Yolanda Padilla Rangel última versión.151210
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Yolanda Padilla Rangel última versión.151210
Presencia del pensamiento acalitense contemporáneo XXII. YOLANDA PADILLA AGUASCALIENTES. RANGEL: RELIGIÓN Y EDUCACIÓN EN Por Gabriel Gutiérrez Pantoja. 1. Datos generales Nació en Aguascalientes México el 11 de marzo en el año de 1959. Sus padres Rufino Padilla Aguilera, fallecido en febrero del 2009, y Francisca Rangel Martínez, procrearon siete hijos. Sus hermanos son René, Helen, la tercera fue Yolanda Padilla Rangel, y siguieron Susana, Norma, Daniel y Rufino. En 1985 se casó con Salvador Camacho Sandoval. En 1987 nació su primera hija Sofía Yolanda y en 1991 nació el segundo hijo Adán Salvador. Una de sus actividades, además de la académica, con gran relevancia para su vida personal y social, es el Tai chi, que comenzó a practicar desde el 2005, y se convirtió en monitora de este tipo de ejercicios de movimiento lento, dando cursos en la UAA y en dos parques de la ciudad de Aguascalientes. 1 Los estudios profesionales realizados fueron: Licenciatura en Investigación Educativa en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, con la Tesis: Elementos para un diagnóstico de la calidad de la educación normal en la ciudad de Aguascalientes. Fue dirigida por el Lic. Felipe Martínez Rizo y la fecha de titulación en Mayo de 1985. Luego estudió la Maestría en Estudios Regionales en el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora en la ciudad de México su Tesis fue sobre: Religiosidad y sociedad en Aguascalientes, un conflicto de los años setenta. El Director fue el Dr. Jean Meyer y la Fecha de titulación en Septiembre de 1989. Los estudios de Doctorado en Ciencias Sociales, los realizó en El Colegio de Michoacán. La Tesis fue: Después de la tempestad: la reorganización católica en Aguascalientes, 1929-1950. El Director de la tesis fue el Dr. Luis González y González. La Fecha de titulación fue el 23 de Noviembre de 1998. Realizó una Estancia Posdoctoral en The University of Texas at Austin, en el Institute for Latin American Studies, de Agosto del 2000 a Junio del 2002, donde desarrolló el Proyecto de Investigación: El otro en conflicto: visiones estadounidenses de la cristiada. Los Investigadores Anfitriones fueron los Doctores Charles Hale y Mauricio Tenorio Trillo. Además hizo otros Estudios de Doctorado en Humanidades en la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, España, donde realiza el Proyecto de tesis: Mujer visionaria: identidad y vida de una mística mexicana del siglo XX, y su Director de tesis es el Dr. Amador Vega Esquerra. Asimismo ha realizado otros estudios como son un Diplomado en Historia de las Religiones en la Universidad Iberoamericana, campus León, de Marzo a septiembre del 2003 y un Curso sobre Historia y Apreciación del Arte Moderno y Contemporáneo en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, de Enero a Abril del 2004. Un texto que describe más ampliamente su hoja de vida es el de María Angélica Suárez Hernández, que se reproduce a continuación: “MUJER, MADRE Y MAESTRA, UNA HISTORIA POR CONTAR “Logré sacar mi doctorado, tardé un poco más de lo que mis colegas [hombres] tardaron, pero en el trayecto yo crecí dos hijos”1 La dra. Yolanda Padilla Rangel nació el 11 de Marzo de 1959 en el Barrio del Encino, Aguascalientes, en lo que en ese 1 Segunda Entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, el 28 de Julio de 2010. 2 tiempo eran las afueras de la ciudad y lo que hoy es el Templo de las “Tres Ave Marías”, que urbanamente ya no pertenecía al Barrio pero pertenecía a la Parroquia de El Encino; ella recuerda que después del Arroyo de los Adoberos, hoy la avenida ayuntamiento sólo existían nopaleras y una que otra casa. Su papá Rufino Padilla Aguilera es originario de los Altos de Jalisco, pero desde pequeño su familia se traslado al Barrio del Encino porque el abuelo de la dra. Yolanda en su trabajo de ferrocarrilero se accidentó, razón por la que su familia radicó desde entonces en Aguascalientes, fue así como su papá conoció a su mamá y se convirtió en la Sra. Francisca Rangel de Padilla a los 16 años. El Barrio del Encino era un lugar apacible, reinaba el ambiente religioso donde las prácticas religiosas eran ir a misa muy temprano, el rezo del rosario, celebración de las posaditas, entre otras. Las calles no estaban pavimentadas, el lechero pasaba por las mañanas vendiendo leche bronca y algunas familias tenían en sus casas un corral donde criaban animales. Cerca del Jardín existían escuelas católicas atendidas por las religiosas Maestras Católicas, a las que asistían los niños. Los familiares, abuelitas y primos de la dra. Yolanda vivían en el mismo barrio, por lo que a ella le gustaba convivir con ellos, a sus abuelitas las acompañaba a misa en las mañanas y con sus primos jugaba en el Jardín del Encino. Su papá se dedicó a construir y administrar el “Motel Internacional” en donde ahora es el ISSSTE, ahí llegaban los turistas estadounidenses que iban rumbo a Acapulco, recuerda la dra. Yolanda, porque tenía poco tiempo que se había terminado de construir la carretera panamericana 45. La dra. Yolanda es la tercera de siete hijos, ella nació en el cuarto número 1 del motel y a medida de que construían más cuartos o se rentaban se cambiaba su familia. Este lugar y este ambiente le permitió a la dra. Yolanda tener como amigos eventuales a los hijos de los estadounidenses, además de que la gran extensión del estacionamiento para tailers que tenía el motel les permitía jugar a subir y bajar con el patín del diablo que para la dra. Yolanda era lo máximo, diversión y juegos que compartía siempre con sus hermanos. Cuando tenía cuatro años inició su vida escolar en el kínder del Colegio Cristóbal Colón atendido por las religiosas Adoratrices Perpetuas quienes atendían la educación sólo de mujeres en la primaria, ahí mismo inició su primaria a los seis años, dentro de un horario mixto, es decir, asistía a la escuela mañana y tarde. Una de las experiencias agradables que recuerda del Colegio Cristóbal Colón es el ofrecimiento 3 de flores en mayo a la Virgen María por la sensación de frescura y por los diferentes aromas de las flores. De sus maestros recuerda a la religiosa Ana María quien a la vez que era su maestra de 6° era la directora, por lo cual era una mujer activa, clara en sus enseñanzas y pulcra en su manera de ser y hablar; también recuerda a su maestra de 4° quien era seglar y muy buena maestra, y eso es lo que no olvida “a mí lo que me llamaba la atención era en lo académico, si eran buenas maestras me llamaban la atención”. Desde esta atapa escolar comenzó su agrado por las ciencias naturales. Su secundaria la realizó en el Colegio Guadalupe Victoria con un horario de 8a.m. a 2p.m., atendido también por religiosas de la rama femenina de los Jesuitas, conocidas como de la Compañía de María y donde también asistían sólo mujeres. Recuerda a su gusto por la biología, materia que le impartía la maestra Laura Heredia quien por su manera de impartirla la hacía interesante y atractiva la clase para la dra. Yolanda. En esta etapa comenzó su gusto por la historia y recuerda que su maestra Olivia Gutiérrez les platicaba la historia a manera de cuento y novela por lo que hacía amena la clase. Los colegios particulares gozaban de prestigio en la época y estos colegios eran los más reconocidos entre la clase media, además de que los papás se preocupaban de que sus hijos recibieran educación religiosa, los colegios donde estudiaban los hombres era el Colegio Portugal o el Marista y el Colegio de la Paz de las religiosas Hijas de la Purísima Virgen María era para la clase alta. Su preparatoria la realizó en el bachillerato de la Universidad Autónoma de Aguascalientes en el turno matutino, donde la asistencia era mixta. Ahí eligió el área de bioquímica no solo por su gusto por las Ciencias Naturales sino porque su deseo era estudiar Biología, algo más que recuerda de esta etapa escolar son los clubes o grupos de discusión que se hacían con sus compañeros donde reflexionaban temas místicos y metafísicos. A la dra. Yolanda nunca se le dificultó el estudio, incluso ella en sus vacaciones leía revistas, libros y enciclopedias que su papá adquiría. De esas lecturas recuerda el artículo de la vida de Marie Curie, Marja Sklodowska, científica polaca que ganó el premio nobel de química, ella era su modelo, y quería imitarla, este interés ya era muestra de su gusto por la investigación y su facilidad en la lectura. Ante su elección de carrera siguió con su mismo interés e inició la Licenciatura en Biología en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en la que sólo cursó el primer semestre porque no le satisfacían los estudios por la falta de reflexión de lo humano por lo que con ese interés eligió la 4 licenciatura en educación en la rama de investigación educativa en el turno matutino, de la cual recuerda las materias de filosofía del hombre, historia de la educación, talleres de investigación y una que no recuerda con mucho agrado es la estadística. Cabe mencionar que la carrera en educación estaba iniciando, por lo que sólo se contaba con 8 profesores, Margarita Zorrilla, Bonifacio Barba, Narciso Cortés, el Padre Luis Manuel Macías, Lucy Mendoza, otra Lucy que impartía psicología, Felipe Martínez Rizo, Genaro Zalpa, a quienes ella recuerda con mucho cariño y como muy buenos maestros. La dra. Yolanda además de estudiar por las mañanas, por las tardes se dedicaba a actividades estudiantiles dentro de la Federación de Estudiantes de la Universidad de la que fue secretaria general, por lo que realizaban comités estudiantiles con causas sociales en ayuda a otros países que estaban en guerra como por ejemplo, Nicaragua. Además al mismo tiempo realizó su servicio social durante dos años dos o tres veces a la semana en clases de alfabetización para adultos en Paso Blanco, municipio de Jesús María. Otra actividad que realizó fue la publicación de artículos en revistas y de la misma revista en conjunto con compañeros de la carrera de Sociología. Pero de todo lo anterior realizado durante su licenciatura, menciona con satisfacción que lo más relevante fue que se casó con uno de sus compañeros, Salvador Camacho Sandoval, a quien ya conocía durante la preparatoria, pero en esta etapa fueron novios y al poco tiempo que salieron de la carrera se casaron. Al terminar su licenciatura su primer trabajo consistió en ser capacitadora en el Instituto Nacional de Educación para Adultos, pero este trabajo no le satisfacía porque estaba basado en repetir contenidos. Después Pilar González una compañera de la preparatoria la invitó a trabajar en el Archivo Histórico del Estado, donde la subdirectora era Elizabeth Buchanan. Su trabajo consistía en la catalogación de documentos pero le gustaba su trabajo porque podía hacer pequeñas investigaciones por lo cual causó en ella pasión por la historia e interés por la autoformación, ya que junto con Jesús Gómez Serrano y otras personas que también trabajaban ahí, discutían lecturas semanalmente. Al mismo tiempo que trabajaba en el Archivo, impartía la materia de Historia de la Educación en la carrera de Educación y aunque no se le facilitó al principio, lo superó con estudio, porque lo que más le gustaba era la investigación “se me daba más la 5 investigación, yo podía pasar horas en el archivo investigando y la docencia se me dificultaba”2. Su pasión por la historia la hizo darse cuenta de que necesitaba más formación “me di cuenta de que necesitaba una formación más fuerte como historiadora y me fui a estudiar una maestría en México, se llamaba Estudios Regionales pero tenía una carga muy fuerte en historia regional”3. Mientras estudiaba la maestría en conjunto con sus compañeros entre ellos el Maestro Andrés Reyes, sacaron una revista, la cual permaneció durante la maestría. La dra. Yolanda recuerda también que era mucha presión por lo cual dentro de sus actividades de estudiantes para recrearse iban al cine además de correr o caminar en el parque e ir a nadar; al poco tiempo se casó y su esposo se fue a vivir con ella a México, fue en esta etapa donde comenzó a combinar su vida estudiantil con su vida matrimonial y maternal, sin planearlo y esperarlo se embarazó y tuvo a su hija. Estas actividades las tuvo que sacar adelante y contó con el apoyo de su esposo, por lo que comparte: “mi esposo se portó a la altura, ahí la hacía de papá mientras yo iba a mis cursos, como yo vivía muy cerca del Instituto Mora, él me llevaba a la niña a que yo le diera pecho, entonces me salía de clases, eran clases de dos horas, me salía 15, 20 minutos y le daba pecho, y mi esposo se la llevaba a la casa, mientras yo seguía en mis clases”, igualmente contó con el apoyo de sus amigas ya que hasta el último día antes de dar a luz asistió a clases. Cabe mencionar que al mismo tiempo Salvador Camacho Sandoval, su esposo, estaba estudiando también su maestría, por lo que para los dos fue muy pesado, comenta la dra Yolanda. Al iniciar su trabajo de tesis se regresó a Aguascalientes porque su proyecto de investigación era en el estado y fue una situación diferente porque ya contó con el apoyo de su mamá, de sus hermanas, de su suegra y su cuñada quienes le ayudaban a cuidar a su hija, con quienes está muy agradecida porque gracias a ellas siguió su formación profesional y terminó su maestría cuando su hija tenía dos años. A partir de esta experiencia, la dra. Yolanda y su esposo acordaron a partir del deseo de ambos de realizar un doctorado, que uno lo hiciera primero y enseguida el otro, la oportunidad se le presento a su esposo en la Universidad de Illinois, Chicago, por lo que como familia se trasladaron allá. Durante su estancia en Chicago la Dra. Yolanda trabajo 2 Primera entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, 27 de Julio de 2010. 3 Primera entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, 27 de Julio de 2010. 6 como ayudante de investigación con Mary Kay Vaughan, al mismo tiempo investigó en archivos norteamericanos y consiguió material para una de sus obras: Miradas Yuxtapuestas, recientemente publicada. Durante esta experiencia volvió a embarazarse y ahí nació su hijo, a quien atendió sola, sin el apoyo de sus familiares durante seis meses. Al regresar a Aguascalientes, nuevamente contó con el apoyo de las mujeres que le rodeaban y comenzó a estudiar el doctorado en Zamora Michoacán donde su tutor era Don Luis González, asistía a sus cursos dos o tres días a la semana, otras ventajas con las que contaba eran que sus hijos ya asistían a la guardería y estaba apoyada por una Sra. en los quehaceres de la casa. Por eso hoy en día vive agradecida a CONACYT porque desde su maestría contó con becas para seguirse preparando académicamente y agradecida con las mujeres que siempre la apoyaron “tengo un eterno agradecimiento a la mujeres que me rodean y a las becas de CONACYT logré sacar mi doctorado cuando acabé mi tesis, digamos que tardé un poco más de lo que por ejemplo mis colegas tardaron pero saqué el doctorado”4. En este transcurso junto a Salvador Camacho Sandoval publicaron la obra Vaivenes de utopía, Historia de la Educación en Aguascalientes en el siglo X. En 1998 obtuvo su título de doctorado y pudo concursar por una plaza en la Universidad Autónoma como profesora investigadora en el Departamento de Historia. A los dos años de trabajar en la universidad realizó un postdoctorado en Austin, Texas, donde residió dos años con sus hijos y donde escribió Los desterrados. Al terminar en el 2005 regresó a trabajar otros dos años en la universidad y en 2007 se fue a Barcelona a estudiar un Doctorado en Humanidades con una beca ALBAN, (Becas de Alto Nivel para América Latina). El primer año radicó allá sin su familia, lo cual le ayudó a encontrar un camino espiritual mediante cursos de Tai chí. Terminó su doctorado en el 2006 e impartió talleres de investigación, ya que antes sólo impartía talleres de enseñanza de la historia. La dra. Yolanda comparte que no se ha enfrentado a dificultades de género o falta de apoyo familiar sino a la falta de tiempo ante la combinación de la edad productiva académica y la edad reproductiva “yo usaba el tiempo de los fines de semana, el tiempo de la noche, el tiempo que ellos estaban en la escuela para poder sacar todo”5, al mismo 4 Primera entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, 27 de Julio de 2010. 5 Primera entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, 27 de Julio de 2010. 7 tiempo que se dedicó a su familia se dedicó a la investigación, y a pesar del apoyo que tuvo su dificultad se redujo al tiempo. La Dra. Yolanda cuando era niña se identificó con Madame Curie, quería ser como ella, investigadora en ciencias exactas y bromeando dice que cayó en lo más bajo por dedicarse a las ciencias sociales, consideradas en otra categoría de investigación, pero al cambiar de giro encontró su pasión por la historia, a ella le interesaba el hombre, se preguntaba “por qué los hombres somos así, cómo hemos sido, qué hay en el fondo del hombre que nos hace ser iguales a todos a pesar de las culturas, a pesar de la historia”6, en esta frase se reduce su interés histórico. La Dra. Yolanda es hoy en día una historiadora reconocida, en el 2005 recibió el premio en la Universidad Autónoma de Aguascalientes como investigador en proceso de consolidación y en el 2006 el premio al Desarrollo de las Humanidades del Fideicomiso Profesor Enrique Olivares Santana, pero son premios que no recibió ella de manera presencial sino sus padres porque ella estaba en Barcelona, por lo que considera un mayor reconocimiento la fortuna de siempre haber contado con el apoyo de las becas CONACYT y ALBAN ya que para ella han significado confianza y reconocimiento tanto de sus antecedentes como de su trayectoria. Otros de sus incentivos es que sus alumnos queden satisfechos con los cursos que les imparte, y cuando en su participación en congresos nacionales o internacionales atrae el diálogo y el interés. Dentro de las actividades sobresalientes, ha participado en comisiones de revisión de planes de estudio, diseño de una especialidad en enseñanza de la historia, y en la comisión de diseño de una maestría en historia; no ha ocupado cargos administrativos pero sí en el nivel académico. Actualmente la dra. Yolanda es la coordinadora del Área de historia de la Maestría en Investigaciones Sociales y Humanística, ha publicado alrededor de 10 libros, todos de autoría personal excepto uno que publicó en colaboración con su esposo, varios artículos en revistas locales y nacionales y uno en revista internacional en inglés, además de varios artículos de divulgación. Es una persona que goza de respeto, admiración y cariño de sus colegas y alumnos, no sólo en el nivel académico sino en el aspecto humano por su sencillez, apoyo y amabilidad y ello es un reflejo de su calidad de vida; para ella hoy la vida laboral tiene su justo lugar así como la atención a su dimensión humana y espiritual y comparte lo que le ha 6 Segunda Entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, 28 de Julio de 2010. 8 enseñado la vida profesional “la lección es, sí, cultiva tu intelecto pero no descuides otras áreas de tu ser humano”7, y por su experiencia aconseja a las mujeres profesionistas “si eres profesionista, nada más cuida el equilibrio en tu persona, siempre un equilibrio en las otras dimensiones de tu ser porque la profesional no es la única, eso lo tengo muy claro, entonces siempre pugnaría porque no descuiden su equilibrio personal”8, para ella esa es la clave para no caer en actitudes machistas “en actitudes que venimos criticando, las que estudiamos género o las que defendemos la equidad de género, ese espíritu, yo diría masculino, competitivo, agresivo, machista. No, las mujeres tenemos otra manera, descubre tu propia manera y actúa como mujer profesionista, no como hombre profesionista”9. Su gusto por ser maestra se resume para ella en el encuentro personal entre dos seres que quieren aprender uno del otro, a ella le satisface asesorar las diferentes tesinas o tesis partiendo desde la búsqueda interior del estudiante y ofreciéndole elementos para que encuentre el campo que le fascina “para eso estoy aquí, eso es lo que me toca hacer, es una satisfacción cumplir con lo que te toca hacer, que la persona tenga elementos para hacer mejor su tesina”10. La historia de vida de la Dra. Yolanda es interesante porque en su trayectoria se refleja la combinación de actividades familiares y laborales, a ella la mueve el interés por la vida profesional y con el apoyo de su esposo y familiares lo logra. Ella es una de tantas mujeres profesionistas que se convierten en madres, mujeres que no solo se realizan en la vida académica sino familiar, realización que alcanzan abriendo brechas en su camino para administrar su tiempo y cumplir hasta con cuatro tareas a la vez: ser esposa, ser madre, ser estudiante y ser maestra. María Angélica Suárez Hernández 9° semestre de Lic. en Historia Universidad Autónoma de Aguascalientes 7 Segunda Entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, 28 de Julio de 2010. 8 Segunda Entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, 28 de Julio de 2010 9 Segunda Entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, 28 de Julio de 2010. 10 Segunda Entrevista a Dra. Yolanda Padilla Rangel/María Angélica Suárez Hernández, en su oficina del Departamento de Historia en la UAA, 28 de Julio de 2010. 9 [email protected]”11 En su experiencia como Investigadora, están las realizadas en el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, ciudad de México, sobre El catolicismo social y el Movimiento cristero en Aguascalientes, de enero a diciembre de 1989. En el Instituto Cultural de Aguascalientes, con el Proyecto: Aguascalientes visto por los cónsules Norteamericanos; de Enero de 1991 a diciembre de 1995. En la Oficina de Coordinación de Asesores del Gobierno del Estado de Aguascalientes Diagnóstico para la Política Social del Plan de Gobierno 1992-1998, de agosto a septiembre de 1992. En el Instituto de Educación de Aguascalientes, Historia de la Educación en Aguascalientes en el siglo XX; de agosto de 1995 a julio de 1996. Y en la Universidad Autónoma de Aguascalientes Desde 1997 a la fecha, ha realizado los siguientes Proyectos: 1) Oposición a los libros de texto en Aguascalientes en el siglo XX. 2) El otro en conflicto, visiones estadounidenses de la cristiada; 3) México y la Revolución Mexicana bajo la mirada de Anita Brenner. 4) Mujer visionaria: identidad y vida de una mística mexicana del siglo XX 5) Pluralismo religioso e integración cultural, un estudio de caso en México y España, desde enero de 2008 hasta la fecha. Se desempeñó como Ayudante de Investigación de la Dra. Mary Kay Vaughan. Universidad de Illinois, USA, en el Proyecto: La Educación Socialista en Puebla y Sonora, México. De marzo a octubre de 1990. Las Estancias de Investigación realizadas son: En el Teresa Lozano Long Institute of Latin American Studies, en The University of Texas at Austin, con el proyecto titulado: “Visiones estadounidenses de la cristiada”, de Agosto de 2001 a Junio del 2002. Financiada con Beca de CONACYT. Y en el Seminario de Historia de las Religiones de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, durante los años 2005-2006, con el proyecto titulado “Mujer visionaria: identidad y vida de una mística mexicana del siglo XX”. Financiada con el programa de Becas de Alto Nivel para América Latina de la Unión Europea. Su Institución de adscripción actual es la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en el Departamento de Historia del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades. Su participación en congresos y coloquios ha sido diversa, a saber: En el IV Congreso Nacional sobre Administración de 11 Suárez Hernández, María Angélica. MUJER, MADRE Y MAESTRA, UNA HISTORIA POR CONTAR. Mecanuscrito, no publicado. Julio 2010. 10 Documentos y Archivística, organizado por el Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes en el Centro de Convenciones de Expo-plaza, en la ciudad de Aguascalientes, expuso la Ponencia: Los archivos y la historia social, en mayo de 1992. En el Encuentro sobre Desarrollo de la Investigación Educativa en la Región en la ciudad de Aguascalientes, realizado en la Universidad Pedagógica Nacional, de Aguascalientes, disertó sobre: Educación católica en Aguascalientes. Algunos avances de la investigación histórica regional, en marzo de 1992. Con la ponencia: El carisma institucionalizado. Los institutos religiosos femeninos en Aguascalientes, participó en el IX Encuentro Nacional Estado-Iglesia y Grupos Laicos, en la sede de la Universidad de Guadalajara, ubicada en Chapala, Jalisco, en abril, 1994. En los Congresos y Encuentros Internacionales de Latin American Studies Asociation (LASA), sus exposiciones han sido: en el XIX de Washington, Estados Unidos, sobre La Acción Católica en Aguascalientes o la apacible infancia del seglar católico moderno, en septiembre, 1995. En el XXVI de Miami, Florida, USA, expuso sobre La silenciosa oposición: mujeres religiosas en Aguascalientes, México, en los años treinta. Marzo 2000. En el XIV de Dallas, Texas, USA, del 27 al 29 de Marzo del 2003, disertó sobre México en el imaginario liberal: Ernest Gruening y su herencia. Y en el XXVII de Montreal, Canadá, del 5 al 8 de septiembre de 2007, su trabajo fue sobre La revolución mexicana bajo la mirada de Anita Brenner. Con Vida cotidiana y prácticas religiosas en la parroquia del Señor del Encino, Aguascalientes, 1930-1960, participó en el XVII Coloquio de Antropología e Historia Regionales, de El Colegio de Michoacán en Zamora, Michoacán, México. En Octubre de 1995. Conjuntamente, Universidad Iberoamericana-Universidad Autónoma de Aguascalientes, organizaron el Coloquio sobre México ¿un proyecto nacional en crisis?, en Aguascalientes, Ags., durante julio de 1995. Ahí la Doctora Padilla expuso: Prácticas religiosas e identidad local. Aproximaciones a un barrio en Aguascalientes. También El Colegio de Jalisco y la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en 1996, organizaron el Coloquio Historias Compartidas: Aguascalientes y los Altos de Jalisco, en la ciudad de Aguascalientes, y la participación fue con Algunas consideraciones en torno a la religiosidad alteña en Aguascalientes. 11 En el V Simposio sobre La Investigación y el Desarrollo Tecnológico en la ciudad de Aguascalientes, realizado en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en 1998, disertó sobre la Relación entre educación, asistencialismo católico y desigualdad social en Aguascalientes, 1929-1950. En el XIII del 16 de noviembre de 2007, participó con La mirada indigenista de Anita Brenner sobre México. Y en el IV Seminario de Investigación del Consejo de Ciencia y Tecnología del estado de Aguascalientes, expuso El otro en la mira: visiones estadounidenses del conflicto religioso en México, en el evento realizado del 20 al 21 de enero de 2004. En los XI y XII Encuentros Estado- Iglesia y Grupos Laicos, las participaciones fueron: La acción Católica Mexicana y el surgimiento del Partido Acción Nacional. En la Universidad de Veracruz, en Xalapa, 1998. Y Opción por la vida religiosa femenina antes y después de la cristiada: dos estudios de caso, en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Cuernavaca, Morelos. Del 26 al 28 de noviembre de 1999. El II Encuentro de Investigadores del Fenómeno Religioso en el Centro Occidente de México, realizado en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, fue marco para su discurso Oposición a los libros de texto oficiales: disminución de la pugna educativa entre el Estado y la Iglesia, en marzo de 1999. Con el cuestionamiento La educación callista en Aguascalientes ¿rotundo fracaso?, participó en el VII Encuentro Nacional y III Internacional de Historia de la Educación, realizado en el Colegio Mexiquense, en Toluca, Estado de México, del 20 al 23 de julio de 1999. En el II Taller de Historia Oral del Centro Occidente de México. Realizado en la Universidad Autónoma de Aguascalientes el 6 y 7 de abril de 2000, participó con Mujer y vida religiosa: estudio de tres casos. Sus colaboraciones en los Seminarios de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, son las siguientes. En el III de Febrero 2002 expuso sobre Visiones estadounidenses de la cristiada. En el IV de Enero de 2003, El otro en conflicto. Visiones estadounidenses de la cristiada. Y en el V, de julio 2004, disertó acerca de Tres miradas norteamericanas sobre la revolución y el conflicto religioso en México. De cómo la revolución mexicana secularizó el uso de edificios religiosos en Aguascalientes, fue su aportación al Congreso Arquitectura de la Modernidad y la Revolución en México, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, los días 7 y 8 de Octubre de 2002. 12 En la europea Universidad de Manchester, en el Reino Unido, participó en el Congreso Anual de la Society for Latin American Studies, del 11 al 13 abril de 2003, con la ponencia Exiliados católicos de la revolución mexicana en Texas, 19141919. El VI Encuentro de la Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en el Centro Occidente de México, realizado en Colotlán, Jalisco, en la Universidad de Guadalajara. Encuentro de culturas: imágenes norteamericanas de los sacerdotes mexicanos exiliados en Texas 1914-1919, del 22 al 24 de mayo del 2003. En el XX Congreso Nacional Religión, Sociedad y Política. Realizado en la Universidad de Querétaro en Querétaro, Qro. Del 10 al 13 de octubre del 2006, presentó el trabajo Escritura corporal. El caso de una mística mexicana del siglo XX. El Coloquio Internacional “A 80 años de distancia del levantamiento cristero”, organizado por el CIESAS Occidente, en Guadalajara, Jalisco, el 23 y 24 de noviembre del 2006, sirvió de marco para exponer A salto de mata. El exilio del Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez En la 87th. Annual Conference of the Southwestern Social Science Association. Southwestern Social Science Association. Albuquerque, Nuevo México, 13-17 de Marzo de 2007, expuso Catholic exiles in the US: The Mexican Seminar at Castroville, Texas, 1914-1919. Con una temática relacionada presentó la ponencia El anticlericalismo carrancista y los exiliados católicos en Texas, 1914-1919, en el Congreso El Anticlericalismo en México: historia, manifestaciones, ideología; organizado por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, D.F., 29 y 30 de marzo de 2007. Y, además, Anticlericalismo carrancista y reorganización religiosa. El caso de las Religiosas de la Pureza en Aguascalientes, 1914-1919, en el Congreso Revolución y Resistencia en Aguascalientes, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes el 26-27 de Septiembre de 2008. Esto se complementa con Los exiliados en Texas de Aguascalientes y Zacatecas durante la Cristiada, trabajo presentado en el III Congreso de Historia Regional, organizado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes el Archivo Histórico del Estado y el Instituto Cultural de Aguascalientes, los días 3-5 de noviembre de 2008. Los Seminarios de Investigación VIII y IX de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, sirvieron para dar a conocer en el primero: Centro sagrado: el simbolismo del corazón en los escritos de María Angélica Álvarez Icaza, entre los días 16 y 18 mayo de 2007. Y Las mujeres y Dios. Casos de escritura 13 mística femenina, entre los días 20-22 de mayo de 2008, en el segundo. En la Arizona State University, durante la 10th Annual Meeting of the Network of Religious Phenomena Researchers in Mexico, expuso Vivir y caminar de verdad: Peter Yang y la naturalización del cristianismo,evento realizado en Tempe, Arizona, Estados Unidos, del 31 de mayo al 2 de junio de 2007. Con un tema similar La respiración como oración, según Peter Yang, participó en la 2ª. Conferencia Internacional The re-enchantment of Nature across Disciplines: Critical Intersections of Science, Ethics and Metaphysics, de la International Society for the Study of Religion, Nature and Culture, organizado por el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM y la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en Morelia, Michoacán, México, del 17 al 20 de enero de 2008. Y también vinculado al tema está: Pluralismo religioso e integración cultural: el caso de Peter Yang, expuesto en el XXII Congreso de Religión, Sociedad y Política. Iglesia y Estados laicos, en la Universidad Autónoma de Yucatán, en Mérida, Yucatán, del 10 al 15 de noviembre de 2008. Las Primeras Jornadas de Investigación Educativa y Documentación de Experiencias Docentes del Instituto de Educación de Aguascalientes sirvieron para disertar sobre Recuperando la experiencia del buen maestro de historia en el nivel medio de educación en Aguascalientes; y además acerca de Educación privada y oposición a los libros de texto oficiales en Aguascalientes entre el 28 y 30 noviembre de 2007. En el XII Congreso Latinoamericano sobre Religión y Etnicidad: cambios culturales, conflicto y transformaciones religiosas, realizado en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en la Ciudad de Bogotá, Colombia, expuso El símbolo del Niño o la Infancia Espiritual en los escritos místicos de una religiosa mexicana del siglo XX, del 7 al 11 de julio del 2008. Los Cursos impartidos son diversos, como Profesora titular del curso, están los siguientes: “Historia de la Educación en México”, impartido a alumnos de la Licenciatura en Educación, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1985. “Historia Regional I”, impartido a alumnos de la Licenciatura en Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1998. “Historia Regional III”, impartido a alumnos de la Licenciatura en Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1995, 1997, 1998, 2000. “Introducción al estudio de Aguascalientes”, impartido a alumnos de la Licenciatura en Historia, Universidad Autónoma de 14 Aguascalientes, 1997. “Didáctica de la Historia”, impartido a alumnos de la Licenciatura en Historia, 1998 y 1999. “Historia Social IV”, impartido a alumnos de la Licenciatura en Sociología, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1999. “Taller de Enseñanza de la Historia”, impartido a alumnos de la Licenciatura en Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2000. “Taller de Enseñanza de la Historia I”, impartida a alumnos de la Licenciatura en Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, julio- diciembre 2002. julio-diciembre 2003 y julio-diciembre del 2004. “Taller de Enseñanza de la Historia II”, impartida a alumnos de la Licenciatura en Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, enero-junio 2003. Asimismo ha sido Profesora de los cursos: “Seminario de Investigación IV”, impartida a alumnos de Maestría en Investigación Educativa, Universidad Autónoma de Aguascalientes, enero-junio del 2004. “Naturaleza y Metodología de las Ciencias Sociales I”, impartido a alumnos del Doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma de Aguascalientes, agosto-diciembre 2006. “Grupos conservadores en México durante el siglo XX”, impartido a alumnos de la Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma de Aguascalientes, enero-junio 2007. “Naturaleza, Espíritu y Cultura. Una vía para cultivar el cuerpo, la mente y el espíritu en el profesor universitario”, impartido a profesores universitarios en el marco del programa de Formación de Profesores de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, enero-junio 2007. “Taller de Enseñanza-Aprendizaje de la Historia I”, Licenciatura en Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, Semestre Agosto-Diciembre 2007. “Aire y movimiento. Cultivando la Energía Vital”, Unidad de Formación de Profesores, Universidad Autónoma de Aguascalientes, semestres EneroJunio y Agosto-Diciembre 2008 y enero-junio 2009. “Historia de Asia”, Licenciatura en Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, Semestre Enero-Junio 2008. “Taller de Investigación I”, Licenciatura en Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, Semestre Agosto-Diciembre 2008. Fungió también como Conductora del Seminario “Historia Oral”, dirigido a estudiantes del Doctorado en Educación, Universidad de Guadalajara, 27 de febrero de 2004. Coordinadora del Taller “Historia y su Docencia”, dirigido a estudiantes del Diplomado en Enseñanza de la Historia, Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 321 Zacatecas, 22 de mayo de 2004. Coordinadora del Diplomado en Historia de las Religiones, dirigido a público general, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, de febrero a septiembre del 2004. 15 Y Profesora del Módulo: Misticismo y religiones, en el marco del Diplomado en Historia de las Religiones, ofrecido por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, impartido el 28 de agosto de 2004. Las Conferencias, también son diversas: Algunos problemas en torno a la Enseñanza de la Historia en los bachilleratos de Aguascalientes. Universidad Autónoma de Zacatecas, en el marco del Taller “Historia de la Educación, su enseñanza y su escritura”. Ciudad de Zacatecas, Zac.,13 de Noviembre de 1999. Catholics and the Mexican Revolution. Universidad de Texas en Austin, en el marco del curso Historia de la Revolución Mexicana, Departamento de Historia. Austin, Texas, Octubre del 2001. Los exiliados de la cristiada en Texas. Museo Nacional de la Cristiada. En el marco del IX Festival de las Calaveras organizado por la Secretaría de Turismo. Aguascalientes, Ags., 31 de Octubre de 2003. Rebelde pertinaz: el exilio del arzobispo Francisco Orozco y Jiménez durante el conflicto religioso en México. Museo de la Cristiada. En el marco de su Primer Aniversario. Aguascalientes, Ags., Abril del 2004. En qué consistió el anticlericalismo revolucionario carrancista. Universidad de Guadalajara/ Centro Universitario de Lagos de Moreno. Lagos de Moreno, Jalisco, 30 de enero de 2008. Todas estas actividades se complementan con el listado de Tesis dirigidas y asesoradas: Como directora: Nivel: Licenciatura en Historia. Alumno: Daniel García Puente. Tema: “Historia del protestantismo en Aguascalientes”, en proceso. Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes. Alumna: Rosa María Ramírez. Título: “Mujer y sexualidad no permitida en Aguascalientes, 1790-1810”. Terminada. Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes. Alumna: Soraida Rodríguez Reza. Tema: “El nacionalismo en los libros de texto de historia”. Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes. Alumno: Salomón de la Torre Ibarra Tema: Violencia sexual. Visión jurídica sobre el sexo femenino, Aguascalientes, 1880-1899 Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Adrían Gerardo Rodríguez Sánchez 16 Tema: Triana: la construcción cultural de un barrio en Aguascalientes, 1940-1950. Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Luciana Francisco Tema: Estrategias de sobrevivencia de los españoles durante la revolución de Independencia en Buenos Aires, un estudio de caso Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Enrique Luis Guerra Tema: Manuel Jacinto Guerra. Vida familiar de un empresario mexicano del siglo XIX. Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Patricia Wittman Tema: Octavio Amador Sandoval y el carrancismo Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Enrique Esparza Tema: Análisis historiográfico de una obra del Profesor Alejandro Topete del Valle Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Marta Aubrey Ortega Tema: Delincuencia e insurgencia en Aguascalientes, 1790-1821 Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: José Carlos Ábrego Tema: Impacto de las reformas borbónicas en la Subdelegación de Aguascalientes Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Alfonso Romo Nájera Tema: El conflicto cristero visto por la prensa aguascalentense Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: José Juan Hernández Tema: La II Guerra Mundial vista por dos periódicos regionales Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Raúl Rojas Tema: Evolución del concepto de discapacidad en Aguascalientes a fines del siglo XX Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Diana Alaska Valtierra Barroso Tema: Impacto sociocultural de la llegada del INEGI a Aguascalientes Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Grecia Zavala Tema: Prácticas funerarias en Aguascalientes durante la revolución Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Juan Alejandro Botello 17 Tema: Educación superior y demanda laboral en Aguascalientes, 1973-2008, estudio de casos Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Christian Jesús Medina López Tema: Religiosas Capuchinas en Aguascalientes y su adaptación al mundo moderno Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Azucena Palos Urrutia Tema: El sacerdote Ricardo Nieves y su influencia en el Pueblo de Rincón de Romos. Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Sara Flores Fernández Tema: La Colonia Ferronales como patrimonio histórico y arquitectónico de Aguascalientes amenazado por la modernidad urbana Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Carlos Carmona Tema: Impacto social del movimiento ferrocarrilero en Aguascalientes, 1958-1959 Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: Nancy Rodríguez Tema: Jefas de familia en el Aguascalientes contemporáneo, estudio de cinco casos Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Alumno: María Guadalupe Contreras Cervantes Tema: Identidad de género y cambio generacional en Aguascalientes, estudio de tres generaciones. Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Nivel: Maestría en Humanismo. Alumna: Adriana Gómez Serrano. Tema: “El concepto de Trabajo en la Doctrina Social Católica”. Institución: Universidad Bonaterra. Nivel: Maestría en Ciencias Sociales Alumno: Adrián Sánchez Tema: Historia de la fiesta brava en México, una propuesta curricular Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes Nivel: Maestría en Investigación Educativa. Alumno: Elías Lomelí Llamas. Tema: “La Educación Socialista en Nochistlán y Apulco, Zacatecas”, Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes. Nivel: Doctorado en Ciencias Sociales. Alumna: Célica Cánovas Marmo, Tema: “Mujeres académicas en el ámbito universitario leonés en el fin de siglo”, 18 Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes/ Universidad Autónoma Metropolitana. Como Lectora: Nivel: Maestría en Historia Director: Víctor González Esparza Alumna: Teresa Ortiz Rodríguez Tema: La política social en Aguascalientes, una vista desde las trabajadoras sociales. Institución: Universidad Autónoma de Zacatecas Nivel: Doctorado en Ciencias Sociales. Director: José Antonio Gutiérrez Alumno: Francisco Barbosa, Tema: El catolicismo social en Jalisco Institución: Universidad Autónoma de AguascalientesUniversidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa. Nivel: Maestría en Investigación Educativa. Director: Salvador Camacho Sandoval. Alumna: Amelia del Rosario Loya Caraveo. Tema: La política cultural y la enseñanza de la música en Aguascalientes, 1940-2000. Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes. Nivel: Maestría en Historia. Director: Salvador Camacho Sandoval. Alumna: Evangelina Terán Fuentes, Tema: Las mujeres trabajadoras de Aguascalientes en el siglo XX Institución: Universidad Autónoma de Zacatecas. Nivel: Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades Alumno: Julio César López Tema: El proyecto escolar en las escuelas multigrado. Una propuesta de intervención. Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes. Nivel: Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades Alumna: Griselda Chávez Rentería Tema: Historia de la Iglesia Mormona en Aguascalientes en el siglo XX Institución: Universidad Autónoma de Aguascalientes En las actividades de Participación en Proyectos especiales institucionales y Vinculación, están: Elaboración del Proyecto para Alumnos Especiales Migrantes Latinoamericanos e Intercambio Académico con Universidades de Georgia, Dirección de Investigación, Universidad Autónoma de Aguascalientes, Enero del 2000. Proyecto Mujeres Trabajando de Rescate de Testimonios de Trabajadoras, del Instituto Aguascalentense de las Mujeres y el Sistema DIF Estatal. Dio por resultado un libro con ese título, en 2007. 19 Proyecto Historias de Mujeres, de coordinación de un libro con diferentes ensayos sobre mujeres en Aguascalientes, del Instituto Aguascalentense de las Mujeres. Dio como resultado un libro con el título Línea curva. Historias de mujeres en Aguascalientes, IAM, 2007. Proyecto Historias de los Niños y sus Derechos, en coordinación con el Sistema DIF Estatal. Libro sobre el congreso estatal de los Derechos de los Niños, para el año 2009, en proceso. Las distinciones con las que cuenta son las siguientes: -Nacionales: Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Miembro del Seminario Interinstitucional sobre Política, Cultura y Religión en el México Contemporáneo, desde 1998. -Locales: -Miembro del Consejo Académico de la Maestría en Sociología de la Cultura, Departamento de Sociología, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1999. -Coordinadora de la Comisión Diseñadora del Plan de Estudios de la Especialidad en Enseñanza de la Historia, para la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Reponsable del Estudio Delphi en torno a la Enseñanza de la Historia en la Enseñanza Media en Aguascalientes (no publicado), que sirvió de Diagnóstico para el Plan de Estudios de la Especialidad, 1997. -Miembro de la Comisión Diseñadora de la Maestría en Historia, Departamento de Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes. Nombramiento: 3 de marzo de 2003. -Miembro del Comité Técnico de Evaluación de proyectos Nuevos de Investigación del Programa de Investigaciones Históricas (PIH) de la UAA: Nombramiento: Desde 2004 hasta la fecha. -Miembro del Cuerpo Académico Consolidado de Historia regional de México Siglos XIX y XX. Universidad Autónoma de Aguascalientes, Depto. de Historia. -Colaboradora del Cuerpo Académico de Cultura y Vida cotidiana, UAA, Depto. de Sociología. -Coordinadora de la Comisión diseñadora de la Maestría en Historia de las Religiones, UAA. También es integrante de las siguientes agrupaciones: -Asociación Mexicana de Historia Oral (AMHO). Desde 1998. -Latin American Studies Association (LASA). Desde 1998. -Red Regional de Investigadores del Fenómeno Religioso en el Occidente de México, desde 1999. -Asociación Latinoamericana para el Estudio de las Religiones (ALER), desde 1999. -Texas Catholic Historical Society (TCHS). Desde 2000. 20 -Seminario de Historia de las Religiones, Universidad Pompeu Fabra, desde 2005. -International Society for the Study of Religión, Nature and Culture, desde 2007. Los Premios y reconocimientos, a los que se ha hecho acredora por su trabajo son: Beca de CONACYT para estudios de Maestría, 1985-1988. Beca de CONACYT para estudios de Doctorado, 1992-1995. Beca de CONACYT para Estancia Posdoctoral, 1999-2000. Beca del Programa de BECAS DE ALTO NIVEL PARA AMÉRICA LATINA DE LA UNIÓN EUROPEA para Estudios de Doctorado en Humanidades, 2004-2006. Reconocimientos varios por haber obtenido EVALUACIÓN AL DESEMPEÑO DOCENTE superior a treinta puntos. Universidad Autónoma de Aguascalientes. Anuales, desde el año 2000 a la fecha. Beca de ESTIMULO AL DESEMPEÑO DOCENTE. Universidad Autónoma de Aguascalientes, desde el año 2000 hasta la fecha. Reconocimiento al PERFIL DESEABLE PROMEP. Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica. De 2003 a la fecha. Reconocimiento POR DESTACADA LABOR UNIVERSITARIA, Red de Enlaces Académicos de Género/ Centro de Ciencias Sociales Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2007. Miembro del SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES desde 1990. Nivel I. PREMIO UNIVERSITARIO AL MERITO EN INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES, dentro de la Categoría de Investigador Avanzado. Otorgado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes a través de la Dirección General de Investigación y Posgrado. Fecha: 23 de septiembre de 2005. PREMIO AL DESARROLLO DE LAS HUMANIDADES. Otorgado por el Fideicomiso Prof. Enrique Olivares Santana y el Gobierno del Estado de Aguascalientes. Fecha: Agosto 2005. Libros Publicados: La producción bibliográfica de Yolanda Padilla Rangel, ha sido nutrida de conformidad con sus líneas de investigación. Una de sus obras es Con la Iglesia Hemos Topado. Catolicismo y Sociedad en Aguascalientes: Un Conflicto de los Años 70’s.12 En esta obra publicada por el Instituto Cultural de Aguascalientes del Gobierno del Estado de Aguascalientes, en su Primera Edición de 1991, tiene en su CONTENIDO el Capítulo I sobre La Diócesis de Aguascalientes y el Conflicto 12 Padilla, Y., Con la Iglesia hemos topado. Catolicismo y sociedad en Aguascalientes: un conflicto de los años setenta. Instituto Cultural de Aguascalientes, Ags., 1991 21 Eclesiástico. Sus incisos son: 1. La Presencia Regional de la Iglesia Católica Mexicana. Concentración parroquial; Concentración de representantes institucionales; La presencia regional; La diócesis de Aguascalientes. 2. El Contexto: Crisis de Autoridad en la Iglesia Católica Mexicana; Los seglares y la autoridad tradicional; Sacerdotes y obispos; La renovación eclesial; La renovación de la vida religiosa; La crisis ideológica. 3. El Conflicto Eclesial en la Diócesis de Aguascalientes El Capítulo II se refiere a Los Actores Institucionales; los incisos: 1. El Señor Salvador Quezada Limón. Salvador para el pueblo y Limón para los sacerdotes; El trato a los seminaristas; Trato con religiosas; Trato hacia la gente; El trato con los sacerdotes. 2. El Señor Alfredo Torres Romero. 3. El Señor José Salazar López. 4. La Delegación Apostólica. 5. Los Sacerdotes. Los tupamaros y los obispistas; El impacto del regreso; Los sacerdotes y el estudio; Un quiste en la Diócesis; La Teología de la Liberación; La Iglesia que soñaban. 6. El Seminario y los Seminaristas. El ingreso al seminario; La formación; Cambio de estilo en la formación; Salida. 7. Las Religiosas. Las Maestras Católicas del Sagrado Corazón de Jesús; Las Misioneras Hijas de la Purísima Virgen María; Oblatas de Santa Martha; Religiosas Filipenses Misioneras de Enseñanza. El Capítulo III trata sobre Los seglares. Sus incisos: 1.- La O. C. La O. C. y los sacerdotes; La 0. C, monjas y seminaristas; La O. C. y el Sr. Salvador Quezada Limón; La O. C. y el Sr. Alfredo Torres Romero; La O. C., la Delegación Apostólica y El Vaticano; Composición de la O. C.; La chusma y los ricos; Apoyos de México y Guadalajara; Gente humilde; Localización de la O. C.; Señales sobrenaturales; La O. C. y las Asociaciones de Apostolado; La O. C. y la Prensa. 2.- El índice de Fuego. La conspiración judeo-masónicaprogresista; El progresismo o la corrupción de las costumbres cristianas; El enemigo; El INDICE incitador; El primer artículo; Sacerdotes comunistas; Las cartas del Sr. Quezada; El director de INDICE. 3. Empresarios, Banqueros y Ganaderos. Las Asociaciones de Apostolado: 1. Acción Católica Mexicana; Unión Femenina Católica Mexicana; Unión de Católicos Mexicanos; Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos; Juventud Católica Femenina Mexicana. 2. Caballeros de Colón. Damas Isabelinas de Nuestra Señora de la Asunción. Círculo de Colombinas de María de Nuestra 22 Señora de la Asunción. Jóvenes Escuderos de Colón. Círculo José López y González. 3. Movimiento de Cursillos de Cristiandad. 4. Voluntarias Vicentinas. 5. Misioneras seglares de Puerto Maldonado. 6. Cooperadores Salesianos de don Bosco. 7. Club Serra. 8. Grupo Pro-Vida. 9. Centro Social Navarrete. Hasta aquí la reproducción de la tabla de contenido. En el PREFACIO, la autora explica que: “Este es un libro de historia regional y como tal puede suscitar la reflexión personal o colectiva respecto a un suceso histórico acontecido en el pasado reciente de nuestra sociedad regional. El volver sobre nuestro pasado siempre tiene una ventaja de ayudarnos a comprender nuestro presente y a vislumbrar quizá un poco más claro nuestro futuro. Por otra parte siempre que una sociedad se pregunta ¿Cómo somos? y ¿por qué somos así? Está avanzando en la construcción de su propia identidad colectiva. Este es un estudio cuyo método principal fue el de la historia oral. Por lo tanto su relato constituye una historia VIVA, porque sus protagonistas aún viven. La historia oral tiene la desventaja de que más de uno puede salir afectado, o incluso perjudicado, pero también tiene la ventaja de que puede ayudar a protagonistas y espectadores a aclarar mejor un hecho social, a ventilar y compartir –así sea de manera informal- experiencias personales y colectivas y, en el mejor de los casos, puede resultar en una suerte de terapia social. El contenido de éste texto ha suscitado ya críticas y debates. Las críticas principales se refieren a las lagunas y excesos del trabajo, al alcance de algunas afirmaciones, etc. Los principales debates se refieren al paralelismo que se señala al final del trabajo entre una Iglesia Católica Tradicional, paternalista, autoritaria y jerárquica y una sociedad local con las mismas características. El debate está en si estas características están o no cambiando. Es decir, si la dinámica generada por el mundo moderno (industrialización, racionalización de la producción y el trabajo, liderazgos burocráticos en vez de carismáticos, tendencia política democratizante, etc.) están trastocando o no este orden social. Relacionado con éste punto, el debate se relaciona con el de la modernización de la sociedad. Desde el punto de vista de las relaciones entre la Iglesia Católica y la Sociedad, el punto está en si la Iglesia institucional y las organizaciones sociales en torno a ella se están 23 modernizando, o en sus propios términos, renovando. Los lineamientos de renovación de las estructuras eclesiales de vuelta a las fuentes cristianas, de inserción en el mundo moderno y otros que arrojó el Concilio Vaticano II hace casi ya 30 años escasamente han sido puestos en práctica. Alguien señaló una vez con cierta razón que la Iglesia, con sus pesadas vestiduras, siempre llega tarde a los encuentros con la historia. Sin embargo, la estructura jerárquica de la Iglesia Católica, su estilo de ejercer la autoridad, así como su acción centrada más en el culto que en la Evangelización son características que cada vez más están siendo cuestionadas, tanto por católicos como por no católicos. Por su parte, la iglesia Católica local, comienza en esta década de los 90 a salir de su estancamiento, a tratar de planear su acción y a unificarse. Su evolución y el tipo de inserción social y política que desarrolle serán puntos de debate en esta década. ¿Logrará la Iglesia Católica local actuar como una Iglesia unificada en un contexto de cada vez mayor pluralismo religioso? ¿Logrará realizar su compromiso aún pendiente de optar por los más pobres? ¿Podrá la jerarquía mantener su autonomía frente a un Estado cuando ambas instancias parecen querer ir de la mano? ¿Podrán la Iglesia Católica institucional y el pueblo católico democratizar sus estructuras de organización? En síntesis, ¿llegará el tiempo en que los obispos sean pescadores?”13. Esta serie de cuestionamientos se derivan del estudio que aquí se presenta y una guía de su contenido la encontramos en la INTRODUCCION. En ella se señala: “Este es un estudio histórico de un conflicto suscitado en el interior de la Iglesia Católica en Aguascalientes entre 1970 y 1978 que tuvo trascendencia social y que representó un momento importante para la Iglesia y la sociedad locales. A través del estudio de este conflicto se pretende distinguir los diferentes intereses de los grupos sociales que en torno a él se conjugaron. El análisis pretende proporcionar elementos para comprender a la sociedad local y sus mecanismos de promoción, rechazo ó aceptación al cambio institucional y/o social. El objeto de este estudio es el de las relaciones entre Iglesia y sociedad y no tanto en el de la historia de la iglesia. A la Iglesia Católica Mexicana mucho se le ha estudiado en sí misma o en sus relaciones con el Estado, pero poco en sus relaciones con la sociedad. El objeto de estudio es el conflicto diocesano y se centra la atención en los actores del mismo y su mutua interacción. El 13 Ibdem 24 estudio pretende rescatar el proceso a través de los hechos históricos observados. La importancia de un estudio sobre la Iglesia Católica en Aguascalientes y su interacción con la sociedad local radica en que esta institución tiene una enorme influencia en los procesos sociales, políticos y culturales de la región. El clero y la autoridad eclesiástica tienen fuerte presencia e influencia moral en la sociedad y su autoridad y acciones casi siempre son consideradas como incuestionables. Entonces, para comprender en gran parte a la sociedad aguascalentense hay que observar su cotidiana interacción con la Iglesia Católica y la forma como vive la gente su religiosidad. El presente estudio se centra sólo en el primero de estos puntos, el de la interacción de los grupos sociales con la institución. Descripción general del estudio El conflicto consiste básicamente en un conflicto de autoridad entre el clero diocesano y su obispo en el que intervienen en menor medida factores ideológicos y de la renovación eclesial suscitada luego del Concilio Vaticano II. También se recupera, por ser un proceso paralelo, las crisis de autoridad y de renovación que se presentaron en los institutos religiosos. Se realiza también, a raíz del conflicto, una caracterización de las asociaciones católicas vinculadas a la institución y su participación en el mismo. Lo que se hace en este trabajo es una reconstrucción del conflicto a partir principalmente de testimonios verbales tanto de actores como de participantes en el conflicto; a quienes se les da a cada momento la palabra. También se toman en cuenta las pocas fuentes escritas a que se tuvo acceso. En el primer capítulo de la tesis se pretende presentar un contexto espacial y temporal del conflicto observado, así como una somera descripción del mismo. La dimensión espacial del objeto de estudio se aborda con un pequeño apartado que ubica a la diócesis de Aguascalientes en una región más amplia, de fuerte presencia de la Iglesia Católica Mexicana desde la época colonial. También en este apartado se explica como la Iglesia Católica Mexicana tiene una división espacial sui generis del territorio mexicano, la cual se sigue para la observación del conflicto debido a que este se suscitó en una diócesis, unidad básica de la división eclesiástica. La regionalización, pues, de la Iglesia Católica se retoma en este trabajo. La dimensión temporal contextual del conflicto se aborda en un pequeño apartado que habla de los años 70, pero sólo de tres procesos eclesiásticos y sociales que tuvieron lugar en esa década y que en el transcurso del 25 trabajo ayudan a contextualizar el conflicto y a mejor comprenderlo. Estos procesos son: crisis de autoridad, renovación eclesial y crisis ideológica. Al final del capítulo I se presenta una somera descripción del conflicto, con una base cronológica y resaltando los episodios importantes. Esta descripción se presenta así para que después, al dar la voz a los actores, sepa el lector a qué momentos del conflicto se está refiriendo el actor y evitar así repeticiones. El capítulo II da la voz a los actores institucionales del conflicto. Principalmente a sacerdotes, ex-seminaristas, religiosas y ex-novicias. En este capítulo se describen, según los propios actores, las interacciones entre ellos mismos. También se mencionan a otros actores indirectos como la Delegación Apostólica, obispo auxiliar, etc. Se dedica en este capítulo una parte considerable al movimiento de renovación en los institutos religiosos, especialmente en uno de ellos. En el capítulo III se da la voz a los seglares que no pertenecían a alguna asociación católica. Se describe cómo estos seglares crearon su propia y provisional organización y cómo ésta interacción con los actores institucionales y con otros seglares. Se describe también la participación de los empresarios, banqueros y ganaderos locales así como la de un pequeño periódico local. En el capítulo IV se da la voz a las Asociaciones de Apostolado. Para mejor ubicadas, se señala de cada una de ellas, siempre que es posible, su origen y evolución en Aguascalientes, sus objetivos, membresía y requisitos de admisión, su estructura, sus principales prácticas y su participación en el conflicto diocesano. Al final de estos IV capítulos se señalan, a manera de análisis, algunas observaciones sobre el conflicto y los procesos observados, que desembocan en la selección de dos conceptos que se consideran claves para la interpretación del objeto de estudio y que son: consenso y jerarquía. Enseguida se anota algún comentario sobre las relaciones entre Iglesia y Sociedad, desprendido de este trabajo. Por último se anota una sencilla conclusión. El proceso de investigación En el transcurso de la investigación y a partir del material recopilado en el trabajo de campo fueron cambiando, como era natural, las ideas e hipótesis iniciales sobre el objeto de estudio. El cambio general más importante fue el descubrimiento de múltiples factores que aumentaban la complejidad del mismo. Descubrimiento importante fue el de que la crisis ideológica que aquejaba entonces a la Iglesia 26 Católica Mexicana no era la mayor responsable del conflicto. Otros descubrimientos fueron: los procesos paralelos de renovación en seminarios e institutos religiosos y el hecho de que la deserción suscitada en algunos conventos no obedeció al conflicto diocesano sino a otros factores. Otro descubrimiento: la autonomía con que actuaron los seglares organizados y no organizados. Comentarios adicionales merece el trabajo de campo. Puede decirse que a partir de las entrevistas se descubrieron muchos mundos: el de los sacerdotes, el de los conventos, el de los seglares. En todos ellos las experiencias fueron gratas. Todos fueron novedosos, pero el más impresionante fue el de los sacerdotes. Durante las entrevistas con los sacerdotes se descubrió un mosaico sacerdotal de muchos colores y no el mundo gris que inicialmente se había imaginado. Se encontraron entre los sacerdotes de la diócesis genios de la electrónica, arquitectos, artesanos, literatos, verdaderos héroes del altruismo. También se encontraron hombres solos y algún anciano relegado por la comunidad a que había servido durante años y aún por la misma Iglesia. La soledad de muchos sacerdotes la expresó bien uno de ellos cuando dijo: “me siento de todos y de nadie”. De casi todos, llamó la atención su reticencia a la entrevista pero a la vez su deseo de hablar del tema. También llamaron la atención los argumentos para negar la entrevista: que no era el momento, que no era constructivo, que para qué, que aún no había perspectiva histórica, que era contraproducente, etc. Las últimas negativas obedecían a la recomendación episcopal de no hablar del tema. Apenas consultada la tercera parte de los sacerdotes de la diócesis el actual obispo diocesano recomendó silencio sobre el tema. La decisión fue respetada tanto por los sacerdotes como por la investigadora y la reconstrucción del confito fue hecha con el material hasta ese momento recopilados mismo que fue considerado suficiente para los efectos del trabajo. Con religiosas, novicias y seminaristas casi no hubo negativas a la solicitud de entrevista y - llegado el momento en que se consideró suficiente el material- se suspendieron con ellos las entrevistas. Del grupo de seglares se entrevistó sólo a los líderes, tanto de las asociaciones de apostolado (aunque no de todas), como de la O.C. Los empresarios banqueros y ganaderos no se dejaron entrevistar. En general, algo que muchos entrevistados pidieron fue la preservación de su anonimato, lo que se cumplió al asignar a cada entrevistado un número que sólo la entrevistadora sabe a quién corresponde. 27 Con la diversidad de las informaciones que tenía se pudo detectar cómo algunos relatos eran “arreglados es decir, como se quitaba todo lo que a juicio del entrevistado era “malo”. A veces escuchó la entrevistadora confidencias nunca antes dichas. Hubo el agradecimiento de alguien quien sintió con la entrevista haber podido reconstruir una parte de su vida. Todo esto lleva a pensar sobre la función social y hasta psicológica del historiador, sobre todo del oral, pero eso es tema de reflexión aparte. Muchas sensaciones e impresiones surgidas en el trabajo de campo han quedado en el tintero. Lo mismo pasa con ideas y dudas que no alcanzaron a tomar forma. El resultado concreto de poco más de un año de trabajo está aquí, con sus alcances y límites, a la vista de quien lo quiera juzgar. Personalmente sólo cabe señalar un posible mérito: haber contribuido un poco a la comprensión individual y social del conflicto analizado y quizá algún elemento para el análisis sociológico de las relaciones entre Iglesia y Sociedad. Las limitaciones son muchas y saltarán a la vista del lector. Sólo aludiré aquí a las más notables y que son los consabidos sesgos y las limitaciones teóricas. APUNTE TEORICO METODOLOGICO El objeto de estudio El estudio de un conflicto eclesiástico lleva implícito el análisis de la iglesia Católica como institución y sus relaciones con la sociedad. Estas relaciones no solamente ayudan a entender el comportamiento de los representantes institucionales sino también las redefiniciones que se presentan entre las fuerzas sociales y el papel de la Iglesia en ellas. Hay que precisar que la Iglesia Católica es una institución heterogénea en la que coexisten actores disímiles entre sí y que, por tanto, desempeñan diferentes papeles en el interior de ella. Esta heterogeneidad significa la emergencia constante de tensiones y eventualmente de conflictos que cuestionan las relaciones de poder en el seno de la institución. El problema Las preguntas básicas de este estudio son dos: ¿Qué representó el conflicto eclesiástico para la sociedad local? y ¿cómo fue la interacción iglesia Católica- grupos sociales? El problema fundamental al que aluden estas cuestiones es el del papel de la Iglesia Católica en la sociedad local. El papel que la Iglesia desempeñe en una sociedad clasista, según se ha visto históricamente, remite a problemas teóricos tales como el de la legitimación del orden social, en otras palabras, el de la construcción del consenso. También puede remitir al problema del cambio social. Tiene relación además, 28 en términos muy abstractos con los problemas de identidad, cohesión y estabilidad social, problemas básicos de la sociología de la religión. El enfoque. De los múltiples enfoques que puede haber dentro de las ciencias sociales para el estudio de las relaciones entre Iglesia y Sociedad se toca aquí solamente el históricosociológico. Muchos han sido los historiadores de la Iglesia en México y sus enfoques. En los historiadores de la Iglesia mexicanos actuales -digamos de los últimos 20 años- han casi desaparecido, a saber, tanto el enfoque apologético y unilateral como el jacobinista liberal. Comienza a surgir un grupo de historiadores que pretende recobrar el pasado de la Iglesia con métodos pretendidamente más críticos y contextuales. Este enfoque otorga menos importancia al continuismo y más al conflicto, menos al supuesto monolitismo de la Iglesia y más a su heterogeneidad. Insiste más en el interclasismo de los creyentes que en la unidad derivada de la misma creencia. El presente estudio pretende ubicarse en este último enfoque y analizar más que hechos aislados, procesos e interacciones. Un estudio sociológico reciente sobre las relaciones entre Iglesia y Sociedad, quizá demasiado influido por la sociología marxista de la religión observa tales relaciones desde una polarización un tanto esquemática: Iglesiaburguesía e Iglesia-movimiento popular de liberación. Otros trabajos enfatizan la dimensión política de las relaciones entre Iglesia y Sociedad, sea privilegiando el análisis de las relaciones entre Iglesia y Estado, sea observando las relaciones entre religión y política. Estos estudios aunque privilegien los aspectos políticos de la Iglesia Católica y del fenómeno religioso aportan invaluables elementos para el análisis sociológico de las relaciones entre Iglesia y Sociedad. El presente estudio no adopta como base única para el análisis el doble eje: Iglesia-burguesía, Iglesia-movimientos populares, porque no ayudaría mucho en la comprensión global del conflicto eclesiástico observado, aunque tal doble eje es un elemento presente siempre en el análisis. Tampoco se privilegia en este trabajo el análisis de la dimensión política de la institución eclesial, aunque no se descuidan las implicaciones políticas que la participación de los actores del conflicto conlleva. Lo que se pretende enfocar aquí es a la Iglesia Católica como institución social y sus relaciones con los diferentes grupos sociales organizados a su alrededor, a través del conflicto, pero sin una 29 clasificación clasista apriori y sin el exclusivo lente que utilizaría un analista político. La perspectiva Para un estudio que tiene a la Iglesia Católica como principal protagonista puede haber una desde fuera de ella. Existen algunos estudios en que el autor se ubica en la perspectiva eclesial. Tales estudios señalan explícitamente sus fines pastorales y son muy descriptivos. En otros estudios la perspectiva es desde fuera de la Institución eclesial y no tiene fines prácticos. La primer perspectiva tiene el riesgo de ser demasiado parcial, por lo que en ámbitos académicos puede ser fácilmente desacreditada, aunque tiene la ventaja de que puede lograr una comprensión más profunda de los fenómenos eclesiales. Gracias a su participación en ellos. La segunda perspectiva es la más reconocida como válida por las ciencias sociales, ya que puede dar la empatía con el objeto de estudio. El presente estudio no se ubica en la perspectiva que otorga el estar dentro de la institución eclesiástica ni pretende fines pastorales. La perspectiva es exterior a la iglesia Católica y se ubica en el ámbito de las ciencias sociales. Pretende alcanzar un nivel respetable de objetividad, aunque no se niega que el resultado tendrá una carga subjetiva. El esfuerzo por lograr un acercamiento lo más fiel posible al objeto de estudio está presente, pero el resultado puede no ser congruente con el deseo y el esfuerzo. La tendencia a simpatizar con uno u otro actor, el escape inconciente o implícito de juicios de valor impregna la reconstrucción del conflicto y el análisis del mismo. Las simpatías personales y los juicios que salpican el relato saltarán a la vista del lector en tanto que al escribirse han tratado de hacerse concientes por parte de la investigadora. Estrategia La manera en que se reconstruye el conflicto es principalmente a través de los actores. Por tal motivo se consideró conveniente utilizar como metodología la historia oral. Como se sabe, la historia Oral pretende rescatar el testimonio verbal de los actores directos e indirectos de los acontecimientos sociales. El testimonio oral, como el escrito, no escapa a los problemas de confiabilidad de fuentes. Con todo la entrevista oral es cada vez mas valorizada como técnica útil para la investigación social. La historia oral consigue conjugar diversas versiones de un hecho histórico. A través de la entrevista no solamente salen a flote diferentes informaciones sobre un acontecimiento, sino también sentimientos y valores que difícilmente se recuperarían por medio de otro tipo de fuentes. La historia 30 oral pretende una mayor participación de los hombres que hacen la historia en la construcción de su historia escrita.”.14 Con esta introducción, se tiene una visión general del contenido del texto referido. Otra de sus obras sobre este tema es El catolicismo social y el movimiento cristero en Aguascalientes, editado también por el Instituto Cultural de Aguascalientes en 1992.15 Este libro es una investigación sobre el catolicismo social y el movimiento cristero en Aguascalientes. Es una aproximación al tema que da pautas al debate y a la investigación social. Su Contenido tiene, en su Capítulo I, titulado Para Interpretar el Movimiento Cristero, los siguientes Incisos: 1 Premisas básicas sobre la Revolución Mexicana ; 2. Algunas interpretaciones del movimiento cristero; 3. ¿Por qué se rebelan los campesinos?; 4. El movimiento cristero visto como movimiento campesino; 5. El movimiento cristero, más que un movimiento agrario; 6. El caso de Aguascalientes. El Capítulo II titulado El Catolicismo Social, está compuesto por 1. El catolicismo social en México; 2. El catolicismo social en Aguascalientes; 3. El periodo de Rafael Arellano Valle; 4. Los sucesos de San Marcos. El Capítulo III sobre El Movimiento Cristero, contiene: 1. La Batalla legal; 2. La resistencia pacífica; 3. La lucha armada; 4. La reanudación de los cultos; 5. La disputa por los bienes; 6. Nuevamente los cristeros. Se concluye con una Recapitulación. En la Introducción, la autora nos expone el contenido básico del libro. Ahí dice: “Este texto está integrado por dos documentos. El primero es una revisión de algunas interpretaciones del movimiento cristero en México. El segundo es un relato sobre el catolicismo social y el movimiento cristero en Aguascalientes. El primer documento es más académico, más teórico, y trata de ubicarse en el debate sobre la interpretación del movimiento cristero. El segundo es producto de una investigación documental. Este relato sobre el catolicismo social y el movimiento cristero fue producto de algo más de un año de trabajo, en el marco del Seminario de Historia Contemporánea de Aguascalientes. En ese tiempo (1989) los miembros del Seminario dividimos el trabajo en tres áreas fundamentales de estudio: Aspectos políticos, aspectos económicos y aspectos sociales. Debido a que esta división era más bien funcional que teórica, este trabajo puede complementarse con otros productos del Seminario, en especial con el estudio que sobre 14 Ibdem Padilla Rangel, Yolanda. El Catolicismo Social y el Movimiento Cristero en Aguascalientes. Gobierno del Estado de Aguascalientes. Instituto Cultural de Aguascalientes. Primera edición: 1992 15 31 el movimiento agrarista en Aguascalientes realizó Víctor Manuel González Esparza. Desde luego que lo que aquí se dice sobre los movimientos católico social y cristero no es todo lo que sucedió. Este estudio no es exhaustivo. Para el efecto bastaría consultar a Don Jesús Alvarez Romo, quien cuenta con el mejor archivo documental y oral sobre el movimiento cristero en Aguascalientes. Asimismo, durante la elaboración de este trabajo, me encontré con otros historiadores (profesionistas y aficionados) interesados en el mismo tema, cuyas distintas visiones y relatos sobre el movimiento cristero enriquecerán nuestra comprensión del mismo. Mis compañeros del Seminario de Historia Contemporánea de Aguascalientes, han hecho ya algunos comentarios a este texto. Algunos se refieren a la insuficiente contextualización del relato, otros a la interpretación del mismo. Las fallas pueden ser muchas. Sin embargo, lo que aquí ofrezco al lector es una versión sobre algo que aconteció en nuestra sociedad hace algún tiempo. De antemano pido tolerancia ante las fallas, esperando que de alguna manera este texto contribuya a apreciar cada vez mejor diferentes momentos de nuestro pasado regional.”16 Luego de recorrer los contenidos descritos, la autora hace una Recapitulación, en la que nos expone los resultados logrados. Ahí dice: “Una hipótesis inicial de este trabajo era la idea de que el catolicismo social había sido un antecedente directo del movimiento cristero, formando parte de un mismo movimiento. Sin embargo, al concluir este trabajo es posible afirmar que no fue un antecedente tan directo, sino que fueron movimientos diferentes, no en su naturaleza (católicos), pero sí en su historicidad y en sus propósitos. El catolicismo social respondía a la necesidad de llevar a la práctica la doctrina social católica y surgió en vísperas de la Revolución Mexicana, constituyéndose luego en un proyecto ideológico alternativo al revolucionario. El movimiento cristero surgió casi dos décadas después, oponiéndose a las medidas anticlericales del Estado revolucionario. A pesar de sus diferencias no puede decirse qué no tuvieran relación, no solo en la continuidad del proyecto social católico, sino especialmente, en el hecho de que las organizaciones promovidas por el catolicismo social constituyeron más tarde la infraestructura organizativa del movimiento cristero, especialmente en la ciudad. El Catolicismo Social El catolicismo social surgió a raíz de la publicación de la Rerum Novarum. Esta Encíclica era sólo conocida por la jerarquía eclesiástica católica y por algunos de los líderes del catolicismo social, mismos que se encargaron de difundirla a través de discursos y de la prensa católica. De 16 Ibdem. 32 forma que no puede decirse que algunas de las ideas centrales de la Rerum Novarum no eran conocidas por el común de los católicos. Sin embargo, la influencia o relación entre estas ideas y el movimiento cristero es difícil de apreciar, aunque no puede decirse por ello que haya sido inexistente. Respecto a esta Encíclica, fundadora de la doctrina social católica, hay que hacer aquí dos apreciaciones, una que se refiere al contexto histórico en que surge y la otra al uso político que de ella se hizo, en la época del catolicismo social. La Rerum Novarum comienza a ser conocida y a pretender ser practicada en México en los momentos en que también se pretende poner en práctica el proyecto social revolucionario que era en gran parte agrarista, radical, liberal y especialmente anticlerical. De esta forma, el proyecto social católico se constituye en un proyecto opuesto al revolucionario. Esta oposición se expresó claramente en la prensa, en las legislaturas y en el sindicalismo. En Aguascalientes es fácil observar estas contrapropuestas y quizá el terreno donde esta oposición se manifestó con más base social fue el del sindicalismo El sindicalismo católico (blanco) chocó en Aguascalientes contra el sindicalismo socialista (rojo) y contra el reformista (amarillo). Las confrontaciones se dieron solo en el terreno ideológico, especialmente con el sindicalismo socialista, que estaba en aquellos momentos tomando fuerza. La Rerum Novarum tuvo también otro uso político. En el conflicto agrario revolucionario los hacendados afectados por la Revolución, supieron utilizar a su favor la defensa que de la propiedad privada hacía la doctrina social católica. Con las ideas sociales católicas, muchos hacendados pretendieron legitimar sus grandes propiedades. Por ejemplo, en Aguascalientes, Rafael Arellano Valle fue a la vez muy católico, muy rico y muy político y sustentaba sus acciones en la doctrina social católica. De esta forma, es posible observar históricamente por lo menos dos usos políticos de la doctrina social católica: uno que favorecía a los ricos hacendados y o que favorecía los obreros. En el caso del catolicismo social en Aguascalientes, pueden observarse estos dos usos, pues el mismo gobernante que defendía sus intereses económicos, sociales y políticos apoyados en la doctrina social católica fue el que favoreció la existencia de varios sindicatos católicos que pretendían promover medidas legales que favorecieron a los obreros. (Aunque en Aguascalientes las propuestas legales de los católicos sociales no alcanzaron a realizarse tenemos el caso de algunos diputados católico sociales de Jalisco que sí 33 lograron llevar al congreso algunas de sus propuestas). Si observamos únicamente el uso político que los hacendados hicieron de la doctrina social católica, llegaremos a la conclusión de que el catolicismo social jugó un papel "reaccionario” --llamémosle así-, y que la Rerum Novarum fue el documento de legitimación de los grandes latifundistas. Pero si observamos también el papel que el catolicismo social jugó en la defensa de la clase trabajadora, desde principios de siglo, promoviendo modificaciones legales que favorecieran a los trabajadores la cuestión se complica. ¿Por qué esta ambivalencia? Una razón puede ser el carácter generalizador y abstracto de los planteamientos de la Rerum Novarum. En el momento de intentar poner estas ideas en la práctica, los diferentes grupos sociales buscaban favorecer sus intereses concretos muchas veces contradictorios. Por otra parte cabe mencionar aquí el sello europeizante de estas ideas católico-sociales. La clase trabajadora de México era un poco más joven que la europea y el capitalismo en México (y América Latina) siempre ha tenido, desde su origen características diferentes a las del europeo. Estas cuestiones no fueron consideradas por los líderes del catolicismo social. En este sentido, podría decirse que el catolicismo-social mexicano se hubiera desempeñado de una manera sui generis como factor modernizador de las relaciones de explotación en la sociedad, si las condiciones históricas le hubieran sido favorables. El catolicismo social tal vez no pudo producir beneficios concretos a los trabajadores católicos, pero sí pudo proveerlos de una organización que posteriormente se tradujo en una base para el apoyo al movimiento de oposición a la Revolución Mexicana y a su proyecto secular y modernizador. El Movimiento Cristero En Aguascalientes, los campesinos no participaron en la Revolución Mexicana. El movimiento revolucionario se expresó en Aguascalientes (además de algunas agitaciones en las zonas mineras), predominantemente como una efervescencia política propiciada por líderes civiles de la clase media como Alberto Fuentes Dávila. Así pues, vista de las clases sociales, fue esta clase media la que en Aguascalientes demandó, con la Revolución, su cuota de participación en el poder político. El movimiento cristero involucró en Aguascalientes tanto a campesinos como a clases medias, y se expresó en una batalla legal, en una resistencia pacífica, en una disputa por los bienes y, especialmente, en una lucha armada. Quienes tomaron 34 las armas fueron los campesinos, en tanto que las clases medias participaron pacíficamente apoyando a los cristeros y a las medidas adoptadas por la jerarquía católica. No en todo el estado de Aguascalientes, hubo campesinos cristeros. Estos surgieron principalmente en la parte poniente del estado (Calvillo, San José de Gracia, Jesús María), al parecer donde predominaba la pequeña propiedad. El movimiento agrarista tuvo sus principales adeptos y líderes en la parte oriente del estado (El Llano y Pabellón principalmente), donde habían alguna vez existido grandes haciendas. Obviamente aquí puede observarse una relación entre movimiento cristero y forma de tenencia de la tierra. Sin embargo, el movimiento cristero no fue en sí un movimiento con demandas netamente agraristas sino con demandas cívicas relativas a lograr cambios en la Constitución que favorecieran la libertad de culto religioso. Esto nos lleva a pensar en la dimensión cultural del movimiento cristero. Los campesinos católicos levantados en armas defendían un estilo de vida, permeado fuertemente por el catolicismo y relacionado estrechamente con la autonomía experimentado por un pequeño propietario. Como rasgo cultural, este catolicismo se oponía al proyecto cultural laico, anticlerical, que trataba de implementar el Estado pos revolucionario. Es necesario estudiar con mayor detenimiento la cultura predominantemente católica de la región centro-occidente del país y explicar su persistente presencia en la sociedad, para lograr desentrañar así esta dimensión cultural -tan importante- del movimiento cristero. Es también el catolicismo el rasgo cultural que más destaca en la participación de las clases medias, que colaboraron pacífica aunque activamente en el movimiento cristero en Aguascalientes. Las clases medias católicas no tenían demandas materiales evidentes, sino también cívicas: primero, libertad de culto, y posteriormente libertad de educación. Era muy clara su oposición al anticlericalismo estatal y también al centralismo que comenzaba a caracterizar al nuevo Estado revolucionario. En cierto sentido, el movimiento cristero puede calificarse como un movimiento anti autoritario porque indirectamente se oponía a la imposición de una medida por parte del Estado que no contaba con el suficiente consenso por parte de la población de Aguascalientes. Sin embargo, el movimiento cristero no se opuso nunca al autoritarismo eclesiástico, ni siquiera cuando algunos miembros de la jerarquía firmaron los llamados "arreglos" sin consultar para nada a los cristeros armados ni pacíficos. Por lo tanto, más que un movimiento anti autoritario el movimiento cristero puede definirse mejor 35 como un movimiento contra el Estado Mexicano pos revolucionario. En efecto, el movimiento cristero, ya no sólo en Aguascalientes, sino en las otras regiones donde también se expresó, representó más que nada un movimiento de una región contra un Estado que, pretendiendo fortalecer no considerar las características culturales regionales. En su búsqueda de poder, este Estado quiso someter a las regiones a su proyecto homogeneizado, pero se enfrentó con que algunas regiones no tan fácilmente se sometieron. El Estado pos revolucionario quiso destruir el catolicismo en su afán de consolidar su ideología liberal y modernizadora Por último, a manera de conclusión, es posible decir aquí que, el proyecto del Estado pos revolucionario mexicano según se ha visto, no siempre ha contado con el consenso de la población, tal como lo ejemplifica el caso del movimiento cristero en Aguascalientes”17. Otro de sus textos sobre el tema se titula: Después de la tempestad: la reorganización católica en Aguascalientes. 1929-195018. En la INTRODUCCIÓN, la autora explica la intención y contenido del escrito, ahí dice: “El objetivo de este trabajo fue observar el proceso histórico de recomposición de la Iglesia Católica en Aguascalientes después del movimiento cristero entre 1929 y 1950. Este periodo comprendió dos décadas importantes, en las cuales la Iglesia se replegó y se dedicó básicamente a realizar actividades religiosas y educativas. Se delimitó así porque representaba un periodo de tiempo suficientemente amplio como para observar la reorganización de la Iglesia institucional, además de que coincidía con el gobierno del tercer obispo de la diócesis de Aguascalientes, José de Jesús López y González, lo cual daba cierta unidad al periodo. Desde el principio se concibió a la Iglesia Católica como comunidad de fieles católicos, de forma que la idea no era enfocar solamente a la jerarquía y al clero, sino también y particularmente al laico. Se escogió un enfoque regional, en este caso diocesano, aunque se buscaría establecer las relaciones pertinentes con los avatares de la Iglesia nacional e incluso, cuando fuera pertinente, de la internacional. La recomposición de la Iglesia Católica tuvo dos dimensiones: una interna, de reorganización institucional, por medio de la cual la Iglesia volcó sus energías hacia sí misma; y otra externa, que se refiere a su proceso de adaptación a la secularización de diferentes áreas de la vida social. Tres fueron las principales instancias de esta recomposición: la Acción Católica, organización seglar que debía incidir allí donde el clero no podía y que debía combatir la 17 18 Ibdem. Padilla Rangel, Yolanda. Después de la Tempestad: la reorganización católica en Aguascalientes, 1929-1950, El Colegio de Michoacán- Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 2002. 