Música y cine Fabio Luisi Till Fellner Myung
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REVISTA DE MÚSICA Año XXII - Nº 218 - Abril 2007 - 6,30 € Año XXII - Nº 218 - Abril 2007 - 6,30 € DOSIER Música y cine ENCUENTROS Fabio Luisi ACTUALIDAD Till Fellner Myung-Whun Chung DISCOS Referencias: Una vida de héroe JAZZ Michel Camilo AÑO XXII - Nº 218 - Abril 2007 - 6,50 € OPINIÓN CON NOMBRE PROPIO 2 Funciones musicales en el lenguaje cinematográfico Ana Vega Toscano Till Fellner 6 Blas Matamoro Myung-Whun Chung Bruno Serrou 18 ACTUALIDAD NACIONAL 46 ACTUALIDAD INTERNACIONAL 58 Guzmán Urrero Peña David Rodríguez Cerdán José Luis Pérez de Arteaga Fabio Luisi Franco Soda EDUCACIÓN Pedro Sarmiento Juan Antonio Llorente JAZZ Discos del mes SCHERZO DISCOS Sumario DOSIER 113 130 ENCUENTROS ENTREVISTA 65 126 27, son 27 Daniel Barenboim 64 122 La música de cine en España AGENDA 10 118 John Williams y Jerry Goldsmith: vidas paralelas Rafael Banús Irusta 8 114 Música en la frontera 140 Pablo Sanz 142 LIBROS 144 LA GUÍA 138 CONTRAPUNTO Música y cine 136 Norman Lebrecht 144 Colaboran en este número: Javier Alfaya, Julio Andrade Malde, Rafael Banús Irusta, Emili Blasco, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón, Jacobo Cortines, Rafael Díaz Gómez, Pierre Elie Mamou, José Luis Fernández, Fernando Fraga, José Antonio García y García, Juan García-Rico, Mario Gerteis, Juan Antonio Gordón, José Guerrero Martín, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Alfonsina Janés, Norman Lebrecht, Juan Antonio Llorente, Fiona Maddocks, Santiago Martín Bermúdez, Leticia Martín Ruiz, Joaquín Martín de Sagarmínaga, Enrique Martínez Miura, Aurelio Martínez Seco, Blas Matamoro, Erna Metdepenninghen, Marco Antonio Molín Ruiz, Miguel Morate, Juan Carlos Moreno, Antonio Muñoz Molina, Rafael Ortega Basagoiti, Josep Pascual, Enrique Pérez Adrián, José Luis Pérez de Arteaga, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Francisco Ramos, Arturo Reverter, Barbara Röder, David Rodríguez Cerdán, Jaime Rodríguez Pombo, Leopoldo Rojas-O’Donnell, Stefano Russomanno, Carlos Sáinz Medina, Ignacio Sánchez-Quirós, Pablo Sanz, Pedro Sarmiento, Bruno Serrou, Franco Soda, Christian Springer, José Luis Téllez, Guzmán Urrero Peña, Asier Vallejo Ugarte, Claire Vaquero Williams, Pablo J. Vayón, Ana Vega Toscano, José Luis Vidal, Albert Vilardell, Carlos Vílchez Negrín. Traducciones: Rafael Banús Irusta y Blas Matamoro (alemán) - Enrique Martínez Miura (italiano) - Barbara McShane (inglés) - Juan Manuel Viana (francés) Impreso en papel 100% libre de cloro PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: por un año (11 Números) España (incluido Canarias) 65 €. Europa: 100 €. EE.UU y Canadá 115 €. Méjico, América Central y del Sur 120 €. Esta revista es miembro de ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, y de CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos. SCHERZO es una publicación de carácter plural y no pertenece ni está adscrita a ningún organismo público ni privado. La dirección respeta la libertad de expresión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de los firmantes, no siendo por tanto opinión oficial de la revista. Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España. 1 OPINIÓN OPINIÓN EDITORIAL 2 MÚSICA Y CINE H acía tiempo que SCHERZO no dedicaba un espacio amplio a la música del cine, a reflexionar sobre un aspecto de nuestro arte ligado al que ha sido el fenómeno cultural más importante del siglo XX. Y han sido muchos los lectores que durante los últimos meses nos han pedido que lo hiciéramos, que era un buen momento para ello, pensando seguramente en que se están produciendo cambios generacionales y de estilo en la música cinematográfica que piden un cierto análisis desde el presente pero mirando igualmente al pasado y al porvenir. Por eso nuestro dosier de este número. La música de cine no empieza sólo con el mero acompañamiento casi anónimo, puro ritmo al servicio del movimiento de las imágenes, puesto que ya sabemos que todo un Saint-Saëns aportó su prestigio, aún en 1908, a un invento todavía en mantillas. Desde entonces hemos asistido a la especialización —a la fuerza, como les ocurrió a los emigrados europeos que huyendo del terror nazi arribaron a Hollywood—, al nacer y crecer de talentos que dirigieron directamente al cine todo su esfuerzo y así hasta una última generación de autores en la que se mezcla la influencia de los grandes maestros con la incorporación de nuevas técnicas sonoras que hacen de sus obras, a veces, más telón de fondo de la acción que subrayado de las emociones que ésta provoca. Esa suele ser la gran duda que acompaña a esta música para la pantalla hasta qué punto debe inmiscuirse en eso que el cine y su lenguaje debieran ser capaces de conseguir por sí solos. Es un poco lo mismo que cuando se acusaba a determinados directores de ser demasiado literarios, como un baldón que mostraba su cultura pero ocultaba sus defectos como cineastas. Las pasiones deben surgir de la pantalla no de los altavoces que la rodean. Pero también es cierto que —un poco como la ópera— el cine ha dado en ser un espectáculo total en el que todo tiene cabida, y la música entre ello. Y a veces como elemento, incluso, que ayuda a las mejoras técnicas: ahí están los cada vez más sofisticados equipos sonoros que prometen “el cine en casa” y que basan parte de su atractivo en su posibilidades reproductoras de ruido y música. El resultado de sumar nombres como Korngold, Herrmann, Prokofiev, Ibert, Williams, Shostakovich, Goldsmith, Rota, Delarue o Morricone —por citar sólo algunos— revela el camino de ida y vuelta entre cine y música, la aportación del escenario sinfónico a la pantalla y cómo ésta ha devuelto a la cultura cotidiana de mucha gente muestras señeras de arte musical. Quizá el peligro hoy sea justamente, y en contra de ese camino fructífero, exagerar la funcionalidad, limitarse demasiado a unos acordes preestablecidos, a unas referencias conocidas que a veces bordean el plagio, a un código de señales demasiado fácil entre el músico y el espectador. Por no hablar de otro riesgo en aras de la economía: el uso de lo que llamamos música clásica como fondo. De los grandes maestros, de lo ya conocido. No. El cine debe seguir suscitando la imaginación de creadores nuevos, siendo mientras pueda el motor de muchas otras cosas que tienen que ver con él, es decir, con un arte vivo y popular. Sirva también este dosier para rendir homenaje a uno de los grandecs compositores para el cine, cuya trayectoria estuvo marcada por los acontecimientos trágicos que siguieron al ascenso al poder de los nazis y que le hicieron tomar el camino del exilio y dar a su carrera un giro insospechado: Erich Wolfgang Korngold, de cuya muerte en Hollywood se cumplen cincuenta años en este 2007. OPINIÓN REVISTA DE MÚSICA / 1 4 �+'. $ 5 +' / 24 $ 6* 18 $xR;;,,1$EULOĄ $xR;;,,1$EULOĄ 0 Diseño de portada Argonauta Foto portada: Monika Rittershaus DOSIER Música y cine ENCUENTROS Fabio Luisi ACTUALIDAD Till Fellner Myung-Whun Chung La música extremada UNA CEREMONIA DISCOS Referencias: Una vida de héroe JAZZ Michel Camilo Edita: SCHERZO EDITORIAL S.L. C/Cartagena, 10. 1º C 28028 MADRID Teléfono: 913 567 622 FAX: 917 261 864 Internet: www.scherzo.es E mail: Redacción: [email protected] Administración: [email protected] Presidente Santiago Martín Bermúdez REVISTA DE MÚSICA Director Luis Suñén Redactor Jefe Enrique Martínez Miura Edición Arantza Quintanilla Maquetación Iván Pascual Fotografía Rafa Martín Secciones Discos: Juan Manuel Viana Educación: Pedro Sarmiento Jazz: Pablo Sanz Libros: Enrique Martínez Miura Página Web Iván Pascual Consejo de Dirección Javier Alfaya, Manuel García Franco, Santiago Martín Bermúdez, Enrique Pérez Adrián, Pablo Queipo de Llano Ocaña y Arturo Reverter Departamento Económico José Antonio Andújar Departamento de publicidad Cristina García-Ramos (coordinación) [email protected] Magdalena Manzanares [email protected] DOBLE ESPACIO S.A. 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Un poco antes de las siete, el domingo por la noche, los músicos van llegando a ella en pequeños grupos o de uno en uno, cargados con sus instrumentos. Algunos bajan de un taxi: otros, los más, salen del metro, de la estación de la calle 51 y Lexington. La oscuridad desierta y el frío de la calle contrastan enseguida con el interior cálido de la iglesia, con la animación del público y las carcajadas de los músicos, que se conocen todos, y que esta noche tienen más que nunca un aire de trabajadores avezados y animosos más que de artistas. En un salón social de la iglesia hay platos con galletas, bandejas de bollos calientes, jarras de café. El reverendo Dale Lind, a quien llaman “The Jazz Pastor”, circula entre los grupos dando la bienvenida, comprobando que los músicos están preparados, que el sonido está a punto en el altar mayor. El reverendo Lind tiene el pelo blanco y la barba gris, y si no fuera por el alzacuellos y el traje negro parecería también un jazzman. Relajadamente, a partir de las siete, cuando los bancos de la iglesia ya están llenos, los músicos van tocando y recordando a Lester Young. Algunos tienen nombres legendarios y otros son muy jóvenes y desconocidos: todos comparten el mismo aire de naturalidad, la misma mezcla de llaneza y de maestría. Jimmy Heath, que tiene casi ochenta años, toca el saxo tenor acompañado por un pianista de poco más de veinte. En medio de un noneto de jóvenes prodigiosos se distingue a un hombre de pelo muy blanco y chaquetón escaso como de jubilado español que toca el saxo alto y resulta ser Lee Konitz. Algunos veteranos recuerdan ocasiones en las que tocaron con Lester, su comportamiento tan delicado y tan raro, las palabras que inventaba. Alguien cuenta que al escuchar a Lester Young por primera vez sintió que la melodía podía deslizarse libre del anclaje de la base rítmica. El cantante Giacomo Baker, que tiene aire de fontanero o de mecánico italiano, y que durante un tiempo se ganó la vida manejando una excavadora en Alaska, improvisa rápidos skats ajustándolos nota por nota a un solo que Lester grabó en 1948. En la manera sigilosa de tocar de Jimmy Heath, en el sonido de Lee Konitz, se advierte la influencia de Lester Young, su manera oblicua de rondar una melodía muy conocida y de invocarla apenas citándola. Era un hombre afable y muy tímido, que convertía casi cada hábito en una peculiaridad, que tenía una presencia solitaria y gatuna. Alguien recuerda sus sombreros, su forma de sostener el saxo, en diagonal, casi horizontalmente, los mocasines o las zapatillas de fieltro que calzaba siempre, incluso en lo peor del invierno. Alguien cuenta que fue Lester quien inventó el término “cool” para aplicarlo a la música o al comportamiento. Los músicos entran y salen, descansan tomándose una taza de café, unas galletas. En un breve intermedio empieza a sonar de pronto por los altavoces una grabación antigua, Lester Young acompañando a Billie Holiday en Body and Soul. En la iglesia luterana de Saint Peter parece cumplirse durante tres minutos el milagro de la perduración del alma después de la muerte. Antonio Muñoz Molina 3 OPINIÓN Prismas DIFERENCIAS L a música clásica —repetirlo roza lo odioso— ocupa algo así como el último lugar en el territorio de los medios de comunicación en nuestro país. Ocurre en los periódicos, en las revistas de información general, en la televisión —y en la radio, naturalmente, con la heroica excepción de Radio Clásica. Salvo para una minoría de ciudadanos y de ciudadanas a la música clásica se la considera absolutamente prescindible aunque, todo hay que decirlo, para las otras artes el tratamiento, en el mejor de los casos, no pasa de ser condescendiente. Y la cosa, a la vista de ciertos datos, no parece tener remedio sino que incluso puede empeorar. Por eso me llamó de un modo especial la atención hace unas semanas al hojear la edición semanal de una publicación tan pegada a la realidad inmediata de las cosas como el Financial Times encontrar un magnífico reportaje, que ocupaba las dos primeras páginas, a la formación, desarrollo y proyectos… del Cuarteto Takács. Nada más y nada menos. Un periódico que ÓPERA Y ESCENA Señor Director: S 4 ábado, 27 de enero. Primera representación. Don Carlo. Verdi. Gran Teatro del Liceo. Barcelona. Sentimiento: indignación. Según el mencionado teatro, se representaba el estreno absoluto en España de la versión original en cinco actos, en francés, que este compositor realizara en 1867. Pero lo que allí vimos con estoica paciencia, reconfortados únicamente por la calidad de cantantes, músicos y director musical, distaba mucho de ser la anunciada partitura. Podríamos definirlo como un espectáculo esperpéntico; irreverente con Verdi, con el público y con la profesión de cantante de ópera; en el que todos los personajes estaban desvirtuados y en el que por si fuera poco “se creaba” una escena inédita demencial y aberrante, estreno mundial del señor Konwitschny: “El sueño de Éboli”. Yo creo que hubo un error en la titulación “El sueño de Peter” hubiera tenido más sentido. En este caso, a lo indecoroso habría que sumarle la osadía de inventarse una escena completa con argumento y todo. No fue lo único, la impropiedad de la puesta en escena se puso de manifiesto en toda la ópera, los fallos en el movimiento escénico, dignos de un diletante. Nos hemos acostumbra- se lee en medio mundo y que además no representa —para decirlo de la manera más clara— intereses que pueden ser conceptuados de muy idealistas sino todo lo contrario, no considera que sus lectores habituales vayan a fruncir el ceño porque se dedique un espacio semejante a la actividad de una formación de música de cámara. ¿Sorprendente? Sin duda. Pero no debe serlo para quienes consideran que la música clásica es un componente esencial en la formación de unos conocimientos culturales mínimos. Algo que, al parecer, está históricamente vedado en España. Lo curioso es que muy escasas veces se han escrito aquí páginas realmente reveladores acerca de las razones —o sinrazones— que han llevado a que la pobre música clásica se tenga en tan escasa consideración… Cuando yo era niño he oído infinidad de veces una frase terriblemente reveladora de muchos de los problemas atávicos de nuestra sociedad, aquella referida a tal o cual persona, de la que se decía para dejar más clara su situación, “pasa C A R TA S A L D I R E C TO R do a estas “genialidades”. Hay quien las califica de “modernidad”. A quien disiente, se le tacha de “inculto” y de anticuado. Cantar esas arias, algunas consideradas como las de mayor dificultad del repertorio correspondiente, tirados por el suelo o de rodillas, es para poner a los solistas en un altar. Ganó la profesionalidad. Esta ópera de Verdi, feroz crítica al absolutismo de Felipe II y a la inquisición del siglo XVI, en manos de Konwitschny pierde su esencia. La convierte en un rosario de incongruencias que rayan el ridículo y ese ridículo se lo hace sentir al público y a la mayoría de los profesionales que formaron el elenco, aunque por temor a no volver a ser contratados y a ser tachados de homófobos, callen. Los “señores Konwitschny” están matando la ópera y nos están dejando sin cantantes y sin directores, de auténtica categoría. Ellos no les permitirían estos manejos. Es mejor fingir que ya no existen. Serían demasiado caros, no les dejarían dinero suficiente en los presupuestos de los teatros. Se puede hacer una ópera sin esce- más hambre que un maestro de escuela”. Un frase realmente atroz y que reflejaba una verdad social no menos atroz. De los músicos no se decía eso pero faltaba poco. A lo más que han podido aspirar socialmente aquí es a ser considerados un lujo. Las cosas han cambiado algo, sin duda. Pero me temo que lo esencial “permanece y dura”. Javier Alfaya na, en versión de concierto, pero una ópera sólo con la escena sin músicos, sin cantantes y sin director de orquesta jamás podría existir como tal. Empecemos a poner a cada uno en su sitio, porque se están perdiendo los papeles. Paguemos a los profesionales según su valía y su importancia. Alguien que vea esta ópera por primera vez considerará esas bufonadas como parte integrante de la misma. Es muy grave. Es nuestra herencia cultural. La Sociedad de Autores se encuentra con un vacío legal, no puede defender la propiedad intelectual de autores del siglo XIX. Estamos siendo muy cobardes al permitir representaciones como ésta; al no obligar a los teatros a devolver el importe de las localidades. Lo que hacen, es “publicidad engañosa” y antes o después alguien les demandará. Tendrían que anunciar en taquillas y prensa que lo que se va a ver es: “Un espectáculo en torno a Don Carlo realizado por Peter Konwitschny”, o a la ópera y “enmendador” que corresponda. Así, sabremos todos a qué atenernos. Aunque quizá lo que en realidad pretendan es echar a los aficionados de los teatros creándose su propio público ¡Cáspita! Eso sí que sería un auténtico suicidio, incluso para ellos mismos. Carmen Gómez Barcelona OPINIÓN Música reservata EL HABLA DE LA MÚSICA l margen de los valores estrictamente musicales de lo poético (métrica, rima, acentuación), la relación entre palabra y música es tradicionalmente problemática y, por eso mismo, especialmente fértil: sería posible establecer, incluso, una hipotética taxonomía sustentada sobre la base de la colaboración textual entre una y otra, del modo específico de apropiación de ésta con respecto a aquélla. Ciertas músicas se afirman como artificios potenciadores de la palabra, declarándose a su servicio con el propósito de amplificar su dimensión emotiva (sería el caso, especialmente explícito y significativo, del recitar cantando, pero también del lied) o de sugerir una imaginería conexa (cual sucede con los diferentes figuralismos más o menos esotéricos del barroco o con los herméticos juegos contrapuntísticos de los polifonistas francoflamencos), pero no es diferente la pretensión de establecer discursos paralelos en que las referencias argumentales se despliegan sobre la forma musical pretendiendo investirla de una función narrativa (como ocurre en la música programática neoclásica o el poema sinfónico del romanticismo tardío). Engañosamente, cualquiera de estos modelos se declaran como semánticamente legitimados, en la medida en que su justificación última se remite al signo lingüístico en tanto que mediador con la idea poética. En el caso de la música instrumental, una sinfonía o un concierto son, en sí mismas, formas para-narrativas que parecieran sugerir un relato y los avatares patéticos o jubilosos de unos personajes, figuras dotadas de sentido en su propia configuración e identidad, cual es el caso, no ya de los temas, sino de la propia arquitectura armónica en función de convenciones largamente exploradas (es inevitable experimentar como trágico un final en modo menor). Personajes abstractos que, no obstante, son depositarios de un carácter y están sometidos a una dramaturgia y una puesta en escena: la de su presentación y sus desarrollos, única justificación de su existencia al margen de cualquier trama argumental que afirmen encarnar y trasmitir, como una dramaturgia estilizada y arquetípica (¿no empleó Berlioz la expresión drama instrumental para definir su Sinfonía fantástica?). Pero cabe igualmente considerar la situación contraria: la música que se apropia de la palabra y la absorbe en su propia textura, subsumiéndola en un significante cuya articulación es irreductible a ella, un continuum en que el sentido ha perdido toda autonomía para disolverse en la abstracción musical: palabras trasmutadas en sonido, desarticuladas en fonemas exentos liberadas de su anclaje significati- A vo en que el contenido literario o poético ha sido textualmente elidido en la misma medida en que nutre y vivifica dicho texto. Sería el caso, tan extremo como extremadamente cualificado, de las misas o los motetes polifónicos, o de obras como Il canto sospeso, de Luigi Nono o Coro, de Luciano Berio: pero también de la exuberante vocalización belcantista, en que el melisma destrona todo atisbo de versificación. El stile rappresentativo introdujo una declamación que pretendía reducir el canto a un mero vehículo del drama, pero su inmediata consecuencia —la ópera— generó su propia dramaturgia, y la vocalidad su propio virtuosismo, su mutación en una suerte de canto instrumental. Hacer inteligible el poema, hacer inteligible la peripecia: el límite de la inteligibilidad sería Pierrot lunaire (más aún que Pelléas et Mélisande). Renunciar al canto (Pierrot ist nicht zu singen, la famosa frase que Schoenberg escribiese a Alexander Jemnitz en 1931, repitiendo tal vez sin saberlo las mismas palabras de Verdi en relación con una escena de Macbeth) a favor de una dicción musical de nuevo cuño —el sprechgesang semientonado— que no se interponga ni fonética ni fonológicamente entre el poema y el oyente: grado cero de la inteligibilidad que reclama también un inexcusable grado cero del canto en pos de una suerte de música hablada cuyo nexo con el poema se remite a la prosodia y la estructura rítmica y acentual, y cuyo origen se sitúa en ciertas formas de la música popular urbana (el cabaret berlinés, el couplet parisino) de las que el actual rap, aún procediendo de una tradición disímil, sería tal vez el último exponente: la música cantada que renuncia al canto. Pero la realidad es que la música no reconstruye (ni magnifica) el sentido de la palabra: agrega un sentido propio que se adhiere al sentido poético para generar una nueva y más compleja significación que lo pervierte, proyectándolo en un horizonte radicalmente inesperado e insólito. La música no expresa el contenido previo de los versos ni revela su Stimmung emotiva, sino que realiza un nuevo sentido en un orbe autónomo sometido a reglas propias al margen de la significación. En el lied romántico (pero también en la mélodie francesa) la conjunción de palabra y música no recrea el poema, sino que edifica un nuevo ámbito metafórico en el que aquél se anega y se sublima, una realidad estética distinta que lo transfigura para siempre: hoy resulta por entero impracticable leer los poemas de Wilhelm Müller al margen de la música de Schubert, que los ha asumido como una parte sustancial de su propia eternidad de modo tal que carece de sentido preguntarse por su, ya inaprensible, belleza (o su debilidad) primigenias e intrínsecas. A la postre, la música es la forma más elocuente de la poesía. José Luis Téllez 5 CON NOMBRE PROPIO PROPIO CON NOMBRE Una búsqueda constante 6 TILL FELLNER T ill Fellner es uno de los pianistas más interesantes de la nueva generación. Nacido el 9 de marzo de 1972 en Viena, en un ambiente muy propicio para el desarrollo de su talento (sus padres son grandes aficionados a la música y comenzó muy pronto a asistir a conciertos, y a los cuatro años ya tarareaba melodías acompañándose al piano). Estudió en el Conservatorio de la capital austríaca con Helene Sedo-Stadler, continuó su formación con Meira Farkas y Oleg Maisenberg. En 1993 resultó vencedor del prestigioso Concurso Clara Haskil en Vevey (Suiza), y en 1998 ganó el premio de interpretación de la Sociedad Mozart de Viena. A partir de entonces, ha seguido un proceso “cauteloso, pero en constante progresión”, como ha comentado Gregor Willmes en la revista FonoForum, actuando con algunas de las mejores orquestas y directores, tanto en la línea tradicional como en la historicista, abarcando un amplio espectro que va desde Nikolaus Harnoncourt o Christopher Hogwood hasta abanderados de la modernidad como Heinz Holliger, Hans Zender o Michael Gielen, pasando por los veteranos Sir Charles Mackerras, Sir Neville Marriner o Claudio Abbado, así como los maestros de generaciones más recientes como Jukka-Pekka Saraste, Franz Welser-Möst y Kent Nagano. También la música de cámara ocupa un destacado espacio en su actividad. En este campo, ha trabajado con agrupaciones como el Cuarteto Alban Berg y artistas como Heinrich Schiff (con quien ha grabado la obra completa para violonchelo y piano de Beethoven para Philips), Thomas Zehetmair o Adrian Brendel, y ha acompañado al barítono Wolfgang Holzmair en Lieder de Franz Schubert. Todo esto hace suponer una frenética actividad. Sin embargo, desde marzo de 2001 hasta febrero de 2002, Till Fellner se tomó un año sabático para concentrarse en el estudio y preparar nuevas obras, lo cual da una idea de la absoluta seriedad con que el artista prepara su carrera. La crítica se ha referido con frecuencia a Fellner como un discípulo de Alfred Brendel (aunque el gran pianista no se dedica a la docencia en sentido estricto, sí que trabaja con ciertos pianistas escogidos, a los que escu- cha y aconseja), y éste reconoce que Brendel es la persona que ha ejercido la mayor influencia sobre él. Sin embargo, esto no quiere decir que la manera de tocar de Fellner haya sido moldeada por su mentor. Tanto en su sonoridad como en sus planteamientos, Fellner posee su propio estilo, aunque, al igual que Brendel, también Fellner hace especial hincapié en la claridad y vitalidad de la articulación, al igual que en la lógica y el sentido de las proporciones. Además, Fellner posee esa innata facilidad vienesa para interpretar a Mozart, como demuestran sus grabaciones con la Camerata Academica de Salzburgo. Su estilo mozartiano es claro, natural, ligero, pero nada superficial, y en las cadencias hace gala de una marcada fantasía. Otra de las principales influencias ha sido la del compositor húngaro György Kurtág, con quien mantiene un estrecho contacto y de quien interpreta a menudo algunas piezas de su diario musical, Játékok. Uno de los hitos de Till Fellner ha sido su versión discográfica del Libro I de El clave bien temperado para ECM, su primer registro en solitario en más de cinco años. Una lectura sorprendentemente reflexiva, que ha recibido los mayores elogios. El Bach de Fellner posee claridad, sentido cantable, lirismo, virtuosismo y un impecable estilo, además de una sobriedad y una madurez sorprendentes. En este disco se aprecia además, quizá como en ningún otro de sus registros, que al artista le gusta obtener un sonido redondo y bello. Sabe aprovechar al máximo todas las posibilidades dinámicas del piano moderno, alcanzando a través de un espectro sonoro de extremada sutileza la máxima claridad polifónica y variedad estilística. En la actualidad, Till Fellner prepara para el mismo sello discográfico (ECM) un nuevo registro con piezas de J. S. Bach y Kurtág. Sin duda, la joven promesa de hace unos años se está convirtiendo ya paso a paso en una más que firme realidad. Entre sus últimas actividades podemos señalar una gira de conciertos con la Philharmonia Orchestra y Christoph von Dohnányi, un ciclo de conciertos para piano de Mozart con la Wiener Kammerphilharmonie en la Konzerthaus de la capital austríaca así como una serie de conciertos con las tres CON NOMBRE PROPIO TILL FELLNER Rafa Martín Madrid. Auditorio Nacional. 24-IV-2007. Till Fellner, piano. Obras de Bach, Beethoven, Carter y Schumann. últimas sonatas de Schubert, que le han llevado, entre otras plazas, a Londres, Viena, Ámsterdam y la Schubertiada de Schwarzenberg. Esta temporada ha comenzado con actuaciones en el Herkulessaal de Múnich y la Konzerthaus de Viena, con el Concierto nº 4 en sol mayor de Beethoven acompañado por la Orquesta de Cámara de Viena al mando de Sir Neville Marriner, a las que siguieron recitales en varias ciudades europeas, en las que interpretó 15 Invenciones a tres voces de J. S. Bach (BWV 787-801), la Sonata en fa mayor op. 10, nº 2 de Beethoven, una selección de Játékok de Kurtág y 4 Impromptus D. 899 op. 90 de Schubert, terminando el año con sendos conciertos en el Teatro Filarmónico de Verona y en el Palacio de Bellas Artes de Budapest, con el mencionado Cuarto de Beethoven, junto a la Accademia I Filarmonici y Corrado Rovaris y la Orquesta Nacional Húngara dirigida por otro prestigioso pianista y no menos interesante director, Zoltán Kocsis. Su repertorio para esta temporada incluye también el mismo programa que interpretará en su próximo recital madrileño, dentro del XII Ciclo de Grandes Intérpretes de Scherzo (15 Invenciones a 2 voces, BWV 772-786 de J. S. Bach, Sonata nº 16 en sol mayor op. 31, nº 1 de Beethoven, 90+ de Elliott Carter y Kreisleriana op. 16 de Schumann). Tocará, además, el Concierto para piano en mi mayor K. 482 y el Concierto para dos pianos, en mi bemol mayor K. 365 de Mozart (con otro discípulo de Brendel, Paul Lewis), el Concierto “Emperador” de Beethoven y, como novedad absoluta en su repertorio, el Segundo Concierto de Chopin. También proseguirá sus dúos con el chelista Heinrich Schiff (Stravinski, Beethoven, Lutoslawski, Brahms) y la violinista Viviane Hagner (Bach, Kurtág, Bartók, Beethoven), así como en trío con Lisa Batiashvili y con Adrian Brendel, el hijo de Alfred Brendel (Beethoven, Kagel, Smetana). Rafael Banús Irusta DISCOGRAFÍA SELECCIONADA BACH: El clave bien temperado Libro I BWV 846-869. ECM New Series 1853/54 476 0482. BEETHOVEN: Concierto para piano nº 2 en si bemol mayor op. 19. Concierto para piano nº 3 en do menor op. 37. THE ACADEMY OF ST. MARTIN-IN-THE-FIELDS. Director: SIR NEVILLE MARRINER. ERATO 4509-98539-2. — Concierto para piano nº 3 en do menor op. 37. THE ACADEMY OF ST. MARTIN-IN-THEFIELDS. Director: SIR NEVILLE MARRINER. ERATO Apex 80927-48994-22. — Obras completas para violonchelo y piano. HEINRICH SCHIFF, violonchelo. PHILIPS 462 601-2. MOZART: Concierto para piano nº 19 en fa mayor K. 459. Concierto para piano nº 25 K. 503. CAMERATA ACADEMICA DE SALZBURGO. CONCERTINO: ALEXANDER JANICZEK. — Concierto para piano nº 22 en fa menor K. 482. ORCHESTRE DE CHAMBRE DE LAUSANNE. ERATO 3984-23299-2. — Rondó para piano en la menor K. 511. BEETHOVEN: Sonata para piano nº 5 Director: URI SEGAL. — Concierto para piano nº 20 en re mayor K. 466. ORQUESTA FILARMÓNICA DE VIENA. en do menor op. 10, nº 1. CLAVES 50-9328. Director: KENT NAGANO. CS-PCM CLASSIC7 (en vivo). SCHUBERT: Sonata para piano nº 15 en la menor D. 784. 6 Momentos Musicales D. 780. Valses de Graz para piano D. 924 nºs 1-12. ERATO 0603178692. SCHUMANN: Kreisleriana op. 16. REUBKE: Sonata para piano en si bemol menor. ERATO Apex 0927-49533-2. 7 CON NOMBRE PROPIO Retrato de un coreano muy ocupado MYUNG-WHUN CHUNG Madrid. Auditorio Nacional. 12-IV-2007. Joven Orquesta Gustav Mahler. Myung Whun-Chung. R. y G. Capuçon. Beethoven, Bartók. R 8 econoce Myung-Whun Chung que “Hasta mi encuentro con Carlo Maria Giulini, no estuve seguro de que llegaría a ser director de orquesta. Yo era pianista y aún no había podido distinguir más que el aspecto negativo de la vida de las orquestas: las rivalidades, las tensiones, etc. Lo cual no me seducía en absoluto. Después observé la manera de trabajar de Giulini, o más bien su manera de compartir la música con los intérpretes, y todo se aclaró. De hecho, Giulini me reveló cosas simples e indispensables: es necesario sentir amor y respeto por los compositores, y lo mismo por los instrumentistas. La técnica del director de orquesta no existe, o mejor dicho no puede adquirirse en las escuelas. Todo depende del oído, de lo que se oye y de lo que se quiere oír, así como de la relación que se pretenda mantener con los músicos que están delante y que son los que producen el sonido. No hay que dirigir al oído y al corazón, tienen que ser el oído y el corazón los que nos dirijan. Los gestos necesarios proceden de ellos”. Nacido en Seúl el 22 de enero de 1953, nacionalizado norteamericano en 1973, Myung-Whun Chung actúa por primera vez en público como pianista, en su ciudad natal, a los siete años. En 1968, se establece con su familia en Estados Unidos, donde estudia piano con Nadia Reisenberg y dirección con Carl Bamberger en el Mannes College of Music y después en la Juilliard School. Trabaja a la vez como director de orquesta y pianista, tocando habitualmente en trío con sus hermanas mayores, la violinista Kyung-Wha Chung y la violonchelista Myung-Wha Chung, y dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Corea a partir de 1971. Tres años más tarde, obtiene el segundo Premio en el Concurso Chaikovski de Moscú, perfeccionándose luego junto a Sixten Ehrling en la Juilliard y Franco Ferrara en la Academia Chigiana de Siena. Giulini le contrata como asistente en la Filarmónica de Los Angeles, de la que dos años después se convierte en Director asociado, antes de establecerse en Europa en 1983, tomando la dirección musical de la Orquesta Sinfónica de la Radio del Sarre (1984-1990), y ejerciendo como Primer Director invitado en el Teatro Comunale de Florencia (19891992). “He estado inmerso en la música clásica occidental desde antes de mi CON NOMBRE PROPIO MYUNG-WHUN CHUNG nacimiento. Fue para mí un lenguaje natural mucho antes de convertirse en un oficio, al extremo de que, a la vez que el piano, estudié violín y timbal”. Familiarizado con la música de Olivier Messiaen, que Giulini le descubrió en 1979 al confiarle la dirección de las Offrandes oubliées, coincide con el compositor francés en Saarbrücken. “Era un hombre inmensamente dotado y yo estaba encantado de que viniera a los ensayos. Más tarde, grabé muchas de sus obras y acordamos montar su San Francisco de Asís en la Bastilla, en una producción de Peter Sellars. Eso fue en 1992. Desgraciamente, Messiaen moría poco después”. Un mismo fervor católico unía a los dos músicos; en el caso del director, una fe heredada de sus padres y alentada por Giulini. En 1989, Chung es nombrado director musical de la Ópera de París, donde sucede a Daniel Barenboim, cargo que abandona con estrépito en 1994 tras un conflicto con el director Hugues Gall. Artista exclusivo de Deutsche Grammophon desde 1990, consejero musical de la Orquesta Filarmónica de Tokio desde 2001, fundador de la Orquesta Filarmónica de Asia, formación constituida en 1998 con músicos procedentes de todo el continente asiático con el fin de apoyar causas huma- nitarias, director principal de la Orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia de Roma de 1997 a 2005, Myung-Whun Chung es desde el 1 de mayo de 2000 director musical de la Orquesta Filarmónica de Radio Francia. Después de unos inicios espectaculares, su asociación ha suscitado interrogantes, includo dudas, especialmente a raíz de una integral Mahler desigual. Hay que decir que la sucesión del alemán Marek Janowski, cuya fuerte personalidad marcó profundamente a la falange francesa, no fue tarea fácil. Si las excelentes impresiones de los primeros meses se debilitaron, la ósmosis entre el director y sus músicos, a los que le gusta llamar sus “ángeles”, parece ahora más fuerte que nunca, lo que permite augurar una buena temporada 2007-2008, con el punto álgido de las celebraciones del centenario de Messiaen. A diferencia de la Orquesta Nacional de Francia, cuya dirección cederá Kurt Masur a Daniele Gatti la próxima temporada, no hay razones para que Chung deba renunciar a un cargo donde, según él, “todo marcha”, a la inversa que en la Ópera de París donde “nada marchaba”. Paralelamente a sus funciones de director permanente, Myung-Whun Chung dirige las formaciones más prestigiosas, como las Orquestas Filarmóni- cas de Berlín y Viena, Royal Concertgebouw de Ámsterdam, Gewandhaus de Leipzig, Sinfónicas de Boston y Chicago, Filarmónica de Nueva York, Orquestas de Cleveland y Filadelfia, etc. Al margen de sus actividades musicales, trabaja desde 1994 en proyectos en torno a la juventud. De 1992 a 1997 fue embajador de las Naciones Unidas en el programa de lucha contra la droga y en 1995 fue nombrado “Hombre del año” por la Unesco. En 1996, el gobierno coreano le otorgó el “Kumkuan” por su contribución excepcional a la vida musical en Corea. Una de las misiones que Chung se ha asignado desde su llegada al frente de la Orquesta Filarmónica de Radio France es la pedagogía. “Es preciso disponer de un público —decía a su llegada en 2000— que no sólo escuche el repertorio, sino que también acoja las obras nuevas. Conviene por tanto plantear el problema de la formación musical, de la música en la escuela, de la forma en que podemos y debemos atraer a los niños, etc. Orientar a los niños hacia la música es una parte importante de nuestro trabajo. Sólo eso permitirá la renovación del público en los próximos años”. Bruno Serrou Traducción: Juan Manuel Viana 9 AGENDA AGENDA Con el Mariinski como estrella ABRE EL PÉREZ GALDOS Las Palmas de Gran Canaria. Teatro Pérez Galdós. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Teatro Mariinski de San Petersburgo. 14/22-IV-2007. E l sábado 14 se inaugura al fin, tras largas obras de remodelación, el nuevo Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria. Será con una Novena de Beethoven dirigida por Pedro Halffter a las huestes filarmónico-corales de la isla y con un excelente elenco de solistas: Diener, Casariego, Gambill y Tilli. En fechas siguientes habrá un par de conciertos de cámara —Sokolov en sesión pianística el 17 de mayo y Rachlin y Golan en dúo el 19 de junio— y la danza estará presente con el Leipziger Ballet del 6 al 10 de julio. Pero el gran atractivo de estas jornadas inaugurales está en la presencia del Teatro Mariinski de San Peters- burgo con su compañía completa al mando de Valeri Gergiev para ofrecer una producción propia de El anillo del nibelungo de Wagner del 17 al 22 de abril. Antes, el 16, los rusos habrán dado un concierto con obras de Rimski-Korsakov, Puccini y Chaikovski con la presencia como solista de la soprano Cristina Gallardo-Domâs. fue el tramposo haciendo pasar grabaciones de otros pianistas como si fueran de su mujer, conmovido por el deterioro de su estado de salud tras manifestarse el cáncer que, finalmente, sería causa de su muerte. Al parecer, aspecto más literario de la cuestión, Hatto estaba al corriente de todo. Valoraciones morales al margen, la industria discográfica afectada ha sido, por el momento, bastante indulgente con el culpable y no se anuncian querellas. ¿Quizá porque los discos se vendían poco? Lo que parece claro es que sus más bien escasos poseedores tienen en sus poder, gracias a tantas mentiras, pura carne de coleccionista. Joyce Hatto CASO CERRADO C 10 omo comentábamos en nuestro número de marzo, la solución al caso de las falsas grabaciones de la pianista británica Joyce Hatto acabaría cayendo por su propio peso, o mejor dicho, por el de la culpa. William Barrington-Coupe, el marido de la artista, ha acabado por confesar que, en efecto, él AGENDA Daniel Barenboim y Javier Perianes UNIDOS POR BEETHOVEN D aniel Barenboim —una leyenda del piano de todos los tiempos— y Javier Perianes —uno de los pianistas de futuro más prometedor en el panorama internacional— se unen en una clase magistral que tiene como eje conductor la Sonata nº 31, op. 110 de Beethoven. Grabada por la firma EMI en el Symphony Center de Chicago entre los días 7 y 11 de enero de 2005, muestra durante cincuenta y cinco minutos al gran maestro y al joven discípulo enfrascados en una de las músicas más hermosas y sobrecogedoras de todo el repertorio, también de las más difíciles en lo que su ejecución tiene de suma de técnica e inteligencia. Se trata, sin duda, de una grabación que formará parte de la pequeña gran historia del piano español, no en vano Javier Perianes —a cuyos discos los críticos de esta revista han otorgado en dos ocasiones su máxima calificación— representa hoy la continuidad de sus grandes figuras de siempre. Un documento excepcional que SCHERZO se honra en ofrecer, como regalo exclusivo, a sus lectores. Scherzo regala en exclusiva a sus lectores un DVD con una clase magistral de Daniel Barenboim y Javier Perianes 11 AGENDA A partir de 2009 Necrológica MORTIER A LA NEW YORK CITY OPERA ERNST HAEFLIGER 12 C Marmara G érard Mortier, actual director de la Ópera de la Bastilla parisina, ocupará, a partir de 2009, el cargo de director general y artístico en la New York City Opera, con la que ha firmado un contrato que le ligará a la misma hasta el año 2015. La elección de Mortier —que sucede en el cargo a Paul Kellogg— es, sin duda, toda una apuesta por parte del teatro neoyorquino, con una tradición propia, muy activo en alguna de sus épocas, pero demasiado eclipsado por el gigantesco Metropolitan. Con Mortier, la apuesta es múltiple, pues desembarca en Nueva York un representante de lo que podríamos llamar la modernidad escénica europea —ya también una tradición en sus manos—, un gestor dinámico y atractivo para los posibles mecenas que la compañía necesitará a buen seguro y un programador capaz de atraer a un público menos conservador que el habitual del Met, lo que acentuará las señas de identidad de su nuevo destino. Mortier trabajará desde ahora mismo, pues ha asumido la responsabilidad de la programación a partir de esa misma temporada 2009 con la que comienza su contrato. ¿Conseguirá en Nueva York —como intentó en su día— convencer a Pedro Almodóvar para que dirija una Carmen? on la muerte de Ernst Haefliger, el 17 de marzo en Davos, ciudad donde naciera hacía 87 años, nos deja uno de los cantantes más versátiles y de mejor gusto del último medio siglo. Alumno en Zúrich de Julius Patzak, participó en los estrenos de varias obras de su compatriota Frank Martin, como Le vin herbé , In terra pax y Gólgota , debutando después en el Festival de Salzburgo con Antígona de Orff. A partir de ahí los hitos de su carrera serán su Beethoven —Novena y Fidelio— con Furtwängler, su Mozart con Fricsay o su Bach con Richter, así como su presencia en Glyndebourne y en la compañía estable de la Ópera de Berlín. Haefliger fue también un excelente y muy personal liederista —con predilección muy especial por El viaje de invierno schubertiano, al que daba una emoción muy intensa—, imprescindible a la hora de trazar el camino de los mejores de la pasada cincuentena. Hasta hace bien poco interpretaba el papel del narrador —de manera ciertamente sobrecogedora— en los Gurrelieder de Arnold Schoenberg. En 1983 publicó Die Singstimme, un libro autobiográfico en el que expresa sus ideas sobre la música. Tendrá 83 años Toda una vida GEORGES PRÊTRE EN AÑO NUEVO CONGRESO SOBRE PASCUAL VEIGA E urante los días 1, 2 y 3 de marzo, se celebró en Santiago un congreso en torno a Pascual Veiga, autor del hermoso Himno gallego y de la conocida Alborada. Músico polifacético (organista, maestro de capilla, director de orquesta, docente, compositor), dedicó gran parte de su vida a crear y dirigir masas corales que llevó a alturas artísticas insospechadas: el Orfeón Coruñés número 4 fue reconocido como el mejor de Europa al ganar el Primer Premio con Medalla de Oro en el Concurso Internacional de París, con motivo de la Exposición Universal (1889). La Coral Polifónica El Eco, que él fundó también en La Coruña D Rafa Martín l veteranísimo director francés George Prêtre ha sido invitado por los filarmónicos vieneses a dirigirles en el Concierto de Año Nuevo de 2008. Nacido en Waziers hace ochenta y dos años, Prêtre ha mantenido siempre una excelente relación con la Filarmónica de Viena —ha sido, además, titular de la Sinfónica de la misma ciudad—, a la que sigue dirigiendo con regularidad. Una sorpresa seguramente para muchos y todo un homenaje para este maestro de repertorio ecléctico, magnífico acompañante operístico y uno de los últimos representantes de toda una manera de entender la dirección de orquesta. (1882), continúa felizmente viva en al actualidad. Veiga vivió sus últimos años en Madrid donde dirigó el Orfeón del Centro Gallego y el Orfeón Matritense. Julio Andrade Malde SUSC RIBAS EA Y LLE VESE UN LIBRO DE REGA LO Para no perderse ningún número de SCHERZO, ninguno de sus dosieres, de sus críticas de conciertos, de óperas, de discos –con más de doscientas reseñas cada mes– lo mejor es suscribirse y recibir la revista cómodamente donde usted quiera. Durante todo el mes de abril, cada nueva suscripción a SCHERZO tendrá un regalo muy especial: un libro de la colección SCHERZO-Península*, a elegir entre los dedicados a Falla, Schubert, Rossini, Brahms, Strauss, Wagner, Stravinski, Haydn, Chaikovski, Schumann o Albéniz. *Según disponibilidad de cada título y hasta agotar existencias. Rellene y envíe este cupón por correo, fax o correo electrónico. O llámenos por teléfono de 10 a 15 h. Deseo suscribirme, hasta nuevo aviso, a la revista SCHERZO por períodos renovables de un año natural (11 números) comenzando a partir del mes de ABRIL 2007 -nº 218 El importe lo abonaré de la siguiente forma: Transferencia bancaria a la c/c 2038 1146 95 6000504183 de Caja de Madrid, a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Cheque a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Giro postal. VISA. 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Iván Pacual Tratamiento automatizado de datos personales.- Los datos recabados formán parte de los ficheros de la empresa, y son necesarios para la formalización de las suscripciones, su facturación y seguimiento posterior. Los datos se tratarán y protegerán según la LO. 15 /1999 de 13 de diciembre de Datos de Carácter Personal y el titular de los mismos podrá ejercer los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición ante las oficinas de la Sociedad sita en Madrid, calle Cartagena nº 10 1º C, 28028 Madrid. SCHERZO EDITORIAL, S.L. c/ Cartagena 10, 1ºc - 28028 MADRID Tel. 91.356 76 22 - Fax 91.726 18 64 E-mail: [email protected] - www.scherzo.es AGENDA Del Liceu al Palau INSTRUMENTOS CON VOZ PROPIA O cho años después de su inauguración, el Auditorio de Barcelona completa su oferta cultural con la nueva y definitiva sede del Museo de la Música. Alrededor de 5000 personas acudieron a su inauguración los días 10 y 11 de marzo en unas jornadas de puertas abiertas que culminaron en un concierto de lujo en la sala de cámara a cargo de Pierre Boulez y el Ensemble intercontemporain. La elección de Boulez no es casual, ya que la Cité de la Musique de París ha inspirado, salvando las distancias, la tripartita oferta del complejo del Auditori: tres salas de conciertos, la Escuela Superior de Música de Catalunya (ESMUC) y, en el centro del complejo, el flamante Museo de la Música, que ha costado siete millones de euros y tiene un presupuesto de funcionamiento anual de 1,4 millones. Un espacio de más de 3000 metros cuadrados acoge las diversas colecciones de instrumentos procedentes de su antigua sede, la suntuosa casa del barón Quadras, hoy sede de Casa Asia, y propone al visitante un recorrido audiovisual para adentrarse en el arte de los sonidos. No puede hablarse de nueva exposición, sino de una nueva gestión de sus colecciones —se exponen cerca de 400 instrumentos, un tercio de los fondos—, ahora presentadas al público de forma mucho más útil y amena en un itinerario audiovisual que explica el nacimiento y la evolución de los instrumentos a lo largo del tiempo, desde los más rudimentarios a las nuevas tecnologías. Hay también una sala interactiva con diversos instrumentos para mostrar cómo nace el sonido y que invita a la divertida experimentación. El recorrido culmina con un audiovisual sobre los usos sociales de la música. La logística aconseja visitas para grupos de unas veinte personas y con explicaciones de momento en catalán, castellano e inglés. La entrada simple costará cuatro euros. El Museo, dirigido por Romà Escalas, alberga un impresionante y, tristemente, poco conocido legado. La planta superior acoge la Biblioteca, un nutrido fondo de registros sonoros y el archivo histórico, que reúne entre otros los legados de Albéniz, Granados, Joaquim Malats y Joan Manén. Uno de los tesoros del Museo es la colección de órganos, todos restaurados y en funcionamiento: hay joyas como el construido a principios del XVIII por Manuel Pérez Molino, de suntuosa ornamentación. No le anda a la zaga, en belleza y valor histórico, la colección de guitarras: Romà Escalas destacó en la presentación un fabuloso ejemplar barroco del siglo XVII que habría podido salir del taller de Antonio Stradivarius (no está firmada, pero se parece muchísimo a otras dos piezas plenamente identificadas). Mención aparte merece el capitulo de rarezas que no prosperaron, pues excitan sobremanera la imaginación sonora del visitante con horas de vuelo en el mundo de la música clásica: un violonchelo sin caja y con dos trompas metálicas para ampliar el sonido o, tomen buena nota, un violín metido dentro de un bastón de paseo. Vivir para oír. Y ya que hablamos de instrumentos: la dicha melómana no será completa hasta que el Auditori disponga de una vez por todas del órgano que desde un principio debería presidir su sala grande. últimas Sonatas de Beethoven. El plato fuerte de la edición se cifra en la interpretación, en versión de concierto, de la ópera Rodrigo de Haendel por María Bayo y Vivica Genaux, Al Ayre Español y dirección de Eduardo López Banzo. La Orquesta de Cámara de la Sinfónica de Galicia, que dirige Massimo Spadano, propone, a su vez, dos arquetipos de la serenata postromántica, las partituras firmadas por Dvorák y Chaikovski. Conciertos familiares, sesiones de guitarra, clave y piano y una velada sobre Venecia en el XVII completan la atractiva oferta. Javier Pérez Senz Festival de Música Ciudad de Lugo CITA EN LUGO E 14 l Festival de Música Ciudad de Lugo —XXXV Semana del Corpus— iniciará sus actividades el 21 de abril y se extenderá hasta el 9 de junio. Recitales, sesiones de cámara y actuaciones de orquestas de reducido formato se sucederán en una programación de enorme atractivo. En el apartado vocal, llama la atención la presencia de Cristina Gallardo-Domâs, con arias y canciones, y el Viaje de invierno schubertiano a cargo de Peter Harvey y Roger Vignoles. El pianista Paul Lewis acomete en maratoniana sesión la cima de su repertorio, las tres ..`afqjek reanjao L]h]_ek`a?]nhkoR GjA_jgddmbg@_eb_b Ioe_]`aI]jqahC]n_] A`e_ej_npe_]`a=*>h]j_]bknp $E^an]qpkn+Ejopepqpk ?kilhqpajoa `a ?eaj_e]o Iqoe_]hao% KhereanOeikjjap`ena__ej`aao_aj] FkoAjnemqaK]Oahb]$Hkasa%raopq]nek =hateoG]run_dejaehqiej]_ej FkoI]jqahV]l]p](Iehaj]Opknpe(=jj] ?deane_dappe(I]jqah]?qopan(Aiehe]jk CkjvhavPknk(I]nek?]ooe(@]re`Nq^ean] ?knk`ah]Knmqaop]?eq`]``aCn]j]`] $@]jeahIaopna`ena_pkn% HaoP]hajoHunemqao ?dneopkldaNkqooap`ena__ejiqoe_]h Na_qlan]_ej*?klnk`q__ejBqj`]_ej?]f] I]`ne`uBaoper]hEjpanj]_ekj]h `aIoe_]u@]jv]`aCn]j]`] .1`afqjek hqjao F]n`ejao`ahCajan]heba @_jjcr bc jÓMnp_ L_rgml_j bc @mpbc_sv ?d]nhaoFq`a`ena_pkn]npope_k HaO]_na`qlnejpailo WE*Opn]rejogu)H*I]ooejaY Jk_ao WE* Opn]rejogu)>* Jefejog]Y .2`afqjek i]npao L]h]_ek`a?]nhkoR Mposcqr_Agsb_bbcEp_l_b_ Naj]q`?]lqkjrekhj Fkj]pd]jS]haokjle]jk Fa]j)F]_mqaoG]jpknks`ena_pkn K^n]o`a?*O]ejp)O]jo(C*>evap( R*L]qhap&(A*H]hk 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Deslumbrado por la gira que los Ballets de París hicieron por Alemania en 1949, influido por las obras de Jean Cocteau, por el jazz, por las concepciones modernas de Weill a Milhaud, el joven quiso resarcirse de cuanto le había privado el nazi-fascismo. Lo dodecafónico se le presentaba como una liberación, una esperanza y una posibilidad de representar de una manera nueva y profunda los sentimientos humanos. La atonalidad, como el psicoanálisis o la poesía libre y sin rima, le parecía una conquista del mundo actual. No sorprende, pues, que en esta su primera ópera Henze compusiera las escenas de amor en su personal dodecafonismo —pues quería mostrar un mundo desinhibido, no burgués— y que el viejo mundo corrompido lo presente en las tonalidades habituales. A excepción de Carmen, Los cuentos de Hoffmann y Mozart, el joven compositor hacía tabla rasa de la ópera hasta entonces existente. Y en Boulevard Solitude propone una mezcla de papeles cantados con otros danzados o mímicos. Inspirado en la película Manon de Clouzot, de 1949 —ahora en DVD—, Henze nos sitúa en el París existen- Antoni Bofill Gran Teatre del Liceu. 2-III-2007. Henze, Boulevard Solitude. Laura Aikin, Pär Lindskog, Tom Fox, Marc Canturri, Hubert Delamboye, Pauls Putnins, Basil Patton. Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu. Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana. Cor Vivaldi: Petits Cantors de Catalunya. Director musical: Zoltán Peskó. Director de escena: Nikolaus Lehnhoff. Producción de la Royal Opera House Covent Garden de Londres. BARCELONA ACTUALIDAD BARCELONA Laura Aikin, Tom Fox y Hubert Delamboye en Boulevard Solitude cialista y derrotado de la posguerra. Estos seres amorales, a la deriva, sin horizonte ni ilusiones se aproximan al expresionismo de Lulu, y la partitura presenta similitudes con la estructura de Wozzeck o de algunas obras de Brecht-Weill. Existencialismo y expresionismo, pero también cine negro, neorrealismo y muchas cosas más. Fórmula sabiamente explotada, sobre la base de un eclecticismo musical de altura —síntesis con proyección al futuro de toda la tradición heredada— y con el soporte de la gran puesta en escena de Nikolaus Lehnhoff y la acertada escenografía de Tobias Hoheisel. Magnífica la reproducción de ese vestíbulo de una gran estación de ferrocarril, con unos personajes paradigmáticos de la soledad y la incomunicación en medio de unas masas que vienen y van siempre deprisa, sin fijarse en nada: el vendedor de periódicos, el ciego, el borracho, la viejecita con su petate, la joven que mil veces se detiene al pie de unas escaleras infinitas, mira su reloj y enseguida las sube a toda velocidad… Estupenda la dirección musical de Zoltán Peskó, verdadero maestro concertador. Espléndida la soprano Laura Aikin, con momentos de gran belleza en lo vocal y siempre convincente en lo escénico. Bien el tenor Pär Lindskog, aunque habríamos preferido para este papel una tesitura de más fuerza, por qué no un buen helden tenor. Y acorde con el nivel el resto del reparto. Estreno, 55 años después, de una obra que tropezó con la dictadura. Nunca es tarde. Emocionante el denso y larguísimo aplauso de público, cantantes y directores que Henze, delicado de salud, recibió a duras penas de pie en el pasillo de platea. El magnífico libreto de Grete Weil nos sitúa ante un crudo espejo: el mundo se ha hecho urbano, la sociedad no sabe comunicarse y se angustia, la locura y la degradación suceden a la falta de encaje de los sentimientos del individuo en las normas de la vida social. Desesperación y pérdida de la razón de existir. Cada vez más solos en urbes cada vez más grandes. ¡Tremenda paradoja! Y la sensación de que el mundo es una enorme prisión. José Guerrero Martín ACTUALIDAD BARCELONA Casi medio siglo después UN GATO SIN UÑAS Bofill Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 10-III-2007. Montsalvatge, El gato con botas. Marisa Martins, María Luz Martínez, Antoni Comas, Enric Martínez-Castignani, Miguel Ángel Zapater. Bailarines. Orquestra de l’Acadèmia del Gran Teatre del Liceu. Director musical: Josep Vicent. Director de escena: Emilio Sagi. Coproducción del Liceu, Teatro Real, Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera y Fundación Ópera de Oviedo. D espués de su estreno en enero de 1948 y de su reposición en diciembre de 1962, llegó por tercera vez al Liceu El gato con botas, ópera-ballet u ópera de magia de Xavier Montsalvatge en cinco escenas. Como tantos otros cuentos, también éste de Charles Perrault desborda la pura intención de entretenimiento infantil (el autor fue acusado de corruptor de la juventud). La usurpación, el engaño y el embaucamiento son puestos en juego para conseguir el poder (¿les suena?): la sucesión del trono y la mano de la hija del Rey. Los años cuarenta, de pleno franquismo, no permitían grandes expresiones de explicitud. Néstor Luján hizo lo que pudo con el libreto. En la versión que ahora hemos visto, encuadrada en las llamadas funciones familiares, Marisa Martins en El gato con botas de Montsalvatge se ha hurtado esa lectura adulta y se ha optado por una ambigua vertiente infantil. Ha desaparecido casi por completo el ballet y la pretendida magia ha quedado muy diluida. Ágatha Ruiz de la Prada, autora de la escenografía y del vestuario, inunda el escenario de coloritos entre lo simplista-ingenuo, lo kitsch y lo naíf, como cabía esperar. Con algún acierto, como el juego con grandes letras a modo puzzle, y deficiencias como la resolución de personajes como El Ogro y su conversión en diferentes animales. Quiso Montsalvatge en su día, con esta obra, que se viera su afán de “renovar los viejos temas de la carrinclona ópera española en la que todos son temas medievales o de folclore andaluz”. Y escribió una partitura evidentemente ecléctica, con influen- cias más o menos claras de la ópera del siglo XVIII, del francés Grupo de los Seis, de Stravinski, del género bufo a lo Cimarosa y del ballet de corte. Como ya demostró Carmen Bustamante, en 1996, con la resurrección de la obra en versión reducida para once músicos, nos parece que como mejor funciona este título es como una deliciosa ópera de cámara. Magnífica la dirección musical de Josep Vicent. Marisa Martins, espléndida vocal y escénicamente en su papel de El Gato, sobresalió en el pequeño conjunto de cantantes-actores de notable prestación. Y los niños que llenaron el teatro, acompañados de padres o abuelos, resistieron la casi hora y cuarto hasta el borde mismo del cansancio y la rebelión. José Guerrero Martín Temporada de la OBC ACHÚCARRO Y DECKER MOTIVARON A LA OBC Barcelona. L’Auditori. 2-III-2007. Joaquín Achúcarro, piano. OBC. Director: Josep Caballé-Domenech. Obras de Carnicer, Grieg y Rachmaninov. 16-III-2007. Lucy Schauffer, mezzosoprano. OBC. Orfeó Català. Director: Franz-Paul Decker. Obras de Elgar. E ste par de conciertos han sido una buena demostración de los riesgos y las posibilidades que se dan en la OBC, respectivamente, cuando el director no motiva lo suficiente o cuando sí. Naturalmente eso se podría decir casi de cualquier orquesta, pero la OBC, a la que todavía no le ha cogido el pulso su nuevo titular, Eiji Oue, por cuyo restablecimiento hacemos votos desde aquí, con un director invitado como Caballé-Domenech, de profesionalidad y corrección, por otra parte, indudables, puede perder tensión y casi “amuermarse” —la Tercera Sinfonía de Rachmani- nov pone fácil esto último— y con Decker, precisamente el “principal director invitado”, con personalidad robusta y familiar para orquesta y público, dar lo mejor de sí misma. Lo mejor del primer programa fue la espléndida intervención de Achúcarro en el Concierto de Grieg. Si no hubiese sido por él, hubiéramos escuchado algo así como “el consabido concierto de Grieg”, pero el veterano pianista dio, no ya la impecable versión que se esperaba de él —Achúcarro es un pianista seguro— sino una con auténtica personalidad, espléndida en la técnica, robusta en la sonoridad, individualizada en la concepción. Además de eso, tiró hacia arriba de la orquesta, que aquí rayó a su mejor altura. Por su parte Decker, al frente de un monográfico Elgar —en el que destacó la primera audición por la orquesta, el Orfeó Català y la mezzosoprano Lucy Schauffer de la cantata The Music Makers, op. 69— quiso quizá demostrar —y lo consiguió— su capacidad y flexibilidad con un repertorio que no sea el germánico y condujo orquesta y coros con autoridad, como siempre, pero además con empatía y, por así decir, mimo, en especial con las partes voca- les. Una cierta impresión de monotonía y desestructura no se debió en modo alguno a limitaciones técnicas o estilísticas de orquesta, coro y solista vocal, menos todavía a la entregada dirección de Decker. Es quizá a Elgar al que no le sobran estructura y solidez formal o quizá en “el Continente” entendamos esos rasgos como casi imprescindibles de la escritura musical y los busquemos inadecuadamente en una obra donde el flujo sonoro, siempre elegante, avanza en meandros bellos e indefinidos, muy “british”, por cierto. José Luis Vidal 19 ACTUALIDAD BARCELONA Locatelli y Pergolesi DOS MUNDOS Barcelona. Gran Teatre del Liceu, 6-III-2007. Barbara Frittoli, soprano; Sara Mingardo, contralto. Orquestra de L’Academia del G. T. del Liceu. Director: Michael Hofstetter. Obras de Locatelli y Pergolesi. Bofill P ietro Antonio Locatelli y Giovanni Battista Pergolesi vivieron en la misma época, su música tiene las lógicas connotaciones, pero el segundo y especialmente la obra programada en este concierto en el Liceu se ha mantenido en el repertorio, mientras que Locatelli es algo más recordado como violinista. Sin embargo, también tuvo una interesante carrera como compositor, con una lenta recuperación de sus creaciones, siendo Il pianto d’Arianna una de sus mejores partituras, llena de intensidad, con una interesante participación del violín. La Orquestra de L’Academia del teatro, bajo la dirección de Michael Hofstetter mostró su ritmo ascendente, con un sonido compacto y transparente, consiguiendo Barbara Frittoli, Sara Mingardo y Michael Hofstetter una versión de la obra de Locatelli fluida y detallista, mientras que la visión del Stabat Mater logró una importante teatralidad, con unos tiempos elásticos, remarcando de forma suficiente los contrastes. Muy interesante fue el resultado de las dos solistas, con Barbara Frittoli, con su voz timbrada y proyectada, que sabe recogerla en los momentos más intimistas, pero también mantener el carácter a veces algo más denso. La elección de una contralto en lugar de un con- tratenor es una opción válida y máxime si se cuenta con una cantante de la sensibilidad de Sara Mingardo, con una voz ideal para este repertorio y una musicalidad exquisita. Albert Vilardell Música clásica indostaní LAS HORAS DEL DÍA Barcelona. L’Auditori. 18-II-2007. Ronu Majumdar, bansuri; Tarun Bhattacharya, santur; Tapan Bhattacharya, tabla; Bangalore Prakash, gatham. Raga Hansadhvani. E 20 l segundo Festival Internacional de percusión de Cataluña nos trajo al Auditori dos de los más destacables representantes de la música clásica indostaní del momento, Ronu Majumdar y Tarun Bhattacharya. Ambos músicos han tenido el gran privilegio de profundizar en su concepto de música con el celebérrimo Ravi Shankar y es por ello que se les considera hoy en India como distinguidos portavoces de la Maihar gharana, un muy respetado estilo/escuela instrumental. Y como no podía ser de otra manera, tratándose de músicos de tan alto nivel, escogieron la raga a escuchar de acuerdo con la bellísima teoría sobre los momentos del día apropia- dos para su interpretación. La elegida, de entre todas las adecuadas para las primeras horas de la noche, fue Hansadhvani, de escala pentatónica, muy popular en el sur de India y que recientemente ha logrado también gran aceptación en el norte. La primera parte del concierto se desarrolló acorde a la orientación dhrupad propia de esta gharana. Los dos músicos, flauta y santur, comenzaron a presentar al público el distintivo temperamento de la raga desde el silencio, improvisando frases largas que fácilmente abandonaban su sintaxis para centrarse y recrearse en el puro sonido, en el matiz tímbrico y la sutileza y sensualidad del ornamento (alap). Esta introductoria ensoñación condujo naturalmente a la aparición de la pulsación rítmica —todavía sin percusión— para seguir improvisando y avanzando en el discurso, ahora ya de más breve y clara factura, mayor energía en la dinámica y progresiva aceleración del tempo (jod y jhala). Y como conclusión de esta primera parte, llegados ya a un frenesí rítmico de consumado virtuosismo, la habitual triple repetición de sentido cadencial de la frase final (tihai). En la segunda parte del concierto, con el acompañamiento ya de la percusión, se interpretaron, generosamente, tres composiciones (en jhaptal y tintal). El tablista Tapan Bhattacharya elaboró un sólido sustento rítmico, con esa sonoridad enérgica y extravertida tan propia de la Banaras gharana. El gatham de Bangalore Prakash, de muy alta precisión y riqueza tímbrica, amplió para la ocasión las posibilidades de la sección rítmica. Y así, ya los cuatro músicos inmersos en la elaboración de un brillante, creativo y lúdico tejido de variaciones de la composición, diálogos melódicos y rítmicos y contrastes de color instrumental, fueron conduciendo el concierto hacia su clímax, esta vez final, dejándonos a todos con las ganas de que esta maravillosa tradición musical se conozca y programe mucho más. Jaime Rodríguez Pombo ACTUALIDAD BILBAO Triunfo del belcanto ENAMORAN Vaya por delante la noticia, conocida apenas unos días antes del estreno de estos Capuleti, de la dimisión de José María Irurzun como vicepresidente y miembro de la directiva de la ABAO. Esta renuncia no es la primera que ve la asociación desde que alcanzara la presidencia Juan Carlos Matellanes, a quien algunos no dudan en señalar con el dedo como responsable primero y último de la crisis de identidad que hoy sufre la sociedad. Afortunadamente, por el momento tal crisis no se extiende al área artística. La mayoría de las óperas de Bellini son hermanas pequeñas de esa obra maestra llamada Norma. Desde luego, I Capuleti e i Montecchi, escrita en un momento delicado de la vida del autor, casi la alcanza en inspiración melódica y fuerza dramática, mas no se beneficia de una orquestación tan rica y cuidada; de ahí que la labor de Riccardo Frizza al frente de la Orquesta Sinfónica de Navarra (antes la Pablo Sarasate), aun brillante y atenta tanto al foso como a las tablas, a veces acaso algo impersonal, quedase en un notable segundo plano ante el poderío vocal y escénico de las dos reinas del elenco. La albanesa Inva Mula — sustituta aquí de Stefania Bonfadelli, al parecer no en su mejor momento—cuenta por triunfos sus visitas a Bilbao. Sólo de lujo puede hablarse cuando Giulietta está servida por una soprano lírica de tan hermosa voz, que gana cuerpo con el tiempo, capaz de los pianissimi más sorprendentes, de un color ideal para el papel. Cómo no enamorarse de ella, y cómo no caer rendidos ante el fuego y la pasión del Romeo de Daniella Barcellona, una mezzo de arrolladora personalidad nacida para el belcanto; los imponentes medios, la intención dada a cada frase, a cada palabra, incluso a cada sílaba, la habilidad en las agilidades, la claridad de la dicción, la fluidez del legato, la amplitud del fraseo y la intensa presencia dejan a un lado ciertos apuros en la zona alta. No cabe en la imaginación una mayor ade- Moreno Esquivel BILBAO Palacio Euskalduna. LV Temporada de la ABAO. 20-II-2007. Bellini, I Capuleti e i Montecchi. Inva Mula, Daniela Barcellona, Ismael Jordi, Filippo Morace, Giovanni Battista Parodi. Coro de Ópera de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Navarra. Director musical: Riccardo Frizza. Director de escena: Robert Carsen. Producción de la Ópera Nacional de París. Inva Mula y Daniela Barcellona cuación a la parte. El jerezano Ismael Jordi es un tenor de voz ligera, fácil, falta de cuerpo y de volumen, ausente en los concertantes y en los dúos con la mezzo, de timbre claro y agradable. Su Tebaldo nos convenció, mas el cantante, de gusto y modales exquisitos, no debería por ahora abandonar estos terrenos; el repertorio verdiano, en el que ya se mueve, no parece ser muy acorde a sus medios. El noble Capellio de Giovanni Battista Parodi, que sabe muy bien qué personaje quiere proponer, y el discreto Lorenzo de Filippo Morace, venido de Italia para bien poco, completaban el reparto. Por su parte, al decir que el Coro de Ópera de Bilbao, bien reforzado, rindió al nivel de sus mejores noches, el elogio viene por sí solo. Las bellísimas líneas de esta música encontraron su razón de ser en los climas oscuros, opresivos e incómodos ideados por Robert Carsen, con tonos rojizos evocadores del calor de la sangre perdida en las disputas; el director canadiense combinó todos sus recursos, entre ellos las emotivas dotes de las dos protagonistas, con verdadera intención teatral. Bajo las sombras, en la tumba, la escena final quedó muy bien resuelta. Allí descansaban los cuerpos de los dos amantes veroneses, por fin juntos para siempre, desafiantes al fatal desenlace de la tragedia. Asier Vallejo Ugarte Academia de Estudios Orquestales Convocatoria de Audiciones en abril de 2007 para el curso 2007/2008 de los siguientes instrumentos: ARPA, CLARINETE, CONTRABAJO, FAGOT, FLAUTA, OBOE, PERCUSIÓN, PIANO ACOMPAÑANTE, TROMBÓN, TROMPA, TROMPETA, TUBA, VIOLA, VIOLÍN, VIOLONCHELO Las clases serán impartidas por los solistas de la Staatskapelle de Berlín Consultar nuestra página Web: www.barenboim-said.org 21 ACTUALIDAD BILBAO Sexta edición del Festival COMO EN CASA Bilbao. Palacio Euskalduna. Festival Musika/Música. 2/4-III-2007. La armonía de los pueblos. E 22 l primer fin de semana de marzo vio pasar por Bilbao la música de algunos de esos autores que hicieron de este arte el más universal de cuantos conoce la historia. Los más de sesenta conciertos, los miles de asistentes a los mismos, la variedad en los repertorios, el ambiente un tanto informal, la calidad de los artistas, los precios populares y los nuevos públicos resuelven un balance ciertamente esperanzador. Ya el viernes por la tarde los entregados alumnos del Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga bilbaíno nos acercaban a los pentagramas de Carmen, una ópera francesa ambientada en Sevilla y admirada en todo el mundo. Poco después, el Trío Guarneri de Praga entraba en el repertorio de cámara de Dvorák y Janácek, no muy habitual en nuestras salas y servida por los músicos con rigor, profesionalidad y transparencia. Finalizada la sesión, vimos los pasillos del auditorio invadidos por una inesperada marea humana; es que Boris Berezovski iba a tocar el Concierto para piano nº 1 de Chaikovski, y cómo lo hizo, proponiendo una lectura crispada en la que no hubo diálogo sino enfrentamiento con la orquesta, con ciertos momentos verdaderamente impresionantes, así en la cadencia del primer movimiento. En la misma audición, Dimitri Makhtin hizo un Concierto para violín bastante más mesurado y muy bien cantado, mimado por el expresivo gesto del director Dimitri Liss. La mañana del sábado nos llevó, rodeados de niños, al Pastel de bodas y al Carnaval de los animales de Saint-Saëns con la Orquesta Poitou-Charentes, la magnífica pianista Marie-Josèphe Jude y Jean-François Heisser primero en el podio y después al piano, en un concier- Orquesta del Conservatorio Jesús Guridi de Vitoria bajo la dirección de Julio Lanuza en el Euskalduna. to animado que, a buen seguro, entusiasmaría a los más —y a los menos— pequeños. Queríamos escuchar después a Juanjo Mena con su Sinfónica de Bilbao, así que volvimos al Auditorio y a Chaikovski para disfrutar de una hermosa versión de Romeo y Julieta y, otra vez, del Concierto para violín del autor ruso, ahora con Régis Pasquier, donde la formación bilbaína rindió a buen nivel mas no al mejor que de ella se puede esperar. Sólo de excepcional cabe calificar la lectura del Réquiem de Fauré que sonó a media tarde, a pesar de los discretos solistas. Nos conmovió ver desde la primera fila el rostro emocionado del anciano Michel Corboz, con los ojos cerrados y la mano izquierda llevada al corazón una y otra vez mientras las notas del compositor francés se elevaban cual sonidos celestiales; por supuesto, el Ensemble Vocal de Lausanne estuvo formidable. Quedaban dos conciertos el sábado. En unas jornadas tan alocadas siempre cabe algo de excentricidad. Con todas las entradas vendidas y, claro, el auditorio lleno hasta el gallinero, Berezovski se presentó luciendo una chaqueta beis, pantalones oscuros y zapatillas blancas, como si del salón de su casa se tratara. Qué más da, si el arrollador y espectacular Segundo Concierto para piano y orquesta de Rachmaninov que resolvió se impuso de inmediato como una de las más impresionantes cimas que ha conocido el festival en sus seis ediciones. Retirado el pianista, la Orquesta Filarmónica del Ural se quedó sola en Una noche en el monte pelado de Musorgski y en el poema sinfónico Finlandia de Sibelius, dos obras archiconocidas en las que los vientos cayeron en varios deslices. La noche prometía un precioso eclipse lunar, pero nosotros esperábamos a Javier Perianes, pues su versión del Concierto para piano de Grieg, con Antoni Wit al frente de la Filarmónica de Varsovia, prometía un descenso al silencio de una belleza aún mayor. El onubense es un esteta de los de verdad y, como tal, dice y dijo con una sensibilidad y con un lirismo íntimo, elegante y casi mágico al que sólo unos pocos pueden aspirar. El domingo por la mañana tuvimos menos suerte, tanto por una Coral de Bilbao que tardó en encontrarse a sí misma en su recital dedicado a Guridi y al Aita Donostia como por el pianismo duro de Claire Désert, que dejó unos Cuadros de una Exposición de Musorgski faltos de misterio y demasiado golpeados. Por la tarde, dos nuevas citas con Dimitri Liss y su Filarmónica del Ural, a saber, una Sexta sinfonía de Chaikovski menos pesimista de lo habitual y un Concierto para violonchelo de Dvorák del que rescatamos el fuerte carácter y la intensa expresividad de Alexander Kniazev. Para la guinda final escogimos el recital de Perianes. Tras bordar ciertas obras de Mompou, Granados y Debussy, llegó una fascinante lectura de la Fantasía Bætica de Falla, evocadora no tanto de paisajes como de unas sensaciones que vienen de la creatividad de este músico llamado a ser uno de los más imaginativos de nuestro tiempo. Asier Vallejo Ugarte ACTUALIDAD CÓRDOBA / JEREZ Un violinista de catorce años VENTUROSO FUTURO CÓRDOBA Gran Teatro. 28-II-2007. Francisco José Montalvo, violín. Orquesta de Córdoba. Director: Manuel Hernández Silva. Obras de Wagner, Lalo, Ginastera y Valero Castells. La presencia del jovencísimo violinista cordobés Francisco José Montalvo en el concierto del Día de Andalucía ha supuesto el principal aliciente de esta cita de la orquesta junto al estreno en Córdoba de la obra Polifemo y Galatea del compositor valenciano (Silla) Andrés Valero-Castells. Su carácter programático, siguiendo seis conjuntos de las estrofas más significativas y atrayentes argumentalmente de la fábula de Góngora, permite al oyente percibir con facilidad su discurso. La riqueza de su instrumentación y los sucesivos contrastes que desarrolla son dos de las caracterís- ticas que la hacen especialmente atractiva. El maestro Hernández Silva, a quien está dedicada, se sintió siempre perfectamente identificado con esta más que interesante creación, lo que favoreció su interpretación llena de fuerza y dinamismo, cerrando así la velada con espectacularidad y gran regocijo del público. Antes, la suite del ballet Estancia de Alberto Ginastera preparó el ambiente con sus llamativos ritmos del folclore rural argentino que han hecho que sea esta pieza una de las más famosas y populares de su autor. El ritual que se desprende de la obertura de Los maestros cantores de Nuremberg de Richard Wagner acompañó como un incomparable corolario la interpretación del himno andaluz que abrió el concierto. La Sinfonía Española de Edouard Lalo fue escogida para la actuación de Francisco José Montalvo, indudablemente centro de atención de este programa. Lo más llamativo de este intérprete, con tan sólo catorce años, es su talento natural para la música que le hace transmitir un sentido artístico impropio de su edad, demostrando siempre, con inusual serenidad en sus tempi, una gran madurez y facilidad de lenguaje. Como expresó en el Andante, su capacidad con- certante y su identificación con el pódium favorecieron una brillante actuación, llena de emoción y sentimiento, cualidades que llevan a augurarle una gran carrera de venturoso futuro. Su técnica se encuentra en un proceso de crecimiento que, en muy poco tiempo hará convergencia con su gran musicalidad, como se pudo apreciar en el bis con el que terminó su actuación, el Zapateado de Pablo Sarasate, como es bien sabido, endiablada pieza que concentra el súmmum de dificultades posibles de ejecutar y todos los secretos del violín. José Antonio Cantón Juego de espejos DE RARA INTENSIDAD Al igual que entonaciones diversas pueden colorear de mil sentimientos distintos una misma frase, así como la luz del sol viste un único paisaje con innumerables ropajes variopintos según sea el momento del día en que lo alumbre, suscitando en quien lo contempla una gama de sensaciones y emociones tan amplia como, a veces, incluso paradójica, así también cada nueva lectura de una obra musical habrá de expandir sus horizontes en irisaciones infinitas, según sean el carácter, la formación, la capacidad técnica, la sensibilidad y el propio estado de ánimo actual de los intérpretes encargados de servírnosla. Es ahí donde radica, precisamente, la mayor virtud de las grandes obras, en éste su ser a la vez singulares e infinitas, temporales y eternas, tan CUARTETO JANACEK JEREZ Teatro Villamarta. 15-III-2007. Cuarteto Janácek. Obras de Schubert, Janácek y Dvorák. distantes de la quietud marmórea como cercanas, en fin, al intrigante e inexplicado hechizo de los espejos. Tres monumentos cimeros del repertorio cuartetístico daban forma al programa servido en el Villamarta jerezano por el admirable Cuarteto Janácek de Brno. Para empezar, un Schubert (Rosamunda) que algunos tacharían tal vez de excesivamente pacífico, tibio y almibarado, en una lectura morosa y limada de aristas, de líneas clásicas, presidida más por el dieciochesco concepto de equilibrio que por las tempestades interiores o el desasosiego románticos; un acercamiento, en fin, que miraba más a Haydn o Mozart que al Beethoven más borrascoso, pero de una hermosura radiante y un inatacable impacto emocional. En el Cuarteto nº 1 de Janácek maravillaron el metódico y traslúcido juego conversacional y la densidad sentimental: atmósferas espesas, de un asfixiante dramatismo, plenas de tensión, fuerza y verdad. El segundo movimiento, en concreto, resultó inolvidable por su traslúcida elocuencia, por su belleza extraña, diáfana e hiriente, explosiva, anonadante. Una lectura, en resumen, sincera y personalísima, sin concesiones a la galería, realizada “desde el corazón”, honda, sólida y vigorosa. De la versión del Opus 106 dvorákiano sobresalió la milimétrica graduación dinámica, así como la excelsa labor de un primer violín — Milos Vacek— sencillamente portentoso por su capacidad para controlar el sonido, por su pulso exquisito y su aquilatada y exquisita expresividad. Ignacio Sánchez Quirós 23 ACTUALIDAD HUELVA Huelva estrena orquesta sinfónica UN REGALO Auditorio de Casa Colón. 27-II-2007. Javier Perianes, piano; Francisco Bernier, guitarra; Cristina Ceballos, baile. Orquesta Sinfónica de Huelva. Director: Francisco Navarro. Obras de Mozart, Chaikovski, Strauss, Bizet, Mascagni, Rodrigo, Bacarisse y Navarro. Alvaro Yañez $0(17$&,21(6 '( (0$1$ $17$ I H ! Antes de la recuperación de las Leçons de Ténèbres francesas, las Lamentations de Jérémie habían hecho las delícias de la piadosa Italia, prueba de ello son estas Lamentazioni de la primera mitad del siglo XVII, todas provinentes de los 23 ciclos de Lecciones del manuscrito Q43 del Museo musicale de Bolonia. María Cristina Kiehr y Concerto Suave nos hacen revivir emociones de aflicción, dolor, lamentación... www.harmoniamundi.com 24 HUELVA $5,$ 5,67,1$ ,(+5 Casa Colón en Huelva Uno de los regalos que este 2007 ha traído a Huelva es una orquesta sinfónica, hecha realidad por el Ayuntamiento onubense y la Caja Rural del Sur. Y, desde luego, tal acontecimiento se ha esperado con impaciencia, ya que Huelva era la única capital andaluza que aún no disponía de orquesta propia. La fecha del concierto de presentación no ha podido ser más oportuna: la víspera del Día de Andalucía. Además, se contó con la intervención de Javier Perianes, quien al mismo tiempo apadrinaba a aquélla. Tutti vigorosos y brillantes, que favorecieron El toreador, de Carmen, y Versus Onuba, composición del director titular, Francisco Navarro, que arrancaría los aplausos con un colorido genuinamente nacionalista, donde el contrapunto de flautín, clarinete y fagot sobre el famoso tema de la romería de El Rocío fueron el anuncio de la estampa sinfónica más esplendorosa de la noche, con el aliciente visual de una garbosa bailaora vestida de rojo y amarillo y un cortinaje de fondo en blanco y azul representando la bandera de Huelva. Pero hubo algo que a los oídos del melómano cautivaba, refrendo del mérito artístico y que no es frecuente incluso en los profesionales ya veteranos: el control exhaustivo de la dinámica piano, abarcando el rico espectro que va desde el tutto piano hasta el mezzopiano. Esto evidenció la categoría que tiene la cuerda, sin inconvenientes para adaptarse a las exigencias de una partitura, como el acompañamiento del Concierto de Aranjuez (con un detallismo psicológico que hizo posible el encanto que atraviesa entera a España) y el celebérrimo Andante del Concierto para piano nº 21 de Mozart, una interpretación que se recreaba confiadamente en lo inexplicable de la música, eso que al hombre hace consciente del milagro de existir. Flojos el oboe y el corno inglés en sus funciones solistas; las trompas tampoco dieron la talla. El guitarrista, a priori con un propicio acompañamiento orquestal en pianissimo, no aprovechó la ocasión para hacer oír la personalidad de su instrumento. Marco Antonio Molín Ruiz ACTUALIDAD LA CORUÑA De Shostakovich a Bruckner DIRECTORES INVITADOS LA CORUÑA James Judd es uno de los directores invitados que ha conquistado el favor de público y orquesta. Modélica versión de Falstaff, el precioso poema sinfónico de Elgar, aunque no menos que el Concierto nº 5 para piano y orquesta de Beethoven que sonó maravillosamente en manos del pianista italiano de contradictorio apellido. Porque Nosè sabe muy bien cómo tocar esta obra extraordinaria. Fue muy aplaudido y él correspondió con el Nocturno en do sostenido menor, póstumo, de Chopin. Líneas de fuerza, de Satué, premio AEOS, no caló en el público, que la escuchó con respeto (veinte minutos) y la premió con la fría cortesía que practica habitualmente en tales circunstancias, sobre todo si el autor —como fue el caso— se halla presente en la sala. Jennifer Larmore, que iba a interpretar Les nuits d’été de Berlioz, canceló su compromiso por indisposición. No suele ser fácil sustituir a la solista en obra como ésta; pero por fortuna se halló a la también mezzo (aguda; tal vez, falcón) Wyn-Rogers que hizo una versión bellísima por capacidad expresiva e impecable arte de canto. La orquesta, con Abbado al frente, acompañó con sonoridades dulces y encantadoras. El director italiano plantea sus versiones con fuertes contrastes dinámicos y también busca con ahínco la claridad, la puesta en valor de toda la obra: la trama y la urdimbre. Esta forma de dirigir permite escuchar muchas cosas que habitualmente pasan inadvertidas; pero es verdad que la insólita relevancia de algunas texturas produce algún desconcierto en el oído habituado a otro tipo de lecturas. Víctor Pablo Pérez nos obsequió una vez más con la soberbia interpretación de una sinfonía de Shostakovich. El compositor ruso es uno de sus músicos predilectos. Es de justicia destacar la actuación de Vladimir Prjevalsi, al frente de los arcos, por la impecable resolución de las dificultades que esta obra plantea al primer violín tratado con frecuencia como solista. El joven pianista francés, Braley, con su toque delicado puso de relieve las más bellas y cristalinas sonoridades en el célebre Concierto nº 9, “Jeunehomme”, de Mozart. El público supo premiar su arte y el intérprete correspondió con una maravilla: el Impromptu en sol ROBERTO ABBADO Palacio de la Ópera. 16-II-2007. Alberto Nosè, piano. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: James Judd. Obras de Satué, Beethoven y Elgar. 23-II-2007. Catherine Wyn-Rogers, mezzosoprano. Director: Roberto Abbado. Obras de Franck, Berlioz y Ravel. 2-III-2007. Frank Braley, piano. Director: Víctor Pablo Pérez. Obras de Mozart y Shostakovich. 8-III-2007. Director: Eliahu Inbal. Bruckner, Sinfonía nº 5. 16-III-2007. Director: Jesús López Cobos. Obras de Baudot y Bruckner. bemol mayor, D. 899, nº 3, de Schubert. Este acto musical fue duplicado: viernes y sábado. En vista de que los abonos se han agotado y de que aún existe demanda, la OSG ha decido repetir cinco conciertos cada año que ofrece en forma de Miniabono y a un precio razonable. Aunque en general la sala no se llena, hay que considerar un gran éxito que, poniendo por caso este programa, hayan asistido en total unas dos mil quinientas personas. Sitúese esta cifra en relación con el dato demográfico de La Coruña (250.000 habitantes; unos 350.000 con el hinterland) y se tendrá una idea bastante clara de lo que digo. Nos visitó uno de los grandes directores que existen en la actualidad, Eliahu Inbal. Su Bruckner, impresionante. No se me ocurre otro adjetivo que pueda hacer justicia a lo que hemos escuchado. La versión de la Quinta fue de referencia. Inbal dirigió a la OSG con ese dominio sereno, con esa parquedad de gesto que caracteriza a quienes se hallan seguros de su oficio. Repetidas aclamaciones de un público enfervorizado, aplausos de la orquesta al director y de éste — visiblemente complacido— a la orquesta. Y de nuevo Bruckner, esta vez la Cuarta Sinfonía “Romántica”, con dirección de López Cobos. Versión de 1874: la genuina, sin afeites ni cirugías; Bruckner en estado puro con sus virtudes y sus defectos. Notable versión de un director de gesto siempre amable, sonriente, aprobatorio, por el que orquesta y público sienten predilección. En esta oportunidad, pareció que en ciertos momentos se hallaba un poco crispado, utilizando ademanes rígidos, en él inhabituales. En todo caso, excelente concierto que se completó con la Dolora Sinfónica, la estupenda obra en que Baudot rinde homenaje a su admirado Richard Strauss y en particular al poema sinfónico Muerte y transfiguración. Julio Andrade Malde 25 ACTUALIDAD LAS PALMAS XL Festival de Ópera “Alfredo Kraus” TRIUNFO DE LA AUTÉNTICA BOHEMIA LAS PALMAS Auditorio Alfredo Kraus. 17-II-2007. Puccini, La bohème. Ainhoa Arteta, Yolanda Auyanet, Fabio Sartori, Manuel Lanza, Juan Tomás Martínez, Burak Bilgili, Elu Arroyo. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Coro del Festival de Ópera. Coro Infantil de la OFGC. Director musical: Piergiorgio Morandi. Director de escena y escenografía: Mario Pontiggia. Conseguir un gran éxito de público con una ópera como La bohème podrá parecer a muchos una tarea no excesivamente difícil, habida cuenta de la aceptación popular que siempre ha gozado este capolavoro pucciniano. Por tanto, con un reparto correctamente escogido, la presencia de este título en el cartelón de cualquier teatro, es una apuesta por caballo ganador. Lo que ya no es tan fácil es (justamente por su popularidad), además de triunfar en lo musical y en lo teatral, conseguir decir algo nuevo sin caer en lo tópico y sin necesidad de caer en extravagancias fuera de contexto. Y éste ha sido el caso de esta nueva producción de los Amigos Canarios de la Ópera, en la que voces, orquesta y elementos teatrales se aunaron en feliz realización para alcanzar el aplauso entusiasta de un público que aceptó sin reservas las nuevas propuestas escénicas. Éstas, fundamentalmente, estriban en plantear el ambiente bohemio (verda- dero protagonista de la ópera) desde una perspectiva más realista, rompiendo la sinonimia “bohemia-cutrez” que ha imperado en los gustos de los directores de escena en estereotipos trillados hasta la saciedad. Los personajes de Murger no son precisamente vagabundos ni zarrapastrosos, sino que pretendían liberarse de los convencionalismos de una sociedad altoburguesa (a la que pertenecían) y vivir de la forma más libre; Mimí, una joven costurera es pobre, pero no por ello ha de renunciar a un cierto gusto en el vestir. Y así, esta nueva producción destaca por su sobria elegancia en decorados y vestuario, así como en el comportamiento actoral, en el que los solistas encajaron magníficamente. En lo vocal, la excelencia vino de la mano de Fabio Sartori, hay en día uno de los mejores Rodolfos que podamos encontrar; timbre genuinamente italiano, carnoso pero sin necesidad de engolamientos y generoso en la zona aguda, homogéneo siempre en toda la tesitura. Arteta asimismo cosechó calurosísimos aplausos en una Mimí muy creíble, con un color vocal ciertamente seductor, y con un tercer acto realmente esplén- dido. Musetta de lujo la de Yolanda Auyanet, totalmente alejada de los histrionismos al uso, con una línea de canto impecable. A gran altura estuvieron, como era previsible, los dos barítonos, Manuel Lanza y Juan Tomás Martínez, en lo vocal y en lo actoral, al igual que el doblete realizado por Elu Arroyo. Mortecina, sin embargo la actuación de Bilgili como Colline. Muy bien la dirección musical de Morandi, que encontró una excelente respuesta en los profesores de la Filarmónica de Gran Canaria, y buena comunicación con el escenario. Magnífico el coro del Festival de Ópera, que junto al infantil de la OFGC acertaron plenamente en el peligroso segundo acto, por cierto muy bien resuelto en lo escenográfico por Pontiggia, habida cuenta de las peculiaridades de la sala. Triunfo rotundo en el arranque de un festival que, a sus cuarenta años, goza de una envidiable juvenil madurez. Leopoldo Rojas-O’Donnell Academia de Estudios Orquestales Convocatoria de Audiciones en mayo de 2007 para el curso académico 2007/2008 de la siguiente especialidad PIANO ACOMPAÑANTE Las clases serán impartidas por un profesor de la Staatskapelle de Berlín Consultar nuestra página Web: www.barenboim-said.org 26 ACTUALIDAD LAS PALMAS XXIII Festival de Música de Canarias LA ANSIADA RESURRECCIÓN Las Palmas de Gran Canaria. Auditorio Alfredo Kraus. 26, 27-II-2007. Magdalena Kozená, mezzosoprano; Soile Isokoski, soprano. Orquesta Filarmónica de Berlín. Orfeón Donostiarra. Director: Simon Rattle. Obras de Dvorák, Adès, Janácek y Mahler. E l acontecimiento más esperado en la vigésimo tercera edición del Festival de Música llegó, convocó y convenció. Era una antigua deuda pendiente la que los organizadores del certamen tenían que saldar con el público: lograr traer a la Filarmónica de Berlín. Si a lo largo de las anteriores temporadas habían desfilado por los escenarios canarios las más grandes formaciones orquestales del orbe, faltaba una que, a decir de muchos, era la mejor. Y cuando el pasado año se despidió Rafael Nebot de la dirección del Festival, lo hizo no sin haber anunciado que finalmente vendría la casi legendaria orquesta. No siempre van parejas las expectativas con la realidad, pero, en este caso, no sólo nadie quedó defraudado, sino que los resultados superaron las ilusiones de un público que había hecho desaparecer las localidades del Auditorio desde casi el día que se pusieron a la venta. A estas alturas glosar las excelencias de la orquesta berlinesa es casi un pleonasmo. Es de los pocos casos en que la más acentuada profesionalidad se da la mano con la verdad artística y el entusiasmo por llevarla a cabo. Y si a una formación técnicamente perfecta, con secciones absolutamente equilibradas, unimos una batuta llena de personalidad y en estado de gracia como es la de Simon Rattle, no tendremos que forzar nuestra imaginación para comprender por qué el público vitoreó hasta el delirio. Nunca Dvorák nos pareció tan nuevo, y a la vez, tan gratamente reencontrado; la versión de Rattle de su Séptima Sinfonía fue un dechado de fluidez en el discurso, rica en colorido, pletórico el cantabile (inolvidable el Adagio) e inagotable en imaginación. Tevót de Adès, no precisamente novedosa obra, sonó grata en su innegable efectismo, con atmósferas bien logradas. La bienhumorada Sinfonietta de Janácek, pimpante y rezumando brío, color y gusto por el contraste, fue también un prodigio de creación de clímax por parte de Rattle, unánimemente comprendido por la orquesta. Pero fue la Resurrección la obra que devolvió al Festival el entusiasmo de otras ediciones. Ante el planteamiento abiertamente contrastado entre dramatismo y afirmación de la vida, los berlineses, con el impactante concurso del Orfeón Donostiarra y las plausibles solistas Isokoski y Kozená, tradujeron la batuta de Rattle con una emoción infrecuente en casos de tanto virtuosismo orquestal como el aquí desplegado, como bien podríamos ejemplificar en el estremecedor Scherzo. Fue, sin duda, un concierto de los que hacen época. Leopoldo Rojas O’Donnell 27 ACTUALIDAD MADRID ORTVE VIEJOS CONOCIDOS Madrid. Teatro Monumental. 2-II-2007. Hakan Hardenberger, trompeta. Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española. Director: James MacMillan. Obras de Fernández Álvez, Martinsson y Prokofiev. 9-II-2007. Josep Colom, piano. Director: Antoni Ros Marbà. Obras de Del Campo, Bartók y Brahms. 16-II-2007. Ana María Sánchez, soprano; María José Montiel, mezzo; Vicente Ombuena, tenor; Simón Orfila, bajo. OCRTVE. Director: Juanjo Mena. Verdi, Réquiem. JAMES MACMILLAN MADRID Además de director de orquesta, James MacMillan es compositor, lo que le faculta —al menos sobre el papel— para entender con garantías la arquitectura de una obra como la Sexta Sinfonía de Prokofiev, con el grado de cohesión al que aspira su bien trabado material temático. Siendo así, y a través de una amplia gestualidad, MacMillan capturó el tono y la tintura general de la obra, así como algo de su incontenible dinamismo. Sin embargo, sorprende que apenas estuviesen apuntadas algunas transiciones de la misma, como la que tiene lugar durante el Largo, en el que los acentos dolosos se presentan casi de improviso, siendo escasa su asunción. Tampoco el fatum presente en muchos momentos del movimiento inicial, ni el picante aroma tímbrico del Finale tuvieron una adecua- da plasmación desde una óptica en la que algunas cosas se quedaron en el tintero. Con anterioridad, en la Fantasía maya de Gabriel Fernández Álvez, el director había mostrado maneras al medirse con esta obra ecléctica y arcaizante, muy en consonancia con esa tercera vía (llamémosla así), de música contemporánea que lo es apenas por los pelos y que tan a menudo programa ahora la ORTVE. El Infierno dantesco de Conrado del Campo le había gustado al propio Debussy, durante un viaje de nuestra música a París. Partitura abigarrada pero transparente, refleja a las claras el dominio orquestal del maestro español. Ros Marbà se mueve como pez en el agua en tales ámbitos, como también lo hace Josep Colom en un concierto de hechuras difíciles, tal es el Tercero para piano de Bartók, que afrontó con dominio de los propios recursos y hondura en la exposición de unos planteamientos de gran calado. Colom es hombre que sabe retener dentro de sí la emoción de estas obras, por lo que aún después del concierto se le advierte el estremecimiento que la música le ha causado. El título se refiere al Réquiem, que tuvo en Mena una versión intensa, poderosa y granítica, con coros —y aún más orquesta— esforzados al máximo. Soprano de bella voz, algo estática en la expresión, con incidentales fijezas. Tenor de voz neutra, apretada, con cambios de color perceptibles. La mezzo no carecía de cierto empaque de diva, asentada ya en su nueva cuerda. El bajo era algo monótono, plano en medida y acentos, pero correcto y hasta sonoro. J. Martín de Sagarmínaga Ibermúsica LEYENDA SINFÓNICA Madrid. Auditorio Nacional. 