De Madrid al Palace
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De Madrid al Palace
De Madrid al Palace One hundred years at a palace Fernando Vicente - Fernando Royuela Índice Index Un hotel para Madrid p. 6 Los primeros años del hotel p. 8 La entrada en chaflán p. 10 Los libros registro p. 12 Los años veinte p. 14 Einstein en Madrid p. 16 Las monedillas de agua p. 18 La República p. 20 Hospital de sangre p. 22 El habitante del Palace p. 24 Al servicio del cliente p. 26 Paisaje desde la ventana p. 28 Ese feliz glamur de los cincuenta p. 30 Échale la culpa a Mame p. 32 Cócteles en el bar p. 34 Boutiques de viajes p. 36 El luminoso p. 39 En la suite real p. 42 Pinceles de carne y hueso p. 46 Al suelo todo el mundo p. 48 Un encuentro entre Jagger y Borges p. 50 La movida estuvo allí p. 53 Excéntricos y extravagantes p. 56 A la mesa p. 58 De Madrid al Palace p. 61 A new hotel for Madrid p. 6 The early years p. 8 A unique entrance p. 10 Register books p. 12 The 1920s p. 14 Einstein in Madrid p. 16 Days of Lorca, Dalí and Buñuel p. 18 The Republic p. 20 War hospital p. 22 The permanent guest p. 24 At the service of the guest p. 26 A room with a view p. 28 The glamourous1950s p. 30 Put the blame on Mame p. 32 Cocktails at the bar p. 34 The jet age p. 36 Neon lights p. 39 The royal suite p. 44 Brushstrokes in flesh and bone p. 46 Everyone on the floor p. 48 A meeting between Jagger and Borges p. 50 ‘La Movida’ at the Palace Hotel p. 53 Eccentrics and the extravagant p. 56 Fine dining p. 58 One hundred years at a palace p. 61 Un hotel para Madrid A new hotel for Madrid 6-7 A finales del siglo XIX Madrid necesitaba un gran hotel. A diferencia de otras ciudades europeas la capital de España carecía de un establecimiento a la altura de las expectativas de los viajeros más exigentes. Fue en el hipódromo de Deauville, en el corazón de Normandía, donde Alfonso XIII conoció a Georges Marquet. Desde el primer instante el Rey supo aprovechar la oportunidad que le brindaba aquel encuentro. El monarca lanzó al empresario el reto de levantar un hotel en Madrid con todos los adelantos de la época. Un hotel que fuese expresión de modernidad y rubricara el enorme potencial de la ciudad de cara al mundo. El ofrecimiento que se le hizo no cayó desde luego en saco roto y Marquet, casi de inmediato, envío a sus agentes a Madrid en busca de un terreno para tal fin. La suerte pareció acompañarle. El solar que ocupara el antiguo palacio de los duques de Medinaceli estaba en venta. Eran seis mil metros cuadrados en uno de los lugares más hermosos de la ciudad. La compañía denominada Madrid Palace Hotel, S.A. lo adquirió por un millón y medio de pesetas, unos nueve mil euros al cambio actual. El 11 de marzo de 1911 se colocaba la primera piedra ante la presencia del Rey. La construcción duró 18 meses, un tiempo inusual para la época. La razón fue el empleo de un nuevo material arquitectónico, el hormigón armado. De la noche a la mañana el solar del palacio de Medinaceli se convirtió en un laberinto de paneles de encofrado. Los madrileños contemplaban atónitos como se iban elevando los seis pisos de fachada en aquel terreno a tres calles. Fue visto y no visto. Como si surgido de la nada apareció frente a la plaza de Neptuno un elegante edificio que habría de embellecer el urbanismo de Madrid. El edificio estaba terminado, pero aún había mucho trabajo por delante para convertirlo en un Gran Hotel. Unlike other European metropolises, in the late 19th century, Madrid still lacked accommodation to meet the expectations of discerning travellers. So when King Alfonso XIII encountered famed hotelier Georges Marquet at France’s Deauville Racecourse, the Spanish monarch took advantage of the opportunity and presented the entrepreneur with a challenge - to build a grand hotel in Madrid, which was the epitome of modern convenience and expressed the city’s enormous potential. The idea obviously appealed to Marquet who quickly embarked upon a search for a suitable location for the new building. Luck was on his side. The site once occupied by the Duke of Medineceli’s palace was for sale and offered 6,000 square meters of prime real estate adjacent to the Paseo del Prado. The newly formed company Madrid Palace Hotel SA acquired the plot for 1.5 million pesetas - about 9,000 euros at current exchange rates - and on March 11, 1911, the foundation stone was laid in the presence of the king. Construction lasted just 18 months, an unusually short time for the period. The reason for this speed was the use of a new building material - reinforced concrete. Overnight the site became a maze of formwork panels and locals looked on in amazement as the six-story façade rose skywards. The new building overlooking the capital’s famous Plaza Neptuno was to add grace and indisputable style to Madrid’s urban landscape. Although work was completed in 1912, there was still much to do before this splendid edifice became a truly grand hotel. Los primeros años del hotel The early years 8-9 Tras su inauguración el hotel rápidamente va tomado velocidad de crucero. George Marquet posa orgulloso con el Rey Alfonso XIII delante de uno de los espléndidos tapices flamencos que aun hoy en día adornan sus paredes. El proyecto que juntos idearon ahora es realidad. Llegan viajeros desde los cuatro puntos cardinales. El hotel Palace se convierte en una referencia internacional. Los albores del siglo XX parecen ofrecer al mundo una sonrisa de confianza en el futuro, pero pronto empezarán a soplar vientos de tempestad. A los dos años de inaugurado el hotel estalla la Primera Guerra Mundial. De la noche a la mañana el hotel empieza a ser frecuentado por negociantes internacionales a la caza de contratos ventajosos. Madrid se convierte en un lugar discreto para tejer acuerdos relacionados con la guerra. Los espías de las potencias en conflicto tampoco faltan a la cita. En el hotel se respira cierto aire de intriga. Nadie es quien dice ser. Se observan cuchicheos, miradas cruzadas, gestos de disimulo. El dinero circula con suavidad. Sumidas las principales capitales en las penurias de la guerra, el mundo del espectáculo busca nuevos escenarios a los que subirse. Los ballets rusos se refugian en España. Tienen el beneplácito del Rey Alfonso XIII. Sergei Diaghilev, su director, se alojará en el Palace, lo mismo que Vaslav Nijinsky, el primer bailarín, o que Igor Stravinsky uno de sus compositores más destacados. Los ballets rusos se convierten en un acontecimiento para el público de Madrid. El Teatro Real se llena todos los días. Nijinski baila el preludio a la siesta de un fauno, pero suprimiendo las contorsiones y filigranas corporales que tanto escándalo levantaron en París años atrás. Mientras Madrid aplaude satisfecho, la guerra llega a su fin. Tan rápido como vinieron, los espías, los militares y los especuladores desaparecen de la escena. El hotel vuelve a ser un gran hotel, elegante y ya mundano para siempre. Los felices años veinte están a punto de comenzar. Following the hotel’s official opening in October 1912, when George Marquet posed proudly with King Alfonso XIII in front of the splendid Flemish tapestries that adorned the walls, the new establishment quickly became popular. The pair’s collaboration had become a reality with the Palace Hotel being seen as an international reference point in modern luxury for travellers arriving from around the world. In the first decade of the 20th century Spanish society looked towards the future with confidence. But a storm was brewing. Just two years after the hotel opened its doors the First World War broke out. Overnight the hotel became a base for international businessmen on the lookout for profitable contracts. With Spain still neutral, Madrid was the perfect place for making war-related business deals. Spies for all sides also saw Madrid as a goldmine for information-gathering and the hotel was filled with an atmosphere of intrigue. No one was who they claimed to be, and whispered conversations, sideway glances, gestures filled with innuendo, and money passed under the table all added to the intrigue. With many European capitals hit by the hardships of war, theatre and ballet companies were on the lookout for new places to set up home. The famed Ballets Russes sought refuge in Spain where it enjoyed the patronage of King Alfonso XIII. Company director Sergei Diaghilev lived at the Palace Hotel, as did the dancer Vaslav Nijinsky and Igor Stravinsky, the company’s most prominent composer. Madrid’s theatre-going public adored the Ballets Russes, and every performance at the Teatro Real was sold out. Nijinsky danced the famed ‘Prelude to the Afternoon of a Faun’, but with the writhing movements and contortions which had scandalised Parisian audiences toned down. With the end of the war in 1918 the spies, soldiers and racketeers disappeared as quickly as they had come and with the Roaring Twenties on the horizon the hotel resumed its mantle of greatness - as elegant as ever, just a little more worldly. La entrada en chaflán A unique entrance 10-11 Sorprende la entrada del hotel abierta en chaflán. Se antoja una extravagancia el haber escogido una esquina a dos calles en la cota más alta del desnivel para dar acceso al establecimiento. Quisieron los arquitectos hacer un guiño a los nuevos enclaves del poder, un triángulo que arrancando de la Puerta del Sol situaba sus otros vértices en la plaza de Cibeles y en la de Neptuno. Varios edificios representativos de la zona como el del Banco de España o el de la Bolsa continúan aún con su función institucional. Se ponía así de manifiesto que los centros de decisión política y financiera se estaban desplazando desde el poniente de la ciudad, donde se erigía el ya entonces vetusto Palacio Real, hacia las nuevas zonas del oriente habitadas por la aristocracia del dinero. La entrada al Palace quiso abrirse en la diagonal de la plaza de las Cortes para así adornarse de cierta dignidad institucional. Madrid se ha convertido en una ciudad extensa y hoy en día los núcleos del poder real se han desplazado a lugares más periféricos. Queda sin embargo la elegancia neoclásica de aquellos edificios emblemáticos símbolo de la soberanía del pueblo y de la riqueza del país para el disfrute de turistas provistos de teléfonos con píxeles. Y la entrada del Palace aún en chaflán. The hotel’s unusual chamfered entrance is set into a corner of the building, opening directly