202 Nov - Scherzo
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REVISTA DE MÚSICA Año XX - Nº 202 - Noviembre 2005 - 6,30 Nº 202 - Noviembre 2005 - SCHERZO DOSIER Schiller y la música ENTREVISTA Cuarteto Emerson ENCUENTROS Felicity Lott ACTUALIDAD David Daniels George Benjamin JAZZ Charlie Parker AÑO XX Nº 202 Noviembre 2005 6,30 € 2 6 DOSIER OPINIÓN CON NOMBRE PROPIO Schiller y la música Ante el umbral romántico Blas Matamoro Anne-Sophie Mutter Schiller en la ópera Alfonsina Janés Joaquín Martín de Sagarmínaga 8 El poeta en música David Daniels Arturo Reverter Pablo J. Vayón 10 Felicity Lott Francisco Ramos AGENDA 22 ACTUALIDAD NACIONAL ACTUALIDAD INTERNACIONAL 36 60 Rafael Banús Irusta EDUCACIÓN Pedro Sarmiento EL CANTAR DE LOS CANTARES Arturo Reverter JAZZ ENTREVISTA Pablo Sanz Cuarteto Emerson LIBROS LA GUÍA CONTRAPUNTO José Luis Pérez de Arteaga 64 Discos del mes SCHERZO DISCOS 65 114 118 124 ENCUENTROS George Benjamin 12 113 Norman Lebrecht Sumario 132 138 140 144 146 148 152 Colaboran en este número: Javier Alfaya, Julio Andrade Malde, Rafael Banús Irusta, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón, José Luis Fernández García, Fernando Fraga, Joaquín García, José Antonio García García. Mario Gerteis, Florentino Gracia Utrillas, José Guerrero Martín, Federico Hernández, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Alfonsina Janés, Antonio Lasierra, Norman Lebrecht, Juan Antonio Llorente, Fiona Maddocks, Nadir Madriles, Santiago Martín Bermúdez, Joaquín Martín de Sagarmínaga, Enrique Martínez Miura, Aurelio Martínez Seco, Blas Matamoro, Erna Metdepenninghen, Antonio Muñoz Molina, Adolfo Núñez, Rafael Ortega Basagoiti, Josep Pascual, Enrique Pérez Adrián, José Luis Pérez de Arteaga, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Francisco Ramos, Arturo Reverter, José del Rincón, Barbara Röder, Stefano Russomanno, Carlos Sáinz Medina, María Sánchez-Archidona, Ignacio Sánchez Quirós, Pablo Sanz, Pedro Sarmiento, Bruno Serrou, Franco Soda, José Luis Téllez, Claire Vaquero Williams, Asier Vallejo Ugarte, Carlos Vílchez Negrín, Pablo J. Vayón, Juan Manuel Viana, Albert Vilardell, Ruth Zauner. Traducciones Rafael Banús Irusta (alemán) - Enrique Martínez Miura (italiano) - Barbara McShane (inglés) - Juan Manuel Viana (francés) Impreso en papel 100% libre de cloro PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: por un año (11 Números) España (incluido Canarias) 63 €. Europa: 98 €. EE.UU y Canadá 112 €. Méjico, América Central y del Sur 118 €. Esta revista es miembro de ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, y de CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos. SCHERZO es una publicación de carácter plural y no pertenece ni está adscrita a ningún organismo público ni privado. La dirección respeta la libertad de expresión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de los firmantes, no siendo por tanto opinión oficial de la revista. 1 OPINIÓN OPINIÓN EDITORIAL 2 ÓPERA: NI MÁS NI MENOS E n los últimos días hemos vivido lo que un clásico podría definir como extremos a que ha llegado la ópera en España. De un lado, la inauguración de un nuevo espacio. De otro, el uso de un espectáculo como pretexto para una bronca que pretendía desbordarlo. Representan dos escenas aparentemente alejadas pero no dejan de ser muestras diferentes de la muy española tendencia al exceso. Así, la inauguración del Palau de les Arts, en la que se echó la casa por la ventana, ha supuesto la incorporación al paisaje urbano de una ciudad como Valencia —que vive en ese aspecto un momento espléndido— de eso que hoy se llama un edificio emblemático. Su autor, Santiago Calatrava, es reconocido universalmente como un gran arquitecto hasta el punto de que hoy parece interesar más su firma que la funcionalidad real de sus propuestas. El Palau lo demuestra: es un teatro de ópera en el que desde bastantes de sus localidades no podrá verse el escenario completo. Y eso no será tan fácil de ajustar como la acústica, en general muy buena. No hay que olvidar tampoco lo que de oportunidad política tiene a veces la cultura. Sólo desde ese punto de vista puede entenderse que el Palau se haya inaugurado para cerrarse y definir su contenido, su programación, su orquesta y su coro, que no es poco. Sería bueno que también su proyección cultural dentro de las comunidades que lo acogen, de Valencia a Europa. Calatrava, Maazel, Mehta son nombres de prestigio, excelentes cartas de presentación, buenos cimientos para una política artística que podrá juzgarse cuando se conozca. Por ahora sólo hay un costosísimo teatro en el que no se ve del todo bien y unas declaraciones dignas, por el momento, de todo crédito. La solución, el año que viene. El otro acontecimiento de los últimos días ha sido la apertura de la temporada del Teatro Real con Don Giovanni. Que una producción como la de Lluís Pasqual, tan frustrada en lo escénico como absolutamente inofensiva en su propuesta de relectura del mito, haya sido capaz de generar algunas de las reacciones oídas el día de su estreno y leídas después es preocupante, sobre todo, por el grado de inmadurez intelectual que refleja en quienes han querido ver en ella algo más que una simple representación de ópera. Y quizá aún más grave que la propia reacción de un sector del público sea que se haya querido dar a esa misma reacción una especie de carácter de muestra de una opinión generalizada, como si el público de los estrenos del Real fuera necesariamente un concentrado de la sociedad española. Afortunadamente no es habitual escuchar en nuestras calles improperios dirigidos a cualquier ciudadano por su condición de nacimiento, por su inclinación sexual o por su opinión política. Tampoco es de recibo en un teatro, donde el pago de la entrada da derecho a la protesta pero no al insulto. Respecto a la idea, también barajada, de que algún grupo organizado pretende boicotear el trabajo del actual equipo rector del Teatro Real, al que, como diría un castizo, “le esperan”, mejor para todos que lo hagan sentados, para ejercer más cómodamente —y cuando llegue el momento— el juicio al que, sin la menor duda, tienen derecho. El síntoma es grave, pues revela un encanallamiento muy nuestro, hijo seguramente de esa tendencia tan española a creer que cualquiera es capaz de hacer las cosas mejor que aquel que las hace verdaderamente, lo mismo una alineación de fútbol que la programación de un teatro. Una función de ópera es sólo una función de ópera. Algo tan serio como para que se sepa cómo se financia, cuánto cuesta, en qué proyecto se inserta y de qué modo sirve a la sociedad que la sostiene. Una vez que eso quede claro podrá entenderse también que no siempre el escenario es un mundo reducido, ni el director de escena un provocador, ni el público un pelele. OPINIÓN REVISTA DE MÚSICA Año XX - Nº 202 - Noviembre 2005 - 6,30 Nº 202 - Noviembre 2005 - SCHERZO DOSIER Diseño de portada Argonauta (Salvador Alarcó y Belén Gonzalez) Foto portada: Tina Tahir/DG Schiller y la música ENTREVISTA Cuarteto Emerson ENCUENTROS Felicity Lott ACTUALIDAD David Daniels George Benjamin La música extremada TRES ILUSIONES JAZZ Charlie Parker Edita: SCHERZO EDITORIAL S.L. C/Cartagena, 10. 1º C 28028 MADRID Teléfono: 913 567 622 FAX: 917 261 864 Internet: www.scherzo.es E mail: Redacción: [email protected] Administración: [email protected] Presidente Santiago Martín Bermúdez REVISTA DE MÚSICA Director Luis Suñén Redactor Jefe Enrique Martínez Miura Edición Arantza Quintanilla Maquetación Daniel de Labra Fotografía Rafa Martín Secciones Discos: Juan Manuel Viana Educación: Pedro Sarmiento Libros: Enrique Martínez Miura Página Web Iván Pascual Consejo de Dirección Javier Alfaya, Manuel García Franco, Santiago Martín Bermúdez, Enrique Pérez Adrián, Pablo Queipo de Llano Ocaña y Arturo Reverter Departamento Económico José Antonio Andújar Departamento de publicidad Cristina García-Ramos (coordinación) [email protected] Magdalena Manzanares [email protected] DOBLE ESPACIO S.A. [email protected] Relaciones externas Barbara McShane Suscripciones y distribución Iván Pascual [email protected] Colaboradores Cristina García-Ramos Impresión GRUPO MARTE S.A. Depósito Legal: M-41822-1985 ISSN: 0213-4802 © Scherzo Editorial S.L. Reservados todos los derechos. Se prohíbe la reproducción total o parcial por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabados, o cualquier otro sistema, de los artículos aparecidos en esta publicación sin la autorización expresa por escrito del titular del Copyright. L a catarata de aplausos desciende desde los más altos graderíos del Carnegie Hall en homenaje a un anciano de pelo blanco que en la distancia me parece diminuto, y que se acaba de poner en pie en la primera fila. Es Elliott Carter, a quien saluda desde el escenario James Levine, que acaba de dirigir a la Sinfónica de Boston en una suite de tres piezas breves del compositor: Micomicón, Juventia, Utopia. En el teatro inmenso, con su escenario cóncavo, donde la música y las voces suenan siempre con una resplandeciente precisión, Levine dirige un programa de música americana del siglo XX —Gershwin, Ives, Lukas Foss— y también del siglo XXI, porque las piezas de Carter fueron estrenadas hace menos de tres años. Este hombre de casi un siglo, músico enamorado de la literatura, ha elegido como materia de inspiración el sueño humano de los lugares imaginarios, tan próximo con frecuencia a la insensatez y a la locura. Para un aficionado español, conforta descubrir que la primera de estas tres Ilusiones está inspirada por nuestro mayor especialista en ellas, nuestro hidalgo Alonso Quijano, al que la bella embustera Dorotea convence de que en realidad es la princesa Micomicona, heredera del gran reino Micomicón de Etiopía, del que un gigante bárbaro la expulsó sin miramiento, dejándola sin más recurso que buscar el fuerte brazo de don Quijote de la Mancha. La segunda pieza, Juventia, también contiene una alusión a los delirios hispánicos, porque fue buscando la fuente de la Juventud como el explorador español Ponce de León llegó a la península de Florida. Y Utopia se refiere a la sociedad perfecta imaginada por Thomas Moore, de la que han nacido tantos dislates políticos y sociales a lo largo de los últimos siglos, tantas tentativas fracasadas de implantar por decreto el Paraíso sobre la Tierra, estableciendo por lo común un purgatorio sofocante, cuando no un infierno de delaciones y celdas de castigo. Cada pieza no dura más de tres minutos, pero basta ese tiempo para que la música nos inunde con una mezcla de hipnotismo y de sobresalto, de largos pasajes en las cuerdas que se interrumpen del golpe o progresan bajo un estremecimiento simultáneo de percusiones. Como en las obras de Ives, la sugestión pastoral de quietud apenas tiene tiempo de afianzarse cuando ya la ha desbaratado un vendaval de estridencias. La música es rápida, urgente, llena de ruido y Elliott Carter furia, pero también de una despojada belleza: el lugar imaginario como visión y como locura, el sueño como atrevimiento necesario y como abismo. A los 96 años de una vida comenzada en 1908, uno ha de tener una perspectiva bastante exacta sobre las utopías privadas y públicas, sobre el sueño de la juventud y el de la perfección, sobre el impulso de alcanzar lo que más se desea queriendo conquistar lugares tan desmedidos como el reino de la princesa impostora Micomicona. Desde mi barandilla en las alturas del Carnegie Hall veo en el patio de butacas la figura coronada de pelo blanco de Elliott Carter, y me parece un héroe cervantino y quijotesco de la música, empeñado en la aventura casi imposible de que los oídos de los aficionados de ahora mismo se abran a la música que ahora mismo se está componiendo, casi centenario y sin embargo animado por una juventud visionaria y enérgica. Muchas veces he podido felicitar a un pintor después de ver sus cuadros, o le he dado las gracias a un novelista por sus libros. Esta noche, en Carnegie Hall, es de las pocas ocasiones en que puedo unir mi entusiasmo al aplauso de la multitud que felicita a un compositor vivo. Antonio Muñoz Molina 3 OPINIÓN Prismas ZUMBIDOS A nda uno por ahí, un poco “a devagar”, como se dice en la lengua de mi tierra o en la de Portugal, y de pronto siente que le pasan por encima unos zumbidos amenazadores y se acurruca. En realidad no son balas, gracias a Dios, son cifras, son números, son fabulosas cantidades que se oyen de vez en cuando para expresar cuánto ha costado esto o lo otro: este edificio, por ejemplo, esta ciudad de las ciencias, de las artes o de vaya usted a saber cuántas cosas más. Cantidades que producen un escalofrío, tan llenas de ceros como están. Los españoles nos hemos hecho casi ricos en más bien poco tiempo. Casi ricos y pretenciosos, pero eso de pretenciosos en realidad no quiero decirlo porque es una palabra que esconde una carga moral y me gustaría MÚSICA DE VERDAD Sr. Director: H e leído con interés un par de críticas de prensa (El País y Berria) sobre el concierto que ofreció el pasado día 1 de septiembre en San Sebastián la Orquesta de Jóvenes Gustav Mahler, y coincido con ambas plenamente en todo lo que dicen. No obstante, la elogiosa valoración que hacen de esa velada aparece constreñida dentro de los límites de una cierta corrección, a mi entender, y acaban resultando un poco tibias, un par de críticas más dentro de las que se han venido publicando este verano. Por suerte, la realidad admite matices, y creo no exagerar si digo que el concierto al que nos referimos ha sido absolutamente excepcional, de esos que aquí se ven una vez cada diez años: una referencia que sin duda quedará grabada con letras de oro en la mente de no pocos aficionados. Lo genial de la propuesta radicaba en varios frentes, y fue la especial conjunción de todos ellos lo que obró el milagro. 4 escribir esta nota sin connotaciones de ningún tipo, de esas que pueden molestar a alguien. Nos piden que admiremos esas cantidades; lo ha hecho la Ministra de Cultura recordándonos que en España se publican 77000 títulos de libros al año, de los cuales la mitad son de novedades; lo que no dice es que España tiene una de las tasas de lectura por habitante más bajas de la Unión Europea, así que siento que haya dicho una tontería C A R TA S A L D I R E C TO R Resulta emocionante ver a 120 músicos jóvenes salir a escena con la convicción con la que lo hacen sólo los muy buenos, y oírles tocar con un nivel de exquisitez impresionante. Pero si lo que tocan es además música con una gran carga ideológica, como la de Hartmann y Shostakovich, música extraordinaria tantas veces pisoteada durante el siglo pasado, entonces la emoción brota sin freno posible, porque uno empieza a recordar las calamidades por las que tuvieron que pasar durante muchos años tantos y tantos artistas tildados en su momento de “degenerados”, algunos de ellos condenados al exilio, otros ejecutados. Que sesenta años después una orquesta de jóvenes reivindique la memoria de esa generación proscrita es sencillamente admirable. Creo sinceramente que este tipo de proyectos sólo son posibles en Europa, en esta vieja Europa que, a pesar de sus una mujer que es miembro de un gobierno que me cae tan bien como este. Pero vengamos a la música, que es lo nuestro, aunque en mi caso yo viva en doble militancia. Tanto dinero corre por el mundo de la música en España que uno se siente envidioso y no puede menos de pensar, ¿y si ese dinero se invirtiese en lo que los expertos llaman I + D, Investigación más Desarrollo, en la enseñanza, en la formación de nuevos músicos? Y eso se puede aplicar a otras artes y a otras ciencias. ¿Qué importaría entonces que nuestros recintos, que nuestros edificios fueran más modestos pero que estuvieran llenos de alevines de buenos profesionales? No sé, tal vez sea un sueño, pero no estaría mal, ¿verdad? Javier Alfaya problemas, está aún en condiciones de dar alguna que otra lección de humanismo a las grandes potencias económicas del mundo. No todos los jóvenes se identifican con Operación Triunfo, ya se ve, y algunos prefieren enrolarse desde muy temprano en el oficio de hacer música sin colorantes ni aditivos. Con todo, esta preciosa iniciativa de la Orquesta de Jóvenes Gustav Mahler no habría sido del todo posible sin el concurso de Ingo Metzmacher, uno de los mejores directores de ópera del momento, artista coherente y comprometido — él es el gran valedor de Hartmann desde siempre—, y uno de los pocos que no mueve la batuta al compás de su cuenta corriente. Otro que tampoco actúa sólo por dinero es el barítono Matthias Goerne, a quien hemos tenido el placer de ver más de una vez en proyectos arriesgados, o cuando menos, minoritarios: también en éste. A todos ellos mi más sincera enhorabuena; nos habéis hecho vibrar como ya no recordábamos. Oskar Gereñu Vitoria-Gasteiz OPINIÓN Música reservata NOTAS SOBRE PINTURA Y MÚSICA R etratos. Ambigüedad (riqueza) de la imagen pictórica frente a la elementalidad de lo fotográfico: intencionalidad del pintor que acentúa determinados rasgos para provocar una plenitud de sentido engañosa. El retrato como apoteosis de la mirada: el parecido como señuelo. En música, la emoción de lo símil cristaliza en la organicidad de lo melódico: el triunfo de cualquiera de esas melodías que nuestra memoria reputa como memorables nace de su individualidad, su aptitud para hacernos creer que su perfección reside en su imposibilidad para ser de otro modo. La melodía como retrato de un rostro que nunca nos será dado contemplar. Los rostros de Memling: mucho más reales que la realidad. La precisión analítica del dibujo multiplicada por la exactitud fotográfica, los acabados pulidos, el detallismo obsesivo en el reflejo de la luz en la pupila, el cabello, los escasos objetos y su poderosa carga simbólica: realidad más allá de la realidad, personajes que viven para sí mismos en una contemplación secreta, un universo conjetural asomado por una ventana al fondo de la tabla que invita a fantasear biografías indescifrables. Identificación con el modelo: una forma de mirarse a sí mismo de una forma objetiva. Ver en el cuerpo externo, ajeno, ofrecido, el propio cuerpo oculto, velado. El dibujo como revelación o aprendizaje de un secreto (que es, también, el secreto de oficio). En realidad, toda creación es un autorretrato: el dibujo como terapéutica. Identificación con la música: si solamente conociésemos su obra, ¿cuál sería el rostro de Bach, de Wagner, de Franz Schubert? ¿Cuáles son las facciones de Notker Balbulus, de Cristóbal de Morales, de Tomás Luis de Victoria? *** Durero. El dominio técnico es tan abrumador que, si el artista lo hubiese deseado, podría perfectamente sustentarse sobre sí mismo: cualquier fragmento de superficie de cualquiera de sus grabados podría emanciparse como un dibujo abstracto por entero autosuficiente, un juego de formas y líneas capaz de proyectarse y provocar la emoción estética en su nivel más elevado. Pero, naturalmente, el trabajo no se detiene ahí: una meticulosidad analítica absoluta, un dominio de la anatomía y de la perspectiva en la construcción de la figura de una naturaleza tal que provoca algo cercano al vértigo, algo que está más allá de la mera emoción. Sin embargo, el dispositivo argumental persiste y, a la postre, impone su lógica, su misterio, su enigma. Temas conectados con el mundo doctrinal, pero también con ecos del medievo o de secretos universos esotéricos. La melancolía, o El caballero, el Diablo y la Muerte, trasmiten todo su fascinante poder conturbador a través de la deslumbrante plenitud de la técnica, de la glorificación extremada del oficio: sin ella, esas estampas memorables carecerían de su poesía, de esa ambigüedad esencial que, paradójicamente, se alimenta de la obsesión del grabador por la exactitud, por la precisión: cuanto más perfecta y nítida es la representación, más inquietante e incomprensible la articulación de lo representado. Los grabados de Durero alcanzan un extremo tal de fidelidad con la naturaleza que construyen y proponen universos cerrados de una coherencia interna tan férrea que pueden prescindir de todo vínculo con una realidad a la que suplantan ventajosamente. Ese caballero cuya mirada se pierde en el margen izquierdo del grabado vive y sueña en la profundidad insondable de la plancha, invitándonos a la experiencia de un universo paralelo, un más allá que se extiende al otro lado de nuestra mirada, y al que la minuciosa clausura de la imagen nos niega todo acceso en la misma medida en que afirma exhibirlo. Hay una evidencia del virtuosismo de tal calado que emparenta la obra de este artista del XVI con esa pirotecnia de la exaltación romántica de autores como Liszt (o como fuese el belcantismo acrobático de los castrati un siglo atrás), que transformó el propio espectáculo musical al convertirlo en un fenómeno al que se asiste con esa maravillada incredulidad próxima al terror con la que observamos el vuelo del trapecista o la estabilidad precaria del funámbulo. Seducción del arte: la técnica nos hace percibir la totalidad como fragmento. *** Melodía/Armonía. Antinomia fundamental entre línea y masa, entre forma y color, entre dibujo y pintura, entre pintura y escultura. Posibilidad de una melodía autosuficiente, tensada sobre sí misma, carente de toda estructura de acordes que la subtiendan: el solo de corno inglés al comienzo del tercer acto de Tristan. O bien una música vertical, que no sea otra cosa sino armonía, enlaces de acordes: la introducción de las Prophetiæ Sibyllarum de Roland de Lassus. Mercurio y Marte. *** Colorido. La fuerza de las manchas de color o la energía de la pincelada en los paisajes de Karl Schmidt-Rottluff, de Kandinski o de Emil Nolde genera superficies que se dirían independientes de toda anécdota, liberadas de rendir cuenta al argumento o a la temática. No obstante, siempre queda una anclaje mínimo que organiza la mirada en el interior de la tela: la línea del horizonte permite orientarse en la subversión de valores de luz y de sombra. Ruptura con la figuración de un radicalismo ejemplar: el argumento pervive como elemento director de la forma, pero se percibe únicamente como residuo, como resto. Posibilidad de una pintura (de una música) hecha tan sólo de color (Schönberg: Farben). José Luis Téllez 5 Mucha luz y alguna sombra Tina Tahir c/o Shotview phtographers / DG ANNE-SOPHIE MUTTER PROPIO CON NOMBRE CON NOMBRE PROPIO G 6 ran violinista, nacida en el boscoso estado de BadenWürttemberg, (en Alemania), Anne-Sophie Mutter empezó a estudiar violín a la edad párvula, con Erna Honigberger, discípula del fabuloso Carl Flesch, violinista y eximio profesor, maestro a su vez de Aida Stucki, posterior docente de Mutter. En 1976, conoció en el Festival de Lucerna al director de orquesta Herbert von Karajan. Con él trabajo durante bastantes años, siendo su mentor, por un lado, y también alguien que le imbuyó su particular concepto de la belleza sonora. Aunque las controversias (sobre todo a partir de su muerte), se han cebado en este importante director, Mutter siempre ha estado agradecida a sus enseñanzas y a la experiencia que supuso hacer música juntos. Con Karajan grabó dos conciertos para violín de Mozart (el Tercero y el Quinto), una tarjeta de visita en su día de amplio crédito. Ya entonces (aunque mucho más después), llamó la atención su lustroso sonido, la riqueza de tonos de su paleta cromática y su apolínea serenidad al tocar. Todas estas cualidades, impulsadas con los años por su afán de superación, han alcanzado en la actualidad un grado superlativo. Su frialdad, más presunta que real (y en todo caso habría que hablar de “esa extraña frialdad”), se volatiliza en esos maravillosos tiempos lentos de Beethoven o Mozart, en los que cabe percibir un pálpito suave (un tremor), unido a la hermosura de las líneas y al personal fraseo. Cabe argumentar que hoy el nivel de los astros del violín es alto (el de otros astros, menos). Que hay unos cuantos que también exhiben un sonido deslumbrante y gran brillantez en la ejecución. Pero Mutter se vio favorecida, además, por el don misterioso de la oportunidad. Por un lado, dejando ahora al margen a Shlomo Mintz (casi un lustro mayor que ella), apareció un poco antes del relativo apagón de Perlman y Zukerman. Por otro, llegó a la plaza antes que los jóvenes violinistas Vadim Repin y Maxim Vengerov, Gil Shaham y Julian Rachlin, Sarah Chang y Hilary Hahn, o no digamos ya Elisabeth Batiashvili. Además de su variedad de recursos, de la oportunidad, a mi modo de oír hay factores aún más importantes relacionados con el tema. Tan pulida, esmerada violinista como Anne-Sophie Mutter, a poco que se la conozca sugiere dos ideales que parecen firmemente anclados en el fondo de su búsqueda: belleza y pureza. Para atraparlas, el rigor (y no otra cosa), parece haber sido su paciente caña de pescar. Ello la ha llevado a proponer visiones modélicas de obras de Mozart (como su integral de los conciertos para vio- Harald Hoffmann CON NOMBRE PROPIO lín y orquesta o la Sinfonía concertante); de Beethoven (la integral de sonatas para violín y piano); de música francesa (con ejemplos como la Sonata op. 13 y alguna otra delicadeza de Gabriel Fauré: su aterciopelada Berceuse, que también tocaba Carl Flesch, su abuelo musical). También nos ha legado páginas donde domina el virtuosismo (debidas, entre otros, a Tartini o Sarasate), además de un sustancioso muestrario que incluye obras en ocasiones muy ligeras y de claro matiz popular (de un Fritz Kreisler, o de un George Gershwin). Mutter dedica parte de su actividad a la música contemporánea, querencia que últimamente airea mucho, como se hace con los trapos limpios. La avalan, entre otras, dedicatorias del extraordinario Lutoslawski, del libérrimo Dutilleux, o, sin ir más lejos, del ecléctico Previn, contemporáneo ahora sólo en la data de sus obras. Se da el caso de que André Previn, hombre de múltiples intereses, es el segundo marido de Mutter, para la que ha compuesto un reciente concierto para violín y orquesta, titulado Anne-Sophie. Cabe preguntarse si su actitud para con la producción contemporánea es del todo sincera. Hace años, con su fiel pianista Lambert Orkis, tocó en Madrid la Partita de Witold Lutoslawski (que el gran autor polaco adaptó para ella, tras su estreno por el antes citado Zukerman). Pero aquel día era un hecho que congeniaba mejor con Franz Schubert, o con las propinas de Brahms y Debussy. La música contemporánea parecía ser para ella como un reto (eso que se dice ahora tanto), un cierto compromiso —en su caso algo nebuloso— con el arte musical de su tiempo. Después, añadiendo nuevas obras a su currículo, su visión sin duda se ha ampliado. Mas es un hecho que toca siempre obras de músicos consagrados, de autores de firma. Si alguien con su prestigio, entre Beethoven y Vivaldi incluye algo de Wolfgang Rihm —por caso—, en ese momento concreto encontrará más oyentes receptivos hacia lo que el tercero de ellos pueda decirles. Pero para ensanchar de verdad el repertorio, parece lógico no difundir sólo obras de algunos ilustres compositores que, por el hecho de serlo, están ya desde hace tiempo en el mismo. Quien no necesita, en cambio, tanta defensa es Wolfgang Amadeus Mozart, del que Anne-Sophie Mutter ha declarado en un doble compacto dedicado a sus conciertos para violín: “Me gusta mucho la música de Mozart, porque me hace tener escalofríos y logra que se me salten las lágrimas”. Parece que hoy todo deba venderse adosado a un eslogan, desde un perfume a una película. En el caso del legado de Mozart, autor reconocido desde hace casi un siglo como uno de los más excelsos que haya dado jamás su oficio, a estas alturas no necesita de grandes panegíricos. Joaquín Martín de Sagarmínaga DISCOGRAFÍA SELECCIONADA BEETHOVEN: Sonatas para violín y piano. LAMBERT ORKIS, piano. 4 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 457 619-2. 1998. Concierto sobre motivos de la ópera “Carmen” de Bizet) y Fauré (Berceuse). ORQUESTA FILARMÓNICA DE VIENA. Director: JAMES LEVINE. DEUTSCHE GRAMMOPHON 437 544-2. 1993. MOZART: Conciertos para violín y orquesta, Sinfonía Concertante para violín, viola y orquesta. YURI BASHMET, viola. TANGO, SONG AND DANCE. Obras de Previn (Tango, ORQUESTA FILARMÓNICA DE LONDRES. 2 CD DG 002 89474 21528. 2005. Song y Dance), Brahms (Danzas húngaras nºs 1, 6 y 7), Gershwin (cuatro fragmentos de Porgy and Bess), Kreisler (Schöne Rosmarin, Caprice viennois y Liebesleid) y Fauré (Sonata nº 1). ANDRÉ PREVIN, PIANO (en Gershwin y Previn); LAMBERT CARMEN-FANTASIE. Obras de Wieniawski (Leyenda), Tartini (Sonata El trino del Diablo), Ravel (Tzigane), Massenet (Meditación de Thaïs), Sarasate (Aires gitanos y Fantasía de ORKIS, piano (en el resto). DG 471 500-2. 2001-2002. 7 CON NOMBRE PROPIO Jillian Edelstein El contratenor romántico DAVID DANIELS C onsiderado por muchos el mejor contratenor de nuestros días, de lo que no cabe duda es de que David Daniels (Spartanburg, Carolina del Sur, 1966) es uno de los más atípicos y, casi con toda seguridad, el que mayor impacto e influencia ha causado en los medios musicales internacionales desde la irrupción inesperada de Alfred Deller. Hijo de una pareja de profesores de canto, estudió como tenor, y así se graduó en el Conservatorio de Cincinnati. Pero, como declararía luego muchas veces, él nunca se sintió cómodo en esa tesitura, así que se marchó a la Universidad de Michigan para explorar nuevas posibilidades junto al profesor George Shirley. “En realidad, jamás perdí la facultad de cantar como lo hacía de niño. Por mi casa, en la ducha, yo cantaba como contratenor mucho antes de debutar profesionalmente como tal [lo que hizo en 1992]. Esta tesitura ha sido siempre la más natural para mí”. Y es que, desafiando tópicos y normas bien arraigados en el ambiente musical, Daniels no ha dejado nunca de defender la naturalidad de su rango vocal. Las cuerdas vocales de un falsetista no deberían vibrar. “Las mías vibran, ¿quién habla de falsetista?”, afirma con seguridad. La extensión de la tesitura, que corresponde esencialmente a la de una mezzo, le ha permitido afrontar un repertorio amplio, que por la zona aguda llega al Nerón de la Poppea monteverdiana o al Bertarido de Rodelinda de Haendel (que acaba de ofrecer en la Ópera de San Francisco); y por la grave ha hecho de los roles haendelianos de Rinaldo (destinado en Madrid. Teatro de la Zarzuela. 7-XI-2005. David Daniels, contratenor; Martin Katz, piano. Mozart, Fauré, Ravel, Purcell, canciones renacentistas españolas. origen a Giuseppe Nicolini, un castrato contralto) y Julio César (escrito para Senesino, otro contralto) algunos de sus papeles operísticos favoritos. Superando cualquier tipo de idea preconcebida o de complejo, el cantante, artista exclusivo de Virgin, trabaja la música barroca con conjuntos historicistas o con orquestas sinfónicas y grupos de instrumentos modernos, como el Ensemble Orchestral de París de John Nelson. Pero más allá de esta circunstancia, que en otro tiempo hubiera significado para los ortodoxos una inaceptable herejía artística, Daniels ha desbrozado de forma definitiva el camino de la música romántica a la voz de contratenor. Sus recitales de lied se han hecho habituales, lo que ha animado a otros colegas a probar en un espacio en principio muy problemático para voces que, al margen del ambiente de la música antigua, distan mucho de resultar prestigiosas. Y no es que haya sido el primer contratenor en moverse en terreno tan resbaladizo (Jochen Kowalski, Paul Esswood o incluso René Jacobs lo precedieron), pero sí el primero cuyos resultados han convencido a la mayor parte de la crítica, provocando elogios generalizados. En último término, que David Daniels sea hoy uno de los contratenores preferidos por los espacios líricos de todo el mundo hay que atribuirlo a la personalidad de una voz refinada, noble y de bello timbre, capaz de conservar una vibración natural difícil de oír entre los de su cuerda, con agudos tersos y brillantes, perfecta zona de paso y una notable solidez en los graves. Acaso haya contratenores más espectaculares y ágiles en las coloraturas (Scholl, Jaroussky) o con una pasta vocal de una morbidez más atractiva (Mena, Asawa, Taylor), pero Daniels ha sabido encontrar una flexibilidad expresiva que se ajusta especialmente bien tanto al repertorio operístico del siglo XVIII como a la canción, en todas sus formas imaginables. Drama escénico e intimidad lírica, los dos polos entre los que bascula el arte aristocrático y distinguido de este cantante singular. Pablo J. Vayón DISCOGRAFÍA SELECCIONADA A QUIET THING. Obras de Kander, Wilder, Bernstein, Dowland, Anchieta, Purcell, Bellini, Gounod, Schubert. CRAIG OGDEN, guitarra. VIRGIN 5 45601 2 (2002/03). BERLIOZ: Les nuits d’été (+ canciones de Ravel y Fauré). ENSEMBLE ORCHESTRAL DE PARIS. JOHN NELSON. VIRGIN 5 45646 2 (2003). HAENDEL: Arias de ópera: Ariodante, Serse, Giulio Cesare, Rinaldo, Tamerlano, Rodelinda. ORQUESTA DE LA EDAD DE LAS LUCES. ROGER NORRINGTON. VIRGIN 5 45326 2 (1998). HAENDEL: Arias de oratorio: Messiah, Belshazzar, Semele, Theodora, Saul, Jephtha. ENSEMBLE ORCHESTRAL DE PARIS. JOHN NELSON. VIRGIN 5 45497 2 (2000). HAENDEL: Hercules (Lichas). LES MUSICIENS DU LOUVRE. MARC MINKOWSKI. ARCHIV 469 532-2 (3 CD) (2000). HAENDEL: Rinaldo (Rinaldo). THE ACADEMY OF ANCIENT MUSIC. CHRISTOPHER HOGWOOD. DECCA 467 087-2 (3 CD) (1999). MONTEVERDI: L’Incoronazione di Poppea (Nerone). MIEMBROS DE LA ORQUESTA ESTATAL DE BAVIERA. IVOR BOLTON. FARAO B108 020 (3 CD) (1997). PURCELL: Dido and Aeneas (Espíritu, Falsa Mensajera). LE CONCERT D’ASTRÉE. EMMANUELLE HAÏM. VIRGIN 5 45604 2 (2003). SENTO AMOR. Obras de Gluck, Haendel, Mozart. ORQUESTA DE LA EDAD DE LAS LUCES. HARRY BICKET. VIRGIN 5 45365 2 (1999). SERENADE. Obras de Beethoven, Schubert, Caldara, Gluck, Cesti, Lotti, Gounod, Vaughan Williams, Poulenc, Purcell. 8 MARTIN KATZ, PIANO. VIRGIN 5 45400 2 (1999). VIVALDI: Bajazet (Tamerlano). EUROPA GALANTE. FABIO BIONDI. VIRGIN 5 45676 2 (2 CD + 1 DVD) (2004). VIVALDI: Stabat Mater; Nisi Dominus; Longe mala umbrae terrores. EUROPA GALANTE. FABIO BIONDI. VIRGIN 5 45474 2 (2001). Clásica música en su espacio de música NOVEDADES níamoteteadagioromancesduetosrapsodiassuitesmadrigalescoralespreludioscuartetosconciertospolifoníam ntonocturnossinfónicaantiguabarrocareligiosavocalóperalíricazarzuelasonatascantatasliederariasbelcanton Verdi: La Traviata. Netrebko/ Villazón. Dos voces que han cautivado al mundo con sensacionales interpretaciones. Una química apasionada cuyo resultado es espectacular. Leoncavallo: Pagliacci. Pavarotti/Stratas/Pons/ Plácido Domingo. James Levine. Chueca: La Gran Vía Valverde: El Bateo. Víctor Pablo Pérez. María Bayo. Manuel Lanza. María Rodríguez. Estrenadas en 1886 y 1901 respectivamente fueron dos piezas de gran libertad creadora y arrollador éxito. Offenbach: La Gran Duquesa de Gerolstein. Felicity Lott. Marc Minkowsky. Mozart: Mozart:The Violin Concertos. Sinfonia Concertante. Anne-Sophie Mutter. Original interpretación de los conciertos de un genio por el que la intérprete siente reverencia. Las mejores novedades de música clásica, en cd y dvd, las encontrará en su espacio de música de El Corte Inglés. CON NOMBRE PROPIO Músico de la luz Betty Freeman GEORGE BENJAMIN Madrid. Auditorio Nacional. Orquesta Nacional de España. Carta blanca a George Benjamin. 25, 26, 27-XI-2005. Ilan Volkov. Isabelle van Keulen, violín. Obras de Stravinski, Knussen y Benjamin. BBC Singers. 2, 3, 4-XII. George Benjamin. William Dazelay, tenor. Obras de Debussy, Benjamin y Boulez. L a figura de George Benjamin, nacido en Gran Bretaña en 1960, se beneficia de su doble condición de compositor y director de orquesta. En un terreno como el de la creación contemporánea, la faceta de director juega a favor del conocimiento y difusión de la propia obra, aun- que Benjamin tenga que pagar el tributo de no poder dedicar excesivo tiempo a la tarea de la composición, problema que ya otros autores tuvieron que resolver antes que él (Maderna, Sinopoli…). La condición de director y una obra de gran atractivo configuran el perfil de un músico que tiene DISCOGRAFÍA SELECCIONADA Three Inventions. Upon Silence. Sudden Time. LONDON SINFONIETTA. ORQUESTA FILARMÓNICA DE LONDRES. Director: GEORGE BENJAMIN. NIMBUS 7550522. Shadowline. Viola, Viola. 3 Studies. PIERRE-LAURENT AIMARD, piano; TABEA ZIMMERMANN, viola. NIMBUS 721034856. A Mind of Winter. At First Light. Ringed by the Flat Horizon. LONDON SINFONIETTA. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA BBC. Directores: MARK ELDER, GEORGE BENJAMIN NIMBUS 5075. 10 todas las cartas para triunfar. Hoy día la reputación de Benjamin es incuestionable y su peso específico crece de forma evidente. Si bien como compositor su estilo parece haberse estacionado tras su estrepitosa irrupción en 1985/86 con obras como Ringed by the flat horizon o At first light, no se puede negar que su labor como director se encuentra en estos momentos en un momento álgido. Con Benjamin estamos ante un niño prodigio. Compositor y pianista a los 13 años (conciertos en la BBC Radio 3) y alumno en la clase de Messiaen a los 16, Benjamin tiene ahora ante sí el reto de la dirección de la Orquesta Filarmónica de Berlín en una serie de conciertos que comienzan el próximo mes de enero. Antes de eso, Benjamin vive un 2005 particularmente intenso. Después de la masiva presencia de su obra en el último festival Musica de Estrasburgo y un ciclo a él consagrado por la Deutsches Symphonie-Orchester, con Kent Nagano en la batuta, Benjamin estará unido a partir del 22 de noviembre a la Orquesta Nacional de España, con la que ha preparado una distinguida selección de su obra (At first light, A mind of winter, Palimpsests, Viola, Viola, Sometimes voices, Ringed by the flat horizon), en colaboración en el podio con el director Ilan Volkov, que estará al frente de la primera sesión. Los oyentes de la ONE tendrán la oportunidad de gustar del excelente trabajo del Benjamin director de orquesta, labor en la que brillara especialmente, por ejemplo, al frente de la Orquesta Ciudad de Granada en un concierto en abril de 1998. En el campo de la creación, el autor británico pertenece a la generación posterior a la de Brian Ferneyhough, la que tiene opción a formarse y difundir sus obras en el IRCAM de París (Antara es uno de esos frutos) y estilísticamente se mueve en un terreno en el que el gusto por el color sonoro, los efectos de luz, que parecen evocar las pinturas de un Turner, y el control del espectro armónico, hacen que su música penetre con facilidad en la sensibilidad de la audiencia, a la que no le pasa inadvertido el buen, sofisticado trato con el material que desarrolla siempre Benjamin y su nada disimulado tono impresionista. Francisco Ramos AGENDA AGENDA Su Partita para orquesta SEREBRIER ESTRENA CON LA ORCAM E l director y compositor uruguayo José Serebrier se pondrá al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid para el estreno en España de su Sinfonía nº 2 “Partita para orquesta”. Serebrier está de actualidad por sus nominaciones para los Premios Grammy de este año —Sinfonía nº 8 de Glazunov y Conciertos para guitarra de Rodrigo, VillaLobos y Ponce, con Sharon Isbin como solista, los dos publicados por Warner Classics— y por su incansable actividad como director invitado de algunas de las mejores orquestas del mundo. La idea de la ORCAM de incluir en su programa una de sus obras permitirá comprobar la personalidad y el excelente oficio compositivo de este discípulo de Stokowski, Dorati y Szell. El concierto incluye, igualmente, la obertura El corsario de Berlioz, y el Concierto en sol mayor de Ravel con la presencia como solista del pianista coreano Yung Wook Yoo. Madrid. Auditorio Nacional. 2-XI-2005. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: José Serebrier. Yung Wook Yoo, piano. Obras de Berlioz, Ravel y Serebrier. Descubierta en Weimar UNA OBRA DESCONOCIDA DE BACH H 12 ace poco, en el pasado mes de mayo, se dio una noticia sensacional, el descubrimiento de una obra desconocida de Johann Sebastian Bach. La pieza ha sido descubierta en Weimar por el musicólogo Michael Maul en la Biblioteca Anna Amalia. Consiste en el aria Alles mitt Gott und nichts ohn (Todo con Dios y nada sin Él), que ha ingresado en el catálogo como BWV 1127. Este aria, para soprano, cuerda y bajo continuo, fue compuesta por Bach en 1713 con motivo del 56 aniversario del duque Wilhelm Ernst, a cuyo servicio estuvo el músico de 1708 a 1717. La obra será editada por Bärenreiter, incluyendo un facsímil y un extenso prefacio a cargo del propio Maul. AGENDA Palermo programa la gran ópera de Szymanowski EL REY ROGER VUELVE A SICILIA L a obra maestra de Karol Szymanowski, El rey Roger, ha sido programada por el Teatro Massimo de Palermo. Lentamente, esta ópera se va abriendo paso en la programación de los teatros de Occidente —¿para cuándo en el Real o el Liceo— como lo que es, una partitura fundamental de la primera mitad del siglo XX. El montaje palermitano tiene posiblemente una significación especial, puesto que la acción de la obra se desarrolla en Sicilia, marco para la compleja trama que gira en torno a la lucha entra la razón y la pasión. La nueva producción cuenta con la dirección musical de Jan Latham-Koenig y la escénica, así como los decorados y el vestuario, de Yannis Kokkos. El rey Roger, acto I (Interior de la iglesia). Producción original del estreno en Varsovia el 19 de junio de 1926. Palermo. Teatro Massimo. 13, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 22-XI. Szymanowski, El rey Roger. Koenig. Kokkos. Drabowiicz, Szmytka, Ludha. El 1 de diciembre en Londres LA GRAN FUGA, A SUBASTA E l más extenso manuscrito de Beethoven aparecido nunca en el mercado será subastado por la firma Sotheby’s, en Londres, el 1 de diciembre. Se trata de una versión para piano a cuatro manos de la Gran fuga, y su precio de salida será cercano al millón y medio de euros, estimándose su remate en 2,6 millones. El manuscrito fue descubierto el mes de julio por la archivera Heather Carbo en el Palmer Theological Seminary de Filadelfia, a cuya biblioteca fue donada, en 1950, la colección del industrial William Howard Done, a la cual pertenecía desde 1889. La primera vez que el manuscrito salió a subasta fue en Viena, el 28 de enero de 1839, y se vendió por quince florines. El manuscrito puede verse en las sedes de Sotheby’s en Nueva York —del 16 al 19 de noviembre— y Londres —del 28 de noviembre al 1 de diciembre. El 24 de enero de 2006 YA HAY FECHAS PARA LOS MIDEM CLASSICAL AWARDS scherzo_200x280 14/10/05 10:30 Page 1 T ras el éxito obtenido en su pasada edición, los MIDEM Classical Awards, los premios más importantes del panorama discográfico de la música clásica, serán entregados en Cannes el próximo 24 de enero de 2006. Con nuevas incorporaciones a su jurado —integrado por representantes de algunas de las más prestigiosas revistas y emisoras de radio especializadas, SCHERZO entre ellas—, la presente edición verá también cómo lectores y oyentes votan on line para decidir el premio que se otorga a una vida dedicada a la música. Como en el pasado año, los MIDEM Classical Awards reconocerán las mejores muestras de creatividad, innovación del repertorio y excelencia artística entre lo mejor de lo publicado durante un año por más de ciento veinte firmas discográficas de todo el mundo en veinte categorías distintas. Tune in to the people who make music move at Midem Classique & Jazz CLASSIQUE JAZZ CONTEMPORAIN TRADITIONNEL 13 AGENDA Clausura de Grandes Intérpretes Klaus Rudolph Rafa Martín Rafa Martín TRES PARA SCHUBERT Zacharias Zimmermann E l último concierto del año 2005 del ciclo de Grandes Intérpretes, que organiza la Fundación Scherzo, estará a cargo de un trío de primerísima fila: el violinista Frank Peter Zim- mermann, el violonchelista Heinrich Schiff y el pianista Christian Zacharias. La música de cámara no es una rareza en la programación de esta serie, bien que por lo general se dedique muy Schiff mayoritariamente a atraerse a los pianistas más destacados del momento. Los componentes de este trío con piano, que ya actuaron en el pasado dentro del ciclo, son conocidos solistas de sus respecti- vos instrumentos, pero de tanto en tanto se reúnen para practicar juntos la música de cámara. En la ocasión que nos ocupa, tocarán los tan poco divulgados como magistrales Tríos de Schubert. Madrid. Auditorio Nacional. 8-XI-2005. Frank Peter Zimmermann, violín; Heinrich Schiff, violonchelo; Christian Zacharias, piano. Schubert, Tríos. EIJI OUE NUEVO TITULAR DE LA OBC E l director japonés Eiji Oue (Hiroshima, 1957) ha sido nombrado nuevo titular de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña a partir de la temporada 2006-2007 y por un periodo de cuatro años. Sucede en el cargo a Ernest Martínez Izquierdo. El maestro Oue estudió en Japón con Hideo Saito y en Estados Unidos con Leonard Bernstein, y este año alcanzó la que hasta ahora ha sido quizá su meta más alta al dirigir en Bayreuth Tristán e Isolda en la producción de Chris- tophe Marthaler. Oue —que ha sido director musical de las orquestas de Pennsylvania y Minnesota— simultaneará su trabajo en Barcelona con sus actuales cargos como director titular de la Orquesta de la NDR de Hannover y de la Filarmónica de Osaka. LA TIENDA DEL REAL L 14 a distribuidora Diverdi ha llegado a un acuerdo con la Fundación Teatro Lírico para gestionar la tienda del Teatro Real, un espacio musical que echaban de menos los asiduos al coliseo y que tiene la particularidad de no estar ceñido al público que asiste a las funciones sino a disposición de cualquier aficionado y en los horarios comerciales habituales. La tienda, especializada lógicamente en el repertorio operístico, no solamente ofrece los productos importados por Diverdi sino las novedades y los fondos de cualquier sello del mercado. Para una ciudad como Madrid, que vive una crisis de espacios comerciales dedicados al disco clásico, se trata de una excelente noticia. AGENDA Lucerne Festival PIANO EN LUCERNA D Lucerna. Piano 2005. 22/27-XI-2005. www.lucernefestival.ch el 23 al 27 de noviembre tendrá lugar el Lucerne festival, Piano 2005, que en tan breve espacio de tiempo reunirá una selecta nómina de los astros del teclado de nuestros días. El primer recital estará a cargo de Arcadi Volodos, que enfrentará dos sonatas de Schubert con piezas de Liszt procedentes de los Años de peregrinación, así como la Rapsodia húngara nº 12, en la versión todavía más espectacular de Vladimir Horowitz. Un recital sumamente curioso habrá de ser el de Emanuel Ax, centrado en la balada, con las magistrales de Chopin al lado de páginas de Saariaho, Liszt, Chen Yi y Aaron J. Kernis. Por su parte, el concierto de Fazil Say tomará sendas mucho más clásicas, con sonatas de Haydn y Beethoven y variaciones de Mozart. Angela Hewitt irá incluso más atrás en el tiempo, “atreviéndose” —es un decir, pues los partidarios de Bach al piano son todavía legión— con las monumentales Variaciones Goldberg. El quinto de los recitales previstos nos trae a Mikhail Pletnev, con un programa que ejemplariza a la perfección la dicotomía clásico/romántica: dos sonatas de Mozart y los 24 Preludios op. 28 de Chopin. Thomas Larcher propone cuatro sonatas de Schubert acompañadas de obras de Rebecca Saunders y una salida de su propia pluma. Jean-Yves Thibaudet también ha escogido el procedimiento del binomio compositivo: Arabeske y Estudios sinfónicos de Schumann frente a los Valses nobles y sentimentales y Gaspard de la nuit de Ravel. Finalmente, Radu Lupu se concentrará precisamente en Schumann: Escenas del bosque, Humoresca y Sonata nº 1. Los recitales constituyen obviamente la parte más golosa del programa, mas no la única. Se prevén igualmente un concierto con orquesta, encomendado a la Orquesta de Cámara Mahler, con Claudio Abbado en el pódium y Pierre-Laurent Aimard al teclado, con obras de Webern, Mozart —el Concierto K. 456— y Schumann, así como sesiones de improvisación —las llamadas Piano offstage—, talleres y programas dirigidos a los niños. Toda una fiesta del piano. 2%15)%0!2! #%26!.4%3 -ATEO 2OMERO -ISSA PRO $EFUNCTIS ,A'RANDE#HAPELLE 3CHOLA!NTIQUA °NGEL2ECASENS ,!5 hESJUSTOCITARALMAESTRODECAPILLANGEL2ECASENS CABALLEROANDANTEDECAUSASIMPOSIBLES CONUNOLFATOALO 7ILLIAM#HRISTIEPARADETECTARLASVOCES UNATENACIDADALO#URTISALAHORADEDARCONPARTITURASINSØLITASYUNAILUSIØN ALO,ØPEZ"ANZOPARATRANSMITIRLAMÞSICAv * 6%,! $%,#!-0/ 2EVISTA'OLDBERGABRIL $ISTRIBUIDOPOR !RIMØN !T "ARCELONA4EL &AX %MAIL LRMUSIC LRMUSICNET WWWLRMUSICNET 3CHERZOINDD 15 AGENDA Del Liceu al Palau A PROPÓSITO DEL ESTRENO DE JUANA Gert Kiemeyer Ursula Hesse von den Steinen y Marija Kuhar en los papeles de Juana y Catalina N ació en 1993 en el que fue el teatro más diminuto de Barcelona, el desaparecido Teatre Malic, con una sorprende propuesta: montar óperas de pequeño formato en un escaparate abierto a la ilusión, fruto de la pasión de un gran titiritero, Toni Rumbau, artesano de maravillosos sueños teatrales. Hablamos del Festival de Ópera de Bolsillo, que este año, tras recuperar su periodicidad anual, cumple su décima edición, manteniendo viva su pasión por la creación contemporánea con ocho nuevos espectáculos, programados del 3 al 26 16 de noviembre en diversos escenarios de Barcelona. El festival, que tiene a los Países Bajos como invitado, ofrece tres estrenos absolutos y el estreno en España de la ópera de cámara en tres actos Juana, de Enric Palomar, con libreto de Rebecca Simpson, cuyo estreno mundial tuvo lugar el pasado 25 de junio en la Ópera de Halle. Ver programado en la temporada del Liceo un montaje ideado por el Festival de Ópera de Bolsillo era un sueño acariciado largamente por Toni Rumbau, director del festival desde su creación. Ese sueño se hará realidad precisamente con el estreno español de Juana, con tres funciones programadas en el Teatro Romea (días 18,19 y 20) a cargo de la compañía de la Ópera de Halle (Alemania). Feliz suma de complicidades alrededor de un proyecto: Calixto Bieito quería estrenar una ópera en el Romea, y el Liceo quería apostar por una nueva ópera, lo que ha hecho factible una coproducción junto a la Ópera de Halle, que desplazará a Barcelona un equipo de cerca de 30 personas, entre ellas seis cantantes y seis músicos, bajo la dirección escénica de Carlos Wagner y musical de Harald Knauff. En el montaje —tiene mérito: un teatro alemán estrenando una ópera española sobre Juana la Loca, cantada en castellano— colabora también el Instituto Goethe. Juana es la apuesta más ambiciosa de una edición que se abrirá el día 3 con el estreno en la Sala Becket de Stabat, obra musical para tres voces, una actriz, objetos y electroacústica de Xavier Maristany, sobre un texto de Víctor Sunyol. El escaparate dedicado a los Países Bajos contempla el estreno en España de tres espectáculos: un concierto consagrado a Louis Andriessen en el Petit Palau, a cargo del grupo Barcelona 216 — el programa incluye una versión concertante de su ópera La Passione— y los montajes en la Sala Becket, de la ópera de cámara One, de Michel van der Aa, y Ballo cantabile, obra coreográfica para contratenor y soprano del coreógrafo Joaquim Sabaté. La lista de estrenos incluye Decorado con tres vistas —tres escenas operísticas ambientadas en un parque, junto a un pipican— firmado por los compositores Sergio Fidemraizer, Domènec González de la Rubia y Eduardo Diago; un espectáculo sobre canciones de Mahler con dramaturgia de Marc Rosich y dirección musical de Elisenda Carrasco, y, como espectáculo de clausura, en el Mercat de les Flors (25 y 26), la presentación en Barcelona de Orlando Furioso, un sorprendente concierto con música de Michael Gross para banda de cuatro instrumentos de cuerda electro-mecánicos, un tambor que toca solo y una cabeza que habla, creado por Roland Olbeter, colaborador habitual de La Fura dels Baus. Javier Pérez Senz AGENDA Para sustituir a Thielemann RENATO PALUMBO A LA DEUTSCHE OPER E l director italiano Renato Palumbo ha sido designado como nuevo titular de la Deutsche Oper de Berlín en sustitución de Christian Thielemann, quien dimitió de su puesto el pasado año tras mantener serias diferencias con las autoridades de la ciudad acerca de la financiación del teatro. Palumbo, que comenzará su trabajo en Berlín a partir de la temporada 2006-2007, ha sido director de la Ópera de Estambul entre 1989 y 1994, de la Ópera de Ciudad del Cabo entre 1993 y 1998, y trabajado regularmente con la Ópera de Bonn entre 1994 y 1997. En España se le ha podido ver en Oviedo, Sevilla, Palma de Mallorca y Las Palmas de Gran Canaria. En la temporada 2001-2002 debutó en la Lyric Opera de Chicago y en la temporada siguiente en La Scala de Milán y la Staatsoper de Viena. La elección de Palumbo como sustituto de una figura controvertida y mediática al mismo tiempo como la de Christian Thielemann —considerado por algunos como el último guardián de la tradición directorial germana— no deja de ser una apuesta fuerte por parte de un teatro que debe competir en la capital alemana con la Staatsoper, que dirige musicalmente el argentino-israelí-español Daniel Barenboim y la Komische Oper, cuyo responsable es el ruso Kirill Petrenko. Ciclo de la OSCyL CÁMARA ORQUESTAL D esde este mes de noviembre y hasta junio del año que viene, la Fundación Siglo para las Artes ha programado diez conciertos de música de cámara en la que es ya la segunda temporada de esta iniciativa. Los músicos son todos componentes de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, que tienen así la oportunidad de desarrollar una importante actividad como solistas instrumentales. Las formaciones participantes van del crucial cuarteto de cuerda al sexteto de contrabajos o el octeto de violonchelos. Cuatro son los hilos conductores de la serie, el segundo centenario de la muerte de Boccherini y el cincuentenario de la muerte de Enescu, para lo que queda de 2005; en tanto que el año que viene recordará el primer centenario del nacimiento de Shostakovich y el 250 aniversario del de Mozart. Valladolid. Teatro Lope de Vega. Ciclo de Cámara. 17 ACTUALIDAD NAC I O NA L XXI Festival de Música Contemporánea TIMBRES, ESPACIOS, MOVIMIENTOS En la atestada Antigua Lonja del Pescado, magnífico espacio ganado desde este año para la causa del Festival de Alicante, y en una sala aledaña a la que acogía la simpática instalación sonora del valenciano José Antonio Orts Territorio musical — “sensible a los movimientos del espectador” y que convertía al visitante en el centro de la obra—, pudo escucharse el sábado 24 de septiembre Orlando furioso, inspirada en el clásico texto de Ariosto y definida como “instalación/concierto para cuarteto de esculturas sonoras, tambor y soprano”. El espectáculo de Roland Olbeter, de un interés visual sólo discreto pese a la novedad de los artilugios instrumentales, caminó en paralelo con la anodina música del berlinés Michael Gross; sólo la excelente prestación de la soprano Claudia Schneider, espléndida de presencia física y vocalidad, merece destacarse. Laboratorios y teclados 18 Fotos: Xavi Miró Antigua Lonja del Pescado. Teatro Arniches. Teatro Principal. 24/29-IX-2005. Claudia Schneider, soprano. Ensemble de la Academia del Festival de Lucerna. Director: Matthias Hermann. Steffen Schleiermacher, piano. Ensemble Modern. Director: Bradley Lubman. Agustí Fernández, piano. Spanish Brass Luur Metalls. TAiMAgranada. Director: José Luis Estellés. Obras de Gross, Globokar, Scelsi, Cage, Wolpe, Boulez, Lachenmann, Rihm, Colomer, Turina, Díaz de la Fuente, Fernández, Garrido, Cruz Guevara, Zabala y Lara. ALICANTE ACTUALIDAD ALICANTE Radicalmente distinto resultó el Laboratorium (1973-1985) del veterano pedagogo, trombonista, director de orquesta y compositor francés de ascendencia eslovena Vinko Globokar escuchado al día siguiente. De esta gigantesca obra integrada por 55 piezas independientes (y cuya duración total alcanza las cinco horas) el Ensemble de la Academia del Festival de Lucerna, sabiamente coordinado por el alemán Matthias Hermann, brindó una miscelánea selección de 21. Además de sus posibilidades aleatorias, Laboratorium Claudia Schneider y el Ensemble de la Academia del Festival de Lucerna despliega una doble vertiente didáctica y experimental que permite a Globokar ahondar su exploración sonora en múltiples aspectos: el acoplamiento de instrumentos (trombón y trompeta tocando con las válvulas ensambladas mediante tubos de plástico), interpretación simultánea de varios músicos en un único instrumento (la arpista que pulsa las cuerdas al tiempo que otro músico acciona los pedales), estudios sobre un aliento continuo ininterrumpido, el instrumento como caja de resonancia de la voz humana, gestualidad y conversión del cuerpo en instrumento (caso del percusionista golpeándose el torso desnudo), etc. Descalzos y evolucionando por escena, balconcillos y patio de butacas con entregada desenvoltura, los jóvenes miembros del babilónico ensemble de diez instrumentistas formado bajo la supervisión de Pierre Boulez —y en el que sólo se repetía la nacionalidad española, la de la oboísta madrileña Pilar Fontalba, líder del grupo, y la viola santanderina Rosa San Martín— desplegaron una entusiasta labor de conjunto, con algunas intervenciones sobresalientes: la citada oboe, el clarinetista Martin Sonderegger y, muy en especial, el trombonista Patrick Crossland. Pese a ciertas ingenuidades y algunas caídas de tensión casi inevitables en partitura tan dispersa, una obra digna de conocerse y con secuencias estupendas como el virtuosístico solo de trombón, la marcha entre las butacas o la inmersión de percusiones y ACTUALIDAD ALICANTE El Ensemble Modern de Francfort en el Teatre Principal durante el estreno de Concertini de Lachenmann vientos en barreños con agua; lástima que el inmisericorde diluvio que azotó la ciudad desde media hora antes del inicio del concierto redujera notablemente la presencia de público en el remodelado Teatro Arniches. Un día después y en el mismo lugar, el pianista Steffen Schleiermacher brindaba un densísimo —en extensión e intensidad— recital con obras de Scelsi (cuyo centenario se celebra este año), Cage, Wolpe y Boulez. Amante de las extáticas longitudes —sus registros de Cage y Satie así lo avalan—, el intérprete alemán dictó una lección magistral, tan impecable en el discurso explosivo (y un punto deshilachado) de la Suite nº 8 “Bot-Ba” del italiano, “evocación del Tibet con sus monasterios en las altas montañas”, como sabiamente vertebradora de los crecientes paréntesis silenciosos de la cageana One. Quizá demasiado masivo en el Trope de la Tercera Sonata bouleziana, el alemán fue intérprete ejemplar de la delicadísima salmodia de Dream (también de Cage) así como de las sonoridades abruptas, la complejidad rítmica y el tupido tejido contrapuntístico de Stehende Musik y Zemach-Suite, originales ambas del injustamente olvidado Stefan Wolpe. Lachenmanniana Aunque sin duda —y era algo cantado— el momento álgido del Festival se alcanzó el martes 27 con el fastuoso concierto que el Ensemble Modern de Francfort (artífice hace nueve ediciones de un inolvidable monográfico Ligeti repetido en Madrid) ofreció en el Teatro Principal a las órdenes del norteamericano Brad Lubman, antiguo asistente de Boulez y Knus- mann por Wolfgang Rihm. Ocho primicias Steffen Schleiermacher (arriba), Spanish Brass Luur Metalls (centro) y TAiMAgranada en el estreno de Gánosis (abajo). sen. El 70 cumpleaños de Helmut Lachenmann se celebró por todo lo alto con tres obras espaciadas casi tres lustros en su catálogo: si en la endiablada Mouvement (1984) la visualización de los soplidos, crepitaciones y sonidos jadeantes —omnipresentes en la escritura lachenmanniana— añadía un plus de espectacularidad a la ya portentosa grabación que este mismo grupo efectuara en 1994 para ECM, el estreno español de Concertini (a un mes de su première mundial en Lucerna el pasado 25 de agosto) descubrió por enésima vez la inagotable imaginación tímbrica del músico de Stuttgart. Los extraordinarios solistas del Modern, repartidos en tres fuentes de sonido (el escenario y dos plataformas dispuestas en el patio de butacas, con 4 y 5 músicos en cada una más una tuba entre ambas) ofrecieron un desmedido —40’— y excitante festín de sonoridades envolventes; los hallazgos tímbricos prodigados por Lachenmann a lo largo de esta concentrada obra-resumen de su estética quizá culminen en el fascinante efecto de espiral sonora producido por siete músicos al frotar con palillos otras tantas cajas de madera. Música nada complaciente, sin concesiones a la galería —como la ardua Salut for Caudwell (1976) para dos guitarras que cerraba la primera parte— y que encontró un contrapeso más distendido en la brillante —y, a su lado, casi demasiado efectista— Gejagte Form, dedicada a Lachen- Ocho estrenos españoles —siete de ellos encargos del CDMC— ocuparon las sesiones camerísticas de los días sucesivos. El concierto del quinteto de metales valenciano Spanish Brass Luur Metalls defendió, no sin ciertas destemplanzas al inicio, la algo hueca Historia de un mutante de Colomer, la pulida Pleamar de Díaz de la Fuente y, con el autor Agustí Fernández al piano, dos de las Visiones de “…de flores esmaltado”, de cierta gracia improvisatoria la primera pero cansina y reiterativa en su violento discurso la segunda; lo mejor, los Cinco quintetos de Turina, ásperos y de ajuste sonoro nada fácil. Mayor interés revistió la visita del grupo TAiMAgranada dirigido por el clarinetista José Luis Estellés. Botón de muestra del soberano eclecticismo dominante fueron la desenfadada (con citas clásicas, temas de marcha y apuntes jazzísticos) Memoria de la noche de Tomás Garrido, de la que se escucharon sus cuatro primeros movimientos, el agitado Kammerkonzert de Francisco Lara, y Gánosis de Cruz Guevara, un curioso concierto para vetáfono (instrumento de percusión integrado por nueve láminas de mármol de Macael, localidad natal del compositor) que Juanjo Rubio defendió hasta donde pudo, dada la escasa riqueza tímbrica del instrumento. Muy bello El libro de la almohada de Mercedes Zabala, página delicada, refinada de texturas y bien hormada en su discurso concertante que contó con un sutil y expresivo Estellés como solista. Juan Manuel Viana 19 ACTUALIDAD BARCELONA Triunfo del baile UN ESTILO QUE SE OLVIDA A. Bofill Gran Teatre del Liceu. 4-X-2005. Ponchielli, La Gioconda. Deborah Voigt (Gioconda), Elisabetta Fiorillo (Laura), Ewa Podlés (Cieca), Richard Margison (Enzo), Carlo Guelfi (Barnaba), Carlo Colombara (Alvise). Orquestra Simfònica i Cor del G. T. Liceu. Cor Vivaldi. Director musical: Daniele Callegari. Director de escena: Pier Luigi Pizzi. Coproducción: G. T. Liceu/T. Real/Arena de Verona. BARCELONA Escena de La Gioconda en el Teatro del Liceo 20 Como se sabe, La Gioconda es la única ópera de Ponchielli que ha resistido el paso del tiempo, pero en los últimos años ha perdido asiduidad en los escenarios, lo que ha motivado que se haya olvidado la tradición de cómo se deben interpretar este tipo de partituras. Daniele Callegari ha demostrado en otras ocasiones su profesionalidad, pero en esta obra no ha conseguido identificarse con el estilo, sustituyendo la fuerza dramática y la densidad por el volumen, con lo que perdía intensidad y capacidad expresiva, a la vez que no conseguía resaltar los momentos de mayor contenido melódico. La orquesta del teatro volvió a mostrar sus limitaciones y lo mucho que se tendrá que trabajar para mejorar su nivel, mientras que el coro mantuvo su buen rendimiento, aunque a veces cantaba muy fuerte, quizá para traspasar la barrera orquestal. La tarea de Pier Luigi Pizzi era difícil, dado el carácter infumable del libreto, pero acertó casi siempre en su planteamiento, con escaleras y puentes que enmarcaban Venecia sin buscar grandiosidades, pero que resaltaban la acción con el apoyo de una buena iluminación y un vestuario elegante. Sin embargo, surgió algún pequeño desliz, como poner el ataúd de Laura en medio de la fiesta, hecho poco lógico antes y ahora. La Gioconda es una obra de cantantes y destacó más el grupo femenino. Deborah Voigt empezó con un estilo excesivamente contenido, que evolucionó a partir del acto segundo, y en el que cierra la obra consiguió la mejor intensidad, aunque su estilo no acabó de convencer por faltarle fuerza, en especial en los concertantes. Elisabetta Fiorillo cantó con corrección el aria y estuvo brillante en el dúo con Gioconda y delicada en el cuadro final. Ewa Podlés fue un lujo asiático para la ciega, por voz de contralto —hoy muy difícil de oír— y por capacidad interpretativa, convirtiéndose, cuando estaba en escena, en protagonista. Richard Margison es un tenor correcto, que cantó bien el aria, pero que dio al personaje un carácter muy lineal y poco expresivo, mientras que Carlo Guelfi posee una voz irregular que le hace presionar las frases para dar una cierta expresión, sin acabar de penetrar a fondo. Completaba el sexteto protagonista Carlo Colombara, bajo de línea noble pero con una proyección limitada, con la que su Alvise quedaba algo apagado. La coreografía de Gheorghe Iancu era algo genérica en el primer acto y mucho más interesante en la Danza de las horas, dando pie a que los grandes triunfadores de la noche fueran los bailarines, destacando la presencia de Ángel Corella, que dio una lección de delicadeza, fuerza y expresividad, bien acompañado por Letizia Giuliani y un cuerpo de baile que cumplió. Albert Vilardell TEMPORADA 2005 2006 ORQUESTAYCORO NACIONALES DE ESPAÑA Ciclo OCNE CONCIERTO 2 29 DE NOVIEMBRE DE 2005 OCNE 4 CICLO I 25, 26 Y 27 DE NOVIEMBRE DE 2005 Orlando Gough Birds on Fire (partes 1 y 2) Bartolomeo Tromboncino Che debb'io far? S’il dissi mai Sí è debile il filo Alexander Goehr Dos sonetos y una fantasía Gavin Bryars In Nomine Henry Purcell Fantasía a 3 partes en Re menor Fantasía a 4 partes en Do menor Fantasía "Upon one note" In Nomine a 6 partes George Benjamin Upon Silence Igor Stravinsky Cuatro estudios para orquesta Oliver Knussen Concierto para violín y orquesta (Primera vez ONE) George Benjamin Ringed by the Flat Horizon (Primera vez ONE) Igor Stravinsky Petruchka Orquesta Nacional de España Ilan Volkov, director Isabelle van Keulen, violín OCNE 5 CICLO II 2, 3 Y 4 DE DICIEMBRE DE 2005 Fretwork Susan Bickley, mezzosoprano Claude Debussy Nocturnos George Benjamin Sometime Voices (Primera vez ONE) Pierre Boulez Cummings ist der Dichter (Primera vez ONE) George Benjamin Palimpsests (Primera vez ONE) Otras Actividades Orquesta Nacional de España - BBC Singers George Benjamin, director William Dazeley, tenor C/ Santa Isabel, 3 Cine Doré. Sala 1 Miércoles, 23 de noviembre de 2005, a las 19:30 h. FILMOTECA NACIONAL Nosferatu (1922, Alemania, 106 min.) de F. W. Murnau Improvisación al piano: George Benjamin Ciclo de cámara y polifonía CONCIERTO 1 22 DE NOVIEMBRE DE 2005 Roberto Gerhard Libra Alexander Goehr Duos, opus 66 Olivier Messiaen Oiseaux exotiques George Benjamin Viola, Viola George Benjamin At First Light Nota: el acceso al Cine Doré se realizará según las normas específicas del centro. RESIDENCIA DE ESTUDIANTES C/ Pinar, 23 Jueves, 17 de noviembre de 2005, a las 19:30 h. Encuentro con George Benjamin Con la participación de Josep Pons Con la colaboración de: ONE Actual George Benjamin, director Juliet Jopling, viola Catherine Bullock, viola Paul Crossley, piano Información general: los conciertos del Ciclo OCNE se celebrarán en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música (C/ Príncipe de Vergara, 146, Madrid). Los conciertos del Ciclo de Cámara y Polifonía se celebrarán en la Sala de Cámara. Precios: Ciclo OCNE: desde 6 hasta 28 euros. Ciclo Cámara y Polifonía: precio único 6 euros. Venta de localidades: en taquillas del Auditorio Nacional de Música, Teatros INAEM y Servicaixa (tel.: 902 33 22 11 y www.servicaixa.com). Más información en http://ocne.mcu.es CARTA BLANCA A GEORGE BENJAMIN ACTUALIDAD BARCELONA / BILBAO Temporada de la OBC MÁS SCHUBERT QUE MOZART Barcelona. L’Auditori. Festival Mozart. 23-IX-2005. Thomas Zehetmair, violín y director. Obras de Mozart y Schubert. 28-IX-2005. Magdalena Martínez, flauta; Magdalena Barrera, arpa. Obras de Mozart y Schubert. 1-X-2005. Larry Passin, clarinete. Obras de Sor, Mozart y Schubert. S e nos presentaba este ya tradicional Festival Mozart, preludio de la temporada de la OBC, con sólo tres conciertos y con una llamativa nota característica: en realidad, debería haberse llamado Festival Schubert por cuanto han sido cinco las obras programadas del compositor vienés (todas sinfonías) mientras que las del genio de Salzburgo han sido sólo tres (todos conciertos). Sirva sin embargo la fórmula para, en el terreno didáctico, observar cómo el clasicismo fue derivando hacia un terreno ya anunciador del periodo romántico. Se producía también este año un paréntesis, a cargo del violinista y director Thomas Zehetmair, a la espera de que vuelva a dirigir el ciclo mozartiano Christian Zacharias. En el forzoso resumen que hemos de hacer por exigencias de espacio, digamos que en el balance final la prestación del invitado para esta ocasión ha sido muy superior en su cometido de violinista respecto a su trabajo con la batuta. Hemos de sospechar que un insuficiente tiempo dedicado a los ensayos ha sido en buena parte el culpable de algunas irregularidades y de ciertas desigualdades en las versiones de algunas obras, hecho a sumar a que la reanudación del trabajo se producía tras el periodo veraniego y vacacional. El Festival fue yendo de menos a más, también el rendimiento de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Cabe destacar la actuación de las dos Magdalenas (Martínez y Barrera) de la Orquesta en el Concierto para flauta, arpa y orquesta en do mayor, K. 299 de Mozart, una obra de 1778 en la que tanto la flautista como la arpista acreditaron el excelente nivel de los actuales solistas de la OBC. Por lo demás, queda apuntado el desigual resultado tanto en los conciertos como en las Sinfonías, lo que no nos privó de poder gozar de algunos excelentes momentos. La visión de conjunto de cada obra, sin embargo, quedó por debajo del buen trabajo observado por secciones en la mayor parte de las mismas. Cabe añadir finalmente que el ensayo de ofrecer conciertos fuera de los tradicionales viernes, sábado y domingo (cosa que ocurrió el miércoles 28 de septiembre) se saldó muy positivamente en lo que al público se refiere, lo que invita a pensar que a tal iniciativa le espera un buen futuro. Así sea. José Guerrero Martín Ciclo de ópera barroca DESBORDE DE ILUSIÓN BILBAO Teatro Arriaga. 8-X-2005. Campra, L’Europe Galante. Solistas, Coro y Orquesta de la Academia Barroca Europea de Ambronay. Director musical: William Christie. Director de escena: Javier López Piñón. Coreógrafa: Marie-Geneviève Massé. 15-X-2005. Durón, Salir el amor del mundo. Solistas y Coro de Musica Ficta. Orquesta Civitas Harmoniæ. Director musical: Raúl Mallavibarrena. Directores de escena: Elisa Crehuet, José Antonio Gutiérrez. 22 Se ha de aplaudir la saludable iniciativa del Teatro Arriaga de preparar un ciclo dedicado a la ópera barroca, pues hay en ella tesoros no siempre conocidos por el público y cuyo descubrimiento elimina tabúes al tiempo que propone alternativas sanas al repertorio habitual de nuestras grandes temporadas. En 1697 se estrenaba en París la ópera-ballet L’Europa Galante, título decisivo para entender el posterior auge de este subgénero galo. La música de Campra es tal vez menos majestuosa que la de su distinguido predecesor; a cambio se descubre más afable e incorpora elementos propios de la tradición italiana. En la obra se suceden distintas escenas —entreés— sin vínculos argumentales entre ellas más que los deri- Escena de Salir el amor del mundo de Sebastián Durón vados de un nexo temático común, en este caso el triunfo del Amor sobre la Discordia. El entusiasmo exacerbado de los jóvenes miembros de la Academia Barroca Europea de Ambronay se transmitió al público de tal manera que apenas se dio importancia al hecho de que algunas voces estuviesen aún por llenar y madurar. Esa ilusión que desbordaba la sala se aunó con la experiencia y veteranía de William Christie para alcanzar un resultado cercano a lo sublime. En Salir el amor del mundo (1696), del caracense Sebastián Durón, las disputas entre Cupido y Diana no dejan de ser entretenidas, aunque resultara curioso que el bosque de la segunda no lo poblaran —en la representación que nos ocupa— árboles sino atriles; algunos servían de meros elementos decorativos, mas otros se hallaban estratégicamente situados en escena para su uso. Se explica y entiende por tratarse de una versión concertante semidramatizada. Raúl Mallavibarrena, avalado por sus afortunadas propuestas discográficas, extrajo lo mejor de sus formaciones Civitas Harmoniæ y Musica Ficta, si bien las voces de ésta se disfrutaban más conjuntadas que por separado. Fue otra gran noche que vino a confirmar los optimistas augurios sobre la suerte de este ciclo. Y lo mejor puede estar aún por llegar. Asier Vallejo Ugarte ACTUALIDAD BILBAO Gran Violetta DESCARRIADA BILBAO Una notable Traviata dio buen arranque a la quincuagésimo cuarta temporada bilbaína de ópera, lo que no deja de ser una buena noticia dados los no tan afortunados estrenos de los ejercicios pasados. La coproducción de la propia ABAO con el Teatro Real era conocida por un importante sector de los aficionados, pues el segundo canal de TVE tuvo a bien en su momento retransmitir alguna de las representaciones llevadas a cabo en el coliseo de la capital madrileña. Pier Luigi Pizzi traslada la obra al París de los años 40, entonces bajo la ocupación nazi. Las referencias en escena a este oscuro periodo no son abundantes, pero el ambiente está bien descrito —especialmente en la blanquinegra escena final— y el drama avanza con ritmo y tensión creciente, si bien los pechos descubiertos que se dejaron ver en la fiesta despertaron, a estas alturas, opiniones encontradas entre el público. La Orquesta Sinfónica de Bilbao ha conocido en fechas recientes noches mejores, pues sonó un tanto apagada bajo la batuta de un impersonal y vulgar Roberto Rizzi, cuya falta de ideas se compensó en gran medida por la satisfactoria labor de los solistas. Éstos infundieron entusiasmo, trazaron una senda común y caminaron juntos hasta alcanzar una lectura decididamente verdiana. Inva Mula fue sin duda una gran Violetta, de una tristura emocionante. Es una actriz de méritos laudables, dueña de la escena, de rostro expresivo y mirada quebradiza cuando debe. La voz es naturalmente bella, sustanciosa, ágil y de suficiente enjundia, virtudes todas ellas que favorecieron su pro- Moreno Esquivel Palacio Euskalduna. 27-IX-2005. Verdi, La traviata. Inva Mula (Violetta Valéry), Vladimir Stoyanov (Giorgio Germont), Piotr Beczala (Alfredo Germont), Itxaro Mentxaka (Flora Bervoix). Coro de Ópera de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Director musical: Roberto Rizzi Brignoli. Director de escena: Pier Luigi Pizzi. Director de escena en Bilbao: Massimo Gasparon. Coproducción: Teatro Real y ABAO. Inva Mula e Itxaro Mentxaka en una escena de La traviata en Bilbao puesta en los dos primeros actos. El cambio de registro que plantea la partitura en el tercero suponía a priori pro- blemas para la soprano albanesa, pues el instrumento no es todo lo carnoso y pesado que se exige, mas fue aquí donde mejor sacó provecho de su talla artística; así recitó con extraordinaria fuerza de convicción, sorprendió con prolongados pianissimi e hizo sentir al público el tormento que azota el corazón de la torturada protagonista. Difícilmente olvidará el espectador su Addio del pasato, escena calurosamente vitoreada. Destaquemos la formidable voz de singular belleza que ostenta el tenor polaco Piotr Beczala, quien aspirará a altas cotas de prestigio en caso de orientar debidamente su carrera. Su Alfredo tuvo personalidad, coraje y brío, también ternura e insolencia cuando lo pedía el drama, aun sin llegar a extraer el debido carisma al personaje. El búlgaro Vladimir Stoyanov completó —en sustitución del veterano e indispuesto Juan Pons— el trío de principales, convenciendo por la adecuación de su noble línea de canto a la paternal figura de Giorgio Germont. Los secundarios constituyeron un lujoso plantel, agregando junto al coro méritos a una representación que se recordará con afecto. Asier Vallejo Ugarte 23 ACTUALIDAD CÓRDOBA / GRANADA Comienzo de titularidad BUENOS AUGURIOS Gran Teatro. 13-X-2005. Luis Julio Toro, flauta. Orquesta de Córdoba. Director: Manuel Hernández Silva. Obras de D’Rivera y Brahms. CÓRDOBA La presentación del nuevo titular de la Orquesta de Córdoba, el hispanovenezolano Manuel Hernández Silva, ha suscitado gran expectación en el concierto inaugural de la temporada ante el orden que suponía ofrecer en un mismo programa uno de los referentes indiscutibles de la sinfonía antes del caribeño Gran Danzón de uno de los más destacados clarinetistas y saxofonistas de jazz latino en los últimos cuarenta años. Se ha querido así compaginar la gran tradición romántica con el sentir cubano del posiblemente género musical más propio y singular del pasado siglo. Esta pretensión funcionó desde la seriedad de planteamiento del director que supo dar a cada estilo lo suyo, desde el rigor en la Primera de Brahms en un sólido trabajo preparatorio al concierto, a la gracia, espontaneidad y dinamismo exhibidos en la pieza del gran Paquito D’Rivera. Pese a no disponer en plantilla de la cantidad de cuerda necesaria, Hernández Silva supo transmitir el pathos que encierra la enorme obra del compositor hamburgués, resaltando la eficacia de ese importante elemento orquestal haciendo que sus componentes dieran lo mejor de sus capacidades técnicas, convencidos y sabedores de un sólido lenguaje bien expuesto por el maestro desde su formación vienesa. Su gesto tenso de precisa factura era el medio más adecuado para transmitir el poderoso mensaje de esta sinfonía llena de sutilezas y cromatismos sonoros en el que el carácter patético de su inicio presagia la grandiosidad de su estructura. Los tiempos centrales fueron tratados con serenidad y cierto candor poético, para descargar gran energía en movimiento final hacia el que pivota toda la obra adoptando la tonalidad mayor que reafirma esta Manuel Hernández Silva orientación, bien enfatizada desde el pódium, dejando buenas sensaciones en el auditorio que respondió con intensos aplausos. La sesión cambió con el Concierto para flauta y orquesta “Gran Danzón” de Paquito D’Rivera, todo un alarde de ritmo, color y sensaciones sonoras, cualidades con las que la orquesta cordobesa está bien identificada después de una década bajo la batuta de Leo Brouwer, su director emérito, que supo familiarizarla con los secretos de los sones iberoamericanos. Se contó con un solista de excepción como es el venezolano Luis Julio Toro, un extraordinario flautista en línea técnica y artística con las más importantes figuras de este instrumento como Rampal o Galway, a la vez que gran conocedor del mejor be-bop, renovador estilo que llevaron a su cenit grandes del jazz como Dizzy Gillespie o Charlie Parker. Faltó poco para que el público arrancara a bailar ya que lo estuvo mentalmente en todo momento, gozando de las enormes dificultades de una partitura que se hacía fácil de seguir por sus contagiosas cadencias que dinamizaban una extraordinaria y rica instrumentación. Se alcanzó así un éxito que hace albergar buenos augurios en esta nueva etapa de la orquesta. José Antonio Cantón Segundo concierto de Otoño ALABANZA DE ALDEA GRANADA Auditorio Manuel de Falla. 7-X-2005. Orquesta Ciudad de Granada. Concertino-director: Barry Sargent. Obras de C. P. E. Bach, Boccherini, J. A. Benda y Haydn. 24 Interesante concierto, conmemorativo de los quinientos años de la traslación de la Real Chancillería a Granada. Las obras interpretadas nada tuvieron que ver con tal acto. Las de Carl Philipp Emanuel Bach (Sinfonía en mi bemol mayor Wq. 179) y Jiri Antonín Benda (Sinfonía nº 4 en fa mayor) resultaron menores, en comparación con la Sinfonía nº 26 de Boccherini y en especial con la Sinfonía nº 102 de Haydn, que cerraban respectivamente cada una de las partes del concierto, sin olvidar que los dos primeros pertenecen a una generación anterior y que sus obras están más próximas a la suite barroca que a la forma sonata. No deja de ser paradójico que dos compositores alejados geográficamente de los centros de desarrollo del clasicismo, prácticamente desterrados en las cortes locales de Arenas de San Pedro y Esterháza, sean dos de sus impulsores primeros y que en ellos prime la experimentación frente al conformismo más propio del ambiente cortesano y al que no esca- paba la prusiana Postdam. La dirección de Barry Sargent, amable pero algo blanda, añadió una nueva paradoja, puesto que nos hizo preguntarnos por qué una orquesta clásica como la Ciudad de Granada, que toca con instrumentos modernos, mostró mejor adecuación a las dos obras más alejadas de la estética clásica, mientras que careció de la audacia necesaria para encarar aquellas para las que se le suponía mayor afinidad, lo que resultó especialmente notable en el tratamiento de la Sinfonía nº 102 de Haydn. A las obras de Boccherini y Haydn les hubiera sentado bien un decapante barroco que destacara su modernidad, más allá de los indudables méritos como concertino de Sargent, al que resultaba curioso ver danzar al frente de la orquesta con evidente joie de vivre. Si se nos permite la broma, a lo mejor para Haydn y Boccherini valdría la pena probar la combinación contraria a la que se nos ofreció: instrumentos originales y director antihistoricista. Joaquín García ACTUALIDAD JEREZ Cristina Gallardo-Domâs UNA VERDADERA INTÉRPRETE JEREZ Si usáramos siempre las palabras en su sentido estricto y no en sus acepciones más periféricas y metafóricas, con la justeza y propiedad que, al menos en determinados ámbitos, parecerían obligadas, el término “interpretación” habría de distinguirse claramente de la mera lectura, reservándose para aquellos casos en los que ésta lleva inserta y propone una suerte de explicación o glosa, de declaración del sentido último de lo que se tiene entre manos. Interpretar es, por ejemplo, lo que suele hacer una artista de la calidad contrastada y la rigurosa autoexigencia de Cristina GallardoDomâs. Así entendida, la interpretación no es sino la culminación de un largo proceso de estudio, exploración, indagación y maduración en los planos musical y psicológico, una propuesta de lectura que, se aparte o no de los senderos trillados, hallará su marchamo de validez precisamente en su “aparato justificatorio” y en su carga de cualidades artísticas. La cantante chilena fue la protagonista de una velada que se iniciaba con una página tan célebre y fácil para el oído como ardua y espinosa en el terreno direccional, El amor brujo falliano, objeto de una lectura pulcra, disfrutable y de pulso vibrante; aunque no exenta de lunares (fundamentalmente, algún ocasional desconcierto y cierta falta de regulación dinámica al principio de La Canción del amor dolido, lo que dificultó la labor, en conjunto notable, de la solista vocal, Mari- CRISTINA GALLARDO-DOMÂS Teatro Villamarta. 14-X-2005. Falla, El amor brujo. Marina Rodríguez-Cusí, mezzo. Puccini, Suor Angelica. Cristina Gallardo-Domâs (Sor Angélica), Marina Rodríguez-Cusí (La Tía Princesa), Emelina López (Madre Abadesa y Maestra de Novicias), Leticia Rodríguez (Madre Celadora y Hermana Enfermera). Orquesta Filarmónica de Málaga. Ángel Hortas, órgano; Carlos Aragón, piano. Coro del Teatro Villamarta. Director: Enrique Patrón de Rueda. na Rodríguez-Cusí). Ocupaba la segunda parte del programa la breve ópera en un acto Suor Angelica en versión de concierto. La partitura, con ramalazos del mejor Puccini, no se encuentra, sin embargo, entre lo más inspirado, frecuentado ni digno de memoria de la producción del genio de Lucca. Lo que no quiere decir que no cuente con pasajes afortunados ni con su carga de valores teatrales, a los que una cantante dotada del talento dramático, la expresividad acerada y el lirismo exuberante y encendido de Cristina GallardoDomâs, acierta a sacarles todo su jugo. Destacó asimismo la Tía Princesa de Rodríguez-Cusí, por sus indudables presencia dramática y poderío tímbrico. El elenco restante, en su mayor parte cantantes pertenecientes o ligadas al Coro del Villamarta, supo dar la talla, altura que mantuvo asimismo el coro titular del teatro. Solvente, trabada y atenta al drama, por último, la dirección de Patrón de Rueda. Ignacio Sánchez Quirós 25 ACTUALIDAD LA CORUÑA LIII Festival de Amigos de la Ópera CLAUSURA LA CORUÑA Miguel Ángel Fernández Palacio de la Ópera. 27 y 29-IX-2005. Bellini, La sonnambula. O’ Flynn, Zapata, Ellero d’Artegna, Rivas, Alonso. Coral Polifónica El Eco. Orquesta de Castilla y León. Director musical: Kemal Khan. Director de escena: Pier Francesco Maestrini. 1-X-2005. Arias y páginas orquestales de Bellini, Verdi, Bizet, Massenet, Gounod, Mascagni, Boito, Puccini. Cristina Gallardo-Domâs. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Luiz Fernando Malheiro. Alcanzó La sonnambula un nivel muy estimable, sobre todo por la magnífica actuación de la pareja protagonista: Maureen O’ Flynn (voz muy bella, bien cultivada, capaz de la expresión delicada, del brillante sobreagudo, de la rica coloratura) y José Manuel Zapata (precioso timbre, emisión franca, agudo esplendoroso, espléndida proyección). Gustó mucho el bajo d’ Artegna; su aportación fue generosa, más en lo vocal que en lo escénico; a veces la emisión fue un poco cerrada y brusca. La mezzo Teresa Rivas no estuvo en su mejor momento. Laura Alonso tiene una hermosa voz de lírica; le faltan todavía dotes escénicas. La Coral El Eco, mejor en los pasajes corales amplios que en las interpolaciones, siempre tan comprometidas. La Orquesta de Castilla y León, muy bien, pero sin alcanzar Maureen O’Flynn y José Manuel Zapata en La Sonnambula de Bellini en La Coruña la excelencia de Lohengrin. Khan es un excelente director, con un gran futuro. Puesta en escena, tradicional y aburrida. Cristina Gallardo-Domâs es, por muchas razones (volumen, timbre, un punto de acidez y de irregularidad, registro grave lleno, agudo brillante y poderoso) más una dramática que una lírica. Se mostró a un alto nivel cuando dio libertad a la voz y abrió bien la cavidad oral que a veces ocluye en los pianos. Sus incursiones en el repertorio lírico (I Capulletti, Otello, incluso la misma Traviata) no estuvieron a la misma altura que las realizadas en el dramático: Mefistofele, Manon Lescaut, Tosca, Madama Butterfly (una de sus grandes creaciones) y Adriana Lecouvreur, que fue el segundo de los tres bises con que correspondió a las aclamaciones del público. La Sinfónica de Galicia, inigualable orquesta de foso, fue dirigida por Malheiro, un profesional experto en el repertorio operístico. Julio Andrade Malde Orquesta Sinfónica de Galicia CUESTIÓN DE CONOCIMIENTO La Coruña. Palacio de la Ópera. 8-X-2005. Javier Perianes, piano. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Lu Jia. Obras de Stevens, Beethoven y Chaikovski. E 26 mpezó la temporada con un interesante concierto que incluía una obra desconocida (la Symphony of Liberation de Stevens), una obra archiconocida (el Concierto nº 3 de Beethoven) y una obra por conocer (la Primera de Chaikovski). En general, gustó la partitura de Stevens por su lenguaje moderno pero asequible e inteligible. Fue escrita al finalizar la Segunda Guerra Mundial y, en consecuencia, se halla muy marcada por el conflicto. Parece evidente que vivimos un proceso de recuperación de composito- res otrora tachados de reaccionarios porque hacían una música personal e independiente. Entre ellos, muchos ingleses; sin duda, Britten (¡nada menos!) y desde luego Stevens. La versión de la OSG, estimable, aunque no alcanzó la excelencia. Después del período vacacional, se hace necesario otro de rodaje para lograr el ajuste fino. También es verdad que al comienzo de la temporada hay muchos profesores que aún no se han incorporado y es preciso realizar sustituciones. La orquesta pareció mucho más entonada con Beethoven, que tuvo en Perianes a un intérprete sensible, dotado de una limpia digitación y capaz de hallar contrastes sutiles regulando el volumen; este concierto conviene especialmente a sus cualidades pianísticas; al igual que el Debussy de los preludios y, en particular, La muchacha de los cabellos de lino (I, 8), que regaló en agradecimiento a los aplausos del público. Lu Jia estuvo soberbio utilizando también una gama dinámica de gran refinamiento sonoro; el Largo fue escuchado en un silencio religioso. El público acogió con gran entusiasmo la versión de la Sinfonía nº 1 de Chaikovski. Es mérito indiscutible del director oriental haber puesto en valor una obra que suele ser poco estimada y que, a tenor de la soberbia versión lograda por batuta y agrupación instrumental, merece ser oída con respeto y también con mucho placer, porque es una sucesión de maravillosas melodías: todo el compositor futuro se halla aquí in nuce. Julio Andrade Malde ACTUALIDAD MADRID Don Juan en coche MOZART EN PLENO FRANQUISMO Pasqual trasladó la obra mozartiana a una posguerra hispana de edificios ruinosos (que contrastan con los relucientes autos de los protagonistas), ferias multicolores y ostentosos mausoleos católicos (de hechura impecable todo: véanse arriba sus responsables), en un espectáculo tedioso que no consiguió ni coherencia ni credibilidad, con personajes apenas perfilados y, a menudo, torpemente manejados (final del acto I), con una escena conclusiva que si bien exhibió posibilidades técnicas (aparición del Comendador) apenas definió el ambiente sobrenatural y ni siquiera resolvió coherentemente el necesario contenido dramático. Detalles aquí y allá, incluyendo un inesperado entierro del Comendador (lo mejor), apenas dieron vida y forma a este montaje errado ya como punto de partida. Puesta escénica, pues, indigna de la categoría y la fama de su responsable, de quien se recuerda su prometedor inicio operístico, allá por 1982 en La Zarzuela con un Samson et Dalila, modesto de medios pero rico de intenciones e inspiración. Desde el foso Víctor Pablo Pérez tampoco supo esclarecer el contenido de la obra, eso sí, con un trabajo de orquesta acorde con su precisión habitual pero que no extendió a los solistas, a quienes, dio la sensación, dejó a su aire, levantando apenas la vista hacia el escenario, puede que horrorizado por la voluntariosa fealdad que de éste se desprendía. Vocalmente las cosas fueron mejor en el doble reparto, aunque con matices. A partir del Fin ch’han dal vino reconocimos al Álvarez Jesús del Real MADRID Teatro Real. 4 y 5-X-2005. Mozart, Don Giovanni. Carlos Álvarez/Michele Pertusi (Don Giovanni), María Bayo/Tamar Iveri (Donna Anna), Sonia Ganassi/Véronique Gens (Donna Elvira), José Bros/Raúl Giménez (Don Ottavio), Lorenzo Regazzo/Luca Pisaroni (Leporello), María José Moreno (Zerlina), José Antonio López (Masetto), Alfred Reiter (Comendador). Coro y Orquesta del Teatro Real. Director musical: Víctor Pablo Pérez. Director de escena: Lluís Pasqual. Escenografía: Ezio Frigerio. Figurines: Franca Squarciapino. Escena final del primer acto de Don Giovanni de Mozart en el Teatro Real de las mejores noches, el de la voz rotunda y el canto generoso y enfervorizado, que acabó redondeando un protagonista algo lineal pero de indudable presencia. Cosa que no logró con tanta rotundidad Pertusi, el excelente cantante de siempre pero como de costumbre un poco carente de encanto o de carisma. Bayo, que empezó muy bien un Or sai che l’onore que se fue achicando inexplicablemente, nos hizo esperar hasta su otra gran página solista para dar cuenta de su categoría y rutilantes medios. Gratísima sorpresa la Donna Anna de la Iveri, voz de calidad manejada por una interesante artista que domina casi todos los recursos canoros de tan exigido personaje, pese a que le quedó poco limpia la coloratura final y las notas picadas del Non mi dir, después de desgranar un impecable y brillante salto de octava hasta el si bemol en el terrible “abbastanza”, de un muy intenso recitativo. Ganassi arrasó con Mi tradì quell’alma ingrata pero Elvira no parece un papel tan adecuado como otros más mezzosopraniles, en los que va cimentado su importante carrera. Lo contrario que la Gens, a quien la de Burgos le va mucho mejor pese a ocasionarle algún que otro momento apurado por la zona grave. Algo corto de fiato, Giménez cantó con la maestría de siempre; lo mismo que Bros, aunque éste sea capaz de obtener mejores resultados. Regazzo fue un Leporello simplemente correcto, con algún toque bufo que animó intermitentemente la función, igual que Pisaroni, joven y dispuesto cantante, un poco verde todavía, pese a demostrar ya su capacidad para emprender una buena carrera. La Moreno resolvió impecable sus dos arias, sobre todo Vedrai carino, pese a la incomodidad para ella y la tensión para el público al tener que cantarla montada en una bicicleta. Discreto el Masetto de López y escandalosamente menesteroso el Comendador de Reiter. Fernando Fraga 27 ACTUALIDAD MADRID Teatro y ópera COCTEAU A DOS VOCES Jesús Alcántara Madrid. Teatro de la Zarzuela. 