Untitled - Caja Castilla La Mancha
Transcription
Untitled - Caja Castilla La Mancha
Murcia 25 de enero a 1 de marzo Alicante 8 de marzo a 8 de abril Madrid 13 de abril a 20 de mayo Índice Presentación Ayuntamiento de Murcia .......................................................................................... 5 Presentación Caja Castilla La Mancha .......................................................................................... 6 «Benjamín Palencia y la Renovación Plástica en España en el primer tercio del siglo XX» de Paloma Esteban Leal ............................................................................................................... 9 «Sobre la Escuela de Vallecas» de Alberto Sánchez .................................................................... 29 Catálogo Benjamín Palencia Óleos ........................................................................................................... 39 Benjamín Palencia Obra sobre papel ......................................................................................... 63 Escuela de Vallecas Alberto Sánchez ......................................................................................................................... 90 Juan Manuel Díaz Caneja ........................................................................................................... 96 Luis Castellanos ......................................................................................................................... 98 Enrique Climent ....................................................................................................................... 100 Pancho Lasso ........................................................................................................................... 102 Nicolás de Lekuona ................................................................................................................. 104 Maruja Mallo ........................................................................................................................... 106 Francisco Mateos ..................................................................................................................... 108 José Moreno Villa .................................................................................................................... 110 Antonio Rodríguez Luna .......................................................................................................... 112 Benjamín Palencia Biografía y Bibliografía .............................................................................. 115 Escuela de Vallecas Biografía y Bibliografía ............................................................................. 127 A Benjamín Palencia de Ignacio Lassaletta .............................................................................. 148 Agradecimientos ...................................................................................................................... 150 5 BENJAMÍN PALENCIA Y EL ORIGEN DE LLA A POÉTICA DE VALLECAS La oferta cultural prestada desde el Ayuntamiento de Murcia se completa ahora con la exposición «Benjamín Palencia y el origen de la Poética de Vallecas», que llega al Centro de Arte Palacio Almudí de la mano de la Obra Social y Cultural Caja Castilla La Mancha. El artista albaceteño, gran protagonista junto a Alberto Sánchez del movimiento cultural que constituyó la Escuela de Vallecas, nos ha dejado un legado artístico prolijo y representativo de las distintas etapas que experimentó su pintura, caracterizada sobre todo por su visión de los paisajes castellanos, tierra áspera pero fiel. Indudablemente Benjamín Palencia fue miembro de la elite de pensadores, escritores y artistas del Siglo XX y, como tal, su arte es el reflejo de la vanguardia y de los distintos momentos culturales que vivió. Como él mismo dijo en 1931, «a toda persona que llegue a mi obra, quiero que se le despierten y trabajen sus sentidos; que vivan en ella las sensaciones de los tactos infinitos de las cosas, que están recogidas por mis manos, que sienten la necesidad de tocarlo todo, para recoger su vida íntima, y llevarla al cuadro, al dibujo...». El Centro de Arte Almudí reúne una interesante exposición del artista albaceteño que, desde mi punto de vista, ofrece una excelente visión representativa de quien fue, sin duda, uno de los creadores más importantes de la pintura española del siglo pasado. Miguel Ángel Cámara Botía Alcalde de Murcia 6 Caja Castilla La Manc ha siente la especial satisfacción de acercar la Mancha cultura a las personas, como un servicio más entre los muchos que su Obra Social y Cultural lleva a cabo. En esta ocasión, se trata de la exposición de un conjunto de obras artísticas agrupadas bajo el título de Benjamín Palencia y el origen de la Poética de Vallecas, en la que se puede admirar más de cuarenta piezas del pintor manchego nacido en Barrax (Albacete) y otras tantas de Alberto Sánchez, Francisco Lasso Morales, Maruja Mallo, Juan Manuel Díaz Caneja, José Moreno Villa, Antonio Rodríguez Luna, Nicolás de Lekuona, Enrique Climent, Francisco Mateos y Luis Castellanos, que conformaron el inicio de la llamada Escuela de Vallecas. La obra de Benjamín Palencia está valorada objetivamente como una de las más importantes del arte español contemporáneo. Esta importancia le viene dada, muy especialmente, por haber aunado tradición y vanguardia y por ofrecer tanto la valiente apuesta de una pintura que ahonda en la propia identidad, la de nuestra tierra y sus gentes, como una manera de ver y de expresar esencialmente la naturaleza, que parece hacer más libre al artista que la refleja y al espectador que la contempla sobre el cuadro. El escultor toledano, Alberto Sánchez, escribe: «Durante un período bastante largo, a partir de 1927, más o menos, Palencia y yo nos citábamos casi a diario en la Puerta de Atocha, hacia las tres y media de la tarde, fuera cual fuese el tiempo. Recorríamos a pie diferentes itinerarios; uno de ellos era por la vía del tren, hasta las cercanías de Villaverde Bajo; y sin cruzar el río Manzanares, torcíamos hacia el Cerro Negro y nos dirigíamos hacia Vallecas. Terminábamos en el cerro llamado de Almodóvar, al que bautizamos con el nombre de Cerro Testigo, porque de ahí debía partir la nueva visión del arte español...». 7 Esta nueva visión es la que inició y llevó a cabo la Escuela de Vallecas, tanto la que se origina en el mítico año 27, como la del conjunto de artistas que tratan de resucitarla y darla continuidad, con Benjamín Palencia a la cabeza, después de la guerra civil, y que ha supuesto para las posteriores generaciones, si no un manifiesto estético, como acostumbraban las vanguardias, sí, una actitud ética y una singular concepción del paisaje. Quien mejor le conoce, Corredor-Matheos, nos habla de un Palencia impresionista en sus primeras pinturas; un Palencia cubista «a la manera de la Escuela Española de París»; uno abstracto, «que subrayaba el espacio con formas curvas y revelaba su materialidad, con el collage de arenas, papel de lija, paja y hasta mariposas»; otro Palencia que pretende aunar en el cuadro surrealismo y tradición; y otro, tal vez contradictorio con lo anterior, que vuelve su mirada a los clásicos del Renacimiento, que es capaz de realizar «unos extraordinarios dibujos realizados con una sabia e ingenua preocupación por la divina proporción»; y, por supuesto, el Benjamín Palencia más conocido y apreciado de la recreación de los campos castellanos, libremente interpretados, y de las figuras que él se esperaba encontrar en ellos. La selección de obras que se exponen, y que se incluyen en este excelente catálogo, suponen una muestra altamente representativa de las diferentes etapas y temáticas desarrolladas por el pintor, con el aporte significativo de otras de quienes configuraron la Escuela de Vallecas en sus dos etapas. Caja Castilla La Mancha quiere ayudar con esta muestra a que se conozca, aún más, si cabe, las múltiples facetas de un artista extraordinario, que en su larga trayectoria creativa y vital supo reflejar con su sello particular los diversos momentos del arte y sus tendencias. Y, con este conocimiento, ahondar en el sentimiento que la obra de arte produce, y que no es preciso buscarlo, está ahí: en la luz, en el color, en la materia, en el volumen, en la forma. 8 Conocer y sentir es también aprender a valorar el patrimonio común, esa inmensa riqueza que estamos obligados a transmitir a las generaciones venideras en las mejores condiciones, porque ahí permanecen las raíces de lo que hemos sido, el avance creativo y la cultura que forjamos. Con esta exposición, sigue de manifiesto nuestro decidido propósito de seguir dando a conocer al gran público la obra de unos y otros autores que han supuesto un hito personal y creativo en el desarrollo de nuestra cultura. En esta valoración del patrimonio y en el trabajo de extenderlo a las personas para su conocimiento y su goce, Caja Castilla La Mancha seguirá invirtiendo cuanto sea preciso, porque estamos seguros de que la creación de una obra de arte es, de alguna manera, la creación del mundo, y, en esa creación cultural, tanto importa y tanto protagonismo tiene quien alumbra la luz sobre el lienzo o la esculpe sobre la piedra como los ojos que, emocionados, la contemplan. Caja Castilla La Mancha Obra Social y Cultural 11 BENJAMÍN PPALENCIA ALENCIA Y LLA A RENO VACIÓN PL ÁSTICA EN ESP AÑA EN EL RENOV PLÁSTICA ESPAÑA PRIMER TERCIO DEL SIGL O XX SIGLO Desde su localidad natal de Barrax, en Albacete, Benjamín Palencia se traslada a Madrid a una edad muy temprana. En la capital, tendría acceso a las publicaciones de la biblioteca de Rafael López Egóñez, un hombre de amplia formación, que iba a contribuir notablemente al aprendizaje artístico del futuro pintor. Éste pudo conocer así las últimas realizaciones de los artistas de la vanguardia europea, gracias a publicaciones como Deutsche Kunst und Dekoration -editada en Darmstadt poco antes del inicio de la década de los veinte-, la también alemana Der Querschnitt, la italiana Valori Plastici o las francesas Formes, Le surréalisme au service de la révolution, L’Esprit Nouveau o L’Art vivant. De izquierda a derecha: B. Palencia, Hernando Viñes y Rafael Alberti, hacia 1927 Palencia llegaría a ser un defensor a ultranza de las corrientes renovadoras surgidas durante las primeras décadas del siglo XX en los diferentes países europeos, que, sin embargo, no habían arraigado todavía por completo en España. En este sentido es muy significativo el borrador de una carta del propio Palencia, en la que el pintor se dirigía al entonces responsable del Museo de Arte Moderno, el periodista y crítico de arte Ricardo Gutiérrez Abascal, más conocido por el seudónimo de Juan de la Encina, quien estuvo al frente de esa institución museística desde el año 1931, acometiendo en ella una serie de importantes reformas. Las palabras del pintor son documento fehaciente de su conocimiento de la situación cultural de la España de la época: «Querido amigo: ¿No le parece a Ud. que va siendo hora de concretar algo referente a la adquisición de los cuadros que dejé depositados en el mes último en ese museo? Yo creía que esta costumbre de esperar, siempre esperar había desaparecido con lo pasado, pero voy viendo que no. Por esperar tanto en estas cosas de arte, se ha perdido todo y lo peor es que con lo que se está logrando va a pasar lo mismo. Ud. lo sabe 12 mejor que nadie al pretender organizar en España un museo de arte nuevo decoroso, con valores auténticamente plásticos, resulta que no hay casi nadie que resista a una exigencia inteligente y creo que va a ser difícil con el criterio de cerrar las puertas a los valores nuevos que ya tienen una obra manifestada y lograda. Con éstos les pasará lo mismo que con los impresionistas, Picasso y Juan Gris: mientras no hay museo ni colección extranjera en que no estén aquéllos representados con decoro, en España el dinero ha servido para amontonar ñoñeces artísticas, sentimentales, que han quedado muertas al margen del verdadero arte vivo por culpa de todos, por no saber pulsar la sensibilidad de los verdaderos creadores. De izquierda a derecha: José Mª Ucelay, Palencia, M.A. Ortiz, Bores y Pancho Cossío. París, 1925 Tenemos que tener presente, queramos o no, que existe una estética nueva ya aceptada en Europa sin imitaciones ni falsedades, que se puede contrastar sin temor con la de otras épocas. No hay nada más que ser generoso y comprensivo para acercarnos a ella, sentir su poesía y pulsar su temple de buen metal» (...) De estas palabras se deduce que Palencia no sólo era conocedor de la inercia y el exceso de burocracia de la administración española de la época, sino que, al igual que otros jóvenes de su generación, era también consciente de estar contribuyendo a la consolidación de una nueva tendencia que iba a revitalizar el panorama artístico de nuestro país bajo la denominación de «arte vivo» o «Arte