onto the Plaza de las Cortes, the home of the Spanish Parliament. Perhaps the hotel’s architects wanted to remind guests of the property’s prestigious location amidst the imposing buildings of the financial and political decision-making hub, which lies within a triangle formed by the Puerta del Sol, Plaza de Cibeles and Plaza Neptuno. Several of these impressive structures, such as the Bank of Spain and the Stock Exchange, still serve their original functions and their imposing façades provide endless photo opportunities for visitors. Today the Palace Hotel’s striking portal continues to enchant all who pass through it. Los libros de registro Register books 12-13 Hubo un tiempo en que el acto de inscribirse en un hotel se protocolizaba con disciplina caligráfica en los libros de registro de clientes. Gracias a estos libros sabemos por ejemplo que el primer cliente del hotel Palace era belga, que se inscribió el día 21 de septiembre de 1912, que se llamaba Leopold Ghendel y que ocupó una habitación doble, la 141. Algunas personas sin embargo prefirieron no dejar rastro de su paso por el hotel. Durante los años veinte fue costumbre registrar a las parejas con el nombre masculino seguido de un “y señora” si la acompañante era su esposa, o con un “y una señora” si no lo era. De esta forma la discreción estaba asegurada. Pero hubo otras razones aparte de las estrictamente carnales para evitar pasar por el registro de clientes. Mata Hari tenía las suyas propias. Unos la vieron deambular por el Palace y otros la reconocieron alternando por Madrid, pero no consta en los registros su inscripción en el hotel. La espía, que además de holandesa era bailarina de striptease, viajó a Madrid en el otoño de 1916, en plena Guerra Mundial. Allí estuvo en contacto con representantes de las potencias en conflicto. Parece ser que trabajaba como agente doble por lo que los franceses, al descubrirla, la fusilaron sin contemplaciones. En aquel último viaje de su vida levantó pasiones. Se dice que la denunció un agregado alemán de la embajada en España despechado por el rechazo de la bailarina, y también que su arresto en la frontera con Francia se debió al chivatazo de una mujer celosa. Fuera como fuere en el momento de su detención iba en compañía del escritor, académico y diplomático guatemalteco Enrique Gómez Carrillo. Salieron del Palace por la noche y comieron en San Sebastián al día siguiente. A los postres el escritor le propuso dar un paseo por los alrededores. Al poco rato estaban en la frontera francesa y la espía era detenida por los gendarmes. A Mata Hari la dieron de tiros, pero Gómez Carrillo salió indemne del suceso. Al poco tiempo contrajo matrimonio con la cupletista Raquel Meyer, que también era mujer celosa. Coincidencias. There was a time when registering at a hotel was an exercise in perfect calligraphy. As a result we know that the first guest to spend the night at the Palace Hotel was a Belgian named Leopold Ghendel. He signed in on September 21, 1912, and occupied a double room, Number 141. Other guests however preferred to leave no trace of their passage through the hotel. During the twenties it was customary for couples to register with the man’s name followed by, if he was with his wife, ‘and Mrs’. If he was not, the register would read: ‘and a woman’. Discretion was always assured. Apart from avoiding scandal there were other reasons not to have one’s name appear in the register books. Mata Hari had her own. She was spotted by many at the Palace Hotel and was also seen strolling around Madrid, but the hotel’s records show no entry for her as a guest. The famous Dutch spy, who was also an exotic dancer and courtesan, travelled to Madrid in the autumn of 1916 at the height of World War One. A double agent working for the Germans as well as the French she made contact with representatives of both sides in the Spanish capital. She was later charged by France with espionage and executed by firing squad. Her downfall has been attributed to a member of staff at the German embassy in Madrid who was enraged by the alluring dancer-cum-spy’s rejections to his advances. Strong emotion reputedly played a similar role in her capture at the French border. Accompanied by the Guatemalan writer, scholar and diplomat Enrique Gomez Carrillo, Mata Hari had left the Palace Hotel at night and stopped for lunch in San Sebastian the following day. After dessert the writer suggested a drive in the country, a jaunt which terminated at the French border where both were arrested. While the incident cost Mata Hari her life, Gomez Carrillo came out unscathed and a short time later married the popular and famously jealous singer Rachel Meyer. Merely coincidence? We will never know… Los años veinte The 1920s 14-15 La Primera Guerra Mundial había finalizado y el optimismo renacía en Europa. El Palace comienza a organizar bailes a media tarde conocidos como “Té del Palace”. Cinco pesetas con bufé de sándwiches, tarta, pasteles, tostadas, chocolate, té o café. Las adolescentes acuden con sus madres. Toca la orquesta valses, piezas clásicas y canciones populares italianas. Pero al caer la noche todo cambia. La antigua cervecería alemana se transforma en el “Rectors Club”. Es el nuevo enclave de la noche de Madrid. Nada que ver con esos cafés de tertulia decimonónica y retórica parlamentaria. Llegan de Estados Unidos orquestas de Jazz y tocan en directo. Los Jackson Brothers encandilan a la gente con los vaivenes de su swing. Se bailan también los nuevos ritmos del Fox Trot y el Charleston. Trompetas, saxofones, melodías sincopadas que reptan por los tímpanos y estimulan las ganas de vivir. Brillo de luces y humo de cigarrillos que las mujeres fuman con boquillas extra largas. En la barra del bar los Dry Martini y los Gin Fizz son los cócteles de moda y la gente los bebe con estudiada displicencia para darse aires cosmopolitas. En esta eclosión de vitalidad el hotel Palace se abre a todo tipo de actividades lúdicas, desde las fiestas de carnaval en las que las identidades se esconden bajo disfraces fantasiosos y el juego de equívocos deriva en flirteo, hasta los combates nocturnos de boxeo al más puro estilo inglés. Cualquier iniciativa es bienvenida y los clientes se alegran de estar alojados donde mejor pueden tomarle el pulso a la ciudad. Viene gente famosa y los curiosos merodean. Si se adentran en el hotel a lo mejor se encuentran en el Jardín de Invierno con Joséphine Baker, la provocativa vedette del Folies Bergère, o errante en la sombra ven pasar a Carlos Gardel por el vestíbulo. Los años veinte discurren felices, veloces y alocados. El hotel consolida su imagen tolerante e impregna en el imaginario colectivo su irrenunciable estilo Belle Epoque. Una época fascinante que de nuevo habrá de interrumpirse por culpa del fanatismo y la sinrazón. With the end of the First World War optimism returned to Europe and the Palace Hotel introduced afternoon tea dances. For five pesetas guests could enjoy a buffet afternoon tea complete with sandwiches, pastries, cakes, toast, hot chocolate, tea and coffee. Teenagers, accompanied by their mothers, came to enjoy the waltzes, classical melodies and popular Italian songs played by the orchestra. Once the sun had set the mood changed. The German Beer Hall became the Rectors Club, Madrid’s trendiest nightspot. Its atmosphere was a far cry from the intellectual discussions of politics and literature so popular in the late 19th century. American jazz bands played lively music and the Jackson Brothers dazzled revellers with their extravagant showmanship and swing tunes. In true 1920s’ style couples danced the foxtrot and charleston to the sound of trumpets, saxophones and syncopated rhythms, the vibrant music urging them to live life to the full. Sophisticated women smoked using long cigarette-holders, while the barman mixed the latest cocktails – the Dry Martini and the Gin Fizz – which were sipped with the studied indifference of cosmopolitan refinement. Reflecting the vitality of the times the Palace Hotel hosted a wide range of events, from carnival balls where elaborate costumes and identity-concealing masks provided the perfect opportunity for incognito flirting, to boxing matches in true English style. As a result guests staying at the hotel were guaranteed to feel at the centre of Madrid’s contemporary heartbeat. The hotel attracted the famous and those keen to see them. Guests could find themselves sitting near Folies Bergère star Josephine Baker under the lounge’s stained glass cupola or passing the great Argentinean tango singer Carlos Gardel in the lobby. During the fast and furious atmosphere of the Twenties the hotel consolidated its image as a happening place, cementing its undisputable Belle Époque style within the popular imagination. Once again, however, the clouds were gathering. The Spanish Civil War was on the horizon. Einstein en Madrid Einstein in Madrid 16-17 Einstein demostró que espacio y tiempo forman parte de la misma realidad dimensional. Situémonos en el vestíbulo del Palace y viajemos con el pensamiento a velocidades cercanas a la de la luz. El tiempo se ralentiza, el espacio se dilata y empezamos a retroceder en el túnel de la historia. Estamos en Marzo de 1923. Einstein viene a España invitado a dar una serie de conferencias. Acaba de llegar al Hotel Palace donde se aloja. Flashes, periodistas, curiosos. Todos desean participar del aura que a su alrededor se genera. La actividad de Einstein es frenética y muy protocolaria según testimonia la prensa de la época. Los colaboradores científicos de los periódicos se hinchan a escribir sesudos artículos sobre la Teoría de la Relatividad, pero ninguno de ellos llega a vislumbrar la potencia destructiva que dicha teoría habrá de generar años más tarde en forma de bomba atómica. Aun así muchas de las noticias publicadas sobre el científico se refieren a su vida privada. La gente se interesa por sus gustos personales, por sus costumbres. Se le pasea de un sitio a otro sin cesar. Es exhibido en los círculos más selectos ante aristócratas, catedráticos y autoridades diversas. Einstein, aturdido, se deja alagar. “Me parece que no se han enterado de nada”, comenta tras su conferencia en la universidad de Madrid. Fueron veinte días vistos y no vistos. No le pudo faltar antes de marcharse el consabido banquete homenaje en el Palace. Acudieron las personalidades de la época y fue amenizado por