Nuevo Mundo 19320212

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Nuevo Mundo 19320212
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LA HIGIENE ALIMENTICIA
La m a y o r p a r l e d e i i u t s í r í i s c n f e r i i i e d a d f h s o n
la conscí'UL'iiL'ia de las i n J r a c x i í m e s c o t T i c t i d a s
a diarit> c o n t r a In h i g i e n e a l i m e n t i í ñ i . Ks el e s t ó m a i í o . (•()nic) p r i m e r i n t e r e s a d o en e s t e t r a n ce, qiu- pajuil l a s e o n s e c u e n e i a s d e p l o r a l i l e a
e iniTiediatas d f d i c h a s i n l r a f c i o n e s . KJ c o m e r
con egreso o nuiy aprisa, liene cuino r e s u l t a d o
s o b r f c a r f j a r y em[ific]iar el eslúmíi);;o, y el e m :
liailu) acaba por provocar pesadez, acidez,
n á u s e a s , c n l a m b r e s y mifjrañas. P a r a r e m e d i a r
e s t e e x c e s o <ic tral>ajü tlel e s t ó r n a f í o , es p r e c i s o , dnraiitL' alfjiinas s e m a n a s , díirle u n a a l i m e n l a c i ó n lií;era >' f í i c i i m e n l e « s i m i l a b J e , c o m o
el PliosiTin. (|ue respt>nde a t o d a s las e x i g e n c i a s tistoló|^>¡c3s, s i e n d o a la vez de l í u s l o m u y
agradable.
EN TODAS LA9
FARMACIAS
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RL MAS I'XQUISITO Dli LOS DESAYUNOS Y
MAS
liARCELONA
D e p ó s i t o ; T O R T U N VPODEROSO
, S . A.. HDE
o s pLOS
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NO PERJUMU A LA SALUD. SIN YODO NI DERIVADOS
DEL YODO, NI THYROIDINA. Pre<:¡.8'5o
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e s q u i n a ti A r e n a l
[n n t e s E c hecj n r o v, 8)
A \a izquierda: La señorita Pilar Martínez, elegida
<MÍ5S Lápiz» en el baile de Carnaval celebrado el
sábado por la UníÓn de Dibujantes Españoles.—A la
derecha: La señorito Ketty Moreno, elegida «Mis*
Voz» en lo fiesta organizada por el populor diario
madrileño. Las dos tiestos — belleza, olegrío y buen
humor—resultaron animadísimos, y en ellas los jurados,.ante el crecido número de concursantes, realizaron una labor de verdadero dificultad. Los fallos fueron laboriosos y escrupulosos, y justo es decir que,
tanto el de los dibujantes como el de los queridos comaradas de <La Voz», complacieron plenamente al
gran público que asistió á las fiestas. <Miss Lápiz» está, por curiosa coinctdencio, empleada en una papelería, y «Wtss Voz» es modelo y hará ahora—éste era
« premio del concurso, además de mil pesetas...—
una película en Porís^
ÍOTS. VIDBA V AtroNSO
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Uno de los dos primeros
premios del Concurso
de N U E V O
MUNDO
(Conclusión)
Al terminar la canción,
el comisario gritó con voz
chillona:
—¡Viva Méjico, pendejos!
—¡Viva!—gritaron los
indios, bullendo como una
gusanera alrededor del
gi-upo.
sacó la chaveta de la fofa, se quitó el sombrero alón...
La música seguía lanzando al aire un galope de
sonidos. Los peones y las viejas, abrazados, bailaban sin ritmo> grotescamente, endulzándose
con palabras y mimos.
Doroteo, el padre de la prieta Concha, seguido del peón Guadalupe, se act:rcó al corro jaranero de los indios.
—Oye, Filomeno, tengo que hablarte—dijo, deteniendo a uno de los bailadores.
—Tú dirás—respondió Filomeno, sin soltar a su pareja, una indita remilgosa y de mirada asustadiza como la de un conejo.
—¿Sabes que i-iueren compramos las tiendas del patrón don Luis?
—¿En cuánto, Doroteo?
—[Quién sabe! Pero no debemos venderlas. Eso me dice Guadalupe.
—[Qué sabe Guadalupe! No me parece mal. Siempre son pesos que entran.
,—No digas pendejadas, Filomeno—intervino Guadalupe, irritado—. Las tierras son del pueblo de San Cristóbal.
—Tú cállate, pelado. ¿Quién te mete a ti en los asuntos del honorable Ayuntamiento? Pero, dígame, compadre Doroteo, ¿qué
persona las quere comprar?
—¿Pos quién ha de ser? El mero don Pancho.
—Güeno está. Yo le hablaré.
—Eso es una pendejada—vol\dó a repetir Guadalupe, enfurecido--. ¿A poco es usted el amo pa venderlas?
—Cállese, le digo, o le mando detener. Kespete a una autoridad de la República.
—[No presuma, mtilal ¿Sabe usted pa que se hizo la revolución?
—Mire, no platique más y pele gallo.
—No quero, señor. ¡Pos ni que fuera usted el barbón Cairanza!
El alcalde de San Cristóbal se separó de la indita. Escorado
por el alcohol, sacó la chaveta de la faja, se quitó el sombrero
alón, que se colocó en la mano izquierda, y se puso delante del
peón Guadalupe, gritándole:
—¡Éntrele, pendejo! ¡Yo soy el alcalde y usted una pura baba!
¡No se raje, insúlteme otra vezl
Los indios, Harneándoles el pulque en los ojos, hicieron corro
a Guadalupe y Filomeno.
—¡Hora, a ver los hombrecitos! (Mátense, muías!
Filomeno se lan¿ó contra Guadalupe, que esquivó el golpe,
echándose a un lado con agilidad de coyote.
El general, don Pancho y sus amigos, se acercaron también al
sitio de la riña.
—[Saqúense a un lado, pendejos!—vociferó el capitán, con la
pistola desenfundada—. ¿Qué pasa?
—¿Pos qué ha de pasar?—contestó, envalentonado, Filomeno—. Que este buey de Guadalupe anda metiendo cizaña, verdad
de Dios, entre los indios. Dice que no se vendan las tierras que nos
regaló el patrón don Luis. Imagínese, señor, quién le llama a él.
El comisario, temblándole la ira en el cañón de la *Coltí, se
dirigió al peón:
—Acerque.se, pelado. Dígame no más: ¿Quién le da a usted intervención en estos menesteres? ¿Qué cosa eres tú, pendejo?
—Un ciudadano, señor — replicó Guadalupe, escarbando el
suelo con la mirada.
—|Trafganine una reato luego luegoL.
—¡Un jijo de la china Hilaria, eso es lo que es!—bramó don
t£-:2v;:
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suplicando, con los o¡os cuajados de lágrimas...
Panc.0, Cavanao . . ojos e„ca„.i..os en .os .e Guadalupe- A este ^ i , o . a .e conoce el , e . . a l . Estuvo en >a c . . e . ^r gH' " ! : : v r : : ' m ^ t a r ' p ^ o í p ^ n c h o . LO ,ue no que.o es que se vendan las tierras del patr.n don Luis-dijo el indio con vo.
^^lf¿;e?*WacZ -
L ^ ^ d solemne, inte™g. a Guadalupe:
y el jefe de la guarnición del Estado les grito a unob
H
en sus mauos rene^idas.
—¡Tráiganme una reata luego luegol
Los inflios no se movían. paraÜKidos por el terror.
i e í f f i r i „ r s : ^ Í : ^ : i ^ r r a d ¡ r l ' d e r S ^ ' o , r ¿ l p e . snencioso. n..aba al suelo, sereno. Pon Pancho y sus
amigos callaban también, convencidos de que Mendieta iba a colgar a! peón. Doroteo se echtí a los pies del general, suplicando, con los
ojos cuajados de lágrimas:
—¡No lo cuelgue, señorí ¿Qué va a ser de mi prieta Concha? Si es güeno, general. No más que muy hablador. Perdónelo usted.
El general tajrf la plegaria de Doroteo, insolente y cínico:
—\Qiie se chinche tu prietal ¿A mí qué me dices? Primero es la patria, y este pendejo es un revolucionario. Levántese, desgraciado,
y no sea monjita. Aprenda a portarse como un hombre.
Ix)S indios que habían ido por la reata se acercaron al general temblequeando.
—Aquí tiene, señor.
—Buenor vamonos al ocote grande.
El general echó a andar. El peón Guadalupe, o ^ d o por el comisario, iba entre todos, mirando ahora, nervioso, hacia todas partes.
—¿Ya te entra el miedo, pendejo?—le interrogó, burlón, el capitán.
—Déjenme ver siquiera a mi prieta Concha, señor. Se lo suplico.
—¿En dónde está?
—^En su jacal, patrón.
—Está retelejos, hermano. Anda, sigue y no amueles.
El ocote, esbelto, hundía su melena verde en el aire adormecido de la tarde. El general se detuvo junto a él. Los indios, con el
espanto en los ojos, miraban a Guadalupe. Don Pancho le hablaba al oído al licenciado:
—¿Le dejamos hacer? ¿Qué le parece?
*—|Trae para acá> muta!...
—Yo creo que mejor no enojarlo, don Pancho. Ya conoce usted al generalMendieta, con voz imperiosa, ordenó a los indios:
—Pasen la reata por la caña gruesa.
Un peón, tembloroso, tiró el cordel; pero le falló el esfuerzo. La reata volvió a caer al suelo como una serpiente.
—Trac para acá, muía—le dijo, malhumorado, el general.
Y él mismo, con la gallardía y el acierto de un charreador, lanzó la cuerda, que quedó pendiente del árbol, fina y estirada.
Luego se dirigió al peón:
—^Acércate acá—le dijo—. ¿Queres alguna cosa?
—^Ver a mi prieta, señor. No más eso.
•
—jUjule, bien poco pides! Pero mira, muchacho: mejor no, porque vas a sufrir más.
El peón suplicaba, lloroso.
—Déjemela ver, por Dios santo.
—jBasta de rezos!—vociferó Mendieta—. Háganle la corbata.
Los indios se miraban unos a otros, tambaleándose por la emoción y el alcohol. El general les clavó sus ojos borrachos,
amenazante:
—¿No se atreven? Ándenle, pelados, o lo hago yo.
Guadalupe resistía, rabioso.
—¡No sean criminales! ¡Déjenme ver a mi prieta! ¡Luego me cuelgan!
—jHora) ¡SUencio. pendejo!—vociferó Mendiela- Y con gran agilidad anudd el CTidio del pedn, que, desesperado, gritaba como
an loco.
—¡Por nuestra Virgencíta. díjenme ver a mi prieta!
^
^ ^^ , ,
Doroteo Uoraba, sin atreverse a decir nada. Los indios, arrehaiiados, con el espanto en los ojos, oían las suplicas de Guadalupe,
que se tiraba por el sucio, irritando al general.
—jCállest;, muía, no sea tan rajado! ¡SÍ no se muere más qnc una vez, pelado!
^ .
.
Don Pancho, hipócrita, aunqm- aparentaba un gran pesar, sentía que algo que le satistacia intunam^nte le compensaba de la crtiel
escena. El licenciadL» y el doctor, indiferentes, pensaban en lo inútil de (ratar de disuadir ai general. El comisario ayudaba a su compañero de armas.
Ix)s gritos de Guadalupe volvían a perforar el silencio de todos.
— i Criminales! ¡Indios pendejos! jNo sean tan mansos! ¡No dejéis que me cuelguen!
—¿Cdmo que no?—rugió, ya cansado, Meadieta.
Y con acento amenazador ordeno a
los indios:
—1 Jalen de acá!
Los indios, temblorosos, se pusieron a
tirar de un cabo de la cuerda. Guadalupe,
instintivamente, se llevó las manos a la
garganta, y empezó a elevarse como un
muñeco grutesco, pataleando en el aire.
Su último grito vibró en la hacienda como un aJarido de tigre acosado:
N
—jNo mt cuelguen^ jijos de un buey,
sin ver a mi prieta!
Luego, los brazos le caveron, flacidos, a los costados, y la cabeza se le dobló sobre el cuello, como si se hubiera
dormido.
Los peones, enmudecidos por el miedo, miraban a Guadalupe fijanieiite. El
general sonreía, fanfarrón. Dtispués se dirigió a don Pancho:
—Ahí lo tiene, compadre. Ya no molesta másDon Pancho, arrugado por el cuadro,
no contestó.
—Seis he visto yo con éste—dijo con
cierta tristeza el doctor.
—¡Ah, qué general tan impulsivo!—
comentó el licenciado.
Y en silencio se alejaron todos del
ocote.
Mendieta bromeaba como si nada hubiera pasado.
—¿Qué tienen, cuates? El de treinta
hace el pelado; y ya ven, no tiemblo.
Filomeno, el alcalde de San Cristóbal,
se acercó a don Pancho, adulador y temeroso.
—Era niuy hablador, verdad de Dios.
¿Dice usted que quere compramos las tierras del patrón don Luis? Si lo desea,
luego luego tratamos, señor. Al fin, que
los inditos igual nos pacíamos sin ellas.
—^Ya veremos, Filomeno. El licenciado os hablará.
—[Horal ¿Qué es de la música? ¿Por
qué no toca?—pregunto, aparentando una
serenidad que no tenía, el capitán comi•'^M
sario—. ¡Ándenle, muías, soplen, que para eso les pagan!
Los músicos, temblequeando todavía,
entpe¿aron a tocar una danza del país. Los
indios y las viejas, en silencio, como figuras de barro, se pusieron a bailar, mirando, asustados, a Mendieta.
Cerca, el cadáver del indio Guadalupe,
pendiente de la rama del ocote, con la mirada muerta, caída sobre la tierra: era
como una bandera fúnebre en la fiesta.
era como una bandera fúnebre en la fiesta.
Fin de "El indio Guadalupe*'
Éi PiSfÜ
YII
•it
qué ha pasado en ese mesi'
Poca cosa, lector; te diré: Por lo
pronto, en ese mes ha disminuido el
censo de población en unos cuantos individuos, aparte la disminución normal y corriente. En Castilblanco han «fallecido* cuatro; en Amedo, siete; en...
Pero no importa; puede el baile continuar.
y continúa. Precisamente estamos en la
época de los bailes de máscara. Las Cortes
han reanudado sus tareas, y, ¡por Dios!, ruego al lector que no establezca relación alguna entre una cosa y otra.
E n este mes ha habido veintiséis estrenos
teatrales; todos han gustado mucho, todos
han tenido un gran éxito. Para hablar de
ese éxito en carteles y programas se emplean
ahora unas palabras extrailas: éxito bomba, éxito de clamor, superéxito, éxito de delirio... Y las gacetillas nos aseguran que el
público se revuelca de risa, se troncha, se
tumba. Y el público, en vista de todos esos
peligros que le amenazan, opta por quedarse en casa la mayor parte de las veces.
Los cines siguen
llenos de gente; salvo
alguna exceprión, las
películas habladas en
castellano continúan
educando a nuestros
hijos y a las generaciones que vienen
en el uso purísimo
del idioma. H a b r á
que ver cómo hablarán estos jóvenes
dentro de muy pocos
años, después de haber oído durante infinitas noches todo aquel florilegio de:
—Buenas noches, mi amorcito de madre.
—Mejor te explicaré cómo occidé a mi tía.
—Salud, cariño , y no te apersones tanto.
—Ya pasará con nosotros un trago.
Y la Academia de la Lengua en la calle
de Felipe IV.
Nadie se preocupa, nadie intenta poner
coto a esa ofensiva de la barbarie filológicaLa otra noche, a la altura de la Red de San
Luis, un muchacho de unos quince años se
me acercó y, muy finamente, me preguntó:
—¿Puede el señor pilotearme hasta la
entrada del suburbano?
—Sí, cariño; sigue por esta vereda, y a
tu final oblicuas a diestras.
De atentados a la propiedad tampoco hemos quedado mal; dicen que el día de Reyes hubo menos chicos que depositaran los
zapatos en balcones y ventanas, por miedo,
sin duda, a que, en vez de pasar los ex reyes Magos, pasase una banda de mangantes y se llevase el calzado. No respondo de
la veracidad de la afirmación; pero sí pue-
•^•u ±cj»yir un caso del cual be sido testigo
«casi* presencial, y que prueba el afán que
tiene ahora el comercio por trabajar, sea
como sea.
Ahí va el caso: un vecino que habita en
otro piso de mi misma casa—la tuya, lector—, dejó en la repisa de una de las ventanas interiores de su doraicilio un par de
zapatos en mediano uso; por su edad, el
hombre no estaba en momento propicio a
esperar el paso de los ex reyes; pero quiso
hacer una calaverada al revés, como cuando un señor de setenta años se cita en la
escalera del Metro con una chica de quince..., a sabiendas de que no acudirá a la
c i t a . A la m a ñ a n a
s i g u i e n t e los zapatos h a b í a n desaparecido.
—jYa me lo han
r o b a d o ! — pensó el
hombre, como hubiera pensado cualquiera en su lugar.
Pero no; a eso del
mediodía le visitó el
vecino del p i s o de
enfrente.
—Aquí tiene sus
zapatos, señor—le dijo—; me debe usted doce pesetas.
—¿Cómo?
—Soy zapatero de oficio, como usted sabe,
y al ver sus zapatos esta mafianu, me hs
dicho: «Esto es que el vecino quiere que le
eche medias suelas.» Y se las he echado.
Otro acontecimiento del mes ha sido la
fiesta de San Antón. Los técnicos del casticismo llevan algunos años empeñados en
que la tal fiesta decae: no les hagan ustedes
el menor caso.
Cierto que en la calle de Hortaleza y
frente al ventanal del Colegio de San Antón
se ven cada año menos animales en busca
del alimento previamente bendito; pero
eso no quiere decir
nada, y no es más
que u n a v a n a apar i e n c i a . A mí me
consta que varios
amigos míos, de los
que no faltaban nunca a la fiesta en los
tiempos de las jficas enjaezadas y de los pollinos con borlas en el rabo, se hacen ahora
llevar la cebada adomicilio en ese día señalado. La calle de Hortaleza resulta ahora
muy estrecha con tanto automóvil, y esos
amigos nuestros no quieren apreturas.
El Presidente de la República ha realizado felizmente—¡Dios sea loadol—su primer
viaje oficial. Como es el primero, puede que
le haya complacido todo ese ajetreo a base
de discursos, de cañonazos, de champagne
comprado en serie y de emparedados. Pero
con el tiempo, y a medida que los viajes se
vayan repitiendo, |ya verá él lo que es buenol
Es posible que de todos esos programas de
fiestas presidenciales, rellenos y recargados
como el turrón de Alicante—y no es alusión—, lo que más fatigue sean los discursos.
