Año 5 Nº 9 6.00 € www.revistabostezo.com

Transcription

Año 5 Nº 9 6.00 € www.revistabostezo.com
REVISTA DE ARTE Y PENSAMIENTO
Año 5
Nº 9
6.00 €
www.revistabostezo.com
México 80 Pesos | UE 7 € | GB 6.5 ₤ |
Argentina 30 Pesos | Guatemala 60 Qtz |
Guinea Ecuatorial 50.000 Fr | Brasil 25 Reais
| USA 7.5 $ | Tinduf 150 Drs | Uruguay 200
Pesos | Cuba 4 CUC | Colombia 12.000 Pesos
1o TRIMESTRE
Dossier
Fracaso: manual de uso
ESCRIBIR POLICÍA DESPUÉS DE AUSCHWITZ / LAS CRøNICAS DEL CAøS
ESTÁS BOBO, ARTISTA MALDITO / PREMIO INTERNACIONAL FRACASARTE
3
«La única forma de imaginar una revista impresa en el siglo XXI pasa irremediablemente por un
nutrido grupo de simpatizantes que decidan apostar por ella a través de la suscripción»
(Palabras de Ban Ki-moon ante la Asamblea General de la ONU)
¿Te sumas?
Sumario
Imagen de portada: Viñedo rojo, de Vincent Van Gogh | Diseño de contraportada: Teresa Juan
RETROVISOR
25
06. 07. 08. 10. 12. 14. 16. 18. 20. 22. 24. 25. 26. 28. Críticas a una revista de arte y pensamiento, Jorge Percebe
Lecturas para bostezar, Daría Barbate
Cómo beberse todo el río Duero según cae hacia el Atlántico, Salvador Salgueiro
Loser way of life, Dildo de Congost
Civilizaciones que se fueron al garete, Daniel Mochuelo
Hamsun los tenía cuadrados, Juan Soto Ivars
Fracasar es una muerte reversible, Inés Plasencia
Andrés Rábago: tres miradas contra el pensamiento único, Manuel Garrido
Los gatos siempre caen de pie, Aaron Carnes
Miscelánea, Yui G. A.. y Miguel Albero
Los últimos de la FIFA, Paco Inclán
También Cezanne fue un fracaso, revista Bostezo & Club de lectura de Proyecto Matraz
Memorizar Internet, Nacho Palomitas
El Bostezo del futuro, Walter Buscarini & Johanna H. Guayambuco
02
BOSTEZO VISUAL
66. Las Crønicas del Caøs, Lukas Zpira & Mayliss
CONCURSO
48. 35
Fracasarte: un premio a la peor obra, revista Bostezo
platicando
35. 54. Nicole Daedone, David Barberá & Itziar Castelló
Loïc Wacquant, David Barberá & Paco Inclán
BATISCAFO
71. 18
48
Suplemento literario, número 9
DOSSIER: FRACASO: MANUAL DE USO
32. 38. 41. 46. 51. 58. 61. 64. 68. PRÓXIMO
NÚMERO:
IDENTIDADES
HÍBRIDAS
Estrépito y caída, Santiago Alba Rico
Recuperar las palabras, recobrar los sentidos, David Pérez
Estás bobo, artista maldito, Daría Barbate
Sabes que vas a fracasar, Juan Mal-Herido
Los segundos no tienen hipertexto, Javier Nacho Meseguer
Escribir policía después de Auschwitz, Héctor Arnau
Adiós, pequeña marsopa, Wade Graham
Contra los poetas, Alejandro Zambra
Star Treck, parada y fonda, Manuel S. Jardí
Parte del contenido de este
número fue tramado durante
una estancia de tres miembros
de Bostezo en el programa
de residencias artísticas de
Montalvo Arts Center,
Saratoga (California). Junioseptiembre 2013.
Para la impresión de este número,
la Asociación Cultural Bostezo ha
recibido ayuda económica de la
Concejalía de Participación
Ciudadana del Ayuntamiento
de Godella, a través de la
convocatoria de subvenciones a
asociaciones locales.
Editorial
FRACASAR PARA CONTARLO
Director: Walter Buscarini
Editor: Paco Inclán ([email protected])
T
Directores de arte: Sergi Inclán y Montse De Mateo
Puigmartí (www.artefagia.com)
Diseñador: Andrés García (www.setembre.es)
Redactor-Jefe: David Barberá
Diseño web: Sergi Inclán
Editor literario: Héctor Arnau
Mesa de redacción: Laura Domingo, Albeliz Córdoba, Sonia
García, Quique Falcón, Olga Esther, Ausiàs Navarro, Itziar
Castelló, Enrique Ferrando, Jesús González, David Estal, Marc
Sempere, Javi Llorens, Carlos Madrid, David Moya, Alejandro
Morales, Alfonso Moreira, Nacho Moreno, Inés Plasencia y
Paqui Santos
Fotografía: Eva Máñez, José Bravo, Jordi Coll, Geoffrey
Smith II, Laura Navarro y Stella Blasco
Artistas colaboradores: Po Poy, Dani Sanchis, Clara Iris,
Miguel Brieva, Johanna Guayambuco, Teresa Juan, David
Duque, Isaías Escudero, Gloria Vilches, Marta Pina, Cristina
de Cos, Elisa Gómez Sobelman, Charles Nogier, Bea Crespo,
Aitana Carrasco, Lukas Zpira, Mailiss y Jota Ampuero
Gestión cultural: Teresa Juan
Psicóloga: Eva Vives
Correctora: Sonia Vives
Departamento de souvenirs: María Ferrando
Colaboraciones: Poncho Martínez, Silvia Nanclares, Fermín
Alegre, Pilar Pedraza, Arturo Castelló, Vicente Chambó,
Raquel García Sáez, Nacho Messeguer, Miguel Morata,
Eloy Fernández Porta, Santiago Alba Rico, MacDiego, Kiko
Amat, Pau Rausell, Ester Giménez, Nacho Moreno, Javier
Reguera, Epo, Nacho Fernández, Víktor Gómez, Guillermo
López, Alicia Martínez, Paco Arroyo, Erika Jordán, David
Moreno, Abelardo Muñoz, Laura Navarro, Jaime Ortega,
Eugeni Machancoses, J. J. Pérez Benlloch, Vicente Ponce,
Ángela Sánchez de Vera, Dildo de Congost, Rogelio
Villarreal, Óscar Gual, Epo, Joan F. Toledo, Mª José Vizcarro
Consejo editorial: Suscriptores y suscriptoras de Bostezo
Edita: Asociación Cultural Bostezo
Suscripción: [email protected]
.
