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Síndrome de ovario poliquístico 561 C A P Í TU L O 14 • GINECOLOGÍA 562 Capítulo 14 - Ginecología 563 Síndrome de ovario poliquístico SíNDROME DE OVARIO POLIQUíSTICO Drs. Pilar Vigil P(1), Manuel E. Cortés C(2), María José del Río V(3), Ana Godoy R(4). 1. Ginecoobstetra. Unidad de Reproducción y Desarrollo, Depto de Ciencias Fisiológicas, Facultad de Ciencias Biológicas, Pontificia Universidad Católica de Chile. 2. Unidad de Reproducción y Desarrollo, Departamento de Ciencias Fisiológicas, Facultad de Ciencias Biológicas, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile. 3. Estudiante de Medicina. Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile. 4. Bioquímico. Fundación Médica San Cristóbal, Santiago, Chile. [email protected] I. INTRODUCCIÓN El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es una alteración endocrino-metabólica que se define como una disfunción ovulatoria causada por un hiperandrogenismo o hiperandrogenemia. Se considera una de las alteraciones más frecuentes entre las mujeres en edad reproductiva, con una prevalencia de 5 a 10%(1,2), pudiendo también manifestarse en etapas prepuberales(3,4). El SOP se caracteriza por una secreción de andrógenos ováricos y adrenales aumentada, síntomas hiperandrogénicos tales como hirsutismo, acné y/o alopecia, irregularidades menstruales y, en una significativa proporción de pacientes, resistencia a la insulina (RI). Los antecedentes históricos del SOP se pueden encontrar en el siglo XVII, cuando el artista español Jusepe de Ribera pinta en 1631 su conocida obra “La mujer barbuda”(5), donde retrató a una mujer que padecía un evidente hirsutismo, quizás con origen en un SOP. Posteriormente, en 1721, el investigador italiano Antonio Vallisneri reportó a «mujeres jóvenes campesinas casadas, medianamente obesas e infértiles, con dos ovarios más grandes de lo normal, abultados, lustrosos y blanquecinos, tal como los huevos de pichón»(6). Luego, en 1844, Achille Cherèau describió variaciones escleroquísticas en el ovario humano(7). Después de casi 80 años, Charles Achard y Joseph Thiers mostraron la relación entre RI e hiperandrogenismo al estudiar a la “mujer diabética barbuda”(8), condición presente en algunas mujeres con SOP. Sin embargo, las primeras descripciones científicas de este síndrome se hicieron sólo a mediados de los años treinta por los ginecólogos estadounidenses Irving F. Stein y Michael L. Leventhal, quienes efectuaron estudios sobre mujeres que presentaban todos o algunos de los siguientes síntomas: ausencia de menstruación, ciclos menstruales irregulares, ausencia de ovulación, hirsutismo y tendencia a la obesidad, asociados a múltiples quistes ováricos e infertilidad(9). Este conjunto de síntomas y signos se conoció desde entonces como “Síndrome de Stein y Leventhal”. Estudios realizados en los años sesenta, evidenciaron que no todas las pacientes manifestaban todos los síntomas descritos por estos investigadores(10). Se determinó también que numerosas pacientes presentaban además hipertensión arterial, dislipidemias (aumento de la concentración de una, varias o todas las fracciones lipídicas del plasma), secreción de una mayor cantidad de andrógenos por parte de los ovarios hiperestimulados. Este aumento en los niveles de andrógenos, junto con la contribución de esteroides sexuales por parte de las glándulas suprarrenales, originaría acné, hirsutismo y alopecia. En 1990 se llegó a una definición consensuada del SOP por parte del NICHD de EE.UU., en que se establecía como criterio fundamental para su diagnóstico anovulación e irregularidad menstrual causada por hiperandrogenismo, con o sin hiperandrogenemia(11). Recientemente, en el año 2003, el Consenso de Rotterdam estableció que el SOP es un síndrome de disfunción ovárica que requiere dos de los tres siguientes criterios para ser diagnosticado: 1) oligo o anovulación, 2) hiperandrogenismo con o sin hiperandrogenemia; y 3) aspecto de ovarios poliquísticos al efectuar el examen ultrasonográfico(12,13). II. ETIOPATOGENIA A pesar de que han pasado varias décadas desde las primeras descripciones del SOP, su etiología aún se mantiene en discusión, aunque es habitual encontrar ovarios poliquísticos e hiperandrogenemia en hermanas e hijas de mujeres con SOP(14). Mediante nuevas aproximaciones genómicas, como la tecnología de microarreglos de DNA, se han podido identificar los genes que están sobreexpresados o suprimidos diferencialmente en pacientes con SOP en comparación con pacientes controles(15). Estos genes están relacionados con un amplio espectro de funciones biológicas tales 564 como la expresión de genes/proteínas, el metabolismo, la señalización y la comunicación celular, lo cual concuerda con la compleja naturaleza del SOP. Específicamente, genes como el codificante para CYB5 (citocromo b5) –que actúa como un efector alostérico activador de la actividad liasa de la enzima CYP17 (citocromo P450c17 o 17α-hidroxilasa/17,20-liasa)– estaría incrementado, mientras que la expresión del gen codificante de la fosfoproteína fosfatasa 2A (PP2A) que revierte la fosforilación en los residuos de serinas de CYP17 y que se asocia con un aumento de la actividad liasa, estaría disminuido(16). Las alteraciones de estas proteínas llevan a un aumento de la síntesis esteroidogénica, junto a una alteración en la función del receptor de insulina por alteración de la fosforilación de residuos de serina presentes en él. Si bien, como se ha dicho, son varios los genes que mostrarían alteraciones en esta patología, los más probables candidatos serían: StAR (proteína reguladora aguda de la esteroidogénesis)(17), CYP17, CYP11A1 (colesterol desmolasa o citocromo P450 de clivaje de la cadena lateral de colesterol), CYP21B (citocromo P450c21 o 21-hidroxilasa), SHBG (globulina transportadora de hormonas sexuales), INSR (receptor de insulina), INS (insulina), INS VNTR (regiones en tándem de número variable del gen de la insulina)(18), IRS1 e IRS2 (substratos del receptor de insulina 1 y 2)(19,20) (Figura 1), FST (folistatina), Capn10 (calpaína-10), TNF-R (receptor del factor necrótico tumoral), PPARγ2 (receptor activado por proliferadores peroxisomales γ2) y AR (receptor de andrógenos), entre muchos otros(2). Recientemente, datos de expresión génica han demostrado que tanto ligandos como antagonistas de múltiples vías de señalización celular, entre ellas la vía Wnt, estarían alterados en las pacientes con SOP(21-23). También habría un aumento de factores de traducción en los ovarios de Capítulo 14 - Ginecología mujeres con SOP que concordaría con una apoptosis disminuida y una mitogénesis incrementada(15). La definición de SOP debe excluir otros desórdenes causantes de hiperandrogenismo como la hiperplasia suprarrenal