Lucha Eterna - Quito Eterno
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Lucha Eterna - Quito Eterno
Lucha Eterna 16 de octubre Más de una peatón, se habrá asombrado en estos días, al observar en el parque de El Ejido, la colocación de una de las más bellas esculturas con las que cuenta la ciudad, titulada “Lucha Eterna”. La presencia de esta obra en Quito obedece a un proceso histórico que empezó en 1909 con la celebración del Centenario del Primer Grito de la Independencia, y que culminó en 1922 con la celebración del Centenario de la Batalla de Pichincha. Durante este periodo la ciudad experimentó una serie de cambios, siendo la preocupación por el ornato y adecentamiento de calles y plazas, uno de los objetivos más importantes del proyecto político liberal. Dentro de este mismo contexto existió un marcado gusto por la arquitectura europea, de ahí que las principales fachadas de las casas del centro de la ciudad exhibían barandas francesas, al igual que las plazas públicas. Esto motivó la llegada a Quito de varios arquitectos europeos que fueron contratados para la elaboración de esculturas y edificaciones como el Monumento a los Héroes de la Independencia diseñado por Lorenzo y Francisco Durini, o el Pabellón del Centenario diseñado por el arquitecto portugués José María Pereira, en el que se llevó a cabo la Exposición Nacional de 1909. Siguiendo esta misma tendencia, la Colonia de Ecuatorianos residentes en Francia, adquirió la obra escultórica“Lucha Eterna”, de autoría del francés Émile Peynot (1850-1932), para que la misma sea exhibida en Quito.Peynot (quien fue alumno del célebre Rodin), ya tenía una reconocida trayectoria por la belleza y calidad de sus creaciones, incluso algunas de sus esculturas se hallaban exhibidas en varias plazas públicas de Buenos Aires. Esta obra de estilo neoclásico, llegó desde Francia, para ser develada con motivo de la celebración del Centenario de la Batalla de Pichincha en 1922. Inicialmente estuvo expuesta en el Parque de Mayo (hoy El Ejido), y luego sufrió una serie de traslados que no siempre le hicieron justicia. Después de permanecer por varios años en un taller de restauración, fue expuesta temporalmente en distintos sitios de la ciudad, y en la actualidad ha retornado a su espacio primigenio, el parque de El Ejido, en donde es posible apreciar a esta obra de arte, cuyo sugerente trasfondo, merece más de un acercamiento. Mi personal apreciación, al observar sensiblemente a la escultura, es la de dos hombres que aparentemente luchan con un dragón. Digo “aparentemente”, ya en el fondo considero que batallan no en contra de este ser mitológico, sino de aquello que representa el dragón, es decir, ese lado oscuro, salvaje, desconocido, que todos tenemos en nuestro interior, y que nos enfrenta a la constante “lucha eterna” para vencernos a nosotros mismos, no en función de héroes, sino de seres humanos. Por lo tanto la obra de Peynot es poesía convertida en escultura, tal como la define Ulises Estrella, en su poema “Lucha Eterna”: “Como que hablando/ se abrieran las costuras/y los errores de golpe nos cayeran encima/ Como si los dragones interiores tocaran fondo/ y el pobre corazón entristecido/ se volviese, dedo crispado/ mandíbula contra un muro”. Foto: Susana Freire .org El Otro Quito Susana Freire García Artículo 13 2014