Alfonso de Lamartine - Actividad Cultural del Banco de la República

Transcription

ALFONSO DE LA}IAR'rlNE,~
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PARIS
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Este Libro Fue Digitalizado Por f()TE~~U;Sr
La Biblioteca Luis Ángel
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Àngel Arango del Banco de la Republica. Colombia
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Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la Republica, Colombia
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J
De todos los hombres ilustres con que se honra la
Francia contemporánea no hai ninguno cuyo nombre haya
alcanzado en el estranjero mayor celebridad que el de :MI'. de
Lamartine. Tan brillante ha sido su vida pública, tan rica
de afecciones i recuerdos su vida privada, tan grandes los
acontecimientos en que ha figurado como hombre de Estado,
i tantas las simpatías que ha merecido como poeta, que su
figura será tal vez la mas popular de cuantas rejistre la
historia de estos últimos veinte años , i esto apesar de las
debilidades que empañan su carrera política.
La biografía de este hombre célebre, elevado a la cumbre
de la grandeza i precipitado poco tiempo después en el
abismo de la indiferencia pública, hasta el punto de no
encontrar su nombre ni un eco en el país de que fué el
-6-
ídolo, será una grande i provechosa leccion para los futuras
jeneraciones.
Frecuentemente se ha comparado al pueblo frances con
el de Aténas, que desterraba a sus grandes hombres cuando
el rumor de su fama se le hacia importuno. 1 a la verdad
que no deja de haber exactitud en la comparacíon. - Los
Atenienses, sin mas razon que In.voluntad unánime de seis
mil descontentos, arrojaron del suelo de la patria a Aríf>tides i a Temístocles. Esa injusticia se llamaba ostracisma. - Los Franceses abandonan i olvidan a sus grandes
ciudadanos. Esta indiferencia se llama ingratitud. Pero la
indiferencia del pueblo de hoi hácia MI'. de Lamartino tiene
causas distintas que deben tratarse con detenimiento.
Pocas personas aman i admiran mas que nosotros al
autor de la Historia de los Girondinos, i la prueba es
que solo tomamos la pluma para rendir homenaje a su
excelso mérito; pero la veneracion que nos inspira no nos
ciega hasta el estremo de desconocer sus faltas.
Las acusaciones que se le han dirijido i las defensas que
de él se han hecho en Francia, no son, a nuestro juicio, lo
que debieran ser, porque es mui difícil que la verdad se
abra paso por entre la lucha encarnizada de las pasiones
políticas. Léjos de nuestro país, i teniendo, afortunadamente, la fria imparcialidad del espectador que refiere las
diversas escenas de un drama en que no ha representado
papel alguno, nosotros creemos que nos será fácil presentar a MI'. de Lamartine bajo su verdadero punto de vista, i
decir acerca de este hombre ilustre lo que Das dicte nuestra
conciencia, i nada mas. Indignos seríamos de la confianza
de nuestros lectores si, en lugar de atenernos a nuestras
propias inspiraciones, nos convertiéramos en el eco de la
voluble prensa parisiense.
-7·Las acaloradas polémicas con qne apasionados amigos e
implacables detractores han ajitado la Europa a propósito
de Mr. de Lamartine, i la merecida fama de su nombre como
poeta, orador i hombre de Estado, prestarán, no lo dudamos, algun interés a este folleto.
Nuestra simpatía por Mr. de Lamartine data de la infancia : casi puede decirse que aprendimos a leer en sus
obras. El Rafael, las Confidencias i el Viaje a Oriente
fueron el encanto de nuestra adolescencia. Despues sus
otras producciones han sido uno de los mas dulces manjares de nuestra juventud. Hé aquí la escusa del entusiasmo que algunas veces nos guiará en el curso de este
ensayo biográfico.
Para trazar dignamente los fastos de una existencia
tan fecunda seria necesario el concurso de una pluma mas
autorizada que la nuestra; pero ya que nuestras débiles
fuerzas no nos permitan hacer un trabajo digno del personaje que nos ocupa i de las simpatías que nos inspira, ~ll
ménos habremos alcanzado en parte nuestro objeto s: CO/lseguimos rectificar algunos errores i arrojar nUCV;l luz
sobre una de las figuras mas brillantes de nuestro siglo.
JI
1\11'.de Lamartine nació en 1790, al ruido de la gran
revolución francesa. Hai quien afirma que los sangrientos
golpes de ese cataclismo de la Historia, resonando en el
corazon de las madres, marcaron con un sello de melancolía
í de tristeza la jeneracion que data de aquella época terrible. En esos dias de angustia los niños bebían lágrimas
en el seno maternal.
Por reglajeneral, las primeras impresiones de la infancia
influyen notablemente en el destino de los hombres.
La educacion especial de MI'. de Lamartine i los espectáculos que hirieron sus ojos recien abiertos a la luz, decidieron de su vocacion como poeta. Sus primeros años no
corrieron en la fria atmósfera de esas universidades que el
jenio de Bonaparte creó i organizó a manera de cuarteles,
-9donde la tierna juventud no aprende sino el menosprecio
de la relijion i de la familia, ien donde una disciplina uniforme i monótona, aplicada a organizaciones diferentes, destruye toda orijinalidad de carácter.
!\ir. de Lamartine fué educado por una madre, tipo de
bondad, en cuya alma se reflejaban la virtud i la fé mas
profundas, i por un padre, modelo de lealtad caballeresca,
antiguo jentil-hombre que permaneció toda su vida fiel a
la causa de su rei, Del seno de esas antiguas familias nobiliarias salian hombres extraordinarios, caractéres singulares que la moderna civilizacion no produce ya en Francia.
Es que cada jeneracion tiene sus tradiciones i sus instintos,
que son, digámoslo así, la fuente de su jonio i de su fuerza.
Las instituciones liberales, nivelando todas las clases i llamándolas a todas al movimiento social, han hecho, sin
duda alguna, en Francia, mucho mas felices a las masas
populares; pero las grandes individualidades desaparecieron
casi completamente desde que la antigua nobleza quedó
aniquilada bajo la cuchilla de la Hevolucion,
No se crea que hacemos aquí una tacha indirecta a la democracia. Esas grandes individualidades, al mismo tiempo
que eran el fruto mas jenuino del réjimen monárquico-aristocrático, eran la prueba mas clara de la desigualdad social,
efecto de la injusticia humana. Las sociedades aristocráticas
crean superioridades artificiales por medio del privilcjio de
la educacion clásica, accesible solamente a ciertas familias o
a ciertas clases. Las democráticas, por ese espíritu de justicia que es su manera de ser moral, abren escuelas a todas
las supcríoridadss naturales, cualquiera que sea su oríjen,
de manera que la verdadera aristocracia, si hai alguna,
aquella que se funda en la virtud i en la intelijcncia i que es
la gloria de la democracia, pueda abrirse paso i ponerse a la
.- '10-
cabeza de un pueblo. No, nosotros no dudamos de la bondad
de la democracia ; lit hornos amado siempre i la amamos de
corazón, porque es el único réjimen político CIl que la libertad completa, civil i política, es el derecho comun ; creemos
(Iue es la aspiracion de la humanidad i la obra lenta i laboriosa de In civilizaclou ; vemos que la sociedad moderna
marcha hácia ella {le torlas maneras ipor todos los senderos:
por las revoluciones, por las restauraciones, por la libcrtarl, por el rlespotismo, por la anarquía I Cada pueblo procede a su manera: este por la revolucion violenta, - aquel
por la revolucion pacífica,
JLa naturaleza habin dotado re Lamartinc de una tntclijencía maravillosa, de una alma roble, espansiva i sensible, i
de esos instintos [onerosos que caracterizan a los hombres
11e raza, !;:r mismo nos ha iniciado en los misterios de 'Su.
naturaleza moral en una de esas innumerables obras qne
en otro tiempo salian de su pluma con la misma fncilidail
que la elocuencia se escapaos {lesus labios.
(( Nací, - nos dice con esa dulzura i sencillez de estilo
que nadie acierta a Imitar, --- impresior.ablo i scnsihlc :
estas dos cualidndcs son los dos primeros elementos de
toda poesía, Los objetos esteriores dejaban en mi una impresion viva i profunda, i cuando desaparecian de ante mis
ojos, la imajinacion me los representaba como si todavía
se hallasen presentes. Poco a poco estas imájenes, así retenidas en la memoric, se transformaban en sentimientos; mi
alma gozaba con ellos; mi corazon tomaba parte en sus impresiones, i yo acababa siempre por atraer i asimilarme
cuanto habla visto mi intelijencia, Era un espejo viviente, aun
no empaliado por níugun hálito mundanal, en cuyo límpido
fondo se reflejaba la obra sublime del Creador. ,)
Es imposible espresar de una manera mas sencilla i mas
-- Hinteresante
el misterioso
mecanismo
que constituye
en el
hombre la facultad poética.
Los grandes poetas se forman en el silencio (le la soledad,
en presencia de la naturaleza j delante de !ji cs. Entónces es
CU1W~O
(:1alma, desprendida
remontarse
de todo lazo mundanal,
¡ recibir ese mundo de impresiones,
mulados serán después
un manantial
cuyos tesoros
inagotable
familia. en un profundo
retiro durante
Oculto con
los aciagos dlas
rué libre i solitaria,
de la Hevoluciun, su infancia
la ad olescencia sin que turbara
acu-
de poesía.
;":a(la, (10 esto [altó a este hombro extraordinario.
GU
puede
hasta su oríjen divino, abarcar Ir', crcacion entera
i negó a
su vida ni la sombra del mus
leve pesar. - Levantarse a la hora en que el sol doraba con
sus primeros
rayos la cumbre
de los montes;
el día por entre las agrestes montañas
correr
tras de In.liebre o el
ciervo que huían veloces como el pensamicnto
caída de la tarde,
al resplandor
todo
, venir a la
de los nacientes
luceros,
cuando la campana de la aldea lanzaba sus notas melancólicas en el espacio
i asistir, en fin , a todas las trasforma-
ciones de la naturaleza,
tarde a
SI!
cuyos
pluma esas galas descriptivas
de su poesía, -- lié aquí lo que
de invierno,
recuerdos
cuando
prestaron
que son el sello
fué su niñez. :":n las veladas
los rigores de la estación
reunian a la
familia en torno del hogar, escuchaba piadosas
que nutrian
i fortificaban
mas
narraciones
su tierna intelijencia,
Arrullado
por las caricias de una madre dulce i amorosa, de quien era
el ídolo, i teniendo
por maestro a su honrado
padre,
se desarrollaba
su juventud
esas ideas consoladoras
de
i virtuoso
bajo la influencia de
Ié, de relijion i de amor, que
forman la base de todas sus obras. De ahí nace el carácter
místico de su poesía.
Uno solo de sus versos, que ha llegado
a
SOl'
célebre,
-1.2reasume toda su poesía i caracteriza
sus primeros
años:
« Prier, pleurer, chanter, e'est la toute roa vie, »
Cuando aparecieron
causaron
las primeras
poesías de Lamartine
por el momento una especie de mudo asombro;
despues la Francia entera,
las saludó
bajo la presion del entusiasmo,
con una esplosion
cional estaba satisfecho.
estaba ya preparado
de aplausos.
El orgullo
na-
El país, desde algunos años ántes,
a una revolucion
poderoso jenio de Chateaubriand,
nismo. Aquel grande hombre,
-
de este jénero por el
ese Píndaro del cristia-
verdadero
padre del roman-
ticismo, i no Víctor Rugo, como algunos afirman, -
puesto
que este no empezó a brillar sino despues de Lamartine,
habia
hablado
un lenguaje
lleno de imájenes,
nura,
hasta
entónces
de jiras completamente
-
desconocido,
nuevos,
de ter-
de luz i de armonía.
Pero Chateaubriand,
al abrir ese magnífico horizonte,
no
había hecho uso mas que de la prosa. La poesía continuaba
siendo
esclava de las vaciedades
del Olimpo i jirando
ese fastidioso círculo mitolójico que no permitía
tas de otro tiempo
despegar
en
a los poe-
los labios ni mover la pluma
sin hablar de Marte, de Vénus i de Cupido.