congénita, hiperprolactinemia, hipotiroidismo y síndrome de Cushing(12,13). En el SOP, así como en otras patologías, la disfunción ovulatoria se manifiesta por ciclos irregulares, ciclos anovulatorios, aspecto poliquístico de los ovarios en el examen ecográfico de éstos y disminución del potencial fértil. Debido a la hiperandrogenemia se puede presentar acné, aumento del vello o hirsutismo, piel y cabello graso, tendencias compulsivas, cambios antropométricos, cambios de ánimo y alopecia. En el SOP, la presencia de hiperandrogenemia/hiperandrogenismo es causa de disfunción ovárica. Sin embargo, es importante tener presente que hay diferentes causas de hiperandrogenemia/ hiperandrogenismo. Éstas se pueden clasificar en: i. Adrenales: Es la causa más frecuente de hiperandrogenismo. Dentro de las causas de disfunción de las glándulas adrenales, la más común es la hiperplasia suprarrenal congénita, la que se debe a una alteración de varias enzimas –también denominadas citocromos–, cuya transcripción está determinada por diferentes genes (véase capítulo 13, Hiperandrogenismo). La hiperplasia suprarrenal congénita a su vez puede ser clásica (deficiencia de la 21-hidroxilasa), y no clásica, la que se divide en las de expresión precoz (deficiencia en la aromatasa placentaria, lo que genera genitales ambiguos en el caso de fetos femeninos) y en las de expresión tardía deficiencia en las enzimas 3β-hidroxiesteroide deshidrogenasa II (3β-HSD II) y 11-β-hidroxilasa. ii. Ováricas: La hiperandrogenemia por causas ováricas puede ser causada principalmente por células tumorales y/o por hipertrofia de las células de la teca, siendo esta última más frecuente que Figura 1. Genes implicados en el SOP. Los genes probablemente involucrados en el desarrollo del SOP pertenecen principalmente a dos grupos: el primero corresponde a aquellos que participan en la vía de los efectos fisiológicos mediados por la insulina, lo cual implica que al presentarse un polimorfismo o mutación en algunos de estos genes, podrían generarse problemas en el metabolismo de carbohidratos. En el otro grupo están los genes que codifican para las enzimas que regulan la biosíntesis esteroidal y que, al presentar un problema, explicarían la hiperandrogenemia presente en las pacientes con SOP. Además, es probable que existan otros grupos génicos que participen en el desarrollo de esta patología. Adaptado de ref. 2, 17-20, 24. Síndrome de ovario poliquístico la anterior. Esta hipertrofia se observa en estados de hiperinsulinemia y de aumento de la hormona luteinizante (LH). Por lo tanto, es importante realizar un diagnóstico diferencial para establecer otras patologías o condiciones no relacionadas con el SOP, tales como: • Hiperprolactinemia. • Hiperplasia adrenal congénita (HAC). • Tumores secretores de andrógenos de tipos ováricos o adrenales. • Consumo de drogas. • Hipertecosis. • Síndromes de RI severos. • Enfermedades genéticas. • Falla ovárica prematura. • Deficiencia en la aromatasa placentaria. En el diagnóstico del SOP, al determinar si hay o no hiperandrogenemia, habitualmente se encuentra una discordancia entre los rangos de testosterona total definidos como normales para la mujer (hasta 40 ng/dL), y los rangos aceptados como normales en los diferentes laboratorios clínicos, en los que con cierta frecuencia valores de 90 ng/dL son incluidos dentro de la normalidad(25). Por lo tanto, al definir el SOP como una disfunción ovulatoria causada por una hiperandrogenemia, deben definirse los rangos de andrógenos que un determinado centro considerará normales. Es aconsejable para ello que los centros especializados determinen sus propios estándares de normalidad según la población a la cual enfoquen su atención y según la técnica que utilicen para efectuar la determinación de andrógenos. En las pacientes con SOP el motivo principal de consulta es la irregularidad menstrual en sus distintas manifestaciones: amenorrea, oligomenorrea, polimenorrea, hipermenorrea, junto con acné, hirsutismo y obesidad, entre otros. Dentro de estas irregularidades menstruales el principal motivo de consulta es la oligomenorrea, con una frecuencia del 44,5%(26). III. OBESIDAD EN EL SÍNDROME DE OVARIO POLIQUÍSTICO La obesidad es un problema de salud pública que está presente tanto en países desarrollados como en aquéllos con economías emergentes. Su etiología incluye factores genéticos y de estilo de vida, dieta y actividad física. La obesidad se presenta en las pacientes con SOP en un porcentaje variable que, 565 según los diferentes autores, oscila entre un 31 y 60%(27). Es importante mencionar que este rango se debe probablemente al sesgo de selección introducido al estudiar pacientes de distintos centros, los cuales tienen enfoques clínicos específicos y diferentes unos de otros, e.g., un centro puede especializarse en obesidad y otro en trastornos reproductivos(28,29). Sin embargo, es un hecho reconocido que la prevalencia de obesidad en poblaciones de pacientes con SOP, pese a ser variable, es alta. Además, es importante dejar claramente establecido que la presencia de obesidad no necesariamente conlleva a la presencia del SOP. La obesidad se ha definido como un índice de masa corporal o índice de Quetelet (IMC) mayor o igual a 30 kg/m 2 (30). Éste se calcula como el peso/(talla)2, donde el peso se mide en kilogramos y la talla en metros. La condición de obesidad no es una condición homogénea; de acuerdo a la distribución de la grasa corporal se distinguen dos tipos: i. Andrógena o central: Se presenta en el 63% de las mujeres con SOP y se caracteriza por presentar un Índice Cintura/Cadera (ICC) mayor a 0,85. En estas mujeres el exceso de grasa está en el tronco, ya sea en el tejido subcutáneo o en las vísceras abdominales(31,32). ii. Ginecoide: Es caracterizada por una acumulación de grasas en la mitad inferior del cuerpo, de manera especial en el bajo vientre, muslos y caderas. El ICC para esta distribución es menor a 0,85(31,32). Algunos estudios han demostrado que el tejido adiposo subcutáneo (TAS) puede tener distintas formas de distribución: andrógena, infantil y ginecoide. Las dos primeras se encuentran en pacientes con SOP. El patrón andrógeno de distribución del TAS se caracteriza por un aumento de este tejido en el muslo y en el tronco, presentándose con frecuencia en las pacientes con SOP que son obesas. El patrón infantil en cambio, se presenta con mayor frecuencia en las pacientes con SOP que son delgadas y se caracteriza por una disminución del TAS en el tronco, especialmente en los muslos, y un aumento de éste a nivel de las vísceras abdominales. El tercer patrón, el ginecoide, se caracteriza por un aumento del TAS en las caderas, sin embargo, como se mencionó anteriormente, por lo general no se presenta en las pacientes con SOP(33). Aquellas