Publicidad: [email protected]
Teléfono: 628 135 042
Impresión: La Gráfica (www.lagraficaisg.com)
Distribución: www.revistabostezo.com (números atrasados),
SOIDEM, Sendra Marco y Traficantes de Sueños
Identificación: La revista Bostezo no comparte necesariamente (pero a lo mejor sí) el contenido de los textos
publicados en este número. Bostezo se responsabiliza solo
del contenido del editorial.
© TODAS las obras publicadas pertenecen a sus autores.
Año: 2014
ISSN: 1889-0717
Depósito legal: V-4401-2008
arde o temprano la idea del fracaso tenía que aparecer en la
redacción de Bostezo. El fracaso, claro, de ahí partimos. Nos
pusimos a ello con mayor intensidad si
cabe de la que empleamos en el número
anterior, el de Valencia. Cada monográfico en Bostezo es mucho más que una investigación intelectual sobre el tema en
cuestión; se inserta en nuestra biografía colectiva, nos demanda argumentos
propios: en el de Psicogeografía acabamos con nuestra vida dentro de un contenedor expuesta como situacionista
obra suplantada en La Casa Encendida;
con el de Antropología de los genitales,
varios de nuestros miembros iniciaron
una deriva de la que algunos todavía se
están recuperando; con el de Valencia y
(p)resentimiento, nos vimos inmiscuidos
en asuntos tan cercanos que el número
fue elaborado más con la dermis que con
el encéfalo. Pero con el tema del fracaso
es donde hemos echado el resto. Con un
objetivo: fracasar para contarlo.
Hombres y mujeres de piel blanca y
clase media que-se-va-al-carajo, entre
los treinta y cuarenta años, inmersos
en un sistema en constante amenaza
de derrumbe y un incierto futuro que
no será el que nos contaron. No hay dos
fracasos iguales, ni tampoco una manera
monolítica de sentir un mismo batacazo.
Si mientras narramos nuestros fracasos
nos interrumpen para hablarnos de hambruna sursudanesa, reiteradas violaciones desde la edad de cinco años o del
síndrome de Asperger, lo nuestro les parecerá frívolo y superficial. Pero lo cierto
es que desde aquí nos hemos aproximado al fracaso de una manera radical, vital,
difícil ahora de trasladar al temple mental
que requiere su plasmación en imágenes
y palabras. Si en Bostezo publicamos tan
pocos números, es porque cada monográfico nos supone un desgaste de tal
envergadura que requerimos de largos
meses de posterior convalecencia. Más
que «editar una revista» es un style life.
Además, reconocemos que como integrantes de un mundo simbólico relacionado con la actividad cultural, propenso
per se a la precariedad y a cierto aire ridículo de superioridad moral, nos resulta
más fácil –gozoso incluso– restregarnos
en la idea de fracaso, incluso del aura literaria y romántica que contiene, que es
a su vez la que nos fortalece como seres
más pendientes de esa vida que está en
otra parte que de asuntos cotidianos.
Como nosotros pocos y todos muertos.
Y menos mal.
FRACASO EMPÍRICO
Para aterrizar estas reflexiones, he
aquí un breve relato de algunos hechos
acontecidos durante nuestro trabajo de
campo:
a) Tres miembros de Bostezo fuimos
becados por una residencia artística ubicada en los pulmones de Silicon Valley
donde pasamos tres meses de verano
dándole fútiles vueltas al tema en cuestión. Vivimos un sueño bucólico que, en
la distancia, se nos aparece envuelto en
una bruma de irrealidad: neozelandesas de piel hindú-maorí que a la luz de
la luna llena colgaban en los árboles mil
campanas traídas del Punjab, mexicanos
que maullaban, guerreras surcoreanas,
bailarinas colombianas contoneándose
sobre pianos de cola, míticas examantes
de Mick Jagger, precursoras neoyorquinas del falso documental, fotógrafas
francesas que se desnudaban para interpelar a sus modelos sobre el pudor
de sus propios cuerpos. Paseamos por
impolutos jardines tan exquisitamente
cuidados que parecían extraídos del paraíso edénico; habitábamos un bosque
entre familias de ciervos, filantrópicas
señoronas, viudas negras, milenarias
secuoyas trasplantadas y carteles de
recompensas de mil dólares por recuperar emperifollados chuchos. Mientras,
modélicos yernos y engalanadas damas,
estrechas amigas de la reina Sofía y
Paulo Coelho, nos traspasaban con su
mirada para ignorar nuestra presencia
en un lugar donde temíamos que en
cualquier momento seríamos expulsados al descubrirse nuestra impostura.
En las cenas de menús imposibles con
directivos de Oracle, Yahoo y otros mandamases influyentes a nivel mundial nos
arrinconábamos en las esquinas de la
mesa, conscientes de nuestra estética
tercermundista y de esa primitiva forma
de comernos las anguilas y de colocar los
cubiertos sobre los platos. Estuvimos
El cuadro de Van Gogh que ilustra la
portada de este número es el único
que vendió en vida. Una sola venta –un
cliente, un fan– transforma el fracaso
en físico, verificable
tres meses en el centro de poder donde se toman las decisiones
que afectan a los hábitos del resto del mundo. Y no conseguimos
ningún contacto cierto, aunque acumulamos decenas de tarjetas
de consultores, rethinkers, cultivators y extraños oficios de manipular voluntades humanas a escala planetaria. ¿Cuál fue nuestro
cometido? Habitar empíricamente el fracaso.
b) Organizamos un concurso internacional de arte relacionado
con el tema del número, Fracasarte-Failart, sobre el que no nos
extenderemos aquí, pues pueden conocer su andamiaje en el artículo de Daría Barbate, becaria vitalicia de Bostezo, en el interior
de estas páginas, donde también pueden encontrar el veredicto.
Artistas y literatos de trece países aceptaron el juego de presentarse a un premio a la peor obra, convocado para cuestionar los
parámetros peor-mejor, bueno-malo, en los que se suele medir, con
valoraciones casi nunca estéticas y casi siempre crematísticas, la
actividad creadora.
c) Editamos nuestro primer libro como Bostezo, un proyecto
que llevaba varios años olvidado en el sótano de un garaje. Estellés
euskaraz, la primera –y posiblemente última– antología poética de
un autor de lengua catalana traducida al euskera en la historia de
la literatura. Nos fuimos sin muchas ganas a presentarla a la Feria
del Libro de Durango, el principal punto de encuentro anual de la
cultura y la lengua vasca. Invertimos quince horas de viaje, mil
doscientos kilómetros y ciento cincuenta euros en gasolina para
que solo un asistente acudiera a la presentación del libro en una
feria por la que ese fin de semana pasaron unas ochenta mil personas, según datos de la organización. Nos acompañaba también
una mujer con su bebé que al fondo de la sala nos regalaban una
imagen estellesiana: ella, que parecía extasiada por el succionar
filial de sus lácteos pezones, solo buscaba un lugar aislado donde
amamantar mamíferamente a su retoño, ¿y dónde sentir mayor
soledad que en la presentación del libro de un poeta valenciano
traducido al euskera?