Lamartine apareció como creador de un nuevo jénero, i
fué saludado
un profeta.
habia
en todos
hecho por
robustos
la prosa : -
i sonoros
la época imperial;
nubes,
elevaba
del infinito;
los ángulos
Él hizo por la poesía
versos
en nada
su metro
majestuoso,
sus
rapsodias
de
escalando
las
del lector hasta la rejion
abundante,
íiado de imájenes deslumbradoras,
como
se parecían
a las inmundas
el pensamiento
su estilo puro,
de la Francia
lo que Chateaubriand
magnífico
se desplegaba
i pre-
en t060S
-13-
los tonos, sin detenerse jamas en los obstáculos de la
forma.
Si ser poeta es poder espresar todo cuanto uno quiere,
cuanto uno sabe i piensa, con una facilidad de inspiracion
i una fuerza de jenio que no dejen conocer siquiera que se
han superado las dificultades de la consonancia i de la medida, nadie merece mejor en este concepto el nombre de
poeta que Mr. de Lamartíne. Hé aquí por qué sus primeras
poesías arrancaron un grito de admiracion a uno de los
hombres mas ilustres i mas intelijentes de su época, a
Gustavo Planche. - II Las Meditaciones i las Armonías, dice este escritor, - son dos obras maestras i no tienen
necesidad de nada para revelarse completamente; son un
diálogo del hombre con Dios i la naturaleza, en el que cada
verso domina la ciencia humana, i en el que la esperanza i
la oracion son los temas eternos; son una melodía que no
se aprende en ninguna parte i en la que las notas se desprenden mezcladas con sollozos. n
1\11'.de Lamartine confiesa con una franqueza que le
honra, que jamas pudo suponer el mérito de sus poesías.
En un principio no las publicó sino mui tímidamente i
bajo el modesto título de Meditaciones; título que mas
tarde adquirió una gran celebridad. Todas ellas hablan
sido compuestas en los dias solitarios de su adolescencia,
despues de haber pasado noches enteras leyendo a Ossian
i al Dante, i escuchando las voces misteriosas que se levantaban del fondo de su alma, impaciente por lanzarse a
su vez en los espacios de la poesía. Sus primeros ensayos
fueron de una perfeccion admirable.
Un dia que leia algunas estrofas a su padre, - cuya
instruceion era enteramente clásica, - el noble anciano,
que no conocía otros versos que los de Bacíne i de Cor-
--u.c.l!e,
lIO
pudo resistir
esclamó estrechándole
al encanto de aquellas
contra su pecho:
mio, si lo que acabas de leerme
-
armonías
« Yo no sé, hijo
es hermoso,
jamas he escuchado una cosa parecida;
conmovido i que me has hecho llorar.
puesto
que
pero sI sé que estoi
II
Como hemos visto, el éxito mas brillante se encargó
proclamar su jenio poético.
Cuando aparecieron
las Meditaciones
en París en una pequeña
público
respecto
boardilla
a su obra.
i
Lamartine
esperando
La pasion
de
vivía
el fallo de!
por la literatura
estaba ent6nces en todo su apogeo. Luis XVIII, el rei sabio,
buscaba
cn tomo suyo
largo tiempo fatigadas
ban sedientas
UlI
verdadero
poeta. Las almas, tan
por el estruendo
de emociones
de la guerra,
dulces i tranquilas.
tenia necesidad d::l reposo i de recojimicnto,
ilc¡Sfl!' mas oportuuaiaonts
esta-
El siglo
NO era posible
que llegaba MI'. do Lamartine.
El favor vino a buscarle a su misrna boardilla.
Joven, oscuro
hasta entónces,
resplandecer
i desconocido
rió de repente
su nombre mecido por el aura de la popularidad,
jeto de las consideraciones
mus distinguidas.
San Jerrnan le abrió sus puertas
i fué ob-
El barrio de
de par en par :
MI'. i\Ia-
thíeu de ~rontmol'ency le tomó bajo su proteccion , el duque do Itohan le presentó
en los salones mas aristocráticos:
en casa de Droglie, de Snint-áulairs,
el hombre de moda,
de Saint~Pierre
Víctor Ilugo
COliJO
etc, En fin, vino a ser
ántes lo habían sido llernardino
i Chateauhriand,
como lo fueron mas tarde
i Alfredo de jlcLS.3cL Lameunais,
haber leido sus poesías,
de Talleyrand le llamaba
la lira divina.
Las obras poéticas de Mr. de Lamartine
vista la tendencia
raciones,
despues de
esclamé : Eureka 1 i el príncipe
de su talento,
i el puro e inagotable
revelan a primera
la naturaleza
manantial
de sus aspi-
donde el poeta
-- iñ
ha bebido su rica inspiruciou. ~l título de cada uno de
sus volúmenes lo indica del mismo modo. Las.:!! c('ii:.:.::iones, las Jono¡¡!as l)u::ticas, 10:5 ;'kcojimic¡¡to¡; poético;;,
todo procede de la misma fuente. Dios, la naturaleza i eJ
amor: -- tales son las ideas capitales que resallan eu todas
sus obras; ideas que nutrieron su alma desde 11i üo , trinidad
sublime que fué, digámoslo así, encarnada
en su COfa",OIl
desde sus IDUS tiernos aiios.
vumos no consignar aquí algunos jFielos de varios escri ..
toros célebres sobre Ml. de Lamarllue couio poeta.
-.1
Ilabiando de las J)ied;tuciones Daniel Stcrn (la condesa
(le Agcult) dice; - a La juventud, hombres i mujeres, i la
infancia, leiau ese libre i recitaban esos versos escritos al
pié del Cl'Uc1JijO, de los qu:.:, slnecibcrgo, se exhalaba ¡¡]gú
que FL:die~'a llamarse h melancolía de ::1 \ ctupu.c.Jdad. !~l
:'.~~~~:-""
¿:'\r~:8.G i e' aniu; irl'C~::118 S~ ~ÚJ:.;Ll'ahún rucoucilindos
;;¡: un? icrnnru plctloc.; Atiaeti \ o peligroso, PCfU iú'csiGtibí.; l'\.ll·l['. inCOl1SCl;UCLL::U. del coruzon humano. l'üiccia (JUl:
:,~~~lDlfc ::~l~~Gile Ul!r:, ~n'jr{-,11vcrL:' ideal el árbol 5UlllD1'10 de
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1 .1(jl(;S embalsainadus.
(~La:; E(e(lt(c~ic;:e[", -- dice (~0!1J, Donoso Cortós;«- - serán
siempre el mas StH1V¡; manjar para las almas :i2111as, relijiosas j adoloridns : 2D ellas Lumartiue no es Ud poeta CIl<(;
cantr, es un pccta que jiiue : i Gill~ü1k,'~o, '10 jime como
lo? domas h(),I~Di'CS; jimc corno :ú:-i poetas, cU~'G jemido e:3
1.1:1 consuele P¿;¡'O, los desventurados
t1el¡:IL1,Ic1c. Conoideradas estas primeras jJ1edilcGÍc:;c:, ))aju el aspecto del
arte, son un modelo en JOg jénercs rcl'jioso 1 elejíaco. :;istíngueuse por la suavidad do los toques, par lo correcto «e
1", diccion, por la blandura de las tintas. Lamunine eg
monótono porclne es monótono el dolor ; pero da el último
toque a. sus compoeieiones tan do tiempo i con tan maravij;
-16 -
lIoso artificio, que evita siempre el cansancio, ese escollo de
los poetas plañidores i lastimeros. Yo no conozco nada mas
dificil que acertar a dar la conveniente esteasion a las
composiciones consagradas a la espresion de las melancolias
del alma i a la alegría de los festines; no conozco en este
jénero mas que dos modelos acabados : Anacreonte i Lamartine, ))
((Nunca se vá mas léjos, decia Cromwell, que cuando
no se sabe adónde se vá, )) Este aforismo en nada es
mas cierto que en la poesía. « El autor de las 1I1editaciones
i de las Armonías, dice Gustavo Planche (no podemos
resistir a la tentacion de copiar esta pájina modelo de
crítica literaria), no ha trillado voluntariamente vías desconocidas; ha sido orijinal sin saberlo; se ha librado al
vuelo espontáneo de su pensamiento i no sabia adónde
iba; no habia formado de antemano un sistema completo e inviolable; sen tia i reproducía francamente sus
impresiones; no habia dividido sus pensamientos en departamentos simétricos, ni dirijido sus aspiraciones futuras a objetos desconocidos; consultaba su corazon en
todas partes i a todas horas, i no se esforzaba jamas en
luchar con los demas. lié aquí todo el secreto de su popularidad. Jenio feliz i predestinado, le ha bastado ser él
mismo para conquistar en el mundo la simpatía i la admiraciono En las altas rejiones a donde había llevado su vuelo
igual i poderoso, su vuelo de águila, no perdía nunca de
vista los sentimientos mas jenerosos de la humanidad; tocaba al mismo tiempo las verdades mas elevadas de la filosofía i los instintos mas humildes de la vida ordinaria;
entreveia i descubría a los ojos atónitos las claridades mas
espléndidas; pero no desdeñaba bajar su mirada hasta. los
dolores del pueblo; sabia pero sen tia. Continuamente con-
-i7versaba consigo WiSlJlO, i en sus horas solitarias se desprendia poco a poco de los intereses
mezquinos
q ue ocupan a la
sociedad en que vivimos; pero por mas léjos quc fuera, arrastrado por esos diálogos misteriosos en que la esperanza serv in.
de interlocutora
a los recuerdos,
jamas olvidaba
en que se ajita la muchedumbre.
el ca¡llp:J
Cuando veia en sus sueños
palacios de mármol i de pórfido, no olvidaba los techos (1c
paja i las ciudades
entre
las divinas
lugar
para el
empolvadas
pero completa,
o, mejor dicho,
ha conservado
intelijencias,
Sin renunciar
ni condenar
a una
visiones,
ha sometido
Salladores
i a las almas
«
Las
illeditaciones
sadores , como la
espontaneidad
i siempre
;\11'. de Lamartiuc
Iloi
ha. sido el de las
libros
en que
el
han sitio coro-
i nada puede ui:aJirse
populares.
Los hombres
mul titud , admiran
la espansion
de esa poesía uniforme i variada
« Fn el espacio
<le sus
a la .icrra.
i las Armonic:i,
borda en clejías trisusimas,
relijiosos » ••••••
las
a los mas exaltados
se refleja todo entero,
la fama de esos monumentos
de todas
ninguna
mas adheridas
nadas de una gloria merecida,
única
de sus Iacultades.
prematura
es el poeta de los filósofos,
mujeres. »
jenio de Lamartine
las simpatías
a su poder
[111
i, gracius a csu
a esa naturaleza
a ninguna
muerte
Guardai»,
de su pensamiento
que hahia conocido,
00101'
doble naturaleza,
por el tiempo.
trasformaciones
en odas atrevidas
(l\1C
ya a
pe¡;-
i la
se des-
i en himnos
de once años el tema de los cantos de
ha silla: Dios, __ el hombrc , -- - la 11.1·
o
turaleza,
Sin duda él ha visto en la lucha dolorosa
pasiones
el fundamento
de las
de la fé relijiosa , pero esta jjJojíu
poética, sin desmentirse
nunca, no se ha desenvuelto
siempre con las misrnas apariencias . ....In 1.:3j¡; el poeta no se
2
-
hahia desprendido
18-
todavía Jo
103
mesas de la relijion cristiana.
Las
biendo
estreltas
hasta la ternura
nooissima
humano
de los Cantares;
i todas
zando un
sublime,
inglés,
de amo,.,
en fin, en 1830, en sus
Antes que Lamartiue
un jenio,
al es tremo del desfalleci-
círculo
de accion
reasumiendo
dolorosos
habia
poderoso
tuvo
ya en el mundo
aparecido
Este jeuio
por el irresistible
imitadores
a ese torrente
fué lord Byron.
el raro
mérito
ascendiente
de ese
rellenaban
i de don Juanes,
ellas sino de duda i de acerbos
dolores,
que-
sus páli-
no hablando
en
solo Lamartine
de pobreza i escepticismo,
litaba el amor i la fé hablando
i
ardientes,
del poeta inglés,
a su sublime maestro,
das poesías de Corsarios
en su
i todos los acentos
cntónces , para nosotros,
Cuando los vulgares
riendo remedar
Dios por el
tambien , arrastrando
a todas las imajinaciones
de no dejarse llevar
talento fascinador.
resistia
hasta
en sí todas las fatalidades
de la vida humana.