4l7p 36 secularización de las costumbres; los institutos religiosos femeninos, particularmente a través de la educación, y la parroquia, en torno a la cual debían girar gran parte de las prácticas religiosas. La Iglesia se recompuso fortaleciéndose internamente y adaptándose a las nuevas condiciones sociales. Una de las preguntas iníciales del estudio era: ¿cómo recuperó la Iglesia Católica su presencia social después de los embates anticlericales de los gobiernos posrevolucionarios? Es decir, de qué forma se reorganizó y fortaleció internamente Otra pregunta era: ¿cómo se insertó esta recomposición en el proceso de modernización que experimentaba la sociedad mexicana? Los cambios experimentados por la Iglesia no podían comprenderse sin tomar en cuenta su reacción ante los procesos de modernización social, particularmente ante la secularización. Estas preguntas surgieron a raíz de mi aproximación al movimiento cristero y otros movimientos de corte católico a lo lanzo del siglo xx en Aguascalientes Mi interés ha sido el de poder relacionar los momentos de conflicto con los momentos de paz a lo largo del siglo y, en algún momento, interpretar la naturaleza católica de los movimientos sociales que sí se han expresado en Aguascalientes. En este estado, como en casi todo el centro- occidente de México, la revolución mexicana tuvo una expresión pobre, mientras que el catolicismo social, el movimiento cristero, el movimiento de oposición a la educación socialista y otros de corte católico, han tenido una expresión más significativa. Luego de los movimientos católicos posrevolucionarios vino un periodo de calma y recomposición eclesial hasta 1959, cuando se volvió a expresar oposición, esta vez contra los libros de texto promovidos por la política educativa nacional, particularmente en el tema de la educación sexual, En los años setenta, volvió a expresarse un conflicto en la Iglesia, pero esta vez ya no contra las políticas del Estado posrevolucionario sino que se trataba de un conflicto intraeclesial ¿Cómo explicar este cambio de origen del conflicto? En este contexto me llamaron la atención no solamente los movimientos católicos como expresiones culturales y regionales de oposición a las Políticas del Estado, sino también los momentos de paz en que los católicos y la Iglesia lograban recomponer sus fuerzas y adaptarse al cambio social. Para este trabajo decidí estudiar un momento de recomposición en lugar de uno de conflicto. Y aunque observar un momento de “paz” (o conflicto latente) resultaba más difícil, consideré que podía tal vez ayudar a explicar mejor los posteriores momentos de conflicto, Observé que no había en el país estudios sobre la manera en que la Iglesia recuperaba su fuerza social luego de los momentos conflictivos con el Estado, tanto con el liberal en el siglo XIX como con el revolucionario en el XX. La cuestión última eran mecanismos que permitían a la iglesia Católica persistir en la sociedad mexicana y, en un nivel más abstracto, su incidencia en el cambio social. Las primeras lecturas del trabajo de investigación fueron de autores eclesiásticos. Revisé los textos de Mariano Cuevas. José Bravo Ugarte, José Gutiérrez Casillas y Carlos Alvear Acevedo, quienes son los clásicos de la historia de la Iglesia Católica en México, aunque observé que tocaban muy 37 poco lo referente al siglo XX, y que tenían algunos rasgos comunes. Por ejemplo, tenían un enfoque general, que atendía muy poco a las regiones. Así, también, estos libros hablaban muy poco de los seglares, dando mayor atención a la jerarquía eclesiástica. Por otra parte, eran historias basadas en fuentes bibliográficas más que documentales aunque, de cualquier forma, muy ricas en información, no así en análisis social. El rasgo más notable de estas obras era que se trataba de historiadores con una perspectiva y una posición clara:’ veían desde dentro a la Iglesia y tomaban partido por ella, por lo que no evadían defenderla en los momentos históricos en que había tenido conflicto con el Estado mexicano, esto es, durante las reformas liberales, la revolución mexicana y el movimiento cristero, básicamente. Eran historias parciales (como todas las historias). Desde esta perspectiva se dejaba ver una visión confesional, podríamos decir, “católica” de la historia de México, que contenía rasgos como los siguientes: una exaltación de la cultura hispana y de la labor evangelizadora de la Iglesia Católica en la época colonial, un lamento por el advenimiento de las ideologias ilustradas y liberales al país y por las acciones anticlericales de los grupos liberales mexicanos, así como por las manifestaciones anticlericales de los revolucionarios. Contenían también la propuesta de que el catolicismo era el rasgo histórico primordial de la identidad nacional. Como vemos, se trataba de una visión opuesta a la versión oficial o liberal de la historia de México. Por otra parte, dentro de la historiografía oficial, no era fácil encontrar estudios sobre la Iglesia Católica en México, sino sólo referencias a ella, generalmente de corte anticlerical, en las que se presentaba a la Iglesia como una institución tradicional, que había obstaculizado la marcha hacia el progreso y la modernización del país, como una institución conservadora, que había formado alianza generalmente con los grupos más reaccionarios de la sociedad, y como una institución muy rica y poderosa, contrarevolucionaria, oscurantista, retrógrada y manipuladora, por mencionar sólo algunos de los elementos implícitos en esta visión. Finalmente, de la historiografía académica reciente (de la segunda mitad del siglo xx) retomé varias ideas. Por ejemplo, la heterogeneidad eclesial ya que, en un primer momento, me pareció observar dos conceptos diferentes de Iglesia Católica: uno que se refería a la Iglesia como la jerarquía y otro que se refería a la Iglesia como la comunidad de creyentes. En el primer caso, la historia de la iglesia resultaba ser la de una élite y, en el segundo caso, la historia de diversos actores católicos. Por ejemplo, Roberto Blancarte, en su Historia de la Iglesia Católica en México, enfocó casi exclusivamente a la élite católica, centrándose en la evolución de su doctrina, con lo cual ayudó a explicar muchos de sus momentos conflictivos con el Estado mexicano, pero casi sin considerar a otros integrantes de la Iglesia. Otros actores católicos, como los campesinos cristeros, fueron enfocados por Jean Meyer en La Cristiada, quien atendió también a los católicos de las clases medias urbanas agrupados en la Liga Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa, a la jerarquía católica mexicana y a la jerarquía 38 en Roma. Soledad Loaeza, en su libro Clases medias y política en México, centró su atención en las ambivalentes clases medias urbanas católicas que se conjugaron en torno al conflicto educativo surgido en 1959, y a pesar de que su objeto de estudio no era en sí la Iglesia, aportó muchos elementos para su historia y análisis. También retomé algunas claves de interpretación sobre el papel de la Iglesia Católica en la época contemporánea en México: de Roberto Blancarte, por ejemplo, la importancia del proyecto social católico de la jerarquía como elemento explicativo de la conflictiva historia entre la Iglesia y el Estado en México. y la especificidad de la iglesia como institución social religiosa, sin enfocarla como institución política, tal y como venían haciendo algunos historiadores y analistas de la Iglesia. Respecto al proyecto social de los católicos retomé también a dos autores: José Miguel Romero de Solís y Manuel Ceballos, quienes en el libro Cien años de presencia y ausencia social cristiana plantean la continuidad del proyecto social que se fue conformando desde la encíclica Rerum Novarum y los intentos de llevarla a la práctica por parte de los católicos en diferentes momentos históricos, hasta llegar, en la práctica, a una diversidad de corrientes y posturas dentro del catolicismo actual, problemática que retoma Blancarte en su compilación sobre El pensamiento social de los católicos mexicanos. Otra clave de interpretación que retomé fue aquella que observaba a la Iglesia como una institución social representativa de la sociedad mexicana tradicional, que desempeñaba un papel importante en relación con los procesos de modernización social. Dentro de esta línea resaltaba el análisis que concebía al Estado mexicano como un Estado dirigido por una pequeña minoría que imponía su modo de pensar moderno a una mayoría social tradicional. Se trataba de una tendencia en la que podían ubicarse autores como Jean Meyer, en su obra ya citada, y Francois Xavier Guerra. De otros autores de la academia retomé varios datos e ideas, que se verán en el desarrollo del texto, y cuyos créditos están debidamente especificados en las notas a pie de página, así como en la bibliografía. Con este bagaje de ideas me di a la tarea de indagar los vericuetos por los que había transitado la Iglesia institucional a partir de los arreglos de 1929, tratando de observar la Iglesia no como un bloque homogéneo sino como una institución en la que participaban varios actores y como una institución que de alguna manera incidía en la vida social de un México que experimentaba diversos procesos de modernización de su vida social. Los actores que observaría serían, en la diócesis de Aguascalientes. Obispo y sacerdotes, religiosas, seglares organizados y seglares no organizados, y la forma en que vivían su religiosidad en una parroquia. Todo esto tratando de desentrañar la forma en que la Iglesia se había reorganizado después del movimiento cristero, así como el papel que desempeñaba ante los vientos modernizadores del país. La estructura del texto sigue el orden que siguió la investigación. En un primer momento, como ya mencioné, exploré algunas visiones sobre la historia de la Iglesia Católica en México, tratando de encontrar claves para su análisis. Luego hice una rápida revisión de algunos escritos 39 que hablaran sobre la Iglesia Católica después del movimiento cristero. En esta revisión encontré el texto de José Miguel Romero de Solís, “La Iglesia en México” del cual retomé como hipótesis la idea de que la Iglesia se había recuperado en estos años a partir de la Acción Católica, la vida parroquial y el crecimiento de los institutos religiosos femeninos. Si bien en el texto se presentaban algunos elementos que indicaban la importancia de estas instancias en el periodo posterior al movimiento cristero, no existían otros que apuntaran hacia la misma afirmación o hacia las condiciones históricas y sociales en que estas instancias habían logrado aumentar su presencia y. por lo mismo, afianzar a la iglesia institucional. Aun así, decidí guiarme por la hipótesis de la importancia de estas tres instancias, señalada por José Miguel Romero de Solís. A continuación abordé una por una estas instancias: la educación y los institutos religiosos femeninos, luego la Acción Católica y la vida parroquial. Así también, abordé algunos aspectos del marco diocesano desde el cual estas instancias ayudaron a la reorganización eclesial. El producto de esas aproximaciones se presenta en el cuerpo principal de la tesis y en torno a ellas también giran las conclusiones. Al final del trabajo, puedo afirmar con seguridad que estas instancias fueron muy importantes en la recomposición institucional. Más aun, a partir de ellas observé hechos históricos y proceso sociales que pueden ayudar a conocer más aspectos de la historia contemporánea de la Iglesia Católica en México, tal vez, a distinguir un poco mejor algunas relaciones que esta institución ha tenido con los procesos de modernización social en México. Tengo que mencionar aquí una dificultad —que se transformó en limitación— del trabajo de investigación y que es el hecho de que no tuve acceso a todos los archivos eclesiales en los que toqué puertas. Sin embargo, proseguí la investigación con las fuentes a las que sí pude acceder hasta lograr los resultados de investigación que aquí se presentan, con sus tal vez más limitaciones que méritos, pero sin otra expectativa que la de ser compartidos para ser debatidos y, a la larga, superados. Mis respuestas no son muchas, sino más bien fueron mis preguntas las que se incrementaron, y no sólo sobre el tema y el periodo concretos, sino sobre la relación entre los momentos de “paz” y los momentos en que se expresaron movimientos católicos en Aguascalientes a lo largo del siglo XX. Así también, me sigo preguntando sobre la relación entre cambio social y cultura católica. El saldo de la investigación, pues, son más preguntas que respuestas, y la verdad no sé si debo ofrecer por ello alguna disculpa al lector o si ése sea finalmente el denominador común de todo investigador, pero en mi caso, en esta investigación, así fue”19. El contenido de los capítulos es el siguiente: I. AVATARES DE LA RECOMPOSICIÓN ECLESIAL EN MÉXICO, 1929-1950. Los incisos: ANTECEDENTES. Catolicismo versus liberalismo en México; Catolicismo versus Revolución Mexicana; Pugna de proyectos sociales. Acomodo eclesial a las nuevas condiciones políticas, 1929-1938; Paz ficticia; División de los 19 Ibdem. 40 laicos; Triple camino laical: ACM. UNS, PAN; Pugna educativa; ADAPTACIÓN A LOS PROCESOS DE MODERNIZACIÓN SOCIAL, 1938-1950; Modus vivendi; Metas comunes “Despolitización eclesial; Modernidad alemanista; Otros embates modernizadores; Reorganización interna de la Iglesia Católica. El Capítulo II. LA REORGANIZACIÓN ECLESIAL EN LA DIÓCESIS DE AGUASCALIENTES DESPUÉS DEL MOVIMIENTO CRISTERO, contiene el primer inciso: ALGUNOS ANTECEDENTES: PIEDAD, CARIDAD, EDUCACIÓN Y ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA, con los subincisos: Vida piadosa, Práctica de la caridad, Educación católica y Catolicismo social . El segundo inciso expone: ALGUNOS ASPECTOS DEL CONFLICTO IGLESIA-ESTADO Y EL MOVIMIENTO CRISTERO EN LA Diócesis DE AGUASCALIENTES. El tercero BREVE RECORRIDO POR LA VIDA DEL TERCER OBISPO DE LA Diócesis, José de Jesús López y González, con los subincisos: Sacerdote y obispo, Fundador humilde, Fiesta y contraste. DESPUES DE LA TEMPESTAD: LA REANUDACIÓN DEL CULTO y LA EFERVESCENCIA DE LA VIDA PIADOSA, es el cuarto con los subincisos: Culto limitado y Paisaje devocional. El quinto inciso es DECLIVE DEL MUTUALISMO Y ASCENSO DE LA EDUCACIÓN Y EL ASISTENCIALISMO CATÓLICOS, con los subincisos: Declive mutualista, Asistencialismo creciente, Necesidad escolar, Reorganización diocesana: repliegue en la piedad, la educación y el asistencialismo. En el Capítulo III. RECUPERACIÓN ECLESIAL A TRAVÉS DE LA EDUCACIÓN Y LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS FEMENINOS. Sus dos primeros incisos son: INSTRUCCIÓN RELIGIOSA; OPOSICIÓN A LA EDUCACIÓN SOCIALISTA, con los siguientes subincisos: Padres de familia organizados, Maestros renunciantes, Boicot escolar, Relativa aceptación, Nuevo impulso a la catequesis; el tercer y cuarto incisos son FORTALECIMIENTO DEL SEMINARIO y ESTABLECIMIENTO DE COLEGIOS CATÓLICOS con los subincisos Colegios diocesanos y de religiosos y Colegios atendidos por institutos religiosos femeninos; el quinto inciso es ATENCIÓN RELIGIOSA A LA SALUD Y A LA ASISTENCIA SOCIAL, con los subincisos Hijas Mínimas de María Inmaculada, Hijas del Sagrado Corazón de Jesús , Terciarias Franciscanas de Nuestra Señora del Refugio, Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado; el sexto inciso se titula MENSAJE CONTEMPLATIVO y contiene: Carmelitas Descalzas, Clarisas Capuchinas y Conso1idación educativa y proliferación del carisma religioso. El capítulo IV, MODERNIZACIÓN DE LA PARTICIPACIÓN DEL LAICO: LA ACCIÓN CATÓLICA, tiene el siguiente contenido: NUEVA ESTRATEGIA CLERICAL: ACUDIR AL SEGLAR ANTE LA SECULARIZACIÓN DE LAS COSTUMBRES; ACCIÓN CATÓLICA MEXICANA: UNA BUROCRACIA LAICA SUBORDINADA AL CLERO; SURGIMIENTO DE LA ACCIÓN CATÓLICA EN LA DIÓCESIS DE AGUASCALIENTES, con los subincisos: Liga de Recíprocos Auxilios, Primeras actividades de la Acción Católica en la diócesis, y Asistentes eclesiásticos: autoridad jerárquica y control moral. El siguiente inciso es ACTIVA Y ORGANIZADA PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LA ACCIÓN CATOLICA, con los subincisos Unión Femenina Católica Mexicana y Juventud Católica Femenina Mexicana. El siguiente inciso se refiere a la NO TAN ACTIVA PARTICIPACIÓN MASCULINA EN LA ACCIÓN CATÓLICA, los subincisos son: Unión de Católicos Mexicanos , Asociación de Jóvenes 41 Católicos Mexicanos , Asociación de Niños y Adolescentes Católicos. El último inciso es MODERNIZACIÓN DE LA PARTICIPACIÓN DEL SEGLAR EN LA VIDA ECLESIAL y los subincisos: Nuevas formas de organización, Formas nuevas de participación, Gestación de una nueva moral, Asimilación del seglar moderno. El quinto y último capítulo, se refiere a un caso particular y lo titula: VITALIDAD, CONTROL, PERMANENCIA Y CAMBIO DE LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS EN LA PARROQUIA DEL SEÑOR DEL ENCINO. El primer inciso es UBICACIÓN DE LA PARROQUIA DEL SEÑOR DEL ENCINO EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES, y los subincisos: Marco histórico de la ciudad ; Declive de las huertas de Aguascalientes; Delimitación histórica del barrio de Triana o parroquia del Señor del Encino. El segundo inciso es PERFIL SOCIAL DEL BARRIO DE TRIANA ENTRE 1930 y 1950, SEGÚN ALGUNOS DE SUS HABITANTES; los subincisos son: Entorno físico, Rasgos de la vida social, Visiones de la familia y Expresiones de vida religiosa. El tercero se aboca a la ORGANIZACIÓN RELIGIOSA: LAS ASOCIACIONES PIADOSAS DEL BARRIO; y su contenido es: Vela Perpetua del Santísimo Sacramento y Culto Perpetuo al Señor San José. El último es sobre CONTROL SACERDOTAL y el único subinciso es Permanencia de la identidad religiosa, declive de la identidad barrial. El texto concluye con una RECAPITULACIÓN Y ÚLTIMAS CONSIDERACIONES y sus apartados son: Recomposición Institucional, Modernización de la participación de los laicos en la vida institucional y social, Secularización de la creencia y permanencia de la identidad religiosa en la parroquia, Consolidación educativa y proliferación del carisma religioso y Secularización y catolicismo. Hay un par de anexos: ANEXO 1. BIENES ECLESIALES NACIONALIZADOS EN EL ESTADO DE AGUASCALIENTES DESPUÉS DE 1929. ANEXO 2. GUÍAS DE ENTREVISTA. Una línea de trabajo ligada con su formación profesional inicial, la desarrolla en el texto Vaivenes de Utopía, Historia de la educación en Aguascalientes en el siglo XX, en coautoría con Salvador Camacho Sandoval. En la introducción, de conformidad con el contenido descrito por los autores, se exponen Los vaivenes de la política educativa en el siglo XX. Revolución Mexicana y las fuerzas centrífugas y centrípetas. Ahí dicen: “La Revolución Mexicana, el primer gran acontecimiento social del siglo XX, desató en el país un conjunto de fuerzas sociales que buscaban diversas reivindicaciones. Estas fuerzas pueden denominarse centrífugas, en el sentido de que expresaban un poder descentralizado, disperso en todo el país y distante aunque a la vez cercano- de un centro de poder. El poder central, personificado en Porfirio Díaz, se debilitó casi hasta morir cuando éste salió rumbo a París. Entonces se manifestaron en su esplendor los diversos méxicos que conformaban al gran México. Múltiples grupos locales luchaban 42 por sus propias reivindicaciones buscando, además, incrementar la autonomía de su localidad. Entre 1914 y 1915, buena parte de México se dividió en diferentes regiones en las que diversos jefes revolucionarios se convirtieron en los poderes absolutos. Ellos ejercían el poder real que opacaba a las autoridades que ejercían el poder formal. El poder que tenían estos jefes revolucionarios se desprendía del poder de las armas. Pronto, sin embargo, también se expresaron fuerzas centrípetas que buscaban establecer unidad -o subordinaciónentre todas las fuerzas locales y no dejar al gobierno central desmoronarse en una multiplicidad de poderes atomizados. En 1916, la facción de Venustiano Carranza triunfó sobre las facciones de Francisco Villa y Emiliano Zapata, y pronto se dio a la tarea de tratar de contener la dispersión política. El poder central, personificado, Venustiano Carranza y su equipo trataron de reconstruir la unidad nacional sobre una estructura dispersa y caótica. Sus esfuerzos no tuvieron total éxito pues, en 1920, una facción encabezada por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles nuevamente se levantó en armas, esta vez contra Carranza, logrando derrotarlo. Este fue el último levantamiento exitoso de una facción revolucionaria contra la autoridad central. A partir del gobierno del presidente Álvaro Obregón, las autoridades federales trabajaron arduamente por fortalecer el poder central y mermar a las diferentes fuerzas políticas locales que pudieran debilitarlo. En 1929 el presidente Calles fundó una organización política que permitiera a los diferentes líderes y a sus seguidores dirimir sus conflictos sin recurrir a la violencia. Además, diversas organizaciones sociales de tipo corporativo comenzaron a encauzar las demandas sociales de los grandes grupos obreros y campesinos. Otros organismos burocráticos posrevolucionarios se encargaron de hacer llegar las políticas federales a todo México, logrando así la penetración del Gobierno federal a todas las localidades del país. Desde entonces, el poder central se fortaleció paulatinamente, a costa del debilitamiento de los poderes locales. La política de centralización educativa. A pesar de los esfuerzos de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes fundada por Justo Sierra durante el gobierno de Porfirio Díaz, la educación en México había permanecido generalmente a cargo de las autoridades locales. Este tipo de educación, en la que tenían gran participación las autoridades locales, puede decirse que respondía en gran parte a las demandas de conocimiento de la comunidad, de 43 forma que había cierta identificación entre demanda de conocimiento y programa educativo. Durante el gobierno del presidente Venustiano Carranza, la educación continuó en manos de los municipios, pues la política respecto al municipio buscaba fortalecerlo. Sin embargo, la guerra revolucionaria había dejado al país en condiciones desastrosas y la mayoría de los municipios mexicanos, que pertenecían al medio rural, experimentaban duras condiciones de pobreza. De esta forma, la política de municipalización educativa fue un fracaso. En 1921, José Vasconcelos fundó la Secretaría de Educación Pública (SEP), buscando dar aliento a la educación nacional y organizar la gestión educativa con base en organismos representativos, desde las comunidades mayores de 500 habitantes hasta un organismo nacional. El proyecto original de la SEP respetaba las funciones v atribuciones de los estados v municipios, ya que contemplaba que éstos mantendrían su derecho a establecer instituciones educativas propias. Pero, a su vez, este proyecto educativo se enmarcaba en un proyecto político más amplio en el que el poder central buscaba fortalecerse. Lo que predomino, con el paso del tiempo, fue una política educativa que dio prioridad al fortalecimiento del poder central. A partir de 1921 se inició un proceso de expansión de la educación pública, apoyada por el Gobierno federal, que luego de 60 años derivó en un sistema muy centralizado que cumplió su misión de unificar a la nación y fortalecer el poder central, pero que resultó en un aparato educativo burocrático sumamente pesado y complejo. Aunque en muchos estados coexistieron un sistema federal con uno estatal de educación, la educación en general se orientó de acuerdo a un plan único que respondiera a las prioridades nacionales, definidas al margen de la participación de las autoridades estatales, municipales y de otros grupos interesados en la educación". Es decir, se dio una centralización política desde arriba (sin negar que fue producto de movimientos sociales), que buscaba la unidad nacional y una educación determinada y paulatinamente controlada por el poder central. El proceso centralizador respondía también a las modificaciones que se suscitaban en el país. A partir de los años 40, el desarrollo industrial en México y el crecimiento y la expansión de las agencias del Estado llevaron a una transformación de la estructura ocupacional que demandaba personal capacitado a diferentes niveles. La tendencia educativa entonces fue la de establecer un programa único en todo el territorio nacional, concebido como curriculum 44 progresivo de conocimientos, desde el nivel elemental hasta los niveles superiores. Esta tendencia orientó las acciones que tomaron los sistemas educativos estatales y federales de educación, sobre todo del sistema federal, al tomar una control cada vez más directo sobre la práctica educativa. De esta forma, la marcha de las escuelas públicas pasó a ser un asunto casi exclusivo de las autoridades educativas federales. Los maestros fungían como los operadores de las disposiciones y orientaciones educativas señaladas por las autoridades federales. Había una instancia intermedia que eran los inspectores de educación, mismos que organizaron las zonas escolares en forma un tanto arbitraria, pues cada zona podía abarcar totalmente o en parte a dos o más municipios. Una consecuencia de esta política centralizadora fue el crecimiento burocratizado de la SEP y el incremento de su injerencia, como representante del poder central, en los sistemas educativos de los estados y los municipios. La Secretaría de Educación Pública avanzó hacia una organización burocrática que intentaba planificar y autorregularse por ella misma. La penetración de la SEP en los estados fue lenta y paulatina hasta 1940, año a partir del cual la entonces llamada federalización de la enseñanza agudizó en forma contundente el centralismo educativo. En la relación entre los sistemas federales y estatales de instrucción se suscitaron fricciones debido a que el sistema de educación federal ofrecía mayores sueldos y prestaciones a los maestros. El crecimiento demográfico que experimentó el país luego de la Revolución Mexicana hizo que la SEP tuviera que enfrentar una demanda constante de escuelas y que se abocara de manera prioritaria a la satisfacción de esa demanda. La expansión del sistema educativo fue indiscutible, pero este hecho estuvo acompañado de un proceso de burocratización excesiva en la SEP, lentitud en los trámites, estancamiento o retroceso en los índices de eficiencia, eficacia y calidad en la educación; desequilibrios regionales, inequidad en la oferta de oportunidades educativas en detrimento de la calidad de los servicios educativos ofrecidos a la población más vulnerable del campo y la ciudad Algunos otros problemas generados por el centralismo educativo fueron: multiplicación de líneas de autoridad entre los funcionarios que actuaban a nivel nacional y los que actuaban a nivel estatal o local; multiplicación de direcciones generales al interior de la SEP que no se coordinaban entre sí; duplicación de esfuerzos entre la Federación, los estados y los municipios, confusión de mandos y conflictos intergremiales; desequilibrios en la distribución de oportunidades educativas, particularmente en 45 detrimento de la educación rural; utilización de funciones de autoridad educativa como recurso de poder, etcétera. Otra implicación del proceso de centralización educativa fue la desvinculación entre la demanda local de conocimiento y el programa educativo. La escuela se aisló de su comunidad. Además, el sistema educativo oficial no reconoció estudios realizados fuera de sus ámbitos. Se desalentó el proceso de enseñanza-aprendizaje fuera del aula, de forma que se llegó a no dar importancia al conocimiento y la capacitación que, por ejemplo en el medio rural, se adquiría para el desarrollo de las actividades económicas locales. La contraparte era que, para quienes se capacitaban en la práctica para estas labores, la educación escolar era vista como inútil. Por su parte, la escuela oficial llegó a menospreciar el conocimiento del medio natural y social, de la historia local y regional. Durante el gobierno del presidente Adolfo López Mateos (19581964) se editaron los libros de texto uniformes para todo el país. Los planes de estudio fueron elaborados en la SEP y eran homogéneos. No se reconocían diferencias regionales o locales, pues la tendencia que había que continuar y preservar era la de unificar la educación en toda la nación. Así, la intención de formar una identidad nacional se sobrepuso al reconocimiento de las diferentes identidades regionales del país. Consecuencia de todo esto fue la disminución de la participación de los grupos locales y regionales en las acciones escolarizadas. El poder local perdió importancia en el ámbito educativo (y en otros), pues la política de centralización educativa no creó los canales de participación que dieran cabida a una diversidad de prácticas educativas, en las que se revalorizara la pluralidad histórica, social y cultural existente en el país. La descentralización educativa y el caso de Aguascalientes. Las políticas de descentralización tuvieron un fuerte impulso en México en el periodo de gobierno del presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988). En esos años se asistía a un proceso de modernización del Estado, tanto en América Latina como en Europa. Esto nos habla de que no sólo el Estado mexicano había seguido pautas centralizadoras en sus políticas públicas, sino también otros estados. Estas pautas habían concentrado los recursos financieros en los niveles centrales del Estado. Puede decirse, entonces, que la centralización fue una característica político-administrativa de varios estados-nación en buena parte del siglo XX. En el caso de México, el interés por la descentralización se inscribía también en el marco de la crisis económica que se 46 había suscitado en el sexenio anterior, por la caída de los precios del petróleo. No había muchos recursos públicos. Además, el Estado mexicano se veía obligado a modificar sus políticas sociales de proteccionismo en aras de políticas públicas que, buscando la justicia social, aseguraran a la crecida población el acceso a niveles de bienestar en los ámbitos de la alimentación, la salud, la educación y la vivienda. El aparato burocrático del Estado mexicano había crecido a tal grado que se le dificultaba la atención y satisfacción de las necesidades básicas de la población. Las políticas descentralizadoras buscaban adelgazar el aparato burocrático administrativo estatal y reducir el gasto público. Por otra parte, la descentralización estaba asociada a la idea de democracia política y social. En el sexenio de Miguel de la Madrid, las reformas constitucionales al Artículo 115 referentes al municipio buscaban permitir que esta instancia de gobierno pudiera captar mayores recursos económicos y (re)abrir un espacio de representación política que recogiera las aspiraciones y demandas de las sociedades locales. La descentralización no sólo era una medida que buscaba incrementar la eficacia de las políticas públicas implementadas en forma vertical, sino que era también producto de una cierta presión social. Sin embargo, los afanes descentralizadores de Miguel de la Madrid comenzaron a perder espacio ante las presiones de diferentes actores sociales como gobernadores, sindicatos, grupos de poder locales, etc., que vieron amenazados sus privilegios con la descentralización. Quedando así momentáneamente truncada la descentralización, se pensó que únicamente se había tratado de trasladar a niveles inferiores de gobierno la solución de la crisis y de los problemas existentes. Es decir, se pensó que el Estado mexicano había pretendido disminuir las presiones sociales que lo agobiaban y, además, descentralizar también su propio desprestigio. La tendencia descentralizadora, sin embargo, logró continuar. La descentralización educativa. Ya desde 1973-1974 la Secretaría de Educación Pública formuló un proyecto para la creación de nueve unidades regionales de servicios administrativos descentralizados. Dichas unidades cubrieron cuatro grandes regiones del país y en cada entidad de la Federación se estableció una subordinada dependiente de la unidad regional correspondiente. Estas unidades regionales dependían del Secretario de Educación Pública y la coordinación operativa correspondía a la Oficialía Mayor de la SEP. Sin embargo, en la práctica, la SEP no delegó poderes 47 de decisión a las unidades regionales de forma que, para 1978, la acción de las unidades casi había desaparecido. En 1978, nuevamente el Secretario de Educación Fernando Solana formuló una estrategia de desconcentración educativa y creó 31 delegaciones generales de la SEP en todas las entidades de la República, con excepción del Distrito Federal. La medida fue importante y de ella se esperaba que redujera sustancialmente la complejidad burocrática del organismo central y que territorializara la competencia federal de la Secretaría en asuntos tanto técnicos como administrativos. Se esperaba también que favoreciera la diversificación del sistema educativo conforme a las características regionales. A decir de Pablo Latapí, para la gran bestia en que se había convertido la SEP, fue algo así como parir bebés dinosaurios. Por su representatividad, conviene observar la imagen que nos ofreció, en su momento, este estudioso de la educación mexicana. Había una vez un inmenso dinosaurio (era hembra y la llamaban SEP). La tribu, que había logrado domesticar otros animales para arar la tierra, no había podido adiestrar a la enorme bestia para labores útiles. El animal vagaba sin rumbo fijo, pesado y lento, asolando tierras y bebiendo el agua de los poblados. Los aldeanos no se atrevían a atacarlo pues, además, era una animal tozudo e irascible. Vez hubo que la dinosauria furiosa, lastimó a los indefensos niños de una aldea antes que sus padres pudiesen intervenir. Para controlar estos desmanes, el consejo de la tribu había tomado una decisión: un pastor, nombrado por periodos sexenales, habría de vigilar los movimientos del monstruo. Cada nuevo pastor intentaba, al principio de su periodo, domar al animal y reducirlo a la obediencia, pero pronto comprendía que no le quedaba otro recurso que seguir los lentos pasos del cuadrúpedo y, con ayuda de un equipo de hábiles ayudantes, intentar evitar que los caprichosos itinerarios del animal causaran demasiado daño. Con varas y reatas a veces, o con el halago del agua otras, los pastores bregaban en su agotador oficio y se ufanaban si, al final de su sexenio, el dinosaurio no había interferido demasiado con las labores de la tribu ni había vuelto a lastimar a los niños de las aldeas. Pero el animal crecía, sexenio con sexenio. Pesaba más, tenía más fuerza, y crecía también su tozudez. Pastorearlo era cada vez más difícil y matarlo resultaba peligroso. Un día la dinosauria quedó preñada. Tras largo embarazo dio a luz nada menos que 30 bebés dinosaurios. La tribu empezó a deliberar qué convenía hacer. Unos opinaban que la descendencia del 48 animal constituía una amenaza; otros abogaban por que se domesticara desde el principio a los retoños para aprovechar su fuerza en las labores del campo. En tanto se prolongaban las deliberaciones, se observó un cambio en la madre dinosauria. La maternidad la transformó: se volvió tierna con sus cachorros y extendió su ternura a los niños de los poblados. El consejo de la tribu decidió entonces correr el riesgo. Se distribuyeron los 30 cachorros en diversos territorios y se les nombraron otros tantos pastores que habían de domesticarlos. Los anales cuentan que, al menos por este concepto, la tribu vivió feliz desde entonces: los pequeños dinosaurios domesticados desde su infancia, contribuyeron con su fuerza a los afanes e industrias de la tribu y fueron siempre especialmente considerados con los niños. La medida no fue fácil. La SEP tenía entonces en cada entidad hasta 17 representantes de sus direcciones generales, que se resistían a perder sus posiciones. El entonces Secretario de Educación, Fernando Solana, decía que más allá de una reforma administrativa, la Secretaría estaba emprendiendo un camino de transformación de comportamientos sociales, con vastas repercusiones sobre las formas de organización de la convivencia política. Con el establecimiento de las delegaciones se pretendía: acelerar la ampliación de los servicios educativos y buscar el desarrollo equilibrado de los mismos estados; adecuar el sistema educativo a las necesidades específicas de cada región, sin perder por ello su carácter nacional; mejorar la calidad de la enseñanza; elevar la eficiencia del sistema y, con ello, racionalizar la utilización de recursos humanos, materiales y financieros, y fortalecer el federalismo. A partir de 1981, se dejaron sentir en la cabeza de la SEP las presiones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que demandaba los puestos de dirección de las delegaciones para sus candidatos. Un poco más tarde, la crisis económica limitó aún más las posibilidades de avanzar. El proceso se suspendió provisionalmente, sin haberse dado aún los pasos necesarios para un real acercamiento entre la estructura de las delegaciones de la SEP y la de los sistemas estatales de educación. En Aguascalientes fue muy clara la participación del SNTE para remover a los responsables de la educación en el estado. Con el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, la descentralización educativa recibió un nuevo y decisivo impulso. En esta ocasión se pretendía descentralizar la educación básica y normal, con el objeto de mejorar la eficiencia y calidad de la educación y auspiciar la 49 participación de la comunidad. Se pretendía también disminuir las persistentes desigualdades entre regiones y seres humanos e impulsar el desarrollo regional. En síntesis, se trataba de fortalecer el federalismo. Sin embargo, el proceso empezó titubeante, se aclaró en el segundo año de la administración, se rectificó luego y finalmente se canceló en los dos últimos años del sexenio, cuando la SEP entregó todo el poder de decisión al sindicato, de forma que los delegados del SNTE federal se adueñaron del proceso de descentralización. Este obstáculo a la política educativa descentralizadora terminó momentáneamente en un proceso de reconcentración de la función educativa. El SNTE pretendía el control absoluto de toda forma de autoridad y decisión en el ámbito educativo. Al parecer, el SNTE temía que, al darse la descentralización, pudiera perder espacios de poder. Los gobiernos de los estados perdieron interés en la descentralización educativa, pues el poder central del SNTE aminoraba su autoridad en materia educativa. Con esto se endureció el centralismo y se abandonaron muchas iniciativas de participación de padres de familia y de la comunidad en el mantenimiento de escuelas. Se ignoraron soluciones propuestas a problemas específicos de educación en las localidades y se negaron recursos a las mismas. Con el cambio de gobierno, la política descentralizadora adquirió un nuevo aire. Las metas educativas perseguidas por el presidente Carlos Salinas de Gortari buscaban, entre otras cosas: transferir a los estados y a los municipios los servicios de educación básica y normal, con su respectivo apoyo de recursos financieros, plazas e infraestructura; otorgar a estados y municipios la facultad de formular sus propios planes y programas de estudio hasta en un 50 por ciento de los contenidos de educación básica; que las direcciones generales de educación básica coordinaran y supervisaran la labor de las direcciones municipales de educación y formar en cada municipio un Consejo Municipal de Educación y en cada estado un Consejo Estatal de Educación. Con estos objetivos en mente se continuó el proceso descentralizador, ya no tanto como mera desconcentración administrativa, sino como verdadera descentralización de la toma de decisiones. Se esperaba con la descentralización democratizar la educación pública, redistribuir en forma más armoniosa las funciones y competencias educativas entre la Federación, los estados y los municipios, fomentar la participación de la comunidad local y aprovechar mejor sus recursos, entre otras cuestiones, pretendía privilegios de poder, que logró la destitución del profesor en febrero de 50 1985, en medio de un conflicto que tenía como pretexto el retraso del pago a los maestros. Desde esta fecha hasta 1992 el sistema funcionó "sin dinamismo, rutinariamente, limitándose a ejecutar las indicaciones y programas que se recibían de la ciudad de México". Así las cosas, el 7 de junio de 1992, inmediatamente después de la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización Educativa, el Congreso del Estado expidió la Ley por la que se creó el Instituto de Educación Básica y Normal del Estado de Aguascalientes (IEBNEA). Al poco tiempo, esta Ley se modificó y se publicó el 17 de enero de 1993 el decreto que daba origen al Instituto de Educación de Aguascalientes (IEA), que se encargaría no solamente de la educación básica y normal, sino que se ocuparía de todos los niveles educativos en el estado. Con el establecimiento y puesta en marcha de este Instituto se comenzó una nueva etapa en el proceso de descentralización educativa. El primer objetivo que se planteó el IEA fue la conformación de un sistema educativo estatal, que articulara armónicamente todos los niveles, desde la educación inicial hasta la superior. En el Programa Estatal de Educación 1992-1998, el Gobierno del Estado se propuso, además de la creación del IEA, entre otras cosas, estimular la participación social con la idea de profundizar la federalización hasta llegar a la municipalización educativa. Volver al municipio. Con el actual objetivo del IEA, de llegar a la municipalización educativa, se está volviendo al objetivo de la Constitución de 1917 de reconocer y fortalecer al municipio como entidad soberana que puede hacerse cargo de su propio sistema educativo. Sin embargo, como se verá más adelante, en aquella ocasión la municipalización educativa fue un rotundo fracaso, pues las condiciones de pobreza y desastre en que había quedado el país luego de la Revolución Mexicana habían impedido que el municipio pudiera financiar la actividad educativa. La creación de la SEP había pretendido ofrecer soluciones a la desolación que imperaba en la educación nacional, pero el proyecto no contemplaba originalmente ignorar la participación municipal en la educación nacional, sino crear un sistema de gestión educativa que, partiendo de las comunidades, cristalizara en una gestión nacional. No sucedió así. La creación de la SEP dio inicio a un proceso de centralización educativa que, efectivamente, dio en un primer momento un fuerte aliento a la educación nacional pero que, a la larga, resultó en el crecimiento desbordado de la 51 SEP que tuvo atroces consecuencias para la calidad educativa nacional. Los problemas generados por la centralización educativa, así como las nuevas condiciones sociales que imperaban en el país, incidieron en que las ideas descentralizadoras que se ventilaban en otros países se pusieran en práctica en México. Se comenzó así un proceso de descentralización que duró casi 20 años, empezando con una desconcentración administrativa hasta terminar en una descentralización de la gestión y la toma de decisiones en el ámbito educativo. A este momento de la descentralización puede llamársele nueva federalización, para distinguirla de la así llamada federalización educativa de 1921, cuando la creación de la SEP, y de la también llamada federalización de la enseñanza en 1940, que no era otra cosa que el inicio de la acentuación máxima de la centralización educativa. La nueva federalización de la enseñanza pretende, al parecer, volver hacia las comunidades, el municipio y el estado para desde allí llegar a una educación nacional. Este proceso, que implica la municipalización de la educación, exige un análisis crítico sobre el municipio y sus potencialidades educativas. El municipio. El municipio, esa "institución tan connatural al paisaje de México, con tan profundas raíces históricas, tan merecedora del título de célula del Estado mexicano", fue una entidad olvidada en el discurso y la práctica de los presidentes de México, prácticamente desde Venustiano Carranza hasta Miguel de la Madrid Hurtado. A pesar de ser una ficción política, el municipio durante todo este tiempo fue una realidad social. Durante muchos decenios, los regímenes de la Revolución proclamaron su adhesión al municipio libre, pero en la práctica pensaban que la población municipal "necesitaba la dirección y vigilancia superiores". En 1984, durante el gobierno del presidente Miguel de la Madrid y bajo el influjo de las ideas descentralizadoras, como ya se mencionó se reformó el Artículo 115 de la Constitución Mexicana, para fortalecer y expandir la vida municipal y "como una forma destacada para propiciar la democratización integral de la sociedad". México, sin embargo, todavía entonces parecía ser un país formalmente federado de estados y municipios soberanos que vivía, sin embargo, un centralismo fuerte en el mando. La política descentralizadora iniciada por el gobierno delamadridista trataba de responder a los reclamos sociales que por ese entonces demandaban, entre otras cosas, la ampliación de los ámbitos de representación política y 52 democrática. Las reformas al Artículo 115 de la Constitución dotaron de capacidad al municipio para asumir el suministro de servicios a la población y el control sobre la apropiación y uso del territorio, así como para permitir la participación en el gobierno de diferentes fuerzas políticas. La municipalización educativa que actualmente pretende el IEA, en la nueva etapa de la descentralización, cuenta ya con algunas bases legales. Sin embargo, para no incurrir en la posibilidad de fracaso de la política, como sucedió en el caso del gobierno constitucionalista, habría de favorecerse, primero, la autoadministración municipal. Pero en este proceso de autoadministración municipal surgen algunos problemas que se han de contemplar si se prevé la municipalización educativa real. El primer problema es financiero: la necesidad de aumentar los recursos municipales. El segundo problema es el de la desigualdad municipal: el municipio es a la vez espacio administrativo y espacio vivido, y sus habitantes no están dispuestos a renunciar a lo que ante sus ojos constituye una parte de su identidad, su municipio. El tercer problema es de tipo político, dado que la descentralización no es trasladar a otros niveles de gobierno la solución de la crisis y de los problemas existentes, sino un proceso de traspaso de recursos económicos, políticos y sociales de las instancias centrales a los estados y los municipios. La política de descentralización replantea así el problema del papel del gobierno local en sus niveles estatal y municipal. De hecho, la descentralización ha favorecido a los grupos de poder locales, a pesar de haber sido una política ideada inicialmente a nivel federal. La descentralización de las políticas del Estado tiene como contrapartida el fortalecimiento de los gobiernos locales. Por lo tanto, la descentralización educativa, en concreto la etapa de la municipalización, requiere también una reflexión y una práctica en torno a la descentralización del poder político. Tal es el reto actual, que no corresponde únicamente al IEA, sino a la sociedad local en su conjunto. A continuación se presenta un recorrido histórico de la educación en Aguascalientes. El tomo I comprende 5 capítulos. En el primero se parte de algunas referencias a la educación porfirista y se describe la política educativa del gobierno de Venustiano Carranza. En el segundo capítulo se analiza la creación de la Secretaría de Educación Pública, así como sus primeras acciones y su impacto en Aguascalientes. En el capítulo tercero se hace un breve balance de la política educativa del periodo callista y la manera como se instrumentó en el estado, destacando sus rasgos centralistas 53 y anticlericales. En el capítulo cuarto se analiza la educación socialista, instrumentada por el gobierno de Lázaro Cárdenas y en el quinto se describen los procesos de crecimiento y burocratización del sistema escolar, entre 1940 y 1978, y la consolidación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. En el tomo II se analizan, en el capítulo sexto, los inicios de la descentralización educativa y se hace referencia a ciertos intentos de mejorar la calidad de la educación en el país y en el estado. Al final, en el capítulo séptimo se presenta la política de la modernización educativa y se hace hincapié en los cambios que se han hecho en Aguascalientes a raíz de la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación, en 1992, hasta el año 2000, considerando la alternancia en el poder.”20 En el escrito colectivo La federalización educativa: una valoración externa desde la experiencia de los estados, junto con Camacho y Cuéllar, publican el escrito titulado “Calidad”. En el Capítulo III, que ocupa ese texto, están los siguientes apartados: Reformulación de contenidos; Renovación de libros de texto gratuitos y materiales; Programas de nuevas tecnologías en educación básica; Sistema de formación del magisterio como es la Carrera Magisterial y la Revaloración del maestro en sus ingresos y estímulos; los Jefes de sector, supervisores y jefes de enseñanza; el Papel de los directores; la Evaluación académica de maestros y alumnos; y la Investigación educativa. Sobre este apartado del trabajo el coordinador del texto, Bonifacio Barba, dice: “En el caso de los indicadores de calidad referidos al desempeño escolar y los aprendizajes de los alumnos, se tienen más dificultades para definirlos y medirlos. Además, se sabe que se requiere de más tiempo y de acciones complementarias para que los factores que impulsan la calidad (la reforma curricular y pedagógica, los nuevos libros de texto y materiales educativos, la actualización de los maestros centrada en el mejoramiento de la enseñanza, el proceso de reforma de las escuelas normales, el mejoramiento de las condiciones salariales y profesionales de los maestros, la evaluación del desempeño de los maestros, entre otros) muestren sus efectos.”21 20 Camacho, S. y Padilla, Y., Vaivenes de Utopía, Historia de la educación en Aguascalientes en el siglo XX. Ed. Instituto de Educación de Aguascalientes, Ags., Ediciones 1998 y 2002. 21 Camacho, S., Ruíz, G., y Padilla, Y., “Calidad”, en Barba, Bonifacio (coordinador), La federalización educativa: una valoración externa desde la experiencia de los estados, Secretaría de Educación Pública, México, 2000. 54 Otra vertiente de su trabajo está enfocada a la problemática que en su entorno social tienen tanto las mujeres como los infantes. Sobre este último grupo aborda principalmente el aspecto del abuso sexual, en el escrito Inocencia robada: aproximación histórica al abuso sexual en Aguascalientes, el cual fue realizado con la colaboración de Elizabeth Buchanan Martín del Campo. En la nota de Agradecimientos, la autora da cuenta del origen e intención del texto, ahí manifiesta: “Quien sugirió poner atención en este tema, y quien tuvo la idea del proyecto en general fue la historiadora —y amiga personal- Elizabeth Buchanan Martín del Campo. Su trabajo en los archivos judiciales en los cuales es experta la ayudó a ver la importancia de los problemas del abuso sexual, el maltrato infantil a través de la existencia de varios expedientes relativos a los mismos. En un primer momento, ella me sensibilizó y contagió su interés y preocupación por el tema. Posteriormente me convenció de la viabilidad de un proyecto de investigación. Y más tarde, a través de no muchas, pero sí intensas conversaciones en torno al tema del abuso sexual, fuimos comentando los hallazgos encontrados en la documentación así como observando juntas cada vez más dimensiones del mismo. Ella me hizo poner atención en el hecho de que, en el abuso sexual no solamente sufre la victima sino también el agresor. Lizzy fue la impulsora del proyecto desde su gestión hasta su conclusión. Además, se encargó de la localización de los expedientes judiciales relativos a maltrato infantil y abuso sexual del Primer Juzgado Penal de Aguascalientes desde 1767 hasta 1994, así como de la elaboración de un catálogo histórico de los mismos. Realizó también un análisis cuantitativo del material, mientras que yo me abocaba a realizar una aproximación histórica de casos. Sin su sensibilidad, su visión, su ideas y su trabajo personal, este trabajo no hubiera sido posible- Gracias Lizzy. Con ella, agradezco también a las dos estudiantes de Derecho que le ayudaron a localizar y catalogar los expedientes. Quiero decir aquí a los lectores de este texto que, para mí, no fue un trabajo de fácil confección, en el sentido de que, durante la lectura de los casos de abuso y otros materiales de trabajo, frecuentemente me involucraba emocionalmente. Mi esposo, Salvador Camacho Sandoval, puede atestiguar que varias veces se hicieron presentes en mí el llanto y la tristeza, cuando sentía empatía por las víctimas de abuso sexual y maltrato infantil, compasión ante el agresor y una fuerte indignación ante los hechos en sí. Quiero dar las gracias aquí a Chava porque siempre estuvo cerca en estos 55 momentos, porque comprendió muy bien lo que yo sentía y pudimos compartir así sentimientos y pensamientos en torno al tema. También cuidó (muy bien) a nuestros hijos Sofía y Adán mientras yo redactaba el trabajo y me ayudó a revisarlo. Gracias Chava. Y gracias a mis hijos porque, a partir de ellos, como niños, he comprendido mejor la necesidad que tenemos, como sociedad, de cuidar la dignidad y la integridad de todos nuestros niños y niñas. Soraida Rodríguez Reza y Alejandro Montelongo, estudiantes de Historia y Sociología respectivamente, mostraron sensibilidad e interés en el tema y, en lugar de descansar durante sus vacaciones de verano del 2000, realizaron un estudio cuantitativo de los casos de maltrato atendidos por la Ludoteca del DIF Municipal, mismo que complementaron con una entrevista a profundidad y observación etnográfica. Su estudio, por referirse a casos vigentes, actuales, se presenta aquí como un muy importante complemento de este trabajo. Por otra parte, Carlos González y Brenda Martínez, también estudiantes de Sociología e Historia, dedicaron parte de su tiempo libre para ayudar en el fotocopiado de expedientes judiciales. El Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, encabezado por la Señora Carmelín López de Reynoso, tiene el mérito y la responsabilidad de ser una de las instituciones gubernamentales locales que ha puesto atención a los problemas de maltrato infantil y abuso sexual, a través de programas educativos, así como de la oferta de servicios de ayuda institucional y terapia psicológica para las víctimas. Dentro de estas actividades se ha impulsado la Ludoteca que atiende la problemática familiar involucrada en situaciones de abuso y maltrato. En este contexto de impulso a programas de atención a estos problemas, es que se ubica el proyecto cuyos resultados aquí presentamos. El DIF Municipal ha sido pionero en el diseño de programas de atención psicológica a víctimas de abuso y maltrato. El reto sigue siendo que no sólo instituciones gubernamentales como el DIF, sino la sociedad organizada, participe decididamente para erradicar en definitiva la violencia en el seno de las familias de Aguascalientes. Yolanda Padilla Rangel Austín, Tx. Primavera del 2001”22. En la Introducción, la autora hace un recorrido por algunas concepciones del abuso sexual y cómo éste se ha hecho manifiesto a través de datos disponibles de historia en 22 Inocencia robada: aproximación histórica al abuso sexual en Aguascalientes 56 algunas sociedades. Ello lo expone de la siguiente manera: “El abuso sexual en perspectiva histórica. El acoso sexua1 no es un fenómeno propio de las sociedades modernas. Existen vestigios históricos que muestran que este ha existido en distintos tiempos y en distintas sociedades. Según el historiador Lloyd De Mauss, uno de los fundadores de la Psicohistoria y fundador de la revista Psycohistory, el abuso sexual ha sido más frecuente de lo que parece en la historia humana. Una vez establecida esta premisa y antes de continuar con su argumentación, quiero decir aquí que aunque este historiador, De Mauss, ha sido pionero en cuanto a la historia del abuso sexual y sus trabajos han sido considerados como importantes, en lo personal pienso que, eventualmente, hace generalizaciones con poco sustento, por lo que hay que considerar sus datos con un sano escepticismo. Aún así lo retomo aquí porque ayuda a comenzar a enfocar el abuso sexual en perspectiva histórica, en varias culturas. En la época Antigua, según este historiador, era común el incesto, y Grecia y Roma vivieron el auge de sus culturas en una atmósfera de abuso sexual. En Grecia, los pederastas eran aceptados, las violaciones a niños y niñas de siete años en delante eran muy comunes, prolongando los perpetradores de las mismas el abuso hasta que sus víctimas llegaban a la pubertad. Los pederastas siguieron expresándose socialmente, sin problema, hasta aproximadamente el siglo XIII, cuando apareció la primera desaprobación de la pedofilia, en voz de algún representante de la Iglesia Católica. Otras huellas de abuso sexual las podemos encontrar en la Inglaterra victoriana, cuando un médico, por ejemplo, recomendaba que “violar vírgenes es particularmente efectivo contra la impotencia y la depresión”, o que “romper un sello de doncella es uno de los mejores antídotos para la enfermedad de uno...cura toda la impotencia”. Así también, según algunos estudios retomados por este historiador de la niñez, muchos médicos británicos del siglo XIX encontraron con frecuencia que cuando un hombre que los visitaba tenía una enfermedad venérea, generalmente sus hijos también la tenían en sus bocas, anos o genitales, lo cual era un signo de abuso sexual de parte de los padres hacia sus propios hijos. Tiempo después, en 1924, un periodista británico escribió que “los casos de incesto son terriblemente comunes en todas las clases”. Según este historiador, De Mauss, no sólo en las sociedades occidentales se ha expresado históricamente el abuso, sino también en las orientales. Siendo así que, según él, en la India, “el incesto es más la regla que la excepción”, 57 aludiendo al hecho de que es frecuente y aceptado que los padres tengan relaciones sexuales con sus hijas: Así también, plantea que en China, se han observado rituales en los que se permiten ciertas violaciones colectivas a niñas de corta edad y se ha expresado también la pedofilia, la existencia de niñas concubinas, la castración de niños, el matrimonio entre hermanos, la prostitución infantil, el uso sexual de siervos y esclavos, etc. En Japón también, como práctica ancestral, dice De Mauss que todavía algunas madres masturban a sus pequeños hijos para ayudarlos a dormir, y que algunos padres duermen con sus hijas hasta la edad de dieciséis años, pudiendo tener relaciones sexuales con ellas si lo desean- Aclara De Mauss que en esa sociedad las niñas son más frecuentemente objeto de relaciones incestuosas que los niños, dado que las mujeres son socialmente menos valoradas que los hombres, por lo que es común que niñas que tienen entre tres y seis años de edad sean “usadas” sexualmente por sus padres, hermanos, primos, tíos y maestros, sin poder expresar ellas ninguna queja. La masturbación infantil por un adulto parece haber sido y ser todavía frecuente en Japón, dada la creencia de que es necesaria para incrementar la talla del pene. En varias sociedades orientales aún practican la mutilación de los genitales (particularmente el clítoris) en las niñas, lo cual es otra forma de violencia sexual al menor, aunque actualmente la ONU ya tiene programas institucionales que buscan erradicar esta práctica. En Australia (seguimos con De Mauss), una tribu denominada Hippler, tiene p& costumbre acariciar los penes y las vaginas de sus hijos pequeños para tranquilizarlos y que así dejen de llorar o puedan conciliar el sueño. Asimismo, las madres permiten a sus hijos jugar con sus pechos, lo cual según algunos antropólogos produce estimulación sexual, tanto en el hijo como en la madre. Tal hecho es considerado por De Mauss como otra forma de abuso sexual. El problema del abuso sexual se expresa también en la actualidad, según De Mauss, en Estados Unidos, en donde “estudios científicos de terapistas” (sin especificar cuáles) han arrojado como resultado que un 30 por ciento de los hombres y 40 por ciento de las mujeres que asisten a terapia psicológica recuerdan haber sido molestados sexualmente durante la niñez. Entendiendo como “molestados” el haber tenido un contacto genital real, no sólo el haber sido víctimas de exhibicionistas. Cerca de la mitad de estos casos son directamente incestuosos, realizados con miembros de la familia, mientras que la otra mitad no ha sido incestuoso, 58 aunque ha contado supuestamente con la complicidad de las personas que cuidan al menor. De Mauss afirma que el incesto materno y la pedofilia son muy comunes en las civilizaciones primitivas y hasta llega a sostener lo siguiente: “yo he encontrado que más universal que el tabú del incesto _—según- dicen los antropólogos— lo que ha sido universal es el incesto en sí de los niños en la mayoría de las culturas, en la mayoría de los tiempos. Una niñez más o menos libre de uso sexual adulto es de hecho un logro histórico tardío, limitado a unos pocos niños afortunados en unas pocas naciones modernas”. Esta afirmación desde mi punto de vista bastante exagerada está seguida por otra del mismo tipo, en la que De Mauss establece que: la historia de la niñez ha sido una pesadilla para quienes recién comienzan a despertar. Parece que es masivo el descuido y la crueldad tanto en el Oriente como en el Occidente. Niños asesinados, rechazados, golpeados, aterrorizados y sexualmente abusados por sus supuestos protectores. Mi conclusión es que la historia de la humanidad se basa en el abuso de los niños. Así como los terapistas hoy día encuentran que el abuso de los niños frecuentemente funciona para mantener a las familias juntas, como un medio de resolver sus problemas emocionales, así también el ataque rutinario a los niños ha sido la manera más efectiva para la sociedad para mantener su homeostasis emocional colectiva. La mayoría de las familias históricas en algún momento practicaron el infanticidio, la agresión erótica y el incesto. Muchos Estados sacrificaron y mutilaron a sus niños para aliviar las culpas de los adultos. El abuso de los niños ha sido el ritual más poderoso y exitoso de la humanidad. Desde mi punto de vista, además de exagerar proponiendo que el abuso sexual es el motor de la historia, De Mauss está viendo con una mirada demasiado occidental y moderna ciertas prácticas culturales que se han expresado en la historia de la humanidad. Tal vez, como dice la vieja ley de los historiadores, no habría que llevar el presente al pasado, sino traer el pasado al presente. De forma que muchos de los rituales de los que habla De Mauss puedan ser comprendidos dentro de su propia lógica cultural. Sin negar que lo que hoy conocemos como abuso sexual ha existido en la historia de las diferentes culturas, habrá que tratar de comprender el hecho dentro de sus propios parámetros históricos y culturales, sin exagerar. Según Phillipé Ariés (y con esto dejamos en paz a De Mauss), la actitud ante el sexo ha variado en la historia de acuerdo al medio ambiente y, consecuentemente, de acuerdo al periodo 59 y la mentalidad. Por ejemplo, en su libro Centuries of Childhood, Ariés habla de los niños de la época premoderna, época en la cual “la práctica de jugar con las partes privadas de los niños formaba parte de una tradición ampliamente difundida... se pensaba que el niño, antes de la edad de la pubertad, era inconsciente o indiferente con respecto al sexo. Por lo tanto, los gestos y las alusiones no tenían ningún significado para él, eran simplemente gestos gratuitos y perdían su significado sexual”. Según Ariés, la actitud escabrosa ante el sexo llegó con el psicoanálisis. Además, durante la Edad Media los niños permanecían con sus padres más o menos hasta la edad de siete años, para luego incorporarse al trabajo agrícola o convertirse en aprendices de algún oficio, por lo que el lazo emocional entre padres e hijos no era muy estrecho. Sin embargo, con la reforma religiosa, la necesidad que sintieron algunos hombres de iglesia de formar las conciencias de los niños sentó las bases para la pedagogía moderna. La visión de Ariés nos plantea una visión diferente, que plantea no sólo las diversas maneras de concebir ciertas prácticas sexuales a través de la historia, sino que remite también a un problema histórico más amplio, que es la forma en que se ha concebido a la niñez a través de la historia. Y aunque no profundizaremos aquí sobre este problema, si conviene señalar algunos pocos elementos del mismo. Según estudios de varios historiadores, en el siglo XVIII, en occidente, la personalidad del niño comenzó a ser materia de estudios filosóficos. En el siglo XIX, las niñas fueron concebidas solamente como futuras amas de casa, mientras que el niño fue concebido como un propietario en potencia. Así también, en el siglo XIX se tuvo un concepto del niño como “inocente” al cual había que proteger, por lo que surgieron algunas instituciones sociales con tal fin. Fue en el siglo XX, en el que nos ubicamos en este trabajo, cuando los niños comenzaron a ser concebidos más en términos emocionales (el niño como factor importante en la emotividad de los padres), que económicos. En el caso de México, durante la revolución mexicana, se decretaron leyes que comenzaron a proteger a los niños de ser explotados en fábricas y haciendas. Pero durante el siglo XX, las vidas de los niños de México, como la de los niños de las sociedades modernas en general, comenzaron a estar organizadas en torno a la escuela y no al trabajo. Así también, la incorporación de la mujer al mercado del trabajo hizo que los niños pasaran más tiempo de su vida en la escuela o en otras instituciones, que en la familia, lo cual puede apuntar hacia un cierto tipo de crisis en la misma. Otro cambio importante que puede observarse, con 60 más fuerza en los Estados Unidos, es que se concibe a los niños ya no como inocentes a los que hay que proteger, sino como a personas que —al igual que los adultos— tienen derechos y obligaciones. De tal forma que ahora los menores no son ya protegidos, sino respetados en sus derechos, pidiéndoles a cambio que cumplan con sus obligaciones, e incluso que, en el caso de los niños criminales, sean juzgados casi como los adultos. Por otra parte, eventualmente al niño ya no se le ve como un ente aislado, sino como integrante de un sistema, miembro de una familia, que requiere atención teniendo como trasfondo lo que acontece en la unidad familiar como un todo (en este sentido recuérdese, por ejemplo, el cambio de nombre del Instituto Nacional de Protección a la Infancia al de Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia). Según las leyes de México, una persona nacida dentro de su territorio es considerada mayor de edad cuando cumple 18 años. Por otra parte, los menores de edad son considerados como personas que necesitan la tutoría de alguien en lo que respecta al ejercicio de su sexualidad, particularmente en los casos en que tal sexualidad se ha visto violentada por algún adulto. Tenemos así que existen en México una serie de situaciones de abuso sexual que son consideradas legalmente como delitos sexuales. Este tipo de situaciones han dejado huella escrita, misma que se conserva reposando en los archivos judiciales públicos. A partir de la revisión de algunas de estas huellas, es que hemos tratado aquí de reconstruir la realidad del abuso sexual en el estado de Aguascalientes. Delimitación conceptual. Los delitos sexuales son aquellas formas de abuso sexual que están considerados en las leyes mexicanas como actos contrarios a la ley y al bienestar social. En particular, como ya se mencionó, en este trabajo, se atenderán, entre otros, principalmente los siguientes: estupro, violación, atentados al pudor, corrupción de menores, incesto. Otra forma de abuso sexual hacia los niños es la explotación sexual, es decir la prostitución infantil y el uso pornográfico de sus cuerpos, pero esta es una forma que no se abordará en este trabajo. El estupro se refiere a un delito sexual en el cual la víctima es una mujer considerada por las autoridades judiciales como “casta y honesta”, entre los 13 y los 17 años de edad, que es seducida con engaños o bajo una promesa de matrimonio que nunca se cumple, perdiendo así su virginidad. Hay que hacer notar que hasta antes de 1986 la edad de las mujeres en que éstas podían ser consideradas víctimas de 61 estupro era hasta los 18 años, pero después de esta fecha la edad bajó a 17. La violación es la realización de la cópula entre dos personas sin el consentimiento de una de ellas. Consiste en la penetración del miembro viril o de un objeto extraño — equiparable a dicho miembro— en el genital femenino, en el caso de las mujeres, o en el ano en el caso de los hombres. En el caso de menores, la ley parte de que no hay consentimiento del menor por considerarse que no tienen la capacidad de tomar conscientemente una decisión tal. Cuando el delito de violación no llega a cumplirse, es catalogado como violación en grado de tentativa. Según Georgina Gamboa, existe una diferencia entre abuso sexual y violación, que es la siguiente: violación implica violencia física, mientras que en el abuso prolongado la violencia, además de física, es más bien psicológica y emocional, y no implica necesariamente una penetración física sexual, aunque también puede haberla. Por otra parte, una situación de abuso constante, durante largo tiempo, puede ser considerado como una violación repetida, junto con violencia psicológica, por lo cual muchas veces, los delitos de violación y abuso se expresan juntos, siendo la violación una forma máxima de abuso. Los atentados al pudor son conductas identificadas como tocamientos sexuales que no tienen intención de llegar al coito. Aunque en este punto también es difícil saber las verdaderas intenciones del abusador, puesto que generalmente es sorprendido e interrumpe sus acciones, pero no es posible saber hasta dónde hubiese llegado de no haber sido sorprendido. Concebimos, en este trabajo, como menor a una persona menor de 18 y como abuso sexual aquel delito sexual en el que existe una diferencia de cinco años como mínimo entre el abusador y el abusado. El seguimiento histórico del cambio conceptual en los delitos sexuales en la legislación mexicana no es objetivo de este estudio porque, al parecer, en el siglo veinte éste cambio ha sido mínimo. Preferimos ofrecer aquí algunos elementos conceptuales derivados más bien de algunos estudios sociológicos y psicológicos contemporáneos que ayuden a comprender mejor el fenómeno del abuso sexual en su expresión histórica en el siglo veinte. Veamos. El abuso sexual es considerado aquí como una forma de violencia. La violencia social es entendida como cualquier tipo de uso de fuerza física, psicológica y emocional que lastima a la sociedad, particularmente a los grupos 62 vulnerables de ella como pueden ser los pobres, los niños, los jóvenes y las mujeres. Aquí, enfocamos a los niños, considerando que, en la actualidad, cada año, aproximadamente 10 millones de niños en el mundo sufren algún daño psicológico como resultado de guerras u otros tipos de violencia. La violencia social ha sido considerada recientemente como un tipo de epidemia que afecta a varios países, pero particularmente a los países pobres como los latinoamericanos. La violencia doméstica puede considerarse como un tipo de violencia social que se manifiesta en el interior de las familias, y que consiste no solamente en agresión física y sexual, sino también en abuso emocional. Ejemplos de violencia doméstica son: la humillación verbal, las amenazas o la agresión física, el abandono o el descuido, el chantaje económico, el confinamiento forzado en el hogar, etc. Este tipo de violencia generalmente se realiza contra las mujeres y contra los niños de ambos sexos. Algunos expertos han indicado que muchas mujeres consideran que el abuso psicológico y la humillación tienen más impacto en ellas que la violencia física. En cuanto a maltrato infantil en general (golpes, gritos, castigos, chantajes, etc.), al parecer son las mujeres las que maltratan más a los niños de ambos sexos pero, en lo que se refiere al abuso sexual, son generalmente los hombres quienes abusan de las mujeres, particularmente de las que son menores de edad. Algunas consecuencias de la violencia doméstica en las mujeres pueden ser: baja autoestima, miedo, neurosis, intentos de suicido, aislamiento, depresión, sentimientos de culpa, tendencia hacia el alcohol y las drogas, etc. A veces, estas consecuencias impiden a las mujeres (o víctimas de violencia en general) reaccionar y buscar la ayuda adecuada para romper con el círculo de la violencia. Por ejemplo, algunas mujeres tienden a minimizar el abuso, pues ignoran lo que constituye una situación abusiva o tienen el deseo ó la necesidad de justificarla, o bien tienden a aceptar la violencia, porque creen que los abusadores sufren de algún tipo de enfermedad psicológica que ellas no pueden controlar. Por otra parte, existe una teoría que sostiene que los hombres que cometen actos de violencia doméstica son inseguros, tienen problemas de comunicación, son incapaces de tolerar y de resolver problemas, tiene pocos logros personales y se sienten inferiores a sus parejas. Según esta teoría, no son los fuertes —psicológicamente hablando— los que reaccionan violentamente, sino los débiles, temerosos de mostrar su debilidad. Pero no es posible aquí retomar por completo estas generalizaciones, aunque sí solamente señalar 63 la complejidad psicológica del fenómeno de la violencia familiar, así como del abuso sexual. El abuso sexual es considerado aquí como la interacción entre un niño y un adulto en la que “el niño es utilizado para la estimulación sexual del perpetrador cuando éste está en posición de poder o de control sobre la víctima”. Es decir, se trata de un acto de poder de una persona hacia otra más débil e indefensa, que no pone su participación voluntaria en el acto. La víctima puede encontrarse inhibida por la fuerza o la autoridad que ejerce en ella la persona mayor, así como por el miedo que ésta le infunde. También puede ocurrir abuso sexual entre dos menores de edad si uno de ellos es significativamente mayor que el otro ó utiliza la coerción para abusar de él. El abuso sexual ocurre cuando el abusador ejecuta un acto sexual (en su víctima, sin su consentimiento, utilizando la violencia física o psicológica. En este acto, el abusador puede tener cópula o no. Por ejemplo, tipos de abuso sexual pueden ser: caricias en genitales o mamas, besos sexuales, estimulación oral-genital, etc. Pero la principal característica del abuso sexual es el uso de la fuerza y la utilización de amenazas para que la víctima guarde silencio sobre los hechos, utilizando como metodología el estudio de casos y partiendo de la evidencia histórica que representan algunos expedientes judiciales que se refieren a delitos sexuales tales como estupro, violación, atentados al pudor, corrupción de menores, incesto. Considerado que los casos denunciados ante la justicia penal son solamente la punta del iceberg de una realidad social más amplia de abuso sexual, en este trabajo analizamos solamente la punta del iceberg, por ser visible, por ser la que deja huella escrita. Por lo tanto, no pretendimos en este trabajo llegar a hacer generalizaciones, sino solamente algunas observaciones que ayudaran a comprender fenómeno del abuso sexual. En este estudio utilizamos la metodología del estudio de caso, que consiste en observar casos típicos de abuso sexual, sin una intención de profundizar en el fenómeno del abuso. Por tal motivo, la representatividad de los casos aquí estudiados no es una representatividad estadística, sino más bien típica, en el sentido de que se seleccionan casos que pueden ser prototipo del abuso sexual. La selección se hizo de entre el universo de casos que constituyen todos los expedientes judiciales referentes a delitos sexuales contenidos en el Fondo Documental del Primer Juzgado de lo Penal del Estado de Aguascalientes. En general, al reseñar un caso se tuvieron en mente las siguientes 64 cuestiones: tipo de delito, edades del abusador y del abusado, tipo de relación entre ellos, algunas circunstancias que rodearon al hecho, intervención de algunos testigos y el tipo de solución legal que se dio. Los expedientes judiciales fueron considerados como casos únicos, de los cuales se buscó mantener en lo posible su unidad, incluyendo fragmentos de declaraciones del abusador, abusado o testigos, con el fin de resaltar algunos elementos específicos del mismo (lo cual se hizo siempre utilizando letras cursivas) e incluyendo también, cuando era posible, la resolución legal. De unos casos se resaltaron algunos aspectos, por ejemplo la perspectiva del abusado, mientras que de otros casos se resaltaron otros aspectos, como la perspectiva del abusador, o elementos varios del contexto del abuso. Lo que parece algo novedoso en este trabajo es que consignamos aquí no solo la versión más o menos directa del menor sobre el abuso del que fue objeto, sino también la versión del abusador, particularmente cuando éste es confeso, lo cual permite observar algunas causas que él mismo atribuye a su conducta abusiva. Así también, en el estudio se dio preferencia a las declaraciones iníciales de abusadores y abusados, es decir, a las que se hicieron ante el Agente del Ministerio Público, por considerar que eran un poco más espontáneas y dejaban entrever un poco más la subjetividad de los involucrados, a pesar de la burocracia y los intermediarios por los que ésta se filtraba. Aún así, en muchas ocasiones las declaraciones dejaban entrever la originalidad de la expresión verbal del declarante, pudiendo así aproximarnos un poco no solo al hecho del abuso sexual en sí, sino también a la visión y versión que tienen los actores principales respecto al mismo. En este aspecto, al citar algún fragmento de la declaración, se respetó textualmente la misma (únicamente se modernizó la ortografía y se utilizaron puntos suspensivos en los lugares en los que se omitieron partes del relato). También se omitieron los nombres de personas y lugares, por respeto a la vida privada de los involucrados, debido a que muchos protagonistas, sobre todo de los casos más recientes, aún viven. Fuentes y organización de los casos La principal fuente utilizada en este estudio, como ya se mencionó, fueron los documentos históricos judiciales, habiendo sido consultados el Fondo Judicial del Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, en donde encontramos documentación comprendida entre 1700 y 1950, aunque enfocamos principalmente el siglo veinte. Para la documentación comprendida entre 1951 y 1979, fue consultado el Fondo 65 Judicial Penal del Archivo General del Estado de Aguascalientes, y para la documentación comprendida entre 1980 y el año 2000, se consultó el Anexo del Archivo General del Estado, sólo en relación al Primer Juzgado Penal. Es necesario aclarar que, hasta 1930 hay poca documentación en los archivos, debido tal vez a la azarosa vida que éstos llevaron, ocasionada por la Revolución Mexicana y la Cristiada, entre otros factores. Documentación comprendida entre 1930 y 1940 sí existe en el Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, pero es poco accesible. De los años cuarenta del siglo XX no se localizó información. Entre 1951 y 2000 sí hay un buen número de expedientes disponibles, y por ello el grueso del relato corresponde a este periodo. De los muchos casos de estupro localizados, fueron eliminados aquellos en qué había consentimiento de la ofendida, cuando ella mentía o se desistía de la acusación, cuando según las autoridades no cumplía con los requisitos de “casta y honesta”, cuando había existido seducción o previa promesa del matrimonio, cuando ambos se fugaban, cuando había engaño (promesa de matrimonio no cumplida, cuando él era casado y ella no lo sabía, etc.) por considerar que no eran casos de abuso sexual. Quedaron seleccionados por tal motivo casi siempre casos que se referían a atentados al pudor, corrupción de menores, violación e incesto. Una observación general es que el estupro disminuyó en el siglo XX, mientras que aumentaron los atentados al pudor, la violación (consumada o en grado de tentativa) y el incesto que, desde mi punto de vista, pueden ser vistos como delitos muy relacionados. Por ejemplo, en el caso de atentados al pudor y violación, sólo cambia el grado de gravedad del delito, y en el caso de violación e incesto, lo que cambia es el tipo de relación entre el abusador y el abusado. Algunas dificultades en el trato y organización del material fueron las siguientes: ¿cómo evitar el sensacionalismo?, ¿cómo organizar los casos sin que se perdiera la riqueza de ángulos de lectura sobre los mismos?, ¿cómo evitar perder la unidad de cada caso? Opté por organizar el material por tipo de abuso, subrayando el tipo de relación que había existido entre abusador y abusado, por considerar que este era un punto importante, dada la enorme incidencia de casos de abuso sexual realizado por conocidos o parientes del menor. Así también, busqué conjuntar algunos casos similares, que ayudaran a entender un poco las particularidades de algunos tipos de delito, así como observar algunas semejanzas entre ellos. Inicialmente traté de respetar una secuencia cronológica, pero me di cuenta de que muchos casos resultaban parecidos, independientemente de la fecha en la que hubieran 66 sido cometidos, de forma que decidí no darle tanto peso a la variable tiempo, para observar más bien otros aspectos del problema, que parecían más importantes. El material fue organizado atendiendo en el primer capítulo algunos antecedentes históricos, enfocando la naturaleza del abuso sexual en el segundo capítulo, atendiendo al abuso sexual en la familia en el tercero y enfocando algunos aspectos del sistema judicial en el cuarto. Al final, unas breves conclusiones. Así también, se complementa el texto con un estudio de tipo sociológico cuantitativo sobre los casos que actualmente atiende la Ludoteca del DIF Municipal”.23 Su contenido es el siguiente: en el Capítulo I están los Antecedentes históricos: casos de abuso sexual y maltrato infantil en los siglos XVIII y XIX. Dos casos de abuso sexual en el siglo XVIII. El contexto del abuso: maltrato infantil en el siglo XIX. Niños golpeados. Niños asesinados. El abuso sexual en el siglo XIX. Primera llamada: víctimas indefensas o la ausencia de los padres. Segunda llamada: conocidos o parientes que abusan de la confianza. Tercera llamada: el abuso del poder. Ultima llamada: la presencia del alcohol. En el CAPÍTULO II su contenido es: Descifrando el abuso sexual: casos representativos en el siglo XX; Estupro; Novias engañadas; Uso de la fuerza; Tentativas de violación y violación en niñas menores de siete años; Abandono momentáneo; Abuso de confianza; Ancianos “inofensivos”; Extraños peligrosos; Conocidos que no son de fiar; Tentativas de violación y violación en niñas mayores de siete años; Voluntad de prostituir; Niñas amenazadas; Sirvientas indefensas; Menores sordomudas o con deficiencia mental; Niñas vulnerables; Violaciones colectivas; Curanderos abusadores; Violación y abuso homosexual; Niños solitarios; Vecinos peligrosos; Corrupción homosexual en grupo; Abuso sexual en una institución educativa; Atentados al pudor. El CAPÍTULO III se compone por: Desentrañando a la familia: el incesto y sus alrededores; Drama en las familias ; Cuñados; Primos y tíos jóvenes; Tíos mayores; Padrastros; Hermanastros; Trágico incesto; Medios hermanos y hermanos carnales; Abuelos; Padres; Padres ebrios; Padres que embarazan a sus hijas. En el Capítulo IV se expone: Explorando la justicia ante el abuso sexual: casos actuales; Emergencia de la homosexualidad; ¿De qué delito estamos hablando?; La difícil comprobación; ¿Sentencias efectivas?; Viejos delitos heterosexuales, mismos problemas judiciales; Correcta 23 Ibdem. Pp. 22-37. 67 tipificación del delito; La comprobación del delito como problema; Los variados castigos del abuso. Luego de los COMENTARIOS FINALES, se incorpora una GUÍA PARA DETECTAR ABUSO SEXUAL EN UN ÑIÑO, y un ANEXO sobre El maltrato infantil en Aguascalientes según los casos atendidos en la Ludoteca del DIF Municipal de Aguascalientes. En torno a la problemática social femenina, la doctora Padilla edito MUJERES TRABAJANDO. TESTIMONIOS Y ENTREVISTAS Desde AGUASCALIENTES. El contenido es diverso, en la INTRODUCCIÓN, YOLANDA PADILLA RANGEL nos indica que: “Este libro tiene su origen en una iniciativa del Instituto Aguascalentense de las Mujeres (IAM) cuando, en el año 2006, convocó a las mujeres que trabajaban en la administración pública a participar en un concurso de narrativa personal. Este certamen tenía como objetivo enfocar experiencias de vida de mujeres trabajadoras en un ámbito muy específico la administración pública, y observar si en él existía equidad de género. Respondieron a la iniciativa treinta y dos mujeres, cuyos testimonios conforman la parte sustancial de este libro. El IAM consideró muy valiosos los testimonios recopilados y, una vez finalizado el concurso, decidió publicarlos. A esta iniciativa fue sensible también el personal directivo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Estatal. Es por eso que este libro representa un esfuerzo editorial de estas dos instituciones, gracias a la valoración que ambas hacen de un sujeto fundamental en la vida moderna de nuestra sociedad: la mujer trabajadora. Las mujeres trabajadoras, desde fines del siglo XIX y principios del XX, han engrosado paulatinamente las filas de la Población Económicamente Activa en Aguascalientes. Por diversos factores de tipo histórico y social, así como por voluntad propia, poco a poco las mujeres han salido del hogar para educarse y trabajar fuera de casa. Ya en el mundo laboral, han ido cambiando sus ámbitos de acción: de espacios considerados desde una perspectiva tradicional como “femeninos”, por estar relacionados con la crianza de niños y el apoyo al varón (educación salud, soporte administrativo, etc.), han pasado a desarrollarse en casi todos los sectores productivos. Así también, cada vez más, han ocupado puestos de responsabilidad que anteriormente sólo eran ocupados por varones. Este es un proceso que parece irreversible, pues cada vez son menos vigentes los estereotipos tradicionales, y porque la mayoría de las mujeres ha mostrado su capacidad para trabajar sin descuidar —casi- su hogar y para desarrollarse en puestos directivos, generalmente con buenos resultados. 68 Aunque está por analizarse con mayor detalle tanto los efectos en la familia como el desempeño de las mujeres en los puestos directivos. Como puede verse en estos testimonios, las mujeres trabajadoras no han estado solas en su camino. Para el cuidado de sus hijos han contado con el apoyo de sus madres, principalmente, así como de otros familiares cercanos, comadres, vecinas, guarderías y, eventualmente, de su pareja. En relación a la pareja, aunque no era un tema pedido en el concurso, fue traído a colación por muchas mujeres, mostrando así que lo consideraban importante en relación con su vida laboral. La equidad de género salió a flote, en forma no esperada, con más gravedad en la vida familiar que en el ambiente laboral. Cuando el tema de la pareja sale a colación en los testimonios, puede verse una variada gama de situaciones, que va desde el compañero de vida que apoya incondicionalmente a la mujer trabajadora, hasta aquél que la maltrata y no le permite trabajar, pasando por el que dice que la apoya pero a la hora de la verdad no lo hace. En algunos testimonios surge, como una burbuja de aire en un vaso de agua, el tema del maltrato intrafamiliar por parte de la pareja, pero cuando sucede así, casi siempre es relatado por las mujeres como una situación del pasado, ya que la narradora dice haber llegado a su propio límite, haber emitido un: “¡ya basta!” y haber tomado su vida en sus propias manos. En los testimonios puede verse que la realidad histórica, económica y social, particularmente la realidad de pareja, han sido las causantes de que las mujeres decidan trabajar, no sólo para completar el gasto de la familia, sino para convertirse en muchos casos en el único sostén de la misma. La realidad de las mujeres cabeza de familia es algo que aparece en varios testimonios en que las mujeres han quedado solas, ya sea a raíz de un divorcio, o porque la pareja ha abandonado su responsabilidad, ha muerto o emigrado. Puede observarse, en estas mujeres, una necesidad de reconocimiento, pues como ellas dicen han desempeñado simultáneamente el papel de madres, proveedoras y educadoras, con buenos resultados, que pueden verse en el bienestar de sus hijos. Para mí, la forma en que están narradas las experiencias de todas estas mujeres tiene mucho valor. Cuando se me pidió editar estos testimonios, me pareció que todos y cada uno de ellos eran igualmente valiosos. Primero porque representaban vidas humanas. Segundo porque fijaban para la historia experiencias de muchas mujeres trabajadoras, narradas en primera persona. Tercero, porque representaban la 69 interpretación que las mismas mujeres daban a su experiencia, expresándose con mayor o menor libertad (la libertad de narrar por escrito y no de viva voz la experiencia, y la de seleccionar la experiencia que ha de ser narrada y la manera de hacerlo), así como con total subjetividad e irrepetible individualidad. En el terreno de las Humanidades del cual provengo, partimos de lo obvio, de que cada persona es única e irrepetible, cada vida distinta y cada situación histórica diferente, por lo que, aunque muchas experiencias o situaciones sean parecidas, cada persona las vive y las narra de manera distinta. Como en las autobiografías, en el testimonio la organización de la experiencia por parte del sujeto es hecha en función de las necesidades del presente, por lo que el testimonio no puede verse como un simple reflejo de la realidad, sino como una construcción, como la imagen que la persona quiere dar de sí misma, en función del por qué escribe, de sus expectativas y creencias. Cada mujer, cada experiencia, cada narración es distinta porque está vivida de diferente manera, desde diferente perspectiva y experiencias previas, desde variadas formas de percibir y desde diversos intereses y objetivos. Cada persona teje redes perceptivas e interpretativas que dejan pasar, de cada experiencia, solamente unos datos, en función de las expectativas, de la memoria, de la voluntad de dar sentido a la propia identidad, y de una enorme cantidad de determinantes. Aquí no se trata de testimonios que aporten elementos para conocer la “realidad objetiva” de las mujeres de Aguascalientes, aunque de hecho lo hacen, sino que es precisamente la subjetividad de estos testimonios la que nos permite aproximarnos a la manera real, concreta y única en que estas mujeres perciben, viven, sienten, piensan e interpretan su realidad. Y a la imagen que quieren darnos de sí mismas. Por todo esto, los testimonios aquí compilados tienen mucho valor. Pero también se requiere valor para haber expuesto las experiencias consignadas en dichos testimonios. Un relato de esta naturaleza implica una apertura narrativa que va de la primera persona hacia la tercera del plural, “ellos”, los otros, los futuros lectores, a quienes las mujeres exponen experiencias, sentimientos y puntos de vista muy personales. Esta apertura implica haber salido de ellas mismas y haber asumido el riesgo que implica compartir una experiencia, ya que al hacerlo quedará expuesta la propia vida, o parte de ella, a la mirada de los demás. Una mirada que, quizás, no será siempre amable, aunque a veces será enriquecedora. Se trata de ofrecer un testimonio, pero que nadie garantiza que será siempre bien acogido. Quizá por esto, algunas mujeres 70 decidieron mantenerse en el anonimato, y su decisión fue plenamente respetada al editar este libro. Algunas otras decidieron firmar su escrito, lo cual también fue respetado. Las instituciones que coeditan este libro estuvieron de acuerdo en que, como política editorial se adoptaría la de proteger la privacidad de las autoras, omitiendo de los relatos algunos datos de identidad, así como los de personas mencionadas en los mismos. También se optó por difuminar los nombres de las dependencias gubernamentales aludidas en los testimonios, primero, para que las mujeres no se vieran expuestas a algún tipo de represalia y, segundo, para no perjudicar la imagen de las dependencias involucradas, ya que en cualquiera de ellas podría haberse dado un trato favorable o desfavorable hacia las mujeres. Si bien puede verse que algunos testimonios estuvieron pensados sólo en función del concurso, y que sus autoras sintieron que tenían que hablar bien de su institución y de sus jefes, en general se siente un tono de sinceridad que hace posible la aproximación más o menos realista a distintos ambientes laborales. En estos testimonios las autoras no sólo nos permiten aproximarnos a su experiencia, sino también a su propia interpretación, ya que al narrar la experiencia la están interpretando, otorgando un significado al hecho de ser trabajadoras, servidoras públicas o, simplemente, mujeres. La narración implica en sí misma una interpretación, por lo que experiencia e interpretación aquí, van juntas. Sin embargo, al mismo tiempo que los testimonios nos permiten introducimos en el mundo personal y laboral de estas mujeres, lleno de anhelos, decepciones, miedos, necesidad de reconocimiento y experiencias consideradas exitosas o de fracaso; también nos permiten hacerlo al sinuoso y voluble mundo de la administración pública, así como vislumbrar el mundo familiar de las autoras. El mundo de la familia merece una observación especial. No sólo está presente en muchos casos el apoyo que la familia de origen da a las mujeres trabajadoras, especialmente el de sus madres. Me llama la atención también que, en los testimonios en que las mujeres trabajadoras tienen hijos, los ponen siempre en primer lugar. Si trabajan, dicen, es por sus hijos, por su bienestar. Si continúan trabajando, es por ellos. Si piensan en salirse de trabajar, es por lo mismo. Desde sus propios discursos, puede verse que en la mayoría de los casos no es que las mujeres trabajen por su realización personal, sino que lo hacen por el bienestar de su familia, de sus hijos. La pareja podrá ir y venir, pero los hijos tienen la primacía en sus vidas. Esta valoración resalta claramente en los testimonios. No sucede lo mismo en algunos 71 estudios de género, en los que las mujeres que trabajan parece que lo hacen por un interés sólo individual, y por tal razón parecería que deben disfrutar para sí mismas su nuevo poder adquisitivo, vivir de otra manera su vida diaria y su sexualidad, y nunca sentirse culpables de no dedicar suficiente tiempo a la educación de sus hijos. Además, desde esta perspectiva académica, las mujeres han de transformar su conciencia, de una tradicional a una de género, en un proceso lineal que parece obligatorio y que parece implicar llanamente una inversión de la situación tradicional en la que el egocentrismo de los hombres era el dominante. La perspectiva de género en ocasiones parece darle demasiada importancia al acceso de las mujeres al mundo del trabajo, que sí la tiene, pero sobre todo, al mundo del poder. En este punto, es celebrado el acceso de las mujeres a los puestos directivos, sin cuestionar la naturaleza de su desempeño, que en ocasiones no implica cambio alguno sino más de lo mismo, y se le da ínfima importancia al papel de la mujer en la familia, porque se piensa que si se le da importancia se corre el riesgo de regresar a un mundo tradicional. Acompañan a los testimonios aquí publicados cuatro estudios basados en entrevistas. Estos estudios enfocan a las mujeres trabajadoras, tanto a nivel histórico como contemporáneo, a partir ya no de testimonios sino de entrevistas con preguntas dirigidas, enfocando diferentes aspectos de la vida de las mujeres en el mundo laboral, tales como las dobles jornadas, el nuevo poder adquisitivo, la vida cotidiana y la sexualidad. Estos estudios están realizados por sociólogas egresadas de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, que han sido sensibles al tema de las mujeres trabajadoras, quizá porque ellas mismas lo son. Sus entrevistas, reflexiones y perspectivas teóricas permiten ver más allá del testimonio, y enriquecer nuestra visión sobre el tema. En los cuatro casos, las autoras hacen visibles a las mujeres, a sí mismas como autoras, y su perspectiva de género. Sus aportaciones son indudablemente valiosas. Siendo mucho más elaboradas teóricamente, contrastan con la inmediatez del testimonio directo. Las mujeres que ofrecen su testimonio muchas veces no tienen la visión teleológica de la perspectiva de género: no cuentan con premisas o puntos de llegada teóricos o históricos, no realizan un análisis generalizador sobre cómo es la experiencia de todas las mujeres, o cómo debe ser, o hacia dónde debe evolucionar. Los testimonios permiten acceder a la experiencia e interpretación personal de las mujeres sobre sus propias vidas, mientras que los estudios nos aproximan a un sentido histórico pretendido para la realidad de todas las mujeres. 