Nuevo». En el contexto de esos años anteriores a la guerra civil, Palencia participa de las tendencias de la vanguardia internacional, a la vez que lleva a cabo un trabajo de recuperación de las raíces del acervo cultural hispánico. Al llegar a Madrid, como tantos otros, descubre el Museo del Prado y admira la obra de Goya y, sobre todo, las pinturas de El Greco, al que dedicará elogiosas alabanzas en algunos de sus escritos. El Greco le iba a inspirar asimismo uno de sus cuadros primerizos, el Homenaje a Larra, 13 1. UGARTE, Lorenzo: «Benjamín Palencia, pintor de Castilla». Ya, Madrid, 14 enero 1968 (s/pág.) Abajo. Carta de Dalí a B. Palencia realizado en 1915. Más tarde, al ir conociendo los movimientos que se habían producido más allá de nuestras fronteras, vendría la influencia del impresionismo en lienzos como La puerta del Sol o La estación del Norte, ambos de 1918. Sin olvidar el estilo de El Greco, Palencia acusa después la impronta de la obra de José Gutiérrez Solana, lo que no dudaría en reconocer años después: (...) «[Solana] fue precisamente el primer pintor que conocí y admiré. Pero tuve que distanciarme de él por miedo a su influencia.» (...)1 . Su estima por la obra de esos dos pintores, El Greco y Solana, la traduce Palencia en pinturas como El encuadernacat. nº 11) o El grabador (cat. cat. nº 2), 2 fechadas ambas en 1919. No dor (cat. obstante, en estas composiciones comienza ya a manifestarse en parte el estilo maduro del pintor manchego, quien preocupado por las nuevas corrientes, sustituye aquí los sombríos tonos solanescos por un empleo del color más libre, puede que inspirado en las creaciones que los expresionistas alemanes habían realizado años atrás, pero que en la España todavía fascinada por las composiciones decimonónicas suponía una auténtica transgresión. El encuentro con Juan Ramón Jiménez significaría un nuevo paso adelante. El poeta le iba a desvelar al manchego el Madrid intelectual del mundo de la Residencia de Estudiantes, donde Palencia tendría ocasión de conocer a García Lorca, Rafael Alberti, Pancho Cossío, Bores, Dalí o al escultor Alberto Sánchez, con quien más tarde iba a crear la Escuela de Vallecas. Las novedades plásticas, los diferentes campos de experimentación artística, aparecen ahora ante sus ojos no ya por referencias fotográficas, sino directa, física y palpablemente, encarnados en las respectivas obras de los artistas españoles incondicionales de la modernidad. Sin embargo, pese a todo, la vanguardia seguía estando en París, ciudad de la que había regresado Daniel Vázquez Díaz en 1918, trayendo consigo buena parte de las enseñanzas aportadas por el cubismo. Palencia se siente atraído por las composiciones facetadas, de tonos claros y estructuración geométrica, pintadas por el onubense durante la primera etapa de su producción, admiración que traslada una vez más al lienzo, 14 Derecha. Carta de Dalí a B. Palencia, también firmada por Lorca 3 en la que la lo que evidencian obras como Autorretrato (1920; cat. nº 3), blanca camisa del protagonista y el fondo azul verdoso sobre el que se recorta el personaje, no dejan lugar a dudas en cuanto a esa fascinación ejercida por la estética cubista. De manera casi simultánea -como ocurriera también en obras de juventud de Salvador Dalí, en las que algunos paisajes realistas, entrevistos a través de una ventana, contrastan con las geometrizadas efigies de las figuras-, las referencias cubistas van cediendo paso al reflejo de una nueva tendencia europea, el denominado «retorno al orden», que no sería sino una recuperación de los modelos clásicos como reacción contra los «excesos» del expresionismo y del propio cubismo. En España, Benjamín Palencia, como otros de sus colegas también interesados en las novedades artísticas, va a simultanear, al menos durante una temporada, el gusto por la geometrización con la praxis de un realismo de nuevo cuño. cat. nº 77) o De este momento datan pinturas que, como Altea, 1927 (cat. cat. nº 12 a), a iban a jalonar la producción de Villar del Pedroso, 1930 (cat. Palencia durante toda la década de los años veinte, alternando con otras 15 2. Deutsche Kunst und Dekoration. Darmstadt, octubre-noviembre 1919, Año XIII, Nº 12 (págs. 12 y 13) De izquierda a derecha: Aguilar, Alcuaz, matrimonio San José, B. Palencia, Conchita Montes, Liu de Lassaletta y Pedro Gastó realizaciones del propio autor de muy distinto cariz. De óleos como los dos citados, se desprende una atmósfera de irrealidad que surge paradójicamente como resultado de la insistencia en la representación de la propia realidad. No en vano, gracias a su constatado acceso a diversas publicaciones especializadas como la ya mencionada Deutsche Kunst und Dekoration2, Palencia pudo contemplar en fecha muy temprana fotografías de obras de autores alemanes (Max Unold, Richard Seewald...) que en aquel momento eran calificadas como expresionistas, pero que poseían ya en germen todas las connotaciones inherentes a la Neue Sachlichkeit. Por otra parte, también durante los primeros años de la década de los veinte aparece uno de los temas más frecuentes de Palencia: los peces, bien representados formando parte de naturalezas muertas como Bocat. nº 8), o ya posteriormente, en óleos más dega de pescados, 1927 (cat. cat. nº 16 próximos al surrealismo como Piedras y peces, de 1931 (cat. 16). Los pescados estarán asimismo presentes en uno de los más interesancat. nº 5), al tes cuadros del manchego, Bodegón cubista, de 1925 (cat. que Juan Antonio Gaya Nuño describía como sigue con motivo de una 16 3. GAYA NUÑO, Juan Antonio: «Una exposición de Benjamín Palencia». Diario de Barcelona, Barcelona, 31 agosto 1975 (pág. 10) Arriba. Acto de Ingreso de B. Palencia en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando 4. Enrique Lafuente Ferrari comenta a este respecto que (...) «En la Exposición de los Ibéricos Palencia se mostró como una personalidad llena de esperanzas. Pintaba entonces, entre otras cosas, unas naturalezas muertas, sobrias, arquitectónicas, construidas, en las que se acogía con cierta medida, la indirecta lección estructural del cubismo, mientras Bores recordaba más a María Blanchard y Dalí hacía bodegones que miraban en cierto modo a Giorgio de Chirico.» («Benjamín Palencia [Ensayo crítico]». Clavileño, Madrid, noviembre-diciembre 1955, Nº 36, Año VI, págs. 30-43) exposición celebrada en Granada en 1975: (...) «una obra deliciosa de 1925, un bodegoncito de sardinas, frutero con naranjas y ventana abierta, en concepto claramente cubista, que es una verdadera delicia visual.» (...)3. Bodegón cubista es además una pintura en la que se reconocen los elementos característicos de todas las realizaciones de Palencia inmediatamente anteriores a 1926, fecha definitiva en la evolución del pintor, por tener lugar en ese año su viaje a París. Esta naturaleza muerta ofrece otro interés añadido al compatibilizar las secuelas del cubismo -un cubismo a mitad de camino entre los angulosos motivos de la época analítica y las mucho más organicistas y depuradas composiciones sintéticas de Juan Gris- y la evocación del «retorno al orden», evidente sobre todo en el paisaje que, también a la manera de Gris, se aprecia a través de la ventana que se abre sobre una mesa rebosante de objetos. Finalmente, el tratamiento de las frutas que aparecen en el centro de esta composición, anticipa el posterior gusto de Palencia por la materia, por la inclusión en el lienzo de todo tipo de materiales inusitados. Por lo que se refiere a la citada fusión de tendencias en una misma obra, se produce algo semejante en otro pequeño grupo de cuadros del mancats. nºs 6, 7 y 9), 9 fechadas dos de ellas chego, las tres vistas de Altea (cats. en 1927 y la más temprana un año antes, en 1926. Estos paisajes guardan además un curioso paralelismo con algunas de las representaciones de Cadaqués realizadas por Salvador Dalí en torno a 1925, ya que, tanto en unas (las vistas de Altea) como en otros (los dalinianos paisajes catalanes), se combinan armoniosamente las simétricas y rigurosas líneas de las fachadas de las viviendas con los lejanos horizontes marinos. Un año después de haber participado, con una sala dedicada enteramente a su obra, en la emblemática Exposición de los Artistas Ibéricos, celebrada en el madrileño Parque del Retiro en 19254, Palencia emprende viaje a la capital francesa, circunstancia que iba a propiciar un notable cambio en su obra, a pesar de los comentarios que sobre esta 17 5. UGARTE, Lorenzo: Op. cit. (s/pág.) B. Palencia en su casa de Villafranca de la Sierra experiencia emitiera el propio pintor años más tarde: «Allí trabajé mucho. Pero el ambiente no me gustaba. No iba conmigo. (...) En París los artistas se agotaban en una lucha feroz persiguiendo el triunfo. (...) Yo me volví a España para recuperar la paz. Echaba de menos el aire puro, los campos de Castilla, el sol, los encinares...» (...)5. El París que conoce Palencia es el de los creadores españoles aglutinados en torno a la revista Cahiers d’Art, promovida por Christian Zervos y por Tériade. Precisamente este último escribiría en 1926 un artículo en el que se glosaba la importante colaboración de los pintores y escultores españoles en relación con el desarrollo artístico de la capital francesa en aquellos momentos. Estos pintores, integrantes de la llamada Escuela de París durante el periodo de entreguerras, fueron Peinado, Bores, Ucelay, De la Serna, Miró, Viñes, Manuel Angeles Ortiz o Cossío, con quien Palencia compartió estudio al tiempo que asistía a la academia de la Grande Chaumière o a las tertulias de Montparnasse, auspiciadas por los citados Zervos y Tériade. Durante la estancia de Palencia en París, ciudad en la que permaneció de manera intermitente hasta 1928 y a la que iba a regresar de nuevo en 1933, se gesta la verdadera revolución que inspiraría en adelante el quehacer plástico del manchego. Recibe en ese momento las influencias, más o menos reconocidas o matizadas, de Cézanne, Matisse, Picasso y Miró, pero, sobre todo, participa de la estética imperante entre los miembros del círculo de Cahiers d’Art, profundamente imbuida de las enseñanzas del cubismo -si bien un cubismo ya muy depurado, que incidía por encima de cualquier otra preocupación en la importancia de la propia pintura en sí, de la pintura pura-, así como de otro movimiento que había visto la luz en fecha más reciente, el surrealismo. A propósito de las realizaciones surgidas de los pinceles de todos estos artistas, asegura Eugenio Carmona que (...) «Son composiciones planas, con fuerte acento plástico en el colorido. Abundan las formas redondeadas u orgánicas, sin que dejen de encontrarse alusiones a una entrecortada geometría. En ocasiones la tinta plana alterna con las caligrafías cromáticas. En este 18 6. CARMONA, Eugenio: «Picasso, Miró, Dalí y los orígenes del arte contemporáneo en España». En Picasso, Miró, Dalí y los orígenes del arte contemporáneo en España. Francfort, Schirn Kunsthalle, 1991 (págs. 58 y 59) [cat. exp.] B. Palencia y Oswaldo Guayasamín en la casa del primero en Villafranca de la Sierra caso, el gesto de la pincelada es poderoso y a veces describe formas transparentes al fondo, sustituyendo al dibujo. Ciertamente algunas de estas obras dan la sensación de ser pintura sobre pintura. El punto de partida es la síntesis visual de la diversidad cubista. La presencia del Picasso tardocubista de mediados de los años veinte es clara. Pero tampoco está lejano el Juan Gris de los mismos años, menos rigurosos en la construcción arquitectónica y geometrizada que en anteriores momentos de su producción.» 6 Las obras que Palencia lleva a cabo entre 1927 y 1931, en la misma época en que tiene lugar el mayor auge del círculo de Cahiers d’Art, participan de todas esas características descritas por Carmona, lo que demuestra una vez más el interés del pintor por las más innovadoras experiencias plásticas de los años veinte y treinta. Sus preferencias iconográficas de estos tiempos se decantan fundamentalmente por el tema de la naturaleza muerta, produciéndose la curiosa circunstancia de que algunas de estas composiciones, como Bodegón cubista (1923; cat. nº 44), están fechadas varios años antes del viaje a París. Sin embargo, no será esta la única ocasión en que Palencia se adelante intuitivamente a su propia evolución posterior, realizando precozmente obras en las que más tarde profundizará de forma sistemática. Un proceso semejante se iba a producir, por ejemplo, a propósito de su viaje a Italia, hecho que influiría de manera notable en su producción a partir de ese momento, aunque Palencia pareciera ya presentir tal impacto, a juzgar por realizaciones anteriores. En el mencionado lienzo de 1923, Bodegón cubista, se advierte ya una predilección por un tipo de praxis pictórica despojada de cualquier elemento extraño a la propia esencia de la pintura, a la pintura en sí misma, considerada como protagonista única, sin concesiones ajenas a su propia naturaleza. No obstante, aún no ha aparecido otra de las características presentes, por el contrario, en otras naturalezas muertas posteriores -Bodegón (1928, cat. nº 10 10), Bodegón cubista (1928, cat. nº 11 13 Se trata de lo que se podría definir 11) o Sin título (1930, cat. nº 13). como una cierta «tendencia a la concreción», que se traduce en una 19 B. Palencia con S. M. la Reina Doña Sofía en la inauguración del Museo de Albacete 7. Juan de la Encina, simulando un diálogo entre dos visitantes de la exposición, aseguraba que la pintura expuesta desconcertaba por lo que tenía de abstracta, de no representativa, en suma por su «atmósfera cubista», pero afirmaba al tiempo que su autor poseía (...) «un sentido del color y la materia pictórica refinado y distinguido, un gran sentido de la línea -es dibujante considerable (...)