mujeres con SOP que presentan mayor prevalencia de obesidad central o andrógena tienen mayor riesgo cardiovascular(34), con una predisposición a sufrir infarto al miocardio siete veces mayor(35). Algunos estudios(36) han mostrado un mayor riesgo de síndrome de apneas obstructivas del sueño (SAOS) en 566 mujeres con SOP obesas en comparación con mujeres controles obesas sin SOP(36). Se ha descrito además que SAOS se asocia con un riesgo mayor de hipertensión, infarto miocárdico y accidente cerebrovascular. Probablemente sería la hiperandrogenemia el factor causal de la distribución central de las grasas; lo que produciría un aumento del ICC(37). También, en mujeres con SOP, se han observado alteraciones electrocardiográficas, un síntoma temprano de enfermedad coronaria, lo que podría contribuir a un riesgo cardiovascular aumentado(38). Otra asociación existente es entre SOP, obesidad y riesgo de dislipidemias. Al analizar los perfiles lipídicos de mujeres con SOP, obesas y no obesas, se ha demostrado que éstos presentan una mayor alteración en pacientes obesas con SOP, que en aquéllas obesas sin SOP. Esta alteración del perfil lipídico no se observa de manera tan significativa en obesas sin SOP, ni tampoco en el grupo control de no obesas sin SOP. Estos análisis muestran el efecto aditivo de SOP y obesidad, en cuanto al riesgo de presentar una dislipidemia(39,40). En resumen, el SOP, definido como una disfunción ovulatoria causada por hiperandrogenismo y/o hiperandrogenemia puede asociarse a obesidad porque: i) La hiperandrogenemia conduce a un aumento del tejido adiposo, especialmente en el tronco, ii) El tejido adiposo favorece la RI por un incremento en los ácidos grasos libres, los cuales elevan la glicemia, iii) En las pacientes con SOP se han encontrado alteraciones en los adipocitos, los cuales tendrían una actividad lipolítica disminuida, iv) Existe una asociación con RI, la cual se sabe que está correlacionada con obesidad, y v) Existen alteraciones genéticas que explican una hiperandrogenemia y la presencia concomitante de una RI, ambos factores implicados en la génesis de la obesidad. Lept ina, obesidad y síndrome de ovario poliquístico La leptina es una hormona proteica de M ≈ 16 kDa, producto del gen LEP (descubierto inicialmente como gen ob en el ratón), y que ha sido cartografiado en el locus 7q31.3. Está constituida por 166 aminoácidos, contiene un puente disulfuro necesario para su actividad biológica y es producida principalmente por los adipocitos. Su nombre deriva de la raíz griega leptos, que significa delgado, lo cual se debe a su Capítulo 14 - Ginecología evidente función en el control del peso corporal a través de la regulación del apetito y la termogénesis(41), además, mutaciones en el gen LEP ocasionan estados de obesidad mórbida. Los receptores de leptina han sido identificados en regiones del cerebro como el hipotálamo y la hipófisis, así como en tejidos periféricos como el hígado y páncreas. El receptor de leptina humano se denomina LEP-R, aunque primero fue identificado su homólogo en ratón, conocido como Ob-R(42). Actualmente se sabe que existen múltiples formas del receptor, incluyendo tanto formas cortas como largas. Su expresión depende de manera importante de los depósitos de grasa del organismo. La cantidad de triglicéridos almacenados en el adipocito es proporcional a la cantidad de leptina producida por cada uno de ellos; su secreción varía de acuerdo al ritmo circadiano y es secretada en forma de pulsos, con una frecuencia aproximada de un pulso cada 45 min(43). La concentración de leptina aumenta paulatinamente durante el día y alcanza su cúspide alrededor de la medianoche, para decrecer hasta el inicio de un nuevo ciclo, que comenzará con la aparición de la luz solar. En sujetos obesos un significativo porcentaje de leptina circula en forma libre, a diferencia de individuos delgados(44), y la cantidad de leptina libre aumenta con el IMC, sugiriendo que las proteínas unidas a la leptina son saturadas en presencia de obesidad(45). Existe un dimorfismo sexual en los niveles de leptina en humanos, las mujeres muestran mayores niveles de leptina que los hombres, aun después de ajustar el IMC; este dimorfismo sexual en las concentraciones de leptina sérica puede deberse a los siguientes factores: i) La amplitud de pulso de la secreción de leptina por el tejido adiposo es dos o tres veces más alta en mujeres que en hombres(46), ii) La distribución de grasa es mayor en las mujeres y esta diferencia podría ser explicada por el aumento de la razón de grasa subcutánea/visceral, debido a que la expresión del mRNA de la leptina es mayor en los depósitos de grasa subcutánea que en los viscerales(47), iii) Las mujeres presentan altos niveles de leptina sérica total, pero muestran menores niveles de leptina unida a proteínas que los hombres, indicando que los niveles de leptina libres son altos(44), y iv) El tejido adiposo en las mujeres podría ser más sensible a hormonas como la insulina y los glucocorticoides o a otras substancias que estimulen la producción de leptina. Además de las acciones metabólicas de esta Síndrome de ovario poliquístico hormona, existen evidencias de una cercana interacción fisiológica entre la leptina y el eje hipotálamo-hipófisisgónada (HHG) en humanos. Se sabe que el estradiol induce la producción de leptina(48), mientras que los andrógenos la suprimen(49), lo cual proporciona una explicación adicional para el dimorfismo sexual en los niveles de leptina. Esta hormona juega un rol importante en el eje HHG a nivel central y periférico. A nivel central, la isoforma del receptor LEP-R de leptina está altamente expresada en el hipotálamo, y dicha expresión es considerada una evidencia en relación al papel de la leptina en la regulación del eje HHG, debido a que se ha encontrado que la leptina acelera la pulsatibilidad de la GnRH, pero no su amplitud de pulso en las neuronas del hipotálamo. Además, se cree que la leptina induciría la liberación de GnRH mediante mecanismos indirectos sobre el hipotálamo; éstos se llevarían a cabo a través de interneuronas secretoras de neuropéptidos y de óxido nítrico. Aparte del efecto estimulante de la leptina a nivel hipotalámico, esta hormona ejerce un efecto directo sobre la adenohipófisis(50); es por esta razón que la leptina podría estimular directamente a la LH y, en menor proporción, a la FSH liberada por la hipófisis vía óxido nítrico sintasa en los gonadotrofos(51). Además, la leptina es capaz de cumplir un rol a nivel periférico en las gónadas y en el metabolismo intracelular, así como también en el endometrio, placenta y glándula mamaria. Ciertos efectos endocrinos y/o paracrinos de la leptina sobre las gónadas han sido propuestos ya que existe expresión de receptores de leptina funcionales sobre