5 Continuidad y Cambio en el Sistema de Partidos

Transcription

5 Continuidad y Cambio en el Sistema de Partidos
5
Continuidad y Cambio en el Sistema de Partidos
Uruguayo
Luis E. Gomílez
Podemos comenzar con una pregunta preliminw jcuáles son los principales puntos de
acuerdo, si es que los hay, respecto al sistema de partidos uruguayo y su situación? En cuanto
a su situación, existen para estos efectos tres presuncionca importantes de amplio acuerdo 1.a
primera trata con el carácter excepcional de Uruguay por lo menos según normas
latinoamericanas- en lo referente a asuntos socioeconómicos. Al igual que los otros países del
cono sur de América Latina, Argentina y Chile. lfruguay por lo menos desde comienx)s dc
siglo ha sido y siguc sicndo relativamente próspero. Tambikn cuenta con una población
homogénea, mayormente de ascendencia europea, y un desarrollo social relatwamente
avanzado. En la educación, por ejemplo. cl promedio para América Latina sólo ha alcanzado
recientemente los niveles mostrados por Uruguay desde comienzos de siglo.
El segundo punto de consenso es que todo lo anterior corresponde a una fama más bien
pasada. Ya para mediados de la década del cincuenta cl desarrollo sociocconómico uruguayo
casi se había detenido, y nunca ha logrado recuperarse La diferencia de los indicadores
socia& y económicos en relación a los promedios latinoamericanos se ha estado estrechando
desde entonces; en lo que respecta al sistema internacional. cspccíficamente al subconjunto dc
los denominados paises semiindustrializados, la pérdida de powión relativa ha sldo
espectacular.
El tercer punto de consenso ticnc que ver con la forma de gobierno A pesar del recicntc
rcgimcn autoritario, Uruguay ha contado con una democracia verdadera por mzk tiempo que
cualquier otro país latinoamericano: de 1918 a 1933. de 1942 a 1973, 1 luego desde 1985.
Entre 1933 y 1941 el país vivió una “situaci&n” aulorilaria, usando cl término de Liw; no fuc
realmente un rkgimen autoritario. Se realizaron eleccmncs nauonales durante ese periodo y
aunque fracciones importantes de los partidos principales hicieron llamados para una
abstención masiva, los ciudadanos aún contaban con opciones valiosas y la mayoría dc loa
votantes no se abstuvo. El régimen militar que gobern<i al paí\ cntrc 1973 y 1984 ciertamcntc
fuc autoritario.
Sin embargo, todas las evidencias dlsponibles sugieren que la historia
democratica uruguaya ha producido, en el contexto de una población relativamente educada. IU
cultura política democrática más fuerte del Cono Sur. ) por ende, probahlcmcnk tamhi¿n dc
toda América Latina.
Cuando se trata de los partidos mismos. el lnl\el de consenso SC ve drástxamentc
reducido. Todos los ohscrvadores concuerdan que por lo menos algunos dc los partidoa
principales son muy antiguos, según normas de mcdu»n occidentales y no meramente
latinoamericanas, y que por lo tanto, el sistema de partldos uruguayo es uno de los más
antiguos, por no decir el más antiguo dc toda AmCrica Latina. Todos los observadores
también concuerdan que en términos generales los partidos políticos uruguayos han sido 5
siguen siendo instituciones muy importantes en la wda de la nación. Autores recientes hasta
han escrito acerca de lapartidocracia uruguaya’.
Más allá dc cso no se puede tomar nada por sentado. i,Cuántos partidos políticos
uruguayos hubo o hay? Las opiniones varían desde el bipattidlsmo hasta un sistema
multipartidario extremo. iCuáles son las bases sociales dc cws partido\ tan poco definidos’?
Recientemente algunos autores han criticado lo que consideran la crecicntc falta dc
sensibilidad del sistema de partidos, mientras que ha) otros que sostienen que está cambiando
debido precisamcntc a que SC está volviendo mlis sensible Por consiguiente. casi todo lo
114
I.IJIS E. GONZALEZ
relacionado con el sistema de partidos, desde los detalles estructurales fundamentales hasta las
generalidades referentes al desempcíio, ha sido 4 sigue siendo tema de debatej.
Prestando la debida atención a los temas principales de dichos dchates, describo los
orígenes, el desarrollo y el estado actual del sistema de partidos uruguayo. Analizo muy
brevemente los factores condicionantes que han moldeado y siguen moldeando el sistema, y
expongo sobre algunas de las consecuencias para la democracia uruguaya que resultan de la
naturaleza misma de los partidos y del sistema.
Mis conclusiones SC pueden resumir de la siguiente manera: En cuanto a asuntos
estructurales, la democracia uruguaya nació dentro de un sistema bipartidario. Los dos
partidos principales, que siguen siendo los partidos principales hoy en día, fueron fraccionados
desde un comienzo. Dicho fraccionamiento no amainó. stno más bien ha seguido en aumento.
Por otra parte, el bipartidismo ha sido el estado más perdurahlc del sistema hasta ahora. Este
juicio histórico abarca toda la historia de la democracia uruguaya. Durante la Segunda Guerra
Mundial, el sistema SCconvirtió en un sistema de partido predominante (usando el término de
Sartori), volviendo al bipartidismo competitivo en la decada del cincuenta. Sin embargo,
alrededor de una década después volvió a cambiar: se convirtió en, y de hecho siguc siendo, un
sistema dc pluralismo moderado (también término de Sartori). Por consiguiente, desde la
Segunda Guerra Mundial el sistema se ha fraccionado cn forma continua.
Dichas transformaciones son merecedoras de una evaluación cuidadosa, no solamente
porque son controvertidas, sino porque son intrínsecamente importantes. La cantidad de
partidos relevantes en un sistema competitivo normalmcntc ticnc un significado polírico y no
meramente matemático. Salvo cuando sean los factores extraideológicos los que definen las
divisiones partidarias, como por ejemplo la religión en los Paises BRjos, mientras más partidos
haya, probablemente más polarizado sea cl sistema. llruguay no ha sido la excepción: el
cambio relativamente repentino del bipartidismo a un sistema de cuatro partidos a fines de la
dkada del sesenta y comienzos de la del sctcnta fue la manifestación institucional de la
creciente polarización política que terminó por derrumbar la democracia.
El sistema de partidos que construyó la democracia a comienzos de siglo contaba con
sólo dos partidos fraccionados, probablcmcntc debido a un accidente histórico y a algunas
regularidades comparativas que mayormente desconocemos. Por ejemplo, los partidos de
notables que se convierten en verdaderos partidos de masas tienden a fraccionarse tambidn.
Después de ese proceso inicial dc fundación, la historia es clara. Por una parte, el
fraccionamiento de los partidos principales fue estimulado por cl reglamento muy particular de
la ley electoral uruguaya; por otra parte, el bipartidismo fue mantenido por una combinación
de leyes electorales y presidencialismo. Al final, la presión para modificar el bipartidismo fue
suficientemente fuerte como para destruir la misma democracia.
Primitivamente el fraccionamiento contribuyó en forma positiva a la instauración de la
democracia. Sin embargo, medio siglo después el creciente fraccionamiento y fragmentación,
junto con el presidencialismo, produjeron un estancamiento político que duró toda una
generación y que resultó ser extremadamente perjudicial para la estabilidad democrática. El
punto crítico aquí cs la acción combinada de los factores, pues el efecto de la fragmentación
sola es un tema intrincado. La democracia nació dentro de un sistema bipartidario, mientras
que el reciente regimen autoritario nació en un contexto multipartidario. Sin embargo, queda
claro que las causas del multipartidismo y del autoritarismo son las mismas. Análogamcntc, cl
primero no causó el segundo.
LOS ORIGENES Y EL DESARROLLO
URUGUAYOS
DE LOS PARTIDOS POLíTICOS
No existe ninguna historia general y comp& de los partidos políticos uruguayos.
Escasea la literatura erudita sobre los partidos; es probable que los arios antes dc la ddcada del
trcinla se hayan estudiado más a fondo que el periodo despues de esa década4. Con todo, los
rasgos generales son bien conocidos. El núcleo del sislcma de partidos, los partidos Blanco y
CONTINLIIDAD
V CAMBIO
EN EI, SISU+lA
DE PARTIDOS
LIRUGUAYO
ll5
Colorado, data de hace 150 años,tan antiguo como el mismo psis. Aunque cwtamente en el
siglo pasadono correspondíana partidos políticos en el sentido moderno de la palabra,eran.
sin embargo,poderosasarganizacioncspolíticasque contabancon scguidorcsmasivos,y hasta
ejércitos,y han sobrevividohastael dia de hoy.
Estos partidos “tradicionales” se desarrollaronen los añosdespu& de la independencia
entre los seguidores de los caudillos. Una temprana guerra civil, la Guerra Grande
(1839-1X51),fue decisiva: los horrores de una guerra larga y a menudo feroz sirvieron para
cimentar las lealtades del pueblo. Como consccucncia.SCpuede decir que los partidos
uruguayos precedieronla nación-estadounificada. Por lo menoshasta el comienzo de este
siglo, los partidos gozaban de una mayor lealtad por parte de una masa considerablede
ciudadanosque las institucionesdel Estado.
Además,algunosde los rasgosprincipalesque caracterizarona los partidos principales
hasta despuésde la SegundaGuerra Mundial se îormaron durante la Guerra Grande y sus
consecuencias.Los coloradosse convirtieron cn la versión uruguayade los partidos liberales
latinoamericanos,siendo más cosmopolitas,urbanistasy antieclesiásticosque los Blancos,
quienesse convirtieron en el partido conservadoruruguayo. Cadapartido recibia el apoyo de
la mitad del país. Tampoco los extranjeros les cran indiferentes: los españolessolian ser
blancos, y los italianos y francesescolorados. Pero las diferencias eran menores: ambos
partidosrepresentabanmúltiples sectoresde la sociedaduruguaya.
Estos rasgosresultan ser perdurables. Puestoque los asuntosreligiosos no constituyen
una fuente de conflicto en Uruguay, la única división social importante asociadacon la
oposición de los partidos tradicionaleses la división rural-urbana. La basede los partidos ha
sido multiclasistadesdeel comienzoy especialmenteduranteestesiglo el espectroideológico
representadopor susseguidoresha sido relativamenteamplio. Esto haceaun másborrosaslas
diferencias entre ellos. Por ende, la mayoría de las descripcionesde los partidos enfatiza el
carácter personalistade ellos y las diferencias sutiles entre un colorado y un blanco. A
menudo se dice que sólo los que gozan de una partlcipaclón directa cn la cultura política
uruguayapuedenapreciardichasdiferencias.
