Iglesias del Dersierto

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Iglesias del Dersierto
D E L
DESIERTO
andinas del norte de Chile. Orientados al
cielo en la sobrecogedora geografía que
asciende desde el desierto hasta las cumbres
del altiplano, los templos hunden sus
cimientos en el saber milenario del mundo
andino. Sus construcciones centenarias dan
cuenta de un rico proceso de asimilación
cultural, a la vez que albergan hasta hoy el
profundo sentido de lo sagrado, verificable
del
en la devoción de las fiestas religiosas. El
ejemplo de las comunidades que las
custodian como fuente de identidad debe
servir de inspiración para apoyar su
restauración y conservación como
desierto
patrimonio nacional. Sólo una sociedad que
respeta su legado cultural y espiritual puede
acercarse a la verdadera belleza.
This book illustrates a selection of Andean
churches in northern Chile. Gazing skywards
in the overpowering landscape rising from the
desert to the heights of the altiplano, the
churches have their roots in the ancient wisdom
of the Andean world. Their centuries-old
buildings bear witness to a rich process of
M A X D ON O S O S A I N T
Magdalena Pereira es licenciada en historia
de la Universidad Católica de Chile.
Realizó su tesis en torno a la iglesias
andinas y comenzó la investigación y
registro del patrimonio histórico de los
templos de la diócesis de Arica. En 2002
fue becaria de la National Gallery en
Washington D.C. y, a partir de 2003, es
Coordinadora de la Comisión Nacional
para Bienes Culturales de la Iglesia. Su
marido, Cristian Heinsen, es licenciado
en letras y máster en documentales.
Inspirados por el padre misionero
Amador Soto Miranda (en la foto), han
creado, junto a otros profesionales, la
Fundación Altiplano para la restauración
de los templos andinos y la promoción
efectiva de la cultura tradicional.
ig l e s i a s
Residente en Nueva York los últimos
años colaborando para las revistas House
& Garden y Landscape Architecture, el
fotógrafo Max Donoso ha publicado
varios libros en torno a la identidad
cultural de Chile. Su trayectoria incluye
lecturas y seminarios como profesor en
The New York Botanical Garden y The
Horticultural Society. Sus fotografías en
blanco y negro han sido exhibidas en
galerías de Nueva York, Washington D.C.
y Santiago. Actualmente se encuentra
preparando otros libros que muestran
el valioso patrimonio cultural y natural
de su país.
I G L E S I A S
Este libro ilustra una selección de las iglesias
cultural assimilation, while they guard to this
day a profound sense of the sacred, as shown
F O T O G R A F Í A S
in the devotion felt at religious feasts. The
M A X D ONOS O
example of the communities that guard the
T E X T O S
churches as a source of identity should provide
M AG DALE N A PE RE I R A
inspiration to support their restoration and
C R I S T I ÁN HE I NS E N
preservation as a national heritage. Only a
society that shows respect for its cultural and
I N T R O D U C C I Ó N
I S AB E L C R UZ
P R E S E N T A C I Ó N
C AR LOS AL D UNAT E
spiritual legacy can approach true beauty.
Max Donoso Saint
A mi padre
I glesias
del
D esierto
Fotografías
M AX D ONOSO
Te x t o s
M A G DA L E N A P E R E I R A
C RISTIÁN H EINSEN
Introducción
I SABEL C RUZ
Presentación
C A R L O S A L D U N AT E
Asistente Fotografía
I G N AC I O D E L A C UA D R A
Diseño
H OMBO
&
Z EGERS
Tr a d u c c i ó n
M ARÍA T ERESA E SCOBAR
IN dic e
PRESENTACION
9
INTRODUCCION
11
PARINACOTA
20
ANCUAQUE
106
PUTRE
26
MAUQUE
112
C AQUENA
32
USMAGAMA
118
PUTANI
38
HUAVIÑA
124
SOCOROMA
42
TARAPAC A
128
PACHAMA
48
MAMIÑA
134
BELEN
54
MATILLA
138
GUALLATIRE
60
PIC A
144
LIVILC AR
64
CHIU CHIU
150
TIMALCHAC A
70
TOCONAO
158
CODPA
74
RIO GRANDE
162
GUAÑAC AGUA
80
PEINE
168
AICO
86
C ASPANA
172
PACHIC A
94
MACHUC A
178
ISLUGA
100
SAN PEDRO
182
BIBLIOGRAFIA
188
TRADUCCION
190
AGRADECIMIENTOS
211
P RESENTACION
L a E PI FA N Í A DE
LOS ANdES
Por milenios, las sociedades que habitaron los territorios que hoy conocemos como el sur peruano, el altiplano boliviano, el
norte chileno y el noroeste argentino, estimuladas por el medio ambiente árido, fueron tejiendo redes de interacción y adquiriendo
una identidad cultural común, que se consagró en el gran estado de Tiwanaku y sus sucesores, los reinos aymaras y el Tawantinsuyu
incaico.
Los legítimos herederos de esta tradición sur andina aún habitan en los diminutos oasis y quebradas del desierto o en la
inmensidad de los salares y bofedales del altiplano. En el norte de Chile, estas comunidades florecen arovechando los escasos recursos
de agua que escurren de los glaciares de las montañas y brotan sorpresivamente en medio de la aridez proverbial de Tarapacá y
Atacama.
Las capillas e iglesias que custodian estos pueblos son sucesoras de las antiguas “huacas” o lugares sagrados. Muchas veces ellas
están construidas precisamente en el mismo lugar que antes sirvió como adoratorio prehispánico, consagrando el lugar tradicional
de la epifanía, del encuentro entre el mundo natural y sobrenatural. Fuera de la capilla está el “calvario”, un pequeño santuario que
hace las veces de “mesa” o altar tradicional. Allí se celebran los rituales de ofrendas a la iglesia: se baña la cruz con la sangre del llamo
sacrificado, se queman hojas de coca y chicha de maíz. Las antiguas fuerzas divinas de los Andes están escondidas tras los Santos
colocados en los retablos y hornacinas: la Virgen es la “madre tierra” o Pachamama; San Santiago es “Illapu”, el poderoso rayo que
aniquila a los enemigos; San Antonio representa la vida y la riqueza que se multiplica en los rebaños de llamas, alpacas y ovejas.
La antropología enseña que el rito es la manifestación de las creencias. En este sentido, las capillas e iglesias que nos devela
este libro, son parte integrante del patrimonio e identidad de los pueblos andinos. Además, constituyen verdaderos documentos
que nos informan de los procesos coloniales de extirpación de las idolatrías, la evangelización impuesta, las rebeliones indígenas y
de esta peculiar adopción de la nueva religión, bajo cuya apariencia aún yacen las antiguas creencias. Estas iglesias y capillas también
sufrieron los embates de la Guerra del Pacífico, que a fines del siglo XIX consagró nuevos límites políticos entre Bolivia, Chile y Perú.
Las comunidades andinas, asustadas por la violencia desatada, escondieron a los santos patronos de los pueblos en cavernas selladas
para protegerlas del vandalismo.
Las bellas fotos de Max Donoso han logrado reproducir la magia de estos recónditos lugares, donde el viajero se sorprende
al encontrar la vida que brota escondida en medio de la aridez del paisaje y en el imponente marco de los cañones quebraderos de la
puna. La destacada historiadora, Isabel Cruz ofrece un panorama general histórico y antropológico que nos ayuda a comprender estos
extraordinarios testimonios de la fe popular andina. Los textos de Magdalena Pereira y Cristián Heinsen dan un relato pormenorizado
de cada una de las comunidades y sus iglesias, su historia y circunstancias, indispensable para conocer este valioso patrimonio andino
del norte de Chile.
Carlos Aldunate del Solar
Museo Chileno de Arte Precolombino
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Santiago, Noviembre de 2004
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I NTRODUCCIÓN
H a bi ta r e l D e sie rto :
U n a M ir a da
por
Isabel Cruz de Amenábar
Dr. en Historia del Ar te
Profesora del Instituto de Historia
Pontificia Universidad Católica de Chile.
Desde el cielo, el paraje ocre claro del desierto sembrado de salares;
al oriente, la tierra, irguiéndose en roca, transformándose en faldeo,
en cordillera, en cima coronada. No hay huella humana, sólo polvo,
sal, nieve. El acercamiento hace perceptible el trazo ligero, sinuoso,
de las quebradas; la red de signos en piedra, el desmoronamiento de
construcciones arcaicas. Al filo del borde azul, el cuadriculado gris de
las ciudades. Y al aguzar la mirada aparecen, desgranándose sobre las
laderas, blancas iglesias y poblados.
En el ámbito de sol y arena irradiantes sobre los cielos más
despejados del mundo, la visibilidad cruza distancias inauditas
amparándose en la transparencia del aire y las formas se recortan
en contornos escultóricos; la vida para manifestarse, ha buscado
emergencias limítrofes, elementales o de complejidad por descifrar.
La inmensidad espacio-temporal se despliega a la mirada, en la
distancia de la altura y en la profundidad del tiempo.
Edades ignotas en otras zonas del continente, 7.000 a 2.000 a.C.,
por la costa Pacífica entre el río Lluta y el Loa,1 un área de playas
pantanosas y aguas temperadas, pródigas en especies (algas, mariscos,
peces, guano) capturaron por milenios las remotas existencias
itinerantes de los que venían desde el oriente interior, tal vez, de la
selva tropical.2 Los hombres Chinchorro quisieron detener el tiempo,
momificando a sus cadáveres - a sus niños- con elaboradas técnicas.3
Son las momias intervenidas, más antiguas del mundo, varios milenios
anteriores a las egipcias.
En la depresión intermedia desértica, la pampa,4 vestigios de
cazadores paleoindios y en secuencia, de paleolíticos arcaicos, neolíticos,
cazadores, recolectores y agricultores de 12.000 años atrás han sido
exhumados en las excavaciones arqueológicas.5 Diseminados sobre el
medio hostil, se izaron hacia el oriente, en acorde al escalonamiento
de la tierra. Bajo restringidas condiciones contemplaron el florecer
y el fructificar de las plantas oriundas, la papa, la quínoa, el chañar,
y ascendieron hasta alcanzar la puna, o altiplano, estepa de altura,6
cubierta de hierbas resistentes -bofedales- que sólo brindaba
subsistencia a los rebaños de auquénidos: llamas, alpacas, guanacos,
vicuñas.
Ligeros de equipaje en los comienzos, anduvieron y anduvieron,
atravesando la tierra árida en silenciosa y tenaz resistencia a los
rigores de la naturaleza; desplazamientos de siglos acicateados por la
necesidad básica - la bebida, el alimento- y testimonio de estrategias
de sobrevivencia y capacidad de adaptación imposibles. En quebradas,
persiguiendo el curso intermitente y precioso de las aguas, que
traen desde las cumbres las tormentas tropicales del verano o el
derretimiento de los hielos; en pequeños oasis en torno a pozos y
surgencias naturales, guareciéndose, buscando sombra y humedad
frente a la gran planicie de más de mil kilómetros de arena calcinada -el
desierto de Atacama, el más seco del mundo- habitaron, encauzando
su vida hacia a una economía de recursos y de formas, que manifiestan
modos de ser.
En los oasis prepuneños, jardines perdidos del desierto,7 entre los
ríos Loa y Copiapó, en la hoya del gran salar de Atacama, atraídos
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por delgados cursos de extraña persistencia, pesquisando humedades
residuales de lo que fue aquel enorme lago de aguas oceánicas, los
testimonios arqueológicos han develado la existencia de comunidades
agroganaderas incipientes entre los años 2.000 a 500 a.C.8 Dispersos
estuvieron para aprovechar los mínimos recursos hídricos. Pero
los grupos que poblaron la quebrada de Tulán, se abocaron a la
concentración de viviendas circulares y explotaron los recursos de la
puna, preparando la emergencia de la cultura más importante de la
región: San Pedro de Atacama.9
El suavizamiento del clima altiplánico en los oasis y la organización
colectiva de los pueblos llevaron a las primeras aldeas agrarias, en la
fase inicial de la cultura atacameña, entre los años 500 años a.C. y
los 300 d.C. La tierra les ofrecía el regazo y sustento; en sus manos,
amasada, se transformaba en útil, en instrumento. Cerámica negra
y roja pulida,10 abunda en sus enterramientos, testimonio de su
compenetración con el medio, su sentido de la utilidad y la belleza;
pipas rojas, de textura mate, cántaros grandes con rostros -¿míticos?tiestos negros matizados de brillos. La tierra yerma, sembrada de
pequeños recuadros de verdor, va apareciendo dotada de atracción
para los pueblos del interior; comercio e intercambios culturales se
intensifican.11 Asentamientos estables en el desierto de Atacama,
hacen converger caravanas y grupos del norte y del oriente. Arriban
visitantes desde la margen sur del lago Titicaca, actual Bolivia. El centro
ceremonial y urbano de Tiwanacu, una de las culturas de mayor
longevidad en el espacio americano y trayectoria unilineal de 27 siglos,12
está expandiéndose en su radio sur hasta Copiapó, (Copa yapo), en
el territorio chileno. Contacto o confrontación entre estos pueblos;
sólo quedan de ello los vestigios de la cultura material, durables en la
medida de su pertenencia al medio. Delicadas tabletas de madera para
inhalar rapé, implementos y accesorios de sofisticados rituales mágico
religiosos, se agregan a los antiguos ceramios, decorados en esta nueva
fase, con geométricos diseños y de auquénidos estilizados; vasos de
oro repujados, transforman su metalurgia en arte;13 y en las aldeas
son afianzadas las diferenciaciones entre zonas de viviendas, cultivos
y señales funerarias.14 En irreconstituibles analogías conceptuales, su
representación espacial se amplifica en la ocupación de señoríos
transandinos15 -distintos pisos ecológicos- interrelacionados en circuitos
comerciales en graderías. Desde el Pacífico, en ascenso hacia los pasos
cordilleranos y en descenso hacia la selva del actual oriente boliviano
y noroeste argentino, sin que la cordillera de los Andes sea obstáculo
sino “ruta de encuentros”,16 se pueden recolectar desde arcaicas eras,
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sal, pescado salado, mariscos y algas secas, conchas, cerámicas, figurillas,
guano, pieles de lobo marino, textiles, cobre manufaturado, plumas y
sustancias alucinógenas, especialmente cebil, obtenido de los frutos
del arbusto del mismo nombre (Anadenanthera colubrina),17 productos
que se concentran en los ajuares funerarios de las aldeas en Solor
y Quitor, donde se habrían localizado los centros residenciales más
densos.18 Ellos han detenido sus pasos en la tierra, pero su itinerancia
aspira a prolongarse en el más allá; para la arqueología son índices de
una fase de auge en la cultura San Pedro, datada entre los años 300
al 900 d.C.19
En el área septentrional de la zona, después de los testimonios
sobre los Chinchorro localizados en el área costera, las dataciones de
la arqueología permiten acceder a una nueva secuencia cronológica
desde el siglo XIII d.C. Pueblos de lengua aymara ingresan al altiplano
y se sobreponen a los qolla, hablantes de lengua puquina y a grupos
recolectores y cazadores de lengua uruquilla.20 Organizados en ayllus,
jatha, en su idioma, - “unidades de parentesco”- son los señoríos
o reinos aymaras; rebasan los actuales territorios de Perú y Bolivia
y tienden lazos parentales y caravanas entre la costa, la sierra y la
selva. Maíz, algodón, madera, coca, sal pescado y guano, enriquecen
su alimentación y sus sembradíos, aportan materiales a viviendas,
vestimenta y objetos cotidianos.
La presencia de avanzadas de los reinos aymaras, en coexistencia
con grupos locales está documentada en lo que es hoy el territorio
chileno al momento del contacto con los españoles. Hubo miembros
de los señoríos aymara, lupaca, pacage y caranga en lugares de Arica,
y a estos últimos se les señala en ciertos sitios de Tarapacá.21 Son
indicadores de plurietnicidad regional, de contactos entre pueblos.
En el tiempo breve, para la historia del hombre andino, de un siglo,
el Cuzco se transforma a finales del mil cuatrocientos de nuestra era,
en capital de un imperio panandino con límites, según los cronistas
hispanos, en el Ecuador por el norte y el río Maule en Chile, por
el sur. Las quebradas al interior de Arica y Tarapacá, los oasis de la
puna, son incorporados al imperio como parte meridional, o región
del Collasuyo, en el esquema cuatripartita del Tiwantinsuyo, sistema
territorial incaico.22
El décimo primer inca, Tupac Yupanqui, según versión aceptada,
emprende la conquista del territorio chileno.
Respetando el tipo de ocupación anterior, el dominio inca, sabe
ponerla a su servicio y logra establecer núcleos de colonización
multiétnica.
Al tiempo en que los españoles penetran y someten los Andes,
la civilización originaria, desplegada en un medio inhóspito, a una
altura media de 4.000 m. sobre el nivel del mar, ha afianzado redes
de caminos; obras de hidráulica; agricultura intensiva en terrazas
adaptadas a la morfología del terreno, que evitan los efectos erosivos;
domesticación de plantas y animales; ganadería especializada;
conservación y almacenamiento de alimentos; sistemas de contabilidad
y cómputos del tiempo; medios de transporte -sin aprovechamiento
de la rueda-; metalurgia; textilería; cerámica de perfección técnica y
sentido artístico; petroglifos y geoglifos, técnica propia y exclusiva del
desierto del norte de Chile.23
Tales logros han sido aquilatados a partir del número de hallazgos
arqueológicos y de testimonios etnohistóricos. Pero también se ha
precisado de ajustes y cambios en los modelos de observación y de
nuevos criterios de valoración cultural y estética. Ha sido necesario
que las nociones de lo natural y lo primigenio renuncien a su sentido
peyorativo y que los conceptos de desarrollo y cultura se despojen de
su connotación de dominio y superioridad para apreciar estas piezas,
desarrolladas no contra la naturaleza, sino con ella. Y se ha precisado
de los movimientos artísticos de vanguardia y de las teorías que
cuestionan la validez universal de los cánones clásicos de Occidente
para que el arte de estos pueblos sea evaluado como tal.
No un ingreso, sino un retorno es la primera etapa del dominio
hispánico sobre este territorio;24 una fuga, casi: la expedición de Almagro
al Cuzco en 1536, desesperada búsqueda de una ruta alternativa que
evite los horrores y las bajas enormes experimentados por la tropa
-muertes, mutilaciones por congeleamiento, frío intenso, hambre- al
atravesar la mole andina desde el ramal oriente del camino del Inca,
para acceder a Chile a la altura de Copiapó. El desierto del norte, en
toda su extensión geográfica y terminológica, se abre para el español.
El “despoblado”, en el sentido de falta de población; sus habitantes se
reputan sólo como “indios bárbaros”. Y el páramo “en que no se crían
arboles de ninguna especie”, como señala el cronista Jerónimo de
Bibar, “sólo una manera de espinos”.25 Pero evita la cordillera helada.
Ahí los hombres perecen en pie, al instante26 y en pie permanecen
años, rígidos mástiles de la muerte. El descubridor enfila por la ruta
del “despoblado de Atacama” donde encuentra jagüeyes o pozos
naturales27. Recala en San Pedro, la “tierra alzada è de guerra y la
gente por los montes fuera de sus casas y asientos”, según el cronista
Fernández de Oviedo,28 y no impide ello su abastecimiento de maíz y
ganado para continuar al norte.
La expedición de Pedro de Valdivia repite la experiencia y pasa
desde el caserío de Arica al desierto, saltando de oasis en oasis sin
apartarse del trazado prehispánico, la ruta más corta, por lugares
poblados y aguadas.29 A comienzos de 1540, Valdivia llega a Calama
desde Quillagua, y encontrando el lugar vegoso, desabrigado y de aguas
salobres, remonta la cordillera hasta Chiu-Chiu, que los españoles
denominan Atacama la chica, para continuar hacia Atacama la alta, San
Pedro de Atacama, desde donde se dirigirá, con escalas, hacia Copiapó,
y de allí hacia el centro y sur del nuevo reino. Al saberse la noticia
de su arribo, los habitantes de San Pedro de Atacama esconden sus
alimentos y queman una parte de ellos; llevan a sus mujeres y niños a
un lugar escondido de la sierra y cerca de mil campesinos armados se
aprestan a defender el pukará de Quitor. Su situación en un cerro muy
“alto y agrio” según el cronista Jerónimo de Bibar,30 y la encarnizada
resistencia, no impiden, finalmente, que Francisco de Aguirre y sus
refuerzos se apoderen del emplazamiento.
A permanencia se propone la dominación sobre el área y sus
pueblos autóctonos. Intenta afiatar la red prehispánica de penetración
y contacto que irá comunicando con los centros poblados hacia
los cuatro puntos cardinales y en cada una de las circunscripciones
administrativas: Arequipa, Lima, Cuzco, en el Virreinato del Perú; Potosí,
Chuquisaca, La Paz, Cochabamba en la Audiencia de Charcas; Jujuy,
Salta, Tucumán en el Río de la Plata; Copiapó, La Serena, Santiago,
Concepción en la Capitanía General de Chile. La presencia de un
poblamiento disperso en el período hispánico, encuentra su correlato
indispensable en la prolongación de las prácticas de itinerancia
en vertical de los pueblos de origen;31 las llamas autóctonas son
reemplazadas por las mulas como medio de transporte.
La radicación de grupos procedentes de la metrópolis o de los
centros poblados del Virreinato Peruano, se realiza en concordancia
con la labor de los misioneros. En poblaciones preexistentes de mayor
densidad, instalan doctrinas de indios desde mediados del siglo XVI. La
incorporación al sistema político y religioso hispánico trae el despertar
de intereses económicos, que se canalizan en tributos, encomiendas
de indígenas y mita para la explotación de la plata. La subsistencia pide
el cultivo de los pequeños valles regados donde se aclimata la flora y
la fauna traída desde el Mediterráneo.
Asiento de campaña para Almagro y puerta de entrada para
Valdivia, el pueblo de Arica se desarrolla lentamente en los primeros
años. Llega a constituir en 1565 corregimiento propio, dependiente de
Lima y parroquia dependiente del obispado de Arequipa, con hospital
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atendido por los hermanos de San Juan de Dios y monasterio de
franciscanos. Tras terremotos, saqueos de corsarios, malaria y demás
calamidades, Arica y su zona aledaña mantienen aún su actividad.
Cateadores y pirquineros en la mina de plata de Huantajaya, próxima
a Iquique, desde el siglo XVI, exploran y explotan.32
El auge minero y cultural de Potosí con sus 160.000 habitantes
en la primera mitad del siglo XVII, población que sólo concentran las
grandes capitales europeas como París o Londres, transforma a Arica
por decreto expreso del virrey Francisco de Toledo en 1574,33 en
puerto de salida de la plata. A sus playas llegan las largas recuas de mulas
cargadas con el fabuloso mineral y atracan los barcos procedentes de
Europa y América, ingresando alimentos y artículos suntuarios. Arica
será punto ineludible de recalada del tráfico marítimo del Pacífico
austral. Contribuye así al desarrollo de los pueblos y caseríos del
interior, que crecen a partir de su función de postas y albergues. Se
integran, a su vez, los poblados atacameños, desde 1559, al partido
y corregimiento de Atacama, jurisdicción que se ejerce a través de
la Audiencia de Charcas por un representante del rey, con sede en
San Pedro. Se incorpora desde 1776 al nuevo Virreinato del Río de la
Plata, como parte de la provincia de Potosí.34 La encomienda de sus
indígenas a vecinos de la ciudad de Chuquisaca afianza la dominación
hispana. Se adscribe la región en su administración eclesiástica, desde
1552, al obispado de La Plata, en dos curatos o doctrinas: Atacama la
Alta: San Pedro y Atacama la Baja: Chiu Chiu.35
Van matizando, caseríos y poblados, en los oasis y quebradas
de la pampa y de la puna, la aridez de la tierra. Buscan proximidad
o cercanía de asentamientos indígenas. Se descontinúa la función
defensiva de los pukarás pero hay reutilización de su estructura. En
los faldeos y quebradas cordilleranas, a la vera de las andanerías, el
pequeño plano o aledaño rocoso, facilitan su breve desarrollo. Ahí se
instalan estos pueblos sin restarle al valioso terreno de cultivo; y su
efecto espontáneo para la mirada, atiende a la topografía lugareña, a la
dirección del viento y las orientaciones bañadas por el sol. El trazado
ortogonal del urbanismo hispanoamericano se impone en otros; calles
rectas, en el centro, plaza. Apenas un puñado de viviendas,36 por los
inmensos parajes, mimetizadas, en los más escuetos.
El verdor, en torno a los pueblos, en las quebradas de Tarapacá,
se renueva. Con las terrazas del sistema agrícola andino -andenes- se
asciende a 3.500 metros; se adaptan a lo escarpado del terreno, con
pequeños muros de piedra y canales; evitan la erosión, el corrimiento
de aguas y permiten provecho máximo del suelo. Cultivos oriundos
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se enriquecen con frutos americanos de ahí: chirimoya y guayaba; de
lejos el tomate mexicano, y se aclimaten especies traídas de España
y el mundo mediterráneo: vides, aceitunas, ajos, orégano, naranjas,
limones, higueras, granados, membrillos y perales; de los granos, trigo,
y entre los forrajes, alfalfa, el cultivo más extendido.37
En ascenso por los flancos de los Andes hasta los 4.000 metros,
un sector oriental de grandes planicies remata en los conos nevados
bajo el azul. Praderas rústicas, de hierbas duras y bajas se extienden
luego de la conquista; los ovinos pastan junto a los auquénidos de los
Andes.
El barroco andino -barroco mestizo-38 en esta área aislada, es
gestado por descendientes de aymaras y atacameños en su cruce con
el peninsular.
Núcleo de los primeros caseríos, con ranchos de piedra y barro
cubiertos de paja -que amalgaman la habitación hispana y aborigenes la capilla de misiones, levantada por anónimos obreros y artesanos.
Ellos emplean estos materiales con una técnica en su sentido
etimológico, esencial y efectiva. La humildad de la “fábrica” se engalana
en el interior; la pintura en frescos y murales, les infunde color,
convocando lo telúrico y lo cósmico;39 la cascada de oro de retablos y
nichos de imágenes es la fuente luminosa que orienta la visión en pos
de lo divino. En el exterior la piedra articula las portadas. Canteros y
artesanos oriundos de la localidad, debastan, cortan y pulen; arrancan
al trozo, al bloque, la floración de elementos vegetales propia del
barroco andino o lo pliegan a la linealidad y recortada elegancia de un
neoclásico incipiente.
En sus manifestaciones cotidianas y extraordinarias el curso de
la vida en los pueblos y caseríos está compenetrado con la tierra
y lo telúrico. En ella se imbrican sobrevivencias originarias e influjos
hispánicos, a modo de momentos de frágil encuentro entre etnias y
sensibilidades, en un ámbito geográfico grandioso y parco. Los ciclos
naturales, el curso de las estaciones, la luz y tinieblas, la siembra y la
cosecha, el trabajo y el reposo, la vida y la muerte, son observados
y respetados; celebrados y sacralizados.40 Y en la iglesia, centro y
corazón de cada pueblo, bulle rítmicamente la fiesta religiosa, síntesis
abigarrada de creencias aborígenes y fe cristiana. En hombros de
los devotos, las imágenes - santos patronos, en la acepción de
protección y señorío - se desprenden por unos días o unas horas de
su dorado retablo para bogar en la inmensidad natural. Arcos, altares,
estandartes, banderas, coronas, aureolas, máscaras y disfraces, voces,
campanas y campanillas, guitarras, quenas, tiñen de colores las laderas
terrosas y despiertan eco en el silencio ancestral de las quebradas. La
sangre de Cristo se aúna a la de las víctimas propiciatorias aborígenes
en ceremonias sincréticas; tras la celebración de los santos patronos
subyace alguna festividad anterior41 y en los ritos funerarios la idea
cristiana de sobrevivencia se entreteje a rasgos animistas, como el
regreso de los difuntos el día de los muertos, para disfrutar terrestres
alimentos.42
Este espacio del área surandina se segmenta, política y
administrativamente de los virreinatos con la Independencia, y se integra
a las nuevas naciones de Perú - que acoge el territorio aproximado de
la provincia de Tarapacá- y de Bolivia - la de Antofagasta.
El desierto, cambia su imagen.43 El absoluto de la tierra despoblada
y yerma, configurada en el estupor de viajeros y cronistas españoles,
en connotaciones negativas, inicia el develamiento. Sus entrañas serán
territorio de exploración y especulaciones; de indagación científica y
fantasías mineras. De ellas surgirá también un potencial inimaginado:
la provocación de acciones entre países y el cambio de la historia del
área.
El guano extraído en la costa del Perú llega a ser monopolio
mundial y el país del norte a depender de su exportación;44 pero
los yacimientos se agotan hacia 1860 y la decadencia se cierne sobre
las arenas. Se vuelven los ojos hacia el salitre y hacen su aparición los
poblados mineros en la pampa; luego las ciudades-puertos: Iquique
- puerto mayor del Perú en 1855- y Pisagua. Se reactiva la agricultura
de los oasis y a cambio de la vid se plantan frutales.
Despoblado, salvo pequeños caseríos en la costa -Cobija, puerto
mayor boliviano desde 1825- el desierto de Atacama es recorrido y
estudiado por científicos extranjeros, en especial misión encomendada
por el Gobierno de Chile, y por exploradores nacionales; ellos
vislumbran sus riquezas, relatan sus pesquisas, publican sus informes o
dan inicio a la faenas de extracción. Se acopian así los antecedentes
que permitirán a Chile sustentar a futuro sus acciones políticas y
militares, extendiendo su dominio hasta Arica.
Lo cruzan, el sabio y humanista polaco Ignacio Domeyko en 1844
desde Copiapó, observando la orografía y geología del terreno, sus
recursos mineros; el naturalista y científico alemán Rodulfo Amando
Philippi en 1853, dedicado a estudiar su flora y fauna, en un recorrido
desde Paposo a San Pedro de Atacama, con regreso por el camino
del Inca. Ambos publican su relatos y estudios especializados sobre el
desierto en Europa, que lo darán a conocer.45
Oriundos o educados en Copiapó, donde se inician los
descubrimientos mineros de Chile, los exploradores, se hacen en el
oficio de caminar por los arenales sembrados de guijarros y piedras,
ojo avizor en el “arte del cateo”, expertos en organizar la explotación
en despoblado. Diego de Almeyda, descubre minerales e instala faenas
de extracción en la zona del salar de Atacama en 1830; será luego
guía en la expedición de Philippi. José Antonio Moreno, discípulo de
Almeyda, inicia exploraciones en 1832 y descubre minas de cobre
próximas a Copiapó, en Taltal y Paposo, que explota exitosamente.
Sus instalaciones mineras son la más avanzada posesión chilena en el
conflicto limítrofe con Bolivia. Nacido en Huasco, José Santos Ossa se
instala en 1846 en Cobija, y durante los siguientes 30 años explora el
desierto en expediciones de cateo de gran peligro, que le traen fama
y fortuna. Empresario nato, sus trabajos mineros abarcan hasta Peine
en el salar de Atacama. Al descubrir y explotar el salitre del Salar del
Carmen, se inicia el desarrollo urbano y la importancia estratégica de
Antofagasta. José Díaz Gana llega en 1860 a la zona y se instala en
Cobija y Mejillones; en los próximos diez años recorre el desierto
y encuentra en 1870 la rica mina de plata de Caracoles, que dará
fortuna al país durante las siguientes dos décadas. La intensificación
de las faenas extractivas -especialmente del cobre- adquiere una
dimensión económica primordial ya para Chile hacia 1860: la “cultura
minera”, acrisolada durante los siglos coloniales en las vetas de
metales y sal, ha conquistado el desierto más árido del mundo.46
La obtención del agua es el imperativo que debe enfrentar el
establecimiento en el desierto y variados sistemas se ensayan a lo
largo del siglo XIX: buques cisternas desde Arica y Valparaíso, plantas
de destilación de agua de mar con carbón de combustible -la de
Cobija por ejemplo, que perteneció a José Santos Ossa- y una planta
de destilación por energía solar en 1872, pionera en el mundo, obra
de Carlos Wilson, inglés nacido en Escandinavia y residente en Chile.
Las extracciones mineras y de guano en la zona por capitales
chilenos provocan desaveniencias con los gobiernos de Perú y Bolivia.
Chile declara la guerra a esas naciones aliadas el 5 de abril de 1879.
Conocida como guerra del Pacífico, o guerra del salitre, la contienda
tiene el efecto de asegurar a Chile el dominio del litoral.47 La paz
adviene en 1883 con el tratado de Ancón, firmado con Perú, que
entrega a Chile “perpetua e incondicionalmente” la provincia de
Tarapacá entre el río y quebrada de Camarones y el río y quebrada
del Loa; las provincias de Tacna y Arica entre el río Sama y la quebrada
y río de Camarones por un período de diez años y un plebiscito
decidiría su nacionalidad definitiva. Con Bolivia, se firma al año siguiente
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un pacto de tregua que estipulaba el sometimiento a las leyes chilenas
del territorio entre el río Loa y el paralelo 23, otorgándose a aquel
país franquicias especiales para su comercio a través de los puertos
chilenos de Arica y Antofagasta. La paz con Bolivia sólo se acordaría
en 1904, completándose con la construcción del ferrocarril de Arica a
La Paz, iniciado en 1906 e inaugurado en 1913, a cargo de la Sociedad
de John Jackson. Con el Perú, el plebiscito estipulado para definir la
nacionalidad de Tacna y Arica, no se llevó a cabo en la fecha prevista; la
política de inversión e instalaciones realizada por capitales chilenos en
la zona produjo fuertes tensiones entre los gobiernos hasta el punto
de que en 1922 se recurrió al arbitraje de los Estados Unidos. Fruto
de ello fue el Tratado de Lima, de 1929, que determinó la devolución
de Tacna al Perú, mientras Arica quedaba bajo soberanía de nuestro
país. Asimismo, Chile se comprometía a facilitar al Perú la construcción
de ciertas instalaciones que permitiesen el tráfico entre Arica y Tacna.
Se reanudaban y reactualizaba, con los sistemas de comunicación
propios de la modernidad, los contactos inmemoriales entre la costa
y el altiplano.
La guerra da al país un nuevo territorio, cuyas ricas reservas
mineras prometían un futuro esplendoroso.48
En adelante, el salitre y luego el cobre serán el sustento de
su economía y le asegurarán un lugar relevante entre los países
productores y exportadores de tales recursos.
El reflujo de la minería es un chorro de dinero que inyecta en la
región los lujos y refinamientos europeos. Se levantan en el paisaje
desolado las mansiones y edificios públicos de Iquique, Antofagasta.
Depurado, desnudo, el neoclasicismo triunfante se adopta y se adapta
en las ciudades. Por un tiempo la arquitectura de Chile se reconoce
en la austeridad formal de este estilo que penetra hasta el interior y
en las iglesias del sur andino alisa la piedra de las portadas y mitiga
el resplandor de los retablos. Simultáneamente, el tráfico del Pacífico
aporta a las ciudades y campamentos del área, los rasgos de la
arquitectura norteamericana, y el uso de la madera - pino oregónen estructuras, en livianos elementos calados y pintados en balcones,
balaustradas remates. Cuando la heterogeneidad del eclecticismo hace
acto de presencia en las ciudades del litoral, la región conoce en un
breve lapso temporal el auge y el ocaso de la riqueza y de la euforia
de la cultura salitrera. La invención del salitre sintético en tiempos de
la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1929, retrotraen la situación a
sus comienzos. Una constelación de signos de abandono clavados en
el desierto: tiendas, herramientas, instalaciones, habitaciones, burdeles
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teatros; vacías, yacentes en torno a las vetas de sal; fantasmas, atrapados
en el sepia viejo de las fotografías.
Como siete mil años atrás, la población del área se concentra
actualmente en la costa. Los hombres de Chinchorro, apenas cubiertos
de texturas vegetales, hundiéndose en las aguas color turquesa para
mariscar están hoy clasificados, datados y se exhiben en los museos ;
los hombres enfundados en goma y plástico, de la era cibernética, que
los sustituyen, recorren sus playas para asolearse y bucear ; la pesca
se oculta mar adentro, en buques factorías, que barren las profundidas
oceánicas.
Al interior, en los pueblos, las iglesias han quedado al margen, en
un recodo del tiempo.
Amasadas de barro, amparadas y realzadas por la piedra, sus
materiales y formas se muestran capaces de contener lo milenario y lo
mínimo del acontecer arquitectónico en tal geografía. La interioridad
de cada una es un santuario, donde lo sagrado adviene periódicamente
como efervescencia festiva en el curso del cotidiano silencio.
Patrimonio artístico y cultural único, estas iglesias proponen
y desafían a nuestra sociedad a una labor de rescate y valoración.
El proyecto en ellas contenido es rango originario constitutivo de
identidad geográfica, étnica y religiosa de Chile y el sur Andino, en su
permanencia y legado al futuro.
En el área de Arica: Putre, Socoroma, Putani, Belén, Pachama,
Timalchaca, Codpa, Aico, Pachica, Livílcar, Parinacota, Guallatire,
Guañacagua, Caquena.
En el sector de Iquique: Matilla, Pica, Isluga, Usmagama, Huaviña,
Mauque, Ancuaque, Tarapacá, Mamiña.
En la zona de Antofagasta: Peine, Toconao, San Pedro, Caspana,
Machuca, Chiu-Chiu, Río Grande.
Un místico rosario de iglesias, tendido entre las piedras y los astros;
blancos hitos de eterna transhumancia de la tierra hacia el cielo.
Desde la altura, el desierto se expande hasta abarcar la totalidad
de la mirada.
Colaboración de Teresa Huneeus Alliende, estudiante de
Licenciatura en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile.