la superficie de las células foliculares ováricas, incluyendo a las células de la granulosa, de la teca y las intersticiales(52), así como las células de Leydig. Recientes estudios indican que la leptina antagonizaría el aumento mediado por IGF1 (factor de crecimiento símil a la insulina 1) de la esteroidogénesis en las células de la teca y granulosa en el ovario(53) (Figura 4). Además, las altas concentraciones de leptina en el ovario podrían suprimir la producción de estradiol e interferir en el desarrollo del folículo dominante y en la maduración del ovocito(54). Estudios epidemiológicos han demostrado que en el período fértil las mujeres obesas frecuentemente presentan alteraciones en el ciclo menstrual, anovulación intermitente o crónica y signos de hiperandrogenemia; por lo que hay algunos trabajos que plantean que una resistencia a la leptina podría ser la causa tanto de las irregularidades menstruales como de la obesidad en las mujeres y ésta desempeñaría una importante función en el mecanismo patogénico del SOP. Sin embargo, 567 otras investigaciones(55) han informado que los niveles de leptina en el SOP no difieren a los encontrados en mujeres normales con edad e IMC similares(55). Es importante destacar que ha sido demostrado que los niveles séricos de leptina varían a lo largo del ciclo menstrual y alcanzan su cúspide en la fase lútea(56), coincidiendo con las altas concentraciones de progesterona. En definitiva, recientes investigaciones han demostrado que la leptina juega un rol en la fisiología normal del sistema reproductivo humano. Sin embargo, en relación a estados fisiopatológicos tales como el SOP y, a pesar de la creciente cantidad de estudios que se están desarrollando, la participación de la leptina en este síndrome aún no está definida. IV. R ESISTENCIA INSULÍNICA EN EL SÍNDROME DE OVARIO POLIQUÍSTICO Se sabe que tanto SOP como obesidad se asocian a RI, que se define como una condición en la cual una concentración normal de insulina produce un efecto biológico atenuado en términos de homeostasis glucídica, disminuyendo la capacidad de esta hormona para ejercer sus acciones biológicas en los tejidos diana típicos como el músculo esquelético, el hígado o el tejido adiposo. Sin embargo, cabe preguntarse cuál de estas dos patologías (SOP u obesidad) es más determinante en la expresión de una RI. La RI es un factor de riesgo para múltiples patologías, tales como diabetes tipo II, hipertensión, intolerancia a la glucosa, obesidad, SOP, disfunciones endometriales, acantosis nigricans, defectos fibrinolíticos en la coagulación, dislipidemias y ateroesclerosis. Es importante tener presente que la RI debe ser estudiada en toda paciente con SOP. También es importante mencionar que la pérdida de peso corporal es el tratamiento más eficaz para la RI en mujeres obesas, tengan o no SOP. Se han descrito tres tipos principales de RI, que afectan a los receptores de insulina o a las señales involucradas antes o después del receptor, y que denominaremos RI-A, RI-B y RI-C. La RI-A es debida a una mutación genética en el receptor de insulina y genera una RI severa. La RI-B es de causas inmunológicas. La RI-C es poligénica, multifactorial y sería una alteración en los mecanismos post-receptor. Ésta sería la más frecuente en el SOP. Para entender mejor la RI presente en algunas pacientes con SOP es útil destacar la función que cumple esta hormona a nivel fisiológico: La insulina se une a receptores de membrana, en tejidos periféricos 568 y del sistema nervioso central (SNC). El receptor de insulina es un heterotetrámero compuesto por dos dímeros α-β; a su vez, cada dímero se compone de una subunidad extracelular α, involucrada en la fijación de la hormona, y una subunidad intracelular β, que transduce la señal a la célula. Luego de haberse fijado la insulina a la subunidad α, la subunidad β expresa su actividad tirosina-quinasa al activar, mediante una fosforilación, diversas proteínas de señalización intracelular, siendo las principales las de la familia IRS (substratos receptores de insulina)(57). Éstas, tras fosforilarse se unen a proteínas efectoras en dominios SH2, con lo cual se desencadena una cascada de señales que da origen a la acción fisiológica de la insulina en el organismo (Figura 2). Se conocen seis substratos receptores de insulina: IRS-1, IRS-2, IRS-3, IRS-4, IRS-5 e IRS-6, que se expresan de manera diferencial en el sistema nervioso central y en los tejidos periféricos. La proteína IRS-1 se expresaría de preferencia en neuronas y en el tejido periférico; IRS-2 está presente en casi todas las células y tejidos, teniendo importancia en el metabolismo y la reproducción; IRS-3 está presente principalmente en el tejido adiposo; IRS-4 se expresaría en ratones, mayoritariamente en la glándula pituitaria, cerebro y timo(57). Algunos trabajos(58) indican que IRS-5 se encuentra principalmente en el hígado y riñón, mientras que IRS-6 se expresaría preferentemente en el músculo esquelético(58). Varios estudios(18-20) han propuesto que defectos en los IRS podrían explicar en parte la RI e hiperinsulinemia presente en algunas pacientes con SOP. Capítulo 14 - Ginecología En el SNC, además de las proteínas IRS, se encuentra la proteína neuronal codificada por el gen TUB, la que también es fosforilada en su tirosina, en respuesta a la activación del receptor de insulina, activándose diferentes vías metabólicas sensibles a esta hormona, lo que lleva a la transcripción de determinados genes. Algunos estudios han demostrado que defectos en el gen TUB pueden constituir una de las causas genéticas de obesidad(62). Para comprender algunos efectos de la RI es importante especificar el papel que juega la insulina en el SNC, específicamente en el hipotálamo. En los tejidos periféricos, principalmente en el tejido adiposo, se generan señales según el contenido de grasa corporal. Estas señales son las llamadas hormonas adipostáticas, las que llegan al cerebro regulando el apetito, la ingesta de comida y la reproducción. La leptina y la insulina son consideradas hormonas adipostáticas y son secretadas de manera proporcional a la cantidad de grasa del organismo, desde donde se dirigen al SNC y luego actúan específicamente en el núcleo arcuato del hipotálamo. Si no se ha comido, disminuirá la lipogénesis, disminuyendo también la secreción de leptina e insulina, por lo que al hipotálamo no llegará señal y se liberará neuropéptido Y (NPY), generándose sensación de hambre, con lo cual tendemos a ingerir comida. Por el contrario, luego de una comida aumentan los niveles de insulina y leptina, las que al llegar al hipotálamo inhiben la secreción de NPY, generando la sensación de saciedad(63). Cepas de ratones mutantes, conocidos como NIRKO (Neuronal Insulin Receptor Knockout), han permitido Figura 