-, y dentro del cubismo o fuera de él, un arte de la composición sabio y elegante». («Exposición Benjamín Palencia». La Voz, Madrid, 23 octubre 1928, pág. 1) especie de forma cerrada, a manera de mandorla, que suele envolver el motivo central de la composición, y que a veces se acerca a formas circulares, mientras que en otras ocasiones se aproxima más a estructuras cuadradas o rectangulares. En este sentido, es preciso recordar las investigaciones de Georges Braque, quien entre 1917 y 1930, «protege» igualmente el motivo principal de sus composiciones con estructuras muy semejantes a las descritas. En su exposición individual, celebrada en el Museo de Arte Moderno de Madrid en 1928, Palencia tendría ocasión de mostrar lo aprendido en París, novedades que, aunque fueron relativamente bien recibidas por la crítica 7, no gozaron del favor de los visitantes, que mostraron descontento, e incluso hasta indignación, ante los lienzos integrantes de la muestra del manchego. El propio Benjamín Palencia así lo reconocía bastante tiempo después, en el transcurso de una entrevista periodística: (...) «fue 20 8. GÓMEZ SANTOS, Marino: «Entrevista». Ya, Madrid, 7 octubre 1973 (págs. 4 y 5) 9. RIVAS, Francisco: «Benjamín Palencia: ‘El arte no muere; se pasa a veces’». El País, Madrid, 17 enero 1980 (pág. 22) 10. RIVAS, Francisco: Op. cit. (pág. 22) De izquierda a derecha: Álvaro Delgado (segundo por la izquierda), Ignacio de Lassaletta, B. Palencia, Rebull, El Director del Museo de Albacete y Pedro Gastó un verdadero escándalo, hasta el punto de que la gente, por su incomprensión, llegó a arrojarme los catálogos a la cara.» 8 También durante este periodo, que abarca aproximadamente desde 1927 a 1931, al igual que ocurriera en las respectivas producciones del resto de los pintores del círculo de Tériade y Zervos, comienzan a irrumpir en la obra de Palencia algunas de las innovaciones aportadas por el surrealismo, si bien el pintor no reconocería nunca esta influencia como producto directo de su primer viaje a París, admitiéndola, si acaso, como consecuencia del impacto que le produjo la primera exposición de Salvador Dalí celebrada en la capital francesa en 19299. Palencia aseguraba que le había sucedido algo similar con respecto al cubismo, movimiento que, según sus propias confesiones, no habría sido la causa de la acusada estructuración de sus composiciones, que, por el contrario y siempre según el propio Palencia, debían esa peculiaridad a la posterior aportación del arte italiano10. En este sentido, sin menoscabo de la agudeza que solía caracterizar las opiniones del pintor en materia artística, parece que debe imponerse la evidencia sobre las declaraciones del manchego, ya que son hechos incuestionables tanto la impronta dejada por el cubismo en algunas de sus más tempranas realizaciones, como la influencia ejercida por el surrealismo durante su primer viaje a París. Otra importante novedad surgida asimismo como resultado del viaje de Palencia a París, iba a ser la utilización de una serie de materiales nuevos, inusitados, ajenos al óleo empleado por el pintor hasta ese momento. La tierra, la arena, la ceniza, hacen acto de presencia en sus lienzos, que se transforman así en auténticos precedentes de lo que más tarde, bastantes años después de concluir la guerra civil, serían las señas de identidad de algunos de los más destacados cultivadores del informalismo español. Palencia utiliza también técnicas inusuales para aplicar sus insólitas y ricas materias, recogiendo tierras de barbecho que luego lavaba y dejaba en reposo, para mezclarlas más tarde con óleo y aceite de linaza. Asimismo, en su búsqueda incansable de nuevas soluciones, para 21 11. CORREDOR MATHEOS, José: Vida y obra de Benjamín Palencia. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1979 (pág. 50) B. Palencia dibujando en los toros proporcionar mayor intensidad a los tonos negros, pinta con ceniza de sarmiento, mientras relee una y otra vez libros antiguos, con el fin de encontrar las fórmulas más adecuadas a sus propósitos11. Piedras y peces, (1931, cat. nº 16 16), Perdices en hormigueros (1931, cat. nº 14 14), y Pájaros 17 son ejemplos ilustrativos de esta sobre fondo de arena (1932, cat. nº 17) interesante faceta matérica del pintor. Por esos mismos años surge la popular Escuela de Vallecas, uno de los más destacados acontecimientos artísticos de la época de preguerra en España. Es de sobra conocida, y por esa razón no parece necesario insistir en ella, la historia de su gestación, ligada a los recorridos de Palencia y del escultor Alberto por los alrededores de Madrid. Ambos artistas eligieron un cerro vallecano, al que llamaron Testigo, como símbolo de su intención de implantar en España un «Arte Nuevo», de carácter explícitamente nacional pero equiparable en calidad a las manifestaciones plásticas surgidas en París. El verdadero interés de esta experiencia radica en el hecho de que, gracias a ella, iban a materializarse, tomando cuerpo sobre el lienzo, todos los conocimientos aprendidos por Benjamín Palencia durante sus años de 22 12. JIMÉNEZ PLACER, Fernando: «Exposición Benjamín Palencia». Ya, Madrid, 15 febrero 1944 (pág. 5) 13. LAFUENTE FERRARI, Enrique: Op. cit. (pág. 34) estancia en la capital francesa. La temática de las obras llevadas a cabo en la época de la Escuela de Vallecas va a incidir en el reencuentro con la tradición hispánica, simbolizada en el paisaje castellano, pero el método, el modo de abordar esos temas, procederá directamente de París y, en especial, de los descubrimientos relacionados con la estética surrealista. Parece, pues, probable que aunque la fundación «oficial» de la Escuela se ha situado en el año 1927, sus primeros frutos, las obras realizadas por Palencia en el contexto de la misma, no vieran la luz sino algún tiempo después, en los años iniciales de la década de los treinta, cuando su autor había dispuesto ya del tiempo suficiente para regresar a España y sedimentar su aprendizaje parisino. Composiciones como, por ejemplo, Montes de Alcalá (1931, cat. nº 15 15), corroborarían esta hipótesis, ya que su concepción plástica -sus generosos empastes, las hendiduras que surcan su superficie...- denota un indudable conocimiento de la vanguardia, a pesar de tratar un género tan tradicional como pueda serlo el paisaje. Precisamente este cuadro era glosado por Fernando Jiménez Placer en los siguientes términos: (...) «Encontramos un grupo de obras coherentes (...) pintadas entre 1927 y 1931. He aquí la abstracción. Los motivos reales se transforman en puros signos, en símbolos esquemáticos de lo natural (...) Consciente o inconscientemente el pintor, en su ‘Tierras de Alcalá’, ha hecho, a la vez que una síntesis plástica, un poemático ideograma alusivo a la aridez mesetaria.» 12 En efecto, también durante los primeros años de la década de los treinta, en torno a 1930-31, se desarrolla una de las etapas más relacionadas con la abstracción de toda la producción de Palencia. Lafuente Ferrari afirmaba, refiriéndose a algunos de los cuadros de ese momento, que (...) «podrían ponerse junto a los más representativos del abstractismo expresionista de nuestros días.»13 Esta circunstancia coincide cronológicamente con la publicación, por parte de Benjamín Palencia, del texto -redactado en 1931 y publicado en 1932 en la madrileña editorial Plutarco- que ha sido considerado como el compendio de su ideología plástica en los años anteriores a la guerra 23 14. CARMONA, Eugenio: Op. cit. (pag. 64) 15. OBERMAIER, Hugo y VEGA DEL SELLA, Conde de la: La cueva del Buxu (Asturias). Madrid, Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1918. 16. RODRÍGUEZ-AGUILERA, Cesáreo: Antología española de arte contemporáneo. Barcelona, Barna, 1955 (págs. 67-69) civil, a la vez que el anuncio de lo que iba a ser su praxis artística a partir de los años cuarenta. Este tipo de obras a las que se refiere Lafuente Ferrari, y de las que es exponente, por ejemplo, el dibujo Sin título 33 están (Postcripto de Signos rítmicos, de 1931) (1932, cat. nº 33), sorprendentemente pobladas de signos casi cabalísticos, lo que ha motivado las más diversas hipótesis, siendo quizá la más plausible la que identifica el origen de esos ideogramas de Palencia con los iconogramas de los primitivos pobladores de los abrigos tardopaleolíticos o mesolíticos del Levante español14. El interés del pintor manchego por el arte rupestre en general debió remontarse a los primeros años de su estancia en Madrid, lo que podría ratificar la existencia, entre los ejemplares de la biblioteca de su domicilio de la madrileña calle de Zurbano, de un volumen publicado antes de 1920 por Hugo Omerbaier y el Conde de la Vega del Sella, y dedicado a las pinturas de la cueva del Buxu, en Asturias15. Incluso, en este mismo sentido, el propio pintor manifestaba sus convicciones en declaraciones recogidas por Cesáreo Rodríguez-Aguilera: (...) «A mí dame la pintura ciega. Dame los ibéricos milenarios, los caldeos, los egipcios, los románicos. Dame el bisonte bermellón de Altamira, pintado por manos cazadoras... La enorme seducción del arte actual es que está tratando de poner las cosas en su punto, es que está reintegrándolo a su función madre, creadora y poética. Prefiero hacer la plástica del lobo y la alondra, antes que la teatral y anecdótica del maniquí vestido de historia.»16 Esa confesada admiración por las culturas primitivas, por el arte prehistórico y, en definitiva, por todo lo primigenio y exento de artificio, tendrá su correlato plástico en las obras realizadas por Palencia entre 1932 y 1934, es decir, en pleno apogeo de la Escuela de Vallecas. Sin renunciar en ningún momento a un abundante empleo de la materia, el pintor recupera la figura, al tiempo que sus tonos se vuelven más vivos y las formas adquieren movimiento. De manera simultánea, evoca los materiales orgánicos en representaciones de seres a medio camino entre los reinos vegetal, animal y mineral. Uno de los temas más genuinamente 24 surrealistas, la metamorfosis, irrumpe así en estas composiciones que recrean fósiles, tauromaquias y, en definitiva, todos aquellos motivos identificables con los arquetipos de la cultura hispánica, que el artista manchego asimila a la realidad rural castellana. Ignacio de Lassaletta y Benjamín Palencia frente al Liceo de Barcelona 17. AZCOAGA, Enrique: «Benjamín Palencia, en París». Luz, Madrid, 8 diciembre 1933 (págs. 8 y 9) 18. CASSOU, Jean: «Derniers dessins de Picasso». Cahiers d’Art, París, 1924, Nº 2 (págs. 49-54) Algunas de las mejores creaciones de Palencia de esta etapa fueron exhibidas en la parisina galería Pierre en 1933, siendo contempladas por los grandes popes del surrealismo -Aragon, Breton y Péret-, quienes, al igual que la prensa parisina, fueron gratamente impresionados por la obra del español. El éxito de la muestra llegó a ser recogido incluso por los críticos españoles, que por contra, se dolían de la incomprensión que el pintor sufría en su propio país17. Afortunadamente, en París la situación seguía siendo muy distinta. Pierre Loeb, el propietario de la galería homónima, le ofreció a Palencia la posibilidad de exponer de nuevo en la capital francesa, proyecto que finalmente no llegaría a materializarse debido al cierre del establecimiento regentado por Loeb. Gracias a algunas fotografías de la época, existe constancia documental de parte de los lienzos surrealistas más representativos de esta etapa, como Bodegón del mochuelo (1932; cat. nº 18 18), Retrato del escultor Alberto, (1932; cat. nº 19 19), Fósiles, (1934; cat. nº 20 20) o Forma abstracta, (ca. 1934; cat. nº 21 21). Por otro lado, no hay que olvidar que, al tiempo que la obra de Palencia se va enraizando cada vez más en la idiosincrasia de lo hispano -lo que quedaría corroborado, por ejemplo, por su vinculación con el grupo teatral La Barraca, liderado por García Lorca-, su autor va profundizando también en el conocimiento de los avances logrados por la vanguardia internacional. Así, concretamente en 1934, se advierte una fuerte influencia de la producción de Picasso y, en particular, de los primeros dibujos preparatorios para La Crucifixión, realizados