Lamartino
i, lan-
entro Jau í Byron.
se colocaba
miento, i como el poeta árabe, subia
desprecio de la dicha perecedera. »
literario
del dolor
de la fé cristiana.
llegaba
escri-
se elevaba
todas las angustias
las esperanzas
grito
Como el poeta
sobre las pro-
Cinco alías mas tarde,
i el Cant«
»erba , conciliaba
i apénas
lazos sensuales,
una mirarla furtiva i casi mundana
arrojaba
a la humanidad
i rehabien nombre
de la humanidad.
Muchas personas
han querido
hallar
alguna
semejanza
i Byron. Nosotros creemos que, si aquella
existe o ha existido, ha sido mui vaga i pasajera,
ueentre Lamartine
pendiente
de circunstancias
transitorias
en la vida del
ptda frances. 'El autor de Ch¡lde-lIarolel i de Don Jitan
era :a.nbicn l¡i.jo de esa rr-vnluciou .i~l1('IOS~, qllC comenzó
-
i en Francia
en América
palabra ni puesto
H)i aun no
su última piedra
de emancipacion
universal
la Providencia;
era un miembro
Juan Jacobo Rousseau;
113.
en la obra jigantesca
que le ha sido encargado
de la gran
era revolucionario,
creto de su popularidad
en Francia.
compatriotas,
siquiera
del porveuir
su carácter
que siempre
den natural;
lU\
o entre sus
estuvo en lucha abierta
de la. libertad,
este es su esterior;
escéptico
el jénero
El escepticismo
revolucionario:
ardiente
humanitario,
desgarrador
secretamente
elegancia,
La suprema
cosmopolita
del poeta
martille.
inglés no podía
In. imajinuclon
de La-
la belleza casi divina del
sus amares i el incon-
baron de Ilochdale , sus aventuras,
de su vida opulenta,
el espíritu
amigo
innova-
i de su estilo; dei su muerte
de sus pensamientos
ménos de atormentar
que ajitahan
con sus
pero por su corazon
i vagamente
mócrata, en fin, por su existencia
de mártir 1....
hastío
de
Gran señor por sus gustos i su des-
Byron era. completamente
cebible
que
debía tener un rasgo
clásico por el plan de sus obras i su admira-
cion por Pope, -
pOI'
Este es el se-
del pasado. Este rasgo era la parte aristocrática
instintos democráticos.
dor
de
de la época. Es cierto
la acojida brillante
el poeta
por
familia
La Europa. liberal
saludó en él la espresion mas jenuina
que para merecer
dicho su última
eran contradicciones
del padre
de las jJ]ediiucio:lCS.
Él mismo lo confiesa en un pasaje que vamos a traducir:
-
« Ese poeta misántropo,
i cuyo nombre resuena
joven, rico, elegante, hermoso,
en todos los ángulos
de la tierra;
ese poeta que viaja al capricho de su fantasía, deteniéndose
en las mas apartada>; i maravillosas
tiene
buques
veleros
caballos qne 'e espcrct:
;'ccjior:cs del [;!olJo ; (;;-c
parro atravesar el
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i 18:;0.
q:l': p";:i: :'.:~ "';.:.
OS
:
--
bajo el sombrío ramaje
:W ---
de los Alpes,
los naranjos floridos de Pisa;
rece el mas favorecido,
ese poeta,
los satánicos
pero despues
clamó casi avergonzado
esto es vengarse
desvaríos
de haberla
de su obra:
lada. » 311'. de Lamartiue
i las blasescrito,
es-
una impotente
!...
puña-
se engañaba : aquello no era del
todo byroniano : en aquel ditirambo
pasajero,
No así como quiera
\)
« Esto es byroniano
del Cielo dirijiéndole
de desfallecimiento
me pa-
La desesperacion, quiso
Un día, en una poesía titulada
de Byron;
repito,
el mas feliz de los mortales.
imitar los retos audaces,
femias
los inviernos bajo
1
escrito en un instante
habla mas miel que acíbar.
se convierte
uno en byroniano.
Para
lanzar un reto al Cielo es preciso tener la cólera del ánjel
caido ...•
Las obras
de
MI'. de Lamartine,
a nuestro
modo de ver,
variedad.
El uso demasiado
como poeta,
de un defecto notable:
los mismos pensamientos,
frecuente
adolecen,
la falta de
del mismo orden, de
de iguales ideas, hace surjir del
fondo de estas magnificencias
poéticas
una monotonía
que
deja caer el alma en una especie de marasmo.
En las rejiones tropicales, donde la vcjetacion
se desar-
rolla en todo su vigor,
flores tan
odoríferas
se encuentran
que su punzante
zon relajando
los sentidos.
poesía de -'Ir. de Lamartinc.
\esca estructura
algunas
perfume penetra
Un efecto semejante
de las de Víctor Rugo,
sublime
produce la
Sus obras no tienen la jiganni el grito desgar-
rador de Alfredo de Mussct , no torturan
las de este joven
hasta el cora-
el corazon como
i desgraciado
colocará algun día al nivel de todo cuanto
que la Francia
existe de mas
grande entre sus poetas.
1 no se crea que es un juicio exacto lo que pretendemos
consignar
aquí, sino mas bien nuestras
impresiones
perso-
-
~1
-
nales, sin que nos atrevamos a imponer a nadie nuestra
opinion, i mucho ménos a darla por decisiva. Sinembargo :
podemos asegurar que esta es la que, jeneralmentc , tiene
el público frances.
Lamartine es una lira incomparable; pero una lira CIUE'
no ha profundizado jamas los abismos del alma. Apesar de
todo, su frente está ceñida por la aureola de la. gloria,
Su brillante jenio podrá tener rival, pero tal vez no tiene
superior.
111
Acabamos de considerar a ~lr. de Lamartine como poeta:
examinémosle ahora como orador, porque bajo esta nueva
faz de su laboriosa cuanto ilustre carrera su figura aparece,
si no en mayores , en iguales proporciones. - « La poesía,
dice, no ha sido para mí un objeto esclusivo, ni ha llegado
a poseerme completamente; no le he dado en mi alma ni
en mi existencia otro lugar que el que debe consagrar todo
hombre a sus cantos diarios: esto es, algunos momentos
por la mañana, algunos por la noche, ántes i después de los
trabajos serios. La vida nos impone otros deberes. Un
hombre que siempre cantase, mas bien que un hombre seria una voz aislada. ))
i Cuán bellas son i cuánto engrandecen al hombre, a
nuestros ojos, estas sencillas frases!
En efecto,
Laiuurtine,
limitó a la lectura
23 --en sus primeros
ele Jos grandes
esr idios , no se
poetas. Investigó
filosófico i político de la antigüedad,
el carácter
hácia la. edad viril
que avanzaba
un jira mas serio.
Aristóteles,
S'lS
estudios
tamhieu
i a medida
iban tornando
San Agustiu,
Maquiavclo,
Bossuct , Montesquleu , J. J. Housseau , todos los grandes
talentos
de la filosofía i de la política nu-
de la historia
trieron su espíritu de esas máximas robustas que in.uluran la
razon, enseñan a formar sólidos juicios i ayudan
los límites en que se detienen las intelijcncias
Hcmos dicho ya que la Ilcstauracion fué
época de renacimiento.
una verdadera
tenido nunca el grado de esplendor
La oratoria
no habiu
a que llegó eutóuces,
i elocuentes
La tribuna resonaba
en discursos
como no se habían
oido desde los tormentosos
Revolucion.
a franquear
vulgares.
IHl ra las letras
apasionados
dias de la
Era, en fin, el tiempo de los Voy, do los ~ra-
nucl, de los Iloycr-Collard
i de tantos otros oradores ¡lHS-
tres, muchos de los cuales, habiéndose
Ioruuulo bajo el
Imperio en el seno del Consejo de E,,;iaLlo, rcunian al poder
irresistible
de su palabra
una alta capacidad
cios públicos.
Tal VCl. hai entre las facultades
algunas
relaciones
para los nego-
del orador i las del poeta
de semejanza:
la insJ);l'adon,
el brillo
UClas imújeues , las galns del estilo, son indudablemente
facultades comunes a entrámbos , pero el orador necnsitn,
además, revestirse de un carácter de autorhl.ul r¡Fe in. pOllgr.
a la multitud,
i estar dotado
prueba i de una rectitud
b.tl'go,
pasiones
cuánta
diferencia
de un»
de juicio
CII
:cnmi(1au
a toda
casi lufulible. 1 sincm-
trc esos llo~; heraldos
populares! U poeta habla
al iudlviduo
de las
su voz
es unas vcces jemehunda i triste como la del fénix, i otras
consoladora como las promesas evnnjéllcas , pero siempre
j
- 24-
dulce j si .npática , su libro se lee tranquilamente a la luz
escasa de nna lámpara i en medio de la familia reunida en
torno del hogar, i los niños se duermen al arrullo de sus
cantos. El orador se dirijo a un pueblo; su espresion es
imponente; su palabra parece inspirada como la de los
Profetas , su voz se aguarda con ansia como la del oráculo
antiguo, i casi siempre es terrible como la del humean que
ajita i levanta las olas del Océano.
Veamos hasta qué punto poseía Lamartine las dotes del
orador. Al principio no pudo ménos de encontrarse tímido
i embarazado al penetrar en la nueva órbita de su futura
gloria. Los enérjicos i audaces arranques de la tribuna
parecian no ser compatibles con su organizacion delicada.
e impresionable. Por él mismo sabemos cuál rué su emocion cuando por primera vez dirijió la palabra a la mucho. dumhre,
Era el año de 181l1.
Napoleon acababa de volver de la isla de Elba,
Lamartine apenas tenia entonces veinticuatro años i era
guardia de corps en la real-casa.
Las opiniones se hallaban divididas entre retirarse o
presentar batalla a las tropas imperiales. Los camarada!';
de Larnartine hicieron subir a este sobre la cureña de un
caíion i desde aquella tribuna improvisada arengó a sus
compañeros.
Esta escena tenia lugar durante la. noche, a la rojiza luz
de las antorchas i en medio de un campamento en desorden.
El espíritu del [óven orador se impresionó vivamente por
ella, i este primer ensayo abrió su alma a esas grandes
emociones que, al contacto de las pasiones, se convierten
despues en inspirados i elocuentes arranques.
Desde 1830 MI'. de Lamartine ambicionaba desempeñar
-
~5-
un papel activo en los destinos de su patria. La calda del
réjimen a que siempre había pertenecido no cambió en nada
su propósito. Era del número de los que creen que bajo
tocios los gobiernos posibles el hombre puede ser útil a su
país, i que solo las nulidades impotentes deben permanecer
léjos de la arena pública. Consecuente a este principio, dos
alías mas tarde se presentaba como candidato para la tliputacion nacional; pero su popularidad de pacta clió al
traste con su candidatura. Entónces no era fácil en Francia
desterrar la idea de que un poeta pudiera servir para otra
cosa buena que para hacer versos. Ya Chateaubriand se hahia levantado contra esa prevencion errónea, i, sinembargo,
Chateaubriand no era sino un brillante prosador. Pero un
poeta diputado, un poeta orador, hubiera sido el colmo del
absurdo.
La candidatura de Lamartine cayó, pues, i de un modo
harto mortificante. Sincmbargo, el departamento que le desairó no parece sino que se arrepintió i, para reparar su falta,
le envió a la Cámara a su vuelta de Oriente.
Alpresentarse en la tribuna no causó ménos asombro qve
al darse a conocer como poeta; pero su voz permaneció por
largo tiempo desautorizada. La mayoría del Parlamento,
compuesta casi en su totalidad de banqueros i comerciantes,
escuchaba susdlscursos con desdeñosa indiferencia. El ánimo
de Laurartine no desmayó al encontrarse frente a frente
con el desden, mas afectado que verdadero, de aquella mayoría bursal, i se aprestó a la lucha trabajando para prep~rarles nuevos motivos de sorpresa. Su elocuente palabra
adquiria notablemente mas firmeza con la práctica de los
debates, i su talento se maduraba poco a poco, despojandose de ese lujo de imájenes i de colorido, tan indispensable en los cantos del poeta como inútil en boca ele! orador.
-
20 -
I así como por el estudio constante
de los grandes cantores
las cuerdas de su lira divina adquirieron
ese tono apacible i
melodioso que tienen, su palabra se formó i robusteció meditando a Demóstenes,
Cieeron i Miraheau, esos prmcipes
la tribuna.
