Roald Dahl • Edith Wharton
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Roald Dahl • Edith Wharton
Roald Dahl Parson’s Pleasure • Edith Wharton The Other Two “With the inventive power of a Thomas Edison and the imagination of a Lewis Carroll... Roald Dahl is a wizard of comedy and grotesque, an artist with a marvelously topsy-turvy1 sense of the ridiculous in life.” Cleveland Plain Dealer • “Few can equal Wharton in getting under the skin of a character or in getting under the skin of a reader. And in purity of style Mrs Wharton is still unsurpassed.” The New York Times 1 topsy-turvy: loco, desordenado (literalmente, patas arriba) Director de la colección: Eduard Sancho Diseño y maquetación: Berta Obiols, Aina Obiols, Álvaro Pinacho. La japonesa Biografías y presentaciones de los relatos: Laura Fernández Traducción del léxico: Brian Brennan, Escarlata Guillén, Stuart Lewis, Begoña Martínez Revisión: Andrea Fiumara Fotografías: Roald Dahl © Hulton Archive/Getty Images Edith Wharton © Hulton Archive/Stringer/Getty Images “Parson’s Pleasure” © 1959 Roald Dahl Nominee Limited “The Other two” Reprinted by permission of the Edith Wharton Estate and the Watkins/Loomis Agency 10% of author royalties from the sale of this book are donated to the Roald Dahl charities. Copyright: © by Roald Dahl Nominee Limited Website: www.roalddahl.com Locución de “Parson’s Pleasure”: Julian Jahanpour Locución de “The Other Two” : Amber Ockrassa Estudio de grabación: RecLab Técnico: Francesc Gosalves © Difusión, Centro de Investigación y Publicaciones de Idiomas, S.L., 2010 www.difusion.com | www.ponsidiomas.com Reimpresión: junio 2011 ISBN: 978-84-8443-681-2 Depósito legal: B-23.827-2011 Impreso en España por Novoprint Dahl_Wharton.indd 8 01/06/11 12:29 ÍNDICE INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Roald Dahl BIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Parson’s Pleasure . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 PRESENTACIÓN DEL RELATO Edith Wharton BIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 The Other Two . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 PRESENTACIÓN DEL RELATO INTRODUCCIÓN Atrévete a leer pequeños clásicos en versión original Para muchos de nosotros, leer en versión original supone un desafío a menudo inabarcable. Acostumbrados a leer en nuestra lengua, nos frustra no entender todas las palabras. ¿Cuántas veces hemos dejado un libro por evitar estar consultando el diccionario constantemente? A la visita (casi siempre obligada) al diccionario debe sumársele el desconocimiento de las referencias culturales, la dificultad de percibir los matices y la ironía del autor, etc. En definitiva, nos fastidia no llegar a comprender la esencia del relato y eso a menudo nos lleva a cerrar el libro e ir en busca de la siempre amable versión traducida. Ahora podemos evitar dar este paso. Porque contemplar un cuadro original es una experiencia única (y no puede compararse a la de echar un vistazo al póster que pretende imitarlo) en PONS Idiomas creemos que leer en versión original también lo es, y no debemos renunciar a ello. Porque sus beneficios son infinitos. No sólo se aprende, también se disfruta y se capta como no es posible de otra manera el verdadero espíritu del relato. Insistiendo en la comparación con la pintura, cada trazo, cada palabra, exactamente como fue escrita, exactamente como fue dibujado, resultan únicos. La traducción es sólo la mirada subjetiva del profesional sobre lo leído, una manera posible de desentrañar el universo de un autor, pero no la única. Para que pases por primera vez al otro lado y puedas dar tu propia versión (original) de los hechos, hemos puesto en marcha la colección read & listen, que ofrece a los lectores hispa- 12 INTRODUCCIÓN nohablantes los mejores relatos cortos de los más prestigiosos autores en lengua inglesa (muchos de ellos Premios Nobel, otros, a punto de serlo), integrando las herramientas necesarias para poder comprender los textos en su totalidad. Se acabó leer con el diccionario al lado. Cada relato incluye un extenso glosario para que no pierdas el tiempo. El glosario, además de todas las palabras que podrías no entender, recoge referencias culturales, deja claros los matices y permite comprender hasta el último giro irónico del texto. Para aquellos que quieran practicar la comprensión oral o simplemente escuchar el texto mientras lo van leyendo, nada más sencillo: siéntate, relájate y deja que un locutor nativo te cuente la historia, pues cada título incluye un CD con la versión en audio de los relatos. Porque no hay mejor manera de poner a tu alcance estas obras maestras que rompiendo las barreras que te han mantenido alejado de ellas durante tanto tiempo. ¿Quién dijo miedo al clásico? Y hablando de clásicos... En la selección de los relatos nos hemos guiado por varias premisas: en primer lugar, tenían que ser textos sugerentes y no demasiado complejos; en segundo lugar, tenían que ser pedazos de un mundo propio, el de su autor, clásicos en miniatura, de aquellos que no se olvidan, que deben leerse con cuidado, degustando cada frase, cada palabra, aquellos que son capaces de convertir a sus personajes en alguien que creíste conocer, que conoces, que podría ser tu mejor amigo. Instantes detenidos en el tiempo (Neddy Merrill, el protagonista de “The Swimmer”, sumergiéndose en la congelada piscina de un vecino, por ejemplo) sin los que la historia de la literatura no sería la misma. Creemos que, después de años aprendiendo inglés, ha llegado el momento de disfrutar. Te lo mereces. 