una orquesta que tocó composiciones alemanas y españolas hasta las doce de la noche. Ya está bien de tanto Einstein llegaron a escribir algunos periodistas. Einstein hasta en la sopa. Por favor que se vaya de una vez y que nos deje en paz. Así lo hizo, y a la velocidad de la luz se marchó. In March 1923 the Palace Hotel played host to one of the world’s best known scientists, Albert Einstein. Invited to Spain to give a series of lectures, he arrived at the Palace Hotel to be greeted by camera flashes, story-hungry journalists and curious crowds eager to catch a glimpse of the renowned thinker. Everyone wanted to be part of the action and share the aura of excitement he generated. According to press reports, Einstein’s visit was protocol-driven but frenetic. Scientific journals were full of the newly developed theory of relativity, but none of them were able to envisage the destructive power Einstein’s theory would generate years later in the form of atomic bombs. Much of the news centred on his private life and people were intrigued by his personal tastes and details of his everyday life. He moved within the upper echelons of Spanish society, meeting with aristocrats, heads of universities and high ranking officials. After his lecture at the University of Madrid, however, he mused: “I don’t think they understood anything”. A final tribute gala dinner was held in his honour at the Palace Hotel, where high-flyers and dignitaries were entertained by an orchestra playing German and Spanish compositions. Towards the end of his visit one journalist wrote, “We have had enough of Einstein. Please let him go at once and leave us in peace.” The famed scientist took their advice and left, flattered but dazed. Las monedillas de agua Days of Lorca, Dalí and Buñuel 18-19 Se conocieron los tres de jóvenes en la Residencia de Estudiantes y su amistad fue un estallido de creatividad. Lorca, Dalí y Buñuel, los tres cogidos del brazo, descubrían juntos un Madrid ajetreado en su cotidianeidad. Eran tiempos de juventud en los que el arte de vanguardia estaba aún por inventarse. Solían acudir al bar del Palace donde se gastaban en copas el dinero que no tenían y disfrutaban alegres de los excesos de la edad. Bebían y proclamaban entre bromas los postulados de ese surrealismo al que los tres estarían abocados. Se conserva una carta con el membrete de la Brasserie Palace en la que Federico García Lorca y Salvador Dalí le piden a su amigo el novelista Claudio de la Torre que les envíe dinero para Luis Buñuel. Préstanos 125 pesetas, le dicen, porque Buñuel se ha gastado todo el dinero que traía y tiene que volverse a Zaragoza. No vemos otra solución. Luego van y para mitigar el sablazo Dalí le pinta un arlequín que fuma en pipa y Lorca le escribe un ingenuo poema que dice: Alfonso XII de plata/ Rueda en la moneda blanca/ de corcho y hoja de lata/ mi cuerno de la abundancia/ me gasté en el bar del Palace/ mis monedillas de agua! No sabemos si les enviaron el dinero que pedían pero lo que es sabido es que los tres amigos siguieron frecuentando el bar del Palace donde, entre cóctel y cóctel, imaginaron un arte por venir. When, as students sharing university accommodation in Madrid, Federico García Lorca, Salvador Dalí and Luis Buñuel struck up a friendship which in turn led to an unprecedented explosion of creativity. One fed by regular visits to the Palace Hotel bar, where the trio bought drinks they could barely afford and cheerfully participated in the characteristic excesses of youth while jokingly predicting that the principles of Surrealism to which they subscribed were doomed. On Palace Hotel Brasserie letterhead the impoverished Lorca and Dalí asked their friend, the novelist Claude de la Torre, for money to help Luis Buñuel. “Lend us 125 pesetas,” they begged, “because Buñuel has spent all his money and has to return to Zaragoza. We see no other solution.” Dalí drew a harlequin smoking a pipe on the letter and Lorca added a simple poem – ‘Silvery Alfonso XII/wheel in the white currency/cork and tin/my horn of plenty/I spent in the Palace bar/my monedillas, my water!’. Whether or not they received the money they asked for remains unknown, but the three friends continued to frequent the Palace Hotel bar dreaming over cocktails of art yet to come. La República The Republic 20-21 Un cambio de viento provoca la animadversión hacia el Rey Alfonso XIII y auspicia la proclamación de la República. El rey se va al exilio con lo puesto y los aristócratas a Biarritz, a pasar las vacaciones de verano. La mañana del 14 de abril de 1931 el escritor catalán Josep Pla se encontraba en el Palace conversando con su amigo Azcoaga, maître de la casa, cuando de repente alguien entra gritando que los telegrafistas han izado la bandera tricolor republicana en el mástil del edificio de Correos. Se arma un revuelo en el hotel y clientes y empleados corren a la cercana plaza de Cibeles a comprobar aquel hecho insólito que habrá de preludiar el cambio de régimen político. Pla le propone a su amigo el acercarse a ver aquel suceso, pero el maître se niega. Estas cosas para mí no tienen importancia. Yo me debo a mi trabajo. La casa es la casa, le contesta displicente y sigue con sus quehaceres mientras el resto de Madrid asiste eufórico a la proclamación de la Segunda República Española desde los balcones de la Puerta del Sol. Durante aquellos años agitados el hotel Palace continuó ofreciendo sus servicios a los nuevos protagonistas de la vida pública española sin apenas variación. En los mástiles del luminoso se alzó, eso sí, la bandera tricolor. Manuel Azaña, Alcalá Zamora o Largo Caballero hicieron del Palace un centro de reunión. Algunos políticos como Portela Valladares, que en 1935 sería nombrado presidente del gobierno, directamente fijaron su residencia en el hotel. Durante los cinco años que duró la República los pasillos del Palace hirvieron en conjuras, pactos en la sombra y pérfidas alianzas rubricadas con copas de champán. Fue famosa la respuesta que diera uno de los implicados en el fallido golpe de estado del General Sanjurjo cuando le preguntaron por su participación en la conspiración. El nada tenía que ver con todo aquello, por supuesto, pero algo le había oído decir al conserje del Palace, argumentó con gran cinismo, lo que venía a subrayar que era en el Palace donde mejor se tomaba el pulso a la realidad política del país. In the early 1930s the political winds of change brought animosity toward King Alfonso XIII and eventually led to the proclamation of the Spanish Republic. While the king went into exile bearing little more than the clothes on his back, the Spanish aristocracy carried on much as before. On the morning of April 14, 1931, the Catalan writer Josep Pla was at the Palace Hotel talking to his friend Azcoaga, the hotel’s maître’d, when suddenly news arrived that the Republican flag had been hoisted on the post office’s flagpole by telegraph workers. Word spread like wildfire around the hotel and guests and employees raced to Plaza de Cibeles to bear witness to the beginning of a new political regime in Spain. Pla begged Azcoaga to accompany him, but the maître’d refused. “These things do not matter to me. My work is my duty,” he explained. “The Palace will remain the Palace whatever happens.” And he went back to work while the rest of Madrid looked on as the Second Spanish Republic was proclaimed from balconies in Puerta del Sol. During those years of change the Palace Hotel continued to offer its services to the new republican leaders of the Spanish administration. Many politicians, including Manuel Azaña, Alcalá Zamora and Largo Caballero, chose the Palace Hotel as their preferred meeting place. Others, such as Portela Valladares, who in 1935 would be named Prime Minister, took up residence within the hotel. In the five years the Republic lasted the hotel’s corridors abounded with conspiracies, hidden agendas and treacherous alliances, all toasted to with glasses of champagne. When asked about his participation in the failed coup d’état instigated by General Sanjurjo, one of the leaders replied he had nothing to do with it. His information had come via the concierge at the Palace Hotel, in his opinion the best place to monitor the nation’s political pulse. Hospital de sangre War hospital 22-23 El 18 de julio de 1936 el ejército se alza contra la República. En Madrid resiste el gobierno legítimo. De la noche a la mañana todo cambia en la capital de España. Irrumpen el caos y el desconcierto. Los milicianos toman las calles. Se incautan edificios, fábricas, automóviles. Un comité compuesto por empleados se hace cargo del Palace. Durante los primeros meses de la contienda tan sólo 89 clientes se registran en el hotel. Las provisiones aún no escasean y se tiene esperanza en que el alzamiento sea sofocado en breve. Pero el verano de 1936 se hace eterno. El 4 de noviembre el Ministerio de la Guerra ordena incautar el hotel con el fin de instalar en él un hospital militar. En la planta baja se montan los quirófanos algunos de ellos bajo la cúpula del Jardín de Invierno para así aprovechar su luz natural. La planta primera se destina a la administración del hospital y la segunda y tercera a diferentes servicios médicos. En las plantas superiores se colocan las camas para los heridos. Hasta ochocientas llegó a haber. Los pasillos se llenan de combatientes. Más de cincuenta antiguos empleados son adscritos al hospital para desempeñar servicios asistenciales. Nos imaginamos la algarabía de un día cualquiera presidido por la urgencia de las intervenciones. Hay una fotografía ilustrativa del drama. En ella se ven las camas en hileras tan sólo separadas unas de otras por esas mismas mesitas de mimbre que apenas unos meses antes eran utilizadas en el Jardín de Invierno para servir el té. En esa imagen se cifra el trastoque de la guerra, su grotesca mudanza. Hubo suerte para el edificio del hotel después de todo. Aunque algunas bombas le cayeron encima no hicieron explosión y las más cercanas del Paseo del Prado no llegaron a afectarle. Cuando Madrid cae, el Palace no es más que un lugar desvencijado y cochambroso. Desolación alrededor. On July 18, 1936, the Army rose up against the Republic. In Madrid the government resisted as long as it could but everything changed overnight as chaos and confusion took hold. Militants took to the streets seizing buildings, factories and transport. The civil