P ARINACOTA
Del Aimara Parina (flamenco) y Q’ota (laguna):
Laguna de flamencos
Una vieja leyenda
señala que par te
impor tante del tesoro
reunido para rescatar
al Inca Atahualpa de
manos de los españoles
se mantuvo en reserva.
Entre las muchas riquezas se contaban las estatuas
de oro de los monarcas y las de plata de las reinas,
que adornaban respectivamente los templos del
Sol y de La Luna en Cuzco. Buscando un lugar
donde mantener el tesoro lejos de la codicia de
los conquistadores, los siervos del Inca llegaron
hasta la cumbre del volcán Parinacota. Se dice que
cuando la nieve escasea, es posible ver la escalinata
que los enviados confeccionaron para acceder al
cráter principal.
El pueblo de Parinacota se ubica a 4.392 m de
altitud, frente al gran bofedal que lleva su nombre
y al amparo del gran volcán, que desde aquí se
aprecia en solitario, desvinculado de su mellizo el
Pomerape. El conjunto da cuenta del Acapacha o
mundo propio del pastor aimara: bajo el Cielo
Eterno, la montaña es el mallku, el espíritu
protector que otorga el agua sagrada, la que baja
para dar vida al bofedal,
donde pasta el ganado
que entrega sustento y
sentido a la vida del
hombre andino. La leyenda
del tesoro inca cobra
un sentido muy real al
acercarse al pueblo. La iglesia de Parinacota es
un tesoro. Comunicando tierra y Cielo, el templo
asoma con su torre exenta, construida en piedra
y adobe. Los muros que cierran el atrio están
adornados por pequeñas figuras talladas en piedra
roja volcánica. Se reconoce en algunas la flor de
liz; otras parecen figuras humanas vestidas con
sotanas, posiblemente colocadas en recuerdo de
los padres misioneros que se atrevieron a recorrer
estas soledades. Un arco de medio punto hecho
en piedra canteada permite acceder al atrio
y enfrentar el pequeño calvario que guarda una
cruz alta labrada en piedra huamanga (alabastro).
La por tada es sencilla, de inspiración
renacentista, con arco de medio punto y simples
columnas de fuste liso. Nada hace prever que
al interior existe una magnífica manifestación
de ar te sacro del estilo llamado “barroco
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IZQUIERDA El par
complementario templocampanario de Parinacota. La
iglesia o T’alla es el principio
femenino y el campanario o
mallku, el masculino.
DERECHA Detalle de pintura
mural. Virgen Dolorosa.
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americano”. La iglesia alberga una de las pinturas
murales más ricas en iconografía mestiza del
patrimonio andino. Milagrosamente, el conjunto
ha sobrevivido al tiempo y a los muchos sismos
que han ido dañando el templo desde su erección
en el siglo XVII. Se trata de pintura al temple
realizada con fines evangelizadores. Los curas
misioneros encargaban a los artistas originarios
la representación de diferentes escenas del
Viejo y Nuevo Testamento. En la ejecución, la
creatividad del artista iba dejando marcas de la
profunda cosmovisión andina, configurándose un
sincretismo antropológico muy interesante.
La escena del juicio final es sorprendente. Las
almas condenadas de los indios no convertidos son
tragadas por la fauces de un monstruoso Leviatán.
Este uso de imágenes infernales era uno de los
mecanismos didácticos más efectivos en la labor
de los evangelizadores. Pero ahí donde el artista
ejecutaba el mandato doctrinal aprovechaba
también de dejar bien cifrado su comentario. A la
izquierda de la bestia, un aimara es acosado por
el dominio inca y por el dominio español. A cada
cual, el indio aimara enseña una cara diferente,
revelando el secreto de su milenaria capacidad
de adaptación a los cambios políticos y sociales
que han sucedido en su tierra.
En el baptisterio del templo se han instalado
vitrinas para exponer algunos de los bienes de
culto. Llama la atención la rica platería y un misal
datado en el siglo XVII. Se trata de testimonios
de
ARRIBA La Virgen Dolorosa.
Óleo sobre tela.
ABAJO Pintura mural sobre
puerta de acceso al baptisterio.
DERECHA Retablo del Altar
Mayor. Preside un óleo sobre
tela con la imagen de la Virgen
de la Natividad.
la prosperidad que conoció Parinacota en los
primeros siglos de la Colonia, cuando en el pueblo
se realizaba el relave del mineral de oro y plata
extraído en el Cerro Huani-Huani y en Choquelimpie.
La abundancia de aguas en el bofedal permitía
realizar estas labores al tiempo que sustentaba
una masiva ganadería de llamos y alpacas.
Junto a la sacristía, a la izquierda del Altar Mayor,
una vieja mesa de madera se encuentra atada
por una soga a un pilar del templo. El fabriquero,
don Cipriano, explica la insólita situación: la
mesa posee la sobrenatural facultad de señalar
quién será el próximo difunto del pueblo. Antes
Arco de acceso al atrio y
calvario con cruz de alabastro
o piedra huamanga.
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de suceder la Muerte, la mesa sale y se posa
frente a la puerta del elegido para pasar a mejor
vida. Muy pocos han visto al mueble en acción.
Unos señalan que recorre el pueblo con velas
encendidas en su cubierta; otros aseguran que
al ser descubierta en sus andanzas se transforma
en un burro blanco. De todas formas, para evitar
que el pueblo vea partir a alguno de los contados
vecinos que van quedando, la mesa se encuentra
firmemente sujeta al templo.
Patrona: Natividad de la Virgen
Fiesta: 8 de septiembre
PUTRE
Del Aimara Puxtiri: murmullo de aguas
Las “muchas aguas”
las ver tientes, dando
de Putre se advierten en
inicio a la vida agrícola y
los verdes campos que
ganadera de Putre.
alegran la vista. Ubicado
La devoción principal
en la precordillera, a
del valle llegó en aquellos
3.500 m de altitud, el
años fundacionales con
pueblo se emplaza a
un boliviano de apellido
los pies del cerro Taapaca (Nevados de Putre).
Luque, quien traía consigo un retablo portátil
Las pinturas rupestres de Villacabrani revelan la
con la imagen de la Virgen Asunta. Se le recibió
presencia humana en el sector desde tiempos
y obsequió semilla de papa rosada para que
prehispánicos. Sin embargo, su constitución formal
se preocupase del culto de la Virgen. Este fue
sucedió a fines del siglo XVI, cuando comenzó a
el inicio de la costumbre de sembrar las papas
funcionar como centro de abastecimiento para
de la Virgen a principios del mes de noviembre,
las caravanas de mulas que transportaban la plata
tradición que se celebra hasta hoy en la fiesta del
de Potosí al puerto de Arica.
Pachallampe.
La fundación de Putre está datada hacia 1580.
El pueblo obtuvo pronto la aprobación para
La tradición señala que los primeros pobladores
que se realizara oficialmente el culto divino,
llegaron desde Arequipa. Eran los “Cáceres de
erigiéndose Putre como viceparroquia anexa
Paucarpata”, quienes traían consigo una imagen
de Tarapacá. Se construyó entonces la primera
de la Virgen de la Purísima Concepción. Junto a
capilla de barro y piedra picada, con techo de paja
ellos llegó la familia de Pascual Condori desde
brava y una pequeña torre con tres campanas.
Puno, cargando una imagen de San Agustín.
Los mayordomos eran los encargados de cultivar
Estas primeras familias construyeron acequias
la chacra parroquial, destinándose los ingresos
para regar los terrenos aledaños con aguas de
al mantenimiento y aseo del templo. Terminado
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IZQUIERDA Retablo del Altar
Mayor de dos cuerpos y tres
calles, realizado en piedra
canteada, estucado y pintado.
DERECHA Pequeña pintura
del Sagrado Corazón.
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su mandato de tres años, los encargados debían
los archivos, la nueva iglesia tuvo dos capillas de
pagar 50 pesos para financiar la compra de
crucero y dos puertas laterales; un retablo del
nuevos ornamentos y vajilla.
Altar Mayor de madera de cedro con seis nichos
Durante la Colonia, el tráfico de la plata de
y un sagrario dorado; mesa de altar de adobe;
Potosí y la extracción de oro en Choquelimpie
arco del presbiterio, púlpito, confesionario y
significaron para Putre una época de prosperidad.
pila bautismal de madera de cedro. El techo fue
Los portales de piedra tallada que aún lucen
realizado con maderas locales (guacano, queñoa,
algunas casas son testimonios de aquella bonanza.
molle y sauce) y la portada exterior con piedra
Alrededor del año 1700, los vecinos decidieron
canteada.
ampliar el templo primitivo. Según consta en
Vista del templo y el
campanario de Putre desde la
plaza principal.
DERECHA Cristo crucificado
articulado. Madera, yeso, tela
encolada y policromía.
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Un terremoto, despojos varios y el descuido
de los mayordomos obligaron a iniciar una
segunda reconstrucción en el año 1871. De
esta fecha datan los trabajos hechos por el
picapedrero Mariano Dávalos en la fachada de
la puerta y el coro y el arco que da salida a la
plaza, obra ésta de Francisco Ledesma. Once
años después, entre 1892 y 1895, se realizó el
acabado de la reconstrucción por iniciativa del
párroco Benigno Valdivia. Se instaló entonces la
actual techumbre de roble chileno con cubierta
de calamina y el picapedrero Nolverto Maidana
dio forma al retablo de piedra encalado.
El templo es de grandes dimensiones con
torre exenta. Tiene una sola nave, baptisterio y
sacristía. Los muros son de adobe, salvo el frontal,
que es de piedra con una sencilla portada. La
escala de acceso al coro es de piedra. El piso
es entablado y en sus varios altares luce una
imaginería rica y muy reveladora del sincretismo
presente en la religiosidad católica andina.
Una piedra tallada empotrada en el suelo del
baptisterio llama poderosamente la atención. Se
utiliza para realizar la wilancha, rito andino en el
que se sacrifica un llamo blanco para solicitar a
la Pachamama y a Dios Padre la bendición de
los trabajos y del templo. Se cuenta que para la
última reconstrucción, el pueblo de Putre sacrificó
quince llamos en su altar.
Patronos: San Ildefonso
Fiesta: 23 de enero
Virgen de la Asunta
Fiesta: 15 de agosto.
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CAQUENA
Del Aimara Qaqiña: acción de moler
La leyenda cuenta
hito Casiri, que señala la
que dos ayllus o poblados
frontera con Bolivia. El
vecinos
estaban
río Caquena transporta
enfrentados en una
el agua a través de los
antigua disputa por la
bofedales, vegas andinas
propiedad de las tierras.
que sostienen la abundante
Sucedió entonces que
fauna nativa y el pastoreo
un príncipe y una princesa de los clanes rivales
de auquénidos. Llamos y alpacas dan testimonio
se enamoraron perdidamente. Las familias se
de la ancestral actividad esencial del hombre
opusieron a la unión de manera drástica. Una
altiplánico. En una cueva cercana se han encontrado
noche sin luna, los amantes fueron asesinados.
vestigios arqueológicos de pastoreo de hace 2.500
La Naturaleza se encolerizó y castigó el crimen
años junto a restos de cerámica colonial.
con lluvias torrenciales que inundaron los dos
Caquena responde al antiguo patrón de
pueblos, formándose las lagunas Chungará y
organización social andina. Hasta hoy el pueblo
Cotacotani. En el lugar donde fueron enterrados
funciona como centro cultural y espiritual de
los enamorados, se irguieron para siempre dos
las estancias donde viven durante todo el año
montañas fabulosas.
las familias de pastores. El plano de distribución
El relato refiere el origen mítico de los
de las casas da cuenta de la antigua partición
Payachatas, los volcanes mellizos Parinacota y
territorial entre los clanes integrantes. El templo
Pomerape, que se elevan por sobre los 6.300 m y
y la plaza, agregados en época colonial, se ubican
dan una conmovedora bienvenida al viajero que
a un costado del caserío.
accede al poblado altiplánico de Caquena.
IZQUIERDA Poblado de
Caquena. Al fondo, los volcanes
Payachatas (Pomerape y
Parinacota).
La puerta del templo se abre hacia el oriente,
El pueblo es un caserío de pastores de origen
en espera del sol que nace cada mañana. En la
precolombino, situado a escasos kilómetros del
cosmovisión andina, el conjunto constructivo que
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DERECHA Nicho con dos
Cristos crucificados coloniales.
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PAGINAS ANTERIORES:
forma el templo con el campanario se considera
IZQUIERDA San Santiago
“matamoros”. Imagen de
madera policromada.
un ser vivo, correspondiente al concepto de
yanantín, dualidad complementaria vinculada
al par masculino-femenino. Se les nombra con
DERECHA Santa Rosa de
Lima. Imagen de madera
policromada.
respeto “la iglesia T’alla” (la Señora Iglesia) y “el
torre Mallku” (el Señor Torre).
El templo de Caquena data de fines del siglo
XVII. De esta primera construcción se mantienen
las formas fundamentales: la nave única; el atrio
o espacio sagrado que rodea el templo, cerrado
por un muro perimetral con troneras y tres arcos
de acceso; la torre exenta de dos niveles; y el
sencillo portal de piedra canteada.
El interior del templo alberga valiosos
testimonios de la época colonial, cuando
Caquena, como importante productor de lana
y carne, estaba en intercambio permanente
con otros puntos de la vasta zona andina. En el
Altar Mayor se enseñan retablos portátiles de
la escuela Alto Peruana y un misal romano luce
una inscripción manuscrita de 1765 que señala su
procedencia de la hacienda Saucache de Azapa.
La Iglesia fue reconstruida en 1891, según reza
la inscripción en el portal de piedra. En 1936, la
comunidad cambió el techo original de paja brava
por la actual cubierta de calamina. Este último
arreglo se hizo tras la bonanza económica de
principios del siglo XX, cuando la lana de alpaca
era un negocio rentable. Hoy en día son pocas las
familias que viven de manera permanente en el
pueblo. Pero cada 30 de agosto, Caquena revive
en su tradición al reunirse sus descendientes para
celebrar la fiesta de Santa Rosa, la patrona.
Patrona: Santa Rosa de Lima
Fiesta: 30 de agosto
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Retablo de Altar Mayor con
6 nichos distribuidos en dos
P uTANI
Del Aimara Pujtani: nacimiento
Putani es un poblado
ganadero ubicado sobre
los 4.000 m de altitud en
la comuna de General
Lagos, cerca de Visviri.
Junto al río que lleva su
nombre y que verdea los
pastos de altura para llamos, alpacas y vicuñas,
el pequeño caserío ha permanecido inmutable
en el tiempo, ilustrando para la modernidad el
ancestral sistema de organización social andino.
Durante miles de años, varias etnias aimara
han habitado la cordillera del Norte grande
y sus pendientes occidentales. Desde la costa
del Pacífico hasta el altiplano y los valles
subtropicales de Bolivia, las etnias estaban
organizadas autónomamente en torno a un
propio espacio geográfico que podía abarcar
zonas ecológicas diferentes, constituyendo lo que
se ha denominado “archipiélagos”.
Cada archipiélago estaba integrado por
un conjunto de ayllus o poblados familiares
distribuidos en los dos grandes espacios
geográficos y económicos que son el altiplano
ganadero y la precordillera y valles agrícolas.
En la tradición
andina, siempre hubo
preeminencia del ayllu
de pastores por sobre el
ayllu agricultor: la marka
o pueblo cabecera del
archipiélago estaba en la
zona ganadera y los jefes o kurakas siempre se
reclutaban entre los pastores. La cultura andina
se forjó en las alturas altiplánicas, pues fue allí
donde se llevó a cabo la domesticación del
ganado auquénido.
Los ayllus que integraban una etnia mantenían
en la marka altiplánica su centro social y espiritual.
De esta manera, durante las fiestas principales las
familias dejaban sus poblados para ir a habitar la
Kamana, la casa que mantenían en su respectiva
marka. Sin embargo, durante todo el año, el
hogar de la familia de pastores era la Uta, la
pequeña casa de piedra y barro ubicada en el
campo donde pastaban sus animales. Allí, junto al
bofedal o al río, allí donde la Pachamama dio a luz
al primer ganado mítico, allí el pastor estaba en
perfecta conexión con su cosmos.
La explotación de plata en Potosí por
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IZQUIERDA El templo de
Putani orientado hacia el sol
en el altiplano ariqueño. A su
costado, el cementerio.
DERECHA Sencillo portal
de piedra con arco de medio
punto en la puerta principal.
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ARRIBA Imagen de la Virgen
en nicho lateral con arco de
piedra.
ABAJO Vista interior del
templo. La techumbre
tradicional ha sido
reemplazada por planchas de
calamina.
los conquistadores españoles trajo cambios
sustanciales al mundo andino. Las markas de la
zona se transformaron en postas de las caravanas
de mulas que transportaban el material. La Fe
católica fue introducida, asimilándose finalmente
por la profunda espiritualidad aimara. En
las markas o pueblos principales, los altares
prehispánicos fueron reemplazados por templos
dedicados a la Virgen o algún santo patrono. Y
en las haciendas ganaderas las familias residentes
levantaron capillas u oratorios para guardar
las imágenes de sus protectores y recibir a los
misioneros peregrinos que oficiaban el culto.
La capilla de Putani está construida con piedras
y barro. Orientada al Este, saluda el nacimiento
del día con su Torre anexa. La cubierta tradicional
de paja brava ha sido reemplazada por calamina.
En el Altar Mayor, sobre el sencillo retablo de
adobes, las imágenes de San Santiago y la Virgen
Inmaculada custodian bendiciones para los
pastores y sus ganados. Las dimensiones pequeñas
y la rusticidad general del templo dan cuenta del
alma andina, que desde las extremas condiciones
que impone el clima altiplánico se vuelca humilde
a la grandeza de Arajpacha, el mundo de arriba, el
hogar celeste de Dios y las estrellas.
Patronos: Virgen Inmaculada
Fiesta: 8 de diciembre
San Santiago
Fiesta: 25 de julio
S OCOROMA
Del Aimara Chucur (no se filtra) y Uma (agua):
agua que no se filtra
Ubicado a 3.060 m
jefes altiplánicos.
de altitud, Socoroma
La altitud moderada y
parece esconderse en la
el abrigo de la sierra
serranía precordillerana,
permiten una agricultura
no lejos de Putre. La
especialmente rica para
raíz aimara del nombre
la zona. Las viejas
guarda relación con la
terrazas
prehispánicas
presencia de aguas subterráneas que, según se
de Socoroma aportaban una considerable
dice, han sido la causa de las profundas grietas
producción de maíz en la época colonial. En fechas
que existen en los alrededores.
más recientes se usaron casi exclusivamente en la
Socoroma es un poblado de or igen
producción de “oro verde”, como se denominó
precolombino. Fue la mayor de las colonias
al orégano en su época de alto precio. Hoy en
precordilleranas del señorío aimara de Carangas,
día, trabajadas por brazos ancianos, las terrazas
que integraba las 3 ecozonas del mundo
aún dan cuenta de sus bondades con cultivos de
andino ariqueño (altiplano, precordillera, valles
alfalfa, maíz, habas, hortalizas, flores y aquel fruto
costeros) en una red de intercambio económico.
tan especial, el tumbo: “Flor de tumbo, flor de
Socoroma funcionaba estratégicamente
tumbo, esta noche yo te tumbo”, canta coqueta
como enclave de comunicación y asiento de
una viejita socoromeña.
soberanía para la sierra y el valle de Lluta. Se sabe
La primera capilla de Socoroma se erigió
que durante el señorío, contaba con más de 100
en 1560 como consecuencia de la actividad
indios, operaba como centro de redistribución
misionera de los padres dominicos, quienes
de mercancías y barrera de control ecológico y
realizaban catequesis por Sama, Tacna, Tarata,
era el lugar de residencia del cacique del valle,
Ilabaya y Locumba, y en las doctrinas de Azapa
quien tenía directa relación con los mallkus o
y Lluta. El templo actual es producto de las
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IZQUIERDA Retablo del Altar
Mayor, de dos cuerpos y tres
calles.
DERECHA Imagen de San
Andrés. Óleo sobre tela.
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Puerta de acceso a la capilla
lateral del templo.
DERECHA Detalle de la
imaginería colonial conservada
en la capilla lateral del templo.
diversas reconstrucciones sucedidas entre los
siglos XVII y XIX. La última de éstas, realizada
1883, según consta en la portada, le confirió su
actual aspecto.
Se trata de una iglesia de gran tamaño, en
correspondencia, tal vez, con la importancia
histórica del lugar. Tiene una sola nave y muros
laterales de adobe. El muro frontal es de piedra
finamente canteada. Posee un portada lateral
con un arco de piedra labrada con inscripción.
El retablo del Altar Mayor es de piedra. Algún
estudioso ha visto una intención renacentista en
la nave longitudinal cruzada por el arco toral que
separa el presbiterio.
El templo posee un atrio abierto sin muro de
cierre. La torre exenta llega a los doce metros
de altura y está construida sobre una base de
piedra que soporta el segundo cuerpo hecho en
adobes. Como conjunto, templo y campanario
resultan imponentes, considerando la tradicional
mesura de la arquitectura andina.
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La reciente transformación de la plaza
pr incipal afectó el ar mónico conjunto
templo y pueblo como patrimonio cultural
nacional.
arquitectónico logrado por don Teófilo Vega
en 1922, quien supo potenciar la identidad
Patronos: Virgen del Rosario
colonial
Fiesta: 7 de octubre
del
pueblo
restaurando
casas
principales y el pavimento de piedra. Y aunque
el encanto y distinción de Socoroma siguen
San Francisco de Asís
en pie, como sus centenarios eucaliptos -
Fiesta: 4 de octubre
los primeros traídos a la precordillera desde
Tacna-, urge una recuperación definitiva de
Vista del templo y campanario
de Socoroma. Al fondo, el cerro
Taapaca, Mallku protector.
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PACHAMA
Del Quechua Pachamama: madre tierra
La sierra de Huaylillas
va conformando con sus
valles y quebradas la zona
ecológica precordillerana,
entre los 2.500 y 3.500
m de altitud. Al bajar al
pueblo de Pachama por
la quebrada de San Andrés, las tierras cultivables,
ampliadas con antiguas terrazas, vigorizan la aridez
de los cerros con el verde intenso del orégano
y la alfalfa.
Pachama es un poblado de origen prehispánico.
Su distribución en el plano ya da cuenta de ello,
al quedar la iglesia en la periferia, enfrentada a
la plaza que la separa del caserío. El cementerio
amurallado está al poniente y comunica con
la iglesia sin necesidad de pasar por el sector
habitacional. La torre exenta o campanario se sitúa
dentro del atrio, en el espacio reservado para los
rituales católicos y que en la época colonial se
utilizó a menudo como cementerio.
La construcción original de la iglesia data
del siglo XVII. Cuenta con una nave central y
dos capillas laterales. Los muros son de adobe
con contrafuertes de piedra a media altura. La
techumbre confeccionada
al modo tradicional, con
mader a, caña, paja y
barro, ha sido recubierta
con planchas de zinc.
El muro perimetral del
atrio posee arcos en los
vanos de acceso y cuatro posas incluidas al
interior. Estas posas son las cuatro estaciones
donde se detienen las procesiones que se realizan
en las fiestas del patrono y de Corpus Christi.
El frontis tiene una sencilla por tada de
piedra con una pintura mural en el tímpano que
representa al santo patrono del santuario, San
Andrés, junto a su hermano, San Pedro, y la Virgen
María. En el interior, el retablo encalado es de adobe
con marcos y elementos de madera policromada.
El presbiterio tiene pequeñas ventanas con placas
de alabastro a modo de vidrio, que dejan traspasar
una hermosa luz tenue y amarilla. El piso original
ha sido reemplazado por cerámica. En general, la
construcción responde a una línea arquitectónica
de transición entre la arquitectura religiosa del
altiplano y la de los valles precordilleranos.
El templo de Pachama alber ga un
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IZQUIERDA Vista exterior del
templo ubicado en la quebrada
de San Andrés.
DERECHA Vista lateral del
retablo del Altar Mayor. Al
fondo, ventana con piedra de
alabastro o huamanga.
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impresionante tesoro colonial. La paredes están
profusamente adornadas con pinturas murales
que datan de la segunda mitad del siglo XVIII.
Flores y elementos decorativos del barroco
mestizo enmarcan algunas figuras bien destacadas:
San Isidro labrador, patrono de los agricultores,
vestido con ropajes según la moda borbona de
Carlos III; el arcángel San Miguel, en tenida de
combate, con la serpiente de varias cabezas a sus
pies; San Cristóbal cruzando un río con el niño
Dios sobre sus hombros; San Jorge, vencedor del
dragón. En el muro del Coro, escenas pueblerinas
dan cuenta de los diferentes grupos de fieles que
asistían al Santuario, ayudando sus vestimentas a
datar con precisión la realización de las pinturas.
La temática católica de los murales está
enriquecida con elementos andinos incorporados
por los artistas locales. La presencia de San Isidro
no es gratuita en una zona tan eminentemente
agrícola como la precordillera. El San Cristóbal
en tránsito parece evocar la permanente
trashumancia del hombre andino, siempre
alternando entre la zona altiplánica y los valles.
Las figuras de los músicos, además de prendas
hispánicas como son los calzones y la capa corta,
llevan encima mantas andinas.
En el conjunto de las pinturas de San Miguel,
San Jorge y El Ángel de la Guarda, todos venciendo
a lo demoníaco, se ha querido ver una alusión
a la temática de la diablada, tan presente en el
folclore mestizo. Más allá de la interpretación,
existe una relación muy precisa entre la imagen
de San Miguel y la tradición local de Pachama.
ARRIBA Detalle de pintura
mural. San Miguel pisando la
serpiente de siete cabezas.
ABAJO Detalle de pintura
mural. San Isidro Labrador.
DERECHA Pintura mural de
San Cristóbal cruzando el río
con el Niño. Abajo, dos sillas de
madera tallada.
Frente a la plaza del templo, se distinguen siete
peñascos de un color verde azulado. Según los
antiguos habitantes del pueblo, se trata de las
siete cabezas de una serpiente fabulosa que vivía
cerca del río. Aún se asegura que aquél que se
queda dormido en el lugar despierta con accesos
de muerte. La leyenda parece responder a una
cristianización de la figura de Amaru, la serpiente
mítica aimara asociada al riego de los canales.
Hoy en día Pachama está prácticamente
abandonado. Gran par te de su población se
Vano de acceso en el muro
perimetral del atrio.
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trasladó al cercano pueblo de Chapiquiña o
emigró definitivamente a la ciudad. Sin embargo,
el templo se encarga cada año de reunir a los
descendientes dispersos para celebrar al santo
patrono y otras fiestas del calendario litúrgico. Y
es que, pese a los cambios que ha impuesto la
modernidad, el mundo andino se niega a romper
el puente eterno entre la Tierra y el Cielo.
Patrono del Santuario: San Andrés apóstol
Fiesta: 30 de noviembre
BELÉN
En el conjunto de
La estratégica posición de
pueblos de la zona
Belén y sus posibilidades
andina de Arica, Belén
agrícolas influyeron en la
destaca por ser el
transformación de aquel
único bautizado con
pr imer asentamiento
un nombre español-
indígena en el principal
cristiano. Ubicado en
pueblo precordillerano
la precordillera a 3.200 m de altitud y no lejos
durante la época colonial. Esta impor tancia
de Pachama, Belén recibe al forastero con el
histórica aún se lee en el conjunto arquitectónico.
saludo vistoso de sus terrazas cultivadas, sus altos
Su trazado en forma de ajedrez se articula en
eucaliptos y sus dos campanarios coloniales.
calles pavimentadas con piedra canteada que
En 1612, los caciques del señorío aimara de
conducen a una amplia plaza en tres niveles. En el
Hatun Carangas pidieron al virrey del Perú que
nivel superior se ubica la “iglesia antigua” con su
aquellos poblados de los altos y valles de Arica,
torre exenta de piedra finamente trabajada. Esta
que integraban sus dominios desde antes de la
construcción habría sido erigida en reemplazo del
conquista europea, se redujeran en Tocoroma. En
primer templo de Belén, hoy desaparecido, que
su petición, los principales del señorío se referían
estaba consagrado a Santa Bárbara y ubicado en
a Belén, utilizando el nombre del asentamiento
una colina que mira al pueblo. La iglesia antigua
precolombino sobre el que los españoles habían
posee una portada de piedra de diseño clásico,
fundado el pueblo a principios del siglo XVII. El
con la imagen de la Virgen de la Candelaria sobre
dato histórico da cuenta de la antigua presencia
la puerta. La tradición señala que la advocación
humana en el lugar, que funcionaba como punto de
tiene su origen en la aparición de la Señora en
comunicación entre las comunidades ganaderas del
uno de los cerros tutelares del pueblo, hasta hoy
altiplano y los centros agrícolas de los valles bajos.
llamado Cerro El Milagro.
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IZQUIERDA Campanario de
adobe del templo “nuevo” de
San Santiago de Belén.
DERECHA Portal lateral de
piedra labrada con inscripción
interpretada como “Y la Virgen
concebida sin pecado original”.
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En el nivel inferior de la plaza se ubica la
“iglesia nueva”. Su fecha de construcción se
vincula al 17 de marzo de 1777, cuando el obispo
de Arequipa, don Manuel de Abad Illana, fundó la
doctrina de indios del Apóstol Santiago de Belén,
dependiente jurisdiccionalmente de Poconchile.
La torre es exenta, con cuerpo base de adobe y
parte superior de piedra –muy mal restauradaen la que alberga tres campanas de bronce. El
templo es bastante excepcional. Posee una de
las portadas de piedra canteada más trabajadas
de la zona, muy representativa del estilo barroco
andino. Preside el pórtico San Santiago, patrono
del templo, coronando un fino trabajo de cantería
con pilastras circulares, columnas salomónicas,
dados, cornisas y figuras icnográficas europeas y
americanas como leones, monos, sirenas, espadas,
ramos de vid y granadas.
El análisis de las figuras presentes en el portal
resulta interesante. La presencia del puma, el
mono y las sirenas constituye una clara pervivencia
de la cosmovisión andina precolombina. El mono
sosteniendo las columnas es un tópico muy
trabajado en la imaginería mestiza, apareciendo
por primera vez en la portada de la iglesia de
Tiawanaco, datada en 1612. Su presencia se
explica en el ancestral intercambio comercial
ARRIBA Altar lateral. Imágenes
coloniales de Santa Bárbara y
San Roque.
ABAJO Altar lateral. Imágenes
de Cristo cargando la Cruz y
Cristo de la Columna.
DERECHA Retablo del Altar
Mayor realizado en obra, de un
cuerpo y tres calles.
sostenido entre los señoríos aimara del altiplano
y los de las selvas subtropicales de Bolivia. Por
su parte, el león o puma, es un animal común
en el altiplano y la precordillera, temido como
depredador del ganado a la vez que venerado
como deidad protectora en la cosmovisión
tradicional. En cuanto a las sirenas labradas en
la puerta principal del templo, se consideran un
motivo antiguo en la mitología aimara, presentes
en relatos ancestrales que las situaban en las
aguas del lago Titicaca. Junto al mono, la sirena
aparece también en textiles del siglo XVIII.
El pórtico que da hacia el oriente tiene un
arco de piedra canteada en el que se aprecia
la críptica inscripción: Y IAVIRJEN CONSVI
SINPPCA DOOR DNAL. Al parecer, se trata,
simplemente, de una muy libre manera de
escribir “la Virgen concebida sin pecado original”.
Al interior del templo se alberga una importante
colección de imágenes de santos hechas en
madera, yeso y tela encolada, representativas de
la escuela colonial alto peruana.
A mediados del siglo XX, Belén se transformó
en la capital nacional del orégano, conociendo un
breve período de prosperidad gracias al llamado
“oro verde”. Hoy en día es el segundo pueblo en
importancia de la zona andina de Arica, detrás
de Putre, manteniendo una población estable
reducida pero activa y muy dada a la preservación
de sus tradiciones y costumbres.
Patrono del templo “nuevo”: San Santiago
Fiesta: 25 de julio
Patrona del templo “antiguo”: Virgen de la Candelaria
Fiesta: 2 de febrero
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Campanario de piedra del
templo “antiguo” de la Virgen
Candelaria de Belén.
G uaLLATIRE
Del Aimara Wallata:
ganso silvestre que habita en el altiplano
Que el origen del
De esta manera,
nombre del pueblo se
las
relacione con la fauna
agrícolas de los valles
nativa del altiplano es
y precordillera se
revelador. A los pies del
intercambiaban con las
gran volcán Guallatire,
producciones ganaderas
con sus 6.030 m, su
del altiplano. Se sabe
producciones
manto blanco y sus fumarolas sulfurosas, la
que el centro principal o marka del gran señorío
meseta altiplánica exige a la vida una
Hatún Caranga se ubicaba en las faldas del cerro
adaptación r igurosa. El frío intenso, las
Capurata, en la actual frontera chileno-boliviana,
tormentas eléctricas y la escasez de alimento
muy cerca de Guallatire.
sólo parecen sopor tables para la vicuña, el suri
(ñandú), el cóndor, la guallata.
El pueblo suma hoy alrededor de cincuenta
casas construidas de piedra y barro, algunas con
Y sin embargo, el hombre andino encontró su
cubierta de paja brava y otras con techo de
hogar en estas tierras altas. El actual pueblo de
calamina. Según la disposición tradicional de los
Guallatire, ubicado a 4.280 m de altitud, tiene un
pueblos que tenían un origen anterior a la llegada
origen precolombino como pueblo de pastores
de los españoles, la capilla original de Guallatire
y enclave del señorío Hatún Caranga. Éste
se ubicaba separada del caserío, al otro lado del
agrupaba a los ayllus o poblados del altiplano,
río y distante a más de cuatro cuadras. Había
precordillera, valles bajos y costa, constituyendo
sido construida en el siglo XVII y dependía de la
el principal poder político de lo que ha sido
doctrina de Codpa.
llamado “Altos de Arica”. El señorío funcionaba
Luego del que ha sido llamado “gran
como un archipiélago de pueblos integrados por
cataclismo de 1868”, la iglesia original sufrió
un sistema de complementariedad ecológica.
serios daños en su estructura. Los vecinos
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IZQUIERDA Interior del
templo con imagen de la
Inmaculada a contraluz.
DERECHA Pila de agua
bendita tallada en alabastro o
piedra huamanga.
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solicitaron autorización al obispo de Arequipa
para reconstr uir la, manteniendo la misma
forma, pero ubicándola en medio del pueblo.
Fundamentaban este cambio en las dificultades
que significaba atravesar los dos brazos del río,
cuestión que durante las fiestas se transformaba
en causa de muchas enfermedades.
El nuevo templo fue bendecido el 19 de
diciembre de 1873 por el párroco José Valbuena.
Sus muros fueron construidos con piedra y barro
y se mantienen pintados de blanco a la cal. Posee
atrio y torre exenta incorporada al muro de
cierre. La nave principal concluye en el sencillo
retablo de madera donde custodia la imagen de
la patrona. En 1940, para la última restauración
importante, se rehizo la techumbre con tijeras de
eucaliptus y cubierta de caña trenzada, esterilla,
barro y paja brava.
Patrona: Virgen de la Inmaculada Concepción o “La
Concebida”, como le llaman los lugareños
Fiesta: 8 de diciembre
ARRIBA Campanario o “torre
Mallku” de dos cuerpos de la
iglesia de Guallatire.
ABAJO Vista del calvario
ubicado en el atrio desde el
interior del templo.
L IVíLCAR
Original Liwillka. Del Aimara Willjta: amanecer, alba
Del Quechua Willka: sol
El camino tropero
campaña evangelizadora.
que remonta el río San
Las ocho hor as de
José, desde el nacimiento
caminata que separan
del valle de Azapa hasta
Humagata de Livílcar
el pueblo de Livílcar,
tienen su intermedio en
realiza un alucinante viaje
el Santuario de la Peñas.
al pasado. La huella sólo
Cuenta la leyenda que
puede ser recorrida a pie o a lomo de mula o
una señora de avanzada edad era la encargada
caballo y es la misma que durante miles de años
de conducir río abajo el ganado de los vecinos
funcionó como corredor de intercambio entre
de Livílcar hasta los pastos de Humagata.
las distintas zonas ecológicas del área andina
Durante una jornada de trabajo, el atardecer
ariqueña.
descubrió a la anciana a medio camino, cerca del
Las tierras fértiles de la quebrada del río San
desfiladero de Las Peñas, tratando de reunir el
José propiciaron el establecimiento de poblados
rebaño disgregado. El lugar era famoso por sus
desde tiempos remotos. En el recorrido hacia el
apariciones diabólicas y la anciana no deseaba
pueblo de Livílcar, la ruta encuentra un descanso
pasar la noche allí. Desconsolada, invocó ayuda y
natural en el caserío de Humagata. Aquí se
una voz vino a confortarla, asegurándole que ya
ubicaba en tiempos del señorío Hatún Caranga
no estaría sola. La voz dijo ser la Virgen María y
la cabecera del valle de Azapa, que abastecía de
que deseaba dejar su imagen grabada en la roca
producción agrícola a la población ubicada en los
para que se erigiera un santuario en su honor.
ayllus de la zona altiplánica. Hay versiones que
Leyenda o no, la imagen de la Virgen de las Peñas
señalan que Humagata se ubica sobre las ruinas
es visitada cada primer domingo de octubre por
del antiguo pueblo indio que fue incendiado por
cerca de 60.000 fieles que llegan de remotos
el clérigo Vásquez de Espinoza en su decidida
lugares a saludarla.
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IZQUIERDA Retablo del Altar
Mayor realizado en madera
tallada y dorada con técnica
de pan de oro.
DERECHA Imagen de San
Santiago Apóstol, asociado a
Illapa, el dios andino del rayo.