13 Roald Dahl Parson’s Pleasure “That was a bloody good carpenter put this job together and I don’t care what the parson says.” BIOGRAFÍA Roald Dahl Roald Dahl (Llandaff, Gales, 1916 - Oxford, 1990) fue siempre un tipo demasiado alto. Y un tipo con suerte. Al cumplir los 26 ya había sobrevivido a un par de accidentes aéreos y a una emboscada por tierra (tuvo que hacerse el muerto para que no lo ametrallaran). Con sólo siete horas de vuelo, se convirtió en el soldado que mejor pilotaba de su división (allá por 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial). No escribió una sola historia hasta que lo mandaron a casa, en 1942, pero había leído mucho, sobre todo historias de monstruos. Su favorita cuando era niño era “Trolls”, de Jonas Lie. Pero también había escuchado a su madre contarle tenebrosos relatos noruegos. Llegó a confesar en una ocasión que si no hubiera sido por los cuentos que su madre le contaba todas las noches quizá no habría sido escritor. Roald, al que llamaron así por el explorador Roald Amundsen (héroe nacional noruego que se atrevió a conquistar el Polo Norte), tuvo una infancia complicada. Tras la trágica muerte de su padre (dos semanas después de que una de sus hermanas muriera de apendicitis) cuando tan sólo tenía tres años, su madre dudó entre volver a su Noruega natal o quedarse en Inglaterra, pero optó por lo segundo porque el deseo de su marido era que sus hijos se criaran en colegios privados británicos. Para ello, Sophie tuvo que mandar a sus hijos a un internado, en el que Roald lo pasó francamente mal. Escribía a su madre una carta diaria y se convirtió en el rey de las travesuras (la más famosa, cuando convenció a unos compañeros para que metieran un 16 BIOGRAFÍA ratón muerto en un bote de chucherías de la tienda de dulces del pueblo). Luego, en el instituto, fue uno de los chicos más populares. Cuando acabó los estudios, trabajó para la compañía Shell en Tanzania, donde vivió como un auténtico marajá. Tenía cocinero y sirvientes con poco más de 20 años. Pero entonces estalló la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en el piloto con más suerte de su división. Superados un accidente que le dejó ciego durante un tiempo (mientras se recuperaba, en el Hospital de Alejandría, se enamoró de una enfermera, con la que luego la cosa no funcionó) y la posterior emboscada por tierra en la que casi pierde la vida, lo destinaron a Estados Unidos, donde hizo de agente secreto para la CIA británica junto al creador de James Bond, Ian Fleming. Fue allí donde escribió y publicó su primer cuento, “A Piece of Cake”, la historia de ese accidente aéreo que casi le cuesta la vida y que publicó The Saturday Evening Post . Roald tenía 26 años. Le seguirían casi un centenar de historias para adultos (recopiladas en 19 tomos, entre los que destacan Tales of the Unexpected y Kiss Kiss, donde aparece el cuento incluido en esta edición) y una veintena para niños, que poblaron los sueños y las pesadillas de las criaturas del siglo xx (The Gremlins, Charlie and The Chocolate Factory, James and the Giant Peach, The Witches y Matilda , entre otras). Se casó con la actriz Patricia Neal a los 37 años. Tuvieron cinco hijos. Se divorciaron después de 30 años de matrimonio, porque el escritor tuvo una aventura con la mejor amiga de Patricia, veinte años más joven que él. Siete años después, en 1990, el escritor falleció (tenía 74 años) y fue enterrado entre chocolatinas tras un emotivo funeral vikingo. Fernández Laura Fernández PRESENTACIÓN DEL RELATO Parson’s Pleasure Cyril Boggis tiene un secreto. Cyril Boggis vende muebles viejos y se está haciendo rico. ¿Por qué? He aquí su secreto. Boggis fue una mañana de domingo a visitar a su madre, que vive aislada en un caserón en la campiña inglesa. De camino, se le averió el coche y, como en el clásico de Alfred Hitchcock pero cambiando el sórdido motel por el caserón repleto de granjeros, tuvo que pedir ayuda (una llamada de teléfono) a la dueña de una mansión de pueblo. ¿Y qué pasó allí dentro? Pues que descubrió un par de sillas antiguas de un valor incalculable. ¿Y qué hizo Cyril? Regatear hasta lo indecible con la señora hasta que consiguió llevarse las sillas a casa y venderlas a un precio muy superior del que pagó por ellas. Así que ahora todos los domingos se dedica a dar vueltas por la campiña con el coche hasta que descubre un nuevo caserón aislado. ¿Y qué hace? ¿Finge una avería y pide un teléfono? No, algo mucho mejor. Se ha hecho fabricar cientos de tarjetas de visita en las que se lee “Cyril Boggis: Reverendo y