La democraciauruguayanació alrededordel año 1918s. En algún momentoantesde esa
fecha,cerca del término del siglo anterior, los partidosprincipalesse convirtieron en partidos
de masas.Para el alio 1916, el universo con derechoa sufragio comprendíacas~una quinta
parte (1X,5%) de la poblaciónentera. Debemencionarseque a Chile, la única otra democracia
sudamericanacon un historial así de largo, le tomó cuarentaafiosmásalcanzaresacifra6.
Desde 1918 hastamediadosde la décadadel sesenta,los Blancos y Coloradosganaron
alrededor del YO%de los votos; varios otros partidos compartieronel resto. Despuésde la
Segunda Guerra Mundial, los Blancos ocuparon el cargo desde 1959 hasta 1966 y los
Coloradosgobernarondesdeesafecha hastael golpe mihtar de 1973. En principio, existía un
sistemabipartidario, porque los dos partidosgrande5que controlabanel 90% del electoradose
iban rotando en el cargo, y los partidos menoresque compartían el 10% restante nunca
formaron, ni tampocofueron invitados a formar, ahanzascon el partido principal gobernante.
Con todo, estecuadrohistórico generalizadono es universalmenteaceptado.
La primera crítica es que durante la mayor parte dc su cxistcncia los dos partidos
tradicionales ocuparon posiciones muy diferentes. Según Sartori, Uruguay constituía un
sistema de partido predominante dentro de un formato bipartidario’. Sostiene que los
Coloradospredominaronentre 1868y 1959,y nuevamentedesde 1967en adelante. Segúnsu
definición de predominar-auténtica competenciaelectoral con por lo menos tres mayorías
absolutasconsecutivasen la CámaraBaja-- dicha declaraciónno es verdadpor varias razones.
En primer lugar, no seproporcionaronverdaderasgarantíaselectoralessino hastael afro 1918,
así que el período entre 1868y 1918 no entra en el debate. Por otro lado, ningún historiador
uruguayo apoyaríala tesis de que si en eseentonceslas eleccioneshubieransido competitivas,
los Coloradoshabríansido el partido predominanteen el sentidode Sartori. En segundolugar,
los Colorados nunca obtuvieron “tres mayorías absolutasconsecutivas”en la Cámara Baja
116
LIJIS E. GONZALEZ
entre 1918 y el golpe de 1933. Aun cuando ganaron una mayoría ahaoluta cn 1919 y 1922, la
perdieron en 1925, y nunca pudieron volver a recuperarla. Lo mismo sucedió en el poderoso
Senado. cn 1925 los Colorados sólo alcanzaron el 42% de los escanos, y desde esa fecha hasta
1933 siempre ganaron menos del 37”/0 de ellos. En tercer lugar, la situación autoritaria duró
desde 1933 hasta 1942; los Colorados ganaron las elecciones de 1942, 1946, 1950 y 1954,
pero cn 1946 no ganaron una mayoría absoluta en la Cámara Baja, En cuarto lugar, los
Blancos ganaron en 1958 y 1962 y los Colorados volvieron a ganar cn 1966 y 1971, atmque en
esta última elección ganaron poco más del 40% de los escahos en la Cámara Baja.
Aunque la clección de 1946 interrumpió la cadena de tres mayorías consecutivas
(requerida por la definición), parece razonable considerar a los Colorados como un partido
predominante desde 1942 hasta 1958’. Sin olvidar que desde 1971 en adelante Uruguay ha
gozado no de un sistema bipartidario sino de un pluralismo moderado, podemos concluir que
aunque es verdad que bajo regirnenes democráticos Uruguay ha contado casi siempre con un
sistema hipartidario, no deja de ser verdad tambien que los Colorados fueron el partido
predominante durante aproximadamente un tercio de la vida democrática del país. Por otro
lado, la vida política suele continuar bajo regímenes no democráticos, y viene al caso político
que desde 1868 hasta 1917, y desde 1934 hasta 1942, los Colorados controlaron el gobierno
(no democrático). Especialmcntc durante el último tercio del siglo diecinueve, los Colorados
no fueron un partido hegemónico (en el sentido de Sartori). En suma cl enfoque de Sartori
contribuye a mejorar el entendimiento de un proceso compkjo; sin embargo, de acuerdo con
su propia definición y los antecedentes disponibles el cuadro tradicional de un sistema
hipartidario sigue siendo correcto para más de la mitad de la vida democrática del país’.
La segunda crítica de este enfoque tradicional tiene que ver con la estructura interna de
ambos partidos. Durante todo este siglo los partidos tradicionales han sido y siguen siendo
altamente fraccionados”. La mayor parte del tiempo han consistido en fracciones unidas en
coaliciones más bien sucltas. A menudo la distancia ideológica entre determinadas fracciones
de partidos distintos -medida en relación al continuo izquierda derecha- resultó ser menor
que la que existía entre fracciones dentro del mismo partido. Pnfatkdndo esta falta de
diferenciación, un observador perspicaz escribió en 1930 que los partidos “que en ellos puedan
tener cabida individuos que sustentan idcas de todo orden, aún las más antagónicas entre SI (...)
asi, el caso de coexistencia de dos partidos antagónicos, profesando ambos, sin embargo,
exactamente los mismos ideales”, (op cit., pp. 140-141)“.
Por consiguiente, se ha dicho que este bipartidismo aparente servía como pobre disfraz
para un sistema multipattidario. Lindahl presenta uno dc los argumentos más enérgicos.
Escribe que durante la década de los veinte las fracciones del partido Colorado constituían
partidos porque “todos tenían organizaciones partidarias independientes y porque no existía
ninguna organización común y permanente para todos los partidos de los Colorados”, y que
aun cuando los Colorados decían tener un programa común, “se trataba más bien de una forma
de hablar”. Desde la perspectiva de principios de la década del sesenta concluye que ‘Im
sistema multipartidario ha existido en Uruguay desde hace cuatro décadas”. Sartori concuerda:
“El caso extremo parece ser Uruguay, cuyo sistema hipartidario (dudoso) es
sólo una
fachada electoral para los actores verdaderos, es decir, los lemas secundarios de los partidos
Blanco y Colorado”.
Diez arlos después reafirmó este enfoque: en su lista de todos los
sistemas hipartidarios contemporáneos deliberadamente excluyó a Uruguay porque dicho
sistema y “aun en mayor grado Colombia” son “fachadas hipartidarias que no cumplen ni con
las moderadas cualidades determinativas [de un sistema hipartidarioj”‘2. Muchos intelectuales
uruguayos, especialmente los de izquierda, sustentan esta visión de la estructura del sistema de
partidos.
No obstante, pienso que el argumento de un “multipartidismo disfrazado” es errado. El
primer argumento en su contra es la forma en que los partidos tradicionales han resistido
cabalmente a todos los numerosos retadores. En el siglo diecinueve, la Unión Liberal (1855),
el Partido Kadical (1873) y el Partido Constitucional (1880) fueron de corta duración. Los
CON~INlJIDADYCAMBIOENELSIS~CMAI>E
PARTIDOS URUGUAYO
117
intentos en cstc siglo han duradomás,pero no obstante.durantemás de sesentaañosterceros
partidos permanecieronrecluidos en la rnarginalizaciónelectoral. LI Partido Socialista (PS)
nació a fines del siglo diecinueve Se dividió en 1921. el ala izquierda SCconvirtió en el
Partido Comunista (PC). La Umón Cívica nació en 1910; medio siglo despuéstambién se
dividtó y la mayoría izquierdista se convirtió en la DemocraciaCristiana (DC). Este es cl
conjunto de partidos que para mediados de la década del scscnta había ganado una
reprcscntaciónparlamentaria. Por consiguiente,ya sca cn forma aparenteo real los dos
partidos tradtcionales sobrevivieron exitosamentey durante mucho tiempo -medido cn
relación a la vida máxima de los sistemasde partidos contemporáneos- los muchos ataques
en contra de su preeminencia.
El segundoargumento tiene que ver con la ideologia. Las fracciones dentro de un
mismo partido sustentan ideologías muy diferentes, mientras que los partidos mismos
muestran solo diferencias leves; por lo tanto, se dice, a la verdad son dos coaliciones de
partidos. Sin embargo, eso no es necesariamentectcrto. Por una parte, el argumento es
contraproducente. Si es cierto, ipor qué no tenemos las coaliciones “correctas”, es decir
coaliciones compuestas por partidos con pocas difcrcncias ideológicas, en vez de las
“incorrectas” que de hecho ocurren? Por otra parte, se puede esperar que la siluación
observadaseadadacuandodos partidos“captatodos”(en el sentidode Kirchhcimcr) compitan
el uno contra el otro. Sin embargo,hacemuchotiempo que seha establecidola idea de los dos
partidos tradicionales como partidos captatodos, aun cuando no se haya reconocido
explícitamente. Los primeros observadores,como Luis Melián Lafinur y Ariosto González,
declaranque los partidos carecende principios y tienen pocasdiferenciasideológicas, o que
buscanmaximizar los votos sin ningún apegoa una ideología;ambosescritoreslamentan,así
como lo hizo tambien Kirchheimer, esta desideologizaciónde la política. Martínez Lamas
hacehincapiéen lo mismo’3.
