarto agudo de miocardio (forma abreviada de coronary thrombosis o de coronary heart disease). Ejs.: I nearly had a coronary when he told me (cuando me lo dijo casi me da un infarto); véase también la entrada café coronary en la séptima entrega del «Minidiccionario» (Panace@, vol. III, n.º 7, pág. 6: <www. medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n7_Minidiccionario7. pdf>). Fuera de las traducciones chapuceras del inglés, en español no se usa nunca «coronaria» en este sentido. doula. 1 [Gine.] Neologismo acuñado en inglés hacia el año 2000, a partir del griego δούλη (sierva, esclava), para referirse a la persona —generalmente una mujer— que, sin formación específica en medicina ni en enfermería, ofrece de forma profesional ayuda y apoyo durante el embarazo, el parto y el puerperio, por lo general en el marco de las corrientes de fomento del parto natural. Una buena traducción al español, clara y fácilmente comprensible, puede ser ‘monitora perinatal’. Sinónimos en inglés: birth assistant, birth companion, childbirth assistant y labor support professional. 2 [Med.] Desde el campo de la obstetricia, el término doula ha pasado también, más recientemente, al ámbito de los cuidados paliativos para dar nombre a la persona que, sin ser familiar, profesional sanitario ni religioso, ofrece apoyo y ayuda a un enfermo desahuciado o moribundo, por lo general de forma voluntaria y no remunerada. echographia. Obsérvese que en inglés distinguen claramente entre echography (obtención de imágenes diagnósticas mediante análisis del eco de las ondas ultrasónicas) y echographia (disgrafía del paciente que puede copiar un texto o escribir al dictado, pero es incapaz de escribir 192 <www.medtrad.org/panacea.html> espontáneamente sus propias ideas), mientras que en español usamos una misma palabra, ‘ecografía’, para ambos conceptos. El riesgo teórico de confusión se ha resuelto en inglés mediante sustitución de echography (que apenas se usa en la práctica) por sus sinónimos ultrasonography o sonography. En español, en cambio, ‘ecografía’ es el término habitual para la técnica de diagnóstico con ultrasonidos (incluso en el lenguaje coloquial), de modo que sería preferible evitar el riesgo de confusión buscando otro nombre para el trastorno disgráfico (p. ej.: ‘grafía ecoica’ o ‘seudoagrafía ecoica’). ecthyma. [Derm.] Los médicos de habla hispana dudan con frecuencia a la hora de adjudicar el género gramatical a la palabra de origen griego ‘ectima’: la RAE le otorga género femenino, pero el uso culto entre los médicos da preferencia al género masculino, que es el que etimológicamente le corresponde, y también el que yo aconsejo. Escríbase, pues, ‘el ectima’ en lugar de «la ectima»; ejs.: contagious ecthyma (ectima contagioso), ecthyma gangrenosum (ectima gangrenoso). erector set. [US] No es un «set erector», sino el juguete infantil que nosotros llamamos ‘mecano’ o ‘juego de construcciones’. Obsérvese que Erector (como Meccano) fue inicialmente una marca comercial, pero hoy se usa ya en inglés a menudo como sustantivo común. family physician (también familiy doctor o family practitioner). El calco ‘médico de familia’ ha adquirido carácter oficial en España y en otros países para la figura central del moderno sistema sanitario de atención primaria. Tan acostumbrados estamos ya a usarlo en todos los ámbitos que raro es el hablante que cae en la cuenta de lo inapropiado de su uso. A mí, personalmente, la expresión ‘médico de familia’ me resulta chocante por dos motivos: a) este médico rara vez atiende a familias completas (no es nada infrecuente que los hijos de una familia estén asignados a un pediatra, el padre tenga su médico de cabecera en el centro de salud más próximo al domicilio familiar y la madre tenga su médico de cabecera en el centro de salud más próximo a su lugar de trabajo, o viceversa); b) este médico atiende también a personas solteras sin hijos, que no forman una familia. De no haber mediado la expresión inglesa, lo más probable es que a los ‘médicos de familia’ los llamáramos hoy ‘médicos de cabecera’, ‘médicos generales’, ‘generalistas’, ‘médicos especialistas en medicina general’, ‘médicos especialistas en atención primaria’ o incluso ‘primaristas’. La RAE, de hecho, admitió en el 2001 la expresión ‘médico de familia’, pero como sinónimo estricto de ‘médico de cabecera’, a la que remite como opción preferente. La expresión ‘médico de familia’ parece más adecuada, en propiedad, para los médicos, nada infrecuentes antaño, que ejercían como médico de cabecera de una familia completa, conocían bien la historia clínica de todos sus miembros y acudían a visitarlos junto al lecho cuando cualquiera de ellos caía enfermo. Parecidas consideraciones cabe hacer, por supuesto, en Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> relación con la sustitución creciente de ‘medicina general’ por ‘medicina de familia’ (calco del inglés family medicine). fast camera. Todo el mundo sabe que, en cinematografía, para ver las imágenes de forma más lenta es preciso grabarlas con una cámara que funcione más rápidamente (de tal manera que al proyectarlas luego a velocidad normal nos den el efecto de lentitud), y viceversa: para ver las imágenes de forma más rápida es preciso grabarlas con una cámara que funcione más lentamente (de tal manera que al proyectarlas luego a velocidad normal nos den el efecto de velocidad). Por eso, no me extraña nada que a los anglohablantes les resulte increíble que en español llamemos ‘cámara lenta’ o ‘imágenes en cámara lenta’ (slow motion) a las obtenidas con fast camera speed; y ‘cámara rápida’ o ‘imágenes en cámara rápida’ (cue play) a las obtenidas con slow camera speed. Es completamente ilógico, lo sé, pero el uso es así. fingerprint. Puede tener dos significados, que conviene distinguir claramente: 1 [Com.] En español no decimos «impresión de dedo» ni nada por el estilo, sino ‘huella dactilar’. 2 [Gen.] Por motivos de claridad, precisión y lógica, recomiendo reservar en español el término ‘huella dactilar’ en su sentido estricto tradicional. De hecho, tanto el adjetivo español ‘dactilar’ como la partícula inglesa finger indican claramente la relación directa con los dedos. En los últimos tiempos, fingerprint se usa más de forma impropia en sentido metafórico como forma abreviada de DNA fingerprint o genetic fingerprint (también llamado DNA profile o genetic profile), que aconsejo traducir como ‘huella molecular’ o ‘huella genética’ en lugar de los calcos «huella digital», «huella dactilar» o «huella dactilar de ADN», que se prestan a confusión. Parecidas consideraciones cabe hacer en relación con la técnica de identificación genética a partir del cotejo de secuencias oligonucleotídicas de ADN, que, pese a no tener nada que ver con los dedos, en inglés llaman DNA fingerprinting o genetic fingerprinting (también DNA profiling, genetic profiling, nucleotide mapping, peptide mapping), y que recomiendo traducir por ‘identificación genética’. globesity. Acrónimo neológico formado por contracción de global epidemic of obesity para referirse a lo que aconsejo seguir llamando en español, de forma mucho más clara, ‘pandemia de obesidad’ u ‘obesidad pandémica’. Government. Para quienes hablamos español, es muy clara la diferencia existente entre los conceptos de ‘Estado’ (de carácter permanente y apolítico) y ‘gobierno’ (de carácter transitorio y marcadamente político). En el caso de España, por ejemplo, distinguimos claramente entre el ‘Estado español’, con el rey como jefe del Estado, y el ‘gobierno español’, generalmente formado por miembros del partido más votado y dirigido por el ‘presidente del gobierno’ (cargo equivalente en inglés no a president, sino a prime minister). En inglés, en cambio, los conceptos de ‘gobierno’ y Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología ‘Estado’ se confunden. Hablan, por ejemplo, de the three branches of Government donde nosotros diríamos ‘los tres poderes del Estado’. Esta confusión es aún mayor en los Estados Unidos, donde el término State suele reservarse para las entidades autónomas federadas (p. ej.: California, Oregón, Tejas, Nevada, Vermont, etc.) y donde, además, el President (que no tiene nada que ver con el ‘presidente’ español) es a la vez jefe del Estado y jefe del gobierno. Así las cosas, en los Estados Unidos suelen llamar Government a lo que para nosotros es ‘el Estado’ (y Administration a lo que para nosotros es ‘el gobierno’), y suelen utilizar los adjetivos government y governmental para lo que nosotros llamaríamos ‘público’, ‘estatal’ u ‘oficial’: government agency o government body (ente público, organismo público, organismo estatal), government bonds (bonos del Estado, bonos del Tesoro), government corporation (empresa pública), government debt (deuda pública), government expenditure (gasto público), government funds (erario público, tesoro público [obsérvese que, para un español, el dinero no es del gobierno, sino del Estado]), government machinery (aparato estatal), government official (funcionario público, funcionario del Estado), government spending (gasto público). Véase también, más adelante, la entrada non-governmental organization. hermaphroditism. La mayor parte de la población general, y también muchos médicos, confunden entre sí los términos hermaphroditism, pseudohermaphroditism, androgyny, gynandry, bisexuality, intersexuality, feminization, effemination, masculinization y virilization, que suelen usar como si fueran sinónimos o intercambiables, pero que conviene distinguir claramente en los textos médicos. En sentido estricto, hermaphroditism o hermaphrodism (‘hermafroditismo’) hace referencia a la presencia de tejido gonadal masculino y femenino en un mismo individuo. No debe confundirse con el concepto de pseudohermaphroditism, false hermaphroditism o spurious hermaphroditism (‘seudohermafroditismo’), que hace referencia a la presencia de caracteres sexuales del sexo opuesto en un individuo con sexos genético y gonadal idénticos; si se trata de un individuo con sexo genético masculino y testículos, pero con caracteres sexuales femeninos, se habla de male pseudohermaphroditism (‘seudohermafroditismo masculino’, también llamado androgynism o androgyny, ‘androginia’); si se trata de un individuo con ovarios y sexo genético femenino, pero con caracteres sexuales masculinos, se habla de female pseudohermaphroditism (‘seudohermafroditismo femenino’; también llamado gynandrism o gynandry, ‘ginandria’). En cuanto a bisexuality (‘bisexualidad’), hace referencia a la atracción sexual —psíquica— por personas de ambos sexos. Algunos autores distinguen claramente entre feminization (‘feminización’: aparición normal de caracteres sexuales femeninos en una niña) y effemination (‘afeminación’: aparición patológica o yatrógena de caracteres sexuales femeninos en un varón), así como entre masculinization (‘masculinización’: aparición normal de caracteres sexuales masculinos en un niño varón) y virilization 193 Traducción y terminología (‘virilización’: aparición patológica o yatrógena de caracteres sexuales masculinos en una mujer). Intersex e intersexuality, por último, son términos mal definidos que uno puede encontrar aplicados tanto al hermafroditismo como al seudohermafroditismo o a la bisexualidad. En cualquier caso, los médicos de habla inglesa, al igual que los de habla española, confunden con frecuencia todos estos conceptos, de modo que, en la práctica, no es infrecuente encontrar el término hermaphroditism en el sentido de ‘seudohermafroditismo’; el término bisexuality en el de ‘hermafroditismo’; el término androgyny en el de ‘seudohermafroditismo femenino’; el término gynandry en el de ‘masculinización’, y el término masculinization en el de ‘virilización’. Un verdadero caos, vamos. incontinent, to be (o to become incontinent). En español no decimos «ser incontinente» ni «volverse incontinente», sino ‘padecer incontinencia’. Puede tratarse tanto de incontinencia urinaria (to be incontinent of urine) como de incontinencia fecal (to be incontinent of stool), pero si no se especifica suele hacer referencia a la primera: 5 to 19 percent of men become incontinent as the result of prostate removal (entre el 5% y el 19% de los varones padecen incontinencia urinaria como resultado de la extirpación de la próstata [o como consecuencia de la prostatectomía]). jumping gene. [Gen.] Recomiendo evitar los calcos del tipo de «gen saltarín» para traducir esta expresión jergal inglesa que corresponde a lo que en el lenguaje especializado de la genética se conoce como ‘transposón’. me-too drug. [Farm.] Expresión jergal, con cierta connotación peyorativa, para referirse a los medicamentos del mismo grupo farmacológico y las mismas indicaciones que otro previo de gran éxito (un antiulceroso, un antagonista del calcio, un AINE, un IECA, etc.) que hubo de pasar por un programa completo de investigación clínica antes de recibir la autorización de comercialización. Estos me-too drugs presentan sólo pequeñas diferencias estructurales con respecto a su modelo y apenas aportan mejoras claras, pero obtienen la autorización oficial de forma automática con sólo demostrar su bioequivalencia con el fármaco original. Puede traducirse al español como ‘fármaco de imitación’. Muy relacionado con el concepto de ‘fármaco de imitación’ está también el concepto de me-again drug, que es el fármaco de imitación de otro ya comercializado por el mismo laboratorio farmacéutico; en español podríamos muy bien llamarlo ‘fármaco de autoimitación’. membership. 1 Término inglés que tanto puede significar ‘calidad de miembro’ (o ‘calidad de socio’ [v. MEMBER**]) como ‘conjunto de miembros’ (o ‘conjunto de socios’). Tradicionalmente, carecía de equivalente en español, idioma en el que optábamos por otras formas de expresar esos dos conceptos: Did you apply for membership to the International Diabetes Federation? (¿solicitaste el ingreso en la Federación Internacional de la Diabetes?); Membership of the union is compulsory (es obligatorio afiliarse al sindicato); The entire membership voted against (todos los 194 <www.medtrad.org/panacea.html> socios votaron en contra); I have paid for a year’s membership (he pagado la cuota anual [de socio, se sobrentiende]); Membership in the EU has brought many benefits to us (la pertenencia a la UE nos ha reportado muchos beneficios); The Alumni Association has a membership of more than 500 (la asociación de antiguos alumnos tiene más de 500 socios); Membership of MedTrad is restricted to medical translators (sólo los traductores médicos pueden ingresar en MedTrad); Is he eligible for membership? (¿cumple los requisitos para ser socio?); membership card (carné de socio o carné de afiliado, según el contexto), membership fee (cuota [de socio]), membership list o membership roll (relación de socios, lista de afiliados o lista de miembros, según el contexto), union membership (afiliación sindical). 2 Puestos a crear un neologismo a partir de ‘miembro’, lo lógico hubiera sido acuñar ‘membría’ (igual que de ‘ciudadano’ se formó ‘ciudadanía’, de ‘feligrés’ se formó ‘feligresía’, de ‘burgués’ se formó ‘burguesía’ o de ‘cofrade’ se formó ‘cofradía’). En la práctica, no obstante, se utilizan mucho más, por presión del inglés, las formas ‘membrecía’ y ‘membresía’ (esta última ya admitida por la RAE en el 2001). morning-after pill (también day-after pill, next-day pill, emergency contraceptive pill o emergency pill). [Gine.] Desde los trabajos del ginecólogo canadiense Albert A. Yuzpe, en 1977, se sabe que dos dosis fuertes de cualquier anticonceptivo combinado tradicional, separadas por 12 horas, permiten evitar los embarazos indeseados tras una relación sexual sin protección anticonceptiva. Había nacido así the morning-after pill, que plantea varios problemas al traductor: 1 Dejando a un lado el hecho de que pill no se usa aquí en el sentido galénico tradicional de ‘píldora’ en español (v. PILL**), en inglés es muchísimo más frecuente the morning-after pill que the next-day pill, mientras que en español sucede justamente al revés: es muchísimo más frecuente «la píldora del día después» o ‘la píldora del día siguiente’ (ésta última más correcta; v. DAY AFTER**), que «la píldora de la mañana siguiente» (que apenas se ve en español, fuera de alguna que otra traducción descuidada del inglés). 2 En realidad, tanto morning-after como next-day son descripciones coloquiales totalmente impropias, puesto que estos tratamientos son eficaces —y de hecho están oficialmente autorizados— durante un plazo de 72 horas tras el coito. No es nada raro el caso de un embarazo indeseado en una mujer que no se preocupó de tomar el levonorgestrel por pensar, con toda lógica, que una morning-after pill ya no serviría de nada 48 horas después del coito (¡o incluso a la tarde siguiente, menos de 24 horas después del coito, por eso de morning!). Dado que lo que estos tratamientos tienen en común es que se administran siempre tras el coito, recomiendo dar preferencia al calificativo ‘poscoital’ en lugar de «del día siguiente» o «del día después». En español, de hecho, se ve cada vez más la forma ‘píldora poscoital’, incluso en textos de divulgación. 3 Resulta difícil admitir el carácter anticonceptivo de esta Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> emergency contraception (también llamada postcoital contraception o emergency birth control), por mucho que la OMS catalogue a las morning-after pills como medicamentos anticonceptivos. Desde el punto de vista médico, estos medicamentos hormonales ejercen su acción a través de tres mecanismos: a) inhiben o retrasan la ovulación; b) frenan el transporte intratubárico del óvulo y los espermatozoides, con lo que dificultan la fecundación, y c) impiden la anidación del cigoto si el óvulo ya estuviese fecundado. En el caso de la mifeprostona, que se ha usado también como morning-after pill, existe, además, un cuarto mecanismo claramente abortivo, por expulsión precoz del embrión ya implantado. Aun cuando los dos primeros mecanismos de acción son claramente anticonceptivos, no cabe duda de que el objetivo primordial de la hormonoterapia poscoital es impedir la implantación uterina del cigoto a través del tercer mecanismo de acción (semejante a la acción de un DIU). No parece correcto hablar, pues, de ‘anticoncepción’, puesto que la fecundación ya se ha producido, pero tampoco de ‘aborto’, puesto que el cigoto aún no se ha implantado y, desde el punto de vista médico, no existe aún embarazo. Recomiendo acuñar un nuevo término para referirnos a este nuevo mecanismo de limitación de la natalidad: por ejemplo, ‘antimplantación’ (que transmite claramente la idea de impedir la implantación del cigoto) o ‘intercepción’ (que transmite claramente la idea de interceptar o interrumpir el proceso natural de la reproducción, al tiempo que conserva la terminación propia de ‘anticoncepción’). Según eso, podríamos llamar ‘antimplantivos’ o ‘interceptivos poscoitales’ a las morning-after pills. 4 El término morning-after pill (y sus sinónimos) se utiliza a veces en sentido genérico para referirse a cualquier método antimplantivo, pero también en sentido más restringido para referirse sólo a uno de los dos interceptivos poscoitales más utilizados en la actualidad: a) Durante algunos años, el interceptivo poscoital más usado en los Estados Unidos fue la marca comercial Preven (que contiene un estrógeno, el etinilestradiol, y un gestágeno, el levonorgestrel). La hormonoterapia poscoital combinada (ya sea con norgestrel o levonorgestrel como gestágeno) se conoce también en inglés como Yuzpe regimen. b) En la actualidad, cada vez se usa más la monoterapia con levonorgestrel en dosis fuertes. No es raro, pues, encontrarse con la expresión morning-after pill referida no a cualquier interceptivo poscoital, sino en el sentido más restringido de ‘levonorgestrel’ (que en los Estados Unidos se comercializa con la marca Plan B). c) Para terminar de complicar las cosas, hay incluso quienes usan morning-after pill para referirse al abortivo RU-486 (mifeprostona). mucosal. Obsérvese que en inglés distinguen claramente entre mucous (relativo o parecido al moco; p. ej.: ‘secreción mucosa’) y mucosal (relativo a una mucosa; p. ej.: ‘afectaPanace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología ción mucosa’), mientras que en español disponemos de un mismo adjetivo, ‘mucoso’, para expresar ambos conceptos. Los traductores o redactores científicos deben prestar atención para que al lector le quede claro siempre en qué sentido se está usando en español el adjetivo ‘mucoso’. Idénticas consideraciones cabe hacer en relación con serous (‘seroso’: relativo o parecido al suero) y serosal (‘seroso’: relativo a una serosa). non-governmental organization (NGO). En la práctica, desde luego, se han impuesto ya en español tanto el calco «organización no gubernamental» como su sigla «ONG» (que suele formar el plural a la inglesa: «ONGs» [pronunciado /oenegés/]). Desde el punto de vista traductoril, no obstante, parece casi imposible sumar más disparates con menos palabras. Incluso dejando a un lado el uso impropio del adverbio ‘no’ ante un adjetivo (v. NON-**), llaman la atención al menos tres problemas importantes de traducción: a) Que yo sepa, ni la Universidad de Salamanca, ni la OMS ni el Comité Olímpico Internacional son para un hispanohablante instituciones ‘gubernamentales’, y sin embargo nadie en su sano juicio las consideraría ONG. Es obvio, me parece, que governmental se está usando en inglés en el sentido de ‘público’ o ‘estatal’, según lo comentado en la entrada Government de esta misma entrega del «Minidiccionario»; y, en consecuencia, non-governmental correspondería más bien a ‘privado’ o ‘particular’. [No entraré a debatir si las ONG son realmente tan nongovernmental como aparentan, pues es bien sabido que, en los países desarrollados, muy pocas ONG funcionan sin el apoyo de fondos de procedencia estatal o municipal. Según un estudio reciente, por ejemplo, sólo el 19% de las ONG españolas no reciben ningún tipo de ayuda pública, un 9% se financian en parte con fondos públicos y nada menos que el 72% se nutren exclusivamente de fondos públicos.] b) Por otro lado, empresas como Coca-Cola, Lilly o Toyota son perfectamente privadas y en absoluto públicas o estatales (¡y mucho menos gubernamentales!), pero nadie en su sano juicio las consideraría tampoco ONG. Es obvio, me parece, que en la denominación de las ONG falta indicar de forma clara que se trata de instituciones caritativas, benéficas o sin ánimo de lucro. c) Si a todo ello unimos lo que comento más adelante, en el segundo punto de la entrada organization, llegaremos a la conclusión de que una traducción como ‘entidades privadas sin ánimo de lucro’ o ‘instituciones benéficas privadas’ hubiera transmitido mucho mejor la idea de lo que es una non-governmental organization, pero, como dije al principio, ya parece tarea imposible desterrar del uso el calco «organización no gubernamental» (a menos que decidan cambiar el nombre también en inglés, pues en tal caso estoy seguro de que a todo el mundo le parecería urgentísimo y absolutamente necesario cambiarlo también en español). -ome. 1 [Gen.] Sufijo neológico tomado de genome (‘genoma’: conjunto de toda la información genética de un organismo) para crear otros términos afines, como proteome 195 Traducción y terminología (‘proteinoma’, mejor que «proteoma»: conjunto de todas las proteínas expresadas por la información contenida en el genoma), transcriptome (‘transcriptoma’: conjunto de los ARNm transcritos a partir del genoma), chondriome o mitochondriome (‘mitocondrioma’: conjunto de las mitocondrias de una célula o conjunto de los determinantes hereditarios localizados en las mitocondrias), phenome (‘fenoma’: conjunto de las características fenotípicas cualitativas de origen genético de un organismo), plastidome (‘plastidoma’: conjunto de los plástidos de una célula), plastome (‘plastoma’: conjunto de los plastógenos de una célula), e incluso envirome (‘ambientoma’: conjunto de los factores ambientales que intervienen, junto a los factores genéticos del genoma, en el desarrollo de un individuo). Son tantos los términos acuñados recientemente con este sufijo -ome, que la terminología se ha vuelto enormemente confusa; además de los neologismos anteriormente mencionados, tengo anotados, sin ánimo alguno de exhaustividad, los siguientes: cellome (‘celuloma’, dotación molecular de una célula), fluxome (‘flujoma’, conjunto de flujos), foldome (‘plegoma’, conjunto de productos génicos clasificados según su estructura terciaria), functome (‘funcionoma’, conjunto de productos génicos clasificados según su función), glycome (‘glucidoma’, conjunto de glúcidos [mejor que «glicoma» o «glucoma»]), interactome (‘interactoma’, conjunto de interacciones), metabolome (‘metaboloma’, conjunto de moléculas metabólicas), morphome (‘morfoma’, conjunto de estructuras y moléculas morfológicas), operome (‘operoma’, caracterización de proteínas de función biológica desconocida), orfeome (‘orfoma’, conjunto de marcos abiertos de lectura en el genoma [a partir de la sigla inglesa ORF, de open reading frame]), physiome (‘fisioma’, conjunto de funciones fisiológicas), pseudome (‘seudogenoma’, conjunto de seudogenes), regulome (‘reguloma’, red reguladora genómica), ribonome (‘ribonoma’, conjunto del ARN expresado por la información contenida en el genoma), secretome (‘secrecioma’, conjunto de sustancias segregadas), translatome (‘traductoma’, a veces usado como sinónimo de ‘transcriptoma’), transportome (‘transportoma’, conjunto de sustancias transportadas), unknome (‘desconocioma’, conjunto de genes de función desconocida). El desarrollo de las investigaciones sobre el genoma dio nacimiento a una nueva ciencia, llamada genomics (genómica), y al uso del sufijo -omics (en español, ‘-ómica’) para bautizar muchas otras disciplinas a partir de los vocablos comentados en los párrafos anteriores: proteomics (proteinómica), transcriptomics (transcriptómica), chondriomics o mitochondriomics (mitocondriómica), phenomics (fenómica), plastidomics (plastidómica), plastomics (plastómica), enviromics (ambientómica), etcétera. 2 Obsérvese que en inglés distinguen claramente entre este sufijo neológico -ome acuñado en genética y otros dos sufijos clásicos muy utilizados en el lenguaje médico: -oma, que significa ‘tumor’ o ‘neoplasia’ (p. ej.: lipoma, carcinoma, sarcoma, adenoma, ameloblastoma, chordo196 <www.medtrad.org/panacea.html> ma, epithelioma, histiocytoma, pheochromocytoma, etc.), y –some, que significa ‘cuerpo’ (p. ej.: chromosome, lysosome, liposome, microsome, melanosome, desmosome, peroxisome, etc.). En español el riesgo de confusión es mayor, pues estos tres sufijos adoptan en nuestro idioma idéntica terminación en ‘-oma’. organization (u organisation). 1 Por lo general, organization se usa mucho más en inglés que ‘organización’ en español. Recomiendo precaución, pues, con su traducción acrítica por ‘organización’, ya que con relativa frecuencia es preferible recurrir a alguno de sus sinónimos: ‘asociación’, ‘unión’, ‘organismo’, ‘sociedad’, ‘corporación’, ‘agrupación’, ‘institución’, ‘comunidad’, etcétera. Véase también la entrada non-governmental organization en esta misma entrega del «Minidiccionario». 2 En español es frecuente la distinción entre ‘organismo’ (para los de carácter gubernamental o internacional) y ‘organización’ (para las de carácter particular): International and non-governmental organizations (los organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales). Obsérvese, no obstante, que muchos organismos internacionales llevan en su nombre oficial el vocablo ‘Organización’, como sucede con la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Organización de los Estados Americanos (OEA). 3 En inglés es muy frecuente, además, el uso de organization para referirse a una empresa privada; ej.: contract research organization o CRO (empresa de investigación por contrato). overweight. Es cada vez más frecuente en español encontrar el calco ‘sobrepeso’ como traducción del inglés overweight en todos los contextos, sin tener en cuenta que este sustantivo inglés tiene al menos tres significados frecuentes bien distintos: 1 En la mayor parte de los casos, overweight se usa como sinónimo eufemístico de obesity (término éste que en inglés se considera cultismo y se usa mucho menos que ‘obesidad’ en español); ‘obesidad’, de hecho, suele ser la mejor traducción de overweight en la mayor parte de los textos médicos: Overweight women have triple the normal risk of lung embolism (el riesgo de embolia pulmonar es tres veces mayor en las mujeres obesas); Hypertension, overweight and osteoarthritis are frequent comorbidities (la hipertensión arterial, la obesidad y la artrosis son con frecuencia enfermedades concomitantes); overweight individual (obeso). Véase otro ejemplo de uso de overweight con el sentido de ‘obesidad’ al final del apartado c) de la entrada body mass index, en esta misma entrega del «Minidiccionario». 2 En el ámbito de la obesidad, es frecuente llamar overweight al grado más reducido de obesidad (índice de masa corporal de 25,0 a 29,9), que se distingue claramente tanto del peso normal (índice de masa corporal de 19,0 a 24,9) como de la obesidad franca (índice de masa corporal igual o superior a 30,0). En esta acepción, la mejor traducción de overweight sería ‘preobesidad’ (si, por el motivo que fuere, interesa evitar el estigma social que comporta en Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> nuestros días la obesidad) u ‘obesidad ligera’ (si, por el contrario, lo que interesa es concienciar a los afectados sobre la importancia que el peso tiene para la salud). 3 No es raro, por último, y también en el ámbito de la obesidad, distinguir claramente entre obesity (referido al exceso de peso corporal por exceso de grasa) y overweight (referido al exceso de peso corporal sin exceso de grasa, como es el caso de algunos deportistas con peso superior a lo normal debido a la hipertrofia muscular). En esta acepción, la mejor traducción de overweight es sin duda ‘corpulencia’. perineum. [Anat.] 1 Recomiendo dar preferencia en español a la grafía etimológica ‘perineo’, que sólo a duras penas comienza a imponerse en la práctica al galicismo «periné» (por influencia del francés perinée). La RAE admite ambas variantes, pero, por desgracia, sigue dando preferencia a la forma galicada. 2 El plural de perineum es perinea en inglés, pero ‘perineos’ en español (si bien, según lo comentado en el párrafo anterior, se ve todavía más el galicismo «perinés»). 3 El concepto de perineum o ‘perineo’ varía mucho de unos médicos a otros. Para la terminología anatómica internacional, perineum es todo el suelo de la cavidad abdominal; es decir, toda la región que va desde la sínfisis del pubis hasta el cóccix (dividida en un espacio perineal superficial y un espacio perineal profundo), con inclusión de los genitales externos masculinos o femeninos. Algunos autores excluyen los órganos genitales externos; otros consideran que el concepto de perineum abarca exclusivamente las estructuras superficiales contenidas en los triángulos anal y urogenital. La mayor parte de los médicos clínicos, por último, utilizan el término perineum en un sentido más restringido, para referirse únicamente a la masa de tejido fibroso situada en el centro de unión entre los músculos del perineo (desde la comisura posterior de los labios menores hasta el ano en las mujeres; desde la uretra hasta el ano en los hombres); es decir, lo que los anatomistas llaman ‘centro tendinoso del perineo’. Este uso restringido de perineum es especialmente frecuente entre los ginecólogos (y obstetras), quienes, como es lógico, lo restringen más aún para referirse exclusivamente al centro tendinoso del perineo femenino. Los autores más cuidadosos se preocupan por distinguir en sus escritos claramente entre anatomical perineum (perineo anatómico), para la acepción más amplia del término, y clinical perineum (perineo clínico) u obstetrical perineum (perineo obstétrico), para la más restringida; pero la mayor parte de los médicos de habla inglesa escriben siempre perineum a secas y confían en que el lector adivine en qué sentido están usando en cada caso el término. point of view. El traductor debe estar atento al abuso de esta expresión. Es correcto hablar de ‘punto de vista’ para expresar una forma de ver o contemplar una cuestión, pero por esa misma razón conviene restringir el uso de esta expresión a los casos en que se aplica a personas y animales. Me explicaré mejor, creo, con un par de ejemplos: no Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología tengo nada que objetar a una frase como “el punto de vista del cirujano no siempre coincide con el del pediatra”, pero la expresión ‘punto de vista’ me suena rarísima en una frase como «desde el punto de vista del tratamiento, es mejor comenzar administrando diuréticos» (yo diría más bien “en cuanto al tratamiento, es mejor comenzar administrando diuréticos”, “en relación con el tratamiento, es mejor comenzar con diuréticos” o algo por el estilo). psychological moment, the. En la mayor parte de los casos no significa ‘el momento psicológico’, sino ‘el momento ideal’ o ‘el momento oportuno’. quinoid. [Quím.] En inglés utilizan con frecuencia los términos quinoid y quinonoid como si fueran sinónimos. En español, en cambio, conviene distinguir claramente entre ‘quinoide’ (parecido a la quina) y ‘quinonoide’ (parecido a la quinona). Obsérvese que en inglés llaman cinchona a la quina, por lo que para ellos el riesgo de confusión con quinone es mucho menor. real time. [Inf.] Por increíble que pueda parecer, el uso se está encargando de naturalizar en español el disparatado calco «tiempo real» —¿hay acaso algún tiempo que no sea real?— con el sentido de ‘en el acto’, ‘a la vez’, ‘simultáneamente’, ‘al mismo tiempo’, ‘en directo’, ‘al instante’, ‘inmediato’, ‘ultrarrápido’ o ‘sincronizado’. recommend, to. Este verbo inglés no plantea mayores problemas en las frases afirmativas, pero sí en las negativas. En español, no recomendar algo equivale a desaconsejarlo (“no te recomiendo que vayas”, por ejemplo, significa “te desaconsejo que vayas” o “te aconsejo que no vayas” y no, como la lógica podría hacer pensar, “yo no digo ni que vayas ni que no vayas” o “no tengo especial interés en que vayas”). Pero en inglés se usa con frecuencia not to recommend para indicar sencillamente que no se considera necesario recomendar algo expresamente, de modo que la decisión queda al criterio de cada uno. Ej.: This drug interaction has no clinical significance, so dose adjustment is not recommended (dado que esta interacción farmacológica carece de trascendencia clínica, no se considera necesario ajustar la dosis [obsérvese qué distinto sería decir en español «no se recomienda ajustar la dosis»]). ricin. No es ‘ricino’ (castor-oil plant), sino ‘ricina’, potente toxina obtenida del ricino y 1 500 veces más letal que el cianuro (se dice que un solo gramo de ricina bastaría para matar a 36 000 personas). No debe confundirse con el alcaloide ricinine (ricinina), también tóxico y extraído asimismo del ricino. select for, to. [Gen.] Verbo muy utilizado en referencia a la selección de mutaciones asociadas a resistencia vírica o bacteriana frente a los antimicrobianos. En español no decimos «seleccionar para», sino ‘seleccionar’ a secas. Ej.: Tenofovir selects for the K65R mutation in HIV RT (el tenofovir selecciona la mutación K65R en la retrotranscriptasa del VIH). spina tibiae (también spine of tibia o tibial spine). [Anat.] No es lo que nosotros llamamos ‘espina tibial’ o ‘espina de la tibia’ (que corresponde a la eminentia intercondylaris de 197 Traducción y terminología la terminología anatómica internacional, y en inglés puede verse también con los nombres spina intercondyloidea, intercondylar eminence, intercondylar process, intercondylar tubercle, intercondyloid spine, intermediate eminence y tuberculum intercondyloideum), sino lo que nosotros llamamos ‘tuberosidad tibial’ o ‘tuberosidad de la tibia’ (que corresponde a la tuberositas tibiae de la terminología anatómica internacional). stipatosis. [Resp.] Para dar nombre a la alveolitis alérgica extrínseca causada por el esparto (Stipa tenacissima), parece más claro e informativo hablar en español de ‘espartosis’ que recurrir al cultismo latino ‘estipatosis’, impecablemente formado, pero nada informativo para la mayor parte de los médicos de habla hispana. symbiosis. Tanto en inglés como en español, el término symbiosis (simbiosis) se está utilizando en la actualidad con dos sentidos que conviene distinguir claramente: 1 Asociación física entre dos o más organismos (generalmente de diferentes especies), según la definición original del naturalista alemán Heinrich Anton de Bary en 1869. 2 Asociación física entre dos organismos que resulta provechosa para ambos. Por motivos de precisión y claridad, recomiendo reservar el término symbiosis (simbiosis) para la primera acepción, y utilizar para la segunda el término mutualism (mutualismo). Así pues, el término general symbiosis (simbiosis) engloba tres variantes: a) mutualism (mutualismo), si la asociación es ventajosa —o incluso necesaria— para uno o ambos organismos y no es dañina para ninguno de los dos; b) parasitism (parasitismo), si la asociación es desventajosa —o incluso letal— para alguno de los miembros, y c) commensalism (comensalismo), si un miembro de la asociación se beneficia mientras que el otro no se ve afectado. teno-. Tanto en inglés como en español, los médicos dudan entre el prefijo tendo- (del latín tendo, tendinis) y el prefijo teno- (del griego τένων, τένοντος) a la hora de formar los tecnicismos médicos que expresan relación con los tendones. Por motivos de uniformidad, recomiendo dar preferencia al formante de origen griego(‘teno-’) siempre que este prefijo se una a otro formante de origen griego. Así, prefiero tenoplasty (tenoplastia) a tendoplasty o tendinoplasty; tenodesis (tenodesis), a tendodesis; tenolysis (tenólisis), a tendolysis; tenonectomy (tenonectomía), a tendonectomy; tenosynovitis (tenosinovitis), a tendosynovitis; tenotome (tenótomo) y tenotomy (tenotomía), a tendotome y tendotomy. 198 <www.medtrad.org/panacea.html> Como excepción a esta norma general cabe mencionar el caso atípico de TENONITIS2** (tendinitis). Caso aparte consituyen, por supuesto, las ocasiones en las que el prefijo se une a formantes de origen latino, como tendosuture (sinónimo latino del vocablo de origen griego tenorrhaphy) o tendovaginitis (sinónimo latino del vocablo de origen griego tenosynovitis). Aun así, conviene saber que en español es más frecuente ‘tenorrafia’ o ‘sutura tendinosa’ que ‘tendosutura’ (¡nunca «tendorrafia»!). Y en cuanto a la pareja ‘tenosinovitis’ y ‘tendovaginitis’ (¡nunca «tenovaginitis» ni «tendosinovitis»!), ambas formas son muy frecuentes en la práctica para referirse a las inflamaciones de las vainas tendinosas, pero recomiendo la primera de ellas por dos motivos: a) es la única que aúna tres formantes del mismo origen etimológico (griegos los tres), y b) permite evitar toda confusión con las vaginitis (que es el nombre que damos habitualmente en español a las colpitis o inflamaciones vaginales). transplant patient (o transplanted patient). [Cir.] Por increíble que pueda parecer, la RAE admitió en el 2001 el uso erróneo, frecuente entre médicos, de «trasplantado» en referencia a la «persona que ha sufrido un trasplante». Viene a ser, me parece, como escribir «atracador disparado por la policía» cuando lo que uno quiere decir es «atracador abatido a tiros por la policía» (a menos, claro está, que el tal atracador sea el hombre bala del circo). Si ‘trasplantar’, en medicina, es trasladar un órgano desde un organismo donante hasta otro receptor, parece evidente que ‘trasplantado’ sólo puede ser el órgano (‘riñón trasplantado’, ‘hígado trasplantado’, ‘corazón trasplantado’), pero nunca la persona que lo recibe. Para traducir el inglés transplant patients o transplanted people, es siempre preferible, creo, hablar de ‘personas sometidas a trasplante’, ‘personas que han recibido un trasplante’, ‘personas receptoras de un trasplante’ o ‘receptores de un trasplante’. Idénticas consideraciones cabe hacer en relación con el adjetivo implanted: en español, podemos hablar sin dificultad de ‘prótesis implantada’, pero no de una «rata implantada» (a menos, claro está, que estemos hablando de implantar una rata en el cuerpo de una persona, por ejemplo). Ejs.: cochlear implanted patients (personas receptoras de un implante coclear, personas con un implante coclear), implanted rats (ratas receptoras de un implante, ratas con implante), silicone breast implant patients (mujeres con prótesis mamarias de silicona). Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología <www.medtrad.org/panacea.html> Cómo 11 de Septiembre no significa September 11 Fernando Sorrentino Escritor y traductor. Buenos Aires (Argentina) Al noreste de la ciudad de Buenos Aires se alza el barrio de Belgrano. En él, entre otras muchas calles, corren dos, paralelas y casi gemelas, cuyos nombres recuerdan fechas de batallas de las guerras civiles argentinas: 3 de Febrero y 11 de Septiembre. Estas calles y sus nombres existen, digamos, desde siempre: son anteriores a mi nacimiento y, si algún funcionario imbécil no las rebautiza, me sobrevivirán tal cual. Cierta vez escribí un cuento titulado «La corrección de los corderos». En tal ficción, un escarnecido traductor es vengado, gracias a los buenos oficios de cincuenta corderos carnívoros, de los abusos cometidos por un desconsiderado editor, que no le paga en tiempo y forma las traducciones que aquél había realizado. El editor carga con el nombre de Nefario y vive en la calle 11 de Septiembre; los cincuenta corderos lo asesinan y lo devoran, y el protagonista —no por trujamán menos rencoroso— se siente vindicto, satisfecho, reconfortado y agradecido a los corderos. Aquí termina el cuento. Traducido al inglés por Gustavo Artiles y Alex Patterson con el título de «Chastisement by the Lambs», fue publicado en la revista virtual londinense East of the Web (<www.eastoftheweb.com>). En el costado izquierdo del texto es posible abrir una ventana que registra los anónimos comments de los no menos anónimos lectores. Yo la he abierto, y trataré de poner en español unos pocos pasajes de los que allí aparecen en inglés. Las glosas se desencadenan cuando, el 13 de marzo de 2003, un lector formula la hamletiana pregunta Why September 11 Street? Sin que transcurriese ni siquiera un día, obtuvo esta respuesta: Creo que el nombre de la calle donde vive Nefario se llama 11 de Septiembre por una razón. Si se observa con cuidado el simbolismo de los personajes del cuento, esto encaja bien. Lo que quiero decir es que yo pienso que el cuento fue escrito con el mensaje de que George W. Bush y los Estados Unidos recibieron lo que merecían con los ataques terroristas. Nefario representa a Bush, o simplemente a cualquier norteamericano ignorante, pagado de sí mismo y rico, y su mujer simboliza a los países que apoyan a Bush en su declaración de guerra al terrorismo, principalmente el Reino Unido y/o Tony Blair. Los corderos representan los ataques, pero no los terroristas. En tal sentido, ellos son neutrales; ni buenos ni malos, son simplemente el destino que le espera a toda la gente codiciosa. Y el narrador representa todos los países pequeños que han sido castigados por la mano de Bush. Si el cuento no fue escrito con esta intención, lo encuentro, en tal caso, en extremo coincidente [...]. Pero los escolios no concluyen aquí, pues el 6 de abril llega este nuevo aporte: Sólo quería agregar algo al comentario anterior de que Nefario simboliza a Bush, al gobierno de Estados Unidos, etc. Observo que el cuento específicamente dice que los corderos que participan en el castigo son cincuenta, número que, por supuesto, es el mismo de los Estados Unidos. Entonces, si quisiéramos interpretar esto como un mensaje antiBush, yo propondría que el mensaje no consiste en que nosotros seremos atacados por el resto del mundo, sino que los norteamericanos tolerarán la codicia, las mentiras y la desinformación de su gobierno/presidente por sólo cierto tiempo. [...] Pero yo diría que [el cuento] es una buena pieza, especialmente en el contexto de la interpretación del 11 de septiembre. Según parece, los atentados terroristas ocurrieron el 11 de septiembre de 2001. Y, si yo no escribo bajo los efectos de algún alucinógeno, puedo afirmar que «La corrección de los corderos» se publicó por primera vez el domingo 30 de septiembre de 1979 en el suplemento cultural del diario La Nación, de Buenos Aires, y fue luego incluido en el volumen En defensa propia (Buenos Aires: Editorial de Belgrano; 1982, págs. 59-65). Es decir, con una antelación de casi un cuarto de siglo. De manera que, al traducir erróneamente cierto 11 de Septiembre por otro cierto September 11 que ninguna relación tiene con aquél, ambos exegetas anglófonos han logrado la hazaña de leer lo que no está escrito en ninguna parte. Reproducido con autorización de Rinconete, del Centro Virtual Cervantes (<cvc.cervantes.es/el_rinconete/>) Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 199 Traducción y terminología <www.medtrad.org/panacea.html> El Sistema Internacional de unidades: aspectos prácticos para la escritura de textos en el ámbito de las ciencias de la salud Javier Hellín del Castillo* Resumen: El Sistema Internacional de unidades, que deriva del sistema métrico internacional, ha sido aceptado en la mayoría de los países del mundo como sistema legal de unidades de medida y es unánimemente recomendado por las sociedades científicas y organizaciones de normalización. El Sistema Internacional no sólo establece y define el conjunto de unidades a utilizar y las relaciones entre ellas, sino que también da reglas fijas acerca de cómo deben escribirse los resultados de las mediciones. En el ámbito de las Ciencias de la Salud, la OMS recomienda vivamente el uso del Sistema Internacional desde hace algunas decenas de años. No obstante esto, en los textos científicos y médicos en español no es infrecuente encontrar numerosos errores y vacilaciones en la escritura de las unidades de medida, en parte explicables porque no abundan las publicaciones en esta lengua donde se recopilen las normas del Sistema Internacional de una manera sistemática y práctica. En el presente artículo he pretendido recoger esas normas, relativas a la escritura correcta de las mediciones, tanto en su parte numérica, como en lo que se refiere a los símbolos y nombres de las unidades. The Système International d’Unités: practical considerations for writing texts in the health sciences Abstract: The International System of Units (Système International d’Unités, SI), derived from the international metric system, has been accepted in most countries of the world as the legal system of units and measures, and is unanimously recommended by scientific societies and standardization organizations. The SI not only establishes and defines a set of units and the relationships between them, but also provides rules about how the results of measurements should be written. In the area of the health sciences, WHO has strongly recommended use of the SI for several decades. However, in scientific and medical texts in Spanish it is not infrequent to find numerous errors and inconsistencies in how units of measure appear in print. This is explainable in part because of the scarcity of publications in Spanish that compile the rules of the SI in a manner that is systematic and practical. In this article I have tried to bring together those rules relating to the correct way to write measurements as regards both their numerical element and the symbols and names of units. Palabras clave: Sistema Internacional, SI, unidades de medida, símbolos internacionales, escritura de cifras. Key words: International System of Units, SI, units of measure, international symbols, numbers. Panace@ 2004; 5 (17-18): 200-207. Introducción Antes de exponer brevemente la historia del Sistema Internacional de unidades, se puede aportar alguna luz sobre su aceptación internacional comentando el camino seguido por su antecesor, el sistema métrico. La Ilustración, como parte de su ideario a favor de la Razón y contra el Antiguo Régimen, se enfrentó al caos medieval de unidades de pesos y medidas y le opuso un sistema métrico racional. Ya en los primeros momentos de la Revolución Francesa, Delambre y Méchain iniciaron los trabajos para la elaboración del sistema métrico decimal midiendo el arco de meridiano entre Dunkerque y Barcelona.1 El paso al sistema métrico no fue fácil, ni siquiera en la Francia revolucionaria, porque el precio de las cosas se expresa por unidades de medida, y es sabido que, en temas económicos, no es raro que los humanos se muestren muy conservadores. La adopción del sistema métrico de unidades, durante el siglo XIX y el inicio del XX, por la mayoría de los países del mundo fue en gran parte debida a sus indudables ventajas en términos de unicidad, coherencia y facilidad respecto a los caóticos sistemas anteriores, que variaban no sólo de país a país, sino entre regiones e incluso ciudades.1 Aunque no se puede ignorar que, en muchos casos, esa adopción tuvo un componente político e ilustrado, lo cierto es que el sistema métrico llegó hasta donde nunca llegaron las tropas napoleónicas. En el Imperio británico hubo, por el contrario, empecinada resistencia al metro y sus derivados. No así, inicialmente, en los Estados Unidos de América, que, como era lógico dada su sintonía política con los ideales de la Revolución Francesa, se mostraron muy tempranamente favorables al sistema métrico. Sin embargo, no llegó a desarrollarse esta predisposición, y los estadounidenses siguieron usando las medidas británicas, incluso algunas en versiones más antiguas que las oficiales en el Reino Unido.1,2 * Licenciado en Bioquímica y Biología Molecular. Gerente de Calidad, Abbott Científica S. A., Madrid (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. 200 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología <www.medtrad.org/panacea.html> El sistema métrico original sólo se ocupaba de las unidades de longitud, masa, superficie y volumen, así que había que complementarlo con otras unidades para otras magnitudes distintas de éstas, y así surgieron en la primera mitad del siglo XX diversos sistemas, como el MKS (metro, kilogramo, segundo) y el CGS (centímetro, gramo, segundo), según cuáles fueran las unidades seleccionadas. Con un propósito unificador y normalizador, la XI Conférence Genérale des Poids et Mesures (CGPM) adoptó en 1960 una extensión del sistema métrico decimal a seis unidades fundamentales —más tarde serían siete— y otras derivadas de éstas, a la que denóminó Système International d’Unités, que se abrevia como «SI» en todos los idiomas.3 La resolución WHA 30.39, adoptada en mayo de 1977 por la XXX Asamblea Mundial de la Salud, órgano de máxima autoridad de la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomendó a la comunidad científica y a los médicos de todo el mundo que adoptaran el SI. La OMS ha publicado guías sobre la aplicación del SI a las ciencias de la salud.4 Actualmente, tanto en el Reino Unido como en los EE. UU. la mayoría de los científicos usan el Sistema Internacional de unidades, pese a que las unidades tradicionales siguen en activo para la vida cotidiana. En lo que respecta a las disposiciones legales sobre las unidades de medida, describo seguidamente la situación en la Unión Europea y en España. Al final del presente artículo el lector podrá encontrar más detalles sobre lo legislado sobre estos temas. En 1971, el Consejo de las Comunidades Europeas adoptó el SI en el ámbito comunitario.5 La Directiva 80/181/CEE es la disposición legal que unifica las disposiciones comunitarias sobre las unidades de medida legales en la CEE, que son las del SI más algunas que no son de este sistema y que se admiten transitoriamente.6 En España, el Sistema Internacional de unidades es de uso legal desde 1967 (Ley 88/1967 de 8 de noviembre). El Real Decreto 1317/1989, de 27 de octubre, establece con detalle las definiciones de las unidades legales de medida del SI, los símbolos y prefijos y sus normas de uso.7 En el ámbito de la normalización, la ISO (Organización Internacional de Normalización) ha emitido la Norma Internacional ISO 1000: 1992, cuya versión en español es la UNE 82103, publicada por AENOR (Asociación Española de Normalización y Certificación). Esta norma describe el SI y recomienda su uso.8 En el «Anexo» final detallo las versiones españolas —vigentes y obsoletas— de las normas internacionales relacionadas con este tema. La mayoría de las sociedades científicas internacionales del campo de las ciencias de la salud se han definido claramente a favor del uso del SI. Podemos citar, entre otras, las siguientes: • • Comité Internacional de Normalización en Hematología (de la Sociedad Internacional de Hematología); Federación Internacional de Química Clínica (IFCC, International Federation of Clinical Chemistry); Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 • UIQPA, Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC, International Union of Pure and Applied Chemistry).4 Y en los países anglosajones no faltan tampoco las sociedades científicas nacionales que lo recomiendan; por ejemplo, la American Medical Association.9 Como conclusión, no hay duda de que en el entorno científico internacional la recomendación unánime es a favor del uso del SI. Adicionalmente, en la mayoría de los países del mundo constituye el conjunto legal de unidades. Lo que no obsta para que en la práctica todavía haya muchos que no hacen un uso correcto del SI o no siguen todas sus normas. Es de interés para el traductor de textos científicos saber que el SI no sólo se ocupa de las definiciones de las unidades y de precisar los símbolos de éstas y sus prefijos, sino que detalla también las reglas a seguir para la escritura de los símbolos y de las cantidades. Reglas que habrán de tenerse en cuenta en la redacción de un texto científico, para producir un texto final acorde con las recomendaciones del SI. Estas reglas de escritura tienen, en muchos casos, un sólido fundamento matemático y lógico, como es el caso de la poderosa herramienta del análisis dimensional, que facilita sobremanera los cálculos, así como las conversiones de unidades, y evita los errores. Al traducir un texto científico que no use las unidades del SI o las reglas de escritura de este sistema, habrá que considerar la necesidad de transformar las unidades del original a unidades del SI, así como aplicar las reglas de escritura de éste. Es una tarea delicada, pero no hacerla originará un texto final que podría ser inadmisible o incomprensible para el lector. Cierto grado de flexibilidad es, no obstante, posible, ya que, como se verá, se admiten oficialmente una serie de desviaciones a las normas, siguiendo el criterio de facilitar las cosas y respetar ciertos usos arraigados. A continuación expongo los aspectos del SI que pueden tener interés en el ámbito de la traducción médica, especialmente en lo que se refiere a la escritura de unidades, unidades derivadas, símbolos, prefijos y cantidades numéricas, sin entrar en aspectos más físicos como pueden ser la definición de las unidades o las equivalencias entre ellas. Para este resumen he utilizado principalmente la más reciente edición del SI, la 7.ª, de 1998, con correcciones del 2000.3 Las unidades del sistema internacional Las unidades básicas y sus símbolos Las unidades básicas son el metro (m), el kilogramo (kg), el segundo (s), el amperio (A), el kelvin (K) —que no se llama «grado kelvin»—, el mol (mol) y la candela (cd). Resulta curioso que el nombre internacional de la candela se escriba así, en español. En 1948 la CGPM hubo de buscar un nombre sencillo para la nueva unidad de intensidad lumínica, que se llamaba en ese momento new candle, y se propuso y aceptó el nombre español «candela» para esa unidad.3 Como veremos más adelante, los múltiplos y submúltiplos de las unidades se forman añadiendo unos determinados pre201 Traducción y terminología fijos al nombre de la unidad o a su símbolo. En el caso de la unidad de masa, el kg, los prefijos se añaden al símbolo del gramo (g) o a su nombre, y no al del kilogramo. Ej.: 10-6 kg = 0,001 g = 1 mg (un miligramo), pero no es correcto expresarlo como 1 µkg (un microkilogramo). La explicación de esta singularidad de la unidad de masa tiene que ver con la historia del sistema métrico. En un principio, la unidad de masa del sistema métrico era el gramo pero, a la hora de fabricar un patrón, éste resultaba una cantidad demasiado pequeña para su realización física con precisión suficiente. Lo que sí podían era fabricar una pesa patrón de un kilogramo; así lo hicieron y esta pesa patrón acompañó a la barra patrón del metro y al recipiente patrón del litro. Finalmente, fue el kilogramo, y no el gramo, la unidad de masa escogida para el sistema métrico. Unidades derivadas Las unidades derivadas se definen como potencias, multiplicaciones y cocientes de las unidades básicas. Algunas de ellas han recibido un nombre especial y un símbolo particular. Son las siguientes (aquí escritas utilizando su nombre internacional: hertz (Hz), newton (N), pascal (Pa), joule (J), watt (W), coulomb (C), volt (V), farad (F), ohm (Ω), siemens (S), weber (Wb), tesla (T), henry (H), lumen (lm), lux (lx), becquerel (Bq), gray (Gy), sievert (Sv) y katal (kat). Escritura y nomenclatura de las unidades del Sistema Internacional El CIPM (Comité International des Poids et Mesures), organización internacional siguiente a la CGPM en la escala jerárquica metrológica, considera que la ortografía de los nombres de las unidades SI que derivan de nombres de personas debe ser la internacional, manteniéndose invariable en los diversos idiomas.4 Sin embargo, en español es muy frecuente castellanizar los nombres de las unidades —aunque eso nos aparta de lo preconizado por el CIPM—. Legalmente, en España es posible hacerlo, ya que el Decreto 1317/1989 permite usar las denominaciones castellanizadas —además de las internacionales—, siempre que estén reconocidas por la Real Academia Española.7 Como indica José Martínez de Sousa, el último diccionario de la Real Academia Española (DRAE) no incluye versión españolizada para todas las unidades. En efecto, en la edición de 1992 del DRAE figuraban opciones como, por ejemplo, el kelvinio y el weberio, ahora sustituidas, en la edición del 2001, por kelvin y weber, que que se corresponden con las denominaciones del SI. Partiendo de esta situación, Martínez de Sousa concluye que, en textos científicos, lo más apropiado sería usar la denominación internacional. 10 Lo que ha ocurrido es que la edición del 2001 del DRAE se ha alineado con la Norma Española UNE 82103:1996,8 versión preparada por la AENOR de la Norma Internacional ISO 1000: 1992, renunciando a versiones españolizadas como kel202 <www.medtrad.org/panacea.html> vinio, weberio, etc., que la UNE 82103 no recogía, pero manteniendo otras adaptaciones, como hercio, voltio, vatio, etc., que si incluía esta norma. Algunos nombres de unidades no varían —ni en el DRAE del 2001 ni en la UNE 82103— respecto al nombre internacional, como es caso del kelvin, el newton, el pascal, etcétera. En todo caso, los nombres de las unidades básicas del sistema métrico (metro, kilogramo, segundo), y de otras como el litro, siempre se han usado en su forma española en textos escritos en español, y lo mismo pasa en otras lenguas. Según se opte por usar los nombres internacionales de las unidades derivadas o las versiones españolas, podríamos tener textos alternativos, como los siguientes: Un watt equivale a un joule por segundo. Un vatio equivale a un julio por segundo. En mi opinión, es preferible utilizar las versiones españolas de los nombres de las unidades —los que figuran en el DRAE, edición del 2001, y en la UNE 82103—, incluso en textos científicos, puesto que la coherencia del texto final será mayor. Las unidades básicas siempre van a estar en versión españolizada (metro, kilogramo, segundo, litro), y no parece consecuente que, por el contrario, las unidades derivadas no lo estén. Como indica José Martínez de Sousa, en ciertos casos en los que la Academia ha mantenido la grafía internacional no se ha añadido la tilde que en español deben llevar.10 Lo mismo ocurre en la norma UNE 82103. Sería el caso del siémens, del wéber y del siévert. Lo lógico, por tanto, es utilizar la versión correctamente tildada de estas unidades. En la página siguiente incluyo una tabla con los nombres internacionales de las unidades y las versiones en español, según la Real Academia y según la UNE 82103. Los nombres de las unidades no se escriben con mayúscula inicial, aunque deriven de nombres de personas, excepto cuando sean la primera palabra de una frase. En español, el plural de los nombres de las unidades que derivan de nombres de personas se forma añadiendo una -s, excepto si acaban en -s, -x o -z.10 Ej.: vatios, newtons, pascals, siemens, kelvins… En el caso de la unidad de flujo luminoso, el lumen, que no deriva de ningún nombre propio, el plural en español sería lúmenes.10 De igual manera, el plural de la unidad de actividad catalítica, el katal, sería katales. Símbolos de las unidades Las iniciales de los símbolos de las unidades son letras mayúsculas cuando derivan de nombres de personas: A, K, Hz, N, Pa, J, W, C, V, S, F, S, Wb, T, H, Bq, Gy, Sv. Un caso especial es el del ohmio, cuyo símbolo es Ω. Los símbolos de las unidades que no derivan su nombre de nombres propios se escriben en minúscula: m, kg, s, mol, cd, lm, lx, kat. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología <www.medtrad.org/panacea.html> Símbolo Nombre oficial del SI3 Nombre en el DRAE 200110 Nombre en la UNE 821038 Unidades básicas metro kilogramo segundo m kg s mètre kilogramme seconde metro kilogramo segundo A ampère amperio K mol cd kelvin mole candela kelvin mol candela rad sr Hz N Pa J W C V F Ω S Wb T H ºC lm lx Bq Gy Sv kat radian stéradian hertz newton pascal joule watt coulomb volt farad ohm siemens weber tesla henry degré Celsius lumen lux becquerel gray sievert katal min h d º ´ ´´ l, L t minute heure jour degré minute seconde litre tonne kelvin mol candela Unidades derivadas radián radián estereorradián estereorradián hercio hercio newton newton pascal pascal julio julio vatio vatio culombio culombio voltio voltio faradio faradio ohmio ohmio siemens* siemens* weber* weber* tesla tesla henrio henry, henrio grado Celsius grado Celsius lumen lumen lux lux becquerel becquerel gray gray sievert* sievert* (no figura) (no figura) Unidades aceptadas para su uso con el SI minuto minuto hora hora día día grado grado minuto minuto segundo segundo litro litro tonelada tonelada Np neper (no figura) (no figura) B bel belio bel, belio eV électronvolt electronvoltio u ua unité de masse atomique unifiée unité astronomique ------------- ampere, amperio electronvolt, electronvoltio unidad de masa atómica unificada (no figura) Magnitud longitud masa tiempo corriente eléctrica temperatura termodinámica cantidad de substancia intensidad lumínica ángulo plano ángulo sólido frecuencia fuerza presión energía, trabajo potencia, flujo radiante carga eléctrica diferencia de potencial capacidad resistencia eléctrica conductancia eléctrica flujo magnético densidad de flujo magnético inductancia temperatura Celsius flujo lumínico iluminancia actividad de la radiación dosis absorbida dosis equivalente actividad catalítica tiempo tiempo tiempo ángulo plano ángulo plano ángulo plano volumen masa cantidades en logaritmos neperianos, presión sonora cantidades en logaritmos base decimal, presión sonora, atenuación energía masa longitud * Estas unidades, en español, deberían llevar tilde: siémens, wéber y siévert.10 Nota: aunque existe una versión del SI en inglés, la versión oficial es la francesa, de donde he tomado el nombre internacional de las unidades. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 203 Traducción y terminología Los símbolos de las unidades se escriben en caracteres redondos. No se deben poner en cursiva o negritas aunque el texto que los rodee vaya así escrito. Los símbolos de las unidades no se rematan con un punto, ya que no son abreviaturas, sino símbolos. Los símbolos no cambian en el plural y, por ello, no se les debe añadir una -s al final. Por ejemplo: cinco metros se escribe también 5 m, pero no 5 ms, que corresponde en realidad a cinco milisegundos. Al describir una magnitud no se deben mezclar los nombres de unas unidades con los símbolos de otras; o bien se usan solo símbolos o bien los nombres completos. Ej.: no es correcto escribir gramos/ml, ni g/mililitro, pero sí es correcto g/ml o gramos/mililitro. Otras unidades Unidades no pertenecientes al SI cuyo uso se admite Se admiten plenamente algunas unidades, aunque no pertenezcan al SI, tales como el minuto (min), la hora (h), el día (d), el litro (l, L), la tonelada (t), el bel o belio (B), etcétera. Unidades no pertenecientes al SI cuyo uso se acepta, pero no se recomienda Se admiten algunas unidades en ciertos campos debido a lo extendido de su uso. Son, entre otras, las siguientes: la milla náutica (sin símbolo), el nudo (sin símbolo), el bar (bar), el ångstrom (Å), la hectárea (ha), el área (a), etcétera. Unidades que se recomienda dejar de utilizar Pueden aparecer en textos antiguos, pero no se deberían usar: la micra (µ), el ergio (erg), el gauss (G), el oersted (Oe), el maxwell (Mx), el curio (Ci), el roentgen (R), el rad (rad), el rem (rem), la atmósfera (atm), la caloría (cal), etcétera. Unidades que el SI desaconseja, pero que son legales en la Unión Europea Aparte de que el SI explícitamente recomiende no usarlas —por ejemplo, el curio— o simplemente no las mencione —el milímetro de mercurio—, hay algunas unidades que son legales en la Unión Europea, puesto que la Directiva 80/181/CEE, modificada por la Directiva 89/617/CEE, las ha admitido, adicionalmente a las del SI, de manera temporal, hasta que cada Estado miembro decida dejar de autorizarlas.6, 16 Por ejemplo: la dioptría, el milímetro de mercurio (mm Hg), el curio (Ci), el roentgen (R), el rad (rad), el rem (rem), etcétera. Unidades de temperatura: el grado Celsius El grado Celsius (ºC) es una unidad admitida en el SI, igual en magnitud al kelvin. No se llama grado centígrado, sino grado Celsius. Es una excepción a la regla de que los nombres de las unidades se escriben en minúsculas, ya que «grado Celsius» se escribe con la C inicial de Celsius mayúscula. Esta unidad puede utilizarse para expresar un intervalo o 204 <www.medtrad.org/panacea.html> diferencia de temperaturas. El símbolo del grado Celsius es ºC, un símbolo unitario que se representa siempre junto, sin disociar sus dos componentes. Al escribirlo, se debe dejar un pequeño espacio entre el número y el símbolo, como ocurre en otras unidades, pero no se deja espacio entre el º y la C. El símbolo de grado Celsius no debe interpretarse como si fuera un signo de grado (geográfico o geométrico, que se escribe pegado a la cifra) y luego una C separada. Ej.: 27 ºC es correcto, y no lo es 27ºC, ni tampoco 27º C. Unidades de volumen: el litro Según la Conférence Genérale des Poids et Mesures (CGPM), el litro debe considerarse en realidad un nombre especial del decímetro cúbico.3 En EE. UU. y en algún otro país se ha preferido la ele mayúscula (L) como símbolo del litro, en vez de la ele minúscula (l), que era el símbolo internacional desde 1879.12 A raíz de esto, la CGPM aprobó en 1979 una excepción a las normas del SI, y decidió que los dos símbolos, L y l, podían utilizarse como símbolo del litro. La justificación ofrecida en la resolución aprobada fue que en muchas tipografías el símbolo de litro escrito con ele minúscula (l) se confunde con el número 1, confusión que se evitaba con el uso de la ele mayúscula (L).3 Ej.: 1 l (un litro), en ciertos tipos de letra, podría confundirse con 11 (once), La justificación de esta excepción por la posibilidad de ese tipo de confusión es bastante discutible. En el ejemplo anterior podemos ver que, aunque el tipo de letra usado no distinga la ele minúscula del uno, la posibilidad de error en la interpretación es baja, ya que por un lado la falta de la unidad de medida tras el once alertaría al lector de que algo falla, y por otro lado hay que tener en cuenta que el espaciado no es el mismo entre dos números que van seguidos y entre un número y el símbolo de una unidad, que deben llevar un espacio intermedio. Esta posibilidad de confusión quizá podía plantearse en 1979, época en la que se usaban las máquinas de escribir mecánicas. Actualmente, los tipos de letra disponibles en los ordenadores personales están diseñados en su mayoría para diferenciar el uno de la ele minúscula. En 1990, el CIPM revisó de nuevo la situación, pero decidió que todavía no era posible decantarse por uno de los dos símbolos, que siguen, por tanto, siendo ambos oficiales.3 Teniendo en cuenta la pobre justificación que hemos visto tiene el uso de la ele mayúscula y el hecho de que, en español, lo tradicional durante años ha sido usar el símbolo internacional de la ele minúscula (l), resulta desaconsejable utilizar la ele mayúscula (L) como símbolo del litro en textos escritos en español. En todo caso, la CGPM prefiere que, allí donde sea posible, se usen las unidades de medida de volumen del SI, es decir múltiplos y submúltiplos del m3, y se evite el litro, especialmente si se ha de combinar con otras unidades del SI.12 El CIPM (Comité International des Poids et Mesures) recomienda no utilizar el litro ni sus múltiplos o submúltiplos Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> para medidas precisas de volumen.3 A diferencia de lo habitual en las ciencias de la salud, en las que está muy extendido el uso de los submúltiplos del litro mililitro (ml) y microlitro (µl), en otros campos científicos se prefiere expresar el volumen en unidades del SI. En efecto, en física, fisica química, etc., se prefiere el cm3 al ml y el mm3 al µl. Unidades de concentración No se debería utilizar el término «molaridad» y su símbolo, M, sino las unidades equivalentes del SI,4 es decir, el mol partido por la unidad de volumen, que se puede expresar de cualquiera de estas formas: mol l-1, mol/l, mol dm-3 y mol/dm3. Unidades de presión: medidas de la tensión arterial La OMS recomendó en 1980 que la tensión arterial se indicara, durante un período transitorio de varios años, tanto en kilopascals como en milímetros de mercurio (mm Hg), y que, pasado un tiempo —no precisado— de coexistencia y adaptación, se acabaran abandonando los milímetros de mercurio.4 Casi 25 años después, puede constatarse que la recomendación de la OMS no ha tenido mucho éxito y que en los informes se siguen expresando las medidas de tensión arterial en milímetros de mercurio. Unidades de energía: nutrición Con optimismo, la OMS vaticinó en 1980 que la unidad de energía del SI, el julio o joule, acabaría reemplazando a la confusa unidad llamada caloría (los valores de energía que se daban en calorías frecuentemente eran en realidad kilocalorías).4 Parece esto que todavía no ha ocurrido, y la kilocaloría sigue utilizándose. Actualmente, en la Unión Europea, en el etiquetado de los productos dietéticos o alimenticios coexisten las kilocalorías con los kilojulios. Sobre los prefijos y su escritura Los prefijos del SI, que indican múltiplos y submúltiplos de las unidades, se anteponen directamente al nombre de la unidad, sin signo de puntuación entre ellos y la unidad. Los prefijos, además de su nombre, también tienen su correspondiente símbolo, que se usa con el símbolo de la unidad. Kilo- (factor multiplicador por 103) y los prefijos con factores multiplicativos inferiores al kilo-, se escriben en minúscula, tanto el nombre como el símbolo: kilo- (k); hecto- (h), múltiplo de factor 102; deca- (da), múltiplo de factor 10; deci- (d), divisor por 10; centi- (c), divisor por 102; mili- (m), divisor por 103; micro- (µ), divisor por 106; nano- (n), divisor por 109, etcétera. En cambio, en los prefijos superiores a kilo-, el nombre del prefijo se escribe en minúsculas, pero el símbolo es una mayúscula: mega- (M), factor multiplicativo por 106; giga- (G), por 109; tera- (T), por 1012; etcétera. Son incorrectas, por estos motivos y los anteriormente explicados sobre los símbolos de las unidades, expresiones como las siguientes (por cierto, de aparición bastante frecuente): Km (por km), Kg (por kg), Kw, KW o kw (por kW)... Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología También podemos encontrar textos con símbolos incorrectos como los siguientes:11 Kº por K (kelvin), cc por cm3, H por h (hora), Hg por hg (hectogramo)... No se deja espacio entre el prefijo y el símbolo de la unidad. Un espacio como ese se presta a confusión, ya que podría pensarse que indica la multiplicación de dos unidades de una magnitud diferente. Ej.: el milisegundo (ms); si dejáramos un espacio tras el prefijo, podría confundirse con el metro-segundo (m s). No deben usarse prefijos compuestos por la yuxtaposición de dos o más prefijos. Se debe escoger el prefijo más adecuado a la cantidad en cuestión. Ej.: 1 nm (un nanómetro) es correcto, y no lo es 1 mµm (un milimicrometro). Escritura de las magnitudes: cifras, prefijos y unidades Cómo expresar la multiplicación de una o más unidades Para denotar el producto se admiten el punto bajo u ordinario (.), el punto alto (·) o un pequeño espacio entre los símbolos, dando preferencia al punto alto.3, 7,13 Ej.: N.m = N · m = N m. Al nombrar en voz alta dos unidades que se están multiplicando, se recomienda simplemente nombrarlas una tras otra, evitando la preposición «por», que también puede significar división.14 Así, por ejemplo, N · m no debe leerse «newton por metro», ya que eso podría confundirse con N/m, sino «newton metro». Al escribir el nombre completo, sin abreviar, de las unidades que se están multiplicando, se recomienda usar un guión para enlazar las unidades integrantes.14 De esta manera, por ejemplo, kW · h debería escribirse «kilovatio-hora» y no «kilovatio hora». Entre científicos, estas confusiones son improbables, ya que usan y leen frecuentemente estas expresiones mediante potencias negativas.14 Por ejemplo, g/cm3 puede leerse «gramos por centímetro cúbico» y podría confundirse con g · cm3, pero será leído por un científico como «gramos centímetro a la menos tres» (g cm-3). El plural de las unidades derivadas se forma con el plural de la primera unidad integrante del producto o con la del numerador del cociente.14 Ej.: cinco litros-minuto (5 l · min). 23 miligramos por centímetro cúbico (23 mg/cm3). Escritura de cifras Se recomienda usar la coma como separador de decimales;7,13 sin embargo, en ciertos países, y en los textos en inglés, se usa el punto ordinario (bajo) como punto decimal. El SI acepta ambos para separar la parte entera de la decimal.3 205 Traducción y terminología Así, el SI acepta tanto escribir 138,45 como 138.45. En los países que emplean la coma decimal es costumbre usar el punto bajo como separador de unidades de mil. Y en los que usan el punto decimal no es infrecuente utilizar la coma como separador de grupos de mil. Por ejemplo, en España, tres mil doscientos con quince se escribe tradicionalmente 3.200,15, mientras que la misma cifra puede escribirse en EE. UU. 3,200.15. Para una persona de un país en que se use la coma, que no frecuente la lectura de textos en inglés y que no conozca las normas del SI, el problema que plantea el uso del punto como separador de decimales es que puede confundirse con el separador de unidades de mil. Por ejemplo, si dos con trescientos cincuenta y cuatro milésimos (2,354) se escribe con punto decimal (2.354), una persona de un país donde se usa la coma decimal podría confundirlo con dos mil trescientos cincuenta y cuatro. Por otro lado, para una persona de un país en que se use el punto decimal, ciertas cifras donde se haya usado el punto como separador de miles podrían mover a confusión. Por ejemplo, tres mil cuatrocientos cincuenta y ocho escrito 3.458 podría confundirse con tres con cuatrocientos cincuenta y ocho milésimos (3,458). Como separador de miles, el SI recomienda dejar un pequeño espacio entre grupos de tres cifras,3,7,13 y prohíbe usar la coma o el punto como separador de grupos de cifras, reservándolos para separar la parte decimal. Es decir: 12368 se debe escribir 12 368 y no 12.368. 3425082,04 se debe escribir 3 425 082,04 y no 3.425.082,04. Fernando Navarro,15 tras consultar las versiones digitales de las páginas de economía de los diarios más prestigiosos de los países hispanoamericanos, indica que el uso del punto como separador decimal, además de en los anglosajones, parecte estar extendido en los países hispanohablantes de Norteamérica y Centroamérica (con la excepción de Costa Rica), mientras que en Sudamérica (con alguna duda respecto al Perú) y en España el uso de la coma como separador decimal tiende a ser más frecuente. En Puerto Rico parece que se usa el punto, y en Cuba, la coma. Teniendo en cuenta que el SI lo permite, lo lógico es usar ya sea el punto, ya la coma decimales según lo acostumbrado en cada país y, en ambos casos, separar los grupos de tres cifras sólo con un espacio pequeño y nunca con coma o punto. Por otro lado, los años deben escribirse con cifras seguidas, sin separación de las unidades de mil mediante un espacio o un punto.7,13 Ej.: el año 1989 no se debe escribir 1.989 ni tampoco 1 989. Potencias Cuando el símbolo de un múltiplo de una unidad lleva un exponente, éste afecta no solamente a la parte del símbolo que designa la unidad, sino al conjunto de prefijo y unidad.3 Por ejemplo, 1 km2 = 1 (km)2, es decir, equivale a (1 000 m)2 = 206 <www.medtrad.org/panacea.html> 1 000 000 m2 (área de un cuadrado de 1 km de lado), y no es lo mismo que 1 k(m2) que equivaldría a 1 000 m2. Cocientes Cuando una unidad sea el cociente de otras dos, se puede utilizar la barra oblicua (/) o, mejor aún, potencias negativas. Nunca se introducirá más de una barra oblicua en una misma línea, a menos que se añadan paréntesis, para evitar ambigüedades.3,7 Ej.: se escribirá m/s2, o bien m s-2 o m · s-2, pero nunca m/s/s. Otro ejemplo: expresar las unidades de una dosis como mg/kg/día puede interpretarse matemáticamente de dos maneras muy distintas: como (mg/kg)/día o como mg/(kg · día) —que es lo correcto—, y debería escribirse mg kg-1 día-1 o mg/(kg · día) para evitar cualquier error en la interpretación. Disposiciones legales europeas y españolas El Consejo de las Comunidades Europeas aprobó el 18 de octubre de 1971 la Directiva 71/354/CEE, por la que se adoptaba el SI en el ámbito comunitario.4 El 20 de diciembre de 1979, la Directiva 80/181/CEE derogó a la 71/354/CEE. Esta directiva mantiene las unidades del SI como unidades de medida legales, unifica todas las disposiciones comunitarias sobre las unidades de medida, las define y detalla sus símbolos y escritura.5 Posteriormente, la Directiva 89/617/CEE modificó la 80/181/CEE, estableciendo unos plazos transitorios durante los cuales se permitía el uso de ciertas unidades tradicionales en algunos Estados miembros de la Comunidad.16 En España, la Ley 88/1967, de 8 de noviembre de 1967, estableció el Sistema Internacional de unidades como el sistema de unidades de medida de uso legal. Acompañando a la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE), y para armonizar la legislación española con la comunitaria, se promulgó el Real Decreto Legislativo 1296/1986, de 28 de junio, que ratificaba que las unidades legales de medida en España eran las unidades del SI. Desarrollando el Real Decreto Legislativo 1296/1986, se promulgó el Real Decreto 1317/1989, de 27 de octubre, que establece con detalle las definiciones de las unidades legales de medida —que son las del SI—, los símbolos y prefijos y sus normas de uso. También requiere que los aparatos de medida lleven sus indicaciones en una unidad de medida legal a partir del 31 de diciembre de 1990.7 En el Boletín Oficial del Estado (BOE) se publicó el 24 de enero de 1990 la corrección de errores del Real Decreto 1317/1989. El Real Decreto 1737/1997,17 del 20 de noviembre, modifica algunos detalles del Real Decreto 1317/1989. Agradecimientos Los acertados comentarios y sugerencias de M.ª Verónica Saladrigas me han sido de mucha utilidad para la redacción de este artículo. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> ANEXO Versiones en español de normas internacionales que hacen referencia al Sistema Internacional de unidades y a la escritura de símbolos matemáticos UNE 82103:1996. Unidades SI y recomendaciones para el empleo de sus múltiplos y submúltiplos y de algunas otras unidades. Totalmente equivalente a la Norma Internacional ISO 1000:1992. Anula y sustituye a la UNE 5002:1984, que anula a su vez a: UNE 5001:1973, UNE 5002-1:1975, UNE 5002-2:1975, UNE 5028:1955, UNE 5029:1970 y UNE 5030:1971. UNE 82100-0:1996. Magnitudes y unidades. Parte 0: Principios generales. Equivalente a la Norma Internacional ISO 31:1992. UNE 82100-11:1996. Magnitudes y unidades. Parte 11: Signos y símbolos matemáticos para su uso en las ciencias físicas y en tecnología. Totalmente equivalente a la Norma Internacional ISO 31-11:1992. Anula y sustituye a UNE 5100-11:1987, que, a su vez, anula a: UNE 5100-11:1985 EX, que anula a la UNE 5010:1953. Siglas utilizadas AENOR: Asociación Española de Normalización y Certificación BOE: Boletín Oficial del Estado CEE: Comunidad Económica Europea CGPM: Conférence Générale des Poids et Mesures CGS: Centímetro, gramo, segundo CIPM: Comité International des Poids et Mesures DRAE: Diccionario de la Real Academia Española. IFCC: International Federation of Clinical Chemistry (Federación Internacional de Química Clínica) ISO: International Standardization Organization (Organización Internacional de Normalización) IUPAC: International Union of Pure and Applied Chemistry (Unión Internacional de Química Pura y Aplicada) MKS: Metro, kilogramo, segundo OMS: Organización Mundial de la Salud SI: Système International d’Unités Bibliografía 1. Alder K. La medida de todas las cosas. Madrid: Taurus; 2003. 2. Chisholm LJ. The English and U.S. customary weights and measures systems. Encyclopaedia Britannica 2003 [CD-ROM]. Encyclopaedia Britannica Inc.; 2003. <www.britannica.com/eb/ article?tocId=13617> [consulta: 10.6.2004]. 3. Bureau International des Poids et Mesures (BIPM). Le Système international d’unités (SI). 7.ª ed. BIPM; 1998. <www.bipm.org/ en/si/si_brochure/> [consulta: 10.5.2004]. 4. Organización Mundial de la Salud. Las unidades SI para las profesiones de la salud. Ginebra: OMS; 1980. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología 5. Directiva 71/354/CEE, de 18 de octubre de 1971, relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros sobre las unidades de medida (Diario oficial de las Comunidades europeas n.º L 243, 10.29.1971. p. 29). <europa.eu.int/smartapi/cgi/sga_doc ?smartapi!celexapi!prod!CELEXnumdoc&lg=ES&numdoc=3197 1L0354&model=guichett> [consulta: 10.6.2004]. 6. Directiva 80/181/CEE, de 20 de diciembre de 1979, relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros sobre las unidades de medida, de derogación de la Directiva 71/354/CEE. (Diario oficial de las Comunidades europeas, n.º L 39, 2.15.1980. p. 40U). <europa.eu.int/smartapi/cgi/sga_doc?smartapi!celexapi!pr od!CELEXnumdoc&lg=ES&numdoc=31980L0181&model=guich ett> [consulta: 10.6.2004]. 7. Real Decreto 1317/1989, de 27 de octubre (BOE del 3.11.1989). 8. Asociación Española de Normalización y Certificación. Unidades SI y recomendaciones para el empleo de su múltiplos y submúltiplos y de algunas otras unidades. Norma española UNE 82103. Madrid: AENOR; 1996. 9. Young DS. Implementation of SI units for Clinical Laboratory Data. Ann Inter Med 1987; 106: 114-129. 10. Martínez de Sousa J. Ortografía y ortotipografía del español actual. Gijón: Trea; 2004. 11. Martínez de Sousa J. Diccionario de ortografía técnica. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Pirámide; 1987. 12. Burtis CA, Ashwood ER. Tietz Textbook of Clinical Chemistry. 2.ª ed. Filadelfia: Saunders; 1994. 13. Real Academia Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa; 1999. 14. Tapia Granados JA. Kilómetro por hora, años-persona, ji cuadrado: temas dimensionales, métricos y algebraicos en la redacción y traducción de textos científicos. Puntoycoma 2204; 87. <europa. eu.int/comm/translation/bulletins/puntoycoma/87/pyc876_es.htm> [consulta: 10.6.2004]. 15. Navarro F. (¿Y el punto decimal?). En MedTrad (grupo electrónico de discusión) [en línea], 16.6.2004. Mensaje 012533, archivado en <listserv.rediris.es/archives/MedTrad.html>. 16. Directiva 89/617/CEE, de 27 de noviembre de 1989, por la que se modifica la Directiva 80/181/CEE relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros sobre las unidades de medida (Diario oficial de las Comunidades europeas, n.º L 357, 7.12.1989. p. 28). <europa.eu.int/smartapi/cgi/sga_doc?smartapi! celexapi!prod!CELEXnumdoc&lg=ES&numdoc=31989L0617&m odel=guichett> [consulta: 10.6.2004]. 17. Real Decreto 1737/1997, de 20 de noviembre (BOE del 3.11.1997). <www.boe.es/g/es/boe/dias/1997-12-03/seccion1.php#00001eevvv> [consulta: 10.6.2004]. 207 Traducción y terminología <www.medtrad.org/panacea.html> Kilómetro por hora, ji cuadrado, días-hormiga: temas dimensionales, métricos y algebraicos en las tareas de redacción, edición y traducción* José A. Tapia Granados** Resumen: Este trabajo comenta algunos aspectos básicos de teoría métrica, análisis dimensional y álgebra relativos a las magnitudes y cantidades de uso habitual en la vida cotidiana y en todos los campos de las ciencias naturales y sociales. Se trata de aspectos muy generales, cuyo conocimiento parece necesario para todos los implicados en la redacción de textos en castellano. El artículo presta especial atención a algunos problemas que surgen al traducir del inglés, explica las ambigüedades matemáticas a las que da lugar la preposición «por» y discute la forma de expresar la precisión de las mediciones y los conceptos de medición, recuento, magnitud, cantidad, dimensión, cantidades adimensionales, unidades básicas y unidades derivadas, etc. Se discute con detalle la formación de magnitudes derivadas obtenidas por multiplicación o división de magnitudes y se proponen cuatro reglas para formar y nombrar correctamente las unidades de las magnitudes derivadas por multiplicación de magnitudes. Se discute la expresión «ji cuadrado», equivalente a la frase inglesa chi square, a menudo incorrectamente traducida como «chi cuadrado». “Kilómetro por hora, ji cuadrado, días-hormiga”: dimensional, metric and algebraic issues in writing, editing and translating into Spanish Summary: This paper develops some basic ideas on metric theory, dimensional analysis, and algebra in connection with the quantities and magnitudes commonly used in everyday life and in all the natural and social sciences. Knowledge of these general issues is important for anyone writing in Spanish. Besides specifically addressing some of the problems that arise when translating from English to Spanish, the text explains the mathematical ambiguities created in Spanish by the preposition por and discusses how to express the precision of measurements and the concepts of measurement, count, quantity, magnitude, dimension, dimensionless magnitudes, basic units and derived units, etc. There is also a detailed discussion of how to form magnitudes derived by multiplying or dividing magnitudes. In addition, four rules are given for correctly forming and naming in Spanish the units for magnitudes derived by multipliying magnitudes. The expression ji cuadrado (“chi square” in English), which is often incorrectly translated into Spanish as chi cuadrado, is also discussed. Palabras clave: lenguaje científico, fórmulas dimensionales, unidades derivadas. Key words: scientific writing (in spanish), dimensional formula, derived units. Panace@ 2004; 5 (17-18): 208-216. Para M. L. B. Dice Jesús Mosterín que la profusa variedad de conceptos científicos se puede reducir a tres tipos de conceptos: clasificatorios, comparativos y métricos. Los conceptos clasificatorios vienen dados por los sustantivos y adjetivos del lenguaje ordinario y corresponden a lo cualitativo (dureza, mamífero, masa, conmutativo, anticiclónico), mientras que los conceptos métricos corresponden a lo cuantitativo (nanómetro, ohmio, pH) y los conceptos comparativos o topológicos (menor, izquierda, lateral), a un tipo intermedio. Ahora bien, según Mosterín, «los conceptos métricos, también llamados conceptos cuantitativos o magnitudes, no tienen correspondencia en el lenguaje ordinario. Son una creación original del lenguaje científico». Quizá sea esa la razón por la que algunas personas con muy buena capacidad verbal tienen enormes dificultades con lo cuantitativo y temen a las matemáticas y a los números como a una especie de misterio. Este trabajo explica algunos aspectos básicos relativos a las magnitudes y cantidades de uso habitual en la vida cotidiana y en todos los campos de las ciencias naturales y sociales. Me decidí a escribirlo tras comprobar por diversas lecturas y * Esta es una versión algo modificada de la comunicación titulada «Kilómetro por hora, años-persona, ji cuadrado: temas dimensionales, métricos y algebraicos en la redacción y traducción de textos científicos» que el autor presentó ante el II Congreso Internacional «El español, lengua de traducción», celebrado en Toledo del 19 al 22 de mayo del 2004 (<www.toledo2004.net/index.php>). ** Institute of Labour and Industrial Relations, Universidad de Michigan, Ann Arbor (Michigan, Estados Unidos). Dirección para correspondencia: [email protected]. 208 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> discusiones que muchas personas cultas tienen ideas imprecisas o abiertamente equivocadas sobre estos temas, lo que a mi juicio es fruto casi siempre de la falta de familiaridad con los conceptos básicos de la teoría de la medición, el análisis dimensional y el álgebra. Pero esos campos se refieren a aspectos muy generales conectados con todas las ciencias básicas y aplicadas, y en la redacción, edición y traducción de textos científicos —y muchas veces también en textos generales o literarios— surgen continuamente problemas relacionados con estos ámbitos. Así, por ejemplo, para traducir correctamente del inglés al castellano una frase como pooled person-time added up to 988.0 woman-years, aunque sea inconscientemente habrá que resolver problemas de teoría de la medición y de análisis dimensional (más adelante volveré a esta frase). Todos los implicados en la labor científica o en la labor editorial o de traducción deberían conocer al menos los fundamentos de la teoría métrica y del análisis dimensional. Un físico español que contribuyó considerablemente al desarrollo del análisis dimensional fue Julio Palacios, miembro de la Real Academia Española, presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y, también, autor del libro Análisis dimensional, obra que tuvo suficiente repercusión en el mundo científico como para que fuera traducida al inglés y publicada por la editorial británica Macmillan (lamentablemente, para preparar este texto solo he tenido a mi alcance esa versión traducida y no la versión original en castellano). Que Julio Palacios se preocupaba por las cuestiones de terminología y traducción queda claro, por ejemplo, por los comentarios sobre correspondencias inglés-español que aparecen en el prefacio a la edición inglesa de su libro: To achieve a good English translation has proved to be a difficult task. One of the problems has been to find the proper words for the Spanish terms magnitud (abstract concept) and cantidad (each of the particular states of a magnitud). At first sight, one would think that these words ought to be translated by ‘magnitude’ and ‘quantity’ respectively, but it seems that they have the transposed meaning, because magnitude has in English the same meaning as ‘amount’ which would be translated in Spanish by cantidad, whilst the Spanish version of the phrase [...] ‘dimensions of physical quantities’ would be ‘dimensiones de las magnitudes físicas’. On the other hand, one finds in the books that to the statement: cantidad = medida × unidad corresponds: quantity = measure × unit which shows that in this case ‘quantity’ is the English word for cantidad. Hence, the term ‘quantity’ is used in both senses. [...] I have discussed this subject with some English physicists and we have decided to use ‘quantity’ for magPanace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología nitud and ‘amount’ for cantidad. Of course, this must be considered as a provisional compromise which may serve as a first step towards a better solution. Como tantas veces ocurre en asuntos de traducción y terminología, ni las soluciones de un autor son tenidas en cuenta por otros ni se resuelven los problemas de ambigüedad y falta de precisión terminológica. Actualmente, ni en castellano ni en inglés hay definiciones claras del significado científico exacto de términos como «cantidad», «magnitud», quantity, magnitude o amount. Para evitar las ambigüedades, cuando más adelante presente ciertos conceptos básicos del análisis dimensional, daré algunas definiciones operativas. Times, per, by y for, cuatro preposiciones inglesas para el «por» castellano Bentham decía que nunca es tan difícil destruir el error como cuando éste tiene sus raíces en el lenguaje. A menudo las disonancias entre el habla, o incluso la lengua escrita, y los formalismos matemáticos plasmados en fórmulas y ecuaciones embarullan el análisis de los conceptos científicos. En el mundo de habla hispana un factor que contribuye a crear confusión en las cuestiones dimensionales es el significado, consagrado por millones de usos coloquiales y técnicos —y, en ese sentido, imposible de evitar—, de la preposición «por» para indicar dos operaciones matemáticas exactamente contrarias, la multiplicación (o producto) y la división. Así, cuando decimos «cuatro por siete, veintiocho» (4 × 7 = 28) o que una mesa tiene una superficie de dos metros por tres metros, estamos indicando multiplicaciones (2 m × 3 m, o sea, 6 m2). Por el contrario, cuando decimos que en una escuela hay 300 alumnos y 20 maestros y por tanto hay 15 alumnos por (cada) maestro (15 alumnos/maestro), ese por expresa una división. Igualmente expresan división el por de «120 kilómetros por hora», con el que indicamos una velocidad, o el de «2,3 casos por 1000 personas», que se refiere a la frecuencia de una enfermedad en una población. Que este por que expresa división da lugar a confusión más de una vez resulta evidente cuando se ve, por ejemplo, expresada la frecuencia de una enfermedad en «casos × 1000», o una tasa de mortalidad en «defunciones × 100 000», lo cual es claramente incorrecto (lo correcto sería «casos/1000» o «defunciones/100 000»). La ambigüedad matemática de las denotaciones de por en español no tiene una correspondencia clara en inglés, donde los dos significados matemáticos de nuestro por corresponden a times (para la multiplicación) y per (para la división). Así «dos por cuatro, ocho» es two times four is eight, mientras que «milla por hora» es mile per hour y «casos por millón» es cases per million. Sin embargo, en inglés también existen las preposiciones by y for, que pueden verterse como «por» al castellano y que a menudo dan lugar a problemas. En frases como a room 7 feet by 10 feet el by inglés indica multiplicación, y «multiplicar por» sería en inglés to multiply by. Pero «dividir por» es en inglés to divide by, y así podemos decir, por ejemplo, «6x2 divided by 3x is 2x». De esta forma, la ambigüedad matemática del por en castellano encuentra cierto paralelismo en los usos del by inglés. Por si 209 Traducción y terminología fueran pocas esas ambigüedades, hay una confusión entre el by y el for que muchas veces da lugar a error en traducciones al español hechas por personas que no saben mucho inglés. Así, por ejemplo, en la jerga de los economistas to substitute capital for labor significa «sustituir trabajo por capital», mientras que to substitute labor for capital significa lo mismo que to substitute capital by labor, es decir, exactamente lo contrario, «sustituir capital por trabajo». Igualmente, to replace aspirin for morphine significa sustituir la morfina por aspirina, mientras que to replace aspirin by morphine es sustituir la aspirina por morfina. En traducciones al español de textos en inglés no es infrecuente encontrar frases mal traducidas en las que, por ejemplo, se habla de sustituir máquinas por mano de obra cuando lo que decía el original inglés, substitute machinery for labor power, era exactamente lo contrario. Cantidades, unidades y precisión de la medición Las cantidades que se manejan habitualmente en la vida cotidiana y en las ciencias naturales o sociales suelen ser de dos tipos, recuentos y mediciones (en inglés, counts y measurements, respectivamente). Los recuentos son resultado de contar las unidades naturales de algo (en jerga matemática, expresan la cardinalidad de un conjunto) y, forzosamente, son un número natural, es decir, un entero positivo. Ejemplos de recuentos son la población de una villa, el número de tonterías que dice una persona en una conversación (suponiendo que no pueda decirse ni media tontería ni un tercio de tontería), el número total de orejas de los estudiantes de una clase, el aforo de un teatro (o sea, el total de asientos) o los automóviles salidos de una fábrica en un año. Las mediciones o medidas son en cambio el resultado de comparar una cantidad con una cantidad arbitraria llamada unidad métrica, unidad de medición o medida. El resultado de dicha comparación indica cuántas veces está contenida en la cantidad medida la unidad de medición. El resultado de la medición depende así no solo de la unidad de medida, sino de la precisión con la que estimemos la magnitud. La altura de una persona puede medirse en metros, en centímetros, en milimicras o en pulgadas, y así la estatura de Fulano puede expresarse como 1,8 m, o bien 180 cm. Según la teoría de la medición, si esas medidas están adecuadamente expresadas, al decir que Fulano mide 1,8 m lo que realmente indicamos es que fue medido con un dispositivo métrico cuya exactitud llegaba a la décima de metro y que la altura medida fue más cercana a la marca de 1,8 que a las de 1,7 o 1,9. Por lo tanto, su altura estaba en un intervalo entre 1,75 m y 1,85 m. En cambio, si la estatura se expresa como 180 cm, lo que realmente se indica es que el resultado de la medición estuvo entre 179,5 cm y 180,5 cm. Así, a pesar de que estaturas expresadas como 1,8 m o como 180 cm son aparentemente lo mismo, realmente la medida expresada en centímetros refleja una estimación estatural mucho más precisa. De lo dicho se deduce inmediatamente que 1,80 m sí es equivalente a 180 cm. Por lo tanto, si las cifras están utilizadas correctamente, el cero después de la coma decimal en «1,80 cm» tiene una función métrica importante y no debe eliminarse sin más, como hacen a veces editores, redactores o traductores que no están al tanto de estos asuntos. 210 <www.medtrad.org/panacea.html> Contar y medir Los físicos denominan magnitud a una propiedad física que puede medirse. El resultado de la medición de una magnitud, dado por un número y una unidad, es una cantidad. Tanto las cantidades como los recuentos tienen unidades. Así, si medimos una distancia, las unidades serán kilómetros, yardas o leguas; la capacidad de una cuba será una cantidad en litros, galones, fanegas o metros cúbicos; la temperatura de un paciente vendrá expresada en grados Celsius o centígrados en la mayor parte de los países, pero serán grados Fahrenheit en Nueva York o en Chicago. En cambio, si contamos las partículas de la corteza atómica, tendremos un recuento de electrones; si contamos una piara, las unidades serán cerdos; si contamos el contenido de una canasta de frutas, las unidades serán naranjas, manzanas… lo que corresponda. Como ya se dijo, las unidades en las que se expresa un recuento están dadas por la naturaleza misma de lo que se cuenta. Claro que al contar se abstraen las características concretas de las unidades contadas y si contamos un racimo de uvas y el resultado es 25, en esas 25 uvas puede haber uvas grandes y pequeñas, y uvas verdes, uvas maduras y uvas podridas. Para contar una población humana en la que hay varones y mujeres podemos contar independientemente unos y otras, o bien abstraer dicha diferencia y contar «personas». De la misma manera, si abstraemos la naturaleza concreta de las frutas, podremos contar cuántas «piezas» o «frutas» hay en un canasto en el que hay peras y manzanas, pero obviamente, como nos enseñaron en el colegio, no podemos sumar directamente peras con manzanas. En las cantidades resultado de una medición, la unidad elegida, que llamaré en adelante unidad métrica, es arbitraria y no viene dada, como en los recuentos, por la naturaleza concreta de lo que se quiere cuantificar. Así, la distancia entre dos ciudades puede medirse en kilómetros, millas terrestres, millas marinas y, por qué no, también en pulgadas o años-luz. Pero, sea cual sea la unidad métrica en la que damos una distancia, la dimensión de dicha magnitud es siempre la misma. Cuando en el ámbito de las ciencias naturales básicas —la física y la química— se desarrolló la teoría de la medición, hace ya un par de siglos, se creó un campo científico denominado «análisis dimensional», que es el que se encarga de analizar las unidades y las dimensiones correspondientes a diversas magnitudes y cantidades. Un aspecto básico del análisis dimensional es que las cantidades que se usan en la ciencia y en la vida cotidiana son realmente productos matemáticos. Cuando decimos por ejemplo «30 metros», realmente estamos expresando el resultado de acumular 30 veces la unidad «metro». Así, 30 metros son realmente 30 × m, siendo «m» el símbolo de «metro». Igualmente, lo que en el habla habitual expresamos al decir «cuatro melocotones» matemáticamente se refiere al producto del número abstracto «4» por la unidad «melocotón», y si, por ejemplo, para hacer uso del alfabeto griego denominamos con la letra µ al melocotón abstracto, esos cuatro melocotones son 4 × µ (o, simplemente, 4µ). El análisis dimensional enseña que los recuentos tienen unidades, pero no dimensiones. Mientras que los recuentos son magnitudes adimensionales, las mediciones tienen tanto unidades como dimensiones. Pero ¿qué se entiende por dimensión? Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Podríamos considerar la dimensión de una magnitud como aquello que resulta de abstraer las particularidades de todas las unidades en que puede medirse. Así, la dimensión «longitud» sería lo que tienen en común el metro, la yarda, la pulgada, el año-luz, la versta rusa, el li chino, la milla terrestre, la milla marina... La dimensión tiempo es lo que tienen en común el milisegundo, el minuto, la semana, el lustro y el siglo. Los físicos dicen que una magnitud es una propiedad física que se puede medir. Entonces, podemos concebir la dimensión de una magnitud como el aspecto común a todas las propiedades que se pueden medir en unidades similares (convertibles). La longitud de onda de una vibración sonora, las distancias interatómicas en una molécula, los diámetros de los orgánulos celulares o el espacio recorrido por un móvil en un segundo son todas ellas «longitudes». Lo que tarda un péndulo en hacer su recorrido, el lapso que transcurre desde el orto hasta el ocaso, el periodo en que se desintegran la mitad de los átomos de una sustancia radiactiva... son todos ellos «tiempos». En ciencias sociales el análisis dimensional está mucho menos desarrollado, pero podemos considerar que las cantidades en euros, yenes japoneses, dólares estadounidenses o reales brasileños expresan todas ellas la dimensión «dinero». Traducción y terminología Pero como la unidad resultante de dividir una milla por una hora o, dicho en términos coloquiales, la milla por hora, tiene un nombre especial, «nudo», se usa ese nombre especial y se dice así que el barco navega a una velocidad de 20 nudos. El nudo es un caso particular, porque buena parte de las cantidades que se investigan en la ciencia se expresan en unidades derivadas que no tienen nombre especial y que se obtienen simplemente por división o multiplicación de unidades básicas. Así, la velocidad suele expresarse en kilómetros (divididos) por hora (km/h) o en metros (divididos) por segundo (m/s). La fórmula dimensional de la velocidad es así L/T, o sea, longitud dividida por tiempo. Pero dividir una cosa por otra es lo mismo que multiplicar la primera por la inversa de la segunda, y la inversa de una cantidad puede expresarse como esa cantidad elevada a –1. Por lo tanto: Dimensiones básicas y dimensiones derivadas Las dimensiones de una magnitud se expresan mediante su fórmula dimensional, que es el producto de potencias de las cantidades o dimensiones fundamentales con las que se define una magnitud física. Aunque esta definición parece difícil de entender para los no versados en matemáticas, los ejemplos la aclararán. Como las unidades de longitud, de masa o de tiempo expresan aspectos definidos, delimitados e irreducibles a otras magnitudes, los físicos comenzaron a considerar estas tres magnitudes o cantidades como magnitudes o cantidades fundamentales y para expresar la dimensión de cada una de ellas escogieron simplemente la letra inicial, generalmente mayúscula (aunque, por ejemplo, Emiliani usa minúsculas). Así la fórmula dimensional de la longitud es L, la de la masa, M y la del tiempo, T. En cambio, las unidades en las que se expresan otras cantidades son claramente definibles como unidades derivadas de las unidades de longitud, masa o tiempo. Si para hallar la superficie de un rectángulo multiplicamos su base, 3 metros (es decir, 3 × m), por su altura, 7 metros (o sea, 7 × m), el resultado será (3 × m) × (7 × m). Y como el orden de los factores no altera el producto, (3 × m) × (7 × m) = (3 × 7) × (m × m) = 21 × m2, es decir, 21 m2. El ejemplo muestra cómo la unidad de superficie que denominamos «metro cuadrado» es simplemente el resultado de multiplicar un metro por sí mismo, es decir, elevarlo al cuadrado. Como, sea cual sea la unidad en que se mide la longitud, al multiplicar esa unidad por sí misma para obtener una superficie obtendremos esa unidad al cuadrado, todas las superficies tendrán la dimensión L2, ya que toda unidad de superficie es una longitud elevada al cuadrado. La velocidad se define como el resultado de dividir el espacio recorrido por el tiempo invertido en recorrerlo, de forma que si un barco navega 40 millas en dos horas, su velocidad será Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Eliminando el punto que indica el producto —como se hace casi siempre en álgebra superior—, la fórmula dimensional de la velocidad resulta LT-1. Las dimensiones de la velocidad quedan expresadas como el producto de la longitud elevada a la primera potencia (L = L1) y el tiempo elevado a -1. La aceleración es el cambio de la velocidad por cada unidad de tiempo, de forma que si la velocidad disminuye 10 m/s cada 5 segundos, la aceleración es Eso significa que en cada segundo la velocidad disminuye 2 m/s, lo que se expresa diciendo que la aceleración es de –2 m/s2, o bien 2 ms-2. La lectura de expresiones como ésta a menudo da lugar a ambigüedad, porque si, por ejemplo, leemos m/s2 como «metro por segundo al cuadrado», sería posible interpretar que lo que queremos decir es «(m · s)2», es decir, «m2 · s2», o bien «m · s2», o incluso «(m/s)2», es decir, «m2/s2». Todo esto es muy peligroso, porque obviamente (m · s)2 no es lo mismo que (m/s)2 (que equivale a m2/s2). En general, los físicos prefieren escribir esa unidad de aceleración como m · s–2, y leen «metro segundo a la menos dos», expresión que, siendo muy poco elegante, resuelve en cambio las ambigüedades que introduce nuestra querida preposición «por». Por lo tanto, como la aceleración es siempre el resultado de dividir una velocidad por un tiempo, su fórmula dimensional es (LT -1)/T = LT -1 · (1/T) = LT -2. La fuerza se define en física como la masa multiplicada por la aceleración, y como la masa es magnitud fundamental con fórmula dimensional M, la fórmula dimensional de la fuerza 211 Traducción y terminología es M · LT -2, es decir, MLT -2. Una de las unidades de fuerza más usadas es el producto de multiplicar el kg masa por la aceleración en m/s2, o sea, El resultado se denomina «newton» y se abrevia N. Por lo tanto, un newton es simplemente el resultado de multiplicar un kilogramo por un metro y dividirlo por un segundo cuadrado. Esto puede parecer extraño para quien piense que solo se pueden multiplicar números y que es absurdo multiplicar kilogramos por metros o excavadoras por horas. Sin embargo, gracias a esas multiplicaciones «absurdas» obtenemos unidades que nos permiten medir cantidades que son importantes a efectos prácticos. Por ejemplo, supongamos que queremos comparar la cantidad de trabajo necesario para excavar dos túneles. En uno trabajaron 10 excavadoras, 200 horas cada una; en otro trabajaron 3 excavadoras durante 600 horas cada una. Si definimos la cantidad de trabajo como el producto del número de excavadoras por las horas trabajadas por cada excavadora, en el primer caso la cantidad de trabajo son 10 excavadoras × 200 horas, o sea, (10 × excavadora) × (200 × hora) = 2000 excavadora × hora. En el segundo túnel el trabajo invertido fueron (3 × excavadora) × (600 × hora) = 1800 excavadora × hora. De forma que, usando como unidad de trabajo la «excavadora multiplicada por hora» (unidad que presupone que la cantidad de trabajo invertida cuando una excavadora trabaja 10 horas es igual a la invertida cuando 10 excavadoras trabajan una hora), en el primer túnel se invirtieron 2000 unidades de trabajo y en el segundo solamente 1800. En un caso como este, lo habitual al referirse a esa cantidad de trabajo es decir que se gastaron tantas «horas-excavadora». Pero como el producto de los factores no altera el producto, «excavadoras-hora» también parece admisible. En cambio, a pesar de que estamos hablando del producto de una excavadora por una hora, ni «horas por excavadora(s)» ni «excavadoras por hora(s)» son buenas denominaciones para esa unidad, como se verá más adelante. Resulta, pues, que cualquier unidad de velocidad es una unidad de longitud dividida por una unidad de tiempo, y aunque km/h es un kilómetro dividido por una hora, se lee generalmente «kilómetros por hora». De la misma manera, si en el banco nos cambian 35 libras esterlinas por 70 dólares estadounidenses, el tipo de cambio es (35£)/(70$), o sea, 2 $/£, lo que se leería generalmente «dos dólares por libra». Igualmente, la presión que ejerce un cilindro que pesa 100 kg sobre su base de 20 cm2 es (100 kg)/(20 cm2) = 5 kg/cm2, lo que podría leerse, por ejemplo, como «cinco kilogramos por centímetro cuadrado». Aunque a veces se oye decir que Fulano iba como loco a no sé cuántos «kilómetros hora» o que es una vergüenza que la tarifa de abastecimiento de agua haya subido a tantos «euros metro cúbico», la omisión del «por» en estas expresiones suena vulgar y puede ser admisible en el habla coloquial, pero 212 <www.medtrad.org/panacea.html> no en un texto escrito o en el lenguaje culto. En castellano, al leerse unidades derivadas formadas por división de una unidad por otra, se usa yo diría que constantemente la preposición «por»: ciclos por segundo, toneladas por centímetro cuadrado, pasajeros por vagón. Eso crea problemas cuando de lo que se trata es de una unidad derivada formada no por división, sino por multiplicación. Así, en electricidad una unidad de energía (o «trabajo», como dicen a menudo los físicos) muy utilizada es la que resulta de multiplicar un kilovatio (kW) por una hora (h). Si un calentador eléctrico tiene una potencia de 50 kW y lo mantenemos funcionando 3 horas, la energía consumida serán 50 kW × 3 h = 150 kW × h. En términos matemáticos, kW × h (muchas veces escrito kW·h), expresa claramente que se trata del producto de un kilovatio por una hora, pero si decimos «kilovatio por hora», como se ve a veces, parece que se trata justamente de un kilovatio dividido por una hora (kW/h). Por eso lo mejor y lo más aceptado es decir o escribir «kilovatio-hora» para describir con palabras esa unidad de consumo eléctrico. En general, entonces, las unidades derivadas formadas mediante división se nombran usando la preposición «por», y si se quiere formar el plural de dicha unidad, se pluraliza la unidad que está en el numerador. Así, g/cm2 suele leerse «gramo(s) por milímetro cuadrado»; kg/m3 es «kilogramo(s) por metro cúbico»; la frecuencia cardíaca se expresa en un «latidos (divididos) por minuto», y la velocidad angular, en «radianes (divididos) por segundo». Por el contrario, para denominar las unidades derivadas formadas mediante multiplicación simplemente se nombran las unidades una tras otra, y generalmente se escriben unidas por un guión. Así, por ejemplo, «kilovatios-hora» (para expresar energía eléctrica), «horas-trabajador» (para expresar cantidad de trabajo) o «toneladas-kilómetro» (para expresar la cantidad de transporte que tuvo lugar durante un año). De todo lo anterior deduzco las reglas que enunciaré a continuación, que nunca he visto escritas, pero que creo responden a la práctica científico-técnica en nuestro medio lingüístico y sirven para evitar ambigüedades y errores. Son las siguientes: 1. 2. 3. En castellano las unidades derivadas formadas por la multiplicación de otras dos unidades deben nombrarse mediante aposición de las dos unidades que se multiplican. No es correcto es estos casos expresar el producto mediante la preposición «por». Al escribir dichas unidades con el nombre completo, sin abreviar las unidades originarias, debe usarse un guión para enlazar las unidades integrantes. Para formar el plural de dicha unidad derivada basta pluralizar la primera unidad integrante del producto. Ejemplos: «kilovatio-hora»; plural: «kilovatios-hora». Formas incorrectas: «kilovatio por hora», «kilovatio hora». En diversos campos de la ciencia a menudo se desea cuantificar la cantidad de observación a que se somete un grupo. Por ejemplo, en estudios comparativos de la eficacia de distintos tratamientos a menudo se usan unidades formadas multiplicando la unidad biológica observada por la unidad de tiempo pertinente. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> De este modo, si se observan personas tratadas con un fármaco para ver cuán a menudo ocurre cierto efecto adverso, la unidad puede ser, por ejemplo, la persona-día, y así, si observamos a 10 personas durante una semana y a 4 personas durante 5 días, obtendremos un total de 90 unidades de observación —o sea, (10 × 7) + 4 × 5 = 70 + 20— que podemos denominar personas-día o días-persona, indistintamente. También podríamos usar como unidad de tiempo la semana y entonces tendríamos 90/7 = 12,86 (aproximadamente 13) semanas-persona o personas-semana de observación. Ahora bien, tanto el día como la semana son unidades métricas, de tiempo (por eso podemos usar decimales), mientras que las personas son unidades de recuento (no podemos tener 0,3 personas) y, por tanto, parece preferible decir semanas-persona en vez de personas-semana. Igualmente, para determinar la probabilidad de accidente en una central nuclear por año de funcionamiento puede dividirse el total de accidentes observados por el total de años de observación de centrales en funcionamiento. En el denominador habrá que poner, pues, una cantidad cuyas unidades son los «años-central» (mejor que «centrales-año»). El total de transporte de contenedores en un país puede cuantificarse, por ejemplo, en «kilómetros-contenedor» (mejor que «contenedores-kilómetro»). En estos casos el supuesto que se establece es que una persona observada durante x horas produce igual «cantidad de observación» que x personas observadas durante una hora e, igualmente, n centrales nucleares observadas durante un año generarán una cantidad de observación equivalente a la obtenida de una sola central observada n años (estas equivalencias son tanto menos creíbles a medida que los plazos considerados se diferencian más). En el caso de la cantidad de transporte, el de 500 contenedores transportados cada uno un kilómetro se considera equivalente al de un solo contenedor transportado 500 km. Si se observa la lógica de la formación de las unidades derivadas en estos casos, se puede deducir una cuarta regla que habría que añadir a las tres anteriores: 4. Cuando la unidad derivada está formada por el producto de una unidad métrica (una unidad de medida propiamente dicha) y una unidad de recuento, la unidad métrica debe anteponerse a la unidad de recuento, y el plural se formará pluralizando solamente la unidad métrica. Ejemplos: «horas-trabajador» (para medir la cantidad de trabajo insumido), «kilómetros-pasajero» (para cuantificar el transporte de personas en una red ferroviaria), «horasespectador» (para cuantificar el consumo de espectáculos deportivos), «meses-mujer» (para cuantificar el uso de píldoras anticonceptivas). Una persona familiarizada con estos conceptos que en un texto referido a un estudio de supervivencia de cáncer de mama encuentre la expresión pooled person-time added up to 988.0 woman-years producirá de una forma perfectamente lógica una traducción como «el total acumulado de personas-tiempo fue de 988,0 años-mujer». Obviamente, «el total acumulado de tiempo-personas...» también sería una traducción adecuada de pooled person-time. Como los recuentos no tienen dimensiones, la fórmula Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología dimensional de una cantidad de observación medida en horaspersona y una cantidad de transporte medida en horas-pasajero es exactamente la misma, T. Estas cantidades tienen como única dimensión el tiempo. Pero eso no significa que tengan las mismas unidades, como a veces se arguye incorrectamente. Números adimensionales y sin unidades El análisis dimensional enseña también que hay magnitudes que no tienen ni dimensiones ni unidades (en inglés, unitless numbers). Tomados como tales, números reales como π (cuyo valor aproximado es 3,1416), el número e (aproximadamente = 2,7183) o la raíz cuadrada positiva de 16, que, como sabemos, es 4, son entes sin dimensiones y sin unidades. Pero ¿por qué es π adimensional, por qué no tiene unidades intrínsecas? De la escuela secundaria debemos de recordar que la longitud l de una circunferencia es l = 2πr, lo que significa que para calcular la longitud de la circunferencia multiplicamos el número π por el doble del radio, es decir, por el diámetro. De forma que, llamando d al diámetro, l = π d. Si despejamos π de esta fórmula, resulta π = l/d, que significa exactamente que si dividimos la longitud de una circunferencia por el doble de su radio —es decir, su diámetro— obtenemos π. Los matemáticos de la antigüedad descubrieron que el cociente entre la longitud de una circunferencia y su diámetro es un número constante, y ese número es lo que llamamos π. Si, por ejemplo, medimos la circunferencia y el diámetro en pulgadas, al dividir una por el otro resultará algo así como: El resultado de dividir cualquier cosa por sí misma es el número adimensional 1, por lo tanto el resultado x/y no tiene unidades, es adimensional. Igualmente son adimensionales y sin unidades todas las magnitudes resultado de dividir una magnitud por otra magnitud similar. Si 7,9% expresa el desempleo en una región como tanto por ciento de desempleados respecto de la población económicamente activa (PEA), 7,9%, que es lo mismo que 7,9/100, o sea 0,079, es el resultado de dividir un número de personas (los desempleados) por otro número de personas, la PEA. Por ello es un número adimensional y sin unidades. Cualquier cociente entre dos cantidades expresadas en las mismas unidades es un número sin unidades y adimensional. El análisis dimensional ayuda a hacer cómputos sin cometer errores en las unidades. Supongamos por ejemplo que una libra esterlina (1 ₤) se cambia en el mercado de divisas por un dólar con ochenta y cinco centavos (1,85 $). Entonces, 1 ₤ = 1,85 $, y si llamamos t₤/$ al tipo de cambio de libras esterlinas a dólares y t₤/$ = 1,85 $/₤, el tipo de cambio de dólares a libras será t$/₤ = 1 ₤ / 1,85 $, es decir, t$/₤ = 0,54 ₤/$. Al multiplicar una cantidad en libras por el tipo de cambio de libras a dólares obtenemos la cantidad en dólares, como puede comprobarse: 20 ₤ × 1,85 $/₤ = (20 × 1,85) × (₤ × $/₤). Como en el segundo paréntesis la libra esterlina está tanto multiplicando como dividiendo, se elimina del numerador y del denominador, y el resultado son 37 $. 