algo pasa con

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algo pasa con
algo pasa con
santiago
Lo normal era salir corriendo. Quedarse apenas el tiempo justo para dormir el ‘jet lag’ y
continuar rumbo hacia aventuras más prometedoras en la naturaleza remota
de la Patagonia o del desierto de Atacama. ¿Acaso no es eso lo que buscamos en Chile?
Últimamente, sin embargo, las cosas están cambiando...
Texto: Gema Monroy
Fotos: Nils Preston Schlebusch
Poemario de alquitrán.
El rostro y los versos de Pablo Neruda
ilustran los muros del barrio bohemio de Bellavista, donde se encuentra
su casa museo, La Chacona, a los
pies del cerro San Cristóbal. A la
izquierda, parte del skyline que crece
en la avenida Costanera, símbolo
evidente del boom económico chileno.
E
En mi primera visita, a finales de los años 90, estuve en
Santiago 27 horas. Fui a la Chascona, subí al cerro y me
sobraron diez. La segunda vez fueron siete, pero me faltaron dos. Me empeñe en regresar a la casa de Neruda y uno
de los habituales atascos casi me hace perder el vuelo. La
conversación con el taxista, sin embargo, mereció la pena.
Acababa de morir Pinochet. En esta última ocasión me
quedé casi una semana y habría necesitado otra para hacer
todo lo que tenía planeado. O al menos una tarde más para
regresar a esa terraza de Lastarria donde dejé a mis amigos
con una botella de vino a medias. Santiago acababa de ser
nombrada ciudad del futuro de Latinoamérica y uno de los
destinos indispensables de esta década.
Supongo que a las ciudades introvertidas y de pocas palabras, igual que a las personas, se las aprecia respetando su
ritmo y sus silencios. Por supuesto ayuda que te la presente
alguien que la conozca bien. Si no, a veces no hay manera.
Por lo menos eso es lo que
ocurre en Santiago donde,
Fragmentos urbanos. A la izquiersi no tienes tiempo para
da, entrada al Centro Cultural Gabriela
ella, si no estás dentro o
Mistral, el GAM, en Lastarria. Abajo, el arconectado a las redes sociaquitecto Albert Tidy en un café del barrio
de Bellas Artes y el centro cívico de Santiago.
les, a primera vista parece
que no pasa nada. Tan sólo
coches. Esa timidez, porque no es otra cosa, puede
que sea porque sabe que no
es especialmente guapa. No
carece de atractivos, desde
luego, pero la suya es esa
belleza arbitraria propia de
los lugares moldeados por
los terremotos. Aunque hay
días, cuando el cielo se despeja y los Andes aparecen
al final de cada calle, que es
imposible no admirarla.
Además, se nota que
las cosas le van bien y se
está cuidando. Puede que
no sea Buenos Aires, ni Río
de Janeiro, ni siquiera São
Paolo pero, infinitamente
más segura que cualquiera de estas, Santiago escala posiciones en las listas de ciudades con mayor calidad de vida y
prosperidad –la tercera de Sudamérica, tras Montevideo y
Buenos Aires– con la misma agilidad con la que hace crecer
el skyline en la Nueva Costanera. Lo llaman ‘Sanhattan’. El
pasado mayo, la Torre Santiago, de 300 metros, se convirtió
En los últimos años Santiago escala puestos en las listas de
ciudades con mayor calidad de vida y prosperidad con la misma
agilidad con la que levanta rascacielos
chapuzón en ‘sanhattan’.
Desde la piscina de la azotea del
W Santiago, en lo alto de una torre de
cristal, la vista se extiende sobre los
tejados del exclusivo barrio de Vitacura
(‘piedra grande’ en lengua mapuche)
y el club de golf Los Leones. En los
últimos 15 años se han construído varios
rascacielos en esta zona de negocios.