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El camino tropero sigue remontando el curso
de la aguas hasta llegar finalmente a Livílcar. La
quebrada se ha ensanchado, creando un valle de
tierras útiles que tuvo un largo protagonismo
en la historia económica de la zona, desde los
tiempos prehispánicos, cuando se cultivaba aquí
la coca, la planta sagrada del hombre andino. Hoy
el caserío está abandonado y mal conservado.
Sin embargo, la iglesia ha resistido al paso de los
años. Se trata de una de las joyas principales de la
arquitectura colonial andina.
La iglesia tiene planta en forma de cruz latina
y techo a dos aguas con tijerales de madera y
cubierta de calamina. La Torre anexa es de un
cuerpo coronado por una armazón de madera,
que reemplazó al segundo cuerpo dañado tras
un fuerte temblor. El espacio sagrado del atrio se
cierra con un muro perimetral, quedando frente
a las puertas un calvario que es revestido en
las fiestas para acoger las ofrendas y sacrificios
tradicionales.
La portada de piedra labrada enseña una
calidad artística muy lograda, similar a la del
templo de Belén. Se trata de un conjunto formado
ARRIBA Detalle de portada
de piedra labrada. Columnas
con motivos de flores y frutas.
ABAJO Frontis del templo
de Livílcar. Portada de piedra
labrada con inscripción del año
1723.
DERECHA Vista general del
pueblo de San Bartolomé de
Livílcar.
bien definida en una de las campanas de bronce
Campana de bronce con
inscripción de donante: “Diego
Felipe Cañipa, año 1779”.
que alberga la torre exenta. Una inscripción
fechada en 1779 deja leer el nombre de Diego
Felipe Cañipa. Se trata del jefe del cacicazgo
de indios de Codpa, autoridad instaurada a
mediados del siglo XVII por los españoles para
reunir a los naturales en doctrinas y acabar con la
organización político administrativa que durante
cientos de años encabezó el señorío Hatún
Caranga. El ilustre donante de las campanas
de Livílcar pasó a la historia por oponerse a la
revolución de Tupac Amaru, muriendo desollado
en la plaza principal de Codpa.
Los descendientes de Diego Felipe Cañipa y
por columnas y arco de medio punto decorados
otras ilustres familias se encargan de mantener
con motivos frutales y florales. En el dintel de
con vida la tradición y la historia. Desde que
piedra que cierra el pórtico se lee la fecha de
un aluvión se llevara buena parte de la tierras
realización: 1723.
cultivables del valle, San Bartolomé de Livílcar se
El interior del templo alberga un sorprendente
fue despoblando hasta no contar un solo vecino.
retablo de madera tallada dorado con técnica
Sin embargo, cada año, el santo patrono recibe la
de pan de oro. Tiene dos calles y tres cuerpos
visita de cerca de 200 hijos del pueblo que suben
y en él descansan las imágenes coloniales de
a celebrar su fiesta durante cuatro días.
San Bartolomé y la Virgen de la Candelaria.
Las dos capillas laterales acogen el resto de la
Patrono: San Bartolomé.
valiosa imaginería. Destaca el Cristo articulado
Fiesta: 24 de agosto
atribuido al peruano José María Arias, autor de
la famosa talla de los doce apóstoles que está
en San Lorenzo de Tarapacá. Según se cuenta, el
Cristo fue realizado durante el tiempo en que
el artista se refugió en Humagata escapando de
los enfrentamientos de la guerra de 1879. La
capilla lateral derecha enseña un insólito aspecto,
producto de una lamentable modificación
realizada por un feligrés que no tuvo en cuenta
los criterios básicos de restauración.
La causa de la inusual riqueza del templo está
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T IMALCHACA
Del Aimara Tima (flor) y Chaca (agua que deja la neblina):
flor con rocío
A casi 4.000 m de
la imagen de la Virgen. La
altitud, en una meseta
miniatura recibe hasta
donde se juntan los
hoy el nombre de “El
cordones de la sierra de
Milagro” y se conserva en
Huaylas y de la cordillera
el relicario aludido.
central, el Santuario de
La aparición dio lugar
La Virgen de los
a una devoción popular.
Remedios de Timalchaca se emplaza en una
Se levantó una capilla rudimentaria que pronto
perspectiva de pampa y cielo que sobrecoge.
fue reemplazada por el templo actual. En el sitio
El pueblo se reduce a unas cuantas casas de
exacto del milagro, tres cruces fueron levantadas
adobe, una gran plaza recientemente remodelada
en recuerdo de los tres saltos que dio la paloma
y el templo de la Virgen, importante centro de
antes adoptar la imagen de la Señora.
devoción del área andina de Arica. Una críptica
La Iglesia es de gran tamaño, un poco
leyenda en el pórtico señala que la construcción
desproporcionada para las dimensiones del
data de 1877, obra del señor Juleán Cárdenas.
pueblo, pero acorde a la gran multitud de fieles
Sin embargo, la verdadera clave que explica el
que alberga durante la fiesta patronal. Orientada
origen del templo se encuentra al interior, en un
hacia el Este, según la norma tradicional, sus
pequeño relicario de vidrio que se guarda junto
muros de adobe forman una nave principal y
a la imagen principal de la patrona.
dos capillas. Posee un sencillo portal de piedra
La tradición relata que un pastor seguía el vuelo
labrada, con cuatro columnas y flores pintadas
de una paloma que había visto en una vertiente del
de color café y celeste y un arco de medio
lugar. Al tratar de pillarla, la paloma lo sorprendió
punto sobre la puerta de entrada. Los tijerales
dando tres pequeños brincos y dejándose caer en
de madera y tumbadillo soportan la techumbre
sus manos convertida en una pequeña placa con
a dos aguas con cubierta de calamina. El piso es
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IZQUIERDA Vista general del
Santuario de Timalchaca, en la
quebrada de Oxa.
DERECHA Detalle del
campanario de piedra del
templo.
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ARRIBA Vista interior de la
cúpula de piedra que remata
el campanario.
ABAJO Dos Cristos
crucificados de madera
policromada.
entablado. El Altar y el retablo son de piedra y
adobe policromados. El presbiterio y el arco toral
que lo preside enseñan pinturas decorativas en
base a flores y ornamentos de formas simples.
Un muro perimetral cierra el atrio, dentro del
cual se emplaza la torre exenta de dos cuerpos
y cúpula de piedra. Frente al templo, la gran
plaza cimentada parece esperar pacientemente
la llegada de los bailes religiosos, las bandas de
música y los miles de peregrinos que llegan a estas
alturas para agradecer a la Madre Prodigiosa.
La presencia del Cerro Marqués junto al
santuario es poderosa. Con 4.800 m de altitud, la
forma compacta que enseña a la distancia se revela
desde aquí como una compleja trama de valles
y quebradas, hogar de pumas, guanacos y burros
salvajes, amén de trágicas historias relacionadas
con sus tesoros escondidos. Su nombre sorprende
en una zona donde los hitos suelen conservar
su denominación aimara. Al parecer, durante la
Colonia, el hombre andino quiso distinguirlo con
un título que diera cuenta de su condición de
“principal”, de destacado. La paleta de matices
que se aprecia en sus laderas da cuenta de los
ricos yacimientos minerales que, según la leyenda,
las bestias y el mismo diablo se han encargado de
mantener lejos de la humana codicia.
Patrona del Santuario: Virgen de los Remedios
Fiesta: 21 de noviembre
C ODPA
Del Aimara Kollpa: pedregal
Codpa es un milagro.
españoles, la agricultura
Aguas procedentes del
cobró una importancia
altiplano se reúnen en el
capital, transformándose
río de la quebrada de Vítor
el valle en un vergel de
para hacer florecer la vida
leyenda. Se dice que el
donde todo es piedras y
afamado vino de Codpa,
pampa desértica. A 2.050
a veces llamado Pintatani
m de altitud, el antiguo pueblo de Codpa hace de
por una localidad del valle, era solicitado en la
cabecera de un estrecho valle, vergel siempre verde,
corte de Felipe II. Guayabas, mangos, membrillos,
famoso por la dulzura imposible de sus frutos.
peras, naranjas, tunas y paltas codpeñas fueron un
Las bondades de este oasis han propiciado
placer en las mesas de las salitreras y hasta hoy
el asentamiento humano desde hace miles
sus caldos profanos alegran las fiestas religiosas
de años, tal como lo revelan los petroglifos
del mundo andino ariqueño.
de Ofragía, dejados como señal de ruta por
Cuesta imaginar la impor tancia histórica de
los antiguos troperos. En el ancestral circuito
Codpa. Muchas de las viejas terrazas de cultivo, con
productivo andino, la agricultura codpeña era
sus canales de piedra canteada, están actualmente
complementaria a la actividad ganadera de la
descuidadas y las casas coloniales no han
zona altiplánica. Desde los tiempos de Tiawanaco,
perdurado.
las caravanas de llamos entraban y salían del
Sin embargo, ahí está el templo, para dejar en claro
valle, dejando labrado su paso en las piedras.
la hidalguía codpeña. Según algunos investigadores,
Tras la expansión Inca, Codpa fue posta en el
la insalubridad de Arica y su exposición al ataque
camino imperial que llevaba a la costa y sirvió
de pir atas motivó que la población del
de descanso a las aventuras conquistadoras de
Corregimiento se asentara mayoritariamente en el
Almagro y Valdivia. Con el asentamiento de los
valle. Esto habría sido la causa de que en 1574 se
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IZQUIERDA Retablo del Altar
Mayor realizado en obra. Seis
nichos distribuidos en dos
cuerpos y tres calles.
DERECHA Púlpito de madera
con los cuatro evangelistas
tallados en sobrerrelieve
policromado.
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formara la doctrina de Codpa junto con la de Arica.
a reconstruir la iglesia en varias ocasiones. El actual
La construcción del templo se inició alrededor
estado del templo corresponde a la última
del año 1600 y, por archivos parroquiales, hay
reconstrucción de fines del siglo XIX. La gran nave
constancia de que en 1618 ya estaba terminada.
central, que forma cruz latina con las dos capillas
En 1739, la doctrina de Codpa abarcaba los
laterales, fue recortada, perdiendo el coro alto,
pueblos de Codpa, Ticnámar, Tímar, Sacsámar,
la capilla del baptisterio y la mampara. La antigua
Belén, Pachama, Socoroma, Putre, Parinacota,
techumbre, hecha con maderas locales, paja y
Choquelimpe, Guallatire, Sora y Churiña.
barro, fue reemplazada por la cubierta de fierro
Las crecidas del río durante el invierno altiplánico
acanalado que hoy sostienen las tijeras de madera.
y los muchos movimientos telúricos han obligado
Los muros son de adobe con sobrecimientos de
Sacristía con parte de la
imaginería colonial que alberga
el templo.
DERECHA Detalle de mesa
de Altar lateral. Imágenes de
madera policromada y mantel
bordado con hilo metálico.
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indios insurgentes. Diego Felipe Cañipa intentó
Imágenes de madera
policromada. Santa Bárbara,
San José con Niño y Virgen
Inmaculada.
oponerse y mantener el mando. Sin embargo, los
rebeldes le apresaron y desollaron.
Se ha insistido en ver en la rebelión indígena
de Tupac Amaru un ataque declarado a la religión
Católica. Si bien es cierto que el siglo XVIII da
cuenta de muchos abusos amparados por los
propios religiosos, no se puede obviar el que
algunos sacerdotes elevaron la voz en defensa de
los derechos de los naturales. El propio caudillo
aimara Tomás Catari aclaró en su tiempo que
el pronunciamiento no era un ataque contra la
Iglesia Católica sino un intento por devolver la
tierra a sus verdaderos dueños. Sin embargo,
piedra y barro. El retablo es de piedra pintada
en muchos de los levantamientos indígenas la
con cal. Tiene portada de piedra labrada en la
catolicidad fue atacada como un reducto del
puerta principal y lateral. La torre es exenta y
abusivo poder español.
de tres cuerpos, reconstruidos los dos superiores
con bloquetas de cemento.
La riqueza agrícola del valle, la presencia
española permanente y su situación como cabecera
Una placa adosada al exterior del templo
del Cacicazgo de Indios, confirieron a Codpa un
señala que en la plaza de Codpa murió como
sitial de relevancia durante toda la Colonia, al
mártir cristiano don Diego Felipe Cañipa. El dato
punto que a menudo aparece nombrada en los
no es menor y se relaciona con la importancia
archivos parroquiales como “capital”. Se sabe que
colonial del valle. Para desequilibrar el poder del
el templo conservaba valiosos testimonios de
señorío altiplánico de Carangas, los españoles
esta noble condición. Algunos fueron escondidos
designaron en Codpa un cacique de indios
al anunciarse la llegada de las tropas chilenas
subordinado al Virreinato. Para el cargo se
en 1879. Otros, como el legendario retablo de
nombró a Diego Cañipa, en el siglo XVII. Su linaje
plata de San Martín, fueron presa de la codicia
se reservó el poder, constituyendo lo que se ha
de vecinos no muy devotos. De todas maneras,
denominado el Cacicazgo de Codpa, influyente
las pinturas cuzqueñas, la notable imaginería y
en toda la zona andina de Arica. Durante los
los viejos ornamentos que se han conservado al
levantamientos indígenas provocados por los
interior de la iglesia dan cuenta a la modernidad
excesivos impuestos de la Corona Española y
incrédula del distinguido pasado del pueblo.
que desembocaron en la rebelión general de
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Tupac Amaru (1780), el cacicazgo Cañipa fue
Patrono: San Martín de Tours
violentamente desautorizado por huestes de
Fiesta: 11 de noviembre
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Guañacagua
Del Aimara Wañakawa: quebrada seca
Andando valle arriba
arco de medio punto,
no más de 5 km desde
se registró esta fecha
Codpa, se llega a
y el nombre y el
Guañacagua. El pueblo
apor te de cada uno
se ubica a 2.250 m de
de los benefactores
altitud, justo en el lugar
que hicieron posible la
donde la quebrada de
restauración.
Puquios se inserta en la quebrada de Vítor.
Los muros, la sacristía y el retablo del templo
El templo domina el caserío desde un
están constr uidos con piedras canteadas,
promontorio leve. Las casas de adobe y piedra
recuperadas de la construcción original.Tiene una
no se han conservado oportunamente, pero
nave principal de mediano tamaño. El presbiterio
la distribución del conjunto permite deducir
conserva las dos columnas del arco toral que lo
el origen precolombino de Guañacagua. La
presidía. El retablo mantiene la mesa del Altar
importancia económica y política del valle
mayor adosada, tal como era la norma antes del
durante la Colonia permitió que los antiguos
Concilio Vaticano II. El ábside posee una forma
asentamientos indígenas vivieran su consolidación
ochavada poco frecuente, reminiscencia de la
como pueblos mestizos, cifrando su identidad en
arquitectura renacentista. El techo es de dos aguas
los templos y sus respectivas fiestas patronales.
con tijeras de madera y cubierta tradicional de
Se sabe que la primera construcción data
de fines del XVII. Como todos los templos de
estera de caña, barro y paja brava. El piso actual
IZQUIERDA Vista exterior
del templo emplazado en la
intersección de las quebradas
de Puquios y Vítor.
es de baldosa.
la zona, debió ser intervenido según acontecían
El campanario merece una mención especial.
catástrofes naturales o bonanzas en la economía
Construido completamente con piedra canteada,
local. La última reconstrucción es de 1904. En
es una magnífica manifestación del barroco
la sencilla portada de piedra labrada, sobre el
andino. Varios autores coinciden en señalarlo
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DERECHA Detalle de imagen
de San Pedro con gorro andino
o chullo.
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ARRIBA Nicho central superior
del retablo del Altar Mayor,
dedicado al Sagrado Corazón.
ABAJO Imagen del patrono
San Pedro en nicho central
del retablo del Altar Mayor.
Madera policromada.
DERECHA Retablo del Altar
Mayor realizado en obra, con
dos cuerpos y tres calles.
Detalle del campanario
de piedra de Guañacagua,
valiosa manifestación del estilo
barroco andino.
como uno de los más logrados de toda la zona
andina del Norte de Chile.
Se cuenta que a principios del siglo XX, un
vecino de Guañacagua fue a cavar el piso de una
bodega de su casa para guardar papas. Grande
fue su sorpresa al descubrir enterrado el tesoro
del culto. Por alguna razón desconocida –tal
vez la guerra de 1879- coronas, cruces, cáliz,
patena, báculo y otros bienes del templo habían
sido ocultados por el antiguo encargado, quien
murió sin revelar el escondite al sucesor. Algunos
vecinos antiguos declararon que lo recuperado
no era sino parte del valioso tesoro de culto que
antiguamente albergaba el templo.
Patrono: San Pedro
Fiesta: 29 de junio
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Aico
Del Quechua Aycuy: retirarse, posponer
Aico es un maravilloso
Acceder a esta
secreto guardado por las
revelación supone ubicar
quebradas precordilleranas
la huella que nace en la
ubicadas al sudeste de
quebrada de Sucuna. La
Arica. Los milenarios
ruta encuentra pronto el
caminos troperos que
trazado serpenteante de
conectaban el área
la quebrada de Aico, con
andina dejaron de ser transitados a mediados
su curso de aguas que nacen en el Cerro
de siglo XX con el establecimiento de nuevas
Pastocollo. La imagen conceptual de Amaru, la
vías para vehículos motorizados. Junto a las rutas
serpiente mítica aimara, se respalda aquí con la
olvidadas fueron quedando congelados en el
experiencia. El milagro que supone el recorrido
tiempo los pequeños caseríos que servían de
de las aguas en estas tierras desérticas quedó
posta, conformados por familias dedicadas a la
poéticamente establecido en la cosmovisión
agricultura y ganadería de subsistencia.
ancestral. Para el hombre antiguo, la vida se debe
Aico no está en las rutas turísticas habituales.
a la acción combinada de las tres deidades que
Al poblado se accede por recomendación de
sostienen las tres zonas ecológicas integradas en
conocedores expertos. El padre misionero
el mundo andino: Mallku, el espíritu protector
Amador Soto Miranda lleva años trabajando en
que habita en las altas cumbres y que custodia las
los valles, la precordillera y el altiplano de Arica,
reservas de agua; Pachamama, la virgen dadora, el
recuperando la tradición de aquellos esforzados
Eterno Femenino, que dio a luz al ganado mítico
religiosos que servían a las comunidades andinas
y que se manifiesta en los pastos verdes que se
durante la Colonia. Su recomendación es decisiva:
renuevan cada año; y Amaru, la serpiente que
Aico posee el más hermoso de los templos de
controla el riego de las aguas, con su carácter
la zona.
variable, que a veces da y a veces quita.
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IZQUIERDA El templo y el
campanario de Aico, ajenos al
tiempo en lo profundo de la
quebrada precordillerana.
DERECHA Cristo crucificado
realizado en tela encolada
policromada.
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La caminata por la huella solitaria provoca
un viaje hacia un tiempo mítico. Más que en
vestigios arqueológicos, el paso de las caravanas
que durante miles de años vitalizaron la cultura
andina a través de estos corredores ha quedado
en el ambiente como una presencia misteriosa.
Inmerso en estas percepciones, el moderno
viajero puede pasar por alto la presencia del
cacerío, mimetizado entre las rocas y la verdura
de la quebrada.
El maravilloso secreto de Aico es una magistral
creación en piedra. Pese al general estado de
deterioro, el templo conserva el espíritu de los
devotos que lo erigieron en el siglo XVIII. El portal
de piedra canteada es un armonioso conjunto
neoclásico en dos niveles, con columnas sencillas
y arcos de medio punto sobre la puerta y el
nicho superior. La nave es de forma rectangular
y posee una sacristía adosada. La techumbre en pésimas condiciones- responde al patrón
tradicional, con tijeras de eucaliptos y cubierta
de totora, barro y paja. El retablo de piedra es
de factura sencilla y cuenta con siete nichos en
los que aún se mantiene un valioso conjunto de
imágenes coloniales.
El templo está rodeado por un muro de
piedra que da forma al atrio y delimita el espacio
sagrado en medio de la quebrada. El vano de
acceso posee un arco de medio punto y un dintel
coronado por figuras que parecen vestidas con
ARRIBA Retablo portátil
con imagen de la Virgen
Candelaria.
ABAJO Retablo portátil con
imagen de San Antonio de
Padua sosteniendo al Niño.
DERECHA Retablo en obra
de dos cuerpos, tres calles y
coronación en forma de arco
de medio punto.
PAGINAS ANTERIORES:
sotanas. El fino trabajo de cantería se mantiene
fiesta patronal que reúne a los descendientes del
IZQUIERDA Virgen
Candelaria, imagen de
madera policromada.
en el campanario, con dos cuerpos que soportan
pueblo, San Antonio, Santa Bárbara y Santa Lucía
una bóveda bien lograda. Pequeñas tallas de
custodian el secreto de Aico desde sus altares,
piedra con formas simbólicas coronan la torre y
estratégicamente instalados en tres cumbres
se reparten a lo largo del muro perimetral.
cercanas.
DERECHA San Antonio de
Padua, imagen de madera
policromada.
El cuidado del templo no depende ya de
los hombres. El caserío y sus terrazas de cultivo
Patrono San Antonio de Padua
están abandonados y, salvo algún arriero que
Fiesta: 13 de junio
se mantiene en los alrededores, son pocas las
almas que pasan por el lugar. En espera de la
Portal de acceso al atrio
realizado en piedra, con arco
de medio punto y coronación
con figuras labradas.
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PACHICA
Del Aimara Pashicum: camarón
Los ríos Ajatama
La historia de Pachica es
y Caritaya nacen en las
la histor ia de la zona
altas cordilleras y se
ecológica que integra.
juntan par a dar vida
Como asentamiento
al río Camarones, que
precolombino, su agricultura
corre en lo profundo
participaba del ancestral
de la quebrada que
intercambio andino entre
lleva su nombre, salpicando de verde alfalfa la
el altiplano y los valles precordilleranos. Luego,
aridez absoluta de la pampa. En varios puntos
con la llegada de los españoles, Pachica se integró
de su recorrido hacia el mar, el río ofrece a los
a la doctrina y cacicazgo de Codpa. Fue durante
pobladores de la quebrada el exquisito sustento
esta época colonial que el pueblo supo de un
que representan los camarones de agua dulce.
breve período de bonanza, cuando se explotaba
Y en varios puntos, también, la quebrada ha
la mina de plata llamada San José, ubicada en el
espantado a visitantes y lugareños con sus muchas
cerro Taltape, en el sector norte de la quebrada
historias de apariciones y encantamientos.
de Camarones. La tradición señala que con los
La zona sabe de varias leyendas relacionadas
beneficios del mineral se financiaban los gastos
con minas fabulosas que se perdieron para
del culto del santo patrono y que la explotación
siempre y lugares abandonados por misteriosos
se acabó debido al celo de los antiguos, que no
maleficios. Cuando se mira hacia Pachica desde
quisieron revelar la localización exacta de la veta
lo alto, se le distingue enclavado en los faldeos
a sus descendientes.
de un cerro, peligrosamente inclinado hacia el
Antiguamente, los terrenos del pueblo eran
abismo de la quebrada de Camarones, rodeado
explotados en forma comunitaria, cultivándose
de una riqueza mineral que se manifiesta en
en gran cantidad el maíz y las legumbres. Hoy
tierras teñidas de rojo, amarillo, café y verde.
Pachica luce abandonado. Sólo unas cuantas
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IZQUIERDA La iglesia y
campanario de Pachica, junto
a un cultivo de alfalfa en la
Quebrada de Camarones.
DERECHA Detalle del muro
de piedras que rodea el atrio.
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familias se mantienen en el lugar trabajando la
con pináculos rodea el templo, formando el atrio.
tierra. A un costado del caserío, imper turbable
El campanario, también de piedra, ha quedado
testimonio de aquellos prósperos tiempos
fuera, no así su escala de acceso que sube desde
coloniales, el templo sigue conectando cielo
el perímetro sagrado. El cuerpo superior de la
y desier to.
torre fue restaurado recientemente con concreto
Su fecha de construcción data del siglo
XVII, tiempo fundacional de la antigua doctrina
El frontis del templo enseña un sencillo portal
sacristía. La cubierta tradicional fue reemplazada
de piedra canteada. En el interior, los muros de
por planchas de calamina. Un muro de piedra
adobe están decorados totalmente con pintura
DERECHA Conjunto de
imaginería colonial sobre
altar en gradas de madera
policromada. Preside San
Andrés Apóstol.
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original.
de Codpa. Posee una nave con capilla lateral y
Retablo colonial del Altar
Mayor. Destaca el sagrario
tallado y la mesa de altar
adosada, según la norma
anterior al Concilio Vaticano II.
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y enchapado de piedra, alterando su constitución
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Detalle de la pintura mural
del templo en el acceso a la
capilla lateral.
mural. Los motivos son jarrones de flores, plantas,
guirnaldas y círculos y fueron recuperados en
1999 por Edith Sosa, restauradora profesional
descendiente del pueblo. El piso es de ladrillo
cocido y dos columnas que anteceden al
presbiterio señalan la antigua existencia de
un arco toral. Al fondo, en el retablo del Altar
Mayor, realizado en madera policromada, la figura
del patrono San José custodia imperturbable la
tradición sagrada de Pachica.
Patrono: San José.
Fiesta: 19 de marzo
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ISLUGA
Del Kunza Isluga: planta del hábitat cordillerano
llamada también Trícara (krameria iluca)
En
tiempos
prehispánicos, las etnias
aimara se organizaban
como un archipiélago
cultural y económico,
integr ando ayllus o
pueblos del altiplano y
de los valles precordilleranos. El centro cultural,
político y espiritual de este archipiélago era la
marka o pueblo capital. Se sabe que cada etnia
manejaba una variante diferenciada de la lengua
aimara, una de las cuales sobrevive hasta hoy en
la región de Isluga. Este antecedente lingüístico
y su condición de centro ceremonial, permiten
considerar seriamente al pueblo de Isluga como
un inmejorable ejemplo de mar ka andina
conservada a lo largo del tiempo.
El pueblo se ubica en una zona estratégica, en
un extremo de la meseta altiplánica, comunicado
por antiguas rutas con los centros productivos
precordilleranos y costeros con los cuales
mantenía un activo intercambio de bienes. Uno
de los tratos comerciales frecuentes era el
que se hacía con Camiña y Chiapa, cuyos
agricultores entregaban
parte de sus cosechas
de maíz a cambio de
llamos y alpacas.
Isluga es también el
nombre del volcán de
5.530 m de altitud que
e n l a c o s m o v i s i ó n ancestral representa al
mallku o espíritu protector del pueblo, el
“compadre”. La protección de la marka
representaba la protección de una vasta zona
geográfica y de todo un sistema de organización
cultural. Las familias de los distintos ayllus
mantenían una casa en la marka, a la que se
trasladaban para la celebración de las fiestas
principales. Estas casas familiares se distribuían
en un plano urbano dividido en cuatro barrios,
que reproducía en la marka la doble bipartición
territorial de la etnia: Una primera división en
dos mitades que corren de mar a cordillera,
Arajsaya (parte de arriba) y Manqhasaya (parte
de abajo), correspondientes al concepto aimara
de yanani o yanantin, esto es, los opuestos
complementarios. Y una segunda partición que
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IZQUIERDA El espacio
sagrado del templo, bien
demarcado a un costado del
caserío de Isluga.
DERECHA Nicho lateral con
pequeña imagen colonial de
San Antonio de Padua.
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Retablo del Altar Mayor, con
dos cuerpos y ocho nichos que
acogen la rica imaginería del
templo.
DERECHA Detalle del retablo
del Altar mayor decorado con
símbolos astrales y nacionales.
En el nicho, Cristo crucificado
articulado de madera
policromada.
distingue entre poblados agricultores de las
tierras bajas (valles y precordillera) y poblados
pastores de las tierras altas (altiplano).
La llegada de los conquistadores introdujo la
fe católica y la marka, antiguo centro ceremonial
de la etnia, asumió el rol de foco evangelizador
para la región. La Iglesia fue erigida en el siglo XVII,
pero debió ser totalmente reconstruida luego
del fuerte terremoto de 1868. Un documento
eclesiástico de la época relata: “El 13 de agosto a
horas cinco y cinco minutos de la tarde hubo un
terremoto espantoso, se arruinaron los puertos
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de Iquique, Mejillones, Pisagua y Arica quedando
inundados por el mar después del terremoto.
Muchos templos quedaron averiados pero los de
la Tirana e Isluga quedaron incluso sus pueblos en
escombros. Aún nos tiembla la mano al escribir
ligeramente estas líneas a los cuatro días que aún
no cesa el continuo movimiento de la tierra.”
La reconstrucción del templo le confirió su
actual aspecto. Posee una nave única a la que se
adosan los cuartos de la sacristía y las bodegas.
Grandes contrafuertes apoyan los muros laterales
de piedra rústica y barro, sirviendo también
de escalas para subir a la llamativa techumbre
realizada con tejas de arcilla, única en toda la zona.
El acceso del templo repite el esquema tradicional
de Alto Perú, en el que los muros laterales se
adelantan acompañados por la techumbre, que
forma un alero, retrayéndose la fachada misma y
creándose un espacio intermedio. Originalmente,
todas las amarras del sistema de vigas se hacían
con cueros de animal.
La iglesia cuenta con portales coronados por
un gran arco circular. El atrio es cerrado por un
hermoso muro con pequeñas arquerías realizadas
en piedra volcánica y un arco mayor frente a la
entrada del templo. El campanario o torre es
de dos cuerpos coronados en una pirámide,
cuenta con pináculos en forma de paloma y está
blanqueado con cal, al igual que el templo y el
muro perimetral del atrio.
Hoy en día, el santuario está prácticamente
despoblado. Las familias se han trasladado hasta
Colchane, que es centro administrativo, cede
del municipio y paso fronterizo. La que fuera
capital de todo un señorío se mantiene durante
el año en solitaria y paciente espera de los dos
acontecimientos que reúnen a sus descendientes:
la celebración del santo patrono y los carnavales
de febrero. Pese al abandono, la vieja marka aún
cumple con su rol de centro ceremonial,
responsable de mantener el sagrado vínculo con
el Cielo que provee bendiciones a ganaderos y
agricultores.
Patrono: Santo Tomás
Fiesta: 21 de diciembre
ARRIBA El campanario
(masculino) y el templo
(femenino) reunidos por el
muro perimetral del atrio.
ABAJO La antigua marka
de Isluga, centro ceremonial
altiplánico.
AncUaQUE
Del Aimara Anqu (nervio, tendón) y Jaqi (persona):
persona fibrosa, fuerte
Se cuenta que los
pueblos. Una primera
m a l l k u s o j e fe s d e l a
división en mitades o
comunidad formada por
sayas era reflejo de la
los poblados de Ancuaque,
noción conceptual de
Waitene , Quebe ,
yanani u opuestos
Chullucane , Chijo,
complementarios.
Ancovinto y Panavinto, se
esta manera, en el plano
De
reunieron para resolver la fundación de un pueblo
de Cariquima corría una línea imaginaria que
principal. Fue así como la marka de Cariquima nació
agrupaba en la mitad de arriba o Arajjsaya a
para ser el eje organizador de la vida agrícola y
Ancuaque, Waitene, Quebe y Chullucano y, en la
ganadera de los nueve poblados comuneros.
mitad de abajo o Manqhasaya, a Villablanca, Chijo,
Como todos los caseríos altiplánicos,
Ancovinto y Panavinto. La sabiduría ancestral
verdaderas estancias familiares dedicadas a la
andina entendía estas mitades como un par de
ganadería de llamos y alpacas, Ancuaque integró
cosas que necesitan igualarse, complementarse.
durante cientos de años una unidad cultural bien
Esta bipartición en sayas se combinaba con la
definida en torno a su pueblo principal. La
tradicional distinción cooperativa entre pueblos
economía de cada uno de los poblados se sostenía
agr icultores y ganaderos, configurándose
en la coordinación del grupo, de tal manera que las
finalmente una división cuatripartita del espacio
producciones ganaderas eran intercambiadas con
territorial que correspondía a la cuatripartición
las producciones agrícolas de la precordillera.
cosmogónica del mundo aimara.
Esta unidad comunal era reflejo de la
Este sistema de organización social y económica
unidad esencial del mundo aimara. La división
de las comunidades andinas se actualizaba y
del espacio en Cariquima respondía a la doble
reafirmaba en las celebraciones festivas de sus
bipartición del territorio integrado por los nueve
creencias. El sincretismo religioso que se dio tras
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IZQUIERDA Retablo en obra
de dos cuerpos y una calle con
mesa de altar adosada.
DERECHA Portada de
piedra enmarcando la
puerta principal pintada en
característico color celeste.
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la imposición del credo católico por parte de
los conquistadores españoles, fue, en el fondo,
una sabia asimilación de la cosmovisión cristiana
por parte de la cosmovisión andina. Erigido el
templo católico, éste se transformó rápidamente
en el centro espiritual de la comuna, el lugar
donde se sacralizaba el pacto de cooperación y
complementación entre los poblados integrantes.
La evangelización católica encontró un
terreno fértil en la religiosidad aimara. El templo
es una manifestación de la concepción sagrada
que el pastor tenía de la vida y su mundo propio.
La figura protectora de los mallku, aunque nunca
anulada completamente en su estado original,
pudo asociarse a la figura protectora de alguno
de los santos de la tradición católica. Por su parte,
la fertilidad sagrada de la Pachamama no podía
demorarse en encontrar alguna correspondencia
con la virginidad prodigiosa de María. Pronto el
calendario litúrgico cristiano pasó a identificarse
con el calendario ritual andino, anclado en los
hitos del ciclo astronómico-productivo.
El templo de Ancuaque se levantó como
expresión de esta nueva espiritualidad andina.
Desde los tiempos coloniales, el clan familiar del
poblado remarcó su identidad grupal en torno a
la iglesia y sus santos patronos, funcionando hasta
hoy como un inmejorable lugar de preservación
de las tradiciones aimara. El espacio sagrado
está ajeno a los cambios y sirve de orientación
incluso a los ritos ancestrales, las “costumbres”,
que, aunque realizadas fuera del espacio mismo
del templo, le toman como referencia.
El edificio se preserva en buenas condiciones
con su nave techada a la manera tradicional y su
torre anexa construida en piedra rosada. En el
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Vista interior del templo, con
techumbre tradicional y suelo
empedrado.
DERECHA Estandartes de
procesión con cabos en forma
de cruz.
Imagen colonial de Santiago
“Matamoros”, asociado a
Illapa, dios andino del rayo.
interior, San Santiago y la Virgen esperan los
preser vación de la ritualidad católica. Los
ruegos de los fieles en el sencillo retablo encalado.
descendientes del pueblo acostumbraban a visitar
Sin embargo, en su función comunitaria, el templo
el templo para las celebraciones del santo patrono
de Ancuaque está virtualmente abandonado.
y alguna otra fecha destacada del año litúrgico.
Como en muchos poblados del altiplano chileno,
Sin embargo, en la dialéctica protestante, el culto
la escasa población ha ido abrazando el credo
católico a los santos y la Virgen María aparece
protestante. El largo proceso de cambio que ha
como algo negativo, confinándosele, junto a los
afectado al mundo andino desde la conquista
ritos paganos o “costumbres”, al estadio infernal
española está viviendo ahora un nuevo período
que constituye hoy en día el mundo mítico de
de crisis. La pérdida de identidad andina que ha
Manqhapacha, el mundo de abajo.
significado la chilenización y la permanente
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migración a las ciudades durante el siglo XX, se
Patrono San Santiago
había contrarrestado efectivamente en la
Fiesta 25 de julio
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MAUQUE
Del Aimara Mawki: nombre de un fruto silvestre
En la cosmovisión
aimara, cada poblado o
ayllu estaba bajo la
protección de un mallku o
espíritu protector, el
llamado “compadre” o
“comadre”, que moraba
en alguna de las cumbres cercanas, denominadas
en lengua quechua achachillas. Estos espíritus de
los cerros mantenían una relación mítico familiar
con el clan protegido, podían ser masculinos o
femeninos y estaban relacionados con el resto
de las alturas protectoras del mundo andino,
especialmente con las altas cumbres nevadas
del altiplano, origen del agua sagrada. Los mallku
o achachilla eran poderosos y exigían de la
comunidad respeto y ofrendas. El culto al mallku
es propio de la más ancestral ritualidad aimara y
se celebraba en febrero, en el llamado “día del
compadre”. Entonces, la gente del poblado subía
al cerro para levantar un palo llamado “arco”, que
era revestido como pastor y adornado con signos
señoriales de prestigio.
Al contemplar el poblado altiplánico de Mauque
se aprecia una representación de la cosmovisión
andina especialmente
didáctica. El pequeño
caserío de pastores,
originalmente vinculado
a la marka de Isluga, se
recoge en la inmensidad
bajo el amparo de una
pronunciada cumbre rocosa. En lo alto del
achachilla ya no se levanta un arco sino una cruz.Y
donde antiguamente la comunidad ofrendaba a la
Pachamama, la madre dadora de vida, un templo
católico se levanta al Cielo bajo la advocación de
la Virgen de Guadalupe.
La obvia relación de Pachamama con la Madre
de Cristo responde a la profunda asimilación que
la religiosidad ancestral hizo del credo católico. La
deidad primordial femenina, principio materno de
la vida, encuentra correspondencia en la figura de
la Virgen: a Pachamama no se le conoce esposo y
su poder generador es milagroso y autónomo.
La zona andina conoce una devoción intensa
hacia la Virgen María. La evangelización encontró
una especial disposición del alma andina hacia el
culto mariano y muchos de los templos reservaron
el nicho principal de su retablo a alguna de las
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IZQUIERDA Vista exterior del
conjunto templo-campanario
desde el bofedal que sostiene
la actividad de pastoreo.
DERECHA Arco de piedra
canteada en la torre
campanario.
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manifestaciones de la Madre de Dios. Más allá de
esta relación conceptual básica, el proceso de
asimilación del culto católico presenta detalles muy
interesantes relacionados con su origen histórico.