26 y 27-II-2007. Filarmónica de Viena. Director: Daniel Barenboim. Obras de Schumann, Wagner, Schubert y Bruckner. M 28 ucho más al natural que en el disco, uno se apercibe de la calidez, sedosidad y transparencia de las cuerdas, del terciopelo de las maderas, del timbre áureo de los metales de esta orquesta legendaria. El equilibrio, la finura, el sabor de una secular tradición, que ha venido siendo forjada a lo largo de los siglos y que tiene la impronta de las rancias escuelas instrumentales vienesas otorgan esa rara personalidad de cristal al sonido. Una orquesta más bien endogámica, un círculo cerrado en realmente mágico. Barenboim, afortunado director a su frente ha tenido una actuación meritoria, dominadora, musical, aunque no nos ha convencido del todo, sin embargo, en esta oportunidad. La Sinfonía nº 4 de Schumann nos pareció en exceso robusta, de trazado más bien grueso, con un excesivo apoyo en los bajos, menos lírica de lo que nos habría gustado. La nº 5 de Schubert, que es un puro juego de aladas melodías y de contrapuntos al aire, fue tocada, muy bien, desde luego, con una amplitud más propia de La Gran- de del mismo autor. Las páginas sinfónicas wagnerianas, briosas, altisonantes, estentóreas, musculadas, tuvieron una brillantez extraordinaria. Habríamos preferido menos aparato y más cuidado en algunos pasajes, como el del coral final de Tannhäuser a cargo de los metales, que aplastaron el diseño ostinato de las cuerdas, tan estratégicamente importante. Solemnes, bien, los fragmentos de El ocaso y algo embarullada Maestros cantores, que exige una finura mayor, un mimo más reco- nocible en el juego contrapuntístico. Por fin, una bien construida nº 7 de Bruckner, sólida y firme, con un excelente Adagio —daba gloria escuchar esas frases de las cuerdas— y una exposición general magnífica, quizá sin la limpieza exigible a ciertas progresiones y sin la hondura vertical de determinadas elaboraciones. Un muy bello Vals triste de Sibelius y una polka rápida de Strauss (Entre truenos y relámpagos) amenizaron el fin de fiesta del primer día. Arturo Reverter ACTUALIDAD MADRID Contrastes contemporáneos GRITOS Y SUSURROS Madrid. Auditorio Nacional. 7-III-2007. Neue Vocalsolisten Stuttgart. Obras de Sciarrino, Aperghis, Hidalgo, Désy, Vassena y Ronchetti. Auditorio del Museo Reina Sofía. 12-III-2007. Ensemble Laboratorium. Director: Aurélien Azan Zielinski.Obras de Torres Maldonado, Parra, Hovhannisyan, Wlashe y Saunders. E l ciclo musicadhoy y el del CDMC están dándonos la oportunidad de conocer de primera mano a los grandes solistas e intérpretes de la música de nuestros días. Uno de los momentos más brillantes vividos en el ciclo musicadhoy de este año ha sido el concierto de los Vocal Solisten, grupo que como su nombre indica no es una agrupación vocal al uso sino que cada una de sus voces está preparada y actúa como solista de un complejísimo repertorio. Los seis miembros del grupo demostraron con creces en el concierto que para hacer una interpretación interesante de la música vocal contemporánea no sólo hace falta una técnica depurada sino que las actitudes actorales deben estar desarrolladas en paralelo. Un programa complejo, con obras recientes de grandes nombres como Salvatore Sciarrino, L’alibi della parola (2001-2) para voces masculinas en las que la precisión y técnica nos llevaba hasta efectos medievales, bajo continuo vocal, hoquetus, etc.; Georges Aperghis, Vitriol (2006) con un horror vacui sonoro que llevaba a las voces a extremos casi increíbles o Manuel Hidalgo, Cuatro citas de Juan Goytisolo (1999) en las que el maravilloso empaste entre el contratenor y la soprano se deslució ligeramente por la necesidad de pulir el acento en los textos; que se completaba con Thomas Désy, pssschtt (2000) obra gestual para dos voces femeninas en las que la actuación es casi más importante que las características vocales; Nadir Vassena —Infidi luoghi dell’ anima—, en la que la fabulosa voz del contratenor volvió a brillar y el Pinocchio de Lucia Ronchetti en el que la fábula se alimentaba de todo tipo de influencias de todos los tiempos, con especial presencia del madrigal italiano, con citas directas a Monteverdi. En contraste con la música vocal el concierto del Ensemble Laboratorium, el lunes 12 de marzo en el auditorio del MNCARS, presentó un repertorio instrumental marcadamente centroeuropeo, característico de este grupo fundado bajo el auspicio de Pierre Boulez en el Festival de Lucerna de 2004. Grupo de jóvenes músicos que incluso en su puesta en escena marcan diferencias con los conciertos tradicionales, vestidos de un blanco inmaculado. Destacaron en el programa tres estrenos de obras compuestas ex profeso para el grupo del mexicano Javier Torres Maldonado, presente en la sala, del español residente en París Héctor Parra y del armenio Aram Hovhannisyan, única obra en que estuvieron presentes los quince instrumentistas del grupo y que cerró el concierto como un fastuoso colofón. Todas las obras presentadas se caracterizaron por una extrema dificultad instrumental, asumida de forma brillante por los músicos, como en el caso de la obra de J. Wlashe en que la interpretación fue totalmente a oscuras o la obra de Rebecca Saunders Into the Blue, en la que el control de los silencios fue casi tan expresivo como el de los sonidos. Leticia Martín Ruiz 29 ACTUALIDAD MADRID Obras de Charles y Françaix NOVEDADES Madrid. Auditorio Nacional. 13-III-2007. Justo Sanz, clarinete. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: Luca Pfaff. Obras de Charles, Françaix y Beethoven. L legó a nosotros la firme, perfectamente elaborada y amplia obra, en intención y recorrido, Seven Looks de Agustí Charles. Estrenada en Málaga en enero del 2005, los títulos sucesivos de las supuestas siete fracciones de la obra se amalgaman en un discurso copioso con amplia orquesta que explota tensiones de arranque y plenitud sonora que va desde ese arranque hasta la corta intervención solista del primer violín o el cierre de la obra con la lejanía de instrumentistas de cuerda en ese “modo antico” como el compositor lo etiqueta. Gozoso es tener constancia de la excelencia de primeros atriles de la orquesta, y en esta ocasión es al clarinetista Justo Sanz hacia quien se vertió el merecidísimo gran éxito al hacernos escuchar por primera vez en España el dificilísimo Concierto para clarinete y orquesta de Jean Françaix, pieza de si bien comenzó con una exposición aireada en la que no se evitaban aristas de viento y madera, no por ejecución —que fue impecable a lo largo de toda la sinfonía— sino por intención directorial quedó en un discurrir sin aportar un ápice de creatividad a lo escrito, resultando una ordenada lectura sin especial brillo por ningún concepto. esa estética de entre guerras en el país vecino, en la que se agotan prácticamente las posibilidades del instrumento y de quien lo toca. Sanz lo tocó con total dominio, de memoria y magistralmente. Y por si algo quedaba en el tintero se explayó en una propina añadida ante el aplauso de sus compañeros, de Pfaff y del público. El maestro suizo remató el concierto con una versión de la Sinfonía “Heroica” que José A. García y García Musicadhoy LA BELLEZA Y EL EXCESO 30 dinámicos, aunque con escasos fortes a pesar de la larga duración, y con mucha busca y rebusca en las gamas inferiores. Hay un sabio uso de lo aleatorio, y un equilibrado turno de palabras y música. La cadencia o secuencia (ahora es Berio quien nos tendría que perdonar) de la flauta nos parece gratuita, especialmente colocada en ese final en que las cosas empiezan a ir mal. Hay belleza y hay tensión en el Ciclo. Esto es: los hay hasta que, a partir de cierto momento, deja de haberlos. La repetición es un recurso legítimo en música, por mucho que estuviera condenado en tiempos del serialismo integral; pero repetirse es otra cosa. No hay discursos largos ni cortos. Lo son de acuerdo con su código. Parsifal, Don Quijote y Guerra y paz son tal vez obras breves. El Scardanelli Zyklus es ahora una obra excesiva, compuesta de veinticuatro obritas llevaderas por sí mismas (se han ido acumulando con el tiempo, esto es una work in progress, cielos). Pero trop c’est trop, como dicen en Francia. Hace unos años, musicadhoy nos trajo tres conciertos de Stockhausen. Si hubiera sido uno solo, seguiríamos creyendo que es el compositor que fue. Él se empeñó en que fueran tres, y comprendimos que ya no era ni su sombra. Scardanelli Zyklus, de haber durado cuarenta y cinco minutos menos en lugar de dos horas y media largas, habría sido una obra interesante, importante, algo exigente, pero poco menos que indiscutible. Cuando el verbo es excesivo para su propio código, cuando se repiten los recursos, cuando Kai Bienert E l discurso de Holliger podría considerarse postvanguardista. Por entendernos. Hay en el Scardanelli Zyklus (poemas de Hölderlin de cuando se hacía llamar Scardanelli y era un loco que atormentaba a su respetable familia) una continuidad de hallazgos de los que guardamos memoria por habérselos visto, más radicales, a la vanguardia. La discontinuidad del discurso vocal, por ejemplo. Por una parte, Holliger llega más lejos, y disuelve el poema en sílabas. Por otra, usa del empaste de la polifonía clásica en su coro de 29 voces mixtas; para desmentirlo, para deconstruirlo (que me perdone Derrida), para defraudarlo, mas también para mantener notas tenidas con determinado color. Color. No hay especial búsqueda del color en el conjunto de unos treinta músicos. Hay timbres, claro, porque hay diversos instrumentos. Pero no los combina Holliger con intenciones tímbricas. Una de las características de este ciclo es la dosificación de los matices HEINZ HOLLIGER Madrid. Auditorio Nacional. 27-II-2007. Felix Renggli, flauta. Ensemble Contrechamps. SWR Vokalensemble. Director: Heinz Holliger. Holliger, Scardanelli Zyklus. la tensión poética ya no resiste, cuando los hallazgos son déja vus, cuando ni siquiera viene en tu ayuda el ingenio (ese farsante que tanto juego ha dado en el arte moderno) algo grave pasa. Trop c’est trop. La obra está grabada en disco, según parece. Mejor acceder a sus bellezas parciales acudiendo a tal o cual pista. Las veinticuatro piezas seguidas muestran sus costuras, sus hilos, sus insuficiencias. En arte, al contrario que en el mundo del derecho, las condenas suelen tener valor retrospectivo. A partir de tal movimiento (no sé cuál) vemos que aquello no funciona. Y decimos: no funcionaba ya antes. Sin duda, somos injustos. Los excesos de la cola no deben cegar el auténtico arte de Holliger y ese espléndido conjunto instrumental y vocal. “Es que es suizo, y tú eres latino y te cansas”, decía un amigo nuestro, músico, al que respetamos. Si sigue diciendo cosas así, dejaré de respetarlo. Santiago Martín Bermúdez ORQUESTA Y CORO NACIONALES DE ESPAÑA JOSEP PONS Director artístico y titular Carta Blanca a HENRI DUTILLEUX 06 07 Temporada CONCIERTOS SINFÓNICOS CONCIERTOS DE CÁMARA 4, 5 y 6 de mayo de 2007 7 de mayo de 2007 Orquesta y Coro Nacionales de España Marie-Josephe Jude, piano Franck Ollu, director Henri Dutilleux L'Árbre des songes (Primera vez ONE) Sergei Teslia, violín Claude Debussy La damoiselle élue, para mezzosoprano y coro femenino (Primera vez OCNE) Marina Rodríguez Cusí, mezzosoprano Henri Dutilleux Correspondances (Primera vez ONE) Barbara Hannigan, soprano Félix Mendelssohn Variations Sérieuses Maurice Ohana Etudes d'Interprétation Claude Debussy Préludes Henri Dutilleux Preludio núm. 2 Preludio núm. 3 Sonata Maurice Ravel La Valse, poema coreográfico para orquesta 14 de mayo de 2007 11, 12 y 13 de mayo de 2007 Robert Schumann Cuarteto en Fa mayor, opus 41, núm. 2 Orquesta Nacional de España Cuarteto Sine Nomine Roberto Abbado, director Henri Dutilleux Ainsi la nuit Henri Dutilleux Mystère de l’instant (Primera vez ONE) Franz Schubert La Jeune Fille et la Mort, D. 810 Franz Liszt Concierto para piano núm. 2, en La mayor, S. 125 Jean-Yves Thibaudet, piano Henri Dutilleux Sinfonía núm. 2, para gran orquesta y orquesta de cámara “Le double” (Primera vez ONE) ACTIVIDADES Exposición Ainsi Dutilleux... del Centre de documentation de la músique contemporaine (Francia). Del 4 al 13 de mayo de 2007. Auditorio Nacional de Música* Documental Conferencia Henri Dutilleux, à portée de voix. Maxime Joos Michel van Zele, dirección Días 4, 5, 6, 11, 12 y 13 de mayo de 2007, 18:30 horas. Sala de Actos del Auditorio Nacional de Música* Sábado, 5 de mayo de 2007. Para más información: http://ocne.mcu.es * Acceso libre hasta completar aforo (previa presentación de la localidad del concierto). Venta de localidades: Auditorio Nacional de Música, Teatro de La Zarzuela, Teatro María Guerrero, Teatro Pavón, Teatro Valle-Inclán. Telefónica: ServiCaixa 902 33 22 11. Internet: www.servicaixa.com Fechas de venta: desde el 10 de abril, los conciertos de los días 4, 5 y 6; a partir del 17 de abril, el resto de los conciertos. Precios: conciertos sinfónicos: desde 4 euros; conciertos de cámara: 6 euros (descuentos para abonados y por compra conjunta). Auditorio Nacional de Música: C/ Príncipe de Vergara, 146. Tel. 91 337 01 40 Web: http://ocne.mcu.es ACTUALIDAD MADRID William Christie presenta su tercera edición de Le Jardin des Voix BUENA COSECHA Ana Bloom Madrid. Auditorio Nacional. 7-III-2007. Le Jardin des Voix. Orquesta de Les Arts Florissants. Director: William Christie. Obras de Monteverdi, Marini, Carissimi, Cavalli, Haendel, Piccinni y Haydn. WILLIAM CHRISTIE P or tercera vez, William Christie nos ha presentado los resultados de su trabajo con jóvenes artistas a los que, desde una postura de venerable profesor, guía y mima en su proyecto Le Jardin des Voix. Y hay que decir que esta cosecha ha resultado considerablemente mejor que la que nos mostró en su anterior visita, también para Juventudes Musicales, fundamentalmente por la calidad de los intérpretes y también por la elaboración del programa. Así, a modo de aperitivo de su proyecto monteverdiano en el Teatro Real, el director americano nos brindó una primera parte dedicada casi en su integridad al músico de Cremona, con madrigales escenificados y fragmentos de L’Orfeo y L’incoronazione di Poppea, un lenguaje en el que Christie es un auténtico maestro, y en el que des- puntaron, dentro del buen hacer general del conjunto, dos sopranos, la israelí Claire Meghnagi y la búlgara Sonya Yoncheva, y el tenor español Juan Sancho. La orquesta de Les Arts Floris- sants sirvió de excelente apoyo en todo momento, y pudo lucirse en solitario en páginas como la Passacaglia de Biagio Marini. La segunda parte tal vez no alcanzó el mismo nivel, pues Haendel requiere ya unas voces y unas personalidades de mayor envergadura que las mostradas por la francesa (a pesar del nombre) Amaya Domínguez en Vo’ far guerra de Rinaldo, y, salvo la desenvoltura escénica y seguridad en el agudo de la estadounidense Laura Hynes Smith, hay que ser toda una Joan Sutherland para hacer plena justicia a Furia di donna airata de La buona figliola de Piccinni. Por otra parte, el final del acto II de L’incontro improvviso de Haydn (una especie de Rapto en el serrallo del compositor austro-húngaro) quedó un poco a modo de función de colegio. Menos mal que el concertante de Atys con que se cerró el concierto nos llevó a un verdadero estado de ensoñación. Rafael Banús Irusta Liceo de Cámara EL MUNDO DE LOS VIENTOS E 32 l Liceo de Cámara se adentró con paso firme por el terreno inexplorado de la música de cámara para vientos, que si atesora obras muy importantes no puede parangonarse obviamente con el historial asombroso del cuarteto de cuerda. Las dos sesiones del Miró confirmaron las excelentes cualidades de este joven grupo. Lo menos interesante estuvo en la Partita para flauta sola de Bach, donde Júlia Gállego hubo de aplicar un tempo desmedidamente lento que provocó una versión muy caída. Sin embargo, la flautista se resarció junto al fagotista Guillermo Salcedo en una CLAUDIO MARTÍNEZ MEHNER Madrid. Auditorio Nacional. 20, 22-II-2007. Miró Ensemble. Claudio Martínez Mehner, piano. Obras de Bach, Carter, Hindemith, Ligeti, Villa-Lobos, Poulenc, Roussel y Schoenberg. lectura virtuosista y divertida de la Bachiana nº 6 de Villa-Lobos. Tampoco faltó el buen humor en las Bagatelas de Ligeti, autor del que se brindó también una mag- nífica versión de las Diez Piezas, indagando aun en la estridencia de la parte así demandada. El Carter del Quinteto no se reveló demasiado lejano del Hindemith de la Kleine Kammermusik. En el segundo día, Martínez Mehner propuso acercamientos muy decididos y trabajados de obras para piano solo de Poulenc y Roussel, uniéndose al fin con el Miró en una convincente recreación —salvo algún trazo algo grueso— del Sexteto de primero de ellos. El plato fuerte de la velada, el Quinteto de Schoenberg, sigue solicitando un gran esfuerzo de un aficionado medio. Los del Miró construyeron una interpretación suficiente, aunque es probable que se hubiera beneficiado de una mayor incisividad tímbrica. Enrique Martínez Miura ACTUALIDAD MADRID Ibermúsica VISLUMBRES DEL PARAÍSO Madrid. Auditorio Nacional. 6-III-2007. Trondheimsolisten. Anne-Sophie Mutter, Mikhail Ovrutski, violín. Obras de Bach y Tartini. A ANNE-SOPHIE MUTTER Tina Tahir l contrario que las familias de Tolstoi, los conciertos felices nunca se parecen entre sí. Buenos o malos, todos son irrepetibles, pero la semejanza entre detalles de dos buenos conciertos siempre interesa más que en dos malos, cuyas repeticiones son mera rutina. La gran Anne-Sophie Mutter no ha venido nunca a Madrid en balde y, siendo estas veladas ya numerosas, poca ha sido en verdad su monotonía residual. Así las cosas, de nuevo la hubiera escuchado con placer obras que ya ha tocado en el Auditorio Nacional, como la Sinfonía concertante de Mozart, la Fantasía D. 934 de Schubert y un no reducido etcétera. De Bach no le había oído ni una nota, y el suyo es de concepción muy personal, como no podía ser menos. No es irrespetuoso como se piensa por ciertos detalles concernientes al estilo — como sus formas de ataque del portamento o su rico vibrato—, pues está hecho a partes iguales de las muy bachianas serenidad, magisterio técnico y olímpica distancia. Ya el Andante del Concierto para violín BWV 1041 fue una demostración de encaje fino, con sus famosos piani, que se asemejan a libélulas de plata, el canto de variada entonación y fraseos y ornamentos de enorme plasticidad. Abundando en ello (pero ahora en el Allegro assai) hay que insistir en la facilidad articu- latoria con la que puntuó y diferenció las modalidades del staccato. Tales virtudes se acentuaron si cabe en el Concierto BWV 1042, donde su bello modo de respirar fue seguido paso a paso por un público sin respiración. Y, en fin, la historia de la sonata de Tartini parece sacada de un cuento de Hoffmann. Hoy no se nos antoja diabólica más que por sus tremebundas dificultades, salvadas por una gran Mutter con plena adecuación y fluidez. La orquesta fue un sólido basamento, en algún caso vibrante sólo a medias. J. Martín de Sagarmínaga $63404 */5&3/"$*0/"-&4 ."/6&- %& '"--" (SBOBEB KVOJPKVMJP Aspqm bc glrcpnpcr_agl ksqga_j8 j_ elcqgq bc j_ mposcqr_ .5 `a fqjek ] 4 `a fqhek ?kkn`ej]`kn6 ?]nhao Nean] Lnkbaokn]`k6 Hujja @]sokj(okln]jk u Can` Png( pajkn $_]jpk%( ?knn]`k >khoe $rekhj%( F]]l pan Hej`aj $rekhkj_dahk%( Seh^anp D]vahvap $bh]qp]%( =h]uja Haohea $k^ka%( Ane_ Dkalne_d u F]ja >kkpd $_h]nejapa%( Fkoal >knno $b]ckp%( =^ Gkopan $pnkil]%( I]ccea ?kha $_h]ra( le]jk u le]jkbknpa% u Ienae] Ikn] $p_je_] =hat]j`an% Qgknmqgm Glrcpl_agml_j8 j_q pcj_agmlcq ksqga_jcq clrpc Cqn__ w Dp_lag_ bcqbc j_ Cb_b Kcbg_ f_qr_ lscqrpmq b_q .3 ] /, `a fqjek ?kkn`ej]_ej u `ena__ej _eajpbe_]6 Lkjajpao6 I]jqah L* Bannaen]( Ur]j Jkiie_g Aiehek Nko)B^nac]o( Hkqeo F]i^kq( I]nea)>anj]n`appa @qbkqn_ap >k_ejko( Bn]j_ao_ >kj]opna( >ack] Hkhk( I]n] Cai^ank( Opld]j Ap_d]nnu( Ur]j Jkiie_g( Fknca `a Lanoe]( Hqeo `a L]^hk( Fko C]n_] Nkij u Rej_ajp L]qhap R_jjcp bc _prcq cqalga_q w bgqa_n_agb_b8 krmbm Nqgam @_jjcr K_grc Jcl &r_jjcp bc qceslbm lgtcj' / ] 4 `a fqhek ?kkn`ej]`kn]6 C]^neah] I]npj Lnkbaokn]`k6 C]^neah] I]npj( ?kj_al_ej ?]jbn]j_( Leh]n Ciav( Jqne] ãhr]nav u F]rean I]npj $Bqj`]_ej Loe_k >]hhap I]epa Haj% R_jjcp bc dmrmep_d_8 kqga_* b_lx_ w agsb_b ., `a fqjek ] 5 `a fqhek ?kkn`ej]`kn6 Bn]j_eo_k F* Oj_dav Lnkbaokn]`k6 Bn]j_eo_k Banjj`av( Bn]j_eo_k F* Oj_dav u =jpkjek H* N]iko @ena__ej Cajan]h `a ?kklan]_ej u ?kiqje_]_ej ?qhpqn]h Gldmpk_agl w k_rpasj_ sss*cn]j]`]baoper]h*knc+_qnoko*dpi _qnoko<cn]j]`]baoper]h*knc P 514 .32 /.- B 514 .42 424 33 ACTUALIDAD MADRID Juventudes Musicales NIEBLAS, TORMENTAS Y RAYOS DE SOL Madrid. Auditorio Nacional. 15-III-2007. Rebecca Evans, soprano; James Gilchrist, tenor; Dietrich Henschel, barítono. English Baroque Soloists. Director: John Eliot Gardiner. Haydn, Las estaciones. G ardiner dio por superado el viejo debate acerca de la calidad relativa de Las estaciones frente a La Creación con hechos concluyentes, una interpretación magistral en sí misma, que probaba la redondez de la propia obra. Una versión que atendió a una gran cantidad de elementos, convirtiendo el oratorio en un gran fresco, donde cabía lo pictórico, los efectos teatrales, la sabiduría contrapuntística y el mejor humor, adentrándose éste en lo paródico en momentos como la onomatopeya en el oboe del canto del gallo. Este Haydn final estaba ya muy cerca de Beethoven, pero en pasajes como las fugas revelaba que la música procedía de una evidente proximidad con Haendel. Escenas como la cacería —con una sonoridad agreste, pero de un color cinegético insuperable— o el canto báquico exultante del final del Otoño fueron ciertamente asombrosas. La lectura contó con el maravilloso Coro Monteverdi y los atentísimos English Baroque Soloists, bien que éstos tuvieran algún desajuste aquí y allá. Soberbio trío protagonista, con un Gilchrist de timbre hermosísimo y capacidad sin límites para los matices dinámicos, una luminosa Evans y un Henschel siempre expresivo y envolvente. JOHN ELIOT GARDINER Enrique Martínez Miura El carnaval de los vicios VICIOS MENORES Leganés. Universidad Carlos III. Auditorio Padre Soler. Wolf-Ferrari, El secreto de Susana. Fernández Caballero, Château Margaux. Agrupación Orfeo. Director musical: Arturo Díez Boscovich. Producción: KL Ópera. Directora de escena: Alessandra Panzavolta. 34 Pablo Rodero U n doblete que reúne dos obras que suponen, respectivamente, un canto al tabaco y una alabanza al vino. Curiosos planteamientos a día de hoy, cuando desde instancias estatales se está trabajando precisamente para prohibir o, al menos, regular con dureza, ambas drogas. Pero en estas partituras de parecida estructura, hijas de los esquemas estilizados del intermezzo napolitano, vía ópera corta, vía opereta, no se hace, ocioso es decirlo, un examen crítico, sino que se da un tratamiento propio de la ópera bufa, más o menos modernizada. Con la base de un quinteto de cuerda y un piano, instrumentos excelentemente manejados por los integrantes del Grupo Musical Orfeo y el mismo director, Díez Boscovich, que suple con desventaja, como es natural, a la orquesta, se ofrecieron las dos composiciones. La línea delgada, la melodía mediterránea, las formas tradicionales, con sus Escenas de El secreto de Susana (arriba) y Château Margaux en Leganés da capo, los finos contrapuntos vocales de la de Wolf-Ferrari tuvieron plasmación en dos voces bien acopladas, la de la soprano Amparo Navarro, una lírica de buena anchura, apreciables hechuras y emisión no del todo límpida, y la del barítono Leonardo Neiva, buen caricato, de timbre agradable un tanto engolado y áfono, que cantó aquejado por un catarro. Brilló en la obra de Fernández Caballero el timbre fresco y carnoso de la soprano Gloria Londoño, de buen material lírico-ligero. Lástima que su fraseo sea más bien plano y su dicción confusa. Discretos, un poco cortos los actores Félix Granado e Isabel Arcos, mejor el joven Kuya Manzano. Pasable como actor y pero limitado como cantante el tenor cómico Aurelio Puente. La dirección de escena de Panzavolta, dentro de un espectáculo más bien modesto, loablemente preparado por KL Ópera, nos pareció funcional, mejor en Wolf-Ferrari, donde hubo más imaginación para mover y subrayar las situaciones. La labor de Díez Boscovich nos gustó por la adecuación de los tempi, la agilidad de las frases y la musicalidad general de la exposición. Arturo Reverter ACTUALIDAD MADRID Siglos de Oro SCARLATTI IGNOTO L os Siglos de Oro se adentran en la que es ya su serie XII con varios conciertos dedicados a la figura de Domenico Scarlatti —enmarcado en La vida musical en la Corte—, del que este año se cumplen 250 años de la muerte. El primer concierto estuvo dedicado fundamentalmente a explorar una ópera olvidada, Narcisso, que el compositor afincado en España estrenase en Londres en 1720. Sólo se escuchó una selección de arias y dúos, así como la obertura, pero el torso se mostró suficiente como para revelar la enorme valía de Scarlatti hijo como operista. Es de suponer que Biondi y su grupo interpreten la obra en otra ocasión y aun la lleven al disco, pues representa una importantísima adición a nuestra imagen del gran compositor. No menos reveladoras fueron la Sinfonía y las cuatro Sonatas —procedentes todas del manuscrito Miguel Ángel Fernández Madrid. Real Fábrica de Tapices. 8-III-2007. Maria Grazia Schiavo, soprano; Marina de Liso, contralto; Vito Priante, bajo. Europa Galante. Director: Fabio Biondi. D. Scarlatti, Narcisso (selección). FABIO BIONDI Jesús Villa-Rojo Música de Cámara (III) de París— que se intercalaron en el curso de Narcisso, piezas instrumentales que se dirían a medio camino de Corelli y el preclasicismo y pusieron de manifiesto la maestría de Scarlatti en un género instrumental distinto del teclado en solitario. La ópera contó con tres entregados solistas vocales, dotados de timbres atractivos y actuaciones entregadas, aun tratándose de una versión de concierto e incompleta. Biondi puso el fuego habitual de sus interpretaciones. Algún pequeño roce pudo deberse a la pasión de la entrega. Un magnífico comienzo del nuevo ciclo de Siglos de Oro. Trío II Cuarteto Glosas a Mozart Oración Serena Divertimento IV ! Enrique Martínez Miura Trío Arbós LIM: Ibermúsica SIN FISURAS Solistas de Madrid Madrid. Auditorio Nacional. 8-III-2007. Nelson Freire, piano. Orquesta Sinfónica del Estado de São Paulo. Director: John Neschling. Obras de Revueltas, Rachmaninov, Villa-Lobos y Respighi. Jesús Villa-Rojo U na agrupación sinfónica sin fisuras, con una cuerda no especialmente sonora, salvo en los bajos, siendo la alta poco sedosa, pero vibrante y contundente, como toda la orquesta agrupada a las ordenes del alto y desgarbado Neschling, preciso y claro, eso sí. El concierto fue de esos que se recuerdan por la calidad global y los detalles, incluidas las dos propinas de tinte carioca, controlada la primera por movimientos de cabeza con el deambular continuo del director por el podio, y concluida la segun- da con un amago de batucada a cargo de tres músicos de la orquesta. En programa, Sensemayá, la página de Silvestre Revueltas, reproducida con efectismo, potencia, exhibición dinámica, claridad y riqueza tímbrica que impresionaron como pórtico. El Concierto nº 4 en sol menor de Rachmaninov en excelente reproducción, contando al teclado con la veterana maestría de Nelson Freire, que añadió una pieza del ruso en vista del éxito obtenido. Las Bachianas brasileiras nº 4 obtuvieron la interpretación del nivel que era de esperar en manos de estos intérpretes, embriagando desde la repetida belleza del Preludio. Y para culminar, y antes de las dos propinas mencionadas, los Pinos de Roma, en una versión que si no obtuvo la quintaesencia poética en los Pinos del Gianicolo, se vio rematada espectacularmente en los de la Via Apia, independizando metales a uno y otro lado del anfiteatro, que obtuvieron su efecto, si bien eso desvirtúa la planificación del crescendo en la pieza. Éxito rotundo. José Antonio García García Música de Cámara (III) Trio Arbós · LIM : Solistas de Madrid LIM Records: CD 018 LIM CD 018 DISTRIBUIDO POR: www.ferysa.es [email protected] Fax 91 358 89 14 35 ACTUALIDAD OVIEDO / SABADELL Galas líricas COMO EL DÍA Y LA NOCHE Auditorio Príncipe Felipe. 25-II-2007. Edita Gruberova, soprano; Iván Paley, barítono. Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo. Director: Friedrich Haider. Obras de Mozart, Donizetti, Bellini y W. Ferrari. Teatro Campoamor. 26-II-2007. Waltraud Meier, mezzo; Joseph Breinl, piano. Lieder de Schubert, Strauss y Mahler. OVIEDO Con tan sólo veinticuatro horas de diferencia cantaron en Oviedo dos de las más importantes intérpretes del actual panorama lírico internacional. Gloriosa la actuación de la soprano eslovaca Edita Gruberova, que vino para dar todo lo mejor de sí misma, bastante más terrenal la mezzosoprano alemana Waltraud Meier, que sólo ofreció un pálido reflejo de su gran talento. Era el primer concierto que la soprano ofrecía en Europa este año, con lo que la ocasión se rodeó, si cabe, de mayor expectación. El caso es que no es fácil recordar un éxito tan apabullante en la reciente historia del Auditorio de Oviedo. Edita Gruberova demostró ser toda una dama del bel canto, cuyas interpretaciones fueron recompensadas con ovaciones largas y ensordecedoras. Estuvo elegantemente acompañada por el joven barítono argentino Iván Paley, que, sin hacerlo mal, no podía estar a la misma altura. Gruberova afrontó un repertorio sin concesiones, desde el impactante comienzo de Marten aller Arten, del mozartiano Rapto en el serrallo, donde realmente se exhibió, hasta la personal pero no menos interesante versión de Casta diva, de Norma de Bellini. Dirigía la velada un soberbio Friedrich Haider, que preparó como nunca el concierto y a una Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo especialmente motivada, que consiguió emocionar toda la noche, especialmente con la obertura del Roberto Devereux de Donizetti. El contrapunto vino con el recital ofrecido por la mezzo alemana Waltraud Meier, acompañada por el notable pianista Joseph Breinl. Por motivos profesionales no había podido asistir a recoger, el pasado junio, el premio a la mejor cantante femenina de ópera en España durante el año 2005, galardón que le fue entregado en esta ocasión por Inés Argüelles, directora de la Fundación Premios Líricos Teatro Campoamor. Lieder de Schubert, Strauss y Mahler ocuparon la totalidad de una velada que dejó versiones bastante personales que defraudaron a bue- na parte del público. Hubo muchos defectos: desajustes de afinación, vibrato demasiado ancho, falta de un fraseo que dotase de belleza a la sutil continuidad melódica de las piezas. Si Meier es una soprano wagneriana es porque su aparato lírico responde bien a las exigencias de ese compositor, cuyos mejores intérpretes parecen en ocasiones más tubos resonadores que otra cosa. Meier tiene una voz grandísima, de atractivo color, pero si alguien pudo disfrutar a gusto de sus versiones de las Cuatro últimas canciones de Strauss sin esperar mucho más, es que necesita oír más música. Aurelio M. Seco Apuestas por las jóvenes voces FELICES BODAS DE PLATA SABADELL Teatre La Farándula. 28-II-2007. Verdi, Macbeth. Maribel Ortega, Carlos Almaguer, Elia Todisco, Carles Cosías. Cor Amics de l’Òpera de Sabadell. Orquestra Simfònica del Vallès. Director musical: Elio Orciuolo. Director de escena: Carles Ortiz. Producción de la Assocació Amics de l’Òpera de Sabadell. 36 Assocació de Amics de l’Ópera de Sabadell celebra este año su veinticinco aniversario y lo hace con el entusiasmo y la dedicación que año tras año han demostrado, superando todo tipo de pruebas. Este año han vuelto a poner toda la carne en el asador y como tercer título han programado Macbeth, de Verdi, obra de grandes dificultades, especialmente vocales, y lo han hecho con su actual apuesta por las voces jóvenes. Este es el caso de Maribel Ortega, soprano de una voz bella, brillante, que puede realizar una importante carrera y lo mejor que puede decirse de ella es que cantó todo la obra con la máxima intensidad, que quizá le lle- Maribel Ortega en Macbeth de Verdi en la Ópera de Sabadell vó al final a un cierto cansancio, pero la futura experiencia le enseñará a repartir el esfuerzo. Con todo, su larga escena inicial estuvo llena de fuerza y seguridad, consiguiendo un buen fraseo en las arias e intensidad en los dúos y concertantes. Carlos Almaguer posee una voz potente y bien proyectada, con un canto extrovertido con el que consigue una intensidad adecuada y sólo le falta mejorar la calidad de su canto legato. Completaban el reparto Carles Cosías, que resaltó en sus intervenciones, tanto por timbre como por línea de canto y Elia Todisco, discreto Banquo. La Orquestra del Vallès estuvo dirigida por Elio Orciuolo, con momentos conseguidos, en general los más dramáticos, mientras que en los de mayor lirismo faltaba un cierto fraseo. La producción de la casa tenía un carácter sencillo, pero enmarcaba con claridad cada una de las situaciones. Albert Vilardell ACTUALIDAD SANTIAGO / SEVILLA Ros Marbà dirige Rendering de Berio SCHUBERT AL CUADRADO SANTIAGO Auditorio de Galicia. 1-III-2007. Real Filharmonía de Galicia. Die Singphoniker. Director: Antoni Ros-Marbà. Obras de Schubert y Berio. 8-III-2007. Valentina Igoshina, piano. Director: Antoni Ros-Marbà. Obras de Rodrigo, Mozart y R. Strauss. El que podríamos llamar monográfico Schubert era uno de los conciertos más atractivos de la programación anual por su interesante planteamiento: una obra archiconocida, la Sinfonía “Inacabada”, seguida de otras muy infrecuentes, para finalizar con Rendering, la obra compuesta por Luciano Berio sobre bosquejos dejados por Schubert el último año de su vida. El concierto no defraudó las expectativas, aunque quizás lo menos notable fue la Inacabada, con un Allegro en el que los metales sonaron un tanto estridentes y al Andante le faltó un poco de encanto, pero sí que resultó notable lo que pareció la intención de Ros de resaltar el estrecho parentesco entre esta sinfonía y la siguiente que Schubert compondría. Magníficas las interpretaciones dadas por el conjunto de voces masculinas Die Singphoniker de Nachtgesang in Walde, con la dificultad que supone cuatro voces acompañadas por cuatro trompas y especialmente de Gesang der Geister über den Wassern, con un buen acoplamiento de voces e instrumentos. La obra de Berio tuvo una excelente interpretación por parte de Ros, plenamente acorde con lo pre- más de uno y más de una de la famosa escuela rusa. El mecanicismo y la falta de encanto en la propina fueron antológicos. Otro día más la cuerda sola lo hizo muy bien en la Zarabanda lejana y villancico de Rodrigo, para terminar con la música para El burgués gentilhombre de R. Strauss. Aunque la dimensión de su plantilla no permite a la orquesta estar muy familiarizada con mucha de la música del compositor bávaro, cumplió dignamente el objetivo de ofrecer esta muestra del extraordinario refinamiento que contiene. tendido por el compositor italiano, tan dado a poner su mano en músicas del pasado para crear músicas nuevas. La Real Filharmonía dio una magnífica respuesta a las demandas de su director. Salir contento después de escuchar novedades no le ocurre siempre al público. Alguien debería explicarle a la joven Valentina Igoshina que interpretar es bastante más que dar las notas deprisa y sin equivocarse. Mientras daba gusto oír la parte orquestal del Concierto nº 21 de Mozart, la pianista parecía tener un concepto de esta música un tanto peculiar, lo que le ocurre a José Luis Fernández Joyas del Género Chico BODA Y BAILE SEVILLA Al entrar en el teatro pocos minutos antes de la hora fijada para la representación, ya el escenario estaba convertido en un café cantante donde cantaoras como Rosario “La Tremendita” y Johana Jiménez, el guitarrista Paco Cruz, el palmero Pedro Jiménez, y un abigarrado número de actores y bailarinas tenían montada su fiesta en la que anunciaban que ellos contarían a los espectadores la minisaga de Luis Alonso, el legendario maestro de baile gaditano; primero La boda y después El baile, según el orden de la acción y no de su escritura, ya que El baile se compuso y estrenó un año antes, en 1896, y ante su éxito los autores se inventaron el principio de la historia. La doble representación en una única función le da al espectáculo una dimensión muy Guillermo Mendo Teatro de la Maestranza. 9 -III-2007. Giménez, La boda y El baile de Luis Alonso. Luis Álvarez, María Macià, Tony River, Leticia Rodríguez, Tony Cruz. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Coro de la A. A. del Teatro de la Maestranza. Director musical: Miguel Roa. Director de escena: Santiago Sánchez. 38 La boda y El baile de Luis Alonso de Jerónimo Giménez en Sevilla distinta a si se hiciera por separado. Es una oportunidad estupenda para la recuperación de esas piezas del Género Chico, tan denostado por unos, algunos intelectuales de su tiempo, y tan acla- mado por otros, el público mayoritario de la época, y el de ahora si ese género se le ofrece de una manera inteligente, divertida, irónica y sabia teatralmente. Que es lo que ha conseguido Santiago Sánchez con un equipo de altísima profesionalidad. Destaco en primer lugar la delicada dirección musical de Miguel Roa al frente de una consolidada orquesta; la Sinfónica; un buen coro: el del Teatro; y una voces aptas para este tipo de canto y dicción, entre las que sobresalieron las de la pareja protagonista: Luis Álvarez, claro y homogéneo siempre, y María Macià, ágil, expresiva y con momentos de brillantez. También se lució la Juana de Leticia Rodríguez en su intervención de maja enfurecida. Como los demás, cada cual en su papel, consumados actores, masculinos y femeninos, con mucha comicidad y buen hacer, hasta los que hacían de burro del Tío Cachipuchi en su breve y feliz aparición. Porque lo que pretendían esos sainetes, herederos de la mejor tradición del teatro corto, era ACTUALIDAD VALENCIA Maazel deslumbró UN SIMÓN AUSTERO PERO COMPLEJO VALENCIA Palau de les Arts. 9-III-2007. Verdi, Simón Boccanegra. Cristina Gallardo-Domâs, Massimiliano Pisapia, Carlos Álvarez, Giorge Gagnidze, Deyan Vatchkov, Orlin Anastassov. Cor de la Generalitat Valencia. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director musical: Lorin Maazel. Director de escena: Lluís Pasqual. Esta producción contó de entrada con el acierto de una escenografía (de Ezio Frigerio), un vestuario (de Franca Squarciapino) y una iluminación (de Albert Faura) que dejaban de lado la tortuosa intriga para centrarse en el tema: la tristeza. Envueltos en una gama cromática limitada del negro al gris y un mobiliario escénico ora ominoso ora abierto a un mar constantemente presente como origen y destino, Lluís Pasqual movió a los personajes con la inteligente discreción de quien sabe que lo importante es hacer reír mostrando galerías de personajes, cuadros coloristas y situaciones comprometidas y ridículas en unos escenarios muy elegidos para tal fin, como aquí el Cádiz de 1840 y 1850, con su Barrio de Puerta de Tierra, La Caleta y otros ambientes de tanta raigambre popular. Todo ese espíritu costumbrista del mitificado Sur lo ha sabido conservar y lo ha enriquecido extraordinariamente esta producción del Teatro de la Zarzuela. Si aquellas representaciones de finales del XIX eran pobretonas, esta de comienzos del XXI es de un lujo deslumbrante. Lujo sí, pero no derroche. Porque cuando el vestuario se hace con conocimiento; se reproducen los bailes de salón con rigor y vida; la escenografía es de una eficaz plasticidad y la luminotecnia crea atmósferas casi mágicas; cuando todo se mueve bien el escenario, entonces nada se malgasta y no hay derroche, sino la obra bien hecha. Y un acierto final: la despedida por chirigota. Jacobo Cortines Orlin Anastassov y Carlos Álvarez en Simon Boccanegra de Verdi servir a la música en la transmisión de emociones. Como únicos pasajes escénicamente resueltos con menos brillantez no cabrían más que el “sueño” de Simón y los reflejos y sombras sobre el fondo que durante el aria de Gabriele despistaban al espectador. La sensación de turba que el coro producía en puntos clave no constituyó en cambio más que uno de los muchos grandes aciertos que en el respecto visual de este montaje, complejo pero austero, conciso pero elocuente, bello pero eficaz, se podrían citar. El elenco de voces solistas lo encabezó Carlos Álvarez, que lució de principio a fin un timbre desbordante de armónicos y con la medida justa de grano al tiempo que muy recogido en la emisión, de líneas fluidas y ni un solo endurecimiento en la entera gama. Cristina Gallardo-Domâs empezó exhibiendo un chorro imponente pero también un excesivo vibrato, y aunque fue mejorando con el curso de la función, nunca acabó de convencer plenamente por, entre otras cosas, una afinación no siempre impecable (su Pace, por ejemplo) y pese a sus buenas dotes como actriz. Como ya le ocurriera en La bohème, Massimiliano Pisapia también pareció confiar más en la cantidad que en la calidad, si bien su aria no fue aplaudida de modo inmerecido. George Gagnidze compuso un Paolo realmente pérfido y redondo en lo vocal. La gran lástima fue que Orlin Anastassov no se encontrara en perfectas condiciones de salud, pues cuando se recupere su Fiesco puede resultar modélico, según se pudo más que adivinar cuando ya en el tercer acto abandonó toda reserva. Por encima, por debajo y en medio, por delante y por detrás de todo lo dicho, la gran figura que una vez más volvió a deslumbrar absolutamente fue Lorin Maazel. Su sabiduría para pedir y conseguir de la orquesta (y del coro, de nuevo asimismo excelentemente preparado por Francisco Perales) su nivel más adecuado de fuerza para subrayar, apoyar y dar a cada frase su sentido más lúcido va mucho más allá de una tarea de concertación dificilísima pero que sus manos resuelven con una proverbial apariencia de sencillez. Alfredo Brotons Muñoz 39 ACTUALIDAD VALENCIA Homenaje a Martín y Soler TRISTÁN Y PRIETO Valencia. Palau de la Música. 16-II-2007. Waltraud Meier, soprano; Michelle Breedt; Christian Franz; Eduardo Sandoval; Fernando Piqueras; Robert Holl. Orquestra de València. Director: Yaron Traub. Wagner, Tristán e Isolda II (versión de concierto). 23-II-2007. Orquestra de València. Director: Antoni Ros-Marbà. Obras de Prieto y Musorgski-Ravel. E n la versión de concierto del segundo acto del Tristán, Waltraud Meier empezó bastante discreta, entre otras cosas por la imposibilidad de sobreponerse a la avalancha de decibelios que la orquesta vertió sobre ella en “das Hell sie dorten leuchte”. Yaron Traub, sin embargo, sí consiguió en otros muchos pasajes controlar los volúmenes de sus excelentes músicos y con ello potenciar el rendimiento de unos cantantes que poco a poco fueron alcanzando cotas de expresividad muy estimables. Ahora bien, para saborear el auténtico plato fuerte de la velada hubo que esperar casi hasta el final, concretamente a la entrada en escena de Robert Holl. Este bajo holandés, que hace un mes ya llamó poderosamente la atención en las Escenas de Fausto, compuso un Rey Marke sumamente convincente: grande, firme, noble, comprensivo, ingenuo… humano. Como parte de la conmemoración del segundo cente- Christian Franz, Waltraud Meier y Yaron Traub en el segundo acto de Tristán e Isolda de Wagner nario de la muerte de Vicente Martín y Soler, la Orquesta de Valencia pidió una composición a Claudio Prieto, que respondió con la que será, es ya, su Sinfonía nº 4. Para gran orquesta y en un solo movimiento de cuarenta y cinco minutos, fue acogida con aplausos que, creo yo, habrían sido más cálidos de haber dispuesto algunas soluciones de continuidad. Estrictamente tonal de principio a fin, me pareció asimismo percibir que, pese a no incluir ninguna cita textual, la inspiración no era para nada abstracta, sino atenida a un programa secreto que bien podría recorrer por ejemplo las fases de la peripecia vital y artística de Martín y Soler, evocada primordialmente en los aspectos rítmicos y, sobre todo, tímbricos. Algunos tutti los encontré empobrecidos por la repetición de recursos, mientras que me atrajeron más los solos (de tuba, de clarinete, de flauta, de flauta contralto, de oboe, de vio- lonchelo, de violín), todos además muy bien servidos. Arropó el estreno una obra sólo menos difícil por ser tan conocida tanto por los músicos como por los oyentes, los Cuadros de una exposición, de la que RosMarbà extrajo una lectura brillante y serena, con solos destacados de Juan Antonio Ramírez al saxo, David Llácer a la tuba y Juan Bautista Fons a la trompeta. Alfredo Brotons Muñoz Cuarteto Emerson PERFECCIÓN CONFIRMADA Valencia. Palau de la Música. 6, 7, 8-III-2007. Cuarteto Emerson. Obras de Beethoven. E 40 n la segunda y última tanda de la integral ofrecida esta temporada en la Sala de Cámara del Palau de la Música por el Cuarteto Emerson se confirmó con creces la opinión de que hoy en día es muy difícil concebir una reproducción de los cuartetos de Beethoven con una perfección técnica y una elocuencia expresiva superiores. Cada jornada tuvo su afán y su sentido. El día 6, con los Cuartetos nºs 10 al 12 sobre los atriles, el tra- yecto discurrió de la crispación a la serenidad, de la oscuridad a la luz. Se nos llevó así desde el vértigo al final del primer movimiento de Las arpas hasta la deslumbrante claridad con que ya arrancó el Opus 127 y la alegría de vivir (algo socarrona por momentos) en su Scherzo. Veinticuatro horas más tarde, el acento pareció recaer sobre la formación de la música, incluso del sonido, en la mente del compositor. El comienzo del nº 15 se asemejó al de una novela con un personaje que aún no se sabe si será el protagonista, en el Scherzo se formaban extrañas atmósferas tímbricas por descomposición de unísonos en entrecruces de frases entrecortadas, en el Adagio se rozó la máxima tensión emocional y en la Marcha el violín sonó con sorprendentes tonos cíngaros. En el nº 13 fue protagonista la literal explosión de talento, irresistible sobre todo en el Presto y en la Gran fuga. Por último, se buscó un catálogo de temperamentos. En la versión del nº 14 fuimos de lo cerebral en la fuga inicial a la gracia gentil en la segunda variación y descacharrante en la cuarta del Andante. En la del nº 15, el Lento conmovió de nuevo como quizá sólo un compositor genial y unos intérpretes magistrales pueden hacerlo. Y su final sugirió de dónde, por ejemplo, partió un Dvorák. Alfredo Brotons Muñoz ACTUALIDAD VALLADOLID A la espera del Auditorio DIFICULTADES INESPERADAS, GRANDES MOMENTOS VALLADOLID Teatro Calderón. 22-II-2007. Vadim Repin, violín; Nicolai Luganski, piano. Obras de Janácek, Beethoven y Franck. Auditorio Feria de Muestras. 24-II-2007. Margriet van Reisen, mezzo. Orquesta del siglo XVIII. Asko Ensemble. Schoenberg Ensemble. Director: Frans Brüggen. Obras de Schubert y Berio. 25-II-2007. Marc Coppey, violonchelo; Peter Laul, piano. Obras de Debussy, Franck, Beethoven y Shostakovich. 28-II-2007. Isabel Rey, soprano; Ichiro Suzuki, guitarra. Obras de Scarlatti, Bach, Gluck, Paisiello, Haendel, Vivaldi y Ravel. Laguna de Duero. Casa de las Artes. 1-III-2007. Nikolaj Znaider, violín. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Vasili Petrenko. Obras de Elgar y Schumann. El fiasco de la inauguración del Auditorio “Miguel Delibes”, que sigue sin explicarse a pesar de la propaganda mediática hecha por la Junta, con visita de la prensa a los locales, fotografías, etcétera, ha obligado a buscar lugares más o menos idóneos para mantener los compromisos firmados. Ardua tarea llevada a buen término por los responsables de la programación que, no obstante, ha afectado al número de espectadores, lo que es una lástima dado el excelente nivel de los conciertos. De Repin y Luganski se esperaba lo mejor, y así sucedió, sobre todo en la Sonata de Franck, excepcional en el bello sonido, la perfecta afinación y la concepción global de la interpretación, haciendo de esta obra maestra un perfecto continuum. Las sonatas anteriores fueron también vertidas con la sencillez y la musicalidad de los maestros. Perfectamente estructurado el programa con Schubert y Berio y después de una emotiva y lenta Sinfonía “Incompleta” con emoción interna e influencia, se juntaron los fragmentos de la Décima del mismo compositor con una orquestación contemporánea. La obra, con el título de Rendering para orquesta, unió al conjunto de Brüggen los dos grupos contemporáneos. La alternancia del sonido fue un aspecto interesantísimo para comprender esta obra que escuchábamos por primera vez. En el medio, el Calmo cantado por una magnífica VASILI PETRENKO mezzo que salvó los obstáculos técnicos con soltura y clase y una gestualidad con las manos, brazos y cuerpo que enriqueció la visión musical. Sorpresa muy agradable la del dúo Coppey-Laul, con cuatro sonatas muy diferentes, un sonido precioso del violonchelo en todas sus gamas, con una afinación perfecta y una compenetración con el piano, coprotagonista absoluta. Las versiones fueron magníficas, dando a cada una de las sonatas lo suyo, siendo antológico el logro en la de Shostakovich. Un dúo que hay que anotar con letras de oro. El recital de Isabel Rey, acompañada muy bien por el guitarrista japonés, a pesar de la inferior capacidad del instrumento para el matiz que el piano, se basó en el buen gusto, en la exquisitez para expresar las diversas formas de amor. En la zona media una línea clara y musical, ligando con los pianos en una contención gestual, expresiva y elegante. Las arias de Rinaldo y de Bayaceto, de mayores exigencias vocales, fueron las más interesantes de la primera parte barroca. Después la Vocalise de Ravel o la bellísima y larga canción japonesa, amén de un regalo precioso de una canción de cuna brasileña, mostraron la clase de la soprano aquejada de algún problema en la garganta que no impidió el buen resultado del concierto. Un acontecimiento fue la presencia de un violinista de primerísima clase y un director de orquesta de treinta años que pronto ocupará puestos de relevancia. El concierto fue memorable. La obra de Elgar, de gran dificultad en lo técnico y emocional, se interpretó con gran hondura, tanto por el violín como por la orquesta. Todas las transiciones de la partitura, en lo heroico y lo lírico, fueron potenciadas en uno de esos momentos musicales que dejan huella. La gestualidad de Petrenko, la ductilidad de su mano izquierda en los diseños y su elegancia, acompañan a un magnífico sentido musical, como se puso de relieve en la estupenda versión de la Sinfonía “Primavera” de Schumann. Sus deficiencias de orquestación fueron salvadas con una gran inteligencia en la medición de los planos sonoros y con una sensibilidad absoluta para verter todas sus bellezas. Fernando Herrero 41 ACTUALIDAD VALLADOLID Mitridate de Porpora llega a Valladolid ESTRENO OPERÍSTICO Y GRAN DIRECTOR Valladolid. Teatro Calderón. 7-III-2007. Porpora, Mitridate. Alexandra Zabala, Sara Allegretta, Avicio Zorz. Virtuosi delle Muse. Director musical: Stefano Molardi. Director de escena: Massimo Gasparon. Laguna de Duero. Casa de las Artes. 9-III2007. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Vasili Petrenko. Nicolai Demidenko, piano. Obras de Prokofiev y Bruckner. Escena de Mitridate de Porpora en el Teatro Calderón E 42 n estos días de plenitud musical (lo nunca visto en Valladolid) coinciden el estreno (¿en España?) de una interesante ópera barroca y la consagración de un gran director. Mitridate gozó de un sobrio y magnífico montaje y una buena versión musical. Seis cantantes jóvenes y los veinte profesores de la Orquesta I virtuosi delle Muse fueron suficiente, el tema clásico que también tentara a Mozart, con nobles melodías en las arias y recitativos, dos dúos muy bellos y un breve coral final. Fue buen teatro musical. Escenografía sobria y elegante con unas columnas que ocupaban el escenario en el que se introducían algunos objetos, la pasarela que rodeaba el foso orquestal en la que intervenían los intérpretes, el juego de los espacios y la luz, y la buena actuación escénica y vocal de los cantantes, permitieron una representación coherente y homogénea en la que el buen gusto y la elegancia general se impusieron. Una magnífica sorpresa. No lo fue la extraordinaria interpretación que el joven Petrenko hizo de la Cuarta Sinfonía de Bruckner. La respuesta de la Orquesta fue rotunda, tanto en la cuerda, empastada y densa, como en el sonido solemne de los metales y la delicadeza de las maderas. Madurez del joven maestro en la elección del justo tempo de los planos sonoros, de los matices de los tutti y pianos. Claridad expositiva desde una elegante gestualidad. Una versión que quedará en la historia del conjunto. Antes acompañó bien a Demidenko, todo un virtuoso, desde la potencia no ayuna de sensibilidad, tanto en el difícil Concierto nº 1 de Prokofiev como en el Scriabin de regalo. Las perspectivas musicales de Valladolid (Maria João Pires, Nathalie Stutzmann, Gardiner…) tienen un signo positivo a pesar de las circunstancias ya conocidas. Fernando Herrero ACTUALIDAD ZARAGOZA XIII Temporada de Grandes Conciertos de Primavera UNA CITA CON LA HISTORIA Hay conciertos buenos, conciertos muy buenos e, incluso, conciertos históricos. Lo vivido el 10 de marzo en el Auditorio de Zaragoza forma parte, sin duda, de este último apartado. Al menos, así lo será para la vida musical de la capital aragonesa y para los casi 2000 espectadores que tuvieron ocasión de disfrutar con Pierre Boulez y “su” Ensemble Intercontemporain. El programa se abrió con Integrales, de Varèse, pieza estrenada, casualmente, en el mismo año de nacimiento de Boulez, 1925. Ese es un detalle menor, si se quiere, pero que cae como una losa cuando los espectadores más conservadores cuestionan la programación de música “contemporánea” en los grandes ciclos de abono. Boulez, ágil física e intelectualmente, supo atrapar a la audiencia desde el primer instante, desde esa célula de tres notas ascendentes con la que Varèse inicia la cons- Harald Hoffmann ZARAGOZA Auditorio. Sala Mozart. 10-III-2007. Ensemble Intercontemporain. Director: Pierre Boulez. Obras de Varèse, Boulez y Ligeti. PIERRE BOULEZ trucción de una arquitectura repleta de tensión. Aprovechando al máximo las estupendas cualidades acústicas de la sala, Boulez y el Ensemble hicieron una abrumadora demostración de control del sonido, a la vez que deslumbraban en cuanto a capacidad técnica y expresiva. Siguió el vibrante sexteto Dérive 1, del propio Boulez, que dio paso a uno de los momentos más esperados del programa: el Con- cierto de cámara de Ligeti. En un ambiente de máxima concentración, favorecido por un público atento y muy respetuoso, el Ensemble ofreció una interpretación cristalina, sensible y perfeccionista al detalle. La segunda parte estuvo ocupada íntegramente por sur Incises, de Boulez, para tres pianos, tres arpas y tres percusionistas. Agrupados en tríos (piano-arpa-percusión) y distribuidos en aba- nico sobre el escenario, el autor y compositor creó un auténtico “espacio sonoro” repleto de dinamismo con el que volvió a poner a prueba la estupenda capacidad de sus músicos. La visita del Ensemble a Zaragoza se convirtió en una noche memorable, una cita con la historia musical contemporánea que abrirá puertas futuras. Juan Antonio Gordón Ciclo Cámaras Ocultas CONTRASTES Y SUTILEZAS Zaragoza. Auditorio Eduardo del Pueyo. 11-III-2007. Laurent Korcia, violín; Michel Portal, clarinete y bandoneón; Michael Wendeberg, piano. Obras de Enescu, Bartók, Debussy, Poulenc, Porta y Korcia. Z 44 aragoza acogió la presentación en España de Laurent Korcia, violinista que en Francia lleva camino de convertirse en estrella mediática, tanto por su enorme capacidad musical como por tener un suegro (o casi) llamado Gérard Depardieu. Korcia vino acompañado de su maravilloso stradivarius y de dos músicos excepcionales: el pianista Michael Wendeberg y el veterano y esperadísimo Michel Portal (reclamo, sin duda, para parte de la entusiasta audiencia). El programa se abrió con la Sonata nº 3 de Enescu, pieza no estrictamente folclorista a pesar de su subtítulo, Dans le caractère populaire roumain. Enescu va más allá, exigiendo a los intérpretes no sólo ese swing imprescindible, sino también un control técnico total. Y de eso tiene mucho Laurent Korcia, poseedor de un estilo enérgico, arrollador, claramente influenciado por intérpretes, precisamente, “folclóricos” (y, casualmente, rumanos), como Florin Niculescu, quien le acompaña en su último CD. Una línea que quizá deje poco margen para la sutileza, pero que resulta brillante y vibrante en escena. Con Wendeberg al piano en un siempre eficacísimo y casi orquestal segundo plano, el concierto continuó con el trío Contrastes, de Bartók, en el que Korcia y Portal compitieron en perfección y, de nuevo, fuerza expresiva. El clarinetista pareció en plena forma a pesar de que su edad casi alcanza la suma de la de sus dos compañeros de escenario. En la Sonata para violín y piano de Debussy, Korcia evidenció esa ligera tendencia al exceso, en una pieza que hubiera necesitado algo más de colorido y reposo. No sucedió lo mismo con la estupenda Sonata para clarinete y piano de Poulenc, seguramente el momento más inspirado de la noche, con el dúo pleno de lirismo y musicalidad. El programa se completó con dos obras “menores”, tal y como indican sus títulos: Valse menor, de Portal, y Tango menor, de Korcia. Un final suave, quizá demasiado, pero que puso broche amable a un concierto, por lo demás, lleno de sutiles contrastes. Juan Antonio Gordón ACTUALIDAD INTERNACIONAL 46 Bieito dirige Elektra UNA CASA DE MUÑECAS Musiktheater. 18-II-2007. Strauss, Elektra. Cynthia Makris, Sigrun Schell, Ortun Wenkel, Elena Kaiser, Roberto Gionfriddo. Director musical: Patrik Ringborg. Director de escena: Calixto Bieito. Que Calixto Bieito encare la puesta en escena de Elektra puede ser un peligro para los amigos de la ópera. Ni previsible, ni horrendo, ni novedoso sino en apertura a lo concreto, explora la hondura anímica de Electra y lo que descubre hace temblar. A menudo Bieito se complace en la basura, escandaliza y provoca. Lo hace pero piensa y emociona. Ha mirado en el corazón y el alma de Electra pero, sobre todo, ha hurgado en el texto de Hofmannsthal en busca de los motivos conductores del sufrimiento de la heroína, que es una víctima: sueña y vive en su niñez feliz, en la antesala infernal de Micenas donde imágenes oníricas del horror dominan su almita pueril. En primer plano, esta extraordinaria puesta parece un paraíso infantil. A la derecha hay una casilla para perros como una casa de muñecas, sobre la cual, al final, Electra se sentará y empezará a volar. Al fondo, el palacio es una gigantesca pieza de Ikea con una kitchenette, unas literas y un baño con tres fuentes de sangre en las cuales Clitemnestra quiere impregnar su limpidez. Bieito se concentra en la minuciosamente cincelada escena del reconocimiento entre Orestes y Electra, punto culminante de esta puesta que corta el aliento. Orestes aparece ante su hermana como la imagen de los días infantiles. Él la llama “mi pobre niña”, la va a buscar al reino que ella se ha construido. Antes del acorde en re menor que manifiesta la destrucción, el drama de Electra toma asiento en la mesa de cumpleaños, entre los invitados que celebran su sexto aniversario. Es el comienzo y el fin de una historia sagrada del Maurice Koblel FRIBURGO ACTUALIDAD ALEMANIA Cynthia Makris, Ortrun Wenkel, Roberto Gionfriddo y Elena Kaiser mundo. Agamenón, el padre asesinado, se afantasma en el habitual paisaje del palacio y el recuerdo común. Micenas se halla en su lugar. Electra se encoge en su casa de muñecas cuando quiere soñar. Encadena a su hermana y le pone un collar. Han de vivir como perras. Crisotemis se ha sometido a ser una prisionera de su familia homicida. Cynthia Makris repite su Electra: cuhichea, patea, se retuerce en un logrado ejercicio espectacular. Impresionante es el canto de Sigrun Schell como Crisotemis. Ortun Wenkel mantiene el nivel del conjunto en la reina. El director de orquesta Patrik Ringborg consiguió un sorprendente rendimiento de conjunto con una orquesta que apenas sonaba como camerística y espectral. Barbara Röder ACTUALIDAD ALEMANIA Un acercamiento superficial FÍGARO Y SU TORMENTA EN UN VASO DE AGUA FRANCFORT Oper. 4-III-2007. Mozart. Le nozze di figaro. Johannes Martin Kranzle, Simon Bailey, Maria Fontosch, Miah Perssons. Directora musical: Julia Jones. Director de escena: Guillaume Bernardi. Las óperas de Mozart son como cebollas: cada capa descubre otra capa, según Nikolaus Harnoncourt. La actuación del director de escena Guillaume Bernardi se ha limitado a la piel exterior de la cebolla de Fígaro. Sus figurinas danzan a la manera de la Comedia del Arte, en torno a un pequeño estrado montado en la escena, arriba y abajo, por aquí y por allí. Ornadas con vestimentas rococó, se olvidan juguetonamente de la Revolución Francesa. Seguramente, muchos forofos de Mozart estarían recordando aún la puesta en blanco y negro del Festival de Salzburgo, que era difícil tanto como ésta es superficial. Al principio hace gracia pero al llegar al abismo, lo pasa barriendo y por encima. Lo más cordial del espectáculo es la escenografía de Moritz Nitsche. La habitación de la Condesa es como una estrecha y luminosa mirilla en una juguetería fantástica. Parecido efecto producen la zapatería y el vestuario inspirados en la pintura dieciochesca y debidos a Peter de Freitas. En el Conde, estuvo convincente en el canto Johannes Martin Kranzle, aunque no demostró demasiado ánimo ni infatuación respecto a “sus” mujeres. Su agradable y cálida voz de barítono jugó con ingenio y resolvió sus arias con grandeza. Al principio, el Fígaro de Simon Bailey tuvo dificultades para hacerse oír a través del estruendo orquestal. Lamentablemente, sonó sordo el Bartolo de Soon-Won Kang. Esencial y garbosa de presencia lució la veterana maestría de Carlos Krause en Antonio. Las voces femeni- nas resultaron más felices. Maria Fontosch despojó de adornos la noble grandeza de su Condesa. Su registro sopranil sonó luminoso y lleno de alma. Algo frágil pero lúdica y alegre fue la Susana de Miah Perssons. Flexible y colorido, persuadió el Cherubino de Jenny Carlstedt. La Orquesta del Museo, tras vacilaciones de ritmo en la obertura, se oyó suelta y juguetona durante el resto de una velada que Julia Jones condujo con finura y solidez. Barbara Röder Familias de futuro DE CÉSPED Y COCHECITOS HAMBURGO Un sonoro bufido del público sorprendió a los protagonistas de la straussiana Mujer sin sombra. No era para menos: la ambientación se valió de espacios abstractos y laberínticos que mezclaban imágenes de hoy (Keikobad como estación de metro) con penosas evocaciones kitsch del Lejano Oriente. Por ellos deambulaban un Emperador con portafolios, peinado por Llongueras y, al final, metido en una cama de hospital con corsé de yeso; una Nodriza mezcla de atareada y maciza madama de burdel con estrella de cine mudo y una Emperatriz en plan rubio ídolo de Hollywood que, al ver a su marido petrificado, mata al halcón. El palacio imperial era geométrico pero la casa del Tintorero, hecha de calaveras y pieles de fieras, en tanto el Halconero habitaba entre tapetes y bacinillas. Todo culminó Thomas Aurin Staatsoper. 18-II-2006. Strauss, La mujer sin sombra. Daniel Sumegi, Lisa Gasteen, Stuart Skelton, Gabriele Schnaut. Filarmónica de Hamburgo. Directora musical: Simone Young. Director de escena: Keith Warner. Escenografía: Kaspar Glaner. Vestuario: Eva Dessecker. La mujer sin sombra de Strauss en la Ópera de Hamburgo en una apoteosis con parque, césped, cochecitos de niños, un puente rojizo sobre un lago, en fin: las familias del futuro. Doblados por bailarines/as que realizaban ridículas evoluciones alegóricas, varios cantantes, australianos como el director de escena, asumieron los personajes principales. El barítono Daniel Sumegi hizo un Barak de voz ronca, áspera y titubeante de afinación. Lisa Gasteen, embutida en tejanos negros, cumplió con una Tintorera de sonido agrio y potente, que se impuso al final en desmedro de la belleza tímbrica. Acertó en contados momentos de ternura, aunque siempre con ataques bruscos y vacilaciones de solfeo. El tenor Stuart Skelton cuenta con una voz de centro colorido pero de agudos poco pene- trantes para su parte de Emperador, aparte de actuar tal vez indispuesto. Gabriele Schnaut, antes Tintorerea, hizo ahora de Nodriza, con un grave rico y corpóreo pero una extensión heterogénea de color y brusca en los pasajes. Su personaje osciló entre la comicidad suburbial y el travestismo. Lo mejor de la noche fue la Emperatriz de Emily Magee, suntuosa en el medio y el grave y de agudos potentes aunque algo estridentes, siempre con bellos arcos melódicos, una línea florida y sensible, y una expresión plena de intenciones. Young dirigió preocupada por una sonoridad imponente que consiguió sin escuchar demasiado a los cantantes ni alternar las acciones de la trama. Su equilibrio se inclinó más hacia el poema sinfónico que a la ópera. Bernd Hoppe 47 ACTUALIDAD AUSTRIA / BÉLGICA AFORTUNADO DEBUT EN BUSCA DEL DRAMA Staatsoper. 10-III-2007. Massenet, Manon. Anna Netrebko, Roberto Alagna, Adrian Eröd, Ain Anger. Director musical: Bertrand de Billy. Director de escena: Andrei Serban. Decorados y vestuario: Peter Pabst. Teatro de La Monnaie. 9-III-2007. Mernier, Frühlingserwachen. Kerstin Avemo, Thomas Blondell, Nikolai Borchev, Gaële Le Roi. Director musical: Jonas Alber. Director de escena: Vicent Boussard. 48 Axel Zeininger Aunque la Staatsoper de Viena posee una producción de Manon bastante fiel a la obra, debida a Jean-Pierre Ponnelle, y aunque algunos títulos esenciales, así como óperas barrocas faltan desde hace décadas del repertorio del teatro, se ha presentado una nueva producción de la ópera de Massenet como vehículo para la nueva superstar Anna Netrebko. Cada aparición de la soprano rusa, a la que hace algunos meses le fue concedida la nacionalidad austriaca, es un acontecimiento, en este caso incluso con razón. Con su timbre delicado y perfectamente emitido, hizo justicia a todas las facetas del personaje sin ningún esfuerzo, e incluso tuvo fuerzas, en los momentos más dramáticos, para mantener la belleza vocal. Roberto Alagna, que volvía a Viena después de una década, no pudo ocultar sus problemas en el agudo y en la zona de paso, a pesar de su extremado cuidado en las dinámicas y su conocimiento del estilo. Junto a la desenvuelta naturalidad escénica de los dos protagonistas, los demás cantantes lo tuvieron más difícil. Así, Michael Roider fue un Guillot antipático en lo teatral pero vocalmente débil, Adrian Eröd un Lescaut de agradables maneras que no logró transmitir el aspecto amenazador del papel, In-Sung Sim un Brétigny un tanto tosco y Ain Anger un sólido Des Grieux padre. Pousette, Javotte y Rosette (Simina Ivan, Sophie Marilley, Juliette Mars) estuvieron representadas como viejas prostitutas, lascivas y borrachas, que al final resultaban únicamente penosas. La partitura de Massenet es, como se sabe, una maravillosa combinación de sen- Anna Netrebko en Manon timentalismo y revista de varietés, con pasajes llenos de pathos y otros con un ingenio a lo Offenbach, una serie de elementos estilísticos que Bertrand de Billy supo plasmar a la perfección al frente de una orquesta en excelente disposición. Lo mismo cabe decir del coro, magníficamente preparado. La plasmación escénica de la ópera; sin embargo, exige un refinamiento que no se alcanzó en ningún momento, con el recurso a un verismo fuera de lugar. La acción fue trasladada a la década de 1920. Manon y su amante Des Grieux se escapan en un tren, y en el cuadro de Cours-la-Reine vemos el cartel de una película de Ava Gardner. Todo ello aderezado con un constante ir y venir de los personajes, y hasta un anticlerical ballet de religiosas. Al final vimos en el escenario muy poco de la magia de la obra. Christian Springer BRUSELAS Una ópera sobre Wedekind VIENA Anna Netrebko protagoniza la Manon de Massenet Apenas un mes después del estreno mundial de L’uomo dal fiore in bocca del compositor flamenco Luc Brewaeys, el Teatro de la Monnaie presentó un segundo estreno, Frühlingserwachen, una ópera escrita por el compositor valón Benoît Mernier (1964). Así que en este caso el tanto monta, monta tanto belga funcionó perfectamente. Mernier dedicó su ópera a Philippe Boesmans, el consejero musical de la Monnaie y el compositor de Reigen, Wintermärchen, y Julie, que celebra su 70 cumpleaños. Mernier basó su ópera en la obra teatral Frühlingserwachen, (El despertar de la primavera) de Frank Wedekind. Jacques de Decker la redujo al tamaño de un libreto. Aunque el resultado es una ópera en tres actos y diecisiete escenas que duran casi tres horas, la obra carece de gran dramatismo. Las escenas consecutivas no siempre están enlazadas con un interludio orquestal y a veces la impresión es que Mernier se deleita en su propio sonido, sobre todo en el primer acto que se hace interminable. Su música tiene mucho en común con la de Alban Berg, cuya Lulu también está basada en una obra teatral de Wedekind, pero la obra de Mernier es menos atrevida, más amable, vistosa y exuberante y tiene un toque ligero. Los trastornos emocionales de unos jóvenes, el despertar de su sexualidad, un aborto chapucero y un suicidio merecen ser representados con un lenguaje bastante más fuerte, y el texto de Wedekind necesita una orquestación más transparente para poder ser mejor entendido. Las partes voca- les están en general bien escritas, líricas y melodiosas y en el tercer acto hay un equilibrio perfecto de todos los elementos. Bajo la batuta del director alemán Jonas Alber, la Orquesta de la Monnaie se volcó en la partitura, y el sonido fue opulento y hubo unos excelentes solos instrumentales. Alber llevó el reparto de jóvenes cantantes neófitos con mano segura y las interpretaciones de éstos fueron bastante convincentes, cosa harto difícil porque representar unos adolescentes de sólo trece o catorce años de edad cuesta mucho por muy jóvenes que sean los cantantes. Para mantener la ilusión de juventud los cantantes permanecieron entre bastidores y a veces se echó de menos su presencia, por ejemplo durante el enfrentamiento entre Wendla y su madre. En general el personaje de Wendla nunca adquirió una existencia real ni ganó la simpatía de los espectadores, aunque Kerstin Avemo, que posee un físico ideal y una encantadora voz de soprano, parecía perfecta para el papel. Thomas Blondelle fue un sólido Melchoir, Nikolai Borchev un extraordinario Moritz, Gaële Le Roi una vistosa Ilse, Michele Angelini un conmovedor Hänschen y Johannes Weiss un Ernst creíble. Los decorados de Vicent Lemaire se abrían y cerraban como el diafragma de una cámara para mostrar diferentes lugares de la acción (a veces los cambios tardaban demasiado) de la puesta en escena de Vicent Boussard que fue eficiente, bien ambientada y tuvo unos momentos emocionantes. Erna Metdepenninghen ACTUALIDAD BÉLGICA Fin de la etapa Grinda SIN BRUMAS Opéra Royal de Wallonie. 11-III-2007. Debussy, Pelléas et Mélisande. Anne-Cathérine Gillet, Jean-François Lapointe, Marc Barrard. Director musical: Patrick Davin. Director de escena: Philippe Sireuil. LIEJA Para la nueva producción de Pelléas et Mélisande de Debussy, el director general JeanLouis Grinda, que está a punto de dejar la Opéra Royal de Wallonie, por la Opéra de Monte Carlo, eligió un equipo formado exclusivamente por belgas: el director musical Patrick Davin, el director de escena Philippe Sireuil, y para el papel de Mélisande la joven soprano Anne-Cathérine Gillet que ya está embarcada en una carrera internacional. Para Philippe Sireuil no hay brumas o misteriosos ambientes sombríos, ni castillos medievales ni oscuros bosques sino un solo decorado (de Didier Payen): el de una ladera con un muro móvil, un malecón con agua debajo y un poco de arena en el escenario. Mélisande, vestida de tul rojo al igual que una bailarina o artista de circo, llega en un barquito que también la recogerá al final de la ópera, cuando de nuevo lleva su vestido rojo después de haberse quitado el mandil gris que le cubría en Allemonde y que, al estar muriéndose, dejó en manos de Golaud. No hay ninguna torre con una ventana donde se la ve peinando sus largos cabellos y Mélisande se convierte en una trapecista que se cuelga hacia abajo con una red cubriendo su pelo que toca el suelo al alcance de la mano de Pelléas. Un flujo de extraño simbolismo que a veces es incomprensible. Sireuil no deja claro quién es realmente Mélisande para él. Tal como la interpretó AnneCathérine Gillet, no es frágil ni vulnerable, sino más bien una mujer que sabe lo que quiere pero al final es vencida. Que le falten sus largos cabellos al final de la ópera quizá tenga algún sentido, pero no pude descubrirlo. Gillet proyectó su texto con una voz de soprano de hermosa frescura, pero careció de encanto y calor aunque tal vez eso fuera intencionado. Jean-François Lapointe fue un Pelléas convincente, más hombre que muchacho, con una voz cálida y flexible de barítono y Marc Barrard un Golaud atormentado, aterrador al ponerse furioso, pero capaz de una interpretación llena de matices. Anne Pareuil fue una afectuosa Geneviève, Elena Poesina una creíble Ynoild, pero el Arkel que Antoine Garcin sonó demasiado áspero. Se notó que Patrick Davin había trabajado mucho con la Orquesta de la Opéra de Wallonie, que sonó magníficamente, con intenso color y refinados toques impresionistas, pero que a la vez dejó claro la afinidad de Debussy con Wagner (Parsifal). Davin dio a la interpretación los necesarios impulsos dramáticos y se ajustó a la visión que Sireuil tenía de la ópera. Éric Larrayadieu Anne-Cathérine Gillet y Jean-François Lapointe en Pelleas y Melisande „il duello amoroso“ andreas scholl canta haendel con hélène guilmette soprano accademia bizantina d i r. ottavio dantone Ocho años después de su primer recital dedicado a Haendel (Ombra mai fù, etc.) Andreas Scholl centra su atención en las cantatas de cámara del caro Sassone, un joven compositor que , recién llegado a Italia, marcó con su talento toda la península. Entre todas ellas, el famoso Duello amoroso ocupa un lugar destacado. www.harmoniamundi.com Erna Metdepenninghen 49 ACTUALIDAD FRANCIA De nuevo Halévy UNA ÓPERA INJUSTAMENTE OLVIDADA PARÍS Ruth Walz Opéra Bastille. 16-II-2007. Halévy, La juive. Annick Massis, Anna Caterina Antonacci, Neil Shicoff, Robert Lloyd, John Osborn, André Heyboer, Vincent Pavesi. Director musical: Daniel Oren. Director de escena: Pierre Audi. Decorados: George Tsypin. Vestuario: Dagmar Niefind. La desaparición repentina de La juive coincide extrañamente con la ascensión del nazismo y su antisemitismo intrínseco. El libreto de Scribe es el tipo mismo de grand opéra a la francesa, en voga en la época. Recordada esencialmente por la famosa aria Rachel, quand du Seigneur escrita especialmente para el tenor Adolphe Nourrit, que interpretaba el rol de Eléazar, la ópera de Jacques Fromental Halévy (1799-1862) se representa poco actualmente en razón sin duda de las dificultades inherentes a su escritura vocal, que necesita un reparto de primer orden. Ciertamente la obra no está exenta de longitudes que hacen perder el hilo, particularmente en la primera hora. Pero al final sorprende esta condena al olvido pues en ella se encuentra muy bella música, dramáticamente fuerte y humanamente intensa. Anna Caterina Antonacci y Neil Shicoff en La juive de Halévy La dirección ferviente de Daniel Oren, que subraya con lirismo los refinamientos de la partitura, está muy bien secundada por una orquesta en gran forma. La dirección de escena no está, por desgracia, a la altura de la dirección musical, pero hay que decir que el libanés Pierre Audi se vio perjudicado desgraciadamente la tarde del estreno por una huelga imprevista de los electricistas de la Ópera. Sin embargo, el decorado pesa- do y frío de Georges Tsypin nada tiene que ver con la intensidad humana del drama, que se sumerge en la intolerancia religiosa, el fanatismo oscurantista y la misoginia. Numerosos cortes, debidos a la vez a una voluntad dramática y a las exigencias de ciertos cantantes, han amputado la obra. Los más notorios son imputables a Neil Shicoff. El tenor americano se identifica desde hace años con este persona- je. Su voz ya no es tan sólida como antaño pero vive literalmente su papel, al punto de que el espectador olvida sus apretados agudos y entonaciones forzadas. Igualmente frágil en el Cardenal de Brogni, Robert Lloyd se ahoga en los graves pero emociona. Pero si el insulso Léopold está bien planteado por John Osborn, son especialmente las mujeres quienes suscitan el entusiasmo. En primer lugar la bella y desgarradora princesa Eudoxie de Annick Massis que, para su debut en la Bastille, ha impuesto su noble estatura, su timbre radiante y sólida voz. Anna Caterina Antonacci es una Rachel ardiente y trágica; su voz de bronce, la perfección de su línea de canto y su perfecta dicción traducen la menor inflexión de una obra en que es omnipresente. Bruno Serrou Cumpleaños de un coro RÉQUIEM DE ANIVERSARIO París. Salle Pleyel. 15-III-2007. Verdi, Messa da Requiem. June Anderson, Guang Yang, Miroslav Dvorsky, Mikhail Petrenko. Coro de la Orquesta de París. Orquesta de París. Director: Christoph Eschenbach. C 50 uando falta menos de un año para su cuadragésimo aniversario, la Orquesta de París ha celebrado en marzo la fundación de su coro, creado por iniciativa de Daniel Barenboim, entonces director musical de la formación parisina, cuando se cumplían los diez años de su fundación. Confiado a Arthur Oldham, que lo forjó y dirigió hasta 2002, es un coro constituido exclusivamente por aficionados cuyo compromiso no tiene nada que envidiar a otros profesionales, conforme al espíritu de su modelo, el Coro Philharmonia. Para esta ocasión Christoph Eschen- bach ha programado la Misa de Réquiem de Verdi, que la Orquesta de París y su coro proponían por octava vez desde 1978. Dirigido hoy por Didier Bouture y Geoffrey Jourdain, el Coro de la Orquesta de París ha recuperado una homogeneidad, un aliento y una musicalidad algo desatendidos estos últimos años, pues su fundador británico no había querido reemplazar a sus fieles camaradas, pese al transcurso de los años. Reestructurado y con sus efectivos ampliamente renovados, dispuesto bajo la autoridad de Laurence Equil- bey, el coro ha adquirido una seguridad y un carácter dignos de las mejores agrupaciones de sus características. Su empeño y su cohesión han sustentado la ejecución del Réquiem verdiano, pues la visión ampulosa de Christoph Eschenbach se ha revelado por desgracia perjudicial, no sólo para la partitura —que por la excesiva retención de los tempi se ha estirado en demasía— y la grandeza de la obra —cuyos contrastes quedaron singularmente apagados y reducidos— sino también para el coro que, lejos de destacar, quedó aplastado con sonori- dades pastosas y opacas. En cuanto al cuarteto vocal, pese al temor de cancelación hasta el último momento, June Anderson se reveló como una intérprete de timbre puro, cantando el Libera me con naturalidad y firmeza, algo retenida desdichadamente por la lectura enfática de la batuta. Miroslav Dvorsky y, sobre todo, Mikhail Petrenko fueron unos dignos acompañantes. Sólo Guang Yang decepcionó a causa de la excesiva inestabilidad de una voz de timbre, sin embargo, denso. Bruno Serrou ACTUALIDAD FRANCIA Lalo en Saint-Etienne EL REY DE YS Y EL FLUJO ORQUESTAL SAINT-ETIENNE L’Esplanade Opéra. 2-III-2007. Lalo, Le Roi d’Ys. Olivier Grand, Nona Javakhidze, Florian Laconi, Nathalie Manfrino, Christian Tréguier, Jean Vendassi, Patrick Vi. Coro lírico y Orquesta Sinfónica de Saint-Etienne. Director musical: Laurent Campellone. Director de escena: Jean-Louis Pichon. Ha regresado El rey de Ys en Saint-Etienne a una escena francesa, después de veinte años de ausencia, al tiempo que se anuncia otra producción para la próxima temporada en el Capitolio de Toulouse. Compuesta entre 1875 y 1881, la obra se estrenó en 1888 en la Ópera Cómica de París con gran éxito. Pero, como demasiadas partituras nacidas en ese teatro, muy pocas veces se ha presenciado desde los años 70. Si el libreto de Edouard Blau ha envejecido, la leyenda bretona sigue teniendo alcance universal, al igual que otras ciudades sumergidas, como la Atlántida o Kitezh, que más tarde inspiraron a Falla y RimskiKorsakov. Pese a su título, el cuento escogido por Lalo se centra en la hija del rey Gradlon, Margared (soprano), la Dahut de la leyenda de Ys; el rey de Cornuailles (bajo) sólo juega un papel secundario, lo mismo que san Corentin (bajo), protector de Ys. La rivalidad de dos hermanas celosas, Margared y Rozenn (soprano), enamoradas del mismo hombre, Mylio (tenor), al que se creía muerto, y la traición de la primera conducen al hundimiento de la más bella de las ciudades pues la joven entrega al enemigo de Ys, Karnac (barítono), la llave arrebatada a su padre dormido que abre la única esclusa del dique que proteje a la ciudad ganada al mar. Conocida sobre todo por su obertura, que anticipa algunos temas de la ópera, en especial el dúo femenino En silence, pourquoi souffrir expuesto en un espléndido solo de violonchelo, y el aria de Margared Lorsque je t’ai vu soudain, e influenciada por Wagner, El rey de Ys ha proporcionado la ocasión de disfrutar del excelente trabajo logrado por Laurent Campellone y su orquesta, que sonó cohesionada y provista de una rica paleta tímbrica. La puesta en escena de Jean-Louis Pichon es eficaz y sirve honestamente a la obra, pero queda malograda por unos cantantes tan afectados en sus respectivos papeles que resultan caricaturescos y anticuados. Vocal y escénicamente, sólo Nathalie Manfrico —de timbre tan radiante como su porte— logra salir a flote mientras que Nona Javakhidze tiene tendencia al grito, lo mismo que Florian Manfrino (Mylio) y más aún Olivier Grand (Karnac). Christian Tréguier (rey de Ys), de voz ancha y segura, parece que sólo conoce una postura, rígido como un palo y con los brazos echados hacia atrás. Bruno Serrou 51 ACTUALIDAD GRAN BRETAÑA Reestreno de la ópera de Adès VALORES PERMANENTES Clive Barda Royal Opera House. 12-III-2007. Adès, The Tempest. Simon Keenlyside, Philip Langridge, Grayson Perry, Toby Spence, Kate Royal, Cyndia Sieden. Director musical: Thomas Adès. Director de escena: Tom Cairns. LONDRES Cyndia Sieden como Ariel en La tempestad de Thomas Adès 52 Saludada con gran entusiasmo en su estreno de 2004, la primera ópera extensa de Thomas Adès ha vuelto al Covent Garden como una obra sólida y plenamente madura, exenta de las carencias que se notaban hace tres años. Entre tanto también se ha visto la puesta de escena en Estrasburgo y Copenhague, que le ha proporcionado fuerza y una voz propia. Crucialmente para el público también, la oportunidad de escuchar la ópera por segunda vez permite que sea juzgada no por su novedad sino por su cualidades duraderas. Adès ha tocado muy poco la partitura, eliminando un par de compases y agilizando los tempi. La elegante y surrealista producción de Tom Cairns sigue siendo efectiva, y los decorados de Moritz Junge son de una simplicidad mágica, como un cuadro electrificado de Yves Tanguy. El excelente reparto es casi el mismo, encabezado por Simon Keenlyside como un soberbio Prospero, e incluye a Philip Langridge en el papel del despojado rey, y a Ian Bostridge, tan cambiado de forma que se parece a una de las figuras demacradas de Grayson Perry, fue inolvidable como Caliban. Toby Spence como Fernando y su nueva Miranda, Kate Royal, aprovecharon al máximo la sensual música de amor. Cyndia Sieden, en el papel de Ariel, repitió su deslumbrante y plateada coloratura. El libreto de Meredith Oakes es accesible y claro, y Adès añade lirismo y drama a través de su orquestación, memorable por las salvas de los metales parecidas a unos corales y el uso cristalino y cautivador de las campanas. La orquesta de la Royal Opera, dirigida por el compositor, se mostró soberbia. Adès ya no es el solitario niño prodigio, este hombre de treinta y seis años ha demostrado que es de verdad. Fiona Maddocks ACTUALIDAD ITALIA Boris por partida doble COHERENCIA Y ARBITRARIEDAD BOLONIA / REGGIO EMILIA Bolonia. Teatro Comunale. 25-II-2007. Musorgski, Boris Godunov (versión de 1869). Vladimir Vaneev, Maxim Paster, Dimitri Ageev, Vsevolod Grivnov, Alexander Teliga. Director musical: Daniele Gatti. Director de escena: Toni Servillo. Decorados: Toni Servillo y Daniele Spisa. Vestuario: Ortensia de Francesco. Reggio Emilia. Teatro Valli. 4-III-2007. Musorgski, Boris Godunov. Alexander Kiselev, Vadim Zaplechnij, Dimitri Skorikov, Nikolaj Dorozkin, Elena Ionova. Orchestre de Massy. Director musical: Dominique Rouits. Director de escena: Dimitri Bertman. Decorados: Igor Neznij. Casi en los mismos días, dos producciones muy diferentes de Boris Godunov en Bolonia y en Reggio Emilia han demostrado que hoy se debe acceder a la primera obra maestra teatral de Musorgski respetando la coherencia interna de cada una de las dos versiones que el autor llevó a término, la presentada a los Teatros Imperiales (que la rechazaron) en 1869 y la revisada, ampliada y enriquecida acabada en 1872. La primera (sin el acto polaco y sin la escena final del bosque de Kromi, pero sin la escena de San Basilio), compuesta en 1868-69, se representa raramente: es fascinante en su concisión, fidelidad al texto de Puchkin y en la coherencia experimental; en Bolonia se ha revalorizado de modo impecable. Dirigía Daniele Gatti (en su despedida de Bolonia) con admirable intensidad y adhesión, exaltando la fuerte dramaticidad y los contrastes. Cantó un formidable reparto, del que citamos al menos a Vladimir Vaneev (potente y atormentado Boris), Maxim Paster (Shuiskij), Dimitri Ageev (Pimen), Vsevolod Grivnov (Grigori), Alexander Teliga (Varlaam). Muy inteligente la producción de Toni Servillo, que la ideó con Daniele Spisa para el Teatro San Carlos de Lisboa. La escena fija, cubierta de tules negros, crea un punto de fuga en la perspectiva, al fondo de la cual, en el centro, un rectángulo iluminado y sobreelevado sirve para la coronación y para el palacio de Boris. A los lados, a diversas alturas, se iluminan la estancia de Pimen y de Grigori; los boyardos en la Vladimir Vaneev en Boris Godunov de Mussorgski en Bolonia escena final, se sientan en lo alto, mientras al nivel de la escena actúa sólo el pueblo (en la escena inicial se amontonan en los espacios laterales), siempre inmerso en una semioscuridad (en la escena de San Basilio también está Boris, de pie, sobre el escenario en medio del pueblo). La disposición en diversos planos contribuye de modo decisivo a la fascinación del espectáculo. La respetuosa coherencia de la producción de Bolonia faltaba en Reggio Emilia, donde las mayores expectativas se relacionaban con la dirección de Dimitri Bertman, el alma del Teatro Helikon de Moscú, del que hace años se admiró en Rávena una puesta en escena extraordinaria de Lady Macbeth de Shostakovich. Los teatros de Reggio Emilia han colaborado con el Helikon y con los franceses de la Opéra de Massy, que aportó la orquesta, a la costosa producción, de la que se esperaban ideas tal vez discutibles, pero nuevas y estimulantes. Y sugestiva era la imagen inicial, con la aparición del pueblo encajonado en la escalinata (un sencillo andamio) que actúa como escena única bajo la cual se dispuso inicialmente el coro. Pero luego la escena única no siempre funcionaba, la gestualidad de los intérpretes era anticuada, e intolerable sobre todo la idea de Bertman de reunir en un único papel al usurpador Grigori (un arribista dispuesto a todo para conquistar el poder) y al Inocente, el mendigo desesperado que está fuera del orden social y encarna la voz de la víctima. ¿Cómo puede la voz del Inocente coincidir con la de uno de los opresores? No por azar Bertman corta la escena final, la del usurpador Grigori, momentáneamente victorioso, que aplaca la revuelta popular y arrastra consigo a boyardos y campesinos, pero no al Inocente que permanece en escena en solitario para cantar el lamento del pueblo ruso oprimido. En la Rusia de hoy, Bertman probablemente quiera decir algo que no comprendo; desagrada sin embargo que un hombre de teatro de su calidad use a Musorgski de la manera más arbitraria, cortando y mezclando las versiones de 1869 y 1872. La mediocridad del director hacía difícil juzgar la elección de usar la instrumentación de Shostakovich, en vez de la original de Musorgski. En conjunto, buen rendimiento del reparto, con el joven Boris de Alexander Kiselev. Paolo Petazzi 53 ACTUALIDAD ITALIA Harding dirige un Strauss expresionista ADOLESCENTE ATLÉTICA MILÁN Marco Brescia Teatro alla Scala 6-III-2007, Strauss, Salome. Nadja Michael, Falk Struckmann, Peter Bronder, Iris Vermillion. Director musical: Daniel Harding. Director de escena: Luc Bondy. Decorados: Erich Wonder. Vestuario: Susanne Raschig. Ha vuelto Salome a la Scala, acogida por los aplausos unánimes del público y la opinión divergente de los críticos, al menos sobre la dirección de Daniel Harding, porque estaban todos de acuerdo sobre la excelencia de la protagonista, Nadja Michael, que se presentaba en la Scala, y el magnífico reparto. Hace pocos años, Harding dirigió Wozzeck con mucha autoridad y se tiene la impresión de que aquella experiencia marcó su manera de interpretar Salome, iluminando los presagios del expresionismo más que los aspectos Jugendstil o de exotismo decadente (que por ahora parecen lejanos a su sensibilidad), con claridad analítica Nadja Michael en Salome de Richard Strauss en el Teatro alla Scala y un buen control de la sonoridad, que le permitía un excelente equilibrio con los cantantes. La interpretción de Harding se encontró felizmente con el espectáculo de Luc Bondy y Erich Wonder, que proponían una dirección de Herodes despojada y privada de cualquier fasto exótico y que iluminaba obsesiones crueles y neuróticas. La dirección, nacida en Salzburgo hace diez años, ha sido revisada por Bondy en colaboración con la sensacional protagonista, Nadja Michael, que encarnó una flexible (pero atlética) adolescente con una voz de Isolda, dominando con gran autoridad el papel y afrontando felizmente aun la danza no convencional ideada por Lucinda Childs. Magnífico en su perversa histeria el Herodes de Peter Bronder y no menos estupenda la Herodías de Iris Vermillion. De monumental potencia el Jokanaan de Falk Struckmann y digno de recordarse incluso el Narraboth de Matthias Klink. Paolo Petazzi Una obra de Weill que regresa en malas condiciones UNA RECUPERACIÓN DUDOSA ROMA Teatro Nazionale. 20-II-2007. Weill, Marie Galante. Chiara Muti, Roberto D’Alessandro, Goffredo Matassi, Antonello Ronga, Vittorio Amandola, Andrea Spina, Marco Casazza. Director musical: Vittorio Parisi. Director de escena: Joseph Rochlitz. Escenografía: Christian Taraborrelli. Vestuario: Angela Buscemi. Coreografia: Luc Bouy. 54 El Teatro de la Ópera de Roma ha resucitado del olvido una partitura de Kurt Weill, gracias a su director artístico, Mauro Trombetta. El musical francés Marie Galante de Weill, más bien una pieza teatral, compuesto en París con libreto de Jacques Deval, fue estrenado en el Théâtre de París, el 22 de diciembre de 1934, con la última función en enero de 1935, cayendo luego en el olvido. El libreto de Deval procede de su novela homónima de 1931. Antes de transmutarla en pieza teatral fue ya un película con Spencer Tray en Hollywood, un fracaso clamoroso. A pesar de eso, muchas de las canciones de Marie Galante obtuvieron notoriedad y se cantaban en los night-clubs de París. Se creó una leyenda sobre que esuvo la propia protagonista para cantarlas. J’attends une Navire se convirtió por fin en himno de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. La ópera, de dramaturgia más bien débil para el abundante número de personajes y la sucesión de cambios de escena, que hacen fragmentaria la narración, cuenta cómo Marie, prostituta elegante, raptada en Burdeos y desembarcada en Venezuela, recurre a todos los medios para llegar a Panamá, donde debe embarcar para Francia. Aquí gasta todos sus ahorros en ayudar al moribundo Josiah y se deja implicar en negocios sucios para conseguir el dinero para el regreso a la patria, pagando su ingenua colaboración con la vida. La dirección de Joseph Rochlitz, autor también de la adaptación italiana del texto, buscó reforzar la débil dramaturgia, otorgando un mayor espacio a la música, el elemento de auténtico interés. Una puesta en escena más bien modesta, con un único elemento sugestivo, las proyecciones de época para simular la navegación. Coreografía ingenua, de musical televisivo y bailarines asincrónicos. Bello vestuario años veinte. Vittorio Parisi dio una sensual lectura de la partitura, muy italiana por sonido orquestal, mientras que Weill debería ser áspero, duro, con estridencias. Del todo inexplicable la elección de amplificar las voces en un teatro más bien íntimo. Además, la amplificación jugó feas bromas, distorsionando las voces y haciendo difícil la comprensión del texto, con ruidos continuos por los golpes dados a los micrófonos o por la respiración de los actores, todos actores estupendos. Chiara Muti se comportó mucho mejor como creíble protagonista en el aspecto escénico que en el canto, pero tuvo la voz comprometida por la amplificación. Quizá hubiera sido mejor dejar que la partitura de Marie Galante siguiera cubriéndose de polvo en un archivo. Franco Soda ACTUALIDAD P ITALIA Paladino monta a Mascagni y Stravinski naïve presenta DIFÍCIL CONVIVENCIA LAURENT KORCIA Ramella&Giannese Teatro Regio. 2-III-2007. Mascagni, Cavalleria rusticana. Stravinski, Œdipus Rex. Ildiko Komlosi, Walter Fraccaro, Lucio Gallo, John Uhlenhopp. Director musical: Jacques Lacombe. Director de escena: Roberto Andò. Escenografía: Mimmo Paladino. Vestuario: Gianni Carluccio. 