213 Traducción y terminología De formalismos matemáticos y de cómo leer expresiones algebraicas En aritmética nos enseñaron que la multiplicación se expresa con el aspa (×) o con el punto elevado (·) cuando se trata de números (3 × 4 = 3 · 4 = 12) y se lee mediante la preposición «por» («tres multiplicado por cuatro» o, simplemente, «tres por cuatro, doce»). La división se expresa mediante los dos puntos (:) o la barra de quebrado (/) y, como vimos, en la práctica se lee unas veces con la preposición entre y otras con la preposición por. Así, «7 : 3» (o bien «7/3») se lee «siete [dividido] entre tres» o «siete dividido por tres»). Sin embargo, como ya hemos visto, cuando la división no se refiere a números, sino a unidades, prácticamente siempre se lee con la preposición por; así, «metro por segundo» (m/s), «kilómetro por hora» (km/h), «amperio por segundo» (A/s). La matemática se basa en un lenguaje escrito altamente formalizado, repleto de normas que evitan la ambigüedad, mientras que el habla está llena de posibilidades de ambigüedad y polisemia. Si, por ejemplo, alguien dice «pi más equis al cuadrado», no queda claro si a lo que se refiere es a π + x2, o bien a (π + x)2. Mientras que la expresión «pi más equis al cuadrado» contiene 20 caracteres tipográficos y es una expresión ambigua, cualquiera de las dos expresiones algebraicas anteriores, π + x2 o bien (π + x)2, que contienen respectivamente 4 y 6 caracteres tipográficos (contando los paréntesis), es absolutamente precisa. Además, las expresiones algebraicas son comunes a todos los idiomas, y probablemente cualquier persona culta, sea brasileña, rusa o canadiense, entiende lo que significa (π + x)2 y sabe también que πr2 representa el área de un círculo de radio r. Por el contrario, cuando estas expresiones se ponen en palabras, cada idioma generará su propia lectura y se habrá acabado la posibilidad de comprensión mutua. En otros tiempos, los polinomios y los monomios se enseñaban en el álgebra de la enseñanza secundaria. Ignoro si esas cosas se siguen enseñando en España y en otros países. Lamentablemente, en los Estados Unidos muchos estudiantes llegan a la universidad sin saber casi nada de ellos. Pero no nos vayamos por las ramas y recordemos que un polinomio es una expresión algebraica como π + x2 o como 8x3 - 9x2 + 4x - 5, en la que varios monomios están unidos por la adición o suma (la substracción es la suma de un elemento con signo menos). En cada monomio solamente hay coeficientes numéricos y variables unidos por productos. Así, 8x3 es realmente el producto 8 · x · x · x. También es un polinomio la expresión ax2 - bx, en la que a y b son coeficientes de valor desconocido. Como en ax2 - bx hay solamente dos monomios, este polinomio se denomina «binomio». Para leer un polinomio, se lee cada uno de los monomios que lo integran, intercalando los «más» o «menos» que los unen. Como el monomio ax2 representa el producto del co214 <www.medtrad.org/panacea.html> eficiente a por el valor de x elevado al cuadrado, para leerlo podríamos decir, por ejemplo, «a multiplicado por equis elevado al cuadrado». Sin embargo, hay mucha palabrería en eso, y los matemáticos siempre buscan la concisión. Así, a pesar de que las fórmulas matemáticas están llenas de productos, casi siempre se obvian los signos de multiplicación, aunque a veces —raramente— se usa el punto elevado (·). El producto de dos variables x e y puede verse escrito alguna vez como x · y, pero lo habitual es escribir simplemente xy. El aspa (×) con la que se representa la multiplicación en aritmética no se usa casi nunca en álgebra para indicar el producto, por la muy posible confusión de ese símbolo con la letra x, que tanto se utiliza para indicar una variable. Y si se obvia el signo para indicar la multiplicación, casi siempre se obvia también la indicación verbal —el «por»— para indicar el producto. Muy raro será oír a alguien versado en matemáticas leer πx como «pi por equis», o 3z como «tres por zeta». Lo habitual será «pi equis» o «tres zeta». Pero volvamos a la lectura de ax2. El exponente 2 indica que la x está elevada al cuadrado, y por ello se puede leer ese monomio «a por equis elevado al cuadrado» como antes se dijo, pero como lo habitual es suprimir el «por», alguien podría pensar que esto se podría leer «a equis elevado al cuadrado». Lo malo de tal expresión es que puede entenderse como el producto ax elevado al cuadrado, es decir (ax)2, lo que es igual a a2x2. Y, ciertamente, ax2 no es igual a a2x2. Para evitar ese problema, al leer algo como a2x2 lo habitual es eliminar también todos los «elevado al» y seguir la convención matemática de expresar las potenciaciones leyendo el exponente 2 como «cuadrado» y el exponente 3 como «cubo». De esta manera, a2x2 es simplemente «a cuadrado equis cuadrado» y 6z3 es «seis zeta cubo». Los matemáticos se fijan sobre todo en sus fórmulas escritas y dan poco valor a cómo se leen dichas fórmulas, ya que lo importante es lo que está escrito. Por ello una misma expresión matemática será leída unas veces de una manera y otras de otra, ya que hay considerable laxitud en cuanto a la lectura de las fórmulas matemáticas, particularmente cuando hay paréntesis, fracciones, etc., en cuyo caso el dictado de una fórmula se aditamenta con todas las cláusulas necesarias para que la fórmula se escriba de la forma correcta. Un caso donde hay mucha ambigüedad es el de los exponentes de potencias más allá del cubo, que en general se leen como «a la cuarta», «a la quinta», etc., pero no es raro oír dichos exponentes leídos directamente. Un monomio como a4x2 se leerá muchas veces como «a cuatro equis dos» y todos lo entenderán, igual que se entenderá también a quien lo lea —con mucha más verbosidad— como «a (a la) cuarta (por) equis (al) cuadrado», o todas las variantes resultantes de eliminar una, varias o todas las partículas puestas entre paréntesis en la expresión anterior. Como las expresiones algebraicas que más se usan son los polinomios de primero, segundo o tercer grado (es decir, con la variable elevada a la primera, segunda o tercera potencia), la jerga desarrollada por los matemáticos para leerlos está más formalizada. Por lo general, al leer uno de esos polinomios se omiten todas las indicaciones de multiplicación y todos los «elevado a», el exponente 3 se lee «cubo» y el exponente 2 se Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Traducción y terminología <www.medtrad.org/panacea.html> lee «cuadrado». Así, por ejemplo, lo habitual es que a2x3 - bx2 se lea simplemente «a cuadrado equis cubo menos be equis cuadrado». Igualmente la fórmula que da la longitud del círculo, 2πr, se lee generalmente «dos pi erre» y su área, πr2, «pi erre cuadrado», mientras que el volumen de una esfera, es «cuatro tercios de pi erre cubo». Lo imprecisa que es la lectura de las ecuaciones matemáticas puede desconcertar a la gente de letras, pero tiene poca importancia para los matemáticos, que saben que lo importante, que es lo que está escrito, no es ambiguo. En cambio, como las expresiones matemáticas son —si están bien escritas— totalmente precisas, ya que existen convenciones que eliminan cualquier ambigüedad, los que no están muy versados en dichas expresiones a veces creen escribir una cosa cuando están escribiendo otra. Así, la mitad de la suma de dos números a y b puede escribirse letras. Esto no es correcto, pues, como hemos visto, expresiones como «equis cuadrado» (x2) o «erre cuadrado» (r2) son de uso muy frecuente en matemáticas y de ninguna manera deben considerarse incorrectas. La expresión χ2 es muy frecuente por referirse a una prueba estadística a la que se alude en inglés con chi square unas veces, con chi squared otras (y a veces uniendo ambos términos con un guión, en chi-squared test). Dicha expresión puede traducirse correctamente al castellano como «ji cuadrado» o «ji al cuadrado». Hay quienes mantienen que «ji cuadrado» es una expresión incorrecta, opinión que a mi juicio no tiene fundamento ni matemático ni gramatical. De hecho, para la gente versada en matemáticas «ji cuadrado» es más breve que «ji al cuadrado» y, por tanto, preferible. Por lo demás, quizá no esté de más decir aquí que desde hace siglos la letra griega χ se llama chi en inglés (pronunciado «cai», no «chi») y ji en castellano. Por ello los que hablan en español de «la prueba de chi cuadrado» (o, peor, del «test de chi cuadrado») revelan que están expresándose en espanglish, probablemente sin saberlo. Epílogo: días-hormiga pero si la barra horizontal del fracción se cambia a barra oblicua y se escribe a + b/2, lo que se está indicando es siempre la suma de a con la mitad de b, o sea Para expresar la mitad de la suma a + b usando la barra oblicua de fracción hay varias posibilidades, como escribir (a + b)/2, o bien ½ (a + b), o incluso a/2 + b/2. Pero, a no ser que a sea cero, a + b/2 no es lo mismo que ¿Metro al cubo o metro cúbico? ¿Ji al cuadrado o ji cuadrado? Toda persona culta sabe que, en castellano, m2 se lee «metro cuadrado», y m3, «metro cúbico». Pero según las nociones de análisis dimensional expuestas anteriormente el metro cúbico es una unidad de volumen con dimensión L3, es decir, consecuencia de multiplicar una longitud por sí misma tres veces, de la misma forma que el metro cuadrado es una unidad de superficie con dimensión L2. Esto significa que, en efecto, «metro cúbico» y «metro al cubo» son exactamente lo mismo, igual que son exactamente lo mismo «metro cuadrado» y «metro al cuadrado». Que se diga que la superficie de un espejo es «un metro cuadrado» y que casi nunca digamos que es «un metro al cuadrado» no significa que esta última expresión sea incorrecta desde el punto de vista matemático. Sin embargo, hay quienes mantienen que el exponente 2 se lee como «cuadrado» cuando afecta a una unidad de medida, pero que ha de leerse «al cuadrado» cuando afecta a cifras o a Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Primo Levi no cesa de ganar prestigio como uno de los escritores más interesantes del pasado siglo. Conocido sobre todo por su trilogía sobre su experiencia en Auschwitz —Si esto es un hombre, Los hundidos y los salvados y La tregua— y por esa fascinante combinación de química y literatura que es El sistema periódico, en la producción de Levi hay también obras difícilmente clasificables, como esa breve «entrevista», titulada «Las bodas de la hormiga», que comienza así: PERIODISTA: Señora, la veo muy ocupada. Espero no importunarla: para alguien como yo ésta es una ocasión única. REINA: Es eso que llaman ustedes una «exclusiva», ¿no? Bien, en primer lugar quítese de ahí. Quiero decir: quite los pies. Está arruinando la cúpula: al menos trescientos días-hormiga solo para reparar los desperfectos que ya ha causado. Nuestras cúpulas: o perfectas o nada. Nosotras, y yo especialmente, somos así. Obviamente, con eso de «trescientos días-hormiga» la hormiga reina se refiere al trabajo de 300 hormigas durante un día, o de 150 hormigas durante 2 días, o de 50 hormigas durante 6 días.... En italiano Levi escribió almeno trecento giorni-formica solo per riparari il danno... Y Miquel Izquierdo tradujo «días-hormiga». Las unidades parecen ser las apropiadas... Bibliografía Daintith J, Nelson RD. Dirs. The Penguin dictionary of mathematics. Londres: Penguin; 1989. De Jong F. Dimensional analysis for economists. Amsterdam: North Holland; 1967. Emiliani C. Dictionary of the physical sciences - Terms, formulas, data. Nueva York: Oxford University Press; 1987. Frey G. La matematización de nuestro universo (trad.: J. Barrio). Madrid: G. del Toro; 1972. Gómez Díaz R. Traducir los números. Puntoycoma 2002; (78): 10-18. 215 Traducción y terminología Huntley HE. Dimensional analysis. Nueva York: Rinehart; 1951. Jupp EW. An introduction to dimensional method. Londres: CleaverHume; 1962. Kleiber J, Estalella J. Compendio de física y química (5.ª edición). Barcelona: Gustavo Gili; 1938. Levi P. Nozze della formica. En: Opere, vol. III. Turín: Einaudi; 1986. p. 879-882. Levi P. 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Probablemente no, aunque muchas veces acabe confundiéndose el estrés con el cansancio, el desasosiego, la simple excitación o el hartazgo. Para aclarar el asunto, dice el Diccionario de la Real Academia Española de 1984 que ésta es la «situación de un individuo vivo, o de alguno de sus órganos o aparatos, que por exigir de ellos un rendimiento muy superior al normal, los pone en riesgo próximo de enfermar». Añade un adjetivo, estresante: «que produce estrés». En todo caso, cabría objetar que ya contábamos con un sustantivo, ansiedad, con el cual puede diagnosticarse la misma o muy similar patología. El responsable de acuñar este neologismo tiene nombre y apellido. Se trata de Hans Selye (1907-1982), un fisiólogo y médico vienés que, en la deriva de su actividad académica, decidió nacionalizarse canadiense. Figura en su currículo que ejerció como director del Instituto de Medicina y Cirugía Experimental de la Universidad Francófona de Montreal. En 1950 publicó su investigación más famosa, Stress, un estudio sobre la ansiedad que pronto pasó a figurar en los anaqueles de todas las bibliotecas de psiquiatría del mundo. A partir de la tesis de Selye, el estrés o síndrome general de adaptación pasó a resumir todo un conjunto de síntomas psicofisiológicos. En definitiva, es éste un síndrome desencadenado ante estímulos que por fuerza han de afrontarse. Cuando ese impulso adaptativo fracasa, el agotamiento del individuo es un hecho que suele originar más de un trastorno psicosomático. Pero soslayemos los rigores de esta sintomatología para leer las propias palabras de Selye en torno al origen de la voz que aquí nos interesa, pues en ellas queda resumido, y muy bien por cierto, el proceso que condujo a su difusión internacional: En 1946 el Collège de France me hizo el honor de pedir una serie de conferencias sobre el SGA (síndrome general de adaptación) [...] Como representaba a una universidad francocanadiense, hice un esfuerzo para expresarme en francés [...] No obstante no supe cómo traducir un anglicismo, la palabra stress, porque no podía encontrar un sustituto conveniente. Después de mi conferencia hubo un coloquio muy animado en el cual se planteó encontrar para la palabra stress una traducción correcta. Se discutieron una serie de términos y, al fin, los participantes en el debate decidieron por unanimidad que la palabra no tenía un equivalente exacto y que era necesario buscarlo. Sopesaron los pros y los contras y se decidió adoptar esta misma palabra, que sería del género masculino. Y así nació una nueva palabra francesa. [Citado por Néstor Luján en «Estrés», Cuento de cuentos: origen y aventura de ciertas palabras y frases proverbiales. Barcelona: Folio; 1994; 81-82.] Reproducido con autorización de Rinconete, del Centro Virtual Cervantes (<cvc.cervantes.es/el_rinconete/>) 216 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> Apuntes para la historia de MedTrad Resumen: En tan sólo cinco años, MedTrad se ha labrado un sólido prestigio en el campo de la traducción y la redacción especializadas en medicina, biología y disciplinas afines. En este artículo se pasa revista a los acontecimientos principales de la historia del grupo desde el punto de vista de las personas que lo han dirigido hasta la fecha. Las dos primeras partes abordan el pasado, mientras que la tercera se centra en el presente y el futuro inmediato. Los buenos resultados obtenidos por MedTrad demuestran fehacientemente que los grupos internéticos de este tipo son un instrumento novedoso de gran utilidad para impulsar el mejoramiento profesional de traductores, redactores, correctores de estilo y otros profesionales vinculados con el lenguaje científico. Por ello, sería de desear que el modelo medtradero se reprodujese en otras esferas especializadas de la traducción y la redacción técnicas. Estos apuntes podrían resultar útiles a quienes decidan acometer una empresa de tal naturaleza. Notes for the history of MedTrad Abstract: Over a span of only five years, MedTrad has earned a prestigious reputation in the field of translation and writing in the specialty areas of medicine, biology, and related disciplines. This article presents an overview of the main events in the history of the group from the perspective of those individuals who have served as its directors so far. The first two parts deal with the past, while the third focuses on the present and on the immediate future. MedTrad’s success provides ample evidence that Internet-based groups of this type are novel, highly useful instruments for the professional enhancement of translators, writers, copyeditors, and others who deal with scientific language in the course of their work. Thus, MedTrad serves as a model whose application in other specialty areas of technical translation and writing is highly desirable. These notes can prove useful to anyone wishing to undertake a task of this sort. Palabras clave: MedTrad, Medtradiario, traducción médica, lenguaje médico, listas de correo. Key words: MedTrad, Medtradiario, medical translation, medical language, mailing lists. Panace@ 2004; 5 (17-18): 217-225. I. Los comienzos: 1999-2003 Gustavo A. Silva* La prehistoria En el verano de 1999 llevaba yo un par de años participando en Translist, la lista de distribución para traductores creada por Harold Williams y Julio Juncal (v. recuadro), cuando me decidí a trasladar ese modelo, modificado, al campo de la traducción y la redacción médicas. Por aquel entonces conocía a varios médicos traductores y redactores e intuía que otros estarían interesados en el proyecto, de modo que empecé a tantear el terreno. En septiembre de ese año, propuse a una docena de colegas que formáramos una lista de ayuda mutua por correo electrónico y, tras su aceptación entusiasta e inmediata, comenzamos a intercambiar consultas en forma directa mediante el sencillo recurso de copiar la lista de destinatarios en cada mensaje. A los pocos días, inscribí la lista en eGroups, empresa posteriormente absorbida por Yahoogroups. De esta manera, MedTrad nació formalmente como un grupo internético el 13 de septiembre de 1999. Translist Translist comenzó con una idea de Harold Williams, en la forma de una lista de direcciones de correo electrónico que los «suscriptores» almacenaban en su libro de direcciones. En 1998, Julio Juncal la trasladó a la Internet con el nombre de Translist y bajo los auspicios de eGroups, una empresa luego adquirida por Yahoo! De 49 mensajes en agosto de 1998, Translist ha llegado a 794 mensajes en el mes de junio de 2004, con 629 suscriptores en diversos husos horarios. Aunque el tráfico de mensajes es intenso, hay casi siempre un «elenco estable» de suscriptores que preguntan y responden. Translist tiene tres moderadores: Hal Williams, Daryl Collard y Julio Juncal. Como Translist está dedicada exclusivamente a las preguntas sobre problemas lingüísticos de la traducción castellano ↔ inglés, Daryl Collard creó una lista com- * Fundador y primer coordinador de MedTrad. Washington, D. C. (Estados Unidos). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 217 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> plementaria, Transtopics, para discutir temas de interés general para los profesionales de la traducción. Por su parte, Julio Juncal administra otras listas complementarias: Termxchange y Termxchange2, donde se recoge material terminológico, y Transnotes, que recibe los textos publicados en dos weblogs: ntun.blogspot.com y transnotes.blogspot.com. Estos dos blogs, administrados por Julio Juncal, se usan para publicar las notas terminológicas del Servicio de Traducción al Español de las Naciones Unidas (Nueva York) y otras notas de interés para traductores, respectivamente. Translist aplica el criterio de que el traductor traduce a su lengua materna, y ello ha mantenido una cierta disciplina. Además, los suscriptores que se apartan de la etiqueta de la lista reciben un mensaje diplomático de Daryl Collard o, a veces, de Julio Juncal. Se han evitado las polémicas, en ocasiones vitriólicas, que son características de algunas listas de discusión. Todo ello en beneficio del servicio de consultas entre colegas, que fue la idea original de Hal Williams. Julio A. Juncal Nueva York (Estados Unidos) <www.yahoogroups.com/group/translist> <www.yahoogroups.com/group/termxchange> <www.yahoogroups.com/group/termxchange2> <www.yahoogroups.com/group/transnotes> <transnotes.blogspot.com> <ntun.blogspot.com> La importancia de llamarse MedTrad Cabe mencionar que el grupo nació con un nombre distinto («Médicos traductores»), de ahí el acrónimo que nos distingue. Sucede que en el momento de rellenar el formulario electrónico de inscripción, como había yo indicado que el grupo sería de «médicos traductores», el sistema propuso esta frase como nombre y, basándose en éste, el acrónimo «MedTrad» como la abreviación que se usaría con fines administrativos (por ejemplo, para formar la dirección de correo electrónico) y los acepté. Si hubiese tenido experiencia en estos menesteres, tal vez me hubiera detenido a reflexionar para escoger mejor. Sea como fuere, la voz se corrió en seguida, y nuestras filas empezaron a engrosarse rápidamente. Casi de inmediato, Fernando Navarro me convenció de que el grupo debía ampliar su alcance para incluir no sólo a médicos traductores y redactores, sino a traductores y redactores de medicina y ciencias afines. Fue así como decidimos cambiar el nombre a «Grupo de Medicina y Traducción» (aunque conservamos el acrónimo) en la página de bienvenida del local internético que nos asignó eGroups. Llevábamos algún tiempo funcionando bajo la nueva estructura cuando surgió de pronto un gran debate en torno al nombre completo del grupo y al acrónimo; al primero se lo tildaba (con razón) de poco informativo y demasiado amplio, mientras que al segundo se le reprochaba una presunta dificultad prosódica. Mucha tinta virtual corrió antes de que se decidiera seguir como habíamos empezado, al comprobar que no era posible cambiar el nombre ni el acrónimo originales sin tener que volver a fundar el grupo. Y aquí estamos, cinco años después. A todas estas, como yo había lanzado la iniciativa y hecho todas las gestiones, amén de ser el propietario y administrador del grupo ante la empresa eGroups, me fui convirtiendo en su cabeza visible sin que mediaran nombramiento ni elección algunos. Se puede decir que de manera natural me convertí en el coordinador de MedTrad, cargo informal que desempeñé con toda formalidad hasta el 29 de septiembre de 2003. 218 Debut en sociedad y derecho de admisión Volviendo a 1999, en octubre de ese año viajé a Madrid para asistir a las jornadas-taller sobre Problemas Terminológicos en Medicina, organizadas por la Asociación Española de Terminología (AETER) y a las que concurrieron varios medtraderos. Tres de ellos fueron también ponentes: Fernando Navarro, Ignacio Navascués y Joaquín Segura, y en sus intervenciones mencionaron con entusiasmo la reciente creación de MedTrad. Ignacio presentó incluso una diapositiva profética en la que aparecía la imagen de un cohete espacial en trance de despegue, rotulado con la inscripción «MedTrad». El interés que despertó la mención elogiosa de MedTrad por nuestros compañeros movió a Fernando Pardos, organizador de la reunión, a pedirme en cierto momento que me dirigiera al público para dar más detalles del proyecto y, sobre todo, explicar cómo podían afiliarse las personas interesadas. En las conclusiones, Fernando destacó que MedTrad era un nuevo recurso que debía tenerse en cuenta para el trabajo terminológico en medicna y ciencias afines. Al finalizar la reunión, llevaba yo en mi cartera una lista más o menos larga de nuevos miembros y el espaldarazo dado al grupo por AETER en las personas del desaparecido Ángel Martín Municio y, desde luego, de Fernando. Retrospectivamente, me doy cuenta de que aquella fue nuestra presentación en sociedad y nos salió que ni mandada hacer. Desde el comienzo convinimos en que la afiliación al grupo no sería abierta, sino que nos reservaríamos el derecho de admisión. Empezamos incorporando nuevos miembros por invitación, y andando el tiempo decidimos imponer unos requisitos mínimos de formación, dedicación e interés profesional para poder ingresar. La finalidad era doble: por un lado, procurar que el debate mantuviese siempre un buen nivel de calidad; por el otro, cerciorarnos de que los nuevos afiliados estuvieran en condiciones de entender los debates y participar en ellos. Como coordinador, me correspondió por Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> algún tiempo decidir sobre la aceptación o el rechazo de los aspirantes, pero llegó un momento en que decidimos crear una comisión de afiliaciones, que desde entonces desempeña esta función. Gestación y nacimiento del primer vástago Bastaron pocos meses para darnos cuenta de que la lista no sólo cumplía con creces su objetivo inicial de ayuda mutua, sino que además se abordaban temas de gran importancia y trascendencia que merecían una difusión más amplia. Fue entonces cuando surgió la idea de publicar un boletín sobre los temas de interés del grupo. A mediados de 2000, Francisco Hernández, Fernando Navarro y Verónica Saladrigas, todos ellos vecinos de Basilea, se habían reunido en varias ocasiones para intercambiar ideas sobre cómo sería el boletín. Otros aportaron sugerencias por correo electrónico. En junio de 2000, Verónica viajó a Washington, D. C. para conversar conmigo y con otros medtraderos locales (María Luisa Clark, Martha Daza y Luis Pestana), a fin de plantearnos las ideas del grupo basiliense e intercambiar puntos de vista. En esa ocasión, Verónica nos dio a conocer también la idea de crear el Medtradiario, proyecto al que opuse dos reparos principales. El primero era que no me parecía bien recopilar para divulgación los mensajes que reflejaban ideas erróneas o mal expresadas (entonces no teníamos claro hasta qué punto se iban a pulir las entradas); el segundo, que la tarea era colosal (el promedio mensual de mensajes ya era bastante elevado por esas fechas), y para realizarla no iba a bastar con la ayuda voluntaria. El primer reparo resultó infundado; el segundo se ha comprobado en la realidad, pero el producto resultante ha sido tan bueno que estamos intentando encontrar alguna forma de resolver el rezago en la confección del Medtradiario, y creo que lo conseguiremos. la fecha señalada. Desde entonces, la revista no ha hecho sino mejorar número tras número. Nuestra primera casa Al principio, Panace@ se colocaba en la sección de archivos de MedTrad en Yahoogroups y en el sitio web de la AETER; también se enviaba por correo electrónico a los medtraderos que lo solicitaban. La distribución de esta manera era difícil y un tanto aleatoria; por este motivo, empezamos a pensar en la conveniencia de tener nuestro propio sitio web. De acuerdo con Cristina Márquez, decidí alquilar el servicio, y en mayo de 2001 inauguramos nuestro propio sitio web con el nombre de El escaparate de MedTrad. Por fin teníamos un punto de distribución para Panace@ y el Medtradiario, y una ventana abierta al mundo. A partir de entonces, el grupo empezó a ser conocido cada vez más ampliamente (v. recuadro). En octubre de 2000, muchos medtraderos volvimos a reunirnos en Madrid con motivo de otras jornadas-taller de la AETER («Lenguaje científico y lexicografía»). En esa ocasión, Fernando Pardos —quien vestía la camiseta medtradera desde que nos habíamos conocido, en octubre de 1999— puso a nuestra disposición el local de la Real Academia de Ciencias para que los medtraderos nos reuniéramos a intercambiar puntos de vista. Además, varios de nosotros conversamos con Antonio Campos, a la sazón director del Instituto de Salud Carlos III, sobre la posibilidad de que MedTrad apoyase algunas iniciativas suyas para mejorar la terminología científica en el campo de la salud. Es decir, el grupo ya estaba despertando interés en un ámbito más amplio. Una de las ideas que Antonio quería llevar a la práctica era la de crear un servicio de neología que, frente al surgimiento incesante de nuevos términos en inglés u otras lenguas, pudiese recomendar oportunamente equivalentes en español bien formados y castizos. Intercambiamos ideas interesantes, pero no pudimos llegar a nada concreto porque MedTrad no tenía entidad alguna. No podía, por tanto, firmar convenios, contratos ni instrumentos similares en ningún caso. Fue entonces cuando muchos reparamos en la necesidad de transformar el grupo en una entidad con personalidad jurídica, cosa que hasta el día de hoy no hemos podido conseguir. Septiembre negro y terremoto interno Portada del número 1 de Panace@ Sea como fuere, durante la visita histórica de Verónica a Washington concretamos ideas, nos repartimos tareas y ella volvió a Suiza con un proyecto más perfilado y la decisión renovada de seguir adelante; se fijó la meta de que el primer número del boletín apareciera el 13 de septiembre de 2000, al cumplirse el primer año de la fundación de MedTrad. Al cabo de varios meses de intenso trabajo, Panace@ salió a la luz en Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 El grupo siguió creciendo y fortaleciéndose en forma sostenida. Así, cumplimos dos años; pero esta vez, el 13 de septiembre de 2001, no hubo lugar, no podía haberlo, para celebraciones. Frente a la enorme tragedia causada por los ataques contra Nueva York y Washington dos días antes, el foro manifestó su consternación, indignación, repudio y, sobre todo, su solidaridad al interesarse por el bienestar de los medtraderos que vivimos en estas dos ciudades. Por desgracia, no sería esta la única tragedia de este tipo que habría de afectarnos, pues en 2004 también se nos enlutaría marzo, esta vez en Madrid. En un momento dado, los acontecimientos políticos del mundo se infiltraron profundamente en los debates del grupo hasta el punto de generar una gran crisis en su seno. A comienzos de abril de 2002, el conflicto entre judíos y palestinos pasaba por uno de sus innumerables recrudecimientos. De 219 Tribuna pronto, al tocarse el tema en la lista de distribución, los ánimos se desbordaron y se desató un intercambio de mensajes exaltados y algunos fuera de toda razón. Con anterioridad, cuando se abordaban temas esencialmente ajenos a los objetivos del grupo, pero sobre todo de índole política o religiosa, yo había intentado hacer valer mi autoridad virtual de coordinador pidiendo que se evitaran esos desvíos y nos concretásemos a los temas de interés profesional. Esta vez, sin embargo, mis llamados en ese sentido cayeron en saco roto. El clima se enrareció horriblemente; algunas de las acusaciones lanzadas tenían un carácter grave en sí mismas, iban en contra de las normas mínimas de convivencia y respeto por los demás y, por si fuera poco, quebrantaban las reglas impuestas por Yahoo a los miembros de los grupos que patrocinaba. Cuando en alguno de los mensajes se mencionó cómo se podían sancionar algunas de esas acusaciones en un país tan propenso a los pleitos judiciales como Estados Unidos, me eché a temblar. Un juicio no sólo hubiese destruido a MedTrad, sino que probablemente también me hubiese acarreado graves consecuencias personales, pues yo era el único miembro que había contraído un compromiso formal al crear el grupo en el local cibernético de la empresa mencionada. Hay que haber vivido en este país para comprender la pasmosa facilidad con que a uno lo pueden demandar por quítame allá estas pajas. Por ello, pasé muchos días con sus noches de enorme angustia, en los que la tentación de renunciar o de desbandar el grupo fue abrumadora. Agobiado por el peso de la responsabilidad, se me ocurrió comunicar mis temores a varios medtraderos que trabajaban mucho en favor del grupo y les pedí ayuda. Ellos se movilizaron, mandaron un mensaje en el que criticaron enérgicamente a quienes se habían propasado, exigieron retractaciones, me dieron su respaldo e hicieron ver el riesgo que una demanda judicial entrañaba para el grupo y para mí. Al final, las aguas volvieron a su cauce y seguimos adelante. Pero el lamentable episodio dejó cicatrices profundas <www.medtrad.org/panacea.html> que a veces duelen todavía. De aquel incidente surgió algo positivo, pues a partir de entonces decidí seguir apoyándome en los colegas que me habían ayudado. Se constituyó así un cuerpo informal (empezamos llamándolo «gruppeto» y al final quedó en «grupete») que me asesoró y me ayudó muchísimo a coordinar MedTrad hasta que dejé el cargo. Uno de los frutos palpables de la actuación del grupete fue la redacción de los estatutos vigentes. El reconocimiento de MedTrad sigue aumentando En mayo de 2002, sucedió otro hito en la historia del grupo; esta vez, el escenario fue Almagro (España). El I Congreso Internacional «El español, lengua de traducción» le dio relieve a MedTrad de varias maneras. Los organizadores (en especial, Luis González, gran valedor nuestro) invitaron a Fernando Navarro como ponente, y en el CD-ROM con las ponencias del congreso incluyeron todos los números de Panace@ y el Medtradiario publicados hasta la fecha. También yo participé a última hora como moderador de una mesa redonda —la misma en que Fernando fue ponente— e intervine en la demostración del sistema de traducción automática de la Organización Panamericana de la Salud, la institución para la que trabajo. En Almagro nos dimos cita una veintena de medtraderos, que llamábamos mucho la atención no sólo porque nuestro grupo se mencionaba muy positivamente en las ponencias y nuestros productos estaban incluidos en el CD-ROM del congreso, sino además porque llevábamos las camisetas con el logotipo de MedTrad que habían mandado hacer Karen Shashok y Laura Munoa. En el inolvidable traslado en tren de ida y vuelta, durante el congreso mismo y, finalmente, en Madrid, tuvimos mucho tiempo para intercambiar puntos de vista sobre el presente y el futuro del grupo. En particular, la redacción de Panace@ me invitó a participar en una reunión de trabajo para tratar de resolver las dificultades que afrontaba la revista a causa de la falta de recursos económicos. En esa reunión se El primer número de Panace@ incluía la revista y el Medtradiario, se preparó con el programa Word y no tenía portada. Los textos correspondientes a la revista estaban en formato carta, mientras que el Medtradiario se incluyó en formato apaisado, para evitar el desborde del texto a tres columnas. Esto representaba un problema de impresión, y Verónica Saladrigas decidió separar las dos publicaciones. Fue entonces cuando Luis Pestana, médico traductor de la OPS que en ese momento residía en Washington, se ofreció a maquetar la revista usando el programa PageMaker. El número 1 del volumen I se publicó entonces en dos formatos distintos, el segundo de los cuales aún se puede ver en <www.medtrad.org/panacea/PanaceaPDFs/Septiembre2000.htm>. Este primer número se publicó internéticamente en el sitio de AETER. A fines de ese año 2000, Cristina Márquez, medtradera con formación informática que había comenzado a maquetar el segundo número de la revista junto con Luis Pestana, se ofreció a crear un sitio propio en la red donde pudiéramos publicarla. Y así, en mayo del 2001, nació El escaparate de MedTrad, con un modesto diseño que incluía una breve descripción del foro, un enlace desde donde descargar el archivo PDF de Panace@, otro para descargar el archivo Word del Medtradiario y algunos enlaces a sitios de interés para la profesión. De a poco, surgieron nuevas ideas, y este nuevo componente de MedTrad comenzó a tomar vida propia con la estrecha colaboración de Gustavo A. Silva y Cristina Márquez. Redacción de Panace@ 220 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> decidió crear la Asociación Pro MedTrad y Panacea, con la finalidad de recaudar fondos para sostener la revista y los demás proyectos del grupo. Ese proyecto cristalizó y ha cumplido su cometido; incluso, de momento nos permite firmar convenios de colaboración a falta de la tan necesaria entidad jurídica de MedTrad. Diseño para las camisetas de MedTrad en el congreso de Almagro Casa, normas de convivencia y autoridades nuevas El servicio gratuito que habíamos venido recibiendo de la empresa Yahoogroups dejaba mucho que desear, entre otras razones por las dificultades de acceso para muchos colegas, una capacidad limitada para hacer búsquedas en los mensajes archivados, una gran cantidad de anuncios comerciales y el nulo apoyo técnico que brindaba el proveedor. Por añadidura, a muchos nos seguía poniendo nerviosos la posibilidad de Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna que se llegasen a abordar en la lista temas potencialmente impropios para un grupo con sede formal en Estados Unidos, donde, por ejemplo, está prohibido que los traductores aborden colectivamente y en público el tema de las tarifas, porque se considera que ello puede constituir una práctica monopólica. Además, como ya dije antes, existe una propensión excesiva a los pleitos ante los tribunales, que cierto autor ha calificado acertadamente de «jurismanía». Por tales motivos, en 2003 solicitamos la inscripción a RedIRIS, la red informática que vincula a universidades y centros de investigación en España. Nuestra solicitud fue aprobada, lo cual nos parece un indicio más de la importancia que se le concede a MedTrad por parte de instituciones académicas y profesionales. Así, el 13 de abril de 2003 la lista de correo electrónico de MedTrad se trasladó a su sede actual, donde contamos con mejores servicios de comunicación y búsqueda de los mensajes archivados. Además, formamos parte de una comunidad académica y de investigación, lo cual le da mayor realce al grupo. Y algo muy importante es que podemos debatir con libertad, sin temor a la censura ni a la autocensura, aunque siempre en un marco de respeto mutuo y cordialidad. Otro logro importante de MedTrad en 2003 fue la redacción de nuestros primeros estatutos, que entraron en vigor el 16 de junio. Aunque de alcance limitado y dotados más que nada de un valor moral, por carecer el grupo de personalidad jurídica, creo que han sido muy importantes como punto de partida para reglamentar el funcionamiento del grupo. El traslado a RedIRIS y la aprobación de los estatutos eran las dos metas que me había trazado antes de dar por terminado mi mandato como coordinador. Al concretarse ambas, decidí que ya era hora de dejar la coordinación de MedTrad en otras manos. Así, pues, convoqué las elecciones, y el 30 de septiembre de 2003 empezaron su mandato como codirectoras María José Hernández Weigand y Cristina Márquez Arroyo. 221 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> II. La etapa de consolidación: 2003-2004 M.ª José Hernández Weigand y Cristina Márquez Arroyo* En agosto de 2003, asumimos la dirección del grupo, tarea que se sumó a las que ya desempeñábamos en el Medtradiario (María José Hernández) y El Escaparate (Cristina Márquez). Sin embargo, el tiempo necesario para llevar a cabo todas las tareas inherentes a la dirección del foro y a dichos proyectos resultó incompatible con nuestro trabajo individual como traductoras independientes. Fue así como en junio del presente año decidimos abandonar la dirección para volver a concentrar nuestra colaboración exclusivamente en esos dos proyectos que habíamos prácticamente acunado desde su nacimiento. Durante nuestra gestión, nos ocupamos en primer lugar de organizar las comisiones establecidas por los estatutos, así como de delinear los métodos de trabajo básicos para el desempeño de las tareas de administración, afiliaciones y —la menos grata— aplicación de normas disciplinarias para evitar situaciones que pusieran en peligro la convivencia y la estabilidad del foro. Los estatutos habían establecido los cuatro componentes formales de MedTrad: el Foro, con la dirección y sus correspondientes comisiones (Administración, Afiliaciones y Disciplina), Panace@, Medtradiario y El Escaparate. Había llegado el momento de consolidar los medios para que todos pudieran funcionar. Por ese motivo, organizamos los grupos de trabajo necesarios para mantener y actualizar los dos proyectos que teníamos a cargo además de la dirección. Reactivamos en primer lugar la elaboración del Medtradiario, proyecto que resultó ser la tarea colosal que había imaginado nuestro fundador y por ello había quedado rezagado, y también actualizamos El Escaparate, tanto en contenido como en diseño (véanse detalles en la carta de Gabriela Caruso «El escaparate de MedTrad: todo un caudal de información para los traductores médicos», que aparece en en este mismo número de Panace@). Para todo esto pedimos la colaboración del grupo, que no se hizo esperar. Así se creó el nuevo equipo de recopiladoras, formado por María Luisa Clark, Adriana Cruz, Martha Daza, Ana María Giordano, Paz Gómez-Polledo, Consuelo Pascau, Mirta Pryluka Schvartz y Cristina Pruna, con las cuales se publicó la última actualización del Medtradiario, el 11 de agosto de 2004. Cabe destacar que todos los proyectos de MedTrad tendientes a beneficiar a los traductores biomédicos y a aumentar la calidad de la traducción en estos campos se han concretado con trabajo totalmente voluntario. Y lo más importante: que esa información es de dominio público y está disponible en forma gratuita para quien quiera consultarla. El traslado a RedIRIS había aumentado notablemente la visibilidad de MedTrad en la comunidad universitaria española. Como consecuencia, no sólo aumentaron los pedidos de admisión, sino también la proyección hacia el exterior. Se iniciaron entonces otros contactos con miras a la realización de proyectos que promovieran el crecimiento del grupo. Entre los más importantes está el proyecto de acuerdo que se concretó con el Instituto de Salud Carlos III, de Madrid, a través de la Asociación Pro MedTrad y Panacea, que permitiría a MedTrad proveer servicios terminológicos y de asesoramiento lingüístico a dicha institución. El proyecto quedó en suspenso tras el cambio en la dirección del Instituto Carlos III, a raíz de las últimas elecciones generales en España. MedTrad comenzó también a compartir en la red materiales de interés a través del servicio de repositorio de ficheros (BSCW) habilitado por RedIRIS, una verdadera biblioteca pública no restringida a los miembros del foro, sino al servicio de todos los internautas. El archivo de MedTrad <cvu. rediris.es/pub/bscw.cgi/0/338857> consta de siete apartados: «Artículos», «Diccionarios», «Glosarios, léxicos y tesauros», «Libros», «Monografías de la Fundación Dr. Esteve», Panace@, «Medtradiario» y un «Cajón de sastre». Fruto de la comunicación establecida en el seno de la red académica española, cuenta con un enlace al archivo de ficheros de Traducción, una de las listas de más solera en RedIRIS, de modo que quienes visitan el archivo especializado de MedTrad puedan acceder también a los contenidos más amplios y generalizados del archivo de Traducción. También se gestionó y se logró la participación en SARAC, el Servicio de Acceso a Recursos de Alta Calidad, un proyecto diseñado para crear un nexo entre documentalistas, expertos temáticos y el equipo de RedIRIS a fin de producir un catálogo de recursos de alta calidad para la comunidad universitaria y científica española. Durante esta etapa de consolidación se inició también el análisis de las posibles opciones para dotar a MedTrad de una entidad jurídica como organización internacional sin fines de lucro. Dado que las directoras residíamos en Madrid y Nueva York, se estudiaron las posibilidades de crearla en Estados Unidos y en España. Para ello, realizamos consultas con letrados de los dos países y creamos una lista en Yahoo, Medtradorg, reservado exclusivamente para debatir el tema de la organización jurídica de MedTrad. La lista se abrió a todos los miembros que desearan participar en los debates relativos a la futura asociación, considerando que todos debían tener participación activa en la toma de las importantes decisiones que, llegado el momento, darían como resultado el acta constitutiva y los estatutos de esa futura asociación. Al abandonar la dirección para dedicarnos en forma exclusiva al Escaparate, nuestra última tarea consistió en organizar las primeras elecciones con voto secreto de MedTrad, en las que se presentó como candidata Ana María Giordano, quien se hizo cargo de la dirección el pasado 5 de julio. * Ex directoras de MedTrad. Madrid (España) y Nueva York (Estados Unidos). Dirección para correspondencia: [email protected]. 222 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> III. El presente y el futuro inmediato: 2004-2006 Ana María Giordano* En el presente, vemos un MedTrad novedoso, que abre caminos, y con un pasado suficiente como para permitirnos vislumbrar un futuro venturoso. Se han hecho ya muchas cosas, como han dicho quienes me precedieron. Hemos pasado la época de la incertidumbre respecto de quiénes somos, ahora lo sabemos. Hemos abierto rumbos en esto de la traducción médica y estamos conscientes de ello. Contamos con personalidades destacadas del mundo de las letras y también con profesionales y especialistas en diversas ramas del quehacer médico, tan prolífico y diverso. Una de las principales preocupaciones de la dirección de MedTrad es y será mantener el elevado nivel actual de los intercambios. Esto se logrará a través de la selección cuidadosa de los futuros miembros. También cuenta MedTrad con otros miembros que calladamente hacen su trabajo en el más estricto anonimato, pero sin cuyo concurso MedTrad no sería lo que es. Detrás de lo que se «ve» en la lista de distribución y en los productos asociados hay un trabajo diario de varias horas, hecho ad honorem por varios miembros del foro que no siempre son los que muestran mayor exposición. El foro está integrado mayormente por traductores profesionales, que hacen de la traducción médica su modo de vida. Precisamente, a los aspirantes a ingresar al foro se les pide, si no dedicación exclusiva, sí que la mayor parte de su tarea laboral esté relacionada con la traducción médica. También se les solicita que expresen cuál sería su contribución al foro y los motivos por los que solicitan el ingreso. Las personas con un entrenamiento sobresaliente en nuestra lengua nos benefician con su sabiduría cuando las cuestiones idiomáticas requieren análisis. Pero la mayor parte del tiempo el foro abunda en preguntas de todos los grados de dificultad relacionadas con la medicina actual. Y aún a veces tenemos que aguzar el ingenio para tratar de comprender el trasfondo de una pregunta, en ocasiones poco relacionado con la traducción médica, de manera que también se mezclan las artes adivinatorias, que en general requieren el concurso de quienes tienen mayor experiencia en la profesión. Es decir, que no solo intercambiamos y compartimos información, sino también otros tipos de capacidades y habilidades que nos permiten decir que, para traducir medicina el día de hoy, nada mejor que MedTrad. Promoción internacional En mi opinión, MedTrad, en cuanto gestor de lenguaje médico para uso internacional, no debe quedar fuera de lo que se intenta hacer con nuestro idioma a escala mundial. Para cuando este artículo se haya publicado, ya se habrá realizado el III Congreso Internacional de la Lengua Española en la ciudad de Rosario (Argentina), cuyo lema es «Identidad lingüística y globalización». Reafirmar la identidad a partir de la lengua es el propósito general, y el hecho de ser internacional garantiza que el pluralismo ideológico y cultural se vea representado. ¿Y qué tiene que ver todo esto con MedTrad?, se preguntará más de un lector a estas alturas. Pues aun cuando el lenguaje médico es infinitamente más restringido, también afloran en ocasiones palabras cuyo uso es diferente a un lado y a otro del océano. Los integrantes de MedTrad estamos encantados de ver que la colaboración no solo se hace respecto de los términos estrictamente médicos, sino que también se relaciona, necesariamente, con el modo de hablar y las costumbres de cada una de las múltiples regiones de habla hispana, con sus matices, sus giros propios y su gracia. Entonces veo que no solo estamos emparentados a través del lenguaje médico, sino con cuestiones culturales, que vuelven menos árido el lenguaje de la ciencia y lo adecuan al público general. No pocas veces, aun para los traductores avezados, es más difícil dar con el término justo para que lo entienda un lego que traducir para el especialista. Y precisamente ahí es donde MedTrad resplandece. Algo que en otras épocas hubiera tomado mucho tiempo resolver o no se hubiera podido resolver en absoluto, tiene ahora, a un clic de distancia, la respuesta invalorable de quien vive en el lugar y en consecuencia sabe, porque lo escucha a diario, cómo se dice una cosa en ese lugar. Estas son las cuestiones culturales que tanta importancia cobran en ocasiones en la vida de todos los traductores, y en especial de los traductores médicos, que tienen la responsabilidad de hacerse entender en cuestiones que a veces se ubican entre la vida y la muerte de las personas a quienes van dirigidas las traducciones o que pueden tener consecuencias graves para la salud en caso de no ser bien comprendidas. Es infinitamente importante hacerse entender en el idioma del destinatario. Ese es un gran capítulo donde aún hay muchas cosas por hacer. Evidentemente, cada país, cada región, cada comunidad tiene sus propios códigos lingüísticos, que remiten a una historia, a vivencias, a un imaginario común que luego aflora en la lengua y nos hace sentir próximos. MedTrad tiene la obligación de considerar estas cuestiones centrales, dado que la traducción médica es no pocas veces un servicio social. Las palabras pueden curar y también enfermar. Celebro, en consecuencia, que el Congreso dé cabida a la problemática de las lenguas indígenas, es decir, que estén representadas las minorías. Y ahora, henos aquí después de cinco años, que han pasado sin darnos cuenta, juntos todavía. MedTrad es el lugar para aprender todos los días algo nuevo, para encontrase o reencontrarse con amigos que uno nunca hubiera imaginado tener a tantos kilómetros de distancia. Es la magia de Internet. Muchos traductores veteranos nos miramos ahora y nos preguntamos cómo hacíamos antes para traducir sin poder comunicarnos como lo hacemos ahora, diariamente y al instante. Se formula una pregunta y en pocos minutos llegan varias respuestas en ayuda del solicitante. Hoy somos ya 230 personas, pero pronto seremos muchas más. MedTrad se irá haciendo más grande, y * Directora de MedTrad. Buenos Aires (Argentina). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 223 Tribuna con ello será mayor el grado de complejidad de las tareas que hoy abordamos con mayor o menor dificultad. Imagino que en muy poco tiempo crecerá asimismo el número de preguntas y el de las respuestas, y eso significará que tendremos que encarar una solución menos «casera» para satisfacer nuestras necesidades de un modo más organizado. Aun con el intercambio actual, tenemos retraso en la compilación de los mensajes. Justo es decir que esto es así porque la compilación se hace muy a conciencia, y cada entrada del Medtradiario es revisada por varios pares de ojos de manera muy exhaustiva. En esto se diferencia, y mucho, de los glosarios que abundan en Internet. Muchas veces se vuelve una y otra vez sobre términos de traducción difícil, lo cual implica tener que revisar las entradas ya hechas, actualizarlas, colocar referencias cruzadas, etc. Todo esto, naturalmente, significa un enorme esfuerzo, y sobre todo muchísimas horas de trabajo, uno de los bienes más escasos entre los traductores. Otro tanto puede decirse respecto de Panace@ y El Escaparate, que junto con el Medtradiario constituyen la trilogía de productos de MedTrad. En vista de todo esto, es necesario idear algún modo de proveer de una estructura formal a lo que comenzó siendo solo un grupo de amigos. Asociación El hecho de contar con una estructura más firme, con respaldo legal, es uno de los viejos anhelos de varios miembros de MedTrad, que aún no ha podido cumplirse y que esperamos poder concretar a la brevedad. Los que creemos que su creación nos beneficiaría a todos lo hacemos por distintas razones: a algunos nos encanta la idea de tener un lugar de pertenencia, que ya existe en realidad, pero con lazos algo más firmes que los del foro internético actual. A medida que las personas se conocen y comienzan a realizar proyectos en común, tienden a querer hacer más sólidos sus vínculos, que adquieren un mayor grado de compromiso. Lógicamente, esto nos posibilitará relacionarnos más fluidamente con otras instituciones ya formadas para realizar proyectos en colaboración, además de permitirnos contar con patrocinios que difícilmente vendrían sin dicha estructura y proyectar con algún viso de realidad cosas de mayor envergadura, como podría ser colaborar con la enseñanza de nuestra especialidad (la traducción médica) en los ámbitos académicos adecuados de modo colectivo. Hasta ahora los traductores médicos fuimos por fuerza autodidactas, pero esto no tiene necesariamente que seguir siendo así, y de hecho están empezando a dictarse cursos de especialización en forma creciente. Por otra parte, y dado que los miembros de MedTrad vivimos en países con realidades socioeconómicas muy diferentes, sería muy beneficioso y demostraría un alto grado de sensibilidad social y de deseos de colaboración que se formaran grupos de compras, por ejemplo, para la adquisición de software o hardware a precios reducidos por cantidad. Algunos de los miembros que pertenecen a otras asociaciones ya gozan de estos beneficios, pero en muchos otros casos esto no es así. También nos sería posible más adelante editar textos relacionados con la profesión que den cabida al inmenso caudal de conocimientos que transcurre diariamente por el foro. Estos 224 <www.medtrad.org/panacea.html> son solo algunos aspectos de lo que se lograría conformando la asociación de traductores médicos, una actividad cada vez más requerida en este mundo globalizado. Uso del idioma El modo de traducir ha cambiado radicalmente desde el advenimiento de la red de redes y la posibilidad, antes impensada, de comunicación a todo lo ancho y largo del orbe. Nuestro idioma se ve fortalecido, y su presencia es cada día mayor en la red. El problema es la calidad, muchas veces deficiente, del castellano empleado en Internet. MedTrad pondrá su granito de arena, ocupándose en la medida de lo posible de difundir el buen uso del idioma en todos los ámbitos que estén a su alcance. Medtradiario El material que observamos en la pantalla de la computadora a diario es riquísimo, y compilarlo significa enriquecer la profesión del traductor médico de un modo que pocos hubieran podido imaginar hace muy poco tiempo. La tarea del traductor se enriquece y simplifica en la medida en que tiene a mano recursos en forma inmediata, pero también se hace más compleja en la medida en que la globalización termina por barrer las fronteras y nos enfrenta con el problema de traducir para destinatarios remotos. Además, nadie tiene tiempo que perder, pues cada día nuestro trabajo tiene márgenes más escasos. El Medtradiario es el «aquí y ahora» de la traducción médica, una herramienta de gran valor en la que merece la pena invertir tiempo y dinero. Por este motivo, la dirección actual de MedTrad tiene otro objetivo importante, que es la agilización de las tareas relacionadas con el Medtradiario, una obra que nació a partir de la discusión de cada término lanzado en forma de pregunta al foro. Este valiosísimo material es recogido primero «en bruto», pero lo que aparece luego en el texto internético es algo muy distinto: pasa por dos filtros exigentes. El primero es el de quien compila, que elige cuáles son los «hilos» útiles para los fines del Medtradiario y cuáles no, sobre la base de la adecuación de las respuestas y de algunos principios básicos relacionados con el formato y con la manera de volcar los contenidos, que fueron redactados por su iniciadora y alma mater, Verónica Saladrigas. En muchas ocasiones es preciso colocar en la tercera columna, bajo el epígrafe «Comentarios» (en la primera columna se introduce el término en idioma extranjero y en la segunda la o las traducciones posibles), una parte muy importante, que es la mención de las fuentes que permiten fundamentar la decisión. Es un trabajo inmenso, que actualmente se hace con el esfuerzo de muy pocas personas. Desde la dirección de MedTrad se tratará de agilizar lo más posible este trabajo, que lleva por el momento una demora de aproximadamente dos años. El principal escollo es que tanto la compilación como la edición llevan muchísimo tiempo, tiempo que quienes se ocupan de hacerlas restan a su trabajo, con resultados negativos para sus finanzas. Se comprende entonces que para proseguir con esta obra, que está al alcance de todos en <www.medtrad.org> y que será cada vez más útil en la medida en que se enriquezcan sus arcas terminológicas, se Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> necesitan fondos. La dirección actual de MedTrad tiene la intención de hacer conocer lo más posible esta obra y conseguir subvenciones para la puesta en marcha de una compilación y edición más ágiles. Especialistas Desde siempre, hemos visto en el foro la necesidad de contar con especialistas de las innumerables especialidades que pueden rozar las traducciones que nos llegan de todas partes del mundo. Eso implica la necesidad de vincularnos con ellos, no ya de un modo informal como se ha hecho hasta ahora, sino sobre bases más firmes y predecibles; por ejemplo, creando vínculos con agrupaciones, foros, asociaciones u otras modalidades de intercambio con especialistas de las más diversas disciplinas médicas. Deberemos encontrar la forma de hacerlo, y no solo en España, sino también en el resto de los países representados en la lista, para unificar cuanto se pueda el modo de expresar el lenguaje de la medicina en castellano y también para tomar en cuenta las inevitables diferencias en las distintas regiones del ámbito de habla hispana. No son demasiadas, pero existen y deben ser tomadas en consideración. La colaboración entre MedTrad y los grupos de especialistas tendría, a juicio de la dirección actual de MedTrad, una ventaja doble: que los traductores médicos puedan nutrirse con los conocimientos de los especialistas, tan necesarios para su tarea, y a su vez, que los médicos especialistas, que muchas veces son los que difunden aciertos o errores al escribir los trabajos que luego se publican, tengan fácil acceso a los conocimientos lingüísticos que este extraordinario foro puede ofrecerles, puedan conocer de primera mano el cómo y el por qué de decir tal o cual cosa de una manera u otra. Después de todo, son ellos quienes muchas veces deben nombrar lo nuevo, y será bueno que tengan la oportunidad de contrastar sus propuestas de traducción con personas con un gran conocimiento de la lengua como las que hay en MedTrad. Seguramente va a llevar tiempo; también es muy posible que haya que sortear escollos del tipo de la desconfianza que genera quien asume el «saber» (tanto de un lado como del otro), pero todo es cuestión de empezar, y espero que podremos ir creando entre todos un clima que nos permita completar nuestros propios puntos de vista con los de otros, planteados desde perspectivas diferentes. Una actitud equilibrada de todos nos allanará el camino como hispanohablantes hacia el buen uso de este maravilloso medio de comunicación de nuestra cultura. En este sentido, los especialistas encargados de la redacción de los trabajos para ser publicados podrán actuar como vectores del buen decir médico en nuestra lengua. La idea es la de una piedra que, tirada al agua, produce ondas que se esparcen en un radio muy amplio. MedTrad será (y en parte lo es ya) esa piedra. Masculino genérico Álvaro García Meseguer CSIC, Madrid (España) Tomo de la prensa diaria los tres párrafos siguientes: [1] Yo era de los que se vanagloriaban de no dejarse influir más que por el propio instinto [...]. [2] Es seguramente el poeta vivo que más libros vende, dentro de las limitaciones comerciales de este género, y el único que puede vivir —o casi— de sus escritos. Ahora, a los 34 años, cuando muchos intentan publicar su primer poemario, ha reunido su obra completa en un tomo, El sueño oscuro (Hiperión). [3] Soy un sufrido obligado cliente bancario [...]