La advocación de la Virgen de Guadalupe que
mantiene el templo de Mauque es poco frecuente
y ofrece algunos antecedentes especialmente
esclarecedores de la realidad colonial en que se
desarrolló el sincretismo católico andino.
En el año 1601 llegó a Potosí Fray Diego de
Ocaña, monje jerónimo, con el objetivo de difundir
la devoción de Nuestra Señora de Guadalupe,
originaria de Cáceres, España. En su afán, el monje
realizó una imagen de la Virgen en el convento
de San Francisco. Al ver la pintura el Obispo de
Charcas, Alonso Ramírez de Vergara, de origen
extremeño y devoto de la Guadalupe, pidió al
monje Ocaña que realizara otra similar para la
ciudad de La Plata (Sucre). La imagen fue alabada
por los feligreses y se construyó para ella una
capilla especial anexa a la Catedral. De La Virgen
de Sucre se hicieron muchas copias, funcionando
como fuente y modelo de la advocación que se
extendió por los pueblos de la zona andina.
La Virgen de Sucre responde a la imagen de
la Guadalupe extremeña. Es de tez morena, lleva
en su mano derecha un bastón coronado en una
cruz y en la izquierda sostiene al niño con la esfera
en su mano. Viste un traje dorado en forma de
triángulo, presenta la media luna a sus pies y una
corona ovalada sobre la cabeza. La imagen no
guarda relación alguna con la Guadalupe mexicana,
aparecida al indio Juan Diego durante los
primeros años de la conquista española. Esta
ARRIBA Detalle de pintura
mural decorativa en Altar
Mayor.
ABAJO Retablo del Altar
Mayor en obra, de dos cuerpos
y tres calles, decorado según la
expresividad tradicional andina.
DERECHA Pila bautismal
adosada al muro. Las hojas de
eucaliptus son vestigios de la
última fiesta patronal.
Puerta lateral tapiada con
piedras.
advocación recién llegó a la zona andina en el
siglo XIX.
El templo que alberga a la Virgen de la
Guadalupe de Mauque mantiene el aspecto
original de las capillas levantadas durante los siglos
XVII y XVIII en los caseríos ganaderos del altiplano.
Sus muros de adobe forman una nave coronada
por la techumbre tradicional de madera de queñua,
paja brava y barro. Un muro perimetral con
arcos de acceso rodea el atrio, dejando fuera del
espacio sagrado un calvario utilizado en los ritos
ancestrales de ofrenda y sacrificio. El campanario
anexo de dos cuerpos completa el par masculinofemenino que integra con el templo, reuniendo
en la Tierra la totalidad heredada del Cielo. En
el interior, la imagen de la Virgen descansa en el
retablo de adobe encalado y decorado con figuras
de una expresividad simple y potente, reflejo del
modo aimara de vivir en este mundo, esto es,
integrado a la Creación.
Patrona la Virgen de Guadalupe
Fiesta: 12 de septiembre
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USMAGAMA
Del Aymara Usmagama: fuente de enfermedad y contagio
Enclavado en la
La portada del templo
quebrada de Ocharaga,
es de piedra de sillería y
en
sierra
está toda labrada con
cordillerana, Usmagama
floreros, flores y frutos.
tiene su origen
La puerta se cierra en
precolombino
como
un arco de medio punto
del
formado por molduras
plena
integrante
archipiélago andino del señorío de Isluga. Ya en
de piedra tallada con motivos de ramas. El arco
tiempos coloniales, Usmagama fue tributario
está flanqueado por dos columnas salomónicas
del repartimiento y parroquia de Sibaya, pueblo
que se posan en altos pedestales con motivos
cercano que hacía de cabecera del Alto de
de ángeles y flores. Sobre las columnas hay dos
Tarapacá. Es durante esta época cuando se
pequeñas esculturas que parecen representar
levanta el templo, gran exponente del estilo
bailarines de una fiesta religiosa. El conjunto
barroco andino.
destaca como una las más originales producciones
La iglesia data del siglo XVII. Sus viejos muros
de la escuela local de canteros.
son apoyados por varios contrafuertes de piedra.
El Altar Mayor y el retablo son de madera
Posee una nave y techo a dos aguas, cuya cubierta
tallada y dorada, trabajada profusamente con
tradicional de paja y barro fue reemplazada por
diseños florales. Una estructura de albañilería
planchas de zinc. Un muro perimetral cierra el
sostiene el retablo, que es de estilo barroco y
espacio sagrado del atrio, donde se levanta la
posee tres pisos y tres calles. El sagrario está
torre anexa. Ésta tiene un solo cuerpo, coronado
flanqueado por columnas salomónicas y tiene
por una pequeña estructura de madera y fierro
puertas corredizas que rematan en arco de
galvanizado, seguramente agregada en reemplazo
medio punto.
de un segundo cuerpo derrumbado.
IZQUIERDA Retablo del Altar
mayor en madera tallada y
policromada, valioso exponente
del estilo barroco andino.
DERECHA Portada de
piedra canteada y labrada.
Las columnas rematan en
figuras que semejan bailarines
religiosos.
Hoy el pueblo de Usmagama parece dormido,
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casi al margen del tiempo. Sin embargo, este
y el cobro de impuestos. Cuando la Corona
tranquilo caserío participó activamente en uno de
Española llevó a cabo las llamadas reformas
los acontecimientos más enérgicos de la historia
borbónicas, destinadas especialmente a aumentar
colonial americana, la Rebelión de Túpac Amaru.
las arcas fiscales por medio de nuevos tributos, el
Hacia 1770, la situación de los pueblos
descontento general llegó a una situación límite.
de indios era bastante desafortunada. Los
En 1780, todo el territorio de Bajo y Alto Perú
caciques de la Audiencia de Charcas acusaban
se hallaba levantado. José Gabriel Condorcanqui,
frecuentemente a los corregidores de una serie
cacique descendiente del Inca Túpac Amaru,
de abusos en la asignación de trabajos forzados
instruido en Lima y marqués de Oropesa, asumió
Nicho lateral con imágenes de
San Santiago-Illapa y la Virgen
Candelaria.
DERECHA Cristo crucificado
sobre mesa del Altar Mayor.
Madera, yeso, tela encolada y
policromía.
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el liderazgo de una rebelión general del mundo
indígena contra el abuso español. Se proponía
el retorno de la propiedad de la tierra a sus
verdaderos dueños. A su causa se integraban los
esfuerzos previos de los caciques aimara Tomás
Catari y Julián Apaza, llamado también Tupac
Catari. La rebelión estuvo muy cerca de provocar
un daño mayúsculo a la administración española.
Las movilizaciones indígenas se organizaron hasta
dar cuenta de un poder subversión desatado, que
alcanzó su clímax en los sitios de las ciudades de
Cuzco y La Paz y que sólo acabó con el suplicio
y muerte de los caudillos.
En1778 el cura de Tarapacá, José Francisco
Ximénez, informaba al obispo de Arequipa
acerca del levantamiento de indios sucedido
en el pueblo de Usmagama. Según su relato,
los naturales se habían alzado en armas contra
el teniente cobrador de impuestos por sus
desmedidas exigencias, declarándose violentos
incidentes. Hechos como los de Usmagama
llevaron a la Iglesia a declarar excomulgados a
los insurgentes, lo que desembocó en reiterados
ataques en contra de los templos y sus bienes
de culto. Hacia 1780, el corregimiento de Arica
organizó una expedición religiosa militar que
recorrió los pueblos andinos para aplacar las
revueltas locales. Se sabe que 22 indios rebeldes
fueron bajados a Arica para ser azotados frente a
la iglesia catedral.
Patrono: Exaltación del Señor Jesús
Fiesta: 14 de septiembre (también se celebra San
Santiago, el 25 de julio, y Santa Rosa de Lima, el 30 de
agosto)
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Vista hacia el exterior a través
del arco de medio punto del
portal de entrada.
H UAVIÑA
Del Aimara Wawiña: gavilla de paja
El caserío de Huaviña
cultivos y animales. Pero
es un hermoso poblado
tras el redescubrimiento
precordillerano de
del mineral de plata de
or igen prehispánico,
Huantajaya en los altos
antiguamente integrado
de Iquique, muchos de
al archipiélago aimara
los hombres del pueblo
de Isluga. Sus viviendas
fueron
trasladados
a
se ubican en el faldeo del cerro, junto a los
las labores mineras. La devoción de estos hijos
andenes de cultivo, los mismos que durante
de Huaviña quedó manifiesta al interior de la
miles de años nutrieron el intercambio comercial
iglesia en varias obras que se financiaron con su
con la zona ganadera altiplánica. Al llegar al
tributo.
pueblo, el sendero que viene deslizándose por
El templo es de nave única con techo a dos
la quebrada se ensancha para formar la calle
aguas. Lamentablemente, la cubierta tradicional
principal, que baja atravesada por calles paralelas
de paja y barro fue reemplazada por planchas
y estrechos callejones. La iglesia se ubica hacia el
de calamina. Su portada de piedra tallada
final, revelando que el doctrinero que proyectó
con arco de medio punto posee equilibradas
su edificación buscó un terreno sin uso para no
proporciones y enseña un trabajo de calidad
interferir en la distribución original del poblado.
artística. Al interior, destaca el retablo del Altar
El marcado estilo barroco andino del templo da
Mayor, hecho en madera y de estilo barroco.
cuenta de su origen. Erigida en el siglo XVII como
Posee cinco nichos enmarcados por columnas
doctrina de indios, dependía jurisdiccionalmente
talladas y doradas; el sagrario se ubica al centro,
de la parroquia San Nicolás de Tolentino de Sibaya,
en el primer cuerpo, y tiene puertas corredizas
creada en 1620. Durante los primeros tiempos
que lucen una vistosa custodia tallada. La mesa
de la Colonia, la población siguió dedicada a sus
del altar lleva inscrito “Alabado sea el Santísimo
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IZQUIERDA Retablo del Altar
Mayor, con dos cuerpos y tres
calles, decorado profusamente
según el estilo barroco andino.
DERECHA Nicho lateral con
imagen colonial de Cristo
cargando la Cruz.
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Sacramento”. El campanario presenta una base
de piedra y un segundo cuerpo de madera con
corona piramidal. Su estilo lo revela como una
reconstrucción del siglo XIX y está pintado con
colores poco habituales en la estética andina.
Las imágenes de la Virgen Candelaria y San
Juan, buenos exponentes de la escuela alto andina,
custodian el templo. Ellos son los patrones. A ellos
se ofrece la fiesta cada año, para que la tradición
no muera y las viejas terrazas sigan dando ajos,
cebollas y hortalizas a las pocas familias que aún
las trabajan.
Patronos: San Juan
Fiesta: 24 de junio
Virgen de la Candelaria
Fiesta: 2 de febrero.
ARRIBA Detalle de Cristo de
la Pasión. Madera policromada.
ABAJO Vista interior del
templo. Púlpito colonial, arco
toral pintado con colores
patrios y retablo del Altar
Mayor.
T arapacá
Del Quechua Tara (nombre de árbol) y Pakay (encubrir):
tara encubridora
La Tara encubridora
descubierto una relación
que refiere al nombre de
entre el gigante con
Tarapacá es abundante
la deidad frontal con
en la quebrada donde se
báculo de Tiawanaco,
ubica el pueblo, a 1.350 m
representación de Tunupa,
sobre el nivel del mar.
un complejo mito que
Con un aspecto similar al
refiere
la
expansión
del algarrobo, puede alcanzar una altura de hasta
civilizadora aimara. Tunupa es el hijo del Creador
5 m y tiene ramas espinosas que se retuercen
Viracocha y aparece en los registros realizando
para proteger el tronco.
una peregrinación mítica desde el Titicaca hacia
La ar idez de la pampa es combatida
los confines del mundo andino. El viaje de Tunupa
tímidamente por las aguas que bajan por los valles
permite la difusión de un mensaje armonizador
cordilleranos. En la quebrada de Tarapacá, el riego
que integra la diversidad étnica y cultural de
del río Pedregoso posibilitó hace miles de años el
la vasta zona. El mito cierra con una muerte
establecimiento de grupos indígenas dedicados a
simbólica en manos de quienes se negaban a la
la agricultura. Con el tiempo, estas comunidades
revelación, emparentando a Tunupa con la figura
se fueron integrando al sistema económico de
del Cristo. Las conclusiones apuntan a que el
intercambio del mundo andino. El famoso geoglifo
gigante de Tarapacá responde a la inclusión de
del Cerro Unita, llamado el “Gigante de Tarapacá”,
estos territorios dentro del área de influencia de
es un sorprendente testimonio de la época en que
Tiawanaco.
la pampa era transitada por caravanas de llamos
Durante la expansión del Tawantinsuyo,
que realizaban el intercambio comercial entre
Tarapacá fue un punto de descanso en el
los valles agrícolas y las comunidades ganaderas
recorrido del Camino del Inca. En 1536, Diego
del altiplano. Algunos estudios recientes han
de Almagro recuperó fuerzas aquí en su retorno
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IZQUIERDA Retablo del Altar
Mayor de estilo neoclásico. Dos
arcos torales de medio punto
separan el presbiterio.
DERECHA Altar lateral
dedicado al patrono San
Lorenzo, que sostiene el libro
y la palma como atributos
iconográficos.
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a Arequipa. Cuatro años más tarde, Pedro de
Valdivia pasaba rumbo al sur, dejando en el lugar
a doña Inés de Suárez en espera de los refuerzos
que Rodrigo de Araya, Francisco de Villagra y Juan
Bohón traían por el otro lado de la cordillera.
Esta ancestral situación estratégica se potenció
durante la Colonia. La encomienda de indios
de Tarapacá nace al poco tiempo de la llegada
de los primeros españoles. El pueblo colonial
dependió jurisdiccionalmente del Corregimiento
de Arica, fundado en 1565. La consolidación
económica del área, sostenida en la vitivinicultura
de los valles y el mineral de plata de Huantajaya,
permitió la fundación del Corregimiento de
Tarapacá, con cuatro repartimientos, cada cual
con su parroquia: Camiña, Sibaya, Tarapacá y Pica.
Tarapacá fue la capital y contó con gobernación
y Cabildo. Esta preeminencia duró hasta 1855,
cuando el gobierno fue trasladado al puerto de
Iquique.
De la época de prosperidad del pueblo se
conservan algunos vestigios. Ahí está la plaza,
empedrada en laja, con un corredor sostenido
por arcadas de madera; la explanada y arquería
en piedra del antiguo Palacio de Gobierno; las
casonas coloniales con sus portales de piedra y
sus puertas de madera con clavos de cobre; los
muros del viejo convento y, como no, la iglesia.
La primera capilla de Tarapacá data del siglo
XVII y se erigió como cabecera de parroquia.
ARRIBA Altar lateral con columnas sostenidas por custodios de
inspiración indígena.
ABAJO Capilla lateral. La famosa
talla de Cristo y los doce apóstoles, obra del artista peruano José
María Arias.
DERACHA Altar lateral con
modificaciones neoclásicas. Su
advocación al Sagrado Corazón es
moderna.
De esta primera construcción colonial se
mantienen la estructura de piedra y adobe y la
forma en base a dos naves. En 1773, la iglesia
fue objeto de varias mejoras, muchas de ellas
financiadas por quien fuera el hombre más rico
de la región, don Basilio de la Fuente, vecino
de Tarapacá. Lamentablemente, un incendio y
varios terremotos dañaron de manera drástica
el edificio, quedando en pie sólo los muros. Una
de las pérdidas irrecuperables fue el retablo
de madera labrada y dorada, similar a los que
albergan los templos de Huaviña y Usmagama.
La torre campanario data de mediados del
siglo XVIII y es considerada una obra ejemplar
dentro del patrimonio arquitectónico nacional.
Está construida en piedra de sillería en un estilo
neoclásico que enseña influencias de la escuela
arequipeña.
San Lorenzo es el patrono de los mineros.
Una reciente restauración confirió al templo un
aspecto deslumbrante que refuerza el vínculo con
la actividad económica fundamental de la región,
manifestando claramente la devoción vehemente
y desprendida de sus fieles. Cuando cada 10 de
septiembre las campanas del templo convocan a
la celebración del santo, San Lorenzo de Tarapacá
ve llegar a más de 30.000 devotos que se acercan
para agradecer la prodigiosa generosidad de las
entrañas del desierto.
Patronos: San Lorenzo
Fiesta: 10 de agosto
Virgen Candelaria
Fiesta: 2 de febrero
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Cruces adornadas con flores
de papel y de plástico en el
cementerio de Tarapacá.
Mamiña
Del Aimara Mami (pupila) y Ñaña (sanada):
pupila sanada
Una ñusta (princesa)
incaica comenzó a
enceguecer. Sus padres
ordenaron a sus servidores
encontrar algún remedio
en los territorios del
vasto Imperio. La ñusta
fue llevada hasta una fuente de aguas milagrosas
escondida entre los cordones cordilleranos que
bajan a la Pampa del Tamarugal. Las aguas de la
fuente devolvieron la vista a la princesa, por lo
que desde entonces se llamó al lugar Mamiña, que
algunos traducen como “niña de mis ojos”.
La leyenda alude al origen prehispánico de
este poblado ubicado a 2.750 m sobre el nivel
del mar. Y aunque los primeros asentamientos
humanos en el lugar son anteriores a la expansión
Inca, la leyenda acierta al relacionar su historia
con los viajes colonizadores ordenados por los
gobernantes del Cuzco. Mamiña fue un punto de
abastecimiento en el Camino del Inca. En el sector
quedan vestigios de un pucara, construcción
fortificada que se instalaba en sitios estratégicos
para proteger el paso de las caravanas. Hacia el
siglo XVI, siguiendo justamente las rutas señaladas
por los guías quechuas, los
conquistadores españoles
pasaron también por
Mamiña y disfrutaron de
las bondades de sus aguas
curativas.
El pueblo está enclavado
en un monte rocoso. En sus laderas se aprecian
las antiguas terrazas de cultivo, trabajadas desde
tiempos ancestrales, cuando Mamiña era asiento
de un ayllu integrado al señorío aimara que
dominaba el área. El aspecto que hoy presenta
el pueblo se relaciona especialmente con su
posterior desarrollo colonial, con callejuelas y
casas de piedra, algunas de las cuales mantienen
aún su portales tallados.
En 1632, los españoles instalados en el valle
erigieron el primer templo dedicado a San Marcos.
El templo actual es una combinación de elementos
originales y reconstrucciones posteriores. El portal
de piedra rosada, con su arco de medio punto
labrado y sus dos columnas, es fiel al estilo barroco
andino original. De aquella primera construcción
persisten también los muros de adobe, apoyados
por grandes contrafuertes de piedra.
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IZQUIERDA Retablo del
Altar Mayor, de dos cuerpos y
tres calles. Estilo barroco con
influencia neoclásica.
DERECHA Detalle de pintura
mural. Ángel conduciendo un
alma al Cielo.
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El interior es interesante. La nave central se
eleva hasta 6 metros. Al fondo destaca el retablo
del Altar Mayor, realizado en albañilería estucada,
de estilo barroco, con líneas toscas y simples y
pintado de vivos colores. Está compuesto por tres
pisos y tres calles y posee columnas acabadas en
capiteles, cuyas hojas de acanto parecen inspiradas
en los penachos de plumas con que se coronaban
los antiguos incas.
Tras el terremoto de 1877, el templo
fue reconstruido siguiendo los criterios del
neoclasicismo imperante. Entre las modificaciones,
destaca el par de torreones de piedra, coronados
por campanarios de madera pintada de color
azul. El conjunto es excepcionalmente fastuoso,
reflejo de la era de prosperidad del salitre en la
que Mamiña disfrutó de los beneficios de ser un
balneario termal bien considerado.
Cuando se constr uyó en el siglo XVII,
la iglesia fue erigida como viceparroquia de Pica.
Permaneció así durante toda la administración
peruana. Luego de la Guerra del Pacífico y la
anexión de estos territorios a Chile, la Iglesia
organizó una nueva jurisdicción para la zona. El
cargo de párroco de Mamiña fue ocupado por
quien sería posteriormente obispo de Iquique
y primer cardenal chileno, monseñor José María
Caro. Aquejado por una enfermedad respiratoria,
monseñor Caro conoció también el legendario
efecto sanador de las aguas de Mamiña.
Patrones: San Marcos
Fiesta: 25 de abril
Nuestra Señora del Rosario
Fiesta: 7 de octubre
ARRIBA Cristo Crucificado
articulado, realizado en tela
encolada policromada.
ABAJO Candelabro de siete
velas de metal labrado.
M ATILLA
Del Aymara Matti (planta cuyo fruto es una calabaza)
y Lla (significa diminutivo): calabacita
Matilla es un antiguo
indígenas locales. Tal
oasis que conoció tiempos
como en Pica, el principal
de gr an prosper idad
cultivo de Matilla fue la vid,
durante la Colonia y en
formándose haciendas
la época del salitre. El
que oper aban como
pueblo actual fue fundado
centros económicos a lo
por vecinos destacados
largo del siglo XVIII.
de Pica que se establecieron para desarrollar el
La primera iglesia de Matilla la levantaron los
cultivo de la vid en la quebrada de Quisma.
conquistadores españoles entre 1718 y 1721.
De los antiguos poblados indígenas que se
La nave principal se destruyó completamente
instalaron en al valle de Matilla para aprovechar
con el terremoto de 1768, salvándose sólo
sus vertientes y tierras fértiles no quedan vestigios
el campanario. Ese mismo año comenzó la
importantes. Se sabe que a tres kilómetros al
construcción de un nuevo templo. Sirvió durante
sudeste de Matilla existió un pueblo de indios que
100 años hasta que, en 1877, se desplomó por
fue destruido por un terremoto. Relatos locales
causa de otro movimiento telúrico. Nuevamente
señalan que al pasar por el lugar se oye un ruido
el campanario salió ileso, al igual que el Altar
extraño y parece que la tierra fuera a hundirse.
Mayor, que se conserva hasta la actualidad.
El proceso de asentamiento colonial en Matilla
La tercera construcción de la iglesia se
es muy similar al de Pica, al ubicarse estos pueblos a
inició en 1877 y es la que enseña Matilla hoy
no más de cuatro kilómetros de distancia. Los dos
en día. Su principal característica radica en la
están instalados en oasis fértiles de condiciones
fachada de estilo neoclásico y que responde a
climáticas similares. Y en ambos valles los españoles
la moda arquitectónica que se propagó durante
establecieron encomiendas para reunir y emplear
el próspero período del salitre. El edificio fue
a los miembros de los ayllus o asentamientos
levantado por el constructor español José Durán
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IZQUIERDA Cristo crucificado
con Virgen Dolorosa y San
Juan. Imágenes de madera
policromada.
DERECHA Detalle de la torre
de la cúpula sobre el Altar
Mayor.
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ARRIBA Vista del coro y de la
puerta principal del templo.
ABAJO Cristo de la columna
con capa púrpura.
DERECHA Influencia
neoclásica del templo. Bóveda
y retablo de un cuerpo y tres
nichos.
con la técnica de tabiquerías de caña empastadas
del templo, el campanario se levanta como fiel
con cal y tiza. El techo tiene una bóveda en cruz
testimonio de la era colonial. Con tres cuerpos
recubierta de barro. La fachada fue revestida con
construidos con bloques de anhidrita y bórax,
tablas de pino oregón, madera resistente a la voraz
la torre es de estilo barroco, mismo que debió
larva de la polilla nortina y que era traída como
tener el primer templo erigido en el siglo XVIII.
lastre por los barcos que venían a cargar salitre.
Al interior destacan el Altar Mayor, el retablo y
Patronos: San Antonio de Padua
una llamativa Última Cena con figuras de bulto
Fiesta: 13 de junio.
de tamaño natural, obras todas conservadas del
Virgen de la Candelaria.
templo original.
Sin mayor sintonía con las líneas neoclásicas
La fachada neoclásica frente
al campanario colonial de
tres cuerpos hecho en piedra
anhidrita y bórax.
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Fiesta: 2 de febrero.
PICA
Del Quechua Phikay: coger flores
A 1.325 m de
registro de hacendados
altitud, Pica es un vergel
dedicados al cultivo de
ubicado en la pampa
la vid y, a principios del
desér tica
donde
XVII, existían títulos de
comienza a elevarse el
propiedad de viñedos
macizo cordillerano. Las
cuyos caldos er an
ver tientes de aguas
destinados principalmente
puras que afloran en el lugar han permitido el
asentamiento humano desde tiempos remotos.
a Arequipa y a la mina de Potosí.
El primer templo de Pica se levantó al poco
A comienzos del siglo XVI, el oasis de Pica
tiempo de asentarse población española en el
era un importante punto de abastecimiento en la
valle y se sabe que en 1600 fue destruido por un
ruta del Camino del Inca. Diego de Almagro quiso
terremoto. Hasta el año 1620, Pica fue asistido
aprovecharlo en su paso hacia el Sur y conoció
por sacerdotes y misioneros como doctrina. A
la resistencia de los habitantes del pueblo. Luego,
partir de esta fecha, el pueblo fue sede de un
a partir de la llegada de la expedición de Valdivia,
curato, lo que habla de su temprana importancia
el asentamiento de españoles en el lugar se
como pueblo colonial.
fue haciendo definitivo. Los conquistadores se
El oasis de Pica se vio muy favorecido en
apropiaron de la tierra y la distribuyeron como
el siglo XVIII por la explotación del mineral de
mercedes y encomiendas. En el año 1565, Lucas
Huantajaya. La mina era trabajada desde antes
Martínez Vegaso aparece a cargo de la primera
de la llegada de los españoles y estaba ubicada
encomienda de indios en el Valle de Pica.
en la zona costera cercana al puerto de Iquique.
La introducción de viñedos en el valle incidió
Los españoles siguieron explotando las vetas
en el establecimiento de una mayor población
hasta que abandonaron el sector por temor al
española y mestiza. A fines del siglo XVI ya hay
ataque de los piratas y filibusteros. En 1717, Juan
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IZQUIERDA Vista del templo,
con su doble campanario y su
cúpula de estilo neoclásico.
DERECHA Altar Mayor.
Templete con Cristo
Crucificado de madera
policromada.
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de Loaysa y Valdés, gracias a las indicaciones que
los pobladores de Pica resolver el problema
le diera el aborigen Cucumate, redescubre el
capital que presenta la vida en el desierto, el
mineral, nombrándolo San Agustín de Huantajaya.
agua. Utilizando las técnicas mineras de Potosí,
El yacimiento significó prosperidad para los oasis
crearon cerca de 14 km de socavones, largos y
abastecedores de la zona, que recibieron oleadas
angostos túneles filtrantes que captan las aguas
de población en busca de riqueza. Pica adquirió
subterráneas y las conducen a los estanques
especial importancia, transformándose en sede
llamados cochas, donde se almacenan para su
del Tenientazgo de Tarapacá, dependiente del
uso en el regadío.
Corregimiento de Arica.
El desarrollo colonial del pueblo exigió a
Última Cena compuesta
por imágenes de madera
policromada de tamaño
natural.
DERECHA La prosperidad de
fines del siglo XIX reflejada en
el esmerado estilo neoclásico
del Altar Mayor, dedicado al
Sagrado Corazón.
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Hacia 1780, Pica también conoció los
levantamientos indígenas que se integraron
abastecer las oficinas salitreras. La producción de
Imagen policromada de San
Andrés, vestigio del pasado
colonial del templo.
cítricos encontró en el valle un clima excepcional,
beneficiándose hasta hoy el pueblo con la fama
de sus limones.
En 1768, un nuevo ter remoto había
destruido el templo. Gracias a los aportes de los
benefactores don José Basilio de la Fuente y don
Matías Soto, se llevó a cabo una reconstrucción que
mantuvo el diseño original. Casi un siglo después,
el auge del salitre introdujo nuevos materiales y
tendencias estilísticas en la arquitectura, alterando
definitivamente el aspecto colonial del templo.
La construcción actual fue realizada entre 1880
y 1886 y es de estilo neoclásico. Posee un alto
a la Rebelión de Tupac Amaru. Un indio noble
frontón enmarcado en columnas rectangulares,
llamado Julián Ayben, que ostentaba cargo
con tres puertas de acceso frontal bajo arcos
público, consiguió una proclama de Tupac
de medio punto. Dos torres de campanario se
Amaru en la que se declaraba enemigo de los
ubican sobre el pórtico con cúpulas en forma de
españoles. Ayben intentó hacer cundir la rebelión
bóveda. La estructura principal se compone de
en reuniones secretas y enviando mensajeros a
tres naves con columnas acanaladas que sostienen
Tarapacá, Mamiña y Llica. A cambio de la adhesión
la bóveda central en cruz. Sobre el crucero se
a la causa, prometía el fin del pago de impuestos
levanta una cúpula terminada en linterna. En
y la liberación definitiva del yugo español.
el interior, el templo de Pica alberga una Santa
Cuando Ayben manifestó sus planes al cura de
Cena, con imágenes de madera policromada en
Pica, éste decidió desterrarlo. Sin embargo, la
tamaño natural.
promesa de los seguidores de Ayben de terminar
con las reuniones subversivas, hizo que el cura le
Patronos: San Andrés
dejara al cuidado y vigilancia de un tío anciano.
Fiesta: 30 de noviembre
Finalmente, Ayben aparece pidiendo indulto y
retractándose de sus rebeldes intenciones.
La bonanza económica que significó la
explotación del salitre en el Norte Grande dejó
su marca en el pueblo de Pica. El oasis colonial
destinado principalmente a la producción de
vinos para los centros mineros y administrativos,
fue reconvertido en huerto de frutales para
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Virgen de Lourdes
Fiesta : 11 de febrero
CHIU CHIU
Del Kunza Chiuchiu: arenal
A 2.525 m de altitud,
la importancia estratégica
cerca de la confluencia
de
de los ríos Loa y Salado
se potenció con el
en la árida Pampa de
incremento del comercio
Llalqui,
Chiuchiu
entre la costa y el
descansa después de una
altiplano. A fines del
historia larga e intensa. El
siglo XVI, Juan Velásquez
Chiu–Chiu
oasis que generan las aguas del río ha permitido
Altamir ano, nombr ado cor regidor y
el asentamiento humano desde hace más de
encomendero, tomó el control de las antiguas
3.000 años, cuando en el lugar convivían grupos
caravanas que traían pescado seco a los oasis
cazadores recolectores. Con el establecimiento
centrales como tributo de las comunidades
de la agricultura, Chiu-Chiu fue un centro
costeras a los caciques atacameños. Velásquez
activo en el desarrollo de la cultura atacameña,
inició el negocio de vender este recurso aborigen
transformándose en un importante lugar de paso
al mineral de Potosí, abriendo una ruta comercial
de las caravanas comerciales que unían las costas
que adquiriría gran relevancia con el desarrollo
del Pacífico con las selvas tropicales durante la
de los puertos bolivianos de Morro Moreno
era Tiawanaco. Vestigio de la consolidación del
(Antofagasta) y Cobija. Durante los mejores años
poderío atacameño es el Pucara o fortaleza de
del tráfico comercial, Chiu-Chiu llegó a contar
Lasana, construido alrededor del año 1.100. D.C.
con más de 10.000 animales de carga y un activo
Incas y españoles supieron asimilar la
IZQUIERDA Frontis del
templo de Chiu-Chiu, con
su doble campanario y
puertezuela de madera de
cactus.
mercado de abastecimiento.
importancia comercial del valle. Chiu-Chiu fue
En el siglo XVI, Chiu-Chiu o Atacama la Baja,
posta en la ruta del Camino del Inca y vio llegar
como le llamaron los españoles, pasó a depender
las expediciones de Almagro y Valdivia. Tras el
del Corregimiento de Lipes en Alto Perú. En
asentamiento español y durante toda la Colonia,
1611 se estableció la creación de su curato, según
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DERECHA Detalle de Altar.
Imagen de la Virgen con el
Niño, madera policromada.
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PAGINAS ANTERIORES:
recubiertas de madera de cactus, fueron
IZQUIERDA Uno de los dos
ladrones crucificados realizados
en los talleres de Potosí.
Madera, yeso, tela encolada y
policromía.
encargadas para la reconstrucción de 1670.
De esta fecha data también la antigua imagen
de bulto del patrono San Francisco. En 1718
quedó anotada la adquisición para la torre de
DERECHA Vista interior del
templo. Destaca la techumbre
realizada con madera de
cactus.
una campana de tres quintales y otra de cuatro
arrobas, compradas por el cura y el fabriquero,
respectivamente. Se registra también en esta
fecha la donación de un sagrario de madera
labrada con ángeles, pirámides, serafines y cuatro
columnas salomónicas y un frontal de Altar de
madera dorada.
La actual techumbre del templo responde
al patrón tradicional atacameño, con tijeras de
IZQUIERDA Detalle del
retablo del Altar Mayor. En
nicho central, imagen de
Cristo Crucificado, madera
policromada.
DERECHA Altar lateral. Arco
decorado con pintura de
columnas y flores. Al centro,
retablo portátil con imagen de
la Virgen.
consta en el primero de sus libros parroquiales,
chañar anudadas con cueros, entablillado de
que data precisamente de ese año. La ordenanza
cactus y cubierta de paja y barro. Una anotación
fue el reconocimiento canónico del templo y la
de 1735 revela que la estructura debió ser
doctrina de indios que existían en el oasis desde
reparada por un carpintero tras un fuerte
hacía unas décadas.
temblor. Ya mediando el siglo XVIII, se describe el
A mediados de siglo XVII, el ruinoso estado
retablo del Altar mayor de madera sin dorar, de
de la capilla primitiva obligó a realizar una
tamaño pequeño, compuesto por cuatro nichos
reconstrucción, que fue asumida por Juan
y un sagrario dorado. En medio de la coronación
Antonio Vilticolas, gobernador indígena de la
del retablo, existía un Cristo de la columna con
provincia de Atacama. Esta edificación es la que
rayos en la cabeza, realizado en madera dorada.
se mantiene en pie hasta nuestros días, siendo
Se menciona también un púlpito de madera en la
uno de los templos más citados en el registro de
nave central. En 1765 se compuso el campanario
iglesias andinas de Chile y un gran exponente del
y se construyó un capitel para acabarlo.
particular estilo andino atacameño.
Gracias al testimonio de los archivos
establecida en el dato que registra, a fines del siglo
parroquiales, existe información muy precisa
XVIII, la incorporación de las imágenes de los dos
relacionada con la evolución del edificio en el
ladrones al altar de la capilla lateral, realizadas en
tiempo. Los detalles dan cuenta de una serie
talleres de la ciudad minera. En el inventario de
de mejoras que ilustran fehacientemente el
1772 se señalan las medidas de la iglesia: entre
desarrollo económico que conoció el pueblo
veinte y veinticinco varas de largo y ocho o diez
durante la Colonia.
de ancho. En 1776, se registra la incorporación al
Se sabe que las puertas de cedro del templo,
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La conexión comercial con Potosí queda bien
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retablo del Altar Mayor de cuatro cornucopias de
madera dorada y, en ellas, los cuatro evangelistas.
de conservación. Esta decadencia era el reflejo del
Hacia 1862, Chiu-Chiu vivía un tiempo de
término de un largo ciclo de prosperidad. Hacia
esplendor económico. El inventario de aquel año
fines del siglo XIX, la irrupción del ferrocarril y
señala que el templo contaba con un Altar Mayor
la migración de los habitantes hacia las oficinas
nuevo de estuco dorado y que sus paredes habían
salitreras y el mineral de Caracoles, influyeron
sido empapeladas con papel dorado en oro.
para que Chiu-Chiu entrara paulatinamente en
Sin embargo, la bonanza aparece drásticamente
el estado de reposo que enseña hoy en día.
agotada en el inventario de 1878, cuando se
describe al templo con su Altar Mayor destruido,
Patrono: San Francisco de Asís
los altares laterales en mal estado y las imágenes,
Fiesta: 4 de octubre
incluido el santo patrono, en pésimas condiciones
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T oconao
Del Kunza Tocknar (piedra) y Ao (lugar):
lugar de piedras
Durante el primer
durante el primer milenio
milenio A.C., los oasis
de nuestr a er a. Los
atacameños estaban
habitantes de los oasis
ocupados por pueblos
fueron constituyendo
agropastores que se
ayllus que , bajo la
habían asentado para
coordinación de los
aprovechar su riqueza
caciques, se integraban a
hídrica. A partir del 500 A.C., las obras de
la red de comercio establecida entre la costa y el
regadío fueron mejoradas con el fin de inundar
altiplano. En Toconao, la calidad del agua favoreció
eficientemente los suelos más adecuados para
el desarrollo de cultivos de maíz, quínoa, papa,
convertirlos en chacras destinadas al cultivo de
poroto, algarrobo y chañares, al tiempo que
productos alimenticios. Este desarrollo agrícola
posibilitaba la crianza de llamos y alpacas.
significó un aprovechamiento de los intervalos de
Los conquistadores españoles quisieron
tiempo entre siembra y cosecha, fomentándose
inmediatamente tomar control del comercio
avances en las labores artesanales, la crianza de
atacameño. Sin embargo, es sabido que, tras el
ganado, la producción textil y la vida cultural en
violento asalto al pucara de Quitor por parte de
general. El hallazgo de alfarería de elaboración
Francisco de Aguirre, los españoles encontraron
compleja en el oasis de Toconao, ha determinado
una seria resistencia de los atacameños para
la denominación de este período original de la
establecer asentamientos en la zona. Uno de sus
cultura atacameña como Etapa Toconao
principales objetivos era mantener la estabilidad
(500 A.C. - 100 D.C).
del tráfico comercial hacia las ciudades de La
El desarrollo agrícola y los contactos con
Plata y Chile. En 1557, Velásquez Altamirano
la cultura Tiawanako y las etnias altiplánicas
funda el pueblo de Toconao en el oasis ubicado
condujeron a la consolidación cultural atacameña
junto al borde oriental del Salar de Atacama. El
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IZQUIERDA Retablo del Altar
Mayor realizado en obra, con
dos cuerpos, tres calles y nicho
central de madera tallada.