Que solo hubiese uno entre ochenta mil potenciales asistentes resultó mayor fracaso que si no hubiese venido nadie. Como
el cuadro de Van Gogh, el único que vendió en vida, que ilustra
la portada de este número, un solo asistente –un cliente, un fan–
transforma el fracaso en físico, verificable. Si no hubiese aparecido nadie, se hubiese suspendido el acto, pero la presencia de aquel
hombre nos obligó a escenificar el fracaso. Al menos, compró el
libro. En el viaje de vuelta, dos miembros de esta redacción se liaron a guantazos en la estación de servicio de Calamocha. El viaje
había sido demasiado largo; la rabia, el cansancio y la resaca afloraban en la torpeza de cada golpe. Habíamos tocado fondo. Sin
embargo, algo nos decía que seguiríamos cavando. Que habíamos
nacido para contarlo.
d) Convocamos una campaña de suscripciones para comprobar
si, tras cinco años y más de cincuenta saraos de andadura, contábamos con la base social necesaria para garantizar la supervivencia de
esta publicación offline en riesgo de quiebra desde su propia génesis.
Como en todo, no nos pudo ir mejor: en una agresiva campaña navideña superamos las doscientas suscripciones. De momento, nuestro
compromiso es editar los dos números previstos para el 2014: este
y el siguiente. A partir de ahí repensaremos el proyecto de acuerdo a
Ilustración de Bea Crespo
los recursos y apoyos que dispongamos para plantearnos un futuro
sostenible para Bostezo. Todo parece indicar que el reto es complicado, pero no por ello dejaremos de intentarlo. Fracasar requiere también de ese entusiasmo.
Quizás abrazar de este modo múltiple la idea del fracaso sea una
estrategia para no tener que enfrentarse a él: si no puedes con el
enemigo, únete. Quizás asumir el fracaso como factor identitario es
una manera de disimular la propia impericia para evitarlo o quizás una
genial impostura para negar el modelo social de éxito; si triunfar era
eso, preferiríamos no hacerlo. Pero la mayoría de la documentación
consultada sobre el fracaso pretende guiarnos por el camino del
aprendizaje, enseñarnos el modo de superarlo; en nuestra estancia
en Silicon Valley hemos comprobado como el mundo empresarial
se ha apropiado de una imagen amable del fracaso como necesaria
estación de paso en el camino hacia el éxito. Ahora mismo, pocos
son los textos que inculcan a convivir con el fracaso. Desde esta
perspectiva hemos querido posicionarnos: aprendiendo a usarlo. El
camino del éxito se antoja más unívoco, más regulado. El del fracaso
es más diverso: se construye a imagen y semejanza de su usuario.
Para fracasar todos somos necesarios
Varios artículos de este dossier tratan el tema del fracaso desde una
perspectiva colectiva, en la línea del filósofo José Antonio Marina que
habla de sociedades fracasadas como las que crean más problemas
cómic
LOSER WAY OF LIFE
Apuntes sobre la figura del perdedor en el cómic
alternativo norteamericano
«Hay que saber perder... ¡pero no ser un perdedor!»
Mickey Mouse
Dildo de Congost
Ilustración de David Duque
E
n Estados Unidos hay casi cincuenta millones de pobres, si nos
fiamos del último recuento del
Census Bureau. Pero nadie ha intentado contar a los perdedores. Porque lo
de loser (‘perdedor’) no deja de ser un estado mental, un nadar contracorriente del
tópico yanqui de ‘triunfo’, que incita a trabajar como un negro para llegar a ser rico,
famoso o, lo que es peor, presidente. Este
tópico fue, durante décadas, la esencia del
sueño americano, zanahoria para burros
predicada por James Truslow Adams desde 1931.
Pero algo se torció a finales de los sesenta, cuando infinidad de jóvenes aparcaron un prometedor futuro profesional
para dedicarse a tomar drogas, hacer el
amor y desarrollar actividades más propias
de pobres, artistas o, lo que es peor, comunistas. Uno de esos jóvenes atendía por
Robert Crumb (Filadelfia, 1943), y era un
judío gafotas y contrahecho, pero dotado
de un singular talento para pintar monas.
Además de crear outsiders de tinta y papel como Mr. Snoid, el gato Fritz o Flakey
Foont, Crumb se convirtió en protagonista
de muchas de sus historietas. El autor se
parodiaba a sí mismo refunfuñando, fornicando o rumiando su condición de loser:
«Vagabundeaba por las calles sintiéndome solo, rechazado y desconectado», recuerda en una viñeta. Aun así, sus historietas cosecharon una legión de fans e imitadores. Porque, al fin y al cabo, aquel señor
tan feo que odiaba al mundo, no solo se
beneficiaba a unas señoras impresionantes, sino que había alcanzado la categoría
de icono cultural.
No llegó a tanto Harvey Pekar (Cleveland, 1939-2010), un tipo tan tirado que,
a su lado, Robert Crumb parecía Donald
Trump. Pekar malvivía en un barrio bajo
y curraba de archivista en un hospital
de veteranos. Pero desfogaba sus frustraciones en el comic book que él mismo
10 | retrovisor |
letras Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen, Jared Diamond. Ediciones Debate (2005).