En tercer lugar, cl argumento orgánico a favor de la tesis multipartidaria no es
convincente. Aun cuando Lindahl estuvieraen lo cierto respectoa la organización de los
partidos tradicionales, no obstante existía un vínculo importante entre las fracciones: el
proceso que dctcrminó cuales fracclones se presentarianjuntas bajo la misma etiqueta
partidaria. Normalmente, quien dirigía todo este proceso era la fracción o coalición de
fracciones que presumiblementecontrolabala mayoría de Io\ votos dc cada partido. No se
trataba de un proceso arbitrario, porque la tradición lijaba límnes en cuanto a los resultados
posibles y las minorías normalmentegozabande considerableinfluencia. Los límites eran
reales: por lo menos desde el nacimiento de la poliarquia cn 1918, las fracciones podían
aparecero desaparecer,y hastapodían retirarsedel partido; pero una fracción de un partido
tradicional nunca se convirtió en una fracción del otro partido tradicional. El resultadode este
proceso era significativo por dos razones. el llegar « no a un acuerdo a veces resultaba
decisivo para ganaro perder las elecciones;además.cl acuerdomismo obviamenteera crucial
para designara los candidatosde cadapartido.Precisamenteesla propuestade candidaturasla
que ha cmcrgido como “la funcn5nmás importante del partido captatodo actual”; incluso
puede detinir a los partidos politicos’4. Despuésde la clccción, las lineas partidarias eran
relevantespara los candidatosque sí fueron elegidos. En una situación normal, no existía
ningunaalianza interpartidariaentre las fraccionespara el manejode la gestión gubernamental
ordinaria. Los ministros pertenecíanal partido gobernante y normalmente a diferentes
fracciones dentro del partido. Por consiguicntc. los tipos de límites definidos por las
fracciones y los partidos eran diferentes. Es cierto que no existía mucha disciplina
parlamentaria. No obstante,“a diferenciade Colombia, donde faccionesdisidentesde ambos
partidos principales a menudoformabanuna alianza legislativa para oponersea las facciones
que apoyabanal régimen, no existian tales dwisiones permanentesen el Congresouruguayo.
Al votar, los miembros individuales podíancruzar las líneaspartidarias,igual como lo hacen
en muchospaíses,pero setratabade un procesoad hoc”” Bajo circunstanciasexcepcionales
(el golpe de 1933y nucvamcnteantesdel golpe de 1973)si aparecieronalianzasque cruzaban
118
LUIS E. GONZALEZ
las líneas partidarias; a mi parcccr, se tratan de excepciones que confirman la regla porque
indican el nivel de presión necesario para romper si~tcmáticamente las lineas partidarias. En
síntesis, los vínculos entre fracciones no constituyen una organización estahlc y formal. Con
todo, parece completamente inconcchihlc considerar la contmuidad histórica de dichos
vínculos simplemente como una serie de coaliciones entre partidos menores. Sugieren que los
partidos tradicionales efectivamente han sido partidos, pero con una estructura especialmente
relajada16.
En cuarto lugar, la visión tanto presente corno pasada dc los mismos uruguayos en
cuanto a sus partidos principales también sirve para sustentar esta última sugerencia. Lindahl
estuvo consciente de este hecho: “Para un uruguayo”, escribió, “es natural pensar en los
distintos partidos tradicionales
como facciones del Partido Colorado y del Partido Nacional
[Blanco]“. Sin embargo. desecha la idea: “Esto se debe a la preponderancia del lenguaje sohrc
No obstante, el hecho dc que durante varias generaciones votantes y
el pensamiento”“.
políticos los consideraban partidos, sustenta enormemente la conclusión de que efectivamente
eran y siguen siendo partidos.
Por último, el mismo Lindahl concedió: “Casi todos los extranjeros que escriben sobre
Uruguay han considerado el Partido Colorado y el Partido Nacional Blanco como partidos
unidos compuestos por varias facciones. Especialmente desde 1919, dicha percepción es
obviamente incorrecta...Esto se puede entender en los observadores norteamericanos, tan
acostumbrados a la organización rudimentaria de los partidos norteamericanos y la escasa
unanimidad respecto a cuestiones políticas en el congreso”“.
La última frase me parece
reveladora. El argumento para negar el carácter de partido a los partidos tradicionales se ha
confundido con problemas de definición. Según Lindahl, ciertos tipos de partidos captatodos
simplemente no son partidos. Como lo señaló Real de Azúa, “parece obvio, para abreviar, que
quienes denunctan la inexistencia de partidos cn cl Uruguay están apelando a un tipo cuya falta
de vigencia se percibe, no sólo en casi todas las naciones latinoamericanas, con la probable
excepción de Chile y Venezuela, sino en sociedades de tan antiguo sistema partidario como los
Estados Unidos” (op cit., p. 86)19.
Según Sartori, entre las naciones ricas, además de los Estados Unidos, Italia y Japón
exhiben una “posición inusual y bastante extrema en cuanto al desempeño fracciona1 y
faccional”. Tanto la Democracia Cristiana italiana corno el Partido Liberal japonés se han
descrito como federaciones o coaliciones de subpartidos La opinión de Sartori respecto a la
Democracia Cristiana italiana impresiona a cualquier estudiante de los partidos uruguayos
debido a los obvios paralelismos, especialmente con respecto al Partido Colorado2’. Desde
una perspectiva comparativa, si consideramos esos partidos. así como tamhikn los Partidos
Demócrata y Republicano de los Estados Unidos, como parttdos genuinos, no existe ninguna
razón fundamental clara para negar dicha condición a los Blancos y Colorados. A fin de
cuentas, corno escribió Sartori respecto al caso uruguayo: “la cuestión es
si los partidos
[uruguayos]
son unidades signiftcantes”2’. He intentado demostrar que efectivamente lo
son.
El hecho de que originalmente existían solamente dos partidos probablemente se debe a
un accidente histórico, aunque la situación qukás favorecía una dicotomía del conflicto
político. No existían divisiones culturales ni ttnicas de consideración, y los dos partidos
bastaban para reflejar una simple lógica de “en el poder” y “fuera del poder”, de gobierno y
oposición, tanto a nivel nacional como quizás más significativamcntc a nivel regiona122.
Cualquiera que sea cl caso, los acontecimientos más Importantes del siglo diecinueve
luego de las guerras de independencia en la cuenca del Rio de la Plata estuvieron ligados
directamente con los partidos uruguayos y consistieron en dos bandas opuestas. Oribe y los
Blancos SC unieron con Juan Manuel de Rosas en contra de Urquiza, los brasilefios y los
Colorados. Más adelante, los paraguayos se unieron a los Blancos en los acontecimientos que
condujeron, después que los Colorados nuevamente con la ayuda de los brasileños hubieran
derrotado a los Blancos, a la Guerra de la Triple Aliancd
(Argentina. Brasil y un Uruguay
CONTINUIDADY CAMBIOEN I:I, SIWEMADE PARTIDOSURUGUAYO
IIY
liderado por los Coloradosen contra de Paraguay),que terminó por destruir-completamentea
Paraguay.
Los factores político-institucionalca probablemente también contribuyeron al
bipartidismo. Durante cl siglo diecinueveno se respetabani el espíritu ni la letra dc la ley,
pero es probable que las disposicionesde la Conutitnción dc 1830. donde el $;n”ador se
quedabacon todo, hayancontribuido al incrementode la lógica bipolar de conflictos
Pueslo que en términos comparativosel fraccionamiento pareceser esencial para el
proceso mediante el cual los partidos de notablcb adquieren electorados masivos y se
convierten en partidos captatodos -que es precisamente el caso uruguayo-, estas
consideracionesexplican el estado en el que se encontrabael sistemadc partidos cuando
Uruguay se convirtió en una poliarquía alrededor del alio 1918. No obstante, dichas
consideracionesno explican por quC el bipartidismo y un alto grado de fraccionamiento
siguieron siendo rasgos estables del sistema durante los primeros cincuenta años dc la
democraciauruguaya, especialmentedentro del mundo más bien volátil de los sistemasde
partidosy la política latinoamericana.
La particular combinación uruguayade presidencialismoy leyes clcctorales creó una
dinámica que, a mi juicio, fortaleció considerahlemcntcel bipartidismo. Las cuatro
característicasprincipalesde las leyeseiectoralcsson la representaciónproporcional(RP) en la
elección de ambas Cámaras,en vigor para la Cámara Baja desde 1918; listas cerradas c
inflexibles, siempre; doble voto simultáneo (DVS) desdr 1910; y la elección directa y
pluralidad simple para determinar el partido que gana la presidencia(desde 1918). Dcsdc
1934ha estadoen existenciauna quinta característica:todas las eleccionesSCcelebranjuntas,
cadacuatro aAosantesde 1966y cadacinco añosdcsdccntonccs.
El DVS significa que los votantesvotdn al mismo tiempo para un partido y para un
conjunto especifico de candidatosdentro del partido, y tienen que seleccionarlistas, que no
pueden ser modificadas,de entre las presentadaspor las fracciones competidorasdentro de
cada partido. Una vez escogido el partido, cuentan con tantas opciones como listas
presentadaspor el partido. Una consecuenciaobvia de votar por un solo partido es que no se
permiten votos cruzados. El partido que ohtengauna pluralidad de votos es el ganador;el que
obtengauna pluralidad dentro de ese partido sc convierte en Presidente. Por último, desde
1934 todas las eleccionesse celebran al mismo tiempo. Dicha simultaneidadobviamente
refuerzalos efectosde la prohibición de votos cruzados.
Cualquieraque seala importanciade los otroscargoselegidos,el másimportantedentro
de un sistemade este tipo es la presidencia. Por lo tanto. la atención se concentrasobre la
carrerapor la presidencia,la que se decidepor unaplurahdad o mayoría relativa de votos; por
ende,correspondela famosa“ley” de Duverger.segúnfue planteadaen forma modilicada por
Sartori24.Las eleccionessimultáneasbloqueanel efecto central dc la RP sobre el sistemade
partidos, pues la prohibicihn sobre votos cruzadosImpuestapor el DVS aseguraque la regia
de pluralidad en la carrera principal -la presidencia- domina la lógica electoral. De hecho.
la sola simultaneidadde eleccionespresidencialesy legislativas,sin la prohibición sobrevotos
cruzados,pareceser suficiente para producir cl mismo resultado: la mayoría de los sistemas
presidencialescon eleccionespresidencialesy legislatwas simultáneastambién son sistemas
bipartidarios25. Los votantesestán bien enteradosde estasconsideraciones.En Uruguay, la
idea y la frase voto úril es un dicho trillado. y ohviarncntc encwra el núcleo de este
razonamiento2’.
La conclusi6n de que la estabilidad del bipartidismo uruguayo resulta de la acción
combinada del marco institucional y de las leyes electorales concuerda con la idea más
generalizadade que el sistemaconstitucionalmoldeaconcluyentementeel sistemade partidos.
También concuerdacon la vieja tesis: que el sistemade partidos de lo;,Eslados Unidos ch el
resultadode los sistemaselectoralesy constitucionalesnorteamericanos
Por último, también debe advertirse que no todas las caracteristicas de las leyes
electoralesuruguayasinvolucradasen resguardarel bipartidismojugaron el mismo papel. Una
120
LUIS E. GONZALEZ
de ellas actu6 cn forma “positiva”: la regla de pluralidad en la carrera presidencial constituyó
el elemento activo que impulsaba un formato bipartidario. Por otro lado. el DVS y la
simultaneidad de todas las elecciones actuaron “negativamente”. anulando los efectos finales
de la RP sobre el sistema de partidos.