2. Mecanismos moleculares a nivel de receptor de insulina y a nivel post-receptor, que explican los efectos fisiológicos producidos por la insulina sobre la regulación glicémica. Cuando la insulina se une a su receptor, la tirosina-quinasa del receptor es activada y conduce a una autofosforilación de los residuos de tirosina de la subunidad β (59). Lo anterior induce un aumento de la actividad catalítica de la subunidad β que, a su vez, fosforila diversos substratos proteicos como los IRS, Gab1, Cb1, p60dok, entre otros(60), que actúan como proteínas de anclaje para otras proteínas y estimulan una serie de cascadas de reacciones de fosforilación y desfosforilación catalizadas por enzimas como la fosfatidilinositol-3 quinasa (PI3-quinasa), o por enzimas quinasas asociadas a microtúbulos, desencadenándose así todas las funciones biológicas de la insulina(61), i.e., transporte de glucosa, síntesis de glicógeno, síntesis proteica y de ácidos grasos, crecimiento celular, transcripción y funciones tardías como la expresión génica(59-61). Abreviaciones: Gab-1: growth factor receptor bound 2-associated binder-1, GLUT4: transportador de glucosa 4, PTPβ1: proteína tirosina-fosfatasa beta 1. Figura adaptada de ref. 60. Síndrome de ovario poliquístico ampliar el conocimiento de la acción de la insulina en el sistema nervioso central. En estos estudios(64), basándose en la evidencia de que los receptores de la familia IRS están ampliamente distribuidos en el SNC, se generaron ratones con una deleción específica en el receptor de insulina del cerebro. Estos ratones mostraron una mayor ingesta de comida, desarrollando una obesidad sensible a la dieta, con aumento de la grasa corporal y altos niveles de leptina. En los ratones NIRKO también se observó una RI leve junto a elevados niveles de insulina plasmática e hipertrigliceridemia. Además se observaron defectos en la fertilidad de los ratones: en los machos, hubo un deterioro en la espermatogénesis y, en las hembras, deterioro en la maduración folicular. Estos efectos se atribuyen a la desregulación hipotalámica en la secreción de LH, ya que se encontraron bajos niveles plasmáticos de esta hormona en los ratones NIRKO en comparación con los controles. Las neuronas del núcleo arcuato en el hipotálamo –que secretan hormona liberadora de gonadotrofinas (GnRH)–, expresan el receptor de insulina y, al no existir éste en los ratones NIRKO, se afecta la liberación de GnRH y, por lo tanto, de LH, lo cual lleva a una disminución de la fertilidad. Estos estudios(64) permitieron concluir que la insulina cumple en el SNC un importante rol en la regulación de la disposición de energía, combustible metabólico y también en la reproducción(64). Dentro de los tejidos sensibles a la insulina están el SNC, músculo, hígado y gónadas. Como se ha mencionado anteriormente, las proteínas intracelulares IRS se distribuyen de manera diferente en los tejidos, con lo que cada subtipo tiene distinta importancia según su ubicación. El IRS-2 es el que más se asocia a reproducción y metabolismo(65). Esto se vio en experimentos con ratones knockout sólo para la proteína IRS-2 (IRS-2-/-). En ellos se observó a temprana edad RI periférica y también reducción en el contenido de células β en el páncreas. Tanto machos como hembras IRS-2-/- desarrollaron diabetes y trastornos en la fertilidad. Sin embargo, los trastornos de la fertilidad se observaron especialmente en las hembras. Es interesante destacar que se produjo un dimorfismo sexual en el tiempo en que se desarrolló la diabetes: en machos se dio a temprana edad (10 semanas), en cambio, las hembras desarrollaron diabetes al cumplir los cuatro o cinco meses de edad. Es importante recalcar el hecho de que la disfunción de la fertilidad en las hembras se observó antes de que éstas desarrollaran diabetes, atribuyéndose así esta alteración a los defectos en la acción y producción de la insulina, y no a las complicaciones de la diabetes(65). 569 Estos estudios demuestran que la deleción en la proteína IRS-2 causa efectos tanto en el metabolismo como en la reproducción, presentando estas hembras síntomas muy similares a los observados en mujeres con SOP. Por lo tanto, un daño en los receptores de insulina, o en sus mecanismos post-receptor podría ser una de las causas del SOP (Figura 5), debido al rol que cumple esta hormona en el metabolismo y reproducción, tanto en tejidos periféricos como en el SNC. En relación a la prevalencia clínica de RI, algunos estudios han mostrado que, en pacientes con SOP (N = 60), las alteraciones en la respuesta a la insulina están presentes en un 56,7% de ellas [RI y/o RI + baja tolerancia a la glucosa (BTG)](66), concordante con el 50% descrito en otras investigaciones(67-68), a pesar de que la población que fue estudiada era joven, con un bajo porcentaje de obesidad (6,6%). Lo anterior refuerza el hecho de que las alteraciones en la respuesta a la insulina junto a una BTG, deben ser consideradas en estas pacientes, siendo ambas predisponentes a diabetes mellitus 2(60). Es importante destacar que en las pacientes estudiadas la proporción de alteraciones metabólicas no se diferenció entre los grupos con IMC normal y sobrepeso. A partir de lo anterior, proponemos que las alteraciones metabólicas son propias del SOP, sin ser totalmente determinadas por el IMC(66). Dentro de la población de mujeres con SOP parece haber dos o tres subpoblaciones cuyos principales factores diferenciadores serían el peso, los niveles de RI e intolerancia a la glucosa y probablemente la concentración plasmática de andrógenos. Recientes trabajos(70) llevados a cabo utilizando el Test de Supresión Insulínica de Reaven (TSI) modificado con octreótido(71), –donde se determina la glicemia plasmática en estado estacionario (GPPE), la cual se relaciona con el índice de sensibilidad a la insulina, ya que a mayor GPEE, menor sensibilidad a la insulina– han arrojado los siguientes resultados: en un total de 52 pacientes con SOP, la GPEE fue 156,5 mg/dL; un 53,85% mostró una respuesta normal a la insulina (i.e., GPEE < 150 mg/dL), con una media de GPEE igual a 86,93 mg/dL; mientras que un 46,15% mostró una respuesta anormal (valores de GPPE ≥ 150 mg/dL), con una media de GPEE igual a 237,66 mg/dL (Figura 3). Con respecto a aquellas pacientes que mostraron una respuesta anormal a la insulina, un 79,17% mostró una RI moderada (150 mg/dL ≤ GPPE < 300 mg/dL), con una media de GPPE igual a 209,5 mg/dL, mientras que el restante 20,83% mostró una RI severa (GPPE ≥ 300 mg/dL), con una media de GPEE igual a 344,65 mg/dL (Figura 3). Los resultados anteriores sugieren que en las pacientes con 570 SOP existe un rango en la RI presente, por lo que se sugiere que este síndrome es una entidad heterogénea que agrupa probablemente a subpoblaciones diferentes con