Presidente de la Sociedad para la Conservación de Muebles Raros”. ¿Y la cosa le va bien? Sí, hasta que se topa con los tres brutos propietarios de una majestuosa cómoda del siglo xv y está a punto de perder la cabeza. Considerado uno de sus mejores cuentos e incluido en Kiss Kiss, su cuarta antología de relatos, editada en 1960, “Parson’s Pleasure” es uno de esos cuentos travesura que tan bien se le dieron a Dahl, con volantazo final incluido y, por supuesto, con su delicioso humor negro y su disparatado costumbrismo. Porque 18 PRESENTACIÓN DEL RELATO Dahl no sólo fue un gran escritor infantil (no hay que olvidar que es el creador de los temibles Gremlins y el astuto Willy Wonka y su fábrica de chocolate), sino que sus historias para adultos (adictas al giro final inesperado) han marcado un antes y un después en lo que a literatura satírica se refiere. Sólo escribió un par de novelas (Some Time Never: A Fable for Supermen y My Uncle Oswald), que pasaron desapercibidas ante el alud de formidables pequeños universos que podía construir en apenas una veintena de páginas. El caso que nos ocupa es un buen ejemplo de lo que Dahl supo hacer mejor: convertir un sueño en una pesadilla (y en este punto deberíamos volver al asunto Gremlins: lo que parece un peluche cariñoso puede acabar convirtiéndose en un fatídico monstruo verde). Sencillo y ameno, el estilo de Roald Dahl es casi infantil. El único giro inesperado lo da la trama. Las frases se desarrollan sin baches y permiten una lectura fluida y sin demasiadas complicaciones léxicas. Todas las dudas léxicas se pueden solucionar consultando el glosario que aparece en cada página del relato. Y hay más. La versión leída de la historia permite disfrutar todavía más de lo que a todas luces es un delirante cuento de hadas para adultos. Bienvenido al apasionante universo de Roald Dahl. ¡Disfrútalo! Laura Fernández Parson’s Pleasure Mr. Boggis was driving the car slowly, leaning back1 com‑ fortably in the seat with one elbow resting on the sill 2 of the open window. How beautiful the countryside, he thought; how pleasant to see a sign or two of summer once again. The primroses3 especially. And the hawthorn4. The hawthorn was exploding white and pink and red along the hedges5 and the primroses were growing underneath in little clumps6, and it was beautiful. He took one hand off the wheel7 and lit himself a ciga‑ rette. The best thing now, he told himself, would be to make for the top of Brill Hill. He could see it about half a mile ahead. And that must be the village of Brill, that cluster8 of cottages among the trees right on the very summit 9. Excel‑ lent. Not many of his Sunday sections had a nice elevation like that to work from. He drove up the hill and stopped the car just short of the summit10 on the outskirts11 of the village. Then he got out and looked around. Down below, the countryside was spread out before him12 like a huge green carpet. He could see for 1 leaning back: apoyado • 2 sill: alféizar • 3 primroses: prímulas, primaveras • 4 hawthorn: espino • 5 hedges: setos • 6 clumps: grupos, macizos • 7 wheel: volante • 8 cluster: grupo • 9 the very summit: justo en la cima • 10 just short of the summit: justo antes de la cima • 11 outskirts: afueras • 12 spread out before him: se extendía ante él 22 ROALD DAHL miles. It was perfect. He took a pad1 and pencil from his pocket, leaned against the back of the car, and allowed his practised eye2 to travel slowly over the landscape. He could see one medium farmhouse over on the right, back in the fields, with a track 3 leading to it from the road. There was another larger one beyond it. There was a house surrounded by tall elms4 that looked as though it might be a Queen Anne5, and there were two likely farms6 away over on the left. Five places in all. That was about the lot7 in this direction. Mr. Boggis drew a rough sketch8 on his pad showing the position of each so that he’d be able to find them easily when he was down below, then he got back into the car and drove up through the village to the other side of the hill. From there he spotted9 six more possibles—five farms and one big white Georgian house. He studied the Georgian10 house through his binoculars. It had a clean prosperous look, and the garden was well ordered. That was a pity. He ruled it out11 immediately. There was no point in calling on the prosperous12. In this square then, in this section, there were ten pos‑ sibles in all. Ten was a nice number, Mr. Boggis told himself. 1 pad: cuaderno • 2 his practised eye: su ojo experto • 3 a track: un camino • 4 elms: olmos • 5 Queen Anne: estilo arquitectónico de principios del siglo xviii (se refiere a que la casa podía ser de este estilo) • 6 likely farms: granjas con posibilidades • 7 that was about the lot: esto era más o menos todo • 8 a rough sketch: un esbozo • 9 he spotted: divisó • 10 Georgian: estilo arquitectónico muy refinado de los siglos xviii y xix • 11 he ruled it out: la descartó • 12 there was no point in calling on the prosperous: no tenía sentido visitar a la gente rica