unrest took its toll and during the first month of the war the Palace Hotel registered only 89 customers. While it was hoped the rebellion would be put down quickly the conflict dragged on through the summer of 1936. On November 4 the War Office commandeered the hotel with the aim of converting it into a military hospital, and operating theatres were installed on the ground floor. Even the lounge with its emblematic stained glass cupola was used for operations due to the abundance of natural light. The first floor was converted into hospital administrative offices while the second and third floors housed various medical services. Hundreds of beds for the wounded filled the upper floors. At the height of the war there were some 800 patients packed into every available space. Over 50 former Palace Hotel employees were assigned new duties and became health care personnel. Days were filled with emergency operations and the needs of the injured and dying. A photograph exists which clearly illustrates the moment, showing row upon row of beds filling every available space. They are separated from each other by the elegant wicker tables which just months before were used to take tea. The image graphically depicts the disruptive and chilling effect of war. Luck was with the hotel, however. While the building was hit by a number of bombs none exploded, and those that did detonate in the nearby Paseo del Prado caused no damage. When Madrid finally fell to Franco’s forces in 1939 the Palace Hotel was a filthy, dilapidated building surrounded by total desolation. El habitante del Palace The permanent guest 24-25 Todo hotel lo es de paso. Su sustrato es pasajero por definición. El viajero llega, se aloja y se va. Hubo un hombre sin embargo que hizo del Palace su hogar. Se llamaba Julio Camba y era escritor, gastrónomo y hombre de mundo. Un día se registró en el hotel y nunca más lo abandonó. Cuando a Camba le preguntaban su domicilio él respondía impasible: Plaza de las Cortes numero 7, planta tercera, habitación 383. Camba había sido corresponsal en Londres, París y Nueva York, y anarquista de joven. Desde todas esas ciudades enviaba a su periódico crónicas acertadísimas sobre la realidad de su tiempo. Dos rasgos exquisitos definieron su obra: una prosa de austera belleza y una ética indomable de hombre libre. Dicen que fue Juan March el que le sufragó la habitación del Palace de por vida en pago de un oscuro favor que Camba le hiciera en tiempos de la República. Fuera como fuese lo cierto es que Julio Camba ocupó su habitación del Palace durante trece años hasta su muerte en 1962. Camba se sentaba en un sillón de la Rotonda y con ese relativismo gallego que le caracterizaba, veía pasar el mundo por el vestíbulo. En sus últimos años todo le interesaba menos moverse, pero si le proponían un restaurante que fuera de su agrado se dejaba invitar a comer. Eso sí, con la condición de que después le devolviesen a su hotel. Hotels are usually places where people stay for a relatively short time. Guests arrive, spend a few days, then leave. One man, however, was so fond of the Palace he made it his permanent home. Galician writer, gourmand and former anarchist Julio Camba checked into the hotel in 1949 and never left. When asked his address he would respond, Number 7, Plaza de las Cortes, Third floor, Room 383. According to popular belief his bill was settled by Spanish businessman Juan March in return for a favour granted during the Republican years. Whoever paid, the Palace remained Camba’s home for 13 years until his death in 1962. In his youth Camba had served as a foreign correspondent for several Spanish newspapers, filing hard-hitting articles from London, Paris and New York about the stark reality of the times in austere prose characterised by its belief in the ethics of freedom. As the Palace’s permanent guest he became a regular sight, seated in an armchair under the stained glass cupola of the Rotonda watching the world go by with true Galician sang froid. In later years he could only be tempted out by an invitation to one of his favourite restaurants. Always accepted with the same condition, the host was to drop him ‘home’ to the hotel afterwards. Al servicio del cliente At the service of the guest 26-27 Un hotel sin clientes es una idea absurda, pero más absurda es aún la idea de un hotel sin personal a la altura de las expectativas de calidad que se pretenden ofrecer. Georges Marquet, el fundador del Hotel Palace, tenía bien claro que sin la ayuda de profesionales que desempeñasen sus funciones orientadas al cliente, el proyecto empresarial que promovía jamás tendría futuro alguno. Consciente de la importancia de la formación del personal, el empresario creo el llamado “Sistema Marquet” una especie de código de conducta que contenía el ideario que habría de observarse en sus establecimientos. A él se debe el eslogan “el cliente siempre tiene razón”. Miles de empleados han pasado por el Palace desde su apertura en 1912 y todos han coincidido en aplicar los principios de Marquet a sus quehaceres cotidianos. Un recepcionista, un conserje, un camarero deben siempre conocer el tono exacto de su cometido. Sin estridencias serviles, sin desdeñosa pasividad. No se trata de que el cliente se sienta como en casa sino mejor aún, como en la casa de un anfitrión que le acogiera con respetuosa hospitalidad y le dejara hacer sin empalagos. En un trabajo cara al público este tipo de aproximaciones podrían parecernos evidentes, pero no hay que olvidar que detrás de los salones, de las habitaciones y de los restaurantes hay personas que se esfuerzan en que los más mínimos detalles continúen mostrando una expresión de amabilidad. Fueron todas esas personas que trabajaron en las cocinas, en la intendencia, arreglando las habitaciones, administrando los recursos, organizando, gestionando, manteniendo a punto las distintas infraestructuras del hotel o procurando de mil maneras diferentes que el cliente tuviera una estancia placentera, quienes con su esfuerzo diario contribuyeron a elevar el Hotel Palace a esa categoría de excelencia que sus clientes continúan apreciando al día de hoy. From the very beginning the Palace Hotel founder Georges Marquet knew that a key element in ensuring the success of his new venture was the calibre of its staff. In line with this he instigated the Marquet System, a training programme based on a code of conduct to be observed by all the employees in his hotels. It is to Marquet we owe the slogan: ‘The customer is always right’. Thousands of members of staff have passed through the Palace Hotel since it opened its doors in 1912, and all have been trained to apply this rule to their daily duties. Receptionists, concierges, waiters and housekeepers should all set the correct tone, insisted Marquet, who defined the correct approach as neither obsequious nor presumptuous. Their aim should be to make the guest feel not just at home but as if they were being received by a gracious host offering unfailing hospitality. It wasn’t just those who worked directly with the public who were expected to follow this principle. Marquet also applied it to the staff who remained unseen by guests, to ensure that even the smallest detail lived up to expectations. His service-orientated approach laid the foundations for the professionalism and reputation which guests at the Palace continue to enjoy and remark upon today. Paisaje desde la ventana A room with a view 28-29 Oskar Kokoschka fue un pintor de origen austriaco a quien el Prado le fascinaba. Su historia está ligada a la del expresionismo pictórico del siglo XX. Frente a la visión objetiva de la realidad, la llamada “impresión”, Kokoschka reivindicaba la “expresión” de esa misma realidad a través de las emociones del artista. No contaba tanto lo que se tenía delante como la interpretación de esas imágenes y su plasmación subjetiva en el lienzo. A partir de ahí la técnica y la individualidad adquirían un papel protagonista. Kokoschka se alojaba en el Hotel Palace cuando venía a Madrid. Solía hacerlo en las habitaciones que dan a la Plaza de Neptuno. Las vistas desde allí le apasionaban. Se pasaba las horas mirando por la ventana, la fuente de Neptuno chorreando agua a sus pies, el Ritz a la izquierda, el Prado a la derecha y el Retiro nimbando los Jerónimos al fondo. Kokoschka visitaba el Museo del Prado con frecuencia. Allí pasaba las horas reflexionando sobre las obras maestras de la historia de la pintura. Regresaba después al Palace dando un paseo. Subía a su habitación y se quedaba enfrascado mirando por la ventana. Aquella vista llegó a obsesionarle. Un día tomó la decisión de convertir su mirada en lienzo y pintó el paisaje que tenía ante sí; la fuente de Neptuno, el Prado, los Jerónimos y la melena verde del Retiro bajo el cielo velazqueño de Madrid. Another famous guest was Oskar Kokoschka, an Austrian painter whose work was linked to the German Expressionist movement. What some artists referred to as ‘impression’ he described as ‘expression’ in recognition of the emotions his canvases represented. Rather than depicting what he saw Kokoschka allowed his subjective interpretation to inspire his brushstrokes. Fascinated by the Prado Museum and the masterpieces it houses, he preferred rooms facing Plaza Neptuno which offer particularly spectacular views of the renowned gallery. He is said to have spent hours gazing out of the window, fascinated by the vista of the Neptune fountain, The Ritz, the Prado, Jeronimos Church and the verdant backdrop of the Retiro Park. When not checking out the view from his hotel window he spent hours contemplating the masterpieces at the Prado. This contemplation would be followed by a short stroll, before he returned to his hotel room to resume his vigil at the window. Considering his almost obsessive interest in the scene it is not surprising Kokoschka finally immortalised it on canvas. Ese feliz glamour de los cincuenta The glamorous Fifties 30-31 Siempre hubo cierta rivalidad entre el Ritz y el Palace. Desde sus comienzos ambos hoteles compitieron por convertirse en el establecimiento más emblemático de la capital. Pese a pertenecer a los mismos dueños sus políticas empresariales no fueron idénticas. El Ritz poco a poco se fue orientando hacia una exclusividad de carácter selectivo mientras que el Palace, con una vocación más inclinada a la diversidad, practicaba una filosofía de puertas