respecto al estado de RI(70). Capítulo 14 - Ginecología y glucocorticoides, pertenecen a la súper-familia de receptores nucleares. Los PPAR forman un complejo heterodimérico con el receptor nuclear de ácido retinoico para ejercer su función sobre el DNA, regulando la expresión de gran cantidad de genes(74-75). Tres isoformas se han descrito para los PPAR: α, δ y γ. El receptor PPARα está presente en el corazón, hígado y en cantidad más reducida en el músculo esquelético; PPARδ (también conocido como PPARβ) se encuentra prácticamente en la totalidad de los tejidos y regularía las otras dos isoformas de PPAR y la apoptosis. Por su parte, PPARγ (considerado el gen maestro de la diferenciación de adipocitos)(76-77) se expresaría principalmente en el tejido adiposo blanco y pardo, donde muestra una actividad lipogénica(74). Esta isoforma también se encontraría en menor cantidad en células del sistema inmune, donde tendría una importante función en la respuesta inflamatoria(75). Normalmente PPARγ se encuentra inactivado por una proteína represora. La insulina Figura 3. Respuestas glicémicas de pacientes con SOP (N = 52) a activa mediante una fosforilación a PPARγ y, las cuales se les efectuó el TSI. Se puede observar la presencia de tres luego de su activación, éste interactúa con un subpoblaciones en relación a RI. En verde se observa la respuesta gen que produce la expresión de una proteína promedio (± EE) a distintos tiempos para pacientes (n = 28) que son estimuladora de la lipogénesis. Por esto, ante sensibles a la insulina, ya que poseen una GPEE menor a 150 mg/dL; una hiperinsulinemia, la mayor activación de en azul se observan las respuestas glicémicas promedio a distintos tiempos para pacientes (n = 19) con RI moderada; finalmente, en PPARγ favorece la lipogénesis, con el respectivo rojo, se observan las respuestas glicémicas promedio a distintos aumento en el depósito de grasa, favoreciendo la obesidad(74-75). Recientemente se ha propuesto tiempos para pacientes (n = 5) con RI severa. que un polimorfismo Pro12Ala para el PPARγ2 En las pacientes con SOP también se ha encontrado (una de las dos formas descritas de PPARγ) podría una falla genética a nivel de los adipocitos, lo que atenuar la hiperinsulinemia e hiperglicemia crónica lleva a una disfunción en la lipólisis. En los adipocitos en mujeres susceptibles de sufrir SOP(78), lo cual apoya del tejido graso subcutáneo de estas pacientes, se ha la participación de estos receptores en los desórdenes observado una disminución de la actividad lipolítica en el metabolismo de carbohidratos presentes en estas (72) inducida por catecolaminas . Ésta es atribuida a pacientes. Además, la utilización de drogas denominadas una disminución de la sensibilidad del receptor β2 tiazolidinedionas (TZD) –también conocidas como adrenérgico y a una baja capacidad de activación por glitazonas– como tratamiento para la RI se basa en cAMP del complejo proteína quinasa A/lipasa sensible que éstas actuarían a nivel de los PPAR(79). (72,73) a hormonas (PKA/HSL) . Además, los adipocitos de las mujeres con SOP muestran un aumento de V. H I P E R A N D R O G E N E M I A E tamaño en un 25% al ser comparados con los de HIPERANDROGENISMO EN EL SÍNDROME (73) mujeres controles . Asociado a la disminución de DE OVARIO POLIQUÍSTICO la lipólisis mediada por el mecanismo ya descrito, la RI e hiperinsulinemia presente en el SOP llevan a un La hiperandrogenemia, causa de la disfunción aumento en la lipogénesis a través de la activación de los ovulatoria de las pacientes con SOP, aumenta la receptores activados por proliferadores peroxisomales grasa abdominal (obesidad central), la cual tiene una (PPAR). En los últimos años se han desarrollado varios alta actividad lipolítica(33,80), aumentando los ácidos estudios con el fin de determinar la participación de grasos libres en la circulación(81). Éstos compiten con los PPAR en las alteraciones metabólicas presentes la glucosa en el músculo esquelético y tejido adiposo, en las pacientes con SOP. Los PPAR son factores de lo que ocasiona una baja en el transporte de glucosa transcripción que, al igual que el receptor de estrógenos en dichos tejidos, con un consecuente aumento de su Síndrome de ovario poliquístico concentración en el plasma. Este aumento persistente de la glicemia puede llevar secundariamente a una hiperinsulinemia. En estas pacientes también aumenta la concentración sérica de estrógenos ya que la grasa abdominal está asociada a la producción de éstos. Además, las altas concentraciones plasmáticas de insulina disminuyen la producción hepática de SHBG, la que en condiciones normales une estrógenos, disminuyendo su concentración en el plasma. El aumento en las concentraciones plasmáticas de estrógenos tiene una retroalimentación positiva sobre la secreción de LH, la cual, al igual que la insulina y que IGF1(73), estimula la producción de andrógenos en el ovario (Figura 3), reforzando la hiperandrogenemia(82). Otro factor importante de considerar en la génesis del SOP sería una alteración en el mecanismo de acción del citocromo P450c17 (codificado por el gen CYP17). En la glándula suprarrenal y en el ovario este citocromo participa en la formación de andrógenos(83). Tiene una actividad 17α-hidroxilasa/17,20-liasa, y su función es convertir la progesterona en androstenediona. Ante la presencia de insulina, IGF y LH, tanto en el ovario como en la glándula suprarrenal, el citocromo P450c17 aumenta su expresión (Figura 4). En ambos órganos, este citocromo, al sobreexpresarse debido a la presencia de las hormonas anteriormente mencionadas, es fosforilado en su residuo de treonina y/o serina, llevando a una producción diferente de andrógenos(83). Se ha demostrado que al fosforilarse el residuo de serina en mayor proporción que el de treonina, se incrementa la actividad 17,20-liasa del citocromo 571 P450c17, con el consiguiente aumento en la producción de andrógenos(83). Por otra parte, el receptor de insulina, al ser activado por esta hormona, se fosforila en un residuo de tirosina. Sin embargo, este receptor también posee residuos de serina y treonina, los cuales al ser fosforilados disminuyen las señales de transducción post-receptor (Figura 5). Existen evidencias que en pacientes con SOP habría un aumento en la fosforilación del residuo de serina del receptor de insulina(83). Por lo tanto, el aumento en la fosforilación de los residuos de serina tanto en el citocromo P450c17 como en el receptor de insulina podría explicar, mediante un mismo mecanismo, el hiperandrogenismo y la RI observada en el SOP(83). Figura 5. Mecanismos moleculares a nivel del receptor de insulina que explicarían la RI presente en algunas pacientes con SOP. En cultivos de fibroblastos de pacientes con SOP se ha encontrado que la autofosforilación