. En 1 y 3 se habla en primera persona, mientras que en 2 se habla de una tercera persona. ¿Es capaz el lector de adivinar el sexo de quien habla (casos 1 y 3) y el de la persona de quien se habla (caso 2)? La frase 1 pertenece al artículo «Raza», publicado en El País el 19 de junio de 1991 por Maruja Torres. La frase 3 pertenece a una carta al director publicada en ese mismo diario en julio de 1991 (siento no recordar el día) y firmada por Ana Cobos. En fin, el párrafo 2 pertenece a un artículo de J. M. Plaza publicado en El Mundo el 24 de abril de 1994 bajo el título «Juan Benet me rescató del suicidio», artículo en el cual se glosa la aparición de un libro de poesías titulado El sueño oscuro, cuya autora es Blanca Andreu, viuda de Benet. ¿Por qué en los tres casos se ha utilizado el género gramatical masculino y no el femenino? La respuesta es sencilla. En 1 y 3, porque las autoras han querido presentarse como un miembro de la sociedad en general y no solamente como una mujer miembro de la sociedad de mujeres. Y en 2, porque el autor ha querido comparar a la poetisa con todo el conjunto de poetas y no solamente con el subconjunto de mujeres poetas (lo que habría rebajado el valor de las afirmaciones «el que más libros vende» y «el único que puede vivir o casi de sus escritos»). Reproducido con autorización de Rinconete, del Centro Virtual Cervantes (cvc.cervantes.es/el_rinconete/) Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 225 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> Antiradicalar Bertha M. Gutiérrez Rodilla Universidad de Salamanca (España) Espero que en estos momentos todos ustedes estén sorprendidos preguntándose acerca de la palabra que he utilizado como título, tanto sobre su posible significado como sobre su categoría gramatical: ¿será un adjetivo, un sustantivo o nos encontramos ante un nuevo verbo? Al menos, eso es lo que me sucedió a mí el otro día cuando me compré una crema para la cara que era antiradicalar o podía antiradicalar. A primera vista resultaba imposible saberlo porque, debajo del nombre de la crema, sólo estaba escrita esa mágica palabra. Parte de mi intriga se disipó cuando supe, gracias a la atenta lectura del prospecto que la acompañaba, que mi crema incluía en su «universo de acciones cosméticas» la antiradicalar, junto a otras más conocidas como la regeneradora, la hidratante o la protectora. Esto me tranquilizó bastante, pues me hizo pensar que me encontraba ante un adjetivo y no, por ejemplo, ante un adverbio, porque, con los tiempos que corren, nunca se sabe. Aunque, la verdad, me parecía que para ser un adjetivo tenía un aspecto un poco extraño. Por eso, como el folleto informativo estaba redactado en varios idiomas, miré a ver cuál era en los otros el equivalente de esta palabra tan intrigante: anti-radicaux libres, anti-radicals, gegen freie radikale, antiradicali liberi y, en portugués, anti-radicalar. El asunto se iba aclarando, pero nuevas dudas me surgían: del mismo modo que tenemos moral, moralizadora y moralizante, ¿no estarían más de acuerdo con nuestras posibilidades derivativas acción radical o antirradical, radicalizante o antirradicalizante, radicalizadora o antirradicalizadora, que esa antiradicalar? (confieso, sin embargo, que para este caso yo hubiera preferido una sencilla «acción ejercida contra los radicales libres»). Por otro lado, ¿por qué quienes lo han traducido al español y al portugués se han inclinado por opciones claramente distintas a las de las otras lenguas europeas importantes presentes en el prospecto? Y ya, como guinda de este incomestible pastel, ¿por qué escriben en español el fonema r vibrante múltiple con una sola erre en vez de hacerlo con dos, que es como debe escribirse? ¿Será, como siempre, por culpa del inglés, o esta vez la razón se encuentra en una mala traducción automática? ¿O será, más bien que, de nuevo, estos dos monstruos de mil cabezas han logrado imponerse a la falta de conocimientos y de sentido común de quien debería revisar las hojas informativas que acompañan a los productos? Ahora, alguno estará pensando que no es raro que yo necesite cremas faciales antiradicalares, dadas las disquisiciones lingüísticas por entre las que me pierdo —que a nadie preocupan—, cuando lo realmente importante sería saber qué son los radicales libres y, sobre todo, por qué le viene bien a la piel de la cara ir contra ellos. Bueno, pues esas preguntas yo no me las hago, porque son muy impertinentes y los consumidores normales no se las deben plantear. Si no, ¿de qué iba a abusar la publicidad como lo hace del fascinante lenguaje científico, atribuyéndole a cada producto increíbles y benéficas propiedades —muchas inventadas— que el pobre comprador desconoce, pero ingenuamente interpreta que son ciertas y son buenas? Por favor, no abramos la caja de Pandora y sigamos comprando. Reproducido con autorización del Rinconete, del Centro Virtual Cervantes (<cvc.cervantes.es/el_rinconete/>) 226 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> Notes pour une (petite) histoire de Français médical Serge Quérin* Resumé: Français médical est né en 1997, dans le but de permettre des discussions animées et parfois passionnées sur le passé, le présent et l’avenir de la langue française en médecine. Ayant d’abord été un forum destiné à des médecins, la liste est maintenant ouverte à tous ceux qui s’intéressent au français médical, qu’ils soient étudiants ou professionnels de la santé ou de la langue. Apuntes para una (pequeña) historia de Français médical Resumen: Français médical nació en 1997 con el objetivo de permitir debates animados, y en ocasiones apasionados, sobre el pasado, el presente y el futuro de la lengua francesa en medicina. Destinada en un principio exclusivamente a los médicos, la lista de debate está en la actualidad abierta a toda persona interesada por el francés médico, ya se trate de estudiantes, de profesionales sanitarios o de profesionales de la lengua. Notes for a (little) history of Français médical Abstract: Français médical was born in 1997, with the goal of allowing lively and sometimes heated discussions on the past, present and future of the French language in medicine. Originally a forum intended for physicians, the mailing list is now open to all those who are interested in medical French, whether they are health care or language professional or students. Palabras clave: francés, médico, traducción, lista de distribución, foro de debate. Mots clés: français, médical, traduction, liste de diffusion. Key words: French, medical, translation, mailing list, discussion forum. Panace@ 2004; 5 (17-18): 227-228. En 1996, l’idée d’un forum de discussion sur le français médical fut lancée sur le babillard électronique Horus médical www.horus-medical.fr par l’auteur de ces lignes, alors en pleine rédaction d’un Dictionnaire des difficultés du français médical (Edisem/Maloine, 1998). Bien que cette proposition n’eut d’écho qu’un an plus tard, dès lors le projet pris forme très rapidement. C’est ainsi qu’en 1997 naquit sur Horus la « conférence » Français médical, parmi d’autres forums de discussion réservés à diverses spécialités médicales ou à d’autres sujets d’intérêt pour la profession médicale, l’informatique par exemple. Cette première mouture de Français médical était réservée à des médecins, abonnés (payants) de Horus, intéressés et souvent passionnés par la langue française. Nous fûmes rapidement une trentaine à échanger, presque quotidiennement, sur la langue médicale surtout, mais aussi sur la langue française en général. De tels « dérapages » plus ou moins contrôlés étaient parfois tolérés (sinon alimentés) par l’animateur de la liste (qui n’a jamais été à proprement parler un modérateur), mais plus souvent gentiment désapprouvés post hoc. Cette politique avait pour but de conserver au forum sa spécificité, à côté de listes de diffusion traitant du français en général, comme france_langue (accessible, elle, au grand public par Internet), ou consacrées à d’autres langues de spécialités. Dès les débuts de Français médical, les échanges portèrent très souvent, comme il fallait s’y attendre, sur l’identification, la correction et, dans la mesure du possible, la compréhension de la « pathogenèse » des anglicismes médicaux. Mais très tôt, les curiosités étymologiques, les barbarismes, les glissements de sens, les hypallages et autres difficultés ont fait l’objet de discussions. De plus, étant animée par un Québécois mais fréquentée surtout par des Français (sans oublier quelques amis belges), la liste a vite mis au jour des différences d’usage de part et d’autre de l’Atlantique. Archaïsmes ou néologismes, de forme ou de sens, propres à un coin de la Francophonie, ces régionalismes ont toujours eu l’heur d’intéresser, d’étonner ou d’amuser les participants aux discussions. La féminisation des titres de professions du domaine médical a aussi fait l’objet de débats passionnés. En raison de la spécialité médicale de l’animateur, et par la participation et l’entremise de confrères et amis, la liste a toujours compté plus que sa part de néphrologues parmi ses abonnés, sans que cela n’influence d’ailleurs outre mesure les sujets de discussion. En 2000, mon ami Christian Verger proposa de faire de Français médical une véritable liste de diffusion, hébergée sur le serveur du Registre de dialyse péritonéale de langue française (RDPLF), dont il assume toujours la direction avec ardeur et conviction. Ce transfert offrait de nombreux avantages. Il permettait de quitter un serveur à accès payant pour l’Internet grand public, d’accroître notre visibilité et le recrutement de nos abonnés et, surtout, d’ouvrir les débats à des non-médecins : traducteurs et professeurs de traduction dans le * Université de Montréal (Québec, Canada). Adresse pour correspondance: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 227 Tribuna domaine médico-pharmaceutique, terminologues, journalistes médicaux, étudiants en médecine ou en traduction allaient pouvoir joindre et enrichir nos discussions. Nous attendions et avons, de fait, obtenu beaucoup depuis à échanger entre professionnels de la santé et experts de la langue. D’autres ont souligné l’intérêt d’une telle interaction.1 La liste Français médical a donc depuis quatre ans « pignon sur Internet », ses objectifs étant présentés à l’intention de tous les internautes dans une page d’accueil sur le site du RDPLF <www.rdplf.org/fm/pagefm.html>, aisément repérée par les moteurs et portails de recherche. Les intéressés peuvent s’inscrire librement à condition de remplir et de retourner une petite fiche précisant leur profession et la façon dont ils ont appris l’existence de la liste. Celle-ci compte à l’heure actuelle environ quatre-vingts abonnés, surtout de France, mais aussi de Belgique, du Québec et d’ailleurs dans le monde. Quelquesuns, traducteurs dont une des langues de travail est le français et autres francophiles, sont nés ou se sont établis dans d’autres pays. Encore aujourd’hui, la majorité des abonnés sont mé- 228 <www.medtrad.org/panacea.html> decins, mais les autres professions que nous espérions attirer sont aussi représentées, à l’exception notable et déplorée des infirmières. Quel est l’avenir de Français médical, familièrement appelée francmed? Force est d’admettre que la liste est beaucoup plus calme aujourd’hui qu’à ses débuts. Cela n’est peutêtre pas étranger au fait qu’elle n’a jamais vraiment eu de fonction utilitaire : la vocation première de francmed, celle qui l’anime encore, a toujours été de débattre librement du français médical, plutôt que d’apporter efficacement des solutions à des problèmes langagiers ponctuels, comme le font quotidiennement d’autres listes destinées spécifiquement aux traducteurs. Le noyau d’abonnés de la première heure a peut-être un peu l’impression que l’on a fait « le tour du jardin » des débats possibles : je ne suis pas encore, cependant, prêt à me ranger à cette conclusion. Je préfère croire que la flamme de francmed ne demande qu’à être ravivée, éventuellement par l’arrivée de nouveaux abonnés : avis aux intéressés! Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Tribuna Estudio descriptivo inglés-español de las metáforas en el lenguaje del radiodiagnóstico médico* Beatriz Méndez Cendón** Resumen: La metaforización es uno de los mecanismos más útiles a los que se recurre en el lenguaje médico ante la necesidad de designar los nuevos conceptos que constantemente surgen con el desarrollo científico y tecnológico. Se suele apuntar que con el empleo de las metáforas en el discurso médico se evita la utilización de términos oscuros y complicados y se facilita la identificación de los conceptos, al utilizar asociaciones presentes en la lengua común y conocidas por todos. Sin embargo, en este artículo demostramos que con el uso de las metáforas no siempre se cumple este ideal de transparencia en el lenguaje, sino más bien se dificulta la comprensión del significado. En nuestro artículo identificamos y describimos las metáforas utilizadas en el campo del radiodiagnóstico para denominar distintos signos radiológicos visualizados en la imagen. Para tal fin, utilizamos un corpus electrónico compuesto por artículos médicos en inglés y en castellano publicados en dos prestigiosas revistas de radiología, una norteamericana y otra española. Clasificamos las metáforas identificadas desde un punto de vista temático y las analizamos desde un punto de vista conceptual. El fin último de nuestro estudio es contribuir a una mejor comprensión del uso metafórico en medicina para, así, poder proporcionar una serie de pautas que puedan aplicarse a su traducción. An English-Spanish descriptive study of metaphors in the language of medical diagnostic imaging Abstract: Creating metaphors is a very useful process for designating the new concepts that are constantly emerging in medicine due to technical and scientific progress. It is generally said that the use of metaphors in medical language helps avoid terms that are obscure and complicated and contributes to intelligibility and transparency in language, since metaphors draw on common associations everyone is familiar with. However, we demonstrate that metaphorical terms don’t always lead to linguistic transparency and can, in fact, make understanding more difficult. In this study we identify and describe the metaphors used in the field of diagnostic imaging to designate different radiographic signs seen in the images. For this purpose we compiled a million-word electronic corpus of medical papers written in English and Spanish and published in two prestigious journals, one from the United States and the other from Spain, in order to extract a list of metaphorical designations for these signs in both languages. The metaphors are classified thematically and described conceptually. The fundamental premise behind this research is to help better understand metaphorical uses in medical language in order to establish some useful guidelines for translating these metaphorical terms. Palabras clave: metáforas, lenguaje médico del radiodiagnóstico, traducción, corpus electrónico comparable. Key words: metaphors, diagnostic imaging language, translation, comparable electronic corpus. Panace@ 2004; 5 (17-18): 229-231. 1. Introducción La metáfora es un recurso de formación de términos en el lenguaje médico que establece una analogía entre el concepto designado y un objeto familiar perteneciente a la realidad del hablante. De hecho, la metaforización es uno de los procesos más importantes, útiles y productivos a los que se recurre en los lenguajes científico-técnicos ante la necesidad de dar nombre a los nuevos conceptos. En estos lenguajes las metáforas se forman mediante el procedimiento de la «terminologización», técnica que consiste en que una unidad léxica ya conocida, a menudo perteneciente a la lengua común, recibe un significado suplementario, así como otras características como la tecnicidad y la pertenencia a un sistema terminológico. Por ejemplo, en «la memoria de un ordenador» se transfieren actividades y propiedades que sólo se atribuyen al hombre; esta adaptación se fundamenta en un uso metafórico de la palabra memoria dentro del campo de la informática. En el campo médico las asociaciones indirectas o metafóricas son, de hecho, muy antiguas. López Piñero y Terrada Ferrandis (1990: 17) nos presentan algunos ejemplos en su libro, como las raíces carcin- y cancer- que proceden del griego y del latín respectivamente y significan «cangrejo». Se basa- * Este estudio resume y amplía algunos planteamientos recogidos en mi tesis doctoral, titulada «Estrategias fraseológicas en el género discursivo de los artículos científicos médicos en lengua inglesa», dirigida y supervisada por Purificación Fernández Nistal. ** Instituto de Terminología Bilingüe y Traducción Especializada (ITBYTE), Universidad de Valladolid (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 229 Tribuna ban en el supuesto parecido de algunos cánceres de mama con este animal. En el lenguaje médico existen muchos términos metafóricos creados a partir de la metaforización de uno de sus elementos. Estos términos metafóricos aparecen por la necesidad de denominar y entender nuevos conceptos y de transmitir el mensaje de una forma más efectiva. Podría incluso afirmarse que las metáforas contribuyen a facilitar la comunicación entre los expertos médicos. La mayoría de las denominaciones metafóricas en medicina se establecen por su semejanza con algún tipo de objeto existente en la realidad. Así, por ejemplo, en el campo del radiodiagnóstico encontramos numerosas metáforas empleadas para denominar una serie de signos radiológicos que presentan los pacientes sometidos a diversas técnicas diagnósticas.1 En el siguiente apartado nos centramos en el proceso de formación de estas metáforas y en su posible clasificación. 2. Métodos Las metáforas que analizamos a continuación se han extraído de un corpus electrónico comparable inglés-español que hemos compilado para tal fin.2 Dicho corpus, que consta aproximadamente de 1 000 000 de palabras, se compone de artículos de investigación médica publicados en dos revistas muy populares en el campo del radiodiagnóstico: Radiology y Radiología. La primera es la revista oficial de la RSNA (Sociedad Radiológica de Norteamérica); la segunda es la revista oficial de la SERAM (Sociedad Española de Radiología Médica). En una investigación anterior apuntamos que muchos términos metafóricos de este campo designaban distintos signos médicos visualizados por imagen. De forma más específica, en el lenguaje de esta parcela médica se utilizan dos métodos fundamentales para la designación de estos signos: uno de ellos consta de la denominación del signo por medio del órgano en el que está localizado, por ejemplo, los términos ingleses colon cut-off sign y bladder sign; el otro procedimiento se basa en el establecimiento de una analogía entre la forma que adquiere el signo en la imagen y la de un objeto familiar perteneciente a la realidad cotidiana del hablante. Este último procedimiento da lugar a una gran cantidad de metáforas en el discurso del radiodiagnóstico médico. 3. Resultados Para realizar el análisis y clasificación de estas metáforas hemos procedido en primer lugar a su identificación en el corpus empleando el programa de concordancias KWIC3 de WordSmith Tools, paquete informático creado por Mike Scott, de la Universidad de Liverpool (Reino Unido).4 Los datos extraídos de las concordancias KWIC apuntan que la mayoría de estas metáforas son morfológicas, por establecer una comparación con formas y estructuras conocidas de la vida diaria.5 Basándonos en la clasificación de Salager-Meyer (1990: 151), las metáforas identificadas en nuestro corpus pueden agruparse en cinco categorías, atendiendo al tipo de comparación establecida: a) Metáforas arquitectónicas, por ejemplo cupola sign 230 <www.medtrad.org/panacea.html> b) c) d) e) y double wall sign en inglés; «signo del doble arco» y «signo de la doble pared» en español. Metáforas geomórficas: en inglés tip of the iceberg sign y double channel sign; en español «signo de la noche estrellada» y «signo de la media luna». Metáforas fitomórficas, tal es el caso de water lily sign y apple core sign en inglés; «signo de la nuez cascada» y «signo del pedículo» en español. Metáforas anatómicas, por ejemplo, kissing liver and spleen sign y shoulder sign en inglés; «signo en huella de dedo» y «signo del pezón pilórico» en español. Metáforas zoomórficas, como dog’s ears sign y spider web sign en inglés; «signo del pico de pájaro» y «signo de la cobra» en español. Además, podríamos añadir tres categorías adicionales a esta clasificación, según los datos obtenidos del corpus: f) Metáforas alfanuméricas; tal es el caso de inverted-3 sign e inverted-V sign en inglés; «signo de la U invertida» y «signo de la doble uve y del infinito» en español. g) Metáforas geométricas. Por ejemplo, ellipse sign y triangle sign en inglés; «signo de la espiral» y «signo del cono invertido» en español. h) Metáforas de la cultura material. Un alto porcentaje de las metáforas encontradas en las dos lenguas pertenecen a la denominada «cultura material» (material culture), que abarca un amplio espectro de objetos manufacturados. Los signos metafóricos englobados en esta categoría son de tres tipos: 1) los que se refieren a objetos ideados por el hombre: hay fork sign, flashlight sign y spokewheel sign, y en español «signo de la hoz» y «signo de la bombilla»; 2) los que aluden a deportes y objetos utilizados en los mismos, como football sign y tennis racquet sign, o en español «signo del bumerán» y «signo de la diana»; 3) y, finalmente, los que establecen una analogía con alimentos, como sandwich sign y Danish pastry sign en inglés; «signo del caramelo de feria» y «signo del espagueti» en español. 4. Comentarios En este estudio hemos identificado ocho grupos de metáforas en el lenguaje del radiodiagnóstico médico compuestas por un núcleo no metafórico sign/signo y por un modificador metafórico. Por tanto, desde un punto de vista estructural, los signos identificados en los textos pueden calificarse como «parcialmente metafóricos».6 Asimismo, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que se trata de metáforas transparentes, porque establecen una comparación con objetos de la realidad cotidiana familiares para los médicos. Esta transparencia, sin embargo, queda en entredicho cuando se intenta deducir el significado del signo radiológico a partir de su denominación. En este sentido, la denominación no clarifica el tipo de enfermedad que se detecta por medio Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> del signo. Por ejemplo, el «signo de la cabeza de cobra» es un indicio de una enfermedad del uréter denominada ureterocele (dilatación quística del extremo inferior del uréter); no obstante, la denominación propia del signo tan solo hace referencia a un tipo de imagen densa de configuración oval. Por lo tanto, observamos que las metáforas que denominan signos radiológicos han perdido su referente original y se han lexicalizado. Por esta razón, los médicos utilizan estas metáforas hoy en día sin ser conscientes del contenido encerrado en su imagen, aunque lo entienden perfectamente. Por otra parte, para un lego estas metáforas lexicalizadas se reconocen sólo en su forma lingüística, pero no en su forma conceptual. Por lo tanto, en las metáforas que designan signos radiológicos no se cumple el ideal de claridad y transparencia que se refleja en otros términos médicos de procedencia grecolatina. Son metáforas lexicalizadas dentro de su dominio, y su interpretación implica discernimiento por parte del lector no experto. En otro orden de cosas, desde un punto de vista traductológico, el análisis de los signos radiológicos equivalentes en las dos lenguas proporcionados por las concordancias KWIC muestra que la mayor parte de los signos metafóricos del español son traducciones literales del inglés y, por tanto, predecibles. Algunos ejemplos son: halo sign → «signo del halo»; dog’s ears sign → «signo de las orejas de perro»; inverted V sign → «signo de la V invertida»; spaghetti sign → «signo del espagueti», y arrowhead sign → «signo de la punta de flecha». No obstante, en ciertas ocasiones el signo radiológico en español no se corresponde con su equivalente detectado en inglés; tal es el caso del «signo del ojo de buey», cuyo equivalente en inglés es bull’s eye sign. Este signo hace referencia a un tipo de lesión producida en el intestino que da lugar a la enfermedad de Crohn y que aparece en la imagen radiográfica en forma de ojo de toro para el especialista anglófono. Para el español, por el contrario, se asemeja a un ojo de buey, de ahí su denominación. Esto es, el prototipo del objeto evocado en el signo varía dependiendo de la percepción que de ese objeto tengan la comunidad médica anglófona y la hispana. En definitiva, por lo que acabamos de exponer y por la consulta con algunos radiólogos, nuestra impresión es que los especialistas españoles suelen traducir literalmente del inglés los signos radiológicos metafóricos en los escritos, y este uso hace que, además, se incorporen a su jerga médica cotidiana. Nos gustaría concluir nuestro estudio apuntando que sería interesante abrir nuevas líneas de investigación en la traducción de las metáforas médicas: por ejemplo, si se usan distintas metáforas en el español médico peninsular y en el iberoamericano para designar el mismo concepto o si el uso de una denominación metafórica varía de un registro médico a otro. De todos modos, esperamos que con este estudio hayamos contribuido a una mejor comprensión de la terminología metafórica utilizada en un campo médico tan puntero como es el del diagnóstico por imagen. Notas 1 Según Gonzalo Sanz (1999: 1106) el signo es la manifestación de una enfermedad perceptible por el observador, que una vez evaluada será un factor de diagnóstico. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Los corpus comparables contienen textos de temática muy similar y redactados originalmente en dos o más lenguas. Además, en los corpus comparables, los textos en las distintas lenguas presentan numerosas semejanzas para que puedan equipararse en el plano interlingüístico. 3 Una concordancia KWIC nos proporciona todas las ocurrencias, o apariciones, de un término clave, o de búsqueda, en el corpus electrónico. El término clave aparece en el centro de la pantalla, y a su izquierda y derecha aparece su contexto lingüístico. Además, dicho contexto puede ordenarse alfabéticamente, lo que facilita la identificación de rasgos combinatorios interesantes. 4 Para más información sobre este programa y para obtener una versión demo, consúltese <www1.oup.co.uk/elt/catalogue/Multimedia/ WordSmithTools3.0/download.html>. 5 Seguimos la terminología empleada por Salager-Meyer en su artículo (1990). 6 Gréciano (1997: 40) también llegó a esta conclusión al analizar una serie de metáforas empleadas en el discurso médico francés de la electrocardiografía: «La metáphore langagière, figée dans le formatif général, est plus souvent collocataire : pointe, axe, dôme, cupule, dents de scie, petits / gros grains, larges mailles que collocateur: bruit, salve, rafale». 2 Bibliografía Arntz R, Picht H. Introducción a la terminología. Madrid: Pirámide, Fundación Germán Sánchez Ruipérez; 1995. Chamizo Domínguez PJ. Catorce tesis sobre el lenguaje de la ciencia. Panace@ 2003; 4 (13-14): 268-271. <www.medtrad.org/panacea/PanaceaPDFs/Panacea13-14_diciembre2003.pdf>. Eisenberg RL. Atlas of signs in radiology. Filadelfia: Lippincott; 1984. Gonzalo Sanz L (coord). Diccionario Espasa de medicina. Madrid: Espasa Calpe; 1999. Gréciano G. Collocations rythmologiques. Meta 1997; 42 (1): 33-44. López Piñero JM, Terrada Ferrandis ML. Introducción a la terminología médica. Barcelona: Salvat; 1990. Méndez Cendón B. Phraseology in medical research papers written in English. Ann Arbor: UMI Dissertation Services; 2002. Meyer I y cols. Systematic concept analysis within a knowledge-based approach to terminology. En: Wright SE, Budin G (dirs.). Handbook of terminology management. Amsterdam: John Benjamins; 1997; 98-118. Prown JD. Mind in matter: An introduction to material culture theory and method. Winterthur Portfolio 1997; 17 (1): 1-19. Rocamora Abellán R. La metáfora en publicidad. 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Más concretamente, nuestra atención se centra en lo que hemos denominado el «zigzag retórico», una estrategia argumentativa que consiste en lograr un difícil equilibrio dinámico entre a) el respeto a los logros de otros investigadores miembros de la comunidad biomédica y b) la reivindicación de los méritos de la propia investigación. Para ello, los autores científicos recurren a determinadas expresiones atenuantes e intensificadoras, que combinan hábilmente con marcadores discursivos de oposición y consecuencia. Nuestra intención es, pues, analizar ejemplos reales de estos tres elementos a fin de que el lector sea consciente de su importancia, aprenda a identificarlos y sepa usarlos de un modo eficaz en inglés. Rhetorical zigzag in English biomedical research articles: escapes, assaults and counterattacks Abstract: In this article, we present an approach to medical written discourse that is uncommon in Spanish linguistic research. We are concerned with the rhetorical level in the Discussion sections of biomedical research articles. More particularly, we focus on “rhetorical zigzag”, an argumentative strategy that seeks a dynamic balance between (a) a respectful attitude towards the findings of other members of the biomedical community and (b) positive claims regarding the value of one’s own research findings. In order to achieve this difficult balance, biomedical writers employ certain expressions that either soften or intensify and that are also skilfully combined with discourse markers of contrast and consequence. Thus, our aim is to analyse authentic examples of those three elements so that the reader may become aware of their importance, learn how to identify them, and use them effectively in English biomedical writing. Palabras clave: artículo biomédico, zigzag retórico, atenuantes, intensificadores, conectores. Key words: biomedical research paper, rethorical zigzag, hedges, boosters, discourse makers. Panace@ 2004; 5 (17-18): 232-243. 1. Introducción Puede chocar al lector la terminología bélica del título, a primera vista extraña en una publicación de medicina y traducción; pero nos ha parecido sugerente emplear la metáfora para plantear el artículo biomédico como una batalla dialéctica. Conscientes de que podemos estar acreciendo la sorpresa inicial al referirnos en tales términos argumentativos a un género del lenguaje científico, considerado puramente informativo por antonomasia, procederemos a justificar una concepción de la ciencia menos objetiva y más persuasiva. La ciencia es una explicación racional de la realidad cuyo objetivo es la búsqueda de la verdad; no obstante, no puede escapar de un cierto grado de subjetividad al menos por dos razones: 1) la ciencia parte de la realidad aprehendida, que no es la misma para todo el mundo, y 2) la ciencia, en cuanto explicación, es interpretación. En palabras del manual de estilo de Medicina Clínica: «La verdad explicativa, la propia de la ciencia, está construida por el sujeto, y por eso no es nunca absoluta, es siempre, de algún modo, rela- tiva».1 En esta misma visión coinciden destacados estudios de la sociología de la ciencia y la retórica de la ciencia2,3 que han demostrado que el discurso científico no es un mero reflejo objetivo de la actividad científica, sino que, por el contrario, el conocimiento científico depende en gran medida de la argumentación, ya que se trata de persuadir al resto de la comunidad científica de la validez de la hipótesis presentada. Para lograr este objetivo se buscan la máxima precisión, objetividad y claridad, como es lógico, pero también se busca presentar los resultados de la manera más convincente posible. Se trata, en suma, de convencer a la comunidad científica internacional de la validez universal de una hipótesis. De ahí que el artículo biomédico, al igual que cualquier otro artículo de investigación, no sea un género exclusivamente informativo. Dwight Atkinson se expresa con esta claridad al respecto:4 The research report, far from being the mere transcription of empirical events, may best be viewed as an on-going, * Instituto de Terminología Bilingüe y Traducción Especializada (ITBYTE), Universidad de Valladolid (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. ** Departamento de Filología Inglesa. Universidad de Valladolid (España). 232 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> developing solution to a rhetorical problem —how to convince those not directly privy to the events and the study that one’s findings are accurate and meaningful. Por lo tanto, el investigador debe ser siempre consciente de que su artículo ha de cumplir una doble función, informativa y persuasiva, siguiendo para ello una serie de normas y convenciones que constituyen al mismo tiempo una guía y un corsé. Tales dificultades son progresivamente más fáciles de superar en la medida en que el autor participe más a menudo en su comunidad discursiva, ya que esta práctica le hará familiarizarse con «las reglas del juego»; es decir, cuantos más artículos lea y redacte, más efectiva será su producción escrita. 2. Objetivo El objetivo principal del presente artículo es llamar la atención sobre una serie de estrategias retóricas muchas veces relegadas a un segundo plano en favor de la terminología o de aspectos sintácticos. Desde hace décadas, el análisis de los lenguajes especializados, como lo es el médico, se ha centrado en cuestiones puramente formales. Buenas muestras de esta tendencia son la abundancia de los estudios léxicos, la mayoría sobre los anglicismos5,6 y la influencia de prefijos grecolatinos,7,8 y de los trabajos que abordan elementos morfosintácticos, como la voz pasiva.9,10 Sin embargo, como señala Bhatia,11 en los últimos años ha ido creciendo paulatinamente el número de estudios pragmáticos que adoptan una postura funcionalista y global del discurso especializado. Dicho de otro modo, esta concepción actual no toma como unidad de análisis la oración, sino el discurso, al que se enfrenta partiendo no de las formas, sino de las funciones que en él desempeñan determinados elementos lingüísticos. John Swales y Vijay Bhatia son los representantes clásicos de esta línea teórica aplicada a los géneros discursivos en lengua inglesa, que ha producido frutos muy importantes desde principios de la década de 1990.11,12 Por el contrario, salvo la prolífica y destacada obra de SalagerMeyer,13-16 apenas hay trabajos contrastivos inglés-español que adopten esta postura para analizar el discurso médico escrito.17,18 En consecuencia, el presente artículo nace con la finalidad de acercar al lector a diversos elementos pragmáticos de considerable importancia en la redacción o traducción de artículos biomédicos. Más concretamente, pretendemos que el lector conozca y comprenda cómo funciona lo que hemos denominado el ‘zigzag retórico’.19 Como su propio nombre indica, esta estrategia argumentativa consiste en introducir en el hilo discursivo continuos puntos de inflexión, que los autores del artículo han de lograr mantener hábilmente en un equilibrio dinámico que oscila entre dos puntos distantes, cuando no opuestos. Esta tensión discursiva se debe a que los científicos han de tratar de equilibrar la reivindicación de los hallazgos de su investigación personal con el respeto a la investigación de sus colegas, miembros de la comunidad biomédica. Este toma y daca argumentativo, vaivén discursivo o zigzag retórico obliga a los autores a realizar movimientos «ofensivos» y «defensivos», de ahí que en el título hablemos de evasiones, Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 acometidas y contraataques. A veces los autores consideran que lo mejor es reducir su grado de compromiso con alguna afirmación de su artículo y procuran evadirse mediante el uso de expresiones atenuantes (en inglés, hedges). En cambio, en otras ocasiones pretenden exhibir ante la comunidad biomédica el valor de algún resultado o la seguridad de determinados asertos; es entonces cuando acometen, por así decirlo, con el uso de expresiones intensificadoras (en inglés, boosters), que agitan orgullosos en la batalla dialéctica cual estandartes de caballeros medievales dispuestos a entrar en combate. Pero el eje de evasiones y embestidas, el engranaje que permite buena parte de esas piruetas argumentativas que conforman el zigzag retórico son los conectores contrastivos y consecutivos. A la ejemplificación y comentario contextual de estas unidades lingüísticas —atenuantes, intensificadores y conectores contrastivos y consecutivos— es a lo que dedicamos el análisis de este artículo. 3. Metodología Para alcanzar dicho objetivo hemos compilado un corpus de textos médicos. Se trata de un corpus pequeño, integrado por 12 «Discusiones»a extraídas de sus respectivos artículos biomédicos. Puesto que la finalidad no es realizar un estudio estadístico de frecuencias, sino ofrecer una aproximación a diversas estrategias retóricas y argumentativas, no se requiere un corpus de gran tamaño. Por otra parte, nuestros parámetros de análisis, esto es, los elementos lingüísticos en que vamos a centrar nuestra atención, son muy específicos, pues están muy definidos: desde el género o subgénero discursivo (la Discusión de artículos biomédicos originales), hasta la temática (medicina), pasando por el emisor y el receptor (miembros de la comunidad biomédica y, por tanto, expertos en la materia). Como es natural, un corpus que se construye con estos criterios tan específicos no puede ser igual que el diseñado para estudiar, pongamos por caso, palabras de la llamada ‘lengua general’.21 De todos modos, para aumentar las probabilidades de que los ejemplos comentados en este artículo puedan ser de interés para el lector, en nuestra selección de publicaciones hemos combinado números actuales de revistas de medicina general, interna y de especialidades, todas ellas con un alto factor de impacto en su categoría. Aunque al final del artículo recogemos la referencia completa de los doce artículos, listamos a continuación las fuentes textuales utilizadas, ordenadas alfabéticamente y con su factor de impacto entre paréntesis (según la edición del 2003 del Journal Citation Reports): • • • • Circulation (11,164), revista semanal sobre el sistema circulatorio; Lancet (18,316), semanario de medicina general e interna; New England Journal of Medicine (34,833), revista de medicina general e interna con periodicidad semanal; Journal of Clinical Oncology (10,864), publicación de carácter quincenal sobre oncología. 233 Tribuna De estas cuatro revistas seleccionamos algunos fragmentos de interés que analizamos en el siguiente apartado. Para facilitar la identificación de los distintos elementos que integran la estrategia retórica, empleamos un código de colores: las palabras o expresiones que funcionan como intensificadores las marcamos en rojo; en azul, los atenuantes; en verde oscuro, los conectores contrastivos, y en verde claro, los conectores consecutivos. Finalmente, el orden en que presentamos los ejemplos responde a la disposición habitual de diversas funciones retóricas existentes en la Discusión del artículo biomédico original. A pesar de que las funciones de la Discusión varían en términos cualitativos y cuantitativos según los estudiosos,24,25 nosotros hemos identificado las siguientes: 1) introducción general, 2) comparación informativa, 3) hipótesis explicativas, 4) importancia de la investigación, 5) limitaciones de investigación, 6) conclusiones y 7) futuras líneas de investigación. Naturalmente, ni su presencia es obligatoria ni su disposición es necesariamente la misma en todos los artículos que aquí recogemos. No obstante, creemos que esta lista puede aceptarse como un razonable punto de partida. 4. Análisis 4.a. Introducción general Pese a que la Discusión siempre tiene la misma función, la forma en que se presenta la información no siempre es la misma. Este hecho se refleja en ocasiones ya desde el principio de la sección. Una forma de empezar este apartado es a modo de Introducción. De esta manera, la carga significativa se presenta partiendo de lo más general hasta terminar con lo más particular: [1] During the last two decades, the use of preoperative chemotherapy has steadily increased for those with locally advanced or inflammatory breast cancers that were believed to be inoperable. However, now that numerous studies have demonstrated the association between response to preoperative chemotherapy and survival, it is reasonable to consider primary chemotherapy for earlier stage breast cancer patients. Preoperative chemotherapy not only provides this important prognostic information but also allows assessment of the tumor’s sensitivity to chemotherapeutic agents and can increase the rate of breast preservation. This study was undertaken to determine whether the use of an alternate noncross-resistant chemotherapy regimen, on the basis of pathologic response to the initial preoperative regimen, would positively impact survival [I10]. En este ejemplo, la información se expone en cuatro pasos, que coinciden con el nivel oracional. La primera oración presenta la situación general de la investigación en ese campo de modo objetivo. Inmediatamente después, se indica la laguna de dicha investigación. Como el tema ya no es el mismo, el autor lo hace notar introduciendo un marcador contrastivo (however) para mostrar que no todo está investigado en ese campo, sino que aún hay vacíos por llenar. La primera parte de 234 <www.medtrad.org/panacea.html> dicha frase destaca la importancia de los resultados logrados por medio del adjetivo numerous y un verbo de objetividad científica (demonstrated); la segunda parte señala las futuras líneas a seguir, lo que se convierte en hipótesis de su propio estudio. Una vez definido el tema concreto a estudiar, la tercera frase subraya la relevancia de la investigación enfatizando las dos ventajas principales del estudio (not only... but also); es decir, acomete en el campo que le es favorable. Finalmente, se expone el objetivo de la investigación propia en pasado, puesto que ya se ha llevado a cabo. Dicho objetivo se presenta mediante un verbo típico del discurso científico (determine), seguido de una oración hipotética en la que encontramos dos atenuantes que potencian dicho tono especulativo, como son la conjunción whether y el auxiliar modal would. En definitiva, la Discusión resume lo expuesto en la «Introducción» del artículo y recurre al contraste para destacar el vacío cognitivo que el científico va a investigar, a los intensificadores para destacar la importancia de ese vacío y a los intensificadores combinados con atenuantes para formular el objetivo de su propio estudio (importante pero hipotético al mismo tiempo). Sin embargo, es más frecuente que la Discusión comience destacando los resultados principales obtenidos en el estudio, que en el ejemplo llaman conclusions, aunque más comúnmente suelen denominarse findings o results. [2] The main conclusions from this report detailing the 12-month TAXUS-IV results are as follows: (1) The relative benefits of the polymer-based, slow-release, paclitaxel-eluting stent in reducing TLR, TVR, and major adverse cardiac events previously reported at 9 months are preserved and continue to increase at 1 year. (2) Between 9 and 12 months, not only were further reductions apparent in the rates of repeat revascularization procedures in patients treated with the TAXUS stent compared with the bare-metal control stent, but as a result, there were also significantly fewer myocardial infarctions. (3) TLR rates were reduced significantly with the TAXUS stent across a broad spectrum of complex patient and lesion types, including large and small vessels, short and long lesions, and in patients with and without diabetes. (4) No safety concerns became apparent in patients treated with the paclitaxel-eluting stent during this extended follow-up period. [I02]. Así pues, la Discusión empieza resaltando los hallazgos con el adjetivo main, y seguidamente los expone de manera clara y ordenada, recurriendo a la numeración de cada uno de ellos. ¿Cómo se exponen estos resultados? En función de la importancia que los autores les quieran conferir. En el primero son precavidos y se muestran cautos con relative benefits, mientras que en el segundo acometen con la fuerza correlativa de not only... but [...] also, expresión reforzada, a su vez, por el conector consecutivo as a result. Queda claro, pues, que los autores consideran dicho punto de máxima importancia. En el tercero, el énfasis se encuentra en including, que especifica el broad spectrum de pacientes y lesiones. Finalmente, el cuarto Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> punto no presenta intensificación alguna, ya que en este contexto el adjetivo apparent ha de interpretarse como ‘visible’ y no como ‘evidente’.20 Por tanto, los autores atacan con toda la artillería pesada allá donde quieren que se fije el lector —en los resultados que les son favorables y dan valor a su investigación—, mientras que pasan de puntillas por aquellos aspectos menos reseñables. La libertad en la exposición de los datos se manifiesta en la redacción de los autores: éstos siempre seleccionarán el formato que les resulte más favorable y otorgue mayor preeminencia a los resultados de su propio estudio, como vemos a continuación: [3] Allografts can substantially improve the quality of life. Our investigation, however, demonstrates that infection acquired through bacterial contamination of allografts may result in substantial complications or death. Furthermore, our findings suggest that current federal regulations and industry standards for processing and testing allograft tissue need to be enhanced to prevent allograft-associated infections [I08]. La sección empieza ensalzando la valía de los aloinjertos con el adverbio substantially. Sin embargo, los autores dan un giro a la argumentación y ponen en tela de juicio sus beneficios. ¿Cómo? Introducen el contraste con however, que supone un zigzagueo en su exposición. Destacan su autoría del estudio y le otorgan validez científica mediante la forma verbal demonstrates. Para no mostrarse arrogantes, atenúan su aseveración con el modal may, pero acto seguido vuelven a acometer con el adjetivo substantial. No es casualidad que este adjetivo pertenezca a la misma familia léxica que el adverbio con el que se abre la Discusión. Esto quiere decir que el factor positivo que esta palabra transfería al primer enunciado («substantially improve the quality of life») se convierte en negativo en el segundo («substantial complications or death»). Ganada esa primera batalla discursiva, los autores siguen arremetiendo con la fuerza de su pluma a favor de su legado científico. El zigzagueo se muestra favorable, y lo refuerzan con un marcador aditivo (furthermore). Aún tienen más argumentos. Recalcan una vez más su autoría con el posesivo y, para evitar ser pedantes, modulan un poco la fuerza asertiva por medio del verbo suggest. No obstante, no dan tregua al lector y antes de finalizar la oración insertan el modal need to para demostrar la necesidad de inaugurar líneas futuras partiendo de su estudio. El párrafo en su conjunto es un claro ejemplo de cómo los autores pueden dan un giro de 180º a su argumentación para convencernos de la valía de su estudio. 4.b. Comparación informativa Las comparaciones informativas ofrecen un terreno adecuado para plasmar la metáfora bélica que hemos propuesto en el título. Además, resultan decisivas en la argumentación académica: son casos muy evidentes de confrontación donde los autores deben respetar los conocimientos establecidos y Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna los hallazgos de sus colegas, a la vez que han de defender la valía de sus propias aportaciones. Por ello, han de ser muy cautos tanto en sus juicios y postulados como en la forma expositiva de su prosa. La comparación se puede establecer a distintos niveles, como vamos a ver en este apartado. Los casos más frecuentes son los de oposición de la investigación ajena y la propia, como en el siguiente ejemplo: [4] Dual-gating techniques from a number of centers have conclusively proven Doppler ultrasound to be capable of differentiating emboli from artifacts, whereas a prospective cohort study from our unit demonstrated that post-CEA emboli are exclusively particulate [I01]. En primer lugar, se muestra la ajena como argumento establecido y definitivo con conclusively y proven para, a renglón seguido, rebatir el argumento. El zigzagueo contrapone la investigación propia con el marcador contrastivo whereas. Este punto de inflexión marca el paso a la defensa de su investigación destacándola con un posesivo e intensificándola de igual modo que la anterior: demonstrated, al igual que proven, es un verbo de empirismo científico, esto es, un verbo que transmite la idea de que las afirmaciones están basadas en pruebas rigurosamente científicas; por su parte, exclusively es un adverbio enfático en ambos ejemplos. El resultado final es que la oración presenta dos proposiciones argumentadas de manera muy similar y diferenciadas por un elemento contrastivo. Dependiendo de los resultados obtenidos, la comparación de la investigación propia y la ajena se puede plantear desde otro punto de vista, de forma que los autores recurran a los conocimientos preestablecidos para desarrollar la argumentación. [5] Although we cannot assign a mechanism for the improved outcome with increased node count, other studies suggest that variations in the number of nodes identified per specimen are not related specifically to pathologic examination but to variations in the extent of the lymphadenectomy [I12]. En esta ocasión, ante la limitación del estudio propio, se recurre a otros estudios para defender una idea en su artículo. Así pues, la oración comienza con el elemento de contraste (although), que plantea la limitación propia para pasar a defender la idea de otros estudios. El contraste es menos marcado que en el ejemplo anterior, por lo que el acento recae sobre la valía de los demás estudios en detrimento de las limitaciones de la investigación propia. Como los autores no lo pueden constatar, el enunciado referente a los otros estudios se realiza con el verbo suggest; esto indica que se lavan las manos y eluden el compromiso de la afirmación. Dentro de ella, podemos encontrar cómo el énfasis de specifically se contrapone al matiz adversativo de but. Por lo tanto, la comparación entre la investigación propia y la ajena se puede llevar a cabo bien para resaltar los logros propios, donde abunda la intensificación y el contraste es evidente, 235 Tribuna bien para salvar las limitaciones propias, donde se disimula el contratiempo y se afirma con mucha cautela las aserciones ajenas. No obstante, la comparación también puede establecerse en un plano más reducido y así oponer los resultados del propio estudio: [6] Of note, whereas the difference in absolute TLR event rates between treatment arms continued to grow from 9 to 12 months (from 8.4% to 10.7%, as seen in Figure 2), the relative TLR risk reduction for the paclitaxel-eluting stent versus the control stent remained constant (from 77% at 9 months to 75% at 12 months) [I02]. En el ejemplo vemos cómo los autores han querido destacar de manera muy evidente los resultados, por lo que comienzan la frase con una llamada de atención al lector (of note), bien diferenciada del resto de la oración. Es como si los autores enarbolaran su estandarte para, en cierto modo, arremeter con unos datos muy relevantes para la investigación. Seguidamente, el conector contrastivo separa los datos que los autores han destacado. Resulta interesante comentar que los adjetivos de absolute TLR event rates y relative TLR risk reduction no se han tenido en cuenta como parte de la batalla dialéctica por su condición de fraseología propia del lenguaje especializado. Por otra parte, los resultados propios se pueden contraponer de manera más evidente, pero igualmente efectiva: [7] Our estimates, based on a very large sample, demonstrate that in the current era, matching at the HLAB locus has only a minor and nonsignificant effect on graft outcome. By contrast, our results also confirm that better matching at the HLA-DR locus results in a significant improvement in graft outcome [I07]. El posesivo marca en ambas oraciones la autoría de los datos, en los que hacen hincapié los verbos demonstrate y confirm, respectivamente. El primer dato, a su vez, se destaca de manera significativa con los adverbios very y only. El contraste con el otro dato, no menos importante, se realiza con el conector by contrast, que es muy gráfico, tanto en significado como en la ubicación en el párrafo. De hecho, la oposición se refuerza con la repetición léxica y sintáctica de las dos proposiciones. También es destacable el caso de significant y nonsignificant, que no se han tenido en consideración por ser tecnicismos: en la investigación científica los valores de relevancia estadística de un estudio vienen determinados por unos intervalos numéricos muy concretos y consensuados por toda la comunidad científica, por lo que el empleo de (non)significant está exento de valoraciones personales. En definitiva, la oposición de resultados de la investigación propia se puede realizar llamando la atención al principio de la frase sobre el contraste que se va a llevar a cabo, o bien destacando un resultado por medio de la intensificación y contraponiéndolo de modo evidente a otro resultado igualmente intensificado y de estructura paralela. 236 <www.medtrad.org/panacea.html> Por último, la comparación se puede establecer entre los resultados de otros estudios: [8] The Cancer and Leukemia Group B 9344 is the only one of the three that demonstrated a significant disease-free survival and OS advantage to the addition of paclitaxel, whereas the MDACC study showed a nonsignificant trend toward improved disease-free survival with paclitaxel [I10]. Una vez más, la división entre uno y otro viene marcada por el conector whereas, que contrasta dos enunciados. Ambos están intensificados por el verbo con carga léxica (demonstrated y showed), y el primero, además, está reforzado por el enfatizador only. Ambos verbos vienen determinados por el contexto, ya que pueden manifestar otras acepciones que no tendrían carga intensificadora, como pueden ser ‘presentar’ o ‘mostrar’.20 En resumidas cuentas, la expresión de la comparación de datos se puede llevar a cabo de diversas formas, dependiendo de la intención de los autores. Así pues, el contraste puede ser: 1) evidente, para subrayar ciertos datos, es decir, para contraatacar y a la vez acometer con la importancia de los datos propios; o bien 2) sutil, para encubrir y evadir posibles limitaciones de la propia investigación, de forma que los resultados ajenos se exponen con cautela, pero sin infravalorarlos. 4.c. Hipótesis explicativas Como su propio nombre indica, la sección de la Discusión es analítica y evaluadora por naturaleza. Ya señalamos en la introducción de este artículo la importancia del elemento interpretativo en la ciencia. Pero como es natural, dicha interpretación debe partir de una idea original o ‘esbozo’, que se sustenta en la combinación de tres factores: la aprehensión, la imaginación y la experiencia; dicho de otro modo, la interpretación científica parte de una hipótesis.1 Dada su extraordinaria importancia en la construcción del conocimiento científico, en este apartado ofrecemos diversos ejemplos que ilustran algunas estrategias retóricas frecuentemente empleadas en inglés para formular hipótesis explicativas de los resultados que se comentan. Vayamos con la primera: [9] Such surveillance will also allow us to see whether the assumption holds up for brothers and sisters, and whether misclassification of poverty status is unrelated to maternal mortality, since this will imply that the estimates of association shown here are conservative [I04]. En este caso, la clave está en dos palabras. La primera, assumption, es un sustantivo cuyo significado es próximo al de suposición o conjetura, por lo que indica que algo se admite basándose en indicios, sin que necesariamente existan pruebas empíricas de ello. Se trata, pues, de algo hipotético. Lo mismo sucede con la segunda palabra, whether, una conjunción que presenta una alternativa, esto es, introduce la posibilidad de dos opciones. Concretamente, en la oración que estamos coPanace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> mentando, el control permitirá resolver dos incógnitas: a) si la suposición es válida para ambos sexos, y b) si los errores de clasificación del grado de pobreza están relacionados o no con la mortalidad materna. Por lo demás, en este fragmento no encontramos más unidades lingüísticas hipotéticas reseñables, ya que los tiempos verbales elegidos —presente (holds up, is) y futuro (will allow/imply)— no añaden incertidumbre al discurso. Sin embargo, en el siguiente ejemplo sí observamos cómo, a pesar de aparecer también un sustantivo, son los verbos los elementos que marcan el tono especulativo de un modo más claro: [10] The improved survival rates seen with the addition of VbMF to VACP, although not statistically significant, suggest that the use of newer, potentially more effective alternate regimens might be able to improve the OS of women with breast cancer. Longer follow-up of the previously mentioned taxane trials is awaited to evaluate this hypothesis. The hormone receptor status also might have influenced response to chemotherapy [I10]. El sustantivo hypothesis nomina perfectamente lo que habían anunciado el adverbio y los verbos anteriores: los autores no hablan sino de hipótesis. En estos dos ejemplos observamos una relación directa entre sustantivos (assumption, hypothesis), adverbios (potentially), verbos (suggest, might) y conjunciones (whether), lo que deja bien claro que los autores tienen a su disposición diversos recursos lingüísticos para verbalizar las hipótesis en que basan su evaluación o interpretación de los resultados. Es más, los autores pueden matizar el grado de incertidumbre o seguridad de las conjeturas expuestas a fin de que los lectores puedan conocer mejor la probabilidad de que éstas sean válidas o no. En esta labor desempeñan un papel fundamental los auxiliares modales, que indican un mayor o menor grado dentro de la escala de posibilidades. Así, might’es el que muestra la posibilidad más remota. Esto implica que en el ejemplo que comentamos los autores se afanan por presentar la hipótesis con muchas reservas: primero, porque la introducen con suggest, un verbo muy frecuente en este tipo de contextos; segundo, porque utilizan potentially para resaltar que se trata de una supuesta efectividad, y tercero, porque en las dos frases eligen might, lo que confiere al enunciado el tono más hipotético posible. En cambio, en otros casos los autores no quieren presentar una hipótesis excesivamente remota y recurren a combinar suggest con would, un auxiliar de valor menos especulativo que might: [11] Our results suggest that modifying the policies regarding kidney allocation to eliminate the priority given to matching at the HLA-B locus would have little adverse effect in terms of graft loss. Such a change would reduce the tension inherent in the current allocation policy by improving equity without sacrificing utility [I07]. Al lector que no esté familiarizado con las Discusiones de los artículos biomédicos quizá le sorprenda este empleo del Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna verbo suggest, que no tiene un sujeto personal, sino inanimado, ya que son los resultados o los datos de la investigación los que «sugieren» algo. No obstante, los autores de lengua inglesa «usan hasta la saciedad este verbo», a veces reforzado por adverbios como strongly o highly; esta práctica también está muy extendida en español, donde muchas veces sería más apropiado utilizar ‘apuntar a’, ‘indicar’, ‘recomendar’, ‘aconsejar’ o ‘proponer’, según el contexto.20 En un próximo artículo, dedicado a las estrategias retóricas del español, abundaremos en este «sugerente abuso». Sin embargo, hay ocasiones en que la exposición de hipótesis explicativas es algo más compleja que una mera suma de sustantivos o verbos relacionados con la especulación y la conjetura: [12] Certainly, cytomegalovirus is found frequently at autopsy of AIDS patients and could be the determinant of death. Alternatively, reactivation of cytomegalovirus replication could be due to impaired CD4-cell function, so the appearance of cytomegalovirus viraemia in patients with apparently good responses to HAART might reflect defects in functional immune reconstitution [I05]. El fragmento anterior ejemplifica muy bien cómo se imbrican perfectamente en el discurso elementos que transmiten certeza e incertidumbre. Los autores parten de una afirmación en la que no hay lugar para vacilaciones, como muestra desde el principio la presencia del adverbio certainly. En cambio, en la frase siguiente ya aparece una sombra de duda, representada por el auxiliar modal; could introduce una posibilidad que, sin ser remota, no es única. De hecho, justo detrás aparece otra opción, de igual probabilidad, a juzgar por el modal que los autores han elegido para presentarla: otra vez could. Admitida esta posibilidad, se desprende una consecuencia lógica y racional, como es típico del razonamiento científico, marcada en el texto por medio de so. Sin embargo, dada la inseguridad de los autores, el verbo principal de la oración consecutiva va precedido de might, lo que confiere al enunciado el mayor grado de duda posible en el sistema verbal de la lengua inglesa. La elección de este verbo se suma, además, a la de apparently. Curiosamente, según el contexto, este adverbio puede indicar seguridad o duda; es por ello por lo que se puede traducir como «evidentemente, obviamente, claramente» o «aparentemente (cosa que parece y no es); es decir, al parecer, por lo visto o según parece».20 En este caso, nos inclinamos por la segunda opción, pues creemos que se trata de otro mecanismo de evasión para los autores, en tanto que les permite limitar su compromiso con la consecuencia expresada. En consecuencia, la formulación de hipótesis explicativas suele ser un foco de atenuantes, ya que los autores están especulando y no quieren arriesgarse a afirmar algo con rotundidad, bien sea porque carecen de los datos necesarios, bien porque quieren dejar una puerta abierta al debate para no aparecer como unos presuntuosos ante los demás miembros de su comunidad biomédica. No obstante, la expresión de hipótesis puede ser algo más compleja, y por eso en algunas ocasiones 237 Tribuna conlleva la combinación equilibrada de elementos asertivos que transmiten duda e indeterminación, seguridad y certeza. 