pozo Ibarra - Fundación Hullera Vasco

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pozo Ibarra - Fundación Hullera Vasco
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“MEMORIA Y RECUERDO DEL POZO IBARRA EN EL ARCHIVO DE
HULLERA VASCO-LEONESA.”
José Andrés González Pedraza
Responsable de Archivos
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1. INTRODUCCIÓN: SOBRE PATRIMONIO INDUSTRIAL,
MEMORIA Y
ARCHIVOS.
En la era post-industrial en la que nos encontramos, como consecuencia de la
nueva etapa en la que nos introduce el capitalismo financiero globalizado, adquieren
más valor, si cabe, los restos materiales que provienen de la época del capitalismo
industrial basado en la extracción de las materias primas. Estos restos son el testimonio
de una revolución social, económica, tecnológica, urbana que, en España, superó la fase
agraria y tardomedieval en la que nos encontrábamos a mediados del siglo XIX. El
proceso de desarrollo del capitalismo industrial en España y la consiguiente formación
del mercado nacional fue un proceso desigual en el territorio nacional en cuanto a las
regiones las que afectó y su nivel de desarrollo. En el norte de España, la extracción de
las materias primas con destino a industrias transformadoras del las provincias vascas y
la construcción de una red de comunicaciones que unían minas, centros de producción y
centros de consumo fueron los pilares básicos del proceso, que afectó de lleno a la
comarca de Gordón, en el norte de León, dado su potencial carbonífero. La dimensión
histórica del fenómeno tiene un impacto espectacular, en el ámbito social, económico,
cultural, paisajístico, urbano etc. porque la minería es una actividad que tiende a
modificar el entorno en el que se asienta, por las características del proceso y la mano
de obra que es capaz de movilizar. De ahí que los restos que perviven de aquel
momento sean para la comarca un emblema que forma parte de su historia, un
estandarte de sus señas de identidad.
A través de lo que hoy denominamos patrimonio industrial se puede llegar a
entender toda la verdadera dimensión de los cambios históricos que trasformaron una
economía medieval en una economía de mercado y una sociedad estamental en una
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sociedad proletaria. Pero para ello debemos explicar e interpretar las claves que se
ocultan detrás de la obra maestra de la ingeniería y situarla en medio de todos los
factores diversos. En el caso del castillete del Pozo Ibarra en el Grupo Ciñera, es
evidente que nos informa de que allí hubo una mina de carbón, pero esto no es
suficiente. El castillete se construyó en un terreno que ya tenía un pasado minero desde
hacía décadas, en unas condiciones históricas determinadas y por unas necesidades
técnicas concretas. El mismo hecho de construir un castillete ya supone en sí mismo la
transformación de la minería de montaña en una minería de pozos verticales. La
necesidad de dar salida a los carbones supone la construcción paralela y cercana de
ramales y la necesidad de una mano de obra permanente conlleva el asentamiento
estable de obreros en enclaves cercanos, dando lugar al pueblo de Ciñera. Estos
ejemplos, a los que se podían añadir otros, nos demuestran la necesidad de interpretar el
patrimonio industrial, para lo cual los archivos documentales son imprescindibles.
El castillete del Pozo Ibarra, por su inigualable factura, merece ser declarado
Bien de Interés Cultural y forma parte del patrimonio industrial de nuestra provincia.
Además de encontrarse en las páginas de la historia de Gordón, también se encuentra en
los corazones de sus habitantes, por lo que ha significado en la vida de muchos de ellos.
Pero resulta complejo y, a la vez, interesante, reflexionar por qué nos reúne hoy aquí el
recuerdo del Pozo Ibarra. Creo que esta reflexión, en la que el concepto de patrimonio
se solapa con el concepto de memoria, nos conduce por múltiples caminos. Hoy
reconocemos el valor de la memoria, hablamos de la recuperación de la memoria y de la
necesidad de rescatar la memoria; pensamos que los pueblos deben ser conscientes de
su memoria y que su ausencia conduce a situaciones perjudiciales. Identificamos en la
memoria una de las señas de identidad de nuestras comarcas, también de las comarcas
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mineras, y tenemos asumido que la memoria forma parte de nosotros, constituye un
patrimonio que debemos legar a la posteridad. La memoria es un concepto de difícil
representación porque no existe una sola sino muchas memorias, una por cada persona
que ha vivido los hechos: existen memorias felices y canciones tristes, tragedia, y en el
recuerdo la risa puede transformarse en llanto como la lluvia se transforma en nieve.
También es la memoria muy frágil y el tiempo se la suele llevar con mucha facilidad. La
memoria, triste o alegre, recuperada a través de los vestigios del pasado, fortalece
nuestra vinculación con el lugar y la conciencia de la historia realza la identidad
comunitaria. Se trataría, entonces, de acercarnos al pasado a través de lo que nos queda,
como un castillete, como un motivo para la reconstrucción de todo su entorno humano y
laboral. O bien, también es posible, se trataría de acceder al pasado para aprender de sus
enseñanzas y unirnos a la gente que nos precedió en el tiempo en una especie de
sentimiento común y comunidad de orígenes.