72 En contraste, la experiencia vivida de los testimonios, si bien parte de expectativas personales, no tiene una carga de supuestos teóricas ni una meta definitiva hacia la que avance la experiencia. Aunque quizá, en un cierto sentido, la expectativa personal en las experiencias de las mujeres sea el equivalente de las premisas teóricas de las sociólogas, siendo ambas una especie de anteojos que permiten percibir la realidad de diferente forma, ejerciendo la misma función, la de filtrar la realidad de una cierta manera. Por esta razón, al analizar o interpretar un testimonio o un estudio, lo importante no es tanto lo que éstos dicen, sino las expectativas o premisas desde las cuales se da sentido a la narración Es decir, para un análisis más detallado de estos escritos habría que enfocar no sólo la experiencia vivida, sino la interpretación de la misma, las diferentes maneras de percibir y narrar, y explicar los condicionantes que hacen que una escritora —sea testimonial o analista— vea la realidad de una determinada manera. Finalmente, quiero decir que, como yo también soy una mujer trabajadora, al editar este libro me sentí identificada con algunas situaciones narradas en algunos testimonios, y conmovida por otras. Así también, soy analista social y humanista, por lo que comparto el interés de las sociólogas que aquí escriben, por la situación de las mujeres trabajadoras, por la equidad de género, por el bienestar de las familias de estas mujeres y por la interpretación de estas cuestiones. Sin embargo, creo que el reto de una interpretación más amplia de las experiencias de las mujeres trabajadoras sigue vigente, y que ésta habría de comprender la parte de esta realidad vivida por los varones. Tampoco creo que el futuro esté predeterminado, ni que la historia de las mujeres y de los hombres, avance irremediablemente hacia un fin predicho. Considero que el futuro depende del rumbo que cada mujer, trabajadora o no, quiera dar a su vida, desde un presente que cambia a cada instante. El pasado, el presente y el futuro, así como las experiencias de las mujeres son realidades tan inaprehensibles que es difícil hacer sobre ellas cualquier tipo de observación duradera. Sea como sea, en esta tarea editorial disfruté mucho el haberme sumergido en los testimonios y estudios de las autoras, a las cuales agradezco sus relatos y su notable inclinación, en todas ellas, a que las mujeres vivamos, junto con nuestras familias, cada vez más dignamente. Por último, quiero invitar a los lectores a que saboreen todos y cada uno de los siguientes relatos, que nos aproximan a la experiencia de mujeres de carne y hueso que, generosamente, han compartido aquí, parte de sus vidas. 73 Quiero reconocer el impulso editorial del Instituto Aguascalentense de las Mujeres y del DIF Estatal. Así también agradecer a Araceli Suárez Aroche el trabajo de diseño y a Cynthia Iniesta el apoyo en las tareas de revisión editorial”24. El contenido del texto está precedido por una presentación de Elsa Carolina Guzmán Martínez, Directora del Instituto Aguascalentense de las Mujeres y otra de Carmelín López de Reynoso, Presidenta del DIF Estatal. El capitulado está dividido en: I TESTIMONIOS. El primero es de MUJERES EN ASISTENCIA SOCIAL. Y los escritos son los siguientes: A ser mujer se aprende viviendo, trabajando. Mónica del Carmen Padilla Salazar; Yo era sólo la trabajadora social: una mujer testigo de un trágico suceso. Irma del Rocío Sánchez Ortiz; Me entristece esta realidad en que las mujeres ni siquiera se asumen como seres dignos por naturaleza. Esmeralda Bañuelos Zendejas; Trabajar con discapacitados me ha enseñado a valorar muchas cosas. Juana María Cervantes Gándara; Servir a las personas de la tercera edad fue un regalo que jamás imaginé. María Leticia González Lamas; Mi padre me decía que la posición de la mujer dependía de lo que ella quería ser. Mónica Ivón Solís López; Somos iguales cuando se trata de emociones y necesidades. Paola del Roció Villalobos Cárdenas; Me he visto en la necesidad de reflexionar sobre mis propios impulsos. María del Carmen Reyes Vallín . El segundo es de TRABAJADORAS ADMINISTRATIVAS. Los textos son: Somos mucho más que secretarias. Hilda Griselda de la Torre Vázquez; Me encontré con la tarea de demostrar que ser mujer no implicaba bajo nivel de rendimiento. Alab-Olal; Pareciera que es tan común lo que hacemos, que pasa desapercibido. Corina Herlinda Escalera Herrera; Ser secretaria significa guardar secreto en todo lo que veo y oigo. Laura Elena Rodríguez Martínez; Sólo con mi trabajo puedo demostrar que soy buen elemento. Laura Verónica Guerrero Reyes; No es cuestión de sexo, sino de actitudes. Mayte; No quería que me vieran débil. Leticia Saucedo Gamiz; He visto que la prepotencia es la base del fracaso. Juana María Juárez Rivera; Espero que nuestros gobiernos cada día sean mejores. Dominga; Aquí la capacidad de las personas muchas veces es lo menos importante. Larrusa Matriuzka; Si 24 Padilla edito Atención, mujeres trabajando. Testimonios y Entrevistas desde Aguascalientes, Instituto Aguascalentense de la Mujer/ Sistema, Sistema para el Desarrollo Integral para la Familia. DIF Estatal. México, 2007. 74 no te dejas tocar las piernas, le digo al jefe que te corra. Macarena; Esther es feliz porque se encontró a sí misma. Esther; La situación económica baja y la desesperación crece, y la mujer tiene que lidiar con sus miedos. María Angélica Torres Rojas; Cada día es un gran desafío. Mariposa; Todos tenemos la capacidad de elegir la vida que queremos vivir. Gabriela Lozano González; La sonrisa en el rostro de mi familia es la mejor manera de resumir mi vida. Georgina. El tercero es de MUJERES EN PROFESIONES DIVERSAS. Los contenidos son: He cambiado la forma de pensar de algunos hombres respecto al trabajo de las mujeres. Julia María del Carmen Guerrero Vital; Aprendí que el respeto se gana con hechos. Corazón de mujer; Cuando comencé a trabajar tenía oxidadas mis habilidades, y mi autoestima devaluada. Gardenia Morado; Si alguien estaba embarazada, no la contrataban. Ave Fénix; Ser mujer es duro y difícil. María Dolores Muñoz Martínez; En ese tiempo mi opinión ya era tomada en cuenta María Gutti; Los límites los marcamos nosotras mismas. Mony; Decidí continuar trabajando con una visión diferente. Luz Araceli Romo Carmona. El segundo apartado es sobre ESTUDIOS Y ENTREVISTAS. El contenido es el siguiente: Las doblejornadas; el pan nuestro de cada día, las mujeres en el mercado laboral aguascalentense, 1945-1970. Evangelina Terán Fuentes. Voces de Mujeres trabajadoras: dos testimonios, dos formas de ser. Lucía Mendoza Hernández. Cuerpo y sexualidad en la memoria de cuatro mujeres trabajadoras. Marsa J. Valadez Montes. Mujeres y poder adquisitivo, un nuevo espacio. Perla Belem Hernández González. También como compliadora, Yolanda Padilla Rangel, publica el texto Linea Curva. Historias de mujeres en Aguascalientes en el siglo XX. En LINEA CURVA, se conjugan, bajo ciertos ejes temáticos diversos escritos de múltiples autores. En su primer capítulo, enunciado escuetamente como HISTORIA, están las siguientes colaboraciones: Aprendiendo a ser mujer, las aguascalentenses frente al cinematógrafo, 1897-1955, de Evelia Reyes. Entre el ser y el deber ser, historias de mujeres en el porfiriato, de Gerardo Martínez Delgado. De la casa a la plaza, las “señoritas toreras” en México durante el porfiriato, el caso de la ciudad de Aguascalientes, de Vicente Agustín Esparza. Mujeres y moda en Aguascalientes a principios del siglo XX, de Daniela Mariana Espinoza Flores. 75 La presencia de las mujeres en el taller del ferrocarril, de Soraida Rodríguez Reza. El segundo capítulo, RELIGIóN, tiene las siguientes participaciones: La silenciosa oposición, mujeres religiosas en Aguascalientes, de Yolanda Padilla Rangel. Mujeres y religión, las peregrinas a San Juan de los Lagos, de María Eugenia Patiño. Imágen de mujer hidrocálida: análisis del discurso religioso sobre la Virgen de la Asunción. De Aurora Terán Fuentes. El capítulo tercero sobre EDUCACIóN, cuenta con las siguientes aportaciones: Mujeres y educación en el porfiriato, el caso del Liceo de Niñas en Aguascalientes, de Josefina Consuelo Zarco Nevel. Vicenta Trujillo y Rosa Trillo: dos profesoras modelo de principios del siglo XX, de María Elena Escalera. Mujeres divididas, las maestra socialistas en Aguascalientes, de Salvador Camacho Sandoval La participación de la mujer en el profesorado universitario en Aguascalientes, de Laura Elena Padilla González Valores e identidad de género entre las estudiantes de secundaria de Aguascalientes, de Regina Bretherton El IV capítulo es sobre POLITICA, los textos son: ¿Qué les interesa a las mujeres?, de Carlos Reyes Sahagún. Una feminista española en tierra azteca, Belén Zárraga y la Convención Revolucionaria de Aguascalientes, de Luciano Ramírez Hurtado. Rosario Alcalá, religiosidad y fuerza política, Andrés Reyes Rodríguez. Participación de las mujeres en partidos políticos y puestos de elección popular en Aguascalientes, 1945-1970, de Evangelina Terán Fuentes. Las trabajadoras sociales y los orígenes de la política social en el Aguascalientes del siglo XX, de María Teresa Ortíz Rodríguez. Catolicismo, política y moralidad, participación femenina en el PAN de Aguascalientes a fines del siglo XX, de María Thomas. Dos mujeres, dos trayectorias de organización comunitaria, de Silvia M. Bénard Calva. El capítulo V sobre SOCIEDAD ACTUAL, tiene las colaboraciones siguientes: Descifrando el cambio, perfil estadístico de la mujer hidrocálida, de Juana Celia Carvajal González. Estrategias de sobrevivencia de mujeres violentadas, de Lucía Mendoza Hernández y Nely Lázaro Nava. Finalmente, el capítulo VI, sobre TESTIMONIOS, aporta lo siguiente: 76 Solo visto se puede creer una historia de vida, de María Esthela Esquivel y María del Refugio Muños Márquez. Pero sigo adelante, una española en Aguascalientes, de Isabel de Vargas López. De cómo empecé a formar mi familia, de María Amalia Rubio Rubio. Descubriendo el sentido de vivir, de Paulina Rosenbaum de Schwabe. La descripción somera de los contenidos se expone en la Introducción, a cargo de la doctora Yolanda Padilla Rangel.En ella expone: “Hasta hace poco, la historia de las mujeres había recibido poca atención por parte de la academia, a pesar de que las mujeres habían tenido un protagonismo central en la vida privada, atendiendo las necesidades de reproducción de la sociedad humana. La razón de esto fue que a la historia académica le interesaba primordialmente la historia política, qué daba cuenta solo del surgimiento del Estado y sus protagonistas políticos, sin enfocar otros actores que no se desarrollaran en la vida pública. La vida privada fue menospreciada, y con ella la historia de las mujeres, al ser éste el ámbito primordial en que ellas históricamente se habían desarrollado. Al igual que en otros países, en la historia de México —al menos hasta principios del siglo XX— la función de las mujeres había estado muy ligada a la reproducción de la sociedad, más que a sus actividades productivas remuneradas. Las mujeres, además de ser las protagonistas principales de la procreación humana por ser ellas las capaces de llevar en sus cuerpos a nuevos seres humanos y posteriormente dar lugar a su nacimiento, se habían encargado tradicionalmente de atender las tareas de crianza de los hijos y cuidado de su salud, así como su socialización y educación formal. Así también, eran las encargadas de atender las necesidades alimenticias y de salud de todos los miembros de la familia, incluido el cuidado de enfermos y ancianos. Estas tareas, sin embargo, por estar normalmente confinadas a la vida privada no eran ni han sido hasta la fecha lo suficientemente valoradas, ni por los hombres, ni por muchas mujeres, mucho menos por los responsables de la vida pública. Son tareas importantísimas pero que no tienen un reconocimiento público, por lo que permanecen sólo en el conocimiento de quienes reciben sus beneficios en el ámbito del hogar. Fue a partir de que surgieron los enfoques feministas en México y otros países, que comenzó a desarrollarse en México una línea de investigación proveniente de la historia social, que se conoció como historia de las mujeres. Surgieron así varios estudios que pretendían “rescatar” del olvido la 77 historia de las mujeres, darles voz, o hacerlas “visibles” en la historia (se referían a hacerlas visibles en el ámbito público, puesto que en el privado siempre lo habían sido). Se consideraba que los historiadores —hombres o mujeres— habían dado énfasis al protagonismo varonil antes que al femenino, debido a que las mujeres, con sus excepciones, no habían destacado en la vida pública. Pero en el siglo XX, las mujeres comenzaron a tener más acceso y permanencia en la educación formal, y por lo mismo elevaron su nivel de escolaridad y cultural, así también empezaron a participar cada vez más en el ámbito laboral y en la vida pública, por lo que comenzaron a desarrollar un nuevo protagonismo, de forma que los historiadores e historiadoras empezaron también a enfocarlo. La historia de las mujeres, ubicada originalmente en la historia social, se enriqueció mucho con la perspectiva interdisciplinaria especialmente con los aportes de la antropología y de la teoría políticas ampliaron las miras, para contemplar otros aspectos históricos que no fueran solamente los políticos. Se salió de ese reduccionismo político al que la historia estaba acostumbrada. Se incluyeron ámbitos como la familia, el hogar, las relaciones interpersonales, la infancia y la salud. La historia se comenzó a interesar en la experiencia privada y la vida cotidiana. Según Elsa Muñiz, “los nexos entre la historia social y la historia de las mujeres fueron fructíferos”. A finales de los años noventa se comenzó a definir esta línea de historia de las mujeres como una actividad académica que volvía visibles a las mujeres y les posibilitaba construir un discurso que ayudaba a definir su identidad. Sin embargo, en esos años se le pusieron también algunas objeciones, afirmando que este tipo de historia enfocaba en algunos casos sólo a mujeres tradicionales, o bien a mujeres excepcionales que habían participado en la vida pública. Posteriormente, ya más avanzada la década de los noventa surgió la perspectiva de género que sugería enfocar no sólo a la historia de las mujeres, sino la relación de poder generalmente asimétrica que se daba históricamente entre hombres y mujeres, por lo que se consideró que la historia de las mujeres no sería suficiente si no estaba puesta en relación con la de los hombres pero, básicamente, en las características de su relación de poder. De esta manera, la historia de las mujeres y de los hombres aunque se potencializó, nuevamente se politizó. Es decir, se volvió a la época en que ya no eran válidos los estudios que no estuvieran caracterizados por un punto de vista político. Todo estudioso de las mujeres tenía que enfocar también a los 78 hombres, y vestir los lentes del poder. Sin embargo, desde mi punto de vista, la historia de las mujeres no ha dejado de ser válida, puesto que aún es vigente lo que señaló Michel Foucault, “el discurso histórico que niega visibilidad a las mujeres perpetúa su subordinación y su imagen de receptoras pasivas de la acción de los demás”. La historia de las mujeres encuentra todavía mucho campo de acción y muchos elementos susceptibles de ser reinterpretados y transformados. Como señala Joan Scott, los acercamientos del género como sinónimo de mujer son importantes para reconocer la especificidad de la misma, y como intentos para abatir la separación entre las esferas masculina y femenina, aún faltando desarrollar más categorías explicativas. Y ahora las- nuevas tendencias van en torno a la historia cultural, que abarca tanto a hombres como a mujeres. Los nuevos estudios enfocan no sólo la condición, situación y acción de la mujer, sino las diferencias con los hombres, sus identidades, la cultura, la subjetividad, las políticas sociales orientadas al trabajo, la salud, la educación, la ciudadanía, la etnia, la generación, la pareja, el parentesco, etc., dándole mayor importancia a la experiencia vivida y a la subjetividad de las mujeres. De esta manera podemos ver que la mujer no siempre ha estado oprimida, que la sexualidad se ha ejercido libremente pero también para dar y cuidar la vida, y que aunque continúan el abuso sexual y la violencia contra las mujeres, esta es cada vez más denunciada, construyéndose así una cultura nueva, que está en contra de todo tipo de violencia, gracias a la acción de varias mujeres, grupos e instituciones públicas. Sin embargo, sigue vigente la demanda de equidad para la mujer, lo que significa la necesidad de un tratamiento justo y ausencia de todo tipo de discriminación. Aunque la situación de las mujeres ha cambiado, logrando beneficios y mejores condiciones, todavía falta mucho por indagar respecto a las causas de la desigualdad sexual entre hombres y mujeres, y del dominio masculino. Este libro busca rescatar de la invisibilidad a muchas mujeres comunes y corrientes que vivieron, han vivido o viven en Aguascalientes. Busca indagar, no sobre los roles que han desempeñado las mujeres, sino sobre las mujeres mismas, las de carne y hueso. Los seres humanos son construcciones sociales, basándose su identidad sobre todo en prácticas reales y concretas, en prácticas históricas. Siguiendo un orden más o menos cronológico, encontramos en este libro ensayos que van desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, terminando con algunas historias de vida de mujeres con las que actualmente podemos conversar. La 79 diversidad temática es amplia, pero todos los ensayos tienen una peculiaridad: se circunscriben al ámbito de lo que corresponde a la ciudad de Aguascalientes, aún en el caso de historias de vida en cuyas protagonistas nacieron en otras latitudes y longitudes del país pero que por distintas razones, llegaron a radicar a esta ciudad. Sin embargo, tampoco quiere decir que los y las ensayistas hayan nacido en Aguascalientes, pues existen varias personas que son originarias de otros estados de México, incluso de otros países. Historia Comenzamos, en un primer apartado, con los estudios de corte histórico. El primero de ellos es el excelente trabajo de la Maestra en Historia Evelia Reyes, que se refiere a la magia del cine y su posible impacto en las mujeres que se convirtieron en sus asiduas espectadoras a principios del siglo XX. Evelia se pregunta cómo fue que la fuerza de la imagen se proyectó, desde el cine, en la mentalidad femenina, al interiorizar las mujeres —y los hombres— estereotipos de belleza y pautas de comportamiento vistas en la pantalla, y al generar todo un mundo de representaciones en el imaginario colectivo. Enseguida tenemos el trabajo del Maestro en Historia Gerardo Martínez quien, enmarcando su estudio en el Aguascalientes porfirista, se pregunta qué relación había entre un supuesto deber ser de las mujeres y la realidad histórica concreta. Con aguda inteligencia el autor señala que la historia de la mujer no debe escribirse en singular, sino en plural, pues la heterogeneidad histórica así lo amerita. Y en total congruencia con su idea de que no puede encerrarse a todas las mujeres en el estereotipo de que en la época las mujeres eran todas abnegadas y estaban todas encerradas, Gerardo Martínez nos ofrece un paseo histórico por la vida de diversas mujeres, constatando así la pluralidad de historias femeninas, pasando por mujeres de élite, como de clases medias y populares. Este paseo, conducido por Gerardo es una lección contra una historia basada en estereotipos y lugares comunes en torno a las mujeres. Dentro de este mismo bloque y en la misma línea del ensayo anterior, que está contra los estereotipos, encontramos otro estudio ubicado en la época porfirista, del Maestro en Historia Vicente Esparza. Vicente enfoca a las “señoritas toreras” que, por dedicarse a un oficio poco común en Aguascalientes y otras partes de México y España, enfrentaban durante sus presentaciones diversas reacciones en el público. El autor describe con mucho detalle quiénes eran estas “señoritas toreras”, y desentraña la mentalidad tradicional 80 que provocaba que en ocasiones fueran agredidas o enfrentaran burlas, sobre todo provenientes del público masculino. A partir de estos acontecimientos, Vicente reflexiona sobre lo que en esa época se entendía por feminidad, analizándola como una construcción cultural. Enseguida la licenciada en Historia Daniela Espinoza, luego de hacer un recorrido sobre las condiciones de la mujer en la fábrica, el trabajo y la escuela porfirista, se enfoca a desentrañar las implicaciones que tenía la manera de vestir de las mujeres, sobre todo poniéndola en relación con la moral vigente de la época, en la cual predominaba el punto de vista de la jerarquía católica. Un discurso tradicional que considera que la mujer debía desarrollarse solamente en el marco de la familia, especialmente siendo madre. En la parte final del bloque histórico tenemos a la candidata a Maestra en Historia Soraida Rodríguez Reza, quien realiza en su trabajo una aproximación a un mundo tradicionalmente masculino en Aguascalientes el de los ferrocarrileros. Ella enfoca la atención en las pocas mujeres que trabajaron a principios del siglo XX en los Talleres del Ferrocarril un mundo con una cultura obrera muy fuerte, pero también muy masculina. Mediante documentos y entrevistas, describe la forma en que algunas mujeres incursionaron en este mundo, las experiencias que tuvieron, y la manera en que lograron que sus compañeros varones se adaptaran a su presencia y la respetaran. Religión En el siguiente apartado de este libro, tenemos una serie de tres artículos relacionados con la religión y las mujeres en Aguascalientes. El primero es de mi autoría y enfoca un tema histórico significativo en la historia de Aguascalientes de la oposición religiosa femenina a las medidas educativas impuestas por los gobiernos (masculinos) revolucionarios. Esto porque después de la guerra cristera, las mujeres que representaron una fuerza social muy importante que, ocupándose en el ámbito de la educación, la salud y la asistencia social, permitieron a la población local organizarse y manifestarse en defensa de su cultura. Entre estas mujeres, las religiosas desempeñaron un papel fundamental al atender decenas de escuelas, hospitales, orfanatos y asilos de ancianos, al tiempo que, en silencio pero eficazmente, expresaban su descontento con el rumbo liberal —ahora diríamos neoliberal— que los gobiernos revolucionarios pretendían imprimir a la sociedad mexicana en esa época. Otro artículo del bloque sobre religión es el de la Doctora en Antropología María Eugenia Patiño López quien, 81 especializada en el tema de las peregrinaciones destinadas a honrar y solicitar favores a la Virgen de San Juan de los Lagos, en esta ocasión enfoca su atención en las mujeres peregrinas. Nos hace ver la manera en que éstas se organizan, y el importante papel que realizan, no sólo en la organización previa de la peregrinación, sino en el camino mismo. Con su enfoque y su excelente trabajo de campo nos permite no sólo adentramos en los pormenores de estas grandes manifestaciones de religiosidad popular y en la cotidianeidad de las mismas, sino también en el significado que los participantes le atribuyen así como en la interpretación que ella misma hace de todo este fenómeno. El último artículo sobre tema religioso es de la Maestra en Historia Aurora Terán. Su perspectiva es la del análisis del discurso religioso, enfocando su atención al discurso en torno a otra manifestación importante de religiosidad local como es la Romería en honor de la Virgen de la Asunción, que se realiza tradicionalmente en Aguascalientes durante el mes de Agosto. Con base en los discursos del clero local durante los años cincuenta y sesenta del siglo XX, Aurora Terán nos introduce al análisis de sus concepciones en torno a la representación femenina de la Virgen de la Asunción, Patrona de Aguascalientes, y sus implicaciones en el imaginario religioso local. Enfatiza Aurora Terán el discurso en torno a la figura de la Madre, sus características de amor, bondad y ternura, y las implicaciones que esto puede tener en la construcción de un modelo cultural en el cual se basan comportamientos y prácticas en torno a las mujeres locales. Educación En el bloque relacionado con la educación, tenemos cinco artículos. Los primeros dos van muy relacionados, pues el primero habla de la formación de maestras en la época porfirista, en el llamado Liceo de Niñas, y el segundo enfoca dos historias de vida de maestras egresadas de esa institución. El artículo de la Licenciada en Historia Josefina Zarco, enfoca una institución de la época porfirista en Aguascalientes. En su estudio, Zarco analiza los orígenes de esta institución destinada exclusivamente a la educación de la mujer. Analiza el contexto en que surgió, así como sus principales características y objetivos, vida cotidiana y modo de funcionar. Analiza el modelo educativo para la mujer que estaba presente en las mentes de los fundadores. Las mujeres, creían estos fundadores, debían educarse para desempeñar mejor su papel en el hogar, aunque también para desempeñarse como maestras en las escuelas de la localidad, educando no sólo los hijos propios sino también los ajenos. 82 Zarco señala lo pionera que fue esta institución al abrir un campo nuevo para el desarrollo de la mujer, el del magisterio, aún si esto fue dentro de la concepción tradicional de su papel como educadora. Y siguiendo con este tema de las mujeres maestras, tan importantes en la localidad, la Maestra en Educación María Elena Escalera analiza la historia de vida de dos maestras locales que fueron consideradas como modelos de varias generaciones siendo ambas maestras egresadas del Liceo de Niñas (Posteriormente llamada Escuela Normal del Estado) Se trata de los casos de las maestras Vicenta Trujillo y Rosa Trillo, quienes durante la primera mitad del siglo xx fueron muy importantes en el ámbito educativo local. Vicenta Trujillo llegó incluso a ocupar el cargo de Directora de Educación algo inédito hasta ese momento, y la única vez en que una mujer ha encabezado la Educación~ Pública en el Estado. Por su parte, Rosa Trillo fue un modelo de maestra que influyó en varias generaciones debido a su calidad docente. La autora analiza las historias de vida de estas dos mujeres buscando los elementos que las hicieron destacar como maestras. Otro artículo con tema educativo es el del Doctor Salvador Camacho Sandoval, quien analiza la manera en que, a raíz de la Política educativa del Presidente Lázaro Cárdenas en los años 1934 y subsiguientes las maestras locales se dividieron en dos grupos. Por una parte, estuvieron las maestras que, por ser católicas tuvieron que renunciar a sus posiciones en las escuelas públicas Y por el otro lado, estuvieron las maestras que aceptaron los Postulados de la educación Socialista y que ocuparon los puestos de las primeras. Salvador Camacho analiza con profundidad los discursos que se manejan de un lado y de otro, es decir tanto a favor de la educación Socialista como en contra de ella, ayudándonos a entender no sólo el hecho en sí, sino las perspectivas de las mujeres analizadas. Ubicado en el momento actual, un estudio muy interesante es el de la Doctora en Educación Laura Elena Padilla, quien analiza la participación de las mujeres en la educación superior señalando que hasta hace poco tiempo la participación de las mujeres en educación se desarrollaba sólo en el nivel básico observa la manera en que, a partir de la década de los años setenta del siglo xx se fueron diversificando las opciones para las mujeres en el nivel superior. De tener las mujeres sólo la posibilidad de estudiar las carreras de Normal, Comercio, Enfermería o Trabajo Social, se abrieron numerosa opciones. Ella describe no sólo la incursión tardía de las mujeres en la educación 83 superior sino que posteriormente analiza en detalle su situación en el profesorado local, tomando como caso la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Detalla el papel y las condiciones de estas profesoras analizando sus características demográficas, formativas y laborales. Esto lo hace a partir de un riguroso estudio que tuvo como base un cuestionario y precisos análisis estadísticos de sus resultados. El último artículo del apartado de educación es el valioso y original ensayo de la Maestra en Educación Regina Bretherton quien analiza la formación de una identidad de género en estudiantes de secundaria, en la sociedad actual, a partir de los valores existentes entre ellos. Los valores van al núcleo de la personalidad por lo que, luego de hacer una reflexión sobre su importancia y la manera en que se adquieren, y de realizar una problematización de lo que es la identidad de género y la incidencia de los valores escolares en ella, Regina Bretherton presenta inteligentemente los resultados de una muy buena investigación cuantitativa al respecto. Su estudio utilizó un cuestionario aplicado en una muestra aleatoria y representativa de las secundarias de Aguascalientes, y arrojó como resultados un grupo de dieciocho valores instrumentales y otro de dieciocho valores terminales, cuya jerarquización fue diferente, tanto en hombres como en las mujeres. El análisis que la autora hace de estos resultados deja ver las diferencias significativas que existen entre hombres y mujeres y que invitan a reflexionar, como ella dice, en torno a sus contenidos simbólicos y sus repercusiones sobre la identidad de género de las futuras generaciones. Política Enseguida tenemos una serie de artículos relacionados con las mujeres y la política. El primero es el de Licenciado en Ciencias Políticas Carlos Reyes Sahagún quien, a partir de la simple pregunta: ¿qué les interesa a las mujeres? nos lleva por un recorrido histórico que pasa por una diversidad muy grande de intereses. Desde la mujer que intentó hablar en 1914 en el seno de la Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes, y a la cual no le permitieron hacerlo, hasta mujeres contemporáneas. Las mujeres, dice Carlos Reyes, han recorrido un largo camino para abrir espacios en los cuales desarrollarse, espacios diferentes a los tradicionales del hogar, la escuela, los hospitales y otros similares, como el del reinado de la Feria local. Y aunque estos espacios resultan no ser tan diferentes a los tradicionales, el relato de Carlos es bastante ameno e interesante, desembocando en el 84 actuar político de algunas mujeres y en la búsqueda de gobernantes honestos y capaces, sean hombres, sean mujeres. Posteriormente, tomando como eje también la Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes el Doctor en Historia del Arte Lucíano Ramirez destaca la participación de una feminista española entre los revolucionarios mexicanos. Belén Zárraga llegó de España en 1912, habiendo sido enviada por una asociación de librepensadores. Con minucia extrema, Luciano Ramírez nos narra no sólo las actividades desarrolladas por Belén Zárraga en México y Latinoamérica, sino también nos describe su personalidad, las reacciones del público ante los mensajes radicales y emancipadores de sus conferencias, y el impacto de sus discursos en un medio social que por entonces era todavía muy conservador. Asimismo, el autor analiza detalladamente la influencia que su pensamiento tuvo particularmente en el pensamiento del revolucionario David Berlanga, quien fungiera como Secretario de Gobierno del Estado de Aguascalientes y participante clave en la Convención Revolucionaria. Siguiendo con el tema político, tenemos el ensayo del Doctor en Antropología Social Andrés Reyes Rodríguez, que analiza la participación de una mujer en política en los años sesenta. Se trata de Rosario Alcalá, quien fungió por primera vez en la historia de Aguascalientes como candidata a gobernadora del estado, gracias a una coalición de partidos políticos que apoyaron su candidatura, entre ellos el PAN, Rosario Alcalá fue una de las primeras mujeres en ser candidata para un puesto de esta naturaleza. No ganó, pues compitió contra la aplanadora que por entonces era el PRI, cuyo candidato (Enrique Olivares Santana) era por entonces bastante fuerte a nivel federal. Sin embargo, la candidatura de Rosario Alcalá, como dice Andrés Reyes, es significativa por varias razones, entre muchas otras, quizá, por combinar su religiosidad con su fuerza política. Muy relacionado con este artículo se encuentra el de la candidata a Doctora en Historia Evangelina Terán, quien de una manera amplia analiza la participación de las mujeres en los puestos de elección popular a lo largo del siglo XX en Aguascalientes. Además de hacer un detallado recuento de las mujeres que fueron candidatas y que ocuparon algún cargo público en ese periodo, Evangelina Terán se pregunta por la manera en que estas mujeres combinaron este tipo de participación política con las tareas hogareñas. Su estudio se centra sobre todo en las décadas que van de los años cuarenta a los setenta del siglo XX, analizando esta participación por partido político. En el caso del PRI, observa tanto la corporativización de las mujeres como el papel de las “primeras damas” en la asistencia social. En el 85 caso del PAN, observa el trabajo de hormiga en el que se involucraban mujeres que pretendían ganar el voto de la población para este partido político. En forma novedosa y pionera, Evangelina analiza en detalle la participación política de la Primera Presidenta Municipal de Aguascalientes, Carmelita Martín del Campo, quien además desempeñarse bien en su puesto tuvo que luchar para ganarse el respeto como mujer y como presidenta municipal entre los políticos varones. Enseguida tenemos el artículo de la Maestra en Historia Teresa Ortiz, quien observa la relación histórica entre la política social del gobierno nacional y estatal, con el surgimiento de la carrera de Trabajo Social y las primeras actividades de las trabajadoras sociales en Aguascalientes, a lo largo de buena parte del siglo XX. Después de una reflexión en torno a la política social y de un recorrido histórico por los avatares de la misma, que pasó de considerarse “beneficencia pública”, a “asistencia social” y posteriormente “política social”, Teresa Ortiz nunca deja de enfocar el papel de estas profesionistas que se fueron ganando un lugar en el terreno de lo que hasta ahora conocemos como asistencia social, al desarrollar importantes actividades en instituciones que fueron el antecedente de lo que ahora es el DIF, así como en hospitales y otras instancias en las que se suele desarrollar esta profesión, hasta hace poco ejercida sólo por mujeres. El artículo de la Maestra en Estudios Latinoamericanos María Thomas es una aproximación contemporánea a la participación actual y moderna de las mujeres en el PAN de Aguascalientes. Se ubica en las postrimerías del siglo XX, cuando ella se dejó venir desde la universidad de Oxford para observar el papel ascendente que estaba teniendo no sólo el PAN a nivel de política nacional y local, sino también las mujeres en el interior del mismo. A partir de encuestas y entrevistas, la autora logra adentrarnos en las actitudes de hombres y mujeres respecto a esta participación. Así también, logra profundizar aún más al observar las eventuales contradicciones que se suscitaban entre el discurso tradicionalista del PAN local y las actitudes modernas de algunas mujeres, particularmente del panismo moderno procedente del norte del país. El apartado de estudios políticos se cierra con el artículo de la Doctora en Sociología Silvia Bénard, quien analiza la participación política de dos mujeres líderes en el nivel de trabajo comunitario en colonias populares de la ciudad de Aguascalientes a finales del siglo XX. Al igual que el artículo de María Thomas, su análisis se ubica en un periodo 86 en el que la realidad política del país empieza al cambiar, para dar paso por primera vez en muchos años a la alternancia, en que el PAN comienza a ganar terreno político y el PRI comienza a ser oposición. En este contexto, las líderes populares que Silvia Bénard entrevista, se adaptan a esta realidad, eventualmente cambiando sus lealtades políticas según convenga, con la idea de ganar siempre mejores beneficios para sus representados. Aguascalientes actual. En relación con el Aguascalientes contemporáneo, tenemos dos artículos. El primero es el de la Licenciada en Sociología Juana Celia Carvajal González, que nos presenta un muy bien elaborado perfil estadístico de la mujer hidrocálida. En este estudio, Juana Celia analiza la situación de la mujer en varias áreas, por ejemplo, su situación actual en términos de la pirámide demográfica, su estado civil, índices de fecundidad, migración y tipos de religión que practican. Es muy importante y pertinente su análisis sobre las características educativas de la población femenina, debido a que sabemos que, gracias a la educación, las mujeres han podido tener acceso al mercado laboral, alcanzando así un grado de independencia económica y social que, como la autora señala, a veces ha tenido costos en la familia, El análisis de la autora abarca también la situación de las mujeres en los municipios, no sólo en los rubros antes mencionados, sino también en otros como la salud y los hogares con jefatura femenina. Sus conclusiones ofrecen un claro panorama actual de las mujeres en Aguascalientes, así como observaciones analíticas sobre las nuevas necesidades que han surgido, por ejemplo ante el incremento de divorcio y la atención a los hijos de mujeres trabajadoras. El artículo de las Licenciadas Lucía Mendoza y Nelly Lázaro aborda también una problemática que enfrentan muchas mujeres en la sociedad actual, como es la violencia doméstica. Sin embargo, su enfoque no se limita a describir la situación violenta, sino a analizar las diferentes estrategias que algunas mujeres adoptan para sobrevivir o escapar de esa situación. A partir de entrevistas con dos mujeres que sufrieron violencia, las autoras reconstruyen las maneras en que estas mujeres la vivieron, pero lo más interesante es la manera en que salieron de ella. Una de ellas lo hizo gracias a la conciencia adquirida en Escuela de Padres. La otra, gracias a la conciencia adquirida por el duro golpe que le significó el hecho de que su hijo se fuera de su casa a raíz de la violencia que ahí se vivía. Además de encontrar los diferentes caminos que estas mujeres siguieron para salir de la situación, otro aspecto novedoso en este estudio resulta 87 ser el enfocar el hecho mismo de salir de la violencia, indicando a otras mujeres que es posible hacerlo. Testimonios Finalmente, en el apartado destinado a Testimonios, podemos aproximarnos a la vida de cuatro mujeres que generosamente nos compartieron su historia de vida. Tenemos la historia de María del Refugio Muñoz Márquez quien, entrevistada por su nieta, la Maestra en Sociología María Esthela Esquivel Reyna, nos cuenta la manera en que se involucró en la actividad comercial formal, en una época en que la mayoría de las mujeres se dedicaba al hogar, o bien, como la entrevistadora nos dice, a labores relacionadas con hilos, telas y textiles. A partir de un relato ameno, la nieta reconstruye muy bien la vida de su abuela, desde su infancia, familia, vida laboral, matrimonial y familiar, haciendo un recorrido que llega hasta la edad avanzada de la entrevistada. Es un relato que agradecemos porque nos deja para la historia los pormenores de una vida sui géneris y única (como todas), a partir de la cotidianeidad, en un contexto de una sociedad tradicional y conservadora como era la de Aguascalientes, en la época en que vivió la mujer que amablemente nos compartió este testimonio. Enseguida está el relato de vida de una española que vino a dar a Aguascalientes. Reflejando su oficio de historiadora, la Doctora Isabel de Vargas López nos invita a acompañarla por el itinerario de su vida, que comienza en el contexto de la guerra civil española, a partir de la cual ella y su familia tienen que salir huyendo para vivir un tiempo en el sur de Francia. Posteriormente, salir al exilio rumbo a México, en donde encontraron un nuevo hogar. Isabel nos relata con maestría y amenidad de siempre, su vida en la ciudad de México, la manera en que llegó a formar una nueva familia, a realizar sus muchos estudios en la UNAM y finalmente, su llegada a Aguascalientes, por azares del destino. Es un relato hecho con la finura y sensibilidad de una mujer que además de haber dedicado su vida a su familia y a la Historia, lo ha hecho también al arte, particularmente a la pintura y a la poesía, terrenos en los cuales se ha hecho acreedora a algunos reconocimientos. El relato de la doctora Amalia Rubio es, más que una historia de vida, una historia de familia, de la manera en que ella y sus hijas conformaron una familia. A partir de su deseo de ser madre, Amalia Rubio nos relata las vicisitudes humanas y las peripecias administrativas por las que tuvo que pasar desde un país para poder adoptar a sus dos hermosas hijas, procedentes de otros países. A partir de un relato emotivo y sincero, la autora nos introduce no sólo en la descripción de 88 la manera en que se formó su familia, sino también nos participa de sus emociones y su amor por sus hijas. Algo extra y que se agradece, son sus reflexiones sobre el proceso que vivió, que puede tal vez ayudar a quienes pasen por el mismo. Finalmente, tenemos el testimonio de Paulina Rosenbaum de Schwabe, Y aunque como ella dice, es difícil sintetizar una vida, o mejor dicho, imposible reducirla a unas cuantas páginas, el escrito de Paulina Schwabe nos permite generosamente asomarnos a la riqueza y profundidad de algunos episodios de su vida. Su fortaleza y su inteligencia se ven reflejados en su escrito, en el cual nos comparte no sólo experiencias importantes sino también sus reflexiones y las acciones tan humanas que ha realizado no solo para beneficio de ella, sino para el de otras personas. Actividades tan valiosas que estoy segura han beneficiado a cientos de mujeres, y que la han hecho acreedora también a un reconocimiento por su actividad en torno al desarrollo humano, no sólo de las mujeres, sino de todas las personas que se acercan a ella. Tanto la vida de Paulina como la labor que realiza en nuestra sociedad son únicas y valiosas, por lo que su testimonio lo veo yo como el broche de oro que cierra esta serie de historias de mujeres, todas ellas únicas e irrepetibles como irrepetibles y únicas son las vidas humanas que se encuentran reflejadas en ellas, tanto de las autoras como de las mujeres a las que aluden. Agradezco a todas las autoras y autores de estos artículos por su generosidad al compartir su trabajo académico o su historia de vida para que fueran publicados en este libro. Así también agradezco al Instituto Aguascalentense de las Mujeres su labor editorial. De mi parte fue un placer haber coordinado este trabajo y ofrecerlo al público, sea femenino o masculino, sea local o no, sea o no académico. Porque todas estas historias de mujeres creo que tocarán fibras sensibles de los seres humanos que las lean. Por lo menos a mí así me sucedió.”25 La igualdad entre los sexos ha acaparado la atención universal, y todos los países que integran la ONU consideran que las desigualdades pueden atacarse y transformarse, sobre todo a partir de la educación. En la Conferencia de Beijing, por ejemplo, se mencionan muchos problemas esenciales que siguen afectando a las mujeres, por ejemplo la pobreza, la falta de equidad en su acceso a la educación y a la 25 Padilla Rangel, Yolanda. Introducción. en Linea Curva. Historias de mujeres en Aguascalientes en el siglo XX, Instituto Aguascalentense de la Mujer/ Instituto Cultural de Aguascalientes, México, 2008. Pp. 9-22 89 asistencia social y sanitaria, la violencia, la falta de equidad en su participación en las estructuras de poder en la sociedad, el insuficiente reconocimiento de sus derechos, la falta de reconocimiento de su contribución a la sociedad, etc. Estos problemas constituyen un impedimento para su empoderamiento. Algunos problemas que todavía existen son los siguientes: más de la mitad de los analfabetos del mundo son mujeres, en los países en desarrollo, por cada cien mujeres presentes en el mercado de trabajo sólo hay cincuenta mujeres, en algunos países las mujeres carecen todavía del derecho al voto y no pueden poseer bienes raíces; en la esfera política sólo representan el diez por ciento de los parlamentarios del mundo; las mujeres siguen padeciendo la disparidad con respecto a los salarios de los hombres en muchos sectores de la vida profesional (su salario es un 25 por ciento inferior al de los hombres, en promedio)”26. Nota. Estos datos fueron extraídos del documento “La educación superior en el siglo XXI, visión y acción”, UNESCO, París, 59 de octubre de 1998. Capítulos de libros: En sus colaboraciones para distintas obras se encuentran también temáticas diversas, de ellas podemos destacar las siguientes: colaboró con el Capítulo 10, titulado “La gestación de una comunidad científica”, en una obra coordinada por Bonifacio Barba sobre la UAA. El contenido es el siguiente: “Introducción El objetivo de este trabajo es hacer una revisión de la trayectoria de la investigación en a UAA hasta el año de 1998. En este momento, la investigación en la universidad se encuentra en una etapa de transición que consiste en el paso de su crecimiento cuantitativo a su mejora cualitativa, por lo que parece pertinente el análisis de esta actividad dentro de la institución. Este texto, sin embargo, representa solamente una visión interna, por lo que se complementaría muy bien con una visión externa que ubicara la investigación realizada en esta universidad en relación con la que se hace en otras universidades de desarrollo similar. También representa una primera aproximación al tema y no tiene un carácter evaluativo, sino de reconstrucción de un proceso histórico. Para elaborar este trabajo se consultó principalmente a revista Investigación y Ciencia, así como otros materiales producidos por la universidad y otras instituciones en torno a la educación superior y a la 26 Ibdem. 90 investigación que se realiza en el estado de Aguascalientes. También se hicieron algunas entrevistas a investigadores. El contenido se organizó en ocho apartados: - La impronta docente - Los esfuerzos pioneros en investigación - El crecimiento cuantitativo, 1982-1988 - La evolución de la investigación por centros - La relación entre investigación y docencia - La gestión, la vinculación y la divulgación - La calidad, la relevancia y la pertinencia de la investigación - La formación de una comunidad científica La intención del estudio es contribuir al análisis de la investigación que se realiza en la UAA. Por una parte. considero que hace falta construir una cultura del debate en la institución y, por otra parte, pretendo que éste incida en el mejoramiento de la investigación en la UAA y en el proceso de conformación de una comunidad científica en la institución. La impronta docente La Universidad Autónoma de Aguascalientes nació en 1973, en el contexto de expansión de la educación superior en México y, por lo tanto, estuvo inicialmente orientada a atender la fuerte demanda escolar en el nivel de educación superior. La política en educación superior del gobierno de Luis Echeverría Alvarez buscaba “crecer en capacidad de servicio y al mismo tiempo modernizar procedimientos y sistemas de enseñanza”. Por otra parte, el estado de Aguascalientes venía experimentando procesos de creciente urbanización e industrialización, así como la expansión de una clase media que hacia sentir la necesidad de una institución de educación superior. Puede decirse que la UAA nació para ofrecer a los jóvenes de la localidad oportunidades educativas accesibles, tanto en lo económico como en la cercanía física. La UAA pretendía ser una institución de educación superior capaz de formar profesionales de y para la localidad. Esta impronta docente ha marcado en gran medida el desarrollo de la investigación en la institución, ya que a ella obedece el hecho de que la universidad dedique la mayor parte de sus esfuerzos a la formación de profesionales y sólo en menor medida a la Investigación. De hecho, la actividad de investigación surgió oficialmente hasta cuatro años después de la fundación de a UAA, en 1977 Los esfuerzos pioneros en investigación, 1973-1982 91 Entre 1973 y 1977 hubo algunos esfuerzos por hacer investigación, aún si no había un contexto institucional que los apoyara formalmente. En el Centro Básico, que por entonces abarcaba disciplinas como biología, física, química, matemáticas, sociología y psicología, tres personas comenzaron a esbozar los primeros proyectos: Juan José Martínez Guerra, Rigoberto Gómez Torres y Felipe Martínez Rizo. Al primero la interesaba el tema de la araña roja, una plaga del durazno; al segundo la enfermedad de Chagas y al tercero la planeación de la educación. Esto lo hicieron teniendo fuertes cargas de trabajo frente a grupo semanalmente, además de tener que desarrollar cierta cantidad de trabajo administrativo. El tiempo que les quedaba libre lo dedicaban a la Investigación. En el Plan de Desarrollo 1977-1983 se estableció, por primera vez, el objetivo de “iniciar organizadamente la investigación”. Al comenzar el Plan nació el Centro de Artes y Humanidades, que incorporó las disciplinas de sociología, psicología, educación y otras, dejando al Centro Básico con disciplinas de las ciencias naturales y físico matemáticas. Los pioneros se separaron, pero continuaron con sus proyectos. Poco a poco fue incorporándose un número mayor de maestros a las tareas de investigación. Para 1979 ya se habían terminado dos estudios de planeación en educación superior, hechos por Felipe Martínez Rizo, uno sobre evaluación educativa, hecho por Margarita Zorrilla Fierro y uno sobre fauna entomológica de Aguascalientes, hecho por Manuel García Sánchez. Se encontraban en proceso otras investigaciones y comenzaban algunas nuevas. Para 1981 la universidad ya contaba con 29 responsables de proyectos de investigación, como puede verse en el cuadro 1. 92 93 En esta primera etapa destacaron los centros Básico y de Artes y Humanidades, con 12 y 13 responsables de investigación respectivamente, en tanto que los centros Agropecuario y Tecnológico contaron con dos responsables cada uno. Destacó también el nivel de los investigadores del Centro Básico, quienes en esta etapa temprana de la investigación en la UAA ya contaban en su mayoría con formación de posgrado. Lo mismo puede decirse respecto al Centro Tecnológico, según el cuadro anterior. El crecimiento cuantitativo, 1982-1998 Con un número creciente de maestros que realizaban o pretendían realizar proyectos de investigación, comenzó a hacerse necesaria la sistematización y administración formal de esta actividad dentro de la UAA. En 1982 se creó el Departamento de Apoyo a la Investigación y Educación Continua, al frente del cual quedó Felipe Martínez Rizo. Un año y medio después, y hasta 1994, quedó al frente de ese departamento Laura Elena Padilla González. La principal acción de ese departamento consistió en diseñar una vía institucional para la realización de la investigación. Se elaboró un reglamento para la actividad de investigación a partir de políticas institucionales para el desarrollo de la misma. La política inicial con respecto a la investigación consistió en promoverla ampliamente: La política que yo propuse y que se adoptó fue: vamos a aprobar todo lo que salga, o sea, no vamos a ser exigentes en cuanto a que sean proyectos muy consistentes. A mí me parece que en ese momento no era un planteamiento ilógico porque, había tan poquito, que si te ponías muy exigente no aprobabas nada (…) Dijimos: No hay tiempo (asignado) para elaborar un proyecto; se aprueba con facilidad cualquier proyecto mínimamente consistente, y se asignan tiempos no muy amplios. Empezamos a generar políticas para el desarrollo de la investigación, o para la presentación de proyectos, que posteriormente cristalizaron en el primer reglamento, pero mucho después, porque no era la intención comenzar con un reglamento, porque si estabas comenzando en una actividad no podías tener reglas muy fijas, sino que precisamente la idea era que esas políticas fueran surgiendo de la experiencia y con la idea de que alentaran, no de que obstaculizaran (la investigación) (...). Las políticas establecieron que las investigaciones se tenían que presentar con un formato y en un tiempo determinado. Otras actividades a las que se dedicó el Departamento de Apoyo a la Investigación fueron la búsqueda de financiamiento 94 y la presupuestación de la investigación en la institución. La paulatina multiplicación de los proyectos implicó la necesidad de mejorar su administración, para lo cual el departamento estableció mecanismos y formas para el seguimiento de los proyectos, desde su diseño hasta el reporte final. La paulatina producción de resultados de investigación implicó la necesidad de contar con un medio de difusión de la investigación científica y humanística que comenzaba a desarrollarse en la institución. Desde 1981 se contaba con una publicación interna denominada Investigaciones en Proceso, que anualmente reportaba los proyectos de investigación registrados en el departamento, el nombre de su(s) responsable(s) y el nivel de avance en el que se encontraban, de acuerdo con sus propios objetivos. El Departamento de Apoyo a la 1nvestigación, continuó publicando estos reportes hasta 1992, cuando se propuso publicar la revista Investigación y Ciencia, con el objetivo de “alentar y, propiciar la comunicación, intercambio y colaboración intra e interinstitucional, lo que puede favorecer el mejor aprovechamiento de los recursos siempre escasos con que se cuenta para investigación y un enriquecimiento teórico y metodológico del mismo trabajo de investigación. La revista también buscaba que los investigadores de la UAA que comenzaban a tener productos de investigación, se habituaran a hacer públicos sus resultados. Era muy difícil que (los investigadores) empezaran a publicar en revistas muy importantes, además de que teníamos una necesidad interna (de difusión). Entonces esta revista fue un hibrido que satisfacía varias necesidades. O sea, por un lado, empezar a estimular a los investigadores, que ya tenían al menos un medio. Y por otro lado no era una revista especializada, de hecho se les pedía a los investigadores que trataran de redactar su artículo de una manera no muy técnica, porque no estaba destinada a especialistas. Entonces era un poco de divulgación y un poco acostumbrarlos a publicar. Por otro lado, se desarrollaron programas de formación de investigadores en el seno de la institución que tenían como objetivo elevar el nivel académico de los maestros que hacían investigación o de los que pretendían iniciarse en ella. En este contexto se inscribe la Maestría en investigación Educativa que funcionó entre 1981 y 1983 y la Maestría en Ciencias del Hombre que funcionó entre 1985 y 1988. Particularmente en esta última se inscribieron maestros no sólo del Centro de Artes y Humanidades, sino también maestros de los centros Agropecuario y Tecnológico que querían hacer 95 investigación. Por su parte el Centro Básico avanzó en el equipamiento de los laboratorios necesarios para la investigación. En 1980, la universidad contaba con 18 proyectos a cargo de investigadores cuyo tiempo destinado a investigación equivalía al de nueve profesores de tiempo completo. Para 1983, tanto el número de proyectos como el de personal de investigación se había duplicado, de forma que había 32 proyectos y el personal dedicado a e11os equivalía a 18.5 profesores de tiempo completo. A raíz de que el número de provectos y de investigadores se había incrementado notablemente, en el siguiente Plan de Desarrollo 1983-1992 se estipulaba que era necesario elevar el presupuesto destinado a investigación, de 6% del presupuesto total de la U A.A en 1983 a 15% en 1992, meta que, hasta la fecha, no ha logrado cumplirse. Sin embargo, a pesar de que no hubo un incremento sustantivo en el presupuesto destinado a la investigación, esta actividad siguió aumentando. Para 1989 el número de proyectos nuevamente se había duplicado, alcanzando la cifra de 64, los cuales estaban a cargo de un número de personas cuya dedicación a la investigación equivalía al de 28.2 profesores tiempo completo. Para 1995 existían 119 proyectos, a cargo de un número de personas con tiempo de investigación equivalente al de 44.4 profesores de tiempo completo. En realidad se trataba de más de 160 personas que dedicaban un tiempo de su carga a la investigación, lo cual nos habla de la inexistencia de profesores dedicados de tiempo completo a la investigación y de la existencia de muchísimos profesores que dedicaban sólo una parte de su tiempo a esta actividad. Desde otra perspectiva, datos de 1992 señalan que 45% de los profesores que realizaban investigación contaban con estudios de licenciatura, 21% eran técnicos académicos o pasantes, 29% tenía estudios de maestría y sólo 5% tenía estudios de doctorado. Si juntamos a los profesores que tenían licenciatura con los que no la tenían, tenemos una mayoría de 66% de maestros dedicados a la investigación con este nivel de formación lo cual indica, en general, un bajo nivel de preparación de los realizadores de la investigación en la UAA en ese momento. El número de proyectos generados desde 1977 se fue incrementando constantemente hasta alcanzar la cifra de 150 en 1995. Sin embargo, después de 20 años de investigación en la UAA, tanto autoridades como analistas e investigadores comenzaron a preguntarse sobre la calidad de la misma. De igual manera se comenzó a replantear la pertinencia y consistencia de los proyectos, así como el nivel de preparación de los investigadores que los tenían a su cargo. Las autoridades universitarias comenzaron a detener 96 el crecimiento cuantitativo de la investigación, en aras de desarrollar un crecimiento cualitativo de la misma, ya que sus niveles de calidad eran desiguales, lo cual parecía explicable por la relativa juventud de la institución o lo inédito de la actividad de investigación en Aguasca1ientes. Durante esos años (1982-1988) sobresalieron en investigación algunos centros, tal vez los más inclinados a la ciencia, mientras que otros tuvieron una presencia menos notable. El Centro Básico y el Centro de Artes y Humanidades destacaron por su mayor número de proyectos y resultados de investigación y por el mayor nivel académico de los investigadores. El Centro Agropecuario destacó por su presencia constante y creciente en la investigación, mientras que los centros Tecnológico, Biomédico y Económico Administrativo mantuvieron una pequeña, aunque constante, cantidad de proyectos. Observemos a continuación el desarrollo de 1os centros, poniendo atención en el camino específico que siguió la investigación en ellos. La evolución de la investigación por centros académicos En algunas ocasiones los centros académicos son mencionados con el nombre anterior a la reforma del Estatuto de 1997 debido al momento o hecho específicos que se narran o comentan. Centro de Ciencias Básicas. El Centro de Ciencias Básicas ha destacado en la trayectoria de la investigación de la UAA tanto por el número de proyectos que de él han surgido como por el nivel académico de sus responsables. La investigación comenzó realmente —como ya se mencionó- cuando algunos profesores del centro con estudios de posgrado comenzaron investigar. Fueron Juan José Martínez Guerra y Rigoberto Gómez Torres, en 1973 y 1974, y Andrés Quintanar Stephano y Fernando Jaramillo Juárez, un poco después, quienes comenzaron a hacer esta actividad, según palabras de Juan José Martínez Guerra, “con muchas ganas, pero sin equipo y dando alrededor de 25 horas clase a la semana... fue una época romántica, donde había más ganas que facilidades y tiempo para hacer eso”. En realidad e1 Centro Básico empezó en el Centro Biomédico, con las carreras de medicina y biología. Entonces, los profesores que empezamos a llegar hace 25 años habíamos estado en México haciendo posgrado y nos estábamos formando para llevar a cabo investigación. En forma similar relata Fernando Jaramillo Juárez: 97 Me tocó desarrollar el área de farmacología. Cuando llegué aquí en 1979 no teníamos laboratorios de farmacología para apoyar las prácticas de laboratorio de nuestros estudiantes de carreras del área biomédica, y hubo necesidad de meterse a diseñar practicas, a obtener reactivos o sustancias químicas para probarlas experimentalmente en el laboratorio y luego llevarlas al trabajo del laboratorio docente con los estudiantes. Paulatinamente se fueron incorporando más investigadores de buen nivel al centro, unos eran de otros estados y algunos eran egresados de la U.A.A que habían salido antes a formarse en otras instituciones, como el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (ClNESTAV) y que, al regresar, tenían mejor nivel y enriquecían la labor de investigación en el centro: Se establecieron estrategias. Una de ellas fue formar recursos humanos, enviando profesores nuestros a otras universidades para que allá obtuvieran su grado de maestría o doctorado y otra fue trayendo profesores de reconocido prestigio en su área de conocimiento para que en el centro participaran mediante cursos de actualización o desarrollando trabajos de investigación…La última estrategia que adoptamos fue la de implementar estudios de posgrado, para dar oportunidad a profesores que ya no tenían oportunidad de salir para que se formaran aquí mismo (…)siempre tuvimos en mente la necesidad contratar profesores con maestría o doctorado de otras instituciones, porque eso nos permite enriquecer nuestro trabajo académico y avanzar con mayor rapidez en e1 desarrollo de nuestros programas. Para 1983 ya se contaba con dos programas de investigación, el Programa de Investigaciones Biológicas y el Programa de investigaciones Biomédicas Básicas. Algunas de la áreas de investigación con mayor desarrollo desde entonces han sido biotecnología, endocrinología, toxicología y taxonomía, obedeciendo este desarrollo a los intereses particulares de los investigadores. Por otra parte, al parecer desde 1990 se ha intentado que la investigación realizada en el centro tenga aplicación y adquiera así mayor relevancia social. Algunos ejemplos son los estudios recientes sobre la calidad del agua potable en todos los municipios de Aguascalientes, los estudios sobre la propagación de las especies arbóreas in vitro para apoyar programas de reforestación, y los estudios sobre manipulación de genes en vegetales para obtener especies que contengan vacunas naturales para prevenir algunas enfermedades. 98 Cabe mencionar que, al parecer, ha existido un ambiente de libertad de Investigación y ausencia de un liderazgo centralizado que encauce todos los intereses académicos en una sola línea de investigación, lo cual es considerado por el biólogo Jose Juan Martínez Guerra como una característica positiva del tipo de desarrollo de la comunidad científica que se ha dado en este centro: En otras universidades llegaron investigadores ya totalmente formados, que venían de Inglaterra o Francia y traían algún proyecto de investigación, lo trasladaban (a la nueva universidad) y se encerraban en sí mismos. La gente aquí empezó joven, no estaba totalmente formada, y no había líderes en investigación. Entonces creo que eso propició un modelo, un desarrollo muy especial. Posiblemente la multiplicidad de intereses favoreció el desarrollo de diferentes áreas y tal vez una saludable competencia entre los aún novatos investigadores. Así también el Centro de Ciencias Básicas es de los pocos centros que han tenido proyectos de investigación interdepartamentales, intercentros e interinstitucionales, lo cual seguramente ha favorecido el intercambio de ideas y formas de trabajo. Actualmente, investigadores del Centro Básico tienen relaciones de intercambio y apoyo con el CINVESTAV de la ciudad de México y con la unidad de Irapuato y han establecido convenios con universidades de Estados Unidos, Brasil, Inglaterra y Canadá. Otros tienen un proyecto conjunto con investigadores del Centro Agropecuario e investigadores de la Universidad Autónoma de Querétaro. A pesar de todo esto, sin embargo, a juicio de un investigador brotan las siguientes dificultades: No se ha generado una tradición de investigación multidisciplinaria en la universidad. Hay muy pocos ejemplos de investigación interdepartamental…, fundamentalmente los investigadores se comportan como lobos solitarios, trabajando en un área específica. Creo que es tiempo de generar trabajos, además de multi-institucionales, multidisciplinarios… Actualmente ya se empieza a trabajar de manera multi-institucional, por lo menos ofreciendo la infraestructura de la UAA y ofreciendo presupuesto de algunos centros de investigación importantes, pero finalmente el problema sigue siendo que mucho del equipo está duplicado o subutilizado. Por ejemplo: análisis histológico se realiza en algunos proyectos del Centro Básico, hay un departamento especializado, que es el departamento de morfología; sin embargo, no hay un provecto de vinculación entre varios departamentos para aprovechar cabalmente ese equipo. 99 En este centro existe una estrecha relación entre la docencia y la investigación. Paulatinamente ha ido disminuyendo e1 número de horas clase asignado a los investigadores, de acuerdo con las horas asignadas a su proyecto de investigación. Por otra parte, actualmente el Centro Básico cuenta con cinco miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), que ya tienen liberada la mayor parte de su tiempo para investigación. En general, existe vinculación y equilibrio entre la investigación y la docencia, según opinan algunos investigadores: EL investigador debe participar tanto en docencia de pregrado como en la de posgrado, desde luego sin que invierta demasiadas horas en esta actividad porque entonces sí afecta el desarrollo del trabajo de investigación. No creo que deban ser perfiles diferentes (el del docente y el del investigador), definitivamente. El programa de biología molecular debe actualizarse año tras año, porque esto va avanzando, y no hay una persona que reúna el perfil de ser un excelente docente en una materia que cambia continuamente sino es alguien que está dentro del área, actualizado, vigente. Tenemos investigadores que están en el SNI y que dan sus clases en licenciatura Eso es muy bueno. También en la estructura departamental los alumnos tienen oportunidad de conocer el equipo, que en otras partes es dificilísimo. Los investigadores del Centro Básico actualmente cuentan con diversas opciones para dar a conocer sus resultados de investigación: una de ellas es la participación en congresos, sean de carácter nacional o internacional, a los cuales asisten en promedio una vez al año; otra es la publicación de sus resultados en forma de artículos en revistas arbitradas, Al parecer, durante la década de los años ochenta, cuando comenzó a disponerse de productos de investigación en el centro, el porcentaje de publicaciones era bajo. Se publicaba generalmente en la revista Investigación y Ciencia, que desapareció en 1996 para dar paso a dos revistas especializadas, una en ciencias sociales otra en ciencias naturales. En 1998, el Centro Básico se encontraba trabajando en e1 proyecto editorial de la revista Scietiea Naturae. De ello habla el investigador Fernando Jaramillo: Es un reto muy grande el que tengamos una revista de naturaleza científica de difusión internacional, porque se necesita primero una productividad interna suficiente que nutra el contenido de esa revista, y segundo establecer relaciones internacionales y nacionales suficientes para estimular a que investigadores de otras instituciones participen con su trabajo con su trabajo en ella. 100 Aunque el centro se encontraba en un proceso de transición entre una revista de difusión más general y una revista más especializada, algunos investigadores han publicado en revistas de nivel internacional. Los departamentos que más han publicado en este tipo de revistas son los de Química y Fisiología. Investigadores del Departamento de Fisiología han publicado en el Journal of Endocrinology, que es de las mejores revistas del mundo en esa área. En el Departamento de Biotecnología un investigador ha publicado en la revista Science, que es una de las más importantes en ciencias naturales. Si bien la publicación en este tipo de revistas es un indicador de la calidad de algunas de las investigaciones que se realizan en el centro, cabe hacer notar que no todas las investigaciones han logrado hacer esto. Otra forma de evaluar la calidad de la investigación del centro es comparar la producción de la UAA con la de otras universidades nacionales. Al respecto un investigador opina lo siguiente: Respecto a universidades como las de Guanajuato, San Luis Potosí y Guadalajara, podríamos decir que ya tenemos un nivel semejante a la investigación que se realiza en ellas, a pesar de que son más viejas que la nuestra. Si nos comparamos con instituciones de gran abolengo en el trabajo de investigación, como son los centros de investigación de la UNAM, o el CINVESTAV de México o el de Irapuato, todavía estamos retrasados con respecto al trabajo que ellos realizan. (En el ámbito internacional) podríamos señalar que todo trabajo que se publica en revistas arbitradas de revisión internacional cumple con los requisitos que reúnen las mejores instituciones, no sólo de nuestro país, sino de otros países. Los mecanismos de evaluación interna de los proyectos son cada vez más exigentes, de acuerdo con la búsqueda de calidad de la investigación que comenzó en la UAA desde principios de los años noventa. Además se comienzan a incorporar investigadores externos en los comités que realizan la evaluación de cada proyecto. Uno de los principales problemas que constantemente ha enfrentado el Centro Básico en lo que respecta a la investigación ha sido conseguir y mantener el equipo necesario para realizar la investigación. Y aunque en los años ochenta se logró equiparar varios laboratorios en los noventa han surgido necesidades de nuevo equipo, cuyo precio es alto, igual que el de su mantenimiento. El problema básico en los estados (con menor desarrollo científico) sigue siendo el financiamiento para el desarrollo del proyecto, o sea, en el caso particular del área de 101 biología molecular de plantas, que es una disciplina muy cara, se requieren reactivos muy costosos y no hay suficiente presupuesto. Los principales problemas han sido económicos, siempre. Somos pobres no la universidad pero sí el país. Por ejemplo, tenemos equipo muy caro que si un día falla uno, por decir una centrífuga que vale 600 mil pesos, se paran muchos proyectos y hasta que consigamos 600 mil pesos para comprar una nueva (es posible volver a trabajar). También la reparación es cara. De esta manera, puede decirse que uno de los retos de la investigación en el centro es gestionar recursos externos para financiar nuevos proyectos porque, según observan algunos investigadores, la tendencia es que el investigador obtenga sus propios recursos. Y aunque en el centro ya se cuenta con algunos recursos externos, como los que provienen del CONACYT, de la subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica de la SEP, de fundaciones internacionales, el reto es preparar proyectos de tal consistencia y calidad que puedan ser financiados externamente. El reto es el “crecimiento necesariamente al doble o al triple en diez años, tanto (de número de proyectos) de investigación como, esperemos, de la calidad de la investigación”. Otro reto importante, según el investigador Fernando Jaramillo, es el de incursionar en nuevas áreas del conocimiento, en nuevas líneas de investigación, así como incorporar o más investigadores. Este último aspecto ya lo está haciendo el Centro Básico, por medio de la repatriación de investigadores mexicanos que estudiaron su doctorado en el extranjero como es el caso de Marcelino Silva. Otra vía es la cátedra patrimonial, que se le otorgó hace poco al investigador José Luis Reyes. Uno de los logros de la actividad de investigación en el centro ha estado en el terreno de a formación de investigadores. Existen varios casos de investigadores egresados de la institución que salieron a estudiar su doctorado y que se han incorporado a la actividad de investigación universitaria. Por otra parte, hay un gran número de estudiantes que se desarrollan como prestadores de servicio social incorporados en algún proyecto de investigación. Por otra parte, varios egresados de las licenciaturas del centro continúan sus estudios de posgrado, sea en la UAA o en otras instituciones. Otros logros se contemplan en algunas áreas de investigación, como la fisiología y la biotecnología, que han destacado en el ámbito internacional. Por ejemplo, la UAA fue la primera 102 universidad estatal en México que logró generar plantas transgénicas; el área de ciencias biomédicas básicas ha logrado generar ciertos modelos originales y es un área con competitividad a escala internacional. Así, el Básico ha sido un centro pionero en gestar una comunidad científica universitaria. Tenemos proyectos de investigación que hace 25 años nadie imaginaba que se iban a desarrollar, que íbamos a manejar genes, a hacer bioingeniería genética, insertar genes en una bacteria, etcétera. Era ciencia-ficción, pero actualmente lo hacemos. Centro de Ciencias Sociales y Humanidades Este centro, hasta 1997 llamado Centro de Artes y Humanidades, es otro de los que han destacado en la actividad de investigación en la UAA, tanto por el número de proyectos como por el nivel académico de sus profesores. Esto obedece a que muchas de las carreras que se imparten en él pretenden formar investigadores así como a la buena formación profesional de muchos maestros, cuyo perfil es el de investigador. Este fue uno de los centros en los cuales se inició la investigación, con los trabajos de Felipe Martínez Rizo y Genaro Zalpa Ramírez, en las áreas de planeación educativa y sociología de la cultura, respectivamente. Si comparamos el desarrollo de este centro con el de Ciencias Básicas, observaremos una peculiaridad. Muchos de los investigadores del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades (CCSH), particularmente los del área educativa, se formaron en el seno de la U AA, mientras que los del Centro de Ciencias Básicas se formaron fuera. En efecto, en 1981 la SEP propuso a la UAA una Maestría en Investigación Educativa, que pretendía formar para la investigación tanto a maestros de la universidad como a maestros del sistema educativo estatal. La Maestría fue aceptada y funcionó entre 1981 y 1983, produciendo una generación de investigadores educativos entre los cuales había varios maestros de la UAA. Posteriormente, en 1985 se ab rió la Maestría en Ciencias del Hombre, que pretendía formar para la investigación social no sólo a los maestros del centro, sino también a Maestros de otros centros de la universidad; produjo también una generación de maestros en investigación social. A parte de esta diferencia, la trayectoria ha sido similar entre ambos centros, ya que tanto el Básico como el de Ciencias Sociales tuvieron un promedio de 34 proyectos de investigación entre 1996 y 1998 y actualmente cuentan con un número similar de miembros del SNI (cinco el Básico y seis el de Ciencias Sociales). Además, ambos centros tienen una 103 maestra registrada en el padrón de excelencia del CONACYT y artículos publicados en revistas arbitrad as, aunque hay que considerar que son los centros que tienen mayor proporción de profesores de tiempo completo y con estudios de posgrado. Por su parte el CCSH tiene un doctorado en educación registrado en el padrón de excelencia del CONACYT. Las principales áreas en las que la investigación del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades ha despuntado han sido: educación, sociología e historia. En el Programa de Investigaciones Sociológicas, paulatinamente se han desarrollado tres áreas de investigación, cada una con una maestría: Sociología Urbana, que actualmente se certra en estudios de población y desarrollo regional; sociología industrial y del trabajo; y sociología de la cultura. Además, el Departamento de Sociología ha iniciado el Doctorado en Ciencias Sociales que Cuenta con líneas de investigación en cada una de las áreas antes mencionadas y otra en historia. EI área de investigación de sociología urbana comenzó con los esfuerzos de Alfredo Ortiz Garza, a quien después se unieron Rogelio Enríquez Aranda y Netzahualcóyotl López Flores. El programa comenzó a acelerarse. Tanto la llegada del Instituto Nacionai de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) a la ciudad de Aguascalientes1 como la necesidad de los investigadores de profundizar en el aspecto demográfico vinculado con el crecimiento urbano influyeron para que el programa de investigación urbana desarrollara una línea de investigación sobre población. Así, en 1991 se contó con el apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas, que a través de la Asociación Mexicana de Población AC, brindó financiamiento y asesoría técnica para la realización de un estudio sobre dinámica poblacional en Aguascalientes. Posteriormente algunos proyectos han contado también con apoyos del CONACYT y del INEGI. Los profesores de la UAA que encabezan esta área de investigación han proporcionado los resultados de sus investigaciones a varias agendas gubernamentales en la entidad. Algunos de los resultados de investigación en esta área han servido como un insumo en la elaboración de planes de desarrollo a escala estatal y municipal. Cabe mencionar que los investigadores ubicados en el área de sociología urbana y de la población han establecido relaciones con maestros de la carrera de urbanismo del Centro de Diseño y Ciencias de la Construcción (antes Centro Tecnológico), como Humberto Durán López, Oscar Narváez Montoya, Marco Sifuentes Solís, etcétera, igual que con investigadores de las áreas de salud pública y economía. Sin 104 embargo estas relaciones han sido generalmente de tipo informal y no proyectos de investigación interdisciplinaria. Por otra parte los maestros de esta línea de investigación han establecido relaciones con investigadores de otras instituciones como la UNAM, El Colegio de México y las Universidades de Zacatecas, Durango y Coahuila. Aunque gran parte de los investigadores de sociología urbana y de población cuenta ya con el nivel de maestría, una de las recomendaciones que les hizo el Comité de Pares en la evaluación realizada en 1997 fue aumentar el número de investigadores o el tiempo dedicado a la investigación de las personas adscritas en esa área. Hasta ese momento, el problema era la escasez de recursos y plazas de investigación con que se contaba: …los retos son ir mejorando la calidad en la investigación y buscar investigadores con experiencia que se puedan ir incorporando a estas áreas, sobre todo miembros del SNI [...] Es muy importante la formación de los profesores de la UAA y al mismo tiempo, contratar profesores con experiencia. El área de sociología industrial y del trabajo tiene como antecedentes los trabajos de Daniel Gutiérrez Castorena sobre la participación política de los sindicatos en Aguascalientes en los años ochenta, junto con el trabajo de Ramiro Alemán López sobre los cambios en la organización del trabajo en la industria automotriz en Aguascalientes. Pero el inicio más firme fue en 1992, con el proyecto interinstitucional — coordinado por un investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana— sobre la reestructuración industrial, en el cual participaron Marcela Hernández Romo, Ramiro Alemán López y Daniel Gutiérrez Castorena, para el caso de Aguascalientes. El proyecto se relacionaba con otros similares desarrollados en universidades como la de Veracruz, Guadalajara, Morelos, Estado de México, Yucatán, Sonora, Puebla y El Colegio de a Frontera Norte. Este grupo de investigadores gestionó la creación en 1996 de la Maestría en Sociología Industrial y del trabajo, que funciona hasta la actualidad. Los investigadores de ésta área participan en redes de investigadores como la Asociación Latinoamericana de Sociología del Trabajo (ALAST) a través de la cual tienen acceso a los debates sobre su área, en el ámbito internacional. Además periódicamente participan en eventos de divulgación e intercambio entre estudiosos del área, tanto a escala nacional como internacional. Para Ramiro Alemán López su trabajo en esta área ha aclarado su inclinación específica hacia la investigación, así como la necesidad de distinguir, en el ámbito institucional, la naturaleza específica de esta actividad. 