CIVILIZACIONES QUE SE
FUERON AL GARETE
Daniel Mochuelo
Ilustraciones de Ismael Hernández
A
mí me gustaría ser como Diamond. Me lo imagino como un
tipo alto y tranquilo, con su chaqueta de tweed, diciendo
cosas ocurrentes sobre cualquier tema ante clases abarrotadas de fervientes alumnas pelirrojas. En un mundo
de enfermiza especialización académica, asombran tipos como
este: fisiólogo, ornitólogo, ecólogo, geógrafo. Y el hombre abarca y aprieta, porque tiene publicaciones profesionales en todos
esos campos y un Pulitzer a la divulgación científica por Armas,
gérmenes y acero (1997). Si vosotros intentarais meter la cuchara
en tantos platos, os llamarían diletantes fracasados; pero a estos
malditos profesores anglosajones la cosa les sale bien. Y mientras
los de aquí tienen que andar preocupados por los quinquenios y
por la extra de Navidad, ellos hacen viajecitos chulos (trabajo de
campo) por las islas del Pacífico o por las montañas de Colorado
y escriben best-sellers o salen en Youtube. Cosas de las grandes
universidades norteamericanas, de sus bibliotecas masivas, de su
visión global y de muchas horas de trabajo, supongo. ¿Son aquellas
universidades mejores que las nuestras porque tienen ese tipo de
gente o los grandes profesores van allá porque aquel sistema es
mejor? Solo Wert lo sabe.
Colapso fue el tercer libro de Diamond. Había empezado con
la melodía multidisciplinar en el Tercer chimpancé (1991), sobre la
evolución humana. Allí jugaba a biólogo y a lingüista, a sociólogo y
a genetista. Pero el éxito de público y de crítica le llegó con Armas,
gérmenes y acero. ¿Por qué Pizarro y su banda fueron capaces de
vencer a Atahualpa y no fueron los incas los que desembarcaron
en Castilla para capturar a Carlos I y robarle la lana? ¿Cuáles eran
las razones por las que unos grupos humanos habían sido capaces
de subyugar a otros? Si bien las respuestas eran conocidas en muchos casos (grandes diferencias en tecnología entre los invasores
y sus víctimas o por la transmisión de enfermedades contra las
que los nativos no estaban inmunizados), las preguntas primarias
no habían sido respondidas. ¿Por qué la gente predominante –los
blancos, los chinos o los granjeros bantú– eran superiores en tecnología o en resistencia inmunológica a los amerindios o los hotentotes? Diamond argumentaba que todas esas diferencias procedían del medioambiente de origen.
El colapso llega en la cima
Los inventores euroasiáticos de la agricultura, de la civilización
urbana y de los dioses patriarcales, tenían a su disposición mejores plantas y animales para domesticar. Los europeos y los chinos
dominaron el mundo gracias a los caballos, camellos, vacas, ovejas
y sus enfermedades con las que convivieron sus antepasados. No
porque fueran más listos o tuvieran a Dios de su parte. Así, toda
la bazofia seudocientífica que justificaba el imperialismo y el colonialismo a partir de supuestas superioridades raciales quedaba
cortocircuitada para siempre. Pero también muchas de las explicaciones basadas en la concepción materialista de la historia sufrían
12 | retrovisor |
menoscabo, en tanto que todo quedaba supeditado a factores
naturales, es decir, ahistóricos. No deja de ser un alivio para los
difusos sentimientos de culpabilidad de las clases medias de los
países occidentales, que son, al fin y al cabo, las que compran los
libros de Diamond a través de Amazon.
Si Armas, gérmenes y acero trataba sobre el éxito (el de unos
sobre otros), Colapso trata sobre el fracaso. El fracaso de diferentes civilizaciones a lo largo de la historia. Pero el método empleado
LETRAS Aire de Dylan, Enrique Vila-Matas.
Seix Barral (2012).
Fracasar es una muerte
reversible
Vueltas alrededor de la levedad, la incomprensión y el narcisismo
Inés Plasencia
Ilustración de Jota Ampuero
P
arece que todos tengamos algo que decir sobre el fracaso. Es cierto que a todos se nos ocurre algo al respecto, como también es cierto que todos nos hemos
sentido fracasados en algo en alguna ocasión. Pero
considerar esa experiencia relevante es apuntar demasiado
bajo en la narración de nuestra experiencia y al mismo tiempo
demasiado alto en la importancia de nuestra experiencia en el
mundo. Asumir esto es muy incómodo. El fracaso, sea lo que
sea, está demasiado vinculado a la muerte, demasiado atado
al miedo de echar nuestra vida a perder y no poder recuperar
nunca el poco tiempo que nos fue dado. Pocos conceptos hay
tan narcisistas.
16 | retrovisor |
Y al mismo tiempo, el fracaso es tan burgués… Esto también es
muy incómodo. La acepción identitaria del fracaso tiene que ver con
ese estrato social intermedio que puede mejorar o por el contrario
cagarla estrepitosamente. En torno a ellos está el debate, ya que, a
grandes rasgos, los demás difícilmente suben o bajan. Pero no deja
de ser la proyección de una muerte que, al menos en apariencia, se
puede evitar. El fracaso prefigura el gran fracaso final, pero desde el
clasismo más soberbio hay quienes nacen muertos.
No obstante, a mí lo que me aburre del fracaso es su insistencia.
Que esté en todas partes. Definitivamente lo más grave es que nos
ponemos a hablar de un libro que habla sobre el fracaso y lo primero que hacemos es dar nuestra opinión sobre este. Y no cualquiera
blogosfera Buceando en la red con Nacho Palomitas (www.palomitasenlosojos.com).
1
MEMORIZAR INTERNET
Nacho Palomitas
Ilustración de Teresa Juan
D
espués de muchas semanas retrasando
la escritura de este artículo y sobrepasada de trabajo alimenticio y aburrido acabé
haciendo algo definitivo en el campo de la
procastinación: derramé un café encima de mi teclado a las cinco de la mañana y destruí mi ordenador.
Este hecho fortuito ocurrido cuando Madrid clareaba como café con leche de beata me transformó
abruptamente de experto explorador en la jungla de
la información a turista atontado por el ruido de Internet. Mis hojas de ruta habían desaparecido y toda
la confusión que reinaba a mi alrededor manifestaba
la existencia precaria que tenemos los inmigrantes
digitales, es decir, las generaciones que nos hemos
criado antes de la introducción de la tecnología digital y que hemos migrado a ese mundo raro.
Una raza, o más bien una edad, que si bien
no es moralmente superior, sigue
necesitando cosas pretecnológicas como las listas y los
mapas, cuya existencia se
convierte en una muestra
más de ese acento grueso y
basto que tenemos las personas que de niños no tocábamos las pantallas.