abiertas. Durante los años cincuenta el hotel Ritz adquiere fama de desdeñar a la gente relacionada con el mundo del espectáculo y el famoseo de revista. Se buscaba al parecer un prototipo de cliente selecto y discreto que no levantase alborotos mediáticos. Cuentan que James Stewart, de visita en Madrid, fue a registrarse en el Ritz y le dijeron que al ser una estrella de Hollywood les resultaba imposible admitirle en el hotel. James Stewart argumentó que él no era actor sino coronel de las fuerzas aéreas norteamericanas y piloto de bombarderos durante la Segunda Guerra Mundial y no tuvieron más remedio que pedirle disculpas por la confusión y permitirle alojarse en el hotel. Otros actores jamás se hubieran arriesgado a un desaire semejante. Antes habrían preferido darse un baño de multitudes al abrigo del Palace, como el de Gina Lollobrigida en la fuente de Neptuno en plan Anita Ekbert en “La dolce vita”. There has always been a degree of rivalry between the Palace and its neighbour on the other side of Plaza Neptuno, The Ritz. From the start both establishments competed to become Madrid’s most emblematic hotel and, although they shared the same owner their ‘modus operandi’ was distinct. The Ritz favoured exclusivity, while the Palace, inspired by cosmopolitan diversity, opened its doors to all. During the Fifties the Ritz actively discouraged celebrities in favour of attracting a select, discrete clientele who preferred to avoid press attention. So when Hollywood actor James Stewart attempted to check in he was informed that his fame meant it was impossible to accommodate him. The canny screen star argued he was not an actor but a colonel in the United States Army and threw in for good measure the fact that he’d also been a fighter pilot during the Second World War. The hotel apologised and checked him in. Other stars would have preferred to dive into the nearby Neptune fountain before risking a similar snub. Échale la culpa a Mame Put the blame on Mame 32-33 Con Gilda, la inolvidable película de Charles Vidor, Rita Hayworth consiguió ser la mujer más deseada del mundo. Y la más triste también. Su infelicidad derivaba de esa confusión entre persona y personaje de la que las grandes estrellas de Hollywood a veces son víctimas. El público la admiraba y las multitudes intentaban acercársele para beber el aire que respiraba. Pero Rita no era Gilda ni tampoco la Mame de su canción. Ella era Margarita Cansino, la hija de un bailarín nacido en Castilleja de la Cuesta, Sevilla, y de una discreta bailarina neoyorquina de origen irlandés. Una chica humilde aunque ambiciosa que pretendía abrirse camino como actriz. Se sabía guapa y supo moverse con soltura por los recovecos de la industria cinematográfica. Gente importante la ayudó en sus comienzos. Las puertas se le abrieron y su deseo se hizo realidad. El público empezó a adorarla. Uno tras otro los hombres fueron pasando por su vida muy deprisa. Rita Hayworth solía decir que se acostaban con Gilda, pero que se levantaban con ella, lo que ya es decir. Esa penitencia le acompañó en sus sucesivos matrimonios. El Palace era su hotel preferido en Madrid. En él se refugiaba del escándalo que aquel striptease de su brazo enguantado había provocado en la sociedad cerrada de la época. Se dejó ver en los toros, siempre con un pitillo entre los dedos y una sonrisa limpia como fingiendo la felicidad que ansiaba. “Nunca hubo una mujer como Gilda” sostenía la publicidad de la película y todo el mundo se lo acabó creyendo. Rita Hayworth es ya su personaje, esa otra mujer condenada al blanco y negro que seduce a la cámara y transmutada en Gilda nos pide cantando que le echemos la culpa a Mame. Her role as Gilda in the 1946 film Mame earned former Palace Hotel guest Rita Hayworth the moniker of the most desirable woman in the world. But the title proved a double edged sword, placing the actress’ onscreen persona in conflict with her real personality. “There was never a woman like Gilda,” boasted the film’s publicity, and everyone believed it. But Rita was neither Gilda nor Mame. She was born Margarita Cansino to a Spanish dancer father from Castilleja de la Cuesta, a small village near Seville, and a New York ballet dancer with Irish blood. Although humble, Margarita had ambition. She wanted to become an actress. Attractive and at ease in the world of cinema she charmed those who could advance her career and doors began to open. She soon became one of the cinema-going public’s best loved stars, wooed by a host of suitors. She often lamented, however, that her lovers went to bed with Gilda but woke up with Rita, an observation perhaps reflected in her five marriages and divorces. When she was in Madrid the Palace was the screen legend’s hotel of choice - and occasionally her refuge from the scandals which surfaced around her in the conservative society of the time. She was popular with the public and often seen at bull fights, a cigarette held nonchalantly between her fingers, a radiant smile hiding the unhappiness which characterised her life in reality. Cócteles en el bar Cocktails at the bar 34-35 Uno de los mayores atractivos para frecuentar el bar del Palace siempre fueron sus cócteles. El cock´s tail, en español cola de gallo, término que da su nombre a la bebida, era el utensilio que los taberneros de Campeche usaban para mezclar los combinados. Directos, refrescados, batidos, licuados, frozen o flambeados, el coctel se instituye como la bebida elegante por antonomasia. Durante los años cincuenta en Madrid causaron furor. El bar del Palace fue junto a Chicote un lugar imprescindible para disfrutarlos. Por su barra pasaron muy diversos aficionados a la bebida. Algunos de ellos, como Orson Welles, eran verdaderos devotos de los combinados y otros, como fue el caso de Cary Grant, no sólo se conformaban con tomarlos sino que emulando a los mejores bármanes del mundo solían ponerse tras la barra para ensayar sus propias preparaciones. Cuentan de Cary Grant que una vez coincidió en el bar del Palace con un grupo de personas entre las que se encontraba el famoso barman Perico Chicote. Al ver que Chicote entendía de cócteles, pero sin saber muy bien quién era, Cary Grant le invitó a catar un combinado de su invención: vodka, lima y licor de café. Chicote lo probó y alabó la mezcla con elegante condescendencia. Acto seguido tomó posesión de la barra y preparó una combinación alternativa a base de vermouth, vodka y Grand Marnier. Chicote le llenó la copa hasta la mitad. El actor se la tomó de un trago y pidió entusiasmado otra media más. Aquel coctel pasó a llamarse desde entonces “media combinación” y se convirtió en uno de los más famosos de Madrid. The Palace bar has long enjoyed a reputation for serving fantastic cocktails, whether on the rocks, chilled, pureed, stirred, frozen or flambéed. In the Fifties cocktails were all the rage in Madrid and, along with popular Gran Vía watering hole Chicote, the Palace bar was ‘the’ place to enjoy them. Over the years many famous guests have perched on a stool to watch the Palace barman work his magic. Some, such as Orson Welles, preferred mixed drinks. Others, like Cary Grant, not only drank them but often slipped behind the bar to prepare them. According to legend, one night the Hollywood star bumped into a group which included the famous Spanish barman Perico Chicote. Overhearing the mixologist talking about cocktails, but unaware of who he was, the actor invited him to try one of his own combinations - a mix of vodka, lime and coffee liqueur. After taking a sip Chicote condescendingly praised the star then prepared his own concoction of vermouth, vodka and Grand Marnier, half filling Grant’s glass with the result. The actor downed it in one gulp and enthusiastically asked for the other half launching what became known as the ‘Media Combinación’, the Half Combination, one of Madrid’s most famous cocktails. Boutiques de viajes The jet age 36-37 El hotel Palace siempre ha apostado por ese fascinante viaje hacia la modernidad que suponen los avances tecnológicos. Las nuevas formas de moverse por el mundo que una sociedad en pleno desarrollo reclamaba a mediados de los años cincuenta trajeron como consecuencia el inicio del turismo internacional. España se erige entonces en un lugar de destino extraordinariamente atractivo para Europa y los Estados Unidos. Las comunicaciones por aire empezaban a facilitar el desplazamiento de las personas de un continente a otro. El viaje, que hasta entonces había estado connotado con riesgos e incertidumbres, se convierte de la noche a la mañana en una posibilidad segura al alcance de la gente de a pie. Estamos ante el inicio del esplendor de las líneas aéreas. El hotel Palace como referente de esa nueva visión de un mundo interconectado en el que las distancias han sido derogadas por la velocidad, instala en su vestíbulo una sucursal de la línea aérea más prestigiosa del momento, la Pan American. Estamos en junio de 1959 y los periódicos nacionales se llenan de anuncios a toda página en los que puede contemplarse la fachada principal del hotel: “Más facilidades al público, con un perfecto servicio de información y venta de billetes”, dice la publicidad. Pero no sólo la PanAm se sintió atraída por el Palace. Muy pronto Iberia, líneas aéreas de España, abriría en el zócalo del edificio una boutique de viajes, y hasta el ayuntamiento de la capital inauguraría una línea directa de autobuses entre el aeropuerto de Barajas y la plaza de Neptuno para facilitarles a los turistas el acceso al corazón de Madrid. The Fifties was a dynamic decade for air travel, one marked by the introduction of the fast, direct international flights associated with modern tourism. Almost overnight long journeys came within the reach of the masses with regular services allowing people to travel easily from one continent to another. Spain quickly emerged as an attractive destination for both Europeans and Americans and, as it has always done, the Palace moved with the times and embraced change by incorporating a branch of Pan Am, at the time the world’s most prestigious airline, into its lobby. Spanish newspapers of 1959 featured full-page advertisements for the hotel alerting the public to: “Better public facilities as well as up-to-date flight information and ticket sales”. And Pan Am wasn’t the only airline to establish a presence at the Palace. Iberia, the country’s national airline, also set up