105 El área de sociología de la cultura comenzó a desarrollarse desde 1980, con un trabajo de Genaro Zalpa Ramírez sobre las relaciones entre medicina popular y medicina científica. Posteriormente se abrieron investigaciones sobre música popular y religiosidad popular, cuyos responsables fueron Evangelina Tapia Tovar y Miguel Muñoz Díaz respectivamente. En 1996 se abrió la Maestría en Sociología de la Cultura, que ya ha producido una media decena de tesis en esta área. En septiembre de 1998 se inauguró el Doctorado Interinstitucional en Ciencias Sociales, con diez estudiantes, de los cuales se espera produzcan investigaciones en forma de tesis doctorales. Cabe mencionar que el Programa de Investigaciones sociológicas dio cabida en sus orígenes a proyectos de investigación histórica, en derecho, trabajo social, literatura, filosofía y ciencias políticas. En el caso de la investigación histórica los primeros trabajos fueron los de Vicente Ribes Iborra y los de José Antonio Gutiérrez Gutiérrez, cuyos proyectos fueron seguidos por otros que al poco tiempo dieron origen al Programa de Investigaciones Históricas; la investigación en derecho y la investigación en filosofía fueron iniciadas por Jesús Antonio de la Torre Rangel en 1988, aunque después presentaron proyectos otros filósofos como José de Lira Bautista y Enrique Luján Salazar, sin suceder lo mismo en derecho la investigación en trabajo social la iniciaron Teresa Ortiz Rodriguez y Rosa María Morán Gutiérrez en 1991, aunque después la continuaron Raquel Chávez Limón, Martha Cortés Chávez. y Martha Velasco Esparza; la investigación en literatura la iniciaron Felipe San José González y Jorge Avila Storer, y actualmente es representada por una nueva generación de estudiantes de la Maestría en Literatura Mexicana. La investigación política la iniciaron Carlos Reyes Sahagún, Salvador Camacho Sandoval, Andrés Reyes Rodríguez y Genaro Zalpa Ramírez, también en 1991, aunque su desarrollo ha sido más bien eventual. El Programa de Investigaciones Educativas es otro de los que han despuntado en el Centro de Ciencias Sociales y Humanidades. Según uno de sus iniciadores, los orígenes de la investigación educativa en la institución se remontan hasta el momento mismo en que su fundó la universidad, ya que los trabajos de planeación educativa que realizó Humberto Martínez de León para preparar el proyecto de transformación del IACT en la UAA, fueron trabajos de investigación educativa. Posteriormente, Felipe Martínez Rizo desarrolló otros proyectos de investigación, al tiempo que realizaba una constante actividad de promoción de la investigación educativa en la UAA. 106 La sistematización del interés por la investigación educativa comenzó cuando se diseñó la licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Educación la cual inició en 1978, teniendo como una de sus opciones terminales la de investigación educativa. Esta actividad comenzó a tomar forma a partir de los talleres de investigación de esa licenciatura. Cuando ésta tenía 14 años de ofrecerse en la UAA, se realizó un análisis del que se concluyó —entre otras cuestiones— que la investigación que se pretendía realizar era más propia del nivel de posgrado. Así la licenciatura se cerró en 1992, dando paso a una Maestría en Educación para formar investigadores y, posteriormente, en 1994, al Doctorado Interinstitucional en Educación. Este doctorado está registrado en el Padrón de excelencia del CONACYT y, hasta octubre de 1998, había producido ya nueve tesis de investigación. Dentro del Programa de Investigaciones Educativas se han desarrollado, varias líneas de investigación, que han evolucionado según los intereses de los investigadores. Las que han tenido más duración han sido: Calidad de la Educación con énfasis en Evaluación Educativa, que comenzó Felipe Martínez Rizo y continuaron Guadalupe Ruiz Cuéllar y Victoria Gutiérrez Marfileño; Política Educativa y Formación en Valores, iniciada por Bonifacio Barba Casi1las y Margarita Zorrilla Fierro, quien reciente mente abrió una nueva línea sobre Gestión Educativa; Historia de la Educación y Política Educativa, abierta por Salvador Camacho Sandoval; Educación Científica, por Víctor Moreno Ramos; y Procesos de EnseñanzaAprendizaje, en la que se ubican Margarita Carvajal Ciprés, Teresa Fernández Lomelín, Alma Figueroa Rubalcava y Daniel Eudave Muñoz. El Departamento de Educación ha establecido relaciones de trabajo con el Instituto de Educación de Aguascalientes, elaborando estudios especiales o ayudando a implementar algunas políticas para el mismo instituto. Igualmente ha establecido intercambio académico con el Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV, con la UNAM, la Universidad de Guadalajara y el Centro de Estudios Educativos, entre otras instituciones. Algunos proyectos de investigación educativa han logrado contar con recursos del Sistema de Investigación Miguel Hidalgo (SIHGO), del CONACYT y de la SEP, aunque los financiamientos han venido principalmente de la propia UAA. Por otra parte, algunos investigadores han tratado de establecer intercambio académico con investigadores de disciplinas como economía, psicología, sociología y educación y muchos de ellos cuentan 107 va con varias publicaciones en su haber, sea en forma de libros o de artículos. La relevancia de los resultados del Programa de Investigaciones Educativas puede apreciarse en que varios de ellos, sobre todo en las líneas de calidad, evaluación y formación valoral han sido aprovechados como elementos que apoyan algunas metas de la política educativa, particularmente en el Programa de Educación Estatal del gobernador Otto Granados Roldán. ‘En consecuencia se puede ver que lo que se empezó a hacer en la universidad sí tenía una relación con necesidades del sistema educativo y que éste reconoció que necesitaba de este elemento para sus tareas”. Respecto al nivel académico de los investigadores ya hemos dicho que se han formado, en su mayoría, dentro de la UAA, y que algunos de ellos han perseverado en ese esfuerzo de elevar su nivel académico. Por otra parte, algunos investigadores del Programa de Investigaciones Educativas han logrado ser miembros del SNI (actualmente tres, aunque en total seis han pasado por el sistema), lo cual puede considerarse como prueba del reconocimiento al mérito de sus trabajos, no sólo en el nivel estatal, sino también en el nacional. Complementariamente, hay que mencionar que el Programa Interinstitucional de Investigaciones sobre Educación Superior (PIIES), del Departamento de Educación de la UAA surgió en el marco del Programa para la Modernización Educativa 1989-1994, y comenzó a funcionar a principios de 1992. El programa pretendía apoyar a investigación sobre la compleja realidad de las Instituciones de Educación Superior (IES) y se propuso apoyar a investigadores formados y en proceso de formación, así como conseguir acervos bibliográficos y hemerográficos especializados en educación, equipo de cómputo adecuado y favorecer el diálogo interinstitucional, entre otras cuestiones. EL PIIES fue coordinado por Felipe Martínez Rizo y en él participaron como consejeros, investigadores de varias instituciones universitarias. El programa terminó un 1998. Respecto al Programa de Investigaciones Históricas (PIH), cabe decir que, aunque el Departamento de Historia se conformó en 1989, la investigación histórica en la universidad había comenzado desde 1981. Entre 1981 y 1983 se habían presentado seis tesis de licenciatura en sociología y en investigación educativa con temas históricos. En 1985 se conformó el Programa de Investigaciones Históricas (PIH), siendo sus iniciadores Vicente Ribes Iborra y José Antonio Gutiérrez Gutiérrez - Dado ese paso, las investigaciones Históricas que se real izaban en filosofía, derecho, 108 sociología y urbanismo comenzaron a ubicarse en este programa. Entre los primeros proyectos del PIH se encuentran algunos sobre la sociedad colonial en Aguascalientes, la propiedad agraria en México, la educación y el conflicto religioso, y el uso del derecho por Bartolomé de las Casas. Entre 1981 y 1990 se desarrollaron 4 proyectos de investigación histórica, aunque 15 de ellos eran tesis de licenciatura y los otros nueve eran proyectos adscritos al PIH. A pesar de que ya existía formalmente, el PIH no contaba con infraestructura ni equipo. Esto no impedía, sin embargo, que los proyectos se desarrollaran regularmente ni que se registraran nuevos provectos. En 1990 se registraron tres nuevos proyectos: uno relativo a la desamortización y nacionalización de los bienes eclesiásticos y corporaciones civiles en Aguascalientes, otro sobre la trayectoria ideológica y política del convencionista David Berlanga y otro sobre la historia del cine en Aguascalientes. Desde entonces hasta la fecha, la investigación histórica ha constituido una actividad central y prioritaria en el Departamento de Historia. En promedio, el PIH ha tenido un número que oscila entre cuatro y seis proyectos de investigación al año. A pesar de ser pocos proyectos, se ha conformado un equipo de investigadores en nivel de maestría y doctorado. Además puede decirse que la calidad de los mismos es buena, ya que actualmente (1998) cuatro de los investigadores del departamento (de un total de seis) tienen nivel de doctorado, pertenecen al SNI y cuentan con numerosas publicaciones. El Departamento de Historia tiene un claro perfil y una marcada vocación hacia la investigación. Centro de Ciencias Económicas y Administrativas. El Programa de Investigaciones Económicas (PIEC) surgió a partir de la segunda etapa del Plan de Desarrollo de la UAA 1983-1992, gracias a la presencia de las licenciaturas en Economía y en Administración de Empresas. El PIEC se planteó como un apoyo a la actividad docente y a la expansión de la carrera de Economía. Posteriormente se originó e1 Programa de Investigación Financiera, pero tuvo menos continuidad. El Programa de investigaciones Económicas tiene como iniciador y principal representante a Arnoldo Romo Vázquez, cuyo primer proyecto sobre la situación macroeconómica en el estado de Aguascalientes data de 1987. En 1991, este investigador continuó con otro proyecto sobre la estructura y el funcionamiento de la industria en el estado. Dentro de este programa se han terminado proyectos sobre la política de industrialización en el municipio de Aguascalientes, a cargo 109 de Ramón Rodríguez Soriano, y sobre las implicaciones del Tratado de Libre Comercio en las ramas automotriz, textil y del vestido en el estado, a cargo de Pedro Contreras Gaytán y Teresa Roque. Este programa ha establecido relaciones con investigadores de las áreas de urbanismo y sociología urbana y encabezó una experiencia de investigación interdisciplinaria, que tuvo éxito en cuanto al diálogo formal de los investigadores, pero que encontró dificultades en cuanto al tiempo de los investigadores y los recursos. También ha establecido relaciones de intercambio académico con las universidades Autónoma de Tamaulipas y Autónoma de Nayarit así como relaciones de colaboración con instituciones como el INEGI y la Comisión Estatal de Comercio Exterior (CEDECE). La investigación económica, como la de otras áreas, tiene que estar acompañada de actividades de vinculación y gestión. Al respecto, Arnoldo Romo Vázquez piensa que hace falta un agente especial que se encargue de realizar tales actividades, ya que sería demasiado pedirle al investigador que, además de investigar, se ocupara de ellas. Centro de Ciencias Agropecuarias Las primeras investigaciones de este centro datan de 1977, con proyectos originados “más por la intuición del maestro” que por un programa preestablecido que permitiera a los investigadores contar con apoyos económico. Entre 1977 y 1979 se estructuraron cuatro programas: Investigaciones frutícolas, Investigación Pecuaria, Cultivos Básicos, e investigación Agrostológica. En 1980, se reforzó la investigación en ese centro con dos proyectos financiados por la Comisión Nacional de Zonas Aridas (CONAZA) que tenían como objetivo analizar la vegetación semidesértica del estado de Aguascalientes. Entre 1982 y 1989se incrementó la investigación en el centro, ya que se presentaron más proyectos, al tiempo que los investigadores buscaban elevar su nivel académico. Entre 1990 y 1992 se reestructuraron los programas de investigación quedando de la siguiente manera: continuaron los programa de investigaciones Pecuarias, Frutícolas y Cultivos Básicos, y se estructuró otra sobre investigación en Alimentos. Actualmente se cuenta con tres programas: investigaciones Pecuarias, Investigaciones Agrícolas e Investigaciones en Alimentos. Dentro del Programa de Investigaciones Pecuarias surgieron las líneas de investigación sobre reproducción y genética, patología y toxicología. En el Programa de Investigaciones Agrícolas surgieron las líneas sobre cultivos básicos e investigación frutícola, y en el Programa de 110 Investigación en Alimentos surgieron temas de investigación relativos a la producción y comercialización de pulpa de guayaba, al procesamiento de los excedentes de producción de la guayaba y al procesamiento de la leche. En síntesis, entre 1 977 y 1998, el Centro de Ciencias Agropecuarias desarrolló aproximadamente 150 proyectos de investigación la mayoría de ellos en las áreas: agrícola y pecuaria y una minoría en el área de investigación en alimentos, convirtiéndose así en uno de los centros con más presencia cuantitativa en la investigación realizada en la UAA. Los maestros que realizan investigación en el Centro de Ciencias Agropecuarias se han formado tanto en la UAA como en otras instituciones. Actualmente, el centro cuenta con seis profesores-investigadores de tiempo completo que están haciendo el doctorado fuera de la U.AA. Además, las autoridades del centro propiciaron la repatriación de un investigador así como con el otorgamiento de una cátedra patrimonial al doctor José Luis Reyes Sánchez. Los investigadores del Centro de Ciencias Agropecuarias han establecido relaciones de investigación con investigadores del Centro de Ciencias Básicas, principalmente con los departamentos de química, fisiología, farmacología toxicología y morfología. Además han podido relacionarse con otras instituciones corno el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas y Pecuarias (INIAP), con el CINVESTAV de México e Irapuato, así como con las universidades de Querétaro y Guanajuato, con las que actualmente tienen un proyecto de investigación conjunto adscrito al SIHGO. Según el investigador Teódulo Quezada Tristán, aunque durante el desarrollo de la investigación en el centro ha prevalecido el trabajo individual, desde hace tiempo han comenzado a formarse grupos de trabajo, a veces interdisciplinarios. Esto ha sido así tanto por las afinidades de los investigadores en los temas de investigación como porque en equipo existen mayores posibilidades de conseguir financiamientos. En la interacción con instituciones más enfocadas a la investigación este investigador ha podido constatar una diferencia entre las otras instituciones y la propia: La obligación de otras instituciones es investigar, a diferencia de la universidad, donde tenemos que realizar docencia, tenemos que realizar extensión y aparte, si nos queda tiempo, hay que hacer investigación. Antes se dedicaban tres o cuatro horas para hacer investigación y eran dos o tres maestros exclusivamente. Esto ha evolucionado ascendentemente y, a la fecha, de los 34 tiempos completos 111 que existen en el centro, 33% está destinado a la investigación. Según este mismo profesor, los investigadores del centro son personas que “de alguna manera, por iniciativa propia, nos hemos estado desarrollando, lo cual no quiere decir que la institución no haya apoyado sus esfuerzos. Por esto, aunque actualmente el Centro de Ciencias Agropecuarias no cuenta con ningún miembro del SNI (sólo uno que llegó recientemente de otra institución), las autoridades del centro han procurado elevar el nivel académico de los investigadores, así como vincular la investigación con la docencia, con el fin de iniciar a los alumnos en aquella actividad: pero al parecer hace falta más promoción para fomentar la cultura de la investigación entre los estudiantes. La relación con la docencia aparentemente ha sido armoniosa; sin embargo, la eliminación del requisito de presentar examen de grado desestimuló el impulso investigador en los estudiantes Actualmente, los alumnos se involucran en un proyecto de investigación a través del servicio social. El Centro de Ciencias Agropecuarias cuenta con cuatro especialidades ovinos, producción de leche y carne, inspección sanitaria de la carne y productos lácteos, pero ninguna de ellas está orientada a la investigación. También el centro participa en una maestría y en el Doctorado interinstitucional en Ciencias Pecuarias. El centro edita la revista idea, que funciona desde 1987, aunque existía desde antes con otro nombre. Idea es una revista de difusión interna, pero que regularmente alcanza a llegar hasta algunas dependencias públicas, varias empresas o incluso ciertos productores pecuarios. Hasta diciembre de 1996, los investigadores del Centro publicaron sus resultados de investigación en la revista Investigación y Ciencia; sin embargo, al desaparecer esta revista se quedaron sin un espacio interno para publicar. El reto actual para los investigadores, según ellos mismos, es publicar en revistas arbitradas así como participar cada vez más en seminarios, congresos y todo tipo de reuniones de investigación, tanto de nivel nacional como internacional . Hay que mencionar que algunos proyectos del Centro de Ciencias Agropecuarias han contado con la colaboración de productores y laboratorios externos; por ejemplo, productores que donan semillas o laboratorios que donan fertilizantes para los experimentos. En otros proyectos han participado algunos empresarios. Sin embargo, han sido participaciones eventuales, ya que la solicitud de colaboración a productores y empresarios enfrenta lo que cualquier intento de vinculación encuentra: carencia tanto de cultura en torno al 112 uso de la investigación científica como de conciencia de su importancia y sus ventajas. Respecto a la relevancia de los proyectos de investigación real izados en el Centro Agropecuario, cabe señalar que algunos de sus resultados han tenido aplicación directa entre los productores. Por ejemplo, en la línea de investigaciones frutícolas, los resultados de investigación han sido utilizados por productores de durazno y guayaba. En la línea de investigación pecuaria los resultados no han tenido aplicación tan directa, pero no se descarta la posibilidad de que la tengan en un futuro mediato. Durante los años de vida de la universidad, el Centro de Ciencias Agropecuarias ha tenido entre diez y doce proyectos anuales en promedio, con un porcentaje muy bajo de proyectos suspendidos o cancelados. En 1998, estaban vigentes veinte provectos de investigación y se calculaba que para 1999 estarían 25. Así, a pesar de que la política de desarrollo del estado ha dado más prioridad a la industrialización que al desarrollo agrícola y pecuario, se vislumbra la necesidad de mantener los programas de investigación agrícola, pecuaria y de alimentos ya que, según el investigador Teódulo Quezada, o necesitamos ser muy industrializados para comprar nuestros alimentos, o necesitamos reforzar el aspecto agrícola y pecuario para generar nuestros propios alimentos. Centro de Ciencias del Diseño y de la Construcción Este centro, antes llamado Centro Tecnológico. “no es un centro cuyo perfil apunte hacia la investigación. Sin embargo, desde 1978 contó con proyectos de investigación encabezados por algunos ingenieros civiles y arquitectos como Manuel Aranda Gómez, Carlos González García, Sergio Cruz Durán y Héctor Elizalde González, interesados en la innovación de la tecnología de la construcción. También algunos maestros del centro habían participado en la maestría en Ciencias del Hombre, con el objeto de familiarizarse con la metodología de la investigación. Posteriormente, urbanistas y arquitectos como Oscar Narváez Montoya y Humberto Durán López también empezaron a generar proyectos de investigación. El Programa de Investigaciones Urbanísticas inició en 1986 y para 1992 ya contaba con resultados de investigación publicados, igual que con participaciones en congresos nacionales de investigación urbana y varias colaboraciones en una revista de la Presidencia Municipal de Aguascalientes. Este programa buscaba vincular los proyectos de investigación con la docencia y, a1 mismo tiempo a una problemática 113 regional. Por ello en 1992 algunos investigadores del programa ya habían participado en el proyecto interdisciplinario sobre Industrialización y Proceso de Urbanización en el Estado de Aguascalientes, en el que participaba un economista, un geógrafo y un diseñador de asentamientos humanos. Algunos arquitectos como Jesús López García y Marco Alejandro Sifuentes Solís habían comenzado a implementar estudios sobre la arquitectura habitacional de Aguascalientes. Por otra parte, el Programa de investigaciones en vivienda fue iniciado en 1990, con dos estudios relacionados con la tecnología de la construcción, cuyos resultados se presentaron en eventos de tipo nacional e internacional. El programa buscaba también vincular la investigación con la docencia y la problemática regional. Entre 1993 y 1995 el centro mantuvo un promedio de cuatro o cinco proyectos anuales. Posteriormente surgió un Programa de Investigaciones en Ingeniería con dos líneas de investigación: una en geotecnia hidráulica y otra en construcción y estructuras. En abril de 1977 había 33 investigaciones registradas, de las cuales 24 ya estaban concluidas y 9 en proceso. De esas 33 investigaciones 42% se ubicaba en el Departamento de Metodología y Tecnología; 21% en el Departamento de Diseño; 18% en el Departamento de Construcción y Estructuras; 15% en e1 Departamento de Geotecnia e Hidráulica y 3% en el Departamento de Representación. En 1998 se proponían conformar un Programa de Investigaciones en; Arquitectura, con dos líneas de investigación, una en arquitectura moderna y contemporánea y otra en aprendizaje del diseño. Los investigadores de este centro han buscado relacionar los problemas de investigación con los problemas de sus respectivas áreas. Por esta razón, aunque aún no se cuenta con una estrecha vinculación con el sector público o productivo, algunos de los proyectos de los urbanistas han incidido directamente en los planes de desarrollo urbano de la ciudad de Aguascalientes así como de algunos municipios y localidades. La relevancia de los resultados de investigación puede verse también en la utilidad que han tenido en la práctica docente. Los investigadores del centro frecuentemente usan sus propios productos de investigación en los cursos y talleres que imparten. Por ejemplo, algunos urbanistas han utilizado sus productos de investigación en los laboratorios de urbanismo; algunos arquitectos han utilizado sus investigaciones sobre la tipología arquitectónica en Aguascalientes para la materia de Patrimonio Arquitectónico; un ingeniero ha utilizado sus 114 estudios sobre avenidas en embalses en las clases de hidráulica, etcétera. Sin embargo, ha sido escaso e1 involucramiento de los alumnos en los proyectos de investigación. Por otra parte, los posgrados del centro son de corte profesionalizante, con nula formación en investigación. En relación con la docencia, también cabe aclarar que los investigadores eventualmente han tenido que pugnar por tener mayor tiempo de investigación tal como lo señala un profesor. Como el perfil de la carrera es profesionalizante, no pide investigación, nos tenemos que ganar con productividad el estatus de investigador. Entonces, la mayor parte de nuestras cargas está en docencia, a menos que realmente estemos produciendo y que haya productos o resultados concretos (Libros, patentes artículos, etcétera). A menos que esto suceda, realmente es una pelea de cada semestre estar gestionando nuestras cargas para el adecuado equilibrio entre la docencia y la investigación. Centro de Ciencias Biomédicas Este centro ha tenido una presencia modesta en el panorama de investigación de la UAA. En sus inicios produjo algunas investigaciones que con el tiempo pasaron a ubicarse en el Centro de Ciencias Básicas. Posteriormente surgió el Programa de investigaciones en Salud Pública, luego el Programa de investigaciones Clínicas y, más recientemente, e1 Programa de investigaciones en Óptica. El Programa de Investigaciones en Salud Pública surgió en 1985 con algunos estudios sobre problemas de salud pública, pero fue hasta 1987 cuando adquirió mayor presencia. Los primeros estudios versaban sobre el embarazo adolescente, las características de la mortalidad y la fluorosis dental entre la población de Aguascalientes. Un poco más tarde se añadieron a estos estudios investigaciones sobre el estado nutricional en los escolares, hipertensión arterial, presión intraocular, salud de los operadores de autobús y representación social de la eficacia de la medicina oficial y la no oficial, todos enmarcados en el estado de Aguascalientes. En 1993 se incorporó un estudio sobre la accesibilidad a los servicios de salud en el mismo estado y en 1995 otros sobre vacunación, problemas oculares, medicina preventiva, problemas periodontales en escolares y otro sobre el estrés en los trabajadores de la UAA. No es posible asegurar que todas estas investigaciones fueron concluidas, aunque sí es posible decir que algunas de ellas cuentan con publicaciones en la revista Investigación y Ciencia. 115 El Programa de Investigaciones Clínicas contó entre sus primeros proyectos con uno sobre la viabilidad de los implantes y transplantes vasculares, otro sobre detección de embarazo de alto riesgo, otro sobre detección de cáncer cérvico uterino de la glándula mamaria y otro más sobre apoyo nutriciona1 en pacientes de alto riesgo, todos ellos registrados entre 1991 y 1992. En 1993 se incorporaron dos estudios, uno sobre propedéutica médica y otro sobre población infantil. Para 1996 el Centro de Ciencias Biomédicas contaba con siete proyectos adscritos al Programa de Investigaciones en Salud Pública; cuatro proyectos adscritos al Programa de Investigaciones clínicas y uno adscrito al Programa de Investigaciones en Optica. La relación entre investigación y docencia Entre algunos de los investigadores entrevistados, particularmente los del área de las de las ciencias sociales, existen ciertas coincidencias en cuanto a la relación deseable entre docencia e investigación, así como cierta discrepancia en torno a la conveniencia de crear, dentro de la UAA, unidades académicas especiales que concentren a los investigadores. Algunos investigadores consideraron que tales unidades no eran necesarias, ya que la estructura departamental de la universidad permite desarrollar adecuadamente las actividades inherentes a la investigación. A continuación se expresan algunas de las opiniones que algunos investigadores dieron al respecto, expuestas en forma de un diálogo ficticio entre los entrevistados. -Un paso de reconocimiento importantísimo (de la investigación en la UAA) es la concentración de investigadores más o menos del mismo campo. Por ejemplo, los de Ciencias Sociales en un centro de investigaciones que tenga su propia dinámica, que los que estén allí se entiendan. O un centro de documentación en donde tengas todo en un mismo sitio y una persona encargada. Entonces sería un centro de documentación y de información, que no sería muy grande, pero con una bibliografía muy seleccionada, de altísimo nivel. -Creo que la cuestión de mejoramiento de lo que hagamos de las condiciones para hacerlo no depende de la estructura. Yo antes pensaba que la estructura era importante paro darle impulso, por ejemplo, a la figura del investigador, y que para crear institutos o centros. Yo pensaba que esos eran medios por los cuales se podía fomentar más (la investigación). Pero no crea que sean el medio para garantizarla porque se pueden desvirtuar, es decir, ya están 116 los investigadores en el centro ¿y luego?... en que podemos mejorar de la investigación no nos lo impide la organización departamental. Más bien son las condiciones de trabajo, por ejemplo, 1as horas que puedas dedicar a la labor de investigación, tener asistentes, etcétera… y creo que si seguimos con la organización departamental y en los departamentos con los programas de Investigación y sus líneas, no habrá obstáculo (para mejorar la investigación) -Si hubiera físicamente un lugar donde hubiera equipo para desarrollar todo tipo de funciones que tengan que ver con la investigación, el ambiente sería adecuado, para la investigación. Yo diría que fueran dos centros, uno de sociales y otro de naturales, y de esa manera se facilitaría mucho a comunicación y luego la multidisciplinariedad y después 1os productos de 1as investigaciones ya más vinculadas…tendría un centro de cómputo, personal técnico, capturistas, expertos en sistemas, tendría vinculadores, el departamento de apoyo a la investigación estaría allí, en ese mismo edificio, una librería, internet… -Como estamos, ahorita creo que se puede seguir actuando. Pero lo que no se debe descuidar son las condiciones, los tiempos, como para los que hacemos investigación o que logremos el doctorado, estemos en posibilidad de competir en el SNI, no solitos, como caballeros andantes, sino que la institución nos apoye. -Si no hay un área de investigación, no se le da autonomía a la Investigación…En la Universidad de Guadalajara, al docente se le puede contratar así o como profesor investigador, y no se le exige lo mismo a uno y al otro, porque hay quien quiere hacer carera como profesor…pero hay profesores que además de dar clases desarrollan investigaciones y les exigen un desempeño distinto a unos y otros, porque ellos escogieron qué desarrollar, en un área o en otra…La medición de la productividad es muy diferente… Es asunto de división del trabajo dentro de la misma universidad. No todo el mundo debe hacer las mismas cosas, — La investigación debería seguir ligada a los departamentos… la UNAM hizo los famosos institutos de investigación y se hicieron torres de marfil donde los señores estaban aislados, y eso no es bueno. De hecho, ahora están tratando de regresar (al esquema anterior). -La UAM también tiene una estructura departamental y tiene áreas de investigación separadas de los departamentos académicos. La UAA creo que debería replantear o pensar en la importancia que tiene la investigación científica, ya sea sociológica, Histórica o lo que sea, pero sí deberíamos estar, 1os que nos dedicamos más a la investigación, 117 desligados —por decir así, porque nunca podremos separarnos— de la docencia. Pero sí tener centros de investigación. Este departamento es muy complejo, muy grande, muy heterogéneo, entonces creo que apareciendo los centros de investigación, incipientemente, creo que podríamos tener mejor rendimiento y mayor productividad y calidad en el trabajo, porque sí está muy revuelto, está muy confuso. No es necesario dejar la organización departamental, ya que el departamento puede ser el núcleo de las tres funciones (docencia, investigación y extensión) pero se necesita una diferenciación interna que sea eficaz, y allí es donde podemos fallar…Yo creo que si se hiciera otra unidad organizativa, sí serviría para agrupar…pero yo tengo dudas de que sirviera para agrupar solamente a la gente capaz…es una duda porque todavía nuestros mecanismos de evaluación no son muy precisos. —Lo que sí me queda claro es que el compromiso de todo investigador es generar conocimientos e involucrar a los alumnos dentro de la investigación Creo que eso está muy definido, está claro. Toda esta situación de la separación está más bien orientada al aspecto administrativo la finalidad sería optimizar los recursos que se tienen en cuanto a infraestructura…la desventaja sería que se pudiera polarizar y hacer otra élite, como ha sucedido en otros centros de investigación. —(Si no existen unidades de investigación) eso no quiere decir que se vayan a coartar, ni que no vayas a tener una identidad (como investigador) y la gente que no se ha preocupado por eso la tiene de hecho, y por eso no se ha preocupado porque sabe que la estructura no se lo impide… Un departamento que se define con su misión y visión orientada a la investigación va a ir marcando la forma de relacionar la docencia con la investigación Como que esto, institucionalmente no tiene límites ni obligaciones. -En el departamento tenemos la idea muy clara de que la docencia y la investigación son compatibles. Ahora, el peso de una y otra, ésa es todavía la dificultad que tenemos. La mayoría de la gente del departamento dedica más tiempo a la docencia y menos a la investigación… —Yo (antes) proponía que hubiera una definición del perfil de investigación, me interesaba más eso que la docencia, que no ha sido una actividad que me motive un cien por ciento, la investigación me jalaba más, pero no la había, entonces empezamos con las cinco horas, con las 10 horas. Al paso del tiempo, yo creo que los investigadores que hemos sido más productivos… no ha sido sólo por las horas que nos dieron en 118 la universidad sino por esas horas y muchas otras que hemos puesto en nuestras casas. —El investigador debe participar tanto en la docencia de pregrado como en la de posgrado. Desde luego sin que invierta demasiadas horas en esta actividad, porque entonces se afecta el desarrollo del trabajo de investigación. Creo que es importante la participación de los investigadores en la docencia de pregrado porque allí es donde se estimula a los muchachos que en un futuro se puedan interesar en incorporarse a estudios de posgrado. En el nivel de posgrado, obviamente en nuestras maestrías, participar con entusiasmo, dando buenas cátedras, buenos cursos teórico-prácticos, para que cuando el estudiante termine su formación, tenga la capacidad de decidir si se va a otra institución a terminar su formación con estudios de doctorado. — Desde luego el investigador va a apoyar en algún porcentaje la actividad docente, pero no puede crear, así como se creó, aquella figura mítica del profesor-investigador. No puedes hacerte la esperanza de que toda la actividad docente este soportada en investigadores. Entonces ¿qué tienes que hacer? Reconocer que la figura del docente es única, específica, y que va a interactuar con la investigación, pero de distinto modo. Entonces hay que formarlo (al docente) también en el posgrado, darle tiempo para que su docencia sea muy bien informada. Entonces, (el docente) debe tener a su disposición, al igual que el investigador, bibliotecas y hemerotecas, pero para otro fin. Como que en estos años la docencia y la investigación son dos caminos distintos que no se oponen, porque hubo un tiempo en que parecían irreconciliables… Nunca hemos sido investigadores de tiempo completo, ni tampoco hemos dejado de interactuar con la docencia por efecto de la investigación. — He tenido suerte (porque da una materia vinculada a su tema de investigación)… Entonces los resultados de investigación son inmediatamente aplicables en la docencia y por eso no siento la carga. — Creo que debe ser una medida conciliatoria, intermedia, entre centros un poco más independientes, pero no totalmente independientes de la docencia. Lo que creo es que no todos los profesores de la UAA pueden hacer investigación. Por miles de razones: no están formados, no tienen la capacidad, el ánimo, la mentalidad, la inquietud, la disposición mental para hacer investigación. Yo pienso que ahí sí está mal la universidad. El nombramiento de nosotros es profesor— investigador y hay profesores que sí tienen la formación y la disposición y hay otros que no…Creo que ahí debe haber una distinción entre e] docente que sólo se dedica a la docencia 119 y el docente investigador, simplemente por el tipo de funciones que realiza. En el diálogo anterior (ficticio, aunque su contenido fue expresado por los entrevistados) tenemos, inicial y aparentemente, dos posiciones. Por un lado, una que sostiene que es necesaria a existencia de centros de investigación donde puedan concentrarse los investigadores. El argumento que justifica esta postura es que, de esta manera, el investigador contaría con más facilidades para la investigación y podría dialogar más con sus colegas, de forma que podría enriquecer su trabajo, incrementar su productividad y favorecer la interdisciplinariedad. Por otro lado, se sostiene que no es necesario un centro o instancia especial que concentre a los investigadores, ya que la estructura departamental permite contar con las facilidades para la investigación, del mismo modo que el diálogo y la productividad pueden ser favorecidos desde esa estructura. Lo que parece estar en la base del problema es el tiempo que los investigadores pueden dedicar a la investigación cuando tienen cargas docentes elevadas. El saldo del debate es la reflexión sobre 1a relación deseable entre docencia e investigación. Todos los entrevistados están de acuerdo en que son actividades compatibles, y en que la investigación enriquece a la docencia, Sin embargo, parecen considerar deseable que la docencia esté aún más estrechamente relacionada con los temas de investigación, y que las cargas académicas se definan aún más armónicamente dentro de cada departamento. Llama la atención que un investigador diga que ha tenido suerte porque le ha tocado impartir una materia relacionada con su proyecto de investigación. Esto indica que la relación entre materias impartidas y temas investigados no ha sido adecuadamente planeada. Por otra parte, ha sido el Sistema Nacional de Investigadores el que, al reconocer el trabajo de un investigador, ha hecho que se libere al investigador de una carga docente y académica no siempre relacionada con la investigación. Es conveniente, entonces, continuar mejorando los apoyos institucionales para la actividad de investigación, promover la calidad de la misma y una óptima vinculación con la docencia. Otro punto que se pone en cuestión es el de la supresión de las tesis de grado como una oportunidad para que los alumnos se inicien en la investigación. Este cuestionamiento se notó en las carreras que tienen vocación científica y de investigación ya que al suprimir las tesis se consideró con el mismo criterio a todas las carreras, tanto las que tienen 120 como las que investigadores. no tienen entre sus objetivos formar La gestión, la vinculación y la divulgación de la ciencia La gestión de recursos se ha convertido, cada vez más, en una actividad inherente al trabajo de investigación. En el caso de la UAA, esta función la han desarrollado los investigadores y el personal de lo que antes era el Departamento de Apoyo a La Investigación actualmente de la Dirección General de Investigación y Posgrado, igual que, en menor medida, el Departamento de Desarrollo de Recursos. Actualmente, la Dirección General de investigación y Posgrado ha encaminado sus esfuerzos a facilitar la administración de un proyecto, desde su presentación formal hasta su publicación y, en este camino, la gestión de recursos tiene un papel importante. La Dirección se ha encargado de llevar un registro y seguimiento de 1os proyectos de investigación así como de mantener informados a los investigadores sobre las convocatorias del CONACYT, del SIHGO, del SNI y otras instancias que ofrecen becas para cursar estudios de posgrado o financiar investigación. En agosto de 1998, hubo una sesión informativa de esta Dirección para todos los investigadores de la UAA en relación con las fuentes de financiamiento para la investigación que existen en el ámbito mundial, rastreadas por internet. Por otra parre, la tendencia observable en el financiamiento de proyectos de investigación es que en él participe no sólo la UAA, sino también instancias del sector público, sea federal o estatal, así corno instancias del sector privado, y es aquí donde la vinculación institucional juega un papel decisivo. En el Plan de Desarrollo de la UAA, 1993-2001 se establecía una meta orientada al fortalecimiento de la vinculación con el sector productivo y la búsqueda de financiamiento externo, ambas cosas para apoyar la investigación. A partir de ello, la UAA proponía realizar acciones institucionales concretas que coadyuvaran al logro de esta vinculación, así como fomentar la creación de asociaciones de egresados para que colaboraran en esta tarea. Sin embargo, para 1995 no existía aún un área que apoyara las actividades de vinculación. El responsable de Desarrollo de Recursos entonces afirmaba que eran los centros académicos donde se desarrollaba la vinculación, sin embargo, la actividad que éstos realizaban era realmente muy poca y no sistematizada. Había vinculación en algunos proyectos, pero gracias a acciones informales y con base en convenios eventuales. 121 La falta de vinculación entre la investigación producida en la UAA y el sector productivo, público y privado, obedece quizá a la falta de una planeación adecuada de esta actividad y, por lo mismo, a la falta de esfuerzos eficaces en este sentido. Sin embargo, cabe aclarar que no toda la investigación que se realiza en la institución es susceptible de estar “vinculada” con los sectores público o privado, sino principalmente la investigación que podría ubicarse bajo el rubro de “aplicada”. Por otra parte, los esfuerzos de investigación que en los años noventa comenzaron a realizarse en la UAA se referían también a la cuestión del estímulo a la participación de algunas empresas privadas en actividades de la institución, como por ejemplo la revisión de planes de estudio, los proyectos de servicio social, etcétera, pero no estrictamente en e1 área de la vinculación de la investigación científica con las empresas productivas. En general no existía en Aguascalientes una vinculación estrecha entre el sector productivo y las instituciones de educación superior, en lo que a investigación científica y tecnológica se refiere. En un estudio Delphi coordinado por Salvador Camacho Sandoval en 1993, varios empresarios y funcionarios del sector público y de instituciones de educación superior opinaron que, en la entidad, la vinculación entre investigación científica y tecnológica, sector productivo e instituciones de educación superior era un campo lleno de rezagos y deficiencias, pero también de oportunidades y posibilidades. Por una parte, se aclaró que las empresas no contaban con infraestructura ni recursos humanos ni materiales para realizar investigación; por otra parte, se reconoció que las instituciones de educación superior de la entidad carecían de estímulos para propiciar la investigación científica y la innovación tecnológica. Los expertos consultados en el estudio consideraron que los empresarios preferían la transferencia a la creación de tecnología, mientras que las instituciones de educación superior tenían proyectos de investigación que en nada favorecían al sector productivo. Resultado de todo esto, era la dependencia tecnológica con el exterior. Según el estudio mencionado, las instituciones de educación superior no tenían un conocimiento preciso de la necesidades del sector productivo en el estado, por lo que aún en la docencia, no estaban formando los profesionales que demandaba el sector. También estas instituciones carecían de políticas sólidas para favorecer un desarrollo científico y tecnológico acorde con la realidad socioeconómica del estado. Las empresas, por su parte, ignoraban las potencialidades de la vinculación. En ese momento se consideró que el sector 122 público era el más indicado para favorecer la vinculación entre las instituciones de educación superior y el sector productivo. En efecto, el Instituto de Educación de Aguascalientes encabezó entonces el Programa Estatal de Vinculación. Sin embargo, podemos decir que la vinculación es, todavía, un problema digno de investigarse y atenderse con políticas y acciones adecuadas. En relación con la UAA, aunque sabemos que los investigadores y departamentos juegan un papel importante en la vinculación, parece necesaria una definición más precisa sobre quién debe promover la vinculación y cómo debe hacerlo. Habría que considerar que la función de vinculación podría promoverse junto con la de gestión de recursos para la investigación, así como con la divulgación de la misma, ya que son actividades que se relacionan entre sí. En el ámbito institucional no parece conveniente, por ejemplo, que la Dirección de Investigación y Posgrado busque por sí sola la vinculación, ni que la de Difusión realice la divulgación de la investigación, ni que el Departamento de Desarrollo de Recursos realice la gestión, cada una por su lado. Parece necesaria una cierta coordinación y articulación de estas funciones mediante agentes especiales, ya que esto no corresponde totalmente al investigador, aunque no por ello éste debe desentenderse de tales actividades, inherentes a su labor. Al respecto véanse estas opiniones: No le puedes pedir al investigador que haga todo, Vinculación, docencia, todo a fondo, no. Una oficina de vinculación tendría que dar más apoyo. Sí tenemos, pero creo que no hemos encontrado las vías (adecuadas)… Creo que hay ambigüedad institucional. Ahí sí creo que hay algo de la estructura que no está dejando que un área de vinculación impulse más este tipo de cosas. Creo que todavía estructuralmente nos falta definir perfiles que se integren, una cultura interna (que favorezca esto). También los investigadores tienen que definir con quién hacer a la vinculación… La universidad no debe financiar (toda) la investigación. Si tu revisas la visión que se está definiendo ahora en el Plan de Desarrollo, así es. Nos hemos dado cuenta que en las instituciones fuertes, aún aquí en México y no digamos en otros países, son los investigadores los que traen recursos a la institución. No todos estamos preparados para gestionar, para buscar dinero…particularmente pienso que no nos toca todo, a lo mejor nos toca alguna parte, gestionar algunas cosas, pero no todo, creo que no todas las gestiones corresponden al investigador. Por ejemplo, ir a tocar puertas para publicar no es tarea del investigador, gastar tiempo y dinero, me 123 parece que no es la función del investigador…creo que debe haber gente especializada en la gestoría y que no todo recayera ene1 investigador, no es todólogo. Por otra parte, hay que subrayar la diferencia entre la investigación básica y la aplicada, ya que los proyectos de investigación aplicada son los que necesitan estar, en un momento dado, vinculados con el sector público o productivo. Sin embargo, la investigación que se realice en la UAA no tendría que estar solamente al servicio del sector público o productivo, por lo que es importante no descuidar la investigación básica. Al respecto es pertinente traer a colación el testimonio de la directora del Centro de Investigaciones Ópticas de Aguascalientes. Nosotros no creemos que los científicos resuelvan problemas específicos de una industria y nos convirtamos así en generadores de servicios para la industria, pero sí creernos que México no se puede dar el lujo de hacer solamente investigación básica. Creemos que necesitamos retribuirle algo a la sociedad, que por otro lado ha invertido mucho en formarnos. Y creemos que si hacemos una investigación aplicada, los recursos de esa investigación nos pueden permitir hacer investigación básica. Entonces no estamos dejando a un lado la investigación básica, pero sí estamos dando mucho énfasis a que nuestro trabajo de investigación apoye a la industria de la región, a las empresas y a las instituciones de educación superior. La calidad, investigación la relevancia y la pertinencia de la En este punto cabe preguntarnos sobre la calidad intrínseca de la investigación que se ha realizado en la UAA, es decir, sobre su consistencia científica su pertinencia académica y su relevancia ante problemas socioeconómicos del estado y el país. Hay que preguntarnos si la investigación realizada en la UAA o que parte de ella ha alcanzado reconocimiento de la comunidad científica nacional e internacional —parámetro básico de la investigación científica—, así como si sus resultados han sido relevantes para resolver problemas del estado y del país. El punto de la calidad intrínseca puede observarse mediante el número de investigadores delia UAA, que han accedido al SNI, así como el sitio que ocupa el estado en cuanto a número de miembros del SNI en relación con otros estados. La realidad es que han sido pocos los investigadores universitarios que han accedido al SNI. Por ejemplo, en 1993, según datos del Sistema Regional de Información de las 124 Actividades Científicas y Tecnológicas (SIRIACYT), la UAA contaba con 157 investigadores, de los cuales solamente ocho pertenecían al SIN. Además, los temas de los 112 proyectos de investigación que se realizaban en la UAA parecían dispersos y desarticulados entre sí y mostraban poca vinculación con el sector productivo, público y social. Este hecho llevó a concluir a un analista lo siguiente, en relación con toda la investigación que se realizaba en el estado: El nivel de los investigadores es muy bajo, si toman como parámetro los criterios del SNI. Esta situación, sin duda, refiere a los productos que, como se ha dicho, en su conjunto muestran una dispersión que poco tiene que ver con los problemas y necesidades de los sectores productivo y social….No es de extrañar, entonces, que las investigaciones no tengan un destinatario específico, no solo entre el mundo académico, sino también entre los posibles usuarios o interesados. Aunque esta apreciación era muy general, sí reflejaba algo de la realidad y al parecer, la situación no ha cambiado mucho. Ahora bien, si comparamos el número de miembros del SNI que tiene Aguascalientes con el que tienen otros estados, aún estados vecinos, observamos que Aguascalientes está un poco a la zaga. Según datos de CONACYT de 1996, para ese año 56% de los investigadores adscritos al SNI trabajaban en alguna institución ubicada en el Distrito Federal, mientras que 44% trabajaba en instituciones ubicadas en los estados. La distribución más o menos era como se presenta en e1 cuadro 2 en la página siguiente. Esta situación, llevó a un analista a afirmar que la investigación en Aguascalientes estaba realmente en pañales, pero más aún, que esta era una situación preocupante, si se consideraba el gran desarrollo económico que la entidad había vivido en los últimos 20 años. Yo más bien diría que después de 25 años, en Aguascalientes la investigación sigue siendo un esfuerzo individual…El hecho de que no existan más de 20 gentes en Aguascalientes que sean miembros del SNI, es un buen indicador del nive1 en el que estamos, si lo comparamos con otros estados como Guanajuato, que tiene cerca de 200 investigadores en el SNI, o San Luis, o Jalisco. Es una contradicción que a mí me preocupa, porque Aguascalientes efectivamente ha tenido un desarrollo económico significativo…es casi paradójico que en Aguascalientes, por un lado, no existan más de 20 personas dedicadas a la investigación y que sean productivas y, por el otro, que socialmente haya este ambiente de crecimiento, tanto económico como en otros sentidos. Habrá que considerar, sin embargo que los estados citados en el cuadro anterior son no sólo mucho mayores que 125 Aguascalientes sino que además algunos de ellos, como Guanajuato cuentan con centros de investigación como el CINESTAV que concentran investigadores de buen nivel. Por otra parte, hay que tomar en cuenta que los requisitos de ingreso al SNI han ido siendo cada vez más exigentes, ya que se tiene que combinar una alta productividad con publicaciones y nivel de doctorado. A favor de los investigadores locales podemos decir que, en general, México tiene un nivel bajo en relación con el concierto internacional de la investigación. Según el Reporte Mundial sobre la Ciencia, elaborado por la UNESCO en 1994, más del 80% de las actividades mundiales de investigación y el desarrollo tecnológico se realizaban en países industrializados, los cuales gastaban casi 3% de su PNB en éstas actividades, a diferencia de los países en desarrollo, los cuales no gastaban ni 1% en ellas. Además, en este contexto general, América Latina presenta serios problemas en torno a la investigación científica, de entre los cuales es posible destacar los siguientes: ineficiencias institucionales, tanto en los sectores público y privado como en las instituciones de educación superior; poca capacidad crítica frente a la necesaria vinculación ente la actividad científica y tecnológica y el desarrollo social y económico; pobreza de temas relevantes respecto a problemas y necesidades urgentes de la región; y desequilibrio entre la investigación pura y la aplicada. Y aunque en este contexto México definió la estrategia de formar investigadores y estimularlos a través del SNI, lo cual consiguió efectivamente, cabe mencionar que el reto de elevar la calidad de la investigación aún sigue vigente no solamente para los investigadores locales, sino también para los nacionales. En el ámbito de la UAA pueden vislumbrarse, entre otros, tres retos importantes para los investigadores: elevar su nivel académico, incrementar su productividad y aumentar su presencia en eventos nacionales e internacionales. Estos tres aspectos de la investigación se encuentran ya en la práctica de algunos investigadores de la UAA. Muchos de los investigadores ya terminaron estudios de doctorado y otros se encuentran cursándolos. Así también, cada vez aumenta más su presencia en publicaciones y eventos nacionales e internacionales. Por otra parte cabe resaltar y profundizar aquí un punto importantísimo del trabajo de los investigadores, la transmisión de actitudes favorables hacia el conocimiento científico. Un investigador tiene como responsabi1idad no so1o la generación y la transmisión de conocimiento, sino 126 también ayudar a la adquisición de actitudes científicas por los estudiantes. Puede decirse que una faceta de un investigador consolidado es que representa la encarnación concreta del científico en la comunidad universitaria y la forma en que desarrolle su actividad y las actitudes que él mismo tenga hacia el conocimiento científico incidirán en la formación de estudiantes. Entre mejor sea un investigador más claros serán, ante los estudiantes, tanto el sentido social de su actividad como las actitudes más propicias ante el conocimiento científico. Más aún, un grupo fuerte de investigadores, su producción, la forma en que interactúen entre sí sus integrantes y el ambiente científico que generen, representará el grupo de pertenencia al cual un aspirante a investigador quiera pertenecer. Es decir que en el proceso de formación de los aspirantes a investigador, influyen mucho no solo las conductas concretas de los investigadores, sino también las actitudes hacia la ciencia que les transmiten. En efecto, la transmisión y adquisición de actitudes científicas en los estudiantes es un punto fundamental en la formación de una comunidad científica. En un estudio sobre actitudes de los estudiantes de la UAA hacia la ciencia, realizado en la UAA por Victoria Gutiérrez Marfileño y publicado en l997, podemos ver que en realidad muchos estudiantes universitarios poseen escasa o estereotipada información sobre lo que es la ciencia y la actividad de investigación científica. Hay que mencionar también que el problema se observa también en niveles educativos anteriores al universitario, como puede verse en otro estudio similar que hizo Víctor Moreno Ramos en el bachillerato de la UAA. En el estudio de Victoria Gutiérrez Marfileño, que comprendió una muestra de 407 estudiantes de 20 carreras de la UAA (de los cuales 40% estaba en carreras científicas), se encontró que el gusto de los estudiantes por las materias científicas declinaba a medida que avanzaban en la pirámide escolar. Aaí también se observó que sólo 43% de los estudiantes encuestados había diferenciado correctamente planteamientos de tipo religioso. Por otro lado, se encontró que los estudiantes en general identificaban la naturaleza científica de las ciencias naturales, pero no así de las ciencias sociales. Además, los estudiantes en general percibían a las carreras científicas como ocupaciones con ingresos bajos, poco futuro y bajo prestigio social que, en cambio, requerían mucha capacidad y dedicación. Se encontró también que los estudiantes de la UAA concebían a los científicos como buscadores de la verdad, muy críticos y con mentes privilegiadas y su trabajo generalmente era considerado como 127 importante, interesante, valioso, útil, bueno, complejo, difícil y extraño. A pesar de estas percepciones positivas del trabajo del científico, la investigadora sugiere que prevalece una visión más o menos estereotipada del científico, por lo que parece imprescindible desechar estas concepciones y favorecer un conocimiento más real sobre la actividad científica y, lo más difícil, desarrollar actitudes favorables hacia el trabajo de investigación científica, ¿De qué forma? Ella propone que habría que crear las condiciones adecuadas para el aprendizaje de la ciencia, entre ellas, partir de los intereses de los alumnos, de problemas de investigación y favorecer un clima de tolerancia en el debate de las ideas. Estando totalmente de acuerdo con la autora, considero que estas condiciones, y otras más, son requisitos indispensables para formar una comunidad científica, lo cual lleva a pensar sobre el rumbo que seguirán los investigadores de la UAA, que es el objeto de reflexión en el siguiente y último apartado de este texto. La formación de una comunidad científica Los científicos constituyen una comunidad orientada a la producción de conocimiento. Para llegar a ser miembros de esta comunidad, una persona necesita no solamente aprender un cuerpo de conocimientos, sino también una forma de comportamiento, así como una serie de normas que lo regulen. En el proceso de convertirse en científico, es fundamental la relación que se establece entre el científico y el aprendiz, o en lenguaje más común, entre el maestro y el estudiante. Larissa Lomnitz, y Jacqueline Fortes, investigadoras de la UNAM, partiendo de la premisa anterior, se dieron a la tarea de analizar el proceso de formación de un científico en México, particularmente en el Instituto de Investigaciones Biológicas de su universidad, en donde observaron el proceso de socialización por medio del cual un aspirante a científico adquiere una identidad como tal, Ellas enfocaron principalmente la interacción entre los científicos del instituto con los alumnos. Sus principales observaciones Y aportaciones se retoman en este apartado. Ya se mencionó que México, como otros países “en vías de desarrollo,” carece, además de recursos suficientes para el desarrollo científico y tecnológico, de una tradición científica consolidada y, por consiguiente, como se observó en el caso de la UAA, la transmisión de actitudes favorables hacia la ciencia muchas veces está ausente en casi todos los niveles del sistema educativo; de hecho, lo que predomina, 128 aún en la educación superior es el uso, más que la generación de conocimiento. Por tal razón, generalmente las actitudes y los valores científicos son adquiridos en los niveles más elevados del sistema educativo, lo cual representa un proceso de socialización secundaria. En este proceso de socialización, el maestro-investigador universitario y la comunidad científica de la que forma parte, tienen un papel fundamental. En este proceso subyace un modelo ideal de científico, hacia el cual tiende la formación de los aspirantes. Este modelo parte de la premisa de que la comunidad científica tiene como objetivo principal la búsqueda del conocimiento, usando el método científico. En este modelo ideal, la comunidad no tiene autoridades formales ni mecanismos de control sobre sus miembros. Para ingresar a ella, incluso, no importa tanto el título o grado, sino básicamente el reconocimiento de otros científicos. Asimismo, la falta de una estructura formal de la comunidad implica que para que ésta funcione persista es necesario un conjunto de normas, valores y hasta mitos del ideal científico Por ejemplo, generalmente se concibe al científico como una persona bastante disciplinada pero, a la vez, y a partir de esa disciplina, capaz de romper con rutinas, sobre todo de pensamiento, y dar espacio a su creatividad. En el modelo ideal del científico coexisten estos dos elementos: disciplina y creatividad. La disciplina implica tanto disciplina de trabajo, como disciplina mental y control emocional. La creatividad implica, a su vez, tres elementos: salir de la rutina, soltar la imaginación y liberar las emociones. A continuación se explica cada uno de estos conceptos. La disciplina de trabajo implica eficiencia, orden, diligencia y tolerancia para trabajar durante varias horas seguidas y consiste en enfocar un objetivo de investigación sistemática y meticulosamente, perseverar y tener capacidad para el trabajo independiente y autosuficiente, La disciplina mental implica la adquisición del lenguaje, los paradigmas y el método de la ciencia y consiste en aprender a pensar de acuerdo con los paradigmas científicos predominantes. La disciplina emocional consiste en reconocer la subjetividad y saber controlar emociones (frustración, incertidumbre, ansiedad, depresión) así como ser capaz de llevar a cabo un trabajo independiente con paciencia, perseverancia y honestidad (ésta última es un valor fundamental de la comunidad científica). La creatividad implica actividades que parecen contrapuestas con la disciplina: salir de la rutina, soltar la imaginación 129 y liberar emociones, pero no es así. Salir de la rutina implica que el científico pueda romper eventualmente su rutina ya que, sin que nadie se lo pida, es capaz de dedicar más tiempo del necesario a su trabajo (10-12 horas al día), por lo que puede guiarse más por controles internos que externos, lo cual se relaciona también con ciertos rasgos de individualismo e independencia en su trabajo. Sin embargo, la relajación de los controles externos tiene que ser temporal, ya que una relajación excesiva podría causar una pérdida en el ritmo y causar ansiedad por volver a la rutina. Por otra parte, soltar la imaginación implica que los científicos pueden producir algo nuevo a través de elementos ya existentes, sea enfocándolos, asociándolos o sintetizándolos de una manera diferente a las conocidas, por lo que es parte importante de la creatividad en su trabajo de investigación. Por último, liberar las emociones implica estimular y desarrollar sentimientos favorables a la investigación científica, como el deseo de aprender, el entusiasmo por los descubrimientos y por el reconocimiento al trabajo, la capacidad de disfrutar la cooperación y el trabajo en grupo y el placer de la investigación. Es necesario para el científico desarrollar también otro tipo de sentimientos, como la seguridad y la confianza en sí mismo, en la propia capacidad, en la actividad científica, en sus intuiciones, en su habilidad para ver y comprender cosas por sí mismos y en su capacidad para tener ideas propias. Ahora bien, en el proceso de formación de un científico subyace este modelo de científico, al cual se trata de aproximar el aspirante, pero la realidad suele ser diferente. La diferencia entre el científico ideal y el científico real puede ser mucha o poca aunque, generalmente el aspirante e incluso el científico real buscará aproximarse al ideal. Los científicos reales tienen defectos y limitaciones, pero aún así, encarnan el modelo del científico ideal que el estudiante aspira a ser; representan a la comunidad científica a la cual el estudiante aspira a pertenecer. De esta manera, en el proceso de socialización científica importan dos cosas: por una parte, el modelo de científico que el aspirante intenta seguir, es decir su maestro; por otra, la interacción del aspirante con el grupo al cual quiere pertenecer. Esto simultáneamente con el aprendizaje de conocimientos, actitudes y normas de comportamiento propios de esa comunidad. Al interactuar con una comunidad científica el aspirante se irá formando en lo cognitivo, en lo ético y en lo emocional, adquiriendo así, paulatinamente una identidad específica, una identidad científica. 130 La socialización científica se logra, entonces, básicamente a través de un proceso de interacción entre el aspirante y la comunidad científica. En un primer momento –al estilo de los ritos de iniciación- el aspirante tendrá que pasar por periodos de soledad y arduo trabajo. En un segundo momento, interactuará más activamente con el grupo de investigadores al cual quiere pertenecer y, finalmente, terminará formando parte de ese grupo, una vez que éste lo ha reconocido. Termina así el proceso de socialización, una vez que el investigador está consciente de su identidad científica. Como conclusión de este trabajo puede decirse que, en el proceso de formación de una comunidad científica, la formación y consolidación de grupos de investigadores en distintas áreas de conocimiento tiene un papel importantísimo. De esta manera en la UAA, son los investigadores que han asumido su identidad científica y pertenecen a la comunidad científica como hemos dicho, a través del reconocimiento de otros investigadores los que desempeñarán un papel importantísimo en la socialización y adquisición de una identidad científica en los aspirantes, en este caso, los estudiantes de carreras científicas. Por esto habrá que valorar la importancia de los investigadores de la UAA y reconocer su actividad. La formación de grupos de investigación fuertes, que cuenten con reconocimiento nacional e internacional, será una tarea importantísima en la formación de una comunidad científica en la institución, ya que éstos contribuirán a la formación socialización e identificación de nuevos científicos que revitalizarán la actividad científica en la institución y, con ello, estimularán el desarrollo científico y tecnológico de la región y del país. Podemos concluir que veinte años de investigación en la UAA representan la gestación de una comunidad científica en la institución.”27 En el escrito Ciudad perdida y centro sagrado. Una interpretación simbólica de la Atlántida de Platón, la autora hace una serie de reflexiones, ahí expone lo siguente: “Introducción Dilthey ese "extraño romántico”, según lo califica Beuchot, daba prioridad al mundo de la vida que se abría al texto, y a ella se accedía por el sentimiento, esto es, por la empatía. 27 Padilla, Y., “Veinticinco años de investigación en la UAA: la gestación de una comunidad científica” en Barba, Bonifacio (coordinador), Origen y Desarrollo de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 2000. Pp. 308-359. 131 Y de allí derivaba la especificidad de las Ciencias del Espíritu: la comprensión, basada en la interpretación y en la experiencia interior. Traer un texto a nuestro tiempo y hacer esto adecuadamente es “…interpretar desde la vida del intérprete”. Desde este punto de vista, creo que interpretar significa dar vida al texto, ya que el intérprete tiene vida y desde ella da vida a los textos que surgieron de la vida de sus respectivos autores. Lo que yo ofrezco aquí es una interpretación de un clásico de la filosofía. Para Dilthey, la interpretación pasaba por la experiencia interior. Pero, ¿qué quería decir esto? La acción hermenéutica comienza desde la percepción del texto, a través de alguno de los cinco sentidos. Es decir, un texto entra al lector de alguna manera, luego se procesa como experiencia, para posteriormente salir, generalmente en forma de un nuevo texto (como si fuésemos recicladores de textos), y he aquí la experiencia interior. Un texto nos entra y sale —ya interpretado— de otra manera. Ahora bien, para Beuchot la validez de una interpretación de un texto (y todo texto es polisémico) radicará en el encuentro entre la intención del autor y la del lector. Este encuentro de intenciones dará sentido al texto. Pero la palabra sentido, para mí, más que aludir a una dirección, puede aludir al sentimiento, a sentir el texto, esto es, interiorizarlo, sentirlo. Al interpretar un texto podemos tener un sentimiento del texto. Y un sentimiento según un diccionario antiguo, es el “. . . movimiento que causan en el alma las cosas espirituales”. Lo que puedo decir al respecto es que el texto de Platón, su interpretación, ha sido sentido por mí de la manera en que a continuación se presenta, sin saber por esto si mi interpretación es válida, es decir, si en algún punto coincide con la intención —voluntaria o no— del autor. La concepción de verdad en la hermenéutica analógica, según Luján, es un criterio que abarca coherencia, correspondencia y pragmática. Partiendo de ésta, que pudiéramos considerar una premisa, el medio para sopesar los alcances de una interpretación es una mutua compenetración entre la subjetividad y objetividad presentes en una relación de sentido que se expresan mediante el diálogo, es decir, en la compenetración de la intención del autor con la intención del lector en un contexto determinado. Por esta razón ofrezco al lector esta interpretación para que a partir del diálogo y la discusión, podamos aproximarnos a lo que Platón dijo, y a lo que quizá quiso decir. La ciudad perdida 132 Lo que pretendo en este trabajo es hacer un ejercicio de interpretación simbólica de la ciudad mítica de Platón, la Atlántida, desde la historia de las religiones y a partir del supuesto de que se trata de un lenguaje místico. La enfocaré como una ciudad ideal, inmersa en el contexto del relato platónico del origen y la evolución del hombre y del universo. Así también, analizaré algunos de los símbolos que están presentes en la Atlántida, especialmente los que se relacionan con el Centro de la Ciudad. Según Pierre Vidal Naquet, Platón, marginado por la ciudad real, se refugió en “...esa república dentro de nosotros mismos” de que habla el diálogo Sobre la justicia. De forma que, si se trataba de habitar un espacio, Platón prefirió habitar un mundo ideal, una ciudad ideal. Hay que recordar que, según las corrientes místicas de varias tradiciones religiosas, el lugar en el que habita Dios es dentro de la persona humana. “Dios hace su mansión en el corazón de los creyentes”, dice la mística islámica, y la cristiana señala: “no tenemos aquí ciudad permanente”, de donde se deriva que todos debemos ser hospitalarios con nuestro huésped, para que éste se encuentre como en casa propia. Para el cristianismo, la resurrección no está afuera, sino adentro, así lo afirman las escrituras varios místicos. Jesucristo, dicen, “se escondió en lo más hondo del corazón”, porque cuando sus discípulos le dijeron, “... quédate con nosotros que ya es tarde, él se quedó con ellos, en su interior”. La mística, en cualquier tradición religiosa, es una experiencia viva difícil de comunicar. Y cuando los místicos se han comunicado, generalmente han sido mal entendidos, sobre todo en los espacios en que ha prevalecido una filosofía racionalista, que ha reducido al hombre solamente a su naturaleza racional. La mística contemporánea, por el contrario, parte del supuesto de que el hombre está compuesto por cuerpo, alma y espíritu. La mística es una experiencia intrínseca y personal, no tiene criterios extrínsecos de verdad, por lo que muchas veces ha sido fácilmente descalificada por la filosofía racionalista. El lenguaje místico es un lenguaje simbólico, impregnado de silencio y de misterio (deja ver algo pero no todo), porque la mística es “una experiencia de la realidad en cuanto tal que sólo se puede expresar, y aun de forma imperfecta, mediante símbolos”, y el conocimiento simbólico requiere de un conocimiento participativo entre el cognoscente y lo conocido. Para comprender el lenguaje místico, dice Raimon Panikkar, hay que “descalzarse de la razón, aunque debamos llevar nuestro calzado (la razón) en la mano”. La mística no es racional, sin ser por esto irracional. El lenguaje místico 133 es simbólico y esto lo lleva a recurrir a metáforas sensibles. Un símbolo es una “. . . mediación indirecta y analógica que permite conjugar dos realidades, la sensible y la suprasensible”” Entre estas realidades hay un límite. En el linde entre el misterio y el mundo, dice Eugenio Trías, halla el hombre el mundo de los símbolos, que le sirven para rebasar (precariamente) ese límite y para expresar, en figuras de nuestro mundo (metafóricas metonímicas irónicas), aquello que nos excede y desborda: el misterio. El límite de la razón se salva a través del símbolo. En la Atlántida de Platón, la ciudad es una metáfora repleta de símbolos Se trata de una concreción simbólica del orden del cosmos. Es el espacio que habitan las almas. En el Fedón, Platón cree —en boca de Sócrates— que el alma es inmortal y que el filósofo está centrado en el alma, y que por eso no cultiva placeres ni cuidados del cuerpo ni bienes materiales. Considera que el conocimiento de la verdad radica en contemplar objetos reales con el alma, y que cuando el alma se desprende del cuerpo está “...en compañía de lo semejante”. En el Fedón, Platón procura dejar claro que el alma es inmortal "y que vale la pena correr el riesgo de creerlo así, pues es hermoso el riesgo” , al final del diálogo Sócrates le dice a Critón que no vaya a decir que sepulta a Sócrates, sino sólo a su cuerpo. Hay que considerar al discurso sobre la Atlántida de Platón quizá a todo su discurso como un discurso “sileno”, tal como Alcibíades consideró a Sócrates mismo en El Banquete. Conviene recordar que un Sileno era una caja que llevaba en su interior una bella escultura Y por eso Alcibíades dijo de Sócrates: “...su aspecto externo, al menos ¿no es el propio de un Sileno? se la pasa bromeando {...) pero cuando habla en serio y se abre, no sé si alguien ha visto las estatuas de su interior. Yo ya las he visto una vez y me pareció que eran tan divinas y áureas que había que hacer al instante lo que ordenase” . Habrá que ver qué hay más allá del relato “histórico” de la Atlántida y enfocarla básicamente como una ciudad ideal, en un contexto mayor del origen del Cosmos. “De este modo la ciudad ideal puede comparecer a Contraluz, o en el claroscuro de su encarnación en la ciudad real, ya que ésta ofrece posibilidades reales para lo que debiera existir”. La Atlántida debe entenderse en el contexto de la creación del cosmos, en la cual subyace como motor la idea de Eros o el gran anhelo de eternidad. Y si de mitos se trata, habrá que preguntar ¿qué función tienen los mitos en el mundo griego? Platón, al parecer los 134 usó para generar una reflexión común. Quizá desde siempre, los mitos han permitido a los humanos alcanzar una comprensión más completa del mundo, una comprensión que excede a la racional. Nos han permitido rozar la ilusión de haber conquistado una comprensión única y total del mundo. Y al acudir a ellos, Platón enriqueció nuestra comprensión del mundo, nos permitió rozar con la ilusión de una sabiduría única y total. La ciudad que pierde su límite El diálogo Cridas de Platón debe verse en relación con el Timeo. En este último, Platón (describe la creación del mundo desde tres puntos de vista. Primero, como obra de la razón: la presencia del límite en el mundo, el cosmos es visto desde su perfección por la acción de la forma; segundo, como contribución del espacio o nodriza, elemento informe que recibe en sí la limitación de la forma; tercero, como una mezcla del límite y lo ilimitado, tal como se da en el hombre. En critias, Platón habla de una ciudad que se halla “más allá de las columnas de Heracles”, denominada Atlántida. Hace una descripción “geográfica” de la misma, así como una descripción de su centro y alrededores, de su naturaleza, habitantes, organización militar y formas de gobierno. La trama narrativa consiste en que la Atlántida había existido pero luego desapareció —en Timeo, Platón señala que se hundió bajo las aguas. En conjunto, en Timeo y Critias se nos narra primero, un mundo que surge y que es ordenado y, después, la disolución de ese mundo y el alejamiento cada vez mayor del orden y la unidad, una historia que no tiene final, pues Critias nos llegó como diálogo incompleto. La Atlántida surgió, según Platón, cuando los dioses se distribuyeron entre sí las regiones de toda la tierra por medio de la suerte, mismas que gobernaban actuando sobre el alma de sus habitantes. Tocó en suerte a Poseidón fundar la isla de la Atlántida. Este dios la pobló con sus descendientes, nacidos de él y de mujer mortal. Muchas generaciones de habitantes vivieron en orden en la Atlántida, estando “bien dispuestos” hacia lo divino, “poseían pensamientos verdaderos y grandes” y reconocían que era más importante la virtud que la riqueza y los bienes exteriores. Pero cuando “se agotó en ellos la parte divina” y predominó la humana, se pervirtieron. Entonces Zeus se dio cuenta de que “una estirpe buena estaba dispuesta de manera indigna y decidió aplicarles un buen castigo”. Zeus reunió a los dioses en su mansión más importante, en el centro del universo y les dijo algo... Algo que no sabemos puesto que, en este punto, termina el relato de Critias, aunque sabemos por el Timeo que la Atlántida se hundió bajo las aguas de los mares. 135 Lo que hay que notar en esta trama es que la ciudad tenía un origen divino y también sus habitantes, los mismos que durante mucho tiempo fueron buenos y vivieron felices hasta que se olvidaron de su parte divina, lo cual ocasionó que la ciudad desapareciera. Este relato nos recuerda al del paraíso perdido. La ciudad aparece aquí como territorio habitado, espacio conformado, mientras que las aguas aparecen como lo contrario, lo informe y lo inhabitado. Si nos ubicamos en el Timeo y en la mitología tradicional, esto nos remite al origen del universo y a la oposición inicial entre el Caos y el Cosmos. Lo que caracteriza a las sociedades tradicionales es la oposición entre territorio habitado y espacio desconocido e indeterminado que les circunda: el primero es el Mundo o Cosmos; el segundo el Caos (...) parece una ruptura entre territorio habitado y organizado y el espacio desconocido que se extiende allende sus fronteras (…) Pero nuestro mundo es ya un universo en cuyo interior se ha manifestado lo sagrado y por consiguiente se ha hecho posible que se acabe esta ruptura. Según Mircea Eliade, un territorio desconocido participa del Caos, pero cuando el hombre lo habita, lo transforma simbólicamente en Cosmos, en virtud de una repetición ritual de una cosmogonía. El territorio (desconocido se transforma en un mundo “creado”, y toda creación tiene un modelo ejemplar: la creación del universo por los dioses. Es decir al habitar un territorio se repite un acto primordial: la transformación del caos en cosmos por el acto divino de la creación. Entonces, una ciudad es una reproducción de la creación. Es una victoria contra el Caos. El hombre tradicional siente la necesidad de sacralizar el espacio habitado, a sea una ciudad, un santuario o una casa, a través de un ritual cosmogónico. “Por esta razón, instalarse en cualquier parte, construir un pueblo o simplemente una casa, representa una grave decisión, pues la existencia misma del hombre se compromete con ello: se trata, en suma, de ‘crearse’ un mundo y de asumir la responsabilidad de mantenerlo y renovarlo”. Toda construcción e inauguración de una nueva morada equivale a un nuevo comienzo, a una nueva vida, y todo comienzo repite el comienzo primordial. En diversas culturas tradicionales la habitación comporta un aspecto sagrado y su estructura tiene generalmente un simbolismo cósmico, relacionado con un centro, como se verá más adelante. La nostalgia religiosa explica el “... deseo de 136 vivir en un Cosmos puro y santo, tal como era al principio, cuando estaba saliendo de las manos del Creador”. En el mundo antiguo, particularmente en Mesopotamia, se creía que el cielo y la tierra estaban “homologados”, lo cual significaba que todo lo que existía en la tierra existía también en el cielo y también que a cada cosa en la tierra le correspondía una cosa idéntica en el cielo. De esta manera, las ciudades y los templos eran la imagen misma del cosmos. Por ejemplo, el plano de la ciudad de Nínive fue trazado de acuerdo con la escritura celeste; es decir, de acuerdo con los signos “gráficos” que las estrellas hacían sobre la bóveda del cielo. Así, las ciudades terrestres eran sólo una imagen pálida e imperfecta de lo que había en el cielo. El agua aparece también en un buen número de relatos sobre la fundación de ciudades. Por ejemplo, la imagen que los sumerios se formaron del paraíso y que aparece en la tradición bíblica es: “...del Edén salía un río que regaba el jardín y desde allí se repartía en cuatro brazos”. El río que atraviesa y rodea el paraíso sumerio-babilonio tiene por su parte cuatro desembocaduras; una masa de agua sobrenatural rodea el paraíso, y un río abraza la tierra: ésta es una imagen tradicional de las culturas semíticas. Unas veces se trata de un río, otras de un océano. Esta creencia en un océano celeste y en un océano que rodea la tierra la han tenido muchos pueblos. En el Paraíso bíblico, la ley suponía un límite, y el límite constituía al hombre en su finitud, y esto lo diferenciaba del Dios Infinito. Yahvé estaba más allá del límite, era lo inaccesible. Era, además, la autoridad que ponía límites al hombre. Por ejemplo, el hombre podía comer de todos los árboles que había en el Paraíso, menos de uno: el árbol del bien y del mal. No era una ley que estuviera contra la Vida, sino que estaba a favor de ella, porque la situación vigente suponía una cercanía estrecha con Dios y transgredir el límite era romper con esa proximidad. El relato del Paraíso en el Génesis de la Biblia contiene, como la Atlántida, dos momentos: uno de un orden previo y, después, una caída hacia el caos. El estado de inocencia primordial termina cuando el hombre transgrede el límite, y esto da pie a una progresiva separación entre el hombre y Dios. La situación del hombre se ve así, empobrecida, y todo termina con su expulsión del Paraíso. A partir de entonces, la historia primordial se desarrolla fuera del Paraíso. El hombre vive separado de su Dios. Perdió su ciudad divina, perdió el Paraíso. 137 El hombre fue expulsado del Paraíso pero éste no desapareció. Dios concibió para el hombre un plan de salvación que conduciría al hombre en el retorno a su ciudad. La ciudad concéntrica y el centro sagrado La Atlántida era una isla que se fundó del centro hacia fuera, adquiriendo una forma circular. En el centro de la isla había una llanura, en cuyo centro —a su vez— había una montaña. En ella vivían Poseidón, su mujer y sus descendientes. Para defender bien esa montaña, Poseidón la aisló por medio de anillos alternos de tierra y mar, dos de tierra y tres de mar en total, cavados a partir del centro de la isla, todos a la misma distancia por todas partes, de modo que la colina fuera inaccesible a los hombres. Posteriormente, Poseidón hizo subir dos fuentes de aguas subterráneas a la superficie —una fluía caliente y otra fría— , e hizo surgir de la tierra alimentación variada y suficiente para todos los habitantes de la Atlántida. Había también gran diversidad de animales y plantas. En la estructura concéntrica de la isla destacan el canal principal, los puentes y la muralla de piedra. El canal fue construido para abrir una vía hacia el exterior y hacia el palacio real; los puentes eran para comunicar los anillos de tierra que los separaban del mar; y la muralla de piedra, las torres y las puertas rodeaban toda la ciudad a manera de defensa. Las piedras de la muralla eran de color blanco, negro y rojo, y la muralla toda estaba recubierta con oricalco, metal local que la hacía relucir con “resplandores de fuego”. En el centro de la isla había un templo inaccesible, dedicado a Poseidón y a su mujer, pues era allí donde ellos habían concebido y engendrado a su estirpe. El santuario estaba rodeado por una valla de oro. El exterior del recinto estaba recubierto de plata, excepto las cúpulas, que estaban revestidas de oro. En el interior, el techo era de marfil, entremezclado con oro, plata y oricalco. Tenía estatuas de oro, que representaban a las mujeres y hombres que habían pertenecido a la familia de los diez reyes. Adentro también había un gran altar. Ahora bien, para utilizar las fuentes de agua fría y caliente los habitantes del centro construyeron edificios e hicieron plantaciones alrededor del templo, levantaron cisternas y dirigieron la corriente de agua hacia el bosque sagrado de Poseidón y hacia los círculos exteriores, por medio de canales, Cuando se atravesaban los anillos, hacia el exterior, podían verse las casas que poblaban la zona, los barcos y los comerciantes llegados de todas partes. El resto de la región era llano, con algunas montañas suaves y pequeñas aldeas, así como ríos, lagos, 138 prados y animales. Los habitantes de la llanura eran “innumerables” y debían participar en la defensa de la ciudad real, en caso de ser necesario. Los gobernantes hacían que todo funcionara en orden. Interesa subrayar de esta estructura algunos puntos. Para empezar, su diseño está elaborado con base en círculos concéntricos, a partir de un centro en el que había una montaña, en la cual se encontraba un templo, unas fuentes y un bosque sagrado. En la parte que circundaba el centro, hay que notar el canal y los puentes que comunicaban la isla entre sí y con el exterior y la muralla de piedra que rodeaba la ciudad. Todos estos elementos tienen gran valor simbólico, en particular el Centro. Si consideramos la idea de que el universo se desarrolló a partir de un centro, y que las ciudades antiguas se formaban a imagen del universo, es lógico esperar que la Atlántida se desarrollara también a partir de un centro. Como dice Mircea Eliade, una ciudad en el mundo antiguo era una imago mundi. En la antigüedad, al fundar un pueblo se dejaba con frecuencia un espacio central en el cual se elevaría más tarde un templo, cuyo techo representaría simbólicamente el Cielo. El simbolismo cósmico del pueblo lo recogía la estructura del santuario. En este caso se trataba de un universo circular. En varias ciudades antiguas puede observarse el simbolismo del centro. De hecho, según Eliade, varias sociedades tradicionales consideran que el “verdadero” mundo es el que se encuentra en el centro, pues es allí donde puede darse una ruptura de nivel, una comunicación entre el cielo y la tierra. Por eso, el hombre de estas sociedades aspira a vivir lo más cerca posible del centro, porque el templo estaba allí, al alcance, y para comunicarse con el mundo de los dioses, le bastaba penetrar en él. Fueran las que fuesen las dimensiones de su espacio habitado (país, ciudad, pueblo, casa), el hombre tradicional experimentaba la necesidad de existir en un cosmos organizado. Varias tradiciones religiosas tienen también este simbolismo del centro. En la tradición hinduista, por ejemplo, existe el simbolismo del centro, ya que, según el Rig Veda, el universo nace y se desarrolla a partir de un punto central. Por otra parte, la tradición judía dice: “El Santísimo ha creado el mundo como un embrión. Así como el embrión crece a partir del ombligo, Dios ha empezado a crear el mundo por el ombligo, y de ahí se ha extendido en todas las direcciones”. En varias tradiciones vemos pues que el centro es el lugar en el que el espacio se hace sagrado, real, es por donde lo sagrado irrumpe en el mundo. Y cuando se habla de centro, dice 139 Eliade, no nos referimos a un centro geométrico, sino a ese espacio sagrado, donde se realiza la comunicación con lo trascendente. El simbolismo del centro puede verse también en los mandalas de la tradición tantrista del hinduista. El término mandala significa “cerco” o “aquello que circunda”. Un mandala representa toda una serie de cercos, concéntricos o inscritos en un cuadrado. En un rito de iniciación tántrico, el iniciado debe penetrar en las diversas zonas y acceder a los diversos niveles del mandala. Al entrar en el centro del mandala, el iniciado entra ya a un espacio sagrado, quebrantando el nivel del sanisara para desembocar en un nivel trascendente. Un templo de la India, si se ve en un solo plano, es como un mandala. Varias técnicas de meditación también utilizan mandalas para ayudar al principiante a concentrar su atención y encontrar su propio centro, o para identificar el mandala con su propio cuerpo, lo que revela el deseo de identificar la propia fisiología mística con el macrocosmos. Todo ser humano tiende al centro, a su propio centro, el cual le confiere realidad integral, sacralidad. Este deseo está profundamente enraizado en el hombre, pues es el punto en el cual se estabiliza la comunicación con el Cielo [...] el hombre quiere hacer de su habitación su vuelta al Centro del mundo [...] Sus casas, templos, palacios y ciudades se encuentran situados en un único, punto común idéntico: el centro del universo. El centro, como lugar sagrado, es un espacio ambiguo en cuanto a su acceso. En algunas culturas, parece accesible mientras que en otras parece inaccesible. En las tradiciones religiosas que hablan de un acceso fácil al centro, el creyente parte de lo que Mircea Eliade llama la “nostalgia del paraíso”, esto es, el deseo de encontrarse para siempre en el centro del mundo, en el corazón de la realidad. El deseo es el inicio del acceso. En otras tradiciones el acceso al centro es algo laberíntico. Algunas mandalas, por ejemplo, tienen un diseño laberíntico, que sirve para simbolizar el más allá y como un sistema de defensa tanto espiritual como material. El peregrinaje a un lugar sagrado implica también, en ocasiones, sufrimiento y obstáculos. En otras tradiciones el acceso al centro es representado a través del ascenso a una montaña, a veces difícil, y sólo puede hacerse con ayuda divina. Todas las ciudades antiguas, a través de sus templos o palacios sagrados, aludían a una imagen arcaica: la Montaña Cósmica. Según una tradición siríaca, el ombligo de la tierra se encontraba sobre una montaña, más alta que todas las demás. Según el libro siríaco 140 La caverna de los tesoros, Adán había sido creado en el centro de la tierra, justo en el punto en el cual debía elevarse posteriormente la cruz de Jesús: el Gólgota. Existen muchos ejemplos de montaña cósmica o eje del mundo. El Monte Meru en la India, Haraberezaiti en Irán, Gerizim en Palestina, etc. La montaña cósmica es un espacio sagrado porque se considera como el lugar más próximo al cielo. En la civilización mesopotámica, el ziggurat representaba el cosmos y su cima, el centro supremo. A medida que el sacerdote ascendía por los siete pisos de un ziggurat (representando siete cielos planetarios) se acercaba al centro del universo. Al llegar al espacio superior trascendía el espacio profano y penetraba en una región pura. Allí residía el soberano celeste. Los ziggurats eran montañas artificiales que reproducían el modelo de la montaña sagrada, que era el auténtico trono de Dios. Templo, trono y montaña cósmica tienen el mismo simbolismo que remite al centro como origen del universo. El centro del cosmos se simboliza en la India por medio de cuatro fórmulas, en cierto modo, equivalentes: la montaña, el pilar o columna, el árbol y el gigante. Todos se aplican tanto al cosmos como al hombre. Por ejemplo, el dios Indra es considerado un pilar cósmico, pero la respiración que recorre y sostiene al cuerpo humano, simboliza lo mismo: la columna. En las tradiciones semíticas, se cree que los montes fueron creados después de las aguas. Las aguas primordiales simbolizan el caos, la matriz informe, mientras que las montañas simbolizan el comienzo de la creación, es decir, de las formas, y constituyen los cimientos de la Tierra. Las montañas son el puente de unión entre el cielo y la tierra; de ellas nacen las corrientes de agua que fertilizan la tierra, y sobre ellas se forman las nubes portadoras de la lluvia. En muchos mitos de la creación del mundo, el agua primigenia es la fuente de toda vida, pero al mismo tiempo también es un elemento de disolución y de ahogamiento. Los diluvios, como en el caso de la Atlántida, aniquilan formas de vida que no resultaban gratas a los dioses. El agua es un símbolo ambivalente, pues por un lado vivifica y fecunda pero, por otro, también puede significar hundimiento y perdición. Finalmente ambos significados se unen en el del mar, que es inmensidad, principio y final de la vida, donde ésta se renueva y purifica, aunque sea hundiendo eventualmente en su interior lo impuro. En el caso de la Atlántida, las murallas erigidas como defensa en torno a la isla no sirvieron, sin embargo, contra la fuerza inesperada y destructiva del mar, producto de la 141 voluntad reconstructiva de los dioses. Tampoco sirvieron a la ciudad como protección simbólica contra las fuerzas del mal, que finalmente lograron que los hombres se olvidasen de los dioses. Desde una interpretación psicoanalítica, se cree que el agua es el inconsciente y que la muralla tiene como función defender a la consciencia contra las fuerzas disgregantes de éste. El inconsciente es una especie de mundo fluido y misterioso que amenaza invadir el mundo consciente, así sea para transformarlo o renovarlo. De cualquier forma, el miedo que suscita el hundimiento del mundo consciente en el inconsciente es producto de esta amenaza. En el Timeo, Platón nos refiere que, tras un diluvio extraordinario, la isla de la Atlántida desapareció. Es decir, que el mundo hasta ese momento formado se volvió informe, que el cosmos se volvió caos acuático, similar al que existía antes de la creación. La regresión a lo amorfo se entiende aquí como una pérdida del paraíso y como una pérdida de la unión estrecha que en él existía entre el hombre y la divinidad. Pero como las aguas simbolizan fuente y origen, de donde surge toda posibilidad de existencia, pudiera pensarse en la posibilidad de que allí emerja nuevamente la isla, pero esta vez en forma diferente. La inmersión en el agua significa regresión pero, a la vez, posibilidad de emergencia. El simbolismo de las aguas implica muerte pero también resurrección. Como en el bautismo cristiano, en el que la inmersión en el agua implica una regeneración, un nuevo nacimiento. La inmersión en el agua hace fértil y multiplica el potencial de la vida. El hundimiento de la Atlántida puede significar muerte del alma corrompida, pero para dar paso a una nueva alma, ya purificada. Según varios mitos cosmológicos, la inmersión en las aguas equivale no a una extinción definitiva, sino a un pasaje de reintegración en lo indiferenciado, seguido de una nueva creación, de una nueva vida o de un hombre nuevo. En todas las tradiciones religiosas, las aguas conservan esta función: desintegran la forma, absuelven, lavan los pecados, son a un tiempo purificadoras y regeneradoras. Según Mircea Eliade, las aguas no pueden trascender lo informal, pero lo que emerge de ellas adquiere una forma. Esto significa, en términos cosmológicos, que “cae” bajo la ley del Tiempo y de la Vida. …cada “forma” no apenas sale de las aguas deja de ser virtual, cae bajo la ley del Tiempo y de la Vida; ésa recibe los límites, participa del devenir universal, se sube a la historia, se corrompe y termina por despojarse de su 142 sustancia, a menos que no se regenere a través de las inmersiones periódicas en las Aguas y repita el “diluvio” con su corolario “cosmogónico”. En la tradición cristiana, el bautismo viene a sustituir a los diluvios. Se trata ahora de una conversión interior, el bautismo simboliza descender a lo profundo del mar pero emerger victorioso de allí. Un padre de la Iglesia Católica, Tertuliano, dice que con el bautismo el hombre recupera la semejanza con Dios. San Cirilo dice que el bautismo, además de purificar los pecados, es garantía de los dones del Espíritu Santo y anticipo de la Pasión de Cristo. La desnudez bautismal significa el abandono de la vieja vestidura de corrupción de pecado que el bautizado depone a imitación de Cristo, un retorno a la inocencia primitiva, a la condición del Adán anterior a la caída. Un regreso al Paraíso. Tomaremos aquí prestada esta tradición cristiana. La creencia en que, al final de los tiempos, la Ciudad Perdida se recuperará, en la forma de la Nueva Jerusalén. Esto sólo para dar redondez al análisis simbólico de la Atlántida de Platón. Así, aprovechando que su diálogo quedó abierto, le daremos un final feliz. La ciudad recuperada La Atlántida podría pensarse como un Paraíso perdido. En varias tradiciones religiosas hay Paraísos perdidos. El Paraíso de los budistas generalmente es un mandala que tiene en el centro al Dios supremo, sentado en su pabellón real, en medio de un parque con lagos, flores y pájaros, y rodeado de las demás divinidades. Pero el paraíso de los budistas es sólo una variante del Paraíso indio, cuya imagen más antigua es Uttarakuru, el País del Norte, considerado como la sede de los bienaventurados. Se trata de una Tierra de oro, que brilla día y noche. Los demonios han sido expulsados de allí y por lo mismo se ha convertido en una tierra purificada, incorruptible, una tierra de la realidad absoluta. Allí, el Tiempo ha sido abolido. Un ejemplo de Paraíso recuperado podría ser también, por ejemplo, la Nueva Atlántida de Francis Bacon. En ella, el pensador inglés relata sobre unos hombres que se habían perdido en el mar, llegaron por casualidad a la Atlántida de la que Platón había dado cuenta. La isla estaba ubicada en un recóndito lugar, en un vasto mar, y estaba oculta para la mayoría de las personas. Lo que vieron estos hombres fue un lugar donde había salud para el alma y el cuerpo. También observaron que los habitantes de la isla eran libres, tenían vida en abundancia y eran alegres y festivos. Esta isla era poco conocida porque, con el paso del tiempo, habían decaído las visitas y, además, porque su rey, un sabio de gran 143 corazón, había limitado los viajes al exterior, de forma que los pocos extranjeros que habían logrado visitar la isla y hablado de su experiencia, habían sido tachados de visionarios. El rey había fundado también la “Casa de Salomón”, que estaba dedicada al estudio de las obras y criaturas de Dios, al “conocimiento de causas secretas, nociones de las cosas y engrandecimiento de la mente”. La Isla tenía todo un mundo subterráneo, montañas y cavernas, torres, lagos, estanques y rocas; fuentes y manantiales “con agua del Paraíso”; edificios espaciosos, cámaras de salud, huertos y jardines; vida artificial —vegetal y animal—; dispensarios y farmacias, fábricas de perfumes y sabores, buques, submarinos y aviones (en una época en que todavía no los había) así como laboratorios de todo tipo y escuelas de matemáticas. Los sabios de la isla podían producir luz e imitar los movimientos de las criaturas vivientes con imágenes de hombres, bestias, pájaros, peces y serpientes; tenían también “. . . gran número de otros varios movimientos raros, tanto por su uniformidad como por su fineza y sutileza”. Había sabios por todos lados y doce comerciantes que se encargaban tanto de difundir la sabiduría en el exterior como de traer noticias desde el mismo. Interesa hacer notar que el relato de Bacon también está incompleto. Asimismo, observar la similitud entre la Nueva Atlántida y la Atlántida, en el sentido de que ambas eran islas habitadas por seres felices y sabios, llenos de vida que llegaban incluso a experimentar con el movimiento de los seres vivos. En la India también encontramos otro paraíso perdido, que es el Paraíso de Vaikunta, o morada celestial de Vishná. En el texto denominado Skanda Puranu, se dice que Vaikunta es una ciudad que posee doce puertas repartidas según las cuatro direcciones del espacio. Se dice que en el centro de la ciudad, y a orillas del río, se encuentra el Árbol ole la Vida. El campo central del mandala de Vaikunta está dividido en cuadrados; 12 x 12, cuyo producto es 144; los cuatro ángulos del Vaikunta mandala representan santuarios secundarios éstos están divididos en 16 compartimentos cada uno, lo que hace la suma total de 64 cuadrados, número de la perfección cósmica (es el número de los compartimentos del tablero de ajedrez y del astapada, que es un mandala del cosmos). Las doce puertas de Vaikunta están adornadas con doce círculos, que representan a los doce guardianes o Pratiharinis, que encarnan doce cualidades espirituales o divinas. La sala sagrada de Vaikuntha está construida de cristal y oro, piedras preciosas y perlas. “En ella no lucen ni el sol ni la luna ni las estrellas.” En la cúspide del 144 tejado de Vaikunta se encuentra un vaso lleno de leche de inmortalidad. Otro Paraíso perdido es el que nos relata un joven shaykn iranio llamado Ah ibn Fazel Mazandarafli, a fines del siglo XIII. Este joven escribió un Relato de las cosas extrañas y maravillosas que él había contemplado y visto con sus ojos en la Isla Verde situada en el Mar Blanco. En este relato, Ah Ibn Fazel nos narra sus viajes y trayectoria espiritual que se desarrolló entre Damasco, El Cairo y Andalucía. El viaje se ubica, hasta cierto punto, en una geografía histórica claramente reconocible, pero llega un momento en que el relato se ubica en algún lugar que parece ya no estar en la tierra. El viajero de este relato llega a “la península de los shiltas, rodeada por cuatro recintos provistos de altas y magníficas torres, la muralla exterior limita con la orilla del mar”. Enseguida pide que le lleven a la mezquita principal y allí escucha una invocación shiíta pidiendo que sea “apresurada la alegría” de ver aparecer al Imam invisible. Luego observa los alrededores y, al no ver sembradíos, pregunta de qué viven los habitantes de la ciudad y se entera de que los medios de subsistencia proceden de la “isla verde situada en el Mar Blanco” que es una de las islas de los hijos del Imam oculto. También le informan que, dos veces al año, siete navíos aportan lo necesario para los habitantes de la isla. El viajero se pone a esperar los siete navíos para trasladarse a la isla, hasta que finalmente aparecen. Del mayor de ellos desciende “un shaykh de noble prestancia, hermoso rostro y magníficas vestiduras”, quien le anuncia que ha venido a buscarle y que juntos deberán partir hacia la Isla Verde. La travesía dura dieciséis días a través de un mar completamente blanco. En la Isla Verde el viajero puede ver una ciudad situada al borde de la mar, protegida por siete murallas provistas de altas torres. También ve una exuberante vegetación, abundantes ríos y edificios de mármol. Observa a los habitantes de la isla, “todos hermosos y jóvenes y visten magníficos atuendos”. El viajero logra entrevistarse con un noble personaje, “que no es otro que un nieto del XII Imam”, quien lo inicia en el secreto del Imam oculto. Posteriormente el narrador visita un santuario, “en el corazón de la montaña que es la cima culminante de la Isla”. Este templo está coronado por una cúpula en la que es posible comunicarse con el Imam (no todos los visitantes pueden hacerlo, sino solamente los que son semejantes a él). El pequeño santuario se levanta a la sombra del árbol Túba, o Árbol del Ser. El recinto está junto a una fuente que brota al pie del árbol. Es en el corazón del ser, bajo la sombra 145 del Árbol y junto a la Fuente, donde se encuentra el santuario en el que se está tan cerca como es posible del Imam oculto, dice el viajero. En un manuscrito ilustrado del siglo XI, conocido con el nombre de “apocalipsis de San Severo”, viene la descripción de la Jerusalén celestial. Desde una Perspectiva abstracta, se representa la ciudad como vista desde arriba, con recinto amurallado proyectado en el plano horizontal. Así, el artista mostró las doce puertas de la ciudad, tres en cada una de las cuatro direcciones del espacio. De esta manera resultó una ciudad que estaba dispuesta en cuadrado, o mejor dicho, en cubo, puesto que el texto habla de que “su longitud, su anchura y su altura eran iguales”. En cada una de las puertas de la ciudad celestial está representado uno de los doce apóstoles. Encima de ellas, entre las torres de la muralla, velan los ángeles. En el centro de la ciudad está en un trono el Cordero divino; a su derecha está el Evangelista, y a su izquierda el Ángel con la caña de oro, en acto de medir la ciudad. Finalmente podemos hablar de la Nueva Jerusalén, como prototipo máximo de la ciudad recuperada. Según la tradición bíblica, existía ya una Jerusalén celeste creada por Dios antes de que la ciudad de Jerusalén fuera construida por el hombre. Esta Jerusalén era ya evocada en el Apocalipsis siríaco de Baruc: “¿Crees que es esta la ciudad de la que yo he dicho: ‘En el hueco de mis manos te construí?’ La casa que actualmente se encuentra en tu seno no es la que fue revelada en mí, la que estaba preparada ya el día en que yo decidí hacer el jardín del Edén y que yo le mostré a Adán antes del pecado”. En el libro de Ezequiel puede verse que Dios le llevó en visión extática y lo transportó a una alta montaña, desde donde contempló la ciudad, Jerusalén, y en medio de ella un templo con una inmensa torre que tocaba las nubes. Ezequiel pudo ver el agua que brotaba de debajo del umbral del templo y desembocaba en el mar. El agua, aquí, según Mircea Eliade, ya no es agua primordial, como la de los mares, sino agua de templo, “agua de vida”. En el Apocalipsis puede leerse la descripción que hace Juan de la Nueva Jerusalén: Y vi la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo[...] Me trasladó en espíritu a un monte grande y alto y me mostró la ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios[...] Tenía una muralla grande y alta con doce puertas; y sobre las puertas, doce ángeles y nombres grabados, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel[...] El material de esta muralla es jaspe y la 146 ciudad es de oro puro semejante al vidrio puro. Las piedras en que se asienta la muralla de la ciudad están adornadas de toda clase de piedras preciosas [. . .] La ciudad no necesita ni de Sol ni de Luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero [...] Luego el ángel me mostró el río de agua de vida, brillante como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. Según la interpretación de Mircea Eliade, la Jerusalén celestial ha sido creada por Dios al mismo tiempo que el Paraíso; por tanto es eterna. La ciudad de Jerusalén podía ser mancillada por el hombre, pero su modelo era incorruptible, no estaba implicado en el tiempo. En las imágenes de la Biblia existen, según Frye Northrop, dos niveles: uno interior, que presupone una naturaleza dominada y explotada por el hombre; y uno superior, expresado en un contrato anterior con Adán en el Paraíso, que es la naturaleza a la que esencialmente pertenece el hombre. El relato del Edén predice la redención, que lo devuelve al nivel superior. En el primer libro de la Biblia se lee el relato del hombre en un estado paradisíaco. Las imágenes del Jardín del Edén son de oasis con árboles y agua. Para un pueblo que habitaba el desierto, el oasis era la imagen inevitable del orden providencial, un jardín directamente creado y mantenido por Dios, un espacio divino que se transformaba en morada gracias a la acción del hombre. En la descripción del Edén, al comienzo de la Biblia, el énfasis de las imágenes recae sobre los árboles y el agua. “Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase ole árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. También existen cuatro ríos cuyo origen común no podía ser otro que un mar subterráneo diferente del mar de agua salada. El agua dulce emergía a la superficie en forma de manantiales y pozos. La fuente de agua tiene un significado aquí como de “agua viva”. Cuando Adán y Eva son expulsados del paraíso, son el Árbol de la Vida y el Agua Viva los que se devuelven a la humanidad redimida, como puede verse en la Nueva Jerusalén del Apocalipsis. En este relato, el mar —es decir, el caos— ya no existe y sólo existen ríos de agua viva. El Árbol de la Vida aparece en muchas imágenes bíblicas — también en la Atlántida— en forma de bosque. Se cree que eran árboles frutales que proporcionaban alimento, por lo tanto, vida y curación. El Árbol de la Vida, en varias mitologías, se ha identificado con el axis mundi que une el mundo superior con el inferior, ya que sus raíces se encuentran en el inferior pero sus ramas se elevan al cielo. La Iglesia 147 Católica identificó simbólicamente el Árbol de la Vida con la Eucaristía y el Agua de la vida con el Bautismo. En el Apocalipsis de San Juan aparece Jerusalén como una novia. En la Biblia, según Northrop, existen dos grupos de figuras femeninas: el maternal y el conyugal. La figura maternal por excelencia es la de la Virgen María. Las figuras de novia o esposa aparecen en el Cantar de los Cantares y en el Apocalipsis de San Juan, es en este último donde aparece precisamente la Nueva Jerusalén. También existe otra imagen femenina: la de la ciudad que, simbólicamente, son todas las almas de su pueblo. Las dos mujeres simbólicas en la vida de Cristo fueron la madre virgen y la novia que representa a su pueblo. Pudiera decirse que la ciudad, en la Biblia, se asocia con una mujer. La imaginería urbana de la Biblia se centra en Jerusalén. Las ciudades bíblicas poseen un simbolismo femenino, como nos lo recuerda la palabra “metrópolis” (ciudad madre). Otra relación simbólica en este sentido es que el Templo de Dios (asociado con lo masculino) por lo general se encuentra en medio de la ciudad nupcial (la novia). El templo de Jerusalén que aparece en el Nuevo Testamento (Epístola a los Hebreos) constaba de un sector exterior donde se reunían los creyentes, y otro interior que simbolizaba la presencia de Dios. La limpieza del exterior del templo tenía importancia simbólica, pues significaba expulsar a los demonios. Así, el acto curativo típico de Jesús era echar fuera de los cuerpos a los ‘demonios’ que los poseían. Y aquí es donde el Templo se comienza a asociar con el cuerpo humano. Dice Northrop: Dado que el cuerpo es un santuario de Dios (1, Corintios 3, 16) y que todos nacemos con demonios que lo poseen, el echar fuera demonios simboliza el mismo acto de limpiar el templo. El proceso se completa en el Apocalipsis; su autor insiste en que no hay ningún santuario en la nueva Jerusalén, porque el Cuerpo de Cristo lo ha reemplazado (Apocalipsis, 21,22). La consumación final del Esposo y la Esposa es, por tanto, la unión total de los cuerpos y va no se simboliza con la entrada de un sacerdote en un lugar secreto. Esto sugiere que el espacio físico del Templo ha sido sustituido por el cuerpo humano. Aunque la noción de un templo “movible” o “portátil”, vivo, no es nueva, tiene antecedentes en el cristianismo mismo. Los Salmos, en el Antiguo Testamento, frecuentemente se refieren al templo como el “tabernáculo” o templo portátil del desierto, un templo vivo. En la Nueva Jerusalén, como ciudad de oro, podemos leer también, simbólicamente, que es una ciudad “ardiendo en el fuego de la vida”. De esta manera, la Nueva Jerusalén, como 148 final hipotético de la ciudad perdida de Platón, resultaría aquí como un cuerpo que arde en el fuego de la vida, siendo el fuego de la vida el Espíritu. Un cuerpo con espíritu. Una ciudad cuyo centro sagrado tiene vida, calor, fuego.”28 Un texto referido a la revolución mexicana es La guerra historiográfica estadounidense sobre algunas concepciones de la revolución mexicana, se encuentran en el escrito La guerra historiográfica estadounidense sobre la revolución mexicana. En él expone: “Introducción La Revolución Mexicana fue un acontecimiento histórico de amplio alcance que, en el terreno de la historiografía, suscitó también amplias versiones con frecuencia encontradas, no solamente dentro de México sino también fuera de él. Durante los primeros años de la revolución su historiografía fue así, partidaria y contradictoria, de tal manera que en 1916 Luis Cabrera podía afirmar que la impresión que se tenía fuera de México sobre su situación revolucionaria era de “caos absoluto”. Sin embargo, también desde temprano comenzaron a definirse en Estados Unidos algunas tendencias interpretativas bien definidas, a veces opuestas entre sí, de manera que a finales de los años veinte podían tenerse versiones diferentes y hasta encontradas, no sólo de la revolución Mexicana, sino de toda la historia de México. Las diferentes posiciones políticas sobre la revolución mexicana necesitaban imágenes globales, que dieran coherencia a sus diversas interpretaciones, que ayudaran a explicar los nuevos hechos históricos que se experimentaban en ese momento. Así la interpretación de la Revolución Mexicana tenía mucho que ver con la versión que se tuviera de la historia de México como nación. Por esto algunos políticos acudieron a la historiografía. De la guerra de propaganda a la historiográfica En la lucha por construir una imagen de nación, desde el siglo XIX, por lo menos dos tendencias historiográficas se habían expresado tanto en México como en los Estados Unidos. Por ejemplo, en este último país, el historiador, William H. Prescott (protestante de Nueva Inglaterra), había ofrecido una versión conservadora de la historia de México, enfatizando la herencia española y desdeñando a la cultura nativa, por considerarla salvaje. Mientras tanto, los historiadores liberales mexicanos habían imaginado otra historia de México, muy diferente, glorificando el México antiguo y condenando la conquista y la época colonial. Los 28 Padilla, Yolanda. “Ciudad Perdida y Centro Sagrado. Una interpretación simbólica de la Atlántida de Platón”, en Luján, Enrique, (compilador) De la analogía al símbolo. Vertientes de la hermenéutica, Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 2007. Pp. 71-100. 149 liberales mexicanos, dice Thomas Benjamin, fueron construyendo así una “narrativa maestra” que daba signos de un indigenismo criollo y una hispanofobia anticlerical. De acuerdo con Thomas Benjamín, en México la revolución suscitó la necesidad de construir nuevas explicaciones e interpretaciones hi5tó- ricas de forma que, a la larga, en términos historiográficos, la revolución se convirtió en una mezcla de memoria colectiva, mitos y escritura histórica. Por ejemplo, en un primer momento revolucionario, los carrancistas lucharon por construir, tanto en el interior como en el exterior del país, una imagen de la revolución que los favoreciera. Por esto en México reprimieron a toda la prensa opositora, y censuraron todo libro que presentara una versión desfavorable al régimen de Venustiano Carranza. Por otra parte, era importante también para los carrancistas que en Estados Unidos se entendiera a la Revolución Mexicana tal y como ellos la entendían, para l~ cual establecieron en ese país una “Oficina de Información Mexicana”. En este contexto, en 1916 Luis Cabrera fue comisionado para impartir conferencias en Filadelfia, en donde expuso la interpretación carrancista de la Revolución Mexicana. En 191 7, el gobierno carrancista designó en México y fuera de él “Agentes de Propaganda y Acción Revolucionaria”. Tales agentes defendían la causa carrancista, a sus héroes y a sus mártires, sus principios e ideales. Así tenemos por ejemplo el caso del marxista norteamericano Linn Gale, quien trabajó como propagandista de Carranza en los Estados Unidos. Linn Gale vivió en México entre 1918 y 1919, y trabajó como agente de propaganda, directamente con Carranza y, en los años veinte con Luis Morones. Otro radical norteamericano en México durante la época carrancista fue Robert Haberman, quien llegó a México en 1917, invitado por un propagandista socialista que trabajaba para el gobierno de Salvador Alvarado en el estado de Yucatán. Haberman, posteriormente, se hizo amigo y consejero de Felipe Carrillo Puerto. A diferencia de Gales, quien fue deportado en 1921, Haberman se convirtió en una persona influyente en el gobierno mexicano, pues actuaba como enlace entre la CROM, la AFL (American Federation of Labor ó Federación Americana del Trabajo) y el Partido Socialista de América (o sea, de Estados Unidos). Según Helen Delpar, entre los izquierdistas norteamericanos había un fuerte consenso respecto a la idea de que México debía ser apoyado en contra de los ataques de los políticos y hombres de negocios norteamericanos, quienes buscaban únicamente defender sus intereses económicos a toda costa, dado que sus propiedades en México estaban amenazados por el 150 intento de hacer retroactivo el artículo 27 constitucional. De forma que, cuando asistieron a la toma de posesión de Calles (invitados por el mismo), los izquierdistas norteamericanos tenían en mente un objetivo claro respecto a México: conseguirle el reconocimiento de los Estados Unidos. Durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, la interpretación oficial (producida por el grupo en el poder) de la Revolución tuvo un nuevo auge. Para los callistas, la revolución mexicana comprendía solamente tres grandes episodios: el primero era la lucha Maderista de 1910 y el segundo era la reforma constitucionalista de 1917, de la cual se desprendía el tercer episodio, o sea, el propio del régimen callista. Desde esta perspectiva de estos tres grandes episodios habían tenido hasta ese momento solamente dos reveses importantes: el primero en 1913 con la usurpación del poder por parte de Victoriano Huerta; y el segundo en 1923, con la rebelión Delahuertista. Calles mismo veía la historia de México simplemente como un periodo de aproximadamente cien años de guerra contra el opresor, siendo éste anteriormente el ciudadano español y, ahora, el clero. La reacción, para Calles, siempre había estado escondida “detrás de la máscara de la religión” y era la responsable de toda turbulencia política en el país, desde el momento en que se opuso a la Constitución de 1917. De la guerra historiográfica a la hegemonía liberal Calles trató de unir a las diferentes facciones revolucionarias en un solo frente político. Este esfuerzo también implicó una dimensión histórica: la revolución debía ser transformada en recuerdos, ritos, celebraciones y monumentos. Debía inventarse, con ella, una tradición. Así pues, a partir de 1929 el Partido Nacional Revolucionario delineó un programa que buscaba infundir entre los mexicanos el nuevo proyecto cultural de la revolución, que pretendía sustituir al religioso. El programa buscaba también difundir una nueva versión de la historia de México en la que una nueva trinidad estaba representada por: la Independencia, la Reforma, y la Revolución. En esta versión hubo, con el tiempo, nuevos héroes: Carrillo Puerto, Zapata, Obregón y hasta Carranza. Sin embargo, en los años veinte del siglo XX, según Mary Ray Vaughan, la Secretaría de Educación Pública no publicó ningún libro de texto oficial que diera cuenta de esta nueva versión, puesto que todavía existían tradiciones revolucionarias opuestas y aún hostiles entre sí que propiciaban versiones revolucionarias en defensa de alguna facción y en detrimento de las otras. De esta manera, las primeras historias de la revolución resultaban ser tremendamente partidarias, aunque poco a poco se fue 151 imponiendo la versión oficial, con rasgos liberales e izquierdistas. Por otra parte, en esta época, la imagen que predominaba de los mexicanos en Estados Unidos era la que provenía de las imágenes cinematográficas y periodísticas, mismas que frecuentemente estaban cargadas de prejuicios. Como lo explicaba una editorial del New York Times en 1920: “Para el norteamericano promedio, el mexicano de hoy es un insurgente ó un bandido ó, en todo caso, un conspirador en contra de su propio ~ Se pensaba también, por ejemplo, que los mexicanos eran flojos, incapaces de controlar su temperamento, no dignos de confianza y muy violentos. Con esta imagen supuestamente se explicaba el desorden revolucionario en que vivía México. Por esto, los gobiernos de Obregón y Calles trataron de difundir su propia imagen de México en los Estados Unidos, así como su propia versión d0 su historia y de la revolución. Al mismo tiempo, para algunos izquierdistas norteamericanos, México combinaba exotismo tropical con efervescencia revolucionaria, lo cual lo hacía un país sumamente atractivo y al cual comenzaron a viajar. Fue así que los gobiernos de Obregón y Calles trataron de causar una impresión favorable entre los izquierdistas norteamericanos que visitaban México, pues confiaban en que se convertirían en propagandistas de su causa y promotores de una imagen positiva de México en los Estados Unidos. Según John Britton, los izquierdistas norteamericanos vinieron a México para atestiguar lo que consideraban el surgimiento de un nuevo sistema socioeconómico, surgido de las ruinas del porfiriato. Entre estos izquierdistas estaban los radicales, por ejemplo, Carleton Beals, Frank Tannenbaum y algunos comunistas como Bertram Wolfe y, posteriormente, en los años treinta, Joseph Freeman y Eyler Simpson. Estaban también, por otra parte, los liberales, quienes compartían con los radicales la idea de un cambio social, pero no radical sino moderado, difiriendo también de ellos por su fe en el Estado. Los liberales veían a México como un caso de cambio social dirigido por el Estado, mientras que los radicales tendían a expresan cierto anarquismo. Entre los liberales estatistas que visitaron México en los años veinte se encontraron principalmente Ernest Gruening, John Dewey y Herbert Croly, quienes provenían del noreste urbano norteamericano. Estos escritores izquierdistas, tanto los liberales como los radicales, combatieron algunas imágenes llenas de prejuicios que sobre México y su revolución existían en los Estados Unidos, por ejemplo, la ya mencionada y muy frecuente en la prensa norteamericana, de que revolucionario era sinónimo de 152 bandidos y demagogia; ó aquella otra, usual entre diplomáticos y empresarios, de que los mexicanos eran niños ingobernables ó sucios limosneros que necesitaban inevitablemente la ayuda del gobierno norteamericano. Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles no ignoraron a izquierdistas norteamericanos que querían sentirse en medio de una revolución, sino que sacaron provecho de la situación invitando a algunos de ellos a participar como sus propagandistas en los Estados Unidos. Los izquierdistas norteamericanos ó “peregrinos políticos”, que llegaron a México entre 1920 y 1927 eran intelectuales, periodistas y artistas d~ izquierda, que tenían interés en el impacto que la revolución estaba teniendo en la sociedad y en el arte. Ellos buscaban alternativas políticas, y creyeron ver en México algunas reformas de tipo socialista, que esperaban combatieran el materialismo, la desigualdad y el conflicto propio de las sociedad capitalista, de la cual intentaban escapar. Estos “peregrinos” también estaban, como ya se mencionó, muy conscientes de las tensas relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, y su intención era ofrecer una imagen positiva de México en aquél país. De esta manera, coincidieron con e1 gobierno mexicano en el propósito de tratar de desmantelar las críticas a la política del gobierno mexicano, buscando así de influir en la opinión pública norteamericana actitudes favorables hacia dicho gobierno. De pasada crearon una imagen de la revolución mexicana muy politizada, y por lo mismo, falsa.”29 En el escrito “REBELDE PERTINAZ EXILIO Y CLANDESTINIDAD DE FRANCISCO OROZCO Y JIMÉNEZ DURANTE LA REVOLUCIÓN MEXICANA”, expone lo siguiente: “INTRODUCCIÓN. Francisco Orozco y Jiménez, quien fungió como arzobispo de Guadalajara entre 1912 y 1936, desempeñó un papel importante en el liderazgo de la resistencia católica al anticlericalismo revolucionario. Me he permitido sistematizar una breve aproximación histórica a este personaje, resultado de incursiones por algunos archivos y bibliotecas, principalmente en archivos católicos texanos y en la Biblioteca Benson de la Universidad de Texas en Austín. Comienzo hablando de su infancia y familia, luego de su paso 29 Padilla, Yolanda, “La guerra historiográfica estadounidense sobre la revolución mexicana”, en Hacia el bicentenario y centenario de la independencia y la revolución mexicana, H. Ayuntamiento de Aguascalientes/ Archivo General Municipal de Aguascalientes, México, 2008, pp. 79-87. 153 por Roma y Chiapas, para enseguida exilios durante la época carrancista, clandestinidad en que se sumergió avizorándose algunos elementos para que desempeñó en ella. hablar de sus primeros así podrá entenderse la durante la Cristiada, desentrañar la función EL PÚRPURA ITINERARIO: ZAMORA, ROMA, CHIAPAS y GUADALAJARA Francisco Orozco y Jiménez nació en Zamora, Michoacán, el 19 de noviembre de 1864; al quedar huérfano de madre cuando tenía menos de un año de edad, fue criado por su padre y dos tías, junto con su hermano mayor Luis. De 1870 a 1874 estudió en Zamora las primeras letras con unas religiosas, para enseguida ingresar al Colegio de San Luis, en Jacona, y en noviembre de 1876, a la tierna edad de 12 años, partió a Roma a realizar estudios sacerdotales con un grupo de estudiantes destacados de ese colegio, encabezado por el sacerdote Antonio Plancarte. En Roma convivió y estrechó su amistad con José María Mora y del Río, Juan Herrera y Piña, y Francisco Plancarte y Navarrete, quienes posteriormente se convertirían en importantes personajes del clero mexicano. Con la formación y experiencia de Roma, regresó a México ya ordenado sacerdote para incorporarse como maestro de latín en el seminario de Zamora; allí pretendió introducir algunos cambios que buscaban modernizar el sistema educativo, pero fue bloqueado por los encargados del seminario, quienes tenían una actitud adversa a los egresados del Colegio Pío Latinoamericano, porque consideraban que allí “modernizaban demasiado a sus alumnos y daban a la curia padrecitos acicalados y relamidos, con tufos de sapiencia”. Luego, en la Ciudad de México, fue profesor de latín en el colegio clerical de San Joaquín y, al poco tiempo, vicerrector del mismo, mientras que su amigo Juan Herrera y Piña era rector. En 1899, por su dominio del latín, Francisco Orozco fue escogido para desempeñarse como secretario del Concilio Plenario Latinoamericano, celebrado en Roma, al cual asistieron doce obispos mexicanos (entre 54 latinoamericanos). En las conclusiones del Concilio, escritos seguramente por él, podía leerse: “es muy justo que los católicos aspiren a los puestos públicos [...] para que cuanto sea posible encaminen a estos gobiernos hacia el bien público y verdadero”. Esta orientación, así como su formación en los postulados del catolicismo social, muy posiblemente influyó en la actitud que Francisco Orozco y otros de sus amigos tenían respecto a la situación política en México y, en general, hacia la participación activa de los católicos en la misma, a través del catolicismo social. Este no sólo 154 pretendía llevar a cabo los postulados de la encíclica Rerum Novarum, publicada pocos años atrás por el papa León XIII, sino que también buscaba incidir políticamente en el rumbo de la sociedad mexicana, especialmente durante la Revolución mexicana, que a muchos católicos les parecía que estaba generando un caos. El 20 de mayo de 1902, Francisco Orozco y Jiménez fue nombrado obispo de Chiapas. A la ceremonia de su consagración episcopal asistieron varios de sus entonces ya encumbrados amigos, entre ellos José María Mora y del Río, obispo de Tulancingo; Juan Herrera y Piña, rector del seminario de México; Francisco Plancarte, recién nombrado obispo de Cuernavaca; y Leopoldo Ruiz y Flores, obispo de León. No es posible consignar aquí con amplitud su trabajo episcopal en Chiapas, baste decir que realizó varias obras sociales, publicó una Colección de documentos inéditos relativos a la Iglesia de Chiapas; organizó a las Damas Católicas y ordenó la construcción de una estatua en mármol de Bartolomé de las Casas. Según su biógrafo Vicente Camberos, en vísperas de las elecciones federales de 1908, exhortó la participación política de los católicos a través del voto público, con lo que se convirtió en figura pública controvertida; algunos periódicos liberales publicaron entonces caricaturas de Orozco y Jiménez vestido con rifle y carrilleras, con lo que se insinuaba que había alentado actividades subversivas. El clan de los Rabasa (entre ellos un gobernador y dos diputados) tomó al obispo como su enemigo personal y lo apodó, despectivamente, “El Chamula”. Aunque la prensa que lo defendía decía que no eran las palabras del obispo las que producían los movimientos indígenas, sino el despojo y la extorsión de la que éstos eran objeto, sus enemigos no lo creyeron así y en octubre de 1912, Orozco tuvo que salir de la diócesis. La versión de los hechos en Chiapas, según el propio Orozco Jiménez, es la siguiente: [...] el fundamento de esas imputaciones [de haber sublevado a los indios] es el siguiente: algunos jóvenes, viendo el ascendiente de que yo gozaba ante los indios, me suplicaron que los recomendara para que se dejaran dirigir por ellos y los indios ejercitaran así sus derechos de ciudadanos; pero más tarde aconteció que los habitantes de San Cristóbal de las Casas quisieron que volvieran allí a residir los poderes que el gobernador Rabasa había trasladado a Tuxtla Gutiérrez, con grande menoscabo y disgusto eterno de la Ciudad Víctima, y los expresados jóvenes los aprovecharon, incorporándolos al Cuerpo de Voluntarios que habían organizado para ese conflicto increíble entre cudad y ciudad, más temible que una revolución general, sin que por esto se pueda decir que hubo 155 sublevación de indios, a quienes nada interesaba aquella cuestión; a este abuso agregaron los mencionados políticos el de incomunicarme absolutamente durante todo el tiempo que duró el conflicto, de los pobres indios, para que yo no los disuadiera de prestar su ayuda. Francisco Orozco se fue a la Ciudad de México, donde quedó políticamente neutralizado, hasta que el Vaticano decidió sacarlo del obispado de Chiapas y nombrarlo arzobispo de Guadalajara, el 2 de diciembre de 1912. A su llegada a Guadalajara, el nuevo arzobispo tenía 48 años; se dedicó con gran empuje a reorganizar las instituciones y organizaciones sociales católicas, mientras que de él se decía entre voces que era inquieto y levantisco, lo que unos consideraban como defectos y otros valoraban como cualidades. El caso es que en Guadalajara también entró en conflicto con el gobernador de Jalisco debido a que éste no permitía a los fervientes católicos tapatíos realizar actos de culto públicos masivos, cosa que Orozco alentaba. PRIMEROS EXILIOS DURANTE LA ÉPOCA CARRANCISTA En mayo de 1914, cuando los anticlericales constitucionalistas se encontraban cerca de Guadalajara, Francisco Orozco decidió refugiarse en la Ciudad de México, en donde seguramente habló con Mora y del Río sobre la tormenta que se veía venir. Con los constitucionalistas prácticamente en la capital del país, Orozco y Jiménez, junto con otros prelados, sacerdotes y religiosas, salió el 5 de agosto rumbo al puerto de Veracruz, que por entonces se encontraba bajo la ocupación de los norteamericanos; de allí salió a La Habana y luego, once días después, a España. Orozco llegó a Roma el 23 de septiembre y de inmediato consiguió una audiencia privada con el recién nombrado papa Benedicto XV a quien informó sobre los acontecimientos en México. El nuevo papa había sido su compañero de estudios en la Universidad Gregoriana, pero como habían llegado hasta Roma varias noticias que buscaban desprestigiar al prelado mexicano, inicialmente se había mostrado reservado con él. Éste le explicó el punto de vista del episcopado mexicano y logró que lo aceptara. Orozco, quien solía pasear con el papa por los jardines del Vaticano, se convertiría en uno de sus principales informadores sobre la situación mexicana. Orozco dejó Roma para ir a Francia, donde visitó al ex presidente Porfirio Díaz. Al comentar los últimos acontecimientos ocurridos en su patria, Díaz se había desahogado con él diciendo que Venustiano Carranza era un 156 ranchero testarudo y barbón a quien daría de palos en la cabeza si lo llegara a encontrar, y que a Francisco Villa lo colgaría de un árbol sin dudarlo. Orozco visitó también en París a Francisco León de la Barra; después fue a España, donde celebró una misa privada para los reyes de esa nación, quienes lo invitaron a su palacio. Estas visitas permiten ver la amplia y compleja red de relaciones personales e institucionales que los obispos mexicanos habían tejido durante el porfiriato y los primeros años del movimiento revolucionario; también permiten suponer la labor que estarían haciendo para poder regresar a México y favorecer el acceso al poder de gobiernos mexicanos que los favorecieran, por ejemplo, uno encabezado por Félix Díaz. Luego de esta especie de vacaciones políticas forzadas, a su regreso a Roma, Francisco Orozco volvió a entrevistarse con el papa, a quien esta vez pidió permiso para internarse clandestinamente en México; el pontífice aceptó, con la condición de que antes consultara a los obispos mexicanos que se encontraban exiliados en Estados Unidos, particularmente a los que estaban en Chicago y Texas. Con esto en mente, Orozco llegó a Nueva York el 10 de junio de 1916, y de allí se fue a Chicago, donde se hospedó un tiempo en el Columbus Hospital, para luego pasar el invierno como huésped personal de Francis Clement Kelley, ya por entonces campeón de la defensa de los obispos exiliados y supuestamente de toda la Iglesia mexicana. Kelley, con quien Orozco había establecido una relación cercana, lo ayudó a administrar su diócesis desde Chicago dándole todo tipo de facilidades administrativas y ayudándolo a depositar en los bancos de esa ciudad importantes valores de la arquidiócesis de Guadalajara, para mantenerlos a salvo de los anticlericales mexicanos» Orozco, a su vez, ayudó a Kelley a realizar algunos movimientos políticos en Estados Unidos y en Roma a favor de la Iglesia mexicana. La presencia y personalidad del arzobispo fascinó a Kelley, quien, años después, escribió sólo las partes más anecdóticas de la estancia de Orozco en Chicago: Por muchas razones, el hombre más interesante entre los exiliados era el arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez. Nadie valoraría más alto la dignidad de su oficio que él mismo. Las vestiduras de su rango le quedaban con tal gracia que él parecía haber nacido para la púrpura. Su palacio iba con él y la mitra era él. Uno podía pensar en él como un gran prelado-hombre de Estado en la corte de un monarca medieval. Pero bajo el armiño de la gran capa podría haber algodón. El arzobispo podría derramar amor sobre un niño, y mientras él vivió conmigo sus visitantes fueron los niños de mi parroquia. [...] A él no parecía importarle que 157 sus dedos estuvieran pegajosos, quizá porque él mismo les había proporcionado los dulces para que estuvieran así. Un niño podía pavonearse por el cuarto con la cruz pectoral del obispo, otro podría traer el gran anillo de amatista en los dedos. El solideo adornaba la rizada cabeza de alguna pequeña niña que había venido como el resto a ver a su mejor amigo. Las hermanas [religiosas] que enseñaban en mi escuela estaban contentas de que el arzobispo no viniera tan seguido porque cada visita significaba un alboroto. Establecido provisionalmente en Chicago, Francisco Orozco esperó la llegada de Roma del sacerdote José Garibi, quien lo acompañaría en su regreso a México. En Chicago se encontraban exiliados el arzobispo de Morelia, Leopoldo Ruiz y Flores; el arzobispo de Linares, Francisco Plancarte; y el vicario general de Veracruz, Francisco Banegas, quienes funcionaban como una especie de intelligentsia que asesoraba a Kelley y a los obispos norteamericanos en las acciones que emprendían con respecto a la Iglesia en México. Al principio, Francisco Orozco no les comunicó a los obispos sus intenciones de regresar pero finalmente tuvo que hacerlo ante el arzobispo de Morelia, Leopoldo Ruiz, quien trató de disuadirlo (sin lograrlo) por lo peligroso del proyecto. Enseguida, Leopoldo Ruiz consideró su obligación avisar de tales planes a su superior jerárquico, el arzobispo de México José María Mora y del Río, quien se encontraba en San Antonio; antes de salir hacia esa ciudad, Orozco confió también sus planes a Kelley, quien tiempo después escribió: Nunca vi al arzobispo [Orozco] impaciente, aun bajo las circunstancias más difíciles. El era la caballerosidad y amabilidad mismas. ¿Por qué regresó en tal tiempo [a México]? Lo supe hasta después, porque él sabía que podía dirigir su diócesis más fácilmente desde Chicago a través de un buen servicio de correo [...]. Pero encontré otra razón [...]. Le habían llegado rumores que acusaban a los obispos mexicanos de cobardes. Ahora un obispo mexicano no era otra cosa que un cobarde [...]. El Arzobispo pensó que podía parecer como que daba una lección a los demás obispos, así que les ocultó su intención de regresar. En realidad, Orozco temía que los obispos, colegiadamente, se opusieran a su regreso pero, de cualquier forma, salió rumbo a San Antonio, junto con el sacerdote José Garibi, para entrevistarse con Mora y del Río. Al llegar, pidió a su compañero Garibi que le tramitara un pasaporte con un nombre falso: "Jesús Quiroz". Mientras tanto, pidió a Mora y del Río que convocara a una reunión con los obispos exiliados en San Antonio, para discutir el regreso a México; a esta reunión acudieron, entre otros, Mora y del Río y Juan Herrera, a 158 quienes Orozco no tuvo dificultad en convencer de sus planes de entrar clandestinamente al país, pues eran sus amigos; pero también tenía que persuadir al resto de los obispos entre los cuales estaban Uranga de Sinaloa, Valdespino de Aguascalientes y otros dos. En la reunión tomó la palabra Mora y del Río, el jerarca de más ascendencia, quien, esperando ver las reacciones de los demás, dijo escuetamente: “Yo quisiera que nos pusiéramos de acuerdo para poder entrar a México”. Nadie dijo nada porque ya todos sabían de las intenciones que tenía el arzobispo Orozco de regresar por su cuenta; entonces éste dijo: “Cuando un obispo tiene que cumplir su deber, no necesita comunicarlo a nadie ni pedir permiso”. Ante este desplante de autonomía que plateaba la premisa de la independencia de cada uno, a los obispos no les quedó otro remedio que aceptar la decisión de Orozco, quien, para borrar cualquier resquicio de oposición, sacó su última carta al informar a sus compañeros que, al fin y al cabo, ya contaba con la aprobación de Benedicto XV El resto de los obispos, antes que insistir en la toma de decisiones colegiadas, que al parecer les costaba mucho trabajo (como puede verse en el mantenimiento del seminario mexicano instalado en Castroville, Texas, tanto durante el exilio carrancista como durante el cristero), tuvo que aceptar este desplante de independencia; además, algunos de ellos también tenían intenciones de regresar (como el corpulento obispo de Aguascalientes, Ignacio Valdespino, quien ya había sido descubierto dos veces en la frontera, delatado por su propio cuerpo), mientras que otros prelados ya lo habían logrado, como el obispo de Zacatecas, Miguel de la Mora. Este se ocultaba, por entonces, en las montañas de Zacatecas, cercanas a Jalisco, realizando actividad pastoral. Francisco Orozco ingreso a México con identidad falsa y haciéndose pasar por comerciante; no tuvo dificultades en la frontera, y pudo abordar sin problemas el tren hasta Aguascalientes, donde se hospedó en la casa de un sacerdote amigo suyo. Posteriormente se dirigió a Calvillo, de donde partió a caballo rumbo a las montañas ubicadas en los límites de Jalisco y Zacatecas, para esconderse ahí. El 20 de noviembre de 1916 llegó a Totatiche, Jalisco, y desde allí comenzó a visitar clandestinamente diferentes poblados de la diócesis. En enero de 1917, cuando Miguel de la Mora fue capturado por los revolucionarios, la prensa informó que también lo había sido Orozco, pero no fue así. Después de la captura del obispo de Zacatecas, el arzobispo de Guadalajara, siempre escondido, siguió visitando poblados de Jalisco, realizando actos religiosos, organizando seminaristas, 159 dictando disposiciones, escribiendo cartas pastorales (en una máquina de escribir portátil que Kelley le había regalado) y escribiendo al papa, para mantenerlo informado de sus actividades. Benedicto XV respondió a una de sus cartas el 21 de abril de 1916, diciéndole que su situación en ese momento “[...] viene a confirmar finalmente lo que se refería acerca de su providencial incolumidad y a comprobar más aun su celo pastoral y su energía en asistir y dirigir personalmente a través de las dolorosas vicisitudes de la revolución esa su amada Diócesis”. Orozco por entonces vivía en la clandestinidad y, según su biógrafo Camberos, se dejo crecer la barba y comenzó a vestir como campesino, su actividad clandestina tenía algo de parecido con la de los actuales guerrilleros actuar y esconderse, burlar al enemigo. Según él, se encontraba haciendo una visita pastoral pero, al mismo tiempo, se regocijaba desafiando abiertamente la autoridad y la astucia de las autoridades constitucionalistas que, al sentirse burladas, acrecentaban su animadversión hacia él. Las autoridades constitucionalistas lanzaron una orden de aprehensión en contra de Francisco Orozco, por subversión, pues, desde su punto de vista, no estaba haciendo otra cosa sino exaltar al pueblo y disponerlo en contra de las autoridades emanadas de la Revolución, pero no lograron aprehenderlo porque algunos mandos municipales simpatizaban con él y fingían no darse cuenta de que rondaba por el territorio a su cargo, permitiéndole así seguir escondido. Pero cuando las autoridades militares intensificaron la búsqueda y el prelado se sintió en mayor peligro de ser aprehendido, se escondió en un pequeño rancho llamado El Ciruelo. Allí pasó tres meses y medio y allí recibió la noticia de la Constitución de 1917. De momento, su reacción fue escribir una carta pastoral en la que protestaba contra la Constitución, hecho que desató aún más la ira de los constitucionalistas, quienes intensificaron su búsqueda. Las órdenes de aprehensión en su contra se hicieron llegar hasta Aguascalientes, Zacatecas, Colima y Nayarit, mientras que los católicos de su arquidiócesis se organizaron para defenderlo. Desde Guadalajara enviaron a la Ciudad de México comisiones de abogados y mujeres para que hablaran con Carranza y trataran de convencerlo de que la carta pastoral del arzobispo no tenía nada de subversiva, pero no tuvieron éxito. El arzobispo preguntó entonces: “¿Por qué si el episcopado mexicano y norteamericano y otras agrupaciones y personas morales han elevado su protesta [contra la Constitución] [...] por qué nomás la mía es tachada de sediciosa?”, pero no obtuvo respuesta. Orozco se vio 160 precisado a esconderse en otro lugar, por lo que se puso un disfraz y se dirigió a la región de Los Altos de Jalisco; en ese momento lucía así: «{...] se ha dejado crecer la barba y usa pantalones de caki o mezclilla, su chaqueta de cuero, sombrero de soyate o palma y botines de montar. Es un perfecto ranchero y la distinción natural de su fisonomía le da la facha de un viejo hacendado”. Orozco permaneció escondido el resto de 1917; todavía en febrero de 1918, desde la clandestinidad, logró producir un edicto titulado “Las normas que para obrar en conciencia, conforme a las disposiciones pontificias y a las doctrinas aprobadas, deben seguir los católicos en las circunstancias actuales”, en el cual subrayaba su posición: “Los prelados no podemos permitir que el Estado se arrogue el derecho de gobernar nuestras diócesis”. Y en una carta al clero, expedida inmediatamente después del edicto, afirmaba: [...] jamás, ni de palabra, ni por escrito, he hecho actos sediciosos contra el actual gobierno, ya que mis ocupaciones durante más de un año que llevo en territorio nacional, después de dos años de mi destierro, han sido únicamente concernientes a mis funciones ministeriales, en cuanto me lo han permitido las actuales circunstancias. Pero estas palabras, lejos de calmar a los constitucionalistas, acrecentaron su ira y animadversión hacia el obispo, por lo que éste tuvo que continuar escondido, incluso despojándose de su equipaje, conservando consigo solamente el anillo episcopal y la cruz pectoral. Cabe mencionar que los sacerdotes que lo acompañaban comenzaron a portar pistola, conviniéndose así en una especie de escolta militar. Orozco visitó varios lugares de la región de Los Altos de Jalisco; luego fue a San Juan de los Lagos para, posteriormente, llegar a Lagos de Moreno; donde, finalmente, fue hecho prisionero el 5 de julio de 1918 por las autoridades constitucionalistas, quienes lo subieron en un tren militar con rumbo a Tampico. Mientras tanto, el sacerdote José Gutiérrez, quien había estado con Orozco en Chicago, avisó de lo ocurrido a un sacerdote de apellido Lawere en Texas, por medio de un telegrama que decía: “My father is very ill. Say to Bonzano and Clement”. Lawere, sabiendo exactamente de qué se trataba el telegrama, lo remitió a Kelley, quien no se encontraba en ese momento en Chicago; pero su asistente, un sacerdote de apellido Ledvina, lo recibió y aviso a su vez al delegado apostolico John Bonzano, quien consiguió que algunos embajadores de otros países en Estados Unidos enviaran mensajes a Venustiano Carranza, pidiendo la libertad del arzobispo (esto hicieron, 161 por ejemplo, el embajador de Japón y el vicecónsul norteamericano en Tampico). Presionado así por algunos diplomáticos, el gobierno mexicano decidió canjear un amparo del que supuestamente gozaba Orozco por su libertad, pero poniendo como condición su deportación a Estados Unidos. Orozco volvió a ese país entrando por Texas, pues Kelley le había conseguido garantías con el gobernador de ese estado. Se instalo en San Antonio, en donde al poco tiempo recibió la visita de los arzobispos de Morelia y Linares, Leopoldo Ruiz y Flores y Francisco Plancarte, con quienes suscribió una protesta por la intromisión de políticos que trataban de difamar a los obispos mexicanos en el exilio, involucrándolos con el descontento que contra el gobierno mexicano tenían algunos petroleros texanos, a raíz del decreto carrancista del 19 febrero de 1918. Este decreto declaraba que todos los depósitos petroleros, independientemente de los derechos que hasta la fecha hubieran adquirido sobre ellos los particulares, pertenecían a la nación, lo que había suscitado el rechazo de parte de las empresas y del Departamento de Estado norteamericano, por considerar que se trataba de una confiscación. Aunque los obispos se encargaron de negarlo, es posible, sin embargo, que hayan hecho algo más que un guiño a los conspiradores contra el gobierno mexicano. Por otra parte, como Estados Unidos estaba fuerte y México estaba débil, Carranza tuvo que suspender la aplicación del decreto que afectaba a los petroleros. En agosto de 1918, Orozco dejó San Antonio para irse nuevamente al Columbus Hospital, de Chicago; alentado por Kellev, allí se dedicó a escribir y supervisar la traducción al inglés de su Memorandum, texto en el que narraba su furtiva entrada a México y sus actividades clandestinas, así como su captura y nueva deportación a Estados Unidos. El Memorandum se publicó en inglés en noviembre de 1918, en Chicago, en la imprenta de Extension Society (ocasión que Orozco aprovechó para aclarar también su participación en Chiapas). Al mismo tiempo, la Revista Católica, de El Paso, Texas, publicó una serie de crónicas relativas a la aprehensión y deportación del arzobispo Orozco, por lo que algunos miembros del episcopado norteamericano y de otros países se enteraron de sus aventuras, aceptaron sus puntos de vista y hasta lo felicitaron por su actuación. Pero mientras él volvía a Estados Unidos, otros obispos preparaban ya su regreso a México, pues comenzaban a darse muestras de tolerancia hacia el clero; hay que recordar que, por una parte, Carranza comenzó a estar muy presionado por la campaña presidencial de Obregón; por otra, su gobierno constitucionalista era ya muy impopular, por lo que buscaba 162 congraciarse con los católicos. En noviembre de 1918, Carranza autorizó que el obispo de León, Emeterio Valverde y Téllez, regresara a su diócesis, luego lo hizo con Miguel de la Mora, de Zacatecas, y, paulatinamente, con otros obispos. Pero esto no con Orozco, quien estaba más fichado que nunca y aún contaba con una orden de aprehensión en su contra, por lo que tuvo que permanecer en Chicago hasta que los vientos políticos cambiaran aún más en México. Mientras tanto, los católicos de Guadalajara comenzaron a presionar a los gobiernos local y nacional y, como en ambos niveles los carrancistas estaban débiles, tuvieron éxito. El primer logro católico fue la derogación del decreto de 1913 expedido por Diéguez, limitando el número de sacerdotes en el es_tado de Jalisco; luego, presionaron para que el gobierno permitiera el regreso del arzobispo de Guadalajara. El 19 de febrero de 1919, estos católicos enviaron al arzobispo Orozco una carta con muchas firmas pidiéndole que regresara; para incrementar la presión probablemente enviaron una copia al gobierno de México. Para fines de marzo, Carranza, concedió que el arzobispo Martín Tritschler de Yucatán regresara, presionado también por peticiones firmadas por miles de católicos, cuyo apoyo le interesaba recuperar, como ya se dijo. A nivel internacional, el arzobispo Orozco buscó más respaldo, encontrando uno muy importante en el sacerdote paulista John J. Burke, quien fungía por entonces como secretario general del National Catholic Welfare Council y tenía gran presencia entre el alto clero norteamericano (y quien posteriormente sería un importante protagonista en los arreglos del conflicto religioso de 1929). Según el periódico católico texano, Southern Messenger, en su edición del 6 de marzo de 1919, Burke realizó un viaje a México, en enero de 1919, acompañado por un grupo de católicos, entre los que estaba el sacerdote jesuita canadiense A. O’Leary, editor de la revista Catholic Register, órgano oficial de la arquidiócesis de Toronto. Al regresar a su país, O’Leary pasó por San Antonio, dando noticia de la entrevista que tuvo el grupo de católicos con Carranza y sobre la situación reciente de la Iglesia en México. El culto estaba reanudado, dijo Carranza había declarado que ya no habría persecución, al parecer los sacerdotes ya no eran molestados, las campanas sonaban diariamente llamando a misa y los católicos acudían masivamente a los servicios religiosos; la misa era diariamente frecuentada “no solo por mujeres y niños, sino también por hombres”, observó. Se refería a la Ciudad de México, particularmente a un templo jesuita en el que se atendía a los angloparlantes, pero sus observaciones eran 163 válidas para buena parte del país. O’Leary venía impresionado sobre todo por la devoción que mostraban los peregrinos que asistían a la basílica de Guadalupe. Los jesuitas, sus amigos, habían vuelto a publicar la revista católica denominada El Mensajero del Corazón de Jesús. Sin embargo, decía O’Leary aún no se podía cantar victoria: viajar por México era todavía muy peligroso, pero más grave era que la Constitución no se había reformado, por lo que podría volverse a la situación anterior. Por otra parte, según informaba O’Leary, el gobierno mexicano estaba en bancarrota y buscaba ansiosamente un préstamo por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña, por lo que estaba sumamente presionado. Como ya dijimos, O’Leary formaba parte de la comisión de sacerdotes norteamericanos encabezada por John Burke que había ido a México para entrevistarse con Carranza y negociar, entre otras cosas, el retorno de los exiliados, pero también para tratar de extraerle un compromiso de tolerancia hacia la reanudación de las actividades de la Iglesia católica. Durante el encuentro, Carranza les había asegurado que ya no habría persecución religiosa en México, y que la libertad religiosa y de conciencia imperarían en el país; fue la gran debilidad del carrancismo lo que lo hizo ofrecer tales concesiones. Poco después de esta entrevista, Orozco fue a Washington para asistir a la celebración jubilar del cardenal Gibbons, pero aprovechó el viaje para pedir al embajador mexicano que activara su solicitud para regresar al país. Se dirigió luego a Nueva York, para hablar con Burke, quien ya había regresado de México. Sin embargo, según Camberos, Orozco encontró a Burke “más carrancista que Carranza” (respecto a las pocas posibilidades que veía para conseguir su permiso de ingresar a México), por lo que, sin muchas esperanzas, regresó a Chicago, completamente desalentado. Además, por ese tiempo, Orozco tuvo que enfrentar la opinión adversa que suscitó entre los norteamericanos la publicación de una entrevista con un conspirador mexicano de apellido Anguiano, quien decía que el arzobispo le había ayudado con cien pesos (Orozco dijo que lo había hecho solamente para quitárselo de encima, pidiéndole que “no lo metiera en sus enredos”). Pero era tal el rumor de la participación de los prelados mexicanos aún en el exilio en conspiraciones contra el gobierno de México, que éstos tuvieron que redactar una protesta pública que decía: Nosotros los obispos de México [...] hacemos un llamamiento a los ciudadanos de Estados Unidos y a los ciudadanos mexicanos a fin de que tengan paciencia y se sobrelleven mutuamente para que nuestra amistad no se rompa por las maquinaciones de 164 las fuerzas del mal, dirigidas ahora contra nosotros Si el río sonaba era porque probablemente llevaba agua. Las cosas se calmaron un poco, porque para el 10 de mayo de 1919, ya nada más quedaban en Chicago los obispos más peliagudos para el Gobierno, por la influencia que ejercían entre sus afanados diocesanos: Leopoldo Ruiz y Francisco Orozco. También el viejo obispo Gillow permanecía en Los Ángeles, aunque más por su vejez que por razones políticas. Para el 26 de junio, el Southern Messenger reportaba que Francisco Orozco aún estaba en Estados Unidos y un poco más tarde, en agosto, decía que, a pesar de ser los prelados “más perseguidos” en México, Orozco y Ruiz ya habían recibido garantías de Carranza para regresar y no ser molestados en sus respectivas diócesis, lo cual indica la desesperación del presidente y su deseo de congraciarse con la Iglesia para recuperar apoyo político. Burke intervino ante la embajada del gobierno mexicano en Washington para que ambos arzobispos obtuvieran sus pasaportes. Orozco llegó a San Antonio el 25 de julio de 1919 y logró cruzar la frontera el 2 de agosto; se dirigió a la Ciudad de México, puesto que no podía regresar a Guadalajara porque allí aún estaba abierto el juicio de sedición en su contra, a pesar de que los abogados de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana se esforzaban en presentar pruebas de su inocencia. Orozco llegó a la capital del país el 4 de agosto y se hospedó en la Universidad Pontificia; durante su estancia se dedicó a otorgar ciertos honores que había conseguido del Vaticano para las personas que en su opinión habían destacado durante la persecución. Por ejemplo, a Pedro Vázquez Cisneros y Miguel Palomar Vizcarra les entregó el nombramiento de Caballeros de la Orden de San Gregorio. Hay que recordar que Palomar y Vizcarra también había estado exiliado durante dos años en Estados Unidos, por motivos religiosos. El arzobispo Orozco aprovechó estas ceremonias para manejar ideas y símbolos que reafirmaran la ideología de los católicos; por ejemplo, en la ceremonia en la que fue investido Miguel Palomar y Vizcarra como el primer mexicano perteneciente a los Caballeros de la Orden de San Gregorio, Orozco llamó la atención sobre “los vicios extremos del excesivo e injustificado paternalismo y poder centralizado de parte del Estado, y sobre el radicalismo pernicioso tan notable en algunos elementos disturbantes de la sociedad”, todo lo cual, según argumentaba, obstruía el trabajo de reconstrucción de México luego de la guerra. Por su parte, Palomar, vestido a la usanza de los Caballeros de Colón (todos de blanco con bordes dorados, espada y sombrero), dijo 165 que el papa quería honrar a través de él al pueblo de Jalisco, y que si el haber sufrido lo había hecho objeto de tal distinción, entonces todo el pueblo de México debía ser investido caballero de esta orden. En otra ceremonia, también de los Caballeros de Colón (Orozco había dedicado parte de su última estancia en Chicago en obtener para sí los tres primeros grados de la dicha orden), bendijo una bandera mexicana, luego “tomó la bandera en sus manos, la presionó sobre su corazón y entonces, llevando sus pliegues a sus labios, afectuosamente la besó”, encendiendo de patriotismo con ello a la multitud que presenció el acto (lo cual me recuerda al subcomandante Marcos y su exitosa estrategia de manejo de símbolos patrios). En los últimos días de septiembre, Orozco aún se encontraba en la Ciudad de México, pero sus abogados empezaron a ganar terreno y consiguieron que un juez de distrito extinguiera la acción penal ejercida ante ese juzgado en contra del arzobispo, de forma que éste pudiera regresar a Guadalajara; y así lo hizo. El 13 de octubre de 1919, Orozco emprendió el regreso y, al día siguiente, fue recibido en Juntas, estación de tren ubicada a cinco millas de Guadalajara, por una multitud y una caravana de 300 automóviles (muchos, para la época); a bordo de uno de ellos se dirigió a la ciudad, donde miles de personas lo recibieron con aplausos, llanto y gritos de bienvenida entre edificios decorados, flores, confeti y serpentinas. Al llegar a la catedral, Orozco cantó un Te Deum y después asistió a un banquete en su honor. Meses después, publicaría un documento en el que declaraba que perdonaba a todos aquellos que, durante la guerra, habían distorsionado sus intenciones y empañado su trabajo. Se refería a Diéguez, quien ya para esas alturas estaba en prisión, dando así un respiro a los católicos de Guadalajara y su arzobispo, mismo que, ni tardos ni perezosos, aprovecharon para su reorganización y fortalecimiento. CLANDESTINIDAD CRISTERA Durante la guerra cristera, Francisco Orozco fue el único prelado, junto con Amador Velasco, de Colima, que permaneció en su diócesis, escondido y protegido por los fieles de la misma; su mérito pudiera considerarse mayor dado que Velasco era para entonces un anciano y estaba enfermo. Dice Jean Meyer que “durante tres años, él [Orozco] y Velasco burlaron los esfuerzos que por descubrirlos hacía el gobierno, y administraron sus diócesis sin ser denunciados jamás, protegidos por el pueblo entero”. La mayoría de los obispos había dejado a los fieles en libertad de defender sus 166 derechos como mejor les pareciera; diez obispos les habían negado el derecho a levantarse en armas y tres los habían alentado a hacerlo. De 38 obispos, diez pertenecieron a la Liga Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa, entre ellos los de Huejutla (Manríquez y Zárate), Durango (González y Valencia) y Tacámbaro (Lara y Torres). En 1926, Pascual Díaz, por entonces líder real del Episcopado Mexicano (el líder formal era el arzobispo Mora y del Río, quien era ya un anciano, con poca autoridad real), le pidió a Orozco que fuera a México a presentarse ante la Secretaría de Gobernación, pero éste no lo hizo porque sospechó que lo expulsarían del país, lo cual efectivamente ocurrió con otros obispos que sí se presentaron; Francisco Orozco prefirió entrar a la clandestinidad. Durante casi toda la Cristiada, desde su escondite en algún lugar del territorio de Jalisco, administró su diócesis y ordenó al presidente de la Unión Popular de Guadalajara que no se metiera en política. Inicialmente, Francisco Orozco se opuso a la violencia armada y a la suspensión de cultos. En contraste, Pascual Díaz incitó inicialmente a la suspensión de cultos, pero después se matizaron las posturas e incluso se invirtieron Pascual Díaz, en el exilio, socavó la acción de los miembros de la Liga que apoyaban a los cristeros, mientras que Francisco, con su sola presencia, alentó a los cristeros de Jalisco. Pero no eran los únicos con opiniones diferentes. El episcopado mexicano también se dividió en 1926, a raíz de la suspensión de cultos y el levantamiento armado entre los campesinos cristeros. Ante esta división, Orozco manifestó su oposición a ambas medidas y señaló que, de los tres caminos posibles señalados por Roma para dar fin al conflicto —la guerra, la política y la acción católica—, los dos últimos eran impracticables. Aunque nunca negó estar a favor de la lucha armada, pidió a Roma que no se condenara sin apelación a los combatientes cristeros, y que se escuchara siempre a los dos bandos del episcopado, y no solamente a uno. Ese mismo año, Orozco alentó el boicot económico de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa contra los establecimientos comerciales que sostenían una posición favorable al gobierno. Pero en este punto es necesario recordar un antecedente de suma importancia, que tiene que ver con el liderazgo de Francisco Orozco. Como ya se mencionó un poco antes, esta experiencia estaba basada en la anterior de 1918, cuando el entonces gobernador de Jalisco, Diéguez, había decretado que los sacerdotes debían registrarse ante el gobierno y que sólo podía oficiar uno por cada cinco mil habitantes; dos días después de expedido este decreto, Francisco Orozco había sido detenido en Lagos de Moreno y 167 deportado a Estados Unidos; a causa de esta expulsión, se dio en Guadalajara una gran manifestación de católicos, quienes posteriormente se vistieron de luto en señal de protesta y apoyaron el boicot económico contra los periódicos El Occidental y El Diario de Jalisco. Así también la mayoría católica dejó de utilizar autobuses, tranvías y automóviles. Fue entonces cuando el gobernador Diéguez tuvo que transigir porque Carranza también estaba perdiendo fuerza: el 4 de febrero de 1919 derogó el decreto. Este antecedente fue como una escuela para los católicos de Jalisco, quienes, encabezados ahora por la Liga, repitieron en 1926 acciones similares de oposición que alcanzaron cierto éxito, aunque no el esperado; ambos acontecimientos habían significado un preludio de la guerra cristera, que alcanzó dimensiones impresionantes en Jalisco. Durante 1927, Orozco permaneció escondido, ejerciendo su ministerio; vivió en las zonas menos ocupadas por los cristeros, tratando de evitar el trato directo con ellos; también se disfrazó, para evadir al ejército, que los buscaba encarnizadamente. Agrega Meyer: “Con su larga barba, vestido como un campesino [Orozco] se escabullía de entre las manos de los soldados, mulero un día, labriego el siguiente”. Cuando el general Gorostieta lo buscó, Orozco le negó una entrevista, lo cual enfureció a aquél, quien despotricó contra los curas, por quienes, dijo, arriesgaba el pellejo cuando ni siquiera tenían la cortesía de saludarlo. Orozco, que exaltaba la resistencia pasiva, una vez dijo: Nadie me ha visto jamás en compañía de hombres armados [lo cual no significaba que no la hubiera tenido], ni nadie sabe que pueda yo ser capaz de adoptar decisiones militares [...] Se afirma que soy responsable de la revolución; es una afirmación enteramente gratuita de la que protesto. Y, sin embargo, llegó a defender la voz de los cristeros en Roma, argumentando que ya estaban en guerra y que había que tomarlos en cuenta; también llegó a recordar a algunos obispos que, sin la resistencia de los cristeros, el gobierno no se hubiera sentido presionado para negociar. El 16 de junio de 1928, los obispos Francisco Orozco y Miguel de la Mora enviaron a Ruiz y Flores su opinión sobre una posible solución al conflicto religioso y consideraron que era preferible seguir en un estado de persecución antes que dejar a la Iglesia de México en la esclavitud bajo el poder público, un poder que odiaba a la Iglesia y a Jesucristo. Según Jean Meyer, el entonces embajador francés en México, Ernesto Lagarde, dijo de Francisco Orozco que era “batallador, ambicioso, irreflexivo, hostil a toda conciliación, hasta el punto de que Roma lo ha tenido que 168 reprender con frecuencia”. Meyer, por su parte, lo describió como “rayo de la guerra, pesadilla del gobierno”. En 1928, Francisco Orozco decidió redactar un informe a Roma sobre la situación y al año siguiente publicó una pastoral en la que afirmaba que Roma sería obedecida en todos los casos. Cuando se establecieron los arreglos, el gobierno mexicano puso como una de las condiciones que salieran del país los obispos Francisco Orozco de Guadalajara y Martínez y Zárate de Huejutla (los que le parecían más temibles, por la influencia que ejercían), por lo que ambos prelados tuvieron que refugiarse en Estados Unidos. Meyer considera que Orozco puso a los sacerdotes de su diócesis el ejemplo de permanecer con sus feligreses; afirma que unos 80 sacerdotes lo imitaron, en tanto que 15 siguieron al obispo Velasco, de Colima, ofreciendo ayuda espiritual y sacramentos a la población rural. “Su cura de almas tenía más utilidad que no pocas ayudas materiales”, dice Meyer. El riesgo era, en efecto, grande: durante la Cristiada murieron, al parecer alrededor de 46 sacerdotes Muchos de ellos habían sido ordenados por Francisco Orozco y Jiménez y 22 ahora son considerados beatos o santos. Según Camberos el 15 de agosto de 1927, Orozco dijo que los Sacerdotes muertos en su diócesis eran mártires; 65 años después, éstos fueron beatificados y algunos canonizados por la Iglesia católica. Durante su último exilio en Estados Unidos, Orozco visitó a unas religiosas por él fundadas en Guadalajara, que se habían exiliado en California y después emigrado a Santa Fe; en este último lugar las visitó, Pidiéndoles que regresaran a Guadalajara lo cual hicieron casi todas. Francisco Orozco permaneció fuera de México de 1929 a 1935, cuando Lázaro Cárdenas le dio permiso para regresar, como apunta Jean Meyer “movido no sabemos por qué poderosa influencia”. Falleció en México, en 1936, y aun su sepelio fue motivo de conflicto entre las autoridades civiles y religiosas de Guadalajara, debido a la gran cantidad de fieles que lo fueron a despedir y a las prohibiciones que en materia de culto religioso aún imperaban. Así, Francisco Orozco murió como vivió: en medio de la Polémica, como un pertinaz rebelde a las leyes anticlericales prorevolucionarias de México”.30 Hay otro escrito que no se puede conocer, por el momento, su contenido debido a que no se pudo obtener el ejemplar 30 “Rebelde pertinaz: exilio y clandestinidad de Francisco Orozco y Jiménez durante la revolución mexicana”, en Pacheco, Martha (coordinadora) Religión y sociedad en México durante el siglo XX, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México/ Secretaría de Gobernación, México, 2007. Pp. 317-336. 169 correspondiente: “El hermeneuta de Beuchot: vida, experiencia, imagen”, en Conde Gaxiola, Napoleón, Contornos de la hermenéutica analógica icónica, Editorial Torres, México, 2008, pp. 151-156. Entre los Artículos publicados, encontramos los siguientes: “Mujeres e Iglesia Católica en los años cuarenta. La gestación de una nueva moral. EL GOBIERNO ALEMANISTA Y EL PROCESO DE MODERNIZACIÓN SOCIAL Miguel Alemán heredó un México con rasgos que prevalecerían durante un buen tiempo: presidencia y partido oficial fortalecidos, organizaciones campesinas y obreras subordinadas, industrialización incipiente y confianza de la iniciativa privada en el gobierno. En la tarea de gobernar, Alemán se hizo ayudar de un “gabinete técnico” compuesto por universitarios, con cuyo auxilio pretendió modernizar e industrializar al país, en medio de un ambiente anticomunista, moralista, de culto al dinero y corrupción. Durante estos años se consolidó la élite política de origen revolucionario, que se desenvolvió en medio de un ambiente de simulación, derroche y poderío que tenía como principal escenario la ciudad. El presidente puso énfasis en la industrialización del país. También se propuso democratizarlo, pero con un presidencialismo poderoso (que en cierta forma le correspondía reforzar), poco pudo hacer. Algunos analistas aseguran que, aunque el régimen se había propuesto la democratización, lo que en realidad se dio fue el endurecimiento político, que se tradujo en una modernización del autoritarismo presidencial. Alemán promovió también la doctrina de la “mexicanidad”, que fue postulada para combatir los últimos resabios de socialismo cardenista, especialmente el de Vicente Lombardo Toledano, que ahora era considerado como un estorbo para el proyecto presidencial de estímulo a la iniciativa privada y colaboración económica con los Estados Unidos. La ideología de la mexicanidad también fue una compensación simbólica contra la creciente dependencia económica que México estaba asumiendo frente a los Estados Unidos. Esta doctrina, aunque tuvo motivaciones políticas, dio lugar a que algunos escritores se preocuparan por tratar de encontrar la “esencia” y la “identidad” de los mexicanos. Entre 1940 y 1950 la población de México aumentó en más de diez millones de personas. Este crecimiento estuvo acompañado por una oleada de urbanización que respondía también al traslado de millones de campesinos hacia las ciudades. La economía experimentó una mejora que se expresó en el incremento de los niveles de bienestar nacional. El 170 antropólogo Oscar Lewis observaba entonces: cada vez más aumenta el número de población rural que duerme en cama en lugar de dormir en el suelo, usa zapatos en lugar de huaraches o en vez de ir descalzos, usa pantalones comprados en la tienda en lugar de los calzones blancos de hechura hogareña, come pan además de tortillas, muele su maíz en el molino en vez de hacerlo a mano, bebe cerveza en lugar de pulque, utiliza médicos en vez de utilizar curanderos y viaja en autobús o en tren en lugar de caminar a pie o en burro. En los pueblos y ciudades el cambio ha sido de adobe a cemento, de ollas de barro a ollas de aluminio, de cocinar con carbón a cocinar con gas, de comer con tortillas de maíz a comer con cubiertos, del metate a la batidora eléctrica, de los fonógrafos a la radio y a la televisión, del algodón al nylon y del mezcal al whisky. Este proceso de modernización no disminuyó la desigualdad social. Por ejemplo, algo que no evolucionó a la par que el crecimiento demográfico fue la vivienda. Las condiciones de vivienda eran deplorables, sobre todo en los barrios pobres de las grandes ciudades y, con el aumento de población y urbanización se suscitó el apiñamiento. Además, según el censo oficial, para 1950 más del 60 por ciento de la población nacional continuaba pobremente alimentada, pobremente alojada y pobremente vestida; el 45 por ciento era analfabeta y el 46 por ciento de los niños en edad escolar no asistía a la escuela; el 85 por ciento de las familias mexicanas tenían ingresos menores a 600 pesos al mes. Un aspecto importante de la época fue la influencia de la cultura de los Estados Unidos en la cultura mexicana, particularmente en la clase media urbana. El incremento del turismo estadounidense a México (por las nuevas carreteras), las grandes inversiones de los Estados Unidos en México y la instalación de grandes tiendas comerciales en el país, como Woolworth y Sears fueron factores que incidieron en que tal influencia cultural se acentuara en una buena parte de la población. Esta influencia se manifestó en la adopción de ciertas costumbres estadounidenses, por ejemplo, el horario corrido en algunos establecimientos comerciales, ciertos hábitos alimenticios, la forma de celebrar la Navidad, etc. Otra fuente de influencia cultural estadounidense fueron los migrantes mexicanos que iban a trabajar temporal o permanentemente a Estados Unidos: entre 1942 y 1955, cerca de un millón y medio de mexicanos emigraron como braceros o agricultores temporales al país del norte, sin incluir en esta cifra a los migrantes que cruzaban la frontera ilega1mente~. La difusión del inglés comenzó a incrementarse. Las comunicaciones también se modernizaron. Durante los años 171 cuarenta se desarrollaron las carreteras, la navegación y la aviación, desplazando un poco el tradicional auge de los ferrocarriles. El radio y el cine extendieron sus alcances a todo el país (la televisión apareció a principios de los años cincuenta) y tuvieron gran influencia cultural, al ganar cada vez más la atención y el tiempo de las personas que participaban en actividades religiosas que, hasta entonces, constituían la principal actividad social, particularmente en los pequeños pueblos y en los barrios tradicionales de las ciudades. A pesar de que los sacerdotes lo consideraban impulsor de malas costumbres, el cine se encargó de difundir ciertos valores tradicionales, así como la ideología de la mexicanidad. Por ejemplo, en la entonces muy vista película en que actuaba Joaquín Pardavé, Primero soy mexicano, la mexicanidad se planteaba como un asunto de incontaminación, de provincialismo agresivamente anti capitalino, donde ser mexicano significaba “ser analfabeta, filicida, mocho y xenófobo”. Así también, en esa película: El mexicano es definido por sus esencias —su afición familiar y calor personal, además de la comida, la ropa, la música y la lengua— no por su formación histórica. Al final de la película, cuando Rafael [el personaje principal] se incorpora a la mexicanidad, lo hace a través de enchilarse con tacos de chicharrón y chile verde, vestirse como charro, cantar corridos y, más que nada, regresar a la familia como hijo obediente, arrodillado ante su padre”. A pesar de los estereotipos esencialistas de mexicanidad y de familia difundidos por esta película, la situación real era ambigua, por ser cambiante. Para ilustrar esa afirmación puede citarse el éxito que tuvo el cómico Tin Tan, quien en películas como El Rey del Barrio, contrariamente a lo propuesto en Primero soy mexicano, ridiculizaba la familia como institución, no reivindicaba a la madre omnipresente y era irreverente ante el mundo “decente” de la época. Significativo es que, en vez de reivindicar a la familia como principal pilar de la sociedad, un Tan proponía en esta película que la fuente de sustento social era el barrio. En un contexto social de fuerte industrialización, migración y urbanización, los barrios en las ciudades vinieron a suplantar a los pueblitos de los migrantes. Así, al esencialismo atemporal de la familia y lo mexicano, Tin Tan oponía la solidaridad entre los pobres mexicanos del barrio, a partir del contexto histórico en que vivían. EL FORMALISMO MORAL Y LA “DECENCIA” FEMENINA 172 Otro aire que flotaba en el ambiente de los años cuarenta era el del formalismo en las relaciones sociales y personales. El gusto por las formas era tal, que llevó a Octavio Paz a escribir lo siguiente: “En cierto sentido, la historia de México, como la de cada mexicano, consiste en una lucha entre las formas y fórmulas en que se pretende encerrar a nuestro ser y las explosiones con que nuestra espontaneidad se venga”. No solamente en la historia veía Paz el predominio del formalismo, sino también en la política, en el arte y en las relaciones cotidianas, esferas en las que veía que imperaban “el pudor, el recato y la reserva ceremoniosa”, El pudor era algo generalizado, pero en el caso de las mujeres, se convertía en una virtud: “las miradas extrañas nos sobresaltan, porque el cuerpo no ve la intimidad, si no la descubre. El pudor, así, tiene un carácter defensivo, como la muralla china de la cortesía o las cercas de órganos y cactus que separan en el campo a los jacales de los campesinos. Y por eso la virtud que más estimamos en las mujeres es el recato, como en los hombres la reserva. Ellas también deben defender su intimidad.” Parecía que los hombres otorgaban a las mujeres un papel pasivo en la sociedad y en la vida cotidiana. Paz decía, por ejemplo, que los mexicanos consideraban a la mujer como un instrumento, “ya de los deseos del hombre, ya de los fines que le asigna la ley, la sociedad o la moral. Fines, hay que decirlo, sobre los que nunca se le ha pedido su consentimiento”. Se consideraba que la mujer asumía o debía asumir pasivamente estos fines y valores, como depositaria de ellos, sin capacidad para crear otros distintos. “En un mundo hecho a la imagen de los hombres, la mujer es sólo un reflejo de la voluntad y el querer masculinos”. La mexicana simplemente no tiene voluntad. Su cuerpo duerme y sólo se enciende si alguien lo despierta. Nunca es pregunta, sino respuesta, materia fácil y vibrante que la imaginación y la sensualidad masculina esculpen. Frente a la actividad que despliegan las otras mujeres, que desean cautivar a los hombres a través de la agilidad de su espíritu o del movimiento de su cuerpo, la mexicana opone un cierto hieratismo, un reposo hecho al mismo tiempo de espera y desdén. El hombre revolotea a su alrededor, la festeja, la canta, hace caracolear su caballo o su imaginación. Ella se vela en el recato y la inmovilidad. Es un ídolo. Como todos los ídolos, es dueña de fuerzas magnéticas, cuya eficacia y poder crecen a medida que el foco emisor es más pasivo y secreto. Analogía cósmica: la mujer no busca, atrae. Y el centro de su atracción es su sexo, oculto, pasivo. Inmóvil sol secreto”. 173 En este sentido, la mujer no sólo debía ocultarse, sino ofrecer cierta “impasibilidad sonriente” al mundo exterior. Ante el escarceo erótico, debía ser “decente”; ante la adversidad, debía ser “sufrida”. Pero estas respuestas no eran instintivas ni personales, sino conforme a un modelo genérico: así debían responder las mujeres. Y ese modelo subrayaba los aspectos defensivos y pasivos, en una gama que iba desde el pudor y la “decencia” hasta el estoicismo, la resignación y la impasibilidad. En la vida diaria, su función consiste en hacer imperar la ley y el orden, la piedad y la dulzura. Todos cuidamos que nadie “falte el respeto a las señoras”, noción universal, sin duda, pero que en México llevamos hasta sus últimas consecuencias (...). Naturalmente habría que preguntar a las mexicanas su opinión; ese ‘respeto’ es a veces una hipócrita manera de sujetarlas e impedirles que se expresen. Tal vez las mujeres no desempeñaron el papel pasivo que se esperaba ejecutaran. Las mujeres desempeñaron un papel activo en las transformaciones que experimentó la vida familiar, por ejemplo, el desplazamiento del padre por la madre como la figura dominante en la familia, el aumento de libertad a los niños, una mejoría constante del nivel de vida mediante las compras en abonos, mayores oportunidades para la diversión, relaciones sociales más amplias una gradual modernización en muchas creencias. Además, durante los años cuarenta, las mujeres desempeñaron un papel protagónico, particularmente en el ámbito eclesial, que era en el que principalmente podían expresarse, coadyuvando con esto a la recuperación de una Iglesia Católica que, en los años previos, había experimentado los embates anticlericales del Estado mexicano postrevolucionario. LA IMPORTANCIA DE LAS MUJERES EN LA RECOMPOSICIÓN ECLESIAL En los años cuarenta, gran parte de vida eclesial giraba en torno a una organización seglar: la Acción Católica (AC). Esta organización era considerada por la jerarquía como un instrumento necesarísimo de ayuda a los sacerdotes. En el origen de la asociación estaban dos causas: por una parte la escasez de sacerdotes a nivel mundial, que hizo que la jerarquía pusiera sus ojos en la ayuda que el seglar le podría proporcionar en el combate a la secularización de las costumbres cristianas y, por otra parte, en el caso mexicano, las ataduras legales a que estaba sujeta la Iglesia Católica, que hicieron que los seglares fueran vistos como unos actores católicos que podrían incidir en donde el clero no lo podía hacer. 174 Debido al fuerte conflicto Iglesia-Estado que había dado origen al movimiento cristero, la Acción Católica no consideraba dentro de su horizonte a la acción política, sino que buscaba más bien un tipo de acción cívico-religiosa que no suscitara ningún tipo de conflicto con el Estado. Por esta razón, varios católicos varones no se sintieron atraídos por la organización, en la que poco participaron y algunos hasta se retiraron para ingresar en organizaciones de tipo político, como por ejemplo el PAN. Muchas mujeres, en cambio, se sintieron atraídas por el tipo de acción cívico-religiosa que realizaba la asociación. Por eso fue la rama femenina de la Acción Católica, esto es, la Unión Femenina Católica Mexicana, la que se constituyó en el brazo fuerte de la jerarquía, pues era la organización que más participantes logró conglomerar y la que más actividad demostró, todo dentro del esquema de subordinación y obediencia a los párrocos y obispos. La Acción Católica desplegaba toda su actividad teniendo como eje central la vida parroquial. Por esto ambas instancias se convirtieron en fuertes pilares de la recomposición eclesial. La organización de los católicos en torno a los párrocos y a la jerarquía, a través de la Acción Católica, tuvo un éxito desigual. Aunque la mayoría de los párrocos se abocaron obedientes a la organización de la AC, algunos obispos y sacerdotes mostraron reticencias. Los laicos también expresaron una respuesta diversificada. Los jóvenes varones y los hombres adultos no se incorporaron fácilmente a la asociación, mientras que las jóvenes y las mujeres adultas se incorporaron rápidamente e hicieron florecer la rama femenina. La respuesta hacia la AC fue diferenciada por género, al tiempo que el protagonismo en el florecimiento de la organización lo desempeñaron las mujeres, quienes parecían sentirse muy a gusto en la acción cívica, religiosa y despolitizada. La organización que antecedió a la Juventud Católica Femenina Mexicana fue la de las Hijas de María y la que antecedió a la Unión Femenina Católica Mexicana la de las Damas Católicas. En el caso de las ramas masculinas de la AC, los contingentes iniciales provinieron de la Adoración Nocturna y de la primera ACJM. En la época de la AC perdieron presencia asociaciones como los Obreros Guadalupanos, los Caballeros de Colón, las Congregaciones Marianas y las Terceras Órdenes Franciscanas. Los pocos hombres que ingresaron a la Acción Católica se vieron desalentadas por el tipo de actividades que se esperaba tenían que desarrollar edificación de templos, escuelas, seminarios, colectas para fiestas patronales, actividades catequísticas, entronizaciones del 175 Sagrado Corazón y de la Virgen de Guadalupe, campañas de moralidad pública, dispensarios, bazares, etc. Si algún hombre expresaba inquietudes políticas, el párroco se encargaba de encauzarlas hacia estas actividades socio religiosas. Gracias a la gran actividad desplegada por la AC en las parroquias, la Iglesia comenzó un periodo de expansión y consolidación. Durante el decenio 1940-1950, el porcentaje de católicos en México subió de 96 a 98 por ciento, dato significativo si consideramos que generalmente o se mantenía igual o decrecía. Así también, se erigieron nuevas circunscripciones eclesiásticas y surgieron nuevas parroquias. Cabe mencionar también que los institutos religiosos, particularmente los femeninos, crecieron notable, aunque silenciosamente. Los institutos religiosos, en general, pasaron de ser 63 en 1940 a 92 en 1950, pero los institutos femeninos pasaron de 39 a 60 en el mismo periodo. Las religiosas incrementaron su número formidablemente: de ser 8,123 en 1945, pasaron a ser 19,400 en 1960, es decir, más del doble en menos de 20 años’9. Como entre los laicos, el clero regular experimentó también un cambio de protagonistas: si durante la colonia y el siglo XIX habían destacado los institutos religiosos masculinos, ahora, en la mitad del siglo XX, comenzaban a destacar los femeninos. En conjunto, la Iglesia Católica experimentó una notable expansión durante los años cuarentas y cincuentas, de tal manera que en 1958 se tenían registrados 434 organismos católicos, con un total de 4’530,743 miembros. Veinticuatro de estos organismos estaban clasificados como órdenes seculares y 20 como órdenes pías. Los grupos principales eran la Acción Católica Mexicana, con 348,273 miembros, la mayoría de ellos mujeres; la Unión Nacional de Padres de Familia con 500 mil miembros; los Caballeros de Colón con 3,400 miembros; la Federación de Colegios Particulares, con 112 colegios y escuelas en el DF; la Legión Mexicana de la Decencia (nótese) con 25 miembros en cada una de las 32 entidades federativas; la Asociación Nacional de Periodistas, Escritores, Publicistas y Editores con 425 miembros; la Obra Nacional de la Buena Prensa. Siguiendo a Víctor Gabriel Muro hay que decir que la conformación de organizaciones masivas y el engrandecimiento de la estructura eclesial, en los años cuarentas y cincuentas, permitieron a la Iglesia incrementar su influencia en la sociedad civil y su gran capacidad de interlocución con el Estado. En el ámbito político, las grandes organizaciones laicas desarrollaron un agudo sentimiento antiliberal y antisocialista, aunque como la 176 Iglesia no tenía presencia en el terreno sindical, puede decirse que su ascendencia en este ámbito fue básicamente ideológica. Esta influencia de la Iglesia convergió con el ascenso de las clases medias, por lo que éstas se convirtieron en el eco natural de su ideología. Sin embargo, la veloz expansión cuantitativa no siempre se tradujo en la preparación adecuada de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, que se podían ubicar siempre dentro de corrientes teológicas “tradicionales”. La Iglesia de los cuarenta, más que competir con el Estado por el liderazgo de la sociedad, se replegó en los formalismos de la vida religiosa, convirtiéndose así en una Iglesia a la que el Estado ya no tenía que temer, pues su influencia ahora parecía reducirse al ámbito moral, ya que estaba sumamente preocupada por ganar la batalla contra la secularización de las costumbres cristianas. El Estado, por su parte, a cambio de fingir ceguera ante las constantes violaciones a la ley y comprendiendo que la influencia de la Iglesia estaba centrada ahora en la forma y en la moral, decidió utilizarla para incrementar y consolidar su poder23. La Iglesia dejó de ser una amenaza política para el Estado. Sin embargo la Iglesia era una fuerza social importante en la sociedad mexicana, que encontraba en las mujeres su principal centro energético. LA PARTICIPACIÓN DE Las MUJERES EN LA AC Y LA NUEVA MORAL En la tarea de “recristianizar la sociedad”, la AC consideró que las mujeres eran imprescindibles. La experiencia histórica indicaba que eran ellas las personas más adecuadas en la tarea de transmitir valores de una generación a otra. En las mujeres parecía radicar la responsabilidad total del comportamiento moral de toda la familia. Sin embargo, hasta ese momento, la mayoría de las mujeres mexicanas se había desempeñado principalmente en sus funciones de esposas y madres dentro del hogar. Ahora, la Iglesia quería que ejercieran su influencia no sólo en su familia sino más allá de ella, que salieran a otros ámbitos de la sociedad. Con base en este propósito, la Iglesia pretendía que las mujeres se capacitaran y participaran en ámbitos tanto internos como externos al hogar: “toda mujer que se dedique al apostolado, debe dedicarse en primer término a su casa (cita a San Pablo): “si alguna (mujer) no tiene cuidado en su casa, principalmente de los suyos, de sus parientes, ésta ha negado la fe y es peor que un infiel”. Yo no creo que entre vosotras haya quienes, por 177 dedicarse al apostolado; descuiden su casa; tenéis un doble apostolado que ejercer, el del hogar, aún en las cosas más pequeñas, y el apostolado exterior. Esto implicaba para los dirigentes de la AC la preocupación por “preservar” a las mujeres de toda situación —externa al hogar— que pusiera en peligro sus personas y, sobre todo, su moral~. Por ejemplo, en una ocasión, la comisión de propaganda de la AC había recomendado dar a las “señoritas” trabajos sólo en zonas y domicilios que no les resultaran peligrosos moral o personalmente, ya que dentro de algunas parroquias solían existir zonas de tolerancia, centros de vicio “o al menos inconvenientes para señoritas de cierta edad”. Para la AC, una forma de preservar a las mujeres de los peligros de la sociedad era apartarlas de ellos, pero otra — cada vez más necesaria, ya que las mujeres no podían permanecer aisladas— era tratar de garantizar que su conducta se apegara a la moral católica, en cualquier lugar. Por esta razón, además de que la mujer era considerada como la principal transmisora de los valores católicos y la más eficaz defensora contra los nuevos peligros de la sociedad moderna, la formación moral de la mujer se convirtió en un fin importantísimo para la AC. Se diseñaron acciones para fomentar la moralidad en los planes y programas de la AC, así como la organización de secciones de moralidad en todos los niveles de su estructura. Así por ejemplo, desde 1933 el plan de trabajo de la AC había establecido un apartado completo sobre moralidad. En él se había escrito que todo miembro de AC debía defender la santidad del matrimonio, para lo cual era necesario instruir a la mujer sobre la importancia de su misión en la vida social y en el hogar, así como instruirla en el desarrollo de su vida espiritual interna, que era el “único remedio radical para los males que nos afligen”. El plan también había dispuesto hacer una gran labor contra los vicios que se oponían a la santidad del matrimonio cristiano, por ejemplo, el control de la natalidad, contra el cual se había propuesto difundir la Encíclica de Pío XI sobre el matrimonio cristiano. El Plan había propuesto también realizar una campaña contra el amancebamiento y la prostitución, trabajando por la paz y la santidad del matrimonio, “reconciliando a los esposos que estuvieren separados y ayudándolos a resolver las dificu1tades”. Esto a nivel nacional, pero en el nivel parroquial también se habían implementado, desde los años treinta, medidas en torno a la moralidad. Por ejemplo, la sección de moralidad del grupo parroquial del Sagrario, de la LFCM de Aguascalientes, 178 había organizado comités para que todas las socias tuvieran una sólida instrucción religiosa y frecuentaran los sacramentos; para trabajar por la moralización de los espectáculos y para desterrar de la parroquia toda clase de diversiones ofensivas a la moral cristiana; para promover y fomentar reuniones y espectáculos morales; para procurar que en los hogares cristianos no entraran periódicos, novelas, folletines y otras publicaciones que pusieran en peligro la santidad del hogar; para crear bibliotecas circulantes con lecturas de sana moral y para apoyar a las Ligas de Modestia Cristiana, que tenían como fin que la mujer vistiera honestamente. Aunque los principios básicos y metodológicos de la formación de las mujeres de AC coincidían con los de los hombres (piedad, estudio y apostolado, apoyados con la instrucción a través de clases, círculos de estudios, cursos, conferencias, etc.), había diferencias en el programa de instrucción religiosa y moral. El programa de instrucción religiosa para las mujeres de AC consistía en la enseñanza del catecismo, que se realizaba a través de cartillas o catecismos cuyas preguntas y respuestas se tenían que memorizar. En una de esas cartillas se hacían preguntas como las siguientes: Pregunta: ¿Cuáles son las fases del matrimonio? Respuesta El primer fin del matrimonio es tener hijos y educarlos cristianamente. Y el segundo fin es ayudarse mutuamente y evitar los pecados que se cometen cuando viven juntos un hombre Y una mujer sin estar casados... Pregunta ¿Pueden ir solas las hijas al rio a traer agua y hacer mandados? Respuesta: Si las hijas son formales y no hay otro remedio, tendrán que ir solas, pero deben los padres aconsejarlas, recomendándoles que no tarden en regresar, que no se detengan a platicar con los muchachos en el camino ni se vayan por las veredas o por las huertas. Lo mejor será que se acompañen de alguna vecina que sea mujer seria y honrada. Lo mismo se les aconseja para cuando tengan que llevar la comida a los trabajadores. Un elemento importante para la formación religiosa de las mujeres eran los materiales impresos producidos por la misma AC. Por esta razón, dentro del conjunto de los textos publicados por la AC entre 1929 y 1960, predominaron los textos (manuales, cartillas, folletos, revistas y periódicos), dirigidos a las mujeres que formaban el grupo más numeroso dentro de la organización. Los textos, aunque adaptados a la especificidad de cada grupo de mujeres buscaban difundir los principios y fines generales de la iglesia y evitar malas interrelación de los mismos. También 179 abundaron los escritos sobre las formas de organizar de la AC y los manuales para las dirigentes y las militantes. Las mujeres debían saber leer y escribir para poder ser instruidas con catecismos, folletos y otro tipo de publicaciones para lo cual la AC implementó una campaña alfabetizadora. Por otra parte para las mujeres que ya sabían leer y escribir existía otro programa que incluía elementos de gramática, aritmética, historia y geografía de México. El programa de formación moral de los miembros de AC era semejante al programa religioso, ya que moral y religión se confundían. Por moral la AC entendía “las reglas a que debe sujetarse el hombre para alcanzar su último fin” y la formación moral consistía en lograr la disminución o el exterminio de los vicios. Se consideraban como vicios, entre otros, la embriaguez, la promiscuidad, el amasiato, la discordia y la maledicencia, el odio al patrón, la desconfianza hacia otras clases sociales, el hurto y la pereza. La inmoralidad también era entendida como las faltas al sexto y al noveno mandamiento A los vicios se contraponían los valores tradicionales de la Iglesia. La moral de la AC no podía ser otra que la que apuntara al desarrollo de las virtudes centrales de la moral católica, en tomo a las cuales se aglutinaban las otras virtudes, a saber~ la prudencia o disposición de la razón práctica a discernir en toda circunstancia el bien y a elegir los medios rectos para realizarlo”, la justicia o “firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que le es debido”, la fortaleza o “constancia en la búsqueda del bien” y la templanza que “modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de bienes creados”. Templanza también quiere decir “asegurar el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantener los deseos en los límites de la honestidad”. Esta última virtud era tal vez la que más se enfatizaba en la AC. Con base en esta moral, las mujeres debían aspirar a ser prudentes, justas, fuertes y “honestas”, en el sentido de que debían aprender a controlar sus instintos y darles el cauce que la moral permitía. No es posible saber, por el momento, hasta qué grado este ideal se traducía en las prácticas de las mujeres católicas de AC. Lo que sí puede observarse por ahora es un indicador del fenómeno contrario, es decir, de cómo las mujeres incidieron, con sus prácticas, en la gestación de una nueva moral. Por ejemplo, si se toma como indicador la forma de vestir de las mujeres, puede observarse que, con el paso del tiempo, algunas mujeres impusieron su forma de vestir sobre las disposiciones que constantemente la jerarquía daba al respecto. 