4.d. Importancia de la investigación Parte de la negociación académica consiste en destacar los resultados del propio estudio. Esta función no tiene en consideración otras investigaciones, sino el nuevo paso que el estudio supone para el avance de la ciencia. En definitiva, la metáfora bélica no será tanto de batalla (evasiones, acometidas y contraataques), sino que estará relacionada más bien con una avanzadilla en un período de paz existente entre batallas; es decir, el científico procurará que su investigación parezca relevante e incluso crucial para su campo de estudio, que ocupe un lugar destacado y resulte necesaria para futuras investigaciones, y que sus resultados se conviertan en referencias a tener en cuenta. De este modo, el autor buscará resaltar sus propios datos, por lo que el uso de los intensificadores será clave en esta función. No obstante, podemos encontrar varias formas de expresar la importancia: [13] It is important to apply the findings of this study not only to the surveillance of small aneurysms, but also postoperative follow-up, particularly after endovascular repair [I03]. En este caso, observamos que la «avanzadilla» se lleva a cabo por medio de tres intensificadores, cada uno de ellos con una misión especial y complementaria. En primer lugar, y encabezando la oración, nos encontramos con el adjetivo important, que añade un factor de relevancia a todo el enunciado y advierte al lector de la crucialidad de lo que se va a exponer. También encontramos un enfatizador correlativo como es not only... but also, que subraya las dos posibles aplicaciones del descubrimiento del estudio. Por último, particularly vuelve a enfatizar la situación específica en que estos hallazgos pueden ser importantes. Es decir, que en una sola frase se comienza llamando la atención, se focalizan dos alternativas y se destaca como definitivo un caso concreto. Pero no es ésta la única forma de dar importancia a la investigación propia. [14] A long-term increase in prevalence of HPV is presumably the main reason for the rapid increase in cervical cancer death rate in young women from the 1960s to the 1980s, but changes in several other factors could also be relevant. These include age at first intercourse, number of sexual partners, prevalence of other sexually transmitted diseases, smoking, oral contraceptive use, and parity [I06]. Otra forma de llevar a cabo esta función es de manera más sutil. La fuerza intensificadora se conjuga con la atenuación, ambas enfocadas a destacar la importancia del estudio. El descubrimiento del estudio es «the main reason for...», esto es, se intensifica en grado máximo el resultado; sin embargo, para evitar la rotundidad del enunciado y respetar al resto de la comunidad discursiva, el intensificador va precedido del atenuante presumably, adverbio que matiza la aseveración. Con 238 <www.medtrad.org/panacea.html> este mismo fin se presenta la oración subordinada encabezada por but. Este marcador contrastivo presenta otra alternativa a dicha main reason por medio de un intensificador de importancia, como es relevant, atenuado, a su vez, por el modal could. Esta combinación presenta la importancia de otros posibles factores junto a la expresión epistémica e hipotética de que esto pueda ser cierto. Cabría pensar que several fuese un atenuante indeterminado, pero el contexto no permite esta opción, dado que los factores son enumerados en la siguiente oración. De ahí que este tipo de análisis no se pueda descontextualizar ni limitar a una lista de palabras predeterminada. En definitiva, la rotundidad inicial del enunciado se matiza por medio de un atenuante y una oración adversativa. Como cierre de esta sección podemos afirmar que la expresión de la importancia de la investigación propia no se realiza solamente de una única forma, sino que el científico podrá emplear la rotundidad de los intensificadores (de importancia, de grado alto, de grado máximo, enfatizadores) o bien matizar dicha rotundidad mediante atenuantes e incluso marcadores contrastivos. 4.e. Limitaciones de investigación Parte esencial de cualquier Discusión es informar al lector de cualesquiera limitaciones que tenga el estudio. Por sorprendente que parezca, es obligatorio —y no hacerlo supondría una deficiencia grave— exponer con claridad todas las limitaciones de la investigación que se presenta. Sólo así los miembros de la comunidad discursiva biomédica pueden interpretar adecuadamente los resultados obtenidos y ponderar su relevancia y pertinencia. Así pues, desde el punto de vista de nuestro análisis retórico-argumentativo, la exposición de limitaciones es una de las funciones más importantes de una Discusión, ya que concentra un buen número de conectores y matizadores, especialmente de atenuantes, que reducen y relativizan el valor de los hallazgos de la investigación. En el primer ejemplo vemos cómo los autores limitan la fiabilidad de las conclusiones de estudios anteriores debido a su reducida magnitud: [15] Previous studies have identified that AAAs appear to expand faster in current smokers, but most of these studies have been too small to quantify the effect reliably [I03]. De nuevo, el zigzag: aunque con cierta indeterminación (appear), los autores presentan lo que han demostrado otros estudios; sin embargo, inmediatamente después, introducen un ‘pero’ (but) importante tanto en términos cuantitativos, en cuanto que afecta a casi toda la literatura anterior, como en términos cualitativos, en cuanto que la información deja de ser fiable. Con una sola frase, los autores han invertido la importancia de los datos de los trabajos previos al suyo. Cuando parecía que los autores contaban con una tendencia con la que contrastar sus resultados, la utilidad de dicha información queda en entredicho mediante el empleo de diversas estrategias retóricas: a) La verdadera limitación viene expresada por la construcción comparativa de valor consecutivo26 «too Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> small to quantify», que niega la reliability de la cuantificación. Dicha limitación viene reforzada por dos elementos discursivos más. b) la conjunción adversativa but, señal lingüística que nos advierte de que los autores van a poner en cuestión el enunciado anterior; c) el intensificador most, por el cual el ámbito de la limitación se extiende hasta afectar a la validez de casi todos los estudios. De este modo, y a pesar de que el significado de esta palabra está más relacionado con la expresión de un grado alto dentro de una escala que con la expresión de importancia, los autores consiguen reducir al máximo la relevancia informativa de la oración anterior. Comentadas las limitaciones de la investigación ajena, procederemos a continuación a explicar las correspondientes de la investigación propia, mucho más frecuentes. El siguiente fragmento es una buena muestra del abundante número de atenuantes asociados a esta función: [16] We did not find that a longer period of dialysis before transplantation was detrimental to survival after transplantation. However, there was limited statistical power in the present study for this comparison. Although we looked at survival only among children who survived longer than two years after the onset of end-stage renal disease, some residual survival bias may account for this lack of difference; the ANZDATA Registry does not collect enough details about coexisting conditions for us to adjust fully for this potential effect [I09]. Se trata de una exposición de limitaciones al hilo de la presentación de un resultado. Por tanto, no estamos ante el típico apartado de limitaciones que suele aparecer en las Discusiones poco antes de la formulación de conclusiones y futuras líneas de investigación. Pese a ello, la organización informativa es de extraordinario interés, pues ilustra maravillosamente cómo funciona el zigzag retórico. La estructura del fragmento podría esquematizarse así: La interpretación de las cuatro fases del gráfico sería la siguiente: los autores exponen unos resultados (R), a los que a renglón seguido oponen una limitación (L), que, a pesar de intentar superar (S), ha sido imposible eliminar (L). En medio de este zigzag retórico están los conectores de oposición Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna (however y although), que facilitan al lector seguir esta continua alternancia argumentativa. A nuestro juicio, en ese toma y daca es donde reside gran parte de la esencia retórica de la Discusión del artículo biomédico. Por lo tanto, en este tipo de análisis hay que procurar no quedarse en un mero recuento de unidades lingüísticas descontextualizadas. A nuestro entender, sólo con esta idea en mente es posible comprender que en ciertas secciones del artículo predominen unos u otros tipos de atenuantes. Concretamente, la exposición de limitaciones se caracteriza por una enorme variedad morfosintáctica en lo que a atenuantes se refiere, ya que existen muy diversas clases de limitaciones: unas tienen que ver con el tamaño de la muestra; otras, con el tipo de estudio; otras, con la disponibilidad de datos; otras, con una cantidad; otras, con un sesgo; otras, con el potencial estadístico... Así, en el ejemplo que estamos comentando encontramos palabras directamente relacionadas con las limitaciones, como son limited, not enough y bias. Pero también hay otros atenuantes cuya misión es relativizar la importancia de dichas limitaciones, como ocurre con may, some o potential, que aumentan la carga hipotética e indeterminada del discurso. En cuanto al comportamiento de los dos intensificadores presentes en el fragmento, es muy distinto. Mientras uno, only, enfatiza el grado de restricción seguido en el procedimiento de investigación, el otro, fully, aparece negado. Parecen existir, pues, dos tipos de zigzag retórico: uno muy evidente, marcado por los conectores contrastivos; y otro, urdido por atenuantes e intensificadores, algo más sutil, pero complementario. El siguiente ejemplo está extraído del apartado de limitaciones y reúne varios elementos de interés, en cuanto que son propios de la estructura que suele adoptar este apartado en las Discusiones de lengua inglesa: [17] The limitations of our study should be addressed. First, patients were recruited from general medicine clinics at one VA hospital. However, the VA healthcare system is an equal access healthcare system and the largest integrated delivery system in the country. Second, the refusal rate for this study was 26%. Veterans who refused to participate in this study were older than those who agreed to participate (mean of 72 v 67 years; P < .001) but were similar with respect to race. [...] Fourth, we did not measure the income levels of the study participants. Over half of all VA users have reported annual incomes below $20,000. However, it is not known if, among veterans, there are income-related differences in knowledge, attitudes, or beliefs toward colorectal cancer screening [I11]. Destaca, en primer lugar, la frase introductoria. Es una oración corta que sirve de presentación general a las limitaciones que a continuación se enumeran. Los autores dejan claro que se van a ocupar de las limitations de su estudio y utilizan should, un auxiliar modal que combina los matices de intensificación y atenuación. Tras esta frase, aparece la exposición y comentario de las distintas limitaciones, encabezadas 239 Tribuna por marcadores secuenciales (first, second...), que facilitan al lector seguir el hilo discursivo. Este recurso, igualmente posible y adecuado en español, es más frecuente en inglés, por paradójica que pueda resultar esta diferencia. La razón reside en que ambas lenguas representan dos tipos de retórica: como han demostrado varios estudiosos,27,28 el español tiende más a lo implícito, mientras que el inglés sigue un modelo más explícito. ¿Qué significa esto? Que la lengua inglesa, a diferencia de las romances, prefiere un discurso más lineal, con menos digresiones, con una estructura claramente definida, en la que abundan los marcadores (con la excepción de los reformuladores, más numerosos en español28), con el fin de el lector siga el texto con más comodidad. Pero quizá lo más interesante del párrafo es la estructuración informativa que sigue, esquematizada en el siguiente gráfico: I 1, L → OPOS, S 2, L → OPOS, S 4, L → S, OPOS Tras la primera frase, a modo de introducción (I), se exponen las limitaciones (L), todas ellas precedidas de un secuenciador que indica su orden (1, 2, 4). Admitida la limitación, los autores tratan de aportar un contrapunto que minimice la importancia de aquella, y la presentan como casi superada (S). Este punto de inflexión va marcado en el discurso por medio de un conector contrastivo o de oposición (OPOS), que normalmente inicia la frase, seguido de una coma. Así, en el primer caso, however permite oponer la atenuante one al intensificador the largest: los pacientes proceden de un único hospital, pero su sistema asistencial integrado es el mayor del país. En el segundo caso, la tasa de rechazo es alta (26%) y hubo diferencias de edad, mas no de raza. Esta vez la oposición la marca solamente but. En ambos casos, los investigadores reconocen las limitaciones, pero se afanan por intentar compensarlas, superarlas o minimizarlas. Curiosamente, en la cuarta limitación, los autores argumentan de modo inverso a los casos anteriores. Reconocen que no tuvieron en cuenta los ingresos de los pacientes y tratan de compensar esa laguna con los ingresos medios de la mayoría de los usuarios del hospital; finalmente, dan otro giro al discurso para acabar admitiendo su desconocimiento. De nuevo el zigzag, aunque ahora en contra de los autores del artículo. Sin embargo, es interesante comprobar que esta vez el reconocimiento de la laguna ha supuesto la evasión del sujeto personal we, escamoteado o más bien diluido en una construcción impersonal como es it is not known. Por último, veamos un extenso apartado de limitaciones al completo: [18] There were several limitations to our investigation. First, we identified a relatively small number of cases. To meet the case definition, cases had to be culture-positive. However, according to a recent survey of U.S. infectiousdisease specialists, only 22 percent of respondents always 240 <www.medtrad.org/panacea.html> cultured joint aspirates for anaerobic microorganisms; 39 percent rarely or never did. Second, determination of the true rate of clostridium infection is challenging, because patients who become symptomatic may not present to the institution (often ambulatory surgical centers) where the surgery was performed. Furthermore, because clinicians presume that allografts are sterile, allografts are not usually considered a potential source of infection. Third, most clostridium isolates obtained at the time of tissue recovery, before processing, packaging, or implantation, were not available to confirm species identification. This may partially explain the discrepancy between the clostridium species isolated from blood or surgical sites and culture results of tissues obtained before implantation. However, the most likely reason for this discrepancy is that agonal or postmortem bacteremia is frequently polymicrobial, and tissue contamination is not uniform. Fourth, there are no reliable data on the number of specific types of tissue distributed by all U.S. tissue banks for use in estimating the incidence of clostridium infections. We used data collected by New York State, which licensed 17 of the largest U.S. tissue banks that processed musculoskeletal tissue in 2001, including Tissue Bank A. Thus, we may have overestimated the market share of Tissue Bank A and consequently underestimated the risk ratio of clostridium infections associated with this tissue bank [I08]. La estructura es muy similar a la anterior: frase introductoria, secuenciador, limitación, conector contrastivo, limitación minimizada. Así ocurre al señalar el número de casos, inicialmente small, aunque solo relatively, pero luego ya no parece inadecuado, según un recent survey, fuente en la que los investigadores se parapetan. Análogamente, en el tercer caso la inaccesibilidad (not available) de la mayoría (most) de cepas clínicas sirve para formular una hipótesis (may) acerca de algunas divergencias en la investigación. Justo entonces los autores oponen (however) otro argumento especulativo (likely), pero de mayor peso (the most), y que margina la influencia de la limitación antes citada. El segundo y el cuarto caso difieren ligeramente de los anteriores. La segunda limitación es de índole más general, no tanto de la presente investigación. Finalmente, en la cuarta limitación, también más general que específica del estudio, destacan varios factores: a) no aparecen conectores contrastivos, por lo que no se da una oposición de ese tipo; b) sí existe una oposición de matizadores, representada por el contraste entre ‘no reliable’ y ‘the largest’, por el que la fiabilidad de los datos se intenta compensar con la magnitud de los bancos de tejidos; y c) los investigadores usan conectores consecutivos para explicar de forma lógica y racional la causa de la limitación. Aunque hemos insistido en un patrón típico de redacción de las limitaciones en inglés, queremos dejar claro que no se trata de una estructura obligatoria y encorsetadora, sino de un modelo habitual pero que, naturalmente, está sujeto a variaciones por las peculiaridades de cada estudio. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> 4.f. Conclusión Como es lógico, en toda investigación deben extraerse una serie de conclusiones a partir de los resultados obtenidos. Normalmente, las conclusiones principales se recogen al final del artículo, después de las limitaciones. Dependiendo de la publicación, pueden constituir o no un apartado independiente de la Discusión; no obstante, lo más frecuente es que las conclusiones estén integradas en la Discusión, y hoy día casi todo el mundo las considera parte de ella. Sin embargo, el primer ejemplo que ofrecemos ilustra cómo también es posible exponer una conclusión parcial casi al principio de la Discusión: [19] Thus, mortality from cervical cancer in later generations might have been even higher than in women born in the early 1950s if screening had not improved [I06]. Creemos que este ejemplo es interesante por varios motivos. Además de la propia retórica explícita del inglés, la especial ubicación en el texto de este fragmento hace que los autores consideren apropiado incluir un conector consecutivo (thus), cuya función es indicar al lector que está a punto de leer una consecuencia o una conclusión derivada de las ideas antes desarrolladas. El otro elemento de interés que encontramos en este ejemplo es la extrema cautela con que se enuncia la conclusión mediante el uso de might. En parte esta elección se debe a que los autores exponen una deducción hipotética que resulta extraordinariamente difícil demostrar. No pasemos por alto que nos encontramos ante un hecho irreversible porque ya sucedió, como pone de manifiesto la condicional de tercer tipo que introduce la secuencia if + sujeto + past perfect. Existían varias posibilidades para la coordinación condicional entre la apódosis y la prótasis, ya que el past perfect podía haber ido seguido de would o de could; empero, los investigadores han preferido transmitir sus dudas eligiendo past perfect... might. El siguiente fragmento responde más a la imagen que todos tenemos de lo que son las conclusiones de un artículo: [20] Our study shows that improved postcystectomy survival and reduced local recurrence are associated with negative surgical margins and more lymph nodes removed. Surgical variables influence bladder cancer outcomes, with or without neoadjuvant chemotherapy, emphasizing that quality assurance of RC and pelvic lymphadenectomy should be factored in combined-modality clinical trials of invasive bladder cancer [I12]. Aquí, en cambio, los autores muestran una actitud radicalmente distinta, como se refleja en el uso de tres intensificadores. Especialmente curioso puede resultar la combinación del primero, shows, con un sujeto inanimado como es our study. Indudablemente, al lector poco asiduo a la prosa científica le chocará que our study sea el sujeto gramatical de shows, pues supone la atribución de raciocinio o de argumentación a un sujeto inanimado. Si analizamos esta construcción, vemos que hay un verbo de uso típicamente científico, en cuanto que aúna la racionalidad con la objetividad: en este contexto, to show no significa to make visible —como en «Table Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna 2 shows...»—, sino to prove, to demonstrate by reasoning or argument. Esta es una frecuentísima estrategia evasiva de las múltiples con las que cuentan los autores científicos. Su finalidad no es otra que potenciar el grado de objetividad de las afirmaciones que siguen. Es el estudio el que demuestra algo, no los investigadores. De este modo, se borra el elemento personal y se limpia cualquier huella subjetiva que pudiera implicar la presencia humana del científico. ¡Zas! Y desaparece como por ensalmo cualquier posible sombra de interpretación, manipulación u opinión personal acerca de los hechos. Tal parece ser la mentalidad que guía la despersonificación científica. Los hechos son los que son, y el investigador ha de rendirse ante ellos; es más, el debe ocultarse tras ellos, o, por utilizar la bella metáfora de Salager-Meyer,14 escudarse en ellos. Sin embargo, al guiarse por ese principio, quizá no se percatan de que, en su afán de «objetivar» —jerga muy típica de este género— la investigación científica, lo que están haciendo es utilizar un recurso literario, como es la prosopopeya o personificación. Con la meta de despersonificar el discurso eliminando al auténtico agente, al personal,29 personifican al agente impersonal, es decir, el estudio o los datos. Este recurso está muy extendido, aunque también es posible, especialmente al comienzo de la Discusión, encontrar ejemplos del tipo «we demonstrated...», «we clearly showed...», donde los autores acometen a pecho descubierto, sin escudo en mano. Pero continuemos con el resto de intensificadores. Por su parte, emphasizing, a modo de zoom, focaliza y encuadra un aspecto muy concreto de la conclusión general. Lo que hace should es indicar una recomendación para obtener mejores resultados en el futuro. A nuestro juicio, este verbo cumple una doble función matizadora: por un lado, expresa una necesidad de investigación, una tarea que hay que llevar a cabo; por otro lado, a diferencia de must o have to, should no impone la realización de esa tarea, sino que más bien la propone. Esta ambivalencia de should permite a los investigadores combinar la certeza sobre determinados aspectos de su estudio con una falta de rotundidad o contundencia, lo que confiere al pasaje una voz autorizada y firme, pero al mismo tiempo cortés y respetuosa para con el resto de miembros de la comunidad discursiva biomédica. De ahí que este auxiliar se emplee de forma habitual en las conclusiones y futuras líneas de investigación, apartado este último que pasamos a comentar a continuación. 4.g. Futuras líneas de investigación Normalmente, este apartado se localiza al final del artículo, después de las conclusiones. En él los autores proponen nuevas vías de investigación motivadas por los hallazgos del presente estudio. La investigación científica necesita seguir formulando preguntas para poder avanzar; de hecho, las preguntas pueden llegar a ser más importantes que las respuestas, en tanto que muestran posibles caminos por los que encauzar conjuntamente los esfuerzos de la comunidad científica. Sin esta conciencia de comunidad, sin esta unidad intelectual que —no obstante los múltiples y gravísimos efectos que entraña el monolingüismo anglófono30— permite un idioma común, el progreso sería mucho más lento y costoso, pues se estudiaría un mismo fenómeno varias veces y por separado en diversas partes del mundo. El siguiente ejemplo muestra la permisividad del inglés con la repetición léxica y sintáctica: 241 Tribuna [21] To determine whether the reduction in postoperative embolization translates into a reduction in stroke would require a multicenter randomized trial of patients on aspirin randomized to either placebo or clopidogrel. If successful, TCD monitoring and the use of a trained technician may no longer be required, offering a strategy that could be used by all vascular units irrespective of size and monitoring facilities. First, however, further work needs to be undertaken to determine whether an even lower dose of clopidogrel would confer a similar reduction in embolization while reducing the time to achieve hemostasis [I01]. El tono hipotético que supone lo desconocido se ha verbalizado en la estructura to determine whether... would + infinitive. Salta a la vista cómo se contraponen la conjunción condicional whether con el verbo empírico determine para reflejar esa lucha, esa oposición entre la necesidad de conocimiento objetivo y racional y la especulación con que se disimula el vacío cognitivo actual. En la investigación científica existen no pocos condicionantes; prueba de ello es la oración condicional que introduce if y que contiene dos verbos que expresan distintos grados de modalidad epistémica, esto es, de probabilidad, como son may y could. Tras ella surge la vuelta de tuerca que le da al discurso however, al imponer una prioridad ineludible mediante otro verbo modal (needs to). El siguiente fragmento es más especulativo, pues los autores procuran evadir cualquier tipo de compromiso que implique un grado de rotundidad: [22] We suggest that a randomised controlled trial of preemptive therapy for cytomegalovirus viraemia in patients receiving HAART could now be justified, with mortality as the primary endpoint, to differentiate between the possibilities that cytomegalovirus is a cause of disease progression and death or a marker of incomplete functional immune reconstitution [I05]. Para que luego digan algunos que en inglés no hay frases largas. A pesar del we, sujeto personal, comprometido —o quizá precisamente por su presencia—, los investigadores recurren a la sutileza y cortesía de suggest. El mismo tono sutil y atenuante continúa patente a lo largo de la oración, que insinúa un dilema sin resolver: existen dos possibilities que por el momento no se pueden distinguir. 5. Reflexiones finales Concluimos este artículo con la esperanza de haber inspirado cierta conciencia de la importancia del zigzag retórico como estrategia argumentativa en la Discusión en lengua inglesa. Como se ha podido comprobar a lo largo del trabajo, en ningún momento ha sido nuestra intención poner en entredicho la valía de los resultados científicos, sino que hemos pretendido destacar algunas formas de argumentación que son habituales y eficaces en lengua inglesa. «La mujer del César no sólo tiene que ser honesta, sino también parecerlo.» Podemos aplicar este aforismo a la prosa científica: los hallazgos no sólo tienen que ser relevantes, sino 242 <www.medtrad.org/panacea.html> también parecerlo. De poco vale que los resultados alcanzados sean cruciales si los autores no son capaces de persuadir y convencer de ello al resto de su comunidad discursiva. Por esta razón es fundamental saber justificar las propias ideas ante los demás. La redacción o traducción del artículo biomédico entraña una serie de dificultades que son progresivamente más fáciles de superar en la medida en que el autor participe más a menudo en su comunidad discursiva, ya que esta práctica le hará familiarizarse con las «reglas del juego»; es decir, cuantos más artículos lea y redacte, más efectiva será su producción escrita. Esto es especialmente conspicuo cuando se trata de la traducción o redacción en una lengua extranjera. Por ello, nosotros hemos tratado de aportar nuestro granito de arena llamando la atención sobre determinados recursos argumentativos. Hemos puesto de manifiesto siete funciones frecuentes —que no únicas— en las Discusiones en lengua inglesa, cada una de ellas desarrollada en al menos dos ejemplos. De esta forma pretendemos evidenciar que no hay una forma única e inviolable para llevar a cabo la defensa de los argumentos, sino que lo importante es tomar conciencia de las posibles estrategias a aplicar, tanto en la forma de exponer las ideas como en la sutileza o fuerza discursiva que se desee emplear. Creemos que la identificación de dichas estrategias en su contexto, acompañada de comentarios explicativos, puede ser de utilidad para traductores y autores científicos. Sólo siendo conscientes de las posibles estrategias para llevar a cabo evasiones, acometidas y contraataques eficaces el autor podrá ponerlas en práctica en su propia redacción y ampliar de esta forma su repertorio particular en los casos de negociación académica. Así pues, los intensificadores no siempre sirven para destacar un enunciado como algo crucial, sino que, debidamente combinados, pueden acrecentar la cautela expuesta por los atenuantes. Y viceversa, claro está. Por su parte, los marcadores son los que van guiando el rumbo del artículo, cual timón de navío, hacia donde su capitán se proponga arribar. Por último, también consideramos revelador el contraste entre las formas y funciones del zigzag retórico en inglés y español. De ahí nuestra intención de ofrecer al lector una segunda parte de esta aproximación argumentativa, dedicada a las Discusiones en español. Notas a Queremos dejar constancia de que el término ‘Discusión’ no es una adecuada traducción del inglés ‘Discussion’, puesto que la finalidad de dicha sección es comentar o debatir los resultados, no discutir. Esa idea la refleja perfectamente el falso amigo ‘to discuss’ —que simplemente significa «to talk or write about something»—, mas no así nuestro verbo ‘discutir’, que suele implicar una oposición de ideas más cercana en inglés a ‘to argue’. A pesar de ello, el término ‘Discusión’ lleva años siendo el epígrafe clásico en el artículo médico español,20 por lo que hemos optado por respetarlo. Y es que el uso es más poderoso que los césares. El uso de la mayúscula inicial para el nombre de las secciones del artículo de investigación, habitual en inglés desde hace años –véase, por ejemplo, Swales (1990, 12)–, bien podría sorprender al lector español. Sin embargo, nos hemos decidido por su empleo siguiendo el ejemplo de algunas obras destacadas en el campo de la redacción científica, como son el manual de estilo de Hernández Vaquero (1992, 21), el de la revista Medicina Clínica (1993, 1) y el libro coordinado por Fortanet Gómez (2002, 22). Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> Bibliografía 1. Medicina Clínica. Manual de estilo para publicaciones biomédicas. Barcelona: Doyma; 1993. p. 11. 2. Knorr-Cetina KD. The manufacture of knowledge: An essay on the constructivist and contextual nature of science. Oxford: Pergamon; 1981. 3. Gilbert GN, Mulkay M. Opening Pandora’s box: A sociological analysis of scientists’ discourse. Cambridge: Cambridge University Press; 1984. 4. Atkinson D. The evolution of medical research writing from 1735 to 1985: the case of the Edinburgh Medical Journal. Appl Linguist 1992, 13 (4): 341. 5. Alcaraz Ariza MÁ. Anglicismos en el lenguaje de las ciencias médicas. Tesis doctoral. Alicante: Universidad de Alicante; 1995. 6. Segura J. Los anglicismos en el lenguaje médico. Panace@ 2001, 2 (3): 52-57. <www.medtrad.org/Panacea/IndiceGeneral/n3_Segura.pdf>. 7. Bové R, Ribas Mujal D, Ruano Gil D. La influencia helénica en el lenguaje médico. Med Clin (Barc) 1986, 83: 209-213. 8. Bové R, Cervera R, Galofré J. Prevalencia del latín en el lenguaje científico. Med Clin (Barc) 1989, 93: 705-708. 9. Navarro FA, Hernández F, Rodríguez-Villanueva L. 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En: García Peinado MA, Ortega Arjonilla E (coords.). Panorama actual de la investigación en traducción e interpretación (vol. 3). Granada: Atrio; en imprenta. 20. Navarro FA. Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina. Madrid: McGraw-Hill·Interamericana; 2000. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 21. Hernández Vaquero D. El artículo científico en Biomedicina: normas para la publicación de trabajos. Barcelona: Ciba-Geigy; 1992. 22. Fortanet Gómez I. Coord. Cómo escribir un artículo de investigación en inglés. Madrid: Alianza; 2002. 21. Bowker L, Pearson J. Working with specialized language: A practical guide to using corpora. Londres: Routledge; 2002; 48, 54. 24. Hopkins A, Dudley-Evans T. A genre-based investigation of the discussion sections in articles and dissertations. The ESP Journal 1998, 7 (2): 113-122. 25. Coll García JF, Palmer Silveira JC. La sección de Discusión y Conclusiones. En: Fortanet Gómez I. (coord.). Cómo escribir un artículo de investigación en inglés. Madrid: Alianza; 2002. p. 148-179. 26. Quirk R, Greenbaum S, Leech G, Svartvik J. A comprehensive grammar of the English language. Londres: Longman; 1997. p. 1140. 27. Fernández Polo FJ. Traducción y retórica contrastiva. A propósito de la traducción de textos de divulgación científica del inglés al español. Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela; 1999. 28. Cuenca MJ. Two ways to reformulate: a contrastive analysis of reformulation markers. J Pragmatics 2003, 35 (7): 1069-1093. 29. Fortanet Gómez I. The use of ‘we’ in university lectures: reference and function. Eng Specif Purp 2004, 23 (1): 45-66. 30. Timo-Iaria C. La catástrofe del monolingüismo anglófono. A Dermosifiliograf 1998; 89. p. 566-570. Apéndice: artículos del corpus I01 Beneficial effects of clopidogrel combined with aspirin in reducing cerebral emboli in patients undergoing carotid endarterectomy. Circulation 2004, 109 (12): 1476-1481. I02 One-year clinical results with the slow-release, polymer-based, paclitaxel-eluting TAXUS stent: the TAXUS-IV Trial. Circulation 2004, 109 (16): 1942-1947. I03 Abdominal aortic aneurysm expansion: risk factors and time intervals for surveillance. Circulation 2004, 110 (1): 16-21. I04 The familial technique for linking maternal death with poverty. Lancet 2004, 363 (9402): 23-27. I05 Importance of cytomegalovirus viraemia in risk of disease progression and death in HIV-infected patients receiving highly active antiretroviral therapy. Lancet 2004, 363 (9427): 2116-2121. I06 The cervical cancer epidemic that screening has prevented in the UK. Lancet 2004, 364 (9430): 249-256. I07 The effect of changing the priority for HLA matching on the rates and outcomes of kidney transplantation in minority groups. New England Journal of Medicine 2004, 350 (6): 545-551. I08 Clostridium infections associated with musculoskeletal-tissue allografts. New England Journal of Medicine 2004, 350 (25): 2564-2571. I09 Long-term survival of children with end-stage renal disease. New England Journal of Medicine 2004, 350 (26): 2654-2662. I10 The use of alternate, non-cross-resistant adjuvant chemotherapy on the basis of pathologic response to a neoadjuvant doxorubicin-based regimen in women with operable breast cancer: long-term results from a prospective randomized trial. Journal of Clinical Oncology 2004, 22 (12): 2294-2302. I11 Colorectal cancer screening knowledge, attitudes, and beliefs among veterans: Does literacy make a difference? Journal of Clinical Oncology 2004, 22 (13): 2617-2622. I12 Surgical factors influence bladder cancer outcomes: a cooperative group report. Journal of Clinical Oncology 2004, 22 (14): 2781-2789. 243 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> La taxonomía biológica: problemas lexicográficos y de traducción* Fernando Pardos** Resumen: La taxonomía biológica, ciencia de los taxones, incluye a la nomenclatura, que les asigna nombres y se rige por los códigos de nomenclatura. En tales códigos se encuentran las disposiciones y reglas para la correcta formación de los nombres científicos, su ortografía y su uso en la literatura. Los nombres comunes presentan problemas de traducción derivados de la frecuente inexistencia de equivalentes en español. En el artículo se analizan estos problemas y se ofrecen posibles soluciones y criterios de estudio, como la existencia de listas patrón de nombres comunes elaborada por especialistas. Por último se aborda la presencia de los términos taxonómicos en los diccionarios, tanto en su macroestructura como en su microestructura. Biological taxonomy: problems in lexicography and translation Abstract: Biological taxonomy, or the science of taxons, includes nomenclature, which assigns names to taxonomic groups in accordance with nomenclature codes. Such codes comprise specifications and rules on how to correctly form and spell scientific names and on how to use them in published texts. Common names pose translation problems because there is often no equivalent in Spanish. This article examines these problems and offers potential solutions and study criteria, such as having model lists of common names drawn up by specialists. Finally, it looks at the taxonomic terms in dictionaries, both macro- and microstructurally. Palabras clave: Taxonomía biológica, nombres científicos, Código de Nomenclatura. Key words: biological taxonomy, scientific names, nomenclature code. Panace@ 2004; 5 (17-18): 244-247. En un principio pensé en otro título para este artículo, quizá para despistar, algo así como «Who’s Drosophila melanogaster?» o «De moscas y familias». Pero prefiero que no se hagan ilusiones: voy a hablarles de taxonomía, que es algo así como hablar de las arañas; producen un cierto rechazo instintivo al principio, pero una vez vencido, resultan unos animalejos bastante interesantes, y, lo que es más sorprendente, como en el caso de la taxonomía, hay a quien le pagan por estudiarlas. Es muy frecuente encontrar textos, traducidos o no, en los que al hacer referencia a un ser vivo, animal o planta, este se cita de forma errónea. Me serviré de la mosca de marras para abrir boca con unos ejemplos: • • • • • • • drosofila melanogaster Drosophila Melanogaster la Drosophila spp. “Drosophila melanogaster” Droso. melanogaster mosca de la fruta Mosca del Vinagre. O las innumerables combinaciones a que pueden dar lugar. Todos y cada uno de estos errores dicen muy poco del rigor del autor o, en su caso, del traductor. Pero empecemos con los conceptos generales. La Nomenclatura biológica es la ciencia de los nombres de la diversidad biológica. La comunidad científica ha adoptado un convenio, internacionalmente aceptado, para designar y nombrar a los seres vivos. Este convenio está regido por un conjunto de reglas, disposiciones y recomendaciones contenidas en los Códigos Internacionales de Nomenclatura Zoológica (ICZN) y Botánica (ICBN). La Nomenclatura es parte de la Taxonomía o ciencia de los taxones, que estudia la distribución de los organismos en grupos o taxones jerarquizados. Y a su vez, la Taxonomía es parte de la Sistemática, ciencia biológica que intenta construir clasificaciones de los seres vivos que reflejen sus orígenes, su evolución y su parentesco. A menudo estas tres disciplinas —Nomenclatura, Taxonomía y Sistemática— se confunden o se citan indistintamente, pero eso es otro problema. Lo que nos importa ahora es qué puede o debe hacer un traductor o un lexicógrafo cuando se enfrenta a la nomenclatura biológica. Como veremos luego, hay muchos condicionantes y circunstancias que pueden determinar el camino a seguir o la opción a tomar. Pero, sea cual fuere, lo que no es optativo es el respeto estricto al Código, que para eso está. Por ello, antes de hablar de problemas y soluciones, voy a pasar revista muy superficialmente a las directrices que contiene. * Ponencia presentada ante el II Congreso Internacional «El español, lengua de traducción», celebrado en Toledo del 19 al 22 de mayo del 2004 (<www.toledo2004.net/index.php>). ** Departamento de Zoología de la Universidad Complutense de Madrid e Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española, Madrid (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. 244 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> El Código de Nomenclatura emana de la obra cumbre de Linneo, el Systema Naturae, en su décima edición, de 1758, a través del llamado «Código Strickland», de 1842, redactado por una comisión de la Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia, en la que figuraban personajes de la talla de Charles Darwin. Actualmente está en su cuarta edición, tras una serie de avatares históricos que no vienen al caso aquí. De la segunda edición existe una versión española, traducida por los profesores Alvarado e Izco, y la cuarta ha visto la luz en esàñol con la traducción del investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales Miguel Ángel Alonso Zarazaga. La tercera quedó en barbecho, sin edición castellana, aunque la doble edición en francés e inglés estaba muy cuidada. Linneo configuró la nomenclatura binominal (no binomial, que este es uno de los pocos campos en los que Newton no tuvo que ver). Según este sistema, cada especie tiene un nombre científico o binomen, con dos partes: el nombre genérico (Drosophila) y el epíteto específico (melanogaster). El nombre genérico corresponde al taxón de nivel género y puede citarse solo, pero el epíteto específico nunca se cita aislado. De forma que el nombre específico, o nombre de la especie, es siempre Drosophila melanogaster, y escrito así: el género con inicial mayúscula y el epíteto con inicial minúscula. Y ambos en letra cursiva, o subrayados si están manuscritos. El código establece que los nombres de los taxones son palabras latinas o latinizadas, independientemente de su origen. Los de los organismos más comunes, en su mayoría debidos a Linneo, sencillamente son su denominación latina: Felis leo, Canis lupus, Bos taurus, Gallus gallus. Por cierto, que la repetición de palabras en los nombres solo tiene un significado jerárquico. Homo sapiens sapiens únicamente designa a la subespecie o variedad tipo, o típica, de la especie H. sapiens. Pero no tiene nada que ver con interpretaciones peregrinas al estilo de «el hombre que sabe que sabe», como lo he visto «traducido» alguna vez con grandes alharacas de hallazgo de implicaciones filosóficas y antropológicas, pero que dejan entrever un latín más bien escaso. Los nombres suelen ser descriptivos, como Drosophila melanogaster. Muy pocos estudiantes o biólogos se dan cuenta de la «chuleta» que tienen delante. Este tipo de nombres puede dar lugar a combinaciones más o menos afortunadas, incluso poéticas. ¿Se han dado cuenta ustedes de que Drosophila melanogaster significa «la amante del rocío, de vientre oscuro»? Realmente evocador, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de una mosca. Los nombres también pueden ser la dedicatoria de su descubridor a alguien, generalmente un colega: Rana perezi, Dendrobaena alvaradoi, Echinoderes higginsi. Pero también hay un pez llamado Zappa confluentus, en honor a Frank Zappa. A veces la intención no es precisamente de homenaje. Sabida es la enemistad que se tenían Linneo y Buffon. Pues bien, el primero aprovechó que en latín «sapo» se decía bufo y le puso este nombre científico, Bufo bufo, al batracio en cuestión so pretexto del apellido del segundo, que tuvo que cargar con el dudoso honor de tener dedicado un animalejo tenido por asqueroso y desagradable y cuyo nombre es casi un insulto. Con amigos así... También pueden hacer referencia a la región o país en que viva el organismo en cuestión: Olea europaea es el olivo, Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna Loxodonta africana, el elefante de África, y Rhea americana, el ñandú. En este sentido, se pueden considerar más elegantes los epítetos específicos que utilizan el nombre romano de una localidad que los que usan la denominación actual. Es decir, queda mejor X caesaraugustae que X zaragozana. Lo que no significa que este último esté prohibido, ni mucho menos. Evidentemente, la utilización del latín deriva del uso generalizado de esta lengua como vehículo de comunicación del mundo culto de la época de Linneo y anterior. Por desgracia, y a pesar del generalizado cuidado de muchos biólogos, no siempre se hace caso. Así, hay un género de invertebrados marinos llamado Cateria porque a su descubridor, yanqui él, le encantaban los gatos. Y otro género de gusanos se llama Golfingia en recuerdo de una memorable tarde de golf. Y hay un género de peces que atiende por Batman. Casos como estos hicieron exclamar al gran zoólogo Agassiz, ya en 1846: «O barbariem!» El Código nace y existe con el doble objetivo de que cada taxón tenga un único nombre y que no haya dos organismos con el mismo nombre. Evidentemente, conflictos hay, y la aplicación práctica del Código produce homonimias y sinonimias que, sin embargo, y esta es la buena noticia, tienen solución prevista en el propio Código. Fundamentalmente por aplicación de la llamada «ley de prioridad»: quien primero publica un nombre tiene la autoría oficial del nombre válido a menos que exista una enmienda posterior o una reorganización sistemática, en cuyo caso también el Código contiene detalladas instrucciones y reglamentaciones. Muchas veces este tipo de avatares queda plasmado en el propio nombre científico. Es frecuente que aparezca un nombre de persona, o una inicial tras un nombre científico, a veces incluso con una fecha. Esto no es superfluo. En realidad es una cita bibliográfica abreviada, de la publicación original, y por tanto, una referencia relevante. El autor debe seguir al nombre sin signo diacrítico alguno, y la fecha debe seguir al autor con una coma entre ambos. Si el nombre del autor aparece entre paréntesis, significa que el autor adscribió la especie originalmente a otro género y ha sido «reubicada» con posterioridad. Con todos estos detalles, que contienen información importante, debe ponerse especial cuidado al traducir, respetando escrupulosamente las grafías originales. Lo mismo vale para otros aspectos gráficos y ortográficos: un nombre científico no admite letras de alfabetos no latinos, como Ø, ß o Þ. Pero sí reconoce otras letras extrañas para los romanos, como la k o la w, y lo hace para respetar grafías de nombres propios. Tampoco se admiten signos diacríticos: ni guiones ni tildes. Y eso incluye la tilde de nuestra ñ. Si alguien quiere dedicarle una especie a un tal Núñez, deberá hacerlo como X nunezi. No es este el lugar para hacer una descripción más prolija de las disposiciones del Código de Nomenclatura. Sirva lo anterior sencillamente como demostración de su minuciosidad y precisión. Y de su complejidad, que hace recomendable, yo diría imprescindible, la consulta a un especialista ante una duda que afecte a asuntos de su competencia. O mejor aún, ¿por qué no?, consultar el propio Código, que es un librito asequible. Todo esto estaría muy bien si un traductor no encontrara más que nombres científicos de especies en su trabajo. El problema, o mejor, los problemas comienzan con frases como 245 Tribuna esta: «The Apicomplexa are parasites of...», o peor aún, «the apicomplexan parasites show...»; ¿y qué hacer con los «gnathostomulids» o «Cicliophorans have been found in lobster’s mouth pieces», o «Ctenophorans, or comb jellies...»? El terreno es especialmente gelatinoso. Intentemos poner orden. La traducción de nombres de taxones supraespecíficos plantea varios problemas, a menudo derivados de la proclividad de ciertos idiomas, particularmente el inglés, a «vulgarizar» todo. No es que en español no se haga o no pueda hacerse. Es que los mecanismos son distintos. Y no hay recetas universales o fiables. El bálsamo de Fierabrás hace tiempo que caducó. Primer problema: ¿en latín o castellanizados? La solución de ceñirse al original no siempre es viable: el inglés muchas veces hace común un nombre sin alterar su grafía, pero el español translitera, y a veces no es fácil. Veamos un ejemplo: el filo Kinorhyncha. He encontrado diferentes versiones: el filo Kinorhyncha los kinorhyncha los Kinorrincos los kinorrincos los Quinorrincos los quinorrincos los Quinorrinchos los Cinorrincos. De la más conservadora a la más «vulgarizada». A la hora de analizar posibles soluciones, déjenme hacer una puntualización conceptual o teórica. Un nombre en latín con arreglo al Código de Nomenclatura es el nombre de un taxón, es decir, de un objeto o unidad de la Sistemática biológica, no un nombre colectivo o un simple plural del nombre de un animal o planta. Y como tal es un nombre propio, como Antonio y Manuela, que no admite, por cierto, flexión de género y número. Con este criterio por bandera, puedo eliminar de los ejemplos anteriores «los Kinorhyncha» y concluir que, para que un nombre de un taxón aparezca en latín deberá hacerlo con inicial mayúscula y precedido de su categoría taxonómica, que nos indica el rango jerárquico que ocupa en la clasificación. En la práctica esto se reduce a utilizar el cliché «el filo X», «la clase Y», «el orden Z», «la familia W», donde X, Y, Z y W son los nombres taxonómicos latinos. Obsérvese que la categoría taxonómica, la clase, el orden o la familia, no llevan inicial mayúscula. Como no la llevan la p de «el presidente Kennedy» o la s de «el sargento Romerales». Veamos ahora las otras formas, castellanizadas en distintos grados. Un mínimo de sentido común etimológico resuelve la mayoría de los casos. Por suerte, nuestra maravillosa lengua románica tiene casi siempre ejemplos de palabras actuales derivadas de la raíz griega o latina que nos ocupe. Pero a veces hay una especie de gradiente. En nuestro ejemplo, del griego kino a «cino», pasando por «kino» y «quino»: Kinorrincos Quinorrincos Cinorrincos 246 <www.medtrad.org/panacea.html> Uno intenta preservar la etimología, el otro atiende más a razones fonéticas y el último se escuda en el paralelismo con derivados de la misma raíz, como «cinematografía» y «cinético». Personalmente prefiero la primera de las soluciones. Si bien la última parece estar más acorde con los tiempos y con la lengua actual, opino que estamos tratando con terminología muy especializada, de nueva creación, que no ha sufrido una evolución lingüística de siglos, del griego al latín y luego al castellano. No queramos convertir el mosto en un gran reserva con solo ponerle una etiqueta que no le corresponde. En cuanto a las restantes, la de la ch («Kinorrinchos») es solo ignorancia —¡ay, el latín del bachillerato...!— y la otra es casi políticamente incorrecta. ¿Qué la pasa a la k? ¿Por qué ese odio a la k? Es una letra como otra cualquiera. Afortunadamente, poco a poco va saliendo del armario... ¿Alguien escribe a estas alturas «kilómetro» con q? Como hemos visto en este ejemplo, el resultado final, «kinorrincos», es una mezcla de documentación, sensibilidad lingüística, sentido común y conocimiento especializado. Otro problema. Supongamos que hemos castellanizado satisfactoriamente un nombre de taxón; por ejemplo, del inglés «Gnathostomulids» llegamos al español «Gnatostomúlidos». ¿Pero debemos seguir el modelo inglés y escribirlo con inicial mayúscula o tratarlo como un nombre común en español y escribir por tanto «gnatostomúlidos»? Si aplicamos lo que se dijo en el caso de los kinorrincos, el uso de la mayúscula está claro si se hace mención de la categoría taxonómica: «el filo Gnatostomúlidos». También si en el contexto de la frase se sobreentiende su cualidad de unidad taxonómica: «los Gnatostomúlidos comprenden los géneros Haplognathia y Gnathostomula». En el resto de los casos utilizaremos la inicial minúscula, tenga el término valor sustantivo («los roedores de la Pampa») o adjetivo («los animales roedores tienen grandes incisivos») y siempre que se use en singular («el gato atrapó al roedor»). Para evitar casos dudosos yo aconsejaría prescindir de una construcción que ha gozado de cierta popularidad y que deriva de un uso adjetivo sustantivado por elipsis: «la familia de las Labiadas» (= «la familia de las plantas labiadas»). Se da así la contradicción de un nombre taxonómico, con su categoría correspondiente y en minúscula, porque la variante «plantas Labiadas» hace daño a la vista. Es definitivamente mejor «la familia Labiadas», «las Labiadas» o «las labiadas», según hemos visto antes. Por cierto que esa construcción se utiliza profusamente en el Diccionario de la Real Academia Española. En casa del herrero... Una última —por ahora— fuente de quebraderos de cabeza son los nombres comunes de los taxones. Casi todo el problema reside en la abrumadora ventaja que nos lleva el inglés en cuanto a los llamados nombres vulgares. Pero un análisis más detallado nos muestra que la diferencia no es solo cuantitativa —hay más animales con nombre común inglés que español—, también es cualitativa. En español el caos es considerablemente mayor, con gran cantidad de sinónimos y homónimos de distribución diatópica. Por no hablar de los organismos que, por no existir en zonas de habla española, no tienen nombre en nuestro idioma. Claro que no hay problema para traducir mussel por «mejillón» y mammal por «mamífero». Pero cuando uno se encuentra con comb jelly, sea gooseberry, bamboo Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> worm o mud puppy, a veces dan ganas de tirar la toalla y salir del paso con un simple «bicho». En estos casos difíciles hay que estar muy familiarizado con los animales en cuestión, o engañar a alguien que lo esté. Generalmente prefiero la consulta al especialista antes que una búsqueda más o menos indiscriminada en Internet. Ya sé que la Red no duerme nunca y rara vez dice «no» o «no sé», pero tampoco se pone colorada si te engaña, cosa que ocurre con harta frecuencia. Yo propondría una solución mixta, porque no siempre se tiene un especialista «de guardia» o a mano: pidámosle un favor al especialista, pero solo uno. No que nos diga este o aquel nombre, sino que nos proporcione una lista de sitios web fiables y de acrisolada solvencia, adonde acudir con asiduidad. Hay que resistir en lo posible la traducción literal o el calco, porque muchas veces no funciona o no es correcto. Como prueba se puede intentar con el mud puppy de marras... que resulta ser una salamandra norteamericana del género Necturus. Si tras una pesquisa lo suficientemente intensa no se obtienen resultados, hay que recurrir a subterfugios más o menos velados. Buscar un organismo lo más parecido posible y utilizar el socorrido «una especie de...», «un molusco semejante a...» o cosas así. No es para tirar cohetes, y menos si la traducción es de un texto especializado. Siempre se puede recurrir al nombre científico con una nota del traductor explicando la inexistencia de equivalente castellano. Estas notas al pie son especialmente útiles y opino que dicen mucho a favor del rigor y la profesionalidad del traductor. No obstante, tampoco conviene abusar. Todos conocemos textos en los que el volumen de las notas es superior al del cuerpo principal. Son notas con texto, más que texto con notas. Parece como si diera miedo mostrar la propia erudición en un cuerpo de letra normal. Volviendo al hilo de nuestros nombres, podemos, claro, «inventar» un nombre común cuando comprobamos fehacientemente que no existe en castellano. Pero hay que palparse la ropa antes de hacerlo y, desde luego, ser conscientes de lo artificioso de nuestro invento: nada que ver con los nombres comunes arraigados en la lengua general. Basta comparar «gorrión» con «amazilia bronceada coliazul». Conviene resaltar aquí la existencia de nombres comunes «oficiales», caso particular que refleja un intento de los científicos de poner orden en la nomenclatura vernácula. Estos loables esfuerzos, conocidos como «listas patrón», van por barrios: están bien establecidas para las aves, o mejor, para las aves de España, porque los pájaros de Guatemala los ha estudiado un norteamericano y están en inglés o traducidos a mocosuena. Ciertamente tienen la doble ventaja de ser generalmente listas exhaustivas, porque los ornitólogos no coleccionan nombres, sino que se los adjudican a sus inventarios faunísticos (aquello de la semasiología y la onomasiología), y de tratarse, por otra parte, de terminología acuñada y aceptada por los especialistas. Con lo que personalmente no estoy de acuerdo, en contra de lo pretendido por algunos de ellos, es en tratar estas denominaciones pseudocultas o pseudocomunes como si fueran nombres científicos, a los que se deben aplicar las normas que he expuesto más arriba. Me resisto a escribir obligatoriamente «volverán las oscuras Golondrinas...». El traductor, por último, debe tener en cuenta otro aspecto, que determinará en muchas ocasiones la decisión a tomar. Y no Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna voy a decir nada nuevo. Ha de tener en mente el destinatario de su traducción, el perfil del lector. No sería precisamente ameno llenar una obra de divulgación o un artículo periodístico, o un cuento para niños, con profusión de nombres científicos o con sesudas notas al pie. No puedo terminar sin hacer algunas consideraciones referidas a la vertiente lexicográfica que reza en el título. El lexicógrafo puede aplicarse todo lo dicho hasta ahora para el traductor, pero el primero tiene otros condicionantes, derivados de las peculiares características de su objeto de estudio: los diccionarios. Aunque ya lo he tratado en otras ocasiones, me referiré aquí a algunos problemas relacionados con la macroestructura y la microestructura de los diccionarios. ¿Debe incluirse la taxonomía biológica en los diccionarios? Mi opinión es que no en su forma digamos «cruda» o latina, a menos que se trate de un diccionario taxonómico (¿existe tal cosa?). Sí como denominaciones comunes, que suelen tomar formas adjetivas más o menos sustantivadas. Una consecuencia lógica de esto es que no podemos esperar un inventario completo. Para empezar, porque tal inventario sobrepasaría todos los límites. Se suele cifrar en un millón el número de especies animales conocidas. Pero ese es el dato que ya se citaba hace veinte o treinta años. Hoy por hoy el número está en 1 700 000, de las que un millón son insectos, y de estos, 350 000 solo escarabajos. Y no hemos hablado de las plantas, unas 600 000 especies más. Ante estas cifras, las 88 400 entradas del DRAE se quedan casi ridículas. Pero está claro que un diccionario no es una guía de campo, ni aunque se trate de uno enciclopédico. Otra cosa es la conveniencia de registrar los nombres científicos de las especies o los taxones en la microestructura del diccionario, en las definiciones. De esto sí soy ferviente partidario. No por aportar un toque de erudición, sino por prestar un servicio al consultante, que no lector, del diccionario. Si, como hemos visto, un diccionario de lengua general no puede ser todo lo exhaustivo o meticuloso que alguien pueda necesitar en un momento determinado, sí al menos debería aportar la información suficiente, los datos que sirvan de pista, de nexo o de enlace para extender la búsqueda en ámbitos más especializados. Esa es la función de los nombres científicos y de la taxonomía en un diccionario. Las fórmulas de inclusión pueden ser muy variadas y a gusto del consumidor, y en gran parte dependen de la planta organizativa de cada obra. No obstante, la práctica y la experiencia me hacen preferir que un nombre científico quede de alguna manera aislado del resto de la definición, al principio o al final, con paréntesis, corchetes o alguna solución similar. Así se facilitan, por ejemplo, los tratamientos informáticos a la hora de trabajar en y con el diccionario. Y también se evita la inclusión de un latinajo, muchas veces infumable, en el discurso definitorio. Me resisto a finalizar sin establecer un paralelismo entre lexicografía y taxonomía. Todos hemos oído o leído del concepto clásico, escolástico, de deficición, nacido con Aristóteles y adoptado hasta mucho más allá de Descartes, que se puede resumir en los famosos «género próximo y diferencia específica». ¿De dónde creen que sacó Linneo sus dos categorías taxonómicas fundamentales, el género y la especie? Claro que, como él decía, «Classis et Ordo est sapientia; Genus et Spes, opera naturae.» 247 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> e-revist@s. Plataforma digital de revistas científicas electrónicas españolas y latinoamericanas Elena Fernández,* Clara Giner** y Juan Francisco Heras* Resumen: Entre las iniciativas surgidas en todo el mundo y enmarcadas dentro del movimiento llamado acceso libre (Open Access), cuyo objetivo final es posibilitar el acceso gratuito a los contenidos de las revistas científicas electrónicas, se presenta por vez primera en España e-revist@s, una plataforma electrónica residente en el portal Tecnociencia en la que se recogerán, seleccionarán y alojarán las revistas científicas electrónicas españolas y latinoamericanas existentes o de nueva creación que cumplan unos requisitos de calidad rigurosos. El acceso a las revistas será gratuito, sin que ello menoscabe los principios de calidad que deben regir los textos de las publicaciones integradas en el proyecto. Además, e-revist@s contará con otros recursos de valor añadido relacionados con la edición electrónica y un espacio de acceso restringido para todos los editores que deseen participar en esta iniciativa. e-revist@s. Digital platform for Spanish and Latin American electronic science journals Abstract: The Open Access movement, whose final goal is to facilitate free access to the contents of scientific e-journals, is giving rise to a number of initiatives around the world. Among these initiatives can be found the creation of e-revist@s, an electronic platform for the first time in Spain within the portal Tecnociencia. In this platform, those Spanish and Latin-American e-journals that already exist or have been recently created, and that meet strict quality requirements will be gathered, selected and hosted. Access to these journals will be free of charge, without lessening the quality principles that must prevail in the publications included in the project. e-revist@s will also include other added value resources related to electronic publishing, and a restricted area for all those publishers wishing to participate in this initiative. Palabras clave: revistas científicas electrónicas, Internet, acceso libre. Key words: scientific e-journals, Internet, Open Access. Panace@ 2004; 5 (17-18): 248-251. 1. El estado de la cuestión Desde que Denis de Sallo, consejero del Parlamento de París, creara la primera revista científica considerada como tal, Le Journal des Sçavans, en el año 1665, los científicos de todo el mundo han utilizado este medio como el principal vehículo para transmitir sus conocimientos, dirigidos fundamentalmente a la comunidad científica. Con el aumento del número de revistas, su gestión pasó a manos de editoriales que, en el esquema tradicional, se encargan de seleccionar, revisar y editar los artículos enviados por los investigadores y de comercializar posteriormente las publicaciones a través de las bibliotecas de las instituciones académicas, para que puedan ser consultadas por la comunidad científica. Esta forma de funcionamiento ha sido aceptada por toda la comunidad científica hasta hace relativamente poco tiempo. Por su parte, las organizaciones académicas o empresariales han realizado una labor no menos importante al recoger, analizar y clasificar las revistas científicas, y al crear bases de datos en diferentes áreas del conocimiento, las cuales constituyen una herramienta imprescindible para científicos o cualquier tipo de usuarios que deseen encontrar información sobre un tema específico. * ** Los datos actuales revelan que en el mundo se publican unas 24 000 revistas científicas, que a su vez recogen unos dos millones y medio de artículos al año. Teniendo en cuenta que el precio medio por revista es de 1500 euros al año, estamos hablando de un negocio que reporta unos diez mil millones de euros anuales y al que se le calculan márgenes de beneficio cercanos al treinta por ciento. Elsevier, el mayor grupo editorial, tiene en su catálogo unas 2000 revistas, lo que le supone unos beneficios anuales de hasta 600 millones de euros. Las cifras son significativas porque incluso las instituciones ricas tienen problemas para afrontar estos gastos. La Universidad de California, por ejemplo, paga por suscripciones 30 millones de euros (de los que el 15% corresponde a Elsevier).