O acaso, y olvidando las penalidades de unas condiciones de trabajo y de vida
demasiado duras, caemos en el espejismo de la nostalgia y evocamos como los
románticos los vestigios del pasado como el lugar donde residen las viejas historias que
recordamos con cariño. La desconfianza en el futuro también estimula la nostalgia,
como una reacción a las amnesias de nuestro mundo desprovisto de referentes, y
aumentamos el cariño hacia el mundo anterior conforme somos conscientes de que se
aleja irremediablemente. Quizás, también, influye con fuerza la idea de que el progreso
material llevó a consecuencias demasiado materialistas que hoy nos provocan decepción
y nos refugiamos en los vestigios del mundo que hemos perdido con cierta desilusión, al
modo en que los escritores victorianos añoraban la “Merry England” de las praderas y
los bosques.
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La reconstrucción del pasado y de todas las circunstancias que en él confluyeron
no es posible sin los Archivos. El Archivo de Hullera Vasco-Leonesa supera el
kilómetro de documentación como un testimonio importantísimo de una época. Sin
duda, que en nuestros días pueda disponerse de un conjunto documental de esta
importancia, también merece su declaración como Bien de Interés Cultural y su
protección. Como conjuntos de documentos reunidos por las personas y las
organizaciones en el transcurso de su actividad, reflejan nuestras ideas, nuestro
transcurrir por este mundo y nuestra manera de entender la organización de las cosas. El
documento es uno de los emblemas de nuestra civilización, una civilización escrita que
tiene en alta estima el testimonio, la prueba y el recuerdo. En los documentos
plasmamos nuestras ideas, anhelos, ilusiones, proyectos y fracasos, que quedan
grabados sobre el soporte del papel. De la misma manera que lo hicieron nuestros
antepasados. A través de los Archivos los investigadores y los ciudadanos en general
tienen la oportunidad de reconstruir las condiciones de vida y el contexto
socioeconómico en el que vivieron nuestros antecesores. En el Archivo podemos
interrogar a los documentos, situar al hombre en sus circunstancias y separar al hombre
de sus circunstancias, distinguir entre los hechos y la imagen de los hechos. A través de
los documentos del Archivo de Hullera Vasco-Leonesa podemos reconstruir los hechos
de cómo se levantó el Pozo Ibarra en Ciñera, y narrar cómo fueron sus vicisitudes hasta
hoy mismo. En este artículo, recorreremos la historia del castillete del Pozo Ibarra a
través de documentos originales, inéditos y escritos por los propios protagonistas.
Iremos aún más allá, a la propia configuración del inicial poblado minero de Ciñera
hasta el enclave rural, con servicios y administración, que es hoy.
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2. EL POZO IBARRA: SU HISTORIA A TRAVÉS DE LOS DOCUMENTOS
DEL ARCHIVO DE HULLERA VASCO-LEONESA.
El Archivo de la Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa es uno de los
archivos mineros más importantes de España y, sin duda, el más importante de la
Comunidad Autónoma de Castilla y León. En una fase muy avanzada de organización e
informatización, reúne documentación de tres cuencas mineras: la cuenca CiñeraMatallana, en la Montaña Central leonesa, donde tradicionalmente ha desarrollado su
actividad y la desarrolla actualmente la Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa; la
cuenca palentina de Barruelo y Orbó y la cuenca minera de Sabero. El conjunto de la
documentación abarca un periodo desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad.
Aún siendo un Archivo empresarial privado, está abierto a la investigación, y desde
1996 está gestionado por la Fundación Hullera Vasco-Leonesa, fundación cultural de
carácter privado.
El Grupo Ciñera y el castillete del pozo Ibarra se levantan en terrenos que vieron
las explotaciones mineras más antiguas de la cuenca a través de diversas empresas
como Las Bernesgas que fundara en 1874 Sotero Rico. Una primera aproximación nos
debe conducir a los terrenos mineros en los que posteriormente se levantó el castillete.
Apenas pueden hoy vislumbrarse las ruinas de las antiguas casetas en la zona
denominada “Los casetones”, en sitios distintos a la explanada que años después verá
nacer el pozo vertical. También nos consta la salida de los carbones hacia el Cargadero
Iglesias, a través de carros o de un ramal que bajaba del monte. Del Cargadero de
Manuel Iglesias hoy no queda nada, salvo el testimonio de una foto de Ciñera a
principios de siglo. En este terreno se levanta hoy el campo de fútbol. Si nos ceñimos a
las explotaciones que más tarde se llamarán Grupo Ciñera o Pozo Ibarra, el primer paso
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sería situar exactamente su enclave. Para ello, en el Archivo se encuentra el expediente
de la concesión minera denominada “Bernesga 3ª”. En este expediente, Francisco de
Echanove, Gobernador Civil de la Provincia de León concede la propiedad de la mina a
Francisco Miñón Quijano:
Por cuanto a Don Francisco Miñón Quijano tuve a bien otorgarle la concesión de
la mina de carbón llamada Bernesga número 3, en término de La Vid, de esta
Provincia, he venido en resolver que se le expida el presente Título de Propiedad,
conforme a lo prescrito en la Ley de Minas de 24 de junio de 1868.1
El plano de demarcación, rectificado en 1939, incluye las líneas de la
demarcación de la concesión, con los sitios de colocación de los mojones y las
concesiones colindantes. Deducimos que Francisco Miñón vendió su concesión a los
socios de Hulleras de Ciñera, una sociedad que se constituye en Bruselas en 1900.