180 LA PAULATINA AUTONOMIA DE LAS MUJERES EN SU FORMA DE VESTIR Desde los años treintas, la Sagrada Congregación del Concilio había expresado sus preocupaciones y dado instrucciones acerca de lo que consideraba la “deshonestidad” en las modas femeninas~. Y en las diócesis de México se habían repetido estas preocupaciones. La AC había secundado estas preocupaciones y había creado en el interior de sus ramas femeninas, secciones o “ligas” que se dedicaban a promover la “decencia” en el vestir de las mujeres, organizando campañas que apuntaran a tal fin. Respecto al vestido de las mujeres, las palabras que más indicaban el ideal de la moral católica eran “decencia”, “modestia” “honestidad”, “moralidad”. Pero, ¿qué quería decir esto? A saber, estos términos aludían a una forma de vestir en la que, entre menos se dejara al descubierto el cuerpo de la mujer, mejor. La mujer no debía, con su forma de vestir, “provocar”, ni ser “desenvuelta” en su forma de actuar. El obispo de Aguascalientes decía, en 1944, que era “necesario poner un dique a la corriente de inmoralidad que nos invade con la inmodestia en el vestir y otras costumbres que ponen en inminente peligro la honestidad de nuestros jóvenes”. Por esta razón el obispo insistía en que “con suma prudencia” los sacerdotes debían “clamar contra la indecencia en el vestir de las mujeres”. Los sacerdotes debían seguir la siguiente instrucción del obispo diocesano: Háblenles a la conciencia, infundiéndoles el temor de Dios y haciéndoles ver la culpa en que incurre por el escándalo la mujer que se presenta inconvenientemente vestida, provocativa y desenvuelta, Las padres de familia deben contribuir en favor de esta campaña por la decencia, ya que de ellos depende en gran parte el que las esposas y las hijas conserven lo que es para ellos un honor y para ellas la prenda de más valor: el delicado pudor de la mujer. Aunque, según el obispo de Aguascalientes, José de Jesús López y González, era difícil dar reglas precisas y fijar medidas exactas sobre el vestido de las mujeres, sí pudo fijar siete reglas sobre la forma en que debían vestir y aún dos más sobre la manera en que debían comportarse las mujeres. Sólo cumpliéndolas, decía el obispo, ‘lograremos contrarrestar la acción del demonio, quien engreído con su triunfo en el paraíso, pretende perder el mundo valiéndose de la mujer”. Las reglas eran las siguientes: 1. La falda debe bajar cuando menos cinco centímetros de la rodilla. 2. El escote no debe bajar más de cinco centímetros del nacimiento del cuello. 181 3. Prohibimos el uso de tobilleras, de los 10 años de edad en adelante. 4. La manga del saco no debe subir del codo. 5. Severamente condenamos la costumbre que empieza a introducirse de prescindir absolutamente de las medias y presentarse con las piernas del todo desnudas. 6. Condenamos también la libertad que se toman algunas mujeres de entrar al templo con el pañuelo en la cabeza, en lugar del velo que debe cubrirlas. 7. Empéñense los sacerdotes en conseguir que las mujeres no usen para entrar al templo, especialmente para acercarse a la Sagrada Misa, esos velos tan transparentes que a nada equivalen. 8. Amonesten a los padres de familia para que, por su honor y la pureza de sus hijas, no permitan que asistan a esos bailes en que de tal manera se tratan los dos sexos, que no son sino incentivo de las pasiones. 9. Influyan con su insistencia en los padres de familia para que de ninguna manera toleren que sus hijas salgan de paseo a solas con jóvenes de distinto sexo, por más recomendables que ellos sean; y para que sean prudentes y cristianos, aconsejando y dirigiendo a sus hijas en sus relaciones con los jóvenes que seriamente las pretendan. Estas reglas estuvieron formalmente vigentes, aunque en la realidad algunas mujeres las cumplían y otras no. En 1947, la idea de este reglamento fue reforzada por medio de una instrucción dada por la Sagrada Congregación del Concilio a la Iglesia Diocesana de Aguascalientes, que se refería al vestido “deshonesto” de las mujeres. La instrucción indicaba a los párrocos insistir en que las mujeres llevaran vestidos que respetaran el pudor y sirvieran “de adorno y defensa a la virtud”. La instrucción se dirigía también a los padres de familia, exhortándolos a instruir a sus hijas en la doctrina cristiana y a fomentar en ellas el amor a la modestia y a la castidad; también los exhortaba a que apartaran a sus hijas de juegos públicos y de luchas gimnásticas. La instrucción se dirigía también a personajes que por entonces estaban cobrando mayor importancia, las directoras y maestras de colegios particulares, quienes debían “trabajar por imbuir en las almas de las niñas el amor a la modestia”, así como impedir que entraran a sus respectivos colegios niñas que portaran vestidos deshonestos” Este tipo de vestidos tampoco serían permitidos en oratorios, centros recreativos ni organizaciones piadosas. La instrucción exhortaba a párrocos y seglares a establecer asociaciones femeninas que tuvieran por fin inhibir el uso de vestidos que no estuvieran de acuerdo con lo que se entendía 182 como modestia cristiana y que, a la vez, promovieran la pureza en las costumbres. Así también, las mujeres que llevaran puesto un vestido “deshonesto”, debían ser “apartadas de la Santa Comunión y del oficio de madrinas en los sacramentos del bautismo y la confirmación” y, de plano, debía negárseles la entrada al templo. Los sacerdotes también debían animar a las mujeres para que, en los días de fiesta, vistieran “cristianamente”. Por su parte, cada consejo diocesano de la AC debía tratar, por lo menos una vez al año, el tema relativo a los medios más aptos para velar eficazmente por la modestia en las mujeres. Los obispos, a su vez, debían informar anualmente sobre las condiciones y el estado de cosas que, sobre la manera de vestir de las mujeres, prevalecía en sus respectivas diócesis. La AC consideraba que el vestido femenino era mejor en tanto ocultara más el cuerpo de la mujer. Había que mantener ocultos los cuerpos de las mujeres ya que, al parecer, con ello se esperaba que permanecieran inhibidas, o por lo menos ocultas, las pasiones por ellos despertadas. Se consideraba que la manera de vestir de las mujeres era asunto de los sacerdotes, a quienes correspondía decir lo que era bueno y lo que era malo respecto al tipo y formas de las prendas de vestir femeninas, así como vigilar que las mujeres se apegaran a las disposiciones por ellos establecidas al respecto. En seguida, según los sacerdotes, eran los padres de familia y otras figuras de autoridad en la sociedad como directores(as) y maestros(as), quienes debían hacer que tales disposiciones se cumplieran. En relación a la forma en que los sacerdotes cumplían con su deber de vigilar la forma de vestir de las mujeres tenemos el siguiente testimonio de una mujer de una parroquia de Aguascalientes: El que no se me olvida es el señor cura Antonio García, el grandotote que era muy trabajoso, porque casi acabó con toda la gente (de la parroquia) del Encino. Ya al último nomás iban 4 o 5 gentes a misa. Si ibas con pantalón, te corría, si ibas sin manga también, si ibas sin velo también. Y te corría hasta el atrio. Al último la gente estaba tan asustada o enojada con él que ya no iba. No te tenías que sentar al lado de los hombres; si no ponías las manos juntas al comulgar, no te daba la comunión y así. A Esther mi hermana la corrió nomás porque traía un escotito hasta aquí y le dijo que se lucía de andar encuerada. Le dijo que se saliera y no se salió y al último salió él corriendo y ella dijo: “pues de taruga me espero”, y salió comiendo hasta el jardín. Pero ¿a quién no correteó?... La “guerra” por la forma de vestir de las mujeres se desarrolló entre los sacerdotes y los padres de familia 183 contra las mujeres jóvenes. Con el paso del tiempo, puede decirse que esta “guerra” fue ganada por las mujeres, ya que su forma de vestir fue cambiando paulatinamente, imponiéndose el criterio femenino sobre las disposiciones clericales. Las reglas del vestido femenino experimentaron el proceso de secularización. Y las mujeres individualizaron y definieron sus propias reglas, autoafirmándose y reconstruyendo con ello su identidad. La manera de vestir de las mujeres es, en este caso, un indicador de cambio social importante ya que, además de expresar la moralidad y las creencias respecto al cuerpo humano en general y al propio en particular, es un indicador de los cambios experimentados en las identidades femeninas. En el caso del México de las primeras dos décadas del siglo XX, puede decirse que fue la presión de los comerciantes y fabricantes la que impulsó el cambio en la forma de vestir masculina, no así en la femenina, que en esta época experimentó pocos cambios. Sin embargo, entre 1920 y 1960, la forma de vestir, tanto de los mexicanos como de las mexicanas experimentó cambios, ya que se vio fuertemente influida por la forma de vestir norteamericana. Esta influencia llegó, tanto por los establecimientos comerciales como por los migrantes mexicanos quienes, vueltos al terruño, traían consigo diferentes vestuarios, que en cierta forma sugerían nuevas identidades. Posiblemente, ello les facilitaban también una nueva manera de entender y reaccionar frente a diferentes situaciones sociales. En el segundo tercio del siglo XX, en el Occidente de México, los principales cambios observados en el vestuario femenino fueron los siguientes. Paulatinamente los colores y las texturas se fueron diversificando, así como transformando las prendas de vestir. Los rebozos cada vez fueron más cortos y se usaron menos, limitándose paulatinamente su uso solamente para ir a la iglesia. Las jóvenes comenzaron a vestirse de colores, las faldas se fueron acortando, lo mismo que las mangas de las blusas. Los escotes cada vez fueron descendiendo más. En síntesis, el vestuario femenino fue dejando, poco a poco, más partes del cuerpo de las mujeres al descubierto, lo cual ponía de lado la moral eclesial de que entre más cubierto estuviera éste, mejor. Por otra parte, la paulatina transformación de las preferencias y el gusto de la población, así como los efectos de la depresión estadounidense de 1929, habían favorecido el desarrollo de la industria de la confección en ciertas regiones de México. Los comerciantes habían comenzado a reducir la venta de rollos de tela de algodón para ofrecer a cambio “cortes” de diferente medida, color y diseño. En 184 diversas localidades mexicanas había aumentado el número de costureras que no sólo hacían las prendas de vestir de las mujeres, sino que también sugerían nuevos diseños. Todo esto ayudó a ampliare1 margen de expresión de la individualidad femenina respecto a su propia ropa. Para observar mejor este cambio en la manera de vestir femenina, puede citarse el caso de Santiago Tangamandapio, comunidad michoacana estudiada por Fiona Wilson, En esta localidad, durante toda la primera mitad del siglo la manera de vestir de las mujeres debía tener siempre la aprobación masculina, particularmente expresiones de masculinidad, Posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, los cholos o pachucos mostraron su oposición a la cultura de sus padres a través de su estilo de vida y también a través de su forma de vestir, de los sacerdotes, los papás y los hermanos mayores. Así, durante ese periodo el atuendo cotidiano de las mujeres, en el hogar, fue “un vestido casi sin forma y un delantal invariablemente usado”. Cuando las mujeres salían de casa, debían usar rebozo para cubrir su cabeza, sus brazos y el mandado (que indicaba el nivel socio- económico de la familia). En los años sesenta se establecieron en la comunidad talleres de confección de prendas de vestir y las mujeres comenzaran a trabajar en ellos. Durante un buen tiempo, sin embargo ni siquiera el hecho de que las mujeres obtuvieran un Salario modificó su capacidad para decidir sobre su propio vestuario. Fue sólo con el paso del tiempo y poco a poco que las jóvenes solteras empezaron a usar los suéteres que ellas mismas producían y fue sólo hasta la década de los años setenta cuando las mujeres comenzaron a cuestionar las atribuciones ajenas sobre su propio vestuario y a poder determinar lo que era conveniente y respetable desde su propio punto de vista. De acuerdo con la mirada de la antropóloga, cuando se observa la manera de vestir de las muchachas que acuden cada tarde de domingo a la plaza de Santiago es evidente que ellas han ganado la guerra del vestido… Las jóvenes han utilizado la ropa para sugerir y demandar una forma de vida diferente a la de sus madres… Se trata de un incipiente pero evidente triunfo de la individualidad es decir, de la capacidad y voluntad de la mujer para expresarse por sí misma a través de un lenguaje individual. Lo que interesa resaltar aquí, además del hecho de que el vestido fue fundamental para negociar una nueva identidad femenina, es el proceso de secularización de la forma de vestir de las mujeres, en el cual ellas le arrebataron a la Iglesia la capacidad de decidir sobre su vestuario. La mujer inició así la gestación de una nueva moral, moderna, 185 individual. A querer y no, la Iglesia Católica, a la larga, terminó por aceptar la secularización del vestido femenino y con ello la gestación de una nueva moral.”31 La relación entre la identidad social y la religiosidad, la expone la autora en el texto PRÁCTICAS RELIGIOSAS E IDENTIDAD LOCAL: APROXIMACIONES A UN BARRIO DE AGUASCALIENTES. Ahí dice: “INTRODUCCIÓN Una de las lecciones históricas del movimiento cristero, ese movimiento de oposición católica, suscitado en esta región del centro-occidente, al proyecto del Estado postrevolucionario mexicano, es que México es un país culturalmente diverso. Si bien esto no fue ni es ninguna novedad, hay que retornarlo si consideramos que todavía no existe en México una cultura del pluralismo y la democracia sólidamente arraigada. Es posible afirmar, con Guillermo Bonfil, que “la historia de México, al menos durante los últimos 500 años, es la de una sociedad marcada por la subordinación de pueblos y comunidades con cultura distintiva ante un sector de la población que practica una cultura diferente”. Una identidad nacional, siguiendo a este autor, pensada desde la pluralidad no consistiría en a uniformidad nacional, sino en la capacidad de todos para aceptar la diversidad cultural. La diversidad cultural alude a la noción de diferencia cultural. Pero si asumimos que una cultura es diferente de otra es porque dentro de sí misma contiene elementos que le dan homogeneidad y que a la vez ayudan a diferenciarla de otra. Es a partir de la posibilidad de la diferencia que algo puede ser semejante, es decir, “es necesario un otro para diferenciarse o asemejarse”. Y la noción de semejanza conduce directamente al concepto de identidad. En un primer nivel situamos a la identidad como una igualdad, o una relación de semejanza (...). Cuando hablamos identidad hablamos de algo que hace idéntico, semejanza, decir, que se hace posible una relación entre dos o más elementos. Es común entre los científicos sociales establecer clasificaciones entre los grupos humanos, pero también son los grupos humanos los que se clasifican a sí mismos con base en sus semejanzas (y diferencias). Por eso, habría que distinguir entre las identidades creadas por los sujetos mismos y las creadas por el científico social. En el caso de las identidades creadas por los científicos sociales, éstas pueden variar en función del criterio elegido 31 Padilla, Y., “Mujeres e Iglesia Católica en los cuarenta: la gestación de una nueva moral”, en Revista Caleidoscopio de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, diciembre de 1997, pp. 123-148. 186 para establecer dicha identidad. Es decir, dentro de un mismo grupo social, las personas que son semejantes con respecto a un criterio de identidad pueden ser diferentes con respecto a otro criterio. Y nunca ocurre que exista un criterio único de identidad. “La atribución de identidad, pues, es consecuencia de una elección entre los criterios de identidad”. Así por ejemplo, una identidad étnica alude al criterio de etnicidad; una identidad religiosa alude al criterio de tipo de religión que se practica; una identidad barrial alude al criterio de sentimiento de pertenencia a un territorio; etc. La identidad, en general, puede verse así como una red en la cual se entrelazan identidades que van desde la comunidad o la tribu hasta a nación, pasando por las identidades regionales o nacionales. Y es esta multiplicidad de identidades y de niveles dentro de una misma identidad de lo que se habla cuando se relaciona identidad y cultura. En el caso de las identidades colectivas creadas por los sujetos mismos hay que decir que tales identidades no son cerradas ni inmutables, más bien son porosas e históricamente cambiantes. Las identidades son productos culturales e históricos que surgen, se reestructuran, desaparecen. De forma que los sujetos sociales crean, seleccionan, desechan o afirman marcas o rasgos de identificación reelaborados simbólicamente que les permiten aglutinarse en torno a un proyecto determinado. Esto nos lleva al problema de la historicidad de las identidades o su naturaleza cambiante y permanente a la vez y su importancia en la reproducción y cohesión social. Las identidades pueden entenderse entonces como: un producto de procesos culturales que buscan organizar en un universo coherente el conjunto de relaciones reales e imaginarias que los hombres han establecido entre sí y con el mundo material, necesarias para la reproducción o transformación social. Las identidades son múltiples y no siempre se excluyen entre sí. De forma que los sujetos sociales pueden pertenecer simultáneamente a diferentes identidades: familiar, de barrio, de ocupación, de etnia, de religión, de nación, etc. Estas identidades pueden coexistir en un individuo o grupo social pacífica o conflictivamente. Por otra parte, dentro de una identidad pueden distinguirse varios niveles, como la identidad de género y la de grupos de edad. A continuación hablaremos únicamente del cruce que se da entre dos tipos de identidades: la identidad barrial y la identidad religiosa. Los criterios de identidad que estamos seleccionando para hablar de identidad son dos: el de pertenencia a un espacio físico determinado y el de tipo de prácticas religiosas que en éste se realizan. 187 LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS Y LA IDENTIDAD BARRIAL Las identidades barriales son formas que se expresan más hacia el interior del grupo que hacia la ciudad o región en la que se ubican. Casi siempre, el lugar de origen es la base de las identidades locales. Este tipo de identidad generalmente es igual o más fuerte que la identidad regional o la nacional. Las identidades barriales forman parte de la cultura urbana, y ésta puede entenderse como “el conjunto de procesos y prácticas que producen significaciones a partir y sobre un ámbito espacial”. A partir de este concepto es que los antropólogos han estudiado, sobre todo desde la década de los ochenta temas como la contradicción entre la tradición y la modernidad en un espacio determinado, la construcción de identidades a partir del territorio, el desarrollo urbano y las organizaciones populares, así como temas relativos a la vida cotidiana. El espacio urbano desempeña un papel fundamental en las identidades barriales, no sólo como escenario de los acontecimientos sociales o los encuentros personales, sino también como un producto de ellos. Influye y es influido por los procesos sociales. El espacio físico tiene gran importancia en el estilo de vida de los grupos sociales que lo ocupan. Vivir en determinado lugar no es ajeno a la manera como se usa e1 tiempo libre, se educa a los hijos, se construyen las expectativas y deseos, se satisfacen las necesidades, se disfruta o sufre y se da sentido a la vida. La importancia del territorio (o espacio apropiado) en la identidad barrial es un tema particular de las investigaciones en torno a la cultura urbana. Pero delimitar a cuestión de dónde empieza y dónde termina un barrio no es tarea fácil. En un estudio se observó que los límites del barrio varían de acuerdo con los sectores sociales de que se trate. Por ejemplo, para los políticos de un barrio los límites eran mucho más amplios que para las personas que sólo llegaban al barrio a dormir. Desde esta perspectiva, los antropólogos han definido al barrio como un espacio de producción simbólica a partir de la unidad de residencia sobre cual se establecen procesos de identidad—alteridad. Entonces, al espacio físico se le ha denominado barrio mientras que al ámbito o espacio social de producción simbólica se le denomina “lo barrial”. Lo barrial es entendido como un “ethos”, entendiendo, por ello los aspectos morales de una determinada cultura. El “ethos” de un barrio seria el tono, el carácter y la calidad de su vida, su estilo 188 moral y estético, la disposición de su ánimo, esto es la actividad subyacente que sus habitantes tienen ante sí mismos y ante el mundo. Este “ethos” sería el sustento de la identidad barrial que podría definirse como: La manera como los participantes de un grupo siente como propias ciertas formas de acción, ciertos valores o maneras de dar significación a los componentes de su cultura, y cierto afecto expresado hacia el pasado, presente y futuro histórico del grupo. Dicha identidad también está dada por un proceso que tiene como referencia la alteridad, lo extraño. Así, los barrios han comenzado a ser objeto de estudio de los antropólogos, sobre todo en lo que respecta a formas de vida, convivencia vecinal, nociones de arraigo, etc. El estudio antropológico de los barrios comenzó y se ha desarrollado principalmente en la Ciudad de México, particularmente después del terremoto a de 1985. También han comenzado a estudiarse la religiosidad y las fiestas religiosas como prácticas importantes en la cultura urbana. En México, algunos antropólogos han encontrado que en muchos barrios persiste una tradición basada en una identidad social y religiosa. Las prácticas religiosas, aquí, desempeñan un papel central. Puede decirse que la identidad existe en función de unas prácticas y del significado colectivo que ellas adquieren. Las prácticas coadyuvan así a la construcción de sentido social. También inciden en la unidad social del grupo, aún cuando dentro del mismo exista una multiplicidad de identidades. Las prácticas se conciben aquí como “formas de hacer, de hablar, de pensar, de concebir el mundo, de organizar sus vidas en espacios y tiempos”. El sentido de las prácticas está dado, para cada individuo desde la tradición o la costumbre (algunos la llaman ideología), es decir, desde “ese cúmulo ordenado de evidencias que todos los individuos de una cultura conocen pero que no ven, no saben cuándo las aprendieron y, sin embargo, les son útiles para organizar su vida sin necesitar definirlas. Las fiestas religiosas, por ejemplo, son una práctica que permite la reafirmación y la cohesión cultural de los participantes en ellas. Aún más, se ha dicho que puede “modelar” identidades. La fiesta religiosa, en esta perspectiva, se concibe como un espacio de reelaboración simbólica que involucra la estructura social en su conjunto y que permite al observador hacer una lectura del tipo de relaciones económicas, políticas y sociales que viven los grupos particulares. De esta forma, hablar de cultura barrial es hablar de tradiciones y costumbres y hablar de ellas es hablar del ordenamiento significativo de las prácticas. 189 LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS COMO PRÁCTICAS DE IDENTIDAD: EL CASO DEL BARRIO DE TRIANA EN AGUASCALIENTES. El Barrio de Triana. El Barrio de Triana representa, en Aguascalientes, el asentamiento humano más antiguo y tradicional de la ciudad. El Templo del Señor del Encino es el centro de la vida social y religiosa del barrio. Se ubica a ocho cuadras hacia a e1 sur del centro de la ciudad. Generalmente, los vecinos visualizan como su extensión la comprendida en una irregular cuadrícula, trazada por aproximadamente cinco calles largas que corren de norte a sur y por otras tantas, aunque más cortas, que lo hacen de oriente a poniente. El barrio ha experimentado un proceso de transformación radica1 en las últimas tres décadas, que obedece a los procesos de urbanización de la ciudad de Aguascalientes. Como resultado de este proceso, desaparecieron las huertas y las acequias que caracterizaban al barrio, se construyeron casas en los lugares donde antes había huertas, se pavimentaron las calles y se entubó el agua, se electrificaron las calles y los hogares y muchas casas se reedificaron con ladrillo en vez de adobe. Finalmente, una gran fábrica de muebles ha devorado algunas cuadras del barrio, suprimiéndole así un poco de su carácter tradicional. Hay que decir que muchas casas habitación se han transformado total ó parcialmente en negocios comerciales. Hay que recordar que en la primera mitad del siglo actual, el barrio tenía una apariencia alegre y fresca, gracias a las abundantes huertas que existían allí, en las que se cultivaba gran variedad de frutas y verduras. Todo era casas y huertas. Por otra parte, el barrio parecía un pueblito inmerso en la ciudad, pues hasta los años sesenta el barrio permaneció delimitado al norte y al sur por dos arroyos: el arroyo de los Adoberos y el arroyo del Cedazo. Tales arroyos conformaban una especie de fronteras naturales que contribuyeron a un relativo aislamiento del barrio respecto al resto de la ciudad. El barrio de Triana, según un testigo de los años treinta “parecía como segregado de Aguascalientes sus gentes de costumbres tradicionales y morigeradas como que se resistían a incorporarse a la vida citadina”. Durante la primera mitad de este siglo, la población trabajadora del barrio se dedicaba a varios oficios: había hortelanos, tenderos, panaderos, estableros, arrieros, carpinteros, mecánicos, sastres, ferrocarrileros, obrajeros, albañiles, ixtleros, peluqueros, comerciantes, empleados, maestros, un par de médicos, etc. Actualmente, es posible decir con propiedad (aunque no con mucho fundamento empírico) 190 que los habitantes del barrio pertenecen a esa gran categoría social que es la clase media. Al parecer, el barrio se vió enriquecido, en Las primeras tres décadas del siglo, por algunos migrantes provenientes de Zacatecas y Jalisco. Estas migraciones obedecieron a las difíciles circunstancias que produjeron, en el campo, tanto la Revolución Mexicana como el movimiento Cristero. En el espacio del barrio, cuando éste era como un pueblito inmerso en la ciudad, casi todas las personas se conocían entre sí y mucho de la vida social giraba en torno a las prácticas religiosas. La realización de algunas prácticas religiosas, tanto públicas como privadas, asemejaban a los pobladores de Triana, al estar compartiendo, implícitamente, creencias, valores, tradiciones y costumbres y los dotaba así de un sentimiento de identidad religiosa y barrial. LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS COMO PRÁCTICAS DE IDENTIDAD. Para observar las prácticas religiosas en este barrio, consideraré aquí como coyuntura inicial el fin del movimiento cristero, esto es, el año 1929, cuando los templos se vuelven a abrir al culto público y las prácticas religiosas dejan de realizarse clandestinamente (aún y cuando el culto religioso siguió siendo motivo de conflicto álgido en algunos momentos de la década de los años treinta) A partir de esa fecha tratare de establecer, a grandes rasgos, la evolución de algunas prácticas religiosas en el barrio, comparando las prácticas de los años treinta, cuarenta y cincuenta rescatadas mediante algunas historias de vida y documentos del archivo parroquial con el momento actual, rescatado mediante observación directa y pláticas informales con algunos habitantes del barrio. Partiendo de la premisa de la historicidad de la identidad religiosa y local del barrio, trataré de distinguir sus transformaciones, conforme han evolucionado, tanto las características del barrio como asentamiento humano como las prácticas religiosas de los habitantes de1 mismo. Como ya se mencionó, el barrio experimentó un fuerte proceso de urbanización y transformación física. Por su parte, la vida social del barrio experimentó un proceso de secularización de las costumbres, en el que las prácticas religiosas experimentaron sus propios cambios. La secularización de Las costumbres no implica que haya cambiado la naturaleza de las prácticas, sino sólo algunos aspectos de ellas. Observemos algunos casos. Veneración al Patrono: el Señor del Encino El Señor del Encino, además de ser el patrono, es el símbolo 191 religioso principal del barrio. Su representación consiste en una imagen de Cristo crucificado, como de un metro y medio, tallada en madera, de color negro. La imagen no es totalmente simétrica, pues su brazo izquierdo es más largo que el derecho y por lo tanto la mano y el clavo respectivo sobresalen de la madera. En torno al origen de esta imagen ha habido muchas leyendas en el barrio, y en torno al supuesto crecimiento de su brazo izquierdo ha habido muchas creencias. Sobre el origen de la imagen, las leyendas tendían a descartar un origen estrictamente humano y al supuesto crecimiento del brazo izquierdo, se le atribuían causas sobrenaturales. Escuchemos algunas versiones a1 respecto. Que se apareció en un mezquite, que cayó un rayo y apareció el Cristo Negro a consecuencia del rayo. Cayó un rayo a un árbol, el tronco se quebró y quedó la imagen de un Cristo, negro por el flamazo del rayo por eso es que está negro…Dicen que (el brazo] le va creciendo por los pecados de uno, por la misma maldad de nosotros los humanos. Dicen que le va creciendo y que cuando le crezca más, será el fin del mundo. Cuando yo era chica, se decía que era un lugar donde había encinos, y que ahí estaba figurándose como una imagen en un árbol. Entonces que los talladores vieron que estaba muy desfigurado en la madera y empezaron a hacerlo... En aquellos tiempos se decía que tenía un brazo más largo que el otro por nuestra maldad, que le estaba creciendo la mano porque nos iba a castigar. Dicen que fue cogiendo un color oscuro y a lo mejor lo pintaron después más. La leyenda dice que unos indígenas lo encontraron casi formado en un árbol de encino, en una rama estaba casi formada la cruz y el Cristo, y seguramente le hacían a la tallada y lo terminaron. Nomás que como las ramas estaban todavía verdes, una de ellas a veces siguen creciendo un poquito, como tienen humedad, se tuercen o se enchuecan para un lado u otro. Toda la madera que está verde así es. Entonces parece ser que después de que lo terminaron todavía le crecieron esos 5 ó 10 centímetros al brazo izquierdo y se le salió el clavito que le habían puesto. La madera del encino es negra, es como la del ébano. Aparte de que a mí se me hace que le dieron su pintadita, porque no es tan negra como está (risa). Decían que estaba en un encino, que ahí se apareció, estaba negrito y lo que le han dicho a uno es que la mano más grande son los milagros que ha hecho, por eso le va creciendo. Tenemos así muchas leyendas sobre un origen por “aparición’, creencia común en lo que respecta a 1as imágenes de muchos patronos de localidades que dan nombre e identidad a la misma. Es decir, la imagen del patrono ha tenido, en la 192 creencia común, un origen sobrehumano. Por otra parte, el supuesto crecimiento del brazo tenía también una causa sobrenatural en La creencia colectiva: por los pecados, por los milagros. El color negro también, se dice que adquirió este color por los pecados de los hombres. Sin embargo, la tendencia parece ser que estas leyendas vayan quedando en la mente de los habitantes contemporáneos del barrio como tales, como leyendas. Actualmente (1995), el mismo párroco se encarga de difundir la versión de que el Señor del Encino ni es negro ni es de encino. Esto porque cuando quiso que se restaurara la imagen la puso en manos de unos artesanos del barrio. Luego de revisar a madera y hacer algunas pruebas llegaron a la conclusión que la madera era de mezquite y estaba pintada de negro. “Quien hizo la escultura del Señor del Encino, aprovechó una rama de mezquite y eso se deduce porque su rostro y pies siguieron la configuración de la rama, lo mismo la asimetría de la escultura”. Entonces, como se ve, ante el origen desconocido y por Lo tanto misterioso de la imagen, la tendencia de la evolución de la creencia es pasar de la leyenda a la explicación racionalista. Sin embargo, la leyenda del Señor del Encino es una creencia arraigada aún entre algunos vecinos. No sé el señor cura de dónde saca esas cosas o porqué no dice las cosas como deben de ser. Aquí todo el mundo sabe que el Señor salió de un encino que había en el jardín, que es negro y que la mano le creció. Como quiera que sea, la veneración al Señor del Encino continúa y es muy fuerte. El Señor del Encino, además de escuchar cotidianamente las penas y las alegrías de los habitantes del barrio, continúa siendo el símbolo y el signo principal de identidad religiosa y local. Devociones, oraciones y tiempos sagrados. Además del Cristo Negro, los habitantes del barrio del Encino han tenido toda una cohorte celestial a quien venerar y tener devoción. Estaban el Sagrado Corazón de Jesús y la Divina Providencia. También la Virgen de Guadalupe, la Virgen de San Juan, la Virgen del Carmen, la Virgen de los Dolores, la Virgen del Refugio y otras en cuanto a advocaciones de la Virgen María se refiere. Respecto a santos, no han faltado altares y veladoras para Santiago Apóstol, San Martín Caballero, San Martin de Porres, el Arcángel San Gabriel y el Santo Niño de Atocha, etc. Mucha gente del barrio ha participado en la peregrinación anual a pie, al Santuario de la Virgen de San Juan de los Lagos. Hay que mencionar que muchas de estas devociones perduran hasta la fecha, muchas veces heredadas de los padres. Aunque sí cabe afirmar que tal 193 vez las devociones se han ido reduciendo. Las oraciones por la mañana el rezo del rosario por las noches eran hasta hace no tanto una costumbre cotidiana más o menos generalizada. Las oraciones matutinas consistían en dar gracias a Dios y encomendarse al Ángel de la Guardia. El rezo del rosario era diariamente, por las noches y en familia, aunque no en todas las familias se tenía esa costumbre. Sin embargo hay que observar que actualmente muchas oraciones se han acortado y que el rezo del rosario en familia casi ha desaparecido. Al respecto tenemos el siguiente testimonio. [Mi mamá] se sabía de memoria todas la jaculatorias y todos los rezos, porque era una estación de 7 Padres Nuestros y las Jaculatorias de la Virgen del Carmen, luego se respondía ‘Ruega Señora por nos, Virgen del Monte Carmelo... Cuando ya tuve a mis hijos, yo empecé a recortar las oraciones, porque ya no querían rezar o tenían que hacer tareas ú otras cosas. Hasta la letanía del rosario recorté. Ya después nomás eran los misterios a corre y corre y e1 ofrecimiento chiquititito y ya, para que aguantaran. La principal fiesta religiosa en el barrio era y es la del Señor del Encino (de la cual hablaremos más adelante). Pero había otros tiempos de fiesta como la Navidad, que se celebraba con 9 posadas tradicionales. Las posadas se organizaban por los vecinos de calle y en ellas participaban todos los niños que por ahí vivían. Actualmente se siguen realizando posadas, aunque menos y a nivel familiar, con poca participación vecinal. El principal tiempo de recogimiento y reflexión era y es la cuaresma. Anteriormente, la cuaresma se vivía siguiendo más o menos fielmente las disposiciones de la Iglesia Católica. Se respetaba estrictamente el ayuno y la abstinencia de carne. En esos días se hacían ejercicios espirituales, se rezaba mucho, no se salía a la calle ni se escuchaba música y algunas personas practicaban la abstinencia sexual. Actualmente este tiempo sagrado se sigue respetando, pero sin tanta restricción ni exigencia. Vida Sacramental. La vida sacramental representa un conjunto de prácticas religiosas que poco ha cambiado. Sin embargo faltaría una observación más detallada y cuantificable para poder afirmar con certeza que estas prácticas se han mantenido, han aumentado o han venido en declive. Lo que se nota a simple vista, es que ya no ocurre que los nacimientos, matrimonios y defunciones registrados en la parroquia correspondan total y estrictamente hablando a la gente que de hecho vive en la parroquia. Es decir, mucha busca sus sacramentos en el Templo 194 del Encino porque es un templo arquitectónicamente atractivo de mucha tradición, pero no porque pertenezca a la parroquia. Tal vez un cambio que sí puede afirmarse es en que la recepción de algunos Sacramentos eventualmente ha parecido predominar un poco más el sentido social -convencional del acto que el sentido religioso. Tal vez por eso en los últimos años las autoridades religiosas —a nivel diocesano— han establecido como obligatoria una cierta preparación religiosa antes de un bautizo o una boda, tratando de subrayar el sentido religioso del acto en detrimento de su percepción como evento social. Puede decirse que en Las primeras décadas del siglo, prácticamente no había en el barrio persona sin bautizar, sin haber hecho la primera comunión, sin asistir regularmente a misa, sin estar casado por la Iglesia y sin la posibilidad de recibir la extremaunción en el caso de estar gravemente enferma. Además, prácticamente todos los niños del barrio pasaban por la catequesis. Actualmente el barrio sigue realizando profusamente estas prácticas, aunque en este momento no me es posible precisar los cambios que se han realizado en cada una de ellas. Lo que si puede afirmarse es que la vida religiosa de la población estaba y está muy relacionada con su ciclo vital a través los sacramentos: bautizos confesiones comuniones confirmaciones, matrimonios extremaunciones. La vida sacramental ha dado sentido religioso a momentos importantes de la vida de las personas: el nacimiento, el matrimonio, el nacimiento de los hijos, la muerte. Asociaciones piadosas La Acción Católica fue fuerte en el barrio, en a diócesis y en el país desde 1930 hasta aproximadamente los años 60. Tenía dos ramas, las ramas femeninas y las masculinas. Las ramas femeninas se dedicaban a actividades de piedad y moralización de las costumbres mientras que las ramas masculinas se dedicaban a la formación religiosa y a la procuración de diversiones consideradas sanas para los niños y los Jóvenes. También ocurrió que desde allí algunos señores del barrio se organizaron para resolver necesidades concretas del barrio, por ejemplo la electrificación y otros servicios urbanos del barrio, aprovechando los contactos que podían establecer con algunas autoridades municipales a través del las fiestas del Señor del Encino. Así consiguieron algunos servicios, aunque, en general, a gente del barrio siempre ha estado poco politizada. La Acción Católica ha declinado en su actividad en los últimos 30 años. Actualmente sigue funcionando sobre todo en 195 su rama de mujeres adultas y su actividad se ha concentrado últimamente en ayudar al párroco a organizar las celebraciones religiosas y conseguir los recursos necesarios para ello, particularmente la fiesta del Señor del Encino. Las Asociaciones piadosas más comunes en el barrio han sido la de la Vela Perpetua y la del Señor San José. La asociación más numerosa y tal vez la más importante en el barrio fue la de la Vela Perpetua, con sus dos ramas: femenina y masculina. Su actividad consistía en venerar al Santísimo Sacramento de día y de noche, para lo cual los miembros de la asociación se organizaban en equipos de 8 ó 10 personas y se turnaban en adoración, cada uno un día o una noche al mes. Durante décadas fue una asociación muy popular y numerosa pero ha venido en declive, aunque todavía existe. Actualmente, ya no se hace velación por las noches, solamente durante el día, por un grupo mujeres de edad mayor que se turnan para permanecer en templo el acompañando al Santísimo todo el tiempo que dura abierto el templo. La Asociación del Culto Perpetuo al Señor San José fue una asociación mixta que fue fuerte entre os años 30 y 70. Esta asociación tenía a San José como modelo de virtudes y su actividad central consistía en que sus integrantes trataban de imitar al santo y celebrar cada año su fiesta. Actualmente esta asociación ha desaparecido por completo (ahora se percibe tal vez como algo un tanto extraño que un joven o un adulto quiera vivir cotidianamente tratando de imitar las virtudes de un santo varón). Las personas que participaban en estas asociaciones participaban a la vez en otras. Pero, aunque existían muchas asociaciones, cada una tenía su propia naturaleza, características y objetivos y dotaba a sus integrantes de un sentimiento particular de pertenencia a la asociación, al identificarse con sus compañeros en una práctica religiosa específica. La fiesta patronal. La fiesta del Señor del Encino, desde que se estableció, se ha celebrado el día 13 de noviembre. Generalmente ha comenzado a celebrarse 13 días antes con misas y rezos especiales. Actualmente, cada día del trecenario se reciben peregrinaciones provenientes de varias parroquias de la diócesis. Sin poder precisar desde cuando comenzó esta tradición, la fiesta religiosa ha ido acompañada de una verbena popular en la que se compran y venden alimentos, artesanías, juguetes y los niños y jóvenes pueden divertirse en los juegos mecánicos que se instalan alrededor del Jardín de la Paz. 196 Es hasta hace 4 años que el actual párroco Sr. Salvador Jiménez dispuso la rea1ización de una pequeña romería consistente que la imágen del Señor del Encino saliera de su templo, en el día de su aniversario, para pasar por las calles que circundan al barrio, como queriendo significar que el Cristo Negro visitaba todos los hogares del mismo. Aunque la disposición no fue consultada a los vecinos, éstos la aceptaron con agrado y a asumieron con bastante entusiasmo, de forma que la romería ha resultado un éxito. Desde el primero de noviembre las calles y casas son adornadas, y el día 13 el barrio entero se vuelca a las calles y espera con gran fervor el paso de la imagen del Señor del Encino. Cuando esto ocurre, se arrojan confeti o flores y le aplauden profusamente. Posteriormente la gente se va caminando atrás de la imagen hasta llegar al templo y participa en una misa realizada en la explanada lateral del templo, para dar cabida a la gran cantidad de gente que asiste a ella. La fecha de la fiesta rememora el día en que el Templo y e1 barrio quedaron dedicados al Señor del Encino. Esta fecha connota gran significado. Es el día en que el barrio comenzó a tener un patrón con el cual identificarse: un motivo simbólico de cohesión en el barrio. DE LA IDENTIDAD A LAS IDENTIDADES O LA MODERNIZACIÓN DE LA VIDA BARRIAL. El enfrentamiento del barrio con la ciudad implica cambios en la vida social y religiosa, cambios provocados por los fenómenos de migración urbana, crecimiento de la ciudad, urbanización, modernización y secularización. Tal enfrentamiento del barrio tradicional con la ciudad no es un fenómeno local sino algo que pudiéramos decir común en muchas ciudades mexicanas a lo largo de este siglo XX. Podríamos decir que durante mucho tiempo: La parroquia era el pueblito donde, el domingo y con ocasión de los acontecimientos cíclicos de la vida, la ciudad brindaba con condescendencia a sus habitantes un refugio cultural de tipo rural. La vida de los arrabales, en tales ocasiones, ofrecía el desquite de un folklor campesino: unas campanas que tocaban una sotana, unos niños endomingados, unas mujeres piadosas a quienes los hombres, aguardaban en el bar frente a la iglesia, una ceremonia anticuada en su desarrollo, fría en sus palabras incomprensibles, pero conmovedora en su ambiente pomposo. Era la época en que las primeras migraciones rurales iban hinchando insensiblemente la población de las ciudades. En este enfrentamiento barrio tradicional-ciudad moderna se suscitan varios cambios de largo plazo que tienen 197 implicaciones en la vida social y religiosa. Por ejemplo, el control del sacerdote sobre la vida social disminuye, debido a que ya no conoce personalmente a sus parroquianos. El grado de cohesión de la vida social disminuye también, debido a que disminuye a frecuencia de contactos entre los vecinos porque, como todos sabemos, en la ciudad uno es el espacio de vida, otro el de trabajo, otro el de diversión. En este contexto de pluralismo y diversidad propio de las ciudades, lo que me interesa destacar es que las identidades se reestructuran cada vez menos con una base territorial y cada vez más con una base ocupacional o de interés. Las nuevas identidades desplazan a la local. La identidad barrial, así se debi1ita en este proceso de diversificación y heterogeneización social. La hipótesis aquí es que con la modernización los lazos entre la identidad barrial e identidad religiosa se aflojan, siguiendo tal vez rumbos separados, aunque no divergentes. Sin embargo, mientras que la identidad local declina por ese proceso que los posmodernos llaman desterritorialización de la cultura, la identidad religiosa se mantiene, trascendiendo a la identidad de base espacial, tal vez porque las prácticas religiosas conllevan e implican valores y premisas que pueden realizarse independientemente del lugar en que los practicantes se encuentren. De estas premisas religiosas destaco solamente una que me parece fundamental para la construcción de la identidad católica: la que hermana a todos los hombres como hijos de Dios. De esta premisa y otras derivan todas las prácticas religiosas. Esta sería la premisa de identidad cristiana y es impermeable a los cambios urbanos, a la modernización y a la secularización. Por lo que la identidad religiosa, tal vez como la étnica, aunque con periodos de exaltación o de serenidad, es a más trascendente de las identidades. Pero no quiero terminar aquí sin hacer una anotación sobre los peligros de la exaltación de las identidades. Como dijo León Wieseltier “En malos tiempos, la identidad no es lo mismo que en los buenos” En los buenos tiempos, los lazos solidaridad, la renuncia a la individualidad en nombre de lo colectivo, la confianza en la acción simbólica parecen a veces cualidades abrumadoras de las identidades colectivas fuertes. Pero en los malos tiempos, esto es cuando estas identidades se ven amenazadas, tales cualidades se ven como positivas y aún necesarias para la sobrevivencia de un grupo étnico o religioso. “De ahí que sea impertinente dirigir la crítica de la identidad a aquellos cuya existencia está amenazada”. En los malos tiempos, las identidades han provocado intolerancia, agresiones y aún guerras sangrientas 198 y ha sacrificado la individualidad. En tiempos de paz la identidad serena ha sido considerada como socialmente saludable. Sin perder de vista los riesgos de la exaltación extrema de las identidades colectivas, me pregunto si con la globalización y la modernización está terminando el tiempo de estas identidades, y por ende de esas solidaridades, en aras del ciudadano moderno, desarraigado y desterritorializado, voluntarista e innovador, “más pendiente de la incertidumbre vidriosa del presente que de la reconstrucción y perpetua conmemoración fabulosa de lo originario”. Las identidades colectivas, sin embargo, no olvidan el individuo, sino que le dan un sentido de participación y pertenencia y un sentido como persona “compartir creencias y valores es lo que guarda la identidad del grupo y, a partir de lo cual, este mismo constituye a sus individuos como personas”. Por otra parte, las identidades colectivas recuperan y recrean el pasado, para dar sentido al presente y perfilar e1 futuro. Y esta dimensión de futuro es la que salva a las identidades al no verse como algo acabadas e inmutables. Por lo tanto, ni científicos ni sujetos sociales pueden hablar de identidades acabadas, sino de diferentes búsquedas de identidad. Y la búsqueda de identidad puede seguir dos caminos, uno, buscando la propia singularidad en el origen y en el pasado y otro, dibujar un rostro en el que uno pueda reconocerse y ver en él el pasado propio. Es entonces cuando la identidad, sea individual o colectiva, puede verse no como un dato fijo y acabado sino como proyecto a realizar.”32 Otro texto sobre el fenómeno religioso es: ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO A LA RELIGIOSIDAD ALTEÑA EN AGUASCALIENTES. En él explica cómo se manifiesta : “La cultura católica del occidente de México. El occidente de México se reconoce como la región del país constituida por lo que hoy son los estados de Nayarit, Aguascalientes, Colima, Jalisco, Guanajuato y Michoacán. El hecho de que se conozca como una zona geográfica no impide que dentro de ella existan diversidad de climas y paisajes. Tal vez, el principal factor de cohesión regional sea la historia que comparten pues experimentó la colonización 32 Padilla, Yolanda. “Prácticas religiosas e identidad local. Aproximaciones a un barrio en Aguascalientes”. En Lugo , Carlos; Villalobos , Hugo y Coronado, Rodolfo, compiladores. México ¿un proyecto nacional en crisis?. Universidad Iberoamericana- Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 1996, pp. 191-208. 199 española encabezada por Nuño de Guzmán, quien pretendía subordinar a los pobladores que allí habitaban. Junto con estos conquistadores españoles, varios religiosos franciscanos, agustinos, jesuitas, dominicos, carmelitas, dieguinos y mercedarios trabajaron en la conquista espiritual de los movedizos habitantes de la zona. Los misioneros españoles luego de algún tiempo, lograron su propósito: la integración religiosa de la región. Además, impulsaron la arquitectura, la escultura, la literatura, la música y la artesanía regionales. A través de su actividad educativa proveyeron a las élites de la región de una conciencia y un orgullo regionalista que después se tradujo en sentimientos independentistas ante el dominio español. La guerra de independencia y la guerra entre liberales y conservadores no interrumpió este proceso de integración regional. La cultura católica impregnó paulatina y completamente la actividad cotidiana de la población del occidente de México. Tal vez a ello se deba que la participación de esta población en el movimiento cristero fuera tan importante, a diferencia de la que tuvo la Revolución Mexicana, calificada de "deslucida” como dijo Luis González. La religiosidad alteña: el catolicismo tradicional. Algunos rasgos de la religiosidad alteña se pueden conocer a través de un literato, Agustín Yáñez y dos historiadores, Jean Meyer y Luis González, en tres momentos de este siglo: en vísperas de la Revolución Mexicana, en el movimiento cristero y en la mitad del siglo XIX. Al filo del agua, novela de Yáñez, permite aproximarnos a la religiosidad alteña poco antes de 1910. En ciertas partes de la obra parece ser una densa descripción etnográfica. En ella, Yáñez nos habla de un pueblo de Los Altos de Jalisco — Yahualica— que lo describe como un “pueblo de mujeres enlutadas” donde llevan siempre rítmica prisa y el rosario o el devocionario en las manos, junto con la canasta del mandado. El pueblo de Yáñez es “conventual”, “de templadas voces”, donde sólo hay estridencias los domingos por la mañana, a la salida de la misa y los días de fiesta religiosa. Es un lugar donde la respiración del deseo, nos dice, se refugia en los rezos y los cantos eclesiásticos de las mujeres, donde los deseos vuelan seguidos de los miedos que los amenazan; donde la separación de los sexos es rigurosa y sus habitantes tienen “caras de ayuno y manos de abstinencia”. Es un pueblo agrícola, seco, contenido, al filo de la Revolución. Sin embargo, en varias localidades del occidente de México, 200 la Revolución Mexicana no tuvo, al parecer, un impacto cultural tan fuerte como lo tuvo el movimiento cristero. El más importante estudioso de La cristiada, Jean Meyer, quien le atribuye al factor religioso y cultural un peso determinante en las motivaciones del movimiento cristero, señala en su libro La cristiada algunos rasgos: la religión es inseparable de la cultura e impregna la existencia diaria en todos los niveles. Por esta razón, la agresión que a ella hacía el gobierno mexicano, en esos momentos, perturbaba fuertemente el equilibrio psicológico, afectivo y existencial de las poblaciones. Aún más, la religión impregnaba, dice Meyer, no sólo la existencia cotidiana sino el paisaje occidental mismo, del cual se elevan constantemente iglesias y cruces y donde la toponimia era casi exclusivamente religiosa. Según Meyer, la religión de los cristeros era la católica romana tradicional, fuertemente enlazada con la Edad Media hispánica. Se trataba de un cristianismo “sólidamente estructurado en cuanto a los conocimientos y regularmente enraizado en la práctica dominical y la frecuentación de los sacramentos”. Era un cristianismo donde el catecismo del padre Ripalda (memorizado) y la práctica del rosario ocupaban un lugar fundamental. Se trataba de una religión “funcional", en el sentido que respondía a las necesidades de la familia rural, del pueblo, del campesino, que proyectaba su experiencia de la vida, respondía a sus preguntas, aplacaba sus angustias y guiaba su existencia. Era una religión que determinaba los valores sociales predominantes. En un pueblo típico del noroeste de Michoacán, San José de Gracia, culturalmente más identificado con Los Altos de Jalisco que con alguna otra región michoacana, tenemos también la clara expresión de lo que estamos tratando de describir como la “religiosidad alteña”. Luis González, en su ya clásico libro Pueblo en vilo, nos habla de algunos rasgos de la religiosidad popular de su gente, que hacía del pueblo un buen exportador de sacerdotes y religiosas. Según la visión histórica y etnográfica de este autor, en San José de Gracia, en los años sesenta de este siglo, casi todos los pobladores decían ser católicos, lo cual significaba que las creencias, el ritual y los mandamientos católicos ocupaban gran parte de su vida privada y pública, pues el calendario de fiestas religiosas impregnaba la vida social del pueblo durante todo el año. Peregrinaciones y romerías eran frecuentes, así como la participación en las asociaciones piadosas. En San José de Gracia, la práctica de los sacramentos era frecuente. Tres o cuatro misas por día y seis u ocho los 201 domingos. Además, eran periódicos otros ejercicios religiosos como el ayuno y la abstinencia durante la cuaresma y otras fechas específicas: la realización anual de los ejercicios espirituales, los golpes de pecho, la asistencia a bodas y velaciones, las visitas al Santísimo, el pago de mandas, los desagravios, el viacrucis, las rogativas las letanías mayores y menores, las gracias después de la comunicación, el rezo de jaculatorias, novenas, los siete domingos de San José y los trece martes de San Antonio; el acto de contrición; avemarías, padrenuestros, salves credos y el ejercicio del rosario al que ahora la tele le resta clientes. Como se ve en esta última afirmación, desde los años sesenta don Luis comenzaba a notar ciertos rasgos de declive en estas prácticas religiosas católicas tradicionales. Por ejemplo, una práctica sacramental no tan fuerte como durante la primera mitad del siglo, fue la decisión de poner a los hijos nombres propios que no pertenecieran al santoral católico, la disminución de peregrinaciones y romerías y una menor participación en las asociaciones piadosas, etc. La observación que hace Luis González sobre los cambios en las prácticas religiosas tradicionales, da pie para poner aquí, sobre la mesa de discusión, la idea de que la "religiosidad alteña” no es una esencia, sino un conjunto de creencias y prácticas culturales que cambian con el tiempo. De forma que esta observación matizará todo lo que a continuación se diga sobre la “religiosidad alteña” y su expresión en Aguascalientes. Es decir, partimos del supuesto de la historicidad de la práctica religiosa, mismo que ubicamos en el problema del proceso de secularización que experimenta no solo la sociedad occidental (en el sentido amplio del término), en el cambio de lo tradicional a lo moderno. Religiosidad alteña en Aguascalientes. Tres momentos Participación en el movimiento cristero. La mayoría de os campesinos hidrocálídos que se levantaron en armas durante el movimiento cristero radicaban en la parte poniente del estado, especialmente en Calvillo, zona que culturalmente se ha identificado con Los Altos de Jalisco. En ella predomina la pequeña propiedad, de forma que esta participación campesina en la cristiada no escapa a los cuestionamientos generales que varios estudiosos se han hecho al tratar de interpretar este movimiento. Me refiero particularmente al problema de la relación entre éste y la forma de tenencia de la tierra. Entonces, ¿qué tiene que ver ser pequeño propietario —o aspirar a serlo— con la intensidad de la religiosidad católica? ¿Puede establecerse una relación 202 pequeña propiedad —autonomía— catolicismo y otra entre ejidodependencia-estatismo? Sin embargo, el problema de la relación entre tenencia de la tierra y el tipo de religiosidad no agota la explicación de la cristiada pues, desde mi punto de vista, ésta se explica más como un movimiento regional de oposición hacia el proyecto cultural del Estado mexicano revolucionario. El proyecto cultural del Estado mexicano, luego de la Revolución Mexicana, era de corte liberal y anticlerical; era un proyecto modernizador, que buscaba erradicar la cultura católica imperante, pero se encontró con una férrea y tenaz oposición, principalmente en el occidente de México, y particularmente en Los Altos de Jalisco. De esta forma, el movimiento cristero representó un movimiento social de una región contra un Estado centralizador que, al intentar fortalecerse, no consideró las características culturales regionales. Esto no quiere decir que el proyecto del Estado posrevolucionario mexicano no siempre ha contado con el consenso generalizado de la población, lo cual es pertinente tener en cuenta en un momento histórico en que las identidades étnicas y regionales parecen querer resurgir con fuerza. En el caso del occidente de México, la religiosidad católica es un elemento fuerte de identidad regional. El encuentro con la ciudad En Aguascalientes, ya se ha documentado la presencia de fuertes corrientes migratorias provenientes de Los Altos de Jalisco durante el siglo xx, particularmente después de la Revolución Mexicana y el movimiento cristero. Así también, a historia oral nos consigna la llegada de varios grupos de alteños a los barrios de La Salud y El Encino, a raíz de la cristiada, que establecieron algunos establos en estos barrios de Aguascalientes. Además, es fácil observar las subsecuentes oleadas migratorias de alteños que se establecieron en el barrio de Guadalupe, posteriormente en la colonia San Felipe y todavía hace poco en la colonia Fátima. Los inmigrantes alteños eran campesinos pobres que se fueron estableciendo en esta ciudad gracias a los lazos que los unían con familiares y amigos que habían migrado previamente en la búsqueda de mejores condiciones de vida. Estas migraciones tuvieron un impacto cultural importante en la vida social de la ciudad. En el plan pastoral de la diócesis de Aguascalientes 1989-1994 se habla de la cultura de la dicha región, Según este texto, los alteños en Aguascalientes se han caracterizado por los siguientes rasgos: • Tener una identidad cultural confundida con su identidad religiosa. 203 • Seguridad en su cultura. • Machismo, inserto en el contexto de una familia autoritaria y patriarcal. • Cultura condicionada por la emigración hacia los Estados Unidos. • Calendario festivo relacionado con el ciclo agrícola temporal. • Mentalidad ranchera y de defensa de a pequeña propiedad. Estos rasgos culturales de los alteños han sido notables en la vida social de Aguascalientes, Es decir, es fácil distinguir una familia de alteños en esta ciudad si se observan, aparte de algunos rasgos físicos particulares, algunos de índole cultural. Pero la cultura alteña ha experimentado cambios en Aguascalentes. Los alteños, al emigrar del campo a la ciudad, experimentaron el encuentro de su cultura con la urbe, con las nuevas condiciones sociales de una pequeña ciudad industrial en expansión. Este contacto transformó en parte su estilo de vida y sus prácticas religiosas. Veamos el caso de dos emigrantes alteños del barrio de El Encino y la evolución de sus prácticas religiosas en el periodo comprendido entre 1930 y 1960. En general, la parroquia urbana de los 30 años posteriores al movimiento cristero era como un pueblito inserto en la ciudad que conservaba y protegía rasgos de la cultura campesina. Sin embargo, el empuje de la vida urbana hizo que, paulatinamente, las prácticas y relaciones sociales de corte rural adquirieran otro matiz, se transformaran y con esto las prácticas religiosas. Veamos algunos ejemplos. Vida sacramental. En general, la vida religiosa de los alteños, como el resto de la población católica, siempre ha estado vinculada al ciclo vital a través de la práctica de los sacramentos: bautizos, confirmaciones, comuniones, matrimonios y extremaunciones. Es decir, la vida sacramental acompañada de momentos importantes de la vida de las personas: el nacimiento, el matrimonio, la muerte. Sin embargo, si uno ve con atención los archivos parroquiales pueden notarse cambios y un cierto relajamiento en el cumplimiento estricto de estas prácticas. Lo mismo puede notarse con las fiestas religiosas, donde permanecen las fiestas patronales, pero la intensidad con que se celebran otras fiestas ha variado con el tiempo. Devociones. Los alteños incluyeron entre las entidades espirituales de su devoción al patrono del barrio de El Encino, y conservaron o quitaron a otros de su devoción. Pero mantuvieron y aún promovieron una devoción especial a la virgen de San Juan. Escuchemos un testimonio. Éramos más devotos de la Virgen de San Juan que de cualquier 204 otra Virgen, porque pos éramos originarios de San Juan de los Lagos, allí nacimos y allí crecimos (...) era una gran satisfacción para mi llevar, fomentar la devoción a la Virgen, puesto que yo ahí había nacido, ahí me había criado. Este sincretismo devocional hace pensar que los patrones y santos no entran en competencia entre sí para ganarse una mayor devoción del fiel, sino que son asimilados —como añadidos— en la cohorte celestial de la que se es devoto. También, asociar la devoción a la virgen de San Juan con el origen territorial lleva a pensar en la relación entre patrono e identidad local. En el caso de la virgen de San Juan de los Lagos, es claro que ella es un símbolo religioso con un fuerte contenido de identidad regional (no nacional, como la virgen de Guadalupe). Oraciones. Hasta hace poco, las oraciones cotidianas en diferentes momentos del día el rezo del rosario en familia eran una costumbre fuertemente arraigada entre los alteños. En la actualidad, muchas oraciones se han acortado y el rezo del rosario en familia casi ha desaparecido. Así lo ratifica una madre de familia alteña en Aguascalientes. Se acostumbraba a rezar diario el rosario, pero es que estaba toda la familia unida, o sea, uno de madre cuando tiene su familia ahí, empiezas y te siguen, pero ahora, en este tiempo, todos tienen horarios diferentes y no se puede, por el ritmo de vida. Prácticas. Otras prácticas religiosas experimentaron cierto cambio. Un ejemplo de ellos es la forma de celebrar la Cuaresma y de realizar los ejercicios espirituales. Recordemos cómo Al filo del agua reseña la forma tan estricta y dramática en que se realizaban los ejercicios cuaresmales en Yahualica de principios de siglo. Ya en la ciudad las cosas fueron diferentes para los alteños. Escuchemos. La cuaresma se me hacia larga. Se hacían ayunos, miércoles y viernes de toda a cuaresma, no como ahora. Había en las parroquias los viacrucis (...) Los miércoles y los viernes temían hasta ni bañarse, ni música, de mucho respeto esos días, de recogimiento (...) En aquellos entonces se hacían ejercicios de encierro.. Allá en el rancho hacían muchos. Yo ya los hice aquí, los hice en el templo, pero muy allá si se hacían en los conventos, en las casas parroquiales, pero entonces si eran ejercicios, de sacrificio, creo que hasta se golpeaban, hacía sacrificios enormes. Yo ya cuando me casé los ejercicios se hacían en El Encino, pero creo que ya hasta habían prohibido los de encierro. Algunas concepciones religiosas. Sólo para explorar el mundo de las representaciones religiosas, cabe hacer notar las concepciones que de Dios y del diablo tenía nuestro 205 entrevistado alteño. ¿Cómo me imaginaba a Dios? De chiquito, pos si, un señor blanco, un señor güero, muy benevolente, muy inteligente... muy perpicaz, muy listo, que no lo puede uno hacer tarugo... El diablo, cuando está uno chiquillo lo ve uno muy invencible. Y a medida que va uno creciendo se va uno dando cuenta que uno lo puede vencer, con la ayuda de Dios. O sea que ya no es tan invencible: ¿por qué? porque cuando llega uno a cierta edad en que ya paso tanto de su vida de uno, y que nunca lo vio uno como que empieza a dudar, si nunca se le apareció a uno (risa). Pienso que con un poquito de voluntad y ayuda de Dios, me viene a ver y no llega (risa). Participación en las asociaciones religiosas. En comparación con los años treinta, cuarenta y cincuenta, la participación en asociaciones como la Acción Católica, la Asociación de San José y en la Vela Perpetua, ha disminuido: mejor dicho, ha desaparecido. Religiosidad y estilo de vida. Puede decirse que las concepciones y las prácticas religiosas alteñas se han traducido en una forma de vida en la que se da un esmero especial a ciertos valores. Por ejemplo, los dos entrevistados señalaron la importancia de la educación familiar en la formación de los hijos, en la responsabilidad, la honradez, la rectitud, el trabajo bien realizado, etc. Por otra parte, a través de las entrevistas se observa que en la religiosidad alteña existe un profundo sentido de sumisión que se discierne como la voluntad de Dios, y se traduce en una actitud de resignación, por ejemplo ante las desgracias familiares. Por otro lado, la educación alteña se realizaba en un contexto familiar y en un marco moral de autoritarismo patriarcal y de rigurosa separación de los sexos, factores que impedían la demostración natural de los afectos familiares. Rasgos de un fuerte individualismo, como también de solidaridad, pueden verse en el estilo de vida alteño. Como puede verse, la religiosidad alteña ha sufrido ciertos cambios en su encuentro con la ciudad y con la vida moderna. En un primer momento parecería que es una religiosidad que poco a poco tiende a desaparecer; pero observando de una manen más atenta, puede decirse que es más bien que, aunque la forma de realizar las prácticas religiosas cambie, lo que subsiste es una fuerte identidad religiosa, adaptada a las nuevas condiciones sociales de la vida moderna, La religiosidad alteña, la pasión religiosa permanece latente y se puede expresar a la menor provocación, como en el caso del movimiento social que se suscitó en la Diócesis de Aguascalientes en los años setenta. Un movimiento social católico intereclesial reciente. 206 En los años setenta se suscitó en Aguascalientes un movimiento social intraeclesial, originado básicamente por un conflicto de autoridad entre el obispo Salvador Quezada y algunos sacerdotes de la diócesis, aunque también estuvieron presentes factores derivados de la renovación de la vida religiosa impulsada a raíz del Concilio Vaticano II y de la crisis ideológica que experimentaba la Iglesia católica. Todo comenzó cuando la mitad de los sacerdotes locales se mostró inconforme con el trato del obispo. El conflicto creció al grado de que el obispo tuvo que ser separado de su cargo por un año, hasta que, por diversas presiones ante El Vaticano fue restituido con el consiguiente desaliento de los inconformes. De este conflicto, que llegó a movilizar buena parte de la sociedad aguascalentense, interesa ahora destacar el origen alteño de algunos de sus principales protagonistas. El obispo era de origen alteño (Yahualica) y gran parte de sus desavenencias con los sacerdotes se debían a que, desde su llegada en 1951, constantemente comparaba al clero local con el clero de Guadalajara, quedando siempre en la posición de inferioridad. Por otra parte, el señor Quezada había sido ordenado durante el movimiento cristero y había sido formado en un ambiente de estricta disciplina y exigencia moral, lo que hacía que tuviera un trato más bien duro y autoritario hacia sus sacerdotes. Sacerdotes. Una cuarta parte de los sacerdotes de la Diócesis, en esa época, había nacido en el estado de Jalisco. Los principales líderes y cabezas pensantes del movimiento eran claramente de origen alteño. Este grupo, al buscar una nueva forma de relación con la autoridad para poder implantar en conjunto algunas reformas conciliares, representó el germen de la búsqueda de relaciones institucionales más horizontales y democráticas. Su búsqueda era la de una nueva práctica, tanto del ejercicio del poder en el seno de la institución como una nueva práctica como sujetos sociales. Estos sacerdotes representaron a los principales actores del conflicto y, puede decirse, fueron germen de pequeños cambios institucionales. Seglares. Dentro de la participación seglar en este movimiento, destacó la presencia y la combatividad de grupos alteños que tomaron partido. Unos, los que tenían una visión carismática de la autoridad, tomaron posición en favor del obispo, pues no podían disociar el cargo de la persona. Otros, los que tenían una visión más institucional de la autoridad, no se afiliaron a los defensores del obispo, sino que trataron de mantenerse neutrales, ya que era más importante el buen funcionamiento del cargo, 207 independientemente de la persona que lo ocupase en ese momento. El origen alteño de varios de los principales protagonistas de este movimiento nos lleva a pensar en la vitalidad de la religiosidad alteña y en la fuerte conciencia y directamente —el cambio o la permanencia de su Obispo—. La fuerte presencia alteña en la élite religiosa nos muestra su capacidad de incidencia en el cambio institucional interno de la Iglesia católica local. Una capacidad significativa si consideramos que esta Iglesia es una de las instituciones sociales más fuertes e importantes de la sociedad local y si consideramos, también, que los cambios institucionales y los sociales están íntimamente relacionados. La religiosidad alteña tiene que verse históricamente. Según estos testimonios en vísperas de la Revolución Mexicana, se trataba de una religiosidad rural casi conventual, en la que todo el pueblo participaba. Esta fuerte religiosidad, vivida en forma colectiva, se expresó con fuerza en el movimiento cristero, es decir, en la defensa a muerte de la propia cultura religiosa, cuando ésta se vio amenazada y reprimida. Después, la expresión religiosa alteña, al enfrentarse con la ciudad —vimos el caso de Aguascalientes—, experimentó transformaciones y cambios en las prácticas, aunque también permanencia en las premisas fundamentales de la identidad católica. El conflicto intraeclesial de los setenta dejó ver no sólo la vitalidad religiosa alteña y su decisiva presencia en la élite católica local, sino incluso la capacidad de movilización de la población alteña cuando se tocó algo que le era entrañable y que daba sentido y coherencia a su existencia individual y social: su religiosidad.”33 Una reseña, cuyo recorrido se convierte en una serie de reflexiones sobre el tema tratado, se titula UN CAMINO EN CONFECCION LA INDUSTRIA DEL VESTIDO EN LA REGIÓN CENTROOCCIDENTE. Sobre este tema, expone: “Siempre me ha asombrado la capacidad de ciertos investigadores sociales para adentrarse en una realidad ajena a la suya propia, ganarse la confianza de su población-sujeto de estudio y lograr reconstruir un fenómeno social. El trabajo de Fiona Wilson, De la casa al taller, ubicado en el área de las ciencias sociales, en la disciplina de la geografía humana, utilizando las herramientas metodológicas de la antropología social y 33 Padilla, Yolanda. “Algunas consideraciones en torno a la religiosidad alteña en Aguascalientes”, en Aguascalientes y Los Altos de Jalisco: una historia compartida, El Colegio de Jalisco, México, 1997, pp. 59-71. 208 teniendo siempre una adecuada y amplia perspectiva histórica, cumple con las características de un trabajo de investigación de excelencia. Fiona Wilson es actualmente directora de investigaciones de una institución académica en Dinamarca y eventualmente pasa largas estancias en México realizando sus proyectos, a veces en colaboración con investigadores de instituciones nacionales. De la casa al taller es el fruto de un trabajo realizado por Fiona Wilson en 1986 en Santiago Tangamandapio, Michoacán, pueblo que se dedica casi por completo, desde hace aproximadamente 30 años, a la industria textil y del vestido. Su amplio objeto de estudio es la diseminación de la industria manufacturera en una extensa región rural. El punto de partida fue la localidad de Santiago Tangamandapio, ubicada en una región de tradicional y fuerte emigración masculina como fuerza de trabajo cuyo destino han sido generalmente los Estados Unidos. En esa lo calidad de Santiago se observaba tanto una fuerte presencia de la mano de obra femenina en la incipiente industria de ropa —que comenzó a desarrollarse allí desde fines de los años sesenta- como la intención por parte de los propietarios para conservar en la clandestinidad a los pequeños talleres que echaban a andar. Estas características, presencia femenina y clandestinidad, al decir de Fiona, han sido distintivas de los procesos de informalización que se han dado en la economía mexicana desde los años sesenta. Tres fueron las grandes preguntas a partir de las cuales la autora se aproximó al análisis de la industrialización informal en el centro-occidente de México. La primera se centraba en los orígenes de este tipo de industria; la segunda tenía que ver con las relaciones, las fuerzas y las tendencias, la específica dinámica interna y los cambios de dirección observables en una forma de producción particular. La tercera pregunta abordaba las implicaciones sociales de la producción femenina y las relaciones entre los géneros (masculino y femenino) en un contexto amplio. A partir de estas preguntas fue que la investigadora observó el origen, desarrollo y características de la industria de la ropa en Santiago, logrando combinar la articulación necesaria —y muy difícil a veces de alcanzar— entre lo abstracto y lo concreto, así como entre las coyunturas local, regional, nacional e inclusive internacional. Desde la perspectiva de lo local, Fiona pudo observar con profundidad lo que sucedía en torno a los pequeños talleres clandestinos de ropa sin que esto implicara una reducción de su visión. Por el contrario, la concentración de su atención 209 en una localidad le permitió ver en más direcciones alternadamente: de lo económico a lo social y a lo cultural, aun hasta el plano de las actitudes, los valores, las mentalidades. El enfoque primordial se pone en tres generaciones de mujeres trabajadoras de los talleres: las abuelas (de campesinas a maquiladoras), las hijas (de maquiladoras a obreras) y las nietas (obreras). TRES GENERACIONES DE TRABAJADORAS Gracias al trabajo de Fiona, uno como lector, puede disfrutar el recorrido que hace casi por todo el siglo XX a través de las condiciones de vida de la cohorte de las abuelas, luego de las hijas y por último de las nietas. Y es un recorrido de muchos paisajes, puesto que se pueden ver tanto las características del trabajo realizado por las mujeres en el ámbito doméstico de los antiguos ranchos, hasta el de las actuales obreras en los talleres —ya legales— de esta década, pasando por esa etapa de tránsito que fue la maquila doméstica. Pero además del paisaje laboral, pueden verse algunas características importantes de la vida de estas mujeres fuera de los talleres, pues la autora analiza algunas características en torno a la nupcialidad, la fertilidad y la vida cotidiana de esas tres generaciones de mujeres. Más aún, uno puede acceder a la mentalidad de estas mujeres, fuertemente marcada por la religiosidad católica tradicional del centro-occidente del país, una religiosidad que en ocasiones, como señala Fiona, más que ayudar a las mujeres trabajadoras a lograr mejores condiciones de vida y de trabajo, las entorpecía. Siempre, en todos estos paisajes, se encuentran como trasfondo las relaciones de clase y género que se daban en el pueblo en torno a los talleres de ropa, un pueblo en el que gran parte de la población masculina está ausente casi todo el año. Y este es otro gran elemento de fondo en la escenografía que nos muestra Fiona: las características de la emigración masculina de la región. Esta emigración, que ha durado aproximadamente un siglo y que ni la revolución ni la reforma agraria han podido evitar. La autora explora los orígenes, las causas y los patrones de esta emigración. La poca tierra y su mala distribución, la falta de empleo en la región, la pobreza, y todos esos otros factores que hacen de la emigración masculina una estrategia de sobrevivencia de las familias que no poseen más recursos que su fuerza de trabajo. Una emigración que ha sido predominantemente temporal y masculina (aunque en los últimos años también femenina, pues ahora los hombres emigran con sus familias). Esa emigración 210 que dejaba y sigue dejando los pueblos casi vacíos de varones, si bien cuando éstos han regresado invierten en su pueblo lo que han podido ahorrar como producto de su trabajo. Lo invierten en construir sus viviendas, o en montar algún negocio, como sucedió en Santiago, cuando algunos emigrantes volvieron con capital y conocimiento suficiente para montar pequeños talleres de suéteres a finales de los años sesenta. Para muchas mujeres de Santiago, en esa época de los sesenta, casadas, con hijos y dependientes de una remesa irregular para su subsistencia, los talleres representaron la única oportunidad de empleo en la región —posteriormente tuvieron oportunidades de empleo temporal en las productoras y congeladoras de fresa en el valle de Zamora. Aunque ya desde antes la generación de las abuelas que estudia Fiona maquilaba rebozos para los talleres de Moroleón, los talleres de Santiago abrieron nuevos horizontes a las mujeres. Estos, empero, no necesariamente eran mejores horizontes. DISPARIDADES LABORALES, DISPARIDADES SOCIALES. Fiona da elementos para rebatir un supuesto fundamental del feminismo pujante de los años sesenta y setenta: que el trabajo femenino asalariado conllevaba en sí mismo un potencial emancipador. Por el contrario, Fiona descubre, con otros autores, que la región analizada muestra una tendencia a que las mujeres se concentren en las formas de producción con mayor tasa de explotación, además de disparidades permanentes entre géneros en términos de habilidades reconocidas, la posición en el proceso de trabajo, el nivel salarial y las condiciones de trabajo. ¿Por qué? ¿De dónde proviene esta diferenciación por géneros que se manifiesta dentro de los lugares de trabajo? El argumento de Fiona es que las relaciones de género en los talleres expresan las relaciones de género que se dan fuera de los talleres y por tal razón había que explorar las relaciones entre mujeres y hombres fuera de los talleres, en el nivel de la unidad doméstica y en la sociedad en general. Fiona lo hace y me parece que éste es un aporte sustancial de su libro, tal vez el mayor, pues explora estas relaciones en tres generaciones distintas y considerando los cambios económicos y sociales más importantes de la localidad que en su momento estaban afectando a cada una de ellas. Tomando como eje la familia, institución que ha sobrevivido en la región a pesar de los embates que ha representado para ella la emigración masculina, Fiona analiza las relaciones hombre-mujer en los ranchos, antes de la relocalización en el pueblo a principios de siglo, es decir, en la generación de las abuelas. Ella observa cómo esas mujeres se casaban alrededor de los 19 años, generalmente con hombres nacidos y 211 criados en el mismo rancho que ellas (endogamia), y cómo invariablemente se iban a vivir a casa de sus suegros (patrilocalidad), lo cual generaba serios conflictos generacionales especialmente con la suegra, cuando el esposo emigraba y la familia de él se encarga- hade controlar eficazmente la vida y la sexualidad de estas mujeres. Además, observa un patrón de responsabilidades por género que ha permanecido y se ha transferido luego a los talleres: a los hombres tocaba garantizar la producción suficiente de los alimentos básicos (en los talleres es la materia prima) ya las mujeres les tocaba procesar y transformar el producto en alimento (en los talleres es transformar la materia prima en ropa). Luego del asentamiento en el pueblo, entre los años treinta y los sesenta, generación de las madres, las mujeres antes de casarse podían ocuparse en cuatro tipos importantes de actividad: manufactura doméstica, servicio doméstico, trabajo agrícola y, a partir de los cincuentas, la maquila. Actividades que rompieron un poco con el esquema de reclusión femenina que imperaba en épocas anteriores en la región, pero que se tradujo en una fuerte segregación de géneros en todos los ámbitos de la vida del pueblo. La edad al matrimonio en esta generación bajó a los 16 o 17 años, debido en parte a la ola de robos de muchachas que se dio, a causa de esta segregación. Es decir, los padres de familia preferían casar chicas a sus hijas antes de que fueran víctimas de robo o de que se fugaran con algún hombre. Pero también en esta etapa algunas mujeres se casaban hasta los 22 años, porque algunos padres lograban retenerlas en el hogar, no sólo por tradición ranchera, sino también porque los salarios y el trabajo doméstico de las hijas mayores era cada vez más importante para la sobrevivencia de la unidad doméstica de los padres. Poco a poco —años sesenta y setenta— los raptos de muchachas disminuyeron, debido a la escuela ya que las madres que vivieron esa realidad reaccionaron en contra de su papel de victimas e infundieron en sus hijas un ánimo de lucha por asumir un mayor control de sus vidas, lo cual se vio secundado por la aparición del trabajo asalariado para las mujeres. La generación de las hijas de estas mujeres ya observó ciertos cambios en sus condiciones de vida Por ejemplo, lucharon contra la patrilocalidad, y a pesar de las resistencias sociales, lograron cierta independencia al vivir en una casa propia en algún barrio del pueblo, para lo cual, gracias a su trabajo en los talleres, habían ahorrado cuanto podían antes de casarse. Además, estas mujeres —ya asalariadas— vivieron también cambios en la distribución de 212 bienes y dinero al interior de la unidad doméstica al asumir un mayor papel en las tomas de decisiones dentro de ésta. Por otro lado, aunque las actitudes hacia el matrimonio fundamentalmente no han cambiado —el matrimonio se concibe de por vida y casi como único destino para las mujeres— las actitudes hacia la violencia doméstica sí han cambiado, siendo ésta cada vez más desaprobada. También los patrones de migración observan cambios pues ésta ya no es exclusivamente masculina, aunque sigue siendo predominantemente temporal. Es así como Fiona Wilson nos muestra con su libro un amplio y colorido paisaje sobre la vida en Santiago, teniendo como eje lo que sucede en los talleres de ropa. En un horizonte más extenso, la autora nos ha hablado también de ese proceso histórico que ha caracterizado a muchas sociedades capitalistas y que es el tránsito de grandes contingentes de la clase campesina a configurar una clase obrera, del tránsito de la vida rural a la urbana, del rancho al pueblo, de la vida al aire libre a la disciplina rutinaria bajo el techo de la fábrica, y, especialmente nos ha hablado de algo poco estudiado que es —en el caso de las mujeres—, el tránsito de la casa al taller. Creo, sin embargo, que en la reconstrucción de este proceso histórico de la vida de Santiago que hace la autora, no ha escapado al supuesto de que necesariamente habría resistencias y luchas laborales. A veces parece que esperaría ver grandes estrategias colectivas de las obreras y obreros para enfrentarse a sus patrones y conseguir mejores condiciones de vida Y generalmente no las ha encontrado. Lo que encontró fueron dos o tres casos de luchas individuales de personas que se rebelaron ante los propietarios, por un despido injusto, y que demandaron su indemnización legal. UN CASO DE INDUSTRIALIZACION INFORMAL Puede uno aventurar la hipótesis de que parecía más bien predominar una actitud de aceptación de las condiciones laborales tal como eran, excepto en los casos en que se rompía un valor fundamental para los santiaguinos, que era el respeto a la dignidad personal de un trabajador (entendido de manera diferente al respeto a sus derechos legales). Asimismo, inicialmente, parecía haber un consenso entre la población respecto a la conveniencia de mantener los talleres en la clandestinidad. Nadie quería la intervención del Estado, aunque esto implicara tal vez un mejoramiento de las condiciones de trabajo. Cuando se dio la legalización de los talleres (gracias a un conflicto legal entre un taller y un trabajador), las obreras disfrutaron de seguridad social, sala rio mínimo y otras prestaciones, lo cual subsanó ciertos malestares, pero luego las obreras se quejaban del trato 213 despersonalizado que les daban los propietarios. Actitudes ambiguas y procesos complejos que exigen a todo investigador social no concebir estos procesos como lineales o con esquemas de interpretación simples. Sólo resta esperar con verdadero interés el fruto del nuevo trabajo de investigación de Fiona Wilson, realizado ahora en conjunto con investigadores de instituciones académicas de Guadalajara, el cual pretende analizar comparativamente estos procesos de industrialización informal —especialmente de la industria de la ropa en varias localidades comprendidas en una región amplia del centro-occidente de México, dentro de la cual se encuentra Aguascalientes. El análisis estará enmarcado en las nuevas condiciones fijadas por el Tratado de libre Comercio, que, en opinión de Fiona, tiene un punto negativo en su haber, el no haber sido discutido ampliamente aquí en México. De haberse realizado un amplio y concienzudo debate al respecto, creo que hubiera sido importante la aportación de ciertos investigadores sociales, como la autora del libro que aquí hemos comentado, en razón del conocimiento que tienen de ese sector informal de la industria nacional, tan poco conocido y considerado tanto por las ciencias sociales como por las políticas económicas nacionales y regionales de nuestro país.”34 La participación en un evento donde se presentó un libro sobre Historia de Aguascalientes, que se llevó a cabo en el Centro Cultural Los Arquitos. Aguascalientes Ags., el 12 de abril de 1995, sirve también de reseña del contenido; ahí expone: “Me es muy grato participar en esta presentación del libro Breve historia de Aguascalientes por varias razones. Primera, los autores son colegas y amigos muy estimados, uno de ellos, mi esposo. Segunda, la historia regional está en el campo de mis gustos y afanes profesionales y permítanme decirles que este gusto por la historia regional me comenzó cuando trabajé allá por mitad de los años 60 en el Archivo Histórico del Estado, gracias al contacto directo con los documentos históricos y gracias también a la influencia indirecta que ejercieron en mí, tal vez sin darse cuenta, historiadores como Jesús Gómez y Beatriz Rojas. La tercera razón por la que me complace presentar este libro es porque realiza un viejo sueño de Don Luis González y González, 34 Padilla, Yolanda. “Un camino en confección. La industria del vestido en la región centro occidente de México” (reseña del libro de Fiona Wilson De la casa al taller), publicada en Revista Espacios Instituto Cultural de Aguascalientes, Méx, 1994. pp. 66 a 70. 