*** Sin embargo, desde hace escasamente ocho años han surgido nuevos factores que están poniendo en tela de juicio el sistema tradicional de publicación científica y cuestionando muy seriamente el sistema vigente hasta ahora. En primer lugar, la implantación de Internet en toda la sociedad ha modificado de forma rotunda la manera de acceder a la información. De hecho, en lo relacionado con las revistas científicas, además de surgir el concepto de revista electrónica pura, Centro Nacional de Información y Documentación Científica CINDOC-CSIC. Dirección para correspondencia: [email protected]. Centro Técnico de Informática CTI-CSIC. *** Fuente : <www.tecnociencia.es>. 248 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> todas las editoriales han reconvertido en electrónicas sus revistas editadas en papel y las comercializan en ambos formatos. El segundo factor es el alto coste económico de las revistas científicas en cualquiera de las versiones distribuidas por las editoriales. Este hecho es el causante de que muchas instituciones estén reduciendo drásticamente el número de suscripciones por no poder asumir unos gastos tan elevados. Y así se da la paradoja de que científicos que están publicando, y por tanto «alimentando» a las revistas, no pueden acceder a los contenidos de éstas porque sus instituciones carecen de fondos. Por último hay que destacar la preocupación de los gestores de política científica por lograr que los resultados de la investigación, financiada básicamente con fondos públicos, trascienda a todas las capas de la sociedad, ya que es ésta quien en última instancia la está sosteniendo. Este hecho obvio no se había plasmado hasta ahora con tanta claridad como en el VI Programa Marco de Investigación de la Unión Europea (20032007), el Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 2004-2007, del Ministerio de Educación y Ciencia de España, y las iniciativas de otros organismos gestores de investigación. La sociedad en su conjunto debe conocer las parcelas en las que se investiga y acceder a ellas, ya que su competitividad depende del conocimiento científico, hasta ahora difundido casi exclusivamente entre la comunidad científica y por tanto con escasa trascendencia en la pequeña empresa y la ciudadanía en general. Este nuevo planteamiento ha sido posible gracias a la cultura creada por la «sociedad de la información», que promueve y facilita la interconexión de redes y el intercambio de información y servicios entre instituciones, empresas y ciudadanos. En resumen, existe entre los científicos un sentimiento de frustración por el hecho de que el precio les impida acceder a las revistas que ellos mismos generan, y quienes gestionan la política científica demandan que se facilite y se posibilite la transferencia del conocimiento científico-tecnológico a todos los sectores de la sociedad. Estos son, en esencia, los motivos que han llevado al surgimiento de gran número de iniciativas, apoyadas por los propios investigadores y por organizaciones de prestigio que quieren que la situación cambie y que la información generada por la comunidad científica sea accesible a todos, incluso de forma gratuita. Estas iniciativas se encuadran dentro del movimiento llamado Open Access, que se concibe como un directorio de revistas cuyo modelo de financiación permite el acceso sin coste alguno tanto para los lectores como para las instituciones. Además, es requisito obligatorio para que una revista se pueda incorporar a este directorio que los usuarios tengan derecho a leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar y crear enlaces con los textos completos de estos artículos. El Centro de Información y Documentación Científica (CINDOC), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), viene desarrollando una labor muy importante en el ámbito de las publicaciones científicas. Ha abordado la evaluación de revistas científicas en la obra La edición de revistas científicas. Guía de buenos usos (2001), así como la recopilación de toda la literatura científica en forma de bases de datos sobre ciencia Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 y tecnología (ICYT), ciencias sociales y humanas (ISOC) y biomedicina (IME). Concretamente en el campo de las revistas electrónicas, el CINDOC ha promovido iniciativas que en su momento fueron pioneras, pero no cuajaron, tal vez por resultar demasiado innovadoras, e interviene en otros proyectos encaminados a promover las revistas científicas electrónicas, como el titulado «Geocrítica. Sistema de evaluación de la innovación y la difusión de las tecnologías de la información y el conocimiento en el ámbito socieconómico», en colaboración con la Universidad de Barcelona (<www. ub.es/geocrit/menu.htm>), y la iniciativa e-revist@s, objeto del presente artículo. Página de entrada a e-revist@s 2. Objetivos y visión global del proyecto e-revist@s El objetivo global del proyecto e-revist@s (<www.tecnociencia.es/e-revist@s/index.jsp>) es la creación de una plataforma digital dentro del portal Tecnociencia (<www.tecnociencia.es>) donde se recojan, seleccionen y alojen las revistas científicas electrónicas españolas y latinoamericanas existentes o de nueva creación que cumplan unos requisitos de calidad rigurosos. El acceso a las revistas será gratuito, sin que ello menoscabe los principios de calidad que deben regir los textos de las publicaciones integradas en el proyecto, cuyas metas cabe resumir en los puntos siguientes: • Establecer un sistema de calidad normalizado y validado para las revistas electrónicas. Las publicaciones interesadas en atenerse a estos criterios de calidad certificarán que cumplen determinados requisitos, que se convertirán en un marchamo de calidad para tales revistas. • Crear una plataforma que aglutine a todas las publicaciones electrónicas que quieran formar parte de la misma y cumplan los requisitos de calidad establecidos. Esta plataforma residirá en el portal Tecnociencia y permitirá el acceso gratuito de todos los usuarios a las revistas. Dicho acceso se realizará a través de bases de datos y por directorios. Tal y como está diseñada la plataforma, permitirá, además de consultar las revistas, crear un repositorio de todas aquellas que deseen formar parte del portal. 249 Tribuna • Crear una interfaz OAI-PMH (Open Archives Initiative - Protocol for Metadata Harvesting) que permita que los contenidos del portal de revistas estén disponibles en múltiples bases de datos y catálogos internacionales. • Aportar servicios de valor añadido relacionados con los documentos, como un sistema de alertas, acceso personalizado a las colecciones, estadísticas de uso o mediciones del impacto. • Difundir el movimiento en pro del acceso abierto entre la comunidad científica nacional. • Asesorar técnicamente para la creación de nuevas revistas electrónicas de acceso abierto. • Proporcionar servicios opcionales de hospedaje de revistas electrónicas de libre acceso. • Difundir ampliamente el proyecto entre instituciones académicas para su conocimiento y el uso de los recursos generados. Estos objetivos se recogen en la estructura del Plan Nacional de Investigación 2004-2007, donde se dice textualmente, en el apartado correspondiente al fomento de la cultura científica y tecnológica: «El Programa Nacional de Fomento de la Cultura Científica y Tecnológica pretende desarrollar los mecanismos y las estructuras necesarias para generar información de calidad sobre la ciencia y tecnología, preparar esta información para que sea útil y comprensible, ayudar a que se difunda ampliamente en la sociedad y, finalmente, monitorizar sus efectos en la propia sociedad». 3. Agentes involucrados en el proyecto a) b) c) Gestión y coordinación del proyecto: El proyecto erevist@s está financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), perteneciente al Ministerio de Educación y Ciencia. La coordinación documental y la gestión con los editores es responsabilidad del Centro de Información y Documentación Científica (CINDOC-CSIC). La coordinación del desarrollo de software corresponde al Centro Técnico de Informática (CTI-CSIC). Grupo de trabajo: Se ha constituido un grupo de trabajo donde colaboran, además del CINDOC y el CTI, el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IATA-CSIC), el Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Editores de las revistas: Todos los editores que deseen formar parte del proyecto. Desde su inicio, en enero del 2004, se han sumado 43 editores, entre ellos el grupo MedTrad, con la revista Panace@. 4. Selección y criterios de calidad de las revistas que se incorporen al proyecto Las revistas que deseen incorporarse al proyecto deben cumplir dos condiciones fundamentales: 250 <www.medtrad.org/panacea.html> 1. Ofrecer artículos en texto completo. 2. Permitir acceso gratuito a dichos artículos. Además, y con objeto de establecer un sistema de calidad acreditado, las revistas deben atenerse a unos criterios de calidad indispensables, que se han extraído de los publicados por Latindex (<www.latindex.org>) para las revistas electrónicas. El portal Tecnociencia ofrece la descripción detallada de dichos criterios en <www.tecnociencia.es/e-revist@s/proyecto/ proyecto4.jsp>. 5. Arquitectura para la plataforma de e-revist@s Se propone una arquitectura abierta, basada en tecnologías estandarizadas y de amplia aceptación en el ámbito de desarrollo de esta iniciativa. La arquitectura lógica esta basada en la arquitectura UPS (Universal Preprint Service) y en su derivación propuesta por la iniciativa OAI (Open Archives Initiative). El lector interesado hallará una detallada descripción en <www.tecnociencia.es/e-revist@s/proyecto/proyecto7.jsp>. 6. Tipo de relación entre el editor y e-revist@s En función de la infraestructura informática y las posibilidades del editor, e-revist@s contempla tres casos: 1. Que el editor publique la revista electrónica y posea su propio proveedor de datos. 2. Que el editor publique la revista electrónica y no posea su propio proveedor de datos. 3. Que el editor no disponga de la versión electrónica y no posea un gestor de revistas ni un proveedor de datos propios y quiera alojar la revista en el servidor de Tecnociencia. En la página <www.tecnociencia.es/e-revist@s/proyecto/proyecto8.jsp> se exponen detenidamente los tres tipos de relación entre el editor y e-revist@s, así como los pormenores relativos a los formularios de metadatos con los que se elaboran las fichas de cada artículo. El portal informa asimismo sobre el área de acceso restringido a los editores de revistas y los recursos de valor añadido que ofrecerá e-revist@s (<www. tecnociencia.es/e-revist@s/proyecto/proyecto6.jsp>), clasificados en las categorías siguientes: • • • • • • • • • • Proyectos e iniciativas Manuales y documentos Software de gestión Eventos Normalización Bibliotecas digitales y directorios de revistas Editoriales Foros Bases de datos Monográficos sobre distintos aspectos de la edición electrónica Conclusiones La plataforma e-revist@s es una iniciativa para promover la presencia en Internet de revistas científicas publicadas en Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> España y Latinoamérica, con el fin de que los documentos de calidad editados —principalmente— en español se difundan por todo el mundo, haciendo especial hincapié en los países de habla hispana. Además, consideramos que el sistema de calidad exigido y el análisis documental realizado por el CINDOC, organismo con amplia experiencia en todo lo relacionado con las revistas científicas, permiten garantizar la calidad de las publicaciones electrónicas. A nuestro juicio, es éste un aspecto de gran importancia, ya que muchos autores consideran como de segundo orden a las revistas electrónicas y prefieren publicar en los medios convencionales. Otro logro que el proyecto e-revist@s pretende alcanzar es evitar el fenómeno conocido como «ciencia perdida»; para ello, impulsará la visibilidad de la literatura científica no publicada en revistas de gran impacto y garantizará su accesibilidad universal. En este sentido, el proyecto prevé abordar en una segunda fase un sistema de medición del impacto de las publicaciones contenidas en el portal más ajustado a la realidad española e hispanoamericana que los existentes en la actualidad. Finalmente, el proyecto, tal y como esta articulado, presenta una serie de recursos relacionados con las revistas científi- cas y el mundo editorial y ofrece información adicional para todos los interesados en el campo de la edición electrónica de revistas científicas. Para el equipo que trabaja en el desarrollo e-revist@s, el éxito consistiría en conseguir que en los próximos años, y a través de esta plataforma, que la información científica generada localmente sea rápidamente visible y accesible y contribuya a aumentar el uso de la información científica y técnica en nuestra sociedad, premisa fundamental para el proceso de toma de decisiones a todos los niveles. Bibliografía Budapest Open Access Initiative. <www.soros.org/openaccess/read. shtml>. Capel, H. Libelo contra el inglés. Biblio3W, 9 (490). <www.ub.es/geocrit/b3w-490.htm>. Directory of Open Access Journals (DOAJ). <www.doaj.org>. Dublin Core Metadata Element Set, Version 1.1. <www.dublincore. org/documents/dces>. Scientific Electronic Library Online (SciELO). <www.scielo.org>. Perlas de la traducción La palidez «del tejido conjuntivo» de Nietzsche Gustavo A. Silva Washington (EE. UU.) El día que Nietzsche lloró1 es una novela escrita por un psiquiatra estadounidense cuya trama transcurre en la Viena del siglo XIX y tiene como personajes, entre otros, a Friedrich Nietzsche, Lou Salomé, Josef Breuer y Sigmund Freud. La obra contiene muchos conceptos y terminología médicos que, por desgracia, están muy mal traducidos, al punto de que algunos son errores crasos. Por ejemplo, en algún momento de la narración, Josef Breuer somete a Nietzsche a una exploración física minuciosa, de pies a cabeza como mandan los cánones. Al terminar el examen, el autor escribe: A pesar de los numerosos síntomas del paciente, Breuer no encontró ninguna anormalidad física, a excepción de [...] algunos síntomas de anemia, como palidez del tejido conjuntivo y de los labios y arrugas en las palmas de las manos. [La cursiva es mía.] El original2 dice: Despite his patient’s abundance of symptoms, Breuer found no physical abnormalities aside from [...] some signs of anemia: pale lips, conjunctiva, and creases of the palm. Como todo médico sabe, la anemia se caracteriza por palidez mucocutánea, que en la exploración física se observa sobre todo en la conjuntiva (mucosa palpebral), los labios y las palmas, especialmente en las líneas palmares. No hay tal cosa como «palidez del tejido conjuntivo» ni «arrugas en las palmas de las manos». Es evidente que conjunctiva debió traducirse como la conjuntiva (el tejido conjuntivo se llama en inglés connective tissue). Por otro lado, el adjetivo pale califica a los tres sustantivos. De manera que la traducción debió ser algo como: [...] algunos signos de anemia, como palidez de la conjuntiva, de los labios y de las líneas palmares. Notas 1. El día que Nietzsche lloró, de Irvin D. Yalom; traducción de Rolando Costa Picazo. Buenos Aires: Emecé; 1995. ISBN 950-04-1549-6. 2. When Nietzsche Wept, by Irvin D. Yalom. Nueva York: Harper Collins; 1993. ISBN 0-06-097550-4. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 251 Tribuna <www.medtrad.org/panacea.html> El cupping de Gwyneth Paltrow Fernando A. Navarro Cabrerizos (Salamanca, España) El pasado 18 de julio, el diario El Mundo publicaba una noticia titulada «Gwyneth Paltrow: marcada por el cupping» (pág. 14 del suplemento dominical «Crónica»), ilustrada con una foto muy parecida a la que reproduzco junto a estas líneas, en la que el generoso escote posterior deja al descubierto unos extraños círculos oscuros en la espalda de la famosa actriz. Y comenta el corresponsal de El Mundo en Los Ángeles, que firma la noticia: Las marcas que Paltrow, simpatizante de las técnicas alternativas, mostraba eran el resultado de una sesión de cupping. […] El cupping, práctica milenaria que incluye la utilización de unos vasos pequeños generalmente hechos de cristal, se utiliza como alternativa a la acupuntura, otra de las técnicas predilectas de la actriz norteamericana. […] Dichos vasitos se calientan brevemente en su interior con una llama y a continuación se aplican contra la piel en los puntos deseados. El fuego quema el oxígeno con lo que al situar el vaso boca abajo sobre el cuerpo se crea un vacío. Entonces la piel es estirada hacia el interior del vaso y de ahí que tras la sesión la estrella hollywoodiense luciera esas llamativas marcas circulares. ¿No resulta chocante que una práctica milenaria carezca de nombre en nuestro idioma? Porque milenaria lo es, en efecto. Como bien sabe todo médico, uno de los principales procedimientos terapéuticos —tanto en la medicina oriental como en la occidental basada en la doctrina humoral— fue desde antiguo el tratamiento evacuador para eliminar los humores corrompidos o sobrantes, que actúan como materia peccans. Y ello mediante administración de laxantes, lavativas y vomitivos, sí, pero también mediante aplicación de sangrías, escarificaciones, sanguijuelas y ventosas. Ventosas es, de hecho, el nombre que estos vasitos milenarios recibieron en nuestro idioma desde siempre. Puede demostrarse fácilmente acudiendo a textos de distintas épocas históricas: En el Tratado de cirugía de Guido de Cauliaco, del siglo XV, puede leerse, por ejemplo, que «el ventosamiento es aponimiento de las ventosas por el qual la materia de entre cuero e la carne es evacuada». En el siglo XVIII, Esteban de Terreros define así la ventosa en su Diccionario castellano con las voces de las ciencias y las artes: «vaso que se aplica por medio del fuego á la carne para atraher la sangre, ó humor hacia afuera». Y ya en pleno siglo XXI, la RAE nos ofrece en la última edición de su Diccionario de la lengua española la siguiente definición de ventosa: «vaso o campana, comúnmente de vidrio, que se aplica sobre una parte cualquiera de los tegumentos, enrareciendo el aire en su interior al quemar una cerilla, una estopa, etc.». Cabe la posibilidad de aducir que el vocablo ventosa se conoce, sí, en español, pero que lo que no es bien conocido es la equivalencia entre el inglés cupping y el español ventosa. Posible tal vez, pero lo considero poco probable si tenemos en cuenta que ya John Minsheu, en 1617, incluyó en su Vocabulario español-inglés la siguiente entrada: «ventosa: a cupping glasse». ¿A que viene, pues, el llamar ahora cupping a las ventosas? Suponiendo que la cosa no obedezca a ignorancia pura y dura —que podría ser—, todo apunta al prestigio de que gozan entre nosotros los vocablos que incorporan el sufijo -ing: en un mundo de bullying, catering, clapping, jogging, lifting, mobbing, peeling, piercing, strapping, stretching, training y trekking (¡y hasta de consulting, footing y puenting, que son ya el colmo del esnobismo lingüístico!), aplicarse ventosas parece una ordinariez indigna de una actriz de Hollywood. Eso del cupping, en cambio, suena infinitamente más in e infinitamente más fashion… ¡dónde va uno a comparar! 252 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Revisión y estilo Versión actualizada de las «normas de Vancouver» en traducción al español María Luisa Clark* Las primeras revistas científicas del mundo occidental aparecieron en Europa hace alrededor de 300 años, pero no fue hasta el siglo XX, momento en el que la publicación científica sufrió un incremento exponencial, cuando se hizo evidente la necesidad de elaborar pautas generales para uniformar la estructura y ciertos aspectos del contenido de los trabajos presentados a las revistas. La tarea fue emprendida en 1978 por un puñado de directores de revistas médicas en lengua inglesa que se reunió informalmente con ese propósito en la ciudad de Vancouver (Canadá). Un año más tarde, el llamado «grupo de Vancouver» publicó las normas elaboradas en esa primera reunión con el título de «Uniform requirements for manuscripts submitted to biomedical journals». Con el tiempo, el grupo creció y adquirió carácter oficial, hasta convertirse en el actual Comité Internacional de Directores de Revistas Médicas (CIDRM), que se reúne cada año para modificar las normas en consonancia con las tendencias e inquietudes del momento en materia de publicación científica. Aunque en un principio las normas de Vancouver versaban casi por entero sobre la organización y el contenido del artículo científico y el estilo de las referencias, en distintos momentos el CIDRM ha considerado necesario pronunciarse acerca de otros temas. Un incidente que tuvo lugar a principios de los años ochenta1 llevó al CIDRM a establecer criterios de autoría en 1985, y así fueron surgiendo declaraciones sucesivas sobre política editorial y los aspectos éticos, prácticos y legales de la publicación científica. Asimismo, los nexos cada vez más estrechos entre la comunidad investigadora y las empresas comerciales, que muchas veces aportan los fondos para los ensayos clínicos, han llevado al CIDRM a abundar en el tema de los conflictos de intereses. Anteriormente, las declaraciones separadas se publicaban en forma de anexos al texto principal; pero en la actualidad todas se encuentran incorporadas a la versión más reciente de los «Requisitos uniformes». Algunas revistas clínicas de prestigio se han inspirado en las declaraciones del CIDRM para dar a conocer sus propios criterios sobre cuestiones éticas.2 Los requisitos uniformes publicados en 1979 han sufrido numerosas revisiones; la quinta y la más extensa de ellas ocurrió en 1997, y ciertas secciones —particularmente las relacionadas con los derechos de autor y los conflictos de intereses— se actualizaron en mayo de 1999, 2000 y 2001. En noviembre de 2003, el documento volvió a sufrir una revisión y reorganización a fondo; esta vez, profundiza más en algunos aspectos de la publicación en medios electrónicos y en los problemas éticos vinculados con la publicación científica. En resumen, las normas de Vancouver se idearon para ayudar a los investigadores del ámbito biomédico en cualquier parte del mundo a presentar sus trabajos de investigación a revistas científicas de manera clara, completa y coherente, y posteriormente se agregaron componentes sobre otros aspectos de la publicación. La finalidad fundamental de las normas sigue siendo facilitar la comprensión y lectura del artículo científico y uniformar el estilo de las referencias citadas3 para permitir su búsqueda en las bases de datos internacionales, todo con objeto de agilizar la comunicación entre científicos. Si un manuscrito acata las normas, no será devuelto a los autores por problemas de presentación; además, la revisión y edición del texto serán mucho más fáciles. Pero la utilidad de las normas rebasa con mucho estos límites, ya que también explican las funciones, responsabilidades y derechos de autores, árbitros, editores, directores y propietarios de revistas, y de las entidades patrocinadoras de la investigación, a la vez que sirven de guía sobre el manejo de situaciones conflictivas (casos de fraude o de publicación duplicada, violaciones de la confidencialidad, autoría injustificada, etc.). Por último, cabe aclarar que las normas de Vancouver no son un conjunto de pautas estilísticas para autores y redactores o correctores de estilo, sino una guía de presentación de manuscritos. Cada revista tiene normas editoriales propias que definen su repertorio temático, los tipos de manuscritos que recibe y el idioma en que pueden presentarse, así como aspectos estilísticos más puntuales. No obstante, muchas se ciñen a los «Requisitos uniformes» para el formato de las referencias bibliográficas y otros elementos de estilo. De hecho, hoy en día centenares de revistas biomédicas en distintos idiomas remiten a las normas de Vancouver en las instrucciones para sus autores. Sin embargo, sigue habiendo autores que desconocen las normas o su utilidad, problema que se ve agravado en países de habla española por la escasez de buenas traducciones al castellano de las principales fuentes autorizadas en materia de publicación científica procedentes del mundo anglosajón. Con el fin de poner los «Requisitos uniformes» al alcance de un mayor número de autores hispanoparlantes, la Revista Panamericana de Salud Pública, perteneciente a la Organización Panamericana de la Salud, con sede en Washington, D.C. (EE. UU.) publicó en enero de 2004 la traducción al español de la versión más reciente de las normas,4 que ahora se coloca en El Escaparate de MedTrad (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/vancouver.html>). Para quienes deseen consultarla, la * Jefa de Redacción de la Revista Panamericana de Salud Pública. Organización Panamericana de la Salud, Washington (Estados Unidos). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 253 Revisión y estilo versión oficial en inglés se encuentra en Internet, en la dirección <www.icmje.org>; se ha abandonado la práctica de años anteriores de publicarla en formato impreso.5 Notas 1. Se trata del caso de John Darsee, investigador de las universidades de Emory y Harvard, en Estados Unidos de América, cuyo fraude arrastró al desprestigio a colegas que figuraban como autores sin haber tenido parte en los trabajos (Lock S. Research misconduct: a resume of recent events. En: Lock S, Wells F. Eds. Fraud and misconduct in medical research. Londres: BMJ Publishing Group; 1994. p. 5-24). 2. British Medical Journal (<bmj.com/cgi/content/full/317/7154/291/ DC1>), JAMA (<jama.ama-assn.org/misc/auinst_crit.pdf>), New <www.medtrad.org/panacea.html> England Journal of Medicine (<www.nejm.org/hfa/pdf/NEJDiscl. pdf>), o The Lancet. 3. La versión más reciente de las normas remite a los lectores al sitio de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos de América, <www.nlm.nih.gov/bsd/uniform_requirements.html>, en lo que respecta al estilo de las referencias bibliográficas, que se basa en el formato ANSI. 4. Comité Internacional de Directores de Revistas Médicas. Requisitos uniformes para preparar los manuscritos que se presentan a las revistas biomédicas: redacción y edición de las publicaciones biomédicas. Rev Panam Salud Publica 2004; 15 (1): 41-57. 5. Uniform requirements for manuscripts submitted to biomedical journals. Ann Intern Med 1997; 126: 36-47. Manifiesto de apoyo al proyectado diccionario de la RANM Real Academia Nacional de Medicina Madrid (España) En la sede de la Real Academia Nacional de Medicina, y en el marco del simposio «La Terminología Médica en los Profesionales y en los Medios de Comunicación» (celebrado en Madrid los días 15 y 16 de abril del 2004), los representantes de las instituciones, organismos y asociaciones abajo citados manifiestan su voluntad de cooperar en el ámbito de sus competencias con la Real Academia Nacional de Medicina en la elaboración del Diccionario de Terminología Médica, que esta última institución tiene encomendado según Decreto 3150 de 7 de diciembre de 1967 y reformado por el Real Decreto 1653 de 24 de julio de 1998 que regulan los fines de la mencionada Real Academia. Firmado en Madrid, el 15 de abril del 2004, por: Amador Schüller Pérez (presidente de la Real Academia Nacional de Medicina), Hipólito Durán Sacristán (director del diccionario de la Real Academia Nacional de Medicina), Manuel DíazRubio García (Real Academia Nacional de Medicina), Antonio Campos Muñoz (director del Instituto de Salud Carlos III), M.ª Carmen Rodríguez Menéndez (presidente del Colegio de Médicos del Principado de Asturias, en representación de la Organización Médica Colegial - OMC), Joaquín Fernández Cruz (presidente de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas - FACME), Ignacio Paz Bouza (presidente de la Conferencia Nacional de Decanos), Javier López Iglesias (presidente de la Asociación Nacional de Informadores Sanitarios - ANIS), Fernando A. Navarro (director de Panace@), Arcadi Gual Sala (secretario de la Sociedad Española de Educación Médica) y Ricardo Guerrero (vicepresidente de la European Association of Science Editors - EASE). A este protocolo de colaboración podrán adherirse cuantas instituciones y organismos públicos y privados estén interesados en promover el buen uso de la terminología médica en España e Hispanoamérica. Hasta finales de abril del 2004 se habían sumado las siguientes adhesiones: Gustavo A. Silva (jefe del Servicio de Traducciones de la Organización Panamericana de la Salud - OPS, Washington [Estados Unidos]), Carlos Oppenheimer (jefe del Servicio de Traducción de la Organización Mundial de la Salud - OMS, Ginebra (Suiza), Miguel Paredes Larrucea (jefe de la División de Traducción de Lengua Española, Comité Económico y Social Europeo y Comité de las Regiones, Bruselas [Bélgica]), María Elena Fernández Miranda (jefe del Departamento de Lengua Española, Dirección General de Traducción de la Comisión Europea, Bruselas [Bélgica]), Cristina Márquez Arroyo y M.ª José Hernández Weigand (codirectoras de MedTrad: Grupo de Medicina y Traducción). 254 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Revisión y estilo <www.medtrad.org/panacea.html> La citación en el artículo de divulgación médica (inglés-español) y su importancia en la formación de traductores M.ª Blanca Mayor Serrano* Introducción Son numerosos los autores que advierten de los problemas que presenta la traducción médica en cuanto a, por ejemplo, nomenclaturas normalizadas,1-5 epónimos,6,7 neologismos,1,2,7 siglas,2-4,6,8 anglicismos y su abuso.2,9-13 Muy pocos5,14-17 los que previenen de las dificultades de la traducción de la citación, o referencias a otros investigadores, en los artículos de divulgación médica, a pesar de: a) las diferencias notorias en ambas lenguas en cuanto al tipo de información sobre terceros y los científicos que firman los artículos; b) la constante mención de categorías profesionales y académicas e instituciones en estos textos; c) los problemas que presenta la traducción de las categorías profesionales y académicas e instituciones. Éstos no sólo se derivan del desconocimiento y la dificultad en la búsqueda de las posibles equivalencias en lengua española, sino también de las diferencias de significado a uno y otro lado del Atlántico y de las diferencias ortográficas y culturales. La citación, no obstante, ha sido objeto de atención por parte de algunos autores. Pero sus investigaciones se han centrado básicamente en el estudio de este fenómeno ya en el artículo de investigación,18-22 ya en el estudio contrastivo de dos clases de texto: «manual»/«artículo de investigación»,23 «artículo de divulgación»/«artículo de investigación», llevado a cabo en este último caso por F. J. Fernández Polo.15 Dicho autor se centra en el estudio de la citación en el artículo de divulgación, y los resultados de su análisis son sumamente interesantes. Ahora bien, su corpus, que abarca cinco artículos de Scientific American con sus correspondientes traducciones y otros cinco de Investigación y Ciencia referidos a diversos campos del saber, no es lo suficientemente amplio como para permitirnos saber con certeza si los resultados que arrojó el estudio son producto de la casualidad o más bien de las convenciones de la clase de texto «artículo de divulgación». Convencidos de que la citación, causante de no pocos problemas de traducción, viene determinada por la función comunicativa de los textos y de que su estudio contribuye a la caracterización de las clases de texto, así como a la determinación de su grado de especialización, hemos efectuado un estudio contrastivo de dicho fenómeno con objeto de responder a las siguientes preguntas: a) ¿Qué motivos impelen a los productores de los artículos de divulgación médica a hacer uso de la citación en sus escritos? b) ¿Se formulan las citaciones del mismo modo en los artículos de divulgación o su estructura y número depende del grado de especialización del texto en cuestión? c) ¿Existen diferencias interlingüísticas a la hora de citar otras fuentes? Los resultados del análisis contrastivo no solo nos posibilitarán confirmar nuestras suposiciones, sino también comprender las dificultades que el tratamiento de la citación entraña para el traductor no iniciado. Material y métodos Con objeto de responder a las preguntas formuladas en líneas superiores, el corpus de textos del que nos hemos valido viene configurado por 60 artículos de revistas divulgativas con distinto grado de especialización: 30 en español (Muy Interesante, Medicina y Ciencia, DSalud, Muy Saludable, Muface, Investigación y Ciencia) y 30 en inglés (Odyssey, Scientific American, Natural Health y Zest).a A la hora de estudiar la citación, resulta imprescindible recordar la distinción que J. M. Swales realiza entre las formas de citación que ha venido en llamar «integrales» y «no integrales», y que define del siguiente modo: An integral citation is one in which the name of the researcher occurs in the actual citing sentence as some sentence-element; in a non-integral citation, the researcher occurs either in parenthesis or is referred to elsewhere by a superscript number or via some other device.18 Los principales tipos que adoptan ambas formas de citación los ilustra mediante los ejemplos que reproducimos a continuación: Integral Ia Brie (1988) showed that the moon is made of cheese. Ib The moon’s cheesy composition was established by Brie (1988). Ic Brie’s theory (1988) claims that the moon is made of cheese. *Traductora. Granada (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 255 Revisión y estilo <www.medtrad.org/panacea.html> Id Brie’s (1988) theory of lunar composition has general support. Ie According to Brie (1988), the moon is made of cheese. Non-integral Na Previous research has shown that the moon is made of cheese (Brie, 1988). Nb It has been shown that the moon is made of cheese (Brie, 1988). Nc Nd It has been established that the moon is made of cheese. 1-3 The moon is probably made of cheese (Brie, 1988). Ne The moon may be made of cheese.1-3 Nf The moon may be made of cheese (but cf. Rock, 1989). Formas de citación integrales y no integrales18 Formas de citación integrales y no integrales18 Como demostraremos más adelante, los autores de los artículos de divulgación prescinden de las formas de citación no integrales, es decir, aquellas en las que el nombre del científico no forma parte de ningún elemento de la oración que constituye la cita, sino que aparece entre paréntesis, en notas o mediante otros mecanismos. Circunstancia que viene motivada precisamente por la función comunicativa de la clase de texto objeto de estudio. Por lo tanto, cuando aludimos a la citación, nos referimos exclusivamente a las formas de citación integrales. La citación en el artículo de divulgación médica (inglésespañol) El artículo de divulgación, tanto en inglés como en español, se halla «plagado» de citaciones. Como adelantábamos en líneas superiores, en esta clase de texto no tienen lugar las citas no integrales, demasiado impersonales y propias de los textos profesionales, debido a la función comunicativa de la clase de texto objeto de estudio: poner al alcance de las personas ajenas al campo al que corresponden los conocimientos y los descubrimientos generados por las diversas ramas de la ciencia médica lo que está reservado a una minoría. Es decir, se trata de la transmisión de un mensaje preexistente a un grupo de destinatarios distinto del originalmente previsto, con el objetivo de dar cuenta de manera comprensible, accesible y amena de lo que ya está establecido en la ciencia de la medicina. La información que se transmite debe ser, pues, inteligible, asequible, entretenida, como sugería el profesor Arturo Fernández Cruz,b quien, en uno de sus artículos, defendía [...] la necesidad de una divulgación rigurosa y amena de esta temática, que además incitara a los lectores a continuar leyendo libros y formándose para poder entender —culturalmente hablando— el mundo que iba surgiendo a partir de la nueva biología y sus aplicaciones médicas. La referencia explícita a otros científicos en el artículo de divulgación es una estrategia destinada a facilitar la interac256 ción de los destinatarios con esta clase de texto; o, en palabras de F. J. Fernández Polo, [...] las referencias explícitas a los científicos constituyen una estrategia destinada a «implicar» a los lectores de los textos de divulgación, y dicha implicación persigue facilitar la comprensión de la información propiamente científica que aparece en ellos [...].15 Estrategia muy distinta a la perseguida en los artículos profesionales, en los que la citación se emplea como [...] part of the writer’s rhetorical armoury in securing ratification of new knowledge claims by establishing a research niche, providing persuasive support for arguments and demostrating the novelty of assertations.23 Aún más: no solo las referencias a las opiniones de otros científicos constituye una constante en los textos objeto de análisis, sino también la evocación de publicaciones anteriores: Pero el informe que Morrison y sus colegas han publicado en la revista científica Nature del pasado mes de enero revela cómo [...].25 El 17 de enero de 1999, el diario El Mundo titulaba así un reportaje en sus páginas de salud [...].26 La evocación de publicaciones anteriores la explica B. M. Gutiérrez Rodilla de la siguiente manera: «[...] se busca legitimar el trabajo de divulgación presente; las referencias a la actualidad tratarán de realzar la importancia de los descubrimientos más recientes llevados a cabo».2 En los artículos de divulgación analizados hemos observado, pues, abundantes referencias a otros científicos. Además de los motivos aducidos anteriormente, F. J. Fernández Polo atribuye dichas referencias a la «relevancia que éstos poseen para las investigaciones del autor o autores del artículo o en general para el campo de investigación en el que se insertan»,15 si bien cabe matizar que las referencias a otros científicos suelen ser mucho más frecuentes en los artículos escritos por periodistas especializados que en aquellos cuyos emisores son los propios científicos. El tipo de información suministrada por los productores de un texto acerca de otros investigadores varía en ambas lenguas. En español, si el emisor del artículo de divulgación es el propio científico, las referencias a otros investigadores tienden a limitarse prácticamente a la mención de sus nombres; cuando el autor del texto es un periodista especializado, éste, aparte de la mención de los nombres, aporta información acerca de las categorías profesionales y del lugar del trabajo de los investigadores citados. Los textos ingleses escritos por periodistas especializados aportan, por el contrario, una información más detallada, dándonos a conocer algunos de los avatares profesionales de los investigadores a los que hacen referencia: [...] says Dr Gregory J. Downing. He is a senior policy Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> adviser at the National Institutes of Health (NIH) and chaired planning of the watershed conference ‘Biomarkers and Surrogate Endpoints: Advancing Clinical Research and Applications’, which was held on the NIH campus in April 1999.27 [...] says Dr. Sheryl Lard. She is an immunologist with the United States’ Food and Drug Administration (FDA) and formerly chaired the committee on HIV of the Clinical Immunology Society. 27 [...] says Dennis Avery, director of the Center for Global Food Issues at the Hudson Institute, a research group in Indianapolis, Ind., and author of Saving the Planet with Pesticides and Plastic (Hudson Institute, 1995).28 [...] asegura el doctor Fernando Duce, del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de Zaragoza y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.29 Recientemente, el doctor Mark C. Horowitz, del Departamento de Ortopedia y Rehabilitación de la Universidad de Yale, en EE UU, ha destacado [...].25 Como explica el doctor Joaquín Sastre, jefe del Servicio de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz [...].30 [...] asegura el doctor José Ramón González-Escalada, responsable de la Unidad del Dolor del Hospital Ramón y Cajal.31 El inglés, asimismo, muestra mucha más variedad a la hora de referirse a los «actores» de la comunidad científica que el español, según se desprende de los textos analizados:c scientists investigators researchers physicians doctors experts workers clinicians los especialistas los investigadores los expertos los científicos Incluso en los recuadros de los artículos de Scientific American e Investigación y Ciencia, donde se proporciona información acerca de los científicos que firman los trabajos, ésta suele ser mucho más rica en los artículos ingleses que en los españoles. Así, en los primeros, además de la mención del nombre y del lugar de trabajo, se halla información relativa a la vida académica e incluso personal de los científicos. Curiosamente, los traductores de los originales en inglés suelen demostrar una marcada tendencia a suprimir parte de la información relativa a los investigadores que aparece en los originales, actitud que, como apunta F. J. Fernández Polo, Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Revisión y estilo probablemente obedece «a un intento por adaptar los artículos traducidos a las pautas habituales en este ámbito en los originales en español».15 STUART B. LEVY is professor of molecular biology and microbiology, professor of medicine and director of the Center for Adaptation Genetics and Drug Resistance at the Tufts University School of Medicine. He is also president of the Alliance for the Prudent Use of Antibiotics and president-elect of the American Society for Microbiology.32 STUART B. LEVY, profesor de biología molecular y microbiología, dirige el centro de genética de la adaptación y resistencia farmacológica de la facultad de medicina de la Universidad Tufts. Es presidente electo de la Sociedad Americana de Microbiología.33 Al principio del presente trabajo nos preguntamos si la citación se formula del mismo modo en los artículos de divulgación o si su estructura y número depende del grado de especialización del texto en cuestión. Pues bien, el análisis contrastivo nos permite concluir que en la divulgación llevada a cabo por periodistas la citación suele ser más rica en información y más frecuente que en la divulgación realizada por los propios científicos, mucho más próxima a los artículos profesionales que les sirven de base. A la hora de citar las opiniones o trabajos de otros investigadores existen evidentes diferencias interlingüísticas, como hemos mostrado a lo largo de nuestra exposición. Así, la citación en inglés es mucho más rica en información acerca de los investigadores que en los artículos españoles. Centrándonos, más concretamente, en los artículos escritos por científicos, cabe incluso afirmar la existencia de comportamientos muy similares entre los autores de los originales en español y los traductores, y discrepancias entre ambos y los autores de los artículos ingleses, lo que viene a corroborar los resultados del análisis llevado a cabo por F. J. Fernández Polo. Como ejemplo ilustrativo, sirvan los siguientes párrafos tomados de un original en inglés y su traducción, donde se aprecia con claridad cómo el traductor se limita a la mención de los nombres de los investigadores sin aportar ningún otro tipo de información acerca de los mismos. Those groups included teams led by Stephen A. Johnston of the University of Texas Southwestern Medical Center in Dallas; by Philip Felgner of Vical in San Diego and Margaret Liu, then at Merck in West Point, Pa.; by Harriet L. Robinson, then at the University of Massachusetts; and by one of us (Weiner) at the University of Pennsylvania.34 Esos grupos estuvieron dirigidos por Stephen A. Johnston, por Philip Felgner y Margaret Liu, por Harriet L. Robinson y por Weiner, uno de los autores.35 257 Revisión y estilo La citación, o referencia a las opiniones o trabajos de otros investigadores, es, por tanto, un aspecto digno de ser tenido en cuenta en el aula por las diferencias notorias entre ambas lenguas, así como por la constante mención de categorías profesionales y académicas e instituciones. Los problemas que presenta la traducción de este fenómeno no sólo se derivan del desconocimiento y la dificultad en la búsqueda de las posibles equivalencias en lengua española, sino también: <www.medtrad.org/panacea.html> physician, practitioner, primary physician, registrar, resident, scholar, senior, specialist, surgeon, Surgeon General. Creemos, pues, en la importancia de abordar y trabajar en torno a este asunto en el aula lo antes posible e instruir al alumnado sobre cuándo y cómo se han de traducir las categorías profesionales y académicas y las instituciones, cuya mención es habitual en un buen número de textos médicos. Notas Debido a la extensión del corpus utilizado, solo aparecen en la bibliografía los textos referidos en el presente artículo. b El profesor Arturo Fernández Cruz coordinaba y colaboraba en la sección de «Biología y Medicina» de La Vanguardia, creada en 1962. El artículo citado figura bajo el título «Contribución a una noble empresa cultural» en La Vanguardia del sábado 7 de abril de 1962.24 c Mostramos las referencias a los mismos por su frecuencia de aparición en los textos. a a) de las diferencias de significado a uno y otro lado del Atlántico, como apunta F. A. Navarro: [...] el consultant británico equivale al attending physician estadounidense (médico adjunto) y no tiene nada que ver con un consultant estadounidense (asesor, médico llamado a consulta); el Surgeon General es en los Estados Unidos el director de los servicios estatales de salud pública o el jefe del cuerpo de sanidad de cualquiera de los tres ejércitos, mientras que en Inglaterra recibe este nombre sólo el jefe del cuerpo de sanidad de la armada.5 b) de las diferencias ortográficas existentes entre el inglés británico y el norteamericano, que, si bien en principio parecen una nimiedad, pueden ser causantes de no pocos problemas de traducción: El anaesthetist británico, por ejemplo, corresponde a nuestro anestesista (es decir, un médico especializado en anestesia), mientras que el anesthetist norteamericano es un técnico autorizado a administrar la anestesia a los pacientes, pero que no posee el título de médico (si fuera un médico especialista, se llamaría anesthesiologist).5 c) de las diferencias culturales: Otro punto engañoso en los Estados Unidos es la diferencia entre doctor y physician. En la conversación diaria son apelativos intercambiables. En términos legales estadounidenses, sin embargo, existe una distinción simple pero estricta. El doctor (of medicine) alude solamente al título, mientras que physician se refiere específicamente al doctor autorizado a ejercer, al que se le ha otorgado una licencia. Cuando surge alguna irregularidad en el ejercicio profesional de un colega, lo primero que se cuestiona es su estatus jurídico: Is he a licensed physician? (¿Es un médico con licencia?). En muchos países, el título de médico es suficiente para ejercer la profesión.36 Cabe destacar que en el Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina,12 de F. A. Navarro, se comentan con detalle los problemas de traducción planteados por multitud de términos ingleses relativos a categorías profesionales y académicas e instituciones, como assistant, associate, bachelor, chairman, chemical pathologist, chemist, college, consultant, department, doctor, house physician, intern, junior, lecturer, matron, MB, MD, Medex, Mr., officer, pathologist, PhD, 258 Bibliografía 1. Gutiérrez Rodilla BM. La influencia del inglés sobre nuestro lenguaje médico. Med Clin (Barc) 1997; 108: 307-313. 2. Gutiérrez Rodilla BM. La ciencia empieza en la palabra. Análisis e historia del lenguaje científico. Barcelona: Península; 1998. 3. Van Hoof H. The language of medicine: A comparative ministudy of English and French. En: Fischbach H. Dir. Translation and medicine. Amsterdam: John Benjamins; 1998. p. 49-65. 4. Lee-Jahnke H. Training in medical translation with emphasis on German. En: Fischbach H. Dir. Translation and medicine. 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Lo bueno de este estímulo sensorial. Muy Interesante 2003; 261: 62-64. 32. Levy SB. The challenge of antibiotic resistance. Sci Am 1998. <www.scientificamerican.com/1998/0398issue/0398levy.html>. 33. Levy SB. La resistencia contra los antibióticos. Investigación y Ciencia 1998; 260: 14-21. 34. Weiner DB, Kennedy RC. Genetic Vaccines. Sci Am 1999. <www. scientificamerican.com/1999/0799issue/0799weiner.html>. 35. Weiner DB, Kennedy RC. Vacunas genéticas. Investigación y Ciencia 1999; 276: 14-22. 36. Rivera RA. La formación médica en los Estados Unidos. Panace@ 2002; 3(8): 23-27. <www.medtrad.org/pana.htm> (consultado el 9 de enero del 2004). 259 Cartas a Panace@ <www.medtrad.org/panacea.html> Cinco años de MedTrad MedTrad como fuente de información para la resolución de problemas de traducción Gabriela Caruso* Años atrás, a fin de resolver problemas de tipo terminológico, el traductor se veía obligado a recorrer varias bibliotecas para consultar distintas fuentes que le permitieran dar una solución satisfactoria a dichos problemas. Esto se debía a que las obras que podía consultar en la comodidad de su hogar, por numerosas que fueran, siempre resultaban limitadas. Con la llegada de Internet esta situación cambió en forma radical. Ahora sí es posible tener todas las fuentes de consulta al alcance de la mano con solo sentarse frente a la pantalla de la computadora. Pareciera ser un sueño hecho realidad. La globalización que viene de la mano de Internet permite que tengamos al mundo entero en nuestras manos. Sin embargo, es necesario que usemos esta nueva herramienta de trabajo con mucha cautela y sentido común. Pues, si bien todo lo dicho es fácilmente comprobable, también es cierto que el sueño puede convertirse en pesadilla y el nuevo invento transformarse en un monstruo que se vuelva en nuestra contra y nos haga trizas. No todo lo que circula por Internet es información confiable, legítima y fidedigna. Esto nos obliga entonces a desarrollar mecanismos que nos permitan discernir qué datos podemos recoger confiadamente y cuáles debemos descartar, separando así la maleza del trigo. En primer lugar, resulta fundamental que podamos evaluar si el sitio de consulta es confiable. Un buen parámetro de evaluación podría consistir en investigar si se trata de un sitio oficial con el aval de algún organismo nacional o internacional que corresponda a una entidad autorizada en la materia que nos ocupa. En segundo lugar, podríamos realizar un análisis estadístico que nos permita estimar la frecuencia de uso del término que originó nuestra consulta. Una búsqueda rápida utilizando un metabuscador nos permite saber, tan solo en minutos, la cantidad de veces que figura ese término en la red. Profundizando aún más la búsqueda, deberíamos interesarnos por el carácter regional del término en cuestión. Así como pudimos determinar la frecuencia de uso del término, también podemos establecer el país de origen de las distintas páginas, sitios o portales en los que aparece usado ese término. Este dato es de especial importancia para el traductor. Pues el color local del término le permitirá decidir si lo elige o no para incluirlo en su traducción, teniendo en cuenta al destinatario, potencial o real, del texto meta. Otro recurso que siempre ha utilizado el traductor para esclarecer y resolver problemas de traducción, en especial aquellos de índole técnica, es la consulta con especialistas. Esta situación también cambió con la llegada de Internet. La modalidad de consulta antes implicaba reunirse con el experto en la materia o hacerle consultas telefónicas para disipar dudas y —por qué no decirlo— importunarlo y molestarlo hasta el hastío, llevándolo al borde de la locura y obligándolo a escabullirse ante la posibilidad de una nueva pregunta de nuestra parte. Esta situación ahora se ha simplificado enormemente gracias a la creación de foros de discusión en los que esos mismos especialistas que antes consultábamos en persona o por teléfono y muchos otros de gran prestigio, ya no solo del plano local, sino también del internacional, están más que dispuestos a mostrar con merecido orgullo cuánto saben acerca del trabajo que desarrollan o de su área de estudio o investigación, lo cual obviamente redunda en nuestro beneficio. Una vez más podemos llegar a la solución perfecta a nuestro problema y sin movernos de nuestra casa. Sin embargo, también este recurso constituye un arma de doble filo, y por eso resulta imperioso resaltar la necesidad de nuestro espíritu crítico para poder evaluar si el aporte del especialista es bueno o no. Ya lo decía Platón en sus Diálogos socráticos al referirse al criterio de autoridad. Cuando sus alumnos argumentaban que una declaración era verdadera porque la había hecho Sócrates, él respondía que el mero hecho de que la declaración fuera de Sócrates no la hacía necesariamente cierta. Esta enseñanza de Platón nos lleva a tomar conciencia de cuán importante es que podamos fundamentar en forma fehaciente cada una de las soluciones que proponemos al realizar nuestro trabajo. El criterio de autoridad por sí solo no basta para sustentar nuestras decisiones. Hoy más que antes debemos tener en cuenta que el especialista, al igual que nosotros, ahora también se sienta frente a su computadora y, ya sin traje ni corbata, sino en piyamas, responde a las consultas desde la comodidad de su casa. Resulta fundamental entonces que exacerbemos nuestro espíritu crítico y, con rigor digno de un buen científico, podamos distinguir cuándo el especialista está haciendo un verdadero aporte epistemológico y cuándo está dando una mera opinión. No obstante, aunque seamos conscientes de que debemos descartar muchas de las respuestas que obtenemos a nuestros interrogantes, es necesario reconocer que la posibilidad de contar con el intercambio de ideas que se produce en estos foros de discusión es de una riqueza inigualable. MedTrad, lista de gran prestigio internacional integrada por profesio- * Traductora científico-médica. Buenos Aires (Argentina). Dirección para correspondencia: [email protected]. 260 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Cartas a Panace@ <www.medtrad.org/panacea.html> nales de la salud y de la lengua que intercambian a diario sus conocimientos e ideas con el propósito de descifrar enigmas terminológicos, debatir acerca de peculiaridades idiomáticas o esclarecer dudas de traducción, constituye un verdadero ejemplo de esa riqueza. Una cualidad que diferencia a MedTrad de otras listas de correo radica en que una de las consignas del grupo es que no se realicen consultas antes de haber agotado otros recursos, lo cual lleva a que el interrogante se formule solo después de haber investigado por otros medios y a que los planteos sean de un elevado nivel académico. Estamos, a mi modo de ver, ante una herramienta indispensable para el traductor especializado en el área de la medicina, pues el intercambio de ideas que se suscita a partir de la realización de una consulta permite al traductor que encuentre la palabra justa, con un valor agregado: lograr tamaño objetivo en cuestión de minutos. Por lo general, a poco de formular la consulta, ya se obtiene algún indicio que permite orientar la búsqueda, cuando no la respuesta correcta. Muchas veces, con el correr de las horas, las respuestas mismas que se van acumulando en la casilla de correo electrónico permiten constatar si la decisión tomada en relación con la opción léxica es acertada o no, mientras uno sigue trabajando en la traducción. Además de contar con el aval de profesionales de primera línea que fundamentan cada uno de sus aportes cuando lo consideran necesario, el traductor ahorra tiempo, tiene la posibilidad de verificar las soluciones propuestas y decidir con mayor amplitud de criterio. Si uno se toma el trabajo de seguir el hilo de los mensajes que se envían sobre un asunto y los analiza con detenimiento, es fácil comprobar que absolutamente todos los aportes realizados, los más y los menos acertados, llevan a que uno se acerque cada vez más a la verdad hasta llegar a la solución al problema planteado. Incluso las sugerencias erróneas motivan a otros miembros del grupo a solidarizarse y proponer una alternativa más acertada para corregir el error. No obstante el elogio realizado hasta ahora, presentar a MedTrad como un mero foro virtual no es hacerle plena justicia, puesto que es mucho más que eso. El archivo en el que se guardan todos los mensajes desde el nacimiento del foro, allá por septiembre de 1999, constituye una base de datos en sí misma que también sirve como fuente de consulta, al igual que los mensajes recopilados por temas y las fichas terminológicas que comparan términos afines. El hecho de que exista una nueva forma de encarar nuestro trabajo con mayor acceso a la información, mayor contacto con profesionales idóneos y la posibilidad de resolver problemas con mayor rapidez lleva a su vez a que tomemos conciencia de la necesidad de generar un mayor compromiso personal y profesional por nuestra parte con la tarea realizada. MedTrad para una historiadora del lenguaje médico Bertha M. Gutiérrez Rodilla* Se cumple ahora el quinto aniversario del nacimiento de MedTrad —lista de correo a la que tengo el honor de pertenecer desde poquitos meses después de su fundación—, y no quiero dejar pasar de largo la oportunidad de hacer llegar mi enhorabuena a quienes tuvieron la feliz idea de concebirla, gestarla y hacer todo lo posible para que se produjera su alumbramiento, valga la metáfora. En sus cinco años de vida, no sólo ha ido aumentando el número de participantes en la misma, es decir, no sólo ha progresado en cantidad, sino que, sobre todo, ha conseguido un nivel de calidad que me atrevo a calificar de «única». Una calidad que, además de tener que ver con que la pertenencia a la lista está sujeta a un proceso previo de selección, se relaciona con el nivel de autoexigencia y superación de sus componentes, como se muestra de forma cotidiana en sus intervenciones y discusiones. Resulta obvia la utilidad que para un traductor médico puede tener un «foro de medicina y traducción». Pero quizá no sea tan evidente la que puede tener para una historiadora de la medicina —por tanto, de su lenguaje también—, como soy yo. Y sin embargo, la tiene. En primer lugar, porque mi área de conocimiento tiene a su cargo, de acuerdo con la normativa vigente en España, la formación terminológica de los alumnos de Medicina. En el caso concreto de mi facultad, mis compañeros de área han delegado en mí esa formación, lo que justifica que asista interesada a los debates terminológicos que se producen en la lista, pues eso me asegura el mantenerme fresca respecto de los avatares que sufre cada día el lenguaje de la medicina. En segundo lugar, y más importante aún, porque, como es sabido y como ocurre en muchas otras áreas, los problemas que tiene planteados el lenguaje médico actual arrancan de situaciones acaecidas siglos atrás. Y las mismas discusiones que esos problemas provocan hoy ya se mantuvieron —salvando todas las distancias que haya que salvar, claro está— en otros momentos del pasado; se repiten los argumentos, se justifican del mismo modo los «posicionamientos»… Pertenecer a esta lista me da la posibilidad de contemplar todo eso desde un puesto privilegiado, para después hacer las transpolaciones necesarias que me ayuden a comprender mejor lo que sucedió en otros momentos históricos. MedTrad, en su día a día, me proporciona infinidad de ejemplos con que ilustrar todas y cada una de las escenas de ese pasado. * Universidad de Salamanca (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 261 Cartas a Panace@ La modesta contribución que yo debería hacer al grupo, por si alguien se lo está preguntando, tendría que ir en esa misma dirección, pero en sentido contrario: la historia no sólo tiene respuestas para muchas de las preguntas que nos hacemos hoy, sino que nos enseña siempre a relativizar el presente, a dulcificar nuestra vehemencia, a suavizar nuestra terquedad… Nos ayuda a comprender que con la misma condescendencia que nosotros miramos a nuestros antepasados nos mirarán a nosotros los que vengan después, por más que nos creamos semidioses en posesión de la piedra filosofal. Mi misión debería ser transmitir lo anterior, tanto a mis alumnos de Medicina, como a mis contertulios de MedTrad; pero se trata de una misión <www.medtrad.org/panacea.html> difícil, porque la rapidez y la inmediatez con que malvivimos hoy nos dejan poco tiempo para los excursos históricos… De ahí que mi participación en MedTrad sea pequeña y limitada a las escasas preguntas que tienen trasfondo histórico. Y eso, si no se me adelanta alguien, porque en esta lista siempre hay medtraderos de guardia, con unos conocimientos que harían palidecer a muchos profesores universitarios, dispuestos a solucionar las dudas de los compañeros. Mi felicitación a los fundadores de MedTrad, de nuevo; mi reconocimiento a todos sus integrantes, por lo mucho que me aportan. MedTrad para una correctora de textos médicos Mónica Noguerol* Mi primer contacto con el mundo de la corrección de textos se dio a finales de los noventa. Por entonces, ni siquiera sabía en qué consistía la labor de un corrector. Un amigo me puso en contacto con un colega editor que buscaba un corrector de galeradas, y para allí fui yo, con mucha inseguridad por el desconocimiento, pero también con enorme curiosidad. Las primeras tareas, que se prolongaron durante algunos años, se centraron en la corrección de artículos médicos, concretamente en la rama de la neurología, y en el envío de galeradas al autor. Al principio me acerqué con mucha cautela a los textos, tratando de cazar cuanta errata se me pusiera por delante. Poco a poco fui aprendiendo e interviniendo con mayor convicción; no en vano aquellos artículos podían, sin lugar a dudas, mejorarse: extranjerismos léxicos, pero sobre todo sintácticos, chirriaban en mis oídos; multitud de términos cuyo significado no lograba encontrar en los diccionarios médicos; errores gramaticales, pobreza léxica, muchas construcciones en pasiva, muchos gerundios... Para mayor dificultad, no soy médico. Afortunadamente, mi contacto con los autores me fue de gran ayuda; al poco tiempo comprendí que aquello era, simplemente, una jerga, y lo que a mí me resultaba tan extraño a los oídos para ellos era normal. El intercambio fue enriquecedor, pero aun así me vi necesitada de la ayuda de profesionales de la lengua más acostumbrados a estas lides, y de este modo fue como empecé a intervenir en diversos foros de español. Mis consultas siempre se orientaban a la terminología médica y tuve asimismo la oportunidad de compartir inquietudes sobre esta profesión, pues siempre rondaba la duda de hasta qué punto podía y debía intervenir en tantos términos y expresiones que ya estaban sancionados por la costumbre. Gracias al foro del Instituto Cervantes conocí a Fernando Navarro, a quien debo prácticamente todo lo aprendido en este campo, habida cuenta de las numerosas ocasiones en que me ayudó, y fue él quien por primera vez me habló de MedTrad, una lista de correo es- pecializada en terminología médica. En aquellos momentos ya no me temblaba el pulso al corregir severo por grave o intenso; screening por cribado; estadío por estadio; rash por exantema; randomización por aleatorización o distribución aleatoria..., y justificaba todos aquellos cambios cuando, no pocas veces, los autores los rechazaban amparándose en «el uso». MedTrad ha significado para mí una tabla de salvación, una compañía solidaria, un rincón lleno de sabiduría donde he podido expresar todas mis dudas terminológicas y gramaticales, pero también de concepto. Quisiera exponer algunos ejemplos para ilustrar mucho mejor a qué me refiero: 1) Ahora sé que los términos dipper y non-dipper, tan utilizados en algunas publicaciones de la especialidad, equivalen a pacientes con descenso y sin descenso de la presión arterial. 