jornadas de nuestro distrito

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jornadas de nuestro distrito
Editorial
A 25 A ñ o s
de
las
P ri m eras E lecci o n es
Seguir Apostando
a Hacer Camino...
L
a cocina. El fuego. Ese
algo que en el vapor se
escapa y asciende lleno
de calor y de sabor, que se huele y se degusta sin haber sido
aún llevado a la boca.
Hay también distintas gradientes del fuego y del calor.
El apuro arruina la posibilidad
de la buena cocción y a veces,
erróneamente, se cree que hay
que comenzar todo de nuevo.
Tiempo. Espera. Espera necesaria para imaginar lo que vendrá y lo que no se podía siquiera imaginar mientras no se lo
pusiera en acto.
Tiempo. Espera. Equivocaciones. Errores. Correcciones sobre
la marcha. Agregado de nuevos
ingredientes que no existían y a
los que hay que dar lugar.
Muchos ingredientes formaban parte de lo que teníamos
que poner en marcha. ¿Qué se
elige y qué se descarta? ¿Cómo se empieza? Por lo que se
acepta como más importante y
se cree posible. No cabe duda
que habrá una diferencia entre lo imaginado y el sabor final.
No es sin eso y sin la búsqueda de un supuesto punto justo,
nunca encontrado, y que nos
invita a seguir adelante.
La receta, cuya impronta fue plasmada por la Ley
10306, es la misma e igual para todos y todo, pero el
resultado final sabe muy diferente según sea la mano
que pugnó por su realización. Apenas un poco más o
menos de esto o aquello, apenas un poco antes o después y las versiones y sabores se multiplican casi hasta
el infinito.
Los restos de otras cocciones animan a realizar éstas.
Hay huellas en la cacerola. Tiznes que se aclaran y se
vuelven sutiles en la medida en que la distancia del
fuego crece. Pero están.
En esta tarea venimos andando, desde hace 25 años, distintos actores que respetamos el trabajo y reconocimos
las diferencias siempre presentes cuando hay otros. De
ello damos testimonio en cada número de nuestra Revista. Testimonio de un ejercicio en el que las diferencias enriquecen y permiten avanzar.
Apostemos a seguir anudando y desanudando éxitos
y fracasos.
A compartir sabores.
A tolerar las diferencias y la espera.
A intentar y reintentar todas las veces que sea necesario lo que nos permita seguir haciendo huella y camino al andar…
Lic. Tatiana Reitman
Directora
ENCUENTROS—1—
Colegio
de Psicólogos
d e l a p rov i n c i a d e b u e n o s a i r e s
D i s t r i to X V
1Seguir apostando a hacer Camino – A 25 años de las primeras elecciones.
Consejo Directivo
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• Actualidad
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Lic. Laura Edith Hernández
Secretaria General
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Tesorero
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Secretaria de Actas
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Prosecretaria
Lic. Patricia Fiorentini
Consejeros Titulares
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Lic. Pedro Santiago Salas
Consejeros Suplentes
Lic. Silvia Mónica Coppolillo
Lic. Evangelina Irrazábal
Lic. Jorge Martín Nouche
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Lic. Verónica Jacqueline Danniaux
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Lic. Andrea Verónica Posadas
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•
Año XXI - Nº 33 - Noviembre de 2012
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D i r e c c i ó n N a c i o n a l d e l D e r e c h o d e A u to r
E x p t e . Nº 879261 d e l 5 d e o c t u b r e d e 2010
P r o p i e ta r i o : C o l e g i o d e P s i c ó l o g o s d e l a
P c i a . d e B u e n o s A i r e s - D i s t r i to XV
3El valor de la vida - Entrevista a S. Freud por George Sylvester Viereck.
• Jornadas
de Nuestro Distrito
XX Jornadas Psicoanalíticas de Presentaciones Clínicas
10 Apertura - Lic. Tatiana I. Reitman
XX Jornadas Psicoanalíticas – Panel Central
12 Del malestar en la cultura al no-hay relación sexual - Lic. Darío Groel
17 El malestar en la cultura: ¿nuevas in-vestiduras? Lecturas e Intervenciones
- Lic. Norma Bruner
20 El consumo del sujeto - Dr. Osvaldo M. Couso
VI Jornadas de Psicología Educacional
25 Desde el trastorno hacia el síntoma - Lic. Graciela Bosio
30 El trastorno de aprendizaje no existe - Lic. Stella Maris Rodríguez
VI Encuentro de Psicoanálisis con Niños
34 Medicalización (mal uso de los medicamentos) - Emergente de un sistema
socio-económico que lo permite, retroalimenta y ayuda a su continuidad
- Dr. León Benasayag, Médico Neurólogo
44 La diferencia sexual - Lic. Graciela Berraute
46 La Infancia Hoy: Lecturas e Intervenciones - Lic. Guillermo Ferreiro
49
50
52
54
60
XIX Jornadas Psicoanalíticas
De lo que se da a ver a lo que se puede leer - Lic. Daniel Pojomovsky
¿Qué interpretamos en el trazo? El dibujo en la infancia - Lic. Gabriela Amoroso
El dibujar: ¿es un acto de fe? El lugar del Otro - Lic. María Vilas
Alicia en la Casa del Espejo - Lic. Stella Maris Formica
Deseo del Analista y Ética: inscripción de un posicionamiento clínico Lic. Andrea Guaraglia
64 Palabra, Silencio, Escritura... - Lic. Tatiana Reitman
XX Jornadas Psicoanalíticas
69 Investidos de malestar - Lic. Ricardo Maldonado
72 Psicoanálisis: Admisión y ¿Readmisión? - Lic. Samanta Méndez Galfaso
• Clínica y Teoría
Psicoanalítica
75 Copia certificada - Lic. Claudia Riego
78 La adolescencia en tiempos contemporáneos - Lic. Laura Hernández
90 El éxtasis de la integración - Lic. Georgina Mariana De Bartolis
Cognitiva
80 Supervisión & Violencia de Género - Lic. Gabriela Beatriz Vexina
Sistémica
86 Diversas formas familiares - Dra. María Cristina Ravazzola
Presentación de Libros
93 El Niño Indómito - Actualizaciones en Psicosomática - Lic. Laura E. Billiet
En­cuen­tros ofre­ce a los psi­có­lo­gos y otros pro­fe­sio­na­les re­la­cio­na­dos con el mun­do de la cul­tu­ra
un es­pa­cio pa­ra la ex­po­si­ción del tra­ba­jo y la pro­duc­ción, que su­po­nen un apor­te va­lio­so pa­ra nues­
tra ta­rea y la po­si­bi­li­dad de man­te­ner abier­to un de­ba­te en­ri­que­ce­dor en­tre las dis­tin­tas co­rrien­
tes. En con­se­cuen­cia, las no­tas fir­ma­das no ne­ce­sa­ria­men­te re­pre­sen­tan la opi­nión de la di­rec­ción
de la re­vis­ta, ni de las au­to­ri­da­des de la Ins­ti­tu­ción. Se au­to­ri­za la re­pro­duc­ción to­tal o par­cial del
ma­te­rial que se pu­bli­ca, con la con­di­ción de que se men­cio­ne cla­ra­men­te su pro­ce­den­cia.
—2—ENCUENTROS
A c
t u a l i d a d
Con su madre y sus hermanas
Rosa y Dolfi, hacia 1864.
El valor de la vida
Esta entrevista fue concedida al periodista George Sylvester Viereck en 1926 en la casa
de Sigmund Freud en los Alpes Suizos. Fue publicada en el volumen de “Psychoanalysis
and the Fut”, en New York en 1957. Fue traducida del inglés al portugués por Paulo
César Souza y al castellano por Miguel Angel Arce.
Por George Sylvester Viereck
“Setenta años me enseñaron a aceptar la vida con serena
humildad”.
Quien habla es el profesor Sigmund Freud, el gran explorador del
alma. El escenario de nuestra conversación fue su casa de verano en
Semmering, una montaña de los alpes austríacos. Yo había visto el
país del psicoanálisis por última vez en su modesta casa de la capital
austríaca. Los pocos años transcurridos entre mi última visita y la actual, multiplicaron las arrugas de su frente. Intensificaron la palidez
de sabio. Su rostro estaba tenso, como si sintiese
dolor. Su mente estaba alerta, su espíritu firme, su cortesía impecable como siempre, pero
un ligero impedimento en su habla me perturbó. Parece que un tumor maligno en el maxilar
superior tuvo que ser operado. Desde entonces
Freud usa una prótesis, lo cual es una constante
irritación para él.
ENCUENTROS—3—
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t u a l i d a d
Sigmund Freud: Detesto mi maxilar mecánico, porque la lucha con este aparato
me consume mucha energía preciosa. Pero prefiero esto a no tener ningún maxilar.
Aún así prefiero la existencia a la extinción.
Tal vez los dioses sean gentiles con nosotros, tornándonos la vida más desagradable a medida que envejecemos. Por fin, la
muerte nos parece menos intolerable que
los fardos que cargamos.
(Freud se rehúsa a admitir que el destino le
reserva algo especial).
SF: ¿Por qué (dice calmamente) debería yo
esperar un tratamiento especial? La vejez,
con sus arrugas, llega para todos. Yo no
me rebelo contra el orden universal. Finalmente, después de setenta años, tuve lo
bastante para comer. Aprecié muchas cosas
—en compañía de mi mujer, mis hijos—
el calor del sol. Observé las plantas que
crecen en primavera. De vez en cuando tuve una mano amiga para apretar. En otra
ocasión encontré un ser humano que casi
me comprendió. ¿Qué más puedo querer?
GSV: El señor tiene una fama. Su obra prima influye en la literatura de cada país. Los
hombres miran la vida y a sí mismos con otros
ojos, por causa de este señor. Recientemente,
en el septuagésimo aniversario, el mundo se
unió para homenajearlo, con excepción de su
propia universidad.
SF: Si la Universidad de Viena me demostrase reconocimiento, me sentiría incómodo. No hay razón en aceptarme a mí o a
mi obra porque tengo setenta años. Yo no
atribuyo importancia insensata a los decimales. La fama llega cuando morimos y,
francamente, lo que ven después no me
interesa. No aspiro a la gloria póstuma. Mi
virtud no es la modestia.
GSV: ¿No significa nada el hecho de que su
nombre va a perdurar?
SF: Absolutamente nada, es lo mismo que
perdure o que nada sea cierto. Estoy más
bien preocupado por el destino de mis
—4—ENCUENTROS
Con su padre,
alrededor de 1864.
hijos. Espero que sus vidas no sean difíciles. No puedo ayudarlos
mucho. La guerra prácticamente liquidó mis posesiones, lo que
había adquirido durante mi vida. Pero me puedo dar por satisfecho. El trabajo es mi fortuna.
(Estábamos subiendo y descendiendo una pequeña elevación de tierra
en el jardín de su casa. Freud acarició tiernamente un arbusto que
florecía).
SF: Estoy mucho más interesado en este capullo de lo que me
pueda acontecer después de estar muerto.
GSV: ¿Entonces, el señor es, al final, un profundo pesimista?
SF: No, no lo soy. No permito que ninguna reflexión filosófica
complique mi fluidez con las cosas simples de la vida.
GSV: ¿Usted cree en la persistencia de la personalidad después de la
muerte, de la forma que sea?
SF: No pienso en eso. Todo lo que vive perece. ¿Por qué debería el
hombre constituir una excepción?
GSV: ¿Le gustaría retornar en alguna forma, ser rescatado del polvo?
¿Usted no tiene, en otras palabras, deseo de inmortalidad?
SF: Sinceramente no. Si la gente reconoce los motivos egoístas detrás de la conducta humana, no tengo el más mínimo deseo de
retornar a la vida; moviéndose en un círculo, sería siempre la misma. Más allá de eso, si el eterno retorno de las cosas, para usar la
expresión de Nietzsche, nos dotase nuevamente de nuestra carnalidad y lo que involucra, ¿para qué serviría sin memoria? No habría vínculo entre el pasado y el futuro. Por lo que me toca, estoy
perfectamente satisfecho en saber que el eterno aborrecimiento de
vivir finalmente pasará. Nuestra vida es necesariamente una serie
de compromisos, una lucha interminable entre el ego y su ambiente. El deseo de prolongar la vida excesivamente me parece absurdo.
se repite después de cada descubrimiento.
Los doctores combaten cada nueva verdad en el comienzo. Después procuran
monopolizarla.
GSV: Bernard Shaw sustenta que vivimos muy poco. Él encuentra
que el hombre puede prolongar la vida si así lo desea, llevando su
voluntad a actuar sobre las fuerzas de la evolución. El cree que la humanidad puede recuperar la longevidad de los patriarcas.
GSV: ¿Usted tuvo mucho apoyo de los legos?
SF: Es posible que la muerte en sí no sea una necesidad biológica.
Tal vez morimos porque deseamos morir. Así como el amor o el
odio por una persona viven en nuestro pecho al mismo tiempo,
así también toda la vida conjuga el deseo de la propia destrucción.
Del mismo modo como un pequeño elástico tiende a asumir la
forma original, así también toda materia viva, consciente o inconscientemente, busca readquirir la completa, la absoluta inercia
de la existencia inorgánica. El impulso de vida o el impulso de
muerte habitan lado a lado dentro nuestro. La muerte es la compañera del Amor. Ellos juntos rigen el mundo. Esto es lo que dice
mi libro: “Más allá del principio del placer” En el comienzo del
psicoanálisis se suponía que el Amor tenía toda la importancia.
Ahora sabemos que la Muerte es igualmente importante. Biológicamente, todo ser vivo, no importa cuán intensamente la vida arda dentro de él, ansía el Nirvana, la cesación de la “fiebre llamada
vivir”. El deseo puede ser encubierto por digresiones, no obstante,
el objetivo último de la vida es la propia extinción.
GSV: Esto es la filosofía de la autodestrucción. Ella justifica el autoexterminio. Llevaría lógicamente al suicidio universal imaginado por
Eduard Von Hartmann.
SF: Algunos de mis mejores discípulos son
legos.
GSV: ¿El Señor Freud está practicando mucho psicoanálisis?
SF: Ciertamente. En este momento estoy
trabajando en un caso muy difícil, intentando desatar conflictos psíquicos de un interesante paciente nuevo. Mi hija también
es psicoanalista como usted puede ver...
(En ese momento apareció Miss Anna Freud,
acompañada por su paciente, un muchacho
de once años de facciones inconfundiblemente anglosajonas).
GSV: ¿Usted ya se analizó a sí mismo?
SF: Ciertamente. El psicoanalista debe
constantemente analizarse a sí mismo.
Analizándonos a nosotros mismos, estamos más capacitados para analizar a otros.
El psicoanalista es como un chivo expiatorio de los hebreos, los otros descargan sus
Los novios.
SF: La humanidad no escoge el suicidio porque la ley de su ser
desaprueba la vía directa para su fin. La vida tiene que completar
su ciclo de existencia. En todo ser normal, la pulsión de vida es
fuerte, lo bastante para contrabalancear la pulsión de muerte, pero en el final, ésta resulta más fuerte. Podemos entretenernos con
la fantasía de que la muerte nos llega por nuestra propia voluntad.
Sería más posible que no pudiéramos vencer a la muerte porque
en realidad ella es un aliado dentro de nosotros. En este sentido
(añadió Freud con una sonrisa) puede ser justificado decir que toda
muerte es un suicidio disfrazado.
(Estaba haciendo frío en el jardín. Continuamos la conversación en el
gabinete. Vi una pila de manuscritos sobre la mesa, con la caligrafía
clara de Freud).
GSV: ¿En qué está trabajando el señor Freud?
SF: Estoy escribiendo una defensa del análisis lego, del psicoanálisis practicado por los legos. Los doctores quieren establecer al análisis ilegal para los no-médicos. La historia, esa vieja plagiadora,
ENCUENTROS—5—
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t u a l i d a d
pecados sobre él. Él debe practicar su arte
a la perfección para liberarse de los fardos
cargados sobre él.
GSV: Mi impresión es de que el psicoanálisis
despierta en todos los que lo practican el espíritu de la caridad cristiana. Nada existe en
la vida humana que el psicoanálisis no nos
pueda hacer comprender. “Tout comprendre
c’est tou pardonner”.
SF: Por el contrario (acusó Freud sus facciones
asumiento la severidad de un profeta hebreo),
comprender todo no es perdonar todo. El
análisis nos enseña apenas lo que podemos
soportar, pero también lo que podemos evitar. El análisis nos dice lo que debe ser eliminado. La tolerancia con el mal no es de
manera alguna corolario del conocimiento.
(Comprendí súbitamente por qué Freud había litigado con sus seguidores que lo habían
abandonado, porque él no perdona disentir
del recto camino de la ortodoxia psicoanalítica. Su sentido de lo que es recto es herencia
de sus ancestros. Una herencia de la que él se
enorgullece como se enorgullece de su raza).
SF: Mi lengua es el alemán. Mi cultura,
mi realización es alemana. Yo me considero un intelectual alemán, hasta que percibí
el crecimiento del preconcepto anti-semita
en Alemania y en Austria. Desde entonces
prefiero considerarme judío.
(Quedé algo desconcertado con esta observación. Me parecía que el espíritu de Freud
debería vivir en las alturas más allá de cualquier preconcepto de razas, que él debería
ser inmune a cualquier rencor personal. En
tanto no precisamente a su indignación, a su
honesta ira, se volvía más atrayente como ser
humano. ¡Aquiles sería intolerable si no fuese
por su talón!).
GSV: Me pone contento, Herr Profesor, de
que también el señor tenga sus complejos, de
que también el señor Freud demuestre que es
un mortal!
SF: Nuestros complejos son la fuente de
nuestra debilidad; pero con frecuencia,
son también la fuente de nuestra fuerza.
—6—ENCUENTROS
GSV: Imagino, observo, ¡cuáles serían mis complejos!
SF: Un análisis serio dura más o menos un año. Puede durar
igualmente dos o tres años. Usted está dedicando muchos años
de su vida a la “caza de los leones”. Usted procuró siempre a las
personas destacadas de su generación: Roosevelt, el Emperador,
Hindenburg, Briand, Foch, Joffre, George Bernard Shaw...
GSV: Es parte de mi trabajo.
SF: Pero también es su preferencia. El gran hombre es un símbolo. Su búsqueda es la búsqueda de su corazón. Usted también está
procurando al gran hombre para tomar el lugar de su padre. Es
parte del complejo del padre.
(Negué vehementemente la afirmación de Freud. Mientras tanto, reflexionando sobre eso, me parece que puede haber una verdad, no
sospechada por mí, en su sugestión casual. Puede ser lo mismo que el
impulso que me llevó a él).
GSV: Me gustaría —observé después de un momento—, poder quedarme aquí lo bastante para vislumbrar mi corazón a través de sus
ojos. ¡Tal vez, como la Medusa, yo muriese de pavor al ver mi propia imagen! Aún cuando no confío en estar muy informado sobre
psicoanálisis, frecuentemente anticiparía o tentaría anticipar sus
intenciones.
SF: La inteligencia en un paciente no es un impedimento. Por el
contrario, muchas veces facilita el trabajo.
Con su madre y su esposa
en Altaussee, 1905.
(En este punto el maestro del psicoanálisis difiere bastante de sus seguidores, que no gustan mucho de la seguridad del paciente que tienen bajo su supervisión).
GSV: A veces imagino si no seríamos más felices si supiésemos menos
de los procesos que dan forma a nuestros pensamientos y emociones. El
psicoanálisis le roba a la vida su último encanto, al relacionar cada
sentimiento a su original grupo de complejos. No nos volvemos más
alegres descubriendo que todos abrigamos al criminal o al animal.
SF: ¿Qué objeción puede haber contra los animales? Yo prefiero la
compañía de los animales a la compañía humana.
GSV: ¿Por qué?
SF: Porque son más simples. No sufren de una personalidad dividida, de la desintegración del ego, que resulta de la tentativa del
hombre de adaptarse a los patrones de civilización demasiado elevados para su mecanismo intelectual y psíquico. El salvaje, como
el animal, es cruel, pero no tiene la maldad del hombre civilizado.
La maldad es la venganza del hombre contra la sociedad, por las
restricciones que ella impone. Las más desagradables características del hombre son generadas por ese ajuste precario a una civilización complicada. Es el resultado del conflicto entre nuestros instintos y nuestra cultura. Mucho más desagradables que las
emociones simples y directas de un perro, al mover su cola, o al
ladrar expresando su displacer. Las emociones del perro (añadió
Freud pensativamente), nos recuerdan a los héroes de la antigüedad. Tal vez sea ésa la razón por la que inconscientemente damos
a nuestros perros nombres de héroes como Aquiles o Héctor.
GSV: Mi cachorro es un doberman Pinscher llamado Ájax.
SF: (sonriendo) Me contenta saber que no pueda leer. ¡Él sería ciertamente, el miembro menos querido de la casa, si pudiese ladrar
sus opiniones sobre los traumas psíquicos y el complejo de Edipo!
GSV: Aún usted, profesor, sueña la existencia compleja por demás.
En tanto me parece que el señor sea en parte responsable por las complejidades de la civilización moderna. Antes que usted inventase el
psicoanálisis no sabíamos que nuestra personalidad es dominada por
una hueste beligerante de complejos cuestionables. El psicoanálisis
vuelve a la vida como un rompecabezas complicado.
SF: De ninguna manera. El psicoanálisis vuelve a la vida más simple. Adquirimos una nueva síntesis después del análisis. El psicoanálisis reordena el enmarañado de impulsos dispersos, procura
enrollarlos en torno a su carretel. O, modificando la metáfora, el
psicoanálisis suministra el hilo que conduce a la persona fuera del
laberinto de su propio inconsciente.
GSV: Al menos en la superficie, pues la vida humana nunca fue más
compleja. Cada día una nueva idea propuesta por usted o por sus discípulos, vuelven un problema de la conducta humana más intrigante
y más contradictorio.
Fotografía de boda.
SF: El psicoanálisis por lo menos, jamás
cierra la puerta a una nueva verdad.
GSV: Algunos de sus discípulos, más ortodoxos que usted, se apegan a cada pronunciamiento que sale de su boca.
SF: La vida cambia. El psicoanálisis también cambia. Estamos apenas en el comienzo de una nueva ciencia.
GSV: La estructura científica que usted levanta me parece ser mucho más elaborada.
Sus fundamentos —la teoría del “desplazamiento”, de la “sexualidad infantil”, de los
“simbolismos de los sueños”, etc.— parecen
permanentes.
SF: Yo repito, pues, que estamos apenas en
el inicio. Yo apenas soy un iniciador. Conseguí desenterrar monumentos enterrados
en los sustratos de la mente. Pero allí donde yo descubrí algunos templos, otros podrán descubrir continentes.
GSV: ¿Usted siempre pone el énfasis sobre todo en el sexo?
SF: Respondo con las palabras de su propio poeta, Walt Whitman: “Mas todo faltaría si faltase el sexo” (Yet all were lacking,
if sex were lacking). Mientras tanto, ya le
expliqué que ahora pongo el énfasis casi
igual en aquello que está “más allá” del placer —la muerte, la negociación de la vida.
Este deseo explica por qué algunos hombres aman al dolor— como un paso para el
aniquilamiento! Explica por qué los poetas
agradecen a:
ENCUENTROS—7—
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inherente a su psicología. En uno de sus prefacios, él mismo enfatiza el rasgo ascético de su temperamento. Yo puedo estar errado
en muchas cosas, pero estoy seguro de que no erré al enfatizar la
importancia del instinto sexual. Por ser tan fuerte, choca siempre
con las convenciones y salvaguardas de la civilización. La humanidad, en una especie de autodefensa procura su propia importancia. Si usted raspa a un ruso, dice el proverbio, aparece el tártaro sobre la piel. Analice cualquier emoción humana, no importa
cuán distante esté de la esfera de la sexualidad, y usted encontrará
ese impulso primordial al cual la propia vida debe su perpetuidad.
Sus nietos Stephan Gabriel, Lucian
Michael y Clemens Raphael, hijos de Ernst.
“Cualesquiera dioses que existan
Que la vida ninguna viva para siempre
Que los muertos jamás se levanten
Y también el río más cansado
Desagüe tranquilo en el mar”
GSV: Shaw, como usted, no desea vivir para
siempre, pero a diferencia de usted, él considera al sexo carente de interés.
SF: (Sonriendo) Shaw no comprende al sexo. Él no tiene ni la más remota concepción del amor. No hay un verdadero caso
amoroso en ninguna de sus piezas. El hace
humoradas del amor de Julio César —tal
vez la mayor pasión de la historia. Deliberadamente, tal vez maliciosamente, él despoja a Cleopatra de toda grandeza, relegándola a una simple e insignificante muchacha. La razón para la extraña actitud
de Shaw frente al amor, por su negación
del móvil de todas las cosas humanas, que
emanan de sus piezas el clamor universal, a
pesar de su enorme alcance intelectual, es
Con Heinz y Ernst,
hijos de su difunta
hija Sophie.
GSV: Usted, sin duda, fue bien seguido al transmitir ese punto de
vista a los escritores modernos. El psicoanálisis dio nuevas intensidades a la literatura.
SF: También recibí mucho de la literatura y la filosofía. Nietzche
fue uno de los primeros psicoanalistas. Es sorprendente ver hasta
qué punto su intuición preanuncia las novedades descubiertas.
Ninguno se percató más profundamente de los motivos duales de
la conducta humana, y de la insistencia del principio del placer
en predominar indefinidamente que él. El Zaratustra dice: “El
dolor grita: ¡Va! Pero el placer quiere eternidad Pura, profundamente eternidad”. El psicoanálisis puede ser menos discutido en
Austria y en Alemania que en los Estados Unidos, su influencia
en la literatura es inmensa por lo tanto. Thomas Mann y Hugo
Von Hofmannsthak mucho nos deben a nosotros. Schnitzler recorre un sendero que es, en gran medida, paralela a mi propio
desarrollo. El expresa poéticamente lo que yo intento comunicar
científicamente. Pero el Dr. Schnitzle no es ni siquiera un poeta,
es también un científico.
GSV: Usted no sólo es un científico, también es un poeta. La literatura americana está impregnada de psicoanálisis. Hupert Hughes,
Harvey O’Higgins y otros, son sus intérpretes. Es casi imposible abrir
una nueva novela sin encontrar alguna referencia al psicoanálisis.
Entre los dramaturgos Eugene O’Neill y Sydney Howard tienen una
gran deuda con usted. “The Silver Cord” por ejemplo, es simplemente
una dramatización del complejo de Edipo.
SF: Yo sé y entiendo el cumplido que hay en esa afirmación. Pero,
tengo cierta desconfianza de mi popularidad en los Estados Unidos. El interés americano por el psicoanálisis no se profundiza. La
popularización lo lleva a la aceptación sin que se lo estudie seriamente. Las personas apenas repiten las frases que aprenden en el
teatro o en las revistas. Creen comprender algo del psicoanálisis
porque juegan con su argot. Yo prefiero la ocupación intensa con
el psicoanálisis, tal como ocurre en los centros europeos, aunque
Estados Unidos fue el primer país en reconocerme oficialmente.
La Clark University me concedió un diploma honorario cuando
yo siempre fui ignorado en Europa. Mientras tanto, Estados Unidos hace pocas contribuciones originales al psicoanálisis.
—8—ENCUENTROS
Retrato de familia alrededor de 1898.
En el jardín de la casa de Berggasse 19.
De izquierda a derecha y de adelante
hacia atrás: Sophie, Anna y Ernst Freud;
Oliver y Martha Freud, Minna Bernays;
Martin y Sigmund Freud.
Los americanos son jugadores inteligentes, raramente pensadores
creativos. Los médicos en los Estados Unidos, y ocasionalmente
también en Europa, tratan de monopolizar para sí al psicoanálisis.
Pero sería un peligro para el psicoanálisis dejarlo exclusivamente
en manos de los médicos, pues una formación estrictamente médica es con frecuencia, un impedimento para el psicoanálisis. Es
siempre un impedimento cuando ciertas concepciones científicas
tradicionales están arraigadas en el cerebro.
El silbato de mi tren sonó en la noche. El
automóvil me conducía rápidamente para la
estación. Apenas logro ver ligeramente curvado y la cabeza grisácea de Sigmund Freud
que desaparecen en la distancia...
¡Freud tiene que decir la verdad a cualquier precio! Él no puede obligarse a sí mismo a agradar a Estados Unidos donde están la mayoría
de sus seguidores. A pesar de su rudeza, Freud es la urbanidad en
persona. El oye pacientemente cada intervención, procurando nunca
intimidar al entrevistador. Raro es el visitante que se aleja de su presencia sin un presente, alguna señal de hospitalidad!
Había oscurecido. Era tiempo de tomar el tren de vuelta a la ciudad
que una vez cobijara el esplendor imperial de los Habsburgos. Acompañado de su esposa y de su hija, Freud desciende los escalones que lo
alejan de su refugio en la montaña a la calle para verme partir. El me
pareció cansado y triste al darme el adiós.
“No me haga parecer un pesimista —dice Freud después de un
apretón de manos—. Yo no tengo desprecio por el mundo. Expresar desdén por el mundo es apenas otra forma de cortejarlo, de
ganar audiencia y aplauso. ¡No, yo no soy un pesimista, en tanto
tenga a mis hijos, mi mujer y mis flores! No soy infeliz, al menos
no más infeliz que otros”.
Con Martha, septiembre de 1939.
ENCUENTROS—9—
Jornadas
d e N u e s t r o D i s t r i to
XX J o r n a d a s P s i c o a n a l í t i c a s
El malestar en la cultura: ¿nuevas in-vestiduras? Lecturas e intervenciones
Apertura
Lic. Tatiana Reitman
C
reo que el estar haciendo hoy la apertura de las XX Jornadas implica
una apuesta fuerte. Apuesta que más allá de los cambios y las vicisitudes vividas a lo largo de estos años, se mantiene y se refuerza, en el
cierre de cada Jornada, con la satisfacción de sentir que el objetivo está cumplido, sobre todo al compartirlo con muchos otros. Es que ése es el objetivo:
el trabajo alrededor de la producción de cada uno, con el respeto y la escucha
que merece. Y esto a su vez, se constituye en el motor que pone en juego el
deseo de volver a saborear el encuentro al año siguiente. Da cuenta además,
de otra apuesta: que el trabajo en la Escuela de Psicoanálisis, fundada hace ya
21 años, pueda ser de alguna manera un “refugio al malestar en la cultura”.
“El malestar en la cultura”, título que este año nos convoca. ¿A qué nos referimos? El malestar en la cultura es una conceptualización acuñada por Freud
en 1930, origen que a veces se olvida. En él, Freud nos dice claramente que
tal malestar corresponde a un problema de estructura atinente a la constitución del ser humana, del ser hablante, dirá Lacan, y como tal eterno. Tan
eterno como lo es la lucha de los dos “poderes celestiales”: Eros-pulsión de
vida y Tánatos-pulsión de muerte. Podríamos decir que toma diferentes vestiduras, velos o disfraces, pero a poco andar se descubre el retorno de lo mismo a pesar de la apariencia. Qué si no esto explicaría que ante las obras que
devinieron clásicos, sean William Shakespeare o Mafalda de Quino, nos encontramos diciendo o pensando: “Esto parece escrito hoy”, o “En realidad
nada ha cambiado”, o “Parece que hubiera conocido lo que pasa acá”.
Lo que sí podemos encontrar son diferentes síntomas, como así también modos privilegiados de sublimación, como correspondiendo a momentos históricamente fechados. No tenemos dudas, ante el olvido del origen, que como
siempre sucede, existen motivos para olvidar. Este texto de Freud, que como
él dice “no aporta ningún consuelo, cosa que en el fondo piden todos, el revolucionario más cerril con no menor pasión que el más cabal beato”, lleva
en sí mismo los motivos que lo hacen olvidable. Pero debemos considerar
también que el malestar persiste y hace de cualquier modo que se hable de
él, que retorne, ya que el retorno también está inscripto en la estructura. Tal
vez, este texto más que cualquier otro, tocaría en lo atinente al psicoanálisis,
—10—ENCUENTROS
lo que Freud explicando la resistencia al mismo denominó la tercera herida
narcisística infligida al hombre, que él llama psicológica. Las otras dos son: la
cosmológica de Copérnico y la biológica de Darwin. Para comprender su dimensión, demos la palabra a Freud:
“El ser humano no es un ser mansa, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación pulsional una
buena cuota de agresividad. En consecuencia el prójimo no es solamente
un posible auxiliar y objeto sexual, sino una tentación para satisfacer en él
la agresión, explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo sexualmente
sin su consentimiento, desposeerlo de su patrimonio, humillarlo, infligirle
dolores, martirizarlo y asesinarlo. ‘Homo homini lupus’ (El hombre es el
lobo del hombre. Tomado de Plauto)”.
¿Quién en vista de las experiencias de la vida y de la historia osaría poner
en entredicho tal apotegma? Frente a todo esto, no muy consolador, dirá
Freud tomando de Voltaire en su Cándido, que hay que tomar su consejo de
“cultivar cada cual su jardín”, y agrega que, una tal distracción es también
la actividad científica. Y también el trabajo, ya que ninguna otra técnica de
conducción de la vida, liga al individuo tan firmemente a la realidad como
la insistencia en el trabajo, que al menos lo inserta en forma segura en un
fragmento de la realidad, a saber, la comunidad humana. La posibilidad de
desplazar sobre el trabajo profesional, y sobre los vínculos humanos que con
él se enlazan, una considerable medida de componentes libidinosos, narcisistas, agresivos y hasta eróticos, le confiere un valor que no le va en zaga a su
carácter, indispensable para afianzar y justificar la vida en sociedad. A lo que
agrega que más aún si ésta ha sido elegida libremente. Para terminar y en esta
misma línea, nos dirá Eva Lerner:
”El requerimiento del lazo social del hablante agrupado en Instituciones, y la
hospitalidad necesaria para que pueda hablar ha hecho que nos garanticemos
no engullirnos como el más sabroso menú y eso está bien, mientras no acordemos demasiado (sólo por amor) ni discrepemos demasiado (sólo por odio).
Sostener la tensión que le es necesario al Psicoanálisis implica renunciar también a un ideal de debate del que se extraigan prolijas conclusiones”.
Y por eso, acá estamos, trabajando, hablando, escuchando al otro y dialogando. Deseamos que esta Jornada cumpla, en la medida de lo posible, el poder
ser “refugio para el malestar” y motivo para el armado de nuevo y enriquecido
lazo social.
ENCUENTROS—11—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XX Jornadas Psicoanalíticas - Panel Central
Del malestar
en la cultura al
no-hay relación sexual
Lic. Darío Groel
Un mandamiento de la
cultura
No sin una marcada necesidad interrogativa, que pareciera buscar fondo, Freud
definió las coordenadas del malestar en
la cultura a partir de una crítica exhaustiva del mandamiento religioso “Amarás al
prójimo como a ti mismo”. Lacan retomó
tal reflexión en distintos momentos de su
—12—ENCUENTROS
enseñanza intentando, quizá, ubicar nuevas coordenadas que den
cuenta, de Otra versión del malestar. Cabe aclarar que tal mandamiento, tiene su primera formulación en el libro del Levítico1, y
que la diversidad de religiones posteriores extendió todavía más,
los alcances iniciales de este imperativo cultural.
Del mandamiento se pueden extraer las siguientes implicancias:
1 - Que el mandamiento divide las posiciones intersubjetivas en
dos: la del sujeto imperativamente empujado al acto de amar, y la
del prójimo como una de las posibles figuras de la otredad.
2 - Que el prójimo queda reducido al lugar del objeto y que no
está incluido en la obligatoriedad del amor, siempre que no sea
alcanzado también él como sujeto en la cuestión.
3 - Que sólo la versión cristiana del mandamiento agrega que el
amor sea extensible a todas las figuras del prójimo, incluso enemigos y adversarios. Por el contrario, la versión judía hace especial
énfasis en que el amor sólo sea para el otro más próximo en tanto
compatriota o semejante.
4 - Que la necesidad cultural de inscripción del mandamiento
supone que no-amar es la materialidad primera de las relaciones
sociales, y que precisamente esta tensión intersubjetiva originaria
necesitó ser regulada por el avance de la cultura.
5 - Que la instauración del mandamiento es la constitución de
una legalidad simbólica sostenida en el imperativo del amor, cuestión que delimita un campo donde quedarían mediatizadas las
relaciones entre el sujeto y el otro.
6 - Que el sujeto en posición de amante encuentra la medida del
amor al otro en la intimidad del sí mismo, cuestión que borra las
diferencias entre uno y el semejante y que tiende a la supresión de
la alteridad como instancia de la diversidad.
7 - Que el mandamiento deja como enigma el querer del prójimo,
o lo que sería lo mismo, que el otro puede querer de manera diferente, y sin estar alcanzado por las implicancias de una legalidad
simbólica en el imperativo del amor.
Versión freudiana: el malestar en la
cultura es la lucha entre pulsiones
Freud no dudó en situar una tensión que es fundante de la civilización humana: la irresoluble dialéctica pulsional entre Vida y
Muerte. En el final de El malestar en la cultura, y no sin cierta sensación de desasosiego, afirmó: “Y ahora cabe esperar que el otro de
los dos ‘poderes celestiales’, el Eros eterno, haga un esfuerzo para
afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal.
¿Pero quién puede prever el desenlace?”2. De esta manera, Freud
no sólo sostuvo que no habría ni síntesis ni integración para esta
dialéctica entre “potencias eternas”, sino y por sobretodo, que la
relación entre ambas pulsiones estaría caracterizada por la “lucha”.