basal de serina de la subunidad β del receptor de insulina y la autofosforilación dependiente de insulina de la tirosina de la subunidad β del receptor de insulina se encuentran aumentadas y disminuidas, respectivamente. Esto sucedería en aproximadamente en el 50% de las mujeres con SOP e impediría una transducción de señales eficaz en la regulación glicémica(59). Figura adaptada de ref. 60. Figura 4. Mecanismo de acción de algunas hormonas sobre la célula de la teca ovárica y su relación con la biosíntesis de esteroides sexuales. La insulina amplificaría la respuesta a LH y, junto a IGF1, conduciría a la sobreexpresión del citocromo P450c17 (CYP17). Esta sobreexpresión llevaría a un aumento en la síntesis de androstenediona, la que se metaboliza a testosterona mediante 17HSD III, originando un microambiente androgénico en el ovario. En relación a la leptina, se ha propuesto que esta hormona provocaría una inhibición del aumento por parte de IGF1 de la producción de andrógenos estimulada por LH(53). Figura adaptada de ref. 73. 572 A nivel gonadal, en el ovario de una mujer con SOP, el ambiente hiperandrogénico originará un desarrollo folicular continuo, ocasionalmente anovulatorio. El aumento en la producción de andrógenos por parte de las células de la teca genera una producción continua aumentada de estrógenos por parte de las células de la granulosa, resultando en concentraciones de estrona y estradiol más altas, lo cual tiene como efecto, mediante retroalimentación positiva sobre la hipófisis, niveles de LH mayores. Los andrógenos podrían ejercer, por lo tanto, un efecto nocivo en la fertilidad a un nivel hipofisiario, endometrial y ovárico(84). Por esta razón, la paciente portadora de un SOP muestra signos de hiperestrogenismo continuo, que se traduce en un patrón de moco cervical fértil persistente o presencia de parches de moco fértil en distintos días del ciclo. Estos parches de moco reflejan diferentes ondas de desarrollo folicular. Los ciclos pueden ser ovulatorios, con una fase folicular larga, o anovulatorios. Los niveles de progesterona, medidos en su forma de glucurónidos urinarios, aun en ciclos anovulatorios se encontrarán en valores basales sobre los rangos normales (4 μmol/24 h)(85). La menorragia es bastante común en el SOP a causa de la anovulación y de una alta actividad estrogénica. La ausencia de ciclos menstruales regulares a causa de la baja progesterona puede desencadenar una hiperplasia endometrial y sangrado continuo(86). Algunos investigadores han postulado que los andrógenos pueden tener un efecto nocivo sobre la función del endometrio, oponiéndose a un desarrollo endometrial normal en la fase folicular como en la lútea. Estudios en esta área han demostrado el efecto inhibitorio de los andrógenos sobre el crecimiento celular del endometrio y su actividad(87). Esto, junto a los trastornos ovulatorios y a la RI ocasionalmente asociada explicaría, en parte, la menor tasa de embarazo y una mayor incidencia de aborto espontáneo en estas pacientes. Debido a las anomalías encontradas en el desarrollo endometrial existiría un riesgo de cáncer de endometrio(88) (Figura 6) que se ha demostrado es, a lo menos, cuatro veces más común en mujeres con SOP, pudiendo manifestarse tan pronto como en la segunda década de la vida(86). También algunos trabajos han señalado la posibilidad de un incremento en el riesgo de cáncer de mama en las pacientes con SOP(89). La relación entre hiperandrogenemia y RI también ha sido demostrada por algunos estudios retrospectivos, mostrando que un 82% de mujeres con diabetes mellitus tipo II tenía ecografías efectuadas previamente al diagnóstico de su diabetes con imágenes de ovarios tipo poliquísticos(90). También se observó que un 52% de estas Capítulo 14 - Ginecología pacientes había presentado alteraciones menstruales y/o acné e hirsutismo durante su juventud(90). Por lo tanto, existiría una relación significativa entre diabetes y SOP, la cual puede potenciarse por la ya aceptada relación entre obesidad y diabetes. Sin embargo, es importante recalcar que la presencia de RI por sí sola no es suficiente para que una mujer presente un SOP, ya que el 20% de las mujeres diabéticas premenopáusicas no tienen SOP. La progresión de los trastornos relacionados con el hiperandrogenismo y las alteraciones metabólicas en las pacientes con SOP se observa en la figura 6. Figura 6. Alteraciones relacionadas con el SOP durante las etapas de desarrollo de la mujer. Adaptado de ref. 66, 89, 91, 105. VI. ABORTO ESPONTÁNEO Y SÍNDROME DE OVARIO POLIQUÍSTICO Es un hecho conocido que las mujeres con SOP presentan un potencial de fertilidad disminuido y una mayor incidencia de abortos tempranos. Se estima que el riesgo de presentar un aborto en el primer trimestre de embarazo estaría aumentando tres veces en mujeres con SOP en relación a la población general, existiendo una tasa de aproximadamente 30 a 50% de abortos espontáneos del total de embarazos en mujeres con SOP. Años atrás se planteó como una de las causas de la mayor incidencia de abortos en la pacientes con SOP el aumento en la secreción de LH presente en estas mujeres. Sin embargo, estudios posteriores, que buscaban asociación entre niveles de LH e incidencia de abortos en mujeres con SOP, no pudieron confirmar esta hipótesis. Lo anterior, asociado al hecho de que no se ha demostrado un beneficio en el uso de análogos de GnRH como terapia para el incremento de LH(92), 573 Síndrome de ovario poliquístico hace suponer que el aumento en la secreción de LH no es la causa de la mayor incidencia de abortos en estas pacientes. Recientemente se ha observado que la hiperinsulinemia que, como ya se ha dicho, está presente con gran frecuencia en mujeres con SOP, sería un factor de riesgo independiente para abortos de primer trimestre(93), así como también se ha visto que afectaría la adecuada implantación y sobrevivencia del embrión en estado de blastocisto. Estudios efectuados por Jakubowicz y cols(94), han observado que la RI presente en algunas pacientes con SOP disminuiría ciertos factores esenciales para la implantación, como glicodelinas y la proteína transportadora del factor de crecimiento símil a la insulina 1 (IGFBP-1)(94). La hiperinsulinemia y la RI como causa de abortos tempranos en mujeres con SOP es además avalada por los resultados observados en estudios que han usado metformina como tratamiento. En ellos se vio que la terapia de disminución de los niveles de insulina con metformina durante el embarazo logra una reducción significativa en la tasa de abortos espontáneos en mujeres con SOP(95,96). Los resultados descritos anteriormente avalan el uso de metformina durante el embarazo en mujeres con SOP, para disminuir el riesgo de abortos. Además, no se han demostrado efectos teratogénicos