Lo que habrá sufrido nuestro Presidente, él,
tan buen orador, al oír algunas de las improvisaciones que en su último viaje se le han
servido.
De frío y de lluvia no hemos andado mal
en este mes que pasó; ha llovido lo suficiente
para que se rieguen ciertas calles, y ha hecho
el frío necesario para que quedasen pocos
abrigos y pocas capas en las casas de empeño. Y digo pocas, porque, por desgracia,
siempre quedan algunas.
«El invierno, en Madrid, es cruel», suelen
decir algunos sociólogos, sin torturarse mucho, como se ve, para elaborEír el pensamiento.
Es cruel> en efecto. Pero ¿y el verano, mis
queridos amigos? Lo que pasa es que, de
estación a estación, se nos va la memoria.
Nos quejamos del presente, y en ello hace-
mos bien, y con la queja olvidamos por completo el pasado. Ese pasado que ha de volver a ser porvenir, y hacia él nos encaminamos.
Empezaron en estos días los derribos de
las casas emplazadas en lo que ha de ser, con
el tiempo, p l a z a de
J a c i n t o Benavente.
Dada la prisa, verdaderamente americana, con que aquí se
hacen estas cosas, es
m u y posible que la
tal plaza quede lista, libre de andamio.s,
dentro de tres o cuatro años.
M adrid progresa,
no cabe duda. Lo que
ocurre es que tales
progresos no se notan en un mes: en un
mes, como el que
ahora comentamos, ya se da uno por contento con ver empezar las cosas.
Y con pagar el alquiler de la casa.
Que eso sí que va deprisa.
JOAQUÍN
BELDA
n
DE
FEBRERO
1873-1932
EL PRIMER A N I V E R S A R I O DE LA
PRIMERA REPÚBLICA BAJO LA SEGUNDA
con íl. Tmlo su buen deseo, todo su
afán de progreso y de buen gobierno
se estrellan ante el muro de hostilidades que la política y la aristocracia
ponen ante él. El rey sin ceguera
ninguna, sin obstinación ninguna, advierte bien e s t a sensación de hielo
que le envuelve. Y comprende que su
camino no es más que uno.
Un atentado al rey a mediados
del 72. Después, cuando empieza el
nuevo año, a un banquete que en Palacio se celebra no quieren asistir los
unionistas ni los sagastinos. Los hechos de e s t e género se escalonan,
cada vez más hondos, más cargados
de indiferencia y de hostilidad. En la
frente del rey hay ya, absorbente,
un pensamiento, Amadeo sabe q u e
España no está con él, Y él no puede Don Nicvlo Alcalá Zamoro, primar
en modo alguno gobernar a un pue- praiídenls del Coniajo «n la República dal 31
blo del que se sabe divorciado.
Nuevos hechos que afirman más
ese pensamiento del monarca, ese afán suyo de no vivir en pugna
con lo que el pueblo siente y quiere. Un día, el general Serrano se
niega a ser padrino de un hijo de! rey- La copa está ya colmada.
Febrero del setenta y tres. El rey firma el nombramiento del miHabía en esa fecha del H de Febrero, aun con su gran entusiasmo, un inevitable perfil melancólico, Comida de evocaciones y de litar Hidalgo para el cargo de general en jefe de Cataluña. Esto desesperanzas. A la República—esto es lo cierto—se la veía lejos. Y pierta un vivo movimiento de descontento y de protesta en los arcomo la distancia da un más fuerte sentido a las cosas, la República, tilleros, que piden la licencia absoluta. El rey la firma. Es el nueve
por bella y por lejana, tenía para todos una mayor emoción entra- de Febrero. La atmósfera es ya irrespirable. Amadeo siente la pesañable. Aquella evocación y aquella esperanza de la República bajo dumbre tísica de ese cerco, cada vez más apremiante, más angustioso, de todo lo que está en contra suya.
la Monarquía pasaron. Pasado y futuro,
Una palabra, escueta y íirme^ está ahinrecuerdo y deseo, se juntaron en la realicada ante su pensamiento. Y es ésta:
dad que vive España desde el 14 de Abril.
abdicación.
Viejo y nuevo republicanismo fueron un
cauce común. El 11 de Febrero se celebra
Es una decisión irrevocable. Se lo dice
este año triunfalmente, sin aquella sordiasí al presidente del Consejo. Y en la sena de las veces anteriores. El 11 de Fesión de Cortes del día 11 de Febrero se
.brero hoy recordado nació la vieja, la rolee el documento de abdicEición. Página
mántica República del 73. Aquella Repúsencilla, sincera y noble. E l xey reconoce
blica de rostro y de espíritu tan distintos
en ella la falta de cordialidad que halla
a los de nuestra nueva República.
en el pafs, y prefiere partir a gobernar
frente a la voluntad nacional- El país es
dueño y señor de sus destinos, y sólo él
debe trazarse, Ubérrimamente, la ruta que
juzgue mejor.
Todos los hechos, a primera vista simEse mismo día, Senado y Congreso,
ples y aislados, tienen un proceso largo y
tras la lectura del sensacional documento,
complejo. Así también esa fecha del 11 de
Febrero, que arranca de muchos años an- El exíorior del Congreso «n la víspera de la pro- reunidos en Asamblea Nacional, votan la
tes, que va formándose a lo largo de jor- clomoción de la República. Fiaueros habla enorde- República por una mayoría de más de
doscientos votos. Y se vota un Poder Ejenadas y jornadas de política nacional.
cidamente a la multitud: (Safdremos de aquí con cutivo, q u e preside d o n Estanislao FiEl 68. La Revolución de Septiembre.
la República triunfante, o muertos^»
gueras. Así nace—ii de Febrero de 1873—
Isabel II pasa la frontera. Gobierno prola República.
visional. Prim. Un día, fogonazo de tiros
Fuera, en la calle, en los alrededores del
en la calle del Turco. Prim ha sido herido
Congreso, la multitud, enardecida y vibrande muerte. Y por esas coincidencias drate, deshilacha su entusiasmo en vítores y
máticas que la vida ofrece frecuentemente,
canciones. Sobre los racimos de millares de
muere—Enero de 1871—cuando l l e g a a
cabeaas, ondean las banderas múltiples de
nosotros Amadeo I.
la libertad...
Violentos embates de la política sao
o
cuden el panorama nacional. No hay paz
Esta es la fecha hoy recordada. Recoren España. Llamas de sangre en las prodada ahora con la máxima libertad, Heno
vincias del Norte y en Cataluña. L a gueel pecho de gritos de triunio, A la saurra también allá, sobre el suelo ardiente
dade de otros años, a su antiguo períU
de Cuba.
melancólico, suceden las alegres clarines de
Todo el año transcurre así. estremecila victoria. E n la jomada simbólica, las
do por huracanes de luchas fratricidas.
dos Repúblicas, la de entonces y la de ahoPasiones y rencores se desatan en drara, se abrazan. Las lejanas esperanzas se
mático concierto s o b r e la tierra española.
11 de Febrero de 1673. La Aiamblea Nocional han vestido—11 de Febrero de 1932—de
El rey se siente cada vez más aislado proclama en el Congreso la República. Un clamor realidades.
José MONTERO ALONSO
del calor nacional. España es inhóspita
de vítores llena el solón del Congreso...
T
^ODOS los tunos, por esa fuerza y a
adquirida de la tradición, por
el ímpulsü metódico de la costumbre, se celebraba en España el i i
de Febrero. Fiesta de la Rcpi'iblica
bajo ia Monarquía. L a celebración,
naturalmente, no podía ser estruendosa y triunfal. Era mds bien recatada íntima. Fiesta para unos cuantos. F.l fervor hermanado con la sencillez. Un banquete, unos discursos.
Afirmaciones do fe—fe auténtica, desinteresada—en el ideal democrático.
Era la fiesta de los republicanos
de toda la vida. Esos republicanos de
toda la vida a quienes ahora se juzga
un p o c o burlonamente, y que, sin
embargo, son [os de línea espiritual
más gallarda entre las falanges que
siguen hoy—hoy—la nueva forma de
Don Eitanitlae F i g u v r o i , primer
gobierno. Banquete con nostalgias,
pr«sid«nitt del Conseja en la Rapú'
con recuerdos del tiempo distante,
blica dal 73
con anécdotas de viejo partido. Pasaban las sombras lejanas y gloriosas de los hombres de la primera República: Pi y Margall, Castelar, Salmerón. El acto tenía un
fuerte acento de emoción a un mismo tiempo intima y política.
Aloro.—Los obrsros del campo reciben
al ministro
El Chorro.—El ministro soliendo de visitar lo moqutnoria
de lo Preso Grande
UNA ENTREVISTA CON EL MINISTRO DE OBRAS PÚBLICAS, SEÑOR PRIETO
El pantano de El Chorro y el de Árdales, el cosfo del canal del Guadalteba,
la crisis de trabajo en Andalucío y las peripecias de un viaje
R
ÁPIDO en el ataque, certero en la visión, agudo en el juicio, dotado de íuertes reservas de actividad vital, espíritu lleno de
HÍnuosidades irónicas, Indalecio Prieto, en la pelea verbal, descubre enseguida en el antagonista la sutileza, la mixtificación, la hipócrita añagaza, la turbia maniobra, todos los medios de captación
de que dispone el hombre para el soborno espiritual de otro. Su mirada blanda, «distraída», tasa inteicctualmente a su interlocutor. Hace
estrecho y justo inventario y valoración del espíritu ajeno.
Nada de rodeo.s, ni derivaciones ampulosas, ni de resfriados transcendentalismos. Hombre forjado en la pelea, educado en la escuela de
la nece.sidad, huye de todo lo amañado y artificioso y busca lo firme
y auténtjco. De aquí que su palabra suene siempre a cosa viva y cálida, a retiñir de buena moneda. El talento y la sagacidad de este
ilustre político culminan en sus alegatos polémicos. Difícil y peligroso
es para el enemigo político ir al duelo retórico con tan habilísimo
maestro. Prieto da con el acero agudo de .sus
palabras—al revés que los soldados de Vitelio—en el cuerpo y no en la sombra de su adversario.
Los caracteres, como los ríos a n d a luces
Hemos subido las escaleras del Ministerio de Obras Públicas. El señor Prieto acaba
de llegar de Andalucía, tierra sedienta, de exaltaciones románticas y de vehemencias, donde
los ríos, como los caracteres, pa.san del desbordamiento invernal, que todo lo arrasa e
inunda, al estiaje canicular, donde no se ve
niás que la seca arena en loa álveos.
Durante unos días, el ministro de Obras
Públicas ha estrechado las manos de pedernal
de labrantines, pegujaleros, jayanes, medio
hacendados—o iburgueses de haza y burrai—
y terratenientes. A todos ha escuchado. Y las
palabras sinceras y fervorosas de Prieto, llenas
de esperanza y de optimismo, han caído sobre
la pobre gente jornalera como fresco rocío en
tierra castigada por la calina. ¡Qué largos y
dramáticos son estos bostezos de hanibre de
la tierra anda.lu2a!
Pero antes de llegar al ministro hay que
romper el cordón de pedigüeños que llena la
antesala. Todo el que sube las escaleras de un
Ministerio viene a pedir algo: el periodista, noticias; el labrador, un pantano; aquella comisión, una carretera; el otro grupo, I a resolución
de un expediente; aquél, la reanudación de
obras públicas en su comarca. ¡Hay hasta un
novillero—de esos que dicen los críticos tauri-
nos que «no las catan»—, que viene a suplicar al señor Prieto que interponga su influer.cia para que le «den» una corrida en Madrid!
El pantano de El Chorro y el de Árdales.—Nombramiento
de una comisión
A las tres de la tarde, el periodista puede hablar con el ministru.
Las salas han qutdado vatías. Indalecio Prieto, con su proverbial
sencillez—de hembie que no sabe que es sencillo—me dice en tanto
revuelve unos papóles de su mesa:
—-Creí que no venía usted en periodista.
—Sí, señor Prieto; a mí, con el periodismo, me pasa lo que dicen
que le pasaba a Hércules con la piel del león: que no podía quitársela
de encima, porque era su propia piel.
He leído una nota de don Jorge Silvela en los periódicos sobre el
pantano de El Chorro y el de Árdales, en respuesta a unas declaraciones de usted...
—Precisamente—me ataja rápido—he dictado una orden ministerial nombrando una
Comisión para que vaya a ver el pantano de
Árdales,
Esta Comisión está compuesta por hombres tan competentes como don Manuel Lorenzo Pardo—agregado actualmente a la Dirección de Obras Hidráulicas—, por el ingeniero jete de la División Hidráulica del Sur
de España, el ingeniero director del pantano
de El Chorro y un representante del Instituto
Geológico, el ingeniero de minas señor Sampelayo.
Esta Comisión ya mentada tiene por objeto dictaminar sobre esto;
Primero. Si la constitución del terreno
permite la construcción de la presa cpn garantías.
Segundo. En caso afirmativo, si ha lugar
a construir el pantano, una vez construido el
de El Chorro, que está muy próximo al de Árdales.
Y se pregunta el ministro:
—¿Puede haber agua para los dos embalses?
Lo incuria y e l a b a n d o n o del motería! y tas obras.—El interés paiticu-
El ChorrD.~-LDs obreros parados presencian
desde Ío olio de la Cron Presa lo visito del
mini&Iro o los distintos puntos del pantano,
y esperan onsiosos la solución que el señor
Prieto dé al nuevo plon de obras que les
proporcionaró trabajo
lor predominando sobre el interés
colectivo
—[El pantano de Ardalest—arguye el señor Prieto, moviendo la cabeza con pesadum-
ción administrativa, que hasta ahora no ha
bre—. jNo tiene usted idea de la incuria, del
sida tomada, es p^r lo que se ha acordado
abandono en que h a tenido el Estado aquello!
pDr e^t:; Mmisterio el nombramiento de u n a
Es para verlo. Motores eléctricos, ^ a s , una
Comisión que estudiara la obra, como ya le he
cantidad de materia! perdido, abandonado...
(tichij.
Se han gastado alli tres o cuatro millones de
Yo no he afirmado que la obra de El Chorro
pssetíLS durante unos años para ptmer sólo de
tucra Uttahnonte imprtKluctiva, En cambio, no
evidencia que la realización de estas obras ha
Se puede rectificar el qut terminado el pansido presidida por el desb;uajustc; y en la lentano no Se haya logrado su aprovechamientitud o en la prelerencia con que se han lleto integral, precisamente por las grandes divado a cabo, se puede afirmar que ha predoficultades yelfcvadü costo de sus obras de caminado siempre el interés particular sobre el
nales, las que dieron lugar a que esta empresa^
genera! o colectivo.
sea muy costosa en relación con las hectáreas
Y esto no debe ser, ni puede ser. Hay que
tjue riega y provecho que de ella puede obtehacer un plan de obras públicas atendiendo
ner el Estado.
siempre—de manera inexorable—a las obras
de mayor beneticio general.
Lo riqueza d e la herra andaluza y la
Y ya que tratamos de la rectificación pucrisis de trabajo.—Ei Tribunal de las
blicada por el señor Silvela, he de decirle a
Aguas valencianas y el viaje del miusted que lo que no puede rectificar dicho señores que la Obra del pantano de El Chorro innistro a V a l e n c i a
teresa altamente a la Sociedad Hidroeléctica
—¿Es deprimente y angustioso el estado
de El Chorro. Buena prueba de ello es que se ha
del campo en Andalucía?
substituido en la obligación de los regantes de
—Deprimente, no. El problema del campo
pagarlas cooperaciones debidas con arreglo a
allí es el mismo de siempre. Lo que ocurre ahola ley de 1911.
ra es que con la República la hiperestesia de
Necesita, efectivajnente, comprobar este
las gentes da a las peticiones un tono más viMinisterio si hasta la fecha ha cumplido la
vo y espectacular. Existe, no cabe duda, una
Sociedad Hidroeléctrica de El Chorro, en subsgran crisis de trabajo en el campo andaluz.
titución de los regantes, con la obligación de
Como le he dicho, el problema ha existido siemsatisfacer 1.24^.639,10 pesetas, de que era deupre; pero como los tiempos han cambiado, hay
dora en 30 de Junio último. Necesita igualmente comprobar la Administración si es le- Ardales.—El ministro contemplo los obras que darle una solución. Existen en aquella regal la aplicación del 15 por loo de ctKipera- tje! embalse, completamente abandonado» gión millares de jornaleros que sólo trabajan
deide hace cuatro años
al año cuatro o cinco meses. Hay dos épocas
ción como usuario indu.strial ala obra hidráude trabajo y una zona de tiempo estéril en la
lica, que se le fijó por Real orden de 6 de Noviembre de 1929, siendo ministro el conde de Guadalhorce, y clasifi- cual el campesino tier.e que vivir cruzado de brazos, bajo la perspeccando esta concesión dentro de los términos de cooperación estable- tiva del hambre. La líepública tiene que acudir a poner remedio a
cidos por un Decreto-ley de la Dictadura; e igualmente comprobar esta angustia. Pero Andalucfa—dice el ministro, optimista—es una
si esta.s cooperaciones del 15 por luo han sido satisfechas al Esta- tieira riquísima.
do o abonadas al Sindicato. Espera e' ministro poder comprobar
—¿Es cierto, señor Prieto, que los campesinos salían al paso de su
que este abono se ha realizad", porque no puede suponer que el ha- coche y hacían que se llcfjara usted a los pueblos?
cerse cargo de las obligaciones de los regantes haya servido para no sa—Las gentes del cam]io, como conocían larntaquellevábamos, nos
tisfacer el 15 por 100 con que estaba obligada a cooperar, según las
aguardaban en la carretera—allí estaban seis y siete horas—y nos depropias disposiciones de la Dictadura, a ías obras hidráulicas.
tenían para llevan.os al Ayuntamiento o a la Casa del Pueblo de los
lugares por donde paliábamos. ¿Cómo negarse? Perí» estas paradas
continuas hacían mi viaje interminable. Yo me valí de una treta: me
Obras realizadas sin estar aprobado el proyecto
metí en un coche que iba alejatlo del automóvil oficial, y así despisté
—No puede negar el señor Silvela la posibilidad, por ahora, de es- a los que nie aguardaban.
Y añade el ministro;
timar que riña política hidráulica con la orientación de las obras de
—Ahítra poco me han visitado los señores que constituyen el
El Chorro es equivocada.