DERECHA Virgen del Carmen
y símbolo patrio, incorporados
durante el siglo XX en el
proceso de chilenización de la
cultura andina.
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parroquiales entregan noticias de su evolución
El campanario de piedra
de Toconao, símbolo de
la arquitectura colonial
atacameña.
histórica. A mediados del siglo XVIII, existen
noticias de un Altar Mayor bien acabado con
imágenes de San Lucas, Santa Rosa y de la
Virgen Purísima. Hacia fines del siglo, el sustento
y manutención del templo lo daba un “retazo
de viña” que constaba de 104 parras chicas y
grandes. Cien años después, en pleno siglo XIX,
la viña se había reducido a “30 parras frutales
y veinte chicas, todo para el vino o gastos de
la iglesia”. La iglesia lucía entonces techumbre
nueva, puerta de dos manos en mal estado y un
retablo de cardón (cactus) pintado compuesto
por seis nichos que acogían las advocaciones.
sector ofrecía ventajas estratégicas al estar más
Por entonces, además del templo, existía ya la
separado de los ayllus de San Pedro, que hasta
casa parroquial dotada de un cuarto, cocina y un
el acuerdo de Suipacha habían combatido el
corral con cerco de piedras para los animales.
dominio español. Por otro lado, se trataba de
De esta fecha es también el inventario que da
tierras con condiciones especialmente favorables
cuenta de la riqueza mayor de los bienes de culto,
para la agricultura ibérica. A poco de fundado el
describiéndose adornos de imágenes y objetos
pueblo, las chacras del oasis eran aprovechadas
de culto realizados en plata fina.
para el cultivo de viñedos y frutales.
La torre campanario de Toconao se ha
A partir del siglo XVII, la primera capilla
convertido en todo un símbolo de la arquitectura
construida por los conquistadores españoles fue
andina. Construido alrededor de 1750 en piedra
anexada como viceparroquia a la parroquia de
canteada y barro, posee tres cuerpos separados
San Pedro de Atacama. Durante toda la Colonia,
por cuidadas cornisas. El cuerpo superior remata
la ancestral agricultura de chacras mantenida
en una pirámide y posee pináculos en las esquinas.
con un sistema de riego comunitario sirvió de
La belleza del trabajo es una lograda respuesta de
base a la consolidación de Toconao como pueblo
los habitantes de Toconao a la vocación telúrica
mestizo. Al igual que en tantas otras localidades
que les señaló desde el origen como hijos de un
de la zona andina, el templo de Toconao fue
“lugar de piedras”.
escenario del rico fenómeno de sincretismo que
originó de la asimilación del credo católico por
Patrono: San Lucas
parte de la cosmovisión atacameña.
Fiesta: 18 de octubre
El actual templo de Toconao fue construido
en piedra alrededor del año 1744. Los archivos
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Río G rande
La historia del
poblado altiplánico de
Río Grande es confusa.
Algunas versiones señalan
que el poblado nació
como lugar de descanso
de las caravanas que
llevaban carne desde Argentina hasta Calama.
Otras le señalan como antiguo tambo en las
peregrinaciones que los habitantes de San Pedro
y Toconao realizaban a la fiesta patronal de
Aiquina. Como sea, el hecho es que el registro
histórico del pueblo es escaso, incluso en los
archivos parroquiales.
Río Grande está a medio camino entre la zona
cultural del Salar de Atacama y la correspondiente
a la hoya hidrográfica del Salado. Esta situación
es causa de una peculiar partición del pueblo
en sectores diferenciados: Un sector llamado
“quebrada abajo”, que se identifica con San Pedro
de Atacama; y los sectores de San Juan y Peñaliri,
que se orientan hacia Caspana.
El pueblo de Río Grande es rico tradiciones,
actualizadas anualmente en festividades litúrgicas,
como la del patrono Santiago y el día de
difuntos, y en costumbres
vinculadas a los ciclos
productivos agrícola y
pastoril. Sin embargo,
esta riqueza de tradición
ancestral no se condice
con su nominación
castellana y la ausencia de vestigios arqueológicos
importantes. La existencia de restos prehispánicos
en el sector periférico de San Juan y en otros
puntos aledaños permiten suponer un nacimiento
colonial de Río Grande como reducción de
poblaciones. El trazado evidentemente hispánico
del caserío apoya esta tesis.
El templo de Río Grande presenta un buen
estado de conservación. Su construcción original
data del siglo XVIII. Cuenta con una nave
rectangular con muros estucados en un estilo
poco frecuente. La techumbre responde al tipo
tradicional atacameño, con vigas de algarrobo,
tablillas de cactus y cubierta de paja y barro. El
campanario es exento y cuenta con tres cuerpos
coronados en una pirámide con cubierta de paja
y barro. A los pies de la torre se sitúa una de las
cuatro capillas o posas ubicadas dentro del atrio
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IZQUIERDA La iglesia y el
campanario de tres cuerpos
conectados por el muro
perimetral del atrio.
DERECHA Nicho con imagen
colonial andina de San Miguel
Arcángel.
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ARRIBA Imagen de San
Mateo. Óleo sobre tela.
ABAJO Imagen de San
Ambrosio. Óleo sobre tela.
DERECHA Retablo del Altar
Mayor realizado en obra. En
primer plano, pila bautismal de
piedra labrada.
donde se detienen las procesiones que realiza la
comunidad para las festividades religiosas.
Como en muchos templos del mundo andino,
el retablo de Río Grande es presidido por la
imagen ecuestre de Santiago. La popularidad del
apóstol se debe a su vinculación con Illapa, dios
ancestral del Rayo. Santiago había sido adoptado
como patrono de España a partir de su milagrosa
aparición en forma de rayo durante la batalla de
Clavijo, en 844, donde resolvió el triunfo cristiano,
ganándose el apodo de “matamoros”. Siete siglos
más tarde, en Suntuhuasi, los conquistadores
Detalle de la coronación del
muro de cierre del atrio.
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ibéricos vencieron a las tropas del Inca al grito
de “¡Santiago!”. Aquél fue un día de tormenta
y los gritos españoles se fundían con el sonido
del Trueno, la voz de Illapa. Desde entonces, la
religiosidad andina reconoció la fuerza de Illapa
en el santo extranjero, transformándose Santiago
en protector principal de la tierras cordilleranas
donde el rayo es una presencia permanente.
Patrono: San Santiago
Fiesta:25 de julio
Peine
Del Kunza: cántaro
El pueblo se ubica
en un oasis cercano al
borde sur oriental del
Salar de Atacama, a
2.400 m sobre el nivel del
mar. Las aguas cordilleranas
que corren por las
quebradas hacen posible que las tierras salitrosas
se conviertan en milagrosas chacras de cultivo. Las
bondades del oasis propiciaron el asentamiento
de grupos de cazadores que se adaptaron
paulatinamente a un sistema de vida basado en
la agricultura y el pastoreo de llamos y alpacas.
La presencia de aquellos primeros pobladores ha
quedado registrada en las pinturas rupestres que
se encuentran al sur de la quebrada de Peine.
Existe un Peine Viejo y un Peine Nuevo. El
poblado antiguo corresponde a un antiguo
asentamiento prehispánico atacameño, anterior
al tipo de los pucara defensivos construidos
hacia el siglo XII. Los vestigios que sobreviven dan
cuenta de un período largo de reconstrucciones
en base a diferentes técnicas tradicionales como
pirca seca, piedra canteada y piedra con arcilla.
Tras la expansión Inca, el poblado atacameño
cobró impor tancia al
funcionar como tambo en
el Camino Imperial que
seguía rumbo al Sur. Las
expediciones de Almagro
y Valdivia pasaron por el
lugar y pronto el poblado
fue reconvertido en pueblo español durante el
proceso fundacional de la Conquista. El antiguo
poblado conserva una capilla que data de fines
del siglo XVI, cuando se realizaron las primeras
misiones cristianas en la zona. Actualmente
se mantienen en pie sus muros originales y un
hermoso portal con arco adovelado. De planta
rectangular y seis pasos de ancho por doce de
largo, tenía techo a dos aguas y su Altar Mayor
era de piedra y barro.
Peine viejo y su capilla fueron abandonados a
mediados del siglo XVII. El pueblo nuevo se trazó
al sur de la quebrada, sobre un faldeo cordillerano
y en base a una calle larga. Durante la era colonial,
en la quebrada se desarrolló una variada actividad
agrícola que se integraba al circuito económico
de las caravanas comerciales.
El templo de San Roque de Peine Nuevo se
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IZQUIERDA Retablo del Altar
Mayor y techumbre tradicional
con tijeras de chañar.
DERECHA Detalle del nicho
central del Altar Mayor. Retablo
portátil con imágenes de Cristo
Crucificado y Virgen, ambas de
madera policromada.
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Sacristía con elementos para la
celebración litúrgica.
levanta al final de la calle principal del pueblo.
Los registros parroquiales dan cuenta de su
existencia a mediados del siglo XVII. Gracias a
una restauración responsable realizada en 1940,
el templo conserva su aspecto original. De planta
rectangular, su techumbre a dos aguas responde
al patrón tradicional atacameño, con tijeras de
chañar que sostienen la cubierta de tablas de
cactus, barro y paja. El campanario se encuentra
adosado al templo. Construido en piedra
canteada, posee dos cuerpos coronados por una
pirámide de base cuadrada en cuya cúspide se
levanta una cruz de piedra. Se trata de un buen
exponente del estilo colonial andino.
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX,
Peine supo de la migración generalizada de los
habitantes de los oasis de Atacama hacia los valles
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trasandinos, provocada tanto por los tributos
excesivos de los corregidores como por el
hábito trashumante de la población originaria. A
este período de depresión económica sobrevino
un tiempo de bonanza con la explotación que
José Santos Ossa hizo de la mina de plata de
Lankir a mediados del siglo XIX. La población se
volcó mayoritariamente a las labores del mineral,
tal como hoy en día lo hace con la explotación
de Litio en el Salar. Mientras tanto, el trabajo de
las milenarias chacras de cultivo ha pasado a ser
una agricultura de subsistencia, manteniéndose a
la espera de un nuevo protagonismo.
Patrono: San Roque
Fiesta: 16 de agosto
C aspana
Del Kunza Ckas (hondonada) y Pana (hijo):
hijo de la hondonada
Según la antigua ley
el sentido profundo de
judaica, el niño
la festividad, que no es
primogénito debía ser
otro que la consagración
presentado a Dios en
de la vida, cobra especial
el Templo cumplidos 39
significado en estas
días de su nacimiento.
tierras áridas que se
En la ocasión, los padres
emparientan fácilmente
realizaban una ofrenda consistente en velas
con las de Medio Oriente.
para la iluminación del santuario. La tradición
Caspana está ubicado 3.305 m de altitud, en
cristiana de oriente celebró desde tiempos
la quebrada del río Caspana, afluente del Salado.
remotos la presentación de Cristo el día 2 de
Las aguas cordilleranas permiten la existencia de
febrero, cuando se cumplen 39 días después de
unas cuarenta hectáreas de tierras aptas para
Navidad. La celebración se hace en honor a la
cultivos de altura. Desde el asentamiento de los
Virgen, denominada Candelaria por la ofrenda de
primeros grupos cazadores hace varios milenios,
candelas que recibe de parte de los fieles.
la presencia humana ha ido organizándose
En Caspana, la celebración de la Virgen de
materialmente hasta adquirir el aspecto que hoy
la Candelaria es la festividad tradicional más
ofrece el pueblo. Las casas de piedra liparita con
importante del año. Al contemplar el pueblo y
techos de paja y barro se distribuyen en un plano
su entorno, el origen bíblico de la fiesta sugiere,
irregular que da cuenta de su existencia anterior
al menos, un par de reflexiones. En primer
a la llegada de los españoles. Su constitución
lugar, resulta muy llamativo que una celebración
como pueblo colonial se advierte en las dos
originada en el seno de una cultura distante en
calles empedradas y en la situación periférica del
miles de kilómetros y miles de años, encuentre
templo y el cementerio.
aquí una actualización tan vigorosa. Por otro lado,
IZQUIERDA Campanario de
piedra estucado en barro.
DERECHA Sagrario
enmarcado en piedra labrada
con imagen de llamo, símbolo
andino del sacrificio cristiano.
La zona en que se sitúa Caspana ha conocido
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rastros que algunas pequeñas y rudimentarias
Imagen Colonial de la Virgen
de la Candelaria, patrona de
Caspana.
construcciones.
El hecho de que los habitantes de Caspana
DERECHA Retablo del Altar
Mayor. El presbiterio está
cercado por una barandilla de
madera de cactus.
sean asociados a la leyenda gentilar, originaria del
mundo aimara, puede tener fundamento en la
probada existencia de colonias altiplánicas en el
sector durante la era Tiawanaco. Más allá de toda
especulación, Caspana se ha mantenido bastante
ajeno a la poderosa conexión que existe entre
los pueblos vecinos y ha desarrollado vínculos
estrechos
con
comunidades
relativamente
distantes. Hay versiones que indican que la
imagen de la Virgen Candelaria fue donada por
la comunidad de Machuca, ubicada en la hoya del
una intensa interacción cultural a lo largo de
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Salar de Atacama.
la historia. No lejos de aquí está el Pucara de
La capilla original de Caspana se erigió bajo
Turi, la mayor fortaleza construida por la cultura
la advocación del evangelista San Lucas como
atacameña, que alcanzó su esplendor alrededor
anexo de la parroquia de Chiu-Chiu. A mediados
del siglo XII. Desde esta misma fortaleza se
del XVIII se describen las paredes del Altar Mayor
administró luego la breve pero decisiva influencia
forradas en tafetán colorado con once cuadros
inca. Los rastros de ésta son especialmente
de varias advocaciones. Se menciona una cruz
verificables en Caspana, cuyos habitantes tenían
del altar de madera, una imagen de San Lucas,
el quechua como lengua principal, pese a situarse
puertas de madera de cactus y la torre con dos
en el área de influencia del nativo kunza.
campanas. A principios del siglo XIX se describe
En el vecino poblado de Aiquina, los hijos
al templo con un aspecto similar al que mantiene
de Caspana son señalados despectivamente
hasta hoy: muros de piedra y barro; techumbre de
como “descendientes de los gentiles”, haciendo
tablilla de cactus sostenida por nueve tijeras de
alusión a la mítica raza originaria del área andina.
algarrobo, amarradas éstas con lazos de cuero; y
Las leyendas señalan que durante los primeros
el Altar Mayor de piedra. En el mismo registro se
tiempos, el mundo estaba a oscuras y era sometido
mencionan un cuadro de Santa Cecilia, patrona
constantemente por la fuerza de las aguas. Los
de los músicos, y la imágenes de La Concepción y
gentiles sobrevivían en sus cuevas, recogiendo
La Candelaria. Las cuatro capillitas o posas para las
lo poco que les daba el campo, estableciendo
procesiones ya aparecen nombradas, así también
una comunicación instintiva con los elementos.
como un granero donde se guardaba el maíz para
La raza no resistió el advenimiento del sol y
el sustento del templo. A fines del siglo XIX, la
desapareció de la faz de la tierra sin dejar más
Guerra del Pacífico puso fin a la vinculación de la
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iglesia de Caspana con el Obispado de Charcas,
doradas”.
lo que se tradujo en un período de abandono y
despreocupación por sus bienes.
La devoción que ha dado forma a la rica
Patronos San Lucas
Fiesta: 18 de octubre
expresividad del catolicismo andino queda
manifiesta en una anotación del 14 de agosto de
Virgen de la Candelaria
1776, que da cuenta de “un adorno donativo de
Fiesta: 2 de febrero.
los naturales que consistió en 16 varas de repisas
a flores, seis mayas de pasta doradas en plata,
con jarras y florones y seis cartelas de madera,
Altar del sagrario con soporte
de piedra. Bajo el mantel,
un tejido tradicional señala
el carácter andino de la
religiosidad.
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MAchuca
“Aunque esos
animales son muy ligeros
les cazan con gran facilidad,
así en esta como en otras
provincias, fijando con
piedra, para que se tengan
directas, como palitos de
una o dos varas en fila, en alguna cañada, y poniendo
de unas a otro un hilo o cuerda, atan a ella de
trecho en trecho unas lanas de colores que mueve
el viento. Preparado esto algunos van a caballo a
correr y espantar las vicuñas por diferentes lados,
haciendo que se dirijan hacia aquella parte, donde
luego que llegan, atemorizadas con las lanitas, se
retiene toda la tropa, sirviéndoles de invencible
muro aquella débil valla. Llevan los cazadores una
cuerda de más de nueve varas, con una piedra
en cada extremo, le arrojan a los pies de la
vicuñas y enredadas, las cogen. Si por desgracia
se ha juntado a la tropa algún huanaco, se pierde
el lance porque no teniendo éstos miedo a las
lanitas, quiebran la barrera y se escapan todas”.
El texto corresponde a un testimonio del siglo
XVIII que da cuenta del sistema tradicional de
captura de la vicuña que practicaban hasta hace
poco tiempo los habitantes
del altiplano atacameño.
La caza de la vicuñas está
en la base de la larga
evolución cultural de esta
zona. Los pr imeros
asentamientos humanos
correspondieron a grupos de cazadores denominados
arcaicos, que hace unos 10.000 años aparecieron
contemplando desde la alta puna los valles y
quebradas cordilleranas, fijando la vista en la variada
fauna que podía satisfacer sus necesidades
alimenticias.
Machuca es un pueblo de pastores ubicado a
4.015 m de altitud, distante 50 kilómetros de San
Pedro de Atacama. Las aguas de un afluente del Río
Grande permiten el pastoreo de llamos y alpacas
en los bofedales cercanos y una mínima agricultura
de subsistencia. Durante siglos, Machuca fue una
caserío ganadero vinculado al área de influencia
de la cultura atacameña, conociendo el paso de
las caravanas comerciales que circulaban entre los
oasis y el altiplano trasandino.
A partir de la llegada de los españoles el caserío
fue adquiriendo su constitución como pueblo. En
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IZQUIERDA Llamo blanco
en el espacio sagrado que
conforma el atrio cerrado por
el muro perimetral de piedra.
DERECHA Vista desde el
interior del campanario.
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este proceso el templo jugó un rol fundamental,
sirviendo de eje para la vida comunitaria. La
marcada espiritualidad del hombre andino, forjada
en su vida contemplativa de pastor, asimiló con
códigos propios el poder protector del credo
católico. De esta manera, la Virgen, los Santos,
Dios Padre y la Cruz de Cristo se invocaron
para hacer frente a las muchas dificultades que
presenta la vida en las alturas.
El templo de Machuca se conserva en buenas
condiciones, producto de la restauración de 1933
registrada en su Altar Mayor. Sus muros de piedra
forman una nave de dimensiones pequeñas,
techada a la manera tradicional con tijeras de
algarrobo y cubierta de tablillas de cactus, paja
y barro. Un muro perimetral de piedra rodea
un atrio amplio, dejando dentro del espacio
sagrado las cuatro posas o descansos donde se
detienen las procesiones de las fiestas religiosas.
El campanario anexo es de piedra y posee dos
cuerpos coronados con un cierre piramidal.
El Altar Mayor del templo conserva las
imágenes de culto que durante la era colonial
fueron llegando en sus retablos portátiles desde
los grandes centros de evangelización del mundo
andino. Montado en su caballo blanco y espada en
mano, San Santiago-Illapa ocupa un sitial destacado
como patrono. Desde hace algunos años, además
de presidir las festividades tradicionales del
pueblo, el santo ha debido acostumbrarse a servir
de anfitrión a las frecuentes visitas turísticas que
llegan conocer su iglesia.
Patrono: San Santiago
IZQUIERDA Retablo portátil
con imagen de San Antonio
de Padua.
DERECHA Retablo portátil
con imagen de San Juan “de
los corderos”.
S A N P E D R O D E A TA C A M A
Del Kunza Accatchcmar: pueblo
Del Quechua P’atacama: reunión de gente
Un documento
San
fechado el 5 de marzo
la culminación de una
de 1557 registra la
evolución
celebración de una misa
bastante autónoma, pese
en San Pedro de Atacama
a su permanente
oficiada en lengua kunza
vinculación conTiawanaco
por el sacerdote
y los posteriores señoríos
Pedro, manifiesta
cultural
Cristóbal Díaz de Los Santos. La misa ha sido
altiplánicos y puneños. Fue en esta fortificación
denominada la del “Tratado de paz”, pues selló el
que los atacameños vieron a sus caciques arreglar
acuerdo de Suipacha, alcanzado por el corregidor
civilizadamente la paz con los capitanes incas
español Juan Velásquez Altamirano y el cacique
durante la expansión imperial de Túpac Yupanqui.
principal de Atacama, don Juan Coto Cotar. La
Y fue también aquí donde se acuartelaron ante el
asistencia de los indios atacameños a la misa y
avance amenazador de las huestes españolas.
su aceptación del bautismo cristiano fueron la
Cuando Diego de Almagro, en su retorno
expresión del acatamiento de la majestad del
al Perú, entró al oasis de Atacama en busca de
Rey de España.
maíz y carne para sus hombres, encontró a la
Desde el año 500 A.C., las poblaciones
población indígena refugiada en el pucara.
de agricultores y pastores de llamas que se
Noticias del norte les habían anunciado la llegada
habían instalado en los oasis precordilleranos
de los “wiracochas blancos” y estaban en alerta.
comenzaron a aplicar técnicas de riego para el
Almagro no logró tomar el fuerte, pero en 1540,
aprovechamiento de chacras de cultivo. Es el
Francisco de Aguirre, adelantado de la expedición
origen de los ayllus en torno a los cuales se irá
de Pedro de Valdivia, realizó una sangrienta
organizando paulatinamente la cultura atacameña.
operación que dejó muy clara la voluntad de
El pukará de Quitor, ubicado junto al pueblo de
conquista de los europeos.
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IZQUIERDA Vista del templo
ubicado frente a la plaza
recientemente restaurada.
DERECHA Coronación de
adobe en el muro de cierre
del atrio.
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La expedición de Valdivia fundó pueblos en
conquistadores, el Imperio Español tomaba el
Toconao y el oasis de San Pedro antes de seguir
control de las rutas comerciales atacameñas
rumbo al Sur. Sin embargo, pronto los caciques
que conectaban las costas del Pacífico con el
atacameños se alzaron en armas y resistieron la
territorio altiplánico.
dominación. Los españoles debieron concentrarse
El actual aspecto del templo de San Pedro
en Toconao hasta que, tras el encuentro de
es el resultado de una serie de modificaciones
Suipacha, Velásquez Altamirano logró establecer
y reconstrucciones de aquella primera capilla
un acuerdo comercial con el cacique don Juan.
erigida a fines del siglo XVI. Una de las campanas
A partir de entonces, negociada la pacificación
que se conservan en la torre actual lleva una
de Atacama la Grande, como la llamaron los
inscripción de autor del año 1602. Hacia mediados
Capilla lateral. Tabernáculo de
factura moderna con imagen
colonial de Cristo Crucificado.
DERECHA Retablo del altar
Mayor, realizado en obra y
distribuido en dos cuerpos y
tres calles.
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Detalle de los tijerales de
madera, originalmente atados
con cueros de animal.
del siglo XVII, San Pedro aparece como matriz de
soportada por 45 tijeras de chañar, el retablo del
la doctrina de indios que integraban las capillas
Altar Mayor y las puertas de madera pintadas
de Toconao, Socaire, Peine, Susques e Incahuasi.
color celeste.
Jurisdiccionalmente, la doctrina dependía del
Obispado de la Plata (Bolivia).
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la
migración al mineral de Caracoles afectó la vida
El libro de fábrica del templo, fechado a
comercial de San Pedro. Sin embargo y luego
mediados del siglo XVIII, detalla algunas mejoras
de su incorporación a Chile tras la guerra del
que dan cuenta de una situación económica activa
Pacífico, el oasis cobró importancia como centro
durante la Colonia. Por entonces, San Pedro era
abastecedor de las salitreras. En 1944, tras un
centro administrativo y almacén de las caravanas
terremoto que dejó serios daños, la iglesia se
que comerciaban con charqui de pescado traído
restauró a conciencia, recuperándose la apariencia
desde Cobija. El inventario de 1776 registra una
que tenía según los registros del siglo XVIII. Poco
imagen de bulto de San Pedro, el patrono, y
después, en 1955, se hizo cargo de la parroquia
menciona la existencia de un órgano de tubos, un
el padre belga Gustavo Le Paige, quien además
arpa grande y otra pequeña, un violín corriente,
de iniciar la reunión y estudio de los restos
cuatro campanas en la torre y puertas principales
arqueológicos de la cultura atacameña, organizó
y laterales de cedro.
trabajos colectivos para restaurar el templo y
El día 6 de junio del año 1839 un incendio
redujo a ruinas el templo original. El cura párroco,
construir el actual campanario de adobe, todo
de acuerdo al estilo colonial.
don Juan Manuel Tabuada, inició la reconstrucción
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que incorporó, entre otras cosas, el piso
Patrono: San Pedro
enladrillado, la techumbre de tablillas de cactus
Fiesta: 29 de junio
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19 Bitmmann, Le Paige Núñez, 30
20 Gundermann Kroll, Gónzález, Cortés, 197.., 19-20
21 Gundermann, Gónzçález, 197, 20
22 Bittmann, Le Paige, Núñez, 1978, 50-52
23 Mostny, Niemeyer,1983, 16
24 Villalobos, 1978, 21; Hidalgo, 1972, 20 y ss. ; Hidalgo, 2004, 185
25 Bibar, en Hidalgo, 1972, 21
26 Bibar, 19, Lovera,38-39; en Hidalgo, 1972, 18-19
27 Hidalgo, 1972, 20
28 Fernández de Oviedo en Villalabos, 1978, 21. Bitmann, Le Paige, Núñez, 1972, 55
29 Benavides, 1961, 193
30 Bibar en Bitmann, Le Paige, Nuñez, 1978, 55
31 Montandon, 1951; Hidalgo, 2004, 88
32 Villalobos, 1978, 27
33 Urzúa Urzúa 1957, 15
34 Hidalgo, 2004, 67
Notas
1 Arriaza, 2003, 29 -31, 63-65
2 Arriaza, 2003, 103
3 Arriaza, 2003, 161 y ss
4 Gundermann Kroll, González Cortés, 1989, 13-14
5 Muñoz González, 1999, 41
6 Gunndermann, González 1989, 14
7 Núñez, 1994, 10
8 Bitmann, Le Paige, Núñez, 1978, 22
9 Bittmann, Le Paige, Núñez, 1978, 22-26
10 Bitmman Le Paige, Núñez, 27-28
35 Cassasas, 1974, 2
36 Benavides, 1961, 233-236; Gross, 1978, 15-16
37 Villalobos, 1978, 67-95
38 Gisbert, 1980, 11
39 Como ocurre en Parinacota, Pachama y Sotoca. Mebold, 1985, 62-79; Vilaseca, Briones, 198, 44 y ss
40 Cruz de Amenábar, 1995, 42 y ss
41 Pereira, 2000, 4 y ss. ;Bennett, en Cruz de Amenábar, 1995, 143-144
42 Cruz de Amenábar, 1995, 179-180
43 Vicuña Urrutia, 1992, 98-99
44 Miguel Cruchaga, 1929, 133 y ss.; Blakemore, 1977, 26-27
11 Núñez, 1994, 10-12
45 Domeyko, 1851, 1978 444 y ss; Domeyko, 1875; Domeyko, 1908 Philippi, 1860
12 Rivera Sundt, 2002, 27
46 Villalobos 1978 cit..; Encina y Castedo, 1966, T. II, 1150 y ss
13 Bittmann Le Paige, Núñez, 36-38
47 Encina y Castedo, op. cit.,. 1429 y ss
14 Bitmann, Le Paige, Núñez, 30-34
48 Collier, Sater, 1998, 137
15 Núñez, 1994, 17
16 Núñez, Niemeyer, Falabella, 1994
17 Núñez, 1994, 11
18 Núñez, 1994, 15
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P R E S E N TAT I O N
I NTRODUCtIoN
E PI phANy in
The ANdES
INHABITING THE DeserT
A n O V E RV I E W
For thousands of years, the peoples who lived in the lands that we know today as southern Peru, Bolivian altiplano, northern
Chile, and northwestern Argentina, inspired by the arid environment, wove nets of interaction and acquired a common cultural
identity that took shape in the great state of Tiwanaku and its successors, the Aymara kingdoms and the Tawantinsuyo of the Incas.
The true heirs to this southern Andean tradition still inhabit the diminutive oases and ravines of the desert, or the immense reaches
of the salt lakes and bofedales of the altiplano. In northern Chile, these communities flourish thanks to the scanty water that trickles
from the mountain glaciers and wells up unexpectedly in the proverbial dryness of Tarapacá and Atacama.
The chapels and churches that watch over these communities are the successors of the ancient huacas or sacred places.Very often,
they are built on the exact site of a former pre-Hispanic place of worship, the traditional site for the epiphany, where the natural
and the supernatural come together. Outside the chapel, the “calvary” stands, a small shrine that serves as “table” or traditional altar.
There the ritual offerings to the church are performed; the cross is soaked in the blood of the sacrificial llama; coca leaves are set on
fire and chicha made of maize is tasted and poured ritually on the earth. The ancient divine forces of the Andes conceal themselves
behind the saints whose images stand on the altarpieces or under glass bells: the Virgin is Pachamama, the Mother Earth; Saint James
is Illapu, the powerful thunderbolt that destroys all enemies; Saint Anthony stands for life and wealth, which grows with the flocks of
llama, alpaca, and sheep.
Anthropology teaches that ritual is the manifestation of beliefs. In that sense, the chapels and churches revealed to us in this book
are an integral part of the heritage and identity of the Andean peoples. They are also documents telling of the Colonial process of
abolishing idolatry, preaching the gospel, Indian revolt, and that peculiar adoption of the new religion, under which the old beliefs
survive These chapels and churches withstood the shocks of the war of the Pacific which set out new borders for Bolivia, Chile, and
Peru in the late 19th century. The Andean communities, frightened by the rampant violence of war, hid the patron saints of the towns
in sealed caves to save them from vandals.
The beautiful photos of Max Donoso capture the magic that surrounds these all but inaccessible places, where the traveler is
astonished to find life springing forth in the middle of the arid landscape and the awesome framework of the ravines cutting into the
puna. The distinguished historian Isabel Cruz gives us a general historic and anthropological view that helps us to understand these
extraordinary testimonies of Andean popular faith.The texts by Magdalena Pereira and Christian Hansen describe in detail each of the
communities and their churches, their history, and their circumstances, essential for becoming acquainted with this valuable Andean
heritage in northern Chile.
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From the sky, the light ochre of the desert dotted here and there
with salt lakes; to the east, the earth rising in rock formations, foothills,
snow-capped mountains. No trace of man, only dust, salt, snow. Looking
closer now, the light, winding tracks of ravines and canyons become
visible, a network of signs carved in stone, the remains of ancient ruins.
Along the bright blue border, the gray grids of towns. Looking even
more closely, churches and villages begin to stand out, white, clinging to
the mountainsides
Sun and sand blaze under the world´s clearest skies, visibility
stretches to unheard-of distances through the transparent air, all shapes
take on the form of sculptures; life chooses to emerge in elemental,
borderline forms or sheathed in so far undeciphered complexity
The immensity of space-time spreads out before the eye, from the
heights of distance and the depths of time.
In remote antiquity, 7,000-2,000 BC, along the Pacific coast from
the Lluta River to the Loa,1 swampy beaches and temperate waters
teeming with algae, seafood, fish, guano, attracted and for millennia
halted the wandering existence of peoples coming from the interior, to
the east, perhaps even from the tropical jungle.2 Chinchorro men sought
to stay the course of time and mummified their dead, their children,
using elaborate techniques.3 They are the oldest man-made mummies
in the world, thousands of years older than the mummies of Egypt.
In the intermediate desert depression, the pampa,4 archaelogical
digs have brought up vestiges of Paleolithic hunter peoples, including
archaic Neolithic hunters, gatherers, and farmers of 12,000 years ago.5
Scattered over a hostile land, they climbed eastwards following the rise
of the land. Under restricted conditions, they watched the native plants
flower and bear fruit: potato, quinoa, chañar; they climbed higher and
higher until they reached the puna or altiplano, a high-altitude steppe6
covered with bofedales or bogs where a hardy vegetation provided
food for herds of llama, alpaca, guanaco, and vicuña.
Traveling light at first, they walked endlessly, crossing the arid land,
silently and stubbornly enduring the rigors of nature, driven for centuries
by the basic need for food and drink, showing an incredible capacity
for survival and adaptation against well-nigh impossible odds. In ravines,
pursuing precious, intermittent watercourses caused by the tropical
thunderstorms of summer or melting ice and snow; in tiny oases, around
wells or natural springs; seeking shelter, shade, and moisture on the vast
plain of more than one thousand kilometers of sun-hardened sand: the
Atacama desert, driest in the world, they lived and ordered their life to
economize resources and shapes, which became their way of life.
Before reaching the puna, the oases were the lost gardens of the
desert,7 between the Loa and Copiapó Rivers, in the basin of the great
Atacama salar, drawn by narrow, strangely persistent watercourses,
among vestiges of that vast inland sea, archaeological findings have
revealed the existence of incipient farming and cattle breeding
communities in 2000-500 BC.8 Scattering to make the most of scant
water resources, the human groups who peopled the Tulan canyon,
however, built circular huts and settled to exploit the puna resources,
making way for the most important culture in the area: San Pedro de
Atacama.9
The milder climate of the altiplano oases and collective organization
led to the first agrarian villages during the early stages of the atacameño
culture in AD 500 BC-300. The earth provided shelter and sustenance;
kneaded by their hands, it became utensils, instruments. Black and red
polished clay10 objects abounded in their burial sites, bearing witness to
191
their compenetration with the environment, their sense of usefulness
and beauty: red pipes with a matt finish, large jars with –perhaps mythicalfaces on them, shiny black pottery bowls. The wasteland, spotted here
and there with green crops gradually attracted the peoples of the
interior, trade and cultural exchanges prospered.11 Settlements in the
Atacama desert became focal points for caravans and roaming groups
from north and east. Explorers came from the southern shores of Lake
Titicaca, today in Bolivia.Tiwanaku, most long-lived urban and ceremonial
center in America, uninterruptedly active for 27 centuries12, then at its
height, expanded south to Copiapó (Copa yapo) on Chilean territory.
Only vestiges remain of the contact or confrontation of these peoples,
enduromg to the extent that they fitted into the environment: fragile
wood tablets for taking snuff, implements and accessories for elaborate
magic and religious rituals, as well as ancient pottery decorated now
with geometric designs and stylized animals; chased gold vessels that
turned metallurgy into art;13 in villages, living areas, croplands, and burial
sites were clearly differentiated.14 Like farming, migration leading to the
formation of trans-Andean kingdoms15 and trade climbed from the
Pacific to the mountains in slow steps, wound through mountain passes
and down the other side to the jungle of what is now eastern Bolivia and
northeastern Argentina. The Andes were not an obstacle but a “route
of meetings”.16 A wide variety of items from remote eras, including salt,
salt fish, shellfish and dried seaweed, shells, pottery, figurines, guano,
sealskins, textiles, beaten copper, feathers, and hallucinogens, especially
cebil, obtained from the fruit of the shrub of that name (Anadenanthera
colubrina)17 abounded in the burial sites of the villages around the
oases at Solor and Quitor, where the largest groups appear to have
settled.18 The dead no longer walked the earth, but were thought to
continue traveling in the hereafter. In archaeological terms, these sites
are remnants of a highly developed stage in the San Pedro culture,
between AD 300 and 900.19
In the northern part of the area, following the chinchorro culture,
a new chronological sequence began in the 13th century. Aymaraspeaking peoples came to the altiplano at that time and overcame the
existing golla population, who spoke the puquina language, and huntergatherer groups whose language was uruquilla.20 The newcomers were
organized in ayllus, or family units, which became the aymara seigniories
or kingdoms; they spread beyond the present-day territories of Peru
and Bolivia, forming familial links and driving caravans between the
coast, the mountains, and the jungle. Indian corn, cotton, lumber, salt
fish, and guano enriched their diet and fortified their crops, provided
building materials and clothing, as well as domestic wares. Advance parties from the Aymara kingdoms came together with
local groups on what is now Chilean territory, at the time of the
Spanish conquest. People of the Aymara, Lupaca, Pacage, and Caranga
kingdoms reached locations in Arica, even Tarapacá,21 proving the
192
multiple ethnicity and manifold contacts of the region.
In the brief span of a century in the life of the Andean people, in the
late 14th century of our era, Cuzco became the capital of a pan-Andean
empire that covered, according to Spanish chronicles, from Ecuador
in the north to the Maule River in southern Chile. The ravines in the
interior of Arica and Tarapacá, the oases of the puna, were added to the
empire in the southern or Collasuyo region of the four-part Tiwatinsuyo
or territorial scheme of the incas.22 According to accepted records, the eleventh Inca, Tupac Yupanqui,
began the conquest of Chile.Wisely, he took over the territory, occupied
it and succeeded in establishing multiethnic colonies.