Fueron varias las conversaciones que esta sociedad mantuvo con la Sociedad Hullera
Vasco-Leonesa para la venta de sus minas en el periodo que va de 1900 a 1910. Las
razones eran varias: ambas ocupaban concesiones limítrofes y se producía una constante
intrusión de labores. Además, ambas competían en precios de venta en el mercado de
carbones. Para Hullera Vasco-Leonesa, la mayor ventaja consistía en hacerse con la
producción de carbón semigraso de la Capa Emilia, aunque los estudios sobre
afloramientos y sondeos estaban sin realizar. Ya en 1900, el consejero de Hullera
Vasco-Leonesa, José Antonio de Ibarra, había recibido una carta de Fabián Alonso, en
representación de la recién creada Hulleras de Ciñera, quien proponía la fusión
alegando como razones de conveniencia evitar intrusiones en la explotación de sus
concesiones, dada la proximidad de unas a otras; eliminar la disputa sobre la disposición
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de obreros como mano de obra, que escaseaba, y hacer desaparecer la competencia en la
venta de los carbones, lo que generaba una bajada en los precios entre 8 y 10 pesetas.
Sin embargo, hasta 1910 no se produce un acuerdo sobre el precio y las condiciones de
venta. En el acta de la sesión de 10 de febrero de 1910 del Consejo de Administración
podemos comprobar como el 1 de febrero el Director de Ciñera hizo entrega al de Santa
Lucía de las minas y todo lo demás allí existente, comenzando desde aquel día la
explotación por cuenta de Hullera Vasco-Leonesa. El acuerdo culminó en la escritura de
compraventa que incluía un precio total de 1.195.000 pesetas. A través de esta escritura
conocemos que el presidente de Hulleras de Ciñera era el señor Enrique Faura, que era
el accionista mayoritario y residía en París. Entre la relación de propiedades se anota :
una mina de carbón, denominada Bernesga 3ª, sita en el Valle de Roguera del
término municipal de La Pola de Gordón..
Las observaciones facultativas incluidas en la escritura nos orientan sobre las
características iniciales de aquella explotación:
Las labores consisten en una galería cuya entrada se encontró cegada por efecto
de revenimiento del terreno. El yacimiento es en forma de capa. La dirección del
criadero, su inclinación y su potencia no han podido determinarse por no haber
sido posible reconocer la galería practicada en seguimiento de la capa2.
La compra de Hulleras de Ciñera en 1910 fue la primera operación de gran
envergadura de Hullera Vasco-Leonesa, que crece de tamaño y debe afrontar una
organización más compleja y también más gastos en la preparación de las nuevas minas
de Ciñera, que se encontraban en estado de abandono. Las Memorias de la empresa nos
1
Archivo de Hullera Vasco Leonesa. Expedientes de concesiones mineras. Expediente Bernesga
3ª. Caja 1 (existe versión digital)
2
Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Escrituras. Caja 5
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conducen por los años anteriores a la decisión de levantar un pozo vertical maestro.
Desde 1910 incluyen un apartado denominado “Minas de Ciñera” en el que se detallan
las actuaciones para la preparación de las minas y los gastos. Podemos comprender
mejor los problemas para poner en funcionamiento las minas y hacerlas rentables a
través de diversos informes sobre el estado de las instalaciones. En un informe de 1913
se afirma que:
la producción es floja por la ausencia de obreros picadores que ha debido
remediarse trayendo obreros de las otras cuencas de la línea de La Robla,
mediante las ventajas de casa, luz y carbón gratis.3
Pero no cabe duda que Ciñera estaba creciendo gracias a las minas. El 10 de julio
de 1913 varios empleados y vecinos de lo que llamaban “el barrio obrero de la mina” se
dirigen al ingeniero director de Hullera, por entonces Bernardo Zapico diciendo:
como Vd. no ignora, se trata de un núcleo obrero de relativa importancia que
cada día va en aumento, y en la actualidad pueden calcularse unos 300 habitantes
entre los dos barrios citados, y para esto sólo contamos con el sacerdote de La
Vid, cuya parroquia le entretiene lo suficiente para no poder atender como es
debido las necesidades de este pueblo, formado en gran parte por niños que están
en la crítica edad de recibir la instrucción moral de la que ahora carecen por falta
de este elemento.4
La solicitud fue atendida, y en diciembre acepta el cargo de capellán Antonio
Llamazares con obligaciones de hacer misas domingos y festivos y dedicar mañana y
tarde todos los días una hora para la instrucción de las personas mayores y niños. Entre
las firmas de los vecinos que hicieron la solicitud en 1913 distinguimos a Diego Agulló,
3
4
Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Correspondencia General. Caja 5.022/Legajo 10.056.
Ibid.