25-IX-2005. Cocteau, La voz humana (versión de Luis Antonio de Villena). Poulenc, La voix humaine. Cecilia Roth, actriz; Felicity Lott, soprano. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director musical: José Ramón Encinar. Director de escena: Gerardo Vera. M onólogo con el auxilio de ese aparato de tortura llamado teléfono, La voz humana es un poema prosaico de duelo, histeria y mortificación, que suele tentar a las divas por las oportunidades que ofrece a la incontable vociferación pasional de la voz humana, precisamente. Ponerla en escena dos veces seguidas, hablada y cantada, podía resultar redundante. No lo fue, gracias a la inteligencia teatral del director Gerardo Vera, inserta en un decorado de Jon Berrondo, sucinto y siniestro como un sepulcro art déco, matizado según los momentos con variantes de mobiliario y utilería. Pero fue, sobre todo, la brillante prestación de las actrices la que animó la velada y puso de manifiesto, una vez más, la cantidad de lecturas diversas que el texto permite. Roth hizo una mujer plebeya, carnal, desgarrada en el mundo de la prosa castellana, con fuertes cambios Cecilia Roth en La voz humana de Cocteau de humor y una congoja disimulada o desatada. Lott, acolchada por la música de Poulenc —un recitativo machacón con un par de explosiones líricas y una orquesta que comenta los Felicity Lott en La voz humana de Poulenc sentimientos de la mujer y las palabras del varón ausente— se mantuvo a señorial distancia, elegante y plástica como un figurín de Chanel, hasta la derrotada exclamación final. Encinar contra- punteó con maestría a semejantes señoras. Al fondo del escenario, un par de espejos convertía a la mujer en tres mujeres. La voz y sus ecos. Blas Matamoro Juventudes Musicales de Madrid CONQUISTAR AL DIFÍCIL PÚBLICO FÁCIL Madrid. Auditorio Nacional. 26, 27 y 28-IX-2005. Anne-Sophie Mutter, violín; Lambert Orkis, piano. Mozart, Sonatas para violín y piano. L 28 as cualidades violinísticas y musicales de AnneSophie Mutter son harto conocidas por quienes han frecuentado el ciclo de JJMM durante el último lustro. Los que hayan acudido a sus conciertos (que dicho ciclo ha ido programando con regularidad encomiable), sabrán de su dominio técnico tanto como de la rectitud de su oído musical, de su sonido rutilante no menos que de su apolínea expresión. En abril hizo los cinco conciertos para violín y orquesta de Mozart (con el gran añadido de la Sinfonía concertante para violín y viola), y ahora, con su fiel acompañante Lambert Orkis, nos ha ofrecido la integral de sonatas maduras de Mozart para violín y piano. Esto es: palatinas, Auernhammer y vienesas de casi última hora. Tocaron 15, de las 16 anunciadas, y dados los resultados sería mezquino pedirles cuentas sobre la única que quedó en el tintero. Mutter es fiel a un estilo (que es poder que le viene del compositor), impertérrita (en apariencia), e impecable en grado superlativo. Algunos preferirán una recreación dotada de más visceralidad y menos altivez. Cuestión de matices, de preferencias cuya orientación no es sino pura caza menor. Ahí quedan, por ejemplo, la mayoría de los tiempos lentos, en los que logró herborizar lo mejor de su arte, y que por refinamiento, dominio del claroscuro, o por la propia cantabilidad de estas páginas, evocaron el más depurado arte vocal. Sería injusto no constatar también los progresos realizados por el pianista Lambert Orkis en los dos últimos años. Cada vez se nos antoja más suelto y menos subordinado, siendo perceptible en algunos de sus gestos el placer que le produce tocar junto a la instrumentista alemana; y un simple descenso por correlativas, o una sucesión de escalas son a veces suficientes para testimoniar su categoría. Entendimiento, fusión… Sin ello, estas lecciones camerísticas de alto vuelo no se hubieran movido del hangar. J. Martín de Sagarmínaga ACTUALIDAD MADRID Estreno de una sinfonía de Torres ATRIO Madrid. Teatro Monumental. 14-X-2005. Orquesta Sinfónica de RTVE. Director: Adrian Leaper. Obras de J. Torres y Brahms. JESÚS TORRES E l arranque de la temporada de la ORTVE ofreció un programa con dos obras cuya longitud y especificidad hacía casi imposible echar en falta una tercera. La primera fue una sinfonía encargada al compositor maño Jesús Torres en el 40 aniversario de la citada agrupación. De ahí salió una música bien hecha y accesible, adaptada a la circunstancia de su estreno, que logró arrancar del público bastante atención y poca impaciencia. De estructura cuatripartita, la obra sólo palidece, paradójicamente, al poner en acción todo el dispositivo orquestal; en este caso al final. Pero antes, por ejemplo, hubo un incandescente lento, donde la cuerda articulaba bellos trazos de un canto de rara pureza. Adrian Leaper, director titular de la orquesta, entendió bien la naturaleza y hechuras del encargo, y del tiempo mencionado extrajo una sugestiva sensación de vuelo. Tras el descanso, Shlomo Mintz hizo frente al Concierto para violín y orquesta de Brahms, una obra que, salvo Sarasate, cientos de virtuosos han querido tocar siempre. Aquí Leaper colocó la argamasa fundamental y poco más, nobleza exenta. Y la orquesta está todavía lejos de su mejor forma. Pero Mintz, con la musicalidad y finura a que nos tiene acostumbrados (de manera intermitente, por la distancia entre sus visitas) no perdió nunca la oportunidad de frasear con gran belleza en el movimiento inicial, rematado con una cadenza sabia y portentosa. En el Adagio (tocado con elegancia), brillaron de manera muy especial terciopelo y barniz. En ocasiones prodigó ese gesto tan característico suyo de elevarse sobre sus calzas, echando un poco la cabeza y el violín hacia atrás. Y Mintz es un hombre muy alto, luego lo que estaba izando era la música. J. Martín de Sagarmínaga Presentación en Madrid LOS NUEVOS VALORES C on la Orquesta Nacional en máximos históricos y unas Sinfónicas de Galicia y Tenerife con una salud envidiable, el panorama musical español no puede ser más halagüeño. Sin embargo, el fenómeno más destacable en estos últimos años, es la creación y el ascenso progresivo de nuevas orquestas sinfónicas. La Orquesta de Extremadura presentó en Madrid su ambicioso proyecto con un programa de acusados contrastes: un repertorio brillante y colorista en la primera parte —Ruslan y Ludmila de Glinka y el Segundo Concierto para piano de Rachmaninov— y una segunda parte de música contemporánea —con obras de Marco y Braga Santos. La primera parte del programa sirvió para poner en claro las virtudes y defectos ORQUESTA DE EXTREMADURA Madrid. Auditorio Nacional. 22–IX–2005. Jorge Luis Prats, piano. Orquesta de Extremadura. Director: Jesús Amigo. Obras de Glinka, Rachmaninov, Marco y Braga Santos. musicales de la joven orquesta. Demostró que cuenta con solistas magníficos en todas las familias, pero faltos de acoplamiento. En diversas ocasiones se mostraron dubitativos, poco dúctiles y descoordinados. No obstante, el resultado global fue bastante positivo gracias a una cuerda extraordinariamente hábil. Jorge Luis Prats ofreció una interpretación de luces y sombras: sorprendió con una pulsación portentosa —más adecuada para un Brahms— y una concepción musical bastante singular, sin embargo se dejó parte de la gloria al ofrecer una versión poco precisa y borrosa. La segunda parte del programa sirvió para demos- trar que la orquesta es fuerte técnicamente y que Jesús Amigo es una de las grandes promesas de nuestros podios. ¡Ojalá no se quede en promesa! Presentó una obra de Tomás Marco de texturas sencillas, pero rítmicamente muy compleja. Una delicia. Federico Hernández 29 ACTUALIDAD MADRID Siglos de Oro: Corselli INTERMEDIO CÓMICO El Pardo. Palacio Real. 24-IX-2005. Orquesta Barroca de Sevilla. Directora: Monica Huggett. Obras de Ordóñez y Corselli. E l último de los tres bloques de conciertos — correspondiente al de otoño— que conforman el X Ciclo de Los Siglos de Oro, se inició el pasado día 24 de septiembre en el Patio de Borbones del Palacio Real de El Pardo. La única obra incluida en el programa previsto inicialmente era el intermezzo Il Marchese del Bosco tra cuoco e Dulcinea de Francesco Corselli. Debido posiblemente al hecho de que esta obra tiene sólo una duración aproximada de 45 minutos, los primeros quince de la sesión fueron dedicados a la interpretación de una sinfonía de Carlo d’Ordoñez (sic), compositor austriaco (1734-1786) descendiente de una de las aristocráticas familias españolas seguidoras de la causa del archiduque Carlos en la Guerra de Sucesión, que se exiliaron a Viena después de la derrota de éste por Felipe V. De Francesco Corselli, músico nacido en Piacenza de familia francesa y llegado MONICA HUGGETT a Madrid en 1734, ciudad en la que permaneció al servicio de la Corte hasta su muerte en 1778, se pudo escuchar el intermezzo cómico reseñado en el párrafo precedente, cuya partitura fue recuperada recientemente entre la docena de intermezzi hallados en la Real Biblioteca durante el proceso de catalogación de sus fondos musicales. La obra fue ejecutada por la Orquesta Barroca de Sevilla, conjunto especializado en la interpretación del repertorio de los siglos XVII y XVIII, que, a pesar de su juventud (fue creada en 1995), demuestra una alta calidad en sus lecturas musicales. Destacable la intervención de los oboes y fagotes en diversos momentos de la partitura. Monica Huggett, violín concertino, dirigió de forma muy acertada a todo el conjunto. Limpia también la labor de los dos solistas vocales —María Espada, soprano, y Pau Bordas, barítono—, aunque no lograron transmitir plenamente la vis comica de estas páginas musicales, tal vez debido a la rigidez y ausencia de movimiento escénico que se deriva de la ejecución de este tipo de obras en versión de concierto. Por último, y en lo que concierne a la sinfonía de Carlo d’Ordoñez, añadida para completar el tiempo total de la velada, permítaseme una opinión personal. Creo que habría sido más acertado rellenar este tiempo con otra obra del propio Corselli, con el fin de mantener así la unidad de autor. Florentino Gracia Utrilla Siglos de Oro: año Boccherini DELICIAS Y FILIGRANAS M 30 oreno y Spadano ofrecieron el segundo concierto previsto dedicado a las Aria académicas de Boccherini, cuya primera entrega ya fue comentada oportunamente en estas mismas páginas. Una ocasión de escuchar parte de la obra más recóndita del compositor de Lucca que seguramente tardará en volver a producirse. En estas producciones, evidencia Boccherini qué gran compositor de ópera hubiera sido, con unas músicas que transitan la filigrana rococó, pasa por algunos de los tópicos de la ópera seria y parece hasta conectar con el Sturm und Drang centroeuropeo. María José Moreno, pese a denotar cierta fatiga, resolvió razonablemente la amenaza latente de la monotonía, repartiendo musicalidad, delicadeza, sentimiento y estilo. Hubiera sido mucho pedir, claro está, una diferenciación más clara de los varios personajes que aparecen en algunas de las Arias, caso, por ejemplo, de Dido y Eneas en la primera de la serie. Especialmente deliciosa la pastoril nº 13 y adecuado tratamiento de los recita- MORENO El Pardo. Capilla del Palacio Real. 19-X-2005. María José Moreno. Camerata Anxanum. Director: Massimo Spadano. Boccherini, Arias académicas II, Quintetos. tivos en las piezas que los contienen. La Camerata Anxanum, fundada por Spadano, es un correcto grupo que tañe instrumentos originales y suple con entusiasmo alguna que otra leve deficiencia. Su participación en las Arias fue siempre atenta y compenetrada con la cantante. Tocaron también dos Quintetos con flauta, junto a la solista Laura Pontecorvo, de limpia sonoridad, consiguiendo versiones finas, equilibradas y hasta decididamente divertidas. Las notas de Christian Speck prueban que los comentarios de un programa de mano pueden escapar al carácter efímero que suele padecer este tipo de escritos. Enrique Martínez Miura ACTUALIDAD MADRID ORCAM LÍNEA Y ESTILO HARRY CHRISTOPHERS Rafa Martín Madrid. Auditorio Nacional. 4-X-2005. Isabel Monar, Arantxa Armentia, Anna Moreno-Lasalle, Soraya Chaves, Marina Rodríguez-Cusí, Agustín Prunell, Thomas Mohr, Peter Lika, Attila Jun. Coro de Radiotelevisión Española. Escolanía de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: Franz-Paul Decker. Schumann, Escenas de Fausto. 13-X-2005. Anabel García del Castillo, violín. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: Harry Christophers. Obras de Beethoven, Hindemith y Haydn. E l veterano maestro alemán nos ha procurado un pórtico para la temporada de la ORCAM dejando el listón muy alto. Y no él sólo, que se produjo al frente de los grandes contingentes manejados con claridad de concepto, muy buena realización, e ímpetu sorprendente en su venerable y elegante apariencia. Decker está en el repertorio escénico germánico nadando en las mejores aguas para él, y estas Escenas de Fausto tienen una carga discursiva y dramática que casi las incluye en la parcela escénica. El concurso del coro (hay que hablar de uno aunque multiconstituido) fue afinado, compacto, poderoso y contrastado: no se puede pedir más. Los niños (alguna indecisión casi imperceptible) dieron su nota justa y tierna y su saber estar en el estrado. En los cantantes se contó con voces nuestras bien acreditadas, con Monar y Prunell a la cabeza, y la entrega y saber en su grato timbre con voz excelente para el cometido en Thomas Mohr, la autoridad y competencia del veterano Peter Lika y la capacidad y volumen del joven, comparado a sus compañeros varones, Attila Jun. La orquesta se mostró maleable, entregada, y así se coronó un éxito que nos hace desear la continuidad en la calidad. La hubo, aunque no tanta como en el anterior, en el programa que ofreció Harry Christophers con la violinista canaria Anabel García del Castillo. Bien acompañada por el maestro inglés, detentó su impecable afinación en concepciones algo lineales de las dos Romanzas para violín y orquesta beethovenianas. Entre una y otra, la Música de cámara nº 4 de Hindemith, verdadero concierto para violín, innovador en tantas cosas, bien reproducido y muy ovacionado por el público. Christophers, cimbreante su alta figura marcando siempre el ritmo y jugando sus largos brazos, ofreció la Sinfonía nº 99 de Haydn en interpretación de estilo y línea, si no sublimadamente detallista, aprovechando el buen rendimiento de la Orquesta de la Comunidad. José Antonio García García 31 ACTUALIDAD MADRID Orquestas y Solistas del Mundo DEPURACIÓN Y AUTENTICIDAD H a pasado el tiempo y Valeri Gergiev (Moscú, 1953), que no ha parado de crecer y de hacerse presente en todos los ajos, de grabar y de abrir huecos en el repertorio de su país, se nos ha convertido en un maestro más reflexivo, más introspectivo, más enjundioso y más refinado; sin que por ello haya perdido un ápice de aquel su primitivo estilo un tanto agreste e, incluso, violento. Esas maneras hacen que, en ocasiones, aquel trazo firme y definido, más bien primario, pueda quedar algo diluido y se pierda en dibujos y miniaturismos que quizá, episódicamente, rocen un cierto manierismo. En todo caso, esa peculiar disposición de la figura, enhiesta y aguerrida, ese revoloteo constante de las manos y la vibración de las muñecas —no usa batuta y tiene siempre la partitura en el atril— parece conceder a su expresividad nuevos aires, fácilmente transmisibles a la orquesta, en esta oportunidad la siempre flexible, clara de sonoridad, compacta de ejecución, impecable en los pasajes virtuosos, Sinfónica londinense, que respiró con naturalidad y afrontó sin pestañear los momentos más tremebundos de las musculadas Sinfonías nº 7 y nº 8 de Shostakovich, autor de la especialidad del director, que se recreó con frecuencia en esas delicadezas y exquisiteces que tanto abundan en los fragmentos más introspectivos de los pentagramas. Por ejemplo, el sutil pianísimo con el que comienza la primera exposición del tan archirrepetido tema base de la Leningrado. Hubo cosas muy dignas de ser recordadas, aparte ese control milagroso de la dinámica —sólo posible con un instrumento como la orquesta británica—, así la manera de exponer el tema del Adagio por toda la cuerda en esa VALERI GERGIEV Madrid. Auditorio Nacional. 13 y 14-X-2005. Ibermúsica. Orquesta Sinfónica de Londres. Director: Valeri Gergiev. Obras de Schumann, Musorgski y Shostakovich. misma obra o la sensación en tantos momentos de que escuchábamos no a 32 violines, sino, realmente, a uno solo. Nos gustó especialmente también la forma en la que Gergiev propició sonoridades agresivas y resaltó las disonancias en ambas sinfonías, singularmente las del clímax y la grotesca marcha del primer movimiento de la nº 8 y, aquí mismo, la resolución de la transición hacia el Adagio que cierra el fragmento, en el que sobreviene un maravilloso solo de corno inglés. Como, en el tercer tiempo de esta obra, la exhibición de violas y violines en las delicadas figuraciones ostinato. Dos magníficas interpretaciones, pues, en las que la música de Shostakovich adquirió una episódica grandeza y, sin perder esa buscada y característica vulgaridad, nos mostró asimismo sus vertientes más patéticas, sus recovecos más ocultos, sus repliegues más sombríos; en tantas ocasiones simbólicamente conectados con los avatares de la guerra y de la opresión. Johannes Moser fue un fino solista, de bello y cálido sonido, de eficaz y poético fraseo, en el Concierto para chelo de Schumann, bien apoyado por el director, que diseñó con propiedad, al comienzo del segundo concierto, tres fragmentos de la Jovanchina de Musorgski. Arturo Reverter Liceo de Cámara SIEMPRE BARTÓK E 32 l Cuarteto Keller gusta mezclar lo antiguo con lo moderno en sus programas. Sin embargo, en sus dos conciertos de inauguración del XIV Liceo de Cámara la segunda parte del binomio ha sido más bien relativa, puesto que los Cuartetos de Béla Bartók deberían estar más que asimilados por las audiencias de comienzos del siglo XXI, cosa todavía muy discutible. Junto a Primero y Tercero del maestro húngaro, que tanto por timbres como por idioma fueron con mucho lo mejor de ambas veladas, el hilo conductor de la nueva CUARTETO KELLER Madrid. Auditorio Nacional. 4, 6-X-2005. Cuarteto Keller. Obras de Mozart y Bartók. temporada: Mozart, del que se escuchará una muy amplia selección de su música de cámara. Evidentemente, el autor de Don Giovanni aportó grandes obras maestras al género de los cuatro arcos. Pero tardó en hacerlo, como demuestran sus obras tempranas, anodinas y pobres de contrapunto. Así y todo, la chispa mozartiana se encien- de en esas partituras de tanto en tanto, como en la melancolía del Allegro de apertura del Cuarteto en re menor K. 173, aprovechado sólo a medias por los integrantes del Keller. Por lo demás, la gracia y elegancia mozartianas no parecen encajar precisamente con las dotes interpretativas del cuarteto húngaro, que parecía acercarse a las piezas juveniles —K. 170, 172 y 173— únicamente por un compromiso de programación, con un sonido muy poco redondo y una más que evidente insuficiencia por parte del violonchelo. Notablemente mejor el primero de los Prusianos —a pesar de algunas sonoridades ácidas—, dotado de una decidida exposición del tiempo de apertura, y el K. 428, éste por debajo de aquél por la falta de vitalidad, las durezas de emisión y los problemas de afinación del primer violín en el Allegretto. Enrique Martínez Miura ACTUALIDAD MADRID Grandes Intérpretes EL MAESTRO BRENDEL ALFRED BRENDEL U n recital de Alfred Brendel es siempre un acontecimiento de primer orden. Sin embargo, el último ofrecido para el ciclo de Grandes Intérpretes no ha concitado entre la crítica una total unanimidad, bien que reconociendo siempre su enorme musicalidad. De hecho, Gonzalo Alonso, en La Razón, titulaba su artículo “Brendel, la edad no perdona”. Allí se podía leer: “Posiblemente sean muchos los pianistas de la actualidad que poseen un virtuosismo —escribo virtuosismo, que no técnica— muy superior al de Brendel. […]. Y hay pianistas que consiguen obtener del instrumento un sonido más bello, pero Brendel siempre ofrece lecturas consistentes y fieles a la partitura con desnudez y austeridad proverbiales. Esto es lo que el público espera de él y esto es lo que volvió a ofrecer en Madrid”. Y, más adelante, refiriéndose a lo mejor del recital, a su juicio, en las realizaciones de obras de Schubert y Beethoven: “Regaló tres Momentos musi- Rafa Martín Madrid. Auditorio Nacional. 18-X-2005. Alfred Brendel, piano. Obras de Mozart, Schumann, Schubert y Beethoven cales de Schubert […] magníficos desde todo punto de vista. Este sí es su repertorio. Como lo es la Sonata Pastoral de Beethoven, con un tiempo Andante absolutamente soberbio, en el que se concentraba toda la inmensa experiencia del solista en el mundo beethoveniano”. Por su parte, Juan Ángel Vela del Campo, en El País, en la crítica que tituló “La serenidad reflexiva” ponderaba: “la sobriedad de Alfred Brendel es sólo aparente. Almacena tanta cultura y civilización en sus versiones, que la ética y la estética que se derivan de ellas son en primer lugar un ejercicio de síntesis”. Al juzgar la interpretación de Beethoven: “En la Sonata nº 15 el tiempo alcanza valores quintaesenciados. Tras el Allegro inicial, de una hermosura portentosa, la sensibilidad se dilata, si cabe, en el Andante, a base de una técnica portentosa en función exclusivamente de la musicalidad del discurso formal”. Para finalmente resumir su actuación de esta manera: “La naturalidad de la exposición tiene una eficacia comunicadora inmediata. Todo parece tan fácil, tan cercano, que uno acaba sin remedio totalmente prendado del artista y su equipaje musical”. 33 ACTUALIDAD MADRID CDMC SALA NUEVA, VIDA NUEVA Madrid. Auditorio 500 del MNCARS. 17-X-2005. Cuarteto Arditti. Obras de De Pablo, Posadas, Guerrero y C. Halffter. E 34 l concierto inaugural de la nueva temporada del CDMC ha estado revestido de una expectación inusitada: no sólo se trataba de reunir en torno al género rey de la música de cámara los nombres señeros de Luis de Pablo y Cristóbal Halffter — junto al desaparecido Guerrero y el más joven (y en cierto modo, sucesor) Posadas— el año de su 75 cumpleaños, con la complicidad inestimable de un cuarteto de campanillas, especialmente sensible con la creación española actual. La ocasión ha servido también, y ese era su gran atractivo mediático, para dar a conocer la nueva sala (bautizada como Auditorio 500, aunque su aforo definitivo sea de 425 cómodas y espaciadas butacas) ubicada en un extremo de la ampliación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía llevada a cabo por Jean Nouvel. Pese a la indiscreta sirena que, procedente de la calle, se “coló” en la sala en los pianisimos finales de la estupenda obra de Posadas y el murmullo del aire acondicionado que enturbió la escucha en la primera parte, el concierto del cuarteto londinense (una apuesta segura) se saldó con éxito más que justificado. El grupo liderado por Irvine Arditti — con el recién incorporado Ashot Sarkissjan como segundo violín— domina hoy como nadie este repertorio y demostró que se mueve tan a gusto en el virtuosístico Fragmento de Luis de Pablo, obra que los Arditti estrenaron en 1986 y les está dedicada, como en la poderosa gestualidad de cuño expresionista del Cuar- C/ Blasco de Garay 47 - 28015 Madrid Tel.: 91 543 94 41. Fax: 91 543 94 74 [email protected] www.elargonauta.com teto nº 6 (2002) de Cristóbal Halffter; en el refinamiento tímbrico del juvenil y ya plenamente maduro A Silentii Sonitu (1994) del vallisoletano Alberto Posadas como en las virulentas rugosidades sonoras de los exacerbados Zayin I y II de Francisco Guerrero. Ni siquiera faltó el atractivo de un estreno: el de las Tres piezas académicas que de Pablo escribiera hace dos años para el violín prodigioso de Irvine Arditti. Pero con todo, lo más importante es que, desde ahora mismo, la vida musical española —y la madrileña en concreto— dispone por fin de una sala idónea para el repertorio contemporáneo. El Ensemble Avanti!, la London Sinfonietta, los hermanos Capuçon, los cuartetos Diotima y Kronos, el Ensemble InterContemporain y el Nieuw Ensemble serán, de aquí a junio, algunos de sus próximos huéspedes. Todo un lujo. Juan Manuel Viana ACTUALIDAD OVIEDO División de opiniones ante la propuesta escénica TANNHÄUSER DIONISÍACO Teatro Campoamor. 10-X-05. Wagner, Tannhäuser. Andrew Greenan, Wolfgang Millgramm, Ángel Ódena, Francisco Vas, Felipe Bou, Alberto Núñez, Ernesto Morillo, Emily Magee, Graciela Araya, Beatriz Díaz. Coro de la Ópera de Oviedo. Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo. Director musical: Friedrich Haider. Director de escena: Bruno Berger-Gorski.. OVIEDO El Tannhäuser que se ha podido ver en Oviedo es una producción muy práctica, procedente de la Ópera de Halle, y que se adapta bien a las características del Campoamor, con una sencillez que en algún momento rozó el límite de lo exigible en el nivel productivo de la temporada. No fue como en Alcina, donde la escena era otro de los alicientes, pero la lectura es válida, interesante y profunda. Otra cosa es que sea compleja de interpretar, o que en la misma haya alguna que otra excentricidad o contradicción, pero la lectura de Bruno BergerGorski funciona, y no está carente de interés. En la versión musical estuvo un Friedrich Haider magnífico. La versión está en la línea estilística del austriaco, en la que se echa de menos una mayor musicalidad, por encima del metro; un sentido musical propio, aparte del de la obra, que siempre representa coherentemente. Junto a la excelente versión musi- cal hay que resaltar la vocal, con un elenco de notables intérpretes. El resultado es todo un éxito para la Temporada, sobre todo teniendo en cuenta que hablamos de Wagner, un repertorio de difícil producción. El personaje de Tannhäuser es muy exigente, no tanto por tener que afrontar un registro extremo como por mantener una tesitura aguda persistente. Se esperaba más de Wolfgang Millgramm, quizás porque lo adecuado hubiese sido un color más dramático, con una voz que soportase con más entereza el registro agudo, algo sensible en firmeza y afinación. Aunque no se le puede quitar su gran participación en la obra, garantizando en todo momento la fiabilidad en la concepción de su rol. Emily Magee construyó una Elisabeth de deliciosas cualidades vocales. Se trata de una soprano lírica que se adapta a su personaje excepcionalmente, como se pudo ver en el precioso rezo a la virgen —Allmächt’ge Jung- frau. Fue la más aplaudida del reparto. Al mismo nivel estuvo Ángel Ódena como Wolfram, un sobresaliente barítono lírico que convierte sus interpretaciones en verdaderos acicates para el espíritu: véase si no su interpretación del canto de la estrella, en el tercer acto: Wie Todesahnung Dämmrung. El papel de Venus está diseñado para una soprano dramática, aunque es frecuente que lo haga una mezzo con agudos sólidos. Es el caso de Graciela Araya, que a dichos agudos añade una buena potencia vocal que, en ocasiones, no resultó suficiente. Andrew Greenan ofreció un Hermann elegante, serio, y pleno de facultades. El Landgrave de Turingia está hecho para un bajo profundo, en uno de los papeles para esta cuerda más importantes del repertorio wagneriano. Sus cualidades se acomodan fácilmente en este registro — llegando muy cómodo al fa1—, ofreciendo una notable intervención. Otro de los méritos de la función estriba en la gran aportación de los secundarios: desde los excelentes bajos Felipe Bou y Ernesto Morillo, hasta Francisco Vas, cuya voz se ajustó mejor aquí que al repertorio barroco; pasando por la escueta y buena participación de Alberto Núñez, o la bellísima participación de Beatriz Díaz. Pero si hay algo que llamó la atención fue la magnífica prestación del Coro de la Ópera de Oviedo, reforzado por el Coro Intermezzo. Aurelio M. Seco FUNDACIÓN BARENBOIM – SAID Sevilla, San Luis 37 Academia de Estudios Orquestales convocatoria de audiciones para los siguientes instrumentos: VIOLÍN, FAGOT, TUBA, CONTRABAJO, VIOLONCHELO, ARPA, PERCUSIÓN, OBOE, VIOLA Las clases serán impartidas por los solistas de la Staatskapelle de Berlín Consultar nuestra página Web www.barenboim-said.org Contacto: [email protected] 35 ACTUALIDAD MÁLAGA / PAMPLONA Prosigue el ciclo Beethoven GRAN REPERTORIO el máximo partido al violonchelista ante la debilidad del violín y la discreta intervención de la pianista, convirtiéndose en uno de los referentes de la velada. Las expectativas que había suscitado la segunda cita con obras tan significativas del gran repertorio se vieron truncadas en un principio por la cancelación, en último momento, del anunciado Benedetto Lupo, interesante pianista italiano, que fue aseadamente sustituido por el norteamericano Lively en el Segundo de Brahms, y por la intrascendente dirección del maestro Rath, que no supo infundir las esencias musicales del universal espíritu magiar que destila el imponente Concierto para orquesta de su compatriota Bartók, resultando todo ello de un decaído nivel estético. La presencia de un compositor como Cristóbal Halffter en el pódium, supone siempre algo más que un ali- ciente ante la oportunidad que significa percibir qué nuevos descubrimientos tiene que aflorar un creador de música ante una partitura ajena. Para tal cometido encontró un excepcional aliado en el sorprendente violinista finés Pekka Kuusisto, dotado de exquisita musicalidad, desbordante entusiasmo y mejor capacidad de comunicación, cualidad que le llevó a codirigir las Seis Humorescas de Sibelius con un sentido de extraordinaria autenticidad. Ante los insistentes aplausos, Arto Tulima MÁLAGA En su segunda temporada como titular de la OFM, Aldo Ceccato ha continuado con su periplo beethoveniano en el concierto inaugural de temporada de la filarmónica malagueña. Esta cita ha contado con dos hechos a resaltar: la destacada actuación del violonchelista vasco Asier Polo, cada vez más artista y mejor músico, y la acertada concepción de esa joya que es la Pastoral, verdadero tesoro del sinfonismo de todos los tiempos. Ya en la obertura El rey Esteban se percibía el trabajo y entendimiento entre el maestro y los profesores de la orquesta que habría de quedar patente en esta velada con una notable versión de la sinfonía, verdadero fiel para medir las calidades estéticas de una formación que va encontrándose en cada ocasión más identificada con los planteamientos de su titular. Éste supo sacar en el Triple PEKKA KUUSITO Teatro Municipal Miguel de Cervantes. 17, 23-IX, 7-X-2005. Kuba Jakowicz, violín; Asier Polo, violonchelo; Marta Zabaleta, piano. Orquesta Filarmónica de Málaga. Director: Aldo Ceccato. Obras de Beethoven. David Lively, piano. Director: György G. Rath. Obras de Brahms y Bartók. Pekka Kuusisto, violín. Director: Cristóbal Halffter. Obras de Albéniz-C. Halffter, Sibelius y Bruckner. correspondió con dos sucintas páginas de Bach de las que dejan huella en todo melómano que se precie de tener aguda sensibilidad. Verdaderamente un gran músico y un excelso intérprete de la música del posiblemente más universal compositor de Escandinavia. En la también llamada Sinfonía de Linz, primera de Bruckner, la orquesta brilló ante el acertado planteamiento de Halffter, fiel a la partitura, resaltando los contrastes rítmicos y dinámicos que pide su creador y dejando levitar el sonido en el ambiguo Adagio que anuncia ya las meditaciones que habría de desarrollar Bruckner en su posterior corpus sinfónico. En este inicio de temporada, la interpretación de esta gran obra ha supuesto el momento más trascendente de realce y fidelidad al gran repertorio sinfónico. José Antonio Cantón VIII Concurso Internacional de Violín Pablo Sarasate ORIENTACIÓN A ORIENTE Teatro Gayarre. 16-IX-2005. Orquesta Pablo Sarasate. Director: Enrique García Asensio. PAMPLONA Hubo más solicitudes aceptadas, pero sólo quince concursantes, y en la prueba final, tres. Ui-Youn Hong (República de Corea; tercer premio), planteó una lectura tradicional del Concierto para violín de Chaikovski, destilando un aroma de lección bien aprendida. El director García Asensio (al que no juzgaremos, pues no fue a hacer versión sino sólo a apoyar a los concursantes), dispuso un trazado cómodo, en el que Hong pudiera respirar y frasear a sus anchas (pese a lo que, 36 en algún punto del Andante, evidenció cierta alicortedad expresiva), y no se viera tampoco muy amarrada en el Finale (cuyas exigencias de tempo no siempre cumplió). Como compensación, valoró en éste los episodios centrales, plasmando un adecuado contraste. Daniel Austrich (Alemania; segundo premio), tuvo en sus manos la mejor obra de la velada: el Concierto para violín de Brahms. A través de ellas lució también su buena materia prima, concretada en un sonido amplio y firme. El Adagio de la obra, por ejemplo, tuvo una buena organización general, no rubricada por detalles demasiado personales ni con verdadera tensión interna. Pero, en fin, algo pudo resarcirse con el virtuosismo (ineludible) impreso en su (obligatoria) pieza de Sarasate: la Fantasía sobre Carmen de Bizet. En cuanto a Je-Hye Lee (República de Corea; primer premio y premio especial del público, incluido mi voto), aplicó sus cualidades de firmeza y tesón al propio concierto chaikovskiano (además de la fluidez en los trinos, el barniz de la franja grave y la bella resolución de los pasajes en armónicos que, como dardos muy finos, rozan el oído sin herirlo). Pese a todo, en algún momento su sonoridad fue más áspera que la de su compatriota, pero puso en la citada obra ese gramo de locura que a veces separa una ejecución aplicada de una cierta interpretación. Con respecto al alemán, aportó en general mayor tirón, sobre todo en los remates en punta. J. Martín de Sagarmínaga ACTUALIDAD SANTIAGO III Festival de Música Antigua CONMEMORACIONES SANTIAGO Santiago de Compostela. Catedral. 24-IX-2005. Schola Antiqua. Director: Juan Carlos Asensio. Liturgia mozárabe para la consagración de altares. Iglesia de San Domingos de Bonaval. 25-IX-2005. Passamezzo Antico. Wilbert Hazelzet, traverso. Boccherini, Tríos. Iglesia de San Miguel dos Agros. 26-IX-2005. Vox Suavis. Dominique Vellard, solista. Música de tradición oral de la Península Ibérica. Centro Galego de Arte Contemporánea. 27-IX-2005. Fernando López Pan, clave. Música para clave en la Francia del XVII. Se ha celebrado en Santiago el Festival de Música Antigua, que ya se encuentra en su tercera edición. Fueron cuatro conciertos, tres de los cuales tuvieron lugar en las iglesias de la ciudad compostelana y el último en el Centro Galego de Arte Contemporánea. El primero, en la Catedral, para conmemorar la consagración de sus altares el año 1105 bajo el mandato del arzobispo Gelmírez. Actuó la agrupación Schola Antiqua con la dirección de Juan Carlos Asensio. El segundo puso de relieve los experimentos que realizó Boccherini en sus tríos para combinar traverso, violín, violonchelo y clave; excelente interpretación a cargo del grupo Passamezzo Antico que contó con la extraordinaria colaboración de uno de los mejores intérpretes del mencionado instrumento de aliento, Wilbert Hazelzet; se completó el programa con una Sonata para flauta y bajo continuo de Veracini. Tal vez sea oportuno recordar que este concierto, que tuvo lugar en el marco incomparable de Bonaval, también conmemoraba un aniversario: los doscientos años del fallecimiento del compositor en Madrid. En el tercer recital, la agrupación Vox Suavis recordó un repertorio muy olvidado a pesar de su belleza e interés, de especial significación para esta tierra: las Cantigas de amigo y las Cantigas de San- ta María, del Rey Sabio; se completó el programa con romances, canciones sefardíes y música tradicional española. Finalmente, el clavecinista coruñés, Fernando López Pan, interpretó un bellísimo programa —el único que no se celebró en una iglesia— con música francesa del siglo XVII: obras de Louis Couperin, de Chambonnières, d’ Anglebert y Froberger. Julio Andrade Malde L. Mullenders Asociación Gallega da Lírica ENTUSIASMO Santiago de Compostela. VI Ciclo de Lied. 13-IX/15-X-2005. Un sueño de Italia. O rganizado por la Asociación Galega da Lírica y patrocinado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Santiago, entre septiembre y octubre tuvieron lugar los cuatro conciertos que integran este ciclo. Este año respondió al título genérico de Un sueño de Italia, con un contenido basado fundamentalmente en canciones inspiradas por temas italianos y compuestas por músicos tanto italianos como de otras nacionalidades, como Wolf, Schubert, Liszt o Britten. Protagonista constante del mismo ha sido una vez más el pianista británico Roger Vignoles, sin duda uno de los mejores en esta especialidad y al que hay que agradecer su apoyo, básico para la materialización de estos ciclos. Pocas son las ciudades españolas, si exceptuamos a Madrid, que cuenten todos los años con una manifestación cultural de este tipo; y aunque los limitados medios, compensados por un ilimitado entusiasmo de sus organizadores, no permitan traer primeras figuras mundiales en este repertorio, se consigue todos los años un alto nivel de calidad a base de intérpretes jóvenes, aunque por aquí hayan pasado también Bernarda Fink, Monica Groop, Christopher Maltman, Mark Padmore o Robert Holl. Este año comenzó con el Italienisches Liederbuch de Hugo Wolf, cantado por la soprano sueca Malin Christensson y el barítono inglés Ronan Collett. Las soberbias dotes canoras de éste quizás requieren una más profunda adaptación a las peculiaridades del género, pero ambos alcanzaron un nivel muy aceptable. El siguiente concierto corrió a cargo del tenor inglés Andrew Kennedy, que cantó obras de Schubert y Brahms, así como los Siete Sonetos de Michelangelo de Britten y los Tres Sonetos de Petrarca de Liszt. Su actuación fue buenísima en todo el comprometido programa, pues demostró conocer perfectamente las claves que rigen esta dificilísima especialidad donde patinan muchas veces cantantes de ópera ya consagrados. Posee una voz muy dúctil que aplica sabiamente a los muy diversos matices de los textos, y como botón de muestra, la forma en que cantó esa maravilla que es Der Doppelgänger de Schubert está al alcance de muy pocos. En el tercer recital, el barítono sueco Hakan Vrasmo cantó obras de Schubert, Wolf, Fauré y Grieg. Estuvo bien entonado en todo el conjunto, aunque quizás se echó en falta un poco más de delicadeza en las Cinco canciones de Venecia del compositor francés. Por último, cerró el ciclo la soprano tejana Laura Claycomb, cantando lieder de Wolf-Ferrari, Castelnuovo-Tedesco, Richard Strauss y del vienés Joseph Marx, así como algunos ejemplos de belcantismo. Estuvo magnífica, con un dominio técnico que le LAURA CLAYCOMB permitió sobresalir en todo lo cantado alcanzando un Strauss de primera fila, además de mostrarse sensible y comunicativa. Vignoles, especialmente inspirado acompañándola. Tanto en este año como en los anteriores se ha puesto de manifiesto una vez más que para la organización de manifestaciones musicales de calidad hay que tener en primer lugar lo que podríamos llamar conocimiento entusiasta. El público responde y con un poquito de apoyo complementario por parte de algún habitual patrocinador de este tipo de actividades se podría conseguir mucho más. José Luis Fernández García 37 ACTUALIDAD SANTIAGO / SORIA Primer concierto de abono COMENZAR EL RODAJE Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 13-X-2005. Rosa Torres-Pardo, piano; Mireia Farrés, trompeta. Real Filharmonía de Galicia. Director: Antoni Ros Marbà. Obras de Glinka, Shostakovich y Chaikovski. E n el número anterior de esta revista, he tenido la oportunidad de comentar la programación de esta orquesta que tiene ya, sin duda alguna, pleno carácter sinfónico. El concierto que comentamos es un claro ejemplo. Como en el caso de la Sinfónica de Galicia (y seguramente de la mayor parte de las agrupaciones instrumentales y aun de otros colectivos), el comienzo de temporada es siempre un poco problemático: falta rodaje tras el período vacacional y algunos instrumentistas no se han incorporado aún y han de ser reemplazados mediante suplencias. La versión de la hermosa obertura de Glinka pareció lo más flojo: estuvo bien encajada, la versión fue precisa y hasta brillante por momentos; pero la aportación de los vientos, en su conjunto, careció de refinamiento y la sonoridad global se resintió. Lo mejor de la velada fue, sin duda, el Concierto para piano y trompeta de Shostakovich. Las dos solistas estuvieron especialmente acertadas, aunque, por su evidente protagonismo, hay que referirse de manera muy particular a la pianista, en una de las mejores interpretaciones que le recuerdo. La orquesta, reducida a los arcos, logró momentos muy bellos regulando la dinámica, resolviendo con acierto los cambiantes ritmos y los diferentes matices expresivos (líricos, paródicos, burlescos…) de esta obra singular. Si no fuese por la apuntada deficiencia de algunos instrumentistas en los vientos, hubiéramos escuchado una gran versión de la Quinta de Chaikovski. Ros Marbà estuvo especialmente inspirado aquí; tal vez, una de las veces que le he visto con un mayor despliegue gestual y cuidado del matiz; planos sonoros bien dispuestos, pasajes brillantes, contrastes dinámicos reiterados, fraseo acertado… Lástima que a veces la sonoridad careciese de refinamiento. Mención especialísima para el trompa en el segundo movimiento; estuvo en verdad espléndido. El público, bastante numeroso, mostró un gran entusiasmo, sobre todo al finalizar la sinfonía. Julio Andrade Malde El festival mantiene un buen nivel OTOÑO DE ESTRENOS Y HOMENAJES SORIA XIII Otoño Musical Soriano. Teatro de la Audiencia. 9/24-IX-2005. 38 Un cierto sabor a sorianismo y un leve toque populista han impregnado la puesta en escena de las dos últimas ediciones del Otoño Musical Soriano, lo cual ha ayudado a cosechar un éxito inapelable de público. La presente edición ha reanudado dos costumbres ausentes en la anterior: la profusión de homenajes con sus correspondientes discursos y la presencia — más saludable— de estrenos absolutos en un festival que siempre ha estado comprometido con la música de nuestro tiempo. Pese a algunos detalles, el Otoño mantiene su buen nivel habitual. Tres estrenos absolutos han tenido lugar. El primero, El sueño de don Quijote, obra escrita con rigor por Zulema de la Cruz e interpretada por la Orquesta de Cámara Reina Sofía, que demostró lo bien que suena cuando la dirige Nicolás Chumachenco. El segundo, La sierra del Alba, partitura muy irregular de Manuel Castelló Rizo sobre textos de Avelino Hernández en la que intervinieron la contralto soriana Ana María Ramos, el excelente narrador Pepe Sanz y la Orquesta de Extremadura, dirigida por un eficaz Octav Calleya. Y el tercero, Gen, de Roberto López, obra con algunas ideas interesantes que fue muy bien tocada por la JONDE bajo la acertadísima dirección de Gloria Isabel Ramos. Aunque no se trate de estrenos absolutos, hay que mencionar también otras dos obras recientes. Por una parte, el desigual concierto Cielo y Tierra de Claudio Prieto, que fue servido por la arpista María Rosa Calvo Manzano, tres alumnas suyas y la Orquesta Filarmonía, dirigida por Pascual Osa con su acostumbrada solvencia. Por otra, el Concierto de los Cercos —obra de excelente factura del vallisoletano Luis de los Cobos— que fue muy bien tocado por el violinista Ara Malikian y por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida por un Alejandro Posada que estuvo soberbio en la Octava de Dvorák, que cerró el programa. Completó el lote orquestal la Camerata del Prado, que, dirigida por ese músico inquieto y polifacético que es Tomás Garrido, ofreció un concierto para niños presentado por Fernando Argenta con su habitual gracejo. Un segundo tramo más camerístico siguió al predominio orquestal de los primeros conciertos. En él, los tres excelentes percusionistas que componen Amores ofrecieron un programa de música contemporánea; Teresa Berganza —acompañada por Álvarez Parejo— demostró que todavía es capaz de llenar teatros y de arrancar numerosos aplausos al respetable; dos instrumentistas de verdadera talla internacional como son Gérard Caussé y Maria João Pires nos brindaron el mejor concierto de todo el Otoño; el guitarrista flamenco Manolo Sanlúcar hizo un recorrido por toda su carrera y, por fin, Eldar Nebolsin exhibió su poderosa técnica en el concierto de clausura. Un exitoso maratón de intérpretes sorianos y una emotiva exposición dedicada a Odón Alonso —director del festival— completaron las actividades. Tan lícito como potenciar los valores de la tierra sería que el Otoño apostara por una vía más cosmopolita y no sintiera la necesidad perentoria de dar cabida a los músicos del terruño. Pero, ya que lo hace, no debería permitirse el lujo de ignorar a compositores e intérpretes más o menos relacionados con Soria como la soprano Marta Almajano, el compositor José Luis Torá, el Cuarteto Leonor, el saxofonista José Modesto Diago o ese pequeño milagro que es la dignísima Joven Orquesta Sinfónica de Soria. José del Rincón ACTUALIDAD TENERIFE Entre naranjas DE FLORENCIA A TENERIFE TENERIFE Producción florentina de inicios de 1994 mantiene su encanto y funcionalidad, merced a un montaje pluricolorista y naíf con algunos toques poéticos, en el que varios telones parciales van dando contenido y significado a las diferentes escenas y situaciones, enmarcados con el fondo perfilado de la ciudad o en una exuberante vegetación tamizada por naranjas. Los personajes principales están movidos con naturalidad y la figuración (gitanos, monjas, militares) es la encargada de enriquecer o ampliar su labor, como cuando le roban al soldado borracho el uniforme que luego servirá a Almaviva para entrar disfrazado en la casa de la amada. El momento más original es la aparición de Fígaro, en bicicleta de madera y moviendo con sus pedales una cinta decorada donde “se veía” la ciudad “circulando” con el personaje; el menos logrado, el final del primer acto donde la acción facilitaría un movimiento escénico más vívido. De cualquier manera es una puesta agradable, bonita, moderadamente divertida, siempre a favor de la música y de la obra algo que hoy, dado lo que se está obligado impunemente a soportar, ya es un punto muy positivo para destacar sin pudores tanto la labor de Plaza como la de su inspirado escenógrafo y figurinista. Zedda dio una lección de sapiencia rossiniana, con una orquesta que sonó límpida y ajustada, muy presente pero apoyando el trabajo de los solistas sin jamás agobiarlos ni entorpecerlos. Fue lo más brillante de la velada. La Rosina de Todorovich, en plan muy mezzosoprano, sonó con la madurez de color asociada a su vocalidad, opulenta de graves y suficiente de agudos, con una coloratura modélica, actuada de manera elegante, de certera y fina comicidad que completó su atractiva figura y bien calculados movimientos. Una delicia. Pese a la comentada en MARIE-ANGE TODOROVICH Teatro Guimerá. 15-X-2005. Rossini, El barbero de Sevilla. Marie-Ange Todorovich, José Manuel Zapata, Luca Salsi, Marco Vinco, Paolo Bordogna, Marco Moncloa, Tania Janosova. Orquesta Sinfónica de Tenerife. Coro del Festival de Ópera de Tenerife. Directora: Carmen Cruz Simó. Director musical: Alberto Zedda. Director de escena: José Carlos Plaza. corrillos enfermedad gripal de Zapata, la voz del tenor granadino sonó con el lustre, la abundante presencia sonora y la facilidad de emisión que ya van asociándose a su incipiente pero imparable carrera, y su canto se mantuvo en las coordenadas propias de tan exigente papel. Aquella afección quizás le impidió enfrentarse al normalmente suprimido Cessa di più resistere, porque tiene medios y disposición para sacarlo adelante con provecho. Vinco, a quien es fácil imaginar más adaptado para hacer Fígaro que Don Basilio, dio a este personaje todo su mejor contenido escénico y musical, cantando magníficamente tanto el aria como el resto de su parte. Insólitamente joven para Don Bartolo, Bordogna no sólo exhibió los recursos cómicos, sobrios y controlados, propios del personaje sino unos medios de considerable caudal. La Janosova cantó con mucho entusiasmo, entrega que concretó en su aria di sorbetto, y Moncloa fue el buen Fiorello ya conocido anteriormente por las representaciones de la ópera rossiniana en el Real madrileño. El punto más flaco del equipo fue el Fígaro de Salsi. Apurado de agudos en el aria, mejoró algo posteriormente (en el dúo con Rosina, por ejemplo), interpretó con gracia los recitativos, se movió con cierta soltura por la escena, pero dio la sensación global de tener algo verde el personaje para el que parece que cuenta con las suficientes posibilidades. Fernando Fraga 39 ACTUALIDAD VALENCIA Inauguración del Palau de les Arts ESTO NO NOS LO MERECEMOS Palau de les Arts. 8-X-2005. Angela Gheorghiu, Pilar Moral, Ofelia Sala, Elena de la Merced, Isabel Monar, Sandra Fernández, sopranos; Marina Rodríguez-Cusí, mezzosoprano; Roberto Alagna, tenor; Carlos Álvarez, barítono. Escolanía de la Mare de Déu dels Desemparats. Cor de la Generalitat Valencia. Orquestra Músics de la Comunitat Valenciana. Directores: Lorin Maazel y Enrique García Asensio. Obras de Bizet, Chapí, Penella, Serrano, Lleó, Rodrigo y Falla. VALENCIA Una ciudad como Valencia, según el tópico propicia como ninguna a la música pero cuyo Conservatorio Superior carece aún de salón de actos, no se merece un edificio tan caro como el Palau de les Arts para cubrir la necesidad, también cierta por otra parte, de un teatro de ópera. Para más inri, su inauguración no ha sido tal, sino la efímera apertura de la principal como sala de conciertos. Algo así como el corte de cinta ante los fotógrafos de un tramo de carretera aún no abierto al tráfico. La primera temporada será la 2006-2007, donde parece que se ofrecerá, a todo tren por supuesto, media docena de títulos y una Tetralogía. Una vez concluida la Copa del América, las dudas sobre la capacidad para hacer frente a los elevados costes que sólo el mantenimiento (no digamos el funcionamiento) de esta colosal infraestructura supondrá son mucho más que razonables. Máxime teniendo en cuenta que los presupuestos, para entonces ya corrientes, habrán de repartirse con el Palau de la Música. El primero de sus episodios, la negación del permiso a los músicos de la Orquesta de Valencia para participar en la falsa inauguración, ya ha dejado muy claro que la competencia entre los dos auditorios será encarnizada. El despropósito básico puede resumirse diciendo que, en lugar de construir algo complementario, un teatro de ópera, que era lo que hacía falta, se ha duplicado lo que había, sólo que corregido y con un aumento que incluye la posibilidad de montar funciones de ópera. La propuesta de aprovechar esta ventaja para trasladar el software existente al nuevo 40 Roberto Alagna, Lorin Maazel y Angela Gheorghiu ensayando en el Palau de les Arts de Valencia hardware y dedicar el “viejo” Palau a otros usos (las bandas de música, las llamadas “otras” músicas, por ejemplo) no ha encontrado ningún eco. El programa del día 8 (sólo para invitados), repetido con pequeños cambios el 9 (con una parte del aforo en entradas libres: setecientas sobre mil ochocientas), constó de una selección de pasajes de Carmen, otra de números de zarzuelas compuestas por valencianos, los Cuatro madrigales amatorios de Rodrigo y la segunda suite de El sombrero de tres picos. A los asiduos a la Iturbi, donde los músicos ocupan el centro del espacio, nos costó un tanto adaptar el oído a la disposición frontal de esta sala. Una vez hecho el cambio, su acústica pareció, más que seca, fría (“japonesa”, dijo Alagna). La caja acústica, además, resolvía tan mal la relación entre las masas sonoras, que Maazel abrió una especie de pasillo sonoro central en tres tramos: violas y violonchelos, contrabajos y coristas masculinos. Sobre el proscenio, las voces solistas fueron las que más sufrieron. Que de las tres grandes estrellas internacionales la mejor librada fuera el tenor con su timbre abierto y su abuso del grito y los portamenti da una idea de la clase de retoques que, al menos para las obras concertantes, habría que hacer. La media docena de cantantes valencianas que completaron el elenco estuvieron sin excepción a la altura de las circunstancias, lo mismo que la escolanía. Hacer cantar a Gheorghiu el chotis babilónico (es dudoso que llegara a comprender el texto y mucho menos aún el subtexto) y a Alagna, vestido de corto para la ocasión, el Te quiero, morena (se lo tomó a la napolitana) fueron errores de reparto tan garrafales que por ello mismo llegaron a hacer gracia sana. La circunstancial orquesta sorprendió muy gratamente. No habrían tocado nunca juntos, pero en sus filas se contaban muchos estupendos y experimentados solistas. Por familias, destacaron los primeros violines. En cuanto a los dos directores, ambos dieron también muestras de ir muy “sobrados”; el más ostentoso en este sentido, como era de esperar, Maazel. Alfredo Brotons Muñoz ACTUALIDAD VALLADOLID / ZARAGOZA EL CABALLERO Y EL REBAÑO SONO TRE Teatro Calderón. 16-IX-2005. C. Halffter, Don Quijote (versión de concierto). Diana Tiegs, María Rodríguez, Josep Miguel Ramón, Enrique Baquerizo, Eduardo Santamaría. Orquesta Sinfónica de Madrid. Coro Nacional de España. Director: Cristóbal Halffter. Auditorio. 17-X-2005. Yuri Zhislin, viola. Enigma-Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza. Director: Juan José Olives. Obras de Guimerá, Hindemith y Brahms. La ópera de Cristóbal Halffter, que debía haberse repuesto este año en el Teatro Real en el admirable montaje de Herbert Wernicke, se interpreta ahora en versión de concierto, en dos únicas sesiones con la casi totalidad de los cantantes que la estrenaron, la Orquesta Sinfónica y el Coro Nacional de España, todos bajo la batuta del autor. Un esfuerzo económico y artístico que hubiera requerido un mayor número de conciertos. En la versión de concierto se pudieron apreciar las interesantes vetas de una obra cambiante y bipolar. El conflicto es sencillo: la locura del caballero que supone la cultura y la independen- cia, frente al rebaño que las odia y quema los libros que las estimulan. El personaje se hace mito, casi como Cervantes, su autor, y parece vencido en ese magnifico final en piano. Pero siempre puede resucitar. Una partitura difícil, con magníficos momentos líricos frente a la algarabía orquestal de los “razonables” seguidores del sistema. Pudo apreciarse todo ello desde la colocación de los intérpretes en el escenario. Frente al director, los opuestos al sueño; en el proscenio a su lado, Don Quijote, Cervantes, la doble Dulcinea, Aldonza y Sancho. Un acierto. Buena interpretación general. Diana Tiegs y María Rodríguez en ese personaje desdoblado que cantaron con gran sensibilidad, Eduardo Santamaría en la difícil tesitura de su papel estuvo asimismo magnifico, y Baquerizo y Josep Miguel Ramón formaron un dúo perfecto en ese culmen de la obra de Cristóbal Halffter. Siempre he tenido al compositor como un gran director de sus propias obras. Lo demostró cumplidamente con un cuidado exquisito en los contrastes, una poética inmersión en los momentos más líricos y una gestualidad muy clara que le permitió dominar su compleja partitura de principio a fin. Fue una versión que hizo fácil lo difícil e imprimió a su Don Quijote un toque especial e intransferible. tro de una corrección general. Fue buena la prestación de la orquesta, destacando en el solo de violín del Scherzo la concertino Wioletta Zabek. Raquel Lojendio, con voz un tanto limitada de volumen, quizás voluntariamente, interpretó con sensibilidad el Lied mahleriano y la preciosa Bachiana nº 5 de Villa-Lobos. Los Epigramas nºs 2 y 3 de Benet Casablancas mostraron un compositor de oficio, buen orquestador en el control de los volúmenes orquestales, aunque nos hubiera gustado escucharle una obra de más empeño. Un comienzo interesante de una temporada prometedora. Como si de la pucciniana Turandot se tratara, en el concierto inaugural de los ciclos ordinarios de la temporada musical zaragozana los enigmas fueron tres, empezando por el protagonista Enigma, la orquesta de cámara especializada en música moderna, que abrió la sesión precisamente con Enigmas, obra que Enrique Guimerá, compositor tinerfeño fallecido hace unos meses, dedicó en 2001 a Enigma y a su director Juan José Olives —aunque éste dirigió el estreno al frente de la Orquesta Clásica de La Laguna—; y trabajo que, pese a su condición casi serial, ofrece bellezas melódicas y rítmicas inusuales en obras de su naturaleza, logro también predicable de El girador de cisnes —por manejar el asador o espetón—, atractivo concierto para viola estrenado por Hindemith en 1935 y escrito sobre antiguas canciones alemanas —entre ellas la que da título a la obra— donde brilló un sueltísimo solista Yuri Zhislin. Fue sin embargo la Serenata nº 2 de Brahms lo mejor de la noche por afinación, cohesión trabada y abundancia de matices, provocadores de largos aplausos. ¿Y el tercer enigma? El porqué unos programas tan bien planteados —por interés y por sabia traba de clásicos y novísimos— como los propuestos siempre por Olives y la orquesta Enigma se refugian en el fortín de su ciclo sin ser asaltados por un público dispuesto a volver una y mil veces sobre lo mismo. ¿Miedo a lo nuevo? No será porque la Serenata de Brahms sea precisamente el colmo de la osadía. Fernando Herrero Antonio Lasierra Fernando Herrero Comienzo prometedor LA DECONSTRUCCIÓN MAHLERIANA Valladolid. Teatro Calderón. 12-X-2005. Raquel Lojendio, soprano. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Alejandro Posada. Obras de Villa-Lobos, Casablancas y Mahler. L a presencia de Semion Bichkov y su espléndido trabajo con la orquesta comunitaria en el memorable Lohengrin ha dejado huella. Siempre es importante la presencia de los grandes maestros, aunque sea aislada. En los conciertos de la Orquesta Nacional o de la RTVE, las prestaciones de los Horenstein, Markevich, Kubelik, Jochum, Celibidache, Kondrashin, Svetlanov, Giulini, Ansermet y tantos otros marcaban el nivel óptimo de los conjuntos. Por ello, la inauguración de la temporada, otra vez con los abonos a tope, tenía interés especial. Un programa difícil, sobre todo por la programación de la Cuarta Sinfonía de Mahler, aparente- mente la más sencilla, pero de endiablada complejidad, desde la forma de deconstruir el discurso musical. Los bellísimos temas se suceden en un generalizado Adagio, con esporádicos fortes que hay que hacer sonar sin quebrar la línea general de la obra, que finaliza con un Lied casi infantil que necesita de cantante y orquesta una cálida expresividad sin caer en la retórica. Alejandro Posada tenía bien estudiada la partitura y dirigió con atención al detalle y con gesto claro. Los tempi elegidos fueron lentos y no siempre se evitó el peligro de disolución de la estructura musical. Lo mejor fueron los tempi más líricos del tercer movimiento, den- ZARAGOZA Propuestas VALLADOLID Una visión diferente 41 ACTUALIDAD INTERNACIONAL 42 Confusión INCESTO Y CANIBALISMO En su nueva producción de La forza del destino en la Lindenoper, Stefan Herheim hace la confusa acción de la obra aún más indescifrable. Leonora, su criada Curra y la gitana Preziosilla aparecen igualmente vestidas, con peluca roja y túnica blanca, y el Marqués de Calatrava y el Padre Guardián son el mismo personaje. Ya en la primera escena, el padre de Leonora aparece en la celda monacal con una vela de altar y se acerca a su hija, a la que rodea en su cama en bastante equívoca intimidad física. La desnuda espalda de la joven deja ver claramente señales de sangre. lo que indica que su padre ha satisfecho con ella sus incestuosos pensamientos y deseos íntimos. El juguete de Leonora es un pequeño Pegaso, que en el dúo con Álvaro antes de su fuga aparece ampliado al fondo y luego, en la escena del convento, como una bestia sacrificada. Leonora mancha sus manos y su túnica con la sangre del animal y vaga como una estigmatizada a través de la acción. Los monjes, en traje y corbata, la imitan, con lo que el coro de iniciación se convierte en un ritual fanático e inhumano. El decorado presenta elementos surrealistas, como una luna llena a modo de blanca esfera de un reloj con números romanos, cuyas agujas pueden convertirse en puñales; otras escenas exhiben con crudo realismo la miseria en un hogar de menesterosos, donde Preziosilla hurga en los cubos de basura como si fueran cajas mágicas. Para los cuadros de la guerra se ha reproducido la fachada del teatro; un músico callejero toca el clarinete durante el aria de Álvaro, mientras Karl Forster Staatsoper Unter den Linden. 24-IX-2005. Verdi, La forza del destino. Kwangchul Youn, Bruno de Simone, Anthony Michaels-Moore, Frank Porretta, Norma Fantini, Ekaterina Semenchuk. Director musical: Michel Gielen. Director de escena: Stefan Herheim. Decorados y vestuario: Thomas Schuster. BERLÍN ACTUALIDAD ALEMANIA Ekaterina Semenchuk, Norma Fantini y Yi Yang en La forza del destino los acomodadores impiden la entrada a los mendigos. Preziosilla canta en elegante vestido de noche su animado Rataplán, que paga con la vida, pues la multitud la desgarra en un acto de canibalismo. En la escena final, el Padre Guardián desflora a Leonora/Curra, que expira con el pecho ensangrentado, mientras Álvaro avanza con la moribunda hacia el Pegaso. El estreno terminó entre abucheos, de los que tampoco se libró Michael Gielen, que apenas dejó fluir la música de Verdi, cuyo fuego y pasión apagó, haciendo que la Staatskapelle Berlin sólo en contados momentos sonase con alma. Muy desigual fue también el reparto, dominado por Kwangchul Youn, un Marqués de Calatrava un tanto opaco pero que convenció con sus tonos balsámicos como Padre Guardián, al igual que Bruno de Simone con su Fray Melitón lleno de vida. Como Don Carlo, Anthony Michaels-Moore lució su robusto material, especialmente en el registro superior. Frank Porretta, que sufría de una indisposición, fue un Don Álvaro mate y limitado en el agudo. Norma Fantini brilló en especial en el aria Pace, pace, gracias a sus delicados piani, aunque en los momentos de más fuerza su timbre ha alcanzado un punto metálico. Como Preziosilla/Curra, Ekaterina Semenchuk mostró una poderosa voz de mezzo. El Coro de la Staatsoper, preparado por Eberhard Friedrich, obtuvo momentos realmente amenazadores en la escena del convento y estuvo muy entonado en el Rataplán. Bernd Hoppe ACTUALIDAD ALEMANIA Nuevo montaje de Bieito EN EL TEMPLO DEL PLACER Berlín. Komische Oper. 25-IX-2005. Puccini, Madama Butterfly. Juliette Lee, Marc Heller, Susanne Kreusch, Tom Erik Lie, Jens Larsen, Christoph Späth, Günter Neumann, Julia Bossen. Director musical: Daniel Klajner. Director de escena: Calixto Bieito. Decorados: Alfons Flores. Monika Rittershaus A ún sigue en el recuerdo, por su implacable y perturbador radicalismo, la producción de Calixto Bieito de El rapto en el serrallo de hace un año en la Komische Oper; ahora, el director de escena catalán ha presentado en el mismo teatro Madama Butterfly, aunque no ha logrado satisfacer las altas expectativas. Esta producción resulta demasiado banal y muy poco provocadora, y los protagonistas (al contrario de lo que ocurría en la ópera de Mozart) no son llevados hasta la última consecuencia, con lo que las escenas de sexo les resultan bastante embarazosas, al igual que para el espectador. Con ayuda de su escenógrafo Alfons Flores, Bieito ha trasladado la acción a una sexshop oriental, donde turistas de todo el mundo van a satisfacer sus deseos de las más variadas maneras. Sobre el escenario giratorio, el decorado ofrece un paraíso del kitsch con sus palmeras artificiales, sillones de plástico, máquinas de juego, bañeras de mármol con montañas de espuma, aparatos de gimnasia, un mini-bar, pantallas de televisión con exóticas vistas del fondo del mar o de combates de sumo y, naturalmente, una enorme cama de matrimonio con un baldaquino en forma de corazón decorado con globos rojos. El juguete principal es un balanceante toro —un claro homenaje al país del director de escena—, que permite variantes del placer especialmente refinadas. Todo ello sumergido en luces de neón de un verde chillón, que durante el dúo de amor cambiarán a un rojo intenso. Pinkerton, con sus informales bermudas, se somete al entrar en el establecimiento a un tratamiento especial — Juliette Lee en Madama Butterfly de Puccini en la Komische Oper incluido masaje con aceite y satisfacción oral— a través de Suzuki. Al igual que CioCio-San, también ella está contratada para servir cócteles, presentarse en biquini en posturas excitantes o dejar caer el último velo en cualquier momento. También el cónsul Sharpless, que en su traje de verano y su educada presencia resulta incluso demasiado simpático, no parece rechazar el contacto íntimo con la geisha; durante la escena de la lectura de la carta se deja estimular sexualmente por ella y casi estrangular, lo que eleva aún más su excitación. Con una lectura así, el trágico destino de Butterfly apenas logra conmover al público. En su primera apa- rición la vemos como una muñequita con su velo blanco, en el dúo de amor como una prostituta profesional que realiza un salvaje coito con Pinkerton encima del toro, luego como doble de Marilyn Monroe con su peluca rubia, y al final como una mujer rota y sin ilusiones, que ya en el intermedio entre el segundo y el tercer acto, mucho antes de la llegada del marino, mata a su hijo y después a Suzuki, con la que antes ha intentado vivir una escena de amor. Luego besa a ésta en una especie de trance erótico, cubre su cuerpo con un plástico negro y le dirige su invocación fina, llena de sangre y con temblores por todo el cuerpo, como un deshecho humano. Sólo en estas escenas, que no tienen nada que ver con el libreto, encontramos algo de la radical firma del director, que hasta entonces sólo pudimos atisbar en algunos episodios, como en la figura del tío Bonzo, que es traído, borracho, en una silla de ruedas, masacra brutalmente una muñeca y se baja los pantalones para hacer sus necesidades. Están muy bien definidos el casamentero Goro, aquí un gélido encargado de la empresa, o el príncipe Yamadori, con sombrero de cowboy y cadena de oro. El aspecto musical de la velada estuvo por debajo de las últimas producciones de la casa. La orquesta titular, dirigida por Daniel Klajner, tuvo poca definición y mucha potencia, y los cantantes se vieron obligados a luchar contra ella. Esto llevó al Pinkerton de Marc Heller a exhibir su poderosa voz en un permanente forte, mientras que Juliette Lee resultó claramente insuficiente en el papel titular. Muy ligera también la Suzuki de Susanne Kreusch, pero al menos se defendió escénicamente. Tom Erik Lie lució una cultivada voz como Sharpless, y Jens Larsen fue un rotundo Bonzo; Christoph Späth delineó muy bien a Goro, mientras que Günter Neumann como Yamadori sólo pudo refugiarse en el Sprechgesang. Julia Bossen fue una calculadora Kate, que al final extiende un cheque a Cio-Cio-San. Al término de la función, el antiguo Intendente del teatro, Joachim Herz, cuya leyendaria Butterfly de 1978 aún se recuerda con nostalgia, fue nombrado miembro de honor de la Komische Oper; sus palabras de agradecimiento conmovieron más que toda la representación. Bernd Hoppe 43 ACTUALIDAD ALEMANIA Mecanismos de poder BAÑOS DE SANGRE Matthias Creutziger Semperoper. 3-X-2005. Verdi, Macbeth. Lucio Gallo, Marquita Lister, Georg Zeppenfeld, Woo-Kyung Kim, Gerald Hupach. Director musical: Daniele Gatti. Director de escena: Philipp Himmelmann. Decorados: Johannes Leiacker. Lucio Gallo y Marquita Lister en Macbeth de Verdi DRESDE En su nueva producción de Macbeth de Verdi, Philipp Himmelmann muestra imágenes del terror desde la primera escena, con las brujas con sus heridas sangrantes o tendidas en el campo de batalla. El decorado de Johannes Leiacker presenta un pasillo gris en una oficina, con muchas puertas a ambos lados que se abren por manos espectrales y permiten las más variadas apariciones. Allí vemos a los asesinos a sueldo con sus impecables trajes y armas en las carteras, y luego al ensangrentado Banquo como un fantasma o a los futuros reyes profetizados por las hechiceras. El angosto espacio único resulta muy funcional, con una mesa de despacho, una silla giratoria, un teléfono, una máquina de bebidas o contenedores, pero se convierte en un escenario surrealista cuando se llena de miembros mutilados y esparcidos por el suelo, cuerpos ensangrentados que se arrastran, un campo de muertos y árboles desarraigados. El vestuario de Bettina Walter, con sus uniformes militares, cascos, trajes de ejecutivo y de noche, muestra la tópica actualización de la historia, que sin embargo, y gracias a una intensa dirección de acto- 44 res, dio lugar a una representación muy trepidante, con una coherente interpretación de los recurrentes mecanismos del poder, lo cual lleva al director de escena a cuestionarse el optimismo del himno final. La pareja protagonista reflejó con mucha convicción la dependencia sexual, el poder y la locura. Tras sus interpretaciones berlinesas, Lucio Gallo ha madurado considerablemente el papel titular, con una superior paleta de matices, pasando del susurro a la agresividad. También fue muy expresiva la Lady Macbeth de Marquita Lister, con su voz potente y oscura, poco ortodoxa en la coloratura pero entregada hasta el límite. Los demás papeles estuvieron convincentemente resueltos por integrantes de la compañía: Georg Zeppenfeld (Banquo), Woo-Kyung Kim (Macduff) y Gerald Hupach (Malcolm), y el coro tuvo una actuación sobresaliente. Al mando de la inspirada batuta de Daniele Gatti, la Sächsische Staatskapelle se mostró en gran forma, contribuyendo brillantemente al reencuentro con una obra que no se representaba en Dresde desde la década de 1930, cuando la dirigió Fritz Busch. Bernd Hoppe ACTUALIDAD ALEMANIA Máscaras y pintadas DISPUTAS ELECTORALES Monika Rittershaus Oper. 2-X-2005. Verdi, Un ballo in maschera. Carlo Ventre, Silvana Dussmann, Ildiko Szönyi, Marco Vratogna, Anna Ryberg. Director musical: Paolo Carignani. Director de escena: Claus Guth. Decorados: Christoph Sehl. Carlo Ventre en Un ballo in maschera de Verdi FRANCFORT La campaña electoral de hace unas semanas en Alemania nos ha dejado exhaustos a los votantes. Por eso, cuando se levantó el telón de la nueva producción de Un ballo in maschera en la Ópera de Francfort, un escalofrío se sintió por todo el teatro. Hubo incluso un conato de interrumpir la representación, y los gritos procedentes del segundo piso hubieran podido adecuarse al drama electoral que Claus Guth presentaba en el escenario. Riccardo, un atractivo político, está recostado en la silla giratoria de su estéril cancillería, mientras en el exterior el pueblo le pide ayuda. Las paredes están llenas de propaganda electoral con promesas de un porvenir mejor. Sólo que el “claro camino hacia el futuro” está cortado por el destino. El baile de máscaras planteado por Verdi es un argumento político con desenlace mortal. Oscar aparece como un encargado de relaciones públicas, y Renato, el mejor amigo del protagonista, es también su ministro. En el pasillo contiguo aguardan los compañeros de partido y los miembros de la oposición, preparándose para la noche electoral. Ulrica, una limpiadora con poderes, dibuja un círculo mágico en el suelo. La superstición y el poder, los disfraces y la pasión amorosa se convierten en una farsa. Tras un comienzo algo dubitativo, la dirección musical de Paolo Carignani fue evolucionando a lo largo de la velada hasta alcanzar un bello lirismo y ligereza en las partes danzables. El coro, caracterizado como los miembros del partido, recordó en sus brillantes movimientos al de marineros en El Holandés errante que Guth ha montado en Bayreuth de modo magistral. Entre la maraña de enmascarados y fingidores, Silvana Dussmann supo moverse con elegancia y tonos intimistas como Amelia. El Riccardo de Carlo Ventre destacó también por su buen gusto, aunque supo encontrar acentos desesperados. La Ulrica de Ildiko Szönyi resultó excesivamente acentuada, mientras que Marco Vratogna como Renato fue superándose a lo largo de la noche y Anna Ryberg se movió con gracilidad por la sala como Oscar. Sin embargo, la idea de Guth de parodiar la campaña electoral funcionó sólo a medias. Tanto en la vida real como en los corazones humanos las cosas suelen ser más confusas de lo que quiso hacernos creer. Barbara Röder 45 ACTUALIDAD AUSTRIA Manzanas sospechosas EL HÉROE SOLITARIO ENTRE SOLDADITOS DE PLOMO VIENA Axel Zeininger Staatsoper. 28-IX-2005. Rossini, Guillaume Tell. Thomas Hampson, Marcello Giordani, Iano Tamar, Ain Anger, Boris Keszei, Alexandru Moisiuc, Boaz Daniel, Janina Baechle. Director musical: Bertrand de Billy. Director de escena: David Pountney. Escenógrafo: Richard Hudson. 46 La anécdota del encuentro entre Beethoven y Rossini en la visita que este último le hizo en Viena al músico de Bonn es bien conocida. El veterano compositor le recomendó que se dedicara a la ópera bufa. Los derroteros llevaron luego al músico de Pésaro por otras sendas, y su última obra, Guillermo Tell, de grandes dimensiones, es una muestra de la grand opéra francesa. Los estudiosos reconocen en ella su obra más madura, de una gran riqueza musical, precursora del romanticismo, que llegaría hasta Verdi y Wagner, pero también al verismo de Puccini. El público, como si secundara a Beethoven, no ha reaccionado igual, y la ópera ha ido quedando relegada frente a otras obras de Rossini. Sin duda, el libreto juega un papel determinante en ello. Basado en el drama de Schiller, tuvo una gestación complicada, con la intervención de varios libretistas. Debido a su longitud y dificultades musicales fue mutilado y retocado en numerosas ocasiones, incluso por el propio Rossini. De ahí surge un drama pastoril y de romántica exaltación de la libertad de los pueblos encarnado en Guillermo Tell, el héroe nacional por excelencia, cuya ambigua figura atrajo a artistas tan diversos como Dalí o Max Frisch, pero que sobre el escenario resulta un estereotipo, como los demás personajes, que conmueven poco al espectador… si no es por su canto. Y eso es lo que triunfó plenamente en esta nueva revisión musical llevada a cabo por Bertrand de Billy, que busca la esencia en la música de la partitura. La velada prometía, y resultó deslumbrante en el aspecto musical, ya que difícilmente se puede reunir a un elenco Thomas Hampson en Guillaume Tell de Rossini en la Ópera de Viena con un nivel tan alto. La orquesta y el coro sonaron con brío, lleno de matices, perfilando el rico colorido de la partitura. Thomas Hampson, muy contenido en el gesto, compuso un Guillermo Tell serio y ensimismado, escindido entre la rebelión contra el tirano y el amor por su hijo. El tenor Marcello Giordani cosechó numerosos aplausos con los “do” de pecho a que la partitura obliga a Arnold, aunque se moviera con cierta rigidez. La soprano Iano Tamar sedujo con su delicado fraseo casi susurrante en una Mathilde más lírica que dramática. Decepcionante resultó, en cambio, el montaje escénico, abucheado ya en el estreno, de David Pountney y Richard Hudson. Como si el director británico no supiera muy bien cómo abordar la obra, su interpretación fluctúa de una escena a otra entre la gravedad y la burla. La lucha de Guillermo Tell se vuelve ridícula al situar al héroe en un paisaje de miniatura entre muñecos de madera, soldaditos de plomo, barquitos cruzando el cielo y un abigarramiento visual que desorienta al espectador. Los movimientos escénicos, tanto de los protagonistas como de las masas corales, son torpes y acentúan la lentitud de la acción. Y cuando en el tercer y cuarto actos parece recuperar el pulso e insuflar dramatismo a la lucha del pueblo suizo contra el tirano austriaco, ya es demasiado tarde. La flecha, en esta ocasión, erró el tiro y no alcanzó el centro de la manzana, mientras la música daba de lleno en la diana. Ya dijo Voltaire que la historia de la manzana resultaba harto sospechosa. Ruth Zauner ACTUALIDAD FINLANDIA Estreno mundial de la ópera de Van Vlijmen BANQUETE SINIESTRO Teatro de la Moneda. 27-IX-2005. Van Vlijmen, Thyeste. Dale Duesing, John Daszak, Helena Rasker, Harry Peters. Director musical: Stefan Asbury. Director de escena: Gerardjan Rijnders. Escenografía: Pau Gallis. C&M Baus BRUSELAS En coproducción con la Nationale Reisopera de Holanda, el Teatro de la Monnaie de Bruselas presentó la primicia mundial de Thyeste, drama lírico en cuatro actos, del compositor alemán Jan van Vlijmen, sobre un libreto escrito por el famoso autor flamenco Hugo Claus. Éste adaptó la obra que previamente había escrito basándose en Séneca, y lo hizo en francés, ya que pensó que esta lengua se ceñía mejor a su estilo musical y al canto en general. Además, fue una especie de homenaje a Antonin Artaud, cuyo trabajo hizo que Claus se interesase por Séneca. Thyeste cuenta la cruel historia de los hermanos Atres y Thyestes. Para vengarse de su hermano Thyestes, que había seducido a su esposa y le había arrebatado el trono, Atreus mata a los hijos de Thyeste y hace que éste se los coma durante un opíparo banquete. Thyeste (barítono) y Atrée (tenor dramático) son los personajes principales, rodeados por el fantasma de su bisabuelo Tantale (bajo), la Furia (alto) y el hijo de Thyeste (niño soprano), algunos personajes menores (sacerdote, mensajero, sirviente) y un coro que cuenta, comenta y lamenta. La parte del coro es importante e inspiró a Jan van Vlijmen alguno de los momentos más cautivadores, aunque el coro final parece ir más allá de lo debido, hasta el punto de que era casi imposible entender una sola palabra del texto que cantaba la Capella Amsterdam. Junto con el holandés Asko Ensemble, una orquesta compuesta por veinticinco músicos (quinteto de cuerda, maderas, metales, mandolina, guitarra, arpa, platillos y mucha percusión), Thyeste de Jan Van Vlijmen defendieron la partitura de van Vlijmen con convicción. Desafortunadamente, dicha partitura carece de inspiración y fuerza dramática. Quizás van Vlijmen, que murió en 2004 tras una larga enfermedad, no tenía ya demasiada fuerza creativa. La ópera, que dura cerca de dos horas sin intervalo alguno, pareció demasiado larga y aburrida en su mayor parte. Casi no hubo escenas emocionantes, y sólo el momento en el que Thyeste lamenta la muerte de sus hijos trajo cierta emoción; pero dicha emoción se debió más a la interpretación de Dale Duesing en el papel de Thyeste. John Daszak fue un vigoroso Atrée, Helena Rasker una sonora Furia, y Harry Peters un decepcionante Tantale. El mensajero de Nabil Suliman merece comentario aparte. Gerardjan Rijnders optó por una muy sobria, casi abstracta puesta en escena en un neutral, atemporal escenario de Pau Gallis, pero con un vestuario maravillosamente colorido para el coro. La respuesta del público fue correcta. Erna Metdepenninghen 47 ACTUALIDAD FRANCIA Tercera ópera de Marc Monnet TIROS Y FLAUTAS MULHOUSE Opéra du Rhin, La Manufacture. 7-X-2005. Marc Monnet, Pan. Malia Bendi Merad, Nicole Tibbels, Michael Bennett. Coro de la Ópera Nacional del Rin. Orquesta Sinfónica de Mulhouse. Director musical: Pierre-André Valade. Director de escena, instalación y estilismo: Pascal Rambert. 48 En el marco del Festival Musica, cita mayor de la música contemporánea en Francia, la Ópera del Rin ha abierto su temporada 2005-2006 con un estreno propuesto en coproducción con el IRCAM. Pan —título que evoca tanto el disparo, como el dios y otras onomatopeyas— es la tercera ópera de Marc Monnet (1947) estrenada en Musica, tras Probe en 1989 y Fragments en 1993. Reivindicándose obstinadamente contemporáneo, alternando entre una escritura clásica y la exploración de mundos sonoros insólitos al servicio de una música decididamente teatral, Monnet no cesa de denunciar desde hace veinte años las convenciones del arte lírico, lo que le ha empujado a crear en 1986 su propia compañía, Caput mortuum. Por eso mismo el concepto de una ópera narrativa hubiera parecido incongruente en su pluma. Deambulando por librerías al azar, Monnet descubrió en la obra del poeta Christophe Tarkos (1964-2004) una historia para su libreto, que confía a tres cantantes, un coro omnipresente y su propia voz pregrabada. Si la voluntad de Monnet de no contar una historia lineal, desde hace lustros no tiene ya nada de original, su rechazo al ascetismo, su inclinación por los juegos de palabras y la onomatopeya pueden expresarse libre- mente en este texto y su complemento natural, que es la puesta en escena de Pascal Rambert. Los miembros de su compañía vestidos (y desvestidos) completamente de blanco, deambulan a imagen de pavos reales por el proscenio a lo largo de todo el espectáculo, que propone un happening con un añejo sabor de finales de los años sesenta. Los personajes entran en el inmaculado escenario a modo de estudio de cine, mientras la sala aún está iluminada; el poliestireno blanco es el único material con el que están compuestos los elementos escenográficos, árboles, barreras, matorrales, caballo, cadáveres; el espectáculo se extiende hasta setenta minutos sin intriga ni personajes identificables. Mientras en el foso la orquesta gruñe (los instrumentos graves dominan, con no menos de cuatro trombones y otras tantas tubas), la partitura acaba hundiéndose en una música de film hollywoodiense que desemboca en un enojoso minimalismo neo-Adams. El conjunto está defendido con convicción por la Orquesta Sinfónica de Mulhouse, un Coro de la Ópera del Rin en buena forma y unos brillantes solistas, de voces desgraciadamente amplificadas: las notables sopranos Malia Bendi Merad y Nicole Tibbels y el vigoroso tenor Michael Bennett. Bruno Serrou ACTUALIDAD FRANCIA Puesta cinematográfica POR FIN CARDILLAC Han hecho falta ochenta años para que Cardillac, primera gran partitura lírica de Hindemith, llegue a la Ópera de París. Estrenada en Dresde en 1926 y revisada en 1952, la obra es tan desconocida en Francia como su autor. Si su ópera más ambiciosa, Matías el pintor (1938), no se ha representado nunca, hay que felicitarse de este estreno por muy tardío que sea. André Engel ha situado la acción no en el siglo XVII sino en la época de creación de la obra. Si la música, sus ritmos obstinados y su brutalidad llevan el sello de la época, el libreto, extraído del relato de E. T. A. Hoffmann La señorita de Scuderi, cautiva por el famoso orfebre Cardillac, tan orgulloso de las joyas que crea, que asesina a sus clientes para Eric Mahoudeau PARÍS Opéra Bastille. 8-X-2005. Hindemith, Cardillac. Angela Denoke, Hannah Esther Minutillo, Alan Held, Roland Bracht, Stephen Gadd, Christopher Ventris, Charles Workman. Orquesta y Coro de la Ópera Nacional de París. Director musical: Kent Nagano. Director de escena: André Engel. Decorados: Nicky Rieti. Vestuario: Chantal de La Coste Messelière. Hannah Esther Minutillo como la Dama en Cardillac de Hindemith recuperarlas. André Engel ha elaborado su puesta en escena como un film de Feuillade, autor de las famosas series Fantômas (1913) y Les vampires (1915), una idea que parece imponerse cuando el misterioso asesino merodea por los tejados. Su dirección de actores es muy lograda, aun en los movimientos de masas. Pese a todo, se desprende de su trabajo una impresión de frío distanciamiento. Nicky Rieti despliega unos soberbios decorados y absolutamente conseguidos, los figurines de Chantal de La Coste Messelière. En el foso, sin embargo, Kent Nagano, profundiza en la partitura hasta el más ínfimo detalle, gozando con las sonoridades metálicas de la orquestación de Hindemith (cuarenta músicos) y otorgando a la compleja escritura una transparencia ejemplar. Liderado por Alan Held (Cardillac), barítono particularmente arriesgado, el reparto alcanza una absoluta homogeneidad. Con una voz resplandeciente, la soprano Angela Denoke es una radiante hija del orfebre, confirmando así su magnífica prestación en Katia Kabanova la pasada temporada; Christopher Ventris es un brillante Oficial mientras la mezzo checa Hanna-Esther Minutillo, de técnica deslumbrante, realiza una seductora Dama; fogoso el Caballero de Charles Workman. Bruno Serrou Universo líquido LA ONDINA GURIAKOVA París. Opéra Bastille. 9-IX-2005. Dvorák, Rusalka. Olga Guriakova, Anda Louise Bogza, Larissa Diadkova, Miroslav Dvorsky, Franz Hawlata. Coro y Orquesta de la Ópera Nacional de París. Director musical: Jirí Belohlávek. Director de escena: Robert Carsen. Decorados y vestuario: Michael Levine. C 50 on esta producción de Rusalka concebida por Robert Carsen, Antonín Dvorák hacía su entrada en junio de 2002 en la Ópera de París. A través de la puesta en escena del dramaturgo canadiense, con sus juegos de espejos y su sello surrealista, la obra encantó hace tres años al público de la Bastilla. Para los que pensaban que Renée Fleming era insuperable en el rol titular, la sorpresa ha sido grande al constatar cómo Olga Guriakova, que la sucede aquí, consigue hacer olvidar a su colega americana. Saludada ya en estas páginas por su Natacha de Guerra y paz en el mismo escenario de la Bastilla, la cantante rusa triunfa por su fogoso temperamento, logrando una Rusalka fresca y espontánea, de voz cálida y flexible. Presente ya en 2002, Franz Hawlata es un Espíritu del lago sólido y poderoso. Por el contrario, en el papel del Príncipe el tenor eslovaco Miroslav Dvorsky, de corto aliento y voz tirante, se mostró poco a gusto en su debut parisino. Provista de graves suntuosos, Larissa Diadkova es una Bruja Jezibaba tan sensual como maléfica, mientras que Anda Louise Bogza compone una frágil Princesa; el dúo bufo que forman Karine Deshayes y Sergei Stilmachenko funciona de maravilla. En el foso, el éxito fue absoluto. Cantando en su jardín, Jirí Belohlávek, que regresa próximamente a la Bastilla con la Julieta de Martinu, se muestra muy diferente a James Conlon; mientras el americano subrayaba hasta el exceso la impronta de Wagner, el checo hace sonar a su orquesta con la sensualidad tiernamente nostálgica característica de Dvorák, resaltando los colores de la partitura y disfrutando por completo de la flexibilidad de una orquesta a la que la música checa sienta decididamente bien. Rico en símbolos, el uni- verso líquido de Dvorák inspira a Robert Carsen, que se vuelve ligero e irónico; su escenografía juega hasta la saciedad con la oposición de los mundos humano y acuático, con los reflejos y los falsos semblantes, culminando, durante el baile del segundo acto, en una bacanal de pesadilla coreografiada por Philippe Giraudeau. Responsable del vestuario discretamente decimonónico, Michael Levine ha concebido igualmente los decorados que, desafiando las leyes de la gravedad, hacen evolucionar horizontal y verticalmente el dormitorio. Bruno Serrou ORQUESTA SINFÓNICA DE CASTILLA Y LEÓN Ciclo de Cámara Profesores e invitados de la OSCyL Teatro Lope de Vega Valladolid 20,30 horas Sábado 12 noviembre • Manuel Barrueco & Ensemble Rossini • Rossini y Boccherini Martes 13 diciembre • Intempore Musicae • Enescu y Schönberg Viernes 20 enero • Conjunto Ynstrumental • Stockhausen, Cage, Lanchares y Hindemith Viernes 10 febrero • Orquesta de Contrabajos de la OSCyL • Viret, Hardy, Torchinsky, Moret, etc. Sábado 18 febrero • Sexteto de Cuerdas & Mauro Rossi • Schulhoff y Schönberg Lunes 6 marzo • Dmitry Sitkovetsy y Profesores de la OSCyL • Brahms y Mendelssohn Martes 4 abril • Quinteto con piano “Quintaessenza” • Brahms, Messiaen y Shostakovich Miércoles 10 mayo • Ponticelli (Ensemble de cellos de la OSCyL) • Klengel, Funk, Villa-Lobos, etc. Domingo 4 junio • Jaime Martín & Cuarteto Avanti • Mozart y Beethoven Sábado 10 junio • Isadora Quartet • Korngold, Gershwin y Piazzolla Diseño: Zubiria Tolosa Información: Fundación Siglo • c/María de Molina 3 - 1º • 47001 Valladolid Tel. 983 213 886 • E-mail: [email protected] • www.fundacionsiglo.org Anuncio Cámara Scherzo 1 18/10/05, 15:43 2005/06 ACTUALIDAD FRANCIA Órganos y mucho más FIN DE SEMANA CON BACH 52 Ambientado en una ciudad de intensa vida cultural, el Festival Toulouse Les Orgues, de afán internacional, se supone centrado en el órgano pero aúna un gran número de actividades que van desde viajes musicales a espectáculos para jóvenes o exposiciones audiovisuales (como la de Marie Baltazar con su audiovisual sobre historias de suelas de zapatos de organistas y organeros). El público, variopinto y respetuoso, queda fascinado ante un repertorio variadísimo en el que conviven el cine, el jazz, el renacimiento español o la música de Bach, gran protagonista del fin de semana. Tras el recital de Marc Vonau, organista de excelente técnica, y una articulación perfecta para interpretar las obras del alemán, el Week-end Bach comenzó en el Temple du Salin. Bajo el título Bach e Italia, disfrutamos de Les Passions-Orchestre Baroque de Montauban, dirigida por Jean-Marc Andrieu, creador del conjunto en 1986. Forman un equipo perfecto (no olvidaremos los sublimes diálogos entre los violinistas Flavio Losco y Nirina Bouges en la Sonata a tres en do mayor de Corelli) al que se une Pierre Hantaï como estrella invitada. El programa fue ganando en complejidad; tras Vivaldi faltó la respiración con el Concierto para clave en sol menor de Bach, cuya emocionante interpretación mantuvo la intensidad dramática de la obra. Las variaciones de La Follia de Vivaldi, llevadas a un tempo vertiginoso y entusiasta, fueron muy aplaudidas, y el final resultó trepidante con el Concierto en re menor de Bach. La ciudad que acoge el festival es particularmente conocida por su importante patrimonio de órganos. Cada año se celebra el Concurso del centro de estudios superiores de música y danza de Toulouse, y el viernes 14 se dedicó a los finalistas. Pudimos escuchar el órgano de la Iglesia-museo de los agustinos gracias a Renée A. Louprette, quien se enfrentó con soltura al difícil repertorio barroco propuesto. Saori Sato ofreció un programa con obras del siglo XX muy acorde con el entorno sombrío y calmo de SaintÉtienne. Más tarde, dos conciertos en el órgano de Cavaillé-Coll en Saint-Sernin, ideal para la última estudiante, Charlotte Moller, y para un expresivo Michel Pinte. Pero, sin duda, lo más delicioso del día fue el espectáculo ofrecido por el organista y director artístico del festival Jan Willem Jansen en Saint-Pierre des Chartreux. Con un complejísimo programa dedicado a Bach, el gran maestro comenzó con el preludio Santa Ana, y acabó más fuerte aún con la Fuga a cinco con pedal para órgano pleno. El resultado, impresionante. El sábado, los organizadores arriesgaron con Mind and Matter, un programa que aúna la música de Bach con Momento de Mind and Matter la danza contemporánea. La coreografía busca su siguió la Misa en si menor, inspiración en el misterio. llevada a cabo con maestría Contrastando entre lo sen- por el director Joël Suhusual y lo brusco en los biette. El coro formado por movimientos de los fantásti- los grupos Les Éléments y cos bailarines, en principio Jacques Moderne consiguió la mezcla danza-música es un sonido bastante equilichocante, pero va ganando brado, apoyado por los en coherencia gracias a los estupendos instrumentistas números conjuntos y a los de Café Zimmermann. Desdeliciosos movimientos len- tacaron los solistas de vientos, o a los momentos vivi- to, y, entre las voces, el condos con la Improvisación tratenor Martin Wölfel y la del organista Reitze Smits. A maravillosa soprano Christieste potente espectáculo le na Stegmaier. Francis Bacon TOULOUSE X Festival Internacional Toulouse Les Orgues. 