No es tan plana como hace creer a primera vista. Dentro de
su aparente simplicidad, Santiago es un caos de sensaciones
país de letras. Nicolás López, siempre on line,
en la azotea del W Santiago. A la derecha, Mile y Ciara
en la puerta de la librería MilAires, en la elegante
avenida Alonso de Córdoba y, a la izquierda, su interior.
abre tus ojos. Entrada al
Centro Cultural que hay en
los bajos del Palacio de la Moneda,
sede del gobierno. A la derecha,
la diseñadora Juana Díaz con una de
sus ‘prendas del futuro’, elaborada con telas e hilos reciclados.
en el edificio más alto del subcontinente. Su autor es César
Pelli, el de las Petrona Towers de Malasia. Cuando se finalicen las obras tendrá un mirador en la cúspide, al estilo del
Empire State, y 128.000 m2 de oficinas. A la sombra del
gran rascacielos crecen las otras tres torres que formarán
el megaproyecto Costanera Center. El indispensable centro
comercial, seis pisos (otro record) de boutiques exclusivas,
restaurantes y ocio, ya está en funcionamiento. Y las congestiones de tráfico que esto provoca dejan claro que urge
la necesidad de puentes y túneles y las ganas de gastar. Si
quieres hacer negocios, sobre todo digitales, estás en buen
lugar. De hecho, en el 12º mejor del mundo según el proyecto Startup Genome (startupcompass.co), por delante
de Seattle, Berlín o, por supuesto, Madrid.
“Pero lo más interesante es que en Santiago se está desarrollando una oferta muy rica que no está orientada solamente a los negocios, que es con lo que se suele asociar a
la ciudad”, me cuenta Rodrigo Giadalah, uno de los socios
propietarios del Lastarria Boutique Hotel. Su hotel, en una
preciosa mansión de 1927 del barrio de Lastarria, en pleno
centro, es un buen ejemplo: solo 14 habitaciones repletas
de gratos detalles y una piscina rodeada de árboles. En las
casonas vecinas, góticas y de principios del siglo pasado,
raro es el mes que no abre un café gourmet o el taller de una
cooperativa de diseñadores. Recuperación del Patrominio
son las palabras de moda estos días en Santiago. A las
revistas de viajes y tendencias de todo el mundo nos llegan
noticias de fábricas moribundas y edificios históricos,
café extra dulce.
O más bien picantón,
en los cafés con piernas.
A la izquierda, el
fotógrafo Julio Donoso
en bici por el nuevo
parque Bicentenario.
¿Qué ciudad del mundo puede presumir de tener un
cerro plantado en el medio, realmente dos, y un castillo en lo
alto? En Nueva York, esto facturaría millones
en vogue. Una ‘plantación de coches’
da la bienvenida al Museo de la Moda,
en Vitacura, emplazado en la que fue la casa
de la familia Yarur Bascuñán.Su heredero, Jorge Yarur, atesora aquí una colección
de piezas de vestuario única en el mundo, pero la casa en sí misma es una joya.
incluso de los que levantan ampollas, recuperados para el cuadrado. “Si estuviera en Madrid o en Londres, este sería
arte y la cultura y rara es la edición de nuestra ‘Hot List’ en el centro de las tendencias”. Yungay siempre fue el barrio
la que no aparezca un nuevo hotel boutique de Santiago, más europeo de Santiago. El de los progres e intelectuales
como lo fue este año el Lastarria. O como anteriormente adinerados, pero la idiosincracia de la ciudad y los terrelo fue The Aubrey, justo al otro lado del río Mapocho, en motos hicieron que sus habitantes se mudaran a Ñuñoa,
Bellavista, muy cerca de la casa de Neruda. Mientras, en las a Providencia, luego a Las Condes, a la Dehesa, siempre
sobremesas de los clubs gastronómicos, hace tiempo que, hacia la cordillera. Cuanto más al este, mejor.
entre copa y copa (de vino chileno, claro), se comentan los
“Ten en cuenta que en Santiago todo cambia constanavances de un joven chef, Rodolgo Guzmán, que se pierde temente. Esta es una ciudad con poco arraigo. La gente se
con los mapuches recolectando los regalos de la tierra. De muda en busca de los mejores barrios, que cambian cada
repente, Santiago despierta interés internacional tanto entre 30 o 40 años”, el arquitecto Albert Tidy me intenta explicar
los indies –¿tienes el nuevo de Anita Tijoux?– como entre los mapas físicos y emocionales de su ciudad, mientras
los locos del esquí, sobre todo del extremo, que han descu- paseamos por las calles de Bellas Artes y en torno a la
bierto la posibilidad de hacer heli-ski a sólo 40 minutos de plaza de Armas. “Bellas Artes es un lugar de encuentro, un
la capital. A una hora en la otra dirección, la playa, el mar. zoológico humano, y uno de los pocos lugares donde sentir
El agua está helada, pero hay buenas olas para surfear.
