gigantes_duendes final
Transcription
gigantes_duendes final
Gigantes, duendes y salvajes Agua Así soy yo Campo y campesinos Comida y recetas Conejo y Coyote Creencias, dolencias y remedios Cuentos de animales Cuentos de engaños, para hacer reír y fantásticos Gigantes, duendes y salvajes secretaría de educación pública Gigantes, duendes y salvajes Historias de cuevas, culebras y diablos Historias de espantos, seres que se transforman, tesoros escondidos y matrimonios engañosos Las comunidades. Fundación, historia, percances y festejos Maíz Oficios y ocupaciones Orígenes y dueños. Por qué son así algunas cosas De la cuna a la tumba en las comunidades del mundo y cómo otras suceden en el monte Refranes, adivinanzas, acertijos, trabalenguas, juegos y chistes Versos, arrullos y canciones De las cosas que se cuentan secretaría de educación pública Gigantes, duendes y salvajes Directorio Emilio Chuayffet Chemor Secretario de Educación Pública Alma Carolina Viggiano Austria Directora General del Consejo Nacional de Fomento Educativo Alejandro Verde López Director de Administración y Finanzas Martha Beatriz Rivera Fernández Directora de Educación Comunitaria e Inclusión Social Fernando Rojas Espinosa Director de Planeación y Evaluación Marco Antonio Mendoza Bustamante Director de Comunicación y Cultura Marco Antonio Hernández Martínez Director de Cooperación con Sociedad Civil y Organismos Internacionales Katy Villarreal Saucedo Directora de Asuntos Jurídicos Silvia Arleth Austria Escamilla Directora de Delegaciones y Concertación con el Sector Público Fernando Sánchez de Ita Titular del Órgano Interno de Control EL Consejo Nacional de Fomento Educativo agradece a Mauricio Gómez Morín y a Chac por la asesoría y dirección general de los talleres de plástica. Asimismo, reconoce la labor de Felipe Ugalde Alcántara, Alejandra Eugenia Gutiérrez Aldana, Lydia Andrea Gutiérrez Aldana, Roberto Martínez Martínez, Guillermina Aragón Rivas, Antonio Ramírez Intzin, Ana Patricia Martos Enciso, Carolina Hope Sánchez Mejorada, Sebastián Santis Gómez, Germán Ponciano Vargas e Isaac Hernández, coordinadores regionales de dichos talleres. También agradece la valiosa colaboración de María de Jesús Salazar Muro, Martha Fabiola Torres Muñoz, José Carmen Díaz Miguel, Ari Hida Pazos Macías, Germán Valdivia Pueyo, Rosa María Daffunchio, Virginia Tenorio Sil, Pascuala Sánchez Hernández, Jaime Robles Pineda, Francisco Javier Félix Valdez, Rocío Casariego, Héctor Solís, Feliciano de Jesús López, Antolín López Mendoza, Claudia Huitrón Acosta y Antonio Gil Zurita, por su participación en el proceso de investigación. Gigantes, duendes y salvajes De las cosas que se cuentan Gigantes, duendes y salvajes Edición Consejo Nacional de Fomento Educativo Adaptación Elisa Ramírez Castañeda Diseño Cynthia Valdespino Sierra Ximena Pérez Viveros Coordinación editorial Pedro Antonio López Salas Rodolfo A. Montes Martínez Primera edición (versión electrónica): 2013 D.R. © Consejo Nacional de Fomento Educativo Insurgentes Sur 421, edificio B, Conjunto Aristos, col. Hipódromo, CP 06100, México, D.F. www.conafe.gob.mx ISBN (Obra completa) 978-607-419-2260-5 ISBN 978-607-419-268-1 HECHO EN MÉXICO 12 De las cosas que se cuentan... 16 Tumü müja pün 17 El hombre grande 18 Tó gigant gaxh ló guiagc 19 El gigante cerca del río 20 Jun sk’oplal skawue muk’ 21 Un caballo gigante 22 Tsame komeke te’ tumü pü’ñoye’is nye 23 Cuento de un tirador 26 An biyal t’ilab a Dhali ani a Bo’ 27 El arreglador de la sierra 30 Tsikbal t’ann abulo’o 31 El gigante y sus ayudantes 36 Peka tzame tza’mapü’nixne’ 37 Cuento del salvaje 40 Pestüküsi 41 El monte de viejo 46 Ja’ay jëts mët ja paja’ayë 47 La persona y el salvaje 48 Chilobo yaj guiba’ nekti 49 El salvaje comedor de miel Índice 10 Presentación 52 Se sanil Xiuan Oso 53 El cuento de Juan Oso 54 So’o nduko chaneke 55 El hombre y los chaneques 56 Ayotochin tanaualuil 57 El armadillo embrujado 62 Wantu wanikan taskoyot 63 Los duendes que querían un niño 66 Ixmamatamej 67 Duendes 68 Nih mech puwilis seh kamanali tlen no chinanko 69 Duendes sombrerones 70 Mee sú naas 71 Chamaquito del camino 72 Yajwal te ch’en 73 Duende de la cueva 74 Xhá zijña bandá roo ne tin nguiu rápa yuzee 75 El sombrerote y el señor de las vacas 76 U tsiik bali ka túul mejen alux 77 Cuento de dos aluxes 78 K’aay alux k’at 79 Canción del duende chaparro, arux o duende kaa 80 Glosario 82 Índice de escritores 86 Listado de ilustradores Presentación Tu idioma es la casa de tu alma. Ahí viven tus padres y tus abuelos. En esa casa milenaria, hogar de tus recuerdos, permanece tu palabra. Jorge Miguel Cocom Pech, escritor maya Las historias surgen para ser contadas. Se cuenta lo que se ve o lo que otros han contado. Hacedores de las Palabras son eso: historias tramadas en el hilo del tiempo con palabras que tejen el testimonio escrito de un legado cuyo valor es incalculable. Los autores, los hacedores de las palabras, son niños indígenas de diversas regiones del país que, en sus lenguas, cuentan y con ello conservan la herencia cultural que poseen: lo que viven, saben y ven. La serie Hacedores de las Palabras consta de 18 títulos, cuyos temas son las fiestas, los trabajos, los animales, las leyendas, frases y refranes conocidos en diversas comunidades del país. Los más de quinientos textos contenidos en estos libros fueron seleccionados en dos concursos que el Consejo Nacional de Fomento Educativo promovió para reunir las voces de niños hablantes de alguna lengua originaria: náhuatl, kiliwa, maya, chol, rarámuri, zapoteco, tzotzil, mixteco, etcétera. Cada obra refleja, en la heterogeneidad de sus lenguas, formas afines de interpretar el mundo. Después de once años de su primera publicación, el Consejo ofrece ahora (2012) una segunda edición de la serie para continuar el reconocimiento a este invaluable trabajo. Como en la primera, se respetaron las formas de expresión escrita que los hablantes originarios de las lenguas indígenas consideraron adecuadas, así como las traducciones al español llevadas a cabo, casi todas, por ellos mismos. Las ilustraciones que acompañan los textos surgieron de los talleres de plástica organizados expresamente para la primera edición de este material. Sirva, pues, Hacedores de las Palabras como homenaje a todos los mexicanos poseedores de la riqueza de una lengua originaria. 11 Gigantes, duendes y salvajes De las cosas que se cuentan… Los gigantes y los “salvajos”, como los llaman en la Mixteca, son distintos a nosotros por su tamaño y por sus costumbres. Son silvestres, de monte, de bosque, alejados de las comunidades y de la civilización. Hacen cosas que la gente no hace: son caníbales, comen carne cruda y parecen más cercanos a los animales que a las personas. Los duendes, sombrerones y chaneques, en cambio, aunque también asustan, son menos malvados. A veces, pueden ser juguetones y hasta buenos amigos. Su tamañito los hace menos peligrosos. El contacto con todos estos seres casi siempre daña a los humanos. Sus cuevas y casas se parecen un poco a las de los diablos. Cuando se acercan al hombre, son algo torpes e ingenuos: ellos tampoco saben cómo comportarse y allí es cuando pierden. Se les derrota mucho más a través de la astucia que mediante la fuerza. 16 Tumü müja pün Zoque Hacedores de las Palabras Tumnaka tiju tumü müja pün üs kumguy’ üjmü nomang’u kashitam’ yüti te’ tuwitam’ wüjyajpa inük y ñü küs jan ña’tsa yaju te’ tüktam’ te’ pünistam’ ñachaju poyaju tsa’majmo yüti hamyajpa junchek myingue’ tu jandiya’a küpan, mannba yajka’ jayu mumutambü pün. Un día había un hombre grande en un pueblo. Se llevó ganados, marranos y los perros ladraban. Con sus pies acababa las casas. Los hombres le tuvieron miedo y huyeron al monte. Ahora dicen: “¿Cuándo va a regresar?” Yo creo que nunca. A todos los animales los mató; también a los hombres. 17 El hombre grande Gigantes, duendes y salvajes 18 Zapoteco de Guevea Tó gigant gaxh ló guiagc Hacedores de las Palabras To tze to xhigul ni leé Liopold brume de xhiriume no to tze same gaxz de to guiagc bueme to gigan ni rap to sombrer niró no despues gnime xhigul liopold rame le: —¿Bia ga soy? ¿Gagasá? Nesi ra leme embeti tacu 10 gias me no din deme ñas en dedi xhigul liopold bixieme e xital ba xac neme ñupgiatn per su gigant pe sume por griop lad su gigat biac son par nitme no ubre some pensar son gatia por niba dineme erdedia no bere giome 70 gias no gusiome dobme no bere nit 10 me ure e e gag ha la sah dindada no sa me shimdad me no nuc dixime rame miñ bia gucme miñrayeme ba di say wue dede enton la badi er dedi me bue por glangisme no erio ba gatime per diniexime leme nosia. Había una vez un señor que se llamaba Leopoldo; salió de su casa. Cuando caminó hasta llegar cerca de un río vio a un gigante que tenía un sombrero grande y después le habló el señor Leopoldo, le dijo: —¿Qué haces? ¿Te estás bañando? Pero el gigante no le contestó nada. El señor Leopoldo se asustó. Poco a poco el gigante le tapó el paso y no quería que pasara. El señor Leopoldo se asustó mucho, no sabía qué hacer. Él se quería regresar, pero estaba el gigante, por los dos lados estaba el gigante. Entonces se dijo: —¿Cómo haré para que desaparezca? —pensó: “creo que me voy a morir porque ya no me deja pasar, quiero pasar pero no puedo”. Entonces sacó un cigarro y empezó a fumar. El gigante se desapareció; pasó. Se dijo: “eso debería haber hecho, entonces yo me voy a mi mandado”. Se fue a su mandado, llegó, le contó a la gente. Le dijeron: —Ya no vas a ir por ahí. Desde entonces ya no pasa por ahí, porque se enfermó y parecía que iba a morir; pero no murió, vive hasta ahora. 19 El gigante cerca del río Gigantes, duendes y salvajes 20 Tzeltal Jun sk’oplal skawue muk’ Hacedores de las Palabras Ta na mey tel ay jun skawue te ja’ sbislejal la juneb metro tas nat’lejal yax’ wil toyol ja te yajwalej xiw nax k’alal layil tex wil tes skawue bai anemal ta jun witz yak’ koel tes skawue la yalbey te winike biti yax wilat moyuk a xik’ las jak’bey tes skawue kunik banti las snojbesonik ta wilel jich bajt’ik’ ta beel la yal tes skawue teme k’ootik’e le banti witz yax jilat ya a nak’ a ba tas pat jun ton jich mayilatik’ joon yajkalbey ki’k’otel joy teme yaj cawtaat yax baat y k’otik’ jil nakal ybat’ tes skawue y bayay awun tes skawue bat’ te winik’e jam tes tinail witze och beel te winike layal te winike banti ayat layal le ayonto layalte ik’ak’ir jaat ya’a k’an a’nop wilel biti a skawue yak layal te winike lek ay tal jun wakax te meyaam te wakaxe yaxtak’ix xwilat layal te wakaxe ja te winike la yich’ te stuk’ las t’omes tasjol y laj te wakaxe taora jich las nop wilel te winike y la yal te winike juix ku’un yas tak’ix xwilon jun yotanik bajtik k’otik’ tas naik y layal te winike bitil yaj noptik wilel yas tak’ xbotik ta yan k’inal bajtik tawilel. Hace mucho tiempo había un ca- ballo que medía diez metros de largo, volaba muy alto. El dueño se asustó cuando vio volar a su caballo. Se fue hasta un cerro, iba bajando su caballo. Le dijo el señor: —¿Cómo vuelas si no tienes alas? Contestó el caballo: —Vamos adonde me enseñaron a volar. Y se fueron caminando. Dijo el caballo: —Si llegamos a aquel cerro te quedás escondido detrás de una piedra para que no te vean y yo les diré que traigo a un amigo. Si yo te grito te acercás. Y llegaron, se quedó escondido el dueño y se fue el caballo. Pronto gri- tó el caballo. Fue el señor, se abrió la puerta del cerro, entró el señor y dijo: —¿Dónde estás? —Aquí estoy. Le dijeron los lobos de la oscuridad: —¿Tú querés aprender a volar como tu caballo? —Claro que sí —dijo el señor. —Está bien —y vino un toro—. Si matás a este toro ya podrás volar. —Está bien —dijo el señor. Traía una pistola y le disparó en la mera cabeza. Cayó el toro, murió rápido. Y así aprendió a volar el señor, y dijo: —Ya gané, ya puedo irme de aquí —y se fueron volando muy contentos, llegaron a su casa y dijo el señor: —Mientras que ya sepamos volar, podemos viajar adonde quiera. ¡Y se fueron volando! 