1 CD DOUBLES JEUX TURÍN Œdipus Rex de Stravinski en el Teatro Regio de Turín La reunión de Cavalleria rusticana y Edipo rey no tiene probablemente una razón convincente de ser. Y no pareció tenerla para los intérpretes que ofrecieron en Turín los dos actos únicos de modo mediocre. El director Jacques Lacombe, genérico en Stravinski, fue capaz de ser incoloro y al mismo tiempo carente de refinamiento en Mascagni. Probablemente encontró dificultades en la relación con la orquesta turinesa (más bien imprecisa en Stravinski) y ciertamente no lo inspiraba el extraño acoplamiento. Ildiko Komlosi no estaba bien, pero hubiera sido la única dentro del reparto que hubiera podido sacar adelante con dignidad tanto la parte de Yocasta como la de Santuzza. Lucio Gallo, aunque con la voz comprometida, fue un poco más convincente como Alfio que como Creonte. John Uhlenhopp fue un discreto Edipo y Walter Fraccaro poseía una voz apta para la parte de Turiddu, pero como intérprete estuvo tosco y neutro. Sin embargo, desde el punto de vista escénico y de dirección, la producción era mucho más interesante que la decepcionante interpretación musical. Fue decisiva la presencia de un gran artista como Mimmo Paladino, que aun no siendo escenógrafo de profesión ya en otras ocasiones ha sabido dar una fuerte impronta a los montajes que ha ideado (en Turín en colaboración con Daniele Spisa). Bellísima, aunque poco favorable a las voces, era la escena única del Edipo, con una ruina de cemento al fondo y un amasijo de piedras en la parte baja. Completamente abierta la escena de Cavalleria, sin casas ni iglesia, que parecía un campo arado, con sillas a un lado y en medio un objeto de fuerte sugestión, que parecía una escultura abstracta, un monolito, cuando está dispuesto verticalmente de perfil, pero cuando gira revela la forma de una cúpula gigantesca (el típico gorrito siciliano). El fondo desnudo servía al espectáculo de Roberto Andò para las proyecciones de Luca Scarzella (que mostraban procesiones y otros momentos de vida siciliana, o nubes). Se apreciaba, en la dirección y en todo el planteamiento, una búsqueda que evitase un naturalismo trivial y el trazo que incidiese en un destino de muerte, que era el único lazo entre los dos actos únicos. Notables el vestuario y, sobre todo, las luces de Gianni Carluccio. Paolo Petazzi NUEVO ÁLBUM django reinhardt, grappelli, ravel, portal, korcia, debussy, bartók, legrand… laurent korcia VIOLÍN, michel portal BANDONEÓN, tatjana vassiljeva VIOLONCHELO florin niculescu, nemanja radulovic VIOLINES, con la participación de jean-louis aubert 2 CD BARTÓK concierto para violín n° 2, contrastes para violín, clarinete y piano, sonata para violín solo, sonata para violín y piano n° 1 laurent korcia VIOLÍN michel portal CLARINETE, jean-efflam bavouzet PIANO orquesta sinfónica de la ciudad de birmingham, sakari oramo 1 CD DANSES grappelli, brahms, piazzola, portal, dvorák, ravel… laurent korcia VIOLÍN michel portal BANDONEÓN, jean-efflam bavouzet PIANO, christian rivet, leonardo sanchez GUITARRAS con la participación de julie depardieu www.naiveclassique.com 55 ACTUALIDAD PORTUGAL Sigue la tetralogía de Vick DRAMA DE PERSONAJES LISBOA Teatro São Carlos. 24-II-2007. Wagner, Die Walküre. Susan Bullock, Mikhail Kit, Anna-Katharina Behnke, Ronald Samm, Judit Németh. Director musical: Marko Letonja. Director de escena: Graham Vick. 56 La segunda parte de la tetralogía de Wagner, Die Walküre, que se presentó en el Teatro de San Carlos encantó no solamente al público de la ópera sino también al de la calle: el último día, una pantalla colocada frente a la fachada del teatro transmitió, en directo, lo que iba ocurriendo en el interior. Y cuando llegó la hora, los aplausos resonaron dentro y fuera, en un estéreo perfecto que los artistas agradecieron saliendo al frío de la noche de Lisboa. Esta Walküre fue la consecuencia directa de un excelente trabajo de escena iniciado el año pasado por el inglés Graham Vick quien, desafiado por Paolo Pinamonti —el director del Teatro— realizó un Oro del Rin sin precedentes, cuyo trazo más característico fue la inversión de la organización de la sala, con el escenario ocupando el lugar de la platea, bajo la creativa supervisión del escenógrafo Timothy O’Brien. El mismo principio —anti-jerárquico y democrático— tuteló el drama de Wotan y Brünnhilde. Pero tal vez sea justo decir que si el Rin fue un prólogo divertido y en tono de comedia, con una dirección de escena preocupada en transmitir eso mismo, La walkyria asumió su acento dramático desde el primer momento y lo mantuvo, sin concesiones, hasta el final. Menos elementos escenográficos realzaron lo que de más excelente tiene este drama de Wagner: sus persona- jes. Y a ellas hubo que rendirse, no sólo porque la música así lo pedía, sino porque el elenco supo encontrar el exacto temperamento de cada una, siempre con absoluto dominio de la palabra dicha, del texto, del gesto, del teatro. Susan Bullock interpretó una Brünnhilde fuera de serie, sólida y frágil al mismo tiempo, que se deshizo en los brazos de su creador. Mikhail Kit fue un Wotan vocalmente empeñado, mientras Anna-Katharina Behnke construyó una Sieglinde de gran potencia trágica y Ronald Samm fue genuinamente la voz de la noche en el papel de Siegmund. Judit Németh también brilló como Fricka, personaje que requiere, por su concisión, una cantante capaz de sintetizar en pocos compases toda su problemática. La Orquesta Sinfónica Portuguesa, dirigida por Marko Letonja, cometió algunos deslices (especialmente en la sección de vientos), pero en general pudo expresarse bien y seguir de cerca a los cantantes, que impusieron su propio ritmo a todo el espectáculo. Una palabra aparte merece la decisión gubernamental de no renovar el contrato a Paolo Pinamonti, que se enteró de su futuro por carta y hasta hoy no ha recibido una palabra oficial de agradecimiento por el eximio trabajo realizado estos últimos seis años en la dirección del Teatro de San Carlos. Luciana Leiderfarb ACTUALIDAD SUIZA Una versión llena de contrastes EN LA NEVERA ZÚRICH Hace ya veinte años, Nikolaus Harnoncourt dirigió Die Zauberflöte en la Ópera de Zúrich, como parte del ciclo Mozart en colaboración con el director escénico Jean-Pierre Ponnelle. Desde entonces, el director berlinés se ha vuesto bastante más radical, y quiere iluminar los abismos humanos con una cierta mordacidad —¿es por ello que ha acudido a un director escénico tan polémico como Martin Kusej, con el que ya ha trabajado en el Festival de Salzburgo en Don Giovanni y La clemenza di Tito? La versión de Harnoncourt impulsa los afectos musicales, que oscilan entre una calma casi absoluta y una fuerte incisividad. Esto funciona de manera excelente en el aria de Pamina Ach, ich fühl’s, que no aparece como un triste lamento sino como una colérica explosión de sentimientos. Esto tiene diferentes resultados, al emplear voces inicialmente líricas en repertorios dramáticos. Se beneficiaron el vigoroso Tamino de Jonas Kaufmann así como la enérgica Pamina de Julia Kleiter, aunque la habitualmente segura Elena Mosuc se vio obligada a forzar las coloraturas de la Reina de la Noche, y Matti Salminen como Sarastro se apoyó excesivamente en su poderoso instrumento. ¿Pudo tener algo que ver que todos ellos se pasaron la representación vagando más confusos que sabios por un laberinto giratorio en permanente movimiento? La “bóveda subterránea“ que describe el libreto de Emanuel Schikaneder es aquí una clínica psiquiátrica con salas blancas y un personal muy extraño. El montaje de Martin Hans Jörg Michael Opernhaus. 17-II-2007. Mozart, Die Zauberflöte. Matti Salminen, Julia Kleiter, Jonas Kaufmann, Elena Mosuc, Ruben Drole, Rudolf Schasching. Director musical: Nikolaus Harnoncourt. Director de escena: Martin Kusej. Decorados: Rolf Glittenberg. Vestuario: Heidi Hackl. Elena Mosuc en La flauta mágica Kusej puede describirse según lo que no es: no hay ningún cuento infantil ni tampoco magia, y la poesía está totalmente ausente. Todo transcurre en el momento del encuentro amoroso entre Tamino y Pamina —una especie de ensueño, que se convierte cada vez más en una aterradora pesadilla. Esto tiene, al menos, la ventaja de que no debemos prestar atención a la lógica —imágenes terroríficas se alternan con elegantes fiestas, mientras en la escena ocurren constantemente situaciones no siempre comprensibles. En cualquier caso, Kusej no olvida un humor sarcástico —como cuando presenta a los dos sacerdotes casi como cantantes de rock, introduce la prueba del agua como un programa de televisión o hace salir a la Reina de la Noche en su segunda intervención de la nevera. La atrevida mezcolanza no gustó mucho al público de Zúrich, y en el estreno hubo una tormenta de abucheos como hacía mucho que no presenciábamos en esta sala. Mario Gerteis 57 ENTREVISTA Daniel Barenboim “NO CREO EN LOS DISCOS QUE SE HACEN A PEDACITOS” A nadie se le escapa que Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942), en su doble vertiente de pianista y director, es una de las personalidades más carismáticas de la música en nuestros días. Sin olvidar su labor gestora al frente de la Deutsche Staatsoper berlinesa de Unter der Linden, la arteria principal de la antigua capital del Este, o su trabajo con la Staatskapelle Berlin, que después de dieciséis años a su frente lo ha nombrado Maestro Vitalicio. Recién desvinculado de la titularidad de la Orquesta de Chicago, después de una relación de quince años, la varita mágica de Lissner lo encumbraba en 2006 a la posición de Maestro Scalígero. O lo que es lo mismo, hombre clave del Coliseo lírico de Milán, donde el próximo diciembre, con una producción firmada por Patrice Chéreau de Tristán e Isolda, revalidará un año muy especial, que tendrá su núcleo duro en el Festival de verano de Salzburgo, que, como la pasada edición, volverá a abrir al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena, con la que acaba de visitarnos. Aunque la cita estival salzburguesa le depara otros dos hitos a este maestro judío con pasaportes israelí y español. De una parte, su regreso a la ópera en esa plaza, con el Evgeni Onegin de Chaikovski, a trece años vista del estreno del Don Giovanni — retomado un verano más tarde— que unió su nombre con el del citado Chéreau. Por último, al convertir la ciudad natal de Mozart en el escaparate desde el que dar a conocer al gran público uno de sus grandes sueños: la orquesta del WestEastern Divan, materialización de la idea forjada junto a Edward Said por la que en 2002, meses antes del fallecimiento de este intelectual palestino, recibieron ambos el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. En estos días aparece en el mercado una colección de DVDs donde, junto a la interpretación de las sonatas completas de Beethoven, en las que Barenboim es referencia absoluta, se incluye una selección de sus clases magistrales para una serie de exquisitos pianistas que ya pertenecen a la esfera de los elegidos. La presencia en el Festival de Canarias de este año con su orquesta muniquesa de Thielemann y de Sir Simon Rattle con la Filarmónica de Berlín llevó a hablar en algún medio de duelo en la cumbre, algo que molestó a algunos. Pero lo cierto es que entre las orquestas no hubo tanta tensión como en el caso de su “casa” y la Deutsche Oper, ganando la suya. 58 Sheila Rock No es una cuestión de ganar, ni se produjeron entonces duelos en ninguna cumbre. El problema de las óperas de Berlín es demasiado delicado como para tratarlo de esa forma, porque tiene muchos otros aspectos, en los que de algún modo encuentro cierta similitud con los que se producen en el Próximo Oriente. Por eso creo que lo entiendo tan bien. Lo digo en el sentido de que en ambos casos existe un condicionante histórico y un momento presente, ENTREVISTA DANIEL BARENBOIM cuando Berlín se convierte en un centro internacional, la vida es mucho más variada por comparación a la que había antes, y los que estuvieron los primeros, sin haber perdido calidad ni nada, no soportan, después de haber sido los únicos, dejar de serlo. En todo esto hay que contemplar un aspecto de calidad y otro económico. Sin olvidar el político. Por supuesto que político también. Por eso digo que no es una rivalidad como la que puede existir entre dos orquestas de Madrid o dos óperas si las hubiese. Y lo mismo que digo Madrid podría referirme a París o a cualquier otro lugar. Es otra cosa, porque son circunstancias que surgen como consecuencia de la caída del muro. No se puede olvidar que una parte de Alemania vivió un trauma desde 1933 a 1945, que se convirtió en otro trauma con la separación de las dos Alemanias a partir de ese último año. Los que estaban en el Este tienen otro sentido de los valores; una manera de pensar distinta de los que vivían en la Alemania occidental. No nos olvidemos que el fin de la guerra fría no es lo que dicen los americanos ni lo que opinan otras personas. Si hubo un claro triunfo fue contra el aspecto económico del comunismo que no funcionaba. Pero lo peor que le ha podido suceder a los Estados Unidos y al resto del mundo es que haya desaparecido la Unión Soviética. De no haber sucedido lo que sucedió, no estaríamos ahora con la guerra de Irak, ni existiría la situación que se ha creado ahora con Irán si la Unión Soviética estuviera aún ahí. Porque cuando existía el bloque soviético había un equilibrio de fuerzas. Los americanos se creen que el mundo es unipolar, y no lo es. Todo lo contrario. Las cosas han ido a mucho peor, y en lugar de los soviéticos tenemos al terrorismo. Me estoy saliendo del tema, pero todo va por ahí. Porque un cambio político tan importante que se produce después de tantos años, deja su huella. Y los jóvenes, pobrecitos, que conocen solamente el Berlín Oeste desde los años sesenta o setenta, no entienden por qué ahora juegan un papel muchísimo menor del que jugaban antes. Aunque niegue tal duelo, Thielemann salió de Berlín reconociendo que había perdido. ¿Usted no vio aquello desde su óptica como un triunfo? No. Porque el triunfo se produce sólo cuando una situación se sanea y sigue adelante. Pero nada se ha solucionado hasta ahora. Todavía continuamos con los mismos problemas. El único triunfo pasaría por que se afrente de un modo definitivo una solución que fuera buena para las tres óperas. De no ser así, el que se sienta triunfador en una de las etapas será un triunfador a corto plazo, porque no existe una solución que sea buena para una ópera y mala para las restantes. La única que puede ser benéfica es una solución para las tres óperas. Con nuevas definiciones, con todo lo que se quiera. Pero hasta la fecha no se ha producido nada de esto. Se sigue con el cáncer del problema inicial. ¿Hasta cuándo se extiende su contrato en la Unter der Linden? Hasta 2012. ¿Y con la Staatskapelle? En ese caso, el cargo es vitalicio. Añadir a todo esto el nombramiento que le ha hecho Lissner como maestro scalígero, ¿no le compromete demasiado? Me compromete a tratar de hacer buena música y nada más. No se trata de un cargo administrativo, es todo y no es nada al mismo tiempo. Por eso lo acepté. ¿En el futuro no supone un nombramiento como director musical del Teatro de Milán? ¿Diría que si? No, no… absolutamente no. Yo no he dejado Chicago para aceptar otro cargo. Estaré encantado de ir a Milán porque encuentro en esa ciudad y en ese teatro concretamente condiciones artísticas únicas con la orquesta, que es muy buena, y con la que hago muy buena música. Y. debo decirlo, con toda la preparación de Lissner, que es de todo punto excelente a la hora de programar. ¡Qué tristeza para Madrid! ¡Lo que se perdió! Lo que antes de llegar a España había hecho en Le Châtelet, o lo que posteriormente ha desarrollado en el Festival de Aix le está sirviendo para consolidar su actividad en la Scala con una programación en la que, aparte de mí, todo lo demás es excelente. Incluyendo los grandes régisseurs, que van a encargarse de las puestas en escena. Además de con él, a los madrileños también nos pusieron la miel en los labios cuando se rumoreó la posibilidad de que usted asumiese la dirección musical del teatro. Pero yo nunca consideré un puesto en el Real. En aquellos rumores no hubo nada de cierto. En estos días, cuando sale al mercado su grabación de las Sonatas de Beethoven, ¿no se le viene a la cabeza el recuerdo de Celibidache, alguien que significó mucho para usted en los comienzos de su carrera, y que tenía unas ciertas prevenciones respecto al disco? Usted, con doce años, grabó el primero de los suyos, al que luego han seguido muchos. El formato en el que aparecen las sonatas ahora es el DVD. En cuanto al disco, estoy convencido que, desde el punto de vista filosófico, Celibidache tiene razón. Porque el concierto es algo que tiene que ver con un momento y es, por tanto, irrepetible. Por su parte, el disco convierte en repetible algo que no lo es y, por lo tanto, no puede tener todas las dimensiones que se le pretenden atribuir. De eso no hay duda. Pero yo no tengo esos prejuicios, porque creo que el disco tiene otra función. Nosotros siempre estamos ansiosos por encontrar la interpretación definitiva de algo, y esa no existe. Cada obra tiene muchas más posibilidades y muchas más dimensiones de las que son realizables en una ejecución, y más cuanto de “más obra maestra” se trate. El problema con el disco, como con tantas otras cosas, no es el del objeto en sí mismo, sino en cómo el ser humano lo ve. ¿Qué es un cuchillo? ¿Un instrumento de violencia con el cual se puede matar a una persona o un objeto con el que se puede cortar pan para dar de comer a alguien? El cuchillo no es moral ni inmoral. Es el ser humano quien le confiere esas cualidades. Así, el disco no es ni bueno ni malo; ni completo ni incompleto. Si el ser humano, sabiendo que está ahí y lo puede repetir, lo quiere ver como algo definitivo claro que es negativo. Pero la culpa no es del disco, sino del ser humano, que lo tiene que ver como un documento de una ejecución, de un momento que, al ser repetible, no puede tener siempre la misma frescura. Pero en cierto modo fascina, porque siempre hablamos de la música refiriéndonos a ella en términos de filosofía, de sensualidad. de matemáticas o de lo que sea. Con el disco, si uno está de buen humor, la música parece ser alegre. Si escucha la misma música en un momento de capa caída, esa misma música le parece melancólica. Sin embargo, Celibidache sí admitía el formato videográfico ¿No tiene el mismo valor? Claro que sí. Pero él no era consistente nunca. Era genial, pero no consistente. ¿Puedo decir una cosa un poco malvada [pregunta sonriendo]? Una de las razones por las que Celibidache aceptaba la grabación sólo con imagen, era porque sin ella no se veía su cabello [risas]. Fuera de bromas. Hablé muchas veces con él, porque grabamos juntos algunos conciertos en vídeo, como los de Brahms, Schumann y Chaikovski. Yo le preguntaba: ¿cómo es que usted dice que no al disco y acepta hacer esto? Y me respondía: porque esto es un espectáculo. Por eso digo lo del cabello. En su libro Una vida por la música, también usted pone condiciones a lo que considera su grabación de estudio ideal, para la que aspira a que no se hagan más de dos tomas. En realidad, yo toco la obra hasta 59 ENTREVISTA Monika Rittershaus DANIEL BARENBOIM que considero que es lo que quiero transmitir en el disco, sometiendo posteriormente la grabación en todo caso a alguna pequeña corrección. Pero no creo en los discos que se hacen a pedacitos, aunque hubo gente genial que trabajó así, como Glenn Gould, que a veces tocaba la misma fuga o el mismo preludio de Bach con dinámicas diferentes, con articulaciones distintas, con tiempos diversos, y al final lo mezclaba todo. Quiso elevar el patchwork a nivel de arte grande, y en eso precisamente yo no creo. Con todo el respeto que se merece Gould, como el gran músico que fue. puede disminuir la capacidad de intuición. Hay muchos artistas que lo piensan, y para mí es completamente falso eso de “yo no lo siento así, y así no lo puedo tocar”. Para ir mucho más allá de lo que uno se imagina y piensa, hay que haberse imaginado y pensado muchísimo. Quiero decir que la intuición y la fantasía no entran en contradicción con lo que se sabe. Con la sabiduría en el sentido de saber. Cuanto más sabes, más libre te puedes permitir estar. Según una premisa de su Fundación WestEastern Divan, no se puede sustraer la música del entorno. ¿Es más fácil cumplirla como director que como pianista? …Y lo que queda por medio hay que llenarlo, claro. Naturalmente que al tocar un instrumento se produce un control físico mucho más delicado de aquel al que te sometes cuando estás delante de la orquesta. En el segundo de mis dos conciertos recientes en Madrid con la Filarmónica de Viena estaba con fiebre y con una tos espantosa y dirigí. Pero en esas condiciones no sé si habría podido tocar el piano con el control digital que hubiese requerido. Dice Gloria Fuertes que “el poeta al sentir descubre todo lo que no le han enseñado”. ¿El músico al interpretar, ya como solista, ya dirigiendo, se transporta a lugares en lo que no había soñado? 60 Sí, pero para llegar a ese punto, transportándote más allá de lo que hubieras pensado, antes tienes que haber pensado mucho. El error es creer que racionalizar y entender es algo que Le preocupan mucho la estructura y el tempo. Hay un punto de partida y un punto de llegada… Un gran maestro en ese terreno era Solti, a quien ha ido siguiendo los pasos, ¿qué recuerdos tiene de él? Muy buenos. Solti era un ser humano excepcional. Muy recto y con un gran sentido de la justicia y la profesionalidad. Fue él quien me eligió para sustituirle en París primero, y luego en Chicago. Y el paso de poderes lo hizo de una manera muy correcta y elegante. Desde el momento en que estuvo claro que yo le iba suceder, me incluyó en todas las oposiciones que se hicieron para los músicos, y en todo aquello que se precisase tomar decisiones. En algún momento, filosofando, usted se planteaba qué había dejado Furtwängler en la Filarmónica de Berlín, ¿qué ha ido dejando Solti que usted haya ido recogiendo y asimilando? En París, siendo sinceros, Solti no aportó una gran influencia, porque estuvo solamente tres años en la orquesta, y venía muy poco cada temporada. Su labor en París fue más bien el equivalente a la de un director invitado que trabajaba con un poco más de frecuencia. En Chicago es otra cosa. Naturalmente que allí sí hizo un trabajo a fondo durante muchos años. ¿Qué encontró y qué mantuvo de él en Chicago? No sé de lo que encontré qué era de Solti y qué intrínseco de la orquesta, porque hay muchas cosas que pertenecen visceralmente a una orquesta y otras que se desarrollan a través del trabajo con uno o más directores. Si se escuchan discos grabados en los años cuarenta por la Orquesta de Chicago con Stock, ya nos encontramos con muchas cosas similares a las que se oyen hoy, o de las que se oían hace veinte años con Solti. Con eso no quiero disminuir la importancia del trabajo de Solti. Todo lo contrario. Solamente digo que hay cosas que sin saber por qué forman parte de la fisonomía de una orquesta. Usted muestra un gran amor por la arquitectura musical, acogiéndose a un consejo de Kubelik: “A veces uno debe sacrificar la belleza del momento por la armonía del conjunto y de la estructura”. Lo que hay que saber es que hay cosas que pueden proporcionar momentos bellísimos, pero que no tenemos que convertirlas por ello en el centro de la obra. Y por lo tanto hay que hacerlas pasajeras. No se puede de repente ralentizar el tempo al doble simplemente porque la música es bella, porque hay un modulación. Me imagino que es a eso a lo que se refería ENTREVISTA Monika Rittershaus DANIEL BARENBOIM Kubelik. A que hay que mantener la música siempre dentro de la integración de la unidad. En la caja de sus últimas grabaciones, junto al Barenboim intérprete encontramos al que imparte clases magistrales. Una cita de Boulanger que usted ha convertido en máxima: pensar con el corazón y sentir con el cerebro. ¿Se la transmite a sus alumnos? Sí. Absolutamente. Porque la gente joven piensa siempre en dividir las cosas; en separarlas. Y lo más importante en la enseñanza es, en primer lugar, despertar la curiosidad de cada uno y luego hacerles comprender que hay que integrar los diferentes elementos en una unidad. Si no, lo que hacen no es música. En una de sus clases con Lang Lang usted se muestra crítico y le dice: “No debes manipular la música, pero tampoco debes sentirte manipulado por ella”. ¿Hasta dónde manda el artista y hasta dónde la partitura? Antes que nada, debemos pensar en la fluidez de las cosas; en la movilidad de la existencia. Hay momentos en que hay que guiar, que controlar, y otros en los que hay que ceder. Pues bien, el verdadero control es el que admite las dos cosas, tratando de llegar a un punto en el que seas uno con la partitura. Entre sus alumnos, un español, Javier Perianes, ¿cómo lo ve en el contexto del panorama pianístico internacional? Creo que Javier es un chico de muchísimo talento. Lo que debe hacer ahora es tocar, y poder demostrarse a sí mismo y al público el grado de personalidad que tiene. Ese es el siguiente paso que le toca dar. Pero creo que su talento es excepcional, con un sentido muy bello de la música y con un sonido muy particular. ¿Alguna característica para destacar? Ante todo, ese sonido al que me refiero, que es muy especial en el caso de Javier. 62 Hace unos años, usted parafraseaba en su página web las famosas palabras de Martin Luther King “Ayer tuve un sueño”. que hacer es encontrar la fórmula para entender al otro y vivir con él. Aquello estaba en relación con un artículo mío para un periódico alemán. Me dijeron si quería colaborar con ellos escribiendo algo acerca de la idea que me sugería la frase “ayer tuve un sueño”. Les contesté que sí, a condición de que me diesen libertad total a la hora de expresarme, porque sabía muy bien qué quería decir. No lo que ellos esperaban, que habría sido algo así como ayer tuve el sueño de que me encontraba con Mozart y pasé un día con él… o una cosa parecida. Fue entonces cuando dije lo que me apetecía. En los principios fundacionales de la WestEastern Divan se dice que la música es capaz de romper barreras hasta ahora infranqueables. ¿Está convencido de ello? ¿Qué era? Que en ese sueño quería llegar a encontrar la forma de articular un diálogo entre israelíes y palestinos. Pero eso naturalmente que no se consigue soñando. Este verano lo va a resumir en dos ideas: Salzburgo y su orquesta West-Eastern Divan, ¿es la materialización, al menos en parte, de ese sueño? Aquel sueño tenía más que ver con la política, y el West-Eastern Divan es un proyecto que no tiene nada que ver con ella. Es un proyecto humanitario, que quiere demostrar la necesidad de aceptar y comprender la narrativa del otro. De ahí que lo califique como humanitario. Todo eso, naturalmente, a través de la pasión común hacia la música que tienen todos los jóvenes que integran la orquesta. ¿Y no tiene un marco político? No. ¿Ni un fondo? El único fondo político de todo esto es que yo no creo, como tampoco lo creía Said, que el conflicto entre israelíes y palestinos sólo tenga como salida una solución militar. Desde el momento que se acepta que esto debe ser así, descartando esa salida como única, se constata que el destino de ambos pueblos está inextricablemente unido. Lo que hay Sí, cuando se trata de interlocutores que han aprendido a pensar con la música y a través de la música. ¿La música se puede utilizar como un símbolo? ¿Lo fue su desafío al programar a Wagner en 2001 en Israel? Pero eso es la utilización exterior de la música. En la música, el símbolo es ver qué pasa si se propone un cuarteto o una obra sinfónica: cada uno toca y se expresa al máximo, pero al tiempo cada cual escucha lo que toca el otro. Nosotros tenemos ahora una conversación muy amistosa. Usted me habla y yo escucho; yo hablo luego, y me escucha usted. En la música lo haríamos simultáneamente, esa es la gran lección de la música, que nos viene a decir que en el contrapunto uno no mata al otro, sino que lo enriquece. ¿Su actitud de aquella ocasión fue un brindis al sol, o ha servido para acabar normalizando la música de Wagner? No se ha normalizado para nada. Y eso sí es una terquedad política, y una utilización política. Porque Wagner se escuchó en Tel Aviv en 1936 dirigido por Toscanini, cuando la orquesta irónicamente se llamaba Filarmónica de Palestina. Si no se toca Wagner no es porque se haya sabido ahora que ese compositor era antisemita, que eso es algo que siempre se conoció, sino por los efectos de los abusos de los nazis en la creación de asociaciones con la música de Wagner. O sea, que no tocarlo es darle la razón a los nazis, y eso lo están utilizando los políticos en Israel, y mucha otra gente, porque no están seguros de lo que es realmente sentirse judío. Más que un símbolo es un tabú. Juan Antonio Llorente D I S C O S EXCEPCIONALES LOS DISCOS XCEPCIONALES DEL MES DE ABRIL DE 2007 La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia. BACH: Variaciones Goldberg. FURRER: Fama. Transcripción para trío de cuerda. KLANGFORUM WIEN. NEUE VOCALSOLISTEN STUTTGART. Director: BEAT FURRER. JULIAN RACHLIN, violín; NOBUKO IMAI, viola; MISCHA MAISKI, violonchelo. KAIROS 0012562KAI DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 6378 Si lo que se quiere es asistir a una recreación de belleza plena por tres instrumentistas en estado de gracia, ponga el disco y concéntrese. Le embelesarán. J.A.G.G. Pg. 78 BACH: Conciertos para violín y JANÁCEK: orquesta nºs 1 y 2. e.a. DANIEL HOPE, MARIEKE BLANKESTIJN, violines; JAIME MARTÍN, flauta; KRISTIAN BEZUIDENHOUT, clave y órgano. ORQUESTA DE CÁMARA DE EUROPA. Cuartetos de cuerda nºs 1 y 2. Pohádka. Sonata para violín. CUARTETO BRODSKY. MARTIN COUSIN, PIANO. WARNER 2564 62545-2. Ya eran de augurar resultados satisfactorios, pero la realidad supera con mucho a lo previsible. J.A.G.G. Pg. 79 BRODSKY BRD 3503. Un magnífico recital Janácek, con dos nuevas referencias insoslayables de los dos Cuartetos. S.M.B. Pg. 90 BEETHOVEN: Sonatas para piano. POULENC: Gloria. HONEGGER: DANIEL BARENBOIM, piano. Sinfonía nº 3 “Litúrgica”. LUBA ORGONÁSOVÁ, SOPRANO. CORO DE LA RADIO DE HOLANDA. ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Director: MARISS JANSONS. Clases magistrales a David Kadouch, Saleem Abboud Ashkar, Lang-Lang, Shai Wosner, Alessio Bax y Jonathan Biss. 6 DVD EMI 3 68993 9. Barenboim vierte su enciclopédico dominio del monumental ciclo beethoveniano en estos impagables documentos. R.O.B. Pg. 70 BRAHMS: Fantasias op. 116. Intermezzi op. 117. Klavierstücke opp. 118, 119. NICHOLAS ANGELICH, piano. RCO Live 06003. Dos soberbias lecturas de un director con pulso, garra y sentido dramático. S.M.B. Pg. 96 SANZ: Instrucción de música para la guitarra española. e.a. XAVIER DÍAZ-LATORRE, GUITARRA; PEDRO ESTEVAN, PERCUSIÓN. VIRGIN 0946 379302 9. ZIG ZAG ZZT0610002 Quien no conozca el Brahms de Nicholas Angelich se está perdiendo algo verdaderamente excepcional y diferente. Escuchen esta maravilla. E.B. Pg. 83 Interpretada de este modo, esta música luminosa lo es más todavía y al oyente le parece irresistible. J.P. Pg. 98 CHOPIN, GRIEG: Sonatas para SHOSTAKOVICH: Suite de El violonchelo y piano. MICHAL KANKA, violonchelo; JAROMÍR KLEPÁC, piano. perno. Suite de La edad de oro. e.a. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA MDR. DIRECTOR: DIMITRI KITAIENKO. PRAGA PRD/DSD 250 229. CAPRICCIO 71 097. Cada disco de Michal Kanka es un acontecimiento. La contención del sonido, la forma de oscurecerlo, de hacer cantar al instrumento a media voz, es de antología. J.C.M. Pg. 85 El inteligente uso del tempo, muy elástico, de la dinámica y de la tímbrica hace que sean unas versiones llenas de detalles. Un disco de diez… J.C.M. Pg. 99 FONTANA: Sonatas. Vol. I. VIVALDI: Arias de ópera. GRUPPO SEICENTO. PHILIPPE JAROUSSKY, CONTRATENOR. ENSEMBLE MATTHEUS. Director: JEAN-CHRISTOPHE SPINOSI. ARSIS 4200. El futuro de la música barroca parece asegurado con jóvenes que son capaces de tocar con el apasionamiento y la lucidez que transmite este disco. P.J.V. Pg. 87 64 Obra ambiciosa en lo sonoro y en lo que de arquitectónico hay en ella, Fama ha de ser saludada como un logro excepcional. F.R. Pg. 88 VIRGIN 00946 363414 2 2. Excelente retrato del contratenor Philippe Jaroussky, uno de los valores más firmes de las nuevas promociones dentro de su cuerda. E.M.M. Pg. 101 DISCOS Rafa Martín Clive Barda Johan Jacobs JOS VAN IMMERSEEL MIKHAIL PLETNEV Hoffmann/DG Año XXII – nº 218 – Abril 2007 PIERRE BOULEZ ZOLTÁN KOCSIS Beethoven, Sibelius, Bartók GRANDES SERIES A SUMARIO ACTUALIDAD: Grandes series.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 REFERENCIAS: Strauss: Una vida de héroe. E.P.A. . . . . . . . . . 66 ESTUDIOS: Monteverdi en DVD. R.O.B. . . . . . . . . . . . . . 68 Una Tetralogía holandesa. E.M.M. . . . . . . . . . 69 Beethoven por Barenboim. R.O.B. . . . . . . . . . 70 REEDICIONES: DG Spotlight. F.F. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 125 años de la Filarmónica de Berlín. E.P.A. . 72 Wagner en Membran. B.M. . . . . . . . . . . . . . . 73 Decca Originals. A.V.U.. . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Supraphon. J.A.G.G. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Testament. R.D.G. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76 Golden Melodram. C.S.M. . . . . . . . . . . . . . . . 77 DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 78 DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 NEGRO MARFIL. P.E.M.. . . . . . . . . . . . . . . 111 ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS . . . . . 112 pesar de que ya todo parezca grabado y hasta más que archigrabado en muchas ocasiones, el nombre de Beethoven sigue reclamando el interés de las multinacionales discográficas. Sin ir más lejos, Deutsche Grammophon anuncia un aluvión de registros en torno a la obra del músico de Bonn. De una parte, dos proyectos encomendados al pianista y director ruso Mikhail Pletnev y la Orquesta Nacional Rusa. La integral sinfónica ha sido grabada en estudio en Moscú hace dos años y cuenta con Angela Denoke, Marianna Tarasova, Endrik Wottrich y Matthias Goerne como solistas de la Novena. Por otra, los cinco Conciertos para piano que, con Pletnev como solista y Christian Gansch en el podio, fueron captados “en vivo” durante el Festival Beethoven de Bonn en septiembre de 2006. La primera entrega (Conciertos nºs 1 y 3) acaba de salir al mercado internacional. Las dos restantes lo harán, respectivamente, en septiembre de este año (Conciertos 2 y 4) y mayo de 2008 (Emperador). También en DG podremos ver próximamente los Conciertos 1 y 4 por Lang Lang y Christoph Eschenbach al frente de la Orquesta de París, el Emperador con Hélène Grimaud y la Staataskapelle de Dresde con Jurowski —acoplado con el Quinteto para piano y vientos—, el Concierto para violín a cargo de Vadim Repin y Riccardo Muti con la Filarmónica de Viena y las Sonatas op. 2 por Pollini. Y otros dos ciclos Beethoven por llegar —-esta vez planteados con criterios historicistas— que estarán disponibles en Zig Zag: el de las Sinfonías por Jos van Immerseel y Anima Eterna y el de las Sonatas para piano y violín con Midori Seiler y el citado Immerseel al fortepiano. Y mientras Philippe Herreweghe con la Orquesta de los Campos Elíseos prosigue su periplo por la obra sinfónica y coral de Bruckner con la Misa en fa (Harmonia Mundi), finalmente Pierre Boulez culminará en mayo próximo su ciclo Mahler para DG —muy dilatado en el tiempo— con la Sinfonía “De los mil”. Por último, dos ambiciosos ciclos monográficos acaparan nuestra atención: coincidiendo este año con el 50 aniversario de la muerte del compositor, la firma sueca BIS, sin duda la más entusiasta defensora de la obra del finlandés Jan Sibelius, cerrará su monumental Sibelius Edition iniciada en 1979 con la edición en 13 cajas (de entre 4 y 6 CDs cada una) de este gigantesco legado del que BIS ha dado a conocer numerosos inéditos, versiones alternativas y páginas juveniles. Por su parte, Hungaroton emprende la edición de una nueva integral consagrada a Béla Bartók que, dirigida y coordinada por Zoltán Kocsis, prevé estar concluida de aquí a ocho años a un ritmo aproximado de 3 o 4 CDs anuales. Su primer capítulo, recién editado, reúne el poema sinfónico Kossuth y el ballet El príncipe de madera en formato SACD a cargo de Kocsis y la Filarmónica Nacional Húngara. 65 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS Richard Strauss UNA VIDA DE HÉROE Regresa a estas páginas una de las secciones más añoradas por nuestros lectores. REFERENCIAS estudiará, sin pretensiones de exhaustividad y haciéndonos eco de la agenda de conciertos, versiones comparadas de obras fundamentales. En este caso, la programación de esta obra los días 13 al 15 de abril en la temporada de la OBC justifica nuestra elección. 66 omo ya es sabido, Strauss lo compuso en 1898 a los 34 años, tratando de reflejar en él la idea nietzscheana de autodeterminación individual frente a un mundo hostil, siendo el propio compositor el héroe de la obra en lugar de acudir a ideas literarias como hasta entonces había hecho. Tiene seis movimientos que se interpretan sin solución de continuidad y cuyos títulos (suprimidos posteriormente por el compositor) se corresponden a grandes rasgos con C do espacio de que disponemos, comentando solamente las interpretaciones más conseguidas a juicio del autor de estas líneas. Las siete esenciales las reseñamos en las líneas que siguen. Willem Mengelberg/Concertgebouw (Teldec, Naxos, 1941). Publicado por primera vez en CD por Teldec Historic, aunque las matrices originales de este registro de la Telefunken alemana fueron cuidadosamente transferidas para Naxos por Mark Obert-Thorn, berg-Concertgebouw. El competente violín solista es el concertino de la orquesta, Ferdinand Helman. La edición Naxos viene acompañada por un excelente artículo en inglés de Ian Julier. Clemens Krauss/Filarmónica de Viena (Decca/Testament, 1952). Versión ligera, transparente, clarísima a pesar del sonido monofónico de principios de los cincuenta, de mil y un matices de timbre y color, diríamos que vienesa para diferenciarla de la sólida gidas por Clemens Krauss). En fin, versión natural, refinada y sin el menor atisbo de retórica (el polo opuesto de Karajan), la grabación favorita del que suscribe. Fritz Reiner/Sinfónica de Chicago (RCA, 1954). Una milagrosa traducción orquestal que no es creíble si no se escucha detenidamente, es decir, que por mucho que les contemos tendrán que hacerse con este CD (que incluye también la primera versión de estos mismos intérpretes de Zarathustra) para que lo comprueben ustedes mismos. Todo se oye, hasta el matiz instrumental más recóndito, y la legendaria precisión y limpieza de esta batuta le van las secciones sinfónicas del primer tema, transición, segundo tema, desarrollo, recapitulación y coda. Su cualidad más notable, aparte de su organización sinfónica, es el empleo instrumental que se torna progresivamente más audaz, abriéndose a un mundo de posibilidades en el color orquestal que ni siquiera se había soñado en épocas anteriores. De ahí que sea necesario para su recreación un conjunto sinfónico brillante y sin fisuras, además de una batuta imaginativa, colorista, clara y de precisión milimétrica, que sepa plasmar con vigor y refinamiento el complejo tejido orquestal. La discografía de esta obra es inmensa, y desde el primer registro conocido protagonizado por Eduard Mörike al frente de la Orquesta de la Ópera Charlottenburg de Berlín en discos de la era acústica de los primeros años veinte (con evidentes limitaciones técnicas) hasta las modernas versiones actuales, son infinidad los registros de Una vida de héroe cuya imposibilidad de comentarlos todos es obvia, por lo que hay que practicar el necesario filtro y ceñirnos al limita- quien restauró el sonido con especial pericia y ahora se puede disfrutar plenamente en un CD del citado sello dentro de su serie de precio económico Great Conductors. Mengelberg y su orquesta, los destinatarios de la dedicatoria de la obra, ofrecen una versión fogosa, vibrante, idiomática, colorista, totalmente identificada con los valores heroicos de la partitura, aquí más intensa y agresiva que la otra interpretación del director holandés grabada al frente de la Filarmónica de Nueva York en 1928 (disponible actualmente en RCA), quizá respondiendo así más profundamente a las problemáticas tensiones de la época (piensen cómo estaba Europa a principios de los cuarenta), una lúcida revelación la de esta obra tan íntimamente ligada a este director y a su fabulosa orquesta. Una recreación, en suma, indispensable para straussianos (a quienes seguramente no les descubrimos nada nuevo ensalzando esta versión) y para todo aquel que quiera conocer de primera mano el supremo nivel de calidad del brillantísimo tándem Mengel- construcción holandesa anterior, de maravillosa respuesta orquestal, de mágico fraseo, de una naturalidad y elocuencia que dejarán pasmado a cualquiera que tenga la fortuna de oír este CD Testament. La orquesta está gloriosa, el violín solista es nada menos que Willi Boskovsky, y posiblemente sea la versión más equilibrada en cuanto a técnica y expresividad de todas las que se comentan. Llama la atención la exposición de pasajes como el de la batalla, donde la fluidez y naturalidad de la batuta impiden que el fragor orquestal eche para atrás al oyente, todo ello sin restar dramatismo a la página que, no obstante, en manos de Krauss es más lírica que épica, pero con un cúmulo de posibilidades expresivas como pocas veces han sido plasmadas en una grabación. La edición Testament, completada con una magistral recreación de Zarathustra, es uno de los más bellos testimonios dedicados a la música orquestal de Richard Strauss (lo mismo que el resto de los tres CDs que completan la colección de obras orquestales del compositor bávaro diri- como anillo al dedo a la obra. Como siempre en Reiner, hay cierta distancia expresiva que se evidencia especialmente en el último número, pero la recreación se compensa por el apabullante poderío orquestal de una espectacular Sinfónica de Chicago sensacionalmente captada por los ingenieros de la RCA en uno de los primeros registros estereofónicos. Versión pues de una férrea objetividad cuya estricta interpretación orquestal será siempre un modelo en la discografía de Una vida de héroe. John Veicher es el concertino de la Sinfónica de Chicago que interpreta la parte de violín solista. Herbert von Karajan/ Filarmónica de Berlín (DG, 1959. EMI, 1974). Dos versiones de Karajan dirigiendo esta obra particularmente afín a su temperamento. La primera para el sello amarillo ha gozado hasta hoy mismo de una justificada fama, aunque, la verdad, pocas diferencias hay entre las dos. La soberbia orquesta en los dos casos está en la cima de sus posibilidades técnicas y expresivas, el concertino Michael Schwalbé toca en las dos con su competencia D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS acostumbrada y en cuanto a las grabaciones, quizá la de EMI sea más refinada y espaciosa, siendo las dos de calidad suficiente. Lo que es evidente es que el lujo instrumental, la impecable construcción, la claridad de planos, el equilibrio orquestal, su discurso estimulante y variado (sin olvidarnos de esa pomposa autoglorificación que también caracteriza a la obra), se dan en las dos versiones a manos llenas. Las dos son dos ejemplos sobresalientes de Karajan como director de Strauss, una de sus indiscutibles especialidades. Rudolf Kempe/Staatskapelle Dresden (EMI, 1972). Otra magnífica interpretación perteneciente a ese glorioso legado straussiano que es el casi integral de la música orquestal de Strauss a cargo Kempe y la Staatskapelle de Dresde (actualmente disponi- nuidad armónica y de la función complementaria de los contrastes”, como bien comenta su discípulo Christoph Schlüren en el libreto del CD. El propio Celibidache no dejaba de lamentar ciertas debilidades en la obra, mostrándose consternado, por ejemplo, “por los muy malos treinta y seis compases de citas de su vida. Aquí la tensión se desploma, ¡una verdadera catástrofe!”. Su versión, su recreación más bien, con una duración superior y unos tempi más amplios que los de cualquier director, nunca da la sensación de pesantez o caídas de tensión, al contrario, la ligereza, ímpetu, refinamiento y originalidad de su versión asombran y convencen hasta al oyente más refractario, transcurriendo el tiempo de la obra en sus manos en un abrir y cerrar de ojos. Atención a pasajes como el del número ble en un álbum del sello Brilliant a precio de orillo). Nítido, intenso, natural, brillante, con una espectacular respuesta orquestal, sin el menor asomo de retórica o exageración, he aquí una de las mejores versiones de Una vida de héroe, además con una extraordinaria grabación que da la impresión de ser de ahora mismo en vez de tener los 35 años que tiene. Unida al álbum citado de las composiciones orquestales straussianas, es la versión idónea y la más recomendable por su altísima calidad técnica acompañada por el bello y luminoso sonido de la Staatskapelle de Dresde, posiblemente la orquesta idónea para esta obra. Muy bien el concertino, Peter Mirring, en su parte solista. Sergiu Celibidache/SWR Stuttgart (DG, 1979). Como siempre, música profunda y trascendente como nunca se ha oído en esta composición, ni antes ni después. El rumano se olvida de cualquier atisbo de programa, apreciando y haciendo hincapié sobre todo en el discurso musical y en la concentración formal, “una conciencia clara de la conti- final, de una emoción e intensidad sobrecogedoras, una verdadera transfiguración. Como en el caso de Reiner, por mucho que les contemos no se podrán hacer una idea clara de lo que está sucediendo hasta que escuchen la versión, otra dimensión en la inmensa discografía de este poema sinfónico. Hemos dejado sin repasar otras versiones notables que sin duda merecerían bastante más que la cita informativa: recordemos a Monteux (RCA, 1947), Beecham (EMI, 1961), Barbirolli (EMI, 1969), Böhm (DG, 1957, 1972; Orfeo, 1973), Solti (Decca, 1978) o Maazel (Sony, 1978) como los más significativos, sin olvidarnos de algún que otro histórico como Toscanini (RCA/Naxos, 1941) con cierto interés. De todas formas, cualquiera de los siete comentados más arriba, o, afinando un poco más, con Clemens Krauss, Fritz Reiner y Sergiu Celibidache basta y sobra y no hay que devanarse los sesos mucho más para elegir una versión excepcional de Una vida de héroe. Enrique Pérez Adrián 67 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Monteverdi por Harnoncourt UN CLÁSICO IMPRESCINDIBLE MONTEVERDI: L’ Orfeo. PHILIPPE HUTTENLOCHER (Orfeo), DIETLINDE TURBAN (Euridice), TRUDELIESE SCHMIDT (La Musica/Speranza), GLENYS LINOS (Messaggera/Proserpina), WERNER GRÖSCHEL (Plutone). BALLET DE LA ÓPERA DE ZÚRICH. ENSEMBLE MONTEVERDI DE LA ÓPERA DE ZÚRICH. Director: NIKOLAUS HARNONCOURT. Director de escena y de vídeo: JEANPIERRE PONNELLE. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4163 (Universal). 1977-1978. 101’. R PM Il ritorno d’Ulisse in Patria. WERNER HOLLWEG (Ulisse/L’humana fragilità), TRUDELIESE SCHMIDT (Penelope), HANS FRANZEN (Nettuno), FRANCISCO ARAIZA (Telemaco), PHILIPPE HUTTENLOCHER (Eumete). ENSEMBLE MONTEVERDI DE LA ÓPERA DE ZÚRICH. Director: NIKOLAUS HARNONCOURT. Director de escena y de vídeo: JEAN-PIERRE PONNELLE. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4268 (Universal). 1979. 153’. R PM L’incoronazione di Poppea. ERIC TAPPY (Nerone), PAUL ESSWOOD (Ottone), MATTI SALMINEN (Seneca), RACHEL YAKAR (Poppea), TRUDELIESE SCHMID (Ottavia). ENSEMBLE MONTEVERDI DE LA ÓPERA DE ZÚRICH. Director: NIKOLAUS HARNONCOURT. Director de escena y de vídeo: JEANPIERRE PONNELLE. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4174 (Universal). 1978-1979. 162’. R PM D 68 urante años estas películas del tándem Ponnelle–Harnoncourt han sido, con toda la razón, la delicia de los aficionados a la ópera antigua. DG nos las ofrece ahora en DVD, y si se compran las tres óperas en una caja el precio es extraordinariamente atractivo (no llega a los 80 euros). Así que, en buena ley, la cosa no debería pasar de aquí: este es un documento de obligado conocimiento para quienes se interesan por este repertorio, a cargo del principal artífice del interés actual por Monteverdi acompañado de uno de los maestros absolutos de la escena del teatro musical en la segunda mitad del siglo XX. Muchas cosas han cambiado desde que a finales de los setenta esta pareja de genios proporcionaran una sacudida de pronóstico reservado al personal con una interpretación tan refrescante, viva, colorista y actual (sí, actual, que no está reñido con lo históricamente informado ni con el respeto, ni con el mínimo gusto estético) de la magistral trilogía de Monteverdi. Bien puede decirse que las representaciones, más tarde “reconstruidas” en estas filmaciones, despertaron un entusiasmo insólito en toda Europa, y constituyeron la “salida a escena” de un teatro, el de Zúrich, que hasta entonces había pasado bastante inadvertido. Cierto, el propio Harnoncourt dejó unas grabaciones discográficas (más o menos contemporáneas) con algunos cambios en los repartos y (en el caso de Popea y Ulises) bastantes menos cortes, como tuve ocasión de reseñar en el artículo de la discografía de estas tres óperas publicado en el monográfico de SCHERZO sobre discografía operística. Cierto también que muchas cosas han cambiado desde entonces en el campo de la interpretación monteverdiana, y que desde Medlam a Garrido hemos podido disfrutar de unas cuantas versiones sensacionales de esta trilogía, incluso bien podría decirse que vocalmente más adecuadas a este contexto lindante entre el tardorrenacentismo y el primer barroco, más familiarizadas con el singular mundo monteverdiano, desde la imaginación y agilidad necesarias para el adorno hasta la proximidad con el madrigal y la extrema importancia de una declamación musical apropiada. Con todo, transcurridos casi treinta años desde su filmación, estas películas siguen asombrando por su belleza, su perfecta ambientación, la formidable fusión de vestuario, escena y foso, la modélica realización visual y, mediante todo ello, la traducción ágil, viva, dramáticamente sensacional, llena de colorido y ritmo, de estos maravillosos espectáculos teatrales. De forma que grabaciones videográficas más recientes (más abundantes en el más popular Orfeo) no han quitado a estas películas un ápice de su vigencia. En Orfeo disponemos de atractivas lecturas de Savall, Stubbs (ambos Opus Arte) y Jacobs (Harmonia Mundi) entre otros. Pero en ésta de Harnoncourt, a pesar de la peculiaridad de contar con el barítono Huttenlocher en el papel protagonista, se consigue una intensidad dramática que se echa de menos en los otros. Huttenlocher consigue un Possente spirito suficiente en lo vocal (en cuanto a agilidad) pero de absoluta convicción expresiva, como toda su contribución. Sus dúos con Caronte (sensacional Hans Franzen) durante el acto III son una verdadera delicia. Y aunque no disponemos de la inolvidable Berberian, la Schmidt ofrece una estupenda interpretación. En Ulises la videografía no es tan amplia, pero sí jugosa. El propio Harnoncourt firma años después una lectura musicalmente muy hermosa, también procedente de una producción de Zúrich (2002) y con un reparto de lujo. Existe también una menos atractiva de Glen Wilson (Opus Arte), pero a cambio disponemos de la de Christie (Aix-en-Provence, 2002, Virgin), más completa y excelente en todos los aspectos. Con todo, y aunque los cortes de la versión que se comenta suponen cuarenta minutos de música menos que en la versión discográfica anterior del mismo Harnoncourt, no puede dejarse pasar una joya teatral como ésta, y no sólo por lo que tiene de pionera. El reparto tiene sus altibajos vocales pero se mueve en un alto nivel medio general, y la riqueza de su paleta expresiva, desde la sutileza de Hollweg (por lo demás apurado en algún que otro momento) hasta la gravedad de Schmidt, pasando por el convincente Franzen (qué imponente Neptuno el suyo, pese a que la zona más grave le pilla algo justo), no admite discusión. Así, la escena de Neptuno y Júpiter es de tal brillo teatral que uno termina por pasar por alto la entonación de Joszef Dene, algo insegura. Encontramos aquí una Schmidt que compone una notable Penélope, y unos secundarios de lujo (Perry, Seller, Estés, Araiza, Esswood, estos tres se lucen en la parte final del segundo acto). Popea, finalmente, ha conocido en vídeo versiones plomizas (Leppard, Glyndebourne), musicalmente excelentes pero escénicamente malogradas (Jacobs) o acertadas en ambos aspectos (Minkowski, Rousset), pero ello no quita un ápice de vigencia ni belleza al soberbio espectáculo filmado por Ponnelle y Harnoncourt, pese a los cortes realizados (algo más de una hora respecto a la versión discográfica) y a la muy libre — pero de indudable atractivo— instrumentación de Harnoncourt. La escena mantiene el excelso nivel de las otras dos producciones, y el reparto vocal brilla incluso a superior altura, desde el soberbio Ottone de Esswood (que también aparecía en la grabación discográfica) hasta los dos soldados (Straka y Peter), pasando por el Nero de Tappy, la Poppea de Yakar o la Arnalta de Alexander Oliver, que compone una provocadora e histriónica consejera. Por no hablar del imponente (en lo vocal y en lo escénico) Séneca de Matti Salminen. En resumen, que pese al renacimiento que este repertorio ha conocido en los últimos años y la variedad de versiones existentes en DVD, esta trilogía, y más aún a este precio, es una joya excepcional que merece sobradamente el calificativo de imprescindible. Rafael Ortega Basagoiti D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Hartmut Haenchen SATURNO Y MÁS ALLÁ WAGNER: El oro del Rin. JOHN BRÖCHELER (Wotan), HENK SMIT (Alberich), GRAHAM CLARK (Mime), REINHILD RUNKEL (Fricka). ORQUESTA DE LA RESIDENCIA DE LA HAYA. Director musical: HARTMUT HAENCHEN. Director de escena: PIERRE AUDI. Director de vídeo: MISJEL VERMEIREN. 2 DVD OPUS ARTE OA 0946 D (Ferysa). 1999. 206’. N PN La walkyria. JOHN BRÖCHELER (Wotan), JOHN KEYES (Siegmund), KURT RYDL (Hunding), NADINE SECUNDE (Sieglinde), JEANNINE ALTMEYER (Brünhilde), REINHILD RUNKEL (Fricka). ORQUESTA FILARMÓNICA DE HOLANDA. Director musical: HARTMUT HAENCHEN. Director de escena: PIERRE AUDI. Director de vídeo: HANS HULSCHER. 3 DVD OPUS ARTE OA 0947 D (Ferysa). 1999. 260’. N PN Siegfried. HEINZ KRUSE (Siegfried), GRAHAM CLARK (Mime), JOHN BRÖCHELER (Wanderer), HENK SMIT (Alberich), CARSTEN STABELL (Fafner), JEANNINE ALTMEYER (Brünhilde), ANNE GJEVANG (Erda). ORQUESTA FILARMÓNICA DE RÓTTERDAM. Director musical: HARTMUT HAENCHEN. Director de escena: PIERRE AUDI. Director de vídeo: MISJEL VERMEIREN. 3 DVD OPUS ARTE OA 0948 D (Ferysa). 1999. 273’. N PN El ocaso de los dioses. HEINZ KRUSE (Siegfried), WOLFGANG SCHÖNE (Gunther), HENK SMIT (Alberich), KURT RYDL (Hagen), JEANNINE ALTMEYER (Brünhilde), EVAMARIA BUNDSCHUH (Gutrune). ORQUESTA FILARMÓNICA DE HOLANDA. Director musical: HARTMUT HAENCHEN. Director de escena: PIERRE AUDI. Director de vídeo: HANS HULSCHER. 3 DVD OPUS ARTE OA 0949 D (Ferysa). 1999. 269’. N PN C on este montaje de la Tetralogía wagneriana, pasa la Ópera de Holanda la prueba de fuego que debe experimentar todo teatro de ópera que se precie. Un empeño de carácter auténticamente nacional, como demuestra la sucesión de tres orquestas en el foso. Con Bayreuth sumido en una profunda crisis escénica —bien que la dimensión musical parezca en trance de remontar gracias a Thielemann—, debido a la absurda obligación de proponer puestas en escena cada vez más transgresoras y contrarias a la gigantesca obra, el testigo de la interpretación wagneriana es muy posible que esté pasando a otros escenarios. Audi prueba con los hechos que es perfectamente posible una escenificación moderna del ciclo épico, pero a favor del mismo, interpretándolo, no deformándolo. Una estructura en anillo —salvo en el Ocaso, donde la presencia del coro exige una mayor frontalidad—, sugerida obviamente por el objeto generador del drama, rodea a la orquesta, convertida en un personaje más. Sobre el anillo evolucionan los personajes. Apenas hay más elementos, salvo hierros, andamiajes, plataformas, luces, alguna proyección y un vestuario imaginativo, que no se somete al dictado de la actualización. Un camino que se revela totalmente viable para comunicar la narración mítica y simbólica de la magna creación, sin recurrir a los tópicos imperantes de mugre y degradación, que aquí funciona muy bien sobre estos ejes tanto en lo musical como en lo escénico. Si las tres orquestas holandesas empeñadas en el proyecto no son de primerísima fila, lo cierto es que su rendimiento es de un idiomatismo wagneriano más que aceptable, merced al trabajo de Haenchen, que se revela como un intérprete formidable del autor de la Tetralogía y se apunta además un tanto al ser el primero en grabar el Anillo en la edición de la Neue Richard-Wagner Gesamtausgabe. En El oro del Rin sobresale el descenso a Nibelheim, una auténtica bajada a los infiernos. Ya en el prólogo destaca el asombroso Mime de Graham Clark, en tanto que el Wotan de John Bröcheler presenta sus horas más bajas, perdiendo brillo en las notas agudas. Fricka aparece con una imagen más bien doméstica y trivial, pero aceptable en lo vocal (Reinhild Runkel) Suficiente el Alberich de Henk Smit; notables los gigantes — de original, arcilloso aspecto— e impresionante la Erda de Anne Gjevang. Posiblemente sea La walkyria la obra que recibe una interpretación más redonda. Bröcheler está mucho más centrado, con momentos sensacionales, como cuando se sincera con Brunilda y desde luego en la despedida final, donde también Haenchen y la orquesta rinden al máximo. Lo peor precisamente en una cabalgata algo débil. Hay también hallazgos visuales, como el uniforme de las walkyrias, cuyos escudos a la manera de alas les dan un inquietante aspecto de ángeles de la muerte. Vocalmente, debe sumarse el potente Siegmund de John Keyes y el tenebroso Hunding de Kurt Rydl. De agudo algo chillón, Nadine Secunde, que encarna a Sieglinda, es capaz de una ardiente entrega. Muy positivo el balance global también de la Brunilda de Jeannine Altmeyer. Siegfried hubiera debido titularse esta vez Mime, tan extraordinaria es la caracterización de esta parte debida a Graham Clark, que aparece como una especie de desagradable insecto gigantesco. No se puede hacer mejor el papel de este taimado nibelungo. La escena de las tres preguntas con el Caminante (Wotan) es sencillamente antológica. Por su parte, Heinz Kruse tiene el timbre y la técnica para sacar adelante el papel titular, pero por desgracia es inexpresivo como cantante e inexistente como actor. Los únicos momentos en que se acerca a algo parecido a la pasión están en el dúo final con Brunilda, tras el instante musicalmente soberbio obtenido por Haen- chen en el saludo al sol. Flojea ostensiblemente tras la muerte de Fafner, antes de la intervención del pájaro del bosque. Vuelve a decaer el Wotan — cuya apariencia cada vez más envejecida contradice su divina condición— de Bröcheler, aunque protagoniza uno de los grandes instantes visuales del montaje, su alejamiento sobre fondo rojo con la lanza rota, símbolo inequívoco de todo un mundo llamado a desaparecer. Algo gritona ahora la Brunilda vuelta a la vida de Altmeyer. El ocaso de los dioses aparece dominado por el siniestro Hagen de Kurt Rydl. Un sorprendente acierto escénico es el que presenta a los hombres de armas guibichungos con una extraña figura anónima, semejantes a momias, una espeluznante visión de la inhumanidad de los ejércitos. Aquí el anillo de Audi casi desaparece, se refuerce en espiral: la cosmogonía está completa y el balance es pesimista. Algún detalle algo bobo, como la bombillita que pende del techo, no estropea la valoración de un montaje imaginativo y de gran plasticidad que pone justo colofón a tan monumental empeño. A diferencia del final de Siegfried, la despedida de los amantes —tras la enigmática escena de recapitulación de las tres Nornas— está resuelta de manera gloriosa por cantantes y batuta. El Gunther de Wolfgang Schöne y la Gutrune de Eva-Maria Bundschuh son meramente pasables. Por su parte, Altmeyer canta algo destemplada en la grandiosa escena final; magníficamente trazada, en cambio, por Haenchen, gran protagonista de esta realización por tantos motivos muy estimable de uno de los hitos de la cultura occidental. Enrique Martínez Miura 69 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Barenboim en DVD BEETHOVEN, APASIONANTE Y ETERNO CONTEMPORÁNEO BEETHOVEN: Sonatas para piano. DANIEL BARENBOIM, piano. Clases magistrales a David Kadouch, Saleem Abboud Ashkar, Lang Lang, Shai Wosner, Alessio Bax y Jonathan Biss. Directores de video: ANDY SOMMER Y ALLAN MILLAR. 6 DVD EMI 3 68993 9. 2005. 1020’. N PE E 70 n las imágenes que preceden como entradilla a cada una de las clases magistrales, Daniel Barenboim dibuja unos breves y atinadísimos trazos sobre Beethoven, siendo uno de ellos el que lo retrata como un compositor que siempre nos parece contemporáneo. Nada más cierto para resumir a este compositor genial, siempre visionario y sorprendente, tantas veces crudo en sus contrastes, cuya música contiene tantos rasgos que hoy, casi doscientos años después, nos siguen dejando pasmados por su modernidad. Desde la atalaya del amplísimo y ya muy largo conocimiento de su música, Barenboim vierte su enciclopédico dominio del monumental ciclo beethoveniano de Sonatas en estos impagables documentos que nos ofrece ahora EMI. Una caja de seis DVDs con las 32 Sonatas para piano interpretadas en ocho conciertos celebrados en la Staatsoper unter den Linden berlinesa entre el 17 de junio y el 6 de julio de 2005. Y por si el documento concertístico fuera poco, se complementa con media docena de clases magistrales (a los pianistas que aparecen citados en la ficha), filmadas en Chicago algunos meses después (entre el 7 y el 11 de noviembre del mismo año), donde el argentino demuestra hasta qué punto domina cada compás de estas partituras y cómo combina la espontaneidad con la lógica para construir un discurso de una solidez excepcional. El descomunal empeño de documentar todos estos conciertos y clases es el resultado de una coproducción de Thirteen/ WNET, Bel Air, NHK, Arte/ France y Mezzo, que sin embargo se pone a disposición del aficionado a precio de orillo (el álbum de seis discos se vende a unos 66 euros, dependiendo de la tienda, claro). Como hemos apuntado, el magnífico resultado global procede del profundo y ya muy veterano conocimiento de estas obras que Barenboim posee. Al fin y al cabo se trata de música con la que ha vivido desde pequeño y que ha llevado anteriormente dos veces al disco (EMI y DG) y una vez (simultáneamente con su grabación para este último sello) al vídeo (nada menos que con Jean-Pierre Ponnelle tras la cámara). Música, por tanto, que conoce al dedillo. El ciclo que ahora se comenta se repetirá en Londres a principios de 2008, y desde luego los londinenses pueden irse frotando las manos, a juzgar por lo aquí escuchado. Porque tras unos años en los que el incansable y multifacético artista argentino frecuentó más la batuta que el piano, en los últimos parece haber retomado con más intensidad el instrumento, y ello nos ha permitido disfrutar de interpretaciones magníficas (recordemos, sin ir más lejos, su excelente Bach), entre las que cabe sin duda contar la que ahora se comenta. En este ciclo, si uno se pone quisquilloso, puede encontrar alguna que otra ocasión en la que la articulación podría haber sido más nítida (aunque en general lo es en grandísima medida, escúchense si no el final de la Sonata nº 1 o el Scherzo de la nº 18, ambas en el primer concierto). Y por supuesto, encontramos los roces esperables de una ejecución en vivo (momentos de la implacable Hammerkla- vier, especialmente en el último tiempo). También podría pensarse que algún tempo cae del lado “seguro” (Allegro inicial de la Hammerklavier), aunque la interpretación no pierda un ápice de fuerza y tensión. Por todo ello, esas cosas no dejarían de ser pequeñeces. Estamos ante un Beethoven que nunca pierde, ni en su periodo más inmediatamente posthaydniano, su personalidad vibrante, vitalista (qué delicia el final de la nº 2 y el de la nº 18) y riquísima en contrastes, con unos acentos admirablemente realizados y unos matices exquisitos. Un Beethoven que posee toda la fuerza y también todo el carácter, enérgico, rebelde, que torna finalmente a lo interrogador, enigmático, incluso reservado. El argentino domina como pocos el dibujo de la arquitectura global de estas obras, de sus inflexiones y transiciones, de sus contrastes armónicos, y, sin descuidar el detalle, construye un discurso tan flexible (en cuántos momentos su pulso se vuelve libre como el de Furtwängler) como magnético y fluido. Un discurso que, como describe en una de las clases no pierde de vista las grandes líneas pero destaca con claridad los detalles que las constituyen. Barenboim siempre dio especialmente en el clavo en las obras de madurez, y vuelve a hacerlo ahora desde su propia veteranía (impagable Adagio sostenuto de la Hammerklavier, en la que la música sale de sus dedos con una fluidez y hondura de expresión sobrecogedoras, algo que también puede aplicarse a las Opp. 109-111). Pero acierta también de pleno en muchas otras. Espléndido el Largo de la nº 2, imponente, de riquísimo matiz y contraste, el primer movimiento de la Tempestad (qué maravilla los pasajes recitativo de este movimiento). Sobresaliente asimismo la nostalgia y drama desplegados en Les adieux o el Agitato final de la Claro de luna. Cierto, el argentino se muestra fiel a su principio de que no hay regla en música que no pueda romperse si tiene sentido hacerlo y se obe- dece a un empeño por enriquecer la expresividad (aunque otra cosa es que haya coincidencia universal en que tal fin se consiga). Y por ello encontramos también momentos en que afronta las cosas con alguna que otra libertad que puede no ser del gusto general (así el Allegretto final de la Tempestad, dicho con insólita serenidad, casi nostálgico). Para quien firma estas líneas, hay una exquisita y muy expresiva elegancia tras esa libertad aparentemente atípica. Cierto, en algunos puntos habrá quien encuentre su expresión un punto exagerada o recargada (un enfático y larguísimo ritenuto en el clímax del desarrollo del primer tiempo de la Appassionata, o la coda del último tiempo de esta misma obra, verdaderamente arrolladora de tempo), pero a quien firma, alguna mínima — y absolutamente esperable en un ciclo de estas características— diferencia de criterio en este o aquel punto no invalida lo más mínimo el excepcional acierto global de la propuesta. Y a cambio, hay que sentarse a disfrutar del maravilloso tiempo lento de la Op. 10, nº 3, de la formidable lectura de la Op. 26 o de la intensidad de la Appassionata o la Waldstein, por no hablar de la elegancia de la Op. 31, nº 1. En resumen, unas interpretaciones sensacionales llenas del irresistible magnetismo que despliega este sensacional artista. Andy Sommer solventa con sobresaliente la nada fácil tarea de la realización visual de los conciertos, con un empleo de cámara y una variedad de planos que se aleja de la monotonía sin distraer de lo fundamental: la música y cómo con ella consigue Barenboim captar y enganchar a su audiencia. Y por si el ciclo de ocho conciertos no fuera en sí mismo una agotadora prueba de fuego de la que Barenboim sale absolutamente triunfador, las seis clases magistrales (retratadas con extremo acierto por Allan Millar) nos muestran a otro Barenboim tan fascinante o más: en estas clases está su entusiasmo, su sentido del humor, su conocimiento, su prodigiosa memoria, su D D I SI CS O C O S S ESTUDIO / REEDICIONES dominio de la armonía, su cultura, su lógica y la absoluta convicción con la que emprende y transmite su visión de esta música. Barenboim se muestra como un maestro tan conocedor y dominador como cercano, cálido y comprensivo. De todo ello se deriva su capacidad para enganchar a alumnos y audiencias por igual. Busca en el alumno el razonamiento y le muestra el camino, destaca sus virtudes y se acerca con cariño a sus defectos o fallos, haciendo gala incluso de una gran diplomacia (el primero de los alumnos, David Kadouch, le discute un detalle de la partitura en un momento dado en una forma ante la que habría que haber observado a algún otro nombre ilustre). Nos habla Barenboim en estas clases de la vida y la muerte, del silencio, sonido, de la fenomenología del mismo (¿les recuerda a alguien?). Incluso acepta con mano izquierda algunas preguntas de la audiencia norteamericana de un simplismo casi deprimente (por no hablar de las simplezas de cierto alumno de origen oriental…), y se las apaña para responder con contenido hasta las preguntas más tontas, como aprovechando la simpleza para hacer una puntualización enjundiosa. En resumen, unas clases de enorme atractivo en cuanto a contenido, con las que cualquier aficionado, por no hablar de estudiantes y profesores, disfrutará de lo lindo y se lo pasará en grande. Quien esto firma ha disfrutado enormemente las diecisiete horas que componen estos seis discos. Un documento excepcional que se convierte, desde ya, en un muy serio candidato a los galardones MIDEM 2007. Supongo que mi recomendación, a estas alturas, está más que clara: no se lo pierdan. encima de muchos colegas. El gran tenor wagneriano de mediados del siglo pasado fue sin duda Wolfgang Windgassen, cuya voz más bien lírica, no precisamente hermosa ni opulenta, pero sí manejada por un artista inteligente, preparado y sensible, aunque no siempre intachable (tendía a la desafinación), le permitió hacer un excepcional recorrido profesional, irradiando la música del compositor alemán desde Bayreuth al mundo. En este recital (477 6543), donde se recogen interpretaciones realizadas entre 1953 y 1958, se ofrece un autorretrato vocal completísimo del tenor, ya que va desde la plegaria de Rienzi al Nur eine Waffe taugt de Parsifal, pasando por supuesto por momentos pertenecientes a Tannhäuser, Lohengrin, Walther, Siegfried y Tristan. Para finalizar la entrega, velada de lujo en el Metropolitan neoyorquino (477 6540). Motivo: despedida de Rudolf Bing en 1972. Varias estrellas convocadas para el acto: Caballé y Domingo (en el dúo de Manon y des Griex puccinianos), Resnik (divertida Orlofsky en inglés)…, con batutas de prestigio: Levine, Böhm, Bonynge, Molinari-Pradelli, Adler. Lo más curioso: el Dove sono mozartiano por Leontyne Price; lo más espectacular: final de Salomé con la Nilsson; lo más imponente: Merrill y Tucker en el último dúo tenor-barítono de La forza; lo más disfrutable, la Leonora del Trovatore por Martina Arroyo; lo más llamativo, el dúo de amor de Otello con un bien recatado Corelli y la magnífica Desdemona de Zylis-Gara. Rafael Ortega Basagoiti DG Spotlight MOSAICO VOCAL D eutsche Grammophon propone una nueva tanda de reediciones Spotlight, a base de diversas voces de cantantes célebres que cubren una extensa exhibición de registros, del bajo al contratenor y a la brillante soprano ligera. Ésta es la inefable Rita Streich (477 6542) quien, en compañía de Kurt Gaebel y la Orquesta de la Radio de Berlín, da rienda suelta a la pureza inmaculada de su timbre y a la generosa coloratura y adornos en páginas, por supuesto, proclives a ello: desde el straussiano vals, cómo no, Voces de primavera al aria de la cabra de la Dinorah meyerbeeriana. Sorprende, entre tanta parafernalia instrumental, la exquisita lectura del canto a la luna de la Rusalka de Dvorák, donde la Streich demuestra que es algo más que un precioso instrumento, así como en el pícaro Mein Herr Marquis de Adele de El murciélago. Escuchar a su lado la cavernosa y autoritaria voz de Boris Christoff (477 6539) es toda una turbadora experiencia. Aquí el bajo búlgaro, acompañado por un pequeño conjunto al que se suma una orquesta de balalaikas ofrece, desde luego, una muestra de cantos populares rusos. El formidable cantante da a estas canciones una estatura inusitada, por aliento y dramatismo, y cuando llega a Solovei (El ruiseñor), con el simple acompañamiento del piano, el entu- siasmo del intérprete, con una segunda estrofa en increíble media voz, parece reflejar toda la melancolía y espíritu rusos, que es seguramente lo pretendido. Excepcional. Siguen los contrastes. Ahora con el contratenor norteamericano Russell Oberlin (477 6541), uno de los pioneros de esta vocalidad en el siglo pasado junto al inglés Alfred Deller. Oberlin, quien fuera el primer Oberon britteniano, ofrece una excelente muestra de su capacidad para el canto haendeliano, oratorial y operístico, spianato (para Dove sei, amato bene de Bertarido u Ombra cara de Radamisto) o de coloratura (Vivi, tiranno del mismo Bertarido). Voz magníficamente colocada y emitida, límpida, de colorido infantil aunque denso, homogénea y timbrada, su musicalidad y su categoría estilística le ponen muy por Fernando Fraga LA FUNDACIÓN FERRER SALAT CONVOCA EL XXV PREMIO REINA SOFÍA DE COMPOSICIÓN MUSICAL 2007 Con una dotación de 25.000 Euros, destinada a la Música Sinfónica. Se admitirán a concurso obras inéditas, no estrenadas, recibidas antes del 30 de Septiembre de 2007, en el domicilio social : Diagonal 549, 5 planta, 08029 Barcelona. Tel.: 93 600 38 00, Fax: 93 600 38 63 E-mail: [email protected]. Web: www.fundacionferrersalat.com En donde pueden solicitarse las bases del premio. 71 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Euroarts BERLÍN, AÑO 125 A 72 provechando el 125 cumpleaños de la Orquesta Filarmónica de Berlín, el sello Euroarts (Ferysa) nos presenta un álbum de cinco DVD (2000068) excelentemente presentado con otros tantos conciertos de la agrupación en distintos lugares de Europa con los directores actuales más representativos que se han puesto a su frente. Todos ellos habían sido publicados de forma individual en otras ocasiones, e incluso alguno comentado desde estas mismas páginas de SCHERZO, por lo que ahora solamente los reseñamos brevemente con algunas de sus características esenciales. Mariss Jansons. Se trata de un concierto dado por la Filarmónica de Berlín en la iglesia de Santa Irene en Estambul con el director letón el 1 de mayo de 2001. En el programa, la Sorpresa de Haydn, el Segundo Concierto de flauta de Mozart con Emmanuel Pahud de solista, y la Fantástica de Berlioz. Nada especial, a juicio del firmante, tocado todo impecablemente pero bastante impersonal y a la larga monótono y sin variedad. A destacar el segundo movimiento de la nº 94 de Haydn, de un encanto especial; la intervención brillante e idiomática de Pahud en la página de Mozart, o la brillante ejecución de una conceptualmente gris y neutra Fantástica sin ninguna referencia externa a la propia música, de tal forma que la narración sinfónica se hace un tanto pesante, es decir, que se intenta hacer una versión fuera del concepto “música de programa” ciñéndose exclusivamente a lo que dicen las notas como si se estuviese interpretando una sinfonía de Haydn o Mozart. Esta difícil aproximación (un poco en la línea de lo que hacía Celibidache con la Pastoral) no se acaba de conseguir en las manos de Jansons, y como decíamos más arriba, redunda en una traducción pesante y en blanco y negro. El DVD se completa con un atractivo reportaje sobre la ciudad de Estambul, que puede abrir los ojos a muchos europeos que todavía prejuzgan (es decir, juzgan sin conocer) la ciudad turca, y sobre algunos aspectos de la vida musical en dicha capital. Daniel Barenboim. El con- cierto de la noche vieja de 2001 en Berlín se tituló Invitación a la danza, incluyéndose en el mismo una serie de piezas populares dirigidas por Barenboim con sus habituales maneras ya conocidas de todos. Lo más conseguido, siempre a juicio del que firma estas líneas, el Rondó K. 382, de Mozart, con el hispanoargentino en su salsa y dirigido desde el teclado con delicadeza, espontaneidad y frescura, y además memorable intervención pianística. En el resto del programa hubo de todo: aceptables Danzas de Galanta (soberbio solo de clarinete) dirigidas un tanto masivamente y sin mucho refinamiento (inútil invocar aquí a Celibidache, Fricsay e incluso Seiji Ozawa, todos ellos de otra dimensión, más idiomáticos, brillantes, imaginativos y dando certeramente en la simple y escueta sustancia de la música popular); algo afectado el Vals de las flores del Cascanueces de Chaikovski, demasiado solemne el Vals del Emperador de Johann Strauss, vital y apasionada la Danza eslava nº 8 de Dvorák, notable el Vals triste de Sibelius (más triste que vals) y, en fin, aproximación excelentemente tocada pero algo trascendental y sin demasiado feeling a páginas como el Tico Tico, aunque Barenboim y la orquesta se metan al público en el bolsillo. En fin, la principal objeción a este concierto es que todo suena igual (aunque sea igual de bien), y a cada obra le falta su personalidad, su estilo y su carácter. A pesar de todo, una agradable velada recomendable especialmente para incondicionales del director o de la orquesta. Claudio Abbado. En esta ocasión encontramos a la Filarmónica de Berlín en Palermo, donde dio un concierto en el Teatro Massimo de dicha ciudad italiana el 1 de mayo de 2002 bajo la batuta de su me parece que entonces director titular (creo recordar que el Concierto de violín de Brahms con Gil Shaham que se tocó en esta velada fue retransmitido en directo por TVE). En el programa, obras de Beethoven (obertura de Egmont), Brahms y Dvorák (Nuevo Mundo), más la obertura de I vespri siciliani de propina, maravillosamente tocada y que evidentemente enardeció los ánimos del público siciliano que abarrotaba el Teatro Massimo. Estamos ante el mejor DVD del álbum, a mucha distancia de lo visto y escuchado hasta ahora. Sensacional acompañamiento al memorable violín de Shaham, con diálogos entre las maderas y el solista nunca escuchados así hasta la fecha, y con una claridad dinámica y de planos difícil de superar. Shaham, por su parte, está extraordinario, preciso, elegante, expresivo, controlado y en perfecta sintonía con la batuta: una recreación maestra, emocionante y de un sabor personal indiscutible. Soberbia la Nuevo Mundo, movidita y ligera, pero con una respuesta orquestal apabullante, y cosa curiosa, con un idioma en ciertos momentos (Scherzo) que parece un refinado director checo el que está interpretando la obra. De las mejores versiones modernas escuchadas por este comentarista (que a priori pensaba que sería la típica rutina de lujo. Afortunadamente estaba en el error típico del prejuicio). El DVD incluye un atractivo documental sobre Palermo. Seiji Ozawa. Volvemos a Berlín para escuchar a la Filarmónica en un concierto dado en la Waldbühne el 29 de junio de 2003 con un programa enteramente dedicado a Gershwin. Ya saben que los conciertos al aire libre dados en este gigantesco anfiteatro berlinés tienen un carácter eminentemente popular, donde miles de personas (veintidós mil en este caso, según nos informa el libreto) disfrutan de los conciertos dados en verano en este recinto. El concierto que nos ocupa tiene además una característica especial, y es que algunas de las obras de Gershwin que se tocan (Rhapsody in blue, Concierto en fa) están arregladas para orquesta sinfónica y trío de jazz (piano, batería y contrabajo) interpretadas por el Trío Marcus Roberts, compuesto por tres músicos extraordinarios que incluso resaltan estas dos obras todavía más haciéndolas como una gran improvisación jazzística sin perder de vista sus líneas maestras. Ozawa y la Filarmónica están perfectamente compenetrados con ellos, y en tanto que “arquitectura abierta” que es el jazz (según nos cuenta Marcus Roberts en un interesante documental que completa este concierto), asistimos a una estupenda y muy atractiva velada que se completa con otras páginas de Gershwin (Un americano en París, I got rhythm, Strike up the band), una improvisación del pianista del trío acompañado por sus dos amigos, y el inevitable Berliner luft (Lincke) de propina, una obrita similar a la Marcha Radetzky en la que acompaña el público asistente con palmas y silbidos. En suma, divertida tarde con música de calidad interpretada magníficamente por Ozawa, la Filarmónica y el Trío Marcus Roberts. Sonido y filmación excelentes. En su estilo, este DVD no le anda a la zaga al anterior de Abbado. Simon Rattle. El álbum se completa con este concierto de la Filarmónica de Berlín dado en el odeón Herodes Atticus de Atenas el 1 de mayo de 2004, dirigido por su actual titular e interviniendo Daniel Barenboim como solista. En el programa, el Concierto nº 1 de Brahms y el Cuarteto con piano nº 1 del mismo compositor en la orquestación de Arnold Schoenberg (recordemos que este DVD ya fue comentado en su día desde las páginas de SCHERZO y se le dio la máxima calificación, si bien el autor de estas líneas no comparta aquel entusiasmo). Barenboim recrea con fraseo riguroso y equilibrado esta página tan unida a su carrera fonográfica (recordemos sus inolvidables versiones con Barbirolli y Celibidache), con buen control a pesar de los años pasados, siempre con coherencia, claridad, excelente construcción y perfecta sinto- D D I SI CS O C O S S REEDICIONES nía con la batuta. Rattle aglutina a todos con sabiduría y precisión, y aunque ni por la dirección ni por el piano se supere la extraordinaria lectura de este mismo director con Zimerman (DG), estamos ante una muy notable aproximación en vivo que se recomienda sin ningún reparo importante y que tiene como plus de calidad la buena filmación. La discutida orquestación schoenbergiana del Primer Cuarteto con piano de Brahms consigue de Rattle y los berlineses la traducción ideal por virtuosismo, convicción y brillo orquestal. Además de estas sobresalientes recreaciones, el DVD contiene otro memorable documental titulado El concierto europeo en la Atenas olímpica. Sonido y filmación impecables. Como han visto, curioso álbum de cinco filmaciones dedicadas a la Filarmónica de Berlín con cinco de sus habituales directores. A gusto del firmante, y por orden de preferencia, los mejores DVD son los de Abbado, Ozawa y Rattle, aunque en todos ellos se encuentren detalles interpretativos de interés, como corresponde a cualquier interpretación de esta fabulosa orquesta. En conjunto, el álbum es muy recomendable, aunque uno no deja de hacer cábalas con otros directores, es decir, que si en vez de los que están aquí, hubiesen sido los Furtwängler, Celibidache, Kubelik, Fricsay y Carlos Kleiber los protagonistas del álbum. Pero, en fin, dejemos de soñar. Enrique Pérez Adrián Membran TESOROS A BUEN PRECIO E l sello Membran (Cat Music) ha conseguido licencias para reproducir clásicas grabaciones de EMI, Decca y tomas en vivo que ahora ofrece a precios reducidos y en impecables copias. Como dato importante conste que las carpetas contienen textos en castellano. Vaya por delante un hito/mito /rito de la discografía: el wagneriano Tristán e Isolda dirigido por Furtwängler en 1952 al frente de la Philharmonia (223061-351). El trance febril, tenso y delirante de Furti alcanza aquí su máximo compromiso y consigue traducir el erótico misticismo y el místico erotismo de la inmensa obra. Cuenta con la madura e incomparable Kirsten Flagstad (quien toma “prestados” dos agudos de la Schwarzkopf), lento océano sonoro, hierática y sacerdotal, a quien secunda Ludwig Suthaus, solvente en general, aunque algo escaso en el heroísmo alucinado del tercer acto. Los jóvenes Blanche Thebom y Dietrich Fischer-Dieskau pulen sus papeles junto a la cavernosa presencia de Josef Greindl. Al reabrirse el festival de Bayreuth en 1951, recogidos los escombros de la guerra y olvidadas las simpatías nazis de éste o aquélla, Hans Knappertsbusch condujo Parsifal (223063-351). Su empaque litúrgico, sus densas y coloridas sonoridades, su parsimonia expresiva caen como de medida a esta obra, a medio camino entre el oratorio y la comedia de magia. Un reparto antológico se sube al tablado: Wolfgang Windgassen y Martha Mödl, en la juvenil plenitud de sus medios, cantan con arrojo y propiedad (en especial ella, en el comprometido y peliagudo segundo acto), rodeados por una noble timbración de registros graves: George London, Ludwig Weber, Arnold van Mill, Hermann Uhde. Descontada, la excelencia de las masas, con el coro que alcanza la necesaria presencia de un personaje. Del mismo año y sede proviene Los maestros cantores de Nüremberg al mando de Karajan (223062-351). Obvio resulta elogiar el wagnerismo suntuoso y detallista del director, al cual se une una tropa de primera calidad, encabezada por la cualificada sonoridad y la autoridad histriónica de Otto Edelmann como Sachs. Schwarzkopf borda su delicada y seductora Eva, junto a la efectiva resonancia de Hans Hopf en Walter. Especialistas inobjetables cubren otros papeles: Gerhard Unger (David), Ira Malaniuk (Magdalena) y Erich Kunz (Beckmesser), por no enumerar el interminable reparto. Una recuperación histórica es la de El Holandés e r r a n t e (223054-311) que dirigió Clemens Krauss en 1944. El talento del conductor para dar empuje a los momentos más desgarrados de la obra es sólo comparable a su arte de pintor de climas impresionistas (la tempestad, la juerga, el taller de tejido). En el elenco descuella quien es quizás el mayor Holandés de la historia: Hans Hotter, en la fina flor de su voz, de escogida madera, que cubría la tesitura de bajo abismal y tenebroso y la de barítono heroico. El soliloquio diabólico y desesperado del primer acto y el erotismo hipnótico del segundo merecen la adjetivación de antológicos. Una soprano discreta, Viorica Ursuleac, le da la réplica, al lado de un elenco digno en el que se capta a una vieja gloria muniquesa, Luise Willer. En el Bayreuth de 1953 disciplinó los conjuntos otro wagneriano de ejecutoria, Josef Keilberth con Lohengrin (223056-370). Hábil en el relato, bello en los timbres, estático en los trances, su discurso se alinea entre los mejores de la época. Windgassen resuelve uno de sus mejores papeles, donde prima la recitación lírica sobre la heroica y luce su arte actoral. Probos y experimentados se oyen Uhde en Telramund y Greindl en el Rey. Pero la joya del reparto es el dúo mujeril, con Eleanor Steaber en una imperial y sensible Elsa, y Astrid Varnay en una temible y vocalmente insolente Ortrud. En cuanto a Steaber, si no ahora mismo, en algún momento cabrá situarla entre las grandes sopranos del siglo XX. Una rareza de Wagner resulta La prohibición de amar (223066-311), que el maestro renegó como extravío juvenil. Basada en una comedia de Shakespeare (Medida por medida), paga la inconfesada deuda del joven alemán con Rossini y el Biedermeier cómico (Lortzing, Nicolai, Hoffmann lo hicieron mejor, por olvidarnos de Auber y los suyos), desde una pimpante obertura hasta conjuntos jocundos y arias de enjuto melodismo. Un elenco sin estrellas, parejo y solvente, WAGNER: Parsifal GEORGE LONDON , ARNOLD VAN MILL, LUDWIG WEBER, WOLFGANG WINDGASSEN, HERMANN UHDE, MARTHA MÖDL. CORO Y ORQUESTA DEL FESTIVAL DE BAYREUTH. Director: HANS KNAPPERTSBUSCH. 4 CD MEMBRAN 223054-311 (Cat Music). 1951. ADD. H PE donde aparece el ya veterano Anton Dermota de 1963, se monta sobre la Orquesta de la Radio Vienesa conducida por Robert Hager, ejemplar de limpieza, brío y ajuste. Valor sobre todo documental acumula Tannhäuser conducido en 1951 con distraído oficio en 1951 por Robert Heger al mando de las masas de la Ópera del Estado de Baviera (223055-370). En el reparto destacan la dignidad de Marianne Schech como Elisabeth, Karl Paul en Wolfram y Otto von Rohr como Landgrave. El protagonista, August Seider, se sabe el papel y lo dice con energía e intención pero sus percudidos medios (emisión abierta, aliento corto, timbre escaso, afinación desigual) no lo ayudan. En el Pastorcillo suena la voz de Rita Streich, memorable coloratura de aquellos años. Blas Matamoro 73 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Decca Originals LA VIENESA Y EL PESCADOR M 74 ucha y buena música a precio medio, acompañada de buenas notas al programa y, en el caso de las óperas, de libretos traducidos al inglés. Son los atractivos de esta entrega de la serie Decca The Originals (Universal), que explora en el catálogo de la casa para recuperar registros que, aun a pesar de los años cumplidos, siempre marcan la actualidad. Es el caso de la Arabella straussiana que grabase Georg Solti a finales de los cincuenta al frente de la Filarmónica de Viena y con un reparto de una calidad hoy inalcanzable (2 CD, 475 7731). A la cabeza del mismo está Lisa della Casa en el papel de su vida, donde su canto humano, delicado, luminoso, y su voz angelical, de una belleza como venida del cielo, sirven sin igual a la personalidad de la protagonista. A su lado, Hilde Gueden, George London y Anton Dermota están soberbios y bordan sus respectivas partes, en tanto secundarios como Ira Malaniuk, Otto Edelmann o Eberhard Wächter no hacen sino bañar en oro el discurso colorista, fluido y brillante de Solti. Pocas veces la debilidad vienesa nos habrá parecido tan encantadora. Ya en los sesenta la soprano francesa Régine Crespin visitó los estudios de grabación para medirse con Les nuits d´été de Berlioz, con Shéhérazade de Ravel, en ambas obras asistida por Ernest Ansermet y la Orquesta de la Suisse Romande, y con breves canciones de Debussy y Poulenc, acompañada al piano por John Wustman (475 7712). Crespin siempre tuvo una voz de gran personalidad, más bien lírica en estas fechas, con un punto de misteriosa sensualidad ideal sobre todo para el erotismo del ciclo raveliano. Casi a tan elevada altura situamos el disco dedicado a los checos Dvorák y Smetana (475 77 30), pues en un especialista como István Kertész, aquí con la Filarmónica de Israel, siempre encontra- mos el lirismo y la frescura de sabor bohemio, no exenta de cierto ímpetu, que necesitan las obras tanto del primero (seis danzas eslavas y las Variaciones sinfónicas op. 78, éstas interpretadas por otra orquesta, la Sinfónica de Londres) como las del segundo (El Moldava y fragmentos orquestales de La novia vendida, en este caso). Claro que uno podría traer los nombres de Kubelik, Fricsay o Talich para recordar que cabe una mayor imaginación a la hora de encararse a estos repertorios, pero no importa; Kertész será muy comedido, sí, mas a veces la audacia está precisamente en serlo. Bajamos, o subimos, por un momento al campo de la música de cámara. Ahí nos esperan varios miembros de la Academy of St-Martin-in-the-Fields para brindarnos ofrecernos valiosas lecturas del Octeto op. 20, de Mendelssohn y del Quinteto op. 37, nº 7, de Boccherini (475 7716). Dieciséis primaveras contemplaban al alemán cuando escribió su octeto, y hay en él tanta espontaneidad y tanta maestría que pocas veces en adelante llegó tan lejos el autor. El quinteto del italiano, a su vez, es la típica obra clásica, amable y de fácil escucha de quien fuera tal vez el más importante compositor italiano de su época en lo que a la música instrumental se refiere. Las versiones son ágiles, sanas, y nos parecen adecuadas en matices, fraseo y estilo. C u a n d o vamos llegando al final de la década nos encontramos con una propuesta un tanto decepcionante del Réquiem de Verdi (2 CD, 475 7735). Solti se vuelve a poner el frente de la Filarmónica vienesa para sacar el máximo brillo orquestal de la formación austriaca, mas, tal vez amparado en la poca idoneidad de esta obra para ser interpretada en reducidos recintos eclesiásticos, parece olvidar que estamos ante una misa de difuntos. El coro, eso sí, está inmen- so, y del cuarteto de solistas destacamos a Marilyn Horne, excelsa, y a Martti Talvela. Joan Sutherland y Luciano Pavarotti están, como la batuta, algo fuera de lugar. En las Cuatro piezas sacras el maestro húngaro, más maduro y con la Sinfónica de Chicago, se descubre más moderado y cercano al estilo verdiano. La coreana Kyung Wha Chung fue una de las primeras violinistas en venir de Oriente para triunfar en un panorama donde la cuerda parecía ser cosa de hombres. Con veintidós años, recién inaugurados los setenta, llevó al disco con André Previn y los miembros de la Sinfónica de Londres los conciertos de Chaikovski y Sibelius (475 7734), en los que se evidencian la portentosa técnica y la fuerte personalidad de una artista aún por crecer. Sensacional el director estadounidense en la asistencia, encontrando aquí y allá momentos de un lirismo verdaderamente mágico. Pocos meses después Herbert von Karajan se acercaba a Musorgski rodeado de un magnífico elenco para firmar un Boris Godunov (3 CD, 475 7718) de texturas orquestales bellísimas, con un toque de espectacularidad que no viene mal a la partitura, propuesta en la versión de Rimski-Korsakov. Vayan por delante el insuperado Pimen de Martti Talvela, profundo, imponente y excelente cronista, y el Boris de Nicolai Ghiaurov, antes humano que soberano, con ciertos apuros en la zona de arriba que en nada oscurecen su alucinada y emotiva encarnación del zar. Ludovic Spiess como el falso Dimitri, Anton Diakov como Varlaam, Galina Vishnevskaia como Marina y las fuerzas corales y orquestales vienesas están a la altura de lo esperado, si bien los mejores tiempos de la voz de la soprano rusa quedaban ya atrás. Ya estamos en los años ochenta, y, sin dejar la ópera, nos vamos de Rusia para asistir a la STRAUSS: Arabella. LISA DELLA CASA, HILDE GUEDEN, GEORGE LONDON, ANTON DERMOTA, IRA MALANIUK, OTTO EDELMANN, EBERHARD WÄCHTER. ORQUESTA FILARMÓNICA DE VIENA. Director: GEROG SOLTI. 2 CD DECCA Originals 475 7731. (Universal). 