By the time the Spaniards had traversed the Andes route, the existing
civilization, developing in an inhospitable environment, at an altitude
averaging 4,000 m above sea level, had completed roads, waterworks,
practiced intensive farming in terraces adapted to the mountainside
and avoiding erosion, domesticated animals and plants, bred cattle,
conserved and stored food, used accounting and time measurement
procedures, means of transport –without the use of wheels- metallurgy,
produced textiles, technically perfect artistic pottery, petroglyphs and
geoglyphs with a technique found uniquely in northern Chile.23 The number of archaeological findings and ethnic-historic reports
in the recent past supports these achievements. Changes, however,
have also been required in observation models and in cultural and
aesthetic criteria. The current notions of what is natural and primitive
have had to give up their pejorative features while prevailing concepts
of development and culture have had to put off the context of
domination and superiority to be able to appreciate these items that
were developed not against, but with, nature. Similarly, vanguard art
movements and theories that question the universal validity of western
classic canons were required for the art forms of these peoples to be
valued as such.
Such achievements are backed by a large number of archaeological
findings and ethno-historical remnants. For full appreciation of these
items that were developed not against, but with, nature, the pejorative
sense had to be removed from current notions of what is natural and
primitive, and the tinge of domination and superiority from prevailing
concepts of development and culture. In addition, vanguard movements
in art and theories questioning the validity of classic western canons
were required for the art of these peoples to be valued as such.
The first stage of Spanish domination over this territory is not an
entry but a return,24 almost a flight: Almagro´s expedition to Cuzco in
1536, the desperate search for an alternative route that would avoid
the horrors and numerous casualties suffered by the troops: death,
mutilation from frostbite, intense cold, hunger, while crossing the
massive Andes from the eastern branch of the Inca Road to reach Chile
at the latitude of Copiapó. The full expanse of the northern desert
opened up before the Spaniards: “unpopulated”, for there was no real
population and what there was is described as “barbarian Indians”; the
desert, “where no trees of any kind grow”, as the chronicler Jerónimo
de Bibar points out “only a kind of thorny shrubs.”25 Here minimal
water resources lessened their sufferings and rescued them from the
icy mountains. There men died instantly,26 on their feet, and remained
standing for years, like rigid pillars of death. Information obtained from
the Indians turned the discoverer aside across the unpopulated desert of
Atacama, where there were “jagueyes” or natural wells.27 The expedition
halted at San Pedro, where the people “were at war, swarming the hills
far from their homes”, according to chronicler Fernández de Oviedo.28
This, however, did not prevent the expedition from taking in maize and
cattle to continue making their way northwards.
The expedition led by Pedro de Valdivia repeated the experience
differently. They went from the Indian village at Arica to the desert,
ad//vancing from oasis to oasis, never leaving the pre-Hispanic paths,
the shortest route, along settlements and waterholes.29 In early 1540
Valdivia reached Calama from Quillagua and, finding the place swampy,
open to the winds, its water brackish, climbed the mountains to ChiuChiu, which the Spaniards named Atacama the lesser, then went on to
Atacama the greater, San Pedro de Atacama, from where he would
progress in stages to Copiapó and on to the center and south of the
new kingdom. When news of the expedition reached the inhabitants
of San Pedro de Atacama, they concealed or burned their food, hid
their women and children in the mountains, and about one thousand
armed peasants prepared to defend the pukara at Quitor. Their stand
on a very “high and steep hill”, in the words of chronicler Jerónimo Díaz
de Bibar,30 and their stubborn resistance, however, failed to prevent
Francisco de Aguirre and his reinforcements from conquering the site.
Permanent domination of the area was declared. The pre-Hispanic
network of routes for penetration and contact was gradually extended
to settlements located towards the four points of the compass in each
of the administrative divisions: Arequipa, Lima, Cuzco in the Viceroyship
of Peru; Chuquisaca, Potosí, La Paz, Cochabamba, in the Audiencia of
Charcas; Jujuy,Tucumán, Salta, in the region of the River Plate; La Serena,
Copiapó, Santiago, Concepción, in the Capitanía General of Chile. The
scattered settlements of the Hispanic period formed a counterpoint to
the vertical migration of the original peoples;31 the mule replaced the
authochtonous llama as a means of transport.
Settlers from the metropolis or the larger towns of Peru followed in
the wake of missionaries.The catechism was taught to the Indians in the
more densely populated villages, from the mid-16th century. Practice of
the Spanish political and religious system aroused economic interest in
the form of taxation, Indian encomiendas, indian labor for mining silver.
The small irrigated valleys were farmed for subsistence; Mediterranean
flora and fauna were acclimatized.
Arica, campaign seat for Almagro and entrance gateway for Valdivia,
developed slowly at first. By 1565 it had become a corregimiento
subordinated to Lima and a parish under the bishopric of Arequipa,
with a hospital tended by the brethren of Saint John of God, and a
Franciscan monastery. Despite earthquakes, pirates, malaria, and other
calamities, Arica never ceased to be active. Small-scale prospectors and
miners explored and exploited the silver deposits at Huantajaya, close
to Iquique, since the mid-16th century.32
Thanks to the mining and cultural boom of Potosí, with 160,000
inhabitants in the first half of the 17th century, a number comparable at
the time only to the population of Paris or London, Arica, under a decree
issued by Viceroy Francisco de Toledo in 1574,33 became the harbor for
the shipping of silver. Long droves of mules reached its shores, loaded
with the precious ore, while ships from Europe and America anchored
there to unload foodstuffs and luxury items. Arica was to become an
unavoidable port of call for maritime traffic in the Southern Pacific, thus
contributing to the growth of villages and hamlets in the interior, which
developed as post stages and lodging places. The Atacama settlements
were included in the district of Atacama in 1565, where jurisdiction
was exercised by the Audiencia of Charcas through a representative
of the king, resident in San Pedro. In 1776 it became part of the new
Viceroyship of the River Plate, within the province of Potosí.34 Indian
encomiendas were granted to the residents of Chuquisaca, thus
strengthening Spanish domination. From an ecclesiatical standpoint, the
area came under the bishopric of La Plata in 1559, dividwed into two
curacies or doctrines: High Atacama, or San Pedro, and Low Atacama,
or Chiu Chiu.35
Gradually, hamlets and villages in the oases and ravines of the pampa
and puna softened the arid face of the land, seeking the proximity
of Indian settlements. The pukaras were no longer meant for defense
and their structures were given other purposes. In the foothills, next
to the terraces, on slight flat spaces among the rocks, tiny clusters of
dwellings could take shape without invading valuable arable land, their
distribution governed by the form of the mountainside, the direction of
the winds and the sunlight. The Spanish American urban design spread
to other peoples: straight streets surrounding a central square, a handful
of dwellings,36 almost lost to sight in the immense landscape.
The green areas around the villages in the ravines of Tarapacá
expanded under the Andean form of farming in andenes, or terraces,
rising to 3,500 m, adapted to the steep terrain, with low stone walls and
canals to prevent erosion, runoff, and make the most of the available
soil. Native crops were enriched with local American fruit, chirimoya
and guayaba; the tomato came here from distant Mexico; plants from
Spain and the Mediterranean world were brought in and acclimatized,
including grapevines, olives, garlic, oregano, oranges, lemons, fig trees,
pomegranates, quince, and pear trees; wheat and other grains, alfalfa,
193
the most extensive crop, for fodder.37
Higher up the slopes of the Andes, at 4,000 m, a sector of vast
plains runs eastwards to meet the snowy peaks under a startling blue
sky. These rustic prairies covered with hardy low vegetation came
alive after the conquest: sheep grazed here together with the Andean
species.
Andean baroque, a half-breed baroque,38 in this isolated area, arose
among the descendants of the cross between Aymara and Atacameño
Indians, and Europeans. The core of the early settlements composed of stone-and-mud huts
thatched with straw, an amalgam of Spanish and aboriginal dwellings,
was the mission chapel, raised by anonymous workmen and artisans,
who employed the same materials to great effect. The outwardly
humble fabric was decorated inside with vivid frescoes and mural
paintings of telluric and cosmic allusions,39 a cascade of gold leaf on
altarpieces and niches provided a source of light for eyes seeking the
divine. Outside, the portals were framed in stone. Local stonecutters
and craftsmen hewed, cut, and ground the stone, carving from it the
abundant vegetation typical of Andean baroque or shaping it into the
spare lineal elegance of an incipient Neo-classic style. The course of daily life was tightly bound to the earth and telluric
phenomena. Original beliefs mixed with Spanish influence at fragile
meetings of ethnicity and sensitivity, in an environment at once grandiose
and bleak. Natural cycles, the course of the seasons, light and darkness,
sowing and reaping, work and rest, life and death, were observed and
respected, celebrated and sacralized.40 In the church, core and heart
of each settlement, religious feasts are observed, a colorful synthesis
of aboriginal beliefs and Christian faith. The images of patron saints,
in the sense of patronymic, protection, and devotion, left their gilded
altarpieces for a few hours or days to be borne on the shoulders
of the devout and process in the immensity of nature. Arches, altars,
standards, banners, crowns, haloes, guitars, quenas, masks and disguises,
voices, church bells, and hand bells lent color to the dusty slopes and
awoke echoes in the ancestral silence of the ravines. The blood of
Christ mingled with the blood of aboriginal sacrificial victims in syncretic
ceremonies. Earlier pagan festivities were behind the celebration of
each patron saint,41 while in funeral rites the Christian belief in eternal
life was entwined with animist features, such as the return of the dead
on the Day of the Dead, to enjoy earthly foodstuffs.42
With independence, this portion of the southern Andean area broke
off politically and administratively from the viceroyships and joined
the new nations: Peru, which included approximately the territory of
Tarapacá, and Bolivia, which included Antofagasta. The face of the desert changed.43 The absolute character of the
waste empty land, described in negative terms by awestruck travellers
and Spanish chroniclers, gradually broke down. Its bowels were to be
194
the object of exploration and speculation, of scientific research and
mining fantasies, with unsuspected consequences: warfare among
nations and change in the course of history in the area.
Guano collected on the Peruvian coast became a world monopoly,
to the extent that Peru was dependent on guano exports;44 by 1860,
however, the deposits were exhausted and the sands went into a
decline. Eyes turned to nitrate and mining camps appeared on the
pampa, followed by ports such as Iquique –a major Peruvian port in
1855- and Pisagua. Thanks to these activities farming revived in the
oases, orchards were planted instead of vineyards.
Unpopulated save for tiny hamlets on the coast, such as Cobija, a
major Bolivian port since 1825, the Atacama desert was crossed and
studied by foreign scientists on a special survey commissioned by the
Chilean Governmwent, as well as by domestic explorers.They glimpsed
its underlying wealth, wrote down their findings, published reports, or
started extraction works. The information thus collected would allow
Chile later to support political and military actions, and extend its
territory to Arica.
It was crossed by the Polish scientist and humanist Ignacio
Domeyko in 1844; starting from Copiapó, he observed the orography
and geology of the terrain, and its mining resources; Rodulfo Armando
Philippi, a German naturalist and scientist, explored the desert in 1853,
observing the flora and fauna, going from Paposo to San Pedro de
Atacama, returning by the Inca Road. Both published their travels and
specialized studies, giving renown to the desert in Europe.45
Born or raised in Copiapó, where mining discoveries in Chile had
their start, explorers became adept at walking over the sandy waste,
strewn with pebbles and stones, with keen prospectors’ eyes, experts
at organizing mining operations in deserted places. Diego de Almeyda
discovered minerals and set up mining operations in the Atacama salar
in 1830, and would later serve as guide to the Philippi expedition. José
Antonio Moreno, a disciple of Almeyda, began exploring in 1832 and
discovered copper deposits close to Copiapó, at Taltal and Paposo,
which he successfully mined. His mining operations were the most
advanced Chilean possession in the border conflict with Bolivia. Born
in Huasco, José Santos Ossa settled in Cobija in 1846 and explored
the desert for the next ten years in perilous prospecting expeditions
that eventually brought him fame and fortune. A born entrepreneur,
his mining operations extended as far as Peine, on the Atacama salar.
His discovery and exploitation of nitrate in Salar del Carmen set off
the urban development and strategic importance of Antofagasta.
José Díaz Gana arrived in the area in 1860 and settled in Cobija and
Mejillones; he then explored the desert for ten years and found the
rich Caracoles silver mine in 1870, which gave wealth to Chile for the
next two decades. By 1860 intensified mining operations, especially
in copper, had acquired primary economic importance for Chile; the
mining culture, based during the colonial period on metal and salt veins,
had conquered the driest desert in the world.46
Obtaining water is the prime imperative when setting up activities
in the desert and a variety of solutions were essayed during the 19th
century: cistern ships from Arica and Valparaiso, coal-fired salt water
distilling plants such as the one at Cobija, owned by José Santos Ossa,
and a solar distilling plant, the first in the world, built in 1872 by Carlos
Wilson, an Englishman born in Scandinavia and resident in Chile.
The mining and guano operations in the area funded with Chilean
capital provoked disagreements with the governments of Peru and
Bolivia, and Chile declared war on these allied nations on April 5, 1879.
Known as the war of the Pacific or the nitrate war, the outcome of the
conflict gave Chile possession of the sea coast.47 Peace with Peru came
in 1883 with the treaty of Ancón, which granted Chile “unconditionally
and for ever” the province of Tarapacá between the Camarones River
and basin and the Loa River and basin; the provinces of Tacna and
Arica between the Sama River and the Camarones River and basin
for a period of ten years, following which a plebiscite would decide
the definitive nationality of the area. A truce was signed with Bolivia
the following year, whereby the territory between the Loa River and
Latitude 23° was submitted to the jurisdiction of Chilean law, whle Bolivia
was granted special privileges for trade through the Chilean ports Arica
and Antofagasta. Peace with Bolivia was finally signed in 1904, with
the completion of the Arica-La Paz railroad, which was begun in 1906
and commissioned in 1913 by the John Jackson Comapany. Regarding
Peru, the plebiscite that was to decide on the nationality of Tacna and
Arica failed to take place on the appointed date; the investment and
operations policy followed by Chilean capitals in the area raised tension
between the governments involved to the point that arbitration by the
United States was sought in 1922. As a result, the treaty of Lima,
in 1929, provided that Tacna was to be returned to Peru while Arica
remained under Chilean sovereignty. In addition, Chile was bound to
allow Peru to build certain facilities to ensure traffic between Arica and
Tacna. The immemorial contacts between the coast and the altiplano
were thus restored with the communication systems of modern
times.
The war gave Chile new territory, with rich ore reserves that
promised a splendid future.48
From then on, nitrate and later copper were to be the backbone of
the economy, ensuring for Chile a prominent place among the nations
producing and exporting such commodities.
The outcome of mining was a stream of money that brought to
the region the luxuries and refinement of Europe. The mansions and
public buildings of Iquique and Antofagasta rose against a desolate
backdrop, cities adopted and adapted the pure, bare lines of reigning
Neo-classicism. For a while, architecture in Chile followed the formal
austerity of this style, which penetrated to the interior, smoothing stone
portals and toning down resplendent altarpieces. At the same time,
traffic on the Pacific brought to the towns and camps of the area the
features of North American architecture and the use of wood –Oregon
pine- in structures, light painted fretwork on balconies, balusters, finials.
When such heterogeneity and eclecticism overcame the cities of the
coast, the region briefly underwent the rise and fall of wealth and the
eupkoria of the nitrate culture. The invention of synthetic nitrate at
the time of World War I and the crisis of 1929 brought the situation
around full circle. A constellation of signs of neglect and dereliction
sunk in the desert: stores, tools, facilities, dwellings, brothels, theaters,
all empty, lying abandoned around the salt veins; ghosts trapped in the
faded sepia of old photographs.
About seven thousand years ago, the population of the area was
concentrated on the coast. Chinchorro men, barely covered with straw
garments, diving into the turquoise-blue waters to catch seafood, are
now classified, dated, and exhibited in museums; the men encased in
rubber and plastics of the cybernetic age who replaced them, now
tramp the beaches to sunbathe and go skindiving; fishery hides on the
high seas, in factory ships that sweep the ocean depths.
In the interior, in the towna, the churches have been pushed aside
around a bend of time.
Made of mud, protected and supported by stone, materials and
forms have shown themselves capable of standing for centuries and
expressing a minimal architecture in such surroundings. The interior of
each church is a shrine, where sacred worship appears from time to
time with a festive air to break the everyday silence.
A unique artistic and cultural heritage, these churches propose and
challenge our society to undertake their recovery and valuation. The
project they contain is an original feature underlying the geographic,
ethnic, and religious identity of Chile and the southern Andes, everlasting
legacy for the future.
In the Arica area: Putre, Socoroma, Putani, Belén, Pachama,
Timalchaca, Codpa, Aico, Pachica, Livílcar, Parinacota, Guallatire,
Guañacagua, Caquena.
Around Iquique: Matilla, Pica, Isluga, Usmagama, Huaviña, Mauque,
Ancuanque.
In Antofagasta: Peine, Toconao, San Pedro, Caspana, Machuca, ChiuChiu, Río Grande.
A mystic rosary of churches between the stones and the stars,
white milestones along the eternal way from earth to heaven.
From above, the desert spreads to fill the entire span of the eye.
195
P ARINACOTA
From Aymara Parina (flamingo) and
Q’ota (lake): flamingo lake
An ancient legend says that a major portion of the treasure collected to ransom
Inca Atahualpa, whom the Spaniards had taken prisoner, was kept in reserve. Among
the many riches were the gold statues of kings and silver statues of queens that
decorated respectively the temples of the Sun and the Moon in Cuzco. Seeking a
place to keep the treasure safe from greedy conquistadors, the Inca’s servants came
to the top of Mount Parinacota. It is said that when the snow melts it is possible to
see the steps that the envoys cut to get down to the main crater.
The town of Parinacota is located at 4,392 m above sea level, facing the vast
bofedal or bog of that name and sheltered by the great volcano, which from here
appears alone, separate from its twin, Mount Pomerape. These features form the
acapacha or world of the Aymara shepherd under the Eternal Sky; the mountain is
the mallku, the guardian spirit who bestows the sacred water that runs down to give
life to the bog where cattle graze and provide sustenance and purpose to the life of
the Andean people.
The legend of the Inca treasure becomes very real when the town is visited. The
church of Parinacota is a treasure in itself. Linking earth and heaven, the church first
shows its freestanding bell tower built of stone and adobe brick. The walls surrounding
the atrium are decorated with small figures carved in red volcanic stone. Some recall
a fleur-de-lis; others resemble human figures wearing cassocks, possibly in memory of
the missionary fathers who were not afraid to stay in this solitary land. A semicircular
stone arch gives access to the atrium facing the small Calvary, which features a tall
cross made of huamanga stone (alabaster).
The porch is simple, in Renaissance style, with a semicircular arch and straight
columns. Nothing suggests that the interior is a magnificent expression of sacred art
of the style known as “American Baroque.” The church contains one of the richest
collections of wall paintings in hybrid iconography. Fortunately, the church and its
decorations have withstood the passing of time and the numerous earthquakes that
have damaged the building since it was built in the 17th century. The paintings are
executed in distemper and were intended for religious instruction. The missionaries
asked Indian artists to portray scenes from the Old and New Testaments; in execution,
the creativeness of the artist left behind traces of the deep-seated Andean cosmogony
in a highly interesting form of anthropological syncretism.
The scene of the Last Judgment is striking. The doomed souls of unconverted
Indians are seized between the jaws of a monstrous Leviathan. This kind of picture
of hell was particularly useful to the missionaries as a teaching aid; the native artists,
however, usually added their own coded comments. Here, to the left of the beast, an
Aymara man suffers harassment from the Inca domain and Spanish domain; to each,
the Aymara Indian shows a different face, thus revealing the secret of his age-old
ability to adapt to political and social changes in his surroundings.
The church baptistery exhibits some of the articles of worship in glass cases. The
rich silverwork and a missal of the 16th century are particularly striking, for they testify
to the prosperity that Parinacota enjoyed in the early centuries of the Colonial age,
when the gold and silver ore from the mines at Huani-Huani and Choquelimpie was
washed there. The abundant water of the bofedal aided this work while supporting
extensive herds of llama and alpaca.
Next to the sacristy, to the left of the high altar, an old wooden table stands tied
to one of the church pillars with a piece of rope. Don Cipriano, the custodian, explains
that the table possesses the supernatural ability to point out who will be the next
person to die in the town. Before the death takes place, the table leaves the church
and stops before the house of the person chosen to depart this life. Very few have
seen the table in action. Some say that it crosses the town bearing lighted candles
on its top, while others declare that if discovered during its wanderings, it turns into a
white ass. Be that as it may, to save the town from witnessing the departure of any of
the few residents left to it, the table is securely fastened to the church fabric.
Patron saint: Nativity of the Virgin
Feast: 8 September
196
Putre
CAquena
P utani
From Aymara Puxtiri: noisy river,
murmur of water
From Aymara Qaqiña: to grind
From Aymara Pujtani: birth
The “many waters” of Putre are evident in the green fields that gladden the eye.
Located on the lower slopes of the Andes, at 3,500 m, the town rises at the foot of
Mount Taapaca. Cave paintings in Villacabrani reveal the presence of human beings
in the sector since pre-Hispanic times. Organization as a town, however, came in the
16th century when it became a supply center for the mule caravans that carried silver
from Potosí to the harbor at Arica.
Putre was founded around 1580. Tradition says that the first settlers came from
Arequipa. They were the Cáceres of Paucarpata, who brought with them an image of
the Immaculate Conception. The family of Pascual Condon arrived at the same time
from Puno, carrying an image of Saint Augustine. These families dug ditches to irrigate
the surrounding land and so started farming and animal husbandry in Putre.
The main devotion of the valley arose in those early years of the foundation with
the coming of a Bolivian named Luque, who brought with him a portable altarpiece
with the image of the Virgin at the Assumption. He was welcomed and given a pink
potato seed to care for the worship. So began the custom of sowing potatoes for
the Virgin in early November, a tradition that endures to this day at the feast of
pachallampe.
Shortly afterwards, the town obtained official permission to practice divine worship
and Putre was designated under parish annexed to Tarapacá.The first church was then
built of mud and broken stone, roofed with straw, with a small bell tower and three
bells. The stewards were responsible for farming the parish land, the product being
applied to maintaining and cleaning the church. At the end of their term of office, the
stewards paid 50 pesos towards the purchase of new vestments and objects.
During the Colonial period, the Potosí silver traffic and the gold mined at
Choquilimpe made Putre thrive. The carved stone porches still visible in some houses
bear witness to such prosperity. Around 1700 the residents decided to expand the
original church. According to contemporary archives, the new church had two side
chapels and two side doors, an altarpiece behind the high altar made of cedar and
larch wood with six niches, a tabernacle of gilt wood, altar table of adobe brick, an
arch over the chancel, pulpit, confessional, and baptismal font in larch wood. The roof
was made of local lumber (guavano, queñoa, molle, and willow) and the outer door
framed in dressed stone.
An earthquake, some purloining, and uncaring stewards required a second
reconstruction in 1871. That is the date of the work done by the stonecutter Mariano
Dávalos on the front, door, choir, and the arch leading outside to the square, which was
executed by Francisco Ledesma. Eleven years later, the reconstruction was finished
and the present roof, made of Chilean oak and corrugated iron, was raised. Stonecutter
Nolverto Maidana shaped the altarpiece of whitewashed stone.
The church is large, with a freestanding bell tower. It has a single nave, baptistery,
and sacristy. The side and back walls are of adpbe brick; the front wall is of stone with
a simple porch. Stone steps lead up to the choir. The floor is of wood and the altars
show a wealth of imagery evidencing the religious syncretism between the Andean
and Roman Catholic faiths. A carved stone sunk into the baptistery floor is particularly
striking. It is used to perform vilancha, an Andean rite involving the slaughter of a white
llama to beseech God and Pachamama to bless the works and the church. It is said that
the people of Putre sacrificed fifteen llamas on their altar at the latest reconstruction.
According to legend, two ayllos or towns were involved in an age-old dispute over
the ownership of the land, when a prince and a princess from the rival clans fell madly
in love with each other. The families firmly opposed the union and, one moonlit night,
the lovers were murdered. Nature was angry and chastised the area with torrential
rains that flooded both towns and formed the lakes Chungará and Cotacotani. Two
majestic mountains arose and remained forever marking the place where the lovers
were buried.
The tale tells the mythical origin of the Pachayatas, twin volcanoes, Mount
Parinacota and Mount Pomarape, which peak at over 6,300 m and give an awesome
welcome to travelers reaching the altiplano town of Caquena.
It is a cluster or pre-Columbian shepherds’ dwellings located a few kilometers
away from the Casin milestone, which marks the Bolivian border. The Caquena River
crosses the bofedales, the Andean bogs that support the native fauna and flocks of
llama and alpaca. Shepherding these species has been the essential ancestral activity
of the altiplano peoples; vestiges aged 2.500 years were found together with shards
of Colonial pottery, in a cave near the town.
Caquena illustrates the ancient pattern of Andean social organization. To date
the village still operates as the cultural and spiritual center for the estancias where
shepherd families live all year round. The distribution of the dwellings follows the old
territorial division among the clans. The church and square, which were added during
the Colonial period, are located to one side of the village.
The door of the church opens on the east side to receive the light of the rising
sun. In the Andean cosmogony, the construction composed of the church and the bell
tower is viewed as a living being, known as yanatin, a male-female complementary
dual being. Each is respectfully known as “the T’alla church” (the Lady Church) and
.”the Mallku tower” (the Lord Tower).
The Caquena church was built in the late 17th century. The basic elements of this
early building are still standing: the single nave, the atrium or sacred site surrounding
the church and enclosed by a skirting wall. The wall features embrasures, three arched
entrances, a two-level freestanding tower, and a simple stone porch.
The interior of the church houses valuable testimonies of the Colonial period,
when Caquena, a major producer of wool and meat, kept up ongoing contacts with
other locations in the vast Andean area. The high altar exhibits portable altarpieces
of the Upper Peruvian School and a Roman missal of the 18th century that bears
a handwritten note dated 1765, declaring that it once belonged to the Hacienda
Saucache in Azapa.
According to an inscription on the stone porch, the church was rebuilt in 1891. In
1936 the community replaced the original thatched roof with the present corrugated
iron. This repair work was undertaken following the economic boom of the early 20th
century, when alpaca wool was a profitable item. Today, few families live permanently
in the town. Notwithstanding, every year, on August 30, the descendants of the town
meet there to celebrate the feast of Saint Rose, their patron saint.
Putani is a cattle-breeding town located at an altitude of more then 4,000 m
in the commune of General Lagos, near Visviri. On the banks of the river of the
same name, which waters the high-altitude grasses for llama, alpaca, and vicuña to
browse, the small settlement has remained unchanged, illustrating in modern times
the ancestral Andean system of social organization.
Various Aymara peoples have inhabited the mountains of the Far North and their
western slopes for thousands of years. From the Pacific coast to the altiplano and the
subtropical valleys of Bolivia, the peoples organized autonomously based on their own
geographic spaces, which might comprise different ecological zones and so constitute
what are known today as “archipelagoes.”
Each archipelago was composed of several ayllus or family settlements distributed
in two geographic and economic spaces, i.e. the cattle-breeding altiplano and
foothills, and the farming valleys. In the Andean tradition, the shepherd ayllu always
predominated over the farmer ayllu; the marka or head town of the archipelago
was in the cattle area and the chiefs or kurakas were always chosen among the
shepherds. The Andean culture developed on the altiplano heights, because the llama,
alpaca, and vicuña were domesticated there.
The ayllus of the same people had their social and spiritual center in the marka
on the altiplano, and on major feasts the families would leave their settlements and
occupy their kamana, the home they had in their respective marka. At all other times,
however, the home of the shepherd family was the uta, the tiny stone and mud
dwelling on the land where their animals grazed. There, next to the bofedal (bog) or
the river, where Pachamama gave birth to the first mythical cattle, there the shepherd
was perfectly at one with his cosmos.
Silver mining in Potosí by the Spanish conquistadors brought substantial changes
into the Andean world. The markas in the area became stages for the mule caravans
that transported the ore. The Roman Catholic faith was introduced and eventually
assimilated by the deeply rooted Aymara spirituality. At the markas or principal towns,
churches dedicated to the Holy Virgin or some patron saint replaced pre-Hispanic
altars. In the cattle-breeding haciendas, the resident families erected chapels or
oratories to keep the images of their protectors and welcome the itinerant missionaries
who officiated at the ceremonies.
The church at Putani is built of stone and mud. Looking eastward, its tower greets
the rising sun. Corrugated iron replaced the traditional roofing of straw. Over the high
altar, from the simple adobe-brick altarpiece the images of Saint James and the
Immaculate Virgin guard blessings for the shepherds and their cattle. The small size
and general rustic air of the church harmonize with the Andean soul, which, turning
from the extreme conditions of the altiplano climate, looks humbly to the greatness of
arajpache, the world on high, the celestial abode of God and the stars.
Patron saint. Saint Rose of Lima
Feast: 30 August
Saint James
Feast: 25 July
Patron saints: Immaculate Conception
Feast: 8 December
Patron saint of the town: Saint Alphonso
Feast: 23 January
Patron saint of the church: Virgin of the Assumption
Feast: 15 August
197
S ocoroma
PACHAMA
From Aymara Chucur (does not filter), and
Uma (water): water that does not filter
Possibly from Quechua Pachamama:
mother earth
At 3,060 m above sea level, Socoroma seems to crouch among the foothills, not
far from Putre. The Aymara roots of its name suggest the sound of underground water
rushing out of deep cracks in the rocks all around it.
Socoroma is a settlement of pre-Columbian origin. It was the largest of the lowerslope colonies of the Aymara seigniory of Carangas, which spread to the three zones
of the Andean world in Arica: altiplano, foothills, and coastal valleys, all part of the
same trade network. Socoroma was a strategic communication enclave and sovereign
seat for the sierra and valley of Lluta. During the seigniory more than 100 Indians
lived there and it acted as redistribution center and ecological control barrier. There
the cacique of the valley had his residence and kept up direct communication with
the mallkus or chiefs of the altiplano..
The moderate altitude and sheltered surroundings foster particularly rich and
varied agriculture in the area. During the Colonial period, the pre-Hispanic terraces
of Socoroma produced abundant harvests of Indian corn. Later, they were devoted
almost exclusively to the production of “green gold”, as oregano was known in its
heyday. Tended by old people now, the terraces provide alfalfa, Indian corn, broad
beans, sundry vegetables, flowers, and an unusual local fruit: the tumbo, praised in
old local songs..
The first church of Socoroma was erected in 1560, as a result of the missionary
activity of the Dominican friars who traveled through the area and taught the
catechism at Sama, Tacna, Tarata, Ilabaya, and Locumba, belonging to the doctrine
of Azapa and Lluta. The church underwent various reconstructions between the 17th
and 19th centuries. The latest was undertaken in 1883, as recorded on the porch,
giving the church its present appearance.
The building is large, perhaps reflecting the significance of the town. It has a
single nave and adobe-brick walls. The front wall is of finely dressed stone. The side
door is framed in carved stone and bears an inscription. The altarpiece over the high
altar is made of stone. Some researchers have seen a Renaissance influence in the
longitudinal nave crossed by the main arch over the chancel. .
The church is surrounded by an open atrium with no enclosure. The freestanding
bell tower is twelve meters high and built on a stone base supporting the second
section made of adobe brick. Compared to the relatively small size of Andean buildings,
this church and bell tower make an impressive architectural composition.
Recent transformation of the main square affected the harmony achieved in
1922 by Teófilo Vega, who enhanced the Colonial identity of the town by restoring
major houses and stone pavements. Although the charm and distinction of Socoroma
continue unchanged, as do its centuries-old eucalyptus trees, the first brought from
Tacna to the Andes foothills, definitive recovery of the church and town is urgent to
give both their proper place in the cultural heritage of Chile.
The Huaylillas range and its valleys and ravines form the lower mountain
area, between 2500 and 3500 m above sea level. Following the San Andrés ravine
down to the town of Pachama, the arable land and ancient terraces break the arid
mountainsides with the intense green of oregano and alfalfa.
Pachama is a pre-Hispanic settlement, as evidenced by its urban layout. The
church is on the outskirts, facing the square, which separates it from the houses. The
walled cemetery is located to the west, connected to the church avoiding the need
to cut across the housing sector. The freestanding bell tower is inside the atrium, the
space reserved for Roman Catholic rituals, often doubling as cemetery during the
Colonial period.
The church was originally built in the 17th century. It has a central nave and
two side chapels. The walls are of adobe brick with stone buttresses. The roof, made
in the traditional way, of wood, reeds, straw, and mud, is now covered with sheets of
corrugated zinc. The wall enclosing the atrium has arched entrances and four resting
places inside. These are stops for the processions held on the feast of the patron saint
and Corpus Christi.
The front features a simple stone porch with a wall painting on the tympanum
picturing Saint Andrew, the patron sai nt of the church, together with this brother,
Saint Peter, and the Virgin Mary. Inside, the whitewashed altarpiece is made of adobe
brick with frames and other features of polychrome wood. The chancel has small
windows with sheets of alabaster in lieu of glass, which admit a tenuous yellowish light.
The original flooring has been replaced with tiles. The general construction follows a
transitional style of architecture, midway between the altiplano religious style and the
style of the lower valleys.
The Pachama church contains an impressive collection of Colonial art. The walls
are profusely decorated with paintings dating from the second half of the 18th century.
Flowers and other typical decorations of the hybrid Baroque style frame certain wellknown figures: Saint Isidore, patron saint of farmers, attired according to the Bourbon
fashion of Charles III of Spain; the archangel Michael, dressed for battle, the manyheaded serpent at his feet; Saint Christopher wading across a river carrying the Child
Jesus on his shoulders; Saint George, conqueror of the dragon. On the choir wall, various
domestic scenes describe the different groups of the faithful who attended the shrine,
their garments helping to date the work.
The Roman Catholic themes of the wall paintings are enlivened with Andean
items added by half-breed artists. The presence of Saint Isidore is no idle whim in an
eminently agricultural area such as the Andean foothills. Saint Christopher in transit
seems to reflect the permanent wandering of the Andean peoples, ever alternating
between the altiplano and the low lands. The musicians, in addition to contemporary
Spanish dress including breeches and short cape, wear over all an Andean poncho.
The set of paintings of Saint Michael, Saint George, and the Guardian Angel, each
vanquishing a separate devil, is presumed to allude to the diablada, so dear to hybrid
folklore. Beyond interpretation, a very precise relationship links the image of Saint
Michael and the local tradition of Pachama. Facing the church square there are seven
bluish-green rocks. According to long-time inhabitants of the town, they are the seven
heads of a fabulous serpent that lived close to the river. Even today, whoever falls
asleep in that place will awaken to death throes.
Pachama today is practically abandoned. A considerable part of the population
moved to the nearby town of Chapiquiña or emigrated to the city. Notwithstanding,
each year the church brings together the scattered descendants to celebrate the
patron saint and other feasts. This is because, despite the changes imposed by
modernity, the Andean world refuses to break down the eternal bridge between Earth
and Heaven.
Belén (Bethlehem) is an exception among the settlements of the Arica Andean
area because it is the only one to have a Spanish name of Christian origin. It is located
in the foothills at 3,200 m above sea level, not far from Pachama, and welcomes
visitors with the colorful sight of its terrace crops, tall eucalyptus trees, and two
Colonial bell towers.
In 1612, the chiefs of the Aymara seigniory of Hatun Carangas petitioned the
Viceroy to allow the settlements in the mountains and valleys of Arica that used to
belong to their domain before the Spanish conquest to unite under the leadership of
Tocoroma, a town located in the same mountains and also part of the Caranga seigniory.
The Spaniards had changed the name of Tocoroma to Belén when they founded a
settlement there early in the 17th century, and the chiefs claimed authority over it.
The strategic location of Belén together with its agricultural potential helped
to develop that early Indian settlement into the leading town in the Andes foothills
during the Colonial period. Its importance at that time is still visible in its architecture
and design. The town’s checkerboard layout is formed by streets paved with dressed
stone leading to a broad square built on three levels: at the top is the “old church” and
freestanding bell tower in finely worked stone. This building, apparently, was erected to
replace the first Belén church, now gone, which was dedicated to Saint Barbara and
stood on a hill overlooking the town.The old church has a stone porch of Classic design,
with an image of Our Lady of Candlemas over the door. According to tradition, this
image recalls that Our Lady appeared on one of the tutelary hills of the town, known
to this day as Cerro El Milagro (Miracle Hill).
The “new church” is on the lower level of the square. Its construction began on 17
March, 1777, when Manuel Abad Illana, bishop of Arequipa, founded the Indian curacy
or doctrine of the Apostle Saint James of Belén, under the jurisdiction of Poconchile.The
bell tower is freestanding, built of adobe bricks at the base and stone –very poorly
restored- at the top, and holds three bronze bells. The church is remarkable for its
stone porch, one of the most richly carved in the area. Highly representative of the
Andean Baroque, Saint James, the patron saint, presides over the entrance crowning
a fine example of stonework including circular pilasters, twisted columns, dadoes,
cornices, and a variety of iconographic figures of European and American origin, such
as lions, monkeys, mermaids, swords, bunches of grapes, and pomegranates.
The figures carved around the porch make an interesting study. The presence of
mountain lions, monkeys, and mermaids clearly survives from pre-Columbian Andean
cosmogony. A monkey holding up columns is a frequent motif in hybrid imagery and
was seen for the first time at the entrance to the church at Tiwanaku, built in 1612.
The presence of monkeys is due to the age-old trade between the Aymara seigniories
of the altiplano and those of the subtropical jungles of Bolivia. The mountain lion or
puma is common on the altiplano and the lower Andes, both feared as a predator of
cattle and worshiped as a protecting deity in the Andean cosmogony. The mermaids
carved around the main doorway of the church are an ancient figure in Aymara
mythology, found in ancestral tales where they were said to inhabit the waters of Lake
Titicaca. Monkeys and mermaids also appear in 18th-century textiles.
The east door has a stone arch bearing the cryptic inscription: “ Y IAVIRJEN
CONSVI SINPPCA DOOR DNAL”, to all appearances a summary rendering of “y la
Virgen concebida sin pecado original” (the Virgin conceived free of original sin), Inside,
the church contains a major collection of images of saints made of wood, plaster,
canvas, and glue, in the Colonial style of Upper Peru.