Tras ese shock informático
que fue casi físico, ya que romperte el ordenador es como darte un fuerte golpe en la cabeza,
empecé a recordar algún sitio entre
brumas como quien recuerda un
sueño, un lugar que igual podía
ser un desierto que la Antártida
o si quieren la Atlántida sumergida en café (un lugar ‘heterogénero’, una heterotopía que lo
llamaba Foucault). Lugares como
Instapaper1, que es una herramienta esencial para mandarse
los artículos al ebook y poner
coto a ese discurso sin fin que
es Internet o por lo menos para
extenderlo físicamente al metro y
al parque entre las personas que
no tenemos móviles aparatosos;
por cierto, descubro con el nuevo
ordenador que Windows 8 se parece a un móvil, creo que todo se va
26 | retrovisor |
2
3
a acabar pareciendo a las pantallas de los móviles
y que cuando nos aburramos de una conversación
con alguien solo tendremos que pasarle el índice
por la nariz y buscar otro tema de nuestro agrado.
Junto al Instapaper, está el necesario ColdTurkey2,
programa de pago pero barato que te bloquea las
redes sociales de manera draconiana para alargar
esos breves pero intensos momentos de concentración con los que se alimenta el tardocapitalismo
de la información.
Empecé a recordar también algunas webs que
me gustaba leer, la mayoría en inglés, como la reputaba revista The Atlantic 3, de la que nadie se
debería perder su selección de los mejores artículos de cultura pop (The Week’s Best Pop-Culture
Writing), la izquierdosa Mother Jones 4 o la
maravillosa Cabinet 5 , una especie de
Bostezo con reportajes increíbles
sobre la filosofía de las cosquillas o el reencuentro de uno
de sus periodistas con uno
de sus profesores de niñez más odiados. Pasarse
por la sección de cultura
de The Guardian6 siempre luce y retuitear algo
del New Yorker7 aunque no
sea muy original siempre te hace
quedar como un hombre de mundo, de opiniones discretas pero
formadas. Para terminar una de
esas mañanas de domingo de lectura esnob hay que hacer una visita a las páginas de The Baffler8,
que tiene lo que antiguamente se
llamaba primeras firmas como Zizek, Thomas Frank y Susan Faludi,
aunque, eso sí, no tiene muchos
artículos en abierto. En castellano
y porque un día espero conocerlos
y ponerles la cabeza como un puto
bombo de lo mucho que me gustan
sus artículos, me suelo pasar por El
Butano Popular9 para leer a don Javier Pérez Andújar y a doña Grace
Morales, personas con las que llevo
años desarrollando una ardua labor
de acoso pasional que probablemente acabe en tiroteo.
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
El
Bos
tezo
NÚMERO 2
AÑO 2043
«El fracaso nos hizo
independientes»
(Walter Buscarini)
Ilustraciones de
@guayambuco
del futuro
Descubren en Corea del Norte
confunde
un vuelo
con un
partido
de fútbol
QUE SU SELECCIÓN NO GANÓ EL MUNDIAL DE SURÁFRICA
////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////
L
a televisión surcoreana
Jak Sports ha conseguido
filtrar en el país vecino un
documental que narra la historia del Mundial de Fútbol de
Suráfrica, en el que Corea del
Norte fue eliminada en la primera fase sin obtener ningún
punto. Al parecer, según fuentes del mismo canal, durante
estos años el gobierno norcoreano hizo creer a sus súbditos
que su selección había resultado ganadora del campeonato, cuyos partidos se habrían
retransmitido con señal retardada a través de la televisión
nacional para que los editores
pudieran manipular las imágenes de los encuentros. De este
modo, los ciudadanos norco-
코파델문도
2010
reanos estaban convencidos
de que su selección había ganado seis partidos con idéntico resultado: 1-0, utilizando el
único tanto de Corea del Norte
en todo el Mundial –obra de Yi
Yun-Nam contra Brasil– para
que, desde distintas tomas,
en cada partido pareciese un
gol diferente. Según una agencia surcoreana, que cita como
fuente un comentario en un
foro de motos, las autoridades norcoreanas simularon
una final entre España y Corea
del Norte, para la cual contrataron a actores argelinos, que
fungieron ser jugadores hispanos, y a treinta mil gambianos
que se hicieron pasar por público surafricano. «Todos los
gobiernos deberían trabajar
para que sus ciudadanos
creyesen que su selección
ganó el Mundial al menos una
vez en la vida», ha declarado
Dennis Rodman a la cnn.
Un bar de Logroño, récord en número
//////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////
L
a Asociación Española de
Bares de Provincias (aebp)
ha determinado que el
bar Juanito de la calle San
Juan, de la capital riojana, es
el que ha sufrido más traspasos en el último siglo. El Juanito acumula noventa y seis
traspasos en treinta años. Le
sigue el bar El Torito de Teruel,
con ochenta y nueve traspasos en veintisiete años. «El an-
terior dueño se fue tan rápido
que cerró el bar con los clientes dentro», ha contado Benito Tomás, que desde hace dos
semanas regenta el Juanito,
por cuyo traspaso cobró treinta euros. «Estoy pensando en
traspasarlo en cuanto recupere el dinero que he invertido
en vasos», declaró a Tele La
Rioja el día de la nonagésima
sexta inauguración del bar.
//////////////////////////////////
U
n controlador aéreo del
aeropuerto del Prat provocó un incidente al no
creer que un vuelo procedente
del aeropuerto de Castellón
estuviera pidiendo permiso
para aterrizar. «Hacía un rato
que estaba hablando con un
compañero por radio sobre los
emparejamientos de los treintadosavos de final de la Copa del
Rey. Cuando me comunicaron
por la torre de control que se
aproximaba un Castellón-Barcelona pensé que se referían a
una de las eliminatorias coperas», arguyó. Desde el año 2015
solo veinte aviones han despegado desde el aeropuerto de
Castellón, un acontecimiento
que no ocurría desde hacía
once años. El vuelo trasladaba a
treinta integrantes de la familia
Fabra, que desde hace tres décadas utilizan en exclusividad
el aeropuerto para su uso privado, un privilegio que cuenta
con el 95% del beneplácito de la
población.
coordinación: alan smithee
dossier: FRACASO: MANUAL DE US0
FOTOMONTAJE DE DANI SANCHIS
dossier
| retrovisor | 31
San Francisco
NICOLE
DAEDONE
directora de
one taste
«En la intersección entre la
meditación y el orgasmo obtienes
los beneficios de ambos»
❧ POR DAVID BARBERÁ & ITZIAR CASTELLÓ (FOTOS) ❧
TRADUCCIÓN DEL INGLÉS DE INÉS PLASENCIA
icole Daedone es la creadora de la práctica de la
meditación orgásmica femenina. También ha
creado una organización (One Taste) que se encarga de difundir la meditación orgásmica en
todo el mundo. One Taste es además una comunidad de
sesenta personas que viven en una imponente edificación
en San Francisco, aprendiendo y practicando diariamente
la meditación orgásmica. Nicole y su organización han adquirido gran notoriedad mediática en los últimos tiempos,
no siempre positiva. Algunos hablan de un grupo dominado por la personalidad de Nicole, con tintes sectarios. Sexo,
new age, sectas... Todo muy San Francisco.