1/16-X-2005. Finalizó el festival con misa y concierto en SaintSernin. El Coro de la Catedral St. Lamberti d’Oldenburg, dirigido por Tobias Götting, estuvo bastante bien; aunque lo mejor fue Michel Bouvard y su Duruflé (¡qué fuerza!). En fin, un marco encantador para un magnífico festival. Si tienen ocasión, no se lo pierdan el próximo año. María Sánchez-Archidona ACTUALIDAD GRAN BRETAÑA Nuevo eslabón del Anillo PAISAJE TENEBROSO Clive Barda Royal Opera. 2-X-2005. Wagner, Siegfried. Siegel, Ens, Sidhom, Tomlinson, Henschel, Treleaven, Gasteen. Director musical: Antonio Pappano. Director de escena: Keith Warner. LONDRES John Tomlinson y Gerhard Siegel en Sigfrido de Wagner Si hubiera escrito esta crítica del nuevo Siegfried del Covent Garden después de ver los primeros dos actos, habría dicho que fue desigual o incluso algo peor. La producción de Keith Warner, con decorados de Stefanos Lazaridis, es tediosamente interminable y demasiado enrevesada, cuando lo que hacía falta era sencillez. Retrataba un tenebroso paisaje de devastación a lo Anselm Kiefer, en el que la historia se pierde. El ciclo, que empezó como un planteamiento intelectualmente ambicioso sobre todo con Rheingold, ha quedado ahora casi sin impulso y no sabe comunicarse al publico. A pesar de la deslumbrante inteligencia musical de Gerhard Siegel como Mime, la breve pero solemne belleza de Phillip Ens como Fafner, o la brillantez serpentina y miltoniana de Peter Sidhom en el papel de Alberich, el drama se cayó por sí mismo. Sin embargo, todo cambió con el tercer acto y el impacto fue casi milagroso. Tanto el espléndido reparto como la magnifica orquesta, dirigida por Antonio Pappano con creciente autoridad, demostraron su brillo. Pudo ser debido a las texturas musicales más ricas de este acto (que Wagner terminó unos doce años después de haber escrito los dos primeros actos) o porque el drama es tan austera- mente apasionante… sea como fuere, la producción de repente adquirió vida. John Tomlinson, que conoce de sobra el papel del errante Wotan, sólo al empezar este acto asumió total estatura en el papel de un atormentado Noé a lo Próspero, que da vueltas en un mundo de pesadilla que él mismo ha destruido sin darse cuenta. Su intercambio con Erda (Jane Henschel) intensificó hábilmente la acción, en preparación de la culminante unión de la pareja virginal, Siegfried y Brünnhilde. El tenor británico John Treleaven, como el musculoso héroe, empezó de forma vacilante y corrió el peligro de agotar su energía vocal en la escena de la fragua del primer acto. Es un valiente intérprete que, a veces, se arriesga demasiado. Pero se contuvo lo suficiente como para luego cantar un dúo amoroso con excepcionales reflexión y pasión. Lisa Gasteen, que no fue ninguna maravilla en Die Walküre, se ha transformado en una tierna y voluptuosa Brünnhilde. Por una vez, su indecisión parecía un verdadero dilema. Warner resolvió con imaginación el momento de su encuentro, y Pappano, después de desterrar todas nuestras dudas anteriores, encontró el camino a la euforia con la que termina la ópera. Fiona Maddocks 53 ACTUALIDAD ITALIA Estreno de la obra de De Pablo ÓPERA ESPAÑOLA EN ITALIA VENECIA Luis de Pablo retomó hace lustros el testigo de nuestra siempre ansiada ópera nacional y rompió el fuego con aquella obsesiva y claustrofóbica obra llamada Liu, que sigue siendo, por contundencia y sabor dramático musical, su mejor composición de este estilo. En la Biennale de Venecia se ha presentado, el día 2 de octubre, en el Teatro Piccolo Arsenale, su última obra escénica, en este caso camerística, Un parque. El compositor bilbaíno, siempre atraído por las culturas orientales, emplea un drama de Yukio Mishima, Sotoba Komachi, proveniente del teatro no, que desarrolla el paralelismo entre distintas realidades, visibles o invisibles, que introducen “una realidad cotidiana que incluye la vulgaridad agresiva, a la que transfigura sin poetizarla”. Las múltiples maneras de entender el paso del tiempo —según que la óptica sea oriental u occidental—, la preparación para la muerte como misión noble del hombre y la obsesión por la belleza, tres temas recurrentes en Mishima, según Mastropietro, y que, proyectados sobre la anécdota de una anciana de 99 años que recupera su juventud y se la hace vivir mágicamente a un joven poeta, no acaban de encajar en la rigurosa, bien trabajada, inteligible escritura depabliana, a la que, probablemente, o eso nos parece, falte un punto de fantasía, de temperatura, de elevación poética. La sensación de irrealidad no termina de estar lograda. La excelente labor, minuciosa, delicada y sensible, alejada, en expresión del músico, de cualquier japonesismo, realizada con los timbres de la breve orquesta y de un pequeño coro —espléndidamente guiados por Beat Furrier—, fue soporte de una línea 54 vocal carente de entraña lírica, plana y discursiva, sin sorpresas; un recitado dramático muy habitual en el autor que no despega del todo y que coadyuva a fijar una exposición morosa. El contratenor Luis Calero apechugó con una parte —la de la anciana— poco grata. Hizo lo que pudo. Pilar Jurado, como la visión joven de aquélla, y Antoni Comas, el poeta, brillaron en mayor medida. Esta obra compartía cartel con un adelanto de la ópera que sobre el mito de Orfeo está escribiendo el madrileño Jesús Rueda, músico cada vez más seguro, recién llegado a este mundo. Se ha basado en fragmentos de las Metamorfosis de Ovidio y de las Geórgicas de Virgilio, en lo que el autor considera “un viaje en el que el amor es la fuerza unificadora y el motor de todos los actos”. Y para ello busca una aplicación introspectiva de la línea vocal y de la melodía, con importante participación del coro, que actúa como en las representaciones clásicas de los trágicos griegos. Rueda posee el don de otorgar continuidad a lo que compone, algo importante para el desarrollo de una obra dramática. Su música siempre tiene una línea narrativa clara y precisa en virtud de un laborioso y bien medido encaje de células, de la ligazón de los distintos episodios en busca de clímax, de momentos de tensión máxima, en una alternancia de sístole y diástole. Hay clima y calor en sus pentagramas. Esta escena de Orfeo —el momento en el que el cantor de la lira clama por la segunda muerte de su amada Eurídice (por volver la vista hacia ella)— es en realidad un lamento constante trazado en un cuasi crescendo permanente a lo largo de una progresión estupenda- mente graduada y rematada. Calero, Comas y Jurado —ésta con una serie de difíciles volatas en sobreagudo a media voz— cantaron muy bien y dieron colorido a sus intervenciones. Furrier manejó el tejido vocal e instrumental con pericia y cuidado y los conjuntos de la ORCAM dieron lo mejor de sí mismos. Ignacio García fue el responsable de la dirección de escena y de la escenografía en ambos casos. Nos pareció más inspirado su trabajo —con los instrumentistas sobre el escenario— en la obra de Rueda. Distribuyó asimismo, con tino, las luces. Pudimos contemplar también, el día 30 de septiembre, una representación de La noche y la palabra de José Manuel López López, una pequeña ópera que narra, con gran alarde de percusiones y poderoso aliento épico, el encuentro de Moctezuma y Cortés. Ya hablamos aquí de sus virtudes y limitaciones, de la La noche y la palabra de López López puesta en escena de Andrés Lima y de los fondos de Broto, en el momento de su estreno mundial en Madrid hace año y medio. Buena actuación de coro, orquesta y solistas —Comas, Jurado, Rubiera—, en este caso gobernados por un seguro Juan Carlos Garvayo. Igualmente, y con otros intérpretes, tuvimos ocasión de ver Mare Nostrum, una composición típica de Mauricio Kagel. Todo el lenguaje gestual, el sentido de la narración del argentino-alemán, su riqueza en el manejo de una amplia percusión, su habilidad para la onomatopeya están en esta partitura de 1973. Arturo Reverter Orfeo de Jesús Rueda Jorge Culla Bienal. 30-IX/2-X-2005. ORCAM. Directores: Beat Furrier y Juan Carlos Garvayo. Obras de De Pablo, Rueda y López López. ACTUALIDAD ITALIA La muestra revisa el teatro musical DISCUTIBLE PERO INDISPENSABLE Venecia. Bienal. 28-IX/9-X-2005. Teatro musical de cámara. Obras de Jarrell, Rihm, Feldman y Van der Aa. S e podrían tal vez usar mejor los escasos recursos de la Bienal de Música de Venecia, evitando atiborrarla de propuestas fortuitas y concentrándola en un período más breve. Pero aun con ofertas discutibles y una extensión desproporcionada, la muestra veneciana ha sido una vez más indispensable para que circulen un poco de aire fresco y de información útil en los recintos demasiado cerrados de la vida musical italiana, afrontando un tema de extraordinaria vitalidad y variedad como es el teatro musical de hoy. Se siente algo de malestar sabiendo que eran nuevos para Italia trabajos de significativo éxito internacional como Cassandra (1994) de Michael Jarrell, o Séraphin de Wolfgang Rihm (1994/1996), o como el último homenaje a Beckett de Morton Feldman (1987). Las novedades absolutas más importantes fueron sin duda las españolas. El monodrama Cassandra fue presentado como un sencillo melológo con la válida recitación de Ida Marinelli y la estupenda ejecución del Ensemble United Berlin, dirigido por Andrea Pestalozza, el largo texto extraído con inteligencia y eficacia de la novela de Christa Wolf y puesto sabiamente en relación con un dinaria prestación de Barbara Hannigan, protagonista en todos los sentidos, la desacostumbrada capacidad de integrar en el espectáculo el componente del vídeo, que demasiado a menudo corre el riesgo de convertirse en un simple fondo, como se ha visto en Venecia en diversas ocasiones, incluso en la inauguración con la así llamada “versión escénica”, titulada Surrogate CitiesVenice, de una significativa pieza de 1994 de Heiner Goebbels, que no pertenece sin embargo a sus experiencias de auténtico teatro musical. discurso instrumental de fuertes sugestiones expresivas, que no se reducen casi nunca a un acompañamiento sencillo. Séraphin de Rihm es una experiencia de teatro sin texto, inspirado en Artaud, en que voces e instrumentos dan vida a un flujo musical tenso entre remansos líricos e incandescente fuerza expresiva, de una teatralidad intensa pero puramente abstracta, que el espectáculo de Sabrina Hölzer y Mirella Weingarten recreó con eficacia. Mucho más reciente es One (2003) del holandés Michel van der Aa, nacido en 1970, donde ha impresionado, además de la extraor- Paolo Petazzi La ópera mágica de Chaikovski llega a la Scala TODO POR UNAS BOTITAS Las representaciones de Cherevichki (Las botitas) de Chaikovski en la Scala suponían su segunda propuesta en Italia, cinco años después de la de Cagliari. Una apuesta significativa, porque aun en otros países esta obra maestra se escucha raramente. Extraída de Nochebuena de Gogol, es una reelaboración de la ópera Vakula el herrero de unos diez años anterior. Aun con algunos excesos de duración y cierta discontinuidad, se trata de una fábula de rara frescura y feliz inventiva, rica en colores y humores populares rusos como pocas veces en Chaikovski. Hubiera debido ser la ocasión para el regreso a la Scala de Rostropovich, pero éste renunció. Se rumorea que tal renuncia ha podido estar unida a los sucesos recientes de la vida del teatro, y se sospecha, pero no es demostrable, de una venganza del agente de Marco Brescia MILÁN Teatro alla Scala. 3-X-2005. Chaikovski, Cherevichki. Vsevolod Grivnov, Irina Makarova, Irina Lungu. Director musical: Arild Remmereit. Director de escena: Yuri Alexandrov. Escenografía: Vjaceslav Okunev. Escena de Cherevichki de Chaikovski en la Scala de Milán Rostropovich, todavía ligado a Muti y con el que en el pasado Mauro Meli (primero llamado a la Scala y luego obligado a dimitir) como sobreintendente en Cagliari había colaborado mucho. Sobre el podio, Arild Remmereit, que tiene cualidades de profesional sólido, pero que no parece poseer una sintonía especial con el mundo poético de Chaikovski y se mostró un poco rígido y pobre en claroscuros. Notable, en cambio, el reparto. Sobresalieron el tenor Vsevolod Grivnov (el herrero Vakula, que por amor a la caprichosa Oksana obtiene para ella las bellísimas botitas de la zarina) e Irina Makarova (la fascinante bruja Solochka, madre de Vakula, cortejada por muchos pueblerinos); pero gustó también la Oksana de Irina Lungu y el nivel general fue muy alto. De gusto más bien pesado y envejecido, deliberadamente fabuloso y naíf, el abarrotado y colorido espectáculo con dirección de Yuri Alexandrov y escenografía de Vjaceslav Okunev, caracterizada por el hallazgo de usar como frecuentes puntos de referencia los célebres huevos de Fabergé. Paolo Petazzi 55 ACTUALIDAD ITALIA Paisiello recuperado HELENISMO AL DÍA NÁPOLES Pártase del presupuesto de que la filología no existe: ¿quién puede decir cuál sería la verdadera interpretación de una ópera del siglo XVIII? ¿Cómo retomarla hoy? De Simone, refinado musicólogo napolitano, profundo conocedor de este repertorio, afronta un camino nuevo: sustituye los recitativos por escenas habladas, una forma de metateatro que moderniza el Sócrates imaginario de Giovanni Paisiello de 1775 para el Teatro Nuevo de Nápoles no sólo a través de la reescritura dramática sino también gracias a la experta orquestación en la nueva producción del Teatro San Carlo (hermosa escenografía, sencilla pero perfecta de Rubertelli; ostentoso vestuario de De Vincentiis ya goyesco, ya a lo Vigée-Le Brun o a la David) de la ver- Luciano Romano Teatro San Carlo. 25-IX-2005. Paisiello, Socrate Immaginario. Gloria Scalchi, Cinzia Forte, Maria Ercolano, Elizabeth Norberg-Schulz, Juan José Lopera, Filippo Morace, Simon Orfila. Orquesta Giuseppe Perrella. Director musical: Antonino Fogliani. Director de escena: Roberto De Simone. Escecnografía: Nicola Rubertelli. Vestuario: Zaira De Vincentiis Escena de Socrate Immaginario de Giovanni Paisiello en Nápoles sión de 1794 nunca antes recuperada en tiempos modernos. El abad Ferdinando Galiani se sirvió de la pluma del libretista Giovan Battista Lorenzi para poner en la picota el helenismo del XVIII tardío, icono de un saber ampuloso y polvoriento, en la figura del célebre erudito Saverio Mattei. En realidad, una hábil maniobra orquestada para dañar al potente Secretario de Estado del rey Fernando IV, Bernardo Tanucci, por la facción habsburgo-vienesa, capitaneada por la reina María Carolina, contrapuesta a la borbónico-española… mas la censura real golpeó la ópera en la sexta representación. No se comprendería hoy sin los eruditos diálogos de De Simone en el delicioso salón parecido a una pintura de Longhi, donde aparece aun Eleonora Pimentel e incluso un Mozart caricaturesco a la Milos Forman. Aguda y briosa dirección de Fogliani, que obtuvo un suave y lleno sonido de la orquesta; inédita y ensordecedoras las incursiones de los vientos en la platea. Buena compañía de canto, con Scalchi tal vez un poco excesiva, NorbergSchulz siempre a su gusto; Morace, graciosísimo. El acento inglés de Orfila añadió ironía a la farsa. Bien los dos coros. Ensoñadoras bailarinas en una idílica Arcadia. Velada exitosa. porque cuando el director de escena tiene ideas y se asume el riesgo de seguirle… Franco Soda Friedkin monta Aida EGIPTO SOÑADO Teatro Regio. 15-X-2005. Verdi, Aida. Fiorenza Cedolins, Marianne Cornetti, Walter Fraccaro, Alberto Gazale, Giorgio Surian. Director musical: Pinchas Steinberg. Director de escena: William Friedkin. Escenografía y vestuario: Carlo Diappi. Coreografía: Marc Ribaud. Iluminación: Andrea Anfossi. TURÍN Ha abierto la temporada del Teatro Regio de Turín una nueva producción de Aida de Verdi, ahora como siempre una ópera para toda celebración. Aida, encargada a Verdi para festejar con la pompa debida la apertura del canal de Suez, se estrenó en 1871 en El Cairo en el Teatro de S. A. Real el khedive de Egipto. Naturalmente, inaugurar una temporada es una ocasión menos rutilante, pero que también se presta al fasto. Aida, que fue la máxima expresión de la puesta en escena de una grand-opéra, requiere ciertamente un montaje a todo 56 tren. Y William Friedkin, director cinematográfico hollywoodiense, óscar en 1971 por The French Connection, dotado de una consumada experiencia en la dirección del teatro musical, no defraudó las expectativas. Pero sí a aquellos que temían momias horrorosas y otros truquitos negros. A cambio, ha sido fidelísimo al libreto, y con la complicidad del hermoso tratamiento de las luces y sobre todo con una escenografía monumental, ha regalado una “pompier” Aida en su punto justo, reintroduciendo ese Egipto imaginado que tanto fascinó a Verdi y a sus con- temporáneos. Por lo demás, el gusto de la época era cualquier cosa menos minimalista… o sea que gigantescas columnas esculpidas —¡una lástima que los motivos de los jeroglíficos fueran todos iguales!—, figuras en pie a la escala de Abu Simbel, procesiones infinitas de sacerdotes, dignatarios, guerreros… aun por el patio de butacas, ¡algo ya visto! Y para redondear, acróbatas. La brillante dirección de Steinberg supo tener a la orquesta en un puño; la hizo apasionada en los momentos íntimos, heroica en los grandilocuentes. El triángulo arque- típico, aquí cocinado con salsa exótica, estuvo confiado al timbre límpido de Cedolins —una Aida de manual: auténtica protagonista de la velada—, Fraccaro, un Radames heroico — de timbre argénteo y seguro en los agudos—, pero quizá un poco monótono y por fin a Cornetti, una apasionada Amneris, pero que fue la menos convincente de los tres, aun por la ausencia de physique du rol. Excelente el coro, bien los bailarines, con una coreografía ingenua. Sorprendente a la ruidosa acústica. Francio Soda ACTUALIDAD SUIZA Kurt Weill gana a Bertolt Brecht por k.o. EL REINO DE LA DIVERSIÓN Basilea. Theater. 14-IX-2005. Weill, Auge y caída de la ciudad de Mahagonny. Daniel Kirch, Maja Boog, Graciela Araya, Karl-Heinz Brandt, Andrew Murphy. Director musical: Jürg Henneberger. Director de escena, decorados y vestuario: Nigel Lowery. BASILEA Nigel Lowery, enfant terrible de la dirección de escena inglesa y reconocido fan de los Monty Python, es un fiel invitado de la escena operística de Basilea. Pero, si en una ocasión presentó un cuento tan inofensivo como la ópera de Humperdinck Hänsel und Gretel acentuándolo de manera cínica (y provocando con ello un considerable escándalo), ahora ha reducido la fuerte crítica social de Brecht/Weill a un entretenido cómic, convirtiendo los aspectos más amargos de la obra en pura diversión. Un ligero pasa- tiempo para una relajada sociedad ociosa. Con lo cual, en la inauguración de la última temporada en Basilea del intendente Michael Schindhelm (que en 2006 se traslada a Berlín), no se produjo ningún escándalo. Obviamente, es difícil servir la radical crítica de esta obra tan típica de los años 30 a un público actual. Sin embargo, Lowery tampoco lo ha intentado. En lugar de ello, lanzó toda su artillería de imágenes pop, sin preocuparle mucho de que tuvieran un trasfondo. En resumen, olvidó la vehemente crítica de Bert Brecht al capitalismo para centrarse —al igual que Kurt Weill hace en la música— en la multitud de efectos rápidamente cambiantes. Pudo verse en escena todo un arsenal de objetos triviales, que sólo al final, con la ejecución de Jim Mahoney porque se ha gastado todo su dinero, producen una cierta angustia. A veces, el inagotable director/escenógrafo interrumpe incluso el discurso musical, como durante el proceso contra Jim. Sobre una gran pantalla se puede seguir la transmisión de un partido de fútbol —y todos los basilienses, igualmente locos del fútbol, miran úni- camente hacia allí… Quizá también porque tampoco en lo musical ocurre nada especial. El tenor Daniel Kirch dominó con bravura el ingrato papel de Jim, pero Graciela Araya como viuda Begbick y Maja Boog como Jenny hicieron sólo relativa justicia al estilo cancioneril de la partitura. Por su parte, el director musical Jürg Henneberger, especialista en música contemporánea, se quedó un tanto en la superficie de esta música que oscila entre los ritmos de danza y la parodia lírica. Mario Gerteis La ópera de Shostakovich en versión light MELODRAMA Y NO SÁTIRA ZÚRICH Suzanne Schwiertz Opernhaus. 25-IX-2005. Shostakovich, Katerina Ismailova. Solveig Kringelborn, Viktor Lutsiuk, Reinaldo Macias, Alfred Muff, Pavel Daniluk. Director musical: Vladimir Fedoseiev. Director de escena: Klaus Michael Grüber. Decorados: Francis Biras. Sus deseos han sido órdenes. Vladimir Fedoseiev, el director ruso tantos años ligado a la Ópera de Zúrich, ha querido representar la más importante obra teatral de Dimitri Shostakovich no en su versión original (Lady Macbeth de Mtensk), sino en la revisada, que fue el resultado de la presión política de los gobernantes soviéticos. Con ello, el compositor no sólo eliminó una intensa escena de amor, sino que dulcificó los elementos más satíricos. Simplificó la escritura vocal y la orquestación, eliminando todo lo chirriante y estridente, con lo que domesticó su partitura indiscutiblemente más atrevida. Desde que Mstislav Rostropovich ha dado a conocer la versión original, ésta es prácticamente la única que se interpreta en Occidente. Menos ahora en Zúrich… La función, bajo la firme Solveig Kringelborn y Viktor Lutsiuk en Katerina Ismailova mano de Fedoseiev, ha demostrado que esta versión light de la hiperrealista novela de Leskov sobre una mujer que, debido a su aburrimiento y a una desmedida pulsión erótica se convierte en asesina en serie, contiene aún mucha buena música, pero ha perdido la incisividad de la primera concepción. En lugar del montaje cinematográfico planteado por Shostakovich al modo de las películas mudas de Eisenstein, encontramos un libro de imágenes ilustradas con largos interludios instrumentales (no es casual que Fedoseiev haya hablado de una “ópera sinfónica”). Con ello, la obra se vuelve muy poco revolucionaria, lo que ni siquiera una cantante tan excelente como Solveig Kringelborn en el papel titular, con una vigorosa entrega y gran volumen en el grave, alcanzó a reflejar. Por desgracia, el montaje de Klaus Michael Grüber ahonda en este concepto, al insistir en el melodrama de la desgraciada mujer rusa en la brutal sociedad masculina de comienzos del siglo XIX. En vez de los elementos satíricos encontramos un forzado realismo, con escenas de sexo, torturas y asesinatos. En conjunto, la dirección de escena, apoyada en los decorados de estilo acuarelista de Francis Biras, insiste más bien en crear una atmósfera decorativa que en buscar contornos agresivos. Con lo cual, de la ácida agresividad de esta obra clave en el teatro musical ruso de entreguerras no quedó demasiado. Mario Gerteis 57 ENTREVISTA Cuarteto Emerson PERSEVERAR EN LA ENERGÍA S Fotos: Mitch Jenkins u actuación en las sesiones de clausura del ciclo Liceo de Cámara, de la Fundación Caja de Madrid, transmitidas por Radio Clásica de RNE, volvió a llamar la atención sobre este conjunto de virtuosos norteamericanos, que acaso atraviesan la etapa más fecunda de su carrera. La conversación que se transcribe se celebró con dos de los componentes del Cuarteto, los violinistas Eugene Drucker y Philip Setzer. Creado el conjunto en 1976, el primer concierto se brindó al año siguiente. Desde 1979, la formación ha permanecido inmutable: los dos violinistas precitados, el viola Lawrence Dutton y el violonchelista David Finckel. A partir de los años 80, el Emerson ha sido igualmente fiel a una escudería discográfica, Deutsche Grammophon, para la que han grabado la mayor parte del repertorio cuartetístico: ciclos completos de Beethoven, Bartók, Shostakovich, y más recientemente Mendelssohn. La alternancia entre los dos violinistas a la hora de ocupar el puesto de primer violín se ha convertido en una de las características definitorias del Emerson. La conversación que se transcribe evoca a diversos solistas de cuerda del pasado y de la hora actual. Cuando este diálogo se transcribía, llegaba la noticia del fallecimiento de uno de los más señeros miembros de un gran cuarteto, Thomas Kakuska, viola solista del Cuarteto Alban Berg desde 1981. El autor de este texto querría dedicar este trabajo a la memoria del gran músico vienés desaparecido. 58 ENTREVISTA CUARTETO EMERSON Después de veintiocho años trabajando juntos, ¿qué palabras utilizarían para definir al Cuarteto Emerson? EUGENE DRUCKER.— Que todavía seguimos tocando juntos, que aquí estamos. Pero no, trataré de ser objetivo, algo que no es fácil… quizá la palabra sea “energía”, ya que aunque no somos jóvenes, intentamos mantener algo de aquella energía juvenil que teníamos al principio, eso sí, atemperada por el paso del tiempo e incorporando los conocimientos que hemos extraído tanto de nosotros mismos como de la música. ¿Comparte usted las mismas ideas? PHILIP SETZER. — Es indudable que la energía es una de las cosas más importantes a la hora de trabajar con las mismas personas durante una serie de años. Lo normal en cualquier relación es que la magia inicial desaparezca al pasar los años y que haya que buscar otros elementos más profundos que mantengan viva esta cohesión. Nosotros tenemos la suerte de contar también con otros elementos, que han hecho profundizar al cuarteto en su conjunto: podría decirse que nos llevamos mejor ahora que antes y que seguimos siendo buenos amigos. Desde luego, hemos discutido durante todo este tiempo, pero generalmente sobre cosas sin importancia. Nadie sabe cómo va a funcionar una relación a cinco, diez, quince o veinte años vista. Al principio, estábamos encantados, nos gustaba mucho hacer música juntos y continuamos haciéndola; es posible que otra buena palabra para definir el espíritu del Emerson sea la de “supervivientes”. Las tormentas que hemos pasado juntos nos han hecho más fuertes. ¿Cuál es la media de edad del cuarteto? E. D.— Yo tengo cincuenta y tres, y Philip cincuenta y cuatro… El más pequeño tiene cincuenta y uno, que es el viola, Lawrence Dutton. Y Finckel, el violonchelo, tiene cincuenta y tres. ¿Cómo se conocieron? E. D.— Philip y yo estudiábamos juntos en la Juilliard de Nueva York mucho antes de empezar con el cuarteto, a principios de los años setenta. Teníamos al mismo profesor, Oscar Shumsky, que era un músico maravilloso a la vez que un modelo a seguir. Decidimos formar un cuarteto de estudiantes, porque la Escuela impulsaba mucho cualquier iniciativa que tuviera que ver con la música de cámara, no como plan de futuro, ya que en aquel momento no teníamos intención de formar un cuarteto profesional. Nos caímos bien y pensamos que sería una buena manera de hacernos con la música que nos gustaba y de adquirir algunas técnicas que nos faltaban. Desde el principio estuvimos de acuerdo en alternar los papeles de primer y segundo violín, porque era una manera muy buena de aprender lo más posible sobre la interpretación en un cuarteto de cuerda. ¿Podría decirse que son ustedes el único Cuarteto de renombre que lleva a cabo esta alternancia de papeles? P. S. — Creo que algunos cuartetos jóvenes lo hacen también, como el Artemis… ¿Cómo lo han conseguido? Debe ser difícil decir a un violinista: “Eugene, tú no vas a ser siempre el protagonista…”. E. D.— Desde el principio nos pareció lo más razonable, porque queríamos aprender lo más posible sobre los entresijos de un cuarteto de cuerda. En la escuela, la alternancia era algo muy común entre los estudiantes, todos queríamos tener la oportunidad de tocar la parte del primer violín y lo más habitual era que los dos violinistas intercambiaran los papeles. Cuando nos convertimos en cuarteto nosotros seguimos funcionando de este modo; cada año íbamos asentándonos un poco más hasta que conseguimos llegar a ser un grupo estable. Nunca se dio el momento de abandonar la alternancia porque pensáramos que resultaba poco serio, éramos serios siempre. P. S. — Fue más bien un proceso natural. Al principio hubo quien opinó que no funcionaría, pero para nosotros lo más normal fue continuar trabajando como lo habíamos hecho siempre, en lugar de plantearnos el elegir entre uno u otro. Imagino que han fijado algunas obras para uno y otras para otro… ¿continúan experimentando? E. D. — Sí, pero experimentos organizados… P. S.— A veces nos las cambiamos, pero en los cuartetos grandes hemos dejado de hacerlo, aunque, sí, puede darse alguna colaboración entre los dos. Pero la verdad es que se tarda tanto en aprender ciertos cuartetos… por ejemplo, Beethoven. Por ejemplo, el Op. 127 requiere años de estudio y de trabajo, al menos para el Cuarteto Emerson. Se tarda mucho en aprender cada una de las partes, y empezar a tocar la otra sería… ufff… no creo que fuera una buena idea. ¿Cómo conocieron a los restantes miembros del cuarteto? P. S.— Al principio había otros miembros. bién un excelente violinista. Pero no quería tocar todo el tiempo la viola, el instrumento que necesitábamos. Ahora se dedica a dirigir la Sinfónica de Albuquerque, trabaja también con la Sinfónica de México, y también trabaja en Puerto Rico. Bueno, de hecho, en abril del 2006 los cuatro del Emerson vamos a trabajar con Figueroa en un concierto de la Sinfónica de Puerto Rico, en el que tocaremos en la Introducción y Allegro para cuarteto y orquesta de Elgar, además de la Sinfonía concertante para violín y viola de Mozart y el Doble Concierto para violín y violonchelo de Brahms. E. D.— Dos años después, en el 79, nuestro primer violonchelista, Eric Wilson, decidió marcharse. Desde entonces se dedica a dar clases en Vancouver, dirige un poco y tiene un trío con piano. Nos dejó en muy buenos términos y sigue siendo un gran amigo nuestro. Philip acaba de tocar unos tríos con él. David Finckel también lo hace de vez en cuando: no se puede decir más. Cuando en 1977 hicimos audiciones para violas, tuvimos que probar a 11 para cubrir el puesto. Para chelista sólo tuvimos que escuchar a dos. El otro era muy bueno, pero David era superior. P. S.— Bueno, el otro era Rostropovich, pero tenía muchos compromisos, estaba muy ocupado, así que… [Entre grandes risas]. Y Finckel da a menudo recitales con su mujer, Wu Han. E. D.— A David le gusta estar ocupado. Quiero decir que el nombre David Finckel significa por lo menos tres personas: volvemos a la energía, como ve. Yo no sé cuánta tengo, pero sé que él tiene más que cualquier joven. Debe estar permanentemente ocupado, es capaz de desarrollar tres carreras y media a la vez. Es sorprendente como puede hacer todas esas cosas. Dirige con su mujer un Festival de Música en California, y son también directores Artísticos de la Sociedad de Música de Cámara del Lincoln Center, en Nueva York. Es una gran responsabilidad, pero cuentan con mucha gente trabajando con ellos, que les ayudan con todo. Además, ofrecen una media de 35 recitales al año, lo que supone casi un récord. P. S.— Y a veces toca con el Cuarteto Emerson… [De nuevo, grandes risas]. ¿De modo que la formación ha cambiado? De todas las actividades que realizan, imagino que se consideran básicamente “emersonianos”… P. S.— Sí, pero desde hace muchos años somos los mismos. Lawrence Dutton llegó en junio de 1977, va a hacer veintiocho años. Nuestro primer viola era también un estudiante de Shumskym era de Puerto Rico, se llamaba Guillermo Figueroa, que era tam- P. S.— Sí, es nuestra prioridad. Se pueden hacer otras cosas mientras no interfieran en las actividades del cuarteto, porque damos más de 100 conciertos al año y seguimos grabando para la Deutsche Grammophone, algo que es muy difícil de mantener hoy día. Hay 59 ENTREVISTA CUARTETO EMERSON pocos grupos que sigan grabando, es algo que las compañías hacen cada vez menos. E. D. — Es algo extraño y positivo, el que se siga grabando a día de hoy. Y además con la misma compañía. Ustedes probablemente han tocado o estudiado con miembros de otros cuartetos… E. D.— Al terminar de estudiar en la Juilliard tocamos con miembros del Cuarteto Juilliard, sobre todo con Robert Mann, y también con Oscar Shumsky, no sólo como violines solistas, sino como cuarteto. Y Felix Galimir, hace muchos años tuvo un cuarteto que llevaba su nombre, el Cuarteto Galimir. P. S.— Y yo creo que para nosotros fue una influencia decisiva el Cuarteto Guarneri: nos influyó mucho, su forma de tocar, su sonido… El Cuarteto Guarneri ha sufrido cambios en su formación… 60 E. D.— Sí, ciertamente, uno fundamental: el violonchelista, David Soyer Lovett, que se ha retirado, se marchó de la formación cerca ya de los 80 años… Aunque no trabajan mucho en Europa, pero sí en los Estados Unidos. El año pasado celebraron sus 40 años de actividad. Pero, aunque suelen actuar en Alemania, en Europa no dan tantos conciertos al año como nosotros. Sólo hacen una gira europea al año. Es cierto que han reducido el número de conciertos, pero continúan activos. P. S. — Y nos inspiraron mucho. Cuando yo estaba en el Instituto, antes de ir al Conservatorio, iba mucho a sus conciertos y me impresionaron profundamente. También, al principio les tuvimos de maestros, en cursos de perfeccionamiento: a Arnold Steinhardt, por ejemplo, el primer violín, o a Soyer, el chelista. Y tocamos con Michael Tree, el viola. Apreciamos mucho a todos ellos. Por mi parte, cuando empecé, escuchaba a las grabaciones del Cuarteto Juilliard o las del Guarneri, e incorporaba algunas cosas suyas en las partes de primer violín del Cuarteto Emerson. Ahora, cuando oigo algunas de las cosas que solía copiarles me doy cuanta de todo lo que he cambiado. Y no es que eso sea algo intrínsecamente malo. Si tienes que copiar, hazlo de los mejores: por lo menos es un buen punto de partida. E. D. — Oskar Shumsky también solía tener un cuarteto fantástico, llamado Cuarteto Primrose, en el que Shumsky tocaba el primer violín, Joseph Gingold el segundo, William Primrose la viola y Harvey Shapiro el violonchelo. Vistos uno por uno, yo añadiría que eran el mejor cuarteto de aquellos tiempos. Algo increíble. P. S.— Sí, pero sólo existieron durante unos dos o tres años, trabaja- ron durante la Segunda Guerra Mundial. No fue un grupo que se mantuviera durante veintisiete años… De modo que el Juilliard y el Guarneri eran sus preferidos durante su juventud, pero, ¿y ahora? P. S.— Hay ciertos grupos que nos siguen influyendo a día de hoy. Escuché las grabaciones de Cuartetos de Shostakovich antes de empezar nosotros a tocar Shostakovich, me refiero a la primera formación del Borodin, cuando Rotislav Dubinski era el primer violín, pero también las del Borodin posterior, con Mikhail Kopelman de primer violín, porque sus últimos discos son estupendos. Y grabaciones históricas del Cuarteto Busch, donde el padre de Eugene tocó durante dos años, justo después de la Segunda Guerra Mundial, discos que no son fáciles de encontrar. Pero acaban de publicase algunas grabaciones históricas de la edad de oro del Cuarteto Amadeus, o el Melos tocando música de Mendelssohn. Fue una pena que muriera Melcher, el primer violín del Melos. Podría decirse que esos son los grupos que hemos admirado y escuchado, aunque hoy día hay muchos cuartetos de calidad. Pero le diré algo: si tengo un día libre lo último que hago es escuchar un cuarteto de cuerda. Y, en cualquier caso, nunca un disco nuestro. [Entre risas]. ¿Alguna vez han estado oyendo la radio pensando “Oh, ese Finale es brillante, ¿quién será?”, para después escuchar al locutor anunciando al Cuarteto Emerson? P. S. — A menudo hemos pensado que por el sonido no podíamos ser nosotros, para luego, serlo. Sí, a veces nos ha pasado algo así. Arnold Steinhart nos contó que una vez estaba escuchando un concierto en directo y estaba seguro de que éramos nosotros, porque aunque aquello le sonaba muy bien, se notaba que eran demasiado jóvenes, que faltaba experiencia y madurez. Pero decía no tener duda de que se trataba del Cuarteto Emerson, porque conocía el sonido. Él solía decir que en un par de años más, nosotros alcanzaríamos un buen nivel. ¡Y al final el locutor anunció al Cuarteto Guarneri! ¿Escuchan ustedes sus viejas grabaciones? ¿Qué impresión reciben? ¿Piensan que lo hacían terriblemente mal o que deberían volver a sonar como antes? P. S.— No suelo escuchar grabaciones antiguas, pero cuando oí una grabación de nuestros Cuartetos de Mozart de principios de los noventa, sobre todo el que está en re menor, me quedé muy agradablemente sorprendido porque pensé que sonaba mucho mejor de lo que yo recordaba. Lo que yo recordaba era lo difícil que me resultó. Por lo general, no nos resulta fácil grabar un disco, somos demasiado críticos con nosotros mismos. Pasamos mucho tiempo oyendo las tomas una y otra vez, haciendo comentarios. Normalmente diseccionamos la pieza para volver a juntarla de nuevo, como en un laboratorio. Sólo con Shostakovich fue distinto. E. D.— Tuve una experiencia similar cuando hicimos el disco Mozart. Una vez estaba sentado, oyendo la radio, escuchando un cuarteto mientras pensaba: “Ah, esto suena muy natural, muy suelto. Ojalá lo hubiéramos hecho nosotros así”, porque recordaba lo difícil que nos había resultado. Y al final, resulta que era el Cuarteto Emerson. P. S.— A veces estás tan inmerso en el trabajo que no puedes ser objetivo, pero otras hay experiencias como ésta, de lo más agradables. Puede que en un futuro sea adecuado volver a grabar los Cuartetos de Beethoven. Cuando seamos mayores. Puede que sea interesante. ¿Qué clase de música escuchan cuando tienen una noche libre? ¿Ópera, folk, pop, música de cine? P. S.— Escucho Lieder, que me encantan, y también música sinfónica. Para mí eso es muy normal, porque mis padres trabajaban en una orquesta sinfónica, en la de Cleveland: yo crecí escuchando ese tipo de música. Sí, fui muy afortunado: todas las semanas iba a ver sus conciertos y vi dirigir a Szell muchas veces. Y, fíjese, tengo mejor impresión de sus conciertos que de muchas de sus grabaciones: a Szell le ponía nervioso grabar, y creaba, en ocasiones, mi padre me lo contaba, una tensión tremenda en la orquesta, por eso muchas veces las grabaciones no comerciales, de la radio, que se han conservado de sus conciertos son superiores a las grabaciones en disco. Pero las grabaciones son excelentes, de eso no hay duda. Pero lo más normal es que si tengo una noche libre no escuche música en absoluto, es más probable que vaya al cine o al teatro, porque mi mujer es actriz. Busco hacer algo distinto, creo que eso es bueno. E. D. — A mí también me gusta escuchar el canto, interpretaciones de Lied sobre todo, Cuando mi hijo era más pequeño solíamos ver vídeos de óperas, porque yo quería introducirle en la música clásica. Ahora le gusta el pop, y para mantener el contacto, yo también lo oigo, aunque no me gusta mucho. Tampoco suelo oír mucha música: prefiero ir al teatro, o salir a cenar, aunque a menudo hay música clásica de fondo… me gusta la música clásica pero esa no es la forma en que pienso que debe oírse. Hay gente que te dice: “está bien eso de oír música clásica, es relajante…”. Bueno, ¡para mí lo último en términos de relajación sería la música clásica! Si estoy en un ENTREVISTA CUARTETO EMERSON restaurante prefiero tener de fondo música pop, porque no puedo apreciar la clásica con tanto ruido. No podría comer con una sinfonía de Mahler. Sería incapaz de relajarme. Y hablando de Mahler: en el coche escucho todo tipo de música, porque estoy absorto en mis pensamientos y la verdad es que no presto mucha atención. Pero recuerdo que un día volvía a casa después de un concierto, hace un año o dos, era un viaje de tres horas, y oí por la radio la Sinfonía de los Mil, la Octava, algo que fue una experiencia extática, no podía creer lo sorprendente que es esa música… creo que hasta resultaba peligroso conducir con algo así. Fue un viaje corto, de unas tres horas. Pero recuerdo como una experiencia extraordinaria. Imagino que es importante para los miembros de un cuarteto el cantar. De hecho es curioso que ustedes dos escuchen Lieder. Pero hoy día muchos instrumentistas no tienen idea de cómo cantar la música, saben dar las notas, pero no cantarla. P. S.— Probablemente, algo muy importante en mi formación —además de violinistas como Heifetz, Oistrakh, Milstein o Shumsky—, fue descubrir a los grandes cantantes de Lieder y, de nuevo, tratar de imitar lo que escuchaba: a Elly Ameling haciendo Schubert o a Fischer-Dieskau, aunque el tono sea demasiado grave para mí. Verá, el Cuarteto Emerson también da clases en la Universidad y una vez dimos una lección de dos horas sobre la cuerda y la voz. Empecé con Elly Ameling cantando el Ave Maria y de allí pasé a Heifetz tocando la misma obra. A partir de allí empecé a analizar ambas técnicas: en qué se parecían, en qué divergían, y trataba de explicar los matices que nosotros conseguíamos con el arco, lo que era el vibrato natural y cómo con el violín se podía conseguir algo parecido. Es muy interesante tratar de analizar las obras de arriba abajo y extraer los distintos elementos para los estudiantes. Me hubiera gustado que alguien lo hubiera hecho para mí cuando era más joven. Yo todavía busco inspiración en lo vocal. ¿Cómo prepararon el ciclo de los Cuartetos de Shostakovich, buscaron inspiración en otros cuartetos? E. D.— Sí, pero más bien en algunas personas. Por ejemplo, Mikhail Kopelman, el antiguo primer violín del Cuarteto Borodin. Ya sabe que él dejó el cuarteto, estuvo unos años con el Cuarteto de Tokio, y ahora tiene su propio cuarteto. Bueno, sí, Kopelman es la estrella y los otros tres músicos le acompañan. Yo le llamé cuando estábamos preparando nuestros discos de Shostakovich, y fue de una gran ayuda. Respondió a muchas preguntas sobre algunas partes, ya que hay distintas versiones y cada uno los ha grabado a su manera. Cambia incluso la notación musical. Por ejemplo, la edición de Sikorski plantea diferencias sustanciales con otras ediciones. No existe una partitura definitiva. De modo que le llamé y él me explicó cuál pensaba él que era la buena. Todos los cuartetos que se han atrevido con el ciclo el Shostakovich los han grabado en estudio, pero ustedes decidieron 61 ENTREVISTA CUARTETO EMERSON hacerlo en directo. Imagino que, como decía antes, es una cuestión de energía. El caso es que su versión da una gran impresión de inmediatez. P. S.— Tratamos de no seguir en demasía al Borodin, porque ellos tienen un estilo muy característico, aunque algunas de las cosas que hacemos están, sin duda, influidas por ellos. Pero ¿por qué hacer una grabación que va a sonar como el Borodin? Ellos ya lo hacen suficientemente bien. Nosotros tratamos de aproximarnos a la música a nuestro propio modo. Leemos la partitura, nos fijamos en las indicaciones de metrónomo, tenemos en cuenta si Shostakovich hizo modificaciones… nos agarramos a cualquier cosa que el compositor haya dejado para la interpretación. En las interpretaciones del Cuarteto Beethoven o las del Borodin hay muchas diferencias de tempo, por ejemplo. El Beethoven fue el primero que grabó estas obras y su interpretación es completamente distinta a la del Borodin: tiene mucho más vibrato, el sonido es más cálido… ese sonido frío, si me permite el término, que crea a veces esa imagen terrible de desolación, del Borodin —que nosotros también adoptamos alguna vez, sin vibrato—, no aparece nunca en el Cuarteto Beethoven. Pero los dos Cuartetos, Beethoven y Borodin, tocaron para el compositor. E. D.— Por lo visto, Shostakovich cambiaba de opinión constantemente. Cada vez que le gustaba una interpretación de sus obras pensaba que ése era el modo correcto de tocarlas. Por desgracia, nosotros nunca pudimos tocar para él. Si hubiéramos sabido lo importante que esto era… él estuvo en la Juilliard en 1974, un año antes de morir, pero yo no le había descubierto todavía y no le di la suficiente importancia. En aquellos años ya teníamos el cuarteto de estudiantes, de modo que si hubiéramos sido más inteligentes habríamos tenido la oportunidad de actuar frente a él. Conozco el sentimiento, pero tampoco creo que fuera una persona muy accesible… P. S.— Vamos a volver a Shostakovich en el 2006, el año del centenario. Vamos a tocar ciclos completos de los Cuartetos en marzo y junio de 2006, el primero en Londres, en el Queen Elisabeth Hall, y el segundo en Nueva York, en el Lincoln Center. Ustedes también han decidido abordar la música de Mendelssohn. Parece que por fin algunos grupos empiezan a interpretar asiduamente sus obras de cámara, pero durante años ha sido el gran olvidado, o mejor, mal entendido de la música clásicoromántica. E. D. — Totalmente de acuerdo, y 62 sobre todo en sus cuartetos. Para noso- tros también fue una delicia sumergirnos en estas piezas. Hay unas cuantas que conocimos hace relativamente poco, como el Op. 44, nº 3, o él último, en fa menor. Nunca las habíamos tocado. Para mí eran desconocidas hasta hace un par de años. Están estupendamente escritas. Son de una perfección cálida, nada fría. Por desgracia, él no vivió para ver publicado el Cuarteto en fa menor, de modo que no sabemos si habría hecho algún cambio en la articulación. Tenía un cuidado casi neurótico con sus ediciones. Si tomas los Cuartetos del Op. 44 surgen también muchas preguntas, y las distintas fuentes aseguran que también cambiaba cosas constantemente. Es más difícil tomar decisiones sobre la manera de interpretar ciertos pasajes con Mendelssohn que con Beethoven. Los manuscritos de Beethoven a veces pueden estar algo liados, pero no existen cinco versiones diferentes de algunas partes de la misma música. Uno tiende a pensar que Mendelssohn era un compositor organizado, pero no lo era en absoluto. Piense en las sinfonías y en la enorme cantidad de versiones que hizo. Trataba de escribirlas una y otra vez. Pero la gente se conforma con decir que era un compositor feliz y satisfecho, superficial y frívolo. P. S.— Probablemente estaba invadido por las dudas hacia su propia música, aunque no da esa impresión, sino la contraria: la de un músico de éxito y feliz. Ustedes siempre mezclan repertorio. Estos días han estado haciendo Bach y Mendelssohn… ¿cómo establecen estos maridajes en sus programas? P. S.— En esta última gira, fue idea de Antonio Moral. Él conocía nuestros últimos discos, se los habíamos dado la última vez que tocamos aquí, y también sabía que estábamos trabajando en Mendelssohn, de modo que pensó en combinar ambas cosas. Llevamos también este programa a La Coruña, aunque no exactamente igual. Allí hacemos un programa exclusivamente de fugas, que incluye la Gran fuga de Beethoven y algo de Mozart. En Madrid sólo hacemos Bach y Mendelssohn. Como usted sabe, Bach influyó enormemente en Mendelssohn, él fue quien llevó a cabo una labor heroica para dar a conocer la música de Bach en el mundo. Creo que fue Schumann quien descubrió algunas de las obras y se las mostró a Mendelssohn. Ni uno ni otro, pero menos aún Schumann que Mendelssohn, han conseguido todo el aplauso que se merecen por estos descubrimientos. Creo que es interesante poner juntos a los dos. ¿Y cuál va a ser su siguiente aventura? E. D.— Nuestro próximo CD estará dedicado a la música nórdica, el cuarte- to de Sibelius Voces intimaæ y una pieza corta de Carl Nielsen, preciosa, su Elegía. Después de eso nos embarcaremos en un proyecto Brahms: los tres cuartetos de cuerda y el Quinteto con piano con Leon Fleisher. Eso nos mantendrá ocupados un tiempo. ¿Y la pieza que Wolfgang Rihm escribió para ustedes, para cuarteto y orquesta? E. D.— La hemos tocado con la Orquesta de Cleveland, pero no la hemos grabado todavía. Al menos, nosotros no. Creo que la ha grabado el Arditti, con el Concertgebouw, porque estaba dedicada a ambos. Ellos la estrenaron en Europa y nosotros en América. Tenemos cuatro discos de música contemporánea, que grabamos en nuestros comienzos. En los próximos años estrenaremos, y grabaremos, si conseguimos convencer a la compañía de discos, algunas de las obras escritas para nosotros, de Cheng, Nicholas Maw, Kaija Saariaho, y otros. Nos las están escribiendo en este momento, todavía no han visto la luz. Estamos a la espera. ¿De dónde sacan tiempo para tocar Mendelssohn, Bach, Shostakovich y seguir estudiando obras nuevas? E. D.— Por lo general solemos estudiar al menos una obra de música contemporánea al año, a veces dos; no somos como el Arditti, pero lo preparamos si tenemos que estrenar alguna obra concreta en algún lugar del mundo en especial o tenemos algún encargo, por ejemplo del Carnegie Hall. Necesitamos tener la obra al menos un par de meses antes de su estreno para estar seguros de que disponemos del suficiente tiempo de estudiarla. Requiere algo más que simple energía, también concentración y constancia. A lo largo del año recibimos muchas partituras de compositores, y a menudo me da mucha pena no dedicarles más atención. Estos artistas a veces tienen mucho talento, pero no somos ni el Arditti ni el Kronos, nosotros nos dedicamos al gran repertorio. Por eso, la música contemporánea queda algo relegada a una esquina del conjunto de nuestra actividad. Cuando la hacemos, nos la tomamos muy en serio. Hace unos años grabamos un disco de música americana actual con obras de Gunther Schuller, John Harbison y Richard Wornick, y más recientemente otro con música de Edgar Mayer, el gran contrabajista, y el Cuarteto nº 4 de Ned Rorem. De vez en cuando entablamos conversaciones con la Deutsche Grammophon para hacer más música contemporánea, aunque no sea nuestro campo. A ellos les gustaría, pero saben que perderían dinero. Así son las cosas. José Luis Pérez de Arteaga D I S C O S EXCEPCIONALES LOS DISCOS XCEPCIONALES DEL MES DE NOVIEMBRE DE 2005 La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia. BRAHMS: Variaciones completas para piano. WOLFRAM SCHMITT-LEONARDY. 2 CD BRILLIANT 92512. Un sonido limpio, natural, aquilatado. Discos a escuchar atentamente, y a atesorar por ahora. J.A.G.G. Pg. 83 BYRD: Obras para clave. GUSTAV LEONHARDT, clave. ALPHA 073. Nuevo disco sensacional del “padre” del clave. Una delicia de elegancia, sobriedad y grandeza de principio a fin. R.O.B. Pg. 84 CHAIKOVSKI: Trío op. 50. DVORÁK: Sonatina op. 100. ANTJE WEITHAAS, violín; CLAUDIO BOHÓRQUEZ, chelo; LARS VOGT, piano. EMI 5 58062 2. Un recital insuperable, un CD de belleza extraordinaria. Un merecido homenaje para Pergamenshikof. S.M.B. Pg. 84 CURRAN: Maritime rites. PAULINE OLIVEROS, STEVE LACY, JOSEPH CELLI, JON GIBSON, MALCOLM GOLDSTEIN, JOHN CAGE, CLARK COOLIDGE, GEORGE LEWIS, LEO SMITH, ALVIN CURRAN. 2 CD NEW WORLD 80625-2. Las evocaciones de infancia de Curran quedan aquí transfiguradas y cobran una especial majestuosidad. F.R. Pg. 71 2 CD WARNER 2564 61949-2. Rachlin y Golan crean un mundo sonoro desasosegado e inquietante. Una versión de total referencia. S.M.B. Pg. 97 SZYMANOWSKI: Sonata nº 3. Masques op. 34. Métopes op. 29. PIOTR ANDERSZEWSKI, piano. VIRGIN 5 45730 2. Su interpretación es poderosa, sólidamente construida, expresiva y brillante a la vez, técnicamente impecable, y totalmente convincente. R.O.B. Pg. 99 VERDI: Réquiem. E. MEI, B. FINK, M. SCHADE, I. D’ARCANGELO. CORO ARNOLD SCHOENBERG. FILARMÓNICA DE VIENA. Director: NIKOLAUS HARNONCOURT. 2 SACD RCA 82876 61244 2. Interpretación de una fuerza y coherencia admirables. Una de las más formidables plasmaciones de la fonografía. E.M.M. Pg. 101 YSAŸE: Sonatas para violín solo op. 27. THOMAS ZEHETMAIR, violín. ECM New Series 1835. Las interpretaciones destacan por su sensualidad, su delicadeza extrema y por la fuerza que esa delicadeza puede llegar a generar. C.V.N. Pg. 102 KODÁLY: Obras completas CECILIA BARTOLI. 3 CD HUNGAROTON HCD 32196-98. DECCA 475 6924. Perényi hace que el chelo vibre, frasee, tiemble, se torne lírico y profundo. S.M.B. Pg. 90 Bartoli sigue asombrando con la inteligente y original elección de repertorio. Un disco óptimo. F.F. Pg. 103 MOZART: Sonatas para violín y piano K. 377, K. 380, K. 403 y K. 376. ANDREW MANZE, violín; RICHARD EGARR, fortepiano. DAVID RUSSELL. Guitarrista. HARMONIA MUNDI HMU 907380. TELARC 80633. Manze deslumbra con su sonido y su imaginación para el fraseo. Un disco ciertamente extraordinario. E.M.M. Pg. 93 Este compacto es un espectáculo en el sentido más noble del término. J.P. Pg. 105 para violonchelo. MIKLÓS PERÉNYI, chelo; DÉNES VÁRJON, piano; GÁBOR TAKÁCS-NAGY, violín. 64 SHOSTAKOVICH: Sonata para viola y piano op. 147. e.a. BEETHOVEN: Sonata para violín y piano nº 7. JULIAN RACHLIN, viola y violín; ITAMAR GOLAN, piano. Mezzosoprano. Opera proibita. LES MUSICIENS DU LOUVRE. Director: MARK MINKOWSKI. Spanish Legends. Obras de Sáinz de la Maza, Llobet, Segovia y Pujol. DISCOS Snowbound Año XX – nº 202 – Noviembre 2005 DAVID RUSSELL David Russell “LA GUITARRA SUENA MEJOR SOLA” G SUMARIO ENTREVISTA: David Russell . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 ESTUDIOS: Música en Aranjuez. P.J.V. . . . . . . . . . . . . . . . 67 The Harry Partch Collection. F.R. . . . . . . . . . 68 Ediciones Tippett. C.V.W. . . . . . . . . . . . . . . . 69 Gershwin en Broadway. S.M.B. . . . . . . . . . . . 70 Alvin Curran. F.R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 Mozart por el Casals. A.R. . . . . . . . . . . . . . . . 72 VAI. F.F. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 REEDICIONES: Edel. S.M.B. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Melodiya. S.M.B. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Universal Classic Opera. F.F. . . . . . . . . . . . . 76 DG The Segovia Collection. J.P. . . . . . . . . . . 77 DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 78 DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . 108 ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS . . . . . 111 EL BARATILLO. Nadir Madriles . . . . . . . . . 112 anador del último Grammy a la mejor interpretación solista instrumental en el apartado clásico por su disco Aire latino, el guitarrista David Russell (Glasgow, 1953) es una autoridad en el instrumento que más universalmente representa a la música española. De ahí la curiosidad de que Russell sea uno de los grandes exponentes defendiendo ese repertorio. Tanto como escucharle hablar en una lengua en la que se inició con seis años, y que en él suena tanto a Cervantes como a Rosalía, habida cuenta de que reside en Galicia. Con el matiz balear de la localidad menorquina de Es Migjorn, donde pasó su infancia, y que, después de nombrarle hijo adoptivo, recientemente le dedicaba una calle, la Avinguda David Russell, en reconocimiento a la carrera de este músico, que es además miembro de la Royal Academy of Music de Londres desde 1997, cuyo nombre ostenta también el Auditorio del Conservatorio de Música vigués. La guitarra debería resultarle más ajena que la gaita de Hevia; ¿cómo no siguió ese camino? Me gustaría hacerlo desde que conocí a un constructor de gaitas en Puenteareas y me fasciné con la maravilla de instrumentos que hacía. Además, la variante gallega es mucho más dulce de sonidos que la escocesa. Pero me crié en Menorca, donde muchos niños aprendían a tocar la guitarra en la parroquia, y yo era uno más. También se inició en violín; ¿lo siguiente será el piano? Eso no, porque los guitarristas tenemos problemas con las uñas. Pero con quince años aprendí también a tocar la trompa para intentar entrar en la Academia de Londres, porque era difícil hacerlo con la guitarra. Me aceptaron en los dos instrumentos, y la trompa se quedó aparte, porque no me sentía trompista. Si estudié un poco de violín, fue porque los guitarristas nos perdemos el formar parte de la orquesta, y yo lo echaba en falta. Y como en Londres hay muchas orquestas amateurs conseguí tocar en muchas de ellas. Aunque fuese a bajo nivel, al menos toqué Mozart, Beethoven, viviendo esas experiencias que un guitarrista no puede. En el caso de la guitarra, ¿con quién depuró los conocimientos? Especialmente con José Tomás, un guitarrista de Alicante que, desgraciadamente, murió hace unos dos años. Fue quien me ayudó a elevar mi nivel. Venía de la escuela de Segovia, aunque al escucharlo nadie lo diría, porque era más moderno. En España tuvo muchísima influencia. Era muy buen profesor, y muchos de mi generación y más jóvenes pudieron aprender de él. Fue el primero que de verdad me inspiró. Salía de sus leccio- 65 D I S C O S ENTREVISTA nes lleno de ganas de estudiar que él me transmitía con habilidad. ¿Y con los grandes nombres de la guitarra española? Con Yepes coincidí en un festival. Todo un caballero, a quien me gustó mucho conocer. Pero tampoco me senté a la guitarra con él, ni aprendí de él. Con Segovia tuve un encuentro en Santiago de Compostela que arregló José Tomas. Toqué para él, me dio consejos y me dijo que lo visitara en su hotel de Londres cuando fuese. Lo hice en tres o cuatro ocasiones; nos cruzamos unas cartas… y aunque tampoco me considero alumno directo suyo, en cierto modo, desde lejos lo fui. Yo no estaría aquí si no hubiese existido Segovia, mi ídolo desde niño. Después, tratándose de alguien tan generoso conmigo como con muchos otros jóvenes, me escribió unas palabras de presentación para las agencias londinenses que le voy a agradecer siempre, porque me dieron un empujón enorme. Si la enseñanza de José Tomás fue directa y para cosas más puntuales, Andrés Segovia supuso para mí un estado de inspiración general. En su toque, ¿se encuentran huellas de esos maestros? Hay ciertas cosas que admiro de lo que conseguía Andrés Segovia, como el fenomenal vibrato y la habilidad para hacer ciertas notas con un sonido muy atractivo. Era su modo de lograr esos pequeños momentos musicales por los que sacrificaba muchas cosas. Hasta que el concepto de musicalidad se modernizó hubo muchos cambios, especialmente en la guitarra, y se produjo como un rechazo a esta musicalidad tal vez demasiado dulzona. Podía parecer exagerado lo que hacían en la época de Segovia. Y llegó una época muy fría en la que muchos guitarristas tocaban, si no como máquinas, sí esforzándose para no sonar como los de antes. Los de mi generación casi hemos salido de eso, intentando ser universales, con la misma musicalidad que pueda utilizar cualquier otro instrumentista. Pero si hay algo especial que aprendí de Segovia es que no se deben perder esos momentos dulces que se consiguen en la guitarra. José Tomás era mucho más organizado. Y yo me quedo por medio: me gusta el orden que él mantenía, pero no quiero perder el carisma que imprimía Segovia. ¿De él nace su afición a Bach? 66 Él fue el primero a quien vi tocarlo, pero siempre me gustó. De niño escuchaba los discos de Bach en un plato que tenía mi padre y me parecía una música completa, que te satisface en todos los niveles, desde el punto de vis- Snowbound Lo conocí en la Royal Academy de Londres, en el Julian Bream Prize, que costeaba, y en el que era jurado y juez. Allí toqué para él por primera vez. Luego dedicaba veinte minutos a cada uno para darnos consejos. Fueron momentos muy bonitos. Después contacté con él varias veces y me sirvió de mucha ayuda. Pero nunca me enseñó directamente, porque no tenía alumnos. DAVID RUSSELL ¿Ha coincidido con su paisano británico Julian Bream? que me lo fueran a dar, pero como el disco quedó nominado, decidimos ir a Los Angeles a disfrutar de la fiesta, estar dentro y ver cómo era aquello. Así que cuando lo gané, me pareció que no se podía pedir más. Pero la sensación, como digo, fue diferente a la de un concurso, porque en ellos tenía esperanzas de ganar, conociendo tu nivel y teniendo claro que, de 40 participantes, sólo ocho tienen posibilidades. Aquí no entré con esa sensación. Tanto es así que, mientras los otros tenían sus discursos preparados, yo no había escrito nada. Casi como para no darle el mal de ojo [dice revelando su punto gallego]. ¿Se ha planteado si la concesión del premio se debió a la originalidad de los contenidos, fuera del repertorio tópico? ta intelectual y llegando directa al corazón, además de rítmicamente. Cuando eres niño, echas en falta ese ritmo en mucha música clásica, mientras que la mayoría de las obras de Bach son danzas a las que te puedes enganchar. Recuerdo que una de las primeras cosas que aprendí fue una bourrée de una obra suya para laúd. Luché con ella obra durante seis meses, pero la satisfacción que me daba ver cómo lo iba consiguiendo fue muy especial. Desconozco las razones por las que se vota a una persona o a una cosa y no a otra, y sí es cierto que tal vez ayudó la elección de las obras. Seguro que hay más razones, porque otros han hecho programas parecidos. También es verdad que llevo 25 años dando conciertos en Estados Unidos, y eso hace que sea conocido allí, porque suena mi nombre en el mundillo. Además, un disco que hice de Bach fue preseleccionado anteriormente. Es decir, que ya había estado cerca de la puerta, y eso ayuda. Para Bach y otros barrocos, ¿recurre a las transcripciones del mercado? A la hora de programar siempre se recurre a lo mismo, ¿es por falta de repertorio? Prefiero cometer mis propias faltas que tocar las de otros, que serían dos errores: el suyo y el mío. No es que no confíe en las transcripciones de los demás, cuando ni siquiera me fío de las mías. Pero cada cual debe adoptar sus propias decisiones cuando hay que cambiar algo de una obra. En el caso de Bach recurro a dos fuentes. Cuando se trata de obras monódicas, como la Suite de chelo, tienes las posibilidades de añadir algún bajo o, incluso, un contrapunto. Esto lo podemos aprender directamente del compositor viendo, por ejemplo, la Suite de chelo que hizo también para laúd. Viendo qué añadió, podemos proceder en otros casos del mismo modo. Y está lo contrario: obras en las que hay demasiadas notas para la guitarra y debemos proceder a una reducción. Pero eso también se encuentra en el propio Bach pasando obras de coro entero al órgano. Estudiando qué tipo de reducción se permite a sí mismo, puedes aprender. No, porque hay más obras. El problema está en que muchas veces, cuando nos llaman y nos piden el Aranjuez, piensas que si ofreces otra cosa tal vez te la rechacen. Es decir: nos llaman justamente para tocar esto. Por supuesto que me encanta tocarlo, porque es una gran obra, pero se ha tocado muchas veces; lo han hecho otros grandes guitarristas. Pero es que para la orquesta o la sala de conciertos es importante que venga público, y con el Concierto de Aranjuez lo consiguen. Cuando de repente se ve con el Grammy, ¿qué se siente? Algo extraño. Cuando acudía a concursos, como el Tárrega, iba a competir, y era una lucha frente a contrincantes. Todos queríamos hacer lo mejor para ganar al otro… Lo del Grammy fue una cosa distinta. Es difícil describir esa sensación de incredulidad cuando dicen tu nombre y te das cuenta de que has ganado. Después de no participar en un concurso desde mis 25 años, no me acordaba de qué era eso. Fue una sensación aún más especial porque los otros nominados eran gente de altísimo nivel. Músicos consagrados como Ashkenazi, Pletnev, Zehetmair y Pierre-Laurent Aimard. No pensé en ningún momento Ahí tienen un frente abierto… Será nuestra lucha y la de los organizadores a ver si podemos de vez en cuando proponer otras cosas. Cuando viví en Londres toqué muchas cosas más pero, todo hay que decirlo, el Concierto de Aranjuez sigue siendo el más conocido. Es muy atractivo, está muy bien escrito, y engancha. Muchas otras obras, como el concierto de Tedesco, aunque son de mucha calidad, no tienen ese impacto. Para conseguir otro con esa fuerza vamos a estar años buscando. Eso hace también que usted se decante por lo solista. Esa es la mayor parte de mi trabajo, porque la guitarra creo que como suena mejor es sola. No es que esté mal con orquesta, pero entonces tenemos que recurrir a la amplificación, y deberá ser muy buena para que suene bien. Al propio Rodrigo no le gustaba la amplificación, pero si le dices a una orquesta que toque flojito, se espanta y acaba sonando mal. Una amplificación ayuda a tocar bien con orquesta, pero si me dicen que escoja entre una cosa u otra, prefiero estar solo. Juan Antonio Llorente D I S C O S ESTUDIO Serrano, Ladrette, Sánchez Mascuñano AMAZONAS, SARAOS Y MOTINES EN ARANJUEZ FACCO: Las amazonas de España (selección).. LOS MÚSICOS DEL BUEN RETIRO. Directores: ISABEL SERRANO Y ANTOINE LADRETTE. MÚSICA ANTIGUA ARANJUEZ MAA 001. DDD. 70’19’’. LA MÚSICA EN TIEMPOS DEL MOTÍN DE ARANJUEZ. AXIVIL GOYESCO. Director: FELIPE SÁNCHEZ MASCUÑANO. MÚSICA ANTIGUA ARANJUEZ MAA 002. DDD. 57’33’’. SARAO BARROCO. Música española del siglo XVII. AXIVIL CASTIZO. Director: FELIPE SÁNCHEZ MASCUÑANO. MÚSICA ANTIGUA ARANJUEZ MAA 003. DDD. 51’33’’. Grabación: Aranjuez, VI / 2004. Productor: Javier Estrella. Ingenieros: Bertram Kornacher y Simon Weir. Distribuidor: Harmonia Mundi. N PN A unque todavía queda mucho por hacer a casi todos los niveles, el proceso de recuperación de la música antigua española parece imparable. Los años en que la imagen de la creación musical de nuestro país se reducía a dos o tres nombres de la polifonía renacentista y a otros tantos de la escuela nacionalista de los siglos XIX y XX parecen felizmente superados. Si bien aún quedan sectores demasiado desatendidos, hoy cualquier melómano interesado tiene fácil acceso a una notable variedad de opciones diferentes en prácticamente todos los géneros y estilos. Harmonia Mundi distribuye ahora tres discos grabados en Aranjuez en las dos últimas semanas de junio de 2004 y vinculados al Festival de música antigua de la ciudad madrileña, en los que, junto a piezas que se han convertido ya en auténticos éxitos del barroco español, se acumulan varias novedades, algunas de gran significación. Es el caso de la selección de recitativos y arias de Las amazonas de España, ópera estrenada el 22 de abril de 1720 en el Coliseo del Palacio del Buen Retiro con libreto de José de Cañizares y música que recientemente se ha atribuido a Giacomo Facco, compositor italiano introducido en la corte de Felipe V por el marqués de los Balbases, y del que ya conocíamos algunas composiciones de interés. La obra fue elegida por la reina Isabel de Farnesio para celebrar el nacimiento del infante Felipe y supuso la reactivación de los espectáculos teatrales y musicales en la corte, después de una década de escasa actividad (si entre 1711 y 1720 pudieron estrenarse en la capital unas 15 obras de teatro musical, entre 1721 y 1730 hay documentadas más de 40). Las amazonas de España fue representada una veintena de veces el año de su estreno y conoció luego al menos dos reposiciones, una en el Corral de la Cruz en 1724 y otra en 1728, en el contexto de las celebraciones por la boda entre el futuro Fernando VI y la infanta portuguesa María Bárbara de Braganza. Se trata de una ópera escrita en estilo italiano pero en lengua castellana, con arias da capo acompañadas la inmensa mayoría de las veces por la cuerda y el continuo, con un solo ejemplo del empleo de instrumentos obligados, un oboe (sustituido en esta grabación por un violín) en el aria de Celauro, ¿Qué será, Cielos, de mí? La interpreta un conjunto creado para la ocasión y reducido a su mínima expresión (dos violines, viola, contrabajo, clave, guitarra o tiorba y violonchelo) que comandan la violinista Isabel Serrano y el violonchelista Antoine Ladrette. Las sopranos María Luz Álvarez y Raquel Andueza, dos de las más destacadas cantantes españolas de nuestros días, dan vida a los distintos personajes de la ópera. La interpretación es cálida, dramática, ágil y cercana, apoyada en las voces claras, frescas, elegantes y de perfecta pronunciación de Andueza y Álvarez. La primera canta con una gracia insuperable el aria de Brinco Tuyo soy de qualquier manera, en la que pueden apreciarse rastros de la música popular autóctona. Álvarez imprime auténtica nobleza y patetismo a la gran aria antes citada de Celauro que, con sus casi diez minutos de duración, es el fragmento más largo de todo el disco. Además de los recitados y las arias (una de ellas en versión puramente instrumental), se incluyen tres dúos de tono bien diferente, cuyo carácter es magníficamente atrapado por las dos sopranos. Un rescate del máximo interés, que termina sabiendo a poco. Ojalá pueda oírse pronto la ópera completa. Los otros dos discos tienen por protagonista al conjunto dirigido por el guitarrista Felipe Sánchez Mascuñano, Axivil (en homenaje a un vihuelista judío del siglo XIV), que cambia la segunda parte de su nombre en función del repertorio al que se acerque. Como Axivil Castizo y la voz del tenor César Carazo, el grupo se aproxima a una serie de tonos humanos y danzas de los siglos XVII y XVIII, algunos de los cuales han conseguido en los últimos años una difusión muy importante. Es el caso de Ojos, pues me desdeñáis de José Marín, Ay que sí, ay que no y Esperar, sentir morir de Juan Hidalgo o el anónimo publicado en 1610 por Robert Dowland Vuestros ojos tienen d’amor no sé qué. Se incluyen también obras de Mateo Romero, Gaspar Sanz, Francisco Guerau, Santiago de Murcia y algunos otros anónimos bastante menos transitados, como Río de Sevilla o Vuestra belleza señora. Interpretaciones que juegan la baza de la frescura y la sencillez, apoyadas en la voz natural de Carazo, de clarísima pronunciación y aceptable variedad expresiva, capaz de eludir siempre el riesgo del amaneramiento, aunque las inflexiones aflamencadas de Río de Sevilla y Ay, que sí, ay que no remiten a una folclorización por completo anacrónica y hoy día por fortuna superada entre los más agudos intérpretes de esta música. El conjunto instrumental, que incluye cuerda pulsada, violín y viola da gamba, acompaña con variedad de efectos y suficiente solvencia y ofrece versiones vitalistas de las danzas de Sanz, Guerau y Murcia. Como Axivil Goyesco, y las voces de César Carazo y María Luz Álvarez, el conjunto hace un imaginativo recorrido por músicas de fuerte impronta popular de los primeros años del siglo XIX, deudoras, en gran parte, de la tonadilla escénica, que incluye seguidillas, fandangos, boleras y canciones anónimos y de compositores como Blas de Laserna, Salvador Castro, Francisco Baltar, Joaquín Tadeo Murguía, Federico Moretti o Fernando Sor. Axivil, que recientemente presentó en el sello RTVE Música otro disco dedicado a las seguidillas de principios del XIX, se muestra aquí con una desenvoltura y una gracia expresiva más que notables. Con un equipo instrumental algo más amplio (se añade un segundo violín, una flauta travesera y unas castañuelas de gran presencia), Sánchez Mascuñano busca equilibrar su interpretación entre el innegable aire popular de las obras, la tradición clásica y el sentido teatral de los textos, consiguiendo recreaciones rítmicamente muy marcadas y expresivamente directas y cercanas, por más que algunos excesos de César Carazo (¡esas Mujeres y cuerdas de Sor!) casen mal con el notabilísimo refinamiento que pone en juego María Luz Álvarez. Pablo J. Vayón 67 D I S C O S ESTUDIO The Harry Partch Collection EL MÚSICO VAGABUNDO PARTCH: The wayward. US. Highball. San Francisco. The letter. Barstow. And on the seventh day petals fell in Petaluma.. GATE 5 ENSEMBLE. THE HARRY PARTCH ENSEMBLE. NEW WORLD 80622-2. ADD. 76’50’’. Grabación: Oakland, Petaluma, Evanston/1958 y 1968. Productor: Joseph Dalton. Ingenieros: Robert Wolff y Jonathan Zsanto. Distribuidor: Diverdi. R PN Eleven Intrusions. Plectra and Percussion dances. Ulysses at the edge.. GATE 5 ENSEMBLE. NEW WORLD 80621-2. ADD. 75’49’’. Grabación: Venice (California), 1965. Productor: Joseph Dalton. Ingenieros: Robert Wolff y Paul Zinman. Distribuidor: Diverdi. R PN The dreamer. Rotate the body in all its planes. Windsong. Water, Water! THE HARRY PARTCH ENSEMBLE. NEW WORLD 80623-2. ADD. 69’18’’. Grabación: San Diego, Urbana, Chicago, 1965 y 1962. Productor: Joseph Dalton. Ingenieros: Robert Wolff y Jonathan Zsanto. Distribuidor: Diverdi. R PN The Bewitched.. THE UNIVERSITY OF ILLINOIS MUSICAL ENSEMBLE. NEW WORLD 80624-2. ADD. 75’24’’. Grabación: Urbana, 1957. Productor: Carter Harman. Ingenieros: Mark Hoffman y Bill Blue. Distribuidor: Diverdi. R PN L 68 a música que compone el norteamericano Harry Partch (1901-1976) nace con el propósito de hacer tabla rasa con el pasado. Reniega tanto Partch del legado de la historia de la música occidental que, en un momento dado de su vida, justo cuando lleva 16 años componiendo, quema todas sus partituras en un horno y abandona el ambiente de la gran ciudad para retirarse al desierto de California, para, en soledad, pensar un modo de abordar la música bajo parámetros distintos. Músico excéntrico por excelencia, Partch no crea un método de composición nuevo, simplemente se deja llevar por la intuición, la del hombre primitivo en contacto con la naturaleza. En sus obras escritas tras esa postura radical, las notas se suceden sin ninguna pretensión. Nada en su música parece elaborado. Tras cada secuencia sonora, tras cada idea instrumental o melódica, sucederá otra totalmente distinta. Los motivos, una vez expuestos, quedan abandonados, para ser relevados por los siguientes. Lo que importa es la improvisación, la sensación del instante, la comunión de los músicos en lo que significa una vuelta a la concepción mágica de los sonidos. Demasiado constreñido en la escala occidental de doce intervalos, Partch crea una escala particular basada en la afinación con intervalos acústicos, una escala que comprende 43 notas por octava. Los instrumentos de propia invención, diseñados según afinaciones distintas, un poco a la manera oriental, se bastan para dar vida al concepto armónico prefigura- do por Partch y que él mismo resume con la denominación “corporal sound”. Grabada con anterioridad en diferentes sellos americanos (Innova, CRI), el grueso de la obra compuesta por Harry Partch está a partir de ahora a disposición del aficionado español en la colección que ha preparado recientemente el sello New World, en el que es sin duda el ciclo más completo y mejor documentado de cuantos se han dedicado hasta hoy a divulgar la obra de Partch. Las grabaciones están remasterizadas, con lo que el sonido que nos llega, salvo alguna saturación ocasional, es de gran calidad. Se trata de un trabajo de fuerte calado musicológico. Además de venir todas las piezas interpretadas por los grupos que fundara el propio Partch (el Gate 5 Ensemble, Harry Partch Ensemble), cada disco porta un libreto extraordinariamente esclarecedor acerca de la figura de Partch y sus intenciones estéticas. Los comentarios son siempre profusos, detallistas, analíticos y están firmados, normalmente, por Bob Gilmore, el autor de la única biografía sobre Partch existente en el mercado. Cada cuadernillo está bien surtido de fotos que recogen ese peculiar arsenal de instrumentos de fabricación propia. El interés es, pues, más que notable, sobre todo teniendo en cuenta que, escuchando a Partch, se tiene la oportunidad de conocer el verdadero pilar sobre el que surgen muchas de las experiencias de colectividades de músicos en la modernidad. Partch inaugura, efectivamente, la idea de ensemble con sentido verdaderamente comunitario. Su influencia llega hasta las aportaciones actuales de carácter naíf como las que lleva a cabo Pascal Comelade, que trabaja sobre objetos encontrados o de fabricación propia. El ensemble de Partch supone una avanzadilla de los primeros grupos que practican música minimalista y, por extensión, de conjuntos que, como el Mothers of Invention de Frank Zappa o los franceses Magma, liderados por Christian Vander, proponían en los años 60 y primeros 70 un discurso tan delirante como irrespetuoso frente a las formas establecidas. Es en el propio sonido de las obras de Partch donde reside su mayor peculiaridad, su extrañeza. Al trabajar a partir de un sistema exclusivamente microinterválico, se crea una musicalidad rara, ajena a cualquier idea de refinamiento. Este lado salvaje de la creación musical, sustentado en instrumentos de invención propia y desechos de la civilización, da origen a un cuerpo sonoro que nos retrotrae a alguna experiencia primigenia. Pareciera como si las obras de Partch estuvieran concebidas antes de las primeras y reglamentadas músicas de Occidente. De esta forma, sus propuestas (loca mezcla de teatro, mimo, danza y música) parecen provenir del mundo de la tragedia griega, a la par que de los ancestrales espectáculos de danza del sureste asiático. Por sus textos, se percibe que Partch vive inmerso en la época de la Depresión americana. Es, artísticamente hablando, hijo de ese período histórico. De ahí que su mensaje tenga mucho que ver con el del hobo, el vagabundo que atraviesa extensas zonas de su país hasta llegar a California, desempeñando las más variadas tareas. Ese contacto directo con la tierra y los hombres de la, por así decir, América profunda, son los que sirven a Partch para armar su corpus musical. Sus canciones tienen, en muchos casos, que ver con las de los grandes representantes del blues y del country. Las piezas más apegadas a esta faceta que encontramos en la colección de discos de New World (los temas que se hallan en el ciclo Eleven Intrusions, la breve The Letter, y, sobre todo, la titulada San Francisco -A setting of the cries of two newsboys on a Foggy Night in the Twenties: una perla absoluta) muestran lo mejor de Partch, su lado más genuino y el que ha soportado mejor el paso del tiempo. En cambio, las obras para coro y de tono danzante, que tienen un fuerte contenido teatral, como The Bewitched, Barstow y Water, Water!, han resistido mal el tiempo transcurrido desde su composición (últimos años 50 y principios de los 60). Hay una cuarta pieza en este estilo, la extensa Plectra and Percussion dances, en torno, en buena parte, al tema de Castor y Pollux, que posee momentos de interés en el despliegue de sonoridades verdaderamente inéditas. Los ensamblajes de sonidos son, en todas estas obras, lo más alejado del refinamiento que pueda imaginarse. Es el tono de alegría, de danza liberadora, lo que provoca nuestra adhesión y nuestra simpatía. Finalmente, el grupo de obras exclusivamente instrumentales se mantiene muy fresco y, en casos como la célebre And on the seventh day petals fell in Petaluma, de 1966, avanza rasgos distintivos del minimalismo. Hay otras dos perlas: Windsong, donde el arsenal instrumental es ciertamente excéntrico (Harmonic Canon, Adapted viola, Chromelodeon, Diamond marimba, Cloud-Chamber Bow, Spoils of War…) y la espléndida Ulysses at the edge, de 1955, en la que el tono decididamente jazzístico que aporta el saxo barítono (su claridad de sonido es algo que se agradece aquí) se debe al conocimiento por parte de Partch de un amigo del trompetista Chet Baker. Francisco Ramos D I S C O S ESTUDIO Ediciones Tippett UN CENTENARIO CON FUNDAMENTO TIPPETT: Sonatas para piano nº s 1-3. Fanfarria para metales. Sonata para cuatro trompas. Cuartetos nºs 1-3. Fantasía concertante sobre un tema de Corelli. Concierto para doble orquesta de cuerda. Triple concierto. Sinfonías. Pequeña música para orquesta de cuerda. Danzas rituales. Suite en re. Concierto para orquesta. ACADEMY OF SAINT MARTIN IN THE FIELDS. SINFÓNICAS DE LONDRES Y CHICAGO. ORQUESTA DE LA ROYAL OPERA HOUSE. Directores: SIR NEVILLE MARRINER, SIR COLIN DAVIS, SIR GEORG SOLTI Y SIR JOHN PRITCHARD. PHILIP JONES BRASS ENSEMBLE. CUARTETO DE TROMPAS BARRY TUCKWELL. HEATHER HARPER, soprano; PAUL CROSSLEY, piano; GYÖRGY PAUK, VIOLIN; NOBUKO IMAI, viola; RALPH KIRSHBAUM, violonchelo. 6 CD DECCA 475 67650. ADD. 457’34’’. Grabaciones: 1958-1982. R PM TIPPETT: Sinfonías nºs 1 y 2. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA BBC. Director: SIR MICHAEL TIPPETT. NMC D104. ADD. 71’21’’. Grabación: Londres, III/1993. Productor: Martin Cotton. Ingeniero: Neil Pemberton. Distribuidor: Diverdi. N PN TIPPETT: Fantasía Sonata. Concierto para doble orquesta de cuerda. Cuarteto nº 2. TALLIS: Spem in allium. PHYLLIS SELLIK, piano. CUARTETO ZORIAN. Directores: WALTER GOEHR, MICHAEL TIPPETT NMC D103. ADD. 75’16’. Grabaciones: 19411949. Distribuidor: Diverdi. N PN E l centenario del nacimiento de Michael Tippett (1905-1988) debiera servir a su fin para acercar más su figura a unos aficionados que probablemente no acaben de conocerle bien. En parte porque su obra ha ido sufriendo una cierta desvalorización, a mi modo de ver injusta, nacida también de una parte de la crítica británica, es verdad que de la menos indulgente con la música de su país. De otro lado, porque para muchos su figura de hombre comprometido políticamente, de pacifista y animador social se ha acabado por imponer a la del músico puro, investigador consciente y creador generalmente muy seguro de su propia obra. Los dis- cos pueden servir muy bien para esa función de atención, escucha y reconocimiento de un compositor cuya obra no suele ser habitual en las salas de concierto. Y por eso se agradece tanto la publicación de la magnífica recopilación —un álbum de seis compactos de generosísima duración— de grabaciones tippettianas que Decca ofrece con motivo del centenario. Primero por la selección en la que, salvo en lo que atañe a la ópera y a la música vocal, está lo más significativo de la obra de su autor, y luego por los intérpretes, todos de primera categoría. Veamos qué podemos encontrar en la propuesta. En el primer disco hallamos las tres sonatas para piano, que despliegan desde el uso de lo popular en la Primera al de las variaciones más o menos difuminadas en la Tercera, pasando por la concisión dramática de la Segunda y su apelación a la atmósfera de la ópera King Priam. Como complementos ligeros y circunstanciales aparecen la Fanfarria para metales y la Sonata para cuatro trompas. En el segundo disco, los tres primeros cuartetos de cuerda, es decir, una parte importante de un corpus camerístico al que el tiempo debiera colocar en el espacio que le corresponde como heredero directo del legado bartokiano y como paráfrasis del espíritu que anida en los homónimos de Beethoven. El tercero liga dos obras que pertenecen a ese neoclasicismo al que tampoco Tippett se pudo resistir y que resolvió a su manera, sin la ligereza de otros pero con la misma brillantez que ellos, como demuestran la Fantasía concertante sobre un tema de Corelli y el Concierto para doble orquesta de cuerda. Como contraste bien poderoso, el Triple Concierto para violín, viola y orquesta, una página más abstracta en la que los solistas se individualizan en lugar de actuar como un verdadero trío y en la que aparecen —como en McPhee, como en Britten— los ecos del gamelán indonesio. El cuarto disco presenta las Sinfonías Primera y Segunda, es decir, en cierto sentido el lado beethoveniano del Tippett sinfonista. Su escucha será, tanto para quienes lo hagan por vez primera como para quienes tuvieran olvidadas estas obras, una sorpresa. No sólo por el dominio que el compositor posee de la escritura orquestal sino de la arquitectura sinfónica, porque son verdaderas sinfonías del siglo XX en la misma medida que puedan serlo las de Sibelius o Shostakovich. Como complemento, la Pequeña música para orquesta de cuerda, ligera, etérea y hermosa. El quinto compacto insiste en lo sinfónico con la muy madura Tercera Sinfonía, una página poderosa y audaz, con su cita de la Novena de Beethoven y su uso de la voz. El bonus que se ofrece nos sitúa en el terreno de lo operístico, con la que es, a mi entender, una de las piezas maestras del autor, sumida en el conjunto de una obra tan poco representada fuera del Reino Unido como es The Midsummer Marriage. Se trata de sus Danzas rituales, magnífica música, evocadora y afirmativa. El sexto disco comienza con una obra de ocasión reveladora de un excelente oficio, la Suite en re para el cumpleaños del príncipe Carlos. A su lado, de nuevo el Tippett más avanzado con su Concierto para orquesta del que destaca su precioso segundo movimiento. Y para cerrar, la Cuarta Sinfonía, la cumbre de su producción en este terreno, una suerte de paseo por la vida humana en el que se funden la cita de Orlando Gibbons con la propia respiración corporal. Una panoplia, pues, verdaderamente reveladora, altamente significativa del genio de un compositor que no debe caer en el olvido. Las versiones son casi todas ellas de referencia: La Academy of Saint Martin in the Fields con Sir Neville Marriner, la Sinfónica de Londres con Sir Colin Davis, la Sinfónica de Chicago con Sir Georg Solti y la Orquesta de la Royal Opera House con Sir John Pritchard — este es el casi, pues es mucho mejor la dirigida por el propio Tippett (Nimbus)— para las piezas orquestales. Los Lyndsays para los cuartetos, Paul Crossley para las sonatas, la voz de Heather Harper en la Tercera Sinfonía. Los solistas del Triple Concierto son György Pauk, Nobuko Imai y Raph Kirshbaum y en las pequeñas piezas para metales el Philip Jones Brass Ensemble y el Cuarteto de Trompas Barry Tuckwell. Imprescindible. Tippett fue también un excelente director de orquesta. Y un disco de la firma británica NMC nos lo acerca en esa faceta. Sus versiones de las sinfonías Primera y Segunda son sencillamente espléndidas, con ese plus de acercamiento directo que no siempre ofrecen otros compositores enfrentados a la dirección. Tan es así que para los amantes de su música la escucha puede ayudarles a encontrar pautas de interés a la hora de comparar con otras versiones y hacerse una idea más cabal de estas obras. El disco titulado Remembering Tippett ofrece grabaciones de los años cuarenta del pasado siglo, históricas ya por tanto, con versiones la Fantasía Sonata para piano a cargo de Phyllis Sellik, el Concierto para doble orquesta de cuerda por una formación innominada dirigida por Walter Goehr, el Cuarteto nº 2 por el Zorian y, como complemento, Spem in allium de Thomas Tallis dirigido por el propio Tippett al Coro de Morley College, con el que trabajó en aquellos años. Son lecturas superadas por el paso del tiempo en lo técnico y por la presencia de nuevos intérpretes de mayor calidad pero el conjunto no deja de tener el interés de lo que empezaba a construir una peripecia creadora de primer orden. Claire Vaquero Williams 69 D I S C O S ESTUDIO Rob Fisher GERSHWIN CRAZY GERSHWIN: Tip-Toes. Tell me more. EMILY LOESSER, LEWIS J. STADLEN, ANDY TAYLOR, LEE WILKOF, MARK BAKER, CYNTHIA SOPHIEA, RACHEL COLOFF, ALET OURY. DAVID GARRISON, CHRISTINE EBERSOLE, SALLY MAYES, DIANE FRATANTONI, PHILIP CHAFFIN, PATRICK CASSIDY, KATHLEEN NONE. ORQUESTAS. Director: ROB FISHER. 2 CD NEW WORLD 80598-2. DDD. 56’30’’, 61’. Grabaciones: XII/1998; X/1995. Productores y restauradores: Rob Fisher (Tip-Toes), Tommy Krasker (Tell me more). Ingenieros: Cynthia Daniels, Joel Moss. Distribuidor: Diverdi. N PN A 70 las comedias musicales de Gershwin sólo se les presta atención seria en la fonografía desde hace un par de décadas, o menos. Este doble CD recoge dos obras del género del año 1925, una que fue un éxito, Tip-Toes (diciembre, Liberty Theater, 194 funciones), y otra que no lo fue, Tell me more (abril, Gaiety Theater, 32 funciones). Con esto culmina una serie que sin dudará seguirá. En ello están empeñados tanto la Fundación Gershwin, animada hasta su fallecimiento por Leonore, viuda de Ira Gershwin, como la Biblioteca del Congreso, depositaria del legado del compositor y de su hermano, libretista y letrista; también están implicados unos cuantos músicos concretos, como veremos. Al margen incluimos un cuadro con otras siete comedias musicales registradas en disco. Todas ellas requirieron de un proceso de restauración por la ausencia de partituras plenamente fiables. Las orquestaciones eran a menudo de manos distintas a las de George Gershwin (Robert Russell Bennett, William Daly, Russell Warner y otros), y así quedan, lógicamente. En ocasiones, aparecieron tras búsquedas por bibliotecas y despachos, o surgieron de repente, como por casualidad. Las grabaciones pioneras de este nuevo estilo fueron las de dos piezas que se continúan, dos sátiras políticas delirantes, Of thee I sing y Let’em eat cake, de 1930 y 1933 (después de 1933, vinieron Porgy y la muerte, ya no hubo más comedias musicales). Siguieron las cinco de Elektra-Nonesuch. Y ahora llegan estas dos, que evidentemente forman parte del mismo proyecto, aunque por razones acaso comerciales haya tenido que tomar el relevo otro sello tras una larga pausa. Aunque hay que advertir que estos discos son de 2001, no de ahora mismo; por otra parte, sus fechas de grabación son 1995 y 1998. Lo que ya indica que, en efecto, hubo un parón. Los nueve títulos incluyen obras muy conocidas y otras que no lo son tanto (Pardon my English, Tell me more), como si se pretendiera recuperar tanto el Gershwin popularísimo de Strike up the band! o Girl Crazy (ambas dieron lugar a películas de los primeros años 40, con Judy Garland y Mickey Rooney). Sorprende que aún no se haya grabado en estas condiciones de plena garantía obras como Funny Face (1927) o Rosalie (1928). A las que habría que añadir, para que el cuadro quedara bastante completo, acaso sólo dos títulos más: Treasure Girl y Show Girl (1928 y 1929). Otras obras, como la temprana La, la, Lucille (1919), todavía no cuentan con la presencia de las canciones de su hermano Ira, así que acaso queden al margen del legado y de la Fundación. En cualquier caso, el gran Gershwin de las comedias musicales es el posterior a Tin Pan Alley y a los Scandals de George White (números musicales sobre cuestiones de actualidad tratadas con humor a veces corrosivo). Es el que comienza con Lady, be good!, a finales de 1924, que es el mismo año de la Rhapsody in blue. Lo que demuestra que ambos Gershwin, el de Broadway y el “clásico”, van juntos, y uno no es superación de otro. Hasta Porgy, claro. Atrás quedan viejos discos realizados a partir de grabaciones antiguas, a menudo radiofónicas, con los hermanos Fred y Adele Astaire (Lady, be good! y Funny Face, en Monmouth/Evergreen). O un registro para CBS de Girl Crazy, dirigido por Lehman Engel en 1951, más o menos cuando grababa su Porgy and Bess (CBS). Del año siguiente es la grabación de Of thee I sing dirigida por Maurice Levine, con dos espléndidos cómicos cantantes, Jack Carson y Paul Hartamn. En 1955, Engel vuelve a Gershwin con Oh, Kay!, con Barbara Ruick, Jack Cassidy y Allen Case (CBS, de nuevo). En fin, sabemos que hay un Of thee I sing televisivo (CBS, 1972), con Carroll O’Connor, Cloris Leachman, Jack Gilford, Michele Lee y otros espléndidos intérpretes de los años 70. Ha sido imposible averiguar quién dirigía el coro y la orquesta de esta producción. Como puede verse en el cuadro adjunto, hay algunos nombres que repiten responsabilidades. Uno de ellos es Tommy Krasker, que ya andaba metido en el proyecto de CBS de 1987. Krasker es el restaurador de seis de esos nueve títulos. La dirección orquestal corre a cargo de Mauceri y Stern, y ahora también de Fischer. Los repartos son siempre espléndidos. Las obras tienen momentos mejores y peores. A veces, contrastan. Es el caso de las dos que recibimos. Tip-Toes es poco menos que una obra maestra del género. En cambio, Tell me more da a menudo la impresión de ser obra de alguien que imita a Gershwin. Si Picasso declaró haber pintado Picassos falsos, tal vez sea éste el caso de Gershwin en Tell me more, un musical que sin embargo no carece de atractivos. Es todavía muy superior a los muy posteriores musicales de Hammerstein y compañía, que marcaron un declive estético que propició éxitos impresionantes gracias al arte de cantantes, coreógrafos, cómicos, músicos y bailarines. Ciertos fracasos de Gershwin en los años 20 y 30 se debieron tal vez a su buen gusto. No es el caso de Tell me more. Este doble CD gustará a muchos, no sólo a los amigos del musical americano. Es música cien por cien, y esto hay que advertirlo porque el género se las trae, como ya hemos dicho. Pero Gershwin es casi siempre Gershwin. Y si tiene cantantes-actrices como Emily Loesser, que construye una encantadora Tip-Toes, protagonista de la pieza de ese título, o como Cynthia Sophiea en esta misma obra, la cosa adquiere mucho mayor atractivo. No olvidemos a las deslumbrantes Christine Ebersole y Diane Fratantoni en Tell me more. O a los perfectos cómicos actores David Garrison, Phi- COMEDIAS MUSICALES DE GERSHWIN. GRABACIONES “NUEVO ESTILO” Lady, be good! (Señora, sea usted buena, o Sé buena chica, diciembre de 1924). Restauración: Krasker. Director: ERIC STERN. ELEKTRA-NONESUCH. 