In mid-20th century, Belén enjoyed brief prosperity as the national capital of
oregano, the so-called “green gold”. At present it is one of the most important towns
in the Andean area of Arica, second only to Putre. Its population is stable and -though
reduced in number- highly active and very much given to preserving traditions and
old customs.
Patron saint: Saint Andrew
Feast: 30 November
Patron saint of the “old” church: Virgin Mary of Candlemas
Feast: 2 February
Patron saints: Our Lady of the Rosary
Feast: 7 October
Saint Francis of Assisi
Feast: 4 October.
198
BELÉN
G U A L L AT I R E
From Aymara Wallata:
wild goose of the altiplano
The fact that the name of the town is associated to the native fauna is revealing.
At the foot of a great volcano, Mount Guallatire, with its 6,030 m, its white mantle,
and sulphurous fumes, the altiplano plain demands rigorous adaptation. Intense cold,
thunderstorms, and scanty food appear bearable only for vicuña, suri (a variety of
American ostrich), condor, and guallata.
Notwithstanding, Andean man made his home in these highlands. The present
town of Guallatire, at an altitude of 4,280 m., is of pre-Columbian origin as a shepherd
settlement and seat of the Turco-Hatur Caranga seigniory, which grouped the ayllus
or settlements of the altiplano, foothills, lower valleys and coast. It was the main
political power in what has been called the Altos de Arica (highlands of Arica). The
seigniory operated like an archipelago of small towns within a system of economic
complementarity. Basically, the farm products of the valleys and foothills were
exchanged for animal husbandry products of the altiplano. The main center or marka
of the vast Hatur Catanga seigniory was located on the slopes of Mount Capurata,
on the present Chilean-Bolivian frontier, very close to Guallatire.
The village is composed today of some fifty dwellings built of stone and mud, some
thatched with straw, others roofed with corrugated iron. According to the traditional
layout of settlements originating before the coming of the Spaniards, the original
church of Guallatire was located outside the settlement, across the river, more than
four city blocks away. It was built in the 17th century and belonged to the doctrine
of Codpa.
As a result of what is known as the “great cataclysm of 1868”, the original church
was severely damaged. The residents applied to the bishop of Arequipa for permission
to rebuild it along the same lines but located in the middle of the town. The reason for
this move was the hardship of crossing the two branches of the river, a matter that
was the cause of many diseases during feast days.
The parish priest, Dr. José Balbuena, blessed the new church on 19 December,
1873. The walls were built of stone and mud and are kept whitewashed. It has
an atrium and freestanding bell tower forming part of the enclosing wall. The main
nave leads to a simple wooden altarpiece with the image of the patron saint. In
1940, when the latest major restoration was completed, the roof was made over with
eucalyptus beams and covered with woven reeds, matting, and straw.
Patron saint: Our Lady of the Immaculate Conception, known locally as La
Concebida
Feast, 8 December
Patron saint of the “new” church: Saint James
Feast: 25 July
199
L IVILCAR
T IMALCHACA
C ODPA
G UAÑACAGUA
From Aymara Wallata:
wild goose of the altiplano
From Aymara tima (flower) and
Chaca (water left by fog): flower with dew
From Aymara Kollpa: stony ground
From Aymara Wañakawa: dry gully
The footpath that follows the San José River from the head of the Azapa Valley to
the town of Livilcar involves a hallucinating trip to the past.The track can only be covered
on foot or on muleback or horseback; it is the same track that for thousands of years
was the trade route among the various ecological sectors of the Arica Andean area.
The fertile soil of the San José River ravine fostered settlements since the very
distant past. On the way to Livilcar, the route makes a natural stop at Humagata. This
was once, at the time of the Hatur Caranga seigniory, the head town of the Azapa
valley, which supplied farm produce to the ayllus of the altiplano. Some authors say that
Humagata is located on the ruins of the original Indian settlement to which the cleric
Vásquez de Espinoza set fire in the course of his determined evangelizing campaign.
The eight-hour walk from Humagata to Livílcar takes a break at Santuario de
las Peñas. According to legend, an old woman was driving the cattle of the people of
Livílcar downstream to the pastures of Humagata. Night fell when the woman was
halfaway down, close to the defile called Las Peñas (The Rocks), trying to recover the
scattered cattle. The place was renowned for devilish apparitions and the woman had
no wish to spend the night there. Disconsolate, she prayed for help and heard a voice
comforting her and assuring her that she would be alone no longer. The voice claimed
to be the Virgin Mary ahd said she would engrave her image on a rock so that a shrine
might be raised in her honor. Legend or otherwise, each year, on the first Sunday in
October, the image of the Virgin of the Rocks is visited by about 60,000 faithful who
travel from far-off places to pay homage.
The track goes on climbing alongside the river until it reaches Livílcar. The ravine
widens into a valley of arable land that for a long time played a leading role in
the economic history of the area, when coca, the sacred plant ot the Andeans, was
grown here. Today the settlement is neglected and poorly kept up. The church, however,
seems to have withstood the passage of time. It is one of the major jewels of Andean
Colonial architecture.
The plan of the church is in the shape of a cross, with a pitched roof featuring wooden
beams and corrugated iron roofing. The bell tower beside it is in one piece crowned by
a wooden structure replacing the second section, which was severely damaged by a
violent earthquake. A wall surrounds the atrium. A Calvary faces the doors of the church
and serves as a shrine for offerings and sacrifices during celebrations.
The carved stone porch, of high artistic quality comparable to that of the church
at Belén, bears the date 1723. It is formed by columns and a lintel decorated with
fruit and flower motifs.
Inside, the church features an amazing altarpiece of carved wood covered
with gold leaf. It has two divisions and three sections, with Colonial images of Saint
Bartholomew and the Virgin of Candlemas.The two side chapels contain the remaining
priceless images. The jointed figure of Christ, an outstanding piece, is attributed to José
María Arias, a Peruvian who carved the famous group of the twelve apostles in the
church of San Lorenzo de Tarapacá. It seems the figure of Christ was made while
the artist took refuge in Humagata to escape from the battles of the war of 1879.
The chapel on the right-hand side has an unusual appearance resulting from the
regrettable efforts of a parishioner who was ignorant of, or unwilling to follow, the basic
principles of restoration.
The cause of the exceptional condition of the church is perceived on one of
the bronze bells housed in the freestanding bell tower. An inscription dated 1779
reveals the name of Diego Felipe Cañipa. He was the chief of the Indian cacicazgo of
Codpa, an office that the Spaniards created in mid-17th century to group the native
population in doctrines and put an end to the political and administrative organization
headed for centuries by the seigniory of Hatur Caranga.The distinguished donor of the
bells won renown for his opposition to the revolution of Tupac Amaru, he was captured
and flayed alive in the main square of Codpa.
The descendants of Diego Felipe Cañipa and other illustrious families keep up
the tradition and the tale. Since a flash flood carried away a substantial part of the
arable soil of the valley, San Bartolomé de Livílcar saw its population dwindle until not
one resident remained. Notwithstanding, each year, the patron saint is visited by some
two hundred children of the town, who climb up to celebrate his feast for four days.
At an altitude of nearly 4,000 m, where the cordons of the Huaylas Sierra and
central Andes meet, the church of Our Lady of Remedies of Timachaca rises in an
awesome prospect of pampa and sky.
The settlement consists of a handful of adobe-brick houses, a spacious, recently
remodeled square, and the church, a major center of devotion in the Andean area
of Arica. A cryptic legend over the porch states that Juleán Cárdenas erected the
building in 1877. Notwithstanding, the real clue to the origin of the church may be
found inside, in a small glass reliquary that is kept together with the image of the
patroness..
Tradition says that a shepherd was following the flight of a dove that he saw at a
spring that rose there. When he tried to catch the bird, it astonished him by jumping
lightly three times and falling into his hands turned into a little plaque bearing the
image of the Holy Virgin. To this day, the miniature is known as “The Miracle” and is
preserved in the reliquary.
The event give rise to a popular devotion. A rudimentary chapel was built, soon
replaced by the present church. Three crosses were raised on the exact spot of the
miracle, in memory of the three times that the dove jumped before turning into the
image of Our Lady..
The church is large, somewhat disproportionate, given the size of the town,
but appropriate for the large number of the faithful who come for the feast of the
patroness. Looking east in the traditional way, its adobe-brick walls form a central
nave and two side chapels. It has a simple porch of carved stone, with four columns
and painted flowers in shades of brown and blue, and a semicircular arch over the
door. Wooden beams hold up the pitched roof covered with corrugated iron. The floor
is of wooden boards. The altar and altarpiece are made of polychrome stone and
adobe brick. The chancel and main arch are decorated with painted flowers and other
simple ornaments.
A wall surrounds the atrium and encloses the freestanding tower built in two
sections and topped by a stone dome. In front of the church an extensive paved
square awaits the arrival of the religious dances, the musicians, and the thousands of
pilgrims who throng to this high altitude to give thanks to the Miraculous Mother.
Mount Marqués, beside the church, is a powerful presence. From a distance it
appears compact; closer, it is seen to be a thick web of valleys and ravines, home of
mountain lions, guanacos, and wild asses, and also a source of tragic tales of hidden
treasure. Its Spanish name is unusual in this area, where landmarks are known by
their Aymara name, and is apparently due to the desire, in Colonial times, to honor
its outstanding or principal character. The many colors of its rocky slopes point to the
presence of rich ore deposits that –the legend says- wild beasts and the devil himself
take care to keep safe from human greed.
Codpa is a miracle. Water from the altiplano rushes in a stream down the Vitor
ravine and makes life flourish where there is nothing but stones and desert pampa.
At an altitude of 2,060 m, the ancient town of Codpa lies at the head of a narrow
evergreen valley, renowned for its impossibly sweet fruit.
The bounty of this oasis has supported human settlements for thousands of
years, as shown by the petroglyphs at Ofragia, signals left along their route by longago drovers. In the twofold productive circuit of the Andes, the farming at Codpa
complemented cattle breeding on the altiplano. Since the Tiwanaku period, caravans
of llamas entered and left the valley leaving traces of their passing on the stones.
Following the Inca expansion, Codpa was a stage along the imperial road to the coast
and a respite in their endeavors for conquistadors Almagro and Valdivia. With the
Spanish settlement, agriculture took on paramount importance and the valley became
a legendary garden. Some say that the wine of Codpa or Pintatani was popular at
the court of Philip II. Guayabas, mangoes, quinces, pears, oranges, prickly pears, and
avocados from Codpa were delicacies at the tables of the nitrate companies and its
profane wine features to this day at Andean religious celebrations in the Arica area.
Today the high standing of Codpa is hard to imagine. Many of the old farming
terraces with their stone walls and canals are in ruins and the old Colonial houses
have not endured. The church, however, is there to bear witness to past splendor.
According to Hasche, the insalubrious climate of Arica and the ever-present threat of
pirates led the Corregimiento to settle mostly in the valley. As a result, the doctrine
of Codpa was formed in 1574 together with that of Arica. Building the church began
around 1600 and according to parish records was finished by 1618. In 1739, the
doctrine of Codpa encompassed the towns and villages of Codpa, Ticnamar, Tímar,
Sacsámar, Belén, Pachama, Socoroma, Putre, Parinacota, Choquelimpie, Guallatire,
Sora, and Churiña.
The overflowing river during the Altiplano winter and numerous seismic
movements caused the church to be rebuilt several times. The present building is
the result of reconstruction in the late 19th century. The great central nave with its
two side chapels forming a cross with it was deprived of the choir, the baptistery
chapel, and the screen. The corrugated iron roof currently resting on the wooden
beams replaced the old roofing of mud and straw. The walls are of adobe bricks on
foundations of stone and mud. The altarpiece is built of stone and whitewashed. The
main and side doors have stone frames. The bell tower is freestanding and built in
three sections, the two top ones rebuilt with cement blocks.
A plaque on the outside of the church states that Diego Felipe Cañipa died the
death of a Christian martyr in the main square of Codpa. This was no minor event
and reflects the importance of the valley in Colonial times. In order to topple the
Altiplano seigniory of Carangas, the Spaniards designated a cacique of Indians at
Codpa, subject to the Viceroyship. Diego Cañipa was appointed in this capacity in
the 17th century His lineage became powerful and formed what was known as the
Cacicazgo of Codpa, with influence over the entire Andean area. During successive
Indian insurrections arising from excessive taxes demanded by the Spanish Crown
and resulting in the general rebellion of Tupac Amaru (1780), the Cañipa authority
was violently challenged by hosts of Indian insurgents. Diego Felipe Cañipá attempted
to resist and retain authority, but the rebels seized him and flayed him alive.
The Indian rebellion led by Tupac Amaru has often been viewed as a deliberate
attack on the Roman Catholic religion. Although many illegal actions were committed
in the 18th century under religious protection, it is nonetheless true that as many
priests raised their voices in defense of Indian rights. The Aymara leader Tomás Catari
declared at the time that the rebellion was not intended as an attack on the Roman
Catholic Church but an attempt to return the land to its true owners. Notwithstanding,
on many occasions the Church was attacked as representing the power of Spain.
The agricultural wealth of the valley, the unceasing Spanish presence, and its
position as head of the Indian Cacicazgo, assured Codpa of an important position
during the entire Colonial period, to the point that it is often referred to in parish
records as the “capital.” That the church held valuable items supporting such noble
condition is well known. Some were hidden when the coming of Chilean troops was
announced in 1879. Others, like the legendary silver altarpiece of Saint Martin were
prey to the greed of not very devout residents. In any event, the paintings of the Cuzco
School, the remarkable images, and old vestments that have survived within the
church bear witness to the town’s distinguished past before astonished modern eyes.
Walking up the valley, not more than 5 km from Codpa, one comes to Guañacagua.
The town is located 2,250 m above sea level, at the point where the Puquios ravine
joins the Vitor ravine.
The church overlooks the town from a low promontory. The adobe brick and
stone dwellings have not been properly preserved, but the general layout is of preColumbian design. The economic and political significance of the valley during the
Colonial period aided the consolidation of the ancient Indian settlements into hybrid
towns, with their own churches and religious feasts.
The church was first built in the late 17th century. Like all other churches in the
area it was subsequently restored or repaired as dictated by natural disasters or booms
in the local economy. The latest reconstruction was undertaken in 1904. The year is
inscribed on the semicircular arch over the simple stone porch, together with the name
and contribution of each of the benefactors who supported the restoration.
The walls, sacristy, and altarpiece of the church are made of stone recovered
from the original building. The main nave is of medium size. The chancel retains the
two columns of the original main arch. The table of the high altar is placed against
the altarpiece, as was the rule before the II Vatican Council. The apse is eight-sided,
an unusual shape reminiscent of Renaissance architecture. The roof is pitched, with
wooden rafters and traditional covering of woven reeds, mud, and straw. The floor is
currently tiled.
The bell tower deserves special mention. Built entirely of stone, it is a magnificent
example of Andean baroque. Several authors agree that it is one of the most perfectly
preserved in the Andean area of northern Chile.
It seems that early in the 20th century, a resident of Guañacagua, on digging in
the cellar of his home to make storage space for potatoes, was amazed to discover
the buried treasure of the church. For some unknown reason, perhaps the war of
1879, the churchwarden had hidden crowns, crosses, chalice, paten, crozier, and other
church objects, and died without revealing the secret to his successor. Older residents
declared that the objects found were only part of the valuable collection belonging
to the church.
Patron saint: Saint Bartholomew
Feast: 24 August
200
Patron saint: Our Lady of Remedies
Feast: 21 November.
Patron saint: Saint Peter
Feast: 29 June
Patron saint: Saint Martin of Tours
Feast: 11 November
201
A ICO
Aico is a wonderful secret held by the ravines in the foothills southeast of Arica.
In mid-20th century, the age-old cattle tracks that crisscrossed the Andean area were
abandoned as new highways were built for motor vehicles. The small towns that had
served as post stages remained frozen in time along the forgotten roads, inhabited by
a few families devoted to farming and animal husbandry at subsistence level.
Aico is not to be found on the usual tourist routes. To reach it requires advice from
local experts. The missionary father Amador Soto Miranda has been working for many
years in the valleys, foothills, and altiplano of Arica, recovering the tradition of those
selfless religious who served the Andean communities during the Colonial period. His
word is crucial: Aico possesses the most beautiful church in the area.
To view this jewel requires locating the footpath that starts from the Sucuna
ravine. Very soon, the path reaches the winding course of the Aico ravine, with a stream
rising at the foot of Cerro Pastocollo. The conceptual image of Amaru, the mythical
Aymara serpent, is here based on reality and the miracle embodied in the rush of
water in this parched land was poetically explained in the ancestral cosmogony. For
the ancient Andeans, life is due to the combined action of three deities who hold up
the three ecological areas that compose the Andean world: Maliku, the protecting
spirit who resides on the high peaks and guards the water reserves; Pachamama, the
bounteous virgin, eternal woman, mother of the mythical cattle, figured by the green
grasses reborn each year; and Amaru, the serpent who controls the flow of water, with
his changing nature that sometimes gives and sometimes takes.
The walk along the lonely track is a trip back in mythical time. Rather than
archaeological remnants, the passing of the caravans that vitalized Andean culture for
thousands of years along these paths remains in the environment like a mysterious
presence. Sunk in such thoughts, the modern traveler might well miss the site of Aico,
camouflaged among the rocks and greenery of the ravine.
The secret of Aico is a magnificent creation in stone. Despite the general decline,
the church preserves the spirit of the faithful who raised it in the 18th century. The
porch in dressed stone is a harmonious Neo-Classic work on two levels, with simple
columns, semicircular arches over the door and the top niche. The nave is rectangular
with an adjoining sacristy. The roof –badly in need of repair- follows the classic model:
eucalyptus rafters thatched with reeds, mud, and straw. The design of the stone
altarpiece is simple, composed of seven niches where a valuable collection of Colonial
pieces still exists.
A stone wall enclosing the atrium and limiting the sacred site in mid-ravine
surrounds the church. The entrance has a semicircular arch and a lintel crowned with
figures apparently wearing cassocks. The fine stonework is repeated in the bell tower,
where two sections support a well-shaped vault. Small symbolic stone figures crown
the tower and stand on the atrium wall at regular intervals.
The church is no longer cared for by man. The village and its terrace farms are
abandoned and, other than an occasional cattle drover, few people come by, except
on the feast of the patron saint, when the descendants of the original village dwellers
come together. From their altars, strategically set up on three neighboring hilltops,
Saint Anthony, Saint Barbara, and Saint Lucy stand guard over the secret of Aico.
Patron Saint: Saint Anthony of Padua
Feast: 13 June
202
P ACHICA
Isluga
From Aymara Pashicum: shrimp
From Kunza Isluga: a variety of mountain
plant, also known as trícara (krameria iluca)
The Ajatama and Caritaya Rivers rise in the high mountains and join to form the
Camarones River, which flows in the deep gorge that bears its name and dots with
green alfalfa the otherwise absolutely arid pampa. At several points on its way to the
sea, the river supplies the inhabitants of the gorge with delicious freshwater prawns. In
various places, too, the gorge scares away visitors and locals alike with its many tales
of apparitions and evil spells.
The area is familiar with various legends about fabulous mines that disappeared
for ever, and abandoned sites under mysterious curses. Seen from above, Pachica is
set on the slopes of a mountain, perilously overhanging the abyss of the Camarones
gorge, surrounded by various indications of mineral wealth that stain the rocks red,
yellow, brown, and green.
The history of Pachica is the history of the area. Originally a pre-Columbian
settlement, its farm production shared in the ancestral Andean exchange between
altiplano and lower-slope valleys. Then, when the Spaniards came, Pachica became
part of the doctrine and domain of Codpa. During this Colonial period the town briefly
experienced prosperity, when a silver mine called San José, in Taitape, at the north
end of the Camarones gorge, was discovered and worked. Tradition has it that the ore
funded church expenses associated to the worship of the patron saint, and that the
mine works came to an end owing to the zeal of the ancients, who refused to disclose
to their descendants the exact location of the deposit.
Originally, the town land was farmed by the community and large quantities
of Indian corn and pulses were harvested. Today Pachica looks abandoned. Only a
handful of families keep up the place and farm the land. To one side of the town,
unshakable witness to those prosperous Colonial times, the church still connects
heaven and the desert.
Presumably, it was built in the 17th century. It has a single nave with a side chapel
and sacristy. A stone wall with pinnacles surrounds the church, enclosing the atrium.
The bell tower, also of stone, is outside the wall, though it is reached by steps rising
from within the sacred enclosure. The top section of the tower was restored recently
with concrete and stone facing, altering the original design.
The front of the church features a simple porch of dressed stone. Inside, the
adobe-brick walls are completely covered with wall painting. The motifs are vases with
flowers, plants, garlands, and circles, and were restored in 1999. The floor is of fired
brick. Two columns rising before the chancel suggest an earlier main arch. At the end,
on the altarpiece over the high altar. Saint Joseph, the patron saint, watches tirelessly
over the sacred traditions of Pachica
In pre-Hispanic times, the Aymara peoples were organized in the form of a
cultural and economic archipelago composed of ayllus or settlements in both altiplano
and foothills. The cultural, political, and spiritual center of the archipelago was the
marka or capital town. Each of these peoples spoke a different variety of the Aymara
language, one of which survives to this day in the Isluga area. Isluga is thus a fine
example of Andean marka preserved over time.
The town is strategically located at one end of the altiplano plain, connected by
ancient paths to farms on the lower slopes and the coast, with which it formerly kept
up active traffic in goods. A particularly brisk trade was carried on with Camiña and
Chiapas, where farmers delivered part of their Indian corn harvest in exchange for
llama and alpaca cattle.
Isluga is also the name of a volcano 5,530 m high representing the mallku or
guardian spirit of the town. Guarding the marka meant guarding a vast land area and
a complex cultural organization.The families from the various ayllus kept a house in the
marka, to which they moved for the major feasts. These family homes were distributed
according to an urban plan divided into four sectors that reproduced in the marka
the twice-halved territorial division of the people. One division into two halves running
between the sea and the mountains comprised Arajsaya (top part) and Manqhasaya
(bottom part), reflecting the Aymara notion of yanani, or complementary opposites.
The other division distinguished between farming settlements in the lowlands (valleys
and foothills) and shepherd settlements in the highlands (altiplano).
The coming of the conquistadors brought with it the Roman Catholic faith and
the marka, formerly the ceremonial center of the people, took on the function of
center for evangelizing the area. The church was built in the 17th century but had
to be completely rebuilt following the violent earthquake of 1868. A contemporary
ecclesiastical document reads: “On 13 August at five hours five minutes in the evening,
there was a terrible earthquake. The port towns of Iquique, Mejillones, Pisagua, and
Arica were destroyed and covered by the sea after the earthquake. Many churches
were severely damaged, but in Tirana and Isluga even the towns were reduced to
rubble. Our hand still trembles when writing these lines quickly four days after, while
the earth is still moving continuously.”
The present appearance of the church is the result of reconstruction. It has a
single nave with sacristy and storerooms built against it. Heavy buttresses support the
sidewalls of rough stone and mud, and also serve as climbing aids to reach and view
the unique roof covered with clay tiles, only one of its kind in the area. The entrance
is built in the traditional style of Upper Peru, where the sidewalls and roof project
beyond the actual front and form a covered porch. The original beams were secured
with leather thongs.
The church portals are crowned by a great semicircular arch. The atrium is
enclosed by a handsome wall featuring rows of small arches in volcanic stone and a
taller arch opposite the church entrance. The bell tower is built in two sections with
a pyramid-shaped spire and pinnacles in the shape of doves. The tower, church, and
atrium enclosure are whitewashed.
Today the church is practically abandoned. The families have moved to Colchane,
which is an administrative center, seat of the city council, and frontier pass. What
used to be the head of an entire seigniory now waits in solitude and patience during
the year for the two events that bring back together the descendants of the town:
the feast of the patron saint and the carnival festivities in February. In the face of
neglect, the ancient marka still performs its role as ceremonial center responsible for
keeping up the sacred link with heaven, which bestows blessings on cattle breeders
and farmers.
The legend tells how the mallkus or chiefs of the community formed by the
settlements of Ancuaque, Waitene, Chullucane, Chijo, Ancovinto, and Panavinto met
to decide on the foundation of a head town. The marka of Cariquima thus arose as
social, political, and spiritual center of the nine settlements devoted to farming and
tending flocks.
Like all the settlements on the altiplano, which were family estates devoted to
breeding llama and alpaca cattle, for hundreds of years Ancuaque was a clearly
defined cultural unit with a head town as center. The economy of each settlement
was upheld by the group, so that collective livestock production was exchanged for
collective farm production in the area.
This communal unity reflected the essential unity of the Aymara world. Division
of space at Cariquima echoed the double halving of the territory that the nine towns
occupied. The first division in halves (sayas) mirrored the concept of yanatin, or
complementary opposites, resulting in an imaginary line that crossed the Cariquima
area dividing it in halves: the higher half (arajisaya) containing Ancuaque, Waltene,
Quebe, and Chullucano; and the lower half (manqhasaya) grouping Villablanca,
Chijo, Ancovinto, and Panavinto. The division into sayas supplemented the traditional
cooperative distinction between farmers and cattle breeders, resulting in a fourfold
division of territory corresponding to the fourfold cosmogony of the Aymara world.
The religious festivities of their faith helped to update and reaffirm this social
and economic organization. The religious syncretism that arose with the advent of
the Roman Catholic faith preached by the Spanish conquistadors was in fact a wise
assimilation of the Christian cosmogony by the Andean cosmogony. Once erected, the
Catholic church rapidly became the spiritual center of the community, the place where
the pact of cooperation and complementarity among the villages was sacralized.
Roman Catholic evangelization found fertile soil in the Aymara religious spirit.
The temple was the expression of the sacred view that the shepherds had of life and
their own world. The protecting figure of the maliku, never completely suppressed in its
original form, could be associated to the protecting figure of some saint in the Roman
Catholic tradition. In turn, the sacred fertility of Pachamama could not fail to find an
echo in the prodigious virginity of Mary. Very soon the Christian liturgical calendar
became merged with the Andean ritual calendar, anchored in the milestones of the
astronomic production cycle.
In its time, the Ancuaque church arose as an expression of the new Andean
spirituality. From Colonial times, the family clan of the village reaffirmed its group
identity around the church and its patron saints, an unsurpassable place to preserve
Aymara traditions. The sacred site is immune to change and even serves as a focal
point for ancestral customs that, though practiced outside the church itself, nonetheless
look on it as a point of reference.
The building is preserved in good condition, its nave roofed in the traditional
manner and the adjacent tower built of rose-colored stone. Inside, Saint James and
the Virgin await the prayers of the faithful from a simple whitewashed altarpiece.
Notwithstanding, the community function of the Ancuaque church has virtually
disappeared. As in many other towns of the Chilean altiplano, the scant population is
gradually going over to the Protestant creed. The lengthy process of change that the
world of the Andes has undergone since the Spanish conquest is now going through
another stage of crisis. Loss of identity resulting from adopting Chilean nationality
and unceasing migration to the cities during the 20th century had been effectively
countered by the preservation of Roman Catholic ritual. The descendants of the village
visited the church regularly on the feast of the patron saint and other special days of
the year. To the Protestant dialectic, however, Roman Catholic worship of saints and
the Virgin Mary is abhorrent and therefore relegated with pagan rites or “customs” to
the lower regions of the mythical maqhapacha, or nether world.
Patron saint: Saint Thomas
Feast: 21 December
Patron Saint: Saint James
Feast: 25 July
Patron saint: Saint Joseph
Feast: 19 March
A NCUAQUE
203
MAuQUE
U smagama
H U AV I Ñ A
T AR APACÁ
From Aymara Mawki: name of a wild fruit
From Aymara Usmagama:
cause of disease, infection
From Aymara Wawiña: sheaf of straw
From Quechua Tara (name of a tree) and
Pakay (to cover): tara covering
In the Aymara cosmogony, each settlement or ayllu was under the protection of a
mallku or guardian spirit, the so-called compadre or “chum”, who lived on any of the
surrounding mountaintops, known in Quechua as achachillas. These mountain spirits
kept up a mythical family relationships with the community they guarded; they could
be either male or female, and were associated to the other guardian heights of the
Andean world, especially the towering snowy peaks of the altiplano, sources of the
sacred water. The mallku or achachilla were powerful and demanded respect and
offerings from the community. Mallku worship stems from the most ancient Aymara
ritual and was celebrated in February on the so-called “day of the compadre”. On that
day, the people of the settlement would climb the hill to raise a pole known as “arch”,
which was dressed as a shepherd and decorated with seigniorial signs of prestige.
The sight of the altiplano town of Mauque provides a particularly clear view
of the Andean cosmogony. The small shepherd settlement huddles under a steep
sheltering rocky peak. At the top of the achachilla there is a cross, not an arch, and
where in the distant past the community used to make offerings to Pachamama, the
life-giving mother, a Roman Catholic church reaches up to heaven dedicated to Our
Lady of Guadalupe.
The obvious relationship between Pachamama and the mother of Jesus arises
from the profound assimilation between the ancestral religion and the Roman Catholic
faith. The primary female deity, maternal principle of life, finds an echo in the figure
of the Holy Virgin. Pachamama is not known to have a spouse and her power to
generate is miraculous and self-sufficient.
The Andean area feels intense devotion for the Virgin Mary. The Andean soul
was particularly receptive to this form of worship and many of the churches in the
area reserved the central niche of the altarpiece for the Mother of God in one of the
apellations by which she is known. In addition, there are interesting historical details.
The church dedication to Our Lady of Guadalupe, as in Mauque, is unusual and
clarifies the circumstances under which Andean-Catholic syncretism developed.
Fray Diego de Ocaña, a Hieronymite monk, came to Potosí in 1601 with the
object of spreading the devotion to Our Lady of Guadalupe, which originated in
Cáceres, Spain. The monk painted an image of the Virgin in the Franciscan convent,
and the Bishop of Charcas, Alonso Ramírez de Vergara, a native of Extremadura and
devout worshiper of Guadalupe, requested the friar to paint another image for the
town of La Plata (Sucre). The faithful of that town praised the picture and built for
the Virgin a special chapel beside the Cathedral. Numerous copies were made of the
Virgin of Sucre and served as model and source of the devotion that quickly spread to
the settlements of the Andean area.
The Virgin of Sucre mirrors the image of Extremadura. The skin is dark, she carries
in her right hand a baton ending in a cross and with her left she holds the child with
a sphere in his hand. She is dressed in a triangular gold robe; the crescent moon is at
her feet and an oval crown on her head. The image has no resemblance at all to the
Mexican Virgin of Guadalupe, who appeared to the Indian Juan Diego in the early years
of the Spanish conquest. This advocation reached the Andean area in the 19th century.
The church that shelters Our Lady of Guadalupe at Mauque retains the
original appearance of the churches built in the 17th and 18th centuries in the
cattle settlements of the altiplano. The adobe brick walls enclose a nave roofed in
the traditional way with wood rafters, straw, and mud. A surrounding wall with arched
entrances encloses the atrium, leaving outside the Calvary used for ancestral offerings
and sacrificial rites. The bell tower built in two sections completes the male-female
pair it forms with the church, putting the Earth in touch with Heaven. Inside, the
image of the Virgin reposes in the whitewashed adobe-brick altarpiece, decorated with
simple but powerfully expressive figures reflecting the Aymara way of life in this world,
that is, as an integral part of Creation.
Deep in the Ocharaga ravine, in mid-sierra, Usmagama originated as a preColumbian member of the Andean archipelago of the Isluga seigniory. In the Colonial
period, it contributed to the repartimiento and parish of Sibaya, a neighboring town
that acted as head of Alto de Tarapacá.The church, a fine example of Andean Baroque,
was built at this time.
The church dates from the 17th century. Stone buttresses support its ancient
walls. It has a nave, pitched roof, whose traditional covering of straw and mud was
replaced with zinc sheets. A wall surrounds the sacred site of the atrium, where the
tower rises beside the church. It is built in one section topped by a small structure of
wood and galvanized iron, probably added to replace a collapsed second section..
The church porch is built of ashlar masonry and entirely covered with carvings of
vases, flowers, and fruits, The door is framed in a semicircular stone arch with stone
moldings carved with motifs of branches. The arch is flanked by two twisted columns
on tall pedestals adorned with angels and flowers. At the top of each column there
is a small sculpture, apparently representing a dancer at a religious feast. The entire
work is one of the most original productions of the local school of stonecutters.
The high altar and the altarpiece are of carved and gilt wood, profusely decorated
with floral motifs. A brick structure supports the altarpiece, which is in Baroque style
and distributed in three sections. The tabernacle is flanked by twisted columns and
has sliding doors under semicircular arches..
Today, the town of Usmagama seems to slumber, almost outside time. However,
this quiet settlement took an active part in one of the most energy-charged events in
American Colonial history: the rebellion of Tupac Amaru.
About 1770, the condition of Indian peoples was unfortunate,The caciques (Indian
chiefs) of the Audiencia of Charcas frequently accused the corregidors of abuse in the
allotment of forced labor and tax collection. When the Spanish Crown carried out the
so-called Bourbon reforms, designed to feed the royal treasury with further taxes, the
general discontent reached its limit. By 1780, the entire territory of Lower and Upper
Peru had rebelled. José Gabriel Condorcanqui, a cacique and descendant of the Inca
Tupac Amaru, educated in Lima and marquis of Oropesa, took the lead in a general
rebellion of the Indian world against Spanish abuse. Its purpose was to return the land
to its true owners. Previous efforts conducted by the Aymara caciques Tomás Catari
and Julián Apaza, also known as Tupac Catari joined the cause. The rebellion almost
caused serious damage to the Spanish administration. Indian mobilization organized
into a wild subversive movement that climaxed with the siege of Cuzco and La Paz,
and only came to an end with the capture and execution of the leaders.
In 1778, the parish priest of Tarapacá, José Francisco Ximénez, reported to the
bishop of Arequipa on the Indian rebellion in the town of Usmagama. According to
his report, the aborigines had risen up in arms against the lieutenant tax collector
owing to his excessive demands, and violent incidents had taken place. Events such as
those in Usmagama led the Church to excommunicate the insurgents, which caused
reiterated attacks on churches and their possessions. Towards 1780, the corregimiento
of Arica organized a military-religious expedition that went from town to town to quell
local rebellions. A total of 22 Indians were taken down to Arica to be flogged in front
of the cathedral.
Huaviña is an attractive settlement of pre-Columbian origin located in the foothills
of the Andes and formerly part of the Aymara archipelago of Isluga. The houses are
built on the slopes beside the farm terraces, the same that for thousands of years
supported trade with the cattle-breeding plains of the altiplano. When it reaches the
village, the path winding down the ravine broadens to become the main street, which
is crossed by parallel streets and narrow alleys. The church is at the end, suggesting
that the builder chose an unoccupied plot of land so as not to interfere with the
original layout of the settlement.
The marked Andean Baroque style of the church reveals its origin. Built in the
17th century as an Indian doctrine, it was under the jurisdiction of the parish of Saint
Nicholas of Tolentino, founded in 1620. In the early days of the Colonial period, the
population continued to be occupied with farming and cattle. However, when the silver
ore deposit at Huantajaya was rediscovered in the Iquique highland, many of the men
were transferred there to work in the mine. The devotion of these sons of Huaviña
showed itself in the church, where several works were paid for with their contribution.
The church has a single nave with a pitched roof. Unfortunately, the traditional
roofing of straw and mud was replaced with corrugated iron sheets. The carved stone
porch and semicircular arch are of balanced proportions and high artistic quality.
Inside, the altarpiece behind the high altar, made of wood in the Baroque style, is
remarkable. Its five niches are framed by carved gilt columns; the tabernacle is in the
center and has sliding doors decorated with a carved monstrance. The altar table is
inscribed with the words Alabado sea el Santísimo Sacramento (Praised be the Most
Holy Sacrament). The bell tower has a stone base and a second section made of
wood, ending in a steeple in the shape of a pyramid. The style suggests 19th-century
reconstruction, painted in colors little used in the Andean Baroque.
As patron saints, the images of the Virgin of Candlemas and Saint John, good
examples of the upper Andean Colonial School, watch over the church. Each is offered
a feast every year, to keep the tradition alive and for the ancient terraces to continue
providing garlic, onions, and vegetables to the few families who still work them.
The covering tara alluded to in the name Tarapacá abounds in the ravine where
the town is built, 1,350 m above sea level. The tree resembles the carob and can be
as high as 5 m, its thorny branches twisting around to protect the trunk.
The arid pampa is fought timidly by the streams that come down from the
mountain valleys. Thousands of years ago, the Pedregoso River enabled Indian farmer
groups to settle in the Tarapacá ravine. In time, the resulting communities entered the
economic trade system. The renowned geoglyph of Cerro Unita, named “the Tarapacá
giant”, is an astonishing testimony of the time when caravans of llamas crossed the
pampa to carry out trade between the farmer communities of the valleys and the
cattle-breeding communities of the altiplano. Recent studies have found an association
between the giant and the Tiwanaku deity carrying a crozier, representing Tunupa, a
complex myth referring to the civilizing Aymara expansion.
Tunupa is the son of the Creator, Viracocha, and is registered as going on a
mythical pilgrimage from Lake Titicaca to the confines of the Andean world. The
journey allowed the dissemination of a harmonizing message uniting the ethnic and
cultural diversity of the vast territory. The myth closes with a symbolic death at the
hands of those who refused the revelation, associating Tunupa to the figure of Christ.
The conclusion is that the Tarapacá giant dates from the time when this territory was
included in the area of influence of Tiwanaku.