Para Freud, la cultura es una construcción del Eros en su intento
por frenar el irremediable empuje de la Muerte. El malestar de
la civilización no se produce por los frenos sociales a la sexualidad —ya que finalmente lo erótico sigue estando en serie con las
coordenadas de la vida—, sino que se instauraría por la irresoluble
tensión existente, en la lucha del Eros con la pulsión tanática. Si
bien Freud escribió este texto para situar un borde antropológicosocial del psicoanálisis, sin embargo, no dejó de insistir en que tal
tensión pulsional también se encuentra en
la estructura del sujeto. La segunda tópica
y el más allá del principio del placer, le permitieron ubicar un límite al imperio del
placer y a su apuesta inicial de que todo
en el inconsciente podría ser reducible a
los efectos de la represión. Finalmente, y
sin nunca abandonar la dimensión intrasubjetiva, el sujeto freudiano, o sea, el Ich
inconsciente, quedaría múltiplemente avasallado por las dos pulsiones, por las otras
instancias tópicas y por la realidad exterior
en su versión más exigente. En el capítulo V de El malestar en la cultura, Freud
ejemplificó con el mandamiento “Amarás
al prójimo como a ti mismo”, la tensión
pulsional entre Vida y Muerte. Por un lado, el sujeto está compelido al amor al otro
en sintonía con el Eros vital de la cultura.
Pero por el otro lado se encuentra con una
verdad que resulta ominosa para cualquier
altruismo humanista: que en el inicio de la
existencia no habría otra cosa que no sea
la pulsión de muerte y la agresividad. Dijo
Freud en El malestar de la cultura: “El problema es aquí cómo desarraigar el máximo obstáculo que se opone a la cultura:
la inclinación constitucional de los seres
humanos a agredirse unos a otros; y por
eso mismo nos resulta de particular interés
el mandamiento cultural acaso más reciente del superyó: ‘Ama a tu prójimo como a
ti mismo”3. De esta forma, el imperativo
cultural tendiente al amor como legalidad
simbólica entre unos y otros, se vuelve el
modo superyoico de equilibrar la inclinación a la agresión, que es constitucional en
la estructura del sujeto freudiano. Además,
no sólo está la tendencia tanática, sino que
habría que suponer que el enigma por el
querer del prójimo también se resuelve como una ligadura agresiva hacia los demás.
Para Freud entonces, y porque sí hay las
pulsiones, la relación entre unos y otros se
inscribiría en las coordenadas de lucha a
partir de la dialéctica pulsional, quedando
como instancia necesaria de la cultura el
imperativo del amor, como legalidad erótica que tiene a la continuidad de la vida.
ENCUENTROS—13—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XX Jornadas Psicoanalíticas - Panel Central
Versión lacaniana: el
malestar en la cultura
es “no hay relación
sexual”
Una pregunta se impone por su relevancia: ¿se trató para Lacan del mismo malestar en la cultura? A diferencia de Freud y
la versión judía, él reflexionó sobre la formulación cristiana del “Amarás al prójimo
como a ti mismo”, presente en los Evangelios4. Se refirió al mandamiento en varias
oportunidades de su enseñanza, al tiempo
que fue construyendo lo que podría considerarse como Otra versión del malestar en
la cultura y de sus respectivas implicancias
en la estructura del sujeto:
a) En El discurso a los católicos de 1960, Lacan ubicó el mandamiento cultural a partir del concepto del narcisismo en Freud.
De esta manera, la intersubjetividad y el
encuentro con la otredad se redujeron a la
tensión especular de la imagen: “Todo está
en el sentido del ‘como a ti mismo’ (…). Y
designó esta fuerza con el nombre de narcisismo (…). No hay nada sorprendente
en que no sea más que yo mismo lo que amo en mi semejante
(…). Me amo a mí mismo en la medida en que me desconozco
esencialmente, sólo amo a otro”5. El punto central quedó situado
en la segunda parte del mandamiento, en el “como a ti mismo”,
perdiendo entonces el amor su lugar de imperativo simbólico. La
tensión establecida entre el yo y su semejante, no es ya de base
pulsional tal cual lo planteó Freud, sino que está dado por los
avatares agresivos de los circuitos imaginarios. Finalmente, sitúa
como resultados de tal tensión narcisista, al odio como sombra del
amor y al efecto de desconocimiento real, donde el semejante se
vuelve extranjeridad. Dijo al final de ese escrito: “La ambivalencia
por la cual el odio sigue como su sombra todo amor por ese prójimo, que es también para nosotros lo más extranjero”6.
b) En el Seminario 21, de 1973, Lacan presentó una lectura diferente del mandamiento. Ya no se trataría tan sólo de la relación
narcisística entre el yo y su imagen, sino de la relación entre el uno
y el otro como instancias del campo relacional. Dijo en la clase
4: “Este precepto funda la abolición de la diferencia de los sexos.
Cuando les digo que no hay relación sexual, no dije que los sexos
se confundan, ¡muy lejos de eso!”7. De esta manera, lo que está en
juego en el mandamiento es el intento de la cultura por borrar lo
real de las diferencias sexuadas, a partir de la ilusión de igualdad.
Lo que quedó excluido con el mandamiento es una sentencia cultural que sería inherente a lo humano: que sí hay la diferenciación
sexuada. Tal sentencia tendría por lo menos dos destinos: o que
habría que borrar la diferencia con un amor unificante, modalidad planteada por el mandamiento de la cultura; o que justamente
por sostener lo real de la diferencia como un imposible de borrar,
se pueda escribir la lógica estructurante del no hay relación sexual.
c) Finalmente en el Seminario 22, de 1975, Lacan alcanzó una
versión ahora sí, diferente del malestar en la cultura. En la clase
10 afirmó: “El amor es odioenamoramiento, hainamoration (…).
No se trata, ciertamente, de que dado el caso el amor no se preocupe un poquito —lo mínimo— del bien-estar del otro, pero está
claro que no lo hace más que hasta un cierto límite para el que
hasta hoy no he encontrado nada mejor que el nudo de borromeo
para representarlo, a este límite”8. Es interesante situar que en este límite escrito en el nudo de borromeo, Lacan encontró que el
RSI del amor real —ya no sólo imaginario o simbólico— se entrelazaría con el odio, pero por fuera de la tensión narcisista. No
sólo amor-odio son el mismo real contorsionado en su devenir
topológico de Moebius, sino que y fundamentalmente, tendría un
límite en el anclaje anudante del objeto a como plus-de-goce, que
economiza la relación entre los goces y el sentido9. Sería el a-mor10
en el lugar del objeto a como a-muro real, que presentifica la castración entre Uno y Otro. Un poco más adelante agregó: “Hay
—14—ENCUENTROS
que dar un paso más, sin el cual no se comprende nada en el lazo
de esta castración con la interdicción del incesto: esto es ver que el
lazo es lo que yo llamo la no-relación sexual”11. De esta forma, Lacan pudo ubicar que la irresoluble diferenciación sexuada implícita
en el no-hay relación sexual sería el lazo que articula castración con
interdicción del incesto siempre que el odioenamoramiento sea
objeto a capaz de anudar goce fálico, con goce del Otro y sentido.
Se trataría de una versión diferente del malestar en la cultura: lo
real del amor como el límite que no borra la diferenciación sexuada
de la relación sexual que no hay, y que entrelaza la castración con
la interdicción como instancia fundante del malestar en la cultura.
Incidencias del malestar cultural en
el campo de la subjetividad
Cabe agregar que ambas versiones del malestar en la cultura, la
freudiana como lucha pulsional entre Eros y Tánatos, y la lacaniana como diferenciación sexuada que funda la relación sexual que no
hay, no son ni excluyentes entre sí, ni mucho menos contrarias u
opositivas. Se trata en realidad de dos lecturas diferentes de aquello que hay de real, en la falla estructural de la intersubjetividad
humana. Además, cada una de las versiones recorta una serie de
incidencias subjetivas, capaces de situar distintas coordenadas de
época en el entramado social. Tales incidencias serían el retorno
real a la escena cultural, de aquella falla de la intersubjetividad
frente a lo cual se erigió el mandamiento:
1) El retorno en lo real de formas imaginarias de la lucha entre Eros
y Tánatos: que serían aquellas manifestaciones que van desde la
infelicidad, situadas por Freud en El malestar en la cultura, precisamente por no poder satisfacer todo el anhelo sexual del componente erótico, hasta el empuje a la guerra y las violencias en
general, que se producen por dejar fuera de juego la crueldad y la
agresión contra el otro.
2) El retorno en lo real de formas simbólicas de la diferenciación sexuada: que serían aquellas inscripciones de la diversidad sexuada,
tan florecientes en la época actual a partir de las cuestiones del
género y la sexualidad “queer” en todas sus variantes y alternativas.
A pesar de los conservadurismos de muchos analistas, por no decir
de la mayoría, las fórmulas de la sexuación esgrimidas por Lacan a
partir del Seminario 19, serían un lugar más que interesante para
situar la legitimidad de estas diferencias12.
3) Pero hay todavía otra modalidad de incidencias: el retorno en
lo real de lo real que hace causa en el mandamiento cultural. Es por
demás significativo que este real que hace causa en el mandamiento, no haya sido cuestionado ni por Freud con la versión judía
del Levítico, donde la frase inmediatamente siguiente es “amarás
a tu prójimo como a ti mismo, pues yo soy Yahve”13, ni tampoco
Lacan con la versión cristiana de los Evangelios, donde la sentencia inmediatamente
anterior es, “Amarás a Dios (Padre) sobre
todas las cosas”14. Aquello que se constituye como causa real de la institución del
mandamiento, es el amor al padre devenido en la figura de Yahve-Dios, en tanto él
sería instituyente de la legalidad simbólica
que regula la falicidad edípica de la cultura. Pareciera que tanto Freud como Lacan, situaron como axioma de la cultura
al amor al padre y a sus efectos edípicos,
sobre la constitución subjetiva. El amor al
padre se volvió, de esta manera, la roca viva en el desarrollo conceptual del psicoanálisis y hasta quizá, su último bastión y
baluarte. Ciertas formulaciones acerca del
fin de análisis lo muestran de manera inequívoca: que “haber llegado más lejos que
el padre”15, sea el lugar de la extrañeza en el
recuerdo de la acrópolis de Freud, o que “se
pueda prescindir del Nombre del Padre con
la condición de utilizarlo”16, sea el pase que
implique un más allá del marco fantasmático en Lacan; indicarían finalmente, que
el viaje del sujeto en la experiencia del análisis sea un ineludible camino a la par del
padre durante un primer tramo. Sin embargo, que el amor al padre sea axioma en
el psicoanálisis, ya sea por represión, desmentida o forclusión, no significa que se
constituya como un todo-por-el-padre totalizante, en el sentido del goce fálico. Quizá
ENCUENTROS—15—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XX Jornadas Psicoanalíticas - Panel Central
pueda suponerse que en la inscripción del
significante nombre del padre en la estructura, se inscriba también un resto que sea
inherente a la constitución subjetiva misma, y que ubique un no-todo fálico en relación al padre. No pareciera que haya que
esperar hasta el fin de análisis para que el
padre como totalidad falicizante, sea por
fin cuestionado: la introducción del goce
del Otro y del sentido como RSI que anudan el a-mor real al padre, ubicarían incluso desde el inicio, la dimensión de notodo-por-el-padre como instancia necesaria,
para la experiencia del análisis. Con este
retorno en lo real de lo real del padre, sería posible suponer nuevas incidencias del
malestar en cultura: se trataría de estructuraciones, no todas reducibles al amor al padre y a su ley edípica, como reguladora del
deseo y los goces, sino que abriría el campo
a coordenadas en la constitución subjetiva
que situarían al sujeto a partir de alguna
letra que funcione como resto.
Quizá se trate finalmente, de una po-ética
que pueda estar a la altura del malestar en la
cultura: de aquella que pueda situar que hay
las pulsiones, y consecuentemente sus efectos
de lucha en la economía de los goces; que además hay la diferencia
sexuada y por lo tanto, el no hay relación sexual como estructurante
de la subjetividad; pero que también hay un resto al amor al padre y
entonces, un necesario goce del Otro como igualmente fundante,
de las coordenadas del sujeto y de sus relaciones con el prójimo.
Fotografías: Brassaï
1El Levítico es el tercer libro del Antiguo Testamento, también compartido con la tradición religiosa del judaísmo. El mandamiento aparece por primera vez en Levítico:
capítulo 19, versículo 18.
2 Freud, S. (1930): El malestar en la cultura, Capítulo 8. En Obras completas, Buenos
Aires & Madrid, Amorrortu Editores.
3 Freud, S. (1930): El malestar en la cultura, Capítulo 8. En Obras completas, Buenos
Aires & Madrid, Amorrortu Editores.
4 El mandamiento aparece escrito de la misma manera en tres de los cuatro Evangelios: Mateo 22, 39; Marcos 12, 31; Lucas 10, 17. El cuarto evangelio, Juan 15, 17, lo
presenta con otra versión donde no queda expresada la alusión al “como a ti mismo”.
Dice: “Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando”.
5
Lacan, J. (1960): Discurso a los católicos, pp. 45-46. En El triunfo de la religión, Buenos
Aires, Paidós.
6
Ibídem, pág. 62.
7
Lacan, J. (1973): Seminario 21, Les non-dupes errent. Clase 4 del 18 de diciembre de
1973 (inédito).
8
Lacan, J. (1975): Seminario 22, RSI. Clase 10 del 15 de abril de 1975 (inédito).
9
El nudo de borromeo, tal cual está escrito en el Seminario 22, muestra al objeto a anudando el RSI de la vida, la muerte y el cuerpo. Los campos de lazo entre los registros
son definidos por Lacan como goce del Otro, goce fálico y sentido.
10El a-mor (a-muro) llevado a la función de límite de la castración entre Uno y Otro,
sería la versión quizá más real del amor sostenida por Lacan a partir del Seminario 19.
El no hay relación sexual, las fórmulas de la sexuación y el nudo de borromeo serían
efectos de esta escritura real del amor.
11 Lacan, J. (1975): Seminario 22, RSI. Clase 10 del 15 de abril de 1975 (inédito).
12 Las fórmulas de la sexuación sostienen el no hay relación sexual entre Uno y Otro, a
partir del sí hay la diferenciación sexuada. Reducirlas a su forma más imaginaria (hombre-mujer), sería un abuso de lo imaginarizable de los géneros por sobre las posiciones
sexuales en lo real. Lo que importa —en las fórmulas— es la diferencia entre Un lado todo-fálico y el Otro no-todo-fálico (goce Otro). Cuestión que podría escribir una
variabilidad de posiciones sexuadas, siempre que sean ubicables o de Un lado o del
Otro. En otro trabajo de mi autoría, Los matemas de la sexuación y la posición sadeana,
articulé este tema de manera más exhaustiva.
13 Levítico: capítulo 19, versículo 18.
14 Mateo: capítulo 22, versículos 37-39; Marcos: capítulo 12, versículos 30-31; Lucas:
capítulo 10, versículo 17.
15 Freud, S. (1936): Una perturbación del recuerdo en la Acrópolis, (Tomo XXI). En Obras
completas, Buenos Aires & Madrid, Amorrortu Editores.
16 Lacan, J. (1975): Seminario 23, El sinthome. Clase IX, pág. 133, Buenos Aires, Paidós.
—16—ENCUENTROS
El malestar en la cultura:
¿nuevas in-vestiduras?
Lecturas e Intervenciones
Lic. Norma Bruner
A
gradezco la invitación al Colegio de Psicólogos, Distrito
XV, a los organizadores de esta Jornada y a la Lic.Tatiana
Reitman, quien se ha puesto en comunicación conmigo.
Me gustaría compartir con ustedes, a propósito de la temática
que las convoca “Malestar en la Cultura: ¿Nuevas in-vestiduras?
Lecturas e intervenciones”, algunos comentarios e impresiones.
Lo voy a hacer desde el campo de la clínica con bebés y niños con
problemas en el desarrollo.
Justamente y principalmente porque en el día de ayer fui invitada a participar de una mesa redonda sobre “Desarrollo psíquico y
discapacidad”. El tema que me fue asignado era “Desarrollo de la
función simbólica”, en el marco del Segundo Congreso sobre Discapacidad en Pediatría, organizado por la SAP (Sociedad Argentina de Pediatría) y la FUNDASAP (Fundación de la Sociedad Argentina de Pediatría), y quisiera transmitirles en esta casa, la casa de
los psicólogos, algunas de mis preocupaciones y quizás propuestas.
Trabajamos en una época de franca recusa de la subjetividad, y
suscribiendo aquello que escribí en mi libro Duelos en juego:
“La época actual se encuentra atravesada por el fenómeno del rechazo de la subjetividad en las clasificaciones diagnósticas y tratamientos en la clínica del niño. A dicho fenómeno lo nombraremos como ‘el retorno de la idiotez al discurso y a la clínica con
niños con problemas en el desarrollo”.
Históricamente el niño ha sido —en su estatuto de sujeto de deseo
del inconsciente en constitución— un objeto de “difícil diagnóstico”, ya que su lugar en la estructura aún no está decidido ni definido.
A partir del CIE 10 y del DSM IV, las psicosis en la infancia han
desaparecido de las clasificaciones diagnósticas actuales, al tiempo
que el campo del autismo ha extendido y
ampliado sus fronteras como “trastorno
generalizado del desarrollo”.
La clínica con niños con problemas en el
desarrollo —sin recusar la subjetividad al
mismo tiempo— no puede dejar de considerar lo real del cuerpo que amenaza e insiste cada vez con poner en jaque, derribar
o hacer vacilar la simbolización del cuerpo
y por ende al sujeto, pudiendo introducir
al niño en la dimensión de la psicosis o el
autismo. De allí la enorme importancia
de, primero, establecer con máxima precisión el diagnostico orgánico y, segundo,
de un trabajo temprano en interdisciplina
que incluya como eje central los planteos y
conceptos fundamentales del psicoanálisis,
tanto como su ética.
ENCUENTROS—17—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XX Jornadas Psicoanalíticas - Panel Central
He escuchado en dicho congreso unas
estadísticas alarmantes y que luego voy a
compartir con ustedes. Una de las versiones que pude escuchar en ese evento, sin
generalizar ya que también hubo excepciones, estaba relacionado con la ausencia y
recusa del psicoanalista y del discurso del
psicoanálisis en los equipos interdisciplinarios que presentaban sus experiencias
clínicas y de investigación, tanto en instituciones públicas como privadas.
Sólo algunos equipos médicos decían que
tenían “psicólogos integrados” —significante significativo y no cualquiera tratándose de un congreso sobre discapacidad—.
Los psicólogos, se explicaba en uno de los
equipos de máxima complejidad médica
en obstetricia y neonatología, son integrados para perfeccionar las técnicas de aquello que se llama: “Comunicación lograda
adecuada y oportuna”, a los padres del
diagnóstico y sus efectos.
Intento una práctica del psicoanálisis en
interdisciplina, que no es lo mismo que la
multidisciplina, tiene que ver, más bien,
con el encuentro con otro —otra disciplina— que produzca una falta que motorice un trabajo posible, no el completamiento del saber, finalidad de los enfoques
multidisciplinarios.
La interdisciplina es posible y necesaria en
este campo clínico, ya sea con un pediatra, un psiquiatra, un terapista ocupacional, un psicopedagogo, un psicomotricista, un terapeuta del lenguaje, etcétera, y
es un efecto del encuentro con otro que
produce como saldo preguntas comunes
a seguir desarrollando e investigando. En
el congreso éramos muy pocos los psicoanalistas invitados a exponer, y yo agradezco muchísimo la oportunidad que me dio
dicha invitación. Los psicoanalistas, me
parece humildemente, y esto es lo que me
proponía que reflexionemos hoy aquí, en
esta casa, juntos, tenemos que poder pensar cómo trabajar nosotros con otros, otras
disciplinas, otros discursos, generando
condiciones para que las resistencias que el
—18—ENCUENTROS
psicoanálisis produce y seguirá produciendo, por la subversión del
sujeto que sus afirmaciones y pilares cruciales propone, no sean
además reduplicadas por posiciones AMO y de soberbia u omnipotencia narcisista, en las cuales lamentablemente algunos colegas
de sectores del campo psicoanalítico-lacaniano incurren.
Cuando propongo pensar en problemas del desarrollo infantil,
y no en una clínica en trastornos en el desarrollo o clínica de la
discapacidad, es para poder rescatar la subjetividad y el valor de la
pregunta (problema). Un problema es una cuestión, proposición,
y/o pregunta que busca y se dirige a un otro en demanda de una
solución o respuesta.
Escribí en el libro El juego en los límites, que:
“Un problema o conjunto de problemas acerca del desarrollo
de un niño sería entonces una proposición, pregunta, cuestión
y/o asunto significante y significativo para un sujeto, del que
se habla con otro/s en búsqueda de solución o respuesta (que
resulte significante y significativa también)”.
Un problema en el desarrollo en un niño se construye en el
proceso clínico conjuntamente con los padres y el equipo interviniente, es particular y no es cualquiera para ese niño y sus
padres, implica al mismo tiempo una demanda de solución,
que tampoco es cualquiera sino que es significante y significativa para el sujeto.
Es decir que, desde nuestra perspectiva, un problema es un
hecho de lenguaje, una serie o conjunto de significantes que
representan a un sujeto y para otro conjunto de significantes
(aun si puede haber una cuestión real orgánica sobre agregada).
Establecer lo real orgánico con máxima rigurosidad y precisión
es uno de los pasos cruciales en la dirección de la cura.
En nuestro capítulo anterior ya dijimos que no hay desarrollo
que se efectúe para un niño, y por ende para sus padres y otros
significativos, sin dificultades.
Tratamos, cuando llegan a nuestra consulta, que los problemas
en el desarrollo infantil, ya sea que tengan o no una base orgánica sobre agregada, pasen a ser una formación del sujeto —lo
cual puede incluir a más de una persona, equipos o instituciones, ya que no son individuales— es decir, que sean formaciones singulares y de discurso a escuchar.
Intentamos construir en el proceso clínico una formación singular, con semejanzas y diferencias respecto a otras, aunque
puedan contar con nombres comunes en la bibliografía científica y/o saber popular.
La presencia de base orgánica sobre agregada diagnosticada
previamente o a precisar rigurosamente en la consulta, requiere de intervención médica del área o especialidad correspondiente, sin lugar a ninguna duda, pero aun así, ESO habla y/o
Fueron a hablar con el director y les dijo que no importaban los problemas,
sino que lo importante era hacer lo que
quieran, y aquí pararon de llorar, y se
pusieron a pensar qué querían hacer todos. Salieron de la dirección y juntos
fueron a pensar. Los varones querían
jugar al fútbol, y las mujeres jugar a cocinar. Y se fueron a jugar…”. (se lee la
carta de Sofía ).
ESO juega, en verdad más bien, ESO es hablado y/o ESO es
jugado sólo al ser escuchado.
Si con ESO no se juega, entonces las formaciones de rechazo de lo
simbólico harán su entrada por la ventana (o puerta) de lo real”.
Les decía que escuché estadísticas escalofriantes, les transmito las que
se manejan en el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires: el 38% de los niños tiene discapacidad mental, de los cuales el
27% clasifican para el TGD y el 20% para trastornos del lenguaje.
Voy a hablar de mi clínica:
Lucía es una paciente que atendí durante muchos años, con un
diagnóstico de daño cromosómico del 25% y con trastornos en el
lenguaje, y quiero que vean y escuchen qué llega a decir, durante
el tratamiento analítico, a los 11 años. Fíjense el dibujo, ella decía: “no puedo dibujar una nena, me equivoco”, le pregunto “¿y si
dibujamos a una nena equivocada?”, “¿Cómo sería dibujar a una
nena equivocada?” y Lucía dice: “Una nena equivocada sería igual
a un nene” y dibuja una nena equivocada (se muestra el dibujo).
Otra paciente:
Sofía aspira meconio al nacer y presenta lesión cerebral, Hemiparesia y Hemianopsia del Hemisferio Cerebral Derecho, con Lesión del Campo Visual.
La tomo en tratamiento cuando tiene 3 años y medio, casi 4 años,
y cuando cumplió 15 años la derivé a una analista que trabaja con
adolescentes. Allí, por las últimas sesiones, le dije que escribiera
una carta a modo de despedida y ella escribió esta historia, les leo:
“Había una vez una chica en una escuela que leía letras pero
luego comenzó leyendo números (tenía dificultad para escribir), y un chico en la escuela se dio cuenta que tenía un problema, entonces fueron a hablar todos los chicos con la directora,
y la directora hizo pasar a los chicos, y ellos le preguntaron
¿por qué a otros chicos les cuesta 10 lo que a ellos les cuesta 20
las cosas que queremos hacer?, entonces los chicos se pusieron
a llorar, ya que no entendían por qué y la directora les dijo que
por favor no se pongan a llorar porque si no iban a tener que
ir a hablar con el director.
Para terminar y poder luego empezar a
conversar, otro fragmento de mi libro
Duelos en juego:
“Es en el juego donde los niños se apropian y escriben las marcas que luego
podrán leer, cuestionar, analizar. En el
juego y al jugar un niño introduce los
significantes primordiales a ‘su historia’
y, en consecuencia, si no hay juego no
hay historia ni infancia. En nuestra experiencia clínica, los niños que llegan a
tratamiento con problemas en el desarrollo y que de los que, además, se presume un cuadro de psicosis o autismo,
podrán conquistar su historia si el trabajo de la intervención clínica psicoanalítica e interdisciplinaria es eficaz y
temprano. Si no hay juego lo infantil se
tornará imposible, no habrá un sujeto
lector de las marcas que lo constituyeron: será un sujeto sin historia, sin un
pasado infantil, sin marcas simbólicas
de las que amarrarse.
Pensar el desarrollo como ‘lo mudo’, excluyendo al sujeto y no considerando al
deseo inconsciente —que podríamos llamar ‘lo singular del desarrollo’—, lleva a
producir idiotas. Un idiota es aquel que
recibe la marca como objeto de la cual es
representado de manera fija, universal y
exclusiva (significante Uno) por el signo
de la tara o trastorno, para alguien.
En la intervención psicoanalítica temprana e interdisciplinaria con niños
con problemas en el desarrollo, se tratará de poner a funcionar o contribuir a
que funcione la función del significante y sus leyes”.
Muchas gracias.
ENCUENTROS—19—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XX Jornadas Psicoanalíticas - Panel Central
El consumo del sujeto
Por Osvaldo M. Couso
H
ace pocos meses, cuando presenté un trabajo en las Jornadas de
la EFBA (Escuela Freudiana de
Buenos Aires), me preguntaron si el discurso y la ética del capitalismo son o no
inconciliables con el psicoanálisis. La cuestión es muy discutida, yo respondí que sí,
que para mí eran inconciliables al menos
por dos motivos: por la transformación
perversa que el capitalismo efectúa en las
relaciones de objeto, y porque no sólo no
logra generar un nuevo amor (como se supone que el psicoanálisis debe lograr), sino
que aplasta la dimensión del amor1. Para
desarrollar mínimamente esas ideas, sin
que sea demasiado difícil, voy a tomar un
relato literario, así voy a darme el gusto de
comenzar a exponer diciendo, como en los
cuentos que tanto nos gustaban de chicos:
“había una vez…”.
—20—ENCUENTROS
Había una vez un anciano pintor, llamado Wang-Fô. Su genio
como artista era enorme y reconocido en todo el reino, pero tal
vez como exceso de su mismo arte, Wang-Fô amaba más “la imagen de las cosas” que “las cosas en sí mismas”, rasgo que tendrá
enormes consecuencias. El artista es tomado bajo la protección de
un joven rico, de nombre Ling, quien estaba aterrorizado por las
tormentas, los insectos y los muertos. La vida del joven cambiará
radicalmente a partir de la relación con el pintor. Wang-Fô le hizo
apreciar la belleza: el rayo en la tempestad, las delicadas ramitas de
un arbusto, la marcha vacilante de una hormiga. Tal vez el artista
transformó el horror que aterrorizaba a Ling, al agregarle un trazo
de belleza, porque Ling perdió sus temores. Desde ese momento, el joven ubica al maestro en la alcoba que en vida ocupaban
sus padres, ya fallecidos. Sin embargo, sucedería una desgracia: el
maestro tomaba como modelo a la bella esposa de Ling, pero de
a poco Ling fue prefiriendo los retratos de su esposa a su esposa
misma… por lo que ésta finalmente se suicidará. Ya sin nada a
qué apegarse, Ling partió con su maestro a recorrer el mundo,
siempre asistiéndolo en todo. Un día, ambos son arrestados. Ante las protestas del artista, quien expresa su inocencia, el propio
Emperador le explica el motivo del arresto: en su niñez, el hoy
Emperador había sido criado en cierto aislamiento, para evitar
que los males del mundo lo contaminaran. En esa soledad, le servían de compañía los cuadros del anciano Wang-Fô, encandilado
por tanta belleza, el niño creyó que el mundo mismo era como
las imágenes que veía. Al llegar su juventud, tomará contacto con
el “verdadero” mundo y éste le parecerá horroroso. A su modo,
se daba con el Emperador, el proceso inverso que se había dado
con Ling. Dice el Emperador: “Me has mentido, Wang-Fô, viejo
impostor: el mundo no es más que un amasijo de manchas confusas, lanzadas al vacío por un pintor insensato, borradas sin cesar
por nuestras lágrimas (…), y por eso he buscado el suplicio que
iba a reservarte, a ti cuyos sortilegios han hecho que me asquee de
cuanto poseo y me han hecho desear lo que jamás podré poseer”2.
El Emperador se niega a aceptar un mundo creado por un dios
insensato, a tolerar el contraste con un reino donde predomina la
belleza que apreció en su niñez. Un reino maravilloso de líneas,
formas y colores, del que los ojos del anciano son las puertas y sus
manos los caminos. Por eso pronuncia entonces una condena cruel:
las manos del maestro serán amputadas, sus ojos serán cegados.
Ling es decapitado en el momento, por intentar defender al viejo
pintor. No es un detalle menor que éste, aunque lamenta la muerte del muchacho, también admira la mancha escarlata que la sangre del joven, deja en las piedras de jade verde del piso del palacio.
Antes de someterse a la condena, el viejo
maestro deberá terminar una pintura que
permanece inacabada, un apunte de juventud donde el anciano había comenzado a
dibujar el cielo y el mar.
Wang-Fô debe obedecer. Comienza a pintar una nube y luego se concentra en el
mar. Pero mientras lo hace sucede un extraño fenómeno: el piso de piedras de jade
del Palacio comienza a llenarse de agua. El
viejo maneja su pincel y mientras aparece el
mar en el cuadro, también lo hace en el Palacio mismo. El nivel del agua sube y sube,
inunda todo, inmoviliza a los cortesanos,
llega a la altura del corazón del Emperador.
Wang-Fô pinta también, una barca que se
acerca lentamente, navegando en la pintura. Se escucha el sonido acompasado de los
remos, que se detiene cuando la barca llega hasta el anciano. Algunas gotas brillan al
sol al caer del remo del barquero, que es el
joven Ling, quien “resucitado”, luce en el
cuello una extraña bufanda roja. El discípulo ayuda al maestro a subir a la barca, diciendo: “Partamos, Maestro, al país de más
allá de las olas”3. Y en efecto ambos parten,
navegando por la tela, el agua comienza entonces a retirarse de la amplia sala del Palacio. Si no fuera por algún charco y algunos
copos de espuma, nadie diría que la estancia estuvo cubierta por el mar. El Emperador, haciendo visera con su mano sobre sus
ojos, se acerca al cuadro y contempla cómo
en la pintura la barca se aleja poco a poco, dejando una delgada estela en las aguas.
Por algunos momentos todavía, la bufanda
roja de Ling ondea en el viento. Finalmente, ya la barca con sus dos pasajeros es sólo
un punto en la lejanía, y “el pintor WangFô y su discípulo Ling desaparecieron para siempre, en aquel mar de jade azul que
Wang-Fô acababa de inventar”4.
Wang-Fô tiene razón en creer que nada
malo ha hecho, él sólo ha cumplido su deber: como buen “padre”, ha construido en
el hijo una barrera que lo aparta de la amenaza del horror. Su “posición de padre”
queda metaforizada, en el texto, por las
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Jornadas
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enfrenta el Emperador, es un momento esencial para todo ser humano, en tanto los humanos somos seres de lenguaje: enfrentar
las decepciones que el amor y el deseo implican, en tanto éstos
persiguen objetos que no son reales, que sólo pueden reproducir
la pérdida de objeto, que es estructural para el hablante.
Todo objeto al que se accede es un substituto, toda completud es
ilusoria, toda satisfacción está teñida de cierta in-satisfacción. Sólo el amor (y su obstinación pese a los fracasos) permitiría que se
restablezca el movimiento deseante.
primeras enseñanzas que imparte a Ling y
que permitirán a éste vencer sus terrores:
el anciano maestro ha creado un universo
de realidades ambiguas y simulacros protectores. Sin embargo, en la “función paterna” también es necesario considerar el
“exceso” paterno: el endiosamiento de su
figura, que acompañará ineludiblemente
su intervención. En ese sentido, hay también algo de razón en el Emperador. Una
vez introducido en un mundo de apariencias, una vez que le ha sido posibilitado el
deseo, con sus importantes (aunque limitadas) satisfacciones y sus (ineludibles) insatisfacciones, el niño puede sentirse estafado, condenado a las decepciones, apartado para siempre del “mundo real”, más
“condenado” a las limitaciones que habilitado, más encerrado que protegido.
La trágica muerte de la bella esposa de
Ling puede enseñarnos que la protección
puede confundir, si nos apartamos demasiado del “mundo real”. Que la protección
aplasta y entonces, el hijo deberá desasirse, desprenderse, apartarse del “reinado del
padre” para construir mundos nuevos, no
importa si grandes o pequeños, pero sí que
sean propios.
El emperador confunde apariencia con
mentira, velo con engaño. Exige ser “llevado de la mano” por un mundo sin máscaras, ser acompañado, protegido por una
presencia que pretende consistente, sin
dobleces ni desfallecimientos, como si le
fueran entregadas las llaves que permiten
abrir todas las puertas. El drama al que se
—22—ENCUENTROS
Llegado el momento de tan profunda decepción, ¿qué hace el sujeto? En el caso del Emperador, éste no duda: haciendo uso de sus
poderes, ubica un culpable y lo castiga cruelmente. No acepta las
limitaciones humanas, culpa a alguien por ellas. No es el único en
reducir la insatisfacción estructural a estafa: así como el Emperador, a partir de la prepotencia de su poder, “exige” que el fantasma “sea real”, cotidianamente nos encontramos en la clínica con
un “pequeño emperador” que habita en el núcleo de las neurosis.
Este “modesto tirano” que nos habita, si no hace lo mismo que
el Emperador del relato… es sólo porque no tiene el poder del
mismo. Pero él también culpa a alguien de sus desgracias, generalmente al padre o a quienes lo reemplazan en la vida social.
Nada puede evitar que el hablante sea un ser aferrado a identidades insuficientes, un ser de nostalgias y de ausencias, de fallas e
incertidumbres, de radicales dependencias y oscuros sometimientos, de limitaciones e insatisfacciones. Sólo quien pervierta las
relaciones de objeto puede prometer, a todo ello, una “solución
a partir de cierta idealización, es capaz de
“fijar” un objeto como único. En cierto
sentido, el discurso capitalista pone al descubierto la insuficiencia de todo objeto,
ridiculizándolo en su pretensión de constituirse en falo consistente, en su intento
de ocultar que oculta, de negar una falta
que es su esencia misma. De algún modo
todo objeto implica un agujero, en el que
se engarza un significante que promete colmarlo. Pero el desenmascaramiento es brutal, arrasando por completo todo lo que en
cada objeto, a pesar de su insuficiencia, es
digno de ser amado. Lacan nos ha enseñado que en la detumescencia, por ejemplo
cuando el falo desfallece, queda un “trapito de la ternura”5, que puede seguir siendo
digno de amor…
definitiva”. Así lo hacen el capitalismo y su lógica, asegurando una
satisfacción mentirosa a través de una “promesa” que está implicada en el consumo.
Lo verdaderamente “novedoso” del consumo capitalista, es el “recurso” que implementa para soportar las decepciones del deseo y
del amor: “redobla la apuesta”, insiste aún más en prometer que
con el reemplazo del objeto (que ha decepcionado) por uno “nuevo y reluciente”, la satisfacción puede garantizarse… otra vez. El
capitalismo también culpa, en este caso al objeto mismo.
Vale recordar que la ciencia y la tecnología (cuyo saber es desligado de cualquier relación con la verdad) producen sin cesar
innumerables objetos de goce que saturan el mercado alocadamente. Su producción ni siquiera espera demanda alguna. Por el
contrario, se crean nuevas y artificiales demandas pretendiendo
hacer creer que los objetos son fabricados para satisfacerlas. No es
la única “inversión” a destacar, ya que se promueve la eliminación
y rápido reemplazo del objeto. En definitiva, una vez que a éste se
le ha extraído el goce que puede proporcionar (siempre menor al
esperado), se lo descarta por “insuficiente”, pero sólo para reemplazarlo por otro que vuelve a prometer, que “ahora sí” se podrá
alcanzar el goce “absoluto”.
Así no es posible “amar” ningún objeto y por lo mismo, el flujo
alocado de objetos no puede ser detenido, ya que sólo el amor
El capitalismo, en cambio, arrasa y reemplaza, cada vez más rápido y cada vez de
modo más renegatorio. El (ineludible)
tiempo de desengaño con el objeto es utilizado para generar una nueva expectativa
que sólo implica “más de lo mismo”. Los
objetos del discurso capitalista no son objetos de amor, están reducidos a proporcionar un goce. En el momento en que
fallan tal cometido, quedan listos para ser
eliminados rápidamente y reemplazados
por un nuevo objeto (nuevamente de goce,
sin amor), que se pretende más adecuado
cada vez... y así sucesivamente. La promesa perversa injerta a presión una demanda de consumir. El consumo consume al
objeto, degradado y descartado cada vez
con mayor rapidez. Pero también consume al sujeto. Solo frente al resplandor de
las pantallas y su desfile incesante, adormecido por los fulgores hipnóticos, con el
oído ocupado por ritmos automatizantes
y palabras huecas, esclavizado al poder del
espectáculo, la banalidad y las promesas de
triunfo... el sujeto se consume en un goce
triste, un “erotismo positivizado”6, sucedáneo de un idiotizante goce masturbatorio.