N
Esperamos a Nicole en la puerta de One Taste, en Moss
Street, al noroeste de la ciudad. Llega en un coche con las ventanillas tintadas. Sale de la puerta de atrás, acompañada por
dos asistentes, dos mujeres; una de ellas nos acompañará durante toda la entrevista. Nicole es una mujer imponente: alta
y rubia, calza taconazos y aparenta seguridad en sí misma.
Una vez dentro de One Taste, llegamos a una pequeña sala,
en el segundo piso. Cuando entramos hay copas de cava preparadas y burbujeantes: una buena historia en un escenario
inquietante. Aunque no tenía mucho que ver con el fracaso.
Thanks God, habíamos encontrado aquella cita de Nicole que
incluía la palabreja de marras, así que tiramos ‘p’alante’.
| platicando... | 35
–En un reportaje del New York Times declaraste que
«en nuestra cultura, admitir que nuestros cuerpos
importan es casi admitir tu propio fracaso». ¿Han
fracasado las mujeres al incorporar el orgasmo a su
vida cotidiana?
–¿Conoces la película Misión imposible? Pues bien, creo
que con las opciones que se han dado a las mujeres es
casi misión imposible tener éxito en la relación con nuestros cuerpos y nuestros orgasmos. El mapa que nos han
dado para tener acceso a nuestros orgasmos es totalmente inadecuado. El 76% de las mujeres norteamericanas no
tuvieron un orgasmo en su último acto sexual. Y lo más
triste es que las mujeres se sienten culpables, creen que
están fracasando.
–Parece que la práctica de la «meditación orgásmica»
puede ser un modo de superar este fracaso. ¿En qué
consiste dicha práctica?
–Voy a describir la variante entre un hombre y una mujer, pero puede ser también entre dos mujeres o dos
hombres. Ella se acuesta con la espalda contra el suelo
y abre sus piernas. Él se sienta, colocando una pierna
debajo de las rodillas de ella y otra sobre su ombligo.
Entonces él comienza a dar golpecitos muy suaves con la
punta de uno de sus dedos sobre su clítoris, en la esquina
superior izquierda. Las dos personas concentran toda su
atención ahí, en ese punto, durante quince minutos. Es
exactamente lo mismo que con la meditación, cuando
concentras la atención en la respiración. 36 | platicando... |
–¿Y por qué necesitas un compañero para hacer eso?
–Por las mismas razones por las que no puedes darte un
masaje a ti mismo. No puedes tener todo el control de la
práctica. Buscamos algo profundo, y eso solo pasa cuando
no tienes el control.
–Has mencionado que la práctica puede realizarse entre dos hombres.
–Sí, hemos desarrollado una versión equivalente para los
hombres. En realidad es una aplicación del mindfulness1 al
ámbito del orgasmo. Es la intersección entre la meditación y el orgasmo, de manera que obtienes los beneficios
de ambos.
En cualquier caso, nosotros promovemos un estilo de
vida que se extiende más allá de la simple práctica. Comer
puede ser más que simplemente matar el hambre, porque
puede incluir placer, alegría y sensación de completo bienestar. Del mismo modo, la meditación orgásmica supone
liberarse del cansancio, la preocupación y la ansiedad. Además, te provee de un nuevo modo de comunicación entre
dos personas, de conexión emocional. Y creo que lo que
todos buscamos es conexión.
1.
Mindfulness (‘conciencia plena’) es un concepto psicológico
referido a la atención y la conciencia de sí mismo (awareness),
basado en la meditación budista. A pesar de sus raíces budistas,
en Occidente se ha popularizado independientemente de la
religión. Recuperar las palabras,
recobrar los sentidos
❧
❧
POR David Pérez
ILUSTRACIONES DE CLARA IRIS
38 | Fracaso: manual de uso |
Estás bobo, artista maldito
Qué significa el fracaso para los culturetas y qué
debería significar si no estuvieran ‘alelaos’
❧
❧
POR DARÍA BARBATE
OBRAS Del Museum of Bad Art (moba) de Michael Frank y Louise Reilly Sacco
www.MuseumOfBadArt.org
Los artistas no son de este mundo
(económico)
Vomitando cubos de Rubik
K. Koch
24”x 18”, óleo sobre lienzo
Esta imagen del clásico juguete
de los ochenta emanando de la
boca de una guasona gárgola
solo puede ser descrita como
desconcertante.
Es sorprendente que casi todo en la vida sea
culpa de los mercados. Pero lo cierto es que el
fracaso, eso tan ‘complicao’ que tantas veces
sentimos todos, también lo es. Fue la expansión de la cultura de mercado la que inoculó
universalmente la noción de fracaso como sinónimo de desesperación, miedo, frustración
y a menudo suicidio. El historiador de la cultura Scott Sandage ha documentado como el
término fracaso fue importado de los entornos
empresariales durante el siglo xix en Estados
Unidos, para convertirse desde entonces en
una parte esencial de la identidad moderna en
las sociedades capitalistas1. Sandage muestra
como a principios del siglo xix ‘fracaso’ (failure,
en la lengua del imperio) era un término puramente contable empleado en entornos empresariales y equivalente a impago. «Tuve un
fracaso» era la forma común de los industriales
de la minería o los barcos de vapor de hacer
referencia a una deuda todavía no satisfecha.
Uno de los hitos de la transformación
identitaria del fracaso fue la creación en 1840
en Nueva York de la Agencia Mercantil, una
empresa privada que vendía calificaciones del
riesgo que implicaba hacer negocios con determinados individuos. La confianza personal
1. Born Losers: A History of Failure in America, Scott
Sandage. Harvard University Press, 2005.
| Fracaso: manual de uso | 41
Adiós, pequeña
marsopa
METIENDO LA GAMBA EN
EL RÍO COLORADO
❧
❧
Por Wade Graham
ilustración de isaías escudero
ada es más atractivo para el imaginario
americano que una cosa grande: una
presa, por ejemplo. Hemos construido
ocho mil de más de quince metros de
altura, y decenas de miles de otras más pequeñas. Solo California tiene mil doscientas grandes
presas, entre ellas la más alta de Estados Unidos,
Oroville Dam, de doscientos treinta y cuatro metros, terminada en 1968 y que encauza sus aguas
a lo largo de mil ciento veinticinco kilómetros
desde el norte de California hasta llegar a la frontera con México. La segunda más alta es la presa
Hoover, doscientos veinte metros, pero ocupa el
primerísimo lugar en la historia americana de las
grandes presas, ya que fue construida en el apogeo de la Gran Depresión y terminada en 1936.