1960. ADD. H PM fiesta italiana que reúne a los dos modeneses más internacionales en torno al Guglielmo Tell de Rossini (4 CD, 475 7723). La batuta mediterránea de Riccardo Chailly guía por la senda del buen canto a una Mirella Freni en plenitud de facultades, con un fraseo calidísimo y un instrumento carnoso y homogéneo ideal para la parte de Matilde y, claro, para su Selva opaca, deserta brughiera. Pavarotti, ahora sí, es el tenor lírico de voz luminosa y de agudos soleados que Rossini pide en este título. La lástima es que los medios de Sherrill Milnes sirvan a un cantante tan poco delicado, porque la versión, que además cuenta con el sólido y entero Gualtiero del propio Ghiaurov, habría quedado redonda de haber contado con un protagonista a la altura de sus compañeros. Volvemos una vez más a Solti, desde luego uno de los artistas más valorados por la casa, con sus registros de 1981 del Concierto para orquesta y de la Suite de danzas Sz 77 de Béla Bartók (475 7711). Ya había grabado ambas partituras tres lustros antes con la Sinfónica de Londres, y ahora con la de Chicago encontramos al director húngaro tan vibrante como de costumbre, capaz de crear tensiones impresionantes al tiempo que D D I SI CS O C O S S REEDICIONES el misterio de lo inaccesible tiene cabida en su lectura. Aún llegó más lejos ocho años después en su perfecta versión de la Música para cuerdas, percusión y celesta, todo color, brillo y energía para culminar un disco excepcional. La solemnidad de la Tercera Sinfonía de Saint-Saëns se manifiesta en toda su grandeza en la versión de Charles Dutoit al frente de una musculosa Sinfónica de Montreal, con Peter Hurford al órgano (475 7728); este mismo músico, acompañado de nuevo por Dutoit, ataca con fuerza los primeros acordes del Concierto para órgano de Poulenc, una partitura que esconde sorprendentes líneas melódicas dentro de un universo sonoro de fácil escucha, para descender no mucho después a una calma que dará paso al agonizante final. Pero para final memorable, triunfal y espectacular, el de los Cuadros de una exposición de Musorgski, obra que Vladimir Ashkenazi inter- preta tanto al piano como desde el podio en el siguiente compacto (475 7717). No sabemos si admirar más el toque percutido y la entrega desaforada del pianista o la fantasía algo alocada del director, en este caso también orquestador, pero en todo caso el disco se recomienda solo. Al nombre de Giacomo Puccini vienen esas óperas tan capaces de conmovernos y de tocar nuestras fibras más sensibles, pero en el registro de Chailly dedicado a la música orquestal del autor italiano (475 7722) no cabe, evidentemente, la voz. Por tanto, son las armonías, las melodías un tanto melancólicas, las que nos han de seducir; y lo hacen sobre todo cuando aparece el factor humano, como en el precioso Intermezzo de Manon Lescaut, pues conocemos, imaginamos y vivimos el fatal desenlace de la historia. Una nota interesante es que en el Capriccio sinfonico, en ver- dad una partitura no especialmente atractiva, encontramos el tema que después daría los primeros compases a La bohème. La labor de Chailly es inatacable, como lo es la de András Schiff en el disco que acoge quince Sonatas de Domenico Scarlatti (475 7729), pues en él el pianista húngaro destaca la claridad de las líneas, el atractivo color y la variedad del fraseo, alejado de excesos y ajeno, como debe ser, a cualquier polémica que puedan encender los enemigos del piano como instrumento apto para afrontar estos repertorios. El disco más cercano a nuestros días es también el que pone la vista en el repertorio más reciente. Así, hace una década Joshua Bell se medía con los Conciertos para violín de Samuel Barber y William Walton, así como con la suite Baal Shem de Ernest Bloch (475 7710). Alabar la belleza del sonido del violín de Bell puede ser tan innecesario como recordar su inquieta creatividad, ya madura entonces, cuando el estadounidense no había cumplido los treinta, y que se hace imprescindible para dar forma a estas obras tan necesitadas de vida. Por supuesto, se la da toda. Para terminar volvemos a los orígenes, al final de los cincuenta. Allí está Peter Grimes en la versión histórica dirigida por su propio autor, el británico Benjamin Britten (2 CD, 475 7713), un narrador eminente que no duda en retratar toda la crudeza del drama para que el protagonista, en vida Peter Pears, sufra el odio respirado por sus vecinos al tiempo que contempla el encanto hipnótico de un mar en cuya calma terminará diluyéndose su recuerdo. se el estreno de La Creación y Beethoven el de su Primera Sinfonía. La Orquesta de Cámara Dvorák con su director Bohumil Gregor, tocan con entusiasmo y conocimiento obras dignas de ser atentamente escuchadas. Conciertos para violonchelo de Josef Rejcha (no hay que confundirle con Antonín Rejcha, nacido quince años más tarde) no son de lo más destacable dentro de la Escuela de Mannheim y su campo de influencia (SU 3873-2). Se trata de un disco aseado por contenido, interpretación —Mikael Ericsson con la Orquesta de Cámara Checa— y grabación, ya que se remonta ésta a un promedio de veinte o veinticinco años atrás, como en todos los discos comentados, aunque hay gran variación en la calidad final de uno a otro. Y resta un disco, rico, circunscrito sobre todo a los aficionados a conciertos para instrumentos de viento, y para trompa en particular, porque ahí realiza su gran labor el checo Zdenek Tylsar, a quien acompañan o bien la Sinfónica de Praga con la batuta de Jiri Belohlávek o la Filarmónica Checa con la de Vacláv Neumann para darnos conciertos para este instrumento de Franz Josef Strauss, Richard Strauss y Mozart (SU 3892-2). Asier Vallejo Ugarte Supraphon DE FUENTES CHECAS D e la marca Supraphon (Diverdi) llegan rescates de varias cosas, y en algún caso nos felicitamos por la iniciativa, mientras que en otros no vemos la necesidad de sacar al tan competido campo actual lo que tenemos oportunidad de escuchar. Hay un disco (SU 38952) en el que Vacláv Smetácek al frente de la Sinfónica de Praga da una lección de medida, claridad, planificación sonora y, en suma, altos valores musicales: contiene dos obras de Chaikovski (Sinfonía nº 1 y Obertura “Romeo y Julieta”). Ningún efectismo en la obertura y una interpretación fresca y eslava de la sinfonía. Un disco ejemplar, con buena toma sonora. Algo inflada la del Collegium 1704 en obras para siete y ocho instrumentos de Zelenka, dignas de oír, con un buen trabajo del conjunto barroco, amén de tener en común la curiosidad de ser obras rescatadas de los manuscritos depositados en la Hofkirche de Dresde (SU 3858-2). Del moravo Vranicky, nacido el mismo año que Mozart, se nos da un disco de Sinfonías que tiene interés, aunque las obras no adquieran los vuelos feéricos de las del salzburgués. Son dos discos (SU 3875-2) en los que asistimos a los valores musicales de este músico significado en su tiempo, hasta el punto de que Haydn le confia- José Antonio García y García 75 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Testament CONFIESO QUE HE LLORADO P 76 ido perdón por tan abierta muestra de subjetividad. Pero, ¡qué puñetas, que se note lo que me gasto en terapias! Sí, confieso que he llorado. La culpa la tiene un señor de 84 años llamado Carl Schuricht (1880-1967). Y el concierto que, recogido por la radio brandemburguesa, dirigió a la Filarmónica de Berlín el 8 de octubre de 1964. Obertura Manfred de Schumann, Sinfonía nº 38 de Mozart y Tercera de Beethoven. Sin palabras. Lo jondo y el duende aplicados a la música clásica. Raíces nutriéndose en una esponjosa tierra negra. Y un vuelo fructífero de sonidos. Schuricht comprende esencialmente las tres obras y las vivifica con un cálido humanismo. No hay brillo superficial, ni pose vacua en su interpretación. Tampoco ansia de lo perfecto. Sólo (¡sólo!) sabiduría, pasión por latir, por respirar música, y mucha, muchísima, emoción. Los filarmónicos berlineses, magníficos en todas las secciones, están felizmente entregados a un papel que les identifica con la música y/o, ¿Karajan aparte?, con el espíritu de Furtwängler. En las notas de la carpetilla, Mike Ashman trae al recuerdo una entrevista de 1956 en la que el director se mostraba consciente de que, después de una juventud en la que concentró su atención en los compositores contemporáneos, era cada vez más solicitado para interpretar los autores clásicos y románticos. “Soy el representante de una vieja tradición. Nada tengo contra la música actual, pero sí tengo el sentimiento de que es importante revivir el sentido de la tradición”. Bendita sea su forma de alumbrarla. Y su amplio sentido dramático schumanniano, su flamígero Mozart, y, sobre todo, su antológico Beethoven: la Heroica fluye con un caudal espacioso y fértil, moldeado con una ductilidad tan dulce como implacable. Se presenta en la referencia SBT2 (1403) en un correcto sonido estéreo. SBT quiere decir que estamos hablando de una nueva remesa de Testament (Diverdi). El sello británico le dedica en esta ocasión tres entregas a Toscanini, todas ellas con la Orquesta Sinfónica de la NBC y en su mayor parte sacando a la luz grabaciones de los años 1940 y 1941. La orquesta que la estadounidense National Broadcasting Corporation creara para Toscanini en 1937 resultó albergar el podio en el que más tiempo se mantuvo el director (diecisiete años) de toda su carrera. Y, además, el último. La retransmisión de los dieciséis conciertos por temporada que estipulaba el contrato, en buenas condiciones técnicas, hace de los fondos procedentes de esta radio un archivo extraordinariamente rico para el conocimiento de la fase final del arte del gran maestro parmesano. Y a fe que compensa. Es Schubert quien encuentra acomodo en el registro SBT 1370: Sinfonía nº 2 y Sonata para piano a cuatro manos en do mayor, D. 812, Gran dúo, en la orquestación de Joseph Joachim (1856). Testament se arroga el primer lanzamiento de ambas versiones. Si en el caso de la orquestación de Joachim, el disco recoge el único acercamiento de Toscanini a la obra, por lo demás impecable, la Segunda Sinfonía era una partitura bien querida por él, quien la sirve en esta ocasión con una energía apabullante. No sin cierta envidia, imagino a los oyentes de aquellos tiempos disfrutando en directo esos momentos absolutamente arrebatados por el chorro, obsceno de puro vital, que salía de sus receptores de radio. Porque lo que transmite Toscanini es puro gozo dionisíaco. Y si digno de recomendación es el Schubert que acabo de citar, lamentable sería perderse el Mendelssohn de la obertura Las Hébridas y de la Sinfonía nº 3, así como el Schumann de la Sinfonía nº 2 que ofrece la referencia SBT 1377. Mientras la Segunda de Schumann era una obra de repertorio para Toscanini, abordada por él con no pocas licencias, las dos de Mendelssohn que se reeditan ahora constituyen el que puede ser su único acercamiento. Son versiones telúricas. Es como si MENDELSSOHN: Obertura de Las Hébridas. Sinfonía nº 3 “Escocesa”. SCHUMANN: Sinfonía nº 2. ORQUESTASINFÓNICA DE LA NBC. Director: ARTURO TOSCANINI. TESTAMENT SBT 1377 (Diverdi). ADD. H PN WAGNER: Obertura de El holandés errante. Preludio del acto III de Tannhäuser (versión original). Sintesis sinfónica de Parsifal (arr. Toscanini). ORQUESTA SINFÓNICA DE LA NBC. Director: ARTURO TOSCANINI. TESTAMENT SBT 1382 (Diverdi). 1940-53. H PN el director provocara una sacudida brutal en su orquesta, una crisis profunda, desde la que construye, con el sentido temporal más proteico que concebirse pueda, un arquetipo para la tersura de los fraseos y para la transparencia de las texturas. Lo más sorprendente es que ese peculiar impulso temporal es libre, aparentemente espontáneo, pero a la vez un férreo organizador. ¡Y qué instinto dramático! Todo esto alcanza otra apoteosis en el disco catalogado como SBT 1382, dedicado a Wagner: obertura de El Holandés errante (31-3-1946), la versión original del preludio del acto III de Tannhäuser (29-11-1953, última temporada en activo del italiano) y la síntesis sinfónica sobre Parsifal que el mismo director concibiera (23-3-1940). En esta ocasión nos encontramos con el Toscanini de los tempi amplios, mágicamente sostenidos, de prístina limpieza. Un disco inevitable para cualquier wagneriano que se precie. Y con Wagner hemos topado: El Holandés errante del Festival de Bayreuth de 1955. En aquella edición Knappertsbusch y Keilberth se repartieron la responsabilidad de las interpretaciones de la ópera. El segundo se encargó de los ensayos y de las tres últimas representaciones. Ambas versiones han sido recogidas por el disco. Los músicos sufren en algunos momentos las diferencias entre las dos concepciones, pero en ningún momento los pequeños desajustes les restan interés. Lo que ocurre es que Testament se saca ahora un as de la manga presentando la de Keilberth en un excelente sonido estereofónico. En ella, H. Uhde es un notabilísimo Holandés, L. Weber un Daland profundo y noble, A. Varnay una Senta para quitarse el sombrero, R. Lustig un Erik algo feble, J. Traxel un flexible timonel y E. Schärtel una impecable Mary. Los coros están estupendos y la dirección musical es brillante. Una excelente propuesta que se sirve a modo de intermedio del lanzamiento del Anillo del mismo Keilberth de ese 1955. Pues se acepta la moción, que no sólo de Tetralogías vive el wagneriano: SBT2 1384. No nos alejamos de la ópera para dar cuenta de un hallazgo, el de la soprano dramática Margherita Grandi, de soltera Margaret Gard. Australiana, nacida en 1892, llegó a Europa a los diecisiete años para formarse en París y Londres. Su cotización artística empezó a subir tras su participación como Elena de Mefistofele en la Scala en 1934. Lo que nos presenta Testament como plato fuerte D D I SI CS O C O S S REEDICIONES de este disco (SBT 1402) es una selección de Macbeth (los tres primeros actos) grabada en Edimburgo en 1947, y dirigida por Berthold Goldschmidt. El reparto, que canta maravillosamente (muy bueno el Macbeth de Francesco Valentino), encuentra en Grandi una Lady Macbeth impresionante, potente, dúctil en el fraseo (exquisito su legato), emisión y proyección perfectas, reguladores irreprochables y musicalidad totalmente comprometida. Los 55 años de la cantante no se notan. Como tampoco en los registros que completan el disco (de casi 80 minutos), escenas de cuartos actos de óperas de Verdi, todos tomados en 1948 y con una mejora en la calidad del sonido que aún hace mejor a la Grandi: la del sonambulismo de Macbeth en la versión de Beecham (EMI), Tu che le vanità, de Don Carlo (Alberto Erede, también de EMI) y D’amor sull ’ali rosee de El trovador (Walter Goehr). ¡Brava! Y otra mujer para acabar. “Un tío que trae golosinas es mejor que una tía que sólo toca el piano”. Eso escribió, al parecer, Wilhelm Buch. Pero quizá no siempre sea así. Germaine Thyssens-Valentin (19021987), interrumpió su carrera pianística en 1925 para dedicarse a su prole y volvió a los recitales en 1951. Lo hizo con el Concierto en la mayor, K. 488 de Mozart, el mismo con el que se había presentado al público a la edad de ocho años. En la referencia SBT 1401 hay una interpretación suya de 1953 con la Camerata Academica de Salzburgo y Paumgartner (un poco ortopédico, todo hay que decirlo) a la batuta. Además, Debussy (En blanc et noir, acompañada de Jeanne Manchon-Thaïs, Berceuse héroïque y Mazurca), y Fauré (Trois romances sans paroles, op. 17 y Mazurca, op. 32). Mientras, en SBT 1400 tenemos obras de Franck (Prélude, choral et fugue y Prélude, aria et finale) y de nuevo de Fauré (9 Préludes, op. 103). Todo fue grabado en la década de los 50 por Ducretet-Thomson. Germaine estudió en Lieja y en París, donde consiguió en 1920 un primer premio de piano. Dirigía entonces el conservatorio parisino Gabriel Fauré. Justamente a este compositor dedicó la pianista buena parte de sus esfuerzos tras su reaparición. Su excelente comprensión de la obra de Fauré ya quedó demostrada en anteriores propuestas de Testament. Las nuevas no hacen más que confirmarlo. La artista cala las partituras de forma dulce y homogénea, contenida y certera, sin arrebatos pero con una pasión tierna que conquista las entrañas. Precisión, austeridad y poesía se extienden también a sus versiones de las otras piezas. Así pues, resulta que la tía ThyssensValentin trae golosinas sólo con su piano. No es como para ponerse a llorar, pero tampoco es cuestión de estar todo el día con la lágrima suelta. Y después de los pucheros, qué buenos son los dulces. volumen muy amplio se amoldaba a la perfección al modelo de bajo verdiano, destacando aquí sus interpretaciones de Don Carlo y Macbeth. La flauta m á g i c a (Londres, 1962) (GM 5.0060) dirigida por Otto Klemperer aunque de sonido bastante deficiente, nos permite acercarnos a una velada operística donde se juntan talentos tan dispares como el de la soprano australiana Joan Sutherland como reina de la noche, el delineado Tamino del tenor Richard Lewis o la delicada Pamina de Joan Carlyle. La comparación es inevitable con la versión de Otto Klemperer de estudio del mismo año para la multinacional británica EMI, siendo esta grabación un complemento perfecto. La Tosca de la Ópera de Viena de 1966 (GM 5.0062) se erige como una de las joyas de la serie por disponer de un terceto protagonista vocalmente irreprochable, donde se junta al lirismo natural de la voz del tenor Carlo Cosutta, la musicalidad de Sena Jurinac y el carácter que imprime a su Scarpia el bajo Hans Hotter. Modélica la dirección del director francés André Cluytens. Finalmente, una grabación de la Ópera de Múnich del Otello (GM 5.0061) verdiano sin fecha indicada, pero que suponemos que procede de finales de los años setenta. La dirección de Carlos Kleiber es de una musicalidad extrema, exhibiéndose en todo su esplendor en las confrontaciones entre Yago y Otello. Carlo Cosutta como Otello está deslumbrante por la infinidad de matices que logra extraer de su complicado personaje, así como el barítono Piero Capucilli como Yago donde siempre muestra su bello timbre y esmerada línea de canto. Para terminar, la fantástica Julia Varady nos ofrece una interpretación muy cuidada, interpretando una Canción del sauce en el cuarto acto plena de dramatismo. Rafael Díaz Gómez Golden Melodram VOCES Y FUNCIONES E l prestigioso sello croata Golden Melodram (Diverdi), dirigido por la cantante retirada Ina del Campo, ha adquirido reconocimiento unánime de un sector importante de la crítica discográfica. Principalmente por sus grabaciones wagnerianas en vivo procedentes del Bayreuth de los años cincuenta, sus series dedicadas a Carlos Kleiber, Maria Callas y las grabaciones que componen la Richard Strauss Edition. Seis son los registros que nos ocupan, la mitad son óperas completas y la otra un monográfico de un cantante determinado. El primero de ellos está dedicado a la soprano Elisabeth Schwarzkopf (1915-2006) (GM 7.0004) que dominó la escena lírica de los años cincuenta y principalmente en el repertorio relacionado con Mozart y Richard Strauss. Del conjunto destaca la interpretación de los Vier letzte Lieder de Strauss procedentes del Festival de Salzburgo de 1964 y dirigidos por Herbert von Karajan. Aparte de las fantásticas paginas mozartianas, es admirable la naturalidad con la que interpreta una selección de lieder de Franz Schubert. La cantante yugoslava Sena Jurinac (1921) (GM 7.0001) disponía de un material vocal con más cuerpo que el de una lírica pura, lo que le permitía adentrarse en el universo verdiano con personajes como Aida o la Amelia de Un ballo in maschera, aparte de ser una consumada intérprete mozartiana. Del conjunto nos sorprende su electrizante interpretación del aria de la carta del Evgeni Onegin de Chaikovski y la musicalidad con la que expresa el Vissi d’arte de la Tosca de Puccini. Para finalizar la serie de cantantes, un recorrido a la biografía vocal del gran bajo búlgaro Boris Christoff (1914-1993) (GM 7.0005), cantante que no tuvo rival en un determinado periodo y que brillaba igualmente en el repertorio verdiano, wagneriano, mozartiano y ruso. Su voz profunda y de w w w. s c h e r z o . e s Carlos Sáinz Medina 77 D D I SI CS O C O S S CRÍTICAS de la A a la Z DISCOS BACH-BARTÓK BACH: Sonatas para viola da gamba y clave BWV 1027-1029 y BWV 1030b. JONATHAN MANSON, viola da gamba; TREVOR PINNOCK, clave. AVIE AV 2093 (Gaudisc). 2005. 59’. DDD. N PN Del inmenso catálogo bachiano, las Sonatas para viola da gamba y continuo, BWV 10271029 han sido tres de las obras que más atención discográfica han recibido en los últimos años. Kuijken/Leonhardt y Savall/Koopman, los modelos casi olímpicos bien que imitar, bien que superar, siguen imbatidos; pero los méritos de muchos de los aspirantes son innegables. Lo son desde luego los de Manson/Pinnock, que añaden un plus particular a las virtudes de muchos de sus competidores que ellos parecen reunir. Así, por ejemplo, comparten con Muller/Jansen (véase SCHERZO nº 105, pág. 77) la infalible seguridad técnica, pero no tienen nada que envidiar ni a Perl/Behringer (véase SCHERZO, nº 137, pág. 89) en cuanto a calidez en los intercambios dialécticos ni a Pandolfo/Alessandrini (véase SCHERZO, nº 101, pág. 82) por lo que a la oportuna calibración de las tensiones dinámicas y rítmicas se refiere. Lo que los recién llegados aportan como contribución distintiva consiste en una combinación perfectamente equilibrada de por un lado economía, casi austeridad, en la administración de los orna- mentos que enriquecen la expresividad del fraseo, y por otro espontaneidad en su misma gestión. El resultado poco menos que inevitable es una elocuencia muy grata por su equidistancia general con respecto a lo esquelético y lo empalagoso, a lo denso y lo volátil, pero al mismo tiempo con la suficiente flexibilidad para evitar la rigidez sin perjuicio del rigor. Como complemento se aporta una sonata usualmente conocida a cargo de otro instrumento melódico, la flauta, y en otra tonalidad, si menor, pero de la que en la carpetilla se afirma poseer pruebas musicológicas de la existencia de una versión anterior para viola da gamba y en sol menor. Tomas impecables. Alfredo Brotons Muñoz Rachlin, Imai, Maiski EMBELESO BACH: Variaciones Goldberg. Transcripción para trío de cuerda. JULIAN RACHLIN, violín; NOBUKO IMAI, viola; MISCHA MAISKI, violonchelo. DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 6378 (Universal). 2006. 80’. DDD. N PN La calificación no es fácil. Porque si lo que se quiere son unas Variaciones Goldberg como reza la portada del disco, no es el caso. Otra cosa muy distinta es si se quiere tener el disco como testimonio, como posible perpetuación de un hecho musical. No se puede discutir que la base reconocible de la transcripción hecha por Dimitri Sitkovetski en 1985 son las Variaciones del Kantor. Pero el trabajo de Sitkovetski es relativamente libre. No comparemos, y vaya por anticipado que el trabajo del trans- criptor es excelente. Hay que dejarse de puntillismos e ir al grano: si lo que se quiere es, con la base citada, asistir a una recreación de belleza plena por tres instrumentistas en estado de gracia, ponga el disco y concéntrese. Le embelesarán ya desde la prolija y sublime exposición del tema, porque ellos la abordan embelesados. Son señalables variaciones en las que predomina un virtuosismo evidente, como en la VI y la XXVII, pero frente a esto nuestra percepción se puede remansar en la morosidad aplicada a las números XIV, XIX, XXVI o en el disfrute del puro juego camerístico desarrollado con pericia en las XV, XXI y XXXI, entre otras más que podrían citarse por una connotación determinada, como la belleza que el pizzicato confiere a la XX o el soberbio desarrollo de la complejidad canónica de la XXV. Y así, y así, y así… hasta que los cuatro artífices de esta delicia —Rachlin, Imai y Maiski— desmaterializan, por así decirlo, ¿o materializan? el milagro cuando llegan a difuminar el tema en la despedida al cerrar la obra. Queda la convicción de que lo escuchado es importante y el disfrute muy intenso. Escúchenlo. José Antonio García y García TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA N H R Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o procede de archivos de radio Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo desoporte de audio o de vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o láser disco PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 € PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 € PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 € 78 D D I SI CS O C O S S BACH-BARTÓK BACH: Conciertos para violín BWV 1041-1043, 1060. AKIKO SUWANAI, violín y dirección; VOLKHARD STEUDE, violín; FRANÇOIS LELEUX, oboe. ORQUESTA DE CÁMARA DE EUROPA. PHILIPS 475 6934 (Universal). 2005. 60’. DDD. N PN L a decisión de la violinista japonesa de grabar los Conciertos para violín de Bach con instrumentos modernos no la sitúa a la vanguardia de las interpretaciones historicistas que parecen copar el mercado en los últimos años. Su propuesta, sin embargo, resulta moderna a tenor de los elementos empleados (claridad en las texturas, ligereza en los tempi, una orquesta muy descargada) y un estilo sobrio, carente de cualquier veleidad romantizante. No obstante, esa sobriedad le traiciona restándole cierta musicalidad. Ejemplo de ello es el Adagio del Concierto BWV 1060, en el que tiende a lo cansino y su belleza temática no se ve justamente reflejada. Los movimientos más vivos obtienen una ejecución más acertada, en parte gracias al extraordinario virtuosismo de la Suwanai, una maravillosa solista que cumple su papel con sobrada pericia. Todo ello a pesar de su labor como directora, que no siempre está a la altura de su instrumento, en parte por lo antes comentado y en parte por la limitada variedad tímbrica que extrae de la orquesta. La propuesta es interesante aunque no cumpla al cien por cien las expectativas generadas por el instrumento solista. Siguen dominando la discografía Kuijken (Harmonia Mundi), Pinnock-Standage (Archiv) y Koopman-Huggett (Erato). Carlos Vílchez Negrín J. L. BACH: Mache dich auf, werde licht. Cantatas. JUGENDKANTOREI DORMAGEN. DAS KLEINE KONZERT. Director: HERMANN MAX. CARUS 83.186 (Diverdi). 1981. 64’. DDD. R PN E ntre los numerosos músicos de la familia Bach, Johann Ludwig fue uno de los más cercanos en edad a Johann Sebastian, primo suyo. Desarro- Daniel Hope EXACTITUD Y CALIDEZ BACH: Concierto para violín y orquesta nº 1 en la menor BWV 1041. Concierto para violín y orquesta nº 2 en mi mayor BWV 1042. Concierto para dos violines y orquesta en re menor BWV 1043. Concierto de Brandemburgo nº 5 en re mayor BWV 1050. DANIEL HOPE, MARIEKE BLANKESTIJN, violines; JAIME MARTÍN, flauta; KRISTIAN BEZUIDENHOUT, clave y órgano. ORQUESTA DE CÁMARA DE EUROPA. WARNER 2564 62545-2. 2005. 64’. DDD. N PN D e la feliz época vivida por Bach en Cöthen han quedado, por fortuna orquestados de su mano, los dos Conciertos para violín y el compuesto para dos violines que se contienen en el presente disco. Se advierte en las notas de carpetilla, que para este registro del Concierto BWV 1042 se ha atendido a la partitura autólló la mayor parte de su actividad en Meiningen, pequeña ciudad de Turingia cercana a Eisenach, lugar de nacimiento del más grande de los Bach. Este debió apreciar mucho la obra de su pariente, puesto que copió unas veinte de sus cantatas para ser interpretadas en la iglesia de Santo Tomás de Leipzig y gracias a ello se conservan. Cuatro de este conjunto han sido las recogidas en este CD de Carus a cargo del especialista Hermann Max, uno de los pioneros del concepto historicista, al frente de sus conjuntos Das Kleine Konzert y Jugendkantorei Dormagen, que desde 1985 se denomina Rheinische Kantorei. Max ha interpretado y grabado desde hace casi treinta años numerosas obras de los Bach, incluidos Johann Sebastian y sus hijos, así como de otros compositores alemanes de la época. Quizás el éxito conseguido con las obras más notables ha motivado la edición ahora de estas cuatro cantatas de Johann Ludwig, grabadas por la emisora WDR Köln nada menos que en 1981. El mismo Hermann Max ha grabado posteriormente al menos otros tres discos en la editora Capriccio, conteniendo otras obras de este mismo compositor, lo que no deja de tener su mérito. Esto también puede haber motivado la actual edición por Carus de esta antigua graba- grafa de Bach de la transcripción para clave y cuerdas BWV 1054 en re mayor al no existir ahora la del violín. De corte veneciano correspondiente a la época y fruto, se cree, del hecho de que su autor copió y estudió los Conciertos de Vivaldi, aunque —no podía ser menos— pasó el estilo por su tamiz personal. Concretamente en el Concierto para dos violines BWV 1043 el alejamiento respecto del estilo veneciano es mayor, entre otras cosas por su comienzo fugado. El disco que comento agrupa registros exactos, cálidos, con ese impulso del que sus intérpretes italianos más modernos han dotado a la música del Kantor, vivificada y renovada en esta acepción actual. Pasmosa es la pura ejecución de los intérpretes, que trazan enérgicamente, sin olvidar el contenido cordial —en el sentido más amplio— de ción, que completa las posteriores. En cualquier caso, toca decir que más vale tarde que nunca, pues las cantatas son buena muestra de la situación del género en la Alemania luterana del barroco tardío. En estas, se utilizan textos del Antiguo y del Nuevo Testamento glosados por arias o dúos con acompañamiento de cuerda y continuo, mas un par de oboes que aportan su particular colorido. Las cuatro obras son de calidad y duraciones muy similares y entre los solistas destacan Barbara Schlick, que durante algunos años casi monopolizó el papel de soprano en las grabaciones de música religiosa del barroco alemán y el bajo Stephen Varcoe. Recomendable para ampliar la visión global de este período y reafirmarse en la grandeza de esa especie de “primo de zumosol” que tuvo el bueno de Johann Ludwig. José Luis Fernández BARTÓK: Mikrokosmos libros 1-6. JENÖ JANDÓ, piano. 2 CD NAXOS 8.557821 (Ferysa). 2005. 148’. DDD. N PE Nueva entrega del ciclo pianístico de Bartók a cargo del pianista húngaro Jenö Jandó. Y de las más comprometidas, sobre estas músicas imperecederas. A esto se suma la parte puramente técnica en cuanto al sonido, que resulta asombrosa. Ya sabemos que en registro se puede conseguir todo ¡pero no todos lo consiguen! En realidad y antes de la escucha, ya eran de augurar resultados satisfactorios, pero la realidad supera con mucho a lo previsible, de la mano de cuantos han intervenido en la producción. José Antonio García y García todo hacia el final, como bien saben los aficionados. Música pedagógica, música progresivamente virtuosística, es también música plena, significante, sugestiva y sugerente. Así lo entiende Jandó, cuya integral creemos que está ya cerca del final. Su Bartók nunca deja de ser pedagógico, pero a cambio es también expresivo y lleno de matices. Al llegar al Libro VI, y en especial a las seis danzas en ritmos búlgaros sabemos “lo que es bueno”. Con entregas como ésta es probable que la serie Bartók de Jandó pueda codearse con las grandes, como la del también húngaro Zoltán Kocsis para Philips. No olvidemos que Jandó ha recorrido todo el gran repertorio pianístico, que tiene una interesantísima integral de las Sonatas de Beethoven, y que para él Bartók es tanto un punto de llegada como una recreación de una obra que en su país está presente por todas partes. Si este Mikrokosmos es una culminación de ciclo, ha sido muy feliz. Santiago Martín Bermúdez 79 D D I SI CS O C O S S BACH-BRAHMS BARTÓK-BEETHOVEN BARTÓK: Concierto para orquesta. El príncipe de madera, suite. SWR SINFONIEROCHESTER BADEN-BADEN UND FREIBURG. Director: MICHAEL GIELEN. HÄNSSLER CD 93.184 (Gaudisc). 2005. 64’. DDD. N PN Al margen de su interesantísimo ciclo Brahms, que algunos discutirán, Michael Gielen perfila un ciclo de compositores del siglo XX, grandes clásicos como Stravinski y Bartók. En esta nueva entrega, con dos hits del compositor húngaro, Gielen parece decididamente un director objetivista, de los que no hace concesiones, de los que toman la partitura y le sacan todo el vigor que llevan dentro. En sus manos, una obra tan grabada como el Concierto para orquesta tiene momentos en que nos parece nueva, inédita en tal detalle, con nuevas sugerencias en tal idea. Sorprende esta nueva lectura del Concierto por su planteamiento austero y, al mismo tiempo, radical, casi diríamos que violento. Lógicamente, esa violencia está presente en la suite de El mandarín maravilloso, pero ahí no nos parece nueva. Lo que nos parece nuevo en este caso es su enfoque, su secuencia; no como si se tratara de algo no oído, sino como si se nos paseara por un lugar ominoso pero conocido en el que aún faltaban algunas sorpresas. Casi es lo mismo, pero no lo es. Ojalá pudiera Hänssler ofrecerle a Gielen la posibilidad de un ciclo Bartók realmente amplio, porque este directorazo es de esos que tiene algo nuevo que decir en cada caso. Su paso por los fosos y las orquestas, su familiaridad con la música del pasado siglo le ha llevado a depurar un estilo fiel a la letra y al espíritu, esto es, a lo escrito y a su nervio interno. Un magnífico disco. Santiago Martín Bermúdez BECK: Sinfonías op. 4, nºs 1-3. Obertura de “La isla desierta”. LA STAGIONE FRANKFURT. Director: MICHAEL SCHNEIDER. CPO 777 033-2 (Diverdi). 2005. 66’. SACD. N PN La 80 herencia de los Stamitz vive en estas sinfonías de Franz Ignaz Beck, autor que Alfred Brendel EL JOVEN BRENDEL BEETHOVEN: Variaciones y otras piezas para piano. ALFRED BRENDEL, piano. 5 CD BRILLIANT 93183 (Cat Music). 1961-1964. 223’. DDD. R PE Otro chollo más de Brilliant, y van… Esta caja reúne las Variaciones y otras piezas para piano de Beethoven (Bagatelas, Rondós, etc.) en cinco discos grabados a principios de los años sesenta por un entonces joven Alfred Brendel, Este Beethoven de Brendel ha envejecido admirablemente, y escuchado ahora sigue luciendo la frescura, el desparpajo y el exquisito gusto que el artista moravo ha desplegado en este repertorio siempre, y que si acaso ha ido ganando, como los buenos vinos, aún más cuerpo y sabor con los años. Desde las Variaciones Eroica a la raramente escuchada —pero deliciosa— Polonesa op. 89, incluso la temible (por sobada) Para Elisa, sin olvidar unas magníficas Variaciones Diabelli, de una extraordinaria madurez, este álbum no tiene desperdicio. El sonido de las grabaciones Vox, que tantos melómanos disfrutamos en la época del LP, ha sido recuperado con notable excelencia técnica. No hay folleto acompañante ni notas ni nada por el estilo, pero el precio total del álbum está en línea con lo que este sello ejemplar nos ofrece habitualmente: apenas 15 euros por los cinco discos, o sea unos 3 euros por disco. Qué les voy a decir. Un álbum espléndido, maravillosamente interpretado, muy bien grabado y reprocesado (teniendo en cuenta el tiempo transcurrido) y a precio de orillo. Como en otros álbumes de este sello, sería un pecado dejarlo pasar. Absolutamente recomendable. Rafael Ortega Basagoiti Gerhard Oppitz BEETHOVEN VIGOROSO BEETHOVEN: Sonatas opp. 26, 27, nºs 1 y 2, 28. GERHARD OPPITZ, piano. Evidentemente a estas alturas sorprendería mucho que un disco de Gerhard Oppitz no cumpliese con los requisitos a los que por otra parte él mismo nos ha estado acostumbrando desde que empezó a grabar la integral de las sonatas de Beethoven. No es el caso, ya que el pianista no solamente cumple con lo esperable sino que supera las expectativas. Oppitz, ya lo hemos dicho desde estas líneas, es un músico abierto y respetuoso, que profundiza en las partituras y apunta hacia la esencia. Su Beethoven es cuidado, lleno de emoción, y sobre todo abierto de miras. Algunos de sus tempi pueden sorprender (escuchen el de la Marcha fúnebre de la Sonata op. 26), pero lo que más atrapa es el convencimiento y la solidez del intérprete, capaz de cambiar nuestras ideas preconcebidas e iluminar con otros tonos la música ya harto conocida. Oppitz es suave y atento con el tratamiento de la Sonata op. 27, nº 1. Su aterciopelado sonido se erige como estandarte y reflejo de su espíritu meticuloso y minucioso. El pianista, con una técnica impresionante siempre al servicio de la partitura, firma un comienzo de la Sonata “Claro de luna” un tanto distante, meditativo e introspectivo, que se convierte en resplandeciente en los siguientes movimientos. Su interpretación de esta partitura es dinámica y concreta, las articulaciones son ejecutadas con pronta exactitud y gran mordacidad, lo que confiere a la música fuerza y nervio. supo aunar un cierto experimentalismo con unos aires melódicos claramente procedentes de Italia. Las obras no son solamente de un clasicismo en sazón, sino que anuncian muchos de los exponentes anímicos del romanticismo. La atención que Schneider y su grupo prestan a este interesante corpus sinfónico se transmite por medio de interpretaciones de un nervio innegable, una planificación dinámica muy estudiada —uno de los terrenos donde el compositor se mostró más original— y una nítida distribución de las familias instrumentales, cuerda y vientos. La presencia del clave constituye posiblemente un cier- HÄNSSLER 98.204 (Gaudisc). 20042005. 77’. DDD. N PN Acaba este cuarto volumen de la colección con la Sonata denominada Pastoral (por cierto, que el sobrenombre le fue adjudicado por Cranz, editor de Hamburgo, el mismo que bautizó a la Appassionata) en una versión nuevamente vital y profundizada, próxima al oyente. En fin, si no estaban al caso, no se pierdan tampoco los otros volúmenes. Emili Blasco to sesgo arcaizante, pero por lenguaje y energía ejecutora las lecturas proyectan decididamente las obras hacia el futuro sin incurrir en exageraciones. Una grabación de elevado interés por las obras y la calidad misma de las recreaciones. Enrique Martínez Miura D D I SI CS O C O S S BARTÓK-BEETHOVEN BACH-BRAHMS Cuarteto Guarneri EN BUSCA DEL EQUILIBRIO BEETHOVEN: Cuartetos de cuerda. CUARTETO GUARNERI. 8 CD BRILLIANT 93323. (Cat Music). 1987-1992. 537’. DDD. R PE El ciclo de “los dieciséis” constituye —incluso más que sus ciclos de sonatas pianísticas o sinfonías— la cima de la producción beethoveniana en cuanto a su evolución estilística, formal y conceptual, transportándonos desde el clasicismo hasta el mismo siglo XX. Consecuentemente a su valor, las grabaciones de las que ha sido objeto han marcado auténticos hitos fonográficos difíciles de cuestionar, profundizando en las distintas y complementarias ópticas interpretativas de estos pentagramas. En este terreno, sin duda comprometido, Brilliant presenta, procedente de fondos Decca, la integral que el Cuarteto Guarneri comenzara a grabar hace dos décadas. Teniendo en cuenta la dificultad de encontrar una integral óptima de principio a fin y dejando a un lado el precio —para no sesgar su valoración crítica—, podemos destacar el nivel general muy notable de la que ahora nos ocupa, con escasísimos pinchazos y varias incursiones en lo sobresaliente. La característica que mejor resume este trabajo es su equilibrio conceptual y técnico, donde no hallaremos, por citar dos ejemplos, la acidez expresionista ni el extremado refinamiento dinámico de otras versiones, pero sí un discurso coherente, directo y sin artificio. Sintetizando, en líneas generales: naturalidad y detallismo en fraseo y respiraciones; excelente afinación — incluso en la viola, frecuente punto débil de otros conjuntos—; homogeneidad, tanto en el acertado reparto de protagonismos como en la calidez tímbrica del grupo, lo que cristaliza en texturas diáfanas; acentuación contundente y verosímil; tempi variados y sensatos; respeto a lo escrito, tanto en articulaciones como en la política de repeticiones seccionales; precisión y diversidad en la cantidad y peso de los ataques de arco y el vibrato; y, finalmente, una alta carga de humanidad y sinceridad expresiva. Contrarrestando levemente estos aciertos, se echa en falta una mayor sutileza en los extremos dinámicos —pp y ff. Igualmente, la cercanía de la toma sonora realza artificialmente los graves llegando en algunos momentos a saturarlos ligeramente. Globalmente, los mayores logros del ciclo se localizan en los cuartetos tempranos y tardíos. Por mencionar solo lo más destacable, dentro un clasicista y contenido Op. 18, que demanda algo más de flexibilidad agógica, encontramos sus mejores momentos en un Tercero intenso, de espectacular impulso rítmico; un Quinto rico en contrastes —impactante el pasaje que forman las variaciones IV y V del tercer movimiento—, donde superan con un control excepcional los habituales temblores del arco en los pianísimos y ofrecen una interesante gama de vibratos; y un Sexto que mira, serena pero inexorablemente, hacia el futuro —sirva de ejemplo, el valor dramático de los ocho compases finales del último movimiento. Entrando en los cuartetos medios, a excepción de momentos de muy alto valor —escuchen cómo se pasan el testigo del bellísimo fraseo desde el compás 57 (5’20’’) del tercer movimiento del Op. 59, nº 1; o el crepitante cuarto movimiento del Op. 59, nº 3—, nos dejan con ganas de mayor compromiso, resultando el conjunto americano excesivamente prudente en obras donde otros han mostrado más atrevimiento. Después de un Op. 127 deslavazado y algo tosco, un muy apreciable Op. 130 pone de relieve la dialéctica temática de su primer movimiento, y consigue una Cavatina preciosa donde la no subdivisión en corcheas propicia un adagio fluido y emocionante. Tras una turbulenta Grosse Fuge, finalmente, los momentos más brillantes del ciclo. El Op. 131, sensacional, contradictorio, humano y sombrío, soñador y angustiado, enriquece su difícil expresividad desde el primer movimiento con constantes fluctuaciones dinámicas y culmina habiéndonos dado toda una lección de maestría. Un Op. 132 de una belleza sobrecogedora, desde el estatismo de la simplicidad armónica de su Dankgesang a la tempestuosa pasión del Allegro, deja paso al extraordinario colofón: un Op. 135 absolutamente emocionante por su poder dramático y pulcra realización. Concluyendo brevemente: ocho discos en una presentación modesta pero funcional, cuyo imbatible precio —ahora sí— multiplica su alto valor artístico. Juan García-Rico Cuarteto Endellion VIDA INTERIOR BEETHOVEN: Cuartetos op. 59, nº 1 y op. 127. CUARTETO ENDELLION. WARNER 2564 63432-2. 2006. 76’. DDD. N PN Aunque muy bien pudiera tratarse de una ilusión sonora, no lo es, y este último disco del Endellion Quartet es aún más excelente si cabe que los que le preceden en esta soberbia integral que la formación está llevando a cabo. Sí, cuarta entrega esta vez con los cuartetos anunciados más arriba. La formación con el paso del tiempo comprende un Beethoven más expuesto a los peligros de la naturaleza, más vivo, más arriesgado, más plástico y sensible. Y no me digan que esto va con el carácter de las obras. Sí y no. Lo que está muy claro es que la evolución del Endellion Quartet en torno a la figura del maestro de Bonn está siendo in crescendo, esta vez ya saliéndose de lo esperado. Los componentes encuentran la comodidad ideal en estas obras, potenciándose mutuamente con gran lirismo y fuerza poética en estas partituras de nada fácil resolución. Los músicos equilibran un gran sentido de la espontaneidad (estos registros parecen sacados del vivo más que del estudio de grabación) con su firme propósito de ofrecer un Beethoven riguroso y responsable, tremendamente lleno de contenido expresivo. Una manera de hacer música totalmente en conjunción con las necesidades de ésta. Los tempi escogidos, el sonido apropiado para cada momento, y una gran flexibilidad para fusionar y cantar todas las voces hacen que estas versiones sean verdadero modelo referencial. Las versiones del Endellion Quartet destilan delicadeza y vida interior, movimiento emocional que llega al oyente de forma viva y coherente. Los cuatro músicos consumen la misma receta: talento, valentía y naturalidad instrumental, claridad de ideas y de conceptos, y energía racionada según las más íntimas necesidades de la música. Excelente. Emili Blasco 81 D D I SI CS O C O S S BEETHOVEN-BRAHMS BEETHOVEN: Sinfonías. Triple Concierto. Obertura Leonore nº 2. GORDAN NIKOLITCH, violín; TIM HOUGH, violonchelo; LARS VOGT, piano. TWYLA ROBINSON, soprano; KAREN CARGILL, mezzosoprano; JOHN MAC MASTER, tenor; GERALD FINLEY, bajo. CORO Y ORQUESTA SINFÓNICA DE LONDRES. Director: BERNARD HAITINK. 5 CD LSO LSO0078 / LSO0080 / LSO0082 / LSO0087 / LSO0090. LSO0092 (Harmonia Mundi). 20052006. 75’, 65’, 76’, 58’, 57’, 68’. DDD. N PN Bernard Hai- 82 tink no es un director especialmente imaginativo, pero eso lo compensa con una musicalidad exquisita y un saber hacer que se ha ido incrementando con el paso del tiempo. Es la suya una batuta sólida, que sabe lo que quiere y sabe cómo comunicarlo. De ahí que, si bien sus interpretaciones tienden muchas veces a la asepsia, sean siempre irreprochables en el aspecto técnico. Es lo que pasa en este ciclo beethoveniano. El director holandés entiende al genio de Bonn desde la tradición, pero, consciente de que los tiempos cambian, ha sabido enriquecerlo con algunos detalles de la experiencia historicista, por ejemplo el tipo de ataques o cierta sequedad expositiva. Todo a cuentagotas, pero al mismo tiempo sin que el resultado parezca forzado o artificioso. Antes al contrario, este Beethoven fluye en todo momento con absoluta naturalidad. La falta de implicación emocional se justifica en el deseo de Haitink de que sea la música la que hable, sin esa necesidad, tan vital en otras batutas, de que su ego trasluzca en cada una de las notas. Aquí, en cambio, el director es sólo un intermediario entre el compositor y el oyente, de ahí unas versiones bien llevadas, marcadas por el equilibrio, por la exactitud, por la coherencia y por una sabiduría que se expresa en la forma de construir cada movimiento, de frasear cada tema, con elegancia, con gusto. Y con emoción y dramatismo… Éstos no faltan a pesar de ese enfoque objetivista. Hay pasión en la interpretación de la Quinta Sinfonía, una de las más logradas de todo el ciclo. Y la hay también en la Séptima, y grandeza en la Tercera… La Novena, en conjunto, quizá sea menos convincente, con un primer movimiento Kazushi Ono LUCHA DE CLASES, LUCHA DE SEXOS BOESMANS: Julie. GARRY MAGEE (Jean), MALENA ERNMAN (Julie), KERSTIN AVEMO (Kristin). ORQUESTA DE CÁMARA DE LA MONNAIE. Director: KAZUSHI ONO. CYPRÈS CYP 4626 (Diverdi). 2005. 71’. DDD. N PN Plantea La señorita Julia, del dramaturgo sueco August Strindberg, una variante del enfrentamiento de clases, complicado por la atracción y la relación erótica de la señorita y el criado, un tema muy de Strindberg, que prefería tratar la lucha de sexos antes que cualquier otra (El padre, Acreedores y tantas otras; también sus narraciones y libros “de recuerdos”). El texto de éste ha dado lugar a múltiples puestas en escena, entre ellas la de Bergman con el Dramaten, que vimos aquí en el Teatro Español; y en nuestro país (Narros, Marsillach, Fabià Puigcerver con el Lliure, y otras). El drama ha dado lugar al menos a un film inolvidable, el de Alf Sjöberg, de 1951. Entre otros muchos, hay uno más reciente de Mike Figgis (1999). Hasta el momento, tres compositores han compuesta óperas a partir del texto de Strindberg: Ned Rorem (libreto de Kenward Elmslie, Nueva York City Opera, 1965); William Alwyn, con libreto del compositor, BBC, 1977); y Boesmans, para la Monnaie de Bruselas, de 2005. Podríamos decir, si fuéramos apresurados, que los libretistas Luc Bondy y MarieLouise Bischofberger han reducido a lo esencial el texto de Strindberg. Digamos, tan sólo, que lo han reducido, y que lo han hecho muy bien. Una ópera no necesita textos tan dubitativo, un Scherzo y un Adagio previsibles y un Finale lastrado por unas voces no siempre idóneas, pero que va creciendo hasta una conclusión que desprende entusiasmo. La Octava, por su parte, presenta un detallismo instrumental extremo, con una orquesta que adelgaza hasta convertirse en un conjunto de cámara en el trio del Tempo di menuetto. La edición incluye también el Triple Concierto, que recibe una lectura cristalina, de acentos clasicistas, y la obertura Leonora nº 2, fogosa y dramática. En definitiva, estamos ante una amplios y detallados como el de Señorita Julia original de Strindberg; y la ópera rehúye un realismo tan explícito. Los cortes y la adaptación responden a un compromiso lírico y dramático, y el resultado es una ópera de cámara con final trágico sugerido, no explícito. La música de Boesmans lo traduce con métodos que recuerdan a los de Berg, como si por fin el ejemplo bergiano se hubiera generalizado en varios autores de finales del siglo XX y comienzos del actual. Boesmans, tras una prometedora Reigen (La ronda, basada nada menos que en Schnitzler) compuso un dudoso Cuento de invierno (a partir, sí, de Shakespeare), y ahora nos trae esta obra que nos parece un acierto de concisión y de teatralidad post: referencias tonales permanentes, disonancias no emancipadas sino serviciales de lo dramático, una orquesta rica en timbres y en acompañamientos, una línea vocal que a menudo es canto duro, incluso seco, sólo en ocasiones canto puro; pero cuando es canción, lo es al modo de las canciones de Wozzeck, referencia popular y situación inquietante al mismo tiempo, tal vez porque resulta inquietante aplicar a lo popular algo que le es ajeno, extraño, imposible: lo no tonal. Un barítono, una mezzo con graves y oscuridades considerables, y una soprano con agilidades: este es el triángulo del criado oportunista, la señorita rebelde y desviada y la sirvienta guardiana de los valores tradicionales (alguien tiene que guardarlos, acaso). Obra de diálogos tensos, de integral sinfónica que dice pocas cosas nuevas, y que de hecho tampoco busca decirlas. Su objetivo es otro: mostrarnos un Beethoven bien hecho. Es cierto que hay muchísimas grabaciones memorables de este repertorio, pero éstas de Haitink, sin marcar época, son una nueva prueba del buen hacer de un director que, como el vino, sigue mejorando con los años. Como es habitual en este sello, todas las versiones fueron realizadas en vivo. El sonido, impecable. Juan Carlos Moreno tensos monólogos entre los que destacan dos o tres de la señorita Julie, constituye una variante de gran interés de la tradición bergiana que hemos señalado. Un tejido orquestal con considerable riqueza tímbrica, que da lugar a apoyos a unas líneas vocales de lejana pero a veces reconocible raíz wagneriana. Y de acuerdo con esa tradición, que pasa por Berg, el conjunto es también protagonista. El titular de la Monnaie, Kazushi Ono, dirige con firme pulso y gran teatralidad esta concentrada secuencia de sevicias y enfrentamientos, gracias a un conjunto de cámara en muy buena forma. El reparto es excelente, con una mezzo, Malena Ernman, que sabe moverse con soltura y expresividad tanto arriba, como abajo, con unos graves sorprendentes y grandes dotes de actriz; con una soprano ligera que no ignora el dramatismo, Kerstin Avemo; y un barítono que lleva el peso de las situaciones, Garry Magee. A eso se reduce, nada más, pero también nada menos, el reparto de esta joyita que ha sabido componer Boesmans a partir de un texto sencillamente insuperable. Santiago Martín Bermúdez BERLIOZ: Benvenuto Cellini. BRUCE FORD (Cellini), LAURA CLAYCOMB (Teresa), FRANZ HAWLATA (Balducci), MONICA GROOP (Ascanio), CHRISTOPHER MALTMAN (Fieramosca), RALF LUKAS (El papa). CORO DE LA RADIO DE LEIPZIG. SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director: ROGER NORRINGTON. 2 CD HÄNSSLER 93.105 (Gaudisc). 2003. 143’. DDD. N PN No les falta razón a los historiadores cuando se refieren a Benvenuto D D I SI CS O C O S S BEETHOVEN-BRAHMS Cellini como una obra víctima de su propia originalidad. A medio camino de muchos géneros, el hilo principal es el de una comedia, pero con sorprendentes incursiones de seriedad y profundidad. Norrington obvia muchas de las dificultades interpretativas —entre ellas, la versión; escoge la de Weimar— que plantea la obra por medio de una vibrante lectura en concierto público. Es conocida su condición de gran defensor del inclasificable compositor francés —un caso extremo de romanticismo, cuando paradójicamente él se tenía como clásico— desde la primera Fantástica con instrumentos originales. Aquí no cuenta el músico británico con ese recurso, pero a pesar de todo logra transmitir la inagotable fantasía instrumental del creador galo. El humor puede parecer algo patoso en ocasiones, pero Norrington sortea ese peligro con chispa y consigue momentos muy brillantes, en especial los corales o los confiados a los instrumentos de metal, de escritura ciertamente asombrosa. El final de la obra exulta de alegría de vivir. El reparto, desafortunadamente, queda un poco por debajo del rendimiento de batuta, coro y orquesta. Ford tiene una bonita voz lírica, pero su afinación no es tan exacta como en el pasado. El timbre de Claycomb se muestra desigual; magnífico, en cambio, el animoso Ascanio de Groop, parte que destaca frente a las sólo aceptables de Hawlata o Maltman. Una interesante oportunidad, en todo caso, de acercarse a la atípica obra de Berlioz desde una óptica distinta de la más tradicional de Davis. Enrique Martínez Miura caso. Como era de esperar, al afrontar el Op. 47 de Schumann, Brahms no podía limitarse a una mera reducción del trío de cuerdas, dejando intacta la parte original para teclado. Muy al contrario, el transcriptor vuelve a pensar la obra en su totalidad, de manera que el resultado podría perfectamente tomarse por original, tal es por ejemplo la naturalidad con que se acomodan los pasajes contrapuntísticos. En la obertura Hamlet, de Joachim, los procedimientos son más rutinarios, sólo que la rutina brahmsiana pasa por un cuidado especial de las sonoridades pianísticas a fin de que sin dejar de ser tales conserven el efecto de ominosa atmósfera conseguido por la orquesta. En cuanto a los Ländler de Schubert, el enriquecimiento viene lógicamente dado por la capacidad inversa, esto es: la de expandir las texturas sin nunca perder de vista el “núcleo duro” como fuente generadora. Los intérpretes siguen en su línea habitual de aunar ejecuciones impecables y un rigor estilístico que en esta ocasión atiende a dos frentes, el brahmsiano y el del correspondiente compositor transcrito. Y las tomas, anónimas pero estupendas. Alfredo Brotons Muñoz BRAHMS: Missa canonica op. póst. Motetes opp. 29 y 74. Geistliches Lied op. 30. Ave Maria op. 12. RHEINBERGER: Misa para coro doble en mi bemol mayor op. 109. CORO DE LA CATEDRAL DE WESTMINSTER. MATTHEW MARTIN, órgano. Director: MARTIN BAKER. HYPERION CDA67559 (Harmonia Mundi). 2005. 69’. DDD. N PN BRAHMS: Transcripciones para piano a cuatro manos de obras de Schumann, Joachim y Schubert. SILKE-THORA MATTHIES Y CHRISTIAN KÖHN, piano a cuatro manos. NAXOS 8.555848 (Ferysa). 2001. 61’. DDD. N PE Una vez agotadas las transcripciones de Brahms para piano a cuatro manos y dos pianos de su propio repertorio, en su decimosexta entrega esta extraordinaria integral aborda las incursiones del gran compositor hamburgués en corrales ajenos. El disco que abre la subserie toca las tres posibilidades de partida, música de cámara, orquesta y piano solo, con un autor diferente en cada Josef Gabriel Rheinberger (1839-1901) nació en el principado de Liechtenstein, pero pasó toda su vida profesional en Múnich, donde fue conocido como profesor de composición (de Wilhelm Furtwängler, por ejemplo) y, sobre todo, como organista. Esta última es la actividad por la que principalmente se le recuerda (y graba) en la actualidad, a pesar de haber sido sumamente prolífico en música orquestal, de cámara y vocal (escénica y sacra). Representante cabal del más rancio academicismo dentro de la escuela alemana, en su Misa para coro doble en mi bemol mayor, op. 109, escrita en 1878 con dedicatoria al Papa Nicholas Angelich PALADEAR LA MÚSICA BRAHMS: Fantasías op. 116. Intermezzi op. 117. Klavierstücke opp. 118, 119. NICHOLAS ANGELICH, piano. VIRGIN 0946 379302 9 (EMI). 2006. 61’ (+Bonus, 24’). DDD. N PN A estas alturas el que no conozca las interpretaciones de Nicholas Angelich de obras de Brahms, puede decirse que se está perdiendo algo verdaderamente excepcional y diferente, algo que no solamente se acerca, sino que comparte un merecido sitio en la tribuna de las indiscutibles interpretaciones referenciales. El pianista tiene la osadía de acercarse al de Hamburgo con placer, obediencia y respeto, con valentía y atrevimiento. De esta manera se eleva su Brahms. Vale la pena remarcar estas aptitudes ya que son fruto de una extraña mezcolanza, sin duda de difícil consecución hoy día. Angelich posee una sana humildad que le otorga veracidad y poder persuasorio. Su enfoque es muy particular pero a la vez natural, sin complicaciones ni aditivos innecesarios. El pianista prima sobre todo la autoescucha; de ahí su obsesión por el cuidado del sonido y lo que de él pueda desprenderse. De sus versiones emana una ensoñación real, una absoluta certeza serena, un gran lirismo característico. La calidez de su enfoque permite un Brahms libre y muy expresivo, exquisito, de tempi reposados que permiten poder pala- León XIII y que le valió su ordenación como caballero de Gregorio Magno, se aprecia sin embargo una dosis considerable de sinceridad e inspiración sumada al dominio absoluto de la mecánica compositiva. La versión en que aquí se presenta, técnicamente clara y expresivamente intensa, acaba de hacer totalmente recomendable un disco que, además, se añade a interpretaciones por idénticos méritos encomiables de algunas de las obras más importantes de las dedicadas por Brahms al instrumento coral; entre ellas, una llamada Missa canonica iniciada en 1856, nunca acabada aunque sí parcial- dear las múltiples virtudes reunidas en las partituras. Su espíritu brahmsiano brilla con delicadeza y sumo cuidado. Las piezas contenidas en los dos discos (el primero con las Fantasías op. 116 es a modo de Bonus CD) se adaptan estéticamente a las necesidades del pianista, que encuentra en ellas caminos abiertos a su sensibilidad. Las “miniaturas” que Brahms escribe en los últimos años de su existencia rebosan toda una fuerza insólita y una serie de emociones muy íntimas que Angelich capta magníficamente y canaliza con vehemencia y ternura. Estas son unas versiones consecuentes en las que destacar o subrayar alguna obra se antoja innecesario, ya que en todo momento las interpretaciones de Nicholas Angelich son fruto de su personal forma de recrear las partituras: el poso se deposita en lo más hondo del espíritu para el posterior saboreo del mosto. En fin, no se pierdan esta maravilla. Emili Blasco mente reutilizada (en los dos números del Op. 74), y de la que se ofrecen los cuatro números que definitivamente parecen ser los únicos completados: Kyrie, Sanctus, Benedictus y Agnus Dei. La alternativa dirigida por Marcus Creed al RIAS de cámara (véase SCHERZO nº 103, pág. 72), siendo también muy potente, omite el primero pero también la parte de órgano añadida por el editor Otto Biba en 1984. Las tomas sólo tienen como defecto el de resultar un poco estrechas para las voces agudas en los volúmenes mayores. Alfredo Brotons Muñoz www.scherzo.es 83 D D I SI CS O C O S S BRAHMS-DE LA CRUZ BRAHMS: Rapsodia para contralto op. 53. Rinaldo op. 50. SCHUBERT: Gesang der Geister über den Wasser D. 714. LIOBA BRAUN, contralto; CARSTEN SÜSS, tenor. GÄCHINGER KANTOREI. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director: HELMUTH RILLING. HÄNSSLER CD 98.228 (Gaudisc). 2005. 65’. DDD. N PN La cantata R i n a l d o (1868) tiene una mala fama incontestable. Sin duda, es la oveja negra de todo el catálogo de Brahms. ¿De forma justificada? Es cierto que no alcanza las cimas de Un Réquiem alemán, pero tampoco merece los vituperios con los que algunos musicólogos y críticos se regalan cuando se refieren a ella. Para tenor, coro masculino y orquesta, sobre un texto de Goethe a su vez basado en Tasso, es una composición épica, exultante, con ciertos lugares comunes (esos momentos más “militares” a son de marcha), pero que también nos deja la incógnita de cómo habría podido ser una ópera firmada por el hamburgués… A su lado, una obra ya de repertorio, la Rapsodia para contralto, op. 53 (1870), y un regalo schubertiano, la Canción de los espíritus sobre las aguas (1821), ambas también sobre versos del autor de Fausto. Rilling opta por cierto comedimiento, incluso en Rinaldo, donde podría abusar más de los contrastes, hacer una lectura más teatral. Es una opción, y lo cierto es que las debilidades de la partitura quedan así algo disimuladas. El tenor hace lo que puede, mientras que el coro y la orquesta rinden a un nivel excelente, como también en las otras dos composiciones, en la de Schubert transmitiendo todo su misterio y magia, y en la rapsodia su poesía, aquí sí con una solista vocal que convence y emociona gracias a un timbre acogedor y cálido, y a un fraseo depurado y expresivo. Un disco a tener muy en cuenta. Juan Carlos Moreno BRAHMS: Un Réquiem alemán op. 45. SUSAN GRITTON, soprano; HANNO MÜLLER-BRACHMANN, barítono. CORO DEL KING’S COLLEGE DE CAMBRIDGE. EVGENIA RUBINOVA, JOSÉ GALLARDO, pianos. Director: STEPHEN CLEOBURY. 84 EMI 3 66948 2. 2006. 65’. DDD. N PN S erá verdad, como se dice en la carpetilla de este disco, que la primera vez que en Inglaterra se oyó el Réquiem alemán fue con arreglo para dos pianos, hecho por el propio compositor, de la parte orquestal; también que el piano fuera durante mucho tiempo lo que hoy en día los reproductores de CDs, esto es, la forma en que para la inmensa mayoría de las personas era posible el conocimiento de cualquier obra musical. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede con el arreglo de todas las partes, solistas y corales incluidas, para dúo pianístico, de la cual existe una estupenda versión a cargo de Silke-Thora Matthies y Christian Köhn (NAXOS 8.554115), en esta otra ocasión el trabajo de Brahms se limita a la conservación de un esqueleto casi sin vida, que no aporta más que el sostén armónico a las voces. Si se añade la baja forma del Coro del King’s College, la insulsez de la dirección de Cleobury (otra excepción), las simplemente correctas de los demás intérpretes y la pobre calidad de la grabación (una auténtica rareza hoy en día), la recomendación no puede ser otra que la abstención. A partir del desgañitado fa 4 que emiten al minuto y cuarenta y seis segundos de la primera pista, queda claro que las sopranos no van a poder con su parte de ninguna manera. Y la cantidad de tutti en que el espectro sonoro se ve saturado es demasiado grande para intentar siquiera una mínima selección de ejemplos. Lo dicho: huir. Alfredo Brotons Muñoz CALDARA: Cantate. Sonate ed Arie. La Gioia Armonica. JÜRGEN BANHOLZER, contratenor; MARGIT ÜBELLACKER, dulcimer; EMILIA GLIOZZI, violonchelo. RAMÉE RAM 0405 (Diverdi). 2004. 66’. DDD. N PN C uántas cosas todavía nos quedan por descubrir de Antonio Caldara. Ignorábamos, por ejemplo, que en sus interminables peregrinaciones por las cortes europeas, tropezó con un nuevo instrumento, el “Pantaleón”, construido por el violinista Pantaleon Hebernsteit Eduard van Beinum INÉDITOS BRUCKNER: Sinfonía nº 8. MAHLER: Sinfonía nº 6. ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Director: EDUARD VAN BEINUM. 2 CD TAHRA 614-615 (Diverdi). 1955. 146’. ADD. H PN E duard van Beinum (19001959) es actualmente poco o nada conocido en Europa a pesar de que ahora tenemos bastantes más testimonios fonográficos que antes. Recordemos que se pueden encontrar dos álbumes de la serie Decca-Philips Original Masters, otro de la colección Grandes Directores del siglo XX de EMI (muestrario suspendido antes de llegar a su fin) y algunas ediciones en Philips pertenecientes a la serie Artistas holandeses que solamente pueden conseguirse en ese país o bien a través de internet (entre ellas, sinfonías de Bruckner, Brahms, Mahler y música orquestal de Debussy ávidamente buscadas por coleccionistas y conocedores). Además, grabaciones en conciertos públicos de diversos festivales que todavía esperan su publicación. Ahora, tenemos la suerte de que Tahra publique dos conciertos inéditos de este gran director grabados en vivo por la emisora holandesa NRU en abril y diciembre de 1955. Bruckner era para Van Beinum su “pan cotidiano”, como decía él mismo, aunque, desgraciadamente, no pudo completar el ciclo sinfónico para su sello habitual (actualmente se puede conseguir en Philips un álbum con sus cuatro versiones de las Sinfonías Quinta, Séptima, Octava y Novena). Esta Octava en vivo que ahora publica Tahra se interpretó poco antes de su grabación en estudio para Philips, registrándose en diez acetatos (dieciocho caras) reprocesados en el CD que comentamos. No hay diferencias apreciables entre las dos (vivo y estudio), hasta ese punto era coherente Van Beinum en sus interpretaciones: la flexibilidad de sonido, la transparencia orquestal, el esplendor majestuoso de los clímax o, en fin, la expresividad de los pasajes líricos, son auténticas marcas de la casa. Pasajes a destacar: el magnífico fraseo en el Adagio, que, efectiva- mente, casi corta el aliento desde los primeros compases. Asimismo la discografía de Mahler de Van Beinum es bastante reducida, más incluso que la de Bruckner: dos versiones de los fahrenden Gesellen (con Zareska y Merriman), una de la Cuarta (con Margaret Ritchie) y otra de la Canción de la tierra (con Haefliger y otra vez Merriman) forman el pequeño número de grabaciones del gran director holandés (aparte de algunas Sinfonías en vivo que seguramente se publicarán más pronto que tarde). El libreto nos cuenta que Van Beinum le propuso a Philips grabar series dedicadas a Mahler, pero desgraciadamente la multinacional holandesa declinó el proyecto. De esta versión en vivo de la trágica Sexta (con el Andante en segundo lugar y el Scherzo en tercero) hay que destacar el dramático último movimiento con los tempi bastante más moderados que en los tres tiempos anteriores, pero con una intensidad y concentración absolutamente espectaculares. Habría que recurrir a Jascha Horenstein, Dimitri Mitropoulos o directores de ese porte para encontrar tales poder analítico y pureza expresiva en esta obra dirigida por Van Beinum, “quizá la partitura más personal que jamás se haya escrito”, según sus propias palabras. En suma, álbum histórico de indiscutible importancia que viene a añadir otro eslabón más a la reducida discografía de este gran director. Buen sonido monofónico y acertados comentarios de Niek Nelissen en inglés y francés que documentan ampliamente sobre la discografía de este maestro hoy prácticamente olvidado. Enrique Pérez Adrián D D I SI CS O C O S S BRAHMS-DE LA CRUZ (1667-1750). El pantaleón era una especie de címbalo mejorado y convertido de diatónico en cromático. Aunque no existen copias históricas del instrumento, se pueden reconstruir sus dimensiones y características a través de las descripciones que se conservan en documentos de la época. El pantaleón tuvo un cierto éxito en el ámbito de los países alemanes, aunque no se conservan partituras originales. Es también posible que buena parte de su repertorio fuera improvisado o estuviese basado en transcripciones de otros instrumentos. Caldara utilizó el pantaleón como instrumento obligado junto a la voz en dos arias: Ahi! come quella un tempo città di popol piena y la maravillosa Libertà cara e gradita. La primera es una versión libre de Apostolo Zeno sobre los textos de las Lamentaciones del profeta Jeremías, lo que motivaría el empleo del pantaleón como instrumento evocador de atmósferas del Oriente próximo. El resto del programa lo completan dos cantatas, Vicino a un rivoletto (donde la parte del violín es adaptada al pantaleón con excelentes resultados) y Astri di quel bel viso, y dos Sonatas para violonchelo. Un repaso sugerente a la obra de un músico que no deja de reservar sorpresas. La Gioia Armonica interpreta estas piezas con pulcritud. Su director y solista, el contratenor Jürgen Banholzer, exhibe un bonito timbre vocal, aunque le falta algo de garra teatral, sobre todo en la primera aria. Stefano Russomanno CHOPIN: Polonesas op. 26, nºs 1 y 2, op. 40, nº 2 y op. 53, Impromptus opp. 29, 36, 51, Fantasíaimpromptu op. 66. EVGENI KISSIN, piano. RCA 82876686692 (Sony-BMG). 2004. 57’. DDD. N PN El 26 de julio de 2004 Evgeni Kissin ofreció un recital Chopin en la Sala Médran de Verbier, en el marco del Festival de esa ciudad suiza. Recital que ahora nos sirve RCA en una espléndida grabación, y que sin duda hará las delicias de los admiradores de este estupendo pero controvertido pianista. El ruso despliega en este concierto toda su excelencia técnica, luciendo una dinámica anchísima (exquisitos pianissimi Michal Kanka INTENSIDAD Y EMOCIÓN CHOPIN: Sonata para violonchelo y piano op. 65. Introducción y polonesa brillante op. 3. GRIEG: Sonata para violonchelo y piano op. 36. MICHAL KANKA, violonchelo; JAROMÍR KLEPÁC, piano. PRAGA PRD/DSD 250 229 (Harmonia Mundi). 2006. 70’. SACD. N PN Cada disco de Michal Kanka es un acontecimiento. Sea con el Cuarteto Prazák, sea en dúo con los pianistas Ivan Klánsky o Jaromír Klepác, el violonchelista checo no defrauda las expectativas. Es un músico de los pies a la cabeza, inteligente, intuitivo, apasionado y dotado de una técnica extraoren la sección central de la Fantasía-impromptu, por ejemplo, frente a los contundentes fortissimi de algunos momentos de las Polonesas) y un poderío titánico, además de una cristalina claridad de articulación. En qué medida su fraseo, por lo demás siempre expresivo y alejado de la frialdad, resulta a veces algo forzado, recargado o grandilocuente en cuanto al rubato se refiere puede ser materia de debate. Puede opinarse así al escuchar el de la sección central de la mencionada Fantasía-impromptu, el del Impromptu op. 51 o incluso el de algunos momentos de la Polonesa op. 40, nº 2, donde se añora la fluidez de un Rubinstein o un Zimerman, por no hablar del más objetivo Pollini. Las transiciones (así el retorno de la sección principal en la Op. 26, nº 2) están magníficamente realizadas, las interpretaciones tienen por lo demás toda la carga dramática que cabe esperar, y difícilmente puede soñarse con una sección central del Op. 36 realizada de forma más hermosa y perfecta. Pero se echa de menos la fluidez y espontaneidad de otros pianistas (los mencionados y algunos otros), e incluso en algún que otro momento (Op. 51) la música parece pedir algo más de arrebato. En la Op. 53 que cierra el disco, el carácter heroico de la pieza está admirablemente captado, pero a cambio hay momentos que puedan considerarse algo grandilocuentes. En este sentido, hay momentos en este recital que recuerdan las idiosincrasias de algún compatriota de Kissin (pienso en Cherkaski), en los que el discurso, a fuerza de dinaria que siempre se pone al servicio de la música que interpreta. Vaya por delante, este disco es excepcional. Contiene música que es una delicia, sin duda, pero que tocada así, con esta intensidad y emoción, todavía crece más. Ahí está, sin ir más lejos, la emoción que destila el Andante molto tranquillo de la Sonata de Grieg. La contención del sonido, la forma de oscurecerlo, de hacer cantar al instrumento a media voz, es de antología. En el otro extremo emocional, la gracia un tanto frívola de la Introducción y polonesa brillante de Chopin se transmuta en pura seducción. Y Klepác no le va a rubato, parece un tanto entrecortado. En resumen un recital técnicamente excelso, con muchos momentos excepcionales y algunos otros en los que el empeño expresivo ha bordeado cierto amaneramiento y exageración. En resumen, recomendable pero con precaución. Escuche antes de comprar, porque no es para todos los gustos. Rafael Ortega Basagoiti CIMAROSA: Il marito disperato. BRUNO DE SIMONE (Don Corbolone), CARMEN GIANNATTASIO (Eugenia), MARIANNA PIZZOLATO (Dorina), VASSILIKI KARAJANNI (Gismonda), JUAN JOSÉ LOPERA (Valerio); LUCIANO DI PASQUALE (Marchese), FILIPPO MORACE (Conte). ORQUESTA DEL TEATRO SAN CARLO DE NÁPOLES. Director: ANTONINO FOGLIANI. BONGIOVANNI GB 2397/8-2 (Diverdi). 2003. 122’. DDD. N PN la zaga al violonchelista. Juntos forman un dúo fantástico, compenetrado y dispuesto a dejarse llevar por el placer de hacer música y, de paso, arrastrarnos a nosotros con ellos. Para no perdérselo. Juan Carlos Moreno dominio del género, su capacidad para la vena melódica, las posibilidades del género bufo y consigue la máxima expresividad estética, para la época. Existen recitativos y diálogos muy cuidados y momentos muy inspirados, como las arias de Eugenia y Don Corbolone del primer acto o la bella introducción del fínale segundo. En el reparto destaca el trabajo en equipo, con un buen dominio del estilo y con voces correctas, con la presencia de Bruno de Simone, que sabe dar un carácter cómico, con elegancia y un fraseo muy expresivo, Vassiliki Karajanni, con una voz bella y con un canto musical, la sutileza de Carmen Giannattasio, que consigue reflejar de forma muy delicada su hermosa aria, el enfoque desenfadado de Marianna Pizzolato y la buena línea de Juan José Lopera, dirigidos con oficio por Antonino Fogliani. Albert Vilardell Poco a poco se van recuperando las obras de Domenico Cimarosa, que durante muchos años era prácticamente conocido por Il matrimonio segreto. La nueva propuesta, Il marito disperato, también denominada Il marito geloso, fue estrenada en 1785, cuando su autor ya había compuesto más de cuarenta óperas y estaba en un momento importante de su carrera. Se trata de una comedia clásica de enredo, definida como “fabula comica di carattere”, donde Cimarosa muestra su DE LA CRUZ: Triángulo de verano. Altair. Deneb. Erídano. Austral. Chio. Soluna. FRANCISCO MARTÍNEZ, saxo. SAX ENSEMBLE. Director: JOSÉ DE EUSEBIO. AUTOR SA01269. 2006. 52’. DDD. N PN H ay en la música de Zulema de la Cruz, y desde luego en las obras de los años ochenta y noventa —como las recogidas en el presente CD— una preo- 85 D D I SI CS O C O S S DE LA CRUZ-FRANCK cupación por las proporciones y por la espacialidad del sonido, de manera que el sustrato y la base de las mismas es la compaginación de ciencia —matemática— y poesía, en aras de la belleza. Máquina y sentimiento. Lo anárquico y lo racional. Lo cósmico, el firmamento, las estrellas, en su dimensión matemática y científica —que no supone eludir la poética o la estética—, han sido el motor compositivo de las piezas aquí reunidas. Al oyente medio no tienen por qué importarle las motivaciones de una obra: lo que busca es que le agrade, que le haga sentir algo, que le resulte placentera. En este caso, encontrará una música atractiva —bastante más que mucha de la de su mismo género—, interesante e incluso seductora por su cuota de misterio. La sustitución de lo meramente especulativo por el desarrollo de una idea que obedece a un plan, más la incorporación del factor humano como correctivo de la pura frialdad y/o aleatoriedad sonora, son los responsables de ello. Música electroacústica, saxofones, percusión y piano proporcionan —en combinación y coexistencia— hermosos timbres, atmósferas y colorido. El acreditado grupo Sax Ensemble —del que la autora Zulema de la Cruz es miembro—, con la participación solista de Francisco Martínez y la solvente dirección musical de José de Eusebio, son intérpretes adecuados y brillantes. Un CD, en suma, para desechar la idea de que la música contemporánea forzosamente ha de ser aburrida y pesada. José Guerrero Martín DONIZETTI: Il diluvio universale. MIRCO PALAZZI (Noè), MAJELA CULLAGH, (Sela), MANUELA CUSTER (Ada), COLIN LEE (Cadmo). GEOFFREY MITCHELL CHOIR. ORQUESTA FILARMÓNICA DE LONDRES. Director: GIULIANO CARELLA. OPERA RARA ORC 31 (Diverdi). 2005. 129’. DDD. N PN 86 E sta acción sacra se estrenó en Nápoles en 1830, por ello no ha de extrañar la influencia rossiniana del Mosè en esta partitura donizettiana colmada de bellezas, incluyendo la oportuna plegaria a imagen y semejanza de la sublime Dal tuo stellato soglio. Aquí es Noè el encargado de resolver su equivalente, Dio tre- Bob van Asperen BRILLANTE COMIENZO L. COUPERIN: Piezas de clave Vol. 1. BOB VAN ASPEREN, clave. AEOLUS AE-10094 (Gaudisc). 2005. 72’. DDD. N PN Bob van Asperen (Ámsterdam, 1947) inicia con este disco lo que parece será grabación íntegra de las aproximadamente 130 piezas para clave de Louis Couperin, que se han conservado en estado de manuscrito. Comienza para ello componiendo cinco suites, a las que añade una fantasía aislada. La música de Couperin, sugerente y refinada siempre, alcanza momentos especialmente atractivos en los preludios no medidos y en las chaconas, de los que van Asperen ofrece cuatro ejemplos memorables (la suite en la menor la hace arrancar directamente con una allemande). Emplea el clavecinista mendo, Dio possente, personificado por un jovencito Mirco Palazzi, que está destacando convenientemente en este repertorio del primer ochocientos a base de unos coloridos medios de bajo cantante cercano a la cuerda de barítono. La vocalidad de los otros tres personajes principales es, asimismo, de equivalencias rossinianas, en especial la del tenor por la extensión de su registro y el empuje de su discurso. Colin Lee, a falta de brillo, resuelve la papeleta con gallardía y disposición estilística. La Custer se desenvuelve bien en cometidos como el que asume en esta oportunidad, con una voz no especialmente destacable por su atractivo, pero sí por la necesaria y generosa extensión que una intérprete cuidadosa como ella sabe sacarle el conveniente provecho. Cullagh, después de sus inicios tan espectacularmente prometedores, parece que se ha quedado un tanto achicada. Sin embargo, es capaz de resolver todas las exigencias de Sela, personaje encomendado a una soprano lírica coloratura con posibles. Solvencia vocal y ejecutiva en el resto del amplio equipo. Carella maneja con pericia esta música que traduce enérgico y fantasioso, con unos coros a la altura de las muchas exigencias por partitura. Curiosidad final: rubricando la escena de introducción Donizetti utiliza un tema, en forma de marcha, holandés un instrumento francés original del siglo XVII, depositado en un museo de Hamburgo, y de autor desconocido. Su brillante sonoridad, convenientemente combinada con el registro de laúd, sirve a van Asperen para ofrecer una visión menos melancólica e introspectiva de la que suele ofrecerse habitualmente de esta música. El tono general de la interpretación es vitalista, vigoroso, con articulaciones muy marcadas y ritmo punzante y constante. Van Asperen emplea en cambio un fraseo muy suelto en los preludios (el en re menor es extraordinario, con dos secciones libres encuadrando una parte central fugada y escrita con barras de compás) y en las chaconas, en las que el empleo del silencio y del rubato alcanza cotas muy altas de expresividad (como en que luego reaparecerá en la postrera Hija del regimiento. De nuevo, el bergamasco se beneficia de las costumbres del pesarense. Dado que la única oferta de la obra es la grabación en vivo de Génova de 1985, de no fácil acceso, ésta del sello inglés, además de por sus méritos intrínsecos, es por este vacío doblemente recomendable. Fernando Fraga DONIZETTI: Caterina Cornaro. MARGHERITA RINALDI (Caterina), GUIDO MAZZINI (Andrea), OTTAVIO GARAVENTA (Gerardo), LICINIO MONTEFUSCO (Lusignano), GIANNI SOCCI (Mocenigo). CORO Y ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RAI DE TURÍN. Director: ELIO BONCOMPAGNI. 2 CD BONGIOVANNI GB 2410/11-2 (Diverdi). 1974. 104’. ADD. R PN Ú ltima obra estrenada en vida del compositor, Caterina Cornaro ha gozado de éxito, cuando cantantes como Leyla Gencer o Montserrat Caballé la incorporaron a su repertorio en los años setenta, pero posteriormente ha vuelto a caer en el olvido, aunque afortunadamente existen grabaciones de aquellas prestaciones, donde se puede ver dos formas distintas, igualmente válidas, de entender la primera de las dos chaconas que incluye en fa mayor, absolutamente deliciosa). Otros momentos de especial interés reposan en la Sarabande en la menor, pieza muy ornamentada, o en la Fantasía Duretez, obra que se mueve en la línea de las obras extravagantes de un Frescobaldi o un Giovanni De Macque. Magnífico comienzo de edición. Pablo J. Vayón el belcantismo. En aquellas fechas una tercera soprano, Margherita Rinaldi, cantó esta obra en Turín y ahora se efectúa su publicación. La soprano italiana hizo una carrera correcta, basada en un timbre bello, aunque no muy expansivo, una buena técnica y una cuidada musicalidad, cualidades que se reflejan en su visión de la heroína donizettiana, aunque le falta esa capacidad elegíaca de las dos sopranos antes mencionadas. Algo parecido ocurre con Ottavio Garaventa, cantante profesional y responsable, que da una correcta interpretación. Del resto del reparto hay que remarcar el buen fraseo de Licinio Montefusco, una cierta nobleza en Guido Mazzini y la discreción de Gianni Socci, dirigidos por Elio Boncompagni, con oficio, pero limitado de expresión, siendo notable, como es costumbre, la inclusión de los textos. Albert Vilardell DONIZETTI: La figlia del reggimento. MARIA COSTANZA NOCENTINI (Maria), GIORGIO CASCIARRI (Tonio), LUCIANO MIOTTO (Sulpizio), MILIJANA NIKOLIC (La Marquesa). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO MARRUCINO DE CHIETI. Director: MARZIO CONTI. 2 CD NAXOS 6.660161-62 (Ferysa). 2004. 102’. DDD. N PE D D I SI CS O C O S S DE LA CRUZ-FRANCK Unos meses después de estrenarse en francés llegó en versión italiana esta ópera a la Scala milanesa, realizando el compositor para la ocasión diversos cambios, los necesarios para adaptarla al nuevo público, afectando especialmente a los recitativos. Aunque lo más llamativo fue la desaparición de los cuplés de la Marquesa y la sustitución del Pour mon âme, con sus exigentísimos nueve do, por un aria que Donizetti tomó prestada del protagonista titular de Gianni di Calais. Sin embargo, el tenor de esta representación chietiana hizo caso omiso de esta página (Feste? Pompe? Omaggi? Onori?), atacando la cabaletta de los agudos, en traducción por supuesto italiana, con unos medios que se corresponden con los típicos de un tenore di grazia. Resuelta con alguna desigualdad y con no demasiado brillo (quizás por miedo: en el agudo final del acto I al unísono con la soprano, al estar arropado, aparece más seguro), Casciarri destaca más en el dúo con Maria y, especialmente, en el pre-offenbachiano terceto, merced a un canto muy cuidado y a una voz límpida, de agradable colorido peninsular. Nocentini, con un buen agudo que desearíamos desplegara más, hace una Maria impecablemente cantada que aprovecha la doble vertiente del personaje, la sentimental y la cómica, bien que parezca dominar mejor en la primera si se admite que encuentra uno de sus mejores momentos en Le ricchezze, il grado. Miotto, argentino, ha captado la esencia del cantante bufo italiano y, con un modelo evidente (Sesto Bruscantini), da a Sulpizio notable relieve. Bien el resto del equipo, en una versión en conjunto más que digna, en la que colabora la briosa, vívida dirección de Marzio Conti. Fernando Fraga DONIZETTI: Lucia di Lammermoor. JOAN SUTHERLAND (Lucia), JOÃO GIBIN (Edgardo), JOHN SHAW (Enrico), JOSEPH ROULEAU (Raimondo). CORO Y ORQUESTA DEL COVENT GARDEN. Director: TULLIO SERAFIN. 2 CD ROYAL OPERA HOUSE Heritage Series ROHS002 (Diverdi). 1959. 126’. ADD. N PN J oan Sutherland inició su gran carrera internacional a partir de cantar estas representaciones de Lucia di Lammermoor en el Covent Garden que obtuvieron un clamoroso éxito. La gran soprano australiana posee una voz brillante y de cierta densidad, con una facilidad en el registro agudo espectacular y una gran capacidad para escalas y trinos, regulando su instrumento de forma increíble. Su versión de Lucia, que cumple las exigencias de soprano coloratura, es un alarde de facultades, que destaca especialmente en la vocalidad, con una expresión más etérea y con una visión del personaje más genérica. Su fraseo posee una gran musicalidad, su expresión es buena, aunque a veces la dicción no es suficientemente explícita. El resto del reparto es inferior, con el tenor brasileño João Gibin, de medios poco interesantes y con una línea sin la delicadeza del belcanto, completando el reparto el barítono John Shaw, correcto pero excesivamente extrovertido y el bajo Joseph Rouleau, conocido de los aficionados barceloneses, con un Raimondo profesional. Los conjuntos londinenses están dirigidos por Tullio Serafin, gran dominador de la partitura y profundo conocedor de las voces, que consigue una versión en el estilo de la época, que contrasta claramente las situaciones, dando sutileza y efecto dramático. Albert Vilardell ELGAR: Concierto para violín y orquesta en si menor op. 61. CHAUSSON: Poema para violín y orquesta op. 25. PHILIPPE GRAFFIN, violín. REAL ORQUESTA FILARMÓNICA DE LIVERPOOL. Director: VERNON HANDLEY. AVIE AV2091 (Gaudisc). 2005. 62’. DDD. N PN El interés fundamental de este disco es que ofrece el Concierto para violín de Elgar tal y como estaba en los manuscritos del autor —la reducción para violín y piano y la versión con orquesta— antes de que estos fueran sometidos a la opinión de Fritz Kreisler. Es decir, es el trabajo original de Elgar y de su asesor violinístico, W. H. Reed, concertino en aquel entonces de la Sinfónica de Londres. Los cambios sugeridos por Kreisler y acepta- Seicento EL FUTURO ESTÁ AQUÍ FONTANA: Sonatas. Vol. I. GRUPPO SEICENTO. ARSIS 4200 (Diverdi). 2005. 55’. DDD. N PN Tres jóvenes solistas chilenos (el violinista Raúl Orellana, el flautista Ricardo Simian y el guitarrista y laudista Eduardo Figueroa) coincidieron en la Escuela Cívica de Milán (hoy Academia Internacional de la Música) con tres músicos italianos (el violinista Marco Piantoni, el fagotista Vincenzo Onida y el clavecinista y organista Davide Merello) y con el violagambista sevillano Rami Alqhai y fundaron en 2002 el Gruppo Seicento, conjunto que tiene ya una trayectoria reconocible y que hace su presentación discográfica de manera formidable, con un magnífico disco que incluye nueve de las 18 sonatas de Giovanni Battista Fontana (en concreto, las números 14, 2, 4, 12, 15, 9, 7, 8 y 16, por orden de aparición en el CD; las nueve restantes están también grabadas: su no salida conjunta parece atender a razones comerciales). La música de Fontana, escrita para 1, 2 y 3 voces más el continuo, está siempre abierta a las sorpresas y a los contrastes, y fue prevista para instrumentos diversos (“per il violino, o cornetto, fagotto, chitarrone, violoncino o simile altro istromento” dice literalmente la edición), lo que ha aprovechado el joven conjunto para buscar la variedad en las combinaciones instrumentales tanto en las voces solistas dos por Elgar no afectan a la visión de conjunto de la obra pero sí son suficientes como para diferenciarla, en aspectos de detalle en lo que se refiere al solista, de lo que podríamos llamar original y, por eso, este es una interesante curiosidad para el amante de esta música. Philippe Graffin se ha encargado de realizar esta que podríamos llamar “versión original” y la defiende con la gran clase que le conocemos y que demuestra igualmente en su lectura del muy hermoso Poema de Chausson. Vernon Handley le acompaña con su habitual magisterio elgariano y cumple perfectamente en la pieza francesa. La Real Orquesta Filarmónica de Liverpool es una formación asea- como en el continuo, que se apoya en cualquier caso en un magnífico órgano de iglesia (el del templo de San Anastasio de Lucca), puesto en las manos de un Davide Merello que da profundidad y reposo al sonido de un grupo en general impetuoso y aguerrido, audaz y brillante. El futuro de la música barroca parece asegurado con jóvenes que son capaces de tocar con el apasionamiento y la lucidez que transmite este disco. Son interpretaciones vivaces y fluidas, elegantes y luminosas, generosamente ornamentadas, que alcanzan el máximo de su potencial expresivo en el violín lírico y aéreo de Raúl Orellana, capaz de mil arabescos y de infinidad de sutilezas en el fraseo y los adornos. Sus juegos imitativos con la flauta de Simian en la Sonata VII resultan de un extraordinario atractivo y cuando se queda en solitario con el órgano (Sonata II) la flexibilidad rítmica y la musicalidad crean una atmósfera de una sensualidad arrebatadora. Una extraordinaria presentación discográfica. Pablo J. Vayón da si no puntera que en la pieza de Elgar da lo mejor de sí. Claire Vaquero Williams FRANCK: Cuarteto en re mayor. CHAUSSON: Cuarteto en do menor op. 35. CUARTETO SPIEGEL. MDG Scene 644 1391-2 (Diverdi). 2005. 77’. DDD. N PN Dos obras muy emparentadas. La obra del m a e s t r o (Franck) y la obra del discípulo que fue a su vez grandísimo 87 D D I SI CS O C O S S FRANCK-IVES maestro (Chausson), aunque su vida no fue larga y el artista no pudo desplegar todas las capacidades de su inmenso talento. El Cuarteto op. 35 de Chausson, además, es testimonio de esa carrera truncada. Es una obra sin terminar, una obra maestra en estado avanzado de composición que se quedó interrumpida, como la vida del autor del bellísimo Concierto op. 21. Ambas obras son austeras, ajenas a la supuesta o real “gracia francesa” de la que estos músicos no siempre huían, aunque estuvieran tentados por la manera de ver y oír las cosas al otro lado del Rin. El Cuarteto Spiegel realiza unas lecturas todavía más austeras, aún más sobrias de lo que suele ser habitual. Hay mucha introspección en estas versiones, acaso algo de religiosidad, de cántico sacro contenido y ensimismado. Unos enfoques muy interesantes para un repertorio no muy conocido, que figura entre lo más exquisito de la música francesa. Santiago Martín Bermúdez GODÁR: Mater. IVA BITTOVÁ, soprano; MILOS VALENT, violín y viola. CORO DEL CONSERVATORIO DE BRATISLAVA. SOLAMENTE NATURALI. Director: MAREK STRYNCL. ECM New Series 1985 4765689 (Nuevos Medios). 2005. 57’. DDD. N PN Dentro de la 88 nueva espiritualidad y sencillez de que participan las músicas registradas por el sello ECM New Series se inserta esta entrega a cargo del eslovaco Vladimír Godár (1956). De ribetes religiosos y de índole netamente ecléctica, la serie de piezas aunadas bajo el título global Mater, mantiene similitudes, en cuanto a concepción, temática e instrumentación, con el Stabat Mater de Bruno Coulais (1960) estrenado en 2005. Siete obras para voz femenina, coro y diferentes agrupaciones instrumentales, inclusive un clave y un chitarrone en Ecce Puer (1997), que se acercan a estilos musicales tan diversos como el renacimiento, el barroco, la canción tradicional y el posromanticismo bajo la particular óptica de Godár. Los textos, ampliamente heterogéneos, responden al propósito de evocar el año litúrgico cristiano. A modo de meditaciones sobre el paso del tiempo se incluyen, además, un poema de James Joyce y las reflexiones de un estudiante judío. Dentro del dilatado elenco Beat Furrer FURRER RENUEVA SU MÚSICA OPERÍSTICA FURRER: Fama. E n estos últimos meses, el sello Kairos viene editando con gran celeridad las más recientes muestras del teatro musical en lengua alemana. Tras la formidable Das Theater der Wiederholungen, de Bernhard Lang y a la espera de la versión operística de Carretera perdida, compuesta por Olga Neuwirth, llega el nuevo trabajo de Beat Furrer, Fama, que se presenta como una pieza de “Hörtheater”, Teatro de la escucha, y la referencia a la Tragedia de la escucha de Luigi Nono no parece gratuita, precisamente. El material que acoge la obra es un “gran conjunto” (en la grabación, una vez más el excelente Klangforum Wien), ocho voces, actriz y “Klanggebäude”: edificio o cuerpo sonoro. Con Fama, Furrer aborda el género del teatro musical desde perspectivas bien diferentes a las que ofreciera en las piezas que la preceden: Narcissus, Los ciegos o Begehren. El lenguaje deudor del tardoexpresionismo y el peso de las fuentes literarias empleadas hacían que este tipo de obras aparecieran excesivamente lastradas por un afán de trascendencia. Por fortuna, el legado expresionista en el tratamiento vocal desaparece en esta nueva producción y todo el conjunto con que se vertebra Fama deja adivinar un giro importante en la carrera del autor, convencido tal vez de que la senda anterior no era sino un callejón sin salida en cuanto a sus resultados sonoros. Todo en Fama da la sensación de novedad, de apertura hacia terrenos por explorar y Furrer sabe transmitir el aire de alguien que está en posesión de los suficientes recursos como para ofrecer en lo sucesivo más obras de gran calado. El giro estético de Furrer se orienta hacia las formas con que Sciarrino y Nono abordan el discurso, especie de dramaturgia sonora en la que las voces e instrumentos pertenecen a un mismo e indisoluble tejido musical y en donde importan más los ecos y las resonancias que el efecto instrumental inmediato o el recitado derivado del bel canto. De Nono, adopta Furrer, efectivamente, el sentido de la Tragedia de la escucha, para lo cual sitúa, en la representación, a los vocalistas en el centro de la sala y a los instrumentistas a los lados, con lo que el público asistente percibe el material sonoro desde todos los ángulos posibles y, lo más importante, se encuentra en el mismo centro de la acción, por así decir. Por medio de lo que Furrer llama “Klanggebäude”, el complejo escenográfico dispone de unos cuerpos o móviles que varían siguiendo los cambios y mutaciones del sonido que rodea al espectador. En lo estrictamente sonoro, la obra no debe tanto a Nono como a Sciarrino, del que toma Furrer con extraordinaria habilidad la capacidad del italiano para la disposición de exquisitas, tenues vibraciones que sitúan el discurso al límite de lo perceptible. Pero, al contrario que sucede con las últimas piezas teatrales de Sciarrino, donde se nota un cierto manierismo de la forma, en Fama, la técnica musical no se convierte en protagonista, sino que funciona como medio expresivo ideal para el drama que aquí se desarrolla y que, de fuentes musicales en que se inspiran las piezas, la impronta de Claudio Monteverdi (15671643) se pone de manifiesto en Magnificat (2003) y, más aun, en Ecce Puer (1997). Ésta última, construida sobre un bajo ostinato, se basa al mismo tiempo en el comienzo del Preludio de las Piezas de concierto de François Couperin (1668-1733). Magnificat, además, evoca por su instrumentación y construcción el último lied, Der Abschied, de La canción de la Tierra de Gustav Mahler (1860-1911). Además de KLANGFORUM WIEN. NEUE VOCALSOLISTEN STUTTGART. Director: BEAT FURRER. KAIROS 0012562KAI (Diverdi). 2005. 