Así se elude el cuerpo real del partenaire.
ENCUENTROS—23—
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XX Jornadas Psicoanalíticas - Panel Central
Con ello se reniega de la castración y se
evita la angustia, al costo de no dejar lugar para la falta y el deseo7. El consumo
es el nombre que en el capitalismo toma
un mandato que empuja al goce. Consumo que “vende” la promesa de erradicar
la in-satisfacción inherente a toda satisfacción. Promesa imposible, no sólo porque
el ritmo alocado de descarte y reemplazo
de objetos culmina en un torbellino inútil,
sino porque el desarrollo mismo del capitalismo genera pobreza, miseria y exclusiones. Así el mandato hunde al sujeto en una
paradoja irresoluble: obliga a un consumo
que, por otro lado, hace imposible. En ese
sentido, como ironiza Lacan, el discurso
capitalista “es insostenible (...), se consuma tan bien que se consume”8.
El gran maestro Inodoro Pereyra resume la
estafa del capitalismo cuando en un intercambio cultural, con un “piel roja” llegado
de Arizona, conoce el “chicle”, al que define
como: “son cosas que inventan los del norte
para hacernos creer que estamos comiendo”9.
Las neurosis no son “inocentes” en la
transformación perversa, de la relación de
objeto del discurso capitalista. Éste explota
y lleva a un extremo una tendencia de las
neurosis: “no querer saber nada” de la castración. La proliferación de instrumentos,
aparatos y objetos nuevos que el saber del
capitalismo genera, sirve a las neurosis para creer en fetiches cada vez más absolutos.
Por eso gustan tanto la autoayuda y la sexología por televisión, que hacen creer que la
sexualidad se aprende, que se puede evitar
la castración en el encuentro con el cuerpo
del partenaire, al que se puede acceder como si se tratara de una simple prueba, para
la cual es fácil “prepararse” o “adiestrarse”.
Por mi parte, prefiero las clases de alguna
“maestra particular”. Las clases de sexo por
televisión, sexología para multitudes, promueven un supuesto “saber-hacer”, que al
acentuar el aspecto sugestivo y aún hipnótico del discurso10, lo degrada a ronroneo
eréctil que ensordece (porque no vehiculiza silencio alguno); a prótesis simbólica
—24—ENCUENTROS
que embriaga con la sensación de solidez y de unidad. Infatuación
que niega la duda o la incertidumbre, que cultiva la “yocracia”11 y
aplasta las determinaciones inconscientes. Que escamotea que prometer protección frente a lo real instala, en el mismo movimiento,
el fantasma de los “poderosos” a quienes “entregarse” para ser conducido. Así, los alardes del capitalismo de iconoclastia, igualdad y
libre albedrío, ocultan la instauración de dioses y de relaciones de
poder, aún más salvajes que las anteriores, de niveles de exclusión
y destrucción inimaginables. Así, el discurso capitalista construye
una cultura donde “abunda la acumulación de desechos, la idea de
desperdicio, el fragor de la soledad: el opulento vacío de una civilización que en su codicia se devora”12.
Fotografías: Brassaï
1 Lacan, Jacques (1972): El saber del psicoanalista, Clase del 6 de enero de 1972 (inédito). Allí puede leerse:
“Todo orden, todo discurso que se entronca en el capitalismo, deja de lado lo que llamaremos simplemente
las cosas del amor”.
2 Yourcenar, Marguerite (1994): Cómo se salvó Wang-Fô.
En Cuentos Orientales, pág. 26. Madrid, Alfaguara
3 Ibíd., pág. 31.
4 Ibíd., pág. 33.
5 Lacan, Jacques (1963): El Seminario, Libro X, La angustia. Ficha de circulación interna de la EFBA, Clase
del 29 de mayo de 1963.
6 Lacan, Jacques (1968): El Seminario, Libro XVI, De un
Otro al otro. Ficha de circulación interna de la EFBA,
Clase del 4 de diciembre de 1968.
7 El discurso capitalista rechaza la castración: como en él
se rompe la relación entre S1 y S2, éste ya no es “descompletado” como en el discurso del amo. El saber se
hipertrofia y desprendido del lugar de la verdad, tiende
a presentarse él mismo como verdad, a hacerse cada
vez más absoluto. Forzamiento por el que se declara
“suprimido” el imposible que se debiera vehiculizar.
8 Lacan, Jacques (1972): Conferencia en Milán. Ficha de
circulación interna de la EFBA (inédita).
9 Fontanarrosa, Roberto (2005): Inodoro Pereyra, 29.
Buenos Aires, Ediciones de la Flor.
10Lacan, Jacques (1977): El Seminario, Libro XXIV,
L’insu que sait de l’une-bevue s’aile a mourre, Clase del
19 de abril de 1977 (Inédito).
11Lacan, Jacques (1992): El Seminario, Libro XVII, El
reverso del psicoanálisis, pág. 84, Buenos Aires, Paidós.
12Sampaolesi, Mario (2007): La hora del té. En Radar,
574.
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¿Existe el trastorno de aprendizaje? Distintos paradigmas
Desde el trastorno
hacia el síntoma
Lic. Graciela Bosio
“—Triste, larga y no sin cola es mi historia —dijo el Ratón, entre suspiros, dirigiéndose a Alicia.
Existencia
Agradezco a la Lic. Leticia Gianolini, a la
Lic. Liliana Macrina y a la Comisión de
Educación la invitación a participar en esta jornada.
—Una cola ciertamente larga —dijo Alicia, contemplándola asombrada—, pero ¿por qué la llamas triste?”1
Malentendido de Alicia, malentendido que como seres
parlantes, nos atraviesa…
Sexta Jornada de Psicología Educacional en el Colegio de Psicólogos, que
lleva por título: ¿Existe el trastorno de aprendizaje? Distintos
paradigmas.
El trastorno de aprendizaje, ¿existe? Respondo: sí. El mismo hecho de nombrarlo, es un decir que le otorga existencia. Aparece en
plural, “Trastornos del aprendizaje”, en el manual DSM-IV2 solicitado como referente, para codificar diagnósticos por las obras
sociales y pre-pagas. Da título a una categoría que incluye los allí
considerados problemas, que plantean obstáculos en los aprendizajes escolares esperados, según una media establecida. Este manual se acompaña de un vademécum farmacológico, para resolver
los cuadros psicopatológicos descriptos.
Nombrada la enfermedad, aparecen los enfermos. “No hay ninguna realidad pre-discursiva. Cada realidad se funda y se define
por un discurso”3. En este sentido existirán luego los niños que porten estas nominaciones: disléxico, disgráfico, u otras
a partir de los también llamados trastornos: T.G.D. o A.D.D. La medicación es
un recurso utilizado frecuentemente, y
es abultada la cantidad de dinero que recaudan los laboratorios de especialidades
medicinales, al haber generalizado las expresiones de malestar en un trastorno médico. Se medica al niño inquieto, al que
no atiende, al que cuestiona, al que no se
relaciona, al que pega. Queda desalojada la
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Psicología Educacional
singularidad, destituido el sujeto, desaparecido el deseo. Marcas de la época.
Distintos paradigmas. La aclaración introduce la diferencia. Existen diferentes modelos, otros discursos, que dan cuenta de
lo que se nombra trastorno de aprendizaje,
la distinción posibilita pensar que hay un
no-todo. El psicoanálisis considera síntomas a las dificultades en la lectoescritura,
el cálculo, o los problemas de aprendizaje generalizados. El psicoanalista sostiene
desde su deseo un lugar de palabra para
ese niño, en el que pueda hablar, jugar,
desplegar sus producciones que generan
desconcierto, a veces también angustia en
los maestros y en los padres, y que el niño
puede sentir como un rechazo, produciendo detenciones en sus aprendizajes. Se trata de hacer hablar al síntoma, considerado
como efecto de lenguaje. Freud, en Inhibición, síntoma y angustia, sostiene que los
síntomas constituyen una forma de evitar
el encuentro con la castración del Otro,
generalmente la madre.
Lacan, en La tercera, dice: “Que el síntoma
sea, ante todo, algo que no cesa de escribirse de lo real y lograr amansarlo hasta el
punto en que el lenguaje pueda hacer con
el equívoco (…)”4.
Recuerdo a un niño al que sus padres llevaron a varios neurólogos y psicopedagogos; al no lograr solución a sus problemas
de atención en la escuela, cansados ya, lo
trajeron a consulta. El niño presentaba gran inquietud, se golpeaba con frecuencia y no realizaba las tareas escolares. También tenía
dificultades para dormir, se durmiera donde se durmiera, auto,
cama o sillón, solía despertarse aterrorizado. Un día, luego de varios encuentros, me dice: “Viste, Graciela, abajo en la vereda hay
un pajarito, no sé si está muerto o dormido”, “¡Ah! Pero no es lo
mismo, ¿cómo estaba?”, le pregunto, “Tenía los ojos abiertos, las
plumas duritas… sí, estaba muerto”, respondió con algo de tristeza. Al poco tiempo sus padres, asombrados, me contaban que
había dejado de tener despertares aterrorizados, podía dormir con
tranquilidad. Este niño, vaya a saber por qué cosas vistas u oídas,
confundía dormir con morir. ¡Cómo no iba a estar inquieto!
Dice Freud en Moisés y la religión monoteísta: “Los traumas son
vivencias en el cuerpo o bien percepciones sensoriales, las más de
las veces de lo visto y oído, vale decir vivencias o impresiones”5. La
intervención en transferencia posibilitó, que la fijación de un goce
cediera y el niño produjera un pasaje a otra posición subjetiva.
Los profesionales que atienden los llamados trastornos de aprendizaje, psicólogos y psicopedagogos, atribuyen la problemática a
causas neurológicas, retrasos madurativos o dificultades del entorno. En general los tratamientos responden a formatos universales:
reeducación, apoyo escolar, tratamientos cognitivo-conductuales
y/o medicación. No toman en cuenta lo propio del sujeto, su particularidad en la formación del síntoma. Si el niño no aprende,
algo dice con eso que le pasa.
“Un niño nace inmerso en el lenguaje, es hablado mucho antes de
su nacimiento, sujeto de un lenguaje que lo precede a través del
cual recibe formas de hablar, amar, gozar que harán a su historia y
con lo cual construirá sus propias teorías y representaciones desde
su lugar como sujeto en relación a otro”6.
Fausto
Lacan en Dos notas sobre el niño, ubica el síntoma del niño representando la verdad de la pareja de sus padres, o bien revelando la verdad del objeto del fantasma materno. “El niño realiza la
presencia de eso que Jacques Lacan designa como el objeto ‘a’ en
el fantasma. Satura de este modo sustituyéndose a ese objeto, el
modo de falta en el que se especifica el deseo (de la madre), sea
cual fuere la estructura especial de este deseo: neurótico, perverso
o psicótico”7.
A modo de ilustración: en el jardín un niño de cinco años no
realiza producciones. En la sala la maestra me dice: “Siempre está
así, mirando, como perdido”. Me acerco a la mesa, tiene las manos en el bolsillo canguro de su delantal, el cuerpo laxo y babea.
—26—ENCUENTROS
“Hola Fausto”, le digo, no me mira ni responde, “Bueno, ¿qué
tenemos aquí? ¿Un nene o un peluche?”, insisto, reacciona, me
mira enojado, “¡No!”, me dice. Me siento en una sillita en la mesa con el grupo en el que está, me cuentan que él no hace nada,
“Claro, con las manos en el bolsillo no va a poder”, les digo. Uno
de los nenes cuenta, que vio Cars y Mate es un auto que tiene
una roldana para rescatar a otros autos, le digo que puede usarla
para rescatar las manos de Fausto hundidas en el bolsillo, “¡No!”,
grita Fausto con intensidad. El compañero se entusiasma, Fausto
se opone cada vez menos, entre preocupado e intrigado, entre los
dos jugamos a rescatar las manos de Fausto, que deja de oponer
resistencia, se ríe y sigue el juego. Ubica las manos en la mesa y se
me ocurre jugar entre los tres el juego de las manos intercaladas
que van cambiando posiciones de abajo hacia arriba. Se divierte
mucho, y después de unos ensayos lo realiza con precisión. Luego
hace su primera actividad. Con dificultad puede garabatear en la
hoja y usar el pincel.
Es el menor de varios hermanos bastante mayores que él, su madre relata que duerme con ella y su marido en la cama matrimonial, y sus hermanos lo tratan como a un bebé. Es el pequeño de
la casa, a veces lo traen alzado al jardín. La sorprende que Fausto
tenga dificultades para aprender, no observó nada de eso, “Es mi
chiquito”, dice ofuscada. Fausto como mascota de la casa. Un peluche de su madre que no transmite el no del padre, dejando al
niño fusionado en ella. Fausto queda “como perdido”.
En otra oportunidad me dice: “Fausto vino hoy”, “Sí, ya veo que viniste”, respondo.
Se nombra en tercera persona. Hablar en
su propio nombre diciendo “yo”, implica
reprimir el deseo del Otro (materno) que
lo quiere como objeto, como “él”. “Tiene
un nombre que todavía no le pertenece, lo
lleva como una etiqueta”8. Para hablar en
nombre propio, hace falta la identificación
con la imagen del semejante (estadío del
espejo, narcisismo, aparición del yo), entonces podrá producir sus aprendizajes.
Es necesaria la función paterna, entendida
como función de castración, para que se
produzca alguna falta en el campo de este
Otro materno, que posibilite la aparición
del niño como sujeto deseante. Fausto tendrá que realizar el recorrido, desde la posición de objeto de goce a la de sujeto dividido, articulado al inconsciente.
Es importante el trabajo de la maestra,
dándole un lugar al escucharlo, reconociéndolo como otro, un sujeto que habla
y al que le habla. Dice Gérard Pommier
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de
de
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que a cambio de este reconocimiento el niño acepta los sentidos que el adulto da a
los sonidos de la lengua. A cambio de este
don, se interesa por lo que se espera de él.
Fotografías: Brassaï
Serie Graffiti
Los Jardines
En los jardines está ocurriendo algo que
puede llegar a afectar o ya está afectando
los aprendizajes. Actualmente observamos
en los maestros una inhibición de la ternura, por temor a alguna acusación de abuso por parte de los padres. En casi todos
los jardines, los niños que accidentalmente
se orinan, quedan mojados hasta que algún familiar se presente a cambiarlos. Una
maestra dice:
“Prefiero que me acusen de abandono de
persona y no de abuso”. Así, les queda sólo
a los familiares asistirlo, al restarse el maestro de ayudar al niño. El docente queda
atrapado en una disyuntiva sin salida para su actuar profesional, y los padres preocupados al dejar a sus niños con personas en las que no confían, al aceptar estas
condiciones. Los docentes evitan también
acariciarlos o abrazarlos, lo que les impide responder con naturalidad a expresiones afectivas de los chicos. Es una situación que no
favorece la separación, la exogamia, posibilitadoras de los aprendizajes. Se produce un importante daño en el lazo social, productor
de cultura.
Dice Freud: “Ya hemos entrevisto que una de las principales finalidades de la cultura persigue la aglutinación de los hombres en
grandes unidades; pero la familia no está dispuesta a renunciar al
individuo. Cuanto más íntimos sean los vínculos entre los miembros de la familia, tanto mayor será muchas veces su inclinación a
aislarse de los demás, tanto más difícil le resultará ingresar en las
esferas sociales más vastas”9.
El Diseño curricular para la Educación Inicial, en el apartado El
Cuidado del Propio Cuerpo y la Sexualidad, expresa: “Es necesario
aquí revisar dos aspectos. Por un lado, la preservación de la propia
intimidad, ya que es necesario que el niño sepa que “nadie puede
manipular mi cuerpo, ni tiene derecho a tocarme o invadir mi
espacio íntimo (…). En cada una de las situaciones es preciso conversar y acordar criterios con la familia de los alumnos”10.
La primera advertencia resulta un exceso. Se produce además un
desplazamiento entre manipular y tocar, manipular indica la posibilidad de abuso, que se desplaza hacia tocar que no lo indica.
¿Cómo constituiría su cuerpo un niño que no fuera tocado? Sería
semejante a un robot.
Se nace con un soma, organismo biológico. Para constituirse un
cuerpo y advenir un sujeto se hace necesario Otro maternante,
que a través del lenguaje le confirme el cuerpo. Cuerpo que pierde como soma, a consecuencia de los cuidados maternos, que lo
envuelven con sus palabras y sus caricias, al satisfacer las necesidades del niño. En esos intercambios: ver, oír, balbucear, incorporar,
expulsar, comienza un modo de relacionarse con el mundo cada
vez más complejo.
Dice Leticia Gianolini en relación al sujeto del lenguaje: “Está
enlazado a un cuerpo real, que goza, sufre, que tiene angustias.
Ese cuerpo nace y muere una vez. Está también enlazado a una
imagen de ese cuerpo en el que se refleja, se representa. El sujeto
está también anudado a un cuerpo simbólico, metáfora de su ser,
que puede nacer y morir más de una vez. Nuestros goces están
—28—ENCUENTROS
regulados por el nombre del padre”11. Simbólico, real e imaginario, enlazados fabrican el sujeto del deseo, en la relación al Otro
que se expresa en la demanda y se localiza en el discurso. “Desde
esta perspectiva el sujeto del deseo está situado por un discurso, es
el producto de un lazo social”12.
¿Cómo constituiría su cuerpo un niño que no fuera tocado? ¿Cómo aprendería un niño que no puede ser dejado en manos de
otros Otros?
Los medios tratan de manera inadecuada la información, preocupan, atemorizan, escandalizan, fascinan, paralizan. No generan espacios de reflexión que acompañen las impactantes noticias sobre
algún supuesto abuso en una institución. Tiempos de alienación
globalizada, consumista y mediática, en los que rescatar el deseo será
la manera de sustraerse, recuperando los lazos sociales para generar
nuevas propuestas productoras de cultura, soportando el malestar.
1 Carroll, Lewis, (2010). Alicia en el país de las maravillas, (Pág.45). Buenos Aires: Ediciones Debolsillo.
2 DSM-IV Breviario-Criterios diagnósticos. (1995). Buenos Aires: Editorial Masson.
3 Braunstein, Néstor, (2005), Cita de Lacan (1973) Encore, Lingüistería. En El lenguaje y el inconsciente freudiano (Pág. 218). Buenos Aires: Ediciones Siglo XXI.
2005.
4 Lacan, Jaques, (1988). Intervenciones y textos 2, La tercera, (Pág.96). Buenos Aires: Ediciones Manantial.
5 Freud, Sigmund, (1937-1939). En Obras Completas,
Moisés y la religión monoteísta.
6 Gianolini, Leticia, (2010). La educación: ¿práctica imposible? Encuentros 31, 11.
7 Lacan, Jaques, (1988). Intervenciones y textos 2, Dos
notas sobre el niño, (Pág. 55). Buenos Aires: Ediciones
Manantial.
8 Pommier, Gérard, (2010). Cómo las neurociencias
demuestran el psicoanálisis, (Pág.36). Buenos Aires:
Letra Viva.
9 Freud, Sigmund (1937-1939). En Obras Completas,
El malestar en la cultura y otros ensayos.
10 Diseño Curricular para la Educación Inicial (2008),
(Pág.55). Buenos Aires.
11 Gianolini, Leticia, (2010). La educación: ¿práctica
imposible?, Encuentros 31. Buenos Aires, Colegio de
Psicólogos Distrito XV.
12Ibídem.
— Carroll, Lewis (2010): Alicia en el país de las maravillas,
Buenos Aires, Ediciones Debolsillo.
— DSM-IV Breviario-Criterios diagnósticos (1995), Buenos Aires, Editorial Masson.
— Braunstein, Néstor (2005): El lenguaje y el inconsciente
freudiano, Buenos Aires, Ediciones Siglo XXI.
— Freud, S: El malestar en la cultura y otros ensayos, Obras
Completas.
—Freud, S: Moisés y la religión monoteísta, Obras
Completas.
—Freud, S: Tres ensayos para una teoría sexual, Obras
Completas.
—Freud, S: Inhibición, síntoma y angustia, Obras
Completas.
— Freud, S: Introducción al narcisismo, Obras completas.
— Lacan, J. (1991): El estadio del espejo como formador de
la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica, En Escritos 1, Buenos Aires, Ediciones Siglo XXI.
— Lacan, J. (1988): Dos notas sobre el niño, en Intervenciones y Textos 2, Buenos Aires, Ediciones Manantial.
— Lacan, J. (1988): La tercera, en Intervenciones y Textos 2,
Buenos Aires, Ediciones Manantial.
— Diseño Curricular para la Educación Inicial (2008),
Buenos Aires.
—Gianolini, Leticia: La educación: ¿práctica imposible?
Encuentros 31. Buenos Aires, Colegio de Psicólogos
Distrito XV.
—Pommier, Gérard (2010): Cómo las neurociencias demuestran el psicoanálisis, Buenos Aires, Letra Viva.
—Najles, Ana Ruth (2008): Problemas de aprendizaje y
psicoanálisis, Buenos Aires, Grama Ediciones.
ENCUENTROS—29—
Jornadas
VI J o r n a d a s
de
de
N u e s t r o D i s t r i to
Psicología Educacional
¿Existe el trastorno de aprendizaje? Distintos paradigmas
El trastorno de aprendizaje
no existe
Lic. Stella Maris Rodríguez
A
l leer el título de las jornadas casi
inmediatamente evocó en mí las
frases del maestro Jacques Lacan:
“La mujer no existe”, “No hay relación sexual”, como así también, el título de un
libro de una seguidora de su pensamiento,
quien hace un aporte muy interesante a la
educación, Anny Cordié: Los retrasados no
existen. En este sentido me atreví a decir,
que “No existen los trastornos de aprendizajes”, lo que sí nos encontramos a diario
aquellos trabajadores de la tiza y el papel
son con diferentes problemas, dificultades, con el aprender que corresponden a
diversas causas, ya sea sociales, genéticas,
psicológicas, políticas, pero que de ninguna manera pueden quedar reducidas a una
sigla, a un conjunto numérico que arroja al
sujeto a la anomia.
—30—ENCUENTROS
Para un analista que trabaja en escuelas
no es lo mismo hablar de trastorno que de
problemas o dificultades. El trastorno está
asociado a un déficit, tipificación del sujeto, que queda reducido a “eso”, borrando de un plumazo su malestar subjetivo.
DSM mediante, clasifica con su código totalizante el pathos del sujeto: ¿cómo mutar
el trastorno a una situación subjetiva, para
evitar que el sujeto sea el trastorno? y ¿cómo transmitir esto a los sujetos docentes
que están en permanente interacción con
los niños y adolescentes?
De mi experiencia en la escuela especial de
Retardo Mental y TES (Trastorno Emocional Severo) —como verán es un significante que insiste y está instalado en nuestra
cultura—, en el recorrido de las diferentes
escuelas comunes y privadas de los distintos niveles, cada día me encuentro con una
demanda mayor de proyectos de integración por dificultades en el aprendizaje y/o
problemáticas de conducta. La escuela a la
que pertenezco es pionera en Integración,
hace más de 25 años que intenta brindar
a los alumnos oportunidades para poder
transitar su escolaridad de la mejor manera
posible, a través de la implementación de
trayectorias escolares integrales que garanticen el Derecho a la Educación.
En los últimos años ha habido una reforma importante, con respecto a la mirada
de la Educación y específicamente a la
Discapacidad. Existe un pasaje de un paradigma, que centraba las dificultades de los
alumnos solamente en lo individual, según
el Modelo Médico (donde la discapacidad
era un problema de la persona producto de
su enfermedad), al modelo social, donde se
tiene en cuenta el contexto, evaluando las
necesidades y potencialidades del sujeto.
El Modelo Social está sostenido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y
por principios de Derechos Humanos. La
Discapacidad no es un atributo de la persona sino un conjunto de condiciones en
permanente interrelación entre el sujeto y
su medio. Sin embargo, todavía puede observarse la vigencia del antiguo paradigma
en los dichos de los docentes: “Este chico
es muy bajito… qué le vas a enseñar”, “¿Qué van hacer con fulanito? No es para acá”, “La mamá es egresada de la quinientos,
no podes esperar mucho de…”, “Este chico no es para acá, tiene
que estar en el lugar para él, algún instituto”, “No te esfuerces demasiado, total va a terminar siendo cajero en un supermercado”,
“Son pobres, no tienen nada… pobrecitos”, “¡Chicas! ésta es una
escuela especial, acá los chicos no son inteligentes, nacieron así”,
“¿Estos chicos TES van después a algún centro, porque acá para
qué tenerlos, de qué le sirve?”, “¿Qué hacemos con esta nena el
año que viene? Ella es muy dependiente y necesita una atención
personalizada, que acá no se la estamos brindando”.
Éstas son algunas representaciones de los docentes de hoy, que dan
cuenta del racismo biológico, tal como lo nombra Pierre Bourdieu,
aquel discurso que plantea que los mejores son los que triunfan
y los inferiores fracasan, ¡cualquier similitud con Darwin es pura
coincidencia! Lamentablemente existe una tendencia muy fuerte a
nombrar a nuestros niños y adolescentes con siglas que toman el
lugar del nombre propio. El concepto de “trastorno” es solidario de
estos dichos, donde el sujeto humano es arrojado al lugar del “trastornado”. Me parece crucial para entender los problemas de aprendizajes, la lectura que se hace de ellos, el cristal con que se los mira,
con su consecuente accionar que será determinante para el futuro
escolar de ese alumno. El trastorno de aprendizaje existe para aquel
docente que no puede ir más allá de ese rótulo, que en tanto tal,
mata la posibilidad de hacer una apuesta subjetiva que permita rescatar al sujeto de la posición de objeto. Las clasificaciones muchas
veces calman la angustia de los adultos, produciendo sólo un efecto
placebo. El sujeto y su causa están por otro lado. Es por esto que me
interesa que podamos trabajar hoy la cuestión del posicionamiento docente, crucial para encarar nuestras prácticas educativas desde
una mirada humanizante. Para lo cual, voy a valerme de un corto de
Eduardo Verástegui titulado: El circo de las mariposas.
[Proyección del corto]
Me gusta pensar el enseñar como la posibilidad de “donar” algo,
nuestra falta, un vacío. El corto ejemplifica brillantemente cuando alguien puede “donar su falta”. Méndez es quien, a partir de su apuesta
en Well, de suponerlo sujeto, desarrolla una destreza en esa zona de
desarrollo próximo que podemos apreciar en la escena del río.
La escuela es una institución político-social, donde los niños se
apropian de la cultura. La escuela tiene una función educativa pero también una función social y política que no podemos olvidar. Es importante recuperar la función educativa de la escuela.
La construcción de los conocimientos tiene que poder efectuarse
en un vínculo con el docente, con otro capaz de motorizar las ganas por el aprender (transferencia). Es en esa construcción donde
además de conocimientos se produce la transmisión de afectos,
ideologías, paradigmas, volver a investir libidinalmente nuestra tarea como docentes, da la chance de propiciar cambios en nuestra
práctica diaria. Cabe recordar, que la “tarea” organiza y permite
ENCUENTROS—31—
Jornadas
VI J o r n a d a s
de
de
N u e s t r o D i s t r i to
Psicología Educacional
la sublimación de las pulsiones agresivas. Cuando no hay tarea ni
líder aparece “lo peor” del ser humano, tal como lo expresó Sigmund Freud. Me parece que es importante recordar que la escuela
surge como un mecanismo de control social, para colonizar y evangelizar, esto está en sus orígenes y la atraviesa, produciendo efectos
en la cotidianidad de nuestras prácticas educativas. Tal como la llama Julia Varela y Uría: “la maquinaria escolar”, que a partir de una
serie de dispositivos producirán educandos. Cabe una reflexión
crítica sobre estas cuestiones cruciales a la hora de pensar en qué
escuela estamos trabajando y qué concepción pedagógica tenemos.
Podemos realizar un paralelo entre los dos circos que observamos
en el corto y la escuela. En un circo se hace de la desventaja un
“objeto de mostración”, en el otro circo se hace de la falta una
destreza. Como educadores podemos servirnos del ejemplo para
poder, siempre, apostar al sujeto y ayudarlo a construir un andamiaje provisorio para la elaboración de sus faltas. No es lo mismo
mirar a nuestros alumnos como “objetos de cuidado”, que como “sujetos de derecho”. Todos estamos atravesados por la falta,
dependerá de cada cual lo que hará con la asunción o no de la
misma. El sujeto humano se constituye en función de otro que le
dona una demanda, significaciones, lo peor que le puede pasar al
sujeto humano es que no le falte nada.
En los espacios escolares se construye subjetividad. La figura del
docente es crucial, no es lo mismo un docente que se presenta
como Otro barrado, capaz de donar su falta, generándoles a sus
alumnos “deseos de aprender”, que aquel que se presenta como
Otro Absoluto. No produce el mismo efecto quien responde a la
demanda del Otro unívocamente que equívocamente. La equivocidad del significante, el campo metafórico, metonímico, simbólico, inaugura otros mundos posibles.
El deseo es el deseo del Otro, entonces para poder generar deseo
de aprender es necesario que para el docente le resulte interesante
enseñar. Si esto es así, seguramente que se producirán aprendizajes
significativos, donde los alumnos podrán apropiarse del currículum, previa inscripción del alumno en la escuela.
Y a propósito de inscripciones, quisiera comentar una situación
escolar con un niño en la escuela especial. Un niño de 9 años
de edad necesitaba con frecuencia armar toda una secuencia de
entradas y salidas del aula antes de permanecer en la misma; también ocurría esto los días lunes, que no quería entrar a la escuela. En esas situaciones, el equipo técnico interviene de diferentes
maneras: invitarlo a hablar sobre lo que le pasa, acompañándolo
en silencio porque no quería hablar, realizando alguna actividad
lúdico-pedagógica, acompañándolo a desayunar, etc. Estas intervenciones operaban casi mágicamente en el restablecimiento de
la escena escolar, la magia del significante podía ofrecerle al niño otro lugar que lo convocara como sujeto, rescatándolo de la
—32—ENCUENTROS
posición de objeto rechazado. Un día nos
damos cuenta que en la puerta de su aula
“faltaba su Nombre”. Comenzó todo un
trabajo sobre el nombre que trajo aparejada toda una serie de cuestiones que en
este momento no voy a desarrollar, pero
sí que a partir de poner en palabras toda
esta situación, se produce un cambio no
solamente en el niño, sino también en la
posición subjetiva de la maestra.
El ABC del buen
maestro de hoy
• Un sujeto capaz de articular: deseo, saber y pasión. Deseos de enseñar. Pasión
por lo que hace (una de las pasiones humanas del ser es el Amor). Manejar hábilmente los contenidos académicos de
su materia. Destrezas en el manejo del
diseño curricular.
• Un profesional crítico: de su propia
práctica, de los documentos curriculares y de su saber específico.
• Un profesional creativo: generar situaciones donde pueda inventar/inventarse
y contagiar a sus alumnos la chispa y el
calorcito del “deseo de aprender”. Ser
lo suficientemente hábil para intervenir
creativamente en la implementación de
estrategias significativas y pertinentes,
en función de la realidad socio-histórica
del alumno.
• Un profesional que mire a su alumno como un sujeto de derecho. El sujeto que
aprende es un sujeto de derecho. No
puede desconocer el Derecho a la Educación de las personas con discapacidad. El
docente debería poder detenerse a pensar cómo se instala el sujeto en el centro
de la escena escolar, habilitar su palabra
para poder escuchar sus necesidades,
•
•
•
•
•
•
motivaciones e intereses, que le permitan armar una trayectoria escolar integral
(entendiéndose por trayectoria escolar a
los diferentes modos, formas, estilos de
atravesar la experiencia educativa).
Un profesional conocedor del marco
teórico, al que adhiere y por el cual guía
su práctica. Resulta crucial que el docente pueda contar, con los contenidos
académicos en el momento que se le solicite, con plasticidad, destreza y fluidez.
Un profesional capaz de revisar su práctica a la luz de una reflexión crítica, que
le permita reconocer sus errores, conjugando teoría y práctica al servicio de propuestas de enseñanza superadoras. Es importante que pueda reflexionar sobre las
diferentes formas de acceder a la Cultura
y la diversidad de Culturas, ya que suponer la propia Cultura como única genera
arbitrariedad cultural y por lo tanto, violencia simbólica (Pierre Bordeau).
Un profesional que tenga una capacitación continua y permanente, para el
enriquecimiento de su tarea diaria. En
los tiempos que corren resulta crucial
la capacitación y actualización, debido
al crecimiento vertiginoso de la ciencia
y la tecnología. El docente no puede
quedar al margen de la realidad social
y cultural en la que está inmerso. Es el
Estado el que debería garantizar condiciones dignas para una capacitación
permanente y de calidad.
Un profesional que pueda ser capaz
de aplicar la didáctica contextualizada, considerando el saber social, político, cultural, pedagógico, histórico y
psicológico.
Un profesional que pueda participar y
respetar los acuerdos institucionales con
responsabilidad y compromiso ético
(cada cual puede pensar diferente, pero
debemos contar con una universalidad
de las definiciones, para que todos entendamos lo mismo cuando hablamos
de aprendizaje, conocimiento, escuela,
sujeto pedagógico, etc.).
Un agente activo, que crea las condiciones necesarias para generar aprendizajes
significativos. Aprender es apropiarse de algo que tiene que ver
con el afuera. Es el maestro el que genera estrategias de apropiación de los objetos culturales. Somos los docentes los encargados de transmitir la Cultura. La escuela es la encargada de
dicha transmisión.
A modo de conclusión
Retomando la pregunta inicial acerca de la existencia del trastorno
de aprendizaje, les propongo volver a re-pensar qué se entiende
por trastorno, para que podamos ponernos a debatir en las escuelas sobre el mismo, en el marco de la Escuela Inclusiva. Mantengamos viva la pregunta.
Para finalizar, se me ocurre pensar al buen maestro como al alfarero, tal como lo describe Eduardo Galeano en Amares:
”A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos,
se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del
adiós: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así
manda la tradición entre los indios del noroeste de América: el
artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia”.
“Y el alfarero joven no guarda esa ‘vasija perfecta’ para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo en mil pedacitos, recoge los pedacitos y los incorpora a su arcilla”.
Los invito hacer de “los pedacitos” —que hoy se lleven a lo largo
del transcurso de estas jornadas—, “su propia arcilla”.
Fotografía: Sebastián Luraghi
— Bourdieu, Pierre (1979): La reproducción.
—Clear. El oficio de enseñar.
— Cordié, Anny (2003): Los retrasados no existen, Nueva
Visión.
—Dirección Nacional de Cultura y Educación: Marco
General de la Política Curricular, Buenos Aires.
—Galeano, Eduardo (2008): Amares, Buenos Aires,
Alianza Editorial.
— Kaplan, Carina (2011): Desigualdad, fracaso, exclusión:
¿cuestiones de genes o de oportunidades?, (Cap. 6), Buenos Aires.
— Morín, Edgar: Los siete saberes necesarios a la educación
del futuro.
— Pérez de Lara, Nuria (2009): La capacidad de ser sujeto,
Buenos Aires, Editorial Laertes.
—Verástegui, Eduardo (2009): El circo de las mariposas,
(Corto).
ENCUENTROS—33—
Jornadas
de
VI E ncuentro
de
N u e s t r o D i s t r i to
P sicoanálisis
con
N iños
La Infancia Hoy: Lecturas e Intervenciones
Medicalización
(mal uso de los medicamentos)
Emergente de un sistema socio-económico que lo permite,
retroalimenta y ayuda a su continuidad
Dr. León Benasayag, Médico Neurólogo
Observación
Introducción
Es importante destacar el concepto de
que los cuadros médicos aquí presentados
constituyen casos corrientes y paradigmáticos de la práctica corriente, son sólo
ejemplos de la multitud de pacientes que
tiene situaciones similares no difundidas.
Nos vamos a ocupar de un aspecto parcial dentro del ámbito de
la salud que se denomina “Medicalización”, que se aplica al uso
indebido de un medicamento para tratar una afección, en ocasiones, inexistente. Puede considerarse como un emergente de un
sistema socio-económico que lo permite, retroalimenta y ayuda a
su continuidad.
Explicar el uso abusivo e inadecuado de los medicamentos sólo
por razones económicas de los laboratorios constituye una verdad
parcial e insuficiente, como mostraremos a continuación. Existen
en la conducta humana, razones lógicas (económicas, entre otras)
y conductas inexplicables, a partir de mecanismos instintivos y
primitivos. Un aspecto fundamental del cuidado de la salud lo
constituyen los medicamentos que han surgido por la suma de
múltiples factores, que hacen al desarrollo científico y tecnológico
de nuestra civilización.
Destaquemos desde ya que el logro de una mayor longevidad unido a la mejor nutrición en algunas áreas del planeta, junto con
otra serie de elementos como las vacunas, etc., han sido en parte
resultado de la laboriosa tarea desarrollada por los laboratorios
—34—ENCUENTROS
medicinales. Sin embargo, todo progreso tiene su lado oscuro y
en esta época, que es la época de la venta, la compra y de los beneficios, los medicamentos pasaron a ser una mercancía que se rige
por las mismas normas que se aplican a cualquier producto que
sale al mercado. Esto dio lugar a la organización y normatización
de la puesta en práctica de un medicamento.