La rectificación sobre el extremo del costo de! canal del Guadal- Tribunal de Aguas de Valencia. Han venido a pedir la construcción
teba me obliga a hacer público que el millón y medio a que se refiere del pantano de Benageber, por el cual están suspirando los labradores
mi nota está invertido y satisfecho efectivamente por el Estado, pero valencianos desde hace veinte años. |Estas gentes han heredado de los
en condiciones de ilegalidad, por haberse realizado las obras sin pro- árabes la ciencia de regar! Me han pedido que vaya a verlo. Yo iré;
yecto aprobado, y por ello figura aún como un gasto sin justificar. pero el viaje lu haré de «relativo incógnito».
Se eíjuivoca el señor Silvela al afirmar el convencimiento de la
Un apretón do manos. Prieto se queda hundido en la almáciga de
Administración de que el pantano de Árdales era un proyecto des- papel que llena su mesa. Son las tres y media de la tarde. Yo, al salir,
cabellado; por lo menos, en parte alguna de su expediente aparece me equivoco de puerta.
formulado este juicio por órgano competente. Precisamente para decidir, si es un proyecto conveniente o no y tomar la oportuna lesoluJULIO ROMANO
Jerez.—Una íinco de pequeños propietorioi, lebrada y cultivado de
modo Ion perfecto, que mereció tos elogios más entusioitot del señor Prieto
Pizorro.—El ministro do Obras Públicas escuchando los explicocionet
de los técnicos ocerco de los posibles zonas regables
mPODMAClÓN OtAPICA DB NUESTRO BTIVIAIX) &SPBCIKL SEROS CAMPOA
r
ROSTROS Y HECHOS
DE LA ACTUALIDAD
. . La leñorlta Rulh Behnan, •Mis»
Alemania* hasta h a c a unos
dial, «n quA se descubrió que ero ca^adú. S«^ún el reglamenlo del Concurso
internacional de b«llaia, próximo a celebrarle, las aspirantes a i lilulo de
•Miss Europa* han de ser soiteroi. «Miss
Alemania*, por lanío, ha tenido qua ranunciar al Concuño y ha sido susliluída
por oira señorita enviado presurosamonle d*]d« Berlín
El gobernador civil de Burgos,
don Braulio Solsona, haciendo
enlrega del edificio del convento de la Merced, de la Compañía de Jesús, al delegado de
Hacienda que representa al Potronato
El general don José Sanjurjo «n el acto de toma de posesión de su nuevo cargo de director general de
Carabineros. En esfe acto estuvieron presentes todos los altos jefes del Cuerpo
POT. VIDEA
POT. ABENAS
El doctor don Juan Fernán Pérez, o quien la Academia de
Medicina acaba de premiar un
interesontísimo tro boto científico
El Illanco
ile todas
las iiilrailas
En sus manos blancas, que
conocen bien lo que vale el
lavarse con Jabón Heno de
Pravia, se admira la tersura
y se a d i v i n a la s u a v i d a d .
A t r a e n por esa b e l l e z a
refinada e inconfundible,
producto de sus poros
limpios y de su exquisita
f i r m e z a de cutis.
lAKOK
PASTILLA,
1,2S
t-*
Rivalizan con las flores,
por su gracia y su aroma,
e igualan al marfil en la
s u a v i d a d y la distinción.
mim iiG pitAviA
l»eKPII.ttBKIA «AL. • MAINHII.. UIIBKOS AIKBK
INFORMACIONES
Joaquín
Villalta
Lo caso del torero^ museo taurino
L
TAURINAS
y ia f i e s t a
de
toros
muy fácil hacer correr la falsa noticia. Por
eso esta profesión guarda tanta semejanza
con la política. Y por eso el político siempre tiene una alusión para nuestra fiesta.
Ahora bien, y volviendo a su pregunta, no
he de negar que Teresita y Nicanor son
buenos amigos. Como igualmente con su
padre, el maestro Daniel, únenos leal amistad. Pero nada más. Todo lo que ahí se
diga no deja de ser pura fantasía.
A casa del torero en Madrid brinda al
visitante la cálida emoción y supremo goce de un museo taurino. A un
lado y otro del despacho, y como presidiendo la suave quietud de las horas en
calma, dos cabezas de toro, célebres en la
jornada del artista, mirannos con sus
ojos de vidrio y dejan trislucir la arrcgancia que un día pasearon por la arena.
Pendiente de las paredes, muchos retraOtra vez el foro...
tos de Villalta en diferentes momentos de
la lidia; como afirmación de una reputación artística y nobles afectos, un retrato
—¿Cree usted, como piensa la mayode Sanjurjo y otro de Royo ViJlanova
ría, que el presente año pueda presendedican al torero tos más cálidos elotarse flojo en cuanto al número de cogios.
rridas?
Y cual mudo testigo, símbolo de una
—Yo creo que la situación económica
profesión y bandera slonosa que marcó una
de E.spaña dejará sentir su influencia so¿poca del toreo, un óleo del pobre Joselilo
bre esta clase de espectáculos. Hay muglosa una triste sonrisa de dolorosa expechas parsonas que no alcanzan a comprenriencia.
der el inmenso beneíicro que a la industria
Después de unas frases de rúbrica, yo
y el comercio reporta la fiesta de toros.
empiezo a preguntarle a Joaquín, herma¡Cuántos pueblos exi.sten en la Península
no y apoderado del torero:
que únicamente sabemos de su existencia
—Amigo Joaquinillo: Quiero que me
gracias a los festejos taurinos!
diga algo de ia vida de Nicanor. De sus
—¿Qué opina usted de los írusis constiproyectos, de sus posibilidades.
tuidos o en vísperas de constituirse?
Don Jooquín Vítiatta haciendo a nuestro colobora—Los proyectos de mi hermano son
Joaquín Villalta se ríe ahora abiertamenlos mismos que en pasadas temporadas. dor señor Gtsmera los interesantes manifestacio- te. A seguida me responde:
nes que recogemos en esta página acerca de sus
Torear, torear, y que la última tarde siem—Yo creo que el arte debe ser una lucha
planes poro la próxima temporada
pre sea la mejor.
abierta. Noble, cara a cara, pero sin depenPOT. CORTÉS
Y pone en su.s palabras la recia volunder de nadie. El irusi taurino no haría bien
tad de los hombres de su raza.
a la fiesta, ni al aficionado, ni al que lo in—¿Es verdad que ha firmado usted siete corridas de toros con ventó. No necesitamos asociaciones, sir.o individualmente hacer cada
la Empresa madrileña?
uno por no perder la partida. Las parejas las dehe formar el público,
—Sí. Dos en el abono y cinco extraordinarias. Algunas de éstas, que es el que paga a la Empresa y a tos toreros; pero querer algunos
de las que nosotros llamamos de «postín». Y .si la pregunta que usted señores imponer a ia afición una partitura que no sabe si gustará, es
me hace me p>one en el camino de los elogios, he de hacer constar mi tan expuesto como innecesario en esta fiesta que tantas cosas se han
más firme admiración hacia el actual gerente de la Empresa de Ma- inventado.
drid.
—Entonces, usted cree...
—¿Don Edmundo García?
Joaquín atájame rápido:
—Sí; mi entrevista con dicho señor ha causado gran sorpresa en
—Que el natural, el de pecho y la efltorada es lo que prevalece y
mi ánimo. Y digo sorpresa porque yo creí ciertamente que dicho se- prevalecerá. La fiesta de toros no admite trucos ni posturas ridiculas.
ñor no conocía el asunto del toreo tan al «hilo de las tablas», que de- El toro, y nada más.
cimos los tiurinos.
—¿En qué fecha debuta Nicanor la próxima temporada?
—En Zaragoza, el 27 de Marzo. Un mano a mano con Ortega en
—Yo había oído también...
—Desde luego. Son valores que no se pueden juzgar desde fuera. la lidia de seis toros de Alba-serrada.
—Un plato fuerte para sus paisanos.
Si Pagés está considerado como la piedra angular de los organizadores
Joaquinillo sonríe irónico:
taurinos, don Edmundo García llega a la palestra con la lección bien
—Allí crea usted que no se regatea el bicarbonato.
aprendida.
—¿Se halla ya en Salamanca Nicanor?
—Caúsame sorpresa oírle hablar así, siendo ustedes, ios aragoneses,
—En la presente semana tenemos decidido el viaje. Hasta mediat a n parcos en el elogio.
—Sin embargo, las palabras salen del corazón. No pongo en ellas do Marzo, vida tónica y de continuo ejercicio. Allí, en la dulce calma
miras egoístas, supuesto que el contrato ya lo tengo en el bolsillo. del campo charro, las facultades físicas adquieren plena pujanza.
Y Joaquín Villalta extiende ante mi vista el valioso documento, En la lidia con el toro toda voluntad se estrella si el cuerpo no obeque es como e! pasaporte a una vida de halagos o rápida visjón de dece.
—-¿Y esa corrida que se dice preparada para que mate Nicanor
dolorosa tragedia.
los seis toros?
—Además de su hermano, ¿representa usted a otro torero?
—Preparada, no. Es un pensamiento que siempre está fijo en !a
—Yo creo que cuando se tiene un torero y en él se ponen torlas las
más caras ilusiones, no hay tiempo para recrearse en otros horizontes. mente del torero. Sí ya no lo ha hecho ha sido porque no se le juzgue
«glotón». Ahora, que si las circunstancias lo requieren... El estoque
Uno sólo mueve muchas actividades.
siempre está a punto y bien engrasado. Si ese írust de que tanto se
habla da motivo para ello, quién sabe si, como decía el clásico, «no la
cMiss Espoño» y el torero
saques sin motivo, ni la enfundes sin honor».
l«is últimas palabras de Joaquín Villalta vibran en la mente del
Parece el título de- una canción de las que con Raquel Meller pa- reportero cual agudo clarín que anuncia la batalla. Don Edmundo:
seaba p^r todo el orbe la musa romántica de una España de majas y Nicanor Villalta está dispuesto a matar seis toros él sólito. Que este
toreros. Y es como una estampa preñada de sentimentalismo, que pue- rasgo de épocas pretéritas que anida en el corazón de un hombre
de haber vivido breves momentos en el alma de dos vidas inquietas. bravo conviérta-se en una página gloriosa en los anales de la moderna
torería.
El se niega. Yo insisto:
Todo un símbolo de la España eterna. Valor y audacia. Encrgin
—¿Qué .se dice por ahí de «Miss España» y Nicanor?
<íspaflo!a que se desborda cual agua sin cauce.
—Nada.
Joselilo, el pobre mozo sevillano, sonríe eternamente, cu^^l si le
—Algo debe haber cuando el rumor ha tomado cuerpn tan consisnimbara la gloria.
tente.
MAMÓLO GISMERA
—Crea usted, amigo Gismera, que en hi cuestión del toreo es
Puedo certificar, entre otros, el caso de una anémica que
después de abortar cuatro veces, al fin al tercer mes empezó a tomar, según mi consejo, el Jarabe Salnd, con tan
buen éxito que facilitó el feliz natalicio de un Totusto
niño. En prueba de gratitud lo expongo, reconociendo
no hay tónico mcior en los periodos del embarazo y
lactancia.
María Palma, comadrona de Montilla (Córdoba).
•5.
^-
>»
anemia
pruebe a tomar este activo reconstituyente
y mírese al espejo al cabo de una semana.
Se nota una mejoría sorprendente; las mejillas toman color, los labios enrojecen, el
cansancio desaparece, retorna el vigor,
crece el apetito y las fuerzas aumentan.
Como generador de energías no tiene rival el Jarabe de
HIPOFOSFITOS SALUD
Producto inalterable. Se toma todo el ano.
Cerca de medio siglo de éxito creciente. Aprobado por la
Academia de Mediana.
Pedid JARABE SALUD para evitar imitaciones.
Se advierte que el Jarabe HIPOFOSFITOS SALUD no se vende a granel
„
.
,. ^
, , . w-fA^rhnnnWCompaftla, Moreno, 681 y 663»Buen08 Airea.—Ea J^MUnutt-Gervasio Gtrcto, Avemüa
Agentes en Amérlca.-En la Arg*nhna:Sv^.. I « ' ^ ' > ' ? 5 ^ * " S ' " | ¿ j Z . - E n P«m. HerJmioSantibáflw, Ap«tt«io2!7,Lpraa.-En y-H^^^A»^*^,"?
Conlr.,, 68. P.namá.-Eti Puerto J ^ - ' Jof Combí^, Aputodo ^ ^ ^ • ; ^ „ , 493 Valparal9o,-En México: Juan A. 0U««, 4 / Tacuba. 46.
^P'''^^''}-'^':!^
-^uíuuLc -et xtwwt.
'WJUL»^..-
tftr fcUu¿af¿
pola
6
E
STABLECIDO
en
n u e s t r o país el
d i v o r c i o , acaso
pueda resultar intere- Visto ponorómica d« Riga, an la república independiente de Latvia, que ha arrebatado o Reno [Nevoda] el cetro
d e to moda en materia de divorcios
sante para algún raatrimonio español mal
avenido y que desee evitarse gastos y tiem- obligaban* a la pareja ariistica a divorciarse;
po en el procedimiento, saber que hay en pero querían lograrlo en el menor tiempo
Europa nn pafs, y en ese país una ciudad, posible. Huberisch estaba enterado a fondo
donde se liquida la sociedad matrimonial con de las nuevas leyes de Latvia, y llevó a Riga
extraordinaria economía y sorprendente ra- a sus clientes, resolviéndoles el problema de
pidez. Los gastos judiciales no exceden, en I a manera casi fulminante que queda referida.
efecto, de unas doce pesetas de nuestra moPoco después se presentaban en Riga otros
neda, ni el plazo de tramitación del pleito dos per^najes de marca que deseaban aprode divorcio suele rebasar, aún en los casos vecharse de las liberales leyes latvianas.
más complicados, de seis horas. Un verda- Eran la princesa Obolensky, hija del muldero encanto de sendllez.
timillonario norteamericano Astor, y una de
El país a que nos referimos es la Repú- las más ricas herederas de los Estados Uniblica independiente de Latvia, r ^ i ó n que dos, y su esposo el príncipe ruso Sergio
hasta antes de la guerra formaba parte de Obolensky, bisnieto por la línea morganálas provincias bálticas rusas, y la ciudad de tica del zar Alejandro II. Antes de decidirse
los príncipes de Obolensky a plantear el dilos divorcios fáciles su capital Riga.
L a sensacional especialidad de Riga como vorcio en Riga, habían tanteado el asunto,
rápida solucionadora de conflictos conyuga- cada vez que surgía una reyerta matrimoles no se había divulgado hasta hace cosa nial—y, según parece, eran éstas frecuentíde un par de años. Los egoístas latvianos simas—, en la mayor parte de los Estados de
guardaban rigurosamente el secreto, disfru- la gran República americana. Habían y a recorrido los Tribunales de Reno, California,
tando ellos solitos todas las ventajas de su
legislación civil en materia de divorcio. Pero Tennesee, Dakota del Sur, Pennsilvania y
hete aquí que un día llegaron a la apacible otros varios que ofrecen facilidades para el
Riga el famoso managev teatral alemán pro- caso. Ninguno de ellos, sin embargo, les safesor Max Reinhaidt y sn bella consorte la tisfacía, porqne el que más y el que menos
actriz Elaa Heims. Les acompañaba su abo- exige a los interesados plazos de residencia
gado Carlos Huberisch, notable jurisconsulto en el país, que varían desde seis semanas en
de Berlín. Grandes disgustos matrimoniales Reno (Nevada), a cinco años en Massachusetts. Estos plazos eran inaceptables para los
Obolensky, que ya no podían aguantarse ni Elsa Heims, bello actriz alemana, que se ha
un minuto más después de siete largos años divorciado en Riga de su esposo M o x Reinde matrimonio. De ahí que siguiendo los conhordt, el famoso c m o n o g e r i t e o t r a l
e i conocido IspIdMlo l>. Lsún Nobllc, de Barcesejos de su letrado de Nueva York se fueran
lona, t»\é contenllsÉmo de haber lenldo IÍI sutrfe d«
encontrar a un anilsu que le alabó las sorprenden rea
por la vía más rápida a Riga.
que ofrecen a los ricos París, Londres, Berlín
cualidades de la algulenle recela que se prepara
Mctlmenle en caaa, mediante la cual, sua cabelloa
Agradablemente sorprendidos quedaron al
o Nueva York. Porque ha de advertirse que
han recuperado su color narural.
enterarse en el Tribunal de divorcios que la vieja capital livonia es, al (lecir de las
fiEn un frasco de 25u grs. se echan W jm». de azua
podían presentar la demanda a la una de la Guías de turismo, asaz interesante por su cade Colonia (¿cucharadas de las de sopa}, 7 irrs. da
irliccrjnfl (una cucharadlia de las de caFé), el confetarde, irse a almorzar al hotel, hacersu com- rácter medieval; pero, en cambio, sin el más
nfdo de una cajlla de nOrlex» y ae lermina d« Henar
parecencia ante los magistrados a las seis y pequeño atractivo para los aficionados a eso
el fraacocon agua-».
media, y a las siete quedar más libres que que llaman nuestros vecinos los franceses/atLoa productos para la preparacldn de 4lchB l o ción que cniíeifrece ios cabellos canosos o descolos
pajarillosen el aire. Y todo por poco más re la MOCÉ y nuestros castizos icorrer uniuerloridos volvlenoolos suaves y brlllanles, pueden
de dólar y medio, reducido importe de las gazo>. A Riga, en suma, no se puede ir más
f>rocurarse en cualquier lamiacla, perfumerfa o peuquena a precio módico. Apliqúese dicha mezcla
costas.
que a divorciarse, en un abrir y cerrar de
aobre l o * cabellos dos vrees por semana haaia que
Así lo hicieron puntualmente, y aquella ojos. Y ya es bastante.
ac obfenfia la tonalidad apetecida. Ña une el cuer i
cabelludo, no es tampoco rraaleala nf pegaioaa y
misma noche los ex esposos se iban cada uno
Digamos ahora, como necesario compleperdura índennlüamente. Esía medio ráluvcncccra
por su lado a disfrutar sin trabas los placeres mento de esta información, cuya utilidad
• foda peraooe canoaa.
EL COHSEJD DE UH AMI60
práctica no podrá negársenos, algo del mecaaismodel divorcio de tipo rápido, tipo latviano.