2) Ante la duda de unificar una monografía en la que se utilizaban indistintamente r-TPA y rt-PA, pude conocer diversas opiniones y decantarme por la que me pareció la mejor solución. 3) Tras consultar la validez de la frase Fue enviada al servicio de otorrinolaringología para descartar una parálisis facial, relacionando la desviación de comisura bucal a la intensa inflamación, tratando con antihistamínicos como posible angioedema, evidenciándose en las radiografias de senos mucocele y quiste de retención, un medtradero me sugirió la siguiente posibilidad, que superaba a la anterior en rigor y elegancia: Fue enviada al servicio de otorrinolaringología para descartar una parálisis facial, pues se consideró que la desviación de la comisura bucal se debía a la intensa inflamación; dada la posibilidad de un angioedema, recibió un tratamiento * Correctora autónoma. El Masnou (Barcelona, España). Dirección para correspondencia: [email protected]. 262 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Cartas a Panace@ antihistamínico y las radiografías de senos pusieron de manifiesto un mucocele y un quiste de retención. señal débil, y un T2 muy largo de color blanco, que denota una alta intensidad de señal. 4) Y, sin dilación, me solucionaron la papeleta en casos de descontrol como éste: 6) O, sin dejar el campo de la radiología, siempre puedes recibir la ayuda de algún experto que te informa de que la expresión Spin Echo puede sustituirse sin problemas por eco de espín; o Gradient Echo, por gradiente de eco, entre otras. El estudio contribuye en gran medida a dibujar la situación de control de la población hipertensa española. Hasta ahora se sabía que el control se situaba en torno al 20-30%, así como que existen diversos factores que influyen en el mal control de la HTA, como el control de la PA si no se utiliza la metodología correcta [...], que quedó así: El estudio contribuye en gran medida a dibujar la situación del seguimiento de la población hipertensa española. Hasta ahora se sabía que éste se aproximaba al 20-30%, así como que existen diversos factores que influyen en el mal control de la HTA, como la determinación de la PA si no se utiliza la metodología correcta [...]. 5) En el caso de que uno no tenga nada claro de qué se está hablando cuando lee El agua tiene un T1 largo, se ve negra o hipointensa, y un T2 muy largo que se ve blanca o hiperintensa, puede encontrar a alguien que le resuelva la duda: El agua posee un T1 largo de color negro, debido a una Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 7) En casos de traducciones automáticas, o que al menos lo parecen, como ésta: Eran los niños con asma los padres habían aportado el diagnóstico, así como cuando se les administraba inhalantes, tenían procesos disneicos o crisis en el año previo, y limitaciones de sus actividades por el asma. Se aplicó estudio estadístico correcto, un compañero me tradujo nuevamente del inglés: Los niños asmáticos tomaban inhaladores prescritos por un médico, habían presentado sibilancias o una crisis el año anterior, o sufrían una limitación de sus actividades a causa del asma; fueron los padres quienes comunicaron el diagnóstico de estos pacientes. Se utilizó un modelo de regresión logística múltiple. La relación sería interminable, pero no quisiera acabar sin mencionar el enriquecimiento personal que ha supuesto para mí el haber podido conocer a gente tan encantadora a través de la lista. Gracias de todo corazón, MedTrad. 263 Cartas a Panace@ <www.medtrad.org/panacea.html> MedTrad y el «libro rojo» Fernando A. Navarro* Cuando, a mediados de septiembre de 1999, MedTrad inició su andadura, no sospechaba yo lo útil que iba a llegar a serme en una labor que había emprendido tres años antes. A finales de 1996, en efecto, tomé la decisión de reunir los tres artículos sobre palabras de traducción engañosa en el inglés médico que había publicado en la revista Medicina Clínica de Barcelona y, junto a otras muchas anotaciones inéditas que guardaba en el disco duro de mi ordenador, utilizarlos como punto de partida para elaborar un diccionario bilingüe de dudas para médicos y traductores especializados, que nos estaba haciendo mucha falta. La elaboración de este Diccionario crítico de dudas inglésespañol de medicina fue una tarea mucho más ardua de lo que en un principio había imaginado, pero al crearse MedTrad tenía ya el diccionario prácticamente terminado y había acordado con los editores la entrega del texto definitivo a la imprenta antes del 31 de diciembre de 1999. Para entonces, MedTrad contaba apenas con dos meses y medio de existencia, y en la lista habíamos cruzado poco más de 800 mensajes, pero era ya evidente que un foro profesional de debate sobre traducción médica constituye, sin ningún género de dudas, la ayuda más valiosa con que puede contar el autor de un diccionario bilingüe de dudas. No hubo tiempo, con todo, más que para que la huella de MedTrad en la primera edición del diccionario fuera apreciable tan sólo en un puñado de entradas. Muy distinto será el caso con la segunda edición del Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina, que espero ver publicada en breve. Cinco años después, MedTrad y los 45 000 mensajes que atesora en sus archivos —reconozco con orgullo haberlos leído todos— se han convertido, con mucho, en mi fuente de información más valiosa. Jamás antes de ahora contó un lexicógrafo con el apoyo directo y constante, las veinticuatro horas del día, de más doscientos profesionales del lenguaje médico y de la traducción científica. Y es lógico que ello repercuta en el resultado final de la obra. No sería concebible que, en la era de Internet —máxima biblioteca multilingüe de la historia— y de las listas especializadas de debate a través del correo electrónico, los diccionarios bilingües de medicina fueran indistinguibles de los de planta decimonónica. Se me hace difícil resumir en unas líneas la aportación de MedTrad a la segunda edición del «libro rojo», pues las aportaciones del foro afectan prácticamente a todos los aspectos de la elaboración del diccionario, hasta el punto de que nuestra lista puede asumir, sin exageración ninguna, la coautoría colectiva de la obra. Resulta obvio que un grupo de ayuda mutua en cuestiones de traducción y lenguaje médicos que, como el nuestro, se centra en el envío y la resolución de dudas especializadas, es de la máxima utilidad para la ampliación y la mejora de un diccionario bilingüe de dudas de traducción en medicina. Me sirvo del foro para incorporar nuevas entradas al diccionario a partir de las dudas planteadas que desconocía o había pasado por alto; para corregir errores, omisiones o pasajes dudosos, a partir de los debates sostenidos en el seno del grupo, en las entradas ya redactadas; para evacuar consultas o solicitar comentarios y sugerencias a los miembros más destacados en especialidades que no domino; para presentar a mis colegas algunas de las nuevas entradas en borrador y recabar su opinión, utilizando a MedTrad como privilegiado banco de pruebas de la nueva edición. Uno de los aspectos para los que la pertenencia a MedTrad me ha sido más útil es el relativo al español de América. Si en el prólogo a la primera edición del «libro rojo» escribí «Nacido y criado en España, formado como médico en la Universidad de Salamanca y en el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, es lógico que en mi diccionario se refleje fundamentalmente el lenguaje médico que se habla en las facultades, hospitales y consultorios españoles, el lenguaje médico que se escribe en nuestras revistas científicas y en nuestros libros de texto», este aspecto cambiará notablemente en la segunda edición. Para el lector seguirá siendo obvio, por supuesto, que el diccionario está escrito en España y desde la perspectiva de quien tiene el español europeo como lengua materna y contempla la comunidad médica hispanohablante como un todo. Pero los peach-flavored tablets, por ejemplo, no serán ya sólo comprimidos con sabor a melocotón, sino también con sabor a durazno; y la otitis de las piscinas llevará expresiones sinónimas como otitis de las piletas y otitis de las albercas. El animalario compartirá lugar con el bioterio; las placas de Petri, con las cajas de Petri; el frigorífico, con la refrigeradora y la heladera; los datos fiables, con los datos confiables; el biberón, con la mamadera; el hormigón, con el concreto, y los accidentes de tráfico, con los accidentes de tránsito. Socorrista y salvavidas, beber y tomar, conducir y manejar, recuento y conteo, inversor e inversionista, mantequilla de cacahuete y manteca de maní darán fe de que es plenamente compatible la unidad básica del idioma con el reconocimiento de sus variedades internas. En ocasiones, incluso, si lo aconsejan los criterios de corrección y unidad lingüística, no se me caerán los anillos por recomendar la forma ‘sincicio’, predominante en el Cono Sur, sobre la forma ‘sincitio’ habitual en mi país para traducir el inglés syncytium, o por dar preferencia a ‘costos’ sobre ‘costes’ para traducir el inglés costs. Y a ello han contribuido de modo muy especial mis colegas de MedTrad y la posibilidad que me ofrece Google de efectuar búsquedas con limitación geográfica. Como puede verse, yo —como todos— he obtenido del foro mucho, muchísimo más de lo que he aportado a él durante estos cinco años. He ahí lo hermoso de MedTrad y de otras iniciativas de globalización del altruismo que ha traído consigo —junto a otras muchas cosas buenas y nada buenas— la revolución internética. Frente al miedo a dar que muchos sienten por temor a perder la ventaja competitiva, son cada vez más los convencidos, gracias a foros como el nuestro, de que por cada uno que damos, recibimos ciento. * Cabrerizos (Salamanca, España). Dirección para correspondencia: [email protected]. 264 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Cartas a Panace@ MedTrad y el ILEX Fernando Pardos* Real Academia Española, 7:30 de la mañana. Comienza la jornada en el Instituto de Lexicografía (ILEX). Pero no sin MedTrad. Mi ordenador sabe que lo primero es lo primero, y hay que leer los mensajes del día. Bien, hoy «solo» hay unos cuarenta. Voy pasando por tal o cual catéter, tal o cual técnica, tal o cual bacteria. Y... ¡aquí está! alguien pregunta por el ¿maldito? screening y se entabla el debate, el intercambio, la apostilla, el comentario erudito, la referencia adecuada. Todo con rigor, todo con precisión. Y ya tengo la respuesta al mensaje electrónico que llegó ayer al «Servicio de consultas del DRAE» y que me lleva dando la lata desde entonces. Tengo que preparar ahora el material léxico para que sea revisado por los académicos en una de las sesiones habituales de la Comisión de Vocabulario Técnico. ¿Glucolisis?, ¿glucólisis?, ¿glicolisis? Esto lo sabe Gonzalo. O Verónica. O alguien, allá en Cuba. Y la respuesta, las respuestas, llegan antes de lo que se tarda en decir esternocleidomastoideo. Alguien llega a mi mesa con un problema: Hay que incorporar el símbolo de la unidad de presión arterial a una lista de abreviaturas, pero ¿cómo se escribe su símbolo? Ajá, esto está en MedTrad. Gran debate, vive Dios. Una búsqueda en el Medtradiario y voilà! En el peor de los casos, si no respuestas, o «la» respuesta, siempre tengo los argumentos, todos los argumentos, los pros, los contras, las fuentes y las opiniones autorizadas. Hay que revisar la química del DRAE. La experiencia dice, con buen tino, que no se trata tanto de saber como de saber buscar. Y para eso sirven todos esos enlaces internéticos que voy guardando a diario, confiado a pies juntillas en su calidad y fiabilidad, porque han sido recomendados o sugeridos por medtraderos. Medtraderos conocidos, desconocidos, viejos, noveles, cargados de saberes y buen hacer. Pero nunca anónimos. Al leer los mensajes voy recordando imágenes, generalmente con Laura al fondo, «deliciosamente» encargada de poner cara a nuestras firmas. Pero ya han pasado dos horas. Hay más mensajes, más temas, más discusiones. ¡Ah, caramba!, se pregunta por la opinión académica de... Es mi turno de indagar, de consultar corpus, de recabar información en bibliografía escondida, o, simplemente, de transmitir, en lo posible, la posición de la Academia sobre el particular, «con la razón o sin ella», que en eso no entro. Los académicos, la Academia, conocen MedTrad. Saben, como dicen los modernos, que «aquí hay nivel, Maribel». Algo a lo que no es ajeno, ni mucho menos, nuestro entrañable Joaquín Segura. O nuestro primus inter pares, Fernando Navarro, o mi ninfa aegeria particular, Navascués dilecto. Ya toca cerrar el quiosco. Una última mirada a los mensajes nuevos y, como siempre, la firma de Gonzalo Claros pone una sonrisa en el dedo que apaga el ordenador. Será hasta mañana. Real Academia Española, Instituto de Lexicografía, 7:30 de la mañana Lost in translation? Aníbal J. Morillo Radiologist, Bogotá (Colombia) The following anecdote occurred during the 25th Congress of the Colombian Association of Radiology, held at our beautiful Caribbean city of Cartagena: A Colombian radiologist was trying to have a conversation with one of our more than twenty foreign lecturers, a worldrenowned Belgian-American ultrasonographer. Even though both had strong accents, they managed to communicate in English and enjoy together the dinner to which all the lecturers were invited by our organization. Feeling proud of his own command of the English language, the Colombian radiologist was glad to understand that the professor’s wife was the owner of a pet center at her home town in the United States. He chose to follow this line of small talk, so he remarked that he also owned a pet, a lovely Miniature Schnauzer dog named Magic. The Belgian-American professor could not help bursting into hysterical laughter, and was soon joined by the rest of us, when we found out that he was not talking about a shop where one can buy a turtle, a canary or a dog, but about a PET (Positron Emission Tomography) diagnostic center! (The names of the characters have been omitted to protect them from derision.) * Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española. Madrid (España). Dirección para correspondencia: [email protected] Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 265 El lápiz de Esculapio <www.medtrad.org/panacea.html> Poemas y ripios en MedTrad Redacción de Panace@* En apenas cinco años, MedTrad se ha convertido en referencia obligada para todo lo relativo a la traducción científica y al lenguaje médico en español. Entre los más de 43 000 mensajes cruzados en la lista durante estos cinco años encontramos, claro está, profundos debates teóricos y prácticos sobre los más diversos aspectos de la medicina, el lenguaje científico y el arte de traducir. Pero hallamos también, de vez en cuando y semiescondidos entre los millares de mensajes especializados, destellos poético-ripiosos que pocos esperarían encontrar en una lista de debate científico como MedTrad. Como botón de muestra de estas perlas ocultas, he aquí varios poemas remitidos a la lsita o intercambiados entre sus miembros en cuatro momentos históricos bien distintos: Martes, 11 de julio del 2000 En el antiguo archivo de MedTrad, en YahooGroups (<mx. groups.yahoo.com/group/MedTrad>), figura con el número 3074 el mensaje titulado «Marchando una de anchoas para empezar el veraneo», que Fernando Navarro enviaba a su tocayo Pardos, profesor universitario de zoología, y en el que le hacía la siguiente pregunta: No es que sea un asunto propiamente médico (así, a bote pronto, no consigo recordar en el lenguaje médico más que el «pus en pasta de anchoas» característico de los abscesos amebianos), [pero] ¿podrías, Fernando, explicar sucintamente las diferencias entre boquerón y anchoa?. Apenas dos horas después, su tocayo Pardos nos explicaba a la perfección, por medio de un soneto lopesco, la diferencia existente entre boquerón y anchoa en el mensaje número 3080: Un soneto me manda hacer Navarro que en mi vida me he visto en tal aprieto; anchoa o boquerón, pregunta inquieto; burla burlando pienso a bocajarro: que son iguales digo, y no desbarro; que son el mismo pez, digo en efeto; parientes los dos, aunque no nietos, de mil arenques, sardinas y chicharros. No os engañéis, dejad al tal pez quieto; no es problema de nombres ni epitetos, sino asunto de sartenes y cacharros. Ni asado, ni cocido ni en espeto; boquerón en anchoa yo convierto con ponerle salmuera y en un tarro. Miércoles, 27 de agosto del 2003 El domingo 24 de agosto del 2003, el semanario español La Estrella reprodujo una entrevista de David Ewing Duncan con el famoso biólogo James Watson, publicada originalmente en Discover (en inglés, se supone). Casi al comienzo de la misma, podía leerse: — [...] ¿qué hay de ese inexplicable misterio sobre lo que hace que seamos humanos, de dónde sacamos nuestras pasiones, nuestra poesía o nuestra alma, si prefiere? —La cosa más afortunada que me ha pasado nunca es que mi padre no creía en Dios, así que no tenía problemas en cuanto al alma y cosas así. Yo nos veo como productos de la evolución, que es otro gran misterio. A partir del lunes 25 de agosto, se suscitó en el foro —ya en la nueva sede de RedIRIS <www.rediris.es/list/info/MedTrad. es.html>— un intenso y apasionado debate sobre la propiedad o impropiedad de la construcción «yo nos veo», con intercambio de más de treinta mensajes en menos de 72 horas. El miércoles, Lorenzo Serrahima expresaba su estupor con estos pistonudos versos: Se sorprendió don Fernando con un «nos veo» presuntamente forzado. Y con gran simpatía y buen sentido preguntó su opinión al tendido. Seguro que no esperaba el resultado tan abundante, y prolijo que se está dando. Que si «es muy natural» decir nos veo; que si «es forzar la gramática»; que si «es traducción excesiva». Y venga a consultar la normativa, a repasar abundante temática y a dar abundantes rodeos. Y aunque parecía un tema banal si el «yo nos veo» es correcto o si de un craso error se trata, le hemos dedicado a la posible errata más esfuerzo, tiempo e intelecto, que a aquel famoso «posreceptoral». Que fuimos muchos los que con gran esmero con ilusión, esfuerzo, entrega y pundonor participamos en tan enriquecedor debate, procurando evitar cualquier dislate para que brillase siempre con gran fulgor el más puro espíritu medtradero. Y María Luisa Balseiro, ese mismo día, apostillaba con quintilla: * Con versos de Fernando Pardos, Lorenzo Serrahima, María Luisa Balseiro, Luis Pestana y Félix Lope de Sabandegas y Telodijenscarpio. 266 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Lorenzo escribe sextinas de lo que pasa en el foro. ¡Bien por el verso sonoro que cierra con broche de oro discusiones bizantinas! A lo cual, el gongorino Lorenzo no tardó en ripiar de nuevo: Llegue hasta vos mi reconocimiento a vuestra elegante respuesta, Señora de intelecto y verbo bendecido. Que de este poetilla agradecido no se diga nunca que ignora tan artístico cumplimiento. Martes, 8 de junio del 2004 En pleno debate tenso y enardecido sobre el futuro de MedTrad, Luis Pestana, que había enviado un acerado mensaje en clave humorística, recibió del mexicano Marco A. Contreras una respuesta en la que éste le decía: «Podrías hacer reír a una corte». A lo que el hispanoluso traductor de la OMS, escudado en el seudónimo del más famoso bufón cortesano de la historia, le respondió en clave antimonárquica y, por ende, republicana: Siendo errata por cohorte, muy halagado me siento, mas tratándose de corte, tal ofensa no consiento. Firmado: Francesillo de Zúñiga Domingo, 24 de octubre del 2004 Como colofón, ya con fecha rayana al cierre de este número, un misterioso medtradero que firma con el nombre de Félix Lope de Sabandegas y Telodijenscarpio, al venir en conocimiento de que el número novembrino de Panace@ estaría dedicado a conmemorar el lustro de existencia de nuestro querido MedTrad, nos ha hecho llegar por la vía privada un soneto con el que rinde homenaje a su creador, Gustavo A. Silva. Según nos cuenta el susodicho don Félix, Gustavo revolucionó Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 El lápiz de Esculapio por completo su sosegada vida de traductor solitario allá por septiembre de 1999, cuando un día a su buzón llegó un emilio formal en el que el Gus lo invitaba a unirse a un nuevo grupo de debate de temas médicos que acababa de crear y que más tarde se transformaría en MedTrad: SONETO A NUESTRO SEÑOR GUSTAVO ¿Qué tengo, Gus, que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, amigo mío, que a mi buzón acudes el otoño frío, y un nuevo foro llenas de criaturas? ¡Oh, cuán livianas fueron mis censuras cuando te leí, qué extraño desvarío! ¿MedTrad le dices? ¡Vaya nombre impío, dolor despierta en mis meninges duras! ¡Cuántas veces Fernando me decía: «Anda, asómate ahora a su ventana, verás que hay mucho ardor y algarabía. Responden las preguntas sin galbana, que es gente seria la medtradería, para lo mismo responder mañana! Tras la recepción del mensaje, nos vemos en la obligación de aclarar que no nos ha sido posible descubrir la identidad del febril versificador, cuyo soneto parece escrito en un momento en que, sin duda alguna, era presa de una profunda crisis de medtradicción (esa tendencia morbosa a no despegarse del ordenador para poder leer los mensajes de MedTrad no bien se escucha el característico bip que anuncia su llegada y que es uno de los pródromos típicos de la medtraditis emilial diseminada). Para terminar, la redacción de Panace@ desea sumarse al contento general de la medtradería y hace votos por que MedTrad nos depare gratísimas sorpresas como éstas y muchas más en el futuro. ¡Feliz cumpleaños, MedTrad! 267 El lápiz de Esculapio <www.medtrad.org/panacea.html> Soneto tartajoso a las listas de correo María Barbero* Apuntes, Traductores, Translist, Trad son listas sobre aspectos generales; los de alemán bebemos en Tradales, en U-Forum, Trandespa y PartnerTrans. Para los traductores especiales hay MedicalTranslation, Tecnotrad y la sin par Spanglish. Y MedTrad, con sus miembros tan sabios y cabales. Son Lenguaraz, y Trïac y Asetrad listas de asociación, profesionales; Termilat, Tradumática, industriales. GlossPost y Termxchange, ¡qué autoridad! Unos escriben «sé», y otros «yo creo». Aciertas una vez, otra no encestas, otras nadie responde (¡vaya feo!). Múltiples listas hay, no sólo éstas; y aunque en los foros quepa algún mosqueo, no olvidéis que también generan fiestas. Para nosotros, las listas de correo, torrentes de preguntas y respuestas, foros son de sapiencia y cachondeo. * Traductora de alemán. Valls, (Tarragona, España). Dirección para correspondencia: [email protected]. 268 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 El lápiz de Esculapio <www.medtrad.org/panacea.html> Cinco años solo Lorenzo Serrahima* La imagen era tan nítida como siempre: entraba en su despacho poco antes de las ocho de la mañana, como solía hacer. Su jefe siempre llegaba un poco antes que él, y él a su vez llegaba antes que los demás empleados. Aquello, que empezaba a ser una rutina agradable desde que había conseguido su flamante puesto de subdirector de ese laboratorio, hacía siete meses, estaba a punto de estallar. Sobre su mesa había una carta, un folio blanco con un corto texto escrito a máquina y una firma. Aquel folio blanco, casi inmaculado, creció hasta convertirse en un enorme fantasma blanco, de gesto muy burlón y amenazador, con una sola frase escrita con letras enormes: Estás despedido. Firmado: el jefe. El jefe, aquella especie de gallito pendenciero, un vendedor adulador que había llegado a director general a base de vender cualquier cosa (legal o ilegal) y adular al dueño del laboratorio. Que no tenía más cultura que el pateo de la calle, la discusión y el engaño comercial. Y que en el proceso de selección le había escogido a él «porque sabes idiomas y tienes la formación empresarial y en ciencias de la salud que esta empresa necesita». Apenas había tardado siete meses en darse cuenta que toda esa formación se podía volver contra él, que ese recién llegado con formación podía llegar a quitarle el puesto. Y no estaba dispuesto a perder el poder. Así que lo ejerció en forma de carta firmada. Se llevó una sorpresa cuando no sintió nada. Esperaba sentir rabia, pánico, temblores, un sudor frío, en fin, lo que ya había sentido otras veces. Pero no sintió nada. Se quedó mirando al fantasma a los ojos, impertérrito. Y entonces vio cómo el fantasma iba perdiendo la sonrisa, retrocedía e iba reduciendo su tamaño hasta recuperar su apariencia original: una inofensiva hoja de papel sobre la mesa. Se despertó sin sentirse bañado en sudor, sin la agitación que había sentido en otras ocasiones en que había soñado esa misma pesadilla. Incluso esta vez podía recordarla sin tener aquella sensación tan desagradable de rabia e impotencia que había sentido otras veces. Hacía seis años que aquello le había sucedido realmente. Aquella carta le había mandado violentamente al paro, de forma imprevista y sin que hasta ese momento él sospechara nada. Recordaba haber pasado un año horroroso, sintiéndose ora al borde del abismo de la depresión, ora esperanzado tras haber enviado cada uno de los cientos de currículos a los que nadie respondió. Y también recordaba la frase que se le ocurrió una vez y que a la postre había cambiado su vida: «Tengo 40 años, y la gente se jubila a los 65, así que como mínimo me quedan 25 años de vida útil. Si no soy capaz de hacer nada en estos 25 años, realmente no merecía aquel puesto». Empezó a plantearse qué sabía hacer y qué podría hacer para ganarse la vida en estos 25 años que le quedaban. Él sabía idiomas y además conocía bien el mundo empresarial y el lenguaje médico. Dejó de mandar currículos y empezó a ofrecer sus servicios como traductor médico. Recordaba bien la fecha en que le encargaron su primera traducción profesional. De hecho, hoy hacía exactamente cinco años de eso, y desde entonces no había dejado de trabajar. Y hoy, como si el destino quisiese hacerle un regalo de aniversario, había sido capaz de soñar tranquilamente su pesadilla, sin molestarse. Y de repente sintió una gran excitación: si con cinco años de trabajo había vencido al fantasma él sólo, ¿hasta dónde sería capaz de llegar con 10? ¿Y siguiendo así, dónde estaría al cabo de 25? Cinco años en compañía Aquella mañana entraba por la puerta principal del hospital como todas las mañanas. Ya abundaban los visitantes, unos esperando a algún familiar para ir juntos a ver a un enfermo, otros entrando en la floristería para llevar ramos de flores a un paciente ingresado, otros en el quiosco comprando una revista… todos ellos unidos por el denominador común de tener a alguien cercano ingresado en una planta. Al pasar saludó a Miguel, el celador de la puerta principal, y a María, la enfermera de neonatos que salía de su turno de noche. Como de costumbre, fue hacia los ascensores para subir a la planta cuarta. Allá ya le estaría esperando Rosa, la enfermera de planta, * con el encargo de todos los días. Ese martes iba reflexionando sobre su peculiar relación con el hospital. Es verdad que él era enfermero, pero no formaba parte de la nómina del hospital. Él ya estaba jubilado, había trabajado casi treinta años de enfermero (después les llamaron ATS y ahora ya no sabía cómo les llamaban, pero él era enfermero). Trabajó en el consultorio de la SEAT de la Zona Franca, y se había jubilado hacía cinco años. Era viudo y sus hijos, ya mayores, tenían su vida organizada, así que no tenía nada que hacer en casa. El día en que se jubiló fue a ver al hijo de una prima al que habían operado de amígdalas. Nada serio, pero fue a hacerle compañía. El chico compartía la habitación con un hombre de avanzada edad al Traductor médico, Barcelona (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 269 El lápiz de Esculapio que nadie iba a ver. Se compadeció de él y empezó a darle un poco de conversación. Se dio cuenta de que al hombre le sentaba bien la compañía, y que él mismo también se sentía mejor. Tanto que al día siguiente, aunque a su sobrino ya le habían dado de alta, volvió al hospital para visitar al hombre. Y así todos los días, hasta que un día llegó y se encontró la habitación vacía. No supo qué hacer y buscó a la enfermera de planta para preguntar por él. La enfermera le comentó que aquel hombre había estado ingresado seis semanas, que durante las cuatro primeras no lo había ido a ver nadie y que, sin embargo, durante las dos últimas en las que él lo había ido a ver todos los días había mejorado espectacularmente. Nadie lo había venido a buscar, se había ido sólo, pero se fue con una sonrisa en los labios. El ascensor abrió sus puertas delante de él, y se metió dentro mecánicamente, sin perder el hilo de sus pensamientos. Recordaba cómo aquellas palabras de Rosa le habían abierto los ojos y cómo en ese mismo momento había decidido que todos los días iría al hospital a hacer compañía a quien no tuviese otras visitas. Después, con el tiempo y con la complicidad de Rosa, refinó aún más su asistencia voluntaria. Las enfermeras recogían las flores que los enfermos dados de alta se dejaban en las habitaciones. Cuando él llegaba por la mañana, se las encontraba en el vestuario de los ATS. Él montaba dos o tres ramos y se iba a ver algún paciente desconocido para llevarle un ramo y hacerle un rato de compañía. Iba pensando en todo eso porque precisamente hoy hacía exactamente cinco años que se había jubilado. Hoy hacía cinco años que había empezado con estas visitas a desconocidos. Las puertas del ascensor se volvieron a abrir en la planta cuarta, y automáticamente dirigió sus pasos hacia el vestuario. Suponía que aquello que él hacía tenía alguna utilidad, aunque algunas veces dudaba. Para él mismo era muy gratificante, pero cuando los pacientes eran dados de alta él dejaba de tener contacto con ellos, así que en realidad no sabía si les había ido muy bien o no. Cuando entró en el vestuario no encontró el montón de 270 <www.medtrad.org/panacea.html> flores que habitualmente dejaban sobre el cesto de la ropa, sino una nota. En ella la enfermera jefe le pedía que esa mañana bajase a la Planta 1, a la sala 118, a buscar a un enfermo en una camilla. Andaban más justos de personal que de costumbre, y por ello le pedía ese favor. Alguna otra vez a lo largo de estos cinco años ya le habían pedido que echase una mano, aunque muy excepcionalmente, y desde luego nunca lo habían hecho mediante una nota escrita. Supuso que la enfermera andaría muy apurada y por eso no lo había esperado para decírselo personalmente. Volvió a coger el ascensor para bajar a la Planta 1 e ir a la sala que indicaba la nota. Nunca había estado en esa planta y no sabía qué sala era. Supuso que debía ser la de reanimación, o fisioterapia, o algo así. Salió del ascensor, y siguiendo las indicaciones que vio por el pasillo llegó a la sala en cuestión. Llamó a la puerta, y cuando oyó la voz de la enfermera jefe al otro lado, invitándole a pasar, entró. Vio a Rosa al lado de la puerta, sonriendo junto a una camilla, si bien le dio la sensación de que la sala era muy grande. No le dio tiempo a preguntar adónde quería que llevase al enfermo, porque enseguida se encendieron más luces y vio que estaba en una gran sala de reuniones llena de gente. Había personas vestidas con ropa de calle, personal sanitario y pacientes con bata del hospital, cada uno de ellos con una flor en la mano. Todos le miraban y le sonreían. Y tuvo la sensación de que los conocía a todos, aunque no recordaba todos sus nombres. Se quedó sin habla, y no supo qué decir mientras uno por uno se iban acercando, le iban dando las gracias junto con la flor que llevaban en la mano. A final, cuando tenía las manos llenas de flores, las mejillas llenas de besos, la espalda llena de abrazos, los ojos llenos de lágrimas, el corazón lleno de felicidad y la garganta llena de mudez, Gustavo, que así se llamaba nuestro protagonista, oyó la voz de la enfermera que le decía: «… y todos dijeron que estaban dispuestos a venir para darte las gracias por el tiempo que les habías dedicado, pero hay algunos que ahora viven en el extranjero. Saben que los médicos les han curado, y que ellos mismos también han tenido que poner mucho de su parte para superar sus enfermedades. Pero todos ellos querían decirte cuán útil les ha sido tu dedicación desinteresada. Estos cinco años no han sido en balde, Gustavo». Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 El lápiz de Esculapio <www.medtrad.org/panacea.html> La fuerza de la costumbre Manuel Talens* Ante la pileta que está en la antesala del quirófano el doctor Antonio Ortiz se frota parsimoniosamente las manos con el cepillo. Lleva puestos el gorro y la mascarilla de papel. Hace unos minutos el pitido del busca lo arrancó del sopor. La voz que salía del aparato, junto a su oído, le pareció extraña. Doctor Ortiz, tiene un caso de ruptura de aneurisma de la aorta abdominal, es muy urgente. Ahora, el cirujano se está preparando para la intervención. Un hombre de su misma edad lo aguarda indefenso sobre la mesa de operaciones. El informe de la ecografía y las notas clínicas redactadas por el médico de urgencia no dejan lugar a dudas sobre la extrema gravedad de su estado. El doctor Ortiz termina de lavarse las manos, se enjuaga y luego entra en el quirófano, donde la enfermera le tiende un paño estéril, con el que procede a secarse. Es la rutina cotidiana, el color verde, los guantes de látex del siete y medio, el paisaje hospitalario de su vida. Observa la escena, tan familiar: el anestesista, su amigo Juan, acaba de inyectar una embolada en la vena del hombre al que van a operar. El doctor Ortiz se relaja entonces, dulce sosiego. Juan intuba al paciente. El cirujano carraspea, trata de toser, se ahoga un poco. Termina de colocar los campos operatorios, que sólo dejan ver un rectángulo pintado de amarillo. Juan le da la señal. Empuña el bisturí y traza sobre la piel una línea recta, que expone a la luz el tejido graso subcutáneo. Cauteriza las pequeñas manchas de sangre que han empezado a brotar, sigue cortando y entra a la cavidad peritoneal, enrojecida por un mar pulsátil, en erupción. A lo lejos, desde la distancia del abismo, escucha la voz angustiada de Juan, rápido, el desfibrilador, por Dios, no te me mueras, Antonio. * Escritor y traductor. Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 271 El lápiz de Esculapio <www.medtrad.org/panacea.html> Palabras, estratos María de Miguel y Gallo* A Gustavo A. Silva En términos geológicos, lo que estáis viendo se conoce como «flysch» costero. Deberíais saberlo: una secuencia repetida de capas areniscas y margosas. Santiago iba sacando su tabaco prensado y comenzaba a desmenuzarlo mientras los chavales se rifaban las ceras para dibujar los estratos que circundaban el Monte Urgull. El gran centinela verde, lo llamaban. Poco provecho sacarían a sus nociones sobre la Era Terciaria si no eran capaces de distinguir las vetas que escondía su propia ciudad. Santiago llenó el fondo de la pipa sin apenas presionar el tabaco. He aquí un gran monoclinal, o lo que es lo mismo, sedimentos paralelos inclinados en igual dirección, interrumpidos de vez en cuando por... trastocamientos tectónicos. Los chavales indicaban con una flecha el nuevo nombre y observaban con asombro la zona de ruptura; articulaban por lo bajini el juego de sílabas para registrarlo en su propio diccionario, que, por imaginario y provisional, era toda una leonera. Santiago añadió la segunda capa, con el tabaco más apelmazado. Mirad cómo se han originado dos laderas contrapuestas; una de ellas siguiendo la pendiente y la otra, más abrupta, cortando la estratificación. Por algo los depósitos arcillosos tienden más a la erosión que los areniscos. Cierto. Algunos saberes cederían a la lija de la vida, pero en la mente de un niño bien podía una palabra equipararse a un tsunami. Santiago acabó de llenar la cazoleta y ―esta vez sí― prensó la tercera capa de aquel tabaco con aroma a campo. El gradiente estaba asegurado. Si algo impresiona de este acantilado, es el pulso entre olas y estratos: se ha recortado a conciencia. Los chavales abandonaron los lápices para correr hacia esa barandilla marcada por la sal; una hilera de palabras, recién salidas del monte Urgull, se extendió hacia ellos a modo de tenderete. Trastocamiento, arcilla, arenisca, monoclinal; al contacto con el sirimiri, adquirieron consistencia de calcamonía, volaron entre el alboroto de la cuadrilla y terminaron por adherirse a la capucha del que más trotaba, Gus, al que los años convertirían en geólogo de pro. Cerca, Santiago encendió su pipa y la aspiró contemplando la pleamar que en esos momentos mordía la roca. Una medtradera guanya el IX Premi de Literatura Científica Agència EFE Barcelona (Espanya) La biòloga i vicepresidenta de l’Associació Catalana de Comunicació Científica Mercè Piqueras ha rebut el IX Premi de Literatura Científica de la Fundació Catalana per a la Recerca (FCR), dotat amb 6 500 euros, per la seva obra Cròniques de l´altra veritat, una reflexió en clau de ficció sobre l’allunyament i incomprensió entre societat i ciència. La novel·la guanyadora recrea un context en què la Generalitat de Catalunya, alarmada per la falta d’investigadors, publica un decret que insta les escoles a dedicar temps de l’horari escolar per familiaritzar els alumnes de secundària amb l’activitat científica. Es llavors quan els alumnes de l’institut descobreixen que la ciència és quelcom més que una llista de conceptes d’aquelles assignatures que tant «pal» els fa estudiar. No obstant això, la novel·la, a més a més de revelar els esforços, injustícies i abnegació que hi ha darrere de cada descobriment científic, deixa entreveure les contradiccions de la ciència que propicien que aquesta tingui una cara oculta «inaccessible des de la nostra limitació quotidiana», segons l’autora. «Vaig escriure aquesta obra fa dos anys i sabia que havia de madurar-la, i això és el que he fet aquest últim any, sobretot aquest estiu, que m’he quedat sense vacances», ha explicat emocionada la guanyadora, que amb la seva novel·la pretén «fomentar el gust per la ciència entre els joves». Mercè Piqueras és biòloga i divulgadora científica i actualment treballa com a editora de la revista International Microbiology, revista oficial de la Societat Espanyola de Microbiologia. També és vicepresidenta de l’Associació Catalana de Comunicació Científica (ACCC) i membre del Consell Directiu de la Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la Tècnica. PIQUERAS, Mercè: Cròniques de l’altra veritat. Barcelona: Rubes; 2004. 176 pàgines. ISBN: 84-497-0145-7. Preu: 15 euros. <www.rubes.es/editorial/996.htm> * Inmunóloga y traductora. Madrid (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. 272 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Semblanzas Entrevista a Jacques Vissoky, médico-tradutor brasileiro* Rosário Durão** Jacques Vissoky é médico e tradutor. Foi laureado com o Prêmio União Latina de Tradução Científica e Técnica 2003, em parceria com a CBL-Câmara Brasileira do Livro, pela versão da obra Princípios AO do Tratamento de Fraturas, de Thomas W. Rüedi e W. M. Murphy. Rosário Durão: O Jacques foi galardoado com o Prémio de Tradução Científica e Técnica. Esperava receber o prémio? Como surgiu a tradução dessa obra?, foi uma iniciativa sua ou uma proposta da editora? Quanto tempo demorou a traduzir obra? Que método adoptou para a sua tradução? Jacques Vissoky: O Manual AO, que me rendeu a premiação inédita nos círculos literários nacionais, foi entregue durante a II Bienal do Livro no Rio de Janeiro, em maio de 2003. A obra me foi oferecida pela Editora Artmed, solicitando a tradução e a revisão técnica em torno de quatro a cinco meses para ser completada. A notícia da premiação foi uma surpresa muito agradável, porque o trabalho de tradução médica no Brasil ainda é incipiente, exercido de forma bissexta e descontinuada por muitas pessoas. Como todo trabalho de cunho intelectual, o respectivo pagamento também deixa algo a desejar. O método de trabalho, então, baseava-se simplesmente em abrir o livro (ou sua cópia) ao lado do monitor (ecrã) do computador, e digitar o texto. R. D.: Que funções desempenha no hospital? Que outras actividades médicas exerce? J. V.: Por causa das inúmeras atividades exercidas, tive que me afastar do hospital... na verdade, alguma coisa devia ser cortada no dia-a-dia, e a escolha recaiu sobre o trabalho hospitalar e as cirurgias. Mas minhas atividades médicas na urgência de traumatologia já exigem bastantes horas, com uma média aproximada de 150 pacientes de trauma musculoesquelético por semana. me aposentar do serviço público, possa me dedicar somente às traduções. R. D.: Quando escolhe os textos para traduzir, selecciona apenas os que se encontram no seu âmbito de especialidade? Porquê? J. V.: Embora eu seja mais conhecido nessas especialidades, também traduzo e faço versões de textos de outras áreas da medicina. R. D.: Alguma vez recebeu traduções do hospital onde trabalha? Há algumas diferenças entre os textos «para consumo interno» e os restantes? J. V.: Algumas vezes, tive que fazer traduções «para ontem», para apresentações entre os residentes. Isso, obviamente, era feito de forma mais rápida, sem o cuidado com o rigor ortográfico e semântico necessários a um trabalho mais elaborado. R. D.: Já pensou em traduzir textos para português europeu? Por que motivo? J. V.: Por causa das particularidades e diferenças entre o português europeu e o brasileiro, prefiro abster-me de traduzir textos exclusivamente para o português europeu. R. D.: Quem são os principais clientes dos médicos tradutores/tradutores de medicina? Quais são as principais línguas de partida? Quais são os critérios das editoras para a tradução de obras de medicina? R. D.: Conta com várias traduções no seu currículo. Como é que a tradução surgiu no seu percurso de médico? Alguma vez pensou em ser tradutor a tempo inteiro? J. V.: Os principais clientes são as próprias editoras, que representam um fluxo contínuo de trabalhos, principalmente do inglês para o português. Eu também leio em espanhol e francês, mas não tenho tempo (nem vontade) de traduzir nesses idiomas. Os principais critérios das editoras são a rentabilidade da obra, obviamente, e a possibilidade de seu uso multidisciplinar (por exemplo, livros que possam ser usados em medicina, fisioterapia, terapia ocupacional, etc.). J. V.: Como já mencionei, as traduções já ocupam, no mínimo, 50% do tempo que dedico ao trabalho. Talvez, quando R. D.: O que prefere traduzir: obras científicas ou textos para os doentes? Que cuidados tem/teria neste caso? * Este artigo é publicado simultaneamente nas revistas Panace@: Boletín de Medicina y Traducción (<www.medtrad.org/panacea.html>) e Confluências: Revista de Tradução Científica e Técnica (<www.unilat.org/dtil/confluencias/index.htm>), por acordo entre ambas as publicações. ** Directora de Confluências: Revista de Tradução Científica e Técnica. Universidade Aberta, Lisboa (Portugal). Endereço para correspondência: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 273 Semblanzas <www.medtrad.org/panacea.html> J. V.: Tenho mais intimidade com as obras científicas. Os textos para os doentes, atualmente, podem ser traduzidos até com tradutores automáticos. R. D.: Quando lê uma tradução, o que é para si mais importante, a precisão terminológica ou a correcção linguística? Ou considera ambas igualmente importantes? R. D.: As traduções que circulam nos hospitais são satisfatórias? J. V.: A tradução é o discurso do autor. O tênue limite entre o conhecimento técnico e a adequação ortográfica e lingüística é uma espada de Dâmocles que está sempre a pairar sobre a cabeça do tradutor... J. V.: Em geral, as traduções que ficam «no bolso» são mais precárias. Ainda assim, eventualmente, podem-se encontrar traduções de melhor qualidade. R. D.: Que problemas levanta a tradução de textos de medicina? Costuma escrever sobre tradução? R. D.: Alguma vez pensou em dar aulas de tradução? Como desenharia uma cadeira de tradução de medicina e por que razão? J. V.: Talvez o principal problema seja que muitas vezes o profissional da área médica é extremamente competente como médico, mas tem dificuldades importantes nas técnicas de redação e na seleção semântica, o que torna o trabalho do tradutor mais difícil e faz, muitas vezes, com que o tradutor se sinta um «traidor» em nome da clareza. J. V.: Eu me sentiria muito honrado em dar aulas de tradução. Infelizmente, ainda não fui convidado para tal. O desenho curricular de uma cadeira de tradução de medicina certamente teria que incluir uma introdução às temáticas básicas da área de biociências, oportunizando a intimidade necessária com os termos biomédicos que têm, muitas vezes, mais de um sentido. R. D.: O que é para si um médico-tradutor? Que conhecimentos e competências deve ele, ou ela, ter? Deve procurar formação complementar para além da medicina? R. D.: Que peso tem a tradução no universo editorial de medicina em língua portuguesa em geral, e na vertente brasileira em particular? J. V.: O arcabouço cultural é básico. É impossível traduzir ou fazer a versão sem que o profissional tenha já uma «milhagem» literária como leitor. Além disso, é imprescindível que o tradutor faça cursos regulares de atualização na sua língua materna. J. V.: Além de fazer, de forma contínua, as traduções para a editora, já há algum tempo sou responsável pela versão inglesa da Revista Brasileira de Ortopedia, além de ser o tradutor oficial do Journal of American Academy of the Orthopaedic Surgeons. Embora se exija muito do médico em termos de conhecimentos técnicos, há uma enorme carência de médicos que sejam efetivamente bi- ou trilíngües. Assim, o mercado para livros traduzidos em português é muito amplo. R. D.: Curiosamente, os prémios de tradução científica e técnica costumam ser atribuídos a especialistas. Concorda que só os médicos podem ser bons tradutores de medicina? J. V.: Absolutamente não. O que acontece, é que os melhores tradutores de poesia são os poetas; logo, talvez os especialistas-tradutores tenham mais facilidade de lidar com os meandros do conhecimento técnico. R. D.: Que formação deve ter um tradutor que se queira dedicar à tradução na área da medicina? Há programas de formação neste campo no Brasil? J. V.: Que eu saiba, não há nenhum programa oficial de formação de tradutores médicos no Brasil. Não é imprescindível, mas a formação na área biomédica ajuda muito, em função do jargão técnico específico. R. D.: Quais são as vantagens e desvantagens dos médicostradutores e dos tradutores de medicina? J. V.: Como são muito poucos os médicos-tradutores que se dedicam de forma (quase) integral a tal tarefa, há pouco intercâmbio. Por outro lado, aos tradutores não médicos das ciências de saúde tampouco lhe são oferecidos cursos de atualização ou até de formação específica. 274 R. D.: Considera que o Brasil tem uma política para a tradução científica e técnica, e sobretudo de medicina? Há alguma coisa que lhe parece urgente fazer? J. V.: Não há nenhuma política oficial voltada para o setor de tradução científica e técnica, sobretudo na medicina. Isso é confirmado pela ausência de padronização dos termos. Uma exceção seria a terminologia anatômica, que já tem uma espécie de «jurisprudência» firmada entre as editoras. O mais urgente, definitivamente, seria a uniformização das terminologias. R. D.: Como estamos de ferramentas, em papel e formato electrónico, para a tradução de medicina para português? Poderia mencionar algumas? J. V.: Decididamente, as coisas estão muito melhores do que há dez anos atrás. Há programas de auxílio ao tradutor — exemplo, o Trados e o Wordfast, que segmentam o texto, facilitando o trabalho, bem como tradutores eletrônicos como o Delta Translator, na minha opinião, o melhor tradutor eletrônico atual, além de dicionários eletrônicos. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Semblanzas <www.medtrad.org/panacea.html> R. D.: Que conselhos daria aos jovens e menos jovens tradutores desta área? J. V.: Persistência, leitura e muito estudo. A dedicação é fundamental, assim como o amor pela arte das palavras. R. D.: Gostaria de acrescentar mais alguma coisa? J. V.: Não existe tradutor que não seja escritor já que, muitas vezes, os tradutores têm que reescrever um texto. E a tradução é uma forma menos compromissada de escrever, sob o manto do autor original, isentando-se em parte da responsabilidade pelo conteúdo... R. D.: Muito obrigada, Jacques. Jacques Vissoky: breves notas autobiográficas Eu nasci no dia 1° de agosto de 1961, em Porto Alegre, capital do Rio Grande do Sul, o estado mais meridional do Brasil. Como meu pai era médico, e minha mãe professora e jornalista, desde cedo me interessei pelo estudo de línguas estrangeiras e pelas leituras. A proximidade com o Uruguai e a Argentina proporcionou-me a oportunidade de visitar esses países ainda criança, desenvolvendo o gosto pela língua e pela cultura estrangeiras, o que também me despertou a vontade de saber novos idiomas. Adolescente, fui estudar por quase um ano nos Estados Unidos. Naquela época, não havia Internet nem globalização e uma ligação telefônica somente se dava por intermédio de uma telefonista, com um retardo de vários minutos. Morei no estado de Minnesota, onde fiz a última série do Ensino Médio (High School). Jacques Vissoky Ao regressar ao Brasil, retomei os estudos para, no ano seguinte, ingressar na Faculdade de Medicina. Já naquela época, traduzia as minhas músicas favoritas do inglês para o português, para o deleite da minha turma. Formei-me em 1985 e ingressei na Residência Médica em Ortopedia e Traumatologia. No segundo ano de residência (nessa especialidade, são três anos), tive a oportunidade de ir para a Inglaterra, para um estágio de dois meses. Ao final desses dois meses, retornei ao Brasil e, para minha surpresa, fui contactado pela então Editora Artes Médicas (atualmente Editora Artmed) para iniciar um trabalho como free-lancer de tradutor de livros na área. O começo foi tímido e tecnicamente demandante (escrevendo ou datilografando laudas, errando, datilografando novamente, errando novamente, usando corretor). Entretanto, o primeiro livro ficou pronto. Depois, o segundo. Voltei, então (já casado, mas sem filhos ainda), para a Inglaterra, acompanhado de Ana Maria, minha esposa, lá permanecendo por aproximadamente dois anos, onde cursei o equivalente a um mestrado. Novamente no Brasil, em 1992, enquanto prestava serviço militar como oficial médico, fui novamente contactado pela Editora Artes Médicas para reiniciar os trabalhos de tradução e revisão técnica. Nesse momento, já «alfabetizado» em informática, recomecei a trabalhar com uma «magnífica» máquina com processador 286, 2 MB de memória, e um «cavernoso» HD de 45 MB, que rodava — sem travamentos — o saudoso sistema operacional DOS 5.0. O computador foi evoluindo, e a demanda de trabalhos também. Assim, fui progressivamente sendo absorvido pela carga de trabalho de tradução, onde fui me firmando como um nome de destaque da área. Das dezenas de livros já traduzidos e/ou revisados, eu destacaria o Atlas de Anatomia de Netter, um clássico mundial da literatura médica em ciência básica. Um outro marco na minha carreira foi a tradução oficial, comissionada pelo Centers for Disease Control and Prevention, de Atlanta, nos Estados Unidos, do software EPIINFO, o programa de cópia livre na área de epidemiologia mais difundido no mundo. Paralelamente às traduções, ainda tive tempo de aproveitar um curso de extensão que me foi oferecido, em 2002, pelo Center for AIDS Prevention Studies da University of California at San Francisco na área de Métodos de Pesquisa Clínica, tornando-me um orientador e multiplicador brasileiro dos cursos da área. Atualmente, trabalho meio-período em um serviço público de atendimento traumatológico de urgência. O resto do tempo é dedicado a traduções, aulas de metodologia de pesquisa clínica, e perícias judiciais na área de ortopedia e traumatologia. Mesmo assim, acho que ainda consigo ser um pai atuante para o Alexandre, que tem 11 anos, e o Leonardo de 8 anos que, com Ana Maria, ainda têm a chance de degustar os jantares que eu mesmo preparo, quando me transformo em chef. Além disso, ainda encontro tempo para passear com o Sammy, nosso poodle, e fazer afagos no Max, um gato da raça sagrada da Birmânia. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 275 Reseñas <www.medtrad.org/panacea.html> El Escaparate de MedTrad: todo un caudal de información para los traductores médicos Ángela Ciocca, María José Hernández y Cristina Márquez* MEDTRAD, GRUPO DE MEDICINA Y TRADUCCIÓN: El Escaparate de MedTrad. <www.medtrad.org>. Portal internético en español de recursos especializados para traductores científico-médicos. El Escaparate de MedTrad es el portal internético del grupo MedTrad, cuya lista de distribución está alojada en RedIRIS (Red Académica Española (<www.rediris.es/list/>), donde ha sido clasificado como un portal científico con un gran componente de servicio de valor añadido. Se considera un portal científico de carácter vertical porque se dedica a la traducción y dentro de este ámbito se especializa en las ciencias médicas, a diferencia de los portales horizontales, que abarcan diversas áreas temáticas. Además, cumple dos de las condiciones necesarias para esa denominación: su contenido se nutre parcialmente de los conocimientos de una comunidad dedicada específicamente a la temática del portal y se comunica a través de una lista de correo, y más concretamente del extracto de sus debates, denominado «Medtradiario»; y esa comunidad suministra información al portal para apoyarlo, respaldarlo y, lo más importante, para mantener un flujo constante de actualizaciones de los contenidos. Nació de manera casual y espontánea, como todos los proyectos de MedTrad. Lo curioso es que se gestó durante una reunión de trabajo celebrada en un café de Buenos Aires, entre un granadino residente en Salamanca y una porteña residente en Nueva York. Claro que no cualquier café, sino el café más antiguo y típico de Buenos Aires, el entrañable Tortoni. Fue en abril del 2001, durante el II Congreso Latinoamericano de Interpretación y Traducción, organizado por el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires, en el que participaron Cristina Márquez y Fernando Navarro. Aparte del congreso, ambos habían acordado reunirse para delinear algunas normas de publicación y diseño de Panace@, cuya maquetación estaba entonces a cargo de Cristina y Luis Pestana y que se publicaba electrónicamente en el sitio de AETER. Porteña de alma, Cristina pensó que, estando a tan corta distancia del Tortoni, ¿qué mejor sitio para una reunión de trabajo con Fernando Navarro que ése, donde aún se puede respirar el aire de aquel otro granadino famoso? ¡Si en uno de sus rincones hasta se puede ver el diagrama del café que dejó esbozado el gran Federico! Y ahí se encontraron, en la sala Alfonsina (fig. 1). Y ahí fue donde Cristina comentó, sin pensarlo demasiado, que sería muy práctico disponer de un sitio web propio para publicar la revista y así poder corregir los inevitables errores de maquetación sin necesidad de depender de terceros. Figura 1. Entrada a la sala Alfonsina del café Tortoni La respuesta entusiasta de Fernando no se hizo esperar, y antes de salir del Tortoni Cristina estaba convencida de que si se animaba a hacerlo, todo lo que hacía falta era empezar. Volvió así a Nueva York con la idea de convencer a Gustavo A. Silva, creador y coordinador del foro, que reside en Washington, de la necesidad de disponer de un sitio web propio donde se pudiera publicar Panace@. Gustavo también se entusiasmó con la idea, y le brindó su más firme respaldo como lo había hecho anteriormente con los otros dos proyectos que habían nacido del grupo: Panace@ y el Medtradiario. Las primeras tareas se repartieron fácilmente: Gustavo se ocuparía de conseguir un proveedor de servicios adecuado desde el punto de vista del coste y las prestaciones técnicas, y Cristina, del diseño y la preparación de la página. En poco tiempo, ambos habían completado su misión, y el Escaparate vio la luz internética a fines de mayo del 2001 (fig. 2a). Con gran visión de futuro, Gustavo lo bautizó El Escaparate, nombre muy acertado, porque con el tiempo el sitio se convertiría en una vidriera de recursos y conocimientos para el traductor médico. En él se muestran las actividades de un grupo de traductores-médicos y médicos-traductores que se ayudan mutuamente para perfeccionar su propio trabajo y al mismo tiempo elevar el nivel de la profesión. Desde el Medtradiario, un extracto corregido y aumentado de los debates de la lista, hasta la publicación de glosarios especializados con interfaces interactivas, el sitio comprende un conjunto de recursos internéticos en constante actualización, para beneficio de los miembros del grupo y el público en general. * Responsables de El Escaparate de MedTrad. Buenos Aires (Argentina), Madrid (España) y Nueva York (Estados Unidos). Dirección para correspondencia: [email protected]. 