El circuito inicial comienza en el laboratorio de investigación de
alguna de las grandes compañías cuando se da el logro de un nuevo producto. Deben cumplirse numerosas etapas de investigación
antes de aplicarlo en los seres humanos. Destaquemos tres elementos fundamentales:
1. El laboratorio privado que descubre un medicamento es el que
hace las investigaciones sobre su validez y aplicabilidad.
2. Dicho laboratorio lo utiliza cuando tiene la autorización de la
FDA (Food & Drug Administration) correspondiente, en un número limitado de pacientes, durante un período de tiempo también limitado.
3. La FDA no realiza investigaciones sobre la validez de los resultados recibidos, y se maneja con la información que dio el laboratorio que propone su incorporación al mercado. Lo llamativo es
que en algunos casos*, los laboratorios no entregan a las autoridades de la FDA la totalidad de la información recogida, y los resultados sesgados son los que sirven de base para su aprobación. Esto
está documentado en un trabajo publicado en el New England
Journal of Medicine de enero 17 del 2008, titulado: *“Selective
Publications of Antidepressant trials and its influence on apparent
efficacy” (Erik. H. Turner y col.).
Consecuencias claras surgen de este manejo inadecuado. Entre
ellos el más destacado es que varios de los efectos secundarios que
pueden aparecer no estarían presentes en el prospecto. En otros
casos los efectos adversos recién aparecen con su aplicación masiva
y al cabo de un tiempo de utilización.
Multas a las farmacéuticas
acuerdos por pleitos de padres, dado que
el antidepresivo Paxil causó defectos de
nacimiento en sus hijos. Las farmacéuticas
relacionadas con esta mecánica de pago de
multas son varias, entre ellas Janssen y Johnson & Johnson por Risperdal, AstraZeneca por antipsicóticos Seroquel, Novartis
por fármacos para epilepsia, Abbott por
fraude pagando u$s 1.600 millones; en
mayo 2012 Abbott se declara culpable de
falsa rotulación, al promocionar Dekapote® (ácido valproico) para usos no autorizados como esquizofrenia, agresividad en
demencia y otros trastornos psiquiátricos
(El País de España), Allergan, Forest, Elan,
entre otras.
La Argentina no está exenta de las multas
a farmacéuticas: el 15 de abril de 2012 se
multa a GlaxoSmithKline con $ 400.000,
y a dos médicos se les impuso el pago de
$300.000 cada uno, por resolución (apelada) que habilitaba a la ANMAT a supervisar los ensayos clínicos con niños de
Santiago del Estero, Mendoza y San Juan.
Querían incluir 17.000 mil niños, pero
quedaron en 13.981 por suspensión de
estudios. La investigación tenía como objetivo estudiar la vacuna contra el neumococo. Murieron14 bebés que participaron
del protocolo (no se pudo comprobar relación de los decesos y los procedimientos).
El juez Marcelo Aguinsky multó a GlaxoSmithKline con $ 1 millón y a dos médicos por irregularidades en ensayos clínicos
realizados en la provincia de Mendoza:
Uno de los intentos de controlar los aspectos negativos del biopoder, se traduce en multas que la justicia aplica a la industria
farmacéutica, sin que tenga esto una modificación del curso que
siguen las mismas. Dentro de las prácticas comerciales, las compañías contabilizan las multas sin demasiadas complicaciones, ya
que significan un monto limitado en relación a las ganancias que
obtienen. Por ello, las farmacéuticas firmaron acuerdos, por marketing no autorizado, y pagos por fraude, por fijación de precios.
Destinaron u$s 4.500 millones a resolver pleitos en 9 farmacéuticas. Por otro lado, la farmacéutica GlaxoSmithKline pagó más
de u$s 2.000 millones, por Avandia y por investigaciones sobre
elaboración por debajo de los estándares, además de pagar por
ENCUENTROS—35—
Jornadas
de
VI E ncuentro
de
N u e s t r o D i s t r i to
P sicoanálisis
“Incumplieron requisitos legales básicos
para llevar adelante en 2007/08 pruebas
en niños, para desarrollar una vacuna para prevenir la neumonía adquirida y otitis
media aguda, provocadas por neumococo”. El ensayo “Compas” afronta 7 años de
denuncias en el país, por utilizar métodos
de captación en familias vulnerables. Córdoba: 2004, denunciaron pagos a profesionales de centros de salud; u$s 380 a 400
por cada niño incorporado.
Presentación de casos
clínicos
A continuación mostramos nuestra experiencia personal destacando que una multitud de pacientes consultan por cuadros que
son rotulados como enfermedades y llegan
peligrosamente medicados. A manera de
ejemplo, mostramos unos pocos pacientes
en razón de la limitación del espacio.
1 - “Epidemia actual” de Pseudo TGD
(Trastorno Generalizado del Desarrollo/Autismo). Paciente: Santiago (H.C.
13224)
A los 2 años de edad, el jardín al que asiste recomienda realizar una consulta con
fonoaudiología, ya que carece de lenguaje (quedando demostrado posteriormente
el diagnóstico de disfasia, que revierte sin
dejar secuelas). A los 3 años, la Fonoaudióloga recomienda una interconsulta con
neurología, quienes indican una gran cantidad de estudios, audiometría y otoemisiones acústicas, EEG, RM, evaluación del
jardín, Fonoaudiológica, potenciales evocados, Psicopedagógica y Neuropsicológica, en los cuales el resultado es Normal. El
test de ADOS-G concluye que “no cumple
los criterios para diagnóstico de TGD”, sin
embargo, el neurólogo diagnostica “¡futuro
TGD!”, e indica tratamiento “preventivo”
interdisciplinario con tratamiento psicopedagógico, psicológico y fonoaudiológico
(dos veces por semana cada uno). Por otro
—36—ENCUENTROS
con
N iños
lado, se solicita certificado de discapacidad, el cual es emitido en
el Hospital Público, pero con la peculiaridad de que el médico que
lo emite, no revisa al niño. Aquí queda demostrado cómo la red de
mala praxis afecta a distintos profesionales y distintos estamentos
públicos y privados. Evidenciando el beneficio económico para los
actores, que se manejan con total impunidad y con ausencia de criterios diagnósticos válidos, ya que no sólo los estudios solicitados
carecen de fundamento sino que sus resultados son “Normales”. El
abuso de diagnóstico de TGD daña la salud y la economía, por los
gastos que ocasiona y los trastornos que provoca en los pacientes y
familiares. Posteriormente a los 4 años, Santiago llega a la consulta
de quien escribe (Dr. León Benasayag), donde se le realiza una primera evaluación, destacando que se trata de un niño normal, por
lo que se suspenden los tratamientos innecesarios, y se devuelve el
certificado de discapacidad.
2 - Síndrome convulsivo: Thomas (H.C. 13112)
En el año 2012, Thomas de 13 años, consulta con quien escribe por haber presentado dos episodios convulsivos. Un dato en
los antecedentes de Thomas es la separación de sus padres en el
año 2000 (mantiene buena relación con ambos). Su conducta en
la escuela muestra una actitud rebelde, hiperkinesia, desatención;
comportamiento que lo lleva a repetir tercer grado y es diagnosticado como ADDH. Por lo que se le indica medicación (Ritalina®),
pero el padre se opone a la misma y decide ocuparse de su hijo. La
primera convulsión se desarrolla en el marco de un cumpleaños,
en el mes de abril de 2010. Thomas se mantiene despierto hasta
las 5am, al despertarse al día siguiente presenta la convulsión, la
cual lleva a la consulta médica. Thomas queda internado, y se le
realiza una tomografía y electro encefalograma, ambos normales.
A pesar de ello, se lo medica con Valcote® (ácido valproico), por
múltiples técnicas de reeducación. Por todo
lo anterior descripto, Ignacio se presenta a la
consulta con quien escribe, con la siguiente medicación: *Luminaletas (fenobarbital) desde los 6 meses (3comp/día), *Valcote 125mg (1-2 capsulas/día) desde los 2
años y medio,*Rivotril (30 gotas/día) desde el 2008, *Strattera (atomoxetina 18mg,
1comp/día) desde el 2010. Quien escribe
evalúa el cuadro de Ignacio y comienza a retirar la totalidad de la medicación, e indica
Karidium (clobazan) temporalmente.
ser diagnosticado como Epilepsia. La segunda convulsión se presenta en junio del 2011, en un marco similar a la primera, ya que
ocurre luego de haber estado jugando por varias horas, hasta las 6
de la mañana con la Play Station. Aparecen problemas de conducta severos y progresivos. En febrero de 2012, tras la consulta con
quien escribe, quien le realiza un electroencefalograma y examen
neurológico detenido, observa que gran parte del comportamiento
de Thomas se debe al Valcote®, que le produce irritación, exacerbación en la mala conducta, entre otros. Se remplaza por Karidium
(clobazan) de manera transitoria, y se le indica psicoterapia y una
actividad como teatro. Actualmente Thomas progresa bien, lleva
un año sin repetir crisis convulsivas y se encuentra cursando segundo año del secundario, sin problemas de conducta ni aprendizaje.
En este caso clínico, se desestimaron los disparadores emocionales
de las crisis convulsivas y se la trata como una “Epilepsia”, cuando
en rigor de verdad, sólo presentó dos episodios convulsivos secundarios a los estímulos activadores. Le indicaron Valcote®, medicación innecesaria que puede producir efectos secundarios sobre la
personalidad y eventualmente sobre otros órganos como el hígado,
que puede desencadenar una falla hepática fulminante.
3 - Caso de Mala Praxis: Ignacio (H.C. 13359)
A los 9 años realiza la primera consulta con quien escribe, por
déficit intelectual severo, pobre contacto con la realidad desde los
3 años, “visión bulto”, marcha paraparética y falta de control de
esfínteres. Ignacio presenta como antecedentes “Toxoplasmosis
Congénita”, la cual ha afectado su visión dando una Maculopatía.
En la Resonancia Magnética se observan calcificaciones y lesiones
hipodensas, ventriculomegalia e hidrocefalia. Como antecedentes ha
presentado meningitis a los 2 años y 6 meses. El médico que lo trataba le realiza un EEG con patrón convulsivo, pero sin crisis clínicas,
sin embargo, se lo medica con Valcote® y además se implementan
Comentarios: Primero se medicó con anticonvulsivantes sin haber presentado crisis
clínica, lo cual médicamente es incorrecto,
pues un EEG no es el paciente. Segundo,
se le indica exagerada rehabilitación, en un
paciente imposibilitado de lograr progresos, dado su cuadro neurológico severo.
4 - Cómo transformar un síntoma en
una enfermedad: Juan (H.C. 12538)
Actualmente Juan tiene 3 años. A los 2
años y 6 meses, presenta una “Única Convulsión Febril”, que coincide con el nacimiento de un hermano. El médico que lo
trataba lo medica con ácido Valproico en
forma constante, ya que es diagnosticado
como “Epilepsia”, a pesar de haber presentado un episodio único y febril, un EEG
normal y una RM normal (innecesaria).
Al cambiar de obra social lo atienden tres
médicos, sucesivamente, que avalan la medicación en forma permanente. Al llegar
a la consulta (2012) quien escribe realiza
una evaluación neurológica, encontrando
que Juan es un niño sano y que su diagnóstico es de convulsión febril simple. Por
ello se retira el ácido Valproico y se indica,
antitérmicos + diazepam al comenzar un
cuadro febril. En el caso de Juan, al igual
que el caso previo, se transforma un síntoma en una enfermedad sin ninguna base científica para este criterio, ya que para
diagnosticar epilepsia es necesario que las
crisis sean: afebriles, crónicas, de etiología
desconocida, con EEG convulsivo y frecuentemente con antecedentes familiares.
ENCUENTROS—37—
Jornadas
de
VI E ncuentro
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N u e s t r o D i s t r i to
P sicoanálisis
con
N iños
5 - Pseudo ADDH y TGD: Benjamín
(H.C. 13179)
Diagnóstico final: problemas de conducta secundarios a conflicto
familiar y menor agudeza visual.
Benjamín ha presentado problemas de
conducta, agresividad con su madre, hiperkinesia y dispersión. Concurre a un
jardín doble turno. Sus padres presentan
dificultades como pareja y se resuelve la
separación. Actualmente el padre va a tener otro hijo. Según la Fonoaudióloga del
jardín (sala de 3 años), Benjamín tendría
TGD e indica consultar con Neurología,
quienes lo diagnostican como ADDH e
indican Ritalina® 5mg/día, la cual le produce: insomnio, irritabilidad y pérdida de
apetito. Por ello el médico tratante cambia la medicación a Ritalina LP (liberación
prolongada), la cual agrava los síntomas.
Finalmente lo retira e indica atomoxetina,
que termina produciéndole nuevos y más
severos efectos secundarios. En el mes de
marzo de 2012 Benjamín tiene 5 años y 6
meses, y realizan la primera consulta con
quien escribe, que observa menor agudeza visual, por lo cual se propone realizar
una interconsulta con oftalmólogo, quien
le indica anteojos. Por otro lado, se retira
la atomoxetina y se solicita la colaboración
al colegio, para que lo sienten en el primer
banco hasta que se adecúe al uso de los anteojos. Benjamín progresa favorablemente.
Comentarios: la preparación recibida por una fonoaudióloga no
está destinada a la realización de diagnósticos de autismo. Hoy en
día el uso de las grillas, de los manuales de estadísticas y diagnóstico (DSM IV y V), generan una pseudo capacidad de diagnóstico
en base a datos simples, que ignoran la realidad de la complejidad
emocional, reemplazando el conocimiento psicológico profundo
por el tildado de ítems de la Asociación Americana de Psiquiatría.
Por otro lado, un neurólogo que NO revisa al niño, ni ve su juego
ni su comunicación, diagnostica ADD con el mismo criterio de
usar el manual en reemplazo del conocimiento.
6 - Pseudo ADDH: Valentín, 8 años (HC 13463)
Es traído a la consulta por su “Abuela”, “Por presentar problemas
de conducta y aprendizaje”. El informe escolar dice: Asiste a 2º
grado y tiene dificultades para aceptar normas, y produce o genera conflictos permanentemente. La atención de Valentín es corta
en períodos de clase. Participa en las actividades orales en forma
pertinente, con conocimiento de los temas tratados. Pero se dispersa, no escribe, no respeta consignas. Desordenado con sus útiles, recibe frecuentes llamados de atención que no modifican su
conducta. “No presenta problemas cognitivos para comprender
las consignas”, pero generalmente le cuesta ejecutarlas. Cuando
juega con sus pares, le cuesta esperar su turno, pelea y pega. Se
involucra en conflictos, llora y se lo nota angustiado, es un niño
que demanda para sí mucha atención. Por otro lado, se muestra afectuoso y le gusta colaborar, pero a menudo está desatento
y desconcentrado. Valentín se muestra muy sensible ante ciertos
conflictos o problemas con sus compañeros, llora con intensidad
y frecuencia inusuales a esta edad. Copia del pizarrón con dificultades. No cuida los materiales.
La maestra de 2º grado solicita orientación.
Su madre desde hace muchos años está internada por un cuadro
psiquiátrico, Valentín convivió con ella los primeros años, y observó y sufrió su grave cuadro psiquiátrico. El padre está ausente y
desde los 4 años lo cría la abuela. No ve a sus padres.
Comentarios: ¿Esto es una enfermedad del niño o de una sociedad incapaz de dar contención a un problema social? El niño necesita una maestra que lo comprenda, contenga y explique a sus
compañeros, pues lo que padece es una carencia afectiva. No es un
enfermo, es un niño maltratado.
Quien escribe le indica un antihistamínico, que actúa como
un suave sedante (difenilhidramina, Benadryl®), por otro lado,
—38—ENCUENTROS
practicar taekwondo para desarrollar la concentración, control,
autoconfianza y continencia. Además se envía una nota a la escuela, detallando que Valentín no es un niño malo, ni es ADDH
(porque no existe). Valentín reacciona como consecuencia al maltrato sufrido. Se pidió que lo integre a un grupo de música como
divertimento (musicoterapia).
7 - Pseudo ADDH en adultos: Ariel, 28 años (H.C. 13447)
Ariel es derivado a mi consulta por falta de memoria y dispersión,
con el diagnóstico de ADDH en adultos. Es corredor profesional
de automóviles. Desde pequeño le resultaron trabajosas las matemáticas y la concentración en tareas por un tiempo prolongado,
sin embargo esto varió a lo largo de la vida en función de los temas
que le interesan, donde no tiene problema de atención. Nunca
repitió grados, si bien su dispersión fue constante.
Es karateca y cinturón negro de taekwondo, no toma alcohol,
tiene una alimentación equilibrada y cuidado físico, por medio de
la ejercitación regular. Concurrió medicado con Recit® (atomoxetina) 40mg/día, desde hace 51 días (desde el 30 de abril 2012).
A las 2 horas de tomarlo ya tenía náuseas, mareos, malestar, moderada falta de equilibrio, sueño y pérdida de apetito constante.
A los 2 días aparece dolor prostático intenso todo el día, que se
acentúa en el acto sexual, se despierta de madrugada en forma
abrupta con taquicardia. A los 4 días, disfunción eréctil, dificultad en mantener erección y eyacular, gastritis, irritabilidad, dolor
abdominal. El médico tratante le preguntó antes de medicarlo,
si tenía ideas suicidas (pues eso figura en el prospecto), y ante la
negativa se lo administró. Al manejar el auto le cuesta la coordinación en las curvas. Al dejar la medicación mejoró notablemente,
en 2-3 días recuperó la coordinación, le quedan restos de náuseas.
El tema preocupante es su referencia, a que en la pista de carrera
le cuesta confiar en sus sentidos, desde que
toma el Recit®. El examen neurológico y el
EEG son normales. Es una persona lúcida, ubicada en tiempo y espacio, acepta sin
objeciones la necesidad de retirar la medicación, por los efectos secundarios que ha
sufrido y por leer el prospecto. Trae un estudio neurocognitivo donde está señalado
el déficit en la atención, siendo todo el resto del examen normal.
Consideraciones finales: los datos “oficiales” para el diagnóstico del ADDH en adulto carecen de toda base científica, como lo
demuestra uno de los parámetros, “dificultad para cumplir las promesas o contratos
contraídos”. No existe el ADDH de adulto
como una entidad médica, tampoco el infantil. La medicación administrada es peligrosa, especialmente a este paciente por
su profesión, el origen de su dispersión, su
aparente falta de memoria y su atención
corta serán motivo de una evaluación psicológica y psicopedagógica detenida.
Se rompió el criterio médico, la regla de
oro que dice “primero no hacer daño”.
ADDH en adultos definición “oficial”: Deficiencia de atención, con impulsividad e incontrolable movimiento o hiperactividad.
La deficiencia de atención persiste y se convierte en el principal obstáculo del adulto.
ENCUENTROS—39—
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de
N u e s t r o D i s t r i to
P sicoanálisis
Este síntoma lleva a cometer errores y desaciertos, a veces burdos, al ejecutar tareas;
genera una significativa tendencia al desorden y una notoria dificultad para organizar
el tiempo y las actividades; insolvencia para
planificar metas alcanzables y una habilidad escasa, nula para determinar prioridades en las actividades habituales; olvidos de
obligaciones de mayor o menor importancia y frecuentes pérdidas de objetos; impide, a veces de manera grave, leer y ejecutar
tareas que requieren atención sostenida.
8 - Pseudo ADDH en adulto: Jorge, 29
años (H.C. 13460)
Se trata de un joven que es analista de sistemas. Desde niño habían querido medicarlo (pero su padre no lo aceptó), lo habían
clasificado como un ADDH por su dispersión a nivel escolar. En el secundario tuvo
que rendir muchas materias, pues no las
aprobaba en el año normal, sin embargo,
en los exámenes lograba un buen resultado
y nunca repite un año. En 6º grado tuvo
dificultades severas para aprender a leer, lo
—40—ENCUENTROS
con
N iños
sentaron en el primer banco. Actualmente presenta dispersión y
dificultad para concentrarse en el trabajo, lo ve un médico e indica Strattera (atomoxetina). Aparece en pocos días una disfunción
eréctil, asociada a dolor prostático, se siente raro, lo medican por
casi un año. En el examen neurológico, observo claramente que
no ve del ojo derecho, lo que explica su dificultad para aprender a
leer, y en buena medida su dificultad de concentrarse, el resto del
examen es normal, lo mismo que su EEG. Se observa que es un
joven muy ansioso y así lo confirmé personalmente. El cuadro es
el resultado de factores ambientales y personales, que configuran
su ansiedad, unido a su ceguera del ojo derecho. Se retira la medicación y se indican ejercicios apropiados para aumentar el tiempo
de concentración. Además, una evaluación psicológica con un estudio de personalidad, para indagar la ansiedad que lo perturba en
la realización de sus tareas.
Cuestionando el DSM V
El DSM V se considera la “Biblia” de la psiquiatría: usado masivamente por obras sociales, prepagas, médicos, peritos judiciales,
etc., en la toma de decisiones referidas a la inclusión de las personas como “paciente mental”.
Según este manual, la timidez, la tristeza y la rebeldía se presentan actualmente como nuevas patologías, las cuales las convierte
en las “enfermedades comerciales” de la actualidad. Ante ello se
abre la posibilidad de etiquetar a millones de tímidos, personas
tristes en procesos de duelos, o rebeldes sin causa, y aumentar la
cantidad de “consumidores” de medicamentos con intención de
controlar los síntomas. Beneficiando finalmente y nuevamente a
las farmacéuticas, con aumento en las ganancias por el uso masivo
y no cuestionado de medicamentos. Varios críticos cuestionan la
nueva modalidad de medicalizar los sentimientos, y consideran
que no deben ser tratados con medicamentos. 11 de marzo de
2012, en Clarín.com se lee: “11000 profesionales de todo el mundo firmaron un documento en el cual piden a la asociación de los
Estados Unidos que no ponga en marcha el manual (DSM V)”. El
5 de mayo de 2012 se realizó una protesta llamada “Occupy APA”
(“Toma de la APA”), durante el Congreso Anual en Filadelfia, con
la finalidad de advertir que el nuevo manual empuja a la industria
de la salud mental, a medicalizar problemas que no son médicos
y conduce a la sobre prescripción de drogas psiquiátricas, al incluir a gente con duelo y timidez” (David Oaks, director de ONG
Mente Libre Internacional, trabaja por los derechos humanos de
personas con trastornos mentales). Por otro lado, The Lancet expresó su preocupación por “medicalizar” el sentimiento de tristeza
por duelo: “Es peligrosamente simplista y erróneo”, y considera
que: “A presión y con pastillas, no todo se soluciona”.
Cómo manipular las cifras de salud para generar nuevos enfermos
(= vender más medicamentos)
Inventando-Patologías
¡Colesterol, nivel en sangre ¿normal?! Hace pocos años, la cifra
normal de colesterol en sangre era de 220-240mg%, luego la bajan a 200mg%, por ello USA pasó de 3 a 25 millones de personas
tratadas con Estatinas en 10 años. Los beneficiados en este proceso son los Laboratorios, ya que al pactar nuevos valores normales
inferiores, aumenta automáticamente la cantidad de individuos
que deben medicarse, bajo la premisa de que el colesterol elevado
conlleva un mayor riesgo de ateroesclerosis y alteraciones cardíacas. La administración de Estatinas puede tener efectos secundarios: mialgias, artralgias, insomnio, astenia, dolor torácico, dolor
de espalda, edema periférico, fatiga, cefaleas, mareos, parestesias,
hipostesia, estreñimiento, flatulencia, dispepsia, náuseas, diarrea,
reacciones alérgicas, erupción cutánea, prurito. Poco frecuentes:
neuropatía periférica, insuficiencia hepática, pancreatitis, hiperglucemia, impotencia, etc. Nosotros proponemos una alternativa
basada en una dieta rica en fibras, frutas, vegetales y semillas, actividad física y la Fitoterapia: extracto de ajo (comprimidos) es muy
efectivo, y no tiene efectos secundarios.
¡llegando a proponer el litio en niños! La
venta de medicamentos en Argentina aumentó un 28,4% en 2011, respecto de
2010 (Clarín 13-09-2011).
El Ritalin® aumentó su consumo 900%
de 1994 al 2005 (Dra. Susana Etchegoyen). Junto con la epidemia de nuevos
¡Epidemias comerciales mundiales!
Actualmente se observa un alza en el diagnóstico de: ADHD,
TGD, Trastorno bipolar, Trastorno Oposicionista, S. Piernas Inquietas, etc., bajo el “soporte” del DSM, el cual no presenta (ni
necesita) pruebas fehacientes para catalogar, inventar y certificar
nuevas enfermedades. Lo que facilita la venta de medicamentos,
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de
N u e s t r o D i s t r i to
P sicoanálisis
diagnósticos, paralelamente aumenta la
provisión de Certificados de Discapacidad.
Es cuestionable la aceptación general de
las normas que provienen de USA (DSM),
donde predomina el marketing comercial
y los diagnósticos no son cuestionados ni
controlados. Además, en la Argentina no
se aplica el Black Box Warning (Black Box
Warning: advertencia en los medicamentos por efectos muy graves o mortales, que
ya está legislada en la Argentina pero no se
la aplica según mis conocimientos), lo que
facilita la actividad comercial.
¿Trastorno bipolar en
niños?
El trastorno bipolar es típicamente una patología del adulto, que se ha extrapolado a
los niños por razones comerciales, con el objetivo de ampliar el mercado de los medicamentos. No es de mi conocimiento la existencia de trabajos documentados que avalen
las características de esta patología en este
grupo etario. El tema más relevante es la sugerencia de administrar a los niños —como
tratamiento de esta supuesta patología—
dos drogas cuyos efectos adversos pueden
ser importantes. La droga más difundida
se trata del Valproato® (ácido valproico), en
cuyo prospecto se mencionan que:
—“El trastorno bipolar es una enfermedad del estado de ánimo, causada por
disfunción cerebral, crónica, con fases de
remisión, episódica, cíclica y recurrente,
tratable: 4-6% de población del mundo,
requiere especialistas, aparece a cualquier
edad, sexta causa de incapacidad mundial”.
—Además resaltan el criterio organicista de
que, “El trastorno bipolar no es un problema
psicológico, un trastorno de la personalidad, culpa de nadie, un problema debido al
estrés, una enfermedad nueva, una moda,
un castigo divino, un don, diagnosticable
con análisis y neuroimagen, sinónimo de
incapacidad, una excusa”.
—42—ENCUENTROS
con
N iños
Pero además de ser una patología adosada a los niños, sin fundamento válido en mi criterio, la droga sugerida puede producir
efectos secundarios, como lo menciona su propio prospecto. Se
han reportado pancreatitis, en niños y adultos que reciben valproico, algunos descriptos como hemorrágicos, con rápida progresión
desde los síntomas iniciales hasta muerte, ya sea al poco tiempo
de iniciar su administración o bien después de varios años de uso.
También se han producido casos de muerte por insuficiencia hepática en pacientes que recibieron ácido valproico. Niños menores
de los 2 años de edad presentan un riesgo incrementado cuando
se asocia a otros medicamentos anticonvulsivantes. La otra droga
recomendada para el tratamiento —del supuesto trastorno bipolar
en niños— es el litio, que es una droga limitada en su uso, a situaciones particulares con controles sanguíneos permanentes, pues
su “ventana terapéutica” es muy pequeña, y rápidamente puede
comenzar a dar efectos secundarios que se han visto en adultos.
Litio, “Efectos secundarios: las señales tempranas de sobredosis o
toxicidad son diarrea, sueño, falta de coordinación, pérdida del
apetito, debilidad muscular, náuseas o vómitos, balbuceo, temblores severos. Las señales tardías de sobredosis o toxicidad: visión
borrosa, torpeza o inestabilidad, confusión, convulsiones, mareos,
tinitus, aumento inusual en la cantidad de orina”.
La complejidad de las patologías médicas, cuando se trata de niños está incrementada, pues el medio ambiente juega un rol fundamental, y es necesario que el profesional sea extremadamente
cuidadoso para tratar de ayudar a resolver los problemas sin crear
riesgos adicionales.
La denuncia de la medicalización no
es suficiente
La intensidad de la medicalización, su frecuencia y masividad,
obligan a plantearse la necesidad de un plan más masivo, más ambicioso, mucho más fuerte, para lograr contener o modificar esta
conducta (medicalizadora), para la cual hay muchísimo dinero a su
disposición. El “modelo brasilero” de múltiples centros, trabajando
en el mismo tema con diferentes enfoques, resulta muy valioso y
atractivo para imitar. Pero entiendo que es necesario idear una política muy organizada, a nivel nacional y mundial, para poder actuar con mayor posibilidad de éxito. El uso de Internet que hacen
en Brasil es una medida valiosa. Es además necesario involucrar a
los médicos, en general ausentes de estos planteos. También se necesitan personalidades de la política, para lograr legislar y actuar en
un marco jurídico más amplio y sustentable. Es necesario “hacer
múltiples reuniones científicas” para discutir y difundir estos criterios, a fin de concientizar al público y profesionales sobre el tema.
Crear el hábito en los pacientes y profesionales, de leer los prospectos
de los medicamentos. Exigir a las autoridades la publicación de todos
los datos de los laboratorios sobre venta, aparición y efectos secundarios
de los nuevos productos. Así como los nuevos productos medicinales, incorporados a la categoría de “Black Box Warning”.
Otra forma de luchar en el área política y con humor es la de Beppe Grillo (personaje italiano, postulado como diputado, ver en
Youtube: Beppe Grillo, Ritalin, 2005). Los foros sociales son herramientas válidas para tener en cuenta. La acción ciudadana debe ser el motor principal, víctimas e interesados pueden generar
una respuesta justa. Por ej., Francia con el producto DES, y en
USA sobre experimentación con personas en Guatemala. En ambos casos las personas damnificadas terminaron movilizando la
justicia. En Argentina son escasísimas las denuncias por efectos
secundarios, aunque sean anónimas. La permisividad de los gobiernos y las instituciones médicas deben contrarrestarse por la
actividad judicial de los afectados. La ideología define la conducta
del médico: el paciente es un número y el resultado es medicable
siempre. Los visitadores médicos constituyen en muchos profesionales (felizmente
no en todos), los nuevos maestros, dictan
normas, ofrecen recompensas. Es importante integrar Comités de Ética, poner en
vigencia el Black Box Warning, pues aparentemente está legislado. Actualizarlo periódicamente, solicitar cambios legales que
salven el problema de que un medicamento, prohibido de fabricar y vender por los
laboratorios, se puede comercializar si en
la farmacia tienen la droga, y lo hace sin
problemas legales. Un ejemplo palpable es
el Tamilan® o Pemolina, que lleva muchos
años prohibido por daño hepático.
Abreviaturas empleadas - DSM: Manual de Estadística
y Diagnóstico. ANMAT.
ENCUENTROS—43—
Jornadas
de
VI E ncuentro
de
N u e s t r o D i s t r i to
P sicoanálisis
con
N iños
La diferencia sexual
Lic. Graciela Berraute
C
uando Lacan analiza la pulsión como concepto
fundamental dice que la referencia freudiana a
la actividad-pasividad metaforiza lo insondable de la diferencia sexual: la oposición masculino-femenino no se alcanza nunca. Como ideal viril y femenino están figurados en el psiquismo por la mascarada,
que en el ser hablante se da en lo simbólico. Pero se
pregunta si en algún lugar está representada la relación
de los sexos en el inconsciente, porque hasta nuevo aviso la sexualidad como tal hace acto de presencia en los
términos de la pulsión parcial. Propone una respuesta
en la que se trata, se podría decir, del encuentro de dos
hiancias: es la conjunción del sujeto a advenir del campo de la pulsión, con el sujeto tal como es evocado en
el campo del Otro. Ese esfuerzo por alcanzarse uno al
otro, donde el borde libidinal manifiesta su comunidad topológica con la apertura y cierre del inconsciente. “El resto son los azares del campo del Otro”.
En este campo, Freud ha descubierto el privilegio del
falo. Por su función de significante, subraya Lacan en
el Seminario Las formaciones del inconsciente, al falo
lo encontramos en todas partes, tanto en la entrada
como en la salida del Edipo, donde por efecto de la
privación, se transforma en identificación lo que era
amor: niñas y niños se identifican con el padre en tanto Ideal del Yo. Con sus insignias. Esta identificación
“es algo añadido en el sujeto como la patria que el exiliado lleva pegada en la suela de sus zapatos”. Porque
el Ideal, que no se confunde aquí con el Superyó, tiene
función tipificante del deseo del sujeto, vinculado a la
asunción del tipo sexual según funciones masculinas
y femeninas que conciernen tanto a la reproducción
como a todo un mundo de relaciones entre el hombre
y la mujer. Ahora bien, en tanto esta identificación se
produce como consecuencia de la operación de privación efectuada en el atravesamiento del Edipo, el niño
puede no admitir ser privado de la madre y quedar detenido en la entrada del Edipo. No se efectúa entonces
la castración, que opera en el pasaje por la posición
—44—ENCUENTROS
pasiva ante el padre. Esta detención —afirma— obliga a anular los signos de la diferencia sexual, “Corresponde a la psicosis y es más transexual que sexual”
(porque lo sexual es la diferencia).
Posteriormente en el Seminario Ou Pire, retoma el tema en estos términos: ubicando el transexualismo como una “locura apasionada”, de no querer ser significado por el discurso. Es un rechazo a admitir que somos
sexuados por el lenguaje, así la sexuación se resuelve en
el quirófano. Es muy interesante cómo esta posición no
constituye sino un más allá del “error común”, de un
error que nos concierne a todos los hablantes: suponer
que si los adultos distinguen desde el vamos en varones
y niñas, ello obedezca a un orden “natural” y no a criterios formados bajo la dependencia del lenguaje.
¿Por qué se rechaza la dependencia del lenguaje? Quizás porque pone de manifiesto que en el ser hablante,
el deseo es el deseo del Otro, que por lo tanto no hay
“libre” elección sexual.
Por el complejo de Edipo está latente desde el origen la
dimensión de que el Otro desea, lo cual amenaza con
la diferencia, mientras que en el plano de la demanda
habría simetría y reciprocidad. También puede observarse cómo la estructura de la perversión da cuenta
que la amenaza del deseo del Otro, en el fantasma del
neurótico, se figura como instrumento de su satisfacción. Da cuenta en tanto realización de este fantasma.
Sin embargo, se trata de que el Otro es un lugar. En
referencia al Seminario Aún, y al texto Lo orgánico y el
discurso de N. Ferreyra, se puede entender la eficacia
de la existencia de un lugar, un lugar Otro. Porque es
de este modo que marca la diferencia, la alteridad, lo
héteros, es posible el otro sexo. Lo sexual siempre es
héteros, como lo Otro, y en este sentido cuanto más
se empeña el ser hablante en ser el falo, menos existencia le da a lo sexual. La diferencia ya está en la lengua.
“Porque pone en juego la diferencia, la diferencia se
hace sexual”, la diferencia toma lugar en el decir, y
su juicio y toma una decisión”, mientras que el niño
demora. La niña sabe que no lo tiene y quiere tenerlo,
aquí nace el complejo de masculinidad y la envidia
fálica. Más significativo aún: “en esta anticipación de
que no hay falo en la madre se constituye lo femenino”. ¿Por qué esta extraordinaria afirmación?
Fotografía: Tina Modotti
el cuerpo de este modo se sexúa. Esto es así porque
la lengua se constituye de oposiciones fonemáticas, y
la alteridad es lo que define al fonema. La diferencia
está asimismo en la repetición, porque al inscribirse el
significante se inscribe como diferente de sí mismo.
La diferencia toma lugar, paradigmáticamente, en un
orden de imposible que reconoce Lacan: una escritura
imposible que se corresponde con las fórmulas de la
sexuación. Se trata de que no hay una escritura equivalente a la del símbolo fálico del lado femenino, del
cuadro de la sexuación.
Si bien acostumbramos referirnos en este sentido al
principio lacaniano “no hay relación sexual”, es importante recordar su antecedencia en Freud: no claudica
en sostener una asimetría en el Edipo, tal como es posible reconocer en todos sus escritos sobre las operaciones concernientes a esta matriz simbólica. “No claudica”, como dice Lacan, del mismo modo que no cede
en sostener la prevalencia de la gestalt fálica. Es decir,
tenemos que considerar el privilegio del falo, pero en
el seno de una estructura que sostiene una diferencia
en la inserción de cada sexo en una posición sexuada.
Un ejemplo es el texto Algunas consecuencias psíquicas
de la diferencia sexual anatómica, donde destaca especialmente que la diferencia se ubica en el orden de la
temporalidad: la niña entra en el Edipo allí donde el
varón sale, por la conjunción entre la percepción de
la falta y la amenaza de castración. Entre lo visto y
lo oído. Pero el punto de su interés es que “ella hace
Propongo fundamentarla de este modo:
—Porque algo imaginario entró en una dialéctica simbólica, ya desde la constitución misma de un orden
de “falta”, que responde de la función simbólica
falo-castración.
—Porque la decisión de la niña la lleva a transitar un
rodeo por la identificación con el falo del padre,
que en palabras de Lacan, “es un rodeo por el parecer donde el pene es instrumento imaginario para
lo que no logra simbolizar de su sexo”.
—Porque esta necesidad de una articulación simbólica
está presente en el mismo fundamento de su sexualidad: la vagina entra en función mediante un mecanismo equivalente al histérico, porque el lugar último
del goce femenino no está inervado. Entra en función
por un lugar vacío en la estructura del deseo.
—Porque la femineidad se propone como significante mismo del deseo del Otro, desde una mascarada
en cuyo seno reside, sin embargo, la más profunda
identificación con el falo.