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Felipe Alonso, Juan Antonio y Bernardo Nuevo, Justo Adeba López, Teodoro Pérez,
Ángel Lombas, Froilán Conde, Antonio Bayón, Pedro Gil, David Arias, Emeterio
Fernández, Eusebio Morales, Dalmacio Iglesias, Emiliano Llamazares, Paulino de Blas,
Eduardo Valle, y otros tantos que hoy quedan inmortalizados a través de sus firmas en
un papel envejecido y cargado de historia, símbolo sin duda de un pueblo con capacidad
de organización, con capacidad de iniciativa y con ansia de superación de su humilde
estado a través de la educación.
Detalle de la solicitud de un párroco por los vecinos de Ciñera en 1913. Archivo de Hullera VascoLeonesa.
Podemos entender mejor cómo eran aquellas minas y aquellas instalaciones a
través de los primeros inventarios que se realizan. Estos inventarios, que eran
obligatorios todos los años, recorren casa por casa, oficina por oficina, y anotan lo que
existe en ellas. En 1913 en la mina existía la llamada oficina de Anita, la casa de
Victoriano García, la casa de Juan González, la casa de Bernarda López, de Eusebio
González, de Felipe Alonso, las llamadas casas del río, la casa del antiguo Hospital de
Ciñera, además de diversos almacenes. Por ejemplo, en la casa habitada por Juan
González se anotan: una estufa económica, una mesa escritorio de madera, un
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palanganero de hierro, un tintero de cristal, una palangana esmaltada y sillas con asiento
de paja.5
La Memoria de 1919 ya habla de determinar el mejor emplazamiento del pozo
maestro de extracción del carbón. En 1926 se realiza la explanación para comenzar el
pozo, asunto que se toma como urgente:
porque el campo de explotación que nos queda en este Grupo, por encima del
nivel -50, es ya muy limitado, y para poder asegurar la explotación actual.6
En mayo de 1927, el Director técnico de Santa Lucía, Manuel García Peña,
presentó en Bilbao al Consejo de Administración un proyecto y varias ofertas para la
ejecución del pozo maestro de extracción de carbón en las minas de Ciñera. De entre las
ofertas, eligieron la de Mayo Hermanos. En septiembre de 1927 se habían profundizado
y revestido de hormigón 15 metros; en 1928 alcanzaron los 76 metros. En 1929 el
informe del ingeniero Mario Zapatero (que había ingresado en Hullera Vasco-Leonesa
procedente de Duro Felguera) relata como el que denominan “pozo maestro” tiene ya
una profundidad de 112 metros. En el mes de junio en el que está firmado el informe
pensaban ya montar el castillete definitivo cuyo peso estiman en unas 55 toneladas.
Tuvieron para el castillete varias ofertas entre las que destacaba como la más barata la
de la Constructora Gijonesa que incluía un precio para la obra montada y pintada de 84
céntimos por kilogramo. En el mes de octubre llegaría la máquina de extracción y para
entonces ya debería estar construido el edificio donde debía de alojarse. Este edificio
serviría a la vez para oficinas, brigada de salvamento, lampistería, oficina de vigilante y
sala de obreros, dotada con lavabos y algunas duchas. El coste de este edificio se
5
6
Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Inventario del Grupo Ciñera. Caja 3.414/Legajo 5.358.
Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Memorias. Caja 3.934/Legajo 8.786.
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calculaba en unas 45.000/50.000 pesetas. Por fin, en 1930 se termina de profundizar el
pozo en los 150 metros proyectados, se terminan también las casas de máquinas y
oficinas (las mismas que las actuales) y se monta la máquina de extracción, así como el
castillete, obra de Construcciones Juliana (Gijón). La inauguración del pozo se produce
en noviembre de 1930, siendo presidente de Hullera Vasco-Leonesa Francisco de
Ibarra, que acababa de llegar al cargo en septiembre de 1930 por fallecimiento en el mes
de agosto del marqués de Mac Mahon y que estaría hasta 1943. La correspondencia de
esos días de 1930 detalla el nerviosismo para que todo esté dispuesto y los invitados se
lleven una buena imagen. Seguro que eran conscientes del histórico momento para la
empresa, el de finalizar el pozo maestro y contar con un flamante y brillante castillete.
El Ingeniero director Mario Zapatero confiesa en carta de 27 de octubre de 1930 al
secretario del Consejo de Administración José de Sagarmínaga como en León
andamos atareadísimos al objeto de ultimar todo cuanto hemos juzgado
imprescindible para la inauguración del pozo. Creo podrá estar todo bien y, por
otra parte, el tiempo también va a ayudarnos pues si bien está algo frío no es
mucho. 7
Al día siguiente, el 28 de octubre, le escribe otra carta en la que le cuenta:
hoy tuve carta del Director de la Federación de Sindicatos Carboneros
Sr. Orueta en que me dice que asistirá a la inauguración del pozo, así como el
Sr. Loygorry del Comité de Combustibles que lo hará en representación del
Director General de Minas. El Gobernador Civil de León, a quien tengo que
visitar de nuevo a ruego suyo, no dudo habrá de venir también y la Jefatura
representada por su Jefe y uno o dos ingenieros asistirán también y aquí termina
la lista de invitados oficiales. Luego no quedan sino los invitados que
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podríamos llamar de casa. Yo calculo habrán de reunirse unos 25 teniendo en
cuenta los invitados estos pero además habrá una porción de gente que se
presentará ese día como son empleados, jefes de servicios, vigilantes, etc. y los
obreros que se han distinguido en la obra. Teniendo todo esto en cuenta he
organizado la ceremonia de la forma siguiente: subir al pozo en el Hispano y
una camioneta a la que se pondrán unos asientos a eso de las 9 y media o las 10
de la mañana y allí servir un pequeño lunch para unos 100 individuos
aproximadamente y luego en casa servir un banquete a esos 25
aproximadamente. Después, por la tarde, cada uno a su casa y ya quedamos aquí
los de la Sociedad tranquilos; digo esto porque no dudo que el señor presidente
estará aquí algunos días. 8
En efecto, el Presidente se quedó algunos días, y dio su opinión sobre nuevas
construcciones y proyectos. En cuanto a Mario Zapatero, que tanto empeño puso en el
castillete del pozo y en que todo saliera bien el día de la inauguración, poco pudo
disfrutar de ello, ya que falleció en 1933.