la historia. Uno va caminando y parece que está en los años
“Creo que esta efervescencia
social y cultural podría compararse a la de la España de los años
80”, opina el cineasta Nicolás
López. Nicolás, que nacía en torno
a esas fechas, se siente como en
casa en el lounge bar de la azotea
del hotel W, el “Doble B”, en bermudas y zapatillas y con su inseparable portátil. Aquí se rodaron
escenas de su tercer largometraje
Qué pena tu vida (2010), una película sobre los amores en tiempos
2.0. La rodó con una cámara de
fotos y la promoción se realizó en
las redes sociales. Fue la comedia
romántica más vista de 2010, más
que los grandes éxitos de Hollywood. “Hoy en día todo sucede en
twitter, las fiestas, el nuevo lugar
al que ir...”, me asegura Nicolás.
En Chile los usuarios gastan 11
horas a la semana en internet, ocho
espacios comunes. Recorrido por las tendencias de los años 80 en el Museo de la Moda y exterior de
Matucana 100, una de las apuestas culturales que están ayudando a revitalizar el barrio de Yungay.
de ellas en las redes sociales.
El nuevo lugar al que ir estará
escondido en un patio del barrio de Italia, en Lastarria, y en 50 ó 60”, se emociona al conducirme por en interior de las
el barrio de Yungay. Hace una década, a nadie de Las Con- galerías comerciales que surcan el centro y que vivieron
des se le había perdido nada decente en el barrio de Yungay. mejores tiempos. Solían contar con las mejores boutiHoy, cualquier fin de semana, un buen plan es ir a ver ‘qué ques, pero ya solo quedan zapateros, corseterías, pequeñas
onda’ por Matucana 100 o al teatro, y luego ir a cenar al joyerías y tiendas de juguetes medio decadentes. Fuera,
Zully, que ahora estrena barra de sushi y escenario de jazz, en la calle peatonal, están los famosos cafés con piernas,
o a la Peluquería Francesa. Con sus innumerables recove- “Somos un país muy creativo”, bromea Tidy, “hemos sido
cos, la Peluquería Francesa siempre es divertida. También los únicos capaces de vincular el café con el sexo”. En los
de día, con un café y el periódico junto a la ventana. Incluso cafés con piernas las chicas, vestidas con ajustadísimas
puedes cortarte el pelo, caballero (la peluquería funciona minifaldas, te reciben con besos y enseñan el escote con
desde hace 144 años), o comprar lo que se te encapriche de picardía al servirte el café. La cosa no pasa de ahí, el gozo
la decoración, pues casi todo está a la venta. En los edicios es secundario, pero hace las delicias de los oficinistas de la
anexos han abierto una tienda de productos orgánicos y zona y de los viajeros en busca de sitios curiosos.
otra con las antigüedades recuperadas de los inmuebles. La
Las tiendas de toda la vida y los edificios oficiales van
peluquería edita, además, un mapa con rutas por el barrio. dando paso a las librerías y a las vinotecas de autor según
“Desde el punto de vista urbanístico, Yungay es un tesoro”, nos acercamos a Lastarria. En la puerta del Centro Cultural
dice Cristian Lavaud, uno de sus propietarios, heredero del Gabriela Mistral (GAM), Sergio Parra, dueño de la librería
negocio original. Reúne la mayor concentración de museos Metales Pesados, me pone al día. “Aquí viven académicos,
(nueve en cinco cuadras) y centros culturales por metro músicos, intelectuales contestatarios, y ahora también
A las revistas de tendencias nos llegan noticias de históricos edificios moribundos aprovechados por la cultura y rara es
la edición de la ‘Hot List’ sin un hotel boutique de Santiago
hablarán de nosotros.
Este konzo (un pescado de Isla de Pascua)
a la caja de sal, es una de las creaciones de Matías Palomo Reyes, a la derecha,
sentado en el patio de su restaurante
Sukalde junto a los chefs Rodolfo Guzmán,
con delantal, y Tomás Olivera.
una casa de cuento. The Aubrey se
aloja en la antigua mansión de un magnate
del ferrocarril a los pies del cerro San Cristóbal
y fue el primer hotel boutique de Santiago.