67’. DDD. N PN como en anteriores obras de Furrer, se basa en textos clásicos grecorromanos. Fama se apoya en un fragmento del libro duodécimo de las Metamorfosis de Ovidio, en el que se describe el privilegiado lugar en el que habita y domina Fama, la diosa del rumor, suerte de espacio en el que no existe ni quietud ni silencio, aunque tampoco hay algarabía, más bien asistimos a un continuo murmullo de voces débiles que aparecen como ecos, un sonido que viene de lejos, lo que retrotrae, evidentemente, al mundo del Prometeo de Nono. Obra ambiciosa en lo sonoro y en lo que de arquitectónico hay en ella, Fama ha de ser saludada como un logro excepcional en el cada vez más experimental género del teatro musical (caja de sorpresas) y que en su registro fonográfico aparece además con una producción excelente del sello Kairos. A la gran toma de sonido, frente a lo cual el receptor no echa de menos la componente visual de la obra, se añade un libreto finamente preparado: sabrosa entrevista (sólo en francés) entre Martin Kaltenecker y el autor y detallado e imprescindible texto sobre la pieza y sus intenciones a cargo de Daniel Enden. Francisco Ramos estos autores, la huella de Antonio de Cabezón (1510-1566) con sus Versos de Magnificat y de Luciano Berio (1925-2003), a través de sus Folk Songs, se hace patente en las piezas. Miguel Morate D D I SI CS O C O S S FRANCK-IVES HAENDEL: HAYDN: Ariadna en Creta HWV 32. MATA KATSULI (Arianna), MARY-ELLEN NESI (Teseo), IRINI KARAIANNI (Carilda), MARITA PAPARIZOU (Tauride), THEODORA BAKA (Alceste), PETROS MAGOULAS (MINOS/IL SONNO). ORQUESTA DE PATRAS. Director: GEORGE PETROU. Cuarteto en re mayor op. 64, nº 5 “La alondra”. Cuarteto en si menor op. 33, nº 1. Cuarteto en sol mayor op. 76, nº 1. CUARTETO ÉBÈNE. 3 CD MDG 609 1375-2 (Diverdi). 2005. 164’. DDD. N PN No abundan los músicos griegos de renombre, menos aún en el terreno de la música barroca con instrumentos originales, y desde luego pocos asociaríamos ese país con el nombre de Haendel. De esa nacionalidad son sin embargo la mayoría de los responsables de la primera grabación mundial (subsiguiente a las funciones ofrecidas en el Festival de Corinto durante el verano de 2005) de la última ópera del genio germano-inglés que todavía no contaba con un lugar en los catálogos discográficos. Ariadna en Creta, concluida en 1733, sobre un libreto escrito por Leonardo Leo en Roma cuatro años antes, para la entrante temporada en el Teatro del Rey en el Haymarket, ciertamente no alcanza las cimas de, por ejemplo, la anterior y posterior contribuciones de su autor al género, Orlando y Ariodante respectivamente. Sin embargo, ni mucho menos carece de atractivos. Por el contrario, contiene numerosas arias y algunos dúos tan deslumbrantes cuando exigen largas tiradas de coloratura en el apartado técnico y fuerza dramática en el expresivo como cuando de lo que se trata es de moldear de la manera más sedosa posible una dulce melodía. Aunque en la ejecución así como en el favor de los técnicos de sonido la orquesta queda un tanto relegada, su director, George Petrou, demuestra poseer un conocimiento cabal del lenguaje haendeliano. Además, lo pone adecuadamente al servicio de un equipo vocal sin excepción muy competente pero en el que, sin por llegar a afectar a su equilibrio, destaca sin duda el Teseo de MaryEllen Nesi, deliciosa en Sdegnata sei con me (Acto I) y un dechado virtuosista en Qui ti sfido (Acto III). Versión, pues, fácilmente superable en su globalidad, pero no en algunos aspectos concretos. Alfredo Brotons Muñoz MIRARE MIR 013 (Harmonia Mundi). 58’. DDD. N PN Impresiona lo que estos jóvenes franceses han realizado para poder hacerles estas tomas en concierto. Su afinación, su equilibrio, articulación de cada uno y entre ellos, a la par que el empaste de su sonido son ejemplares. ¡Qué claridad y qué interpretaciones más convincentes! Quedan clásicas y cálidas, con un impulso elocuente y un pulso medido. Esa mayor calidez sin perjuicio de la soberana claridad se echa de ver en el primer tiempo de La alondra nada más empezar la escucha del disco; esto va seguido, además, por un sensacional y persuasivo Adagio, un Scherzo más trascendido que en grabaciones ejemplares aunque más historicistas (léase Cuarteto Festetics), y un quinto tiempo fulgurante en su virtuosismo. Pues cinco son, y no cuatro, como en el exterior del discopack figura, los tiempos de este cuarteto. No van a la zaga las versiones del Cuarteto en si menor Hob. III:37 y del Cuarteto en sol mayor Hob. II:75. La toma de sonido, hecha en directo, es excelsa, y tal y como se produce el Cuarteto Ébène, con pasión, serenidad y maestría, este disco sólo nos hace, aparte del placer que su escucha confiere, esperar con anhelo más Haydn y más repertorio por vía de esta agrupación nacida en 1999. José Antonio García y García HÉROLD: La sonámbula. ORQUESTA VICTORIA. Director: RICHARD BONYNGE. MELBA 301087. (LR Music). 2004. 69’. DDD. N PN En 1819, Scribe y Delavigne estrenaron su comedia La sonámbula, sin prever que la música la cortejaría con cierto éxito. Uno, explosivo y efímero, fue el ballet compuesto por Hérold, estrenado en 1827 y repuesto en 1857, con una secuela de estrellas danzantes que lo frecuentaron hasta fin de siglo. Otro, más perdurable, es la ópera de Belli- ni, que se viene reponiendo desde su primera representación en 1831. Esta grabación, debida a la infatigable tarea de rastreo que Bonynge ha hecho por el teatro musical romántico, es probablemente la primera vez que en una larga centuria se escucha la música de Hérold. La pieza es modesta, típica, ingenua, traslúcida. Se advierte que ha sido escrita para bailar por alguien que conocía muy bien los prototipos de este género. Se ve y hasta se oye bailar a los danzarines, no sólo por la obviedad de que estamos oyendo la música sino porque percibimos la caída de los cuerpos y el arrastre de las zapatilla sobre las tablas del proscenio. Bonynge conduce con limpieza, sensatez y elegancia. También él sabe bailar y nos convence de su buen hacer y su buen gusto. Blas Matamoro nia (1982) está dedicada a la memoria y al recuerdo, o tal vez más bien a la nostalgia. En el segundo volumen, Invenció per a orquestra (1964) hace gala ya de la adopción decidida del dodecafonismo. Simfonia breu (1972) y Díptic per a orquestra (1973) participan de las características del tercer periodo creativo del compositor: música íntima, hondamente sentida, elegíaca, a veces más oscura. Y Derivacions (1990) es como una vuelta a los orígenes para cerrar el círculo del proceso creativo y su evolución. En su conjunto, la oportuna y acertada idea de estos dos compactos de Columna Música, además de hacer justicia a un autor todavía no suficientemente conocido, fija en el recuerdo un puñado de piezas representativas de su trayectoria artística. La OBC es la dúctil y competente protagonista de la interpretación, haciendo gala de su calidad —con versiones notables— y su flexibilidad a las órdenes de cinco directores distintos. HOMS: Biofonia per a orquestra. Presències. Dos soliloquis per a orquestra. Variacions sobre un tema popular català. Simfonia breu. Invenció per a orquestra. Derivacions. Díptic per a orquestra. ORQUESTRA SIMFÒNICA DE BARCELONA I NACIONAL DE CATALUNYA. Directores: JUAN JOSÉ OLIVES, EIJI OUE, ANTONI ROS MARBÀ, FRANZ-PAUL DECKER Y SIAN EDWARDS. 2 CD COLUMNA MÚSICA 1CM0169/1CM0168 (Diverdi). 2006. 61’, 70’. DDD. N PN E n dos CD, por separado, Columna Música nos presenta ocho de la veintena de composiciones que Joaquim Homs escribió para orquesta, del total de dos centenares largos de títulos que integran su catálogo completo. Pese a que este autor barcelonés prefirió desenvolverse mayoritariamente en un formato más íntimo y reservado como el de la música de cámara, su obra sinfónica, además de su calidad intrínseca, es de un gran atractivo y de una sincera e intensa expresividad. Si el eclecticismo caracteriza a Variacions sobre un tema català (1948), con coexistencia de diversos lenguajes, en Presències —homenaje del autor a su esposa fallecida en 1967—, la muerte es la idea rectora, mientras que Dos soliloquis (1973) es fruto del dolor por la pérdida de la compañera y del amigo Robert Gerhard, y Biofo- José Guerrero Martín IVES: Sinfonías. Central Park in the dark. General William Booth enters into Heaven. ORQUESTA SINFÓNICA DE DALLAS. Director: ANDREW LITTON. 2 CD HYPERION CDA67540/CDA67525 (Harmonia Mundi). 2004, 2006. 69’, 78’. DDD. N PN S on cuatro las obras consideradas y numeradas como sinfonías en el catálogo del grandísimo Charles Ives. Acaso podría añadírseles la Holidays Symphony, aunque se trate de cuatro poemas sinfónicos breves que aluden a importantes festejos gringos. Bueno, después de todo, la Tercera Sinfonía, The Camp Meeting, es algo por el estilo en sus tres movimientos. El caso es que la aportación de la Cuarta es tan original, tan importante, tan trascendente, que corremos el peligro de olvidar las bondades de las otras tres. La Primera es un bello y solvente ejercicio de alumno, de la época de Horatio Parker. La Segunda consiste en cinco amplios movimientos de una densidad de tramas que indica algo más que sabiduría y profundidad. En la Tercera irrumpe lo popular y lo trascendente, unidos en la filosofía de Ives. En la Cuarta entramos en el experi- 89 D D I SI CS O C O S S IVES-LANG mento, y en buena medida en otro mundo sonoro que el existente hasta ese momento. Lástima que apenas se enterara nadie en su día. Andrew Litton, con la Sinfónica de Dallas, nos trae de nuevo estas cuatro sinfonías, en unas lecturas de gran solvencia y considerable altura, que no necesitan ser referencias totales para ser bienvenidas, para que comprendamos a través suyo las bellezas tanto latentes como manifiestas del sinfonismo de Ives. Ojalá estuviera también la Holidays, o poemas sinfónicos como Browning. A cambio, Litton nos regala Central Park en la oscuridad y El general William Booth entra en el paraíso, deliciosa miniatura-arreglo con coros y solista. Son raras las integrales sinfónicas de Ives. No es inaudito, pero sí poco habitual que lleguen obras de Ives. Celebremos esta integral como merece, con aplauso, con agradecimiento. La causa de Ives está ganada hace tiempo. Pero, una vez más, parece que no nos enteramos bien de ello. Santiago Martín Bermúdez JOLIVET: Concierto para violín y orquesta. CHAUSSON: Poème para violín y orquesta. ISABELLE FAUST, violín. DEUTSCHES SYMPHONIEORCHESTER BERLIN. Director: MARKO LETONJA. HARMONIA MUNDI HMC 901925 2005. 48’. DDD. N PN 90 De nuevo la excelente y todavía joven violinista Isabelle Faust nos sorprende con un repertorio poco habitual. Sí es muy conocido el Poème de Chausson, una obra intensísima, como suelen serlo las de este gran compositor francés que murió demasiado pronto. Pero no es demasiado conocido el Concierto de Jolivet, una página que parece poco francesa, obra tardía y de ascendencia tal vez expresionista (por entendernos, más que por clasificar esta obra bella, que sigue la tradición y al mismo tiempo la quiebra). Misterio, drama y evocaciones primitivistas: algo de esto, y sin dudas más cosas, hay en esta página tan poco conocida, que tiene poco más de treinta años (es de 1972, dos años antes de la muerte de Jolivet) y que merecería un puesto más destacado Cuarteto Brodsky ELECTRICOS JANÁCEK: Cuartetos de cuerda nºs 1 y 2. Pohádka. Sonata para violín. CUARTETO BRODSKY. MARTIN COUSIN, piano. BRODSKY BRD 3503 (Diverdi). 2006. 74’. DDD. N PN D e nuevo los dos Cuartetos de Janácek, díptico que se ha convertido ya en un favorito de los más importantes conjuntos de cámara del mundo. Y de nuevo el Brodsky, con su propio sello discográfico, en una época de transformación del mercado y en el que la oferta de calidad no siempre encuentra alicientes en las grandes firmas, que ya tienen bastante con sus propias crisis. Desde el principio mismo de la escucha advertimos que no importa que se hayan registrado ya un buen montón de lecturas insignes de los dos Cuartetos de Janácek. No importa, porque el Brodsky tiene mucho que decir en este repertorio. Atención a los trémolos nerviosos y sin embargo medidos del segundo Con moto del Cuarteto “Sonata a Kreutzer”: eléctricos, sí, sugerentes, destemplados, mas también con una poética que será pauta de toda la versión, en el repertorio de los solistas y los conjuntos sinfónicos. Isabelle Faust desgrana con virtuoso calor el neto romanticismo del Poème; y rinde un servicio impagable a la compleja, amplia, densa y en muchos sentidos inaudita página de Jolivet. Faust es hoy, decididamente, una de las violinistas más destacadas, por su categoría de artista y virtuosa, tanto en música de cámara como en el repertorio concertante, tanto clásico como contemporáneo. Santiago Martín Bermúdez KALLIWODA: Obertura nº 12 op. 145. Introducción y variaciones para clarinete y orquesta op. 128. Introducción y rondó para trompa y orquesta op. 51. Sinfonía nº 3 op. 32. DIETER KLÖCHER, clarinete; RADOVAN VLATKOVIC, trompa. SINFÓNICA DE HAMBURGO. Director: JOHANNES MOESUS. MDG 329 1387-2 (Diverdi). 2005. 65’. DDD. N PN trufado ese talante de momentos de lirismo desolado que no es romántico, sino de una expresividad que trasciende lo subjetivo de estas páginas y lo objetiva con un vigor hiriente. La lógica es semejante para el Cuarteto “Cartas íntimas”, sólo que éste es más introspectivo, menos exterior, de un dramatismo menos explícito, con más desarrollos mágicos; así lo entiende el Brodsky, y así lo traduce; pero una secuencia sin interrupción de ambas obras podría tener su sentido explícito, porque estamos en el mismo mundo sonoro, con su sutil tránsito de una inspiración a otra (de un universo de pasiones a otro, y no son tan distintos). En fin, ojo a ese amplio Allegro final del Segundo Cuarteto, rico en episodios, en dinámicas, en ideas, un movimiento variadísimo que el Brodsky transita con gran asentido del relato sonoro. Pero este CD es generoso, y no se limita a los dos Cuartetos, aunque eso sería ya bastante. Jacqueline Thomas, violonchelo del grupo, desgrana con poético virtuosismo e inspiración ese relato para violonchelo y piano que el compositor llamó Pohádka, esto es, E n su juventud, Johann Wenzel Kalliwoda, o Jan Krtitel Kalivoda (Praga, 1801- Karlsruhe, 1866) fue violinista en la Orquesta del Teatro de Praga cuando Weber era su director. También realizó alguna gira por Europa hasta que quedó prácticamente recluido en Donaueschingen cuando fue nombrado maestro de capilla en esa corte. Su música destaca sobre todo por su belleza melódica genuinamente romántica —en una línea mendelssohniana y weberiana— y unas estructuras sólidas aunque del todo naturales, de una lógica discursiva aplastante por su fluidez que nos muestran a un músico de oficio. El hermoso programa centrado en su música sinfónica que nos brinda MDG en versiones estupendas y tan frescas como las propias obras empieza con una deliciosa Obertura (nº 12, op. 145) que no se entiende por qué está ausente de los concier- cuento; página amable que rompe por completo con la lógica tensa de los Cuartetos que la preceden en el CD. Andrew Haveron, primer violín del Brodsky, cierra este recital con una lectura de la Sonata más o menos a medio camino entre lo punzante de los Cuartetos y la gentileza de Pohádka. Con ambos, brilla el excelente pianista Martin Cousin, invitado del Brodsky. Han pasado casi tres años desde que propusimos en SCHERZO una discografía de Janácek. Aportaciones como la del Brodsky hacen que aquello quede superado por los acontecimientos. Un magnífico recital Janácek, con dos nuevas referencias insoslayables de los dos Cuartetos. Santiago Martín Bermúdez tos y de la discografía. El resto del programa nos sigue cautivando con dos sensacionales composiciones concertantes que nos preparan para el plato verdaderamente fuerte, la Sinfonía nº 3, considerada por los poquísimos que saben algo de Kalliwoda como lo mejor de cuanto compuso; se dice que lo peor son sus óperas, por ser demasiado convencionales, pero habrá que verlo, pues una audición superficial de lo que aquí se nos ofrece nos presentaría a Kalliwoda como un compositor académico sin serlo del todo. Claro que todo suena muy a clasicismo romántico de la primera época, con evidentes vínculos con el clasicismo y con Beethoven, con la gran presencia de Mendelssohn y Weber y todo lo que se quiera, pero qué música tan hermosa. Kalliwoda, desde luego, no fue un genio y la historia de la música ha seguido su curso ignorándole, pero nosotros tenemos la suerte de poder disfrutar esta maravilla. ¿Por qué no hacerlo? Y, además, las versiones son, como hemos dicho, D D I SI CS O C O S S IVES-LANG dignas del más entusiasta de los aplausos. Una muestra más de que entre los muchos humildes y modestos maestros de capilla del siglo XIX hubo excelentes músicos cuyo olvido se explica, además de esa situación personal y laboral que dificultaba la divulgación de su obra, a las imponentes figuras del romanticismo de todos conocidas. Josep Pascual para conseguir partituras cuando el telón de acero todavía existía. Con el tiempo, se ha convertido en un consumado especialista en Klicka y así lo ha demostrado en la propia patria del compositor. De ahí que su interpretación sea espléndida. Realzada por un órgano y una toma de sonido excelentes, resuena majestuosa, hermosa, matizada. Si a ello añadimos el habitual gusto con que el sello Alpha presenta todos sus trabajos, sólo cabe recomendar vivamente este disco. KLICKA: Fantasía sobre el coral de San Venceslao. Fantasía de concierto en fa sostenido menor. Leyenda en re menor. Fantasía de concierto en do menor. MICHEL ESTELLET-BRUN, órgano. ALPHA 106 (Diverdi). 2006. 56’. DDD. N PN Desde el órgano de la iglesia de San José de las Naciones de París, Michel Estellet-Brun nos ofrece un monográfico dedicado a Josef Klicka (1855-1937), un desconocido maestro checo que consagró su vida al renacimiento de la cultura musical de su patria. Y ello tanto en su faceta de organista y director de coros, como en la de compositor, con un catálogo que incluye cantatas y coros nacionalistas, además de abundantes obras para su instrumento, tres de las cuales se incluyen en este disco. La cuarta, la Leyenda en re menor, fue compuesta originalmente para armonio, y ha sido Estellet-Brun quien la ha transcrito al órgano. El título de este disco, El órgano romántico checo, nos deja bien clara la adscripción estética de Klicka. Su música pertenece al romanticismo y podría definirse, dadas las fechas en las que le tocó vivir, como claramente conservadora, aunque con detalles sumamente interesantes en lo que respecta al tratamiento instrumental y armónico, éste con ecos de Liszt y Smetana. Sobre todo en la Fantasía sobre el coral de San Venceslao (1895), la obra más ambiciosa del disco y también la más impresionante, un tour de force en el que el tema de ese antiguo y célebre coral de tantas resonancias para el pueblo checo va repitiéndose inexorablemente, aunque siempre transformado. Estellet-Brun confiesa en las notas su admiración por esta música desde que la descubriera en un añejo registro de Supraphon, así como las dificultades Juan Carlos Moreno KRAUS: Cuartetos de cuerda op. 1 nºs 2 en si mayor VB 181, 3 en sol menor VB 183 y 6 en sol mayor VB 187. Cuartetos de cuerda en do mayor VB 179 y en mi mayor VB 180. CUARTETO SALAGON. CARUS 83.194 (Diverdi). 2005. 70’. DDD. N PN Joseph Martin Kraus (17561792), contemporáneo estricto de Mozart, alemán de nacimiento y sueco de adopción, es fundamentalmente conocido como autor de una Sinfonía y una Cantata fúnebres, dedicadas ambas a la memoria de Gustavo III, aquel rey víctima de un complot que tanto juego ha dado a los compositores. En este disco se nos muestra su faceta de autor camerístico, con tres de los seis cuartetos publicados en 1777 como Op. 1 y dos de los cuatro que han quedado de él en forma manuscrita. Es música bien escrita, sin grandes honduras, pero galante, entretenida, elegante. El femenino Cuarteto Salagon, formado en 2004, toca con instrumentos de época y, superado el primer impacto de un sonido un punto acre, sus interpretaciones resultan plenamente disfrutables por empaste, claridad, delicadeza articulatoria y vigor rítmico. Pablo J. Vayón LANG: DW 17: Doubles / Schatten II. DIMITRIOS POLISOIDIS, viola eléctrica; MICHAEL MOSER, violonchelo eléctrico. EXPERIMENTALSTUDIO DER HEINRICH-STROBEL-STIFTUNG. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA SWR DE BADEN-BADEN Y FRIBURGO. Director: SYLVAIN CAMBRELING. COL LEGNO WWE20613 (Diverdi). 2005. 47’. DDD. N PN Thomas Hitzlberger WAGNER Y LISZT LISZT: Sobre la tumba de Richard Wagner. La lúgubre góndola. Sonata (con las 2 conclusiones). R. W: Venezia. Wagner: Una sonata para el álbum de M. W. WAGNERLISZT: La muerte de Isolda. THOMAS HITZLBERGER, piano STEINGRAEBER DE LISZT. AMBRONAY AMY008 (Harmonia Mundi) 2006. 77’. DDD. N PN ¿Qué puede uno deber a estas obras? Uno empezaría por decir: nada; tras reflexionar un poco, nada equiparable al descubrimiento de Bach (de Casals a Gould y de Leonhardt a Gould) o de Debussy, luego Mahler y Gesualdo, drogas más duras, Machaut, Mingus, Schnittke… Uno no debe nada, pues, o una deuda eterna, cuando la escucha de Liszt se confunde con un acto íntimo de devoción. ¿Qué puede uno deber a ese disco-programa Wagner visto por Liszt, Wagner recreado por Liszt, y a ese pianista (por otra parte fabuloso lisztiano, autor de un CD de transcripciones de lieder de Liszt ¡por Liszt!) tras el Liebestod de Horowitz, la Sonata por Richter, Pletnev y tantos…? Incluso el Steingraeber de Liszt no es una sorpresa tras las extraordinarias interpretaciones de Bonatta… Este disco de Hitzlberger es pues como esos viejos amigos que uno ve un poco por costumbre, incluso con un poco de recelo, temiendo volver a oír unas bromas, ya conocidas… y a pesar de ello el milagro vuelve a cumplirse, con los viejos amigos y con este disco-camino olvidado, perdido, Hasta el momento, el caso más relevante de apropiación de los rasgos de la música de rock, por parte de un músico de formación de conservatorio, ha sido el del francés Pierre Henry con sus colaboraciones con los grupos Spooky Tooth y Violent Femmes. Pero lo que viene haciendo el austriaco Bernhard Lang va mucho más allá. En su último disco, DW 17: Doubles / Schatten II (homenaje al guitarrista británico Justin Broadrick, miembro del grupo de rock recubierto, desconocido, redescubierto, que abre, vuelve a abrir las orejas a los primeros poemas, leídos, oídos, los que formaron el gusto de uno… esas piezas tan frecuentadas (y menos: la Sonata de Wagner para Mathilde Wesendonk), Hitzlberger las toca como unas Consolaciones y Bendiciones de Dios en la soledad, como un gran ciclo meditativo, quitándole (quizá) su dimensión católica; y esa música, esas músicas de poetas —los compositores y el intérprete— esas armonías que se escurren sin cesar y cuyos acordes suenan en el movimiento de ese escurrimiento, Liszt las conduce y nos conduce quizá mejor que nadie en esa dialéctica de las nubes. De ahí la posibilidad de la fidelidad de uno a la música de Liszt, sobre todo si hace ya muchos años que ese uno no puede oírla sin tener lágrimas en los ojos (el Andante lagrimoso de las Armonías poéticas y religiosas, supongo), desde esa primera vez cuando, en los paisajes solitarios de su infancia, creía reconocer, en sus labios, un canto silencioso nacer de un murmullo. Pedro Elías Mamou industrial Godflesh), no interactúa con banda alguna, sino que convierte a la orquesta, en este caso la de Baden-Baden, y a los solistas de viola y violonchelo (Polisoidis y Moser) en una gran banda de rock. Lang opera, por tanto, al contrario que los músicos que en los años 70 abandonaban la formación “académica” a favor de una carrera en un grupo de los llamados de “rock progresivo” (se piensa en Irmin Schmidt, en Keith Emerson). Lang intenta ir a la conquista de un material sonoro de gran aspereza, el que puede lograr por la repetición obsesiva de los motivos, por la disposición en 91 D D I SI CS O C O S S LANG-MOZART ráfagas y los vertiginosos cambios de registro. Se trata, por encima de todo, de no seguir asistiendo al papel secular representado por la orquesta sinfónica. En este caso, Lang se situaría cerca de un Lachenmann, pero sin el discurso politizado del autor de La cerillera. Si ya en una obra de tipo dramático, como la excelente Das Theater der Wiederholungen, ese afán por la impetuosidad del material, que se hallaba en continua efervescencia, llevaba poco menos que a la histeria, en este nuevo capítulo de su ciclo Differenz / Wiederholung (Diferencia en la repetición), que toma el nombre de DW 17, Lang da otra vuelta de tuerca. Quizás el resultado global de la nueva pieza, presentada en el marco del último Donaueschingen, no sea del todo satisfactorio, porque qué duda cabe que el oído no puede asimilar tal precipitación de acontecimientos sonoros puestos en juego, pero hay en la propuesta de Lang un sentido de búsqueda tan particular, que tan poco tiene que ver con lo que se hace comúnmente en el campo de la música instrumental, que no cabe aquí sino el aplauso. Pero, a pesar de lo dicho, de ese gusto por la incontinencia en el cúmulo de ráfagas sonoras que casi están invocando al mismísimo King Crimson de discos como Lark’s Tongues in Aspic, hay en DW 17 una novedad y es una sección central de absoluta calma. Aquí, el mantenimiento del sonido en nada tiene que ver con la secuencias de sonidos tenidos del minimalismo de la escuela de Young o Niblock. Si la intervención de los instrumentos solistas, la viola y el violonchelo eléctricos, han estado cerca de los rasgos típicos de un Robert Fripp en las partes más convulsas de DW 17, en esta amplia sección de quietud, a manera de adagio, Lang sorprende imponiendo una ralentización que, en realidad, es muy naíf. Casi da la sensación de que el discurso se detiene aquí — sonido congelado— obedeciendo al capricho del instante, un poco como si se tratara de una obra improvisada. Francisco Ramos MAHLER: Luz primordial. CHRISTIANE STOTIJN, mezzo; JULIUS DRAKE, piano. ONYX 4014 (Harmonia Mundi). 2006. 66’. DDD. N PN 92 Dotada de un agradable instrumento de mezzo lírica, timbrado y concentrado, claro y de buen esmalte, Stotijn encara un Mahler basado en la claridad de la dicción, etimológica hasta extremos de auténtica didáctica. Más que frasear, silabea. Su musicalidad infalible hace el resto de una entrega correcta donde nada está mal. Desde el punto de vista interpretativo, su Mahler puede adjetivarse de posmoderno. Ahuyenta los extremos, ablanda los contrastes, evita cualquier patetismo. Es intimista, recatado, microscópico y, en definitiva, monótono. No conviene olvidar que Mahler es el final, nunca preciso, del romanticismo, un final agónico y estremecido, si acaso melancólico y con momentos de cantarina ingenuidad. Drake se lleva la mejor parte del programa, pues actúa con mayor libertad y más ancha gama expresiva. Blas Matamoro MARTÍN Y SOLER: Oberturas de “Una cosa rara”, “El árbol de Diana”, “La isla del placer”, “La caprichosa corregida”, “El tutor burlado (La madrileña)”, “El gruñón de buen corazón” y “La fiesta del pueblo”. MOZART: Obertura de “Don Juan”. ORQUESTA MUNDIAL DE LAS JUVENTUDES MUSICALES. Director: JOSEP VICENT. COLUMNA MÚSICA 1CM0164 (Diverdi). 2006. 75’. DDD. N PN L a recuperación de la figura y la obra de Vicente Martín y Soler han recibido un fuerte impulso editorial y discográfico en estos últimos años en que se han sucedido casi sin solución de continuidad las celebraciones del 250º aniversario de su nacimiento (2004) y el segundo centenario de su muerte (2006). Este disco de la Orquesta Mundial de las Juventudes Musicales, que dirige Josep Vicent (Altea, 1970), reúne precisamente las oberturas de las siete óperas del compositor valenciano hasta ahora editadas: todas por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, salvo La madrileña, que lo ha sido por Piles. Puestas así juntas, se demuestra de manera absolutamente meridiana la solemne estupidez que constituye quererlo comparar con Mozart; de hecho, el añadido como colofón de la obertura de Don Juan resulta demoledora al respecto, sin que sean menester más glosas. Sin embargo, con la misma claridad aflora la realidad indiscutible de que nos hallamos ante una figura muy digna de ser tenida en cuenta en una fase, aquella que marca el final del clasicismo vienés, capital de la historia de la música en general y de la ópera en particular. Aunque siempre lastradas por un empaste algo espeso en la sección de cuerdas, la mayoría de las versiones en que se ofrecen captan y transmiten con bastante acierto el espíritu de los mensajes contenidos en estas páginas pensadas para preparar el ánimo de los espectadores de las óperas a las que sirven de pórtico. Si acaso, la obertura de Una cosa rara parece demasiado blanda de principio a fin, en la del Árbol de Diana se tiende a asociar indebidamente la dinámica forte con la alta velocidad y a la del Tutor burlado le falta aquel punto de gracia pícara contenida en los pentagramas. Al menos la de La isola del piacere, por el contrario, sí responde siquiera mínimamente a su título de Tempesta. No habiendo grabaciones alternativas, la recomendación como introducción a Martín y Soler está más que justificada. Alfredo Brotons Muñoz presenta una escritura densa y compleja. En palabras de su autor: “El Trío asusta un poco a primera vista, pero no es verdaderamente difícil de tocar, busca y encontrarás”. Estamos ante unas versiones con gran carga emocional que cuidan y miman la música (¡y de qué manera!). Los tres componentes en este caso de The Nash Ensemble, Marianne Thorsen al violín, Paul Watkins al violonchelo y Ian Brown al piano, forman una conjunción musical perfecta y firman unas interpretaciones delicadas pero potentes, técnicamente perfectas y con un objetivo común: iluminar con claridad y garra las obras escogidas. Muchos de los discos que conocemos de esta formación pertenecen a grabaciones del vivo (Wigmore Hall Whlive0007, Whlive 0001, etc.), pero aunque éste sea una excepción, los músicos interpretan con frescura y espontaneidad, como si del vivo fueran. Los tres participantes poseen un nivel técnico y musical altísimo, como para hacer olvidar cualquier otra versión. Completan el disco las amables Variaciones concertantes para violonchelo y piano op. 17 escritas en 1829 cuando Mendelssohn contaba con tan sólo veinte años: obra de juventud, de forma clásica pero ya con espíritu romántico, que nuestros intérpretes recitan con una dicción clara y un lirismo dialogante. Un disco excelente. MENDELSSOHN: Tríos con piano nº 1 op. 49 y nº 2 op. 66. Variaciones concertantes para violonchelo y piano op. 17. THE NASH ENSEMBLE. ONYX 4011 (Harmonia Mundi). 2005. 72’. DDD. N PN Entre las dos obras protagonistas de este CD existen varios años de diferencia en cuanto a su fecha de composición. Mendelsshon escribe su Primer Trío prácticamente durante el verano de 1839 (había empezado antes, pero demasiado trabajo le impidió desarrollar su creación), y será un poco más tarde cuando Schumann lo tocará y dirá: “Es el trío magistral de nuestra época, como los de Beethoven en si bemol y en re y el de Schubert en mi bemol lo fueron en su tiempo”. El Segundo Trío (la última de sus obras de cámara con la participación del piano) fue escrito en 1845 y sus ambiciones van más allá, dotando a la obra de dificultades técnicas, especialmente el piano Emili Blasco MERCADANTE: Il giuramento. MARA ZAMPIERI (Elaisa), AGNES BALTSA (Bianca), PLÁCIDO DOMINGO (Viscardo), ROBERT KERNS (Manfredo). CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE VIENA. Director: GERD ALBRECHT. 2 CD ORFEO C6800621 (Diverdi). 1979. 98’. ADD. N PN M ercadante es uno de esos autores que tendrían que mantenerse en el repertorio, por su continua inspiración, la fuerza de su música y por la inteligencia de sus escenas de conjunto. Afortunadamente se van recuperando algunas de sus obras y ahora se reedita Il giuramento, que se ha considerado su obra maestra, representada en Viena el 9 de septiembre de 1979, con un reparto importante, que hace justicia a la obra y es muy superior a las dos versiones existentes. Está basado en la obra de D D I SI CS O C O S S LANG-MOZART Juan Bautista Otero DEL BARROCO AL CLASICISMO MARTÍN Y SOLER: Ifigenia en Áulide. OLGA PITARCH (Ifigenia), BETSABÉE HAAS (Achille), LEIF ARUHN-SOLÉN (Agamennone), MARINA PARDO (Ulisse), CÉLINE RICCI (Arcade). REAL COMPAÑÍA ÓPERA DE CÁMARA. Director: JUAN BAUTISTA OTERO. 2 CD K 617 K617192/2 (Harmonia Mundi). 2006. 98’. DDD. N PN C on los mismos intérpretes que en este disco, Ifigenia en Áulide de Martín y Soler pudo verse en el Centro Cultural de la Villa de Madrid en junio de 2006 y un mes después, con pequeños cambios en el reparto y en versión semiescenificada, en Santiago de Compostela dentro del Festival Via Stellæ. Aunque nunca llega a hacerse explícito en la carpetilla, esta grabación parece contemporánea del estreno de la producción en la edición de 2003 del Festival Internacional de Música de Sarrebourg (Francia). Hasta ahora, de la producción operística de Martín y Victor Hugo, Angelo, cuyo tema serviría a Boito para La gioconda, aunque el final difiere. La obra mantiene la estructura clásica, pero de una forma más elaborada, con mayor densidad orquestal y dramática, en lo que se evidencia una forma, que llegará a su total madurez con Verdi. La música refleja la fuerza del drama, siendo uno de los momentos más inspirados el dúo entre las dos mujeres, de gran impacto teatral. Plácido Domingo se convierte en protagonista principal con su canto expresivo, su fraseo claro y su contraste, junto a Agnes Baltsa, que se impone por la rotundidad de su estilo y su capacidad de matices. Completa el reparto Mara Zampieri, con buen estilo y línea, y su característica acidez en determinadas notas y Robert Kerns, al que le falta algo de fuerza, dirigidos con profesionalidad por Gerd Albrecht. Albert Vilardell MIASKOVSKI: Sinfonías nºs 6 y 10 opp. 23 y 30. CORO DE EKATERIMBURGO. ORQUESTA FILARMÓNICA DEL URAL. Director: DIMITRI LISS. WARNER 2564 63431-2. 2006. 62’. DDD. N PN Soler se conocían sobre todo muestras del apartado al que muy mayoritariamente se dedicó, el giocoso. Ifigenia, estrenada en el Teatro San Carlo de Nápoles en 1779, es la primera se la media docena de óperas serias que saldrían de su pluma en Italia entre ese año y 1783, marcando un paréntesis no sólo genérico sino también estilístico. En este último sentido, y sólo habiendo oído (y visto) Andrómaca además de esta Ifigenia discográfica, la gran importancia de la contribución martinsoleriana a la transición final del barroco al clasicismo resulta indiscutible. Especialmente en Ifigenia, como bien resaltaba Joaquín Martín de Sagarmínaga con motivo de las representaciones madrileñas (véase SCHERZO, nº 210, pág. 35), el salto se constata de manera palpable en las características tan diferentes por las que se distinguen los dos actos: “el primero es de una endiablada dificultad Los aficionados saben muy bien que Nikolai Iakovlevich Miaskovski (18811950) fue un esplendoroso sinfonista y cuartetista. Eso sí, dentro de un gusto y una vocación tradicionales que iba en contra de lo pretendido por ciertos músicos de su edad, como Bartók, por poner alguien que nació el mismo año que él. Esos aficionados están que rabian porque se interrumpió la secuencia de discos que traían las sinfonías completas de Miaskovski gracias a la batuta incomparable de Evgeni Svetlanov, a la Orquesta de la Federación Rusa y al sello Olympia. Nos quedamos compuestos y sin casi un tercio de la integral sinfónica de este compositor inagotable. Sabemos que existen los registros, pero no tenemos los discos que faltan. Terrible. Da la impresión de que discos como éste que ahora comentamos vienen a consolarnos en nuestra desdicha. Ya teníamos ambas sinfonías en la integral interrumpida, pero merece la pena asomarse a estas piezas de los años veinte, época de la NEP, tiempos de cierta libertad muy anteriores a la condena de Miaskovski durante la Zdanovshina; para técnica y virtuosística; en el segundo, la música encuentra acentos más remansados, y las líneas de amplio aliento sustituyen a las acrobacias”. No todos los solistas pueden con todo con la misma soltura. Así, en Nacqui tanto sventurata (disco I, pista 6) a Olga Pitarch se le nota bastante el esfuerzo para dar cuenta de la tremenda coloratura que se le pide, pero luego, en el dúo de sopranos Se il tuo dolore (II, 10) se complementa estupendamente con Betsabée Haas, que ya se había encontrado mucho más cómoda en la tremenda comparar, unos; otros, para conocerlas, sencillamente. Sinfonismo tradicional, sí, pero con un sentido dramático que acusa ciertas jugadas del tiempo. No puede uno ser Brahms, no puede uno ser Bruckner. No puede uno, al menos después de Mahler. Miaskovski, gran amigo de Prokofiev, fue un Shostakovich menos gigantesco; grande, pero no enorme; con obras bellas, pero no tan cercanas a la tierra y a la sangre. Dimitri Liss, en una dirección tensa y apasionante, el Coro de Ekaterimburgo (ciudad que evoca otras cosas que no son cantos) y la Filarmónica del Ural (una orquesta que sea del Ural da confianza desde el principio para estos repertorios) nos ofrecen sendas sinfonías de Miaskovski, la Sexta y la Décima, la primera de ellas con su fragmento coral impresionante (toda ella lo es, la verdad), y lo hacen como si se tratara de poderosas descargas de metralla sonora; y perdonen ustedes la metáfora, si es que lo es. En fin, Dimitri Liss se marca un buen tanto en este repertorio. Santiago Martín Bermúdez exhibición de agilidad y facilidad para cubrir saltos inverosímiles que ofrece en Amor mi chiama in campo (I, 16). Formidable también en ese terreno y acto, concretamente en Se della prole accanto (I, 8), se muestra la mezzosoprano Marina Pardo, que luego también sabrá insuflar de adecuado dramatismo a Son qual tigre (II, 13). Tampoco el tenor Leif Aruhn-Solén se limita simplemente a cumplir en Alle tempeste in seno (I, 11) y luego aporta una parte considerable al excelente logro del cuarteto Padre… esposa… amico (I, 19), que dota al primer acto de una conclusión menos inesperada que la del segundo. El acompañamiento instrumental y la dirección de Juan Bautista Otero son demostrativos de calidad y conocimiento, aunque la toma de sonido no acaba de alcanzar el último grado de diafanidad hoy en día posible. Alfredo Brotons Muñoz MOZART: En órganos italianos. LIUWE TAMMINGA, órganos de Bolonia y Verona. ACCENT ACC 24172 (Diverdi). 2005. 77’. DDD. N PN S in duda es este CD una de las aportaciones más originales a la nueva discografía mozartiana que apareciera en 2006. No se trata de una versión más de obras grabadas una y mil veces como ocurre en la mayoría de los casos, en los que se aprovecha la conmemoración no para decir algo nuevo sino para vender un poco más. Este disco está dedicado a una de las facetas menos divulgadas del compositor, como es la de organista, pues Mozart fue también, cómo no, un gran organista. No hay que olvidar los ocho años en los que ocupó tal puesto en la catedral de Salzburgo, aunque como la función principal era por entonces la improvisación sobre temas sacros en determinados momentos de la liturgia, son pocas las obras para este el tablón de www.scherzo.es 93 D D I SI CS O C O S S MOZART-PAER instrumento que dejó escritas, prácticamente nada mas que las 17 Sonate da chiesa, puesto que las tres compuestas al final de su vida por encargo del conde Deym para su museo de figuras de cera son para un instrumento que realmente es una especie de organillo mecánico, aunque por razones prácticas se interpretan actualmente al órgano. Liuwe Tamminga ha grabado una serie de obras que intentan reflejar la capacidad de improvisación de Mozart, utilizando para ello dos de los órganos en que este tocó con ocasión de su primer viaje a Italia, situados en iglesias de Verona y Bolonia, según consta en la correspondencia de su padre Leopold. Incluye también una serie de obras interpretadas con dos órganos, los célebres de la basílica de San Petronio de esta última ciudad, con la colaboración de otro organista, Luigi Mangiocavallo. Las obras utilizadas son, en bastantes casos, fragmentos escritos por Mozart que han sido completados por André Isoir y por Wim ten Have a petición de Tamminga. Naturalmente, de ninguna de las piezas registradas en el CD puede decirse que sea una obra mozartiana capital, pero el disco añade algo original al conocimiento global de su música y, de alguna manera, recrea un momento concreto de la vida del genio, que tenía entonces catorce años. El sonido de los instrumentos utilizados, que son verdaderas joyas muy bien conservadas, está adecuadamente recogido. José Luis Fernández MOZART: 94 Ronald Brautigam UNA VISIÓN NUEVA MOZART: Sonatas y variaciones para piano. RONALD BRAUTIGAM, fortepiano. 10 CD BIS 1633/36 (Diverdi). 19962001. 628’. DDD. R PE O portuna reedición de uno de los mayores, si no el mayor, logros interpretativos de Mozart al fortepiano. La cuestión no es sólo instrumental, aunque tal punto de partida se revele decisivo para los planteamientos de Brautigam, sino toda una nueva concepción de la obra del compositor destinada al teclado. La espontaneidad, el lirismo ingenuo de las primeras sonatas aparecen insertos en un auténtico proceso de revalorización de esas muestras tempranas. Brautigam realiza un soberbio trabajo dinámico, consigue valor por sí misma esta adaptación de cámara del Réquiem. Explican los integrantes del Albada que han regresado también a la partitura de MozartSüssmayr para enriquecer el trabajo de Lichtenthal, y hay que agradecerles su trabajo para la plasmación final de este novedoso registro. Únase a lo dicho la calidad de la grabación. José Antonio García y García MOZART: Nachtmusik. LES FOLIES FRANÇOISES. Violín solo y director: PATRICK COHËN-AKENINE. Réquiem en re menor K. 626. Versión para cuarteto de cuerda de Peter Lichtenthal. CUARTETO ALBADA. ALPHA 092 (Diverdi). 2005. 71’. DDD. N PN ARSIS 4197 (Diverdi). 2006. 42’. DDD. N PN Mozart que figuran en su catálogo personal con la denominación de Nachtmusik y una tercera con la de Serenata nocturna aparecen en este nuevo CD de Alpha, lo que le da un carácter aparentemente homogéneo a la selección. Es un criterio tan válido como lo podrían ser otros muchos, aunque lo interesante es que dos de ellas no gozan de una abundante disponibilidad en discos que no formen parte de ediciones integrales. La Serenata nocturna K. 239 y el Divertimento K. 287 (Zweite Lodronische Nachtmusik) están compuestos en Salzburgo y no parece que con la intención de ser Labor llena de probidad y de clase, seria y bien medida en su vigor y su hondura la que lleva a cabo el Cuarteto Albada al llevar al disco esta obra archipopular en la reducción para cuarteto que realizó el compositor, médico y musicólogo Peter Lichtenthal (1780-1853), nacido en la hoy eslovaca Bratislava, entonces la húngara Presburgo. Su fervor por Mozart le hizo escribir también una biografía del salzburgués y transcribir otras obras de éste. No podía dejar de tener Dos obras de sonoridades verdaderamente volátiles, es agilísimo en las digitaciones. Los gestos musicales más nimios, del tipo de una escala o un arpegio, cobran una vida y una energía admirables; la sencillez se torna expresividad. Desde luego, al llegar a una obra como la Sonata en la menor K. 310, los colores son otros, el desasosiego domina la versión, que nos adentra en un mundo nuevo. Sensacional la K. 331, de conclusión verdaderamente turca, donde hasta parecen oírse los instrumentos “turcos” de percusión. Radical el díptico de Fantasía K. 475 y Sonata K. 457, en tanto que el contrapuntismo se adueña de las obras finales del ciclo, tramo de la producción que adquiere así un sentido fascinante. El interpretados al aire libre, al menos la primera de éstas, fechada en un mes de enero. Tienen un delicioso carácter alegre y despreocupado, particularmente el segundo de los divertimentos dedicados a la condesa Lodron, que finaliza con un allegro variado sobre la canción popular La granjera ha perdido su gato. Eine kleine Nachtmusik está compuesta en Viena poco antes del estreno de Don Giovanni y no se sabe si está escrita para cinco instrumentos o para un conjunto de cuerda. Normalmente se interpreta de esta última manera, pero aquí Cohën-Akenine opta por la alternativa de dos violines, viola, violonchelo y contrabajo. El resultado global de la óptica interpretativa asumida es la de un Mozart transparente, con la transparencia típica de interpretaciones propias del barroco, pero un tanto falto de la alada gracia que caracterizaba las de un Willy Boskovsky, por ejemplo. Dado que la música de Mozart es a la vez, sin realmente ser ninguna, tan alemana como italiana o francesa, soporta todos los conceptos de interpretación que se le quieran aplicar y su grado de aceptación dependerá de los gustos o la tradición cultural del oyente. Por cuantas más caras se mire un poliedro, más completo será el conocimiento que se llegue a tener del mismo y bajo este punto de vista, la versión de estos músicos franceses es una aportación más, pero no sería la recorrido por las variaciones sigue sus propios parámetros, iniciado en el juego, el torbellino instrumental, para ir ganando en riqueza de planos. Barroquísima la visión del Preludio y fuga K. 394 y maravillosa la hondura del Adagio K. 540. Imprescindible en la fonografía mozartiana. Enrique Martínez Miura que me llevara a la famosa isla desierta. Un buen producto de Alpha, unos buenos músicos, un excelente violinista, pero que si en el examen de Leclair pueden obtener un sobresaliente, en el de Mozart no pasan del notable, lo que tampoco está mal. José Luis Fernández MOZART: Canciones de tres generaciones. KONRAD JARNOT, barítono; ALEXANDER SCHMALCZ, piano. OEHMS OC 564 (Galileo MC). 2005. 66’. DDD. N PN El puesto central que Wolfgang Amadeus Mozart ocupa en la historia de la música lo posee, asimismo, en el núcleo familiar. Hijo de Leopold y padre de Franz Xaver, su sexto vástago y el único que imitó su oficio, todo lo que se llame Mozart se refiere a Wolfgang Amadeus. No obstante, vale la pena reunir en un imaginario salón a las tres generaciones practicando un género naciente y próspero como lo es la canción de cámara. Desde luego, ni el padre ni el hijo alcanzan la variedad y la intensidad de los Lieder hechos por Wolfgang, pero no carecen de dignidad profesional, a la vez que ilustran la matización de la sensibilidad dieciochesca hacia la estética del sentimiento, propia D D I SI CS O C O S S MOZART-PAER del próximo romanticismo. La entrega se completa con una pieza de Julie von Baroni-Cavalcabó, alumna de Franz Xaver y a la cual ayudaron a promoverse tanto el profesor como otros músicos ligados a mujeres compositoras: Schumann y Mendelssohn. Jarnot propone una lectura minuciosa y aseada de estas obras, que exigen un detenido estudio del matiz para escapar a la monotonía. Su voz de barítono claro es adecuada a tal repertorio. Schmalcz dirige y acompaña con maestría. Blas Matamoro MOZART: Conciertos para violín. Sinfonía nº 39 en mi bemol mayor K . 543. LEONIDAS KAVAKOS, violín y director. CAMERATA DE SALZBURGO. 2 CD SONY 82876842412 (Sony-BMG). 2006. 147’. DDD. N PN Conciertos para violín. Adagio en mi mayor K. 261. Rondó en do mayor K. 373. Rondó en si bemol mayor K. 269. KATRIN SCHOLZ, violín y directora. KAMMERORCHESTER BERLIN. 2 CD BERLIN 0184002BC (Gaudisc). 1997. 144’. DDD. N PN D os ediciones discográficas, en dos discos cada una de ellas, que salieron tal vez al amparo de la pasada efemérides mozartiana, y de las que resulta ser la más interesante la grabada en Berlín en 1997, global y detalladamente consideradas ambas. Si bien la solista y directora Katrin Scholz no tiene la expresividad de su oponente Kavakos, las versiones que nos hace llegar de los cinco Conciertos para violín rezuman, tanto en ella como en la orquesta que comanda, un hálito de veracidad y de frescura que no se da en los otros dos discos. En la dicción, en el color de la orquesta y en el equilibrio orquestal, obteniendo resultados que convencen. Los complementos grabados junto a los conciertos violinísticos no son descollantes por su importancia, pero —con total coherencia— siguen las mismas líneas de traducción y de convicción para quien escucha. Una edición importante de este corpus, muy digna de considerarse entre las más relevantes. Otra cosa es lo de Kavakos: el experimentado violinista griego frasea y hace frasear a su orquesta acompañante con delectación, y por eso acaba dejando un regusto de rebuscamiento en lo sonoro que le hace manipular el curso musical restando espontaneidad y frescura a estas obras, con resultados, sí, de belleza sonora, pero tanto almibaramiento creo que cansa. Se suplementa su labor para estos registros con una interpretación de la Sinfonía nº 39 que adolece de lo mismo en líneas generales, aunque no llegue en intensidad el defecto —así me lo parece— a lo establecido en los Conciertos y no se pueda desestimar y, además, ofrece una pobreza en la cuerda alta a lo largo de la toma de sonido, en desequilibrio fundamentalmente con las maderas, que deja al oyente insatisfecho. José Antonio García y García NONO: Omaggio a Emilio Vedova. Musiche di scena per Ermittlung. Ricorda cosa ti hanno fatto in Auschwitz. Contrappunto dialettico alla mente. ESTUDIO DE FONOLOGÍA DE LA RAI. 2 CD STRADIVARIUS STR 57001 (Diverdi). 1960-1974. 110’. ADD. N PN El título genérico de la segunda Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla era “Lo desacogedor. Escenas fantasmas en la sociedad global”. Una propuesta parecida sería impensable en el ámbito de la música, al menos en nuestro entorno. El feísmo no cala en las biempensantes programaciones de conciertos. Toca, por tanto, al mundo de la edición discográfica el papel de divulgación de obras musicales que, por razones de estética, siguen estando en el subsuelo, sólo conocidas por un reducido grupo de aficionados que saben extraer de ellas toda la belleza que transmiten, más allá del sentido de subversión y del material rugoso con que se presentan. El registro de Stradivarius, perteneciente a una serie titulada Ricordi Oggi, recoge las obras que compusiera Luigi Nono para cinta magnetofónica entre 1960 y 1974. La producción ofrece, además, la parsimoniosa, analítica presentación ante el micrófono de las piezas Ricorda cosa ti hanno fatto in Auschwitz y Contrappunto dialettico alla mente en transmisiones de la RAI en marzo de 1970. Esta serie de Ricordi comienza de manera espléndida, contando, en el libreto, con unos textos de alto nivel musicológico, extensos y muy documentados. Se trata, pues, de obras salidas del Estudio de Fonología de Milán, la factoría de música electrónica con la que Italia compitiera desde finales de los años cincuenta con los estudios de Alemania, Suecia o Estados Unidos. Seis obras son las que compusiera Nono en aquel laboratorio y no son sino un punto de arranque para el Nono posterior, pues el arsenal electrónico, como se sabe, tendrá una importancia capital en todo el resto de su carrera. A menudo se ha querido ver en este grupo de piezas, que van desde la breve e inicial Omaggio a Emilio Vedova, hasta la mucho más explícita en su mensaje político Für Paul Dessau, a un Nono exclusivamente experimental, apegado al mensaje de denuncia, pasando el contenido musical a un segundo plano. El paso del tiempo demuestra lo contrario, que todas estas obras permanecen tan renovadoras y subversivas como el primer día. Y es precisamente el estar elaboradas con un material que atiende más al documento, al collage de distintas fuentes sonoras, lo que otorga intemporalidad a estas piezas que, como las formidables Ricorda cosa ti hanno fatto in Auschwitz y Contrappunto dialettico alla mente, que toma como punto de partida las voces y ruidos del mercado del puente Rialto de Venecia, vienen, aún hoy día, provistas de fuertes cargas de profundidad. Sofonisba. Fragmentos. JENNIFER LARMORE (Sofonisba), REBECCA EVANS (Massinissa), MIRCO PALAZZI (Scipone). CORO GEOFFREY MITCHELL. ORQUESTA PHILHARMONIA. Director: MARCO GUIDARINI. Francisco Ramos OPERA RARA ORR 237 (Diverdi). 2005. 73’. DDD. N PN OCKEGHEM: Obras vocales. THE CLERK’S GROUP. Director: EDWARD WICKHAM. 5 CD GAUDEAMUS GAX 550 (Diverdi). 2007. 379’. DDD. R PM E l sello discográfico Gaudeamus reedita en cinco discos, recogidos todos ellos en un estuche que incluye también un librito con interesantes notas específicas sobre cada una de las obras, casi todo el corpus litúrgico hoy conocido del compositor renacentista Johannes Ockeghem grabado por el conjunto vocal The Clerk’s Group, dirigido por su fundador Edward Wickham. Es hoy opinión sobradamente compartida que esta formación vocal inglesa es una indiscutible referencia en la interpretación de la obra de este capital autor flamenco, cuya música han interpretado y traba- jado —Wickham dirige siempre a tenor de su labor de investigación en polifonía sacra francoflamenca— pródigamente desde su debut profesional en 1992. Este reconocimiento les llegó en 1997 incluso en forma de premio (revista Gramophone) por su grabación del Réquiem de este mismo autor —el más antiguo Réquiem polifónico conservado en la historia de la música occidental—, que esta reedición de Gaudeamus también incluye. Y es que The Clerk’s Group, quizá huelga el decirlo, canta a Ockeghem desde la coherencia en el planteamiento global de la estructura de la obra, con equilibrio como conjunto, con claridad en la dicción, con buen gusto en el matiz tímbrico, con una impecable afinación. Así que una pequeña joya este estuche de cinco discos para los amantes del contrapunto francoflamenco del s. XV. Una única recomendación, la de escucharlos a razonables dosis, que, a pesar de la excelencia interpretativa, el difícil estilo compositivo de Ockeghem puede resultar fácilmente indigesto. Jaime Rodríguez Pombo PAER: F erdinando Paer es hoy un desconocido para los melómanos, cuyas obras suben muy raramente a los escenarios y tampoco es fácil encontrar registros de sus óperas, de las que tengo sólo constancia de una grabación en francés de Il maestro di cappella. Ha sido nuevamente la gran dedicación de Opera Rara la que nos permite oír, aunque sea unos fragmentos, de este autor y de su ópera, Sofonisba. Paer nació en Parma, en 1771, de ascendencia germana y murió en París en 1839, después de haber viajado por todas las cortes europeas, para acabar en la capital francesa, meta de todos los compositores. Es por formación un autor italiano, aunque sus viajes y estancias le hicieron conocer la música de la época, incluso a Beethoven, que destacó en la opera semiseria, creando más de cincuenta óperas que tuvieron éxito en su 95 D D I SI CS O C O S S PAER-RZEWSKI día. Sofonisba fue compuesta para la inauguración del Teatro del Corso, de Bolonia y estrenada, el 19 de mayo de 1805, cuando Paer ya había dado a conocer una gran parte de su producción. Al oír este disco puede captarse su gran profesionalidad, su dominio, para la época, de la orquesta y su inspiración, de la que queda constancia en el final del primer acto y en toda la escena y final del segundo. Entre los intérpretes, destaca por encima de todos la presencia de Jennifer Larmore, que se impone por dominio del estilo, musicalidad, belleza vocal y un fraseo de gran expresividad, junto a la buena línea de Rebecca Evans, la corrección de Paul Nilon y la intención de Mirco Palazzi, dirigidos con minuciosidad por Marco Guidarini. A destacar la inclusión del libreto completo, lo que ayuda de forma notoria a la comprensión de la ópera. Albert Vilardell PIAZZOLLA: Las cuatro estaciones porteñas. Dos tangos para orquesta de cuerdas. Fuga y misterio. Milonga del ángel. Muerte del ángel. BRAGATO: Graciela y Buenos Aires. LES VIOLONS DU ROY. Director: JEAN-MARIE ZEITOUNI. 2 SACD ATMA 2399 (Gaudisc). 2006. 94’. DDD. N PN La fama mundial de Piazzolla ha llevado a su música hasta la solemnidad académica. Aquí lo prueban los arreglos de Leonid Desiatnikov, a los cuales sirven con exquisita timbración y momentos de solos virtuosos, esta orquesta de arcos con intervenciones de piano y clave. El resultado es instrumentalmente impecable y, desde el punto de vista estilístico, equivocado. El tango, por piazzolliano que sea, es siempre una música íntima y suelta, a la cual conviene poco este empaque de arte presuntamente elevado. Lo mismo le pasa a la pieza de José Bragato inserta en el programa Piazzolla. Sus tangos para cuarteto de cuerdas quedan en su punto, justamente, cuando no se sobrepasa la sonoridad del cuarteto. Blas Matamoro PROKOFIEV: Alexander Nevski op. 78. El teniente Kijé op. 60. EWA PODLÉS, mezzo. CORO DEL ESTADO LITUANIA. ORQUESTA NACIONAL DE LILLE-REGIÓN NORTE PAS-DE-CALAIS. Director: JEANCLAUDE CASADESUS. NAXOS 8.557725 (Ferysa). 1994. 58’. DDD. R PE Como bien sabe el aficionado, se trata del Prokofiev cinematográfico. El teniente Kijé es una suite de la música compuesta para la película de Alexandr Feintsimmer (1934) poco antes de regresar el compositor a su tierra; es música divertida, irónica, incluso feliz. La cantata Ale- Mariss Jansons PULSO Y GARRA POULENC: Gloria. HONEGGER: Sinfonía nº 3 “Litúrgica”. LUBA ORGONÁSOVÁ, soprano. CORO DE LA RADIO DE HOLANDA. ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Director: MARISS JANSONS. RCO Live 06003 (Diverdi). 2004-2005. 52’. DDD. N PN Dos tomas en vivo de música de dos músicos franceses que estuvieron muy cerca, Poulenc y Honegger. Dos soberbias lecturas de un director con pulso, garra y sentido dramático. Porque el Gloria (1960) es como una función teatral que pasa de la alegría y la exaltación al dramatismo, y la lectura de Jansons es un crescendo con sus pausas, sus treguas, sus fermatas tanto reales como espirituales. Cuánto recuerda este Poulenc al de las monjitas de Compiègne; escuchen, si no me creen, ese bellísimo “Qui sedes ad dexteram Patris” que cierra la obra, una pieza de introversión que Jansons recrea con la voz diáfana y lírica, y de bellísimo esmalte, de Luba Orgonásová, con el susurro del coro de la Radio; un fragmento que concluye en un tenso, asombroso pianissimo, o mejor, en el silencio. La Sinfonía “Litúrgica” de Honegger es sombría, a veces violenta; de un tono pesimista. Es muy anterior al Gloria de Poulenc, de 1944, después de la liberación de París y antes del final de la guerra. Sus movimientos son tres: Dies Iræ, De profundis clamavi y Dona nobis pacem. Estos títulos no lo dicen todo, pero lo sugieren, casi lo establecen y afirman. De nuevo brilla esta esplendorosa orquesta y este titular de lujo, Jansons, en una secuencia de temas punzantes, dolorosos, otra vez dramáticos, sin caer nunca en lo patético. El virtuosismo de Jansons y su orquesta ha servido en este CD para traducir en sentimientos y en sensaciones el mensaje apenas oculto de dos liturgias que tienen mucha teatralidad penetrante (atención a ciertos momentos muy bergianos del De profundis de la Litúrgica; no nos chocarían en Wozzeck). Una música excelente, unas interpretaciones insuperables, un disco excelente. Santiago Martín Bermúdez Bart Vandewege OTRO RÉQUIEM ESPAÑOL RIMONTE: Réquiem. AGUILERA DE HEREDIA: Obras para órgano. JORIS VERDIN, órgano. LA HISPANOFLAMENCA. Director: BART VANDEWEGE. ETCETERA Klara KTC 4018 (Diverdi). 2006. 80’. DDD. N PN Pedro Rimonte (o Ruimonte) (1565-1627) sigue de actualidad discográfica. Tras la selección de los madrigales y villancicos que Musica Ficta hizo para Enchiriadis y las Lamentaciones que La Hispanoflamenca registró en este mismo sello, ahora toca el turno al Réquiem incluido en las Missæ sex IV, V et VI vocum (Amberes, 1614), que el conjunto dirigido por el bajo 96 Bart Vandewege ofrece aquí en primicia discográfica. El disco ofrece una especie de reconstrucción de lo que pudo haber sido una gran misa de difuntos, aunque el salmo De Profundis, impresionante pieza a siete voces, se ofrece al principio. Entre las distintas secciones de la misa se incluyen obras para órgano del contemporáneo y paisano de Rimonte Sebastián Aguilera de Heredia (1561-1627) y al final se incluyen las Quinque Absoluciones, cinco piezas polifónicas incluidas en la misma colección del Réquiem y que se interpretaban después de éste. La Hispanoflamenca, inte- resante mezcla de voces españolas y holandesas, enfatiza el carácter más avanzado de una música que atiende a los postulados de la polifonía clásica, pero en la que el uso del cromatismo y de las disonancias apunta hacia el mundo de afectos barrocos. Todo queda bien recogido en interpretaciones muy movidas e intensas, de tonalidades predominantemente mates, sin el brillo característico que imprimen a esta música los conjuntos ingleses, pero con un equilibrio estupendo y una atmósfera de una calidez muy apreciable. La grabación, en exceso reverberante, perjudica la claridad de las texturas. En cualquier caso, importante novedad de repertorio, que completa Joris Verdin con una penetrante visión de la música de Aguilera de Heredia. Pablo J. Vayón D D I SI CS O C O S S PAER-RZEWSKI xander Nevski proviene de la música para el film de Eisenstein, ya de 1938. Es una música especialmente inspirada, rica en sugerencias dramáticas, mas también en lirismo. Con una voz de lujo como la Ewa Podlés para los números solistas de Nevski, con el Coro lituano y con su orquesta de Lille, Casadesus conseguía hace trece años un Prokofiev monográfico y al mismo tiempo contrastadísimo, opuesto, diverso dentro de lo mismo, porque suena como del mismo autor y al tiempo suena como estros y como propuestas diferentes. Casadesus y su equipo se apuntaron entonces un gran tanto con este disco tan recomendable, que constituye una referencia importante en el catálogo de Prokofiev; que, como es notorio, se ha disparado desde el cincuentenario de 2003. Una feliz reedición, en fin, de un excelente disco en vivo que acaso no sea imprescindible, pero sí muy necesario, muy instructivo, muy inspirado. Santiago Martín Bermúdez RIMSKI-KORSAKOV: Suites de La doncella de nieve, Pan Voivoda y Víspera de Navidad. Obertura de La novia del Zar. Obertura sobre temas rusos. ORQUESTA FILARMÓNICA DE MALASIA. Director: KEES BAKELS. BIS CD-1577 (Diverdi). 2004. 82’. DDD. N PN Continúa la Orquesta de Malasia la integral de la obra orquestal de RimskiKorsakov. Después de las sinfonías (comentadas en su día en estas mismas páginas) le toca el turno a las suites orquestales de sus principales óperas, algunas de las cuales (realmente exceptuando La doncella de nieve) son prácticamente desconocidas para el público. Además, incluye dos de sus oberturas más populares. Las versiones, como sucedía con las sinfonías antes citadas, son sólidas y bien construidas, aunque no aporten nada nuevo ni excitante a la literatura de su autor. Kees Bakels construye estas piezas desde una óptica escasamente popular, que es uno de los puntos claves del lenguaje del compositor ruso. Son versiones eficientes que no alcanzan a reflejar la riqueza tímbrica de esas partituras. Lo mejor se encuentra en las dos oberturas, a las que imprime grandes dosis de tensión. Sin embargo, en las suites naufraga al no mantener el pulso dramático. En Pan Voivoda, por ejemplo, se limita a exponer una serie de cuadros pintorescos sin conexión aparente. Lo mismo ocurre con la bellísima La doncella de nieve, en la que desperdicia todo su potencial temático dibujando líneas apenas perceptibles de lo que podría haber sido. Carlos Vílchez Negrín RODRIGO: Concierto serenata. Sones en la Giralda. Concierto de Aranjuez (versión para arpa). GWYNETH WENTINK, arpa. ORQUESTA SINFÓNICA DE ASTURIAS. Director: MAXIMIANO VALDÉS. NAXOS 8.555843 (Ferysa). 2002. 58’. DDD. N PE Las dos composiciones concertantes de Rodrigo con protagonismo del arpa, el Concierto serenata (1952) y Sones en la Giralda (o Fantasía sevillana, de 1963), fueron dedicadas a dos grandes arpistas españoles: la primera a Nicanor Zabaleta y la segunda a Marisa Robles. Como siempre, Rodrigo muestra en ambas un profundo conocimiento de las posibilidades del instrumento solista que va más allá del mero efectismo y de la experimentación —aunque no falten audacias en algún momento, siempre surgidas de la propia musicalidad— en una escritura que se ve arropada por una orquestación siempre brillante y de gran atractivo. A este respecto, también como es habitual en Rodrigo, no faltan momentos casi camerísticos, como el segundo movimiento del Concierto serenata, realmente bellísimo. Estas características ya las hallamos en el guitarrísticamente idiomático Concierto de Aranjuez, que en 1974 fue objeto de una transcripción dedicada a Zabaleta. Por supuesto, la escritura de esta peculiar transcripción se adapta a la perfección a las exigencias y carácter de la partitura original hasta el punto de que parece haber sido concebida realmente para el arpa, tal como sucede en la versión para flauta de la Fantasía para un gentilhombre, también original para guitarra. Este noveno volumen de la música orquestal completa de Rodrigo nos trae, pues, obras de todos conocidas y que cuentan con representación discográfica importante y que no suponen Ángel Recasens MINISTRILES EN PALENCIA RODRÍGUEZ DE HITA: Canciones instrumentales. LA GRANDE CHAPELLE. Director: ÁNGEL RECASENS. LAUDA LAU005 (LR Music). 2006. 74’. DDD. N PN A ntonio Rodríguez de Hita (1722-1787) es figura fundamental en la renovación de la zarzuela en la segunda mitad del siglo XVIII. Recordado básicamente por La Briseida, Las segadoras de Vallecas y Las labradoras de Murcia, obras que escribió en colaboración con el dramaturgo Ramón de la Cruz, el grueso de su música es, sin embargo, religiosa, pues no en vano Rodríguez de Hita fue, además de sacerdote, maestro de capilla de la Catedral de Palencia entre 1744 y 1765, fecha en que se traslada a Madrid para ejercer el magisterio de capilla en el Real Monasterio de la Encarnación, puesto que ocupó hasta la fecha de su muerte. A su etapa palentina pertenece la Escala diatónico-chromático-enharmónica, ciclo de 75 piezas breves escrito en 1751 y de notable importancia histórica, ya que se trata de uno de los pocos documentos que han quedado de obras explícitamente destinadas a los ministriles en las capillas eclesiásticas españolas. Las piezas están destinaninguna novedad, si bien, como el resto de la colección, mantiene el buen nivel interpretativo habitual. Solista, orquesta y director nos brindan un Rodrigo realmente auténtico y genuino, equilibrado y elegante, vivaz y poético, como debe ser. Josep Pascual RZEWSKI: Four Pieces. ADAMS: Prhygian Gates. EMANUELE ARCIULI, piano. STRADIVARIUS STR 33735 (Diverdi). 2006. 58’. DDD. N PN E l camino que Rzewski ha seguido para convertirse en compositor de culto empieza por la supervivencia: “Si piensas dedicarte a ello” dice el maestro al joven estudiante das a un máximo de cinco solistas instrumentales —dos oboes, alto (sin especificar; aquí adjudicado a un bajón) y dos trompas— más el bajo continuo (violón y tiorba en este disco) y se acompañan de instrucciones sobre la forma de actuación de los ministriles en función del calendario litúrgico. La Grande Chapelle, que integran para la ocasión algunos solistas bien conocidos, como el oboe Antoine Torunczyk, el trompa Claude Maury o el bajonista Yves Bertin, ofrece una selección de 21 de estas piezas, de carácter entre tardobarroco y preclásico, algunas construidas sobre aires de danza. Las interpretaciones son soberbias por claridad, equilibrio, contrastes, elegancia y prestancia sonora. Recuperación notable de una música de mucho más interés del que pudiera parecer en principio. Pablo J. Vayón “sabe que vas a vivir en la miseria hasta, por lo menos, lo cincuenta años”. “Vale, ¿y después?” contesta el estudiante “Oh, después de los cincuenta, ya te habrás acostumbrado a ella”. Hace mucho ya que Rzewski se está acostumbrando al rechazo generalizado (esa es la segunda etapa para llegar a ser compositor de culto) cuando escribía una obra de una belleza desesperada, como son todas la obras románticas y revolucionaria, People United o esas Four Pieces. Una tercera condición, dependiente de la segunda, consiste en ser lo suficientemente ecléctico, lo menos puro posible, para encontrarse con suficientes enemigos que hablen mal de las obras de uno: Rzewski resolvió esa situación (hablo aquí de los años setenta, fecha de esas y otras obras y obras maestras como North American Ballads o Squares), tocando el piano con la mano derecha de Pollock y la 97 D D I SI CS O C O S S RZEWSKI-SCHUMANN izquierda de Schubert o de Schoenberg y la tercera mano de Thelonius Monk. Esa no es la vía de John Adams, compositor de culto nada más nacer, cuando encontró una veta donde expresar su genialidad; y su obra de culto es Prhygian Gates, un solo (“menos mal” dicen algunos) movimiento de veinticinco minutos, colmo del minimalismo repetitivo, y una obra “extrema, utópica” dice Emanuele Arciuli, con humor, refiriéndose al hipotético oyente capaz de aguantarla. Y es allí donde Rzewski riza el rizo, creándose enemigos entre sus más fervientes partidarios, al grabar (disco de culto, evidentemente, e imposible casi de encontrar) esas Prhygian Gates de Adams. A unos les va la marcha. El excelente Arciuli tiene también un inmenso mérito al juntar a esos compositores; quizá sea un buen camino para convertirse en pianista de culto. Pedro Elías Mamou SAINT-SAËNS: Sonatas para violonchelo y piano nº 1 en do menor op. 32 y nº 2 en fa mayor op. 123. Suite para violonchelo y piano op. 16. MARIA KLIEGEL, violonchelo; FRANÇOIS-JOËL THIOLLIER, piano. NAXOS 8.557880. (Ferysa). 2004. 78’. DDD. N PE 98 Lástima que, a estas alturas, una grabación que podría haber sido muy digna acabe resultando decepcionante por motivos exclusivamente técnicos. Si ya es de por sí compleja la combinación compositiva violonchelo/piano, no lo es menos, y por idénticas razones, la grabación de ese frágil equilibrio de fuerzas tan desiguales en el que, además, el violonchelo debe renunciar a su papel natural de sustento armónico para erigirse en portavoz de la línea principal. En este caso, la toma sonora posterga al violonchelo a un plano secundario con lo que su protagonismo naufraga en denodado esfuerzo frente al oleaje impetuoso de su, aquí más que compañero, poderoso rival. Parece que los técnicos de sonido hubiesen “castigado al rincón” al Stradivarius que toca Maria Kliegel, desde donde, a duras penas, podemos poco más que intuir su intervención en obras tan turbulentas y sobrecargadas como las Sonatas op. 32 y op. 123, focos del interés principal del disco. Por no dejar de citar algunos rasgos de lo que sí podemos oír, la chelista alemana se deja seducir por el encanto romántico del autor francés, si bien cae demasiado a menudo en un fraseo almibarado donde abundan portamentos y rubatos innecesarios. Cuestión de gustos, desde luego. Por su parte, Thiollier domina un entramado espinoso en muchos momentos, demostrando un alto grado de valía e implicación artística. Bien grabados, a buen seguro hubiésemos disfrutado de un rato agradable. Sin embargo… una ocasión perdida. Lástima. Juan García-Rico SATIE-CAGE: Socrate. LISZT: Via Crucis. DEZSÖ RÁNKI Y EDIT KLUKON, pianos. BMC CD 100 (Diverdi). 2004. 61’. DDD. N PN En un principio, parecería que el programa de este disco es un disparate, pues, ¿qué tiene que ver un “drama sinfónico” de Satie sobre un filósofo griego, y además en arreglo de Cage, con una pieza del romántico Liszt sobre la Pasión de Cristo? Pues la verdad es que bastante, dado que ambas partituras en realidad son una reflexión acerca de dos personajes clave en la cultura occidental, y que además conocieron la incomprensión de sus contemporáneos, que los condenaron a una muerte trágica, y la entrega absoluta de unos pocos seguidores, que transmitieron sus mensajes a la posteridad. A nivel musical, el distanciamiento irónico de Satie se tiñe de cierta emoción y una clara simpatía hacia su héroe, y ni que decir tiene que Liszt crea una de sus obras más intensas y emocionantes, también una de las más austeras, aunque con un final de una simplicidad y un carácter repetitivo inquietantemente satiniano… En fin, un acierto de programa, que encima se beneficia de la labor de dos intérpretes fantásticos, que, en lugar de tocar lo de siempre, nos descubren dos composiciones poco conocidas, pero que bien merecerían mayor difusión. En ambos casos, las notas son servidas de una forma desnuda, seca y concisa, sin alardes de cara a la galería que quizá fueran a favor de los pianistas en un primer momento, pero que aquí traicionarían a los dos compositores. El sonido es óptimo, y las notas que acompañan la grabación Xavier Díaz-Latorre y Pedro Estevan MÚSICA LUMINOSA SANZ: Instrucción de música para la guitarra española. Danzas de rasgueado y punteado así como diversos sones de palacio. XAVIER DÍAZ-LATORRE, guitarra; PEDRO ESTEVAN, percusión. ZIG ZAG ZZT0610002 (Diverdi). 2003. 66’. DDD. N PN En los últimos años, diversos guitarristas y vihuelistas, sobre todo del sector historicista, reivindican la técnica del rasgueado como recurso tan respetable como pueda serlo el punteado. La diferencia entre uno y otro es que el punteado terminó por imponerse en un determinado momento y el rasgueado pasó a ser un recurso utilizado muy puntualmente y sólo como medio para dar colorido a ciertos pasajes. Afortunadamente, la cosa está cambiando y no faltan ejemplos en la discografía. Entre esos ejemplos, el presente es uno de los muy recomendables. Se trata de piezas originales para guitarra, variaciones, modelos rítmicos y armónicos y ejercicios de acompañamiento. Con este material, es fácil pensar que es necesario improvisar; de hecho, a menudo, hay fragmentos improvisados que completan la estructura de las piezas, recurso previsto por el autor en estas composiciones eminentemente didácticas. cumplen a la perfección su función introductoria. Juan Carlos Moreno SCHUBERT: Poetas de la sentimentalidad. Vol. 5. LYDIA TEUSCHER, soprano; MARCUS ULLMANN, tenor; THOMAS BAUER, barítono; ULRICH EISENLOHR, piano. NAXOS 8.557373 (Ferysa). 2003. 61’. DDD. N PE Reúne este compacto de la infatigable y muy cuidadosa serie Naxos dedicada al Schubert cancionista, los Lieder con letras de Ludwig Theobul Kosegarten (1798-1818). Se trata de uno de los escritores de la sentimentali- Las ocasionales intervenciones del percusionista Pedro Estevan añaden atractivo tímbrico al resultado, el cual, por sí sólo —es decir, solamente con la guitarra de Díaz-Latorre— ya es mucho. Música vital y fresca, entre lo popular y lo cortesano pero más decantada en esta ocasión hacia lo popular, hacia el espacio abierto pero también desde la intimidad del músico que desea ser escuchado ante un público cómplice que escucha y que, de vez en cuando, se mueve. Por supuesto, no faltan las danzas. Interpretada de este modo, esta música luminosa lo es más todavía y al oyente le parece irresistible y de un gran encanto. Incluso se hace corto, casi fugaz, pero no es, en absoluto, trivial ni ligero, sino que aquí hay realmente gran música. Para no perdérselo. Esto sí que es interpretación históricamente bien informada. Josep Pascual dad alemana, hoy olvidados tras la sombra de Klopstock, pero que dejó, en su breve existencia, libros de versos, poemas sueltos, clases de teología y de literatura. Sus líricas con sencillas, previsibles y eficaces. Schubert las trata estróficamente, con el magistral cuidado por la prosodia, el suave melodismo y el escueto y debido acompañamiento del piano. Kosegarten canta al amor feliz o nostálgico, a la verdad que aparece, misteriosa y convincente, en la oscuridad de la noche, a la vida como una despedida elegíaca, entre voluptuosa y melancólica. Schubert sabía —y sigue sabiendo— mucho de todo esto. Las versiones son de cuidada excelencia. Se advierte un trabajo de conjunto con buena dirección, acaso del pianista, que se vale de un instrumento D D I SI CS O C O S S RZEWSKI-SCHUMANN de época. Hay una atención filológica exquisita al lenguaje, una musicalidad destilada y una trío de voces timbradas y juveniles que cumplen con alta dignidad su cometido. Lo mismo, con el plus de la unidad estilística, cabe adjudicar al acompañante. Blas Matamoro Isabelle van Keulen y Ronald Brautigam MORDACIDAD SHOSTAKOVICH: Sonata para violín y piano op. 134. Sonata para viola y piano op. 147. ISABELLE VAN KEULEN, violín y viola; RONALD BRAUTIGAM, piano. CHALLENGE CC72071 (Diverdi). 1992. 56’. DDD. R PN SCHUBERT: Viaje de invierno. HANS JÖRG MAMMEL, tenor; ARTHUR SCHOONDERWOERD, piano. ALPHA 101 (Diverdi). 2005. 69’. DDD. N PN Muchos viajes invernales lleva recorridos la historia del disco. Entre ellos, algunos memorables y difíciles de igualar, no digamos de superar. Este que nos viene de Suiza, país de relojes y chocolates, tiene un sello posmoderno. El tenor cuida su emisión de timbre lírico de gracia, dice sus sílabas con claridad y deja con reticencia el resto de la obra: su carácter de historia itinerante, su pudoroso patetismo, su desolación, su pesimismo hecho canto. No falta decoro a la tarea de los intérpretes, falta lo que antes queda apuntado. Como valor añadido, la noticia de que el acompañante utiliza un piano de marca Johann Fritz, hecho hacia 1810, o sea que lo pudo pulsar y escuchar Schubert. Blas Matamoro SCHUMANN: Carnaval op. 9. MUSORGSKI: Cuadros de una exposición. VALENTINA IGOSHINA, piano. WARNER 2564 63427-2. 2006. 62’. DDD. N PN Warner nos trae un disco de la joven pianista Valentina Igoshina (1978), lleno de ímpetu y fuerza que, siendo consecuentes con nuestra manera de pensar, pasamos a comentar con su debido respeto. El repertorio escogido por la pianista pasa por el Carnaval de Schumann y los Cuadros de una exposición de Musorgski. Hay obras como la de Schumann que no deben abordarse hasta que el intérprete alcanza una cierta madurez, no solamente instrumental, sino sobre todo musical y emocional. Igoshina tiene una Si aceptamos, como punto de partida, la idea de que la producción camerística de Shostakovich alberga la esencia de su posición espiritual y personal, de su dimensión humana y artística más profunda, la escucha de estas dos obras cobrará un valor extraordinario. Íntimamente ligadas entre sí, ambas sonatas aparecen como auténticos testamentos del artista ruso. En sus pentagramas, a modo de homenaje, encontramos numerosas citas a Berg, Prokofiev, Beethoven, e incluso a sí mismo, en un lenguaje estético ecléctico que no desprecia nada si, como el propio compositor afirmaba, sirve para expresar aquello que se desea. Atonalismo, tonalidad expandida, secuencias dodecafónicas —por citar sólo las más evidentes— forman una auténtica amalgama de recursos y técnicas sonoras utilizadas coherentemente, sin prejuicios ni ataduras, para reflejar la desolación y el desasosiego de un mundo interior descreído y desamparado de su propia realidad. Van Keulen y Brautigam, dos músicos polifacéticos y absolutamente dotados técnicamente, se atreven a rescatar el último aliento “clasicista” que subyace en estos pentagramas, abordando las obras sin querer sobreexplotar los aspectos descarnados más de lo que ya lo hace la propia partitura. En dos páginas donde los recursos dinámicos y técnicos no eluden una absoluta mordacidad conceptual, evitan caer en la desesperación, poniendo de manifiesto sus aristas en toda su crudeza, pero evitando cortarse para enseñarnos las heridas. La toma sonora, espléndida, nos permite, sólo por citar dos ejemplos, sentir erizarse el vello con esos trémolos sul ponticello del Op. 134 o en el lánguido y agonizante final de ese amargo — puntualmente agridulce— diálogo de sordos que constituye el Op. 147. Dejando aparte a Oistrakh/Bashmet/Richter, estas versiones constituyen, sin duda, toda una referencia. Juan García-Rico Dimitri Kitaienko SOCARRÓN SHOSTAKOVICH: Antes de que lo castigaran como un infame modernista y “pornófono” por su Lady Macbeth del distrito de Mtsensk, Shostakovich escribía una música desenfadada, un tanto histriónica, en la que daba rienda suelta a su socarronería y, en lo puramente musical, a su inagotable imaginación orquestal… De los primeros años de la década de 1930 son las tres suites que aquí podemos escuchar, las de los ballets La edad de oro (1930) y El perno (1931), y la de la película de dibujos animados El cuento del pope y su criado Balda (1934). Música en todos los casos con una tendencia a lo grotesco, que muchos consideran menor y efectista al lado de sus sinfonías o cuartetos de cuerda, pero que nos trae a un espíritu irreverente y juguetón al que el destino acabaría por helar la sonrisa… Son unas partituras que, salvo el Balda (cuya versión integral ha sido grabada recientemente de forma magistral por Thomas Sanderling para Deutsche Grammophon), tienen una amplia discografía detrás, pero estas lecturas de Kitaienko vienen pisando fuerte, muy fuerte. ¿Por qué? Pues por la exacta traducción de esa tendencia gamberra de Shostakovich. El inteligente uso del tempo, muy elástico, de la dinámica y de la tímbrica hace que sean unas versiones llenas de detalles que inciden en eso, en ese carácter juguetón, tan necesario para que estas piezas no gran técnica, muchos recursos, pero no acaba de presentir el espíritu romántico de la partitura en todas sus dimensiones. Su interpretación es audaz, pero falta de unidad. Los cortos movi- mientos que conforman esta obra de Schumann no parecen tener mucho sentido tras esta escucha. La pianista concibe unas interpretaciones demasiado individualizadas; versiones que Suite de El perno. Suite de La edad de oro. Suite de El cuento del pope y su criado Balda. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA MDR. Director: DIMITRI KITAIENKO. CAPRICCIO 71 097 (Gaudisc). 2005. 60’. SACD. N PN queden en un mero artificio orquestal. Y, ojo, porque cuando hay que ponerse serios, como en el Adagio de La edad de oro, la batuta no lo duda tampoco un solo instante… En Balda, además, los contrastes de tesituras y la apuesta por una vulgaridad tan deliberada como atractiva, hacen que el oyente lamente que la suite no tenga más movimientos. Abreviando, un disco de diez… Juan Carlos Moreno no han madurado lo suficiente. Los diferentes caracteres de la obra (Eusebio y Florestán, entre otros), no quedan satisfactoriamente plasmados, debido principalmente a una visión demasia- 99 D D I SI CS O C O S S SCHUMANN-WAGNER do sentimental, espontánea y poco noble. La joven, que imprime en este Schumann exagerados rubatos y cambios de tempo, expone un sonido poco fantasioso, demasiado horizontal para una música tan necesitada de ilusiones sonoras. Por otro lado, innegablemente su espíritu se acerca más a Musorgski, aunque principalmente tengamos que decir más de lo mismo. Valentina Igoshina concibe esta obra muy linealmente, poco poéticamente, con un lirismo poco imaginativo. Su sonido vuelve a ser tremendamente parco en expresión y su mirada, demasiado poco personal. En fin, un disco que no es especial. Emili Blasco SOLBIATI/BOTTER: A los espíritus inquietos. ORQUESTA DE RADIO TELEVISIÓN ESPAÑOLA. Director: ADRIAN LEAPER. ORCHESTRA CAMERATA DEI LAGHI. Director: TITO CECCHERINI. CUARTETO ARTE. STRADIVARIUS STR33635 (Diverdi). 1999. 69’. DDD. N PN 100 Fruto del capricho de juntar a dos compositores bien diferentes, este disco de Stradivarius, consagrado a obras recientes de Alessandro Solbiati y Massimo Botter, decepciona porque las estéticas de los dos compositores no se complementan de ninguna manera, por mucho que el texto incluido en el libreto insiste, a veces de modo patético, y con un lenguaje de una pedantería insufrible, en que el contraste entre los valores espirituales y profanos que hay en las obras da un sentido de unidad al programa. El estilo de Solbiati (n. 1956) es sólido y se alimenta de la tradición en la cantata O vere beata nox que, aunque parezca por momentos derivativa del canto extático de un Szymanowski, presenta detalles de interés. Pero las piezas de Massimo Botter, del que se nos escatima la fecha de nacimiento, y del cual el delgado currículum inserto en el cuadernito indica que se trata de un pianista que sólo ha abordado el mundo de la composición a partir de 1996 (precisamente, bajo las enseñanzas de Solbiati), está a años luz en cuanto a definición de estilo. En su balbuceante lenguaje, Botter se defiende mejor con una piececita como Sheet of sounds, para cuarteto de saxofo- nes, que por la dulzura del material y la formidable interpretación del Arte Quartet, evoca el tono con el que el grupo Xasax abordó hace tres temporadas arreglos de Sciarrino sobre compositores del barroco (disco Zig Zag Territoires). La simplicidad y el aire festivo de Sheet of sounds se agradece tras el plúmbeo comienzo del disco, justamente una obra pensada a gran escala por Botter y de la que hace una entusiasta versión la orquesta de la Radio Televisión Española. Les algues es una obra hinchada, ya que el material de partida no podía dar para algo más que una discreta partitura de música cinematográfica. A su lado, la gravedad de las Sette pezzi muestra a un Solbiati que, aunque dominador de lo que tiene entre manos, mira con demasiada devoción el legado del pasado. Escrita para orquesta y cuarteto de cuerdas en 1999, la obra no disimula una construcción formal absolutamente clásica. Sólo la densidad en las texturas de los instrumentos de cuerda devuelven al autor al presente. Francisco Ramos SUK: Cuento de estío op. 29. LIADOV: El lago encantado op. 62. ORQUESTA DE LA KOMISCHE OPER DE BERLÍN. Director: KIRIL PETRENKO. CPO 777 174-2 (Diverdi). 2004. 59’. DDD. N PN Es Cuento de estío un poema sinfónico en cinco movimientos que Suk compuso algunos años después de Asrael, terrible movimiento continuo en que elaboraba el duelo por la pérdida de su esposa, Otilka, hija de Dvorák, y por la muerte de éste, unos meses antes. Otros poemas sinfónicos seguirán, hasta formar una tetralogía de una belleza y un dramatismo insuperables. Esta obra es de una belleza a menudo serena, que se tensa en determinados momentos. No sorprende que Mahler quisiera estrenarla, tiene mucho que ver con su inspiración. No pudo hacerlo, murió inmediatamente. Cuento de estío es más lírica que dramática, y si hay dramatismo es de la naturaleza exuberante de la estación veraniega, no un dramatismo puramente humano; ni siquiera lo lírico o lo dramático tienen aquí dimensión especialmente humana, aunque tampoco se trata de una mímesis Antoni Wit CONTEMPLANDO EL PAISAJE STRAUSS: Sinfonía alpina. STAATSKAPELLE WEIMAR. Director: ANTONI WIT. NAXOS 8.557811 (Ferysa). 2005. 54’. DDD. N PE La figura del maestro polaco Antoni Wit (Cracovia, 1944) ha ido subiendo enteros de forma paulatina y acompasada. Su reciente interpretación de la Octava Sinfonía de Mahler confirmaba cuán excelente músico es este artista tranquilo y cordial, bien conocido de nuestras orquestas. La grabación de la Sinfonía alpina de Richard Strauss que ahora se comenta vuelve a ser una grata sorpresa. Comparado en términos de reloj con grandes traductores de la obra, Rudolf Kempe a la cabeza (49:50; Staatskapelle Dresden, 1971, EMI) y cerca de él Karajan (51:02; Filarmónica de Berlín, 1980, DG) — anotemos también a Böhm en registro casi histórico (51:58; Staatskapelle Dresden, 1957, DG), y dentro de las opciones digitales a Frühbeck de Burgos (48:49; London Symphony, 1990, Collins)—, Wit resulta ser, con sus 54:14 de duración, uno de los más distendidos rectores de la partitura. Ya es extraordinaria la creación de ambiente desde el inicio de la pieza, el mágico crescendo que va desde las honduras de Noche hasta el primer clímax de la pieza, Amanecer, con la sensación que Wit despierta en su oyente de que algo señero se avecina. Su alpinista asciende luego, no a matacaballo —como solía escribir Ángel Mayo hablando de algunas de las versiones “presurosas” de la obra—, sino guardando el resuello y contemplando la impresionista. Muchos directores checos, desde Talich a Neumann, y muchos otros, han hecho muy bien esta música. Sorprende que de pronto el ruso Kiril Petrenko se enfrente a esta obra, y lo haga con una orquesta de teatro como la de la Komische Oper, que es la suya, la del teatro en que reinó Felsenstein tantos años y del que surgió Harry Kupfer. El resultado lo justifica ampliamente. Es una lectura bella, delicada, emotiva. La orquesta parece en excelente forma, y la batuta sugiere, motiva, resuelve con maestría esta serie de episodios en los belleza del paisaje que va descubriendo. La llegada a la cumbre —En la cima— posee la majestuosa grandeza que otros transforman en grandilocuencia ramplona y la Calma antes de la tormenta encierra una tensión digna de una película de Hitchkcock. Su entrada en el Crepúsculo, antepenúltima sección, es absolutamente karajaniana por su lirismo y suntuosidad —ambas cosas— en la voz de las cuerdas. ¡Qué pena que la cuidada presentación no nos diga el nombre del competente organista! Es sobresaliente la respuesta en todos los departamentos de esta otra Staatskapelle, la de Weimar, de escasa difusión fonográfica, pero de calidad incuestionable: hay, dejando aparte la magnífica manifestación individuada de cuerdas, maderas, metales y percusión (¡admirable!), un global sonido de orquesta, un trazo conjunto, de sonoridad propia de las grandes, añejas, formaciones europeas. Gran propuesta musical de una orquesta poco difundida y de un director en cuarto creciente. Naxos nos da con este CD el mejor registro straussiano de todo su catálogo. José Luis Pérez de Arteaga que domina, sobre todo, la nocturnidad. Completa el disco una página orquestal ignota del casi ignoto Anatoli Liadov (18551914), el que tendría que haber compuesto El pájaro de fuego, pero no lo hizo. Es un poema sinfónico de menos de diez minutos de un colorismo que recuerda, lógicamente, a su maestro Rimski. Es obra de 1909, cuando recibió de Diaghilev el encargo de El pájaro, que fue la oportunidad para Stravinski. Es un muy bello cierre para un magnífico disco. Santiago Martín Bermúdez D D I SI CS O C O S S SCHUMANN-WAGNER TELEMANN: Cantatas para contralto nºs 9 TWV 1:1044, 18 TWV 1:1584, 25 TWV 1:840b, 33 TWV 1:448, 42 TWV 1:1538, 50 TWV 1:363 y 58 TWV 1:118. MARTA INFANTE, mezzosoprano. ENSEMBLE FONTEGARA. Director: RAÚL MALLAVIBARRENA. da por un lado a la edificación pía, por otro al recreo civilizado de una burguesía centroeuropea muy segura de su posición social y del aparato ideológico (religión, por supuesto, incluida) que la respalda. Alfredo Brotons Muñoz ENCHIRIADIS EN 2017 (Diverdi). 75’. 2006. DDD. N PN L os discos dedicados a Telemann, y muy especialmente a su música vocal, siguen pareciendo raros no ya tanto por su escasez sino por la cantidad de novedades que siguen incluyendo, como consecuencia claro está de la enorme producción de este compositor. Cantatas, por ejemplo dejó 72 en la colección Der harmonische Gottesdienst (literalmente, El servicio divino armónico), iniciada en 1725 y proseguida intermitentemente hasta 1748. Todas están escritas para una voz (soprano o contralto) con uno o dos instrumentos obbligato (aquí siempre uno, el violín) además del continuo. Las siete escogidas para el debut discográfico como solista de Marta Infante pertenecen a la primera época de la serie y, como todas las en ésta contenidas, consiste en dos arias da capo con un recitativo en medio, más ocasionalmente otro inicial. El reto no es menor, pero la mezzosoprano leridana salva el trance con extraordinaria solvencia. El timbre es acariciador (en muchas inflexiones con un matiz de color que recuerda a Lucia Popp) y redondo en toda una gama por lo demás amplísima, la pronunciación del alemán impecable y la musicalidad desplegada tan convincente en los pasajes de notas más tenidas como en los recitativos y en los (menos numerosos) que exigen también una buena dosis de agilidad. El acompañamiento tampoco tiene nada que envidiar a los colegas procedentes de países con tradiciones interpretativas más acendradas, y así el violín de Andoni Mercero y el órgano de Raúl Mallavibarrena doblan, contrapuntean o responden, juntos o por separado, con una sensibilidad y una precisión para el matiz cromático, de intensidad o de fraseo formidables. Al violonchelo y al archilaúd respectivamente, Mercedes Ruiz y Rafael Bonavita aportan un sostén por cuanto a la vez discreto y firme tanto más imprescindible para hacer justicia a esta delicada música dirigi- VAUGHAN WILLIAMS: Fantasia on Christmas Carols. On Christmas Night. The First Novell. SARAH FOX, soprano; RODERICK WILLIAMS, barítono. JOYFUL COMPANY OF SINGERS. CITY OF LONDON SINFONIA. Director: RICHARD HICKOX. CHANDOS CHAN 10385 (Harmonia Mundi). 2005. 70’. DDD. N PN A Vaughan Williams le encantaba la Navidad y su obra no puede negarlo. Este disco nos lo recuerda con tres obras a las que quizá sólo habría que añadir Hodie para tener lo más significativo de cuanto el autor dedicó a su fiesta favorita. Lo más curioso de todo es On Christmas Night —que se graba aquí por vez primera—, una masque para orquesta, coros y mezzo y barítono —estos cantando fuera de escena— basada en el conocido relato de Dickens y que partió de un encargo del Ballet de Adolf Bolm, este un antiguo miembro de las huestes de Diaghilev. Se estrenó en Chicago en 1926 y por él circulan escenas y personajes en una entretenida sucesión que no aporta mucho a la gloria del autor —no deja de haber buenos momento que anticipan The Pilgrim’s Progress— pero que se escucha con agrado. Lo mismo cabe decir de la muy directa, sin pretensiones pero a veces muy hermosa The First Novell —A Nativity Play es su subtítulo—, una obra que el autor dejó inacabada y que sería concluida por Roy Douglas, y que se basa en viejas canciones campesinas inglesas. La Fantasia on Christmas Carols es de 1912 y de ella derivan, sin duda, las otras dos obras de este disco. Por cierto, se nos dice que se trata de la primera grabación en su versión para cuerdas y órgano, pero no es así: ya había una a cargo del Coro de la Catedral de Guilford y la String Orchestra dirigidos por Barry Rose (EMI British Composers). Las voces de Fox y Williams son frescas y jóvenes y Hickox domina este repertorio con suficiencia absoluta. Claire Vaquero Williams VILLA-LOBOS: Guia Praticó, nºs 1-9. SONIA RUBINSKY, piano. NAXOS 8.570008 (Ferysa). 2006. 63’. DDD. N PE V olumen nº 5 de la música para piano del compositor brasileño, tiene éste la particularidad de que es la primera vez que estas piezas son registradas. Son piezas breves, de carácter didáctico, muy lúdicas y en ellas se hace notoria la raigambre étnica. Con ansia de renovación y de identificación con “lo suyo”, viajó por su país recopilando miles de temas, de los que provienen los ciento treinta y siete que agrupó con intención didáctica y que formaban, en principio, la Guia Praticó. Publicados diez de ellos en 1932, nos llegan nueve en esta grabación. Son muy variadas, coloristas y reúnen un acervo de fuente popular, llegando a ser una especie de prontuario para los compositores brasileños llegados detrás de él. Sonia Rubinsky se pone, como en otros volúmenes de esta colección, muy al servicio de la música, de manera competente, sin añadir per se ningún brillo especial a la fuente con su ejecución. La toma de sonido es buena, sin más. José Antonio García y García WAGNER: Tristán e Isolda. JOHN TRELEAVEN (Tristán), CHRISTINE BREWER (Isolda), DAGMAR PECKOVÁ (Brangania), BOAZ DANIEL (Kurwenal), JARED HOLT (Marke). APOLLO VOICES. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA BBC. Director: DONALD RUNNICLES. 4 CD WARNER 2564 62964-2 DDD. 2002-2003. 249’. DDD. N PN A pesar de un catálogo con media docena de versiones memorables, la partitura wagneriana merece la presente, ante todo por entenderla como el Tristán de Runnicles. En efecto, el director inglés propone una lectura etimológica de ese texto Philippe Jaroussky y Jean-Christophe Spinosi HÉROES SENSIBLES VIVALDI: Arias de ópera. PHILIPPE JAROUSSKY, contratenor. ENSEMBLE MATTHEUS. Director: JEAN-CHRISTOPHE SPINOSI. VIRGIN 00946 363414 2 2 (EMI). 2006. 63’. DDD. N PN A pesar de su título genérico, Héroes, que parece más propio de una serie televisiva, y desde luego de lo fragmentario del rastreo en el inagotable tesoro del arte operístico vivaldiano, lo cierto es que este magnífico disco supone un excelente retrato del contratenor Philippe Jaroussky, uno de los valores más firmes de las nuevas promociones dentro de su cuerda. Jaroussky posee un timbre aterciopelado, gran facilidad para las agilidades, llega con soltura al registro agudo —óigase la cadencia de Se in ogni guardo de Orlando finto pazzo—, frasea con elegancia y traza una convincente línea cantable, cuando ello es preciso, sin desde luego desvirtuar el estilo barroco. Su onírica lectura de Mentre dormi amor fomenti de L’Olimpiade es un ejemplo paradigmático de sus condicio- nes técnicas y de su cuidado concepto interpretativo. La variedad de expresión queda patente en la dolorida interpretación de Sovente il sole de Andromeda liberata, donde Spinosi realiza una soberbia contribución con su solo de violín. No cabe duda que el acompañamiento tiene una parte muy importante para el muy notable resultado final. Spinosi pone de manifiesto la variedad en la unidad del estilo vivaldiano: el staccato de la introducción en Vadro con mio diletto de Giustino, el furioso tutti en Frema pur, si lagni Roma de Ottone in villa, la búsqueda general de colores y acentos. Un gran disco vivaldiano. Enrique Martínez Miura 101 D D I SI CS O C O S S WAGNER-RECITALES donde sentido y sonido están indisoluble y simbólicamente ligados. Imposible resulta no entender cada frase, cada tirada (y no escasean aquí), cada escena, cada palabra, todo dicho con una claridad elocutiva, una intensidad de intención y unos matices contrastados en lo dramático, erótico o lírico. El conjunto obedece a un orden en el relato que cobra tensión más allá de lo estático y declamatorio de la obra. Con tenuidad, Runnicles llega a la explosión, conservando siempre el equilibrio sonoro y la suntuosidad de timbres que despierta. Tal vez se le puedan objetar ciertas lentitudes que alargan algo de por sí desmesurado en el tiempo, y ciertos silencios de suspense, acaso obligados por el hecho de tratarse de un concierto en vivo. De las voces destacan el esmalte exquisitamente cribado de Brangania y los nobles sonidos de Marke y Kurwenal. En lo interpretativo, la gran faena de Isolda, con voz suficiente (y es mucho decir para esta terrible parte) si no especialmente atractiva ni personal pero, en primer término, por una composición histriónica desgarrada y plena de situaciones distintas, desde la vengativa relatora, la enamorada delirante hasta la estática agonizante que cierra esta genial y descocada obra maestra. Treleaven, de órgano discreto y a veces un poco fatigado, se sabe su Tristán y lo dice con enfebrecida propiedad. Gustav Mahler. Por lo demás, pocas veces se escuchará una obra más a contrapelo de la historia en general y de la historia de la música en particular. Para alguien nacido en 1863 y fallecido en 1942, crear una obra artística tan descaradamente optimista en el mensaje no es moral y estéticamente aceptable más si se rebajan las pretensiones en el empleo de los medios, caso de los Strauss, o si se es un genio, caso de Richard Strauss; y aun de este último disparates como su ballet Schlagobers resultan imperdonables. A Weingartner le falta, además, inspiración, como por ejemplo en este disco demuestra la similitud de los ascendentes comienzos de la obertura y de los tres movimientos rápidos de la sinfonía. En el último de ésta, a partir del minuto 12, es decir, durante todo su tercio final, se toma y no se abandona la melodía que en la opereta El murciélago Eisenstein canta sobre las palabras “Wonne, Seligkeit, Entzücken!” (“¡Dicha, felicidad, éxtasis!”). Para ser una partitura compuesta en 1910, con la Primera Guerra Mundial a la vuelta de la esquina y con Schoenberg y compañía dándole ya la vuelta a la composición musical, resulta muy duro de soportar. Como siempre, quedan reconocidas por un lado la necesidad de poner al alcance de todo el mundo todo tipo de música (¿cómo juzgar sin conocer?) y por otro la bondad de las ejecuciones a cargo de la Sinfónica de Basilea y de su director Marko Letonja. Blas Matamoro Alfredo Brotons Muñoz WEINGARTNER: Obertura cómica op. 53. Sinfonía nº 3 en mi mayor op. 49. ORQUESTA SINFÓNICA DE BASILEA. Director: MARKO LETONJA. CPO 777 099-2 (Diverdi). 2005. 76’. SACD. N PN 102 La cuarta entrega de su primera integral sinfónica (para el anterior, véase SCHERZO, nº 211, pág. 104) coloca ya en una perspectiva lo bastante amplia como para formular con tono categórico algunas afirmaciones sobre la figura de Felix Weingartner como compositor. La primera será la única positiva: técnicamente dominaba a la perfección un oficio no sólo aprendido en una de las mejores academias concebibles sino constantemente repasado desde el podio de la Ópera del Estado de Viena, donde sustituyó nada menos que a WOLPE: Passacaglia para gran orquesta op 23. Música para El enfermo imaginario de Molière. Tres pequeños cánones. Suite en hexacordo. Concierto para nueve instrumentos. SINFÓNICA DE LA WDR. Director: JOHANNES KALITZKE. ENSEMBLE RECHERCHE. Director: WERNER HERBERS. MODE 156 (Diverdi). 2006. 77’. DDD. N PN H istorias de desencuentros propios de los exilados, desencuentros exacerbados en ese lugar y en esas condiciones. Wolpe representaba la cultura alemana, y pensaba, como Schoenberg, que esa era lo más plus (empezaba, por esa fechas, a enterarse, sin entenderlo, que su cultura había entrado en la categoría entartete, degenerada). Y una vez en esa tierra todavía de nadie o ese trozo del ex-imperio otomano, en todo caso una tierra sin estado, otros exiliados, ellos también representantes de su cultura, y escapados de los pogromos rusos y polacos, empezaron a criticar su música: “…tu música es peor que un dolor de muelas [no invento nada] y además el dodecafonismo está completamente pasado de moda”. El director y los músicos, y supongo, los actores del prestigioso Teatro Habimah (que había trabajado con Meyerhold y otros genios; pero Wolpe encontraba el arte de los actores demasiado conservador) le hicieron sudar la gota gorda, para cada una de sus notas. Lo que no impedía que Wolpe tuviera un papel importante en el Consejo del Centro Mundial de la Música Judía: en ese lugar, nadie estaba por encima de la crítica. (Es la historia de los arquitectos de Tel Aviv, miembros de la Bauhaus, que impusieron una materia sostenible como el hormigón prefabricado frente al ladrillo polucionante). Y esas músicas de Wolpe, la mayoría desconocidas (primeras grabaciones de la Passacaglia, Música para Molière y Concierto para nueve: 55 minutos) reflejan esa profunda y vital duda: la Música par Molière se ha convertido bajo las tijeras de Habimah en un cuadro puntillista, los instrumentos de viento en el Concierto y la Suite suenan como zurnas y gaitas, la Passacaglia dodecafónica a lo Ockeghem, no sabe dónde ir, deriva o se detiene (no es un pasacalle al uso, de tipo aguinaldo, pero el programa es, al fin de cuentas, plausible) y en esas playas inmóviles se habrá paseado Morton Feldman, el alumno de Wolpe en Nueva York, pero eso pertenece a otra historia. Pedro Elías Mamou RECITALES Victoria de los Ángeles RECUPERACIÓN VICTORIA DE LOS ÁNGELES. Soprano. Recitales de Tokio, 19881990. Canciones de Schumann, Schubert, Ravel, Hahn, Nin, Granados y García Morante. MANUEL GARCÍA MORANTE, piano. COLUMNA MUSICA 1 MC0161. 1988-1990. 67’. DDD. (Diverdi). N PN E l arte de una artista estará siempre en la mente de los buenos aficionados, pero siempre es interesante una entidad que promueva su recuerdo. Este es el caso de la Fundació Victoria de los Ángeles, que quiere divulgar su legado musical, promoviendo interpretaciones no editadas o aquellas que no están a disposición del aficionado y también el documental con su archivo, que se conservará en el Arxiu Nacional de Catalunya. En la vertiente artística cuenta con el apoyo de Columna Música, que ha iniciado la publicación de una colección que empieza con los recitales de Tokio, continuará con Martha, en inglés, procedente del Met y seguirá con un amplio repertorio. Estos recitales nos muestran a la Victoria de siempre, con gran belleza vocal, su innata musicalidad, el fraseo exquisito y una expresión que varía en cada momento y situación. Se incluyen seis Lieder de Schumann, con una gran exquisitez, cuatro de Schubert, entre las que se incluye Ave Maria, que no había registrado nunca, donde el canto se vuelve poesía, Cinq mélodies populares grecques, a las que dota de una gran variedad y tres canciones de Hahn, también inéditas, donde sabe reflejar la gran sutileza melódica. Victoria fue una gran difusora de la música española y la podemos oír en páginas de Nin y Granados, con una línea de gran expresión y también ha difundido las partituras catalanas, con esta muestra de su estilo aristocrático, acompañado por el siempre efectivo Manuel García Morante. Albert Vilardell D D I SI CS O C O S S WAGNER-RECITALES DIANA DAMRAU. Soprano. Obras de Berg, Mahler, Zemlinsky, Wolf y Strauss. STEPHAN MATTHIAS LADEMANN, piano. ORFEO C 702 061 B (Diverdi). 2005. 76’. DDD. N PN Se trata de un recital muy vienés, alrededor del canto de Zemlinsky y Berg, más los maestros; sobre todo los de este último: Richard Strauss y Hugo Wolf. Pero no más allá de cierta época, sino antes de desplegarse la revolución vienesa. Ahora bien, atención a esa voz, la voz incisiva y de potente y bello vibrato de Diana Damrau, que lo mismo borda las melancólicas propuestas del joven Berg que el cantabile de aparente optimismo de La vida celestial, de Mahler, movimiento final de la Cuarta Sinfonía convertido en Lied de concierto. Mas también los Valses y otros Lieder de Wolf, estilo en el que parece sugerirnos que el primer Berg, en efecto, está cerca, está al caer. Finalmente, tres piezas hermosas y por momentos exaltadas de ese gran maestro del canto de concierto y del canto operístico que fue Richard Strauss. Más cuatro simpáticas y fugaces propinas, tras un recital cargado de electricidades. Diana Damrau es una soprano joven, su voz tiene garra, y su buen gusto está tamizado por tensiones de intérprete no sólo canora. Es también actriz. Así lo hemos podido comprobar en el Teatro Real, el pasado octubre, cuando bordó el papel de Zerbinetta de Ariadna en Naxos. Su categoría de gran straussiana le permite abarcar este repertorio cercano, de una época en que los caminos todavía están abiertos. Espléndida Damrau, con excelente acompañamiento de Lademann. Santiago Martín Bermúdez SIMON KEENLYSIDE. Barítono. Tales of Opera. Páginas de I barbiere di Siviglia, Guillaume Tell, Hérodiade, Don Carlo, Un ballo in maschera, La traviata, Hamlet, I puritani, Zauberflöte, Pagliacci, L’arlesiana, Dama de picas, Don Giovanni, Zaide y Tannhäuser. ORQUESTA DE LA RADIO DE MÚNICH. Director: ULF SCHIRMER. SONY 8287688482 (Sony-BMG). 2006. 70’. DDD. N PN Barítono lírico por todos los costados a juzgar, de voz ágil, flexible, agradable, extensa, generosa, este londinense hoy en cabeza de la baritonalidad actual, hace un buen recorrido a través del repertorio italiano sobre todo, francés, ruso y alemán. Muchos de los personajes aquí exhibidos los ha paseado ya por los escenarios (Papageno, Hamlet, Don Giovanni…), otros los ha grabado al completo; varios del resto puede ser asumidos en un futuro, como el de Renato de Un ballo in maschera (aria ya cantada en concierto compartido con Freni, Schäfer o Marcelo Álvarez), cuando la voz adquiera más peso en anchura y colorido, porque a juzgar por el ejemplo demuestra actitudes, disposición y precisión en el concepto. Sustancialmente dirigido por Schirmer, se trata de un recital impecable, ya que el cantante se enfrenta a la diversidad de páginas y estilos con extremo cuidado, en un excelente trabajo de preparación, que luego puede rendir más o menos según la significación de la página. Así se evidencian resultados más extraordinarios en el Di Provenza de Germont padre (con una segunda parte convenientemente variada en dinámica), en el brindis de Hamlet que tanto gustaba a Titta Ruffo y Battistini o en un magnífico Du mein Holder del Wolfram wagneriano que en la cavatina de Fígaro, impecable de planteo por lo demás pero carente de la chispa o la desenvoltura que un barítono italiano parece poseer por naturaleza. El prólogo de Payasos, pese a la exhibición de matices, y a que lo ofrece con las notas “inventadas” por la tradición, no es de los mejor del registro. Dentro de este programa, digamos convencional, aparecen dos bienvenidas rarezas: el aria de Metifio de L’arlesiana de Cilea, por cierto muy bien expuesta, y la de Allazim en la Zaide mozartiana, de similar calibre. Ah, en el aria belliniana de Riccardo (sin cabaletta, lástima) demuestra poseer ciertos aprestos belcantistas, algo no tan común como pensar se podría, en instante con posibilidades para demostrarlos. Fernando Fraga ANGELIKA KIRCHSCHLAGER. Mezzosoprano. Arias de Ariodante, Giulio Cesare y Arianna in Creta. ORQUESTA DE CÁMARA DE BASILEA. Director: LAURENCE CUMMINGS. SONY 82876889522 (Sony-BMG). 2006. 68’. DDD. N PN Tras numerosos discos dedicados a su vasto repertorio de lied, nos llega este primer recital operístico de esta encantadora y preparada mezzo austriaca, incluyendo tres personajes travestidos del divino Haendel, al que añade en Arianna, la última ópera del compositor, uno más, el de Tauride, en un único momento vocal. Astuta selección ya que de los tres personajes elegidos, Ariodante, Sesto y Teseo, se ofrece una detallada definición de su personalidad además, en consecuencia de ello, de una diversa exhibición de posibilidades canoras. La Kirchschlager, por supuesto, encara todo los cometidos con su timbre de mezzo lírica, untuoso y oscuro, un poco mate a veces, pero muy equilibrado y homogéneo. Domina el canto spianato (excelente en el sensual arioso de salida de Ariodante o en el Sdegnata sei de Teseo) de similar manera que el de coloratura cuyo mejor reflejo es la triunfal Dopo notte de Ariodante, donde el héroe da rienda suelta a su dicha al comprobar que su amada Ginevra no le ha sido infiel, pese a las intrigas del malvado Polinesso y la algo mema Dalinda. Los tres momentos de Sesto, asimismo bien definitorios de su personalidad, dan lo mejor de sí en la voz de la mezzo, recordándonos la excelente personificación que hizo en Glyndebourne en el fascinante montaje de McVicar. Son lecturas todas muy espontáneas, amables, elegantes y estilistas, es decir, impecables musicalmente, aunque se puede echar en falta un poco más de intensidad dramática: el autor lo permite en varias situaciones como en el Scherza, infida, de nuevo perteneciente a Ariodante. Conjunto y director se acoplan a la solista en climas y colorido instrumental, realizando de esta última página citada una muy interesante propuesta. JOSÉ REY DE LA TORRE. Guitarrista. Obras de Albéniz, Granados, Nin-Culmell, Rodrigo, Falla, Orbón, Villa-Lobos y Boccherini. CUARTETO STUYVESANT. BRIDGE 9188 (Diverdi). 1950-1961. 60’. DDD. R PN Este guitarrista cubano, aunque poco conocido por parte del gran público, pasa por ser considerado por los conocedores como uno de los grandes del pasado siglo. Fue discípulo de Miquel Llobet y, de algún modo, representó una cierta objetividad frente a la subjetividad que caracterizó a su célebre contemporáneo Andrés Segovia. Clásico uno, romántico el otro, sería un modo de acercarnos por comparación a Rey de la Torre a partir del conocimiento que tenemos de Segovia, si bien no se trata de elegir entre uno y otro. Tampoco se trata de afirmar el rigor y profundidad de uno negando ambas cualidades al otro. Son dos músicos bien distintos de un periodo ya de definitva madurez del guitarrismo, principio de una auténtica edad de oro de grandes intérpretes que, afortundamente continúa. Las transcripciones de las obras albenicianas se deben a Tárrega y a Segovia, las de Granados a Llobet, y el resto son obras originales, interpretadas todas ellas con un rigor y una limpieza de ejecución admirables, sólo comparables a su musicalidad exquisita y a una expresividad serena y equilibrada, ni aséptica por calculada ni arbitraria por subjetiva o por excesivamente espontánea. En este sentido, pocas versiones más fieles y a la vez más sentidas del Homenaje a Debussy de Falla, que siempre nos parece y nos parecerá demasiado breve. Sin duda este disco es una importante contribución a la divulgación de la historia reciente del guitarrismo y una significativa recuperación de un intérprete incomprensiblemente poco conocido. Josep Pascual Fernando Fraga www.scherzo.es 103 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS Rolando Villazón y Plácido Domingo UN ENCUENTRO ESPERADO ROLANDO VILLAZÓN. Tenor. Gitano. Romanzas de La tabernera del puerto, Doña Francisquita, La alegría del batallón, La pícara molinera, Luisa Fernanda, El último romántico, La dolorosa, Los gavilanes, El huésped del sevillano, El guitarrico, El trust de los tenorios, La del manojo e rosas, La del soto del parral, Maravilla, Luna. ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID. Director: PLÁCIDO DOMINGO. VIRGIN 365481 2 8 (EMI). 2006. 57’. DDD. N PN Estaba servido este encuentro entre los dos tenores, modelo uno del otro, alumno improvisado. A pesar de las diferencias vocales: el timbre de Domingo es de mayor anchura y densidad, ganándole Villazón en una más rotunda afirmación de las notas agudas, las similitudes son superiores a las diferencias. Idéntica entrega, similar pasión, facilidad de comunicación, una desenvoltura que arrasa. Villazón, con la complicidad de Domingo que dirige con minucia y amparo al solista una orquesta maleable y experimentada en este repertorio, ha logrado un disco redondo. Es difícil destacar un momento, en todos está impecable, tanto en generosidad vocal (pasajeramente pueden detectarse algunos sonidos puede que un poco forzados en favor de la expresión) como en aciertos interpretativos. Desde el No puede ser de Leandro, planteado menos extravertidamente a como podría esperarse, al Pajarín, tú que vuelas de Juan en La pícara molinera de Luna, finalizado en una nota tenida en piano de sorprendentes efectos. También supera con creces la difícil escritura de Por el humo se sabe del Fernando de Vives, mientras concentra toda su capacidad emotiva en el relato de La dolorosa, su intensidad sentimental en el Madrileña bonita del Ricardo de Sorozábal, con una inesperada facilidad en echarle estilizado sabor a la jota de las jotas, la del Te quiero, morena. Con especial referencia a la elegancia que extrae del fragmento del Huésped del sevillano. Finaliza la faena Villazón incluyendo una página, algo inoportuna aquí, de Luna de Cano resuelta con la misma comodidad y eficacia, donde más que nunca los dos tenores se reencuentran en similares formas de hacer arte. Acompaña un DVD de generosa duración, rodado durante la grabación en el Teatro Albéniz de Madrid, que ayuda a comprender y disfrutar aún más de tan conseguido disco. Fernando Fraga VARIOS BARROCO BOLIVIANO. Vol. 2. Música de las misiones y de La Plata. FLORILEGIUM. SOLISTAS BOLIVIANOS. CORO ARAKAENDAR DE BOLIVIA. Director: ASHLEY SOLOMON. CHANNEL CCS SA 24806 (Harmonia Mundi). 2006. 64’. SACD. N PN Con esta se- 104 gunda entrega prosigue Solomon su apasionante indagación en el ingente legado de la experiencia única de la música en las misiones jesuitas. No tiene probablemente este disco la misma capacidad de sorpresa del primero, pero no deja de ser muy atractivo. Desde luego, el rendimiento es muy superior en una música instrumental como la Sonata nº IX de Balbi, porque la aportación de los cantores —no exenta obviamente de sinceridad— se queda a un nivel más bien modesto. Pese a la monotonía de la propia pieza, se encuentran una frescura y animación rítmica notables en Gloria et honore de Brentner y una innegable emotividad religiosa en la anónima Stella cœli extirpavit. Desafortunadamente, el canto cae incluso por debajo del resto en Si el amor se quedare dormido de Araujo y la anónima Tota salutis. El arreglo de los propios intérpretes de la melodía tradicional Don Januario no pierde sabor popular, sonoridades chirriantes incluidas. Enrique Martínez Miura CANTAR DEL ALMA. Obras de C. Halffter, NinCulmell, Moreno, Obradors, de la Torre/Dorumsgaard, Echevarría, García Morante, Mompou, Izardi, Toldrà, Bedmar, Granados, Rodrigo, J. Turina, Ortega, R. Halffter y Perisic. FERNANDO LATORRE, barítono; ITZIAR BARREDO, piano. ARSIS 4198 (Diverdi). 2006. 66’. DDD. N PN La poesía del Siglo de Oro en la música del siglo XX, como dice el subtítulo de este CD. Y así es, en efecto. Unas cuantas de las más grandes voces de la más esplendorosa época de la literatura española musicadas por algunos de los más destacados compositores hispanos de los últimos tiempos. Gil Vicente por Nin-Culmell; Garcilaso de la Vega por S. Moreno; Cristóbal de Castillejo y Juan Ponce por Obradors; Gutierre de Cetina por V. Echevarría; Teresa de Jesús por García Morante; Juan de la Cruz por Mompou; Cervantes por R. Izardi; Quevedo por Toldrà; Góngora por L. Bedmar y por Granados; Lope de Vega por Rodrigo, Toldrà, J. Turina y M. Ortega; Sor Juana Inés de la Cruz por R. Halffter y por M. Perisic; Bautista de Mesa por Rodrigo… Un amplio y heterogéneo espectro de sentires, sentimientos y emociones humanos, dichos como muy pocas veces se ha hecho en nuestra lengua, comunicados a través de pentagramas de un numeroso, vario y rico grupo de autores ya clásicos de nuestro siglo XX. Por eso se echa en falta en la discreta actuación del barítono Fernando Latorre, acompañado al piano por Itziar Barredo, más diferenciación expresiva en cada una de las piezas, más acento en los matices —que son infinitos— contenidos en los bellos textos de nuestros clásicos. José Guerrero Martín CARNETZ SECRETZ. Obras de Agricola, Brumel, de la Rue y Des Prez. LES JARDINS DE COURTOISIE. ANNE DELAFOSSEQUENTIN, soprano y dirección. AMBRONAY AMY007 (Harmonia Mundi). 2005. 60’. DDD. N PN Es este el tercer disco que llega a nuestras manos en los últimos meses con obras incluidas en el álbum de Margarita de Austria que se conserva en la Biblioteca Real de Bruselas. Como los tres utilizan la misma fuente, el contenido es muy semejante, pero éste destaca por el aspecto formal de su presentación. Editado por el Centro Cultural de Ambronay, organizador del conocido festival anual de música barroca, se ofrece como un discolibro de esmerados diseño y edición. Como es sabido, tras la prematura muerte de su primer esposo el príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos, Margarita se casó con Filiberto II de Saboya, que también murió muy pronto, tres años después. El monasterio de Brou, muy cercano a la abadía de Ambronay, contiene los monumentos sepulcrales de ambos. Sobre este monumento y sobre el contenido del llamado Grand chansonnier, el más importante de los manuscritos que recoge las obras encargadas por Margarita desde que fue nombrada gobernadora general de los Países Bajos por su sobrino el emperador Carlos V, se centran los comentarios del libro. Varios de los más importantes compositores franco-flamencos fueron objeto de tales encargos y en el disco se han seleccionado obras de Pierre de la Rue, el más abundantemente representado en el D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS citado manuscrito y en el disco, así como de Josquin des Prez, Alexandre Agricola, Antoine Brumel y otros. Dada la tristeza que acompañó de por vida a la infanta a causa de sus incontables desdichas personales, la temática de las obras es reflejo de las circunstancias y la palabra regretz es casi una constante en los textos. Como no podía ser menos, todas las obras son de gran calidad y el conjunto denominado Les Jardins de Courtoisie, constituido por las cuatro voces básicas acompañadas por otro adecuadamente pequeño conjunto instrumental, las interpreta con la transparencia que requiere esta música. Estupendas las cuatro voces y una buena toma sonora. En resumen, otro buen disco sobre las exquisitas aficiones musicales de Margarita de Austria, que son un reflejo de su notable personalidad. José Luis Fernández CENA GALANTE CON LA FAMILIA BACH Y AMIGOS. ALFREDO BERNARDINI, oboe; MASUMI NAGASAWA, arpa. ETCETERA KTC 1293 (Diverdi). 2005. 77’. DDD. N PN Disponer un acto gastronómico de paladar galante y acompañarlo con la música de Johann Christian Bach y Carl Friedrich Abel resulta sin lugar a dudas un acierto organizativo. Querer incluir música Carl Philipp Emanuel Bach puede ser ya más problemático, puesto que ésta resulta más apropiada para platos de mayor variedad en las texturas armónicas y contraste de sabores en la tonalidad. Y absolutamente inapropiado es, aunque quisiéramos obviar la cronología, escoger también música de Johann Sebastian Bach, de tal riqueza y complejidad de matiz técnico y expresivo que habrá de resultar a todas luces demasiado pesada y hasta algo indigesta para la escucha de un estómago más acostumbrado a lo sencillo y liviano (“la vieja peluca” le llamaban sus propios hijos desde la conciencia de estar desarrollando una nueva estética compositiva, una nueva seconda prattica, terza si se quiere). Porque lo que hoy día conocemos como style galant nació en la Europa de mediados del XVIII con la clara intención de dejar atrás, en aras de una mayor sencillez y naturalidad, intrincadas prácticas compositivas como el contra- punto imitativo y la complicación en las texturas y la armonía, siendo precisamente esto recursos compositivos que J. S. Bach utilizó con tanta maestría como profusión. Y tampoco pertenece a este estilo galante, sino a lo que ha venido a llamarse el empfindsamer Stil, la música que se desarrolló en esta época en la corte de Federico el Grande en Postdam, entre ella la del sobresaliente Emanuel Bach. Aunque compartan algunos preceptos e ideales estéticos, y hay quien la considera una variación localizada del estilo galante, las diferencias son tan grandes —melodías angulares, ruptura métrica, modulaciones bruscas, frecuente cromatismo— que se han de considerar dos fenómenos musicales diferentes. Dicho esto, el disco, la interpretación de las obras, es notable. El italiano Alfredo Bernardini elabora las partes solistas con gusto y ductilidad de dicción, su instrumento (recreación de un oboe barroco por el catalán Pau Orriols) responde muy adecuadamente tanto a las exigencias técnicas de un J. S. Bach como a la simplicidad lírica y de gracioso ornamento de un C. F. Abel. La arpista Masumi Nagasawa levanta su acompañamiento y apoyo con igual expresividad y equilibrio, logrando una muy remarcable interpretación de la Sonata para arpa sola de C. P. E. Bach. Entonces, ¿qué necesidad hay de forzar el discurso —y las notas del librito son todo un ejercicio de funambulismo paleográfico— para que las obras respondan a un único concepto estético unitario? Yo, la verdad, ni idea. Jaime Rodríguez Pombo DONAUESCHINGEN 2005 Obras de Stroppa, Sciarrino, Hagen y Ospald. KLANGFORUM WIEN. Director: EMILIO POMARICO. ORQUESTA DE CÁMARA FILARMÓNICA DE HILVERSUM. Director: MICHAEL SILBERHORN. EXPERIMENTALSTUDIO DER HEINRICH-STROBEL-STIFTUNG. Director: ANDRÉ RICHARD. ANNETTE BIK, violín; ANDREAS LINDENBAUM, violonchelo; MATHILDE HOURSIANGOU, piano. COL LEGNO WWE20246 (Diverdi). 2005. 74’. DDD. N PN E n lugar de aparecer las obras correspondientes al último Festival de Donaueschingen en un solo estuche, como de costumbre, Col Legno lanza esta vez el contenido de los conciertos de 2005 en tres registros independientes. Al lado del fulgurante DW 17, de Bernhard Lang, este otro volumen, con obras de Stroppa, Sciarrino, Hagen y Ospald, nos devuelve a los métodos convencionales de escritura. El programa es desigual, pero ofrece un par de obras de enorme interés, que son las que dan valor al disco. Las más prescindibles son las que vienen firmadas por los dos autores italianos. Si a Marco Stroppa la imaginación no le ha dado para sacar prácticamente ningún partido a un esquema ya demasiado manejado, como es el del trío para violín, violonchelo y piano que es Ossia, a Sciarrino parece habérsele agotado su capacidad para asombrar con los timbres más ínfimos y sutiles. Aun siendo estos tan subyugantes como de costumbre, se percibirá que esa cadena de sonidos al borde del apagamiento y las filigranas tímbricas de Archeologia del telefono no son sino repetición de las que viene prodigando el autor desde hace ya muchos años. Por fortuna, el amaneramiento del estilo de Sciarrino desaparece en las dos obras que cierran el disco, sin duda mucho más estimulantes y que merece la pena conocer. El noruego Lars Petter Hagen (n. 1975) propone en Norske Arkiver (Archivo noruego) un desconcertante, pero muy interesante cuadro de cinco piezas de tipo programático que, por su dependencia del folklore autóctono y de una serie de motivos ya empleados por autores del clasicismo noruego (Grieg a la cabeza), parece remitir al planteamiento de un Luther Adams o un ErkkiSven Tüür: discurso postmoderno en el que se suceden con naturalidad, sin forzar nunca el lenguaje, sonidos por lo común calmos, que evocan un estado de contemplación, de profunda melancolía. Más elaborada, 14 Tschappina-variationen, del alemán Klaus Ospald (n. 1956), presenta un ensamblaje de texturas, dominadas por los timbres de las cuerdas, de gran pregnancia. La cualidad sonora se impone al discurso global, pero siempre permanece un gusto exquisito en el tratamiento de un material que, aunque juega continuamente con ecos del pasado (citas explícitas a Beethoven y Haydn), el resultado es una obra muy actual, como si el compositor hubiera filtrado los préstamos que toma del clasicismo a través del pensamiento de un Lachenmann (con quien estudiara Ospald en 1987). Francisco Ramos FLOUR DE BEAULTÉ. Canciones de Chipre a finales de la Edad media. LA MORRA. Directores: MICHAL GONDKO Y CORINA MARTI. RAMÉE RAM 0602 (Diverdi). 2005. 69’. DDD. N PN L a Morra es un joven conjunto especializado en la interpretación de la música de la Edad Media y del Renacimiento, nacido en el año 2000 al amparo de la Schola Cantorum Basiliensis. Éste es su cuarto disco y en él recogen una serie de obras contenidas en el manuscrito J.II.9 de la Biblioteca Nacional Universitaria de Turín. Este manuscrito contiene una importantísima recopilación de obras de finales de la Edad Media, aunque no identifica a ninguno de sus autores ni ninguna de ellas aparece en otros manuscritos de la misma época, pero los musicólogos parecen estar de acuerdo en que han sido compuestas en Chipre durante el reinado de Jano I de Lusignan (1397-1432). La dinastía Lusignan se estableció en la isla en 1192 cuando le fue cedida a Guy de Lusignan por Ricardo Corazón de León, que la había conquistado durante la Tercera Cruzada. Los Lusignan procedían de la francesa región del Poitou, reinaron en Chipre hasta 1474 y ello explica la influencia cultural francesa en la isla. A finales del siglo XIV es cuando se desarrolla en Francia, Norte de Italia, Cataluña y Flandes el llamado Ars subtilior, etapa final del Ars nova caracterizada por las complejidades melódicas y rítmicas posibles gracias a los avances en las formas de escritura musical. A Chipre también llega esta influencia, según confirman las obras contenidas en el manuscrito de Turín, algunas de cuyas baladas, rondeaux y un virelai ha grabado La Morra en este disco. Sin entrar en disquisiciones musicológicas sobre la forma correcta de interpretar este tipo de composiciones musicales (puramente vocal, con acompañamiento instrumental, etc.), la voz de Els Janssens es acompañada aquí por varios tipos de flautas, dulzaina, laúd y zanfoña, una distribución muy parecida a la utilizada por Pedro Memelsdorff en su premiadísimo disco Ars subtilis italica producido en 1993 por el recientemente fallecido Michel Bernstein. También el conjunto La Morra hace gala de su capacidad para interpretar estas difíciles músicas, aunque no pueden evitar que el conjunto adolezca de una cierta monotonía, pero repre- 105 D D I SI CS O C O S S VARIOS senta otra notable y novedosa aportación al conocimiento de este período. Y en Chipre, nada menos. José Luis Fernández UN LIBRO DE HORAS DE ISABEL LA CATÓLICA. Obras de Pérez de Alva, Peñalosa, Anchieta, Desprez, Brumel y Compère. ODHECATON. Director: PAOLO DA COL. BONGIOVANNI GB 5623-2 (Diverdi). 2004. 65’. DDD. N PN A partir de uno de los Libros de Horas de Isabel la Católica (el que se conserva en el Museo de Arte de Cleveland), el conjunto Odhecaton grabó en Granada en mayo de 2004 este disco con polifonía renacentista que se corresponde con los textos litúrgicos y paralitúrgicos que figuran en el libro de la reina. Odhecaton se presenta como un grupo de doce voces exclusivamente masculinas que hacen una interpretación recia, robusta e intensa de estos 15 motetes. Aunque en algún momento los contratenores desequilibran el conjunto por su timbre en exceso penetrante (que en ocasiones roza lo estridente), globalmente los resultados son interesantes por la encendida expresividad que se consigue, aunque en ocasiones se quede algo lejos del refinamiento que obtienen interpretaciones de sonido más bello y empastado. El contraste entre el carácter austero y recio de las obras de Peñalosa o Anchieta y el mucho más burbujeante y fantasioso de Josquin o Compère está convenientemente marcado, aunque el tono general apuesta por la expresividad explosiva y en carne viva antes que por la serenidad y el buen gusto de las consonancias. Pablo J. Vayón MÚSICA FRANCESA PARA FLAUTA. Obras de Debussy, Poulenc, Ravel y Roussel. JEAN-PIERRE RAMPAL, PATRICK GALLOIS, MICHEL MORAGUÈS Y MATHIEU DUFOUR, flauta. SAPHIR 001054 (LR Music). 2006. 68’. DDD. R PN 106 Son varias las obras, tanto para orquesta como para solo o concertantes, en las que el com- Anna Netrebko y Rolando Villazón TARJETA DE VISITA DÚOS. Páginas de La bohème, Lucia di Lammermoor, Rigoletto, Roméo et Juliette, Les pêcheurs de perles, Manon, Iolanta y Luisa Fernanda. ANNA NETREBKO, soprano; ROLANDO VILLAZÓN, tenor. STAATSKAPELLE DRESDEN. Director: NICOLA LUISOTTI. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00289 477 6456 (Universal). 2006. 71’. DDD. N PN Soprano, rusa, y tenor, mexicano, forman hoy una pareja con gancho, que funciona muy bien en escena (Traviata, Elisir ya en DVD), con el añadido de aportar una imagen que puede asociarse a los personajes que interpretan, resultando por ello un valor añadido en época como la actual donde la imagen lo puede todo. Ella al lado de él gana un poco más de expresividad, él responde entonces con mayor contención: perfecto ensamblaje, pues. Las voces, tímbricamente hablando, encajan con desigualdad (la femenina es más positor francés Claude Debussy llevó a cabo un importante e innovador uso de la flauta travesera. Las posibilidades expresivas del instrumento fueron repensadas por el autor y, alejándose en gran medida del virtuosismo del que muchas obras del XIX hacen gala, escribió para el instrumento con renovado sentido melódico y tímbrico. En las notas que acompañan a esta grabación elige Pascal Gresset la fecha del estreno de Prélude à l´après-midi d´un faune, 1894, y la de la composición de la Sonata para flauta y piano FP 164 de Francis Poulenc, 1957, como inicio y final de lo que él llama la época de oro para la flauta travesera en Francia, a efectos de composición, fabricación e interpretación. Cierto que en la primera mitad del s. XX han sido varios los autores franceses que han creado importantes piezas para flauta. El disco presenta tres obras de Albert Roussel, entre ellas los bellos y sensuales Poèmes de Ronsard pour flûte et voix. También la Introduction et allegro pour harpe, avec accompagnement de quatuor à cordes, flûte et clarinette de Maurice Ravel, flauta en manos de Patrick Gallois cuya “refinada y delicada calidad interpretativa” es debida compacta y suena más apoyada) pero acaban fusionándose merced a la voluntad y labor de los cantantes. El disco viene a ser como su tarjeta de visita: fragmentos de óperas cantadas ya en escena con lo que conlleva de experiencia y rodaje, con la gentileza final de que Villazón se mete en repertorio ruso (no es una novedad, ya ha cantado y muy bien Lenski) en correspondencia a la zarzuelera Luisa Fernanda que hace con acertada disposición y extrema delicadeza la Netrebko, pese a su castellano algo opaco. Apoyados en la excelente base sonora que facilita la orquesta de Dresde, dirigida con tino y la esperable aquiescencia por Luisotti (capaz de participar, ahora como cantante, en dos papeles periféricos del dúo de Rigoletto), los dos cantantes ofrecen lecturas fáciles, cómodas, decorativas, bien asimiladas dentro de la mejor tradición, etc. Momentos bien felices son los de Roméo et Juliette, por esa especie de éxtasis canoro a su “personalidad muy francesa”, según se nos dice también en las notas. Es especialmente remarcable la interpretación de Michel Moraguès en la anteriormente citada Sonata de Poulenc, de precioso color, clara dicción en lo rápido y cuidado lirismo para su cantinela. Por último, se deja para Jean-Pierre Rampal la Sonate pour flûte, alto et harpe de Debussy, cuya habitual uniformidad expresiva y opaco timbre deslustra bastante el potencial vigor de la partitura. Que el marsellés ha sido siempre un incansable y muy elogiable divulgador del instrumento y su repertorio (más de trescientas grabaciones) pero, quizá por ese mismo motivo, no un especialmente brillante intérprete de algunas obras y autores. Buen disco sin embargo de compositores franceses de este siglo pasado, interpretados todos, que matice quien quiera, por excelentes flautistas franceses. Lo que quizá a muchos no les va a gustar, señor Gresset, es que se deje usted llevar y cometa el exceso de hacer depender del fabricante francés Louis Lot los capitales avances en mecánica del instrumento de Theobald Boehm. Jaime Rodríguez Pombo que consiguen de acuerdo a la situación de los protagonistas gounodianos en Nuit d’Hymenée, y el de la escena de SaintSulpice de Manon en el que la voz cálida y sensual de la soprano colabora en la comprensión del momento dramático. De algo rutinario suena el encuentro entre Leila y Nadir bizetianos, sobre todo si se escucha tras los más captados momentos de Lucia y Edgardo (donde el fraseo del tenor es por instantes espléndido) o, especialmente, de Rodolfo y Mimì, donde el feeling es asombrosamente perceptible. Fernando Fraga LA PREGUERRA 1911-1914. Obras de Rachmaninov, Schoenberg, Ravel, Prokofiev y Fauré. JAN VANDE WEGHE, piano. FUGA LIBERA FUG701 (Diverdi). 2005. 70’. DDD. N PN Hay ilustraciones de portadillas ante las que hay que quitarse el sombrero, pues sólo con una imagen ya nos lo dicen todo acerca del disco en cuestión. Es el caso de éste: una pintura en la que vemos la mesa de un restaurante, preparada para una comida o una cena. Una imagen que alude a una cita, a un encuentro. Y eso es lo que nos propone Jan Vande Weghe, una cita de cuatro compositores muy diferentes en cuanto a procedencias, estilos, inquietudes, orígenes e incluso generaciones: Rachmaninov, Schoenberg, Ravel, Prokofiev y el más veterano de todos, Fauré. El propósito no es otro que enseñarnos la riqueza y variedad de las corrientes musicales que pugnaban en Europa antes de la Gran Guerra. Posromanticismo, expresionismo, neoclasicismo, D D I SI CS O C O S S VARIOS Carlos Mena CIERTA MELANCOLÍA PAISAJES DEL RECUERDO. Compositores vascos contemporáneos. Obras de Donostia, Guridi, Zubeldia, Isasi, Pagola, Franco, Uruñuela, Escudero, Bernaola, Ibáñez y Erkoreka. CARLOS MENA, contratenor; SUSANA GARCÍA SALAZAR, piano. HARMONIA MUNDI 987073. 2006. 68’. DDD. N PN E l título del disco habla de compositores contemporáneos, mas es discutible la condición de tales de algunos autores en él presentes, así de Jesús Guridi, Andrés Isasi o el Padre Donostia, fallecidos hace ya varias décadas. Una alusión al siglo XX habría podido ser más acertada y no menos atrayente. Lo cierto es que el repertorio recorre distintos paisajes de la geografía vasca a lo largo de la centuria pasada a través de ese género tan cultivado en la tierra durante siglos y que no es modernismo… Un caleidoscopio de sonoridades que nos lleva a establecer comparaciones de lo más interesante entre compositores que nunca habríamos relacionado entre sí. De este modo, no sorprende en Rachmaninov o Ravel escuchar un lenguaje mucho más osado de lo que habitualmente, por prejuicios, estamos acostumbrados. Si, además, el pianista sabe lo que tiene entre manos y lo traduce con pulcritud y un gusto exquisito, sólo cabe rendirse ante la evidencia: estamos ante una experiencia de lo más gratificante y enriquecedora. Vale la pena. Juan Carlos Moreno DE PROFUNDIS CLAMAVI. Cantatas sagradas alemanas. PETER KOOIJ, bajo. L’ARMONIA SONORA. Viola da gamba y director: MIENEKE VAN DER VELDEN. RAMÉE RAM 0604 (Diverdi). 2006. 66’. DDD. N PN El bajo holandés Peter Kooij es un fijo en la edición completa de las cantatas de J. S. Bach a cargo de Masaaki Suzuki, así como en las que ha ido grabando Herreweghe y su currículo en otro que la canción. Son obras breves que beben del folclore popular, escritas unas en castellano, otras en euskera y alguna en francés, y en las que se canta al mar, al campo, a las montañas, al amor, a la alegría y al dolor desde ópticas diversas. Es el encanto de lo sencillo. Las notables notas de Isabel Díaz bucean en las líneas de estas partituras y nos dicen que “la mayor parte de las canciones de este álbum permanecen inéditas, y no han sido nunca grabadas”. Pues bien, ahora ya lo están. Carlos Mena, acaso el mejor cantante vasco de los últimos lustros, se pasea por estos terrenos luciendo la limpidez de su voz y la naturalidad de su canto matizado, sereno y delicado, con una dicción muy clara y una sensibilidad exquisita que da a cada nota el peso y el color precisos. Al cuidado fraseo del conesta especialidad es difícilmente mejorable. Este disco de la editora Ramée incluye cinco cantatas o conciertos sacros de otros tantos compositores alemanes del siglo XVII para voz de bajo solista, tesitura muy adecuada al carácter meditativo y piadoso de todas ellas. Ninguno de los cinco compositores es de primera fila y algunos como Benedictus Buns o Christian Geist son francamente desconocidos, pero la calidad del conjunto da prueba de la extensa riqueza musical del área cultural alemana, tanto la protestante como también la católica, no marcada solamente por las grandes individualidades como Schütz o Buxtehude. Se incluyen también dos obras para conjunto instrumental, pertenecientes a compositores más célebres, Schmelzer y Biber. Del primero, podemos escuchar un sentido lamento fúnebre por el emperador Fernando III, al que Monteverdi había dedicado su Libro Octavo de madrigales y de Biber una sonata de su Fidicinium sacro-profanum, ambas representativas del estilo compositivo en Alemania durante la segunda mitad del siglo XVII. El conjunto L’Armonia Sonora, dirigido por la excelente violagambista Mieneke van der Velden ofrece no solamente unas soberbias interpretaciones de estas dos obras instrumentales sino que da también en las can- tratenor sirve con mimo el pianismo de Susana García de Salazar, dibujando paisajes y evocando ambientes tan tristes como el sugerido en Bazko eta Salbatore, de Donostia, donde el joven enfermo que ve el final de sus días pide que no caigan lágrimas por su marcha. Un disco precioso que sume al oyente en cierta melancolía, como si el recuerdo de estos paisajes aún nos tuviese que doler. Asier Vallejo Ugarte tatas un acompañamiento perfecto a la voz de Kooij, en su esperable espléndida adecuación al contenido espiritual y musical de las mismas. José Luis Fernández RENÉ JACOBS BY HIMSELF. 30 años con Harmonia Mundi. Una parte del camino juntos. Varios autores, intérpretes y orquestas. 2 CD HARMONIA MUNDI HMX 2908214.16. 1977-2006. 155’ (+DVD: 60’). DDD. N PN L a compilación acogida en el doble compacto da un repaso a la colaboración de René Jacobs con la casa Harmonia Pl. Bonsuccés, 7 Entlo. 5 Tel. 93 481 56 90 www.lrmusic.net Mundi, para la que ha grabado en treinta años mucho y muy bien, recogiendo fragmentos de entre dos y ocho minutos de más de treinta registros, desde las Leçons de Ténèbres du Mercredy Sainct de Charpentier hasta la Clemenza mozartiana, pasando por autores como Monteverdi (el más representado), Schütz, Couperin, Bach, Haendel, Cavalli, Buxtehude, Telemann, Purcell o Haydn. Así se recorre la vida artística del maestro, desde el contratenor miembro de una generación de músicos decididos a renovar los principios de la interpretación del repertorio antiguo (con los Kuijken, Leonhardt, Linden o Christie, entre otros) hasta el director capaz de sorprender con el Mozart más vitalista, teatral e innovador de los últimos años. Pero cuando se nos pone en los labios tan poco de tanto, el cuerpo pide más, y nada mejor que un documental para saciar esa necesidad. El retrato que la película nos deja del belga es el de un hombre normal, enamorado de su mujer, interesado por la política, que vive su trabajo con pasión y que no pierde la sonrisa ni para hablar de aquello que no le gusta, así de los puristas o del verismo. En ella nos habla de sí mismo, de sus inicios, de su evolución y de sus ideas como intérprete (fidelidad al espíritu de la obra sí, pero adaptada al público moderno), del repertorio que ha cultivado y, en fin, de una retirada que por ahora no se plantea. Treinta años no es nada, y aún hay Jacobs para rato. Por supuesto, la música está siempre presente en este documental, que sin duda hará las delicias de los admiradores del gran artista y de todo buen melómano. La lástima es que, pudiendo escucharse en francés o en alemán, los subtítulos sólo estén disponibles en inglés y en el original galo. La presentación, eso sí, es modélica, como no podía ser menos en un tan merecido homenaje. Asier Vallejo Ugarte NUEVA TIENDA EN BARCELONA 107 D VDDV D 108 APERGHIS: CRÍTICAS de la A a la Z D V D APERGHIS-GOUNOD Storm beneath a skull. The little red riding hood. ENSEMBLE REFLEX. Directores de vídeo: CATHERINE MAXIMOFF, JEAN-BAPTISTE MATHIEU. IDEALE AUDIENCE Juxtapositions 9DS18 (Ferysa). 2006. 102’. N PN La serie Juxtapositions dedica uno de sus interesantes documentos a una de las personalidades más fascinantes de la modernidad. Georges Aperghis (n. 1945) es, como Luc Ferrari o Michel Chion, un outsider. Si Ferrari aborda casi todos los géneros desde el desprejuiciamiento frente a las formas consagradas y si un músico como Chion afronta la experiencia electroacústica desde la expresividad más vehemente e impudorosa, Aperghis asume formas como el teatro musical y la composición para reducidos conjuntos a partir de una particular puesta en escena. Cuando se plantea una pieza dramática, Aperghis apela a los elementos más primarios, en el convencimiento de que el lenguaje no debería poner límites a la expresión y de que el acto musical no ha de quedar supeditado a la importancia que secularmente portan las notas en el pentagrama y su ajustada interpretación. Cada obra de Aperghis pide de los ejecutantes (solistas vocales, instrumentistas) una aportación extra: el músico se convierte en actor, casi en transmisor de experiencias primarias. Es una manera de presentarnos el hecho sonoro como algo que no ha de encerrarse en las formas del presente y que ha de portar aún cuanto de tribal y desinhibido hay en toda manifestación musical primigenia. Es así como se desgranan los momentos que integran este formidable primer documento del DVD (Storm beneath a skull), las particularidades de un estilo que acoge desde el lado más tecnológico (Avis de tempête) hasta la fusión del sonido de la percusión con los movimientos del cuerpo (Corps à corps) y que se manifiesta siempre con libertad cuando la voz humana cobra especial protagonismo: Jactations, Récitations: pequeños monodramas, escenas de canto hablado donde caben todas las expresiones y modulaciones posibles. La vitalidad que posee este documento, que alterna ensayos de las piezas, entrevistas con los intérpretes y opiniones del autor sobre su obra, no se mantiene en el segundo capítulo, una representación del cuento infantil de Caperucita roja, en el cual Aperghis, aunque deja fluir su sempiterno sentido del humor y su capacidad para convertir al instrumentista en parte dramática de la pieza, no sabe insuflar de inventiva al material, demasiado parco en puro ingenio musical, quizás reprimido ante la fuerte componente teatral del proyecto. Francisco Ramos BEETHOVEN: Fidelio. GABRIELA BENACKOVÁ (Leonora), JOSEF PROTSCHKA (Florestan), NEILL ARCHER (Jacquino), MARIE MCLAUGHLIN, (Marzelline), ROBERT LLOYD (Rocco), MONTE PEDERSON (Pizarro), HANS TSCHAMMER (Don Fernando). CORO Y ORQUESTA DE LA ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN. Director musical: CHRISTOPH VON DOHNÁNYI. Director de escena: ADOLF DRESEN. Director de vídeo: DEREK BAILEY. otorga a su papel una gran frescura, lo mismo que Neill Archer, aunque éste en el vocal quede un poco más difuso. Josef Protschka convence en su gran aria del segundo acto, si bien su línea es algo monótona. Robert Lloyd da una gran nobleza a su Rocco, mientras que Monte Pederson, vocal y escénicamente, resulta siempre un poco forzado, con una emisión sin matices, de una pieza, quizá llevado por lo plano del personaje. Pero es Von Dohnányi el gran triunfador de la representación, con una lectura vigorosa, llena de nervio y pulso dramático. La dirección televisiva es igual de ortodoxa que la puesta en escena, con primeros planos que dejan en evidencia las escasas cualidades actorales de algunos intérpretes… Por todo ello, una versión canónica de la única ópera beethoveniana, que seguro hará las delicias de los melómanos, aunque posiblemente no tanto las de los amantes del teatro. Juan Carlos Moreno ARTHAUS 100 075 (Ferysa). 1991. 125’. N PN Un ejemplo de puesta en escena de aquellas que hoy parecen una rara avis, pues es tradicional como pocas, en el sentido que sigue fielmente el libreto original y no se toma ninguna licencia prestada en aras de darle una vuelta de tuerca a la historia, actualizarla o tergiversarla… Para nada: aquí Leonora se disfraza de hombre para buscar a su marido; el carcelero es un carcelero, la prisión es una prisión, el gobernador un gobernador, y ni siquiera se opta por modernizar la historia a partir del vestuario. Tampoco hace falta. La calidad de la música es tan alta, que no necesita nada más que una buena orquesta y un buen puñado de voces. Y de eso hay en esta representación del Covent Garden, datada en 1991 y firmada a nivel escénico por Adolf Dresen y a nivel musical por Christoph von Dohnányi. Hay que reconocerlo también, los solistas son mejores cantantes que actores. Y las mujeres mejores que los hombres… En primer lugar, Gabriela Benacková en el papel protagonista, del que borda el lado más humano de una forma generosa, un tanto estática en el plano escénico, pero emocionante en el musical. Marie McLaughlin FALLA: Noches en los jardines de España. El retablo de maese Pedro. RODRIGO: Concierto de Aranjuez. ALICIA DE LARROCHA, piano. JUSTINO DÍAZ, JOAN CABERO, XAVIER CABERO, JEANNETTE ZINGG. OPERA ATELIER. ORQUESTA SINFÓNICA DE MONTRÉAL. DIRECTOR: CHARLES DUTOIT. PEPE ROMERO, guitarra. ACADEMY OF ST MARTIN IN THE FIELDS. Director: NEVILLE MARRINER. Director de vídeo: LARRY WEINSTEIN. DECCA 074 3152 (Universal). 19901993. 84’. R PN Parece un producto turístico, algo así como un souvenir con clase, pero en realidad es un DVD buenísimo con tres obras de las más célebres del repertorio español relativamente reciente. Las tres tienen una merecida proyección internacional y las versiones que de ellas se nos ofrecen en este DVD son no sólo presentables en todas partes sino de las mejores que se pueden encontrar, más allá de la procedencia geográfico-cultural de los intérpretes. El programa empieza con la bellísima versión de Alicia de Larrocha y Dutoit de las geniales Noches en los jardines de España de Falla —versión ampliamente conocida— con imágenes de los protagonistas que aparecen de D V D APERGHIS-GOUNOD vez en cuando entre las de la Alhambra y el Generalife. Por supuesto, las imágenes de los paisajes no añaden interés a la música, ni ilustran ni nada, sino que más bien pueden distraer al oyente de lo esencial, que es la obra de Falla magníficamente interpretada en esta ocasión. Así pues, imágenes innecesarias y hasta un punto perturbadoras. Después viene el Concierto de Aranjuez de Rodrigo en otras versión justamente célebre, con Marriner y Rodrigo, precedida de un famoso documental de cuya aparición en DVD, bastante reciente, ya dimos cumplida cuenta en su momento en estas páginas. Aunque en el menú no haya opción de subtítulos, en el documental aparecen por defecto subítulos en español cuando se habla en inglés. En la grabación del concierto vemos a los intérpretes en acción salpicado de imágenes de lugares del Real Sitio que inspiró al maestro levantino. Terminamos con el Retablo de Maese Pedro de Falla sin subtítulos con el stravinskiano Dutoit que aborda esta música a la manera de la del Stravinski neoclásico. Así pues, la versión es espléndida con Dutoit al frente de una orquesta magnífica y de un equipo vocal de gran nivel. Visualmente vistoso y dramáticamente eficaz el trabajo de los responsables de la puesta en escena, incluidos, claro está, los titiriteros. Josep Pascual GESUALDO: Muerte para cinco voces. MILVA, voz. IL COMPLESSO BAROCCO. Director: ALAN CURTIS. GESUALDO CONSORT OF LONDON. Director: GERALD PLACE. Director de vídeo: WERNER HERZOG. ARTHAUS 102 055 (Ferysa). 1995. 68’. N PN E mpieza bien, con esos bellos paisajes que sabe filmar Herzog, con ese toque inquietante, nubes, cielo napolitano cargado de tempestades. Luego, empeora, a lo Gesualdo: su castillo en un estado no solo de ruinas sino de cutrez… Pero, estamos en Italia, y el albañil empuja la puerta recitando a Dante, a través del techo reventado asoma el cielo, algunos árboles han sobrevivido al furor del compositor (conocemos todas sus infamias, sus prác- Anne-Sophie Mutter y Lambert Orkis AL SERVICIO DE LA MÚSICA MOZART: Sonatas para violín y piano. ANNE-SOPHIE MUTTER, violín; LAMBERT ORKIS, piano. Director de vídeo: CHRISTIAN KURT WEISS. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4213 (Universal). 2006. 304’. N PN Es conocido el esfuerzo y las giras consiguientes efectuados por Mutter y traspasados al disco previamente a lo que aquí se comenta, que se engloban dentro de su denominado Proyecto Mozart del 2006. En estos dos registros en formato DVD se agrupan dieciséis sonatas para violín del genio de Salzburgo. No es la integral, sino lo que la violinista alemana escoge de entre el total según su criterio y afinidades. Concretamente, aquí se recogen recitales —tres— dados en Múnich en febrero de ese año. Se recoge en las notas adjuntas que Mutter desdeña aquellas sonatas en las que el violín acompaña la particas morbosas) y es una mancha de verde en ese desierto… Herzog nos evita (es un artista) la tortura de escuchar madrigales como música de fondo para los paisajes del Mezzogiorno o de los palacios; prefiere enseñarnos, hacernos escuchar, una gaita en uno de los castillos, o el ruido de los coches en la entrada de un palacio del compositor, transformada en parking. Ningún concierto tampoco (¡gracias!), Herzog prefiere filmar la miseria y el refinamiento, el humor y la tragedia, la sublime Milva doblando un madrigal que ella oye en un ghetto blaster reposando entre sus generosos senos, o el interesante compositor Francesco d’Avalos (un descendiente) tocando un piano desafinado; o filma los ensayos y es cuando la música de Gesualdo adquiere una nueva dimensión, opuesta a esa exaltación de la belleza, la sensualidad etc. privilegio de La Venexiana, del Concerto Italiano o del Centro de Música Antigua de Padua… Tanto Page con su Gesualdo Consort como Curtis (hace cantar una frase una voz tras otra antes de darnos el todo: gran clase) luchan contra una fuerza superior a ellos. Y sobre todo Curtis: anima, retiene, empuja las voces de su Com- te de la mano derecha en el piano, y también queda a su albedrío el orden en el que se tocan las obras en cada uno de los recitales. Hay un bonus de quince minutos donde la violinista habla de su aproximación a Mozart. La convivencia de la alemana con la obra del salzburgués es algo en lo que ella insiste a la menor ocasión. También la preparación y realización de este repertorio con Lambert Orkis viene de lejos. Por tanto, asistimos a una plasmación en perfecta convivencia de ambos instrumentos, que realizan filigranas, adornos, juegos de intercambio, y canto que llega a lo inefable en períodos lentos especialmente. Testimonio de la convivencia Mozart-Mutter es que toca siempre de memoria, con una variedad y una capacidad, no es nuevo, que está fuera de lo común. Se da un estar al servicio de la obra totalmente admirable. La realización visual es — plesso Barocco, nada homogéneo (no es una crítica), alucinado, en un espacio que los músicos invaden y violentan, por ejemplo el tiorba tocando en calzones. Esa es quizá la realidad de la música de Gesualdo, una realidad: no nos necesita y, que vivamos en un palacio o en esa cocina de una rara cutrez, somos extraños a ella, nadie nos ha invitado, somos unos mirones del oído. Pedro Elías Mamou GOUNOD: Mireille (versión abreviada). PIERRETE ALARIE (Mireille), LÉOPOLD SIMONEAU (Vincent), ROBERT SAVOIE (Ourrias), JOSEPH ROULEAU, (Ambroise). CORO Y ORQUESTA DE RADIO CANADÁ. Director: ROLAND LEDUC. DEBUSSY: Pélléas et Mélisande (acto segundo). SUZANNE DANCO (Mélisande), JEANPAUL JEANNOTTE (Pélléas), ROBERT SAVOIE (Golaud). ORQUESTA DE RADIO CANADÁ. Director: JEAN BAUDET. VAI 4380 (LR Music). 1955. 90’. R PN Con el encanto de la televisión en blanco y negro, y la nostalgia de los tiempos en que la tele se ocupaba de estas cosas y no de otras, volvemos a ver a los grandes de ayer, a punto de volverse lógicamente— limitada. Planos cortos, en primero y primerísimo, algunos enfoques picados y hasta algún plano enfático no pueden evitar la monotonía visual ni la virtual repetición, inevitables, por otra parte en la práctica, dentro de un escenario somero iluminado en luces fijas, cuyo mayor y casi único adorno —aparte de los instrumentos— es la violinista. José Antonio García y García anteayer. Debo decir, por ejemplo, que yo no veía a Simoneau desde hace cincuenta años, y a Rouleau desde 1962. La selección de Mireille, primor de obra que apenas aparece en las tablas, permite seguir la acción en una hora. Una ambientación adecuada y un trabajo de cámara habilidoso, que incluye desplazamientos y picado de planos, unido a que los cantantes dan el tipo de sus personajes, permite gozar de dos interpretaciones antológicas, las del matrimonio protagonista. La finura de su canto, la nitidez de su dicción, su sensible musicalidad y hasta algún momento de bravura en la soprano, todo de óptima calidad. El resto del reparto funciona a la altura. Algo similar conviene decir del fragmento debussyano, un mundo muy diverso al de Gounod, exento de dramatismo, desleído, intermitente y protagonizado por el trabajo orquestal. Los ambientes algo ensoñados de la obra están cuidadosamente tratados por el escenógrafo, lo mismo que los fundidos que llevan de un cuadro a otro. El decir y la 109 D VDDV D GOUNOD-RECITALES pulcritud filológica de los cantantes juegan de manera intachable. En ambas obras, la orquesta suena con el debido color y el exigible equilibrio de volúmenes. Blas Matamoro palabras —y los gestos cuando toca— queda su modo de interpretar, de una belleza exquisita y musicalísima. El documental, grabado en 1998, puede seguirse con los subtítulos en español. Los conciertos fueron grabados en 2001 en el Mozarteum de Salzburgo. MOZART: Conciertos para piano y orquesta nº 13 y nº 20. MITSUKO UCHIDA, piano y dirección. CAMERATA SALZBURG. Director de vídeo: HORANT H. HOHLFELD. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4129 (Universal). 2001. 92’. N PN No 110 es raro encontrarse con intérpretes que seducen muchísimo al escucharles pero que al verles en acción nos decepcionan y hasta nos ponen nerviosos. Y la mayoría de las veces, como es el caso que hoy nos ocupa, ello se debe a una gestualidad excesiva que, si no fuera porque conocemos bien a la protagonista, sospecharíamos que algo hay de teatro en sus movimientos y en sus muecas. Así pues, este DVD tiene su máximo interés —que al fin y al cabo es lo realmente sustancial— en lo que escuchamos: dos versiones espléndidas de sendos conciertos mozartianos. Uchida dirige brillante y eficazmente desde el teclado — siempre de memoria— al principio de pie, y toca, como siempre, maravillosamente. Pero visualmente cansa. Una lástima. Ahora bien, repetimos, las versiones son tan buenas como cabe esperar de una mozartiana auténtica como es ella. El bonus es un documental que se tiutula Cuando tenga setenta años tocaré en público música de Bach, que es una frase que la protagonista pronuncia al final. En este documental Uchida habla de su vinculación con la cultura alemana, habla del clasicismo y de los clásicos, de Beethoven, del romanticismo, de la música contemporánea… Reivindica a Haydn, a Schoenberg, considera a Mozart como un genio e incluso como “el” genio y, por supuesto, todo ello da pie a que hable de sí misma como intérprete: “Cada nota tiene su razón de ser”. Toda una declaración de principios, como cuando dice que hay dos tipos de pianistas: los que tocan música de Liszt y los que tocan música de Chopin. Ella es de los segundos. Pero más que las Josep Pascual PAGANINI: 24 Caprichos para violín solo op. 1. ALEXANDER MARKOV, violín. Director de vídeo: BRUNO MONSAINGEON. NVC ARTS 50-51011-5467-2-3 (Warner). 1989. 88’. N PN E ste DVD ofrece la rara ocasión de un joven —en aquel momento— violinista afrontando en vivo la nada despreciable aventura de los 24 Caprichos de Paganini. Aunque es una filmación de Monsaingeon, el contenido documental se reduce a una breve entrevista introductoria que precede al concierto. Éste es apto especialmente para los amantes de la pirotecnia violinística, de la que disfrutarán en dosis generosas. El muchacho parece técnicamente más que sobrado para ofrecer con garantías una ejecución más que notable de estas acrobáticas páginas, con afinación muy buena, dedos capaces de moverse por los dobles trinos como si tal cosa y un arco capaz de juegos aparentemente casi inverosímiles. Técnicamente buenísimo, pues, pero la pregunta es la de siempre: ¿qué será capaz de hacer este muchacho presuntamente portentoso en otro repertorio? No parece que en estos diecinueve años Markov se haya hecho un gran nombre (a la altura de los Vengerov, Bell, Fischer, Hahn y demás) ni que su discografía haya crecido mucho más allá del repertorio de bravura. La realización visual, que ofrece algunos primeros planos que pueden interesar a los aficionados al detalle de la técnica del violín, puede también distraer en más de un momento dado que en algunos momentos la cámara ofrece hasta cuatro o cinco enfoques simultáneos, algunos a cámara lenta, con lo que el espectador termina por no saber hacia dónde dirigir la atención. En resumen, DVD discreto, que puede tener especial interés para amantes de este repertorio o de la acrobacia violinística en general. El resto no perderá gran cosa si se abstiene. RECITALES Rafael Ortega Basagoiti WAGNER: Lohengrin. KLAUS FLORIAN VOGT (Lohengrin), SOLVEIG KRINGELBORN (Elsa), HANS-PETER KÖNIG (Heinrich der Vogler), WALTRAUD MEIER (Ortrud), TOM FOX (Telramund), ROMAN TREKEL (Heraldo). EUROPACHORAKADEMIE MAINZ. CORO DE LA ÓPERA NACIONAL DE LYON. ORQUESTA SINFÓNICA ALEMANA DE BERLÍN. Director musical: KENT NAGANO. Director de escena: NIKOLAUS LEHNHOFF. Director de vídeo: THOMAS GRIMM. ITZHAK PERLMAN. Violinista. In the Fiddler’s House. BRAVE OLD WORLD. KAPELYE. THE KLEZMATICS. THE KLEZMER CONSERVATORY BAND. EMI 3 68609 9. 1995. 56’. N PN La práctica omnipresencia del personaje de Elsa sobre las tablas hace pensar que la puesta en escena gira en torno a las obsesiones y neurosis de esta curiosa impertinente. Sin embargo, el que Lohengrin aparezca tocando un irreal piano en la escena crucial en que al fin se hace la fatal pregunta nos conduce al meollo de la interpretación: el egoísmo y la insensibilidad del artista, obviamente ejemplarizado en el propio Wagner. Por lo demás, el montaje es de una gran plasticidad, por el dominio de los azules, plateados y negros, y el alto grado de abstracción, aunque las gradas del parlamento y los uniformes militares de primer y tercer actos remiten inevitablemente a la corrupción política universal y el militarismo alemán de Bismarck a Hitler. Naturalmente, aquí no hay cisne ni nada por el estilo, sino un rayo de luz. Especialmente logrado el comienzo del acto segundo, con la vileza de Telramund y Ortrud a flor de piel. En cierto sentido, es éste un Lohengrin de malvados, pues Meier es de una fuerza dramática y una complejidad sin par como Ortrud, mientras que Fox crea un Telramund muy convincente en su dependencia de la seguidora de la magia. Kringelborn es una lírica Elsa y Vogt, que parece entregarse a fondo sólo en su relato final, es un Lohengrin más bien aniñado. Sensacionales el rey de König y el Heraldo de Trekel. Magníficos coro y orquesta, a las órdenes de Nagano, que se revela como creador de atmósferas, poseedor de instinto dramático y dominador del lenguaje wagneriano. S in extras y con subtítulos en diversos idiomas, entre ellos el español, este brevísimo documental nos habla de la relación de Perlman con la música klezmer . “Si hay algún tipo de música que pueda considerar mía teniendo en cuenta mis orígenes, esa es la música klezmer”, dice Perlman en un momento. El gran violinista reconoce que llegó tarde como intérprete a esta música, aunque siempre le resultó familiar. Perlman empezó a tocar klezmer cuando ya era un músico universalmente conocido y sus grabaciones discográficas de esta música son de hace pocos años. Pero Perlman es, sin duda, uno de los grandes intérpretes de klezmer desde que empezó a abordar este repertorio de modo que si hay algo que podemos criticar de este documental —aparte de su breve duración— es que prácticamente no haya una sola interpretación completa sino trozos de piezas klezmer. Una lástima pues el disco que tiene el mismo nombre que este DVD es un auténtico tesoro para los amantes de esta hermosa música. El documental nos acompaña en el viaje de Perlman al encuentro con la tradición klezmer. Vamos a Polonia y a Nueva York, hay reuniones con algunos de los mejores intérpretes de klezmer y Perlman toca con tanto entusiasmo como con humildad. Reconoce que sus compañeros conocen mejor que él esta música, pero nadie lo diría al verle tocar. Los encuentros son fascinantes y en todo momento lamentamos la poca música que escuchamos. Ahora bien, a pesar de lo dicho, es un DVD muy disfrutable que, sin duda, despertará el interés del espectador hacia esta música tan especial, expresión de la cultura judía —quizá más concretamente de la yiddish— y que se mueve entre lo culto y lo popular, entre la tradición y el jazz, con bastante de improvisada y con unas normas genuinas. Enrique Martínez Miura Josep Pascual 3 DVD OPUS ARTE OA 0964 D (Ferysa). 2006. 279’. N PN NEGRO MARFIL UNA LARGA HISTORIA ALREDEDOR DE LA FELICIDAD Escucha, allá, bajo los rayos de la luna, el mono agachado que llora, solo, sobre las tumbas… (Li Bai) Las portadas, las fotografías, las imágenes, antes de escuchar los cedés, y entrar en esas imágenes para vivir en ellas; el mar con reflejo de la luna, un tranvía en Burdeos o Lisboa, el asfalto que lleva a una mancha de luz en una arboleda del norte de Italia quizá, y luego, la cancioncilla del gueto… pero ¿cómo empezó el viaje? Uno se va sin darse cuenta. El poema, que nadie canta en ese disco, en esos discos, no dice mucho: Bin ich mir ein schneiderl, Si fuera un sastrecillo… es una voz lejana que no quiere decir demasiado, habla con palabras extrañas, palabras y días dicen el disco y la trompeta de Rava, los placeres y los días… con la imperfección de las lenguas, añade Sclavis, y habla de otros dialectos, o habla en otros dialectos y cuenta la historia de una frase, una larga historia, insiste Anat Fort, y Rava revela secretos… y las músicas se contestan (el nombre de Anat, significa “pequeña respuesta”), se preguntan, atraviesan el mar, rápidamente, a ras del agua, al azar de los raíles, de las carreteras, para descubrir esos países que nadie se había atrevido a soñar, para llegar a ese país de la palabra sin límites donde todos sueñan, no todos sueñan lo mismo, lo dicen los títulos de sus obras, Louis Sclavis dialoga con los sueños, Enrico Rava tiene sueños prohibidos, Anat Fort se pregunta si eso era un sueño, pero esos sueños se responden y se conocen, son cómplices, por encima de las generaciones, pues entre Paul Motian y Anat Fort cabe medio siglo de músicas, entre Rava y los ecos de Ellington que oye en su música, un siglo y más, y eso es el trabajo, el oído de un editor de cedés, eso es una colección y esos sonidos y los sonidos hacen vibrar el cuerpo y el corazón late más fuerte, y uno puede notar la llamada de la libertad, es la poesía de la música, el jazz o algo new age u otra cosa, no sé distinguir, escucho algo cuyo nombre no me importa; una música que hace aflorar recuerdos lejanos, medio olvidados (temo perder el más mínimo de esos recuerdos que vuelan, de perder su danza, su vida), recuerdos de la adolescencia ebria de noche, de la infancia cuando uno anda paso a paso, sestea en la arena, conjuga los verbos y las hierbas, bucea con el delfín, lame la sal en las velas, siente crecerle las alas, escucha las frases palabra por palabra, la música nota a nota, cuando el tiempo fluye más lento… ¿Es la armonía salvaje y calma la que me arrastra? Todas las notas que inventa, estaban, hace mucho tiempo ya, en mi vida, en el aire, en el mar. ¿Es su poesía, la aventura más bella, la que dice sin parar el viento sobre el mar? y la piel reacciona al contacto con ese viento y con el mar. Esas músicas, esos músicos, acaso no piden al oyente un cambio radical, ni una reflexión sobre el mundo (para esto, uno puede preferir a Marx, por ejemplo: “…el triunfo de la burguesía ha ahogado los sagrados estremecimientos del éxtasis religioso, del entusiasmo caballeresco y del sentimentalismo de perra gorda en las aguas heladas del calculo egoísta”), no son vanguardistas, no piden un saber en el oyente, no necesitan a un musicólogo-procurador, no quieren, creo, obligar a un cambio de vida, de costumbres; no dicen “protesta una vez más”, no se trata siquiera de cambiar de cara, de nombre; esas músicas, puede que sean fáciles, sólo quieren que el oyente recuerde, recuerde una lengua un poco fuera del tiempo, una lengua paciente, quizá no eterna, una lengua que supiera esperarme. Una lengua que pudiera confundirse con la bruma, venida de lejos, tranquilamente, seguramente, para encontrarse conmigo. Un sonido saliendo de una película muda: una sensación un poco rara; estar enamorado puede a veces producir ese efecto. Pierre Élie Mamou L’IMPARFAIT DES LANGUES. Obras THE WORDS AND THE DAYS. Obras de Louis Sclavis, Paul Brousseau y Maxime Delpierre. LOUIS SCLAVIS, clarinetes, saxo soprano; MARC BARON, saxo alto; PAUL BROUSSEAU, teclados, guitarra, electrónica; MAXIME DELPIERRE, guitarras; FRANÇOIS MERVILLE, batería. A LONG STORY. ANAT FORT, piano; PERRY ROBINSON, clarinete, ocarina; ED SCHULLER, contrabajo; PAUL MOTIAN, batería. de Rava, Russell Freeman, Don Cherry, Bonaccorso y Gatto. ENRICO RAVA, trompeta; GIANLUCA PETRELLA, trombón; ANDREA POZZA, piano, ROSARIO BONACCORSO, contrabajo; ROBERTO GATTO, batería. ECM 1994 170 1416 (Nuevos Medios). 2007. 57’. DDD. N PN ECM 1954 987 7897 (Nuevos Medios). 2007. 56’. DDD. N PN ECM 1982 170 9773 (Nuevos Medios). 2007. 73’. DDD. N PN 111 Í ÍNÍNN DDD I ICICC EEE ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS 112 Abbado, Claudio. Director. Obras de Brahms, Beethoven y otros. Euroarts. . . . . . . . . . . . . . . 72 Ángeles, Victoria de los. Soprano. Obras de Schumann, Schubert y otros. Columna Música. . . . . . . 102 Aperghis: Storm. Reflex. Ideale. . 108 Bach, J. L.: Cantatas. Max. Carus. . 79 Bach, J. S.: Conciertos para violín. Hope. Warner. . . . . . . . . . . . . . . 79 — Conciertos para violín. Suwanai. Philips. . . . . . . . . . . . . 79 — Sonatas para viola da gamba. Manson/Pinnock. Avie. . . . . . . . 78 — Variaciones Goldberg. Rachlin, Imai, Maiski. DG.. . . . . 78 Barenboim, Daniel. Director. Obras de Mozart, Kodály y otros. Euroarts.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72 Barroco boliviano. Solomon. Channel. . . . . . . . . . . . . . . . . . 104 Bartók: Concierto para orquesta. Solti. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . 74 — Concierto para orquesta. Gielen. Hänssler. . . . . . . . . . . . . 80 — Mikrokosmos. Jandó. Naxos. . . 79 Beck: Sinfonías. Schneider. CPO. . 80 Beethoven: Cuartetos. Guarneri. Brilliant. . . . . . . . . . . . 81 — Cuartetos opp. 59. 1, 127. Endellion. Warner. . . . . . . . . . . . 81 —Fidelio.Benacková, Protschka/ Dohnányi. Arthaus. . . . . . . . . . 108 — Sinfonías. Haitink. LSO. . . . . . . 82 — Sonatas opp. 26-28. Oppitz. Hänssler. . . . . . . . . . . . . 80 — Sonatas para piano. Barenboim. EMI. . . . . . . . . . . . . 70 — Variaciones. Brendel. Brilliant. . 80 Bell, Joshua. Violinista. Obras de Barber y Walton. Decca. . . . . . . 75 Berlioz: Benvenuto Cellini. Ford, Claycomb. Hänssler. . . . . . 82 — Noches de estío. Crespin/Ansermet. Decca. . . . . . 74 Boesmans: Julie. Magee, Ernman/Ono. Cyprès.. . . . . . . . . 82 Brahms: Fantasías. Angelich. Virgin.83 — Missa. Baker. Hyperion.. . . . . . 83 — Réquiem alemán. Cleobury. EMI. 84 — Rinaldo. Rilling. Hänssler. . . . . 84 — Transcripciones. Matthies/Köhn. Naxos. . . . . . . . . 83 Britten: Peter Grimes. Pears/Britten. Decca. . . . . . . . . . 75 Bruckner: Sinfonía 8. Beinum. Tahra.84 Caldara: Cantatas. Banholzer. Ramée. . . . . . . . . . . 84 Cantar del alma. Latorre/Barredo. Arsis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104 Carnetz secretz. Delafosse-Quentin. Ambronay. . . . . . . . . . . . . . . . . 104 Cena galante. Bernardini. Etcetera.105 Chaikovski: Concierto para violín. Chung/Previn. Decca. . . . . . . . . 74 — Sinfonía 1. Smetácek. Supraphon. 75 Chopin: Polonesas. Kissin. RCA. . . 85 — Sonata para chelo. Kanka/Klepác. Praga. . . . . . . . . . 85 Christoff, Boris. Bajo. Obras de Verdi. Golden Melodram. . . . . . . . . 77 — Cantos populares. DG. . . . . . . . 71 Cimarosa: Marito disperato. De Simone, Pizzolato/Fogliani. Bongiovanni. . . . . . . . . . . . . . . . 85 Couperin, L.: Piezas para clave. Asperen. Aeolus. . . . . . . . . . . . . 86 Cruz: Triángulo. De Eusebio. Autor. 85 Damrau, Diana. Soprano. Obras de Berg, Mahler y otros. Orfeo.. . . 103 Donahueschingen 2005. Pomarico. Col Legno.. . . . . . . . 105 Donizetti: Caterina Cornaro. Rinaldi, Mazzini/Boncompagni. Bongiovanni. . . . . . . . . . . . . . . . 86 — Diluvio universale. Palazzi, Cullagh/Carella. Opera Rara. . . . 86 — Figlia del reggimento. Nocentini, Casciarri/Conti. Naxos. . . . . . . . 86 — Lucia di Lammermoor. Sutherland, Gibin/Serafin. ROH.. . . . . . . . . . 87 Dúos. Netrebko/Villazón. DG. . . 106 Dvorák: Variaciones. Kertész. Decca. . . . . . . . . . . . . 74 Elgar: Concierto para violín. Graffin/Handley. Avie. . . . . . . . . 87 Falla: Noches en los jardines de España. Larrocha/Marriner. Decca. . 108 Flour de beaulté. Gondko. Ramée.105 Fontana: Sonatas. Seicento. Arsis. . 87 Franck: Cuarteto. Spiegel. MDG. . 87 Furrer: Fama. Furrer. Kairos. . . . . . 88 Gesualdo: Muerte para 5 voces. Place. Arthaus. . . . . . . . . . . . . . 109 Godár: Mater. Bittová, Valent/Stryncl. ECM. . . . . . . . . . 88 Gounod: Mireille. Alarie, Simoneau/Leduc. VAI. . . . . . . . 109 Grandi, Margherita. Soprano. Obras de Verdi. Testament. . . . . 76 Haendel: Ariadna en Creta. Katsuli, Nesi/Petrou. MDG. . . . . 89 Haydn: Cuartetos. Ébène. Mirare. . 89 Hérold: Sonámbula. Bonynge. Melba. . . . . . . . . . . . . 89 Homs: Biofonia. Oue. Columna Música.. . . . . . . . . . . . 89 Ives: Sinfonías. Litton. Hyperion.. . 89 Janácek: Cuartetos. Brodsky. Brodsky. . . . . . . . . . . . 90 Jansons, Mariss. Director. Obras de Mozart, Haydn y otros. Euroarts. 72 Jolivet: Concierto para violín. Faust/Letonja. H. Mundi. . . . . . . 90 Jurinac, Sena. Soprano. Obras de Verdi, Chaikovski y otros. Golden Melodram.. . . . . . . . . . . 77 Kalliwoda: Sinfonía 3. Moesus. MDG.. . . . . . . . . . . . . . 90 Keenlyside, Simon. Barítono. Obras de Rossini, Verdi y otros. Sony. 103 Kirchschlager, Angelika. Mezzo. Obras de Haendel. Sony. . . . . . 103 Klicka: Fantasías. Estellet-Brun. Alpha. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Kraus: Cuartetos. Salagon. Carus. . 91 Lang: DW 17. Cambreling. Col Legno. . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Libro de horas de Isabel la católica. Da Col. Bongiovanni.. . . . . . . . 106 Liszt: Sonata. Hitzlberger. Ambronay. . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Mahler: Lieder. Stotijn/Drake. Onyx. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 Martín y Soler: Ifigenia en Áulide. Pitarch, Haas/Otero. K 617. . . . . 93 — Oberturas. Vicent. Columna Música.. . . . . . . . . . . . 92 Mendelssohn: Octeto. St. Martin. Decca. . . . . . . . . . . . 74 — Tríos. Nash. Onyx. . . . . . . . . . 92 Mercadante: Giuramento. Zampieri, Baltsa/Albrecht. Orfeo.. . . . . . . . 92 Metropolitan Opera Gala. DG.. . . 71 Miaskovski: Sinfonías 6, 10. Liss. Warner. . . . . . . . . . . . . . . . 93 Monteverdi: Óperas. Harnoncourt. DG. . . . . . . . . . . . 68 Mozart: Conciertos para piano 13, 20. Uchida. DG. . . . . . . . . . . . 110 — Conciertos para violín. Kavakos. Sony.. . . . . . . . . . . . . . 95 — Conciertos para violín. Scholz. Berlin. . . . . . . . . . . . . . . 95 — Flauta mágica. Lewis, Carlyle/Klemperer. Golden Melodram.. . . . . . . . . . . 77 — Lieder. Jarnot/Schmalcz. Oehms. 94 — Nachtmusik. Cohën-Akenine. Alpha. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 — Obras para órgano. Tamminga. Accent. . . . . . . . . . . 93 — Réquiem. Albada. Arsis. . . . . . . 94 — Sonatas y variaciones. Brautigam. BIS. . . . . . . . . . . . . . 94 — Sonatas para violín y piano. Mutter/Orkis. DG. . . . . . . . . . . 109 Música francesa para flauta. Gallois. Saphir. . . . . . . . . . . . . 106 Musorgski: Boris Godunov. Ghiaurov, Vishnevskaia/Karajan. Decca.. . . . . . . 74 — Cuadros de una exposición. Ashkenazi. Decca. . . . . . . . . . . . 75 Nono: Obras electrónicas. Stradivarius. . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Oberlin, Russell. Contratenor. Obras de Haendel. DG. . . . . . . . 71 Ockeghem: Obras vocales. Wickham. Gaudeamus. . . . . . . . 95 Ozawa, Seiji. Director. Obras de Gershwin. Euroarts. . . . . . . . . . . 72 Paer: Sofonisba. Larmore, Evans/Guidarini. Opera Rara. . . . 95 Paganini: Caprichos. Markov. NVC. . . . . . . . . . . . . . 110 Paisajes del recuerdo. Mena/García Salazar. H. Mundi. . . . . . . . . . . 107 Perlman, Itzhak. Violinista. EMI.. 110 Piazzolla: Estaciones porteñas. Zeitouni. Atma. . . . . . . . . . . . . . 96 Poulenc: Gloria. Jansons. RCO.. . . 96 Preguerra, 1911-1914. Weghe. Fuga Libera. . . . . . . . . . . . . . . . 106 Profundis clamavi. Kooij/Velden. Ramée.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 Prokofiev: Alexander Nevski. Casadesus. Naxos. . . . . . . . . . . . 96 Puccini: Música orquestal. Chailly. Decca. . . . . . . . . . . . . . 75 — Tosca. Jurinac, Cosutta/Cluytens. Golden Melodram.. . . . . . . . . . . 77 Rattle, Simon. Director. Obras de Brahms. Euroarts. . . . . 72 Rejcha: Conciertos para chelo. Ericsson. Supraphon. . . . . . . . . . 75 René Jacobs by himself. H. Mundi. 107 Rey de la Torre, José. Guitarrista. Obras de Albéniz, Granados y otros. Bridge. . . . . . . . . . . . . . . 103 Rimonte: Réquiem. Vandewege. Etcetera.. . . . . . . . . 96 Rimski-Korsakov: Suites. Bakels. BIS. . . . . . . . . . . . . . . . 97 Rodrigo: Concierto serenata. Wentink/Valdés. Naxos.. . . . . . . 97 Rodríguez de Hita: Canciones. Recasens. Lauda. . . . . . . . . . . . . 97 Rossini: Guillermo Tell. Pavarotti, Freni/Chailly. Decca. . . . . . . . . . . . 74 Rzewski: Four Pieces. Arciuli. Stradivarius.. . . . . . . . . . 97 Saint-Saëns: Sinfonía 3. Dutoit. Decca. . . . . . . . . . . . . . . 75 — Sonatas para chelo. Kliegel/Thiollier. Naxos.. . . . . . . 98 Sanz: Obras para guitarra. Díaz-Latorre. Zig Zag. . . . . . . . . 98 Satie-Cage: Socrate. Ránki/Klukon. BMC.. . . . . . . . . . 98 Scarlatti: Sonatas. Schiff. Decca.. . 75 Schubert: Lieder. Teuscher/Eisenlohr. Naxos. . . . . 98 — Viaje de invierno. Mammel/ Schoonderwoerd. Alpha. . . . . . . 99 Schumann: Carnaval. Igoshina. Warner.. . . . . . . . . . . . 99 Schuricht, Carl. Director. Obras de Mozart, Schumann y otros. Testament. . . . . . . . . . . . . 76 Schwarzkopf, Elisabeth. Soprano. Obras de Strauss, Mozart y otros. Golden Melodram.. . . . . . . . . . . 77 Shostakovich: Perno. Kitaienko. Capriccio. . . . . . . . . . 99 — Sonatas para violín y viola. Keulen/Brautigam. Challenge. . . 99 Solbiati: Espíritus inquietos. Leaper. Stradivarius.. . . . . . . . . 100 Strauss: Arabella. Della Casa, London/Solti. Decca. . . . . . . . . . 74 — Sinfonía alpina. Wit. Naxos. . 100 — Vida de héroe. Varios. . . . . . . . 66 Streich, Rita. Soprano. Obras de J. Strauss, Meyerbeer y otros. DG. . 71 Suk: Cuento de estío. Petrenko. CPO. . . . . . . . . . . . . 100 Telemann: Cantatas. Infante/ Mallavibarrena. Enchiriadis.. . . 100 Thyssens-Valentin, Germaine. Pianista. Obras de Mozart, Debussy y otros. Testament. . . . . . . . . . . . 76 Toscanini, Arturo. Director. Obras de Mendelssohn, Wagner y otros. Testament. . . . . . . . . . . . . 76 Tylsar, Zdenek. Trompista. Obras de Strauss y Mozart. Supraphon. . . . 75 Vaughan Williams: Fantasía. Hickox. Chandos. . . . . . . . . . . 101 Verdi: Otello. Cosutta, Varady/ Kleiber. Golden Melodram. . . . . 77 — Réquiem. Solti. Decca. . . . . . . . 74 Villa-Lobos: Guia. Rubinsky. Naxos. . . . . . . . . . . . 101 Villazón, Rolando. Tenor. Obras de Sorozábal, Vives y otros. Virgin.104 Vivaldi: Arias. Jaroussky/Spinosi. Virgin. . . . . . 101 Vranicky: Sinfonías. Gregor. Supraphon. . . . . . . . . . . 75 Wagner: Anillo del nibelungo. Bröcheler, Altmeyer/Haenchen. Opus Arte. . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 — Holandés errante. Hotter, Ursuleac/Krauss. Membran. . . . . 73 — Holandés errante. Uhde, Varnay/Keilberth. Testament. . . . 76 — Lohengrin. Windgassen, Steaber/Keilberth. Membran. . . . 73 — Lohengrin. Vogt, Klingelborn/Nagano. Opus Arte. 110 — Maestros cantores. Edelmann, Schwarzkopf/Karajan. Membran. 73 — Parsifal. Windgassen, Mödl/ Knappertsbusch. Membran. . . . . 73 — Prohibición de amar. Dermota, Zadek/Hager. Membran. . . . . . . 73 — Tannhäuser. Schech, Seider/Heger. Membran. . . . . . . 73 — Tristán e Isolda. Flagstad, Suthaus/Furtwängler. Membran.. 73 — Tristán e Isolda. Treleaven, Brewer/Runnicles. Membran. . . 101 Weingartner: Sinfonía 3. Letonja. CPO. . . . . . . . . . . . . . 102 Windgassen, Wolfgang. Tenor. Obras de Wagner. DG. . . . . . . . 71 Wolpe: Passacaglia. Kalitzke. Mode. . . . . . . . . . . . . 