Un heroico y enorme tapón de hormigón, el más
grande del mundo en ese momento, domesticando el río más salvaje de América, el Colorado, el
río que talló el Gran Cañón y que nadie creía que
pudiera ser contenido. Sus aguas hicieron florecer un millón de hectáreas del desierto; su electricidad iluminó mil millas cuadradas de Los Ángeles e hizo que Las Vegas resplandeciera como
fuegos artificiales en la noche del desierto. Fue
tan exitosa que su impulso nunca se detuvo: el río
Colorado ahora tiene veintinueve grandes presas
y muchas otras menores. Es un río superlativo: el
más modelado y controlado por grandes obras de
ingeniería; tiene la mayor capacidad de almacenamiento proporcional del mundo –cuatro veces
el flujo anual almacenado en sus embalses; alberga los dos embalses más grandes de Estados Unidos; bombea la mayor cantidad de agua a otras
cuencas fluviales –a Denver, Salt Lake City, Albuquerque, Phoenix y Los Ángeles, a través de miles
de kilómetros de túneles, canales, acequias, bombas, tuberías y líneas eléctricas; treinta millones
de personas usan su agua. Los científicos estiman
que cada gota se utiliza diecisiete veces antes de
evaporarse o llegar al mar.
Pero lo cierto es que el río no llega al mar.
Su antiguo delta, en México, en la cabecera del
Mar de Cortés, se ha desecado, reemplazado por
tierras de cultivo, las ciudades en expansión y la
arena donde antes había agua. Cada año utilizamos más agua de la que es repuesta por la naturaleza debido a la codicia y a un simple error
aritmético: las autoridades estimaron en exceso
la cantidad de agua que lleva el río. Los recursos
asignados se han convertido en papel mojado, las
reservas de los embalses se reducen. Siete estados
estadounidenses y dos mexicanos tienen ya legalmente estipulado la cantidad de agua que recibirán. ¿Quién saldrá perdiendo cuando el pastel se
contraiga? Los abogados saldrán ganando: el Colorado es también el río más litigado del mundo.
N
Y, por supuesto, hay otro tipo de costes que
vamos a pagar. El Colorado, el río rojo, ahora es
verde: millones de toneladas de tierra y arena –lo
que le hizo rojo– están atrapadas tras los diques
y rellenan de lodo cientos de kilómetros de barrancos y cañones. Aguas abajo, en el Gran Cañón, las playas, los árboles y las especies nativas
de peces están desapareciendo, arrasadas por un
agua hambrienta de limo. Si originalmente el río
era salado, ahora es cuarenta veces más salado:
los campos son una costra de sal y, para crecer,
los cultivos necesitan grandes cantidades de agua
adicional para lavar la sal. Los plaguicidas matan
aves y peces; las hormonas anticonceptivas que
provienen de los inodoros de Las Vegas cambian
el sexo de peces en peligro de extinción. El delta
continúa muriendo: millones de aves de la ruta
migratoria del Pacífico, que dependían de él,
están siendo desalojados, sus comunidades indígenas dispersadas, y las especies pesqueras que
sustentaban estas comunidades, la totoaba y la
vaquita –la marsopa más pequeña del mundo–,
se extinguen.
Sin olvidar el lago Salton, un reluciente lago
de quinientos kilómetros cuadrados (el más
grande de California) en el desierto, creado por
error en 1905 cuando los promotores trataron de
convertir el desierto sin valor en tierras agrícolas desviando el río Colorado, que se desbordó
hasta llenar una gran depresión sesenta metros
por debajo del nivel del mar. Debería haberse
evaporado hace décadas, pero los agricultores
vierten tanta agua en sus campos salados que
al desembocar en el lago compensan los tres
metros anuales de evaporación del desierto más
caluroso de Estados Unidos. Su agua se vuelve,
poco a poco e inexorablemente, más salada y
contaminada. El florecimiento de algas y el borboteo de sulfuro de hidrógeno desprenden un
hedor que en ocasiones se olfatea a doscientos
cuarenta kilómetros de distancia, en Los Ángeles. Sus playas están hechas de huesos que crujen al caminar. Los sedimentos tóxicos, al ser
transportados por el viento, pronto provocarán
el peor grado de polución por partículas en todo
el país, en un desierto una vez vacío en el que
ahora viven quinientas mil personas. El precio
de ‘restaurar’ el lago es de decenas de billones.
Mientras, no podemos permitirnos una educación pública para nuestros hijos.
La jodimos
Los científicos hoy afirman que el cambio climático desecará el suroeste de Estados Unidos, reduciendo el flujo del río entre un diez y un treinta
por ciento en los próximos cincuenta años. La naturaleza nos va a joder.
La naturaleza nos va a joder. La historia es la misma en todas partes: hemos tenido tanto
éxito en conquistar, exceder, violar las limitaciones naturales que empezamos a darnos
cuenta de la dimensión de nuestro fracaso
62 | Fracaso: manual de uso |
Contra los
poetas
❧
❧
por alejandro zambra
ilustraciÓN de Charles Nogier
los veinte años ya acumulan experiencias importantes: han publicado poemas
en revistas y antologías,
han participado en talleres, han escrito artículos para anuarios escolares y quizás hayan concedido una o
dos precoces entrevistas. Ya tienen
listos sus primeros libros, que están
a punto de aparecer en editoriales
emergentes. Son libros muy malos,
pero por ahora eso no importa. Sus
poemas son largos y sentenciosos,
abusan de los gerundios, de los signos
de exclamación y de los puntos suspensivos. Leen a Vicente Huidobro, a
Delmira Agustini y a Oliverio Girondo, pero sobre todo se leen los unos
a los otros, en interminables sesiones
solo a veces amistosas.
A los veinticinco años ya han renegado de esos primeros poemas,
que consideran lejanos pecados de
juventud. Esperan encontrar pronto
la madurez como poetas, que a ellos
les importa mucho más que la madurez como personas. El segundo libro
cumple con creces el objetivo: no es
bueno, pero indudablemente es mejor que el primero. Dicen estar todavía buscando una voz propia y mientras tanto planean antologías que
incluyen a todo el grupo, pero nadie
quiere escribir el prólogo, pues nadie
desea correr el riesgo de convertirse
en crítico literario.