en 1927, bocetos que fueron objeto de un reportaje fotográfico publicado en la revista Cahiers d’Art en el mismo año 192718, precisamente cuando Palencia se encontraba en París. Las sinuosas líneas de esas figuras picassianas, tan alejadas ya de los rigores 25 del cubismo como próximas a los supuestos surrealistas, tienen un extraordinario, pero a la vez personal paralelismo, con ciertas pinturas llevadas a cat. nº cabo por el manchego en el citado año 1934, tales como Figuras (cat. 12 bb), o con una serie de acuarelas que ilustran la faceta de Palencia como creador de obras realizadas sobre soporte de papel. Eduardo Chillida y B. Palencia De acuerdo con su interés por cualquier fenómeno artístico novedoso, Palencia imprime un sesgo más a su obra también durante la primera mitad de la década de los treinta -coincidiendo, en cierto modo, con su etapa de reminiscencias picassianas-, en relación esta vez con el movimiento liderado por el uruguayo Joaquín Torres García y aglutinado en torno al denominado Grupo de Arte Constructivo. Si bien es verdad que esta agrupación permaneció como tal durante un periodo de tiempo muy breve -desde octubre de 1933, en que se celebró su primera muestra en la Sala del Comité de Exposiciones del madrileño Salón de Otoño, hasta el 14 26 Carta de Federico García Lorca a B. Palencia 27 de abril de 1934, fecha de la partida hacia Montevideo de la familia Torres García-, no es menos cierto que la ideología plástica de este colectivo se iba a extender entre un numeroso grupo de artistas de la preguerra, la mayoría relacionados con la Escuela de Vallecas (Luis Castellanos, Maruja Mallo, Manuel Ángeles Ortiz, José Moreno Villa, Luis Rodríguez Luna, Francisco Mateos, Alberto Sánchez, Germán Cueto, Eduardo Díaz Yepes, Julio González... ), e iba a pervivir en la obra de bastantes de ellos durante mucho tiempo. Palencia comienza a reflejar ya en algunos de sus lienzos de 1932 una marcada tendencia hacia la construcción, hacia los volúmenes estructurados arquitectónicamente, quizá recuperando en cierto modo las premisas de su etapa más decididamente cubista. En otras creaciones de este momento, el manchego combina la tendencia constructiva con ciertos elementos más propios de sus creaciones surrealistas, y en 1935 lleva a cabo cierto tipo de obras muy próximas conceptualmente a la producción realizada por Torres García en torno a 1932-33. Al margen de los óleos, merece también atención la producción dibujística de Palencia, tan importante en el contexto de su obra como los propios lienzos. El artista concede a sus realizaciones sobre soporte de papel un carácter de independencia casi total con respecto a sus cuadros, hasta tal punto que a veces entran incluso en confrontación con éstos. No obstante, constituyen al tiempo, y aunque pueda parecer paradójico, el perfecto complemento de esos lienzos, anticipándose a ellos en algunas ocasiones y, en otras, explicando a posteriori su significado. Así, en 1920 la influencia de la corriente europea del «retorno al orden» inspira composiciones sobre papel de una muy cuidada factura, tal como ocurre, por 22 Una década más tarde, ejemplo, en Bodegón (ca. 1921; cat. nº 22). hacia 1930 y aproximadamente hasta 1932, irrumpirá con fuerza en la producción del artista -y por ende, también en sus dibujos- lo que ha sido calificado como tendencia a la abstracción y que, según parece, podría tratarse más bien de una simplificación extrema, de una esquematización llevada al límite, pero en la que la figura, el contacto con lo real, no llega a desaparecer por completo. 28 Durante el bienio 1933-34, cuando tiene lugar la etapa más rotundamente surrealista de Palencia, éste lleva a cabo ahora una extensa e interesante serie de dibujos, en su mayoría de gran formato y realizados a tinta negra y pluma, en los que el autor toma como punto de partida el mundo agrario (horcas, bieldos...), que transmuta en un misterioso y onírico universo de seres metamorfoseados, de acuerdo con las más habituales visiones surrealistas. Especialmente ilustrativas en este sentido cats. nºs 38, 39 y 40). 40 Casi simultáneason sus tauromaquias de 1933 (cats. mente a estos dibujos surrealistas, tal como ocurriera en las obras sobre lienzo e incluso de manera más evidente que en éstas, aparece la huella picassiana y, en especial, el trasunto de los primeros bocetos preparatorios de la Crucifixión pintada por el malagueño en 1932. 19. DIEGO, Gerardo: Benjamín Palencia. Dibujos 1920 a 1967. Madrid, Galería Theo, 1967 (s/ págs.)[cat. exp.] En el repertorio de obra sobre papel que Palencia lleva a cabo durante las décadas de 1920 y 1930 tampoco faltan los fotomontajes y, sobre todo, 28 imbuidos de un mironiano sentido los collages (1930; cats. nºs 27 y 28), del humor y siempre cercanos a la experimentación y a la metodología surrealistas. Finalmente, al acercarse el trienio de la guerra civil, el manchego se deja contagiar en sus dibujos por el ambiente de exaltación realista característico de las jornadas prebélicas, alternando en este mocat. nº 43 mento las composiciones «a la divina proporción» (cat. 43) -ejecutadas, como aseguraba Gerardo Diego, «como un toscano del siglo XV prepara con el compás los círculos y polígonos que le van a asegurar equilibrio e inspiración.»19- con las escenas de campesinos castellanos, de ejecat. cución minuciosa, evocadoras en cierto modo de la factura de Durero (cat. nº 44 44). Pero, ya sea como seguidor del realismo o de la abstracción, como cultivador del surrealismo o del cubismo, tanto en óleos como en dibujos, Benjamín Palencia sigue mostrándose en nuestros días como un indiscutible, consciente y voluntario defensor de la modernidad. 29 31 1 (...) Al participar en la exposición de Artistas Ibéricos, conocí a varios pintores. Casi todos se fueron después a París, menos Benjamín Palencia. Palencia y yo quedamos en Madrid con el deliberado propósito de poner en pie el nuevo arte nacional, que compitiera con el de París. Durante un período bastante largo, a partir de 1927, más o menos, Palencia y yo nos citábamos casi a diario en la Puerta de Atocha, hacia las tres y media de la tarde, fuera cual fuese el tiempo. Recorríamos a pie diferentes itinerarios: uno de ellos era por la vía del tren, hasta las cercanías de Villaverde Bajo; y sin cruzar el río Manzanares, torcíamos hacia el Cerro Negro y nos dirigíamos hacia Vallecas. Terminábamos en el cerro llamado de Almodóvar, al que bautizamos con el nombre de «Cerro Testigo», porque de ahí había de partir la nueva visión del arte español. Una vez en lo alto del cerro -cerro de tierras arrastradas por las lluvias, donde sólo quedaba algún olivo carcomido, con escasas ramas- abarcábamos un círculo completo, panorama de la tierra imagen de su redondez. Aprovechamos un mojón que allí había, para fijar sobre él nuestra profesión de fe plástica: en una de sus caras escribí mis principios; en otra, puso Palencia los suyos; dedicamos la tercera a Picasso. Y en la cuarta pusimos los nombres de varios valores plásticos e ideológicos, los que entonces considerábamos más representativos; en esa cara aparecían los nombres de Eisenstein, El Greco, Zurbarán, Cervantes, Velázquez y otros. 1. En SÁNCHEZ, Alberto: Palabras de un escultor. Valencia, Fernando Torres Editor, 1975 (págs. 46-53) Y como Don Quijote, cuando desde lo alto de un cerro describía los ejércitos que se le venían encima, porque esa era la ley del armado caballero andante, nosotros también, considerándonos caballeros andantes de las artes plásticas, describíamos nuevas formas del dibujo y del color. Llegamos a la conclusión de que para nosotros no existía el color sino las calidades de la materia. Desde allí mismo comprobamos cómo los colores de los carteles que a lo largo de una carretera anunciaban automóviles; hoteles, etcétera, eran repelidos por el paisaje, como si fueran insultos a la Naturaleza. Nos proponíamos extirpar los colores artificiales, 32 agrios, de los pintores de los carteles. Queríamos llegar a la sobriedad y la sencillez que nos transmitían las tierras de Castilla. Era, en el fondo, un movimiento equiparable a lo que en tiempos fueron los impresionistas. Metíamos la cabeza entre las piernas y veíamos cómo se transformaba toda la visión del paisaje; descubríamos por este procedimiento la rutina de los ojos, porque la postura nos cambiaba toda la visión. Nos parecía que lo que contemplábamos desde lo alto del cerro no había sido todavía realizado por ningún pintor, ya fuera El Greco, Velázquez, Zurbarán o Picasso. De todo esto surgió la idea de lanzar una nueva escuela, la Escuela de Vallecas. Tomamos la cosa con verdadero fanatismo. Nos dimos a coleccionar piedras, palos, arenas y todo objeto que tuviera cualidades plásticas. Hasta el extremo de que una vez encontramos en un barbecho de Vallecas un zapato viejo de mujer y sobre el hallazgo comparamos los dos mundos: el de campo abierto y el del interior de Madrid. Esto nos hizo lanzar el grito de «¡Viva los campos libres de España!». Palencia pintó en esa época cuadros interesantes como el titulado, «Tiro de escopeta», basado en unas perdices y en el tiro del cazador. Trató en ese cuadro de extirpar el color y de dar las calidades a la tierra. Palencia hizo una exposición en el Museo de Arte Moderno. Un día pasaron a verla Fernando de los Ríos, entonces ministro de Instrucción Pública, José Bergamín, y don Miguel de Unamuno. Me dijo Bergamín que acompañara a Unamuno mientras él y Palencia acompañaban al ministro. Unamuno no se detenía ante ningún cuadro, cosa que a mí me indignó. Yo esperaba a que se parase, para emprender la polémica. Paró ante el cuadro «Tiro de escopeta»; y, aprovechando la ocasión le pregunté: ¿Qué le parece eso, don Miguel? Él empezó a menear la cabeza de un lado a otro, y, levantando las manos, dijo que no comprendía. Entonces añadí: «Habrá usted visto que en este cuadro ha sido extirpado el color por completo. Y eso ocurre por primera vez en España. Este Museo de Arte Moderno que acaban de inaugurar no contiene más que obras de 33 teatro». Unamuno, muy tranquilamente, me pidió un lápiz, yo no lo tenía; estuvo rebuscando en sus bolsillos hasta que encontró un cacho. Y después de preguntarme si había estado en Alba de Tormes, a lo que repuse que no, dijo: «allí había un canónigo amigo mío, que le dio por dibujar una letra nueva; el resultado fue un arabesco incomprensible, como este.» A lo cual repliqué: «He observado el esfuerzo que usted ha hecho para dibujar ese arabesco. De él sé sacar el ritmo, y usted no.» Se echo a reír, y respondió: «Bueno, hombre. Pues en la noche con la luna, no hay colores.» Y yo le dije: «Se equivoca usted, don Miguel. Precisamente con la luna es cuando hay colores; sólo que el hombre no ha dado con ellos todavía. No encuentra la forma de hacerlos, pero eso no quiere decir que no los haya.» Unamuno tomó a broma todos mis argumentos. Ahora al cabo de los años, me doy cuenta de que entonces mi actitud era camorrista. Pero indudablemente muchos artistas plásticos se esfuerzan por descifrar misterios; unos lo consiguen a medias, y a otros se les estima por su intento. Puestos ya en la huella de Vallecas, Palencia y yo extendimos el campo de acción. Lo ensanchamos a Toledo, a lugares y rincones de los campos y los cerros toledanos, que yo conocía muy bien porque de pequeño repartí pan con un caballo, por cigarrales y ventas. Allí, cuando la lluvia difuminaba Toledo, pudimos ver clarísimo en la atmósfera el amarillo limón que empleaba El Greco. También comprobamos cómo en el arroyo de la Degollada, había unas piedras labradas por el tiempo y cortadas por los rayos como por afilados cuchillos, en sus caras, el liquen formaba cuadros como de El Greco. Vimos también, cómo, después de la lluvia, las piedras y los montes se volvían de cerámicas, igual que el San Mauricio de El Escorial. Que cuando los hombres se bañaban en el río desde las cinco y media de la tarde en adelante, sus cuerpos resultaban verdes, amarillos vegetales, azules; lo que puede muy bien comprobarse en los 34 semidesnudos de El Greco de ese mismo cuadro. Nos producían gran entusiasmo el comprobar ante los hechos naturales que El Greco había recogido todo esto, y que nosotros varios siglos más jóvenes que él, veíamos que se podía hacer más todavía. Así, por ejemplo, encontrándonos un día en el arroyo de la Degollada, uno de los sitios más poéticos que yo recuerdo, se puso a llover torrencialmente. Nos refugiamos bajo una piedra enorme que tenía un saliente como una visera; allí presenciamos los efectos de la lluvia sobre el arroyo. Fue aflojando aquel diluvio hasta quedar en una cortina diáfana de lluvia menuda, aureolada por los rayos del sol; en ese momento pasó corriendo una liebre, lo que nos produjo tal entusiasmo que empezamos a dar saltos. Y exclamamos: ¡Eso debe ser el arte! ¡Vamos a hacer eso que acabamos de ver! De ese momento me surgió la idea de la escultura «Tres formas femeninas para arroyos de juncos», de la cual