21 Un caballo gigante Gigantes, duendes y salvajes 22 Zoque Tsame komeke te’ tumü pü’ñoye’is nye Hacedores de las Palabras Ituna’ tumü püt pü’Gopyapü’na, nyü’ijtüna’ tumü yyomo. Te’ püt makana’ tumtumjama te’ tsa’momo, nyümapya’na te’ yyomo wü’kü’na jyo’ka tyükomo, mate’ nene’ te kutkuy. Te’ pü’nis jina pya’re nityü te’ yyo’mo je’nena korajkapa ji nyene’ akü nityü. Ji’ma nüwü te’ yomo’: —Ka’ mi ji’mpa’re nityü, yüty ma’ me’tse ütsi te’ kutkuy. Te’ yomo’is pya’tu tumü santya nipi’. Tyükü wü’kü nyena tyükomo, nyümayu te jyaya: —Wü’ku ku’rü’, te’ püt kasüju pya’tu’akü te’ kü’tkuy, te’ pü’nis kyüme’tsu te’ yyomo: —¿Mitsi jutsye pa’tü te’ tüp? Te’ yomo’is iyaktsoku: —Wü’kü kena’ ütsi patpatsi te’ ku’tkuy. Eyapü jama putkeru te’ yomo y ja’ wyiru’üm te’ tyükomo, te’ yomo’is pya’tu te’ santyakomy, te’ santyakomy müjapüGtena. Te’ müjapünis nyujmayu te’ yomo: —¿Mijtsi’ ti’yapü ne mitu tü nu’jme üj sandyanipy. Te’ yomo’is ja’ tsyamü nitiyü, te’ püt yeGupü’ina jene’na iyatsokoy’; nyujku te’ yomo y ya’yi nyümaku te’ tyüjkomo wü’kü aGka’mü. Te pu’Goyepüt maya’renu porke ji’namna ne wiru’u te yyomo, y nu’ku tumü kopün te nyümayajpapü tsa’mayoya y maku kyüme’tse te ti’yapü’na ne myaya’u. Te’ pu’Goyepü’nis aktzoku. —Ne’ maya’u porke nu’jmayaju üj yomo, —nyüjmayu te tsa’mayoya— üj yomo nu’jmayu’tsi te püt ye’Gpbü’is. Te’ tsa’mayoya’is nyüjmayute püt: —Oyo myaya’u üjtsi maka mij’ kotsowe koka mi nüputje mij yomo, pero te tsa’mayoya ja musu kyotsowa. Y te’ yi nu’ku tumü tsoGkoya y maka kyümejtse te püt tikoraya ne’ina: myaya’u. Te’ pu’Goye’is iyaktsoku: —¿Mij tikoroya mita tü küme’tsa ka ne maya’u? Porke nujmaya’u üj yomo, te tsoGkoya’is nümayu: —Uy myaya’u üjtsi maka mij kotsowe maka mij nüpujte mij yomo. Había un hombre que era tirador, tenía una esposa. El hombre iba diario al monte y le decía a su esposa que lo esperara en su casa, porque iba a traer comida. No encontraba nada y su esposa se enojaba mucho porque no traía nada. Y después dijo la señora: —Si tú no encuentras nada, ahora yo voy a buscar la comida. Y ella sí encontró una cosecha de sandía. La cortó, la trajo a su casa y le dijo a su esposo: —Para que lo comas. El señor se alegró porque ella sí encontró comida y el señor tirador le preguntó a su mujer: —¿Y tú cómo encontraste esta fruta? La señora contestó: —Ya ves cómo yo sí encuentro comida. Al otro día salió la señora y ya no regresó a su casa, porque allá la encontró un dueño de la sandía, porque el dueño era el gigante. Y el gigante le dijo a la señora: —¿Y tú por qué vienes a robarme mi sandía? La señora no contestó ni una palabra, pero el gigante era malo: agarró a la señora y la llevó hasta su casa para encerrarla. El tirador ya estaba triste porque no regresaba su mujer, y llegó un animal que se llama cochimonte y fue a preguntarle por qué estaba triste. El tirador contestó: —Estoy triste porque me robaron mi mujer —le dijo al cochimonte—. A mi mujer se la robó el gigante. El cochimonte le dijo: —No te preocupes, tirador, yo voy a sacar a tu mujer –y no la pudo sacar. Llegó un conejito. Le fue a preguntar también al tirador por qué está triste. El tirador le dijo: —¿Tú por qué me vienes a preguntar por qué estoy triste? Porque me robaron mi mujer. El conejito le dijo al tirador: —No te preocupes, yo voy a sacar tu mujer. 23 Cuento de un tirador Gigantes, duendes y salvajes 24 Hacedores de las Palabras —¿Mijtsi tsoGkoya? Ji’ mujsi tü kotsowa porke yüki oyum tumü mas müjapü tsa’mayoya y ja mujsü kotsowa. Pero te’ koya’is ny’ümayu te püt: Wükü mye’tsa nü’pin y usyan waye. Y te koya’is maku nyüjme te kotsüjpüt. ¿Mijtsi nujmjayu te pü’nis yyomo? Y te kotsüjkpüt nyajayu: —Yü’ki müjtoya —y te’ kotsüjkpüt kora’aju y kijpitso’ tsuajute koyajiG. Kotsüjpüt jyu’tspa’ina te koya, pero ji’na pyüki porke tüjptenpa’ina y te koya yatsisute nyü’pin te kotsüjkpüt y tey nyüpujtu te pu’nopyapü’is yyomo. Y yü’ki ko’yaju te’ tsamekomeke. Gigantes, duendes y salvajes —¿Tú, conejito? No sirve de nada que vayas a sacar a mi mujer, porque aquí ya llegó un animal más grande que tú y no la pudo sacar. Pero el conejito le dijo: —Consígueme un poco de sangre y un poco de masa. Y el conejito fue a decirle al gigante: —¿Que tú le robaste su mujer al tirador? 25 Y el gigante contestó: —Sí, aquí la tengo. El gigante se enojó y empezó a pelear con el conejito. Lo estaba punzando con su palo, pero no agarraba al conejito: brincaba y brincaba y no lo agarraba. Y el conejito lo bañó todo con esa sangre de masa y sacó a la mujer del tirador y aquí terminó este cuento. 26 Tének An biyal t’ilab a Dhali ani a Bo’ Hacedores de las Palabras Tam ti biyalak k’wajatak tsab i inik xuj bij yabak ta Dhali ani jun ta Bo’, nixe xi tsab i inik u dhakumak k’al an ts’en, patal a k’ichaj nixe xi tsab inik u dhakumak ani yab ú koyolak, pó, tokot jun xi wat’adh u t’ojnal kom a Dhali wat’adh t’odhoy lidh yab in lej ejtowal ti t’ojnal kom in le’ walim ti lots’lil. Tamna’ xi jun a Bo’ lej wat’adh it’ixbets ti toj’nal kom ja’ tokot kwetem u toj’nal kom a Dhali yab in lej tolmiyal po belits nixe xi tsab inik yabak u koyol, chudhel ani chudhel patal a k’ichaj u t’ojnal ani tam ka chudhey pakukul an ts’en ti ku’jatak, antsana’ in t’ajalak abal kin tek’medha an ts’en ani tam ka chudhey xandho’ a ts’en, kom tam ka chudheyits u t’ojnalits ani tam ka wakle’ an ts’en in ts’atbal ma ti k’ailal. Tam nixe xi tsab inik u tamat konoxchik, tamna’a Dhali in uluw abal jitaits tu pakwchal, tam na tan ti chudhey in tse’jka junil an ts’en junil in ts’atba’ ma ti k’aylal ani tam ti wakle k’alekchij ti koyol ani tam ti akle tam na al nixe xi jolat’talab yaba’ pakwchiw in ts’enil, tokot aichin ka wayits lej’ alwa’ ani tam ti pa’iy an k’onelek tin ts’enil, a Dhali ani Bo’. An k’onelek k’alej junti kwatsachik ani jaja’ in chi’dhalak junakej i t’oknal, tamna’ ti uthey ju’ ta’ ti kwatak nixe xi tsab lom inik, ani dhayana ok’oka Bo’, taley dhayana a Dhali ani baliyat ti t’oknal, tokot a Dhali yab u lej wayalak tokot in t’ajalk’i, ani kitina’ k’al an uxkue ani ne’dha chik ani uldha’ ma tin chumtal an ts’en tam kadhanits, o kok a Dhali, kom En aquel tiempo vivían dos señores: Bo’ y Dhalí. Los dos se dedicaban a arreglar las sierras. Trabajaban para arreglar las sierras todos los días. Dhalí tenía mucha sarna, de noche no podía dormir por la picazón de la sarna. El otro, Bo’, dormía demasiado. Dhalí se aburría y el otro seguía trabajando en la construcción de las sierras. Trabajaban todo el día, y por la tarde la sierra llegaba hasta el cielo. Pero, cuando amanecía, todo estaba derrumbado. Dijo Dhalí: —¿Qué sería bueno que hiciera yo para que Bo’ deje de construir la sierra? Donde deja la sierra construida, todo le desbaraña el señor lastimado. Ahora tengo que dormir mucho —porque él no había dormido, por la sarna. Se hizo de noche. Bo’ y Dhalí se acostaron a dormir. Pero Dhalí no dormía, nada más hacía como que dormía. Bo’ dormía de verdad, porque ese día había trabajado demasiado en la construcción de la sierra. Llegó la señora que comía personas, traía una canastilla. Levantó a Bo’ y a Dhalí con mucha facilidad. Dhalí vio cuando levantaba al otro y también escuchó cuando lo carga- 27 El arreglador de la sierra Gigantes, duendes y salvajes 28 Hacedores de las Palabras jatsak axi kwatak eb’lim, taley kadha’ a Bo’, po kom o Bo’ wat’adh ti wayma’ yab janto’ in ats’a a Dhali in ats’a kom jaja’ ayb lej kuayalak tokot in t’ajalki, po yab chubax, tamna an ux kue ko’nelek in kuats’ ba’ ti tsabal ani in t’ajana in mapuw an wi’leb, ani tam ti chudhey a Dhali ani Bo’, ts’ayits, ani in met’ey abal kwatak lej t’e’kat’ juta ti kwajatak ani jik’ey kom yab in exlalak jan t’odh ti neetsak ka paiy ani te’ pinits, tam ti dhajanits ani chich an lakuntu ani in konoy janto’dh in leak, tam in t’oktsiy a Bo’: —Wawa tu dhajay kom i le tu ucha abal max ka ejtow ka po k’ow an ts’en, tam ti tok’tsin a lakuntú: —Ibaj ne ku ejtow ku pok’ow an ts’en kom nana u lo’wal an te’, tam nixe xi tsab inik juniliki’ dhajan, ani ulits an yejtse’ mamlab, axi uxnalak ti ox akan ani yajetsiki, konchin i alwatalab abal kin poko’w an tsen ani jajá in uluw: —Abal neetsak kin t’aja, ani k’upul ti k’alej an ts’en, ani tokot pejechjik ti jilkon, ani junilikij dhajan kom jilko’nits lej walki’ ani tam chich an tsapik inik, ani uchan jaye, abal jaja in leakajak ka pa’ba,’ ani tam tok’tsin nixe xi tsab inik —Ne’ets tu pa’bachik po in yejenchal kit t’ikon nana’ neku puliy u kux, tam kit t’ikon, tokot uleje ka ta’ja junchik ani junchik, po kom a Bo’ ani a Dhali in tsejnalak ka jilk’on kuetem, t’ikonchik tsab lom tin kux an tsapik inik ani ni pejanchij in kux, po nixe xi inik pelak an bat’aw axi xo i tsu’utal in kux pulil, kom pejanchat in kux ani wilkon ti bat’aw. Ani xo an tsen axi tsu’tal pejechik xi kuajatak ma ti eb ani pokuat’, jats xi xo i exlal ti t‘idhoch tsen, jats an este, ani an ts’amal tsen, el oeste, ani an ts’en xi jilk’on ti pulik tsen, sur, ani an tsalel jats an norte, ani nixe xi tsab inik in jila ti tsejkom ts’en, jaw in t’aja, xe’tsin ti belelelchik abal kin aliy jant’odh kin k’apuju, ani tam ti oweyits tam ta’ k’ibets, ani teje ti talel an biyal. Gigantes, duendes y salvajes ba a él con todo y canastilla. Los dejó en medio de la sierra. Salió la señora lastimada y cerró la puerta, se fue. Cuando amaneció, los dos se levantaron y Bo’ preguntó: —¿Quién nos trajo aquí? El otro contestó, diciendo lo mismo: —¿Quién nos trajo aquí? —¡Quién sabe! Se preocuparon mucho porque no sabían cómo bajar. Empezaron a gritar. Llegó el pájaro carpintero y les preguntó qué se les ofrecía, Bo’ le contestó: —Queremos preguntarte si puedes derrumbar el cerro. Y el pájaro carpintero contestó: —No puedo, porque sólo sé picar árboles. Luego se fue. Entonces los hombres volvieron a gritar, y se presentó el señor de los truenos. Le dijeron: —Queremos que derrumbes el cerro. Y cuando tronó, el cerro se derrumbó. Quedaron partes altas y bajas. Bo’ y Dhalí quedaron en una parte alta. Entonces llegó un hombre fuerte que les preguntó si se les ofrecía algo. Le dijeron: 29 —Te queremos decir que si nos puedes bajar. Él les contestó: —Sí, sí puedo. Sólo les voy a pedir que brinquen sobre mi espalda. La voy a hacer en forma de arco. Pero Bo’ y Dhalí tuvieron miedo de que alguno de ellos quedara solo, y brincaron al mismo tiempo sobre la espalda del hombre. Como pesaban mucho, le fracturaron la espalda. El hombre era en realidad un armadillo. Por eso ahora vemos al armadillo muy jorobado. Y así también es como los montes quedaron convertidos en pequeñas y grandes sierras, porque el señor trueno las formó con su estruendo, también las separó, formando lo que hasta hoy conocemos como Sierra Madre Oriental y Sierra Madre Occidental, y las del norte y las del sur. Desde entonces, Dhalí y Bo’ dejaron de construir sierras. Se asustaron mucho y se fueron a vagar por la tierra, buscando algo para comer y sobrevivir. Cuando envejecieron, murieron. Y aquí termina la leyenda. 