During the expansion of Tawantinsuyo, Tarapacá was a resting-place on the Inca
Road. In 1536, Diego de Almagro recuperated here on his way back to Arequipa. Four
years later, Pedro de Valdivia passed by on his journey south, leaving doña Inés de
Suárez behind to await the reinforcements that Rodrigo de Araya, Francisco de Villagra,
and Juan Bohón were bringing along the other side of the mountains.
This ancestral strategic position was enhanced during the Colonial period. The
Indian encomienda in Tarapacá was organized shortly after the coming of the first
Spaniards. The Colonial town was under the jurisdiction of the Corregimiento of
Arica, founded in 1565. The economic consolidation of the area, supported by grape
and winegrowing in the valleys and the silver deposit at Huantajaya, allowed the
Corregimiento de Tarapacá to be founded, divided into four repartimientos or grants of
land, each with a parish: Camiña, Sibaya, Tarapacá, and Pica. Tarapacá was the capital
and seat of the governor and council. This prominence lasted until 1865, when the
seat of government moved to Iquique.
Some vestiges remain of the town’s period of prosperity: the square, paved with
flagstones, with a corridor supported by wooden arches; the esplanade and stone
arcade of the old Government Palace; the Colonial mansions with their stone porches
and wooden doors studded with copper nails; the walls of the old convent; and, of
course, the church.
The first church of Tarapacá was built in the 17th century as head of the parish.The
original stone and adobe brick structure and the distribution in two naves are still extant.
In 1773 the church underwent several improvements, many of them funded by don
Basilio de la Fuente, resident of Tarapacá and the wealthiest man in the region at the
time. Unfortunately, a fire and several earthquakes drastically damaged the structure,
leaving only the walls standing. One of the irretrievable losses was the altarpiece of
carved gilt wood, similar to those of the churches at Huaviña and Usmagama.
The belfry was built in mid-18th century and is considered an exemplary work
in the architectural heritage of Chile. It is made of ashlar stone in a Neo-Classic style
betraying the influence of the Arequipa School.
Saint Lawrence is the patron saint of miners. Recent restoration work gave the
church a resplendent appearance and reinforced its links with the main economic
activity in the area. The vehemence and generous devotion of its parishioners is
evident everywhere. Each year, on 10 August, when the church bells call to celebrate
the patron saint´s feast, more than 30,000 faithful come to San Lorenzo de Tarapacá
to give thanks for the prodigious generosity of the bowels of the desert.
Patron saint: Our Lady of Guadalupe
Feast: 12 September
204
Patron: Exaltation of the Lord Jesus
Feast: 14 September
(Also celebrated: Saint James, on 25 July, and Saint Rose of Lima, on 30 August)
Patron saints: Saint John
Feast: 24 June
Virgin of Candlemas
Feast: 2 February.
Patron saints: Saint Lawrence
Feast: 10 August
Virgin of Candlemas
Feast: 2 February
205
MAMIÑA
M AT I L L A
P ICA
CHIU-CHIU
From Aymara Mami (pupil of the eye) and
Ñaña (healed): healed pupil
From Aymara Matti (a plant with a gourd
as fruit) and lla (diminutive): a little gourd
From Quechua Phikay: to pick flowers.
From the Kunza (Chiuchiu): linnet
An Inca ñusta (princess) was going blind. Her parents ordered their servants to
find some remedy somewhere in the vast empire. The ñusta was taken to a spring
of miraculous water hidden among the cordons of the mountains that lead down to
Pampa del Tamarugal. The spring waters gave the princess back her sight and since
then the place has been called Mamiña, sometimes translated as “apple of my eye.”
The legend alludes to the pre-Hispanic origin of this town located at 2,750 m
above sea level and, though the first human settlements here are prior to the Inca
expansion, the legend is correct in associating the tale with the colonizing expeditions
ordered by the Cuzco authorities. Mamiña was a supply point along the Inca Road.
Vestiges of a pucara, a fortified construction placed at a strategic point to protect the
passing caravans, remain in the area. In the 16th century, following the routes shown
by Quechua guides, the Spanish conquistadors also passed by Mamiña and benefited
from its curative waters.
.The town clings to a rocky mountain. The ancient terrace farms can still be seen;
they were worked since ancestral times, when Mamiña was the seat of an ayllu
included in the Aymara seigniory that dominated the area. Its present layout is the
result of later development in the Colonial period, with narrow paved streets and
stone houses, some of which retain their carved porches.
In 1632, the Spaniards who settled in the valley erected the original church
dedicated to Saint Mark. The present building is a combination of original elements
and later reconstructions. The pink stone porch with its carved semicircular arch and
two columns is faithful to the original Andean Baroque style.The adobe brick walls and
heavy supporting stone buttresses also belong to the original church.
The interior is interesting. The central nave is 6 meters high. At the end, behind the
high altar, the altarpiece in stuccoed brickwork, in the Baroque style, has rough simple
lines and is painted in bright colors. It is divided into three stories flanked by columns
with capitals where acanthus leaves recall the feather headdresses with which the
ancient Incas were crowned.
Following the earthquake of 1877, the church was rebuilt along the lines of the
reigning Neo-Classicism. One of the alterations includes a couple of stone towers
topped by wooden belfries painted blue. The effect is particularly opulent, reflecting
the times of the nitrate boom, when Mamiña enjoyed renown for its hot springs
When it was first built in the 17th century, the church was erected as a sub
parish of Pica and remained as such while the Peruvian authorities governed the
area. After the war of the Pacific, when this territory passed into Chilean hands, the
Church organized a new jurisdiction for the area. The post of parish priest of Mamiña
was assigned to the man who would later become bishop of Iquique and first Chilean
cardinal, monsignor José María Caro. Suffering from a respiratory disease, monsignor
Caro also experienced the legendary healing effect of the Mamiña springs.
Matilla is an old oasis that enjoyed great prosperity during the Colonial period
and the nitrate boom. The present town was founded by distinguished residents of
Pica, who settled here to grow grapes in the ravine of Quisma.
No major vestiges remain of the ancient Indian settlements established in the
Matilla valley to benefit from its springs and fertile land. An Indian village located
three kilometers southeast of Matilla was destroyed by an earthquake. Local tradition
has it that on passing by the place strange noises are heard and it seems as though
the earth were about to collapse.
The process of Colonial settlement in Matilla is very similar to that of Pica, both
towns being not more than four kilometers away from each other. The two are located
near fertile oases with a similar climate, and in both valleys the Spaniards established
encomiendas to bring together and employ men from the ayllus or local Indian
settlements. As in Pica, the main crop in Matilla were grapes, haciendas were formed
and served as economic centers throughout the 18th century.
The Spanish conquistadors built the first church of Matilla between 1718 and
1721. Its central nave was completely destroyed by earthquake in 1768, when only
the bell tower survived. Construction of a new church began the same year.This church
served for 200 years until it collapsed in 1877 owing to another seismic movement.
Again the bell tower was unharmed, as was the high altar, which remains to this day.
Rebuilding of the church began in 1877; it is the Matilla church of today. Its main
feature of the Neo-Classic façade, following the style of architecture popular during
the nitrate period. The building was erected by a Spanish builder, José Durán, with a
technique based on reed panels plastered with limestone and chalk. The roof features
a vault in the shape of a cross, plastered with mud. The front was faced with boards
of Oregon pine, a termite-resistant wood that ships stopping at Iquique to load nitrate
used to carry as ballast. Major features inside are the high altar, the altarpiece and
a remarkable sculpture of the Last Supper with life-size figures, all works preserved
from the original church.
Out of harmony with the Neo-Classical lines of the main building, the bell tower
is a faithful witness of the Colonial age. Its three sections are made of blocks of
anhydrite and borax, built in the same Baroque style that surely inspired the first
church erected in the 18th century.
At 1,326 m, Pica is a garden in the desert pampa, at the foot of the mountains.
The local pure water springs have fostered human settlement from time immemorial.
In the early 16th century the Pica oasis was a major point of supply on the Inca
Road. Diego de Almagro, on his way south, wished to enter it and met the resistance
of the inhabitants. Later, after the Valdivia expedition came, settlement of Spaniards in
the town became definitive. The conquistadors took over the land and distributed it in
the form of mercedes (grants) and encomiendas. In 1565, Lucas Martínez Vegaso is
registered as being in charge of the first Indian encomienda en in the Pica Valley.
Introduction of vineyards in the valley came in the wake of increased Spanish and
half-breed population in the town. Winegrowers were registered by the end of the
16th century and deeds of ownership were issued in the early 17th century regarding
vineyards producing wine that was intended mainly for Arequipa and the mine at Potosí
The first church of Pica was built shortly after Spaniards settled in the valley; it
was destroyed by earthquake in 1600. Until 1620, Pica was served by priests and
missionaries as a doctrine. Since that year the town was the seat of a curacy, which
testifies to its importance as a Colonial town.
The Pica oasis was greatly favored in the 18th century by the silver mining work
at Huantajaya. The mine was worked since before the Spaniards came; it was located
on the coast near Iquique. Spaniards continued to mine the ore until they left the
area for fear of being attacked by pirates and freebooters. In 1717, Juan de Loaysa
y Valdés, thanks to details given him by the Indian Cucumate, rediscovered the mine
and named it San Agustín de Huantajaya. The ore deposit brought prosperity to the
oases supplying the area, which was invaded by waves of settlers seeking riches. Pica’s
importance increased and the town became the seat of the Lieutenancy of Aricá,
under the Corregimiento of Arica.
Development during the Colonial period required the inhabitants of Pica to
resolve the capital problem facing life in the desert, i.e. water supply. Utilizing the
mining techniques of Potosí, they built close to 14 km of adits, long narrow filtering
tunnels that catch underground water and send it to tanks called cochas, where it is
stored for use in irrigation.
Towards 1780, Pica also suffered Indian revolts that joined the rebellion of Tupac
Amaru. An Indian noble, Julián Ayben, who was a public official, obtained a statement
from Tupac Amaru declaring himself an enemy of Spaniards. Ayben made efforts to
spread the rebellion by holding secret meetings and sending messengers to Tarapacá,
Mamiña, and Llica. He promised that adherence to the cause would be rewarded
with the end of taxation and freedom forever from the Spanish yoke. When Ayben
revealed his plans to the parish priest of Pica, the latter decided to outlaw him.
Notwithstanding, a promise by the followers of Ayben to end the subversive meetings
persuaded the priest to put him in the care of an old uncle who would watch him.
Finally, Ayben begged to be pardoned and forswore his rebellious intentions.
The economic bonanza arising from nitrate mining in the Far North left its mark
on Pica. The Colonial oasis devoted mainly to producing wine for the mining and
administrative centers was converted to a fruit orchard intended to supply the nitrate
works. The valley climate was exceptionally favorable for citrus growing and to this day
the town benefits from the renown of the sweet Pica lemon.
Another earthquake destroyed the Colonial church in 1768. It was rebuilt shortly
afterwards, thanks to the contributions of benefactors don José Basilio de la Fuente
and don Matías Soto. The nitrate boom introduced new materials and styles of
architecture, which definitively altered the traditional appearance of the church. The
present building was erected between 1880 and 1886 in the Neo-Classical style.
It has a high pediment framed by rectangular coiumns, three front access doors
under semicircular arches. Two belfries on the porch are each topped with a cupola
forming a vault.The main structure is composed of a nave and two aisles with grooved
columns supporting the central cross-shaped vault. On the transept there is a cupola
ending in a lantern. Inside, the church of Pica features a Last Supper with life-size
images in polychrome wood.
Patron saints: Saint Andrew
Feast: 30 November
At an altitude of 2,625 m, close to the confluence of the Loa and Salado Rivers
on the arid Pampa de Llalqui, Chiu-Chiu rests after a long and chequered career.
Thanks to the oasis formed by the river, human beings - groups of hunter-gathererssettled there over 3,000 years ago. With the advent of agriculture, Chiu-Chiu became
a central influence in the development of the Atacameño culture, as well as a major
stage for the trade caravans traveling between the Pacific coast and the tropical
jungle during the Tiwanaku era. The Pucara or fortress of Lasana, built around 1,100
BC, is a remnant of consolidated Atacameño power.
Both Incas and Spaniards realized the commercial importance of the valley. ChiuChiu was a stage on the Inca Road and witnessed the coming of the Almagro and
Valdivia expeditions. Following the Spanish settlement and during the entire Colonial
period, the strategic significance of Chiu-Chiu was intensified with the increased
trade between the coast and the altiplano. In the late 16th century, Juan Velásquez
Altamirano, appointed Corregidor and holder of an encomienda, took control of the
caravans that brought dry fish to the central oases as tribute to Atacameño chiefs
from the coastal communities. Velásquez started the business of selling this aboriginal
product to the mines at Potosí and opened a trade route that would later become
highly important when Bolivian ports developed at Morro Moreno (Antofagasta) and
Cobija. During the peak years of traffic, Chiu-Chiu had more than 10,000 beasts of
burden and operated an active supply market.
In the 16th century, Chiu-Chiu, or Lower Atacama, as the Spaniards called it,
became subordinate to the Corregimiento of Lipes, in Upper Peru. Its curacy was
established in 1611, as recorded in the first parish record, opened the same year,
including canonical recognition of the church and the doctrine of Indians who had
settled in the area some decades earlier.
In mid-17th century, the ruinous condition of the original church required
reconstruction, a task undertaken by Juan Antonio Viticolas, Indian governor of the
province of Atacama. This building is still standing today, one of the most frequently
listed in the record of Andean churches in Chile and a significant example of the
unique Atacameño Andean style.
The parish registers provide a wealth of detailed information on the evolution of
the church over time. A number of improvements made bear witness to the booming
economy of the town during the Colonial period.
The church doors made of cedar lined with cactus wood were commissioned for
the reconstruction of 1670. The same date applies to a statue of Saint Francis, the
patron saint. The purchase of a bell weighing three quintals (300 lb) and another
weighing four arrobas (100 lb) was recorded in 1718, bought by the parish priest and
the churchwarden, respectively. A donation was recorded on the same date, including a
wooden tabernacle carved with angels, pyramids, seraphim, and four twisted columns,
and an altar front of gilt wood.
The church roof follows the traditional Atacameño pattern: chañar wood roof
beams tied with leather thongs, cactus laths thatched with mud and straw. A record
dated 1735 reveals that the structure had to be repaired by a carpenter following
a violent tremor. In mid-18th century, the altarpiece for the high altar was described
as made of wood without gilding, of small size, composed of four niches and a gilded
tabernacle. At the top of the altarpiece there was a figure of Christ with a column and
rays around his head, made of gilded wood. A wooden pulpit in the central nave was
also recorded. The belfry was repaired in 1765, and a spire added to finish it.
That the trade connection with Potosí was well established by the late 18th
century is borne out by a contemporary record stating that the images of the two
thieves added to the altar of the side chapel had been made in the workshops of that
town. The inventory of 1772 records that the church was twenty to twenty-five yards
long and eight or ten yards wide. The addition to the altarpiece of four cornucopias of
gilt wood, each containing one of the four evangelists, was recorded in 1776.
Towards 1882, Chiu-Chiu was going through a period of splendor. According to
the inventory for that year, the church had a new high altar made of gilded stucco and
its walls had been papered with gold paper. By 1878, however, the boom appears
to have come to an abrupt stop. The church is described as having its high altar
destroyed, the side altars in a state of disrepair, and the images, including that of the
patron saint, in very poor condition. Such decadence marked the end of a long cycle
of prosperity. In the late 19th century, the advent of the railroad and general migration
to the nitrate works and the Caracoles silver mine helped Chiu-Chiu gradually to sink
into the state of repose it exhibits today.
Virgin of Lourdes
Feast : 11 February
Patron saint: Saint Francis
Feast: 4 October
Patron saints: Saint Mark
Feast: 25 April
Our Lady of the Rosary
Feast: 7 October
206
Patron saints: Saint Anthony of Padua
Feast: 13 June
Virgin of Candlemas
Feast: 2 February
207
T OCONAO
R ÍO G RANDE
PEINE
C a spana
From Kunza: Jar
From Kunza Ckas (hollow) and Pana (child):
child of the hollow
The town is built in an oasis close to the southern border of the Atacama Salar, at
an altitude of 2,400 m. As by a miracle, the mountain streams turn the salty soil into
vegetable gardens. The bounty of the oasis fostered the settlement of hunter groups
who gradually adapted to a form of life based on farming and breeding llama and
alpaca. These early settlers left traces of their presence in cave paintings found south
of the Peine ravine.
There is an Old Peine and a New Peine. The old town is an ancient pre-Hispanic
Atacameño settlement prior to the type of defensive pucara erected around the
12th century. The surviving vestiges point to a prolonged period of reconstruction
in different forms including dry-stone, dressed stone, and stone and clay. Following
the Inca expansion, the Atacameño town became important as a tambo beside the
Imperial Road that continued south. The expeditions headed by Almagro and Valdivia
passed by there and very soon the settlement became a Spanish town during the
foundation period of the Conquest. The old town preserves a church built in the late
16th century, when the first Christian missions came to the area. The original walls
are still standing together with a handsome porch and arch. Rectangular in shape, six
paces wide by twelve paces long, it had a pitched roof and the high altar was made
of stone and mud.
Old Peine and its church were abandoned in mid-17th century.The new town was
laid out south of the ravine on a foothill, designed as a single long street. During the
Colonial period, farming was part of the economic circuit of the trade caravans.
The church of Saint Roch of New Peine stands at the end of the main street of the
town. Parish registers show that it existed in mid-17th century. Thanks to responsible
restoration in 1940, the church preserves its original appearance. The floor plan is
rectangular, with a pitched roof in the traditional Atacameño pattern: beams of chañar
wood covered with cactus laths, mud, and straw. The bell tower is joined to the church;
it is built of stone blocks in two sections crowned by a four-sided pyramid topped by
a stone cross. It is a fine example of Andean Colonial style.
In the late 18th and early 19th centuries, Peine witnessed general migration
to the trans-Andean valleys by the inhabitants of the Atacama oases, resulting from
excessive taxation by the corregidors as much as from the nomad habits of the
original population. This period of economic depression was followed by a boom
arising from the silver mining operations that José Santos Ossa undertook in Lanquir
in the 19th century. The population showed the same enthusiasm for mining that they
show today for the lithium works at the Salar. Work on the age-old vegetable gardens
has sunk to subsistence level in expectation of renewed prosperity.
Under the old Jewish law, the eldest son was to be presented to God at the
temple 39 days after his birth. On such occasion, the child´s parents made an offering
of candles to light the temple. The eastern Christian tradition also celebrated the
presentation of Jesus on 2 February or 39 days after Christmas. The celebration in
honor of the Virgin Mary is known as Candlemas from the associated offering of
candles from the faithful.
Caspana is located at an altitude of 3,305 m in the ravine of the Caspana
River, which flows into the Salado River. Thanks to the mountain streams about forty
hectares of land are suitable for high-altitude crops. Since the first hunter groups
settled there several thousand years ago, the presence of humans gradually evolved
into the town as it is today. The houses built of rhyolite rock and thatched with mud
and straw are distributed in an irregular pattern of pre-Hispanic origin. Its evolution
into a Colonial town is marked by its two streets paved with stone and the peripheral
location of the church and cemetery.
In the course of history, the area of Caspana experienced intensive cultural
interaction. Not far from it is the Pucara of Turi, the largest fortress built by the
Atacameño culture, which flowered around the 12th century. Later, the brief but
decisive Inca influence was administered from the same fortress. Its traces are
particularly evidenced in Caspana, whose inhabitants spoke Quechua, contrary to
their neighbors in the Salar area, who spoke Kunza.
The inhabitants of the neighboring town of Alquina refer scornfully to the people
of Caspana as “descendants of gentiles”, referring to the mythical original race of the
Andean area. The legends say that in the beginning of time the world was dark and
constantly overcome by the force of the waters.The gentiles survived in caves, collecting
what little the earth would provide and conducting instinctive communication with the
elements. The race could not withstand the advent of the sun and vanished from the
face of the earth leaving no trace except for a few rudimentary constructions.
The fact that the inhabitants of Caspana are associated to the legend of the
gentiles, which originated in the Aymara world, may stem from the small altiplano
colonies that existed there during the Tiwanaku age. In any event, Caspana ignored to
a considerable extent the powerful existing connection among neighboring settlements
and developed close links with fairly distant communities. Some versions say that the
image of the Virgin of Candlemas was the gift of the Machuca community, located in
the basin of the Atacama Salar.
The original church at Caspana was dedicated to Saint Luke, the Evangelist, as an
annex to the parish at Chiu-Chiu. A mid-18th-century document describes the walls
around the high altar as lined with red silk, with eleven pictures of various religious
themes. Mention is also made of a wooden altar cross, an image of Saint Luke, doors
made of cactus wood, and a bell tower with two bells. Early in the 19th century the
appearance of the church is described as very similar to that of the present time:
stone and mud walls; roof made of cactus laths held up by nine wooden beams tied
with leather straps; and the high altar of stone. Also mentioned are a picture of Saint
Cecilia, patron saint of musicians, and images of the Virgin Mary associated with
the Conception and Candlemas. The four small side chapels or resting places for
processions are listed, together with a granary where maize was stored for the use
of the church. In the late 19th century, the war of the Pacific put an end to the link
between the church of Caspana and the bishopric of Charcas, which brought on a
period of neglect and disregard for its contents
The devotion behind the rich expressions of Andean Roman Catholicism can
be judged from a record dated 14 August, 1776, registering “a gift from the native
population” composed of 16 yards of consoles carved with flowers, six mayas or sets
of decorations in silvergilt paste, with fleurons, and six gilt wooden tablets.
From Kunza Tocknar (stone) and ao (place):
place of stones
For the first thousand years BC the oases of Atacama were inhabited by farmershepherd peoples who had settled there to take advantage of the abundance of
water. From 500 BC, irrigation works were improved in order to flood the most
appropriate soil and turn it into gardens suitable for growing vegetables for food. This
development brought with it the use of time intervals between sowing and harvest,
which fostered handicrafts, animal husbandry, textile production, and cultural life in
general. The discovery at Toconao of complex pottery items gave this stage of the
Atacameño culture the name of Toconao Period (500 BC – AD 100).
Owing to agricultural development and contacts with the Tiwanaku culture and
the peoples of the altiplano, the Atacameño culture consolidated during the first
ten centuries of our era. The inhabitants of the oases gradually formed ayllus that,
coordinated by their caciques or chiefs, joined the trade networks between the coast
and the altiplano.The quality of the water at Toconao fostered substantial development
of crops such as Indian corn, quinoa, potatoes, beans, carobs, and chañar, while llama
and alpaca breeding also improved considerably.
The Spanish conquistadors sought to control the Atacama trade. However, following
the assault on the pucara (fort) at Quitor by Francisco de Aguirre, the Spaniards’
attempts to establish settlements in the area encountered serious resistance from
the Atacameños, one of whose main objectives was to keep up traffic to the towns
in La Plata (Bolivia) and Chile. Velásquez Altamirano founded the town of Toconao in
the oasis located on the eastern edge of the Atacama Salar. The site offered strategic
advantages by being farther from the ayllus of San Pedro, which, until the Suipacha
agreement was reached, had fought against Spanish domination. In addition, the soil
and other conditions were particularly favorable to crops originating in Spain. Shortly
after the town was founded, the land of the oasis was applied to growing vineyards
and fruit orchards.
In the 17th century, the first church built by the Spanish conquistadors was
annexed as an under parish to the parish of San Pedro de Atacama. During the entire
Colonial period, the ancestral form of farming vegetable gardens with a community
irrigation system aided the consolidation of Toconao as a hybrid town. As in so many
other localities in the Andean area, the Toconao church was the setting for the rich
syncretism that arose from the assimilation of the Roman Catholic faith into the
Andean cosmogony.
The present church of Toconao was built of stone around 1744.The parish records
provide information on its evolution. In mid-18th century, there is a description of a
well-finished high altar with images of Saint Luke, Saint Rose, and the Most Holy Virgin.
Towards the end of the century, the church was sustained and maintained by a “piece
of vineyard” composed of 104 large and small vine plants. One hundred years later,
in mid-19th century, the vineyard had dwindled to “30 fruit vines and twenty small
ones, all for the wine or expenses of the church.” By then, the church had new roofing,
a double door in poor condition and an altarpiece of teasel (cactus) wood featuring
six niches with images. In addition, there was a parish house composed of one room,
kitchen and a stonewalled enclosure for animals. An inventory of the same date lists
a number of ornaments and objects made of fine silver.
The bell tower at Toconao has become a symbol of Andean architecture.
Built around 1750 of dressed stone and mud, its three sections are separated by
ornamental cornices. The top ends in a pyramid and features a pinnacle at each
corner. This beautiful work embodies the response of the inhabitants of Toconao to the
original vocation that singled them out as children of a “place of stones.”
Patron saint: Saint Luke
Feast: 18 October
The history of the altiplano settlement named Rio Grande is unclear. Some
reports say that the town was originally a stop for the caravans bringing meat from
Argentina to Calama. Others say it was an ancient tambo on the pilgrimage route
of the inhabitants of San Pedro and Toconao going to the feast at Auquina. In any
event, the fact is that the historic register of the town, including the parish records, is
meager.
Rio Grande is halfway between the cultural area of the Atacama Salar and the
basin of the Salado River. As a result, the town is oddly divided into separate sectors.
One is known as “downstream” and identified with San Pedro de Atacama; the others
are San Juan and Peñalín, which look to Caspana.
Rio Grande is rich in customs and traditions expressed to this day at religious
festivities such as the feast of Saint James, the patron saint, the day of the dead, and
other rites associated to the productive cycles of farming and animal husbandry.
Notwithstanding, this wealth of ancestral traditions is at odds with the Spanish name
of the town and the lack of major anthropological traces. The presence of prehistoric
remains in the surrounding area, at San Juan and other neighboring points, suggests
that Spaniards founded the town during the Colonial period; and the evidently Hispanic
layout of the settlement supports this view.
The church of Rio Grande is well preserved. The original building is probably of
the 18th century and has a single rectangular nave with plastered walls, an unusual
feature. The roof is of the traditional Atacameño style, with wood rafters,, cactus laths,
and covering of mud and straw. The altarpiece is built into the wall and has seven
niches. A small image of Saint James (Santiago-Illapa) on horseback guards the
church.
The bell tower is freestanding and built in three sections topped with a pyramid
covered with straw and mud. At the foot of the tower is one of the four chapels or
resting places within the atrium, for the processions that the community conducts on
the feast of the patron saint.
Patron saint: Saint James
Feast: 25 July.
Patron saint: Saint Roch
Feast: 16 August
Patron saints: Saint Luke
Feast: 18 October
Virgin of Candlemas: 2 February.
208
209
MaCHUCA
s An p edro
de
a ta c a m a
A GRADECIMIENTOS
From Kunza accatchcmar: people
From Quechua p´atacama: meeting of people
“Although these animals are very fleet of foot, they are easily hunted, in this
province and others, by fixing with stones to keep them erect a line of poles one or
two yards long across a cattle path, and stringing a cord from one to another, they
tie to it pieces of colored wool that flutter in the wind. When this is ready, some of
them chase the vicuña on horseback and frighten them from different sides so that
they run in that direction, where they stop, afraid of the colored wool, and that flimsy
obstacle acts as an invincible wall. The hunters carry with them a rope more than nine
yards long, with a stone at each end, which they throw at the feet of the vicuña and
catch them entangled. If, by misfortune, a guanaco has joined the troop, all is lost, for
these animals are not afraid of the colored wool, so they break down the barrier and
all escape.”
The above account is a record from the 18th century, describing the traditional
method of hunting vicuña practiced until recently by the peoples of the Atacama
altiplano. Vicuña hunting is the base for the lengthy cultural evolution of this area.
The first human settlers were what is known as archaic hunters, who came to the
area about 10,000 years ago, from the puna to the mountain valleys and ravines
abounding in a varied fauna that could supply them with food.
Machuca is a shepherd settlement at an altitude of 4,015 m, about 50 km from
San Pedro. The waters of a tributary of the Grande River allow llama and alpaca to
graze among the nearby bogs and support minimal subsistence farming. For centuries
Machuca was a cattle-breeding settlement linked to the Atacameño culture on the
trade route followed by caravans circulating between the oases and the trans-Andean
altiplano.
When the Spaniards came, the settlement began to grow into an organized
town. In the process, the church played a leading role as focal point for community
life. The profoundly spiritual nature of the Andean people, aided by the shepherd’s
contemplative existence, adopted for protection the tenets of the Roman Catholic
faith adapted to their particular codes. Thus the Holy Virgin, the saints, God the Father,
and the Cross of Jesus were invoked in the face of the manifold trials of life in the
heights.
The Machuca church is preserved in good condition; the high altar was restored
in 1933. Stone walls enclose a small nave roofed in the traditional way with wooden
beams covered with cactus laths, straw, and mud. A stone wall surrounds an extensive
atrium, including four stops or resting places for the processions held on religious
feasts. The bell tower on the side is built of stone in two sections topped with a
pyramid-shaped spire.
The high altar displays the images that arrived during the Colonial period in
portable altarpieces, sent from the great evangelizing centers of the Andean world.
Sword in hand, astride his white horse, Saint James-Illapa fills a special place as patron
saint. For some years now, in addition to presiding at the traditional feasts of the town,
the saint and the church are often visited by tourists.
Patron saint: Saint James
Feast: 25 July
A document dated 5 March, 1557 records a mass said in Kunza at the church
of San Pedro, by a priest named Cristóbal Díaz de los Santos. The mass is said to be
of the Peace Treaty, because it sealed the Suipacha agreement between the Spanish
corregidor Juan Velásquez Altamirano and the chief cacique of Atacama, Don Juan
Cata-Cata. The attendance of Indians at the mass and their acceptance of Christian
baptism was their form of obeisance to His Majesty the king of Spain.
Since the year 500 BC, the farmer and shepherd communities who had settled
in the oases of the Andes foothills began to use irrigation for their crops. This was the
origin of the ayllus, where the Atacameño culture slowly evolved. The pukara of Quitor,
close to San Pedro de Atacama, was the peak of a highly autonomous culture, despite
its ongoing links with Tiawanaco and the later seigniories of the altiplano and puna.
There the Atacameños watched their caciques make civilized arrangements for peace
with the Inca chiefs, during the expansion of Tupac Yupanqui. Here, too, they took
refuge before the threatening advance of the conquistadors.
When Diego de Almagro, turning back to Peru, entered the Atacama oasis
in search of Indian corn and meat for his men, he found the Indian population
barricaded inside the pucara. News from the north had announced the coming of
the “white wiracochas” and the Indians were prepared. Almagro failed to seize the
fort; in 1540, however, Francisco de Aguirre, adelantado of the expedition of Pedro de
Valdivia, conducted a bloody operation that made it clear that the Europeans were
bent on conquest.
The Valdivia expedition founded towns in Toconao and the San Pedro oasis
before continuing south. The Atacameño caciques, however, rose in arms and resisted
domination. The Spaniards concentrated at Toconao until the Suipacha meeting was
over, when Velásquez Altamirano succeeded in arriving at a trade agreement with
the cacique don Juan. Since then, having negotiated peace in High Atacama, as the
Conquistadors called the area, the Spanish empire took over control of the existing
trade routes connecting the coast with the altiplano.
The present appearance of the church in San Pedro is the result of a number
of modifications and reconstructions of the original church erected in the late 16th
century. One of the bells in the present bell tower bears an inscription by its maker
dated 1602. Towards mid-17th century, San Pedro is recorded as head of the Indian
doctrine comprising the churches at Toconao, Socaire, Peine, Susques, and Incahuasi,
under the jurisdiction of the bishopric of La Plata (Bolivia)
The building record of the church, dated in mid-18th century, registers
improvements that suggest prosperous circumstances during the Colonial period. By
then, San Pedro was the administrative center and storehouse for the caravans trading
in dried fish from Cobija. The inventory for 1776 records a statue of Saint Peter, the
patron saint, a pipe organ, one large harp and one small harp, an ordinary violin, four
bells in the bell tower, and main and side doors of cedar.
On 6 June, 1839, the original church was destroyed by fire. The parish priest, don
Juan Manuel Tabuada, undertook reconstruction including, among other things, brick
flooring, roofing of cactus laths supported by 46 chañar beams, the altarpiece over
the high altar and wooden doors painted light blue.
In the second half of the 19th century, general migration to the Caracoles mine
damaged trade for San Pedro. Notwithstanding, following annexation to Chile after
the war of the Pacific, the oasis became important as a supply center for the nitrate
works. In 1944, the church was fully restored to its original appearance, in accordance
with 18th-century records. Shortly afterwards, in 1965, Father Gustavo Le Paige, a
Belgian priest, was placed in charge the parish. In addition to recovering and studying
archaeological remnants of the Atacameño culture, he organized construction of the
present adobe-brick bell tower in the Colonial style.
A las comunidades de cada iglesia que permitieron compartir este patrimonio para que sea conocido y valorado por todos.
Al padre Amador Soto, Vicario General del Obispado de Arica, por su inestimable ayuda y colaboración en la producción de este
libro.
A Magdalena Pereira y Cristian Heinsen, directores de la Fundación Altiplano, dedicada a la conservación y restauración de los
templos andinos de la primera región, que se unieron a este proyecto desde su inicio aportando sus experiencias y estudios en el
ilustrativo texto de cada iglesia.
A Isabel Cruz por su gran disposición a participar con sus conocimientos en la introducción.
A Carlos Aldunate por sus sabias indicaciones y el honor de contar con su presentación.
A Fernando Larraín, Juan Luis Correa y Nicolás Hurtado por el decisivo apoyo otorgado en la realización de este proyecto.
A Juan Carlos Macuada por su siempre cálida acogida.
Al padre Gabriel Guarda y sus amables consejos.
Al padre Giacomo Valenza, Vicario General del Obispado de Iquique.
Al padre Patricio Cortés, párroco de Chiu Chiu.
Al padre Ricardo Sotelo, párroco de San Pedro de Atacama.
A Cecilia García Huidobro de la Corporación de Patrimonio Cultural de Chile.
A Hernán Rodríguez de la Academia Chilena de la Historia.
A Rómolo Trebbi de I.C.O.M.O.S., Centro Internacional para la Conservación de Monumentos y Sitios.
A Lidya Bendersky, Agregada Cultural de la Embajada de Chile en Washington D.C.
A Marilys Downey, Signe Nielsen, Lula Blackwell-Hafner, Paul Grayson y Marieliz Unwin por su siempre afectuoso apoyo en Nueva
York.
A Keiko Hombo, María Teresa Zegers y Cristián Flores por su precioso diseño.
A Ignacio De La Cuadra por su paciencia.
A José Domingo Rivera, León Prieto y Sebastián Irarrázabal.
A mi hermano Francisco Braun.
Patron saint: Saint Peter
Feast: 29 June
210
211
© 2004 por Max Donoso Saint
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Primera Edición
Diciembre de 2004
Impresión
Ograma
Manuel Antonio Maira 1253
Providencia, Santiago, Chile
Contacto
www.maxdonososaint.com
www.fundacionaltiplano.cl
D E L
DESIERTO
andinas del norte de Chile. Orientados al
cielo en la sobrecogedora geografía que
asciende desde el desierto hasta las cumbres
del altiplano, los templos hunden sus
cimientos en el saber milenario del mundo
andino. Sus construcciones centenarias dan
cuenta de un rico proceso de asimilación
cultural, a la vez que albergan hasta hoy el
profundo sentido de lo sagrado, verificable
del
en la devoción de las fiestas religiosas. El
ejemplo de las comunidades que las
custodian como fuente de identidad debe
servir de inspiración para apoyar su
restauración y conservación como
desierto
patrimonio nacional. Sólo una sociedad que
respeta su legado cultural y espiritual puede
acercarse a la verdadera belleza.
This book illustrates a selection of Andean
churches in northern Chile. Gazing skywards
in the overpowering landscape rising from the
desert to the heights of the altiplano, the
churches have their roots in the ancient wisdom
of the Andean world. Their centuries-old
buildings bear witness to a rich process of
M A X D ON O S O S A I N T
Magdalena Pereira es licenciada en historia
de la Universidad Católica de Chile.
Realizó su tesis en torno a la iglesias
andinas y comenzó la investigación y
registro del patrimonio histórico de los
templos de la diócesis de Arica. En 2002
fue becaria de la National Gallery en
Washington D.C. y, a partir de 2003, es
Coordinadora de la Comisión Nacional
para Bienes Culturales de la Iglesia. Su
marido, Cristian Heinsen, es licenciado
en letras y máster en documentales.
Inspirados por el padre misionero
Amador Soto Miranda (en la foto), han
creado, junto a otros profesionales, la
Fundación Altiplano para la restauración
de los templos andinos y la promoción
efectiva de la cultura tradicional.
ig l e s i a s
Residente en Nueva York los últimos
años colaborando para las revistas House
& Garden y Landscape Architecture, el
fotógrafo Max Donoso ha publicado
varios libros en torno a la identidad
cultural de Chile. Su trayectoria incluye
lecturas y seminarios como profesor en
The New York Botanical Garden y The
Horticultural Society. Sus fotografías en
blanco y negro han sido exhibidas en
galerías de Nueva York, Washington D.C.
y Santiago. Actualmente se encuentra
preparando otros libros que muestran
el valioso patrimonio cultural y natural
de su país.
I G L E S I A S
Este libro ilustra una selección de las iglesias
cultural assimilation, while they guard to this
day a profound sense of the sacred, as shown
F O T O G R A F Í A S
in the devotion felt at religious feasts. The
M A X D ONOS O
example of the communities that guard the
T E X T O S
churches as a source of identity should provide
M AG DALE N A PE RE I R A
inspiration to support their restoration and
C R I S T I ÁN HE I NS E N
preservation as a national heritage. Only a
society that shows respect for its cultural and
I N T R O D U C C I Ó N
I S AB E L C R UZ
P R E S E N T A C I Ó N
C AR LOS AL D UNAT E
spiritual legacy can approach true beauty.
Max Donoso Saint