7
8
Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Correspondencia General. Caja 5.003/Legajo 10.059
Ibid.
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Inauguración del Pozo Ibarra. Año 1930. Archivo de Hullera Vasco-Leonesa.
De ese día nos queda la fotografía de la inauguración, que antecede a estas
líneas. En ella se advierten las caras de satisfacción, incluso con el acompañamiento de
los curas, que bendicieron la obra. El nuevo castillete consiste en una estructura
metálica de 31,5 metros de altura y 60 toneladas de peso. Consta de una torre en forma
de paralelepípedo con cuatro columnas de hierro, dividida en seis tramos que se unen
por cartelas de chapa, todas ellas roblonadas y arriostradas con crucetas de ángulo.
Hacia el Sur y separadas del eje del pozo dos zancas de apoyo o tornapuntas compensan
la fuerza del tiro de la máquina de extracción. Éstas últimas van igualmente arriostradas
y roblonadas y se unen a la torre por unas estructuras que parten cada dos tramos del
paralelepípedo y dos más de apoyo para compensar la fuerza del tiro de la máquina de
extracción. Los tramos de las columnas se unen por cartelas de chapa, todas ellas
roblonadas.
Tenemos un testimonio único, que es la carta del Director Mario Zapatero al
Secretario del Consejo, José de Sagarmínaga, en julio de 1929. Mario Zapatero,
Director de 1928 a 1933, es el autor de la disposición de la casa de oficinas y
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empleados. En la carta explica el plano, a la vez que da sentido a la organización del
trabajo, que se corresponde con una determinada localización de las estructuras. Dice:
la explicación del plano es que, en el cuerpo central van dos pisos, en tanto que
en los cuerpos laterales se conserva la altura total del edificio para cada sala. Por
consiguiente, al norte es sala de máquinas y al sur es sala de obreros y las dos
son de una altura de unos siete metros en tanto que las oficinas y demás
dependencias la altura es la mitad. Estas dos salas, dada su planta extensa,
necesitan esa altura, aparte que en la sala de máquinas tiene que quedar sitio
para un puente grúa de lo T y en la sala de obreros al techo y por medio de
sencillos dispositivos se colgarán las ropas de los obreros. Este sistema tiene la
ventaja de que cada obrero sube su ropa por medio de una garrucha, la que deja
inmóvil con un candado y, por consiguiente, nadie puede llegar a ella, y en tanto
los obreros están en el trabajo se pueden desinfectar esas ropas quemando
antisépticos apropiados en el piso. En la parte de vigilantes hay un balconcillo
sobre la sala de obreros para su vigilancia durante el tiempo de estancia en el
local y en la parte de ingenieros y capataces hay otro similar para la continua
vigilancia de la máquina y maquinistas a la vez que se distinguirán
perfectamente desde ese sitio todos los aparatos de mando y control.9
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Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Correspondencia General. Caja 5.003/Legajo 10.058.
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Visita al Pozo Ibarra. Año 1931. Archivo de Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa.