30 Tsikbal t’ann abulo’o Maya Hacedores de las Palabras Ka’ yanchaj juntúul nojoch máak chumuk jigante yaan junp’eel x-k’upet ti’ junp’ee teene ka’ naak ti’ u p’ée che’ cheen ka’ tu yu’uba u ta’ana un tu ba’ax yaaj u ta’abal u baakel le ba’alche’o’obo’ le jigante tuno ka’ tu yilaj u tiip’il juntúul ch’omak, ka’ k’uch tune’ ka’ tu yuk’a ja’ te’ jaltuno le jigante t’a’an tumen le ch’omako’ ¿ba’an ka meetik te’lo? tin ch’úuk tik bak’ taaken in antech ti a kinsej, ma’lob ko’ten túun, ka’ binij chen ka’ tu yu’bo’obe’ u je’ek ka’ tu yilo’ob u tiip’i juntúul kuuts, je’le ba’k’o’ mix bak’i chen k’u’k’un ka tu yuk’aj ja’, ka binej kuutso’. Chen ka’ tu yu’bo’obe’ u péek u jeel jele bak’o, ku ya’ik le ch’omako ku ya’ke le jiganteo’ chen k’ewel, ka’ k’uche’ka tu yuk’a ja’ ka’ binij, ka’ tu yu’bo’obe’ u pe’ek ka’ tu yilo’ob u tiip’il ku yike’ juntuul kitan ya’ke ch’omako, jele bak’o ku ya’ak le jiganteo’ chen tso’ots, ka tu yuk’a ja ka binij ka’ tu yubo’obe’ ku pe’ek k’a’ax ka’ tu yilo’ob u tiip’il juntúul waakax ya’ak le jiganteo’ lelo’ jach yaan bak’ ti’, kenin pulinbae ka payik tu nej, ma’lob tun, ki le ch’omako ka’ tu puluba le jiganteo’ tu che’il u kaal kuli le ch’omako ka’ tu puluba tu nej le wakxo. Le wakxo’ tu yu’ubaj yaan ba’aj tu nej ka’ tu sanche’taj ti junp’eel ts’áak lubij, wakxo’ ku yike’ ti’ lecha’an té k’i’ xo’ ninich’ u kooj ku ya’ak le jiganteo’, ta tukla ta an in che’ej ku yike’ mun t’aan le ch’omako’ ka’ tu lonche’ta ka lubij ku yike’ chen sak kimen, ma’ tan u che’ji’ ka’ tu kuxkintaj, ko’ox pekse bak’o’ ya’ak le jiganteo’ ka’ k’uch yiknal le wakxo’ ka’ jup u p’e’so’ob, ta’aytak u ts’o’okol u p’e’esko’be ka’ taal juntúul uk’ ku ya’ake’ ¿ba’an ka meetke’ex te’lo’ man? ma a wojlaé tin p’e’esko’on bak’, ku ya’ak le chan uko’ a sik tene’, chen ba’ale’ min jaantik bak’ chen k’i’ik ma’lob tun ko’ten ka’ bin. Tun chen ka’ tu yilo’ob u tiip’il juntúul u yuumi subin chan sinik ¿ba’an ka meetke’ex te’lo’ man? ma a wojlae’ tin p’e’esko’on bak’ a sike’ex tene’ ka’ taaken ma’lob ko’ten bukaa bina juanti’ chan chichnech chen ka’tu yilo’bu tiipil juntu chan áak ¿báan ka meetke’ex te’lo’ man? ma a wojlae’ tin pe’eskoón bak’, a chan sike’ex tene’ bix ma’ ko’ten chen Había un gran hombre, medio gi- gante. Y ese gigante tenía su cuchillo grande. Un día se subió a un árbol a cazar y escuchó que decían: —Duele cuando ensucias el hueso de todos los animales. El gigante vio que era un zorro el que hablaba. El zorro bebió agua en la sarteneja y luego preguntó: —¿Qué haces allí, amigo gigante? —Estoy cazando. —Te vengo a ayudar a cazar. —Vente, tú te pones en el tronco del árbol y cuando veas que se mueve algo, me avisas. Y escucharon que se movía algo. Vieron venir a un pavo de monte. Dijo el zorro: —Ahí está tu carne. —Eso no es para comer, es pura pluma —dijo el gigante. Tomó agua el pavo del monte y se fue. Vieron que se movía algo de nuevo y vieron venir a un jabalí. —Ahí viene tu carne —dijo el zorro. —Eso no es carne, sólo pelos — contestó el gigante. El jabalí tomó agua de la sarteneja y se fue. De nuevo el zorro vio algo que se movía, vio venir al venado y dijo: —Ahí viene tu carne. —Eso no es carne, es puro cuero. El venado tomó agua en la sarteneja y se fue de allí. De pronto de nuevo algo se movía, pero ni el zorro ni el gigante estaban atentos. Vieron venir un ganado. —Ahí está tu carne. —Eso sí es carne —dijo el gigante. El gigante le dijo al zorro: —Yo me tiro a su garganta y tú lo toreas por la cola. Se tiró primero el gigante y después el zorro se colgó de la cola. Cuando sintió que tenía algo en la cola, el ganado le dio una patada al zorro y lo aventó como a veinte metros. El zorro fue a parar a una mata de espinas. 31 El gigante y sus ayudantes Gigantes, duendes y salvajes 32 Hacedores de las Palabras ka’ tu yilo’ob u tiip’le un tu chak mo’ol ¿ba’an ka meetke’ex te’lo’ man? a wojlae’ tin pe’eskóon bak’, a chan sike’ex tene’ ka taaken chen ka’ tu yu’bóobé u tiiple un tu koj ¿ba’an ka meetke’ex te’lo’ man? ma a wojlae tin pe’esko’on bak’, a chan sikéex tene’ ka’ taaken in ante’ex ma’lob ko’ten ka’ jupóob jaanal tu laklo’ob ts’o’kol u laj jaanlo’obe’ ma’ ya’ab p’aati’ ku ya’ak le jiganteo’, yaan jun p’éel in naay te’lo’ ko’ne’xi’. Ka’ bino’ob tu laklilo’ob ka’ k’ucho’ob tuni’ yaanal nojoch sajka’, ti’ u taaly eo’ch’e’entale’ tu laj jaanto’ob le bak’o tu sastabilé ka a’la’ti’e chan u’ok uk’o’ ka’ xiik ts’oon, ka’ jok’i ka’ bin yaanal kaax ka’ k’uch ti’ junp’ee’l jaltun ku yike’ jach suuk ba’alche’i’, yaan unp’éel k’aax tu joole jaltuno’ ka’ na’ak te’ k’a’ax tuno’ chen ka’ tu yu’be’ tun taaj ka’ tu yilaj u tiip’i juntúu ke’ej ka’ tu yilaj u nats’al te jaltuno’, ku ya’ke uk’eni’ uk’eni’ uk’eni’. Ku ya’ak le keejo’ tun ya’ik kin uk’ej ka’ in uk’ej pa’tej uchu bin yete le uk’o ich u nak ka’ k’uch ich u puk’si’kal ka’ jup u net’e le keejo’ ka’ tu yu’ba tan u net’a’a u puksi’k’ale’ ka’ man u yaalka’ taan u p’up’uchkubaj te’ lu’mo’, ku ya’ke’ chan uk’ ch’een u p’eek, ka’ jok’i ku yike’ ts’o’ok u kimij bix tun kin in bisej yaan in bin in wa’ti min beytaj in bisik te’ jiganteo’ ka’ binij ka’ k’uch tu’ux yaan le jiganteo’ ka’ tu ya’laj ts’onajen min beytaj in taasik ka’ tu ya’le’ nojoch jiganteo’ bix kin in oojet wa jaaj ts’oonajech keyejta taaj chichnech xena wilej koj yeetel chakmo’ol ka’ bino’ob ka’ k’ucho’be’ ku yiko’be’ jach jaaj bix ucha ts’onik chan uk’ jach chichnech, jech yakech ket to’on ku ya’ak le chakmo’ol, yax kuchej k’oj ka’ a k’us chumuk beje’ kin ch’a’ik tech ma’lob túun, ka’ Gigantes, duendes y salvajes Cuando el gigante no vio al zorro lo comenzó a buscar y lo encontró en la mata de espinas. De la patada que le dio el ganado, le abrió la boca y los dientes al zorro. —¿De qué te ríes? —le preguntó el gigante. El zorro no hablaba. El gigante puso una madera para que bajara y se cayó. El zorro no se estaba riendo, se estaba muriendo de la patada que le dio el animal. De pronto les habló un piojo. —¿Qué hacen allí, mama? —Estamos pelando carne. —Si me invitan les ayudo a pelar. Después, no me dan carne, sólo me regalan un poco de sangre. Y entonces dijo una hormiga: —¿Qué hacen allí, ma? —Pelando carne —dijo el gigante. —Les ayudo. —Vente. ¡Cuánto habrías de comer, si eres tan pequeña! De pronto habló una tortuga: —¿Qué están haciendo, ma? 33 —¿No ves que estamos pelando carne? —Si me invitan, les ayudo a pelar. —Vente, entonces. De pronto vieron venir a un tigre. —¿Qué hacen allí, mamá? —Estamos pelando carne. —Si me invitan, les ayudo a pelarla. —Vente entonces —dijo el gigante—. Vamos a comerlo. Todos los invitados comieron y el gigante les dijo: —Vamos a tomar agua aquí cerca, en la sarteneja. Y también los invitó a su cueva. Cuando amaneció comieron toda la carne. Al día siguiente mandaron al piojo a cazar. El piojo salió y llegó a donde está una sarteneja y vio que los animales estaban acostumbrados a llegar allí. Viendo a un venado, el piojo le dijo: —Tómame, tómame. Al escucharlo, el venado tomó el agua, hasta con el piojo. El piojo le empezó a co- 34 Hacedores de las Palabras k’ucho’ob chuumuke’ bejo ka’ tu pik chintaj ka’ tu kuchaj le chak mo’ol’ k’ujsa’aj tuux yaan jiganteo’ bix ucha kinsik chan uk’ si jach chich nech ma a wojlaé ooken ich u nak’ le keejo’ ka’ jupen in jaantu puk’si’k’al beeyte’ex ma’ta ts’one’ex mix ba’lo pin kinske’ex kin jaante’ex ka janta’a koj, chakmo’ol, áak yetel sinik, ka’ ts’o’oke’ ka’ jaanta’bo’ob tumen jiganteo’ yetel chan uk’, uchu jaanko’ob tulakal le ba’al che’o’obo’ ka’ tu’ ka’ chajo’ob, ka’ kin yaax uk’, le jiganteo’ tu ts’aa waach’ ti’yetel ch’ot nak’: ti’ tan u p’up’uchkuba te lu’mo’ ka’ kimij ka’ maanen tu jolu yotoche’ ti’ peka’ni’. Gigantes, duendes y salvajes mer el corazón y el venado se estaba muriendo, aporreando el suelo. El venado se murió, pero el piojo no lo pudo llevar. Fue a decirle al gigante que no lo podía traer. —¿Cómo te voy a creer si eres tan pequeño? El gigante mandó al tigre, y cuando el tigre llegó vio que era cierto. —Eres muy listo —dijo el tigrillo. —Cárgalo tú primero, la mitad del camino —le dijo el tigre al tigrillo. Y el tigrillo lo cargó y se lo llevaron al gigante. —¿Cómo lo mataste? —le preguntó el gigante al piojo. —Es que me metí adentro de su barriga —contestó el piojo. Luego el gigante mató al tigrillo, al tigre, al zorro, a la tortuga y a la hormiga. De tanto comer se pasmaron. Primero se murió el piojo. También el gigante se pasmó. Le dio cólico y se revolcaba en el suelo. Se murió. Y cuando pasé delante de su casa, allí estaban tirados. 35 36 Zoque Peka tzame tza’mapü’nixne’ Hacedores de las Palabras Tum naka metza yomo’is ne’na wixaju süjk, pero tüjküyu te’ tzayi’ mituangkü’ tzayi’anümi’ ügtzü’yaju te tza’ma’omu ijtubü tüjkomo. Myejtch’ kü’yi’ paviñomo ra’mde’na,’ tumübü’is ne ma’na ñitzüjku wü’ku ñü iiyü wyidgotzüjk, komo ne’na mya ya’u, wyejadxo’tzu te’ wyidgotzüjk, ñujmabia’na. —Minü’ atzi, minü’ atz, minü’ atzi. Tü’kañaka wyejayu, y teje ñümayu, porke te’ paviñomo’stam teje’na ñuGüyaj ju wü’kü ñüjmayaü te’ widgotzüjko. Nema’na wejaGejayu te’ paviñomo’is, tejeGomo we’ju tu’kañaka müsxkutyan te’ ye’Gubü kotzüjkumo y te tzyützü’is ñüjmayu. —Jiküwee ji’nde mi atzi’ijñe’ Y te ne wejayu bü’isna nümba’na que iatzi’is sun de’ wyee. —Pero ji’nde’na iatzi, te tza’mabünde’na, tü’kañaka agdzoGoyu te’ ichi’ y numba’na’. —Jüpa, jüpa, jüpa Astake nu’ku jurü ijtya jumüna te’ paviñomoram, komo te’ istam tyüjkyaju’mna te ane yawaxüjpü tzi’yaju wü’ku kyura’na’ pero te’is’ ji’na kyu’tyo’e. Te’ paviñomo’is chtz’itzo’tzu kyenta ke ji’nungde’na’ te’ tyüwa’ is iatzi, jiGuma wi’kdxotzu te anetzüki, pero tumna’ komora’mna kyu’tpa te enterubü’ anetzüki. Yaju te ku’tkuy y asta’ kyü’su te ane’is waka y te tzika müjabü’, tzi’tzo’tzu kyenta, ke ji’nuGde’na te’ tyünü’is wyidgotzujk ka te tza’mabünde’na’, te widgotzujkis wi’nujkpajkisnde’na kyene ñü ijtayu an’mü’ judxe ne kyu’tu, ne tzü’tpü’u te anetzüky myüja’se. Mij widgotüjk ji’ kyu’ri te’se. Ni ja tzüjka kuenda te dzamabiabü. Te’ tza’mabü’nis kyejayu wü’ku mye’tza awajty jye’n me’tzadxotzu. Ja’ñü irü’na awajt, sundu’na ñü ijtu. Tüjküyu te tzu’ y maku ükyae. Te paviñomo’ ki’mu te kudxsisomo wü’kü iüwü te tza’mabüjnin y te eyabü tzü’yu najsomo’. Te paviñomo tzü’yubü nasomo myanu ju’dxena mü’nba nü’bin, nü’se o ijuribü ne dxepuse y tza’mabüt nümba’na. Una vez dos señoritas estaban arrancan- do frijoles, pero les entró la tarde y, como ya había entrado la tarde, se quedaron a dormir en la casa que tenían en la montaña. Las dos eran solteras, una apenas comenzaba el noviazgo y como estaba muy triste, comenzó a llamar a su novio diciéndole: —Ven hermano, ven hermano, ven hermano. Tres veces lo llamó, y le dijo así porque las muchachas acostumbraban decirle “hermano” a sus novios. Apenas terminó de llamarlo la muchacha, cuando escuchó tres gritos muy feos en un cerro alto y la otra le dijo: —Ese grito no es de tu hermano. Y la que lo estaba llamando decía que sí era el grito de su hermano. Pero no era su hermano, sino un salvaje. Tres veces respondió el salvaje diciendo: —Jüpa, jüpa, jüpa. Por fin llegó a la casa donde estaban las muchachas, pero como ellas ya habían preparado tamalitos de frijol tierno le dieron para que comiera, pero él no los quería. La otra muchacha comenzó a darse cuenta de que no era el novio de su com- pañera, y después se dedicó a comer tamales, pero de un solo bocado comía los tamales enteros. Se terminó la comida y hasta se comió el canasto de tortillas y la olla entera. Empezó a darse cuenta por eso de que no era el novio de su compañera, sino un salvaje transformado igual que el novio y le dijo: —Mirá cómo está comiendo, se está tragando los tamalitos enteros. Y tu novio no come así. Pero la otra no hizo caso a lo que le decía. El salvaje le pidió que le buscara piojos y lo empezó a espulgar. No tenía piojos, sino gusanos. Entró la noche y se fueron a dormir. La muchacha subió al tapanco para dormir con el salvaje y la otra se quedó en el suelo. Y la muchacha que estaba en el suelo escuchó que bajaba sangre, como agua o como si alguien estuviera orinando, y al gran salvaje que decía: —¡Qué sabrosa es la ubre, qué sabrosa es la