an office there. Further helping facilitate the flow of visitors, Madrid City Council inaugurated a direct bus line connecting Barajas Airport with Plaza Neptuno, which is located almost directly in front of the hotel. El luminoso Neon lights 38-39 El edificio del hotel se estructura en tres partes: zócalo, cuerpo y corona. El zócalo consigue nivelar la planta del hotel sobre el desnivel existente entre la calle Jesús de Medinaceli y la Plaza de Neptuno. Desde el principio estuvo destinado a alojar servicios complementarios. En él se ubicaba por ejemplo la cervecería alemana y allí estuvo también situada la brasserie. Un sinfín de comercios ha ocupado a lo largo de su historia el zócalo del Palace. Desde un cine a galerías de lujo pasando por selectas tiendas de bombones, oficinas de viajes o planetarios restaurantes fast food. El cuerpo del edificio lo definen las cuatro fachadas del hotel. Están ornamentadas sin demasiadas estridencias, pero con elegancia formal. El conjunto, de evidente aroma parisino, habría de erigirse en un modelo arquitectónico que luego sería reproducido en los edificios de la Gran Vía y de la calle de Alcalá. Aquel nuevo Madrid de inspiración cosmopolita y vocación centralista habría de albergar durante décadas el oficialismo institucional de España. La corona es la parte menos evidente del hotel. Cuatro torreones, uno en cada esquina, cada uno provisto de una cúpula, rematan las cubiertas inclinadas en forma de mansarda. Pero de la corona lo que más nos impacta es el luminoso. Sobre un soporte de hierro pespunteado de filigranas contemplamos un rótulo en el que se lee: PALACE HOTEL. Son once letras resaltadas con neón que desde 1912 iluminan la noche de Madrid. Su luz rosada parece brillar suspendida en el cielo. Hay en el luminoso ecos de Eiffel y de toda esa ingeniería de puentes, grúas, torres y estructuras industriales tan en boga a principios del siglo XX. Verticalidad cuadriculada que se deshace en luz vaporosa. Racionalismo y emoción. Un escenario propicio para una de esas películas de intriga con ladronas de joyas incluida. Puede que hasta alguna de carne y hueso pasara en verdad por allí. The Palace Hotel comprises three sections - the base, the body and the crown. The base, which is entered from Calle Medinaceli as it slopes down to Plaza Neptuno, was designed to accommodate additional hotel services, and it was here that the German Beer Hall and Brasserie were located. Over the years numerous businesses, from gourmet chocolate shops and travel agencies to international fast-food restaurants, have also occupied the space. At one time it even boasted a movie theatre. The central body of the building lies within the understated formal elegance of the hotel’s subtlety decorated four façades which create an effect of Parisian charm. It’s an architectural style which was much copied in the buildings along nearby Gran Vía and Calle de Alcalá. Although perhaps the least obvious part of the hotel, the crown, which is made up of four, small, dome-topped towers rising at each corner of the building’s roof, bears the building’s most striking feature. The words PALACE HOTEL spelt out in oversized letters and mounted on an iron framework reminiscent of the work of French engineer Gustave Eiffel. These 11 letters have been illuminated with pink neon light since 1912 and stand out proudly in the night sky. It’s not hard to imagine the hotel’s rooftop as the location for a suspense movie, with jewel thieves racing across its vast expanse. 40-41 En la suite real 42-43 ¿Quién no ha soñado alguna vez con alojarse en una suite real? Dicen que de los grandes hoteles madrileños es la del Palace la más deslumbrante. Por su aspecto extremadamente palaciego puede que hasta supere el propio concepto de suite real. Cuenta con varios salones, biblioteca y comedor. Chimenea inglesa, revestimientos en maderas nobles, suelos de mármol con incrustaciones ornamentales y una grifería bañada en oro completan su decoración. Cuenta por descontado con la tecnología más moderna al servicio del confort. En un entorno semejante cualquier capricho que se nos antojara podría hacerse realidad. ¿Qué tal si nos imagináramos en ella a Luciano Pavarotti una mañana soleada de esas que ofrece la primavera en Madrid? Recién salido de la ducha y envuelto en un inmenso albornoz el tenor abriría las puertas del balcón y saludaría a la plenitud del nuevo día tal vez con alguna canción napolitana de esas que a veces incluía en su repertorio. Cuentan que una noche, ya de madrugada, alguien que andaba paseando por la plaza de Neptuno escuchó de repente el aria Nessun dorma de la ópera de Puccini Turandot. La voz parecía descolgarse de las nubes. Ante semejante maravilla el paseante noctámbulo alzó la mirada y descubrió a Pavarotti cantándola a capela asomado a un balcón del hotel. La luna le iluminaba el rostro y parecía un ser no de este mundo. Lo cierto es que Pavarotti se alojaba en la suite real siempre que venía a Madrid. Antes lo había hecho esa soprano de ojos lánguidos y belleza tectónica cuyo registro de voz abarcaba tres octavas, esa diva idealizada en blanco y negro que amó Onassis hasta el delirio y que como en una tragedia antigua sufrió el revés de la pasión y tuvo el declive de su arte por condena, esa mujer con vocación de diosa que pasó por el mundo haciendo de traviata, esa mujer que se llamó María Callas y a quien las flores de tal nombre adornaban a menudo convertidas en ramos de admiración. No había otro lugar más reservado para ellos. En su silencio se sentían a gusto, a tono con la sonora inmensidad de su talento. Lo demás es pura leyenda. Juego tramposo de la imaginación. The royal suite 44-45 Among all the luxury accommodation offered by Madrid’s grand hotels, the Royal Suite at the Palace Hotel is reputedly the most sumptuous. Its palatial décor provides a setting worthy of a king, including a series of lavish lounges, a library-cum-office and a grand dining room with a marble fireplace. In addition to its luxurious detailing of fine wood, marble floors and gold taps, it is also equipped with cutting-edge technology. As a result the Suite has become a home away from home for many famous names, including the late music maestro Luciano Pavarotti who always based himself there when visiting the Spanish capital. It’s not hard to imagine the scene as the legendary tenor steps out of the shower on a bright spring morning and, wrapped in his bathrobe, opens the French doors onto the balcony to greet the new day with a few bars of a favourite Neapolitan song. On one occasion in the early hours of the morning Plaza de Neptuno was reportedly filled with the aria ‘Nessun Dorma’ from Puccini’s opera Turandot. Stunned by this voice which seemed to come from the heavens, those below raised their gaze to see none other than Pavarotti, his face rendered ethereal by the moonlight, singing ‘a capella’ on the balcony of his suite. It’s true that Pavarotti stayed at the Palace Hotel whenever he was in Madrid. He followed the tradition of another famed opera star, Maria Callas. With her languid gaze, stunning beauty and vocal range of no less than three octaves this opera diva, who will always be remembered for her stellar performances in La Traviata, retreated to the Royal Suite of the Palace Hotel when not on stage. Both opera greats found a home away from home in tune with their immense talent within the walls of the Palace’s most noble accommodation. Pinceles de carne y hueso Brushstrokes in flesh and bone 46-47 Pocos hoteles han estado tan vinculados a la vida de Salvador Dalí como el Palace. Ya de joven, cuando era alumno en la Residencia de Estudiantes, frecuentaba su bar con asiduidad. Dicen que era tal su timidez e inseguridad que a veces, para ganarse la simpatía de los camareros, dejaba propinas superiores al importe de lo consumido. Puede que todo su arte posterior no fuera más que la sublimación de esa incapacidad basal para gestionar las cosas cotidianas de la vida. Una manifestación de su individualidad extrema y una manera en definitiva de relacionarse con los demás. Ya en su madurez, cuando había alcanzado el éxito mundial, el Palace seguía siendo su lugar de referencia cuando venía a Madrid. En el Palace se alojaba con Gala, su esposa, y en el Palace daba rienda suelta a toda esa suerte de extravagancias que a todos dejaban con la boca abierta. Una prueba de ello es la performance pictórica que organizó en el Salón Cortes del hotel. Desnudó allí a unas cuantas mujeres y empapó sus cuerpos con pintura. Acto seguido las utilizó de pincel arrastrándolas sobre lienzos en blanco. La fisionomía titilante de la carne en movimiento produjo de esta manera inusual sorprendentes obras de arte en las que el artista estampó su firma sin tapujos. Todos los presentes aplaudieron de contentos y Dalí se atusó sus bigotes con consumada delectación. The Surrealist painter Salvador Dalí enjoyed a long association with the Palace Hotel. As a student he was a regular visitor to the hotel’s bar, and in later in life had a reputation for leaving overly large tips, perhaps prompted by his shyness to curry favour with the waiters. The eccentric artist and his wife Gala stayed at the hotel regularly and were renowned for their extravagant and attention-grabbing behaviour, which often left other guests open mouthed. An event held in the Cortés Salon proved one such occasion. Dalí happily covered a number of naked women with paint then, using the ladies as paintbrushes, he dragged their paintsmeared bodies across the canvases. The result was a series of unique works which the unconventional Spaniard proudly put his name to. As the crowds looked on in admiration Dalí smoothed his moustache with consummate pleasure. Al suelo todo el mundo Everyone on the floor 48-49 Algún periódico extranjero llegó a decir que militares españoles vestidos de época habían tomado por las armas el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional. En realidad se trataba de guardias civiles con tricornio que, movidos por una concepción grotesca de su deber, entraron pegando tiros en el Congreso y secuestraron a los parlamentarios democráticamente elegidos por el pueblo. Al suelo todo el mundo, vociferaban, se sienten, coño, ordenaban, y disparaban al aire las pistolas para intimidar a sus señorías. Aquella nueva escena del esperpento patrio tuvo en vilo a los españoles durante una noche entera. En vilo y en vela. Las emisoras de radio jugaron un protagonismo informativo esencial. Lejos de la censura que los golpistas pretendieron imponer, los locutores de las distintas cadenas no dejaron ni un minuto de informar de lo que estaba sucediendo. Los periódicos sacaron ediciones especiales, algunos hasta siete en esa noche. Las inmediaciones del Congreso se convirtieron en un hervidero de gente que acudía a apoyar la incipiente Democracia y el Palace fue elegido como cuartel general por los periodistas para seguir de cerca los acontecimientos. Quedará para siempre en la memoria colectiva aquella foto publicada por El País en la que una multitud de periodistas sentados en las escaleras del hotel aparecen leyendo la última edición del periódico. La soberbia representación icónica de un hecho que nunca hubiera debido suceder. On February 23, 1981, international newspapers reported that Spanish soldiers in period costumes had invaded the Spanish Parliament. In reality members of the Civil Guard, dressed in the organisation’s emblematic tri-cornered hats, had entered the building, opened fire, and taken several parliamentarians hostage. “Everyone on the floor!,” they yelled as they unloaded their pistols into the ceiling to intimidate the representatives. “Get down!”