Visita al Pozo Ibarra. Año 1936. Archivo de Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa
Poco podían imaginarse los personajes felices que posaban para el fotógrafo
aquel noviembre de 1930 que todos los esfuerzos para sacar adelante las minas que
había heredado la empresa de aquella Hulleras de Ciñera acabaría en el desastre con la
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guerra civil. Iniciada en julio de 1936, el frente se estabiliza en esta zona leonesa a la
altura de La Robla, a tan solo unos kilómetros de los pozos. La República mantuvo el
control de estas minas hasta septiembre de 1937. En el conflicto se produjo el asesinato
del capataz Jefe del Grupo, José María García Álvarez, destrozos valorados en más de
250.000 pesetas de entonces. La voladura del castillete, de la máquina de extracción y
de los compresores, la inundación del pozo, la total paralización del archivo de planos
que paralizó el grupo durante meses. Así lo relatan los documentos de la época:
el pozo quedó inundado, alcanzando el agua la altura máxima, 100
metros; el castillete fue volado en cada uno de sus cuatro pies derechos y
arrancado de cuajo, quedando unos 10º fuera de la vertical y descendiendo unos
dos metros en promedio. La máquina de extracción fue también volada,
introduciendo para lograrlo cartuchos de dinamita en el interior del rotor del
motor que ha quedado destrozado. Las instalaciones de señales ópticas y
acústicas que existían tanto en el brocal del pozo como en el interior de la casa
de máquinas quedaron también destrozadas, así como también todos los cables
de alumbrado, energía etc. que bajan por el pozo, y todos los aparatos sensibles
del control de la máquina de extracción, como tacógrafo, amperímetros y
voltímetros. El tambor de dicha máquina y la misma casa quedaron deteriorados
a consecuencia de las explosiones. La instalación de compresores situados en la
misma plaza Anita, frente a la sala de máquinas fue, pudiéramos decir, triturada
por la formidable carga de explosivo que colocaron en su excitatriz; teniendo
muy pocas esperanzas de que consigamos salvar algún compresor, mediante la
correspondiente reparación, ya que tanto el motor como la excitatriz han
quedado completamente destruidos. Después de grandes dificultades, hemos
conseguido encontrar una bomba vertical con la que, accionada por una
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máquina de extracción que hemos instalado en el brocal del pozo, contamos
comenzar a desaguar. Sobre el castillete y máquina de extracción no hemos
hecho nada aún, ya que cuando conseguimos ponernos en contacto con las casas
constructoras (a las que hemos tenido que empezar por pedir los planos de todas
nuestras instalaciones, ya que todo nuestro archivo fue también destruido) los
temporales hicieron imposible el acceso al pozo.10
Las instalaciones sufrieron desperfectos durante la guerra por diversas
voladuras. El pozo quedó inundado y el castillete quedó unos diez grados fuera
de su vertical. Existe un testimonio único de la guerra y de estos años de
reconstrucción en la revista “Hornaguera” de la empresa, en el número de enero
de 1969. Cirilo de Asla Olague, un ingeniero vizcaíno de Gallarta, había
comenzado a trabajar en la Vasco en 1920. Tras pasar la guerra en Asturias, al
volver se encontró con todas las oficinas de la empresa desvalijadas y las casas
quemadas, incluida la suya. En Santa Lucía calculó más del 45% del pueblo
quemado: “daba pena ver las ruinas de un pueblo en ruinas”, contaba a la revista
Hornaguera. En Ciñera vio
el castillete del pozo Ibarra fuera de sus anclajes, solamente sujeto por
el peso de la riostra.
Dedicado a salvar el castillete como se pudiera, nos cuenta el procedimiento:
pedimos traviesas a la RENFE y cuatro gatos de los de más potencia y
levantado poco a poco con muchas precauciones, tomé medida para la estructura
de los pies de las columnas y su anclaje, que en el taller me repararon enseguida,
10
Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Correspondencia. Caja 5.998/Legajo 11.561
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colocado el caballete en su sitio bien nivelado y en su plomo se echó a andar con
todo éxito.11
Cirilo de Asla nos dice que numerosos días, cuando iba a trabajar al Grupo
Ciñera, pudo recoger de los caminos objetos y útiles que habían sido desmantelados de
las oficinas. En 1939 se logró desaguar completamente el pozo y no se pudo hacer con
máquinas de extracción sino que se utilizaron cubas introducidas en las mismas jaulas.
Del fondo del pozo inundado se extrajeron los motores de las bombas, completamente
cubiertos de lodo y agua, pero se repararon y se pusieron en servicio de nuevo. El pozo
permaneció inundado 26 meses, incluidos los 3 kilómetros de transversales y galerías
que partían del pozo. A finales de 1939 llegaron por mar las piezas para reparar los
compresores.
Después de la guerra, el Grupo Ciñera fue objeto de continuas modernizaciones:
ampliación de la caldera y construcción de tapones de hormigón en 1948,
reprofundización en 1958, instalación de ventilador en 1961, inclusión en el Plan de
Acción Concertada de 1965, instalación de teléfonos, electrificación etc. El grupo
minero se moderniza paralelamente a la mejora de las condiciones de vida en el pueblo.
Todos ellos son proyectos que han quedado como memoria en el Archivo, con sus
memorias explicativas, sus presupuestos y sus planos. Son testimonio de la evolución de
las técnicas mineras y de la modernización de la industria minera española. También se
guardan dos proyectos relacionados con el pueblo de Ciñera: uno fechado en 1961 para
la mejora en el abastecimiento de agua al pueblo de Ciñera. En él se afirma que el
conjunto de las viviendas sociales construidas empeoraron el problema del
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Hornaguera (Revista de la Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa ), número 101, enero
1969
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abastecimiento de agua, que hasta entonces se hacía tomando agua de un pequeño
manantial situado en el paraje “La Huerga”. El proyecto propone la traída de aguas
desde dos puntos: desde el Arroyo de los Gavilanes, del que se dice que es zona de
abundantes manantiales; y desde las inmediaciones del Arroyo de la Pedrosa, en el
paraje Font Perenal cercano a La Vid. El otro proyecto, fechado en 1967 y firmado por
el ingeniero Juan Artieda, llevó a cabo la recogida de aguas y la pavimentación de
varias calles del pueblo. En la memoria del proyecto, se afirma:
debido a la fuerte pendiente de las laderas en las montañas, el pueblo
de Ciñera carece por completo de zonas de fácil edificación, motivo por el cual
las casas se están centrando en la parte este del pueblo, donde la ladera presenta
menos inconvenientes. Las edificaciones realizadas no tienen más acceso que el
camino antiguo de La Cubilla, estrecho y en no muy buenas condiciones. Por
otra parte, también se hacen muy necesarias la recogida ordenada en los puntos
más apropiados de todas las aguas fluviales que discurren por la ladera y en las
épocas de lluvias inundan las zonas bajas por resultar insuficientes los
colectores actuales.