214 precursor de la historia regional mexicana y maestro muy querido: el sueño expresado desde 1979, de que cada estado de México contara con una historia breve que diera cuenta de un México plural y en gran parte desconocido. En este sueño en particular, Don Luis dejó en suspenso el concepto de región (porque, decía, las regiones son reales, pero difíciles de definir con precisión) para abocarse al concepto de estado, claramente definido en su sentido jurídico-político y territorial desde a Constitución de 1824. Don Luis había propuesto que las historias estatales fueran hechas de manera profesional y que, de ser posible, sus autores estuvieran muy vinculados al estado sobre el cual escribieran. Estas monografías pretendían acercar la historia estatal a todo tipo de público, niños, jóvenes y adultos, a través de una lectura amena que diera cuenta de los paisajes del estado, de los relatos de su historia y del análisis de la situación económica, social y política contemporánea al historiador. Este sueño ha podido, hasta hoy convenirse en realidad gracias al Fideicomiso Historia de las Américas, al colegio de México, al Fondo de Cultura Económica y, en el caso de Aguascalientes, al Gobierno del Estado. Por supuesto que también, gracias al trabajo de los historiadores que han participado en la colección. Con este libro, hoy los lectores podemos aproximarnos a la historia social de nuestro estado que, en cierto nivel, es parte de nuestra historia personal. Volverlos ojos al pasado siempre ayuda, a hacer más comprensible el presente y, muchas veces, a visualizar con serenidad el futuro, particularmente en momentos de crisis. El pensar históricamente ayuda también a comprender nuestro presente cómo un presente histórico, es decir, como presente que contiene al pasado y al futuro. Reconciliarse con la propia historia, además, retuerza la propia identidad. Y en la vida social, los historiadores cumplen la función de hacer accesible a la población diferentes parcelas del conocimiento histórico. Esto es principalmente lo que hay que agradecer a los autores de este libro. Quedaría ahora por emprender una tarea de divulgación en escuelas, museos, archivos, bibliotecas, etc. Beatriz Rojas, Jesús Gómez, Andrés Reyes, Carlos Reyes y Salvador Camacho son, junto con otras personas, historiadores de Aguascalientes que pertenecen a una generación que ha profesionalizado el quehacer histórico, siendo Beatriz la pionera de este estilo de escribir historia en Aguascalientes. Es una generación que heredó de los anteriores historiadores locales su trabajo noble y minucioso, pero sobre todo, su pasión por la historia, 215 Permítanme ahora, invitarlos a la lectura de este libro, comentando algunas de las riquezas que contiene. (Creo que una introducción específica al trabajo sobre Aguascalientes en particular nos hubiera ayudado a los lectores a apreciar mejor el texto en su conjunto entender la peculiaridad de sus partes). En la primera parte, que cubre la etapa que va de de la conquista a la independencia de Aguascalientes, Beatriz Rojas nos conduce por la vida colonial hidrocálida mediante un relato inteligente. El periodo colonial constituye parte de nuestro pasado profundo, que ya había comenzado a ser explorado por la misma Beatriz y por otros historiadores, entre los que destaca José Antonio Gutiérrez con su tesis doctoral sobre la colonia en Aguascalientes (tesis que, por cierto, faltó ser incluida en la bibliografía comentada del libro, al igual que los trabajos de Aurelio de los Reyes). En este apartado sobre la vida colonial hidrocálida, Beatriz Rojas enriquece nuestra visión de la época y ofrece numerosas pistas para la historia social, para la historia de las mentalidades, para la historia de los municipios, para un trabajo de cartografía histórica y para la historia de la iglesia católica, particularmente de las congregaciones religiosas que aquí se establecieron. Para empezar, Beatriz Rojas nos habla del paisaje en un bonito tono lírico, que sólo en esta parte del capítulo está presente. Quisiera recorrer -nos dice- estas tierras y hacer un inventario de lo que existió de lo que queda. ver cómo la mano del hombre ha transformado o destruido un espacio que hasta hace quinientos años se mantenía virgen’. Y posteriormente nos habla de la posible herencia que, en el modo de ser nos dejaron los primeros pobladores de estas tierras, vía la percepción y contemplación de un mismo paisaje abierto, de llanos amplios y cerros bajos. Beatriz pasa después mediante fluido relato, del paisaje físico al paisaje social de la colonia en Aguascalientes. Ella nos relata los procesos de asimilación y mestizaje que siguieron a la conquista, la fundación de la Villa de Aguascalientes, y los altibajos poblacionales que ésta vivió hasta convertirse en Alcaldía Mayor. Nos habla de la vida económica de la región, de los grupos sociales y políticos, de las fiestas religiosas y civiles, de las periódicas y nefastas crisis agrícolas y las consiguientes epidemias, de la concentración de la tierra y de las fundaciones de los pueblos indios. Registra también Beatriz algunos cambios eco nómicos, sociales y políticos que vivió el Estado durante el siglo XVIII, hasta desembocar, a la vuelta del siglo, en el 216 aprendizaje de un nuevo tipo de gobierno y en una nueva prosperidad económica. Estos hechos, nos dice ella, junto con las diferencias ideológicas con un Zacatecas federalista y anticlerical, ayudaron a generar entre ciertos grupos hidrocálidos sentimientos de identidad y autonomía que aspiraban a que Aguascalientes fuera un estado libre y soberano de la República Mexicana. El proceso de independencia de Aguascalientes respecto a Zacatecas es un proceso que, al destacarse indica una problematización de la investigación histórica, señalando nuevas rutas para la investigación de otros procesos sociales y culturales de la época. La continuación del proceso de independencia estatal nos la relata Jesús Gómez en la segunda parte del libro. Su trabajo representa una síntesis respaldada por un trabajo personal amplio y riguroso, del cual ya hemos conocido bastantes frutos. El proceso de reorganización de la vida de Aguascalientes, de acuerdo a su nueva categoría de estado libre y soberano, no fue fácil; y Jesús Gómez se encarga de relatarnos las dificultades de los primeros años de vida independiente que provocaron que Aguascalientes volviera a depender temporalmente del estado de Zacatecas. En este proceso, me llama la atención la resistencia popular a la dependencia zacatecana, porque al documentar tal resistencia Jesús Gómez nos está hablando, además de procesos políticos y sociales del momento, de una cultura regional y de un sentimiento latente de identidad. La dimensión local de la pugna política e ideológica entre liberales y conservadores es otro proceso que nos narra Jesús Gómez, documentando, quizá sobradamente, las divisiones entre la élite política local durante casi todo el siglo XIX. También nos narra la expresión local del efímero imperio conservador hasta llegar al triunfo liberal y la estabilidad política alcanzada durante el régimen porfirista. Y es en el porfiriato donde Jesús logra enfocar a otros actores además de las élites políticas y hablarnos así de los peones del campo, de los trabajadores de la ciudad, de los empresarios locales y extranjeros, de los indios, de los rancheros, de los mineros, de las mujeres, etc.. También nos habla de la educación, la prensa y la literatura, del fraccionamiento de las haciendas, del auge minero y de la incipiente industrialización, así como del crecimiento demográfico y urbano durante todo el siglo XIX. Un proceso que me llama la atención es aquel que documenta Jesús, en el cual el color verde de las huertas de la ciudad fue sustituido por el gris de fraccionamientos, calles y avenidas, proceso que hace pensar sobre el futuro de nuestra 217 ciudad, su paisaje y el entorno ambiental en general. Es este complejo proceso de urbanización, de crecimiento industrial, de mayor heterogeneidad social y de creciente competitividad política el que se encargan de relatarnos Andrés Reyes, Carlos Reyes y Salvador Camacho. Con su relato nos enseñan además que el estudio de un siglo tan complejo, y del cual somos contemporáneos, no puede ser obra de un solo historiador, sino que se hace necesario el trabajo en equipo interdisciplinario. Los autores de este capítulo sobre el siglo XX nos aproximan a los cambios políticos que trajo la revolución mexicana en Aguascalientes, así como a las reformas sociales que estos cambios implicaron, particularmente la reforma agraria, Nos reseñan también los movimientos católicos de oposición a los regímenes revolucionarios que invitan a profundizar sobre las causas, naturaleza y especificidad del movimiento revolucionario en un estado tradicionalmente pacífico como lo es Aguascalientes. Profundizar en el periodo revolucionario ayudaría a tender el puente que falta entre la comprensión del aparentemente inmutable porfiriato donde la oposición parece no existir, y la comprensión de la agitada vida política local postrevolucionaria. Esto es, el puente entre la segunda y la tercera parte de este libro. El apartado sobre el siglo XX representa un trabajo pionero y ambicioso de integración de diferentes aspectos del Aguascalientes revolucionario. Por tal razón, aún con cierta debilidad, contiene numerosas aportaciones a la historia social de Aguascalientes, en especial a la historia demográfica y económica, a la historia de la educación, a la historia de la ciudad y sus barrios, a la historia de los trabajadores y sus luchas, a la historia política y a la historia religiosa de la entidad. Además, este apartado sugiere una línea de reflexión en torno al futuro del complejo proceso de modernización social que actualmente vivimos en el estado y particularmente en la ciudad de Aguascalientes, proceso que de ninguna manera tiene una dirección única. En su párrafo final, este libro nos invita a pensar sobre los aspectos negativos y positivos de este proceso, tales como el deterioro ambiental, el hacinamiento, la delincuencia y otros problemas propios del crecimiento urbano, -yo agregaría aquí el viejo problema de la desigualdad social, entre otros- pero también, invita a pensar sobre los mayores niveles de bienestar, educación y participación que ha ido alcanzando, no sin dificultades, la población aguascalentense dentro de un proceso creciente de democratización, pluralismo y tolerancia. Termino este comentario con una sincera felicitación a los 218 promotores y autores de este libro de historia regional historia siempre inagotable y perfectibley con el 35 agradecimiento a ustedes por su atención.” Otra presentación, que se constituye en base de diversas reflexiones es sobre Jovita Valdovinos, a quien se le conoce como Jovita la cristera, a la que califica de UNA HISTORIA VIVIENTE. Ahí dice: “Es para mí un honor y un placer estar aquí con Jovita Valdovinos y comentar la segunda edición de su importante libro testimonial titulado Jovita la cristera. Una historia viviente, por lo cual agradezco al Doctor Héctor Treviño la invitación que me hizo para participar en esta presentación. Jovita Valdovinos representa para mí un caso excepcional de la participación de las mujeres en la guerra cristera. Es una mujer valiente y decidida que ha querido compartir con nosotros su vida y, particularmente, su experiencia durante la segunda cristiada. A través de este libro, ella nos comparte su infancia acomodada en un rancho de Jalpa, Zacatecas. Me llama la atención, de esta época, lo que puede llamarse su incipiente temperamento libre, que queda de manifiesto cuando nos dice: Mi abuela me vestía como era la costumbre, en laidas anchas; apenas me salía del rancho me metía las faldas dentro del pantalón y... a correr, recuerdo que jugábamos a las carreras de caballos y apostábamos 10 centavos. A veces tenía que permanecer dentro de la casa porque mis hermanas me retenían a la fuerza. Pero a mí me llamaba el campo, la libertad, lo campirano. En algunas ocasiones me salía a escondidas con mi hermano a montar y a correr por el campo. También me llama la atención la forma en que Jovita, huérfana de madre, se identificaba por completo con su padre, quien había combatido en las filas revolucionarias y, posteriormente, entre 1926 y 1929, en la guerra cristera. Durante este primer levantamiento cristero Jovita tenía 15 años, pero vivió de cerca todas las andanzas de su padre, acompañándolo por la sierra y conociendo todos sus rincones. Sufrió en carne propia las agresiones y vejaciones del ejército federal. Fue hecha prisionera por el general López, del cual pudo escapar dos veces, no sin antes ser herida por dos balas. Cuando finalmente se reunió con su padre pudo restablecer su salud y seguir colaborando con la causa cristera. Jovita Valdovinos vivió de cerca, en 1929, la rendición de su padre y otros cristeros, y la inseguridad y el temor que 35 Padilla, Yolanda. “Pensar históricamente nuestro estado” (reseña del libro de Beatriz Rojas y otros Breve historia de Aguascalientes) publicado en Revista Crisol, Aguascalientes, México, 1995, p. 38-39. 219 ellos experimentaron de ser traicionados por el ejército federal, como en efecto sucedió. El 16 de septiembre de 1930 la “federación” dio muerte a su padre y a su hermano Ramón, por quien sentía un afecto especial, forjado desde su más tierna infancia. Este hecho, con todo lo que implicó de dolor, tristeza y coraje contra el gobierno, me parece adivinar que fue decisivo en el ánimo de Jovita para participar, 3 años después en el segundo levantamiento cristero. En 1933, Jovita tenía 22 años, se vistió de varón, cortó su cabello, y cambió su nombre por el de Juan. Sin muchas armas pero sí con mucho corazón, Jovita Valdovinos, al frente de 33 hombres comenzó una jornada bélica que contuvo asaltos, secuestros, combates. Esta jornada tuvo grandes sustos y momentos difíciles, aunque también tuvo momentos un poco más tranquilos, como por ejemplo la alianza con José Velasco (un ‘hombre muy cabal y muy valiente’ en palabras de Jovita), alianza a través de la que pudo compartir con él armas, anhelos y andanzas. El grupo de Jovita Valdovinos, siempre estuvo caracterizada, dentro de las atrocidades, robos y venganzas propios de la guerra, por una disciplina mayor que la de otros grupos que andaban en la sierra. El punto de declive de esta actividad rebelde fue para Jovita la muerte de su amigo Simón Solís. A partir de allí Jovita, según nos dice, comenzó a pensar en rendirse, lo cual hizo a mediados de 1935, con 11 de sus hombres, con gran tristeza y temor de que no se respetaran sus vidas. Una vez rendida, Jovita hubo de colaborar eventualmente con el ejército federal. La segunda cristiada, en la cual participó activamente Jovita, duró aproximadamente hasta 1941, cuando se rindieron los últimos hombres en la sierra de Durango, apagándose así “la última brasa del tizón cristero”. Este segundo movimiento de la cristiada, había logrado levantar en armas a más de 7500 hombres en Michoacán, sur de Jalisco, Colima, Aguascalientes, Zacatecas, Nayarit, Puebla, Tlaxcala, Veracruz y Oaxaca. Pero, tuvo en su contra la oposición de la Iglesia el contar con menos apoyo popular que en la primera cristiada. A diferencia del primer levantamiento cristero de 1926, que tuvo sus orígenes en la legislación callista y el cierre de templos, esta segunda cristiada lanzó a muchos cristeros a las armas para resolver los sentimientos de profundo malestar, desesperanza, abandono y odio que había quedado latente con los llamados “arreglos” de 1926. Muchos se habían levantado en armas, por segunda ocasión, por el simple motivo de “no dejarse matar”. Otros, por venganza. Pero además, 220 otras motivaciones se traslucían en este segundo alzamiento: demandas de justicia social, reclamos contra la manera en que se llevaba a cabo la reforma agraria, oposición a la educación socialista, y también, a pesar de la mismísima iglesia institucional, estaban contra la persecución religiosa (2). (Hay que recordar que en 1935, 264 templos estaban nuevamente cerrados y solamente había 305 sacerdotes autorizados para ejercer su oficio en todo el país). En este levantamiento cayeron los últimos jefes del movimiento cristero: Ramón Aguilar, José Velasco, Florencio Estrada, Martín Díaz, Trinidad Mora, David Rodríguez y Lauro Rocha entre otros. La participación de Jovita Valdovinos en la Segunda Cristiada me lleva a reflexionar sobre el papel de la mujer en los dos levantamientos del movimiento cristero. Como todos sabemos, el movimiento cristero, particularmente el de 1926-1929 incorporó hombres, mujeres y niños. Las mujeres del campo generalmente apoyaron a los cristeros proveyéndolos de alimentos, ropa, cuidados a los heridos, sirviéndoles como correos, pasándoles información. En estas tareas participaban también algunos niños. Las mujeres de la ciudad ayudaron a los cristeros también con alimentos y ropa, pero sobre todo, consiguiéndoles armas y municiones y protegiéndolos en sus entradas clandestinas a las ciudades. Tenemos el caso, por ejemplo, de las Brigadas Femeninas Santa Juana de Arco, organización que abarcaba buena parte del centro occidental del país, así como de la zona de la capital. Las Brigadas estaban formadas por jovencitas de entre 15 y 25 años que tenían a su vez grupos auxiliares en las que participaban mujeres de más edad y niños, logrando contar en un determinado momento con 17 mil integrantes. Su consigna era morir antes que delatar a sus compañeras Muchas de estas mujeres sufrieron prisión, al ser descubiertas. Sin embargo, en la segunda cristiada, los cristeros no pudieron contar con este apoyo urbano femenino, tan importante para ellos. Hubo muchas otras mujeres que fueron cristeras pacíficas. En Aguascalientes, por ejemplo, tenemos el caso de Costureras y amas de casa que apoyaban a los cristeros escondían sacerdotes y realizaban el culto clandestino. Tales mujeres estaban organizadas en la Unión Popular, que fue una organización bastante extensa entre 1926 y 1929. El porqué de la participación masiva de estas mujeres está aún por descifrarse. ¿Por qué salir del tradicional silencio y serenidad social de las mujeres de esta región del país? ¿Por qué? La interpretación clásica del movimiento cristero (la que alude a sus causas religioso-culturales) nos lleva a 221 pensar que tal vez sólo estaban reaccionando al ver amenazado su estilo de vida, su cultura. Una cultura cuyo rasgo principal es el catolicismo arraigado en la práctica frecuenté de los sacramentos, en la asistencia a misa dominical, en el rezo del rosario, en las devociones y oraciones cotidianas, en las prácticas religiosas de la vida cotidiana. La religión católica respondía a sus preguntas, aplacaba sus angustias y guiaba su existencia. Las mujeres católicas no podían permanecer indiferentes al ver amenazada su religión, su estilo de vida Participaron entonces apoyando a los cristeros, particularmente en la primera cristiada. Pero hubo en la segunda cristiada una mujer que no sólo los apoyó, sino que se hizo una de ellos y los encabezó Esta mujer fue Jovita Valdovinos, quien, como otros jefes cristeros, tenía las cualidades que eran necesarias a todo jefe: el valor personal, el conocimiento del terreno, la experiencia militar. Jovita Valdovinos se convirtió así en una mujer excepcional en el movimiento cristero.”36 En torno al problema de la pederastría y/o abuso sexual de los sacerdotes con los feligreses, La doctora padilla escribe el texto “El barril y las manzanas”. Para ello expone lo siguiente: “Creo que, para bien o para mal, quién sabe, absorbí la cultura católica desde varias generaciones antes de mi nacimiento. Luego, para acabar de rematar, estudié en colegios de religiosas, de lo cual, por si a alguien le interesa y tal vez contrariamente a cierta opinión general, tengo una apreciación positiva, por lo menos tengo más buenos recuerdos que malos. Una crisis de identidad en la adolescencia me llevó a una especie de ateísmo y radicalismo ideológico que duró varios años... pero luego volví a las andadas (cultura mata ideología). Mis intereses profesionales, como historiadora, se han movido entre preguntas concretas, que atañen a movimientos sociales regionales, de corte católico, y preguntas más generales que atañen a la cultura católica en su relación con el cambio social. Los actores y actrices en mis trabajos han sido muchas veces sacerdotes, religiosas, obispos, laicos. Recientemente también elaboré un trabajo sobre el delito del abuso sexual en Aguascalientes. En la actualidad me encuentro terminando una estancia académica en una universidad de Estados Unidos, país en el que, desde hace unos meses se 36 Padilla, Yolanda. “Jovita la cristera” (reseña del libro de Jovita Valdovinos Una historia viviente), publicado en Revista Crisol, Aguascalientes, México, 1995, p. 30-31. 222 desató un escándalo en torno al abuso sexual cometido por sacerdotes en varias diócesis, en los últimos veinte años, que hizo que salieran a flote casos parecidos en otros países de Europa y Latinoamérica. Por todas estas razones y porque el comité editorial de Conciencia me pidió una colaboración para este número, siento como si tuviera que decir algo sobre el tema de] abuso sexual en la iglesia católica, aunque sin ánimo sensacionalista, sino más bien con uno que intenta ser analítico. O tal vez sólo quiero ofrecer una opinión personal y modesta sobre algo que me ha preocupado y preocupa cada vez más: el silencio de la iglesia sobre varios problemas que, como el abuso, merecen ser examinados y comprendidos para poder ser superados. En la historia, como en el psicoanálisis, el pasado es algo digno de ser observado, desmenuzado, sacado a flote desde las profundidades del inconsciente, sea este individual o colectivo. ¿Para qué? Pues tal vez para dejarlo donde debe estar, en el pasado, y no traerlo siempre cargando en el presente ó arrastrarlo hacia el futuro. En este sentido, sabemos que la historia de la iglesia católica (historia e identidad van siempre de la mano) está llena de defectos, vicios, aberraciones, perversiones, pecados, llámenles como quieran. Eso no es ninguna novedad. Pienso que si los historiadores, católicos o no, hemos eventualmente sacado algo de esto a flote, es tal vez para librarnos de estas historias, quizá deseando que no se repitan. Porque también sabemos que la iglesia ha tenido sus destellos de nobleza, sus grandes obras, sus grandes vidas. Tampoco esto es nuevo. Porque la iglesia (¡oh descubrimiento!) está formada por seres humanos, que no escapan a las veleidades que solemos tener todos los humanos, aunque tampoco a la grandeza de algunos. Pero si sólo sacamos a flote lo considerado como negativo, lo sensacionalista, es posible caer en el mismo defecto de algunos medios de comunicación estadounidense: el morbo y el escarnio, con un presentismo abrumador, con una intolerancia y un anticatolicismo tan radicales, que casi no le piden nada a los radicales musulmanes que buscan exterminar al infiel, teniendo como pretexto el Corán. En Estados Unidos hay como 62 millones de católicos y cerca de 47 mil sacerdotes, de los cuales, a saber, unos ochenta han cometido abuso sexual recientemente (últimos veinte años). Podría pensarse que son pocos, si consideramos el dato en términos relativos (aunque estos son sólo los casos que se han hecho visibles). O muchos, si consideramos el daño infringido a las víctimas, siendo esto lo más triste y lastimoso de todo el asunto. Lo cierto es que a partir de estos casos, y del escándalo por ellos desatado, varias 223 diócesis del país (por lo menos me consta que en las de Chicago, Illinois y Austin, Texas), han declarado que han venido preparando, desde tiempo atrás, políticas diocesanas para prevenir el abuso sexual dentro de la estructura eclesial. Políticas que han sido preparadas por comisiones especiales, a raíz de que, en tales diócesis se suscitaron casos de abuso, que en su momento no fueron conocidos por la prensa, pero si por las jerarquías diocesanas que, preocupadas, intentaron definir normas de comportamiento para los sacerdotes y diáconos que tienen acceso a menores (pregunto: ¿por qué estas medidas no fueron publicadas por los medios? respondo: porque no causan sensación). Asimismo, los principales seminarios de este país, y seguramente también algunos institutos religiosos de varones, han hecho más estrictos sus procedimientos de selección para el ingreso, y han comenzado a aplicar pruebas psicológicas para sondear las preferencias y actitudes sexuales de los estudiantes, buscando prevenir el abuso sexual y controlar la homosexualidad. Quién sabe si todo eso sirva para prevenir el abuso, ojalá, pero lo cierto es que, a partir del escándalo, nos hemos dado cuenta de que la preocupación institucional por el problema del abuso sexual ha estado presente en este país desde hace por lo menos una década, lo cual indica que el reconocimiento del problema y el abuso mismo no son cosas recientes. Sin embargo, el escándalo se agravó a raíz del argumento esgrimido por algunos abogados de las victimas de Boston. y resonado por la prensa estadounidense, de que la autoridad eclesial —en este caso el Cardenal Bernard Law- encubrió el delito, permitió que uno de los sacerdotes, ya con antecedentes de abuso, siguiera teniendo acceso a menores, y que incluso le diera una carta de recomendación para otra diócesis. Quizá el cardenal confiaba en el sacerdote, creía en su inocencia, quién sabe. Pero el hecho llama la atención sobre un punto que quiero resaltar aquí; el del silencio, el del encubrimiento. Pienso que durante mucho tiempo, en el caso de México, ha sido este insano silencio, tal vez, la estrategia más frecuente (¿o la única?) que algunos dirigentes eclesiales han seguido para “enfrentar” situaciones problemáticas en la vida de la iglesia. El silencio, en este sentido, no me parece ninguna virtud, sino lo contrario (así como los retiros espirituales para sacerdotes abusadores no me parecen solución de fondo). Yo trato de “descubrir” la lógica del razonamiento implícito en la decisión de la jerarquía de guardar silencio, de ocultar los defectos, de minimizar los problemas, de negar los vicios, de encubrir los delitos y pienso que puede ser 224 esta: si la iglesia es una institución de origen divino, ésta debe ser perfecta, o por lo menos esa es la imagen que se debe presentar, para no dañar la fe de los creyentes. Pero resulta que perfecta no es. Bueno, entonces, parecen pensar algunos eclesiásticos, lavemos la ropa sucia en casa: que la información sobre los abusos no salga de los muros del curato, de la mitra, del convento. Cuando los involucrados son todos clero, masculino o femenino, entonces no hay problema, parece pesar más la lealtad a la institución, la preservación de la imagen, ó el deseo de dar una nueva oportunidad al pecador, que el amor por la verdad, por decir así. Pero cuando los problemas involucran a laicos...las cosas se complican. Los laicos, y particularmente las mujeres, parecen pensar los eclesiásticos, no están maduros para enfrentar los defectos de la gente de iglesia, de sus curas, de sus monjes, de sus religiosas, mucho menos de sus obispos o cardenales. Los laicos son como menores de edad, incapaces de tener una fe adulta, madura, racional. No van a comprender. Y, bueno, dado que la educación religiosa es efectiva en el largo plazo, pues mientras que el laicado crece y madura, mejor hay que guardar silencio. Escuchemos y perdonemos los pecados de los laicos, pero callemos los propios, no sea que los católicos se vuelvan descreidos, o por lo menos protestantes. Sigamos en esta iglesia jerárquica, paternalista y protectora, con fieles ignorantes, al menos de ciertas realidades. Controlemos la información, no la divulguemos, mucho menos promovamos su análisis y reflexión. Y con estos medios de comunicación que tenemos, tan morbosos, que todo lo distorsionan y mal interpretan...menos confesemos nuestros pecados. Mejor guardemos silencio. Pero como no se puede tapar el sol con un dedo, tarde que temprano llega el periodista “inoportuno”, el historiador “indiscreto”, o simplemente el rumor popular. Y entonces salen a flote las realidades anteriormente sofocadas, como cuando se abrió la caja de Pandora. El caso del abuso sexual en la iglesia, por ejemplo, ha sacado a flote algunos otros problemas, además del silencio cómplice y encubridor. Menciono, por ejemplo, los siguientes: - La cultura masculina del abuso del poder. El abuso sexual casi siempre es perpetrado por hombres, sea dentro o fuera de la iglesia. En el caso de los sacerdotes abusadores de Boston, cuando algunas religiosas o mujeres laicas observaron y reportaron conductas extrañas en tales sacerdotes, algún sacerdote de la jerarquía les respondió solamente: “ladies, you have to be very careful of slander”. En otras palabras: no sean chismosas, no calumnien. En el caso de uno de los 225 sacerdotes acusados, la autoridad eclesial parece que le creyó más a él, que confió más en él que en los reportes femeninos. Ante tal abuso de autoridad, pregunto: ¿A dónde más podían acudir esas mujeres? ¿al Vaticano? Si lo hubieran hecho, no hubieran sido escuchadas, y si acaso lo hubieran sido, tal vez para cuando hubieran recibido respuesta, ya sería demasiado tarde: el abusador habría seguido haciendo de las suyas, como de hecho sucedió. Los reportes femeninos no contaron, no fueron considerados dignos de confianza. La versión y visión masculina prevaleció. - La falsa imagen de la iglesia. En 1992, Eamon Casey, Obispo de Galaway, Irlanda, fue acusado por una mujer de haberle engendrado un hijo, que entonces ya tenía 18 años, y de haberlos abandonado a ambos. El obispo entonces, para salvar su imagen y la de la iglesia, utilizó fondos de la diócesis para comprar el silencio de ambos. Pero cuando se supo todo, resultó peor. En vez de enfrentar la realidad, el obispo había tratado de encubrirla. Con estas prácticas, uno se pregunta si el abuso sexual ha sido esporádico en las instituciones católicas o si por el contrario, ha sido sistemático y, también, sistemáticamente silenciado. - La estructura jerárquica y autoritaria de la iglesia. A raíz de los escándalos sexuales, el historiador Whelan Kevin, de la Universidad de Notre Dame en Dublin, dijo: “lo que ustedes están presenciando es la ruptura de un tipo de iglesia con jerarquía vertical”. Y tiene razón. Pero también dijo que, al mismo tiempo, “lo que yo veo es la posibilidad de una renovación espiritual en la que la gente elegirá convertirse en católico, en vez de solamente haber nacido como tal”, Esto porque a raíz de los defectos del clero, mucha gente se ha alejado de la institución jerárquica, aunque no de la fe católica. Pero tiene razón este historiador, el escándalo sexual representa en cierta forma una oportunidad para emprender reformas en el interior de la iglesia jerárquica. Para finalizar, quiero retomar lo dicho por un teólogo de la Universidad de Notre Dame, Richard Mc Brien, en relación a los sacerdotes abusadores: “esta no es una cuestión de unas pocas manzanas podridas en el barril, es una cuestión del barril en sí”. Yo pienso que son ambas cosas, No sólo hay que sacar las manzanas podridas, también hay que limpiar el barril ó tal vez cambiarlo por un recipiente más adecuado. Y algo que sería útil en este proceso de saneamiento, para empezar, sería favorecer el análisis abierto y maduro de 226 ambas cosas, Pero esto es tarea de todos los católicos, no nada más de la jerarquía.”37 Aquísigue Padilla, Y., “Educación privada y oposición a los libros de texto oficiales en Aguascalientes”, Reporte de investigación inédito, UAA, Aguascalientes, 1999. Acerca del pensar y hacer de algunos norteamericanos durante el periodo revolucionario de México, Yolanda Padilla Rangel nos da una serie de referencias en el escrito “Miedo a la revolución: Norteamericanos en Aguascalientes”. Sus propuestas son las siguientes: “En 1911, la inversión norteamericana en México era la más grande, y se localizaba principalmente en los ferrocarriles y la minería, actividades por entonces estrechamente relacionadas. Las zonas mineras más trabajadas por los norteamericanos fueron las ubicadas en el norte y oeste del país. Al comenzar la revolución mexicana, la inversión norteamericana más fuerte que existía en Aguascalientes se encontraba en el sector de la minería y la metalurgia. Desde 1894 se había instalado en la ciudad una planta fundidora de metales industriales, propiedad de la American Smelting and Refining Company (ASARCO), que pertenecía a la familia Guggenheim, uno de los grupos mineros más importantes establecidos por entonces en México. La familia Guggenheim había escogido Aguascalientes para instalar su planta fundidora debido a los yacimientos de cobre y plomo que había encontrado en el distrito minero de Ocampo, a unos 50 kilómetros al norte de la ciudad capital, y también por las facilidades de comunicación y transporte que ofrecía el Ferrocarril Central Mexicano. La Gran Fundición Central Mexicana permaneció activa en Aguascalientes, entre 1894 y 1925, lapso en que trabajó a un ritmo intenso de producción, aunque con algunas interrupciones. La Fundición Central comenzó dando empleo aproximadamente a mil trabajadores en 1896 y en su periodo de auge (1906-1907) llegaron a emplear a 2,500 personas; en promedio, a lo largo de los treinta años de operación, dio ocupación permanente a unos 1,500 37 Padilla, Yolanda. “El barril y las manzanas”, en Revista Conciencia de la carrera de Lic. En Historia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, núm. 7, Ags, Junio 2002.pp. 711. 227 trabajadores. Para muchos mexicanos de la época revolucionaria, la presencia de los norteamericanos en el país era “perniciosa”, ciertos gobernantes la consideraban “benéfica”, y para algunos norteamericanos era simplemente el motor del progreso en México. Para el cónsul norteamericano en el distrito consular de Aguascalientes, Gaston Schmutz, era gracias a la acción emprendedora de los extranjeros que México debía todo progreso, ilustración y libertad que por entonces pudiera tener. Esta limitada perspectiva era comprensible puesto que la misión de este cónsul —y de varios otros- era únicamente velar por las vidas e intereses de sus conciudadanos, quienes formaban un nutrido grupo en el distrito a su cargo (Aguascalientes y Zacatecas). En marzo de 1911 radicaban en el distrito consular de Aguascalientes 410 ciudadanos norteamericanos, de los cuales 344 vivían en la ciudad de Aguascalientes. La mayoría, tenían sus casas en la colonia cercana a la estación del ferrocarril, otros, cerca de la planta fundidora que pertenecía a la familia Guggenheim, otros pocos vivían dispersos en otras partes de Aguascalientes y del estado de Zacatecas. Al parecer vivieron tranquilos hasta que en marzo de 1911 algunas bandas de revolucionarios avanzaron hacia la ciudad de Zacatecas, por lo que los norteamericanos sintieron amenazadas sus vidas y propiedades. Cuando Porfirio Díaz dejó la jefatura del gobierno, circularon en el país rumores de una posible intervención norteamericana, mismos que los cónsules desmentían con el objeto de mantener tranquilos a sus conciudadanos. Y cuando Madero llegó al poder, al embajador norteamericano en México, Henry Lane Wilson, le pareció que el proyecto político maderista no era viable y que el maderismo era sólo el principio de lo que podría ser un largo periodo de corrupción y violencia, que afectaría desfavorablemente a los intereses norteamericanos, ya que el gobierno norteamericano prefería una mano dura, pues estaba acostumbrado al poder del viejo Porfirio. Sin embargo, según el cónsul, el gobernador maderista de Aguascalientes, Alberto Fuentes, había mostrado una buena actitud hacia los ciudadanos norteamericanos, pues se había comprometido a proteger sus intereses pero, los residentes norteamericanos no dejaban de sentir inquietud, pues veían signos de que se aproximaba una tormenta. A pesar de no haber tenido indicios concretos de peligro contra sus vidas y propiedades, los norteamericanos — mujeres y niños primerocomenzaron a salir del país, buscando condiciones más seguras y estables. Este éxodo norteamericano comenzó en febrero de 228 1912 y continuó a medida que la situación revolucionaria se recrudecía, acentuándose cuando las relaciones entre México y Estados Unidos se tensaban. Sin embargo, algunos norteamericanos regresaron al país para atender sus negocios en cuanto la situación política se estabilizó. Uno de los planes para defenderse era reunirse con armas en la planta fundidora de la ASARCO, solicitar que se estableciera el consulado allí, y permanecer en ese lugar hasta que llegara ayuda. Llevarían a cabo este plan sólo si todas las conexiones del ferrocarril que les permitían salir del estado hubiesen sido destruidas y existiese un ataque formal contra los norteamericanos. A fines de febrero de 1912, la mayor parte de los norteamericanos varones había enviado ya a sus respectivas familias a los Estados Unidos, permaneciendo sólo en Aguascalientes unas 30 mujeres e igual cantidad de niños. Los mineros norteamericanos de Asientos planeaban cerrar sus minas y trasladarse temporalmente a la ciudad de Aguascalientes. En mayo del mismo año ya sólo quedaban en Aguascalientes 50 norteamericanos en todo el estado, casi todos hombres, y en Zacatecas permanecían únicamente 30. A principios de septiembre de 1912, el gobierno norteamericano acusó al gobierno maderista de no proteger en forma adecuada a los ciudadanos norteamericanos, de ser negligente para investigar la muerte violenta de 17 de ellos y de discriminar a ciertas empresas norteamericanas. Entonces, las relaciones entre los dos países se tensaron y los ciudadanos norteamericanos se inquietaron. Se aproximaba el 16 de septiembre, y el cónsul Gaston Schmutz temía que durante los festejos de la Independencia de México los habitantes de Aguascalientes realizaran algún acto anti norteamericano, pero nada sucedió. Meses después, en febrero de 1913, cuando el embajador norteamericano Henry Lane Wilson apoyó el golpe de estado contra Madero, comenzaron a correr nuevamente los rumores de intervención. El 17 de febrero, día en que Madero fue hecho preso en el Palacio Nacional, había en Aguascalientes cien norteamericanos —entre hombres, mujeres y niños- preparados para salir del país a la primer noticia confiable de intervención, pero a los tres días recibieron un reporte oficial de que no habría intervención, con lo cual se tranquilizaron, y seguramente sucedió lo mismo a los mexicanos. El éxodo de norteamericanos se detuvo un poco hasta que, aproximadamente un mes después, un destacamento militar de 20 guardias rurales que supuestamente se encontraba otorgando protección al poblado y minas de Asientos, fue retirado del 229 lugar para reunirse en la ciudad de Aguascalientes. Entonces los norteamericanos que vivían en Asientos protestaron, pues consideraban que, sin esa protección, los habitantes de la localidad podrían amotinarse en su contra. El cónsul pidió nuevamente protección al Jefe de Armas del Estado, pero ésta le fue negada puesto que las fuerzas federales se estaban replegando en la ciudad, porque temían un ataque, encabezado por Benjamín Argumedo. Este ataque, al parecer, no se realizó, aunque sí llegó al poblado de Asientos una banda de 200 revolucionarios, de todos modos, los funcionarios locales rehusaron enviar protección a Asientos, argumentando que no tenían fuerzas suficientes para la protección de la capital y, al mismo tiempo, del medio rural. Como los norteamericanos habían temido, los rebeldes atacaron sus propiedades en Asientos, particularmente la mina de Santa Francisca, a un kilómetro de Asientos; las minas de San Pedro cerca de Tepezalá, que pertenecían a la ASARCO, la mina No Pensada y otras que pertenecían a la Asientos Mining Company. Los asaltantes estaban bajo las órdenes del “Indio Mariano”, quien a su vez estaba bajo el mando de Benjamín Argumedo, quien por entonces había reconocido ya al gobierno del golpista Victoriano Huerta. Entonces el poder federal, solicitó a Benjamín Argumedo que contuviera a sus hombres, mientras que el general García Hidalgo, gobernador huertista en Aguascalientes, prometía a los norteamericanos enviar cien hombres que protegerían sus intereses. Una vez conseguida esta protección, los norteamericanos regresaron a sus propiedades, y encontraron que el daño infringido a ellas era menor del que se habían imaginado. Con los huertistas en el poder, los norteamericanos en Aguascalientes tuvieron menos de qué preocuparse. Solamente les causaba ansiedad los daños que constantemente los revolucionarios hacían a la vía del tren que podría, en un momento de peligro, sacarlos del país por la frontera norte. También les preocupaba la escasez de combustible, que necesitaban para operar la fundición, que para ese momento había recortado su personal dejando activos solamente a 700 trabajadores. Los norteamericanos pensaban que si estos trabajadores quedaban desempleados, pasarían de inmediato a engrosar las filas de los revolucionarios~. Les asustaba el avance de bandas revolucionarias, ahora de signo Constitucionalista, provenientes del Norte, que ya habían llegado a Fresnillo y Zacatecas, incluso habían asaltado algunas haciendas en las zonas limítrofes del estado de Aguascalientes. La situación distaba de ser totalmente tranquila. Para mayo de 1913 los revolucionarios encabezados por Pánfilo Natera, 230 tomaron Fresnillo. Y los norteamericanos se volvieron a sentir inseguros, por lo que solicitaron al gobierno federal más protección, mientras que los empleados de la ASARCO cuyas familias habían regresado, fueron enviadas otra vez a la ciudad de México, y los mineros de Asientos se prepararon para cerrar sus negocios y salir del país. Con la llegada de las tropas revolucionarias a Zacatecas, los norteamericanos que residían en ese estado se habían reunido en Guadalupe, de donde no podían salir, por lo que el cónsul Schmutz tuvo que partir en automóvil desde la ciudad de Aguascalientes hasta donde ellos estaban, con un salvoconducto de Natera para, de regreso a la ciudad, trasladar consigo a las pocas mujeres norteamericanas que se habían replegado en Guadalupe. El año de 1914 comenzó lleno de adversidades para los norteamericanos que por entonces se encontraban en Aguascalientes. Durante el mes de enero, por ejemplo, tres de ellos fueron asaltados y, por falta de liquidez, la ASARCO se había visto obligada a expedir billetes de un peso, para poder pagar a sus trabajadores. Luego, el gobierno militar que controlaba el estado, encabezado por el huertista Miguel Ruelas adoptó la política de ignorar las peticiones del consulado (debido a que, por entonces, Estados Unidos estaba ya ignorando a Huerta). Y para colmo de males, había cierto sentimiento anti norteamericano entre la población, debido a las amenazas de intervención del gobierno de Estados Unidos. A fines del mes, durante la exhibición de una película en la que apareció la bandera norteamericana, el público local le había chiflado y la había abucheado. Fue cuando el cónsul dejó entrever sus deseos de intervención. Para entonces, tanto los constitucionalistas como los huertistas, mostraban sentimientos anti norteamericanos, puesto que el gobierno de Estados Unidos no se decidía a quién apoyar. En abril de ese mismo año, las tropas norteamericanas invadieron Veracruz. En Aguascalientes, el 22 de abril, unas cincuenta personas atacaron al consulado norteamericano y quitaron del exterior de su edificio el escudo de armas de los Estados Unidos, insultaron al gobierno norteamericano y amenazaron de muerte a todos sus ciudadanos. Luego, exigieron al cónsul y a los norteamericanos refugiados en el edificio que izaran la bandera de México, a lo cual el cónsul se negó respondiendo que los vería en el infierno antes que aceptar su petición, lo cual enardeció a la multitud. En cuanto los ánimos se calmaron (no sabemos cómo), los norteamericanos salieron apresuradamente rumbo a la ciudad de México, pues las comunicaciones con la frontera estaban interrumpidas. Al poco tiempo, en abril, Victoriano Huerta abandonó el país y la lucha de facciones se agudizó en México. 231 En esos momentos el principal problema para el gobierno de Estados Unidos era evitar la pérdida de vidas y de bienes norteamericanos. Había que negociar con alguna de las facciones en pugna, pero ¿cuál de ellas sería capaz de crear un gobierno nacional y garantizar seguridad a los intereses norteamericanos en México? Para analizar la situación, envió agentes especiales cuya misión era estar cerca de los principales líderes revolucionarios e investigar sus posiciones. Estos agentes no sustituyeron a los cónsules, quienes continuaron con su rutinaria labor de rendir informes periódicamente. El cónsul norteamericano del distrito de Aguascalientes estuvo fuera de la ciudad desde julio de 1914 hasta octubre del mismo año, mes en que se celebró en ella la Convención Revolucionaria. Durante ese evento, el cónsul Gaston Schmutz envió periódicamente al Departamento de Estado sus reportes sobre el distrito consular, al mismo tiempo que el agente especial León Cánova enviaba los suyos propios sobre el desarrollo de la Convención. Luego de este gran evento, cuando la ciudad comenzó a estar más tranquila, aunque bajo el dominio villista, varios norteamericanos comenzaron a regresar al estado. Para diciembre de 1914, la planta fundidora de la ASARCO ya había reabierto sus operaciones (aunque al poco tiempo cerró temporalmente por falta de combustible). En uno de sus informes, el cónsul Schmutz resumió la situación de los últimos cuatro años diciendo que habían sido de caos político, que éste había causado estragos en el comercio y la industria, y que ya no era conveniente renovar en el estado actividades comerciales, sino sólo mantener las existentes, con un funcionamiento mínimo. En el estado de Aguascalientes, a raíz del paso de los revolucionarios, comenzó a haber carestía, hambre, enfermedad y muerte. La guerra de facciones no terminaba y los villistas culpaban de la situación a los carrancistas y viceversa. Además, había nuevos rumores de intervención. A mediados de 1915 los pocos norteamericanos que quedaban en el estado comenzaron a pensar nuevamente en regresar a Estados Unidos. Muchos lo hicieron, de forma que, a principios de 1916 sólo quedaban 17 norteamericanos en Aguascalientes y 4 en Zacatecas. El cónsul exhibió más claramente aún sus prejuicios cuando expresó que México era como “un kindergarden sin maestros o personas maduras que controlen la situación”. La ASARCO decidió suspender la operación de la planta fundidora de Aguascalientes, por lo que sus empleados norteamericanos fueron enviados a la planta que la compañía poseía en Monterrey, mientras que sus empleados mexicanos simplemente fueron despedidos. Esta decisión, según el 232 cónsul, había obedecido a la incapacidad del gobierno mexicano para facilitar a la compañía el servicio de transporte ferroviario necesario para mover los minerales desde Asientos hasta la ciudad de Aguascalientes. Mientras tanto, el cónsul Gaston Schmutz expresaba claramente su hostilidad hacia los mexicanos. Por ejemplo, en su reporte de febrero de 1916, decía que la responsabilidad de la situación probablemente la atribuirían los mexicanos a los “gringos” explotadores, cuando sucedía exactamente lo contrario: era gracias a los norteamericanos que había progreso en el país. Cierto que no todos los extranjeros eran honorables, decía el cónsul, pero la gran mayoría de ellos lo eran y tenían un interés real en la prosperidad de México y en el establecimiento de un gobierno liberal y democrático. Y aunque los norteamericanos tuviesen un interés propio ¿qué con ello?, decía el cónsul y preguntaba: “¿no es el interés propio el que en último caso permea la mayor parte de las acciones que nos gusta designar como enteramente desinteresadas?” La situación en el país iba de mal en peor, se agudizaba la escasez de alimentos y aumentaba el hambre y la enfermedad. Lo que más preocupaba a los norteamericanos de Aguascalientes era que las provisiones que llegaban para ellos desde la frontera, por ferrocarril, estaban llegando incompletas, y nadie se hacía responsable de las pérdidas. Los soldados carrancistas robaban a plena luz del día, porque hacía tiempo que no les pagaban, y nadie podía hacer algo al respecto. Todo esto comenzaba a irritar los ánimos norteamericanos. El cónsul Schmutz pidió más protección al gobernador para el consulado, (que estaba situado justo a la derecha del Banco Nacional de México, a una cuadra del Palacio del gobierno). Además, por estas fechas, Villa había matado a 17 norteamericanos en su propio país, en Nuevo México. El cónsul de Aguascalientes estaba temeroso y molesto. Despotricó abiertamente contra los mexicanos y exhibió nuevamente sus tendencias intervencionistas y racistas. Schmutz afirmó que el gobierno de Carranza era débil e ineficiente, pero sobre todo hipócrita, que los peones habían sido más felices bajo la dictadura de Porfirio Díaz que bajo la administración de Carranza. Que sin la ayuda de Estados Unidos, esta administración no podría sostener la situación y que, tarde o temprano, los Estados Unidos tendrían que intervenir. Según él, “la mayoría de los mexicanos, especialmente los pobres, daría la bienvenida a la intervención”. Y más aún, en su opinión los norteamericanos eran una especie superior. Al considerar la situación mexicana, escribió el cónsul, “uno debe partir de la premisa 233 de que hay razas superiores e inferiores en la familia humana”. Según el cónsul, el gobierno mexicano sí tenía ideales democráticos, sin embargo, decía, el gobierno mexicano era un travesti que sólo en apariencia era democrático. En aquellos años había bandidos por dondequiera, y era seguro que, en caso de intervención, todos los norteamericanos residentes en el país serían asesinados, empezando por el cónsul de Aguascalientes. Ya no había razón para que continuara existiendo un consulado en Aguascalientes. Si el gobierno norteamericano decidía intervenir militarmente, sus ciudadanos que residían en Aguascalientes tardarían en saberlo, por la lentitud de las comunicaciones, y tal vez para cuando lo supieran sería ya demasiado tarde para salir del país. El cónsul tenía miedo. El gobierno norteamericano decidió no intervenir, sino solamente organizar una expedición para castigar a Villa. Los temores de los norteamericanos se calmaron un poco, aunque en general estaban agitados. En esos momentos, la colonia norteamericana en el distrito de Aguascalientes estaba constituida únicamente por 11 personas, por lo que se redujeron las posibilidades de una manifestación norteamericana directa contra el consulado. Según el cónsul, el antinorteamericanismo se expresaba por entonces sólo entre los borrachos de las cantinas y entre algunos militares. Para mayo de 1916 los rumores de guerra se acentuaron y la huelga en los talleres del ferrocarril significaba, para los norteamericanos, la imposibilidad de trasladarse rápidamente a la frontera, en caso de urgencia. Fue entonces cuando el cónsul y todos los demás norteamericanos salieron para Veracruz, rumbo a los Estados Unidos. El consulado norteamericano quedó a cargo del agente consular francés Hilarie Berlié. Tres meses después, algunos norteamericanos comenzaron a regresar desde Veracruz, de forma que en septiembre de 1916 ya había otra vez 16 norteamericanos en el distrito. Pero fue hasta mayo de 1917 que los empleados de la ASARCO regresaron para reasumir las operaciones de la planta fundidora, que volvió a funcionar en forma más o menos regular hasta 1925, cuando los Guggenheim decidieron trasladar sus negocios a la ciudad de San Luis Potosí. Pero el cónsul Schmutz jamás regresó a Aguascalientes. Lo sustituyeron otros cónsules, que continuaron informando rutinariamente al Departamento de Estado sobre lo que sucedía en el distrito, vigilando la seguridad de sus propiedades, misma que sufrió un fuerte revés con los artículos nacionalistas de la Constitución de 234 1917.”38 Sobre la temática de la revolución mexicana y el pensamiento norteamericano, expone Gruening y su herencia. La Revolución Mexicana en el imaginario liberal norteamericano. El contenido es el siguiente: “INTRODUCCIÓN La Revolución Mexicana fue un acontecimiento histórico de amplias dimensiones que enfrentó grupos sociales pero que también, en el terreno de la historiografía, suscitó versiones encontradas, no solamente dentro de México sino también fuera de él. Durante la época carrancista, las diferentes posiciones se expresaron a través de una guerra de propaganda, que contraponía diferentes imágenes de la revolución en la prensa, tanto mexicana como norteamericana. Con el tiempo, las diferentes posiciones políticas necesitaron no sólo de imágenes, sino de visiones globales que dieran coherencia a las diferentes interpretaciones de la revolución y que ayudaran a explicar los nuevos hechos y procesos históricos. Así, para interpretar la Revolución Mexicana y darle un sentido, los historiadores tenían que reinterpretar toda la historia de México como nación. Por esto, algunos escritores acudieron a la historiografía y algunos periodistas se convirtieron en historiadores. Y por esto, en el terreno de la historiografía se suscitó, también, una guerra. Ernest Gruening fue un periodista liberal norteamericano que simpatizó con la política obrera de los gobiernos revolucionarios mexicanos de los años veinte y, a raíz de que expresó esta simpatía, el presidente Calles le pidió auxilio en la tarea de ofrecer ante los Estados Unidos una visión de México como un país que se dirigía hacia la modernidad y una imagen de su propio gobierno como el liderazgo esencial de ese proceso. Así, Gruening se vio involucrado, primero, en la escritura de artículos periodísticos que intentaban mejorar la imagen de México ante el público norteamericano y, después, en la elaboración de un libro de historia de México cuya misión, a fin de cuentas, era presentar una imagen favorable de la Revolución Mexicana en Estados Unidos. Al escribir su libro, titulado México y su herencia, Gruening puso en juego no solamente su posición política (liberal) en la interpretación del movimiento armado, sino también su percepción de México y los mexicanos como el otro y, al hacer esto, enfrentó por lo menos dos problemas. El primero 38 Padilla, Yolanda. “Miedo a la revolución: norteamericanos en Aguascalientes, 1910-1914”, en Vertiente, Revista Cultural de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, segunda época, número 6, primavera de 2003. 235 consistía en cómo narrar la historia entera de la nación, acomodando todo el pasado mexicano en una versión coherente, acorde con su posición política, que desembocara en un resultado positivo: la Revolución Mexicana. Esta versión debía ser políticamente utilizable. De aquí surgió su versión de la historia de México llena de claroscuros, en la que Gruening veía el pasado indígena prehispánico como luminoso, el papel de España en la conquista y la época colonial como oscuro, la Independencia de México como una época de claridad, el Porfiriato como negro y la Revolución como luminosa. El segundo problema era cómo interpretar al otro que, étnica y culturalmente, representaban México y los mexicanos. Este trabajo busca distinguir algunas de las opciones narrativas que hizo este autor, respecto a temas específicos de la historia de México, particularmente de la Revolución Mexicana y los mexicanos, así como desentrañar el porqué de esas opciones. 1. MIRADAS EXTERNAS DE LA REVOLUCIÓN: LOS IZQUIERDISTAS NORTEAMERICANOS EN MÉXICO. A principios de la década de los años veinte, predominó en Estados Unidos una visión negativa de la Revolución Mexicana, influida por el cine norteamericano que presentaba con frecuencia, imágenes adversas a los mexicanos. Como lo explicaba en 1920 un editorial del New York Times: “Para el norteamericano promedio, el mexicano de hoy es un insurgente o un bandido o, en todo caso, un conspirador en contra de su propio gobierno”. Se pensaba también, por ejemplo, que los mexicanos eran flojos, incapaces de controlar su temperamento, no dignos de confianza y sí muy violentos. Con esta imagen supuestamente se explicaba el desorden revolucionario en que vivía México. Ante esto, los gobiernos de Obregón y Calles trataron de difundir su propia imagen de México y su propia versión de la historia mexicana y la revolución. Al mismo tiempo, para algunos izquierdistas norteamericanos, México combinaba un atractivo exotismo tropical con efervescencia revolucionaria, lo cual lo convertía en un país sumamente atractivo, por lo que comenzaron a viajar a él.3 Las reformas agrícolas y laborales promovidas por los gobiernos de Obregón y Calles habían propiciado una Imagen de México como un país radical entre los izquierdistas norteamericanos Muchos de ellos consideraban que el proceso revolucionario mexicano comprendía algo más que cambios en la estructura social, política y económica, y creían que la revolución implicaba también una transformación psicológica y estética que alteraría la conciencia y los valores tanto de 236 las masas como de las élites. Por otra parte, entre los izquierdistas norteamericanos había un fuerte consenso respecto a la idea de que México debía ser apoyado en contra de los ataques de los políticos y hombres de negocios norteamericanos, quienes buscaban únicamente defender sus intereses económicos a toda costa, dado que sus propiedades en México estaban amenazadas por el intento de hacer retroactivo el artículo 27 constitucional. De forma que, cuando varios izquierdistas norteamericanos que asistieron a la toma de posesión de Plutarco Elías Calles como presidente de México tenían en mente un objetivo claro: conseguir de su país el reconocimiento político del gobierno encabezado por Calles. Entre estos izquierdistas estaban los radicales, como Carleton Beals y Frank Tannenbaum, y algunos comunistas como Bertram Wolfe y, posteriormente, en los años treinta, Joseph Freeman y Eyler Simpson. Estaban también, por otra parte, los liberales, quienes compartían con los radicales la idea de un cambio social, pero no radical, sino moderado, difiriendo también de ellos por su fe en el Estado. Entre los liberales estatistas que visitaron México en los años veinte se encontraban John Dewey, Herbert Croly y el autor que aquí nos ocupa, Ernest Gruening. Todos ellos provenían del noreste urbano norteamericano. Los escritores izquierdistas, fueran liberales o radicales, combatieron las imágenes prejuiciosas que sobre México y su Revolución existían en los Estados Unidos. Por ejemplo, la ya mencionada y muy frecuente en la prensa norteamericana, de que revolucionario era sinónimo de bandidos y demagogia; o aquella otra, usual entre diplomáticos y empresarios, de que los mexicanos eran niños ingobernables o sucios limosneros que necesitaban inevitablemente la ayuda del gobierno norteamericano. De este tipo de imágenes divulgadas por la prensa norteamericana, un gran responsable era el millonario William Randolph Hearst, quien era propietario de una importante cadena de periódicos, con base en las principales ciudades de los Estados Unidos. Hearst también tenía intereses en México, pues poseía grandes latifundios en el estado de Chihuahua, que sobrepasaban el millón de hectáreas. Los presidentes Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles no ignoraron a los izquierdistas norteamericanos que querían sentirse en medio de una revolución, sino que sacaron provecho de la situación invitando a algunos de ellos a participar como sus propagandistas en los Estados Unidos. Obregón y Calles trataron de causar entonces una impresión favorable entre los izquierdistas norteamericanos esperando que ellos, a su vez, se convirtieran en propagandistas de su 237 causa y promotores de una imagen positiva de México en los Estados Unidos. 2. ERNEST GRUENING: HERENCIA LIBERAL AL SERVICIO DE CALLES. Hijo de un médico de origen Judío, Ernest Gruening nació en la ciudad de Nueva York en 1887. Gruening comenzó a estudiar la carrera de Medicina en la Universidad de Harvard, dado que ése era el deseo de su padre, pero no terminó sus estudios porque decidió emprender una carrera como periodista, En uno de sus primeros empleos trabajó para la cadena Hearst. Gruening escribió en su autobiografía, tiempo después, que trabajando en esos periódicos había experimentado el poder de la prensa en la opinión pública.8 Después participó en la fundación de un periódico hispano llamado La Prensa, a través del cual se familiarizó con los asuntos latinoamericanos y el cual dejó para convertirse en editor en jefe de la revista semanal The Nation. Desde allí comenzó a tener un contacto más directo con México, Cuando -casi al final de su vida- Ernest Gruening habló y escribió sobre su relación con México, comenzó su relato tomando como punto de partida la necesidad que tenía el gobierno de Obregón de ser reconocido por el norteamericano, entonces encabezado por el presidente Harding. ‘La falta de reconocimiento político del gobierno mexicano por parte del norteamericano representaba para Gruening un obstáculo en la recuperación del país y el riesgo para la supervivencia del gobierno revolucionario”. La falta de reconocimiento le parecía también una invitación abierta para que las fuerzas hostiles a la revolución, tanto dentro como fuera del país, buscaran boicotear al gobierno revolucionario. Por esto, desde The Nation, nuestro autor trató de combatir la imagen de México que divulgaban los periódicos de Hearst (como un país infestado de rojos y bandidos) y propiciar así el reconocimiento del gobierno mexicano. En sus propias palabras: Nosotros en The Nation simpatizábamos mucho con su posición (la de Obregón) y estábamos en absoluto desacuerdo con la posición tomada por nuestro Departamento de Estado. Ésa es la razón que me llevó a escribir un buen número de vigorosos artículos editoriales insistiendo en que se reconociera a Obregón. Los primeros artículos de Gruening sobre México se publicaron durante el verano de 1922 y, según él, no tuvieron ninguna implicación práctica, aunque es probable que, a partir de tales artículos, haya sido contactado por el gobierno mexicano. Un poco después de la publicación de estos artículos, Ernest decidió escribir un libro completo sobre la 238 historia de México: ~[...] se me ocurrió proporcionar al público una información más amplia de lo que estaba ocurriendo en México, Nada se había publicado en Estados Unidos, nada con autoridad sobre la revolución’. Enseguida consiguió financiamiento de The Nation, así como de otra revista, Collier’s Weekly, que dirigía un ex compañero suyo d~ Harvard y para mediados de diciembre de l922, Gruening ya se había embarcado Junto con su familia en Nueva York con dirección a México. Después de llegar a Veracruz, salió inmediatamente rumbo a la ciudad de México. En el tren tuvo sus primeras impresiones directas sobre lo que era el país, comenzando por las imágenes de las indígenas descalzas que, con coloridos vestidos, vendían tamales, frutas y flores. Otra de sus primeras impresiones fue la que le causó el presidente Obregón, a quien conoció en cuanto llegó a la ciudad de México y a quien consideró, de entrada, Como un hombre democrático y popular. Llama la atención la rapidez y cordialidad con que Ernst fue recibido, dando la impresión de que había sido invitado a México por el presidente mismo, Gruening nunca aclaró en su autobiografía si esto sucedió, sólo consignó que ambos se habían comunicado por carta previamente. En esta primera visita a México, Gruening registró en sus escritos algunas otras impresiones sobre el ambiente mexicano, por ejemplo, la diversidad de colores, olores y sonidos del paisaje urbano, la ‘luminosidad” del Valle de México y otras, Pero, sobre todo, le impresionaron los contrastes del paisaje social, por ejemplo, el hecho de que en la ciudad de México convivieran hombres y mujeres modernos y ricos con indígenas de camisa y calzón de manta, huaraches y rebozo. Lo que más le impresionó fueron los indígenas. Uno de sus primeros encuentros con personajes clave de la ciudad de México fue con Diego Rivera, quien le dijo que ‘la única civilización que realmente valía la pena, era la indígena’. Y Gruening, al parecer, le dio la razón. Desde el principio, según escribió, tuvo la impresión de que en la histona de México la herencia indígena era muy fuerte, a pesar de que se había pretendido su eliminación. Sin embargo, no fueron indígenas a quienes el escritor comenzó a entrevistar para elaborar sus artículos, sino a otro tipo de personas. Habló con funcionarios de gobierno, empresarios, periodistas, artistas, líderes obreros y agraristas, residentes norteamericanos, y, eventualmente con vendedores de los mercados. Al mismo tiempo que avanzaba en la elaboración de sus artículos, Ernest hizo amistad con un grupo de izquierdistas y bohemios norteamericanos, entre los que estaban William Spratling y Carleton Beals, así como con 239 un abogado de nombre Jerome Hess y el empresario Frank McLaughlin. Con los miembros del servicio diplomático no tuvo mucha relación, pues consideró que sus funcionarios, como “ojos y oídos” del Departamento de Estado Norteamericano, eran bastante ‘defectuosos’. Como ya mencioné, al terminar sus artículos periodísticos, Gruening decidió escribir un libro global sobre la historia de México. Comenzó a escribir en 1924 con la intención de que, a través de él, otros vieran la Revolución tal y como él la veía, y al México que a él le había impresionado. ‘De regreso en Nueva York, yo quería que otros vieran a México como yo lo había visto, Decidí escribir un libro -el libro, yo esperaba describir las raíces de la Revolución desde su profundo pasado, sus logros presentes y sus prospectos para el futuro”. Ernest comenzó a elaborar su libro en Nueva York pero, según expresó luego, pronto se dio cuenta de que los pocos meses que había pasado en México no eran suficientes para comprender al país y para escribir el libro que él quería escribir. Éste fue su pretexto para regresar a México, aunque tal vez existían Otros motivos de fondo. Quizá entre ellos estaba el de no desvincularse de la política mexicana y seguir participando en el movimiento de defensa y organización de los trabajadores a nivel internacional, Hay que recordar que era un activista liberal y su ideología tenía un fuerte rasgo socialista. En el mes de julio de 1924, Gruening recibió un ataque personal a través del diario Chicago Tribune, en el que se le acusaba de participar en un grupo que intentaba ‘bolchevizar’ a México y al continente americano en conjunto, y del cual se decía- Roberto Haberman era el principal líder. Ernest, de inmediato, entabló una demanda judicial contra el periódico que lo había acusado, argumentando que todo era falso. Posiblemente el Chicago Tribune no pudo fundamentar debidamente sus acusaciones, porque Gruening ganó el juicio, recibió 15 mil dólares y la satisfacción de que el periódico se retractara públicamente. La redacción del libro se le empalmó al escritor con un nuevo empleo como director de prensa de la campaña política del senador Robert La Follete, quien quería participar como candidato presidencial en las siguientes elecciones, a través del Partido Progresista. El principal apoyo de este partido era el de los trabajadores organizados a través de la American Federation of Labour (AFL). La prensa norteamericana, en general, era adversa a La Follette, con excepción de los periódicos liberales con los cuales tenía buenas relaciones. La campaña terminó sin éxito en el otoño 240 de 1924 (el candidato alcanzó sólo cinco millones de votos, la mayoría en Wisconsin, estado del que provenía), pero le dejó a Gruening, corno saldo, una estrecha amistad política con el senador La Follete y con todo el grupo que se aglomeraba a su alrededor. Casi al término de la campaña de La Follete, Calles -ya electo como presidente de México- pasó por Washington, de regreso de su viaje por Alemania. Ernest lo fue a saludar y fue entonces cuando Calles lo invitó a asistir a su toma de posesión como presidente, invitación que aceptó gustoso. Durante su estancia en México, Calles lo atendió como un invitado muy especial. No queda claro si Calles pagó sus cuentas, aunque esto es muy probables Tampoco queda claro si el autor recibió del presidente de México grandes sumas’ a cambio de sus servicios propagandísticos, como posteriormente se le acusó. Lo que sí está claro es que Gruening vivió por largos periodos de tiempo en México durante casi todo el período del gobierno de Calles. Así regreso de un viaje por Europa, estando en Nueva York, Ernest enfrentó el escándalo que suscitó la publicación -en la cadena de periódicos Hearst- de unos documentos que lo acusaban a él ya cuatro senadores norteamericanos de recibir dinero de parte del gobierno mexicano, el cual supuestamente buscaba a través del escritor y los senadores, obtener el reconocimiento político del gobierno norteamericano. El periodista entabló una demanda judicial por difamación en contra de Hearst. El mismo embajador de Estados Unidos en México, Sheffield, había acusado poco antes a Gruening de actuar como intermediario pagado entre el gobierno de Calles y el senador norteamericano La Follette. Supuestamente, Ernest había enviado a México una carta del senador en la que éste prometía -en caso de llegar a la presidencia- prevenir una ruptura entre los Estados Unidos y México. Sheffield afirmaba que tal carta estaba en su posesión. De inmediato La Follete se había defendido argumentando que la carta era falsa, pero Sheffield había insistido en que el senador había estado en comunicación con el gobierno mexicano. Ante tales acusaciones, el Senado norteamericano estableció un comité especial para investigar la veracidad de los documentos en posesión de Sheffield, en particular la carta que autorizaba pagos por 1.2 millones de dólares a cuatro senadores norteamericanos: La Follette de Wisconsin, William H. Borah de Idaho, George Norris de Nebraska y Thomas Heflin de Alabama. El Comité del Senado comenzó a escuchar testimonios desde el 7 de enero de 1928 y, para el día 11 ya tenía una resolución. Según el Comité, los documentos eran falsos y no podía comprobarse que senador alguno hubiese aceptado ofrecimientos o recibido dinero del gobierno 241 mexicano. Por otra parte, a través de estas audiencias se supo que la organización Hearst había recibido los documentos de manos de uno de sus periodistas, John Page, quien, a su vez, los había recibido de Miguel Ávila, un mexico-americano que había sido empleado del servicio secreto de la presidencia mexicana. No hay evidencia clara de que Gruening haya recibido secretamente algún pago por parte del gobierno mexicano. Sin embargo, puede observarse que existía una creencia generalizada en la eficacia de los esfuerzos propagandísticos en Estados Unidos, así como ambigüedad en la falsedad o no de los documentos que lo acusaban. No sabemos con exactitud si se trató efectivamente de un fraude o de una maniobra política para salvar el prestigio de los senadores y periodistas involucrados. En medio de todo este ajetreo y contando con la gran ayuda de Anita Brenner, Gruening terminó su libro Mexico and its heritage, el cual fue publicado en 1928, y enseguida el autor se desligó de México. El libro fue bien recibido en Estados Unidos y en los círculos liberales de México. Por ejemplo, el historiador H. I. Priestley dijo que era el ‘estudio más importante y comprehensivo de México que se haya ofrecido al público de habla inglesa durante muchos años’. Carleton Beals dijo que el autor había discutido en forma sobresaliente el tema del Estado y la política local, teniendo corno resultado “una terrible denuncia de las prácticas políticas del Estado Mexicano: un retrato sórdido de la corrupción, imposición, injusticia brutal y arrogancia militar’. Beals elogió también las secciones que tenían que ver con la Iglesia Católica, mientras que Tannenbaum, por el contrario, dijo que esas secciones revelaban un prejuicio anticatólico. En México, Carlos Pereyra acusó a Ernest de ignorancia y distorsión intencional. En 1929, Dwight Morrow escribió a Gruening elogiando el libro. 3. LA HERENCIA DE MÉXICO: TARAS POLÍTICAS EN BUSCA DE PERFECCIÓN DEMOCRÁTICA. Una de las ideas centrales del libro es que México es producto de su herencia. Si recordamos que Gruening estudió medicina y casi se tituló como médico, esta idea parece haber estado influida por una concepción proveniente de la Biología, quizá por la teoría evolucionista entonces tan en boga. En el siguiente fragmento, se explican las razones por las cuales eligió el título de su libro, México and its heritage: Me costó mucho trabajo encontrar un título, pero se me ocurrió que había cosas en la historia de México que volvían 242 a surgir una y otra vez: cuartelazos, perpetuación en el poder y todas esas cosas. Así es que pensé que su herencia era algo que verdaderamente obsesionaba a México. Una imagen de algo continuo desde tiempos pasados y creo que eso es cierto y siento que se han heredado muchos de los malos hábitos políticos desde épocas muy tempranas, la perpetuación personal en el poder, por ejemplo, que se continuó hasta que Calles vino a ponerle un alto. De esta cita, cabe observar dos cosas. En primer lugar, la herencia a la que parece referirse no es, étnicamente hablando, la herencia indígena, aunque en su libro también expone esta idea como una de las centrales. En el libro el autor enfatiza la idea de la herencia política: vicios procedentes desde la época colonial, entre los cuales destaca el deseo de los gobernantes de perpetuarse en el poder. Al comparar la historia norteamericana con la mexicana, por ejemplo, afirma que las colonias británicas se caracterizaron por su vocación de autogobierno, a través de corporaciones de individuos libres y cultos, mientras que las españolas tuvieron una fe ciega en sus gobiernos corruptos, entre otros vicios. Ésta era la herencia trágica que los españoles habían dejado a los mexicanos: gobernantes ineptos y corruptos. En segundo lugar, esta idea evolucionista de la historia de México parece tener el final feliz en el cual el presidente Calles puso fin a todos esos vicios. Esto, más que de la historia de México, nos habla de su admiración por Calles, que era patente y que nunca tuvo empacho en expresar. Él mismo lo dijo una vez: “Tengo una gran admiración por este hombre. Creo que la historia le reserva un lugar muy elevado. No sólo es mi opinión personal, sino que los hechos así lo demuestran. Terminó con los cuartelazos y las reelecciones presidenciales.’22 En opinión de Gruening, todos los políticos mexicanos de los años veinte eran corruptos y buscaban perpetuarse en el poder, todos menos Calles. No cabe duda que lo admiraba. Además, en el título del libro parecía estar presente, por un lado, una visión teleológica de la historia humana (la perfección biológica, en el terreno social, podría traducirse como la perfección democrática), a la vez que la ciencia corno una forma superior del conocimiento. Otra idea importante del libro es la de la continuidad liberal. Ernest se sentía asombrado porque observaba esta idea en la mentalidad de los liberales mexicanos del siglo XIX y posteriormente en la de los revolucionarios del XX. Pero no sólo le asombró la idea, sino que él mismo, siendo liberal, participó de esa visión de la historia de México, reproduciéndola en su libro. 243 En este sentido, para el escritor, la Revolución Mexicana significaba una continuidad de las luchas liberales y era, además, algo auténticamente mexicano: “La revolución mexicana, dijo, es tan auténtica como el maguey o cualquier otra planta típica. Lo dijo como queriendo combatir el argumento fantasmal de los años veinte, que afirmaba que en ese movimiento armado había estado muy presente la mano de los bolcheviques rusos. Desde la perspectiva de la continuidad liberal en la historia de México, para Gruening la Iglesia Católica mexicana era medieval, las persecuciones contra ella eran lícitas y las respectivas posiciones anticlericales de Obregón Y Calles eran correctas, pues habían entendido que la Iglesia sólo quería mezclarse en política y dominar la situación. ‘No habían aprendido nada de la Reforma j .1 yo creo que la Iglesia estaba metiéndose demasiado en política estaba en contra de los postulados de la Revolución, en contra de la emancipación del trabajador’. Con estas actitudes, la Iglesia era la que había provocado la revuelta cristera, considerada por Ernest corno “un asunto sorprendentemente sangriento en el que mucha gente inocente perdió la vida’. 4. MÉXICO: UNA HISTORIA LIBERAL EN BLANCO Y NEGRO La interacción entre México y los escritores norteamericanos en los años veinte y principios de los treinta no fue inocua ni pasiva. México y los mexicanos afectaron a los escritores y viceversa. Quizá en esto años sucedió en la historia oficial lo mismo que en el arte y en el turismo. Según Helen Delpar, a partir de los años veinte, varios artistas mexicanos dependían cada vez más de ser reconocidos en el extranjero, para poder ser reconocidos en casa. Carleton Beals y Stuart Chase observaron, en su momento, que el mercado del arte mexicano en Estados Unidos estaba distorsionando o trivializando la producción de pintores y artesanos dado que, ahora, éstos buscaban cubrir las expectativas de los vendedores de arte y de los turistas norteamericanos.25 Lo mismo sucedió quizá en la escritura de la historia de México, que tenía fuerte contenido político y que era promovida por el gobierno mexicano: México y toda su historia fueron adaptados a las expectativas de los liberales norteamericanos, para dar una imagen aceptable del gobierno mexicano revolucionario en su país. Luego de 1920, México fue visto más positivamente que antes por los escritores y viajeros norteamericanos, y tal vez menos etnocéntricamente. Según Delpar, los izquierdistas liberales -entre los cuales estaba Ernest Gruening- crearon una imagen de la revolución mexicana como un movimiento 244 justificado y benéfico, aunque necesariamente violento, que merecía el apoyo norteamericano. Al mismo tiempo, presentaron una imagen positiva del pueblo de México (en singular): a pesar de su pobreza e ignorancia, «el indio aparecía, ahora, como un individuo que vivía una vida libre de las ansiedades modernas, incluso con una innata sensibilidad estética. Esta imagen sustituyó la antigua, del greaser, que había sido muy popular en los Estados Unidos, así como la del revolucionario como bandido. Sin embargo, como dice Delpar, las percepciones de un individuo dependen no sólo de la realidad material observada, sino también de sus expectativas, imaginación, entrenamiento y receptividad, de forma que una impresión de viajero o la visión de un historiador, nos hablan tal vez más del sujeto que observa (del ojo que ve, de la mano que escribe), que del objeto observado, en este caso, la historia de México. La versión de Gruening sobre la historia de México es de corte liberal. En este sentido, en la obra pueden encontrarse algunos rasgos de la historiografía mexicana decimonónica, pero trasladados ahora a la visión de un acontecimiento nuevo: la Revolución Mexicana. Esto puede observarse claramente en su visión de la iglesia católica. Por ejemplo, en la historiografía mexicana del siglo XIX, según Mauricio Tenorio, muchas veces no tuvo cabida lo religioso, a pesar de que fue un “actor principal”. Así también, enfocó por lo general la conformación del Estado nacional. Ernest escribió a fines de la tercera década del siglo XX y su objeto de estudio fue más que otra cosa la conformación del estado mexicano. En otras obras historiográficas sobre México y América Latina, la atención se ha puesto también, generalmente, en el surgimiento y conformación de los Estados, enfocando poco los movimientos e instituciones sociales que les resistieron o cuestionaron su proyecto liberal y modernizador. Desde esta perspectiva, Gruening enfocó a la iglesia católica como una institución opuesta al proyecto liberal. En esta versión, la iglesia y, en particular, su clero, resultó ser una de las principales responsables no sólo del atraso del país, sino de todos sus vicios y defectos. Álvaro Matute afirma que durante el siglo XIX, en la historiografía de México, sólo existieron historias generales que hablaban de la iglesia católica bajo dos puntos de vista. Las liberales, enfatizando los aspectos negativos de la iglesia en la época colonial y en lo que iba del siglo XIX, particularmente la acumulación de riqueza y la corrupción del clero, aspectos que justificaban los aspectos anticlericales de la política liberal y facilitaban la expropiación de sus 245 propiedades: eran ataques a la iglesia. Por otro lado, las historias eclesiásticas y conservadoras que enfatizaban y exaltaban los procesos de conquista y colonización y, posteriormente, remarcaban los así llamados ‘ultrajes” a la iglesia, como la expulsión de los jesuitas o las leyes anticlericales: eran defensas de la institución. El texto, como puede verse, se ubica claramente en la versión liberal. Su obra historiográfica está atravesada por las críticas a la iglesia, siendo las principales las que se refieren a su gran riqueza y corrupción, Algunas obras de historiografía contemporánea han matizado la crítica a la riqueza. Por ejemplo, el historiador Timothy Henderson2~ afirma que su riqueza estaba al servicio del “Pueblo’, a través de hospitales, orfanatos y otras instituciones, y que su poder era legítimo pues contaba con las bases populares, ya que los católicos no eran una élite como los liberales. Sin embargo, la historiografía no ha encontrado aún la contraparte de la corrupción eclesial. Lo que podemos afirmar aquí es que el autor potencializó como historiador norteamericano, las críticas que él mismo, Calles y Otros liberales en el poder hacían a la iglesia católica, particularmente las referentes a la riqueza y corrupción de su clero. Las opciones narrativas del autor van construyendo una historia de México con una estructura de contrastes en la que se alternan periodos de luz con periodos de oscuridad siendo los de luz, aquellos que se refieren a los liberales, Además, el sentido de su relato es una historia lineal del ascenso liberal que tiene como culmen la Revolución Mexicana, Veamos. Primer acto: época colonial sombría, llena de españoles y católicos corruptos Continuando con su idea de la herencia española, Gruening afirmó en su libro que los primeros españoles que llegaron a América eran hombres codiciosos y explotadores (a diferencia de los británicos) El padre español del mestizo mexicano le había dejado en la sangre, tan sólo avaricia y corrupción, Ernest escribió que los primeros españoles que llegaron a América no habían sido otra cosa que un puñado de hombres codiciosos buscadores de oro, con sueños de caballería, saqueadores y explotadores que habían esclavizado y casi exterminado a los indígenas. Aunque había existido una legislación que buscaba proteger a los indígenas, muchas veces ésta no se había cumplido, Además, el escritor sostenía que las leyes habían supuesto una permanente inferioridad e incapacidad de los indígenas y todo el edificio social de la época colonial descansaba sobre este supuesto Por otro lado, los indígenas no habían podido 246 evolucionar porque la educación había estado controlada por la Iglesia, Así, el saldo histórico de la época colonial podía resumirse en las siguientes características: absolutismo, explotación, desigualdad y degradación social, corrupción, ignorancia, fanatismo y odio interétnico Creía que la época colonial de México era similar a la época feudal europea. También suponía que, en la evolución de los pueblos, luego del feudalismo se presentaba el capitalismo y después el socialismo Entonces, para llegar a éste último, se hacía necesaria una crítica al “orden feudal” que se había expresado en México en la época colonial, y la crítica giraba en torno a la “servidumbre feudal” de los indígenas y al papel cómplice de la iglesia católica en ella, Según el autor, la mayor parte de los primeros misioneros había participado activamente de la explotación de los indígenas (aunque reconocía que habían existido excepciones) y’ durante el siglo XVI, el clero en México había tenido características negativas: avaricia, riqueza acumulada, lujos, vicios, privilegios explotación de indígenas, malos tratos, suntuosidad, arrogancia y depravación. Segundo acto; un luminoso siglo liberal Ante el sombrío panorama de la época colonial, Gruening narró el movimiento de independencia con una visión un tanto romántica Para él, Miguel Hidalgo no fue un líder militar ni un agitador, sino un apóstol, un mártir, Tenía “naturaleza amable y fervor de cruzado’, Ernest no fue muy explícito ni analítico en las razones de la independencia de México, aunque sí observó que el resentimiento criollo había desempeñado un papel muy importante. Presentó algunas imágenes un tanto idealizadas, por ejemplo, la típica del “grito” de Dolores, donde Hidalgo resultaba ser un líder impecable. En marcado contraste con la imagen de Hidalgo como apóstol, Iturbide había sido una persona ambiciosa, con limitada educación, que había iniciado la carrera militar a los quince años y que tenía una historia de robos y fraudes. Para el escritor, el movimiento de la independencia tenía un significado básicamente político. Representaba el triunfo de los criollos sobre los españoles, pero sin ningún beneficio para los mestizos y los indígenas, puesto que los criollos habían conservado la dominación económica y social. No había cambiado, por ejemplo, la propiedad de la tierra, ni las condiciones de servidumbre, ni los privilegios de los militares y el clero. En este contexto, el autor se preguntaba cuál había sido el papel de la iglesia católica en el movimiento de la independencia. Y respondía que la independencia había sido obra del bajo clero, del clero 247 culto. Y que el clero se había dividido, en parte por las posesiones terrenales, pero también a raíz de la lucha independentista. Con la revuelta de Hidalgo se había expresado la influencia que el bajo clero tenía en la insurrección, así como la del clero conservador en el uso del púlpito para infundir un ánimo contrario a la independencia; y el del confesionario, para descubrir conspiraciones. También se había manifestado la posición hispanista de la jerarquía católica, al excomulgar a Hidalgo y otros líderes independentistas. Y eso que, ironizaba Gruening, por entonces algunos miembros de la jerarquía se habían considerado a sí mismos “ángeles de la paz”. Una de las críticas favoritas del escritor contra la iglesia católica del siglo XIX, era su riqueza. Para fundamentarla, citaba, por ejemplo, al diplomático británico H. G. Ward, quien se había mostrado impresionado por las exorbitantes cuotas que cobraba la iglesia para realizar matrimonios, bautismos, misas y otras ceremonias católicas, lo cual desmoralizaba a la población indígena. Otras críticas favoritas de Gruening a la iglesia era la servidumbre en los conventos, las muchas propiedades del clero y el lujo desplegado en los rituales religiosos. Pero quizá su preferida, era a crítica a la inmoralidad del clero. Según él, ésta llegaba al grado de la aberración. Todas estas críticas justificaban el capítulo de la Reforma en la historia de México. Para justificar las leyes promulgadas por Juárez, Ernest presentaba, además, el argumento de que la jerarquía católica solía intervenir en política, apoyando con dinero a los políticos que prometían defender a la Iglesia, por lo que fomentaba revueltas y trifulcas civiles en interés de los privilegios eclesiásticos. Por eso, cuando los liberales habían apelado a la ayuda económica de la iglesia, ésta les había sido negada. Así, resultaba para Gruening que “no fue antinatural que el gobierno acudiera hacia su (antigua) asociada, la iglesia, como en la época colonial, primero pidiendo, luego tomando". La negativa del clero a colaborar con los liberales era la causa que justificaba la política de nacionalización de los bienes eclesiásticos. En este contexto estaba también la lucha liberal por la tolerancia religiosa, a la que la iglesia se había opuesto. Según el autor, para los liberales cualquier esperanza de evolución había sido frustrada por Santa Anna. Pero luego había llegado Juárez y, con él, el primer esfuerzo serio para instaurar un gobierno democrático y constitucional. Con él se habían abolido los fueros eclesiásticos y los cementerios se habían puesto bajo el control civil, entre otras cosas. “La 248 Ley Iglesias fue una reacción a la creciente perversión del púlpito, del confesionario y a la entera maquinaria de la iglesia con fines políticos”. Fue entonces cuando había comenzado una guerra de baja intensidad entre el clero y los liberales: el papa Pío IX había condenado la nueva legislación y los sacerdotes habían usado los sacramentos como arma, negándoselos a todo funcionario que jurara lealtad a la Constitución. Tercer acto: la Revolución y la Iglesia: puros bandidos. Para el escritor, la Revolución Mexicana había sido producto de la acción de algunos líderes, entre los que destacaban Madero, Obregón y Calles (de Zapata y Villa casi no habla y a Carranza sólo le hace críticas). En esta versión, la Revolución había sido, por tanto, una obra minoritaria.36 En la guerra entre constitucionalistas y zapatistas, el bandidaje se había extendido, confundiéndose el bandido de “oficio” -por decir así-, con el revolucionario que se comportaba como bandido y con el campesino pobre que robaba para no morir de hambre. Todo esto había dejado al país devastado, al pueblo en andrajos, enfermo, desesperado y moribundo. Carranza sólo había reprimido a los trabajadores y su gobierno había estado plagado de hombres despiadados y corruptos que se habían aprovechado de la situación, mientras que las masas habían sufrido hambre.” El régimen del presidente Venustiano no había sido derrocado, sino que se había suicidado, y el grupo de Sonora había llegado para defender los principios revolucionarios ante los carrancistas corruptos. Por otra parte, a los ojos de Gruening, la iglesia católica había sido la única responsable del conflicto religioso por haber participado en política y por haber sido cómplice en la explotación de trabajadores y campesinos. Reseñaba Ernest que en 1876 el clero había apoyado con dinero a Porfirio Díaz, por lo que, durante el Porfiriato, la iglesia había podido reactivarse haciéndose indispensable en el mantenimiento del sistema feudal, “En las haciendas, los sacerdotes, menos siervos de Dios que del propietario, predicaban mansedumbre y sumisión a las víctimas de la brutalidad de los capataces, consolaban a los indígenas sangrantes diciéndoles que su felicidad estaba en el otro mundo. La revolución se había alzado contra todo esto y también contra la concentración de la propiedad de la tierra. Pero como la jerarquía católica siempre se había opuesto a las políticas revolucionarias, esto explicaba el anticlericalismo radical de los gobiernos mexicanos revolucionarios en diferentes momentos. Por ejemplo, el error de la iglesia católica en la época 249 revolucionaria había sido, según el autor, haberle prestado dinero a Victoriano Huerta, Esto había desplegado el anticlericalismo de los constitucionalistas, expresado crudamente en 1914. Esto explicaba también la reglamentación posterior (con Calles) de los artículos anticlericales de la Constitución, que pretendía “sacar a la Iglesia de la política, a destruir su influencia social y confinarla, tanto como lo permitiera la legislación, al campo de la religión”. Aunque, Ernest reconoció que los revolucionarios habían ido más lejos de su propósito explícito, llegando a poner a la iglesia bajo el dominio del Estado40. El escritor justificó también el anticlericalismo revolucionario por la posición adversa que la jerarquía católica tuvo hacía la reforma agraria. Para fundamentar esto, el autor retomó fragmentos de entrevistas que él mismo realizó con algunos obispos de estados del centro de México. El obispo de Aguascalientes, por ejemplo, había respondido ampliamente las preguntas de Gruening, explicándole la manera precisa en que él había intervenido cuando los agraristas habían pedido las tierras de la hacienda de Santa Rosa, controlando así el reparto agrario. Con este testimonio directo de un obispo, Ernest fundamentó sus críticas a la intervención del clero en la política agraria del Estado mexicano. Como también, a través de sus entrevistas a los obispos, documentó la posición de estos personajes contra la educación laica y la organización de los trabajadores. El clero no sólo había inspirado el movimiento armado de los cristeros, sino que también había participado directamente en el asalto al tren de Guadalajara el 20 de abril de 1927, lo cual había justificado la expulsión del país de varios obispos y arzobispos. Luego, el autor consignaba otros argumentos en contra del clero. Al hacer esto, parecía sólo hacer eco de las razones que el gobierno de Calles daba para combatir a los cristeros. Sin embargo, su valoración global del conflicto, era diferente, como puede verse a continuación. Para Gruening, la legislación anticlerical, aunque justificada, era opresora y discriminatoria, por lo que el clero estaba en lo correcto al protestar contra ella. Por ejemplo, consideraba discriminatorio que el clero no pudiera votar o ser votado. También consideraba exagerado el poder de las legislaturas locales para determinar el número de sacerdotes dentro de un estado, porque se estaba convirtiendo en un poder para “mutilar o aún destruir”. Comparando con la libertad religiosa en Estados Unidos, le resultaba intolerable la prohibición de que las iglesias pudieran administrar escuelas y tener propiedades. Los norteamericanos, escribió, no tolerarían tales restricciones, 250 aunque tampoco tolerarían a un clero como el mexicano. Al final del balance, sólo por esto último, por la baja calidad del clero, el anticlericalismo resultaba justificable. Afirmaba el autor: ‘La represión que ahora se da sobre la iglesia, a pesar de lo injusta que parezca, puede considerarse -y de hecho así es- como fruto del pasado de la iglesia mexicana y de su desempeño actual”. En su valoración final, también depositaba en el gobierno algo de responsabilidad por el conflicto, ya que consideraba que los políticos también eran corruptos. La culpa que los anticlericales depositan en la iglesia es exagerada. El clero está lejos de ser, como ellos dicen, la única influencia retardataria y nociva de la vida mexicana, aún y cuando todo lo que se les achaca en su contra resultara ser cierto. Los revolucionarios enfatizan la explotación de los pobres por los sacerdotes. Que primero ellos limpien su propia casa y saquen de allí a sus generales y políticos malversadores de fondos. Donde, en años recientes, los sacerdotes han cosechado centavos, los políticos han robado pesos, con frecuencia entre miles y decenas de miles [...] Hay un castigo rápido y extremo para los sacerdotes delincuentes. No hay ninguno para los políticos delincuentes. Además, mientras que los revolucionarios proclaman la santidad de la Constitución contra los asaltos clericales sobre ella, ellos mismos practican y disimulan violaciones a esa carta magna. Al final de cuentas, el autor consideraba que los sacerdotes no eran necesarios. Pensaba que a la mayoría de los mexicanos les tenía sin cuidado que el sacerdote llegara a faltar porque, según él, mientras que pudieran ir al templo y venerar algún ídolo, así fuera en la forma de un santo, estarían contentos. 