Hizo mas. Para adquirir
cios públicos,
el tacto necesario
se propuso estudiar
i dilucidar
mas áridas,
a cuyo fin tornó una parte
discusiones
de presupuesto
tratar
la enojosa
tan rigurosamente
prácticos
i con tanta
las cuestiones
En IBM
de los azúcares
técnico
que no pudo
en los nego-
mui activa en las
i aranceles.
cuestion
de
viósele
en un lenguaje
riqueza
de detalles
ménos de sorprender a los manufac-
tureros de la Cámara.
La posición que sc habla creado en el Parlamento no podia ser mas hábil.
Conservador,
directo;
unas
apoyaba
al gabinete,
de interés
jeneral.
cometer
convertirse
su apoyo
i otras
nunca no la defensa
siempre
!:!í
Si la polüica
errores,
colocado entre el
a ninguno
con la oposicion,
sin consagrarse
algunos
pre inspiradas
sele combatir
marchaba
YCCCS
sistemáticos , i
de principios
cerle
habíase
i la oposicion , sin prestar
ministerio
a las cuestiones
sentimental
pudo
ha-
fueron
siem-
por grandes i jenerosos pensamientos;
vió-
la. coulicion,
sus palabras
quc sublevaba
en paladin de los estudios
por Víctor lIugo,
i pronunciarse
conciencia;
Sil
literarios,
abiertamente
atacados
por la abolí-
cion de la pena capital p¿m, los delitos politicos.
Este Iué el magnífico prólogo de su carrera de hombre de
Estado. Es verdad
voluntad
que su voz aun no tenia influencia en la
de la mayoría;
pero
también
lo es que fuera de
la Cámara empezaba ya a ganar terreno en las simpatías
admiración
su poderosa
i la
i que en el seno del Parlamento
i elocuentc palabra era temida por la lluvia de
del público,
-
27-
punzantes sarcasmos que sabía arrojar sobre la. frente de
sus adversarios políticos.
Al constituirse el débil i efímero gabinete del 1.o de M:mo,
~lr. Thiers le pidió su apoyo para sostener varios proyectos de lei que debían inaugurar su entrada en el ministerio.
Pero Lamartine, despreciando la pobreza de miras políticas
de aquellos mezquinos parlamentarios, elevados al poder
por las intrigas del periodismo, se alejó de ellos desdeüosamente en un discurso que permanerá como un modelo de
polémica en la historia de la tribuna moderna. En ese célebre
trozo de elocuencia puso de manifiesto a los ojos del país,
los raquíticos ardides i la debilidad de aquel ministerio impopular presidido por Mr. Tbiers. - II Cuál es vuestro oríjen ?
- les dice, apostrofando enérjicamente a este hombre de
Estado.-¿ De dónde salís? Del seno de nuestros adversarios políticos. ¿ Quiénes son los que os prestan su apoyo?
Tambien nuestros adversarios políticos, l Quiénes vuestros
defensores mas decididos fuera del Parlamento? cuáles
vuestros órganos en la prensa? Aquellos que nos combaten
con mas obstinacion , que nos ultrajan con mas rudeza 1 »
« 1 me preguntais si tengo Ié, si tengo confianza en la
dirección parlamentaria, en la fuerza, en el poder de acción
del jefe de un ministerio que no se apoya sino en una minoria próxima a abandonarle; del jefe de un ministerio
que, manteniéndose en un falso equilibrio sobre la efímera
base de esa minoría, tiende su mano para mendigar indistintamente de todas las fracciones de la Cámara un misero
sosten que prolongue su lánguida existencia; del jefe de
un ministerio sin unidad, sin popularidad, sin sistema político..• No, mil veces no ! Del jefe de uu gabinete así constituido, ni la corona, ni el país, ni el órden público, ni las
libertades patrias deben c3perar nada bueno! ... »
-
28-
1, reanudando después el hilo de la argumentaclon, continúa : -(( Confianza!•.. i ¿ en qué i por qué habré de tenerla? Si os busco en las filas de la libertad, a las cuales pertenezco por mas que vosotros queráis negarlo, os encuentro
en guerra abierta contra los principios de progreso que
desde hace cinco años luchan por desarrollar i moralizar la
democracia. Si os busco en el campo de los conservadores,
os encuentro a la cabeza de los que han traido la inquietud
i el desorden al seno del Parlamento, i sembrado la desconfianza i la ajitacion entre la Cámara i la corona; de esos
cuyos órganos autorizados nos dirijen todos los días envenenadas saetas. »
(1 ¿ 1 sois vosotros los que pretendeis en nombre del país
un franco apoyo, un voto de confianza? Jamas l•.. El país,
que os contempla con indignacion, no creyó nunca enviaros
al que debe ser templo de la verdad para que en él entronizáseis el engaño i la mentira I
Hemos hecho de propósito esta cita, apesar de ser un
poco estensa, con el objeto de presentar a MI'. de Lamartine en un terreno en que mui pocos le han examinado :
en el difícil terreno del ergotismo. Poderoso adversario, las
deducciones de su lójica inflexible envolvian a sus enemigos como cn una red metálica. Pero en lo que su fama no
tiene rival en el mundo es como orador de Ftmun : el
poder de su palabra sobre la muchedumbre es uno de
esos fenómenos de que la historia no nos ofrece ni un
ejemplo.
Demóstenes i Cieeron hablaban en la plaza pública a pacíficos ciudadanos; el acento de Miraheau, -- ese Ayax de
la Ilevolucion, cuya voz era inmensa i terrible como los
truenos del Sinaí , - resonaba en el seno de una asamblea
legislativa; pero a Lamartine le estaba reservado arengar
l)
-
29 --
furiosa i hacerse oir en medio de gritos i
amenazas, permaneciendo tranquilo, con desprecio de su
vida, entre las rujien tes oleadas de la muchedumbre, i acabando por convencerla i subyugarla bajo el irresistible influjo de su palabra fascinadora.
Acabamos de ver, por el estracto que hemos hecho de S11
discurso, cuál era su actitud en el Parlamento i el importante papel que desempeüaba en los debates. Aunque todavía adicto en aquella época al antiguo réjimen, sus opiniones políticas se hablan modificado al soplo del aura. de
libertad que circulaba por todos los ámbitos de la nacían.
Su raro instinto político le hizo prever el gran porvenir del
elemento democrático, i poco a poco entró en la vasta corriente de ideas jenerales que arrastraba al país hácia otros
destinos. Sin aceptar ninguna doctrina fija, ni ningun sistema esclusivo de gobierno, ocupó un puesto en las filas
de los republicanos; pero tambien sin tomar parte en
ningun complot, siu intrigar contra la oposicion , i sin
mezclarse en el turbulento clamoreo del periodismo.
El resultado de esta prudente línea de conducta no se
hizo esperar mucho tiempo: el país volvió los ojos hácia él
otorgándole su confianza. Tal fué el oríjen de haberse arrojado la Francia en sus brazos cuando llegó la revoluciou
de Febrero, i de haber sido tan universalmente aceptada
su autoridad gubernamental.
La Francia es un país que pocas veces se engaña, i e11tónces comprendió que entre la turba de ajitadores no
habia sino un hombre que, por su conducta, pudiera ofrecer una garantía contra el desórden i las turbulencias. Este
hombre era Lamartine.
Lamartine profetizó la revolucion de Febrero en la acalorada discusion de la leí de Rejencia que una minoría
a una iuultitud
-
30-
~;;l1úcjosa hizo recaer al fin en el duque de Nemours. « No;
-
esa leí que tan afanosos confeccionais
no es ni
dinástica, ni conservadora:
no es conservadora,
entraña la revolucion : no es dinástica , porque
decia, -
porque
mata el
i abre el camino a. los conspiradores
principio lejitimista
a los rivales. l)
Estas palabras
decidió
traen a la memoria la célebre sesion que
la suerte de la monarquía,
Orleans,
j
acompañada
cuando
del duque
la duquesa
de Ncmours,
de
nombrarlo
Rejente, vino a ponerse bajo la proteccion
de la Asamblea.
Los vaticinios de Lamartine
Para obtener' el
se cumplian.
voto de la Cámara fué preciso que la duquesa
admitiese
la Rejencia,
supremo
presentándose
Sabido es lo que sucedió entonces.
de Julio
quedó
decidida.
mocion de 1\11'. Ledru-Ilollin
gobierno provisorio.
Los que le acusan
pueden,
publicanos
hacerle
de la Cámara,
tímidos
para sostener
La suerte
que hablan
la Rejencia
« Yo no soi republicano
semejante
apoyó
la
de un
cargo como ora-
algunos
en presencia
i aplazar
de varios
re-
su apoyo
un poco la República.
les dijo;
yo soi
i como político creo de mi deber
el concurso que venís a ofrecerme
que llama a nuestras
deseo que la monarquía
ántes
momentos
ido a ofrecerle
como vosotros,
también hombre público,
República,
de la mo-
Lamartine
de ser vago i difuso como poeta, no
seguramente,
de la apertura
momento
impopular.
para el nombramiento
dor. Veamos cómo se espresaba
rehusar
en aquel
bajo los auspicios de un príncipe
narquía
de Orleans
puertas.
se derrumbe;
para aplazar la
Yo noconspiro,
no
pero si esa monarquía
se desploma por sí misma, nada haré tampoco
su caida, ni entraré en ningun movimiento
camente republicano, II
para evitar
que no sea fran-
- 3t1, después de haber desplegado los argumentos mas
brillantes, continuó :
« 1 tenedlo bien entendido! para evitar que la anarquía
se entronizo, para moderar la Ilevoluclon, para. prevenir la
guerra universal que nos amenaza, guerra que tal vez nos
acarrenria una invasión estranjera, no hai otro medio hábil
sino la República. Os he dicho que yo no conspiro por nada
ni por nadie, porque soi partidario de las situaciones despejadas, i prefiero siempre combatir a la luz del dia, presentando el pecho al enemigo; pero si fuera necesario conspirar, i si el curso de los acontecimientos me obligara a tomar
una decisión cualquiera, en conciencia de hombre de
Estado, ante Dios que nos oye, i sin ilusion i sin fanatismo,
os aseguro que no vacilaría un instante en arrojarme completamente en brazos de la República. II
Su lenguaje, como so ve, no podía ser mas esplícito.
Lamartino no dejaba por eso de fiel'consecuente, puesto
que al pronunciarse en la Cámara por un gobierno provisorio, hijo del momento, lo hizo a reserva de lo que pudiera
sobrevenir.
Nadie ignora Jo que ocurrió después.
Nombrado miembro de ese gobierno de circunstancias,
presentó, durante dias enteros, su pecho desnudo a la multitud amenazadora que le pedía cuenta de su conducta.
Veinte veces, en esas horas do vértigo popular, su vida drpendió de una. palabra, de una mirada. Hubo un instante en
que se vió suspendida sobre su cabeza una hacha cuyo
brillo siniestro arrancó un grito de terror a la muchedumbre. Sea que no se apercibió del peligro, o que: siempre
dueño de sí mismo conoció que este incidente determinaba
en su favor un movimiento simpático de que era necesario
aprovecharse, 1'1 orador precipitó su (liRC111'SO i, 011 UlI PS-
- 32-
fuerzo supremo, prodigó todos los recursos de su elocuencia maravillosa.
Cuando el pueblo pedia a gritos su cabeza ;- « Pluguiese
a Dios, les dijo, que vosotros la tuvierais sobre vuestros
hombros! ... entónces aprenderíais a ser ménos impacientes
i a aguardar tranquilos el fruto de vuestra revoluciono )
Un joven audaz le sujetó del brazo diciéndole; - « Nosotros te admiramos como poeta, pero no te querernos como
político ... Tú no eres el homhre que necesitamos para llevar
a cabo la obra de la Itevolucion , tú no eres mas que un
poeta; vete a cantar! » El pueblo,- respondió Lamartine sin desconcertarse,tiene en esa misma lira que me
echas en cara una garantía de mi conducta; yo no puedo
hacerle traición sin hacérmela a mí mismo, sin faltar a mi fé
i a mi conciencia. Por lo demás, voi a probarte que el alma
de un poeta vale tanto como la de un ciudadano .••• II I, desprendiéndose de la mano callosa que le sujetaba, arengó al
pueblo i consiguió calmar i conducir a la razón a aquella
masa turbulenta.