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El estudio de la evolución del poblado de Ciñera, desde las primitivas formas de
asentamiento obrero que hemos visto en 1913, hasta el desarrollo urbanístico que ya
testimonian los proyectos de abastecimiento de aguas, nos lleva al estudio del problema
que significaba el alojamiento de los trabajadores para las empresas mineras, necesidad
que éstas intentaron atender de forma prioritaria. El análisis de los planos que el
Archivo conserva sobre la planificación y construcción de las viviendas de Ciñera son
una fuente de primer orden para el investigador en los temas de la planificación
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Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Proyectos. Caja 5.681/Legajo 11.185.
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urbanística y de la conformación de los espacios interiores, así como de sus
consecuencias sociales y en el ámbito de las costumbres.
Los problemas de inundaciones en el pozo siguieron sucediéndose a lo largo del
tiempo y la más grave fue la que tuvo lugar en 1996. En la madrugada del sábado 20 de
enero al domingo 21 de enero una grave inundación se produjo como consecuencia de
una intensa lluvia que siguió a una fuerte nevada, más el corte eléctrico en las líneas de
Iberdrola, que impidió la puesta en marcha de las bombas dispuestas a tal efecto. Hasta
el 16 de abril, el pozo no pudo reiniciar la producción. Por fin, la centralización actual
de las explotaciones en la Nueva Mina abocó al Grupo Ciñera a su cierre.
Cerraremos este capítulo con un elenco de fotografías del castillete del Pozo,
tomada en diversos años, todas procedentes de la colección fotográfica del Archivo de
Hullera Vasco-Leonesa:
Esta primera fotografía corresponde al año 1933
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La segunda fotografía fue tomada en el año 1955
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La tercera fotografía corresponde al año 1985
3. PROTAGONISTAS CON NOMBRE PROPIO.
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No existe historia sin los hombres que la llevan a cabo, personas que con su
profesionalidad salvan las dificultades y encuentran siempre el camino para continuar
adelante. En el Archivo de Hullera Vasco-Leonesa, los expedientes de personal y los
libros de matrícula del personal dejan testimonio de los miles de personas que a lo largo
de casi 70 años de vida trabajaron en algún momento en el Pozo Ibarra Entre ellos, los
que primero deben ser recordados son los que fallecieron o sufrieron accidentes en el
desarrollo de su trabajo. A través del Archivo todos vuelven a recobrar de nuevo la voz,
con rostros y nombre propio.
Recordaremos también a aquellos que dejaron impronta en su historia. Entre los
primeros vigilantes de Ciñera se encontraba Hermógenes Rabanal, nacido en Entralgo
(Asturias) en 1892. Ingreso en Hullera en 1910, justo el año en que la empresa adquiere
Hulleras de Ciñera. De los 43 años de servicio, 23 los pasó como vigilante. Hermógenes
se jubiló en 1954 enfermo de silicosis. Veamos aquí su fotografía, tal y como se
conserva en el Archivo.
Hermógenes Rabanal. Archivo de Hullera VascoLeonesa. Colección fotográfica.
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También Hermógenes González García, que fue jefe del grupo desde 1943.
Asturiano de Piñeres, Hermógenes nació en 1902 e ingresó en Hullera Vasco-Leonesa
en 1943, con un sueldo mensual de 650 pesetas y 250 más de plus. En su expediente
personal se guarda una solicitud suya de 1958 en la que solicita llevar arma corta pues
dada su profesión, tiene que visitar constantemente los grupos mineros a su
cargo, muchas veces en horas nocturnas, por zonas despobladas donde, sobre todo
en la época invernal, aparecen alimañas peligrosas, con peligro para las personas. 13
Hermógenes se jubiló en 1970. Este es su testimonio gráfico, así era
Hermógenes, junto a Epifanio Brocal, situado a su izquierda.
Hermógenes González García; a su izquierda,
Epifanio Brocal. Archivo de Hullera VascoLeonesa. Colección fotográfica.
El último de los Jefes del Grupo Ciñera fue Antonio Fernández, natural de
Buiza, donde nació en 1950. Antonio procede de una saga minera ligada al grupo
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Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Expedientes personales. Caja 1.415/Legajo 2.618
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Ciñera desde 1938. Fue Jefe de Grupo entre los años 1989 y 1996. En esta foto lo
vemos en el año 1995, en un especial que le dedicó al Grupo Ciñera la Revista
Hornaguera.
Antonio
Fernández.
Hornaguera
(Revista
de
Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa).