A los treinta años ya han sufrido
varios desengaños. Han sido incluidos
en antologías nacionales y latinoamericanas, pero han sido excluidos de
otras tantas publicaciones y les cuesta
muchísimo aceptarlo. Por momentos
A
escriben solamente para demostrar
cuán arbitrarias han sido esas exclusiones. Han publicado, a esta altura,
tres libros de poesía. Han fundado dos
editoriales y cuatro revistas literarias.
En sus reseñas biográficas se afirma
que han participado en más de trece
–en catorce– encuentros de poetas y
que sus libros han sido parcialmente
traducidos al italiano. En realidad les
han traducido solamente un poema,
pero da lo mismo: los han traducido,
eso ya es mérito suficiente.
Recién a los treinta y cinco años
comienzan a incomodarse cuando
los presentan como poetas jóvenes.
Ahora dictan talleres en los que aconsejan a sus alumnos que eviten los
gerundios, que cuiden los adjetivos,
que declaren la guerra a los puntos
suspensivos y a los signos de exclamación. Les inculcan la suprema libertad
creadora, pero les prohíben una lista
bastante larga de palabras: vacío, angustia, desolación, desesperación,
crepúsculo, ocaso, alma, espíritu,
corazón, vagina. Les hablan de melopoeia, de fanopoeia y de logopoeia, pero
se enredan un poco en la explicación.
Se enamoran de poetisas de dieciséis
años y las comparan con Alejandra Pizarnik, pero nunca han visto una foto
de Alejandra Pizarnik.
A los cuarenta años a nadie se le
ocurre presentarlos como poetas jóvenes, pues sus caras y sus barrigas
han cambiado de forma tal vez irreversible. Los poetas experimentan
con mayor sufrimiento que el común
de la gente la llamada crisis de los
cuarenta. No decidieron ser poetas
para tener cuarenta años. De ahora
Los poetas experimentan con mayor sufrimiento que el
común de la gente la llamada crisis de los cuarenta. No
decidieron ser poetas para tener cuarenta años
64 | Fracaso: manual de uso |
Star Trek, parada y fonda
❧
❧
Por Manuel S. Jardí
COLLAGE DE ELISA GÓMEZ SOBELMAN
ay noticias que cada cierto tiempo logran hacerse un hueco en el entramado de intereses
informativos y deslizarse entre la dieta a
que nos someten los imperios mediáticos.
Pertenecen a esa categoría vasta que llena el contenedor del interés científico y se presentan como exitosos avances hacia el futuro, cuando en realidad muestran la evidencia del fracaso de la especie dominante
a bordo de un planeta convertido en prisión para más
de siete mil millones de reclusos, suma y sigue. Kepler,
un satélite que la nasa puso en órbita hace cuatro
años, sigue cazando planetas para ampliar el catastro
de superficie urbanizable más allá de la estratosfera.
Al parecer, la Vía Láctea, aquella que descubrimos en
una brevedad de los primeros libros de texto de la infancia,
alberga unos diecisiete mil millones de planetas de tamaño
similar a la Tierra. Son datos recopilados por el explorador
que recorre la galaxia. Kepler sugiere que una de cada seis
estrellas podría alojar un planeta de tipo terrestre dando
vueltas a su alrededor. Es decir, no estamos solos. Si ya era
pretenciosamente egoísta suponer que todo ese firmamento pespuntado de lucecitas era un decorado al servicio de
románticos, guionistas de ciencia ficción y fabricantes de
videojuegos, al caer del guindo se descubre que la vecindad, aparentemente, no quiere saber nada de los amos
del universo ni de sus malditos dioses. Apunten ese
fracaso en la lista. Claro que, entre tantos millones de planetas de tamaño similar, no implica
que todos sean habitables. No obstante, hay que
ser muy obtuso para rechazar la posibilidad de
que algunas docenas se parezcan a Las Vegas
en animación y concurrencia. Puro cálculo
de probabilidades.
Temperaturas parecidas, agua, recursos
naturales… y todo ello a salvo de la codicia
terrícola y sin que los oligopolios habituales puedan echarles mano. Menudo fracaso
para el capitalismo funeral. Nadie descarte
que algunos de estos paraderos desconocidos se asemejen a Tatooine, ese planeta desértico con dos soles de la primera
entrega de Star Wars, que era lugar
de tránsito para cazarrecompensas,
piratas y traficantes de múltiples
formas y colores. Y donde no faltaba un bar dotado con una orquesta
a juego con la diversidad galáctica.
Así las cosas, el amigo Kepler ha descubierto un astro similar a la Tierra,
que puede aunar las características para
ser habitable. Según la nasa, el gemelo se
encuentra a tiro de piedra. Total, a seiscientos años luz. Un recorrido que es una
H
68 | Fracaso: manual de uso |
eternidad, si no se dispone de
teletransportadores como
los utilizados por la tripulación del Enterprise
o de sidecares capaces
de desarrollar velocidades de película,
nunca mejor dicho.
Cada cierto tiempo los noticiarios nos
dejan con la miel en
la boca a propósito de
un nuevo resort disponible en el espacio exterior.
Un éxito de la astrofísica
que lleva aparejado su propio
reverso: no hay parada ni transporte con el que llegar a la Ítaca
intergaláctica. Gene Roddenberry, el
creador de Star Trek, murió en 1991. Fue
incinerado. Tal vez dejó escrito su deseo
de que las cenizas fuesen enviadas al espacio. El caso es que su viuda no estaba
segura de qué hacer con aquel polvo nada
cósmico que había salido del crematorio tras
la ceremonia fúnebre, y unos años después
endosó a la nasa aquel tarro con las esencias
del creador del universo donde se aventuraban el capitán Kirk y su inseparable Spock.
Roddenberry compartió viaje con otra figura de la Beat Generation. Ni más ni menos
que Timothy Leary, profeta de la psicodelia y filósofo de la contracultura norteamericana. Leary murió a los
setenta y cinco años y cuando
se le presentó la oportunidad
de viajar al espacio metido
en un recipiente para cenizas,
saltaba de alegría en su silla de
ruedas. Ambos fueron puestos en órbita a bordo de un
transbordador espacial antes del nuevo siglo, junto
con otros adinerados
que se habían pagado
el billete en vida, bien
por capricho o última
voluntad. En esta ocasión a
Leary no le hizo falta ningún lingotazo de lsd para
tocar las estrellas. Un éxito,
poder abandonar este mundo
traidor… y un fracaso, tener