Es posible reconocer por estas observaciones una particular afinidad entre lo femenino y lo ficcional, que
remite en última instancia a la incidencia determinante del significante en la determinación de la posición
sexuada. Quizás en el polo opuesto al transexualismo,
la femineidad se presenta como una manifestación de
la instauración de la diferencia sexual como efecto del
pasaje por la matriz del Edipo. Efecto de castración correspondiente: la elección de sexo está sujeta al deseo
como deseo del Otro; no hay libre elección sexual; la
primacía del falo (un solo sexo) no anula la eficacia
de la asimetría que instaura el Edipo. Esta asimetría,
la noción misma de bisexualidad, hacen presencia del
Otro sexo, el que no soy. Una alteridad. El horror y el
desprecio de lo femenino sería, en este sentido, expresión del rechazo de la castración, que supone la misma
dependencia del lenguaje que determina al hablante.
Lacan propone en el Seminario sobre el Sinthome:
sinthome él, sinthome ella: una diferencia intersintomática que no se sostiene en la lógica de la equivalencia fálica. Propone asimismo, que amar a las mujeres es
amar el Eteros, que no puede restañarse del universo.
ENCUENTROS—45—
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P sicoanálisis
con
N iños
La Infancia Hoy:
Lecturas
e Intervenciones
Lic. Guillermo Ferreiro
E
n primer lugar, quiero agradecer al
Comité Organizador del VI Encuentro de Psicoanálisis con Niños:
Lic. Osvaldo Álvarez, Lic. Tatiana Reitman, Lic. Isabel Baccino y Lic. Jacqueline Danniaux, la invitación que me han
hecho llegar para participar y compartir
este panel con la Lic. Graciela Berraute y
el Dr. León Benasayag, sobre la temática
que hoy nos convoca. En segundo lugar,
quiero decir que la propuesta del VI Encuentro me resulta sumamente interesante
porque hace foco en una cuestión nodal y
supone una pregunta básica: ¿desde dónde
Hoy se aborda la cuestión de la Infancia?
¿Desde dónde se hace una lectura? ¿Desde
la Política? ¿Desde la Sociología? ¿Desde
la Ciencia Médica? ¿Desde la Pedagogía?
¿Desde la Psicopatología? Todos resuenan
como abordajes posibles… Pero La Infancia Hoy: lecturas e intervenciones es —a mi
criterio— un subtítulo “más jugado”, “más
comprometido”, porque va a la pregunta:
¿cómo está usted Hoy implicado en esta
cuestión? Es decir, coloca en primer lugar
el problema de lo “Subjetivo”, y más puntualmente el problema del Sujeto.
Ahora bien, en el caso de muchos de nosotros aquí presentes, nuestro “deseo
de analista” ha surgido de los años de
—46—ENCUENTROS
transferencia y repetición en la cura, donde nuestro deseo tomó
partido por el psicoanálisis, marcando el comienzo para cada uno
de la cuestión de la Transmisión. Esta cuestión no es para nada
menor para todo aquel que su deseo en el análisis, lo haya llevado
al “deseo de analista”. Término que solemos usar de modo indistinto y aun equivalente al de “deseo del analista”, olvidando todo
lo que hemos tenido que sudar y pagar para asistir al engendramiento de ese “deseo de analista” en nuestro análisis.
La diferencia estriba en que “querer ser analista” es muy distinto
a “qué quiere el deseo que nos habita”, y de “ello” no se deriva
necesariamente el “deseo de analista”. Y es así que atravesados,
alienados en estas cuestiones, como analizantes practicantes o como analistas, estudiamos e investigamos la obra de Freud y de
Lacan, a la vez que nos vamos incluyendo en distintos ámbitos
de trabajo, tales como el Consultorio, el Hospital, los Centros de
Salud, los Prepagos de la Obras Sociales, y en cuanta Institución
nos lleven las vicisitudes del deseo.
Lo mismo acontece con la transmisión que realizamos en las Supervisiones o desde nuestro deseo de Enseñante (como solía denominarlo Lacan), el cual se pone en juego en los Seminarios que
coordinamos, en las Instituciones Psicoanalíticas, en las Universidades, en el Post-grado de Formación en Psicoanálisis en los Colegios de Psicólogos, como ocurre aquí en San Isidro, y también,
por supuesto, en los Grupos de estudio privados que coordinamos, gestados a partir de las demandas recibidas.
Es decir que todo abordaje de la clínica lo vamos haciendo a partir
de una vida psicoanalizante o psicoanalizada. Abordamos la clínica desde los efectos de Sujeto que han operado en nuestro análisis,
los cuales nos sitúan en una posición atravesada por la lógica de la
castración, por la lógica de la falta, por el No-todo. Es decir, solemos estar más abiertos a intervenir —sosteniendo y soportando
las diferencias— los tiempos subjetivos de aquellos que están en
entrevistas preliminares, o en una cura psicoanalítica en consultorio, o aquellos que consultan en cualquiera de los ámbitos de la
Salud Mental, esperando recibir de nuestra intervención una “ráfaga fugaz que ilumine”, que les proporcione “alguna pista…” de
cómo desprenderse, de cómo perder algo de ese goce (es decir del
sufrimiento), en el cual se aliena su fantasmática y su sintomática.
Y esto siempre se actualiza como una exigencia en los tratamientos breves, acotados en el tiempo.
Poder ubicarnos de este modo en él por fuera del Consultorio, en
cualquier ámbito de la Salud Mental, no es ni más ni menos que
los efectos del Acto analítico en nuestro propio análisis, incidiendo en nuestra posición en lo político, en lo social y en lo cultural.
Entonces… operamos e intervenimos en la cura bajo transferencia en la clínica, en “La Infancia Hoy…”, partiendo del Sujeto del
Inconsciente, aporte de Lacan que no estaba en Freud.
La obra de Lacan sitúa claramente la subjetividad materna en relación a la privación,
a la lógica de la falta y a la palabra del padre. Si esta palabra paterna articula la ley
y el deseo para ella, o es una palabra devaluada. También cómo ubica un padre su
propia palabra en relación a la ley y a sus
propios actos. A la vez, también se habrá
de considerar cómo concibe el ideal materno: qué es ser mujer y qué es ser madre;
qué es para ella un hombre y qué es hacerlo padre. Y en esta línea, cuáles son las
consecuencias de la fantasmática parental
y cómo responden a ella los síntomas, los
sueños, los fantasmas y el juego del niño.
Partir del Sujeto del Inconsciente para Lacan implica, como él lo
afirma, considerar que: “el campo conceptual es freudiano, pero
que el Inconsciente es de Lacan, porque yo inventé el Real”. Es
decir, que habremos de situar en lo nodal de la división del Sujeto, la relación con el objeto a como causa de deseo, pero también
como núcleo elaborable de los goces: fálico, Otro, cuerpo.
Haré referencia a la dirección de la cura de
una niña de 8 años, cuyos síntomas eran
los miedos a la oscuridad, “a lo que hay
después de que se apaga la luz”, enigmática frase maternal que convoca al malentendido. La niña solía dormir con la cabeza tapada, temiendo que los amenazantes
monstruos provenientes de lo escópico o
de lo invocante, surgieran de las sombras
de la noche. Ubico aquí el primer entramado del real pulsional del síntoma...
La práctica del psicoanálisis con niños nos muestra bien la importancia fundamental de considerar en la clínica psicoanalítica
los aportes de Lacan, para abordar la “dit-mansión” del Sujeto del
Inconsciente. Me refiero a la prehistoria del deseo como deseo del
Otro, al cuaternario, a la constitución imaginaria, a la función
del padre en el complejo, a las versiones del padre en lo Real, en
lo Simbólico y en lo Imaginario. A los fantasmas, a los orificios
pulsionales y a los objetos (voz, excremento, seno, mirada), al real
del deseo, al goce.
La segunda cuestión era que la niña —al
decir de la madre— “tenía sus tiempos”, los
cuales se ponían en acto en los síntomas de
una anorexia importante. Con tal motivo,
su ingesta se hallaba reducida a unos pocos
alimentos seleccionados por ella, los cuales
estaban por fuera del asco y la repugnancia
que la mayoría de los alimentos le provocaban ya sea por el olor, sabor, color y el
ENCUENTROS—47—
Jornadas
de
VI E ncuentro
de
N u e s t r o D i s t r i to
P sicoanálisis
aspecto o la textura que tenía la comida.
Su mirada y olfato primero evaluaban, y
luego lenta y forzadamente comía su comida. El rechazo a “incorporar alimentos”, se
desplazaba en simultaneidad sobre las dificultades para “aprender/aprehender” conocimientos en la escuela. En este punto
establecí con la madre que en el síntoma
y en los fantasmas de la niña, la oralidad
se había articulado con lo escópico y lo invocante, engendrando desde la inhibición
“la grave dificultad para incorporar” como
uno de los síntomas fundamentales. Desde
allí, lo real hacía enigma e interrogaba.
La angustia, a su vez, quedaba en este caso
del lado de los padres. En una ulterior entrevista con el padre se develó, a partir de su
queja sobre su impotencia para hacerse oír,
para que su palabra fuese escuchada, cómo
hacía intentos reiterados y fallidos por contrarrestar la anorexia de su hija, y cómo éstos
caían (“muy a su pesar”), en el despropósito
de dar órdenes arbitrarias e insensatas a la
niña con el objetivo de que ésta “acelerara
su ingesta” durante la comida, provocando
con ello que la niña se empecinara más en
su actitud y lo desafiara más aún.
En esa entrevista se pudo ubicar otro síntoma fundamental, que estaba velado y que
padecía desde hacía tiempo la niña: el onanismo. Fue éste un dato muy importante,
porque lo fálico aparecía en el horizonte,
comandando toda la sintomatología. Este
síntoma que había quedado encubierto,
alertaba al analista del impasse inconsciente de la niña, al estar alienada, “sujetada”,
al falo imaginario materno. Esta problemática había adquirido un mayor sustento
fantasmático para la niña, por haber compartido excesivamente el lecho parental.
Lacan lo enuncia al referirse a la Tragedia
de Edipo: “La cuestión es saber dónde está
el goce, que siempre se plantea protegiendo
a la Verdad. Recordemos que la función de
la Peste en Tebas era el castigo por el incesto, por el goce podrido de haberse acostado
con la madre”. Por vía de la transferencia
y a partir de un juego con animales, surgido de significantes, provenientes de relatos
—48—ENCUENTROS
con
N iños
contados a la niña por el padre, se tramitaron a través del juego y
de las historias inventadas en estos juegos las identificaciones imaginarias, los fantasmas del estadío del espejo: tanto los fantasmas
del cuerpo fragmentado (descuartizamiento, despedazamiento,
mordida, desgarramiento), como aquellos que están en relación al
semejante (dominio, rivalidad, agresión, seducción).
Fue una operatoria lógica que permitió, a través del juego y mediante
la interpretación “en el juego”, intervenir sobre el goce fálico, lo cual
trajo como efecto, que se desactivara la escena perversa ofrecida al goce del Otro, a la cual la fantasmática de la niña daba existencia.
Lacan nos dice que: “El juego del niño es el fantasma tornado
inofensivo y conservado en su estructura. Y que el juego es la forma propicia, ejemplar, aislante y aislable de la posición del deseo.
Porque lo propio del juego es que antes que se juegue, nadie sabe
que va a salir de él. Y que la relación de Verdad está suprimida”.
Ya en las muy conocidas Dos notas sobre el niño (1969), Lacan de
modo breve pero pleno de claridad conceptual, precisaba el lugar
de la Verdad: “El síntoma del niño (…) puede representar la Verdad de la pareja familiar”, y agrega: “Si el síntoma del niño compete a la subjetividad de la madre, éste se convierte en el ‘objeto’
de ella, y su única función es revelar la Verdad de ese objeto (…).
Satura, sustituyéndose a este objeto el modo de falta en que se especifica el deseo materno: neurótico, perverso o psicótico. El niño
aliena en él todo acceso posible de la madre a su propia Verdad,
dándole cuerpo, existencia, e incluso exigencia de ser protegido”.
Se trató de una operatoria significante, que a partir de elementos
imaginarios, posibilitó la simbolización de la relación al falo imaginario materno. La operatoria fue alcanzando mayor eficacia y la
anorexia se redujo, poco a poco. La madre me iba comunicando
sobre ello en algunas entrevistas, donde también me agregaba que
había notado que la niña no realizaba más el acto sintomático
de la masturbación, a la vez que progresaba notablemente en el
aprendizaje en la escuela.
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XI X J o r n a d a s P s i c o a n a l í t i c a s
El presente trabajo y los tres que le siguen corresponden al Grupo de Investigación del
Dibujo en el Niño: Lo que en un dibujo se lee, del Trazo a lo Litoral, coordinado por
la Lic. Lala Altschuler
De lo que se da a ver
a lo que se puede leer
Lic. Daniel Pojomovsky
E
n su Tratado sobre la Pintura (1435), Alberti no sólo plantea al cuadro como una ventana a la historia, sino que la
ubica —a dicha ventana— como el marco necesario, para
que lo que sucede en la escena del mundo pueda narrarse.
Es decir, como condición misma de la historia.
Esto supone una ecuación, donde todo lo que puede decirse, puede verse y viceversa.
En el mundo recién nacido de la perspectiva, hay un encuentro
logrado entre lo decible y lo visible.
Pero, ¿todo puede ser dicho?
Fotografía: Tina Modotti
En el Tractatus lógico-philosophicus, Wittgenstein plantea que:
“Seguramente hay lo inexpresable. Eso se muestra”, lo imposible
de decir, se muestra.
J. Lacan ubica al artista como aquél que “nos da acceso al lugar de
lo que no se podría ver”, (J. Lacan, Maurice Merleau-Ponty, en
Les Temps Modernes, 1961).
¿Qué escribe en anamorfosis Holbein en su obra Los embajadores?
¿Qué se escribe en el marco de un análisis?
ENCUENTROS—49—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
¿Qué interpretamos
en el trazo?
El dibujo en la infancia
Lic. Gabriela Amoroso
E
n el presente trabajo me interesa
poder compartir con ustedes, algunas de las consideraciones a las que
hemos llegado en el curso de la investigación sobre el dibujo infantil, llevada cabo
en el Colegio de Psicólogos Distrito XV,
durante los años 2010 y 2011.
Partimos de algunas preguntas: ¿Qué escribe
el trazo? ¿Qué interpreta el trazo? ¿Qué interpretamos en el trazo? En el transcurso del
año pasado quedó situado que la lectura de
ese trazo indica una política, cómo leeremos
los dibujos dependerá de la noción de sujeto
que tengamos, o sea Política de sujeto.
Este sujeto lo pensamos en los tiempos
constituyentes como un actor clave. En las
operaciones de alineación y separación, este sujeto debe consentir a dejarse marcar y a
la vez, a poner en juego su pérdida en banda de Moebius con la carencia en el Otro.
—50—ENCUENTROS
Estos movimientos de causación del sujeto, son legibles en los
dibujos de los niños. También pudimos observar cómo el trazado
de la letra, participaba del trabajo del sujeto en relación a su posición sexuada. Es necesario que pierda su organicidad, que acepte
la marca y la pérdida, para que pueda producir, producir-se, para
acceder a un cuerpo y a un nombre que alojen su ser.
Este devenir estará marcado por la historia que lo precede, marcas
que como S1 deberán desgranarse de su decir, para lograr apropiarse de su goce.
Es gracias al deseo del analista que como agente de su discurso,
oriente esta producción/cifrado-descifrado de aquellas huellas, reconstruyendo la historia de la que el sujeto es heredero, y así poder convertirse en agente de un destino acorde con su deseo.
El dibujo en la infancia
Desde la psicología encontramos diversas formas de interpretar el
dibujo infantil. Desde su aspecto formal, su aspecto proyectivo,
nuestro intento apunta a pensar que en los trazos presentes en el
dibujo infantil podemos situar en qué tiempo de la constitución
subjetiva éste se encuentra. Trazos que nos permiten leer qué operaciones ha podido realizar el sujeto en su constitución, a veces
podemos leer las fallas, los tropiezos, las detenciones.
Cuerpo, Represión, Escritura
G. Pommier en su texto El nacimiento y renacimiento de la escritura, recorre un camino en el que se pregunta si se puede hablar de
una evolución de la escritura, y propone articular el origen de la
escritura con la represión y su retorno.
“Algo que fue reprimido se abre un camino bajo una forma literal,
ya sea que eso se oiga en lo que se dice (como en el lapsus), que se
muestre (como en el sueño), o que se escriba sobre el cuerpo (como en el síntoma). Por lo tanto, esta literalidad no se define por su
consistencia sino gracias a su origen por un lado, gracias a su legibilidad por el otro, como es posible verificarlo en la cura analítica”.
“Conocemos la naturaleza de lo que se reprimió: se trata del goce
del cuerpo. Nuestro cuerpo fue primero el objeto del deseo materno y en esta medida nosotros no somos este cuerpo, solamente
lo tenemos (aunque apropiarnos de ese cuerpo también implica
un trabajo para cada sujeto)”. Ya que habitamos esta armadura
orgánica, que nos fue primero extraña y que continúa siendo el
lugar del asilo al que nos hemos habituado más o menos bien,
apariencia cuyos contornos, la mirada del otro o el espejo nos
permiten verificar.
La significación de la imagen del cuerpo ya que ha venido del Otro,
da ocasión a una primera represión, ya que ese goce no es de él,
sino que dependió del reconocimiento del Otro. Este goce que se
debe reprimir una y otra vez, y que siempre retorna a la superficie.
Sitúa Pommier: “Dibujar como acto de fe”, e indica que cualquier
garabato, por modesto que sea, es una apuesta a que el cuerpo
exista a pesar de la represión.
Designa un conjunto de dibujos, cifras y
palabras que representan directamente o
por sus sonidos, las palabras o frases que
se quieren expresar. Lo pictórico del sueño
o del dibujo, debe interpretarse como un
rebús y ser llevado a un texto.
Para Pommier, se hace necesario olvidar el
valor pictórico de las representaciones, olvidar en el jeroglífico de un gato Chat, al gato
y retener el sonido Chat, ya que lo que importa es su valor sonoro. Se tratara de leer
gracias a la represión, de cierto valor de goce
atribuido a la imagen. El valor literal, el que
nos interesa, sólo se logrará extraer si no quedamos apresados en la forma de los signos.
Bernard Vandermersch, en su texto de topología, articula la letra al goce del objeto: “En un olvido, hay descomposición del
significante en letras que se recombinan
en el inconsciente. Cuando se busca un
nombre, se encuentran otros en los cuales
a menudo hay letras del primero, pero no
todas, evocando vecindades a veces molestas. El retorno incongruente de esas letras
en el lapsus o en el chiste muestra de manera evidente, por la risa que ocasionan,
que han estado en contacto con el objeto,
han tomado un poco de aroma del objeto,
del objeto inmundo a minúscula”.
Fotografía: Brassaï
Represión de ese goce incestuoso de quedar alienado en el Otro:
“Los primeros dibujos presentan fantasmas, que serán presa de la
represión hasta aquel punto, en que el retorno de lo reprimido se
escriba en letra”.
“El jeroglífico del sueño, la instancia de la letra en el inconsciente
se dibujan, pues gracias a esta literalidad de un cuerpo, que fue
privado desde siempre de toda forma precisa, ya que su apariencia
estuvo tomada por el otro y reprimida desde nuestro nacimiento.
Ésta es la razón por la cual la escritura puede tomar todas las formas que quiera. Todo le vendrá bien para escribir”.
También encontramos en otros autores como Melman, que el dibujo del niño tendría que ser descifrado como un rebús (jeroglífico). El rebús se refiere a un libelo con dibujos enigmáticos.
ENCUENTROS—51—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
El dibujar:
¿es un acto de fe?
El lugar del Otro
Lic. María Vilas
D
esde el año pasado venimos compartiendo un espacio de trabajo
y de reflexión, acerca del dibujo del niño en particular y acerca de
nuestra práctica clínica en general.
Me parece importante haber estado tomándonos el tiempo necesario, para
abrir cuestiones más que para cerrarlas, y creo que coincide con el recorrido
esperable de un psicoanálisis. Tomar como eje del trabajo el dibujo en el niño,
implica necesariamente enfrentarse con el no saber, con aquello cuya interpretación tiende a escapársenos y con respecto a la cual hay diferentes puntos
de vista, incluso opuestos.
El dibujo puede ser pensado como algo que debe ser estandarizado y tabulado, que debe corresponder a cierta evolución cronológica o madurativa. En
ese caso, lo que se aparte de la estadística de lo esperable para la edad, queda
connotado como rasgo de inmadurez. Entiendo que el ubicar otros estándares de tipo proyectivo (la parte de arriba de la hoja indica el orden de la fantasía, la de abajo lo pulsional, etc.), ayuda a cubrir y tranquilizar la angustia que
produce nuestro propio desconocimiento, y la dificultad de leer en el dibujo
lo que allí se produjo.
El psicoanalista no buscará encontrarse con la “buena forma”, la figura cerrada, lo completo y correcto madurativamente. Intentará detenerse en lo
fallido, la tachadura, lo que impide que una forma se complete, en fin, en los
“tropiezos”. Suponiendo que hay allí un sujeto que en esas mismas fisuras se
está produciendo.
Así como el entretejido de la cadena discursiva es necesario para la aparición
de un lapsus, así el despliegue de los dibujos es necesario para que se produzca
el “tropiezo”, la diferencia susceptible de ser leída. También la repetición, la
—52—ENCUENTROS
insistencia de lo que quiere escribirse y está impedido, o de lo que requiere
una lectura diferente para abrirse a una nueva dimensión.
En cuanto al dibujo infantil, Pommier planteará que: “Dibujar es un acto de
fe. Ejecutar un garabato, por modesto que sea, no es proponerse primero la
comunicación de un mensaje, sino que solamente expresa la esperanza de que
el cuerpo exista a despecho (o más bien gracias) a la represión”1. Así también
planteará la escritura como efecto de la represión y su retorno, siendo al mismo tiempo, producto de la prohibición de goce absoluto y recuperación de
un resto. Para poder escribir es necesario olvidar las formas y cualquier figuración y centrarse en las letras. Así podemos pensar la “lectura” de un dibujo,
olvidando el contenido para centrarnos en lo que en él se cifra.
“La escritura y la lectura reclaman una puesta en acto de la represión, sin
la cual aquel que ve los signos quedará apegado a su forma y por consiguiente no logrará desprender su valor literal que subsiste solamente en su
borramiento”2.
Podemos preguntarnos acerca de los problemas de aprendizaje de los niños,
en particular de la lecto-escritura en relación con la eficacia de la operación
de represión. Siguiendo a Pommier, es necesario que la letra no represente
nada para que pueda significar, que la forma sea olvidada a favor del sonido
que designa. Desde esta perspectiva, se trabajará con lo que determina dicha
dificultad, más que con cuestiones adaptativas o condicionamientos.
Esto nos lleva también, a la cuestión de la temporalidad y lo que ello implica
para nosotros como analistas. Zygmunt Bauman, en Los retos de la educación
en la modernidad líquida, habla del “síndrome de la impaciencia” y cita a Caroline Mayer: “Esperar se ha convertido en una circunstancia intolerable”.
Dice Bauman: “El tiempo es un fastidio y una faena, una contrariedad (…). El
tiempo es un ladrón. Si uno acepta esperar, postergar las recompensas debidas
Fotografía: Brassaï
a su paciencia, será despojado
de las oportunidades de alegría
y placer que tienen la costumbre de presentarse de una sola
vez y desaparecer para siempre.
El paso del tiempo debe registrarse en la columna de débitos
de los proyectos de vida humanos; trae consigo pérdidas y no
ganancias”3.
Frente a la exigencia de resultados rápidos y acallamiento
sintomático, acompañar y propiciar el tiempo de la constitución subjetiva, permitir el
surgimiento de la angustia o
la formación de un síntoma,
queda ubicado del lado del debe. Es necesario despojarse de
las presiones de la época, para
continuar sosteniendo el discurso analítico.
1 Pommier, Gérard, (1996). Nacimiento
y renacimiento de la escritura. Buenos
Aires, Ediciones Nueva Visión.
2Ibídem.
3 Bauman, Zygmunt, (2008). Los retos
de la educación en la modernidad líquida. Barcelona, Gedisa Editorial.
ENCUENTROS—53—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
Alicia
en la
Casa del Espejo
Lic. Stella Maris Formica
“—Cuando yo uso una palabra —dijo Humpty Dumpty
en tono desdeñoso—, significa exactamente lo que yo
quiero que signifique…, ni más ni menos”1.
A
licia en El país del espejo se sentía aturdida ante al uso del lenguaje que hacían los
habitantes de dicho país.
Quizás también la niña a la que me referiré sufrió un aturdimiento en relación al uso
del lenguaje que se hacía en su casa, una casa en algún sentido del otro lado del espejo.
Aturdimiento en inglés se dice “giddy” y significa mareado, vertiginoso, inestable. En
castellano significa turbación, confusión, atropellamiento, atontamiento (un neurólogo
le diagnosticó debilidad mental), azoramiento, ¡atolondra miento!
El nombre de mi paciente es adjetivo antónimo de aturdimiento.
Me resultó muy interesante el haber encontrado este término en el relato de Lewis
Carroll porque representa magníficamente el semblante de la niña. Parecía realmente
mareada, por lo tanto la llamaré “Alicia”.
—54—ENCUENTROS
Para comenzar, Alicia llegó a mi consultorio porque la empleada doméstica de sus padres
les sugirió acercarse a una profesional que me conoce y me la derivó. Llegó con tres años
y diez meses, actualmente tiene nueve años.
Tomo entonces algunos capítulos de su historia, vinculados al “stock y a las acepciones
del vocabulario”2, que le fueron particulares o a las vueltas dichas.
Su madre pensaba que Alicia oía la radio y sólo escuchaba “bla-bla”, hasta que un día
le replicó: “¡Mirá lo que dijo el señor, mamá!”. La madre me explicaba: “Si le decimos
una palabra, no le digas otra para no confundirla”, por ejemplo usaba el término “popito”, para referirse tanto al pis como a la caca. No usaba sinónimos con el mismo propósito de no introducir confusión.
El padre le pedía a la madre que no le hablara en diminutivo, ella entendió lo siguiente:
“Yo le digo el diminutivo y al usar más letras la confundo”. Al jardín la mamá le decía
parque, para que no se confundiera con Jardín de infantes, entonces Alicia para aclarar
decía: Jardín-escuela.
Esta mamá es Humpty Dumpty: “Cuando yo uso una palabra…, significa exactamente
lo que yo quiero que signifique…, ni más ni menos”.
Extraña medida ajena a la del Falo.
Esto me lleva a pensar en el padre, de su actividad laboral en un nosocomio público me
dijo: “Mi cargo no es fijo, es subrogante (substituto, subinspector…)”.
Él jefe no es.
Describieron a la hija como atolondrada: “Se mueve y se cae; se cruza de piernas y se cae;
se sienta incómoda en una silla; no puede sacarse la remera; se limpia las manos en el pelo.
A los seis meses se despertaba y jugaba sola; no protestaba en el corralito y se quedaba dormida sola. Algunas veces encontraron la almohada en el bidet. “Ella aparece”, me decían.
Alicia entra al consultorio
Era una nena flaquita que se sostenía mal, con movimientos torpes pero excelente motricidad fina, extrañamente vestida: mezcla de estilo hippie y grotesco. Tenía voz ronca;
arrastraba fonemas, lo que producía algo así como una tonada. Los sonidos guturales aún
no prescribían, como si la voz saliera de la profundidad de la cavidad bucal, cavidad con
escaso cierre; un tubo casi abierto.
Usaba mucho el sonido “Q”, produciendo un efecto cacofónico: Teque-Teque, Cate-te-cayó, Quete-coa, Colo-colo, Laa-colaca.
Su lenguaje parecía una “jergafasia” (otra neuróloga diagnosticó afasia), una ensalada de
palabras en la que aparecían algunas muletillas como: menangó. Habría que ver si
no era ésta, lo que llamaba Humpty Dumpty Palabra-valija: “dos significados embalados en una sola palabra”3. Más bien significantes para mi entender4.
Járolo era pájaro. Lashia: gracias. Mande: grande. Momiendo: durmiendo. Pato: pierna. Y el uso de la “L” como comodín: Lato por gato, Loto por roto, Lelo por dedo.
No usaba tiempos verbales, no había diferenciación de géneros (la mamá - la papá), no
distinguía arriba-abajo, respondía repitiendo la pregunta o con ecolalias.
Al ser preguntada por su nombre respondía: 3 5 1
ENCUENTROS—55—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
—¿Cuántos años cumplís?
—Alicia.
intercambios y los regalos de un lado al otro, después ella habilitó
una barrera; mi auto pasó, el de ella no.
Un día que su madre vino a buscarla, le
dijo: “Nos espera papá”,
En el segundo año de tratamiento me interpeló: “¡Ayudáme!”, y se
dirigió a mí de un modo apremiante, faltó que dijera mi nombre.
Alicia corrigió: “Papito”. La madre interrogó: “¿Papá o papito?”. Pleno dominio de
Humpty Dumpty.
Algunos meses después, ocurrió algo fundamental para el progreso
de su análisis, jugábamos con cartas, sencillamente a ubicarlas en
el lugar correspondiente de su tablero, pero el mazo tiene dos comodines blancos, al tomar la carta blanca se conmovió y dijo: “¡Se
rompió, nooo!”. A continuación en el juego, “una mamá se fue”.
Al poco tiempo usando el ajedrez, separó las piezas por colores: las
blancas eran mujeres, las negras eran hombres, los reyes blancos
los padres, los reyes negros los abuelos. Sexo y parentesco.
Empleaba el término comer, tanto para
referirse al pan como al plato, como a un
cocinero. Había aprendido a simplificar, y
sin embargo, estaba clara su intención de
comunicar.
Más adelante, a los dos años de tratamiento, le preguntó a su mamá: “¿Por qué la
gente dice “cómo no” en vez de “cómo
sí”?”. Y en sesión dijo: “Quiero que NO”.
El tiempo del juego
Comenzamos jugando con tres muñequitos: Pluto, que la representaba a ella, Snoopy y un caballito. Pluto mordía, atacaba,
se iba, Snoopy y el caballito comenzaron a
llamarlo, el aceptó jugar a “hico caballito”.
Frecuentemente Pluto caía desde el diván
al piso5, me ubiqué entonces como su Auxiliar, Snoopy y el caballito continuaban
llamándolo, él trepaba y subía al diván.
En una semana Pluto pasó de irse a esconderse y de hacer ruido de absorber a decir
boca. Luego le tapó la boca con plastilina,
hice objeción porque así no podría comer.
Fuimos separando lo que jugaba de lo que
no. Si se alejaba su muñequito, yo lo saludaba otorgando una inflexión a mi voz, que
denotaba la distancia de la separación. Si
ella canturreaba, yo tarareaba para que ella
completara el ritmo: ta ta ra ta ta…,
rompiendo así la continuidad del Goce (A),
para llevarla a un goce fálico posible.
Construimos dos espacios separados por
maderitas, de un lado sus animalitos, del
otro los míos6. Entonces comenzaron los
—56—ENCUENTROS
Para esa época cuando se tropezaba o se caía, yo retaba a la silla o
a la alfombra porque “la golpeaban”. Fui incluyendo tiempo en la
penitencia que les daba a los objetos: una semana, dos semanas.
Inmediatamente Alicia entró en la conciencia ficcional con alegres
repeticiones.
Repetición
y no reproducción mimética
Ya no se cae7
Con frecuencia nos parábamos frente a un espejo grande que tengo en mi consultorio. Yo la miraba y le hablaba de la ropa que tenía ese día, de su cabello o le decía si estaba más alta. Ella sonreía,
hacía poses…, daba cuenta de mi mirada.
Paralelamente fui interviniendo, en el modo extraño en que la
vestían y en los hábitos de su higiene.
Los gráficos
13-VII-07
Con casi cinco años dibujó a la izquierda de la hoja una nena cuyos
ojos me recuerdan la mirada que tenía Alicia, igual a la de su madre.
Esta mirada, yo diría estuporosa, alelada, insistirá en su producción
gráfica. A la derecha dibujó nenes jugando a las hormigas, niños
que no se diferencian entre sí y que se multiplican como hormigas.
En el siguiente gráfico del mismo día, dibujó lo que parecían letras. Quizás una F, una S, una I grande, el número 2, pareciera
que el grafismo de esa F, se reproduce a la derecha y en las rejas
de las ventanas.
—La nena está mirando por la ventana.
—La papá.
—La mamá.
En la parte inferior de la hoja se dibujó parada con dos amiguitas, me pidió que dibuje un plato de comida, lo hice humeante,
ella hizo lo mismo con un vaso, al final dijo:
“Se cae mi mano”. Se caía ella. Se lo dije.
10-VI-08
Casi seis años, dos meses después de la distinción de sexos, dibujó una nena que se
llamaba Luca, le dije que no podía ser. Le ofrecí nombres de nenas, eligió María, pero lo escribe comenzando
con la letra inicial de su nombre.
Alicia: ­—Está volando.
Yo: —Los niños no pueden volar; los pajaritos sí, los aviones sí.
Entonces dibujó lo que vuela y lo que no
vuela.
17-VI-08
Un dinosaurio mamá.
Huevitos.
Uno nació. Y también está la hermana.
En la misma sesión, ¡dibujó la falta!
ENCUEN-
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
27-I-09 y 3-II-09
—Son hadas. (¡Claro!, las hadas pueden
volar).
—Viven en el árbol.
—Tal vez van a comprar peces8.
—Campanita le va a regalar un reloj a su
amiga.
—Una mamá y un papá perdieron a su
hijo.
El “¿puede perderme?” lacaniano entró
aquí, a apostar fuerte en la dialéctica del
deseo parental. El primer objeto que el sujeto tiene para ofrecer como falta en el A es
su propia desaparición9.
3-II-09
La sirenita y su madre frente al espejo. La
está peinando. La sirenita tiene anteojos.
Ambas tienen corpiño.
31-VII-09
Siete años. Un pez mira ávidamente a su
objeto.
20-V-10
Gaturro escribió una carta de amor para
su novia.
En el próximo dibujo. ubica la mirada de
perplejidad en Gaturro y en Agata.
Alicia perdió esa mirada; su madre no.
30-IX-10
21-07-11
Nueve años. Dibujó un hada, me preguntó si el nombre estaba
bien escrito, le dije que faltaba una S, AnaStasia.
12-V-11
Gérard Pommier, en su libro Nacimiento y renacimiento de la escritura, plantea que hay un proceso complejo que antecede a la
escritura. Lo entiendo como un desarrollo necesario, que parte de
la imagen del cuerpo que comporta el Deseo y el Goce del A. “La
significación de la imagen de nuestro cuerpo dio ocasión a una
primera represión”10.
Se dibuja a sí misma con su pollera a cuadros de tablero de ajedrez y bien parada.
Luego el niño dibuja, se presenta en la hoja con “la esperanza de
que el cuerpo exista a despecho de la represión”11.
Ocho años. Un cocodrilo hace una contundente invitación.
—58—ENCUENTROS
Represión mediante los dibujos se hicieron
más lindos.
Después habló mejor, escribió, leyó primero lo que escribía y ahora lee gustosamente
cuentos e historietas.
En Anastasia retorna el hada que vuela… y
un “no sé qué en la mirada”.
“¿Está bien escrito?”, es pregunta acerca de
la Ley y si lo pregunta es porque sabe, de la
ortografía como límite del Goce materno13.
Anastasia es anagrama de su apellido. La
S que provoca su pregunta es la de su
apellido.
La imagen del dibujo y el nombre reúnen
la represión y su retorno.
“Los primeros dibujos presentan fantasmas que serán presa de la
represión hasta aquel punto en que el retorno de lo reprimido se
escriba en la letra”12.
Resumiendo:
1) Imagen del cuerpo.
2) Represión.
3) Retorno de lo reprimido en la letra.
Para escribir hace falta olvidar la imagen de las letras, desapegarse
de su forma, de su virtud icónica, como se ve en el primer dibujo
de Alicia.
Los pictogramas, los ideogramas, los jeroglíficos están más cerca
de la imagen y ésta de la cosa. Escribimos para que la imagen no
evoque el objeto, escribimos para alejarnos de lo Real, escribimos
para borrar la cercanía entre la imagen y el cuerpo.
El rébus es borramiento de la imagen ya que la combina con letras, y las letras de las palabras (no la letra del síntoma), son borramientos del rébus.
Entonces el recorrido de Alicia partió del juego; luego dibujó en
buena medida eso fantasmal que menciona Pommier. Se constituyó el estadío del espejo y a partir de ese momento, se inició un
tiempo de princesas, trencitas, corazones.
1 Carroll, Lewis, (1961). Alicia en el país del espejo, (Pág.
127). Buenos Aires, Editorial Acme.
2 Lacan, Jacques, (1979). Escritos 1, (Pág. 80). México,
Siglo XXI Editores.
3 Carroll, Lewis, op. cit., pp. 129 y 130.
4 Humpty Dumpty trataba de explicarle a Alicia el increíble poema JABBERWOCKY. Se tradujo al español como Guirigayero o Galimatazo. Es un poema
sin sentido que incluye, fusiones de palabras o palabras que Lewis Carroll inventaba. De hecho Jabber
significa: farfullar, disparatar, jerigonza. El poema es
un galimatías.
5 Winnicott llama a esta caída libre: caída sin fin. Lucía Moreau de Linares la llama dilución: temor de
diluirse. Esta vivencia es previa al temor de desmembramiento donde ya hay cuerpo especular. IDEM
Ver: Moreau de Linares, Lucía, (1997). Descubriendo
continentes, (Pág. 22). Buenos Aires, Lugar Ed.
6 Algunas intervenciones las pensé a partir de la lectura
del texto de Di Vita, Liliana, (2005, Interrogar el autismo. Buenos Aires, Ediciones del Cifrado.
7 Humpty Dumpty es el huevo de la rima que cae de un
muro y nadie lo puede pegar. Pero además el nombre
entró a la lengua inglesa para referirse a una persona
torpe y pequeña, que no necesariamente va a sufrir
daños irreparables por una caída. James Joyce, en Finnegans Wake, toma a Humpty Dumpty como símbolo
de la caída de todos los hombres.
