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Recibido: 1.3.2011
Aceptado: 27.5.2011
LA “ARENGA DE ALEJANDRO” DE HÖLDERLIN
EN VERSIÓN ESPAÑOLA
Anacleto Ferrer
Universitat de València
Un jovencísimo Hölderlin, henchido de fuentes clásicas, recreó en 1785 la arenga dada a sus soldados por Alejandro Magno en vísperas de la batalla decisiva
de los griegos contra el ejército persa de Darío, cerca de Iso, en el año 333.
Ofrécese aquí, por primera vez, una versión española junto con un sucinto comentario introductorio.
Palabras Clave: Hölderlin, Literatura alemana, Alejandro Magno.
A Spanish Version of Hölderlin’s “Alexander the Great’s Harangue“
In 1785, an extremely young Hölderlin, well–versed in classical sources, recreated the harangue that Alexander the Great gave to his soldiers on the eve of
the decisive battle between the Greeks and Darius’ Persian army, not far from
Issus, in 333. This is the first Spanish translation of Hölderlin’s work, intorduced
by a brief commentary.
Key Words: Hölderlin, German literature, Alexander the Great.
on mi reconocimiento y afecto a Jaime Siles, deseo dedicarle este
poema de un jovencísimo Hölderlin, que como él leía a los clásicos y
escribía versos junto al Neckar. Esta poesía de Friedrich Hölderlin
(1770–1843), escrita en diciembre de 1785, se basa en la historia que refiere Curtius Rufus (Historiae Alexandri Magni Macedonis, III, 10) acerca del
discurso pronunciado por Alejandro Magno ante sus soldados con ocasión
de la batalla decisiva contra el ejército persa de Darío, cerca de Iso, en el
año 333 a.n.e. Es la primera vez que se traduce al castellano. El poema se
basa en la historia que refiere Curtius Rufus (Historiae Alexandri Magni Macedonis, III, 10) acerca del discurso pronunciado por Alejandro ante sus
soldados con ocasión de la batalla decisiva contra el ejército persa de Darío,
cerca de Iso, en el año 333 a.n.e. Quizá sólo convendrá recordar al lector
menos familiarizado con el antiguo mundo grecorromano que el Filipo del
verso 12 es, por supuesto, el padre de Alejandro y el Helesponto del vigésimo verso el nombre que se daba en la antigüedad al estrecho de los Dardanelos; o asimismo que el Jerjes del verso 45 hace referencia al rey de los
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persas que había invadido Grecia y destruido Atenas en el 480 a.n.e. Por
fin, la Su madre del verso quibcuagésimo es la tierra. El poema viene con la
anotación al margen del título de «Diciembre» <1785>.
Arenga de Alejandro a sus soldados, cerca de Iso
Diciembre
Resplandeciendo excelso, como un dios,
Alejandro contempla a sus tropas,
Donde cada lanza, con idéntico coraje,
Aconseja al enemigo la huida en orden abierto.
Su heroica mirada, incisiva, alienta al ejército,
Que olvida cualquier peligro inminente.
Su caballo, jadeando de alegría por la victoria,
Veloz lo lleva entre sus falanges; entonces habla:
«Vosotros macedonios, cuyo coraje un día
Venció a Atenas que os igualaba en valor,
Que ignoráis la debilidad de la huida:
¡Valerosos guerreros, que el trono de Filipo
Afianzasteis, para ser también fieles a mí!
Alzose vuestra espada, nunca más fuisteis
Cercados por densas murallas llenas de muerte.
Primero cayó Beocia; su ciudad más fuerte
(Fuerte era la defensa de la muralla) también
Cayó enteramente a vuestros pies. —
Y vosotros, guerreros, cómo anhelabais
Lejos del Helesponto, a Oriente
Portar vuestra victoria; con coraje
Fiel voló hacia mí la gloria de mi reino,
Sin temer el peligro ni la espada de la guerra.
Y ahora, valerosos macedonios,
He aquí la victoria, el triunfo de vuestro coraje. —
La victoria, que ya brilla en vuestros ojos,
Destruirá el duro yugo servil del tirano,
Con que despótico atormenta a este pueblo,
Y vosotros, amigos, seréis como Hércules
Antaño, y lo será el nombre de cada uno.
Ved cómo cada pueblo os llama vencedores,
Cómo honra obediente vuestro brazo
Que no necesita cadenas; cualquiera os sirve
Por propia voluntad. — Hijos, creedlo, no será Tracia,
Ni será la pedregosa Iliria,
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La "Arenga de Alejandro" de Hölderlin en Versión Española
¡No! Bactriana y la bella India,
Las riberas del Ganges son la morada de los vencedores:
Allí hay para ellos recompensa en abundancia.
¡Oh, héroes!, mirad vuestra hermosa victoria
Cómo ha empezado a resplandecer:
Mirad vuestras espaldas, jamás manchadas por la huida,
Sólo tienen tras de sí los trofeos de la fama.