Ahora podemos tratar con cl fraccronamien/o de los partidos principales. Lo que
dcbcmos explicar en este contexto no es solamente la cslahilidad de una determinada
condición, sino su increíble crecimiento. SI la cantidad de listas competidoras dc los dos
partidos principales constituye un indicador rudimentario pero razonable del fraccionamiento,
entonces los datos demuestran la enorme expansión de este fenómeno después de la
reequilibración democrática a partir de 1942. El número promedio de listas cn todo el país
para la Cámara Baja entre 1925 y 193 1 t”ue 143. Desde 1946 hasta 1971, siete elecciones. la
cantidad de listas se incrementó de una eleccii~n a otra. El número promedio de listas
presentadas por los dos partidos principales en esas siete elecciones fue 3 14, más que el doble
de la cifras de preguerra. Para 1971 había 590 listas. En 1946, un ciudadano de Montcvidco
específicamente tenía que escoger 1 de un total de 36 listas para la Cámara Baja, y en 1971 1
de un total dc 108. Estas cifras sólo consideran los partidos tradicionales’8.
¿Cómo se puede explicar esto? Para comenzar. el DVS convierte a Uruguay cn
miembro de la familia de sistemas electorales que permiten la votación preferencial
intrapartidaría, aunque el DVS en sí no ha sido nada común fuera del psis. En todos esos
sistemas, “aun si la cohesión es el estado ‘natural’ de un partido político, de todos modos la
votación preferencial intrapartidaria crea un incentivo poderoso para la desunión”29. Los
candidatos no pueden depender exclusivamente de sus partidos: deben diferenciarse de otros
Deben desarrollar sus propias bases
competldores dentro de sus propios partidos.
organizativas. Por lo tanto, si llegan a tcncr kito. controlarán recursos independicntcs del
partido mismo, y tambikn habrán adquirido sus propias obligaciones y deudas. Este tipo dc
heterogeneidad obviamente afecta la cohesión interna. Además dc estas consideraclones
teórus, “existen abundan& evidencias de que la votación preferencial SC asocia con la
desunión intrapartidarta”“.
Más aún, la versión uruguaya de la votación preferencial intrapartidaria es bastante
extrema. La competencia no cs cntrc individuos, sino entre equipos estructurados, ya que
listas completas compiten contra otras listas completas En otras palabras, no se trata de que
los políticos puedan o no constituir fracciones; más bien, las fracciones son los únicos equipos
que pueden competir en la carrera. El DVS proporciona el estimulo y es reforzado por la RP.
la que asegura que para seguir en la carrera no es necesario salir primero; un éxito electoral
moderado basta para proporcionar cargos importantes a los mkimos líderes dc la fracción o
subfracción, y éstos a la vez pueden “chorrearlos” a los socios menores3’. Como
consecuencia, este sistema crea desafios nuevos y con~tanlcs para los líderes establecIdos
quienes, si tienen un éxito moderado, se convierten en los líderes de nuevas fracciones o
subfracciones. En términos de organización, cl punto crucIa es que el sistema permite que el
aspirante a lider salte un paso en la jerarquía del partido. creando una candidatura, o conjunto
de candidaturas, paralela y competidora. Dentro de ciertos IimItes, los principales líderes del
partido no pueden oponerse a esta situación. Sacan poco provecho si intentan “disciplinar” a
los aspirantes a líder. Si niegan a la nueva fracción o subfracción el uso del nombre y de los
Gmholos del partido, arriesgarán la pérdida de votos que en vista de la competencia podría ser
concluyente. De esto se desprende que a la larga la tendencia esperada es de un creciente
número de candidatos.
Por lo tanto, como hemos visto, las leyes electoralca cn sí no dctcrminaron la cantidad
de partidos rclcvantcs existentes en liruguay en el momento de nacer la democracia; sin
embargo, en los próximos cincuenta arios jugaron un papel central para mantenerlo asi. No
obstante, las leyes electorales por si solas no fueron sulicientes: fuc más bien la acción
simultánea de las leyes electorales y otro factor instnucional. cl presidencialismo, la que
condujo al desarrollo partidario. Por otro lado, las leyes electorales por si solas explican la
sobrevivencia inicial y luego el incremento sobresahente del fraccionamiento de los artidos
Pz
principales desde el nacimiento de la democracia hasta lincs de la década del cincuenta
¿Cuálrs fueron las consccucncias para la dcrnocracia uruguaya de dichas caracteristicas
del sistema de partidos? Poco o nada se puede decir acerca del bipartidismo. ya que pcrdnró
en forma constante durante los cincuenta años después del nacinuento de la democracia. De
más interés es el fraccionamiento de los partidos que tuvo determinadas consecuencias en las
ctapas iniciales de la consolidación democrática y otras muy diferentes más adclantc. Dejando
la segunda etapa para ser considerada posteriormente. ahora podemos esbozar el papel que
jugó el fraccionamiento en la primera ctapa.
Puesto que la fuerza electoral de los partidos pruwpales era muy pareja durante la
década del veinte, la teoría de coaliciones sugiere -y el registro histórico lo confirmaque
las negociaciones intrapartidarias proporcionarian
a las minorías dentro de los partidos una
influencia negociadora mucho mayor que su peso electoral. Las minorías no buscaban cl
premio mayor; las mayorías deseaban ese premio, y tuvieron que pagar por ello. No existía
ninguna máquina partidaria que subyugara a las mmorias; cl acceso a posiciones de liderargo
era, por lo menos en términos relativos, extremadamente competitivo, y el prwo de entrada
concluyente se pagaba en votos. La resultantr democratización de los partidos gobernantes
obviamente fue positiva para la consolidación dc la democracia.
Sin embargo, el DVS y el fraccionamiento hicieron mas que simplemente democratizar
los parridos. Al hacer que las minorías dentro del partido gobernante se interesaran de manera
vital cn prácticas clectorales limpias -porque
su poder consistía en los votos-y
cn t¿rminos
más generales, al fortalecer los procedimientos
democráticos Justos, proporcmnaron
un
estimulo poderoso a la política democrática. En particular. es muy evidente su contribución a
la temprana (según estándares latinoamericanos) eliminauún dc Ioh freudcs electorale? en un
amplio dcrccho electoral. La dinámlca del DVS huo que todos. salvo la mayoría dentro del
partido ganador que siempre era una minoría a nivel nacional. se interesaran directamente en la
pureza del sufragio. Ditkilmentc
SC puede sobrccstimar la importancia de este tipo de
mecanismo autosostenido en la temprana consolidación de la democracia.
ESTANFLACIÓN
Y POLARIZACIÓN
POLíTICA
Mucho antes del golpe de 1973, la economía dc Uruguay chtaba estancada. la inflación
crecía y el malestar social y político se incrementaba lenta y constantemente.
El producto
interno bruto promedio per cápita disminuyó constantemente entre 1951-55 y 1966-68. SI al
primer período, el más alto nivel histórico hasta esa [ccha. sc asigna una base dc 100, entonces
el PIB cayó a 89,7 durante el segundo período, regresando asi a los niveles de postguerra. La
formación bruta interna de capital tijo “durante el período 1955-66 representaba el 12,9X del
PIB, y en 1967 rcprcscntó cl 1 l,4%
El significado dc cstas cifl-aa sc cnticndc mejor si se
comparan con las tasas comparatwas de las economías de mercado europeas. En 1960. dichas
cconomias invirtieron en promedio un 20% de sus productos mtefnos’.‘i.
En consecuencia.
los salarios reales de los trabajadores urbanos ha.jaron. aunqur más lentamente que el PIH. En
tkninos
reales, los salarios en las industrias manufactureras alcanzaron su punto más alto cn
el periodo 1955-59, pero para 1970-72 habían caido a los ntveles de antes de 1950
La
situación de los salarios rurales y de las jubilaciones era aun peor. En sintcsis, se había llegado
al límite del proceso de industrialización que buscaba sustituir a las importaciones.
Estos acontecimientos tuvieron profundas consecuencias políticas. La prnnera fue el ya
mencionado fin del papel predominante del Partido Colorado en las elecciones naclonales de
19%. En 1962, los Blancos volvieron a ganar. pero en esta ocasión el ganador fue otra
fracción competidora, distinta a los ganadores de IY5X. Los Blancos no aprovecharon las dos
oportunidades que los votan& Ics dieron y cn 1966 loa Colorados volvieron al poder. En
1966, los votantes tambien aceptaron retornar al presidencialismo pleno y a mandatos de cmco
años. El comportamiento
electoral de los uruguayos obwamente reflejaba una creciente
impaciencia con la crisis; los Cuadros N” 5.1 y N” 5 2 muestran claramente hasta qué punto el
122
LUIS E. GONZALEZ
año 1958 constituyó un viraje decisivo del predominio dc lo\ Colorados a un bipartidismo
competitivoî4.
El creciente malestar social se vio reflejado en el crecimiento de los sindicatos. Para
mediados de la dtkada del sesenta, se fundó la Convención Nacional dc Trabajadores (CNT),
la primera federación nacional de sindicatos. Los smdicatos, fundados, consolidados y
liderados por la kquierda. sirvieron naturalmente como aparatos políticos de socialización de
este últnno grupo. Inevitablemente. su creciente importancia tambiEn SC vio reflejada cn
términos electorales. Ciertamente no era coincidencia que para IY66 los comunistas se habían
convertido en un partido relevante, en el sentido de Sartori. aunque la mayoría de los
contemportieos no se percataron del cambio. Sc prcscntaron bajo una etiqueta partidaria
cuidadosamente seleccionada: FIDEL (Frente Izquierda de Liberación, asociándose
obviamente con Fidel Castro y la Revolución Cubana), y obtuvieron el 6% del voto nacional.
Los comunistas también contaban con las organizaciones sociales más fuertes de la izquierda,
y para efectos prácticos controlaban los sindicatos.
Las respuestas a la crisis a nivel de masas no fueron las únicas respuestas significativas.