8 Interesante adverbio que le hace lugar a lo posible.
9 Lacan, Jacques, (1987). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, (Pág. 222). Buenos Aires, Paidós.
10Pommier, Gérard, (1996). Nacimiento y renacimiento
de la escritura, (Pág. 198). Buenos Aires, Nueva Visión.
11 Ibídem, Pág. 199.
12 Ibídem, Pág. 11. (El resaltado es mío)
13 Ibídem, Pág. 211.
ENCUENTROS—59—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
Deseo del Analista y Ética:
inscripción de un
posicionamiento clínico
Lic. Andrea Guaraglia
El arte de escuchar casi equivale al del bien decir1
Este trabajo es efecto del ejercicio profesional dentro de un Dispositivo de Salud Mental,
del ámbito del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
Desarrollo
Nuestra práctica como analistas se inscribe en la Provincia de Buenos Aires y en la República Argentina, como parte de la formación y la praxis de los profesionales psicólogos, ya no sólo del
psicoanalista sino del psicólogo, las que se rigen por la legislación,
que nos legitima como profesionales de la Salud Mental. Esta praxis se encuentra enmarcada y ordenada a partir del Código de
Ética y la Ley de Ejercicio Profesional de la Provincia de Buenos
Aires; así como el Código de Ética de la Federación de Psicólogos
de la República Argentina y la Ley de Salud Mental —ambas de
alcance nacional—, entre otras leyes vigentes en el país.
El psicólogo puede inscribirse a la matrícula provincial o nacional si ha obtenido un título reconocido por los Ministerios de
Educación y del Interior. Al profesional se le exige que realice
prácticas para las que ha sido formado con rigor científico, acompañadas por la formación y la supervisión. En tanto decide ejercer
su práctica dentro de la Provincia de Buenos Aires, contrae responsabilidades con el Estado, sus pacientes y sus colegas, y dentro
—60—ENCUENTROS
El mismo autor, en el Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, sostiene que la transferencia define la praxis
del psicoanálisis, al considerar que el analista es parte fundamental
del dispositivo analítico. Es riguroso y exige en su enseñanza que el
analista debe saber por dónde conducir la cura, el tratamiento analítico. Es por ello que define la presencia del analista como condición de posibilidad para que se ejerza la función de la transferencia.
El analista debe tener certeza en lo concerniente al inconsciente. Es
en este punto en donde cita a Freud: “Lo que no puede ser rememorado se repite en la conducta”4, y agrega: “Esta conducta, para
revelar lo que se repite, se ofrece a la reconstrucción del analista”5.
de esos deberes contraídos se encuentran:
el Consentimiento Informado y el Secreto
Profesional.
El Consentimiento Informado —dice la
legislación— es: “Los psicólogos deben
obtener consentimiento válido tanto de las
personas (…) con las que trabajan en su
práctica profesional. La obligación de obtener el consentimiento da sustento al respeto por la autonomía de las personas”2.
En cambio, el Secreto Profesional refiere
que: “Los psicólogos tienen el deber de
guardar secreto de todo conocimiento obtenido en el ejercicio de su profesión”3.
Mantengamos presentes las coordenadas
que organizan el trabajo clínico de los psicólogos para poder comprender el camino
que les invito a recorrer.
Pasemos ahora a revisar qué nos dice Jacques Lacan cuando nos introduce al psicoanálisis, en varios de sus textos como los
Escritos, haciendo una lectura a la letra de
los materiales freudianos. Siempre hace
hincapié en la enseñanza como formación
de analistas. Es allí donde sitúa al concepto de transferencia como indisociable del
concepto de inconsciente.
Una de las enseñanzas del psicoanálisis —que quería destacar
hoy— radica en haber señalado que: “El deseo del análisis no es un
deseo puro. Es el deseo de obtener la diferencia absoluta, la que interviene cuando el sujeto, confrontado al significante primordial,
accede por primera vez a la posición de sujeción a él. Sólo allí puede surgir la significación de un amor sin límites por estar fuera de
los límites de la ley, único lugar donde puede vivir”6. Esto significa
que el analista, debe preparar el terreno para que el sujeto pueda
hablar y escucharse, estableciendo las coordenadas para que pueda
reconocerse en la alienación al lenguaje.
En La Dirección de la cura, material que encontramos en Escritos
2, Lacan nos advierte que el análisis didáctico otorga al analista la
posibilidad de tomar el nivel operatorio de la transferencia, y relaciona este trabajo con su propio ser, con la ética del psicoanálisis,
ya que el psicoanalista debería encontrarse a salvo de patología7.
Viñeta
La viñeta que estuvo en el origen de la
presente reflexión
pertenece a una entrevista del dispositivo de Admisión
del Área de Asistencia y Tratamiento de una Alcaidía
Departamental. La
institución se caracteriza por brindar asistencia y
contención a las
personas privadas
de la libertad que
se encuentran en el
período de instrucción de la causa.
ENCUENTROS—61—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
Eran las diecinueve horas de un día típico de trabajo en la Alcaidía, cuando llega un patrullero con un aprehendido, situación
común en el lugar. Sin embargo, se produce un revuelo importante entre los oficiales y los guardias, que comienzan a ordenar y
limpiar el lugar. A los minutos ingresan el Director y el Subdirector, el oficial de turno interrumpe la entrevista que llevaba a cabo,
para solicitarme a media voz, que realice una entrevista urgente a
la persona que estaba ingresando, sujeto que aún no había bajado
del móvil, pero a quien le atribuían un intento de suicidio. Acto
seguido comenta que tendríamos a toda la prensa observándonos.
Comiencen a dimensionar cómo el tiempo y las políticas inciden
en la coyuntura de una primera entrevista. Dentro del marco institucional todo el tiempo hay auditorías conjuntas entre organismos
estatales e internacionales que financian el Proyecto de las Alcaidías
Departamentales. Esto no es un dato aislado ni menor en este recorte clínico, en donde la pregunta que se empieza a armar es, ¿qué
lugar habría para un psicólogo que intervenga desde el psicoanálisis?
Como no podía ser de otra manera, realizar esa audiencia fue un
trabajo arduo a nivel transferencial, ya que estaban presentes todos estos personajes fuera del consultorio. A nivel intelectual tenía
presentes los conceptos clínicos trabajados en los espacios de formación y supervisión, y a nivel personal lo trabajado en análisis.
Con toda esa preparación decidí realizar esa entrevista. Efectivamente, el sujeto venía transitando una situación de duelo en la
que comenzaba a reconocer la pérdida de un ser querido, del que
no sabía que había perdido con su deceso, pero sí sabía a nivel
consciente que quería seguirlo, que quería matarse y acompañarlo
en otra dimensión. Se culpaba de dicha pérdida. Obviamente la
intervención clínica fue en dos direcciones: la derivación al área
de seguridad para su observación permanente, para garantizar su
integridad física; y la derivación al área de psiquiatría para una
contención química, por su alto nivel de impulsividad, tratando
de evitar un pasaje al acto en el que atentara contra su vida.
Todo esto respetando el Consentimiento Informado y el Secreto
Profesional. El paciente acepta voluntariamente las derivaciones, le
advierto que lo van estar observando, porque es preocupante la situación que está describiendo. En ese momento le explico que por
Secreto Profesional, todo lo conversado va a quedar a resguardo.
Tras esto manifiesta que le gustaría ser escuchado al día siguiente,
ya que se encontraba agotado por haber transitado diversos tribunales, declarando en la causa judicial iniciada por dicha muerte. Al
finalizar la entrevista, dejo por escrito las derivaciones a cada área.
Hecho todo esto, el Director se acerca a agradecer que haya atendido al sujeto, y solicita que lo siga a la oficina porque necesita
hablar en privado. Una vez que cierra la puerta transmite su inquietud: “Está demás decirle, psicóloga, que estamos todos muy
—62—ENCUENTROS
preocupados por el caso, todo lo que usted
sepa debe comentarlo ya que va a ayudar a
esclarecer la causa (…), levantamos el teléfono y se lo decimos al Ministro de Justicia, que está muy interesado en resolver
la situación (…), hay una recompensa y
le vamos a saber retribuir (…), la vamos a
resguardar si es necesario”.
Conclusiones
No puedo transmitir objetivamente los
afectos que esto me iba suscitando. En primer lugar, pasar del asombro al enojo, de la
comprensión de su ignorancia a la agresividad, ya que mi práctica responde al Secreto
Profesional, hecho que el hombre no estaba
dispuesto a escuchar cuando le explicaba,
que el único que puede relevar del Secreto
Profesional es el juez, y si uno lo considera necesario porque ayuda a esclarecer un
delito. Si no cumple estos dos requisitos es
un delito, por el cual podemos ser denunciados, sancionados, procesados y penados.
Desde el enunciado y el acto clínico inscribí la praxis en un marco ético, respetando la autonomía del sujeto, el Consentimiento Informado y el Secreto Profesional. Situación que habilitó al detenido a
concurrir para hablar de lo que le estaba
sucediendo. Permitiendo escribir un lugar
posible en donde estar a salvo de las presiones políticas, mediáticas y judiciales.
Volviendo al título del presente trabajo, es importante establecer
las condiciones de posibilidad, para el trabajo analítico realizado
por un psicólogo. El psicólogo en posición de analista debe saber
escuchar al paciente, a la institución de la que forma parte y a las
políticas que inciden en su praxis, para poder interpretar adecuadamente la transferencia que se pone en juego. Poner en funcionamiento el dispositivo analítico supone que haya un analista que
transite espacios de formación, supervisión y análisis, que le permitan advertir su posición subjetiva y aprender a jugar, pagando
con su ser, su cuerpo y su palabra, su deseo de ser analista.
Fotografía: Brassaï
1 Lacan, J. (1987). Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
(pág. 129), Buenos Aires, Paidós.
2 Federación de Psicólogos de la República Argentina, Código de Ética, Normas
Deontológicas.
3 Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires, Código de Ética, Artículo 12.
4 Lacan, J. (1987). Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
(pág.284), Buenos Aires, Paidós.
5 Ibídem, pág. 135.
6Ibídem.
7 Lacan, J. (1988). La dirección de la cura y los principios de su poder, Escritos 2 (14 ed.),
(pp. 594-5), Buenos Aires, Siglo XXI Editores.
ENCUENTROS—63—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
Palabra,
Silencio,
Escritura...
Lic. Tatiana Reitman
E
sto pretende ser un pequeño escrito, una transmisión basada en una lectura —no dudo— de tantas posibles, que
algo diga de la palabra y su dignidad, de la palabra y sus
límites, de la palabra y sus posibilidades, de apertura a la letra.
Este escrito, por ello, girará alrededor de la palabra y la escritura.
Para ello, para orientarnos, en esta ocasión tomaré este texto de
Serge André, que nos servirá de guía:
“Pues Lacan también, como el escritor, quería hacer callar tanto
como quería hacer hablar. La palabra que él esperaba, que él anhelaba ver nacer de la experiencia analítica, era una palabra nueva, hasta entonces inaudita. Una palabra cuya condición primera
hubiera sido la de reducir, si no al silencio, en todo caso a la vanidad inconsistente, al parloteo, el bla-bla del discurso común. Una
palabra que hubiera al fin tenido la consistencia indiscutible de
una respuesta de lo real”1 (Lacan, año 1964, Seminario XI,
primero por fuera de la IPA).
Lacan, después de lo que él llama la “Excomunión mayor”.
Lacan expulsado por no comulgar con el “Discurso imperante”. Por no conjugar y jugar,
podríamos decir jugarse, a sus
propios significantes.
Y allí les dirá, a los que recién
se introducen en su enseñanza:
“Sepan que durante años dediqué todos mis esfuerzos a revalorizar ante ellos (facultativos,
—64—ENCUENTROS
Flac, la novela de
Serge André
analistas) este instrumento, la palabra, para devolverle su dignidad y lograr que no fuese (…), algo de antemano desvalorizado
que los obligase a poner los ojos más allá para encontrarle su garante. “(…), ex nihilo no se crea más que significantes. Eso va de
suyo ya que eso no vale más. El inconveniente es que de ello dependa la existencia, o sea, aquello cuyo único testigo es el decir”2.
Decir anudado de los tres registros: simbólico de la articulación
significante, imaginario del sentido y real del goce evocado que
constituye la trinidad de toda palabra. Ésa es la palabra que Lacan
esperaba ver nacer en la experiencia analítica.
Y de ello Serge André, en 1999, nos dirá:
“Quizás el escritor sea hoy el único capaz de abrir la posibilidad
de excavar un túnel en la pavorosa prisión del lenguaje unificado
y del fantasma estandarizado en el que nos encierra la dictadura
del discurso común. (…) Puede que a su modo, el psicoanalista
venga en su ayuda. Quizás”3.
Duda, y lo hace porque nos dice:
“En cuanto al psicoanálisis, su vanguardia se muestra cada vez
más ansiosa por la conquista mundial, por la uniformización de
la doctrina y por la sumisión de los practicantes al imperio de un
discurso único, en vez de animar y de interrogar la singularidad
de cada vocación, de acoger la herejía (vocablo que recibió un lugar especial en la enseñanza de Lacan —y que se relaciona con su
RSI—) y de favorecer la facultad crítica de cada uno. Si escribo
estas líneas es porque todavía no me resigno…”4.
Serge André es un reconocido psicoanalista belga, reconocido como clínico, como
hombre extraordinariamente culto, como
escritor y como conferencista. Saliendo de
su país, su renombre va ligado en particular a dos libros, publicados por Seuil y que
están traducidos al castellano: ¿Qué quiere
una mujer?, publicado por Siglo XXI y La
impostura perversa, editado por Paidós en
Buenos Aires. Pero no dudo que su única
novela, Flac, con su Posfacio “La literatura
comienza donde el Psicoanálisis termina”,
título provocador, dirá Néstor Braunstein
—su traductor—, merece ocupar el mismo lugar que su literatura psicoanalítica,
y que es un testimonio conmovedor de lo
que puede hacer la palabra, en su más austera y a la vez fulgurante manifestación.
Origen y nacimiento de
Flac
Flac tiene su origen, nos dice Serge André,
en primer lugar en una pasión por la escritura que lo absorbe desde hace mucho
tiempo. Ya a los dos años y medio, llenaba
páginas de cuadernos escolares con palotes
y signos, para exigirle luego a la madre, que
le leyese lo que había escrito. Primer estadio de la escritura dirá, quizá el más verídico, en donde ella sólo existe gracias a la voz
del “otro”, que autentifica su ciframiento.
“He nacido en los libros (mis padres poseían una biblioteca de varios miles de volúmenes), crecí con ellos, fueron mis compañeros, mis amigos, mis hermanos y a
veces mis amores. (…) Quería leer. Sobre
todo quería saber lo que era un ‘escritor’,
enigmática palabra que salía con frecuencia de la boca de mis padres. (…) El ensalmo que los libros ejercían sobre ellos —y
en el que muy pronto yo también caí—
me dejaba perplejo y desamparado”5.
Comprendió con el tiempo, que esa relación con el libro que observaba en sus
ENCUENTROS—65—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
padres, era una metáfora de la relación sexual, que la imagen de sus rostros trastornados proviene seguramente de otra escena, y que el escritor fue por mucho tiempo
para él, la imagen de aquel que detentaría
su secreto.
Pero Flac nace también de ciertas circunstancias que Serge André llama, curiosamente, anecdóticas. En abril de 1992, en
ocasión de una intervención quirúrgica
banal, carente en sí misma de gravedad, los
médicos le descubren un cáncer rarísimo
y fulminante, sin esperanzas. Ante la verdad: “Le quedan tres meses, a lo sumo seis
de vida”, la respuesta que salió de su boca:
“Ah, entonces ya sé lo que voy a hacer”, lo
llenó de asombro.
Debía escribir el libro que llevaba dentro
suyo —dice— desde hace hacía veinticinco años, y que nunca había llegado a escribir, por más que durante todos esos años
lo hubiese intentado entintando miles de
hojas, que invariablemente arrojaba al basurero, ya que seguramente no era “el libro
que llevaba dentro”.
Tenía poco tiempo: “Había que actuar,
era demasiado tarde para reflexionar. (…)
Debía encontrar las palabras, una música
hecha con palabras. Me sumergía y me
dejaba absorber —cabe que me pregunte:
¿en mí?, ¿fuera de mi?, bien no lo sé…—
por un sitio indefinido, cada vez más vacío
en el que trataba de discernir los primeros signos, las primeras notas, los primeros
acordes. (…) Permanecía a la escucha, (…)
cada vez más vacío, cada vez más próximo, era indudable, al momento en que
oiría resonar en mí (…) ‘una voz de sutil
silencio”6.
Y en esa espera, se acompañaba de la música de Beethoven, sobre todo de las Variaciones Diabelli, los últimos cuartetos de
cuerdas y las últimas sonatas para piano.
Buscaba una música hecha con palabras,
que surgiría del vacío, del silencio, del
—66—ENCUENTROS
ritmo entre el silencio y la voz. Del vacío y el silencio como fecundos engendradores, hablan todos los creadores. Pero este momento será interrumpido por la decisión de realizar un tratamiento
intenso de quimioterapia, que duró seis meses, que no dio ningún
resultado positivo y a raíz del cual, estaba más “muerto que muerto”, y con el mismo pronóstico que al principio. Interrumpido el
tratamiento, que había demostrado su inutilidad, el médico que
recordaba su proyecto del libro, le aconsejó escribirlo y concluyó
diciendo: “Uno nunca sabe…”.
Y Flac comienza
Y Serge André, obsesionado con la idea del poco tiempo con el
que contaba, y rabiando —dirá— con la idea de poder ser interrumpido por la muerte antes de terminar. comienza. Caen las
primeras palabras:
Flac se habla. Lo único que hace. ¡Ah!, no vale la pena preguntarse
donde está: el señor está en conferencia, instalado en el para sí de
un interminable concilio mudo. Por lo demás, cero: un extraviado.
Pensamiento. Estás perdido. Una de las frases que se dice, juicio,
entre otros, enunciado en su fuero interior. La sentencia cae, seca.
Perdido. Seguida de la sanción: dilo, dilo. Dos veces, siempre dos
veces. Y vuelta a empezar. Frases machacadas, parrafadas proferidas desde sabe Dios dónde, fragmentos terribles o anodinos, estribillos, bloques de palabras que resuenan y cuyos ecos le regresan
implacables, lo invaden desde adentro forzándolo a repetirlos. Disco rayado, radio que de golpe, sin motivo, cambiase de longitud
de onda, repiqueteo, nunca la paz, nunca una pausa, un silencio.
Agotador, agotador. Pero del mismo modo, confiesa, anda, confiesa, horrorosamente seductor. Escucha, escucha sin parar. Flac lleva
la vida de un cautivo cuya prisión es él, él mismo7.
“Uno nunca sabe…”
Y aquí nos retornan esas palabras de su
médico. Uno, el yo, nunca sabe.
Serge André nos dice que él no conocía
desde antes al sujeto que escribió Flac:
“Soy yo y no soy yo, o soy yo en tanto que
otro que mí mismo, no sé cómo decirlo.
Nos hemos encontrado, yo le abrí la puerta, lo dejé tomar su lugar y guiar mi pluma. No alegaré que no participé en ello,
pero tampoco puedo decir que me haya reconocido en él. Más bien debería decir que
en la escritura de este texto me he descubierto como desconocido para mí mismo
(…) diría que me he ‘extranjeado”11.
“Y todo lo demás se precipitó. No tenía ningún plan preconcebido. Permanecía a la escucha y ‘eso’ cantaba. Y mientras más cantaba ‘eso’ más fuerte y más lleno de vida me sentía”8.
Flac estaría concluido en menos de cuatro meses. Cuando escribió
las últimas palabras de Flac: “He llegado al final. Nunca quise otra
cosa que esta mañana. Imagino. Quiero decir, no, nada. Hasta
luego…”9.
Y si la palabra es un parásito y es la forma de cáncer que afecta al ser humano,
como decía Lacan en su Seminario del 17
de febrero de 1976, ¿podrá la escritura penetrar hasta las células más recónditas del
ser, liberar del cáncer de la palabra, curar
del cáncer?
En las páginas 112-113 de Flac, leemos:
Re-nacimiento. Re-nacimiento psíquico, sobre todo, dado que
sobre la física no quiere pronunciar un veredicto categórico, tal
vez porque la muerte llegará, de cualquier modo algún día. Al
decir de Freud, la vida es un más largo o más corto camino, según
las vueltas que logremos dar en nuestra trayectoria, para retrasar
la llegada de la muerte.
Pronuncie la palabra (…). No basta con
explicitar el pensamiento innoble, penetración, (…) no basta con decir la palabra, con proferirla. ¡Ah! ¡No! Ha sido
tiempo perdido y vuelve con más fuerza,
una invasión masiva por caminos desviados. Por enfermedades del cuerpo, si fuese
necesario, por colonización de células, por
ataques de órganos. Hasta la invasión, capitulación, aniquilación. El señor debería saber, por lo menos, que la medicina no es más que el recipiente de lo
impensable o del rechazo a pensar; la
cirugía, una censura que corta en lo
vivo por no poder cortar en el texto.
Un pensamiento no se elimina así como
así, a la ligera, descuidadamente, como
un deshecho. Eres tú el deshecho del pensamiento (…). Sobre todo del pensamiento
atroz, infame, intolerable. No es broma.
No huyas o tendrás que lamentarlo. (…)
Serge André murió en el año 2004, doce años después de aquel
día de 1992, en que recibió el diagnóstico de su fatal enfermedad.
Pues para borrarlo, hay que leerlo. Y
leerlo es verificar hasta el infinito que
Y allí, con el final de Flac con estas últimas palabras ya escritas, le
acometió la intima sensación de haberse liberado de lo que lo había enfermado. Y lo refrenda con estas palabras: “Nunca me había
sentido tan vivo y tan feliz de estarlo”.
Dos años después, habiéndose sometido a los análisis de control,
su caso fue catalogado en el compartimiento de las “curaciones
espontáneas”, a lo que de algún modo él respondió:
“Desconfío tanto de los diagnósticos como de los pronósticos. No
sé bien qué es lo que está curado en mí y qué no lo está, además
de que, debo agregar, no conozco una definición satisfactoria del
término ‘curación’. Tan sólo puedo decir que la escritura de Flac
tuvo para mí el efecto de un renacimiento”10.
ENCUENTROS—67—
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XIX Jornadas Psicoanalíticas
está escrito, que se escribe, que no cesa de escribirse. (…) Al
fin hay que reconocerse cautivo (Las negritas son nuestras).
Flac es autobiográfico al “mil por ciento”. El cien por ciento, dirá
el autor, supuestamente verdadero, no sería de ningún interés para
nadie, sin el novecientos por ciento restantes. En Flac ha tratado
su vida como, según Alfred Brendel, Beethoven trató el mísero
valsecillo de Diabelli: “Tema de Diabelli que Beethoven comenta,
critica, mejora, parodia, se burla, lo fuerza hasta el absurdo, lo
desdeña, lo embruja, lo transfigura, lo deplora, lo llora y lo aplasta
con el pie antes de hacerlo sonreír”.
Es que lo que el escritor de Flac trata de romper, de despanzurrar y
de pulverizar, es el mecanismo mismo de la representación. Es su
tentativa de redefinir la sublimación, como un proceso que busca
producir un significante, que indicaría la presencia del vacío de la
Cosa, más allá del engañoso objeto. En términos de Lacan, elevar
un objeto a la dignidad de la Cosa.
“El texto de Flac es el testimonio de una voluntad encarnizada de
hallar, con la lengua y contra la lengua, el camino que permita
echar por tierra todos los ídolos, todas las figuras, todos los semblantes, por los cuales ella se sostiene”12. Pero paradojalmente,
para lograrlo no existe otro medio que el de actuar como virtuoso, de todos los artificios del léxico y la sintaxis, así como por
otra parte —dirá Serge André— es necesario crear un torbellino
de centenas, de millares, de notas y de frases musicales, para hacer palpar un silencio celeste, al fin celeste. Un silencio necesario,
pues es en el silencio donde se halla, alguna posibilidad para la
inspiración, y para forzar y escapar de la lengua común. El silencio —dirá Serge André— no es solo la ausencia del lenguaje, más
bien es un agujero, un espacio vacío, un accidente, un corte en el
corazón mismo del lenguaje, tal vez lo que Freud llamó “el ombligo del sueño”.
¿Se impone entonces un decir absolutamente singular que recree la lengua ex
nihilo?
Pero... ex nihilo sólo se crean significantes
y de ello depende la existencia. Y de la existencia, el único testigo es el decir.
Fotografía: Sebastián Luraghi
1 Serge André, Flac, Posfacio “La escritura comienza
donde el Psicoanálisis termina”, (Siglo XXI Editores,
2000), Pág. 185.
2 Serge André, Seminario 11 “Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis”, Epílogo, (Editorial
Paidós, 1995) Pág. 290.
3 Serge André, Flac, Posfacio “La escritura comienza
donde el Psicoanálisis termina”, (Siglo XXI Editores,
2000), Pág. 182.
4
Ibid., Pág. 182.
5
Ibid., Pág. 161.
6
Ibid., Pág. 162.
7
Ibid., Pág. 11.
8
Ibid., Pág. 164.
9
Ibid., Pág. 158.
10 Ibid., Pág.164.
11 Ibid., Pág. 165.
12 Ibid., Pág. 166-7.
—68—ENCUENTROS
Jornadas
de
N u e s t r o D i s t r i to
XX J o r n a d a s P s i c o a n a l í t i c a s
Investidos de
malestar
Lic. Ricardo Maldonado
L
a nuestra es una profesión nacida como profesión liberal y
en este trabajo intento señalar algunos cambios en esa condición. Y siendo una jornada sobre presentaciones clínicas es
pertinente hacerlo porque la pregunta de este trabajo es qué lugar
(si ocupa alguno) le cabe a este proceso en la clínica. Y cuál es la
perspectiva que se abre al futuro. Además, siendo una jornada organizada por una institución cuya adhesión reviste carácter obligatorio, podemos decir que este encuentro no está lejos del centro de
la cuestión. Pero la convocatoria habla de nuevas investiduras y en
este caso la nueva investidura se desprende del proceso de reestructuración que afecta las capas medias intelectuales de la sociedad.
En este marco cabe preguntarnos qué vestiduras adoptamos los
psicólogos (y los psicoanalistas en particular) para poder trabajar.
Nuestro trabajo ha sufrido con el paso de
los años varios procesos: comenzando por
la masificación de la oferta que conlleva la
búsqueda de novedosas formas de aumentar la demanda. Pensemos que en los últimos 20 años, las fábricas de psicólogos,
las universidades, con carrera de psicología
crecieron un 161% —de 13 a 34—, aumentando su producción año a año a una
tasa superior al crecimiento poblacional.
Y la media de 154 colegas cada 100 000
habitantes, sextuplica la media estadounidense de 27 cada 100 000. Una porción
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mayoritaria de este número son colegas que se reivindican practicantes del psicoanálisis. De esta masa ingente de profesionales,
una parte realiza su trabajo en los marcos de lo que llamamos consulta privada, otra parte como empleados del estado y otra como
prestadores de empresas privadas de salud, habiendo colegas que
participan en proporciones variables de situaciones combinadas.
Esta institución, el colegio obligatorio, nos incluye a todos.
Pero al hacerlo han aparecido otros efectos. Es importante aclarar
que este trabajo trata de ubicar una dinámica en curso y no un
proceso concluido. De manera que abordaré unos efectos sufridos por un sector específico de colegas, los que se conchaban en
las prepagas, cambio estructural que se viene desplegando desde
los años noventa con gran efectividad. Un dato ilustrativo: de los
45 000 colegas que se calcula hay en actividad, un solo empleador tiene contratados a más del 3%. Esta relación laboral con las
empresas privadas de salud tiene como punto de partida figuras
espurias: la prestación de servicios y el monotributo. Éstas constituyen una relación de dependencia encubierta, que le ahorran al
empleador cargas sociales, aguinaldos y vacaciones, estabilidad y
responsabilidades. Pero le permiten exigir condiciones geográficas
y edilicias del consultorio, cargas horarias disponibles, reuniones
periódicas obligatorias no remuneradas, y otras exigencias aburridas de detallar, pero conocidas por todos. La demanda, que
de acuerdo a la teoría sería un proceso espontáneo, se encuentra
mediada y regulada por el admisor. La figura del admisor reemplaza la derivación. La derivación era una relación de confianza
entre colegas, que se ve sustituida por una relación de subordinación a un colega de confianza, pero de confianza del patrón.
La calificación en base a certificaciones públicas y estandarizadas
desplaza, por afuera e incluso en contra, a la calificación basada
en el propio análisis, supervisión y estudio teórico. Se pierde el
control de la frecuencia, que es determinada por la gerencia y a la que hay que solicitar excepciones. A esto se le suma (o resta
más precisamente) la pérdida de control
sobre los honorarios que eran parte de las
herramientas de intervención (el paciente
paga lo mismo por sus sesiones —la cuota mensual— hasta el límite fijo asignado)
es reemplazado por una determinación estándar del valor del trabajo analítico. La
amplitud del tratamiento estructural del
psicoanálisis que no se basa en el síntoma
sino en la estructura, se ve compelida por
las especificaciones parcelarias de las especialidades requeridas para ser contratados,
parcelamientos por síntomas y no definiciones por estructuras. Otra parte de la estandarización de las tareas es aceptada al
admitir encuestas de satisfacción para los
pacientes y objetivos focalizados a cumplir.
La estructura social es más que las franjas de
ingresos. Es también la definición del propio posicionamiento en relación al control
de los medios y los fines de la actividad. Las
capas medias asalariadas se diferencian de la
clase trabajadora por vender un servicio y
no fuerza de trabajo. Para poder extraer plus
valía la labor debe ser fragmentada, parcelada y estandarizada hasta perder las marcas
singulares. La escuela de la administración
científica del trabajo, el conocido taylorismo, le dio estatuto teórico. Cada tarea debe
ser descompuesta en mínimas actividades
que cualquiera puede realizar con una instrucción básica. De esa manera lo propio de
cada sujeto se ve eliminado por lo objetivado de las acciones. A esta reestructuración
corresponde una subordinación primero
formal y luego real de cada actividad. Remarca Marx que el capitalista conduce el
proceso de trabajo por ser capitalista y no
que es capitalista porque sabe.
Lacan conmovió a los psicoanalistas en la
década del 60 a través de una encendida toma de partido por un tiempo en la sesión y
no una sesión en el tiempo. Cuando consideramos el tiempo desde la perspectiva de
lo cuantitativo, la sesión se desarrolla en el
tiempo, y éste le es exterior. Por el contrario,
lo que Lacan hace es introducir el tiempo
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Marx señala insistentemente a la acumulación originaria como
(entre otras cosas) un proceso de pérdida de autonomía y crecimiento de la heteronomía. Han pasado casi 40 años de los dichos de Lacan al grupo italiano: “El analista no se autoriza más
que por sí mismo, eso cae de su peso. (…) Sólo el analista, o sea
no cualquiera, no se autoriza más que por sí mismo”. No sólo
la biodiversidad (otra forma de autonomía) se ve amenazada por
la expansión de la economía mercantil, también la singularidad
humana y, obviamente, la práctica de quienes nos proponemos
apostar a la diferencia.
en la sesión. La cuestión de la sesión corta
se saldó con una ruptura y la fundación de
un nuevo territorio, el territorio lacaniano.
Dos grupos de practicantes del psicoanálisis diferían y la disputa se resolvía en forma
autónoma, se resolvía entre pares. Es decir
los profesionales liberales podían, haciendo
uso de su autonomía clínica y teórica, agruparse según las lógicas que su experiencia
les indicaban. Eso evidencia que la clínica,
la técnica psicoanalítica, estaba en manos
de los psicoanalistas.
La diferencia con la actualidad es que el proceso de proletarización comienza a revertir
los singulares aportes de la teoría lacaniana
sin posibilidad de crítica ni resistencia. De
hecho sucede lo contrario, la teoría interpreta, en clave psicoanalítica, las decisiones
de nuestros empleadores. En eso consiste el
proceso de proletarización en términos de
saber, en una apropiación del mismo por
parte del empleador, él determina las condiciones e impone la tarea de adecuar los
vectores teóricos a esas pautas. Y una reversión del saber social: el patrón no es patrón
porque sabe sino que sabe (del proceso productivo) por ser patrón. De manera opuesta al maestro artesano que dirigía el taller
porque sabía. Y este sesgo de la producción
teórica consonante con la demanda de los
empleadores no debe ser visto como traición a los imperativos psicoanalíticos, sino
como una muestra de la heteronomía implicada en un proceso de proletarización.
Aun cuando no estemos dentro del marco institucional de las
empresas de salud, este proceso impacta e impactará aún más en
nuestra profesión porque no es un tema circunscrito a los psicólogos, es el régimen capitalista el que tiende a subordinar el proceso
de trabajo, primero en la forma, sometiendo los procesos ya existentes y, luego realmente, es decir, modificando la manera concreta en que se realiza el trabajo, dentro del consultorio inclusive.
Los psicoanalistas somos parte de colectivos sociales más amplios.
Paralelamente al proceso definido se encuentra el de inclusión en
el empleo estatal. Que tiene algunas exigencias, como el trabajo
en forma honoraria, que también se contrapone drásticamente a
muchas cuestiones de índole clínica.
Históricamente pertenecemos a las capas medias intelectuales. De
allí surgen imaginarios fuertemente libidinizados. Éstos provocan
una añoranza de la profesionalidad liberal que se contradice con
la necesidad de ser aceptados en los marcos de la regulación mercantil y el empleo estatal. Y esto no es sin efectos en la práctica, y
los efectos en la práctica deberían traducirse en las presentaciones
clínicas sin ocultar el proceso de proletarización.
La presentación de esta reflexión en estas jornadas es, a mi juicio,
muy pertinente. En primer lugar porque el psicoanálisis como
deseo de máxima diferencia es lo opuesto a la estandarización del
capital, a la equivalencia mercantil burguesa. En segundo término
porque las jornadas son convocadas por una institución cruzada
por esta problemática: una institución que nos agrupa pero sin
que podamos elegir no ser agrupados, una institución que por no
tener afuera es necesariamente igualadora. Y en último lugar, porque es en las presentaciones de casos clínicos donde las marcas de
la proletarización deben señalarse.
Fotografía: Tina Modotti
— El Capital, Carlos Marx (capítulos referidos al fetichismo de la mercancía, la subsunción real y formal del trabajo y la cooperación).
— Nota iltaliana, Jaques Lacan.
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Jornadas
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Psicoanálisis: Admisión
y ¿Readmisión?
Lic. Samanta Méndez Galfaso
La entrevista de admisión es un dispositivo institucional que no pertenece al campo del
psicoanálisis, ni siquiera es exclusiva del campo de la salud mental. ¿Por qué entonces
se utiliza en el mismo? ¿Por qué estamos realizando una práctica clínica en psicoanálisis
que la contempla? ¿Dónde se puede encontrar la relación entre el dispositivo de la
admisión y la práctica psicoanalítica? ¿Dónde se desencuentran?
Admisiones
La necesidad de realizar una entrevista de
admisión radica por un lado en responder a la demanda de tratamiento de cada
consultante y al mismo tiempo regula la
derivación interna evaluando el nivel de
urgencia del consultante, por un lado, o
la derivación externa a otra institución,
en caso de que el tratamiento a ofrecer no
se adecue a la situación del paciente. La
entrevista de admisión marca el inicio de
una serie de entrevistas que devendrán o
no preliminares, lo que articulará este dispositivo institucional a aquellos conceptos
anidados en el psicoanálisis.
La admisión en la UAP de Vicente López
donde asisto se desarrolla en un tiempo breve pero suficiente, como para poder recibir
—72—ENCUENTROS
En la admisión, si bien hay datos formales y normas institucionales que se intentan ubicar y seguir, lo que intentamos captar, fundamentalmente, es la singularidad de cada paciente. Se entiende
por normas institucionales a ciertos criterios generales y objetivos
a tener en cuenta en toda admisión: edad del paciente, diagnóstico, tratamientos anteriores, antecedentes de internaciones, derivación, entre otras. Si bien se cuenta con estos criterios generales y
objetivos es necesario precisar también otros criterios que podría
llamar “criterios propios” y que aluden a una escucha diferente,
incluso de estos mismos criterios formales. Es decir, se trata de
escuchar al sujeto cada vez, se trata de apuntar a la singularidad de
quien consulta, contemplando ciertas normas institucionales pero
avanzando más allá también.
En el caso del psicoanálisis en particular, lo
que se admite esencialmente, es la posibilidad de apertura de esta dimensión subjetiva
desde, y sobre la cual opera la práctica analítica: el modo en el que el paciente hace la
demanda, ya escuchamos algo de la singularidad propia de cada sujeto, tratando de
detenernos en el armado de una demanda
del paciente o un “para qué” del tratamiento, si es que existe la posibilidad. Por eso, decimos que el admisor deberá hacer de cada
entrevista de admisión una admisión singular. Quiero hacer hincapié en que dentro del
dispositivo de entrevistas de admisión, que
no pertenece al campo del psicoanálisis puede constituirse en un elemento de suma utilidad para el analista, haciendo posible que
a partir de ese tiempo breve, se desplieguen
hipótesis acerca de un diagnóstico diferencial, posibilidad de relación al inconsciente,
etc. Esto no va de suyo, no es inherente al
dispositivo de entrevistas de admisión, sino
que sólo puede constituirse como tal, si hay
un analista que articule este dispositivo.
La función del psicólogo que hace una admisión no se limita sólo
a la decisión de admitir o no a un paciente, o hacerlo al equipo al
cual lo deriva. La admisión en sí misma es un espacio en el cual
desde ese primer momento se oferta una escucha.