Algunas mujeres pertenecientes a las últimas clases de
la sociedad, queriendo renovar las sangrientas escenas
del 93, cuando Théroigne de Méricourt marchaba a la cabeza de centenares de bárbaros que ostentaban sus brazos
desnudos teñidos con la sangre de la Francia, vinieron a pedirle armas cuando todavía resonaba en las calles el rumor
de los últimos tiros.El puesto de las mujeres, les dijo,
si alguno deben tener en el combate, es al lado de los heridos, sin examinar a qué bandera pertenecen; las hilas i
Jos vendajes son sus armas: tomádlas, pues, i cumplid
vuestra mision prestando auxilio a los que sufren! »
Pero aquel gobierno, mas bien improvisado que provisional, no estaba, en definitiva, reconocido por nadie, ha(1
(1
-33 -
llándose, por consecuencia, destituido de toda sancion legal.
Este era su verdadero peligro. Aqucl gobierno iba a encontrarse embarazado por las primeras interpelaciones del
pueblo, que, tal vez, no tardaria en pedirle cuenta de su
razon de ser.
1 efectivamente, esa hora negó. - (1 ¿ Quiénes sois vosotras? - les preguntaron. - ¿ Con qué derecho os erijís en
gobierno? »
La situacion no podía ser mas diflcil.
« Nos preguntais,---esclamó Lamartine, avanzando sereno
hácia el peligro, - con qué derecho nos constituimos en
gobierno? Con el derecho que nos dan la sangre que riega
nuestras canes i plazas públicas, i el incendio que devora
nuestros edificios : con el derecho que dan la ahnegacion
i el valor. Nos preguntais con qué derecho, cuando veis a
la nacion sin jefe, amenazada la propiedad: i al pueblo sin
orden, sin guia i, tal vez, mañana sin pan 1••• lJ
« Ciudadanos! puesto que es preciso decíroslo, puesto
que aparentais ignorarlo, oídIo! Nosotros somos gobierno
por el derecho que tienen los que, en los grandes peligros
de la patria, se esponen los primeros a ser el blanco de las
sospechas i a teñir los cadalsos con su sangre, entregando
su cabeza a la venganza de los pueblos i do los reyes.
Luego, para calmar la ira popular, continuó, verificando
¡.IDa transicion admirable:
¿ Acaso vosotros no tenéis tambien ese derechor Si,
tamhien le tenels, nadie os le disputa, nadie os le niega:
tambien vosotros podeis usarle i consagraros al servicio de
la patria, como deben hacerlo todos los corazones honrados
en estos momentos supremos. Nosotros no tenemos otro titulo de gobierno que el que :!lOS han dictado nuestra conciencia i el peligro comun : por eso nos hemos constituido
1)
(1
3
en jefes; porque los pueblos que atraviesan
UD
Interregno
los necesitan pum no caer en el abismo de la anarquía ...
~ Prefcrirlais hacer un escrutinio de todo
PUilLO
imposiuic
en medio de la. sangre que nos rodea i del incendio que devara nuestros hogares?
Dueños sois de hacerlo si así lo que-
reis ; pero tened presente que esa sangre caerá sOD1'e \ ucstras cabezas, i que la Patria os maldecirá como a sus hijos
espúreos. »
1 su voz robusta i conmovedora aplacaba h-,ira de aquc
revuelto mar úe Cn.])CZ;lS humanas.
Semejantes triunfos 110111':1.11tanto a la nadan donde se VCl'(ílcancomo alhombrc (ine losconslguc.
Soleen Francia, cueste
país noble i grande por excelencia, pueden hallarse ::culliúQS
en el seno de las inr.sax tJ.uL:1 lÚ;V:JCjUf: i t1,iL<c jencrosidui'
-- crEn Francia, ... 11<1 dicuo un hombre de ~~üldo :ll¡;l~c;,
profundo conocedor de in índole (jel. P~lI3J '-- dos palabras
bastan
pata
ealmar 1:1cólera de Lb
para apaciguar
,1
n13.s:J.~ : C11
lngiaterra
,
Ir.,multitud,
[ándolc en su camino
e,; [Ji eciso entretenerla D.lTO:,al.lt:il'icuLOs i palpitantes pedazos de
carne humana. »
Los nu incresos ll'CLci1l1ento3 q uo hemos cs.ractado de los
discursos de Larnurtínc, bastan ll::.m su fu.na de orador,
r~otlo cuanto nosotros pudiéruruos
añadir ser.a úé.;)il: ~;.Ií(¡c:
Jiabliífico," arranques de elocuencia.
Lamartine poseia -- i ~]~_bJaHJOS el] L'tCllJ1,V ._'.~"'"
'jUf; este hombre se, ha .cpurauo iJi.l.r:L s.cu.prc
de L
junto ,1.
~úiJlic~tribuno
CiOS
cu:'n1;,s
dOl;;;>
oratorias
: elevr.cu.n , claridad
neccaii.,
i nuundarci..
j;.)'"
,·:c,,~
ci vc.dauero
(:G ,-s~iJu,
-n..
sangre fria l' ud,) prueba,
un lJCLO c~qlJj,:1;:C, ¡ ·';~n r; I:~·
tracion admu'ablc para conocer la. disposicio» J(; ánimo de
su n.hL,d;~.0l.~:':') 3'J-Ctl, .. " ;rl~V(Z e'! e: SC1"; Jc: 13J a~}·.:.l'!\.l;2;iSt
ya se oye¡',· "') ras t1J:¡z"s pú~li,.:,u::, til} u.,,;~·.;(\'.:lQ.:J (JkaC1a~
j'
"'J
imponentes de lo.muchedumbre. Abrase la historia de <;.qu.c1.
'tiempo; rejístrenso ras crónicas }?urlameütarilHi de aquel
memorable período, i léanse sus discursos. ¿ i\eccs:tur~~ws .
recordar aquí las elocuentes palanras qi:J.e salieron do sus
labios cuando e, plicblo, emorlagado COi;' í::;. victoria, quiso
enarbolar 1:1 baudera roja? '-- Cludadaaos! ... ~scíamú,.···
os 1.1C nublado come ciudadano s voi a hablaros cuera como
üJ.i:1ÍS~l·C de l'b:;;ccio::J estraujcros.
3i VOSOi.í.'03 me arrebaiais
la ]~ü,1ÚCl'<~trico.o;', :::::3 :l.Ge;;,~~2.1sla il1itJ.C Le ~c.¡'uen::;.:, CSl~
rior ~c i:-~~.;lrr..11ci~;l)ue~ la :¿aropu, "ie un J.[: DD.LlltCi'ü' ti~~~
República ::.el ~l.i:lpel'b oL símiiolc de SüS ~~3i·lDtU.::;:. le .JU ...:
tril,$ vÁcL:J!.'lu.s. J~~.·;¡Z~' :~ iJa!ld.8J.·~roju Ci~~C~~'i;:'~'in. Lilse~a ¿~
(1
.anta; 3.j~E,u.s ~j03 él ';;Cl'G.~·.,
derc ,~,~.:J2.·~·c~o :~~3~·;).nc¡L? ~s .nzestrca ~j~..:~:LGS v:cto.l~ics(js,
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fuerza de mi ~~L,trlotis:LJ.o: .-- -,;ui'Ciue, ciudadanos, ~l ~:~..
bellcn tricoicr nn aado la vucl.a al mundo con ia Ilcpúblic;
:. el Imperic, slmbolizanocvucstra libertad 1 vuestras bIc .
¡'Ías; in~0j]t¡.e. s [rúe ~ljJ bUTIÜ2l'C; roja solo llw ür..G.ol:: vuel;..
<:::. Campo úc i.i::.l'~:;~
CUlIJal);).¿l:J. eL. la sangre dBi pueblo! ¡,
Iln pi.·U131.1!~lo., cuoicrto ¡';.1?únr..s ~e b.u·!.~~J.~JD
i COi! el pec.,o
desnudo i sacgricuto aun pc.:: uua .l1eriiíc, reclame, se "'1'1'u,;::
e,) loa hraxoc del orador l. ~ JlcrJ.;}:lD~ le estrechó coutra GL.:
=~
corazón.
Qu6 clccucnela ¡ qué távl1Íos 1
I.u, Gr!~¡3 :.~·.;;i<;, pasado, L,,, muchedumbre,
dócil
CO.:IO
-- lti --
siempre que encuentra apóstoles jenerosos que le hablen de
libertad, de gloria i de clemencia, volvió a la raZOD; la
venda de la fiebre cayó de sus ojos. -- Ese proletario era
el pueblo; ese abrazo era la reconcillacion.
Aténas i Roma, esos dos teatros de la elocuencia antigua,
no vieron triunfos mas espléndidos, DÍ escenas mas conmovedoras.
Lamartine fué grande en esa ocasion, porque dominó las
circunstancias con un valor admirable, i habló el lenguaje
de la verdad, que es el mas elocuente en los grandes peligro sde la patria.
« La Revolucion dará. la vuelta al mundo, 1) decía Mirabeau; - i la Revolucion cumplió la promesa de su hijo,
despertando a todas las naciones con un grito sublime, i
llevando de un estremo al otro de la tierra. su bandera tricolor, como el emblema de la rejcneracion universal. 1 era
esa bandera la que querían rasgar en jirones para desplegar
otra que solo había sido un emblema de venganza i de
muerte 1 1 eran los hombres de 18l!& los qUJ iban a cometer
esa profanacion! Ellos, que hablan quemado el trono i el
cadalso, i dicho :1 la Francia. i a la Europa estas magníficas
palabras: ((La venganza del pueblo es la clemencia! »
Lamartine salvó a la Francia defendiendo la bandera de
la Revolucion.
Arrojado del poder a consecuencia de las jornadas de
Junio, una rcaccion , tan irascihle i violenta entonces como
pusilánime había sido ántes, le acusó de haber conspirado
con los mas ardientes socialistas. - c( Si, tenéis razon.i--respendió, apoderándose del arma con que sus enemigos querian herirle, -- be conspirado; pCl'Oha sido como conspira
el pararayo contra las nubes que entrañan la tormenta! »
Si la elocuencia es esencial mento el don de conmoverse i
- 37-
el arte de trasmitir Ia eraocion, como dice Mr. Villemain, i
si el hombre elocuente es aquel cuyo pensamiento pasa por
el corazon i 1:1s entrañas dntes de llegar al cerebro, Mr, (le
Lamartino es orador en Jo. cstension de la palabra, porque
nadie mas que él ha hablado con el corazon. - - « Lo que hace
elocuente es el corazón, » Pectus est quod diserto (acit, dice
Quintlllano,
lo De cuáles oradores, así antiguos como modernos,
pueden citarse rasgos semejantes a los que acabamos de trascribir? La posteridad, cuyo fallo Da se funda en las ciegas
pasiones de los )ctl'tiJos politicos,i;!.'ibutará 11Lamartine la
debida just'cía, colccán.iole en el rango de los mas grandes
tribunos que han :JgUtc..::lo en la historia de las naciones, i
dira que 85.na tenido algunas dcbllídades políticas, como
Ciceron, no ha tenido 211 pusilanimidad de Demóstenes, ni la
venalidad de Mirabeau.
IV
« La poesía, en los tiempos qno atraviesa la Francia,
debe rendir vasallaje 11 la política.
Es.as palabras que
Lamartine escribía en 1.8M, en el prefacio de una de sus
obras) indicaban ya bastante cuáles eran sus miras.
Sus detractores decian que él pertenecía al número de
esos pactas que I'laton desterraba de su Ilenúbuca¡ pero el
noble cantor, como Tirtco i Salan, se encargó de probarles
que el alma (le un poeta no es ir.compatible con la de un
gran ciudadano. El gobierno de Julio no participaba de las
prevenciones de aquellos pigmeos políticos i literarios respecto del poeta; al contrario, eomprenilla todo el valor de
un hombre semejante, i la prueba es que Luis Felipe le suplicó varias veces qUG admitiese una cartera en diferentes
combinaciones ministeriales. MI'. de Lamartine babia sido
ya en aquella época secretario (le embajada en Londres, en
1)
·-. 39 ._-
!~á1}olesj en !florare'.;;" i mlnístro en Crecía; la carrera di.
pIOl'Yláticn.c habh:. 7.níciado CD.loS misterios de la vida paJi··
tica, A<1emas, su. talento COOlO Ol'U(!Ol' empezaba a ejercer
un gran iJn:stijio en 81 ~)D.i::;. r.adu, pues, mas uaturnl que
ese Interés de T.•uis :'ccllpéJ en atraerlo a su :Ut1o. Pero :\11'. de
T.8.m3t·tin~, que todavía conservaba. una adhesion tradiclo ..