parece ser que sólo quedan las fotografías. También Palencia hizo unos cuadros sobre este momento. Al campo de acción del cerro de Vallecas acudía, a veces, Palencia con Rafael Alberti, Caneja, Maruja Mallo y otros. Conmigo llegaba de vez en cuando un grupo de estudiantes de Arquitectura (Segarra, Moreno, Vivanco, Ribaud). Sobre todo el terreno se iniciaban conversaciones acerca de la plástica de lo que veíamos. Yendo por el Jarama, hacia Vallecas, ya muy entrada la noche, pasó taladrando el espacio un pájaro que no me di cuenta qué era. Otra noche, a la misma hora, volví a ver el pájaro. Éste me sugirió la escultura que lleva por título «Volumen que vuela en el silencio de la noche y que nunca pude ver». A Vallecas íbamos en todo tiempo, ya fuera invierno o verano, de noche o de día. Una noche, hacia las doce, me encontraba allí con Palencia y Gil Bel; estábamos contemplando los efectos de la luz lunar en el círculo perfecto de lo que había sido una mina de yeso, de gredas que de día 35 eran de color verde y blanco de hueso, y que la lluvia extendía sobre ese círculo. Al verlo de noche nos quedamos asombrados por la fosforecencia de los colores, por las coloraciones eléctricas matizadas. Cuando estábamos observando con entusiasmo este fenómeno plástico, cruzó por el medio una figura de mujer, que desapareció rápidamente. De esto hice una escultura titulada «Dama proyectada por la luna en un campo de greda». Otro día iba yo solo, por los montes de Valdemoro, montes cuajados de tomillo y de grandes trozos de cuarzo que brillaban como espejos. Con el calor sofocante de agosto, era un monte que se cristalizaba. Eso me sugirió la escultura llamada «Macho y hembra, entrelazados con espartos y tomillos, bramando como el toro al sol de mediodía, en verano». Una vez, cuando me encontraba en el Cerro Testigo, se produjo una explosión en el llano que mira hacia Chinchón. Vi volar unas piedras. Descendí al cerro en busca del punto de la explosión y encontré un trozo de piedra muy hermosa, que tenía como aguas estancadas; me los fui llevando a casa poco a poco. Un geólogo alemán me explicó el origen de esas piedras, elaboradas por miles de años de un terreno pantanoso. Siguiendo ese mismo camino de realizar mis obras sobre cosas vistas, me decidí a hacer una escultura con todas las piedras que me había llevado. Tenía por título «Pájaro de mi invención, hecho con las piedras que vuelan en la explosión de un barreno». Yendo a Vallecas un domingo por la tarde, vi una nube perfectamente torneada y que tenía por basamento todo el Cerro Testigo. De allí surgió la escultura llamada «Escultura del horizonte. Signo del viento». Una vez que iba a cobrar la pensión de la Diputación de Toledo me dio por andar por los pueblos que había recorrido con mi padre cuando era muchacho. Vi en una hornacina de una ermita una escultura pequeña que había sido destrozada a pedradas y que una mano generosa blanqueó de arriba abajo. De allí saqué la «Escultura rural toledana». 36 En aquel tiempo no sólo hice esculturas sino también dibujos, como el titulado «Campos movidos en terremoto por la mano del hombre». Mi campo de observación se extendía entonces hasta Alcalá de Henares, Guadalajara, Valdemoro, y escapadas a los campos de Toledo. Recogía materiales inagotables para la plástica. Una visión que me ha quedado grabada toda la vida es la siguiente: una vaguada con laderas de monte como pieles de lagarto; fui buscando una sombra porque hacía un calor sofocante. A lo lejos vi como una bandada de pájaros grandes que estaban parados. El lugar donde yo me encontraba conservaba todavía la humedad del rocío; allí había hierbecitas que sabían a menta. Mientras miraba la bandada de pájaros vi con emoción que se ponían en pie, derechos. Resultó que eran quince o dieciséis mujeres que se echaron las faldas a la cabeza para protegerse del sol, y comenzaron a andar con ritmo de aves, en dirección contraria a la mía. En aquella ocasión yo tenía los ojos muy abiertos para las formas esculturales. Esa impresión ha perdurado en mí hasta ahora; prueba de ello son mis ¿....? En realidad, todo esto de la Escuela de Vallecas para mí tiene su origen en la ciudad de Toledo, al contrastar la vida fantasmal y de miedo de todos los chicos toledanos de sensibilidad despierta, en los que la ciudad nos producía desagrado y malestar. En cambio, el campo toledano, que conocía bastante bien, provocaba en mí una alegría sana y a veces hasta el éxtasis, al presenciar los espectáculos de la Naturaleza. En contraste con el mundo desgarrado de la ciudad, reflejado luego por mí en las estampas madrileñas sobre temas de los barrios bajos, los campos abiertos de Vallecas me llenaban de felicidad. Yo deseaba que todos los hombres de la tierra disfrutaran esta emoción que me causaba el campo abierto. Por eso siempre he considerado este arte un arte revolucionario, que busca la vida. 37 41 (Cat. nº 1) El encuadernador, 1919 Óleo sobre tabla, 100 x 70 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «B. Palencia / 19» Museo de Albacete 42 (Cat. nº 2) El grabador, 1919 Óleo sobre tabla, 105 x 73,5 cm. Firmado y rubricado en la zona inferior izquierda: «B. Palencia» Colección particular [Expuesto sólo en Madrid] 43 (Cat. nº 3) Autorretrato, 1920 Óleo sobre lienzo, 64 x 53,5 cm. Inscripción, firma, rúbrica y fecha en el ángulo superior izquierdo: «Autorretrato / Benjamín Palencia / 1920» Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid 44 (Cat. nº 4) Bodegón cubista, 1923 Óleo sobre lienzo, 53 x 72 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo superior izquierdo: «Benjamín Palencia / -23-» Colección Juan Abelló 45 (Cat. nº 5) Bodegón cubista, 1925 Óleo sobre cartón, 60 x 60 cm. Firmado y rubricado en el ángulo superior izquierdo: «Palencia 25» Museo de Albacete 46 (Cat. nº 6) Altea, 1926 Óleo sobre lienzo, 60 x 55 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «B. Palencia / 1926» Museo de Albacete 47 (Cat. nº 7) Altea, 1927 Óleo sobre lienzo, 76 x 72 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «B. Palencia / 1927» Museo de Albacete 48 (Cat. nº 8) Bodega de pescados, 1927 Óleo sobre tabla, 51,8 x 51,8 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo superior derecho: «Benjamín Palencia /-1927-» Colección de Arte Caja Cantabria 49 (Cat. nº 9) Calle de pescadores, 1927 Óleo sobre tabla, 60 x 60 cm. Firmado y rubricado en el ángulo inferior izquierdo: «B. Palencia» Museo de Albacete 50 (Cat. nº 10) Bodegón, 1928 Óleo sobre lienzo, 46 x 61 cm. Firmado y fechado en la zona inferior derecha: «B. Palencia 1928» Colección Ignacio de Lassaletta 51 (Cat. nº 11) Bodegón cubista, 1928 Óleo sobre lienzo, 61 x 51 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo superior izquierdo: «Benjamín Palencia / -1928-» Colección Rod de Lassaletta 52 (Cat. (Cat.nºnº1212) a) Villar del Pedroso, 1930 Villar del Óleo sobre lienzo (Anverso), 92 x 73 cm. Pedroso, 1930Firmado, rubricado y fechado en el ángulo superior izquierdo: «B. Palencia / -30-» Museo de Albacete Óleo sobre lienzo (Anverso), 92 x 73 cm. Firmado, 53 (Cat. (Cat.nºnº1212) b) Figuras, 1934 Figuras, 1934 Óleo sobre lienzo (Reverso), 92 x 73 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo superior izquierdo: «Palencia / 34» Óleo sobre Museo de Albacete lienzo (Reverso), 92 x 73 cm. Firmado, rubricado y 54 (Cat. nº 13) Sin título, 1930 Óleo sobre lienzo, 45 x 54 cm. Firmado, rubricado y fechado en la zona inferior izquierda: «B. Palencia / 1930» Colección particular, Madrid 55 (Cat. nº 14) Perdices en hormigueros, 1931 Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo superior izquierdo: «Palencia / 31» Colección Ignacio de Lassaletta 56 (Cat. nº 15) Montes de Alcalá, 1931[1] Óleo sobre lienzo, 86 x 65 cm. Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Palencia / 31» Colección Ignacio de Lassaletta 1. También titulado Paisaje 57 (Cat. nº 16) Piedras y peces, 1931[1] Técnica mixta (óleo y arenas) sobre lienzo, 54 x 73 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Palencia / 31» Colección Ignacio de Lassaletta 1. También titulado Bodegón de las truchas 58 (Cat. nº 17) Pájaros sobre fondo de arena, 1932 Técnica mixta (óleo y arenas) sobre lienzo, 92,5 x 65,5 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Palencia / 32» Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid 59 (Cat. nº 18) Bodegón del mochuelo, 1932 Óleo sobre lienzo, 65 x 90 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo superior izquierdo: «Palencia / 32» Colección Ignacio de Lassaletta 60 (Cat. nº 19) Retrato del escultor Alberto, 1932 Técnica mixta (óleo, arenas y collage) sobre lienzo, 92 x 65 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior izquierdo: «Palencia / 32» Museo de Albacete 61 (Cat. nº 20) Fósiles, 1934[1] Técnica mixta (óleo y collage) sobre lienzo, 62 x 90 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Palencia / 34» Colección Ignacio de Lassaletta 1. También titulado Paisaje 62 (Cat. nº 21) Forma abstracta, ca. 1934 Óleo sobre lienzo, 37 x 28 cm. Firmado y rubricado en el ángulo inferior derecho: «B. Palencia» Colección particular, Madrid 63 65 (Cat. nº 22) Bodegón, ca. 1921 Acuarela sobre papel, 73 x 61 cm. Museo de Albacete 66 (Cat. nº 23) Figurines para «La pájara pinta» de Rafael Alberti, 1926 Tinta sobre papel, 28 x 22 cm. Inscripción y firma, con iniciales, en la zona central inferior: «Figurines para / La pájara pinta / de R A» Colección particular 67 (Cat. nº 24) Paisaje de Vallecas, 1928 Tinta sobre papel, 30 x 24 cm. Inscripción, firma, rubrica y fecha en la zona inferior derecha: «Paisaje de Vallecas / B Palencia / 28» Colección particular 68 (Cat. nº 25) Dibujo para Neruda IV, 1929 Técnica mixta sobre papel, 30,5 x 24 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Benjamín Palencia / 29» Colección Ignacio de Lassaletta 69 (Cat. nº 26) Sin título, 1930 Técnica mixta (tinta y acuarela) sobre papel, 28 x 22 cm. Firmado y fechado en la zona inferior derecha: «B. Palencia / 30» Colección particular, Barcelona 70 (Cat. nº 27) Sin título, 1930 Técnica mixta (tinta y collage) sobre papel, 30 x 24 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo superior izquierdo: «Benjamín Palencia / 1-30» Colección Ignacio de Lassaletta 71 (Cat. nº 28) Sin título, 1930 Técnica mixta (tinta y collage) sobre papel, 30 x 24 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Benjamín Palencia / 30» Colección Ignacio de Lassaletta 72 (Cat. nº 29) Personajes de teatro para los títeres de cachiporra de Federico García Lorca, ca. 1930 Tinta sobre papel, 28 x 22 cm. Inscripción en la zona inferior: «Personajes de Teatro Para los Títeres de Cachiporra / de Federico.» Colección particular 73 (Cat. nº 30) El oído, 1931 Aguada de tinta sobre papel, 37,5 x 26,5 cm. Inscripción, firma y rúbrica en el ángulo inferior derecho: «Sentido./ Oir./ Palencia» Colección Ignacio de Lassaletta 74 (Cat. nº 31) El tacto, 1931 Aguada de tinta y ceras sobre papel, 37 x 27 cm. Inscripción y firma en el ángulo inferior derecho: «Sentido. / Tocar. / Palencia» Colección Ignacio de Lassaletta 75 (Cat. nº 32) Paisaje con cabra y aperos, 1932[1] Tinta china sobre papel, 33 x 33 cm. Firmado y rubricado en el ángulo inferior derecho: «B. Palencia» Museo de Albacete 1. También titulado Monumento al campo 76 (Cat. nº 33) Sin título (Postcripto de Signos rítmicos, de 1931), 1932 Técnica mixta (tinta y gouache) sobre papel, 30 x 24 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo superior izquierdo: «Palencia / 32-» Colección particular, Barcelona 77 (Cat. nº 34) El Albedrío (La vida es sueño / La Barraca), 1932 Técnica mixta (lápiz, tinta china y gouache) sobre papel, 47,5 x 32,5 cm. Inscripción, firma, rúbrica y fecha en el ángulo inferior derecho: «LA VIDA ES SUEÑO / PERSONAJE «EL ALBEDRÍO» / Palencia 32» Colección Ignacio de Lassaletta 78 (Cat. nº 35) El Amor (La vida es sueño / La Barraca), 1932 Técnica mixta (tinta, acuarela, gouache y ceras) sobre papel, 44 x 30 cm. Inscripción, firma, fecha y rúbrica en el ángulo superior izquierdo: «LA VIDA ES SUEÑO / PERSONAGE «EL AMOR» / Palencia 32» Colección Ignacio de Lassaletta 79 (Cat. nº 36) Figuras, 1933 Tinta china sobre papel, 51 x 63 cm. Museo de Albacete 80 (Cat. nº 37) Fósiles, 1933 Tinta china sobre papel, 57 x 79 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Palencia / 33» Museo de Albacete 81 (Cat. nº 38) Tauromaquia, 1933 Tinta china sobre papel, 57 x 78 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Palencia / 33» Museo de Albacete 82 (Cat. nº 39) Tauromaquia, 1933[1] Tinta china sobre papel, 58 x 78 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Palencia / 33» Museo de Albacete 1. También titulado Visión surrealista, Tres figuras y Figuras 83 (Cat. nº 40) Monumento al campo, 1933[1] Tinta china sobre papel, 48 x 66 cm. Museo de Albacete 1. También titulado Tauromaquia 84 (Cat. nº 41) Tres figuras, 1933[1] Tinta china sobre papel, 50 x 64 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «B. Palencia / 33» Museo de Albacete 1. También titulado Figuras 85 (Cat. nº 42) Cuatro figuras, 1934 Tinta china sobre papel, 51 x 73 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Palencia / 34» Museo de Albacete 86 (Cat. nº 43) Paisaje a la Divina Proporción, 1935 Tinta china sobre papel, 36 x 58 cm. Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo: «B. Palencia 35» Colección particular, Madrid 87 (Cat. nº 44) Tres campesinos castellanos, 1936 Técnica mixta (tinta china y lápiz) sobre papel, 50 x 45 cm. Firmado, rubricado y fechado en la zona inferior izquierda: «Benjamín Palencia / 36» Colección Ignacio Lassaletta 88 (Cat. nº 45) Los desastres de la guerra, 1936[1] Tinta china sobre papel, 47 x 31 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Palencia / 36» Museo de Albacete 1. También titulado La muerte colgada Alberto Sánchez Juan Manuel Díaz Caneja Luis Castellanos Enrique Climent Pancho Lasso Nicolás de Lekuona Maruja Mallo Francisco Mateos José Moreno Villa Antonio Rodríguez Luna 90 (Cat. nº 46) Signo de mujer rural, en un camino, lloviendo, 1925 Yeso policromado, 69,3 x 20 x 10 cm. Colec.ció MACBA, Fundació MACBA. Donación Fundació Bertrán 91 (Cat. nº 47) Maternidad, 1930 Bronce fundido, 82 x 22 x 10 cm. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid 92 (Cat. nº 48) Dos figuras animales, 1927 Tinta china y acuarela sobre papel, 32 x 47,5 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Alberto 1927» Biblioteca Nacional, Madrid 93 (Cat. nº 49) Proyecto de monumento escultórico, ca. 1929-31 Tinta y acuarela sobre papel, 47,7 x 31,8 cm. Firmado en el ángulo inferior izquierdo: «Alberto» Biblioteca Nacional, Madrid 94 (Cat. nº 50) Formas en el desierto, 1934-37 Acuarela y aguada con lápiz de color sobre papel, 46 x 61,5 cm. Firma, rúbrica e inscripción en el ángulo inferior derecho: «Alberto / Escorial» Biblioteca Nacional, Madrid 95 (Cat. nº 51) Boceto de decorado para «Numancia», de Cervantes, 1936 Acuarela sobre papel, 54,5 x 73,5 cm. Firma, rúbrica e inscripción en el ángulo inferior derecho: «Alberto / 36 / Valencia» Colección Grupo Santander [Expuesto sólo en Madrid] 96 (Cat. nº 52) Composición, 1927 Óleo sobre lienzo, 69 x 60 cm. Firmado y rubricado en el ángulo inferior izquierdo: «CANEJA» Fundación Díaz Caneja, Palencia 97 (Cat. nº 53) Composición, ca. 1930 Óleo sobre lienzo, 92 x 73 cm. Firmado y rubricado en el ángulo inferior derecho «CANEJA» Fundación Díaz Caneja, Palencia 98 (Cat. nº 54) Retrato del escultor Eduardo Díaz Yepes, 1932 Óleo sobre lienzo, 49,5 x 40 cm. Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo: «L. CASTELLANOS / 0-932» Galería Guillermo de Osma, Madrid 99 (Cat. nº 55) Los atletas, ca. 1940 Óleo sobre tabla, 77 x 77 cm Colección particular 100 (Cat. nº 56) Figura con casa al fondo, 1929 Óleo sobre lienzo, 79 x 100 cm. Firmado en el ángulo inferior derecho: «Climent» Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid 101 (Cat. nº 57) San Francisco. Paisaje urbano, ca. 1929 Óleo sobre lienzo, 100 x 74,5 cm. Firmado en el ángulo inferior derecho: «Climent» Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid 102 (Cat. nº 58) Pájaro, ca. 1931-32 Madera, 74 x 16 x 17 cm. Museo Internacional de Arte Contemporáneo, Cabildo de Lanzarote 103 (Cat. nº 59) El hombre y su luna, ca. 1931-34 Madera, 70 x 14 x 26 cm. Museo Internacional de Arte Contemporáneo, Cabildo de Lanzarote 104 (Cat. nº 60) Sin título [Paisaje de campos labrados con monte verde al fondo], 1935 Óleo y tierras sobre cartón, 75 x 104,7 cm. Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Lecuona / 35» Familia Lekuona-Palomino 105 (Cat. nº 61) Sin título [Forma roja], ca. 1936 Óleo sobre lienzo, 78 x 107 cm. Pedro-María Lecuona 106 (Cat. nº 62) Basuras, 1930 Óleo sobre cartón, 43 x 55 cm. Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo: «M. MALLO 1930» Colección Manuel Jove 107 (Cat. nº 63) Figura, 1932 Óleo sobre cartón, 46 x 58 cm. Firmado y fechado en el ángulo superior derecho: «M. MALLO / -4-1932» Colección Arte Contemporáneo - Museo Patio Herreriano, Valladolid 108 (Cat. nº 64) Campesinas, 1929 Óleo y arena sobre cartón pegado a lienzo, 55 x 45,5 cm. Firmado y fechado en el ángulo superior izquierdo: «F. MATEOS / 29» Galería Guillermo de Osma, Madrid 109 (Cat. nº 65) Color de Murcia, 1932 Óleo sobre cartón, 96,5 x 60 cm. Firmado en el ángulo inferior izquierdo: «F. MATEOS» Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid 110 (Cat. nº 66) Piedras ambulantes, 1930 Óleo sobre lienzo, 80 x 100 cm. Firmado en el ángulo inferior derecho: «Moreno Villa» Museo de Málaga 111 (Cat. nº 67) Sin título (Paisaje lírico. Figura geológica y símbolos), 1931 Óleo sobre lienzo, 70 x 90 cm. Firmado en el ángulo inferior derecho: «Moreno Villa» Museo de Málaga 112 (Cat. nº 68) Pájaros en el melonar, 1932 Óleo sobre lienzo, 92 x 71 cm. Firmado, rubricado y fechado en el ángulo inferior izquierdo: «Luna / 32» Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid 113 (Cat. nº 69) El nido, 1933 Óleo sobre lienzo, 76 x 57 cm. Firmado en el ángulo inferior izquierdo: «Luna / 33» Diputación Provincial, Córdoba 114 (Cat. nº 70) Dos personajes, 1934 Óleo sobre lienzo, 100 x 80 cm. Firmado y rubricado en el ángulo inferior derecho: «Luna» Colección Fundación Eugenio Granell, Santiago de Compostela 127 128 Nace en Toledo, en 1895. Muere en Moscú, en 1962. De formación autodidacta, en 1919 conoce a Rafael Barradas, que le pone en contacto con los círculos de vanguardia madrileños, al tiempo que comienza a dibujar y realizar esculturas de temas populares. En 1927, junto a Benjamín Palencia, funda la llamada Escuela de Vallecas. En 1938 viaja a Moscú, donde permanecerá hasta su muerte. Después de realizar hacia 1926 un conjunto de obras directamente inspiradas en la observación de la naturaleza, tiene lugar su etapa de madurez, que abarca hasta 1937, y en la que cultiva un estilo de inspiración surrealista y formas cercanas a la abstracción. Participa en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937. A partir de 1955, tras un largo período de dedicación exclusiva a la docencia y la escenografía, retoma su actividad como escultor, introduciendo en sus creaciones una serie de nuevos materiales como la chapa de hierro y la pasta de madera, aunque sin llegar a abandonar en ningún momento su característico estilo de los años veinte y treinta. 129 Selección bibliogr áfica bibliográfica - AGUILERA CERNI, Vicente: Alberto Sánchez. Palabras de un escultor. Valencia, Fernando Torres, 1975 - BRIHUEGA, Jaime: Alberto Sánchez 1895-1962. Dibujos. Bilbao, Museo de Bellas Artes, 1997 [cat. exp.] - BRIHUEGA, Jaime y LOMBA, Concha: Alberto 1895-1962. Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía / Aldeasa, 2001 [cat. exp.] - BRIHUEGA, Jaime, SÁNCHEZ, Alcaén y MARTÍN LLOPIS, Paloma: Memoria rusa de España. Alberto y El Quijote de Kózintsev. Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2005 [cat. exp.] - BRU DE SALA, Xavier, TUSELL, Javier y PERÁN, Martín: Barcelona-Madrid 1898-1998. Sintonías y distancias. Barcelona, Centre de Cultura Contemporània / Madrid, Círculo de Bellas Artes, 1997 [cat. exp.] - CALVO SERRALLER, Francisco: Escuela de Vallecas: 1927-1936, 19391942. Alberto, Benjamín Palencia, Maruja Mallo... Madrid, Junta Municipal de Vallecas, Centro Cultural Alberto Sánchez , 1984 [cat. exp.] - DÍAZ, Xosé: O Escultor Alberto. La Coruña, Ediciós do Castro / Museo Carlos Maside, 1975 - LACASA, Luis, SÁNCHEZ SANCHA, Alcaén y COLOMA MARTÍN, Isidoro: Alberto. Esculturas, óleos, dibujos, bocetos y fotografías. Málaga, Museo de Bellas Artes / Universidad de Málaga, 1981 [cat. exp.] - LOSADA GÓMEZ, María Jesús: Alberto Sánchez en su época. Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1985 - MARTIN, Peter: Alberto. Budapest, Editorial Corvina, 1964 130 Nace en Palencia, en 1905. Fallece en Madrid, en 1988. En 1923 se instala en Madrid para realizar estudios de arquitectura, asistiendo a clases de dibujo en el taller de Daniel Vázquez Díaz. También en Madrid, conoce al escultor Alberto Sánchez, pasando a formar parte de la Escuela de Vallecas, junto con Benjamín Palencia, Maruja Mallo o el propio Alberto, entre otros. En 1929 reside en París, donde tiene ocasión de descubrir los movimientos de vanguardia, especialmente el cubismo de Picasso, Braque y Juan Gris. De vuelta a España se afilia a la CNT, apartándose temporalmente de la pintura debido a su actividad política. A consecuencia de su militancia republicana, es encarcelado entre 1948 y 1951, periodo en el que retoma la praxis pictórica. Durante el final de los años veinte y los primeros treinta su obra se decanta hacia los supuestos cubistas, estética que subyacerá en toda su producción futura. Después de la guerra civil, cultivará sobre todo dos temas, el bodegón y el paisaje castellano, ejecutados por medio de una gama cromática tenue y delicada. 131 Selección bibliogr áfica bibliográfica - AMESTOY, Santos y AGUIRRE, Eduardo: Díaz Caneja - Vela Zanetti. Madrid, Fundación Díaz Caneja / Fundación Vela Zanetti, 1998 [cat. exp.] - ANDRÉS RUIZ, Enrique: Juan Manuel Díaz-Caneja. Centenario del nacimiento (1905-1988). Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2005 [cat. exp.] - BONET, Juan Manuel, ANDRÉS RUIZ, Enrique y VILLÁN, Enrique. El legado de Juan Manuel Díaz-Caneja. Segovia, Fundación Don Juan de Borbón, 1998 [cat. exp.] - BRIHUEGA, Jaime y VILLÁN, Javier: Legado Juan Manuel Díaz-Caneja en el IVAM. Valencia, IVAM Centre Julio González, 1997 [cat. exp.] - CALVO SERRALLER, Francisco: Escuela de Vallecas: 1927-1936, 19391942. Alberto, Benjamín Palencia, Maruja Mallo... Madrid, Junta Municipal de Vallecas, Centro Cultural Alberto Sánchez, 1984 [cat. exp.] - CALVO SERRALLER, Francisco y ALARCÓ, Paloma: Juan Manuel Caneja. Segovia, Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, 2003 - DIEGO, Gerardo: Caneja. Santander, Sur Galería de Arte, [s/f] [cat. exp.] - FERNÁNDEZ, Isabel, VILLÁN, Javier, SANTOS AMESTOY, Dámaso y BONET, Juan Manuel: J. M. Caneja. Madrid, Ayuntamiento de Madrid, Concejalía de Cultura, 1994 [cat. exp.] - HERRERA PETERE, José, BENET, Juan, DIEGO, Gerardo, OTERO, Blas de, PALENCIA, Benjamín y CALVO SERRALLER, Francisco: Juan Manuel Caneja. Exposición Antológica. Madrid, 1984-85. Madrid, Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes, 1984 [cat. exp.] - VILLÁN, Javier: Caneja. Una mirada del siglo XX. Tres Cantos (Madrid), Akal, D.L. 2001 132 Nace en Madrid en 1915, ciudad en la que muere en 1946. Tras realizar estudios en la madrileña Escuela Municipal de Artes industriales, dirigida por el crítico de arte Francisco Alcántara, entra en contacto con los círculos de vanguardia en los años previos a la guerra civil. Después de interesarse en un primer momento por el surrealismo, participa en el Grupo de Arte Constructivo, creado en 1933 por el uruguayo Joaquín Torres García. Finalizada la guerra, conecta con los artistas de la denominada Segunda Escuela de Vallecas, y es incluido junto con algunos de ellos, como Álvaro Delgado o Rafael Zabaleta, en varias muestras, como la celebrada en 1945 en la madrileña librería Clan. Interesado por la teoría del número dorado o cifra áurea, Castellanos dedica sus esfuerzos a traducir el libro de Luca Paccioli De divina proportione. Como consecuencia del intento de aplicación de esa fórmula, las estructuras compositivas de sus obras prestan especial atención a la perspectiva y a las normas constructivas. Sus temas son tratados siempre con un minucioso realismo. 133 Selección bibliogr áfica bibliográfica - BRIHUEGA, Jaime y LLORENTE, Ángel: Tránsitos: artistas españoles antes y después de la guerra civil. Madrid, Fundación Caja Madrid, 1999 [cat. exp.] - CALVO SERRALLER, Francisco: Escuela de Vallecas: 1927-1936, 19391942. Alberto, Benjamín Palencia, Maruja Mallo... Madrid, Junta Municipal de Vallecas, Centro Cultural Alberto Sánchez, 1984 [cat. exp.] - CALVO SERRALLER, Francisco y GONZÁLEZ GARCÍA, Ángel: Surrealismo en España. Madrid, Galería Multitud, D.L., 1975 [cat. exp.] - CASTELLANOS, Luis: Luis Castellanos. Madrid-Barcelona, Alejo Climent, 1946 - CHÁVARRI, Raúl: Mito y realidad de la Escuela de Vallecas. Madrid, Ibérico Europea de Ediciones, 1975 - ESPAÑA, Ramón de, GARCÍA, Isabel y BONET CORREA, Antonio: Ismos. Arte de vanguardia (1910-1936) en España. Madrid, Galería Guillermo de Osma, 1996 [cat. exp.] - LLORENTE Ángel, TUSELL, Javier y GARCÍA QUEIPO DE LLANO, Genoveva: Arte para después de una guerra. Madrid, Consejería de Educación y Cultura, Dirección General de Patrimonio Cultural, D.L., 1993 [cat. exp.] - MAINER, José-Carlos y TUDELILLA, Chus: Tomás Seral y Casas. Un galerista de posguerra. Zaragoza, Gobierno de Aragón, 1998 [cat. exp.] - OTERO, Mariví e IGLESIAS, José María: Luis Castellanos 1915-1946. Madrid, Centro Cultural Conde Duque, 1996 [cat. exp.] - PERÁN, Martí, CORREDOR-MATHEOS, José, CIRICI, Cristian, TUSELL, Javier, BRU DE SALA, Xavier, CASASSAS, Jordi, MAINER, José-Carlos, MASCARELL, Ferrán, MANENT, Albert, MERCADER, Laura y LLUCH, Ernest: Barcelona-Madrid 1898-1998: sintonías y distancias. Barcelona, Centre de Cultura Contemporània / Madrid, Comunidad de Madrid, 1997 [cat. exp.] 134 Nace en Valencia, en 1897. Muere en México D.F., en 1980. Realiza estudios en la Real Academia de Bellas Artes de Valencia y en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. En esta última ciudad forma parte de la Sociedad de Artistas Ibéricos, al tiempo que colabora en diversas publicaciones y frecuenta tertulias como la del Café de Pombo, donde conoce a Ramón Gómez de la Serna. En 1924 viaja a París, ciudad en la que reside dos años, llevando a cabo trabajos relacionados con la escenografía teatral. Durante el transcurso de la guerra civil realiza carteles e ilustraciones para el bando republicano. Participa en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937. Al finalizar la guerra, se exilia a México, residiendo en ese país hasta su muerte. Climent rompe muy pronto con el academicismo, iniciando una producción acorde con las propuestas europeas del momento. Su estilo participa de los supuestos de la madrileña Escuela de Vallecas, estando influido también por el surrealismo y la pintura metafísica. 