Es decir, al encuentro con un sujeto le corresponde, como contrapartida el lugar del
analista que escucha y posibilita la emergencia subjetiva y a partir de lo cual tomará la
al consultante, enunciar las normas institucionales y tomar decisiones respecto de si el profesional a cargo de la unidad (hay una
sola trabajando allí actualmente) seguirá entrevistando a la persona
o si es necesaria una derivación. Efectuar una derivación puede ser
necesaria por varios motivos, como por ejemplo psiquiátricos, o
porque el paciente requiere de tratamientos que pueden tratarse
mejor con otra metodología, como por ejemplo la terapia grupal.
¿Qué admitimos en el proceso de
admisión?
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decisión de admitir o no admitir a ese paciente a un análisis. Esto por supuesto ya no
solo quedará supeditado a la admisión sino
que también a las entrevistas preliminares.
Esta/s primera/s entrevista/s tienen que ver
entonces con un intento de otorgarle un lugar al paciente, un espacio en donde pueda
alojarse respecto de lo que le pasa. Estas intervenciones intentan hacer lugar a la singularidad de cada consultante, en otras palabras subjetivar algo del orden de su malestar.
¿Existe la admisión
cuando ya hubo un
tratamiento previo?
Durante algunas de las co-admisiones de
las que formé parte llegaron a la institución
pacientes que ya habían sido atendidos previamente por profesionales del lugar durante un período de tiempo en el pasado.
Si bien los pacientes ya habían estado en
tratamiento anteriormente con mis colegas
(desconozco si habían logrado efectivamente entrar en análisis propiamente dicho),
las unidades de atención primaria donde se
atendían requerían que, para conseguir un
horario regular con las profesionales, vuelvan/volviesen a presentarse en el horario de
admisiones para así ser “re-admitidas” en el
dispositivo. Si bien cada profesional con la
que co-admití a dichos pacientes actuó de
manera diferente frente a esta situación, esto me llevó a pensar en una importante incompatibilidad en el ámbito de la admisión
entre el psicoanálisis y lo institucional.
Si bien desde lo institucional no presenta
conflicto la idea de ser admitido dos o más
veces; desde el psicoanálisis, cuando un paciente ha atravesado su admisión dando
lugar así a sus entrevistas preliminares, el
mismo ya ha sido, de un modo u otro admitido por el profesional que lo escucha.
Como mencionaba en el punto anterior,
en el espacio de las entrevistas el analista
le ha dado un lugar a la singularidad del
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consultante, ha tratado de armar algo del pedido de esa persona en
la demanda de un sujeto que la desconoce, preparado la posibilidad de que el inconsciente de la persona surja. Ricardo Mauro da
una excelente explicación de este espacio en su trabajo “Admisión,
Psicoanálisis e Institución” cuando dice: “Si el comienzo de un
análisis se define por la instalación de la transferencia, esto implica
un tiempo previo que confluye en la estimación de su posibilidad.
Allí donde hay una puerta de entrada que es la apertura del inconsciente, hay una puerta anterior a partir de la cual se prepara el campo de aquella apertura”. Aquí puede distinguirse cómo, si bien en
este ejemplo no se ha cruzado efectivamente el umbral que Lacan
menciona para la entrada en análisis, hay un espacio previo, propio
del paciente en el cual ya ha sido alojado. Cabe preguntarse entonces si una vez que alguien ha cruzado la primera puerta y espera
para cruzar la segunda, vale utilizar nuevamente el término “admisión”, para lo que en realidad considero se trata de un regreso.
Esta incompatibilidad en el uso del término “admisión” que menciono se ve aún más en el caso de que estos pacientes que intentan
reencontrarse con sus analistas hubieran realmente logrado entrar
en análisis, es decir, si efectivamente habrían logrado establecer
el Sujeto Supuesto Saber y la transferencia con las profesionales
ya que no sólo la persona había sido alojada, sino su producción
inconsciente para interpretar también.
Fotografía: Sofía Loviscek
—Mauro, Ricardo: Admisión, Psicoanálisis e Institución.
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Copia Certificada
Por Claudia Riego
“Las copias son valiosas porque
muestran al original y, de este
modo, certifican su valor”.
Este trabajo fue presentando en
el Seminario Sexuación y
Goces, año 2011, docente:
Marité Ferrari.
L
a sexuación es un hecho de discurso. La distinción anatómica entre los sexos tiene consecuencias psíquicas, y más
allá de los caracteres sexuales secundarios, que identifican
hombre y mujer, para Lacan la masculinidad y la feminidad, son
posiciones simbólicas: “La realización de la posición sexual en el
ser humano está vinculada, nos dice Freud —y nos dice la experiencia— a la prueba de la travesía de una relación fundamentalmente simbolizada, la del Edipo (…). La realización genital está
sometida, como a una exigencia esencial, a la simbolización: que el
hombre se virilice, que la mujer acepte verdaderamente su función
femenina”, dice Lacan, en el Seminario 3, Pág. 253. La diferenciación entre hombre y mujer descansa sobre la articulación entre el
complejo de Edipo y el complejo de Castración, y gira alrededor
del falo y del órgano peniano, del que es su significante”.
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“El falo es el significante privilegiado de
esa marca en que la parte del logos se une
al advenimiento del deseo”, dice Lacan,
en La Significación del falo, pág. 673. Enlazando así lenguaje y sexualidad, y planteando más adelante en el mismo texto,
que las relaciones entre los sexos girarán
alrededor de un ser y de un tener: del lado masculino se tratará de tenerlo sin serlo, del lado femenino de serlo sin tenerlo.
Ambas posiciones basadas primero en una
pérdida: dejar de ser el falo de la madre,
renunciar al goce fusional, para poder asumir una posición sexuada y acceder a un
goce posible. Y estas posiciones se afrontan a partir de una apariencia, lo que lo
(las) inscribe en el registro del semblante:
al perderse la orientación por el instinto,
por la entrada en el lenguaje, al no poder
ser hombres o mujeres en un sentido puramente biológico, a ambos sexos no les queda más que parecerlo, hacer de hombre o
hacer de mujer.
“Esto por la intervención de un parecer
que se sustituye al tener, para protegerlo
por un lado, para enmascarar la falta en el
otro, y que tiene el efecto de proyectar enteramente en la comedia las manifestaciones ideales o típicas del comportamiento
de cada uno de los sexos, hasta el límite del
acto de la copulación”, continua diciendo
Lacan, en La Significación del falo. Más adelante, en el capítulo 2
del Seminario 18, Lacan plantea que en la adultez se trata, para
el muchacho, de hacer de hombre y dar signos a la muchacha de
que se lo es, haciendo cierta comparación con el cortejo sexual
en algunos animales, que ubica propiamente en el nivel del semblante, pero planteando una fundamental diferencia: si bien es
verdad que el comportamiento sexual humano consiste en cierta
conservación de este semblante animal, la diferencia es que este
semblante se vehiculiza en un discurso. El falo es una función que
permite introducir, en el campo del lenguaje, una significación,
un valor al goce. Porque habla, por estar el ser humano atravesado por el lenguaje, es en relación al falo que puede acceder a una
posición sexuada, no en términos que se definen como macho y
como hembra, sino a partir de esa elección, que se produce en
términos de naturaleza y función bien definidos, llamados el ser
y el tener. La relación sexual, en términos biológicos, se sustituye
por la ley sexual, una ley que es coherente con todo el registro
que se llama deseo, y de lo que se llama interdicción: es necesario
que haya un goce prohibido, que se reprima y que se articule en
un discurso. Ese goce prohibido, el goce masturbatorio, propio
de un tiempo primario de captura en la madre, incestuoso, al ser
prohibido por la intervención paterna, permite la promesa de otro
goce, un goce posible. El falo es una ficción, es lo que estructura
el semblante, un semblante que no es del orden de la imitación,
que está “Estructurado por el lenguaje”1. Así, todo lo que depende del efecto del lenguaje, todo lo que instaura la dimensión de la
verdad, lugar que en los cuatro discursos se encuentra reprimido,
bajo la barra, se plantea a partir de una estructura de ficción.
El mito es una ficción, pero que tiene un anclaje en la verdad. Podemos pensar que la ficción es lo que se desarrolla en el plano simbólico, tiene una estructura y también enlace con los otros registros. Tal vez podamos pensar el semblante en los mismos términos.
—76—ENCUENTROS
La cita con la que comienza este trabajo pertenece a la película
“Copia Certificada” de Abbas Kiarostami. En este film, un escritor especialista en arte presenta su libro, que se llama igual que la
película, donde formula una hipótesis: “Las copias son valiosas
porque muestran al original y, de este modo, certifican su valor”.
En un momento de la película relata cómo surge la idea que impulsa el libro: un niño mirando fascinado una estatua, una copia
del David, la madre le dice que es una copia, que el original estaba
dentro de la Academia, pero el niño la miraba, como si realmente
fuera una original obra de arte. La copia no deja de ser un original en sí mismo, y al mismo tiempo, algo del original conserva.
Al igual que el semblante, que estructurado en la ficción alrededor del falo, como efecto del lenguaje, siempre porta algo de la
verdad. En los discursos, el lugar que comanda él mismo es el del
semblante; bajo la barra, el lugar es el de la verdad.
Este juego entre original y copia, será trasladado por el director a
la pareja protagonista del film. Él, el escritor al que hacíamos referencia, ella, galerista del lugar, muy interesada, más que en el libro
en el escritor. Juntos recorrerán el lugar, cada uno ocupando claramente posiciones diferentes: ella “arrojando todos sus atributos en
la mascarada”, él recordando que su tren parte puntualmente a las
nueve de la noche. Ella, mostrando sus dificultades de madre sola,
con un hijo púber, que atento al deseo de su madre interfiere todo
el tiempo en el camino que intenta recorrer hacia ese hombre. Él,
plantado en su lugar de tener el saber, intentando una explicación,
que por catedrática, no llega a ser lo que ella espera. Tal como le
dice un hombre unos cuantos años mayor, que con su pareja recorre también el lugar: “ella sólo necesita que usted ponga su mano
sobre su hombro”, mostrándole tal vez que en el amor se trata de
dar lo que no se tiene.
El giro interesante que plantea el director, es que en un momento
de la película, llevados suavemente por la trama misma, ya no sabemos cuál es el vínculo que une a esta pareja, si son dos extraños
que juegan a ser un matrimonio, o un matrimonio que juega a ser
dos extraños. Ya no sabemos si son originales o copias, lo que sí sabemos, es que de
una forma u otra, portan una verdad.
Frente al falo habrá dos para emparejarse, nos dice Osvaldo Meira en ¿Un más
allá del dos de los sexos?, juego de punta y hueco, en donde el hueco parece (si
semblantear es saber hacer con lo que no
hay, la mujer parece más ducha en esto por
entrar en el Edipo como “castrada”) como más requirente, como más dispuesto a
quedar subordinado, en tanto su búsqueda
pasiva de satisfacción. Y donde también,
el entrante espera la completud supuesta
de poderse alojar, que por su posición de
ser más demostradamente activa, reforzada
aún por la mirada sobre el pene que mostraría, le hace rodearse de su supuesta primacía en lo significante… pero para fijarle
desde ahí, el peso del terror imaginario a
su falta, y entonces quedando desde aquí,
la universal marca de lo faltante.
Él y ella sin saberlo, saben que la relación
sexual no existe. Existen las copias, los simulacros, los escenarios, las mascaradas,
los trenes que parten a las nueve en punto,
para poder suplir el original que no existe.
Como dice el escritor, en el subtítulo de su
libro: tal vez sea “mejor una buena copia
que el original”.
Fotografías: Man Ray
­— Jacques Lacan, La significación del falo, Escritos 2, Siglo XXI Editores, 1999.
— Jacques Lacan, Seminario 18, Paidós, 2009.
—María Teresa Ferrari, Puntuaciones del seminario Sexuación y Goces, 2011.
— María Teresa Ferrari, Destinos del trauma.
— Osvaldo Meira, ¿Un más allá del dos de los sexos?
— Juan Carlos Mosca, El lugar de la Verdad, un lugar en
el Discurso, Psyche Navegante N° 47 (Internet).
1 J.M.Vappereau, Es uno… o es dos, Ediciones Kline,
1997.
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La adolescencia en
tiempos contemporáneos
Lic. Laura Hernández
La adolescencia hoy
L
a adolescencia y la pubertad marcan el fin de la niñez y el
comienzo de una serie de cambios significativos. Se trata
de un momento de transición en el cual la transformación,
ya sea del cuerpo, del carácter, de la personalidad o de la relación
con el mundo que los rodea, es primordial. Esta etapa se presenta
como un fenómeno específico, por su importancia dentro del desarrollo del ser humano.
Como psicólogos nos encontramos con sujetos, que nos enfrentan a una serie —a veces interminable— de acontecimientos, que
por momentos nos resultan incomprensibles, complejos, difíciles
de ubicar, puesto que se vinculan con una búsqueda incesante
de la identidad, dada la conclusión de la niñez y todo lo que ello
implica: el abandono del cuerpo infantil, la desidealización de los
padres y el consecuente descubrimiento de la finitud; la construcción de ideales sobre nuevos cimientos, la confusión entre lo que
se toma prestado y lo propio.
A veces la identificación con un rasgo, produce una alineación
dolorosa y se puede escuchar en la clínica con adolescentes, que se
torna por momentos insoportable, sobre todo en historias donde
las relaciones primordiales con los padres fueron frágiles, vacías,
dolorosas, violentas, contradictorias o simplemente no existieron.
Esto se ve reflejado en miedos, inestabilidades, fluctuaciones en
los cambios de humor, tendencias al aislamiento, en el odio y el
amor extremos. La relación con los adultos entra en confusión y
ruptura, aparentemente sin vuelta atrás, sin posibilidad de reparación, por las diferencias generacionales, las intolerancias, los momentos diferentes que aborda cada sujeto, ya sea el padre, abuelo
o quien cumpla el rol de autoridad. En este proceso se producen
cambios, que hacen a la formación de la personalidad adulta, los
cuales acarrean resistencias en algunos individuos, que resultan
vitales para ir definiendo y redefiniendo posiciones.
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A nivel de la sexualidad, Freud sostiene que
todo sujeto posee componentes de ambos
sexos, tanto una posición femenina, como
masculina. Esto podemos aceptarlo teóricamente con bastante facilidad, porque
nadie puede tener identificación con sólo
uno de sus padres, es decir, nos encontramos con una mezcla de rasgos identificatorios, comprobables y muy importante en
la práctica con adolescentes.
El enfrentamiento con la verdadera posibilidad —no planteada en la niñez— del
acto sexual, puede ser vivido de muchas
maneras, que van desde lo traumático a
lo normal y sencillo. En la pubertad y la
adolescencia esto supone un momento de
actualización de todos los conflictos —por
así llamarlos— edípicos, y la consolidación fantasmática que permite entender en
algunos casos, una identidad sexual, ya sea
homosexual o la heterosexual.
de lo que está prohibido, ya que la oferta continua, por la cual los individuos son
tentados constantemente, es muy grande.
Todo es posible, pero sólo unos pocos logran acceder a ello, en buena medida debido a la falta de herramientas que produce
la carencia de educación, generada muchas
veces también, por políticas mal empleadas.
Adolescencia vs. Sociedad
¿En qué medio sociocultural está inmersa hoy la adolescencia?
¿Cómo se vive esta etapa?
Si comenzamos por interpelar algunos rasgos de la sociedad contemporánea, debemos posicionarnos frente a uno de los fenómenos más característicos de nuestro tiempo: la voracidad por
lo nuevo, lo distinto. En este sentido, nos encontramos con una
aparente sobrevaloración de lo nuevo, lo distinto, lo joven. Hoy la
eterna juventud es lo deseable, es lo que promete la felicidad, y no
obtenerla es una de las manifestaciones del malestar en la cultura,
definido por Freud.
De esta manera, es que en la esfera de la
transmisión de conocimiento, cualquier
proceso se presenta como dificultoso y
contradictorio. Porque nos encontramos
con contenidos curriculares cada vez más
exigentes, en un medio cultural severamente empobrecido. Asimismo, nos hallamos frente a toda una gama de problemáticas, que conducen a una situación generadora de violencia y agresividad, que trasciende lo físico y lo concreto, entendiendo
la agresividad como la respuesta de algunos jóvenes, ante la imposibilidad de insertarse en un marco social, marcado por la
intolerancia a la diferencia. Es la realidad
a la que están expuestos muchos de nuestros adolescentes: la falta de tolerancia, el
recrudecimiento de las diferencias sociales,
la falta de un dispositivo que los acoja ante
La gran abundancia de objetos que el mercado ofrece a los adolescentes, los hace creer mediante la propaganda engañosa, de una
efímera completud, que algo de esto le dará sentido a su vida. Pero
una vez obtenido, automáticamente pasará a ser un objeto no deseado y comenzará a aparecer la insatisfacción, difícil de tramitar
psíquicamente a esa edad. Al decir “tramitar”, me refiero a poder
comprender las grandes tácticas publicitarias, propias del marketing y la sociedad de consumo, donde se impone el culto de la imagen y se manifiesta al modo de un leitmotiv: “tener para ser y ser
para tener”. ¿Qué cosa? Lo que se supone que provee la felicidad
tan anhelada, a veces inmediata, fugaz y triste por lo vacía y etérea, infértil, desierta, sobresaturada de significados, que aparentan
proporcionar al sujeto un objetivo, una meta, un ideal, pero en su
sobreabundancia provocan el efecto contrario. En línea con esto
último, lo mágico y lo rápido son presentados como la solución.
Desde el punto de vista social, nos encontramos con un empobrecimiento de la noción de autoridad, que se desprende obviamente del punto aclarado anteriormente. Hoy todo es cuestionable,
todo tiene que apelarse, hay una dificultad para utilizar límites
adecuados. Es complicada la transmisión de lo que se permite o
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la desprotección, el maltrato social que produce la exclusión social. Por un lado aparecen la desigualdad y la injusticia social; por
el otro, el mercado, donde todo es cuestión de competencia, tener
más, ser más exitoso, tener el mejor jean, el mejor estudio, etc.
A muchos adolescentes pareciera que nada les alcanzara, que todo les quedara chico, hasta los signos de exclamación les resultan
insuficientes. Hay una búsqueda constante de intensidad a través
de lo sensorial: ruidos fuertes, colores, olores y sabores intensos.
La comunicación verbal no constituye una excepción a este proceso. La comunicación verbal se ve afectada por el decaimiento de la
palabra: a través de las innovaciones tecnológicas queda evidenciado que el lenguaje verbal se subordinó al de la imagen. El chat, los
mails, los mensajes de texto, no se llevan bien con la organización
establecida del lenguaje, al exigir constantemente la brevedad.
Están a flor de piel todos los excesos como una manera de búsqueda de ser. La búsqueda de modelos a copiar, proceso que se da
por identificación en la adolescencia (mediante la vestimenta, la
música, los modos de hablar, los lugares de encuentro), agrupa a
nuestros jóvenes en sectores, que por sí mismos y en la diferencia
que marcan, generan violencia y agresividad.
Por último, quisiera dejar planteado otro síntoma actual que presentan nuestros adolescentes: el deseo de nada. No estudiar nada,
no resolver nada, la falta de responsabilidad. ¿Qué incidencia tenemos nosotros como adultos en ello?
Fotografía: Leticia Gianolini
Deberíamos tener en cuenta, que el concepto de familia ha cambiado, y que hoy
nos encontramos en algunos casos con
una desvalorización de los lazos familiares,
quizás por la disgregación que presentan o
por la falta de una autoridad que establezca valores y despierte intereses. Esto suele
tener como resultado la ausencia de perspectiva de futuro, que solemos asociar a la
idea de una construcción, que a su vez se
da como consecuencia de la elección de
una vocación, una profesión, un trabajo.
Frente a dicha noción de proyecto, nos
encontramos en algunos casos, con la falta de compromiso, la presencia de la eterna adolescencia, que son indicadores de la
imposibilidad de asunción de responsabilidades, y que en la clínica se puede observar
actualmente también, en una tendencia a
la dificultad de comprometerse demasiado
con el otro.
La propuesta de la psicología debe ser de
alojar a lo común y lo diferente, ofreciendo las herramientas que posee, para brindar estos espacios de acompañamiento.
¿De qué manera? Apostando a la particularidad, no sólo como una consigna, sino considerando a ésta como la mejor manera para
desarticular los síntomas individuales y sociales. Ya que esta apuesta posiciona al sujeto
en la vida, con la mayor firmeza posible para
enfrentar los diferentes traumas de la vida.
Apuntando siempre al sujeto decidido, firme en su posición en la vida, ya que es lo
único que permite elaborar y soportar, los
diferentes caminos que deberá transitar
hacia su adultez.
“… Construir y pensar son
siempre, cada uno a su manera,
ineludibles para el habitar. Pero
al mismo tiempo serán
insuficientes para el habitar
mientras cada uno lleve lo suyo
por separado en lugar de
escucharse el uno al otro…”.
Martín Heidegger
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Supervisión y
Violencia de Género
La supervisión pensada desde la experiencia con
equipos interdisciplinarios abocados al trabajo en
violencia de género
Lic. Gabriela Beatriz Vexina
P
ensar la supervisión con equipos, que trabajan de manera
focalizada con mujeres víctimas de violencia de género, me
remite al análisis de la especificidad del trabajo en este campo complejo. Por lo tanto, iré transitando a lo largo del presente,
el planteo de lo que considero, como supervisión de equipos interdisciplinarios en la temática, el modelo desde el cual creo que
se logra un análisis integral de la misma, para concluir con algunas
cuestiones que deseo dejar esbozadas, en relación a los factores de
protección que requerirían dichos equipos especializados, para no
desgastarse laboralmente en este campo.
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La supervisión como contribución al
proceso de subjetividad profesional
Cuando me planteo mi trabajo como supervisora en casos de violencia doméstica, y específicamente cuando lo realizo con equipos
abocados de manera focalizada al tema, coincido con otros colegas en el hecho de que los conflictos que se observan se relacionan
con tensiones originadas por la especificidad de la práctica misma;
tensiones que tienen un efecto desfavorable sobre el psiquismo de
los miembros del grupo. Para comprender más cabalmente este
planteo debemos tener en cuenta el impacto que genera en la subjetividad de los profesionales observar los daños físicos o escuchar
sobre las técnicas de violencia ejercidas por el agresor.
De acuerdo a que cuando trabajamos con violencia de género,
debemos partir de considerarla no como un conflicto intrapsíquico, sino como un hecho social que viola los derechos a la integridad personal y a la salud, en el marco de actos delictivos.
De modo que al comprometerse el posicionamiento subjetivo, se
puede caer en sentimientos ambivalentes, tales como: rechazo de
la víctima como mecanismo defensivo frente a las manifestaciones
de la violencia, como un máximo involucramiento personal que
puede exceder las posibilidades concretas de enfrentar el problema. Lo que sí no son procesadas en un ámbito grupal, generarán
situaciones realmente problemáticas en diferentes espacios: personal, al interior del grupo y en el trabajo con las víctimas. Lo que
la bibliografía especializada denomina, “los efectos de ser testigo”1. Considerándose que el propio acto de pensar el sentido del
trabajo está profundamente unido al acto de pensar los procesos
de construcción y de-construcción de subjetividades, lo que en
ocasiones pone en cuestión la propia capacitación de los profesionales, quienes deberán reconstruir sus saberes previos, tanto
teóricos como personales. Aludiendo con estos últimos, a sus representaciones sociales, entendidas como aquellas construcciones
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simbólicas que sirven para interpretar y explicar la realidad cotidiana. Siendo tributarias de la posición que ocupan los sujetos
en la sociedad, o de las características de
la cultura a la que pertenecen. Es por esto
que para llevar a cabo la tarea se requiere de
un abordaje interdisciplinario como red de
sostén, para que los profesionales puedan
ofrecer respuestas coordinadas y eficaces,
conduciéndolos, por otra parte, a repensar
los límites de la ética y los derechos humanos. En nuestro país, así como en otros
países del mundo, la intervención en violencia familiar se ha organizado a través de
equipos de trabajo interdisciplinarios, cuyos modelos de trabajo generalmente responden a intervenciones ecosistémicas de
carácter psicosocial. Dicho enfoque ecosistémico, propuesto en la intervención de
un fenómeno tan complejo, plantea un dilema de gran interés: cómo atender de forma no violenta a las familias que provocan
maltrato, protegiendo a su vez a los profesionales del riesgo de desgastarse como
resultado de su práctica. Tan importante es
proteger a las víctimas, como a las personas
que ayudan a mejorar su protección. Pero
creo que para continuar pensando, en las
estrategias adecuadas a la supervisión de
los equipos mencionados, debo explicar
sintéticamente, ¿qué entendemos por Modelo Integrativo Multidimensional?
El Modelo Ecológico
adaptado al trabajo en
Violencia doméstica
El Modelo que considero responde de una
manera integral a esta problemática social, es la Teoría Ecológica Multidimensional, teniendo en cuenta que el abordaje
de la violencia doméstica requiere de un
modelo teórico-técnico específico. Dicha
especificidad responde al corpus teórico
derivado de las investigaciones específicas
en este campo, y que adoptan una metodología acorde con el objetivo primario,
que implica preservar la integridad física y
psíquica de las víctimas. Corresponde a la
adaptación llevada a cabo de lo propuesto
por el psicólogo Urie Bronfrenbrenner2,
centrado en el concepto de persona en
desarrollo, como aspecto dinámico de la
existencia humana, quien interactúa dialécticamente con su entorno, modificándolo y modificándose a la vez. Es así como
postula que la realidad familiar (Microsistema), la realidad de las instituciones y la
comunidad (Exosistema), como la social
y la cultural (Macrosistema), pueden entenderse organizadas en un todo, como un
sistema compuesto por diferentes subsistemas, que se articulan entre sí de manera
dinámica. De modo de poder comprender
la complejidad de la temática, y entender integralmente el fenómeno, sin buscar generalmente las causas en factores personales
o familiares. Pero entonces, surge un nuevo interrogante, ¿cómo
se aborda la violencia de género desde este Modelo? Podemos decir, entonces, que se aborda desde tratamientos psicoeducativos
que tienen como objetivo enseñar a las víctimas habilidades que
les permitan deconstruir sus representaciones sociales y establecer
una nueva vida, enfocada en la autonomía personal y recuperación del control (Dutton, Walker). Las técnicas más frecuentemente utilizadas en este tipo de tratamientos, se enmarcan en un
enfoque cognitivo-conductual. De acuerdo a este enfoque, la violencia es un comportamiento aprendido que es posible modificar,
sometiendo al sujeto a un aprendizaje nuevo y que permita desarrollar comportamientos más asertivos. Entendiendo en este caso
a la asertividad, como la “capacidad de expresar lo que la persona
piensa y siente, cuando es capaz de la defensa de los propios derechos, teniendo en cuenta la de los otros”3. Se intenta que las mujeres logren expresarse de forma libre, manifiesta, sin temores, acerca de sus sentimientos, necesidades y deseos, autoafirmándose en
el lugar de sujeto que actúa, que decide, que piensa y elige. Siendo básicamente la reestructuración cognitiva el entrenamiento en
habilidades de comunicación y de solución de problemas, entre
otras, orientadas todas ellas a identificar y cambiar las creencias
distorsionadas, y a facilitar la adopción de respuestas más adaptativas a la experiencia de maltrato. Orientándose los tratamientos
hacia un incremento de la verdadera autoestima, reducción del
aislamiento social y configuración de vínculos igualitarios y menos posesivos. Del padecimiento psíquico en las instituciones a
la construcción colectiva; de los factores de riesgo a los factores
de protección de los equipos especializados. Comprender qué les
sucede a los profesionales que se dedican a intervenir en dichas
situaciones de violencia, nos ayuda a reconocer en qué línea se
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debería trabajar con ellos, desde un espacio de supervisión. Partimos para esto de la idea de que en general la institución es generadora de malestar, contándose entre los factores que favorecen
el incremento de los conflictos propios de los grupos de trabajo,
el hecho de tener que enfrentarse frecuentemente con situaciones
límites, lo que conlleva un fuerte compromiso emocional frente a
la urgencia y la dificultad, para encontrar soluciones plenamente
satisfactorias. Con el fin de prevenir los riesgos del desgaste profesional, consecuencia de dicha sobrecarga emocional, se deben
tener en cuenta algunos factores de protección de los trabajadores:
—El profesional requiere de un apoyo institucional para el ejercicio de su práctica profesional, que dé cuenta de una estructura organizacional claramente definida, espacios institucionales
que favorezcan el desarrollo profesional y personal, canales de
comunicación y momentos de encuentro, que aseguren el trabajo cooperativo entre los distintos sectores y niveles de la organización, entre otros aspectos.
—Cuestionamiento de las bases mismas de la cultura patriarcal
en la que todos nos encontramos inmersos, al tiempo que comprendiendo a la Violencia como un problema de salud integral
y de derechos humanos.
—Capacitación específica para su reconocimiento, para la intervención adecuada y para neutralizar los efectos subjetivos, que
genera la asistencia de víctimas de violencia (efectos de ser testigos). Capacitación como estrategia para prevenir la segunda
victimización, adquirir adecuada comprensión del problema y
reducir así la probabilidad de respuestas revictimizantes.
—Orientación del trabajo hacia la asistencia integral e intervención interdisciplinaria, intra e interinstitucional. Ya que ningún sector, aisladamente, podrá llevar adelante esta tarea.
—Intercambio con el equipo mediante un proceso de reflexión y
expresión sobre el trabajo, lo que contribuirá a la construcción
de un nuevo sentido atribuible al trabajo en común, mediante
una comunicación fluida entre los miembros del equipo. Teniendo en cuenta que la concertación interna asegura el desarrollo del poder sobre los propios actos (poder de reflexión y
de propuesta, poder de transformación concreta de la realidad,
poder de cooperación intra e intergrupos, etc.).
—La discusión entre pares de las cuestiones ligadas a la realidad
compartida, lo que propiciará la consideración de las diferentes
vertientes de esas problemáticas, como así también la negociación de los diferentes puntos de vista.
—Establecer límites claros entre trabajo y vida personal, ya que la
adecuada distancia y preservación, protege a los profesionales
del estrés laboral.
—84—ENCUENTROS
—Recibir supervisión centrada en la tarea
y/o en aspectos de la interacción, como
espacios de reflexión, orientados por
una función de escucha especializada.
—
Hacer agradable el espacio físico de
trabajo.
—Socialización de la información.
El trabajo de
supervisión como
promotor de cambios
Observamos, entonces, que el trabajo de
supervisión actúa como promotor de condiciones, que hacen posible el análisis de
la práctica profesional en un espacio confiable, responsable y autónomo, donde los
propios actores institucionales participan
en indagar eso que no saben del todo y que
nos preguntan a nosotros, que permite un
aprendizaje conjunto. El rol del supervisor
es, de alguna manera, el de nombrar más
precisamente, encontrando una manera de
designar, que permita agregar nuevos sentidos. Y si no, alguien que pueda sintetizar,
ordenar, organizar las ideas en debate. Ya
que la implicación emocional que atraviesa la tarea, y que muchas veces quien consulta no advierte, no nombra, niega, y/o
reprime, lo enferma. Es un espacio que
actúa, como una especie de investigaciónacción participativa donde preguntarnos:
¿creen (el equipo) que otra cosa que lo que
viene pasando podrá ocurrir? Es así como
se constituye en un ámbito, desde donde
se convoca a interrogarse e interpelarse al
interior del equipo, con el fin de garantizar una práctica más profesional y éticamente responsable, a partir de la cual se
puedan pensar estrategias de abordaje que
promuevan el desarrollo de potencialidades subjetivas-singulares.
identidad y la auto-conciencia.
Para lo cual se hace imprescindible que no sólo el profesional
individualmente, sino el equipo de trabajo y la institución,
puedan reconocer lo que está
sucediendo y entiendan, tanto
racional como emocionalmente, las reacciones que provoca
el ejercicio de esta tarea, para la
búsqueda de alternativas más
saludables a la misma.
Requiriéndose la cooperación entre los
participantes, para que el espacio de supervisión se transforme, en un estructurante de la subjetividad profesional como así también del fortalecimiento de la
— Acevedo, M. José y Diaz, Carlos (Comps): 20 Miradas Institucionales. En Teoría y
Técnica en Psicosociología Clínica.
Fotografía: Brassaï
— Araujo, A. (2006): De transformaciones y Resistencias: Repercusiones psicosociales de las
nuevas formas de exclusión. Mac Graph.
— Bringiotti, M. Ines, Palazzo, Silvia A. (2007): Palabras y espejos. Aportes para prevenir
el legado familiar de la violencia. Buenos Aires, Ed. Lumen-Humanitas.
— Bronfrenbrenner, Urie (1979): La Ecología del Desarrollo Humano. Barcelona, Paidós.
— Coloquio Internacional de Psicodinámica y Psicopatología del Trabajo (1997):
Cuestionamiento de la estrategia defensiva de un colectivo de mujeres dedicadas al trabajo
social: la astucia de la torpeza y el reconocimiento a través de la queja. Paris: CNAM
(Conservatorio Nacional de Artes y Oficios).
— Dessors, D.; Guiho-Bailly, M. (Comps.): Organización del trabajo y salud. De la psicopatología a la psicodinámica del trabajo. Buenos Aires, Ed. Lumen.
— Echeburúa, Enrique y De Corral, Paz: Manual de Violencia Familiar. España, Siglo
XXI.
— Ferrarós, Juan. J. (Comp.): Práctica profesional: satisfacción y malestar en el trabajo.
Acevedo M. J: El sentido del trabajo: una construcción colectiva. Equipo de investigadores de las Cátedras Ferrarós. Facultad de Ciencias Sociales,UBA, 2010.
— Opazo, R. (1990): Biblioterapia para el desarrollo asertivo. Santiago, Chile, CEDICEP.
— Tema especial, Violencia Familiar. Revista Argentina de Clínica Psicológica (Vol. VIII,
3), Noviembre 1999.
— Ruffa, Beatriz (1990): Mujeres Maltratadas. Casas-refugio y sus alternativas, El equipo
de trabajo. Buenos Aires, Ed. Senda.
— Velázquez, Susana (2010): Violencias cotidianas, violencia de género. Escuchar, comprender, ayudar. Buenos Aires, Paidós.
1 Velázquez, Susana (2010). Violencias cotidianas, violencia de género. Escuchar, comprender, ayudar. Buenos Aires, Paidós.
2 Bronfrenbrenner, Urie (1979). La Ecología del Desarrollo Humano. Barcelona,
Paidós.
3 Opazo, R. (1990). Biblioterapia
CEDICEP.
para el desarrollo asertivo. Santiago, Chile,
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Diversas formas
familiares
Dra. María Cristina Ravazzola
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esde hace más de 20 años, un grupo de investigadoras/es1 entre los
que me cuento, venimos describiendo cambios y configuraciones que se
van haciendo cada vez más visibles en el conjunto de relaciones que llamamos “familia”.
En mis observaciones, se hacían figura sobre fondo cambios que provenían de factores como: mayor inserción laboral de las
mujeres-madres, formas de reproducción
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tecnificadas, una mayor aceptación social de las uniones homosexuales, posibilidades laborales decrecientes de los hombres-padres, habilidades cibernéticas crecientes de las y los jóvenes, aumento de la longevidad, mayor autonomía de las mujeres en la
vida sexual a partir del manejo de medios anticonceptivos, etc.
Pero, de todas maneras, el fondo seguía siendo para mí, sin darme cuenta, la representación social de “la familia”, tal cual era y es
transmitida desde los supuestos vigentes en la cultura y vehiculizada por las pautas a seguir en ámbitos de las instituciones escolares,
la justicia, las políticas públicas, los foros acerca de la salud mental.
¿Cuál es esa imagen? Con escasas variaciones comprende a un padre proveedor, contenedor, cuidador y protector de 2 ó 3 niños
y de la madre, generalmente algo más joven, quien se ocupa y es
responsable del bienestar de sus hijos y de su marido aun si trabaja
también fuera de su hogar, sujeta a las opiniones de este último que
es quien se conecta y conecta a su familia con el mundo público.
Como profesional de la psicoterapia y como terapeuta familiar,
tengo que reconocer que nunca veía en la realidad cotidiana esa
tal familia “ideal”. Esta concepción ahistórica, sin siquiera relación con variaciones en los tiempos y en las edades (¿cómo entendemos los vínculos familiares cuando los padres tienen alrededor
de 60, 70 años y los hijos 40 a 50?) sigue, en el imaginario cultural, haciendo un efecto de fondo, generando comparaciones,
colocando en el lugar de variaciones, cuando no de desviaciones,
a las familias con las que contactamos cotidianamente.
Sin embargo, algunas de las investigaciones sociales e históricas2,
fueron dando cuenta de que esa idea de Familia no correspondía
a las relaciones familiares reales sino que representaba una imagen
que se corresponde con una propuesta ideológica que pretende
preservar una entidad construida desde algunos sectores sociales,
fuera de un marco de crítica y de debate amplio.
Esto quiere decir, entonces, que las variadas formas de organizaciones familiares que vivimos, experimentamos y observamos, no son
diferentes de una modalidad patrón, sino que ese modelo patrón
no tiene existencia real, es una abstracción, y, por lo tanto, las formas familiares de las que participamos y de las que nos ocupamos
son formas diversas que las personas van transitando para cumplimentar funciones tan importantes como cuidar y proteger, ayudar
a crecer, y acompañar procesos de aprendizaje personal y social.
Implicancias del paradigma de la
diversidad para abordar el estudio
de las familias
Pensemos las consecuencias de sostener ese patrón ideal de familia:
1) Desde ese supuesto ideal, las familias que existen son siempre
variaciones o desviaciones del patrón; en comparación con ese
patrón, las familias reales serían siempre falladas o deficitarias,
o estarían en falta.