1991. Oh, Kay! (Noviembre,1926) Restauración: Krasker. Director: ERIC STERN. ELEKTRA-NONESUCH. 1994. Strike up the Band! (¡Que arranque la banda!, septiembre de 1927, rev.: enero 1930). Restauración: Krasker. Director: JOHN MAUCERI. ELEKTRA-NONESUCH. 1990. Es el único título en 2 CD, e incluye variantes de 1927 y 1930. Girl Crazy (Loco por las chicas, octubre de 1930). Restauración: Krasker, Moore, Wiggs. Director: JOHN MAUCERI. ELEKTRA-NONESUCH. 1990. Of Thee I sing (Canto para ti, diciembre de 1931). Restauración: John McGlinn. Director: MICHAEL TILSON THOMAS. SONY/CBS. 1987. Pardon my English (Perdone por mi inglés, enero 1933). Restauración: Krasker. Director: ERIC STERN. ELEKTRANONESUCH. 1994. Let’em eat cake (Que se coman el pastel, octubre de 1933). Restauración: John McGlinn. Director: MICHAEL TILSON THOMAS. SONY/CBS. 1987. D I S C O S ESTUDIO lips Chaffin, Lewis J. Stadlen o Lee Wilkof, pero el resto completa ambos repartos con la calidad del especialista y el desenfado del artista auténtico. Rob Fischer dirige los pequeños conjuntos (se nota que son pequeños, y que algunas orquestaciones son mejorables) y los espléndidos coros. Tip-Toes proviene de una producción del Carnegie Hall. Tell me more debió de ser proyecto para estudio desde el principio. No nos hemos referido en este escrito a libretistas y colaboradores en la composición, porque no acabaríamos nunca. Para resumir: un doble CD que no disgustará a nadie (más o menos). Dos pequeñas maravillas más para la causa de recuperación de las obras para Broadway y similares de George Gershwin, en las que, junto a diversos libretistas, siempre escribió las canciones (lyrics) su hermano mayor, Ira Gershwin. Santiago Martín Bermúdez Oliveros, Lacy, Celli... LOS DOCUMENTOS SONOROS DE ALVIN CURRAN CURRAN: Maritime rites.. PAULINE OLIVEROS, acordeón; STEVE LACY, saxo; JOSEPH CELLI, oboe; JON GIBSON, saxo; MALCOLM GOLDSTEIN, violín; JOHN CAGE Y CLARK COOLIDGE, voces; GEORGE LEWIS, trombón; LEO SMITH, trompeta; ALVIN CURRAN, voz y realización electrónica. 2 CD NEW WORLD 80625-2. DDD. 141’38’’. Grabación: emisoras de radio americanas, 1985. Productor: Alvin Curran. Ingeniero: Nicola Bernardini. Distribuidor: Diverdi. N PN H asta hace muy poco, la única pieza de arte radiofónico de Alvin Curran (n. 1938) que circulaba en el mercado fonográfico era la extraordinaria Crystal psalms (sello New Albion), el homenaje que elaborara Curran en 1988 a los 50 años de la Noche de los Cristales Rotos, perpetrada por el régimen nazi en diversas ciudades alemanas. De la misma manera que en Psalms, Curran maneja un material muy complejo, en donde los ruidos de los barcos, los trenes y los vidrios rotos se combinan con enorme ingenio y convicción con los de un amplio arsenal de instrumentos acústicos, en esta Maritime rites (dada a conocer en el verano de 1984 a toda la audiencia de Estados Unidos a través de 50 emisoras de radio), que edita ahora el sello New World, Curran concibe un documento sonoro que tiene mucho de autobiográfico, de experiencia personal, en donde la intervención de cada uno de los (célebres) instrumentistas que aquí se reúnen, le sirve para trazar un paisaje sonoro que juega con toda una serie de sonidos naturales grabados a lo largo del litoral Este de los Estados Unidos. Alvin Curran, este hijo de padres judíos crecido en Providence, que estudia con Elliott Carter en la Yale School of Music, es sin duda una de las más fuertes personalidades de la música norteamericana del último tercio del siglo XX. En su carácter multifacético, Curran personifica la diversidad de propuestas estéticas que los grandes autores norteamericanos de la generación nacida entre los años 20 y 30 han sabido desarrollar, en buena medida, a espaldas del concepto de concierto tradicional. Improvisador y multiinstrumentista, la personalidad de Curran resume el talante más de artista sonoro que de compositor que prácticamente todos estos músicos (Lucier, Young, Niblock, Oliveros, Johnson) han hecho valer. Autor, pues, de obras que escapan a cualquier sistematización, Curran cuenta en su currículum con un protagonismo cierto en una de las aventuras sonoras más enloquecidas de la segunda mitad del siglo, la protagonizada por el grupo de improvisación Musica Elettronica Viva. Rzewski, Teitelbaum, Plantamura, Bryant, Steve Lacy y el mismo Curran forman en 1964, en la ciudad de Roma, este grupo que tipifica el modo en que la música traspasa las fronteras y las convenciones en aquel período histórico. Grupo transgresor, el MEV absorbía unos materiales aparentemente incompatibles. Es de ahí de donde extrae Curran el gusto por la mixtura de elementos heterogéneos. A partir de los años 70, en efecto, Curran presenta en sus composiciones (Views for magnetic garden, Canti illuminati, Animal behavior) un espectacular ensamblaje de improvisación, canción, jazz, paisaje sonoro, y moderna tecnología. Dos recientes grabaciones ilustran esta forma de entender la música: el formidable y energético Our Ur (referencia RS015), una colaboración de Curran con el artista Domenico Sciajno, y el recopliatorio Lost marbles, del sello Tzadik, excitante repaso por la música improvisada de nuestro autor. Del viejo mundo de las narraciones y dramatizaciones para la radio (curiosamente, el mismo material que inspira, de alguna forma, a Tod Dockstader en su reciente y extraordinario trabajo Aerial I, otro de los discos fundamentales de este año 2005), surge la idea de Maritime rites, probablemente la más ambiciosa y hermosa obra de Curran, quien la describe, en efecto, como un “documental al estilo radiofónico”. El músico deja escapar los sonidos de Maritime rites como trozos de su propia historia, muestras de los sonidos que él escuchaba en su entorno urbano (Rhode Island, New England). Las evocaciones de infancia de Curran quedan aquí transfiguradas y cobran una especial majestuosidad por medio de la mezcla que aportan las distintas y diversas intervenciones de artistas como Celli, Oliveros, Gibson o Lacy y los sonidos provenientes del litoral Este de Estados Unidos. Los sonidos de los instrumentos convencionales, en una disposición claramente minimalista, sirven de contrapunto al arsenal tomado de la naturaleza (cantos de pájaros, ruidos del mar) y campanas, silbatos, sirenas de barco, a los que se agregan comentarios de los guardacostas y fareros. El disco, hasta cierto punto, un homenaje al mar, con sus sonidos del Nantucket II Lightship (hace ya mucho, fuera de servicio), se cierra, en la décima de sus piezas, con la extensa improvisación del propio Curran que porta precisamente el título Maritime rites. Dispuesta, como las anteriores, con sonidos instrumentales largamente mantenidos (herencia de La Monte Young), la obrita cobra unas dimensiones que el mismo músico llama “sinfónicas”. Su gran logro consiste en otorgar un sentido de gran perspectiva a la pieza y adoptar las formas del discurso, por decirlo así, sinfónico, empleando con gran refinamiento y buen gusto un conjunto de materiales exclusivamente compuesto por objetos sonoros pertenecientes a todo el arsenal antes enunciado. Termina la pieza con una balada tradicional americana, Rolling Home, cantada por Bill Bonyun con su bandoneón. Las texturas son de una riqueza abrumadora (como las que corresponden al sonido casi humano que se extrae del Brooklyn Bridge) y el oyente ya no sabe si escucha una obra electroacústica, con una especial recreación de sonidos del mar y de barcos (las 60 sirenas conforman un material de extraordinaria belleza) o si se trata de un paisaje sonoro formado por objetos que parecen provenir de muy lejos en el tiempo, como si contempláramos una colección de viejas fotografías en color sepia. Francisco Ramos 71 D I S C O S ESTUDIO Cuarteto Casals DE LA JUVENTUD MOZART: Cuartetos de juventud K. 80 (73f), 155 (134a), 156 (134b), 157, 158, 159, 160 (159a), 168, 169, 170, 171, 172, 173. Divertimentos K 136 (125a), 137 (125b) y 138 (125c). CUARTETO CASALS. 3 CD HARMONIA MUNDI HMI987060.62. DDD. 69’, 76’, 73’. Grabación: Jafre de Ter, Gerona, IX/2004-V/2005. Productores e ingenieros: Miquel Roger y Pere Casas. N PN M 72 ozart comenzó a escribir cuartetos en 1770 y dejó de hacerlo en 1790. Dentro de este apartado se divide su obra en tres etapas. La primera es la que ocupan las composiciones que recogen estos tres compactos. Es decir, un período que se extiende de 1770 a 1773. Tres años en los que el compositor fue labrando poco a poco una forma que casi empezaba con él tras los primeros pasos de los Nardini, Sammartini, Giardini o Boccherini y de los tempranos escarceos de Haydn. En esas partituras de niñez o mocedad Mozart partía todavía de unos planteamientos más propio de la antigua serenata o del divertimento. Keller, siempre tan severo, utiliza incluso la palabra abominable para referirse a algunas de estas creaciones, que considera en todo caso muy inferiores a las similares salidas de plumas como la de Boccherini. Frente a ello cabe oponer que aun en las más flojas de estas composiciones, importante semilla para las magistrales del futuro, como las incluidas en la serie de seis dedicada a Haydn, se encuentran momentos de alta inspiración melódica y modulaciones ricas y expresivas. Halbreich, por ejemplo, se hace lenguas del valor que poseen los seis cuartetos conocidos como Milaneses (K. 155-160), escritos a finales de 1772 y principios de 1773 en el viaje hacia Milán junto a su padre o en Milán mismo. Habla del encanto primaveral que exhalan y que se manifiesta en breves y fulgurantes premoniciones de las obras de madurez. No hay duda de que en bastantes ocasiones, a veces inesperadamente, nos topamos con el espíritu del Sturm und Drang, cargado de cromatismos casi demoníacos, como en ciertos instantes del K. 160. Los seis cuartetos siguientes son los denominados Vieneses, los números 8 a 13, K. 168-173, de finales del verano de 1773. En ellos se emplea ya la estructura en cuatro movimientos. No evitó Mozart en todo momento el uso de procedimientos un tanto convencionales; pero siempre con una ambición formal no plenamente lograda, pero que abría caminos hacia la plenitud. Lo amplio de los desarrollos, el uso de variaciones o de fugatos son ejemplos. Pese a que la síntesis entre el estilo serio y el galante no está tan conseguida como en las partituras futuras, la altura del empeño es indiscutible a despecho de la opinión de Keller. Los tres Divertimenti K. 136-138, aunque están previstos para esta combinación instrumental, suelen ser interpretados por conjuntos más amplios. Einstein los estima, más que cuartetos, simples sinfonías, en las que falta el minueto. Se las acostumbra a denominar Sinfonías Salzburguesas. Son tres composiciones llenas de gracia, de ritmos vivos. Aunque fueron escritas en Salzburgo, es probable que fueran estrenadas en el salón del Conde Firmian, gobernador general de Milán. Para enfrentarse a estas irregulares creaciones mozartianas de primera hora hace falta, evidentemente, un tacto especial y un estilo ejecutor muy clásico. Ataques secos, firmes, líneas ligeras, armonías transparentes, vuelo en el fraseo, limpidez en las exposiciones. Las texturas han de resultar aireadas y los acentos espontáneos, fragantes. Hay un curioso sabor agreste en esta música, de imparable impulso juvenil, que no está exenta de esporádicos saltos en el vacío, hacia mundos que anticipan esas negruras, esas sombras que nos indican que Mozart es un compositor prerromántico y que apuntaba Halbreich. Gran parte de estas exigencias las cumple el joven Cuarteto Casals, cuyos componentes — Abel Tomàs Realp, Vera Martínez Mehner, Jonathan Brown y Arnau Tomàs Realp— han salido de las aulas de perfeccionamiento de la Escuela Reina Sofía y que demuestran estar ya muy lejos de la bisoñez, porque frasean y ejecutan como maestros; aunque, sin duda, aún les queda un camino por recorrer. Nos parece que a su interpretación de los tres Divertimenti le falta ligereza de arco, claridad de exposición y de dicción en algunos instantes, como en el Allegro inicial de la obra en re mayor, K. 136. Sin embargo, alcanzan sensacionales pianísimos en el Andante del K. 138, lo que nos pone en sintonía con lo que constituye una de sus virtudes: el cuidado, muy matizado, de las dinámicas, que saben graduar muy racionalmente y que extienden en general a todas estas interpretaciones. Es cierto que en ocasiones echamos de menos una traducción más nítida, en la que las líneas melódicas y contrapuntísticas nos lleguen con mayor limpieza, como en el Andante del K. 171, que se nos antoja difuso, neblinoso, y CUARTETO CASALS que es, desde luego, un movimiento de insólito dramatismo. La viola sigue un curso ondulante relativamente definido. Tampoco estimamos muy excitante la sonoridad obtenida en el Tema con variaciones del K. 170, el Cuarteto nº 10, expuesto sin demasiado aire, no mucho más allá de una aceptable corrección y con escasa gracia. Sin embargo, en esa misma obra, en el Rondó final, hallamos una sonoridad espléndida, tocada de un sabor fuerte, de una tímbrica atractiva, que es de admirar asimismo en el Un poco adagio del K. 160, en donde encontramos, además, un discurso bien construido, que da con la clave del clima inestable y desasosegante del fragmento. Y el Presto subsiguiente está magníficamente acentuado. Un buen logro es asimismo el tono sombrío, misterioso, fantasmal, que otorga una gran modernidad a los pentagramas, del Andante del K. 168, en el que, asordinado, aparece, en canon, el tema del Op. 20, nº 5 de Haydn, cuya sombra planea sobre este grupo de composiciones. Aplaudamos igualmente el estupendo impulso, la vitalidad dada al Allegro del K. 159, ese movimiento cromático y demoníaco al que se refería Halbreich. En resumen, una excelente muestra del arte, en trance de consumarse, de unos jóvenes músicos, que ya caminan con paso firme y decidido. Su sonoridad global, que busca a veces unos timbres asimilables, con cuerdas modernas, a los de los antiguos instrumentos, es muy buena y, por lo común, equilibrada. Manifiestan un adecuado entendimiento de los factores agógicos y dinámicos y saben expresar con convicción en virtud de un fraseo bien diseñado y contrastado. Han de pulir aún determinadas cuestiones relacionadas con la claridad de dicción y con la ligereza de arco para las obras más aéreas. No se ven especialmente perjudicados en la comparación con alguno de los grandes cuartetos que han grabado estas partituras tempranas, como el Hagen (misma distribución, DG) o, más modernamente, el Talich (discos separados o integral de los 23 Cuartetos, Calliope). Arturo Reverter D I S C O S ESTUDIO VAI VOCES CON IMAGEN DAME KIRI TE KANAWA. Soprano. An evening with Kiri te Kanawa.. Páginas de Weber, Haendel, Mozart, Charpentier, Gounod, Bellini, Boito, Puccini y Berlioz. ORQUESTA SINFÓNICA DE MONTREAL. Director: CHARLES DUTOIT. VAI 4341. 60’. Grabación: Montreal, XII/1986. Productor: Ernest Gilbert. Sin subtítulos. MARILYN HORNE. Mezzosoprano. Páginas de Haendel, Beethoven, Álvarez, Montsalvatge, Granados, Obradors, Rossini, Duparc, Copland, Donizetti y Foster. MARTIN KATZ, piano. VAI 4323. 88’. Grabación: Milán, VI/1981. Productor: Illio Catani. Subtítulos en inglés, francés, italiano y alemán. VICTORIA DE LOS ANGELES. Soprano. In concert. Mozart: Tantum ergo K.197. Vesperæ solemnes de confessore (Laudate Dominum, Magnificat) K. 339. Haydn: Sinfonía nº 19 Hob.I/19. Haendel: Aria de Judas Maccabæus. Vivaldi: Motete Invicti bellate RV 628. Credo RV 591.. ORCHESTRE DE CHAMBRE MCGILL. ELMER ISELER SINGERS. Director: Alexander Brott. VAI 4336. 60’, 8’35 (entrevista). Grabación: V/1986. Productor: Raymond Edwards. Subtítulos en inglés (entrevista). GRACE BUMBRY. Mezzosoprano. The Art of Grace Bumbry.. Fragmentos de Jeanne D’Arc, Le Cid, Un ballo in maschera. Lieder de Liszt, Schumann, Brahms y Wolf. ORQUESTA DE RADIO CANADÁ. Director: JACQUES BEAUDRY. JOHN NEWMARK, piano. VAI 4334. 39’. Grabación: I/1973. Productor: Allan Altman. Subtítulos en inglés. RENATA TEBALDI. Soprano. A Portrait.. Páginas de La bohème, Madama Butterfly, Tosca, Adriana Lecouvreur, Cavalleria rusticana, La Gioconda, Gianni Schicchi, Il tabarro, canciones de Rossini y Tosti. JUSSI BJOERLING, EUGENE TOBIN, GEORGE LONDON, LOUIS QUILICO. VARIAS ORQUESTAS Y DIRECTORES. 2 DVD VAI 4324. 76’28’’, 53’09’’. Grabación: 1956 y 1967. Productor: Allan Altman. Subtítulos en inglés. GEORGE LONDON. Barítono. A tribute.. Páginas de Don Giovanni, Las bodas de Fígaro, La clemenza di Tito, Fidelio, Los cuentos de Hoffmann, Arabella, Evgeni Onegin, Macbeth, Tosca, El Holandés errante, La walkiria. LUCIA POPP, TATIANA TROYANOS, EDITA GRUBEROVA, CATHERINE MALFITANO, SIMON ESTES, MARGARETE HINTERMEIER, SONA GHAZARIAN, FRANCISCO ARAIZA, NICOLAI GEDDA, THOMAS MOSER, LEONIE RYSANEK, JAMES KING. SINFÓNICA DE LA RADIO DE VIENA. CORO DE LA ÓPERA DE VIENA. Directores: LOTHAR ZAGROSEK, HEINRICH HOLLREISER, ERICH BINDER, HANS GRAF. Bonus: George London canta páginas de Faust, Tosca, Don Giovanni, Otello y Boris Godunov. VAI 4329. 119’ 02’’, 24’24’’ (bonus). Grabaciones: Viena, VI/1984 y 1957-1964 (London). Productor: Allan Altman. Subtítulos en inglés. Distribuidor: LR Music. N PN V AI sigue con loable continuidad distribuyéndonos recitales televisivos de diversa procedencia y condición, la mayoría de ellos de un enorme interés sobre todo para el fan operístico. La Radiotelevisión canadiense es una jugosa suministradora de estos productos (de hecho domina esta entrega que se comenta), ya desde los años cincuenta (recuérdense las óperas cantadas por Jon Vickers). Tres décadas más tarde, nos facilita un recital de la Kanawa, desde la Salle Wilfried Pelletier (famoso director, como se sabe canadiense), en el que la neozerlandesa pasa de Haendel (un Lascia ch’io pianga de calentamiento y sin variaciones en el da capo) a Puccini con musicales aires elegantes, con discreto pero efectivo encanto, en interpretaciones que van de lo extraordinario (las dos arias de la Rosina mozartiana) a la escolaridad del aria de la cárcel de Margherita del Mefistofele boiteano, pasando por un raro (en su voz) Bellini, el de la Giulietta de Capuleti, unos discretos guiños al repertorio francés (Depuis le jour de Charpentier, aria de las joyas de Gounod, sin la canción de Thulé que le precede), con el ya inevitable O mio babbino caro en delicada versión y cerrando con un Vissi d’arte cercano a lo estimable. Excelentemente acompañada por la Sinfónica de Montreal y Dutoit, instrumentistas y batuta ofrecen una sensata lectura de la obertura de Euryanthe y un vibrantísimo Carnaval romano de (no podía faltar) Berlioz. Esta última interpretación parece metida de relleno, pues se da a entender que la grabación es de un año antes al recital de la soprano. Una velada, pues, muy agradable, por momentos decorativa, amable siempre y por ende muy representativa de la cantante que viene a cumplimentar. Un contraste estruendoso con el recital de un lustro antes, en la Scala milanesa, protagonizado por esa especie de huracán o tornado femenino (como el nombre que solían llevar antes en exclusiva estos fenómenos meteorológicos) Marilyn Horne. Es la diferencia que existe entre una buena cantante y entre otra también buena pero además excelente artista. El programa de esa triunfal noche milanesa no puede ser más caótico, pero ahí está la Horne para darle coherencia y despertar el delirio de la sala. La mezzo pasa con un desparpajo propio de la genial artista de genio que es de un aria barroca (de Iris en Semele) a una muy dramática escena beethoveniana (In questa tomba oscura) y luego al Rossini más sinuoso (la cavatina de Arsace), en medio de muestras variadas de repertorio cancioneril español (y catalán, perdón), francés y norteamericano. Aunque el momento cumbre de todas las extraordinarias ejecuciones llega con el brindis de Maffio Orsini de la Lucrezia Borgia donizettiana, que sólo la Horne (en tiempos recientes, hay que citar aquí las varias versiones disco- gráficas dejadas por la exuberante Ernestina Schumann-Heinck) ha sabido valorar como merece. En resumen, una joya auditiva y visual, ya que la cantante demuestra un glamour y un carisma, algo vulgar a veces todo hay que decirlo, extraordinarios. Apoyándola, un fiel y por tanto imprescindible Martín Katz. El DVD de Victoria de los Ángeles es en realidad un concierto de la orquesta de cámara canadiense que figura en la ficha arriba descrita, asistida por el coro que allí también se puede leer, siendo la soprano catalana la estrella invitada de la sesión. Victoria entra caliente la voz, siempre límpida y cristalina (y con 63 años), enfrentándose sublime al aria haendeliana So shall the lute and harp awake, complicada de coloratura, resuelta por la cantante con las mismas impolutas y sobradas maneras de treinta años atrás en el disco con Sir Adrian Boult. Luego repite la hazaña con un bellísimo motete vivaldiano y una impresionante concepción del Laudate Dominum mozartiano, aunque la voz suene aquí a veces algo frágil o cansada. Siempre pura música, delicia incalculable. Para compensar la escasa presencia de Victoria, además de una entrevista en francés (con subtítulos en inglés), VAI recupera el aria de la soprano y el dúo del final del primer acto de Bohème de Bell Telephono Hour 1960 (publicada ya en VAI 4289), donde la inigualable Mimì de la catalana encuentra una aceptable réplica en el Rodolfo del tenor californiano Brian Sullivan. Brott y la Orquesta de Cámara McGill, con el coro Elmer Iseler, todos canadienses, cumplen pulcras, convenientes, versiones de las partes a ellos encomendadas, especialmente inspirados en los momentos más emocionantes del Credo vivaldiano. El arte de Grace Bumbry se ofrece en blanco y negro, aunque mejor sería decir “parte de su arte”, ya que los papeles seleccionados de mezzo falcon (su exacta vocalidad), la Juana chaikovskiana y la Chimène massenetiana, no le son tan asociables como Carmen o Eboli y su Amelia del Ballo verdiano fue más bien interpretada esporádicamente. En las dos primeras páginas, las más populares 73 D I S C O S ESTUDIO / REEDICIONES de las respectivas partituras, dos inequívocos lamentos, la mezzo norteamericana resplandece de intensidad y medios, pero en la gran escena verdiana (escenificada), aunque continuando gloriosa de voz (salvo un algo apretado do natural), en el plano expresivo se queda corta y monótona, como poco enterada de lo que le pasa al personaje que es como se sabe mucho. Como cantante de cámara, Bumbry demuestra que estudió y asimiló bien las lecciones de su profesora Lotte Lehmann en tan difícil materia, destacando en especial las excelentes lecturas logradas de Wenn ich in deine Augen seh de Schumann o Schlafendes Jesuskind de Wolf, muy bien asistida en el teclado por Newmark. Al contrario del retrato de la Bumbry que puede considerarse parcial o incompleto, el del Tebaldi puede entenderse como bastante pleno. En los dos DVD, con momentos en blanco y negro y en color, aparecen reflejados muchos de los personajes base de su carrera: Mimì, Butterfly, Tosca (el más prodigado en la entrega), la Lecouvreur o Gioconda, así como los de Santuzza o la Lauretta pucciniana, solamente incorporados para el disco. Faltarían la Leonora de La forza, Aida, Desdemona, Violetta o Maddalena di Coigny para que el perfil fuera más íntegro. Se incluye hasta una corta entrevista que le hace el director Donald Voorhees, omnipresente en las sesiones de Bell Telep- hone Hour. La Tebaldi, en los diferentes medios en los que se mueve (tomas televisivas o teatrales) exhibe sobre la calidad extraordinaria de su voz, el inconfundible terciopelo tímbrico, la fascinación de su canto de un legato modélico, la dicción inmaculada, el lirismo arrollador de sus concepciones, etc. El paso del tiempo se nota en los agudos menos limpios y en algunas notas poco claras. Como actriz, sobre todo en los fragmentos escénicos de la Tosca de Stuttgart de 1961, se muestra cauta, recatada y prudente. Luego, en la toma televisiva de la misma obra en Canadá y en los momentos mucho más dramáticos del acto II, se le escapan algunos gestos ampulosos como de actriz antigua. El segundo DVD contiene todo el Concerto Italiano de 1965, donde la soprano pesarense comparte set televisivo con el barítono canadiense Louis Quilico, un digno intérprete sobre todo en el plano vocal del Scarpia y Michele puccinianos. Es curioso destacar que en el fragmento del acto II de Tosca, en esa bastante certera realización televisiva canadiense, se incluyen esas dos frases de la protagonista titular y de Scarpia después del Vissi d’arte normalmente suprimidas. Todo el contenido de esta doble entrega ha sido publicado previamente por VAI, a excepción de un Un bel dì vedremo y Con onor muore de Bell Telephone Hour de 1961. George London, el baríto- no también canadiense, Scarpia con Tebaldi en la velada teatral antes referida en la Ópera de Stuttgart, es beneficiario de un homenaje en Viena, concierto del año 1984, unos meses antes de su fallecimiento. El programa incluye fragmentos de óperas con las que el barítono logró triunfos por todo el orbe lírico, ya que fue un aplaudido Doctor Miracle (y el resto de los malvados offenbachianos), Giovanni, Onegin, Almaviva, Mandryka, Scarpia, etc. Dentro del muy alto nivel del concierto (salvo el Macbeth inocuo de Simon Estes) es imprescindible destacar el grandioso Sesto de la Troyanos, la brillante Olympia de la Gruberova, la deliciosa Susanna de la Popp, la bella y musicalísima Zdenka de la Ghazarian, la intensa Antonia de la Malfitano, el entregado Cavaradossi de Gedda y, todavía por encima de todos estos, la espectacular Sieglinde de la Rysanek En un Bonus el propio London nos ofrece varios ejemplos televisivos de su arte. Interesante por menos difundido la serenata del Mefisto goudoniano o el credo verdiano de Yago, lo más pintoresco a la par que importante, un imponente Boris Godunov cantado en inglés. En el fragmento mozartiano, como Zerlina aparece fugazmente, bella y sensual, Anna Moffo, dando sugestivas replicas al elegante Don Juan de London. Fernando Fraga Edel. Dvorák ARTESANÍA SINFÓNICA E 74 sta integral de las Sinfonías de Dvorák, por la Staatskapelle de Berlín, dirigida por Otmar Suitner (Edel 0002782CCC, distribuidor: Gaudisc), es, en efecto, una reedición, pero para nosotros es plena novedad. La publicó en la antigua RDA el sello Eterna, y ha circulado algo por Occidente y nada por nuestro país. Sorprende por la honestidad e inspiración de sus planteamientos esta integral hasta ahora oculta. Sabemos que Suitner, muy buen director de foso (fue titular de Dresde y de la Staatsoper de Berlín) es también excelente artesano sinfónico, aunque no sea Kubelík, ni Neumann, ni Karajan. Hay que invitar al aficionado a que se acerque a esta integral sin ideas preconcebidas, sólo con su amor a Dvorák, el que tenga, sea mucho o poco. Aunque, en rigor, si es poco le bastará con los Kubelík de Orfeo, las tres últimas sinfonías. Si no, aquí puede encontrar sorpresas al paladear esta integral llena de fuerza y de expresividad inmediata; esto es, de puro Dvorák. Atención a la implacable e incluso apresurada energía con que Suitner resuelve el Allegro con brio de la Octava, y pocas veces oiremos ese brío así. Pues bien, Suitner marca de esa manera ya toda la Octava, que queda especialmente saltarina, vivaz y animada; claro está, el clima del Adagio se resiente. Y no es la acidez violenta de Kertész, aunque parece que el húngaro sea a menu- do el modelo de Suitner; tampoco es la tensión insuperable de Kubelík (la de Orfeo), es otra cosa. La Novena va por ahí, sólo que en el Largo Suitner no tiene más remedio que rendirse, ahora sin menoscabo, si bien como el zorro que finge desmayo para saltar a mordiscos sobre los dos movimientos finales. ¿Es ésta la tónica de la integral? Hagamos un rápido repaso hacia atrás. En la Séptima, Suitner se muestra a sus anchas en el brillante Finale, pero también en el danzante Scherzo; no le sale nada mal el Poco adagio, tal vez porque incluye un crescendo. El Adagio de la Sexta no está muy conseguido, pero el resto de esta nerviosa partitura suspende por varios momentos arrebatadores, como cuando la batuta se complace en el furiant, esa especie de saltarello checo. Tanto en la Quinta como en la Cuarta, Suitner se olvida a menudo del modelo Kertész. En la primera mitad de la Quinta manda el Dvorák cálido y melódico, y Suitner le obedece. En la segunda mitad, se impone el humor general del agitado ciclo, sobre todo en el heroico Allegro de cierre. En la Cuarta evoca Suitner su oficio de director de foso; es una sinfonía muy Tannhäuser y lo pone de manifiesto en el lado más lírico: atención a ese precioso Andante. El Allegro se apellida feroce, pero la batuta no hace demasiado caso. El nivel del discurso (el de Dvorák) ha bajado en exceso, y el director pasa de puntillas para recuperarse en un Finale medio soñador y medio alborotado. La Tercera, la única en sólo tres movimientos y sugerencias italianas, es más perfecta y medida, lo que le permite a Suitner regresar a su estro, esto es, a la energía calórica. Pero no quiere ni puede perder de vista ese amplio Adagio central, una marcha que condiciona y reequilibra toda la sinfonía. En las dos primeras, Suitner no echa más madera en el fogón y trata de ennoblecer el discurso, algo más flojo y en exceso dilatado, a base de sugerencia y lirismo, como en su bello Poco adagio de la Segunda, aunque se desquita en el fogoso último movimiento. La ingenua ampulosidad de la Primera recibe un tratamiento digno en lo heroico que resulta convincente. Suitner se complace en la sencilla belleza del Adagio, y equilibra las cosas. Lo mejor del ciclo: las sinfonías grandes, esto es, de Sexta a Novena. Allí donde Suitner no quiere o no puede derrochar energía, retrocede el interés; lo que coincide casi siempre con un menor interés previo de las propias sinfonías. En muchos sentidos, esta integral, tan en la línea de Kertész (ma non tanto), es un descubrimiento feliz. Y como el precio es asequible, veo a Madriles haciéndose con un ejemplar. Santiago Martín Bermúdez D I S C O S REEDICIONES Melodiya ROZHDESTVENSKI Y PROKOFIEV O cho CDs de Melodiya en cinco álbumes, abarcados por una caja protectora, nos traen una reedición de los ballets de Prokofiev en la batuta de Rozhdestvenski. No todas las buenas noticias fonográficas sobre Prokofiev tenían que llegar en su cincuentenario, hace ya dos años largos. El ciclo orquestal Prokofiev de Rozhdestvenski es amplísimo e incluye, desde luego, las siete sinfonías. Se grabó a lo largo de un buen montón de años, desde avanzados los 50 hasta finales de los 70, y en lo que se refiere a los ballets fue a menudo pionero; algunos títulos los ha grabado Rozhdestvenski más de una vez después de esas fechas. Consonance reeditó algunos de esos registros, alrededor de las sinfonías, pero también presentó algunas suites o resúmenes de ballets como si fueran ballets completos. Es el caso, al menos, de Chout (ahora recibimos la integral grabada en 1985, mientras que Consonance presentaba un resumen registrado en 1962). No así de El hijo pródigo, que aparecía en el mismo CD como suite; aquella vez era una grabación de 1979. La denominación de alguna orquesta puede dar lugar a error, como cuando a la del Ministerio de Cultura de la URSS se le cae la referencia ministerial. Pero estamos en ocasiones ante los mismos registros. Ahora bien, los que recibimos ahora se salen de la lógica de aquel ciclo al incluir registros de los años 80 hasta 1990. Evidentemente, se trataba de registrar el corpus para ballet de Prokofiev en su integridad, antes de que lo hicieran otros. Pero será mejor ver los detalles, orquestas incluidas: Romeo y Julieta op. 64. Bolshoi. 1959. MEL CD 10 00908 Monoaural. La leyenda de la flor de piedra op. 118. Bolshoi. 1968. MEL CD 10 00816. Cinderella op. 87 y En el Dnieper op. 51. Ministerio. 1982. MEL CD 10 00906. Chout op. 21. Ministerio. 1985. MEL CD 10 00050. El paso de acero op. 41 y El hijo pródigo op. 46. Ministerio. 1990. MEL CD 10 0090. Es revelador que en 1959-1968 la orquesta fuera la del Bolshoi, mientras que en los 80 fuera la del Ministerio. En los 80 se trata de completar el ciclo en virtud de las perspectivas que han cambiado: ahora, todo lo de Prokofiev es interesante. Insistamos en que se trata de ballets completos, no de suites. Precisamente, con una suite de Cinderella empezó la gran carrera fonográfica de Rozhdestvenski. Advirtamos que aquí están todos los ballets que compuso Prokofiev, los cuatro de formato medio y los tres de dimensión operística (Romeo, Cinderella, Flor). En fin: todos, menos uno, Ala y Lolli, que nunca se ha tocado como tal ballet y que sólo conocemos en la disposición que el entonces joven músico hizo del ballet que rechazó Diaguilev, la Suite escita. Ya hemos dicho en alguna ocasión que creemos que Gergiev puede rescatar ese ballet completo, si es que los materiales están en alguna parte o pueden reconstruirse. De momento, en rigor, no existe tal ballet. Así que ésta de Rozhdestvenski es integral plenamente y por derecho. Creemos que el Romeo y Julieta de 1959 es pionero, la primera integral de este ballet tras las ya entonces numerosas lecturas de selecciones y suites. Su sonido algo precario y monoaural no oculta las calidades dramáticas y líricas de un gran maestro, que entonces tenía sólo 28 años, aunque desde entonces las integrales de este ballet han dado buenos resultados (Maazel, Previn, Ozawa, Gergiev). Las culminaciones y escenas de mayor dramatismo están resueltas con fuerza, con virtuosismo de orquesta acostumbrada a ese tipo de definiciones de situación, y con visión puramente teatral por parte de la batuta. Pero las escenas íntimas, líricas palpitan llenas de vida. También fue pionero este registro de La flor de piedra, último título para ballet de Prokofiev, que no se volvió a grabar hasta hace muy poco (Jurowski, en su espléndido ciclo de ballets de Prokofiev para CPO, aquí con Radio Hannover, 1998; Noseda con BBC para Chandos, 2003). Las calidades interpretativas son equivalentes, aunque en este caso la propia obra, aunque contiene músicas muy bellas y es muy versátil en estilos y temperamentos, no alcanza la inspiración de Romeo y Julieta. Es interesante, instructivo y muy agradable comparar siquiera algunos números en las tres lecturas de que disponemos, y comprobar que el sonido de 1968 para Rozhdestvenski es más que aceptable, aparte de su grandeza puramente musical. En 1982 consigue Rozhdestvenski grabar una integral de Cinderella, con lo que cierra su medio ciclo de los tres grandes ballets operísticos de Prokofiev, y lo hace con gran despliegue de vitalidad danzante y muy inspirada lirismo. Al mismo tiempo, hace una recuperación para su país con otro ballet nunca oído allá en su integridad. En el Dnieper se llamaba también En el Boristene, por el antiguo nombre del gran río de casi 2300 kilómetros de longitud que atraviesa Rusia, Bielorrusia, y Ucrania hasta su desembocadura en el Mar Negro. Es tal vez el ballet menos conocido del compositor, escrito y estrenado después de la muerte de Diaguilev en la Ópera de París, con coreografía de Lifar. La música procede del mismo núcleo de inspiración que El hijo pródigo, el ballet inmediatamente anterior, pero el libreto es muy simple. Los materiales estuvieron poco menos que ocultos durante mucho tiempo, y hasta los años 80 no se tocó íntegro en la URSS; fue entonces cuando se realizó este registro, rico en matices líricos. El paso de acero está enfocado con una modernidad a mitad de camino entre lo futurista y lo grotesco. Puede recordarnos cosas francesas de entonces (Poulenc, Auric), pero Rusia tiene su propia tradición y su propia vocación grotesca, que afecta incluso a Stravinski, y desde luego a Shostakovich. El humor a menudo acre de Rozhdestvenski traduce así esta partitura, mejor que en clave puramente “maquinista”, y olvidamos que dio tanto que hablar a los indignados sovietistas de antaño contra el todavía emigrado Sergei Sergeievich. Pláticas que hoy se han olvidado. En el mismo CD, un registro del mismo año de El hijo pródigo, que es el revés de la obra anterior, con sus escenas líricas y su trama biográfica resueltas de manera magistral por la riqueza de sugerencias. Ningún otro director de orquesta tiene en su haber el registro de los siete ballets de Prokofiev. Y no es un director cualquiera, sino que se trata de Gennia Rozhdestvenski, que desde muy pronto defendió las partituras del maestro, al que conoció e interpretó muy pronto, como lo hicieron sus compañeros Richter y Rostropovich en sus ámbitos de actuación. En aquellos años oscuros ya bebió Rozhdestvenski en la autenticidad del maestro. Ahora nos llega, como reedición, la totalidad de su música para el teatro danzado, y en versiones íntegras, además de brillantes y luminosas. Una excelente aportación a la causa de la recuperación total de Sergei Sergeievich. Santiago Martín Bermúdez 75 D I S C O S REEDICIONES Universal Classic Opera TIEMPO DE REEDICIONES A 76 precio de oferta y con una conveniente presentación, incluyendo libreto en el original y en la traducción inglesa, Universal reedita una decena de óperas grabadas por Philips y Decca entre 1965 y 1988, todas previamente publicadas en CD y donde Verdi se lleva la mejor. Comenzando por Falstaff en la vivaz dirección de Sir Georg Solti de 1963 (Decca 475 6677), protagonizada por Sir Geraint Evans, que hace lectura muy personal y algo desbordada pero de indudable eficacia cómica. A la cabeza de un equipo excelente, en el que destacan el impecable Fenton de Alfredo Kraus, la deliciosa Nannetta de Mirella Freni, la infaltable Alice de Ilva Ligabue, el poderoso Ford de Robert Merrill, la jugosa Meg de Rosalind Elias y la hábil Quickly de Giulietta Simionato. Un conjuntado equipo que redondean estupendamente Giovanni Foaiani y Piero de Palma, como Pistola y Bardolfo. No logra el verbo, la perfección o el equilibrio de la lectura de Karajan de una década atrás, pero ahí está con sus interesantes y soberbios reclamos. Los troyanos de Berlioz (Philips 475 6661) dirigidos en 1969 con el entusiasmo, la devoción y el respeto de un admirador de su música como es Sir Colin Davis y registrada a raíz de sus representaciones en Covent Garden, sigue manteniendo su poderío gracias al fervor de la batuta, desde luego y pese a la propia competencia de la reciente versión en vivo de 2000. Colaboran asimismo en tal positiva apreciación el incandescente Eneas de Jon Vickers, la magníficamente cantada Dido de Josephine Veasey y alguna que otra presencia francesa en tan anglosajón equipo, como Roger Soyer que se reparte Narbal y la Sombra de Héctor. Sin embargo, Peter Glossop y Berit Lindholm, aparte su indudable categoría instrumental, no son los más recomendables, respectivamente, Corebo y Casandra, por diversos conceptos incluido el estilístico. En los años setenta, la Philips se embarcó en la grata tarea de grabar varias óperas juveniles verdianas, encomendando la mayoría de ellas a un entregado, sincero y a menudo apasionante José Carreras, con un desigual Lamberto Gardelli en el foso. Sin embargo, la empresa la inauguró otro tenor, Carlo Bergonzi, en 1972 con un Attila (Philips 475 6766) de cierto nivel revalorizado por esa presencia tenoril de insuperable fraseo, porque es el cantante verdiano más importante de los últimos (¿cuántos?) años. Aunque parece pedir Attila un color y una densidad más auténticas de bajo que son las de un treintañero Ruggero Raimondi, el boloñés canta con cuidado y se hace notar en muchos de los recovecos que definen a este impetuoso y atormentado personaje. Sherrill Milnes aporta su poderosa vocalidad baritonal en un Ezio por esas razones de reconocible perfil. Odabella es Cristina Deutekom, soprano de timbre muy original a causa del vibrato e intérprete muy personal de maneras, pero afirmar que supera completamente las necesidades vocales y expresivas de papel tan exigente ya es suficiente reconocimiento de su labor. Un giorno di regno (Philips 475 6772), dirigida con oficio por Gardelli en 1973, no reúne un equipo precisamente equilibrado. Un papel de soprano, el de la Marquesa del Poggio, está a cargo de una siempre opulenta Fiorenza Cossotto, pero vulgar y anodina, mientras que el de una mezzo, Giulietta, se le encarga a Jessye Norman, musical y vocalmente gloriosa, pero algo inexpresiva y fuera de lugar. El Edoardo de Carreras resulta muy atractivo y conveniente y por momentos brillantes, el La Rocca de Vicente Sardinero y el Belfiore de Ingvar Wixell. Wladimiro Ganzarolli se las ve con el personaje del Barone di Kelbar, muy dentro de sus posibilidades. Il corsaro verdiano (Philips 475 6769) que pasa por una de sus partituras “malditas” se realiza en 1975 con un equipo donde domina la atrayente presencia de Carreras, un Corrado muy bien cantado y valorizado por su indudable riqueza vocal (aparte siempre, como en anteriores casos, el irregular registro agudo). Jessye Norman es inatacable musicalmente y traduce la melancolía propia de Medora, pero en conjunto resulta un poco fuera de lugar. Montserrat Caballé, como era su costumbre, se acerca a Gulnara sin haber preparado bien el personaje. Al lado de momentos excelentes (la voz sigue manteniendo su poderoso influjo y su innata musicalidad es reconocible) hay otros casi caricaturescos, evidentes ambas apreciaciones en el aria y en la cabaletta de presentación. Gianpiero Mastromei, aunque algo superficial, encuentra momentos de brillo para el malvado Seid. Stiffelio (Philips 475 6775) de 1979, siempre Gardelli en el foso organizando con solvencia el conjunto instrumental y vocal, encuentra en la Lisa de Sylvia Sass una intérprete dramática a su altura, muy capaz de superar las trampas vocales y las exigencias expresivas. Carreras igualmente es capaz de traducir la complejidad psicológica y por ende musical del protagonista, un personaje que retomaría en su madurez con medios más discutibles pero con mayor experiencia profesional y humana. El resto el equipo (Manuguerra, Ganzarolli, con un joven Thomas Moser como Federico) cumplen sin más en roles, por otro lado, de bastante menor interés que los correspondientes a los dos protagonistas centrales. De 1975 son los wagnerianos Maestros cantores de Solti (Decca 475 6680) quien al frente de la excepcional Filarmónica de Viena hace que luzca su virtuosismo orquestal. El reparto es correcto en general, con algunas particularidades. De bastante nivel el Beckmesser de Bernd Weikl que sabe entrar en el meo- llo del nada fácil personaje y de toda dignidad el Sachs de Norman Bailey. René Kollo y Hannelore Bode traducen con certeza los avatares amorosos de la pareja ante la impresionante presencia del grandioso Pogner de Kurt Moll. La segunda parejita, un poco desequilibrada tímbricamente (Adolf Dalapozza en David y Julia Hamari en Lena) pasan sin sobresaltos ante el oyente. Una versión si no de referencia, sí muy respetable. Respetabilidad que no merece La Gioconda de Ponchielli (Decca 475 6670) de 1980, pese al equipo reunido de auténticas estrellas, quizás las más rutilantes del momento. Nada que objetar a la fabulosa lectura de Bruno Bartoletti, que ha demostrado a lo largo de su carrera el interés y la afinidad hacia esta compleja partitura, puente entre el romanticismo y el verismo italianos y que por ello recupera los tradicionales cortes (pequeños pero cortes). La brillante dirección, no obstante, no ha podido insuflar en cada solista una meta común, una solidaridad de intenciones. La Gioconda de Caballé roza la caricatura, al intentar expresar un recitativo dramático (tan decisivo en el acto IV) con un énfasis que está fuera de sus coordenadas, cuando podía haberse dedicado como ha hecho en otras ocasiones simplemente a cantar y a sacar a la luz su importantísimo aunque ya algo mermado bagaje vocal y su facilidad canora. A esto se dedica Luciano Pavarotti y su voz resplandece de principio a fin, con lo que esto tiene de valor tratándose de tenor tan generosamente dotado. Agnes Baltsa saca a la luz todo su temperamento que intenta suplir las carencias instrumentales de la auténtica mezzo que requiere el papel y se le agradece tanta buena intención. Milnes, en conjunto, es el que más partido saca a su papel de Barnaba, por la calidad y cantidad vocales y por el concepto, mientras que Nicolai Ghaiurov, pese a no estar en su mejor momento, da a Alvise toda la estatura requerida. Alfreda Hodgson hace una delicada y sensible Cieca y puede que por esto pierde el personaje algo de entidad. Dificultosa gestación la del Mefistofele de Boito (Decca 475 6666), realizada entre 1980 y 1982 y dirigida con el soberano oficio conseguido a través de tantos años de presencia fosística de Oliviero de Fabritiis que moriría poco después de haber realizado la grabación. Pese a que Ghiaurov merecería haber grabado la ópera unos años atrás (y comparar el estupendo prólogo aquí grabado con el efectuado con Leonard D I S C O S REEDICIONES Bernstein en 1977 aclara el comentario, por no recurrir a las varias lecturas completas en vivo de los años sesenta). Pero el bajo búlgaro mantiene aún su carisma y sobre todo su dominio del personaje. Magnífico el canto y bellísima la voz de Mirella Freni, aunque Margherita parece no hallarse dentro de sus más logradas caracterizaciones, probablemente porque el perfil otorgado surge más por oficio que por imaginación. Horrible la Elena de la Caballé, papel que como suele ocurrir parece no haber preparado suficientemente bien la cantante que, además, cuenta con una tesitura centro-grave bastante molesta para los medios de la soprano. Della Jones es Pantalis y Nucci Condò Marta y se les nota la preparación y la clase. El reparto de la Ariadne auf Naxos straussiana de 1988 (salvo la siempre complicada tarea de encontrar a un suficiente Baco) parece ser el ideal para la época y los resultados hablan a favor del aserto. La Ariadna de Jessye Norman es un prodigio de dicción y de un canto de tal envergadura, por opulencia, morbidez y delectación como para alcanzar niveles milagrosos, tan alejado por lo demás de la tradición vienesa ofrecida por anteriores protagonistas discográficas tipo Schwarzkopf, Della Casa o Janowitz, tres excepcionales referencias. Edita Gruberova fue la Zerbinetta de su generación y una de las mejores de todos los tiempos, con una voz muy por encima de la soprano ligera tradicional y convencional. El Compositor de Julia Varady cuenta con todo el entusiasmo de una intérprete imaginativa, con toda la carga sensual de su personalísima voz y con toda la fuerza de su talento teatral. Su caracterización es de una arrebatada y deslumbrante juventud. Olaf Baer canta a la perfección Arlequín y el Maestro de Música es Dietrich Fischer-Dieskau, que no exige mayores comentarios o elogios. El trío de ninfas encuentra perfecta adecuación en solitario y en conjunto en las voces de Eva Lind, Marianne Rorholm y Julie Kaufmann. El insignificante además de anodino Tenor-Baco de Paul Frey, pese a su agradable y nada fea voz, resulta la gran carencia del registro. Kurt Masur al frente de la Gewandhaus de Leipzig extrae de la orquesta straussiana toda su potencia, color y densidad. Fernando Fraga Deutsche Grammophon. The Segovia Collection NUEVA (?) CITA CON EL MAESTRO SEGOVIA H ace tres años apareció en el mercado discográfico un estuche de bonito diseño que contenía cuatro compactos con interpretaciones del gran Andrés Segovia. Las tomas sonoras fueron realizadas por la filial americana del sello Decca entre 1952 y 1969 y la mayoría ya se habían comercializado antes en MCA Records. Convenientemente remasterizadas en los estudios Emil Berliner y presentando al público alrededor de una hora de música inédita hasta entonces en compacto, DG hizo una gran aportación a la divulgación en las mejores condiciones posibles del legado de Segovia. El resultado, por supuesto, satisfizo a los que amamos a Segovia y, es de suponer, que aquellos que no lo hubieran frecuentado demasiado, tuvieran una oportunidad inmejorable para acercarse a él con una gran calidad de sonido que, en algunos momentos (para los que ya conocíamos lo que se nos ofrecía) estaba muy cercana al milagro. Ese estuche, pues, era un genuino producto del sello amarillo, un auténtico lujo; eso sí, al alcance de todo el mundo. Pues bien, muy recientemente DG volvió a presentarnos un nuevo acercamiento a Segovia en el doble compacto Segovia, The Great Master (474 9612) que ofrecía parte del material de los cuatro compactos a que nos hemos referido y novedades significativas (de todo ello ya dimos cumplida cuenta en su momento en estas páginas) y se apuntó un nuevo tanto en el loable empeño de divulgar la música de Segovia. Ahora, nos llegan de nuevo y por separado, los cuatro compactos que componían el estuche de DG. Los responsables de marketing no se han roto la cabeza pensando cómo presentarlos al público y se han limitado a, simplemente, presentarlos sin la caja de cartón, cambiando la caja de plástico que tan poco espacio ocupaba por la más común y cada compacto con un nuevo número de referencia; nada más, incluso se ha mantenido la fecha del copyright (2002) y el título origi- nal de The Segovia Collection. Por supuesto que el contenido es extraordinario y es como para no dejarlo pasar: — Volumen 1 (477 5475): la famosa colaboración de Segovia con Enrique Jordá al frente de la orquesta Symphony of the Air con la Fantasía para un gentilhombre de Rodrigo, el Concierto del Sur de Ponce y el Concierto nº 6 para violonchelo y orquesta de Boccherini transcrito para guitarra y orquesta por Gaspar Cassadó. Es este compacto un auténtico clásico de la discografía con interpretaciones ampliamente divulgadas a lo largo de estos años. — Volumen 2 (477 5476): un programa muy “segoviano”: Castillos de España y Piezas características de Moreno Torroba, la Suite compostelana de Mompou, la Sonata “Omaggio a Boccherini” de Castelnuovo-Tedesco, el allegro de la Sonata mexicana de Ponce, Antaño de Esplà, y el Fandango de las Tres piezas españolas de Rodrigo. Si decíamos del anterior volumen que era todo un clásico de la discografía éste no lo es menos, pues como puede comprobarse es el propio destinatario y dedicatario de algunas de estas composiciones quien se ocupa de darles vida con su habitual maestría. — Volumen 3 (477 5477): si los dos compactos anteriores dan cuenta de la importancia de Segovia como intérprete en sí mismo además de como destinatario de obras relevantes que renovaron definitivamente el repertorio del instrumento tanto en obras concertantes como a solo, en éste tenemos muestras significativas del Segovia que, transcribiendo obras ajenas, lo enriquece. Obras de Santiago de Murcia, Roncalli, Milán, Sanz, Albéniz y Granados, al lado de obras originales de dos grandes maestros del guitarrismo clásico-romántico: Aguado y Sor. — Volumen 4 (477 5478). Otro pedazo de historia de la música lo constituyen las transcripciones bachianas. Segovia dignificó definitivamente su instrumento cuando tuvo la osadía (pues así cabe considerarlo) de atreverse a tocar en un concierto público nada menos que todo un monumento musical como es la Chacona de la Partita nº 2 BWV 1004 que no podía dejar indiferente a auditorios para los que la guitarra era poco más que algo folclórico y que cautivó a compositores de indiscutible talento como Sor que se dedicaron “incomprensiblemente” a él (las crónicas de los conciertos londinenses de Sor dan cuenta de ello). Otras “hazañas” de Segovia como transcribir toda una suite para violonchelo solo interpretada de un modo admirable (aquí tenemos la nº 3 BWV 1009) hicieron mucho a favor de la guitarra como instrumento “respetable”. Y no es extraño que no sólo despertara interés entre el público sino también entre los compositores… Pues bien, si no se hicieron en su momento con el estuche The Segovia Collection, ahora pueden acceder a conocer sus cuatro volúmenes juntos o por separado. es como para no perdérselo, de verdad, y no es que uno sólo se deje llevar por su entusiasmo al hablar de Segovia (aunque también, ¿para qué nos vamos a engañar?)… Josep Pascual 77 D I S C O S CRÍTICAS de la A a la Z DISCOS AGRICOLA-BACH AGRICOLA: Misa Le serviteur. Misa Je ne demande. A:N:S CHORUS. Director: JÁNOS BALI. HUNGAROTON HCD 32267. DDD. 70’58’’. Grabación: Makkósmaria, IX/2003. Productor: András Wilheim. Ingeniero: István Zakariás. Distribuidor: Gaudisc. N PN El conjunto de János Bali había registrado ya en este sello otro disco con un par de misas de Alexander Agricola (c.14561506) y antes otros dos con misas de Jacob Obrecht, su coetáneo y paisano (ambos nacieron en Gante). En el caso de Agricola, se trata de primeras grabaciones mundiales, que preparan el camino para el quinto centenario de su muerte, que tal vez sirva para hacer más popular la obra de uno de los compositores más prestigiosos de su tiempo. Se graban aquí dos misas escritas sobre otras tantas canciones profanas (Le serviteur de Dufay y Je ne demande de Busnoys) muy contrastadas entre sí, más severa e íntima la primera, brillante y exuberante la segunda. El Coro A:N:S está formado en exclusividad por voces masculinas (doce aquí) y su estilo es muy personal. No encontramos aquí el refinamiento, la delicadeza, la luminosidad, la transparencia de los mejores conjuntos europeos, pero tampoco la frialdad ni la inexpresividad de muchos otros grupos famosos. Son versiones robustas, vigorosas, de texturas más bien rugosas, aristadas, algo desmañadas y espesas por momentos, pero de una fuerza y una intensidad expresivas notabilísimas, en especial en unos Agnus Dei verdaderamente vibrantes y apasionados. Muy interesante. P.J.V. ALWYN: Conciertos para piano y orquesta nºs 1 y 2. Sonata alla Toccata. Derby Day Overture. PETER DONOHOE, piano. ORQUESTA SINFÓNICA DE BOURNEMOUTH. Director: JAMES JUDD. NAXOS 8.557590. 59’35’’. Grabación: Poole y Suffolk, 2004. Productor: Andrew Walton. Ingenieros: Mike Clements y Eleanor Thomason. Distribuidor: Ferysa. N PE W illiam Alwyn (1905-1985) circuló siempre con decoro por la segunda fila de los compositores británicos de su generación. Escribió cinco sinfonías, mucha música de películas y toda su obra revela un oficio indudable si no una personalidad arrolladora. En este disco se nos presentan sus dos conciertos para piano y orquesta con el complemento de dos pequeñas piezas, una pianística y la otra orquestal. El Concierto nº 1 (1930) fue estrenado por Clifford Curzon y es una pieza en cuatro movimientos concisos y tirando a ligeros que se escuchan con agrado. Más fundamento hallamos en el Segundo (1960), en el que hay ecos que van del jazz a Rachmaninov y que luce un muy interesante tercer movimiento, lleno de fuerza, que amalgama muy bien la bravura del solista con el poderío de la orquesta. La breve Sonata alla Toccata (1947) es una deliciosa partitura, virtuosística y de cierta raigambre neoclásica que no merece el olvido. En Derby Day (1960) luce el colorido orquestal, la eficacia en la escritura de Alwyn que consigue una brillante obertura de concierto. Muy buenas versiones las del pianista Peter Donohoe, felizmente recuperado para el disco por Naxos y la excelente Sinfónica de Bournemouth con ese buen maestro que es James Judd. C.V.W. AMARGÓS: Eurídice y los títeres de Caronte. CLAUDIA SCHNEIDER (Sofía), MARC CANTURRI (Óscar), TONI RUMBAU (voces de los títeres); JORDI MASÓ, piano. BARCELONA 216. Director: JOAN ALBERT AMARGÓS. HARMONIA MUNDI HMI 987065. 60’55’’. Grabación: Barcelona, I-III/2003. Ingeniero: Pedro González. N PN Al movimiento de renovación del género podemos adscribir Eurídice y los títeres de Caronte, ópera en un acto para mezzosoprano, barítono, titiritero y orquesta de cámara que Joan Albert Amargós (Barcelona, 1950) estrenó — con muy buena acogida por parte del público y de la crítica— en la Ciudad Condal el 2 de julio de 2001, ocho funciones en total a las que siguieron las posteriores de Madrid, Tarragona, Gerona, Andorra, Alemania y Suiza. Sobre idea y libreto de Toni Rumbau (Barcelona, 1949), la obra contenida en este CD actualiza la historia de Eurídice presentando a Sofía (una cantante que ensaya su papel en la Euridice de Peri y a la que TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA N H Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o procede de archivos de radio R Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo de soporte de audio o de vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o láser disco PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 € PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 € PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 € 78 D I S C O S AGRICOLA-BACH unos análisis le confirman que padece una enfermedad irreversible que no tardará en producirle la muerte) y a Óscar (su novio, el nuevo Orfeo, musicólogo y director de orquesta). A partir de aquí, los intereses de ambos personajes divergen hasta convertirse en un abismo. Él sólo piensa en su ópera. Ella descubre una vida interior que hasta entonces permanecía acallada. Lo novedoso en el desarrollo del relato está en el cruce de dos campos distintos como son la ópera y las marionetas para conformar un todo perfectamente armonizado. Polichinela será el tercer personaje del triángulo que, desde su trabajo en el teatrillo de títeres callejero vecino al local de los ensayos operísticos, irá adquiriendo un papel cada vez más decisivo en la vida de la pareja. Como desenlace, la Muerte (títere movido por Polichinela) hipnotizará a Óscar y éste se desplomará sin vida. Aparece en sombras la imagen de la Barca de Caronte con dos pasajeros, Polichinela y Sofía. La Muerte ocupa el lugar del remero. Sofía y Polichinela cantan, sin letra, el tema final. Las voces de la mezzosoprano ampurdanesa Claudia Schneider y del barítono andorrano Marc Canturri sirven con notable calidad a los textos, que, cosa de suma importancia, frasean con elegancia y nitidez. Toni Rumbau, experto en marionetas, es intérprete idóneo de los títeres. Y Joan Albert Amargós, artista inquieto y polifacético, lleva adelante la dirección musical con gran eficacia. Nos consta que en la representación escénica esta obra adquiere su punto culminante de fuerza expresiva y de logro comunicativo. Sirva esta grabación, realizada en el primer trimestre de 2003, como estímulo y aperitivo. J.G.M. AMMANN: The freedom of speech. ENSEMBLE FÜR NEUE MUSIK ZÜRICH. HAT ART 158. DDD. 63’25’’. Grabación: Zúrich, IX/2002. Productor: Werner Uehlinger. Ingeniero: Andreas Werner. Distribuidor: Harmonia Mundi. N PN Ammann, en esta su faceta de música escrita, deudora del legado de nombres relevantes de la escuela centroeuropea (se piensa en los cuartetos de cuerda de Bartók y Ligeti, en el Schönberg de la segunda Sinfonía de cámara), ha de agradecer a la iniciativa del sello Hat Art no sólo una grabación impecable, sino unos comentarios en el libreto, debidos a Thomas Meyer, muy pertinentes sobre su manera de trabajar la composición y, finalmente, un orden de las obras en el programa que demuestran un gran conocimiento acerca de su personalidad musical. En efecto, el grupo de Zúrich no sólo toca extraordinariamente bien, sino que sirven el concierto siguiendo un itinerario que se antoja el más apropiado para entender el mundo sonoro de este autor. Titulado genéricamente The freedom of speech, el itinerario de obras de Dieter Ammann (que cubren el período que va de 1994 a 1998) se inicia desde un armazón absolutamente clasicista en las cuerdas (Violation I) que, de repente, es perturbado por un tejido tímbrico que, por su carácter errátil y su descomposición en partes, parece remitir al gusto del Ligeti de Melodien por la dispersión del material en miríadas de partículas. La severidad del cuarteto de cuerdas se hace presente en Gehörte form-Hommages (homenajes explícitos a Ligeti y Rihm) y desemboca en una liberadora pieza que da título al álbum, en la que se observa claramente un diseño repetitivo. El ámbito estilístico en el que se mueve Ammann en todas estas obras es muy amplio y está elaborado con un gran rigor y un gusto exacerbado por el detalle, con lo que es fácil llegar al paroxismo en la aparatosa disposición de efectos y recursos de que hace gala, sobre todo, en la cuartetística Gehörte form, excesiva desde todo punto de vista. Es una música, la de Ammann, en continua transformación, muy nerviosa, con tendencia a la expresividad exacerbada en esa página y en la atractiva pieza final, en la que la diversidad de timbres del ensemble aporta un color necesario para no fatigar al receptor. F.R. Nacido en la ciudad suiza de Lucerna en 1962, Dieter Ammann es un compositor formado tanto en la música escrita como en el jazz y en la improvisación. Multiinstrumentista, Ammann comparte su puesto de profesor en la Universidad de música de Lucerna con el de la Escuela Suiza de Jazz de Berna. Tiene, pues, Ammann el perfil ideal para un sello como Hat Art, atento a figuras estéticamente difíciles de ubicar. Para esta grabación, se cuenta con la participación del grupo de Nueva Música de Zúrich, que realiza una portentosa exhibición de medios. Dominan estos intérpretes todas las suertes que pone Ammann ante ellos y las resuelven con tal suficiencia que cabe preguntarse si, en otras manos, ésta música funcionaría igual, con tanto brío y precisión. Ahí radica el gran interés de este CD, que, además, posee una toma de sonido espléndida. El material llega al receptor en unas condiciones inmejorables. BACH: Suites francesas BWV 812-817. BOB VAN ASPEREN, CLAVE (Christian Vater, 1738, Museo Nacional de Alemania, Nuremberg). SACD AEOLUS AE-10084. 78’20’’. Grabación: Nuremberg, VIII/2003. Productor e ingeniero: Ulrich Lorscheider. Distribuidor: Gaudisc. N PN Interesantísimo disco de van Asperen, que emplea para estas Suites un instrumento sencillo pero de bello sonido debido a Christian Vater y actualmente en posesión del Museo Nacional Alemán en Nuremberg. El instrumento tiene un solo teclado y dos registros de 8’, en todo caso perfectamente apto para estas piezas, aunque obviamente las limitaciones de color son mayores que cuando se dispone de un instrumento de dos teclados y un registro de 4’ adicional. El sonido parece una curiosa mezcla de “ale- mán” con resonancias italianas, y el instrumento, aun con algún pequeño ruido de mecanismo que tampoco molesta en exceso, parece encontrarse en un excelente estado de conservación. El veterano maestro holandés ofrece un Bach elegante, de suprema nitidez en la exposición (aunque en mi opinión la toma de sonido, por lo demás estupenda, tiene excesiva resonancia) y fraseo dibujado con exquisita atención a las inflexiones. El suyo es un discurso fluido y natural, con perfecto entendimiento rítmico. Tiende a los tempi vivos, como por otra parte es habitual en él, y así las seis Suites, con repeticiones, caben en un solo disco (Rannou, en su grabación para Zig Zag, ocupa dos, superando 90 minutos de duración, y Leonhardt, en su grabación para Seon, tiene la misma duración que van Asperen, pero omitiendo bastantes repeticiones). En todo caso, en ningún caso da sensación de precipitación. Sus adornos en las repeticiones, la serenidad de las Sarabandes, la vivacidad de las Courantes, están admirablemente realizadas, y por tanto, sin desdeñar en absoluto las sobresalientes interpretaciones de los mencionados Leonhardt y Rannou, hay que convenir en que ésta de van Asperen es una aportación de similar interés, aparte del intrínseco que en sí posee por el hermoso instrumento empleado. Muy recomendable. R.O.B. BACH: Suite inglesa nº 6 BWV 811. BEETHOVEN: Sonata nº 30 op. 110. WEBERN: Variaciones op. 27. PIOTR ANDERSZEWSKI, piano. VIRGIN 5 45632 2. DDD. 60’36’’. Grabación: Varsovia, V/1996. Productor: Stanislaw Lesczynski. Ingenieros: Lech Dudzik, Gabriela Blicharz. Distribuidor: EMI. N PN La friolera de nueve años ha estado este disco en el congelador, vayan ustedes a saber por qué. El joven Anderszewski, que asombró con una modélica grabación de las Diabelli, me decepcionó un tanto en su presencia madrileña de este año (excepto por su magistral traducción de Szymanowski). En este disco hay más razones para el satisfactorio reencuentro. No es la Suite bachiana, me temo, una de ellas, porque frente a Perahia (Sony, hablando sólo de versiones pianísticas), el polaco resulta un tanto frío, aunque desde luego perfectamente ejecutado y expuesto con gran nitidez. Pero apenas la muy morosa Sarabande le encuentra en un clima de más honda expresión. Por lo demás, su Bach suena un tanto rígido en el fraseo. Con Beethoven nos reencontramos al Anderszewski que sorprendiera con unas Diabelli de insólita madurez. Esta suerte de “pre-despedida” beethoveniana que es la genial Op. 110, una música ambivalente e interrogadora, nostálgica en el comienzo, rotunda pero también enigmática en el Allegro molto e irresistiblemente emotiva, de continua ida y vuelta, en los dos tiempos finales, verda- 79 D I S C O S BACH-BELLINI deramente sensacionales y que requieren una sutil aprehensión por parte del intérprete entre el lamento y la vitalidad, obtiene del pianista polaco una interpretación magnífica, rica en matices y magnética en el dibujo de la atmósfera cambiante que caracteriza la obra. Su comienzo del Arioso dolente en pianissimo es sencillamente magistral. Su extáti- ca lectura del recitativo subsiguiente, de serena tristeza, también. Y la construcción del gran arco entre este movimiento y la fuga final, con el retorno parcial al clima del Arioso, es absolutamente convincente y de una enorme intensidad. Estupenda versión, en suma, de las que vale la pena no dejar pasar. Otro tanto ocurre con la intensa, incisiva y exquisi- tamente contrastada traducción de la breve página de Webern. En suma, de todo hay en este disco, pero aunque sólo fuera por el extraordinario Beethoven, se debe recomendar sin reparos. La de la Op. 110 del genial sordo es una interpretación para no perderse. R.O.B. Daniel Barenboim UN BACH BIEN INTERIORIZADO BACH: El clave bien temperado. Libro II. DANIEL BARENBOIM, piano. 3 CD WARNER 2564 61940-2. DDD. 49’32’’, 50’56’’ y 63’47’’. Grabación: Berlín, XII/2004. Productores: Martin Sauer y Philipp Knop. Ingenieros: Tobias Lehmann y Julian Schwenkner. N PN G rabado justo un año después del Libro I (ver SCHERZO nº189), Daniel Barenboim repite en el II las buenas sensaciones que nos causó aquel registro, e incluso puede hablarse de un grado mayor de depuración, como si el extraordinario pianista argentino, aun siendo completamente respetuoso con la partitura, hubiese tomado una mayor distancia con ella y la recrease desde la libertad que da la absoluta interiorización de unos pentagramas que conviven con él desde hace décadas. Como en el Libro I, las interpretaciones son aquí reposadas, sobrias, elegantes, de tempi coherentes, lentos en general, aunque con momentos verdaderamente fulguBAX: BEETHOVEN: Tintagel. The Garden of Fand. The Happy Forest. The Tale the Pine Trees Knew. November Woods. REAL ORQUESTA SINFÓNICA NACIONAL DE ESCOCIA. Director: DAVID LLOYD-JONES. Sinfonía nº 9. GRÉ BROUWENSTIJN, soprano; IRA MALANIUK, mezzosoprano; WOLFGANG WINDGASSEN, TENOR; LUDWIG WEBER, bajo. CORO Y ORQUESTA DEL FESTIVAL DE BAYREUTH. Director: WILHELM FURTWÄNGLER. NAXOS 8.557599. DDD. 74’11’’. Grabación: Glasgow, 1995-2002. Productor e ingeniero: Tim Handley. Distribuidor: Ferysa. R PE MUSIC & ARTS 1127. AAD/Mono. 74’07’’. Grabación: Bayreuth, 8-VIII-1954 (en vivo). Distribuidor: Harmonia Mundi. H PM Cada uno de los poemas sinfónicos de Nueve interpretaciones de la Novena de Arnold Bax que aparecen en este disco lo han hecho ya como complemento a la excelente grabación de las sinfonías de su autor publicada por Naxos. Habrá, por tanto, muchos aficionados que ya los posean. Para quien no le apetezca hacerse con las sinfonías —decisión discutible pero legítima— la ocasión es de oro y a un precio imbatible, pues se trata de espléndidas versiones, todas ellas, como mínimo, a la altura de las de Bryden Thomson (Chandos), que no son fáciles de encontrar. Las lecturas de Lloyd-Jones son de un idiomatismo absoluto, de una expresividad plena y, en suma, de altísima calidad. Un gran disco, digno de figurar en cualquier antología de la mejor música inglesa. 80 rantes (Fuga nº 10 o Preludios nºs 15 y 23, por ejemplo), transparencia de texturas, con una incidencia muy especial en la claridad de las voces medias, y un control extraordinario del ritmo. Sin apenas usar el pedal de resonancia, Barenboim consigue respetar la regularidad rítmica (por ejemplo, en el Preludio nº 13, de extraordinaria cantabilidad) con la necesaria flexibilidad agógica, como en el Preludio nº 6, sin que la vitalidad de la pulsación sea obstáculo para superar los escollos que plantea su ejecución. Los contrastes dinámicos son siempre leves y progresivos. Así pasa por ejemplo en el Preludio nº 2 en el que se juega con las repeticiones: más tenue la de la primera sección, más fuerte la de la segunda. Muy sobrio se muestra el argentino con la ornamentación, realizada en cualquier caso de forma impecable, aunque esos largos trinos que alternan la mano izquierda y la derecha en el Preludio nº 10 (del que, por cierto, elude la repetición de la C.V.W. Beethoven dirigidas por Furtwängler han llegado hasta nosotros, todas ellas en vivo, más ensayos de los movimientos tercero y cuarto de esta versión de 1954 que comentamos en esta reseña, restaurada por Maggi Payne en 2003 procedente de una cinta amateur de sonido deficien- segunda sección) resulten algo emborronados. Más allá de estos detalles (y de otros muchos que podríamos comentar), Barenboim completa con este triple álbum una de las visiones pianísticas más hondas, refinadas y sinceras de la magna obra bachiana. Pablo J. Vayón te. Se trata de la segunda recreación hecha en Bayreuth por el legendario director tras la de 1951, la célebre versión eufemísticamente llamada de la reconciliación (como si Auschwitz se olvidase con una Novena de Beethoven), un testimonio fonográfico de relativa calidad técnica, aunque con la información sonora suficiente para que los seguidores furtwänglerianos aprecien sin reservas el consumado arte del maestro. La introspección, profundidad, reflexión y exaltación expresiva de esta versión son evidentes (aunque uno no deja de admirarse y extrañarse también ante esos Alle Menschen werden Brüder que suenan un poco a escarnio vergonzante después de lo que acababa de pasar Europa), y el documento, cómo no, es una muestra impagable en la discografía de este director, aun teniendo en cuenta la relativa calidad técnica, destinada a los amantes de las grabaciones históricas que ya saben a lo que se van a enfrentar al escuchar estos registros. El excelente artículo de John Ardoin (sólo en inglés) procedente de su libro The Furtwängler Record (Portland, 1994), completa esta publicación recomendable especialmente para la cada vez más numerosa parroquia furtwängleriana. E.P.A. D I S C O S BACH-BELLINI Rafael Kubelik EN SU SALSA BEETHOVEN: Sinfonías nºs 2 y 6. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIODIFUSIÓN BÁVARA. Director: RAFAEL KUBELIK. AUDITE 95.531. ADD. 76’34’’. Grabaciones: París, II/1971 (Segunda); Múnich, III/1967, Radio France Musique y Bayerischer Rundfunk (en vivo). Distribuidor: Gaudisc. N PN SCHUBERT: Misa nº 6 D. 950.. GUNDULA JANOWITZ, soprano; GRACE HOFFMANN, contralto; ALBERT GASSNER, tenor; WALDEMAR KMENTT, tenor; FRANZ CRASS, bajo. CORO Y ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIODIFUSIÓN BÁVARA. Director: RAFAEL KUBELIK. SACD AUDITE 92.541. ADD. 53’46’’. Grabación: Múnich, III/1968, Bayerischer Rundfunk (en vivo). Distribuidor: Gaudisc. N PN Otros dos extraordinarios registros de Kubelik en vivo, esta vez con dos Sinfonías de Beethoven y la última Misa de Schubert. De las primeras ya teníamos dos excelentes recreaciones con la Concertgebouw (Segunda) y la Orquesta de París (Pastoral), ambas pertenecientes al ciclo para DG con nueve orquestas diferentes todavía pendiente de reeditar en su totalidad por DG en serie media. Pero Kubelik vuelve a sorprender con dos vitales y refinadas interpretaciones con su Radio Bávara, la primera plena de intensidad, equilibrio, efusividad e impulso rítmico (con taconazos añadidos en el podio por el director en el primer movimiento, detalle que en vez de molestar le da el atractivo inigualable del concierto BEETHOVEN: Los 5 Conciertos para piano y orquesta. Fantasía para piano, coro y orquesta. RUDOLF SERKIN, piano. CORO Y ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIODIFUSIÓN BÁVARA. Director: RAFAEL KUBELIK. 3 CD ORFEO D’OR C 647 053 D. ADD. 194’33’’. Grabaciones: Radio Bávara, Múnich, X-XI/1977 (en vivo). Distribuidor: Diverdi. N PM Estas grabaciones que por primera vez son accesibles a todo el mundo, nos presentan en la cima de su madurez a dos grandes músicos de la talla de Serkin y Kubelik en su recreación de estas seis obras (que Serkin ya había registrado dos veces anteriormente para su habitual sello de grabación, aunque nunca en vivo) y cuyas tomas de sonido hizo la Radio Bávara en la Herkulessaal de Múnich los días 5 y 30 de octubre y 4 de noviembre de 1977. Como es habitual, el sonido del piano de Serkin es directo y viril, su claridad casi analítica, y su articulación, fraseo, agógica y gesto rítmico vienen dados por su absoluto respeto literal a las obras mismas, sin contar con un perfecto mecanismo insólito a edad tan avanzada. Kubelik parte de la misma concepción, del mismo perfil estilístico en vivo), sin olvidar algunos toques de humor que conectan la versión con el último Haydn. La Sexta todavía está más conseguida que su versión anterior con la Orquesta de París, con detalles de exquisitas intervenciones instrumentales en el segundo movimiento, siempre con fraseo justo, proverbial claridad, colorido mágico y alegría contagiosa, una de las grandes pastorales de la fonografía. En suma, otro gran disco Beethoven en vivo debido a uno de sus grandes recreadores. Buen sonido y comentarios convencionales en alemán e inglés. Preciosa también la última misa de Schubert, la Misa en mi bemol mayor, D. 950, con solistas de renombre que, sin embargo, tienen un papel muy restringido; el coro por el contrario tiene papel predominante (“casi siempre una nota por sílaba, poco deseoso de ornamentos y florituras”, como acertadamente comenta Brigitte Massin en su estupendo estudio) y la instrumentación despierta el recuerdo tan cercano de la última Sinfonía en do. La versión de Kubelik, seria, intensa e interiorizada, quizá no sea tan profunda como las diversas recreaciones que Giulini nos ha dejado de esta obra, pero el maestro checo se encuentra en su medio expresivo, y todo respira fervor y sencillez dentro de una gravedad y extraña tensión interior. La realización coral e instrumental es impecable, mientras que la excelente grabación está reprocesada y remasterizada en dos sistemas: el SACD y el con- (distinto para cada concierto), aunque en nuestra opinión sus colaboraciones con Clifford Curzon en Mozart y Beethoven (también en vivo, Audite) estuviesen más en línea con su temperamento. Sin embargo, el piano casi percutivo serkiniano encuentra en este director el equilibrio ideal, la vitalidad, el detalle de color y la expresividad adecuada, dándonos ejecuciones maestras de este archigrabado repertorio, especialmente en los dos últimos conciertos y en la Fantasía coral (algún fallo de memoria del pianista en el primer movimiento del Cuarto Concierto es, en nuestra opinión, antes un atractivo del riesgo de la música en vivo que un inconveniente). Serkin con 75 años y Kubelik con 64, la suma de toda una sabiduría y la esencia de una misma tradición haciendo música juntos, ¡ahí es nada! Sin duda que a pesar de la inflación existente en la interpretación de estas obras, estamos ante interpretaciones muy especiales que requieren toda la atención de los buenos catadores beethovenianos. Notables grabaciones e ilustrativo comentario de Gottfried Kraus en los tres idiomas habituales. E.P.A. vencional CD-ADD. Un gran concierto coral schubertiano debido a otro de sus más eminentes recreadores. Resumiendo: dos excelentes versiones de Beethoven y una no menos convincente interpretación de la última Misa de Schubert. Sonido y presentación adecuados (por cierto, que Audite está comercializando todos estos registros de Kubelik reprocesados en LP, seguramente debido a la importante demanda del mercado japonés. No obstante, su elevado precio —más caro que un CD de serie alta— y los aparatos adecuados de reproducción que se necesitan, solamente los hacen aptos para expertos en sonido, gente de otra galaxia (económica) dispuesta a todo por cualquier (supuesta) mejora sonora. Enrique Pérez Adrián BELLINI: Norma. EDITA GRUBEROVA (Norma), ELINA GARANKA (Adalgisa), AQUILES MACHADO (Pollione), ALASTAIR MILES (Oroveso). VOCAL ENSEMBLE RASTATT. STAATSPHILHARMONIE RHEINLAND-PFALZ. Director: FRIEDRICH HAIDER. 2 CD NIGHTINGALE NC040245. DDD. 134‘12’’. Grabación: Baden-Baden, IV-V/2004. Ingeniero: Werner Hanusch. Distribuidor: Diverdi. N PN Edita Gruberova es una cantante de éxito, con muchos seguidores, a partir de una voz bella, potente, penetrante, con una técnica especial, pero segura, que le permite afrontar los papeles más difíciles del bel canto con total seguridad, con un estilo expresivo propio, a veces discutible, pero con una personalidad clara que ha triunfado en el repertorio italiano y el alemán. Después de dilatada carrera afronta el complejo personaje de Norma, que además de las características belcantistas tiene un sustrato dramático de gran fuerza. La cantante eslovaca está radiante en lo vocal, destacando más en las escenas más brillantes, pero con una descripción del personaje poco intenso, faltándole una cierta fuerza en los momentos más densos y algo de transparencia en las frases más etéreas. Elina Garanca es una joven mezzo 81 D I S C O S BELLINI-BRUCKNER soprano lituana que tiene excelentes cualidades, un futuro muy prometedor, que ya es presente en determinado repertorio. Destaca por la belleza de timbre, la musicalidad y la sensibilidad, que la hacen muy válida en otros repertorios, pero su Adalgisa, estando muy bien fraseada, queda algo limitada de expansión, destacando especialmente en las escenas más nostálgicas. Aquiles Machado es el tenor de hermoso timbre, con una buena línea, pero a su canto precisaría mayor profundización, mientras que Alastair Miles es un bajo de noble estilo y canto expresivo, pero, para este repertorio, de expansión limitada. Friedrich Haider al frente de la orquesta muestra oficio, pero su versión queda falta de mayores contrastes, tanto en los requieren mayor elegancia, como en los de más fuerza. Correcto pero con poca intensidad el coro. A.V. BERLIOZ: Réquiem. JEAN GIRAUDEAU, tenor. CORO DE LA RADIODIFUSIÓN Y TELEVISIÓN FRANCESA. ORQUESTA DEL TEATRO NACIONAL DE LA ÓPERA DE PARÍS. Director: HERMANN SCHERCHEN. 82 recordemos que Berlioz no era creyente y que por tanto su razón no se adhería al aparato doctrinal de la fe cristiana, lo cual, como es obvio, repercute en su tratamiento musical de los textos de la misa de difuntos. Scherchen por su parte (no se pierdan la descripción crítica e irónica de Elias Canetti de este director en Historia de una vida), era un fenomenal director, un técnico prodigioso, intenso y cerebral, que destripa con bisturí hasta el menor matiz de este Réquiem, obteniendo de los conjuntos franceses los mejores resultados sonoros de los posibles, pero sin pasar la barrera de un afortunado estudio coral y orquestal (sin duda que es una de las interpretaciones más conseguidas al lado de las dos citadas anteriormente). Por tanto, si les gusta esta obra, con estos componentes y sabiendo a lo que se van a enfrentar, pueden adquirir el álbum que reseñamos sin ningún problema. Interesantes textos en francés e inglés firmados por Myriam Scherchen, hija del director. E.P.A. BOCCHERINI: 2 CD TAHRA WEST 3001-3002. ADD. 98’50’’. Grabación: París, IV/1958. Distribuidor: Diverdi. H PM 6 cuartetos para dos violines, viola y dos violonchelos op. 10. LA MAGNIFICA COMUNITÀ. Con su habitual provocación, Celibida- 2 CD BRILLIANT 92503. DDD. 132’26’’. Grabación: Padua, VII/2004. Ingeniero: Mateo Costa. Distribuidor: Cat Music. N PN che decía que no había martirio más cruel que sentarse en un sillón a escuchar el Réquiem de Berlioz desde el principio hasta el final, lo que unido a su opinión sobre Scherchen (“hay directores buenísimos, buenos, regulares, malos, malísimos y Hermann Scherchen”), seguramente le habría dado un síncope al saber que su admirado director había hecho para el circo (como él llamaba a la grabación de discos) esta discutida obra, a la que sus muchos detractores la consideran aparatosa, teatral, exagerada y retórica. Pero, en fin, más allá de anécdotas más o menos divertidas, hay que informar de que Tahra reedita ahora esta legendaria grabación hecha por Westminster en la iglesia de Saint-Louis des Invalides de París entre los días 7 y 9 de abril de 1958 (como es sabido, el lugar donde el propio Berlioz dirigió su estreno el 5 de diciembre de 1837) y que ahora podemos admirar por sus excelentes cualidades técnicas, magnífico estéreo, amplio espacio sonoro, transparencia, precisa definición, reverberación adecuada y ese especial colorido sónico idóneo para esta obra. Sin embargo, los medios orquestales y corales, férreamente dirigidos por Scherchen, carecen de la calidad y empaste de otros conjuntos (por ejemplo, los de Boston dirigidos por Munch para RCA, o los de Viena con Mitropoulos grabados por la ORF y comercializados por Orfeo D’Or), a pesar de lo cual es una interpretación muy especial que representa una excepcional proeza técnica para el año en que fue hecha (obtuvo el Grand Prix du disque de l’Académie Charles Cros 1959). Por lo demás, L uigi Boccherini (1743-1805), versión mediterránea del clasicismo centroeuropeo (vino a ser a Haydn lo que Vivaldi a Bach, podría decirse), tiene un inmenso catálogo, del que no se conoce más que una ínfima parte. En música de cámara, los quintetos pasan de cien y los cuartetos casi llegan. Intermitentemente “español” como fue, el escándalo de su desconocimiento debería provocarnos especial vergüenza precisamente a nosotros. El Opus 10 lo escribió durante su primera estancia, a partir de 1769, en Madrid, en la casa del infante don Luis, donde por cierto coincidió con el también joven Goya. Son seis delicias, entre otras cosas por el peculiar equilibrio que se consigue en la formación con dos violonchelos pero sobre todo por el ameno vuelo que en esas condiciones toman las inspiradas melodías y la suavidad de los correspondientes ritmos sustentantes. En las dos últimas páginas, la tradicional forma cuatripartita evoluciona hacia la de tres movimientos interiormente más libres. La Magnifica Comunità las sirve todas con exquisitez en el control de timbres e intensidades, de modo que nada aparece demasiado edulcorado (véase el arranque de la famosa Pastorale con que comienza el nº 6, de gran riesgo en este sentido), ni por el contrario peca de sequedad (como muestra, el precioso amanecer que se antoja el Adagio del Cuarto). Ojalá fuera esta la primera entrega de una integral. A.B.M. BRAHMS: Sexteto para cuerdas nº 1 en si bemol mayor op. 18. Sexteto para cuerdas nº 2 en sol mayor op. 36. SILKE-THORA MATTHIES Y CHRISTIAN KÖHN, piano a cuatro manos. NAXOS 8.554817. DDD. 74’35’’. Grabación: Sandhausen, XI/1999. Distribuidor: Ferysa. N PE Llegan Silke-Thora Matthies y Christian Kohn a los sextetos de cuerdas en su decimotercera entrega de la integral brahmsiana en reducción a dos pianos o piano a cuatro manos sin haber perdido ninguna de las virtudes unánimemente celebradas en las anteriores entregas, la más formidable de las cuales quizá sea la capacidad para, desde su forzado pie instrumental, aportar novedosos matices, reflejo de una personalidad interpretativa compartida en su madurez, a la sensibilidad peculiarmente necesaria para interpretar a Brahms sin traicionar en ningún caso el original. La conservación de ese rasgo en este disco queda de inmediato manifiesta, es decir, en cuanto se aprecia, en el primer movimiento del Op. 18, la limpieza con que las líneas se destacan o retraen, se funden o se contraponen, de un modo que ya quisieran dominar muchos grupos de cuerdas. Otro rasgo que aún se acentúa en las variaciones del segundo movimiento es la fidelidad al estilo con que el compositor sabe genialmente manejar las agógicas y las dinámicas para aumentar o rebajar la intensidad emocional. Por añadidura, ciertos defectos acústicos observados en el anterior, concretamente la saturación en la zona inferior del espectro sonoro, se han corregido en este volumen, de manera que la recomendación no puede ser más entusiasta. A.B.M. BRITTEN: Las iluminaciones. Sinfonia da Requiem. Siete sonetos de Miguel Angel. PETER PEARS, tenor; BENJAMIN BRITTEN, piano. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA CBS. Director: BENJAMIN BRITTEN. ORQUESTA FILARMÓNICA DE NUEVA YORK (SINFONIA). Director: SIR JOHN BARBIROLLI. NMC D030. 61’45’’. Grabaciones: 1941. Distribuidor: Diverdi. N PN E l interés histórico de estos registros está fuera de duda, y eso hay que tenerlo en cuenta antes de juzgarlos desde el punto de vista técnico. Proceden de grabaciones en discos de 78 revoluciones realizadas privadamente o, como en el caso de los Siete sonetos, por una firma de escasas garantías. Ello significa que el sonido no alcanza, ni mucho menos, la calidad a que hoy nos tienen acostumbrados todos los procesos de limpieza que se usan habitualmente. El mal estado de las fuentes se ha corregido en la medida de lo posible pero, francamente, no ha sido suficiente como para recomendar este compacto a todos los públicos. Los amantes de la música de Britten o los coleccionistas de grabaciones históricas no necesitan de explicaciones, D I S C O S BELLINI-BRUCKNER Wolfram Schmitt-Leonardy SONIDO PURO BRAHMS: Variaciones completas para piano. WOLFRAM SCHMITT-LEONARDY. 2 CD BRILLIANT 92512. DDD. 99’. Grabación: Fraulautern, I-VII/2004. Productor: Ates Orga. Ingeniero: Reinhard Geller. Distribuidor: Cat Music. N PE Pienso que se perfila, e incluso que se afirma, la sucesión en eso que son para los discófilos los hitos discográficos. No es que la fe en que todo puede ocurrir en cuanto al disco, e incluso en que en cuanto a cualquier proyecto de disco, la creencia en el registro discográfico como criatura que debe a todos los que en él participan, pero que aglutina intenciones, atenciones, saberes y capacidades, y al final sale ese producto y no otro, con todo lo que tiene de malo —y de bueno— que sea el resultado obtenido en ese momento y en esas circunstancias. Algo tiene esto de divagación, pero es que a veces entre un registro y otro con ese mismo contenido que desplace al primero, al elegido tanto y tanto tiempo, median años y años. Si no me equivoco, he aquí una de esas ocasiones. En el recuerdo, y en la discoteca, están aquellas Variaciones para piano brahmsianas que en su totalidad registró el norteamericano Julius Katchen (incluso pues los documentos se avalan por sí solos. Respecto de las interpretaciones, nos encontramos con un Pears que no ha alcanzado todavía sus mejores cotas, y la voz, de por sí no precisamente bella, muestra cierta aspereza tanto en Las iluminaciones como en los Siete sonetos, aunque el acompañamiento del autor, como director o al piano, sea, como siempre en él, magnífico. La versión de la Sinfonia da Requiem a cargo de Barbirolli es extraordinaria pero sufre de un sonido sin relieve alguno. Se trata, pues, de un extraordinario testimonio, pero que debe ser recomendado, necesariamente, con las advertencias citadas. C.V.W. BRUCKNER: Sinfonía nº 9. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director: GÜNTER WAND. PROFIL PH04058. DDD. 58’04’’. Grabación: Basílica de Ottobeuren, VI/1979 (en vivo). Coproducción con la Radio de Stuttgart. Ingeniero: Wolfgang Seifert. Distribuidor: Gaudisc. N PM Otra sensacional Novena de Bruckner debida a Günter Wand, en esta ocasión tomada en concierto público en la basílica benedictina de Ottobeuren, en Baviera, el 24 de junio de 1979, con la Sinfónica de la Radio de Stuttgart (salvo error, son ya seis versiones de esta sinfonía las que disponemos de este director: una algún lector actual puede no saber quién fue ese señor). Su registro —ese sí lo merecía— se pasó a cedé (no tenía competencia) con un sonido que no se salvó de antiguo a pesar de haber sido grabadas originariamente para el disco microsurco. Bien: aquí está la sucesión, incluso el reemplazo, porque aquí se escucha un sonido limpio, natural, aquilatado, a cargo de un pianista a quien se define como “esteta del sonido del piano”. Y así es; el sonido se obtiene como resultado puro, como ente cuidado tal vez por encima de todo. No es que se haga caso omiso de la construcción y la gradación, aunque la impresión última es de que se ha obtenido la más difícil limpieza en las interpretaciones, sin nada de mecanicismo, sino explotando los medios para obtener un conjunto irreprochable. Difícil labor, obtenida sin ambages por Schmitt-Leonardy, empezando por las más jóvenes, las Variaciones sobre un tema de Robert Schumann op. 9, en las que ya el mismo Schumann vio la apariencia orquestal de voces y evocaciones, aunque tal vez —no se sabe a ciencia cierta— ganen en anticipada cronología las Variaciones sobre una canción húngara en re mayor op. 21, nº 2, tratadas en una con la Radio de Colonia, dos con la NDR de Hamburgo, otra con la Filarmónica de Berlín y esta que se comenta con la Radio de Stuttgart, además de la última filmada con la NDR que saldrá próximamente al mercado en un álbum de 4 DVDs TDK conteniendo varias Sinfonías de Bruckner, Schubert y Haydn). Esta versión que comentamos, absolutamente cuidada en cualquier aspecto a considerar, ya sea constructivo, temático, motívico, contrapuntístico o instrumental, por línea admirable de eclecticismo. Se encuentran también el segundo disco las que se distinguen por su mayor sobriedad, que fueron estrenadas por Clara Schumann: las Variaciones sobre un tema original. En el primer disco hallamos en su totalidad (Libros I y II) las meditadas, excelentes y muy amplias Variaciones sobre un tema de Paganini y las veinticinco —casi ciclópeas— Variaciones sobre un tema de Haendel. Discos a escuchar atentamente, y a atesorar por ahora. No sabemos si habrá con el tiempo otro digno sucesor… José Antonio García y García no hablar del profundo aspecto espiritual que Wand resalta en la obra y que rechaza conectar con cualquier asociación ideológica o religiosa (“toda gran música va más allá de cualquier filosofía, de cualquier ciencia o de cualquier religión”, decía este director en sus Memorias —So und nicht anders, Gedanken und Erinnerungen, Hamburgo, 1999—), el caso es que estamos ante una soberbia interpretación de música pura desconectada de cualquiera de los añadidos interpretativos de la tradición y como decíamos con una dimensión espiritual que trasciende el significado de las propias notas. La orquesta se muestra como el conjunto idóneo para esta música por su especial sonido (como ya había demostrado y hemos escuchado en las grabaciones con Schuricht, Celibidache y Giulini), y al final de la interpretación no se oye ni siquiera el más leve respiro (el propio Wand en sus citadas memorias decía que el absoluto silencio del auditorio en esta basílica durante el concierto, más de tres mil personas, había sido una de las más tremendas impresiones de su vida). En fin, una versión magnífica que puede tutear sin complejos a cualquiera de las interpretaciones más conseguidas de la discografía (Celibidache incluido). Buen sonido y magníficos comentarios en alemán e inglés de Wolfgang Seifert. E.P.A. 83 D I S C O S BYRD-CRUMB Gustav Leonhardt LA MADUREZ SOBERANA BYRD: Obras para clave. GUSTAV LEONHARDT, clave (Malcolm Rose, sobre Lodewijk Theewes, 1579). ALPHA 073. DDD. 52’12’’. Grabación: París, XI/2004. Productor e ingeniero: Hugues Deschaux. Distribuidor: Diverdi. N PN N uevo disco sensacional del “padre” del clave, tal como lo conocemos hoy. Desde la soberana madurez del artista, con ese sereno magisterio y autoridad que adorna todo lo que hace, nos llega un recital dedicado a William Byrd que es una delicia de principio a fin. Una delicia de elegancia, sobriedad y grandeza. Preciosa música, con adecuado — nunca arrebatado— sabor danzable, magníficamente servida por el fraseo y articulación primorosas de este músico formidable que es el holandés. Emplea para ello un espléndido instrumento de Malcolm Rose, copia de la porción clavecinística (el original es un claviórgano conservado en el Victoria and Albert Museum de Londres) del constructor flamenco Lodewijk Thewees. Uno de sus propietarios, Anthony Roper, fue amigo personal de Tallis y Byrd, de forma que el instrumento, de bellísimo sonido, está indudablemente ligado a esta música. Cierto que algunos podrían pedir más alegría (en piezas como La Volta, por ejemplo) por parte del austero Leonhardt, pero es difícil encontrar una manera de decir la música desde el clave con tanta autoridad y magnetismo como la del holandés, con una lógica tan aparentemente evidente e indiscutible. Y, por otra parte, si bien podría ser más “ligero” en determinadas páginas, ¿quién puede interpretar con más grandeza la última de las Pavanas ofrecidas aquí? Por no hablar de la grandeza y formidable claridad de la bellísima Ut re mi fa sol la, o de la brillante traducción de la Fantasía que cierra el disco. Lo dicho: un regalo excepcional, de los que no hay que dejar pasar. Estupenda toma de sonido y atractiva presentación, como de costumbre en este sello. Rafael Ortega Basagoiti Weithaas, Bohórquez, Vogt RAUDAL DE BELLEZA CHAIKOVSKI: Trío op. 50. DVORÁK: Sonatina op. 100. ANTJE WEITHAAS, violín; CLAUDIO BOHÓRQUEZ, chelo; LARS VOGT, piano. EMI 5 58062 2. DDD. 73’05’’. Grabación: Festival de Heimbach, 5 y 6 -VI-2004 (en vivo). Productor: Norbert Ely. Ingeniero: Gideon Boss. N PN E ste recital extraordinario se hace en memoria del malogrado chelista ruso Boris Pergamenshikov, muy unido a estos tres músicos y al Festival de Heimbach, y fallecido mes y medio antes de ambos registros; al final y al cabo, Chaikovski dedicó el Trío op. 50 “a la memoria de un gran artista”. Parece que la música de cámara que se escucha en el festival de Heimbach es de un nivel realmente elevado, a juzgar por este CD y por otros. Este recital comienza con una lectura exquisita del Op. 100 de Dvorák, una versión dominada en sus dos prime- ros movimientos por gamas dinámicas bajas y unas frases dichas con una sutileza y una musicalidad insuperables. El Scherzo y el Finale aguardan con humor no opuesto, mas sí complementario, y el equilibrio resulta perfecto. Esta auténtica delicia sonora, sugerente, dolorosa a veces, no es sino el prólogo del auténtico plato fuerte, el Op. 50 de Chaikovski, obra bella, densa, de grandes desarrollos, mas también de atractivos inmediatos. Ahora, al espléndido dúo formado por Weithaas y Vogt se une un joven gran chelista, Claudio Bohórquez, para una lectura de amplio vuelo, de musicalidad semejante y a veces superior. Pocas veces resultará tan doliente y al mismo tiempo tan clásica la elegía del primer movimiento; pocas tan rica la serie de variaciones. Podría continuar el rosario de elogios para tal o cual detalle, pero resumiremos: a pesar de la competencia CHOPIN: Estudios op. 10. Barcarola op. 60. Sonata nº 2 op. 35. NELSON FREIRE, piano. SACD DECCA 475 6617 DSA. 57’03’’. Grabación: Snape Maltings, XII/2004. Productora: Martha de Francisco. Ingeniero: Philip Siney. Distribuidor: Universal. N PN 84 En medio de la crisis galopante que asola el mercado discográfico, aparece este disco del veterano Nelson Freire dedicado a un repertorio chopiniano archigrabado, en esta ocasión en formato SACD, al que servidor no puede sacar el máximo partido porque ante la perspectiva de que los aparatos terminen por echar- me de casa he preferido no adquirir un reproductor al uso. Con todo, y prescindiendo de exquisiteces en materia de sonido envolvente, sí puede apreciarse sobradamente como para concluir que, salvo para fanáticos de la alta fidelidad “high-end”, los Op. 10 han conocido traducciones más afortunadas, desde la clásica, magistral, de Arrau en los años 30 (EMI), hasta la más moderna de Perahia (Sony), pasando por las excelentes de de este repertorio en el sonido grabado, se trata de un recital insuperable, un CD de belleza extraordinaria. Un merecido homenaje para Pergamenshikov. Santiago Martín Bermúdez Pollini (DG, muy justamente alabada y de una perfección técnica apabullante) y Ashkenazi (Decca), por no mencionar la selección de Richter (Praga). Freire los ofrece con buen gusto y sensibilidad, pero no alcanza en ese sentido la intensidad del chileno, ni su articulación (así en el Primer Estudio, también en el Octavo) tiene la limpieza y cristalina transparencia de Pollini o Perahia. Por otra parte, algún estudio obtiene una traducción algo descafeinada en el carácter, como el Noveno, en el que al tempo muy vivo (como corresponde) no parece acompañarle una intensidad pasional como la conseguida por sus colegas D I S C O S BYRD-CRUMB antes citados. Fuego que también se echa en falta en el famoso Revolucionario que cierra la serie. Negocia mejor la Barcarola, elegante y bien contrastada, aunque tampoco aquí alcanza el encanto de los Rubinstein (RCA) y compañía. La siempre complicada Segunda Sonata conoce en disco algunas traducciones magníficas (Rubinstein, Pollini, Argerich, Gilels, Michelangeli, por sólo citar a algunos), y aún aguarda la que en vivo ha causado al firmante la mayor impresión (Krystian Zimerman). Freire no alcanza la eléctrica intensidad de Pollini o Argerich, ni el sutil equilibrio de Rubinstein o Michelangeli, aunque la suya es una lectura sin duda correctísima y disfrutable. La marcha fúnebre, por su parte, carece del misterio y la carga dramática que consiguen algunos de los citados anteriormente, y desde luego queda a años luz de lo que Zimerman nos ofreció recientemente en el Auditorio, además de contener algún fallo evidente que en estudio debiera haberse corregido. En resumen, disco pasable, cuyas obras conocen interpretaciones muy superiores en la discografía. Depende de lo que ustedes quieran rascarse el bolsillo por el sonido envolvente. Servidor pasaría. R.O.B. CHOPIN: Scherzos opp. 20, 31, 39 y 54. Nocturnos nº 7 op. 27, nº 1; nº 8, op. 27, nº 2; nº 16 op. 55, nº 2 y nº 19 op. 72. ELISSO VIRSSALADZE, piano. LIVE LCL307. DDD. 54’56’’. Grabación: Milán, I/1998 (Scherzos); Ingolstadt, XII/1999. Distribuidor: Gaudisc. N PN La pianista georgiana, tan cara a la apariciones discográficas, protagoniza este disco grabado en directo hace ya algunos años. Compañera musical de Natalia Gutman y Oleg Kagan, la intérprete regresa a uno de sus autores más queridos para ofertar unos Scherzos de una claridad y transparencia dignos de los mejores. Elisso Virssaladze los afronta desde una perspectiva profundamente romántica, desde la convicción de que se trata de un acto íntimo y ajeno a la intoxicación que supone la intervención del sentimentalismo. Pero ese intento por evitar cualquier tipo de contaminación estética le lleva a parecer excesivamente distante y ajena. Impresión que se disipa en unos nocturnos de exquisita y cuidada resolución, de factura sólida y rotunda, un Chopin muy al estilo de Richter, aunque sin su desolador sentido de la soledad. Los cuatro Scherzos, como comentamos antes, no se escapan a cierto sentimiento de distancia. El pulso dinámico es el adecuado, como muestra, por ejemplo, la introducción del Op. 31, pletórico de contrastes y de gran precisión técnica, circunstancia común a todas las piezas del disco. Pero deja un regusto a lo que pudo haber sido y no fue. C.V.N. CHOPIN: Conciertos para piano nºs 1 y 2. CHRISTIAN ZACHARIAS, piano y dirección. ORQUESTA DE CÁMARA DE LAUSANA. MDG 340 1267-2. DDD. 72’05’’. Grabación: Lausana, III/2003 y X/2004. Productores: Werner Dabringhaus, Reimund Grimm. Ingeniero: Werner Dabringhaus. Distribuidor: Diverdi. N PN La primera impresión que uno tiene con este disco es que la grabación deja que desear para los estándares actuales. Distante y fría, sin presencia ni definición, uno pensaría en una grabación probablemente en vivo (lo que no es) de hace bastante tiempo (lo que tampoco es). Al poco entusiasmo que despierta la toma de sonido se une la caída y plomiza introducción orquestal del Primer Concierto, que aquí suena falta de cuerpo y brío (lo que demuestra que eso no es cuestión de tempo, porque Zimerman, con toda la lentitud de su segunda lectura, despliega mucho más fuego). Y por fin, mi admiradísimo Zacharias, maestro en Scarlatti, Mozart, Schubert o Schumann, simplemente no termina de cuajar en estos Conciertos de Chopin. Su elegancia, claro, está ahí, como lo está su cuidado y hermoso sonido, pero es como si no terminara de definir una línea de expresión, como si él mismo no terminara de creer el mensaje que trata de transmitir. Articulado con exquisitez y ejecutado con la perfección que acostumbra, el mensaje musical no termina de llegar como lo hace en manos del polaco (en cualquiera de sus dos lecturas), como también de Pollini (el primero con Kletzki, EMI), Rubinstein (RCA), Argerich (EMI) o Arrau (Philips), por mencionar sólo tres o cuatro de los más distinguidos. El lector no se puede hacer a la idea de cuánto duele tener que escribir esto cuando hablamos de un artista cuyas interpretaciones, en disco y en vivo, he disfrutado enormemente. Pero lo cierto es que el que se comenta es un disco aburrido, decepcionante a todas luces, que ni por asomo se convierte en una opción mínimamente recomendable para estas obras. Hay que pasar de largo y acudir a cualquiera de las alternativas citadas. Con todas sus peculiaridades, me quedo con la segunda lectura de Zimerman, Argerich o Rubinstein como primeras opciones. R.O.B. CILEA: Gloria. MARGHERITA ROBERTI, soprano; ANNA MARIA ROTA, mezzosoprano; FLAVIANO LABÒ, tenor; LORENZO TESTI, barítono; FERRUCCIO MAZZOLI, bajo. CORO Y ORQUESTA DE LA RAI DE TURÍN. Director: FERNANDO PREVITALI. 2 CD BONGIOVANNI GB 2375/76-2. ADD. 111’29’’. Grabación: Turín, 1963. Distribuidor: Diverdi. R PN Esta versión de la última ópera de Cilea, Gloria, ya fue editada por Memories y comentada por mi compañero Blas Matamoro, en el número 84 de mayo de 1994 de esta revista, cuya opinión comparto prácticamente. Es una obra poco habitual, a pesar de su indudable calidad, de su dominio de la orquesta y de una cierta inspiración, en un ambiente y estilo que recuerdan el estilo imperante en la época, con ambientes del medioevo italiano, que recrearon compositores de la evolución del verismo, como Zandonai o Montemezzi, músicos hoy poco conocidos. En el reparto destaca el siempre entregado Flaviano Labò, cantante muy entregado, a efectiva Margherita Roberti, el correcto Ferruccio Mazzoli y el discreto Lorenzo Testi, dirigidos con su gran calidad de siempre por Fernando Previtali, que sabe destacar los momentos líricos y los más sombríos. A.V. COPLAND: Fantasía para piano. Sonata para piano. Variaciones para piano. BENJAMIN PASTERNACK, piano. NAXOS 8.559184. DDD. 63’08’’. Grabación: Toronto, VIII/2003. Productores: Bonnie Silver y Norbert Kraft. Ingeniero: Norbert Kraft. Distribuidor: Ferysa. N PE Atención a este pianista estadouniden- se, Benjamin Pasternack, que lleva a cabo un virtuoso y lucido recital Copland, con una alegría en el discurso que impregna hasta los momentos menos propicios, como las austeras Variaciones o el Andante que cierra la Sonata. Por cierto, la Sonata empieza a ser de las más grabadas del siglo XX, y siempre como obra completa, no un trocito como el hit por antonomasia de Barber, el famoso Adagio de su Cuarteto de cuerda op. 11. La Piano Fantasy de 1957 es obra cálida, de amplio aliento, media hora de temas o sugerencias engarzados en un solo movimiento. Es el Copland de plena madurez que ya ha compuesto sus mayores obras para la orquesta y para la escena. Las Variaciones son doce minutos de claridad sonora anteriores en unos diez años a la Sonata. Es el Copland todavía joven que experimenta entre el clasicismo de su maestra Nadia Boulanger, la inspiración jazzística y el caudal mexicano. Pero aquí apenas hay nada de eso, sino una sobria secuencia que incrementa el nivel sonoro a medida que avanza. Pasternack, un maestrazo, nos propone la Sonata en medio de todo eso. No vamos a desmenuzar ahora la Sonata. Habrá que limitarse a recomendar calurosamente este disco, muy conveniente en lo artístico y muy llevadero en cuanto a precio. S.M.B. CRUMB: An Idyll for Misbegotten. Vox balenæ. Madrigals. ZIZI MUELLER, flauta; JAN DE GAETANI, mezzo. THE UNIVERSITY OF PENNSILVANIA CHAMBERS PLAYERS. Director: RICHARD WERNICK. NEW WORLD 80357-2. DDD. 62’44’’. Grabación: Nueva York, IV/1987 y X/1969. Productor: Marc Aubot. Distribuidor: Diverdi. N PN 85 D I S C O S CRUMB-FLECHA Para entender mejor el estilo atemporal de un autor como Georges Crumb es muy recomendable prestar atención a un disco como el que ahora se distribuye en España perteneciente a los fondos del catálogo de New World y dedicado a tres representativas piezas del compositor americano. El sonido del disco, editado en origen en 1987, portando grabaciones de esas mismas fechas (caso de An Idyll for the Misbegotten y Vox balenæ), pero también de algunos años antes, en el caso de los Madrigals, que fueron grabados en 1969, viene a restituir un poco la idea general que todos nos hacemos del estilo tan peculiar de Crumb, pues las grabaciones recientes, todas con unas tomas de sonido espléndidas, a veces desvirtúan ese profundo lado artesanal con que este músico concibe sus obras. Tal vez los nuevos procedimientos de grabación, tan sofisticados, den demasiado brillo a una música que necesita del misterio, de un cierto recogimiento para ser comprendidas en su totalidad. Un caso notable es el de la magnífica Vox balenæ, esta pieza para flauta eléctrica, violonchelo eléctrico, crótalos y piano, con la que Crumb tanto se aproxima al lenguaje de Messiaen: cantos de ballenas, pero también una presencia cierta de múltiples ecos de objetos encontrados en la naturaleza. La Vox balenæ de referencia es la grabación de Jaecklin Edition de 1996 a cargo del Ensemble für Neue Musik Zürich, con una apabullante demostración de lo que debe ser un sabio empleo de los diferentes timbres instrumentales en el espacio sonoro. Naturalmente, ese sonido resplandeciente no es el que encontramos en esta ya vieja versión de New World, a cargo de los músicos de la Universidad de Pennsilvania, pero, a falta de esa alta sofisticación, el antiguo Vox balenæ nos devuelve el lado de misterio, en efecto, de auténtico vértigo que quiere transmitir el autor. Ese sonido tan físico y al mismo tiempo tan sutil de Crumb, a mitad de camino entre lo místico y la inspiración puramente geológica (los títulos de las piezas son evidentes: Archezoic, Paleozoic…) está excelentemente dibujado en la versión de New World, como ocurre en las otras dos piezas del registro, la extrovertida An Idyll for Misbegotten (muy al estilo americano: se piensa en la politonalidad de Ives) y el refinado ciclo de Madrigales, que es una nueva muestra de la capacidad de Crumb para extraer enorme musicalidad del universo lorquiano (aquí: La muerte me está mirando, La noche canta desnuda, ¿Por qué nací entre espejos?). Aún más que en Vox balenæ, el sonido de la ya antigua grabación de los Madrigals casi se antoja perfecto, insustituible para expresar el universo hasta cierto punto anacrónico de Crumb: un lenguaje musical artesanal que mira por encima del hombro las técnicas revolucionarias del siglo XX, pero que, paradójicamente, no podría haberse forjado sin ellas. F.R. Olivier Charlier y Hans Graf AFIRMACIÓN Y MODERNIDAD DUTILLEUX: L’arbre des songes, concierto para violín y orquesta. La geôle. 2 Sonetos de Jean Cassou. Mystère de l’instant. OLIVIER CHARLIER, violín; FRANÇOIS LE ROUX, barítono. ORQUESTA NACIONAL DE BURDEOS-AQUITANIA. Director: HANS GRAF. ARTE NOVA 82876 63825 2. DDD. 51’30’’. Grabación: Burdeos, III/2004. Productor e ingeniero: Günter Appenheimer. Distribuidor: Galileo MC. N PE Dutilleux ha sido siempre un resisten- te: ha practicado la resistencia frente a la desconsiderada y reduccionista dictadura de la vanguardia de posguerra, esto es, contra los que eran algo más jóvenes que él; otros de la misma edad que los vanguardistas también tuvieron el valor de resistir: como Henze. Menos mal que existieron. Menos mal, incluso para la obra de los vanguardistas, que así tienen su contrapunto y su diferencia, para que la creación de los años 50 a 90 no sea un desierto retrospectivo. El árbol de los sueños, ese precioso concierto para violín y orquesta que Dutilleux compuso hace veinte años, se ha convertido en un favorito de los violinistas y en una de las obras más grabadas de las compuestas a fines de siglo. Nos llega otra versión, que se añade a las espléndidas ya existentes y que les va a hacer dura competencia. Esta obra consiste en ramificaciones sonoras de las que él árbol es imagen, metáfora, mientras que el sonido viene a ser trasunto. Obra para solista virtuoso mas también para conjunto orquestal que no se limita a acompañar, que posee discurso propio, opuesto, a veces cómplice del violinista, reclama el despliegue de discursos fuertes, aguerridos, dramáticos. Olivier Charlier es un violinista excepcional que recorre su parte protagonista con un diseño a mitad de camino entre las modernidades no vanguardistas del siglo y el legado del concierto romántico. Hans Graf dirige con sorprendente vigor al conjunto aquitano, y el resultado de ambas aportaciones es una lectura de total referencia del Árbol. Unos cuantos poemas de Jean Cassou dan materia a La mazmorra y a los Dos sonetos. La mazmorra es obra muy temprana, de 1944, mientras que los Sonetos son de diez años después. En ambos casos, son rarezas en Dutilleux, porque incluyen voz cantada, y sabemos que el compositor sustituyó las líneas vocales por otras instrumentales en su obra posterior, que es sobre todo orquestal. Del mismo año de los Sonetos es Mystère de l’instant, para 24 instrumentos de cuerda, címbalo y gran formación de percusiones. Es una secuencia de diez miniaturas vinculadas, una lujuria de colores en lo vertical, mien- tras en lo horizontal se impone a veces una sugerencia de atematismo que no renuncia a los referentes tonales cuando se recupera el sentido neto de frase. Es, claramente, obra de afirmación, obra de gran modernidad que trata de oponerse a los modelos uniformes del mandarinato entonces vigente. Es el tercer volumen orquestal de la serie Dutilleux de Graf y Arte Nova, una espléndida culminación del ciclo, con un Árbol insuperable, algún momento vocal mágico (el segundo de los sonetos) y un Mystère de enorme riqueza sonora, tímbrica, dinámica. Santiago Martín Bermúdez www.scherzo.es 86 D I S C O S CRUMB-FLECHA Cuarteto Vlach SÍNTESIS DVORÁK: Cuarteto de cuerda nº 13 op. 106. CHAIKOVSKI: Cuarteto de cuerda nº 3 op. 30. CUARTETO VLACH. SUPRAPHON SU 3783-2. ADD. 74’08’’. Grabaciones: Praga, V/1960 (Dvorák), VI/1963 (Chaikovski). Productor: Miloslav Kuba. Ingenieros: Miloslav Kulhan, Jirí Ocenasek. Distribuidor: Diverdi. R PM La serie Archiv de Supraphon extrae un tesoro de su repertorio, como es su costumbre. Aquí tenemos al Cuarteto Vlach en la Praga de comienzos de los años 60 del pasado siglo. Atención, aquel Cuarteto Vlach no es el que así se llama ahora, aunque hay un vínculo familiar importante: la violinista Jana Vlachová del Vlach de ahora es hija del primer violín de aquel Vlach de entonces, Josef Vlach. El Vlach actual graba en estos momentos para Naxos un ciclo Dvorák espléndido, ELGAR-PAYNE: Sinfonía nº 3. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA BBC. Director: SIR ANDREW DAVIS. NMC D053. DDD. 56’10’’. Grabación: Londres; X/1997. Distribuidor: Diverdi. N PN E ntre las novedades que ofrece la reciente presencia en nuestro mercado de la firma británica NMC destaca esta primera grabación de la realización que el musicólogo Anthony Payne llevara a cabo de los fragmentos dejados por Edward Elgar tras su muerte para una Tercera Sinfonía. La historia del intento de Payne y de su criterio a la hora de trabajar en los manuscritos del autor es larga y simplemente resumirla excedería con mucho el espacio aquí disponible. Queda, sin embargo, perfectamente expuesta en las notas que acompañan a la grabación y a ellas remito al lector inquieto. El resumen de lo que nos interesa es que la página posee un inequívoco aroma elgariano, sobre todo en un primer movimiento puesto en pie a través de ese Nobilmente que es el motto de su autor en sus homólogos de las otras dos sinfonías, en el lirismo un punto trágico del tiempo lento y en el dramatismo más o menos enmascarado del Scherzo, una muestra del estado de ánimo de un Elgar bastante venido abajo en lo anímico en sus últimos años. De la obra hay ya una excelente versión en la discografía, la firmada por Paul Daniel para Naxos, posterior a la que comentamos. Sin embargo, ésta de Sir Andrew Davis me parece superior, quizá porque posee el valor del descubrimiento. El estrenó la partitura con un éxito enorme y su lectura destila un convencimiento absoluto acerca del trabajo de Payne. Está claro que los amantes de la música de Elgar no debieran prescindir de este disco aunque ya tuvieran la versión de Paul Daniel. C.V.W. sin limitarse a los cuartetos, pero hablamos de dos formaciones distintas. El CD que ahora recibimos recoge dos sesiones de una altura artística insu- FALLA: El amor brujo. El sombrero de tres picos. ALICIA NAFÉ, mezzosoprano; MARÍA JOSÉ MARTOS, soprano. ORQUESTA SINFÓNICA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. Director: MAXIMIANO VALDÉS. NAXOS 8.557800. DDD. 68’. Grabación: Oviedo, II y X/2002. Productor: Peter Newble. Ingeniero: Andrew Lang. Distribuidor: Ferysa. N PE Maximiliano Valdés insiste en su ciclo Falla para Naxos en su visión atrevida y arriesgada de la música del gaditano. Nueva decepción, a pesar del decoroso oficio de la solvente Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Tras una grabación de La vida breve cargada de lunares y obviedades, ahora le llega el turno a El sombrero de tres picos y a El amor brujo, que se escucha en la versión de 1924. Para esta nueva aventura fallesca, el director chileno retoma acentos virulentos, enfatiza casi todo y recurre a unos tempi cuya precipitación rara vez otorga espacio al regusto en la música portentosa. Uno de esos contados instantes en los que las nueces se imponen sobre el ruido y la música logra respirar durante los 68 minutos que abarca el CD es el prodigioso final de El amor brujo, con unas Campanas del amanecer donde, sin en absoluto llegar al milagro lejano que en su día obró Carlo Maria Giulini, la música impone su ley, por encima del canto casi verista y desgarrado hasta el exceso de Alicia Nafé y del frenesí de la batuta. Como contrapunto, en el corte siguiente comienza vertiginosamente El sombrero de tres picos con una fanfarria dicha a mil por hora, aunque todo lo templa con mucho arte y oficio la soprano María José Martos con la famosa cancioncilla de los Martínez Sierra. El compacto se completa con una revisita a La vida breve, ópera de la que se escucha la famosa música del primer cuadro del acto II. Nada nuevo bajo el sol en esta tópica lectura que insiste en los rasgos perable, aunque acaso el Cuarteto Vlach de ahora las iguale un día. El Decimotercero de Dvorák es una síntesis entre alegría y solidez, con ápices como el movimiento lento, un Adagio inquietante que nos suspende, y unos movimientos rápidos llenos de vitalidad y energía. El Tercero de Chaikovski es pura densidad, una lectura que traduce con rigor, lirismo y dramatismo sin concesiones el auténtico ideal chaikovskiano, el que no conduce a la apoteosis del pathos sino a una cierta cima de la sensibilidad. Lecturas medidas, pero tensas; sombrías, pero con destellos brillantes; con mucho de cantabile y elevado nivel de intimidad. Un par de referencias que pocos discutirán y que todos recibirán con alborozo. Santiago Martín Bermúdez más morunos y superficiales, recalcados con unas dinámicas extremas que casi obligan a bajar el volumen del reproductor. Pura corteza. J.R. FLECHA: Ensaladas La Justa, El Jubilate y El Fuego. CABEZÓN: Diferencias sobre El Canto del Caballero, la Pavana italiana, la Gallarda milanesa y Guárdame las vacas. Tiento de primer tono. MASSIMILIANO RASCHIETTI, órgano. LA STAGIONE ARMONICA. CONCERTO DI VIOLE L’AMOROSO. Director: SERGIO BALESTRACCI. CPO 777 070-2. DDD. 61’16’’. Grabación: Padua, IX/2003. Productor: Fabio Framba. Ingeniero: Marco Lincetto. Distribuidor: Diverdi. N PN Sergio y Guido Balestracci (desconocemos la existencia de vínculo familiar entre ambos, aunque bien pudieran ser padre e hijo) unen sus grupos (La Stagione Armonica y L’Amoroso) para un programa de música española del Renacimiento centrado en las figuras de Mateo Flecha y Antonio de Cabezón. Del primero se interpretan tres de las seis ensaladas (completas) que han sobrevivido. Del segundo, instrumentaciones de cuatro de sus más famosas diferencias y de un tiento de primer tono. Las 18 voces del coro y el conjunto instrumental, formado por los vientos de La Stagione Armonica (flautas dulces, cornetas, pífanos, trombones, órgano, percusión) y el quinteto de violas de L’Amoroso, empastan a la perfección en unas interpretaciones de las ensaladas de exquisito refinamiento, gran cuidado prosódico y minuciosa pulcritud articulatoria, que son, posiblemente, las mejor cantadas de la discografía, pero a las que falta un sentido lúdico más aguzado, unos contrastes más marcados y algunas dosis de 87 D I S C O S FLECHA-INFANTAS mayor sensualidad y exuberancia en los pasajes cómicos o irónicos, mucho más presentes en la grabación de Savall para Astrée a finales de los 80 o en la de Paul van Nevel para Sony en 1990. La música de Cabezón recibe un tratamiento delicadísimo, apoyado en el equilibrio tímbrico de los instrumentos, en la flexibilidad de la rítmica y en las disminuciones encomendadas a las violas y las cornetas, que suenan de forma especialmente cálida y emotiva en las Diferencias sobre la Pavana italiana o lo que es lo mismo las basadas en la bellísima canción Belle, qui tiens ma vie, cuya melodía ornamenta primero una corneta y después una viola sobre un tejido contrapuntístico en el que resalta tanto la sugerente corneta muda como las violas más graves. P.J.V. GINASTERA: Dos canciones op. 3. Pampeanas nºs 1 y 2 opp. 16 y 21. Danzas argentinas op. 2. Cinco canciones populares argentinas op. 10. Sonata op. 49. OFELIA SALA, soprano; DONALD SULZEN, piano; HENRI RAUDALES, violín; GERHARD ZANK, violonchelo. ORFEO C 181 051 A. DDD. 65’19’’. Grabaciones: Múnich, 1999-2001. Productor: Oswald Beaujean. Ingeniero: Andreas Fischer. Distribuidor: Diverdi. N PN E sta interesante grabación efectúa un breve recorrido por parte de la música menos conocida de Ginastera, sus canciones y la música de cámara e instrumental. Obras de evidente raíz nacionalista, atemperada por un fuerte sesgo expresionista. Las versiones hacen suficiente justicia a esta música de marcada personalidad; así, Sala se mueve con soltura en las canciones, tanto en la triste Canción al árbol del olvido de la Op. 2 como en las mucho más castizas Op. 10, de las que dice con especial gracia la titulada Gato. En la Pampeana nº 1, el violín está casi todo el tiempo a solo, sacándole Raudales un gran partido. El final esboza un gesto danzante. La Segunda, dedicada al violonchelo, es una pieza cargada de dificultades que Zank resuelve con facilidad y apasionamiento interpretativo. A su vez, Sulzen se enfrenta en solitario a las Danzas argentinas, que se mueven entre lo nostálgico —Danza de la moza donosa— y lo motórico, Danza del gaucho matrero. La Sonata de chelo y piano, finalmente, es una pieza importante por las originales relaciones que establece entre los instrumentos. Los ejecutantes de este disco la defienden con entrega y eficacia. E.M.M. René Jacobs SENTIDO DRAMÁTICO HAENDEL: Saúl HWV 53. ROSEMARY JOSHUA, soprano (Michal), GIDON SAKS, barítono-bajo (Saúl), EMMA BELL, soprano (Merab), LAWRENCE ZAZZO, contratenor (David), JEREMY OVENDEN, tenor (Jonathan), MICHAEL SLATTERY, tenor (Sumo sacerdote, Brujo de Endor), FINNUR BJARNASON, tenor (Amalaquita, Abner), HENRY WADDINGTON, BARÍTONO (Doeg, Samuel). CORO DE CÁMARA RIAS. CONCERTO KÖLN. Director: RENÉ JACOBS. 2 SACD HARMONIA MUNDI HMC 901877.78. DDD. 150’. Grabación: Berlín, XI/2004. Productor: Martin Sauer. Ingeniero: René Moller. N PN Tras el estupendo Saúl que hace apenas año y medio firmaba Paul McCreesh para Archiv nos llega ahora una también magnífica interpretación del hermoso oratorio haendeliano debida al belga René Jacobs, con la ventaja añadida de ocupar 2 discos (eso sí, muy bien aprovechados) para ofrecer el oratorio íntegro (hay que recordar que Harnoncourt en Teldec, en serie media, ocupa también dos discos, pero a expensas de cortes muy considerables). Respecto a la interpretación, hay que destacar en primer lugar la estupenda dirección de Jacobs, que ya nos ha convencido en otras ocasiones, desde el Oratorio de Navidad bachiano hasta sus notables incursiones operísticas, de su talento dramático, del que también dejó testimonio cuando interpretó el también haendeliano Jephta en nuestro país. La suya es una dirección brillante, fluida, clara y muy bien contrastada, que extrae el mejor partido del discurso dramático que construyó, con su genio habitual, el músico de Halle. No es en absoluto negativo, más bien todo lo contrario, apuntar que se trata de una dirección muy operística, algo muy adecuado para una música que indudablemente tiene muchos ingredientes de tal género. El estupendo Concerto Köln responde a las demandas de su director con la sobresaliente calidad a que nos tiene acostumbrados, y lo mismo puede decirse del Coro RIAS, también habitual colaborador del director belga. Pero este oratorio puede flaquear si lo hace el elenco, incluso con un protagonista convincente (como le pasó al por lo demás espléndido Gardiner, con Ragin y Ainsley). McCreesh puso el listón altísimo, con un formidable Scholl (David) y Padmore (Jonathan) a la cabeza, y la no despreciable contribución de Davies en el papel protagonista, aunque éste quedaba por debajo de las prestaciones de Miles para Gardiner. Y hay que decir que el elenco de Jacobs no desmerece en absoluto. Sorprende en primer lugar, y más que muy agradablemente, el contratenor americano Lawrence Zazzo, que ya grabara Rinaldo con este mismo director. Una voz a la que conviene prestar atención: redonda, bien timbrada y con exquisita capacidad de matiz, que luce con notable éxito. No hace olvidar al formidable Scholl (con McCreesh), pero tampoco desmerece en absoluto. Algo parecido cabe apuntar del tenor británico Ovenden, que también ofrece un Jonathan sobresaliente. El protagonista, por su parte, es aquí tomado por Gidon Saks, un bajo de voz poderosa, con un timbre quizá algo nasal, pero de imponente presencia, que compone un protagonista de gran convicción dramática. Su With rage I shall Burst his praises to hear tiene una intensidad y poderío verdaderamente apabullantes. Una voz de ese cuerpo suele moverse con cierta pereza en las agilidades, pero Saks supera el obstáculo (A serpent in my bosom warmed) con bastante solvencia, y a cambio nos regala un dramatismo y emotividad difíciles de igualar (su breve recitativo Has he escaped my rage?). En resumen, un balance más que notable. Lo son también las contribuciones femeninas y las de los papeles secundarios. La toma de sonido es magnífica, y supongo que quienes puedan disfrutar del sonido envolvente con el super audio CD quedarán encantados. La reproducción convencional es, desde luego, espléndida. En resumen, un álbum que no hay que dejar pasar. McCreesh puso el listón muy alto, pero la propuesta de Jacobs se ha situado a un nivel casi igual, y con un disco menos, o sea, más barato. Si pueden, tengan los dos. Rafael Ortega Basagoiti www.scherzo.es 88 D I S C O S FLECHA-INFANTAS HAENDEL: Conciertos para órgano. CHRISTIAN SCHMITT, órgano. ORQUESTA DE CÁMARA DE STUTTGART. Director: NICOL MATT. 5 CD BRILLIANT 92296. DDD. 265’30’’. Grabación: Mannheim, VIII/2004. Productor e Ingeniero: Reinhard Geller. Distribuidor: Cat Music. N PE Brilliant Classics presenta en estos cinco volúmenes los 16 Conciertos para órgano y orquesta de Haendel, en la que se constituye como la primera grabación de la edición critica Urtext de Breitkopf & Härtel editada por Ton Koopman. Completan la edición el Concierto para arpa en si bemol mayor HWV 294 y las seis Fugas para órgano solo. En los Conciertos para órgano de Haendel encontramos en muchas ocasiones material musical reutilizado de óperas y oratorios principalmente, así por ejemplo en el Concierto nº 5 utiliza recursos musicales corales de la ópera Alcina. Los estrenos de estos conciertos solían tener lugar como complemento a obras de mayor envergadura musical como los oratorios. El organista Christian Schmitt realiza un trabajo muy meticuloso, aportando a cada una de las obras un carácter diferenciador. Su sonido es claro y articulado, realizando una interpretación compacta y sin fisuras. La dirección de Nicol Matt de la Orquesta de Cámara de Stuttgart está llena de detalles que nos hacen redescubrir una vez más estas partituras y logra mantener un perfecto equilibrio sonoro entre el tejido orquestal y el instrumento solista. Destacable es la interpretación del nº 13 de la serie, que lleva como sobrenombre El cuco y el ruiseñor donde los recursos técnicos del organista se hacen mas patentes. En el conocido Concierto para arpa, Charlotte Balzereit realiza una recreación de esta partitura, mostrando un sonido de una limpieza impecable y logrando momentos de una belleza incontestable. Resumiendo, una estupenda oportunidad de adquirir a un precio inmejorable uno de los ciclos instrumentales mas apreciados del repertorio barroco, además se incluyen unas extensas notas críticas sobre cada uno de los conciertos incluidos. C.S.M. HUMPERDINCK: Los hijos del rey. THOMAS MOSER (El hijo del rey), DAGMAR SCHELLENBERGER (La muchacha oca), DIETRICH HENSCHEL (El violinista), MARILYN SCHMIEGE (La bruja), ANDREAS KOHN (El leñador), HEINRICH WEBER (El escobero). CORO DE NIÑOS DE MÚNICH. CORO DE LA RADIODIFUSIÓN BÁVARA. ORQUESTA DE LA RADIO DE MÚNICH. Director: FABIO LUISI. 3 CD PROFIL PH05017. DDD. 166’48’’. Grabación: Múnich, III/1996 (en vivo). Coproducción con la Radio Bávara y Calig Classics. Ingeniero: Wolfgang Karreth. Distribuidor: Gaudisc. N PN Prosigue este sello con su encomiable labor de dar a conocer óperas alemanas prácticamente olvidadas de los escenarios y de los estudios de grabación (recordemos la reciente publicación del Armero, de Lortzing, comentada hace poco desde estas mismas páginas). El error de esta edición, el mismo que el de la citada ópera de Lortzing en este mismo sello, es que se publica sin libreto, sin el texto original y por supuesto sin traducción a ninguno de los idiomas habituales, de tal forma que el interesado europeo de habla no germana tendrá que enfrentarse a más de dos horas y cuarenta minutos de una ópera de la que quizá pueda intuir lo que pasa leyendo la sinopsis y los títulos de las diversas pistas, pero nada más (el estudio sobre Humperdinck en alemán e inglés y la sinopsis del argumento en los mismos idiomas es insuficiente para que esta ópera traspase con éxito las fronteras alemanas y austriacas). Dicho lo cual, hay que apuntar también que Los hijos del rey, música agradable, bien escrita, de cierto encanto y combinando el estilo wagneriano con la simplicidad de las canciones folclóricas, carece sin embargo del impacto, emoción y atractivo de su obra maestra indiscutible, Hänsel y Gretel, y aunque la notable interpretación recogida en este álbum (hecha en concierto público) es un buen punto de partida para darla a conocer, no creemos que pase del pequeño y reducido círculo de los interesados en estas producciones operísticas de segunda fila. El reparto vocal es competente, y a la dirección musical, eficaz y profesional, se le podría pedir más fantasía e imaginación para dar más vida, ímpetu y variedad a esta música de cuento de hadas, que, la verdad, con este literalismo a ultranza resulta bastante plana, monótona y poco agraciada. En fin, música menor cuidadosamente elaborada, como todas las obras de Humperdinck, y discretamente recreada en esta interpretación en concierto en vivo. Los descuidos de edición hacen el álbum poco recomendable. E.P.A. Michael Noone DESCUBRIENDO INFANTAS: Motetes. ENSEMBLE PLUS ULTRA. Director: MICHAEL NOONE. puesto estos motetes en atriles y ante los micrófonos con el notorio convencimiento de que se trata de una música de primer orden. Las versiones conseguidas son de todo punto magníficas, transparentes y equilibradas. Las líneas vocales se entretejen en orden a la obtención de una adecuada expresión del texto. Destacan el intenso Credo in Deum, el singular Ecce quam bonum, el tenso aunque contenido O sacrum convivium, y los complejos —resueltos con virtuosismo— Congregati sunt inimici nostri, a siete voces, y Loquebantur variis linguis, a ocho. ALMAVIVA DS 0140. DDD. 73’01’’. Grabación: Londres, III/2004. Productor: José María Martín Valverde. Ingeniero: Martin Compton. Distribuidor: Diverdi. N PN E l caso de Fernando de las Infantas, noble, teólogo y compositor, es ciertamente atípico en el panorama del Renacimiento español. Si sus apasionantes motetes sacros pretenden expresar por medio de sonidos parte de su pensamiento teológico, es materia de difícil elucidación y que renueva el nunca cerrado debate del grado de postura mística de los polifonistas españoles. Noone, cuya labor de reivindicación del patrimonio hispano es impagable, ha Enrique Martínez Miura 89 D I S C O S KODÁLY-MAHLER Miklós Perényi LIRISMO KODÁLY: Obras completas para violonchelo: Romanza lírica, Tres preludios corales (Bach), Adagio, Dúo para violín y violonchelo op. 7, Movimiento de sonata, Capriccio para violonchelo solo, Sonatina, Sonata para violonchelo y piano op. 4, Canciones populares húngaras, Epigramas, Preludio y fuga (Bach), Sonata para violonchelo solo op. 8. MIKLÓS PERÉNYI, violonchelo; DÉNES VÁRJON, piano; GÁBOR TAKÁCS-NAGY, violín. 3 CD HUNGAROTON HCD 32196-98 DDD. 163’12’’. Grabación: Budapest, I-II; IV-VI/2001. Productor: András Wilheim. Ingenieros: László Csintalan, István Zakarás, János Györi, Domonkos Timár. Distribuidor: Gaudisc. N PN El chelista húngaro Miklós Perényi es hoy día uno de los grandes de este instrumento. Este álbum triple con toda la música de cámara con chelo de Kodály se presenta con una fotografía en la que el jovencísimo Perényi recibe instrucciones de Zoltán Kodály. Esa fotografía reclama legitimidad, pero nada significaría de no darnos también un recital como el que contienen estos tres discos. Perényi hace que el chelo vibre, frasee, tiemble, se torne lírico y profundo, se vuelva clasicista y elegante, hace que cante y que dance con una capacidad KOECHLIN: Obras para clarinete. Sonatas nºs 1 y 2 opp. 85 y 86. Les confidences d’un joeur de clarinette op. 141 (selección). Idylle para dos clarinete op. 155bis. 14 piezas para clarinete y piano op. 178. Monodies para clarinete solo op. 216 (fragmentos). DIRK ALTMANN, clarinete; FLORIAN HENSCHEL, piano. HÄNSSLER 98.446. DDD. 73’22’’. Grabación: Stuttgart, III/1999 y II/2003. Productores: Andreas Priemer y Roland Rublé. Ingenieros: Wolfgang Rein, Arnold Lauer, Christian Leuscher. Distribuidor: Gaudisc. N PN 90 El aulos de la Grecia clásica resuena en estas piezas para clarinete, a menudo miniaturas, unas veces acompañado, otras a solas. Las dos Sonatas son de 1923 y contiene cada una tres breves movimientos, delicados y sugerentes, alejadísimos del subjetivismo romántico, insertos en el nuevo clasicismo de ese mismo momento. Muy posteriores son las otras series, como la poco menos que incidental Confidencias de un clarinetista, de 1934, fragmentos en los que el clarinete delinea solo su itinerario sonoro, o a veces acompañado por la trompa. Ni las Confidencias ni las Monodias para clarinete solo de 1948 están completas; se nos presenta una muestra amplia de estos ciclos que a fuerza de afirmación apolínea llegan a hipnotizar como si fueran lo contrario. Atención a las Catorce piezas para clarinete y piano de motivar el sonido, de expandirlo o de adelgazarlo que pocas veces oiremos así. La culminación del recital está en la magistral, emotiva, intimista lectura de la Sonata op. 8, en la que Perényi, a solas, desgrana media hora larga de música para la soledad de un instrumento que da sonidos bellísimos. En el mismo CD, el que cierra el recital, están los Epigramas, otra culminación; es una serie de nueve miniaturas de 1954 en las que Kodály se muestra continuista de sí mismo, pero especialmente reflexivo. ¿Una meditación? En medio, dos espléndidas transcripciones de Preludios y fugas del Clave bien temperado, de por aquellos años. En los discos anteriores de este soberbio álbum destacan, desde luego, piezas conocidas como la Sonata op. 4, el Dúo para violín y chelo op. 7 y la Sonatina de 1920, pero también algunas obras tempranas, como esas piezas llenas de encanto que siguen una tradición: la Romanza de 1898 (cuando el compositor tenía 16 añitos), el Adagio de 1906, el Movimiento de 1909. En sus piezas para chelo no se muestra Kodály demasiado folclorista; sí, claro está, en la serie de Danzas populares húngaras, de 1917, pero casi siempre somete la lógica del discurso del chelo y su eventual acompañamiento a una lógica compuestas por este pacifista convencido en plena ocupación, y que encierran en su brevedad (de repente, una de ellas, Larghetto, dura 5 minutos y medio, cuando las demás apenas superan el minuto y medio, y otras no llegan a los sesenta segundos) un pequeño gran resumen de estilos, escuelas y vigencias. Dirk Altmann ha llevado a cabo este registro con pasión y con virtuosismo. Era todo un proyecto, que se salda con un éxito artístico irreprochable, y que se inserta en otro de orden superior, el de Hänssler con la obra de Koechlin. S.M.B. LECUONA: Danzas cubanas. Danzas afro-cubanas. Andalucía. POLLY FERMAN, piano. TALENT DOM 2910 44. DDD. 60’04’’. Productor: Ronald J. Dom. Ingeniero: Rob de Winter. Distribuidor: Gaudisc. N PN L a pianista uruguaya Polly Ferman ha adquirido a lo largo de su carrera un justo reconocimiento avalado en gran medida por lo certero de sus aproximaciones a la música de autores clásicos iberoamericanos. En esta ocasión propone un viaje a la Cuba de Ernesto Lecuona, reivindicando así la tradición cultural de un país que ha sido cuna no sólo de grandes literatos. El de Ferman es un pianismo de encendido lirismo, transparente y camerística que viene de atrás y que, por otra parte, no pretende proyectarse hacia el futuro. Le importa a Kodály el despliegue de, sobre todo, un lirismo que viene muy de dentro, en el que lo popular, lo folclórico, es a veces una idea motriz, y otras ni siquiera eso, porque su sentido va por otro camino. Y ahí está Perényi, virtuoso, artista intenso y a menudo férvido, con su toque romántico, su inspiración esencialmente lírica y sus dedos obedientes a la mesura y el equilibrio de una mente de musicalidad extraordinaria. Santiago Martín Bermúdez vibrante, en el que tal vez la imaginación se halle centrada más en un auditorio que en una terraza a pie de calle, lo que diferencia sus lecturas de las efectuadas en su momento por intérpretes como José Echániz, Thomas Tirino o el propio compositor cubano. En todo caso, la audición de las piezas escogidas es agradable, dada la frescura y amenidad del repertorio. En las juveniles Danzas cubanas el oído encuentra de inmediato deleite, mientras las Danzas afro-cubanas precisan de una mayor atención y acaso sucesivas escuchas para entender el sublime mensaje que se esconde tras un lenguaje de tal riqueza, estímulo de posteriores tendencias afrocubanas. Pero es posiblemente Andalucía la suite que el aficionado español reconocerá y disfrutará en mayor grado, dados los precisos dibujos de ambientes y nuestra sensibilidad y cercanía a ellos. Resulta ciertamente difícil evitar ser hechizado por el poder de seducción de la fogosa Malagueña, página que eleva a Lecuona —por momentos— a la altura de Isaac Albéniz o Manuel de Falla como descriptor del paisaje sonoro andaluz. Cierra el recital una reducción de la conocida canción Siboney. Un disco en el que Polly Ferman nos invita a oír el eco de su canto de cristal y que verdaderamente merece la pena. A.V.U. D I S C O S KODÁLY-MAHLER LISZT: Funerales. Rapsodia española. Valle de Obermann. Sonata en si menor. ARNALDO COHEN, piano. BIS CD-1253. DDD. 72’30’’. Grabación: Estocolmo, VII/2003. Productor e ingeniero: Uli Schneider. Distribuidor: Diverdi. N PN El pianista brasileño Arnaldo Cohen tiene un cuantioso y distinguido palmarés de actuaciones desde que en 1972 obtuvo el primer premio en la Competición Italiana Busoni. Ha trabajado como solista con primeras orquestas sinfónicas y con cuartetos como el Amadeus, el Lind- say o el Chilingirian entre otros. Expone aquí un programa Liszt aleatorio en cuanto a la elaboración. Comienza con los Funerales, de las Diez Armonías poéticas y religiosas, dedicados que fueron a las víctimas de aquellos años revolucionarios en la Europa de 1848-49. Sigue la jocunda y técnicamente brillante Rapsodia española, para ofrecer a continuación el número seis de la primera parte de sus Años de peregrinaje, y concluir nada más y nada menos que con la Sonata en si menor. Pues bien: su Liszt es muy atractivo, rico y hondo, de sonido amplio y sólido, y aunque no llega a poder codearse con magníficos intérpretes del húngaro (los Bolet, Cziffra, Horowitz, Gilels, pasando más modernamente por Brendel y Zimerman). Un disco muy serio, en el que no se explica por qué se ha grabado este programa y no otro. La Sonata posee en esta interpretación gran toque romántico, sonoridad certera y delicadas transiciones, y queda como monumento de estilo, medios y suficiencia indiscutible del intérprete brasileño, aunque haya en el mercado quien la supera con mucho: Zimerman. J.A.G.G. Kirill Kondrashin MAHLER RUSO MAHLER: Sinfonías nºs 1, 3 a 7, 9. ORQUESTA FILARMÓNICA DE MOSCÚ (1ª, 3ª, 4ª, 9ª). ORQUESTA SINFÓNICA ESTATAL DE LA URSS (5ª). ORQUESTA FILARMÓNICA DE LENINGRADO (6ª, 7ª). Director: KIRILL KONDRASHIN. 8 CD MELODIYA MEL CD 10 008 14. ADD. 48’16’’, 103’51’’, 60’18’’, 63’01’’, 65’40’’, 72’45’’ y 74’12’’. Grabaciones: Moscú, Riga, Leningrado, 1969 (1ª), 1961 y 1975 (3ª), 1972 y 1973 (4ª), 1974 (5ª), 1978 (6ª), 1975 (7ª) y 1964 (9ª). Ingenieros: David Gaklin, Nathan Shtillman, Edward Shakhnazarian, Piotr Kondrashin e Igor Veprintsev. Distribuidor: Diverdi. N PM K irill Kondrashin (1914-1981) no ha figurado frecuentemente en las páginas de SCHERZO, creo recordar que la última vez que hablamos de él fue cuando Tahra publicó un álbum sensacional de dos CDs con grabaciones en vivo con la Concertgebouw de Ámsterdam tomadas entre los años 1974 y 1980 por la Radio de Holanda (Schubert, Berlioz, Franck y Sibelius). Antes se había reeditado en CD su célebre ciclo Shostakovich (y además en dos ocasiones, una en Le Chant du Monde-HM y otra en MelodiyaBMG), ahora descatalogado, además de algún que otro disco de los que hizo para RCA, EMI y Philips. Recordemos también que nos visitó dirigiendo la ONE y la Sinfónica de RTVE, siendo célebres asimismo sus registros acompañando a eminentes colegas de la URSS (Richter, Oistrakh, Kogan, Gilels y Rostropovich fueron solistas de sus conciertos en múltiples ocasiones, así como el norteamericano Van Cliburn en su célebre incisión del Primero de Chaikovski, la primera grabación clásica que superó el millón de ejemplares vendidos). En 1978 huyó de su país, pidió asilo en Holanda “por motivos personales” y consiguió ser nombrado director permanente de la Concertgebouw al lado del titular Bernard Haitink. Una crisis cardiaca acabó con su vida el 7 de marzo de MAHLER: Sinfonía nº 5. ORQUESTA NACIONAL DE FRANCIA. Director: BERNARD HAITINK. NAÏVE V 5026. DDD. 78’. Grabación: París, 30-VI; 1-VII-2004 (en vivo). Producción y grabación: Radio France. Distribuidor: Diverdi. N PM 1981, cuando la Radio Bávara le había solicitado formalmente suceder a Kubelik al frente de la orquesta de la emisora. Pocos saben que Kondrashin fue un importante mahleriano que ya en los años sesenta interpretaba y grababa frecuentemente a este autor en su país (cosa que en Occidente sólo hacían poquísimos directores, creo que Adler, Scherchen, Mitropoulos y Horenstein, además de Walter y Stokowski en contadísimas ocasiones, y pare usted de contar, y los citados con muchísimas restricciones y problemas). De su discografía sólo nos había llegado la Quinta en una edición de Audiophile Classics, que es la misma que ahora contiene este álbum, aunque con el nombre de la orquesta cambiado (aquí, Orquesta Sinfónica Estatal de la URSS; en la edición anterior, Gran Orquesta Sinfónica de la Radio y Televisión de la URSS), y ya fue comentada desde estas páginas en los primeros tiempos del CD. Estas aproximaciones mahlerianas recuerdan muchísimo las que hizo para Shostakovich: colores rudos y ásperos, cavernosos y violentos, acentuando los timbres ácidos de las cuerdas, lo mismo que la enconada precisión de las maderas y los bramidos inclementes de los metales, un Mahler totalmente alejado de las refinadas texturas orquestales de cualquier versión occidental dirigido por una especie de “Munch soviético de formidable vitalidad y entusiasmo” en feliz definición de la crítica francesa, pero que jamás descuida ni la forma ni el pulso fantástico de estas obras, ni los contrastes ni los matices. A destacar el poderoso y fulminante sentido trágico de la Sexta, tocada a machamartillo, sin el más mínimo respiro; la frenética dimensión nocturna de la Séptima; las advertencias de ultratumba de la Novena o, en fin, la alegre y perfecta belleza formal de la Cuarta, haciendo evidente más que nunca la poderosa Hace poco lamentábamos desde aquí la rutina y asepsia mostradas por Haitink en su reciente tercer ciclo Brahms para la fonografía (LSO Live), algo especialmente destacable, si tenemos en cuenta que este mismo director había grabado influencia que tuvo Mahler sobre Shostakovich, así como esos curiosos coloridos orquestales que en manos de Kondrashin no se sabe muy bien si pertenecen a uno o a otro. Los movimientos cantados (cuarto y quinto de la Tercera, cuarto de la Cuarta) están en ruso, pero Melodiya ha tenido la sensibilidad y el cuidado de incluirlos también en alemán procedentes de otras versiones también dirigidas por Kondrashin. En suma, un curioso Mahler ruso sin coros (faltan Segunda y Octava) interpretado por tres orquestas distintas que sin embargo tienen un sonido muy igual gracias al enfoque de este director. Aproximaciones que para los occidentales supondrán una verdadera novedad aunque su acidez y aspereza no serán del gusto de todos. En su momento podían haber sido verdaderas revelaciones, pero hoy, con la enorme inflación discográfica de estas obras, seguramente solo interesarán a expertos mahlerianos. Grabaciones aceptables, si bien algunas de ellas (Tercera) acusan negativamente el paso del tiempo. Comentarios convencionales en ruso e inglés. Enrique Pérez Adrián uno para Philips con la Concertgebouw que aún hoy se puede considerar como un modelo interpretativo en cuanto a objetividad y respuesta orquestal. Mahler le debe resultar un mar más conocido, ya que a juzgar por esta excelente inter- 91 D I S C O S MAHLER-RILEY/SCODANIBBIO pretación, navega por él con sabiduría, imaginación, control, comodidad y una evidente maestría, y eso que la Orquesta Nacional de Francia no es la Concertgebouw ni la Filarmónica de Berlín, orquestas con las que Haitink tiene dos extraordinarias versiones de esta misma obra (ambas en Philips). Pero aquí tenemos ciertamente en vena al maestro holandés, y así quien escuche esta versión asistirá a una de las tardes más inspiradas de Haitink, que reviste de coherencia interna, de lógica constructiva, de intensidad y aliento estos pentagramas. Sabe también separar los diversos mundos estéticos de la obra y exponer con claridad los múltiples matices, cambios y acentos de la misma, consiguiendo una interpretación de gran altura en la que brilla especialmente la fenomenal intervención del conjunto francés. Ya nos habían sorprendido estos mismos intérpretes con una sensacional versión de la Sexta para este mismo sello, comentada también desde estas páginas. Ahora lo vuelven a conseguir, y aunque la discografía de la Quinta de Mahler es enorme, aquí podrán escuchar una interpretación idiomática, unitaria y de evidente personalidad sonora que les hará disfrutar de la recreación de un director que, cuando quiere, sabe superar con creces la barrera de lo simplemente terrenal. Buen sonido y comentarios convencionales en francés e inglés. E.P.A. MAHLER: Sinfonía nº 9. ORQUESTA SINFÓNICA DE SAN FRANCISCO. Director: MICHAEL TILSON THOMAS. 2 SACD AVIE 821936-0007-2. DDD. 89’17’’. Grabación: San Francisco, IX-X/2004 (en vivo). Productor: Andreas Neubronner. Ingeniero: Peter Laenger. Distribuidor: Gaudisc. N PN Discreta versión la de este registro que no aporta nada esencial en cuanto a interpretación artística, y técnicamente, a pesar del cacareado SACD, no es nada del otro jueves. Vimos más entregado a Tilson Thomas en otras de sus interpretaciones mahlerianas con su Sinfónica de San Francisco (notable Segunda, magnífica Cuarta), pero en esta obra en la que tanto hay que rascar, se deja traslucir un tanto de monotonía, poco refinamiento instrumental, algo de asepsia y mucho de superficial. Parece mentira, aunque de eso hace ya más de treinta años, que aquel jovencísimo MTT que nos sorprendió a todos con una magnífica Novena de Mahler al frente de la ONE, sea el responsable ahora de esta insustancial recreación. En fin, no siempre se acierta, claro está, y desde luego esta interpretación tiene poco que hacer al lado de cualquiera de los registros existentes (desde Bruno Walter hasta Claudio Abbado y Riccardo Chailly, tienen infinidad de versiones de calidad óptima donde elegir). Además, otro inconveniente, el álbum es de dos CDs de precio caro. En fin, ustedes mismos. 92 E.P.A. MARTINU: Frescos de Piero della Francesca. SINFÓNICA DE LA BBC. Director: ANDREW DAVIS. Doble Concierto. MARCEL JAVORCEK, piano; IVAN HOZNEDR, timbales. PHILHARMONIA DE PRAGA. Director: JIRI BELOHLÁVEK. JANÁCEK: Padre nuestro. Canciones de Hukvaldy. THOMAS WALKER, tenor; SIONED WILLIAMS, arpa; THOMAS TROTTER, órgano. CORO DE LA SINFÓNICA DE LA BBC. Director: STEPHEN JACKSON. CORO FILARMÓNICO CHECO DE BRNO. Director: PETR FIALA. WARNER 2564 61951-2. DDD. 65’10’’. Grabación: Londres, VII-VIII/2004 (en vivo). N PN E ste programa tan checo proviene de cuatro conciertos de los Proms del verano de 2004. De ahí lo extraño del acoplamiento, pese al carácter nacional, y sobre todo los muy distintos conjuntos. Abre el disco Frescos de Piero della Francesca, impresionante y bellísima obra sinfónica de Bohuslav Martinu, que podríamos considerar su Séptima Sinfonía. Esta lectura de Andrew Davis con la BBC es dramática, densa, vigorosa, aunque no vaya a convertirse en referencia absoluta. Hay pocos registros de esta obra, y éste posee una verdad que la hace especial, distinta, mejor en algunos aspectos. Fiala consigue del Coro de Brno unas Canciones de Hukvaldy recogidas, refinadas, con gran virtuosismo en los momentos de disminución del sonido. Padre Nuestro (Otcenás) es una obra maestra de Janácek, y aquí la espiritualidad brilla muy alto, con sutileza y al mismo tiempo con vigor; una oración, una plegaria, un canto imponente en su exaltación contenida. Sobre el Coro de la BBC al mando de Stephen Kackson se eleva, con mucho ángel, la voz del tenor Thomas Walker, mas también el timbre del arpa de Sioned Williams y el órgano de Thomas Trotter; esa tímbrica especial, distinta, propicia algo parecido a una extática unción. Finalmente, el potentísimo Doble Concierto cierra este recital con nuevos bríos sinfónico y concertante, tal como se abrió, ahora gracias a Javorcek y a Hoznedr en su doble y muy contrastada función solista, mas también por el acompañamiento de Behlolávek con la Philharmonia de Praga. El poder y el encanto de los registros en vivo tienen mucho que ver con el logro sin paliativos de este CD, de estas cuatro sesiones del Royal Albert Hall. S.M.B. MOZART: Sonatas para teclado y violín, Vol. 2. Sonatas en do mayor Kv. 303, re mayor Kv. 7, sol mayor Kv. 301, fa mayor Kv. 30 y mi bemol mayor Kv. 481.. GARY COOPER, fortepiano; RACHEL PODGER, violín. SACD CHANNEL CCS SA 22805. DSD. 73’22’’. Grabación: St. Mary South Creake, X/2004. Productor: Jonathan Freeman-Attwood. Ingeniero: Jared C. Sacks. Distribuidor: Harmonia Mundi. N PN S egunda entrega del ciclo de sonatas mozartianas para tecla y violín a cargo de estos dos jóvenes intérpretes. El nivel de las lecturas y la extraordinaria calidad de sonido son semejantes a los del primer volumen. Equilibrio, seducción tímbrica, alegría juvenil, incluso ingenuidad infantil —segundo Allegro de la Kv. 301— son los sólidos valores en que se basan las versiones. Cooper y Podger alternan acertadamente las obras más juveniles con las producidas en una etapa más madura, lo que proporciona una oportuna variedad al registro. Pero no siempre la cronología mozartiana se atiene a lo esperable, no hay sino que escuchar el hondo, pesimista Adagio de la Kv. 30, que data de 1766. Por un instante, el papel primordial del teclado de la escritura pasa también al plano interpretativo, porque al cristalino sonido y la fluidez fraseadora de Cooper en el Allegro con spirito en la Sonata Kv. 301, le corresponde un sonido un punto chillón de Podger. Es sólo un pequeño bache, porque el resto del disco se mantiene a estupenda altura. E.M.M. MOZART: Concierto para piano nº 16 en re mayor K. 451. Sonata para violín y piano en sol mayor K. 379. Concierto para violín y piano en re mayor K. 315f (completado por Philip Wilby). DANIEL HOPE, violín; SEBASTIAN KNAUER, piano. CAMERANA SALZBURGO. Director: ROGER NORRINGTON. WARNER 2564 61944-2. DDD. 70’46’’. Grabación: Salzburgo, V/2004. Productor: John West. Ingeniero: Mike Hatch. N PN La principal novedad de este disco reside en la grabación del Concierto para violín y piano en la versión firmada por Philip Wilby. Una obra escrita en 1778 especialmente para la Orquesta de Mannheim, y cuya repentina disolución la condenó al olvido en un cajón. En total, Mozart compuso 120 compases, con algunos fragmentos completamente desarrollados. La base de la reconstrucción de la pieza se basa en la teoría de que esta obra es hermana de la Sonata para violín y piano K. 306. Por ello completó el primer movimiento del concierto con la música de la sonata como base y el resto adaptando el segundo y tercer movimiento de la Sonata como un concierto. Los resultados son correctos y la calidad de la música no la vamos a descubrir. Otra cosa es la validez de la reconstrucción. Daniel Hope y Sebastian Knauer son dos estupendos solistas jóvenes, que defienden el concierto contra viento y marea, aunque, en el fondo, se trate de una mera trascripción con algo de material inédito. La dirección de Norrington es solvente, aunque sin rasgos destacables. Para la Sonata y el Concierto existen mejores opciones en la discografía, aunque no por ello habría que descalificar esta opción. C.V.N. D I S C O S MAHLER-RILEY/SCODANIBBIO Andrew Manze y Richard Egarr MANZE RENUEVA A MOZART MOZART: Sonatas para violín y piano en fa mayor K. 377, en mi bemol mayor K. 380, en do mayor K. 403 y fa mayor K. 376. ANDREW MANZE, violín; RICHARD EGARR, fortepiano. HARMONIA MUNDI HMU 907380. DDD. 71’42’’. Grabación: Haarlem, VI/2004. Productora: Robina G. Young. Ingeniero: Brad Michel. N PN N o parece seguro que Manze vaya a grabar todas las Sonatas mozartianas para su instrumento, pero sea o no parte de un ciclo este disco es ciertamente extraordinario. Se centra en las obras de 1781, con lo que se propone una música de mayor unidad estilística y coherencia que los programas de recital al uso. Manze parte posiblemente de la idea de que el título de “sonatas para tecla y violín” es un tanto engañoso y OFFENBACH: Obras para piano, vol. 1. MARCO SOLLINI, piano. CPO 777 079-2. DDD. 70’03’’. Grabación: Ancona, VIII/2003. Productor: Gian Andrea Lodovici. Ingeniero: Matteo Costa. Distribuidor: Diverdi. N PN Pues sí, música de circunstancias, rica en imaginación y melodismo; propicia siempre a la sonrisa cuando no a la alegría más descontrolada, y netamente bailable. La chispa y el manantial melódico están presentes, y hasta dan paso ocasional a la nostalgia. Común todo a una de las obras para piano más conocidas de Offenbach: su Decamerón dramático, diez danzas dedicadas una por una a sendas mujeres de su entorno en la Comédie Française de entonces (mediado el siglo XIX) mientras el autor era allí el director de orquesta. Esa misma inspiración, pero en vena menos teatral y más “de salón”, tienen los Seis valses sentimentales agrupados bajo el título de Las rosas de Bengala, más delicados aunque no menos sugerentes en su muy grato desarrollo, llevando cada uno de ellos el nombre de mujeres conocidas en la vida parisina de entonces. Dos piezas cortas completan la grabación que se comenta: Dernier souvenir. Valse de Zimmer, responde a un recuerdo de la infancia de Offenbach, cuando sus mayores le tarareaban este vals, y que su padre le dijo se debía a un tal Zimmer desaparecido, hasta que Offenbach encontró en Viena a Rodolphe Zimmer, que le confió el vals, entre otras cosas. La Barcarola no es ni más ni menos que un arreglo para piano de la célebre de Los cuentos de Hoffmann. Todo ello lo negocia adecuadamente al piano el italiano Marco Sollini, poniendo ritmo, desenfado, sin añadir liviandad a estas músicas, que ya de por sí la tienen. J.A.G.G. que en el caso de que ambos instrumentos no deban mantener un equilibrio total, debería ser más bien el de cuerda el que consiguiera la preeminencia. En este sentido, las interpretaciones PANUFNIK: Concierto para violonchelo. MSTISLAV ROSTROPOVICH, violonchelo. ORQUESTA SINFÓNICA DE LONDRES. Director: HUGH WOLFF. NMC D0105. 19’02’’. Grabación: Londres; VI/1992. Productor: Colin Matthews. Ingeniero: David Flower. Distribuidor: Diverdi. N PE Sir Andrew Panufnik (1914-1991) fue un compositor polaco exiliado en Londres que encontró en Gran Bretaña un buen terreno para su creación y se hizo con una reputación excelente. El Concierto para violonchelo —estrenado póstumamente— fue su última composición, y en él aparecen los rasgos de sus obras finales, también de buena parte de su producción: la introspección, la sabia escritura, el gusto por el juego con las formas que, en este concierto, responden a una estructura en palíndromo. No es una obra que revele una gran personalidad pero sí una excelente artesanía compositiva, una voz si no extraordinariamente original sí digna de ser oída. La versión de Rostropovich y Wolff es irreprochable y la única que puede encontrarse en el mercado. Ojo, se trata de lo que, en otros géneros, se llama CD single, por eso su duración —y su precio— son menores de lo habitual. C.V.W. RAUCH: Currus Triumphalis Musicus (13 cantatas festivas). CONJUNTO VOCAL TOMKINS DE BUDAPEST. CONJUNTO DE CÁMARA ARS LONGA. Director: JÁNOS DOBRA. HUNGAROTON HCD 32232. DDD. 74’54’’. Grabación: Budapest, X/2004. Productor: P. Aczél. Ingeniero: I. Berényi. Distribuidor: Gaudisc. N PN De uno de los recovecos más oscuros de la historia de la música, emerge a la luz discográfica la figura de Andreas Rauch (1592-1656). Con todas las reservas que al son más decididamente violinísticas que nunca, al menos de las que usan criterios históricos. Egarr se sirve de un fortepiano de cristalina y frágil sonoridad, que se pliega adecuadamente al plan general, pero que también es capaz de una potente sonoridad en los graves cuando ello es preciso. Como siempre, Manze deslumbra con su sonido y su imaginación para el fraseo, pero desde luego no fuerza la articulación mozartiana. Sus versiones son urgentes y vívidas, pero también se detienen a paladear con calma el fraseo del Tema con variazioni de la K. 377, la tristeza del Andante con moto de la K. 380, donde su delicadeza de tañido le lleva al borde de romper el sonido en pianísimo, y la elegancia apolínea del Andante de la K. 376. Delicioso. Enrique Martínez Miura juicio impone el conocimiento de una sola de sus obras, resulta evidente que las trece cantatas de que consta su Currus Triumphalis Musicus, publicado en 1648 con dedicatoria dirigida a todos los emperadores austríacos habidos y por haber, no son obra de un mero artesano de la música. En un momento en que, como dice János Dobra en la carpetilla, acaba de estrenarse la Poppea de Monteverdi y faltan casi cuarenta años para que nazca Bach, lo que en estos quince movimientos de oratorio (el Te Deum está dividido en tres partes) se contiene parece, ya desde la primera escucha, tan familiar como si Rauch no fuera más que el eslabón que faltaba para cerrar por completo la brecha entre el primer y segundo barrocos en Centroeuropa. Compuestos para solistas, coro y orquesta, en ninguno de ellos es menos que notabilísima la capacidad para encontrar una solución musical diferente pero igualmente adecuada a cada mensaje textual. Así es como el carácter exultante de todas las piezas (que el compositor previó como interpretables sucesivamente o por separado) no llega a hacerse monótono. Por el contrario, la audición resulta sumamente agradable, tanto más por cuanto el coro y la orquesta se desenvuelven y son manejados con encomiable soltura. Sólo alguna desigualdad entre los solistas rebaja ligeramente el nivel de la recomendación un punto por debajo del máximo entusiasmo. A.B.M. RILEY/SCODANIBBIO: Diamond fiddle language. TERRY RILEY, sintetizador; voz; STEFANO SCODANIBBIO, contrabajo. WERGO 6675 2. DDD. 54’28’’. Grabación: Huddersfiled, XI/1998; Lanzarote, X/1999, San Sebastián, IV/2000. Distribuidor: Diverdi. N PN 93 D I S C O S RILEY/SCODANIBBIO-D. SCARLATTI L a colaboración que mantienen Terry Riley y Stefano Scodanibbio desde 1997 ha dado, con este nuevo álbum de Wergo, uno de sus mejores frutos hasta la fecha. Por un lado, el sello Wergo hace explícito aquí su interés por acoger en su catálogo actual una forma de contemplar la modernidad musical desde el lado de la improvisación y el virtuosismo instrumental. Del otro, el receptor es sorprendido al encontrar a un Terry Riley extraordinariamente vitalista, un Riley que parece retrotraernos al de la feliz época de piezas repetitivas como A rainbow in curved air. El complemento con Scodanibbio es total y gozoso y entre los dos músicos organizan un espectáculo sonoro que se escucha de un tirón y que muy bien hubiera merecido una duración más generosa por parte del editor. El atractivo del recital radica también en la confluencia de dos maneras de pensar la música desde perspectivas tan aparentemente dispares: el minimalismo del americano y la tradición de la música escrita (que atiende también a la obra de carácter especulativo) en el caso del italiano. De esta explosiva conexión nace un discurso en donde el oyente se tiene que preguntar, en más de un momento, cuántos instrumentos se dan cita aquí y si se encuentra algún otro músico invitado, pues, como dice en las notas Sarah Cahill, se tiene la impresión de asistir al concierto de un verdadero ensemble, tal es la fusión sonora y la diversidad tímbrica que se obtienen del sintetizador y del contrabajo con su correspondiente tratamiento electrónico. El resultado es fascinante. Esta formidable raga que es Diamond fiddle language, viene servida en tres partes. La primera, compuesta en 1998, procede de una grabación en el festival de Huddersfield; la tercera sección es una versión de 1999, grabada en Lanzarote, mientras que la sección central corresponde a una actuación en San Sebastián en 2000 y es aquí donde la influencia de la música india, que es el motor de toda la obra, se hace especialmente ostensible. La parte grabada en Lanzarote, donde Riley recita un canto del clásico Pandit Pran Nah, es de una intensidad casi hipnótica. Aunque se trata siempre de la misma obra, las versiones son tan diferentes que se disfruta de cada momento como algo nuevo, tal es la gama de inventiva en modulación y cambios de registro de que hacen gala estos dos músicos. F.R. Pierre-Laurent Aimard PRIMOS HERMANOS RAVEL: Gaspard de la nuit. CARTER: Night Fantasies. Two diversions. 90 +. PIERRE-LAURENT AIMARD. WARNER 2564 62160-2 DDD. + CD bonus, con comentarios del pianista. 59’ (+ 79’34’’ el CD bonus). Grabación: Viena, II/2005. Productor: Christoph Classen. Ingenieros: Tobias Lehman, Michael Neubert. N PN El toque de Aimard no es contundente, pero es claro, preciso. No se anda por las ramas de la sutileza. Desde luego, tampoco por las brumas del pasado, aquella época que ravelizaba y debussyzaba con neblinas que, en rigor, no eran sino recuerdos del pasado romántico. Desde hace décadas se le ha quitado romanticismo a Ravel, y con ello no hace sino ganar en sentido y sensibilidad. Esa agua, ese cadalso, ese fantoche no los reconocería el bueno de Aloysius Bertrand. Aunque, quién sabe. Aimard sigue en la línea de sus propias aportaciones, escasas y exquisitas; recordemos su espléndida propuesta de Estudios e Imágenes de Debussy para este mismo sello. La expresividad y la sugerencia a través de un toque diáfano, sin guiños, sin ensoñaciones dolientes. Lo que no impide que se acumulen sonidos semejantes a clusters en la culminación expositiva de Scarbo. ROSSI: Toccate e Corenti. JÖRG-ANDREAS BÖTTICHER. ALPHA 077. DDD. 78’19’’. Grabación: París, VII/2004. Productor e ingeniero: Hugues Deschaux. Distribuidor: Diverdi. N PN Alabado por sus contemporáneos como 94 un gran virtuoso del violín, Michelangelo Rossi (1601-1656) no ha dejado ninguna pieza para este instrumento. En cambio ha pasado a los anales de la historia de la música como compositor de óperas y música para teclado. En este último apartado se le considera con razón como uno de los máximos representantes de la escuela barroca italiana de la primera A continuación, Carter. Elliot Carter, que nacía cuando Ravel terminaba Gaspard, precisamente. Carter, el que cumplirá cien años dentro de tres. ¿Qué tiene que ver Gaspard con este Carter pianístico? Bueno, la verdad es que el que los acoplen no significa que tengan que ver. Y, sin embargo… Lo primero, es la noche. Esa noche que califica a Gaspard y a las fantasías de Carter. Por lo demás, qué otro parentesco puede haber, si Ravel sugiere y Carter abstrae. El caso es que sí, hay más cosas. Fue Ravel quien enseñó que cojear podía ser bello: de Scarbo y Gibet a las Night fantaisies (1980) hay una lógica implacable de casi un siglo de continuidades y sutiles progresiones. Y hablando de sutileza: la convivencia entre contundencia y finura en cuanto al toque viene de piezas como el Gaspard, que en muy otro contexto propone ese contraste. Que se da en esas coches carterianas, o acaso en sus fantasías. Termina este magnífico recital con dos obras, las dos piezas de Two diversions y la fluida secuencia llamada 90 +. Son hijas de las Noches, desde luego, pero más decididamente abstractas aún, con apoyo temático en el atematismo (y que conste que no es paradoja facilona; acaso facilona, sí, mas no paradoja) y en la lógica del mitad del siglo XVII. Seguidor de los modelos frescobaldianos, Rossi se distancia sin embargo de ellos por un más acentuado carácter experimental en las armonías, que le lleva a enlazar sorprendentes disonancias (Tocata séptima) y atormentados recitativos instrumentales (Tocata tercera). Con acertada decisión, Jörg-Andreas Bötticher alterna las tocatas con las correnti, piezas de menor extensión, de carácter más rítmico y estructura más sencilla. La interpretación es muy brillante pero también atenta a los afectos expresados en todo momento por la música, realizados con flexible sentido del ritmo. S.R. propio teclado. Aimard, el otro y el mismo, guiña (ahora sí) y sugiere que Ravel y Carter son primos hermanos. Por otra parte, el mismo Aimard (que aparte de raveliano es un excelente beethoveniano) se explica en un disco aparte de 80 minutos, como empieza a ser casi obligado, y lo hace en tres idiomas: el suyo, más inglés y alemán, claro. Opiniones de gran interés, acaso no imprescindibles, pero sí espléndido complemento a un espléndido recital. Santiago Martín Bermúdez RÓZSA: Sinfonía concertante op. 29. Nocturno ungherese op. 28. Tripartita op. 33. ANDRÁS AGOSTON, violín; LÁSZLO FENJÓ, violonchelo. PHILHARMONIA HUNGARICA. Director: WERNER ANDREAS ALBERT. CPO 999 839-2. DDD. 63’42’’. Grabación: Colonia, X/2000. Productor: Christoph Held. Ingenieros: Hans Vieren y Christian Meurer. Distribuidor: Diverdi. N PN Tenemos presente a Miklós Rózsa (Budapest, 1907-Hollywood, 1995), sobre todo, por la gran cantidad de música que compuso durante cuarenta y cinco años para numerosísimas películas: producciones fílmicas famosas, taquilleras, sumamente D I S C O S RILEY/SCODANIBBIO-D. SCARLATTI Jos van Immerseel LOS COLORES DE ORIENTE RIMSKI-KORSAKOV: Scheherezade op. 35. La gran Pascua rusa op. 36. BORODIN: En las estepas del Asia central. Danzas polovtsianas de “El príncipe Igor”. ANIMA ETERNA. Director: JOS VAN IMMERSEEL. ZIG ZAG TERRITOIRES ZZT050502. DDD. 76’18’’. Grabación: Brujas, VI/2004. Productor: Stephan Schellmann. Ingeniero: Markus Heiland. Distribuidor: Diverdi. N PN I mmerseel prosigue su revisión del repertorio del siglo XIX, que nos obliga a escuchar con otros oídos músicas muy conocidas. Llega ahora a la producción del grupo de “los Cinco”, con este registro dedicado a piezas archigrabadas de Rimski y Borodin. De Scheherezade nos da una lectura vibrante y colorista, que hace especial hincapié en un mundo populares, míticas incluso algunas de ellas. Su sólida formación en el Conservatorio de Leipzig guió su trayectoria profesional. El CD que ahora presenta CPO reúne tres obras pertenecientes a la parcela no cinematográfica de este compositor húngaro que adquirió la nacionalidad estadounidense en 1945. Sinfonía concertante, op. 29 (para violín, violonchelo y orquesta), escrita a partir de 1958 —a la par que abordaba la música para el filme Ben Hur—, sigue las huellas de dos modelos supremos en la historia musical húngara: Bartók y Kodály. Nocturno húngaro, op. 28 (terminado en el verano de 1962) evoca con nostalgia la infancia del autor. Y Tripartita, op. 33 (escrita en el verano de 1972) encadena una serie de imágenes estructuradas en tres partes y donde el ritmo acaba dominado a la melodía. Se hace difícil separar en Rózsa sus dos facetas musicales, porque aparecen estrechamente imbricadas (la formación académica se deja sentir en su música para cine y éste inevitablemente se nos aparece, en un momento u otro, al escuchar las composiciones sinfónicas). De doble vida habló el propio autor en su autobiografía al contemplar su vertiente de música clásica y seria y compararla con la de obras comerciales. En realidad, es una misma vida que se manifiesta a través de un camino dual. Al percibir sus obras, el recurso frecuente a los elementos melódicos y rítmicos del folclore húngaro, como en el caso de Bartók, es evidente. Su evolución desde el campo del tardo-romanticismo alemán hasta adoptar salidas expresivas próximas a Bartók apenas experimentó progresos a lo largo de su existencia, mientras que en la música para el cine su capacidad de metamorfosis fue mucho mayor. La calidad, la veteranía y el oficio de la Philharmonia Hungarica, a las órdenes de Werner Andreas Albert, dan justa réplica a la fuerza y vitalidad manifestadas aquí por Miklós Rózsa. J.G.M. tímbrico por completo inédito hasta la fecha. La interpretación de Anima Eterna no sólo aporta innumerables detalles de orden histórico, sino que es por completo personal, dotada de tempi muy estudiados —por lo general, menos urgentes de lo acostumbrado—, y giros de fraseo muy originales. Uno de los logros del acercamiento debe reconocerse en la transparencia de los planos, que permite la percepción de las maderas en medio de la exuberante orquestación. Magnífico todo el enérgico segundo movimiento y excelente prestación de la violinista Midori Seiler en sus solos. Muy brillante también la interpretación de La gran Pascua rusa, en la que vuelven a destacarse varios solos instrumentales. Sensacional traducción del poema de Borodin y muy por encima de la propia música la de las Danzas. Un disco muy interesante. Enrique Martínez Miura Les Voix Humaines VOCES PARA UN SEÑOR SAINTE-COLOMBE: Conciertos a dos violas iguales, Vol. II: Conciertos XIX-XXXV. LES VOIX HUMAINES. 2 CD ATMA ACD 2 2276. DDD. 41’53’’, 49’45’’. Grabación: Quebec, XI/2002 y I y IV/2003. Ingeniera: Johanne Goyette. Distribuidor: Gaudisc. N PN Segundo volumen de la integral de los 67 Conciertos para dos violas de Monsieur de Sainte-Colombe que Les Voix Humaines (esto es, Margaret Little y Susie Napper) están grabando para el sello canadiense Atma. Poco nos queda que añadir a lo que dijimos cuando comentamos el volumen I (SCHERZO nº188). En este caso, las gambistas americanas se enfrentan a los Conciertos XIX a XXXV, que no son otra cosa que suites en varios movimientos (entre uno y cinco) formados por danzas y piezas de carácter, en las que las violas se alternan en su papel de solistas y de acompañantes. Como en aquel primer volumen, las interpretaciones vuelven a ser extraordinarias, profundas, elegantes, equilibradas, musicales, minuciosas, de una variedad amplísima de matices, capaces de recoger todas las posibilidades de los instrumentos, tanto en D. SCARLATTI: Sonatas K. 238, 239, 351, 144, 124, 176, 376, 377, 3, 211, 212, 308, 309 y 30. JACQUES OGG, fortepiano (Antunes, 1767). LINDORO MPC 0714. DDD. 66’12’’. Productor: José María Martín Valverde. Distribuidor: Diverdi. N PN E l presente disco tiene interés sobre todo por poder escuchar el fortepiano del portugués Manuel Antunes, que se dinámicas como en color, ajustándose de manera admirable tanto al sentido rítmico de las danzas como a la retórica de las piezas de carácter, que forman un todo unitario concierto a concierto. Así, el talante meditativo y lento de Le pensif, el dicharachero de Le Villageois, el tempestuoso de La Bourrasque o el indeciso de Le Trembleur. El carácter imitativo reluce en todo L’imité y también en Le page, con las dos violas en un jugoso juego de persecuciones. Muy recomendable. Pablo J. Vayón conserva en el American Shrine to Music Museum (Vermillion, Dakota del Sur, EEUU). Sin embargo, esa es también su principal limitación. Se trata de un instrumento un tanto primitivo aún, capaz de matizar pero con más sutileza que dinámica ancha, y aún carente de la agilidad que darán los instrumentos de Walter o Stein apenas treinta años después. Aunque la sonoridad es hermosa y dulce, el mecanismo (todavía el de Cris- 95 D I S C O S D. SCARLATTI-SHOSTAKOVICH tofori) es quizá demasiado perezoso para esta música, cuya vivacidad a menudo pide más agilidad en el retorno de la tecla. Ogg experimenta con este teclado considerables problemas para articular con claridad los pasajes rápidos, y muy en especial, los trinos, que en más de una ocasión se ven afectados. Es una lástima, porque su aproximación tiene ligereza, elegancia y cierto encanto, pero uno termina añorando la claridad de los instrumentos posteriores o la del clave, porque buena parte de los adornos quedan frustrados o emborronados, y la dinámica, aún demasiado estrecha, no aporta lo suficiente como para perder la claridad que sí se consigue desde el clave. En todo caso, es un documento interesante para los pianófilos, que pueden escuchar así uno de los pianos más antiguos que se conservan. R.O.B. Joaquín Achúcarro CON LOS GRANDES SCHUMANN: Fantasía op. 17. Kreisleriana op. 16. JOAQUÍN ACHÚCARRO, piano. ENSAYO ENY CD 9820. DDD. 71’38’’. Grabación: Madrid, X/2003. Productor e ingeniero: Steve Taylor. Distribuidor: Diverdi. N PN Joaquín Achúcarro (Bilbao, 1932) es sin duda uno de los personajes más “internacionales” del piano español. Con toda justicia, porque el vasco siempre ha desarrollado una carrera seria y rigurosa, que ahora viene a obtener refrendo en este estupendo disco schumanniano. Disco nada fácil, por las propias obras y por los nombres que ya adornan la discografía de las mismas: Richter, Kempff, Pollini, Argerich, Perahia, Arrau, Rubinstein, y un largo etcétera. Creo que el mayor elogio que cabe hacer de este disco es que en absoluto desmerece tan ilustre compañía. El pianista vasco luce su hermoso, redondo y brillante sonido, SCHUMANN: Ciclo de canciones op. 24. El pobre Pedro. Baltazar. Amor de poeta. THOMAS E. BAUER, barítono; UTA HIELSCHER, piano. NAXOS 8.557075. DDD. 62’35’’. Grabación: Reitstadl, X/2004. Productor e ingeniero: Manuel Braun. Distribuidor: Ferysa. N PN de rico colorido, en unas interpretaciones perfectamente contrastadas, donde esa especie de esquizofrenia tan cara a la música de Schumann se muestra en perfecto equilibrio, entre la brillante pasión del comienzo de la Fantasía o el poderío de buena parte del segundo tiempo de la misma (impecable la endemoniada coda final de éste), y la delicadeza y el lirismo cantable del final, dicho con un matiz exquisito, con una calidez sonora extraordinaria y una línea cantable de una expresividad intensa y emotiva. La caleidoscópica Kreisleriana obtiene una lectura de parecidas virtudes. Interpretación de gran colorido y nitidez en la expresión (algo nada fácil en Schumann, dado lo intrincado de sus texturas), con perfecto dibujo de la variedad de atmósferas que Schumann caracteriza en esta partitura, desde la delicadeza de buena parte del segundo número a la explosiva pasión STRAUSS: Lieder completos, vol. I. CHRISTINE BREWER, soprano; ROGER VIGNOLES, piano. HYPERION CDA67488. DDD. 61’12’’. Grabaciones: Londres, III/2004. Productor: Mark Brown. Ingeniero: Julian Millard. Distribuidor: Harmonia Mundi. N PN No faltan referencias de sofocante abun- dancia para la discografía de estas obras. Bauer ha preferido pasar de ella y proponer una lectura personal. Ante todo, porque respeta la idea de Schumann de considerar sus canciones como parte de su música para piano. Cuenta con una excelente compañera, poderosa de sonido, variada de intenciones, rica de climas, abundante de respuestas a la voz, a la cual acompaña en términos de armonía y, por su cuenta, como pide el compositor, hace sus preludios y posludios. Bauer tiene una voz de escaso color, más bien tenoril, lo cual produce un efecto de indefinida tesitura. Estas carencias pueden ser utilizadas con habilidad por un cantante de cámara y tal es su caso. Privilegia la dicción a partir del recitado poético. Enfatiza como un actor. Desgarra las intenciones de los textos hasta la frontera del expresionismo. El resultado es tenso y eficaz. Desde luego, podemos evocar a cantantes más “cantables”, de medios más ricos por naturaleza, pero la apuesta de Bauer, hecha desde la inteligencia, es otra, y la gana. 96 B.M. Encomiable proyecto el de llevar a los estudios de grabación todos los Lieder de Strauss, igual que ha hecho este mismo sello británico con las canciones de Schubert y Schumann, y lo hará también con las de Fauré (cuyo primer volumen se comentaba en el nº 199 de nuestra revista), propósito que si no se frustra debido al contencioso que sufre esta casa de grabación, será la primera vez que llegue a buen puerto el tener los registros completos de los 214 Lieder con acompañamiento de piano y de orquesta existentes en el catálogo del compositor bávaro (recordemos, no obstante, que RCA-BMG anunció hace tiempo la publicación de todos los Lieder de Strauss para voz y piano interpretados por Juliane Banse y Andreas Schmidt con el acompañamiento de Rudolf Jansen, pero la realidad es que nunca salieron al mercado. A ver si la fusión entre del primero, la inquieta energía del tercero (nuevamente expuesto con una claridad de exposición extraordinaria) o la gracia del quinto. En suma, un disco perfectamente recomendable. Rafael Ortega Basagoiti BMG y Sony anima un poco a este mortecino grupo). La soprano norteamericana Christine Brewer es la encargada de este primer volumen, una voz lírico-dramática adecuada para estas miniaturas (que no guardan en esta edición ningún orden concreto), aunque se observe cierta monotonía expresiva, poca atención al texto (todo se canta igual), ninguna evolución estilística y sin ese atractivo sonoro increíble que poseen como sello característico todas las canciones straussianas. La voz de la señora Brewer, de justa corrección, no hace que nos olvidemos de las de otras sopranos más afortunadas en estos cometidos (Lucia Popp, Margaret Price, Barbara Bonney, Jessye Norman, Edita Gruberova), por no hablar de las voces emblemáticas que brillaron especialmente en este mundo y de las que tenemos abundantes muestras fonográficas (Schwarzkopf, Lehmann, Reining, Elisabeth Schumann). Pero, a pesar de la feroz competencia, hay que dar la bienvenida a este primer volumen de un proyecto atrevido y de importancia cultural incuestionable. La variedad de cantantes de próximas entregas seguramente ofrecerá mayor atractivo a esta novedad editorial. A destacar los excelentes comentarios del libreto firmados por Roger Vignoles, el notable pianista acompañante, así como la inclusión de todos los textos originales y su traducción inglesa. E.P.A. D I S C O S D. SCARLATTI-SHOSTAKOVICH Julian Rachlin UN RELATO SHOSTAKOVICH: Sonata para viola y piano op. 147. 10 preludios del op. 34 arreglados para violín y piano. BEETHOVEN: Sonata para violín y piano nº 7 op. 30, nº 2. JULIAN RACHLIN, viola y violín; ITAMAR GOLAN, piano. 2 CD WARNER 2564 61949-2. DDD. 82’05’’. Grabación: Berlín, XI/2004. Productor: Friedemann Engelbrecht. Ingeniero: Philipp Knop. N PN La secuencia nos invita a escuchar pri- mero la transcripción de 10 de los 24 Preludios del Op. 34 de Shostakovich por Dimitri Tziganov (Kai Gleusteen y Cahterine Ordronneau ya nos proponían no hace mucho hasta 19 de esas transcripciones, sello Avie); después, la Sonata nº 7 de Beethoven; ya en el segundo CD, la Sonata para viola de Shostakovich. ¿Se trata de un diálogo, como ahora es moda? Una moda en el sentido orteguiano; de modificación (de perspectiva), no como abrupta vigencia efímera. De ser así, la comprenderíamos y lo admitiríamos. Pero preferimos invitar al aficionado a que escuche antes esa increíble, bellísima lectura de la Séptima Sonata de Beethoven, porque pocas veces la escuchará así, como la tocan Rachlin y Golan, dos excelentes músicos lituanos emigrados: con ese Adagio can- tabile de gran intensidad, esos dos Allegros extremos de gran aliento, y ese Scherzo sin respiro, perentorio. Entonces ya está armado para enfrentarse al Shostakovich pleno y al modificado. Primero éste, o acaso al contrario. La transcripción de Tziganov es francamente feliz, una auténtica recreación. El lirismo del nº 12, colocado en tercer lugar, sucede a la agitación del nº 6, ubicado inmediatamente antes. En parte ésa es la lógica de la secuencia. Rachlin, virtuoso e inspirado, desgrana con Golan una secuencia de miniaturas cuya lógica cambiante impresiona y seduce. Los fragmentos transcritos son los siguientes: 2, 6, 12, 13, 17, 18, 19, 21, 22 y 20, en este orden. La Sonata para viola de Shostakovich es su última obra; la llegó a terminar (julio de 1975), pero no a corregir del todo (falleció el 9 de agosto). El estreno, póstumo, corrió a cargo del viola del Cuarteto Beethoven, Fiodor Drushinin, y el pianista Mijail Muntian. Tres movimientos, más de cuarenta minutos densos, intimistas, sombríos, a veces terribles. El movimiento final es un Adagio (¿sorprendente?). Ahora, Rachlin cambia a la viola, y el discurso se adensa, se abre paso entre recitativos que crean un ambiente espeso, ominoso. Esta obra última de Shostakovich empieza a ser habitual en discos y salas de conciertos. Entre aquéllos, recordemos las lecturas de Bashmet y Muntian (RCA), de T. Zimmermann y Höll (EMI), de A. Bartholdy y Julius Drake (Naxos). Todas meritorias o incluso excelentes. Pero Rachlin y Golan crean un mundo sonoro tan desasosegado, de una belleza tan inquietante, que no es sólo contrario al Op. 34 transcrito, sino que se convierte en toda una relectura dramática (un relato, como sugería Shostakovich antes de morir al referirse al primer movimiento, sin que nunca se aclarara qué quería decir), una versión de total referencia. Santiago Martín Bermúdez BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN c/ Cartagena 10, 1ºc - 28028 MADRID Tel. 91.356 76 22 - Fax 91.726 18 64 E-mail: [email protected] - www.scherzo.es Deseo suscribirme, hasta nuevo aviso, a la revista SCHERZO por períodos renovables de un año natural (11 números) comenzando a partir del mes de ………………… nº…… El importe lo abonaré de la siguiente forma: Transferencia bancaria a la c/c 2038 1146 95 6000504183 de Caja de Madrid, a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Cheque a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Giro postal. Rellene y envíe este cupón por correo, fax o correo electrónico. O llámenos por teléfono de 10 a 15 h. También está disponible en nuestra página en internet. Nombre…………………………………………… ………………………………………..…………… Domicilio…………..…………………………….. .......................................................................... CP………Población……………………………… Provincia……………………………..…………… Teléfono…………………………………………… Fax…………...……………………….…………… E-mail……………………………………………… VISA. 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RENÉE FLEMING (Dafne), KWANCHUL YUON (Peneios), ANNA LARSSON (Gaea), MICHAEL SCHADE (Leukippos), JOHAN BOTHA (Apolo), EIKE WILM SCHULTE (Primer pastor), COSMIN IFRIM (Segundo pastor), GREGORY REINHART (Tercer pastor), CARSTEN WITTMOSER (Cuarto pastor), JULIA KLEITER (Primera doncella), TWYLA ROBINSON (Segunda doncella). VOCES MASCULINAS DEL CORO DE LA WDR. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA WDR DE COLONIA. Director: SEMION BICHKOV. 