I>a ley supone que cuando los cónyuges
no han vivido juntos durante tres años seguidos es porque de hecho han dado por disuelto el matrimonio. En este
caso, c a d a una
de las partes tiene derecho a solicitar el divorcio, sin que sea
necesario el consentimiento de
la o t r a . Puede
fundarse la demanda e n que
uno d e los cónyuges ignora el
paradero del demandada. También concede la
ley el divorcio
por mutuo consentimiento; pero, en este caso,
los divorciados
deben presentarse a los dos meses de la separación ante el Tribunal correspondiente, con objeto de intentar, si
es posible, la reconciliación. Si
las reflexiones y
consejos del juez
l a príncMa Obolenthy, hi¡d del
las o y e n los
tnuIHmnionario nortaomerkano
comparecientes
Altor, qii« M ha divorciado recon marcada indententiinte en Riga del prínci-
ra el divorcio encuentra su expresión máxima.
E l éxito de la pareja Keinhardt y é l d e l o s
príncipes Óbolensky, al ser conocido en Alemania y en Norteamérica, ha atraído a Riga a numerosos m a t r i m o n i o s desavenidos
pertenecientes al gran mundu de ambos paises. E n t r e las
personalidades
alemanas que últimamente
han
obtenido el divorcio en Riga
iiguran el gran
c o n c e r t i s t a de
piano Eugenio
d'Albert y el aut o r dramático
alemán Jacobo
Wasserman.
iM^M^'ñ'""''
La estación de Riga
diferencia, es prueba cierta deque les va bien
separados, y entonces la sentencia de divorcio es firme.
Realmente, la razón—razón sentimental,
valga la paradoja—de toda esta facilidad,
de toda esta ausencia de aparato y de trámite en las sentencias de divorcio, se explica
bien. Hay un hecho fundamental, y a su
lado todo lo demás queda en segundo término; no es ya posible, porque el amor se
ha marchado, porque los caracteres chocan,
la vida en común. ¿Por qué, entonces, prolongarla? ¿Por qué alargar una cadena que
no tiene sino pesadumbre para los dos? Sobra todo proceso, toda consideración, y hay
que ir, sin más dilaciones, sin más investigaciones, a dar un rumbo nuevo a las dos vidas que no pueden ya seguir juntas. El divorcio, y a otra cosa. Riga es para eso la
ciudad ideal, la ciudad donde la facilidad pa-
Riga, en suma, se ha puest o de m o d a ,
arrebatándole
c a s i t o d a su
clientela a Reno,
la ciudad yanqui
que e r a h a s t a
hace p o c o la
Meca del divorcio. Es, como dice una Revista
norteamericana,
ihe most fashionable resori (el
p u n t o de reunión más distinguido) para
buscar la solución de los conflictos matrimoniales.
pe rvio Sergio Obolentky
A. READER
El príncipe Oboleniky, divorcto*
do de lo señora Ailor, en Riga,
detpués de recotrer >1n í xilolo»
pHndpolei h'lbunoles de fot
EE. UÚ., eipeciolizodoi en pleito* de divorcio
En todo deporte de invierno y deporte sobre nieve
debe uiarse la
CHEMA NIVEA
..ACEITE NIVEA
Frótense con estos pteparados perfectamente las partes del cuerpo
expuestas al aire y a la luz, de preferencia antes de salir al aire
libre. Cuafldo sea necesario se repetirá la fricción. De esle modo
evitaré el peligro de las molestas y hasta peligrosas quemadunu
producidas por el sol y por la nieve y protegerá su piel de las infiuendas desfavorables del tiempo crudo. La Crema Nivea y el
Aceite Nivea favorecen además el color broiKeado de la piel.
No existe ningún otro cosmético que contenga
f^,j
Eucerita, sustancia de gran afinidad por la piel y por
uY^L^
tanto la Crema Nivea y el Aceite Nivea no pueden
ser sustituidos.
!•-
hibos ¿9 «ttaño Pií. 2 . 5 0
• n tarros J a vidrio P H . 3.OO y 6.00 / A c « i t « N i v e a : an IrsKoi ¿m vidrio P h . 3 . 5 0 y 6.00
^-
Uborolorio R E D E R do I V t A D R I D , Apartado 3 3 7
Para el masaje del cuerpo A C E I T E N I V E A
sobre todo después de! baño
i#|iiis.í
LA
HUELLA
DE C A R N E
DE GOETHE
Estos dos niños del primer término—Fritz y Theo Goethe—son los
descendientes últimos del poeta que creó a Fausto y M a r g a r i t a
Finos rostros rubios, ¡uegos y sonrisas. Sin embargo, la posición del
padre d e estos dos chiquillos no tiene nado d e envidiable. Es un
trabajador humilde, que ha de tener sus hijos bajo el amparo de lo
Municipolidad de Viena, en el H o g a r del Niño. En los jardines d e
la institución juegan alegremente los dos chiquillos que descienden
del poeta que llevó el dolor de envejecer a las páginas de «Fausto»
y el dolor d e amor a las páginas de «Werther>...
FOT. AOEMCI* OBAPICA
SEMANARIO DEPORTIVO
«ÍALIRÓN!,
ÍALIRÓN!
EL
MADRID SERÁ CAMPEÓN»
Lucha empegada, igualado, anconada. Empatada al fin. Anta las dos matas, peligros canHnuodos, que tos hombres defensivos procuran
resolver a fuerzo de resolución, de heroísmo. En los ataques contra el Madrid, la rapidez desconcertante det Athletic compuso esto
instantánea repetidos veces: el disparo Mega a las manos de Zamora^ mientras Ciríoco y Quíncoces contienen a los exaltados enemigos
FOT. QASPAR
lAlirón!, ialiróní El Madrid será campeón
¿Quién desenreda el lío de la segunda división?
S
Un tropezón cualquiera da en la Liga. Pero una excursión con dos
tropezones aleja del primer pueíito al leader que parecía indiscutible:
el Oviedo.
Es el caso, a pesar de todo, que el Oviedo es el mejor equipo de
su grupo, y que aun tiene tiempo de enmendarse. Pero y a se le han
adelantado dos temibles rivales: el Sporting de Gijón y el Betis de
Sevilla, y el Murcia y el Athletic de Madrid, detrás, a un paso y a dos
respectivamente. Dejándonos ahora arrastrar por el camino de las
cabalas, podríamos sentar la conclusión de que los ovetenses tienen
un porvenir más risueño; pero ¡guardémonos de profetizar más! Se
nos molestarían los isías bélicos murcianos, gijoneses, atléticos, y
hasta los coruñeses, a todos los cuales no tenemos el más leve deseo
de molestar, ni mucho menos de entibiar los ánimos decididos de los
respectivos ídolos.
Nos tememos que este formidable enredo del torneo de los .divisionarios de segunda va a acabar esta temporada con... una asamblea
que va a volver del revés todo lo que el fútbol puso al derecho. Lo que
sería una gran lástima, ahora que al cabo de varias temporadas estas competiciones tienen color y sabor.
A no ser que por el afán de salvar al desmedrado Cataluña F . C,
en período preagónico, pese a todas las cataplasmas de sus dilectos
protectores el Barcelona y el Español, valga la pena echar por la
borda a los nueve competidores para buscar una fórmula que prolongue un poco más la vida de los ex europeístas, que con tan escasa
oportunidad cambiaron hace un año los rumbos futbolísticos. ¡Que
todo puede esperarse de los organizadores de nuestro deporte!
SERGIO VALDES
IN goal-average, ni zarandajas. Por puntos suficientes de diferencia triunfal, el Madrid le arrebatará esta temporada su título de campeón de España de Liga al Athletic de Bilbao. Es cuestión de oclio partidos más, en aí§runo de los cuales puede tropezar el
equipo de los «merengues»; pero es que hay que dar por descontado
que los «colchoneros* van a tropezar bastante más. Sobre todo en
Santander y en Barcelona.
_
El partido del domingo último en San Mames era la auténtica fmal
del torneo. Tenían los atléticos que triunfar para derrotar al Madrid
por vez primera en la competición y para lograr esos dos puntos indispensables a su saldo. No lo han conseguido. A duras penas, frente
a un equipo con Jiueve hombres, han llegado al empate, que deja las
cosas como estaban antes. Pero el panorama atlético es más sombrío
que el madridista. Los bilbaínos tienen que jugar fuera de San Mames cinco de los ocho encuentros que les restan, entre éstos contra el
Barcelona, contra el Donostia, cofttra el Arenas y contra el Racing
de Santander, mientras que los centrales sólo han de batallar cuatro
veces lejos de Chamartín, y su rival más considerable—el último—
será el dueño de Las Corts.
He ahí por qué, sin presumir de adivinos y sólo a condición de que
los equipos no sufran desquiciamientos inesperados, creemos que el
Madrid será esta temporada campeón de la Liga. Por ese porvenir más
favorable a los futbolistas de la capital que a las vascos, y porque
el Athletic actual es inferior al Madrid. Y la mejor prueba es ese partido último de Bilbao, en el que los once norteños no han podido imponerse ante los nueve rivales representantes de la capital.
jAlirón!, ¡aliróa! El Madrid es campeón.
LOS ALFILES Y LAS
TORRES DE ORIENTE
S
CHINA EN LLAMAS
OBRE el tablero lejano de Oriente se mueven los alfiles de la tragedia. GinL-bra ve cómo caen las torres fabulosas y delibera intitilmente delante de las cartas geográficas. Europa tiembla ante la interrogante bárbara y lejana. Más interesadas aun en el pleito guerrero, parpadean las estrellas del pabellón americano. Con mayor gravedad, con más posibilidades de alarma que en 1927, cuando la concesión internacional era invadida, barbarizada y saqueada por Ja soldadescachina, brutal y cruel, Shanghai, la ciudad más cosmopolita del mundo, a r d e e n l a d o b l e l l a m a delodioylametralla,
¿Qué importa si se llega o no a la declaración de guerra? ¿Qué otra cosa que ia guerra, y aun el pasquín
de otra posible guerra de mayor ámbito geográfico, es lo que allí sucede?
Para comprender la situación es preciso pasar en limpio el borrador confuso de sus antecedentes. Si el
Japón ha emprendido ásperamente una verdadera acción de guerra, es indudable que la provocación china ha sido continuada e inequívoca. Primero—primero... y después de otras cosas—, el asesinato de
un oficial japonés en Manchuria, seguido de la muerte violenta de un sargento también nipón.
Después, U vía férrea japonesa de aquella región en peligro constante por las agresiones y e
bandidaje chino. A continuación, la agitación antijaponesa de Mukdcn, donde un marcado
nacionalismo muy sospechoso de tendencias comunistas hostilizaba a diario a los japoneses, y aun en más de una ocasión organizó asaltos a la concesión inglesa de Shanghai. I-a ofensiva japonesa se hizo precisa. ¿Precisa? Acaso debieron las islas imperiales, antes de emprender la acción de las armas, someter el caso a la Sociedad
de Naciones. Pero éste es asunto de derecho y no de hecho. Los graves hombres de Ginebra, que, como hizo un día la República de Venecia, han declarado la paz al mundo, le hubieran reconocido sus derechos, le hubieran intentado hacer respetar los Tratados... ¿Pero qué bromas son
éstas en la geogralía, y aun en la biología confusa y fabulosa de
la enorme China en llamas? ¿Qué saben las hordas que asaltaron lasLegacioncs del pacto Kellogg-Briand?
'^^^^^^^^^^•Vt
e
El comportamiento japonés tiene una explicación
^^^^^^^^^W.*,. ^
9
al margen del Derecho internacional, fuera de los
pactos y de las declaraciones de paz. Tiene una
justifinación y una alarma, claio es. La alarraasuige mejor que de ningún otro recuerdo
de la atenta lectura de la y a famosa Memoria del ex presidente del Conseje
japonés, barón de Tanaka, e.l la
que se hablaba, no sólo del aniquilamiento de China, de la
conquista de los territorios íjue a los intereses'
de Japón convinieran, sino de algo
más grave éne l orden
interna-
1. Intereses británicos en Shanghai.
En previsión de posibles disturbios,
los oarros d e guerro d e tas tropos í n glesoí recorren vígitontemente las
calles de lo concesión
5. En \a concesión extran|cra de
Shanghai se ha organizado lo
defensa poro el caso de que
Io$ suceios obliguen a la
intervención.—ó. Los ¡a-
poneses han recogíd o a las tropas chinos una enorme
cantidad d e
o rma men* **
^\°'
nal; del
tDelcnda
esíNorteamérica».
¿Y China? ¿Quérazones aduce el ex celeste imperio? China muestra
con su índice, de uña larga
de mandarín, los textos jurídicos, los Tratados firmados, que, según su voz, fueron impuestos por el
Japón en días de debilidad para China,
en días dolorosos y débiles de transición,
cuando se aspiraba a una independencia absoluta y aun no se veía el medio de alcanzar el hondo deseo. El grave pleito, sangrando con sangre humana, está en pie. El desorden es absoluto y los temores
cada vez más fundados. China misma, exactamente, tampoco podría decir con una voz unánime qué es lo que quiere.
Mientras se acentúa cada vez más la autonomía de las provincias y el poder omnímodo de los jefes militares; mientras continúa
el conflicto interno entre los partidarios de Chiau-Kai-Shek y el partido cantonal, exponente puro de la doctrina nacionalista; mientras inútilmente se intenta formar un Gobierno en Nankin y los cadetes de la Escuela
Militar obligan a San-Fo y a Eugenio Chen a huir a Shanghai, el Japón domina
y los vaticinios del barón Tanaka en su Memoria van cumpliéndose.
Entro l a i oclamocíones del pueblo
Entre la nieve, las cúpulas de las iglesias, de las catedrales ortodoxas donde oraron los
esfilan por l a i calles de Tokio las
zares. Moscú no duerme. El zar rojo, Stalin, no duerme nunca. H a tenido—bien a s u modo—
opai japonesas que morcnon
Chino.—4. Acoraiado» inun suefto rojo perfectamente imperial. No ha pensado sólo en Rusia. Ha pensado en el mundo.
leses en aguas de ShanHa espiado los momentos específicos y débiles de una sociedad capitalista y burguesa abandonada al
hoi. Signo deque Inglasueño de su inconsciencia, como la dorada aristocracia de Francia y de Venecia en ia agonía decadente,
irro, como otros pocruel y suntuaria del seteciento.s. Moscú no duerme. Sabe muy bien los intereses que se juega en el pleito
>ncias, vigila atenenmarañado y .sangriento de los alfiles y las torres de Oriente. Esa guerra no le conviene de ningún modo.
imenteestafaLa teme China va minándose én rojo. El Japón puede intervenir una acción lenta, pero segura, si nadie le ataja.
B deldrama
La República roja hace tiempo que temía la lucha de los alfiles amarillos. Conviene recordar la nota que en Agosto
hiño-ja
de
1028 enviaban los Soviets a los firmantes del Pacto Kellogg, y en la que se decía: «Deben prohibirse las guerras,
'onés
no tan sólo en su significación formal y judicial de la palabra, sino las acciones militares, como intervenciones, bloqueos,
ocupación militar de territorios o de puertos extranjeros.» La nota rusa tenia, naturalmente, la malicia elemental de generalizar pero ¡qué claramente se podía comprender su recelo a las intervenciones, a las ocupaciones militares japonesas!
I
cómo eii realidad no atenta en nada a l o pactado. Y así .sigue la película de los alfiles y las torres, con incidentes de acción guerrera, como
la dcádi^ha del almirante Yoshiwara, que frente al mapa de su desastre y sustitución, serenamente se hace el harahvi...
^ ^ ^
FOTS. AGENCIA OBÁFICA
i
S E M A N A
T E A T R A L
<La hija del tabernero».—<EI
amor
ronda en Palacio»*— «{Allá películas!»
<¿Qué p a s o
L
a hija del tabernero
, T^^^^^^rp, ^BI^^B
-H^^^k
'aMP^
j^^^^r
^^^^B
es otro acierto de
Ángel Lázaro, que
p o s i t i v a m e n t e tiene ya
tanta categoría de dramaturgo como antes tenía
como poeta lírico.
Ángel Lázaro tiene el
buen gusto de no fiar sus
triunfos a modernismos,
casi siempre más viejos de
lo que parecen, sino a su
observación directa del natural y sus condiciones indiscutibles de pintorréelo
Fad«r¡co García Sanchii, el ilustre eicritor que ton
y fuerte, muy de raza esgran ixito acaba de obtanar con un charlas de Ru*
lía, y quk «n la función organliada para el viernai
pañola, para llevarla a la
19 por «I Menlepro d« Autoret, doró uno charla en
realidad observada al tearvspueila a la q u i , para e>a tniíina fiesta, han eiCfil» loi Quintara y lafá leído por Amalia liaura
tro, logrando recta y saFOT. CALVACHE
namente la emoción dramática buscada.
E D esta ocasión, además, para escribir La hija del tabernero, Ángel Lázaro ha encontrado un ambiente y unas figuras que van
muy bien con su temperamento de dramaturgo; figuras de perfiles
acusados y pi^licromfa caliente, y una acción que tiene en sí misma,
sin necesidad de desviarse en episodios ni en complicaciones, inútiles,
el interés de que un dramaturgo no puede prescindir.
L a figura principal de la obra es la hija del tabernero, una muchacha criada en un ambiente malsano, moral y materialmente, en
una taberna costera, de puertecillo, a la que concurren gentes de
toda condición, dentro de una categoría social determinada.
Criada allí, Aurora es un fruto lógico del medio en que vive, y
todo parece inclinarla a la definitiva caída que resulta de los datos
acumulados por el poeta trágicamente fatal.
Basta, sin embargo, con una nota un poco lírica, pero bien buscada en su personificación en un ciego, enamorado sin esperanzas
de la moza; pero que la hace vivir en un ambiente espiritual más
puro para que la tragedia no se consume y el drama, intenso y fuerte,
se desenlace sin sombra de jMBsimismo.
Tratándose de Ángel Lázaro, huelga decir que la forma externa
corresponde bien a la entonEición general del fondo y de los personajes, que hablan el lenguaje del poeta sin dejar de hablar el suyo
propio, merced a una artística adecuación.
o
o
El amor ronda en Palacio es una zarzuela de buen empaque y
envergadura literaria; pero que no se libra del prejuicio que hace a
os libretistas de zarzuela creer que las características del género de-
en
Cádir?»
ben ser las que le imprim i e r o n en l o s mejores
tiempos de Scribc.