2)Desde ese supuesto ideal, los miembros de las verdaderas y
reales familias tendrían que sostener posiciones y pertenencias
familiares a personas que no juegan ni desempeñan las funciones que sus miembros necesitan (un ejemplo serían las madres
y los funcionarios institucionales que conocen un padre que es
una presencia francamente negativa para los hijos pero igual
sostienen que esa presencia es necesaria —¿para quién?—3).
3)En la vigencia del patrón ideal, quienes sí están asumiendo esas funciones
necesarias —generalmente las madres y
abuelas, y a veces algunos hombres con
capacidades maternales— se sienten y
son vistos como en falta porque si no
está el padre algo de ese ideal no les cabe, y van a ver disminuida entonces su
sensación de dignidad, de respeto, de
capacidad de gestión de sus derechos y
de reconocimiento de sus recursos4.
4)Desde ese supuesto ideal, las familias reales, muchas de ellas contando
sólo con las madres a cargo, van a ser
descalificadas.
5)Desde esa supuesta familia ideal, sus
miembros van a tender a empeñarse en
lograr ideales inexistentes (en un ejemplo cercano, una mamá criando sola
un nene, concebido conjuntamente
con un hombre que no asume esa paternidad ni se hace cargo de ninguna
necesidad de ella ni de su hijo, lo llama
para pasarle información sobre sus progresos, y hasta le pone el teléfono en
el oído para que escuche la voz de su
“envase de padre”).
ENCUENTROS—87—
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6) Desde ese supuesto ideal, las reales organizaciones familiares van a tender a
no ser visualizadas por los actores culturales, ni tan siquiera por sus mismos
protagonistas.
7)Desde ese supuesto ideal, el supuesto
déficit en el logro del ideal va a provocar sufrimiento, malestar, y aun enfermedad en sus miembros.
Podemos evitar estas tristes consecuencias
alzando voces que ayuden a legitimar las
formas familiares diversas, y a desarrollar
miradas que investiguen la calidad de los
vínculos en cuanto al desempeño de funciones que aseguren los apoyos necesarios,
especialmente a los miembros más indefensos como son los niños y los ancianos.
De lo contrario, se nos aparecen apreciaciones confusas que levantan derechos de
padres o de madres que no son tales, y que
el imaginario social cree necesario sostener.
Calidades de familias
A lo largo de mi trayectoria como terapeuta
familiar he tenido gran cantidad de experiencias que me hicieron apreciar el valor de
los vínculos de amor en las relaciones familiares, incluyendo su enorme potencia sanadora cuando eso está presente y es puesto
en práctica por quienes la conforman. Así
y todo, esas experiencias también me dicen
que esa amorosa disposición cuidadora y
de mucha involucración en la crianza y en
la socialización puede ser ejercida por las
personas de cualquier sexo (no está ligada
a hormonas ni genes) y cualquier edad que
sean capaces de desarrollarla y de comprometerse para asumirla. Cuidar y acompañar nunca es fácil; es una tarea que exige
ponerse en el lugar del otro que nos necesita, salirnos del primer plano, reflexionar
serenamente y considerar prioritariamente
lo que beneficia a quien cuidamos.
—88—ENCUENTROS
Desde mi experiencia, encontramos que quienes en número muy
significativo asumen estas tareas de cuidado y se entrenan con responsabilidad para eso suelen ser mujeres: madres y abuelas, a veces
tías y hermanas mayores. Y que se correlaciona con esto el hecho
de que quienes más frecuentemente incumplen funciones parentales, y hasta a veces abusan de la confianza que les da su lugar familiar y maltratan o ejercen acciones de dominación son varones,
padres por biología pero sin la verdadera acreditación que significa esa posición. En esos casos, así como en los que son mujeres
quienes incumplen con ese rol cuidador, ni esos hombres ni esas
mujeres deberían detentar el título de “padre” o de “madre” que,
lamentablemente entonces confunde por su enorme valor simbólico y emocional, así como también por su importancia legal.
Invitación al debate acerca de las
diversas formas familiares
Pienso que éste es un tema en el que debería instalarse un debate
y una discusión amplia en sectores de la sociedad que tienen
importancia en la vida de niños y jóvenes, como son los sectores
educativos, judiciales y de la salud en general.
En los términos casi “sacralizados” en los que se sigue sosteniendo
la existencia de una familia “ideal”, una especificidad del “lugar
del padre” (todavía hay teorías psicológicas que lo identifican
con “la ley”, dando a entender que no habría ley en ese proceso
de socialización cuando no se convive con un padre), y una
idealización acrítica de las madres, los niños terminan por no estar
protegidos por las instituciones de la sociedad civil, en especial
por nuestro sistema judicial. En muchos casos, los agentes de este
sistema no están suficientemente capacitados como para reconocer
penosas realidades que viven algunos niños que son muchas
veces maltratados y abusados por quienes deberían cuidarlos, y
juzgan sin asesorarse suficientemente, sin escuchar a los niños ni
a quienes tratan de protegerlos5, ateniéndose a protocolos que
no registran avances de estudios científicos en esos temas, como
son los aportes sobre los fenómenos disociativos que producen
amnesias que ayudan a sobrevivir6.
Los profesionales de la salud nos vemos muchas veces frente a
situaciones en que los niños son sometidos a relaciones abusivas
que denunciamos pero que sabemos que no van a ser tenidas en
cuenta porque no podemos aportar pruebas inequívocas (¿será
que esto es posible en este campo?).
¿Será entonces que en estas cuestiones familiares habrá que abrir
nuevos debates, nuevas capacitaciones actualizadas, y nuevas
instancias de ayuda hacia las personas victimizadas?
O ¿será que la protección hacia los niños nunca va a ser un tema
prioritario para los adultos de la comunidad que se supone que
deben asumir la responsabilidad de cuidarlos y legitimar sus
derechos a crecer en plenitud?
Personalmente todavía espero que la capacidad de amor a nuestros
niños pueda superar nuestros prejuicios y abrir estos necesarios
espacios de debate.
Fotografía: Lewis Carroll
1 En nuestro medio: autoras y autores como Eva Giberti,
Catalina Wainerman, Beatriz Schmukler, Silvia Mesterman, Roberto Cicerchia, Silvia Crescini y yo misma,
María Cristina Ravazzola.
2 En especial el trabajo de R. Cicerchia, notable historiador e investigador argentino, “Alianzas, redes y estrategias. El encanto y la crisis de las formas familiares”, en
la Revista Nómadas, Nº 11 , Octubre/99 – Abril/2000,
Santa Fe de Bogotá, Departamento de Investigaciones
de la Universidad Central, págs. 46 a 53.
3 Como se pregunta A. Ganduglia en el artículo “Revinculación: una nueva oportunidad… ¿para quién?”, en
el libro compilado por J. Volnovich: Abuso sexual en la
infancia.
4 En relación a estas personas que detentan el título de
“padres” pero no lo sustentan con sus acciones, acuñamos la metáfora del “envase” de padre como contraste del “contenido” concreto que no rellenan, pero que
igual produce un efecto poderoso en el imaginario de
quienes sostienen su importancia.
5 Pam Keeble: “Chile Sexual Abuse – Non Offending
Parents” Protective Service for Children & Young
People. Australia, February 1993.
6 Danya Glaser: “Child Abuse and Neglect and the Brain” - A Review. J. Child Psychol. Psychiat. Vol. 41, Nº 1,
pp 97-116, 2000, Cambridge University Press, Great
Britain.
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El éxtasis
de la integración
Lic. Georgina Mariana De Bartolis
“L
a clínica psicoanalítica, es lo real en tanto que (él) es lo imposible de soportar”1.
Esta frase enmarca lo que constituye la
orientación de una clínica basada en la enseñanza de Lacan, a partir de los años 70. Clínica donde lo intransmisible de una práctica, tornase aprehensible en su imposibilidad
—pues el no—. Todo reina en el discurso
sólo por medio de coordenadas simbólicas,
coordenadas éstas que otorgan estatuto de
existencia teórica a cierto saber-hacer.
El presente trabajo propone adentrarnos
en la posibilidad de esbozo de una eventual dirección de la cura, a través de la conceptualización de lo real de la experiencia
psicoanalítica. Conceptualización de lo
real que conduce a la construcción de un
caso a fin de su elucidación, siendo un interrogante la estructura que subyace a dicha empresa, pues: ¿qué función cumple el
tóxico para un sujeto singular?
El descontrol de la
separación
S, de 22 años, comienza tratamiento para su
adicción en hospital de día, tanto por una
decisión personal, como por exigencia de
sus padres. Consume desde sus 17 años, al
inicio marihuana, luego éxtasis, ketamina,
—90—ENCUENTROS
popper y LSD, cada una en el lapso de un año, “como si fueran las
etapas de su adolescencia”. Sin embargo, no es este consumo el que
se presenta problemático, sino la introducción en la serie —hace un
año atrás— de la cocaína. Punto en el que ubica su “descontrol”,
la irrupción de algo referente al orden del “exceso”, y consecuentemente, sus problemas y abandonos escolares, laborales, y dificultades en su rendimiento corporal (nerviosismo, cansancio).
S convive con su padre, desde la separación de éste de su madre
hace un año. Suceso que S remarca incesantemente como “algo que
afectó su estabilidad”, deprimiendo su estado anímico debido a que
“fue un descontrol bárbaro”. Más adelante, en una de sus sesiones,
llorando por primera y única vez, dirá que la separación es lo intolerable, sintiéndose “sin vida y paralizado” a partir de su ocurrencia.
Separación y descontrol, ambas acaecidas hace un año, surgen de
este modo, como representantes del sufrimiento del sujeto. Significantes que, si bien el sujeto nombra en su discurso con cierta
proximidad, no logra “encadenar”, en las vicisitudes de su relación
con el goce y con el Otro.
La separación parece aludir a un punto de quiebre en su economía
subjetiva, cuya consecuencia es la deslocalización de su goce en
juego. Deslocalización frente a la cual hace su entrada la cocaína,
modo aparente de contrarrestar dicho suceso, cuyo efecto paradójico resulta en el incremento de un goce sin medida.
En dicho contexto, cabe preguntarse, ¿qué es lo que localiza dicho
goce para el sujeto en cuestión?
El éxtasis de la integración
El tratamiento de S transitará en su gran parte los desfiladeros
de dicha pregunta —pregunta dirigida hacia sí mismo más que
a su analista—. Labor de definición, construcción y comunicación de su saber acerca de ello; perfilándose como resultado una
contraposición, respecto de los efectos subjetivos de las sustancias
instrumentadas.
S dirá que la cocaína lo hace pensar en el futuro, estableciéndola
como la causante del retorno de sus problemáticas y de su impulsividad. Retorno ante lo cual el éxtasis “es otra cosa”. El éxtasis
constituirá “la imagen de lo satisfactorio”. Éxtasis ligado a la música electrónica, las Creamfields, la noche, las mujeres. Sustancia
que le permitirá “salir de la burbuja y conectarse con el ambiente”.
Éxtasis que más adelante vinculará en su relación con las mujeres
y los otros, ya que “careta” no se sentía cómodo, chocando en
la conversación con alguna chica, debido al desencuentro de los
“roces”. S dirá que al consumir “se integra al grupo, a las chicas y
a todo”, momento a partir del cual “la charla se da sola y hay una
conexión”, pues en el boliche, son “como una gran familia”, lugar
donde S podría tomarse “unas mini vacaciones”.
De acuerdo a lo expuesto por Eric Laurent, la enunciación de Lacan —referente a la droga como “Única forma de romper el matrimonio del cuerpo con el pequeño pipí”2— es una indicación
preciosa, pues vislumbra el uso del tóxico como modo de ruptura
con el goce fálico. “El goce fálico es el significante de la vida o de
la actividad del goce”3, y como tal, constituye un modo simbólico
de regulación de este último, permitiendo su localización bajo la
égida del significante Nombre del Padre.
La introducción del tóxico en la economía libidinal de un sujeto
barre con dicha regulación, instalando al sujeto en la deslocalización de la manía y en la satisfacción de un goce autoerótico, desconcernido por el Otro. Es por ello que el verdadero toxicómano
constituye su existencia en la Neurosis, hallándose en la Psicosis,
una ruptura primaria con toda significación fálica, pues la misma
está abolida ab initio. “El modo de responder da cuenta aquí de
la estructura: el sujeto dispone o no del Nombre del Padre como
significante para articular su respuesta”4.
En S el éxtasis cumple una función de integración y conexión
con su ambiente, un “intento de restituir cierto lugar del Otro,
de la realidad”5. El éxtasis viene al lugar de hacer lazo social con
el Otro, otro que sin sustancia, representa
el roce de la incomodidad, de la extrañeza
y ajenidad.
Específicamente, el éxtasis adviene al lugar
del falo que no hay, como modo de contabilizar el goce, de limitarlo. Contexto en el
cual, retroactivamente, la cocaína adquiere
el estatuto de irrupción desmedida, en tanto error de cálculo en el autotratamiento
de la presente subjetividad psicótica.
Ahora bien, ¿qué conduce al sujeto al recurso por el tóxico? ¿Qué acontecimiento ha debido merecer la dedicación de su
autotratamiento?
La internación en la coyuntura dramática: el
enamoramiento
traumático
Ante el riesgo de muerte de su padre a
manos de una intervención quirúrgica, S
reanuda el consumo de alcohol y cocaína,
instalándose nuevamente el descontrol y
el sufrimiento. Descontrol y sufrimiento
frente al cual, las dificultades económicas
en su adquisición, lo hacen recurrir en menor grado al éxtasis, aunque éste constituya su objetivo prioritario.
El recurso a la internación, en el dispositivo de comunidad terapéutica pacifica al paciente, quien bajo dicho amparo,
comienza a desplegar su problemática relación con las mujeres. S dirá que en su
intento de copular con una mujer, jamás
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ha logrado una erección, pues “con él no
funciona”, disfunción que justifica con su
preferencia por la droga. A continuación,
invocará el “trauma” vivenciado al enamorarse a la edad de 16-17 años, amorío del
cual resultó “muy dañado” y a partir del
cual, “cortó todo” vínculo con una mujer,
sin poder otorgar mayores especificaciones
acerca de dicho incidente.
Enamoramiento traumático e inicio en el
recurso al tóxico, confluyen a la edad de 17
años, donde presumiblemente, “el encuentro fortuito de un goce”6, constituye la coyuntura dramática del desencadenamiento
de su psicosis. Goce, que a falta de la significación fálica para “metabolizar” dicho
encuentro, confronta a S con el “abismo”7
estructural. Ausencia de significación, que
imposibilita al sujeto la instrumentación
de su órgano sexual, debido a la carencia
simbólica de constituirlo como falo.
Es ante este “real sin acomodamiento simbólico posible”8 que el tóxico, de acuerdo a
lo expuesto por Llum Polo9, se presenta como solución justificativa de sus fenómenos
corporales de fragmentación, pues es tanto
su preferencia por la droga como el daño físico, producido por la misma, lo que lo aleja
de la concreción de las relaciones sexuales.
del Padre, y consecuentemente, falta de significación para regular
el goce. Progresión establecida debido a la preeminencia del registro simbólico, supuesta por Lacan en aquella época.
Es “Φ0sin «Un-Padre»”11, la variación que otorga al caso la nominación de Psicosis ordinaria, propuesta por Jacques-Alain Miller.
En dicho contexto, el éxtasis se propone para este sujeto, como
modo de sostenimiento de su “homo-éxtasis”, esto es, el “equilibrio” de su vinculación imaginaria con una mujer.
¿Qué modo de producir un reenganche al Otro que no recurra
a lo real de la sustancia, ante lo real de las manifestaciones de lo
simbólico forcluido? ¿Qué modo de producir una “solución elegante”12 a la catástrofe de su psicosis, que transite por vías simbólicas, prescindiendo de la precariedad de la instrumentación de
un objeto real?
La posibilidad de “hacer familia”, al modo del lazo social establecido en su ambiente de consumo, se presenta como vía fructífera
para ello. Dirección de la cura posible, pero carente de garantías
frente a lo azaroso y contingente de todo sujeto.
Φ0sin «Un-Padre»
5
Fotografía: Brassaï
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Es así como se vislumbra retroactivamente
el lugar del tóxico, como aquello que actúa
de enganche para el sujeto, en cuestión en
su relación al Otro. Maniobra del sujeto
ante una posible confrontación con el Otro
sexo, que revela la ausencia de significación
fálica, para simbolizar dicho encuentro.
Constituyendo de este modo, una variación clínica de la “forma tipo”10 de desencadenamiento clásico, esbozada por Lacan
en “De una cuestión preliminar”, ante la
falta de encuentro con Un-padre en lo real.
6
Progresión clásica constituida por dicha
confrontación real, el desenmascaramiento de la ausencia del significante Nombre
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9
10
11
Lacan, J. (1975-76). “Sección Clínica de París”, Ornicar?, N°8, 102.
Laurent, E. (1994). Tres observaciones sobre la toxicomanía. En E.S. Sinatra, D. Sillitti,
M. Tarrab (Comps), Sujeto, Goce y Modernidad II, pág. 16. Publicación TyA, Buenos
Aires, Editorial Atuel.
Sección Clínica de Lille, Investigaciones sobre el inicio de la psicosis. En J.A. Miller y
otros (2003). La psicosis ordinaria, pág. 66. Buenos Aires, Editorial Paidós.
Sección Clínica de Aix-Marseille y Antena Clínica de Niza, Enganches, desenganches, renganches. En J.A. Miller y otros (2003). La psicosis ordinaria. Buenos Aires,
Editorial Paidós.
Naparstek, F. y colaboradores (2005). Introducción a la clínica con toxicomanías y
alcoholismo, pág. 98. Buenos Aires, Grama Ediciones.
Sección Clínica de Aix-Marseille y Antena Clínica de Niza, Enganches, desenganches,
renganches. En J.A. Miller y otros (2003). La psicosis ordinaria, pág. 20. Buenos Aires, Editorial Paidós.
Lacan, J. (1987). De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis.
En Escritos 2, pág. 552. Buenos Aires, Siglo XXI.
Sección Clínica de Aix-Marseille y Antena Clínica de Niza, Enganches, desenganches,
reenganches. En J.A. Miller y otros (2003). La psicosis ordinaria, pág. 21. Buenos
Aires, Editorial Paidós.
Polo, L. (1995). El recurso a la droga en la diversidad clínica. En E.S. Sinatra, D. Sillitti, M. Tarrab (Comps), Sujeto, Goce y Modernidad III. Publicación TyA, Buenos
Aires, Editorial Atuel.
Sección Clínica de Aix-Marseille y Antena Clínica de Niza, Enganches, desenganches,
reenganches. En J.A. Miller y otros, (2003). La psicosis ordinaria, pág. 18. Buenos
Aires: Editorial Paidós.
Sección Clínica de Lille, Investigaciones sobre el inicio de la psicosis. En J.-A. Miller
y otros, (2003). La psicosis ordinaria, pág. 69. Buenos Aires, Editorial Paidós.
Lacan, J. (1987). De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis.
En Escritos 2, pág. 553. Buenos Aires, Siglo XXI (Versión original 1958).
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El Niño Indómito
Actualizaciones en Psicosomática
Lic. Laura E. Billiet1
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ara que se comprenda mi aporte del Niño Indómito, y cómo este aspecto se expresa en nuestros modos de enfermar,
recordemos cuando S. Freud se refería a que —durante la
infancia— se revive lo heredado por la familia personal, el pasado
cultural y el superyó generacional (tradición). Lo anterior —agregaba— transcurre con la fuerza de las tendencias heredadas y el
pasado orgánico (Ello2). Dentro de lo heredado, conocemos las
interpretaciones del Mito de la Horda Primitiva (1912), acerca
del Padre autoritario con sus hijos, y la rebelión de estos últimos
como parricidio. Años más tarde Rascovsky —entre otros—se refirió al filicidio, a las agresiones intencionales de padres a hijos
(Rascovsky, 1970; Rascovsky et al, 1971). Y tiempo después —en
nuestro medio— el Dr. A. Fonzi se refirió a que cuando un padre
daña por egoísmo, aunque materialmente sea padre, actúa como
un hermano. Con lo cual, más que hablar de filicidio se trataría de
fratricidio (Fonzi, 1980).
Para mi aporte, en base a lo anterior, me centro en otra perspectiva de la Horda Primitiva. Porque desde hace décadas, arqueólogos, historiadores y paleontólogos coinciden, con que hubo dos
épocas primitivas en la evolución: la época de la horda primitiva,
y la del régimen de clanes. En la de clanes sólo mencionemos que
luego de la igualdad de sexos habría predominado el matriarcado, el prestigio y poder de las mujeres. Y con respecto a la primera
horda, en la medida que está vigente en algunos pueblos, se sigue
considerando el enunciado de Lewis Morgan (1946), acerca de
que la verdadera horda primitiva fue la familia consanguínea,
caracterizada por la promiscuidad completa entre hombres y mujeres. Con lo cual, la paternidad les resultaba desconocida y la maternidad no distinguía entre madre carnal, hermanas y primas. De
ahí que tuvieron que considerar ilícita dicha unión sexual, y establecer la primera forma de incesto3 (Bauer, 1964; Morgan, 2010).
Entonces, antes de la época considerada por Freud, hubo una
horda previa “de todos con todos”, incluso la propia madre. Y
el poder y rol materno habría gravitado en que la lucha comenzara
siendo fratricida. Pues, guardando una huella del lugar “en y con
la madre”, cada hijo o equivalente habría querido recuperarlo.
Lo anterior no excluye lo tradicionalmente
interpretado desde Freud. Pero considerar
las huellas mnémicas (Hm.) de “todos con
todos” y “todos contra todos”, nos permite comprender la fuerza de las luchas fratricidas. Pues, metapsicológicamente hablando, tales Hm. aún ejercerían atracción,
apuntalándose sobre una universal y ontogenética experiencia, compartida por todos
nosotros: el estado prenatal “en y con mamá”. Este vínculo madre-feto lo denomino
siamés. Y el representante postnatal del estado
siamés originario es el Niño Indómito.
Entonces, siempre de la mano de nuestra
biografía y de factores desencadenantes,
estas huellas cobran fuerza cuando pretendemos evitar profundas inseguridades y
equivocaciones.
Regresión mediante, a la vez que —inconscientemente— re-catectizamos la huella mnémica, de la modalidad filogenética
de “todos con todos en forma indiscriminada”, se despierta la huella ontogenética
(en y con mamá) y resurge el “todos contra
todos”. Porque nuestro aspecto indómito
busca reinstalar su individual seguridad “en
y con alguien”. Entonces, en un primer momento, nos centramos dogmáticamente en
y con una creencia que haga las veces de
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escudo-útero protector. Y en forma transitoria, desplazamos la actitud de “en pie de
guerra” hacia quienes no formen parte del
mismo círculo de creencias actuales, equivalentes de la originaria relación siamesa materna. Pero claro, como sucede con hermanos
o equivalentes que vivenciamos como tales, simultáneamente otras personas de nuestro entorno tienen su lugar, o incluso pueden sufrir
la misma inseguridad que nosotros. Entonces
de no ser conscientes, en un segundo momento
se asoman las ansias de reinstalar ese lugar
único y seguro “en y con alguien” dentro
del mismo grupo cerrado, que nos venía garantizando refugio (familia, empresas, instituciones, partidos políticos, etc.). Tras lo cual,
tendemos a reiterar menores o mayores luchas
fratricidas, de igual a igual, equivalentes a
aquel “todos contra todos”.
Hasta acá mi aporte se refiere a que, aunque se entremezcle, el Niño Indómito es
el representante de una época previa a las
etapas del desarrollo especificadas por S.
Freud, M. Klein y A. Aberastury. Y a diferencia de quienes señalaron arcaicos aspectos parciales de la vida prenatal4, remarco
la época previa como un potente vínculo
“en y con” la madre. Por eso, a esta unidad la denomino siamesa. Y como mencioné, su remanente postnatal es nuestro
“Niño indómito” (indomable). Aspecto
que se potencia por las biografías, por las
dificultades en algún área de la vida y por
el contexto en el que vivimos.
Transferencia mediante, establecemos Luchas Fratricidas que afectan nuestras relaciones y actitudes maduras o adecuadas.
Por eso, de no domarnos, nuestro aspecto indómito insiste con perpetuarse —de
manera siamesa— en un progenitor, en la
pareja, hijo, nieto o equivalentes, familia
política, amistades, dogmas sociales, relaciones empresariales, creencias institucionales, incluso gubernamentales. Es nuestro
Niño Indómito el que no puede, humildemente, preguntarle al que más sabe sobre
un sufrimiento o limitación que padece.
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Incluso frente a reclamos del entorno, desde esta postura afirmaremos con visceral convicción: “Buen, esto es lo que hay”, “Soy
así” o “Sí… interesante… pero sigo pensando que...”. Y tratándose de los denominados trastornos físicos, aprovecharemos padecimientos consensuales, generalidad de virus o de genes, para
cerrar cualquier posibilidad de cuestionamiento y diálogo. Porque
a nuestro Niño Indómito le aterra el vacío generado por la falta
de respuestas dadas. Por eso, siendo profesionales de la salud, es
importarte preguntarnos si con tal de no atravesar tamaña inseguridad, nos forzamos a interpretar todas las problemáticas de los
pacientes con un único referente. Equivalente a: ¿por qué tenemos que dejar el equivalente a una bolsa marsupial donde somos
“en y con” alguien que, simultáneamente, se ofrece como nuestro
proveedor siamés? Figuras indómitas que —a la vez— nos necesitan para alimentar su ilusión de ser proveedoras-siamesas.
Podemos decir que en diferentes ámbitos, en algún momento de
la vida interpretamos que “otra vez” alguien nos hace tambalear
nuestro mayor referente de seguridad. Y peleando de igual a igual
vemos como contrincante al hijo que testimonia su disconformismo o que sufre de una patología que nos involucra, al hermano
que refresca nuestra inseguridad, a la pareja que nos cuestiona, a
pares con los que antes éramos afines, al progenitor que no nos
enaltece, al amigo, jefe, empleado, colega o alumno que propone
cuestiones nunca admitidas, etc. Estas circunstancias son factores
actuales desencadenantes, que como en una cascada, potencian
al Niño Indómito. El cual, alimentado por huellas filogenéticas
y ontogenéticas, transferencia mediante, ha venido siendo perpetuado por el tipo de lucha fratricida generacional de nuestros
padres. Por eso, tengamos hermanos o equivalentes, en momentos de crisis cobra vida aquella primitiva modalidad, de “todos
con todos” o “todos contra todos”, para reinstalar la ilusión de
seguir siendo únicos “en y dentro” de alguien.
Ahora bien, desde la perspectiva psicosomática interpretamos
lo afectivo por lo físico, o lo físico por lo psíquico5. Y aludí a que
nuestro Niño Indómito cabalga sobre la seguridad de sólo repetir lo que dijeron —o dicen— actuales equivalentes maternos.
En realidad, físicamente hablando, repetir tuvo y tiene sentido.
Recordemos que en cada una de nuestras células, el ADN es un
“copy-paste” de lo compartido (ADN generacional). Pero no somos ídem, porque esta transmisión es a nuestra manera (particular ADN). Entonces para comprender la fuerza de nuestro Niño
Indómito, necesitamos saber algo más acerca de la transmisión.
Entre los 46 capítulos del libro digital, en el de ADN detallo que
—además del ADN nuclear (46 cromosomas de padre y madre
a nuestra manera específica)— nuestra Identidad incluye otro
ADN. Se trata del ADNmt —mitocondrial—, compuesto por 1
solo cromosoma extra (Nº 47) con apenas 37 genes. Está presente en las mitocondrias, que equivalen a la central energética
de cada célula. La particularidad del ADNmt radica en que lo
heredamos solo por vía materna, el óvulo. Pues el ADNmt del
espermatozoide (paterno), es prácticamente destruido durante el
proceso de fecundación. Así físicamente hablando, el ADNmt es
nuestro refuerzo genético materno. Cuestión importante porque
están investigando sus alteraciones, en relación a diferentes procesos y
patologías humanas. Hasta el momento, a mi entender, en ambos
sexos el representante afectivo del ADNmt materno —presente
en cada célula— es nuestro Niño Indómito, remanente de la
relación inicial. Todo lo cual —obviamente— refleja la importancia de la función paterna adecuada. Por todo lo anterior, propongo incluir en las fases del desarrollo evolutivo, a este Complejo
previo: “Estado Siamés en y con mamá-Niño Indómito-Lucha
Fratricida”. E interpretar su transferencia en todas las biografías.
Por último dos cuestiones. Si recordamos la sugerencia freudiana
de ser permeables a nuevas intelecciones6, cuando no podemos estar dispuestos a corregir o variar doctrinas, es nuestro aspecto de
Niño Indómito el que elude otras ideas, el que sólo se alimenta
de creencias, se ata a cerradas filiaciones en cualquier ámbito de la
vida, el que —a lo diferente— lo sigue denominando de la misma
manera. Esta equivocación7 refleja nuestra falta de libertad y fluidez
en sentimientos y pensamientos. Por el contrario, darle un cauce
creativo a nuestro Niño Indómito es domarlo e integrarlo, a fin
de reconocer que hay otros lugares propios y ajenos que se pueden
disfrutar. La segunda cuestión tiene que ver con la esencia de este
último libro en formato impreso y digital: El Niño Indómito y la
Perspectiva Psicosomática. A mi entender, cuando nos disociamos
afirmando que lo que nos sucede es “solo físico” o “solo psíquico”,
es nuestro niño indómito el que insiste con atribuirle “el poder” a la
perspectiva aislada que lo anida (física o psíquica). Por eso, aunque
cada profesional prosiga trabajando con la herramienta que se formó, desde nuestro ámbito es importante tener en cuenta que todos
somos psicosomáticos. Pensar psicosomáticamente nos permite
intentar comprender, el sentido afectivo específico del trastorno que
los pacientes comienzan a evidenciar, nos permite preverlo o atemperar su mayor desequilibrio. Es indudable que ni ellos ni nosotros
podemos volver a ser quienes ya fuimos. Pero domesticar los específicos conflictos afectivos, contribuye a vivir un poco mejor y a no
mortificarnos8 severamente antes de tiempo.
1 Bauer A: La mujer y la maternidad a través de la historia.
Prólogo de M. Langer, Lewis Morgan, Libro Nº 80,
Argentina, Editorial Poligráfica Argentina, 1964.
2 Billiet L.E: El niño indómito. Lo más salvaje, lo más
creativo del ser humano. Actualizaciones en Psicosomática. Incluye Libro SIDA y Guía Cuestionarios a distancia
para Orientación Vocacional y Executive Search. Libro
Impreso (librerías) y Digital (www.imagoagenda.com).
Buenos Aires, Editorial Letra Viva, 2011.
3 Billiet L.E: Más que rebelde: niño indómito. Actualidad
Psicológica (405), 24-26, Argentina, marzo 2012.
4 Billiet L.E: Duelar el niño indómito en la actualidad.
Recuperado en mayo, de http://www.topia.com.ar/articulos/duelar-niño-indómito-actualidad, Argentina,
mayo 2012.
5 Billiet L.E: Reseña del libro El niño indómito: lo más
salvaje, lo más creativo del ser humano. Actualizaciones
en Psicosomática. Universidad Kennedy. Argentina,
Editorial Borromeo. Recuperado de http://borromeo.
kennedy.edu.ar.
6 Billiet L.E: Congreso FEPAL. Sao Paulo, Brasil, octubre 2012.
7 Boyle K.E., Zheng D., Anderson E.J., Neufer P.D.,
Houmard J.A: Mitochondrial lipid oxidation is impaired in cultured myotubes from obese humans. Int J.Obes
(Lond), 2011 Oct 25. doi: 10.1038/ijo.2011.201.
PMID: 22024640 PubMed, 2011.
8 Corominas J: Diccionario Etimológico. España, 1976.
9 Chiozza L: Corazón, hígado y cerebro. Libros del Zorzal,
2009.
10 DiMauro S: Pathogenesis and treatment of mitochondrial
myopathies: recent advances. Acta Myol. Oct. 29 (2): pp.
333-8. 2010. PMID: 21314015 MEDLINE, 2010.
11Etimologías: http://etimologias.dechile.net, 2011.
12 Fonzi A: Reflexiones acerca Del parricidio y Del filicidio.
Nueva comunicación, Centro de Investigación en Psicoanálisis y Medicina Psicosomática. Argentina, 1980.
13 Freud S: Tótem y Tabú, 1912 (Tomo XIII), Amorrortu
Editores.
14Freud S: Dos artículos de enciclopedia, 1922 (Tomo
XVIII), Amorrortu Editores.
15Freud S: Duelo y Melancolía, (1915). 1917 (Tomo
XIV), Amorrortu Editores.
16Freud S: 1933 Conferencia 31, Nuevas Conferencias
Introducción al Psicoanálisis (Tomo XXII), Amorrortu
Editores.
17 Freud S: Esquema del psicoanálisis, 1938 (Tomo XXIII),
Amorrortu Editores.
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18Kelly R.D., Sumer H., McKenzie M., Facucho-Oliveira J., Trounce
I.A., Verma P.J., St.John J.C: The Effects of Nuclear Reprogramming
on Mitochondrial DNA Replication. Stem Cell Rev. Oct 13.PMID:
21994000 PubMed, 2011.
19Morgan L.H: La sociedad primitiva. Madrid, 1970-1975, Editorial
Ayuso. México, Editorial Allende, www.scribd.com, 2010.
20 Rascovsky A: La matanza de los hijos y otros ensayos. Argentina, Ediciones Kargieman, 1970.
21 Rascovsky A., Rascovsky M., Aray J., Kalina E., Kiser M., Szpilka J: Niveles profundos del psiquismo. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1971.
22 Weizsäecker von V: El hombre enfermo. Argentina, Edit. Miracle, 1956.
1 Psicóloga. Investigadora en Psicosomática. Este artículo es una parte de
la Presentación del Libro Digital e Impreso, El Niño Indómito: Lo más
salvaje, lo más creativo del ser humano. Actualizaciones en Psicosomática.
En Colegio de Psicólogos de San Isidro, Distrito XV, 26 de marzo de
2012.
2 “El superyó del niño no se edifica en verdad según el modelo de sus
progenitores, sino según el superyó de ellos... deviene portador de la
tradición, de todas las valoraciones... a lo largo de las generaciones” (p.
62, Freud, Conferencia 31, 1933)… “en el influjo de los progenitores
no sólo es eficiente la índole personal de éstos, sino también el influjo
por ellos propagado de la tradición de la familia, la raza y el pueblo, así
como los requerimientos del medio social respectivo” (p. 145, 1938),
“... mucho de lo que el superyó trae despertará un eco en el ello... con
sus tendencias heredadas, el pasado orgánico... y no poco de lo que el
niño vivencia como nuevo, experimentará un refuerzo porque repite
un ancestral vivenciar filogenético… el superyó ocupa una suerte de
posición media entre ello y mundo exterior, reúne en sí los influjos del
presente y el pasado” (p. 208–209, 1938).
3 Otras formas posteriores son la familia punalúa o de grupo, la familia sindiásmica, la patriarcal y la monógama. Con respecto a la horda
consanguínea, como dijera Engels, debió existir porque aún reina en
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algunos lugares. Por ejemplo la Polinesia (F. Engels, capítulo II, La Familia, en: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 1884).
En Argentina, A. Rascovsky se refirió a la importancia de la vida prenatal (Rascovsky, 1970; Rascovsky et al, 1971). Y otros autores aludieron
a remanentes de contenidos inconscientes arcaicos, por ejemplo, W.
Bion, J. Bleger, L. Chiozza y F. Cesio.
Tanto el libro digital sobre Sida, como los 46 capítulos de Actualización en Psicosomática del libro digital poseen los fundamentos físicos
de cada patología y la interpretación psicoanalítica específica de cada
trastorno (Billiet, 2011).
“El psicoanálisis no es un sistema como los filosóficos, que parten de
algunos conceptos básicos definidos con precisión y procuran apresar
con ellos el universo todo, tras lo cual ya no resta espacio para nuevos
descubrimientos y mejores intelecciones (...) Más bien, adhiere a los
hechos de su campo de trabajo, procura resolver los problemas inmediatos de la observación, sigue tanteando en la experiencia, siempre inacabado y siempre dispuesto a corregir o variar sus doctrinas” (p. 249,
Freud, Dos artículos de Enciclopedia, 1922).
Equivocación: del latín aequalis, aequale, significa igual. Y voco-es-are:
significa llamar. De ahí que remite a “llamar de la misma manera a una
cosa diferente” (Etimologías, 2011). Equivocar: Tener o tomar algo por
otra cosa, juzgando u obrando desacertadamente (Diccionario de Real
Academia Española, 2012).
Mortificación: efecto patógeno de retener agresión. Pues, en 1938
Freud reitera que la pulsión de muerte “permanece muda; sólo comparece ante nosotros cuando es vuelta hacia fuera como pulsión de
destrucción (…) Retener agresión es en general insano, produce un
efecto patógeno (mortificación). El tránsito de una agresión impedida
hacia una destrucción de sí mismo por vuelta de la agresión hacia la
persona propia suele ilustrarlo una persona en el ataque de furia, cuando se mesa los cabellos y se golpea el rostro con los puños, en todo lo
cual es evidente que ella habría preferido infligir a otro ese tratamiento.
Una parte de destrucción de sí permanece en lo interior, sean cuales
fueren las circunstancias, hasta que al fin consigue matar al individuo,
quizá sólo cuando la libido de éste se ha consumido o fijado de una
manera desventajosa. Así se puede conjeturar, en general, que el individuo muera a raíz de sus conflictos internos; la especie, en cambio, se
extingue por su infructuosa lucha contra el mundo exterior, cuando
este último ha cambiado de una manera tal que no son insuficientes las
adaptaciones adquiridas por aquélla” (p. 148, 1938).