102 Zelenka: Obras instrumentales. D O S I E R MÚSICA Y CINE 113 D O S I E R MÚSICA Y CINE FUNCIONES MUSICALES EN EL LENGUAJE CINEMATOGRÁFICO De la pantalla surge en primer lugar la imagen de las obras de construcción en una ciudad moderna, con una taladradora en primer plano cuyo ruido casi nos ensordece, y que sirve como fondo sonoro a unos carteles con los títulos iniciales de crédito; un fundido a negro nos conduce de golpe a un escenario completamente distinto, una vieja y sucia calle con unos perros que merodean en torno a los cubos de basura, y el título del film aparece pintado con tiza en el muro de ladrillo. En cuanto vemos a los perros la impagable música de Frank Barcellini emerge tras el ruido de la taladradora para simbolizar con su aire de music hall parisino el encanto de la antigua ciudad, amigable y humana, y con ella seguimos a los perros callejeros hasta llegar del barrio antiguo y destartalado hasta la moderna y automatizada casa del matrimonio protagonista, y la música desaparece de nuevo con los sonidos de la vida moderna, en este caso la aspiradora de la muy pulcra señora de la casa. Se trata de los títulos de crédito y el inicio de Mi tío de Jacques Tati, que apenas en unos pocos minutos logra expresar no sólo con las imágenes, sino igualmente a través de la banda sonora, el tema central de su película: la moderna civilización que deshumaniza la ciudad con su tecnología avanzada. Y lo consigue creando una perfecta pieza sonora para taladradora y pequeño conjunto, lo que ejemplifica singularmente bien esa imbricación de lo que habitualmente conocemos de forma estricta como música en el mundo de la banda sonora cinematográfica. Ella nos acerca al concepto de arte sonoro, extensión inevitable en nuestra sociedad del horizonte de la música, que aparece así como otro elemento más dentro de un discurso elaborado en el tiempo con todos los posibles aspectos sonoros de nuestro entorno, ya sean ruidos, palabra y texto o silencio. El arte sonoro acoge en su seno a numerosas manifestaciones artísticas actuales, desde el arte radiofónico hasta la banda sonora de cualquier producto cinematográfico, televisivo o de video.art, así como la parte sonora de una instalación sonora o de cualquier multimedia. A lo largo de sus ya muchos años de existencia ha ido generando un lenguaje propio, rico y variado, y es en su amplio marco en el que debemos situarnos para realmente entender el fenómeno de la música cinematográfica. E l espectro de posibilidades sonoras como elemento fundamental semántico en el discurso narrativo cinematográfico es amplísimo, como ya desde un primer momento supieron ver sus principales creadores. Muchos pensarán en un primer análisis que Los pájaros de Hitchcock, no tiene una banda sonora musical estrictamente hablando, pero si se fijan detenidamente verán en los títulos de crédito aparecer el nombre del compositor Bernard Herrmann, colaborador habitual del director, así como otros dos músicos más, Remi Gassman y Oskar Sala. El primero figura como asesor de la banda sonora creada expresamente para el film por los otros dos compositores, pioneros en el campo de la electroacústica. Realmente los sonidos aparentemente de pájaros que son tan característicos de la banda sonora desde los títulos de crédito no son en modo alguno reales, sino fruto de un cuidado trabajo que representó uno de los primeros hitos de la electroacústica pura en el cine. Comprobamos así la necesidad de cambiar los habituales esquemas de acercamientos a la música cinematográfica como una expresión de valor absoluto, y comprender que es en realidad un elemento más de la banda sonora, en su combinación de logos, ruidos y música. Un camino sincronizado 114 La música ha formado parte del espectáculo cinematográfico desde sus inicios, cuando éste tomó las características que lo definieron inequívocamente como tal. La posible prehistoria del cine es muy amplia, incluyendo las más lejanas etapas de captación del movimiento, pero al poco tiempo de aquella sesión en el Salon Indien de París en diciembre de 1895 con los primeros cortos de los hermanos Lumière, la música era ya parte esencial en la exhibición pública del novedoso arte. Se han apuntado diversas teorías sobre esta utilización, si bien es evidente que la música ha sido tradicionalmente elemento esencial en las artes escénicas, y en el fondo la nueva e incipiente manifestación artística heredó de éstas numerosos esquemas, entre ellos y de forma muy importante los musicales. Algunas teorías apuntan además a la necesidad en el cine mudo de no sólo humanizar la imagen artificial en la pantalla, sino también de minimizar los ruidos mecánicos del proyector y los cambios de rollo. Hay, pues, una serie de razones psicológicas D O S I E R MÚSICA Y CINE y estéticas para hacer necesaria una parte musical en las proyecciones de un cine mudo que si no presentaba una imagen fantasmal y algo inquietante, dotándolas así de impacto emocional ante el espectador. Y todo ello sin olvidar su nacimiento en breves exhibiciones junto a otros números de espectáculos de variedades, donde siempre existía la presencia de acompañamiento musical. Aun antes del surgimiento del sonoro, existió una mutua influencia entre el discurso puramente visual y el musical, pues no sólo se crearon partituras expresamente pensadas para films, en muchas ocasiones con compositores de relevancia como Milhaud, Honegger, Saint-Saëns, Ernesto Halffter, o Shostakovich, entre otros muchos, sino que en ocasiones se comenzó a rodar con música interpretada en directo fuera de escena, para lograr un ambiente determinado en torno a la interpretación, y con ello lograr en cierta forma un ritmo determinado en la misma proveniente del propio ritmo musical. Fue una técnica utilizada por Murnau, Griffith o Vidor, e incluso a veces pedida por actores como Mary Pickford, pero que posteriormente no desdeñaron creadores como Fellini o Kubrick. En 1926, cuando la Warner Brothers presentó su Don Juan se empleó por primera vez el sistema Vitaphone de la Western Electric, sistema de rodaje y de proyección que permitía ensamblar y sincronizar el sonido y la imagen, y después repetirlo igual en las salas equipadas con la tecnología requerida. Era un primerísimo estadio de las posibilidades que daría pronto este avance; de hecho este film, protagonizado por el legendario John Barrymore, contó con la grabación realizada por la Vitaphone Symphony Orchestra de una música expresamente compuesta por William Axt. En la exhibición ya legendaria de aquel 7 de agosto de 1926 hubo un éxito moderado, pero la Fox insistió en el camino y estrenó El cantor de jazz: Al Johnson decía una frase y cantaba una serie de canciones con perfecta sincronía entre sonido y movimiento de los labios, y el éxito esta vez fue arrollador. El sistema Vitaphone siguió siendo el utilizado hasta 1931, en el que la generalización del sonido óptico, más flexible de cara al montaje, inició una nueva etapa en la evolución del cine sonoro. Realmente las continuas innovaciones técnicas, los avances y mejoras tecnológicas en todos los aspectos del cine han marcado profundamente sus distintas etapas, pues han influido de modo importante en las características de su lenguaje narrativo. En el tema del sonido habrá avances destacados con los adelantos impulsados por Walt Disney para la consecución del film Fantasía, al igual que ocurrirá con el soporte magnético y posteriormente con la irrupción del Dolby estéreo, que permitirá la generalización de un sonido de alta fidelidad que hasta entonces se encontraba reservado sólo a muy pocas salas y un reducido números de superproducciones, como Playtime de Tati o 2001: una odisea del espacio de Kubrick. Las posibilidades expresivas para la música eran evidentes, pero sobre todo para una creación más compleja y rica de la banda sonora, con un espectro más amplio en la conjunción de diálogos, música y efectos. En 1982 con Blade Runner Ridley Scott realizaba una obra maestra con una banda sonora excepcional e impensable sin estos avances tecnológicos. Y lo mismo podemos comentar con la utilización de grabaciones de infrasonidos en el sensorround, otro de los avances técnicos reseñables para el campo del sonido. Desde un punto de vista histórico la evolución de la nueva expresión artística fue vertiginosa: pronto se apoyó en una compleja estructura económica, que influyó con sus características de cada momento en el propio lenguaje utilizado por los creadores. La diferenciación en los distintos géneros cinematográficos, partiendo de las tres principales ramas (experimental o cine-ensayo, documental y argumental o ficción) fue igualmente rápida y generó a su vez una serie de códigos referenciales a la hora de realizar bandas sonoras específicas para cada uno de ellos. La primera incorporación de la música al cine se produce, pues, de forma gradual, primero cuando el cine no ha encontrado aún su propia voz, y se utiliza la interpretación musical en directo durante la proyección de la película, ya sea con un pianista, con el famoso órgano Wurlitzer dotado de un gran surtido de efectos para emular los distintos ruidos, un conjunto instrumental más o menos grande, o una orquesta sinfónica completa en el caso de grandes producciones y sus proyecciones en las salas más prestigiosas. Las partituras originales se realizarán en la década de los veinte, frente a la existencia de los repertorios o catálogos (Music Sheets) en los que se publicaba una serie de piezas, muchas habituales del mundo clásico, con verdaderos clichés para acompañar las diversas escenas. Un perfecto ejemplo fue la Kinobibliothek (1919) publicada en Berlín por Giuseppe Becce. Los epígrafes utilizados parecían inspirar la idea de Schoenberg al realizar su Begleitungsmusik zu einer Lichtspielszene, op 34 (Música de acompañamiento para una escena de film) realizada entre el 15 de octubre de 1929 y 14 de febrero de 1930. Recordemos que en el subtítulo el autor explicaba con claridad las situaciones evocadas a través de las tres secciones de la partitura: Peligro inminente, angustia, catástrofe. Pero esta etapa concluye con el comentado e imparable advenimiento del sonoro, y con la rapidez acostumbrada en el terreno del cine la banda sonora comienza su recorrido con unos primeros años algo titubeantes, en los que los grandes estudios buscan compositores y músicos de todo tipo para producir films con partituras que sirven de acompañamiento; en muy poco tiempo sin embargo se desarrollan los grandes clásicos del primer sinfonismo cinematográfico, con figuras ya míticas en la composición cinematográ- 115 D O S I E R MÚSICA Y CINE fica, como Steiner, Korngold, Waxman, Rozsa, Tiomkin. Foco decisivo lógicamente será Hollywood, con su sistema de grandes estudios y en ellos los departamentos de música con sus todopoderosos jefes. Muchos de esos compositores provenían de Europa, pero a ese conjunto de músicos se unían también autores norteamericanos como Herrmann o Young. Estos compositores reinarán en la década de los cuarenta y cincuenta, tras haber establecido en la anterior década y con gran celeridad unas bases para las principales funciones de la música en la banda sonora. Ese sinfonismo clásico dio paso a una nueva generación de autores que incluyeron ya otras influencias estéticas como el jazz en sus composiciones: nombres como North, Bernstein o Goldsmith aparecen con firmeza en el escenario musical. Ya en los 60 surge con fuerza el pop-rock, con sus propias estrategias aliadas al mundo del cine. Y en 1980 se evidencia un resurgimiento del sinfonismo con una cierta mirada “neo” de recuperación de los esquemas de las partituras de la etapa clásica. Claro está que no sólo el cine norteamericano es reseñable en la historia de la música cinematográfica, y de hecho son muchas las distintas cinematografías como la francesa, italiana o británica, sin olvidar desde luego la extinta Unión Soviética, que tienen verdaderos hitos en este terreno. Incluso podríamos hablar de la existencia de unas ciertas escuelas musicales en dichas cinematografías, que cuentan además con algunas de las figuras más extraordinarias en el campo internacional de la creación musical para el cine. La música, elemento estructural en la banda sonora 116 Poco tiempo después de su nacimiento, el cine se definió como un arte de amalgama en el que confluyen artistas profesionales pertenecientes a muy distintos ámbitos de la creación: escritores, músicos, fotógrafos y un largo etcéte- ra. El resultado es un complejo proceso de engranaje para buscar un resultado unitario final de suma y complementariedad, y que nos obliga a olvidarnos del concepto de autor de independencia total, y por tanto responsable absoluto del resultado musical. Nada más lejos de la realidad, pues se trata en todo caso de una labor de equipo y consenso, donde para la música es imposible obviar la figura del director, encargado de la coordinación entre tantos profesionales, y que ha de tener claro su propio concepto de arte sonoro en el que incluir la música como un elemento más. Surgió así en muchas ocasiones la habitual colaboración entre músico y director, como los casos famosos de Rota y Fellini, o Herrmann y Hitchcock. De todas formas, las producciones cinematográficas presentan y han presentado a lo largo de la historia una gran variedad de procedimientos, y ello ha influido claramente en la gestación de las distintas películas: no podemos olvidar productos como Lo que el viento se llevó, que es un ejemplo perfecto de las llamadas películas de productor. En este caso el famoso David O’Selznick fue realmente el verdadero interlocutor para Max Steiner más que los directores que se sucedieron en el rodaje del legendario film. De este modo, siendo conscientes de la gran variedad de posibilidades ante el resultado final, comprenderemos mejor la gestación de ese ejemplo complejo de arte sonoro que es la parte auditiva de un film, y que como antes reseñábamos reúne en los usos de la combinatoria sonora el logos (diálogos), la música y los ruidos, denominados habitualmente como efectos sala. Los diálogos pueden estar grabados en directo o en estudio, sistemas que tienen defensores y detractores. La realización de las mezclas en estudio representa la fase final de sonorización y exige un cuidado muy atento en el tratamiento de las diferentes fuentes que configurarán la banda sonora definitiva, de tal modo que los planos estén equilibrados siguiendo las necesidades expresivas. Resulta descorazonador comprobar en cuántas ocasiones debemos sufrir músicas omnipresentes que dificultan la comprensión de diálogos que en principio están concebidos para ser escuchados y entendidos, o bien personajes que estando lejos en el campo visual, se nos presentan en un primer plano sonoro, al igual que puede ocurrir con determinados ruidos necesarios para hacer un paisaje sonoro correcto, y que no se cuidan en este mismo aspecto de los campos de profundidad sonora. Ya centrándonos en la música considerada en su acepción más clásica, una primera y habitual clasificación distingue entre la música implícita o diegética, de presencia real en la acción del film, y la no diegética o ambiental. Este segundo caso, en el que se incluye la gran mayoría de la música cinematográfica, es el que representa un importante elemento estructural y expresivo, modificando de forma importante el mensaje puramente visual. Ambas músicas pueden estar imbricadas en un film, con resultados muy atractivos. Pensemos en la posibilidad de escuchar una canción interpretada de forma real en la película en un momento significativo, que luego pasa a ser aludida por la música incidental del film a modo de leitmotiv. Precisamente la técnica compositiva del leitmotiv ha sido una de las más habitualmente utilizadas para construir extensas partituras, sin duda porque resulta un recurso sencillo para generar largos discursos musicales, representando con un tema a los distintos personajes, situaciones o incluso emociones. Desde Lo que el viento se llevó a la reciente trilogía de El señor de los anillos es una técnica de larga vida, que sigue resultando atractiva y muy efectiva en determinados géneros cinematográficos, y fue muy censurada por Hanns Eisler y Theodor W. Adorno en su estudio clásico La Música y el cine (Komposition für den film, 1948). Evidentemente D O S I E R MÚSICA Y CINE este modelo de acercamiento al tratamiento y articulación de la relación entre el discurso musical y el cinematográfico no es más que uno más de los posibles. Pensemos que según se fueron desarrollando los géneros como el western, el cine negro, la comedia, el terror, la ciencia ficción, el cine fantástico o el cine bélico comenzaron a gestarse códigos habituales para ser identificados por el espectador, entre los que se cuenta la posibilidad de alusiones con un mayor o menor grado de historicismo o de aspectos étnicos o folclóricos en la música incidental. En cuanto a las posibilidades de protagonismo funcional y expresivo, podemos encontrar desde la música utilizada casi en su totalidad sólo como recurso de puntuación y subrayado de las diversas escenas, así como de puente de unión entre algunas de ellas, con breves bloques de corta duración, hasta casi el extremo contrario, con largas secuencias en las que la música alcanza el protagonismo sonoro absoluto, con la supresión de toda otra fuente sonora. Sería el caso de la escena del asalto al castillo en Ran de Kurosawa, en la que hasta los ruidos más fuertes han sido suprimidos, y la terribles imágenes de violencia y destrucción se nos antojan un dramático ballet con la fuerza trágica de la música de Takemitsu. Un antecedente claro se encuentra en la famosa y extensa batalla del hielo de Alexander Nevski de Eisenstein, en la que figura algún ruido ambiental (singularmente los muy significativos, como los del resquebrajamiento del hielo), pero que mayoritariamente está montada como un monumental ballet ajustado milimétricamente entre imagen y música. Uno de los primeros esquemas formales trazados por el cine comercial desde la aparición del sonoro se caracterizó por la presencia de una especie de obertura inicial, coincidiendo con los títulos de crédito, que heredaba las características de los preludios y oberturas de las obras de teatro, óperas y demás géneros líricos. Por ello encontramos en estas piezas musicales un amplio abanico de posibilidades, desde presentar algunos temas que se vayan a escuchar hasta recrear con acierto la atmósfera genérica del film, o utilizar alusiones a músicas cargadas de significación real fuera de la propia película, caso por ejemplo de la Marsellesa en la obertura de Casablanca. La adaptación rítmica y temporal entre una secuencia y su correspondencia musical suele venir marcado por el rodaje y el montaje visual, pero en no pocas ocasiones ocurre al revés, y el director monta siguiendo una secuencia musical previamente compuesta, como ocurrió en determinadas escenas de Alexander Nevski o como evidentemente hacía Kubrick tantas veces para adaptarse a los fragmentos musicales por él seleccionados. Por lo demás, todas las sonoridades y estéticas son posibles en el cine, desde la música clásica hasta el rock, en numerosas ocasiones en las más variadas amalgamas y combinatorias. Una amplia panoplia que nos ofrece el pensamiento sonoro de sus creadores, al que normalmente deberemos acceder analizando su praxis, pues salvo reconocidos ejemplos como los de Eisenstein o el citado trabajo de Eisler y Adorno, no han sido muchos los que se han decidido a crear y exponer teorías sobre la composición para el cine. Lo que sí se ha generado a lo largo de estos años ha sido una atractiva literatura técnica, que en España cuenta con ejemplos como Música para la Imagen, la influencia secreta, de José Nieto (Madrid, 1996), así como las notas e impresiones escritas de compositores tan variados como Steiner, Vaughan Williams, Joaquín Turina, Maurice Jaubert o Bernard Herrmann, fuente de primer orden para acercarse a la ya larga y nada desdeñable historia de la música cinematográfica. Ana Vega Toscano 117 D O S I E R MÚSICA Y CINE MÚSICA EN LA FRONTERA Desde su origen, el cine se situó en la frontera con la música. Aunque mudo, la demandaba. La primera toma del kinetoscopio de Edison nos muestra a dos muchachos bailando abrazados al compás de un tercero que toca el violín. Hoy nos “suena” a viñeta gay, pero en rigor fue que, en aquel momento, sólo estaban estos tres en el taller de don Tomás Alva. La primera partitura escrita para un filme se debe a Camille Saint-Saëns: El asesinato del duque de Guisa, dirigida en 1908 por André Calmettes, con los actores Charles Le Bargy y Albert Lambert en los principales papeles. Una orquesta reducida (cuarteto, algunas maderas, armonio y piano) sirve a una narración donde se advierte que don Camilo entendió de qué se trataba, no obstante su edad (73 años) y su conservadurismo estético. D 118 e ahí en más, a lo ancho del planeta incontables músicos —pianistas, miembros de orquestinas— improvisaron fondos para películas mudas, una obra borrada por el olvido. El cine hasta obligó a producir un instrumento específico, el cinema organ, inventado por Robert Hope-Jones y la Wurlitzer Company de los Estados Unidos. Se accionaba con teclados y pedales, tenía ocho registros para imitar los distintos instrumentos de la orquesta, y las teclas correspondientes estaban coloreadas según los grupos. Se usó para películas mudas y las primitivas parlantes, que sólo tenían momentos aislados de sonido. Pronto se intentaron procedimientos de sonorización: discos sincronizados con películas, primitivos ensayos de bandas sonoras, que sólo prosperaron a partir de 1929. Siguiendo el ejemplo de SaintSaëns, otros colegas escriben para el cine mudo. Algunos son de segunda fila como Luigi Maggi y Joseph Karl Breil, pero Pietro Mascagni lo hace en 1915 para Satanic Rhapsody y Victor Herbert en 1916 para The Fall of a Nation. El propio Charles Chaplin pone música a su Armas al hombro en 1918. Lo músicos que se dedicarán con especialidad a la materia van encabezados pro Arthur Honegger en 1922, cuando musicaliza La rueda de Abel Gance. El acorazado Potemkin de Sergei Eisenstein (1925) tuvo varias bandas sonoras (alguna caediza como Finlandia de Sibelius, añadida en la Argentina por León Klimovsky), la primera de ellas debida al alemán Edmund Meisel. En general, estas partituras fueron ejecutadas en vivo por pequeñas orquestas y sirvieron a la composición de suites autónomas, como la de El caballero de la rosa (1925) que Strauss redactó para el filme protagonizado por Huguette Duflos y Divertimento de Jacques Ibert, tomado de su acompañamiento para Un sombrero de paja de Italia de René Clair. A su vez, la ópera y el ballet han servido para sugerir la composición estructural de los primeros largometrajes, en los cuales la referencia es evidente: Cabiria de Pastrone, Intolerancia de Griffith, Los últimos días de Pompeya de Caserini y Rodolfi, por no volver a Eisenstein, con tanto de operístico a lo largo de su carrera muda y sonora. Los actores del primitivo cine, arte del siglo XX, eran histriones del siglo XIX a los cuales, al quitarles la palabra, se los forzaba a amplificar gestos y posturas como bailarines, mimos y divos operísticos. Compositores de la música “grande” o erudita han com- puesto para el cine con cierta persistencia. Honegger, vinculado a la vanguardia como sus compañeros del Grupo de los Seis, ha dejado 35 partituras de aquéllas, entre las cuales algunas vinculadas a obras notables del séptimo arte: Napoleón de Abel Gance (1926, luego restaurada por Francis Coppola con música de su padre, Carmine), la trilogía Los miserables de Raymond Bernard (1934), Crimen y castigo (1935, Pierre Chenal), Mayerling (1936, Anatole Litvak) y una adaptación al cine de su oratorio Juana de Arco en la hoguera (1954, Roberto Rossellini, con Ingrid Bergman de protagonista). Un compañero y eventual colaborador de Honegger, Darius Milhaud, escribió 26 obras para el cine, a partir de Actualidades (1929). Trabajó con directores importantes como Cavalcanti (La pequela Lilie, 1929), Renoir (Madame Bovary, 1933, de la cual se derivó un álbum para piano, grabado por Madeleine, esposa del compositor, quien lee fragmentos de la novela de Flaubert) y L’Herbier (Tragedia imperial, 1938). En 1946 Lewin dirigió una versión cinematográfica de Bel Ami de Maupassant con música de Milhaud, quien en 1958 la compuso para un insólito filme, Perón y Evita. Cercano a los anteriores es el citado Jacques Ibert, autor de la música para el Don Quijote de Pabst, filmada en Francia en 1932 con Feodor Chaliapin como el Caballero cervantino. Otros títulos recordables: Golgotha (1935) y El finado Matías Pascal (1937) sobre la novela de Pirandello. Contribuyó a Macbeth (Orson Welles, 1948) y al número Circus en Invitación a la danza de Gene Kelly (1952). Tal vez la partitura más importante que ha dado el cine se deba a Sergei Prokofiev y sea Alexander Nevski, extraída del filme de Eisenstein (1938), imponente oratorio laico donde se sintetizan las conquistas sinfónicas del romanticismo con la narración ingenua del romance popular y anónimo. En otro registro, más culterano, tomando elementos de fuentes diversas (la liturgia ortodoxa, la danza cortesana barroca, el propio expresionismo ruso de su tiempo), juegan otros dos títulos eisensteinianos: Iván el Terrible (1945) y La conjura de los boyardos (1946). Es de admirar la visible libertad con que trabajó Prokofiev, teniendo en cuenta las exigencias formales de un formalista —valga el eco— como Eisenstein, quien le proponía composiciones gráficas para una música en contrapunto: tomas estáticas con música en movimiento, escenas de masas con coros en off, etc. De D O S I E R MÚSICA Y CINE estricta se le debe La ley del silencio (Elia Kazan, 1954). En Inglaterra trabajaron para el cine algunos músicos de marca mayor. Ralph Vaughan Williams se inició tardíamente y de modo casual en la materia, con un filme bélico, El paralelo 49 o Los invasores (1941), para continuar con películas de poca importancia, a las que dieron relieve sus bandas sonoras. Dos de ellas fueron utilizadas por el maestro para trabajos sinfónicos: Scott del Antártico (1948) para su Séptima Sinfonía y Los amores de Joanna Godden (1946) para su Novena. William Walton se especializó en música para películas basadas en obras teatrales, como El mayor Bárbara de Bernard Shaw y Las tres hermanas de Chejov. Especial relieve tiene su colaboración con Laurence Olivier a propósito de Shakespeare: Como gustéis, Hamlet, Ricardo III, Enrique V. El norteamericano de origen itálico John Corigliano se ha mostrado hábil de escritura y ecléctico de lenguajes en todos los géneros. Por ello Ken Russell, siempre atento a la importancia de sus bandas sonoras, lo fichó para Estados alterados o Viaje alucinante al fondo de la mente (1981). Otras labores suyas son Revolución (1985) y El violín rojo (1998), con la participación del violinista Joshua Bell. Maurice Jaubert ha suscrito una obra variada, entre ópera, música coral (Oh mis hermanos está dedicada a Rafael Alberti y sugerida por la lucha de los republicanos españoles en la guerra civil), piezas de cámara y canciones. Su memoria, no obstante, queda ligada a la gran época del cine francés, la de entreguerras, con sus magistrales melodramas, farsas y vodeviles. Así se subraya su colaboración con René Clair (Catorce de julio, El último millonario), Jean Vigo (Cero en conducta, La Atalanta), Julien Duvivier (Carné de baile, El fin del día) y, Marcel Carné (Amanece, El muelle de las brumas, Hotel del Norte, Un drama raro). En general, el cine francés de dicho periodo cuidó especialmente su música de fondo y así se advierte el concurso de ellas se extrajeron materiales para un ballet. En 1934 se filmó su suite El teniente Kijé. A regañadientes, sin gusto por el género, trabajó Dimitri Shostakovich, aparentemente por razones de apuro económico cuando la dictadura soviética lo molestaba —o dejaba de halagarlo— con veleidades de censura. Su cosecha no es parva: 33 filmes, donde alternan los clásicos (Hamlet, Rey Lear), con las adaptaciones de óperas canónicas (Khovanchina de Musorgski) y propias (Katerina Ismailova). El admirado director de orquesta Gennadi Rozhdestvenski recuperó algunas partituras para cine de Shostakovich y las alineó en eficaces suites sinfónicas. Dos comedias (Ella sola, 1930, y Las aventuras de Korzinkina, 1940) son ligeras historias. La nueva Babilonia (1929) evoca las luchas de la Comuna de París, aunque el gusto del autor se va hacia el Segundo Imperio de Offenbach, a quien cita. Colinas doradas (1931) narra la migración de un campesino a la gran ciudad. En ambas piezas late el costado cachondo de don Dimitri, su amor al jazz, la comedia musical, la romanza de salón, la marcha pomposa y la opereta. En la segunda hay una memorable fuga para órgano y orquesta. Una docena larga de filmes llevan música de George Gershwin, aunque no sean, en rigor, partituras hechas para el cine, sino conjuntos de canciones o retoques a comedias musicales del autor. Por la importancia de quien las suscribe, vayan al catálogo. Merece destacarse Porgy and Bess dirigida en 1959 por Otto Preminger con André Previn en el podio. Un par de bellas y carnales figuras, Sidney Poitier y Dorothy Dandridge, fueron dobladas en los cantables por Robert Mac Ferrin y Adele Addison. Algo similar cabe señalar en cuanto a Leonard Bernstein, cuyas operetas fueron llevadas al cine, a veces con acierto y fama, como Un día en la ciudad y West Side Story. En tanto que banda sonora 119 D O S I E R MÚSICA Y CINE músicos eruditos en filmes como Los visitantes de la noche de Marcel Carné (1942, música de Maurice Thiriet y Joseph Kosma), Clochemerle de Pierre Chenal (1948, Henri Sauguet) y Si Versalles contara…, gran puesta en escena histórica de Sacha Guitry (1954, Jean Françaix). El éxito es peligroso y así les ha ocurrido a ciertos músicos con una obra considerable que permaneció ensombrecida por la popularidad de sus aportes al cine. El caso mayúsculo es el de Erich Wolfgang Korngold, responsable de algunas óperas de subido interés, obras de cámara y sinfónicas, pero notorio por películas que, a veces, llevan como emblema su música incidental, aparte de firmas solventes de la dirección, como King Vidor o Wilhelm Dieterle: Robin Hood, Príncipe y mendigo, El capitán Blood, Juárez, El halcón del mar, La ninfa constante, Lazos humanos. De algunas tomó materiales para su Concierto de violín, a la vez que hizo adaptaciones de Mendelssohn en El sueño de una noche de verano (Max Reinhardt, 1935) y Wagner, en una probable biografía llamada Fuego mágico (Dieterle, 1955, con discretas actuaciones y una suntuosa ambientación). Nino Rota, de vida relativamente breve y obra precoz, subsiste enmascarado por su colaboración con los grandes del cine italiano de posguerra, con incursiones en Hollywood: Visconti (lo veremos enseguida), Fellini (La strada, 120 Ocho y medio, Los inútiles, La dolce vita, Casanova, El gamberro), Zeffirelli (Romeo y Julieta, La fierecilla domada), Coppola (El padrino), Vidor (Guerra y paz). Habilidoso en el manejo de influencias, desde la música de barracón hasta el expresionismo de cabaret, de inagotable vena melódica y fino melodismo, Rota es uno de los más brillantes compositores de la pantalla. Algo parecido sucede con el húngaro Miklós Rozsa, de catálogo menor que el de Rota pero con trabajos rescatables en lo instrumental. Sin embargo, será para siempre el músico de La condesa Alexandra, El ladrón de Bagdad, Las cuatro plumas, El libro de la selva, Cinco tumbas al Cairo, Recuerda, La jungla de asfalto, Quo vadis?, El Cid, Rey de reyes entre un largo centenar de títulos. También cumplió adaptaciones de Chopin (Canción inolvidable), RimskiKorsakov (La canción de Scheherazade) y Schubert (Cuarto menguante). Pocos saben que Bernard Herrmann es un más que aceptable autor de sinfonías, cantatas y una ópera basada en Cumbres borrascosas de Emily Bronte. En compensación, se lo asocia con un filme de culto como Ciudadano Kane (1940, Orson Welles) y otra película del mismo director, El cuarto mandamiento (1942). Y quienes no hurgan tanto, lo escuchan como pieza indispensable de Hitchcock en Vértigo, Con la muerte en los talones, Marnie la ladrona, Psicosis, Los pájaros (ésta con curiosos efectos de sonido en las escenas homónimas), así como en la serie televisiva de breves episodios Alfred Hitchcock presenta emitida entre 1962 y 1964. Un caso singular es el italiano Ildebrando Pizzetti, cuya única contribución al cine, que yo sepa, es Escipión el Africano (Carmine Gallone, 1937), una suerte de Alexander Nevski fascista y, por ello, muy parecida a su hermana soviética: líder bonapartista, defensa de la tierra patria como sagrada, venganza de la humillación nacional por medio de las armas, notable trabajo protagonista de Ave Ninchi comparable al inmenso Nikolai Cherkassov. La música de Pizzetti, extraída del clasicismo latino, no llega a la altura de Prokofiev pero merece una honrosa comparación. En América Latina rescato al mexicano Silvestre Revueltas, notoriamente por Vámonos con Pancho Villa (Fernando de Fuentes, 1936, guión de Xavier Villaurrutia), imponente epopeya del culto a la muerte basada en episodios de la revolución, con un fondo musical en forma de oratorio fundado en temas populares, coros y ráfagas de poderoso sinfonismo. El propio Revueltas aparece como actor haciendo de pianista en una taberna. También colaboró con Fred Zinnemann en Redes (1935), filme social de la tendencia nacionalista, y en una adaptación de Los de abajo (1940) sobre la clásica novela de Mariano Azuela. El argentino Alberto Ginastera firmó once partituras para el cine, mayormente olvidables, entre las cuales destacan con dignidad las hechas para Alberto de Zavalía: Malambo y Rosa de América. Casos especiales son los de unos músicos que se han perpetuado por una partitura fílmica, como Richard Addinsell con su Concierto de Varsovia (en Peligrosa luz de luna, 1941, de Terence Young), compuesto a la manera de Rachmaninov porque éste no autorizó el uso de su segundo y calebérrimo concierto para piano y orquesta, y el de Jack Beaver y su Retrato de Isla en El caso de la dama asustada (1940), un consabido policial de Edgar Wallace. En otro orden, el cine se ha valido de músicas no com- D O S I E R MÚSICA Y CINE puestas para él pero reelaboradas por profesionales, algunos de ellos ya evocados. Vaya por delante la obra de Luchino Visconti, que no cabe ensalzar aquí, por si hiciera falta. En 1940, junto con Karl Koch, quedó a cargo de Tosca, basada en el drama de Sardou puesto en ópera por Puccini, cuando el director Jean Renoir debió abandonar la filmación al estallar la guerra entre Italia y Francia. El filme tiene mucho de viscontiano, por el cuidado de las ambientaciones y el vestuario (dieciochesco para los personajes ultramontanos, románticos para los republicanos y anticlericales) y las tomas en lugares reales de Roma. No se hizo cantar a los personajes, salvo cuando Tosca (Imperio Argentina), una cantante, interpreta a Giordani, compositor de la época. La música de Puccini, hecha banda sonora por Fernando Previtali, sirve de fondo sinfónico. Visconti, gran régisseur de ópera, nunca filmó este género, por considerarlo impropio del cine, y tampoco lo hizo su estrella emblemática, Maria Callas, a pesar de las sugestiones de Zeffirelli. Nino Rota compuso las bandas sonoras de Las noches blancas (1957), Rocco y sus hermanos (1960), y El gatopardo (1963, con un vals inédito de Verdi) y Maurice Jarre, un especialista, de La caída de los dioses (1969), donde también se oyen ráfagas de Beethoven. En otros casos, lo típico viscontiano fue valerse de partituras preexistentes: Bruckner (Senso, 1954), César Franck (Vaghe stelle dell´Orsa, 1961), Mahler (Muerte en Venecia, 1971), Schumann y Wagner (Ludwig, 1971), Mozart (Confidencias, 1974), Mozart, Liszt, Chopin y Gluck (El inocente, 1976). Especialmente astuto es el uso de Bruckner, con violentas irrupciones ultrarrománticas para enfatizar el curso del melodrama y, más aún, con Mahler, pues el personaje del relato de Thomas Mann, un escritor, es convertido en un músico que “compone” obras mahlerianas. Incluso hemos visto discos en que Mahler aparece como autor de la música de la película, lo cual no deja de ser históricamente apócrifo y artísticamente verdadero. Celebridad peculiar reúne Fantasía con dibujos animados de Walt Disney, filme supervisado por Ben Sharpsteen (1940) y con dirección orquestal y algún arreglo de Leopold Stokowski, a quien el ratón Mickey agradece salvarlo de ahogarse en El aprendiz de brujo de Dukas. Mezcla de cursilería militante y colorida, y de farsa audaz (los elefantes bailando a Ponchielli), tiene hallazgos perdurables como la abstracta creación del mundo sobre fondo de Bach, la pelea de monstruos antediluvianos sobre Stravinski y una evocación gótica con Musorgski. Curiosidad por curiosidad, vale la pena recordar a George Raft muriendo de un ataque cardíaco mientras baila el Bolero de Ravel con Carole Lombard en el filme homónimo de Wesley Ruggles (1934). Karel Reisz hizo bailar a Vanessa Redgrave como la Duncan en Isadora (1968), con ayuda de Bach, Beethoven, Borodin, Chaikovski y Brahms, arreglados por Jarre. Algo similar, con música de SainteColombe, Couperin, Marais y Lully, arreglada por Jordi Savall, manipuló con exquisito acierto Alain Corneau en Todas las mañanas del mundo (1991). Berlioz, interpretado por Jean-Louis Barrault y dirigido por Christian Jacque, aparece sonando en Sinfonía fantástica (1941), en tanto Harry Baur compuso un Beethoven fuerte y literario en Un gran amor de Beethoven (1936) de Abel Gance. La biografía de músicos fue una auténtica mina a la que recurrió el cine, especialmente en las décadas de 1930 y 1940. Versiones con perfiles sesgados, sentimientos en inflación y personajes inventados junto con los históricos, eran la fórmula aplicada sobre fondos de pastiche musical. Los más frecuentados han sido Mozart (un solo ejemplo: Amadeus de Milos Forman, 1984, con guión de Peter Schaffer) y Schubert, con varias aproximaciones italianas, más Richard Tauber en Blossom Time (Inglaterra, 1934) y hasta el español Marcial Manent en la película argentina Inspiración (Jorge Jantus, 1946). Suma y sigue los ya citados, Paganini, Johann Strauss, Bellini, Chaikovski (la esperpéntica y lujosa The music lovers del frenético Ken Russell), Donizetti, Verdi, Nelly Melba (la famosa soprano, inspiradora de la fresa y el melocotón homónimos),Toscanini (sometido por Zeffirelli, 1988), Liszt, Nijinski, Schumann, Rossini, Pergolesi, Puccini, Gershwin, Scott Joplin, Mahler, Mascagni, Caruso y seguramente nombres que huyen de esta lista, como un Albéniz de Luis César Amadori (1947). Igual de numerosa sería la nómina de óperas convertidas en filmes, sea cantadas o habladas (sólo en Italia, 22 entre 1909 y 1930, 154 de 1931 a 1991). En general, son obras de poca monta, con cierto encanto anticuado, que han servido para la difusión de las obras entre públicos que no accedían a los teatros y que hoy valen como documento sobre las actuaciones de ciertos artistas del pasado. Franco Zeffirelli ha producido las suyas con mejores medios, a menudo usados con el sofocante decorativismo y la cargazón de elementos que lo caracterizan (La traviata, 1982, Cavalleria rusticana, y Pagliacci, 1983, Otello, 1986). Joseph Losey dirigió un Don Giovanni en 1979, sobre fondos del arquitecto Palladio, erudito y cuidadoso. Franco Rosi falló al leer Carmen (1983) en clave realista, en lugares reales y pródiga de ruidos molestos. Los cuentos de Hoffmann, cantada en inglés y dirigida por Thomas Beecham en lo musical, fue un vistoso pastiche con algo de surrealista consumado por Powell y Pressburger en 1951. Desde luego, la constante sonoridad, la falta de intervalos y los gestos del cantante en primer plano casan mal con un relato de cine, pero el valor divulgativo de estas obras queda fuera de discusión. Blas Matamoro BIBLIOGRAFÍA Joan Munsó, Diccionario de películas. El cine musical. Madrid, T&B editores, 2006. Luis Miguel Carmona, Diccionario de compositores cinematográficos. Madrid, T&B editores, 2003. Heriberto y Sergio Navarro Arriola, Música de cine: historia y coleccionismo de bandas sonoras. Madrid, Ediciones Internacionales Universitarias, 2005. Gianfranco Casadio, Opera e cinema. La musica lirica nel cinema italiano dall´avvento del sonoro ad oggi. Ravenna, Longo Editore, 1995. Gianni Rondolino, Luchino Visconti. Torino, UTET, 1981. Philippe de Comes-Michel Marmin, Le cinéma français 1930-1960. Paris, Atlas 1984. 121 D O S I E R MÚSICA Y CINE JOHN WILLIAMS Y JERRY GOLDSMITH: VIDAS PARALELAS Se nos dice con asiduidad que la reciente música de cine tiende a la rutina y, en última instancia, a lo banal. El explicable apego de Hollywood por los aires de opereta y el pastiche posromántico abonan dicho prejuicio. Por descontado, si nos ceñimos a los últimos tiempos, quizá convenga decir que sólo un puñado de músicos deja algún resquicio para la sorpresa. Valdrá la pena interrogarse extensamente acerca de esa postura frente a dos creadores, Williams y Goldsmith, cuyo desempeño oscila entre la audacia y el amaneramiento. En todo caso, ya desde sus primeras composiciones, se advierte en ambos un programa ambicioso, diseñado de acuerdo a idénticas coordenadas. En lugar de evitar o disimular las aproximaciones, sus biografías evocan de continuo esa sustancia paralela, y ello nos permite especular, según ahora veremos, con una nítida y a ratos sorprendente correspondencia. A 122 Jerrald K. Goldsmith ya se le han rastreado algunas claves y compromisos, pero acá le debemos noticia más completa. Este californiano de Pasadena nace el 10 de febrero de 1929. Por una inclinación letrada, sus padres saben que los estudios musicales pueden conducir a un niño despierto —tal es el caso— a una virtualidad superior. Permeable a lo que le rodea, el pequeño es un soñador riguroso, ensimismado ante el gramófono Columbia que anima las veladas familiares. Cuando se matricule en el conservatorio, su profesor predilecto será el pianista Jakob Gimpel, recién llegado a Estados Unidos. Gimpel le habla de sus maestros, Alban Berg y Edward Stuermann, quienes forman las ramas desde las cuales se yergue el imaginario musical del muchacho. Otro de los instructores de Goldsmith es también un desterrado, Mario Castelnuovo-Tedesco, junto a quien aprende armonía, contrapunto y composición. Al entorno de don Mario se asocia un nuevo discípulo, John Tower Williams, neoyorquino, nacido el 8 de febrero de 1932. Aquí el linaje es de inflexible claridad: su padre, Johnny Williams, es percusionista del Raymond Scott Quintet y aún lo recuerdan en el apartamento de George Gershwin, donde solía participar en fascinantes jam sessions. Entre los protectores del futuro compositor, dos personajes se sitúan en primer plano: el citado Raymond Scott, maestro del swing y directivo de la CBS, y Carl Stalling, artífice a sueldo de Warner Bros y Walt Disney. Cuando en 1948 los Williams se trasladan a Los Ángeles, el chico pretende imitar a Scott y convence a su padre para que le pague clases de trombón y trompeta. Contra esos hábitos jazzísticos, el patriarca sólo opone una reserva: John Jr. debe recibir clases de piano. Una vez matriculado en el conservatorio de la UCLA, estudia orquestación con Robert van Eps, responsable musical de la Metro-Goldwyn-Mayer. Poco después, de regreso a Nueva York, lo encontramos en las aulas de la Juilliard, donde Rosina Lhévinne le ayuda a mejorar sus habilidades pianísticas. Como si ya quisiera encontrar la meta de su itinerario, Williams es un estudiante de apuestas fuertes, y también un dandi que muestra su competencia en recónditos clubes de jazz. pliendo un modesto compromiso, el maestro aparece tocando el piano en Luz de gas (1944), de George Cukor. Pero no parece objetivo ni suficiente limitar esa pasión a un influjo externo. De hecho, en esta apertura de horizontes, el deseo de crecer como compositor viene a ser lo que motiva ese acercamiento a Hollywood. Por gratitud, Goldsmith cita la fascinación que le inspira la partitura ideada por Miklós Rózsa para Recuerda (1945), de Alfred Hitchcock. ¿Dije fascinación? Y también aprendizaje. Recordemos que es el propio autor húngaro quien, con su acento mal aprendido, le adiestra en el oficio de producir bandas sonoras. Mencionarlo es casi reiterativo: desde su departamento en la USC, Rózsa aspira a consolidar una nueva generación de músicos de cine; un plan éste que se aviene con el hecho de que Goldsmith y el propio Williams figuren entre sus seguidores aventajados. Por estos días, las firmas radiofónicas contratan a un buen número de compositores para que éstos enriquezcan sus archivos sonoros. En 1950, Jerry Goldsmith ingresa como copista en el departamento musical de la CBS. Pronto tiene la oportunidad de idear melodías para radiodramas como CBS Radio Workshop. Según consta en los ficheros de la casa, uno de los primeros episodios firmados en solitario por Goldsmith es Season of Disbelief, emitido el 17 de febrero de 1956. No obstante, sus colaboraciones con esa compañía, aunque no acreditadas, son muy anteriores: desde 1952, ya diseña ráfagas musicales para Escape, Suspense, Romance y Hallmark Hall of Fame. Gracias a Raymond Scott, los Williams, padre e hijo, también se incorporan a la CBS. En esto, como en tantas cosas, el joven John es un entusiasta. Aunque sigue tocando el piano en los santuarios del jazz, cancela algunos compromisos para grabar su orquestación de Porgy & Bess (1957). Ya merece un cierto respeto como pianista, y ello le lleva a intervenir en registros de Henry Mancini (Peter Gunn, 1958) y Elmer Bernstein (Wagon Train, 1958). Meditación en un estudio radiofónico Cuando la CBS amplía su programación televisiva, Goldsmith se convierte en un compositor recurrente. Suyas son las bandas sonoras de Climax (1954) y Gunsmoke (1955). Asimismo, secunda con la intensidad justa diversas entregas de La dimensión desconocida (1959), lo cual le permite alternar con otro de los asalariados del estudio, Bernard Herrmann. Aquí viene a cuento recordar que de la amistad con Herrmann emerge la Primera Sinfonía de John Williams (1966) y también el vínculo de éste con Goldsmith, quien lo emplea como pianista durante las grabaciones de City of Fear (1959) y Studs Lonigan (1960). A partir de ahí, la suerte del neoyorquino se señala con puntos suspensivos. En 1965, André Previn y la Sinfónica de ¿Por qué un joven con el talento de Jerry Goldsmith quiere ligarse a la industria del cine? No es fácil responder tajantemente a esta cuestión. Es cierto que Castelnuovo-Tedesco gana un buen dinero gracias a Hollywood —Jerry conoce las partituras que su preceptor ha escrito para The Stars Look Down (1940), de Carol Reed, y El extraño caso del Dr. Jekyll (1941), de Victor Fleming—, y podemos creer que el italiano le comenta a su pupilo las condiciones del contrato que, merced al apoyo de Jascha Heifetz, ha firmado con la Metro-Goldwyn-Mayer. Tampoco es improbable que sea Gimpel quien contagie esa cinefilia a Goldsmith —cum- Variaciones televisivas D O S I E R MÚSICA Y CINE Houston estrenan una estimable producción de Williams, su Ensayo para cuerdas (1965), muy en la línea neorromántica de Samuel Barber. Por el camino, Previn comprueba el sentido improvisatorio de su colega, y graba con él tres discos de crossover: Young Hollywood Composers (1962), In Hollywood (1963) y Soundstage! (1964). Según los mismos trazos, Goldsmith sigue depurando su oficio en la CBS. Por una decantación progresiva, también acaba instalado en el gusto de la época. Lo que no quiere decir más que una cosa: los aspectos temáticos de sus partituras televisivas y su definición estilística constituyen una suma llamativa pero ligera. Quien busque comprobarlo no tiene más que acudir a referencias tan impulsivamente coloreadas como El doctor Kildare (1961), Viaje al fondo del mar (1963) y El agente de CIPOL (1964). Ese repertorio pierde fuelle si se mide con la nómina de composiciones cinematográficas que Jerry termina durante los sesenta. Ni que decir tiene que su mudanza a Hollywood tiene un pretexto: Alfred Newman, toda una institución en el gremio. Dotado razonablemente para la sensibilidad popular —fue colaborador de George Gershwin, Richard Rogers, Jerome Kern e Irving Berlin—, Newman distingue en Goldsmith a un autor de buena consistencia, dúctil, con una irreprochable musicalidad, y entra gustoso en el juego de hacerle subir escalones. Mientras tanto, crece la discografía de John Williams — ya ha grabado Daddy O (1958), su primera banda sonora en solitario. Estudios como Columbia y 20th Century-Fox le encargan diversos trabajos como arreglista, y este compromiso también le aproxima a Alfred Newman, junto a quien colabora desde un segundo plano. Es evidente que hay muchas ideas de Williams en las partituras crepusculares de Newman, Dimitri Tiomkin y Franz Waxman, pero no pretendo tratar de ellas ahora. De momento, la timidez del compositor resulta muy razonable, sobre todo si se lo compara con alguien tan prometedor como Jerry Goldsmith. Quizá convenga hacerse a la idea de que el eclecticismo —no sé si por versatilidad o por afición— se convierte para ambos en una imperiosa costumbre. Al igual que su amigo Alex North, Goldsmith resuelve con éxito el encuentro entre la fiesta de Tinseltown y una herencia romántica de firme oficio —frases consabidas—, añadiéndole al conjunto una inspirada vena melódica, la sensibilidad rítmica del jazz y los asomos de angustia vienesa que Gimpel supo inculcarle. Mostrando todos estos recursos, destacan, con igual propiedad, sus aportaciones musicales en Los valientes andan solos (1962), Freud (1962) y El Yang-Tsé en llamas (1966). Con todo, aunque impresione la seriedad de su trabajo en los títulos citados, su primera obra maestra aún está por llegar. Los simios y la vanguardia En 1968, de la mano del realizador Franklin J. Schaffner, Goldsmith recibe el encargo de llevar a término la partitura de El planeta de los simios. En plena madurez, el músico sucumbe ante el hechizo de la vanguardia: capta originalísimas estructuras —hay indicios de paralelismo con Arcana, de Varèse—, y seduce con el poderío dinámico de unos incisivos metales y un heterogéneo conjunto de percusión. La pieza demanda medios exigentes —a la orquesta se le suman instrumentos étnicos— y revela con efecto cautivador unas arcaicas sonoridades que, por buscar su entorno de referencias, vincularemos con Bartók y Stravinski. Podemos preguntarnos si esta novedad no es también una inspiración para Williams. Consideren, en este aspecto, la complejidad imaginativa de cada una de las piezas que escribe para Images (1972), donde postula la idoneidad cinematográfica del dodecafonismo. Tras este puntal, desde luego, el músico busca referencias más confortables —las operetas de su infancia, Mahler, Strauss…—, pero dicha cinta no deja de ser un síntoma de osadía sobre el que luego volveremos. En todo caso, que prevalezca el vínculo de Williams con la tradición vienesa no es un obstáculo. Al contrario: su comedimiento tiene la virtud de granjearle amistades. Con ayuda del orquestador Herbert Spencer, diseña el acompañamiento de Guía para el hombre casado (1967) con un pulso electrizante, herencia de Carl Stalling. Naturalmente, este vivo influjo —el de los cartoons— no se agota en piezas posteriores, como La aventura del Poseidón (1972) o El coloso en llamas (1974). De hecho, es fácil averiguar la misma coloración en otro proyecto ilustre, Tiburón (1975), de Steven Spielberg. Apoyado también aquí por Herrmann, Williams aumenta el efecto de un leitmotiv wagneriano y con ello afina este registro ameno y robusto, trazado a favor de la acción. Pertenecen a la misma etapa tres obras menores del neoyorquino: esa parodia neobarroca que construye para La trama (1976), de Alfred Hitchcock, su Concierto para flauta (1969), impregnado de aires japoneses, y el neoclási- 123 D O S I E R MÚSICA Y CINE co Concierto para violín (1976), de tono elegiaco, donde se impone la memoria de William Walton. Es ahora el turno de Goldsmith, para quien hacer carrera en la música culta depende de pequeños favores. En 1969, atendiendo a los méritos de El planeta de los simios, el consejo de administración de la Orquesta de Cámara de California le hace llegar un primer encargo. Sin embargo, el músico es tratado con frialdad por los comentaristas. Muchos vuelven la espalda a su Christus Apollo, una cantata con libreto de Ray Bradbury. El menosprecio se hace extensivo a Music for Orchestra (1970), pieza breve donde también figura la serie dodecafónica. ¿El público? Al público parecen interesarle en mayor medida las sonoridades lujuriosas de la tercera obra concertante de Goldsmith, Fireworks (1999), una entrega efectista y danzable, de la que dispone a modo de propina cuando dirige a la Filarmónica de Los Ángeles en el Hollywood Bowl. Con todo, la película de Schaffner le convierte en un músico predilecto de los grandes estudios. En adelante, su obra condensa todo un caudal de estilos que hace sospechar cierta pátina de pastichismo. Ahora bien, las nuevas entregas que se acumulan en este cajón de sastre revelan una fusión sugestiva, resuelta con claro dominio de la paleta orquestal. A la pegadiza marcha de Patton (1969) se suma el sustancioso orientalismo de El viento y el león (1975). De muy efectista 124 factura, La profecía (1976) privilegia las partes corales, cuyo vigor enfático repasa el estilo de Carl Orff. Sin ser deslumbrante, La fuga de Logan (1976) alterna con nervio la música electrónica y la estética impresionista. Ya dentro del ritmo de vals, Los niños del Brasil (1978) admite un examen aún más riguroso de sus virtudes. A estas alturas, como ven, nada impide postular que Goldsmith se sitúa en competencia directa con Williams. La estrategia de Korngold Al calor de las nuevas tecnologías, el sintetizador se adapta a las exigencias de la música cinematográfica. Goldsmith, que admira las creaciones de Milton Babbit y Morton Subotnik, aprecia ese modo de generar sonidos. John Williams, obvio es decirlo, refrena este anhelo de modernidad en favor de la tradición romántica. Ello se traduce en su empleo de referencias poco encubiertas: Steiner, Waxman y, sobre todo, Korngold. Tal vez la cumbre de dicho programa se halle en dos obras de lucimiento, Encuentros en la tercera fase (1977) y La guerra de las galaxias (1977). Con las reservas del caso, emparejaremos los méritos de ambas. En principio, la partitura que escribe para Spielberg admite un doble enfoque, según privilegiemos su exposición atonal —reflejo de la extrañeza de los protagonistas, en la línea de Images— o sus partes tonales —correspondientes a escenas costumbristas. Memorable, por cierto, es ese motivo de cinco notas que sirve para establecer el diálogo con los extraterrestres. Para fijarlo, Williams analiza la notación para sordomudos concebida por Zoltán Kodály y la congruencia entre música y colores propuesta por Scriabin. En el caso de la epopeya de George Lucas, el músico opta por un estilo familiar, útil para dar unidad a ese universo múltiple y exótico, que debe hacerse interesante de golpe. Aunque por momentos la descripción musical pertenece a la órbita de Wagner y Strauss, Williams también se entusiasma ante los cálculos planetarios de Holst. De la variada oferta —incluso el swing se traba en ella—, también cabe subrayar que los motivos se repiten y se adornan al estilo de Korngold. Una vez reconocida esta deuda, no cuesta averiguar en la famosa fanfarria de Star Wars los ecos de aquella otra que el moravo usó en Kings Row (1942), de Sam Wood. La semejanza es moderada, y permite colegir que Williams encara el género analizando cumplidamente sus principales constituyentes: el cromatismo orquestal de Mahler y Strauss, las operetas vienesas (libérrimas a la hora de sumar estilos), el musical de Broadway y la traducción de todo ello en la música de cine escrita por centroeuropeos. Cuando lo retiran de la cartelera de Superman (1978), Jerry Goldsmith pierde la oportunidad de imponerse en un similar compromiso. El encargo pasa a manos de su competidor, quien bruñe las armas que ya le han dado fama y obtiene un nuevo triunfo. Vistos los ejercicios a los cuales se consagra, ¿qué otro músico puede sacarle mejor partido al repertorio ligero? Al borde mismo del exceso, Star Trek (1979) ilustra bien a las claras el modo en que Goldsmith acepta el sig- D O S I E R MÚSICA Y CINE no un tanto naïf de los tiempos. No puede ignorar la repentina popularidad de Star Wars, y por eso rebusca en el catálogo las mismas influencias que frecuenta su colega. A saber: Steiner, Waxman y otros precursores de un romanticismo recobrado. Quizá ello tenga algo que ver con la desazón que le causa Alien (1979), una cinta a la que dedica enormes esfuerzos, y para la cual entreteje una sabia partitura, de gran sentido dramático. Por desgracia, esa fidelidad del músico a ciertas constantes personales —inventiva estructural, exquisiteces armónicas y una interpretación muy matizada de la vanguardia— es del todo incomprendida por el director, Ridley Scott, quien remonta la banda sonora y elimina varios pasajes para sustituirlos por fragmentos de la música que el propio Goldsmith escribió para Freud. Desde luego, tales anomalías dejan de ser excepcionales cuando advertimos el modo en que Scott rechaza el acompañamiento que el californiano graba para Legend (1985). De mediana entidad son sus siguientes registros. Si Atmósfera cero (1981), Poltergeist (1982) o Bajo el fuego (1983) hubiesen alcanzado un poco más de vuelo, quizá no se hubiera visto forzado a redoblar su ritmo de trabajo, aceptando empeños mediocres. En contraste con el poco selectivo olfato de Goldsmith, John Williams evita la descalificación popular. De la mano de Spielberg, explota un americanismo marcial en 1941 (1979) y en el tema característico de En busca del arca perdida (1981). Algo más lejos de las ocurrencias de John Philip Sousa queda su siguiente entrega, ET, el extraterrestre (1982), cuyo despliegue melódico se empareja con el decorado sonoro de sagas como Star Wars y Harry Potter. La fuerza de la costumbre ¿Relevo o revancha? Sea como fuere, Goldsmith compone para Spielberg la partitura de En los límites de la realidad (1983), y lo hace con el estilo que el cineasta espera de Williams. A algunos les parecerá insípida, pero se trata de una banda sonora bien resuelta. Dicho esto hay que convenir que no son éstas las páginas que mejor le cuadran a nuestro músico. No es de extrañar su creciente falta de entrega. Con cierto oportunismo, recurre a cadencias de la música pop en Gremlins (1984) y Hoosiers (1985), integrando los sintetizadores en el conjunto sonoro. Y si bien alcanza mayor temperatura emotiva con Instinto básico (1992), posterga las audacias a una segunda fila y legitima el collage en obras de amena escucha, pero escasamente memorables, en la línea de Desafío total (1990). Lo cual no obsta para que los devaneos jazzísticos de LA Confidential (1997) le devuelvan el favor de la crítica. Prolífico y disciplinado, Goldsmith aún lucha por encaramarse a esa cumbre de la que empiezan a desplazarle James Newton Howard, James Horner o Danny Elfman. El cáncer que deteriora sus fuerzas le urge a suscribir nuevos compromisos, pero a duras penas logra completar Looney Tunes Back In Action poco antes de su fallecimiento, ocurrido el 21 de julio de 2004. En contraste, el seductor Williams restringe su campo de acción desde el atril de la Boston Pops Orchestra. Escribe fanfarrias al servicio del mejor efecto festivo —Olimpiada de Los Ángeles, 1984; centenario de la Estatua de la Libertad, 1986— y sigue teniendo la primacía en un género de grata escucha —el de Parque Jurásico (1993) o La lista de Schindler (1993)—, que goza de claro interés discográfico. En el resto de su producción orquestal, nos encontramos con obras de directa emotividad, como el Concierto para violonchelo (1994), el concierto para fagot The Five Sacred Trees (1993) y el concierto para violín TreeSong (2000). No hay en ellas nada que no haya sido presentido en piezas anteriores. Pero entendámonos, se adivina qué tipo de beneficio pueden traer a quienes buscan refugio en un suave espiritualismo. Que Williams personaliza el lustre y el agotamiento de un estilo es cosa que puede darse por probada, ya que en Hollywood impera el tradicionalismo musical. Nadie ignora que el impulso hacia lo nuevo, previsto un día por Goldsmith, aún choca con la lógica convencional de los estudios. La respuesta varía según la moda, pero esta comprobación puede llevarnos a sospechar que el espectador medio, indispuesto ante las novedades, sigue agradeciendo esa nostálgica cortesía. Guzmán Urrero Peña 125 D O S I E R MÚSICA Y CINE LA MÚSICA DE CINE EN ESPAÑA Cuando el especialista aborda la cuestión de la música de cine en nuestro país, el discurso suele tiznarse de unos matices que vienen a decir más del objeto de estudio que su propia configuración literaria. Se detecta, primero, un acento romántico, especialmente en las adjetivaciones que se aplican al oficio (invisible, sombrío, secreto) y luego una nota de forzado academicismo al versar sobre el tema. Tales atributos, dirán algunos, bien pudieran pertenecer a cualquier género de ensayo que dirime y sentencia bajo una intelección imperfecta. Y no les falta razón. Esto se debe a que arrastramos, desde antaño, unos complejos que han zaherido no sólo la creación cinematográfica, sino también la recepción y crítica del arte mismo. P or otro lado, al longevo desdén con que se viene despachando la música de cine en tanto que género aplicado, hemos de añadir la irrisoria atención que hemos dispensado a nuestros profesionales. Así las cosas, hablar del cine español y de su música viene a provocar, en el mejor de los casos, un natural extrañamiento. No obstante, gracias al tesón de especialistas como Josep Lluís i Falcó, Roberto Cueto o Joan Padrol, entre otros, sabemos ya algunas cosas válidas sobre el decurso de este oficio en nuestro país, a pesar que el tema siga constituyendo, en palabras del segundo, una labor “paleontológica”. Música ad extra, 1903-1935 126 En rigor, el así denominado “cine mudo” nunca ha existido. Al contrario, y de acuerdo con la ya madura literatura que ha desaprobado esta catalogación, entendemos que el primer cine era del todo sonoro. La causa de que durante mucho tiempo hayamos aceptado esa nomenclatura y la condición que expresa, proviene de un equívoco: el hecho de que el cine antiguo que hoy en día proyectamos no es sino la materia bruta y desgajada de un arte mayor que, descontextualizado, es incapaz de proporcionar la experiencia estética que se le supone. En efecto, este primer cine no posee, intrínsecamente, un órgano sonoro. Y con objeto de paliar esta contingencia fue instituida en sus inicios la aplicación de unas fuentes sonoras ad extra (partitura musical, efectos acústicos). Los rótulos y las cortinillas de diálogo proveían al medio de una expresión lingüística no sonora que parcheaba este déficit en la expresión. Pero en el ámbito psicológico, y con una fuerza similar a la que hoy propala este uso, existía la necesidad de colocar una estructura sonora allí donde no la había con objeto de completar el pathos de la imagen, y para lo cual solía emplearse un piano, una agrupación de cámara o una orquesta sinfónica completa. No obstante, apenas disponemos de partituras (originales o adaptadas) empleadas en la sonorización directa de las primeras películas españolas, así como de testimonios que expliciten sus procesos y rudimentos. Acaso la información más valiosa proceda de las plumas de Joaquín Turina y Salvador Ruiz de Luna, quienes, intrigados por los avatares del oficio, vinieron a inaugurar una línea de pensamiento crítico sobre el particular. Las reflexiones del primero, quien se involucraría en la composición para el cine durante casi una década (1941-1949) ofrecen al lector, al margen de su nutriente especulativo, una mirada esclarecedora sobre la cuestión de la primera música de cine española. Ruiz de Luna, no obstante, teorizaría con mayor precisión que su colega sevillano, hallándose sus ideas en buena sintonía con el ideal suscrito por Adorno (la consecución de la música objetiva). No obstante, ambos idearios coincidirán en el objeto fundamental: el insuperable conflicto entre el ideal artístico de la creación musical y las contingencias propias de esa “artesanía dirigida” (Ruiz de Luna dixit) en que consiste la composición aplicada. Sabemos que el desenvolvimiento de este orden ad extra acontece en España más lentamente que en otros países; mientras que en Francia y Norteamérica las aplicaciones sonoras se sofistican rápidamente, no así sucede en nuestro país, donde en 1925 no se ha establecido aún, con vistas a una aplicación más eficiente, una relación de criterios, convenciones y repertorios válidos. A la hora de decidir qué tipo de música emplear en una determinada proyección, hay que considerar la logística del teatro, el espacio disponible y el capital financiero. Evidentemente, se dará con frecuencia la imagen inaugural del pianista frente a la pantalla, desgranando una improvisación que se adecue al drama; algo impracticable si se convoca a varios ejecutantes. De hecho, abundaban los cines y teatros que contrataban, o tenían en nómina, sus propios músicos para tocar en las diferentes sesiones. Por lo general, las distribuidoras se arrogaban la tarea de gestionar el material musical que acompañaría las proyecciones de sus películas, así como de proveer al director orquestal de la partitura y las particellas correspondientes. En España no había costumbre de lo segundo y tampoco era inhabitual que se delegara en el director de orquesta la adaptación musical oportuna. Gracias a Turina sabemos que el repertorio cinematográfico español no debía hallarse a la par, cualitativamente hablando, con el europeo. Es de suponer que en el nuestro predominaba la música ligera y números de escasa relevancia dramática, de acuerdo con las objeciones que el compositor plasma en sus escritos. De ellos también se deduce que en nuestro país debía tenerse poco en cuenta la coherencia musical en relación con las imágenes, a diferencia de la costumbre europea, más vigilante y cuidadosa de estas cuestiones. A propósito del repertorio empleado, España presenta una singularidad que corre pareja a la historia de su lírica: debido al enorme éxito de que gozaba nuestro género chico, era costumbre que se adaptaran sus arias y romanzas más populares al cine, aun cuando el género de la película en cuestión no congeniase con este tipo de música. No obstante, el primer cine español abordó sin demasiados complejos su trasvase a la gran pantalla, así como el tratamiento de temas taurinos y melodramas costumbristas. El caso de la zarzuela resulta, cuando menos, paradójico (como bien apunta Cueto) en tanto que el cine pretendía, aun careciendo de “aparato fonador”, representar un género musical. Así las cosas, este primer y eviscerado cine folclórico, que podía basarse tanto en adaptación de zarzuelas clásicas como en guiones originales, debía precisar de una dotación musical externa para crear el efecto de la Gesamtkunstwerk. A tal fin, en ocasiones los cines contaban con cantantes líricos que, a duras penas, componían auténticos doblajes, intentando mimetizar su voz con la expresión del actor que aparecía en pantalla. D O S I E R MÚSICA Y CINE No era común, por aquel entonces, que se compusiera música original para una película. Había excepciones, pero incluso en tales casos difícilmente excedería la partitura original el cincuenta por ciento de la música ejecutada. Con todo, los auténticos protagonistas de esta primera época serán los directores de orquesta, tales como Blai Net, Juan Dotrás Vila, Eduardo Toldrà o Martín Lizcaino de la Rosa, campeones legítimos de estos primeros andares nacionales. Música ad intra, 1935-1940 La llegada del sonoro, que se produce allá por 1935, supone una auténtica revolución en el medio cinematográfico. Para empezar, la ejecución en directo pierde su sentido, lo cual afectará especialmente a directores e instrumentistas, quienes deberán reciclarse profesionalmente bajo el influjo de la nueva tecnología. Durante los primeros años las proyecciones sincronizadas se irán alternando con las sonoras, pero eventualmente aquéllas terminarán desapareciendo. Y aunque algunos músicos se dediquen durante un tiempo a amenizar los intermedios de las funciones, sus competencias acabarán reducidas a la reproducción gramofónica en sala. Por lo demás, el sonoro permite la continuidad de los directores de orquesta de la década anterior, aunque su escenario se trastoque en sala de grabación. El cine musical y folclórico, ahora de cuerpo entero, puede expresarse libremente y compositores tan reconocidos como Jacinto Guerrero, Pablo Luna o Francisco Alonso escribirán expresamente para el género. No obstante, este localismo no monopolizará la producción musical. Paralelamente a él irá desarrollándose la aplicación de un estilo de composición sinfónico y posromántico (de acuerdo con el prototipo hollywoodiense) que Tomás Marco bautiza como “nacionalismo casticista”. Entre los primeros espadas que se adhieren a esta estética figuran nombres como José Muñoz Molleda (Carmen la de Triana, 1938) o Jesús García Leoz (Sierra de Ronda, 1934). Otro rasgo llamativo de nuestra música cinematográfica, y que en la siguiente década se irá perfilando con fuerza, es el hecho de que muchos compositores provenientes de la sala de concierto, incluidos nuestros primeros espadas, se arrimarán al medio (a Joaquín Rodrigo, acaso el menos prolífico de cuantos trabajaron en el cine, se le conocen tres largometrajes y un documental). Aunque en otros países estas aproximaciones también se producen, como es sabido, el caso español resulta portentoso: García Abril, Turina, Guridi, Bernaola, De Pablo, Montsalvatge, Usandizaga, Remacha o los Halffter rendirán, tarde o temprano, su pluma al celuloide. Romanticismo, casticismo, 1940-1950 El cine oficialista constituirá el marco de acción de la primera escuela nacional de música cinematográfica, que se define por la adscripción a la musicalidad wagneriana y ubérrima adoptada por Leoz o Molleda según el canon de la escuela europea establecida en Hollywood (E. W. Korngold, Steiner, Waxman). No obstante, esta estética se nos presenta aquí atemperada por un gracejo armónico ajeno a la tribulación straussiana y que viene a sugerir acaso un parentesco con el verismo italiano. Los compositores en punta de este cine, considerados ya como auténticos clásicos nacionales, serán Manuel Parada (Los últimos de Filipinas, 1945), Jesús García Leoz (La sirena negra, 1947) y Juan Quintero (Locura de amor, 1947). Los tres escribirán para el cine clerical de la época, de ínfulas épicas y católicas, así como para algunas espagnolades. A su sombra brotará una auténtica pléyade de compositores que se especializarán en este medio, como Salvador Ruiz de Luna, Ramón Ferrés, Juan Ruiz de Azagra o Juan Durán Alemany. A lo largo de esta década el compositor de cine español empieza a ganar preeminencia en el propio medio, estableciéndose en nuestro país (como es el caso de Estados Unidos) un sistema de estudios que contribuye al ensalzamiento de la profesión. Con todo, las metodologías de trabajo y las nuevas técnicas de sincronización que ya se empleaban en Hollywood (como la perforación del fotograma o los marcajes de pintura) aún no han sido adoptadas por nuestros músicos, quienes seguirán apoyándose en el cronometraje para pautar las entradas y salidas de los bloques musicales. La encrucijada de la modernidad, 1950-1970 En la primera década de este período contestatario predominará el así llamado cine sainetesco-neorrealista, ejemplificado por películas como Surcos (1951) o Muerte de un ciclista (1955). La influencia del neorrealismo, bajo el que prospera nuestro mejor cine, no supone, en lo musical, un giro estético. De hecho, las partituras adscritas a esta corriente no serán en absoluto audaces comparadas con el cine al que rinden vasallaje, prosiguiendo aquéllas por la senda sinfónico-casticista del período anterior. Esta asimetría estética se percibe como algo consustancial al maridaje de dos artes que se hallaban en diferentes estados de ebullición; a fin de notar este hiato, baste detenerse en la (retrógrada) partitura que García Leoz escribiera para una de las películas emblemáticas de esta época, ¡Bienvenido Mr. Marshall! (1953). La veta inconformista del cine sainetesco devendrá auténtico realismo crítico, y culminará más tarde en el así llamado Nuevo Cine Español. Tragicomedias como Calle Mayor (1956) o El verdugo (1962) vienen a inaugurar este cine disidente que renuncia, también en lo musical, a comentarios melifluos. Miguel Asins Arbó se convertirá en 127 D O S I E R MÚSICA Y CINE el compositor referencial de este cine esperpéntico y amargo, aviniéndose al retrato cínico y deliberadamente provinciano de la realidad mostrada. En la misma tesitura, las composiciones jazzísticas de un Federico Contreras para El pisito (1959) expresarán, con otra gama de timbres, un similar temperamento. Degeneraciones de este cine social son el landismo y la comedia desarrollista de José Luis Dibildos y Pedro Masó, que musicalmente tuercen las intenciones de ese jazz árido y solemne de Contreras hacia el populismo desopilante, el easy listening o el pop bailable de la época, y a los que abastece un nutrido grupo de compositores surgidos del jazz o de la música disco, tales como Juan Carlos Calderón, Adolfo Waitzman o Alfonso Santiesteban. Pero con el Nuevo Cine Español y La Escuela de Barcelona, que eclosionarán en el ulterior cine simbolista y metafórico de un Carlos Saura o un Víctor Erice, da comienzo la época más vitalista y vigorosa de la música cinematográfica española. Este cine descarnado y poético, que surge como respuesta al trauma del franquismo, permitirá unas vías musicales en sintonía con los trabajos de música absoluta menos complacientes que se están gestando en ese momento. Tal complicidad alumbrará las incursiones cinematográficas de compositores como De Pablo (La caza, 1965), Montsalvatge (España otra vez, 1968), Pérez Olea (Fata Morgana, 1966) o la contribución del grupo conocido como la Generación del 51 (Bernaola, García Abril y Cristóbal Halffter). La politonalidad, el cromatismo y una concepción vertical del pentagrama estarán en consonancia con un cine de expresión filosófica que acoge de buen grado soluciones seriales y electroacústicas. No obstante, los sesenta y los setenta han pasado también a la historia del cine como la época de las coproducciones, que vienen a auspiciar un cine de género, de dudosa calidad las más de las veces, pero muy rentable y de alcance internacional. Consolidados autores como Pérez Olea, García Abril o Bernaola servirán su arte a toda suerte de proyectos y géneros (el spaghetti-western, el giallo o el peplum, entre otros), practicando a menudo subrayados heterodoxos y extremos. Películas como El espanto surge de la tumba (1972), La isla de la muerte (1967) o Texas addio (1966) llevarán el sello musical de estos autores emblemáticos. Paréntesis, 1975-1985 128 Los “años oscuros” de la música cinematográfica española se corresponden, diríamos que paradójicamente, con un cine libre de antagonistas. Auspiciada por la democracia surge una cinematografía múltiple y heteróclita que pretende abarcar todos los géneros y temarios. Las ambiciones comerciales y lúdicas de un arte ya liberado, y el festejo que supone la Movida madrileña, vienen a ningunear o descuidar notoriamente el apartado musical de las películas, que empieza a delegarse en compositores casuales, cantautores y grupos de rock o a despacharse con material de archivo. Habida cuenta de este panorama, nuestros compositores más veteranos irán abandonando, poco a poco, el medio cinematográfico, al tiempo que denuncian el erial en que se ha convertido el oficio. Pese a todo, el cine de los ochenta tiene sus luces: la discreta colaboración del prestigioso Francisco Guerrero con Jaime Chávarri, el buen hacer de Joan Pineda, quien se consagra a la composición de nuevas partituras para nuestro cine mudo o el surgimiento de un autor llamado a hacer historia en el oficio: el prolífico y versátil José Nieto, quien a lo largo de los ochenta va cultivando todos los géneros y estilos con la entereza de un renacentista, asimilando cabalmente los perfiles musicales de los diversos géneros cinematográficos y compaginando la creación musical para la imagen y la escena con la música de concierto, la dirección orquestal, la docencia y una eventual actividad como ensayista. Suyas son las partituras de Extramuros (1985), Amantes (1991), Días contados (1994) o Juana la loca (2001). En esta órbita, aglutinadora de las musicalidades más diversas (pop, rock, romanticismo sinfónico, jazz, clasicismo, impresionismo), aparece a fines de los ochenta un nuevo grupo de compositores que va a retomar, tímidamente, la apostura de sus predecesores. A este grupo pertenecen Bernardo Bonezzi (Matador, 1986), Bingen Mendizábal (Alas de mariposa, 1991) o el colaborador habitual de Ventura Pons, Carles Cases (El porqué de las cosas, 1994). Síntesis, 1990-2007 Habría que considerar dos razones para valorar el hic et nunc de la música de cine española: en primer lugar, la situación traumática de una cinematografía inestable, amenazada por su propia incapacidad para seducir al público y que a fin de sobrevivir adopta los rasgos y maneras del cine norteamericano, al tiempo que intenta componerse una identidad apreciable. En segundo, el surgimiento de una generación de directores cinéfilos (Alejandro Amenábar, Guillermo del Toro, Álex de la Iglesia, Santiago Segura, Jau- D O S I E R MÚSICA Y CINE me Balagueró) que ha sabido cultivarse un público a través de un discurso autónomo y eficaz, basado a menudo en modelos de probada solvencia (Hitchcock, Spielberg, el noir, el blockbuster americano). Del mismo modo que nuestro cine, en general, pretende ser aceptado a base de fagocitar estructuras y códigos universales, en lo musical compositores y directores persiguen un acompañamiento genérico y funcional de acuerdo con el prototipo estético dominante. Un buen ejemplo de esta psicología adaptativa es la partitura de Víctor Reyes para En la ciudad sin límites (2002), que copia la celebrada estética, entre postminimalista y concreta, del compositor Thomas Newman. Paradigma de este gusto imitativo resulta la sucedánea obra de Roque Baños para las películas de Álex de la Iglesia (La comunidad, 2000), Daniel Monzón (El corazón del guerrero, 1999) o Santiago Segura (la trilogía de Torrente), que tanto bebe de los maestros norteamericanos (Herrmann, Mancini, Goldsmith, Williams) como de sus aprendices (Elfman, Howard, Zimmer). En una línea similar, si acaso más domesticada, se encuentra la obra de Juan Bardem para películas como Los años bárbaros (1998) o Noche de reyes (2001). Por otro lado, prorrumpe en el panorama una generación de realizadores marcada por un gusto más abstracto y analítico, y que comprende a Julio Médem, Juanma Bajo Ulloa, Isabel Coixet, Agustín Díaz Yanes o Gracia Querejeta. El cine que representan supone, también a nivel musical, una alternativa al discurso normalizado y filoamericano. Serán, en esencia, compositores como Alberto Iglesias o Ángel Illarramendi quienes, a la sombra de esta cinematografía, tracen una línea culterana y europeísta, si bien no necesariamente trasgresora, en el arropamiento de la imagen. El primero despuntará por las colaboraciones con Julio Médem (Tierra, 1996; Lucía y el sexo, 2001) y Pedro Almodóvar (La mala educación, 2004; Volver, 2006), para cuyo cine trama un discurso entero y fibroso, acaso tocado por una empatía transcultural que bien pudiera suscribir un Golijov o un Kremer y que parece fundir a Stravinski y Bartók con nuestros más egregios nacionalistas. Illarramendi, por su parte, es un compositor fiel al diatonismo, a la pulcritud armónica y a la transparencia orquestal. Sus partituras, aunque delaten una cierta ingenuidad, están de tal modo marcadas por el romanticismo celeste y profuso de un Delerue que vigorizan perfectamente lo expresado en imágenes. Películas como Una estación de paso (1992) o El último viaje de Robert Rylands (1996) lo prueban con creces. A caballo entre estas dos tendencias se encuentra un grupo de autores en cuya obra se sintetiza el carácter general de nuestra música cinematográfica: una frugal y diáfana, de gesto melódico, sobriamente apuntalada y ejecutada habitualmente por una formación de cámara. Características acaso debidas a limitaciones técnicas y financieras que obligan, a falta de una infraestructura nacional, a grabar en ciudades centroeuropeas con orquestas especializadas en este tipo de grabaciones (como la Filarmónica de la Ciudad de Praga o la Sinfónica Checa). Autores como Eva Gancedo (La buena estrella, 1997), Pascal Gaigne (Azuloscurocasinegro, 2006), Lucio Godoy (La educación de las hadas, 2006), Manuel Balboa (El abuelo, 1998) o Antonio Meliveo (El camino de los ingleses, 2006) serían sus representantes más ejemplares. Coda Ha llovido mucho desde los días en que Quintero, Leoz o Turina escribían a tientas para el celuloide, domando su instinto para afinar esa extraña simetría que aún hoy presenta batalla a quienes pretenden escrutarla. En la última edición de los Premios de la Academia de Hollywood un español (Javier Navarrete) volvía a figurar en el quinteto de nominados al Óscar musical. Poco importa que finalmente el galardón no le tocara en suerte; el mero reconocimiento internacional que nuestros compositores se están granjeando basta para intuir una nueva línea de fuga en esta pequeña parcela de nuestra historia musical. Sólo el tiempo dirá hacia dónde se acaba proyectando. David Rodríguez Cerdán BIBLIOGRAFÍA Roberto Cueto, El lenguaje invisible: entrevistas con compositores de cine español. Festival de cine de Alcalá de Henares. Alcine 33, Madrid, 2003. Josep Lluís i Falcó, “Tipologías de aparición del músico en el cine y su aplicación al cine español (1930-2000)”, Music in Art, nº 27, University of New York, 2003. — “Los compositores contemporáneos españoles y el cine (I)”, Música de cine, nº 3, Valencia, AMDECI enero-marzo 1992. INTERNET Score Magacine www.scoremagacine.com The Internet Movie Database www.imdb.com 129 D O S I E R MÚSICA Y CINE 27, SON 27 1) Siete, son siete es una obra de un autor citado en esta enumeración, Sergei Prokofiev1; 27, son 27 los discos, prácticamente todos CDs y (más o menos) localizables, que reflejan este recorrido cronológico por la historia de la música de cine. 2) Al hablar de “música de cine”, se hace referencia a música incidental, no a comedias musicales, que formarían otro apartado, valioso y relevante, dentro del género de la música fílmica. 3) No hay compositores repetidos —lo cual ha sido una regla no fácil de seguir—, pero sí hay cineastas reiterados. 4) No están todos los que son —ello habría obligado a llamar al artículo “47, son 47”, o algo similar—, pero son — algunos con una única contribución al cinema— todos los que están. (1908) Camille Saint-Säens: El asesinato del duque de Guisa [Henri Lavedan] Se trata de la primera música escrita para acompañar una acción cinematográfica, en este caso los 19 minutos y medio que venía a durar la película de 1908 de Henri Lavedan para Film d’Art. Todavía hoy, los 7 minutos de la secuencia del crimen —la víctima pasea en espera de ser recibida por el rey Enrique III, los sicarios de éste lo pasan a cuchillo, el monarca verifica la ejecución y los esbirros esconden el cadáver—, son todo un modelo de escritura fílmico-incidental. Existen dos versiones, debidas a Gennadi Rozhdestvenski (Melodiya, LP) y al Ensemble Musique Oblique (Harmonia Mundi, CD). Sergei Mihailovich Eisenstein asistió a una proyección “de gala” de Bronenosets Potiomkin en el Bolshoi de Moscú con ilustraciones musicales de diversas piezas del sinfonismo ruso seleccionadas por el directo Nikolai Golovanov, pero sólo aceptó una versión “oficial” con acompañamiento orquestal cuando oyó a Edmund Meisel interpretar al piano “su” visión sonora del film. Estrenada en 1926, la versión orquestal de Meisel se llegó a tocar 200 veces en 125 ciudades alemanas, y llegó hasta Holanda, Noruega, Estados Unidos e Inglaterra —donde Eisenstein vio un pase del film con el músico dirigiendo a la orquesta—; hoy nos puede sorprender la escucha, en medio de la obra, del tema del tercer movimiento de la Sinfonía nº 11 de Shostakovich, pero es que Meisel utilizó la canción revolucionaria Vi zhertvoyu pali (Sois las víctimas)2 dentro de una partitura asombrosa por su inteligencia y expresividad percutiva (la mítica escena de las escalinatas del puerto de Odessa, magistralmente “visionada” por Meisel en marcha maquinista post-Mahler/pre-Shostakovich, que fascinaba a Eisenstein, o la no menos ostinato-secuencia para el paso “a toda máquina” del acorazado entre los barcos de la flota). (1934) Maurice Jaubert: L’Atalante [Jean Vigo] (1913) Joseph Carl Breil: El nacimiento de una nación [David W. Griffith] Breil fue uno de los pioneros de la música para acompañar la proyección de “Movies”, y, acaso, el primer profesional en la materia. Su pintoresca partitura de acompañamiento orquestal para la (políticamente incorrecta) película de Griffith —en la que los “buenos” son los padres del primer Ku Klux Klan— resulta de rara modernidad, a través de los motivos, a veces temas, que han de identificar a los personajes, que alcanza apogeo en la amplia secuencia de la batalla, para la que Breil redactó un semi-poema sinfónico de diez minutos trufado de temas populares o militares que por momento nos hacen pensar en un Charles Ives cinematográfico. Un extraño “tic” —Woody Allen se habría explayado a gusto— hace a Breil abandonar la originalidad para recurrir a las walkyrias wagnerianas a la hora de secundar la inefable cabalgada final del Klan. (1925) Edmund Meisel: El acorazado Potemkin [Sergei M. Eisenstein] 130 A falta de una recuperación a fondo de las partituras fílmicas de Maurice Jaubert, el excelente compendio de Delerue con la Sinfónica madrileña nos ayuda a reencontrarnos con una los más sensibles creadores musicales del cinema. Fue, quizá, el primer artista que se planteó una estética de la banda sonora. Compositor de Jean Vigo (Zero de conduitte, L’Atalante), René Clair (14 Juilliet) y Marcel Carné (Quai des Brumes, Le Jour se lève), cultivó un trazado sonoro marcado por el lirismo y la precursora repetición de células musicales. Su carrera se resume en diez fecundos años, de 1930 a 1940, hasta su muerte en combate durante la II Guerra Mundial. Del arte cinematográfico-sonoro, Jaubert escribió: “La música debe contribuir a que la historia sea clara y lógica, aportando, además, una poesía suplementaria, la suya propia”. (1935) Erich Wolfgang Korngold: El sueño de una noche de verano [Max Reinhardt, William Dieterle] En 1933 Max Reinhardt acudió a Hollywood para realizar una adaptación de El sueño de una noche de verano de Shakespeare. Su idea inicial, usar la admirable música incidental compuesta por Mendelssohn, reveló enseguida que se necesitaba acoplar/editar la misma a la palabra hablada, pero que además hacía falta más “acción musical” para otras escenas del film. Reinhardt y el director William Dieterle3 recabaron de inmediato la presencia en Los Ángeles del compositor de Die tote Stadt Erich Wolfgang Korngold, que en apenas semanas realizó un formidable, perspicaz D O S I E R MÚSICA Y CINE trabajo de adaptación, edición, creación, montaje y dirección musical, una labor que sería su salvoconducto para volver a América en el 36, cuando el nazismo le obligara a abandonar su Viena natal, y que le convertiría en el gran maestro de la banda sonora en la década inmediata. La grabación de Gerd Albrecht para CPO (CD) recupera completo el meritorio trabajo del músico. (1938) Sergei Prokofiev: Alexander Nevski [Sergei M. Eisenstein] James Whale en 1935), y casi al inicio de su carrera americano compuso Rebecca para Hitchcock en 1940, a la que seguirían Sospecha para este mismo cineasta en el 41, Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses) para Billy Wilder en 1950, Un lugar en el sol para George Stevens en el 52 — las dos últimas premiadas con el Oscar de la Academia—, o Taras Bulba para J. Lee Thompson en el 62, uno de sus últimos y más notables trabajos). Nunca abandonó su dedicación a la música sinfónica. (1945) Miklós Rózsa: Recuerda [Alfred Hitchcock] Caso quizá único en la historia del cinema, Eisenstein diseñó, dibujo y montó la famosa secuencia de la batalla sobre el helado lago Peipus a partir de los pentagramas de Prokofiev, y no al revés. La colaboración del músico con el cine fue escasa, pero su doble trabajo con Eisenstein —el film de referencia y la inconclusa trilogía de Iván el Terrible— sobra para darle puesto preeminente. La grabación de Yuri Temirkanov del año 1993 recoge, no la cantata elaborada posteriormente por el compositor, sino directamente la música compuesta para el film. (1939) Max Steiner: Lo que el viento se llevó [Victor Fleming (George Cukor)] Proveniente del mundo de la opereta, Maximilian Steiner, ahijado de Richard Strauss, y alumno de Johannes Brahms y Gustav Mahler —datos rigurosamente ciertos— fue inicialmente contratado por RKO como alternativa a Korngold, aunque ambos terminarían trabajando para Warner Bros. Junto a su compatriota, fue el otro definidor del estilo musical de Hollywood. Si King Kong (1933) rompió moldes en el empleo de la banda sonora —para David Raksin abrió un período nuevo en la historia de la música fílmica—, su trabajo “ontológico” sería el Gone With the Wind, iniciado por Cukor y acabado por Fleming, producido por el todopoderoso O’Selznick. Una partitura amplísima para una de las primeras “películas-río” de la historia, plagada de Leit-motivs que convertían a la composición de Steiner en una suerte de ópera con el canto reemplazado por la voz de los actores. (1940) Franz Waxman: Rebecca (Alfred Hitchcock) Alemán de nacencia (Königshütte, Silesia, 1906), educado en Dresde y Berlín en el ámbito de la música clásica, pianista de jazz por razones crematísticas, Franz Waxman conoció en 1930 a Friedrich Holländer —que en América sería Frederick Hollander—, quien le encargó la orquestación y dirección musical de su partitura para Der blaue Engel (El ángel azul), la mítica película de Josef von Sternberg que lanzó a Marlene Dietrich. Cuando el productor del film, Erich Pommer, marchó a América en 1934, un año después de la llegada de Hitler al poder, se llevó consigo a Hollander y a Waxman. Tras el exilio de su Alemania natal, Waxman entró pronto en el cenáculo de las luminarias musicales de Hollywood (La novia de Frankenstein para De formación plenamente clásica, Rózsa llegó al cine de la mano de Alexander Korda y después de haber escuchado la música de Honegger para Les misérables de Raymond Bernard (1934). En América su carrera empezó unida al “cine negro”, género para el que escribió obras de dramatismo impactante como sus primeros films para Billy Wilder — Double Indemnity (Perdición) en 1944, The Lost Weekend (Días sin huella) en 1945—, Blood on the Sun de Frank Lloyd también el 45, Forajidos de Robert Siodmak en el 46, A Double Life (El abrazo de la muerte) de George Cukor en el 47, y, cómo no, Spellbound (Recuerda) de Hitchcock en el prolífico 1945, que acaso ha pasado a la historia anecdótica de la música fílmica por el empleo del Theremin en las secuencias oníricas de la película, diseñadas por Salvador Dalí. (1946) George Auric: La bella y la bestia [Jean Cocteau] Del colectivo de “Les Six”, los dos creadores más vinculados con el cinema fueron Arthur Honegger y George Auric, y fue este último el que más colaboró con el co-ideólogo —el otro teórico fue Collet— del grupo. Ninguna de las diez colaboraciones entre literato y compositor, de 1930 a 1961, produjo una banda sonora tan rica, plural y imaginativa como La belle et la bête, con su exuberante orquestación y su tan especial empleo del coro —siempre vocalizando o a “bocca chiusa”—; la grabación del suizo Adriano — caso peculiar de director sin apellido— es la única que recoge completa la partitura de Auric. (1946) Hugo Friedhofer: Los mejores años de nuestra vida [William Wyler] Hugo Friedhofer podía presumir de una formación profesional al más alto nivel; instalado en Hollywood en 1929, Leo Forbstein le contrató para el departamento musical de la Warner en 1935: su sabiduría técnica le convirtió pronto en el más asiduo colaborador de los dos compositores “estrella” del estudio, Steiner y Korngold, para los que desarrolló un impagable trabajo como orquestador y ayudante. La primera oportunidad que Friedhofer tuvo de escribir música propia para el cine fue en 1937, cuando Archie Mayo le encomendó la partitura de Las aventuras de Marco Polo. En 1942 compuso la música de China Girl para Henry Hathaway, y al año siguiente la de Náufragos, para Alfred 131 D O S I E R MÚSICA Y CINE Hitchcock. Su momento áureo se produjo en 1946 cuando William Wyler le llamó como compositor de su film Los mejores años de nuestra vida, su trabajo sobre los excombatientes de la II Guerra Mundial que volvían a su entorno: el inmenso éxito de la película llegó también a Friedhofer, que recibió el Oscar musical de la Academia de ese año. La obra posterior va unida a títulos y directores relevantes, tales como Robert Rossen (Cuerpo y alma, 1947) o Victor Fleming (Juana de Arco, 1948). (1952) Dimitri Tiomkin: Solo ante el peligro [Fred Zinnemann] Que el Far West hallara su paradigma musical en un ucraniano alumno de Glazunov es una de las paradojas del mundo del cine. A Dimitri Tiomkin se debe el paradigma del Western, canción incluida. Gary Cooper camina por las calles polvorientas de un poblado en el Oeste lejano, “Sólo ante el peligro”, mientras Grace Kelly se debate en la duda en un tren a punto de partir ¿Cabe la visualización de esta escena sin el añadido, subconsciente del sonsonete distante de aquel famoso Do not forsake, O my darlin’ ? Muy pocos espectadores de cine podrían evitar la inmediata asociación. Dimitri Tiomkin escribió la música de este film, High Noon (Solo ante el peligro), y Tex Ritter cantó la balada en cuestión, con letra escrita por Ned Washington. Aunque la banda sonora de esta película es esencialmente monotemática, Tiomkin escribió para ella una música de extraordinaria fuerza dramática —por ejemplo, para la secuencia que precede a la llegada del tren con el jefe de pistoleros— pero para el gran público el símbolo único del film en términos sonoros iba a ser el Do not forsake, O my darling’. Los estudios no iban a permanecer ajenos a este fenómeno, y, en muy pocos años, el éxito de esta balada —buscado por Tiomkin, que convenció a Frankie Lane para que grabara el tema, con el ánimo de ayudar al desanimado productor Stanley Kramer, tras el inicial fracaso del film— iba a convertirse en un arma de doble filo: los estudios exigirían banda sonora con canción de éxito hasta en las películas bíblicas. Swing y el Blues, definen el trabajo del hombre que, paradójicamente, se haría famoso con un tema “del Oeste”, el de Los siete magníficos de John Sturges. (1960) Bernard Herrmann: Psicosis [Alfred Hitchcock] La música de Herrmann está muy lejos de lo que era corriente en Hollywood. Era un compositor de alta escuela, lo que muchos músicos que trabajaban en los primeros años de la música para films no eran (y aún hoy en día no lo son). Antes de ingresar en el mundo cinematográfico había ya dejado su marca como compositor “serio”. Además, no estableció distinción alguna entre sus obras “serias” y sus trabajos para films. Algunos autores jugaban a doctor Jekyll y Míster Hyde en relación con sus trabajos para el cine, utilizando un estilo conscientemente popular para éste y otro muy distinto (a veces uno conscientemente impopular) para la sala de conciertos. Herrmann no hizo nada de esto, creía apasionadamente en la música cinematográfica como un legítimo y válido medio de expresión musical, medio además largamente inexplorado… A la edad de treinta años, compuso su primer —y para muchos su más grande— acompañamiento musical para un film: Ciudadano Kane de Orson Welles. Después de El cuarto mandamiento (The Magnificent Ambersons) no volvieron a trabajar juntos, y Herrmann inició la más larga de las cruciales asociaciones que marcaron su carrera, la que le vinculó a Hitchcock (perennemente escrupuloso con las bandas sonoras de sus films), diez años de colaboración que produjeron una obra maestra tras otra (El hombre que sabía demasiado, Vértigo, Psicosis o Con la muerte en los talones). Psicosis está escrita sólo para cuerdas (“música en blanco y negro”, dijo Herrmann), aunque probablemente los espectadores no hayan notado la ausencia de los tradicionales instrumentos de madera, viento y percusión. Algunos de los efectos inventados por Herrmann —los “graznidos” de los violines en los asesinatos de la película— fascinaron/inspiraron a toda una generación de compositores, no sólo del mundo del cine. (1962) Maurice Jarré: Lawrence de Arabia [David Lean] (1955) Leonard Rosenman: The Cobweb [Vincente Minelli] La primera partitura “anormal” del cine americano se debió a un músico inquieto y brillante, Leonard Rosenman. El suyo constituye un caso singular: músico vanguardista, su debut en Hollywood tuvo caracteres de asalto a una fortaleza, ya que se estrenó en el cine componiendo la primera partitura serial escrita para una película en América: The Cobweb (La tela de araña). Otro factor, además de su atrevimiento sonoro, distinguía a los pentagramas de Rosenman: su inusitada violencia. Esa violencia casi animal siguió manifestándose en películas “tonales”, como La ciudad no termina o The Young Stranger. Importantes son, por ende, sus dos films “con” James Dean: Al este del Edén y Rebelde sin causa. (1955) Elmer Bernstein: El hombre del brazo de oro [Otto Preminger] Faltaba un año para que Elmer Bernstein —sin parentesco con Leonard— recibiera el más peculiar encargo de su carrera, escribir un tema musical “para Dios” —la petición vino de Cecil B. de Mille para su segunda versión de Los diez mandamientos, 1956—, pero su contribución al film de Preminger sobre la droga fue la más trepidante aportación que el Jazz brindaba, hasta esa instante, a la banda sonora. Ritmo endiablado, orquestación para “Jazz Band” —aunque la orquesta sinfónica tuviera su parte—, temática entre el Uso de las “Ondas martenot”. Músico de origen clásico, alumno de Honegger, los comienzos de la carrera de Maurice Jarré fluctuaron entre la sala de conciertos, el ballet y el cine. Fue Georges Franju quien le acercó al mundo del celuloide; prácticamente toda la singular obra fílmica de este cineasta presenta la cooperación musical de Jarre, partiendo del cortometraje Hotel des Invalides (1951) y continuando con películas como Los ojos sin rostro. En 1962 se le abrieron las puertas del cine internacional, merced al llamamiento de David Lean para componer la música de Lawrence de Arabia, superproducción patrocinada por O’Selznick. Para más de un comentarista, Jarre no volvió a repetir en toda su carrera un acierto tan pleno como su música basada en el empleo de los Leitmotivs (tema de Lawrence, tema del desierto, tema árabe, tema británico) y de signos tímbricos (el sol, representado por las ondas Martenot —que tomaba el lugar del viejo Theremin—, o la noche, evocada con sonajas y esquilas) que hacían de la banda sonora un genuino poema sinfónico de envidiable frescura. (1962) Alfred Newman: La conquista del oeste [John Ford, Henry Hathaway, George Marshall (Richard Thorpe)] Cuando las grandes productoras americanas tenían orquestas sinfónicas propias y directores musicales exclusivos —¡tiempos de oro que nunca volvieron!—, Alfred Newman era, fue, el hombre de United Artists —que le valoró D O S I E R MÚSICA Y CINE poco—, luego el maestro de la 20th Century Fox —en donde cuajó lo mejor de su carrera—, y en sus años finales el responsable musical de Metro Goldwyn Mayer (paradójicamente había empezado en el cinema trabajando con Samuel Goldwyn). Su llegada a esta última empresa, a los sesenta años, se encadenó a un encargo mayestático, el de musicar la primera superproducción de MGM y Cinerama con tres directores —cuatro incluyendo a Thorpe en las secuencias históricas que narraba en el film Spencer Tracy—, La conquista del Oeste (How the West was Won), para la que Newman iba a escribir 140 minutos (¡) de música en el contexto de un film de 162 minutos (¡!). Una musicológicamente encomiable busca de temas antiguos, unida a una poderosa composición original para solistas, coro y orquesta, resume el quehacer de un creador que, para Nino Rota, era el maestro incuestionable del medio. (1963) Nino Rota: Il Gattopardo [Luchino Visconti] Acabamos de citarle. Durante décadas, la “Movie Music” latina estuvo regida por la figura de Nino Rota. Músico integral, de formación clásica, con composiciones relevantes para la sala de conciertos y el teatro de ópera —Torquemada— o el ballet —Le Molière imaginaire—, su conservadurismo estético seguramente favoreció su inmediato entendimiento de los postulados fílmicos vigentes en la década de los cuarenta, punto de arranque de su actividad. Rota poseyó, como muy pocos artistas, el don de la melodía: la música de La strada (1954), la de las dos primeras partes de El padrino de Ford-Coppola, el tema de Nadia de Rocco y sus hermanos, el dulce tema de amor de Romeo y Julieta de Zeffirelli, forman un cúmulo de melodías afortunadas, de inmediata retentiva, debidas al ingenio de este músico. Rota, por encima de otras colaboraciones, fue el músico permanente de Federico Fellini, con una nómina larga e impresionante: La strada, La dolce vita, Boccaccio, Tre passi nel delirio, Satyricon, Los clowns, Roma, Amarcord, Casanova, Ensayo de orquesta… Pero pocos films resumen tan perfectamente su capacidad como Il Gattopardo de Visconti, en el que se permitía hasta el ejercicio de musicología aplicada de recuperar un Vals de Giuseppe Verdi. (1964) Dimitri Shostakovich: Hamlet [Grigori Kozintsev] Shostakovich estuvo unido al cinema desde los tiempos previos al sonoro, cuando su admirable partitura orquestal para La nueva Babilonia de Kozintsev signó tanto su llegada al medio como el inicio de su relación con el cineasta que sería alfa y omega de su carrera, Gregori Kozintsev. Las dos últimas películas del cineasta dirigen su mirada a Shakespeare en traducciones plausibles, Hamlet y El rey Lear. Para la primera, la versión de Yablonsky (SACD) es la única que recoge todo el material, asombroso hasta en la secuencia más concisa, redactado por Shostakovich para la película. (1977-1983; 1999-2005) John Williams: La guerra de las galaxias [George Lucas] John Tower Williams vino al mundo en Nueva York y su formación fue absolutamente clásica, estudiando en la Juilliard School y trabajando la composición con Mario Castelnuovo-Tedesco. Al final de los cincuenta, el joven Williams se trasladó a Los Ángeles y pronto trabó contacto con el mundo del cinema, siendo copista primero y ayudante después de músico fundamentales en el medio, como Bernard Herrmann, Miklós Rózsa o Franz Waxman, todos ellos también de “extracción” clásica. Fue en los sesenta cuando, tras trabajar para la televisión —series como El virginiano o Perdidos en el espacio llevaron su firma—, recibió los primeros encargos para la gran pantalla, que empezaron con un cometido para el mítico William Wyler, Cómo robar un millón y… Pero es en la siguiente década cuando dos jóvenes cineastas, amigos entre sí, George Lucas y Steven Spielberg, le llaman para proyectos que dan un vuelco a su carrera (la saga de La guerra de las galaxias de una parte, Tiburón y Encuentros en la tercera fase de otra), en donde la vena sinfónica de Williams, en no poca medida inspirada por su admirado Korngold, halla cauce cinematográfico. La habilidad camaleónica de Williams, capaz del metodismo sinfónico a gran escala, de la música étnica metamorfoseada en sala de conciertos o del lenguaje de la vanguardia aplicado a la acción un film, se sintetiza en los dos tramos de seis años que signaron su gigantesca contribución pentagramática a las seis películas de Lucas. (1979) Jerry Goldsmith: Star Trek [Robert Wise] Es difícil resumir en un título el quehacer de un profesional nato de la banda sonora, cuyo repertorio es tan poliédrico como polícromo. Jerry Goldsmith (1929-2004), el músico de la Universal, fue alumno, entre otros, de Miklós Rózsa, que le contagió el amor por la música de cine. Su itinerario va desde el Freud de Huston o La profecía de Donner hasta El planeta de los simios —la “versión original” de Schaffner— o L.A. Confidencial, pero muchos —entre ellos el propio compositor— consideran el portentoso entramado del primer Star Trek para la gran pantalla, con su uso del órgano, instrumentos indonesios, piano amplificado, Steel Drums —entonces infrecuentes— y, claro es, monumental orquesta, como su Summa Artis, con el virtuosismo compositivo de incorporar al conglomerado el tema de la primitiva serie de televisión debido a su amigo Alexander Courage. (1985) Toru Takemitsu: Ran [Akira Kurosawa] Kurosawa pidió a su compositor una música “al modo de” La canción de la tierra de Mahler, y Takemitsu creó una obra tan personal como mimética. Incluso músico y cineasta practicaron una sorprendente subversión de códigos naturales en el lenguaje fílmico, tal como se produce en el 133 D O S I E R MÚSICA Y CINE asedio al “segundo castillo”, en donde la acción, tan feroz como vertiginosa, es secundada por unos pentagramas casi estáticos, suerte de gigantesca marcha fúnebre; es, junto a la de Alexander Nevski, la otra gran “batalla musical” de la historia del cinema. Sin renunciar al uso de instrumentos autóctonos, Takemitsu maridó en esta formidable partitura el sinfonismo occidental con la tradición sonora nipona. (1986) Ennio Morricone: La misión [Roland Joffé] Frente al melodismo de Nino Rota, Morricone representó, en los años sesenta y setenta, una línea de ruptura: en un determinado punto de su evolución creadora, este artista apenas parecía conceder importancia al tema y centraba toda la eficacia de su música en un tratamiento violento y exacerbado de los timbres, actitud que definió toda una estética para los Westerns de Sergio Leone. Junto a estos, el primer compromiso relevante de Morricone con el cine fue La batalla de Argel, el film testimonial de Gillo Pontecorvo, con el que volvería a colaborar en Queimada en 1968. Desde 1967 comenzaron los contactos de Morricone con los cineastas políticamente más comprometidos de su país, al poner música al film de Marco Bellocchio La Cina e vicina. En los siguientes años llegarían Partner, primera colaboración con Bernardo Bertolucci (1968), Galileo de Liliana Cavani o Teorema de Passolini; en 1976 volvió Morricone a trabajar junto a Bertolucci, en el vasto fresco histórico-político que es Novecento, uno de sus mejores trabajos. Pero el artista es inseparable de su labor para La misión, otro gran cuadro sinfónicocoral en el que la fuerza de los temas — ¡al cabo de los años!