ubre! Al escuchar al salvaje, la muchacha salió huyendo. Recomendó a todas las cosas que no la acusaran: a la piedra, la silla, y se 37 Cuento del salvaje Gigantes, duendes y salvajes 38 Hacedores de las Palabras —Jene omba yü tzu’tzi, jene omba yü tzu’tzi. Ne myanuse’ Gomo te kotzüjkpü’ te paviñomo pujtu pobbia. Tzahdzajku mumu tiküsi, wü’ku jana kyotzappia; te tza’küsi, te po’kstüjküsi y tüjkü te’ süjkunaka kürüjkü’mü’, wi’na dzajmayajuse. —Ma’ tüjküyi’ yü’ki. Umi tzajku mi wit wü’kü pyi’ktüü porke maka’ küxae’. Te’ tza’mabü’nis kyü’spü’u te yomo y su’ksuknebia’ nu’ku y te anketiyü’is agdzokyaju, “yü’ki kütüri”. Y mye’tspa’na “yü’ki kütüri”. Nu’ku jurü ijtyajumü’na te’ süjkünaka, wü’kü kyu’ru te eyabü’. Pero te süjkü naka’is ja tyajkyaü wü’kü pyi’kyaü. Te’ süjkünaka’is agdzokyaju. —Üjta’m ji’musi dü bi’ktama, jü’ kojtandüju majtzi’ te’yi’ dxü mabü tzü’tyame ju’tze maka iame’. U’yü mitu dü bi’k tame’ te’ ko’nde’ mawü’ mi Ggotzüjkomo tza’mabüt. Weweneyajpa se’Gomo süGbünüu y wandxo’tzaju te galyura’m. Jene wü maka’tzi yü’ky, nüute’ tza’mabüt. Te yomo’is kyetu que maku te’ tza’mabüt y pujtu te süjkunakaomo y wijpa maku tetyüjkamü’, wü’kü dxajmayaü te tzüwüra’n ke te’ kotzujkpü’nis kyü’sayu te tyüwü dyützübü’. Te’ pünda’m kya’müyaju winda’m wü’ku ma dyaj ka’yaü. Ñü makyaj pa’na tzima’ wü’ku kyojtzaü kyobajkomo, porke kobajk ta’xsina’mna ketyaj pa’na ju’xajuse. Pero ja jyu’xaü’ büre’na. Y jiGüma wejtzo’tzu jü’dxe oyu wee’dzützü tu’kañaka. —Minü’ atzi, minü’ atzi, minü atzi. Y te tza’mabü’nis te’seri agdzoGgue’nu: —Jüpa, jüpa, jüpa. Astake nu’ku te tüjmü’ jürü tu’myaju’na te’ pünda’m. Te püt wabyü yibüre’na. Kyüme’dzaju ka xudba’na ju’sü judxe’na ju’xa juse te eyara’mbü’. Te pü’nista’m ñüjmayaju ke wü’kü jyu’zü maka pa’küyi’ y tyenekü ñü ijtyaü kübi wü’ku tzüjkyau juktüjk wü’ku xamü y jana jyama te paka’kj. Jyajktzodxajü kübi y dxüjkyaju te juktüjk. JiGüma wajtyaju te tza’mabüt y tyüGga’mbüjaju te’ juktüjk kujkmü’ ne ñepubü’omo’y te’yi yaju te tza’mabüt. We’jobia’na pümil ke myama’is y iatzi’is myañaju y mitu kyotzokyae’ komo te’ pünda’m ko’muyaju’na’ dyajk tüjküyaju juktüj komo te tyu’kakyuyira’m. Tumü wejpa’na. —Nabujtama üjGkgü’ porke muspama’ mij jyajtamü. Perp te’ pü’nistam ja’ dzüjkayaü te dxame. Yü tzame wiyuGsese’ tujkubüre’ yia’ajkpü ame’omo’. Gigantes, duendes y salvajes metió debajo de las cáscaras del frijol, después de decirles: —Me voy a meter aquí. No dejés que te toquen porque si no, me come. El salvaje terminó de comer a la muchacha y llegó olfateando y las cosas le contestaban: “aquí nomás pasó”. Y seguía: “aquí nomás pasó”. Llegó a donde estaban las cáscaras de frijol, para comerse a la otra. Pero las cáscaras de frijol no permitieron que las tocara. Las cáscaras respondieron diciendo: —A nosotras no nos puede tocar; a donde nos pusieron, allí tenemos que quedarnos todo el tiempo. No nos venga a molestar. Entonces váyase a su encanto, salvaje. Mientras discutían llegó la madrugada y empezó a cantar el gallo. —Muy bien, me retiro de aquí —dijo el salvaje. La muchacha vio que se retiró el salvaje y salió de entre las cáscaras de frijol y se fue caminando a su casa, para contarles a los vecinos que el salvaje se había comido a su hermana. Las personas se prepararon para ir a matarlo. Llevaban jícaras para ponérselas en la cabeza, porque como son lisas parecía que las 39 personas estaban rasuradas. Pero no estaban rasuradas. Y después comenzó a gritar como había gritado su hermana tres veces: —Ven hermano, ven hermano, ven hermano. Y el salvaje contestó igual: —Jüpa, jüpa, jüpa. Por fin llegó a la casa donde estaban reunidas las personas. El hombre era peludo. Le preguntaron si quería rasurarse como ellos y dijo que sí, que sí quería rasurarse. La gente le dijo que al rasurarse sentiría frío, que era necesario tener leña para hacer fuego, para que se calentara y no sintiera frío. Decidieron cortar leña y preparar fuego. Luego amarraron al salvaje y lo tiraron en medio del fuego ardiente y allí se terminó el salvaje. Pero gritaba tan fuerte, que su mamá y su hermano lo oyeron y vinieron a ayudarlo, pero como los hombres estaban preparados los metieron al fuego a los tres. Uno de ellos gritaba: —Saquen mi dedo, porque todavía los puedo acabar. Pero los señores no tomaron en cuenta lo que decía. Esto fue un cuento real, que sucedió hace muchos años. 40 Zoque Pestüküsi Hacedores de las Palabras Maka tsame ya’akpü tsame ü nas y tumü nyüyipü’is pestüküsi maka tsame’tsi “tumü metsa y tukay” ijtuna ya’ükpü ame tumü püt nyüijtu’ina tumü papinyomo ijtu’mna’ sone ‘yame y te pü’nis nyüijtuna süknipi tumü kotsüküsi. Y tumjama nyüjmayu te pyapinyomo maktamü ma nakstamü tü süktam, ne kyi’mu te o’na kyo’müyu ke makana mini te tuj. Te papinyomo’is nyü’ijtuna jyayanü’iri tsü’yaju sunyi ke makana kyo’se süjkomo. Te yomo’is nyümaku myuki y nyümaku tumü tu’nujk wü’künak tsyüjku kyu’tkuy y makyaju y nyaksyaju sone sük tsayikam ji’na nyu’ki te jyayanü’iri nyüjmayu te myuki wü’kü ma wyeja te ‘yatsi. Te Gka’e’is maku wyeje tukanyaka wyejayu: — Mi’nam atsi. Makana mini usy’ oraküjsi mitu y te tsyütsü te Gka’e’is tsyi’u ku’tkuy te yatsipü y te yomo’is ji’na’a tsyi’i kuenta ke te yatsipü’is tsyüjktokoyjayu te kyi’psokuy. Kyo’müpya ke jyayare’ina y tsyi’u te ku’tkuy y te yatsipü’is nüma te kyuitkuy kyünykapeküsi yaj kütpana’ y te Gka’e’is tsyi’pana’ kuenta ke te’ ja tyokoya te jyame, kyotsokpana’ tumü komi’is te nyümakupü te’jiG y nyü’ijtuna tumü no’a y sone pospora. Te yatsipü ku’taGjeju’ka y nyümayu te yomü wü’kü mye’tsyu ‘yawajt. Te Gka’e’is nyüjmayu te tsyütsü nerena’ tyokoyupü jyame, te püt ji’ntena ‘yatsi y te ‘yawat yyajka’pana tyüjtsjiG sunture’ina te tsyütsü’is jilna tsyüjke kuenta. Jiksomo pi’tsanü te tsyütsü maku ükya’e kutsyisomo y te myuki ja sunü ‘yüwü te’ jiGtam üku najsomo tumü pataküsi y poporukujiG y te Gka’e ji’na’ak ‘yüwi y paGkuktsu’küsi’a tsu’kümij jyame ke nena’ myuju te pyoporuku y te Gka’e’is yajk ja’püyu te pospora y pyüjku te nyo’a ‘ya’mu ke te tsyütsü’iste nyü’pin nü myünu y myanu tumü tsame nümpapü ompa mij mtsu’tsi y te Gka’e’ pujtu popya pero wi’na’a te ta’nü, te kuy, te tsa’ y nakaram muspana tsapya, te Gka’e’is nyüjmayaju wü’kü jana Hace mucho tiempo había un señor que tenía una hija avanzada de edad. El señor tenía su siembra de frijol en un cerro. Un día le dijo a su hija que vaya a majar sus frijoles, porque estaba subiendo la nube y pensaba que iba a llover. Pero la muchacha tenía su amante y se pusieron de acuerdo en que lo iba a ver en su frijolar. Esa mujer llevó a su hermanito y también llevó una guajolota para preparar su comida. Y se fueron. Majaron bastante frijol y en la tarde no llegaba su amante. Le dijo a su hermanito que vaya a llamarlo. El niño fue a gritar. Le dijo tres veces: —Vente ya, hermano. Le contestó un monte de viejo en vez de su hermano, que ya iba a llegar. Al poco rato llegó, y la hermana del niño le dio de comer a ese demonio. Pero esa mujer no se daba cuenta, porque era diablo y le hizo que perdiera la memoria. Pensaba que era su marido y le dio de comer. Pero a ese demonio toda su comida le salía en su gañote. El niño se daba cuenta porque él no perdió su memoria. Lo protegía su santo que él llevaba y también tenía un cabo de vela y una cajita de cerillos. Ese demonio terminó de comer y le dijo a esa mujer que le buscara su piojo. Su hermanito tenía mucho miedo, porque veía que lo que su hermana sacaba era gusano. El niño le dijo a su hermana que se estaba volviendo loca, porque ese hombre no era su hermano. Que el piojo que ella mataba con su diente era gusano. Pero su hermana no le hizo caso. Entonces se oscureció. Su hermana y el gigante se fueron a acostar arriba de un tapanco. El niño no quiso dormirse con ellos sino que se durmió en el suelo con un petate y con una sábana blanca. 41 El monte de viejo Gigantes, duendes y salvajes 42 Hacedores de las Palabras nyi’untsya’müya te yatsipüküsi wü’küna nyüjmayaju ke mak wiru’um kyupku’yomo te yatsipü’is mye’tsyü’tsu wükü kyo’su. Kyü’aGwa’kpana te ta’nüküsi y te’is nitina’ ji’ tsyapye. Te Gka’e tüjküyu süjküna’ka’omo jurü oyu nyajksye te sük. Te yatsipü nü’kü jurü ijtu te süjkünaka syu’ku jurü ijtu te süjkünaka’is nyüjmayaju wü’küjana pyi’kyaju porke üjtsi sonera’mpü’tsyü y myajka’yajpat nyüjmayaju üin Gwirümtiri’tsire nüpujtayaju y üjn nwit würampürire. Komo nümam nu’k syükünü te yatsipü ki’su y nyimaGütsyajku y tyükGkapoiu te süjkü naka y maku. Te Gka’e’is jyü’kü pujtpase’Gomo te jama y maku yya’me te tsyütsü ka’upü poyuk pujtu wü’kü tsyajmayu jyara. Pero kujktu’Gomo tsyoku te jyara ja ‘yispüküa kyo’müyu ke yatsipü’e poyuk ki’mu kuarumpoku’yomo te jyara’is nyüjmayu tikoroyamüjtsi mna’tspa jüsi’ka ‘yispüjkü ke jyarate y tsyajmayu ke tsyütsü ka’u’a. Makwiruyaju kyupku’yomo y myo’tsyaju tü’kü’oya mye’tsyaju kutsyima y makyaju jurü ka’u te ‘yune. Nyümakyaju yawa’une y teGka’e. Y nyüjmayaju wü’kü ma wyeya tsyüjkuse witnti, te Gka’e na’tsena’tsek oyu wyeje usy’oraküsi nuiku te yatsipü. Te pü’nistam nyüjmayaju wülkü maku jyake küpi y wü’kü jyu’syaju tise Gigantes, duendes y salvajes El niño dormía. Pero ya como a las doce de la noche sintió que algo le mojaba su sábana. El niño encendió un cerillo y agarró su vela. Vio que era la sangre de su hermana y escuchó una voz que decía que estaba muy sabroso el seno de la mujer. El niño salió corriendo. Pero como antes los montes, palos, piedras y cáscaras podían hablar, entonces el niño les decía que no lo acusen con el demonio y que le dijeran que ya se había regresado para su comunidad. El demonio lo empezó a perseguir para comérselo. Preguntaba con los montes si lo habían visto, pero los montes no le decían nada. Lo que hizo el niño: entró en medio de la cáscara de frijol que lo habían majado. 43 El demonio llegó donde estaba la cáscara, porque lo olía. Las cáscaras le dijeron que no las tocara porque ellas eran muchas y lo iban a matar entre todas; que a ellas solamente sus ojos les sacaban, pero sus cuerpos estaban vivos. Como ya estaba amaneciendo, el monte de viejo se enojó. Solamente las aplastó. Tiró las cáscaras y se fue. Entonces el niño esperó hasta que saliera el sol y de ahí salió él. Solamente fue a ver a su hermana, que ya estaba muerta. Salió corriendo para venir a avisarle a su papá. Pero en medio camino lo topó. El niño se confundió. Pensó que era el demonio y subió hasta arriba de un palo de guarumbo. 44 Hacedores de las Palabras ijtyaju te tü’kü’oyeramis kyopak, te kutsyima yyapyaju’aGkü, y te’se tsyi’yaj pa’ina te yawa’une wü’kü kyo’su te yatsipa’is jyajku müitsyüki te küpi ijtü’ka mü’tsyüki te küpi yajk ja’püyaju juktüjk y tyojksyaju nü’ nyüjmayaju te yatsipü makat mo’ksjaye te mkoso y mkü wü’küt mju’sjayu te mwajy. Myo’ksyaju’ka tyüktüjküyaju jura nü tyojksü te nü wü’kü kya’u. Jüsikam nuiki tumü yomo myamare’na. Oyu kye’je te ‘yune’is kyütsus. Te’ koroyante yüti ja’irü’a te yatsipü ijtupü’is s’yijs y nyü’pin yüti sawari’nte tsüjkna’tsopya. Nyüpujtayaju’aGkü te kyütsus, jurü küru yü’sepüti kyojtayaju n’güyi movak y te kupkupyü’nistam nyüjmayaju ‘yore tsame’omo “pestüküsi” yü’ü nümpapüre wa’kü te ntsa’maGwajku kyojtjayajumü kojsuyi te yatsipü wü’kü yyajka’yaju. Gigantes, duendes y salvajes Su papá le dijo que por qué le tenía miedo. Después, poco a poco, lo reconoció que era su papá. Luego le dijo que su hermana ya estaba muerta. Regresó con el niño otra vez para su comunidad y buscó las personas que eran brujos. Consiguieron jícaras y se fueron donde tenía su troja el señor; o sea, donde murió su hija. También llevaron un niño tiernito y también al niño. Entonces le dijeron que fuera a llamar, como la primera vez. El niño, con mucho miedo, lo fue a llamar. Al poco ratito se apareció el demonio. Los señores le dijeron que fuera a cortar leña, que lo iban a rasurar como la cabeza de los brujos —por la jícara que ellos tenían puesta. Y que así le iban a dar un niño para que se lo coma. El demonio fue a cortar bastante leña. Una vez que ya tenían mucha leña hicieron fuego y comenzaron a hervir agua. Le dijeron al monte de viejo que le iban a amarrar su pie y su mano para que lo rasuraran. Lo amarraron y lo tiraron en agua hirviendo para que muriera. Pero en eso llegó una señora, que era su mamá. Les vino a pedir la uña de su hijo, y se oyó. Es por esa razón que ya no existe el demonio en cuerpo sino sólo en viento, para espantar. Porque todavía le sacaron la uña. Donde sucedió este caso lo nombraron Movac y los habitantes le nombran en su lengua materna pestüküsi. Esto significa “un lugar donde le pusieron una trampa al monte de viejo para matarlo”. 