Dcsdc comicrvos dc la década del sesenta un grupo pequeno y radical de militantes
izquierdistas desarrolló un movimiento de guerrilla urbana: los Tupamaros. Sus ideas
evidenciaban una profunda influencia de la Kevolución Cubana y especialmente del
guevarismo: sus teorías se acercaban al enfoquej0qusra de Kégis Dehray (según se explica en
Radution rn the Revolution~). El grupo fue siempre pcqucño hasta su dcrrota final, pero el
impacto que tuvo sobre la política uruguaya fue desproporcionalmente grande por dos razones.
En primer lugar. la policía no podía contenerlos, así que sus acciones parecían poner en
peligro la “seguridad del Estado” y el orden existcntc. Naturalmente, esto llevó a la
participación de los militares en el esfuerzo antiguerrilla. En segundo lugar, representaban una
alternativa izquierdista a la izquierda oficial y tuvieron éxito en reclutar jóvenes educados de
las orbes. Por lo tanto, la atracción centrífuga que cjercicron sobre la izquierda entera
contrlbuy0 aún más a la polarización política. Los comunistas afirmaron repetidamente que
sólo estaban cn desacuerdo con los Tupamaros en cuanto a la forma de proceder. Algunos
grupos más pequetlos usaban un lenguaje tan radical que no quedaba claro en qué se
diferenciaban de los Tupamaros. Acontecimientos posteriores comprobaron que dc hecho uno
de estos grupos (cl 26 de Marzo) constituia efectivamente el brazo oficial de la guerrilla. Las
acciones de estos grupos servían para vincular a la guerrilla con la izquierda oficial, por lo
menos simbólicamente. Los líderes de la izquierda oficial no quisieron o no osaron cortar esos
VilllXlO~.
Las acciones armadas de los guerrilleros generaron una reacción clásica de la derecha, la
que incluyó comandos de vigilantes estrechamente ligados a las fuerzas de seguridad, y por
consiguiente. un espiral clásico de violencia. El momento deciwo vino en 1968 cuando el
gobierno de los Colorados estimó que el imperio de la Icy ya no bastaba para mantener el
orden público, o por lo menos para mantener su propia versión del orden pílblico. El gobierno
perdió credibilidad por su manejo inconstitucional dc las medidas prontas de seguridad y de la
represión polltica, incluyendo la muerte de civiles dcaarmados en protestas callejeras.
Retrospectivamente, es fácil apreciar que estas políticas tuvieron Cxito cn cuanto a destruir a
las guerrillas izquierdistas; sin embargo, generaron consecuencias pollticas extremadamente
antidemocráticas. No obstante, al mismo tiempo muchos demócratas sinceros, especialmente
del lado conservador, sintieron que no les quedaba otra opci<in que apoyar al gobierno cn sus
acciones.
A partir de 1968, sólo tomó cinco años para que la democracia se desmoronara por
completo. aunque es difícil determinar el momento exacto en que termin6 la democracia. Las
elecciones nacionales de 1971 fueron ganadas, en una contienda reìlida en medio de
acusaciones de fraude, por cl ala conservadora del Partido Colorado35. El punto importante
aquí dice relación con los cambios en el sistema dc partidoa que be hicieron evidentes en las
elecciones. El desarrollo de coaliciones entre los partidos chicos dc la izquierda había
Cuadro IV 5.1 Porcentaje de votos obtenido por partido en las elecciones presidenciales, Uruguay, 1942-1989
Partidos wadlcionales “relevantes”
Partido Colorado’
Partido Blancob
Subtotal
Panidos “no r&vant&
Unión Civica/Democracia clisuanad
Partido Socdista (y abado+
Partido Comunista (y aliados)
Subtotal’
Panidos “relevantes” de la izquierda
Nuevo Espacio”
Frente Amplioh
Subtotal
TOTAL
N (mllloner)
,942
1946
,950
/9j4
,958
1962
1966
,9-,
1984
1989
57.2
34.5
91.1
47,8
41,s
89,6
52.6
38.5
91,l
50,6
38,9
89,5
40.3
49.7
90.0
44,5
4b,5
91,o
49.4
40,4
89,8
40,9
40.2
81,l
41,2
35,o
76,2
30,3
38,9
69,2
4.3
1.5
5.4
-
4,4
5,O
3.3
3.7
3.5
-
-
-
2.5
83
W
10.4
2,3
3,O
0,9
5.7
10.1
2,5
‘X6
100.0
0.6
100,o
0.6
2,1
8.8
99,9
0.8
,0,5
10.0
3J
2,3
3.5
9,O
-
-
-
-
99,4
1,O
99.4
99.4
2.2
, OO,0
0,9
2.7
12
12
Oc5
528
12,5
18,3
10.4
10.8
21.3
9,O
21,2
30,2
1OO,0
1,7
lOO,O
1.9
1OO,0
2,0
FUENTES: Para ,942 a 1971 los YIS tomos titulados I:irc~ione< W-V~KW, recop,lados por Jubo T. Fabregat y pobbcados por la lcgslatera uruguaya, para ,984 a ,989 ,,~d,cu<,<>re.,
hú\ico, de, ,,n,gm
VO, 4. <‘u,,wu rocredod~vpoiilm (Montevideo CLAEH, ,991)
El Cuadro está canstrwdo para reflejar la IenninoloSia de Gioianni Salron usada en Pun,u ondPwr,v S~.slrnts. A ~~,,>rwork/orAn~l~.s,., (New Yo& Cambridge Unwers~ty
ROTA:
Press, ,9X), sec. 5.2, pags 121.123. Sartori define los partidos “relevantes’ como aquellos que ayudan a determinar la coalición ,,ue gobernar8 o que afectan las tácticas de la
competencia partldana
a En ,958 ,,n pequeiio grupo de Colorados votó fuera del lema, obteniendo el 2% de la totalidad de los votos
b Entre ,942 y ,954 cl PartIdo Blanco vo,O bqo lemas separados. El ala ,ikral, Panido Nacional Independiente, rehusó m,w con el ala mayoritaria Hemsla hasfa ,958 La participaaón
electoral del PN, disminuyó continuamente, del 10% en 1942 al 3% en ,954 Esta linea ind,ca su participación eledora, combmx,a.
c Los partidos muy pequeños no se enumeran en forma separada.
d La Union Cuica se convire en el PartIdo Demócrata Cristiana en 1962 En ,966, un pequeao grupa separatista votó fuera de, ,wa de los democratactistmnos.
e un 1966, antiguos aludos de los sociabsras votaron fuera de, lema del Partrdo Soe~aiista.
Además de,
f Aunque la mayoria de ,os observadores no se percataron del camho, para ,966 los comumstar ya se habían convertido en un part,do relevante en el sentido de Stiori
incremento en la parnapacxín elecroral, el Pando Comunata se apoderá del liderazgo de los smdicatos.
g En 1958, ,962 y ,966 el subtotal de pandos no relevantes supera la suma de los partidos enumerados en el cuadro porque o+~oos
parfidos no enumerados aquí obhlvieron algunos fotos.
b En 1971 y 1984 el Nuevo Espacio (la abarza de 105democratacnrbanos y el Panido por el Gobxmo del Pueblo, antigua Lista 99 de, gn~po separatista del Partido Colorado) votó junto
con el Frente Amplio bajo el mismo lema; en ,989 votó bajo su propio lema.
m
LUISE. GONZALEZ
124
Cuadro N’5.2 Porcentajepromediode los votos obtenldospor partido en las elecciones
presidenciales.Uruguay, 1942-I989
Ptitidoî tradwionales ‘televantes”
Partido Colorado
Panido Dlmco
Subtotal
Pamdos “‘relev.wteî” de la izquierda
Todos los partidos
““0 relevantes”
‘TOTAL
52.1
8,4
00.5
.-
44.7
45,5
OO.2
.-
‘),5
9.8
100
100
37,5
38.0
75,5
23.2
1.2
99,9
comenzadoa comienzosde los años sesenta,y culminó en 1971 con la creación del Frente
Amplio. El Frente se parecíaa la Ilnidad Popularchilena pero abarcabauna secciónaún mas
amplia del continuo izquierda-derecha. Sc juntaron la DemocraciaCristiana, dos fracciones
que se habíanseparadode los partidostradicionales,y todos los partidos y grupos oficiales a
su izquierda, incluyendo los socialistasy los comunistas. Por razonesobvias, los I‘upamaros
no pertenecíanformalmentea la coalición, pero el brazo oficial de la guerrilla sí lo hacía. En
1971 el Frenteobtuvo el 18% del voto nacional,obtemendomásvotos que uno de los partidos
principales en la ciudad de Montevideo, que rcprcscntacerca de IU notad del electorado,y
también obtuvo el control de los sindicatos.
El efecto sobre el sistemade partidos del progreso lento y relativamentetímido de los
comunistasen 1966es discutible. Sin embargo,tal no cra el casoen 1971: segúnlas “reglas
de tonteo” de Sartori, o casi cualquier otro criterio significativo, el bipartidismo uruguayo
estabaacabado. Superficialmentepor lo menos,el nuevo sistema de partidos que emergió
como consecuenciade las eleccionesde 1966yio de 1971-subordinado a si sedefine o no a
1966 como el año decisive contabacon tres partidos relevantes. En vista de sus fuerzas
electoralesen 1971, tiene sentido, como han afirmado algunos observadores,rcfcrirsc a oo
sistemade dos partidosy medio.
AUTORITARISMO
Y RESTAURACIÓN DEMOCRÁTICA
Los primerosaiios del régimen autoritario (1973 a 1975) se puedendescribir como una
dictadurade comisarioen su sentido clásico. Tanto el gobierno como la oposiuón percibíanal
régimen como una solución de emergencia cuyo objetivo no era impulsar cambios
significativos en el marco institucional de la Constitución política. SegúnZelmar Michelini,
lídcr del antiguo Grupo Colorado Lista 99 y cofundadordel Frente Amplio, inicialmente los
militares pensabanque su gobierno no duraría másallá de 1977. Fue sólo en 1975,dos años
despu& del golpe, que seempezóa cuestionaresaideai”.
La decisión de consolidar cl r¿gimen formó parte de una estrategiamás amplia que
dominó la segundafase del rkgimen militar. desde1976hasta 1980. 1.ametaprincipal llegó a
ser la construcciónde un nuevo ordenpolítico, algo parecidoala democradura(en términos de
Schmitter); aumentónuevamentela represiónpolitica, probablementepara limpiar el camino
CONTINUIDAD
Y CAMBIO EN EL SISTEMA DE PAK’I II)OS LIKUGUAYO
125
para el futuro regimcn. Un informe emitido por una comisión de la Cámarade Diputados en
1985, dcspuesde la restauraciónde la democracia,afirmó que la mayoría de los secuestros
políticos donde estabanimplicados los militares y cuyas víctimas seguíandesaparecidasse
produjeronentre 1975y 197837.