Y tú, tropa valerosa de Grecia,
Tú verás tendidos a tus pies
Los vástagos de la arrogancia de Jerjes
Y todos los crueles devastadores.
Tu patria, tu morada — ¿no era tuya?
¿De quién era la fuente de tu caminante,
De quién tu sementera? — ¿no era el pago del sudor
Que te costó el cultivo de su madre? —
Son ellos, cayó tu pueblo porque ellos eran muchos;
Los recintos de los dioses que tú veneras
Y su santidad, que sólo la rapiña
Por el horror de los otros había violado,
Yacían asolados, manchados de sangre
Y cubiertos por las cenizas de tu ciudad.
Vosotros, hijos de Tracia, cuya mano
Conoce sólo las valerosas armas de la victoria,
Ved cómo el enemigo está cargado de oro,
A vosotros, hermanos, mejor os ornará,
No os ablandará como si fuerais esclavos,
Evocará vuestro coraje, vuestra victoria.
Id, robad a los cobardes su carga, su oro,
En lugar del hielo de vuestras rasas colinas
Y de las rocas cubiertas de musgo antiguo, habitad
Del enemigo los fértiles campos, llenos de delicia».
Alexanders Rede an seine Soldaten, bei Issus: Erhaben glänzend sieht, und wie ein Gott/
Auf seine Schaaren Alexander hin,/ Wo jeder Spieß dem weit zerstreuten Feind/ Vereint durch
gleichen Muth die Flucht empfiehlt./ Sein scharfer Heldenblik belebt das Heer,/ Das jede drohende Gefahr vergißt./ Sein rasches Pferd, das Siegesfreude schnaubt,/ Trägt ihn durch ihre
Glieder; dan spricht er:/ Ihr Macedonier, ihr deren Muth/ Athen einst, das an Tapferkeit euch
glich,/ Unwissend schwacher Flucht, bezwang:/ O tapfre Krieger, die ihr Philipps Thron/ Bevestigtet, um auch mir treu zu seyn!/ Es hob sich euer Schwerdt, ihr wart nicht mehr/ Mit dichten
Mauren, voll von Todt, umringt./ Erst fiel Böotien; die stärkste Stadt/ Daraus (stark war der
Mauren Wehr)/ Auch sie fiel gänzlich unter euren Fuß. —/Und, Krieger, wie begierig waret ihr/
Weit von dem Hellespont im Orient/ Euch Siege zu bereiten; muthig flog/ Die Zierde meines
Reichs mir zu, um treu/ Kein Schwerdt des Kriegs, und nicht Gefahr zu scheun./ Und nun, ihr
tapfre Macedonier,/ Hier ist der Sieg, hier eures Muths Triumph —/ Der Sieg, der schon aus
euren Augen blikt,/ Wird des Tyrannen hartes Sclavenjoch,/ Womit er all diß Volk despotisch
plagt,/ Zerreißen, und ihr, Freunde, werdet seyn/ Und jedes Nahme, wie einst Hercules./ Seht,
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wie ein jedes Volk euch Sieger nennt,/ Wie es gehorsam euern Arm verehrt,/ Der keine Fesseln
braucht; ein jeder dient/ Euch willig. — Kinder, glaubts, kein Thracien,/ Kein steinigtes Illyrien
wird's seyn,/ Nein! Bactra, und das schöne Indien,/ Des Ganges Fluren sind der Sieger Siz:/ Da
ist der Lohn der Sieger Überfluß./ O! Helden! seht, wie euer schöner Sieg,/ Wie er zu glänzen
angefangen hat:/ Seht euer Rüken, nie von Flucht beflekt,/ Hat lauter Ruhmstrophäen hinter
sich./ Und du, muthvolle Schaar von Griechenland,/ Du wirst zu deinen Füßen ausgestrekt/ Die
Schößlinge von Xerxes Übermuth/ Und all die grausame Verwüster sehn./ Dein Vaterland, dein
Wonsiz — war er dein?/ Wem war die Quelle deines Wanderers,/ Wem deine Saat? — war sie
des Schweißes Lohn,/ Den ihrer Mutter Bau dich kostete? —/ Sie sinds, durch ihre Menge fiel
dein Volk;/ Der Götter Hallen, welche du verehrst,/ Und deren Heiligkeit nur sonst der Raub/
Zum Schauer anderer antastete,/ Die lagen da, verheert, von Blut besprizt,/ Und von der Asche
deiner Stadt bedekt./ Ihr, Söhne Thraciens, ihr deren Hand/ Nur tapfre Waffen eures Sieges
kennt,/ Seht, wie der Feind von Gold belastet ist,/ Euch, Brüder, ziert es besser, denen's nicht/
Die Weichlichkeit als Sclaven geben wird,/ Euch mahnts an euern Muth, an euren Sieg./ Geht,
raubt den Memmen ihre Last, ihr Gold,/ Bewohnt statt eurer nakten Hügel Eis/ Und alt bemooste Felsen, eures Feinds/ Vergnügenvoller Fluren Fruchtbarkeit.
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