. The drama unfolding at the heart of their fledgling democracy kept Spaniards awake and on tenterhooks throughout the night. Ironically, in a far cry from the censorship which those responsible for the coup d’état hoped to impose, radio broadcasts played a key role in keeping everyone informed as the action unfolded. The area around the Parliament building quickly became a hive of activity as people showed their support for the threatened democracy and journalists arrived to cover the news. Located just metres away from where the action was taking place the Palace was the obvious place for media organisations to set up their headquarters. There reporters could follow the progression of events, filing stories for numerous special editions, up to seven of which were published in the course of the night. One of the most memorable images of the coup d’état, published in El Pais newspaper, has become an iconic reminder of those dramatic few days. It shows dozens of exhausted journalists sitting on the hotel’s steps reading the latest coverage after working throughout the night. Un encuentro entre Jagger y Borges A meeting between Jagger and Borges 50-51 El Jardín de invierno fue desde la inauguración del Palace un enclave propicio para los encuentros. Gentes muy diversas han coincidido desde entonces en este emblemático lugar. No siempre ha habido una cámara delante para dar testimonio del hecho y la mayoría de las veces las conversaciones mantenidas jamás trascendieron el ámbito privado. Pero conocemos, por ejemplo, el contenido de la conversación mantenida entre Jorge Luis Borges y Mike Jagger. María Kodama, que estaba allí presente, lo ha contado. Kodama y Borges aguardaban a que vinieran a recogerles para acudir a una cena. Los ojos del escritor andaban perdidos en la luminosidad colorida de la cúpula, como imaginando mariposas, cuando de repente Mike Jagger reparó en él. La obra del escritor argentino siempre le había fascinado al cantante así que decidió acercarse a saludarle. Al llegar a su lado Mike Jagger se arrodilla y con entregada reverencia va y le dice Maestro, yo le admiro, leí toda su obra. ¿Quién es usted? le pregunta Borges volteando la cabeza para así escucharle mejor. Me llamo Mike Jagger. ¡Ah!! – exclama Borges asintiendo – Mike Jagger de los Rolling Stones. El músico quedó sorprendido de que aquel hombre erudito, consagrado al ascetismo de su literatura supiera de la existencia de los Rolling. ¿Cómo, maestro, usted me conoce? – le pregunta Mike Jagger sin dar crédito. Sí, le conozco y conozco lo que usted hace gracias a María que me permitió descubrirlo –respondió Borges señalando a su mujer. Fueron unas pocas palabras de reconocimiento mutuo y cortesía las que se intercambiaron ambos hombres en aquel instante afortunado de la historia. Como en una rara conjunción astral el Palace lo propició. The sumptuous lounge beneath the Palace Hotel’s stained glass cupola has long been a preferred rendezvous place for guests, and over the years thousands of conversations must have taken place, most of which remain a mystery. The content of one such exchange, however, that between Argentinean writer Jorge Luis Borges and the rock star Mick Jagger, has been shared with us by Borges’ wife, Maria Kodama. As the couple sat waiting to be escorted to their table they noticed a young man approaching them; the rock star Mick Jagger had always admired the author’s work and had decided to introduce himself. Crouching beside Borges’ chair the singer explained how much he enjoyed the literary star’s writing and revealed he’d read all his books. Flattered but not quite sure who this avid admirer was, Borges asked for his name. “Mick Jagger,” came the reply. The penny dropped. “Mick Jagger of the Rolling Stones,” acknowledged Borges. The singer seemed surprised the Argentinean knew of the existence of the British group. “Have you really heard of me?” asked Jagger in disbelief. “Yes I have, thanks to my wife,” replied Borges, adding: “I also know about your music.” The meeting, between two very different but equally towering talents, was just one of many such encounters witnessed over the years by the Palace Hotel. La movida estuvo allí ‘La Movida’ at the Palace Hotel 52-53 La movida fue un estallido de libertad creadora que se adueñó de Madrid. De la noche a la mañana el color y la diversidad tomaron las calles y la gente se dio cuenta de que la vida era estupenda y merecía la pena ser vivida sin restricciones ni corsés. Grupos de música compuestos por gente muy joven empezaron a brotar por todas partes. Sus canciones eran frescas y divertidas y todos hacían gala de puestas en escena disparatadas y novedosas. Las estéticas se multiplicaron. La ropa se convirtió en signo de identidad y la gente empezó a expresarse sin complejos a través de todo tipo de manifestaciones artísticas. Personalidad era sinónimo de libertad. Se abrieron joyerías, boutiques, zapaterías, galerías y antigalerías de arte, bares de copas y salas de conciertos. Surgieron cineastas, modistos, pintores, diseñadores. Se apelaba a la multicutularidad como motor creativo y a la tolerancia como premisa de la convivencia. Todo el mundo observaba atento aquella súbita manifestación de espontaneidad. La calle estaba llena de proyectos y siempre había algo que hacer, un concierto al que ir, una gente con la que encontrarse. Las películas de Pedro Almodóvar, las canciones de Alaska, la modernidad rompedora de la música de Radio Futura se instituyeron en pilares culturales. Borja Casani fundó una revista, La luna de Madrid, en la que no solo se contaba lo que estaba sucediendo sino que abría también sus páginas a los protagonistas del momento. En 1983 para celebrar el fin de año la Luna de Madrid organizó una fiesta en el Hotel Palace. Desparrame, petardeo y la actuación en directo de los Golpes Bajos. La movida también estuvo allí. The movement known as ‘La Movida’ was an explosion of unbridled creativity which took Madrid by storm in the wake of the death of General Franco in 1975. After decades of dictatorship people began to relish the lifestyle and freedom which democracy offered. Suddenly Spain’s newly found freedom was being expressed in exciting events and ‘happenings’. New young music outfits sprang up, delivering fresh, delightfully frivolous material. Individual expression burgeoned along with the number of venues showcasing this cultural blossoming. Fashion offered the perfect opportunity to express oneself; a chance to shrug off conformity and celebrate the individualism synonymous with freedom. New boutiques quickly sprang up selling jewellery, clothes and footwear. It was all-change on the cultural front, too. Art galleries, anti-art galleries, bars and clubs opened, while new filmmakers, fashion designers and artists appeared on the scene, all hoping to make a name for themselves. The cultural backdrop to the movement were the works of filmmaker Pedro Almodóvar, the music of singer/DJ Alaska and the sounds of Radio Futura, with multiculturalism being its byword and tolerance the key premise for coexistence. And there was no shortage of events to get involved in, from concerts by newly emerging bands to exploring new bars to meeting friends to exchange ideas. And, as always, the Palace was at the heart of things. When in 1983 the newly launched magazine ‘La Luna de Madrid’, a voice piece for the city’s movers and shakers, sought a location for its New Year’s Eve party, it chose the Palace Hotel. With entertainment including band-of-the-moment Golpes Bajos, it proved a night to remember. ‘La Movida’ and the Palace Hotel were one. 54-55 Excéntricos y extravagantes Eccentrics and the extravagant 56-57 Los gustos de algunas personas a veces no se rigen por las convenciones sociales. Lo que para muchos resulta un estándar para otros supone algo alejadísimo de su universo particular. Pero el compromiso de servicio no debe tener más límites que los impuestos por las leyes. No existen imposibilidades materiales frente a los deseos del cliente. Al contrario, dar satisfacción a las demandas de los huéspedes por muy pintorescas o descabelladas que estas se antojen siempre es un reto para un Gran Hotel. Contaremos dos ejemplos. Un aristócrata jugador de polo alojado en el Palace cayó enfermo y hubo de guardar cama durante varios días. En su convalecencia tuvo el deseo de ver con sus propios ojos el par de yeguas que había venido a adquirir a Madrid así que pidió que se las subieran a la habitación lo que se hizo sin especiales incidentes. Décadas más tarde el famosísimo cantante y bailarín estadounidense Michael Jackson, exigió que se le instalara una tarima de baile. Así se hizo. Pero al llegar el cantante a la suite advirtió jarrones con flores e irritado dio orden de llevárselos. Se comprende lo de la tarima, pero sorprende lo de las flores. Tal vez se debiese a alguna alergia al polen o quizá a un repentino desvarío estético. El caso es que los jarrones se le retiraron y el cantante recuperó su equilibrio emocional. Eso sí, para cuidar de su alimentación se trajo consigo a un cocinero chino que le preparaba todos los días sus menús. Apenas salió de la suite