A pesar de estos datos sombrios, el régimen proyectado era realmente híbrido: los
militares tendríancontrol final sobreun gobierno que cn otros aspectosse pareceríamucho al
antiguo régimen democrático,incluyendo un papel explíctto para los partidos políticos. La
actitud dc los militares hacia la democracia,o hacia algunos aspectosde la democracia,era
realmenteambivala. Buscabanel consentimientodel pueblo para fundar su democradura:se
debía completar y legitimizar el proyecto a traves de un plebiscito. No se trataba de
simplementerendir un homenajeverbal a la idea de una contestaciónpopular, como se puede
apreciar al comparar los plebiscitos casi contemporáneosde Chile y Uruguay. En ambos
paíseshubo un “fraude estructural”, en el sentido de que las campañasque precedieron los
plebiscitosfueron muy sesgadas:tanto en los plebiscitoschilenos de 1978y 1980 como en el
uruguayode 1980la voz y las accionesde la oposición fueron restringidasen forma parecida.
Sin embargo,cn Chile los militares se prepararonpara cometer,y de hecho cometieron, un
fraudedirecto: los votos no se contaronhonestamente’“.En contraste,los militares uruguayos
simplementereconocieronsu derrota. Esto dio comienzo a la transición uruguaya hacia la
restauraciónde la democracia(entre 1980 y 1985), la tercera y última etapa del régimen
militar.
Los partidospolíticos uruguayosjugaron un papel importanteen esaderrota. En primer
lugar, todos los líderes de consideracióntomaron partido en el asunto. Una mayoría de los
lideres políticos se había opuestoal régimen desdeel comienzo;dicha oposición creció y se
volvió másexplícita cuandosehizo evidenteque el regimenya no se considerabatransitorio y
de emergencia.
La línea divisoria entre los que apoyabany los que se oponíanal régimen cruzaba los
partidos, salvo la izquierda que fue unánimeen su oposición al régimen. Aunque divididos
internamente,los Blancos y los Colorados no actuaron de la misma forma en relación al
régimen. El golpe fuc liderado,al menosnominalmente,por un presidenteelegido de entre la
mayoría ohtenida por el partido Colorado, y el apoyo civil más significativo provenía del
miembro del Partido Coloradoy antiguoPresidenteJorgePachecoAreco, y de susseguidores.
Algunos colorados notorios trabajaron por el gobterno militar asumiendocargos más bien
técnicos. Según los resultadosde la elección de 1971, las fraccionesmas a la derechade
ambospartidos principales-la mayoríadel Partido Colorado (los pachequistas)y la minoría
del Partido Blanco-- apoyaron el golpe y más adelante el proyecto constitucional de los
militares. La mayoría del Partido Blanco (los wtlsonistas. llamadosasí por su líder, Wilson
Ferreira)y la minoría del Partido Coloradoformaron cl núcleode oposiciónal régimen.
Los Blancos constituian la oposicióna los militares másgrandey másradical. Ferreira
llevó a cabouna campanainternacionalinfattgableen contradel régimen,ayudado-fuera del
país- por la Izquierda,algo que los militares considerabanespecialmenteinaceptable. Por lo
tanto, graciasen parte a sus propios esfuerzosy en parte a la represiónde la izquierda3’, la
mayoría del Partido Blanco apareciacrectentementecomo el núcleo “duro” de la oposición.
En consecuencia,el mismo régimen -probablemente los seguidoresinformales, y no el
liderazgo formal- reaccionó. Aunque nadie de la oposición disfrutó de una cxistcncia
tranquila, los únicos líderespolíticos de los partidos tradicionalesque efectivamenteperdieron
la vida por la violencia política fueron líderesdel Partido Blanco.
Los votos a favor del régimen en el plebiscito de 1980 alcanzaronel 43% de los votos
válidos; estosolo superóen seispuntosporcentualesel 37% alcanzadopor las fuerzaspolíticas
a favor del regimen en las eleccionesnacionalesde 1971. Si tomamosen cuenta lo que he
denominadofraude estructural,el resultadono fue muy impresionantey tampocoaugurabaun
buen futuro para las fuerzas polfttcas que apoyabanal régimen. Es más, en ese tiempo la
derrota del gobierno fue asombrosa. Desdeel punto de vista militar, los plebiscitos chilenos
126
LUISE.GONZALEZ
habían sido exitosos, y en un contexto más amplio no existían antecedentes comparativos
respecto a una derrota gubernamental en condiciones fucrtcmcnte autoritarias4’. Sin embargo,
diez años más tarde la dimensión electoral de las revoluciones en Europa Oriental, y otras
situaciones en América Latina, nos han hecho más conocedores de este tipo de acontecimiento.
Pero en ese tiempo la mayoría de los observadorcs, tanto uruguayos corno extranjeros, pensaba
hasta el tina1 que los militares ganarían, en último caso mediante fraude directo si fuera
necesario.
Después de la derrota transcurrió casi un año p mucho suspenso antes de que los
militares impulsaran un plan alternativo. El nuevo cronograma presumía una reorganización
de los partidos políticos -salvo los de la izquierda- mediante una votación popular directa
en 1982, y luego elecciones nacionales en 1984 A pesar de los dramáticos acontecimientos
políticos en los próximos tres anos, el plan funcionó hasta el tina1 y culminó con la
restauración de la democracia en 1985.
Las elecciones internas dentro de los partidos oficiales (Blancos, Colorados y la pequena
IJnión Cívica) en 1982 constituyeron una derrota política aún más aplastante para los militares.
Aunque no era obligatorio votar, corno lo es en las elecciones nacionales normales, la
concurrencia fue relativamente alta: 60% del universo electoral inscrito. Los líderes de la
oposición obtuvieron el 76% de los votos del Partido Blanco y el 70% de los del Partido
Colorado. El Frente Amplio hizo un llamado para votar cn blanco, pero con malos resultados,
En definitiva, las fracciones que apoyaban al régimen ~610 obtuvieron el 23% dc los votos.
Por lo tanto, el resultado principal de las elecciones “internas” fue que despues de la
legitimidad misma del régimen la oposición civil se convirtió en su único interlocutor válido.
Largas y diflciles negociaciones entre los militares y la fortalecida oposición civil
culminaron con el denominado Acuerdo del Club Naval, que abrió el camino para las
elecciones nacionales de noviembre de 198441. El acuerdo definió un caso de reforma pactada
(en los términos de Linz), mezclado con lo que Stepan denominó un “escape” para los
militares como institución. En verdad, el acuerdo fue una negociación; no fue algo impuesto,
en un sentido signilicativo de la palabra, sobre una de las partes. Todos los actores principales
obtuvieron algo y concedieron algo. Los militares concedieron casi todo, excepto que el líder
de los Blancos. Wilson Ferreira, no podía presentarse corno candidato a la presidencia y que
los líderes civiles no podían reemplazar a discreción a los mkximos líderes militares.
El Acuerdo del Club Naval fue notable también en virtud del papel que jugaron los
partidos. Los Blancos fueron especialmente intransigentes con respecto a las proscripciones,
Los militares, quienes habían tomado un curso intensivo sobre la politica cn 1980 y 1982, y los
Colorados entendian que solos no podian negociar un acuerdo (porque los Colorados no
constituían una mayoría nacional); sin embargo, el único otro socio disponible era la izquierda.
Los militares sacaron las conclusiones correspondientes y actuaron conforme. Modificaron su
antigua postura, permitiendo que la izquierda tomara parte en las conversaciones, y el
resultado final fue el Acuerdo del Club Naval. Los Blancos no participaron, pero frente al
hecho consumado, de malas ganas accedieron parttcipar en las elecciones. Por primera vez se
decidió un pacto de gran importancia nacional sin la participación de uno de los partidos
tradicionales. Esto reflejaba, por supuesto, las nuevas realidades que emergían despues de las
elecciones de 1971, pero es irónico que se requirió de los militares para reconocer esas nuevas
relaciones políticas.
Las elecciones nacionales de 1984 no fueron abiertas para cualquier candidato. Existía
una prohibición impidiendo que Wilson Ferreira, el miembro más connotado de la oposición
civil, se presentara corno candidato a la presidencia. ‘Tampoco pudo hacer campaña para su
partido, pues fue encarcelado hasta despues de las elecciones. mientras que otro proscripto
famoso, el recientemente liberado líder del Frente Amplio, Líber Seregni, trabajó duro para su
coalición. No obstante, todos aceptaron los resultados de las elecciones, ganadas por los
Colorados, aunque probablemente por razones diferentes. Todos estaban convencidos tambien
de que, a pesar de las limitaciones de su origen, el nuevo gobierno era realmente democrático
CONTINUIDAD Y CAMBIO EN EI. SISTEMA DE PAKI’IDOS UKUWJAYO
Cuadro N” 5.3
Escaños
senatoriales
127
ohtcnidos por partido. Uruguay, 1942-1989
y que habían terminado las proscripciones. Las primeras acciones del nuevo gobierno
---especialmente la amnistía para los prisioneros políticos y los guerrilleros- sirvieron para
demostrar que realmente estaba al mando.
Las elecciones nacionales dc 1984 mostraron que, al menos a nivel de partido, el
regimen militar había congelado la situación política que resultó de las elecciones de 197 1. el
índice de Pedersen de la volatilidad electoral neta entre 1971 y 1984 fue S-2, muy por debajo
del promedio uruguayo entre 1942 y 1984 que fue 7,l. Ese efecto congelador también se
aprecia claramente en la composición de la nueva legislatura42. El triunfo de los Colorados
restauró el statu que anterior. En esta ocasión, el Frente obtuvo el 21% del voto nacional y
consolidó su segunda posición en la ciudad de Montevideo. Seguía siendo el “medio”, aunque
un poco crecido, del nuevo sistema de dos y medio partidos,
Se aprecian mayores detalles al examinar el interior de los partidos. En primer lugar, la
derrota de los militares y de sus amigos políticos fue aún mayor que en 1980 y 1982. Dentro
de los Blancos, prkticamente desaparecieron; no fueron capaces de sacar elegido ni a un solo
candidato. Dentro de los Colorados obtuvieron menos de un cuarto de los votos del partido.