45 46 Mixe alto Ja’ay jëts mët ja paja’ayë Hacedores de las Palabras Jamëk tu’uk ja’ay, japëjk nyik’xy mäja kyamën. Jai’t më’itotjake, jam itotpy jam tu’uk muts tëk kë’j ja’ taja’aj, te jëna’në: –Ya nemajanë, jëts atëjk nëxyja’në. Pojë nëko’jë natumty mit ja’tiunë, më kots ots tix pat tu’uk kupak ta tkonï’jk jëts onts tixpajt tu’uk pajaay jam tyënë ta taonëmë: –Pïn...pïn jam tsënaypë, tyneet tu’uyt. Tapojë tkapijk ja tiun, ja’ pajaja’y pu’të ots nïxy, ta ja jaay ja tkoj ots mëoojk, japy ots jap jakäaypy tyanë metïpy ots tajympy jüjk. Había una persona que iba al cam- po. El lugar era un bosque. En ese lugar había una casita pero no era de él. Dijo: —Aquí voy a dormir, mientras me voy. Luego ya se acostó solito con su rifle. Como a media noche se descubrió la cabeza y la levantó y vio que estaba un salvaje sentado y luego le dijo: —¿Quién... quién está sentado ahí? Ahorita verá. Luego el señor alzó su rifle, el salvaje se fue casi trotando, trotando. El señor se volvió a dormir, pero en la sábana había quedado algo, lo cual hizo que la persona se convirtiera en salvaje y así se volvió un animal. 47 La persona y el salvaje Gigantes, duendes y salvajes 48 Náhuatl Chilobo yaj guiba’ nekti Hacedores de las Palabras Panok se tajkogaj bak gui ilwitiayaj totajtzimej. Mayordomoj de ilwik gui chaltij matlak tajtagamej iga ma gui temuiligan nexti, lga ma gui guixtiligan i xepojyo lga gui chatij velaj yaj gui nequitij pan ilwik. Guiskej matlak tajtagamej ta temotoj axto ma guisagan gui noskej ak ta yaganati, lga ma teguipanogan nochi. Yaj tayaganaya i toga gak ka Julian wan gui wiaya i piltzin yaj gui piaya chikyei xiwik. Asiguej i texko ba’yoj wan gui masojkej ome i tegon miniawa yaj ate onoyaj wejka. Tagak Julian guin ijlij ma gui temegan insejselti ba’yoj wey wan wel ti mo polwaj. Nia nik gajtiati nigaj no piltzin. Iga ma tej palewi, tiawej tik gawilitij jin tambor, iga ma gui ba’ miktijtoijkon tejamej tik gaguijtotij i “tan, tan” jintambor. Axto iga ma maguigan pan ba’yoj, gui ijlijkej ba’ chogotzin, yaj ate ni tejte ma ta tzotzona yojyolik, wan yan tejte gui mojmatia, ma- ta tzotzona “resioj”. Matlak tajtagamej yajguej ta temotoj wan in “herramientaj” wan in “armaj”. Nochimej nemi teguipanuayaj, ba’k gui gaguiguej tatzotzon aya ba’ chogotzin resioj, guen tejte gui mojmotiaya. Julian guin ijlij, yaj igual nemiaj: Tiawej ti guitatij, te guichij ba’ choyotzin, tes tej notza. Mo be’paguej gan onoya ba’ chogotzin wan gui techojquej ajko se ba’wik chogatok. I taj gui tajtanij, te guichij tes tzajtzia. Sucedió un día, cuando se celebra- ba la fiesta de los Santos. El mayordomo de la fiesta encargó a diez señores que le buscaran miel de abeja, para sacarle la cera y hacer las velas que se iban a utilizar en la fiesta. Salieron los diez señores a traer el encargo y antes de salir nombraron al que dirigiría, para trabajar todos de acuerdo. El que dirigía se llamaba Julián y llevaba a su hijo de ocho años. Llegaron a la orilla de la montaña y empezaron a castrar dos enjambres que encontraron allí cerca. El señor Julián, para seguir su encargo, les dijo a los otros que se separaran. —La montaña es grande y nos podemos perder. Voy a dejar aquí a mi hijo. Para que nos ayude, le vamos a dejar un tambor para que lo esté tocando, así nosotros escucharemos el “tan, tan” del tambor. Antes de meterse más al monte, le dijeron al niño que si no hubiera peligro tocara más lento y si veía algún peligro, tocara más rápidamente. Los diez señores se fueron a su encargo con sus herramientas y sus armas. Estaban trabajando todos tranquilos, cuando escucharon el tambor tocando peligro. Julián les dijo a sus compañeros: —Vamos a ver qué le ocurre al niño, por qué avisa. 49 El salvaje comedor de miel Gigantes, duendes y salvajes 50 Hacedores de las Palabras Walaj se weyanial, guen se- tagak pajpochontik pan nochi i gailo. Nej ijlij ma ni temo pan ba’wik, iga nej chichitiasguia. Nej ate ni temok wan jon “animal” be’siwik. Gui toloj se san biaj nekti, yaj an gui gajtejkej wan nej ijlij iga walati sej iga amejamej. Tajtagamej gui gak kej wan guijtojkeg: Tejamej ti matlakmej, tik wajliaj riflejmej, tiawej tik chatij, ma mo be’pa iga ma ti guitagan te animal jon. Ba’ chogotzin gui ijliaya itaj amo ma gawigan onpa iga guin ba’skia jon animal, gui ba’k ijlij ba’ chogotzin itaj, wan guiskej pan jon ba’ yoj. Tayuaya, gui gakjej, guen tijtibi’nik tiroj gan yejamej nemi gochaj. Bak tanesik, isasan, gui ijlij itaj i piltzin. Tiawej tik itatij wan yaj ti nemiaj, guen panoguej tayua. Guin techojkej nochi miktojtoyaj, guin techojkej in tzontegonsan, nowian wejwestoya wan se ojti de estigan guin sasagak chilobowej. Tagak wan i piltzin yajkej gui notzatij “palej” iga ma guin itati gan onoyaj. Gui wiaguej se wewejtzin gagaltik de nekti wan gui majkajkej i yijtik i xapoyo. Ba’k gui itaguej iga nemi guisayaya chilobowej win gui pajpalwaya ba’ wewejtin iga gagaltik gak ka iga nekti. Gui magaguej wenos ba’wik, wan gui ba’k magaguej iga mik. Jon palej yaj nemia inwan gui motak abenditaj wan gui tajtan totajtzimej, amo ma ono chilobo wan poliwik chilobowej. Gigantes, duendes y salvajes Regresaron donde estaba el niño con su tambor y lo hallaron arriba de un árbol, llorando. Su papá le preguntó qué le pasaba, por qué lloraba. —Es que vino un animal grande, con forma de persona, con muchos pelos en todo el cuerpo. Me dijo que me bajara del árbol, que me iba a dar de mamar. Yo no bajé y el animal se enfureció. Se tragó de un solo jalón la miel que dejaron y dijo que luego volvería por ustedes. Los señores escucharon y por fin dijeron: —Somos diez, traemos rifles y escopetas, vamos a esperar que regrese para ver qué animal es. Mientras tanto, el niño le rogaba a su papá que no se quedaran allí porque el animal se los iba a comer. Tanto insistió que logró convencer a su papá y se salieron del monte. Horas más tarde se escucharon varios disparos de rifle y de escopeta hasta donde el niño y su papá esta- ban pasando la noche. Al otro día, muy de mañana, el papá le dijo a su hijo: —Vamos a ver a nuestros compañeros, cómo les fue en la noche. Todos los compañeros estaban muertos, solamente aparecieron las cabezas por varias partes y un camino de sangre por donde los acarreó el gran salvaje. El señor y su hijo fueron a llamar al sacerdote para que fuera a ver el lugar. Llevaron a un anciano embarrado de miel y lo soltaron dentro de la cueva. Cuando vieron que ya venía saliendo el animal, lamiendo al anciano, porque estaba embarrado de miel. Le dieron de palos hasta que se murió. Y el sacerdote bendijo la tierra y el gran salvaje desapareció. 51 52 Náhuatl Se sanil Xiuan Oso Hacedores de las Palabras Uejkauj tel miak xiuit nemia se siuat uan ontapakaya kampa se ueyat uan se tonal yajki tapakato kualkanpa uan kemej tapaktoya kikitskito se oso uan kiuikak asta nichan kampa se tekal uan no monotsa kueva. Uan ompa kikaltsakuato ne siuat uan amo kikauak maj kisa ompa tekipanojtoya uejkauak keman kisaya ne oso kitentsakuaya ika se tet ueyi para amo kisas ne siuat uan nejkok tonalmej ne siuat kipiak se konet uan. Okichpil peuak mo machikaua se tonal mopaleuijkej kitopeujkej yon tet te in ikakinin tentsakteuaya ne oso ne okichpil uan kema kiskej uan yajki ikalitik ne siuat uan kinekik kitemolis ytokay para mo auis uan kiluito tiopixkat uanye no nimaj kinekik nimantsi ki auis yejuk kitokayti Xiuan Oso uan kema kikalaki kaltamachtiloya uan ikuak yajki tamachtiloya peuak miak tama kichiuiliaya ni pipilikniuan kemej xiuan semi machikauak no peuak kininmaga ijkon kinin ixtayoualtiaya ika se maitsa uan se tamachtike ki takaualtiaya ma amo kin magauk no ki magak se mait uan ixtayouak satepan, ne Xiuan Oso. Semi tateuiaya kikixti ne itokay de tamachtiloya kema ki uikak tiopixkat hicham uan pehuay ki tekitiltia meuak uan kitak ijkatok ixteno ki oloch makiski uan peuak ki kuetaxuia ika se kuetax uan ki tatoltia ne teyoni. ¿Keye hay ti nech kuemoloua kampa ni kochtok? Tanankilia ne teyoni ne amo ni teyoni tanej ni taltikpak takat sayo ni mikik yo kemañan uan nikpia seki tomi taltoktok uan amo uel niouj iluikak xinech kajkaua semi ti machikauak kitoua Xiuan Oso. Nimits kajkauas uan xinech maktili kanij tikpia in tomi. Kinextili kani yetok huan kipaleui ki ichkuakej uan kema kinin tamamalti ome tapialmej de nochi tomi kemaj ualeuj ejkok ne kampa tiapixkat kinin ualki ome tamamalmej de tomi os ne tiopixkat yolpoliuia keniuj kitapouitekok amo uejkauak kitita maj kojkouiti se kuauta kampa nemi tekuani ompa sepa yajki ki kuiteuaj se tapial uan se kuautejtekiloni uan ki tapanas in kuahuit yakj se tatajko koujta uan ki kaujteu uejka ni tapial uan kitskej ne tekuani uan kuinkuajkej. Hace muchos años vivía una mujer que lavaba en el río. Un día se fue a lavar muy temprano. Cuando estaba lavando se le acercó un oso, la atrapó y se la llevó hasta su cueva. Y allí quedó la mujer, ya no la dejó salir. Le daba de comer y cuando el oso salía de la cueva la encerraba con una piedra enorme para que la mujer no pudiera salir. Llegó el día en que la mujer tuvo un hijo. Fue un varón y creció fuerte. Después tiró la piedra que cerraba la cueva y así pudieron salir la mujer y el osito. Llegaron hasta casa de la familia. La mamá del osito pensó en buscarle un padrino para que lo bautizara y le fue a decir al sacerdote. Aceptó de inmediato y le puso el nombre de Juan Oso. Cuando el niño entró a la escuela recibió muchas burlas los primeros días, sus compañeros le pegaban. Como Juan Oso tenía manos muy fuertes, les pegaba y los niños se desmayaban con un solo golpe. El maestro le llamó la atención, pero Juan Oso también le dio un golpe y también el maestro se desmayó. Su padrino lo sacó de la escuela y se lo llevó a su casa. Comenzó a darle trabajo. Donde estaba durmiendo se le apareció un ángel parado, Juan Oso lo agarró de las manos y le pegó fuertemente. Le preguntó: —¿Por qué me andas molestando cuando estoy durmiendo? —Soy un ángel y tengo mucho dinero enterrado. No puedo irme al cielo. Suéltame, porque tienes las manos muy fuertes. —Te soltaré si me das el dinero que tienes enterrado —le dijo Juan Oso. Le enseñó dónde lo tenía y le ayudó a sacar el dinero. Cargaron el dinero en dos caballos. Cuando el sacerdote lo vio con una carga de dinero, se emocionó mucho y quiso acabar con él. Entonces le dijo: —Vete al monte a traer leña. Pero en el monte había un tigre enorme que se comía a todas las personas que pasaban por allí. Juan Oso, armado con su hacha y con su burro, se metió en el monte. Al llegar, Juan Oso dejó el burro amarrado y comenzó a cortar leña. Y cuando Juan Oso se alejó del burro, el tigre llegó y se lo comió. 