5. MÉXICO, PAÍS DE CATÓLICOS IGNORANTES El noventa y nueve por ciento de los mexicanos se consideraba católico, pero para Gruening lo eran sólo de nombre, superficialmente, Según él, la conversión religiosa de los aztecas había sido fácil porque había sido lograda por la fuerza de las armas y por las fuertes analogías que existían entre la religión católica y la azteca, Su argumento parece ser que la conversión, por el hecho de haber sido masiva, era falsa. Además, como el catolicismo de los españoles tenía aspectos muy abstractos que los indígenas eran incapaces de captar, la mayoría de ellos se había quedado sólo con los aspectos formales del catolicismo, de manera que lo que habían hecho fue revestir sus antiguas prácticas y creencias con las nuevas, pero quedándose con las antiguas. Así, los 251 aztecas sólo habían “catolizado” a sus deidades o, dicho de otra manera, habían “indigenizado” a los santos católicos. Para facilitar la construcción de templos así como para simbolizar el hecho de que la religión de Cristo estaba erecta sobre la ruina de la idolatría, según Ernest, los misioneros habían usado las piedras de los templos antiguos como base para los nuevos. Había sucedido lo mismo, pero al contrario, con la indigenización de los santos católicos, No sólo la virgen y os santos habían sido indigenizados, sino Cristo mismo también, lo cual explicaba el origen de las imágenes de Cristos negros en Veracruz, Tabasco y otros estados. Y con los santos había pasado algo similar, puesto que os indígenas preferían las imágenes de santos morenas y mal acabadas, en vez de las blancas e impecables, veneradas por sus patrones. Hay sólo un mérito que reconoce a los misioneros católicos de la Nueva España: haber terminado con los sacrificios humanos. ‘Cada vida así salvada, dice, debe acreditarse en la historia de la implantación de la cruz en el Nuevo Mundo’. Sin embargo, la persistencia de otros ritos paganos y formas de idolatría en el culto, las fiestas y las danzas daban a la religión de los mexicanos su rasgo particular de idólatra, Especialmente una práctica indígena que impresionó mucho al autor: la veneración de antiguos ídolos bajo la cubierta de altares católicos. En este punto, le impresionó lo que un viejo indígena le comentó a un visitante de Chalma, Morelos: “[…] el verdadero santo está enterrado bajo el altar, el que cuelga allí en la cruz es un peregrino’. Si en la religión mexicana persistían todas estas prácticas de idolatría y otros resabios de paganismo, el escritor concluía que la acción de la iglesia católica en la historia de México había sido un rotundo fracaso, puesto que sólo había alimentado viejas formas de ignorancia y superstición. En el siglo XVI, la misión de la iglesia había sido implantar la religión, pero no lo había logrado. Sólo había enseñado a los indígenas a persignarse y a repetir un puñado de rezos, así como los aspectos más formales o superficiales del catolicismo. Para reforzar esta crítica, citaba a Francisco Pimentel, ‘El indígena mexicano todavía es idólatra. Lejos de conocer un Dios único y espiritual, no hay para él un Dios sin cabeza, brazos y piernas; para él todos los santos católicos son igualmente fuertes y poderosos excepto el que se venera en su pueblo o aquél que, de alguna manera, ha ganado su simpatía”. Así, Gruening subrayaba lo que considera como un fracaso de la iglesia católica, aunque coloreándolo ahora de observaciones étnicas y juicios morales, como se verá a continuación. 252 Durante el siglo XIX, la religión mexicana tuvo expresiones que, para el escritor, resultaban incomprensibles y absurdas y, de las cuales, la iglesia católica también era responsable. Lo que hoy llamaríamos expresiones de un catolicismo popular, para Ernest eran formas de superstición, ignorancia. ‘costumbres terribles” y falta de educación moral de la población católica. Más que una práctica popular, esto era signo de la inmoralidad del clero mexicano, el cual había transmitido su propia inmoralidad al pueblo. La misma aberración le provocaba los milagros falsos, las imágenes que lloraban o sudaban sangre, los crucifijos que abrían los ojos y apariciones consideradas milagrosas que en su momento conseguían la atención popular. Gruening acusaba constantemente al clero de engañar a la gente, al consentir todas estas cosas. Como ya se mencionó, una crítica favorita del autor era la del libertinaje clerical Citando testimonios casi todos de extranjeros, documentaba esta crítica, reseñando casos de incumplimiento del celibato, corrupción sexual y solicitación, delitos todos en los que la alta jerarquía, cuando sedaba cuenta, tendía a proteger al clero antes que a los laicos afectados. Reseñaba así que muchos sacerdotes del siglo XIX habían llevado vida conyugal y tenido varios hijos ilegítimos (desde este punto de vista, consideraba como ‘sincera’ la legislación de Tabasco que, en 1925, disponía que los sacerdotes debían casarse). Otros tantos sacerdotes del siglo XIX habían sido alcohólicos o adquirido enfermedades venéreas. Aunque reconocía que algunos obispos mexicanos habían llevado vidas ejemplares, hacía notar que otros habían destacado sólo por sus “inclinaciones amorosas”, Todo esto, o afirmaba basado en documentos eclesiales que los revolucionarios habían confiscado durante la revolución. Gruening observaba que el anticlericalismo revolucionario había sido y era un fenómeno básicamente masculino A él le parecía paradójico que las esposas de los generales más anticlericales fueran muy religiosas y que ellos mismos se casaran por la iglesia. Álvaro Obregón, por ejemplo, se había casado por la iglesia en 1916, a los pocos días de haber expulsado a un gran número de sacerdotes de la ciudad de México. En síntesis, la religión mexicana representaba una mezcla de catolicismo y ritos paganos, puesto que la conversión masiva había sido superficial, Una gran parte de la religión practicada por los mexicanos expresaba ignorancia y superstición y, según él, la culpa de todo este retraso de México era de la iglesia católica porque, habiendo podido elevar moral y materialmente al pueblo, no lo había hecho. 253 Sin embargo, al poner tanta responsabilidad en el clero. Gruening de alguna manera le reconocía importancia social e histórica. Si uno observa la secuencia narrativa del libro puede ver que, desde el principio, su argumento apunta a justificar históricamente las medidas gubernamentales en contra del clero. Es importante subrayar aquí que el autor no evadió el asunto de la iglesia católica y su papel en la Revolución Mexicana, cosa que otros de sus contemporáneos sí hicieron. Tannenbaum, por ejemplo, «hizo oídos sordos al anticlericalismo revolucionario», aunque compartió con Ernest su admiración por Obregón y Calles. 6. MEXICO, EL PAIS DE LA TIERRA ENSANGRENTADA. Por otra parte, podríamos decir, parafraseando a Francis Kelly, que para Gruening México era el país de la tierra ensangrentada. No eran los altares -que ocultaban ídolos- los que se encontraban cubiertos de sangre, sino la tierra de México. La ferocidad de la antigua religión y la gravedad del problema agrario explicaban la crisis de México. “Una religión feroz [la azteca] [...] buscaba satisfacer a la necia tierra y al necio sol con sacrificios de vecinos y empapar la tierra con sangre, para que se subordinara más a aquellos que la clamaban como suya”. La secuencia narrativa del historiador lo llevó a considerar la lucha por la tierra como uno de los factores más importantes de la guerra de Independencia, y posteriormente de la Revolución. Porque, según el autor, primero los encomenderos y luego los hacendados, habían usurpado las tierras Indígenas, de forma que los desheredados habían conformado as huestes de Hidalgo. “Por las masas que integraron as fuerzas ce a revolución de 1810, fue ésta una revolución agrícola” Pero como los intereses de los propietarios de la tierra, entre los cuales estaban los eclesiásticos, habían sido muy poderosos, la Revolución, en su vertiente agraria, había fracasado Además, los peones se habían encontrado después en peores condiciones, gracias al endeudamiento permanente a que se habían visto sometido por los hacendados. La motivación, agraria fue encontrada en todas las guerras importantes de México. Así, la guerra de castas en Yucatán había sido una revuelta agraria, al igual que la guerra de Reforma, Gruening consideró el problema de la tierra como un asunto central en la Revolución Mexicana, Comprobó con datos que la posesión de la tierra había estado concentrada en vísperas de la revolución, y presentó una visión de la hacienda como propia de un sistema feudal. En su opinión, los intentos de 254 reforma agraria anteriores a la del presidente Calles habían quedado truncos, mientras que las medidas agrarias callistas se presentaban ahora como el momento culminante de la reforma agraria, Y si acaso había limitaciones, éstas tenían su explicación, quedando fuera de la responsabilidad del presidente. Primero, el carácter violento de la reforma agraria lo justificaba diciendo que la violencia, e incluso el robo, eran algo necesario para todo cambio revolucionario. Segundo, si los revolucionarios mexicanos habían tardado en responder a la demanda de la tierra para los campesinos y si el ejido estaba fracasando, todo era debido a los errores de los gobiernos previos al del presidente Calles, el problema principal era la debilidad política heredada, Recuérdese que ésta era la herencia de México, la que había inspirado el título del libro, ‘Para comprender porque el progreso era dolorosamente lento, y apenas comienza a ser visible, uno debe examinar las manifestaciones de la lucha interna tanto entre las fuerzas confesamente opuestas y contra el mayor enemigo con cabeza de hidra: la debilidad heredada de México”. Gruening consideraba desastrosa la corrupción en el reparto agrario. Por razón de la inmoralidad y la corrupción, la reforma agraria había resultado un desastre porque se había convertido en una forma oficial de robar y daba la idea en el extranjero de que la propiedad privada en México era insegura. El paternalismo de la reforma agraria le parecía sensato al autor. Escribió: ‘¿Qué podría ser más sensato para un pueblo con una mayoría mentalmente aún en su infancia y con responsabilidades adultas?” El paternalismo agrarista, pensaba, sería sólo provisional, pues a la larga el campesino lograría su autonomía, sólo se estaban sentando las bases para una ciudadanía adulta en México. De aquí surgiría, con el tiempo, una democracia sui generis, es decir, “1.1 no precisamente como las democracias imperfectas del mundo, sino una crecientemente conformada y adaptada a las necesidades del pueblo mexicano. Será un proceso largo, largo, pero ningún comienzo hubiera sido posible sin algo aproximado a la oportunidad económica equitativa”.” Con este argumento de corte evolucionista, el escritor cerraba su defensa del agrarismo mexicano. Un agrarismo que formaba parte de la evolución mexicana, que iba del atavismo étnico y la mentalidad infantil a la ciudadanía democrática. La reforma agraria permitirá a los parias o desposeídos comenzar a ser ciudadanos. El pueblo mexicano podía tener en ese momento una mentalidad infantil, pero con el 255 proteccionismo estatal avanzaría hacia el progreso. En imaginario liberal y evolucionista del pensador liberal, mexicano estaría avanzando de la niñez a responsabilidades adultas, de la servidumbre feudal a democracia moderna. Pero, ¿quién era el mexicano? el el las la 7, MÉXICO: TIERRA DE INDIOS EXALTADOS PERO MARGINADOS El escritor consideraba a México como una tierra indígena. Clasificaba en tres colores a la población mexicana: blanca, rola y mixta. En el momento de la independencia, señalaba, un quinto de la población era blanco, el resto, rojo o mixto. Según Gruening, los blancos estaban desapareciendo y el proceso de mestizaje se había acentuado pero, a pesar de que sus datos indicaban que los mestizos aumentaban, él concluía que México se estaba indigenizando. Ernest compartía con otros izquierdistas norteamericanos esa “propensión por ver indios en todas partes”,” exagerando así el número de indios y el peso cultural del indigenismo”. En contra de su afán objetivista, olvidaba de repente sus datos y prefería aventurar opiniones personales, basadas en sus observaciones de viaje: “Es mi opinión, subrayado del autor, basado en observaciones de varias partes de México durante un periodo de muchos años, que el porcentaje de blancos puros es mucho menor que el generalmente estimado”. Calculaba que no pasaban de medio millón y se localizaban básicamente en el norte de México, mientras que el centro y el sur estaban habitados densamente por indígenas. La cultura indígena, para él, todo lo impregnaba y estaba dotada de características innatas, duraderas y eternas”. Ernest describió etnográficamente al indígena mexicano, influido por la importancia que la antropología cultural norteamericana estaba adquiriendo, en la persona de su fundador Franz Boas. Gruening vio un México azteca. Describió detalladamente, por ejemplo, lo que comían ‘los mexicanos”, así como algunos utensilios de cocina, haciendo notar las raíces lingüísticas de muchas palabras de origen náhuatl; describió también su manera de vestir y otros aspectos de su estilo de vida. A pesar de que su interés parecía gravitar sobre lo político, el autor mostró sensibilidad para la observación etnográfica. Desde este interés, sugirió que la historia de México debía ser reescrita sobre una base etnológica para demostrar que consideraciones raciales subyacían en todas las dificultades mexicanas. Él pensó que estudios como el de Manuel Gamio, La población del Valle de Teotihuacán, publicado en 1922, debían preceder cualquier intento de solución de los problemas raciales fundamentales de México. Era tal la diversidad étnica y cultural de los 256 indígenas mexicanos que no podría existir, en su opinión, una síntesis de nación hasta que se atacara el problema racial, o sea, la integración del indígena. Afirmaba que el pasado indígena estaba completamente vivo y decía: “l...l uno no necesita la evidencia tangible de un cuchillo de obsidiana o de íCOiO5 domésticos, tal como yo he recogido allá donde los dejaron antiguos teotihuacanos, para estar impresionados con la insignificancia del tempo transcurrido en México”. Ante la pregunta de qué o quién es el indígena mexicano, el autor ensayó una respuesta personal, partiendo de 10 que considera cualidades del indígena (en singular): señaló que el denominador común del indígena era su amabilidad, paciencia y perseverancia, como el hombre blanco, pero con menos iniciativa y dinamismo. El indígena, afirma, es “por naturaleza” artesano y posee habilidades mecánicas; es creativo, adaptable y, en el trabajo, tiene sentido del ritmo; el indígena puede ser conservador y “su misticismo abre reinos a los cuales el blanco no entra”; el dinero no significa nada para él.” Gruening parece haber discriminado al mestizo, a pesar de que era el sujeto del momento en o que al liderazgo revolucionario se refería, para observar y exaltar al indígena. Al mestizo lo consideraba como un nuevo tipo racial, pero aún en proceso de formación, y lo llamaba half breed. El mestizo representaba una dualidad y una lucha entre dos culturas, un proceso semejante al de la historia de México. ‘Dualidad y choque de naturaleza rivales explica mucho de lo que es inexplicable en la historia de México” 8. GRUENING Y OTRAS MIRADAS EXTERNAS Al escritor le impresionó el estilo de vida indígena y lo idealizó, así como a su pasado, antes de que se “contaminara’ con la influencia española (precisamente la negación del mestizo obedecía quizá a su herencia española, que conllevaba la herencia católica). Consideraba que la esencia de México estaba en el indio puro, en ~l original, en el no contaminado, similar al del México antiguo. Por eso rescataba las expresiones culturales indígenas que él consideraba auténticas. Y si el indígena actual seguía igual de primitivo, pobre y retrasado que en la época prehispánica, la culpa, repetía, era del clero. En la idea del indio como niño. coincidió con el escritor Bruno Traven, quien en 1931 escribió: “La iglesia desea que la niñez indígena sé conserve en su inocencia y su ignorancia” 65 Y también coincidió con Graham Creen, quien a mediados de los años treinta escribió: “es cierto lo que escriben de los mexicanos sus admiradores, que siempre están 257 alegres, sean cuales sean las circunstancias; pero hay algo horriblemente inmaduro en esa jovialidad; no hay ningún sentido de responsabilidad humana; es una mera variación de la violencia de los pistoletazos”.” Sin embargo, en otra parte, Green elevaba a los mexicanos a la categoría de adolescentes: “[...] esta puerilidad, esta inmadurez es lo que más pone nervioso en México. Los adultos, ya pasaron de la infancia y permanecen para siempre en una cruel y anárquica adolescencia’. Como ya se mencionó, Gruening vio a México como otros intelectuales y artistas del momento también lo vieron, como tierra de indios, y exaltó al indígena de acuerdo con la moda antropológica que tuvo su representante en México en la persona de Manuel CamioP8 Este antropólogo fue uno de los pocos que fueron conocidos por los intelectuales extranjeros que visitaban México durante la Revolución. Había estudiado Arqueología y Antropología, primero en el Museo Nacional de México y, posteriormente, entre 1909 y 1911, en la Universidad de Columbia, en Nueva York, bajo la dirección de Franz Boas. Fue el primer mexicano que se graduó como doctor en Antropología en Estados Unidos y, entre 191 7 y 1920, había fungido como director de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas, lo cual le había dado prestigio internacional. En 1922, Gamio escribió su libro La población del Valle de Teotihuacán, que influyó sobre Gruening. Ernest compartió con otros escritores la idea de que la identidad indígena era la que prevalecía en México, que ésta era producto de la historia mexicana, pero que había que salvarla y ayudarla a “integrarse a la sociedad nacional. También compartió la idea del indigenismo moderno de que la cultura autóctona era “la natural y espontánea” elaborada durante millares de años, bajo la influencia del mismo ambiente geográfico en que florecía (pero incapaz de satisfacer las exigencias de la vida humana contemporánea). Por eso, le preocupaba encontrar indígenas autóctonos, puros, no mestizos contaminados. El indigenismo moderno mexicano concebía al indígena como base de la nación, pero lo concebía siguiendo a la buena tradición liberal, como un individuo aislado y a veces también como un niño con el que el Estado debía ser paternal. Esto fue sumamente criticado por el indigenismo posterior, pero no por Gruening, quien en ese momento compartió ampliamente los postulados de lo que hoy se ha llamado el indigenismo moderno. Pero, en la época en que escribió, hubo también un indigenismo menos exaltado, de corte más utópico, como el del escritor inglés D. H. Lawrence. Este literato vino a México 258 tres veces entre 1923 y 1924, rechazando la Inglaterra del momento (según decía, por su belicosidad, industrialismo y puritanismo), pero rechazado también por ella, y por eso había buscado un hogar que pudiera acogerlo a él ya su utopía, y pensó haberlo encontrado en México, donde escribió La serpiente emplumada, inspirado por la religión azteca.7’ El suyo fue un indigenismo utópico, que trataba de encontrar en los valores indígenas un sustituto del cristianismo pero, a fin de cuentas, también ‘racialista”. A diferencia de Ernest, quien exaltó al indígena y pensó que tenía una explicación científica para todo México y su historia, Lawrence fue más humilde y pudo reconocer su perplejidad y sus prejuicios. Por ejemplo cuando escribió: “Se trata de un país extraño. Los antropólogos pueden decir todas las lindezas que quieran de los mitos, pero venid aquí y veréis que los dioses muerden […] reconozco que me siento perplejo”,” También se reconoció incapaz de explicar al indio exaltado, cuando dijo: “Tienen que bajar del pedestal al indio […] y podremos entender la conciencia del indio sólo en términos de la muerte de nuestra conciencia”. Así también, al dar tanta importancia al estilo de vida de los aztecas, su comida, su forma de vestir, sus costumbres, su lengua, Gruening parecía ver a México como un país exótico.75 Y aunque este tipo de exotismo prevaleció en los grandes viajes de descubrimiento del siglo XVI, con resabios entre los viajeros del XIX y tal vez del XX, el defecto de visión radica en que el exótico no ve al otro, sino a sus propios valores, a su propia utopía, como le ocurría tal vez a Lawrence, O tal vez el escritor pretendió usar a México, para reafirmar su propio proyecto y sus tesis ideológicas. Así, el México que veía era aquel que podía servir como ejemplo de organización obrera y de reformas sociales impulsadas por el Estado, en beneficio de los campesinos y los trabajadores, avanzando así el proyecto democrático. Un poco como le pasó al francés Artaud en el siglo XIX quien, según Todorov, ignoró a los mexicanos, pues había venido a buscar solamente elementos para comprobar sus propias tesis, convirtiéndose así en un alegorista que usa el país que visita con un fin ideológico, sin elevar al otro a la categoría de sujeto. Así como el afán exótico lo hizo buscar al indio auténtico y primitivo, su afán de objetividad hizo a Gruening clasificarlo como primitivo e ignorante, lleno de costumbres terribles y superstición. Recordemos que los objetivistas solían reducir a la persona al estatuto de cosa y, en este caso, México y los mexicanos parecen haber sido reducidos al estereotipo de un indio inmutable e inasible. Ernest casi 259 nunca interactuó con los indios, según sus escritos, sino más bien con los políticos, y sin embargo, habló de los indios como si supiera todo de ellos y, en la práctica, parece no haberlos elevado al status de sujetos. Gruening nunca hizo un esfuerzo de empatía y el tono que utilizó, al escribir sobre los indígenas mexicanos fue siempre impersonal Nunca habló de sus propias emociones sensaciones, gustos o disgustos por la cultura indígena. En sus escritos no entró nunca su estado de ánimo, a diferencia de Graham Green, quien, por ejemplo cuando cansado y algo enfermo regresó de un viaje en mula a Palenque, escribió su sensación del país: “Pensé que estaba a punto de desmayarme; me senté en una piedra y miré en torno […] No me parecía un país donde se pudiera vivir, con ese calor y esa desolación, era un país donde sólo se podía morir y dejar ruinas tras de sí”.” En otra ocasión de desánimo similar Creen escribió que “odiaba México […] aquí había violencia y opresión hambre e idolatría pero uno vivía bajo la sombra de la religión, una religión de Dios o del Diablo”. A diferencia de Cruening, quien nunca reportó haber entrado a un templo y quien juzgó rápidamente a los indígenas y su religión, Green reconoció la complejidad de la religiosidad indígena, asumió su ignorancia sobre ella y sólo se planteó preguntas, sin dar respuestas definitivas. “No siento simpatía por los que se quejan de la riqueza y de la belleza de una iglesia en una región pobre, Por un peso más por semana, realmente, no vale la pena privar a los pobres del descanso y de la quietud que pueden encontrar en esta catedral’. Y también: “En una ciudad tropical, nada puede reemplazar para los usos más mundanos a la iglesia; la iglesia es el único lugar de frescura bajo ese sol vertical, un lugar donde sentarse un lugar donde los sentidos pueden reposar por un momento, fatigados por la fealdad”. Gruening creía en la evolución en una forma lineal, unidimensional con un solo punto de llegada, Lawrence se declaraba incrédulo del evolucionismo afirmando que le convencía más “la teoría de los aztecas acerca de los soles, es decir, una serie de mundos sucesivamente creados y destruidos”. Creía que México y Estados Unidos avanzaban por la misma senda liberal y de progreso cuyo final era la democracia. Lawrence, por su parte, señaló diferencias entre ambos países: ‘México y los Estados Unidos no están en el mismo barco. Quisiera agregar: ni siquiera flotan en el mismo océano. Dudo de que giren en el mismo cosmos’~. Sin embargo, señaló una similitud que Gruening no observó: “[...] los mexicanos son muy norteamericanos en esa preferencia por destruir la vida, 260 antes que dejarla expandir. Y estoy cansado de eso”. EPÍLOGO A partir de la publicación de su libro México and its heritage, el autor se desligó de México, en parte también porque terminó el periodo presidencial del presidente Calles. Emprendió su carrera política en Estados Unidos. En 1939 fue gobernador de Alaska y, posteriormente, entre 1950 y 1969 fungió como senador por ese estado. En los años sesenta visitó cuatro veces a México, una de ellas en 1961, precisamente como senador, asistiendo a una reunión parlamentaria que tuvo lugar en Guadalajara. Otra vez viajó a México en 1964 para ser condecorado por su libro con el Águila Azteca (máximo reconocimiento mexicano a un extranjero) por el gobierno de Adolfo López Mateos. También en ese año asistió a un congreso de historiadores mexicanos y norteamericanos en Oaxtepec, Morelos. El 6 de agosto de 1964, se opuso a la resolución del congreso norteamericano que autorizaba el uso de la fuerza en la guerra de Vietnam. La resolución se aprobó casi por unanimidad. Sólo dos senadores disintieron: Wayne Morse de Oregon y Ernest Gruening de Alaska.”39 Un recorrido por las ideas de la obra de algunas de las religiosas más relevantes en la historia del catolicismo, lo vemos en el texto “Dios y las mujeres. Casos de escritura mística femenina”. El escrito lo inicia con el siguiente epígrafe:”¿Debo pensar que por ser mujer no debería hablaros de la bondad de Dios?” Juliana de Norwich. El contenido del texto es el siguiente, complementado con una conversación imaginaria entre la autora y Santa Teresa de Ávila: “La figura femenina en la historia la literatura merece mención aparte y más aún si su escritura está relacionada con experiencias místicas. En este texto, la autora nos presenta a las controvertidas mujeres que padecieron, en cuerpo y alma, haberse convertido en testimonio viviente, en distintas épocas, de su fe y su entrega a Dios a través de la escritura. En algún momento de la Edad Media las mujeres tuvieron prohibido escribir. También tuvieron prohibido enseñar, ya que algunos hombres de la época consideraban que las 39 Padilla, Yolanda. Ernest Gruening y su herencia: la revolución mexicana en el imaginario liberal norteamericano, en Revista Caleidoscopio, Centro de Ciencias Sociales y Humanidades, Año 7, número 14, julio-diciembre 2003. 261 enseñanzas de las mujeres eran sospechosas, y que tenían que ser examinadas mucho más que las de los hombres. La prohibición se basaba en la frase de Pablo que está en una de las llamadas epístolas pastorales: No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio. También se basaba en la consideración de que las mujeres eran fácilmente seducidas y seductoras, y en que no se había probado que fuesen sujetos dignos de la gracia divina. Por esta razón, que una mujer escribiera era muy arriesgado, siendo el riesgo menor que la consideraran loca o bruja, y el mayor, que la mataran. Por ejemplo, a Margarita Porete, una mística francesa de la época medieval, quien escribió el libro Espejo para las almas simples, los censores de la Inquisición le aconsejaron que guardara ese libro para “pocos lectores”. Sin embargo, ella estaba convencida de que su libro, en el que narraba su propia experiencia, debía ser conocida más ampliamente por lo que, a pesar de la prohibición de la inquisición, lo divulgó, lo cual lógicamente fue causa de que muriera quemada en la hoguera en París. En su libro está escrita la siguiente frase: “Y esta Alma, que se ha convertido en nada, lo tiene todo, y por ello no tiene nada, lo quiere todo y no quiere nada, lo sabe todo y no sabe nada”. Juliana de Norwich (Inglaterra), quien es una de mis favoritas, nació en 1342 y murió alrededor de 1416. También ella, a pesar de la prohibición, escribió porque estaba convencida de que tenía algo importante qué decir. Había tenido la experiencia de una revelación divina cuando era joven, en un momento en que casi moría. Al poco tiempo de haber tenido esa experiencia, escribió un texto breve, de apenas cincuenta páginas, donde dio cuenta de lo que le había ocurrido. Sin embargo esto no fue suficiente. Al poco tiempo de haber hecho el escrito breve, se recluyó en una celda por el resto de su vida. Allí, a lo largo de veinte años, mismos que vivió casi siempre sola, reflexionó sobre lo vivido y lo escrito y, ya casi al final de su vida, sintiendo mayor claridad y certeza de lo que le había ocurrido y lo que quería decir, reelaboró el escrito, ahondándolo y ampliándolo. No le dio ningún título, pero llegó a nosotros, en el siglo xx (después de haber sido conservado en un monasterio durante siglos) en la forma de un pequeño libro titulado Libro de Revelaciones. En este libro se encuentra una frase que me gusta mucho y que ha hecho famosa a Juliana, pues se refiere al final de los tiempos. La frase dice así: Todo acabará bien. Durante mucho tiempo este libro de Juliana fue ignorado, pero actualmente suscita gran interés entre algunas personas, sobre todo 262 europeas y norteamericanas. Por ejemplo, el monje trapense Thomas Merton de Estados Unidos afirmó que era un libro cumbre de la mística occidental. Y dicen también que el poeta T. S. Eliot recibió de él la inspiración para su poema Little Gidding, el último de sus Cuatro Cuartetos, donde las palabras e imágenes de Juliana articulan el poema, para concluir en un auténtico homenaje. Y todo acabará bien y cualquier cosa, sea cual sea, acabará bien cuando las lenguas de llama se entrelacen en el nudo de fuego coronado y el fuego y la rosa sean uno. En su texto, Juliana se pregunta “¿debo pensar que por ser mujer no debería hablaros de la bondad de Dios?”. Su respuesta es el texto mismo. Se dice que durante su vida Juliana fue una mujer muy admirada y respetada por su sabiduría. Durante algún tiempo, el texto escrito por ella estuvo prohibido, pero ¿por qué? ¿Sólo porque hablaba de una experiencia interior, difícil de comprender por quienes no la habían vivido. Los principales temas de los que trata el escrito son: el amor de Dios, la Trinidad, la creación y la salvación. Juliana vuelve siempre a esos temas, en una escritura que se ha catalogado como circular, siempre tratando de mostrar su experiencia y conciencia del camino hacia la unión con Dios, con un lenguaje sencillo, porque estaba dirigido a la gente sencilla. Una contemporánea de Juliana que dejó también por escrito sus experiencias fue Catalina de Siena, quien nació en 1347 y desde pequeña tuvo experiencias místicas. Cuando cumplió doce años, ella quería dedicarse a Dios, pero su madre la prometió en matrimonio con un joven y Catalina, en señal de protesta, se cortó el pelo y se encerró en su habitación. Sus padres la sacaron a la fuerza y la obligaron a realizar trabajos humillantes mientras que su madre le decía: “te crecerá el pelo y te casarás”. Pero su papá, al verla rezar tanto, se conmovió y le dio el permiso para entrar a un convento de dominicas. Como era analfabeta, Catalina relató sus experiencias al monje Fray Raimundo de Capua quien escribió, por ejemplo: “Una vez. mientras (Catalina) oraba con más fervor al Señor… le sobreviene la visión de Dios que le quita el corazón y se va con él”. Al poco tiempo, dice Raimundo. 263 Dios regresa trayéndole un corazón resplandeciente y diciéndole: “mira, te doy el mío”, y dejando como signo del milagro una cicatriz. Catalina tuvo también con Dios el siguiente diálogo, según Fray Raimundo: “El Señor Jesucristo se presentó ante ella y le dijo: ‘¿Sabes, hija, quién eres tú y quién soy yo? ’. Si sabes estas dos cosas, serás dichosa”. Catalina fue canonizada en 1491, declarada patrona de Italia en 1939 y doctora de la iglesia en 1970, siendo la primera mujer a la que se le concedió este título, junto con Teresa de Ávila. El primero de octubre de 1999 Juan Pablo II la proclamó patrona de Europa, junto con Brígida de Suecia y Edith Stein” (ambas mujeres también místicas). Otra mujer que escribió sobre su relación íntima de amor con Dios fue Hadewich de Amberes. De ella sabemos que murió después de 1260 en la comunidad de beguinas de Nivelles. Escribió sus visiones, así como cartas y poesías. Sus escritos son considerados como exponentes clásicos de la mística beguina. En una de sus cartas escribió: Desde que tenía apenas diez años, estuve tan oprimida por el más intenso amor, que desde que me entregué así sin duda habría muerto en menos de dos años si Dios no me hubiese dado una fuerza singular, distinta de la que reciben las personas comunes, y no hubiese Él restaurado mi naturaleza con su Ser: además, Él me dio muy pronto la razón, iluminándola en parte con más de un bello testimonio, y recibí de Él más de un hermoso don, mientras él me hacía sentirlo y se me mostraba. Por no hablar de todos aquellos signos que yo descubrí entre Él y yo en la relación íntima del amor, de aquél modo en que el amigo al amigo bien poco suele esconder y mucho revela, lo cual por lo regular sucede al sentirse próximos el uno al otro, al saborearse por partes, hasta devorarse y beberse y absorberse el uno en el otro. Otro ejemplo de este tipo de escritura es el de Beatriz de Nazaret, quien nació en 1205 en Tirlemont (Brabante), ingresó a la orden cisterciense y murió en 1268. Escribió De los siete grados del santo amor. Allí dijo haber experimentado lo siguiente: El alma descubre allá arriba las relaciones más suaves entre los espíritus… conoce al Esposo, lo ama y lo desea de manera que no puede prestar atención ni a los santos, ni a los hombres, ni a los ángeles, ni a las criaturas sino que, gracias a este amor que las inflama a todas en Dios, en Él ama ella todas las cosas. A Él sólo ha decidido amar por encima de todo, en el fondo de todo, en el centro de todo, de suerte que toda aspiración de su corazón y toda fuerza de su espíritu le hacen desear verlo, poseerlo y gozar» Cuando era niña Brígida de Suecia (1302-1371) tuvo un diálogo 264 íntimo con Jesús después de haber escuchado un sermón sobre su pasión: “Mi querido Señor ¿quién te ha hecho esto?’, escribió. ‘Todos los que me olvidan y desprecian mi amor’, respondió”. Dice ella que desde entonces decidió amar a Jesús. Se convirtió en un importante personaje de la política, y hasta envió cartas a los reyes de Inglaterra y Francia para que pusieran fin a la Guerra de Cien Años. Luego intervino también para que el Papa, que estaba en Aviñón, regresara a Roma. Fundó una orden religiosa que pretendía ser una pequeña muestra de Iglesia renovada, y que tenía una rama femenina y otra masculina. En una de sus visiones, Cristo le indicó que dictara sus revelaciones a su confesor a quien, al final de su vida, otorgó el permiso para revisarlas, ordenarlas y publicarlas en caso de que considerara que pudieran ser útiles a la Iglesia.” En otro caso tenemos los escritos de una mística española más conocida: Teresa de Ávila. Dicen que ella escribía fluidamente, sin corregir nunca, pues no releía sus textos originales. Escribió libros de tipo histórico, como su Vida, que redactó dos veces, porque el texto que redactó la primera vez fue destruido por uno de sus confesores, por miedo a la Inquisición. Otro libro histórico es Relaciones, y otro el titulado Fundaciones. En ellos refiere algunos momentos de su vida, que estuvo llena de experiencias místicas. Otra vez estamos ante el caso histórico de una experiencia interior difícil de expresar y de comprender, cuyo vehículo de transmisión es la escritura, Teresa termina su manuscrito Vida diciendo a su confesor que espera encuentre en él algo de provecho, y que le gustaría que lo leyeran tres personas que habían sido sus confesores. “porque si va mal es bien que pierdan la buena opinión que tienen de mí; y si va bien, son buenos y letrados: sé que verán de dónde viene y alabarán a quien lo ha dicho por mí’. Con este comentario Teresa muestra un sentimiento cierto de que escribe su libro para que sea juzgado. Escribe para el futuro, para los eclesiásticos que se encargarán de analizar minuciosamente su experiencia, y juzgar si tiene o no un origen divino. En otro de sus libros narra no su vida, sino su camino espiritual, y es el texto titulado Las Moradas o Castillo interior, considerado por algunos literatos como su obra maestra. Fue el último libro que escribió y un testigo como Juan de Yepes (mejor conocido como Juan de la Cruz) afirma que cuando Teresa lo escribía “resplandecían sus ojos y su rostro” y que se rejuvenecía de tal suerte que “siendo de sesenta años, parecía tener sólo treinta”.” El libro relata el viaje del alma por sus diferentes moradas hasta llegar a 265 las más íntimas, donde se realiza la unión con Dios. En él puede leerse lo siguiente, respecto a la certeza de la presencia de Dios en el alma: Fija Dios a sí mismo en lo interior de aquél alma de manera que cuando torna en sí, ninguna manera pueda dudar que estuvo en Dios y Dios en ella: con tanta firmeza le queda esta verdad, que aunque pase años sin tomarle Dios a hacer aquella merced, ni se le olvida ni puede dudar que estuvo... Que lo ve después claro. y no porque es visión, sino una certidumbre que queda en el alma, que sólo Dios la puede poner… Teresa de Ávila también dejó un libro didáctico escrito para las monjas de la orden por ella reformada (Carmelita), que tituló Camino de perfección. Escribió asimismo un comentario al Cantar de los Cantares, titulado Conceptos del amor de Dios. Uno de sus confesores mandó este libro a la hoguera, aunque un fraile pudo salvar copia de una parte del texto. Escribió también un libro de apuntes espirituales titulado Exclamaciones o Meditaciones del Alma a su Dios que, según la autora, fueron escritas “en diferentes días, conforme al espíritu que le comunicaba Nuestro Señor después de haber comulgado”. Todos estos textos son importantes en la literatura hispana. Una mujer muy conocida en el medio católico es Margarita María Alacoque, quien nació en 1647 en un pueblo de Borgoña. Desde los cuatro años, Margarita sintió impulso de entregarse a Dios, y a los 24 ingresó a un monasterio de la orden de la Visitación. Escribió que a los 26 años se le apareció Jesús, quien la invitó a colocar su cabeza sobre su pecho y le dijo: “Mi corazón siente tan apasionado amor por los hombres que. no pudiendo ya encerrar en sí las llamas de su ardiente caridad, necesita que las expanda. Te he elegido a ti, abismo de indignidad y de ignorancia, para cumplir este gran designio. a fin de que todo sea hecho por mí”. Margarita informó de esto a su superiora. Cuando las demás monjas lo supieron. se suscitó mucho revuelo en el convento, y hasta su confesor pensó que Margarita estaba fuera de sí. Pero las apariciones continuaron. También dejó por escrito que. a los 27 años vio, inmerso en un mar de luz, el corazón de Jesús “circundado por una corona de espinas que simbolizaban las heridas infringidas por nuestros pecados y. en la parte superior, una cruz representando los primeros momentos de su encamación”. Su confesor, un sacerdote de apellido Colombiere, consideró que sus visiones eran auténticas y se dio a la tarea de ayudarle a impulsar la devoción al Sagrado Corazón, comenzando por las religiosas del convento. La superiora ordenó a Margarita escribir todas las revelaciones, 266 luego la nombró su asistente y más tarde maestra de novicias. Fue el inicio de una extensa devoción al corazón de Jesús, que después se divulgó también en el continente americano y. desde luego, en México. Una religiosa llamada Teresa escuchó una voz que le invitaba a dejar el convento para irse a los suburbios de Calcuta, y a despojarse de su hábito para vestir un sari blanco con oria azul, como las mujeres pobres de la India. Teresa del Niño Jesús, francesa nacida en 1873, escribió su Historia de un alma. Manuscritos autobiográficos, libro en el que describió lo que sentía y pensaba. Teresa había quedado huérfana a la edad de tres años, a los diez contrajo una grave enfermedad. Cuando recibió el sacramento católico de la confirmación, según escribió luego, sintió que el Espíritu Santo había descendido sobre ella: “no sentí un viento impetuoso sino más bien esa ligera brisa de la cual el profeta Elías entrevió su soplo en el monte Horeb… ese día recibí la fuerza de sufrir puesto que bien pronto habría de comenzar el martirio de mi alma”. Más tarde escribió: “El grito de Jesús en la cruz: tengo sed, resonaba de continuo en mi corazón y esas palabras encendían en mi interior un fuego incontenible y vivísimo”. Y también: “Si (Jesús) descendía a mí, me instruía en secreto sobre cosas de su amor, porque yo era pequeña y débil”. No comprendía por qué mujeres con experiencias similares eran ignoradas por la Iglesia católica, y escribió: “No consigo comprender por qué las mujeres son excomulgadas con tanta facilidad”, y se lamentaba de lo poco que tenían en cuenta a las mujeres. Dejó por escrito, también, lo siguiente: “Comprendo y sé por experiencia que el Reino de Dios está en nosotros. Jesús no tiene ninguna necesidad de libros o doctores para instruir a las almas. Él, el Doctor de los doctores, enseña sin el sonido de las palabras”. En 1896 le dio tisis, padeció esta enfermedad hasta su muerte en 1897. En 1956 se publicaron sus manuscritos. En 1946 una religiosa llamada Teresa escuchó una voz que le invitaba a dejar el convento para irse a los suburbios de Calcuta, y a despojarse de su hábito para vestir un sari blanco con orla azul, como las mujeres pobres de la India. También escuchó las palabras: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros entendiendo que el Verbo se encamaría en ella. Pero dudaba de que esto fuera posible, mientras escuchó la voz de Jesús que le decía: “No temas, siempre estaré contigo. Sufrirás, ya estás sufriendo en este momento, pero si eres mi pequeña esposa, la esposa de Jesús crucificado, tendrás que soportar este sufrimiento en tu corazón. Déjame hacer, no me rechaces. Confía en mí con amor, confía en mí ciegamente”. 267 Después le dijo: “Deseo hermanas hindúes. Misioneras de la Caridad, que sean mi fuego de amor entre los más pobres, los enfermos, los moribundos, los niños de la calle. Quiero que me traigan a los pobres y las hermanas que ofrezcan su vida por mi amor me traerán estas almas”. Y le sugirió incluso el hábito que había de ponerse. Teresa entonces fundó a las Misioneras de la Caridad, así como otras agrupaciones laicas que colaboraban con ellas. Cuando Teresa recibió el Premio Nóbel de la Paz, alguien le preguntó cuál era el secreto de su fuerza moral y ella respondió: “Mi secreto es muy simple: rezo. Y por medio de la oración, soy una en el amor con Cristo”. Murió en Calcuta en 1997 y se le beatificó en 2003. Mujeres, mística y escritura. La experiencia mística —o experiencia interior de Dios— es un fenómeno que ha estado presente en todas las religiones. Se trata de una experiencia sensible, pero no solamente a partir de los sentidos físicos. Pseudo Dionisio se refirió con la palabra mística a renunciar a los sentidos y a las operaciones intelectuales, a poner entre paréntesis el entendimiento y al hecho de hacer un esfuerzo por experimentar a Dios, en lugar de conocerlo intelectualmente. Hay muchas semejanzas y diferencias en los casos de escritura mística femenina que hemos repasado, apenas unos cuantos de los que han existido. Muchas de ellas nacieron en una familia noble o acomodada, recibieron algo de educación formal, hecho casi siempre privilegiado en sus respectivas épocas. Algunas de ellas quedaron huérfanas, luego ingresaron al convento, tuvieron enfermedades misteriosas, callaron sobre sus experiencias y, si acaso hablaron de ellas, lo hicieron con sus confesores, quienes fueron en muchos casos quienes les dijeron que las escribieran. También puede ser una constante el hecho que todas estas mujeres en algún momento dudaron de sus experiencias, quizá a partir de la duda de los otros, aunque finalmente creyeron en su autenticidad con una certeza impresionante. Muchas de ellas fundaron uno o más monasterios o conventos, escuelas, Hospitales, asilos u orfanatos, instituciones que han perdurado hasta la actualidad. Escribieron sobre procesos interiores que parecen muy semejantes, aunque nunca se conocieron entre sí, y dudo mucho que hayan leído textos de otras místicas o místicos, pues para empezar muchas ni sabían leer, además de las distancias entre países y épocas en que vivieron. Sin embargo cabe la posibilidad de que algunas hayan leído libros publicados y hasta comunes en la vida conventual, como pueden ser las vidas de santos y algunos de sus escritos. 268 Todas estas mujeres han experimentado lo sagrado de una manera diferente a la de los teólogos o a la del pensamiento patriarcal. Han escrito su experiencia, similar por cierto, y ha sido reconocida con el tiempo como algo sobrenatural, por lo menos por algunas personas e instituciones. Se ha denominado experiencia mística. Y la palabra mística viene del griego mvstikós, derivado de la raíz indoeuropea my, presente en myein que quiere decir cerrar los ojos y cerrar la boca, de donde proceden “miope”. “mudo” y “misterio”, que remite a algo oculto, no accesible a la vista, de lo que no puede hablarse. Aquí entra la diferencia entre un místico y un teólogo. Místico es aquél que experimenta a Dios mientras que teólogo es aquél que escribe sobre Dios. Michel de Certeau, por ejemplo, se refirió a los místicos como a unos “intrépidos exploradores” que se arriesgan. “llenos de confianza y amor, a descubrir —de asombro en asombro- la terra incognita del Misterio”, y a los teólogos como a los “cartógrafos” que van detrás de ellos intentando trazar, “con temor y temblor, un mapa que permita orientarse en lo infinito”. ¿Experimentar el Absoluto, el Misterio, el Infinito? Todo esto suena tan metafísico que parece que no sería posible, en primer lugar, experimentar algo así y, en segundo lugar, que si esto sucediera, parecería imposible poderlo expresar con palabras, habladas o escritas. Es por esto que la experiencia mística, históricamente, ha sido difícil de aceptar y comprender y, en muchos casos, (casi siempre) los místicos — en particular las mujeres- han pasado por psicópatas. Los místicos han sentido gran dificultad para expresarse, aunque su lenguaje generalmente ha resultado especial, profundo, con giros poéticos y, finalmente, siempre amoroso.” “Entrevista a Teresa de Avila YP: Santa Teresa, buenas tardes, muchas gracias por haber accedido a bajar de los cielos para realizar esta entrevista para la revista Parteaguas. Santa Teresa, usted tiene vasta experiencia en el camino espiritual; para comenzar quisiera que nos dijera ¿qué es el alma? TA: Podemos considerar nuestra alma como un castillo todo de diamante u muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, ansí como en el cielo hay muchas moradas. Nuestros entendimientos no alcanzan a comprender la hermosura de este castillo. YP: ¿Cómo son las moradas de este castillo? TA: No habéis de entender estas moradas una en pos de otra, como cosa en hilada, sino poned los ojos en el centro, que es la pieza u palacio adonde está el Rey y considerad como un 269 palmito que, para llegar a lo que es de comer, tiene muchas coberturas que todo lo sabroso cercan. YP: Y dígame, ¿qué hay en las primeras moradas? TA: En las primeras moradas no llega así nada de la luz que sale del palacio donde está el Rey, está oscurecida en alguna manera porque, con tantas cosas malas de culebras y víboras y cosas ponzoñosas que entraron con quien entra, no le dejan advertir la luz. Clara está la pieza, más la persona no lo goza por el impedimento u cosas de estas fieras y bestias que le hacen cenar los ojos para no ver sino a ellas. Ansí me parece debe ser un alma, que anque no está en mal estado, está tan metida en cosas del mundo y tan empapada en la hacienda u honra u negocios, como tengo dicho, que anque en hecho de su verdad se querría ver y gozar de su hermosura, no le dejan, ni parece que puede descabullirse de tantos impedimentos. YP: Y una vez pasadas las primeras moradas, ¿qué podemos encontrar en las segundas moradas? TA: En estas moradas podemos escuchar la voz del Señor o ver sus señales para que nos acerquemos a Él; y es esta voz tan dulce, que se deshace la pobre alma en no hacer luego lo que le manda. Estas voces pueden ser con palabras, u sermones, u con lo que leen en buenos libros, y cosas muchas que habéis oído, por donde llama Dios, u enfermedades, trabajos, y también con, una verdad que enseña en aquellos ratos que estamos en la oración. YP: Dígame, ¿qué pasa en las terceras moradas? TA: Las almas que llegan a estas habitaciones son muy deseosas de no ofender a su Majestad, se guardan de hacer pecados veniales y son amigas de hacer penitencia, respetan sus horas de recogimiento, gastan bien el tiempo, ejercítanse en obras de caridad con los prójimos, muy concertadas en su hablar y vestir y gobierno de casa los que las tienen, por ninguna cosa harían un pecado. Pero a veces no tienen libertad de espíritu, son como aquel joven rico que quería seguir a Jesús y a quien éste le dice que reparta sus riquezas y lo siga, pero que no es capaz de tomar esta decisión. Y ya que no lo hace porque no ha llegádole el Señor a tanto, enhorabuena: mas entienda que le falta esta libertad de espíritu y con esto se dispondrá para que el Señor se la dé, porque se la pedirá. YP: Y las cuartas moradas, ¿cómo son? TA: Es grande su hermosura, y hay cosas tan delicadas que ver 270 y entender, que el entendimiento no es capaz para poder dar traza cómo se diga siquiera algo que venga tan al justo que no quede bien oscuro. Aquí el Señor da muchas alegrías al espíritu, tantas, que a veces vienen unas lágrimas congojosas que en alguna manera parece las mueve la pasión. YP: En su libro El castillo interior usted habla de que en estas moradas se da la oración de quietud, ¿qué entiende usted por esto? TA: Le pondré una comparación. Hagamos cuenta que vemos dos fuentes con dos pilas que se hinchen de agua (a mí me gusta mucho hablar de agua para referirme a las cosas del espíritu). Estas dos pilas se hinchan de agua de diferentes maneras: el uno viene de más lejos por muchos canales; el otro está hecho en el mesmo nacimiento del agua, y se va hinchando sin ningún ruido, Es la diferencia que, lo que viene por canales es, a mi parecer, los contentos que tengo dicho que se sacan con la meditación. En la otra fuente viene el agua de su mesmo nacimiento, que es Dios: su nacimiento es del corazón, pero de otra parte aún más interior, como una cosa profunda; pienso que debe ser el centro del alma. YP: Luego de esta oración de quietud ¿es posible avanzar hacia las quintas moradas? TA: Sí, anque son bien pocas las almas que entran en estas moradas. Es como una muerte sabrosa, un arrancamiento del alma de todas las operaciones que puede tener, estando en el cuerpo. Aquí, el entendimiento no menea pie ni mano, como acá decimos de una persona que está tan desmayada que nos parece muerta. Algunas personas que tienen esta experiencia no están seguras si lo que vivieron fue una cosa soñada, el alma queda dudosa de qué fue aquello, si se le antojó, si estaba dormida, si fue dado de Dios luz. YP: Pero ¿qué sucede en el alma en estas moradas? TA: Sucede gran cosa. Es una transformación tan grande como la que acontece al gusano de seda. El gusano comienza a alimentarse de la hoja del moral, crece bastante, y cuando está grande, con su propia seda hace un capullo alrededor de él y se transforma, acabando este gusano, que era grande y feo, por salir del mesmo capucho transformado en una mariposica blanca muy graciosa... La mariposa, o sea el alma, se preparará para unirse a Dios. YP: Supongo que esto sucederá en las sextas moradas... TA: Sí, así es. En este momento, en el que el alma ha pasado 271 ya a las sextas moradas, queda herida del amor del futuro Esposo, y procura más lugar para estar sola y quitar todo lo que puede, conforme a su estado, que la puede estorbar de esta soledad. Es como si la mariposa se preparara para hacer un vuelo de espíritu. YP: ¿Un vuelo de espíritu?, ¿qué es eso? TA: Un movimiento tan acelerado del alma, que parece es arrebatado el espíritu con una velocidad que pone harto temor. Parece que aquella pila de agua, que dijimos hace rato, o manantial, que con suavidad y mansedumbre, digo sin ningún movimiento se henchía, pues aquí, en el vuelo de espíritu es como si desatara este gran Dios las aguas, como si abriera los manantiales que abastecían esta pila de agua, y con un ímpetu grande se levanta una ola tan poderosa, que sube a lo alto esta navecica de nuestra alma. Es de tal manera este arrebatar el espíritu, que verdaderamente parece sale el alma del cuerpo y, por otra parte, claro está que no queda esta persona muerta: al menos ella no puede decir si está en el cuerpo o si no, por algunos instantes. Parécele que toda junta ha estado en otra región muy diferente de en esta que vivimos, adonde se le muestra otra luz tan diferente de la de acá. YP: Lamentablemente el tiempo se nos está terminando, dígame por favor ¿qué sucede en las séptimas moradas? TA: En estas moradas séptimas el alma anda abrasándose en sí mesma. Estando el alma como habéis visto, que se muere por morir cuando aprieta tanto, que ya parece que para salir del cuerpo no le falta casi nada, verdaderamente teme y querríase aflojarse la pena por no acabar de morir. Verdaderamente parece que desfallece el alma, de suerte que no le falta tantico para acabar de salir del cuerpo, para unirse en matrimonio espiritual con Dios. Este matrimonio es como si cayendo agua del cielo en un río o fuente, adonde queda hecho todo agua, que no podrán ya dividir ni apartar cuál es el agua del río u lo que cayó del cielo, o como si un arroíco pequeño entra en la mar, no habrá remedio de apartarse, u como si en una pieza estuviesen dos ventanas por donde entrase gran luz, anque entra dividida, se hace todo una luz. YP: ¿Qué se siente? TA: Infinita paz. YP: Muchísimas gracias, Santa Teresa. 272 TA: Los espero en el cielo.”40 En coautoría con Gerardo Huerta, en un libro colectivo la doctora Padilla hace una serie de consideraciones sobre Aguascalientes, partiendo de la pregunta ¿Avanzamos hacia la equidad?, complementado con el enunciado “Algunas Consideraciones Propositivas”. Ahí los autores exponen: “Para superar las situaciones de pobreza en el estado de Aguascalientes se proponen aquí algunos lineamientos propositivos que tienen como ejes centrales los siguientes tres puntos: a) estímulo a la participación social y fortalecimiento de la organización social, b) incremento de la productividad y el ingreso de la población de escasos recursos y c) satisfacción de las necesidades básicas con calidad y equilibrio. 1. Fortalecimiento de la Organización Social La organización social, más que un objetivo en sí misma, es un factor que garantiza la participación social en la resolución de los problemas comunitarios. Como tal, atraviesa por todas las consideraciones aquí propuestas. Sin embargo, pudieran proponerse algunas líneas de acción específicas con el fin de estimular la organización social: incidir en la formación de conciencia social y en el fomento de la solidaridad; favorecer la autogestión y la ayuda en la solución de problemas comunes específicos; invitar a todas las organizaciones populares, eclesiales campesinas, profesionales estudiantiles, de mujeres y jóvenes a participar en acciones concretas de mejoramiento de la comunidad. 2. Incremento de la Productividad y el Ingreso de la Población de Escasos Recursos. Para generar mecanismos que coadyuven a incrementar la productividad y el ingreso de las familias de escasos recursos, puede pensarse en las siguientes estrategias: Articular la política social con la política económica del estado de Aguascalientes, en los objetivos concretos de elevar la productividad y el ingreso de los sectores agrícola tradicional y el sector informal urbano, así como en la creación de empleos productivos y bien remunerados en las zonas de mayor emigración en el estado, estimulando el desarrollo de pequeñas actividades productivas, tanto en el medio rural como en el urbano. 40 Padilla, Yolanda, “Dios y las mujeres. Casos de escritura mística femenina”, en Revista Parteaguas, número 12, Instituto Cultural de Aguascalientes, México, Primavera 2008, pp. 22-27.Entrevista a Teresa de Ávila. Pp.50-51 273 3. Satisfacción de las Necesidades Básicas Para satisfacer las necesidades básicas con calidad y equilibrio, se proponen las siguientes estrategias generales: Incrementar y reorientar el gasto social, buscando una asignación más alta para los objetivos sociales; dar a los municipios mayor participación, no sólo en la ejecución de los programas, sino en el diseño de políticas, y evaluar permanentemente la eficacia, eficiencia y el impacto social de los programas sociales. Algunas estrategias específicas podrían ser las siguientes: 3.1 Alimentación. Para asegurar la disponibilidad de alimentos nutritivos y el acceso de la población a ellos, se proponen como estrategias: Estimular la producción de 2 ó 3 alimentos nutritivos y favorecer su consumo entre la población de menores recursos. El abasto efectivo podría lograrse favoreciendo un sistema de mercadeo local para los productores de alimentos no procesados, promoviendo la organización de productores, comerciantes y transportistas, a través del otorgamiento de apoyos financieros y la regulación de concesiones, cuotas y tarifas. Podría, a su vez, recuperarse en el medio rural la producción doméstica de alimentos, al tiempo que se refuerzan los programas de educación nutricional y los de atención alimenticia directa a los grupos más vulnerables. Estos programas tendrían que ir acompañados de otros que se refirieran a la educación nutricional para mejorar la dieta de esta población. Uno de ellos podría ser el estímulo a la práctica tradicional de la lactancia materna durante el mayor tiempo posible, para aprovechar las ventajas nutritivas y psicológicas de este tipo de alimentación. 3.2 Salud. Para elevar los niveles de salud en todo el estado, se propone consolidar los programas de prevención y autocuidado de la salud, así como modernizar el sistema de salud. Algunas estrategias al respecto pueden ser: Rectificar el patrón de concentración de los servicios médicos, lo cual implicaría redefinir la asignación de recursos y fortalecer los servicios de salud en el nivel local, estimulando la participación de la comunidad en los programas de salud. Estrategia paralela puede ser la consolidación de los programas de atención especial a niños, ancianos, madres e infantes en periodo de gestación y lactancia en las zonas de familias de escasos recursos. Habría que recuperar asimismo el uso de la medicina tradicional. Estrategia colateral puede ser la consolidación de las acciones de protección del medio ambiente y de cobertura de 274 los servicios públicos (agua potable, drenaje, etc.), como factores complementarios que inciden en la elevación de los niveles de salud pública. En este punto de la salud pública, habría que diseñar un programa específico encaminado a combatir el alcoholismo, la drogadicción y la prostitución infantil en las zonas urbanas pobres, y buscar la coordinación formal entre las instituciones que atienden este tipo de problemas. La participación de la comunidad en las acciones de este programa sería vital. 3.3 Educación. Para incrementar el nivel de escolaridad de la población de Aguascalientes no es suficiente asignar mayores recursos a la educación (salarios, infraestructura, materiales), sino que sería deseable que esta asignación se acompañara de medidas que influyeran favorablemente en el acceso y la retención de la población en edad escolar. En este sentido, parecería estratégico concentrar los esfuerzos en la educación básica y en los escolares de menores ingresos, así como rectificar las desigualdades educativas entre municipios. El objetivo de una educación equitativa se lograría asegurando el acceso a la educación básica (preescolar, primaria y secundaria) de toda la población demandante, consolidando la cobertura e impulsando la calidad en este nivel, lo cual implicaría reforzar especialmente los sistemas escolares de los municipios con más altos índices de deserción, reprobación o bajo rendimiento escolar. Estrategias específicas en este rubro pueden ser las siguientes: Educación preescolar. - Consolidar los programas que buscan mejorar la salud y la nutrición de los escolares, involucrando la participación de los padres de familia. Educación primaria. - Prevenir la reprobación y la deserción, involucrando la participación de los padres de familia y de la comunidad entera en el proceso educativo. Esta participación puede desatar procesos muy positivos, tales como una mayor interacción entre la escuela y el hogar, cambios de actitud en la relación padres e hijos y una mayor autogestión en la resolución de los problemas educativos, incluso de otros problemas de la comunidad. Educación especial. - Consolidar y ampliar la cobertura y calidad de los servicios de educación especial, que en muchas ocasiones está en manos de particulares, y que sufre de la falta de recursos materiales y humanos para el desarrollo de sus actividades en beneficio de los niños que requieren este tipo de educación. 275 Por otra parte, una dimensión fundamental de la política educativa que incide en el combate a la pobreza es capacitar para el trabajo y garantizar que la población trabajadora domine las habilidades básicas de la lecto-escritura y la aritmética. En este sentido, habrá que asegurar la integración entre la educación técnica y las empresas o industrias del aparato productivo, de forma que el sistema escolar de capacitación para el trabajo sea coherente con el mercado de trabajo. 3.4 Vivienda. Para facilitar el acceso a una vivienda digna entre la población de menores ingresos y mejorar la calidad de las viviendas ya existentes, se proponen los siguientes lineamientos de acción. Financiamiento. - Hacer eficientes los servicios de las instituciones públicas, ampliando su cobertura y mejorando la calidad de las viviendas que se construyen, sin incrementar sus costos, ni para el gobierno ni para las familias que las adquieran. Para ello, algunas medidas serían disminuir al mínimo necesario las normas y procedimientos en los procesos de construcción; reducir los impuestos, abaratar los materiales, usar mano de obra de la región en que se construye, identificar fuentes alternas de financiamiento y redistribuir el subsidio a favor de las familias de menores ingresos. Asimismo, consolidar la formación de reservas territoriales y los programas de autoconstrucción, acompañando a estos de asesoría técnica eficaz y del uso de materiales baratos. Calidad. - Consolidar el establecimiento ordenado de los asentamientos urbanos y proveerlos de espacios abiertos y de infraestructura indispensable; establecer una supervisión formal que garantice la calidad en la construcción de la vivienda y en la prestación de servicios públicos. En la ciudad se trata de recuperar las escalas vecinal y de barrio mediante una zonificación urbana adecuada, con lo cual podría pensarse en la introducción de centros articuladores de la vida social de esas zonas que favorecieran el sentido de pertenencia y cohesión entre 53.15 habitantes, mismos que podrían a su vez estimular la sana convivencia entre ellos (este tipo de convivencia puede contrarrestar a la conflictiva que se suscita con la existencia de pandillas y los problemas de salud pública que generan los hacinamientos populares). Tales centros podrían además tener una instancia especial que facilitara la gestión y el trámite de las demandas administrativas de los habitantes de esa zona. 4. Propuesta específica para el Medio Rural. Para favorecer el desarrollo integral de los grupos sociales más necesitados del medio rural, se propone estimular su 276 participación en actividades productivas, educativas, de salud y vivienda que garanticen la satisfacción de sus necesidades básicas de manera sostenida y permanente. Para ello se considera estratégico enfocar la atención en las localidades rurales dispersas, de pocos habitantes, que en los últimos años han aumentado en el estado y a las cuales muchas veces descuidan las políticas públicas. Concentrar los esfuerzos institucionales en el nivel de la localidad, de manera coordinada, permitiría potencializar esta acción institucional, al tiempo que podría motivar la organización social existente o incipiente de la comunidad, para que ésta fuera corresponsable en la resolución de sus problemas, y rescatar el potencial de participación de la familia en la resolución de problemas comunitarios. Para incrementar la productividad de la población de estas localidades, se propone estimular las pequeñas actividades productivas que se desarrollen en cada localidad, facilitando la creación de microempresas agroindustriales y de servicios, respetando siempre la vocación productiva natural de la región y teniendo en cuenta siempre el criterio ecológico. También se propone estimular la adopción de nuevas tecnologías y cultivos de acuerdo a las características de la localidad. En este punto, podría resultar muy positiva la participación de los jóvenes egresados de carreras técnicas y universitarias para que presten su servicio social en programas que se ajusten a estas acciones. En estas localidades rurales sería conveniente articular las actividades de educación, salud y nutrición a través de la escuela. En ese sentido, habría que capacitar a los maestros rurales para que detectaran tempranamente los problemas de aprendizaje y, por otro lado, fortalecer y articular la participación institucional que atiende este tipo de localidades pequeñas (CONAFE, ISEA, DIF, INEA). Para evitar la deserción, se podría adaptar el calendario escolar a los procesos productivos de la localidad, buscando que el estudiante de primaria y secundaria combinara su aprendizaje escolar con la ayuda a sus padres en las tareas del campo en época de producción; esta articulación serviría para introducir a la comunidad nuevas tecnologías e instruir en ellas a los padres a través de los hijos, con el efecto de que el estudiante se convertiría así en agente de cambio de la comunidad. Por otra parte, sería conveniente motivar el trabajo coordinado de la escuela y la casa de salud, involucrando a los padres de familia en el mejoramiento de los niveles de salud y en el proceso educativo. Habría que mejorar cualitativamente los servicios de salud en el nivel local. 277 Para mejorar la calidad de la vivienda en el medio rural, parece estratégico el uso de tecnologías alternativas para servicios como agua potable, drenaje, y electricidad. Estas tecnologías se caracterizan por contribuir al equilibrio ecológico. Por ejemplo: técnicas para captar y conservar el agua de lluvia para uso doméstico, utilización de plantas fotovoltaicas para captar la energía solar y transformarla en electricidad, instalación de letrinas colectivas que produzcan gas natural y abono frío, etcétera. Algunas de estas tecnologías ya se han probado en otros estados de la República. 5. Propuesta para la Ciudad de Aguascalientes Esta propuesta pretende contribuir a la superación de la pobreza específicamente en la ciudad de Aguascalientes partiendo del nivel vecinal y estimulando en todo momento la participación de los colonos en las actividades productivas, educativas, de salud y vivienda que les atañen. Se busca también coordinar las actividades institucionales de bienestar social y darles coherencia y unidad en el nivel de la colonia, de forma que su acción fuera más eficaz, eficiente y de mayor impacto comunitario. La propuesta gira en torno a los ejes básicos de la productividad y la organización social. En la organización social se contemplarían dos dimensiones fundamentales: la familiar y la comunitaria. Tomar como eje la organización social se debe a que diversas experiencias latinoamericanas confirman el hecho de que la participación de la población en la resolución de sus problemas es el elemento clave para realmente conseguir un incremento en su bienestar, ya sea por medio del desarrollo de estrategias familiares de sobrevivencia o a través de esta participación en los programas sociales que tienen un impacto positivo en su bienestar. La familia es una unidad clave en la productividad y el ingreso de las familias de escasos recursos, así como en todos los procesos de mejoramiento de su bienestar. Pero también la organización comunitaria es un elemento importante en la multiplicación de los efectos del bienestar familiar. Por esta razón, se propone enfocar a las colonias urbanas pobres en las que las familias han desarrollado estrategias para lograr incrementar su ingreso en un ambiente cada vez más difícil. A partir de la colonia, será posible coordinar los esfuerzos institucionales para evitar el trabajo sectorial de las instituciones que atienden a este sector de la población. De la colonia, se propone enfocar especialmente a los niños en edad escolar, los infantes, las mujeres embarazadas, los 278 ancianos y los minusválidos, que representan a la población más vulnerable a los efectos de la pobreza. Para incrementar la productividad y el ingreso de las familias de escasos recursos en la ciudad, se propone apoyar las actividades productivas que se realicen en la colonia de forma espontánea, buscando que este apoyo, aunque sea a nivel familiar, tenga un impacto benéfico comunitario. En su caso, buscar junto con la comunidad los canales de comercialización más adecuados para el producto de su esfuerzo. También se propone reforzar las aptitudes que la población joven tiene para el desarrollo de ciertos oficios o de ciertas actividades que se desarrollan generalmente en el sector informal de la economía. En este punto se propone desarrollar un programa de capacitación y empleo para jóvenes de las colonias urbanas pobres, desde el cual se organicen, dentro de la misma colonia, y aprovechando la infraestructura de las escuelas de la misma, diversos talleres de capacitación a cargo de los mismos jóvenes. Un programa así podría tener efectos múltiples en el sentido de incidir en el ingreso familiar, facilitar la organización social de los capacitados en torno a microempresas productivas (por ejemplo talleres de reparación de aparatos electrodomésticos, equipos de servicios domésticos compuestos por fontaneros, electricistas, carpinteros, jardineros, etcétera). También facilitaría el desarrollo de actitudes solidarias entre los mismos jóvenes y entre ellos y la comunidad y, tal vez, en el sentido de incidir en la disminución de los índices de drogadicción y alcoholismo en la colonia, al mantenerse a estos jóvenes ocupados en el desarrollo de su oficio en una forma organizada, productiva y curativa. Asimismo, habría que reforzar de manera especial los trabajos productivos que realizan las mujeres, buscando que no se desatienda el bienestar de los niños. En este sentido habría que retomar la experiencia de programas de instituciones como el DIF en torno a la organización de grupos de mujeres, que se capacitan en actividades como corte y confección, cocina, belleza y todo tipo de manualidades que bien pudieran desarrollarse como trabajo remunerado si se organizaran y vendieran sus servicios en colonias de niveles de ingresos más elevados. El bienestar de los niños podría protegerse también si las mujeres de la colonia se organizaran con ese fin, ayudándose unas a otras en el cuidado de los hijos, como de hecho sucede de manera informal. En la dimensión comunitaria se podrían articular las actividades de educación, salud y nutrición en la escuela de la colonia. Habría que enfocar especialmente a los niños de 6 279 a 10 años con posibilidades de desertar, y a los niños de 10 a 14 años que son analfabetas o que tienen su primaria incompleta. Tendrían que articularse coherentemente los programas educativos con los de salud y nutrición que se desarrollen en esa colonia, involucrando en ellos a la comunidad entera. Para evitar la deserción se propone capacitar al maestro e involucrar a los padres de familia en el proceso educativo. Para contrarrestar la deserción se propone reforzar los programas de las instituciones que atienden el analfabetismo y la educación de adultos, como es el caso del INEA. Como en el nivel de las colonias urbanas pobres de la ciudad de Aguascalientes muchas veces los problemas principales son de calidad y algunos de convivencia social, se propone fortalecer dos líneas de acción, una que se refiere al mejoramiento físico de la vivienda y otra que alude a la calidad de vida en las colonias populares. Puede pensarse en consolidar los programas que inciden en el mejoramiento físico de la vivienda y del espacio habitacional, así como en cuidar la calidad en el proceso de construcción de la vivienda. Se propone favorecer espacios que mejoren la convivencia social armónica de la comunidad reforzando y potencializando los centros naturales de reunión del vecindario, estimulando desde allí el sentido de pertenencia y cohesión de la colonia o barrio, realizando programas deportivos, recreativos y culturales. Los programas deportivos especialmente destinados a los jóvenes tendrían tal vez un efecto positivo en la disminución del alcoholismo y la drogadicción. En este punto habría que estimular la coordinación formal entre las instituciones que tienen programas preventivos y de rehabilitación de las personas con problemas de alcoholismo y drogadicción y convocar a organizaciones civiles a participar en este tipo de programas. Por último, se propone el establecimiento de un centro administrativo descentralizado del municipio que facilite las gestiones administrativas de los vecinos y favorezca la autogestión en la resolución de sus problemas. Conclusiones El estado de Aguascalientes se ha caracterizado, en los últimos años, por elevar sistemáticamente sus niveles de bienestar social. El aumento que registra la esperanza de vida al nacer lo confirma. Varios factores explican este hecho. Por una parte, Aguascalientes es un estado pequeño y bien comunicado que facilita la expansión de la cobertura de los 280 servicios sociales básicos. Por la otra, suscitado en este período se ha traducido generalmente en un incremento del bienestar social. Sin embargo, a pesar de este incremento manifestado en mejores niveles de alimentación, salud, educación y vivienda, subsisten en la entidad ciertas desigualdades y desequilibrios que han impedido un desarrollo social integral. Un fenómeno que acompañó al desarrollo social del estado en los últimos 50 años es el de la concentración del ingreso. La desigualdad social generada por este fenómeno ha tenido repercusiones importantes en los niveles de bienestar social y familiar. Por otra parte puede observarse que Aguascalientes tiene una baja tasa de desempleo. Sin embargo, relativizan este hecho dos factores: por una parte, la poca atención que se ha dado a la generación de empleo en el campo, y por otra, el deterioro del salario real que se observa en casi todos los sectores de actividad económica. Este deterioro se manifiesta sobre todo en el hecho de que un poco más del 60 por ciento de la población trabajadora del estado recibe menos de dos salarios mínimos, cantidad insuficiente para cubrir todas las necesidades básicas. En cuanto a la satisfacción de las necesidades básicas de la población, ha sido constante el avance en la cobertura de los servicios de salud, educación y vivienda. Se advierten en este rubro, sin embargo, tres problemas: la existencia de rezagos, el deterioro en la calidad de los servicios y el surgimiento de algunos desequilibrios regionales. Los rezagos se observan especialmente en la cobertura de la demanda de vivienda, debido a la dificultad de ajustar la oferta pública de la misma a la creciente demanda provocada por el crecimiento demográfico y la fuerte inmigración que ha recibido el estado, particularmente la ciudad de Aguascalientes. En este punto, es importante señalar también la dificultad de la población de bajo ingreso para acceder a una vivienda que satisfaga sus requerimientos familiares. El deterioro en la calidad de los servicios se observa tanto en el ámbito de la vivienda como en el de la educación. En el caso de la vivienda se observa el surgimiento de las llamadas “zonas dormitorio”, así como el uso de materiales de construcción de baja calidad. En el caso de la educación se observa deterioro de la calidad expresada en los índices de deserción y analfabetismo que no han podido ser abatidos, en el bajo nivel de logro escolar y en la desarticulación de la escuela con el aparato productivo, entre otros factores. Los desequilibrios intraestatales se observan en la dotación de algunos servicios públicos~ y se expresan en la existencia 281 de una zona muy favorecida por ellos, como es la ciudad de Aguascalientes, y en la existencia de zonas con rezagos, como es el caso de los municipios más pobres. Esta concentración de los servicios públicos y del empleo en la ciudad capital ha favorecido el fuerte proceso de migración interna, donde la zona de atracción poblacional es precisamente la ciudad de Aguascalientes Y las zonas de expulsión los municipios más pobres como son Tepezalá, Asientos, Cosío, San José de Gracia y el recientemente formado municipio de El Llano. El deterioro salarial mencionado ha provocado que la población de más bajos ingresos desarrolle estrategias familiares para elevar su ingreso. La emigración temporal, ya sea a la ciudad de Aguascalientes o a ciudades de Estados Unidos, principalmente, es un recurso común utilizado para elevar el ingreso familiar. Otro recurso es la participación de la mujer, y eventualmente de los niños, en el empleo informal, en el que se observa una proliferación de las actividades de maquila en el hogar y de la venta ambulante. En el medio rural, otro recurso utilizado por las familias, para incrementar su ingreso es la propia producción de alimentos. Respecto a la alimentación en los últimos años se observan, simultáneamente, dos hechos: el mejoramiento en la dieta básica de ciertos sectores de la población Y a la vez, la existencia de ciertos sectores con una dieta básica pobre. También se detecta que, nuevamente, las enfermedades relacionadas con la desnutrición se cuentan entre las primeras causas de mortalidad infantil en el estado. Para enfrentar algunos de estos problemas, por ejemplo el de la desnutrición infantil, se ha observado cierta desarticulación por parte de las instituciones gubernamentales y la existencia implícita de actitudes asistencialistas poco adecuadas. No existía hasta 1992 una política social que aprovechara de una manera articulada toda la reserva institucional de que se dispone para promover un desarrollo social integral y justo. Se observan también ciertos límites en la política social seguida hasta ahora destinada a combatir la pobreza. Por ejemplo, al poner el énfasis en elevar y distribuir mejor el ingreso, en generar empleo y en mejorar la capacitación para el trabajo, no ha combatido la pobreza atendiendo a las causas estructurales que la originan. Además, se observan grandes dificultades para que los recursos destinados a combatir la pobreza lleguen efectivamente a la población más pobre. También existe dificultad en lograr la autogestión de las comunidades en la satisfacción de las necesidades básicas a través de su organización. 282 En lo que respecta a la participación de la sociedad civil en el desarrollo social, se observaron también limitaciones, pues no existe una organización social fuerte e independiente que facilite el proceso de democratización social, proceso sin el cual, por cierto, ninguna política social tendrá un éxito completo en su propósito de generar un desarrollo social justo.”41 Aquísigue Padilla, Y. “Encuentro de culturas: imágenes norteamericanas de los sacerdotes mexicanos exiliados en Texas 1914-1919”, en Gutiérrez, Cristina (editora), El fenómeno religioso en el occidente de México. VI Encuentro de la Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en el Centro Occidente de México, Universidad de Guadalajara- El Colegio de Jalisco, 2004. Padilla, Y. “Cultural encounter: US Images of the Catholic Clergy Exile in Texas, 1914-1919” en Catholic Southwest, a Journal of History and Culture, Published by the Texas Catholic Historical Society, Volume 16, 2005. Padilla, Yolanda, “Friedrich Hölderlin y su batalla contra los dioses. Comentario al poema El Único”, en Revista Colmena Universitaria, Universidad de Guanajuato, Otoño 2007, número 86. Padilla, Y., traductora del artículo de: Scott, Philip., “Siervos de los siervos de Dios: esclavitud y órdenes religiosas en el Sudoeste de los Estados Unidos”, en Revista Caleidoscopio, núm. 13, Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 2001. Participación en Memorias De las publicaciones en memorias de eventos, está uno referido a la investigación sobre Ernest Gruening titulado “EL OTRO EN LA MIRA: VISIONES ESTADOUNIDENSES DEL CONFLICTO RELIGIOSO EN MÉXICO. Su contenido es el siguiente: “RESUMEN En este estudio parto de la problematización del otro, en este caso México, a partir del conflicto religioso durante la revolución, que suscitó respuestas norteamericanas diversas, encontrándose entre sí diferentes identidades ideológicas, 41 Huerta, Gerardo y Padilla, Yolanda. “¿Avanzamos hacia la equidad?” en Vargas Claudio (comp). Aguascalientes en los noventas: estrategias para el cambio. Instituto Cultural de Aguascalientes, Ags., 1992. Pp. 316-352. 283 étnicas y culturales. El estudio comprende dos partes: en la primera, el eje histórico, se narran dos exilios católicos a Estados Unidos, el ocurrido durante el constitucionalismo (1914-1919), y el originado por el conflicto cristero (19261929); así como las relaciones que estos exiliados suscitaron en algunos norteamericanos. En la segunda parte, el eje historiográfico, se analizan dos libros que representan visiones norteamericanas diferentes que, sobre México y su historia, produjo el conflicto religioso: México and its heritage, de Ernest Gruening y México: blood drenched altars, de Francis O. Kelley. INTRODUCCIÓN El movimiento social conocido como la Revolución Mexicana fue un movimiento de amplias dimensiones, que no fue homogéneo ni uniforme. A partir de trabajos anteriores, observé que el conflicto religioso en México durante la Revolución suscitó un flujo intermitente de exiliados a Estados Unidos, especialmente a Texas, California y Chicago; básicamente en dos momentos fundamentales: durante el gobierno de Venustiano Carranza y durante la cristiada. En esta ocasión seguí los pasos de los católicos que se exiliaron en Texas y Chicago, a través de la consulta de archivos católicos en esas entidades. Así también observé algunas respuestas que los norteamericanos tuvieron a este exilio, particularmente la católica. Por otra parte, a través de la consulta bibliográfica me di cuenta de que la Revolución Mexicana produjo —y sigue produciendo- una gran cantidad de libros de historia escritos por autores norteamericanos. Me concentré en los que surgieron especialmente a raíz del conflicto religioso y que daban cuenta no sólo de este conflicto, sino que presentaban toda una versión de la historia de México en la que su visión de los acontecimientos tuviera cabida lógica. MATERIALES. Se utilizó el método histórico, el cual comprende el uso de fuentes primarias y secundarias y su interpretación. RESULTADOS Y DISCUSIÓN. El relato histórico de los exilios católicos a Texas documenta detalladamente no sólo las vicisitudes de los exiliados en esas tierras, sino también los acontecimientos mexicanos que provocaron el exilio y los actos anticlericales mismos. Esto último es importante si recordamos que, durante los gobiernos de los presidentes Carranza y Calles estuvieron censurados en México todos los escritos que dieran cuenta de tales acontecimientos. La llegada de los exiliados a Texas produjo una gran cantidad de información y análisis sobre las condiciones religiosas en México que no formaban parte de la 284 historia oficial revolucionaria. Por otra parte la respuesta católica norteamericana ante el conflicto religioso en México produjo una amplia organización intraeclesial (que comprendió la organización de un Seminario Mexicano en Texas que funcionó durante varios años) así como diversas actividades políticas de dimensión internacional, en las que intervino la jerarquía mexicana en el exilio, al jerarquía norteamericana, el gobierno norteamericano y funcionarios de El Vaticano. El análisis historiográfico de dos visiones norteamericanas diferente sobre la cristiada ubica en primer momento el perfil biográfico de quienes las escribieron y, en un segundo momento, el análisis de sus respectivas obras. El primer autor observado es Ernest Gruening, un periodista liberal de origen judío que fue pagado por el presidente Calles para que intentara mejorar la imagen del gobierno mexicano y la Revolución ante la opinión pública norteamericana y también para que escribiera un libro sobre historia de México en el cual su gobierno apareciera como líder implacable de la modernización de México ante las fuerzas retrógradas de la historia mexicana entre las cuales el principal enemigo era el clero. El segundo autor es Francis C. Kelley, un sacerdote católico de origen irlandés que encabezó el auxilio material a los exiliados mexicanos y que fue representante oficial de la jerarquía mexicana en el exilio, de forma que su libro coincidió con la visión clerical y resultó ser una burda defensa de la Iglesia Católica en la historia de México. Analicé así dos versiones historiográficas de la historia de México y el conflicto religioso, tratando de desentrañar sus opciones narrativas, sus conceptos sobre México y los mexicanos, así como el juego de identidades étnicas y nacionales que estaba detrás de sus respectivas visiones historiográficas. CONCLUSIÓN La escritura de la historia de la Revolución Mexicana está aún en proceso, y puede suscitar tantas escrituras como “nuevos” acontecimientos históricos sean desenterrados del olvido y como puntos de vista existan. Las diferentes visiones historiográficas a que ha dado lugar — y sigue dando- la Revolución Mexicana están condicionadas por la posición no sólo ideológica de un autor determinado, sino también por sus características étnicas y culturales. Algunas de las identidades católica y liberal, mexicana y norteamericana, observadas en este estudio se reactivaron, reestructuraron y enfrentaron cuando el conflicto religioso en México estuvo en su apogeo. Dos de ellas pretendieron convertirse en monumentos historiográficos sobre “la historia” de México y ofrecer opiniones sobre los mexicanos 285 que pretendían encerrarlos en nuevos estereotipos, que hablaban más de los historiadores que los concebían que de los mexicanos en sí.”42 En otro de sus escritos, éste sobre la mística mexicana del siglo XX, Álvarez Icaza, expone, en la síntesis, los siguientes elementos: “INTRODUCCIÓN. Esta ponencia forma parte de un estudio más amplio sobre los escritos de una mística mexicana del siglo XX, María Angélica Álvarez Icaza. Se aborda aquí únicamente lo referente al corazón, en sus primeros escritos. Se analiza el simbolismo del corazón mediante la ayuda de la hermenéutica y aportaciones varias provenientes de la historia de las religiones. MATERIALES Y MÉTODOS. Material: Escritos originales de María Angélica Álvarez lcaza, particularmente su Diario Espiritual y sus Memorias, correspondientes a los años 1914 y 1915. Métodos: Los propios de la hermenéutica simbólica, combinada con los aportes de la historia de las religiones, particularmente en su vertiente comparativa. RESULTADOS Y DISCUSIÓN. En este estudio se observó una experiencia relacionada con el corazón en los escritos de María Angélica Alvarez Icaza así como el significado que ella misma le atribuye. Posteriormente se analiza el corazón como una realidad simbólica y, a partir de allí se observan las diferentes aportaciones que al respecto hacen varios autores desde la historia de las religiones, viéndolo como lugar de conversión, vía de acceso a la presencia de Dios, órgano de percepción y creación espiritual, sitio de encuentro con el ánima mundi y lugar de transformación. En síntesis, un centro sagrado que permite equiparar los escritos cristianos de María Angélica con los de otras tradiciones religiosas, sean occidentales, sean orientales. CONCLUSIÓN. El simbolismo del corazón, en los primeros escritos de María Angélica Alvarez Icaza, remite al mundus imaginalis del que nos habla Henry Corbin. Es decir, al mundo intermedio ubicado entre el mundo sensible y el inteligible, el de las Ideas42 Padilla, Yolanda. “El otro en la mira: visiones estadounidenses del conflicto religioso en México”, en Memoria del 4º. Seminario de Investigación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del Estado de Aguascalientes, Gobierno del Estado, Enero 2004. 286 Imágenes, de los símbolos, de los arquetipos. Se trata de un mundo, según este autor, que “no por inmaterial deja de ser objetivo, consistente y subsistente”. Considerando que, históricamente, este simbolismo ha estado presente en varias culturas y en diferentes épocas podemos decir que la simbología del corazón en los escritos de María Angélica Álvarez, la ubica en una tradición espiritual que va más allá del cristianismo occidental.”43 Falta la incorporación de los archivos que a continuación se refieren: Padilla, Y., “La mirada indigenista sobre México de Anita Brenner”, en Memoria del 13º. Simposio Estatal de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Aguascalientes, Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Aguascalientes/ UAA,. México, 2007, p. 105. Padilla, Y. et al. “Recuperando la experiencia del buen maestro de historia en el nivel de Educación Media en Aguascalientes”, en Memorias de las Primeras Jornadas de Investigación Educativa y Documentación de Experiencias Docentes, Instituto de Educación de Aguascalientes, Aguascalientes, México, 2008, pp. 133-143. Padilla, Y., “Educación privada y oposición a los libros de texto oficiales en Aguascalientes”, en Memorias de las Primeras Jornadas de Investigación Educativa y Documentación de Experiencias Docentes, Instituto de Educación de Aguascalientes, Aguascalientes, México, 2008, pp. 133-143. Padilla, Y., Los desterrados. Exilio católico en Texas durante el carrancismo, 1914-1919, Universidad Autónoma de Aguascalientes, Ags., México, 2010. Padilla, Y., México y la revolución mexicana bajo la mirada de Anita Brenner, Plaza y Vadéz/ Instituto Cultural de Aguascalientes/ Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 2010. Diciembre de 2010 43 Padilla, Yolanda. “Centro sagrado: el simbolismo del corazón en los escritos de María Angélica Álvarez Icaza”, en 8º. Seminario de Investigación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Aguascalientes- Gobierno del Estado/ UAA, México, 2007., pp. 349-350. 287 288