En general, el 43% dc los votos sufragados a favor de los militares en 1980, que en 1982 había
caído a un 23%, en 1984 ~610 alcanzó el 11%. Los Colorados ganaron una clcccibn
básicamente antimilitar porque obtuvieron los votos pro mililarcs; de otro modo, los Blancos
habrían ganado. Parte de la explicación de este resultado algo sorprendente se encuentra en las
tácticas electorales exitosas de los Colorados. Las elecciones comprobaron que el pueblo
quería echar a los militares, pero no a cualquier precio: también quería tener paz. Interpretando
correctamente este estado de ánimo, los líderes exitosos de los Colorados establecieron como
tema de su camparla el lema: el cambio de par. Fue el eje mismo de su éxito. Los Blancos no
pedían guerra, pero su oposición radical a los militares antes de las elecciones, el knfasis que
ponian en la justicia y la situación compleja que rcaultaha del encarcelamiento de su líder
principal, hicieron que muchos dudaran si una wctoria de los Blancos traeria paz.
En segundo lugar, &uál es el verdadero estado del “medio” del Fistema de dos partidos
y medio’! En verdad, los sistemas de partidos son entidades extrañas. Los partidos no
necesariamente forman parte de ellos (cuando no son relevantes), y grupos extrapartidarios a
veces si lo forman (coaliciones de partidos suficientemente cercanos como para actuar en
conjunto); el lenguaje que usamos no esclarece el asunto. Aunque ayuda, dicho lenguaje no es
arbitrario. Los conceptos centrales tienen un significado definido; no todo es aceptable.
Hemos considerado extensamente por qué los partidos principales efectivamente han sido
128
LUIS E GONZALEZ
partidos; pero esto no implica que todo grupo que compita electoralmentecorno un solo lema
desdeun punto de vista legal seaun partido o deba ser consideradocorno tal. No podemos
aceptar a una coalición mucho más amplia que la Unidad Popular chilena corno un actor
par.trcular y relevante en el sistemade partidos. Afortunadamente,las eleccionesde 1984
tambien proporcionaron, en cierto sentido básicamcntcpor primera vez, la oportunidad de
estudiarvarios aspectosdel sistemade partidosen basea encuestasde opinión pública fiables.
Por lo menosdesde1984 los uruguayos,al igual que los chilenosy en contrastecon los
argentinosy brasilenos,han usadocxtcnsamcntela dimensiónizquierdaderechapara describir
la composiciónpolítica del pr~is~~.Se sitúana sí mismosy a otros objetosde importanciaen el
panoramapolítico en el continuo izquierdaderecha,igual como lo hacenlos puebloseuropeos.
Dicho continuo apareceempíricamentecorno una dimensiónordenadoradel espaciopolítico,
puestoque se encuentraasociadocon casi todaslas opinionesy actitudespolíticas. El análisis
de los pcrlilcs ideológicosde los votantesarrojó cuatro resultadosprincipales.
En primer lugar, comprobandoel análisis anterior, loa dos partidos tradicionales si
aparecieroncomo partidos: los Coloradoscomo un partido de centroinclinándoseala derecha,
y los Blancosa su izquierda, cornoun partido de centro.
En segundolugar, los votantesdel Frente Amplio pertenecíanclaramentea dos grupos
diferentes,uno de centro-izquierday el otro de izquierda. El grupo de centro-izquierdaincluía
a los democratacristianosy la antigua fracción de los Colorados, Lista 99; el grupo de
izquierda incluía a los socialistas y a los comunistasy sus respectivos aliados menores,
marxistasindependientesy antiguosgrupospro guerrilla.
En tercer lugar, el sistema de partidos contaba con cuatro actores relevantes; en
términos de Sartori, correspondiaa un sistemadc pluralismo moderado. Dos consistianen los
antiguos partidos principales, y los otros dos en las mitades del Frente Amplio. Dicha
conclusión se vio respaldadapor un estudio independientede la autoidentificaci6nideológica
de las elites políticas. La representaciónde las dos mitadesdel Frente Amplio como actores
diferentes resultó ser muy consistentecon otras diferenciashalladasen las basessocialesde
sus respectivoselectoradosy. además,en susestructurasorgánicas44.
En cuarto lugar, el sistema de partidos ya no evidenciabala baja polarización que
presumiblementehabía evidenciado en el pasado,especialmenteai SCcompara con datos
europeos. Teniendo en cuentatanto la distancia,definida directamentecorno la polarización
de un sistema, corno la superposiciónde los dos actores más extremos, los sistemasque
estudiaron Sani y Sartori en base a datos de mediados de la década del setenta podrían
clasificarseen dos grupos de baja y alta polarizaciónrespectivamente45.La polarización en el
primer grupo varió entre 027 y 0,32, mientrasque la superposiciónvarió entre 056 y 0,45; en
cl segundo grupo (de alta polarización) las distancias variaron cntrc 0,44 y 0,64 y las
superposicionesentre 0,15 y 0,06. El sistemauruguayo, con una polarización de 0,42 y una
superposiciónde 0,17, se acercababastanteal grupo de alta polarización, especialmentea la
España despuésde Franco: 0,47 y 0,15 respectivamente Por consiguiente,cl sistema dc
partidos uruguayo se había convertido en un sistema de relatrvamentealta polarización;
“relativamente” indica que, dentro de los sistemas de alta polarizacrón, era el menos
polarizado.
Esto correspondía a una visión bastante nueva del srstema de partidos uruguayo:
pluralismo moderadoy una polarización relativamentealta. Sin perjuicio de las apariencias.
no existe ninguna contradicción real entre dichos atributos: el primero dice relación
simplementecon el número de actoresrelevantesy el segundocon la distancia ideológica
entre los dos actoresmas extremos. Las dos condicionestiendena estarligadas(mientrasm&s
alta seauna, másalta serála otra), pero no existe ningunacorrelaciónexacta. SegúnSartori, el
límite (en términos de partidos relevantes)más allá del cual sólo es probable que exista una
alta polarización, es cinco (o seis) partidos En consccucncia,LJruguayera un casomarginal,
pues en términos de fragmentación(cuatro actoresrclcventcs) JCencontrabacerca del límite,
mientrasque en términos de ideología(polarización)tambiénse encontrabacercadel limite (el
sistemamenospolarizadode los que estudiaronSamy Sartorr)
CONTINUIDAD
Y CAMBIO EN EL SISTEMA DE PARTIDOS URUGUAYO
129
Este tipo de sistemade partidoshacia imposible gobernar,porque el gobierno no tenia
nmgunaesperanzade ganarsu propia mqoria parlamenkria; en 1971 eslo ya era verdad. El
PresidenteSanguinetli buscti un gobierno de unidad nacional. y no lo consiguió. Tuvo que
conformarsecon un gobierno de entonación.Incluyó a dos ministros del partido Blanco, pero
sus cargos eran “técnicos” y no imponían ninguna obligación política a los Blancos. Los
mismos ministros ciertamenteno eran políticos: uno fuc Enrique Iglesias, famoso por su
trabajo cn la CEPAL y luego Presidentedel Banco Interamericanode Desarrollo, qmen
asumiócomo encargadode relacionesexteriores.
El primer gobierno de la restauracióndemocrhtica tuvo logros mixtos. Sus Cxitos
principales correspondieronbásicamentea asuntos políticos: consolidó la democracia y
resolvió el problema especialmentedificil de las violaciones a los derechoshumanosdurante
el gobierno militar. Casi hubo un consensonacional cn cuanto a la consoiidaci6n de la
democracia,y hubo al menosunamayoria colorado-blancocon respectoa las violacionesa los
derechoshumanos. La solucióna esteúltimo problema,una amnistía,fue terminante:después
de un referéndumnacional a comienzosde 1989, todos los partidos concordaronque el tema
estabac~rrad«~~.En términos socioeconómicos,los logros del PresidenteSanguinettifueron
bastantebuenosen comparacióncon los de Alfonsín en la Argentina y Sarneyen Brasil, pero
no satisficieron las expectativasde los wtantes. Los ingresosrealesaumentarony la inflación
disminuyó al comienzo de su mandato.pero la coyuntura empeoróhacia cl Final. Sanguinetti
terminó su mandatocon una inflación anual que se acercabaal lOO%,mejor que la Argentina
y Brasil, pero muy distantede seruna situación ideal.
AI acercarseel tiempo dc las elecciones,el ánimo de la población era de desencanto.
Dicho desencantose debía en parte a las altas expectativasque tenían respectoa la nueva
democracia,pero también reflejabacondicionesuruguayasmásobjetivas y específicas.Como
sahcnmuy bien los uruguayos,la economía,en términos comparativos.básicamentese había
estancadodesdemediadosde la decadadel cincuenta. Parafines de 1988, sólo el 13% de los
montevideanospensabaque la coyunturadel psis estabamejorando;el 55% creia que estaba
estancada,y el 3 1% que eslabaen decadencia.La mayoría de los votantesen ambospartidos
principales pensabaque el país estabaestancado. Para 1989, el porcent+jede aprobacióndel
mandatodel Presidentey su popularidad personal. que habian estadoen declinación desde
1986,habíancaido por debajodel 20%47.
Los acontecimientosde 1989,año de elecciones,confirman todos los puntosprincipales
del análisis anterior. A comienzos de 1989, el Frente Ampho se derrumbó debido a
desacuerdosinternos; el ala izquierda retuvo el nombre de Frente Amplio, y el ala moderada
tomó del nombre de Nuevo Espacio. Esta división y los mismos resultados electorales
(refiéraseal Cuadro N” 5.3) confirman que el sistemade partidos se había convertido en uno
de “pluralismo moderado”, con cuatro actoresrelevantes. A pesar de la división, el nuevo
Frenterecibió el mismo porcentajede los votos que su antecesoren 1984,el cual fue suficiente
en esta oportunidad debido a la mayor fragmentación del electorado- para ganar una
pluralidad en la ciudad capital de Montevideo. En conjunto, las dos mitades de la izquierda
obtuvieron el 30 por ciento del sufragio nacional, y el 48 por ciento del sufragro en
Montevideo. En cuanto a la presidencia,las eleccionesno arrojaron ninguna sorpresa. Los
Colorados, frente al desencantode los votantes, sufrieron el mismo destino que Suárez en
España,Alfonsín en la Argentina y Sarneyen Brasil El candidatodc los Blancos, Lacalle,
obtuvo una amplia mayoría, aunquelos Blancos obtuvieron menosvotos que los Coloradosen
l9844x.