276 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Reseñas <www.medtrad.org/panacea.html> Los comienzos fueron muy modestos: el sitio sólo tenía una descripción general del grupo, las instrucciones para solicitar la afiliación y un enlace al archivo en PDF de la revista. Sin embargo, pronto surgió el deseo de ofrecer algunos recursos adicionales a los traductores que nos visitaban, cuya cantidad aumentaba día a día. Se añadieron así dos secciones de información general, «Biblioteca» y «Recursos». Una de las quejas más frecuentes sobre el sitio era la dificultad para descargar los archivos de gran tamaño de la revista y el Medtradiario. Se decidió entonces cambiar la presentación de Panace@ y publicar sus artículos en forma individual. Al mismo tiempo, se renovó la fachada (fig. 2b) y se mejoró también la publicación del Medtradiario, el producto más elaborado del foro, que refleja el contenido de debates especialmente interesantes por la dificultad de traducción de los términos tratados. La intención fue, y sigue siendo, ofrecer un sitio que facilite la labor de los traductores dedicados al campo de las ciencias biomédicas mediante recursos fiables y actualizados relacionados con los distintos aspectos de su profesión. No hay duda de que la difusión de tales recursos puede contribuir a mejorar el nivel general de las traducciones en este campo. En ese sentido, se puede afirmar que en el ámbito de la traducción médica existe un antes y un después de MedTrad. El Escaparate siguió creciendo con la activa colaboración de Gustavo, y en el año 2003 le volvimos a lavar la cara, esta vez con una renovación completa (fig. 2c). Actualmente incluye seis secciones que abarcan una amplia gama de temas, desde sugerencias de ergonomía para atenuar las consecuencias de las largas horas de labor frente a una computadora requeridas por la tarea de traducir hasta glosarios altamente especializados en disciplinas nuevas o de permanente actualización, como la genética y la biología molecular. La portada brinda un panorama general y describe las distintas secciones del sitio, incluido el Foro de MedTrad en el panel central. Mediante un enlace a RedIRIS, se accede a la Red Académica Española, donde se encuentra la sede de los debates, independiente de la sede del Escaparate. El portal cuenta también con originales ilustraciones creadas especialmente para MedTrad por Carlos Baonza, renombrado diseñador madrileño que, con notable creatividad y generosidad, nos permite añadir un toque de color y modernismo. Cada uno de los gráficos representa visualmente la sección e incluye un enlace para llegar a ella. Además, la portada incluye un «Mapa del sitio», una característica distintiva del Escaparate. Este enlace, que se encuentra también en la parte inferior de todas las páginas, conduce a un verdadero mapa interactivo del sitio, donde el visitante puede ver en una sola pantalla todo su contenido y además acceder a cada una de las secciones con sólo pulsar sobre su nombre. Recomendamos a todos los lectores que se decidan a visitar el sitio por primera vez que utilicen este mapa para recorrer el sitio y descubrir todo lo que tiene para ofrecerles. Hagamos un recorrido por El Escaparate, deteniéndonos brevemente en cada sección para que los lectores de Panace@ sepan qué es lo que encontrarán al visitar <www.medtrad.org>. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Figura 2. Evolución del diseño de la página de entrada al Escaparate de MedTrad. De arriba abajo: a) mayo del 2001; b) agosto del 2002; c) portada actual (desde febrero del 2003) Figura 3. Mapa del Escaparate 277 Reseñas <www.medtrad.org/panacea.html> 1. Panel de acceso a las secciones Disponible desde cualquier punto del Escaparate, este panel ubicado a la izquierda de la pantalla incluye el acceso a todas las secciones del sitio, que aparecen en orden alfabético: «Agenda», «Biblioteca», «Búsquedas», «Ciberguía», «El Practicón» y «Medtradiario». Ofrece una función de búsqueda, el «Medtrabuscador», muy útil para encontrar cadenas de texto en todo el Escaparate. Veamos ahora el contenido de cada sección. 2. Agenda Esta sección incluye cursos, congresos, conferencias y todo tipo de actividades relacionadas con la profesión, con los enlaces correspondientes a los sitios internéticos que ofrecen la información completa sobre ellos. 3. Biblioteca La «Biblioteca» incluye cuatro secciones —o estantes— que contienen hiperenlaces a revistas científicas, material de referencia, recursos para el traductor médico y publicaciones de los miembros de MedTrad. propia.htm>), y 4) diccionarios y tesauros de uso general en línea (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/dicc_tesaurus. htm>). Los glosarios de cosecha propia incluyen verdaderas joyas, producto del trabajo desinteresado y los excepcionales conocimientos de algunos medtraderos, como Josep-Eladi Baños, María Luisa Clark, Gonzalo Claros, Adriana Cruz, Miguel Delgado-Rodríguez, Paz Gómez-Polledo, Diego González Halphen, Francisco Hernández, Claudio Puente Fonseca, Fernando Navarro, Ignacio Navascués, Verónica Saladrigas y Mariano Zomeño. Algunos de ellos tienen un valor extraordinario por su exclusividad, como el Minidiccionario crítico de dudas, ni más ni menos que un adelanto de la segunda edición del famoso Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina, de Navarro; el glosario de Genomic imprinting, de Saladrigas, verdaderamente único en su género, o el Glosario de bioquímica y biología molecular, también de Saladrigas en colaboración con Gonzalo Claros y Diego González Halphen, que además cuenta con una interfaz que permite consultarlo en línea gracias a la generosa contribución de Gonzalo. 3.3. Recursos Incluye cuatro secciones que conducen a distintos organismos y asociaciones que pueden ser una fuente de información fiable a la hora de resolver dudas específicas: Figura 4. «Biblioteca» de MedTrad 3.1. Revistas científicas Este enlace se abre a una página que contiene un buscador de InfoDoctor para localizar revistas médicas de distintos tipos, varios paneles con las revistas más prestigiosas del ámbito biomédico presentes en la Malla Mundial —The Lancet, The New England Journal of Medicine, Bulletin of the World Health Organization, Revista Española de Medicina Legal, la Revista Panamericana de Salud Pública, de la OPS— y otros paneles con acceso bibliotecas virtuales de revistas y grupos editoriales, como BINASS (Biblioteca Virtual en Salud, de Costa Rica), Kluwer Academic Press, Elsevier, Highwire, Springer, Directory of Open Access Journal, Academic Press Ideal Journals, BioMed Central, Wiley InterScience, PubMed Central y PLOS. 3.2. Referencia Nos lleva a cinco secciones: 1) diccionarios y glosarios especializados en línea (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/ diccionarios.html>); 2) publicaciones internéticas relacionadas con la medicina (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/publimed.html>); 3) glosarios de cosecha propia publicados en Panace@ (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/cosecha_ 278 a) «Instituciones» (<www.medtrad.org/biblioteca/recursos/instituciones.html>) relacionadas con la medicina, la salud pública y la industria farmacéutica. b) «Lingüística y traducción» (<www.medtrad.org/biblioteca/recursos/traduccion.htm>); incluye centros y organizaciones relacionadas con la lengua española y la traducción. c) «Listas de correo» (<www.medtrad.org/biblioteca/ recursos/e-listas.htm>); conduce a foros de discusión sobre la medicina y la traducción. d) «Nuestro Archivo en RedIRIS», con un enlace que conduce directamente al servidor de ficheros de MedTrad, alojado en la Red Académica Española; desde ahí se puede acceder a los documentos públicos generados en algunas de las listas de distribución administradas desde ese servidor, como Traducción, una de las principales listas en español. Figura 5. Archivo de MedTrad en RedIRIS Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Reseñas 3.4. Publicaciones de los miembros de MedTrad Listado de publicaciones de algunos medtraderos, entre ellos Bertha M. Gutiérrez Rodilla, Juan Manuel Igea, Ernesto Martín-Jacod, Aníbal J. Morillo, Fernando Navarro, Claudio J. Puente Fonseca, Bárbara Shapiro y José A. Tapia Granados. Se incluye también un enlace a los escritos en línea del lexicógrafo y bibliólogo José Martínez de Sousa, antiguo miembro de MedTrad, publicados en su propia página web. 4. Búsquedas Esta sección incluye tres enlaces: 1) «Buscadores especializados» (<www.medtrad.org/medtrabusquedas/buscadores_especializados.htm>), como HubMed, PubMed, Medline Plus Health Information, ISI Web of Science e ISI Journal Citation; 2) «Buscadores generales» (<www.medtrad.org/medtrabusquedas/buscadores_generales.htm>), entre los que se incluyen Google, AllTheWeb y MetaCrawler, y otros con particularidades específicas, como Kartoo, un metabuscador que presenta sus resultados en forma de mapas, y 3) «Otros» (<www.medtrad.org/medtrabusquedas/buscadores_otros.htm>), donde se pueden realizar búsquedas especiales, como texto en los archivos PDF actualmente en línea que ofrece Adobe o imágenes y gráficos de enfermedades y temas médicos a través del buscador de Hardin MD. Figura 6. Página de «Buscadores especializados» La interfaz de la sección «Buscadores especializados» fue creada y generosamente cedida por Gonzalo Claros, profesor de Biología de la Universidad de Málaga, que desempeña tareas de webmaster en esa institución y colabora asiduamente con El Escaparate. 5. Ciberguía Esta extraordinaria herramienta de ayuda para la navegación en la red de información conocida como World Wide Web (WWW) es el resultado del cuidadoso análisis e investigación realizados por dos medtraderas de pro: Verónica Saladrigas y María José Hernández. El texto es la adaptación al formato HTML del artículo que ambas publicaron en el número 9-10 del volumen 3 de Panace@, titulado «De traductor médico a aprendiz de cibernauta» (<www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/Pana9_tribuna_ciberguiaTotal.pdf>). Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Figura 7. Página de entrada a la «Ciberguía» de MedTrad Incluye también la sección «Enlaces» (<www.medtrad. org/ciberguia/enlaces.html>), con que las autoras completaron su artículo, compuesta por vínculos a publicaciones, instituciones, glosarios y otras fuentes relacionadas con la traducción médica y científica y que nos facilita «un venturoso viaje a través del ciberespacio y un feliz arribo a buen puerto». «Enlaces» está a su vez dividida en 34 campos especializados, a los que se llega desde un cuadro descriptivo general en la parte superior de la página. Dichos campos incluyen desde alergología hasta urología, pasando por diccionarios de idiomas, diccionarios médicos y bases de datos terminológicas. 6. El Practicón Esta sección, que como su nombre indica fue diseñada para brindar consejos prácticos para el desempeño de la profesión, está en constante proceso de actualización debido a que parte de su contenido se relaciona con una disciplina en la que se producen avances en forma permanente. Nos referimos concretamente al apartado «Informática» (<www.medtrad.org/ practicon/informatica.htm>), coordinado por Cristina Márquez y Manuel Mata Pastor, profesor de Informática Aplicada a la Traducción de la Licenciatura en Traducción e Interpretación del Centro de Estudios Superiores Felipe II (Aranjuez, Madrid) de la Universidad Complutense, quien colabora con esta sección del Escaparate ad honórem. La traducción requiere actualmente gran cantidad de conocimientos informáticos y presenta verdaderos desafíos al profesional, que debe trabajar en documentos de diversos formatos, convertir archivos, utilizar distintos programas de traducción asistida por computadora, gestionar memorias para maximizar su rendimiento, crear bases terminológicas con distintas aplicaciones, «localizar» los programas de material médico y quirúrgico, etc. Por ello, la sección incluye dos apartados, uno dedicado a la «Ofimática» y otro a la «Tradumática». Esta sección es reciente y se irá completando con herramientas, artículos informativos, consejos prácticos y, en el futuro, hasta con la posibilidad de enviar consultas sobre problemas relacionados con esas dos disciplinas intrínsecamente ligadas a las tareas del traductor. «El practicón» también incluye una sección sobre «Ergonomía» (<www.medtrad.org/practicon/ergonomia.htm>) y otra 279 Reseñas llamada «Librerías», que contiene un enlace a la lista general de librerías españolas disponibles en Internet (<www.medtrad.org/ practicon/librerias.htm>) y otros a las librerías especializadas que ofrecen descuento a los miembros de MedTrad. 7. Medtradiario Este trabajo, único en su género, es un compendio de las discusiones terminológicas de la lista de distribución MedTrad. Y si decimos único en su género, es porque, como bien se explica en el portal, «los traductores médicos de este foro han puesto empeño en documentar sus propuestas, adentrándose en el intríngulis temático en cuestión siempre que han podido hacerlo». Esto permite ofrecer una base de conocimiento sólida, con propuestas de traducción concretas y fundadas. La información se encuentra en tres columnas: 1) «Voz extranjera», 2) «Traducción» y 3) «Observaciones». Esta última columna incluye la bibliografía consultada y cualquier otra información que arroje luz sobre el asunto tratado. La interfaz permite consultar interactivamente cada término desde un índice general (<www.medtrad.org/medtradiario/index.htm>) que incluye los 911 términos que actualmente componen el Medtradiario. Figura 8. Índice general del Medtradiario Es importante destacar que las estadísticas de uso del Escaparate indican que esta página es una de las dos más consultadas, con un promedio mensual de 4982 visitas durante el último año. 8. Panace@, Boletín de Medicina y Traducción Es la sede oficial de la revista y en ella se encuentran todos los números publicados hasta la fecha. La página inicial (<www.medtrad.org/panacea.html>) ofrece distintas opciones para acceder a cualquiera de los artículos publicados en esos números, que se pueden buscar en un «Índice general» (<www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral.htm>), un «Índice por secciones» (<www.medtrad.org/panacea/IndiceSecciones.htm>), a través de «Números anteriores» (www.medtrad. org/panacea/PanaceaAnteriores.htm), la sección que incluye los números completos para su descarga en formato PDF y comprimidos, o yendo al «Número actual» (<www.medtrad. org/panacea/PanaceaActual.htm>). Todos los artículos y números pueden leerse en línea o 280 <www.medtrad.org/panacea.html> transferirse como archivo PDF o PDF comprimido. La revista, que a su manera es responsable de la creación del sitio web, comparte con el Medtradiario, comparte el primer lugar en las estadísticas de uso del Escaparate durante los últimos doce meses, con un promedio mensual de 5067 visitas durante el último año. 9. Patrocinadores Por último, aunque no por eso menos importante, hay que mencionar la sección de «Patrocinadores», es decir, las empresas y los particulares que contribuyen económicamente a sostener algunos de los recursos necesarios para llevar adelante este proyecto. Si bien el trabajo de los colaboradores es totalmente voluntario, hay algunos costes inevitables, como los derivados del alojamiento en la WWW. La página incluye la información necesaria para enviar las contribuciones económicas. En el caso de las empresas, esa contribución no sólo conlleva la publicación del nombre, sino también la de su logotipo, con el enlace correspondiente a su página web, en la portada del Escaparate o en la página de «Patrocinadores», según la cuantía de la aportación. Dado que durante los últimos doce meses hemos completado un promedio mensual próximo a las 20 000 visitas, es interesante destacar que el Escaparate resulta un estupendo medio para la promoción de proveedores de traducciones y ediciones de temas biomédicos y de otro tipo de empresas que deseen llegar a los usuarios de servicios relacionados con dichos temas. Son muchos los testimonios de nuestros usuarios y patrocinadores que nos alientan a seguir por el camino trazado, tratando de superarnos constantemente para mantener el nivel de calidad y fiabilidad que esperan del Escaparate. Entre ellos, destacamos el de Andrés López Ciruelos, director del servicio de localización de Siemens Ultrasound, quien nos dice: «Solamente quiero felicitaros una vez más por vuestra página. Creo que habéis alcanzado el nivel de ‘referencia obligada’. Desde luego, aquí, en nuestro equipo, ya os necesitamos casi diariamente. Muchas gracias». Y el de Juan José Arevalillo, director del servicio de traducción de Hermes, quien afirma que «El Escaparate supone una ayuda fundamental para los traductores de nuestra empresa como lugar de consulta, referencia y recurso terminológico. En especial, el Medtradiario ha solucionado multitud de dudas a nuestro equipo». No podemos terminar este artículo sin expresar nuestro más sincero agradecimiento a todos los que han colaborado para permitir que el Escaparate sea el sitio internético de referencia para la traducción médica. En forma especial, quisiéramos agradecer el incondicional respaldo y el trabajo de Gustavo A. Silva, que fue uno de los artífices del proyecto; la lectura crítica de la primera versión completa del sitio a cargo de José Martínez de Sousa; la revisión técnica inicial de Carmen Ugarte García para verificar la compatibilidad del sitio con los distintos navegadores del mercado, y la ayuda incondicional de Gonzalo Claros, siempre dispuesto a cedernos no sólo su tiempo sino hasta su propio trabajo. Sin ellos, este proyecto no sería lo que es. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Reseñas <www.medtrad.org/panacea.html> Medicina e farmácia em 11 línguas Jorge Cruz* DICIONÁRIO COMPACTO: Medicina e farmácia em 11 línguas. Lisboa: Estampa; 2003. 1135 páginas. ISBN: 97233-1915-2 (cartonado). Preço aprox.: 31,5 euros. Foi publicado no final do ano passado, com a chancela da Editorial Estampa, o livro Medicina e farmácia em 11 línguas. A versão original, em alemão, tinha sido editada em Setembroz Verlag München. Este livro pretende ser um dicionário para consulta de palavras na área da saúde nas 11 línguas europeias consideradas mais importantes: inglês, francês, alemão, italiano, espanhol, português, holandês, sueco, polaco, checo e húngaro. Apesar de anunciar conter «mais de 20 000 entradas, a que correspondem mais de 200 000 vocábulos», este dicionário de 1135 páginas apresenta apenas pouco mais de 2000 vocábulos em cada língua, um número que se nos afigura bastante reduzido. As entradas das palavras podem ser pesquisadas por ordem alfabética de todas as línguas, consecutivamente, o que torna este dicionário pouco prático e dá origem a inevitáveis repetições. Uma obra deste tipo, vocacionada para uma consulta rápida, fazia mais sentido em ser produzida, ou pelo menos acompanhada, em suporte multimédia (CD-ROM). Apesar do limitado número de vocábulos em cada língua, que torna esta obra muito básica e pouco útil para profissionais da tradução, bem como para o público em geral, existem ainda algumas incorrecções, de que darei apenas dois exemplos no que diz respeito à língua portuguesa. A palavra aterosclerose, existente em português, foi sistematicamente substituída por arteriosclerose, de significado diferente. Por sua vez, o vocábulo stroke, que deveria aparecer em língua portuguesa como acidente vascular cerebral (AVC), foi traduzido como apoplexia. Por outro lado, a pesar da referência à medicina e à farmácia no título do livro, apenas são incluídos termos genéricos da área da saúde e menos de uma dezena do foro farmacológico. Por último, não se compreende qual foi o critério de escolha dos vocábulos incluídos neste dicionário, pois embora alguns sejam bastante comuns, outros são utilizados com pouca frequência. Em relação a outras palavras encontradas, como xenofobia, não se percebe qual a sua relação com a medicina ou a farmácia. Em resumo, consideramos que esta publicação não oferece nada de novo no panorama editorial nacional que possa ser recomendado aos que se dedicam à tradução científica e técnica, principalmente no campo da saúde. «Salud y traducción» en la revista Hieronymus Redacción de Panace@ El pasado mes de junio, el número 2/2004 de la revista trimestral Hieronymus, órgano oficial de la Asociación Suiza de Traductores, Terminólogos e Intérpretes (ASTTI; <www.astti.ch>), abordó como tema central la traducción médica. Bajo el título genérico de «Santé et traduction, Gesundheit und Übersetzung, Salute e traduzione», publicó ocho artículos que pueden ser de interés para los lectores de Panace@: En alemán • Hannelore Lee-Jahnke: «Medizinische Übersetzung, leicht gemacht?». • Christa Baan: «Die Sprache des Akupunkteurs». • Letizia B. Fuchs Vidotto: «Fachwörterbuch der Medizin Italienisch-Deutsch, Deutsch-Italienisch». • Rüdiger Tillman: «Interview mit Andreas Bendig, geschäftsführender Gesellschafter von mt-g medical translation gmbh (<www.mt-g.com>)». En francés • Marine Hutter: «L’interprète médical, un acteur essentiel dans le couple santé et traduction». En italiano • Paolo Valenti: «Differenze… Minimo dizionario medico svizzero italiano-italiano». • Lorenzo Cassani y Lucia Pettinati: «Traduzione medica: esperienze…». • Carmela Tedaldi: «Traduttori ed interpreti al servizio dei pazienti». * Médico especialista em angiologia e cirurgia vascular. Porto (Portugal). Endereço para correspondência: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 281 Reseñas <www.medtrad.org/panacea.html> Veintiún médicos catalanes que dejaron huella en el lenguaje médico internacional Fernando A. Navarro* GUARDIOLA, Elena, y BAÑOS, Josep-Eladi: Eponímia mèdica catalana. Quaderns de la Fundació Dr. Antoni Esteve, n.º 1. Barcelona: Fundació Dr. Antoni Esteve; 2004. 109 páginas. ISBN: 84-8124-210-1. La Fundación Dr. Antonio Esteve (fundacion@esteve. org) distribuye el libro de forma gratuita entre los interesados. Una versión electrónica íntegra en formato PDF puede descargarse asimismo gratuitamente desde Internet (<www.esteve.org/FEsteve/content/publicaciones/1075713967.6/pub.pdf>). Enfermedad de Parkinson, aparato de Golgi, borreliosis de Lyme, reacción de Mitsuda, síndrome de Wolff-Parkinson-White, mechero de Bunsen, demencia de Alzheimer, signo de Babiński, posición de Trendelenburg, enfermedad de Behçet, bacilo de Koch, índice de Quételet, cuchillete de Von Graefe, enfermedad de Crohn. La antroponimomanía (o eponimomanía) es, desde luego, junto con la anglomanía y la siglomanía, una de las características más llamativas del lenguaje médico moderno. Repasando estos antropónimos que salpican cualquier texto de medicina —Hirschsprung, Abrikósov, Ehlers, Paget, Raynaud, Von Recklinghausen, Pacini, Calvé, Creutzfeldt, Waldenström, Pott, Sjögren, Kaposi—, uno tiene a veces la sensación de que los países de habla hispana han estado al margen del discurrir histórico de nuestro lenguaje especializado. Y en cierto modo, así es. Tres son los principales requisitos necesarios para que un antropónimo se imponga a nivel internacional, y en ninguno de ellos han destacado precisamente nuestros países: a) Es preciso, en primer lugar, que la medicina o la ciencia de un país esté en primera línea de vanguardia. Y es bien sabido que, con posterioridad al siglo XVI y a excepción de algunos fulgores pasajeros (como la escuela neurohistológica de Ramón y Cajal, a principios del siglo XX), la medicina española e hispanoamericana ha ido a remolque de la que se hacía fuera de nuestros países. b) Es preciso, además, que el colectivo nacional de médicos se muestre activo y dinámico en la creación de nombres para los nuevos conceptos y en la adopción masiva de los neologismos acuñados en nuestro idioma, en lugar de tomar dócilmente los que le llegan de fuera. Las disputas chovinistas, como las sostenidas durante cien años por malattia di Flajani con Graves disease y con Morbus Basedow (o BasedowKrankheit), fueron siempre en nuestro idioma batallas perdidas de antemano. De otro modo, no se explica que llamemos hoy síndrome de Forbes-Albright al síndrome de amenorrea y galactorrea descrito por los argentinos Ahumada y Del Castillo; o que llamemos hoy pelagra (según el término italiano utilizado por Francesco Frapolli en 1771) al mal de la rosa descrito por el español Gaspar Casal siete lustros antes que Frapolli; o que la RAE haya pasado a recomendar, desde el año 2001, la grafía wolframio (con w) para dar nombre al único elemento químico bautizado por españoles, que sus descubridores, los hermanos De Elhúyar, llamaron volframio (con v) en 1783; o que varios siglos después de que el garrotillo fuera bien descrito en España, a partir de finales del siglo XVIII entrara en nuestro idioma con fuerza arrolladora el anglicismo croup. c) Y sería preciso, por último, recopilar, elaborar y publicar glosarios y diccionarios de antropónimos para difundir entre nuestros médicos de hoy las aportaciones de quienes los precedieron, de tal manera que todo galeno de habla hispana supiera que el mal de altura puede llamarse también enfermedad de Acosta, que células de Del Río Hortega es otro nombre de los microgliocitos o que el huesecillo del estribo, en el oído, fue descubierto por anatomistas españoles. Tampoco aquí parece que nuestros países hayan estado a la altura de los de nuestro entorno. Prácticamente todos los glosarios y diccionarios de antropónimos médicos publicados en español son o bien traducciones de obras extranjeras, o bien recopilaciones realizadas a partir de glosarios y diccionarios foráneos, donde la presencia de nombres españoles e hispanoamericanos es insignificante, menor incluso de lo que cabría esperar de la ya de por sí escasa aportación de nuestros países a la historia de la medicina. Eponímia mèdica catalana constituye, hasta donde yo sé, el primer intento de acabar con esta tercera carencia para el ámbito geográfico de la medicina catalana. Sólo por ello, la obra de Elena Guardiola y Josep Baños vale ya la pena y es digna de elogio. Como es frecuente en medicina, los autores no son historiadores profesionales de la ciencia, sino historiadores aficionados —apasionados, más bien— con interés bien conocido por el lenguaje médico y su historia. Como ya hicieran para otra publicación conjunta previa —El dolor del lenguaje, reseñada por Miguel Turrión en el número 9-10 de Panace@ (pág. 104: (<www.medtrad.org/panacea/PanaceaPDFs/Panacea9-10_Diciembre2002.pdf>)—, Guardiola y Baños, farmacólogos en ejercicio ambos, han optado también en esta ocasión por el formato que mejor se adecua a las posibilidades de trabajo del historiador aficionado: la recopilación de artículos indepen- * Cabrerizos (Salamanca, España). Dirección para correspondencia: [email protected]. 282 Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Reseñas <www.medtrad.org/panacea.html> dientes. En este caso, Eponímia mèdica catalana recopila una veintena de artículos publicados desde mediados de 1999 hasta julio del 2003 en la sección «Sense amnèsia» de la revista catalana Annals de Medicina (<www.acmcb.es/pages/academ/ vidaacad/publica/annals/annals_w.htm>). La mejor forma de que el lector se haga una idea del contenido de esta obra es, me parece, reproducir directamente el índice, donde aparecen ordenados alfabéticamente 21 médicos catalanes que han dejado huella en el lenguaje médico a través de 35 expresiones antroponímicas: • Hermenegild Arruga i Liró: les operacions d’Arruga i altres epònims • Els Barraquer: una nissaga rica en epònims – Ignasi Barraquer i Barraquer: el mètode o operació de Barraquer (la facoèrisi) – Lluís Barraquer i Bordas: els signes de Barraquer i Bordas – Joaquim Barraquer i Moner: la tècnica d’extracció de la cataracta de Barraquer (la zonulòlisi enzimática) – Josep Ignasi Barraquer i Moner: les tècniques de Barraquer en queratoplàstia refractiva (la queratofàquia i la queratomileusi) – Lluís Barraquer i Roviralta: la lipodistròfia progressiva de Barraquer-Simons • Francesc Duran i Reynals: el factor de difusió de Duran Reynals • Jaume Ferran i Clua: el vaccí de Ferran • Salvador Gil i Vernet: l’anestèsia extradural de Gil Vernet • Josep Maria Gil-Vernet i Vila: les operacions de Gil-Vernet • Antoni de Gimbernat i Arboç: el lligament de Gimbernat • Fernando Martorell i Otzet: els epònims de Martorell • Agustí Pedro i Pons: els epònims de Pedro Pons • Pere Piulachs i Oliva: els epònims de Piulachs • Antoni Puigvert i Gorro: els epònims de Puigvert • Emili Roviralta i Astoul: els epònims de Roviralt • Lluís Sayé i Sempere: la síndrome de Burnand-Sayé • Eduard Tolosa i Colomer: la síndrome de Tolosa-Hunt • Josep Trueta i Raspall: el mètode Trueta • Xavier Vilanova i Montiu, Joaquim Piñol i Aguadé: la hipodermitis nodular subaguda migràtoria o síndrome de Vilanova-Piñol. El libro se completa con dos índices de gran utilidad: uno onomástico (aprox. 220 artículos) y otro temático (aprox. 530 artículos). No hay un apartado bibliográfico final común, por cuanto cada capítulo —originalmente artículos independientes— incorpora su propia bibliografía. El origen del libro a partir de recopilación de artículos de revista explica asimismo que los veinte capítulos tengan todos aproximadamente la misma extensión, con independencia de la importancia que el correspondiente antropónimo tenga para el médico actual (véase el cuadro adjunto). Así, el capítulo dedicado al factor de Duran Reynals es incluso ligeramente más amplio que el dedicado al ligamento de Gimbernat; o el dedicado al signo de Piulachs Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 ocupa más espacio que el correspondiente al síndrome de Tolosa-Hunt. Frecuencia de uso de las expresiones antroponímicas comentadas en Eponímia mèdica catalana, según el número de apariciones registradas en Google el día 1 de octubre del 2004, con restricción de la búsqueda a las páginas en español (para las expresiones indicadas; p. ej.: pinza de Arruga o pinzas de Arruga) y en inglés (para los equivalentes ingleses; p. ej.: Arruga forceps o Arruga’s forceps). Expresión En español En inglés síndrome de Tolosa-Hunt 105 1820 síndrome de Martorell 14 209 síndrome (o lipodistrofia progresiva) de Barraquer-Simons 16 186 ligamento de Gimbernat 29 146 úlcera de Martorell 11 69 método (o técnica o procedimiento u operación) de Barraquer* 21 49 pinza(s) de Arruga 1 18 operación de Gil-Vernet 1 45 factor (de difusión) de Duran Reynals – 43 método (o técnica) (de) Trueta 11 14 signo de Pedro Pons 13 2 enfermedad de Puigvert 6 1 vacuna (anticolérica) de Ferrán 5 3 signo de Martorell 3 4 síndrome de Roviralta 1 5 operación de Arruga 2 3 signo de Barraquer Bordas 2 – síndrome de Burnand-Sayé 2 – operación (o intervención) de Puigvert 1 1 síndrome de Vilanova-Piñol 1 – síndrome de Piulachs-Hederich – 1 técnica de Duhamel-Roviralta (-Casasa) – 1 anestesia (extradural) de Gil Vernet – – prueba (flebográfica) de Martorell – – esplenomegalia gastrorrágica hemocitopénica de Pedro Pons – – signo (del pinzamiento del flanco) de Piulachs – – ectopia gástrica (parcial) de Roviralta – – * Hay al menos tres técnicas diferentes, correspondientes a tres médicos distintos del mismo apellido, que comparten estos nombres La estructura interna de los capítulos es sumamente homogénea en toda la obra. Cada capítulo se inicia con una lista de expresiones antroponímicas documentadas con el apellido del autor correspondiente y su definición en los principales diccionarios consultados (Diccionari enciclopèdic de medicina, 283 Reseñas Diccionario terminológico de ciencias médicas, Dorland’s illustrated medical dictionary, Stedman’s medical eponyms y Dictionary of medical syndromes, entre otros). A continuación, el cuerpo del artículo suele estar dividido en tres partes bien diferenciadas: el hombre, la obra y el antropónimo. Tras una breve semblanza biográfica, Guardiola y Baños comentan las principales aportaciones del autor a la medicina o a la especialidad correspondiente, para detenerse por último en la publicación que dio origen a la expresión antroponímica que ha pasado a los diccionarios especializados. La inclusión de la referencia bibliográfica concreta en el origen de un antropónimo dado me permite analizar el idioma en el que los veintiún médicos catalanes considerados presentaron a la comunidad médica internacional su aportación más destacada. Si tenemos en cuenta que Vilanova y Piñol deben contabilizarse como uno solo por cuanto firmaron juntos el artículo donde describieron la hipodermitis nodular subaguda migratoria, y que en dos casos no se aportan en la obra datos suficientes para determinar con certeza el idioma de publicación original, obtenemos los siguientes resultados: de los 18 médicos para los que hay datos fiables, 11 publicaron su obra original —artículo, monografía o libro de texto— en español, 4 lo hicieron en francés, 2 en inglés y 1 en alemán. Pese a estar escrita íntegramente en catalán, pues, Eponímia mèdica catalana es una obra que puede adscribirse claramente a la historia del lenguaje médico en lengua española. Es de destacar, por cierto, que el más citado en la actualidad de todos los antropónimos analizados, el síndrome de Tolosa-Hunt, tiene su origen en el artículo que Eduardo Tolosa publicó, en inglés, en el Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry; no parece que sea casualidad. En la mayor parte de los capítulos, Guardiola y Baños incorporan alguna figura con la reproducción facsímil, en formato muy reducido, de la primera página del artículo —o la portada del libro— donde el autor correspondiente realizó la descripción inicial del síndrome, del signo, de la intervención o de la técnica quirúrgica que hoy llevan su nombre. Para la muy probable segunda edición de esta obra, tal vez podría ser buena idea reproducir, a modo de anexo final o en cada capítulo, no sólo la portada, sino el artículo original completo —o el capítulo o pasaje completo, en el caso de libros y monografías—. El proceso de recabar permisos de reproducción no sería mucho más complicado que el ya realizado para reproducir las portadas, y a buen seguro muchos lectores agradecerían la 284 <www.medtrad.org/panacea.html> información añadida y el acceso directo a la fuente primaria. Eponímia mèdica catalana es, en definitiva, una obra muy recomendable para el lector de Panace@. Felicito a los autores por la paciente labor de documentación, por la claridad de exposición y por la estupenda presentación de los datos. Y hago extensiva mi enhorabuena a la Fundación Esteve (véase Panace@, vol. 4, n.º 12, pág. 202: (<www.medtrad.org/panacea/PanaceaPDFs/Panacea12_junio2003.pdf>) por esta nueva aportación al conocimiento del lenguaje médico, que ponen una vez más gratuitamente a diposición de toda persona interesada. Para quien espere de una reseña crítica en Panace@ algo más que felicitaciones, enhorabuenas y parabienes, diré que, si algo echo de menos en esta obra, es la presencia de más capítulos y más nombres. Llama muy especialmente la atención, por ejemplo, que en una obra sobre eponimia médica catalana no se diga una sola palabra de los hermanos Brugada —Josep, Ramon y Pere—, cuyo apellido constituye hoy, con mucho, el antropónimo médico catalán más universal. Baste para demostrarlo el hecho de que Google recupere 511 páginas en español con síndrome de Brugada y 6700 páginas en inglés con Brugada syndrome (o Brugada’s syndrome): ¡casi tres veces más que todos los antropónimos incluidos en Eponímia mèdica catalana juntos! A la vista de la ilusión que demuestran los autores por el asunto, no obstante, doy por sentado que esta ampliación del contenido es algo que llegará por sí solo con el tiempo. Los propios Guardiola y Baños, de hecho, siguen adelante con la serie en Annals de Medicina, donde en los últimos meses han publicado tres nuevas entregas no recogidas en la obra que reseño: «La malaltia de Forestier-Rotés Querol», «La malaltia de Nubiola» y «La prova d’Azoy». Supongo que no cesarán en el empeño hasta haber completado la aportación catalana al lenguaje médico. Ya puestos, bien podrían Guardiola y Baños continuar con el resto de los antropónimos españoles e hispanoamericanos. Imagine el lector una obra que, siguiendo el mismo formato de Eponímia mèdica catalana, diera cabida a Daniel Carrión y a Enrique del Castillo, a Moisés Chédiak y a Jorge Víctor Pérez, a Juan Manuel Rivero Carballo y a Genaro Sisto, a Fernando Pérez y a Gregorio Marañón, a Alberto Barton y a Juan Fernández Sotos, a Maximiliano Ruiz Castañeda y a Antonio García Tapia. Muchos, desde luego, lo agradeceríamos de veras. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 <www.medtrad.org/panacea.html> Reseñas Documentación y terminología para la traducción especializada José Gallego Pelegrín* GONZALO GARCÍA, Consuelo; GARCÍA YEBRA, Valentín (coords.): Manual de documentación y terminología para la traducción especializada. Madrid: Arco/Libros; 2004. 557 páginas. ISBN: 84-7635-578-5. Precio aprox.: 21,5 euros. Formando parte de la Colección Instrumenta Bibliologica, que publica la editorial Arco/Libros, aparece ahora este Manual de documentación y terminología para la traducción especializada, fruto del Cuarto Seminario sobre Documentación, Terminología y Traducción, dirigido por el académico de la RAE Valentín García Yebra, coordinado por la profesora de la Universidad de Valladolid Consuelo Gonzalo y organizado por la Fundación Duques de Soria y la Facultad de Traducción e Interpretación de Soria. A los trabajos presentados en aquel seminario, los editores han añadido otras contribuciones de destacados especialistas en los campos de la documentación y la terminología desde la perspectiva de la actividad traductora. Se trata de un ambicioso y exhaustivo manual que, partiendo de los fundamentos teóricos expuestos en el primer bloque, termina su recorrido con el análisis y evaluación de los principales programas informáticos de ayuda a la traducción especializada, tras abordar desde perspectivas diferentes la competencia documental y terminológica que debe poseer el traductor especializado y las tecnologías de la información y comunicación a su disposición. En la primera parte se nos presenta el armazón teórico en el que sostener las aportaciones posteriores. Valentín García Yebra constata las anomalías producidas en la formación de nuestros términos técnicos por la imitación prosódica y morfológica del francés, alejándose de la norma latina, que es la norma prosódica del castellano. Le siguen dos visiones paralelas sobre la necesaria especialización del traductor: una desde la perspectiva del traductor técnico, presentada por el traductor de la Comisión Europea Josep Bonet, y otra desde la óptica del traductor jurídico, en la que Roberto Mayoral reflexiona sobre la función del texto jurídico, su taxonomía en géneros y los problemas de traducción que plantea. El recorrido continúa con dos aportaciones en las que se reflexiona sobre la importancia de la documentación y la terminología * para la traducción especializada: la primera de la mano de M.ª José Recoder y Pilar Cid, y la segunda desde la perspectiva de M.ª Teresa Cabré. Ante las pocas precisiones que la bibliografía existente aporta sobre las relaciones entre la terminología y la traducción, la profesora de la Universidad Pompeu i Fabra reflexiona sobre tales relaciones, analiza sus características y establece sus restricciones. Frente a la creciente polivalencia que el mercado laboral exige a los traductores, es preciso favorecer las relaciones entre estas dos disciplinas, respetando la especificidad de cada una e introduciendo a los especialistas de un campo en el conocimiento del otro. Culminan estos presupuestos teóricos con un sugerente análisis de José A. Cordón sobre la visibilidad en edición y traducción especializada. El segundo bloque se centra en diversos aspectos relacionados con la competencia documental y terminológica que ha de poseer el traductor especializado. En su análisis de la lexicografía especializada, José Martínez de Sousa constata que ésta se caracteriza en español más por la cantidad que por la calidad. Define conceptualmente la disciplina, describe su utilidad y clasifica los tipos de obras especializadas atendiendo a su presentación (diccionarios especializados: terminológicos, enciclopédicos, visuales; enciclopedias especializadas: temáticas, alfabéticas; vocabularios y glosarios), a la ordenación de sus contenidos (alfabética, sistemática, analógica), a su extensión (variadísima), al autor y editor (individual, colectivo, institucional), al número de lenguas utilizado y al tipo de soporte. El lexicógrafo considera conveniente propagar la necesidad de que los especialistas y expertos españoles escriban diccionarios modernos y actualizados sobre sus respectivas materias, de que los editores trabajen con mayor rigor a la hora de elegir, corregir y editar las obras y de que hagan más reediciones y primeras impresiones y menos reimpresiones. Fernando A. Navarro aborda con chispa la cuestión de las nomenclaturas normalizadas en medicina y farmacología. Inmediatamente nos saca de esa creencia generalizada de que el lenguaje médico se caracteriza fundamentalmente por su internacionalidad y precisión. Lejos de estas dos características, vemos a través de numerosos ejemplos que peca de hipersinonimia y polisemia. Ambos fenómenos son consecuencia de la nefasta proliferación de comités de nomenclatura que añaden un nuevo sinónimo a los ya existentes, o se multiplican ellos mismos generando multitud de sinónimos, o acuñan nuevos términos donde ya había otro que servía. Para poner remedio a esta situación propone su «decálogo de Soria»: crear un comité de nomenclatura internacional único por especialidad; decantarse por uno de los términos que ya se utilizan; dejar Dirección General de Traducción, Comisión Europea. Luxemburgo. Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 285 Reseñas el asunto pendiente y no recomendar ningún término concreto si no se sabe qué es lo más adecuado; no modificar términos ampliamente aceptados; establecer una lista de equivalentes en cada lengua; evitar que el idioma de referencia sea una lengua viva; adaptar la forma internacional a cada lengua; evitar confundir los símbolos con sus denominaciones, y disponer de un único comité superior de terminología, integrado por científicos, terminólogos, traductores y lingüistas de España e Hispanoamérica y encargado de adaptar a nuestra lengua todas las nomenclaturas científicas internacionales. La traducción inversa es una realidad social y de mercado cada vez más frecuente. La explotación de corpus especializados es una herramienta pedagógica de gran utilidad para preparar al traductor. Gloria Corpas, profesora de la Universidad de Málaga, acude a Internet para localizar recursos y compilar corpus para la traducción médica especializada. Por su parte, Ana María Monterde, de la Universidad de Las Palmas, analiza la importancia de la ilustración para la traducción técnica en el campo de la aeronáutica. Las cuatro últimas contribuciones del segundo bloque se centran en el proceso de documentación del traductor especializado. Consuelo Gonzalo García nos ilustra sobre las fuentes de información en línea y José A. Merlo Vega explica cómo ha de documentarse el traductor especializado; de nuevo, Consuelo Gonzalo, esta vez en colaboración con Esther Fraile, selecciona y evalúa distintos recursos lingüísticos en Internet (de vital importancia para los profesionales, que no suelen tener el tiempo necesario para llevar a cabo este tipo de actividades); finalmente, Pilar Elena y Carmen Gómez seleccionan para nosotros una buena muestra de fuentes de información en Internet para la traducción de textos biosanitarios. En su doble vertiente de documentación y terminología, la sección consagrada a las tecnologías de la información y de las comunicaciones nos ofrece las metódicas explicaciones de Josep Bonet sobre la utilización de las nuevas herramientas lingüísticas y tecnológicas en una organización in- 286 <www.medtrad.org/panacea.html> ternacional como la Comisión Europea. Xosé Castro, a partir de su experiencia como teletraductor, describe cómo Internet ha cambiado la comunicación humana y alterado profundamente el trabajo del traductor. Ernest Abadal, de la Universidad de Barcelona, se encarga de realizar un análisis sobre el control terminológico en la recuperación de la información e incluye su recomendación de que los terminólogos y documentalistas trabajen juntos en la elaboración de redes semánticas aplicadas a la recuperación de la información y en el diseño de sistemas de recuperación. Por último, se nos ofrece el revelador análisis de Juan José Arevalillo sobre la gestión de la documentación en la traducción de programas informáticos, precedido del de Pedro Díez Orzas a propósito de la integración de recursos léxicos en sistemas de representación del conocimiento orientados al lenguaje. No olvida el manual dar un repaso a los principales recursos tecnológicos de ayuda a la traducción. Los editores han tenido el acierto de confiar la evaluación de programas tales como Trados, Transit, Déjà Vu, Catalyst y Passolo a profesionales de reconocido prestigio, en una sección que puede resultar de especial interés para aquellos traductores que se estén planteando actualmente la adquisición de alguna de estas herramientas de rentabilización de su trabajo diario. En conclusión, el manual ofrece una visión integradora y muy actual de disciplinas complementarias que inciden en la labor del traductor especializado. En ella los aspectos prácticos, aun primando sobre los teóricos, surgen siempre como aplicación de los primeros. Todos los capítulos muestran una estructura unificada que culmina en un apartado de conclusiones, mérito sin duda de la labor de coordinación de los editores. Los docentes e investigadores universitarios encontrarán en la obra ideas y sugerencias que llevar a la práctica en su actividad diaria, mientras que los traductores hallarán numerosísimas pistas para documentarse y asomarse al campo de la terminología, imprescindible para realizar su tarea con rigor. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Reseñas <www.medtrad.org/panacea.html> El plumero La Clavis sanationis, de Simón de Cordo (siglo XIII) Bertha M. Gutiérrez Rodilla* SIMON JANUENSIS: Clavis sanationis sive Synonyma medicinae. Venetiis: G. de Tridino; 1486. Puede consultarse un ejemplar en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. A lo largo del periodo medieval se fueron desarrollando en el ámbito médico diversos repertorios, cuyo objeto de atención eran las palabras, los términos. Su finalidad era permitir el acceso a aquellos textos que planteaban dificultades de comprensión lingüística, ya fuera porque contenían términos muy técnicos, ya porque se habían escrito en lenguas poco conocidas. Su aparición estuvo muy relacionada —en principio, aunque no exclusivamente— con las labores de traducción de las principales obras médicas —especialmente, del griego o del árabe al latín— y con las lenguas consideradas como aptas para la transmisión del conocimiento especializado. Nos referimos a los glossaria, los hermeneumata y los synonyma, precedentes de otros glosarios monolingües y plurilingües posteriores, así como de los vocabularios y los diccionarios terminológicos tan típicos de los siglos XIX y XX. La obra a la que hoy quitamos el polvo con el plumero, la Clavis sanationis sive synonyma medicinae, redactada a finales del siglo XIII por Simón de Cordo, constituye, sin duda ninguna, la culminación de todos esos inventarios medievales. A pesar de lo que nos podría hacer pensar el subtítulo por el que suele conocerse, Synonyma medicinae, esta obra va mucho más allá de ser un mero synonyma, es decir, un simple glosario de equivalentes de un término en varias lenguas. Es, más bien, un repertorio de transición entre el glosario y el diccionario, o incluso un auténtico diccionario médico, quizá el primero de la historia. Un diccionario en el que el orden alfabético es completo, no limitado únicamente a las primeras letras, como era lo normal en el medievo; y que incluye, como decimos, no sólo equivalentes de las entradas, sino definiciones, citas de autores, información filológica del tipo de las características principales de los alfabetos griego y árabe, así como reflexiones personales y comentarios del autor. Los ejemplos siguientes nos ilustran, además de sobre la variedad de temas que se tratan en la «Llave», sobre la disparidad en la estructura entre unas entradas y otras, lo que prueba * esa transición que señalábamos; disparidad que va desde el simple sinónimo latino para un término griego o árabe hasta la confrontación de la opinión de varias autoridades respecto de un determinado asunto, pasando por la definición más o menos escueta: balanus repsico D. est semen arboris similis mirice et est fructus sicut nucis habentis intus medullam quae exprimitur ippopios vel ypopia secundum Pau. est sanies collecta sub cornea oculi leucoma, grece albugo nascale est quod matrici imponitur simile suppositorio: pessarium vero proprie est simile clisteri, quamvis pro nascali pessarium in libris antiquis sepe invenitu peritoneon Iohannes Serapio capitulo de hernia eius inquit intentio est extensus super ventrem et est siphac et iuvamentum eius est quod occultat et tegit viscera intrinseca et cetera. Item idem capitulo de idropisi et velamine quod est inter membrana et inferiora et superiora et intestina. Alexander capitulo de asclite et thimpanite uteris inquit adiutorio quod possit viscera malaxare et digerere omnes qui in alto id est in epiplo et peritoneon continentur humores Cornelius Celsus abdomen quem greci peritoneon vocant radius vocatur instrumentum cirurgicorum stilus tenta et id quo medicine in oculis ponuntur ros siriacus exposuerunt quidam quod est flos orni et non dicunt quod ornus est. Sed ros siriacus est sumach. Vide quod ubicunque in libris de greco translatis habetur ros syriacus in arabicis eisdem locis et in casibus habetur sumach, nam apud Dya. ca. de origano ubi est ros syriacus in Sera. eodem loco ex verbo Dya est simach steganosis, g. consolidatio dessicativa sirupus est ab arabico sirab quod est potio scrophule a scropha dicte eo quod ut a scropha multi porcelli ita ab una multe pullulant, similiter etiam Greci chiridas a chira i. porci vocant Universidad de Salamanca (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 287 Reseñas viscidum grece mordicativum, pungens linguam, acuti saporis ydrokephalos, grece dicunt habentes aquam in capite zucoraria in antidotario universali in confectione mitridati exponitur est flos agni casti. Médico del papa Nicolás IV y capellán de Bonifacio VIII, Simón de Cordo —conocido también como Simón de Génova (Simon Januensis, fl. 1288-1303)—, tradujo, en colaboración con Abraham ben Shem Tob de Tortosa (Abraham Iudaeus Tortuosiensis), dos obras de farmacopea del árabe —o, quizá, del hebreo— al latín: el Liber servitoris de preparatione medicinarum simplicium, que es el tratado 28 de los 30 que integran la magna enciclopedia Al-Tasrif, de Abulcasis, y el Liber aggregatus in medicinis simplicibus, generalmente atribuido a Serapion, pero que podría tratarse en realidad de la traducción del Kitab al-adwiya al-mufrada, de Ibn Wafid. Esta tarea le puso en contacto directo con una realidad caótica, que era la del lenguaje de la medicina, porque, debido a la gran cantidad de traducciones que se habían llevado a cabo y el hecho de estar además involucradas en ellas muy diferentes lenguas, coexistía en dicho lenguaje una multitud de sinónimos y pseudosinónimos que le conferían una absoluta imprecisión y confusión. Por tal motivo, Simón Genovés concibió un ambicioso proyecto —en el que se empleó durante treinta años, según sus propias palabras—, con la intención de clarificar ese lenguaje, especialmente en el dominio de la farmacopea, y contribuir así a la armonización del mismo, fijando la grafía que consideraba la más correcta y el significado de las palabras de origen griego o árabe, así como los términos técnicos latinos. Palabras y términos que obtuvo no sólo de su experiencia como herborizador, sino llevando además a cabo un intenso trabajo lexicográfico a partir de las obras de los principales autores clásicos y árabes: Celso, Dioscórides, Plinio, Galeno, Oribasio, Teodoro Prisciano, Pablo de Egina, Razes, Avicena, Abulcasis, etc.; y consultando también obras anteriores de tipo lexicográfico, como, por ejemplo, los Synonyma Stephani y el Alphita, según él mismo nos informa en el prefacio de la Clavis sanationis. A pesar de sus esfuerzos filológicos, los alrededor de 6000 artículos de su diccionario quedaron registrados con la grafía que tenían en las obras médicas consultadas; es decir, con todas las confusiones debidas a su transmisión latina. Y, como no podía ser de otro modo, a pesar de sus propósitos iniciales, no fue capaz de llevar a cabo ningún tipo de normalización terminológica y mantuvo la sinonimia propia del lenguaje médico del momento, quizá porque comprendiera que para que su libro tuviera alguna utilidad debía mantener las palabras tal y como se encontraban habitualmente en los textos, pues cada hipotético «sinónimo» correspondía en realidad a un contexto y un área cultural distintos que lo modificaban y le daban su sentido pre- 288 <www.medtrad.org/panacea.html> ciso. Sólo llevando a cabo una revisión conceptual muy amplia se podría haber afrontado la homogeneización del lenguaje, pero tal revisión se escapaba de las posibilidades de Simón de Génova —y aun de la época en que compuso su obra—. Algo que no impidió que ésta alcanzara una gran difusión —tanto en su forma original como en la versión abreviada con adiciones que Julio Mondino de Foro realizó en el siglo XIV—. Lo demuestra de forma paladina el gran número de manuscritos e impresos que existen. Se imprime tempranamente en Ferrara, en 1471, y a esa edición siguen otras tres todavía en el siglo XV —Milán (1473), Padua (1474) y Venecia (1486)— y todas las de los siglos posteriores, con un título que, aunque variable, es más o menos: Simonis Ianuensis opusculum cui nomine clavis sanationis simplicia medicinalia latina, graeca et arabica ordine alphabetico mirifice elucidans recognitum ac mendis purgatum... Su presencia es prácticamente constante entre los libros de las principales bibliotecas de los siglos XV y XVI, pero también debió de ser muy frecuente en las bibliotecas de particulares, médicos y no médicos, como lo ponen de manifiesto diversos inventarios notariales. Todo lo anterior nos habla de la necesidad que había entonces —en el XIII, en que se compone la obra, pero también en el XVI, cuando se sigue imprimiendo— de un instrumento que ayudara a franquear los escollos del lenguaje médico. Una necesidad que recuerda mucho a la nuestra y que nos ayuda, además, a relativizarla, pues tendemos a sentir nuestros problemas como los más graves del universo y a creer que nunca antes los hubo peores. Si Simón de Cordo dedicó treinta años de su vida —sin imprenta y sin informática, no haría falta señalarlo— a la quimérica empresa de normalizar el lenguaje médico, es que sintió el problema con la misma agudeza con que lo sentimos nosotros. Y si se empeñó tanto en intentar resolverlo, es porque estaba convencido de que podía conseguirlo. No lo logró, es cierto, porque ocho siglos después seguimos en las mismas. Pero, igualmente, su gran obra merece toda nuestra admiración. Agradezcámosle además que, con ella, nos haya devuelto la perspectiva correcta con que contemplar la situación actual. Sirvan la preocupación y entrega de este quijote genovés —que, de haber sido santo, bien podría haberse convertido en el patrón de los lexicógrafos médicos— como acicate para todos nosotros, que aun contando con infinitos medios para desarrollar nuestro trabajo, con frecuencia flaqueamos y nos vemos incapaces de llevarlo a cabo. Bibliografía 1. Jacquart D. La coexistence du grec et de l’arabe dans le vocabularie médical du latin médiéval: l’effort linguistique de Simon de Gênes. En: Louis P, Roger J. (Dirs.) Transfert de vocabulaire dans les sciences, París: CNRS; 1988. p. 277-290. 2. Steinschneider M. Zur Literatur der Synonyma. En: Pagel JL. Die Chirurgie des Heinrich von Mondeville (2 vols.). Berlín: Hirschwald; 1892. Vol. 2, p. 582-595. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 Agenda <www.medtrad.org/panacea.html> Agenda Laura Munoa* Reuniones V Simposio sobre la Traducción, la Terminología y la Interpretación en Cuba y Canadá: «La política lingüística y las profesiones de la lengua» Organizado por: Asociación Cubana de Traductores e Intérpretes (ACTI) y Conseil des traducteurs et interprètes du Canada (CTIC). Lugar: La Habana (Cuba). Fechas: 7 y 8 de diciembre del 2004. Información e inscripciones: Gastón Jordán ([email protected]). Congreso de la Asociación Ibérica de Estudios de Traducción e Interpretación (AIETI) Organizado por: AIETI y Universidad Pontificia de Comillas. Lugar: Madrid (España). Fechas: 9-11 de febrero del 2005. Información e inscripciones: <www.upco.es/aieti>. XXIII Congreso de la Asociación Española de Lingüística Aplicada (AESLA) Organizado por: Asociación Española de Lingüística Aplicada. Lugar: Palma de Mallorca (España). Fechas: 10-12 de marzo del 2005. Información e inscripciones: <www.aesla.uji.es>. I Congreso Internacional «El español, lengua de futuro» Organizado por: Federación Internacional de Asociaciones de Profesores de Español. Lugar: Toledo (España). Fecha: 20-23 de marzo del 2005. Información: <www.ub.uio.no/uhs/sok/fag/RomSpr/ fiape1congreso/index.html>. 50e anniversaire de META: « Pour une traductologie proactive - For a proactive translatology - Por una traductología proactiva » Organizado por: Revista META y Universidad de Montreal. Lugar: Montreal (Canadá). Fecha: 7-9 de abril del 2005. Información: <www.pum.umontreal.ca/meta50/>. VI Encuentros Internacionales de Traducción y II Congreso Internacional de Traducción en Interpretación en los Servicios Públicos Organizado por: Universidad de Alcalá (España). Lugar: Alcalá de Henares (España). Fechas: 28 y 29 de abril del 2005. Información e inscripciones: Carmen Valero (mcarmen. [email protected]) o <www.uah.es/otrosweb/traduccion/>. Maastricht Session of the 4th International MaastrichtLódz Duo Colloquium on “Translation and Meaning” Organizado por: Department of Translation and Interpreting of the Maastricht School of International Communication of Hogeschool Zuyd. Lugar: Maastricht (Países Bajos). Fechas: 18-21 de mayo del 2005. Información e inscripciones: [email protected]; <www.hszuyd.msti.translation-and-meaning.nedweb.com>. XVIIth World Congress of FIT Organizado por: Fédération Internationale des Traducteurs. Lugar: Tampere (Finlandia). Fechas: 2-7 de agosto del 2005. Información e inscripciones: <www.fit2005.org>. Journées LTT2005: «Mots, termes et contextes» Organizado por: Réseau Lexicologie Terminologie Traduction de l’AUF. Lugar: Bruselas (Bélgica). Fechas: 6-10 de septiembre del 2005. Información e inscripciones: [email protected]; <www.ltt.auf. org/brux.html>. Lódz Session of the 4th International Maastricht-Lódz Duo Colloquium on “Translation and Meaning” Organizado por: Department of English Language of the University of Lódz. Lugar: Lódz (Polonia). Fechas: 23-25 de septiembre del 2005. Información e inscripciones: [email protected]; <www.hszuyd.msti.translation-and-meaning.nedweb.com>. XIV Congreso Internacional de ALFAL Organizado por: Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL). Lugar: Monterrey (México). Fecha: 17-21 de octubre del 2005. Información: <www.alfal.org/congresos.htm>. * Traductora médica, Madrid (España). Dirección para correspondencia: [email protected]. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004 289 Agenda <www.medtrad.org/panacea.html> Actividades docentes ATA Annual Conference 2005 Organizado por: American Translators’ Association (ATA). Lugar: Seattle (Washington, EE. UU.). Fecha: 9-12 de noviembre del 2005. Información: <www.atanet.org>. Curso de postgrado en traducción de textos médicos Organizado por: Universidad Jaime I. Lugar: Castellón (España). Fecha: De noviembre del 2004 a mayo del 2005. Información: <www.tradmed.uji.es>. El traductor frente a los avances tecnológicos Organizado por: MF Business English. Lugar: Buenos Aires (Argentina). Fecha: 11 de diciembre del 2004. Información e inscripciones: [email protected]. Diploma de postgrado online, nivel intermedio I: Terminología y necesidades profesionales Organizado por: Instituto Universitario de Lingüística Aplicada, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Fechas: del 19 de enero al 23 de marzo del 2005. Información e inscripciones: <www.iula.upf.es/teronl2es.htm>. Seminario de formación: «Cómo redactar un artículo científico» Organizado por: Fundación Dr. Antonio Esteve. Lugares y fechas: Universidad de Málaga, Málaga, 26-27 de enero del 2005; Universidad del País Vasco, Bilbao, 8-9 de junio del 2005. Información e inscripciones: <www.esteve.org>. Cursos virtuales de SIC, S. L. (primer trimestre del 2005): Técnicas de traducción asistida – Trados 290 Fechas: del 10 de enero al 17 de marzo del 2005. Duración estimada: 90 horas. Terminología - Obtención y gestión Fechas: del 14 de enero al 22 de marzo del 2005. Duración estimada: 90 horas. Buscar recursos lingüísticos en Internet Fechas: del 17 de enero al 17 de febrero del 2005. Duración estimada: 20 horas. Técnicas de traducción y corrección de páginas y sitios web Fechas: del 22 de enero al 23 de marzo del 2005. Duración estimada: 80 horas. Fiscalidad para traductores, correctores y autores Fechas: del 1 de febrero al 1 de marzo del 2005. Duración estimada: 20 horas. Más información en <www.torsimany.com>. Training seminar on translation and interpretation in hospitals and health centers Organizado por: Departamento de Filología Moderna de la Universidad de Alcalá (España). Lugar: Alcalá de Henares (Madrid, España). Fechas: 7-31 de marzo del 2005. Información e inscripciones: <www2.uah.es/traduccion/ sem052.htm>. Online postgraduate certificate in editing and revising technical texts in English Organizado por: Universidad Rovira i Virgili de Tarragona (España). Lugar: Curso a distancia (8 semanas). Fecha: De abril a junio del 2005. Información: <www.ice.urv.es/trans/future/courses/editing. html>. Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004