También los dos presidentes de Hullera Vasco-Leonesa en las últimas décadas,
Antonio del Valle Menéndez y Antonio del Valle Alonso, han sido ingenieros
superiores en el Grupo Ciñera. Antonio del Valle Alonso, actual presidente de la
empresa, entró en el Grupo en octubre de 1983. Por su parte, el que fuera tantos años
presidente de Hullera Vasco-Leonesa, Antonio del Valle Menéndez, realizó lo que él
mismo denominó “sus primeros pinitos” mineros en el Pozo Ibarra desde 1950, una vez
que terminó sus estudios de ingeniería de minas en la Escuela de Madrid. Él mismo lo
contaba en 1996 en las páginas de apertura del libro homenaje que dedicó Hullera
Vasco-Leonesa a los trabajadores del Grupo Ciñera, con estas palabras:
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de vuelta a Santa Lucia me responsabilizaron del grupo Ciñera. Era
director de Hullera en aquel tiempo don Rafael Rivero Pereda, nieto del famoso
escritor montañés, y Subdirector don Emilio Moretón, gallego, muy inteligente,
y un tanto socarrón. En el pozo Ibarra hice mis primeros pinitos mineros con los
dos Hermógenes: González y
Rabanal, Facultativo
y
Vigilante
1ª,
respectivamente. Entonces aprendí a usar la lámpara Davis; a caminar por las
galerías y evitar los coladeros; a trepar por la entibación de aquellas bancadas
sucesivas de la capa Emilia....
Antonio del Valle Menéndez, Presidente de Hullera Vasco-Leonesa de 1977 a 2004 junto a
Antonio del Valle Alonso, Presidente de Hullera Vasco-Leonesa desde el año 2004. Archivo
de Hullera Vasco-Leonesa
4. Y EL CIERRE.
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Finalmente, en 1996 cierra el grupo Ciñera. Hasta el último día existe un
testimonio documental en el Archivo: se trata del Libro de Actas del pozo, que a través
de los días del mes de diciembre de 1996 va dejando constancia de las tareas de
abandono y cierre. El 9 de diciembre se sacan los transformadores y se desarman las
bombas. El 10 de diciembre se saca el cabrestante. El 11 de diciembre se deja sin
servicio de señales y teléfono el pozo; el 12 de diciembre se retiran las jaulas del pozo y
se enrollan los cables en el tambor, dejando sin corriente la máquina de extracción; el
16 de diciembre se cargan para Fábrica las jaulas, rodillos; el 18 de diciembre se cierra
todo el brocal del pozo; el 19 de diciembre se carga material para Fábrica y los grupos
mineros. Hierros Candanedo limpia todo de chatarra y corta las columnas de alumbrado.
El 20 de diciembre de 1996 , sobre las 10 de la mañana, se echan 12 metros cúbicos de
hormigón en el brocal del pozo. Se intentó dejar constancia del hecho sobre el
hormigón, al no ser posible, se puso una chapa anclada en el mismo en la que dice:
“¡ Gracias por tu fruto ! Recordando los que se quedaron para siempre
contigo”.
Conocer el patrimonio industrial es comenzar la búsqueda de las maneras
de protegerlo. En el Archivo, la memoria ha vencido al olvido. Hoy, en Ciñera ya no
existen explotaciones mineras ni cargaderos de mineral. Tan sólo el Archivo de Hullera
Vasco-Leonesa puede dar testimonio de esta actividad minera. En el Archivo, el Pozo
Ibarra está repleto de actividad, nos hablan sus máquinas y sus hombres. En el Archivo,
la memoria ha vencido al olvido y las oficinas vacías y las plazas desiertas vuelven a
cobrar vida y se oyen de nuevo los murmullos de los trabajadores y el ruido de los
mecanismos.
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BIBLIOGRAFÍA CITADA
1. “Arqueología industrial: testimonios de la memoria”: Ábaco (Revista de cultura y
ciencias sociales), 19, 1998
2. ASLA OLAGÜE, Cirilo, “Donde habita el recuerdo: biografía de una empresa”:
Hornaguera (Revista de la Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa), 101, 1969, s.n.
3. FUNDACIÓN HULLERA VASCO-LEONESA, “Guía del Archivo de Sociedad
Anónima Hullera Vasco-Leonesa” (texto de José Andrés González Pedraza). Fundación
Hullera Vasco-Leonesa, León, 2001.
4. GONZÁLEZ PEDRAZA, José Andrés, “Reflexiones sobre la investigación en
archivos de empresa a través del Archivo de Sociedad Anónima Hullera VascoLeonesa”: La Documentación para la Investigación : Homenaje a José Antonio Martín
Fuertes , Universidad de León, León, 200, Vol. II, p. 301-317.
5. GONZÁLEZ PEDRAZA, José Andrés, “Organización, defensa y conservación del
patrimonio en Hullera Vasco-Leonesa”: Actas de la Primera Sesión Científica sobre
Patrimonio Minero (Almadén, 21-22 de octubre de 1996), Universidad de Castilla-La
Mancha, Cuenca, 1997, p. 283-291.
6. GONZÁLEZ PEDRAZA, José Andrés, “Organización y difusión en archivos de
empresa”: Boletín de Anabad, nº 3, 2005, p. 49-75.
7. LOWENTHAL, David, ”El pasado es un país extraño” Akal, Madrid, 1998
8. SOCIEDAD ANÓNIMA HULLERA VASCO-LEONESA, “Historia del Pozo
Ibarra”. Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa, León, 1996.