;1al al J:éjimc:é.!caldo, rehusó constantemente los ofrecimien1.osque se le hicieron, i nadie puede echarle en cara el haber
sacrificarlo BUS simpaiías ;1 su ambiclou. Sinem!Jurgo, no
eran estas las solas razones que tenia para alejarse del {jo~)ierno de Luis Felipe; tal vez era el único, entre todoslos
:')olíticos ~:~nquel tiempo, qGG no so cngañabu respecto de
1D, vida. fictlcia 1 efüncra de .a monarquía de Julio', de
aqucll3.'1Jcnal'quí<l.? .nonstruoso aborto de las harricadas,
sin ¿~pO~G E:I'. ei pueblo .ni en la nobleza, negocian 'viviente
del principio democrático lo mismo que del principio lejitimista : é1a aquella monarquía sustentado. por un cuerpo
parlamentario débil :. sin vigor; sospechosa al clero i hostil
a las mas:ts,!opu1ares ~ do aquella monarquía, en 110, sin
alianzus en 2i cstranjcro, cuyos ministros, ajenos a toda
Gra.ntk mira :901íticl'." buscaban 'UD mísero apoye en la COf. uncion tic '1P~:costumures, vcudiendo los empleos públicos,
rumillaudo a in,:;-rnncia ante JD. Europa entera, i, como babia
dicho el .'1115['10 Lamartinc, oprimiendo Ü':. eJ :r.tcrio:c para
~~mcrel ,\.:rccho de ser dé1JHcscon loe estraüos,
l Qué »orvcnir, qué garantías de existencia podía ofre..
cer '<.'11 gODiei'oc semejante? ¿ Qué podla esperarse (le esos
,iJOI')Í))'cs cuya administraclon
reasumió
m: célebre tribuno
en estas ii<::.ho'·r.s: (1 na~(a1nada! ... i siempre nada! ))
-:.•uis ';;':,)iipc .ro comprenolo GE tiempo ni su :mision.
.~SíC es ~':D.IIC
QO ~w historia contemporánea. :Discfpulode
re:. Iílosoí.u «el siglo X'lIJ.I, bija de un real rejiclda, soldado
~;e'Una república; hombre probado i fortificado por la for-
-40tuna mas váría, - por el destierro, la pobreza, la felicidad
doméstica, la ambician del trono, la soledad, i el manejo de
los negocios públicos, debía haber sentido correr en la sangre de sus venas la angustia de su tiempo i el espíritu de
la Revolucion. El espíritu de 1780 era la aspíracion a una
redcncion humana que, por medio de la libertad i la razon,
realizara en la tierra lo que la redencíon divina había prometido en el cielo a la humildad i a la fé : la igualdad. La
angustia del tiempo era una desigualdad que había llegado
a ser intolerable, porque era dolorosa para la clase proletaria, e indiferente para la clase media, que, estrañaa la caridad cristiana, se absorbía en el goce egoísta de su nueva
importancia, adquirida por la ahollcíon de los privilejios
de la nobleza.
Lamartine obró con esquísíto tacto i mucha prudencia,
manteniéndose léjos do las rejiones ministeriales de una
monarquía tan impopular.
Ya hemos visto cuál era su posicion en la Cámara, colocado como estaba entre el ministerio i la oposicion.
No ligándose ni con los unos ni con los otros, quedaba en
una completa independencia para tomar una determinacion
definitiva en presencia de los acontecimientos que presentía,
El partido republicano era entonces el mas poderoso:
fortificado de día en dia por el apoyo que le prestaban las
sociedades secretas, establecidas desde 1831, hablaba desembozadamente por boca del mismo Casimíro Perier, de
devolver al pueblo su soberanía, de la aboliclon de las dignidades hereditarias, de la supresion de los monopolios, i
de la reforma en el reparto del impuesto i en la lei electoral. Ademas, los ruidosos procesos intentados contra los
republicanos por conspiraciones i delitos de imprenta, no
habian hecho sino preparar sus triunfos ídebilitar al mismo
tiempo la autoridad gubernativa.
-
41-
Fatigado por las mezquinas dificultades que le suscitaba
la oposicion, e irritado por los sarcasmos de que era objeto,
Lamartine no tardó, como hemos visto, en combatir al mi..
nisterio i, con él, al partido reaccionario, a nombre de la
Revolucion cuya proximidad sentía¡ de la Revolucion justiciera, que aparentaban despreciar aquellos políticos de
exigua talla, i que, sínernhargo, avanzaba a pasos de jigante sobre el terreno movedizo que su inmoralidad i sus
desaciertos habían preparado.
A medida que el elemento republicano ganaba influencia,
Mr. de Lamartine se unia insensiblemente a este partido,
aunque sin perteneccrle del todo. Su Historia de los Girondinos, que tan grande efecto produjo, i en la cual rehabilitaba
a los hombres de la Revolucion, fué, en 18!l6, el preludio
de su trasformacion política. Al aparecer esa obra, Chateanbriand habla dicho: «( Va a dorarnos la guillotina. » En
efecto, Lamartine se atrajo una popularidad inmensa entre
los republicanos: había sido induljente con la Revolucion,
i esta le abrió los brazos.
La aparícion de' la Historia de los Girondinos fué un acontecimiento literario. Al mismo tiempo Michelet i Luis Blane
publicaban cada uno su Historia de la Ret'olucion; pero de
estas tres obras, escritas bajo la. influencia de un sentimiento
de admiracion i de justicia por ese gran momento de la vida
nacional, las dos últimas fueron mas leidas i discutidas en
Paris por los espíritus graves; la primera causó una impresion eléctrica en toda la. Francia. La brillantez de estilo, lo
patético de la narracion i la sensibilidad poética que resaltan en ese libro prodijioso, arrastrando la severidad del
juez, la imparcialidad del historiador, la lójica misma, i
continuamente la verdad, contribuyeron a darle un suceso
desconocido i singular. Donde quiera, en todos los rangos
de la. sociedad, en todos los partidos, se leian, se devora-
- 4~-·
¡".w esas pájinns trazadasconsangre i I:'tgrimas. De UD lado
,,:1cntnsiasmo
i delotro la Ilr1igJ1é1cioD. forrcaron, al chocarso, un clamor 1U'11C11S0 que puso el nombre de Lrunartine
sobre todos los nomL:c:; contemporáneos.
Em i!npo.3iblc
apreciar con calma 10. ni..
uorí« de los Gi(O"dinos; sólo la
pasión hablaba en pro i C'1 contra de J3, ,:¡br;1. de! poeta,
Verdaderamente, una de las causas mas imnerllatas i d:~~isisas que hicieron estallar la rovolucíon del liS, Iué la
.'O'·istoric, de los Ginl'/rlinos. Este libro: por un don de evocacion verdaderntr.entc májíco , reanimó lag somhras de
los héroes i de los mdrtlres del 8D i l\el 031 CUY[l, grandeza
misma parecía UTI11 repulso muda contra la pequeñez i la
ingratitud de los hijos ele In. Itevoluclon.
Cuando la monarquía de Julio se dcsmnronulis., cuando
D:1.TI'ot, desatentado, buscaba la manero. :10 conservar S;J
ministcrlo, i el célebre 'I'hiers se escapaba do la Cámara ~18.
véndese 1113 monos ~ la, cnboza i murmurando : e La marca
crece l., crece 1.. crece L 11 3011irl'. de Lamartine COnSC1T'lDU
su presencia de ánimo ? pcrmanecia tmn~I.,il:)'.)'1 su puesto.
Cuando Su. enérjico apoyo para 1.1fonnaclou t1C un g:)jiel'!J.o
provisorio puso fin r.1L' incertítlumbre del J\t1•lc.ncD':a 1 decidió la suerte (le 1<1monarquía, es inducablo que se CO'J• . como UD. hOID0rc
1 ae
". éiCCI0l1 q"F compreutnn" ...8.
1 Ilwgrl-'•
«ujo
tud i. la, gravedad
::10 ¡~8 c'rcunstnncias. 1<>.situucion no
;loi!ía ser mus crüica. '~Tr, Sauzct acrbuha :1,,:r:mndor:l.r
li:'. silla presicencis \ , )Crs,:gl1jt~O por los gr:d,();. ;IU 12C¡-:fi~ .'e
\', muchedumbre. E'1tjD(~eS Lnmartinn 11:20 51',I'ir F I)'j¡YJl~t
tic l'Eure, - el :'eLJ:i:l ~lcll'c1,lr¡(liisillO er. i'rancia, -. élic1.6
i: los escrutado-es t.na lista (k micmbrrc P;i\'il, el ':;ohlC~'¡W
provisorlo, entre loe cuales figuraiJi1 él. i se didjió c-~S1)Crtmll~ntc lJ,1';"ui;:;! de VíUe P;Wl hacer fuuciooar :1,CS0 n'i~',10
t;obiernc que, sin su in ir,h1; va, su cucrjía J. su poderosa
elocuencia, no bsbrir durado veinticuatro 'le;,:,:,
.0.
b:i.6.JL> .. il1 Enl":)pfl: ante lé.\ rcvoluc.o« da Fe:.)i.'2.;:0, esperaoa
con ansiedad los nrírocros actos de la RepúbijcJ, Francesa •
. .amariino se encargó de conju.rar 1:1 g:lCft:';' que amenazaba
;Ir.:bln.nu.o a la :«;':0.'01)(1 de una -nanera firm:) i elevada.
11 lIt), Repi'.hU.:::r., .... cscribia D. los ajcntes
diplomáticos
i'.':'anccses.···- TI;) .;)S, cambiado en lo mas mínimo 1::. situacíou
xaoral do la F~'n.:o.ciaen Europa : 1<;,:B'rancia. se hulla dis-
?ucs:¡¡'
8,
continaar sus relaciones con las otras potencias.
Ocspucs, jcnerallzando
1)
sus ideas para darles mas iuerza
:.solidez , aíiadla ~
« La monarquía i la república no son, n los ojos de las
verdaderos hombres do Estado, principios absolutos que
deban combatirse a muerte : son hechos que contrastan i
que pueden 'V i. vil' frente a frente comprendiéndose irespetándose. l:
'Pero Lamartine :cnh sumo cuidado de no humillarse ni
humillar a 111 nacíon ante In. Europa : sabiendo que la Ilepública DO serio. fácIlm.ente reconoclda, esclarnaba ~
« I,aqr:J.ílcig se ~mconstituido el.'. ~lerúbHc:;'l1orla volunt¡¡,é! de :1~ gl'[1.:Co. pueblo que no concede 11 nadie 21 derecho
18 interrcnir
el" GUS 111'01)[08asuntos. :\~a,J.cnúblic:J, Francesr., :l1nxa existir, ;J0 '.iCJ:1.C necesidad de SC~"reconocida, ni
(le :mcmDgc1.:' e~ 'J's~c.:bucno de 'las demás naciones. )
'l'[11 vez so ancontrarán en ese maniflcsto ::d/junog J![l!';p.jJS
i'!'6t~1cS ~.a1gp'llD.9 ~u.cas V[l.ggn ~ pero, en j871C'.'f1...t., ~1 :r':rJ,~·rc
03 tan sélido come ~~,forma. m Jefe dc;.~ohierno
nrovisorio
pESO 2'. ·y,aycr cuidado el'). dar a ese documento :::1 claridad
nccossr'r., despojándole de adornos oue entonces s nara
l1Ubter~n conducido.
Sus :!~;tbl)j'as elocuentes i flF vasta 1:ntcJi,ic:ncin, ImIJrirnie~r ;;1. QDÍ'Jion !1úh1i~<..,e1. caráctede S11.lT'fí.!.lC1JCi3, ; rlej¡1.rcn uua "ruella '¡~1c1el?b!ci:'~SI: :?ps~en 10f1.,~::~c~~~;(',..1
ron
-44-
país, Llamaba al Gobierno provisorio una dictadura. indispensable.
El discurso en que dió cuenta a la Asamblea nacional de
su administracion como I\1inistro de Estado, es una. obra
maestra en cuanto a claridad, método e intelijcncia de los
negocios jenerales de Europa. Su política interior satisfizo
siempre las necesidades del país i estuvo a la altura de las
críticas circunstancias que entónces atravesaba la Francia.
Lamartine no permitió que humillaran al ejército alejándole;
rechazó, con peligro de su vida, flrmar el decreto sobre la 01'ganízacion del trabajo,-idea insensata, hija do algunos cerebros desorganizados,-e hizo patente su ahsurdidad :>01' el
sentimiento i la esposicion suscinta de los mas sencillos principios económicos; resistió, en fin, con indomable firmeza
a que se enarbolara la bandera roja, que los partidos estremas querían sacar del sangriento polvo del 93 para simbolizar la última victoria de la Revolucion.