A la izquierda, cócteles en el bar de la azotea
del hotel NOI Vitacura, y aperitivos italianos.
cultura para el pueblo.
La inauguración del GAM, el Centro
Cultural Gabriela Mistral, en 2010, ha sido
clave para la revitalización del barrio de
Lastarria. Se rescata así la función original
para la que fue construido durante la
presidencia de Allende. Hoy, como entonces,
en la recuperación del edificio han participado artistas chilenos.En la imagen, el
mural que realizó José Venturelli en 1972.
Esta es una ciudad cambiante y con poco arraigo.
Lo que una vez estuvo ahí, a la vuelta de la esquina, puede que
días, horas después, simplemente haya desaparecido.
jóvenes ejecutivos y extranjeros que aprecian la oferta del
barrio”. La apertura del GAM fue crítica en la metamorfosis del barrio, que cuenta también el magnífico MAVI
(Museo de Artes Visuales) y un eje gastronómico en ebullición. Ahí está el mítico cine y el Café el Biógrafo, escenario
de batallas verbales y de la ‘campaña del no’ del 89, recién
recuperado, aunque sin la chimenea junto a la que Sabina
pedía otro whisky. Y en esa mansión de la esquina van a
abrir un nuevo hotel boutique. Los edificios abandonados
cobran vida y los vecinos del barrio colocan flores en sus
ventanas de forma espontánea. Un solo vistazo a los nuevos
restaurantes abiertos en los últimos meses evidencia que la
gastronomía chilena, protegida por el éxito de sus vinos, ha
perdido el miedo. Cocina de mercado, producto autóctono.
“En Chile la cocina es muy sencilla, pero también tiene
sus atractivos”, afirma Tomás Olivera, “y mucha riqueza
regional”. El cocinero del Bicentenario realiza una cocina autóctona, honesta, con toques de nostalgia, en la que
rescata recetas tradicionales utilizando técnicas modernas.
“Dame unos porotos con un buen trozo de carne o una
rica cazuela”, continúa, “pero con una bonita puesta en
escena, en una buena vajilla, con un buen servicio”. Cocina
de siempre en mantel blanco. Olivera, que lleva años de
éxito en su restaurante de Valparaíso, acaba de abrir local
en la ‘milla de oro gastronómica’ de la Nueva Costanera,
en la elegante Vitacura, muy cerca de los ‘laboratorios’ de
dos buenos amigos: Matías Palomo Reyes, de Sukalde, y
Rodolfo Guzmán, de Boragó. Guzmán ya juega en la liga
de los 100 mejores chefs del
mundo. Lo suyo es cocina tranquila bohemia. La Peluquería
de recolección y trata de Francesa está llena de rincones y objetos con
historia. Es uno de los locales más caracrepresentar en el plato lo que
terísticos del barrio de Yungay. Abajo, su
sucede en la tierra. Matías fachada y el poeta Sergio Parra a la entratambién está a la altura. Dice da del Centro Cultural Gabriela Mistral.
que describen su restaurante
como “rico y raro”. Peculiar,
diría yo. Y es que a Matías le
gusta despistar, sobre todo
con los postres.
“Me costó que me gustara mi ciudad”, me confiesa
la diseñadora Juana Díaz
mientras me ayuda a probarme una de sus prendas obras
de arte, hechas enteramente
con retales e hilos sobrantes de otras colecciones. Son
los tejidos del futuro, con
los que recorre pasarelas
y centros de arte de medio
mundo. “Es cierto que Santiago es una ciudad difícil y
desigual,”, reconoce, “pero
ahora tiene muchas zonas
para descubrir caminando, como el barrio Italia o Matucana, y luego está el cerro, cada día más cuidado. Y cuando
llueve esta ciudad es un sueño, porque la cordillera se te
viene encima. Ojalá a los que lean este artículo les toque un
chaparrón durante su visita y suban al cerro, donde está la
Vírgen, y puedan contemplar este panorama”.
por amor a la salud
Esther (izquierda) y Mariam
(derecha) practican una
cocina sana y equilibrada. Además, cabe la posibilidad
del envío a domicilio o incluso
de alquilar el local para
un ‘brunch’ extraordinario.