El primer tio del nuevo mandatofue difícil. Al igual que Sanguinetti,Lacallc intcnló
formar un gobierno de coalición. ‘También fracasó. Obtuvo la misma cooperación que
Sanguinetti: un acuerdo vago que no generabaobligaciones políticas y con ministros del
Partido Colorado en el gabinete que no eran politices. En esta ocasión, dicho acuerdo
imprecisosedenominóla coincidencianacional.
Desde un comienzo, el gobierno nacional no fue capaz de controlar la inflación --eI
aumentoen los precios del petróleo no ayud& y hubo una leve reducción en los ingresos
130
LUIS E. GONLALEZ
Cuadro N” 5.4 Escaiíos en la Cámara obtenidos por partido, Uruguay, 1942-1989
Partid” Colorado
Partido Blanco
Un%, Ci”d
Democracia Cristmna
Partido Socialista
(y aliados)
Parhdo Comumata
(y aliados)
Nuevu Espilcio
Frente knplia
TOTAL ESCAÑOS
58
34
47
4”
53
38
51
38
40
5,
44
47
50
41
41
40
41
35
30
39
4
5
4
5
3
3
3
~
Pd
-
99
8
10
99
122332---2
99
5
99
22235--p
99
99
99
99
13
8
99
9
21
99
FUENTES: Las mimas que el Cuadio N” 5 1
NOTA:
Véase los Cuadros N” 5.1 y N” 5 3
ta En 1984, la Umún Cívica, separada de la Democracia Cristuna, obtuvu dos escaños en la Cámara Baja (que no se
mwstran en el Cuadro).
reales. En seis meses, la popularidad del Presidente Lacalle cayó a plomo, alcanzando el nivel
más bajo de Sanguinetti al final de su mandato dc cinco años. En contraste, el intendente
socialista de Montevideo, Taba& Vázquez, retuvo un alto nivel de popularidad a pesar de los
incrementos reales significativos en los impuestos municipales49.
UN SISTEMA DE PARTIDOS EN EVOLUCIÓN
Si el análisis anterior es básicamente correcto, se desprenden algunas conclusiones. La
primera conclusión más importante y obvia es que el principal impulsor de la transformación
del sistema de partidos ha sido el descontento de los votantes con respecto a la situación
existente.
Debido en parte a accidentes históricos, los Colorados se habían convertido en el partido
predominante para fines de la Segunda Guerra Mundial. Retuvieron ese papel sin mayores
esfuerzos siempre que las cosas andaban bien, es decir, durante el ápice del proceso de
industrialización para sustituir a las importaciones y, más adelante, durante la bonanza que
experimentaron algunas exportaciones uruguayas a raíz de la Guerra de Corea (refiérase al
Cuadro No 5.1). Cuando empezaron a surgir las complicaciones, la gente empezó a buscar
alternativas. Durante los próximos diez afios, entre 1958 y 1971, la búsqueda se limitb a los
antiguos partidos principales y tradicionales y sus facciones. En el Cuadro N” 5.2 se muestra
que la participación electoral de los otros partidos es constante. Al enfocar los resultados a
más largo plazo de los dos períodos (Cuadro N” 5.4), se aprecia que el voto de los otros
partidos no cambia desde los tiempos del predominio de los Colorados hasta los tiempos del
verdadero bipartidismo. La diferencia significativa entre los dos pcriodos tiene que ver con la
participación electoral relativa de los dos partidos principales: evoluciona desde una ventaja
grande y persistente de los Colorados durante el primer período a una paridad media en el
segundo.
Durante todo este período, la búsqueda de soluciones políncas para el callejón sin salida
del desarrollo uruguayo se vio limitada exclusivamente a los partidos tradicionales, debido
mayormente a factores politicoestructurales, es decir, a las ya descritas combinaciones de
regimen electoral y cuasipresidencialismo. El marco institucional existente “canalizó”, por
decirlo así. las preferencias de los votantes. Puesto que la cxpcriencia dictaminaba que votar
por un partido que no fuera uno de los dos partidos principales no producia ningún cambio a
corto plazo, votar de esa forma era una sella1 de desesperación o simplemente una inversión a
largo plazo. Significaba que ninguna de las opciones disponibles realmente importaba. La
CONTINUIDAD Y CAMBIO EN EL SISTEMA DE PARTIDOS URUGUAYO
---
131
fuerte identificación partidaria de los uruguayos, la que desde el punto de vista de los partidos
principales constituía un capital político que se iha acumulando durante los buenos tiempos.
contribuyó a su capacidad para “canalizar” las preferencias de los votantes a corto y mediano
plazo.
Para parafrasear a Hirschman, podemos decir que las “empresas” afligidas --los
partidos tradicionales- no fueron capaces de beneficiarse del tiempo adicional que les fue
concedido por la lealtad de sus consumidores. Los diferentes gobiernos de este período no
pudieron revertir la situación, debido a que muchos de los problemas eran de verdad
intratables, en parte quiz&s debido a la mala sucrtc y porque cl fraccionamiento de los partidos
principales dificultó aún más cualquier acción eficaz. Incluso durante el período de verdadero
bipartidismo, la existencia de varios partidos menore, que .juntos acumulaban cerca del 10 por
ciento de los votos significó que las mayorías parlamentarias eran esquivas para los partidos
ganadores.
Después de largos afíos de opciones políticas “restringidas”. la impaciencia, la
renovación generacional, la cabal agravación de la coyuntura socioeconómica, las influencias
ideológicas externas y la creciente violencia política interna se combmaron para derrumbar el
efecto “canalizador” que tanto favorecía a los partidos principks.
Pero para ese entonces la
acumulación de presiones sociales cra tan grande que peligraba la misma democracia. No
conocemos la polarización del sistema de partidos cuando se efectuaron las elecciones de
1971, pero una estimación bien fundada (y conservadora) es 0,5 1, ciertamente mucho más alta
que la polarización observada despuks de la restauración de la democracia en 198450.
Basicamente, el regimen militar congeló el sistema de partidos, pero sólo a nivel de
parkfos.
La interacción de las acciones de los líderes políticos y las preferencias de la
pohlaci6n, con tres elecciones de importancia crítica en un periodo dc sólo cuatro afios (1980,
1982 y 1984), modificó concluyentemente el panorama político. La mayoría del Partido
Colorado de antes del golpe se convirtió en la minoría indiscutida dentro del partido. Las
fracciones pro régimen del Partido Blanco fueron aniquiladas, lo que sirvió para estabilizar los
cambios que hablan comenzado antes de la elección de 1971 y empujar a los Blancos hacia la
izquierda de los Colorados. De esa manera, los Colorados contaban con un electorado cautivo
en el lado derecho del espectro politice, lo que ayuda a explicar por qué se ganó la elección
antimilitares de 1984 en base a votos pro militares.
La situación política generada por la elección de 1984 no fue capaz de resistir el
descontento general, y en 1989 esto ocasionó un cambio de liderazgo de nn partido tradicional
al otro. Desde la perspectiva de los partidos principales. la situación aparenta igual que hace
treinta tios: la mayoría del electorado nuevamente contió en ellos. Sin embargo, la analogía
es dudosa. Por una parte, la mayoria que vota dentro de los partidos tradicionales disminuye
rápidamente (Cuadro N’> 5.2). Por otra parle, si cl fraccionamiento de 1958-1966 dificultó las
cosas y la fragmentación hizo muy tenues las mayorías parlamentarlas, hoy en día la creciente
fragmentación garantiza que ningún partido puede obtener una mayoria por sí solo; el
fraccionamiento acentúa el problema. Las únicas noticias bucnas para los partidos principales
es que las cosas no han escapado completamente fuera de control: la polarización y
superposición observadas en las elecciones de 1989 fueron 0,44 y 0,24 respectivamente,
básicamente iguales que en l984j’.
Los políticos uruguayos están aprendiendo por experiencia que cucsla mucho gestionar
una coalición en un sistema presidencial con una tradición de gobiernos partidarios. TamhiCn
se están dando cuenta que al menos a corto plazo es poco probahlc que un partido ohtcnga por
sí solo una mayoría parlamentaria. En consecuencia, están emergiendo dos estrategias
conducentes a una posible reforma. Por una parte, existen aquellos que privileglan un cambio
hacia un sistema parlamentario, para fomentar las coaliciones y la formación de gobiernos con
mayorías reales. Por otra parte, existen aquellos que fomentan cambios institucionales que
generen, dentro de ciertos limites, una mayoria parlamentaria para el partido ganador. Esto
último significaría un principio de representación mayoritaria; en todo caso, requrriria cl
abandono de una proporcionalidad rigurosa5*.
132
LUIS E. GONZALEZ
Las reformas institucionales no son garantía de soluciones; sin embargo, las
disposicionesactualesparecenaun menos alentadoras. len~endoen cuenta las tendencias
analizadasarriba y presumiendoque no habrá ninguna revisión instituuonal, el sistemade
partidos seguiráevolucionando. El marco institucional actualprivilegia un retorno gradual al
bipartidismo, pero estono es nadaseguro. Aun cuandosuceda,tomarátiempo. Puedeser que
aumentela fragmentacióndel sistemade partidosantesque se produzcauna disminución. Sea
cual sca cl caso, la transformacibngradual del sistemadc partidos tornará bastantetiempo
antes de producir un ganador capacitado para realmente gobernar dentro del marco
institucional actual. Pero esedesenlacees dudoso.Mientras tanto, el país podría llegar a ser
literalmente ingobernabley la polarización podríavolver a crecer,con consecuenciasinciertas
para la democracia. Dadaslas alternativas.una reforma institucional podría ser la opción más
atrayente.
De ser así, Lcuál reforma? Hemosvisto que el aistcmade partidos uruguayoha llegado
a tener una polarización relativamentealta. En estetipo de sistema,una reforma que permite
que una pluralidad moderadagobiernesola, podría fácilmenteterminar por crear una situación
de tipo Allende o incluso peor: una situaci6n dondeuna pluralidad en uno de los extremosdel
espectro se sienta con el derechode implementarpolíticas vehementementeopuestaspor la
mayoría. En ese caso, la democraciaprobablementepeligre más que en la configuración
institucional actual. Permanecela opción de un verdadero sistema parlamentario. Por
supuesto, dicho sistema no podrá garantizar que los uruguayos linalmente solucionen sus
problemas,pero al menoslos peligros que podría acarrearparecieranser bastantemenoresque
los de las alternativas.