53 El cuento de Juan Oso Gigantes, duendes y salvajes 54 Cuicateco So’o nduko chaneke Hacedores de las Palabras A’ma cuv’i ne, ama so’o jidis kuidadW s’ba’tû, lunchi, itinru iti chi gue’ti yu’ni, mum’nes chi cho’o so’o me kues kuindí chi’kunus moo ño’o indee me komo a ndí kúnus chi jidis kuidadu iti ñeesa ki’adus ama ratu tochi nasku’o ñees chinbees chi ko’o so’ome jo’os: —Amigu so’o, amigu so’o did favor did cud’ned ú. So’o me ko’os kue’es ndichis do’o chi ame tos ndos na chi aa so’o me di’ya tabis chi kate ubi chaneke jo’obiis ama so’o ndas ama kuchiyú cha’ta me so’o chi ngüa nda deba ne so’o mi stati aas me joos: —Amigu, did cud’ned ú kate mbiñero k’u ne’es ka’nus ú kukaba ama to’o yaba. So’o me kandi’ku na yut jo’os ama m’chete chata me k’ai tundos m’chete me chingoos sku’us nduku chaneke per ama mchetasu k’oos bii me ndí mi ko-o tií chaneke me ngüa tes to’os kuchiyum tama chaneke jo’os dendios nadi’baidi chi did salbar. A cho’o nde iyu me so’o chi di salbar chaneke chtas me kandó chaneke dijikus soo’m dis chi’kus ama te dee nanda jutu me so’o me ndub ndas mi chinm so’o me nduku chaneke nda ndikus nduku bii me dama ba’a kane ndubchees. Había una vez un hombre que esta- ba cuidando sus chivos, borregos y bueyes. Los animales comían y comían pasto mientras el pobrecito hombre, como estaba tan cansado de tanto cuidar a sus animales, se durmió un buen rato. Al despertar escuchó una voz que le decía: —Amigo hombre, amigo hombre, ¡ayúdame, por favor! El hombre, desesperado por los gritos, corrió hasta donde se escuchaba la voz y al llegar al lugar de donde salía la terrible voz, muy grande fue su sorpresa porque vio dos duendes que se estaban peleando. Uno de ellos traía un cuchillo muy grande, y el que no traía nada era el que estaba llamando al hombre y le decía: —Amigo, ayúdame por favor, porque este compañero me quiere matar por una hermosa mujer. El hombre llevaba cargando en la cintura un machete grande y afilado. Desenfundó el machete y le tumbó la cabeza. El duende rodó por el suelo sin soltar su cuchillo. El otro duende le dio las gracias al hombre por haberlo salvado. El hombre corrió a ver a sus animales y los llevó a su casa. Después de varios meses el hombre se enfermó y de inmediato se apareció el duende. Para curarlo le preparó un té de cempasúchil y el hombre quedó curado. De ahí en adelante el duende y el hombre fueron grandes amigos y vivieron juntos. 55 El hombre y los chaneques Gigantes, duendes y salvajes 56 Ayotochin tanaualuil Náhuatl Hacedores de las Palabras Se tonal se ayotochin nemiaj uan tachkuaya itech intal uan mo ajsik iuan se koutajkoyot uan ki tokatikisak uan mo kalaki itech se koyak uan in koujtakoyot no mo kalakij uan in ayotochin mo tatij taikan de se tet uan kitak que nijin koujtajkoyot mo ixpatak de se siuatl de tsenti ueyak ika istimej ueyakej uan de ompa ki temoj in ayotochin keman ki ajsik i tochinsin uiuiyokayaj de mojkayotl entonces kitak ke amo katka siuatl de melau takatka se nahual uan ki ixpatak in tochintsin tech se okixpilkunet uan kiluij maj youiaj uan in okixpilkonet yajki memiaj tex in kouiaj kuajtinemiaj tsapomej tejkoyaj tex in koumej keman tiotakik uan peuaya tayouatia in okixpilkonet no ixpatak sepa de ayotochin uan kitemoto toni kikuas, tatemojtoya uan kiajsik seki talkauamej uan kikua de ompa ejkoj tech se kali uan ompa tokotsetoya itech se tet uan kitak ome itskuimej tel uejueyi uan sepa ki tokasikiske asta kajsik se koyok uan in itskuimej amo ueli kixtijke porkein tochintsin taxkuak asta kampa kisak tech se koyok uan kisak uan sepa tanestiaya uan in tochintsin sepa mo ixpatak de okixpilkonet uan sepa nentoya ki temoaya toni kikuas uan yajki uejka uan kitak se kali uan tech nejon kali yetoya se tato tein amo notsaya Jose uan yejua kochtoya uan kakij ke ta uajuijke uan kisak para kitas akoni katka uan kitak se okixpilkonet uan ki tajtanik toni tikchiua nikan uan in okixpil kijto niktemoua toni nikuas, in okixpil kalaki uan kitekili seki emol uan kitalili seki taxkalmej in okixpil konet takuaj keman katka keme nauihora kijto niouak in tato ki tajtani kani mochan in okixpil kijto nej ninemik tex in koujta uan in tato peuaj ueuetskaj kijto in okixpil nioujya uan tsikuinteuak para in kouta uan katkaya kemej makuil hora tiotak uan tayouatoya uan in okixpil mo ixpataka de ayotochin uan nejnemik itech se ojti uan kakik kaj tojtoya tech se achikual uan katka seki konemej de tsoyekauil uan tekomej pero katka tsikitsiksin entonses mo tak uan kin tajtani ¿akoni namejuan? tejuan seki ti tochimej pero se siuat de tseti ueyakas kin kitskij uan kin ixpatak de masakamej uan ompa kikina katoyaj ni uan de ompa Un día un armadillo andaba rascan- do la tierra y que se encuentra un coyote que lo fue correteando hasta una cueva y allí se metió y el coyote también se metió. El armadillo se escondió debajo de una piedra y vio que el coyote se volvió una señora de pelo largo y uñas largas. Buscó al armadillo y lo encontró. Temblaba, porque tenía miedo, y vio que no era señora, era una bruja. Al armadillo lo convirtió en un niño. Entonces le dijo que se fuera. El niño se fue. Anduvo por los montes comiendo zapotes. Se subía en los árboles. Llegó la noche y el niño se volvió otra vez armadillo y se fue a buscar de comer. Encontró unas lombrices y se las comió. Entonces llegó cerca de una casa, y allí estaba sentado en una piedra, cuando de pronto vio a dos perros grandotes, ¡y que lo van correteando! Llegó a un hoyo y allí se metió. Los perros no lo pudieron sacar, porque el armadillo se fue escarbando hasta que llegó a un agujero y salió. Ya estaba amaneciendo y el armadillo otra vez se convirtió en niño y otra vez ahí anduvo. Después se fue lejos y vio una casa. Ahí en esa casa estaba un señor que se llamaba José y él estaba durmiendo cuando oyó ladrar su perro. Salió a ver quién era y vio a un niño. Le dijo: —¿Qué haces aquí, niño? Y dijo el niño: —Ando buscando qué comer. Dijo el señor: —Entra, yo te voy a dar de comer. El niño entró y le sirvieron unos frijoles y le puso las tortillas. El niño comió y ahí estuvo platicando con el señor. Después, ya eran como las cuatro, dijo el niño: —Ya me tengo que ir. El señor preguntó: —¿Adónde vives? —Yo vivo en el monte —y el señor se empezó a reír. Dijo el niño: —Ya me voy. Y se fue corriendo para el monte. Ya eran como las cinco de la tarde, ya estaba oscureciendo. Entonces el niño se 57 El armadillo embrujado Gigantes, duendes y salvajes 58 Hacedores de las Palabras in ayotochin uan masakamej mo nauatijke in tochinsin yajki tech se atauit uan masakamej tex se koulaj in tochin kin ajsik seki tsapomej mamey uan kinkua de ompa yajki uan kochik itampa de se kukit nojse tonal ijsak mo ixpataka tech se okixpil meuak uan peuak nejnemik yoliktsin uan ajsik tech in kali den tato kekitamakak in tato kitajtani ken ti monotsa in okixpil kijto ni monotsa Pedro in okixpil kikajka yajuak porke amo monotsaya ijkui porke katka se tochin i de ompa in tato uan okixpil mo tajpalojke in tato kuikaya se tasotson uan tatsotsontiaya asta ajsike tex se atauit uan mutalijke itato yolpakiaya uan tayouatoyayaj uan in okixpil yajk tech se atauit katkaya kemej chikueyi hora tiotak uan in okixpil mo ixpatak de ayotochin mo kalaki tech se kok uan ompa menia taltampon, kisato tech se koyok keyoui asta taikik uan amo oeh kisayaj uan ejkoj se takuatsin uan kipaleui kisak kiluij maj mo kitski de ni kuitapil uan ki kixti de ompa yajki moichan de takuatsin uan kichijchiuke se yolpakilis uan no chin mo uintijke uan de ompa in ayotochin kijtu niouak uan yajki, keman kisak nasika yayaj uan amo uelik moketsak, in ayotochin teluintiaya uan kochik asta ke ixpetanik uan yajki kuato tsapameja de ompa ejko se chechelot uan kitajtani ¿toni tik chiua? Gigantes, duendes y salvajes convirtió en armadillo y se fue caminando despacio por un camino. De pronto, oyó que estaban platicando cerca de un achicuale y eran unos duendes de sombrero y botines, pero eran chaparros. Se acercó y les preguntó quiénes eran y ellos dijeron que eran unos conejos, pero que una señora con cabello largo los agarró y los convirtió en duendes y ahí estuvo platicando con ellos. Después el armadillo y los duendes se despidieron y cada uno se fue por su camino. El armadillo se fue por una barranca y los duendes se fueron por el monte. El armadillo se encontró unos zapotes y mamey y se los comió. Después se fue y se durmió debajo de un árbol. Al otro día despertó ya convertido en niño. Se paró y se fue caminando despacio y llegó a la casa del señor que le dio de comer y ahí estuvo platicando. Dijo el señor: —¿Cómo te llamas? El niño dijo: —Me llamo Pedro. Pero así no se llamaba, porque era un armadillo. Entonces el señor dijo: 59 —Vamos a pasear —y se fueron. El señor llevaba una guitarra e iban cantando, hasta que llegaron a una barranca y se sentaron. El señor estaba cantando y ya se estaba oscureciendo. El niño dijo: —Ya me tengo que ir. El niño se fue por la barranca y ya eran como las ocho de la noche. El niño se volvió armadillo, se metió por un hoyo y ahí andaba debajo de la tierra. Que va a dar hasta una cima y no podía salir. Que llega un tlacuache y que lo ayuda a salir. Le dijo que se agarrara de su cola y sacaron al armadillo. Le dio las gracias. El tlacuache dijo: —Vamos a mi casa. El armadillo dijo que sí. Entonces se fueron. Llegaron a la casa del tlacuache, hicieron una fiesta y todos los animales se emborracharon. El armadillo dijo: —Yo me voy. 60 Hacedores de las Palabras In ayotochin, kijto nikuajtoj se tsapot, kilui, nechmaka se, uan kuajke de amakoil, de ompa monauatijke uan ayotochin yajki peua tanesiayayaj uan mo ixpatak de okixpil mo ajsik iuan se siuat tajtani toni tik chiua tel kualkan, kitajpalo uan, kiluij tiouij nochan, onkok se xolpakilis, no suapil kimaxtia kaxtol xiumeji yajke uan keman ajsike on kaya takualis uan auardiente, in okixpil kelnamik kenojon imostika taikaya uan mouintik, takan sepa nech uintiaj, in okixpil kisteuak uan yaski ichan de se tato, yejua kitajtani ¿amo titakuasneki? Kema, in tato kitajtani ¿kani mochan? Yejua kijto nejninemi itech koujta, uan keye amotimokauanikan amo tik pia motajtajuan, ni mitsiliti tenmelau, nej seni ayotochin, pero ni siuat tsoueyak nech ixpatak de se okixpil, nej amo nikuelita ijkon, nej nikneki sepo ni yeski se ayotochin, tejua amo uel tinech paleuis, kema, ekinsin kitati, in tato kitatij seki xiujmej uan seki ajos, in okixpil sepa moixpatak de ayotochin, satepan kitasojkamatili uan telyolpakikyajki. Nijin sanil nechtapoui se tato den monotsa Francisco tenkipia eyipoal uan chikuasen xiujmej. Gigantes, duendes y salvajes Entonces el armadillo se fue caminando de lado y que se cae. No se pudo parar porque ya estaba borracho. Ahí estuvo durmiendo hasta que se le bajó la borrachera y se fue a comer zapotes. Llegó una ardilla y le dijo: —¿Qué cosa haces? Estoy comiendo zapotes, ¿no quieres — uno? —Sí, a ver dámelo —y se lo dio. Se comieron de a cinco zapotes y allí estuvieron platicando. Dijo el armadillo: —Ya me tengo que ir —el armadillo se fue. Ya estaba amaneciendo y el armadillo se convirtió en niño. Se fue. Se encontró a una señora que le dijo: —¿Qué haces tan temprano? Dijo el niño: —Ando paseando —y se saludaron. Dijo la señora: —Vamos a mi casa. Hay una fiesta, mi hija cumple quince años. Entonces se fueron los dos a la casa. Llegaron y había pastel y comida; también había bebidas. El niño recordó que la otra noche había tomado. “¿Y qué tal si aquí también me dan de 61 tomar?” Entonces el niño se salió de escondidas y se fue a ver al otro señor, y dijo: —¿No quieres comer? —le dijo al niño. —Sí. Entonces comieron y el señor preguntó: —¿De dónde eres? —Soy del monte. —¿Y por qué vives allí? ¿No tienes papás? —No tengo. —¿Y por qué no tienes? —Porque me dejaron mis papás. —¿Por qué no te quedas aquí? —No puedo, te voy a contar la verdad: yo soy un armadillo, pero una señora de pelo largo me convirtió en niño. Ya no quiero estar así, yo quiero ser un armadillo. Tú no me puedes volver como soy. —Sí, ahorita verás. Entonces el señor quemó unas hojas y unos ajos y el niño se volvió armadillo. Entonces el armadillo se fue y le dio las gracias. Y aquí se termina el cuento del armadillo embrujado. Me lo contó un señor que se llama Francisco Rodríguez, de Octimaxal Norte. Él tiene sesenta y seis años. 62 Wantu wanikan taskoyot Totonaco Hacedores de las Palabras Xwilkolh jakgpuskatnin chu lakchixwin ntixtapalajkoy taskoyot xwanko chu aktum kgilhtamku nchatum mposka titamkaktilh xtantun chu anta wililh kputaknun, chu menkolh akwitinin chu lakpalekolh chu akxninchu milh wa mpuskat akxilhi mpi xlak palekgonit chu mpuskat chu nta tiwililh xtantun chixku maski luxchi xiy chu akxni ncho nchilh kxchik tawi nitayalh kguluks tawi chu ni tayalh chu nkum kgatutsu xwi kxwati kga kguluks tawi chu akxni xkimuma, xchu ka tsujtsu tsuutsu xama chu wa nchu mpuskat wa kgakgimapasini nkinkapen niktay putun chu wa nchixku kgalhtinalh tuxuwn ni la ya putn alak katsana chu mpuskat wa klakkatsama chu alistalh makl takskampi niwa xtantun chu wanika wani litay putna mpi niwa mintantun ntu nkalhita chu wanika napina kalepaliya mintantun puyki lixkan ntasiyu nkum niwa mintantun chu akxninchu ntsiswalh ampalkolh akxnintani xchanko xkaxtl wakan mpaxnikaka chu paksxwako chu wa lakpuskatnin sitsekolh mak chakolh mpaxnikaka pur tatlawakolh xakiwi chu mimpalkgolh nchu chu wakolh pero tsukukolh liki lhxenkol chu tsukgukgolh tasakgor chu wankgolh tuxuwn narma nkinka lawleganan chu nkin tunawayaw chu ankolh kxchikkan per akxninchu ntsiswampa ampalkolh purki aktum kchiki anta ntani xkilkoy. Xwinchatum nkaws xtaltlat chu wa xkiktla janumakolh chu wa xtlatkan nkaws xwanko tuna tlawniyaw chu xtlatwa naklakan xtata nakan nkatskin ntu lani nkinkaws chu ahl ktepango purki anta xwilcha xtata nkaws chu akxnincholh wa kmiman lak aminan wa klilakmiman wa nkinkaws ni tatlani ay kililalh kpulikuchu tatlani chu wa xtata nkaws wa natatlani kgaman kuenta kgatlawatit nitinir wa chu timpalchata akxninchu nchilh wa nchixku ihtatalh chu ay mimpalkolh ntaskayt chu kum akxilh kgolh mpini xtatlanima ampa ktepango akxnjnchu nchalh wa Había una vez unos señores y seño- ras que se convertían en duendes. Una vez una señora se quitó los pies y los puso en el camposanto. Luego vinieron unos locos y los cambiaron. Cuando regresó vio que sus pies los habían cambiado. Los que estaban eran pies de hombre. Entonces se puso los pies de hombre y cuando llegó a su casa se sentó y no se quería parar. Como su metate estaba en la tierra, no tenía ni piedra. Se puso allí y empezó a moler y no se quería parar cuando iba a calentar su tortilla. Se iba sentada y dijo la señora: —Ve a prenderle fuego a mi café, es que no me quiero parar. El señor contestó: —¿Por qué no te quieres parar? ¿Te duelen tus pies? —Sí —dijo la señora. Pero no le dolían sus pies. Luego el señor se dio cuenta de que no eran sus pies los que tenía. Dijo el señor: —No te quieres parar porque no son tus pies los que tienes. La señora ya no dijo nada. Luego le dijo: —Vas a ir a cambiar tus pies, porque se ve feo que no son tus pies. Cuando se oscureció se fueron otra vez y llegaban a una casa donde estaban preparando mafafa y todo se lo comían. Cada día que iban estaban preparando mafafa. Entonces las señoras se enojaron y prepararon mafafa, pero con su tallo. Luego los duendes llegaron y se lo comieron. Cuando empezaron a sentir que les ardía su boca empezaron a chillar y luego dijeron: —¿Por qué nos hacen esto?, y nosotros ¿qué vamos a comer? —y luego se fueron a sus casas. Pero cuando se oscureció se fueron otra vez, porque iban a una casa donde el niño estaba enfermo. Cuando llegaban ya estaba dormido. Su papá dijo: 63 Los duendes que querían un niño Gigantes, duendes y salvajes 64 Hacedores de las Palabras kmimapalan lak aminan eske wa nkinkaw ni tatlani chu wa xtata nkaws wa nakanacha nchali o tuxama chu nchixku mimpal chata chu akninchilh wanilh xpuskat mpinamin chu lichali wa xtata nkaws mincha chu akxninchu xtata nkaws xtlawma kpotrero tyakolh laktlanka kiwi chu anta xwakakolh ntaskoyot chu nkum xlimin likan talalh ntantum chu makapitsi tsalkolh chu wa nti ntalka nikaxan purki xkatsani ntani xtalkganit chu akxninchu nchalh kchiki wa tixmimakolh ntaskoyot cho ktalalh ntantum chunchu nkaws mawika nkax lanchu chu arroz chu tatlanilh alistalh nchu wanchixku ntixta palajnit titatanoklhli xtata nkaws chu wa ntaj xwilinikanit tunayma xkintlawnita xkiwlininita per nitu anan arktatlanilh chu xla xtata nkaws kalhtinalh tu wxnki wani ya ni ntanoklh waw chu nchixku wa kit ay xak waka k kiu pero tunchu xuwn na nkinkatlawa purki xamana xakamak ar xaklimimaw wa nkaws ay xniputon pus wa lakaskinai tunchu xawn naxtlaw putnawa pero wa nkaws tatlanilh. Gigantes, duendes y salvajes —¿Qué vamos a hacer con nuestro hijo? —luego su papá del niño dijo: —Voy a ir a ver a su abuelito y le voy a preguntar qué le pasa a nuestro hijo —y el señor se fue a Tepango, porque ahí vivía el abuelito. Cuando llegó a Tepango dijo: —Te vengo a ver. Es que mi hijo no sé que tiene. No se puede, ya lo llevé al doctor, y no se puede —y el abuelito dijo: —Se va a poder, no más que cúrenlo bien para que no se muera —y el señor se vino. Cuando llegó se durmió y otra vez llegaron los duendes. Cuando vieron que no se podía, dijo el señor: —Voy a ir a ver otra vez a su abuelito. Se fue otra vez. Cuando llegó ahí dijo: —Te vengo a ver otra vez, es que mi hijo no se puede. Y el abuelito dijo: —Voy allá mañana o pasado mañana —y el papá del niño se vino otra vez. Cuando llegó a su casa le contó a su esposa lo que dijo el abuelito y a la mañana si- 65 guiente el abuelito se vino de allá. Cuando caminaba en el potrero vio unos árboles grandes y ahí estaban los duendes. Como traía rifle le pega a uno y los otros se fueron. Pero el otro no podía ir, porque le dolía donde le pegaron. Cuando el abuelito llegó a la casa dijo: —Ahí vienen unos duendes. Luego al niño le dieron pan y arroz y el niño se curó. Pero una vez el abuelito del niño se encontró con el señor al que le había pegado y el señor al que le pegaron dijo: —¿Por qué me pagaste? —y el abuelito del niño dijo: —Tú me dices dónde nos encontramos. Y el señor contestó: —Yo soy el que estaba en el árbol. Pero no hay problema, ya me curé. Pero, ¿por qué nos hiciste eso, si ya era el último día que íbamos? Ya lo íbamos a traer al niño. Ya se iba a morir. Y el abuelito dijo: —Pero, ¿por qué querían hacer esto? Pero el niño se curó. 66 Náhuatl Ixmamatamej Hacedores de las Palabras S e tonal itech se atauit kisaya ixmamatamej ijuak tayohuaya, kuika miake imimestauij uan ixmamatamej nejnemia keme sekin tokniuan uan mononostioui uan kuika kemej se miket kitajtamachiua uan se okichpil kinitak ixmamatamej uan ixmamatamej nejnenke panoke kampa yetoya uan okichpil motali itech se tet uan mononostiualaya yejuan ualajtoya ompa, uan okichpil de ompa amo tejkitak uan ne uejka sepa monextijke, nenenke asike tech se talkuajykt uan se tato ompa kochtoya uan kinekia kuiskaske pero peuak kintetema amo kinekia maj kiuikakan ompa kimiktijke. Había una vez una barranca donde salen duendes en la noche. Llevan mu- chas lámparas. Los duendes caminan como unas personas. Se aparecen como un muerto. Llevan lámparas. Un niño vio los duendes. Vinieron donde está el niño. El niño ahí se sentó en una piedra. Venían hablando. Ya venían cerca y el niño en donde estaba ya no vio nada. Ya pasaron de lejos. Otra vez se aparecieron. Se fueron caminando, pasaron en la loma y un señor ahí estaba durmiendo, porque se emborrachó. Y el muerto que traían, ahí lo dejaron. El señor quería que se lo lleven, pero el señor nada más les pegó con piedra y al señor lo mataron. 67 Duendes Gigantes, duendes y salvajes 68 Náhuatl Nih mech puwilis seh kamanali tlen no chinanko Hacedores de las Palabras Nih mech yis clese wuelta panox pan no chinanko. Nih panox kema texmati yaya setlamaxtijel Oralia se wuelta yaji wuaya seh toawi kitekito humos wan nopa chinanko kisa mijatsitsi seh wuelta kiwuikake ni tlamachtijet wan sampa oxkle kimalke tlamo kuapaskle panox matla whan makuilih tonatih Virjinia seh tziwua pil tlen tu chinanko kina wuatige ma tlachikuentini wan peste atlajo waya ayujuana walki icha kampa kiwualikake mijatsitsi itata makualanki kampa tekitito whuan kitlatlaniki kanika istoyah Virjinia whan inana kitoji wan yaji kichikuenito y peste wan axkana mokuatoh whuan nopah to tlayi tlasentilki miyak totlayimej whan kinilki wan ikonemokuapolki wuatel hochi kitemote nopah siwuapil teyliji nochi tlekiku wuayayah kil kima kayaya alaxos papaya uwual chalchokol awuakal ki amaki pampa pil yeyektsi shi pampa axkana nopah mijatsitsi kin amoxki pampa pil yeyextsitsi whan neki kewuax totlayimeh whuan kipiyah tlatsonekawilotl wueyi whan kiamati momujltishe. Ini panox pan ni chinanko tlen Otatal seh ejido Ozuluama, Veracruz. Thi mikikuilki wan ximatika tlepanox pan ni chinanko. Les voy a contar un relato que suce- dió en la comunidad. Sucedió cuando nos daba clase la maestra Oralia. Un día se fue con una señora a cortar humos, pero en ese lugar aparecen los duendes y esa vez se llevaron a la maestra y a la señora. Después no se supo cómo regresaron. Después de que pasó esto, a los quince días mandaron a lavar ropa al arroyo a Virginia, una niña de la comunidad, y ya no regresó a su casa porque se la llevaron los duendes. Su papá regresó del trabajo y le preguntó a su esposa dónde estaba Virginia y la señora le dijo que se había ido a lavar la ropa, pero que no había regresado. El señor se enojó mucho y le pegó a la señora, que estaba embarazada y se enfermó por la golpiza que le dio el señor. El señor reunió a la gente y les explicó el problema y entre todos se pusieron a buscar a la niña. La encontraron hasta las doce de la noche y la curaron, porque dizque los duendes se la iban a llevar. Después que la niña se curó, contó que los duendes le dieron de comer bien. Comía naranjas, guayabas, papaya, caña y mandarinas. Y que a ella el lugar a donde la llevaron los duendes le pareció muy bonito, y que los duendes son unos hombres bien chiquitos y con un sombrero grande. Les gusta jugar mucho. Esto sucedió en la comunidad del Otatal, un ejido de Ozuluama, Veracruz, y esto lo escribí para que conozcan mi comunidad. 69 Duendes sombrerones Gigantes, duendes y salvajes 70 Zapoteco del Sur Mee sú naas Hacedores de las Palabras Ty welt ti ndxey nejua kiets, mdet cuent ty welt crool nass. Shu ti mee ke guikit’ ytalees. Le ndxey mble yalkab ti mewinde, no nactde mer me. Meka nac ti mindo’o no le mincloka muy menka ahsta hiiy. Tsec gtet xhic tap wits, tap wits ke rkib men gdxeyka, or wdhalme, nemelona tse rhapme ty kuay, quiato some, quiek ti ytaS. Or gdshinime yuR, n kook gsenme. Kure nkoc axtha 25 caal bkay noviembr 1997. Casi quietsre katr y keylac tica men, no cobas naak co mtet men kuent, lona quietsre o ranchre. Había una vez un señor que fue al pueblo. Me contó que en medio del camino había un chamaquito. Estaba jugando piedritas. El señor pensó que era un niño, pero no era cierto. Era un duende y el duende se llevó al señor hasta el cerro. Ya pasaron como cuatro, cuatro días que estaban buscando al señor, cuando lo encontraron. Me dijo que ya tiene caballo, estaba muy arriba, en una piedra. Cuando llegó a su casa, se puso loco. Esto fue el 25 de noviembre de 1997. Casi en esta comunidad ya no se puede andar solo; y esto es todo lo que me contaron en la comunidad de Villa de Santiago Xanica, de Miahuatlán. Hasta luego. 