Por yeguir, de más cerca o más lejos, pero siempre con excesiva fidelidad,
los libretistas zarzueleros
han amiuilosado el génert),
y obligan también, yconsiguientemente, a los músicos a anquilosar sus partituras en m o l d e s arcaicos. Aparte ese defecto
general y que, por lo visto, es inevitable, la nueva zarzuela está bien, y es Eugenia Zúffoli y Pablo Alvarez Rubio en
digna del Premio Infanta- uno de los mus bellos momentos de la
do que obtuvo.
nueva y admirable obro de Ángel lázoro
El público refrendó
<La hija del tabernero»
FOT. VIDEA
gustosamente el fallo del
Jurado, aplaudió, hizo repetir varios números de la partitura y salió muy saiisfecho del teatro.
o
o
¿Qué pasa en Cádiz? es la obra anual de Romea. Los autores de
este nuevo y graciosísimo vodevii lírico tienen bien probado su gran
dominio del género. Varios rotundos éxitos anteriores colocaron a Vela, Campúa y el maestro Alonso en el primer plano de esta modalidad
escénica. Su obra de ahora es un acierto total, por la gracia continua
del diálogo y de las situaciones. El desenfado de ¿Qué pasa en Cádiz?
no rebasa nunca esa línea inalterable de buen tono que caracteriza las
obras de Romea. El maestro Alonso ha trazado una admirable parti.tura ágil y garbosa, de factura modernísima y con esa línea popular
que determina inmediatamente el triunfo callejero de los números musicales. Su partitura de esta vez es, seguramente, la más bella de todas las que en este género ha hecho el ilustre músico.
Completan el éxito la interpretación y la presentación, cuidadísimas. Ropa y decorado son verdaderamente vistosos y de una gran
modernidad. Los artistas de Romea animaron la escena con la gracia
y la justeza que en aquel escenario son ya tradicionales.
o
o
/Alld películast es una comedia de enredo, ingeniosamente construida y graciosamente hablada, muy propia del teatro donde se ha
estrenado; con mucho menos ha hecho Loreto Prado, que esta vez
triunfa también, muchos éxitos perdurables.
Para el público, un regocijo que aprovechará muchas noches, porque la obra bastará para Ucgar al fin de la temporada.
AI.EJANDRO MIQUIS
Lo «sceno final del primer acto de la nueva y aplaudidfstma obro de Vela, Campúa y el maestro Alonso, <¿Qu6 pasa en Códiz?i^ estrenada
en Romea con un éxUo verdaderamente clamoroso
FOT. CORTAS
Página humorística
•i.
ñ
m-
^r?T
if/
• \ \
^h
—Aniigo mío: la vírdíid es
gne IraEa usled aiuy niiil a las
Tniijeres en lodas sus novelas.
—]Por Dios, marquesa!... Díbo
decirle que en mis libros sólo hahlo de las mnjeTes que no conozco.
(De >U Malin»)
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(^.
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S
UNA LECTURA INTERESANTE
(De Adamion)
%
E L . — He obiervado, Tltina y *
mia, que todos los itlioOs es- ^
tan casados con rauferes lindísimas.
KLLA.—iLísonjerol... jEso lo dices poradularniel
(De .Le Malin»)
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t^J:-.-'
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^rLA ESPOSA.— Descansaremos aquí unos minU'
los mientras Enrique ennienIra nn buen atajo para batar
3 la orilla del río.
(De <Liíc»)
•tgu^Kj
• > ^ '
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< : ^ ; . /
^
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LA PHESUNTA CLÍGSTE DEL AR-
I TtSTA.-Me parece admnable,
amíRo mío, «se estudio de panos, s e guramente, s e habría usted hecho
rico arresUndo escaparates.
(De *Pnnch»)
>
•
^
I
GENTE -BIEN.
- [ H o l a , grandfslnio idiota!
y
- Hola Mdaio de bes lal
U OAMISELA.-iNo s a b a ([ue os
^onodaislanlntlmamentcl^^^^^^
ftl
... y, pensándolo, me hice fuerte en mí resignación contra el doloV de la vida; de hermano que era de Angeles e Isabel, dejé de serio
paro convertirme en su madre.
REPORTAJES
SENTIMENTALES
UNA MUCHACHITA OBRERA-VOZ DEL PUEBLO-OPINA SOBRE LOS CONCURSOS DE BELLEZA, CALIFICÁNDOLOS DE INMORALES, Y PROPONIENDO,
PARA TERMINAR CON ELLOS, UNA SOLUCIÓN NOBLE Y CONVINCENTE
A
LICIA sueña al compás del ritmo de su máquina de coser. Como
Penélcpe tejía incansable la tela de su alba túnica esperando
el regreso de Ulises, así Alicia, soñando mientras trabaja,
piensa en un alba de oro.
o
o
El hogar es pequeño. Ella y sus dos hermanas viven en ¿1 a gusto
porque es alegre. Una ventana a un jardín, triste, como todos los jardines, en invierno, y desde Abril poblado de trémulas hojas verdes,
de rumor de agua y de aromas. Ahora^ el runrún de la máquina de
coaer moscardonea en el silencio de la estancia.
o
o
Inicio el diáJogo:
' —¿Cuánto gana usted, Alicia, con su trabajo?
—De cinco a seis pesetas diarias.
—¿Trí¿>aia usted todos los días?
—Casi todos. E n esto—musita sonriendo dulcemente, como agradecida a que la suerte en estas horas difíciles de ahora la favorezca
con tan insólito favor—soy menos desgraciada que otras.
—Ya sé que no tenéis padres.
—Mi madre murió hace cuatro años, pocos meses después que mi
padre. Y aquí me quedé sola, mirando cara a cara la vida con mis
ojos atónitos, asustados, y sin otra fortuna que mis diez y seis años
y el cariño de mis dos hermanas. Angeles tenía entonces cuatro años,
e Isabel, uno.
o
o
—¿Es usted feliz?—pregunto, disponiéndome a encauzar el diálogo a su tema esencial.
—¿Feliz?—^Mi interlocutora medita un momento, como consultando a au corazón—. Vo sólo sé que soy resignada. Mas no con la
resignación de un animal al que domestican a golpes, sino con la
humildad del que se considera fuerte en su desgracia. Hay quien se
rebela a gritos, y otros, con razonamientos. Yo soy de éstos. Comprendí que yo no era sola; que, por ser la mayor de mis hermanas, tenia
el deber de ampararlas, y, pensándolo, me hice ñierte en mi resignación contra el dolor de mi vida; de hermana que era de Angeles
e Isat)el, dejé de serlo para convertirme en su madre.
—Fuera del amor que la une a sus hermanas, ¿cuál es la pasión más grande que tiene usted?
—Trabajar—la respuesta es rápida, firme, sin titubeo.
—¿Y después?
—Leer.
—¿Qué autores prefiere?
—¡Oh[—Aquí Alicia sí que vadla cobarde, con el temor acaso
de que su juicio provoque en mí una crítica despectiva o burlona^—.
Yo no sé. Como nadie me ha enseñado a elegir...
Ante un gesto mío alentador, al fin, se decide:—Marianela, de
Galdós, me gusta mucho. Y los versos, también. Bécquer y Gabriel
y Galán. Ete Bécquer tengo las Rimas.
—Buen gusto—subrayo—, y un natural inatinto de buscar en el
arte otras vidas parecidas en la resignación a la de usted. Dirae lo
que lees', y te diré cómo eres,
o, o
—Y ahora, puesto que sé que es usted buena, pero no santa, es decir, perfecta, aunque, en verdad, ni aun los santos lo son, ¿quiere decirme—mi interrogación es la flecha final que, diestramente disparada, ha de dar en el blanco—si siente envidia de algo o de alguien?
La máquina de coser ha cesado de pronto, parada en seco, de
cantar con su lírico moscardoneo, mientras que Alicia comienza a hablar con grave emoción.
—Envidia, precisamente envidia, no. Eso. no. Pero un rencor
parecido a la envidia, si. Ese rencor tan disculpable y humano que
todas las mujeres que no somos hermosas sentimos hacia las que lo
son. Yo no sé explicarme. Si supiera explicarme, le diría que tampoco es un rencor contra ellas, sino contra las gentes, que hacen de
la hermosura física una divinidad superior a las buenas cualidades
del alma. ¿Comprende, señor, qué clase de envidia es la mía?
—La comprendo, Alicia, la comprendo.—Y añado, ya de lleno
en el cauce de la conversación al que yo quería llevar a mi interlocutora:—Entonces, ¿para usted los concursos de belleza...?
—Cuando haya—sentencia Alicia cortando enérgicamente mi
frase—una (Miss España», o una «Miss Francia», o una <Miss Uni-
—^Yo no sé si mis hermanas serán algún día hermosas; pero aunque lo fueran,
si yo sigo siendo para ellas su madre,
nunca acudirán, os lo juro, a uno de esos
concursos de belleza. (Nunca!
La máquina de coser ha vuelto a cantar jubilosa, como queriendo consolar con
su lírico zumbido ci melancólico corazón
de Alicia, igual que junto a la cuna de
un niño canta, una madre para dormirle.
La luz de esta clara mañana invernal
entra, tamizándose por los cristales de la
ventana, y poniendo en la reducida estancia un suave y recómiito matiz de celda:
la luz que ponían en sus cuadros los místicos pintores primitivos. Y yo pienso
que en muchas celdas como é^ta del trabajo y del dolor hay muchas vidas que
viven, como Alicia, soñando humildemente con alcanzar un imposible t a n lejano
para ellas como la luz de oro de una estrella.
FERNANDO LÓPEZ MARTIN
.„ ohoro, «1 runrún de la maquino de coser moscardonea
en el silencio de (a eitoneío...
„
verso, del trabajo, de la bondad o del talento, del sacrificio fecundo
que dignifica, es cuando creeré en la justicia de la vicia,
o
o
¿Hay en los ojos de Alicia una lágrima? Su ^ ^ ^ - / ^ ^ ' ^ ^ ^ f ^^^^^^
sob e el pecho, y un mechón de sus obscuros
^-^^['^'J'^^\^;Z
la frente. Yo no veo sus ojos, tapados por -1 obscuro nzo pem su voz
emocionada pareció romperse en el h.lo sutd de " " ^ ; ^ " " f ^^^^ ^ ^ ,
- E s a s páginas de ios periódicos-pros.gue irgu.endo o ra vez
su cabeza, mientras que en el temblor de sus pestañas t tila ef^ctiva^
mente, una l á g r i m a - e n que aparecen retratadas un día y otro tan
tas mujeres hermosas en competencia ffsica para ^^^^^^ f " " *;^^°
efímero pero, al fin. trono, son un ^li-í^"^^^í.^^*^^P7^^ ^ . ^ . ^ L u "
moral de muchas mujeres. Viendo a esas remas ^« '^^^"l^^-^'J^iV
yendo las alabanzas que las prodigan '^^g^"*^^•/^ J ^ S
"^r;
mas, que somos las más, sufrimos lo inJm.to. ¡Es lo •"^I«^J^^ ?J"^^'^
es la quimera de un imposible que tocamos, al coger el P«"0^'«* "*"
nuestras manos; pero que no podemos conseguir para ""«*^™ J ^
que nos falta fuerza para ello en nuestras pobres manos débdes y
doloridas!
o
o
- E s o s concursos deben desaparecer por inmorales-asevera
Alicia, al tiempo de appirtar con su mano bruscamente con el aüemán del que quiere librarse de una idea negra^que le atosiga el m ^
chón de obscuro pelo que le ha quedado sobre el ceño. Y ^"ego^
¿Cómo conseguirlo? Haciendo sentir a todas las madres y a todos
los padres, respecto de sus hijas, la misma ley moral que obliga a
un marido a velar celosamente de la conducta de su mujer. ,yue
pocos concursos de esta dase hay, si es que hay alguno, «^^ m"
jeres casadas! Si la sociedad repudiara moralmente, como repudia ai
marido consentidor de las ligerezas de su mujer, a las madres y pa
dres que alientan y protegen el prurito exhibicionista de sus nijas,
esos concursos se habrían acabado para siempre. Hacer que trasncienda fuera de la santidad de la familia lo que debe ser exclusivamente ornato y decoro íntimo del hogar, es un delito social que merece
ser castigado. [Oh esos padres y esas madres que inconscientemente
{ea lo mejor que puede pensarse de ellos) empujan a sus hijas hacia
un peligro dudoso, mas por eso mismo posible!
.
Y como colofón, como resumen final de su diatriba, Aliaa exclama fervorosamente conmovida:
—íMorianelo», de Goldós, me gusta mucho. Y los versos, lambiAn:
Bécquer, Gobriel y Galán... De Bécquer tengo los cRlma5>...
F O T ^ VIDKA
mm
La semana
artística
V i d a , obra y muerte de Luis Menéndez Píddl
C
ON la muerte de Luis Menéndez Pidal, E s p i n a pierde uno de
sus artistas m i s arraigados en la tradición hispánica. Además de poseer el robusto acento de la castiza elocuencia que
a esa tradición está vinculado, pierde también nuestra patria a un
gran artista sensible a las sugestiones idealistas más puras, a un
pintor que buscaba solamente la aprehensión de las ondas lumínicas, los Secretos de la perspectiva aérea y la complacencia visual en
las bellas armonías cromáticas. Su arte no «habla por hablar», sino
procura decir siempre algo—más allá de la mirada—al corazón o al
intelecto ajeno-S, después de habar vibrado en su propio espíritu.
Luis M;nénd2z Pidal era asturiano,
tNiCÍ en Pajares—dice, narrando los comienzos de su vida y de
su art2—, provincia de Oviedo, en donde mis padres pasaban los
veranos, el año 1864, Sentí despartirse mi inclinación en Sevilla al visitar el Museo de aquella ciudad, primero que veía.
Tenía yo entonces catorce años.
Pero mi padre, que pertenecía
a ia Magistratura, no me permitió hacer estudios serios en
el arte hasta que no hubiese terminado la carrera de Derecho,
carrera que terminé en 1884.
Entonces, previa una rápida pre
paración en la Escuela de San
Fernando y en el estudio de don
Alejandro Ferrant, marché a Koma, en donde seguí estudiando,
bajo la dirección de don Francisco Praiilla y de don José ViD O N LUIS MENÉNDEZ PIDAL
llegas. Después m e trasladé a
POT. COSTÍS
Florencia, donde pasé un año,
asíístiendo a la Academia de Ussi,
y el año 1888 presenté mi primer cuadro: Éxtasis de San Francisco,»
Ha de unirse a esta preparación intelectual y artística la convivencia fraternal con sus hermanos Jua.i, el poeta, y Ramón, el filólogo, el historiógrafo.
Luis Menéndez Pidal, cultivado por una carrera universitaria,
por su educación pictórica frente a los maestros de la Escuela sevillana, primero, y el Museo del Prado, después^ va moldeando su arte
junto a la imaginación soñadora de Juan; le siente acunado por esa
enorme fuerza melódica y nostálgica que tienen los cantos asturianos, tan amados por el fraterno poeta. Y al mismo tiempo Ramón
mueve ante sus ojos ávidos de belleza todo el estrépito de armas
y armaduras, de. hazañas heroica's, de fiestas y batallas, en el que
surgen figuras del mundo real y de la leyenda.
Ntíceairiamenté Luis Menéndez Pidal había de ser como fué. Un
pintor español, en el
sobrio, enérgico y realista concepto del vocablo. EspaAol que sabe a Velázquez y a Ribera; que suena a la
sonora prosa cervantina. Y, portante, el españolismo de sus cuadros se manifiesta católico, caballeresco o
castizamente popular.
Cuando ingresa en
la Academia de San
Fernando, su discurso
es una glosa del Quijote en apología de VeMuy dado a los temas
d e literatura clásica,
Menéndez Pida! r e produjo en este admirable cuadro una de
las escenas más interesantes de <E1 jazariIto de Tormes». El cuodro figuró en el cómputo de obras presentado por el gran artista el año 1924, cuand o obtuvo la Medalla
t
de Honor
«El Cristo de la Vega» es una de las obras más famosas de Menéndez PidoL Sirvió también para ratificar de un modo oscendente la
nombradla jnktadq ya con los cuodros onteriores
Como Potocio Voldés en «Lo oldea perdido», Menéndez Pidal, en este
lienzo <La alborada>, evoca la Asturias patriarcatde su infancia y d e
su adolescencia. Este cuadro, pleno de enconto y de verdad, tiene
como fondo las cumbres del Puerto de Pajares, donde noció el artista
lázquez. Son aquellas palabras donde Cervantes aconseja se escriba
«a la llana, con palabras significantes, honestas y bien colocadas,
salga vuestra oración y período sonoro y festivo; pintando en todo lo
que alcanzarades y fuese posible vuestra intención, dando a entender vuestros conceptos sin intrincarlos r.i escarnecerlos».
Y así, Velázquez, «regido—dice Menéndez Pidal—por las leyes
02 buen gusto y de la ciencia, procuró, a la llana, que con forma y
colores signiíicantes y bien colocados saliese cada parte de su obra
enlazada CDO el todo, y éste, vigoroso y vivo».
Pirátrasís muy o p a r t u m que podríamos a r i c a r igTialmente a la
pintura de Menéndez Pidil, ajustada a la visión neta, palpitante de
realidad, que sugieren de la vida, los libros y los cuadros del siglo xvri.
La psrscmalidad artística de Menéndez Pidal se fragmenta en cuatro aspsctos bien definidos; la pintura de historia, la pintura religiosa, la pintura de costumbres y eí retrato.
No creo herir su catolicismo asegurando que las obras religiosELs
del ilustre pintor asturiano están fuertemente enraizadas a la tierra,
saturadas de huraanidadEl hecho reciente cíe buscar incluso el más realista documento
para crear la obra que considera culminante de su orientación mística lo demuestra. Ello es otra prueba de acendrado españolismíf.
Los grandes maestros de la pintura española, Velázquez. Goya,
Ribera, no alcanzan esa meliflua expresión religiosa que logran, por'
ejemplo, los pintores italianos. Son demasiado realistas para desposeer de humanismo a sus modelos. Las Vírgenes, los Cristos, los santos de los maestros españoles carecen de ultraterrena divinidad. En
cambio, cómo nos conmueven, por coetáneos nuestros, porfraternalmente nuestros, sus dolores y lacerías, sus sacrificios y sus beatitudes.
Menéndez Pidal. desde el Éxtasis de San Francisco, pintado
en 1888, hasta el Yo soy. que expuso el año 1925, pasando por los
frescos de la cúpula de San Francisco el Grande, pintados en 1917,
interpreta siempre con un sentido humano las figuras divinas,
Esa mi5ma nataral expresión tienen sus cuadros históricas, sus
intrírpreticioncs pictóricas de obras literarias.