y cuando terminó la actuación en Madrid se metió en su avión privado y se volvió a Nuncajamás. As far as the Palace Hotel is concerned the level of service afforded its guests should be restricted only by the limitations of the law. So nothing is impossible, no matter how outrageous or extravagant it may seem. This was the attitude taken when an aristocratic polo player who’d fallen ill while staying at the Hotel and had to take to his bed for several days was overcome by a desire to see the two mares he had come to Madrid to buy. When he asked if it was possible to bring them to his room the management, unfazed by the request, agreed, and the horses were walked through the hotel and up to his room for inspection without incident. Decades later one of America’s most famous singers and dancers, Michael Jackson asked that a wooden dance floor be installed in his suite. The floor was duly laid and was ready and waiting for him when he arrived - along with vases of flowers sent by adoring fans. Presumably the dance floor found more favour than the blooms which were greeted with an angry request for their removal. We will never know why. Was it an allergy or simply that they didn’t fit in with the decor? Housekeeping moved with lightning speed and within minutes the flowers were gone. The same guest is also remembered for bringing along his own Chinese chef, who prepared all the star’s meals during his stay, and for remaining cocooned in his suite, leaving it only to perform on stage. The engagement over, he departed Madrid in a private jet, returning to his Neverland home. A la mesa Fine dining 58-59 A principios del siglo pasado el banquete era un acontecimiento social. Bastaba un simple pretexto o una efeméride para ofrecerle a alguien alguno. Los había de todas clases, políticos, literarios o incluso militares. De alguno de ellos nos ha quedado constancia gráfica como del que se le dio al entonces comandante Francisco Franco con motivo de su ascenso a teniente Coronel el 14 de junio de 1923, brillante y simpático acto en el que según las crónicas, los asistentes pusieron de relieve el elevado espíritu de entusiasmo y patriotismo que reinaba en el ejército y dieron vítores a España y al Rey. De entre los innumerables banquetes celebrados en el hotel Palace durante su siglo de existencia, llama la atención el de clausura del primer congreso internacional sobre “lucha científica y social contra el cáncer”, celebrado en noviembre de 1933, que culminó con un espléndido baile hasta la madrugada. También resulta pintoresco el organizado en marzo de 1932 por escritores, periodistas y tonadilleras en homenaje al poeta Eduardo Marquina para celebrar el triunfo de su obra Era una vez en Bagdad. El eco de sociedad que se publicó al respecto llevaba por título La farándula come. En este banquete el baile no fue a los postres sino entre plato y plato y el poeta laureado, de la borrachera que llevaba, terminó acosando a sus musas por los pasillos del hotel. A partir de los años cincuenta los banquetes dejaron de tener la relevancia de la que habían gozado y pasaron a transformarse en acontecimientos de carácter privado a los que la prensa apenas prestaba atención. Con la bonanza económica propiciada por el desarrollismo se puso de moda el banquete nupcial y los salones del hotel rápidamente se adaptaron a esta costumbre que incluso se sigue practicando en nuestros días. Pero el banquete organizado para celebrar la entrega de algún premio o la distinción de alguna persona es un acontecimiento que vuelve a estar de moda. De todas las versiones posibles de banquete son los relacionados con el mundo del espectáculo los que despiertan mayor interés social. En ellos pueden llegar a coincidir estrellas como Sofía Loren, Madonna o Antonio Banderas. Su presencia define por si sola el enorme recorrido de una antigua tradición en la que hoy en día comer es simplemente lo de menos. Early last century dining was a social event and any pretext, whether political, literary or military, was sufficient reason to organize a lavish meal. One Palace Hotel dinner of especial note, which was recorded in detail, took place on June 14, 1923, to celebrate Francisco Franco’s promotion to Lieutenant Colonel. By all accounts it was a lively event, with guests displaying their patriotism and enthusiastic support for the army as well as their allegiance to Spain and the king. Another memorable banquet, among the many held at the Palace Hotel over the past 100 years, was the closing dinner of the First International Scientific and Social Struggle against Cancer Congress in November 1933. The splendid evening culminated with dancing which continued into the early morning. Another gathering, organised in March 1932, by writers, journalists and singers to honour the famous poet Eduardo Marquina and celebrate the triumph of his book ‘Era una Vez en Baghdad’, made headlines for the sheer number of celebrities in attendance. Contrary to tradition the ball didn’t begin after dessert. Instead there was dancing between each course. It is rumoured that Marquina became so inebriated he ended up pursuing his muses through the hotel’s corridors. As the Fifties drew to a close the social importance of gala dinners waned and meals became small, private events. Then with the economic boom of the 1960s the wedding breakfast came into fashion, an event for which the grand rooms of the Palace Hotel were perfectly suited. And they remain a popular venue for romantic gatherings today. Once again the Palace Hotel is the preferred venue for award nights or to celebrate the achievements of the great. The public still adores news of gala dinners attended by ‘A’ list celebrities. Over the years great stars such as Sofia Loren, Madonna and Antonio Banderas have added their own touch of glamour to events. Their presence defines the greatness of the venue, the meal and the occasion. De Madrid al Palace One hundred years at a palace 60-61 The Westin Palace, Madrid cumple cien años y es un privilegio celebrarlo. ¿Qué mejor manera para ello que con una fiesta aniversario en la que rememorar públicamente el exitoso recorrido por el tiempo de aquel proyecto de Georges Marquet? Su recuerdo estará presente en la celebración y todos los asistentes alzarán sus copas para brindar por uno de los hoteles más emblemáticos de Europa. Cien años recorridos con los mismos criterios de excelencia y dedicación a los clientes que sirvieron para cimentar su prestigio. Cien años de acontecimientos y de personajes públicos que con su presencia en el hotel ratificaron la vocación de calidad de la institución. La historia de Madrid se funde en este punto con la del Palace y en la fiesta todos comentan la fortuna de contar con un lugar mítico y mágico en el que ser protagonistas del presente. Los invitados brindan, charlan, se dejan ver en un constante remolino de sonrisas. Entre el gentío se distinguen los rostros de cuantos pasaron por el hotel. Ahí están Ernest Hemingway y Sofia Loren, David Bowie y Pablo Picasso, Peter O´Toole y Rudolf Nureyev, Björn Borg y Nadal, Vargas Llosa y Bruce Springsteen. Una big band asperja su música por los salones y de repente estalla la primavera bajo la cúpula. Un siglo para el Palace no es más que primavera y vendrán más fiestas y florecerán más efemérides y habrá más acontecimientos que celebrar. Si es en Madrid será en The Westin Palace, Madrid. Allí nos volveremos a encontrar. In 2012 The Westin Palace celebrates its centenary; a hundred years of fascinating history and unparalleled hospitality. Glasses will be raised to the vision and inspiration of Georges Marquet, who created one of Europe’s greatest hotels; one whose history is interwoven with that of the Spanish capital. For 100 years unique events and personalities have cemented the reputation of the Palace, while the hotel’s dedication to its guests and constant pursuit of excellence ensure it remains as great today as in its glorious past. Today as guests chat and share a toast, they may well spare a thought for all those who have enjoyed the Palace’s hospitality before them. It’s a long and prestigious roll call. One which includes Ernest Hemingway, Sofia Loren, David Bowie, Pablo Picasso, Peter O´Toole, Rudolf Nureyev, Björn Borg, Rafael Nadal, Vargas Llosa and Bruce Springsteen. A century of fine service is simply the latest in a long list of legendary celebrations. Because one thing’s for sure. If something of importance is happening in Madrid the chances are it will take place at The Westin Palace, Madrid, a legendary centre of exceptional hospitality guaranteed to reflect the vibrant heartbeat of the Spanish capital for another 100 years. 62-63 Madrid, 12 de octubre 2012 “100 años mirando al futuro” Mis agradecimientos A todos nuestros clientes. A todos nuestros empleados. A todos nuestros proveedores. A nuestros propietarios: Host Spanish Operating TRS. S.L. A nuestros gestores: Starwood Hotels & Resorts. A nuestra marca: Westin Hotels & Resorts. Y uno muy especial: A la ciudad de Madrid. Marc Lannoy Director General The Westin Palace, Madrid Madrid 12th of October 2012 “One hundred years looking to the future” With sincere thanks to Our guests. Our employees. Our suppliers. The property owners - Host Spanish Operating TRS. S.L. The management group - Starwood Hotels & Resorts. Our brand - Westin Hotels & Resorts. And a special thank you to the city of Madrid. Marc Lannoy General Manager The Westin Palace, Madrid Ilustrador Fernando Vicente Textos Fernando Royuela Editorial asociada Ediciones Sins Entido, 2012 Dirección de arte Pau Garcia Traducción de textos Scott Adams Impresión TF Artes Gráficas Editor The Westin Palace, Madrid Coordinación Paloma García, Dir. Comunicación The Westin Palace, Madrid No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual. Illustrator Fernando Vicente Texts Fernando Royuela Associate editorial Ediciones Sins Entido, 2012 Art direction Pau Garcia English texts Scott Adams Printing TF Artes Gráficas Editor The Westin Palace, Madrid Co-ordination Paloma García, Communications Director, The Westin Palace, Madrid The reproduction, in part or in full, of this book, or its electronic storage, transmission in any form or by any means, be it electronic, mechanical, via photocopies, scanning or other methods is strictly prohibited without the express written consent of the editor. 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