71 Chamaquito del camino Gigantes, duendes y salvajes 72 Yajwal te ch’en Tzeltal Hacedores de las Palabras Ya yalik te ayix bayel ja’bil ay la sts’i’ul ja’mal li’ta jcomunal. La xcholbonik te ya snutsi’ te sts’i’ul ja’mal. Te najmey bayel ya xchamik-a te kristiano jetik. Bit’il bayel-a te muk’ul te’etik ya xcholik, te laj x-och ta te ch’enetik te abij ya laj smak te bin yas sta je ya laj swe’. Te sts’i’ul ja’ mal. Ya yalik ta ora inij tey ta ch’enej ya laj ya’iyik awetik, mayuk mach’a xbajt yu’un tey a’, yu’un k’ax k’ubul ay yajwal te ch’en. Cuentan que hace muchos años había lobos aquí en mi comunidad. Me contaron que cazaban a los lobos. Antes morían muchas personas por los lobos. Como eran puros árboles grandes, dicen que se metían a las cuevas y allí encerraba lo que se encontraba y se lo comía el lobo. Dicen que ahora en esa cueva se escuchan gritos, pero nadie se va por allí, porque está muy hondo y alguno es duende de la cueva. 73 Duende de la cueva Gigantes, duendes y salvajes 74 Zapoteco del Istmo Xhá zijña bandá roo ne tin nguiu rápa yuzee Hacedores de las Palabras Tii nguiu cayaka yuzee ne tizulu cN guitee, lu guixhi bata’ lucha. Ne cN yuzee nRcame cayoocN lu sti ladu, zitRhuini, ma yacN chR camO lu guela horN vi yN xha xhijna banda rQ ne bichi vi IN camO ne zO came zitu. Ne zijña bandN rQo gudxibe nguiu que: —Xhi cayunu. —Caya pa ca yuzee di. —Peru gudidO racN negaiti nR, hueya si de que se camO chericN. ZacanR amigula. —Ya —na guiu que. —Pue chu chi yubi IN camO na zijña bandN roo. Ne gulube jñe be xha yani nguiu que. Ne gurN gR didibO neza nR ca gueucN, ca gueucN zinandaca ne nguiu que biu ra na re’zN zijña roo. Zijla roo gulee chicote ne gudiñe nguiu ne gucN be zijña banda rQ nguiu que. Un señor estaba cuidando vacas y empezó a jugar en el pasto, como luchas. Y las vacas estaban comiendo en otro lugar, lejitos. Ya mero van a entrar a la milpa, cuando las vio un sombrerote y las espantó y se fueron lejos. Y el sombrerote le dijo al señor: —¿Qué estás haciendo? —Estoy cuidando las vacas. —Pero pasé por allí y no hay nada, sólo las huellas de que se fueron para allá. Seremos amigos. —Sí —dijo el señor. —Pues vamos a buscarlas —dijo el sombrerote. Y echó sus patas sobre la espalda del señor. Y cuando pasó a donde están los coyotes, los coyotes los seguían y el señor entró a donde vivía el sombrerote. El sombrerote sacó su chicote y le pegó al señor. Se hizo sombrerote el señor. 75 El sombrerote y el señor de las vacas Gigantes, duendes y salvajes 76 Maya U tsiik bali ka túul mejen alux Hacedores de las Palabras Jun teene alaatí ka’ túul meejen aluxo’obé, le maax kun xookik u yiche tuk’ó leetí kunu mentu noojoch jalaachí Uxmal, yeetele le maax má tú tsi’ikbatke maa teenu meentuba’a miixbaa. Juuntúule aluxóo tiaje tiu chíiche ma tu paajtá u tsi’iikbatik tu laaka. Kaaj nuuktátí meen u chíichemáa tuklik tu meen: teech kena meentaba noojoch jalaachí tí Uxmal. Un día les dijeron a dos aluxes que aquel que contara todo el fruto que tenía un cocoyol sería el rey de Uxmal, y que el que no lo contara, no sería nada. Uno de los aluxes dijo que no iba a contarlos todos y su abuelita dijo: —Hijo, ni lo pienses, porque tú serás el rey de Uxmal. 77 Cuento de dos aluxes Gigantes, duendes y salvajes 78 Maya K’aay alux k’at Hacedores de las Palabras In taata kubin tu kool, te’e koolo yaan junp’eel ka’ana muul. In taata tu bisaj u ts’oon tu pej kunsa te’ ka’ana múulo’. Ka’ jup páak in taata taata tu yilaj junp’eel ba’a ku péek te’e tu’ux yaan le ka’ana múuló ka’ jup chi’ibal in peek’ in peek’ ku ya’ak beya’: Prio prio prio pi uaauu prio prio prio pi uaauu ku ya’alik in peek’ prio prio prio pi uaauu ka’ tu ya’alaj ti’ alux k’at prio prio prio pi uaauu. Mi papá va a la milpa y en la milpa hay una ruina alta. Mi papá lleva su escopeta y la asienta en la alta ruina. Mi papá comienza a chapear. Mi papá vio una cosa que se movía en lo alto de la ruina. Y el perro empezó a ladrar así: prío, prío, prío, pi huaauu* prío, prío, prío, pi huaauu. Dice mi papá: “le di al duende chaparro prío, prío, prío, pi huaauu”. *Manera de hablar de las gallinas y de los perros, revuelto. 79 Canción del duende chaparro, arux o duende kaa Gigantes, duendes y salvajes Glosario Achicuale Castrar enjambres Chapear Cochimonte Cocoyol Desbarañar Gañote Guarumbo Humos Mafafa Majar Pasmarse Sarteneja Tapanco Troja Charco de agua con lodo. Sacar cera de los enjambres o panales. Limpiar la milpa de yerbas, desbrozar. Ave zancuda de cabeza y cuello negros. Coquito de aceite. Desbarrancarse. Gaznate, garganta, esófago. Huarumbo. Planta parecida a la papaya, con frutos no comestibles. Fruto silvestre parecido al capulín. Malanga. Quebrar a golpes. Sufrir congestión. Hueco poco hondo donde se acumula el agua. Entrepiso construido sobre un cuarto que no llega a ser un segundo nivel, sino sólo un lugar para almacenar. Troje. Lugar donde se almacenan las mazorcas. Gigantes, duendes y salvajes 81 Índice de escritores 16 Tumü müja pün El hombre grande Patricia López Mendoza, 13 años, zoque, San Antonio Acambac, Tecpatán, Chiapas. 26 An biyal t’ilab a Dhali ani a Bo’ El arreglador de la sierra Nicómedes Hernández Cruz, 12 años, tének, La Yerbabuena, Aquismón,San Luis Potosí. 18 Tó gigant gaxh ló guiagc El gigante cerca del río Rosa Hortensia Gómez Venegas, 10 años, zapoteco de Guevea, La Reforma, Guevea de Humboldt, Oaxaca. 30 Tsikbal t’ann abulo’o El gigante y sus ayudantes Rigoberto Alamilla Canul, 12 años, maya, San Felipe, Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. Informante: Elder Noé Pino. 20 Jun sk’oplal skawue muk’ Un caballo gigante Jesús López Gómez, 13 años, tzeltal, El Chorro, Chanal, Chiapas. 36 Peka tzame tza’mapü’nixne’ Cuento del salvaje Marcial Cruz Cruz, 13 años; Alicia Guadalupe Sánchez de la Cruz, 10 años, zoque, El Paraíso, San José Chapultenango, Chiapas. 40 Pestüküsi El monte de viejo Nicolás Domínguez Cordero, 14 años, zoque, Rivera Movac, Pichucalco, Chiapas. 22 Tsame komeke te’ tumü pü’ñoye’is nye Cuento de un tirador Estela Martínez Martínez, 12 años, zoque, Viejo Volcán Chichonal, San José Chapultenango, Chiapas. 46 Ja’ay jëts mët ja paja’ayë La persona y el salvaje Fermín Pérez Pérez, 11 años, mixe alto, Llano Ocotal, Santo Domingo Tepuxtepec, Oaxaca. 56 Ayotochin tanaualuil El armadillo embrujado Efraín Rivera Olivares, 13 años, náhuatl, Octimaxal Norte, Cuetzalan, Puebla. Informante: Francisco Rodríguez. 48 Chilobo yaj guiba’ nekti El salvaje comedor de miel Saula Ángel Martínez, 12 años, náhuatl, Palma Real, Pajapan, Veracruz. 62 Wantu wanikan taskoyot Los duendes que querían un niño Amador Cruz Vázquez, 11 años, totonaco, La Tranca, Hueytlalpan, Puebla. 52 Se sanil Xiuan Oso El cuento de Juan Oso María Paulina Huero Mora, 13 años, náhuatl, El Tozán, Jonotla, Puebla. 66 Ixmamatamej Duendes Fermín Méndez Cortés, 14 años, náhuatl, Tepetzingo, Cuetzalan, Puebla. 54 So’o nduko chaneke El hombre y los chaneques Adela Carbajal Carbajal, 9 años, cuicateco, Llano Grande, Concepción Pápalo, Oaxaca. 68 Nih mech puwilis seh kamanali tlen no chinanko Duendes sombrerones Irene Ortiz Hernández, 13 años, náhuatl, El Otatal, Ozuluma, Veracruz. Gigantes, duendes y salvajes 83 70 Mee sú naas Chamaquito del camino Miriam Sulamita Díaz Luis, 10 años, zapoteco del Sur, Villa Flores, Santiago Xanica, Oaxaca. 76 U tsiik bali ka túul mejen alux Cuento de dos aluxes Wendy Minerva Pech Ucán, 13 años, maya, Chunhuaymil, Hopelchén, Campeche. Informante: Pedro Pech. 72 Yajwal te ch’en Duende de la cueva Jesús Gómez Hernández, 13 años, tzeltal, Duraznal Santa Fé, Chilón, Chiapas. 78 74 Xhá zijña bandá roo ne tin nguiu rápa yuzee El sombrerote y el señor de las vacas Roberto Crispín Peza, 8 años, zapoteco del Istmo, El Crucero, San Blas Atempa, Oaxaca. K’aay alux k’at Canción del duende chaparro, arux o duende kaa Zenaida Alamilla Canul, 11 años, maya, San Felipe, Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. 84 Hacedores de las Palabras Listado de ilustradores Adela Carbajal Carbajal, 9 años, cuicateco, Llano Grande, Concepción Pápalo, Oaxaca. Albina Díaz de la Cruz, 13 años, huichol, El Cora, Tepic, Nayarit. Aleja Antonio Hernández, 11 años, náhuatl, Huilotitla I, Huazalingo, Hidalgo. Alondra Janeth Arballo Espinoza, 12 años, kiliwa, Arroyo de León, Ensenada, Baja California. Anita Hernández Domínguez, 11 años, tének, El Chical de la Pila, Ciudad Valles, San Luis Potosí. Armando Octavio Islava Meza, 11 años, kumiai, Juntas de Nejí, Tecate, Baja California. Basilia Velazco Gutiérrez, 10 años, La Plazuela Huaxolotipac, San Antonio Huitepec, Oaxaca. Damían Reyes Peralta, 12 años, zapoteco del Valle, La Magdalena, San Carlos Yautepec, Oaxaca. Ediltrudis Hernández Hernández, 11 años, náhuatl, Huitzilinguito, Orizatlán, Hidalgo. Elías Ramos Cruz, 12 años, náhuatl, Lindavista Soledad Atzompa, Veracruz. Fabián Castro Esteban, 13 años, tlapaneco, Río Grande, Acatepec, Guerrero. Genoveva Huerta Alvarado, 11 años, náhuatl, Playa Xocola, Michoacán. Gonzalo Toribio Candia, 13 años, tlapaneco, Llano de la Parota, Acatepec, Guerrero. Jairo Cruz Domínguez, 11 años, mixe alto, Casa Grande, Asunción Cacalotepec, Oaxaca. Javier Alfonso Díaz Vargas, 6 años. José Epitacio Cerecedo Ramírez, 12 años, náhuatl, Xoloxtla, Huejutla, Hidalgo. José Poot Chi, 14 años, maya, Yaxhaltún, Calkiní, Campeche. Lucero Alicia Islava Meza, 8 años, kumiai, Juntas de Nejí, Tecate, Baja California. Manuel Texco Vázques, 14 años, totonaco, Benito Juárez, Coyulta, Veracruz. María Magdalena Hernández Reyes, 13 años, náhuatl, Xocoyo Tuzantla, Tancanhuitz de Santos, San Luis Potosí. Marcial Cruz Cruz, zoque, Nuevo San Miguel, Francisco León, Chiapas. Juan López Núñez, 13 años, tzotzil, Chauquil-hucum, Larráinzar, Chiapas. Nilka Araceli, Chipuachi, Guachochi, Chihuahua. Justo Vidal Ek Ek, 13 años, maya, San Pedro, Tahdziú, Yucatán. Paulina Huero Mora, 11 años, náhuatl, El Tozán, Jonotla, Puebla. Leovigildo Nolasco Pérez, 10 años, mixe, Tepuxtepec, El Manantial, Oaxaca. Gigantes, duendes y salvajes 87 Patricio Victoriano Vázquez, 9 años, náhuatl, El Naranjito, Aquila, Michoacán. Raúl Sánchez Rueda, 10 años, zoque, Ejido Nuevo, Presidio Las Choapas, Veracruz. Rosita Rivera Martínez, 14 años, mazateco alto, La Raya, Santa María Chilchotla, Oaxaca. Sabina Luis Vázquez, 13 años, zapoteco del Valle, Rancho Maya, San Miguel Tilquiapan, Oaxaca. Sofía Flores Santos, 8 años, náhuatl, Chintanta Huejutla, Hidalgo. Teodoro Pérez Morales, 12 años, tének, Jagüey Cercado, Aquismón, San Luis Potosí. 88 Hacedores de las Palabras Víctor Corrales Flores, 12 años, náhuatl, El Cayaquito, Aquila, Michoacán. Virginio Hernández Carrillo, 14 años, huichol, Vado del Cora, Santiago Ixcuintla, Nayarit. Wendy Minerva Pech Ucán, 13 años, maya, Chunhuaymil, Hopelchén, Campeche. Zenaida Alamilla Canul, 10 años, maya, San Felipe, Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. Gigantes, duendes y salvajes 89 Gigantes, duendes y salvajes Agua Así soy yo Campo y campesinos Comida y recetas Conejo y Coyote Creencias, dolencias y remedios Cuentos de animales Cuentos de engaños, para hacer reír y fantásticos Gigantes, duendes y salvajes secretaría de educación pública Gigantes, duendes y salvajes Historias de cuevas, culebras y diablos Historias de espantos, seres que se transforman, tesoros escondidos y matrimonios engañosos Las comunidades. Fundación, historia, percances y festejos Maíz Oficios y ocupaciones Orígenes y dueños. Por qué son así algunas cosas De la cuna a la tumba en las comunidades del mundo y cómo otras suceden en el monte Refranes, adivinanzas, acertijos, trabalenguas, juegos y chistes Versos, arrullos y canciones De las cosas que se cuentan secretaría de educación pública