,
«Satus Infirmorum» es una de las joyas del Museo Nacional de Arte
Moderno. Premiado con la Medalla de Oro en la Exposición Nacional
de 1898, señaló con su prodigiosa sencillex, con su honda ternura y
con su maestría técnica, la consogración de un gron pintor
cYo soy» fué uno de los últimos cuodros que pintó Luis Menóndez Pidal. Uno tombién de los creados con mus amory sobiduría. Lo figura central de Cristo reproduce con extraordinona fidelidad y genio
místico (o misteriosa efigie conservado en el famoso Santo Sudario
de lo Cotedrol de Turín
La obra maestra del género es El Cristo de la Vega, inspirado en
la famosa leyenda de Zorrilla A bueii juez, mejor testigo, y concretamente al momento en que el escribano pide testimonio a la imagen
de Cristo del juramento hecho por Diego Martínez a Inés de Vargas, antes de partir a Flandes.
Este cuadro obtuvo el premio de 5.000 pesetas en el concurso de la
Ilustración Española y Americana el año 1888, y segunda medalla en
la Nacional de 1890, donde figuró, además, el de Músico napolitano y
El espejo del bufón, que indignó a la crítica por su excesivo velazquismo, más fácil de distinguir, sin duda, por tratarse de un bufón.
A El Cristo de la Vega sucedieron Ün soneto de Quevedo, premiado con medalla de oro en la Exposición Internacional de Munich el
año 1897; El lazarillo de Termes y Don Quijote artie dos duques. En
todos ellos la escrupulosidad en el estadio del ambiente y de la indumentaria no perjudican a la energía realista de los tipos.
Como retratista, Luis Menéndez Pidal ha'pintado algunas obras
notables. Destacan del conjunto los retratos de Eduardo Benot (uno
de los más bellos de la iconografía española del fines del siglo xix),
Alejandro Pidal y marqués de Pidal, obispo Barrera, duques de Sotomayor y doña Paula Contreras, la viuda del novelista Alarcón, y
el del hermano del artista.
Pero es como costumbrista donde la personalidad de Lois Menéndez Pidal se acusa con mayor relieve. Costumbrista asturiano,
pleno de jugosidad y de vida, el iniciador del reintegramiento emocional y estético a Ja tierra nativa, que había de culminar en los dos
maestros jóvenes Evaristo Valle y Nicanor Pinole.
Tienen estos cuadros. El telar. El molino. El guiñol en la aldea. La
cabana. La alborada. La cuna vacia. Otro Sancho, Templo de Baco,
El Carpinterín, Gnomos alquimistas, el encanto melancólico, socarrón,
sentimental y bravo de Asturias. Cruzan por ellos el aroma áspero
de sus montes, la nostálgica atmósfera de sus brumas, el regocijo
bucólico de sus romerías, los lánguidos ecos de sus canciones.
Obra maestra de este género de obras es Sálus infirmoruwi, que
se destaca del no muy alto número de cuadros positivamente bellos
del Museo de Arte Moderno.
Repetidas veces, y en cada una de ellas lai^o espacio de tiempo,
he contemplado este lienzo de Luis Menéndez Pidal, Pequeño de dimensiones, contiene profunda y entemecedora riqueza emocional,
realzada por castiza maestría técnica.
Es una poema de fe humilde y sencilla. Una oración vulgar que
el fervor con que se pronuncia magnifica. En una iglesuca aldeaniega de Asturias un labriego ofrece a los poderes divinos, disfrazados
en una imagen tosca y milagrosa, a su hijo enfermo. Un clérigo rural, revestido con la sobrepelliz, le deletrea preces invocadoras. J u n t o
a é], un chicuelo sostiene el aspersorio que ha de esparcir sobre los
creyentes la protección del santo. Detrás del padre, una mujer, arrodillada, re/a.
No concebimos esta idea sino en tal fondo de capilla pobre y
apartada del tráfago mundano. No podrían representarla otros personajes de más elevada posición social. En cambio, estos seres de una
inteligencia rudimentaria, de un desamparo irremediable, de una
amargura cotidiana, se hallan propicios a la creencia ingenua del
milagro. Todo el fervor de una raza sufre en el rostro de ese padre
que sostiene al hijo tullido en sus brazos endurecidos por los aperos
agrícolas, y cuyas piernas inician la genuflexión frente al altar y al
misterio de las palabras latinas en la calma piadosa del recinto. Busca el sendero de nuestro corazón este episodio, y lo ilumina con el
mi.smo fulgor dulce, lo caldea con igual calor de humanidad dolorida
que tiene el bellísimo cuadro.
El secreto de esta certeía cordial que surge de Salus infirworum
no es más—ya lo hemos dicho—que tina feliz alianza del sentimiento
y de la maestría técnica.
jCuán lejos está el asunto y la composición de este lienzo admira'
ble de aquellas melodramáticas y folletinescas elucubraciones que
oponían un seudorrealismo pictórico al romanticismo teatral de los
cuadros de historial [Qué enorme diferencia hay en la calidad netamente española de su pintura, en esos tonos tostados, en esos acordes cálidos, en esos grises sutilísimos, de ciertos luminismos intranscendentes, por ejemplo, que se consideraban durante algunos años
la norma exacta del colorido!
El prieto enlace de ambas excelencias (el ideologismo noble y sobrio, la factura espaíiolamenté castiza) que muestra elocuente Salus
infirmorum, const'tuye la personalidad de Luis Menéndez Pidal.
Antes de Salus infistnotvm la vemos afirmarse peco a pocoatravéa
de las obras de so primera época. Después de Salus infirmorum—pintado a los treinta y tres años, cuando el talento del hombre empieza a madurar y a producir los frutos verdaderamente sólidos de la
inteligencia—, esa afirmación adquiere perdurabilidad y permanencia definitivas en una serie de lienzos consagrados a los tipos, costumbres, interiores y paisajes asturianos.
Y ya en los fíltimos cuadros, como en el titulado Los segadores—
existente ahora en una pinacoteca particular de Buenos Aires—, donde la muerte acompaña a dos hombres portadores de guadañas, asoma la obsesión filosófica que inquieta la obra de los artistas y literatos asturianos cuando se acercan al perfodo sexagenario.
Recordemos los últimos versos de Campoamor, las novelas mansamente filosóficas de Armando Palacio Valdés, los cuentos postrimeros de Clarín.
¡Melancolía d e su
preparación al tránsito
definitivo, y que en el
caso del autor de Salus infirmorum se vio
aureolada por un súbito resplandor gloria!
cuando el año 192.^
obtenía la Medalla de
Honor, la más alta recompensa que les es
dado lograr a los artistas eft Españal
JOSÉ FRANCÉS
Otro lienzo de asunto
asturiano. En lo pequeño iglesiodfl Luanco—el bellísimo pueblo de mor—cumplen
su promesa unos náufragos, s a l v a d o s de
uno de los frecuentes
desastres a quo su oc*
cidenlada v i d o está
condenada. Este lienzo, v e r d a d e r a m e n t e
notable, p e r t e n e c e
también a lo último
época de) autor
LA VIDA DEL TEATRO
La elegancia de las
actrices españolas
H
UBO un tíemjH) en que nuestras comediantas He ataviaban para la escena
como los mismos diablos, coa un concepto tan incongruente de la estética suntuaria, un criterio tan disparatado de la verdadera elegancia, que costaba trabajo admitir como razonables ninguna de sus íoUeites.
Aquellas indumentarias, una vez descendido
el telón, no hubieran podido transcender a
un salón o a la vía pública ostentadas por
ninguna mujer discreta. Eran trajes tan divertidamente absurdos, que cuando salla
una Uosiirio Pino, por los tiempos en que
pollc.iba don Tirso Kscudero, el piVbüco respiraba como el caminante del Sahara descubriendo el oasis.
La malograda Mercedes Pérez de Vargas
iué la primera comedianta española que
puso cátedra de indiscutible elegancia transitable, y se signiÜcú por la insistencia con
que se vistió sin afectaciones teatrales.
En ocasiones, los modelos de la Pérez de
Vargas interesaban más a las espectadoras
que GI conflicto planteado en una comedia,
y los autores se preocupaban de que en sus
producciones la actriz cncantaíkira y encantada tuviese pretexto para sacar en una
Catalina Barceno. Ele*
moderna, ingetnuagancio
y exquisitamente es|>onala,que lo ha p«rmitído demostrar en -tkamar cómo una octrÍE de
lo pantalla nuestro pueda superar en ditlinción
setiorii a cualquier elegante oficial d e Norteamérica
Un peinado sin lo me- J^
norcomplicocidn, nin- '
guna joya, ni «I más l e v *
adorno en el sombrero...
V , sin e m b a r g o , l o «leioncia de Hortertsia G e obert, la ilustre c o m e d i a n l a , resplandece, p a ra demotlror que el <chic>
• s siempre sencillex
FOT. P&BEI DE LEÓN
f
M a r í a Palou, Elegancia solemne, d e a d r í x i n d k a d f i i m a
p a r a inlerpretor papeles de reino o d « niu¡ere« prínct*
p a t e i ; adorables tiranos, de belleza despdlica y dfstinci6n autoritario, quo te imponen por la soguridad con
que lucen lus creaciones sunluorlat
FOT- VALKKN
„
Pepita M « l i á . ElcgOflcío apacibla, grata a
l o i p a n o n a i reipalable»
que no g u t l a n de v«r a
I d i adrice» ataviados can
exag«raci¿n. E l e g a n c i a
para niñas «bianK que l a U n camcntando: 'i\ qu£
te 1)0 porecida « I lroÍ« d e
Pepita! (Un enconlol [Una
oiooadal*
FOT, VALKHN .
t
Irene l ó p a i K e r e d i a . — *
Eleganda etpe€lacul<n' y
llamativa, que permite al
espectador identificar inmediatamenla a la primera a c l r i i , Y preiumir que
«11 iloiletleii a p a r a t ó l a s ,
l i nq ion de París, p o r t o
•nenoi proceden da algún
modisto poseedor de un
nombre ofruncosado
FOT. VALKEN
guardilla una salida de teatro de tisii de oro,
o en el fondo de una mina un traje de paillettes con abrigo de armiño.
Después de Merceditas, la primera dictadora de la moda escénica, nuestras actrices
empezaron a vestirse apaciblemente y se
comportaban en escena con increíble juicio.
Ya los alardes de elegancia eran potables,
y muchas de ellas podían haber salido a la
calle con sus atavíos escénicos sin exponerse
a originar disturbios.
En deliciosa rivalidad nuestras hijas de
Talla,- suponiendo—y no iban muy descaminadas—que al prestigio artístico contribuye, más que el acierto en la interpretación, el b<jato de la presentación, se entregaron a la orgía del lujo, a la bacanal de la
moda. V no se arruinaron porque Dios, con
su omnipotencia, permite a tantas comediantas que puedan, según declaraciones en encuestas periodísticas, gastar diez o quince
Hortensia Gelobarl. Elegancia ¡uila, iinpecabk, llsna de «spirilualidad p«rsonalr qu« p«rm{tiria a la g«ntil y bellísima
actriz parBC«r uno oriiFócrala aunque le
ataviara d * burgusta. La elegancia de
Hortentia G*lab«rr nt perfecto hatta «n
lut menore» detolleí FOT. PÉDEZ DE LBÓH
Vícloria Pinedo. Elegancia devodevil, exIratnada y travíeía, e»a elegancia aue le
lama ínlrApidamente, cuando nadie le
atreve ladavi'a a aceplada, y et máí tarde la qu« inspira a los dibujanlai y eicritores huntorislas
cor. WAIKEN
Maria Fernanda Ladtún de Gucvaia. Elegancia aritlocrúlica, de autentico gran
señora, que ef distinguida no ya por su
indumentario lino por lu lina¡B. Elegancia de cuna, esa elegoncío que jamás poseerán las locas y l a i odvenedizas, porque es la dislinci&n del teñorío
Rosita Rodrigo. Elegoncio picante de «vedelte> de revislas, que sabe ler fastuoso
sin incurrir en recargomlentos reprensibles- Elegancio atrevida, insiruanle^ ün
perder en ningún momento la gracia f«>
irienino y la corraccián moderna
FOT.
VALKBN
buyen a la desesperación <lc modistos, sombrereros, zapateros, etc.. no porque sean remisas en sus liquidaciones, sino porque algunas, en su afán de superarse, quisieran, cuan• lio se llevan las faldascfírtas. vestirse por encima de las rodillas, ycuando impera la falda
larga, que su cola descendiera hasta el foso.
Y, naturalmente, en todo caso, que les
salga por muy poco dinero cuantas fantasías soliciten.
Quetle. pues, reconocida oficialmente hasla el día de hoy la elegancia escénica de las
comediantas mencionadas y la de algunas
pocas más cuyos nombres del>en permaneler en el tintero por no haber accedido a farilitar sus fotos il cronista.
mil duros anua'es en trapos, con un sue'do
diario de cuarenta píaselas.
Hay en la actualidad diferentes clases de
elcRancias escénicas, mantíinidas l>Í7aT'r;i
mente, como es lófíico, por las rcsp^ictiva
cultivadoras. La elegancia estrepitosa, afectada, de |>rimera actriz del antiguo régimen,
no ha desaparecido totalmente. Pero justo
es reconocer que ya se advierte entre las
comediantas iin más poníierado sentido de
la eslíHii^a suntuaria.
Ya iK> son las vedettes de revista las monopoüzadoras del buen gusto y las hada-s de la
elegancia moderna. Ahora las actrices de
verso, dentro fie sus posibilidades, pueden
competir hasta con las señor:us del gran
mundo..., que ha Sí>brevivÍdo id nuevo ré-
CARLOS FOIÍTUNY
Gormen lorrobeili. Elegoncio cosmopolita d e . ^ r o n
• slor» de lo pantalla, qu« lo mismo Tetullarfa exquisita
en Poris que en Nueva York. Acirii Ion refinadamente
dislinguicJa como Carmen larrabeili, tenfa que derivar
a l cine, y desde el cine ha impuesto su .chic- a los públicos de lat más opuesta* nocionalidadet
Angelina Vilar- Elegancia equivoco, de gran señero
vagamente cocolesca o de mundana desconcerlantemenlA señoril. Elegancia ambigua; pero elegancia, y
muy Qtrayenle, con sus finos delolles alarmantes, que
hacen a una mujer bonita mus sugestiva aún
FOT.
CALVACHF.
gimen, o con tas grandes cortesanas, que en
todo tienipo fueron la más alta expresión
<Ici bien vestir.
Kntre las actrices españolas más destacaílas pcjr su elegancia en el año naciente, procede mencionar a Hortensia Getabert, María
Fernanda Líidrón de Guevara. Carmen Larnd>eiti, Angelina Vilar, Carmen Moragas,
Julia Lajos, Carmen Díaz, Victoria Pinedo,
Kosita Rodrigo, Catalina Barcena, I-ola
Menibrivcs, Margarita Xirgu, Pepita Meliá,
.\na María Cust<Klio, María Palou, Pepita
Artigas, Carmen Carl>onell, Irene Lópeií Hcredia, Isabclita Barran. Mdagros Leal, Teresita Zori, Carmen Poméss. Joa<]ii!na Alinarche, Mercedes Pallares y María Esparza,
quienes con su culto a la Moda tanto contri-
Cormen Díaz. Elegancío hioneslo, que no pierde íamd*
su línea honorable, y que lo permite resultar uno señora
decente hosto cuando interprete uno tanguista. Lo distinción de Carmen Di'az es emínentemenle lionquilízadora, y cualquiera desús «toilettes» puede seradoptada sin escrúpulos por lo doma mas irreprochable
r
«SÁCATE LA CARETITA,
QUE TE QUIERO CONOCER»
A
L vcnecianolehubieracomplacido igual
que a nosotros la cancioiic.illa. La hubiera cscuchadn Jacolm Casannva, y
los lánguidos compases íifl lango no Iniliicran íílo mal del todo resbalando fK)r los lunados escotya de las damas del setecientos,
en cuyos ojos se mirara el veneciano vivo y
alegre de brisas adriáticas.
Mascarita, mascarita,
sdcaie la careiiia,
que te quiero conocer.
Pueril, sentimental, amable y «Üscretamente melancólica, la canción tenía su atractivo evidente. El, Spaventa, también tenía, algo de mascarón pierrotino, íle hombre de la portada española de Las fiestas ¡galantes tlel pobre Le lian,
Nos complacía muchas veces la débil canción, loí,'rando en ese fondo insobornable, humanamente íácil y simple, que entornara el cür.'izón (os ojos al runrún del tango carnavalero, al honor del tango carnavalero tamEl Carnovol callejero en Barcelona. Mascarones
bién.
por el paseo de Gracío...
El Carnaval, este Carnaval que nos recuerda inevitaPOT. GASPAB
blemente el tanfío, nos recuerda, inevitablemente también, el setecientos de las viejas Cortes de Europa, Vcnecia y París, Casanova. Vcnecia y París, Lorrain, en el xix.
En Venecia, el Cíirnaval florido, sutil y barroco al tiempo, los
penachos, las joyas excesivas, los lunados escotes, los brocados. En
Venecia hubo años—años bien contado.s del setecientos—er, que el
Carnaval duró seis meses, bamboleando sobre las aRuas podridas del
Gran Canal.
Cuando Casanova entraba un día de Marzo de 1757 en París, el
Carnaval, dilatado en los bailes de los salones, terminaba con un espectáculo de mascarada de pesadilla: cJ suplicio y ejecución de Damiens, acusado de regicidio, y en Versalles, Mazarino, encantado de
las góndolas floridas y doradas, exclamaba: <i|Ah, esto es una pcqjeña Venecia!»
Carnavales de pompa y maravilla. Carnavales de alta ceremonia
erótica, bajo la luna grande del setecientos, del setecientos sutil y
bárbaro, indeciso, turbulento y pueril, que marea los finales de la
Edad Media prolongada hasta sus días y sus noches.
Los bailes estaban en todo su apogeo. Una ola de cortesía, de
lujo, de facilidades para el desmayo y el rapto triunfaba en Europa.
Venecia. declaraba la paz i J mundo. E n París, la Bella-Babet llevaba los asuntos más importantes del Ministerio de Negocios
Extranjeros, Si todo el año era
Carnaval, los Carnavales de salón culminaban en la rama de
parábola de lo suntuario y lo
desenfrenado.
Grandes historias galantea
con calidad de estampa. La risa de Voltaire sobre los antifaces. Los libros del abate Prevost y los escándalos del descendiente de Laura la amada
del poeta, que era nada menos
que el adivino» marqués de
Sadc.