Se ha dicho que Lamartine no ha tenido nada absolutamente de hombre político. Esta es la mas injusta de cuantas aserciones hayan podido dirijirse contra un hombre
público. Para desmentirla no es necesario recurrir a especiosos argumentos: basta abrir la historia contemporánea i
rejistrar los hechos en ella consignados. Podemos afirmar,
sin temor de equivocarnos, que, entre todos los políticos
de su tiempo, él fué el único que comprendió la misión i
adivinó los destinos futuros de la Francia, i el único, entre
sus colegas de poder, cuyos actos tuvieron el sello, digámoslo así, del verdadero hombre de Estado. l Quién fué, si
no, el que tuvo golpe de vista mas certero para abarcar de
una sola mirada el presente i el porvenir? ¿ Quién sino él,
cuando se propuso la leí de Bejencia, combatió al duque de
Nemours i apoyó a la duquesa de Orleans, profetizando que
aquella leí seria la muerte de la.monarquía? ¿ Quién sino él,
aun a riesgo de comprometer su popularidad, trató de disuadir al gobierno de Luis Felipe de traer a Francia las cenizas de Napoleon? ¿ Quién sino él empezó a llamar la
atencíon de la Europa sobre la cuestion de Oriente, anunciando la agonía del Imperio Otomano? ¿ Quién sino él, en
fin, pidió la observancia de la lei de 1832 contra Luis Napoleon, previendo que la infraccion de esa lei traeria irremisiblemente el Imperio?
La Francia no se engañaba respecto a este hombre honrado, i le otorgó una vez mas su confianza enviándole al seno
de la Asamblea constituyente.
Cuando rué arrojado del poder, una reaccion violenta se
obró en su espíritu, manifestando así bien a las claras cuánto
le afectaba la ingratitud del pueblo. Trat6se entonces de confundirle con Ledru-Rollin, Luis Blanc i otros con quienes
los acontecimientos le habían asociado, i los mismos que se
sirvieron de su nombre contra la demagojia, insultaban
ahora a su salvador.
Estas vicisitudes, demasiado frecuentes en la historia de
los pueblos, no deben abatir el ánimo de los grandes corazones.
Tal vez Lamartine cometió una debilidad en afectarse
tan profundamente i, sobre todo, en dejarlo conocer. A un
hombre de su talla cumplia manifestar una alma tan impasible ante la indiferencia pública, como ántes 10 había sido
ante la turba amenazadora.
Un gran desfallecimiento se apoderó del grande hombre;
su corazon , demasiado sensible, había recibido una herida mortal. Cien veces pretendió justificarse, aprovechando
cuantas ocasiones se le presentaban para hacer presentes
sus beneficios al público ingrato que los olvidaba.
Nada hai que se parezca tanto a los caprichos de las
mujeres como el aura popular. En el hombre que goza del
amor del pueblo todo es hermoso, todo es grande, hasta las
mismas faltas. -- Cunndo Alcibiádcs era el ídulo de la veIcldosa ALénas, los rasgos mas cínicos de su yj¡;J. arranc..
Dan aplausos de '1:1ci;]lhl de ~iincn'LI'cro UU3, voz 11"1.
dictas ese entusiasme, i ese amor, una ve: dcrrioado l
ídolo del pedestal, '~ocbcamhia de aspecto i Lastu el servicio
mas eminente es una culpa inmensa.
El desaliento, aílojr.ndo, si as! puedo decirse, las resorte
de la. encrjí:: en Lnmartine, le siguió después en toúos lc.
actos de su vida púiilica, í\'IJ obstar.te, estábalo rp-s::rv.',úc
pronunciar el fallo sobre la suerte de In Ilcpúblicu Fra. '
cesa, como habla pronunciado el de la monarquía úe Julio.
Cuando se 'i,Ctl.tó de elcjir el primer m.igistrado de ]~.
Ilepública , J.Jg1lTIOSopinaron p:JI'qnc fuese la Asamblea , t
no el pueble, In. qne hiciese 1::-, elcccíon de Prcsilicr2c.
IIl>'. Gn'~~':rlevantó) au ",07, profética i, p~m conciliar '::;
ánimos i r..tl'tl.G :1 los disidentes, pitHI que 1<1Asamblea no:; ,
brara un Presidente qUJ podria ser revocable en el caso ;'~
no merecer In. aprooar.ion naciona.
La As:ml)Jen. Re 11'.llaba sumerjida
en b .nayol' inccrIdumbro
: el
l!.10mC"~(
r;-·
era Sl1p~'CEcO. Br semejantes circunstancias una sola
labra bas~", ;1:1',:1 inclitr.r la balanza del uno o del otro L',:(;,
Si la CáIT'J,ra. clcja, ei imperio podria conjurarse e; <
méncs, ser aplazado. Ecp~rúb.1se, pues, Gen ansicdnd es.;
palabra decisiva. Lr.rr artine subió a In. .ribuna : su elo
cuente voz) La:'1 poderosa en 01.'.'0 tiempo i e.uónces C"S'
olvidada, recobró po;, un instante todo sn FDti~UO 11l'02tijlo. El p:lís le escuclmbe coreo a. un oráculo que 11:1;: ',2:::
mas habria de rmuneicrlc los decretos del de,,:¡t''',
El aoblc o~'[',¿Ja;',con aire p")rll'l:lamcnl~~ r:}~¡idc, Iir'bI,j
de 1:1 nC,m'¡l)E~[: como [le 1111licrr ioso sucíio rrueluú}i:-:¡
tenido Ir, ~;,"¡.i·~;~~ch~
i el. jéncro hu.un iO. 'D8[ )FCS., :],~ t2~~r:< !.:iJ.l"
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. 6 1DoSopuiones
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su uiscursc, que :,1l'1'3RL1'
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con inspirado ~J.(;CDta: - u Si, aunque el pueblo c-e':2. escojcr J, cquc! ,", CZl,ien ¡.l.iJ:; .cmo V'JJ. 81C.lllD, ;10 .mpor... j
siec j~!Ci(!, ;;:;i j Que clcci(k,_~ Dios J. Cllll'C')!O i :J
:l.:.-,suc.tc cstaÍ)r, ccb~(l<;,: Luls l';::l~~okcil2nd clc,~túo.
As[, puede decirse tlue Lr.mu:;:tiIiG i:lr~~Ú() s i'Oi·.C,TU el
Imperio,
1'el C ¿ q :üé~ se atreverá e echavlo c;-r erra el :lahc~':;e
prcaunciado
contra I,~ C:¡¡'V-S:1 dC,'~ocá'ír;L~? :::;uGUUQL\cl3.,
pcr io .uénos, fué léjiea, :J.)c1n.núcr.l GLlfr,:j¡o uulversal i
llemanéo ~:~ L)¡JcHo ~ :Jccic1h: sobre ·.:;a3 :.)l0pios destinos,
i~c;:,sr.s. cic ÚC .t:~]JCl' techo traíclon c, h;~c:~us~~de l~;,l1c~pú"
j~_H.~.i.·L:~
:~;:'. :1·:2/2n:;.
LCl.~·:J ::.~.J ~SJ:~I.~ J.~J.~10~~:.,~_H~.:'.r;_::..
.'·r..i.~~lS:10
¡.'S'i.:.S E.,_·":~~·gD.3 :J.~~Cj"C~C:il~~=
fLi.'_EL:.!..1~:;j.üJ
~~c.j',ti:L;.·,iC ·.~cD.l:1 i01
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1
- 48eran demasiado vastas, demasiado ideales para que pudieran formar un plan bien definido. Conocía, puesto que fué
uno de los primeros que lo proclamaron, que el siglo XIX
estaba llamado a organizar la democracia; pero ni supo lo
que era preciso practicar para satisfacer las necesidades
del pueblo, ni tampoco trató nunca de buscarlo. Consideraba como un deber, fácil de cumplir Do la República Francesa, el procurar la independencia de las nacionalidades
oprimidas de Europa, sin apelar a una guerra ofensiva;
pero no tuvo la menor idea, o, al ménos, así parecia, de
las medidas que se debian adoptar acerca de los otros gobiernos, ni de la habilidad política, tanto mas necesaria en
el ejercicio de la fuerza moral cuanto que se pretendía no
recurrir a la fuerza bruta. )
((Su negligente optimismo i la confianza que le inspiraron los triunfos de su elocuencia,- elocuencia que parecía
allanar todas las dificultades lo mismo en Francia que en
Europa, lo mismo en la Asamblea que en la plaza pública,si bien ayudaron a su elevacíon , no contribuyeron ménos
a su rápida caída, »
(( Mléntras su nave se deslizaba tranquila bajo un cielo
sin nubes, donde su estrella lucia con incomparable resplandor; miéntras que con su poderosa palabra encadenaba
los vientos i hacia morir a sus píés las olas turbulentas,
su mano reposaba. inmóvil sobre el timan sin tratar de
dirijir el rumbo. Su jenio i su fortuna le preservaron de
los escollos; pero en lugar de las riberas que se propuso
abordar, se encontró una mañana, al despertar del mas
hermoso sueño, abandonado, solo i casi olvidado sobre la
infecunda arena de una playa desierta. l)
v
Mr. de Lamartine ha sido tambien historiador, publicista
i crítico.
Encuéntranse en él, como publicista, sus grandes cualidades oratorias, aunque debilitadas en estremo; sinernbargo, su luminoso buen sentido resalta en cada pájina al
traves de una fraseolojía que seduce i arrastra el entendimiento.
Sus juicios como historiador no son. ni con mucho, de
una exactitud rigurosa. Sus caracteres son débiles, su método incierto, i, es preciso decirlo, bajo este punto de vista
Lamartine no puede rivalizar con l\Iichelet, I-I. Martín i
Luis Blanc.
Como escritor, en jeneral, su estilo vago i excesivamente
prolijo fatiga muchas veces el ánimo del lector i deja en
~
el alma un desaliento semejante al que produce la vista
de esas inmensas
llanuras
de América cuyos horizontes
no tienen límites.
Estos defectos se notan con particularidad
mas obras, cuya forma es bastante
en sus últi-
descuidada.
Se conoce
que el escritor está. harto de gloria i escaso de fortuna.
Una cualidad notable le salva como crítico: encuéntranse
en sus decisiones ese vigor i esa severidad que hicieron tan
temibles sus sarcasmos en la tribuna.
Estraño <1. toda prevencion sistemática,
i dotado de un
inmenso talento, sus juicios sobre las obras de arte i de
literatura
son tan oríjinales i, al mismo tiempo,
tan
exactos,
que no pueden
en el lector.
En jeneral,
apuntado,
ménos de excitar un vivo interés
i aparte de los pequeños lunares que hemos
el estilo de Larnartine
es grande i noble, i, sobre
todo, fácil como ningun otro. l~l1JO ha conocido jamas los
penosos
de la elucubracion,
esfuerzos
de sus obras lo que
S~
Nadie puede
dice vulgarmcute
que agotan el aceite de la lámpara;
de los escritores
de las de otro<;,-
pero nadie verá. tam-
poco en ellas ese poder de concentracion
las producciones
decir
que se nota en
de primer
orden, como
Bossuet i José de ~Iaistre.
VI
Pasemos del hombre p:\blko
al hombre privado,
sin separarnos del rápido sistema que
de otro modo correríamos
peligro
h81YlOS
aunque
adoptado:
de estraviarnos
en el
dédalo de los varios e innumerables acontecimientos que
se enlazan con esa ¡;rande i fecunda existencia.
El cuadro que ofrece su vida privada )~O es, por cierto,
menos variado i luminoso que el de su vidi1 pública.
Como todos los hombres ú. quienes k fortuna reserva
para
grandes
destinos,
Lamartine
adquirió
desde
mui
temprano esa superioridad de esperlencia que ofrece la
práctica de la vida. Los viajes, los placeres i las aventuras
formaron la primera parte de su juventud.