— se alía con una pujanza rítmica “marca de la casa”. creces los fines que se propone), concebida para una gran formación sinfónico-coral, con aliento alternativo de gran poema sinfónico o de cantata, a la que el director de la nada breve película confirió, además, suprema importancia en la columna sonora del film. El músico canadiense, “padrino” sonoro de Cronenberg (Scaners, Videodrome, La mosca) y de Jonathan Demme (El silencio de los corderos), captó perfectamente la peculiar entraña de la construcción fílmica de Jackson/Tolkien, que desde el cuento modula hasta la historia de aventuras y la narración de terror, dentro de un entramado de grandeza formal y diseño arquitectónico determinantes. La tercera parte de El señor de los anillos es, posiblemente, la mejor del ciclo, y la música de Shore para este Retorno del rey casi supera al logro de su primera partitura en capacidad evocadora, grandeza formidable en lo épico e intimismo ensoñador en lo lírico, en especial en el fascinante epílogo del film. (2006) Javier Navarrete: El laberinto del fauno [Guillermo del Toro] Queda mucho por recuperar de los “históricos” de la banda sonora española, desde Asins Arbó o Quintero hasta Parada o el mismo Sorozábal, sin contar a los “clásicos” vinculados al cinema como Bernaola, García Abril o de Pablo. Las últimas hornadas de creadores fílmicos, acaso encabezados por el ya veterano José Nieto, vienen mayoritariamente del país vasco, como Ángel Illarramendi (Zarauz, 1958), Bingen Mendizábal (Vitoria, 1962), o Alberto Iglesias (San Sebastián, 1955), con excepciones como el Roque Baños (Jumilla, Murcia, 1968) o Javier Navarrete (Teruel, 1956), el segundo hispano propuesto para un Oscar (el primero fue Iglesias el pasado año por El jardinero fiel). Navarrete es padre de uno de los mejores Soundtracks de la campaña, su composición coral/orquestal de penetrante magia para El laberinto del fauno de Guillermo del Toro. Vinculado al cinema desde mediados de los ochenta, ha trabajado en producciones de Agustí Villalonga como Tras el cristal (1987) o El mar (2000) —esta última constituye una de las grandes definiciones de su estilo—, o Trece campanadas (2002) de Xavier Villaverde, su gran precedente del Fauno. (1988) Hans Zimmer: Casa de papel [Bernard Rose] Hubo, antes del “oscarizado Rey León de Disney o del prestatario del Marte de Los Planetas de Holst —con coro añadido, eso sí— en las secuencias bélicas del Gladiador de Ridley Scott, un músico, llamado Hans Florian Zimmer, que en la década de los ochenta incorporó la música electrónica a las bandas sonoras con eficacia y precisión hasta entonces inusitadas. La inquietante Paper House, compuesta al lado de Stanley Myers, era todo un compendio del empleo de sintetizadores, ordenadores y Swinging Oscilators —no menos de seis modelos— en la columna sonora de un film, para el que la imaginería gótica de Zimmer cuadraba como el guante a la mano. (2001-2003) Howard Shore: El señor de los anillos [Peter Jackson] 134 Confinado a los films, al borde del Gore de David Cronenberg, la elección de Howard Shore como el músico de la trilogía basada en Tolkien resultó ser un acierto. Obra musical formidable, hiper-ambiciosa (pero que cumple con José Luis Pérez de Arteaga El músico la define como “encantamiento de la Acadia para tenor, coro y orquesta”, está datada entre 1917 y 1918, y constituye el op. 30 de su catálogo. 2 Utilizada también por Benjamin Britten en su Funeral ruso de 1936, y que Shostakovich empleó dos veces, en su música incidental para el film de Fridrikh Ermler El gran ciudadano de 1938 y en el referido movimiento lento de la Sinfonía nº 11 “El año 1905” compuesta en 1957. 3 También de origen germano, su nombre real era Wilhelm Dieterle (nacido en 1893 en Ludwigshafen y fallecido en Baviera en 1972). 1 135 ENCUENTROS Fabio Luisi “LA VIDA NO ES SÓLO DIRIGIR ORQUESTAS” 136 ENCUENTROS FABIO LUISI M e encuentro con el maestro Fabio Luisi en Roma, en el Parque de la Músico. Luisi es un músico italiano, pero atípico. Su formación se desarrolló principalmente en países de lengua alemana, después de sus estudios en Italia. De hecho, domina el alemán y toda su carrera la ha realizado prácticamente con orquestas austriacas o alemanas. Desde su debut en 1984, en el Festival de Martina Franca, su primer puesto importante lo desempeña en Graz, como maestro repetidor. Éste es el trampolín de lanzamiento, inicio de una carrera internacional de éxito. Va quemando etapas. En 1990, Director Estable y Artístico de la Orquesta Sinfónica de Graz. En 1995, Director Estable y Artístico de la Orquesta de los Tonkünstler de Viena. En 1996, en un inédito “triunvirato” con sus colegas Manfred Honeck y Marcello Viotti, Codirector Estable de la Orquesta Sinfónica de la Mitteldeutschen Rundfunk (MDR) de Leipzig. En 1999, se convierte en el único Director Estable y Artístico, cargo que mantendrá hasta el 2007. Desde 2005, por cinco años, Director Estable de la Wiener Symphoniker, de Viena. Recientísimo es el nombramiento de Fabio Luisi como Director Estable de la gloriosa Staatskapelle y de la Staatsoper de Dresde, que cubrirá a partir de 2007. Ocasión para escucharle contar su experiencia con la música, la cual, aunque sea una musa fascinante, no consigue hechizar a Fabio Luisi que tiene los pies bien plantados en la tierra. La música es un trabajo estupendo cuando se quiere, pero no lo es todo en la vida. Maestro, en cierto sentido ha llegado a la música casualmente, cuando era muy joven. ¿Cómo recuerda ese momento? Tenía tres años y medio, cuatro años. ¡No tengo un recuerdo muy preciso! Es un recuerdo muy lejano. Una fotografía: yo, sentado al lado de la radio, escuchándola. Teníamos una radio de marca Geloso con dos botones. Uno para encenderla; otro para la sintonía. Buscaba las emisoras que transmitían música clásica. Entonces era el tercer canal de la RAI el que transmitía música clásica. Allí escuchaba la música. Ha sido mi ventana al mundo de la clásica. Esto lo recuerdo claramente, porque pasaba mucho tiempo ante la radio. Más tarde, el encuentro con el maestro Ciccolini en el Festival de Orange en Francia, ¿qué ha significado? ¿Cómo recuerda esta experiencia? Había obtenido mi diploma en piano. Durante los estudios, había tenido dos ilustres profesores: una, Ornella Santoliquido y otro, Antonio Bacchelli que, luego, me había puesto bajo sus alas… ¿Bajo su protección? Sí, un poco bajo su protección músico-pianística, para empujarme hacia adelante. Ciccolini, naturalmente, fue mi primer encuentro con un músico de envergadura internacional. Bacchelli era muy joven entonces (sobre los treinta años) y estaba comenzando una gran carrera, en Italia, que hubiera seguramente seguido en el extranjero si no hubiera tenido aquel desgraciado accidente donde perdió la vida. Por lo tanto, Ciccolini suponía un mundo completamente diverso. Era un hombre que tocaba con las orquestas más importantes del mundo, grababa discos… Por lo que Ciccolini era el primer contacto con un hombre, un pianista, un artista en primer lugar, que había salido fuera de Italia para establecerse en Francia, había tocado con las más grandes orquestas, hacía discos, etc. O sea una manera distinta de concebir tanto el pianismo como la música en general. Y Ciccolini, de inmediato, desde el principio, me quiso bien: me aceptó y me dijo que podría ir con él todo lo que yo quisiera. Consecuentemente, los años de París. De hecho, he ido muchísimas veces a París. Luego, el contacto con Leyla Gencer, ¿cómo tuvo efecto? Con la Gencer fue un poco lo mismo. Fue ella quien me enderezó definitivamente hacia el mundo de la ópera, porque con ella he trabajado diversas óperas. Ya no estaba en el cenit de la carrera, pero cantaba aún en concierto y en óperas. ¿Sabe? Las circunstancias imprevistas de la vida… Los meses de verano los pasaba con amigos comunes en Riviera. Tenía necesidad de alguno con los que estudiar los papeles. Yo era un joven muchacho de 18 o 19 años, sin ninguna idea sobre el mundo de la lírica. Pero, era un buen pianista y así me hizo trabajar con ella. Luego fue al Festival de Martina Franca, quizás su primera experiencia con la ópera. ¿Fue un momento importante? En Martina Franca hice verdaderamente mi debut profesional como director de orquesta con el Réquiem de Cimarosa, que contó con un cast que hoy diríamos de excepción, porque estaban Daniela Dessì y Simone Alaimo, dos cantantes de estatura internacional. Aquél fue mi debut como director de orquesta, que tuvo lugar tras diversos años al piano como maestro sustituto. ¿Qué sintió sobre el podio antes del primer ataque? ¿Era su primera vez, no? ¡Una gran emoción, naturalmente! ¿Llegó a Martina Franca gracias a Rodolfo Celletti? Sí, llegué al Festival por Celletti, a través de amigos comunes, de Leyla Gencer y míos, que me llevaron ante él y le dijeron: “Tenemos un muchacho con talento, que toca muy bien el piano y que parece ser también bastante flexible para acompañar a can- tantes. Si le necesitas…”. Y Celletti me aceptó por primera vez, creo que fue en 1989 o 1990, ¡no lo recuerdo mucho!, para un concierto en Corridonia con ocasión de las conmemoraciones de Giovannibattista Vellutti, el último de los grandes castrados. Cantó Martine Dupuy. A mí se me pidió, justamente, que la acompañara al piano en esas arias “particulares” que habían sido dedicadas a Vellutti. Tras aquella experiencia, Rodolfo Celletti me tomó como maestro sustituto en Martina Franca. Y de maestro sustituto fui, digamos, avanzando en los grados de la jerarquía hasta convertirme en director de orquesta. Allí intervine en diversas producciones. ¿Se ha iniciado con la orquesta de la MDR (Mitteldeutscher Rundfunk) de Leipzig en Alemania? En realidad, no comencé con ella, sino que fue una etapa sucesiva. Conocí a la MDR en 1996 y sólo en 1999 me convertí en Director Estable. Sí, de hecho, antes eran tres (además de usted, Manfred Honeck y Marcello Viotti) ¿no? Al principio era… un triunvirato. ¿Y ahora director hasta el 2007? Terminaré en julio de 2007, porque en agosto comenzaré con la Orquesta de Dresde. ¿Cuál fue el recorrido artístico que se ha fijado y cuál el que ha logrado? La MDR es una típica orquesta radiofónica con una grandísima tradición de orquesta radiofónica específica, que equivale a decir sobre todo de música contemporánea, pero también con una tradición de los grandes clásicos. La tradición de Hermann Abendroth. que fue su primer Director Estable tras la Segunda Guerra Mundial. Él se apoyó sobre un repertorio bruckneriano, mahleriano, beethoveniano, por el que se hizo famoso. Uno de sus sucesores, Herbert Kegel, a su vez orientó la orquesta hacia horizontes más contemporáneos, también porque estaba, digamos, en el periodo oscuro de Alemania del Este, en el cual artis- 137 ENCUENTROS FABIO LUISI tas del Oeste no podían entrar tan fácilmente. Y Herbert Kegel se empeñó en hacerlos conocer en el Este. Uno por todos: Bruno Maderna, que era uno de los compositores más importantes de los años 60 y 70. ¡Puede que incluso el más importante! Y fue Kegel el que introdujo a Maderna en la dos Alemanias, ¡no sólo en la Oriental! Herbert Kegel era conocido por Donaueschingen. Al principio, hizo una labor de… pionero, si queremos. Ahora, después de diversas experiencias, he buscado enderezar la orquesta cuando la he tenido en la mano, de nuevo sobre esta línea. Consecuentemente, la línea de la música contemporánea, de la nueva música. Pero también de la música desconocida. Hay que considerar que en Leipzig tenemos el gran faro de la Gewandhausorchester, que está especializada en el repertorio tradicional. Por lo que, nosotros, los de la orquesta de la radio, no podemos confrontarnos con la Gewandhausorchester en el repertorio tradicional, en el que no tenemos esa tradición. O al menos, no tenemos una tradición continua. Entonces, la especificidad de la orquesta debe buscarse en la tradición de la orquesta misma, que es la de la música contemporánea. Es Director Estable de los Wiener Symphoniker desde 2005. ¿Qué supone para un director italiano encontrarse con una gran orquesta austriaca y qué programas hace con ella? Los Wiener Symphoniker son una orquesta de gran tradición, sobre todo gracias a los grandes maestros que me han precedido. Entre ellos, ¡Herbert von Karajan, Wolfgang Sawallisch, Georges Prêtre, Carlo Maria Giulini! Por lo que en esta orquesta voy a ser medido como director estable comparándolo con los predecesores. Una comparación alta. Es normal. Y es, por un lado, una chance y por otro una condena… Precisamente, la tradición está fijada ya por estos grandes maestros, así como el repertorio. El repertorio de esta gran orquesta vienesa, la única verdaderamente sinfónica en la ciudad, que dedica el cien por cien de la actividad a la música sinfónica, es el gran repertorio tradicional. En 2007, otra gran orquesta, la Staatskapelle de Dresde. ¿Con qué programas llegará a Sajonia? 138 Allí, es necesario desempolvar un poco… Partiré del concepto de tradición. ¿Qué es la tradición? La tradición se define, en cada institución, de forma un poco distinta. En Dresde, si volvemos a años atrás —hablamos del s. XIX, incluso si queremos del XVIII, pero sobre todo del XIX y de los primeros veinte o treinta años del XX—, la orquesta era famosa por confiar en los nuevos compositores. Los nuevos compositores, entonces, se llamaban Richard Wagner y, más tarde, Richard Strauss. Pero entonces eran nuevos, se trataba de música contemporánea. Era música nueva. Música que no estaba aún establecida en los repertorios. Por lo que era también un desafío el hecho de que la Orquesta de la Staatskapelle Dresden diese su confianza a estos compositores. Y dando confianza a estos compositores iniciaron una tradición que es luego la de Richard Wagner y, después, la de Richard Strauss. Aun hoy, ¡es la tradición de Richard Wagner y Richard Strauss! Entonces eran compositores nuevos. Por eso la verdadera tradición de esta orquesta es no continuar con estos compositores —cierto, ya pertenecen a la identidad de la orquesta—, sino dar confianza a nuevos compositores, exactamente como hace cien años lo eran Wagner y Strauss. Esto es lo que buscaré, lo que quiero hacer. De hecho, en las temporadas 2007-2008, tendremos un compositor en residencia. En la de 2007 será Isabelle Mundri y en la de 2008, Bernhard Lang. Jóvenes compositores de lengua alemana: Isabelle es alemana, Bernhard, austriaco. Estarán asociados a la orquesta con la que haremos estrenos absolutos. Pero no sólo esto, porque con frecuencia estos estrenos son una coartada: ¡una vez y no más! Seguiremos un poco su producción tanto para gran orquesta sinfónica como para orquesta de cámara o para grupos instrumentales diversos, para proponer, en una serie de 5, 6, 7 conciertos de carácter diferente, exactamente un panorama, lo más completo posible, de la producción de estos dos jóvenes compositores. ¿Le gustaría un puesto en un teatro de ópera? En Dresde tendré un cargo en un teatro de ópera, porque ocupándome de la Staatskapelle lo haré también de la Semperoper. ¿Qué repertorio le gustaría explorar? En este caso se trata de un teatro de ópera que tiene un gran repertorio. Hay una orden del Gobierno que nos obliga, en cierta manera, a ocuparnos del gran repertorio. Por lo que la primera exigencia será la de verificar qué es lo que falta de ese repertorio y retomarlo. En realidad, no es mucho lo que falta, porque cada año se representan entre 47 y 48 óperas distintas. Y eso no está mal. Pienso que, junto a la Ópera de Viena, estamos en el ápice, por la variedad de óperas que se proponen. Una cosa, por ejemplo, que me interesa mucho es que haremos una ópera de Hindemith, Cardillac; luego, una primera ejecución absoluta de Manfred Trojahn. Haremos, incluso, un descubrimiento: Nôtre Dame de Franz Schmidt. Propondremos de nuevo Palestrina de Pfitzner, que en Italia es prácticamente desconocida, mientras en Alemania cuenta con una cierta tradición. Tiene una gran experiencia dentro del mundo germánico. ¿Qué diferencia hay, para un director, dirigir una orquesta alemana más que una austriaca, respecto a una italiana, partiendo del hecho que está aquí en la Academia de Santa Cecilia de Roma? La orquesta de Roma es un poco sui generis, porque es una orquesta que históricamente ha tenido siempre contactos con directores de procedencia centroeuropea. Piénsese en la asociación que ha habido durante tantos años con Wolfgang Sawallisch, profunda y continua. Wolfgang Sawallisch, pese a no haber sido director estable de la orquesta, la ha un poco, ¿cómo decirlo?, la ha educado un poco en el repertorio alemán, que por tantos años ha estado en manos casi sólo suyas. Por lo que este connubio lo captamos aún hoy. La orquesta conoce este repertorio, sabe cómo suena; quizás ahora algo menos los profesores jóvenes, aquellos que no tuvieron la experiencia con Sawallisch. Pero hay aún un sentido de lo que significa tocar el repertorio alemán: una conciencia de sonoridad distinta de la sonoridad típica mediterránea, que es mucho más brillante, alegre, como sonido; la búsqueda de la profundidad del sonido, la búsqueda del color oscuro es una cosa inmanente al repertorio alemán, con la cual Sawallisch ha trabajado verdaderamente. Y es esto, volviendo a la pregunta, lo que diferencia las orquestas latinas de las de sello germánico. ¿Qué significa para usted dirigir? ¿Qué clase de director se considera visto desde dentro? Es una buena pregunta porque es muy difícil. No puedo imaginarme un oficio más bello, en general y en particular, que el de músico, aunque por un lado tengamos el déficit de que, como músicos, nosotros, los directores, no producimos el sonido a solas, necesitamos de algún otro para lograrlo. Me explico: si soy un cantante, produzco el sonido yo solo; si soy un pianista, me pongo al instrumento y produzco el sonido, soy yo quien lo logra directamente. Nosotros necesitamos, al contrario, de un trait d’union entre nuestra personalidad, entre nuestras ideas y el público. Este trait d’union es la orquesta. La orquesta no se puede comparar a un instrumento inerte, porque está formada ella misma por músicos, incluso por buenos músicos que ENCUENTROS Barbara Luisi FABIO LUISI cuentan con una educación igual o incluso superior a la mía. Por lo que mi tarea, de un lado, es ingrata porque debo explicarles de alguna manera lo que quiero; por otro, sin embargo, ello me da muchas posibilidades porque puedo plasmar esta humanidad de la orquesta en la manera de unir mi idea, mi interpretación con la experiencia y la idea de cada uno de los músicos de la orquesta. En consecuencia, es un trabajo que se hace juntos. Y el resultado es la suma entre la orquesta y yo, mientras que probablemente, cuando Radu Lupu toca el Cuarto Concierto para piano y orquesta de Beethoven, más o menos por todas partes, es siempre Radu Lupu el que toca el Cuarto Concierto de Beethoven. Si dirijo yo la Quinta Sinfonía de Mendelssohn o la Novena Sinfonía de Beethoven, cada orquesta me da una impronta un poco distinta. Por lo que, en consecuencia, nunca serán interpretaciones verdaderamente iguales, sino según la orquesta que dirijo. De hecho, mi deber es sacar lo que hay de mejor en cada orquesta. Incluso, si existe cierto lado no demasiado bueno en la orquesta o un aspecto no demasiado acentuado, sin decir si va bien o va mal, intento ponerlo un poco aparte para resaltar, por el contrario, sus lados más positivos. Ésta es quizás la parte más bella de mi trabajo: esta comunicación. Por lo tanto, un proceso de ósmosis. Es un proceso de ósmosis que depende precisamente también de la comunicación entre la orquesta y yo. ¡Es muy hermoso! Para hacer de director de orquesta es preciso también comunicar. Tener también un buen conocimiento del ser humano, ser buenos psicólogos… De hecho, nosotros los directores decimos que el 85% es psicología. ¿Un sueño secreto, un proyecto que quisiera llevar a término? No, no lo tengo. Amo la vida, estoy contento de lo que me da. Soy de la opinión de que, por las cosas positivas, he de agradecer a Dios lo que me da, y las negativas, si me las manda, tienen un sentido, aunque de momento no lo comprenda… La vida no es sólo la dirección de orquesta. La vida no es solamente música. Sólo es un pequeño aspecto de ella. Por lo que un sueño secreto sería un sueño de paz y de realización, pero no es un sueño de carrera. ¿Una pieza sinfónica o una ópera que no dirigiría nunca con alivio y una con nostalgia? En repertorio operístico tengo el principio de no dirigir las obras de las que no comprendo su lengua. Por lo que tengo una enorme nostalgia por todos los grandes Boris Godunov que nunca podré hacer. Por esto, verdaderamente, llora mi corazón, pero no me siento capaz de aceptar una tal producción sin entender una palabra de ruso. Lo logro leer fonéticamente pero no sé lo que significa… ¿Qué sentido tiene un director de orquesta que debe no sólo coordinar sino también dar un significado, cuando los cantantes le cantan algo de lo que no entiende ni una palabra? Para mí, eso está éticamente excluido. Y claro supone una gran nostalgia. Y a propósito del alivio, ¿qué hay? No, alivio no, porque son las cosas que pueden hacernos mal… Alivio por no poder o por no deber dirigir algo, no, porque soy muy curioso, porque me interesan las cosas que no conozco. Para usted la música, dejando de lado su profesión, ¿qué otra cosa es? La música es un modo de expresarse: es la expresión de aquello que no se alcanza a decir con palabras. Por lo que la música tiene un sentido muy importante, si queremos… ¡Pero no es la cosa más importante del mundo! Escucho decir a alguno de mis colegas: “¡La música está por encima de todo!”. Me parece una exageración. Si pensamos en la guerra, en el hambre, en la miseria, en la opresión, ¡son cosas mucho más importantes que un discurso musical! Es decir, se debe tener bien presente que nosotros estamos hablando de un lujo de cultura, de educación, de sensibilidad, de arte, sí, pero los problemas fundamentales de la humanidad no son hacer una Novena de Beethoven con instrumentos originales o con instrumentos modernos. De esto nos debemos dar mucha cuenta. En consecuencia, se debe redimensionar un poco nuestro mundo musical. ¿Su lema vital? ¡Tolerancia! Franco Soda Traducción: Fernando Fraga 139 EDUCACIÓN ¿TITULITIS? Algunas Comunidades Autónomas proponen que no se exijan estudios superiores para dar clases en escuelas de música. Acostumbrados como estamos a oír hablar de calidad en la educación, hablamos hoy de la titulación de los futuros profesores de música, una de las medidas objetivas y básicas de esa calidad. U 140 na de los rasgos de la sociedad española ha sido la llamada titulitis, que se podría describir como la obsesión por conseguir un título como signo de estatus social, y no como preparación práctica para la vida. Tener un título es como tener un buen coche, aunque uno no lo use. No hace falta ser titulada superior para montar un videoclub, pero la familia de tu marido te va a mirar de otra manera cuando se enteran de que has terminado farmacia. No se puede hablar de esa obsesión como algo ya pasado y es seguro que hay muchas razones que explican que así sea. La búsqueda de un reconocimiento social a través de medios ajenos a la valía social se ha practicado desde el punto de vista de las personas, pero también de las instituciones. Si pensamos por ejemplo en la distinta forma en que seleccionan personal una empresa privada y una administración pública, vemos que a veces la búsqueda de criterios justos de selección en la parte pública da como resultado la selección de personas menos adecuadas para el puesto de trabajo. La entrevista personal, uno de los pasos mínimos que damos cualquiera para contratar a una persona que va a cuidar a nuestros hijos, no existe en las administraciones públicas. Pienso esto cuando veo a conocidos preparar durante años, aislados del mundo, una oposición en la que tienen que memorizar cantidades ingentes de información estática, practicar técnicas de oratoria de opositor, escribir a mano exámenes que duran horas… para luego trabajar no en solitario sino en equipo, encontrar cualquier dato necesario en el ordenador y no en la memoria, no volver a coger un lápiz más que para tomar breves notas y no volver a hablar en público durante una hora sobre el mismo tema en toda su vida, o en cualquier caso hacerlo ante gente que lo que quiere es aprender, y no comprobar si sabes lo que ellos ya saben. Así visto, parece que no queremos valorar lo que debemos valorar. En este caso parece ser el Estado, y no la gente, el obsesionado en poner pruebas muy selectivas por la dificultad (cuanto más difícil, mayor es el estatus), pero que no nos dicen todo acerca de la capacidad de los candidatos para hacer bien su trabajo (preparación práctica para la vida). contratarán a profesores a jornada completa por sueldos inferiores a ochocientos euros mensuales. Si hacen esto, será difícil que no lo hagan las empresas privadas. Sueldos bajos Buenas intenciones Sin embargo, no todo son obsesiones, y todos confiamos en que tanto las personas como el Estado vayan racionalizando todas estas cuestiones y adaptándolas a lo que podríamos llamar la realidad. La titulación, además de una posible obsesión, es nada menos que una medida objetiva de la capacitación de los profesionales. Haber obtenido un título determinado indica constancia, capacidad intelectual, interés por la materia, superación de una evaluación externa más o menos exigente, adquisición de competencias, etc. Es evidente que en los profesores de música la titulación, por sí sola, no es la única fuente de información, pero la titulación nos dice cosas importantes como la edad mínima del profesor, la capacitación presumible y, algo muy importante, el sueldo que va a cobrar esa persona. La propuesta de que los alumnos que terminan sus estudios en el conservatorio a los 18 años puedan trabajar como profesores de escuelas de música puede acarrear una devaluación laboral de ese tipo de trabajo, una devaluación de la calidad de las propias escuelas y una devaluación, en consecuencia, del sistema de enseñanza musical. El profesor de escuela de música, en vez de estar remunerado como un titulado superior, lo estará como alguien que ha terminado la enseñanza obligatoria o, a lo sumo, el bachillerato. El que los centros en los que se cursan esos estudios se llamen profesionales, que los estudios cursados se llamen enseñanzas profesionales o que el título se llame título profesional no cambia las cosas. La palabra profesional suena bien, pero en este caso significa que el sueldo y la cualificación son bajos. Cuesta entender el uso de la palabra profesional para unos estudios que comienzan a los doce años. Basándose en esa norma, los ayuntamientos, titulares de cientos de escuelas de música en toda España, Las razones para considerar a los alumnos de dieciocho años capacitados para dar clase son varias: que se les van a exigir cursos de capacitación pedagógica, que su juventud es un valor añadido para el trabajo con niños, que han realizado unos estudios muy exigentes y son muy buenos instrumentistas, que representan savia nueva en el sistema educativo, etcétera. Son argumentos ciertos y bienintencionados, sin duda, pero ante la idea de dar un buen trato a un colectivo debe prevalecer la de crear un sistema educativo competente. Un vistazo a las cifras del número de titulados de las comunidades autónomas (web del MEC) muestra que la media de titulados en grado medio (ahora enseñanzas profesionales) es nada menos que de tres mil quinientos al año, mientras que en el mismo periodo la media de titulados superiores es de trescientos cincuenta. Esta desproporción no debe interpretarse como que sólo una décima parte de los que terminaron grado medio continuó y terminó sus estudios superiores, puesto que son datos de un periodo de cinco años en los que ha habido notables cambios y un crecimiento probablemente excesivo de los conservatorios de grado medio. En Madrid las cifras son muy diferentes: cuatrocientos cincuenta terminaron cada año el grado medio frente a doscientos cincuenta que terminaron los estudios superiores. Son cifras que no podemos interpretar a la ligera. Carecemos de datos y estudios estadísticos completos, que son los que permitirían tomar decisiones informadas, pero sí sirven para plantear alguna pregunta. Una interesante, para los madrileños por ejemplo, es que si hay preocupación por el mercado laboral para los alumnos de dieciocho años, ¿no sería más lógico preocuparse antes por los doscientos cincuenta que han ido obteniendo cada uno de los últimos EDUCACIÓN años el título superior? Un techo académico Parte de este desacuerdo se basa en la escasez de niveles distintos de profesionalización. Mientras que hay países en los que hay varios niveles académicos como el grado, el posgrado y el doctorado, nosotros tenemos un techo autoimpuesto en los estudios de grado. La gente se pregunta qué sentido tiene exigir la misma titulación a un profesor de centros de tres o cuatro niveles diferentes. Es una duda más que razonable, pero la respuesta que están dando algunas administraciones es que, en vez de ampliar las exigencias académicas por encima, tienden a rebajarlas. Es decir, que en vez de subir el nivel, se baja para que los títulos exigidos parezcan corresponderse lógicamente con distintos niveles educativos. Sería más razonable crear posgrados y doctorados como niveles por encima de ese falso techo, que permitirían exigir diferentes niveles académicos para los distintos tipos de enseñanza. Un sistema redondo Otra posible explicación de esta iniciativa de algunas comunidades autónomas es la idea de que lo que suce- da en las escuelas de música no va a afectar tanto al nivel de los músicos españoles, puesto que en las escuelas sólo se matriculan aficionados a la música, al contrario que los alumnos de los conservatorios, que estudian música como una salida profesional. De nuevo, podría parecer razonable, pero no es lo que indican las cifras. Menos de la mitad de los alumnos que deberían haber terminado el grado elemental (alumnos de 8-11 años) lo hicieron en España entre 1999 y 2004. Lo mismo se puede decir del grado medio (alumnos de 12-17 años). En Madrid las bajas han sido el cuarenta por cien en grado elemental y el treinta por cien en grado medio. Por poco precisos o válidos que sean los datos aislados, y lo son aunque vengan de las estadísticas que publica en su web el Ministerio de Educación, indican que no es cierta la idea de que la diferencia entre conservatorios y escuelas de música es que los primeros forman futuros profesionales y las segundas no. Más bien salta a la vista que los conservatorios atienden a un número importante de aficionados: bastantes más de doscientos mil en el momento en que usted lee este artículo. De lo que se trata es de crear un sistema educativo coherente y para ello necesitamos buenos profesores. Entre dos sistemas educativos, uno con profesores titulados superiores en las escuelas de música y otro sin titulados superiores, da mejores resultados el primero. Su mayor cualificación beneficia a los alumnos y al sistema. Estos mejores resultados llegan a los conservatorios superiores en forma de alumnos mejor preparados que a su vez pueden incorporarse al sistema como profesores mejor cualificados, y la rueda se retroalimenta siguiendo un ciclo lógico. Nos hemos referido muchas veces desde estas páginas a lo deseable que sería que los profesores que enseñan una disciplina sean ejemplos vivos de su aplicación, y que además se hayan formado no sólo en el arte de hacer música, sino en el arte de ser embajadores de la misma. Nuestro sistema de enseñanza superior de la música dio un importante paso cuando, hace no muchos años, se implantaron estudios especializados de pedagogía de la música en los centros superiores. Esperemos que en el futuro haya trabajo para esos titulados, no por titulitis, precisamente, sino por el bien de la sociedad española. Pedro Sarmiento [email protected] 141 JAZZ MICHEL CAMILO A LAS TRES M 142 ichel Camilo (Santo Domingo, República Dominicana, 4 de abril de 1954) es un constante hervidero de noticias. El pianista dominicano se asoma una vez más a las páginas de SCHERZO y muchas son las atenciones que suscita este gran referente del jazz moreno y la música clásica. A los ecos de su todavía sonada gira junto al guitarrista flamenco Tomatito —en la que la pareja dio cuenta de su Spain Again (Universal, 2006)—, Michel Camilo recurre de nuevo este mes a ese homenaje orquestal en torno a la obra y figura de George Gershwin, Rhapsody in blue (Telarc/Índigo, 2006), que registrara junto a la Sinfónica de Barcelona y el maestro Ernest Martínez Izquierdo; la cita esta vez tendrá como escenario el Auditorio Nacional de Música (18 de abril) y la batuta correrá a cargo de Jesús López Cobos. Sin embargo, la mayor de las actualidades que suscita el artista es el lanzamiento de su nuevo disco (22 de abril) en uno de sus formatos favoritos, el de trío, junto al contrabajista Charles Flores y el baterista Dafnis Prieto. El álbum lleva por título Spirit of the Moment (Telarc/Indigo) y entre sus márgenes se acota la respiración más jazzística de Michel Camilo. “El disco es un hito en mi carrera”, asegura el dominicano. “En él están las mis raíces y mis influencias, pero también se percibe la evolución del sonido de mi trío y la comunión de los miembros de mi banda con mi concepto musical”. La alusión directa a los otros dos vértices de su triángulo jazzístico adquiere justa relevancia al considerar que la plaza de baterista es nueva, una vez que Dafnis Prieto ha sustituido a su anterior propietario, Horacio “El Negro” Hernández, que ahora anda por Barcelona intentando abrirse camino en solitario. “Siempre he tenido mucha suerte con los bajistas y los bateristas”, prosigue el pianista, “y Charles y Dafnis tienen los conocimientos y la confianza para que podamos llevar mi música hasta las últimas consecuencias. Charles viene de un contexto diferente al mío, porque él es cubano y yo dominicano. Hablamos el mismo lenguaje caribeño, pero con acentos distintos. Dafnis también es cubano y cuenta con mucha experiencia, incluso de unos conocimientos rítmicos que ya puso al servicio de Steve Coleman. Además ambos son compositores y eso les ayuda a entender la arquitectura de mi música”. El anterior trabajo de Michel Camilo en formato de trío, Live at the Blue Note (Telarc/Índigo, 2003), supuso su primer directo con este tipo de alineación, lo cual supuso “un punto culminante de una carrera de veinte años durante los cuales fui perfilando el sonido de mi trío”. La maduración del concepto obligó al artista a aparcar su proyecto de trío hasta ahora, momento en el que tras una gira de más de cuarenta conciertos el verano pasado emplazó al dominicano ante la estructuración de su nuevo disco: “Tras las actuaciones me sentí inspirado y escribí de inme- JAZZ THOMAS QUASTHOFF diato ocho temas nuevos. Luego preparé los arreglos de otros cuatro estándares y presenté todo el lote a Charles y Dafnis una semana antes de entrar en el estudio. La mayoría de los temas son primeras tomas y de ahí el título del disco, Spirit of the Moment, ya que viene a reflejar esa situación límite con la que afrontamos la grabación”. Admirador de maestros compositores como Rodrigo, Albéniz, Stravinski, Bernstein, Chopin, Saint-Saëns, Liszt, Scriabin, Rachmaninov o Maurice Ravel, y solista invitado de sinfónicas como las de Cleveland, Atlanta o la BBC de Londres, Michel Camilo concede igual importancia tanto a sus raíces musicales caribeñas como a su sólida formación clásica. “Siempre he visto el trío de piano como si fuera música de cámara para sección rítmica y siempre he intentado lograr enfoques y sonidos concretos, como tienen todos los grandes tríos de jazz. Para ello es necesario que los tres músicos estén abiertos a todo tipo de influencias, que se muevan en varios terrenos musicales y estén dispuestos a dar un salto sin red”. Todo ello explica los distintos rumbos y direcciones que se estructuran en su actual itinerario discográfico: los primeros temas evocan una mayor escuela afrocaribeña, mientras que los finales muestran una mayor modernidad. En cualquier caso, y a pesar de los naturales brillos caribeños de su teclado, al dominicano le ha salido un disco de corte más jazzístico; buena prueba de ello son los clásicos que decidió incluir, cuatro mojones de la composición jazzística: Nefertiti, de Wayne Shorter, Nardis y Solar, de Miles Davis, y Giant Steps, de Coltrane. A ellos se suman guiños a la estructura modal (Liquid Crystals) o al blues de Nueva Orleans (Just Now). “Yo me acerco a todas las músicas con la mentalidad de un jazzista, pero sin dejar de usar mis propias raíces, que es lo que me permite ofrecer nuevos sonidos y lenguajes”. El retorno de Michel Camilo al formato de trío nos sitúa ante un “menos es más” por el que el pianista viene apostando en los últimos años de su andadura creativa. Charles Flores sustituyó en su día al célebre bajista Anthony Jackson, mientras que Dafnis Prieto ha hecho lo propio con “El Negro” Hernández, un baterista con el que el dominicano había madurado jugosas conversaciones rítmicas. “Dafnis no lo tuvo nada fácil”, confiesa Camilo. “Por el puesto de la batería de mi trío han pasado grandes nombres. Es una plaza muy codiciada y cada vez que he buscado un nuevo baterista, siempre he sido muy meticuloso en la selección… porque tiene que ser un baterista muy versátil”. Las palabras de Michel Camilo adquieren justos adjetivos al tratarse de un jefe anómalo, de esos que, no sólo permiten el flujo de ideas, sino que encaja bien las críticas constructivas. De ahí que para él, antes que contrabajista o baterista, Flores y Prieto deben ser principalmente músicos, para poder desarrollar eso que muchos llaman “la gran teoría del estímulo”. “Uno va aprendiendo que la intensidad musical es relativa al discurso y el contenido. Como dice el dicho: ‘menos es más…’. Ahora siento que mi energía está más controlada y llena de contrastes”. La fortaleza creativa de Michel Camilo nos descubre cada temporada nuevas y felices sorpresas, aunque desde hace unos años todas ellas se entreguen desnudas de artificio. Desembarcó en Nueva York hace más de veinte años y desde entonces su nombre figura entre su ciudadanía jazzística más ilustre. Es por ello que la actual gira promocional de Spirit of the Moment se verá interrumpida por ese compromiso anual adquirido con el Blue Note Club, en donde cada primavera se encierra durante una semana. Es el feliz regalo de cumpleaños que, por otra parte, le ofrece este templo neoyorquino del jazz. Pablo Sanz EN ABRIL, DISCOS MIL L a primavera nos regala una florida propuesta discográfica ante la que resulta muy difícil escapar. Nuestras estanterías acogen el último suspiro pianístico de ese actor, cantante y compositor que nada tiene que ver con la última generación de crooners, Harry Connick Jr. Tras el homenaje Chanson du Vieux Carré a su ciudad natal, Nueva Orleans, se oculta un auténtico monumento jazzístico a la música del Mississippi. Los méritos del disco, además, se amplían al valorar el gran trabajo arreglístico y orquestal que Connick realiza junto a una poderosa big band en la que sobresalen sus metales. Y se remata con un temario vibrante en el que la vitalidad sucede a la esperanza, la alegría al desasosiego. La publicación del disco coincide también con el lanzamiento del DVD A duo ocasion, grabado junto a Branford Marsalis en junio de 2005, con motivo del 25º aniversario del Festival de Jazz de Ottawa. Ambos trabajos se publican en el sello del saxofonista, Marsalis Music, cuyo catálogo distribuye en nuestro país Universal. Otras estampas discográficas cargadas de razones nos sitúan ante las últimas ofertas de la compañía ECM, que en apenas unas semanas ha colocado en el mercado las nuevas respiraciones de artistas tan avanzados como el saxofonista y clarinetista Louis Sclavis (L’imparfait des langues), el trompetista Enrico Rava (The words and the days) y el baterista Paul Motian (Time and time again), este último escoltado por, nada menos, que el saxofonista Joe Lovano y el guitarrista Bill Frisell. Las tres entregas nos emplazan ante el horizonte más lejano del jazz contemporáneo, aquella línea musical e imaginaria que sirve de umbral a la cultura de vanguardia. Otro de los reclamos jazzísticos más excitantes de la oferta discográfica del mes es el que protagoniza el trío Medeski, Martín & Wood y guitarrista John Scofield: Out Louder (Indirecto/Universal). Estos cuatro jinetes del actual amanecer del género cabalgan de nuevo juntos tras su primera experiencia juntos, A go go (Verve/Universal), fechada en 1997. Entonces, aquella aventura llevó la firma ineludible de Scofield —autor de los temas—, mientras que ésta se entrega de una manera mucho más democrática. Al jazz afilado y eléctrico del guitarrista se suman los conceptos setenteros del pianista y teclista John Medeski, el contrabajista Chris Wood y el baterista Billy Martin, así como un juego delirante de improvisaciones que simpatizan tanto con el free jazz como en el rock psicodélico y progresivo. Por último, otra de las novedades más sonadas de estos días es el homenaje que el cantante melódico Pancho Céspedes —¡sí, aquel señor de la Vida loca!— y el pianista Gonzalo Rubalcaba tributan a una de las glorias musicales de Cuba, Ignacio Villa, por todos conocidos como Bola de Nieve. A pesar de la purpurina de los créditos, el resultado de esta pareja de cubanos exiliados no va más allá de la corrección, si atendemos a las elegantes hechuras musicales que firma el trío de Rubalcaba, compuesto por el contrabajista Carlos del Puerto y el gran baterista Ignacio Berroa. El resto, una vez digerido, no hace más que animar a echar mano del original. Con el permiso de Bola (Warner), se titula; otro asunto es si el homenajeado se lo hubiera concedido. 143 LIBROS Wagnerismo matritense HISTORIA DE UNA ASOCIACIÓN L 144 a autora de este libro, licenciada en Filología Alemana y doctora en Musicología, se propone contribuir a esclarecer y divulgar la importancia que tuvo a principios del siglo XX la obra de Wagner en Madrid centrándose en la historia de la Asociación Wagneriana de la capital. Tras un breve recorrido por la historia del wagnerismo madrileño anterior, se entra rápidamente en el tema y se analizan todos los pormenores relativos a la entidad en sus diversos aspectos. El lector se entera de las circunstancias históricas y culturales a las que se debe la fundación de la AWM y comprende su alcance social. La presentación de los distintos apartados de los Estatutos de la Asociación sirve a la autora para comentar los logros obtenidos en relación con cada uno de ellos. Además entra en detalles que contribuyen en gran medida a calibrar el alcance del fenómeno wagnerista en Madrid, y evalúa la labor llevada a cabo por los distintos cargos de la Junta Directiva. Al repasar el status social y la profesión de los socios se revela el nombre de importantes personalidades de la cultura española. La mención de arquitectos y pintores entre los socios da pie para ofrecer un bosquejo sobre las construcciones modernistas y explayarse en la repercusión de la obra wagneriana en el arte, completada más adelante con el apartado dedicado al escultor Julio Antonio. Además se hacen revivir las tertulias wagnerianas que tenían lugar en domicilios particulares, aparte de las celebradas en locales públicos. Gracias a sus investigaciones, la autora reconstruye los fondos de la biblioteca de la Asociación: obras de y sobre Wagner y varios títulos que ayudan a seguir las polémicas surgidas a raíz de la creación wagneriana. Una tabla y el comentario de los conciertos de la AWM permite al lector comprender su importancia. La autora indica el lugar en el que se celebraron, el programa, el director y los intérpretes. Por otra parte se mencionan también las gestiones llevadas a cabo para su realización, los problemas con los que se tropezó, su repercusión en el estado de las finanzas de la entidad, y se incluyen comentarios de la crítica. El apartado dedicado a la interpretación concluye con un listado de las representaciones de óperas de Wagner en la época de actividad de la AWM, cuyo apoyo tácito se presupone. PALOMA ORTIZ DE URBINA Y SOBRINO: Richard Wagner en España: La Asociación Wagneriana de Madrid (1911-1915). Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, 2007. 241 págs. Se dedica un apartado a las publicaciones de la Asociación, a las conferencias y a las traducciones realizadas por los socios. Además se mencionan otras publicaciones aparecidas al margen de la Asociación pero que “reflejan la repercusión de Wagner en la sociedad”. Respecto a las conferencias llaman la atención no sólo las que se pronunciaron realmente, sino también las proyectadas y canceladas. Un capítulo de máximo interés es aquél en el que se relatan las relaciones de la AWM con la asociación homónima catalana. Paloma Ortiz de Urbina transcribe una gran parte del epistolario mantenido entre los responsables de las dos entidades y ofrece una historia detallada del proyecto de levantar un teatro wagneriano en el Monasterio de Piedra, iniciativa que, ante los obstáculos reales, cayó en el montón de las ilusiones defraudadas. Al estreno de Parsifal y a la desapari- ción de la AWM y sus causas se dedican los últimos capítulos. El libro se completa con una relación de las fuentes bibliográficas, una lista de los socios y varias ilustraciones que dan constancia de la vitalidad del wagnerismo madrileño. Paloma Ortiz de Urbina ofrece al lector el fruto de un estudio amplio y riguroso, y lo hace con enorme agilidad. Esta historia de la AWM encontrará lógicamente su lugar en la biblioteca de todo wagneriano, pero no menos interesante le resultará a cualquier madrileño que se interese por la historia cultural de su ciudad y a la multitud de melómanos españoles, pues esta obra ofrece la oportunidad de conocer con detalle un capítulo sobresaliente de la historia de uno de los fenómenos artísticos más singulares de todos los tiempos: el del wagnerismo. Alfonsina Janés LIBROS Rosen analiza las sonatas pianísticas CARTOGRAFIANDO A BEETHOVEN T ras su volumen dedicado a El estilo clásico, esta guía sobre las Sonatas de Beethoven resulta, especialmente en su primera parte, amena e instructiva, aunque inevitablemente algo personal en algunos criterios. Rosen domina el tema y lo ilustra con profusión de ejemplos, tanto escritos como interpretados en el CD que complementa el libro. Y divide su profundo estudio en dos partes: la dedicada a La tradición, que incluye una cierta introducción histórica, un repaso a los principios formales, interesantes digresiones sobre fraseo, tempo, pedal, etc. y una segunda parte centrada en el estudio separado de las sonatas dividido por épocas. El libro surge de la invitación brindada al pianista para dar un curso en Sermoneta (Italia) sobre las Sonatas del gran sordo, que incluyó una interpretación completa de las mismas. El libro, bien documentado y argumentado (aunque evidentemente pueda discreparse de algunos puntos, especialmente en materia de tempo y pedal) constituirá con seguridad una guía de gran utilidad para estudiantes, pianistas y aficionados, si bien de éstos se esperará cierto nivel de conocimiento técnico musical (de lo con- trario su lectura podría resultar algo árida en determinados momentos). La prosa de Rosen es fluida y amena, y ello ayuda en gran manera en la lectura de un libro eminentemente técnico y, como tal, de los que no atraen en principio con facilidad. En cuanto a aspectos discutibles, e incluso contradictorios, son ciertamente inevitables en asuntos tan espinosos como el tempo, y a buen seguro su revisión aportará en todo caso materia para la reflexión. Un ejemplo sobre lo enrevesado del asunto: en un momento Rosen defiende que conviene seguir lo mejor posible las indicaciones de tempo de Beethoven, aunque resulten incómodas, porque sabía muy bien lo que quería. Pero páginas después reconoce que… no siempre sabía muy bien lo que quería, lo que, sin embargo, no es óbice para que se le haga caso. Pongo este ejemplo de forma un tanto exagerada para ilustrar algo que en todo caso el lector no debe perder de vista: a la luz de toda la información proporcionada, el intérprete deberá tomar su propia decisión expresiva en función de múltiples ingredientes, porque el tempo es una materia de debate en estas obras que probablemente no terminará nunca, y la lista de argumentos CHARLES ROSEN: Las sonatas para piano de Beethoven. Traducción de Barbara Zitman. Madrid, Alianza Música 99, 2005. 311 págs más CD. “a favor” o “en contra” de “una causa” concreta puede ser inacabable. En resumen, un libro más que interesante, sumamente recomendable e ilustrativo, que se lee con facilidad y a buen seguro atraerá a los amantes de este monumento del clasicismo pianístico que son las Sonatas del sordo de Bonn. Rafael Ortega Basagoiti Una estancia en Buenos Aires PUCCINI SUL FIUME D’ARGENTO L a Argentina ocupa en la carrera de Puccini un lugar no siempre bien evaluado por sus biógrafos. Ocho de sus doce óperas fueron estrenadas fuera de Italia en Buenos Aires, ciudad que conoció la versión definitiva de Edgar en 1905, durante la visita del músico al Fiume d’Argento (Río de la Plata), recalando en la citada ciudad y en Montevideo. Famoso, elegante y con amplia repercusión popular, Puccini fue tratado con una serie de ceremonias, banquetes, alojamientos principescos, cacerías, un doble recorrido en tranvías embanderados por los barrios porteños, conciertos, ensayos, representaciones de ópera y zarzuela, sin faltar el conservatorio montevideano que le otorgó un grado como alumno con fin de carrera. Los autores han seguido con minu- cia de cronistas las huellas puccinianas en su primer viaje americano. De más está decir que connacionales abundaban como para que Buenos Aires le pareciera una urbe italiana. Entre ellos, algunos compañeros de colegio que habían emigrado a la entonces próspera París de las pampas. Un caudaloso y bien ordenado material informativo examina documentos literarios y gráficos de la época, permitiéndonos revivir los ambientes que el maestro frecuentó, lo agobiaron como solitario que era y lo proveyeron de emotiva nostalgia. Entre las curiosidades que ofrece el texto está la recuperación de un himno escolar con letra de Matías Calandrelli, única página de su género y con letra castellana que compuso el operista luqués. Blas Matamoro GUSTAVO GABRIEL OTERO Y DANIEL VARACALLI COSTAS: Puccini en la Argentina. Junio-agosto de 1905. Buenos Aires, Instituto Italiano de Cultura, 2006. 127 págs. 145 GUÍA LA GUÍA DE SCHERZO NACIONAL ALICANTE SOCIEDAD DE CONCIERTOS 12-IV: Orquesta de Valencia. Walter Weller. Leticia Moreno, violín. 24: Trío Guarneri de Praga. 30: Ilya Gringolts, violín; Amanda von Gotez, piano. ASOCIACIÓN BILBAÍNA LA ÓPERA WWW.ABAO.ORG DE AMIGOS DE DIALOGUES DES CARMÉLITES (Poulenc). Kobatchev. Fassini. Arteta, Mazzola, De la Merced, Harries. 2-IV. BARCELONA CÁCERES 4,5-IV: Coro y Orquesta Filarmónica de Cámara de Pardubice. Miriam Nemcova. Fajtova, Brezina, Hrachovec. Haydn, La Creación. / Vivaldi, Mozart. (Auditori [www.auditori.org]). 10: Collegium Marianum. Bach. (Ibercamera. Palau de la Música [www.palaumusica.org]). 11: Aki Takahashi, piano. Mompou, Takemitsu, Cage. (Auditori). 13: Jordi Savall, viola da gamba; Pierre Hantaï, clave. Marais, SainteColombe, Couperin. (Auditori). 14,15: Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña [www.obc.es]. Eiji Oue. Nathalie Stutzmann, contralto. Takemitsu, Mahler, Strauss. (Auditori). 18: Cuarteto de Leipzig. Beethoven, Mendelssohn, Brahms. (Petit Palau). 19: Trío Kandinsky. Messiaen, Hindemith. (Auditori). 20,21,22: Orfeón Pamplonés. Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Ernest Martínez Izquierdo. Dam-Jensen, Vermillion. Mahler, Segunda. (Auditori). 23: Trío Guarneri de Praga. Haydn, Brahms, Mendelssohn. (Ibercámera. Palau). 24: Trío Kandinsky. Charles, Casablancas, Takemitsu. (Auditori). 26: Les Sacqueboutiers de Toulouse. Holborne, Byrd, Weekles. (Auditori). 27,28,29: Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Rachael Worby. Barry. (Auditori). 29: Thomas Quasthoff, barítono; Justus Zeyen, piano. Schubert, Bella molinera (Teatro del Liceo). ORQUESTA DE EXTREMADURA WWW.ORQUESTADEEXTREMADURA.COM GRAN TEATRO DEL LICEO WWW.LICEUBARCELONA.COM DER FLIEGENDE HOLLÄNDER (Wagner). Weigle. Rigola. Titus, Anthony, Streit, Halfvarson. 4,10,13,16,17,19,21,22,24,25-IV. BILBAO SINFÓNICA DE BILBAO WWW.BILBAORKESTRA.COM 12,13-IV: John Nechling. Gianluca Littera, armónica. Villa-Lobos, Chaikovski. 19,20: Tuomas Olilla. Joep Maria Colom, piano. Brahms, Respighi. SOCIEDAD FILARMÓNICA 146 26: Emmanuel Pahud, flauta; Yefim Bronfman, piano. Reinecke, Brahms, Prokofiev. 18-IV: Daniel Müller-Schott, violonchelo; Robert Kulek, piano. Beethoven, Schumann, Strauss. 20: Katia y Marielle Labèque, pianos. Maite Martín, cantaora. Ravel, Falla, Toldrà. 20-IV: Marzio Conti. Antonio García Araque, contrabajo. Respighi, Bottesini, Rendine. CÓRDOBA ORQUESTA DE CÓRDOBA Temporada de conciertos 2006/07 www.orquestadecordoba.org Telf. 957 491 767 Día 12 de abril - 2007 9º Concierto temporada de abono Gran Teatro de Córdoba – 20:30 h. Concierto para piano y orquesta nº 5 “Emperador” L. v. Beethoven Javier Perianes, piano II Sinfonía nº 9 “La Grande” F. Schubert 12-IV: Manuel Hernández Silva. Javier Perianes, piano. Beethoven, Schubert. Orquesta de Córdoba Director: Manuel Hernández Silva XLVI SEMANA DE MÚSICA RELIGIOSA WWW.SEMANADEMUSICARELIGIOSA.COM 1-IV: Académie de Festival d’Aix en Provence. The Rilke Ensemble. Kenneth Weiss. Buxtehude, Bach. — José van Dam, barítono; Maciej Pikulski, piano; Antoni Parera Fons, piano. Parera Fons, 33 nombres de Dios. 2: Orquesta Barroca de Venecia. Andrea Marcon. Simone Kermes, soprano. Vivaldi, Scarlatti. 3: Il Suonar Parlante. The Rilke Ensemble. Vittorio Ghielmi. Rotman, Buxtehude. 4: Coral Universitaria de las Islas Baleares. Joven Orquesta Nacional de España. Lutz Kohler. Liszt, Wagner. 5: The Rilke Ensemble. Gunnar Eriksson. Olson, Larsson, Nørgård. — Vittorio Ghielmi, viola da gamba; Lorenzo Ghielmi, clave. Bach, Marais, Marchand. — Coro Arnold Schoenberg. Camerata de Salzburgo. Gerd Albrecht. Raimondi, Kulman, Schmid, Stephinger. Beethoven, Misa solemne. 6: Wilbert Hazelzet, flauta. Telemann, Bach. — Orfeón Donostiarra. Sinfónica de Galicia. Víctor Pablo Pérez. Arnet, Stephany, Korchck, Jun. Bruckner, Misa nº 3. 7: Coro Arnold Schoenberg. Erwin Ortner. Martin, Brahms, Bruckner. — Capilla Flamenca. Psallentes. Dirk Snellings, De la Rue, Misa de septem doloribus. — The English Voices. Orchestra of the Age of Enlightenment. Gustav Leonhardt. Bach, Misas. Día 20 abril – 2007 Concierto extraordinario - Jaén Final del 49º concurso internacional de piano “Premio Jaén” Programa que elegirán los finalistas dentro del siguiente repertorio: Concierto nº 5, Op. 73 – L. v. Beethoven Conciertos no 1 y 2 – F. Chopin Conciertos Kv 466 y 595 – W. A. Mozart Concierto Op. 54 – R. Schumann Día 27 de abril - 2007 Concierto Extraordinario Conservatorio Superior de Música de Córdoba “Rafael Orozco” – 20:00h. Semana Musical De Primavera Concierto en re mayor para flauta y orquesta W. A. Mozart Pedro José Garrido Poza, flauta Concierto nº 5 para violín y orquesta W. A. Mozart Ángel Moreno Millán, violín Concierto en mi bemol para trompeta y orquesta J. N. Hummel Máximo Pérez García, trompeta Concierto para contrabajo y orquesta S. A. Koussevitzki Eduardo Rodríguez Romanos, contrabajo Orquesta de Córdoba Director: Manuel Hernández Silva HERNÁNDEZ SILVA 23,24-IV: Gilbert Varga. Nasturica, EVGENI ONEGIN (Chaikovski). Ponkin. Rodríguez Aragón. Chernov, Arteta, Jordi, Pardo. 19,21-IV. LA CORUÑA SINFÓNICA DE GALICIA WWW.SINFONICADEGALICIA.COM 4-IV: Orfeón Donostiarra. Víctor Pablo Pérez. Arnet, Korchak, Jun. Bruckner, Misa nº 3. 13: Coro de la ORCAM. Álvaro Albiach. Campana, Lutoslawski, Franck. 20: Víctor Pablo Pérez. Daniel Hope, violín. Brahms, Zemlinsky. 26: Real Filharmonía de Galicia. Jesús Amigo. Jorge Federico Osorio, piano. Poulenc, E. Halffter, Santos. LAS PALMAS FESTIVAL DE ÓPERA WWW.FESTIVALDEOPERA.COM DIE FLEDERMAUS (J. Strauss). Hull. Pontiggia. Auyanet, Lanza, Cantarero, Herrera. 16,19,21-IV. MADRID 1-IV: Orquesta Nacional de España [ocne.mcu.es]. Salvador Mas. Han-Na Chang, chelo. Charles, Schumann, Brahms-Schoenberg. Auditorio Nacio- ORQUESTA SINFÓNICA DE MADRID www.osm.es 91 532 15 03 Auditorio Nacional 18 de abril de 2007 Programa I Salón México de A. Copland Concierto para piano y orquesta de M. Camilo Solista: Michel Camilo, piano II. Rhapsody in Blue, para piano y orquesta, de G. Gershwin Solista: Michel Camilo, piano El pájaro de fuego de I. Stravinski, versión de 1919. Director: Jesús López Cobos EUSKADI ORQUESTA DE EUSKADI WWW.ORQUESTADEEUSKADI.ES TEATRO VILLAMARTA WWW.VILLAMARTA.COM I ORQUESTA DE CÓRDOBA WWW.ORQUESTADECORDOBA.ORG CUENCA JEREZ Polo, Zabaleta. Beethoven, Shostakovich. (San Sebastián. 25: Bilbao. 26: Vitoria. 28: Pamplona). Este concierto se repetirá en el Teatro de la Maestranza de Sevilla los días 21 y 22 de abril de 2007, con la OSM e igual director y solista GGUUÍ A ÍA Jovellanos, 4. Metro Banco de España. Tlf.: (91) 5.24.54.00. Internet: http://teatrodelazarzuela.mcu.es. Director: Luis Olmos. Venta localidades: A través de Internet (servicaixa.com), Taquillas Teatros Nacionales y cajeros o teléfono de ServiCaixa: 902 33 22 11. Horario de Taquillas: de 12 a 18 horas. Días de representación, de 12 horas, hasta comienzo de la misma. Venta anticipada de 12 a 17 horas, exclusivamente. El Rey que Rabió de Ruperto Chapí. Del 20 de abril al 27 de mayo, a las 20:00 horas (excepto lunes y martes). Miércoles (día del espectador) y domingos, a las 18:00 horas. Dirección Musical: Miquel Ortega y José Miguel Pérez Sierra. Dirección de Escena: Luis Olmos. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de La Zarzuela. Entradas a la venta. KOZENA XIII Ciclo de Lied. Lunes 9 de abril, a las 20 horas. Joyce DiDonato, Mezzosoprano. Julius Drake, Piano. Programa: G. Bizet, G. Rossini, E. Granados, M. de Falla y X. Montsalvatge. Coproducen: Fundación Caja Madrid y Teatro de La Zarzuela. XIII Ciclo de Lied. Lunes 23 de abril, a las 20 horas. Magdalena Kozená, Mezzosoprano. Malcolm Martineau, Piano. Programa: L. Kozeluh, V. J. K. Tomásek, A. Rösler, V. Novák, L. Janáãek, R.. Schumann y B. Bartók. Coproducen: Fundación Caja Madrid y Teatro de La Zarzuela. XIII Ciclo de Lied. Martes 24 de abril, a las 20 horas. Matthias Goerne, Barítono. Pierre-Laurent Aimard, Piano. Programa: A. Schoenberg y F. Schubert. Coproducen: Fundación Caja Madrid y Teatro de La Zarzuela. nal [www.auditorionacional.mcu.es]). 10: Aki Takahashi, piano; Marc Sabat, violín; Rohan de Saram, chelo. Feldman, Trío (musicadhoy [www.musicadhoy.com]. (A.N.). — Sinfónica Arturo Toscanini. Lorin Maazel. Julian Rachlin, violín. Shostakovich. (Juventudes Musicales [www.juvmusicales-madrid.com]. (A.N.). 12: Joven Orquesta Gustav Mahler. Myung Whun-Chung. R. y G. Capuçon. Beethoven, Bartók. (Ibermúsica [www.ibermusica.es]. (A.N.). 13,14,15: ONE. Dimitri Kitaenko. Elisabeth Leonskaia, piano. Liebermann, Beethoven, Chaikovski. TEATRO REAL CDMC Información: 91/ 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: www.teatro-real.com. Visitas guiadas: 91 / 516 06 96. CENTRO PARA LA DIFUSIÓN DE LA MÚSICA CONTEMPORÁNEA ÓPERA LA PIETRA DEL PARAGONE (LA PIEDRA DE TOQUE) de Gioachino Rossini. Abril: 2, 7, 9, 11, 13, 16. 20:00 h. Director musical: Alberto Zedda. Director de escena, escenógrafo y figurinista: Pier Luigi Pizzi. Solistas: Patrizia Biccirè, Laura Brioli, Marie-Ange Todorovitch, Raúl Giménez, Marco Vinco, Paolo Bordogna, Pietro Spagnoli. Coro y Orquesta Titular del Teatro Real (Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid). ÓPERA EN FAMILIA EL GATO CON BOTAS de Xavier Montsalvatge. Abril: 10, 12 (19:00 h.), 14 (12:00 y 18:00 h.). Teatro Real. Sala Principal. Abril: 21 (18:00 h.). Auditorio Padre Soler. Universidad Carlos III de Madrid. Leganés. Director musical: Josep Vicent. Director de escena: Emilio Sagi. Escenógrafa y figurinista: Ágatha Ruiz de la Prada. Solistas: Marisa Martins / Gudrún Ólafsdóttir, María Luz Martínez / Hasmik Nahapetyan, David Menéndez / Mario Villoria, Enric Martínez-Castignani, Felipe Bou / Alberto Feria. OrquestaEscuela de la Sinfónica de Madrid. ROSSINIANA, ALTA EN CALORÍAS. Abril: 28. 20:30 h. Auditorio Padre Soler. Universidad Carlos III de Madrid. Leganés. Idea, director de escena, escenógrafo y figurinista: Enrique Viana. Mercedes Arcuri, soprano; Cristina Faus, mezzosoprano; Mikeldi Atxalandabaso, ORCAM ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID www.orcam.org Auditorio Nacional. Sala Sinfónica Martes, 17 de abril de 2007. 19,30 horas Nikolai Demidenko, piano José Ramón Encinar, director F. Lacerda Tres piezas para orquesta (**) E. Pérez Maseda Atalanta. Obra de encargo de la Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid (*) J. Brahms Concierto para piano y orquesta nº2 en si bemol mayor, op.83 (*) Estreno Absoluto Obra de encargo de la Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid. (**) Estreno en España ABONO 15 tenor; Enrique Sánchez-Ramos, barítono; Pedro Llarena, bajo; Manuel Burgueras, piano. BALLET SILVIE GUILLEM Y RUSSELL MALIPHANT. PUSH. Abril: 1, 3, 4. 20:00 h., domingo a las 18:00 h. ACTIVIDADES PARALELAS ROSSINIANA, ALTA EN CALORÍAS. Abril: 19, 20, 21. 20:00 h. Idea, director de escena, escenógrafo y figurinista: Enrique Viana. Mercedes Arcuri, soprano; Cristina Faus, mezzosoprano; Mikeldi Atxalandabaso, tenor; Enrique SánchezRamos, barítono; Pedro Llarena, bajo; Manuel Burgueras, piano. Teatro Real. Sala Gayarre. GRANDES VOCES BORODINA TEATRO DE LA ZARZUELA AUDITORIO 400 MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA Ronda de Atocha (esquina c/ Argumosa). Teléfonos: 91 774 10 72 / 73 Web: http://cdmc.mcu.es Lunes,16 abril. 19. 30h. Ciclo Residencias (II) Trío Arbós . Neopercusión. (Alberto Bernal, compositor residente) PROGRAMA Bernd Alois Zimmermann: Présence, Ballet blanc en cinq scénes Edison Denisov: Tres piezas para instrumentos de percusión Alberto C. Bernal: Through the wall*+ (estreno absoluto, encargo CDMC) Lunes, 23 de abril. 19.30h. Solistas de la ORCAM. Coro de la Comunidad de Madrid OLGA BORODINA, mezzosoprano. Abril: 15. 20:00 h. Obras de M. Musorgski, A. Ponchielli, C. Saint-Säens, G. Bizet, F. Cilea. Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid). Directora: Keri-Lynn Wilson UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música XXXIV Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música Auditorio Nacional de Música Sala Sinfónica 14 de abril de 2007, a las 22,30 horas. MANUEL BARRUECO. Concierto de guitarra. Programa Sonata en Sol menor BWV 1001 de J. S. Bach Seis “Tango-Etudes” de A. Piazzolla Fandanguillo, Op. 36, Fantasía Sevillana Op. 29 de J. Turina Suite Española, Op 47 de I. Albéniz. Venta de localidades: Auditorio Nacional de Música de Madrid. Teléfono: 91-3370200; Venta telefónica 902332211 Director: Jordi Casas Bayer. Monográfico Juan José Falcón PROGRAMA Entre luz y tinieblas, Ibalia, Cum palmis et ramis, Salve Regina, Concomitancia/Estrellas radiantes *(estreno mundial), Destellos de lo hondo, Laten los corazones, Psalmus laudis. (A.N.). 14: English Voices. Schola Antiqua. Daniel Oyarzábal, órgano. Scarlatti, Misa de Madrid. (Siglos de Oro. [www.fundacioncajamadrid.es]. Real Monasterio de Santa Isabel). 16: Coro y Filarmónica Checa. Zdenek Macal. Dvorák, La novia del espectro. (Ibermúsica. A.N.). 18: Baiba Skride, violín; Lauma Skride, piano. Schnittke, Ysaÿe. (Liceo de Cámara. A.N.). 19: Orquesta Juvenil Luigi Cherubini. Mstislav Rostropovich. Rosa TorresPardo, piano. Prokofiev. (Juventudes Musicales. (A.N.). 20,21,22: ONE. Josep Pons. Hilary Hahn, violín. Smetana, Schoenberg, Dvorák. (A.N.). 24: Till Fellner, piano. Bach, Beethoven, Carter, Schumann. (Grandes Intérpretes. Fundación Scherzo. [www.scherzo.es]. A.N.). 25: Academy of St. Martin in the Fields. Joshua Bell. Beethoven. (Juventudes Musicales. (A.N.). 26: Cuarteto Dante. Mendelssohn, Puccini, Verdi. (Liceo de Cámara. 147 GGUUÍ A ÍA ORQUESTA SINFÓNICA DE TENERIFE MURCIA 7-IV: Filarmónica Checa. Zdenek Macal. Smetana, Suk, Dvorák. 20: Sinfónica de la Región de Murcia. José Miguel Rodilla. Stanimir Todorov, chelo. Cano, Shostakovich, Beethoven. PAMPLONA BALUARTE WWW.BALUARTE.COM 23-IV: Academy of Saitn Martin in the Fields. Joshua Bell. Beethoven. 26,27: François Xavier Roth. Tim Hugh, chelo. Rameu, Saitn-Saëns, Berlioz. SAN SEBASTIÁN 20-IV: C. Wilkins/A. Gastinel. Obras de Trujillo, Bloch y Rimski- GASTINEL AUDITORIO WW.AUDITORIOMURCIA.ORG Orquesta Sinfónica de Tenerife Auditorio de Tenerife www.ost.es Información: 922 239 801 Korsakov. 27-IV: V. P. Pérez/D. Hope. Obras de Brahms. PALAU DE LA MÚSICA WWW.PALAUVALENCIA.COM 13-IV: Orquesta de Valencia. Walter Weller. Llácer, Lalo, Chaikovski. 17: Coro y Filarmónica Checa. Zdenek Macal. Dvorák, La novia del espectro. 20: Coro Filarmónico de Praga. Orquesta de Valencia. Walter Weller. Urbanova, Irwin, Dvorsky, Mikulas. Dvorák, Réquiem. 24: Orquesta de Cámara de Basilea. David Stern. R. y G. Capuçon. Sibelius, Brahms. 26: Trío Guarneri de Praga. Haydn, Brahms, Mendelssohn. 29: Ilya Gringolts, violín; Amanda von Goetz, piano. Dvorák, Bartók, Sarasate. VALLADOLID TEATRO CALDERÓN WWW.TCALDERON.COM VALENCIA FUNDACIÓN KURSAAL WWW.FUNDACIONKURSAAL.COM PALAU DE LES ARTS WWW.LES ARTS.COM 28-IV: Ensemble Matheus. JeanChristophe Spinosi. Jennifer Larmore, mezzo. Haendel. DAS RHEINGOLD (Wagner). Mehta. Fura dels Baus. Uusitalo, Villar, Salminen, Larsson. 28-IV. DIE WALKÜRE (Wagner). Mehta. Fura dels Baus. Seiffert, Salminen, SANTIAGO DE COMPOSTELA Uusitalo, Larsson. 30-IV. BORIS GODUNOV (Musorgski). Ópera de Kazán. 13,14,15-IV. ZARAGOZA AUDITORIO WWW.AUDITORIOZARAGOZA.COM Jueves, 12 – 21:00 h Auditorio de Galicia Real Filharmonía se Galicia Maximino Zumalave, director C. M. v. Weber Sinfonía núm. 2 en Do mayor J. V. Egea Fantasía Celta A. Dvorák Suite Checa en Re mayor, op. 39 Domingo, 15 – 21:00 h Auditorio de Galicia Composjazz Ciclo Martirio Martes, 17 - 10:00 e 12:00 h Auditorio de Galicia Ciclo conciertos didácticos Real Filharmonía de Galicia Maximino Zumalave, director Javier Otero, piano L. v. Beethoven Concierto para piano y orquesta núm. 5, op. 73 en Mi bemol mayor “Emperador” Miércoles, 18 – 10:00 e 12:00 h Auditorio de Galicia Ciclo conciertos didácticos Real Filharmonía de Galicia Maximino Zumalave, director Javier Otero, piano L. v. Beethoven Concierto para piano y orquesta núm. 5, op. 73 en Mi bemol mayor “Emperador” 148 G. F. Haendel Obertura “Julio Cesar” G. F. Haendel Sinfonía en Re mayor, HWV 339 G. P. Telemann Concierto para violín y trompeta G. F. Haendel Concierto grosso en Si mayor, núm. 2, op. 3, HWV 313 G. P. Telemann Tafelmusik. Obertura en Mi bemol mayor para dos trompas y cuerda G. F. Haendel Sinfonía en Si mayor, HWV 347 G. F. Haendel Suite “Música acuática” en Re mayor Jueves, 19 – 21:00 h Auditorio de Galicia Sons sa Diversidade Sara Tavares (Cabo Verde) Jueves, 26 – 21:00 h Auditorio de Galicia Real Filharmonía de Galicia Jesús Amigo, director VLAAMSE OPERA WWW.VLAAMSEOPERA.BE DON GIOVANNI (Mozart). Spering. Freyer. Hakala, Lohte, Rutter, Klink. 13,15,17,19,21,24,26-IV. ÁMSTERDAM DE NEDERLANDSE WWW.DNO.NL OPERA MADAMA BUTTERFLY (Puccini). Zweden. Wilson. Nitescu, Liang, Leech, Michaels-Moore. 2,8,11-IV. HERCULES (Haendel). Moulds. Bondy. Berg, Connolly, Lyon, Bohlin. 17,20,23,26,29-IV. FILARMÓNICA DE BERLÍN WWW.BERLINER-PHILHARMONIKER.DE 14,15,16-IV: Christian Thielemann. Jorge Federico Osorio, piano Ana Häsler, soprano R. Halffter Suite núm. 1 F. Poulenc Aubade, piano solo y 18 instrumentos E. Halffter Canciones portuguesas J. Braga Santos Encruzilhada CONCERTO KÖLN AMBERES BERLÍN SANTIAGO DE COMPOSTELA. Auditorio de Galicia www.realphilarmoniagalicia.org www.auditoriodegalicia.org // Teléfono: 981 55 22 90 21:00 h Auditorio de Galicia Concerto Köln INTERNACIONAL 15-IV: Ópera de Viena. Philippe REAL FILHARMONÍA DE GALICIA ABRIL 2007 Auguin. Strauss, Salome (versión de concierto). 17: Grupo Enigma. Juan José Olives. Martinu, Piazzolla, Stravinski. A.SPERING TENERIFE Viernes, 27 – 10:00 e 12:00 h Auditorio de Galicia Ciclo conciertos didácticos Taller de canto do Orfeón Terra a Nosa Capela Compostelana Miro Moreira, director Sábado, 28 – 21:00 h Auditorio de Galicia Composjazz Ciclo Carlos López Cuarteto Domingo, 29 – 21:00 h Auditorio de Galicia Las Zapatillas Rojas (Ballet Madrid) Exposición Auditorio de Galicia Luis Seoane. Da costa de Circe á costa da Morte. Óleos da colección Alcalde Varela. Comisaria: Rosa Espiñeira Pan Producción: Concellaría de Cultura Hasta el 29 de abril de 2007 Horario: todos los días de 10:00 a 14:00 h y de 16:00 a 20:00 h, excepto los días de concierto que cierra a las 19:00 h THIELEMANN A.N.). 27,28,29: ONE. Pablo González. Juana Guillem, flauta. Olavide, Mozart, Del Puerto, Beethoven. (A.N.). Schumann, Brahms. 20,21,22: Seiji Ozawa. Pierre-Laurent Aimard, piano. Beethoven, Bruckner. 26,27,28: Iván Fischer. Strauss, Beethoven. DEUTSCHE OPER WWW.DEUTSCHEOPERBERLIN.DE DER FREISCHÜTZ (Weber). Palumbo. Pfeil. Pauly, Bracci, Uhl, Montalvo. 3,9,13-IV. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Foremny. Krämer. König, Prieto, Carlsson, Beam. 5,27-IV. TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Schneider. Friedrich. Franz, König, Schnaut, Goerne. 7,11,15-IV. TOSCA (Puccini). Joel. Barlog. Tamar, Leech, Stensvold, Antoine. 17,21-IV. CAVALLERIA RUSTICANA (Mascagni). / I PAGLIACCI (Leoncavallo). Rizzo. Pountney. Komlosi, La Scola, Porretta, Stoyanova. 18,22,26-IV. LA TRAVIATA (Verdi). Abel. Friedrich. Bonfadelli, Rojas, Brück, Kemp. 29-IV. STAATSOPER WWW.STAATSOPER-BERLIN.ORG GGUUÍ A ÍA ONO THE RAKE’S PROGRESS (Stravinski). Ono. Lepage. Claycomb, Castronovo, Shimell, Young. 17,19,21,22,24,26,28-IV. DRESDE SEMPEROPER WWW.SEMPEROPER.DE MACBETH (Verdi). Joel. Himmelmann. Grundheber, Zeppenfeld, Kim, Hupach. 4,6,10-IV. DER ROSENKAVALIER (Strauss). Rennert. Laufenberg. Isokoski, Rydl, Koch, Ketelsen. 9-IV. DER ZAUBERFLÖTE (Mozart). Seibel. Freyer. Worting, Butter, Eder, Rasmussen. 13-IV. LA DAMNATION DE FAUST (Berlioz). Albrecht. Warner. Koch, Giordani, Sigmundsson, Belobo. 15,18,21,25,28-IV. DEAD MAN WALKING (Heggie). Lano. Lehnhoff. Prejean, Rocher, Rose, Benton. 19,22,27,30-IV. FRANCFORT OPER FRANKFURT WWW.OPER-FRANKFURT.DE PIKOVAIA DAMA (Chaikovski). Zagrosek. Tichonov. Halwachs, Markov, Mayer, Lazar. 1,6,8-IV. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Jones. Bernardi. Kränzle, Fontosh, Bailey, Persson. 7,9,14-IV. EINE FLORENTINISCHE TRAGÖDIE/DER ZWERG (Zemlinsky). Daniel. Samel. Lascarro, Mühleck, Plock. 15,19,21,27-III. JENUFA (Janácek). Aming. Knabe. Card, Aken, Secunde, Mayer. 20,22,29-IV. LA TRAVIATA (Verdi). Morandi. Corti. Lascarro, Dunaev, Viviani, Marsh. 28-IV. GINEBRA GRAND THÉÂTRE WWW.GENEVEOPERA.CH ARIADNE AUF NAXOS (Strauss). Tate. Loy. Schulte, Karneus, Millgramm, Stemme. 14,17,19,22,24,26-IV. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Mena. Marelli. Chaignaud, Vourc’h, Novaro, Brahim. 20,22,25,27,29-IV. LISBOA TEATRO SÃO CARLOS WWW.SAOCARLOS.PT MONTEZUMA (Vivaldi). Curtis. Vizioli. Il Complesso Barocco. Priante, Baka, Nesi, Cherici. 4,5,9,10,11-IV. LONDRES THE BARBICAN CENTRE WWW.BARBICAN.ORG.UK 3-IV: Ian Bostridge, tenor; Thomas Adès, piano. Britten, Liszt, Kurtág. 4: Coro y Sinfónica de la BBC. Jirí Belohlávek. Mahler, Tercera. 5: Collegium Vocale Gent. Philippe Herreweghe. Bach, Pasión según san Juan. 12: Sinfónica de Londres. Daniel Harding. Lang Lang, piano. Boulez, Ravel, Berlioz. 13: Sinfónica de la BBC. BBC Singers. Thomas Adès. Berlioz, Sibelius, Ives. 19: Orquesta Barroca de Friburgo. René Jacobs. Mijanovic, Cangemi, Ernman, Rivenq. Haendel, Giulio Cesare (versión de concierto). 22: Orquesa de Cámara de Europa. Thomas Adès. Haydn, Adès, Beethoven. 23: Murray Perahia, piano. Bach, Beethoven, Schumann, Chopin. ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN WWW.ROYALOPERAHOUSE.ORG L’HEURE ESPAGNOLE (Ravel). GIANNI SCHICCHI (Puccini). Pappano. Jones. Bottone, Rice, Beuron, Maltman. 3,7,11,18,21,24-IV. STIFFELIO (Verdi). Elder. Moshinsky. Cura, Radvanovsky, Frontali, Miles. 20,23-IV. OWEN WINGRAVE (Britten). Macdonald. Hopkins. Imbrallo, Page, Walker, Tierney. 23,25,27,29,30-IV. MILÁN TEATRO ALLA SCALA WWW.TEATROALLASCALA.ORG ADRIANA LECOUVREUR (Cilea). Ranzani. Puggelli. Dessì, Cerboncini, Armiliato, D’Intino, Guelfi. 10,12,13,15,17,19,21,22-IV. JENUFA (Janácek). Koenigs. Braunschweig. Dvorski, Storey, Silja, Magee. 29-IV. MÚNICH FILARMÓNICA DE MÚNICH WWW.MPHIL.DE Harvey. Bach, Pasión según san Mateo. 3: Orquesta de Conciertos de la BBC. Charles Hazlewood. Delius, Copland, Dvorák. 12,19: Orquesta Philharmonia. Andrew Davis. Truls Mørk, chelo. Elgar. 13: Orquesta Filarmónica de Londres. Marin Alsop. Yosif Ivanov, violín. 14: Orquesta Filarmónica de Londres. Vernon Handley. Melvyn Tan, piano. Britten, Beethoven, Vaughan Williams. 15: Orquesta Filarmónica de Londres. Marin Alsop. Brahms, Britten, Dvorák. 16: Miah Persson, soprano; Stella Doufexis, mezzo; Bruce Ford, tenor; Roger Vignoles, piano. Rossini. 18: Mihaela Ursuleasa, piano. Medtner, Schumann, Ravel. 20,21: Orquesta Filarmónica de Londres. Ingo Metzmacher. Marc-André Hamelin, piano. Schoenberg, Stra- METROPOLITAN OPERA WWW.METOPERA.ORG ANDREA CHÉNIER (Giordano). Armiliato. Urmana, Heppner, Delavan. 2-IV. DIE ÄGYPTISCHE HELENA (Strauss). Luisi. Voigt, Damrau, Grove, Brendel. 4,7-IV. TURANDOT (Puccini). Armstrong. Gruber, Hong, Margisson, Gradus. 5,9,14,16,19,21,25-IV. GIULIO CESARE (Haendel). Bicket. Swenson, Coote, Bardon, Daniels. 6,10,13,17,21,24,27-IV. ANDREA CHÉNIER (Giordano). Armilaito, Urmana, Heppner, Delavan. 7,11,14,18-IV. IL TRITTICO (Puccini). Levine. Guleghina, Licitra, Pons. 20,23,28-IV. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Benini. Di Donato, Flórez, Mattei, Del Carlo. 26,30-IV. PARÍS 1-IV: Cuarteto Zehetmair. Bruckner, Beethoven. (Teatro de Châtelet [www.chatelet-theatre.com]). 1,2,4,6: Le Concert d’Astrée. Emmanuelle Haïm. Pisaroni, Breslik, Bell, 2-IV: Christian Thielemann. Nikolaj Znaider, violín. Beethoven, Mendelssohn, Brahms. 15,16: Daniele Gatti. Coro Filarmó- THE SOUTH BANK CENTRE WWW.SBC.ORG.UK 1-IV: Orquesta Philharmonia. András Schiff. Schubert. 2: Choir & Orchestra of the Age of Enlightenment. Ivan Fischer. Muller, NUEVA YORK HAÏM LA MONNAIE WWW.LAMONNAIE.BE OPÉRA DE LAUSANNE WWW.OPERA-LAUSANNE.CH vinski, Beethoven. 26: Orquesta Philharmonia. Alexander Lazarev. Nikolai Luganski, piano. Weber, Brahms, Chaikovski. 30: London Sinfonietta. Diego Masson. Bainbridge, Berio, Meredith. GATTI BRUSELAS LAUSANA FISCHER MADAMA BUTTERFLY (Puccini). Ettinger. Gramss. Mescheriakova, Lang, Richards, Daza. 14,21-IV. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Ettinger. Langhoff. Trekel, Schwanewilms, Queiroz, Müller. 19,22,25,27-IV. SALOME (Strauss). Jordan. Kupfer. Goldberg, Lang, Nylund, Rügamer. 28-IV. MANON (Puccini). De Billy. Paterson. Netrebko, Villazón, Daza, Fischesser. 29-IV. nico. Verdi. 27,28,29: Coro Filarmónico. Christian Thielemann. Schäfer, Gerhaher. Brahms, Réquiem alemán. BAYERISCHE STAATSOPER WWW.STAATSOPER.DE PARSIFAL (Wagner). Nagano. Konwitschny. Gantner, Bayley, Domingo, DeVol. 1,5,8-IV. FIDELIO (Beethoven). Prick. Mussbach. Gantner, Silins, Smith, Meier. 3,7,10-IV. CARMEN (Bizet). Fiore. Wertmüller. Haddock, Rhodes, Halevy, Mikolaj. 12,14-IV. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Zagrosek. Dorn. Gantner, Nylund, Lemalu, Damrau. 15,18,21,24-IV. TOSCA (Puccini). Chaslin. Friedrich. Michael, Shicoff, Brendel, Humes. 22,25,27-IV. LA TRAVIATA (Verdi). Armiliato. Krämer. Harteros, Aronica, Vassallo, Humes. 23,26-IV. NÁPOLES TEATRO DI SAN CARLO WWW.TEATROSANCARLO.IT ELEGY FOR YOUNG LOVERS (Henze). Webb. Pizzi. Schmidt, Muff, Bellemer, Rosique. 13,15,17,19,21-IV. Scholl. Bach, Pasión según san Mateo. (Châtelet). 2: Akademie für Alte Musik Berlin. Coro de Cámara RIAS. Hans-Christoph Rademann. Scherrer, Kielland, Lehtipuu, Schmitt. Bach, Pasión según san Mateo. (Teatro de los Campos Elíseos [www.theatrechampselysees.fr]). 3: Joven Orquesta Gustav Mahler. Myung Whun-Chung. R. y G. Capuçon. Beethoven, Bruckner. (T.C.E.). 4: Le Concert des Nations. Jordi Savall. Lully, Marais, Haendel. (T.C.E.). 4,5: Orquesta de París. David Zinman. Yefim Bronfman, piano. BRONFMAN Mozart, Bartók. (Sala Pleyel [www.sallepleyel.fr]). 5: Orquesta Nacional de Francia. Roberto Miczuk. Katia y Marielle Labèque, pianos. (T.C.E.). 6: Les Talens Lyriques. Christophe Rousset. Andersen, Wilkinson, Guillon, Rensbrug. Keiser, Brockes Passion. (T.C.E.). — Les Musiciens du Louvre. Marc Minkowski. Pasichnyk, Bonitatibus, Stutzmann. Haendel, Il trionfo del Tempo e del Disinganno. (S.P). 7: Les Folies Françoises. Ensemble Jacques Moderne. Patrick CohënAkenine. Perruche, Lesne, Agnew, Imboden. Bach, Pasión según san 149 GUÍA TEATRO LA FENICE WWW.TEATROLAFENICE.IT STAATSOPER WWW.WIENER-STAATSOPER.AT LA TRAVIATA (Verdi). Arrivabeni. Carsen. Amsellem, Schmunck, Stoyanov, Martorana. 20,21,22,24,26,27,28,29-IV. LA FILLE DU RÉGIMENT (Donizetti). Abel. Dessay, Caballé, Flórez, Álvarez. 1,4,9,12,19,22,25,28-IV. TOSCA (Puccini). Sutej. Sümegi, Shicoff, Ataneli. 2-IV. PARSIFAL (Wagner). Runnicles. ming, Finley, Banks, Courjal. Massenet, Thaïs (versión de concierto). (Châtelet). 17: Radu Lupu, piano. Schubert, Debussy, Brahms. (Châtelet). 23: Gabrieli Consort and Players. Paul McCreesh. Agnew, Joshua, Purves. Haendel, Acis y Galatea. (T.C.E.). 25: Evgeni Koroliov, piano. Haydn, Prokofiev, Debussy, Prokofiev. (T.C.E.). 25,26: Coro y Orquesta de París. Jean-Claude Casadesus. Musorgski, Chaikovski, Poulenc. (S.P). 29: Leonidas Kavakos, violín; Elisabeth Leonskaia, piano. Beethoven, Brahms. (Châtelet). OPÉRA BASTILLE WWW.OPERA-DE-PARIS.FR LOUISE (Charpentier). Cambreling. Engel. Delunsch, Henschel, Dotti, Salvan. 3,6,9,12,15,19-IV. SIMON BOCCANEGRA (Verdi). Con- TEATRO REGIO WWW.TEATROREGIO.TORINO.IT TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Reck. Pickover. Treleaven, Johansson, Dohmen, Braun. 11,14,15,17,18,20,22,24-IV. VIENA MUSIKVEREIN WWW.MUSIKVEREIN.AT 10-IV: Joven Orquesta Gustav Mahler. Myung Whun-Chung. R. y G. CHUNG ESCHENBACH TURÍN Polaski, Struckmann, Rose, Moser. 5,8,11-IV. SIMON BOCCANEGRA (Verdi). Iveri, Hampson, Furlanetto, Sabbatini. 7,10,14,17,20-IV. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Piollet. Santafé, Voropaev, Bankl, Álvarez. 13-IV. MADAMA BUTTERFLY (Puccini). Halász. He, Krasteva, Talaba, Daniel. 21-IV. ELEKTRA (Strauss). Schneider. Baltsa, Polaski, Diener, Silins. 27-IV. DER FLIEGENDE HOLLÄNDER (Wagner). Ozawa. Stemmne, Monarcha, Gould, Titus. 29-IV. DAPHNE (Strauss). Bichkov. Denschlag, Merbeth, Anger, Saccà. 30-IV. ZÚRICH OPERNHAUS WWW.OPERNHAUS.CH LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Welser-Möst. Bechtolt. Hartelius, Janková, Schmid, Friedli. 1,3,7-IV. PARSIFAL (Wagner). Haitink. Hollmann. Naef, Ventris, Haunstein, Volle. 5,15-IV. LA TRAVIATA (Verdi). Carignani. Flimm. Mei, Peetz, Kaufmann, Bru- MEI VENECIA Capuçon. Beethoven, Bruckner. 13,15: Elina Garanca, mezzo; Charles Spencer, piano. Verdi, Kalnins, Vitols. 15,16: Sinfónica de Viena. Singverein der Gesellschaft der Musikreunde. Fabio Luisi. Schmidt. 19: Sinfónica de la Radio de Viena. Kirill Petrenko. Mischa Maiski, violonchelo. Hindemith, Chaikovski. 22: Rudolf Buchbinder, piano. Beethoven. 23,24: Orquesta UBS del Festival de Verbier. Maxim Vengerov. Mozart. 28,29: Sinfónica de Viena. Fabio Luisi. Bruckner, Octava. 28,29: Sinfónica de la Radio de Baviera. Mariss Jansons. Mahler. Séptima. lon. Simons. Hvorostovski, Selig, Martínez, Alagna. 10,13,17,20,24,26-IV. VEC MAKROPULOS (Janácek). Zender. Warlikowski. Denoke, Workman, Le Texier, Kuebler. 27,30-IV. RUNNICLES Juan. (T.C.E.). 14,15: Coro de Radio Francia. Orquesta Nacional de Francia. Riccardo Muti. Kuhmeier, Breslik, Abradzakov. Berlioz, Misa solemne. (T.C.E.). 16,19,21: Orquesta de París. Coro Accentus. Christoph Eschenbach. Fle- son. 11,14,19-IV. L’ITALIANA IN ALGERI (Rossini). Carignani. Lievi. Kasarova, Kohl, Raimondi, Chausson. 22,27-IV. FAUST (Gounod). Fournillier. Friedrich. Rey, Beczala, Scandiuzzi, Widmer. 25,28-IV. BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN c/ Cartagena 10, 1ºc - 28028 MADRID Tel. 91.356 76 22 - Fax 91.726 18 64 E-mail: [email protected] - www.scherzo.es Deseo suscribirme, hasta nuevo aviso, a la revista SCHERZO por períodos renovables de un año natural (11 números) comenzando a partir del mes de ………………… nº…… El importe lo abonaré de la siguiente forma: Transferencia bancaria a la c/c 2038 1146 95 6000504183 de Caja de Madrid, a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Cheque a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Giro postal. Rellene y envíe este cupón por correo, fax o correo electrónico. O llámenos por teléfono de 10 a 15 h. También está disponible en nuestra página en internet. Nombre…………………………………………… ………………………………………..…………… Domicilio…………..…………………………….. .......................................................................... CP………Población……………………………… Provincia……………………………..…………… Teléfono…………………………………………… Fax…………...……………………….…………… E-mail……………………………………………… VISA. Nº: …………………………………………… Caduca … /… /… Firma………..…………… Con cargo a cuenta corriente ………… ………… …… ………………………………… (No utilice este boletín para la renovación, será avisado oportunamente) 150 El importe de la suscripción será: España: 65 € Europa: 100 € por avión. Estados Unidos y Canadá: 115 € America Central y del Sur: 120 € El precio de los números atrasados es de 6,50 € Tratamiento automatizado de datos personales.- Los datos recabados formán parte de los ficheros de la empresa, y son necesarios para la formalización de las suscripciones, su facturación y seguimiento posterior. Los datos se tratarán y protegerán según la LO. 15 /1999 de 13 de diciembre de Datos de Carácter Personal y el titular de los mismos podrá ejercer los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición ante las oficinas de la Sociedad sita en Madrid, calle Cartagena nº 10 1º C, 28028 Madrid. MUSICALIA SCHERZO Novedades: GUSTAV MAHLER José Luis Pérez de Arteaga Gustav Mahler fue uno de los mayores creadores musicales del siglo XX, a pesar de que murió unos años después del inicio de ese siglo, pero la audacia de su lenguaje, su riqueza expresiva, sus estallidos de fatalismo, de angustia agónica y también de alegría desatada, le sitúan como testigo de excepción del pasado siglo. Acompañándola de una extensísima discografía, Pérez de Arteaga ha escrito una rigurosa y erudita biografía del compositor más interpretado (y discutido) de nuestro tiempo. BACH. LA CANTATA DEL CAFÉ La seducción de lo prohibido. Domingo del Campo Bach vivió a fondo el espíritu de su tiempo y lo reflejó, cuando su inspiración por ahí le conducía, hacia lo humorístico y lo burlesco. Domingo del Campo, experto en el mundo bachiano, nos transmite en este libro una imagen rica y plural de la obra de quien ha sido considerado por muchos como el genio más indiscutible de la historia de la música. Títulos anteriormente publicados en esta colección: EL FUROR DEL PRETE ROSSO La música instrumental de Antonio Vivaldi. EL VELO DEL ORDEN Conversaciones con Martin Meyer. Pablo Queipo de Llano Alfred Brendel Un libro revelador para los que les interese entrar en los aspectos técnicos y emocionales de la interpretación musical. Precio: 15 euros (IVA incluido) Un estudio de la obra instrumental de Vivaldi, la parcela más revolucionaria y emblemática de su producción. Precio: 20 euros (IVA incluido) CANCIONES DE VIAJE CON QUINTAS BOHEMIAS Noticias biográficas. J. S. BACH Una estructura del dolor. Josep Soler Hans Werner Henze Una reflexión sobre el sentido último de la obra del genial compositor alemán. Un acercamiento musical, existencial y metafísico. Precio: 13 euros (IVA incluido) Un apasionado y fascinante recorrido en el tiempo, con episodios de su vida y claves de gran parte de su producción artística. Precio: 34 euros (IVA incluido) CONTRAPUNTO CÓMO COMPONE GÓRECKI H 152 ace quince años, en 1992, un sonido peculiar empezó a filtrarse por las calles y erosionar los muros que separaban los géneros musicales. Fue el de una voz femenina vocalizando un lamento fúnebre en un idioma eslavo que tuvo el efecto de avivar un par de intereses afines: la curiosidad de Occidente por la Europa oriental postsoviética y la de la generación postideológica por unas expresiones vagamente espirituales. Luego, esa Tercera Sinfonía de Henryk Mikolaj Górecki, un compositor polaco desconocido fuera de su país, vendió más de un millón de discos y fue la obra más interpretada de cualquier compositor vivo desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Hizo añicos dos normas fundamentales de la música contemporánea — que la sinfonía había muerto y la melodía estaba prohibida— al demostrar que aún quedaba vida en las viejas formas y que una música nueva y seria podía calar hondo, por increíblemente que pareciera, a un público moderno y aficionado a los discotecas. En su momento más estelar, la sinfonía de Górecki oscilaba alrededor del sexto lugar de los éxitos discográficos de la música pop, sólo un poco por detrás de un Paul McCartney que estaba quinto. Después todo acabó. Durante los siguientes quince años no se supo más de Górecki. Este hombre obstinado, que quedó cojo a causa del tratamiento hospitalario recibido durante la guerra, sólo se movió en ese tiempo de su casa en Katowice a la de veraneo que posee en los montes Tatra. El mundo musical le despachó como un triunfador de un día y se olvidó de todo lo que había descubierto con él. Ya se sabe, para ellos Górecki fue un fenómeno demasiado típico de los años noventa. Por fin ha aparecido una nueva obra suya. Es un cuarteto para cuerda, sombrío, a intervalos agitado, y que comparte muchas de las características de la Tercera Sinfonía salvo su trascendente final vocal. El titulo del cuarteto es, sin embargo, Las canciones fueron cantadas y su impulso es inconfundiblemente lírico. Se puede silbar cada línea de la partitura y los temas están llenos de fervor piadoso. Quizás no sea otra Sinfonía de las lamentaciones pero es una obra que tendrá gran éxito en los medios y durante los meses que vienen, quiérase o no, habrá de oírse muchísimo. Górecki escribió el cuarteto entre noviembre de 1994 y enero de 1995, y lo ha escondido desde entonces. “No sé por qué”, escribió en el manuscrito —y no nos deja indagar más. Nada de entrevistas. Yo me había encontrado con él dos veces cuando era famoso, una vez en una mesa redonda en Bruselas en la que mostró una afabilidad enigmática y luego en la suite de un hotel de Londres cuando le convencí para que apareciera ante una cámara de la BBC. “Quatsch” —“sandeces” en alemán— fue su respuesta favorita a mis preguntas. Me cayó muy bien. Le llamé a Katowice y le encontré de muy buen humor, como siempre. “Escribe lo que quieras sobre mi cuarteto”, gritó como un saludo. “Siempre me interesa lo que escribe la gente sobre mis obras, yo pongo notas sobre el papel y vosotros palabras. Lo que pienso de la música, mi filosofía, no sale de mi cuarto de trabajo. Pero tengo curiosidad por saber lo que otros ven en ella”. A Górecki le encanta hablar, no es capaz de parar una vez que empieza —a menos que alguien le pregunte por una de sus obras: entonces se calla. Al preguntarle por su salud se ríe y contesta que, después de una vida llena de malos pronósticos médicos, ahora, a los 74 años, se siente de maravilla. Lleva casado medio siglo con una pianista, Jadwiga Ruranska —se hicieron novios siendo estudiantes—, y tienen un hijo, una hija, cuatro nietos y un quinto a punto de nacer, así que no quiere volver a salir de casa. “No tengo tiempo para viajar”, dice con fastidio. “El reloj corre muy veloz. Me quedo aquí con Schubert, Chopin, Bach y Mozart”. “Un cuarteto celestial”, comento. “¿Te refieres a mi cuarteto?”, exclama. Le digo que sobre todo el lentísimo final, que suena casi fuera de este mundo. “No son más que notas”, dice Górecki con desdén. “¿Tiene algún impulso religioso o espiritual?” pregunto. “Lo que tiene debe permanecer en mi cuarto de trabajo”, repite. “¿Tuvo la Tercera Sinfonía un mensaje?”. “Escucha — dice— lo que pongo en mi música no sale de aquí. El mundo puede oír lo que quiera”. Lo pasó muy mal bajo los comunistas. Al faltarle la sofisticación de un Lutoslawski y un Penderecki, que jugaban a dos barajas, fue castigado por su ingenuidad y obligado a dimitir de su cargo en el Conservatorio en 1979, después de protestar porque el Gobierno no había permitido al Papa visitar Katowice. Su respuesta fue un Beatus Vir que dirigió musicalmente delante de Juan Pablo II en Cracovia. Su teléfono fue intervenido y las llamadas interrumpidas cada dos minutos. Pero no habla de estas miserias. La política, opresiva entonces y caótica ahora, no franquea la puerta de su casa. “¿Sigue componiendo?”, pregunto. “Por supuesto, qué otra cosa podría hacer?”. Entra en su habitación todas las mañanas y sólo sale para comer. “¿Utiliza el piano?”. “A veces sí, a veces, no, como Stravinski”. El titulo de su nuevo cuarteto viene de un poema del ruso Velimir Khlebnikov (1885-1922): “cuando la gente muere/se cantan canciones”. Pero la obra en sí no tiene nada de despedida. Es una vibrante afirmación de la vida, alegre, joven, cariñosa. Le pregunté por qué había esperado tanto tiempo para sacarla a luz. “La verdad es que no lo sé”, lanza un suspiro. “Es como el vino, algunas botellas se dejan dos años, otras cinco. Ésta tuvo que esperar un poco más”. El final evoca vagamente la Sinfonía “Patética” de Chaikovski, con exaltaciones prolongadas y algo morboso. Pero la animación no tarda mucho en aparecer y la obra termina en una consolación en fa mayor en la cadencia Amén. Fue estrenada en Polonia por el Cuarteto Kronos y una repetición en Nueva York recibió magnificas criticas. Le pregunté a Górecki si estaba satisfecho con la recepción inicial, anterior a que Nonesuch sacara el disco. “Escribí la obra y salió al mundo”, comentó beatíficamente. Al final me contó un secreto de trabajo, sus tres reglas de composición: “Distanciarse de la obra, no mirar dentro de ella y ser optimista respecto al mundo. No hay más. Es todo lo que la música puede hacer”. Y nadie escribe música, hoy, mejor que Górecki. Norman Lebrecht AbrSchz07.qxd 8/3/07 18:24 Página 1 Temporada CDMC 2006-07 Todos los conciertos, lunes 19:30 h. AFORO LIMITADO Auditorio MNCARS. Ronda de Atocha, esquina a calle Argumosa Información: 91 7741072 / 91 7741073 El espacio de la MÚSICA de nuestro tiempo Abril - junio Auditorio del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía 16 abril. 2007 Ciclo Residencias (II). TRÍO ARBÓS. NEOPERCUSIÓN. (Alberto BERNAL, compositor residente) Obras de Zimmermann, Denisov, Bernal 23 abril. 2007 SOLISTAS DE LA ORCAM. CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID. Director: Jordi CASAS BAYER “Monográfico Juan José Falcón” 7 mayo. 2007 BIRMINGHAM CONTEMPORARY MUSIC GROUP. Director: Pierre-André VALADE. Solista: Quentin HAYES, barítono Obras de Anderson, Woolrich, Golijov, Turnage 21 mayo. 2007 ENSEMBLE COURT-CIRCUIT. Director: Jean DEROYER Obras de Galante, Villanueva, Gaussin, Wallin, Murail 28 mayo. 2007 SAX ENSEMBLE. Director: José Luis TEMES Obras de Denisov, Halffter, Marco, Gubaidulina 4 junio. 2007 SOLISTAS DE LA ORCAM, Director: José Ramón ENCINAR “Monográfico Agustín Charles” 11 junio. 2007 Ciclo Residencias (III). TRÍO ARBÓS. NEOPERCUSIÓN. (Jesús TORRES, compositor residente) Obras de Donatoni, Lindberg, Saariaho, Torres 18 junio. 2007 BERLINER SOLISTEN. Director: Martín BAEZA. Soprano: Pilar JURADO “Monográfico Pilar Jurado” 25 junio. 2007 MODUS NOVUS. Director: Santiago SERRATE. Solista: Maurizio BARBETTI, viola Obras de Olavide, de Pablo, Feldman, Birtwistle http:// cdmc.mcu.es
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