Carnavales espléndidos. Venecia, Viena, San Petcrsburgo,
París, Se divierten. Acaso J u a n
Jacobo se aburre en su casita
de Montmoreney; pero la Pompadour confía en los ingresos de
la Lotería, recién inventada,
Mucha gente, pocos carrozas^ disfraces escasos: esto fué ei Carnaval para resolver los gastos de la
Escuela Militar de cadetes, y
madrileño en la Castellana. Esta carroza—tCornoval infernal»—fué
las damas disfrazEtdas con ricas
una de las contadas que se presentaron ol desfile...
prendasj entienden a su modo
rOT. VIDBA
W^>'^
1
T
el postiilaJo de Descartes—ttpusiera toda su gloria para enternecerse*—,
y los galanes eruditos, vestidos de pierrots, tic arlequines, de diablos
y príncipes orientales, recitaban al desnudar, a las enmasCEiradas rendidas antes de conocerlos, versos del Ariosto con fina ceremonia.
^V''
'X-\j
Sobre el tablero del mundo^ los años juegan sus alfiles de Camaval. Pasa el setecientos, pasa también la ola literaria que soñaron los
hombres de la Enciclopedia; vuelve Francia a suspirar por días imperiales, Y va pasando también el ochocientos.
Tanto ha cambiado en los días de Jcan Lorrain, por ejemplo, qut
los cítballeros ÍJUC van al fí^an baile tie Carnaval a la Opera de París
o al Keal de Madrid, utilizan como disfraces los trajes tjue llevaban
los contemporí'ineüs de Casanova, cuando no esc traje <le mascarada
continua que es el frac.
Lorrain, el francés que concibió a monsieur de Pkocas con la misma decadente exactitud que líachilde a numsieur Venus y que otro
nijvelista espaíit>l—Antonio de Hoyos-—Julito Calabrés, ha sido acaso
quien mejor ha llcvadt» a ta literatura los Cíirnavales encanallados y
atrayentes de los bajf)s íond'is, los Carnavales de salones moribundos y miserables, los Carnavales de los hotribles cafetines de puerto.
Carnavales tatuados con áncoras de la marinería mercante, con corazones apuñalados e iniciales que un día estuvieron marcados en los
mismos corazones con puntas de desdenes, de adioscs falsos y reconciliaciones cobardes.
Bailes cLinallas y adorables, bailes de Marsella que cruzan el Pirineo iizul y sím los bailes de Barcelona, los bailes del hoy famosí»
«barrio chino". Bailes también de Madrid, aquellos del salón Olympia, por barrios bajos, y del Salón Luminoso, de Cuatro Caminos.
De los grandes salones a los tabcrnones ilustrados, de) pierrot de
.seda al de percal, nuestra latina condición celebra los Carnavales cada
año mas en ruina y lógica decadencia.
La aventura del Carnaval pierde por completo su atractivo, se
desnaturaliza, se deshumaniza y el azar palidece en encantos para los
que ya somos incrédulos.
y sin embargo...
Y sin embargo, ¡cómo resuena—ya con acento de tradición
aventurera—en el laberinto del
oído sentimental las voces de
las falsas sirenasl
—¡Que no me conoces! [Que
no me conoces!
—|Oh, sí te conozcol Eres Ja
primera novia^ la novia de la
que no se olvida jamás el corazón. Eres la última mujer que
conocí en días de desesperanza
y do can.sancio. ¡Que sí te conozcol Tienes las blancas manos
que las hizo más blancas mi mirada negra. Tienes el talle exacto para el abrazo y la voz delgada, llena de cultura, de noches largas y
a p r e t a d a s d e fCaravono de gitanos», grupo de máscaras que figuró en el desfile
por lo Castellana...
. proyectos, ¡Que
FOT. CAUPÚh
si te conozco!
E r e s la convivencia y la huida, la costumbre y la aventura, la
risa y el llanto, el encuentro tardío y lo que no ha
llegado aún. ¡Que sí te conozco! Eres la tentación
de las esquinas de la madrugada y la paz de las
butacas burguesas. Antigua como el mundo, con el
mismo espíritu y cien nombres distintos. ¡Que sí
te conozco! Eres alta, y me llegas al pensamiento. Peípieña, y me llegas al corazón. ¡Que sí te conozco!
Mascariia, mascarita,
sácale la caretüa.
que te quiero conocer.
Lo mus bollo noto del Carnaval fué, como siempre,
lo de los disfraces infantiles. Ved oqui algunos de
tos niños que se presentaron ol desfile del poseo
de la Castellana
FOT. COI)T¿S
Carnaval de 1757. Carnaval de 1932. ¡No te
quites la careta!
Dob.ijo de la careta, el rostro es falso. Debajo
del rostro, nuestra conciencia da miedo a la luna
grande del Carnaval.
—Vamos al baile, veneciano.
Ci'íSAH GONZALEZ-RUANO
DIBUIOS DE ROBBSIO
... que esta idea surgió de la tnttsica, y no
la música de la idea...
IGOR STRAVINSKV.
H
ABRX seguido en l;i Tierra libro alguno ruta má-s hechicera que
nuestro Don Quijote?... Esa Biblia Profana, que lefa Queveflo
*con temor y reverenciae, tiene de sí tiLisma una historia tan
encantadora... En nuestros días mi'íinos, iconoclastas e inhospitalarios, un menestral catalán, Bosch, copia y minia a mano, letra por
letra, la obra bruja; cada Inicial sobre los pergaminos le lleva tres
semanas, y el libro entero le ocupará veinte años de labor continua.
Que recordemos, las ilustracione.s y viñetas que acribillan lo plumeado son las más cercanas a las que ornan la última edición lanzada
por Simón Kra, que ha hechr ilustrar su Don Quichotte con dibujos
de Gus Bofa, por cierto bien exlTaños y esquematizados. ¿La última?
Quién sabe, señor, a estas horas. Don Quijote es una tentación diablesca, el libro mágico. Pertenece al Mundo desde el mismísimo día en
q«e s^ió, calle de Atocha
arriba, por el Madrid de 1605,
de la imprenta de J u a n de
la Cuesta; y los hombre-s,
quienquiera que sea, tienen
perfecto derecho a comentarle, traducirle y a conducirse
con el ejemplar como lesvsngaenf^ana. No ha mucho uno
I2 fijaba, letra a signo, con
un punzón sobre finísimas y
cuidadas láminas de corcho,
y en el Japón, Sasaki-Kuni
Yaku le quitaba a Sancho su
barriga en la traducción donde el Hidalgo so llama /en
Yaku. Muy bien hecho. En
una cervecería de América,
las botellas ostentan en su
etiqueta un Don Quijote y su
escudero bebiendo cerveza a
la puerta de un hostal de la
Selva Negra o cosa parecida,
y por ahí aiidalaúltima «pareja*; Cari Schenstroniy Harold Madsen. el Quijote y
Sancho del cinema, aPat» y
íPatachouB ¿DL- veras la úitima pareja? No lo quiera
Dios. Cuando, andando por
el mundo, uno ve estascosas,
el corazón echaílamas át españolidad. Antonio Beltramelli ha escrito un libro; es
dehcioso leer en el escritor
italiano que Miguel de Cervantes nació en el pueblo de
Fortimpoli. región de Romagna—[[donde Mussolini, en la
Romana del Ducel!—, el 12
de Octubre de 1547. ¿Qíiémás
da que fuera ahí o en Alcalá
el 19 de Septiembre? Nació.
escribió el Quijote, luésey no
hubo nada. Lo esencial es que
el libro sin par está ahí. en
la caja de caudales d é l a Biblioteca Nacional de Madrid
y en la del Museo Británico,
y en los siete tomos de las
ediciones príncipes fotograbadas, página a página, por
Laporta.Cuandoellibro ;icaba, se \cc. Solos los dos somos
para, en uno... In plúribus
unum, como en las Repúblicas do verdad. Esa novela es
de la Humanidad, y desde
que nació, probablemente en
una cárcel—lo que en España está bien, lejos de ser extraordinario—, todos se creyeron con derecho a proseguir las hazañas del Hidalgo
incomparable. El misterio
que tapa Avellaneda lo revelan las Adiciones, de Delgado;
los Capítulos, de Juan Montalvo; la Vida, de José da
Silva, y la Suiie nouvclle, que por Francia, y en el año 1726, corriera
sin padre ni madre, y mil más que no permitían descansar al caballero sin tiicha, fuera el Grant Don Quixote oí the Mancha, Don ChiEciotte della Man^ia, Don Quichotte o, por no disgustar a Cataluña,
Don Quixot de la Manxa... La Humanidad no se ha saciado aún del
hbro prodigioso...
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Y mientras unos comentan la más encantadora historia que hombre alguno contara jamás, otros no quieren que se acabe el cuento,
y lo confían a la plástica de las otras artes, y .son millones los que se
enfadan cuando Don Quijote es encarnado en entraña viva de hombre. ¿Cuál será ei número de las interpretaciones dadas a la noble
voluntad del caballero desde que brotó de los ,se.sos de un vagabundo
algo amargado o desde que un inglés, Juan Bowle, dedicara catorce
años a explicarle, ya en 1781? Escoliastas, técnicos, costumbristas,
gramáticos, cineastas y músicos..., ]Qué mundo! Ya ha llovido desde
que el librero Molina, con ocasión de un centenario, catalogaba cerca
d e d o s mil publicacioDcs sobre C e r v a n t e s . ]Qué selva t a n selvaggie!
«¡Ténganse ttxloslt, q u e decía el adalid único. L a s t r e m e n d a s recopilaciones de R í u s , el c a t á l o g o d2 M a r t í n del Río, la'í investigaciones de
J^érez P a s t o r , los estudios d e Cotarelo, las notaciones de Marín, las
a p o r t a c i o n e s d e Cortejón.,. ¿Quién n o h a b r á sentido en su corazón el
deseo, l a comezón d e hur|»ar e n ese a r c h i v o q u e a pocí> e s c o m o el
d e S i m a n c a s o la í.-onja d e Sevillaí' E n fin, ciascuno ai suo modo;
p e r o interesa, t o d o n o s i m p o r t a , ¡todo q u e d a ! Don Q u i j o t e so perpet ú a con t a l fiereza, t a n a r r a i g a d o está en el :Uma del h o m b r e , q u e h a
s o b r e v i v i d o a la i m p o n e n t e r o t u r a de fórmulas y escuelas y fenómenos m o d e r n o s d e desasimilación. Y su caballejo t i e n e c o m o p e a n a
h o y el Schldgworí d e los intelectuales y el Sachlichkeit d e E u r o p a ; es
dscir, q u e sobre t o d a s las concentraciones posibles, crisis d e postguerra, i m p e r s o n a l i d a d e s fecundas e individuos disueltos en función,
él, t o d o El. q u e d a . C o m o era, y no es poco. E n el o t r o e x t r e m o e s t á
el Fausto. Y , c o m o d e c i m o s loa españoles, «veremos» si el coloso de
W e i m a r reniste allí. P o r q u e t a l v i d a s u p o infundir al Caballero de
la T r i s t e F i g u r a n u e s t r a R a z a , q u e c u a l q u i e r a p u e d e a t r e v e r s e a sac a r l e d e l a c u a r t a d i m e n s i ó n d e l a conciencia y l a n z a r l e fuera d e ella
sin t e m o r a q u e se trueque o irasiueque e n f a n t a s m a . Como J e s ú s d e
N a z a r e t h , D o n Q u i j o t e se p r e s t a a t o d a s las materializaciones. Creo
q u e T o m á s d e A q u i n o f o r m u l a b a así u n a cuestión: ^ Utrum solius Dei
sit creari? E l d o n d e c r e a r n o es sólo d e Dios; sencillamente p o r q u e
t o d a s las acciones d e las c r i a t u r a s n o se ejercen siempre sobre u n a
determinada materia preexistente.
—
Simbólicos o históricos los i n t é r p r e t e s d e l Ingenioso H i d a l g o
manchego, tengan o no en cuenta
q u e p o r las callccillas d e E s q u i v i a s
andan todavíacuantvjsAlonsoQuij a n o s se deseen, así c o m o se lo i m a ginen así es; y n o se n e c e s i t a la
mano izquierdade Viergenilosojos
d e a r a ñ a d e J o s é Segrelles p a r a
t r a n s p o r t a r del L i b r o a la V i d a o
d e l a V i d a a las r e p r e s e n t a c i o n e s
posibles esa cosa e n o r m e q u e es ese
H i d a l g o h i s p a n o . C u a n d o v i m o s en
el M e t r o p o l i t a n O p e r a H o u s e , d e
N u e v a York, a Feodor Chaliapin
e n el Mefisíófeles, el p u b l i c ó s e asomb r a b a en m o d o indecible d e q u e i;l
Sublime m i m o o b j e t i v a r a o p l a s n i a se t a n e x c e l e n t e m e n t e al d i a b l o a
p u n t o d e h a c e r l s posible; y su
«Ave, Signor» e s t r e m e c í a h a s t a his
«dólares» del bolsillo. Sin e m b a r g o ,
la memoria nos t r a í a l a sonrisa del
Mefistófeles del e s c u l t o r A u t o k o l s k y y los versos d e Goehe; el a b n a
d e c í a e n t o n c e s : es d e m a s i a d a c e r e brarización t o d o ello. Y p r o n t o la
i m p r e s i ó n se i b a d e s v a n e c i e n d o *en
música». Son lo spirto. M u y bien;
una sombra que c a n t a demasiado
bien p a r a serlo. Y los diablos, de
carne de varón, no aguantarían un
Punch c u a l q u i e r a del b o x e o . L a m ú sica d e B o i t o n o es gran cosa e n e s a
n i en o t r a o b r a ; p e r o y el Don Quichotie... i | V á l a m e Diosl», q u e dec í a S a n c h o el b u e n o . ¡Oh MasBenet, Massenetl [Qué m ú s i c a la
d e Don Quickotíe. C o m o dicen a h o r a p o r l o s E s t a d o s U n i d o » Tke
resemblance betwetn negro and Spanish music is very noliciahle. Míster
K r e h b i e l t i e n e razón; p e r o en Don QuickoUe allí sí q u e es «negra»
n u e s t r a música, n e g r a del t o d o . PUureuz mes yeux, q u o c a n t a n en
í-a Navarraise,
o t r a o b r a del q u e soñó el Te souviens, lu du
lumiutítx,
d e Thais. P a r a m e d i t a c i ó n , y b u e n a , eso de q u e D u l c i n e a t o q u e l a guit a r r a y... L o q u e n o s i n t e r e s a e n e s t a o b r a es la figura d e l H i d a l g o
t a l c o m o l a «viste» y fisonomiza u n o d e t a n t o s c o m o h a n q u e r i d o h a c e r l a vivir, t a l c o m o l a a r r a s t r a p o r e s c e n a el e s t u p e n d o b a j o Chaliapin. D e lo q u e c a n t a , in pavotUe. L a o b r a es la p e o r d e t o d o s los
Don Quijote q u e s e h a n m u s i c a l i z a d o , y c u y a l i s t a p u e d e leer el g u s t o s o e n ello en C l é m e n t y e n J o h n T o w e r s , q u e n o son escasas. E n t r e
ollas, u n a d e M a n u e l García, e s t u d i a d a p o r H u g o R i e m a n n e n Opem
^andbnch.
A n o t e m o s q u e n u n c a ni los p r o p i o s e s p a ñ o l e s a c e r t a r o n
con la m u s i c ^ z a c i ó n d e l a o b r a g i g a n t e ; sigue siendo v e r d a d ¡iqucllo
dft Delagraver «Que e n E s p a ñ a el mejor músico es el pueblo». Y eng r a n a n d o los refranes c o m o S a n c h o , r e c o r d e m o s q u e n u e s t r a s bailarinas n o lo son: son mujeres q u e d a n z a n . A h í e s t á la razón: D o n Quij o t e es, a n t e t o d o , v e r d a d , y s o b r e t o d o , él, u n hombre-, u n m á n c h e se*. C a n t a , s i e n t e la música, e s t á q u i e t o a n t e e l R e t a b l o d e Maese
P e d r o con condiciones y m i e n t r a s n o se m i e n t a ; jwro llevarle a es-
cena, c a m b i a r l e d e s e r ^ p u e s t o que es algo v i v o y n o un personaje—,
y, n o b a s t a n d o e s t e a b s u r d o , limitarle e n t r e telones y t a b l a s , e s o n o .
Chaliapin, p a r a c a r a c t e r i z a r al Hidalgo, h a b u s c a d o u n m o m e n t o :
el del c a p í t u l o X X I . El h o m b r e quí. ruaucita e n vez d e personificar
en e s c e n a Boris Godunofí, h a a c e r t a d o u n a vez m á s y h a coIíKado
sobre su c a b e z a la bacía del barl>ero, el yelmo d e M í u n h r i n o . «Por
Dios, q u e la b a c í a es b u e n a y (jue vale u n r e a ! d e a ochos, dice S a n c h o .
L a bácía de azófar r e c u e r d a el i n s t a n t e en q u e D o n Quijote, r o d á n d o l a a u n a y o t r a p a r t e , b u s c a b a el encajt sin e n c o n t r a r l e . ¿ H a c a í d o
el bajo soberbio en la c a r i c a t u r a ? ¿ F u é así aquel p o b r e loco? Eso.s bigotes d e felino, esa barbilla de j u d í o escenográfico, se s a l v a n p o r la
b a c í a - a l m e t e ? N o . E l Q u i j o t e d e C h a l i a p i n e s lo e t e r n a m e n t e e x a c t o
y a s o m b r o s o del libro gigante. El personaje h a v e s t i d o al a c t o r , y
a q u í el a c t o r es lo insuperable; u n a vez m á s D o n Q u i j o t e s a c a d o a e s c e n a c o n t r a su v o l u n t a d , es él quien s a l v a al h o m b r e q u e se cree e n
él. C u a n d o en el T e a t r o I m p e r i a l d e S a n P e t e r s b u r g o y e n la O p e r a
I m p e r i a l d e Moscou hacía su e n t r a d a en esa figura, p a s m a b a . Asi
h a p a s a d o siempre en t o d o s los sitios... Sólo q u ¿ e s t a personificación
n o e r a u n triunfo p r o p i o . Los n i ñ c s conocen D o n Q u i j o t e , lo saben dibujar; si le vieran p o r la calle n o le e x t r a ñ a r í a n y le a c o m p a ñ a r í a n
a l e g r e m e n t e . E n E s p a ñ a , a salvo su voz, n o h u b i e r a g u s t a d o .
_
_
N o g u s t a E s p a ñ a d e ver
a D o n Q u i j o t e así vestido. N o p o r q u e n o sea así
o n o h u b i e r a sido o p o d i d o
ser así, sino p o r q u e irrita, en
vez d e c o n m o v e r , q u e u n a
p e r s o n a q u e vive, q u e n o m u rió j a m á s , sea l l e v a d a a la
escena c o m o resurrección. E s t á e n t r e nosotros, c o n v i v e
c o n n o s o t r o s . Sólo n o es n u e s t r o ; ú n i c a m e n t e t y a n o es»,
c u a n d o se i n t e n t a p o r la
m ú s i c a o la m í m i c a c o n v e r tirle en s o m b r a p u r a . Y e s o .
q u e es crear, e s lo q u e vence
e l g e n i o d e l a c t o r y e s el orgullo d e l a R a z a q u e s u p o ,
por u n a vez, c r e a r v i d a .