135 Selección bibliogr áfica bibliográfica - AGUILAR CIVERA, Inmaculada, BLASCO CARRASCOSA, Juan Ángel, PATUEL CHU, Pascual, CALLE, Román de la, GIL SALINAS, Rafael y MARTÍN MARTÍNEZ, José: Miradas distintas, distintas miradas. Paisaje valenciano en el siglo XX. Valencia, Generalitat Valenciana, 2002 [cat. exp.] - AGUIRRE, Juan Antonio. Pintura figurativa española. Exposición itinerante. Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural, 1975 [cat. exp.] - BONET, Juan Manuel, GARCÍA, Manuel y BRIHUEGA, Jaime: Enrique Climent, Genaro Lahuerta, Pedro Sánchez. Els tres ibèrics valencians. Valencia, IVAM Centre Julio González, 1998 [cat. exp.] - BRIHUEGA, Jaime y LLORENTE, Ángel: Tránsitos: artistas españoles antes y después de la guerra civil. Madrid, Fundación Caja Madrid, 1999 [cat. exp.] - FRANCO CALVO, Enrique y ARTEAGA, Agustín: Ruptures. L'alliberament de la imatge. L'art a Mèxic després de 1950 / Rupturas. La liberación de la imagen. El arte en México después de 1950. Valencia, Generalitat Valenciana, 2001 [cat. exp.] - GÁLLEGO, Julián y GRACIA, Carmen: Un siglo de pintura valenciana, 1880-1980. Intuiciones y propuestas. Valencia, IVAM Centre Julio González, 1994 [cat. exp.] - GARCÍA PONCE, Juan y CLIMENT, Enrique: Exposición-Homenaje a Enrique Climent. Obra inédita. México D.F., Universidad Autónoma Metropolitana, Dirección de Difusión Cultural, Coordinación de Artes Plásticas, 1981 [cat. exp.] - PÉREZ DE AYALA, Juan: Enric Climent en la colección artística de ABC. Madrid, Museo Municipal de Arte Contemporáneo / Valencia, Museu Valencià de la I.lustració i la Modernitat (Muvim), 2006 [cat. exp.] - WECHSLER, Diana B.: Territorios de diálogo. España, México, Argentina, entre los realismos y lo surreal (1930-1945). México D.F., Museo Nacional de Arte, 2006 [cat. exp.] 136 Nace en Arrecife (Lanzarote), en 1904. Muere en Madrid, en 1973. En 1918 ingresa en la Escuela de Artes y Oficios de Arrecife, realizando entonces sus primeras esculturas en arcilla y escayola. En 1925 ejerce en esa misma Escuela como profesor interino de anatomía, modelado, grabado en hueco y dibujo. En 1926 se traslada a Madrid para estudiar como alumno libre en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y en la Escuela de Artes y Oficios. En esta ciudad conoce a Alberto Sánchez y entra en contacto con la Escuela de Vallecas. En la trayectoria artística de Lasso se advierten distintos momentos: un primer periodo de formación (1918-1926), en el que lleva a cabo retratos en yeso; una segunda etapa de inspiración neocubista, sugerida por la obra del escultor Alberto (19271929); un periodo surrealista (1930-1936), en el que realiza piezas de carácter organicista talladas en madera; y una etapa posterior caracterizada por un estilo próximo al realismo popular (1937-1945). A partir de 1961 lleva a cabo una intensa producción en el campo de la medallística. 137 Selección bibliogr áfica bibliográfica - ÁLIX, Josefina, RUIZ GORDILLO, Fernando y CARMONA MATO, Eugenio: Pancho Lasso. Retrospectiva. Lanzarote, Fundación César Manrique, 1997 [cat. exp.] - BONET, Juan Manuel y PÉREZ, Carlos: El ultraísmo y las artes plásticas. Valencia, IVAM Centre Julio González, 1996 [cat. exp.] - BONET, Juan Manuel, TUSELL, Javier y ÁVILA, Maria Jesús: De Picasso a Dalí. As raízes da vanguarda espanhola, 1907-1936 / Las raíces de la vanguardia española, 1907-1936. Lisboa, Pabellón de España, Expo'98, 1998 [cat. exp.] - BRIHUEGA, Jaime, PÉREZ SEGURA, Javier, BONET, Juan Manuel, GARCÍA, Isabel, FANÉS, Félix, GARCÍA DE CARPI, Lucía Elena, LOMBA SERRANO, Concepción, GUIGON, Emmanuel y CARABIAS, Mónica: Huellas dalinianas. Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2004 [cat. exp.] - GAMONEDA, Antonio, BERGER, John, PARREÑO, José María y ARXAGA, Bernardo: Un bosque en obras. Vanguardias en la escultura española en madera. Segovia, Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente / Madrid, Fundación Caja Madrid, 2000 [cat. exp.] - GARCÍA DE CARPI, Lucía Elena, PIERRE, José, CORTENOVA, Giorgio, SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, ÁLIX, Josefina y CARMONA MATO, Eugenio: El Surrealismo en España. Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1994 [cat. exp.] - GUIGON, Emmanuel, BONET, Juan Manuel, NAVARRO, María Isabel, GRANELL, Enrique, AGUIAR, Jorge, PALENZUELA, Nilo, KLENGEL, Susanne, FERNÁNDEZ, Horacio, CASTRO, Fernando, CASTELLS, Isabel y PÉREZ, José Miguel: Gaceta de Arte y su época, 1932-1936. Madrid, Tabapress / Las Palmas de Gran Canaria, Centro Atlántico de Arte Moderno, 1997 [cat. exp.] - IZQUIERDO EXPÓSITO, Violeta: “Pancho Lasso Morales en las vanguardias madrileñas”. En Actas del XIII Coloquio de Historia Canario-Americana, Tomo III, Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo Insular, 2000 - SANTANA, Lázaro: Arte indigenista canario. Las Palmas de Gran Canaria, Viceconsejería de Cultura y Deportes, 1998 [cat. exp.] 138 Nace en Villafranca de Ordizia, Guipúzcoa, en 1913. Fallece en Frúniz (Vizcaya) en 1937, durante el transcurso de la guerra civil. Pintor y fotógrafo, se forma inicialmente en la Escuela de Artes y Oficios de San Sebastián. Entre 1932 y 1935 se instala en Madrid para estudiar en la Escuela de Aparejadores, donde conoce al pintor Balenciaga y al escultor Jorge Oteiza. Una vez finalizados sus estudios, regresa a San Sebastián, trabajando con el arquitecto Florencio Mocoroa. Al comienzo de la guerra civil, colabora con la publicación falangista La Quincena de Gu. Su pintura está relacionada con la estética de la Escuela de Vallecas. De gran interés es la obra que Lekuona realiza por medio de la técnica del fotomontaje, integrado principalmente por imágenes recortadas de diarios y revistas. No obstante, no se conserva ninguno de estos fotomontajes trasladados a soporte fotográfico, por lo que podrían ser considerados, más bien, como collages de gran intensidad poética, que nunca llegaron a ser reproducidos fotográficamente. Junto con Josep Renau, Lekuona es el más cualificado representante español en este campo. 139 Selección bibliogr áfica bibliográfica - BONET CORREA, Antonio, MOYA VALGAÑÓN, Adelina, WILLIAMS, Rosalind, GUIGON, Emmanuel y SOUGEZ, Marie-Loup: Nicolás de Lekuona, imagen y testimonio de la vanguardia. Vitoria, Artium Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2003 [cat. exp.] - CALVO SERRALLER, Francisco, VÁZQUEZ DE PARGA, Ana y MERINO, Mónica: Istmos. Vanguardias españolas 1915-1936. Madrid, Fundación Caja Madrid, 1998 [cat. exp.] - GUIGON, Emmanuel, GOUTIER, Jean Michel, SEBBAG, Georges, REMY, Michel, RENZIO, Toni del y PALENZUELA, Nilo: El Surrealismo y la Guerra Civil Española. Teruel, Diputación de Teruel / Museo de Teruel, 1998 [cat. exp.] - GUIGON, Emmanuel y MERCIÉ, Jean-Luc: Transparencias fugadas. Siete pintores fotógrafos. Man Ray, Nicolás de Lekuona, Pierre Boucher, Hans Bellmer, Eugenio F. Granell, Pierre Molinier, Antoni Clavé. Teruel, Museo de Teruel, 1995 [cat. exp.] - MAINER, Jose-Carlos y TUDELILLA, Chus: Tomás Seral y Casas. Un galerista de posguerra. Zaragoza, Gobierno de Aragón, 1998 [cat. exp.] - MOYA, Adelina: Nicolás de Lekuona. Obra fotográfica. Bilbao, Museo de Bellas Artes, 1982 [cat. exp.] - MOYA, Adelina: Orígenes de la vanguardia artística en el País Vasco. Nicolás Lekuona y su tiempo. Madrid, Electa España, D.L., 1994 - MOYA, Adelina y BONET CORREA, Antonio: Nicolás de Lekuona. Madrid, Universidad Complutense, Madrid, Aula de Artes Plásticas, 1982 [cat. exp.] - ROWELL, Margit y MOYA, Adelina: Nicolás de Lekuona. Barcelona, Fundació Joan Miro, 1988 [cat. exp.] - ZUGAZA MIRANDA, Miguel, PALIZA MONDUARTE, Maite, ARCEDIANO, Santiago, FERNÁNDEZ, Alicia, GALILEA, Ana y SÁNCHEZ-LASSA, Ana: Museo de Bellas Artes de Bilbao. Maestros antiguos y modernos. Bilbao, Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa, 1999 140 Nace en Tuy, Pontevedra, en 1902. Fallece en Madrid, en 1995. Se instala en Madrid en 1922, realizando estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y en el taller de Julio Moisés. Activa participante en las corrientes de vanguardia de preguerra, acude a las tertulias madrileñas de la época y frecuenta la Residencia de Estudiantes, entablando amistad con los más conocidos artistas, poetas y pintores. En torno a 1927, participa en la Escuela de Vallecas, junto a Alberto Sánchez y Benjamín Palencia, formando parte asimismo del Grupo de Arte Constructivo, creado en 1933 por el uruguayo Joaquín Torres García. Se exilia en Buenos Aires entre 1937 y 1965. Durante el período de preguerra, su estilo pasa por dos etapas bien diferenciadas, la primera de las cuales se reconoce por su exultante colorido. Por el contrario, en las obras de la década de los treinta, la característica más acusada es el empleo de los tonos sombríos y apagados. Su obra, en general, puede inscribirse dentro de la figuración hispánica de los años veinte-treinta, salpicada de constantes alusiones surrealistas. 141 Selección bibliogr áfica bibliográfica - CALVO SERRALLER, Francisco: Escuela de Vallecas: 1927-1936, 19391942. Alberto, Benjamín Palencia, Maruja Mallo... Madrid, Junta Municipal de Vallecas, Centro Cultural Alberto Sánchez , 1984 [cat. exp.] - CARUNCHO, Luis María y BONET, Juan Manuel: París, París, París. 20 artistas españoles de la Escuela de París. La Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2001 [cat. exp.] - CORREDOIRA, Pilar, SANTOS TORROELLA, Rafael y CORREDOR-MATHEOS, José: Maruja Mallo. La Coruña, Xunta de Galicia, Conselleria de Cultura, 1993 [cat. exp.] - ESPAÑA, Ramón de, GARCÍA, Isabel y BONET CORREA, Antonio: Ismos. Arte de vanguardia (1910-1936) en España. Madrid, Galería Guillermo de Osma, 1996 [cat. exp.] - FERRIS, José Luis V.: Maruja Mallo, la gran transgresora del 27. Madrid, Temas de Hoy, 2004 - GÁNDARA, Consuelo de la: M. Mallo. Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, Servicio de Publicaciones, Serie Artistas Españoles Contemporáneos, Pintores; 160, 1978 - GARRIDO MORENO, Antonio: Maruja Mallo. Obra gráfica completa. La Coruña, Pardo Bazán Galería de Arte, 1992 [cat. exp.] - GUIGON, Emmanuel, GOUTIER, Jean Michel, SEBBAG, Georges, REMY, Michel, RENZIO, Toni del y PALENZUELA, Nilo: El Surrealismo y la Guerra Civil Española. Teruel, Diputación de Teruel / Museo de Teruel, 1998 [cat. exp.] - MAINER, Jose-Carlos y TUDELILLA, Chus: Tomás Seral y Casas. Un galerista de posguerra. Zaragoza, Gobierno de Aragón, 1998 [cat. exp.] - PÉREZ DE AYALA, Juan: Maruja Mallo. Naturalezas vivas, 1941-1944. Madrid, Galería Guillermo de Osma, 2002 [cat. exp.] 142 Nace en Sevilla, en 1894. Muere en Madrid, en 1976. En 1906 se traslada a Madrid, donde cursa estudios en la Escuela de Artes y Oficios. Colabora como ilustrador en diversas publicaciones de vanguardia. Entre 1921 y 1927, gracias a la concesión de varias becas, viaja a través de Europa (Francia, Alemania, Bélgica...), conociendo de primera mano el expresionismo centroeuropeo. En París es admitido en el prestigioso círculo de Cahiers d’Art y en Alemania colabora con la revista Simplicissimus. En 1933, su nombre se asocia con los artistas de la Escuela de Vallecas. Miembro de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, en 1937 participa en el Pabellón español de la Exposición Internacional de París. Considerado en cierto modo como continuador de Goya y Ensor, Mateos crea un universo expresionista de máscaras y cuerpos deformes, que simbolizan ciertos aspectos de la realidad española de su tiempo. Su paleta, sombría en la época anterior a la guerra civil, se aviva a partir de los años cincuenta, al tiempo que su estilo se vuelve más decorativo. 