2 CD DECCA 475 6926. DDD. 99’43’’. Grabación: Colonia, II-III/2005. Productor: Michael Haas. Ingeniero: Christoph Gonarz. Una coproducción de Decca y la WDR. Distribuidor: Universal. N PN Desde su estreno en Dresde el 15 de octubre de 1938 bajo la dirección de Karl Böhm (a quien está dedicada), son pocos los registros disponibles de esta ópera prácticamente ausente del repertorio, por lo que hay que felicitarse por la iniciativa de Decca al traernos una moderna grabación de la misma protagonizada por una de las divas actuales más conocidas, la norteamericana Renée Fleming, más un cuidado reparto y unos efectivos corales e instrumentales convincentemente dirigidos por Semion Bichkov. Esta tragedia bucólica fue el mejor resultado de la complicada colaboración entre Strauss y su libretista Joseph Gregor, hombre culto, ciertamente, pero privado de fantasía, ingenio poético e inadaptado para cualquier forma de creación literaria. A pesar de todo y con sus límites, Dafne es una ópera de vital importancia para comprender el arte de Strauss, su clasicismo humanista y su panteísmo. El estilo es el de un sinfonista; el compositor integra con ingenio los temas en armonías aparentemente inconexas, y el mismo material temático da lugar a figuras totalmente diferentes que ejercen funciones tanto líricas como dramáticas. La escritura es de un equilibrio y finura que pone de manifiesto la soberana maestría con la que el compositor sabe crear la atmósfera mitológica recurriendo a fórmulas en parte familiares y en parte totalmente originales, combinando TALLIS: Spem in alium. Salve intemerata. Misa “Salve intemerata”. With all our heart. Discomfort them, O Lord. I call and cry to thee, O Lord. OXFORD CAMERATA. Director: JEREMY SUMMERLY. NAXOS 8.557770. DDD. 77’19’’. Grabación: Londres, I/2005. Productor: Andrew Walton. Ingeniero: Mike Clements. Distribuidor: Ferysa. N PE 98 Este disco ilustra la forma genial en que Thomas Tallis (c. 1505-1585), católico ferviente como fue toda su vida, superó artísticamente el trauma personal que sabiamente el estilo de la ópera de cámara y el del drama musical. Desde el punto de vista vocal, los dos papeles principales son los más agradecidos (Dafne, Apolo), siendo también dos verdaderos desafíos para las sopranos y los tenores que los encarnen. En cuanto a la orquesta, debe traducir con insólitos refinamiento y carácter, toda la profusión de atmósferas cambiantes y de personajes pintorescos que posee la obra, debiéndose contar con una batuta flexible y expresiva que sepa acompañar bien a los cantantes sin descuidar el primoroso tejido orquestal. Salvo error, tenemos disponibles en la actualidad dos versiones más (excelentes) de esta ópera: Böhm (DG, 1964) y Haitink (EMI, 1984), además de alguna que otra histórica de evidente interés: Kleiber (VAI, 1948) y Solti (Orfeo D’or, 1950, ésta creo que pendiente de publicarse). La que ahora nos presenta Decca es una buena opción: técnicamente es la mejor grabación de todas las citadas, lo cual permite la apreciación de matices orquestales que normalmente pasan inadvertidos; la dirección de Bichkov, sugerente y clara, flexible y lúcida, puede compararse sin problemas con los planteamientos idiomáticos, variados y dramáticos de los maestros anteriores; la orquesta de la Radio de Colonia está en un momento excelente y se muestra exacta, afinada y luminosa en toda la obra (especialmente memorable en la maravillosa escena de la metamorfosis final), y el reparto vocal cuenta con una importante Renée Fleming que incluso supera en belleza tímbrica e intención a Hilde Güden (con Böhm), pudiéndose igualar a la natural, espontánea y expresiva Lucia Popp (con Haitink); técnicamente está impecable y la difícil tesitura aguda del personaje la sortea con habilidad y sin ningún problema. Su bello timbre, profunda efusión, seguridad y buena dicción, hacen de su lectura un hito importante en la traducción de este papel. Una brillante vuelta de Fleming a la grabación de óperas completas (interrumpida desde el registro de Thaïs para este mismo para él debió de suponer la Reforma anglicana. Los dos idiomas de los textos corresponden a las dos liturgias a que hubo de servir. El arranque es ciertamente espectacular: aunque por lo leído en la carpetilla no todos los aparatos bastarán a hacer justicia a los sofisticados procedimientos (surround sound) con que está grabado el motete Spem in alium, por mérito de la interpretación en cualquiera será apreciable la inabarcable destreza del compositor para manejar nada menos que cuarenta voces independientes sin que el atmosférico resultado adolezca de la más mínima ni fugaz turbiedad. sello) que deseamos ver enriquecida con la incorporación de nuevos títulos straussianos (¿para cuándo El amor de Danae?). Botha encarna a un plausible Apolo, aunque sus solventes medios no alcancen la anchura y emisión de, por ejemplo, un James King en su sobresaliente intervención para Böhm; de todas formas, su sensibilidad lírica y sobresaliente actuación dramática hacen de su personaje un papel muy dignamente atendido. Al resto del reparto, de encomiable prestancia vocal, no se le puede objetar el más mínimo reproche y todos se muestran cumplidores y en su sitio. Grabación excelente y libreto con el texto original alemán de la ópera y traducción inglesa. En suma, importante versión de esta infrecuente ópera que ya iba pidiendo con urgencia un registro moderno que fuese representativo de los tiempos que corren. Posiblemente ese modelo de poesía straussiana conseguida por Böhm en su citada versión, no se dé en la que ahora comentamos. Pero a pesar de todos los pesares, es una excelente aproximación muy bien dirigida, estupendamente tocada y cantada (en especial la intervención de Fleming, digna de figurar al lado de las sopranos más duchas en este papel) y técnicamente irreprochable, la mejor grabación de las hechas hasta hoy. Imprescindible tanto para straussianos convencidos como para los que deseen ampliar repertorio. Enrique Pérez Adrián Hermoso también pero estirado algo más de la cuenta se antoja Salve intemerata, sobre todo comparado con la magistral concisión de la misa en él basada. En cuanto a las tres páginas de complemento, los textos ingleses son posteriores a la versión latina y en un caso (Discomfort them, himno guerrero de la época de la Armada Invencible) incluso al fallecimiento del compositor. El coro es excelente y Summerly le marca un paso globalmente constante pero alterado con fines de subrayado en ocasiones muy musicalmente escogidas. A.B.M. D I S C O S STRAUSS-USANDIZAGA Piotr Anderszewski CLARIDAD Y CONVICCIÓN SZYMANOWSKI: Sonata nº 3. Masques op. 34. Métopes op. 29. PIOTR ANDERSZEWSKI, piano. VIRGIN 5 45730 2. DDD. 67’17’’. Grabación: Bydgoszcz, Polonia, XII/2004. Productores e ingenieros: Andrej Sasin, Alexandra Nagórko. Distribuidor: EMI. N PN El polaco Anderszewski ofrece ahora un disco nada “comercial” en cuanto a contenido (un monográfico Szymanowski es algo bastante atrevido en estos tiempos), pero extraordinario de todo punto en cuanto a calidad. En una reciente entrevista, Anderszewski reconoce que tampoco para él fue fácil penetrar en esta música, técnica e interpretativamente complejísima. Una música que requiere tan notable energía como concentración y dominio del color, dada la rica variedad que los extremos contrastes de esta música, a menudo teñida de detalles diferentes, desde el impresionismo hasta la brillantez orquestal con ramalazos TELEMANN: Cuartetos para flauta TWV 43 g4, G6, d3, G11, a3, G12, B2 y G10. MUSICA ANTIQUA KÖLN. Director: REINHARD GOEBEL. ARCHIV 00289 477 5379. DDD. 70’02’’. Grabación: Colonia, V/2004. Productores: Marita Prohmann y Ludwig Rink. Ingeniero: Arend Prohmann. Distribuidor: Universal. N PN Sea más o menos acertado calificar a Telemann como “el Vivaldi del norte” (según se sugiere en la carpetilla), lo cierto es que el compositor alemán no tiene nada que envidiar a nadie ni en calidad ni en cantidad, y además de contar con la ventaja de no haber tenido que afrontar, como el italiano, ninguna lengua viperina (léase stravinskiana) que lo acusara de componer mil veces la misma cosa, en su caso la infamia aún sería más evidente. Óiganse si no estos ocho cuartetos no incluidos en ninguno de los ciclos publicados por el compositor y la mayoría de ellos sin una sola versión discográfica hoy en día disponible. De principio a fin, Goebel no deja escapar ni una sola gota de la energía que en sí mismos desbordan, pero tampoco desaprovecha ninguna de las igualmente infinitas ocasiones que a él (violín o viola) y a su grupo (donde destacan Maurice Steger a la flauta de pico y Verena Fischer a la travesera, pero no desmerecen ni Karlheinz Steeb a la viola, ni Klaus-Dieter Brandt al violonchelo, ni Léon Berben al clave) se les presentan de conseguir un hermoso empaste o una exquisita matización del fraseo. Probablemente, siquiera sea por mor del contraste se eche de menos un mayor recogimiento en los movimientos lentos, pero aquí el encanto reside precisamente en las magníficas ejecuciones que acompañan a un planteamiento que por estas mismas no cuesta tanto aceptar en su radicalidad. A.B.M. stravinskianos, demanda. Música cuya complejidad describe el propio intérprete como un rompecabezas, que hay que desentrañar con tan minuciosa atención al detalle como a la suma de las partes, si se pretende que el discurso llegue. Sale el polaco más que airoso de su empeño. Su interpretación es poderosa, sólidamente construida, expresiva y brillante a la vez, técnicamente impecable, y totalmente convincente en cuanto a la traducción de una música que a menudo resulta tortuosa en su discurso. Un monográfico que capta ya desde la brillante Schéhérezade (el primer número del tríptico Máscaras) hasta la sugerente Isla de las sirenas (primero del otro tríptico, Metopas), donde la insinuación, los silencios, los pianissimi, dibujan con acierto el clima que pide la página. Una música densa que Anderszewski nos trae, como ya hiciera con las Diabelli, con tanta claridad como convicción. El resultado es espléndido, ayudado por TENNEY: Pika-Don. MAELSTRÖM PERCUSSION ENSEMBLE. Director: JAN WILLIAMS. HAT ART 151. DDD. 66’53’’. Grabación: Nueva York, V/1997. Productor: Werner Uehlinger. Ingeniero: Peter Pfister. Distribuidor: Harmonia Mundi. N PN Guarda más de un parentesco el pre- sente disco de Hat Art dedicado a James Tenney (n. 1934) con el que el mismo sello editara en 2002 con el título de Forms 1-4, en el que Tenney desarrollaba un mundo sonoro de gran sutileza y en el que hacía homenaje explícito a algunos de sus músicos más admirados (Cage, Varèse, Feldman, Cowell). En este Pika-Don, a cargo de un inspiradísimo grupo de percusión poco conocido en la fonografía, el Maelström Percussion Ensemble, Tenney concede también preferencia a sus particulares homenajes, pero aquí el material de partida, por decirlo así, queda más disperso. Se hace difícil observar la influencia de Ives o Cowell en unas piezas para percusión. Crystal Canon for Edgar Varèse es más explícita, obviamente. Todo el disco emite esa característica que es tan particular de Tenney como es la ambigüedad. Funciona el conjunto de las cuatro piezas dentro de esa zona difusa en que se mueve el propio estilo de este autor americano: casi quinto miembro de la escuela de Nueva York, pero que también roza el minimalismo y que, ya abiertamente, entra en el arte sonoro en la pieza central, Pika-Don, que se divide en dos secciones: Alamogordo e Hiroshima. El uso de voces grabadas, que van recitando, dialogando sobre las experiencias vividas en el verano de 1945 en Nuevo Méjico y en la ciudad japonesa, ponen un sello de documento a una obra que se acerca, así y de alguna manera, a la intención de Reich una toma sonora de primerísima calidad, y por consiguiente la cosa está clara: los admiradores de esta singular música no deben dudar ante este espléndido disco. Rafael Ortega Basagoiti en una pieza como Different trains. El tono, de una gran gravedad, con un tratamiento de la percusión muy tamizada, se aleja de la vitalidad de Reich, pero una vez más se hace notar la vertiente minimalista de Tenney. Con todo, el resultado de la pieza, a pesar de su trascendencia, no es del todo convincente. Pesa demasiado la uniformidad de las voces, echándose en falta un tratamiento más musical, al menos en lo que toca a la instrumentación. En las otras obras, Tenney demuestra que su acercamiento a los instrumentos convencionales responde siempre a una idea del timbre muy especial. Trata aquí Tenney el material con la misma actitud que muestra ante el arsenal electrónico. Aunque la presencia de música electrónica no es muy acusada en el catálogo de Tenney, su carácter camaleónico le faculta para concebir el tejido de percusiones a partir de unas texturas tomadas del laboratorio de electroacústica. F.R. USANDIZAGA: Mendi-Mendiyan. TATIANA DAVIDOVA, soprano (Andrea); MARTA UBIETA, soprano (Txiki); JUAN LOMBA, tenor (Joshe Mari), SANTOS ARIÑO, barítono (Juan Cruz); ALFONSO ECHEVERRÍA, bajo-barítono (Gaizto), JOSÉ ANTONIO CARRIL, barítono (Kaiku). CORAL ANDRA MARI DE RENTERÍA. ORQUESTA SINFÓNICA DE BILBAO. Director: JUAN JOSÉ MENA. 2 CD MARCO POLO 8.225240-41. DDD. 94’55’’. Grabación: Bilbao, VI/2001. Productor: Peter Newble. Ingeniero: Andrew Lang. Distribuidor: Ferysa. N PN Cuando las distintas regiones europeas hacían esfuerzos por consolidar espacios propios y afianzar identidades musicales diferenciadas, las esperanzas vascas se 99 D I S C O S USANDIZAGA-WEBER depositaban fundamentalmente en el alavés Jesús Guridi y en el guipuzcoano José María Usandizaga, de quienes se esperaba fueran capaces de cultivar un género lírico en el que cupiesen referencias al folclore, y leyendas o escenas populares sobre libretos en lengua vasca. En ese contexto se estrenaron en 1911 Maitetxu —del primero— y MendiMendiyan —del segundo—, cuyo sonado éxito no hizo sino alimentar el ánimo de quienes con el tiempo únicamente verían realmente satisfechos sus anhelos con apenas otro par de obras punteras, como fueron Amaya (1920) —también de Guridi— o mucho más tarde Zigor (1957), de Francisco Escudero. La capital importancia de la pastoral Mendi-Mendiyan dentro de la historia de la música vasca merecía la atención de los estudios de grabación. La Orquesta Sinfónica de Bilbao, que ya antes había llevado al disco la Amaya de Guridi, fue la encargada de tratar de llevar a buen puerto el proyecto, bajo la dirección de un Juanjo Mena que llevaba entonces (2001) dos años al frente de la formación. La orquesta supera el reto, expone bien los motivos pero sin evitar en ocasiones el trazado de imágenes excesivamente desdibujadas. Cumple, en todo caso, y el nivel interpretativo se mantiene en unos niveles razonablemente elevados, siendo excepcionales las prestaciones tanto de solistas (destacan Santos Ariño, Marta Ubieta y Alfonso Echeverría) como de la Coral Andra Mari de Rentaría. Tienen interés las notas al programa de Santiago Gorostiza; sin embargo, la detallada sinopsis que incluye no suple la falta de traducción del libreto, presentado únicamente en lengua vasca. Con todo, el notable sabor popular de esta música, con episodios como el de la caza del lobo o la romería, será capaz de agradar a un amplio sector del público, y lo será incluso de despertar nostalgia entre los más mayores de los montes norteños. A.V.U. Carlos Mena y Juan Carlos Rivera ELOCUENTE ORIGINALIDAD VALDERRÁBANO: Silva de sirenas. CARLOS MENA, contratenor. ARMONIOSI CONCERTI. Director: JUAN CARLOS RIVERA. sonido seductor y de gran limpieza. Así, por ejemplo, Juan Carlos Rivera toca con fraseo y articulación admirables el Soneto 3. O, en el caso del motete Andreas Christi, a dúo con la vandola de Consuelo Navas, el diálogo entre los dos instrumentos es de una transparencia modélica. El registro cuenta además con la participación de Carlos Mena, uno de los contratenores más sobresalientes de su generación. El cantante vasco está soberbio en La bella malmaridada, recorre con intención los talantes contrastantes de Corten espadas afiladas y entra a fondo en la hondura de Señora, si te olvidare. Magnífico disco, en suma. HARMONIA MUNDI HMI 987059. DDD. 77’. Grabación: Jafre, Gerona, I/2005. Productor e ingeniero: Jean-Daniel Noir. N PN T oda la originalidad de la música de Valderrábano, señalada por Griffiths — quien, por cierto, equipara a las sirenas con las musas, cuando son entidades mitológicas claramente distintas— en sus interesantes notas del cuadernillo, sale elocuentemente a relucir en estas interpretaciones. Armoniosi Concerti es un grupo de vihuelas y vandola que consigue crear, en las diversas combinaciones, o a solo —el propio Rivera— un VAUGHAN WILLIAMS: Te deum. Missa en sol menor. O vos omnes. Mr Valiant-for-Truth. A vision of aeroplanes. BINGHAM: Misa. ROBERT QUINNEY, órgano. CORO DE LA CATEDRAL DE WESTMINSTER. Director: MARTIN BAKER. HYPERION CDA67503. DDD. 79’45’’. Grabación: Londres, VI/2004. Productor: Mark Brown. Ingeniero: Julian Millard. Distribuidor: Harmonia Mundi. N PN Más de ochenta años separan las dos 100 Misas que ofrece este disco. La de Vaughan Williams es de 1922 y la de Judith Bingham de 2003. Las dos representan el interés de los músicos británicos por la liturgia, al margen incluso de su creencia real. Vaughan Williams era más bien escéptico al respecto y en Judith Bingham hay tanto un deseo de servir a la celebración como el anhelo de escribir una obra de cierto carácter narrativo, como lo demuestra el hecho de estar flanqueada por dos fragmentos para órgano sólo que evocan el camino de Emaús y el reencuentro con los Apóstoles. Las dos, a pesar de la diferencia de edad, se adaptan perfectamente a su función. La de Vaughan Williams, además, resultó fundamental en su día para Enrique Martínez Miura superar el corsé de las obras religiosas de Parry o Stanford. La de su colega puede recordar a las piezas del mismo estilo de James McMillan, con su facilidad para alcanzar una emoción muy especial. Y una y otra son, en definitiva, obras muy hermosas El disco se completa con tres piezas corales de Vaughan Williams: el Te Deum, el motete O vos omnes (1922), la muy interesante Mr Valiant-for-Truth (1942), sobre un texto de The Pilgrim’s Progress de Paul Bunyam y A vision of aeroplanes (1956), sobre Ezequiel. Especialmente representativa la primera de las preocupaciones del autor en tiempos de guerra, y la segunda sin dejar de evocar la épica de algunas de sus partituras para el cine, con la presencia poderosa del órgano. El Coro de la Catedral de Westminster está sencillamente soberbio bajo la dirección de su titular Martin Baker, supera ligeramente la versión del Coro de la Sinfónica de Londres con Hickox (Chandos) y con creces la muy floja de los Elora Festival Singers (Naxos). Estupendo el organista Robert Quinney. Muy interesante disco para los amantes de la música coral. C.V.W. VERACINI: Dissertazioni sopra l’Opera Quinta di Corelli. FEDERICO GUGLIELMO, violín; ANDREA COEN, clave. STRADIVARIUS STR 33709. DDD. 77’36’’. Grabación: Padua, VII/2001. Productor e ingeniero: Michael Seberich. Distribuidor: Diverdi. N PN Con una insana mezcla de admiración y ambición, Francesco Maria Veracini se propuso reescribir nada menos que las Sonatas op. 5 de Corelli, una de las colecciones más celebradas e imitadas del repertorio violinístico barroco. Casi medio siglo separa al original corelliano (Roma, 1700) de las Dissertazioni de Veracini —escritas alrededor de 1745— y muchas de las modificaciones realizadas tienen que ver con los cambios de gusto y las mejoras técnicas que se habían producido en este arco de tiempo (desarrollo de figuraciones virtuosísticas, mayor ornamentación de la línea melódica). En otros (pocos) casos, Veracini amplía algunos pasajes o añade elementos contrapuntísticos. Más que un proceso de “canibalización”, hay que ver en las Dissertazioni un ejercicio de reescritura en el que los equilibrios originales son modificados de forma sutil pero sensible en busca de un D I S C O S USANDIZAGA-WEBER nuevo sentido de unidad. Al barroco depurado y comedido de Corelli se superpone la mirada más “hiper-barroca” de Veracini, dueña de unos gestos y unas actitudes que llevan a las extremas consecuencias el estilo de su maestro, hasta trascenderlo. Con técnica instrumental firme y buen sonido, Federico Guglielmo busca un posible equilibrio entre las instancias de Corelli y Veracini, intentando contentar a los dos. A veces se echa de menos una mayor dosis de atrevimiento y extremismo (si bien es cierto que la reelaboración de Veracini impone tempi más lentos que los originales), pero el resultado global es expresivo y satisfactorio. S.R. Nikolaus Harnoncourt IRA Y CONSUELO VERDI: Réquiem. EVA MEI, soprano; BERNARDA FINK, mezzo; MICHAEL SCHADE, tenor; ILDEBRANDO D’ARCANGELO, bajo. CORO ARNOLD SCHOENBERG. FILARMÓNICA DE VIENA. Director: NIKOLAUS HARNONCOURT. 2 SACD RCA 82876 61244 2. DSD. 87’43’’. Grabación: Viena, 7-XII-2004 (en vivo). Productor: Friedemann Engelbrecht. Ingeniero: Michael Brammann. Distribuidor: BMG. N PN Harnoncourt ha abordado el Réquiem de Verdi con su intención acostumbrada de máximo respeto a las intenciones expresadas por el compositor. Ello se refleja en esta portentosa interpretación de la obra maestra del gran operista en multitud de detalles, empezando por la clara división en dos partes, traducida aquí en la distribución de la música en dos CDs y es de suponer que mucho más efectiva en el concierto del que proceden las tomas. Otros muchos detalles se aprecian en cuestiones de instrumentación, la restricción del uso del porta- mento, el plan de la dinámica y la elección de los tempi. Pero si la versión se caracteriza por la atención a muchas cuestiones secundarias o descuidadas en otras lecturas, con lo que hay un sinfín de pormenores a los que Harnoncourt ha otorgado nueva significación, no por ello es a costa de la pérdida de unidad. Antes al contrario, la interpretación es de una fuerza y coherencia admirables. Aunque no puede decirse que la aproximación del creador del Concentus musicus esté dentro de la tradición italiana, que ve la obra casi como una ópera más, sino que se decide nítidamente por un concepto oratorial, no por ello se traiciona el indudable gesto de grandiosidad teatral del Réquiem, recogido por la asombrosa grabación en un logrado efecto de espacialidad. El gesto de Verdi de rabia y protesta contra la muerte merece así una de las más formidables plasmaciones de la fonografía. Junto a los clímax como el estallido del Dies Iræ o el titánico Rex tremendæ, hay reman- sos de paz como el Agnus Dei. La realización de la fuga del Libera me revela a un profundo conocedor de las necesidades del contrapunto. Magníficos los solistas y gran trabajo de coro y orquesta, llevados al límite por el fervor del concierto vivo. Una grabación muy importante. Enrique Martínez Miura WEBER: VERDI: Falstaff. (Ensayos). NELLI, RANDALL, MERRIMAN, ELMO, VALDENGO, GUARRERA, SCOTT. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA NBC. Director: ARTURO TOSCANINI. Oberon. STEVE DAVISLIM, HILLEVI MARTINPELTO, MARINA COMPARATO, JONAS KAUFMANN. CORO MONTEVERDI. ORQUESTA REVOLUCIONARIA Y ROMÁNTICA. Director: JOHN ELIOT GARDINER. 2 2 CD MUSIC & ARTS 4248. AAD/Mono. 125’08’’. Grabación: Nueva York, III/1950. Restauración: Graham Newton, 2004. Distribuidor: Diverdi. H PM CD PHILIPS 475 6563. DDD. 122’44’’. Grabación: Watford, III/2002. Productora: Isabella de Sabata. Ingeniero: Jean-Marie Geijsen. Distribuidor: Universal. N PN Este interesantísimo documento nos trae la grabación de los ensayos que Toscanini hizo del Falstaff verdiano durante el mes de marzo de 1950 y que sirvieron de preparación para los dos conciertos que dio el legendario director con esta ópera los días 1 y 8 de abril del mismo año (la grabación completa comercializada por RCA proviene de las tomas de esos dos días). Ya es sabido que la clave de esta interpretación es la homogeneidad rítmica y el tratamiento de voces e instrumentos en plano de absoluta igualdad, con las consabidas precisión, espontaneidad, fluidez en la narración, brillantez y perfecto equilibrio entre voces y orquesta. Naturalmente, todo esto no sale de la nada, sino de un duro trabajo y de una exhaustiva labor orquestal, con y sin cantantes —además de los ensayos previos con los solistas y piano durante seis semanas a razón de seis horas diarias (dirigidos también por el propio Toscanini)—; todo esto nos da como resultado la espléndida interpretación de Falstaff universalmente considerada como un monumento en toda la discografía verdiana. Aquí podemos escuchar a un seguro y eficaz maestro de 83 años con el vigor y el entusiasmo de un joven de treinta, con una lucidez y un poder de evocación inmensos, pero sin las furibundas rabietas de otros de sus ensayos (algún esporádico Vergogna!! hace que no nos olvidemos de ante quién estamos). Los cantantes aparecen seguros y entregados, no hay la menor duda o vacilación, y ya se puede apreciar la maestría de Giuseppe Valdengo en la encarnación de este papel con los matices e inflexiones de un verdadero artista a pesar de que no tenía cualidades vocales de excepción; también las intervenciones de las magníficas Nelli, Stich-Randall, Elmo y Merriman supondrán un placer para cualquiera que las escuche resucitar y matizar a sus respectivos personajes con impecable convicción. Toscanini se dirige a la orquesta y solistas casi exclusivamente en italiano, siendo muy raras las esporádicas frases en inglés que aquí se pueden oír. En fin, un excelente álbum de buen sonido, bien reprocesado y acompañado por un estupendo artículo de William Youngren sólo en inglés, un impagable documento de Toscanini ensayando una de sus óperas favoritas. E.P.A. Gardiner parece partir de una contradic- ción para este Oberon, la controvertida ópera de Weber. Dice sentirse fascinado por la música, pero reconoce que hoy no sería posible recuperar el verdadero efecto de la obra en su totalidad, que cree extraña a la sensibilidad moderna. De ahí su recurso a un narrador, que sustituye la parte teatral y es el punto débil de la grabación, al asemejarla a una retransmisión radiofónica. Por lo demás, en la interpretación musical hay muchos elementos positivos, empezando por los timbres de la orquesta —que ayudan decisivamente a la creación de un ambiente mágico— y la sensacional contribución del Coro Monteverdi. Gardiner está fino, vibrante, con instantes logradísimos, como en la poética nocturnidad del final del acto segundo. El reparto vocal realiza en general un trabajo admirable, sobresaliendo la Reiza de Martinpelto, aunque también tenga una fisura notable en el endeble Huon de Kaufmann. Una destacada aportación, aun con sus problemas evidentes, a la fonografía de la obra. E.M.M. 101 D I S C O S WINTER-RECITALES WINTER: Der Kastanienball. WOLFRAM BERGER (Machiavelo), JEAN-LOUIS COSTES (Alejandro VI), CRISTINA ZAVALLONI (Julia la Bella), SABRINA KHALIL (LUCRECIA BORGIA), JIM THIRLWELL (César Borgia), SADIQ BEY (Savonarola), THEO BLECKMANN (Lutero); NOËL AKCHOTÉ, guitarra y director; STEVE BERESFORD. órgano y trompeta; LORENZO GHIELMI, órgano de iglesia; ALAN “GUNGA” PURVES, tambores, percusión y tubas; ERNST REIJSEGER, violonchelo; percusión y voz; HERB ROBERTSON, trompeta; FUMIO YASUDA, piano, melódica. IL SUONAR PARLANTE. 2 CD WINTER & WINTER WDR 3 910 107-2. 95’28’’. Grabación: Múnich, VII/2004. Productor: Stefan Winter. Ingenieros: Matthias Spitzbarth, Mochen Schulz y Ememkut Zaotschnyj. Distribuidor: Diverdi. N PN Habría primero que ponerse de acuer- do acerca de lo que entendemos hoy por ópera, cuestión por lo visto nada fácil si tenemos en cuenta, por ejemplo, la opinión de Alfredo Kraus y tantos otros cantantes de su generación (la ópera en sentido tradicional, decían ellos, acabó en Puccini, visión un tanto radical) y, en el otro extremo, la amplitud de criterio capaz de aceptar bajo tal denominación a nuevas creaciones que más bien parecen pertenecer a géneros distintos y emergentes. En este doble CD nos encontramos con una sucesión de treinta y tres números breves (quince en el primer disco y dieciocho en el segundo) que sin respiro, sin solución de continuidad, aparentemente inconexos pero muy bien ensamblados, nos ofrecen el discurso de siete personajes en torno a la familia de los Borgia —cuyos textos dejamos que cada oyente vaya descubriendo por sí mismo— amparados en el más heterogéneo y dispar puñado de músicas: Gesualdo, Bach, Offenbach, Schumann, Wagner, Bob Geldorf, Freddie Mercury, Guillaume de Machaut, Stevie Wonder… Y, naturalmente, el propio Stefan Winter, padre de esta heterodoxa aventura discográfica y factotum del sello que la ha albergado. Estamos, más que ante una provocación —ya no provoca nadie—, ante un divertimento iconoclasta, una fiesta, un ejercicio de libertad, un antojo, una feria de sonidos y palabras. Un puzzle, un collage, un cajón de sastre donde, sin separación de género y estilos, se mezclan lenguas, conviven música de cabaret, jazz, pop, música clásica, improvisación, delirio orgiástico, ternura, melancolía y lo que se quiera. El resultado final, lejos de hacerse pesado, y pese a su rareza, es muy digerible, no se hace largo. Circula muy bien. Las interpretaciones son profesionales y serias. Se nos antoja un producto muy representativo del mundo actual, que exige oídos sin prejuicios y espíritus deportivos. Tendríamos que ver el resultado en escena para juzgar mejor, con más conocimiento de causa. J.G.M. Thomas Zehetmair MÁS ALLÁ DE LOS PREJUICIOS YSAŸE: Sonatas para violín solo op. 27. THOMAS ZEHETMAIR, violín. ECM New Series 1835. DDD. 65’55’’. Grabación: Propstei St. Gerold, IX/2002. Productor: Manfred Eicher. Ingeniero: Stephan Schellmann. Distribuidor: Nuevos Medios. N PN Las Sonatas para violín solo de Ysaÿe pertenecen al ámbito del puro virtuosismo, del requiebro técnico, del tópico del violinista exhibicionista que muestra al público su poderío. Pero al mismo tiempo, existe una riqueza temática evidente. Han sido escritas desde el conocimiento profundo del instrumento y de sus posibilidades, eso sí, llevadas al límite. Fueron publicadas en 1924, al final de su carrera como virtuoso y en ellas resume todo su arte. Las interpretaciones de Zehetmair destacan por su sensualidad, su delicadeza extrema y por la fuerza que esa delicadeza puede llegar a generar. A la elegancia y sutilidad de su articulación, hay que añadirle un extraordinario senZIMMERMANN: Un petit rien. Das gelbe und das grün. Omnia tempus habent. Metamorphose. ANGELIKA LUZ, soprano. COLLEGIUM NOVUM ZÜRICH. Director: PETER HIRSCH. WERGO 6671 2. DDD. 51’20’’. Grabación: Zúrich, X/2003. Ingeniero: Andreas Werner. Distribuidor: Diverdi. N PN La presente grabación de Wergo, consa- 102 grada a obras especiales de Bernd Alois Zimmermann, está destinada más al musicólogo y erudito que al aficionado medio. Se trata de un programa compuesto por piezas poco significativas en el catálogo de Zimmermann en cuanto a su peso especifico, pero extraordinariamente ricas e interesantes para el estudioso, no en vano se tiene la ocasión de conocer más a fondo la faceta tan querida de este autor tido de la gradación dinámica que imprime una inusitada variedad de registros a estas piezas, no siempre bien valoradas por el público y los propios intérpretes que las han relegado a la categoría de encore en los recitales con obras de más enjundia. Si tomamos como ejemplo la primera, escrita a la sombra de la primera de Bach y brindada a Joseph Szigeti (como las demás, está dedicada a un célebre violinista), se puede apreciar la sabiduría en el manejo del arco y la capacidad de síntesis técnica y expresiva sin que merme por ello su capacidad musical. La gran labor de Zehetmair es lograr que ese equilibrio entre lo estético y lo técnico tomen cuerpo sin que suponga el más mínimo sacrificio hacia alguno de los dos aspectos. La Cuarta, dedicada a Fritz Kreisler, es un tour de force de impecable factura en el que resulta apabullante la capacidad técnica para la que fue compuesta y la gracia que desprende la Zarabanda central que supone alemán fallecido en 1970 por cubrir géneros que en la vanguardia habían quedado obsoletos, dejados al margen por su carácter “contaminado”. El afán por la música absoluta, ajena a cualquier programa de base, en la época de postguerra, no es seguido por este disidente (disidente de casi todo) que era Zimmermann. Su cercanía con el material del jazz, de las producciones dramáticas de la radio y la música cinematográfica, gracias a su trabajo en la WDR, le permite un conocimiento exhaustivo de todos estos géneros. La grabación de Wergo contiene ejemplos de esa faceta de músico “funcionalista” en la carrera de Zimmermann, en la que el signo folclórico, el ritmo jazzístico y el empleo de armonías caras al clasicismo llevan a pensar en el mundo estético de un Eisler, un Weill. La música com- el contrapeso perfecto a los dos movimientos extremos, más impulsivos. Este espléndido disco nos da la oportunidad de descubrir a un compositor cubierto de prejuicios de la mano de un intérprete dotado para descubrirlo al gran público. Carlos Vílchez Negrín puesta para Un petit rien, subtitulada “musique lègére, lunaire et ornithologique”, se basa en la pieza radiofónica Los pájaros de la Luna, de Marcel Aymé y no es sino una obra incidental repleta de ritmos ligeros y de un aire desenfadado que se hacen raros en un músico del perfil que atribuimos normalmente a este pesimista integral que fue Bernd Alois Zimmermann. Si la pieza Omnia tempus habent ha pasado mal la prueba del tiempo, con su nada convincente uso de la voz de soprano, la extensa Metamorphose (sobre un film de Michael Wolgesinger), para pequeña orquesta, se beneficia de un dinamismo contagioso. La libertad estética que se toma Zimmermann es total, tratando el discurso desde una perspectiva casi jazzística, en donde no falta ni la guitarra eléctrica (un poco como en los momentos D I S C O S WINTER-RECITALES más delirantes de Die Soldaten). Por su jovialidad y buen gusto en el tratamiento de fuentes sonoras tan diversas y la deuda que tiene el compositor con el mundo del blues, Metamorphose recuerda al gozoso Concierto para trompeta, el basado en el tema Nobody knows the trouble I see, que es una de las páginas más potentes del malogrado músico alemán. El Collegium Novum de Zúrich interpreta con una fidelidad y convicción asombrosas esta música funcional, como si la conocieran de siempre, cuando se trata, como quedó dicho, de piezas raras en el catálogo del autor, por tanto, poco transitadas por los instrumentistas. El programa se completa con un par de textos extensos y muy clarificadores en el libreto que acompaña al disco y que merecen leerse. tad para la agilidad; voz sugerente, muy adecuada para el género de la mélodie francesa, que aborda en este recital de tres grandes maestros (y épocas) de la especialidad. La insinuación y la sutileza dominan, como tiene que ser, en el acercamiento a Duparc y a Debussy. La expresividad contenida, pero neta y plena, es la gran baza para los Poulenc, en especial los textos de la exquisita Louise de Vilmorin, nueve sobre trece (Fiançailles y Métamorphoses). Y así hasta ese Louis Aragon solitario, C, que clausura este bello disco. Todo recital de canto que no sea operístico es un desgranar lento de sentidos sonoros ocultos en las palabras, sin más artificio. La voz exquisita de Amsellem enfrenta esta acumulación de expresividades con el paladeo lento de quien tiene mucho que decir de manera casi siempre velada. Casi siempre, sí, porque hay excepciones: explosiones dinámicas y saltos hacia el agudo que impiden la monotonía, como Chevaux de bois o Spleen, ambas de las Ariettes de Verlaine; y no sólo ahí, desde luego. El veterano maestro del acompañamiento Dalton Baldwin ha prohijado esta voz privilegiada y la ha privilegiado con su consejo y su apoyo. El resultado, en este caso, es un recital de muchos quilates. A nadie le sorprenderá, entonces, las palabras manuscritas que le dedica a Norah nada menos que Gérard Souzay, autoridad en el género: “Querida Norah, la mélodie francesa la esperaba. Usted tiene genio”. Ahí queda eso. F.R. RECITALES NORAH AMSELLEM. SOPRANO. Mélodies françaises. Debussy: Ariettes oubliées. Romance. Apparition. Mandoline. Duparc: L’invitation au voyage. Chanson triste. Ay pays où se fait la guerre. Extase. La vie antérieure. Poulenc: Fiançailles pour rire. 3 poèmes de Louise Lalane. Métamorphoses. C. DALTON BALDWIN, piano. CLAVES 50-2410. DDD. 75’18’’. Grabación: Villecroze, VII/2003. Productor: O. Memed. Ingeniero: J. Doll. Distribuidor: Gallicant/Gaudisc. N PN La hemos visto como Violeta en Madrid hace casi dos años. Se llama Norah Amsellem, es francesa y ha sido también Micaela, Liú y muchas heroínas más. Voz densa, y sin embargo con gran capacidad y gusto para el filato; voz lírica, con no poca facul- S.M.B. Bartoli Minkowski EL ENCUENTRO PREVISTO CECILIA BARTOLI. MEZZOSOPRANO. Opera proibita. Páginas de la Cantata per la Notte de SS.mo Natale, Il giardino di rose, Il Trionfo del Tempo e del Disinganno, Il Trionfo dell’Innocenza, La Castità al Cimento, Sedicia, Re di Gerusalemme, San Filippo Neri, Oratorio per Santa Francesca Romana, Il martirio di Santa Caterina, Oratorio per la Risurrezione di Nostro Signor Gesú Cristo. LES MUSICIENS DU LOUVRE. Director: MARK MINKOWSKI. DECCA 475 6924. DDD. 77’05’’. Grabación: París, VIII/2004, II/2005. Productor: Christopher Raeburn. Ingeniero: Philip Siney. Distribuidor: Universal. N PN Tras los impagables registros dedicados a Vivaldi, Salieri y Gluck, Bartoli sigue asombrando con la inteligente y original elección de repertorio. En esta ocasión, Opera proibita alude al veto papal de interpretar espectáculos de ese cariz en Roma por considerarlos pecaminosos, por lo que los compositores se vieron abocados a componer oratorios o cantatas religiosas donde, bajo esa fachada, ocultaban en realidad auténticas páginas operísticas por contenido dramático y exigencias musicales y expresivas. Bartoli ha elegido fragmentos de obras de Haendel, Alessandro Scarlatti y Caldara, estrenadas todas en la Ciudad Eterna en la primera parte del siglo XVIII, la mayoría, inéditas, algunas ya conocidas por grabaciones previas: todas las de Haendel, incluyendo Lascia la spina del Trionfo del Tempo e del Disinganno (luego trasvasada a Agrippina y Rinaldo) y las del Sedicia de Scarlatti, oratorio grabado al completo por Gérard Lesne en 1999 para Virgin. La presentación del disco, con fotos que evocan el filme de Fellini La dolce vita y Bartoli en plan Anita Ekberg, no es más que una concesión al marketing que no molesta ni afecta a la calidad del disco, en todo caso resulta gracioso o pintoresco. La mezzo, que es romana de nacimiento y convicción dando así más color y sabor a la entrega, por fin se encuentra en un estudio discográfico con un director y un conjunto cuya colaboración se había hecho inevitable, aunque con el primero ya había trabajado escénicamente en la Ópera de Zúrich. Bartoli y Minkowski hacen el mismo barroco, teatral, carnal, sensual, rico de sonido, dinámico; por ende, salen chispas del trabajo en común. Hay arias especialmente elegidas para que la cantante exhiba su fuerza y virtuosismo, como la de All’armi s’accesi correspondiente a la Pace en una cantata de Scarlatti, en la que tras la brillante introducción orquestal (muy marcial por cierto, pese a estar en boca de la “Paz”), no se puede imaginar un ataque de la solista vocal tan acorde y adecuado como el realizado por la Bartoli que da la sensación de haber ganado densidad y oscuridad. En voluntario contraste con estos alardes de bravura, hay páginas lamentosas, de corte patético o elegíaco como el de La Speranza, también de Scarlatti y ahora de Il giardino di rose, o como el perteneciente a Santa Eugenia en Il Trionfo dell’Innocenza de Caldara, aria de increíble belleza, que casi hace daño por tanta inspiración y clima, donde el canto y la expresividad de la mezzo se hacen insuperables, exhibiendo un colorido vocal que va cambiando a lo largo de la página, en un crescendo emotivo de impresionante efecto. Ejecución realmente impactante, que habla de la calidad de esta artista única, apoyada desde el foso con el equivalente fervor y entusiasmo. Efecto mágico que continúa en el aria, de nuevo de Scarlatti, Caldo sangue, otro momento especialmente destacable de este magnífico disco. Se mantiene el éxtasis con un nuevo y excelente ejemplo de la fértil imaginación y talento dramático de Caldara, Si piangete pupille dolente, perteneciente al Oratorio per Santa Francesca Romana. El arte de Caldara, conocido aunque algo tangencialmente a través de los arreglos para canto de cámara de Parisotti, dadas estas muestras bartolianas, merecería una inmediata revisión, de la que ya René Jacobs, a la expectativa siempre, nos ha ofrecido un bonito avance con la grabación del oratorio Maddalena ai piedi di Cristo. En resumen, un disco óptimo, por el repertorio, la interpretación de la cantante y el acompañamiento instrumental. Fernando Fraga 103 D I S C O S RECITALES ELINA GARANCA. MEZZOSOPRANO. Arie favorite. Obras de Rossini, Donizetti y Bellini, Mozart y Massenet. ORQUESTA SINFÓNICA NACIONAL DE LETONIA. Director: ALEXANDRS VILUMANIS. ONDINE ODE 969-2. DDD. 58’20’’. Grabación: Riga, IX/2000 y 8/2001. Productor: Seppo Siirala. Ingeniero: Karlis Pinis. Distribuidor: Diverdi. N PN Con el titulo genérico de Arias favori- tas, el sello finlandés Ondine realiza la presentación discográfica de la joven mezzosoprano letona Elina Garanca. Con una incipiente carrera desarrollada en teatros y festivales musicales finlandeses principalmente, la voz de esta cantante se perfila como una de las más interesantes de su generación por su color, facilidad en la emisión y una adecuación estilística con cada compositor interpretado admirable. El repertorio elegido se compone principalmente de compositores belcantistas (Rossini, Donizetti y Bellini) y Mozart, realizando una pequeña incursión en el repertorio francés con el Werther de Massenet. La grabación comienza con Mozart y las dos arias de Cherubino de Las bodas de Fígaro destacando en la primera (Non so più cosa son), la intranquilidad y desasosiego que imprime a la lectura de esta pagina, siendo en el Voi che sapete destacable el impecable legato logrado. Se prosigue con las dos arias de Sesto de La clemenza di Tito donde queda patente su capacidad para la coloratura. El recital continúa con Una voce poco fa de El barbero de Sevilla y el rondó final de La Cenerentola de Rossini, siendo especialmente destacable su afinidad con el estilo rossiniano. Finalmente nos adentramos en el belcantismo más purista con Donizetti y Bellini, donde vuelve a sorprender su excelente dicción y canto legato, especialmente en el aria de Romeo de I Capuletti e i Montecchi de Bellini y en la fuerza empleada en la interpretación del aria de Leonora de La favorita de Donizetti. El recital se cierra con una lectura sombría y melancólica del aria de Charlotte de Werther de Massenet. La Orquesta Sinfónica Nacional de Letonia realiza un trabajo excelente bajo la dirección de su titular, Alexandrs Vilumanis. C.S.M. VESSELINA KASAROVA. MEZZOSOPRANO. Duets. Páginas de Armida, Tancredi, I Capuleti e i Montecchi, Maometto Secondo, Otello y La Cenerentola. JUAN DIEGO FLÓREZ, RAMÓN VARGAS y EVA MEI. CORO DE LA RADIO DE MÚNICH. ORQUESTAS DE LA RADIO DE MÚNICH, SINFÓNICA DE MILÁN GIUSEPPE VERDI. Directores: ARTHUR FAJEN, ROBERTO ABBADO, VJEKOSLAV SUTEJ. RCA 82876 52929 2. DDD. 72’16”. Grabaciones: 1995, 1997, 1998, 2003. Compilación: Guido Johannes Joerg. Distribuidor: BMG. R PN 104 C ompilación de varios recitales de la Kasarova, con presencia casi exclusiva de Rossini, y quizás aprovechando el tirón actual de Flórez, en el momento de la grabación original (1998) un simple “telonero” discográfico de la mezzo búlgara. Kasarova se enfrenta aquí a diferentes vocalidades rossinianas, la contralto musico (Tancredi, Calbo), la mezzo (o contralto más aguda) y siempre coloratura (Angelina) y a la soprano sui generis tipo Colbran (Armida, Desdemona). La voz de la Kasarova evoca más la mezzo que la contralto (en muchos momentos, no puede uno evadirse del recuerdo de una Horne o una Podles), pero la oscuridad del color y cierta anchura en el grave puede sugerirla o, al menos, permitirle salir airosa de los empeños destinados a este tipo de registro. El ánimo y la musicalidad de la intérprete hacen el resto. El disco es, en general, impecable, pues Kasarova cumple con holgura las exigencias requeridas en las diversas modalidades canoras con una voz carnosa, cálida, hermosa que va adquiriendo diversas irisaciones según se desliza por la tesitura desde el nebuloso grave al lumínico agudo. Dentro del notable nivel global del registro, su momento más atrayente es el del terceto de Maometto Secondo (donde como Anna colabora suficientemente Barbara Lavarian) y el rondó final de La Cenerentola, cantado con el encanto y el empuje necesarios. Quizás porque en las páginas a dúo con Flórez (Armida, Otello) el tenor peruano ofusca un tanto su presencia, no tanto por el impacto de los medios sino sobre todo por la pulidísima concepción que logra, respectivamente, de los personajes de Rinaldo y Rodrigo, papeles curiosamente compuestos para dos tenores rossinianos diferentes, el baritenor Nozzari y el agudísimo David. Claro que Flórez donde arrasa sin paliativos es como el Don Ramiro del recitativo de salida y del siguiente encuentro con Angelina. Vargas, por su parte, añade la brillantez de un timbre único y un canto de noble dignidad, mientras que Eva Mei, como Amenaide, con un colorido vocal que ensambla magníficamente con la mezzosoprano ofrece sus conocidas armas de una seguridad pasmosa y de una musicalidad a prueba de juicios, sobre todo en el segundo dúo con Tancredi, Lasciami, non t’ascolto. Vargas y Karasova ofrecen la sola muestra belliniana del disco, el dúo de Romeo y Tebaldo, que es un extracto de la conseguida grabación completa de Capuleti realizada en 1997. F.F. LAURENT KORCIA. VIOLINISTA. Bacri: Une prière, para violín y orquesta. Bloch: Ningun, improvisación. Janácek: Balada de la Sonata para violín. Bartók: Dos danzas rumanas. Ysaÿe: Rêve d’enfant. Fauré: Andante de la Sonata op. 13. Chausson: Nos souvenirs de las Mélodies op. 8. Chaminade: Sérénade espagnole. Debussy: Beau soir. GEORGES PLUDERMACHER y JEAN-MARC LUISADA, piano. WDR Sinfonieochester Köln. Director: Semion Bichkov. RCA 877622. DDD. 55’. Grabación: Colonia, I/2002; Compiègne, VI/1999; Aldeburgh, IV/2001. Distribuidor: BMG. N PM Este CD lo protagoniza el espléndido vir- tuoso francés Laurent Korcia, proviene de otros tres CD, y viene a ser presentación de la música contenida en ellos. Comienza con una impresionante obra concertante para violín y orquesta en ocho movimientos que sólo en los extremos no son plenas miniaturas. El compositor es Nicolas Bacri, nacido en 1961, crecido fuera de la influencia abrumadora de la vanguardia; le dedica su obra “a la memoria de los mártires judíos de todos los tiempos”. Probablemente, nunca una obra se haya dedicado a tantos seres humanos ni a tanto sufrimiento. La obra, dolorosa, sugerente, a veces dramática, plantea en todo momento referencias tonales que van más allá del simple uso de acordes tonales. La línea impecable e implacable de Korcia es protagonista individual, si bien con trasunto más allá de ese itinerario horizontal; le acompañan Bichkov y la Orquesta de la Radio de Colonia con rigor e inspiración. El resto de esta selección es de un camerismo fragmentario, incompleto, pero exquisito; el violín virtuosísimo, penetrante, elocuente de Laurent Korcia nos sumerge en el paisaje sonoro de manera mágica, como los virtuosos de que tenemos noticia legendaria, como si uno de ellos se hubiera encarnado hoy y nos contara la música de algunos grandes compositores de la primera mitad del pasado siglo y alguna cosa de finales del otro. Aunque, la verdad, no faltan hoy virtuosos, y no es preciso que se reencarnen los del pasado. Korcia no es una excepción, aunque su violín, su sentido, su manera tocar sí lo sean. Unas veces se trata de arreglos (Kreisler para Cécile Chaminade, Heifetz para Debussy, Székely para Bartók), otras de fragmentos, aunque hubiéramos deseado obras íntegras. En la Improvisación de Baal Shem de Bloch el recital alcanza cotas muy elevadas. Pero el grado de intensidad y sugerencia de algunos fragmentos franceses (o todos, por qué no) convierten esta secuencia en un júbilo de excelencias para el buen aficionado: la quimera romántica del Rêve, la ensoñación preimpresionista de Fauré, el canto intimista de Chausson. El melómano no quedará defraudado. S.M.B. EMMANUEL PAHUD. FLAUTISTA. Strauss: Sonata para flauta y piano op. 18. Widor: Suite op. 34. Franck: Sonata en la mayor. ERIC LE SAGE, piano. EMI 5 57813 2. DDD. 74’03’’. Grabación: La Chaux-de-Fonds, II/2004. Productor: Stephen Johns. Ingeniero: Jean-Marc Laisné. N PN Una obra original para flauta y piano (la Suite de Widor) entre dos transcripciones de composiciones originales para violín y pìano. Evidentemente lo más interesante será, de entrada, la poco divulgada Suite de Widor por ser éste uno de esos compositores que raramente “fallan” y sobre el que no está nunca de más abundar. Es decir, que Widor, aunque no fue un genio ni se cuenta entre los grandes o D I S C O S RECITALES grandísimos maestros, es un autor cuya música acostumbra a despertar interés a poco que se le preste atención, y al escuchar algo de él que a uno le resulta nuevo, pues eso, que raramente “falla”. Y aquí tenemos esta preciosa Suite de evocaciones schumannianas (en especial en el tercer movimiento, Romance) con toques melódicos de raíz modal (sobre todo en el Scherzo) que tanto gustaban al autor y que entroncan con la música preclásica que tanto atrae a los organistas como lo fue Widor y con la música popular francesa. La costumbre de haber escuchado tantas y tantas veces la Sonata de Franck según la versión original, hace que siempre sorprenda escucharla tocada con una flauta, a pesar de que es bastante habitual y que la obra en cuestión ya sea parte del repertorio de los flautistas (hasta los violistas y los violonchelistas se han apropiado de ella). Pero lo cierto es que es una obra tan violinística que, a pesar de que no decepcione tocada con una flauta, se explica a sí misma tal como su autor la concibió originalmente, Otro tanto cabe decir (por la costumbre, por estas familiarizados con el original violinístico) de la Sonata de Strauss, aunque, es evidente al escucharla, no es una composición tan genuinamente violinística como lo es la de Franck y “resiste” quizá mejor la transcripción. Lo que sí queda claro es el buen hacer de Pahud, que defiende todo el programa como si se tratara de grandes obras maestras más allá del instrumento del que se sirve, acompañado por uno de sus cómplices habituales, Eric Le Sage, trazando ambos un recital interesante y de los que se escuchan con placer una vez que uno se olvida (aunque cueste) de que la Sonata de Franck es para violín. CHRISTIAN RIVET. GUITARRISTA. J.P. De Visée: Allemande en sol mayor. Masquerade. Sarabande. Minueto en la mayor. Suite nº 8 en re menor. Minueto en re mayor. Tombeau de Mr. Francisque Corbett. Minueto en do mayor. Sarabande en sol mayor. Muzette. Jolivet: Tombeau de Robert de Visée. ZIG ZAG TERRITOIRES ZZT 040502. DDD. 65’10’’. Grabación: París, V/2003. Productor: Alban Moraud. Ingeniero: Franck Jaffrès. Distribuidor: Diverdi. N PN E n 1967, Jolivet compuso uno de sus escasos acercamientos a la guitarra, la suite que tituló Tombeau de Robert de Visée. Esta composición aparece rodeada aquí por obras del propio Visée compuestas casi tres siglos antes que la de Jolivet y el contraste entre la de éste y las del autor preclásico queda realzado por el hecho de que Christian Rivet emplea una guitarra actual en el primer caso y una guitarra barroca (basada en un modelo de Stradivarius) en el resto. Robert de Visée dominaba el instrumento para el que escribía, y para Jolivet la guitarra era un instrumento poco habitual (sin duda le fue muy útil la colaboración de Andrés Segovia), aun así, al tratarse como se trata de dos compositores de indiscutible oficio y de talento, pueden, a pesar de las muchas distancias (más allá de las temporales) que median entre ambos, convivir en un mismo programa como es el caso. Estéticamente, sin ir más lejos, poco (o nada) tienen que ver Visée y Jolivet, pero hay algo que los une, al menos en este recital, que es el intimismo, tal como subraya Rivet en su interpretación, que es magnífica y adecuada en las obras de uno y otro. La música de Robert de Visée inspiró a Jolivet su reconocido deseo de volver a un pasado idealizado utilizando la guitarra como medio en un momento en que otro gran compositor (aunque muy distinto en el plano estético) como fue Joaquín Rodrigo hiciera otro tanto con su Fantasía para un gentilhombre. Jolivet había expresado en alguna ocasión su deseo de “devolver a la música su antiguo carácter primigenio, cuando era una expresión mágica y taumatúrgica de la religiosidad de los grupos humanos” y algo de esta introspección hay en este Tombeau de Robert de Visée. J.P. David Russell UN ESPECTÁCULO DAVID RUSSELL.. GUITARRISTA. Spanish Legends. Sáinz de la Maza: Zapateado. Rondeña. Llobet: Diez canciones populares catalanas. Scherzo-Vals. Segovia: Estudio sin luz. Anécdotas nº 2 y nº 5. Remembranza. Pujol: Seguidilla. Impromptu. Triquilandia. El abejorro. Canción amatoria. Festívola. Tango. Tonadilla. Guajira. TELARC 80633. DDD. 65’. Grabación: Maryland, VI/2004. Productora: Rosalin Ilett. Ingeniero: Thomas Knab. Distribuidor: Indigo. N PN Reciente premio Grammy por su compacto Aire latino (ya glosado aquí como lo que es: un disco sensacional), David Russell vuelve a la carga con un recital de música original para guitarra escrita por guitarristas con evidente afecto por el folclore. La cosa empieza brillantemente, con el Zapateado de Sáinz de la Maza (sólo 2’23’’, ¡qué pena!) que deja bien claro lo que ya sabemos desde hace años, que la guitarra no tiene secretos para Russell y que ya podemos prepararnos para el espectáculo, porque este compacto es un espectáculo en el sentido más noble del término. Uno se queda con la boca abierta pero también, muy a menudo, cautivado por la sensibilidad vitalísima, nunca ensimismada, de este genio de la interpretación. Es evidente que esta música le es muy familiar a Russell, escocés de nacimiento, menorquín de adopción y actualmente vecino de Lugo, y escuchar como “canta” (porque la guitarra puede “cantar” en manos de alguien como él) El testament d’Amèlia según Llobet deja bien claro que la música popular y culta de este lado de Europa le resulta muy cercana. Y lo mismo (y por poner un ejemplo bien distinto) con la Seguidilla de Pujol, de una elegancia verdaderamente exquisita, abordada como si fuera de Scarlatti sin que ello traicione su evidente deuda con el folclore (deuda que ya contrajo antes el propio Scarlatti). Lo más curioso aquí son las cuatro piezas de Andrés Segovia, excelentemente escritas como no podría ser de otro modo por venir como vienen de alguien que conoce perfectamente el instrumento y sus posibilidades. Resultan muy guitarrísticas y quizá por ello no tan espontáneas como la mayor parte del resto del programa, pero no está de más el conocerlas por el simple hecho de ser de Segovia. Atención al sensacional final, la Guajira de Pujol, que permite a Russell mostrar su dominio total de la riqueza tímbrica de su instrumento. Si Aire latino mereció más de un premio, pues lo mismo este Spanish Legends. Josep Pascual www.scherzo.es 105 D I S C O S RECITALES-VARIOS GÉRARD SOUZAY. BARÍTONO. Arias antiguas italianas y españolas. Ocho canciones de Liszt. DALTON BALDWIN, PIANO. CLAVES 50-2412 AAD. 71’54’’. Grabaciones: París, 1957 y 1958. Reedición digital: 2004. Distribuidor: Gallicant/Gaudisc. R PN D entro de la extensa discografía de Souzay, este compacto señala algunas interesantes excepciones de repertorio. Las arias de comienzos del barroco italiano y una selección de piezas líricas del Renacimiento y el barroco español, abren un espacio muy peculiar en la obra del barítono francés, al cual vincu- lamos fácilmente con la canción francesa y el Lied alemán. Souzay —vaya novedad— es un refinado y elegante diseur cuyas cualidades decisivas pasan por el recitado nítido y la construcción de la frase a partir de la palabra y de la estrofa a partir de la frase. En el barroco añade un buen dominio de las vocalizaciones, hechas con mucho ligado y sin intención de virtuosismo. Más curiosa, si cabe, es su prestación en español, lengua que pronuncia con limpieza y sin pretender pasar por español, lo que resulta pertinente a estas lejanas poesías, ya que no sabemos a ciencia cierta cómo hablarían nuestros antepasados. Que Souzay es rico de matices, íntimo y sensible, todo el mundo lo sabe. Que Baldwin es un maestro de repertorio y un instrumentista de sonido destilado y equilibrado discurso, también. Más “normal” aparece Souzay cantando a Liszt, donde su regulación de volúmenes y dominio de la voluptuosa melodía liszteana raya a una magistral altura. Baste encuadrar dos canciones de antología y con letras francesa y alemana: Quand je dors y Es muss ein Wunderbares sein. B.M. Wilhelm Furtwängler TESTIMONIOS WILHELM FURTWÄNGLER. DIRECTOR. Schumann: Sinfonía nº 4. Bruckner: Sinfonía nº 7 (Adagio). Chaikovski: Sinfonías nºs 4 y 6. ORQUESTA FILARMÓNICA DE BERLÍN. ORQUESTA FILARMÓNICA DE VIENA. 2 CD TAHRA FURT 1099-1100. Mono/ADD. 71’33” y 77’30”. Grabaciones: Berlín, 1938, 1942 y 1953. Viena, 1951. Remasterización: Charles Eddi, Studio Art e Son, París. Distribuidor: Diverdi. H PM Extraordinario álbum que nos trae cuatro interpretaciones legendarias en estudio de Furtwängler con sus dos habituales orquestas. La sorpresa para el firmante ha sido la sensacional Cuarta de Chaikovski con la Filarmónica de Viena, una profunda recreación (de la que sin duda Celibidache debió de beber, escuchen su reciente registro en EMI), alejada de efectismos espectaculares y con una coherencia sinfónica pocas veces puesta tan en evidencia como aquí. Las demás versiones de este álbum ya habían sido publicadas recientemente: la Patética había aparecido en un disco Naxos bien restaurado e igualmente comentado desde estas páginas; el Adagio de la Séptima de Bruckner, salió en un CD Teldec, aunque quizá este reprocesado Tahra esté más conseguido. Mientras que la celebérrima Cuarta de Schumann, efectivamente hay que estar de acuerdo con los comentarios del libreto y proclamar que esta es la mejor reedición hecha hasta hoy (de sonido más claro, cuidado y natural que el reciente publicado en la colección de DG Musik Sprache der Welt). Imprescindible, sin duda, cuatro raros testimonios de Furtwängler en estudio obligatorios para todo el mundo. Enrique Pérez Adrián VARIOS FANTASÍAS INGLESAS. Obras de Purcell, Jenkins y Campion. SHANNON MERCER, soprano. MASQUES. Director: OLIVIER FORTIN. ANALEKTA AN 2 9905. DDD. 63’32’’. Grabación: Mirabel, VII/2004. Productor: Carl Talbot. Ingeniero: Steven Bellamy. Distribuidor: LR Music. N PN 106 E l período llamado “isabelino”, que comprende aproximadamente entre mediados del siglo XVI y mediados del XVII, fue uno de los más productivos, en cantidad y calidad, de toda la historia de la música inglesa. En este disco se reúne a dos de sus máximos representantes, Thomas Campion (1567-1620) y John Jenkins (1592-1678), junto a su genial continuador, Henry Purcell (1659-1695). De Jenkins se ilustra su faceta de compositor para consort of viols, aunque aquí lo que se oyen son dos pares de violines y violas da gamba. Es música de sabor italiano, con contrapuntos elaborados sobre marcados ritmos internos. Campion, médico además de poeta y laudista, pone en cambio música a versos amorosos de su propia cosecha sin ninguna especial intención en las armonías de acompaña- miento. Naturalmente, es sobre la tercera pata sobre la que principalmente descansan los principales atractivos de esta mesa, pero todo el programa se oye con agrado a un grupo muy conocedor de lo que se trae entre manos y de gran compenetración entre sus componentes. Entre éstos destaca la hermosa y bien manejada voz de la soprano Shannon Mercer, la cual, aunque a algunos les pueda parecer demasiado romántica en el Lamento de Dido, por supuesto donde encuentra mayor campo de expansión es en esta y en las otras dos arias de Purcell incluidas. A.B.M. MÚSICA CORTESANA EN LA EUROPA DE JUANA I DE CASTILLA. Obras de Anónimo, Dalza, Del Enzina, Desprez, Busnois, Isaac, Buxheimer y Gulielmus. MÚSICA ANTIGUA. Director: EDUARDO PANIAGUA. PNEUMA PN 710. DDD. 58’57’’. Grabación: Madrid, II/2004. Productor: Eduardo Paniagua. Ingeniero: Hugo Werterdahl. Distribuidor: Karonte. N PN Si cuando leemos u oímos “música isabe- lina” pensamos en Inglaterra, estamos olvidando que también en España, casi a la vez, hubo otra reina llamada Isabel. Pero no es a ésta a la que dedica Eduardo Paniagua y su grupo este disco, sino a su hija Juana, es decir, a las músicas que se pudieron oír en su tiempo si no en su corte, en el quinto centenario de su ascenso al trono y 450º aniversario de su muerte. En los comentarios de la carpetilla, tan bonita ésta y tan documentados y claros aquéllos como de costumbre, Paniagua explica que son músicas pensadas para instrumentos ligeros, portátiles, que pudieran acompañar a una monarquía siempre itinerante. La mayor parte son piezas instrumentales, y las vocales César Carazo, que también toca la viola de brazo, las canta con aquel punto de ingenuidad técnica y expresiva que se extiende a la pronunciación probable con que en España debía de cantarse el Innsbruck, ich muss dich lassen [Innsbruck, debo abandonarte] de Heinrich Isaac. El resto funciona como de costumbre, muy bien, con particulares aciertos en la elección de los colores tímbricos de los instrumentos de percusión y unas tomas sonoras perfectamente equilibradas para D I S C O S RECITALES-VARIOS que todo produzca la más convincente impresión de pureza original, que es de lo que en estos casos sobre todo se trata. A.B.M. VERTIGE. Obras de Ligeti, Gubaidulina, Schnittke, Tiensuu y Kusjakov. TRÍO SOLOTAREV. FRANCESCO DILLON, chelo. STRADIVARIUS STR 33652. DDD. 65’17’’. Grabación: Brunetto, VI/2003. Productor: Andrea Dandolo. Ingeniero: Andrea Chenna. Distribuidor: Diverdi. N PN El programa que propone el sello Stradi- varius es de gran atractivo. El cuerpo sonoro lo constituye un instrumento que en la modernidad goza cada vez de mayor predicamento y es que el acordeón permite un juego de sonoridades tan amplio y rico que se adapta como un guante a las exigencias de los nuevos lenguajes. Con todo, en el repertorio discográfico la presencia del acordeón no es aún habitual y por ello este recital, a cargo del Trío Solotarev, merece la pena conocerse. Se trata de un trío de acordeones clásicos que encara un programa muy diverso, que va desde el universo, en efecto, vertiginoso de los Études de Ligeti hasta el tema inspirado en una cla- ra simbología religiosa como es el caso de In croce, de Gubaidulina. En el disco, el instrumento se nos ofrece bajo el nombre ruso, bajan, y el mismo grupo se presenta como “una formación de música de cámara absolutamente inédita”. Se trata de un trío de acordeones clásicos que “desarrolla una investigación musical dentro de un ámbito nuevo y original”. El trío explica someramente en el libreto que acompaña al disco que el bajan es, en realidad, muy diferente del acordeón tradicional, un instrumento que “sólo a partir de finales de los años 60 ha empezado a interesar a los compositores”. La tradición viene representada por una sonata de amplio aliento, la compuesta por Anatoli Kusjakov en 2001, dividida en cuatro secciones. Es sin duda la página más espectacular del programa y está sabiamente colocada al final de un recital que se inicia con esa sensación a la que ya predispone el título genérico, Vértigo. La pieza Vertige, de Ligeti, es la encargada de abrir el disco y es en sí misma una pequeña novedad. Al tratarse de una versión para trío de acordeones, casi se puede asegurar que estamos ante un estreno. La música de la última etapa de Ligeti permite adaptaciones como ésta y el resultado es espléndido. Es más, el original para piano (el Étude nº 9) agradece un cuerpo sonoro de mayores resonancias. Las dos siguientes piezas van siempre íntimamente unidas en los conciertos que hacen el segundo libro de los Études: los números 13 y 14, las portentosas La escalera del diablo y Coloana infinita, quizás el punto de inflexión de este monumental ciclo. La impresión de un organismo vegetal que se transforma (y habría que añadir, también, que se expande) está formidablemente recogida en esta nueva versión. El interés no decae en el resto del registro. Si Schnittke hace su habitual exhibición de estilos varios, homenajeando explícitamente a Stravinski, Shostakovich y Prokofiev, Jukka Tiensuu, este interesante compositor finlandés incomprensiblemente poco conocido y gran virtuoso del clave, alcanza momentos de gran intensidad en la pieza Mutta. Lo abstracto del autor escandinavo choca con la expresividad de Sofia Gubaidulina. El tema In croce es ya suficientemente conocido, pero no la sonata Et exspecto, una pieza de duración generosa que por la especial interpretación del acordeonista Dario Flammini y el fervor religioso que desprende toda la obra, en especial el cuarto movimiento, un coral de tono solemne, merecen largamente la escucha. F.R. Andreas Scholl UNA VOZ PARA SENESINO ARIAS PARA SENESINO. Obras de Haendel, Albinoni, Lotti, A. Scarlatti y Porpora. ANDREAS SCHOLL, contratenor. ACCADEMIA BIZANTINA. Director: OTTAVIO DANTONE. DECCA 475 6569. DDD. 65’32’’. Grabación: Milán, VI/2004. Productor: Chris Sayers. Ingeniero: Roberto Brenna. Distribuidor: Universal. N PN Conocido profesionalmente como Senesino por su origen sienés, Francesco Bernardi (c. 1680-c. 1758) ha sido una de las mayores figuras de la ópera de todos los tiempos. Aplaudido como cantante y actor excepcional, arrogante, soberbio e insolente, este castrato con voz de contralto, que llegó a acumular una de las más inmensas fortunas que haya tenido jamás músico alguno, fue uno de los grandes dominadores de las escenas italianas y londinenses durante la primera mitad del siglo XVIII. Andreas Scholl lo ha escogido para su último y esperado disco, trazando un recorrido por toda su carrera, desde los primeros títulos interpretados en Venecia (Albinoni), Nápoles (Scarlatti) y Dresde (Lotti) hasta las últimas contribuciones al género (Porpora) tras el regreso a Italia después de los años pasados en Londres, período documentado aquí por la más célebre relación artística de su existencia, la que mantuvo con Haendel. Dejando al margen las obras haendelianas (arias de Flavio, Rodelinda, Giulio Cesare in Egitto y Rinaldo), suficiente- mente conocidas, el resto del programa del disco tiene el interés de lo inédito, pues los fragmentos de óperas de Albinoni (Astarto, Engelberta), Lotti (Teofane, Gli odi delusi dal sangue), Scarlatti (Carlo re d’Allemagna) y Porpora (Il trionfo di Camilla) se graban por primera vez. Scholl se muestra como el cantante bien conocido por los aficionados, de bello timbre y excepcional técnica, que le permite transitar con brillantez los pasajes más exigentes de una música que es pródiga en ellos. Desde el punto de vista expresivo, podría pedírsele algo más de variedad, en especial en los dos recitativos acompañados de Haendel, en los que Senesino era al parecer un maestro consumadísimo, y en los fragmentos lentos. Así, el momento más célebre de todo el recital, el Cara sposa de Rinaldo, que Senesino interpretó en la reposición de 1731, aunque la ópera datase de 1711 y Haendel la escribiese para Giuseppe Nicolini, resulta entrecortado y de desconcertante frialdad. Más entonado parece en cambio en Discordi pensieri de Teofane de Lotti, donde, apoyado en el extraordinario violín solista de Stefano Montanari, Scholl alcanza una más que notable efusividad lírica, muy bien contrastada con la parte central, más animada, del aria. El Dove sei de Rodelinda de Haendel pasa sin pena ni gloria, con una irritante neutralidad teatral, hasta la impresionante messa di voce con que la culmina el cantante alemán, que muestra, ahí sí, las inmensas posibilidades de sus medios. En general, las arias de bravura parecen mejor resueltas desde el punto de vista dramático, en especial Del ciel sui giri de Carlo re d’Allemagna de Scarlatti, en la que la ornamentación fluye con una espectacular brillantez; Al lampo dell’armi de Giulio Cesare de Haendel, magníficamente captado su encendido espíritu marcial con un ritmo vivaz y ágil; y Va per le vene il sangue de Il trionfo di Camilla de Porpora, donde, más allá del virtuosismo, Scholl se muestra como un cantante elegante, refinado y capaz de sutiles cambios de color con pretensiones puramente expresivas. Atento y cálido acompañamiento de la Accademia Bizantina de Ottavio Dantone. Pablo J. Vayón 107 D V D 108 MOZART: CRÍTICAS de la A a la Z D V D MOZART-VARIOS Don Giovanni. BRYN TERFEL (Don Giovanni), RENÉE FLEMING (Donna Anna), FERRUCCIO FURLANETTO (Leporello), SOLVEIG KRINGELBORN (Donna Elvira), PAUL GROVES (Don Ottavio), HEI-KYUNG HONG (Zerlina), JOHN RELYEA (Masetto), SERGEI KOPTCHAK (Commendatore). CORO Y ORQUESTA DEL METROPOLITAN OPERA HOUSE. Director musical: JAMES LEVINE. Director de escena: FRANCO ZEFFIRELLI/STEPHEN LAWLESS. Director de vídeo: GARY HALVORSON. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4010. 180’. Grabación: Nueva York, X/2000. Subtítulos en español. Distribuidor: Universal. N PN E l Met neoyorquino se ha distinguido siempre por sus lujosas representaciones, tanto en lo musical como en lo escénico, caracterizándose este último concepto, casi siempre, por mantenerse dentro de los cánones de un elegante clasicismo. Esta producción de Don Giovanni no es una excepción. Se trata del penúltimo montaje de la ópera del genio salzburgués (el último fue realizado el pasado año por Marthe Keller, la bella actriz suiza de cine y teatro reconvertida en directora escénica de talento, como ha demostrado en sus Diálogos de carmelitas para la Opéra du Rhin), y lleva la firma de Franco Zeffirelli en el que supone uno de sus trabajos más sobrios. Apoyado en la monumentalidad de unos decorados diseñados por él mismo, y en un opulento vestuario creado por Anna Anni, el director de la reposición, Stephen Lawless, ha seguido las pautas establecidas por el director italiano realizando un movimiento de actores coherente y con mucha fuerza, aprovechando las marcadas personalidades de sus intérpretes principales. Las realizaciones mozartianas de James Levine se han caracterizado, en general, antes por su poderío que por su sutileza, pero funcionan muy bien. En este caso, el maestro estadounidense sabe establecer el adecuado clima escénico, obteniendo un sonido muy sinfónico de la estupenda agrupación titular del primer teatro americano. Bryn Terfel es un burlador de Sevilla de una sensualidad primaria, casi salvaje; una fuerza de la naturaleza que hace estallar todo cuanto tiene a su alrededor. Vocalmente es un auténtico placer gozar de ese instrumento pletórico y rotundo, que el cantante galés sabe manejar con mucha sabiduría para plegarlo en los momentos más delicados y hacerlo atronar en los más dramáticos. Junto a él marca un adecuado contrapunto el Leporello de Ferruccio Furlanetto, que se beneficia de las imponentes dotes histriónicas de este bajo italiano (curiosamente, en la producción salzburguesa de Patrice Chéreau y Daniel Barenboim, él era Don Giovanni y Terfel, Leporello). Renée Fleming compone una Donna Anna que, como pocas veces, es una auténtica antagonista del personaje titular, por su bellísima presencia escénica, la calidad de su instrumento y su estupendo dominio mozartiano. A su lado, Solveig Kringelborn como Donna Elvira resulta más pálida en lo vocal, pero se resarce gracias a su convincente actuación escénica. Paul Groves luce su cuidada línea de canto como Don Ottavio, y Hei-Kyung Hong es una Zerlina con más cuerpo y menos ligera de lo habitual. John Relyea como Masetto y Sergei Koptchak como el Comendador redondean una función claramente representativa de los fastos mozartianos del Met. R.B.I. VERDI: Falstaff. DONALD GRAMM (Sir John Falstaff), KAY GRIFFEL (Alice Ford), BENJAMIN LUXON (Ford), NUCCI CONDÒ (Mrs. Quickly), MAX RENÉ COSOTTI (Fenton), ELIZABETH GALE (Nanetta), RENI PENKOVA (Mrs. Meg PagE), JOHN FRYATT (Dr. Caius), BERNARD DICKERSON (Bardolfo), UGO TRAMA (Pistola). CORO DE GLYNDEBOURNE. ORQUESTA FILARMÓNICA DE LONDRES. Director musical: JOHN PRITCHARD. Director de escena: JEAN-PIERRE PONNELLE. Director de vídeo: DAVE HEATHER. ARTHAUS 101 083. 118’. Grabación: Glyndebourne, 1976. Distribuidor: Ferysa. Subtítulos en español. R PN En esta producción del genial testamento verdiano, Jean-Pierre Ponnelle enlaza con la tradición del teatro isabelino proponiendo un espectáculo de corte enteramente británico, que, al mismo tiempo, prueba las bien conocidas dotes del recordado director de escena suizo. La comicidad está muy bien dosificada, y la caracterización de los personajes es pertinente y revela un concienzudo trabajo de preparación, a lo que contribuyen también los siempre en él cuidados trajes. En la escena del bosque introduce algún elemento de gusto más dudoso, pero esto no empaña la categoría global del montaje. Sir John Pritchard, por aquel entonces director musical del Festival de Glyndebourne, lleva las riendas musicales con brío, pero sin caer tampoco en la broma fácil, contando como siempre con el lujo de una Filarmónica de Londres que hace plena justicia a la extraordinaria riqueza orquestal de la partitura. Donald Gramm es un pancione muy bien delineado, con una poderosa voz de bajo-barítono, y el joven Benjamin Luxon luce su hermoso timbre y su elegante fraseo como Ford. Todo el reparto es muy homogéneo, y responde muy bien al espíritu de la comedia, desde la atractiva Kay Griffel (una soprano americana de nada desdeñables medios, a la que pudimos ver hace años en Madrid como Mariscala y Donna Elvira con la Staatsoper berlinesa) en una espirituosa Alice, hasta sus enredadoras comadres (Nucci Condò como Mrs. Quickly y Reni Penkova como Meg Page), o la simpática pareja de enamorados, con la deliciosa Nanetta de Elizabeth Gale y el delicado Fenton del tenor italiano Max René Cosotti, especializado después en papeles de opereta y de carácter. Muy graciosos el Dr. Caius de John Fryatt y los dos criados, Bernard Dickerson (Bardolfo) y Ugo Trama (Pistola). En resumen, un Falstaff muy vital, como la propia obra. R.B.I. D V D MOZART-VARIOS VERDI: Nabucco. MARIA GULEGHINA, soprano (Abigaille); JUAN PONS, barítono (Nabucco); SAMUEL RAMEY, bajo (Zaccaria); GWYN HUGHES JONES, tenor (Ismaele); WENDY WHITE, mezzosoprano (Fenena); STEPHEN MORSCHECK, bajo (Sumo Sacerdote). CORO Y ORQUESTA DEL METROPOLITAN NUEVA YORK. Director musical: JAMES LEVINE. Director de escena: ELIJAH MOSHINSKY. Director de vídeo: BRIAN LARGE. DEUTSCHE GRAMMOPHON 0040 073 0779. 142’. Grabación: Nueva York, IV/2001. Productores: Jay David Sacks, Louisa Briccetti, Susan Erben. Subtítulos en Italiano, Inglés, alemán, francés, español y chino. Distribuidor: Universal. N PN Con motivo del centenario de la muerte del compositor, el Met programó este Nabucco que tarde había llegado a su escenario (1960, documentado fotográficamente en el bonus que acompaña al DVD). Con decorados de imponente grandiosidad (de John Napier) y un espléndido vestuario acorde con la época y lugar (Andreane Neofitou), acompañados por una iluminación muy expresiva (Howard Harrison), el regista australiano Moshinsky mueve convenientemente a comparsería y solistas. En fin, que uno tiene la tranquila sensación de estar “viendo” la ópera de Verdi, sin esos sobresaltos a los que nos obligan algunos directores de escena contemporáneos, pariendo esos engendros que, a menudo, no tiene nada que decir y lo que es peor nada que ver con lo que están contando. Un espectáculo, sin embargo, que no adquiriría en imágenes todo su significado sin la formidable filmación de Large, capaz de mostrarnos las reacciones de los solistas y la planificación general, con una precisión y un virtuosismo impresionantes. Levine dirige con la consabida energía y entrega que merece esta espontánea partitura verdiana, con una orquesta excelente y un coro de similar calibre (que, como si se tratara de un mismísimo teatro italiano, repite el Va, pensiero). Partitura que se ofrece al completo, incluyendo repeticiones de las cabalettas (con ligeras variaciones) de Zaccaria y Abigaille. La voz de Ramey ya no está en la época de esplendor, pero aún es capaz de enfrentarse a este Zaccaria exigidísimo por todos los ángulos que se le escrute, porque es un artista extraordinario y un cantante no inferior. El masacrante papel de Abigaille encuentra en la hermosa voz de la Guleghina una intérprete dotada y generosa, con un desprendido registro superior (a la antigua usanza, regala un agudo en el primer concertante) y unas intenciones dentro de la mejor tradición. Pons canta muy bien y tiene registro suficiente, pero le falta un tantín (¿de carisma?, ¿de comunicabilidad?, ¿es sosería?) para arrasar como, dadas aquellas posibilidades, pudiera dar a entender. De cualquier manera, su Nabucco es de muy buen nivel. Para los casi episódicos papeles de Ismaele y Fenena no se puede pretender que primeras figuras acepten asumirlos en escena, como ocurre en numerosas grabaciones de estudio. Hughes Jones y White (más perentoria ésta, que tiene su momento de gloria en Oh, dischiuso è il firmamento) cumplen con suficiencia, igual que el bajo Morscheck que recuerda algo al Ramey juvenil. Rafael Suárez como Abdallo y Alexandra Deshorties en Anna redondean el importante cast. donde expresa el dolor de la reina, junto a un aria de una ductilidad extrema y un final lleno de dramatismo. En Al dolce guidami, de Anna Bolena, sabe destacar el aspecto doliente y melancólico, con una nobleza impresionante, donde el instrumento parece flotar sobre la música con una hermosura deslumbrante. Acaba el recital con la escena final de Il pirata, de Bellini, en la que la cantante muestra su gran inteligencia, dando su versión, aprovechando al máximo sus cualidades, empezando con unas frases llenas de autoridad, a las que sigue un aria llena de angustia, para acabar con una brillantez apabullante. El acompañamiento de la orquesta de la ORTF, dirigida por Carlo Felice Cillario, conocedor del repertorio y del estilo de la cantante, es correcto, con algunos momentos interesantes. nas. Como siempre en este tipo de recuperaciones audiovisuales, se trata de tomas sonoras monoaurales de calidad inferior a la que era habitual en aquellas mismas fechas en las grabaciones sólo de audio. Pero el aficionado buceará entre estos tesoritos, comparará la oferta canadiense, cada vez más amplia, y más de uno elegirá este exquisito recital cargado de sabor antiguo en el que Ferras desgrana una espléndida Sonata de Debussy, entre otras exquisiteces, y por mencionar sólo el segundo número de mayor importancia de este recital. Ya hubiéramos querido ver y oír a Ferras en el Concierto de Berg, que tiene grabado en EMI con acompañamiento de Georges Prêtre y que el sello del perrito parece dispuesto a no pasar nunca a CD. En fin, estas imágenes que comentamos aparecieron por televisión hace más de cuarenta años. Por televisión: ¿no parece increíble? F.F. RECITALES - VARIOS MONTSERRAT CABALLÉ. SOPRANO. Obras de Granados, Donizetti y Bellini. ORQUESTA FILARMÓNICA DE LA ORTF. Director: CARLO FELICE CILLARIO. VAI 4308. 43’. Grabación: Sala Pleyel, París, 15-X1966. Formato Sonido: Mono. Formato Imagen: 4:3. Código Región: 0. Distribuidor: LR Music. N PN L as posibilidades de ver a Montserrat Caballé en el cenit de su arte no son muchas, siendo referenciable la función de Norma que cantó en Orange. Por ello es de gran interés la edición del recital que dio en la Sala Pleyel de París el año 1966, poco después de su gran proyección mundial, como consecuencia de su debut en Nueva York, del que ahora se han conmemorado los 40 años, con un importante acto en la ciudad de los rascacielos. La fecha de este recital, indicado en la carátula, es el 15 de octubre, pero la cantante, en una reciente entrevista lo sitúa el 15 de junio. En este registro podemos encontrar la voz de Caballé en estado puro, mórbida, aterciopelada, con una importante densidad, que se mantenía en todos sus registros, junto con su dominio en la regulación de las dinámicas, la impresionante duración, redondez y seguridad de su fiato, la capacidad para las notas flotantes, la calidad de su media voz, la seguridad, basada en una técnica muy sólida, la forma impecable de atacar las notas y la musicalidad y sutileza a toda prueba. El recital es algo corto y empieza con La maja y el ruiseñor, de Goyescas, de Granados, página a la que dota de una cuidada belleza vocal. Luego aparecen tres arias de belcanto, que pueden considerarse emblemáticas, por el dominio del estilo, la sensibilidad y expresividad en toda la gama, con Vivi ingrato, de Roberto Devereux, que empieza con un recitativo A.V. S.M.B. CHRISTIAN FERRAS. VIOLINISTA. Debussy: Sonata para violín y piano. Ravel: Pièce en forme de habanera, Tzigane. Bach: Gavotte y Gigue de la Partita en mi mayor. Mendelssohn: Concierto para violín. GUY BOURASSA, piano. ORQUESTA DE RADIO CANADÁ. Director: ALEXANDER BROTT. VAI 4282. 72’. Grabaciones: 1961-1963. Mono. Formato: 4:3. Código región: 0. Sin subtítulos. Distribuidor: LR Music. N PN S on antiguas grabaciones de la Radio Canadiense, que se dedica a registrar sus archivos en busca de grandes y pequeños tesoros. Le toca ahora el turno al magnífico violinista francés Christian Ferras, con un sensacional Concierto de Mendelssohn acompañado por una orquesta y una batuta simplemente dig- PIERRE MONTEUX. DIRECTOR. ORQUESTA SINFÓNICA DE BOSTON. FILMACIONES HISTÓRICAS. Brahms: Obertura trágica. Hindemith: Nobilissima visione. Stravinski: Petrushka. VAI 4316. 80’. Formato imagen: 4 : 3. Blanco y negro. Formato sonido: Mono. Código región: 0. Grabación: Boston, Teatro Sanders de la Universidad de Harvard, 20-I-1959 (en vivo). Coproducción de la Boston Symphony Orchestra y WGBH Educational Foundation. Distribuidor: LR Music. H PN Otro documento más de la Sinfónica de Boston, que en esta ocasión nos trae el concierto que Pierre Monteux dio como director invitado el 20 de enero de 1959, 109 D V D VARIOS es decir, cuando contaba 84 años de edad y unas asombrosas cualidades mentales (dirige de memoria las tres obras de esta velada). Bajito, rechoncho, con bigote de morsa, una batuta larguísima y una edad más apta para calmados paseos al sol que para complicados ejercicios intelectuales, no hay detalle ni matiz orquestal que se le escape, manteniendo al conjunto en todo momento bajo un férreo control; éste le responde en los tres casos con el virtuosismo y brillantez acostumbradas. Monteux sabe dar a cada obra su sentido del estilo, con coherencia, intensidad y colorido adecuados. Con una batida simple de arriba abajo, como bien se puede comprobar, posee una facilidad sorprendente para meterse a la orquesta en el bolsillo. Lástima que el sonido no sea muy allá, ni la filmación tampoco, lo cual, unido al elevado precio, frenará considerablemente la difusión de esta interesante película. Como en los casos de Munch y Barbirolli que hemos visto en números pasados, el locutor interviene en los tres casos haciendo las correspondientes introducciones en inglés a las obras. Indicado para profesionales o aficionados con suficiente rodaje musical y que no les importe la ausencia de modernas cualidades técnicas. E.P.A. COREOGRAFÍAS DE GEORGE BALANCHINE. Gluck: Chaconne. Prokofiev: El hijo pródigo. Verdi: Ballet de “Don Carlos”. Bizet: Juegos de niños. Chaikovski: Elegía y paso de dos. Solistas y miembros del NEW YORK CITY BALLET. WARNER 7559 79839-2. 106’. Grabación: Nashville, 1977. Productor: Emile Ardolino. Masterización: Macdonald Moore. Remasterización para DVD: Gateway Mastering Studios. Distribuidor: Warner. R PN 110 Una serie del programa televisivo Dance in America reúne las coreografías de Balanchine adaptadas a ese medio. Han salido las dos primeras entregas y éstas son la tercera y la cuarta. La estética del maestro es clara, un neoclasicismo que parte de la herencia clásica y abre algunas de sus posiciones sin entrar en conflicto con la escolástica. En especial, le preocupan los efectos plásticos, las actitudes de remate, la geometría arquitectónica de los conjuntos. Por lo demás, aquí aparece un Balanchine escolar y desmayado, salvo, en parte, en Prokofiev, donde cuenta una historia y nos sacude de la brillante clase de baile para llevarnos a un escenario. Más bien parece un gran maestro de ballet que exhibe a sus alumnos hacia finales de carrera. Desde luego, cuenta con un excelente conjunto y algunos de esos discípulos se llaman Mijaíl Barishnikov, Sean Lavery, Patricia Mac Bride, Suzanne Farrell o Peter Martins. En especial, brilla Barishnikov en su mejor momento, con un desenfado corporal juvenil, unos saltos que parecen apoyarse en el aire, una velocidad inve- rosímil para la robustez de su cuerpo y numerosos recursos de actor que van desde el grotesco soldadito de Andersen hasta el desgarrado hijo pródigo de la Biblia. B.M. soprano). La Scola canta un liriquísimo Nessun dorma que despierta entusiasmos en la muchedumbre y la Aliberti, en un cambio radicalísimo de repertorio, osa enfrentarse con la popular aria de la Wally y con O mio babbino caro. Muy floja en ambos casos, a pesar de algunos aciertos pasajeros. GRANDES ESTRELLAS DE LA ÓPERA. Páginas de El murciélago, L’italiana in Algeri, El rapto en el serrallo, Carmen, El violinista en el tejado, La traviata, Tosca, Adriana Lecouvreur, La forza del destino, La bohème, La viuda alegre, Turandot, La Wally, El barbero de Sevilla, Gianni Schicchi. Un amore così grande y Wien bleibt Wien. AGNES BALSTA, GUNTHER EMMERLICH, DEBORAH SASSON, SANDRA SCHWARZHAUPT, KURT RYDL, JERRY HADLEY, EVA MARTON, NEIL SHICOFF, ANNA TOMOWA-SINTOW, DANIELA BARCELLONA, VINCENZO LA SCOLA, LUCIA ALIBERTI. ORQUESTA SINFÓNICA DE PRAGA. DEUTSCHES FILMORCHESTER BABELSBERG. PENDERECKI FESTIVAL ORCHESTRA. Directores: ROLAND SEIFFARTH Y OLEG CAETANI. EUROARTS 2054028. 103’. Grabación: Dresde, 1998, 1999, 2000. Productores: Dieter Dierks y Hans Jürgen Kliebenstein. Subtítulos en alemán, francés e inglés. Distribuidor: Ferysa. N PN Se trata de extractos de tres de los festivales veraniegos que se celebraban (o siguen celebrándose) en Dresde, en la bellísima plaza donde domina el impresionante edificio de la Semperoper. En 1998, Baltsa y Shicoff cantan el dúo final de Carmen, intensos y generosos, y el bajo Emmerlich ofrece un vivo retrato del Osmin mozartiano, en solitario y luego con la bonita soprano Deborah Sasson, mucho mejor como Blonde que como la conocimos antaño, en un recital pucciniano para la antigua CBS, que fue como su presentación (fallida) en la sociedad lírica. Lo citado es lo mejor de este capítulo, ya que el conocido bajo Kurt Rydl aparece aburridísimo en el fragmento más popular de El violinista en el tejado y mucho más desganado en la canción de Ferilli Un amore così grande a dos voces con la atractiva Sandra Schwarzhaup, una cantante del montón. Al final, por el brindis de Traviata nos enteramos de que en esa velada también aparecieron Eva Marton y Jerry Hadley. En 1999, Shicoff y Tomowa-Sintow dominan el cotarro; él con lecturas más generosas que refinadas de las dos arias de Cavaradossi, el racconto de Rodolfo y el aria de la flor de Carmen; ella con una algo descontrolada presentación de la Lecouvreur y un Pace, pace mio Dio algo más centrado, mientras que otra vez la Sasson reitera su categoría de soubrette en una agradable lectura de la Canción de Vilja, rubricada con una luminosas nota en piano. El espectáculo del 2000 tiene clara presencia italiana, por el repertorio y por los solistas, en un programa lleno de sorpresas. La Barcellona se atreve con la seguidilla de Carmen (sosísima) y con la cavatina de Rosina (aquí mejor, en plan de la mezzo aguda que ella es, pero con detallitos de coloratura propios de F.F. LE SACRE DU PRINTEMPS. Un film mudo de Oliver Herrmann con la música de Igor Stravinski. Actores: SOPHIE SEMIN, ARIADNA DEL CARMEN, ROBERT HUNGER-BÜHLER. Productor ejecutivo: ROBERT ZIMMERMANN. Director de fotografía: DAVID SLAMA. FILARMÓNICA DE BERLÍN. Director musical: SIR SIMON RATTLE. ARTHAUS 100 333. Productor de la grabación: Christopher Franke. Film: 38’. Entrevista a Rattle: 15’. Story board y otro material: 75’. Subtítulos en inglés, alemán, francés, español. Formato: 16:9 y 4:3. Código región: 0. Distribuidor: Ferysa. N PN Se trata de una película de Oliver Herrmann con la música de Stravinski. No a partir de la música de Stravinski o para la música de Stravinski. Con ella. La lectura de Rattle con la Filarmónica de Berlín es todo lo espléndida que cabe esperar de esos dos nombres que lo dicen todo. Pero este DVD lo que contiene es un film, otro film excelente del malogrado Oliver Herrmann, del que ya hemos comentado aquí al menos su Pierrot Lunaire con Christine Schäffer. No es ésta una revista de cine, pero tenemos que intentarlo. Como en aquel Pierrot, Herrmann acumula una secuencia muy amplia de imágenes sugerentes y sugestivas, a veces provocadoras. Dios es una negra cubana sin rostro que fabrica personajes en su cocina (El experimento). Seguimos el destino de tres de esos personajes, de distinta procedencia: la viuda deprimida en su primera madurez, la joven ninfómana con padre que fue acosador, el ejecutivo agredido y melancólico (Obsesiones). Acabarán en una isla, en la isla. En la santería. Por libre, por separado (El ritual). Hasta la transformación, la iniciación, el renacimiento (El despertar). De fondo, siempre, y no de manera del todo gratuita, la música poderosa del Stravinski de 1913. El DVD se completa con toda una secuencia, repetición de la música incluida, de los dibujos de preparación del film (el storyboard), más una serie de entrevistas con los actores y con el propio Rattle; y también documentos de rodaje e información sobre el proceso de postproducción. Es un documento interesantísimo. No por lo musical, precisamente, sino a pesar de que se nos propone un film que nada tiene que ver con el guión original, la idea que dio lugar al Sacre de Stravinski. Acaso no deba de importar eso en un experimento como éste, de enorme interés visual y conceptual. S.M.B. ÍNDICE ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS Achúcarro, Joaquín. Pianista. Obras de Bartók y Rachmaninov. RTVE. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7 Agricola: Misas. Bali. Hungaroton. . . . . . . . . . . . . . .78 Alwyn: Conciertos para piano. Donohoe/Judd. Naxos. . . . . . .78 Amargós: Euridice. Schneider, Canturri/Amargós. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . .78 Ammann: Freedom of speech. Neue Musik Zürich. Hat Art. . . . . . . . . . . . . . . . . .79 Amsellem, Norah. Soprano. Canciones francesas. Claves. . . .103 Ángeles, Victoria de los. Soprano. Obras de Mozart, Haendel y Vivaldi. VAI. . . . . . . . . . . . . .73 Arias para Senesino. Obras de Haendel, Albinoni y otros. Scholl. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . . .107 Bach: Clave bien temperado II. Barenboim. Warner. . . . . . . . .80 — Suite inglesa 6 y otras. Anderszewski. Virgin. . . . . . . . . . . . .79 — Suites francesas. Asperen. Aeolus. . . . . . . . . . . . . . . . . . .79 Bartoli, Cecilia. Mezzosoprano. Ópera prohibida. Decca. 103 Bax: Tintagel y otras. Lloyd-Jones. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . . . .80 Beethoven: Conciertos para piano. Serkin/Kubelik. Orfeo. . . . . . .81 — Sinfonía 9. Furtwängler. Music & Arts. . . . . . . . . . . . . .80 — Sinfonías 2 y 6. Kubelik. Audite. . . . . . . . . . . . . . . . . . .81 Bellini: Norma. Gruberova, Machado/Haider. Nightingale. . . . . . . . . . . . . . .81 Berlioz: Réquiem. Scherchen. Tahra. . . . . . . . . . . . . . . . . . .82 — Troyanos. Vickers, Veasey, Soyer/Davis. Philips. . . . . . . .76 Boccherini: Cuartetos op. 10. Comunità. Brilliant. . . . . . . . .82 Boito: Mefistofele. Ghiaurov, Freni, Caballé/De Fabritiis. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . . . .76 Brahms: Sextetos, arr. piano. Matthies/Köhn. Naxos. . . . . . . . . .82 — Variaciones para piano. SchmittLeonardy. Brilliant. . . . . . . . . .83 Britten: Iluminaciones, Sonetos. Pears/Britten. NMC. . . . . . . . .82 Bruckner: Sinfonía 9. Wand. Profil. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .83 Bumbry, Grace. Mezzo. Obras de Verdi, Liszt y otros. VAI. . . . . .73 Byrd: Obras para clave. Leonhardt. Alpha. . . . . . . . . . . . . . . . . . .84 Caballé, Montserrat. Soprano. Obras de Granados, Donizetti y Bellini. VAI. . . . . . . . . . . . . .105 Chaikovski: Trío. Weithaas/Bohórquez/Vogt. EMI. . . . . . . . . . . .84 Chopin: Conciertos para piano. Zacharias. MDG. . . . . . . . . . .85 — Estudios, Sonata 2. Freire. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . . . .84 — Scherzos. Virsaladze. Live. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .85 Cilea: Gloria. Roberti, Rota/Previta- li. Bongiovanni. . . . . . . . . . . .85 Copland: Fantasía y otras. Pasternack. Naxos. . . . . . . . . . . . . .85 Coreografías de Balanchine. New York City Ballet. Warner. . . . . . . . . . . . . . . . .106 Crumb: Madrigales y otras. Wernick. New World. . . . . . . . . .85 Curran: Maritime rites. Curran. New World. . . . . . . . . . . . . . .71 Dutilleux: Árbol de los sueños. Charlier/Graf. Arte Nova. . . . .86 Dvorák: Cuarteto 13. Vlach. Suprahon. . . . . . . . . . . . . . . .87 — Sinfonías. Suitner. Edel. . . . .74 Elgar-Payne: Sinfonía 3. Davis. NMC. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .87 Facco: Amazonas de España. Serrano/Ladrette. MAA. . . . . .67 Falla: Amor brujo. Sombrero de 3 picos. Valdés. Naxos. . . . . . . .87 Fantasías inglesas. Fortin. Analekta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .106 Ferras, Christian. Violinista. Obras de Debussy, Ravel y otros. VAI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .105 Flecha: Ensaladas. Balestracci. CPO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .87 Furtwängler, Wilhelm. Director. Obras de Schumann, Bruckner y Chaikovski. Tahra. . . . . . . . .106 Garanca, Elina. Mezzosoprano. Arias favoritas. Ondine. . . . .104 Gershwin: Tip-Toes. Loesser, Stadlen/Fisher. New World. . . . . .70 Ginastera: Canciones y música de cámara. Sala/Sulzen. Orfeo. . . . . . . . . . . . . . . . . . .88 Grandes estrellas de la ópera. Euroarts. . . . . . . . . . . . . . . . .106 Haendel: Conciertos para órgano. Schmitt/Matt. Brilliant. . . . . . .89 — Saúl. Joshua, Saks/Jacobs. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . .88 Horne, Marilyn. Mezzo. Obras de Haendel, Beethoven y otros. VAI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .73 Humperdinck: Hijos del rey. Moser, Henschel/Luisi. Profil. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .89 Infantas: Motetes. Noone. Almaviva. . . . . . . . . . . . . . . . .89 Kanawa, Kiri Te. Soprano. Obras de Weber, Haendel y otros. VAI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .73 Kasarova, Vesselina. Mezzosoprano. Dúos. RCA. . . . . . . . . . .104 Kodály: Obras para chelo. Perényi. Hungaroton. . . . . . . . . . . . . . .90 Koechlin: Obras para clarinete. Altmann/Henschel. Hänssler. .90 Korcia, Laurent. Violinista. Obras de Bacri, Bloch y otros. RCA. . . . . . . . . . . . . . . . . . .104 Lecuona: Danzas. Ferman. Talent. . . . . . . . . . . . . . . . . . .90 Liszt: Funerales y otras. Cohen. BIS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .91 London, George. Barítono. Obras de Mozart, Strauss y otros. VAI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .73 Mahler: Sinfonía 5. Haitink. Naïve. . . . . . . . . . . . . . . . . . .91 — Sinfonía 9. Tilson Thomas. Avie. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .92 — Sinfonías. Kondrashin. Melodiya. . . . . . . . . . . . . . . . .91 Martinu: Frescos. Davis. Warner. . . . . . . . . . . . . . . . . .92 Monteux, Pierre. Director. Obras de Brahms, Hindemith y Stravinski. VAI. . . . . . . . . . . . . . . . . .105 Mozart: Concierto para piano 16. Knauer/Norrington. Warner. . . . . . . . . . . . . . . . . .92 — Cuartetos de juventud. Casals. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . .72 — Don Giovanni. Terfel, Fleming/Levine. DG. . . . . . .104 — Sonatas para violín y piano. Podger/Cooper. Channel. . . . .92 — Sonatas para violín y piano. Manze/Egarr. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . .93 Música cortesana en la Europa de Juana I de Castilla. Paniagua. Pneuma. . . . . . . . . . . . . . . . .106 Música en tiempos del motín de Aranjuez. Sánchez Mascuñano. MAA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .67 Offenbach: Obras para piano 1. Sollini. CPO. . . . . . . . . . . . . .93 Pahud, Emmanuel. Flautista. Obras de Strauss, Widor y Franck. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . . . .104 Panufnik: Concierto para chelo. Rostropovich/Wolff. NMC. . . .93 Partch: Colección Harry Partch. Varios. New World. . . . . . . . .68 Ponchielli: Gioconda. Caballé, Pavarotti, Baltsa/Bartoletti. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . . . .76 Prokoviev: Ballets. Rozhdestvenski. Melodiya. . . . . . . . . . . . . . . . .75 Rauch: Cantatas. Dobra. Hungaroton. . . . . . . . . . . . . . .93 Ravel: Gaspard. Aimard. Warner. . . . . . . . . . . . . . . . . .94 Riley: Diamond. Riley. Wergo. . . . . . . . . . . . . . . . . . .93 Rimski-Korsakov: Scheherezade. Immerseel. Zig Zag. . . . . . . . .95 Rivet, Christian. Guitarrista. Obras de De Visée y Jolivet. Zig Zag. . . . . . . . . . . . . . . .105 Rossi: Toccate e corenti. Bötticher. Alpha. . . . . . . . . . . . . . . . . . .94 Rözsa: Sinfonía concertante. Albert. CPO. . . . . . . . . . . . . .94 Russell, David. Guitarrista. Obras de Llobet, Segovia y otros. Telarc. . . . . . . . . . . . . . . . . .105 Sainte-Colombe: Conciertos. Voix Humaines. Atma. . . . . . . . . . .95 Sacre du printemps. Arthaus. . . . . . . . . . . . . . . . .106 Sarao barroco. Sánchez Mascuñano. MAA. . . . . . . . . . . . . . . . .67 Schubert: Misa 6. Kubelik. Audite. . . . . . . . . . . . . . . . . . .81 Scarlatti: Sonatas. Ogg. Lindoro. . . . . . . . . . . . . . . . . .95 Schumann: Amor de poeta. Bauer/Hielscher. Naxos. . . . . .96 — Fantasía. Kreisleriana. Achúcarro. Ensayo. . . . . . . . . . . . . . .96 Segovia, Andrés. Guitarrista. Obras de Bach, Rodrigo y otros. DG. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .77 Shostakovich: Sonata para viola. Rachlin/Golan. Warner. . . . . .97 Souzay, Gérard. Barítono. Arias antiguas. Claves. . . . . . . . . .106 Strauss: Ariadne auf Naxos. Norman, Gruberova, Varady/Masur. Philips. . . . . . . . . . . . . . . . . . .77 — Dafne. Fleming, Yuon/Bichkov. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . . . .98 — Lieder 1. Brewer/Vignoles. Hyperion. . . . . . . . . . . . . . . . .96 Szymanowski: Sonata 2 y otras. Anderszewski. Virgin. . . . . . .99 Tallis: Spem in alium y otras. Summerly. Naxos. . . . . . . . . . . . . .98 Tebaldi, Renata. Soprano. Obras de Puccini, Rossini y otros. VAI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .73 Telemann: Conciertos para flauta. Goebel. Archiv. . . . . . . . . . . .99 Tenney: Pika-Don. Williams. Hat Art. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .99 Tippett: Antología. Varios. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . . . .69 — Sinfonías 1, 2. Tippett. NMC. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .69 — Fantasía. Sellik. NMC. . . . . .69 Usandizaga: Mendi-Mendiyan. Davidova, Ubieta/Mena. Marco Polo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .99 Valderrábano: Silva de sirenas. Rivera. H. Mundi. . . . . . . . .100 Vaughan Williams: Te Deum y otras. Baker. Hyperion. . . . .100 Veracini: Disertaciones sobre Corelli. Guglielmo/Coen. Stradivarius. . . . . . . . . . . . . .100 Verdi: Attila. Bergonzi, Deutekom, Milnes/Gardelli. Philips. . . . . .76 — Corsaro. Carreras, Norman, Caballé/Gardelli. Philips. . . . .76 — Giorno di regno. Cossotto, Norman, Carreras/Gardelli. Philips. . . . . . . . . . . . . . . . . . .76 — Falstaff. Evans, Kraus, Freni/Solti. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . .76 — Falstaff. Randall, Merriman/Toscanini. Music & Arts. . . . . . .101 — Falstaff. Gramm, Griffel/Pritchard. Arthaus. . . . . . . . . . . .104 — Nabucco. Guleghina, Pons/Levine. DG. . . . . . . . . .105 — Réquiem. Fink, Schade/Harnoncourt. RCA. . . . . . . . . . . . . .101 — Stiffelio. Sass, Carreras, Moser/Gardelli. Philips. . . . . .76 Vertige. Obras de Ligeti, Gubaidulina y otros. Solotarev. Stradivarius. . . . . . . . . . . . . .107 Wagner: Maestros cantores. Weikl, Bailey, Kollo/Solti. Decca. . . .76 Weber: Oberon. Davislim/Martinpelto/Gardiner. Philips. . . . . . . . . . . . . . . . . .101 Winter: Kastanienball. Suonar Parlante. Winter & Winter. . . . .102 Ysaÿe: Sonatas. Zehetmair. ECM. . . . . . . . . . . . . . . . . . .102 Zimmermann: Metamorfosis y otras. Hirsch. Wergo. . . . . . .102 111 EL BARATILLO DESECHILLOS DE TIENTA Y 112 a hemos dicho aquí unas cuantas veces que la oferta cutre ya no es, ni de lejos, lo que era, que las casas con más pretensiones, mejores medios e infinito mejor hacer como TIM, Andromeda, Archipel y alguna otra se han ido haciendo con este mercado en el que antes había cosas tan pintorescas como interesantes, mal presentadas, feas a más no poder, pero con un interés evidente. La presencia de esos grandes ha hecho que los más pequeños se fueran quedando atrás o desaparecieran e incluso que alguno con muy buenas cosas en su catálogo —como Disky— guarden silencio desde hace demasiado tiempo. Y busca buscando, y por variar de las casas grandes —a las que volveremos el mes próximo, no se preocupen— uno ha hecho limpieza de fondos y se ha encontrado con cosas que estaban esperando turno pero a las que, por hache o por be, nunca les tocaba salir a la palestra de estas páginas pobres pero honradas. Algunas se encuentran todavía por ahí, otras hay que buscarlas con lupa en internet pero todas son de una honradez a carta cabal y alguna, ya lo verán, hasta resulta ser una sorpresa. Démosles, pues, su oportunidad, la última seguramente, a estos productos del mercado asilvestrado que tan felices pueden hacernos por muy poquito dinero. Vamos a empezar con la sorpresa, que no es otra que una Cuarta de Brahms dirigida por el gran Joseph Krips, el mismo de aquellas sinfonías de Beethoven que recomendábamos en estas páginas un día y que, todo hay que decirlo, no han acabado de convencerle a algún lector conspicuo por mor de la reconstrucción técnica, a su entender no demasiado cuidada. Es el problema de estas grabaciones que a veces sería mejor no tocar demasiado, dejarlas con sus pejigueras de época aunque suenen un poquito peor. Pero, claro, ya se sabe que el público de hoy pide limpieza y que en el proceso se pierden a veces cuestiones fundamentales. Es un debate demasiado largo y pelín técnico que nos llevaría demasiado lejos en tiempo y en espacio. Volvamos a nuestro gordito relleno y digamos que su Cuarta de Brahms es excelente. Procede de una grabación en estudio publicada por Decca en 1950 y recogida luego, en 2003, en un álbum dedicado al gran director vienés, y que uno sepa este disco es la única posibilidad de escucharla al margen del álbum citado, más oneroso sin duda. Estamos, ni que decir tiene, ante la gran tradición, ante ese romanticismo en el que la profundidad no está exenta de ligereza, como lo demuestra el transparente Andante moderato. Como complemento, si vale la expresión, se nos ofrecen las Variaciones sobre un tema de Haydn en una versión en vivo de Wilhelm Furtwängler con la Filarmónica de Viena — no se nos indica fecha, así que a averiguarlo—, con algunos problemas de sonido pero no graves (Audio Archive Classics CLA005). El segundo disco de este desecho de tienta llega de la mano de los restos de lo que en alguna parte debió de ser una colección de quiosco o similar a cargo de la firma EFSA y licenciado de otra denominada Cascade. Aquí empezamos mal, pues se nos dice que el intérprete es la Orquesta Académica de la Universidad de Friburgo, lo que tratándose de obras para coro de Mendelssohn es referirse a la mitad del elenco — supongo que el coro será el de la misma universidad. Pero la verdad es que las versiones resultan ser bastante de recibo si no de referencia y la música rara y hermosa: Salmos 10, 22, 42, 51, 55 y un par de corales (CMF 092). No le haría yo ascos al tercero de los discos de este batiburrillo, pues contiene, entre otras cosas, las Goyescas de Granados —más los Estudios expresivos— que grabara la pianista griega Rena Kyriakou allá por los años sesenta del pasado siglo, y que es una de esas versiones que conviene escuchar, que no siendo de las cimeras sí aporta cosas a una obra de la que tenemos todos unas cuantas versiones ideales. Eso va en un disco de este álbum de dos, el primero de los cuales está dedicado a piezas de Albéniz, en las que la cretense demuestra que sabía muy bien el terreno que pisaba. Estas grabaciones han estado ya en Tournabout, en Tuxedo y más reciente en Quadromania —en un álbum de cuatro cedés de precio imbatible. La presentación es decente, con errores tan de bulto como la inclusión de dos obras —Córdoba y Asturias— tocadas a la guitarra, muy bien por cierto, pero no se sabe por quién. Además a la pianista la llaman Kena y no Rena. Impagable, pues, para coleccionistas de disparates… y de buena música barata (Gold Classics Collection. Clásico Español. 40.007). Y cerremos con uno de esos maestros que aseguraban siempre fidelidad a la música, buenas ideas —a veces excelentes—, pundonor y lo que hay que tener: Gary Bertini, el israelí fallecido este mismo año y que tan buenos ratos nos hizo pasar a los aficionados españoles y a los compradores de discos —qué bueno su ciclo de las sinfonías de Mahler para EMI que cualquier día sacará algún avispado para las licencias. Bertini hace aquí con la Sinfónica de Bamberg una Quinta de Chaikovski muy interesante, muy como era él, con todo en su sitio pero también con suficiente espacio como para dejar esos destellos de talento que a veces le hacían ser tan especial. La orquesta, en la grabación de 1987, estaba bajo la titularidad de Horst Stein, es decir, había perdido algo de esa calidad con la que sorprendió cuando la vimos en España algunos años antes y que le duró hasta la época Rowicki —por cierto, que ahora vuelve a estar muy bien con Jonathan Nott. Bueno, que me distraigo, cómprense este disco si lo ven, que a mí me costó dos euros y los he dado por bien empleados. Y nada más por este mes. Ah, sí. Responder una pregunta acerca de grabaciones baratas en SACD. Las hay, claro que las hay. El sello RPO —el de la Royal Philharmonic— está reeditando su fondo en ese formato a cinco euritos. Ya saben que ahí hay de todo, pero también algunas cosas que valen la pena: el Grieg del pianista Ronan O’Hara, el Berlioz de Gibson, el Beethoven de Herbig, un Sibelius muy bueno de Ole Schdmit, un curioso Cesar Franck de Leppard… Nadir Madriles [email protected] D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA E l 9 de mayo de 1805 moría en Weimar Friedrich Schiller cuando aún no había cumplido los cuarenta y seis años. No hay constancia de que tuviera un interés especial por la música, aunque él mismo declarara que su inspiración poética nacía de un sentimiento de musicalidad. Sea como fuere, lo indudable es que sus grandes dramas han servido de punto de partida para algunas importantes óperas, en tanto que numerosas poesías suyas han sido puestas en música por destacados compositores. A los doscientos años de su desaparición, SCHERZO le dedica las páginas que siguen. 113 D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA ANTE EL UMBRAL ROMÁNTICO En el último cuarto del siglo XVIII, lo que hoy es Alemania sale, por fin, del hundimiento posterior a la Guerra de los Treinta Años. Un país unido por una lengua y una literatura pero con Estado imperial puramente decorativo, es, en rigor, una dispersa red de señoríos, mal comunicados entre ellos, dominados por cortes minúsculas y provinciales, con un acendrado sentido patrimonial de la cosa pública. Tampoco hay una estricta unidad religiosa, ya que si bien la inmensa mayoría de la población se dice cristiana, dicha cristiandad se ha escindido con la Reforma. Baviera es católica, como Austria, pero Prusia es luterana y luego hay evangelistas y calvinistas por todas partes. Ni la Iglesia romana ni el imperio bicéfalo tienen ningún interés en que Alemania se unifique y forme un Estado moderno, acaso despótico e ilustrado, como lo proyecta la monarquía prusiana de Federico el Grande. Habrá que esperar un siglo para que ello ocurra. M ientras tanto, en el espacio alemán hay una población de mayoría campesina, cuyo contacto con el mundo es el predicador dominical y que empieza a escolarizarse tímidamente. Los rudimentarios maestros de primeras letras suelen ser sargentos del ejército, como en Prusia y Brandemburgo, hasta que Berlín inventa la Escuela Normal de maestros, según recuerda Dilthey. La ciudad es un hecho intermitente en aquella Alemania desparramada y de caminos primitivos e ineficaces. Apenas existe la gran urbe comercial de modelo europeo: Hamburgo, Lübeck y otras ciudades de la Hansa, la alianza mercantil del Norte. Contados ejemplos hay de ciudades laboriosas como Leipzig, con su industria textil y sus imprentas, talleres de encuadernación y librerías. Normalmente, la ciudad alemana es la llamada ciudad-residencia, agrupación de edificios donde vive una corte, con sus palacios, sus cuarteles, sus teatros, sus iglesias, sus dependencias, oficinas y negocios de Portada de una edición de la Oda de Schiller, con la casa del poeta en Leipzig 114 servicios. Una muralla la defiende y, extramuros, hay amenos paseos para los ocios primaverales de sus gentes. Lo que saca a Alemania del pozo de la historia es una potencia cultural que quiebra las fronteras amuralladas de ese país indeciso entre Oriente eslavo y Occidente latino y anglosajón. La novela Las cuitas del joven Werther (1774) y la serie de las Críticas de la razón que culmina con la Crítica del juicio (1790) extraen la cultura alemana de la marginalidad suburbana y la instalan en el fulcro de la Europa intelectual. La obra de Goethe entusiasma a prosistas y poetas, a lo que se añade su aureola de libro inmoral, que incita al suicidio, y de texto censurado y perseguido en distintas ciudades europeas, por la autoridad civil o eclesiástica. Pero lo decisivo en la novela goetheana es que fija un tipo de personaje que se convierte en paradigma de lo que será el hombre romántico: un ser insociable, que tiene horror a la madurez y se encanta con las seducciones de la adolescencia, para el cual el amor es imposibilidad y desdicha, que acaba desvalorizando el mundo adulto a tal extremo que se borra de él eligiendo la muerte. Víctima de la impostura inventada por MacPherson, el poeta Ossián, cree que su educación sentimental está entre los bardos de la Edad Media, un mundo heroico, caballeresco que confunde batallas e idilios, un mundo antimoderno y fantasmal, desde donde los grandes difuntos llaman a los vivos en los plenilunios. Kant, por su parte, hace culminar la filosofía de la Ilustración, llevado el racionalismo a su cima y también a su agotamiento. Su razón empieza a perder su pureza, se vuelve práctica y su visión de lo estético se abre a lo sublime, que tanto conmoverá, enseguida, a los románticos. Lo sublime es una elevación infinita donde el sujeto pierde sus límites y trasciende el mero placer que proporciona el arte, placer que mantiene al sujeto distinguido del objeto que lo gratifica. Lo sublime está más allá de la dualidad bello-feo y en él hay éxtasis más que percepción. Si una estatua debe ser bella, un naufragio, un terremoto, una tempestad pueden ser sublimes prescindiendo de toda hermosura. Si subrayo los nombres de Goethe y Kant no es sólo por su predicamento europeo sino porque son dos figuras señeras para el joven Schiller, que siempre fue joven en verdad y, por ello, algo romántico. No se concibe, en efecto, a un romántico viejo, calvo y desdentado. Ni siquiera se lo concibe maduro, atlético y triunfador. Sentirá siempre una noble atracción por las causas perdidas y evitará las pedagógicas desilusiones de la madurez. Así harán los seguidores de Werther, Adolfo de Benjamin Constant, Chatterton de Alfred de Vigny, Jacopo Ortis de Ugo Foscolo, por no incluir en la lista a Mariano José de Larra. D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA Ideales y traumas Otro fenómeno, esta vez traumático, que define el final del siglo XVIII, es la Revolución Francesa. También en ella los ideales de la Ilustración culminan y se consuman. La Razón, que ha hecho la crítica de las religiones, es convertida en diosa. El republicanismo acérrimo desemboca en el imperio napoleónico. El humanitarismo sirve para refundar el nacionalismo francés. Esta dualidad del fenómeno revolucionario, que encantó a todos en un primer momento y luego produjo la espantada del Terror, fue advertida por Schiller en su Oda a la alegría, tan oportunamente apropiada por Beethoven cuando no sabía cómo rematar su Novena Sinfonía. “Todos los hombres devienen hermanos” se proclama en ella. Para ser hermanos hay que reconocer unos ascendientes comunes. Los de la humanidad han de estar por encima de ella. La alegría es el sentimiento que nace de reconocer la común ascendencia, la divina. Los hombres serán hermanos cuando compartan sus dioses, si es posible uno solo, varón o mujer, para economizar disputas. La aproximación y la distancia de los alemanes respecto de la Revolución Francesa también se da en el teatro de Schiller. Ciertamente, la Revolución servía de modelo para la modernización de un país anticuado pero, a la vez, el primer esbozo de unión nacional, la Confederación de los Estados del Rin, era un invento del invasor Napoleón. Construir una nación moderna implicaba aliarse al extranjero, hiriendo el patriotismo. Algo similar a lo ocurrido con los afrancesados españoles. En Schiller hay que considerar el carácter aparentemente histórico de sus dramas, que tantas veces sedujeron a los compositores de ópera por sus posibilidades histriónicas “naturales”: sus personajes que hablan en el borde del canto mismo. En rigor, la cantidad de licencias y anacronismos que el escritor se permite, sacan a sus dramas del marco histórico para llevarlos a la alegoría. Ciertamente, en Don Carlos y en Guillermo Tell hay una clara alusión a la lucha contra el despotismo. En el caso “español” —la España de Schiller siempre lo es de aquella manera— se subraya el carácter teocrático de ciertas monarquías. No resulta nada claro, por el contrario, que Schiller se decantara por la república, siguiendo el primer modelo revolucionario francés. La libertad que el marqués de Posa (personaje rigurosamente inexistente en la historia de España) pide para Flandes es la libertad religiosa reclamada por los protestantes, acaso una vaga libertad de consciencia que lleve a la libertad de expresión, pero no la libertad del pueblo flamenco para gobernarse a sí mismo. Se trata de un ideal fuera del tiempo, en el más allá de las ideas, con lo cual se refuerza el carácter no histórico de estas piezas, donde los personajes de la historia se traducen al lenguaje de la ficción (baste echar una ojeada a su Santa Juana en La doncella de Orleans). Por otra parte, los voceros de la libertad, como el citado Posa y el Piccolomini de la trilogía Wallenstein, son individuos de la aristocracia, nobles liberales si se prefiere la fórmula. No lo es Guillermo Tell, hombre modesto y plebeyo, pero se trata de un líder bonapartista, con una relación visceral, cordial y oscura entre él y su pueblo, según el modelo napoleónico, al cual tampoco hemos de desquiciar del mundo revolucionario francés. Mirados de cerca, estos dramas suelen ser embrollos de familia, a veces de familias cortesanas. Hay amores encontrados —hallados y enfrentados, quiero decir— y desencontrados, que dan lugar a un juego muy schilleriano: el amor privado se convierte en amor a la humanidad, en el ser amado se descubre al ser humano. Hasta aquí llega el balance, inestable según se ve, que Schiller hace de la Revolución Francesa, siendo que él murió en plenas campañas napoleónicas. No lejos se sitúa la actitud de Goethe, aunque más his- tórica si se quiere, porque le tocó seguir a los ejércitos de la coalición contrarrevolucionaria hacia Francia, así como luego ser asediado malamente por las tropas de Bonaparte y admirativamente por el propio Emperador. Schiller era diez años menor que Goethe, lo admiraba desde muchacho y lo rondaba sin poder encontrarse con él. Sus sentimientos hacia el dios de Weimar siempre fueron contradictorios. Al principio le parecía dotado de un “orgulloso desdén filosófico por la especulación”, un personaje que imponía modas y desplegaba sus vacuas exposiciones científicas. Lo amaba desde lejos, advirtiendo su extraordinario egoísmo (legítimo, digo por mi cuenta: Goethe no podía ignorar que era Único), el de un genio apenas rozado por el destino. Como tantos contemporáneos, lo percibió frío, remoto, rígido, orgulloso, concluso y de una intimidad oculta: un hombre infeliz que se enmascaraba en su soledad. Con todo ¿hay algo más atractivo que un antípoda, sobre todo si es Goethe? La amistad se inició en 1794, cuando Schiller le escribió una carta llena de reverencias pidiéndole una colaboración para la revista Die Horen. Siguieron mil páginas de correspondencia e incontables coloquios, de los cuales quedan noticias fragmentarias en anotaciones de diarios. Para Goethe, Schiller fue su segunda juventud y el retorno a la poesía, que dejara de lado a favor de la prosa. Con todo, había un punto de disidencia en cuanto a la calidad de lo artístico. Schiller defendía el idealismo: el arte ha de proponer ideales a los hombres, sin ocuparse de su realidad temporal. Por ello: nada de experiencia, nada empírico. En cambio, Goethe era sensual, científico, fascinado por la variedad inclasificable de la naturaleza. No le importaban las filosofías del arte si la obra conseguida era buena. La gran riqueza material de sus ideas le parecía a Schiller pobreza de conocimiento elaborado. Su modelo eran los filósofos de escuela, con su carga cancilleresca de prosa teológica. El idealismo lo llevaba a considerarse un griego clásico, en tanto Goethe insistía en que Schiller era un escritor nórdico cuyo vínculo con Grecia resultaba una mera racionalización. Schiller seguía a Kant, que Goethe admiraba con reservas. “El viejo de Königsberg”, como solía llamarlo, le parecía un extremista cristiano que consideraba al hombre un ser radicalmente malo. Tampoco lo convencía la tajante separación entre los juicios sintéticos a priori y los analíticos a posteriori, porque siempre él había actuado con una pulsión que iba de los unos a los otros, dialécticamente. Goethe había fundado el movimiento del Sturm und Drang, que intentó, entre otras cosas, poner la razón en movimiento y sacarla de esa kantiana contemplación pura. Ni siquiera lo persuadieron las tardías consideraciones de Kant sobre el arte —el juicio estético como un juicio desinteresado—, pues ignoraba el placer corporal que proporciona la obra bella. No sabemos siquiera que Goethe haya leído atenta y exhaustivamente a Kant, aunque sí que alimentaba todas las tertulias eruditas de la época. Naturaleza y cultura Schiller, en efecto, partió siempre de categorías kantianas, en especial de la dualidad entre naturaleza y cultura, que viene de lejos, de Vives y Montaigne. El arte es cultura y su fin es llegar a lo suprasensible. Si, por ejemplo, ha de representar el dolor, no lo hará como tal dolor, mero hecho físico que le sirve de medio. El arte empieza con el bello despertar de las fuerzas espirituales. Convierte lo superfluo en necesario, no ya en la ciega necesidad instintiva de la naturaleza, sino en la lúcida necesidad de la norma que el hombre impone a la naturaleza, desde su libertad y por mediación de la forma. La tragedia es su lugar privilegiado 115 D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA quier objeto transformado en instrumento, en juguete, sometiéndolo a variables reglas del juego. Lo lúdico es el lugar privilegiado de la libertad. Tal es la doctrina que fundamenta las Cartas sobre la educación estética de la humanidad. ¿Qué papel juega la música en este proceso educativo? No abundan las declaraciones de Schiller sobre el tema, aunque se prodiguen las inferencias, algunas ya expuestas. O, extendiendo el razonamiento: si la música es apenas citada a favor de la poesía y las artes visuales, es porque, al no mencionarla, está agazapada por todas partes. El saber musical, en clave griega clásica, es todo el saber, el de las nueve musas que lo administran. Sin ir tan lejos, podemos imaginar a Schiller poco afecto a la música que dominaba en su tiempo, el final del periodo galante. “También la música de los nuevos parece dirigirse sólo a la sensibilidad y halaga a su través el gusto dominante, el cual no quiere ser alcanzado en lo sublime, fuerte y conmovedor sino agradablemente acariciado. Todo ha de presentarse melodiosamente y si hay un estruendo en la sala de conciertos, los oídos esperan que se anuncie otro pasaje armonioso” (Sobre lo patético). La música ha de ser “noble y viril”, calidades que desaparecen cuando la emoción artística —notoriamente, la provocada por la música— lleva a la pérdida del control y, en consecuencia, de la libertad. El paradigma musical schilleriano es la danza, movimiento corporal provocado por la alegría (la famosa bella chispa divina), armonizado por el arte sonoro con la “sencilla majestad de la norma”. Estado estético 116 porque sitúa en los afectos la diferencia entre la libertad moral y la ley de la naturaleza, y lo hace sensiblemente (cf. el ensayo Sobre lo patético). Lo patético, efectivamente, aparece cuando el hombre siente su impotencia y su miedo al enfrentarse con una fuerza que lo excede. En ocasiones, cabe pensar en Beethoven como el músico contemporáneo de Schiller que más se aproxima a este espacio de patetismo y en la música como el arte que mejor puede poner en escena la vivencia de lo patético tal como Schiller la describe. A diferencia del pathos clásico, en el cual se destruye al hombre, aplastado por el conflicto entre dos legalidades igualmente legítimas (la definición hegeliana de la tragedia), Schiller nos propone una imagen redimida del ser humano, la imagen que el arte construye uniendo las partes dispersas y contradictorias del hombre y armonizándolas en la categoría de la humanidad: la espiritualización del género animal llamado humano convertido en una nueva y segunda naturaleza, de carácter mecánico y no orgánico. Aunque no lo dijera expresamente, es lícito pensar que Schiller nos ha dibujado una solución musical al problema de la escisión y dispersión del ser en el hombre moderno: la relación armoniosa de los sonidos naturales de modo que parezcan “naturalmente” vinculados, aunque dicha relación sea de carácter vibratorio y matemático, es decir una construcción cultural. La expansión de la naturaleza es infinita y a ella se aferrarán con vértigo gozoso los románticos. Como infinita, es amorfa. Hay que descubrir el enigma de su unidad y darle forma en lo sensible. Esta es la tarea del juego estético. Su órgano es la imaginación, que lo distingue de la razón del filósofo y del entendimiento del científico. Importa mucho — lo señaló en su día Herbert Marcuse— esta apelación schilleriana al juego. A diferencia del trabajo, que impone a la actividad humana unas finalidades ajenas al trabajador y que no pueden alterarse, en el juego el hombre fija sus propias finalidades y las puede alterar. Le es posible, así, jugar con cual- Schiller considera con seriedad el juego estético que, si bien no es moral en sí mismo, tiene efectos morales. Al igual que la ética, pone límites al querer por medio de la forma. Este es el arranque de sus Cartas sobre la educación estética de la humanidad. La mágica y misteriosa aparición de la belleza funda los fenómenos estéticos que, en buena medida, sustentan la moral. A la pura necesidad natural de la materia, el arte aplica la forma. Así el hombre pasa de la mera realidad física al mundo problemático de la moral. El nexo antes descrito lleva a la política. Entre el terrible reino de las fuerzas y el sagrado reino de las leyes, el arte propone el Estado estético: dar libertad por medio de la libertad. Se conseguirá cuando la armonía interior de cada individuo se corresponda con la armonía social del conjunto. El Estado dinámico logró domesticar la naturaleza. El Estado ético fijó los códigos de la convivencia con sus derechos y deberes. El hombre sólo será plenamente libre en el Estado estético. En tanto Schiller desarrollaba sus doctrinas, en buena medida utópicas, sobre la sociedad conformada por el arte o por una humanidad educada por la estética, se producía la primera eclosión romántica: Tieck, Wackenröder, Novalis, los hermanos Schlegel, von Arnim, Brentano, los hermanos Grimm. Reaccionaron contra la Revolución Francesa del Terror jacobino y pensaron en una idealizada república medieval, una refundada cristiandad, un pueblo que había recuperado el origen y se había limpiado de los vicios acumulados por la historia. En este orden, la música ocupó un lugar privilegiado, el del arte supremo, lenguaje primordial y absoluto que capta la realidad profunda (abismal, sin fondo) de modo adecuado, en tanto la palabra es siempre inadecuada y epidérmica. Ya Herder, compañero de Goethe en la fundación del Sturm und Drang, había señalado la música como el arte de la humanidad, cerca de la utopía goetheana de la perdida lengua universal, cuyos fragmentos perduran en las poesías de los pueblos babélicos, es decir en lo que tienen de fonético, de prosódico, de cadencioso: de musical. El viejo Goethe reflexionará junto a su secreta- D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA rio Eckermann que la música es algo tan elevado que el intelecto no puede alcanzar. La música se adueña de todo y elude ser explicada: es demoníaca. Un siglo largo más tarde, Thomas Mann hará del compositor que protagoniza su Doktor Faustus un contratante del Demonio. Wackenröder atribuye a la música la misteriosa potencia de comunicarse con la esencia de las cosas y hasta con la misma divinidad, abriendo la senda que conduce a la romántica religión del arte. Primigenia y afectiva, es lo que más se aproxima a la materia y, a la vez, la más espiritual y abstracta, como adjetiva Schelling. La música activa lo uno en lo múltiple, lo infinito en lo finito, el espíritu en la materia, el ritmo cósmico en el movimiento puro. Hegel sintetiza el tema en una fórmula: la música revela lo absoluto en el sentimiento, haciéndolo invisible, pues une el sujeto al objeto y el signo al significado en el sentido. En la culminación de las meditaciones románticas sobre la música, Schopenhauer la hallará en la inmediatez del deseo omnívoro, saber inconsciente que anuncia al psicoanálisis. El romanticismo es, además, la época que registra una significativa cantidad de textos filosóficos y críticos escritos por los músicos. A la vez que todos los músicos hablan de música, todos los escritores se consideran habilitados para escribir sobre la música. Entre los primeros baste recordar a Beethoven, Hoffmann, Berlioz, Schumann, Liszt y, desde luego, Wagner. Entre los segundos, aparte de los filósofos ya citados: Stendhal, Heine, Gautier, y los herederos como Baudelaire y Mallarmé, y hasta el patriota italiano Giuseppe Mazzini, autor de una Filosofía de la música. Schiller no llegó tan lejos y hasta se puede pensar que habría huido de cualquier éxtasis o misticismo vinculado con la sacralización del arte. Pero su mundo limitaba con el primigenio de los románticos, luego objeto de feroces críticas a cargo de un romántico de segunda generación como Heinrich Heine (La escuela romántica). Lo mismo pasó con Goethe, muy crítico del romanticismo, al cual consideraba arte de la enfermedad, opuesto al sano y robusto clasicismo. No podía ignorar que los románticos eran hijos de su Werther. El punto de sutura es la categoría, ya citada, de lo sublime, a la cual Schiller dedica un ensayo que puede situarse junto a los canónicos textos de Kant y Burke. El lugar de mayor cercanía con el mundo romántico puede hallarse en el ensayo Sobre poesía ingenua y sentimental. Se organiza a partir de la conocida distinción entre naturaleza y cultura. En lo ingenuo prima la naturaleza, el carácter y la unidad simples del mundo como sorprendente que tienen los niños. La naturaleza pura es inocente, no distingue el bien del mal, carece de moralidad. Su sujeto por excelencia es el genio, el creador que empieza con él mismo el curso de la historia, el inventor de los géneros, prescindente de todo antecesor. La poesía ingenua es la de los pueblos antiguos, Grecia como ejemplo máximo. Esos pueblos sentían naturalmente, eran naturaleza. Luego, a partir de Horacio y Ovidio, que pertenecen a un mundo decadente y corrupto, se da la poesía sentimental, que busca la naturaleza porque advierte la escisión producida por la cultura, un dualismo que el poeta resolverá en una unidad o reunificación ideal. Los románticos plantean la utopía del retorno a la perdida naturaleza, cuando la vida estaba unida al arte en una entidad inocente. Schiller, en cambio, sitúa la utopía en el futuro, en la reconciliación de la naturaleza y la cultura dentro del Estado estético. La música, reunión eminente de las musas, sin duda, lo seduce. Pero no deja de producirle cierta desconfianza, la demoníaca pérdida de control que hace del hombre el más bello y peligroso de los animales. Allí seguimos, en esa casa de fieras que es la historia humana. Blas Matamoro 117 D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA SCHILLER EN LA ÓPERA Las grandes obras de la literatura universal han sido siempre una fuente inagotable para la confección de libretos de ópera. Entre los escritores alemanes, Goethe es, sin duda, quien más materia ha ofrecido en este sentido, pero su contemporáneo y amigo Friedrich Schiller también ha interesado a un gran número de compositores. E n su propio país, en el siglo XIX probablemente una actitud reverencial ante el genio dramático y sin duda también el hecho de que sus obras eran asequibles sin ayudas de otras artes, motivaron una considerable reserva, de manera que es en el siglo XX cuando sus dramas se convierten en óperas de autores prestigiosos. Del acercamiento de Schumann a La novia de Mesina, por ejemplo, lo único que llegó a tomar cuerpo fue una obertura que, a pesar de ser, según el compositor, muy clara y sencilla, no consiguió el éxito esperado cuando se estrenó en Düsseldorf en 1851. Muy distinto es el panorama en otros países. En el siglo XIX, Schiller dio origen a numerosas óperas compuestas para ser representadas en francés, checo, ruso y, sobre todo, en italiano. En diversas ocasiones, el estreno de estas óperas va unido a circunstancias curiosas o dignas de ser mencionadas por diferentes motivos. Así, el hecho de que la versión primigenia de Guillermo Tell de Rossini y de Don Carlos de Verdi fuera en francés y la importancia dada en ambas a la danza tiene su explicación en el hecho de que se estrenaron en París. Un nombre muy ilustre en la historia del canto va unido al estreno de I masnadieri (Los bandidos) de Verdi: Jenny Lind; por ello, el compositor hizo lo suyo para que la intérprete pudiera demostrar que con razón la llamaban “el ruiseñor de Suecia”. Maria Stuarda fue compuesta en 1834 originariamente para la ciudad de Nápoles, donde, en el primer ensayo con orquesta, la rivalidad de las dos reinas manifestó de forma tan veraz la que imperaba entre las dos cantantes que incluso llegaron a las manos, y el propio compositor no consiguió dominar su lengua. Sin embargo, no fueron estas peleas lo que impidió el estreno previsto, sino su prohibición por parte del rey, emparentado con la reina escocesa que iba a subir a escena, con lo que rápidamente Donizetti y Pietro Salatino confeccionaron un nuevo libreto sobre otro tema que, no obstante, presentara suficientes afinidades como para salvar la música. Con el libreto de Giuseppe Bardari basado en el drama schilleriano, la ópera se estrenó en Milán en 1835, donde Maria Malibrán cometió la imprudencia de cantar a pesar de que estaba resfriada. El público reaccionó desfavorablemente, y no tardó en surgir la leyenda de que esta obra no era apta para la escena. Si Donizetti tuvo que realizar algunos cambios en la partitura para adaptar la parte de María a la voz de mezzosoprano de la Malibrán, Chaikovski hizo otro tanto con su Doncella de Orleans. Aquí hubo problemas no por parte de dos, sino de tres cantantes con posibilidades para interpre- Escena de la producción del Drury Lane Theatre, ( Londres, 1844) de la ópera de Rossini Guillermo Tell 118 D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA tar a Juana de Arco en San Petersburgo en 1881; posteriormente, el teatro pidió al compositor que rescribiera este papel para mezzosoprano, cosa que hizo, a pesar del enorme trabajo que supuso volver a orquestar una gran parte de la ópera. La producción dramática de Schiller gira siempre en torno a tres puntos que se relacionan y entrelazan. El tema general es la dignidad de la persona humana, el tema concreto es el problema del hombre político que se encuentra en la encrucijada entre su vocación de gobierno o su ambición de poder y la salvaguardia del bien de las personas; y en la base del entramado dramático se halla siempre presente el valor de la libertad. Que fueran principalmente compositores italianos quienes transformaron sus obras en óperas tiene, pues, una lógica histórica: en el siglo XIX Italia luchaba por conseguir su libertad y su unidad política, y Schiller presentaba constantemente historias que, con los cambios precisos, ofrecían claros ejemplos de la conveniencia de la lucha por conseguir estos ideales. El extraordinario sentido dramático de Schiller favorecía la transformación de sus dramas en libretos, pero los elementos que ofrecen impedimentos a tal transformación son todavía mucho más numerosos. Entre ellos hay que mencionar la longitud de sus obras y el elevado número de personajes, así como la profundidad y complejidad de su pensamiento, las innumerables reflexiones y el exacerbado patetismo de su dicción. Sin embargo, ni los libretistas ni los compositores-libretistas se arredraron ante estos problemas y encontraron siempre la solución conveniente para sus propios objetivos, si bien en ocasiones los cambios que llevaron a cabo inducen a preguntarse hasta qué punto quien asiste a una representación de estas óperas puede hacerse una idea correcta de las intenciones de Schiller. Con esta observación no se pretende disminuir el valor de estas óperas; muy al contrario: el estudio contrastado de original y libreto permite comprender y valorar la gran habilidad de los libretistas que, a pesar de la enorme dificultad de su tarea, consiguieron confeccionar unos textos en los que, de una manera u otra, Schiller nunca deja de estar presente. Como es natural, la máxima fidelidad al original se constata en las óperas que se sirven del texto mismo del autor en que se basan y al que se le practican los cortes imprescindibles a fin de no desbordarse en longitudes desorbitadas. Generalmente suele fecharse el inicio de esta práctica en el año 1902 con el estreno de Pelleas y Mélisande de Debussy con el texto de Maurice Maeterlinck debidamente modificado. No obstante, el 28 de marzo de 1884 se estrenaba en Praga la ópera de Zdenek Fibich La novia de Mesina, con texto de Otakar Hostinsky, quien redujo, pero siguió fielmente el drama de Schiller. Ya en pleno siglo XX, Lotte Ingrisch y Boris Blacher cortaron varios pasajes de Kabale und Liebe (Intrigas y amor) para Gottfried von Einem, quien estrenó su ópera en Viena en 1976, el mismo año en que Giselher Klebe, quien en 1957 ya había hecho de Die Räuber (Los bandidos) una ópera que se estrenó en Düsseldorf, ofrecía en Stuttgart su Mädchen aus Domrémy (La doncella de Domrémy), es decir su versión de Die Jungfrau von Orleans (La doncella de Orleans). Lo más corriente, no obstante, es que la fidelidad del libreto al original sea limitada y se concrete especialmente en ciertos aspectos del drama en el que se basan, tratándose otros con mayor o con entera libertad. Sin duda, la ópera cuyo libreto más afinidades presenta con el original es I masnadieri de Verdi, hecho nada extraño si se tiene en cuenta que su autor, Andrea Maffei, fue traductor de los dramas de Schiller, es decir, que tenía una relación realmente literaria con la obra del alemán. Como es natural, en su misión como libretista Maffei tuvo que realizar cortes, cambios de orden de las escenas a fin de conseguir una Personajes de Guillermo Tell en una baraja alemana (Tarot de Schiller), hacia 1840. Leipzig, Museo alemán de las cartas mayor cohesión, y además transformó a los numerosos bandoleros en un coro, dejando sólo uno con nombre propio. El libretista eliminó muchos elementos secundarios, pero también un detalle decisivo para la comprensión de la obra schilleriana: la victoria del espíritu altruista del bandolero Moor por encima de su propia barbarie. Cuando en el drama de Schiller Karl Moor se entrega a la justicia, su último pensamiento va dirigido a aquel pobre hombre que, gracias a ello, recibirá una recompensa económica. Este detalle se omite en la ópera. Sin embargo, con este final se resume la idea expuesta por Schiller en su drama: el peligro en que puede caer el hombre dominado por un alto sentido de la justicia que, al sentirse traicionado y abandonado, reacciona sin meditar las consecuencias de su unión con quienes, como él, han decidido vivir fuera de la ley, pero no para restablecer un orden originario, sino por el placer del delito. La entrega final del bandolero Moor de Schiller no es sólo, como en la ópera, un acto de justicia, ya que el malhechor va a acabar en manos de la autoridad, sino también una confirmación de que, a pesar de las fechorías que se puedan cometer, el auténtico fondo de bondad del ser humano no se pierde. Una de las características de Maria Stuart de Schiller es su meditada estructuración y ordenamiento, de tal forma que éste es el drama más representativo del Schiller clásico. El autor configura una pirámide en cuya base (actos 1 y 5) la gran protagonista es María, en la zona intermedia (actos 2 y 4) es Isabel I quien acapara la atención, y el punto culminante (acto 3) está centrado en el ficticio encuentro entre las dos reinas. La ópera de Bardari y Donizetti consta sólo de tres actos, pero en su texto se constata también una estructuración muy meditada. La acción se reduce considerablemente y en un aspecto muy importante: contrariamente a lo que presenta Schiller, no son tanto razones políticas lo que lleva al ajusticiamiento de María, sino humanas: los celos de Isabel. Es natural, pues, que para conservar la clasicidad de la estructura, la acción se distribuya de la siguiente forma: en el primer acto se ofrece la causa del conflicto, es decir, las relaciones del protagonista masculino, Leicester, con las dos reinas, origen de los celos de Isabel. El segundo, y en este caso central, está enteramente dedicado al encuentro de las reinas, precedido por la preparación de María para este acontecimiento y seguido de su consecuencia: la venganza de Isabel, que se desarrolla en plenitud en el tercer acto con la firma de la sentencia de 119 D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA 120 muerte, la actuación de María frente a su inminente ejecución y su camino hacia el patíbulo. Un tipo de fidelidad muy diferente es la que hallamos en Don Carlos. De entrada, es preciso comentar la enorme infidelidad a la obra de Schiller, tan enorme que quien conoce bien el drama alemán puede verse impulsado, y con razón, a afirmar que el tratamiento que de él hicieron los libretistas Joseph Méry y Camille du Locle es sencillamente escandaloso. ¿Cómo se les ocurrió mezclar escenas schillerianas con otras procedentes, con toda probabilidad, de la obra de Eugène Cormon Philippe II, Roi d’Espagne, estrenada en París en 1846, así como de su prólogo L’étudiant d’Alcalá? Pues de aquí proceden, sin duda, el sacrificio de los herejes, la acción salvadora de la princesa de Éboli tras la muerte del marqués de Posa y el acto primero de la versión original, es decir, el primer encuentro de Carlos e Isabel en un jardín francés. La base de algunas de estas infidelidades, en el fondo, son visualizaciones de elementos que se mencionan en el drama de Schiller para completar la imagen que éste pretende dar de la situación en la que viven los protagonistas. El primer acto de la obra alemana transcurre en los jardines de Aranjuez, en los que Isabel afirma encontrarse en su propio mundo y en los que cree respirar los aires de Francia. En cambio, una de sus damas, la marquesa de Mondéjar, espera ilusionada la vuelta a Madrid para ver una corrida de toros en la Plaza Mayor y el Auto de fe que se les ha prometido. Una auténtica infidelidad es, en cambio, la profusión de elementos estimados por los románticos, como la acción en el monasterio de Yuste, las escenas nocturnas y la presencia de lo sobrenatural: la voz celestial en el Auto de fe o la aparición real del fantasma de Carlos V, que Schiller menciona como creencia supersticiosa. Pero no hay que olvidar que para los países mediterráneos, Schiller no era un clásico, sino un romántico. Las divergencias del libreto respecto al modelo son muy numerosas, y también lo son las transformaciones. Algunas tienen su correspondencia en el original; por ejemplo la canción del velo de la princesa de Éboli responde a la narración de Posa sobre un joven al que da el nombre de Fernando y que el personaje de Schiller relata a Isabel. Ambos incisos son alusiones a sucesos de la vida de Carlos ya pasados (Schiller) o por venir (Verdi), configurados de la forma más adecuada en cada caso: en el drama hablado como fragmento épico, en la ópera como canción. Como es natural, el libreto acentúa los elementos emocionales que ofrece el drama de Schiller: el amor, la amistad, la desesperación, la venganza; y es precisamente esta importancia de lo emocional lo que explica algunas transformaciones en el carácter de los personajes. En las relaciones entre Carlos y la reina desaparece el importante papel que en Schiller se da a la misión política del infante y, por tanto, también la iniciativa de Isabel de organizar un tumulto en la ciudad a fin de que el príncipe pueda huir a Flandes. El don Carlos de la ópera no manifiesta constantemente, por sus palabras y su manera de actuar, que es una persona poco equilibrada, la princesa de Éboli carece de ambiciones políticas, Posa pierde su carácter tiránico y deja de ser el pensador dispuesto a cualquier cosa con tal que sus ideas políticas se conviertan en realidad. La ópera, en cambio, subraya el peso de la inquisición y de su representante, el gran inquisidor. A pesar de su entusiasmo por el drama de Schiller sobre Juana de Arco, Chaikovski manifestó su total desacuerdo con el destino final que el dramaturgo había dado a la heroína francesa, completamente distinto de la realidad histórica. En la presentación de la muerte de la doncella, ante la alternativa de seguir a Schiller o a la historia, se decidió por esta última, de manera que su Juana acaba en la hoguera y no en el campo de batalla tras haber conseguido la victoria para el rey de Francia. Los demás atentados contra la verdad histórica que se permitió Schiller —como era su costumbre, puesto que su intención no era ofrecer dramas históricos, sino plantear ideas y problemas sirviéndose de grandes personajes del pasado— no molestaron al compositor ruso, de manera que también él convierte al padre de la protagonista en su acusador y, por tanto, en el verdadero responsable de su muerte. Por su parte, el autor del texto de Giovanna d’Arco de Verdi, Temistocle Solera, aunque tampoco da un retrato verídico del padre de Juana, suaviza semejante crueldad: Giacomo piensa mal de su hija, la maldice, la acusa públicamente y la entrega a los ingleses. Pero, al verla encadenada y oír sus plegarias a Dios, se da cuenta de su terrible error, la libera, la bendice y la anima a volver a luchar junto a los franceses. En cambio, en el final Solera sigue a Schiller: Juana muere como heroína de la patria y en pleno éxtasis místico. Crímenes contra la humanidad También Rossini y sus libretistas, Victor Joseph Etienne de Jouy e Hippolyte Louis Florent Bis, tuvieron, al parecer, algo que objetar al planteamiento schilleriano. En su caso se trata del protagonista de su ópera: Guillermo Tell. Con su drama suizo, Schiller pretendía explicarse la justificación del crimen político, y esta justificación se halla para él, en primer término, no en la tiranía política, sino en el hecho de que el tirano comete crímenes contra la humanidad. Por ello, su Tell es presentado como el hombre que, por ser plenamente consciente de su dignidad y de su libertad, entra en conflicto con el tirano, pero no decide entrar en acción, es decir, matarlo, hasta que éste, obligándolo a disparar sobre la manzana que sostiene la cabeza de su hijo, le manda realizar una acto contrario a la ley natural. El Tell de la ópera, en cambio, se muestra no sólo en este aspecto, sino como la verdadera alma de la conjuración de los tres D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA cantones contra la fuerza opresora, es decir, no es sólo un paladín de la dignidad humana, sino también de la libertad política, un auténtico héroe en todos los sentidos. Salvatore Cammarano y Verdi desfiguraron también a los protagonistas de la tragedia burguesa de Schiller Intrigas y amor. En ella, el dramaturgo plasmó, por una parte, la presión del tirano sobre la vida privada del ser humano, y por otra, la raíz de esta actitud delictiva: la tendencia del hombre a tratar a su semejante —en este caso a la amada— como posesión, como objeto de las propias inclinaciones tiránicas al que, en realidad, se desconoce y del que se desconfía, hasta el punto de destruirlo. Los celos de Fernando, son también en la ópera el motivo del homicidio y el suicidio final, pero aquí se ofrece sólo esta actuación pasional, mientras que, mediante multitud de diálogos y monólogos, Schiller presenta un retrato en profundidad de este joven tan centrado en su propia persona, tan acostumbrado a que todo gire en torno a él, que responde al amor sincero de una joven burguesa como un auténtico tirano. Los dos ambientes sociales en los que se desarrolla el drama de Schiller —el de la corte y el de la burguesía— se cambian, y la tragedia burguesa se convierte en un drama rural. Este hecho no tendría mayor importancia si no fuera porque la acción se traslada al Tirol en el siglo XVII. Uno se pregunta por el motivo de esta ubicación, y una de las respuestas posibles es que precisamente una parte de esta región fue durante siglos zona de conflicto entre Austria e Italia. Teniendo en cuenta el interés por la política de Verdi, el hecho de que la ópera relacione a la candidata que el malvado padre del protagonista le propone como futura esposa con la “gran señora de Alemania” y que, en cambio, Luisa se encuentra en su ambiente entre sencillos campesinos, podría entenderse como un signo patriótico para los italianos del siglo XIX. Luisa no es la joven burguesa sin complejos de Schiller, sino una aldeana a quien el noble conquistador tiene que engañar fingiendo no serlo. Cambios 122 Los cambios más interesantes en la caracterización de los personajes respecto a las obras de Schiller se producen por una necesidad práctica: la de reducir su número. En sus dramas, el autor alemán confiere a cada uno de ellos una misión particular en relación con la figura o con la idea central de la obra de que se trate. La reina María Estuardo de Schiller pone para su liberación su confianza en dos hombres: Leicester, antiguo enamorado cuya ambición lo ha llevado a pretender a Isabel, pero sin dejar por ello de jugar en cierto momento la carta de María, y Mortimer, joven impulsivo que al principio aparenta desear sólo la salvación de la reina escocesa, pero que después manifiesta su amor apasionado y su deseo de poseerla. En la ópera de Donizetti sólo hay lugar para un enamorado y, como es lógico, se elimina a Mortimer. Leicester, sin embargo, adquiere rasgos de su carácter y pierde la ambigüedad que lo caracteriza en la obra de Schiller, pues no practica su juego de ambición con las dos reinas. Menos fácil debió resultar para Bardari y Donizetti unir en una las figuras de Talbot y Melvil, porque resulta poco probable que un consejero de la reina inglesa sea un sacerdote católico encubierto que actúa al final como confesor de María. Sin embargo, Talbot era el personaje más idóneo para ello, pues ya en Schiller es el único consejero de Isabel razonable, bueno y justo. En la ópera, Talbot realiza además algunas acciones que Schiller encomienda a Paulet, el guardián de María y defensor de la auténtica justicia, y a Mortimer. Una curiosa combinación de personajes en la ópera de Rossini es la figura de Arnold, quien reúne rasgos de Ulrich von Rudenz y de Arnold von Melchtal. En la obra de Schi- ller, éste es un campesino impulsivo, hijo de un luchador por el derecho y la libertad, que ha entrado en conflicto con la autoridad extranjera por defender sus propiedades. Sus relaciones con Rudenz, sobrino del máximo representante de la nobleza suiza, son tensas, pero las disensiones se desvanecen ante la necesidad de defender la patria, y él es quien lo ayuda a salvar de las llamas a sus prometida Berta. Rudenz piensa al principio sólo en su propia gloria y desprecia a los campesinos, pero, en el fondo, sus buenas relaciones con el poder austríaco se deben sólo a su amor por Berta von Bruneck. Al saber que ésta está a favor de los suizos, se une a sus compatriotas y al final de la obra es él quien los declara libres a todos. El Melchtal de la ópera comparte con el de Schiller su deseo de venganza por el castigo que la autoridad ha infligido a su padre —en Schiller lo han cegado, en la ópera lo han matado—, pero es, como el Rudenz schilleriano, el enamorado de la dama, que, en este caso, se llama Matilde. Igual que Rudenz, al principio busca el honor y el amor, circunstancia que en la ópera, como es natural se acentúa y se adorna con unas características propias: Melchtal, al saber que la fuerza opresora ha tomado venganza del espíritu patriótico demostrado por su padre dándole muerte, se halla ante la alternativa de seguir luchando por el amor de Matilde o de cumplir con su obligación como hijo y como suizo. Felizmente, Matilde, al igual que la Berta de Schiller, se descubre como enemiga de la tiranía y amante de los afanes de libertad de los suizos, por lo que también en la ópera el conflicto de Arnold se resuelve de la forma más satisfactoria posible. Sin duda la más espectacular reducción de personajes se produce en Giovanna d’Arco de Solera y Verdi: de los 26 con voz propia que presenta Schiller se pasa a 5, a saber, Juana, su padre, Carlos VII, Delil —un oficial de Carlos— y Talbot, el comandante inglés. Llama, pues, la atención, la ausencia de Lionel, capitán inglés de quien se enamora Juana en la obra de Schiller. Pero, como es natural, en la ópera el episodio amoroso no podía faltar, por lo que se tomó una curiosa y espectacular decisión que raya en lo grotesco: Juana no se enamora del enemigo, sino que es Carlos de Francia quien se enamora de ella, y cuando se lo confiesa, ella tiene la debilidad de manifestar por un momento hacia él similares sentimientos. Schiller en su drama plantea la necesidad de la renuncia a todo amor humano para que la protagonista pueda conseguir el elevado objetivo de la liberación de la patria. Por ello, como realmente no cede a la fuerza de su sentimiento por Lionel, alcanza la libertad de Francia, si bien paga con la muerte en el campo de batalla. Y esto mismo es lo que sucede, como ya se ha comentado, en la ópera de Solera y Verdi. Mucho podría escribirse sobre la transformación en ópera de los dramas de Schiller; podrían mencionarse innumerables compositores —entre ellos Saverio Mercadante, Nicolai Vaccai, Giovanni Pacini, Michael Balfe, Jaromir Weinberger—, podría destacarse una infinidad de detalles interesantes. Todo ello contribuiría a subrayar lo que se ha intentado ofrecer al lector para poner de manifiesto el interés que el reducido número de obras del dramaturgo alemán despertó entre los creadores de teatro musical, las dificultades con que tropezaron y las hábiles y sutiles soluciones que encontraron. Los cambios que se realizaron son en muchas ocasiones inmensos, claro está. Pero quien va a la ópera no va a ver ni oír a Schiller; y no obstante, a pesar de todas las transformaciones, el espectador atento siempre encontrará la posibilidad de descubrir algunas de las ideas del gran dramaturgo alemán y de admirar una configuración teatral y unos personajes que él ofreció como ejemplo de su manera de entender el mundo, el ser humano y la vida. Alfonsina Janés D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA EL POETA EN MÚSICA Schiller no era precisamente un arrebatado melómano, como sí lo era Goethe, y sus ideas sobre el arte de los sonidos no dejan de ser sorprendentes, sobre todo estudiadas a día de hoy. Seguían al respecto los presupuestos kantianos: aquello de que la música era “un bello juego de los sentidos”. El creador de la Oda a la alegría se circunscribió voluntariamente al problema de la utilización teatral de los sonidos como inmediato y eficaz medio expresivo de los estados de ánimo de los personajes. E n las Cartas sobre la educación estética del hombre (1795), las raras consideraciones en torno a la cuestión bucean acerca de las diferencias entre materia y forma, que son el reflejo de las dos naturalezas del hombre, tesis defendida ya por Kant. “El instinto sensible (materia) quiere ser determinado, quiere recibir su objeto; el instinto formal quiere él mismo determinar, quiere producir su objeto: el instinto del juego se esforzará pues en recibir como si él mismo fuera el productor y de producir como si aspirara a recibir”. Lo que queda aún más paladinamente claro en la siguiente afirmación: “El instinto sensible exclu- 124 ye de su objeto cualquier atisbo de independencia y libertad, el instinto formal excluye todo tipo de dependencia, toda pasividad.” Es decir, la audición pasiva, sensual —“casi animal”—, frente a la audición controlada por el intelecto: “el ánimo del espectador y oyente debe permanecer totalmente libre e inviolable, debe salir puro y perfecto del círculo mágico del artista como de las manos del creador”. Estas ideas de libertad fueron captadas por numerosos compositores, románticos y postrománticos, que las sirvieron a través de pentagramas del más diverso signo, de la ópera al lied, pasando por la cantata, el oratorio, el coro, la música incidental o el poema sinfónico. Por supuesto, Beethoven fue uno de ellos, quizá el que más impulsó ese mensaje desde los potentes acentos del final de su Novena Sinfonía, engarzados en las palabras de la citada Oda a la alegría. A través de la música el compositor alemán servía con fuerza unos ideales que se proyectaban poderosamente en los espíritus libertarios y que habían venido impulsados por los vientos de la Ilustración, de la Aufklärung. “Nadie puede diluir el sentimiento de que los que se expresan de tal forma son víctima de una injusticia”, decía Dahlhaus a propósito del coro de prisioneros de Fidelio, un directo antecedente sin duda de la obra sinfónico-coral comentada. Músico y poeta coincidían en esta visión de las cosas, en la que la libertad, el libre albedrío ha de primar por encima de todo como condición para la creación y la vida. JeanFrançois Candoni subrayaba ese relación histórica y resaltaba esta frase del segundo: “El hombre es estéticamente libre a partir del momento en que empieza a disfrutar de sus ojos y cuando la vista representa para él un valor independiente”. Y en el mismo final de la ópera, en el impresionante Presto molto, el coro introduce unas líneas de la Oda —que serían desarrolladas más tarde en la Novena—: “¡Quien haya conquistado a una adorable mujer, una su júbilo al nuestro!”. La libertad y el amor, a la postre, lo conquistan todo. “La música —dijo una vez Beethoven— es una revelación de más alto valor que toda sabiduría y filosofía”. No deja de ser curioso que un artista que, como Schiller, suscitó el interés de un sinnúmero de compositores de toda laya fuera él mismo tan escasamente proclive a la música, a la que, como hemos visto, observaba desde una óptica excesivamente cerebral, despreciando las emociones que los sonidos provocan. Un poeta exquisito que, sin embargo, estaba, junto con otros, en la raíz del Sturm und Drang, ese movimiento prerromántico que determinó la toma de conciencia de un estado de cosas y que impulsó tantas partituras maestras en los más diversos géneros. Las palabras del literato produjeron, servidas por músicas adecuadas, encendidas reacciones, clarificadoras visiones de un mundo mejor. Ese mundo ideal que persiguió durante toda su vida y que tantas veces no se alcanza por las fuerzas exteriores que coaccionan al hombre y a la sociedad y que únicamente pueden ser vencidas a través del arte, sola vía para modelar al hombre perfecto. D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA La veta schubertiana Es en el mundo del lied donde encontramos trasladadas en mayor y mejor medida las ideas purificadoras del literato suabo, bien que algunas de sus propuestas adquirieran una dimensión y una intensidad, no exenta de retórica según los casos, más importantes en la ópera. A la que se llevaron varios de sus poderosos dramas. Pero en la pequeña forma a veces se da más certeramente con el corazón del pensamiento, de talante filosófico-poético, del autor. Naturalmente, si nos adentramos en este universo vocal hay que mencionar en primerísimo lugar a Schubert, que escribió nada menos que 44 canciones sobre palabras schillerianas, con algunas obras maestras entre ellas. Ya sabemos que, como resaltaba Walter Dürr, el compositor vienés trataba siempre de encontrar en el pentagrama los equivalentes musicales del lenguaje poético. Su declamación musical no era solamente y en todo momento fiel al texto, sino que pintaba caracteres y fijaba relaciones. Ese especial uso de la melodía declamada, en la que el recitativo, proveniente principalmente del lenguaje, es fusionado con el arioso, que tiende a ser amoldado a los dictados de la música. Los poemas de Schiller, como los de Goethe, Heine o Müller, le eran a Schubert próximos desde un punto de vista intelectual. Un ejemplo excepcional de colaboración entre un hermoso texto y una música ad hoc, perfecta y fiel servidora, dentro de la mayor de las fantasías, de las palabras es Des Mädchens Klage D. 389. Este Lamento de la doncella schilleriano ya había sido ilustrado por el compositor con anterioridad, en el D. 6 y D. 191, asimismo en compás de 2/4 y misma tonalidad, do menor, y similar línea melódica y armonía. El acompañamiento, que semeja al de una guitarra, con sus tresillos descendentes en la obra más moderna, se acopla mejor al texto nostálgico del poeta. Otro de los más conocidos es Gruppe aus der Tartarus (Grupo surgido del Tártaro) D. 583, una pieza realmente terrorífica, parangonable, por su tensión y angustia, a Margarita en la rueca o El rey de los alisos, con texto de Goethe. Es uno de los siete poemas de Schiller puestos en música por Schubert en 1817 y que ya había sido empleado asimismo anteriormente en el D. 396 (lied incompleto). Los trémolos del registro grave introducen ese terror desde el mismo comienzo. La segunda sección es de ritmo aún más agitado y la tercera transforma los trémolos en ceñidos acordes. Es la preparación para el clímax, que se produce con una violenta luz a través de un poderoso acorde de do mayor en la palabra Ewigkeit (eternidad). Canción realmente trágica, en la que la música fluye imparable y cambiante; una pieza de características orquestales que preludia a Wagner y a Wolf, de un colorido impresionante. A principios de 1819 Schubert hizo tres lieder seguidos basados en nuevas versiones de poemas de Schiller. El primero es Sehnsucht (Anhelo) D. 636, que tiene su correspondiente en el D. 52. Es una página de las llamadas durchkomponiert, en la que la música tiene un continuo desarrollo, cuajado aquí de amplio aliento y notable vehe- mencia, con espectaculares invenciones armónicas y rítmicas. La encantadora y lírica melodía que surge para ilustrar las idílicas palabras de la segunda y tercera estrofas es maravillosa. Circunstancia que animaba a John Reed a considerar a la canción como el mejor trabajo schubertiano sobre poema de Schiller. Hoffnung (Esperanza) D. 637 tiene su correspondiente en el D. 251 y es, como este lied, de estructura totalmente estrófica, con una muy bella línea melódica sobre 6/8. La tercera canción de esta época con palabras de Schiller es Der Jüngling am Bache (El joven junto al arroyo) D. 638, que tiene poco que ver con las dos anteriormente compuestas sobre el mismo poema, la D. 30 , de 1813, y la D. 192, de 1815. La D. 638, sin dejar de ser estrófica, resulta más ornamentada y revela una mayor profundización en el sentido del texto. Es una pieza que Capell consideraba amablemente melodiosa y dolorida. En todo caso, llena de encanto. Antes de dejar a Schubert citemos el lied Der Taucher (El buceador) D. 77, primera versión, D. 111, segunda, probablemente el más largo escrito por el compositor: en torno a 20 minutos, que es lo que suelen durar las 27 estrofas. Schiller se inspiró en una historia de la saga germánica de los Beowulf. Ningún otro músico hasta ese momento se había atrevido con la balada, que es expuesta a lo largo de un desarrollo continuo, que sostiene una narración muy romántica. Schubert aún practicó o intentó otras dos versiones de la pieza. Aportaciones románticas Hasta aquí unas breves pinceladas de la relación de la música de Schubert con las palabras de Schiller. Dentro de este mundo lírico ningún otro compositor llegó a identificarse en tal medida con el autor de Los bandidos, cuyos poemas, casi siempre provistos de una profundidad y dotados de un mensaje liberador y moralista, no promovieron de igual forma la inspiración de otros creadores de notas, que se mostraron además menos entusiasmados a la hora de elegirlos como base de actuaciones. Habremos de dar los nombres de algunos de ellos; por ejemplo, los componentes de la llamada escuela suaba, que brilló hacia 1780 y tuvo en Christian Schubart (1739-1791) y en Johann Rudolf Zumsteeg (1760-1802) a sus principales defensores. El segundo compuso varios coros para Los bandidos y también un extenso lied sobre El buceador, claro antecedente de la obra schubertiana arriba descrita. Un tipo de balada que conectaba con la realizada por algunos de los integrantes de la escuela berlinesa, a la cabeza de los que se encontraban Karl Friedrich Zelter (1758-1832) —que no escribió nada sobre texto de Schiller, pero sí de Goethe— o Johann Friedrich Reichardt (1752-1814), que sustituyeron la antigua oda anacreóntica por la sustanciosa poesía. Este último autor compondría una ópera sobre el tema ya comentado del lied El buceador (1811). Vamos a dedicar ahora nuestro espacio a un pequeño repaso de algunas obras vocales basadas en palabras de 125 D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA 126 Schiller compuestas por músicos relevantes. Por supuesto, Beethoven, que empleó los textos del suabo para una sección mínima de una ópera y una sinfonía, de acuerdo con lo dicho más arriba, y, proveniente de Guillermo Tell, un Canto de los monjes, Rasch tritt der Tod, para coro masculino, de 1817 (WoO 104). Su relación con el poeta nos lo acerca a Schubert: uno y otro trataron a la postre esas emotivas palabras contenidas en la Oda a la alegría y que serían recogidas por autores posteriores. Si el músico de Bonn trabajó durante años en la elaboración de un tema en torno a esos fonemas que finalmente estallaría en la Sinfonía nº 9, el vienés, en 1815, y de manera más modesta, había preparado para ellos un lied, el D. 189, escrito para tenor solista, coro masculino y piano. Aprovechamos para consignar que Schubert creó otras 19 piezas para coro, en diversas configuraciones, apoyado en poemas schillerianos. Van desde los escritos para voces femeninas o masculinas a los proyectados para voces mixtas, con o sin solista, con o sin acompañamiento pianístico. Hemos de pasar revista ahora a otros grandes autores, como Mendelssohn, que solamente se ocupó de Schiller a la hora de escribir un coro masculino con acompañamiento de metales, An die Künstler: Festgesang, pieza que se estrenó en Leipzig en 1846. Por su parte Schumann, se acercó a Schiller en tres ocasiones. Las dos primeras en 1849, en los números 22 y 25 de su Op. 79, Álbum para la juventud, Des Sennen Abschied y Des Buben Schützendlied (de Guillermo Tell), y en 1850, en la canción-balada Der Handschuh, op. 87. La tercera fue en 1850-51, con la obertura La hija de Messina, título de uno de los dramas del poeta. En Brahms los poemas de nuestro literato aparecen en el segundo de los tres cuartetos vocales con piano Op. 64, Der Abend, escritos entre 1862 y 1874, y en un arreglo para voces masculinas al unísono y orquesta del ya mencionado lied Grupo surgido del Tártaro de Schubert, de fecha desconocida. Y, claro, en la obra más notoria de este apartado schilleriano: la página sinfónico coral Nänie, de esplendorosa escritura y soberanos contrastes dramáticos, dedicada a Henriette Feuerbach y estrenada en 1881. Otro gran liederista, Richard Strauss, preparó en 1896-97 un grupo de cuatro canciones para voz y orquesta agrupadas en la Op. 33. La tercera, Hymnus, se cree que se basa en un poema de Schiller, de lo que no existe ninguna seguridad. Las otras piezas se edifican a partir de textos de Mackay, von Badmann y Goethe. De menor entidad dentro del género es la obra de Franz Liszt, que, sin embargo, escribió bastantes más canciones —en diversos idiomas— de las que se cree. A palabras de Schiller destinó únicamente tres piezas sobre fragmentos de Guillermo Tell, S. 372, de 1855, estrenadas en Weimar y no publicadas hasta 1872. Compositores de menor fuste, así el acaramelado Max Bruch o el refinado Peter Cornelius, también cultivaron el verbo schi- lleriano. Del primero recordamos una Escena de Marfa tomada del Demetrius del autor suabo, escrita para mezzosoprano; aunque el fuerte de este músico de Colonia estaba en lo instrumental. Del segundo nos ha llegado un coro para voces masculinas, Von der Dorne, número 5 y último de su Op. 9. No es raro que no empleara otras veces poemas del literato para sus canciones: en casi todas usaba sus propias letras. Un famoso operista y sinfonista como Chaikovski escribió en 1865 una cantata para cuatro solistas, coro y orquesta titulada A la alegría, inspirada en el mismo texto empleado por Beethoven, Schubert y otros y traducido al ruso por Aksakov. En el mundo de la canción, en la forma de balada —larga y variada narración con frecuente llamada a lo sobrenatural—, fue uno de los más activos Carl Loewe (17961869), que pudo poner música al poema de Schiller Der Graf von Habsburg. Antes el bohemio Johann Wenzel Tomasek (17741850) ya había escrito unas escenas sobre tres dramas schillerianos: Wallenstein, Maria Stuarda y La novia de Messina. De la tierra alemana Pero, como es lógico, donde creció en mayor medida el cultivo a los poemas idealistas de Schiller fue en su tierra. Una plétora de compositores se aferraron a su mensaje y trabajaron en distintos campos: sinfónico, sinfónicocoral, puramente coral, liederístico… Daremos noticia de los más relevantes. Por orden de antigüedad, podemos mencionar a una casi coetánea del literato, la soprano y actriz Corona Schröter (1751-1802), una mujer de gran potencia creadora, perteneciente a una larga familia de músicos, a quien Schiller debía de admirar por sus interpretaciones —una vez se quedó extasiado ante la manera en la que ella declamó la Iphigenia de Goethe un tarde de 1787— y a la que también aplaudía como pintora. Schröter escribió algunas canciones, estróficas, sobre sus poemas, entre ellos el famoso Der Taucher y el titulado Würde der Frauen. La música es simple y melodiosa. De Breslau era Christian Friederich Hermann Uber (1781-1822), violinista y director, que compuso numerosas óperas, algunas en francés, y puso en el pentagrama igualmente ese El buceador. Por Breslau anduvo también, aunque de forma episódica, Bernhard Anselm Weber (1766-1821), viajero impenitente y natural de Mannheim, que no parece tuviera nada que ver con Carl Maria. Su contacto con Schiller vino a través de diversas melodías, de clara línea y bellas proporciones, sobre textos extraídos de Guillermo Tell. O un tocayo del anterior, Bernhard Klein, éste de Colonia (1793-1832), compuso una cantata en 1817 sobre el poema Worte des Glaubens de Schiller. Las palabras de nuestro autor, en este caso del poema Hektors Abschied, iluminaron la pluma de Georg Christoph Grosheim, natural de Cassel (1764-1841), antiguo tañedor de viola. Mucho más moderno es Hermann Götz, nacido en Königsberg en 1840 y muerto prematuramente en Zúrich en 1876, que coincidió D O S I E R SCHILLER Y LA MÚSICA con Brahms en la elección del poema Nänie a la hora de componer una obra para coro y orquesta, si bien en este caso con solistas vocales, que se constituye en el Op. 10 del autor. Antes teórico que compositor fue Ernst Friedrich Eduard Richter (1808-1879), autor de numerosos libros didácticos, entre ellos un famoso tratado de armonía. Entre sus obras, más bien de circunstancias, se encuentra la cantata Ditirambo, creada para un festival dedicado a Schiller en 1859. El triple título de compositor, organista y director lo ostentaba Immanuel Faisst, de Stuttgart (1823-1894), hábil constructor de obras corales, entre ellas la compuesta sobre el poema Macht de Gesanges de Schiller. Quizá la inspiración no sea tanta como para dar vuelo a esa Fuerza del canto, que proclamaba el poeta. De más rancia estirpe compositiva fue el renano Max von Schillings (1868-1943), que llegó a tener gran predicamento como director de orquesta y que creó, con palabras de nuestro poeta, asimismo una cantata, Dem Verklärten, para barítono, coro y orquesta (op. 21). Richard Trunk, natural de Baden (1878-1968), cultivó también diversas facetas musicales, entre ellas la de compositor, y como tal redactó una partitura para coro masculino y órgano, Op. 60, Von der Vergänglichkeit, sobre el Michelangelo y Gryphius de Schiller. Más germano que ninguno, aunque naciera en Moscú y muriera en Salzburgo, fue Hans Pfitzner (1869-1949), mantenedor de una tradición y correoso servidor de unos modos algo fosilizados, bien que con un oficio de enorme solidez, quien se aproximó al Columbus de Schiller para escribir un coro a ocho voces en 1905. Es su Op. 16. Entre los últimos cultivadores alemanes —bien que nacido en Austria— de la literatura schilleriana tenemos a Karl Bleyle (1880-1969), autor de varias obras corales sobre palabras de distintos poetas de su zona geográfica. Otras latitudes 128 En la cercana Austria pulularon, tras la estela schubertiana, músicos de menor entidad que también echaron su cuarto a espadas para poner sonidos a las palabras del poeta. Citemos a Johann Gänsbacher (1778-1844), tirolés, director y compositor, que escribió la canción Erwartung. Salzburgués fue Joseph Woelfl (1773-1812), que moriría en Londres, un magnífico pianista. Su contribución se cifra en una canción, escrita en 1799, Die Geister des Sees, perteneciente al Musenalmanach del vate suabo. Woelfl se marcharía de este mundo en Inglaterra, como se ha dicho. Y en Inglaterra surgieron igualmente amantes y servidores de las ideas, trasladadas al papel, de Schiller. Recordemos a Thomas Attwood (1765-1838), organista y compositor. Su contribución se cifró en una obra coral, Red Cross Knight. Alberto Randegger (1832-1911), a pesar de su apellido, era de Trieste y se trasladó a Londres, donde moriría, a mediados de siglo. Como maestro de canto que fue, supo dar a la voz un buen tratamiento. Estrenó en el Festival de Birmingham de 1873 una cantata titulada Fridolin basada en Gang nach dem Eisenhammer de Schiller. Por su parte. Maud Valérie White (1855-1937) tuvo una especial facilidad para la canción, que escribió en varios idiomas, entre ellos el alemán. De Schiller utilizó el poema Ich habe gelebt und geliebt con destino a una pieza para soprano y orquesta. Más importante fue Rutland Boughton (1878-1960), experto contrapuntista, que trabajó bastante las tradiciones artúricas y siguió en cierta medida un lenguaje wagneriano combinado con la característica escritura coral inglesa. Puso música a palabras de Schiller traducidas por Lytton en un poema sinfónico con coro de 1901 titulado La armada invencible. Entre los autores que ilustraron fragmentos de Guillermo Tell fuera del género operístico, y algunos ya han sido mencionados, hay que incluir a Ernest Walker (1870-1949), que nació en Bombay y murió en Oxford. Su contacto con la poesía schilleriana fructificó en una canción de 1937. Schiller encontró asimismo acomodo al otro lado del Atlántico. Por ejemplo, en Nueva York, lugar de nacimiento de Edward MacDowell (1861-1908), de ascendencia escocesa-irlandesa, compositor poderoso, con amplia formación adquirida en Europa y un extenso catálogo. Su acercamiento a Schiller se produjo en una canción, tercera de su Op. 27, para coro masculino, The Fisherboy. Retornamos a Europa para dar cuenta de las cuatro canciones —Quatre Poèmes de Schiller— del francés Henri Sauguet (1901-1989), de la escuela de D’Indy y Canteloube y muy conectado con el grupo de los Seis. Estas cuatro piezas —Le souvenir, Le pèlerin, L’apparition y Les guides de la vie— son de 1928. Como toda su música, poseen una línea melódica sencilla y un aire muy espontáneo. Hemos podido localizar, rebuscando aquí y allí, otra canción, ésta de un noruego, Olav Fartein Valen (1887-1952), con palabras de Schiller: Horch wie Murmeln, nº 1 del Op. 31, escrita para soprano y acompañamiento pianístico. Podríamos rastrear en los catálogos diversas partituras estrictamente orquestales derivadas de la literatura schilleriana. Como representación de ellas mencionemos al menos el poema sinfónico El campo de Wallenstein de Bedrich Smetana, de 1958-59. Sobre este drama schilleriano escribiría poco después Vincent D’Indy otros tres poemas sinfónicos: Le Camp, Max et Tecla y La mort de Wallenstein, redactados entre 1873 y 1881. Y para cerrar, una composición del italiano Pietro Mascagni (1863-1945), ilustre operista, autor de la archifamosa Cavalleria rusticana, que fue otro de los que puso música a la Oda a la alegría. Esta Alla gioia, de 1881, con traducción de Maffei, es una ambiciosa y algo huera composición de juventud en 14 partes para soprano, tenor, barítono, bajo, coro y orquesta. Es hora de poner fin a este laborioso y ya algo prolijo recorrido. Lo haremos citando de pasada varias músicas incidentales con palabras de Schiller compuestas por Danzi, Larsson, Müller, Seyfried, Shaporin, Destouches, Alexandrov, Fránzl, Hanke, Söderman y un muy largo etcétera. Arturo Reverter 128 ENCUENTROS Felicity Lott CONFESIONES DE UNA DAMA D Fotos: Rafa Martín ame Felicity Lott ha llenado los escenarios de sentido y sensibilidad durante más de treinta años de carrera. Su distinguido porte ha hecho de ella la Mariscala, la Condesa Almaviva o la Arabella ideal de las últimas décadas, aunque ha demostrado que también sabía divertirse y perder los papeles en las operetas de Offenbach, con las que nuevamente ha conquistado una plaza tan difícil como París. No en vano, su amor por la música y la cultura francesa la acompaña desde que era una estudiante. Hemos podido comprobarlo de nuevo durante su reciente visita a Madrid, donde ha encarnado a una espléndida protagonista de La voix humaine de Francis Poulenc, en el espectáculo de Gerardo Vera que ha abierto la temporada del Teatro de la Zarzuela. Agradecemos a Ángel Barreda, jefe de prensa del teatro madrileño, sus facilidades para la realización de esta entrevista. 132 ENCUENTROS FELICITY LOTT En estos días representa en el Teatro de la Zarzuela La voix humaine de Poulenc. ¿Cómo está resultando la experiencia? Realmente magnífica. Adoro esta obra, pero sólo había tenido ocasión de representarla en escena hace muchos años, justamente cuando estaba empezando, en una gira con la compañía de Glyndebourne, en 1977. Desde entonces, únicamente la había interpretado en concierto, o en versiones que podríamos llamar “semi-escenificadas”, y que en realidad consistían en que yo llevaba mi propio teléfono y pedía una chaise longue, aunque siempre había muy poco espacio porque tienes a toda la orquesta a tu alrededor. Por todo ello, creo que ya tenía mi propia idea acerca de la pieza. En cualquier caso, me ha encantado trabajar con Gerardo Vera. Cuando, antes de llegar, me dijo que pensaba unir la obra de teatro y la ópera, sin interrupción entre ambas, pensé: “¡Dios mío, la gente va a suicidarse en la sala!”. Pero, al ver el espectáculo, creo que éste funciona perfectamente. Y me parece que la acumulación de tensión es extraordinaria; me encantan las imágenes que aparecen en vídeo, pienso que están hechas con mucha inteligencia, así como la música escogida para ellas: sonatas del propio Poulenc, con esa flauta y ese clarinete tan evocadores del París de aquella época, que parecen transportarte a ella. También me he sentido muy cómoda con el vestuario. Creo que se acerca mucho a lo que quería Cocteau, me refiero a ese color rojo, como también el de la colcha de terciopelo, como si todo estuviese invadido por la sangre. Porque creo que la verdadera tragedia de esta mujer es que no muere, sino que después de intentar suicidarse y fracasar no va a repetirlo, y tiene que seguir viviendo. ¿Cómo ve el papel de la mujer? Creo que, obviamente, está enamorada desesperadamente de su amante, aunque sabe desde el principio que se trata de una relación sin futuro, porque no puede casarse con él. Probablemente ella es de una clase social inferior, y quizá uno o dos años mayor. También sabe que va a casarse con una mujer de la alta sociedad, a la que ha visto en una revista del estilo del ¡Hola! Lo que le ocurre es que, a pesar de saber todo esto, cuando llega el momento de la separación no está preparada, como no lo está nadie. En esta obra tiene que cantar durante 45 minutos sin interrupción, y con muchas indicaciones: tiene que gritar, susurrar… ¿Es el papel más difícil que ha encarnado? Creo que sí, porque es tan agotador que a veces tiendes a olvidar el canto, lo cual en parte es bueno, pero a veces estás tan tensa que casi no puedes respirar y de pronto tienes que cantar una bella frase y te encuentras que estás tendida en la cama o en el suelo… Además, físicamente es bastante extraño cantar con un aparato pegado a tu oído, porque distorsiona el sonido. Tienes que tener una plena confianza en la orquesta y en el director musical, y contar con José Ramón Encinar es un auténtico privilegio. En cualquier caso, se trata de un personaje fantástico, y se aprecia que Poulenc lo escribió para su amiga Denise Duval, a la que adoraba, como también ella a él. Los dos debían ser personas bastante difíciles, y parece que compartieron problemas parecidos. Oh, sí, creo que ambos pasaron por situaciones de este tipo, y también Cocteau. Poder escribir algo así es, realmente, la mejor terapia, no sólo para el poeta y el compositor, sino también para el intérprete. Cuando termina la obra, estoy exhausta, pero al mismo tiempo como hipnotizada por esa música del final. Tal vez Poulenc no sea uno de los más grandes compositores, pero en este tipo de piezas consiguió algo conmovedor, que nos resulta muy cercano y comprensible. Además, su elección de los textos es magnífica. Puso música a los mejores poetas franceses de su tiempo: Louis Aragon, Max Jacob, Apollinaire… Es, junto a Richard Strauss, el compositor que más me llega al corazón. Ha cantado también el papel de Blanche en Dialogues de carmelites. ¿Encuentra similitudes entre ambos personajes? Sí, por supuesto, los dos fueron escritos para la misma cantante, Denise Duval, y son prácticamente contemporáneos. Hay en ellos una especie de ritmo muy marcado, que es siempre el mismo, y que también encontramos en algunas canciones de Poulenc así como en el Gloria… Tienen un tempo similar, que tiene que ser muy regular. No puedes tomarte muchas libertades, ni hacer rallentandi… simplemente tienes que dejarlo fluir. Es difícil, pero hipnótico, ¿no lo cree así? Es una música aparentemente sencilla, pero muy profunda. En efecto. Mucha gente la desprecia, pero creo que hay muchísimo arte en ella. Y, además, contiene un montón de cosas divertidas. ¿Ha cantado Les mamelles de Tiresias? No, aunque me gustaría. Es otra obra estupenda. Pero, volviendo a los Dialogues, en una ocasión me ofrecieron cantar la Segunda Priora, Madame Lidoine, junto a la Madame de Croissy de Régine Crespin. Pero es un personaje completamente distinto al de Blanche, y yo me identifico mucho más con Blanche, porque me da miedo todo… Creo que puedo reflejar esa vulnerabilidad que no tiene Madame Lidoine, que es una mujer de campo, con los pies en la tierra, que puede hacerse perfectamente cargo del rebaño que tiene a su servicio. Y que canta esa increíble frase que te hace llorar sólo de pensar en ella [a Felicity Lott se le escapa una lágrima en este momento], cuando está en la prisión, desafiando a la muerte. Aunque Blanche también sufre una transformación. Al principio está destrozada, cuando ve morir a la Primera Priora, pero al final, no se sabe muy bien cómo, encuentra la fuerza para ir a la guillotina, entonando ese maravilloso Santa María. Es una obra extraordinaria. En el Covent Garden cantó esta ópera en inglés. Sí, y fue una lástima que hasta Régine Crespin tuviera que cantarla en inglés. Ella ya lo había hecho anteriormente en el Met. Para mí fue muy excitante cantar junto a ella, porque había sido mi gran ídolo en la música francesa. Régine Crespin había cantado cosas completamente diferentes, que te hacían pasar del llanto a la risa, y era siempre tan sexy cuando cantaba a Offenbach o Messager. Yo tenía todos sus discos y, de repente, cantar con ella… ¡fue algo increíble! Recuerdo que, después del estreno, fuimos toda la compañía a cenar y ella y yo éramos las dos únicas personas que fumábamos. Al año siguiente, dejé de hacerlo. ¿Ha tenido otros modelos? Cuando era estudiante, me encantaba Elisabeth Schwarzkopf. Aquellos discos de opereta… Me enseñó, sobre todo, la belleza del sonido y a comprender realmente lo que estás cantando. De niña, en casa no teníamos muchos discos, pero recuerdo la versión de Schwarzkopf de los Cuatro últimos Lieder de Richard Strauss, creo que en la primera de las dos grabaciones que hizo. Hasta entonces, yo había creído que la música clásica era muy cerebral. Lo que más escuchábamos era Bach, ya que yo trataba de tocar (bastante mal, por cierto) el Doble Concierto para violín… De pronto, descubrí que la música clásica podía tener una gran sensualidad. Cuando empezó a cantar los papeles de Richard Strauss en Glyndebourne, fue saludada como la heredera de Elisabeth Söderström. Bueno, en realidad Capriccio la canté ya en 1977 en la gira de Glyndebourne. Antes había visto Der Rosenkavalier en el Covent Garden y Capriccio en Glyndebourne en 1973 con Elizabeth Söderström, que estaba fantástica. Soy una enorme admiradora 133 ENCUENTROS FELICITY LOTT suya. Todo el mundo la adoraba. Y, efectivamente, cuando llegué a Glyndebourne aquello fue terrible, porque todos decían que ella era incomparable. Incluso más tarde, después de haber interpretado Capriccio en un montón de producciones, alguien me dijo, mientras estaba haciendo en el Met Der Rosenkavalier con Kleiber, en 1990, que tenía que aceptar que nadie podría cantar nunca Capriccio como Elisabeth Söderström. Seguramente, a su sucesora le dirán que nadie podrá cantar Capriccio como Felicity Lott. Sí, es posible [risas]. ¿Qué otros papeles de Strauss ha interpretado en Glyndebourne? He hecho Capriccio, en inglés, en una gira con la compañía, y también Octavian con Bernard Haitink. ¿Prefiere cantar estas óperas en el idioma original? Realmente, sí, aunque, cuando hicimos Capriccio por varias ciudades de Inglaterra, comprendimos que realmente es una obra que tiene que ser seguida por el público, ya que es una discusión sobre los valores de las palabras y la música. La primera vez que la vi, no entendía ni una sola palabra, aunque quedé fascinada con la manera en que Elisabeth Söderström se movía por el escenario mientras la orquesta tocaba, antes de cantar maravillosamente la escena final. También tienes la posibilidad de poner sobretítulos, pero a veces te encuentras con que la gente se ríe antes de tiempo o minutos después, siempre en el momento erróneo. Otra de sus grandes creaciones straussianas es Christine en Intermezzo, que tuve la suerte de escuchársela en el Festival de Múnich. 