EUGENIO
roTS. uanvH
OiaUtO DE UAX-BAH05
NOEL
LA GUERRA Y LA PAZ
El espectro que preside la Conferencia del Desarm
... el inganta talón que cobija a las diplomacias mundiales en Ginebra, que se esfuerzan por ofrecer al Universo la fórmula mógica que le garantice «i*
sampitarna paz... Pero por encima de ese a r d i d o himno pacifista, se alza el fantasma, el espectro silente y helado de Nuestra Señora la G u e r r a -
P
UKDiíN vibrar todavía en cl aire, como invitación al magnifica!
exultante de unas Vísperas solemnes, los sones fie las cien
campd.nas de todoslos templosginebrinos echadas a vuelo para pro
clamar a los cuatro vientos la *buena nueva» de una sempiterna pa/
universal; pueden todavía rubricar el ciclo en todas direcciones la.'s
ígneas colas de los últimos cohetes quemados en la anunciación de
esa gran festividad iiiteniacional, y cantar las linotipias en todos los
idiomas un único liimno de paz y redención, y cubrirse el inmensn
cuadrilátero, el ingente salón que cobija a las diplomacias mundiiilc^í.
de refulgentes ptícheras almidonadas. Por sobre las voces ai^entiiiasd*'
esos carillones, por sobre el chisporroteo de esos cohetes de artificio y
de las notas corales de ese único himno, se alza el fantasma, el espectro
ensangrentado de esa terrible divinidad Manimónica que no se resigna a morir porque los hombres definitivamente no qineren mutfLrla:
el fantasma, el espectro, silí.mte y lielado, de Nuestra Señora la Guerrii.
Ese especcro, esa vaga sombra alzada en medio del salón de Naciones
como un enigmático Mefistófeles, como una aguda conciencia contra
la que se estrellan los subterfugios de todas IEIS palabras, de todos los
gestos teatrales que pugnan por aparecer realistas y sinceros ante el
mundo, en medio de' ese enorme cuadrilátero, está el fantasma de la guerra, la terrible bestia imperialista de recias crines sucl-
Mientros en Oriente lo contienda se hace de día en día más enea rnizada Y [V.
intento, la delegación japonesa en Ginebra espera, ávida « impaciente, la solu^ I**!
diplomático de) conflicto que ahora dirimen las armas...
tas al viento, ojos de fuego y aliento abrasador, que de nuevo, tras
catorce años de silencio, vuelve a galopar por las dilatadas llanuras
del planeta pisoteando a tos humanos indeíensos con sus cascos de
acero apocalípticos. Ahí también, acallándolos monólogos atenorados
de las fingidiis diplomacias, los roncos silbidos de los monstruos de
acero que cruzan las aguas de un mar de nombre simbólico, y el retemblar de los cañones, y la pisada unAnime de las mieses guerrerasimponente horda obediente a las órdenes de otra sala lejana donde
un Estado Mayor, inhumano y férreo, deja oír, sin ambigiJedades diplomáticas, la primitiva voz de unos torvos instintos.
Porque es ocioso que las diplomacias mundiales reunidas en Ginebra quieran tergiversar a los ojos del mundo, usando un léxico más
o menos diplomático, lo que es una dolorosa realidad; es inútil que en
el cuadrilátero ginebrino suene la palabra ídiscusión», la palabra
«divergencias», la palabra «litigio»., la palabra—joh bienaventurado
Tardiéu!—ncontroversiat. Para los ojos del mundo, esos ojos que no
pueden ser velados por consignas misteriosas, para nuestras conciencias antidiplomáticíis tienen más valor de horrible autenticidad esas
fotografías desoladoras, esos telegramas escuetos, esa-s voces angus.
liosas de guerra que empiezan a llegar de Oriente, que todos los hábiles discurso.s, que todas las magníficas retóricas confeccionadas
ad hoc en el ambiente muelle de un hotel confortable, para asombro
del pequeño mundo de los estadistas boquiabiertos ante las tribunas.
Y a los ojos del mundo—el otro gran mundo que no se deja deslumhrar por giros oratorios más o menos pomposos y rutilantes—,
l a verdad, la terrible verdad, seca y escueta, no es más que una:
la realidad sencilla y severa—como se viste siempre la realidad—, pero
trágica y dolorosa y patética, como es la realidad misma también.
Y la realidad—violento sarcasmo—es que mientras aquí, tranquila
y despaciosamente, como si la resolución no urgiera, se discuten fórmulas conciliadoras, se ensayan disculpas, se redactan notas y más
Dotas diplomáticas, allá, en el Extremo Oriente, arden las ciudades
bajo el fuego de las bombas imperialistas, caen los hombres por ceir
tenares bajo el granizo de la metralla de una cacerfa técnica, inesquivable; cunde la desesperación en un pueblo de cuatrocientos cincuenta
millones de habitantes, indefenso, desamparado, con escasa íe y a en
una humanitaria justicia superior.
L a realidad ea que mientras aquí, en la tribunas ginebrínas, tm
delegado balbuce todavía vanas excusas pacifistas, su nación, con verdadero ultraje de todos los derechos, va ocupando uno a uno todos los
objetivos que su voracidad de ave de rapiña fué fijando de antemano.
¡Por e! imperio de la fuerza! [A despecho de todos los dolores de los
de allá! ¡Contra todas las suaves advertencias y notas diplomáticaa
ambiguas de los de acá!
No, no; es preciso, es ineludible, es urgente comenzar a delimitar
campos, a decir en alta voz lo que entre dientes murmuramos en secreto, a alzarse contra todas las hipocresías, contra todas Jas argucias, contra todos los engafíop. No más asentimientos tácitos a obscuras jugadas de ajedrez internacional; no más jaqves-mate arteramente
urdidos en la sombra. Sin fe alguna en esa Conferencia del Desarme,
a los oídos de los pueblos, liis palabras de sus representantes empiezan
a sonar ya a engaño, a argucia, quizá, quizá a sangrienta burla, a sarcasmo. Ahora, en esta hora de tremenda crisis de todos los valores
morales; ahora, cuando, uno a uno, periclitan y se tambalean todos
los ideales; cuando más urgente, más perentorio es inyectar al mundo
semidesquiciado el suero benéfico de una fe en algo grandioso, capaz
de sastenerlo en lo que pueden ser sus últimas convulsiones, no puede jugarse con él al peligro.so juego de las diplomacias.
Si nada positivo para la Humanidad ha de s.ilir de ese inmenso
cuadrilátero ginebrino, donde por centenares se alinean los políticos,
los técnicos, los consejeros, los periodistas de todas las nacionalida-
El fanlasma ensangrentado de la Guerra sigue restando volor. Quitando eficacia o todos los argumentos, o todas las orgucías, o toóos los
fórmulas foriadas en este mar de cerebros reunidos en Ginebra con
el mismo unánime afán pocIBcodor
des, al menos, en bien de esa Humanidad anónima que clama por la
paz. que dentro de él, claras y precisas, resuenen las palabras sinceras que responden a íntimos y claros pensamientos; que las conciencias, con todas sus claridades o con todos sus torvos vericuetos, se alcen frente a ese fantasma de la guerra, rígido espectro que hoy preside las tareas de la paz, por encima de todo el aparato solenine de
sus sesiones, de esos carillones de los templos que quisieron entonar
eí ntagnijicat de unas Vísperas gloriosas, de esos cohetes zigzagueantes que, como preludio de la (buena nneva», rubricaron el cielo con sus
ígneas cabelleras,
EosA ARCINIEGA
Concurso-campeonato de Pasatiempos
Núm.
42
¡ C ó m o traía los Q\OS.I
Núm. 4^
POR ENRIQUE MARIN
¿Qué rezas irnlre dientes?
Niin), 47
Siempre están luchando a traición
JVCTA
Tí
CORRESPONDENCIA
M. C , de Madrid: Como el pez en el
a g u a . — L . M., de Madrid: F r a c a s ó l.i primera p a r l e . - G . T . , d i Sevilla: El pobre
iba descalzo.—M. T , , de Málaga: Esa
temperatura e s d e í k i o s a . — V. M., de B a r celona: El es de Almería y Yo de Granada, pero nuestra amistad ex casi deísd^ la
oiftM.—E^^._^
.
N ú m . 43
T e quedaste en los huesoR
1000
^-
MASAY
rtum.
45
[QUÉ ciiHco me dio!
TTW^TTTT
1
wr^v^^^L
RINOCERONTE
N ú m . 46
l N o asustes a las pobrccitas niñasl...
r/¿: ca/r//^r///k-a
Gsomas
Concurso de Pasaliempos
NUEVO
MUNDO
N.' 3
PRIMER TRIMESTRE. tD32
N O T A . Es
i n ú t i l que se
noíi pidan aclaraciones de determinados pa&atiemp o s ,
pues no las hem o s de dar, como no fuese en
una Nota para
conocimiento
de todos los solucionistas.
CAlCriTA-EE
Núm. 48
¡Sigues protegiendo a tu madre?
Tres
notas
de
la
vida
en
Madrid
El ministro de Instrucción Pública,
don Fernando de los Ríos, con a l gunos de los personalidades qua
asistieron a \a inauguración, que
se celebró el sábado, del Instituto Nocional de Física y Química^
en Madrid
El presidente del Consejo, señor
Azaña, en el aclo de constituirse
el Patronato pora la administración de los bienes de la CompO'
nía de Jesús. Forman este Potronato representantes de tos voríos
ministerios
Los ministros socialistas Fernando
de los Ríos, Largo Caballero e Indalecio Prieto, con el Comité N a cional de la Unión General de
Trabajodores, reunido recientemente poro trotar del grave problema ferroviario
FOTS. VIDEA
—^
Ifn daJor inainnitlcanle fe moie.ifa lo atiBeitate para hacerle buscar ita remedio
tScBX. Pruebe e! moderno
preparado,
LAPiZ
TEÜMOS'AN
Eiouatt) A r a r / / o de eataeionantienia
del
OÓLOfíaon
leaitrHculaciones.
Deíialoje
Ifn mdeaioao
tiuesped apHcándoae
el
LÁPIZ
TERMOSAN
Ba corriente la TOPTICOUS
duronlt
invierno.
Acuda pronto a
remediarla
con el
LÁPIZ
TEPMOSAN
Criando la BRONQUITIS
y
fíSSFJftADOS noa molestan día traa día y amenaza una CONOi:&TION. hay Que combatirio con inaisienciB. Un remedio
fácil
¥ íxguro. el
lAPIZ
TEPMOSAN
Por precauciones que se tomen y por
mucho que nos abrlouemos. hay que
rendir tributo a las molestias que e l
frío y la humedad aportan lodos los
inviernos. Con desagradable constancia, a los primeros trios, el DOLOR EN
LA ESPALDA, PECHO, BRONQUITIS y
otros, hacen su aparición hasta que al
llegar la primavera desaparecen. Esto
no quiere decir que debemos aceptar
estas molestias como fatales, cuando
existen preparados como e' L Á P I Z
TERfrtOSAN, de tan buenas cualidades
para curar y aliviar dolores. No sola-
Loa txcesoa de los deportiataa gae aa
traducen tn dolore-i por iodo el cuerpo.
íe combaten coa el
LAP/Z
TEÜMOSAN
mente para los de origen REUMÁTICO y
CIÁTICA si que también para NEURALGIA, TORCEDORAS, DOLORES M U S C U LARES, producidos por exceso de trabajo, el andar largas Jornadas y los
deportes. Para todos está Indicado el
uso del LÁPIZ TERMOSAN cuya presentación completamente nueva hace qua
el preparado sea sumamente cómodo
y práctico de aplicar, pues para su
uso no se necesita
ninguna preparación previa.
TERHOSAN
SL' wr.d.- vn Miidrid: P»,;nac,a ( » J . J « S O . - Sevlllñ! K-rrós, üiJ. - V a l c i K i a : Uai^ir Gorosfefiui. - Z a r a g o z a : Hii^víí y Choiiz
Bilbao: ¡iiiríiniiiarún.
- Murcin: Drofiuvrhi A y u s o . - O v i e d o : Cvñol tj O u r r i » ¿altymi. ylc. y vntoátii^ los pnncípotes
farmalios o O-trin.s ,if luipvcifk-fís ti •í.2.1 ptus, e¡ tubo- Dv ¡ií> .-jn-.i/jínjrJo i-fi au fannaaii.
pídalo <ií dopostlo gf.-ucra¡ p.jrtí í-^paña
y Amériía
yiiimón Snítr Colh- Ptiris. 174. fíorcí-Uma, vtmtni vtu'io iff SU tmporU- por fíiro pontitl o sW/os corivo. boHctIc totk-tos
firatis.
LA TISIS PUEDE
SER CURADA
i>-
liíjaiua^üPtna
22 de febrero...
^ O L O te queda anos dfas para
obtenrr au blllelc par^ tnslateire. con obieto d< aaistir « la
díclmo'OCtava Feria de Indastrias
BrílániciB. que s t inaugura el 22
de Febrero de 19S2.
Cn esia Feria enconlrarfi uaied la
exhibicián mia compleía de nueatros artículos, que lamda se ha
preaeniado
Como comertiame moderno, no
puede ualcd prescindir de aaiailr
BRITISH
tos tcrrocarriiea Ingleaes conceden facilidadeo a los viajeroft. y
¿sios pueden informarse respecto
a Ua miamas en los diarinlos
punios de panidfl.
íí-
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WMITE CITV 13 Pctintfo - 8 Marzo
(Sccd6n d* la tndiitltl'a TcstU)
A u n q u e parezca maravilloso, después de siglos de tentativas Infructuosas, u n a curación p a r a la Tisis h a sido, por (in, encontrada. Despuí^g
de \ einte años de investigaciones sin limites y ensayos e n su laboratorio, el ahora renombrado especialista D r . D e r k P , Yonkermanj ha descubierto un especifico, el cual h a curado la mortal Tisis, a u n e n los periodos m á s avanzados. En muchos casos, aunejue todos los otros remedios experimentados hablan fallado y cambioa d e clima n o podían impedir el progreso de U enfermedad, este maravilloso específico h a probado finalmente su poder en curar.
Cualquiera q u e p u e d a ser su posición en l a vida, si usted tiene Tisis
o sufre de Catarro, Asma, Bronquitis o cualquiera o t r a enfermedad d e
l a garganta y los pulmones, esta curación está a s u alcance, pues es u n
t r a t a m l c n l o domestico que u o n e c e s i t a interrumpir de ninguna m a n e r a
t u s ocupaciones d i a n a s . Investigue por si mismo s u poder curativo.
a la Perla de 1933; le qAieda poco
tiempo y le acanselamoa una decnlón inmcdiaia.
B I F B I F BU • BI
no
Urinarias
Lo más eficaz, cómodo,
(Ambos sexos)
y económico.
Mande solamente su n o m b r e y dirección a l a D « r k P . Yonkerman
Co., L t d . , D e p a r t a m e n t o A-3f 6,118/120, Fteet Street» Londres E. C,4.
Inglaterra, y la Compai^la le m a n d a r á un libro instructivo, describiend o d e t a l l a d a m e n t e la Tisis, Bronquitis, Asma, C a t a r r o y o t r a s enfermedades aliadas d e la g a r g a n t a y de lo3 pulmones.
No vacite ni se d e m o r e si u s t e d tiene alguno d e los síntomas d e U
Tisis. Si usted tiene C a t a r r o crónico. Bronquitis, Asma, dolores en
el pecho, n sfrio en los pulmones, o alguna enfermedad de 1» garganta
o d e los pulmones, escribanos h o y p o r el libro gratis y ocúpese a n t e s
d e q u e sea demasiado t a r d e .
Si
rápido, reservado
s i n lavaiea. Inyecciones ni otraa moleatlna, y sin que nadie ae enlere, sanará rAi>IdsmCflfa
de la blenorrajiia, gonorrea <irotB mllllarl. clstlHa, prostatltls, leucorrea ifluloa blanco* de
les s e ñ o r a s ) y d e m á s entennedades de las vías urinarias, en otnbos sexos, p o r a n l l s u o s y
rebeldea que sean, loinando, durante unas aemonas, cuatro ú cinco Cacheta Collaxa por
dfa. Calmen los dolorca ai momeaio y evitan compUcoclone» y recaídae. Pidan (OIIBIM
gralla i A. a o r c l s . Alcalá, 8fi. Madrid. Precio: t6.2& peaaiaa.
DEBILIDAD
[• M AGOTAMIENTO
LOS HOMBRES DE MUS DE 4 0 k U l
VINO V JARABE
Deschiens. h Hemoglolnnft
Los Médicos proclaman que «ste Hierro vilal de la Sangre es muy anperlov
a la carne cruda, a los ferruginosos, etc — Da salud y íuerza.'— MRIS^
Dr. Beainié, i6. Rué Bafln, París,
BIVVlMt BtHGUE
Ottroolod racitoal tjü»
m GOTA-REUMATISMOS
NEURALGIAS ,
se quejan con írecuencla de la disminución de su virilidad (Neuraslenia sMUal).
Gn la mayoría de los casos, el dlagnóslí'
co de] medido dice; Disminución o bien
cese de la función de las gUndulaa de
secreción inlerna. Dele aslzá a so cuerpo
las fiafmonaa 4c T i t i l a Hlpoplilsfs
t a n n e c e s a r i a s p a r a el c a e r p » Itaniaao, q u e p o r p r i m e r a v e z s e « n c a « a Iran en forma s t a n d a r d a s e p i r a d a
en l a s « f e r i a s TUae*.
L A S tPl^ftLAS T I T U S » aprobadas
por la dencia como preparado combinad o irolenslvo, considerando todas las
posibilidades del anmenlo potencial del
nedicamenlo, son el resultado de deee>
nios de experimentos del famoso sabio
espedaliíado en la ciencia sexual, Conseiero de Sanidad Dr. M a r n n s Hlrsclf(cid. La preparación de las • P e r l a s Tl>
tuB> se efectúa bajo constante control clínico del iBsHtnio d e C i e n c i a s s e x n s l e s
de ilcrKn. Instruyase usled primeramente sobre el íuncionamienlo de los órganos humanos por los numerosos cuadros
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Demostración eráfl<:a .
versos componcnles <te las«l
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ejercen su inílaercla