143 Selección bibliogr áfica bibliográfica - AREÁN, Carlos: Pinturas de Francisco Mateos. Santander, Sur Galería de Arte, 1993 [cat. exp.] - CASSOU, Jean, JARNES, Benjamín y SANT, Miguel: Mateos. Exposición Antológica. Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, Dirección General de Bellas Artes, 1973 [cat. exp.] - GARCÍA VIÑÓ, Manuel: Francisco Mateos. Madrid, Dirección General de Bellas Artes, Ministerio de Educación y Ciencia, 1971 - GARFIAS, Francisco: Vida y obra de Francisco Mateos. Madrid, Ibérico Europea de Ediciones, Serie Arte Contemporáneo Español; 18, 1977 - GAYA NUÑO, Juan Antonio: Francisco Mateos. Madrid, Ateneo, Serie Cuadernos de Arte del Ateneo de Madrid; 22, 1957 - GAYA NUÑO, Juan Antonio: Dibujos de Mateos. Madrid, Ibérico Europea de Ediciones, Serie Colección Maestros Contemporáneos del Dibujo y la Pintura; 2, 1970 - MARCOS, Julián: Exposición Antológica de F. Mateos (1894-1976). Madrid, Gavar, 1978 [cat. exp.] - PAREDES, Tomás y DELGADO-GAL, Álvaro: La figuración renovadora. Pintores de la Escuela de París y de la Escuela de Madrid. Madrid, Fundación Arte y Tecnología, 1998 [cat. exp.] - SÁNCHEZ MARÍN, Venancio: Francisco Mateos. Madrid, Ibérico Europea de Ediciones, Serie Panorama de la Pintura Contemporánea; 4, 1972 - VALLE, Adriano del: Francisco Mateos. Madrid, Sagitario, 1951 144 Nace en Málaga, en 1887. Muere en México, D.F., en 1955. Estudia Ciencias Químicas en Alemania y, posteriormente, Filosofía y Letras en Madrid. En 1917 se instala en la madrileña Residencia de Estudiantes, donde entra en contacto con Buñuel, García Lorca, Dalí y, en general, con los integrantes de la Generación del 27. Funcionario del hoy extinguido cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, lleva a cabo una importante labor como documentalista, además de dedicarse a la docencia, la crítica de arte y la investigación en el terreno de las artes plásticas. Sus pinturas iniciales datan de 1924. En 1925 participa en la Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos. En 1933 se integra en el Grupo de Arte Constructivo, fundado por el uruguayo Joaquín Torres García. En 1937 se traslada a Estados Unidos, y finalmente se exilia en México. Su estilo pictórico, siempre impregnado de una fuerte carga poética, se acerca en un principio a las corrientes postcubistas, para evolucionar después hacia composiciones más afines al surrealismo peninsular. Su obra literaria está relacionada con su producción pictórica. 145 Selección bibliogr áfica bibliográfica - BALLESTERO IZQUIERDO, Alberto: José Moreno Villa (1887-1955). Generación y bibliografía. Pamplona, Ediciones Eunate, S.A., 1996 - BRIHUEGA, Jaime, CARMONA MATO, Eugenio y VALVERDE, Alfredo: José Moreno Villa, pinturas y dibujos 1924-1936. Sevilla, Consejería de Cultura / Málaga, Fundación Unicaja, 1999 [cat. exp.] - CARMONA MATO, Eugenio: José Moreno Villa y los orígenes de las vanguardias artísticas en España (1909-1936). Málaga, Universidad de Málaga, Colegio de Arquitectos, 1985 - CIRRE, José Francisco, CALVO SERRALLER, Francisco y MOYA BLANCO, Luis: José Moreno Villa (1887-1955). Madrid, Ministerio de Cultura, Dirección General del Libro y Bibliotecas, 1987 [cat. exp.] - CUEVAS GARCÍA, Cristóbal [Ed.]: José Moreno Villa en el contexto del 27 [Actas del I Congreso de Literatura Española Contemporánea (Universidad de Málaga, 1987)]. Barcelona, Anthropos, 1989 - ESPAÑA, Ramón de, GARCÍA, Isabel y BONET CORREA, Antonio: Ismos. Arte de vanguardia (1910-1936) en España. Madrid, Galería Guillermo de Osma, 1996 [cat. exp.] - GÓMEZ YEBRA, Antonio A.: En torno al 27. Estudios sobre José Moreno Villa, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, José María Hinojosa, Jorge Guillén. Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, Colección El paraíso desdeñado; 6, 1998 - HUERGO CARDOSO, Humberto [Ed.]: Temas de arte, selección de escritos periodísticos sobre pintura, escultura, arquitectura y música, 19161954 / José Moreno Villa. Valencia, Pre-Textos, 2001 - PÉREZ DE AYALA, Juan: José Moreno Villa. Óleos, dibujos, grabados, grafumos y un alambre. Madrid, Galería Guillermo de Osma, 1999 [cat. exp.] - PÉREZ DE AYALA, Juan: José Moreno Villa, poesía y pintura. Granada, Huerta de San Vicente, 2000 [cat. exp.] 146 Nace en Montoro (Córdoba), en 1910. Muere en Córdoba, en 1985. Realiza estudios de pintura en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, antes de trasladarse a Madrid en 1927. Asiste a las clases de Julio Romero de Torres en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, al tiempo que frecuenta los círculos de vanguardia. Funda con el escultor José Planes y los pintores Enrique Climent y Francisco Mateos, entre otros, el Grupo de Artistas Independientes. En 1930 participa en la muestra organizada por la Sociedad de Artistas Ibéricos en Copenhague, formando parte asimismo del Grupo de Arte Constructivo, creado por el uruguayo Joaquín Torres García en 1933. En 1939 se exilia a México. Junto con David Alfaro Siqueiros, entre otros, realiza el mural del Sindicato Mexicano de Electricistas de México. En 1941 recibe una beca de la Guggenheim Foundation de Nueva York. La trayectoria plástica de Rodríguez Luna evoluciona desde el surrealismo al realismo crítico. Sus obras acusan también la influencia del neocubismo, el expresionismo o la nueva figuración, rozando la abstracción en su etapa final. 147 Selección bibliogr áfica bibliográfica - CABAÑAS BRAVO, Miguel: Rodríguez Luna, el pintor del exilio republicano español. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2006 - CABAÑAS BRAVO, Miguel y MERJIAN, Ara H.: Ensayos sobre Rodríguez Luna. Córdoba, Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí, 2003 - CARDOZA Y ARAGÓN, Luis: Antonio Rodríguez Luna, lirismo plástico, refinamiento de las texturas. México D.F., Museo de Arte Moderno, Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 1974 [cat. exp.] - GAMBOA, Fernando: Antonio Rodríguez Luna. Exposición homenaje. México D.F., Centro Cultural de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1986 [cat. exp.] - ISLAS RIVERA, Jorge: Antonio Rodríguez Luna. México D.F., La Galería, 1978 [cat. exp.] - PÉREZ SEGURA, Javier: Cuatro cordobeses en vanguardia: Botí, Ferrer, López Obrero, Rodríguez Luna. Córdoba, Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí, 2000 [cat. exp.] - POVEDANO MARRUGAT, Elisa María, YLLESCAS ORTIZ, María y CARMONA ÁVILA, Rafael: Museo Antonio Rodríguez Luna de Montoro. Córdoba, Diputación Provincial de Córdoba, 2001 - REJANO, Juan y ZUERAS, Francisco: Antonio Rodríguez Luna. Córdoba, Diputación Provincial de Córdoba, Servicio de Publicaciones, 1984 [cat. exp.] - XIRAU, Ramón, ÁLIX, Josefina y CARDOZA Y ARAGÓN, Luis: Rodríguez Luna. México D.F., Grupo Financiero Bital, 1995 - ZUERAS TORRENS, Francisco: Exposición Antonio Rodríguez Luna, 19101985. Córdoba, Diputación de Córdoba / Montoro, Ayuntamiento de Montoro, 1986 [cat. exp.] A Benjamín Palencia Benjamín Palencia llevaba en sí mismo, en el porte un tanto mágico de su andadura, una premonición innata de creador que sólo asoma en los artistas más eminentes y que hasta la gente más lega en el arte intuye y reconoce. Cuando le conocí en 1966, no me fue difícil advertir que era uno de esos seres grandes, magnánimos, incomparables, en los que la propia encarnadura -la cabeza solemne, la mirada penetrante, las manos grávidas- daba testimonio de su excepcionalidad. Ya lo advirtió Juan Ramón Jiménez nada menos que en 1923, en el libro Niños, prologado por el poeta: "Pero ya está tocado Benjamín, en la frente limpia, por el alboreo de la segunda aurora, ese instante en que la sencilla rosa sublime y difícil del buen gusto -la tentadora calidad única- acaba por embelesar para siempre, por clavar ante su desnudez, como una bandera consciente de amor, de dicha y de luz, al divino artista humano". Apenas conocí a Benjamín Palencia tuve la certeza de que tramaría con él una amistad imperecedera e insobornable, y así fue hasta su muerte, en efecto. Y he de decir que gracias a su sutil magisterio, que se deslizaba por la mutua amistad, he aprendido a ver y a amar la pintura. Benjamín tenía una idea global de su profesión, de su oficio trascendente. Todo en él estaba encaminado hacia la creación; cuanto tocaba se convertía en arte. Y si había de pasar algún tiempo alejado de su actividad esencial, perdía el rumbo, agriaba el carácter... y se volvía anhelante en cuanto podía hacia su estado natural, el crear constantemente, sin pausa. ¡Tantas veces le acompañé, a menudo en compañía de mi esposa Liu (q.e.p.d.), al rutinario periplo de sus estudios preferidos: Madrid, Villafranca de la Sierra, Altea, Polop de la Marina...! Y a Barrax, su pueblo natal, adonde acudía puntual a celebrar, él también, las coloristas fiestas patronales. Benjamín era un pintor de raza, una fuerza de la naturaleza, que enfatizaba la obra con un impulso extraordinario. Esta fue la constante perdurable de su biografía. Lo mismo fue el alma vigorosa de la Escuela de Vallecas como después, en su dilatada evolución, en su perpetuo dinamismo de creador inconforme y osado. Lo abarca todo: desde el surrealismo rompedor de la primera hora hasta la singular innovación del modo de ver el paisaje español, que todavía no ha sido superada. He conocido a muchos artistas, primero por simple afición, después por amor de mi profesión, y sé por experiencia que no hay siempre correspondencia entre la persona del creador y su obra. En Benjamín la concordancia es clara: fue un hombre exclusivamente dedicado a su arte, un ser que disipó la vida en el flujo permanente de crear. Un gran artista en suma, en el sentido más grandioso y total de la palabra. Ignacio de Lassaletta 27 julio 2006 La Obra Social y Cultural de Caja Castilla La Mancha desea expresar su agradecimiento a las siguientes personas, que han contribuido a la realización de esta exposición, así como a todos aquellos que han preferido permanecer en el anonimato: José Ignacio Abeijón, Galería Guillermo Osma, Madrid Juan Abelló, Madrid Dolores Aceval, Museu d’Art Contemporani (MACBA), Barcelona Javier Aguado, Director Gerente Fundación Santander Central Hispano, Madrid María José Alcántara, Directora Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC), Lanzarote Amor Álvarez, Museo de Málaga Antonio Ávila, Diputación Provincial de Córdoba Benedicte Baque, Museu d’Art Contemporani, (MACBA), Barcelona María Beriguistáin, Fundación Santander Central Hispano, Madrid Manuel J. Borja-Villel, Director Museu d’Art Contemporani (MACBA), Barcelona Teresa Boter, Barcelona Jesús Cabezón, Presidente de Caja Cantabria, Santander Reyes Carretero, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid José Antonio Carulla, Galería Ignacio de Lassaletta, Barcelona José Corredor-Matheos, Barcelona Juan Estella, Madrid Natalia Fernández, Directora de la Fundación Eugenio Granell, Santiago de Compostela Victoria Fernández-Layos, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid Familia Lekuona-Palomino, Madrid Cristina Fontaneda, Directora del Museo Patio Herreriano, Valladolid Bosco Gallardo, Conservador del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla Heliodoro Gallego, Alcalde de Palencia y Presidente de la Fundación Díaz-Caneja, Palencia Blanca Gamo, Directora del Museo de Albacete Natalia García-Fajardo, Directora Colección de Arte Fundación María José Jove, A Coruña Ainhoa González, Museu d’Art Contemporani, Barcelona Luis Gracia, Diputación Provincial de Córdoba Ainhoa Grandes, Directora de la Fundació Museu d’Art Contemporani, Barcelona Ricardo Hernández, Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC), Lanzarote Felipa Jove, Presidenta de la Fundación María José Jove, A Coruña Manuel Jove, A Coruña Eduardo Kerner, Barcelona Ignacio de Lassaletta, Director de la Galería Ignacio de Lassaletta, Barcelona Rod de Lassaletta, Barcelona Pedro María Lecuona, Madrid Ana Martínez de Aguilar, Directora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid Sergio Martínez, Biblioteca Nacional, Madrid Paz Medina-Castellanos, Madrid Inmaculada Moraño, Diputación Provincial de Córdoba María Morente, Directora del Museo de Málaga Juan Antonio Muñiz, Director de la Obra Social de Caja Cantabria, Santander Isabel Niñoles, Diputada de la Diputación Provincial de Córdoba Francisco Ortiz, Madrid Guillermo de Osma, Director de la Galería Guillermo de Osma, Madrid Antonia María Perelló, Conservadora de la Col-lecció del Museu d’Art Contemporani (MACBA), Barcelona Juan Pérez de Ayala, Madrid Francisco Pulido, Presidente de la Diputación Provincial de Córdoba Rosa Regás, Directora de la Biblioteca Nacional, Madrid Leopoldo Rodés, Presidente de la Fundació Museu d’Art Contemporani, Barcelona Conchita Romero, Madrid Juan San Nicolás, Madrid Carmen Sánchez, Jefa del Departamento de Registro del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid Rubí Sanz, Directora del Museo Arqueológico Nacional, Madrid Carmen Sierra, Madrid Rafael del Valle, Secretario de la Fundación Díaz-Caneja, Palencia Rubén del Valle, Fundación Díaz-Caneja, Palencia