134 son los Wesendonk-Lieder con un cuarteto de cuerda. ¿No ha cantado Tatiana? Sólo una vez, en concierto, en inglés, pero me hubiese encantado cantarla más, porque me identifico mucho con el papel. En Inglaterra está ahora muy de moda Orgullo y prejuicio de Jane Austen, que yo leí cuando tenía catorce años, y el personaje de Mr. Darcy es muy parecido a Onegin. Pero creo que ya soy un poco mayor. ¿Y Mélisande? ¿En serio? Fue en el Teatro Cuvilliés, con Hermann Prey. Es una lástima que no me la hayan vuelto a pedir. Realmente, es una ópera que se representa muy poco, pero es una auténtica delicia. Me la pidieron una vez, también en concierto, pero no me decidí. La verdad es que no lamento no haber cantado ciertos papeles, aunque sí que me gustaría repetir algunos, como la Gobernanta de The Turn of the Screw. Siguiendo con el repertorio alemán, sólo ha cantado un papel de Wagner, Eva en Meistersinger. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Carlos Kleiber en su último Rosenkavalier? Sí, adoro el papel, con ese glorioso quinteto, tan inmenso que parece que vas a sumergirte en él y no salir nunca. Aunque me costó un cierto tiempo apreciar la obra. Tenía muchos prejuicios hacia Wagner: que si la orquesta sería demasiado densa, que no podría resistirlo… La verdad es que me hubiese gustado cantar más Wagner, tal vez en Bayreuth, donde la orquesta puede tocar tan fuerte como quiera sin tapar a las voces. Allí han triunfado muchos cantantes británicos, como Gwyneth Jones, Anne Evans o John Tomlinson. Lo que sí voy a interpretar Absolutamente maravillosa. Tenía un gran carisma. Le bastaba con mirar al escenario y lograba todo lo que quería. Su manera de dirigir el trío final era la única vez que he sido capaz de cantarlo sin preocuparme de nada. Me sentía transportada por aquella extraordinaria máquina que era la orquesta en sus manos. Cuando me pidió que cantara la Mariscala, fue para mí una inyección de autoestima. Todo el mundo estaba muy nervioso, porque pensaban que no iba a dirigir. Pero, mientras tanto, él estaba haciendo bromas, o jugando con los niños que salen en el acto III diciendo “Papá, papá, papá”. Era como un niño grande, y tenía un enorme sentido del humor. Aunque detrás de aquella fachada había una personalidad muy compleja. Incluso el hecho de que la noticia de su muerte se conociera varios días después y lo enterrasen sin que nadie se enterara dice mucho de él. Nuestra última conversación fue a propósito de un programa de televisión para Antenne 2 de París, cuando le llamé para pedirle si podía utilizar unos minutos de la filmación del Rosenkavalier. Él me devolvió la llamada, diciendo: “Haría cualquier cosa por ti, excepto aparecer en el programa o dirigir”. Usted ha cantado también con otros maestros de la antigua generación: Solti, Boulez, Haitink, Masur, Previn… Sí, con Previn justamente antes de venir a Madrid, las escenas finales de Capriccio y Arabella en Oslo. ¿Cómo ha sido su trabajo con ellos? ¿Qué puedo decir? Simplemente maravilloso. Todos ellos son gente fantástica, muy inteligente. Solti me dio un gran consejo, cuando estaba ensayando con él la Mariscala: que tratase de sonar siempre con mi voz. Sin embargo, con el que más he trabajado ha sido con Haitink, con quien hice la primera audición importante de mi vida y con el que canté mi primer papel en Glyndebourne, Anne Trulove en The Rake’s Progress de Stravinski. Otra fantástica ópera del siglo XX, al igual ENCUENTROS FELICITY LOTT que Peter Grimes, donde ha conseguido otro de sus grandes éxitos como Ellen Orford. Sí, siempre me tocan las chicas buenas, como también Pamina. ¿Es usted tan buena chica? No tanto, y la verdad es que es más divertido interpretar personajes que tienen más vueltas. Anne Trulove es la representación típica de la bondad y la inocencia, y también Pamina, aunque ésta sufre una evolución. Y, por supuesto, Fiordiligi, cuando capitula ante Ferrando y dice: “Giusto ciel!”. No me gusta tanto Doña Elvira, porque siempre se ríen de ella. Tienes que ser muy fuerte, y el director de escena ha de estar de tu parte. Es un gran personaje, y el verdadero contrapunto de Don Giovanni. Pero cada vez que sale, la gente dice “¡Ay, Dios!”, y yo solía tomármelo como algo personal. En una producción había dos caballos blancos detrás del escenario, y cuando llegaba al momento de cantar Mi tradì estaban siempre dispuestos a hacer sus necesidades en el escenario. Usted ha contribuido a la recuperación de las óperas de Haendel. He cantado Cleopatra en Giulio Cesare, en una producción muy divertida en París, y, cuando era estudiante, interpreté Tolomeo, Imeneo y Arianna. Pero quizá no he aprovechado todo ese boom haendeliano, como sí ha hecho mi querida amiga Ann Murray. Antes ha hablado de la vieja generación, pero también ha cantado con jóvenes como Simon Rattle, Franz Welser-Möst o Marc Minkowski. Participé en los primeros conciertos de Welser-Möst en Londres, sustituyendo a Klaus Tennstedt. Es una persona exquisita y un músico excelente, aunque con las ideas muy claras desde el primer momento. Y le encanta trabajar con los cantantes. Recientemente he hecho dos series de conciertos con él en Cleveland, con esa fantástica orquesta de la que ahora es titular. También acabo de actuar con otro magnífico director, Philippe Jordan. Por cierto, ¿de dónde le viene su amor por Offenbach? 136 Es un inmenso placer hacer que la gente se ría. Fui al primer ensayo con el director de escena Laurent Pelly muerta de miedo, porque él esta acostumbrado a trabajar en este repertorio con Natalie Dessay, que puede dar los más increíbles sobreagudos mientras está subida en un trapecio o haciendo el pino. Y yo tenía que ser, a mis 50 años y con arrugas, nada menos que La Belle Hélène. Toda la compañía cantaba y bailaba, y yo también tenía que hacerlo. Y no sé cómo, pero al final lo conseguí. Laurent Pelly hizo que todo transcurriera como en un sueño, y en los sueños todo es posible. La protagonista de La Grande Duchesse de Gérolstein es un personaje completamente distinto, y bastante difícil. Muy diferente también a todo lo que había hecho anteriormente. Y fue una maravillosa liberación, porque después de años y años tratando de parecer elegante y hermosa, de hacer princesas y condesas, podías sentarte de cualquier manera y dar la impresión de que estabas mal educada. Pero, al mismo tiempo, una mujer con tanto poder que puede elegir a los hombres que desea. Si no hubiera sido cantante, usted podría haber sido una excelente actriz. Creo que no, porque soy incapaz de aprenderme textos demasiado largos. Necesito el apoyo de la música. Mi esposo es actor, y lo admiro muchísimo, por su capacidad de memorización y también por su capacidad de dar diferentes matices a un texto hablado. Aunque tengo que confesar que las escenas de vídeo de esta producción me han metido en el cuerpo el gusanillo de hacer quizá algo en el cine. Otra de sus facetas son sus recitales con Ann Murray, que nos han descubierto un repertorio maravilloso. Sí, es una enorme diversión, porque las dos tenemos la misma manera de acercarnos a la música. Ahora voy a empezar también un programa de dúos con Angelika Kirchschlager. ¿Cuáles son sus próximos proyectos? Aunque no creo que llegue a ser como Magda Olivero, que creo que ha dado unas clases magistrales con más de 90 años, todavía pienso seguir algún tiempo en activo. Voy a hacer un programa con Thomas Allen en el Wigmore Hall de Londres [será divertido ver juntos a Sir Thomas y Dame Felicity], después conciertos con el Cuarteto Schumann en Valencia y en Vigo, los Cuatro últimos Lieder y la escena final de Capriccio de Strauss con el Nash Ensemble también en el Wigmore Hall, y el Poema del amor y del mar de Chausson y el Sueño de una noche de verano de Mendelssohn con la Orquesta de Cleveland y Marc Minkowski, así como el recital con el programa de mujeres perdidas en Nueva York y los ensayos para la reposición de La Belle Hélène en Londres. Muchas cosas. Seguramente, también llegará el divorcio [risas]. ¿Cuáles son sus aficiones? Me encanta bañarme en el mar a primer hora de la mañana, cuando no hay gente, aunque el agua esté fría, y también sentarme en el jardín, caminar, e ir al teatro, aunque como mi marido es actor no lo frecuentamos mucho. Y me gusta ir a los museos. Mañana quiero ir al Prado. Lo siento, pero hasta ahora no he tenido ni un minuto libre. Rafael Banús Irusta EDUCACIÓN AVISO PRENAVIDEÑO Algunos colegios quieren solucionar el “problema” de cantar villancicos en Navidad con el práctico sistema del play-back. A 138 veces la realidad supera a la ficción. Se acerca la Navidad y creemos estar a tiempo de evitar un auténtico bochorno educativo. Señoras y señores, alertamos desde esta humilde sección de la existencia de un reducido pero conspicuo grupo de colegios que quiere solucionar el engorroso problema de enseñar villancicos con un método infalible: que cante el CD, se han dicho, y así los niños no se equivocan. Parece mentira, pero es cierto: hemos constatado que hay centros de educación infantil y colegios en los que se decide, e incluso se exige a los profesores, que los niños no canten, sino que abran sus boquitas al ritmo de una grabación. Debo decir que hace años, cuando mi hija era muy pequeña, vi una curiosa función de Navidad, en la que junto a Antonio Canales, el bailaor flamenco, que bailaba unas sevillanas al modo antiguo (su hijo estudiaba en este colegio), un grupo de niños de otra clase salía con disfraces de pastorcitos y cantaba sobre un disco bastante feo. Un escalofrío me recorrió el cuer- po, pero mi hija iba a dejar el colegio, no era su profesora la responsable, y pensé que, dado lo irritante de la situación, iba a ser contraproducente hablar del tremendo play-back con la persona responsable. Interesa este quiste educativo no porque se dé con frecuencia, sino porque es síntoma de un mal que podría extenderse en el futuro. Mejor prevenir que curar. Cuando se ponen de acuerdo profesores de música, equipo directivo, familiares y niños, y a nadie le da un síncope, estamos llamados a hacer algo desde estas páginas. Allá vamos. La idea de que un centro educativo considere que enseñar a cantar un villancico o una canción a los niños es una complicación proyecta una duda E n clase de música no queda tiempo para aprender una canción razonable sobre la condición educativa del propio centro. Es raro querer educar mientras se bombardea sin contemplaciones una de las herramientas elementales del aprendizaje. Tal vez se nos entienda mejor si aplicamos este raro invento pedagógico a otras áreas “difíciles”, y decidimos que los niños hagan como que saben usar el ordenador, o que aparenten saber leer, que finjan estar interesados por las opiniones de sus compañeros, que simulen estar aprendiendo y que hagan, en fin, creer a sus padres que han aprobado la selectividad. El enmudecimiento de la voz infantil debería estar prohibido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La de los Derechos del Niño dice, entre otras cosas, que la educación a la que tiene derecho todo niño debe permitir el desarrollo de sus aptitudes. Nada más y nada menos que el desarrollo de sus aptitudes, entre las que algunos incluimos, tal vez inocentemente, sus aptitudes musicales. Así pues, nos encontramos ante un buen ejemplo de esa teoría que dice que ciertas disciplinas han EDUCACIÓN permanecido y florecido a lo largo de los tiempos, pese a los embates de desastrosos métodos y sistemas pedagógicos, porque son parte indispensable del ser humano. Todos conocemos a alguien a quien de pequeño le dijeron que no abriera la boca en el coro, porque lo estropeaba. Con todo, muchas de esas personas adoran la música y se toman la revancha de contar, con nombres y apellidos, quién era el responsable de semejante lindeza. Más pena dan quienes han vivido engañados, pensando que de verdad el director del coro hizo bien en echarlos. ¿Sucederá lo mismo con estos niños a los que el colegio quiere facilitar el trabajo vocal? Es probable que dentro de unos años alguno diga: “Me decían que no cantara, pero yo les engañaba y cantaba bajito sin que se dieran cuenta”. No debería ser necesario recordar que cuando se organiza una función escolar hay mucha gente que debe disfrutar de la misma, pero los niños deben ser los primeros, y no precisamente en el sentido de haber estado distraídos un rato, sino en el de sentirse orgullosos de haber hecho algo bien hecho. Conviene ser prácticos y decir que, en un mundo normal, lo que se hace cuando no da tiempo a ensayar unas canciones es no cantarlas, y todos tan contentos. Pasa lo mismo cuando no da tiempo en clase a ver la fauna de Madagascar y al día siguiente no se pregunta la fauna de Madagascar. No es fácil imaginar lo contrario: “Niños, haced como si hubiéramos visto ya la fauna de Madagascar y haced como si supierais contestar a mis preguntas”. Frente a ese dicho de que las cosas se aprenden haciéndolas parece que alguien está buscando lo contrario, que es aprender a hacerlas sin hacerlas. Sería bueno organizarse y tener tiempo para todo, pero a veces no es posible. En el caso de las canciones, y sabiendo que los niños tienen profesores de música y una asignatura de música, nos preguntamos dónde está el problema. ¿Qué será tan importante en la clase de música para que no quede tiempo para aprender una canción? Aplicado a otras asignaturas sería lo equivalente a decir: “nos encantaría que aprendieran a sumar, pero en la clase de matemáticas no hay tiempo para todo”. La rebelión de los coros No somos partidarios de respuestas tibias a cuestiones tan importantes y por ello invitamos desde aquí a los alumnos directamente a la rebelión. Pueden, por ejemplo, cantar más fuerte que el equipo de música. También P royecta una duda razonable sobre la condición educativa del centro pueden provocar un apagón para que el CD no suene. Si es un casete de pilas, pueden poner unos trocitos de papel en los contactos y así hacer prácticas de la asignatura de tecnología. Más difícil, pero sin duda interesante, sería cantar un villancico distinto al que suene en el equipo, con tempo y tonalidad diferentes. De un gran efecto teatral sería no mover en absoluto la boca y mirar, por ejemplo, al suelo y al techo alternativamente mientras la grabación hace sola su trabajo. Por último, este es uno de esos pocos casos en los que se puede explicar a los niños que robar, a veces, es bueno: que roben el CD y dejen cerca del reproductor únicamente discos de los antiguos coros del ejército soviético. También tenemos ideas para los familiares: cambien a sus hijos de colegio. Si esto no fuera posible, canten todo tipo de cosas con ellos en casa, como por ejemplo los problemas de matemáticas, los dictados, la lista de la compra o los títulos de las series de televisión. El estilo recitativo de las óperas de Mozart es muy adecuado. Si alguna vez han asistido a uno de estos conciertos mudos y no han sentido vértigos o desorientación, hay especialistas que pueden ayudarles a superarlo. Como mínimo, deberían llevar a sus hijos a escuchar un coro de niños, para que vean que un mundo mejor es posible. La famosa película Los niños del coro no es suficiente, porque influidos por lo que viven en su colegio, los niños podrían pensar que se trata también de una suplantación. Los niños tienen una imaginación rica en recursos y es posible que algunos hayan pensado que existe un único coro de niños, un coro secreto, que es el que hace las grabaciones para que todos los demás niños hagan play-back. Asegúrese de que su hija o hijo conoce toda la verdad. Sí tenemos un mensaje serio para los profesores y directores: no dejen que sus alumnos puedan contar algo así en el futuro. Todos esos niños saben cantar y han cantado desde muy pequeños breves melodías en juegos, mientras se dormían, mientras hablaban solos en un jardín o mientras viajaban con su familia en el coche. De la misma forma que pueden aprender a entender conceptos complejos como el del bien común o el de la propiedad privada, por poner un ejemplo al azar, pueden aprender sensaciones y conceptos musicales abstractos que van unidos con naturalidad a muchas de las canciones que podrían aprender. El objetivo no debería ser producir coros de un día que rellenen un rato en una fiesta del colegio, sino convertir la canción en un buen vehículo para aprender música y disfrutar de la misma, y practicar simultáneamente muchas otras cosas, como la memoria, la concentración, la recompensa a un trabajo colectivo o la disciplina que requiere preparar bien una actuación frente a sus familiares. Las letras de las canciones son a veces un tesoro literario y a veces también aprender una canción rumana o indonesa es una forma de saber cómo viven y piensan otras personas. Cuando las grandes figuras históricas de la pedagogía musical contemporánea fijaron su atención en el canto infantil como principal herramienta del aprendizaje musical, no estaban pensando en cómo entrenar a niños para ser genios del violín. La idea básica era educar a personas, y lo natural era inspirarse en lo que esas personas hacían de forma natural desde pequeñas. El canto es una de esas cosas. Ahí se encuentra una materia prima con la que el profesor cuenta para ayudar al alumno a ir avanzando. No se trata de inculcarle algo nuevo y desconocido, sino de encauzar o potenciar una aptitud natural e innata que el cien por cien de los seres humanos tiene en mayor o menor medida. La cultura española y el play-back Qué duda cabe que mucha culpa de esto la tiene el que se vea con total naturalidad y todos los días en televisión a cantantes que sin ningún pudor se imitan a sí mismos en el acto de cantar, pero cabe hacer una distinción: cuando se hace una broma y, para imitar o parodiar a un cantante conocido, se utiliza una grabación y se simula cantar mientras la grabación hace su trabajo, estamos recurriendo al antiguo arte del disfraz. Otra cosa muy distinta es presentar, con seriedad, los resultados de este karaoke silencioso como un logro educativo o como algo que debamos celebrar con alegría. La funesta tradición española que consiste en admirar a cantantes que no cantan es un desvío que tiene su precio y probablemente la idea de hacer nocantar a niños sobre el disco tiene mucho que ver con tantas décadas de insistente pseudo-normalidad de la pereza cantora. Pedro Sarmiento [email protected] 139 VOCES El cantar de los cantares EL BAJO (2) C 140 antante. Iniciamos nuestro comentario por lo que podríamos calificar, para entendernos, bajo cantante puro, en contraposición al lírico, que cerraba el artículo del mes pasado. Hay que insistir en que estamos hilando muy fino y que las fronteras entre unos y otros tipos son difusas y que con frecuencia las mismas voces cubren la mayoría de las partes de bajo, incluso las que demandan una profundidad que es difícil hallar en los instrumentos de nuestros días. De un modo general, las voces de bajo responden actualmente a esta categoría de cantante. Y en muchos casos ni eso. Es la voz más agradecida de las graves al poder abarcar, dadas sus características, una gran cantidad de papeles. Habría que incluir en este epígrafe a esas voces de bajo centrales, con relativa solidez en los graves pero con amplitud suficiente en el médium. Lo que ha de caracterizar, en cualquier caso, a este tipo vocal es la redondez, el equilibrio y homogeneidad entre los registros, ya que las partes en principio idóneas así lo demandan. Sus cometidos más lógicos se denominan Zaccaria de Nabucco, Silva de Ernani, Padre Guardiano de La forza del destino, Fiesco de Simon Boccanegra, Procida de Las vísperas sicilianas, Felipe II de Don Carlo, todos ellos de Verdi, que ofreció, como se ve, notable protagonismo a estas figuras. También hemos de mencionar, en óperas de otros autores, a Mefistofele de Boito, Raimondo de Lucia di Lammermoor y Baldasarre de La favorita de Donizetti… Son criaturas que tienen una escritura amplia, que ascienden frecuentemente a la zona superior —límite de muchas voces graves— y que requieren una continuidad en el canto y un ligado en el fraseo que no todas las voces de bajo pueden servir. Bajo cantante era Fiodor Chaliapin (1873-1938), pese a su tinte en ocasiones algo baritonal, y que nos movía a situarlo en la parcela de los líricos en nuestro trabajo anterior. Fue el creador de toda la moderna escuela rusa dentro de la cuerda y defensor de dos de sus más grandes papeles, el de Boris Godunov (que puede ser abordado por un barítono dramático) y el de Dosifei de Kovantschina de Musorgski. Entre sus descendientes, hubo bajos maravillosos como Mark Reizen o Alexander Pirogov. De otras latitudes conviene apuntar a los búlgaros Boris Christoff y Nicolai Ghiaurov (fallecido no hace mucho), al español José Mardones, a los italianos Ezio Pinza —de perfecta igualdad, gran extensión y belleza vocal—, Nazareno de Angelis, Tancredi Pasero o Cesare Siepi, a los norteamericanos Jerome Hines, John MacCurdy, Ezio Flagello o, en los últimos años, Eric Halfvarson. Voces que han tenido cierto predicamento en los últimos años, como la del estadounidense Samuel Ramey o el italiano Ruggero Raimondi, que han cantado las más importantes partes de la cuerda, podríamos encuadrarlos, sobre todo al segundo, en esa inconcreta frontera de los bajo-barítonos o, si se quiere, de los bajos líricos. El primero fue un estupendo defensor de ciertas partes rossinianas. Profundo. La voz más grave y rocosa, la de sonoridades más oscuras. En Alemania se le solía llamar tiefer Bass, Bajo negro, al que nos referiremos al final. Es el antiguo Serioso de los italianos, que aparece dotado de enormes consistencia y amplitud en la zona media e inferior, dado que en bastantes ocasiones ni siquiera se le exige llegar al pasaje de registro, lo que hace que, cuando esto sucede, algunos cantantes, al no estar habituados, encuentren problemas de proyección, de colocación y que les resulte arduo mantener la igualdad del timbre. Las partes de bajo auténticamente profundo eran, como se ha dicho, muy habituales en la escritura de los siglos XVI, XVII y XVIII; no tanto en los siguientes. Pero hay algo que debe tenerse muy en cuenta: aunque las líneas vocales se hayan elevado con el transcurso de los años, los papeles, los personajes operísticos requieren voces verdaderamente graves. Puede que no tengan notas abisales en sus particellas, pero lo que tienen es que definir, representar un carácter dramático, lo que se obtiene, Chaliapin Ghiaurov Mardones Pasero EL PIANO DEL SIGLO MADRID, DEL 12 DE DICIEMBRE DE 2005 AL 9 DE ENERO DE 2006 4 EDITH PEÑA, XXI JONATHAN GILAD, PIANO VENEZUELA - ESPAÑA Organizado por la FUNDACIÓN SCHERZO y el TEATRO DE LA ZARZUELA, con la colaboración del diario EL PAÍS, el INAEM del Ministerio de Cultura y la Fundación Hazen Hosseschrueders ALEXEI VOLODIN, PIANO 1 PIANO RUSIA FRANCIA 3 2 Patrocina: Turismo Austriaco en España-Mozart 2006 DISEÑO: ARGONAUTA / COORDINACIÓN EDITORIAL: VÍCTOR PAGÁN LUNES, 12 DE DICIEMBRE DE 2005. 20 H. MARTES, 20 DE DICIEMBRE DE 2005. 20 H. JOHANN SEBASTIAN BACH Suite inglesa n.º 2 en la menor, BWV 807 SERGUEI PROKOFIEV Sonata n.º 3 en la menor, op. 28 WOLFGANG AMADEUS MOZART Sonata n.º 10 en do mayor, K 330 [300h] LUDWIG VAN BEETHOVEN Sonata n.º 3 en do mayor, op. 2, n.º 3 LUDWIG VAN BEETHOVEN Sonata n.º 23 en fa menor, op. 57, «Appassionata» FRYDERYK CHOPIN Nocturno n.º 2 en re bemol mayor, op. 27 [KK. 357-369] Nocturno n.º 1 en do menor, op. 48 [KK. 688-701] Scherzo n.º 2 en si bemol menor, op. 31 [KK. 505-509] FRANZ LISZT Sonata en si menor, op. 143, S 178 Edith Peña. Nació en Venezuela. Comenzó sus estudios musicales con la profesora Lyl Tiempo. Tras actuar como solista con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, se trasladó a Filadelfia para estudiar con Susan Starr y luego con Sergei Babayan en Cleveland. Ha ganado importantes concursos como el Philadelphia Orchestra Young Artists' Competition, W. Lippincott Award, D'Angelo International Competition, Upper Darby Center for the Arts Artists' Competition. Fue invitada por la Orquesta Sinfónica de Venezuela y la Orquesta Sinfónica de Maracaibo como solista en sus giras por Europa y Estados Unidos. Ha actuado en numerosos festivales internacionales como Aspen Music Festival, Mozart on the Square, Chamber Music Festival of Sarasota, Festival Cervantino, Festival Internacional del Hatillo, Festival Internacional de la Colonia Tovar, Festival Internacional de Montpellier, Incontri D'Estate y Dreieicher Musiktage. Ha actuado como solista con todas las orquestas profesionales de su país natal, así como The Miami Chamber Orchestra, KGH Orchester Freiburg, Lansdowne Symphony Orchestra, The Chamber Orchestra of Philadelphia y la Orquesta de Filadelfia. Jonathan Gilad. Nació en 1981 en Marsella (Francia). Comenzó a estudiar piano a la edad de cuatro años. Estudió en el Conservatorio Nacional de Marsella con Pierre Pradier. En 1992 obtuvo el Primer Gran Premio de la Ciudad de Marsella en piano y la Medalla de Oro en música de cámara. En 1991 recibió el premio especial del jurado del Concurso Mozart, de París, y en 1992 el primer premio del Concurso Internacional Premio Mozart de Ginebra. Ese mismo año consiguió el premio de la Academia de Verano en Salzburgo. También ha sido laureado por la Fundación Natexis en 2002. Desde 1991 es alumno de Dmitri Bashkirov y continúa sus estudios en Madrid y Salzburgo. De 1999 a 2001 estudió en la Fundación Internacional de Piano de Cadenabbia (Italia), donde ha trabajado con Karl-Ulrich Schnabel, Leon Fleisher o Fou-Tsong. Ha sido invitado a numerosos festivales y ha ofrecido recitales en varias salas de concierto. Ha tocado con distintas orquestas bajo la dirección de Daniel Barenboim, Seiji Ozawa, Zubin Mehta, Yuri Termirkanov, Sandor Vegh, Sir Neville Mariner, Kazimiers Kord, Eiji Oue, Vladimir Spivakov y Jesús López-Cobos. LUNES, 9 DE ENERO DE 2006. 20 H. FRANZ PETER SCHUBERT 4 Impromtus, op. 90, D 899 FRYDERYK CHOPIN Polonesa-fantasía en la bemol mayor, op. 61 [KK. 815-821] SERGUEI RACHMANINOV 9 Études-tableaux, op. 39 IGOR STRAVINSKI 3 Movimientos de «Petruchka» Alexei Volodin. Nació en 1977 en San Petersburgo (Rusia). Comenzó a estudiar música a la edad de nueve años. Un año después, se trasladó a Moscú, donde estudió con Chaklina y posteriormente con Zelikman en la Gnessin Music School. En 1994 se incorporó a las clases magistrales de la profesora Elisso Virsaladze en el Conservatorio de Moscú. Posteriormente, en el año 2001, estudió en la Fundación Internacional de Piano Theo Lieven en Como (Italia). Ha sido galardonado en diversos concursos internacionales, destacando el Primer Premio en la novena edición del Concurso Géza Anda de Zúrich en el 2003, galardón que supuso la proyección internacional de su carrera. Ha ofrecido recitales en Rusia, Japón, España, Francia, Noruega, Alemania, Italia, Holanda, República Checa, Australia y Suiza. Además, ha actuado con prestigiosas orquestas, entre las que destacan la Russian State Academy, Northern Sinfonia, Sinfónica de Sydney, Filarmónica de Belgrado, Orquesta de Cámara de Viena, Sinfónica de la Radio de Stuttgart y Tonhalle de Zúrich. Ha actuado bajo la dirección de Hogwood, Pommier, Fürst, Guschlbauer, Blunier, Albrecht, Rizzi, Zinman y Fedoseyev, entre otros. TEATRO DE LA ZARZUELA PRECIO DE LOS ABONOS Y LAS LOCALIDADES ZONAS ABONOS 18 € 15 € 12 € 9€ A B C D LOCALIDADES 10 € 8€ 6€ 4€ sch rzo VENTA DE ABONOS Y LOCALIDADES 1.- VENTA DE ABONOS hasta el 10 de octubre de 2005 en el teléfono 91.725.20.98 (de 10 a 15 horas de lunes a viernes, excepto festivos), por fax en el número 91.726.18.64, por e-mail en la dirección [email protected] las 24 horas del día. 2.- VENTA DE LOCALIDADES para los tres conciertos del ciclo a partir del 30 de noviembre de 2005 en las taquillas del Teatro de la Zarzuela, Red de teatros del INAEM y Serviticket 902.33.22.11 (de 9 a 24 horas), Servicaixa, Servicajeros de la Caixa y en internet www.servicaixa.com. ORGANIZAN: COLABORAN: e a tro de PARA MÁS INFORMACIÓN TEATRO DE LA ZARZUELA Teléfono: 91.524.54.00 / 72 (De 12 a 18 horas, excepto los días de representación que será hasta las 20 horas) http://teatrodelazarzuela.mcu.es FUNDACIÓN SCHERZO Teléfono: 91.725.20.98 (De lunes a viernes, excepto festivos, de 10 a 15 horas) www.scherzo.es AVISO: TODOS LOS PROGRAMAS, FECHAS E INTÉRPRETES SON SUSCEPTIBLES DE MODIFICACIÓN. VOCES evidentemente, por el timbre, por el color. Sarastro, el sacerdote de La flauta mágica de Mozart, no ha de bajar del fa sostenido 1, y en este sentido podría ser abordado, y lo es con frecuencia, por voces más livianas, menos densas que las de verdad profundas. Pero aquéllas no conceden al personaje esa nobleza, esa rotundidad, esa apariencia de ser eminente que se necesita (como, en la misma ópera, y ya lo apuntábamos, una soprano ligera no puede otorgar a la Reina de la noche su auténtica naturaleza). En la literatura germánica existen numerosos papeles para este tipo vocal, con mayores o menores exigencias en la franja más grave. Sí la tiene en este aspecto el Osmín de El rapto en el serrallo, que, además de requerir una evidente profundidad, ya que ha de descender hasta el re1, entra en la categoría del bajo bufo, y así lo comentábamos hace un mes. Pero un bajo muy especial. Lo difícil es encontrar un cantante que aúne al tiempo esa densidad vocal, esa facilidad para descender a notas tan abisales, y la flexibilidad necesaria para enunciar el texto con finura y ligereza. La cuadratura del círculo. 142 Voces profundas deben ser sin duda, para dar una completa y eficaz imagen, las que aborden personajes como el Príncipe Gremin de Evgeni Onegin de Chaikovski (¡cómo lo cantaba, incluso a los 85 años, el gran Mark Reizen, arriba citado!), el Cardenal Brogni de La judía de Halévy, Marcel de Los hugonotes de Meyerbeer, el Gran Inquisidor de Don Carlo de Verdi (dos nombres aquí: Giulio Neri y Martti Talvela), Rocco de Fidelio de Beethoven y Pimen de Boris Godunov de Musorgski. Bien entendido que, hemos de repetir, no siempre se le solicitan al artista graves fuera de este mundo e incluso estos papeles pueden en la mayoría de los casos ser solventados por bajos-cantantes, voces en principio de menor reciedumbre, menos berroqueñas. Pero hoy es raro encontrar un auténtico bajo profundo. Como debió de serlo Franz Xaver Gerl, primer Sarastro; o como lo eran, según revelan las antiguas grabaciones, Ivar Andrésen (1896-1940) (ojo a su aria de Brogni) o Alexander Kipnis (18911978), capaces asimismo, dada su extensión, de abordar otros repertorios diríamos más ligeros. Sparafucile de von Manowarda Hofmann Kipnis List Rigoletto gana evidentemente cuando es cantado por un bajo auténtico; como Ramfis de Aida o Procida de Vísperas sicilianas. Tieferbass. Unas palabras para comentar esta figura vocal, de tintes realmente oscuros y penumbrosos, los necesarios para esos papeles a veces siniestros en los que era tan hábil Wagner. No se les suele pedir grandes gestas en la zona más grave, como ya apuntábamos, pero precisan de este timbre rocoso, de ese metal negro —de ahí que se los haya bautizado como bajos negros— para caracterizar y expresar en mayor medida sus turbulencias y sentimientos. Los más típicos son Hunding de La walkyria y Hagen de El ocaso de los dioses, dos auténticas criaturas malas, incluso diabólicas, en especial el segundo, hijo de Alberich, que alberga dentro de sí todo el odio rumiado por su padre (¡qué gran momento en esa ópera que cierra la Tetralogía el dúo entre padre e hijo!). A ellos se añade el gigante Fafner de El oro, luego devenido dragón en Siegfried, que es donde de verdad ha de adquirir un carácter más terrorífico y seguir una tesitura algo más grave. En la primera obra es, curiosamente, su hermano Fasolt el que tiene más importancia. Son partes para voces de auténtico granito. Más dulces, de menor enjundia dramática, son Gurnemanz de Parsifal, Enrique el Pajarero de Lohengrin o el Landgrave de Tannhäuser. Son hijos de personajes weberianos, como el Eremita de Der Freischütz, (el Kaspar de esta última obra es más demoníaco y, también, menos opulento, más próximo al bajobarítono de tinte dramático) o del beethoveniano Rocco, el carcelero de Fidelio, antes citado. Entre los más grandes bajos de este carácter —todos, por lo común, llegaron a cantar Sarastro u Osmín)— están el ya mencionado Kipnis, Josef von Manowarda, Ludwig Hofmann, Emanuel List (estos dos últimos, poco a nada recordados hoy, poseedores de voces de enorme amplitud), Joseph Greindl (que se dio el lujo de cantar Sachs), Ludwig Weber, Gottlob Frick o Kurt Moll. Aunque no poseen las mismas o, al menos similares, características, queremos colocar aquí, ya para terminar nuestra excursión al mundo de las profundidades, a dos personajes de Richard Strauss, que tienen mucha miga, mucho que cantar y que decir; y que han de descender hasta los dominios del mi1 el primero y del doble do el segundo, uno y otro de carácter bufo: el Barón Ochs, de El caballero de la rosa, y Sir Morosus de La mujer silenciosa. Arturo Reverter Tune in to the people who make music move at Midem Classique & Jazz CLASSIQUE JAZZ CONTEMPORAIN TRADITIONNEL Classical and jazz music are seeing new opportunities, and only one event lets you tap into their rich potential: MIDEM, the world's music market. Over 9300 professionals attended last year and figures are already up for 2006. Plus MidemNet Forum has been expanded. 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Si bien es cierto que el material no es nuevo, las compilaciones resultan altamente gratificantes e imprescindibles para acercarse a la esencia del bebop, un estilo con forma de vida propia que no siempre tuvo justo reconocimiento. El bebop frente al swing E 144 ste año se cumple el 50 aniversario del fallecimiento de Charlie Parker (Kansas City, 1920-Nueva York, 1955) y muchas son las recopilaciones y reediciones que se han colocado en el mercado aprovechando el acontecimiento. Sin embargo, la verdadera celebración habría que buscarla en la enérgica vitalidad con que todavía cuenta la respiración del que fuera auténtico patriarca del llamado bebop. No obstante, las aportaciones del legendario altosaxofonista van mucho más allá de los meros márgenes estilísticos, ya que su concepción del jazz marcó la modernidad del propio género; si el jazz hoy puede asomarse al siglo XXI ello es, en generosa medida, gracias a Bird. Charlie Parker fue un músico adelantado a todos los tiempos y por eso nos lo encontramos en múltiples direc- ciones. Su percepción del jazz hoy todavía late con fuerza entre las nuevas generaciones, porque sólo la verdad permanece. Y para muestra, dos botones, ya que en el año de este aniversario nos han llegado dos testimonios discográficos tan jugosos como necesarios: The complete Verve Master Takes (Verve/Universal) y Rétrospective 1940-1953 (Saga/Karonte). En el primero de los registros se recuperan todas las grabaciones que el saxofonista grabara para el sello Verve junto al productor Norman Granz, desde 1947 hasta 1954, meses antes de que falleciera en Nueva York. El lote incluye un total de 73 grabaciones, incluidas las sesiones de dudoso alcance Complete Verve Masters with Strings, a las que este verano pasado rindió pleitesía el saxofonista Phil Woods a su paso por nuestros escenarios. A finales de los años treinta, el bebop hubo de rivalizar con el swing, implantado en la sociedad norteamericana de la época como uno de los mayores éxitos musicales. La actitud beligerante de los promotores del bebop para con los salvaguardas del swing no obedecía a un descrédito gratuito, sino que respondía a la necesidad natural de unos músicos deseosos por descubrir nuevos lenguajes y nuevas sensaciones. Los primeros síntomas de cambio tuvieron lugar en la escena jazzística de Kansas City, y luego tuvieron justa respuesta en multitud de pequeños locales de Nueva York, como el Minton’s Playhouse, el Onyx, el Famous Door o el Three Deuces, donde se citaban jazzistas ilustres como Thelonious Monk, Dizzy Gillespie, Kenny Clarke, Charlie Christian o el propio Charlie Parker. El nuevo lenguaje incluía fraseos ardientes y chispeantes, dotados de una improvisación larga y febril —que apenas concedía protagonismo a la melodía— y un movimiento rítmico de velocidades endiabladas. Las estructuras armónicas se comprimían de tal manera que ninguna nota era prescindible, al contrario, todo lo que sobraba se eliminaba. Esta estrechez armónica, precisamente, situó a estos músicos ante las formas estéticas y primitivas de Nueva Orleans, siendo el blues uno de sus materiales de trabajo preferidos. Todos estos cambios armónicos y rítmicos desembocaron en el bebop. No obstante, la vistosidad del swing seguía triunfando entre la mayor parte del público, arropada por una JAZZ poderosa industria fonográfica y radiofónica que no veía ningún valor lucrativo en el bebop. Incluso, entre 1942 y 1944, la Federación Norteamericana de Músicos llegó a clausurar el negocio discográfico, en un claro intento de paralizar el emergente estilo, normalizar los gustos de los consumidores y reestructurar el negocio mercantil. Paralelamente, el enfrentamiento entre ambos géneros se trasladó a la calle, donde los músicos negros reclamaron y reivindicaron una mayor consideración y respeto para con la música afroamericana y una mayor igualdad social (todavía, en los años treinta, las bandas blancas cobraban el doble que las negras, y en el sur del país se prohibía la convivencia mixta). El término “bebop” refleja onomatopéyicamente el intervalo más popular de la época: la quinta disminuida descendente (“flatted fith”). Esa es, al menos, la explicación del trompetista Dizzy Gillespie, porque, al igual que sucede con el origen de la palabra “jazz”, la procedencia del vocablo también está sujeta a numerosas teorías. Muchos de los jazzistas veteranos de la época ya venían trabajando en años anteriores sobre fundamentos propios del bebop, gente como los pianistas Count Basie, Clyde Hart y Art Tatum; los saxofonistas Coleman Hawkins y Lester Young; el trompetista Roy Eldridge; el contrabajista Jimmy Blanton; o los bateristas Jo Jones y Dave Tough. Parker, la soledad del creador Pero fueron las nuevas generaciones de músicos jóvenes y rebeldes las que completaron y solidificaron el lenguaje del bebop, asentando, sin saberlo, las raíces del jazz moderno. Y a la cabeza de todos ellos, Charlie Bird Parker, un maestro del saxo alto con un concepto armónico muy avanzado y una velocidad interpretativa realmente insólita. Las aportaciones de Parker al universo del jazz fueron y son decisivas para el discurrir del género. A pesar de ello, su trayectoria vital estuvo marcada por la fatalidad, muriendo a la temprana edad de 35 años. Su ambiciosa y exigente personalidad musical, conjuntamente con la pérdida de valores de la sociedades americana y europea —que se enfrentaban a una guerra mundial—, le situaron ante el mundo oscuro de las drogas, personalizando otra de las características habituales entre los integrantes de la primera generación de “boppers”. A excepción de Max Roach, Dizzy Gillespie y otros pocos, muchos de aquellos jazzistas fallecieron como consecuencia de su adición al alcohol y la heroína. No obstante, queda claro, aunque la historia “culta y oficial” no lo reconozca, que la valía artística de estos hombres estuvo a la altura de otras personalidades culturales como Stravinski, Schoenberg, Picasso, Kandinski, o Chagall. La revolución del bebop obtuvo, a finales de los cuarenta, dos respuestas desiguales; por un lado, renació el interés por el sonido Nueva Orleans y el Dixieland, principalmente a cargo de los músicos blancos; por otro, su complejidad rítmica y melódica originó que muchos músicos intentaran suavizar sus propuestas, aliviando la dureza y electricidad febril de su sonido, y anunciando en el horizonte otro eco jazzístico: el cool-jazz. Sin embargo, su sombra y la de genios como Parker siguen siendo dos recuerdos fijados en la memoria de hoy y el mañana. Pablo Sanz CARTELERA 24º FESTIVAL DE JAZZ SAN JUAN EVANGELISTA. Octu- bre/Noviembre. Club de Música y Jazz San Juan Evangelista. Madrid. El templo del jazz madrileño celebra este año 35 primaveras y dedica su programación a las víctimas de Nueva Orleans. En su oferta se descubren nuevos gestos de vanguardia electrónica y música contemporánea con el concurso de los trompetistas Erik Truffaz y John Hassell, la New Orleans Jazz Band, el guitarrista Bill Frisell, el saxofonista David Murray y el pianista Uri Caine. los conciertos. Este año las firmas corren a cargo de Paquito D’Rivera, Roy Haynes, Brad Mehldau y The Blind Boys of Alabama. VI FESTIVAL INTERNACIONAL DE OTOÑO DE SALAMANCA. Del 2 al 7 de noviembre. Salamanca. La ciudad castellana y universitaria supera su primer lustro de vida con una programación de altísimos vuelos. Así, por sus distintas sedes desfilarán jazzistas de la talla de Dave Holland, Jack DeJohnette, James Carter o Joachim Kühn, y formaciones urgentes como la Vienna Art Orchestra. XXII FESTIVAL DE JAZZ DE MADRID. Del 2 al 30 de noviembre. Madrid. Además de cine, mesas redondas, jazz de calle y actividades para niños, la oferta del certamen capitalino vuelve a mostrar el perfil más latino del género, con la inclusión de artistas como Rosa Passos, Paquito D’Rivera, Chucho Valdés, Steve Turre, Arturo Sandoval o Chick Corea. La cuota jazzística la salvan popes como Charles Lloyd, Dave Holland o Roy Haynes. BIENAL SGAE DE JAZZ TETE MONTOLIU. 2 y 3 de noviembre. Barcelona. Al margen de sus concursos de obras y “músico revelación”, esta cita internacional contará en su gala principal con el proyecto de Chick Corea, Touchstone, en el que habitan Jorge Pardo, Carles Benavent y Rubem Dantas. FESTIVAL DE JAZZ DE BARCELONA. Noviembre-Diciembre. Barcelona. El festival de la Ciudad Condal ofrece una larga programación a base de citas con artistas y grupos como Roy Haynes, Chucho Valdés, Dave Douglas, Richard Bona, Lee Konitz, Brad Mehldau, Dave Brubeck o Michel Camilo. FESTIVAL DE JAZZ CIUDAD LINEAL . 11, 12, 18 y 19 de noviembre. Madrid. El festival escorado en un rincón de la capital madrileña se ha convertido en referente jazzístico otoñal. Su cartel este año lo integran Tania María, El Negri, Medeseki, Martin & Wood, entre otros. XXVI FESTIVAL DE JAZZ DE GRANADA. Noviembre. Granada. La capital del oriente andaluz vuelve a reclamar un sitio de honor entre los festivales otoñales. Su cartel para este año cuenta con aciertos como Randy Weston, Charlie Haden & Liberation Music Orchestra, Dave Douglas, Kurt Elling, Jacky Terrasson o Dave Samuels con la Big Band de Granada. VALLADOLID. 8 de noviembre. La capital castellano-leonesa ofrece un concierto especial protagonizado por Joe Zawinul, en formato de cuarteto, y la WDR Big Band de Colonia. JAZZ VOYEUR FESTIVAL. Noviembre. Palma de Mallorca. El festival balear mantiene un generosa oferta de actividades paralelas, aunque los platos principales sigan siendo JAPANESE NEW MUSIC FESTIVAL. 13 de noviembre. Barce- lona. Una buena oportunidad para pulsar la nueva música japonesa, que en esta cita se mueve entre el jazz y la vanguardia electrónica de artistas como Tsuyama Atsushi, Yoshida Tatsuya, Kawabata Makoto y Satoko Fujii. 145 LIBROS Interesante introducción a la música electrónica UNA VISIÓN A LA ALEMANA MARTIN SUPPER: Música electrónica y música por ordenador. Historia, estética, métodos, sistemas. Traducción de Alex Arteaga. Epílogo de Andrés Lewin-Richter. Alianza Música 83. Madrid, 2004. 230 páginas. M 146 artin Supper ha sido testigo cercano del desarrollo de la música electroacústica en el área germana, estudió con G. M. Koenig, además se formó en informática, lingüística y es doctor en musicología. Compositor especializado en instalaciones sonoras, es docente y director del Estudio de Música Electroacústica y Arte Sonoro en la Universidad de Artes de Berlín. El original de este libro apareció en alemán en 1997 y está organizado siguiendo criterios técnicos y estéticos, aunque siempre se aporta una perspectiva histórica, principalmente en el capítulo de introducción. El libro es corto pero denso e incluye numerosas notas a pie de página y muy pocas figuras. La traducción es correcta a pesar de que la terminología es complicada y con bastantes términos en inglés, que se han optado por mantener en dicho idioma. Se aprecian algunas erratas, incluso en algún título de apartado, lo que añade confusión a un texto prolijo en términos. El capítulo de introducción habla de los inicios de las diversas modalidades de música electroacústica y está ordenado por términos correspondientes a estudios pioneros o a áreas geográficas. Así, aparecen “Música electrónica en vivo”, “Tape music” (término utilizado en los Estados Unidos), “Música concreta” (Estudio de Radio Francia), “Música electrónica” (Estudio de Colonia) y “Música con ordenador”. El capítulo recoge, aunque no clarifica, la confusión que existe en la terminología; en particular en la música electrónica en vivo, al enumerar las diversas situaciones en que se puede dar (p. 18), resulta chocante que vuelva a incluir lo definido “conjuntos instrumentales de música electrónica en vivo”. Es muy pertinente la distinción que señala entre los pioneros de Europa y los de EEUU: mientras en este país no hubo aparentemente ninguna frontera ideológica, en los estudios de Europa la música se desarrolló basándose en principios técnicos y compositivos. El apartado sobre el Estudio de Colonia es el más interesante porque aporta muchos detalles y referencias bibliográficas. El siguiente y extenso capítulo sobre “Timbre y síntesis de sonido” empieza con un rico análisis sobre los intentos de definición, catalogación y análisis del timbre; siendo especialmente acertado lo dedicado a la percepción del timbre electroacústico, ya que lo más común en los tratados ha sido siempre hablar del timbre ligado a los instrumentos, pero en el caso que nos ocupa, el sonido que sale por el altavoz se independiza o carece de un cuerpo real que lo creó (Pierre Schaeffer). En general el autor es muy claro al explicar sin tecnicismos los métodos de síntesis a los no iniciados, salvo al hablar sobre la modulación de frecuencia (FM), donde incomprensiblemente añade detalles matemáticos y técnicos que además contienen varios errores importantes (pp. 54-55). Supper recurre a la clasificación de métodos de síntesis vertical y horizontal, la vertical corresponde a la realizada construyendo el espectro mediante suma u otra operación realizada a partir de sonidos sinusoidales, el ejemplo típico es la síntesis de Fourier. La síntesis horizontal es la realizada mediante la sucesión en el tiempo más o menos rápida de fragmentos de sonido, aquí el paradigma es la síntesis granular, cuyo origen teórico está en Gábor. El autor intenta, al hablar de los métodos de síntesis, “proponer una reducción a estos dos principios [horizontal y vertical] con la intención de mostrarlos en el pensamiento compositivo”. Aunque los identifica claramente en los métodos de síntesis aditiva, sustractiva y FM (vertical) y sampling y síntesis granular (horizontal), después esos dos principios se pierden en la niebla cuando continúa explicando métodos de síntesis como el VOSIM, LPC y modelado físico, incluyendo después las ilusiones acústicas (un invitado interesante pero extraño aquí). Aunque retoma el hilo después en el apartado de “Las consecuencias estéticas de la síntesis horizontal y vertical”, pero sólo habla de la síntesis aditiva, la FM y la granular. Interesante es cuando Supper parece que aboga por la síntesis horizontal, ya que se pueden generar a la vez “nuevos timbres y nuevas formas musicales que acaban con la separación categórica entre partitura e instrumentación” propia del pensamiento musical tradicional instrumental y de la síntesis vertical. El siguiente capítulo se titula “Síntesis de partitura”, término con el que engloba la composición asistida por ordenador, la música automática, la algorítmica, etc. Tras la definición de algoritmo, continúa incluyendo las LIBROS bases del control por tensión, los autómatas y los secuenciadores analógicos y los digitales. El secuenciador si se quiere es el algoritmo de composición más sencillo: el autómata (ordenador) se limita a repetir lo que el compositor ha escrito previamente. El siguiente apartado trata con profundidad la composición algorítmica con elementos aleatorios, con referencias obligadas a Hiller e Isaacson, Barbaud o Xenakis; con especial atención a Koenig y a las investigaciones en el área germánica en los años cincuenta y sesenta. Particularmente interesantes son las pistas que aporta sobre la aplicación de la teoría de la información a la música, aunque según Supper actualmente ésta “debe considerarse como un hecho histórico y poco relevante”, pero nos remite a la bibliografía para saber por qué. También critica la intención de Xenakis al denominar estocástica a su música para distanciarse de la música aleatoria, cuando en realidad ambas utilizan la probabilidad. Después habla de la “composición interactiva”, la que se desarrolla en directo en el concierto, concluyendo con una interesante valoración: “los intérpretes se desconectan del público para dialogar con su sistema interactivo y aquel acaba aburriéndose porque se siente excluido del juego…”. El siguiente apartado “Suspensión de la linearidad y procesos jerárquicos”, probablemente es el más interesante y en el que Supper demuestra su autori- dad en la materia, trata en profundidad sobre la lingüística aplicada a la teoría musical y critica la aplicación que de la lingüística de Chomsky (gramáticas generativas) combinada con la teoría musical de Schenker, se está haciendo en la investigación en música por autores como Lerdahl, Jackendoff y otros. Sus puntos débiles están en que la aplicación a la música es tan sólo un modelo que confunden con propia la realidad, además la teoría de las gramáticas generativas ya casi ha sido superada en la investigación del lenguaje hablado, y por último la traducción a la música de los modelos lingúisticos de Chomsky es simplemente una analogía ya que la música puede tener carácter de lenguaje (Adorno) pero no es un lenguaje. El apartado acaba describiendo los sistemas-L y los autómatas celulares, sistemas que relaciona con los fractales, los sistemas dinámicos y la teoría del caos pero estos tres temas, tan abundantes en la música de los últimos años, no los trata en profundidad. Y a partir de este momento el libro se acelera enormemente, para explicar esquemáticamente la “Inteligencia artificial y las ciencias cognitivas”, en sus dos corrientes principales: el procesamiento simbólico (los sistemas expertos) y el conexionismo (redes neuronales); con aplicaciones musicales que se reseñan mediante citas a la bibliografía. Y en el último capítulo “Música y espacio” se aborda de manera muy clara el espa- cio como instrumento, el espacio virtual y el espacio simulado y el movimiento del sonido en el espacio; pero el lector tendrá otra vez que acudir a la bibliografía para más detalles. Incorpora el libro un escueto glosario, una muy abundante bibliografía (en particular la alemana), así como índices onomástico y analítico. Por último se incluye un “Epílogo a la edición española”, escrito por Andrés Lewin-Richter, pionero en España y fundador del estudio Phonos (Barcelona). Se trata de una panorámica sobre el tema en nuestro país que resulta desequilibrada, en especial en lo referente a los últimos veinte años, sin embargo aporta abundantes datos sobre los años sesenta y setenta, así como sobre el entorno y algunos compositores ligados al estudio Phonos. Para concluir, estamos ante un libro útil y con numerosas referencias para seguir profundizando. Es recomendable, pero el lector ha de saber que se encuentra ante una manera algo peculiar y a veces confusa de organizar el material, que no hay equilibrio en el espacio dedicado a cada apartado, que se trata de un punto de vista alemán (necesario por otra parte, teniendo en cuenta que abunda la literatura norteamericana) y que en las cuestiones en las que el autor toma partido existen otros libros respetados que proponen posiciones diferentes. Adolfo Núñez Pascual recorre la historia de la música ESCAPARATE JOSEP PASCUAL: Guía universal de la música clásica. Prólogo de Roger Alier. Robinbook Ma non Troppo. Barcelona, 2004. 445 páginas. C on prólogo de Roger Alier, en el que el nombrado señala la enorme dificultad que supone la intención del autor, Josep Pascual, de integrar en un solo tomo manejable biografías —referidas por orden alfabético, obras principales y pormenorizaciones sobre algunas de ellas, de los compositores que en el mundo han sido y son. Encomiable la intención y encomiable el resultado. El libro, a lo largo de casi 450 páginas con impresión clara y cuidada, a dos columnas, e ilustraciones que no podían ser copiosas, pero que sí son oportunas: desde retratos de diversos personajes (los del biografiado en su mayoría hasta plano del IRCAM, cuando se habla de Pierre Boulez, o un corte longitudinal del Festpielhaus de Bayreuth, referidos a Richard Wagner. En todos los casos, el estilo que utiliza Pascual es suelto, comunicativo, y por eso su exposición no resulta nunca pesada ni abstrusa. Ilustra, con mucha maña, lo puramente biográfico con anécdotas probadas. De Bach y sus hijos (de quienes se incluye árbol genealógico) a Henze, que coexiste en la misma página con Hildegard von Bingen, la monja-autora alemana del siglo XII y sus visiones, se va extendiendo ante nosotros una amplia panoplia de personalidades, de estilos; de oferta musical, en suma. Y el lector va reconociendo la importancia en la diversidad de un mundo dedicado a la más comunicativa de las Bellas Artes, pues los factores meramente estáticos y estéticos no se reproducen en ella, sino que se recrean una y otra vez, suscitando variadas situaciones o reacciones anímicas. Creo que con muy buena orientación, cuando se trata de un autor que ha descollado en la creación operística, pero también tiene obra sinfónica, el autor hace hincapié especialmente en esta última, dando así una visión novedosa del compositor. La consulta en este libro, por todas las cualidades apuntadas anteriormente, será siempre recreativa y grata sin pecar de superficial, y esa es, por encima de otras, su mayor virtud. Un corto apéndice de discografía sobre obras citadas, acompaña —al final del libro— a los textos fundamentales. Es sólo escasamente orientativo, pero no contiene ningún fiasco en cuanto a la calidad innegable de las interpretaciones recomendadas. José Antonio García y García 147 GGUUÍ A ÍA LA GUÍA DE SCHERZO GRAN TEATRE DEL LICEU WWW.LICEUBARCELONA.COM BARCELLONA SEMIRAMIDE (Rossini). Frizza. Kaegi. Takova, Barcellona, Flórez, Alaimo. 21,24,25,27,29,30-XI. BILBAO PALACIO EUSKALDUNA WWW.EUSKALDUNA.NET DON GIOVANNI (Mozart). Ros Marbà. De Simone. Kwiecien, Held, Pirgu, Blancas. 19,22,25,28-XI. TEATRO ARRIAGA WWW.TEATROARRIAGA.COM 11,12-XI: Il Complesso Barocco. Alan Curtis. Haendel, Rodelinda, Lotario (versiones semiescénicas). CÁCERES ORQUESTA DE EXTREMADURA WWW.ORQUESTADEEXTREMADURA.COM 18-XI: Tan Lihua. Manuel Guillén, violín. Bao, Brotons, Borodin. EUSKADI SINFÓNICA DE EUSKADI WWW.ORQUESTADEUSKADI.ES 148 7-XI: Christian Mandeal. Nelson Freire, piano. Brahms, Shostakovich. (Bilbao. 8: Pamplona. 9: Vitoria. 10,11: San Sebastián). 24: Libor Pesek. Smetana, Mi patria. (Bilbao. 25: Vitoria). 11-XI: Andrea Marcon. Flavio Oliver, sopranista. Vivaldi, Haendel. 25: Jean-Jacques Kantorow. Telemann, Sallinen, Ravel. JEREZ TEATRO VILLAMARTA WWW.VILLAMARTA.COM 4-XI: Arcadi Volodos, piano. Schubert, Liszt. VOLODOS 3,4,5,6-XI: Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña [www.obc.es]. Franco Petracchi. Rota. (Auditori. www.auditori.org]). 4,7: Sinfónica del Teatro del Liceo. Salvador Mas. Jane Eaglen, soprano. Weber, Spontini, Wagner, Beethoven. (Teatro del Liceo). 10: Sinfónica de la NDR de Hamburgo. Christoph von Dohnányi. Bartók, Bruckner. (Palau 100 [www.palaumusica.org]). 11,12,13: Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Christopher Hogwood. Mendelssohn, Mozart, Elgar. (Auditori). 18,19,20: Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Franz Paul Decker. Kiri Te Kanawa, soprano. Strauss. (Auditori). 22: Orquesta Barroca de Dresde. Ulrike Titze. Jana Reiner, soprano. Bach. (Euroconcert. Palau). 25,26,27: Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Coro de Cámara del Palau. Ernest Martínez Izquiedo. Espada, Tucker, López. Haydn, La Creación. (Auditori). 26,28: Orquesta de Cámara del Gran Teatro del Liceo. Josep Pons. Anna Caterina Antonacci, soprano. Mozart. (T. L.). 28: Philharmonia de Praga. Jirí Behlohlávek. Natalia Gutman, chelo. Saint-Saëns, Chaikovski, Dvorák. (Ibercamera [www.ibercamera.es]. Auditori). 12: Gianluca Cascioli, piano. Beethoven, Chopin. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Martinenghi. Chacón. Balzani, Montiel, Jordi, Fresán. 24,26-XI. LA CORUÑA SINFÓNICA DE GALICIA WWW.SINFONICA DEGALICIA.COM 3-XI: Víctor Pablo Pérez. Nelson Freire, piano. Brahms. 10: Hansjörg Schellenberger. Gérard Caussé, viola. Bartók, Mozart, Kodály. 18: Hansjörg Schellenberger, director y oboe. Vázquez, Haydn, Bellini, Mozart. MADRID 2-XI: Orquesta Revolucionaria y Romántica. John Eliot Gardiner. Weber, Mendelssohn. (Caja Madrid [www.fundacioncajamadrid.es]. Auditorio Nacional [www.auditorionacional.mcu.es]). GARDINER BARCELONA GRANADA ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA WWW.ORQUESTACIUDADDEGRANADA.ES 3: Thomas Quasthoff, barítono; Charles Spencer, piano. Schubert, Bella molinera. (Ibermúsica [www.ibermusica.es]. A. N.). 3,4: Orquesta de Radiotelevisión Española [www.rtve.es]. Yoav Talmi. Uto Ughi, violín. Mendelssohn, Mahler. (Teatro Monumental). 4,5,6: Orquesta Nacional de España [www.ocne.mcu.es]. Antoni Ros Marbà. Nikolai Demidenko, piano. Beethoven, Dvorák. (A. N.). 8: Frank Peter Zimmermann, violín; Christian Zacharias, piano; Heinrich Schiff, chelo. Schubert, Tríos. (Grandes Intérpretes. Fundación Scherzo [www.scherzo.es]. A. N.). ZACHARIAS NACIONAL 10,11: OCRTVE. George Pehlivanian. Sabine Meyer, clarinete. Rueda, Copland, Bernstein (T. M.). TEATRO DE LA ZARZUELA Jovellanos, 4. Metro Banco de España. Tlf.: (91) 5.24.54.00. Internet: http://teatrodelazarzuela.mcu.es. Director: Luis Olmos. Venta localidades: A través de Internet (servicaixa.com), Taquillas Teatros Nacionales y cajeros o teléfono de ServiCaixa: 902 33 22 11. Horario de Taquillas: Venta anticipada de 12 a 17 horas. Días de representación, de 12 horas, hasta comienzo de la misma. XII CICLO DE LIED. Lunes 7 de noviembre, 20 horas. David Daniels, contratenor, Martin Katz piano. Programa: Lieder de W. A. Mozart, Mélodies de G. Fauré y canciones españolas renacentistas. Coproducen: Fundación Caja Madrid y Teatro de La Zarzuela. Ángel Corella & Stars American Ballet. Del 9 al 12 de noviembre, 20 horas. Domingo 13, 18:00 horas. Programa I: <<DQ>> (Don Quijote) días 9, 10 y 11. Programa II: Con Shakespeare, días 12 y 13. XII Ciclo de Lied. Lunes 28 de noviembre, 20 horas. Christian Gerhaher, barítono, Gerold Huber, piano. Programa: F. Schubert y G. Mahler. Coproducen: Fundación Caja Madrid y Teatro de La Zarzuela. CENTRO PARA LA DIFUSIÓN DE LA MÚSICA CONTEMPORÁNEA 11: Trío Guarneri. Mozart, Smetana, Dvorák. (Liceo de Cámara. A. N.). — Sinfónica de la NDR de Hamburgo. Christoph von Dohnányi. Bartók, Bruckner. (Ibermúsica. A. N.). ORCAM ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID Miércoles, 2 de noviembre de 2005. 22,30 horas Auditorio Nacional. Sala Sinfónica Programa Yung Wook, piano José Serebrier, director H. Berlioz El corsario (obertura) M. Ravel Concierto para piano y orquesta en Sol Mayor J. Serebrier Sinfonía nº 2 “Partita para orquesta” (*) Estreno en España ABONO A 3 ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID Martes, 22 de noviembre de 2005. 19,30 horas Auditorio Nacional. Sala Sinfónica Programa Enrique Pérez de Guzmán, piano José Ramón Encinar, director L. Boccherini Obertura de La Clementina G. Gershwin Concierto para piano y orquesta en Fa A. Charles Concierto para orquesta* M. Ravel Rapsodia española * Estreno absoluto. (Obra ganadora del Concurso Joaquín Rodrigo. Premios Villa de Madrid 2004) Auditorio 500 (Ampliación MNCARS) DÍA DE SANTA CECILIA 7 de noviembre: 19:30 horas Plural Ensemble + Ensemble Orchestal Contemporain de Lyon CONCIERTO EN CONMEMORACIÓN DEL 75 ANIVERSARIO DE LA REVISTA RITMO “En torno a Luis de Pablo (en su 75 aniversario)” Directores: Fabián Panisello y Daniel Kawka Obras de López; Dufourt; De Pablo. 14 de noviembre: 19:30 horas Uta Weyand, piano. Obras de Ohana y Dutilleux 21 de noviembre: 19:30 horas Grup Instrumental de Valencia. Director: Joan Cerveró. Monográfico Francisco Guerrero 28 de noviembre: 19:30 horas Ensemble Avanti! Directora: Susana Mälkki. Haapanen, Saariaho, Lindberg, Salonen, Tiensuu. ABONO B 2 CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID SOLISTAS DE LA ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID Miércoles 30 de noviembre de 2005. 22,30 horas Auditorio Nacional. Sala Sinfónica Programa Jordi Casas Bayer, director J. Desprez Gaude virgo mater christi J. Desprez Mille regretz J. Mª . S. Verdú Deploration sur la mort d’Ockeghem J. Ockeghem Kyrie de la misa “ L´homme armé” I. Stravinski Misa ABONO B 3 GGUUÍ A ÍA ÓPERA: DESDE LA CASA DE LOS MUERTOS de Leos Janácek. Noviembre: 1, 3, 5, 7, 9, 11, 13, 15. 20:00 horas. Domingos a las 18:00 horas. Director musical: Marc Albrecht. Director de escena: Klaus Michael Grüber. Escenógrafo: Eduardo Arroyo. José van Dam, Gaele Le Roi, Hubert Delamboye, Jerry Hadley, Johan Reuter, Jiri Sulzenko, Bojidar Nikolov, Ludek Vele, Alexander Krawetz, Miroslav Svejda, David Bizic, Jeffrey Francis, Sergei Stilmachenko, Tomás Juhás. Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid). Coro de la Comunidad de Madrid. ÓPERA PARA NIÑOS: EL GATO CON BOTAS de Xavier Montsalvatge. Noviembre: 4*, 6 y 12. 12:00 y 20:00 horas. Domingo a las 12:00 y 18:00 horas. *Función de las 12:00 horas para centros educativos. Director musical: Josep Vicent. Director de escena: Emilio Sagi. Espacio escénico y vestuario: Ágatha Ruiz de la Prada. OrquestaEscuela de la Orquesta Sinfónica de Madrid. ACTIVIDADES PARALELAS: COCIERTO DE VOCES FEMENINAS. Noviembre: 14. 20:00 horas. Director musical: Jordi Casas Bayer. Obras de Brahms, Poulenc, Janácek y Britten. Coro de la Orquesta Sinfónica de Madrid. Ciclos Musicales de la Comunidad de Madrid Auditorio Nacional de Música 8 de noviembre de 2005 22,30 horas Lorenzo Ramos, director Programa I Parte Seven Looks de A. Charles (obra ganadora de la 2ª edición del concurso de composición de la AEOS patrocinado por la Fundación Valparaíso). Cavatina de E. Halffter 30: Cuarteto Artemis. Mozart, Ligeti. (Liceo de Cámara. A. N.). — Les Arts Florissants. William Christie. Rameau, Les paladins (versión de concierto). (Ciclo Complutense. A. N.). “Habanera” de La muerte de Carmen de E. Halffter II Parte Appalachian Spring (Primavera Apalache) Suite de A. Copland “Danzas Sinfónicas” de West Side Story de L. Bernstein Concierto de Santa Cecilia, XX edición Auditorio Nacional de Música 17 de noviembre de 2005 19,30 horas 19 de noviembre 2005, sábado a las 22,30 horas ORQUESTA SINFÓNICA DEL REAL CONSERVATORIO DE BRUSELAS Director: Arie Van Lysebeth Obras R. D’Haene (1943) Reminiscenza L. v. Beethoven (1770-1827) Concierto para piano y orquesta nº 5 en Mi bemol mayor, op.73, “El Emperador” Anton Bruckner (1824-1896) Sinfonía nº 4, “Romántica” Concierto en Homenaje a Eduardo del Pueyo Venta de localidades: Taquillas del Auditorio Nacional Venta telefónica: Servicaixa 902332211 5-XI: Sinfónica Ciudad de Oviedo. Friedrich Haider. Brahms, Dvorák. 10: Sinfónica Ciudad de Oviedo. Friedrich Haider. Muñiz, Hummel, Cherubini. 29: Sinfónica de Shangai. Terje Mikkelsen. Shan, Strauss, Stravinski. MADAMA BUTTERFLY (Puccini). Guingal. Pontiggia. Villarroel, Rodríguez-Cosí, Suárez, Sartori. 16,19,22XI. Programa I Parte Obertura de “Rienzi” de R. Wagner Concierto en mi menor para clarinete y viola, op. 88 de M. Bruch Vicente Alberola, clarinete Julia Malkova, viola II parte 11,12,13: Orquesta Nacional de España. Josep Pons. Xavier de Maestre, arpa. Esplá, Montsalvatge, Stravinski. (A. N.). 12: Françoise Langellé, clave. Scarlatti, Sonatas. (Siglos de Oro. Real Monasterio de la Encarnación). — Sinfónica Ciudad de Oviedo. Coro de la Fundación Príncipe de Asturias. Friedrich Haider. Muñiz, Hummel, Cherubini. (Ciclo Complutense [www.fundacionucm.es]. A. N.). 15: Orquesta Nacional de Lituania. Robertas Servenikas. Mischa Maiski, chelo; Julian Rachlin, violín. Brahms, Strauss. (Juventudes Musicales [www.juvmusicales-madrid.com]. A. N.). 17,18: ORTVE. Adrian Leaper. Iván Martín, piano. Charles, Beethoven, Chaikovski. (T. M.). LEAPER Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música XXXIII Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música OVIEDO AUDITORIO PRÍNCIPE FELIPE WWW.PALACIOCONGRESOS-OVIEDO.COM TEATRO CAMPOAMOR WWW.OPERAOVIEDO.COM Jesús López Cobos, director Ein Heldenleben, op. 40 de R. Strauss UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID 23,25: Steven Isserlis, chelo. Bach, Suites. (Liceo de Cámara. A. N.). 24: Sinfónica de Shangai. Terje Mikkelsen. Shan, Strauss, Stravinski. (Ciclo Complutense. A. N.). 24,25: ORTVE. George Pehlivanian. Sabine Meyer, clarinete. Mozart, Bruckner. (T. M.). 25,26,27: Orquesta Nacional de España. Ilan Volkov Isabelle van Keulen, violín. Stravinski, Knussen, Benjamin. (A. N.). 29: Yo Yo Ma, chelo. Bach, Suites. (Juventudes Musicales. A. N.). — Evgeni Kissin, piano. Beethoven, Chopin. (Ibermúsica. A. N.). KISSIN Información: 91/ 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: teatro-real.com. Visitas guiadas: 91 / 516 06 96. ORQUESTA SINFÓNICA DE MADRID 21: Gil Shaham, violín; Itamar Golan, piano. Programa por determinar. (Juventudes Musicales. A. N.). PAMPLONA BALUARTE WWW.BALUARTE.COM 1-XI: Orquesta Revolucionaria y Romántica. John Eliot Gardiner. Weber, Mendelssohn. 3,4: Orquesta Pablo Sarasate. Ernest Martínez Izquierdo. Falla, RimskiKorsakov, Ravel. LA CHULAPONA (Moreno Torroba). Roa. Malla. González, Lanza, León, Martínez. 24,25,26-XI. 29: Les Arts Florissants. William Christie. Rameau, Les paladins (versión semiescénica). CHRISTIE TEATRO REAL TEATRO GAYARRE WWW.TEATROGAYARRE.COM 15-XI: New London Consort. Philip Pickett. Purcell y contemporáneos. SAN SEBASTIÁN FUNDACIÓN KURSAAL WWW.KURSAAL.ORG 14-XI: New London Consort. Philip Pickett. Purcell y contemporáneos. 28: Al Ayre Español. Eduardo López Banzo. María Bayo, soprano. Haendel, Nebra. SANTANDER PALACIO DE FESTIVALES WWW.PALACIOFESTIVALES.COM LA BOHÈME (Puccini). Castro. Machado, Dankova, Martínez, Moreno. 17,19-XI. SANTIAGO DE COMPOSTELA SANTIAGO DE COMPOSTELA Auditorio de Galicia Real Filharmonía de Galicia www.auditoriodegalicia.org www.realfilharmoniagalicia.org 3-XI: Real Filharmonía de Galicia. M. Zumalave. C. Gurriarán, soprano, M. Bernal, tenor, A. Brito, barítono, Monicreques de Kukas. Telemann, Gerhard, Falla. 17: El Concierto Español. E. Moreno. R. Andueza, soprano. Farinelli, Corselli, Caldara, Nebra e Chiodi. SEVILLA SINFÓNICA DE SEVILLA WWW.ROSSEVILLA.COM 17,18-XI: Paul Daniel. Weir, Glass, Strauss, Hindemith. TEATRO DE LA MAESTRANZA Paseo de Cristóbal Colón, 22. www.teatromaestranza.com. Horario de Taquilla: de 10 a 14 y de 17’30 a 20’30 hs. Tel.: 95/422.65.73. ÓPERA Días 4, 7, 10 y 12 de noviembre, a las 20.30 horas. SALOMÉ de Richard Strauss. Director musical: Pedro Halffter. Director de escena: Willy Decker. Principales intérpretes: René Kollo, Doris Soffel, Nancy Gustafson, Samuel Youn, Joan Cabero, Ursula von den Steinen, Ian Caley, Emilio Sánchez, Manuel de Diego, Gustavo Peña, Fernando Latorre, John Marcus Bindel, Bodo Brikmann, Giancarlo Tossi, Ramón de Andrés, Jesús Becerra. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Producción de la Staatsoper de Hamburgo. OTRAS MÚSICAS Día 9 de noviembre, a las 20.30 horas. CHICK COREA & Touchstone. Con Carles Benavent, Jorge Pardo, Rubén Dantás y Tom Brechtlein. TENERIFE ORQUESTA SINFÓNICA DE TENERIFE Lugar: Teatro Guimerá www.ost.es Información: 922 239 801 3 y 4-XI: Jesús López Cobos/A. Steinbacher. Barber y Dvorák. 22, 24 y 26-XI: Mozart, Don Giovanni. Víctor Pablo Pérez. 1 y 2-XII: T. Ollila/T. Papavrami. Trujillo, Chaikovski y Scriabin. 149 GUÍA 6-XI: Orquesta Philharmonia. EsaPekka Salonen. Mahler, Séptima. 8: Karin Adam, violín; Doris Adam, piano. Mozart, Prokofiev, Kreisler. 10: Cuarteto Schumann. Felicity Lott, soprano. Chausson, Mahler, Wagner. 11: Orquesta de Valencia. Walter Weller. Karin Adam, violín. Glazunov, Bruckner. 12: Sinfónica de la NDR de Hamburgo. Christoph von Dohnányi. Bartók, Bruckner. 15: Javier Eguillor, Jesús Salvador, percusión; Claudio Martínez Mehner, Eldar Nebolsin, pianos. Bartók, Crumb. 18: Orquesta de Valencia. Walter Weller. John Lill, piano. Beethoven. 25: Orquesta de Valencia. Walter Weller. Mozart. VALLADOLID SINFÓNICA DE CASTILLA Y LEÓN WWW.ORQUESTACASTILLAYLEON.COM POSADA 10,11-XI: Martin Haselböck. Manuel Barrueco, guitarra. Haydn, Sierra, Pärt, Beethoven. 17,18: Alejandro Posada. Alessio Bax, piano. Brahms, Prokofiev. ZARAGOZA AUDITORIO WWW.AUDITORIOZARAGOZA.COM 5-XI: Orquesta Philharmonia. EsaPekka Salonen. Musorgski, Bartók, Stravinski. 18: Orchestra Internazionale d’Italia. André Bernard. Mikhail Ovrutsky, violín. Rossini, Mozart, Boccherini. 29: Grupo Enigma. Juan José Olives. Teresa Pérez, piano. Salanova, Hindemith, Schoenberg. 30: Al Ayre Español. Eduardo López Banzo. María Bayo, soprano. Haendel, Boccherini, Nebra. INTERNACIONAL AMSTERDAM ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW WWW.CONCERTGEBOUWORKEST.NL 150 2,3,4-XI: Sakari Oramo. Peter Donohoe, piano. Lindberg, Bartók, Sibelius. 10,11,13: Coro de la Radio de Holanda. Philippe Herreweghe. Tilling, Hallenberg, Trost, Gerhaher. Mendelssohn, Elias. 16,17,18: Colin Davis. Vesko Eschkenazy, violín. Dvorák, Elgar. 26: Alan Gilbert. Gregor Horsch, chelo. Berwald, Schumann, Dvorák. 30: Zubin Mehta. Bruckner, Octava. AUFSTIEG UND FALL DER STADT MAHAGONNY (Weill). Stahl. Krämer. Armstrong, Carbone, Ulrich, Missenhardt. 2,12,22-XI. LA FORZA DEL DESTINO (Verdi). Brignoli. Neuenfels. Shafajinskaia, Prodenskaia, Helzel, Servile. 3,7,11,18-XI. EVGENI ONEGIN (Chaikovski). Jurowski. Friedrich. Walther, Prokina, Gallo, Grivnov. 10,13,27-XI. ANDREA CHÉNIER (Giordano). Morandi. Dew. Guleghina, Helzel, Walther, Michailov. 17,21,25-XI. RIGOLETTO (Verdi). Jurowski. Neuenfels. Bonfadelli, Gavanelli, Prudenskaia, Rojas. 20,23,29-XI. DON PASQUALE (Donizetti). Abel. Martinoty. Regazzo, Capitanucci, Taver. 30-XI. STAATSOPER WWW.STAATSOPER-BERLIN.ORG OTELLO (Verdi). Fischer. Flimm. Porretta, Alexeev, Rügamer, Hoffmann. 1-XI. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Salemkour. Everding. Reiter, Breslik, Kurzak, Queiroz. 2-XI. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Ettinger. Dörrie. Kammerloher, Samuil, MüllerBrachmann, Breslik. 4,10-XI. CARMEN (Bizet). Ettinger. Kusej. Richard, Vinogradov, Fischeser, Domashenko. 5,9,12,18,21-XI. DIE MEISTERSINGER VON NÜRNBERG (Wagner). Barenboim. Kupfer. Holl, Pape, Heppner, Samuil. 20,27XI. TOSCA (Puccini). Ettinger. Riha. Crider, Richards, Dobber, Fischesser. 24,26,30-XI. BOLONIA TEATRO COMUNALE WWW.COMUNALEBOLOGNA.IT LA TRAVIATA (Verdi). Gatti. Brook. Amsellem, Valenti, Jenis. 18,20,22, 23,24,25,26,27-XI. GATTI PALAU DE LA MÚSICA WWW.PALAUDEVALENCIA.COM BERLÍN DEUTSCHE OPER WWW.DEUTSCHEOPERBERLIN.DE BRUSELAS LA MONNAIE WWW.LAMONNAIE.BE IL VIAGGIO A REIMS (Rossini). Rizzi. Ronconi. Remigio, Beaumont, Rancatore. Botta. 2,4,6,8,9,11,12,13-XI. BUDAPEST PALACIO DE LAS ARTES WWW.MUPA.HU 6-XI: Sinfónica del Estado de Moscú. Pavel Kogan. Glazunov, Chaikovski, Scriabin. 10: Coro y Orquesta Filarmónicos Nacionales. Alan Buribaiev. Shostakovich, Chaikovski. 15,16: Orquesta de Conciertos de Budapest. Ervin Lukács. Dezsö Ránki, piano. Schumann, Mendelssohn. 24: Filarmónica Nacional Húngara. Zoltán Kocsis. Kun Woo Paik, piano. Dvorák, Rachmaninov, Debussy. 25,27: Orquesta del Festival de Budapest. John Nelson. Boris Berezovski, piano. Beethoven, Chopin, Schumann. 30: Orquesta de Conciertos de Budapest. Yuri Simonov. Liszt, Giller, Bruckner. DRESDE SEMPEROPER WWW.SEMPEROPER.DE ARIADNE AUF NAXOS (Strauss). Rennert. Marelli. Voigt, Papoulkas, Damrau, Villars. 1,5-XI. ELEKTRA (Strauss). Boder. Berghaus. Behle, Schnaut, Anthony, König. 2XI. DON CARLO (Verdi). Zanetti. Gramss. Rydl, Maisuradze, Dobber. 6,9,12,14,18-XI. TURANDOT (Puccini). Luisi. Homoki. Schnaut, Master, Kang, Tilli. 10,16,19-XI. LA BOHÈME (Puccini). Zimmer. Mielitz. Moore, Kim, Butter, Henneberg. 13-XI. DIE LIEBE DER DANAE (Strauss). Luisi. Krämer. Ketelsen. Homrich, Nasrawi, Schwanewilms. 20,22,27,30-XI. TOSCA (Puccini). Humburg. Berghaus. Fantini, Porretta, Rasilainen, Büsching. 21,23-XI. SALOME (Strauss). Rennert. Mussbach. Herlitzius, Schmidt, Pecková, Rasilainen. 29-XI. FILADELFIA ORQUESTA DE FILADELFIA WWW.PHILORCH.ORG 3,4,5-XI: Peter Oundjian. Emanuel Ax, piano. Walker, Martinu, Beethoven. 10,11,12: Christoph Eschenbach. Mahler, Sexta. 18,19,22: Christoph Eschenbach. Beethoven, Kellogg. 25,26,28: Christoph Eschenbach. Colin Currie, percusión. Beethoven, Higdon. FLORENCIA TEATRO COMUNALE WWW.MAGGIOFIORENTINO.COM TANCREDI (Rossini). Frizza. Pizzi. Giménez, Barcellona, Spotti, Takova. 2-XI. LA TRAVIATA (Verdi). Palumbo. Comencini. Devia, Tramonti, Trevisan, Pons. 25,27,29-XI. FRANCFORT OPER FRANKFURT WWW.OPER-FRANKFURT.DE KHOVANSCHINA (Musorgski). Böer. Pade. Frank, Skelton, Jonsson, Bailey. 5,12-XI. PIKOVAIA DAMA (Chaikovski). Weigle. Pade. Halbwachs, Davidov, Kränzle, Pogosov. 6,10,13,19,24,27-XI. KÁT’A KABANOVÁ (Janácek). Zagrosek. Weber. Backlund, Ardam, König, Lazar. 11,17,23-XI. DIE ENTFÜHRUNG AUS DEM SERAIL (Mozart). Debus. Loy. Damrau, Mathey, Marsh, Quest. 18,20,26-XI. GINEBRA GRAND THÉÂTRE WWW.GENEVAOPERA.CH PRÍHODY LISKY BYSTROUSKY (Janácek). Belohlávek. Slater. Jankova, Houtzeel, Vassiliev, Sikora. 9,11,13,15,17,19-XI. LAUSANA OPÉRA DE LAUSANNE WWW.OPERA-LAUSANNE.CH RITA (Donizetti). Chalvin. Vigié. Graf, Sola, Deliau, Picard. 11,13,18,20-XI. LISBOA TEATRO SÃO CARLOS WWW.SAOCARLOS.PT OTELLO (Verdi). Pirolli. Joel. Rendall, Theodossiou, Guelfi, Guilherme. 2,4,6,8,10-XI. LONDRES BARBICAN CENTRE WWW.LSO.CO.UK 9,10,13-XI: Sinfónica de Londres. Michael Tilson Thomas. Vadim Repin, violín. Vladimir Feltsman, piano. Chaikovski. 16,21,22,26,27: Sinfónica de Londres. Bernard Haitink. Frank Peter Zimmermann, violín. Beethoven. THE SOUTH BANK CENTRE WWW.SBC.ORG.UK 3-XI: Orquesta Philharmonia. EsaPekka Salonen. Musorgski, Stravinski, Prokofiev. 5: Frank Peter Zimmermann, violín; Christian Zacharias, piano; Heinrich Schiff, chelo. Schubert, Tríos. 7: Boris Berezovski, piano. Chopin, Liadov, Rachmaninov. 9: Filarmónica de Londres. Thomas Zehetmair, violín y dirección. Schubert, Mozart, Mendelssohn. 10,11: Cuarteto Takács. Mozart, Debussy, Beethoven. 14: Orchestra of the Age of Enlightenment. Frans Brüggen. Gluck, Mozart, Saint-George. 21: Orquesta Philharmonia. Esa-Pekka Salonen. Mahler, Séptima. 23: Filarmónica de Londres. Paolo Olmi. Mozart, Rossini. 24: Orchestra of the Age of Enlightenment. Vladimir Jurowski. Paisiello, Davaux, Beethoven. 26: Chelsea Opera Group. Howard Williams. Beethoven, Leonore (versión de concierto). 28: Ian Bostridge, tenor; Julius Drake, piano. Schubert. BOSTRIDGE ALCINA (Haendel). Rousset. Audi. Schäfer, Coote, Mijanovic, Bohlin. 1,3,5,8-XI. TAMERLANO (Haendel). Rousset. Audi. Mehta, Ford, Piau, Bardon. 4,6,9-XI. 17: Orquesta Philharmonia. Esa-Pekka Salonen. Musorgski, Bartók, Stravinski. 20: András Schiff, piano. Beethoven, Sonatas V. TILSON THOMAS 17-XI: Europa Galante. Fabio Biondi. Isabel Rey, soprano. Boccherini. (Iglesia de Santa Catalina). OPERA SCHIFF DE NEDERLANDSE WWW.DNO.NL BIONDI VALENCIA MÚSICA Y PATRIMONIO GUÍA NUEVA YORK METROPOLITAN OPERA WWW.METOPERA.ORG COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Levine. Frittoli, Kozená, Focile, Allen. 1,4XI. LOS ANGELES LOS ANGELES OPERA WWW.LAOPERA.COM LES CONTES D’HOFFMANN (Offenbach). Minkowski, Pelly. Delunsch, Bonitatibus, Furlan, Naouri. 19,22,24,26,30-XI. MILÁN TEATRO ALLA SCALA WWW.TEATROALLASCALA.ORG PELLÉAS ET MÉLISANDE (Debussy). Prêtre. Médecin. Lapointe, Le Roux, Vernhes, Delunsch. 2,4,6,9,10,12, 13,15,17-XI. MÚNICH FILARMÓNICA DE MÚNICH WWW.MUENCHNERPHILHARMONIKER.DE MEHTA 12,13-XI: Zubin Mehta. Stravinski, Saint-Saëns. 18,19,20: Christian Thielemann. Pfitzner, Bruckner. BAYERISCHE STAATSOPER WWW.STAATSOPER.DE KÖNIGSKINDER (Humperdinck). Luisi. Homoki. Gambill, Dasch, Trekel, Peckova. 1,5,8,12-XI. RIGOLETTO (Verdi). Mehta. Dörrie. Gipali, Gavanelli, Netrebko, Humes. 2,4-XI. FALSTAFF (Verdi). Mehta. Gramss. Maestri, Frontali, Reß, Harteros. 6,10,14,17-XI. TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Mehta. Konwitschny. Franz, Moll, Meier, Brendel. 11,15,19-XI. ORPHÉE ET EURYDICE (Gluck-Berlioz). Bolton. Lowery. Von Otter, Mikolaj, York. 24,26,29-XI. ELEKTRA (Strauss). Schneider. Wernicke. Henschel, Schnaut, Dussmann, Grundheber. 27-XI. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Wigglesworth. Hong, Milne, DoDonato, Mattei. 2,5,8,11,19-XI. LUCIA DI LAMMERMOOR (Donizetti). Müller. Futral, Filionati, Taylor, Relyea. 3,7,10,16-XI. AIDA (Verdi). Conlon. Crider, Zajick, Licitra, Atanelli. 5,9,12-XI. LA BOHÈME (Puccini). Auguin. Hong, Deshorties, Aronica, Chernov. 12,15,18,22,26,30-XI. ROMÉO ET JULIETTE (Berlioz). De Billy. Dessay, Pérez, Vargas, Degout. 14,17,21,25,28-XI. CARMEN (Bizet). Jordan. Swenson, Kitic, Berti, Chaignaud. 19,23,26,29XI. PALERMO TEATRO MASSIMO WWW.TEATROMASSIMO.IT KRÓL ROGER (Szymanowski). Koenig. Kokkos. Drabowiicz, Szmytka, Ludha. 13,15,16,17,18,19,20,22XI. PARÍS 1-XI: Nigel Kennedy, violín. Carta blanca. (Teatro de los Campos Elíseos). 2: Pinchas Zukerman, violín; Marc Neikrug, piano. Mozart, Brahms, Beethoven. (T.C.E.). 3: Fazil Say, piano. Bach, Beethoven. (T.C.E.). 8: Filarmónica de Lieja. Louis Langrée. Franck, Ravel, Berlioz. (T.C.E.). 9: Orquesta UBS del Festival de Verbier. James Levine. Yundi Li, piano. Strauss, Chopin, Carter, Beethoven. (T.C.E.). 10: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Nikolai Luganski, piano. Chaikovski. (T.C.E.). LUGANSKI NAGANO TOSCA (Puccini). Nagano. Judge. Urmana, Licitra, Ramey. 19,27-XI. PARSIFAL (Wagner). Nagano. Wilson. Domingo, Dohmen, Salminen, Watson. 26,30-XI. LYON OPÉRA NATIONAL DE LYON WWW.OPERA-LYON.COM JACOBS TOSCA (Puccini). Neuhold. Fassini. Nitescu, Mihailov, Titus, Palmieri. 2,3,5,6-XI. 11: Renée Fleming, soprano; Hartmut Holl, piano. Purcell, Haendel, Fauré, Strauss. (T.C.E.). 16: Camerata de Lausana. Pierre Amoyal, violín y director. Mozart, Bach, Chaikovski, Shostakovich. (T.C.E.). 20: Filarmónica de San Petersburgo. Yuri Temirkanov. Denis Matsuev, piano. Rachmaninov. (T.C.E.). 21: Michel Dalberto, piano. Schubert. (T.C.E.). 22: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Sarah Chang, violín. Chaikovski. (T.C.E.). 23: Orquesta de Cámara de Basilea. Magdalena Kozená, mezzo; David Daniels, contratenor. Haendel, Purcell, Telemann. (T.C.E.). KOZENÁ THE MIDSUMMER MARRIAGE (Tippett). Hickox. Vick. Hartmann, Roocroft, Tomlinson, Gietz. 3,8,11,16, 18-XI. UN BALLO IN MASCHERA (Verdi). Mackerras. Martone. Margison, Stemme, Hvorostovski, Blythe. 17,21,25, 29-XI. A MIDSUMMER NIGHT’S DREAM (Britten). Hickox. Fuchs. Towers, Keith, Dahlberg, van Kooten. 25,27, 28,30-XI. NÁPOLES TEATRO DI SAN CARLO WWW.TEATROSANCARLO.IT 17: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Alexander Knaizev, chelo. Chaikovski. (T.C.E.). 19: Orquesta Barroca de Friburgo. Coro de Cámara RIAS. René Jacobs. Güra, Fink, Ernman. Mozart, La clemenza di Tito (versión de concierto). (T.C.E.). 24: Academia Montis Regalis. Alessandro de Marchi. Bertagnolli, Oro, Herrmann. Vivaldi, L’Olimpiade. (T.C.E.). — Orquesta de París. Frans Brüggen. Frank Braley, piano. Fauré, Poulenc, Rameau. (Sala Gaveau). 25: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Nikolai Luganski, piano. Chaikovski. (T.C.E.). 26: Grigori Sokolov, piano. Schubert. (T.C.E.). SOKOLOV ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN WWW.ROYALOPERAHOUSE.ORG GIULIO CESARE IN EGITTO (Haendel). Bolton. Jones. Murray, Rieger, Prina, Sindram. 28-XI. LEVINE 29: Orquesta Philharmonia. Vladimir Ashkenazi. Barbara Bonney, soprano. Mozart, Shostakovich. 28: Filarmónica de Radio Francia. Myung-Whun Chung. Schubert. (T.C.E.). 30: Filarmónica de Radio Francia. Myung-Whun Chung. Gil Shaham, violín. Brahms. (T.C.E.). — Orquesta de París. John Axelrod. Anne Gastinel, chelo. Prokofiev, Haydn, Mozart. (Sala Gaveau). OPÉRA BASTILLE WWW.OPERA-DE-PARIS.FR LA BOHÈME (Puccini). Kuhn. Miller. Marombio, Fontosh, Villazón, Ferrari. 1,4-XI. TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Gergiev. Sellars. Forbis, White, Gasteen, Gubanova. 8,12,16,20,29-XI. NOS (Shostakovich). Gergiev. Alexandrov. 14,15,17,18,19-XI. THÉÂTRE DE CHÂTELET WWW.CHATELET-THEATRE.COM DAS RHEINGOLD (Wagner). Eschenbach. Wilson. Rasilainen, Alvaro, Wottrich, Kuebler. 1-XI. DIE WALKÜRE (Wagner). Eschenbach. Wilson. Seiffert, Miling, Rasilainen, Watson. 5-XI. VENECIA TEATRO LA FENICE WWW.TEATROLAFENICE.IT LA JUIVE (Halévy). Chaslin. Krämer. Shicoff, Scandiuzzi, Sledge, Massis. 11,13,15,17,19,20,23-XI. VIENA MUSIKVEREIN WWW.MUSIKVEREIN.AT 1,2,3-XI: Orquesta de Cleveland. Franz Welser-Möst. Schubert, Stravinski. / Messiaen, Sinfonía Turangalila. 7: Ensemble Kontrapunkte. Peter Keuschnig. Hindemith, Hartmann, Toch. 15: Cuarteto Emerson. Shostakovich, Mendelssohn. 18: Orquesta Sinfónica de la Radio de Viena. Kazushi Ono. David Geringas, chelo. Musorgski, Gubaidulina, Stravinski. 24,25: Sinfónica de Viena. Singverein. Fabio Luisi. Oelze, Goerne. Brahms, Réquiem alemán. 26: Filarmónica de Múnich. Christian Thielemann. Pfitzner, Bruckner. 27,29: Matthias Goerne, barítono; Alexander Schmalcz, piano. Brahms, Mahler. 28: Ensemble Kontrapunkte. Peter Keuschnig. Präsent, Dünser, Vujica. STAATSOPER WWW.WIENER-STAATSOPER.AT OSUD (Janácek) / LE VILLI (Puccini). Young. Lazaridi. Silja, Stoyanova, Grundheber, Cura. 1,6-XI. BILLY BUDD (Britten). Jenkins. Roider, Keenlyside, Rydl. 2-XI. ŒDIPE (Enescu). Boder. Hintermeier, Denschlag, Ruuttunen, Weber. 7,10-XI. WOZZECK (Berg). Ozawa. Polaski, Struckmann, Schmidt, Fink. 9,12-XI. SALOME (Strauss). Young. Hintermeier, Nylund, Schmidt, Titus. 11,14,18-XI. LULU (Berg). Boder. Petersen, Denschlag, Grundheber, Kerl. 13,17,20-XI. LA TRAVIATA (Verdi). Armiliato. Del Alba, Dvorsky, Bruson. 19,23-XI. DER FLIEGENDE HOLLÄNDER (Wagner). Schirmer. Johansson, Fink, Seiffert, Titus. 21,24,27-XI. ARIADNE AUF NAXOS (Strauss). Haider. Salje, Gruberova, Pieczonka, Kerl. 22,25-XI. TOSCA (Puccini). Rudel. Sümegi, Porretta, Bruson. 26-XI. L’ELISIR D’AMORE (Donizetti). Eschwé. Lisnic, Castronovo, Kai, Sim. 29XI. ZÚRICH OPERNHAUS WWW.OPERNHAUS.CH EVGENI ONEGIN (Chaikovski). Fedoseiev. Asagaroff. Dashuk, Schmid, Kaluza, Kallisch. 1,8-XI. LA FORZA DEL DESTINO (Verdi). Santi. Joel. La Scola, Nucci, Salminen, Chausson. 2,5,10,13,16-XI. IL BARBIERE DI SEVIGLIA (Rossini). Santi. Asagaroff. Tro, Meli, Nucci, Chausson. 6,27-XI. HARLEY (Rushton). Cleobury. Asagaroff. Friedli, Chaiker, Kohl, Kaluza. 20,22-XI. FIERRABRAS (Schubert). WelserMöst. Guth. Banse, Robinson, Friedli, Liebau. 25,29-XI. ELEKTRA (Strauss). Dohnányi. Kusej. Baird, Lipovsek, Diener, Pessatti. 26,30-XI. 151 CONTRAPUNTO ¿POR QUÉ LO HACEN? C 152 ualquiera que haya tenido más de una docena de disNo se sabe si ella entendía lo espantosa que era su voz, cos, habrá guardado uno o dos de ellos exclusivamente aunque sí le dolieron las malas criticas y consiguió un lugar en para enseñarlos a sus amigos íntimos, no con la idea de las antologías de citas con una réplica: “Se puede decir que no demostrar las prestaciones de algún sé cantar, pero nadie puede decir que aparato de alta fidelidad, sino para escuchar nunca he cantado”. algunos de los disparates más notorios Interpretaba todo con tanta alegría que hechos en el nombre del arte grabado. algunos justificaron esa barbaridad como Mi colección no estaría completa sin el triuna manifestación de sencilla felicidad en vial recitado, totalmente carente de ritmo, un mundo de cínicos. Otros afirmaron que hizo Margaret Thatcher de Lincoln Porque era una astuta bromista que algún día trait de Aaron Copland con la Orquesta Sindejaría al descubierto las pomposas prefónica de Londres o la inexpresiva digitatensiones del mundo norteamericano de ción de Helmut Schmidt en el Concierto la música. para tres pianos de Mozart (las dos grabaGrabó sus únicos discos con más de ciones son de EMI) o la nulidad mortífera setenta años, en 1941, y tres años más tarde la suite orquestal de Gordon Getty — de, “en respuesta a la aclamación públiuno de los hombres más ricos del mundo— ca”, reservó lo más alto del Carnegie Hall , tocada por un conjunto ruso que él subpara un debut que fue un éxito de taquilla venciona bajo el sello holandés Pentatone. total. Un mes más tarde se murió —ani¿Por qué las personas que han conseguido quilada, según sus amigos, por la crueldad algún grado de éxito profesional o social de los críticos. Pero tengo la certeza de creen que merecen que también les hagan que murió feliz, segura en su posición en caso en el entorno musical? ¿Por qué, por la historia musical como la santa de los ejemplo, el actual presidente de la English eternamente esperanzados. National Opera, Martin Smith, dirige la Maureen Lipman, que interpreta a FloOrchestra of the Age of Enlightenment (que Judy Kaye haciendo de Florence en rence en Glorious, la nueva comedia de antes financiaba) en funciones privadas? Souvenir de Stephen Temperley Peter Quilter, está preparando su voz para ¿Por qué Norio Ohga, el antiguo presidente de Sony, exigió cantar tan horripilantemente que su profesor pidió unas vacadirigir las mejores orquestas de los Estados Unidos y de Europa ciones no pagadas, Judy Kaye, que hace de Florence en Souvea cambio de una donación de un millón de dólares? ¿Están nir de Stephen Temperley, es una soprano profesional que ha todos estos hombres tan fuera de la realidad que no son capacantado el papel de Musetta en La bohème en la Ópera de Sances de preguntarse qué opinan los músicos de orquesta, que ta Fe. Cada una de ellas asume el papel desde diferentes positrabajan con verdaderos maestros, de su patética temeridad? ciones, una es una experimentada parodista, y la otra una canAparte de la vanidad corriente y moliente, la única otra tante competente. Aún no se sabe quién de las dos logrará explicación de este fenómeno se llama el síndrome Florence aclarar el enigma, pero lo que ellas pretenden abordar no es ni Foster Jenkins, el nombre de un personaje que sigue fascinanmucho menos un síndrome que haya desaparecido. do y en el que se basa una obra teatral que ha llegado ya al Muchas personas de la industria discográfica recuerdan al West End este mes y a Broadway. conde ruso Numa Labinski, que fundó el sello Nimbus en un Florence Foster es, empíricamente, la peor cantante —si se castillo galés con el fin de enaltecer un auténtico estilo de canla puede dignificar con ese vocablo— que jamás haya abierto to. Bajo el seudónimo de Shura Gehrman, grabó tres discos la boca. Dio su último recital en el Carnegie Hall, en octubre de cuyas fundas proclamaban su “asombroso dominio de la técni1944, a los 76 años, pero su voz grabada en CD (BMG y Naxos) ca vocal”. Es bastante divertido escuchar a Shura agredir una aún puede mover a un depresivo a una incontenible hilaridad. canción de Schubert, pero oír cómo canta Arie antiche, enteraSi no hizo otra cosa, Florence Foster Jenkins contribuyó notamente en falsetto, sobrepasa el surrealismo, nadie creería que blemente a la comedia de la vida en la tierra. cantara en serio. Como su padre no le dejó estudiar música en Europa, se Pero iba totalmente en serio y sus sucesores —el magnate fugó de casa para casarse con un medico de Filadelfia y, desfarmacéutico que, una vez jubilado, dio un recital que llenó el pués de divorciarse, fundó el Club Verdi, usando el dinero que Wigmore Hall hasta los topes, los aficionados operísticos que había heredado al morir su progenitor. Dio su primer recital en llevan su pasión demasiado lejos, los profesores charlatanes 1912 y diseñó para la velada su propia ropa —un total de tres que se ganan la vida embaucando con mentiras a los sin talencambios. Compensó su falta de calidad tonal con un tul y una to, los escritores de musicales como el autor de Behind the Iron cesta de flores como tocado. La gente bien, a la que pertenecía, Mask—, incitados por sus amigos íntimos, se tragan el anzuelo la recibió con educación. Pronto, los recitales de la Jenkins se y producen una obra que fracasa después de dos funciones. convirtieron en un acontecimiento social fijo, y empezó a can¿Por qué lo hacen? Seguramente cualquier cantante que tar en las salas de menor categoría de Nueva York a medida tenga algo de oído tiene que distinguir entre la belleza que le que se hacía famosa. gustaría crear y los graznidos que salen de su garganta. ¿PudieProclamó que era la igual de Luisa Tetrazzini, cuya voz era ra ser que haya una parte autocrítica del cerebro que deja de indomable, aunque estaba tan lejos de ella como una nave funcionar cuando uno empieza a interpretar un papel? La cienApolo lo está de un águila. La señorita Jenkins no era capaz de cia no tiene ninguna respuesta a este enigma perceptivo, y el sostener una nota. Carecía de ritmo y de buen gusto y no comarte ningún remedio. Cuando alguien cree que tiene una boniprendía en absoluto los Lieder de Strauss que alegremente ta voz y se empeña en compartirla con los demás, no hay forvapuleaba, ni el aria de la Flauta mágica, que mutilaba tanto ma de convencerle que no debe salir a un escenario. que sobrepasaba los limites de la caricatura. Fue la Reina de la Norman Lebrecht Pesadilla, el azote de la gran música.