relacionados con la ingesta de este fármaco. VII. TRATAMIENTO Debido a la condición heterogénea de las pacientes con SOP, el tratamiento de esta patología debe ser personalizado para cada una de ellas. Sin embargo, existen lineamientos generales que deben tenerse presente. La alteración genética presente en algunas de estas mujeres no puede ser modificada, sin embargo, se puede prevenir la expresión de esta alteración genética con un estilo de vida saludable, lo cual requiere modificar ciertos hábitos, con conductas tales como: 1) Controlar situaciones de estrés: es sabido que las situaciones de tensión aguda intensa provocan alteraciones en el metabolismo de carbohidratos, lo cual puede ocasionar graves problemas en las pacientes que padecen diabetes(97) y SOP. 2) Adecuada alimentación: una dieta baja en carbohidratos es fundamental para estas pacientes. Además, se debe tener especial atención en considerar las oscilaciones naturales de las hormonas energéticas durante el día, pues estos ritmos determinan en qué momento del día los alimentos se incorporarán como energía para el organismo y cuándo lo harán en forma de grasas(98), considerando que muchas de las pacientes con SOP tienen problemas metabólicos como BTG y que también se ha demostrado que la secreción de insulina en respuesta a la ingesta de alimentos no es igual en la mañana que en la noche(98). 3) Implementación de un programa de ejercicios dirigido: la actividad física es un pilar fundamental en el tratamiento del SOP. Sin embargo, debe tenerse presente que no todo programa de actividad física provoca el mismo tipo de respuesta. Por esto son recomendables tanto el ejercicio aeróbico como el de resistencia(99), a intervalos regulares no superiores a dos días y con una duración mínima de 15 a 30 minutos por sesión(99). A las medidas anteriores generalmente se asocia un tratamiento médico farmacológico adecuado. Actualmente existen diversas alternativas para las pacientes SOP, siendo éstas: • Combinación de estrógenos y progestágenos, cuyo efecto será aumentar los niveles de SHBG, suprimir los niveles alterados de LH y FSH y, según el tipo de progestágeno asociado, éste puede actuar como antiandrógeno(100). Debe tenerse presente que los estrógenos, en dosis farmacológicas, aumentan la secreción de insulina por parte de la célula β pancreática(101), pudiendo generar de esta manera efectos adversos en las pacientes con SOP. • Antiandrógenos, que inhiben la unión de los andrógenos a su receptor(100). • Glucocorticoides, que suprimen a la hormona adrenocorticotrófica (ACTH), con lo que disminuye la síntesis de andrógenos adrenales(100). • Inhibidores de la 5α-reductasa (SRD5A)(100). • D-quiro-inositol, el cual mejora la acción de la insulina(100). • Biguanidas –como metformina–, que reducen la producción de glucosa hepática y disminuyen los niveles de insulina(100). • Tiazolidinedionas (TZD), que mejorarían la acción de la insulina a nivel del tejido diana (adipocito, músculo). También existen algunas evidencias de acciones directas sobre la esteroidogénesis ovárica(100). VIII. CONCLUSIONES A modo de síntesis, se puede decir que el SOP es el trastorno más común en las mujeres en edad reproductiva en la mayor parte del mundo, con una 574 sintomatología bastante heterogénea y con una etiología que no ha sido completamente determinada. Es un desorden complejo que no sólo afecta a la mujer en su aspecto reproductivo, pues también puede originar problemas endocrino-metabólicos importantes, especialmente cuando se encuentra asociado a RI, siendo los principales de éstos obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares, los cuales pueden empeorar si no se recibe un tratamiento adecuado, trayendo consigo un mayor riesgo para la salud de la mujer, con el probable desarrollo de síndrome metabólico. También debe tenerse en cuenta que el estado emocional y la calidad de vida de las pacientes con SOP se ven notablemente afectados cuando sufren esta patología. Hoy en día se están desarrollando nuevas técnicas genómicas, como la expresión diferencial de genes, que tienen la ventaja por sobre los análisis de genética molecular comunes ya que el resultado integra la presencia de anormalidades en la genética molecular, así como en las interacciones gen-gen y gen-ambiente(102). Dichas técnicas aplicadas a una emergente disciplina conocida como ginecología molecular(102), caracterizada por el estudio de los genes y las vías de señalización celular en el tracto reproductor femenino tanto en estados normales como patológicos(102), prometen contribuir de manera significativa a una comprensión más profunda del SOP y de patologías asociadas. La heterogeneidad del grupo de pacientes que actualmente son diagnosticadas con SOP hace necesario estudios posteriores para dilucidar diferentes subgrupos cuyo pronóstico y tratamiento probablemente serán diferentes. Un diagnóstico temprano del SOP puede ser obtenido mediante el autorreconocimiento de la fertilidad por parte de la mujer(103-104), el cual no sólo puede ayudar a mejorar los problemas de fertilidad, sino que también puede ayudar en el diagnóstico y tratamiento de otras patologías tales como desórdenes endocrinos y metabólicos(103-104). Finalmente, podemos decir que tanto el síndrome de ovario poliquístico como la obesidad son probablemente trastornos poligénicos, influenciados por factores ambientales. Debido a la gran importancia de estos factores ambientales, en estas pacientes es recomendable promover conductas que favorezcan un estilo de vida saludable con el fin de disminuir los niveles de insulina y andrógenos. Dentro de estas conductas es fundamental promover el ejercicio físico diario, ya que se ha demostrado que éste, entre otros efectos, puede disminuir el estado de RI. Con ésta y otras medidas se puede mejorar notablemente la calidad de vida de las personas que padecen SOP. Capítulo 14 - Ginecología BIBLIOGRAFÍA 1. Biro FM. Body morphology and its impacts on adolescent and pediatric gynecology, with a special emphasis on polycystic ovary syndrome. Curr Opin Obstet Gynecol 2003; 15(5): 347. 2. Amato P, Simpson JL. The genetics of polycystic ovary syndrome. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol 2004; 18(5): 707. 3. Ibáñez L, Potau N, Francois I, De Zegher F. Precocious pubarche, hyperinsulinism, and ovarian hyperandrogenism in girl: relation to reduced fetal growth. J Clin Endocrinol Metab 1998; 83(10): 3558. 4. Ibáñez L, Valls C, Potau N, Marcos MV, De Zegher F. Sensitization to insulin in adolescent girls to normalize hirsutism, hyperandrogenism, oligomenorrhea, dyslipidemia, and hyperinsulinism after precocious pubarche. J Clin Endocrinol Metab 2000; 85(10): 3526. 5. de Ribera J. La mujer barbuda. Óleo sobre lienzo. 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