Los sufrimientos
de la pobreza no le fueron desconocidos, COIJlO tampoco lar;
disipaciones prcpias del llOW]},'C jóven i libre. ~'uyo dt c-
los i amores, pero
110
ele la
!TI:i,18ra
que los tuvieron Mira.
beau i el caballero de Saint-Georges, esos dos personajes
que escandalizaron la corte i la ciudad con el rumor de sus
aventuras galantes. Como ellos, pagó su tributo a la irreIlexion de los primeros alías; pero sin faltar nunca al
respeto social, í sin prescindir de la dignidad que resalta
en su carácter aun en los estravios de su juventud. Dominado por una actividad incesante i una ambician todavía
sin objeto, abandonó a los diez i ocho años el tranquilo
hogar de su familia i pasó a viajar por Italia, esa tierra
noble i desgraciada, patria del jenio i de las artes. Allí vió
por la primera. vez a la condesa de Albany, esa Laura de
un nuevo Petrarca , allí encontró a lord Byron, o, mejor
dicho, vió pasar ante sus ojos, como la sombra de un
sueño, ese coloso de la poesía, ese ánjel caído en el infierno del escepticismo i de la duda, cuyo recuerdo le persiguió continuamente; allí se le aparecieron esas encantadoras figuras de Camila, de Bejina i, en particular, de
Graziella ,cuyo nombre inmortalizó en sus Confidencias, i
a quien abandonó con una ingratitud que él mismo se echa
en cara i que deploró amargamente cuantío supo que la
infeliz había muerto de pesar. Esta confidencia del poeta
deja en el alma una honda impresión de angustia. Ha
hecho bien en acusarse de ingratitud i en darnos cuenta
de su arrepentimiento ;.... ha hecho bien, porque, sean
cuales fueren su mérito i su celebridad, ningun hombre
que se estime en algo debe contar que una mujer ha
muerto de amor por su causa. Hai en esa revelación indiscreta una cruel satisfaccion de amor propio que no puede
ménos de chocar a las almas delicadas., , Pero DO anticipemos las apreciaciones que, a propósito de estos defectos,
nos permitiremos hacer mas adelante.
Después de haber pasado cerca de un año recorriendo el
suelo clásico de la Italia, Lamartinc volvió a Francia i se
.-
..
~
<JJ
-
estableció en Paris, aunque con disgusto de su familia, cuya
. fortuna no era suficiente para sufragar
p~tal. Su existencia,
en la época a que nos referimos,
i a veces audaces tentativas,
llena de esas inciertas
movimientos
a sus gastos en la ca-
aventurados
davía desconocido,
está
de esos
que hace el jóven ambicioso i to-
con la esperanza
de abrirse
una senda
hácia un porvenir de gloria i de riqueza. Sublime odisea de
la juventud, cuyos amargos i dolorosos incidentes describió
la atrevida pluma de Balzac en una de sus inmortales
Como todos los jóvenes
tine deseaba
conocer
de imajinacion
los personajes
ardiente,
obras.
Lamar-
mas célebres
de la
que las pájinas
en que nos
refiere los esfuerzos que hacia para conseguirlo.
Un día, le
época.
Nada mas interesante
servia de pretesto
una obra dramática
para presentarse
a
Talma, ese rei de la escena, siempre amable i complaciente
para con la juventud;
ese jenio
sublime cuya dulzura
racterística. le hizo el ídolo de cuantas
Otro dia, esperaba
ca-
personas le trataron.
horas enteras apostado en una. calle por
donde debía pasar Madama Stael, con el objeto de contemplar durante
llenaba
algunos minutos
fin, deseoso de conocer
mujer
habitaba
la casita
el autor de los Mártires,
Allí acechaban
durante
Chateaubriand
debía
su paseo
servatorio,
ilustre que
Otro dia , en
a ~lr. de Chateaubriand,
uno de sus amigos hasta
jardin
a aquella
la Europa con la fama de su nombre.
solitaria
iba con
que entonces
a pocas leguas de París.
dos horas el momento en que :\JI'. de
salir de su morada
acostumbrado,
para dar por el
i no descendían
de su ob-
que era un muro, sino dcspues de haberle visto
pasar con su vestido
negro,
años, su aire melancólico
su espalda
encorvada
como el de Ilené,
por los
i su rostro es-
presivo que aun parecía conservar el sello de las ajitaciones
de su alma.
Una carrera inesperada
se abrió ante los pasos de 1\11'. de
;;'.
l.nmartine
a los ',·c:,,,icuaL'()
;¡~;o':
l:lI;¡¡;;O
hiz»
Sil
entrada
en los guardias de r~J;'.f. ;':ntónccs pudo cor ternplar de
cerca aquella corto deslumbradora qU8 hizo renacer las
letras i las artes: entonces pudo eOI!VCrSal' frecuentemente
con Luis XVIII en los ratos en que el andana reí se entretenia, como Augusto, con los buenos injcuios de su córte,
haciéndoles ad mirar su erudicion j lo oportuno de sus picantes i felices ocurrencias,
Pero ¿ cómo seguir a MI'. de Lamartine en las innumerables fases de su "ida? Pocos años después de esto, encuéntrasele rodeado de una inmensa celebridad, dueño de
;10:1 fortuna casi réjia, i viajando por Oriente con un brillo
i un fausto quo lo merecieron entre las tribus del desierto
el sohrenornhre del Emir Frunces (Emir {rallyi). Entonces
tuvo también, como lord Byron, buques sobre las ondas del
Océano i caballos en las playas. Tuvo mas: fletó un magnífico navío esclusivamente para él i las personns que le
acornpañaban en su viaje; compró caballos de gran precio
para tener el placer de montarlos una hora solamente, i
gastó sumas enormes en casas de recreo para habitarlas
dos o tres días. En su viaje encontró a Lady Stanhope, la
sobrina de Pitt , esa mujer verdaderamente estraordinaria,
esa sibila del desierto, que le profetizó con admirable exactitud su brillante destino i el papel que debla desempeñar
en el gran drama de 1.8[¡8. - ( Vos sois , - le dijo Lady
Stanhope, - uno de esos hombres de corazon i de buena
voluntad de que Dios se servirá como de instrumentos para
las obras maravillosas que muí pronto se cumplirán entre
los hombres. "
Por lo que hemos dicho se deja conocer cuántas pájinas
interesantes forman el libro de la vida intima del gran
poeta. Cortesano, poeta, diplomático, tribuno, historiador,
publicista, pensador, colmo i resúmen de todos los dones
.-. ;,:j
de la naturaleza, noble i hermoso como los héroes de sus
cantos, ¿ qué hombro pudo estar jamas tan satisfecho de sí
misma como Lamartine 7... sin embargo, entonces i ahora,
muchas veces 113, sido ingrato eon la Providencia. Él, a
quien la fortuna sonreía, llevándole de la mano i allanándole todos los senderos de la ambician i de la gloria, elevaba, en la época de su mayor prosperidad, quejas amargas, dignas de la mas severa censura. A los vcintidos alias
aparentaba estar completamente disgustado
In. vida, i,
oc
como Chateaubriand, decía que el hastío le devoraba e!
alma, Era. demasiado palpable la imitacíon del afectado
jénero de aquel para que nadie pudiera creer sinceros 10:0
ficticios dolores de un jóven a quien todo habla sonreído
desde la cuna. Sí a esa clase de desgraciadc;; se les concede
el derecho oc quejarse, ¿ qué dejaremos para esos millares
de infelices quc. llenos oc ambician, de enerjía i de intcli-
jencia, sucumben por falta de apoyo, después de una uesesperada lucha de muchos años contra la adversidud ? A
Lamartine pueden aplicárselo las mismas palabras. que él
dijo respecto de lord Byrou ;.... l( Hijo mimado de la fortuna,
<lela naturaleza i del jenio, los floridos senderos de su vida
le parecieron demasiado ásperos, i blasfemó del Cielo que
le habla colmado de beneficios. II
No puede negarse que 111'.de Lamartine ha llevado al
exceso el culto de su personalidad; falta gravísíma en que
Chatcaubriand incurrió con frecuencia. En vano habla en el
prefacio de todas sus obras de su modestia, de sus ningu-
nas preocupaciones personales, de su hurnildad , en vano
declara que ya 61es una antorcha casi apagada, un hombre
que desea la tranquilidad i el reposo: se vé claro que no
puede renunciar a desaparecer de la escena, que no puede
estar contento sin escuchar los ecos de su nombre.
El móvil dela mayor parte de esas publicaciones en que
-06refiere detalIamente cuanto hace relacion a sus primeros
años, no ha sido otro que esa imperiosa necesidad de que
el mundo se ocupe de él. Esa especie de memorias anticipadas: esas confidencias inoportunas de los mas íntimos sentimientos del corazon, no pudieron menos de merecer la
reprobacion de sus mas ardientes admiradores. Véase, si
no, lo que le escribia uno de sus amigos cuando, por los
anuncios de los periódicos, supo la publicacion de las Confidencias. Esa publicidad, -le decia Mr. de Biennassis, en
un lenguaje tan justo como elevado,-profana los misterios
del corazon, esos tiernos enigmas de nuestra doble naturaleza que nunca deben presentarse al público. Dime, ¿ por
qué cometes esa falta? ¿ lo haces por nutrirte de tus propios sentimientos? Piensa que estos te pertenecerán tanto
menos cuanto mas los des a conocer a los demás, ¿ Lo haces, tal vez, por una ciega ambician de gloria? •. Ai! la
gloria no se consigue sino despues de la muerte! La celebridad no es mas que la gloria de UD dia, pero una gloria
que no tiene mañana. ¿ Te mueve acaso el afan del dinero?
Si así es, confiesa conmigo que vas a adquirirle a un
precio demasiado caro. No sigas por ese camino, si aun es
tiempo de que retrocedas, i esplícame, por Dios, el móvil
que te impulsa, porque te aseguro que no puedo comprenderte. JI
Lamartine respondió a estas justas reconvenciones entonando un mea culpa i diciendo a Mr. de Biennassis que
solo la necesidad le había obligado a dar ese paso.
Hahíanle ofrecido un precio elevado por sus memorias, i,
para satisfacer las exijencias de sus acreedores, tuvo que
publicarlas. Un año despues incurría en la misma falta,
obligado por iguales motivos -publicando unas Nuevas Confidencias para salvar su hogar 'doméstico del embargo de sus
acreedores. Entonces la crítica se desencadenó contra él,
(1
- 57-
acusándole de simonía i tratándole de traficante en los sentimientos mas puros, i de esplotador de la curiosidad pública.
Estos lijeros detalles esplican, aunque sin justificarla,
en nuestro concepto, la indiferencia del público frances
cuando Lamartine trató de organizar su primera suscricion
relativa a los Entretenimientos literarios; suscricion motivada
por consideraciones análogas a las que había hecho valer
en i8f¡3 i 18!J!J.
La prensa pigmea,- permítasenos llamarla así para distinguirla de la verdadera prensa parisiense,-puso entónces
el grito en el cielo contra el noble escritor, i esos denostadores públicos, por no llamarles de otra manera, que sobrenadan siempre en la espuma del periodismo, le cubrieron
de sarcasmos i de ultrajes. Calificóse de limosna la suscricion proyectada; echáronsele en rostro sus prodigalidades;
pidiósele cuenta de las riquezas que había poseido , i a un
periódico de aquel tiempo se le ocurrió el innoble pensamiento de publicar en sus columnas la lista de todas las
sumas que Lamartine hahia gastado! ... Hui ruindades que
chocan al corazon mas impasible, i esa conducta de la
prensa pigmea de Paris es una de ellas. El país escuchó en
silencio todas las villanías prodigadas contra el hombre a
quien en otro tiempo babia llamado su salvador; solo algunas voces aisladas tuvieron el valor suficiente para protestar contra. semejante injusticia.
Hai en la antigüedad ciertos rasgos de nobleza que rara
vez, por no decir nunca, se encuentran en los tiempos
modernos. - Las propiedades de Ciceron cuando este andaba errante i proscrito, puestas en venta pública por el
implacable Marco-Antonio, fueron sagradas para Roma:
ningun romano quiso comprar los bienes del Padre de la
Patria , i esta rnanifestaeion unánime de la gratitud na1
--
:i:{ -
cional consoló al grande hombre en In. desgracia. - Lamartine ha tenido que vender casi todo cuanto poseía; ha
tenido que desprenderse hasta de esos objetos caros :>.1 corazón i a la memoria, porque ea(b uno de ellos es el arcano
de mil recuerdos. - lo] hogar de su i.ifaucia , lleno aun
de las lccciooes cristianas de su buena madre; los árboles
aiiosns en cuyo tronco escu lpia las fechas Jelices i 01 nombre
de la mujer amarla, i bajo cuya sombra escribió los versos
que han hecho de su juventud un poema de amor i de lágrimas.... todo ha pasado a manos estraíias !
Cierto, mui cierto es CILlC
acaballa ele disipar con lamentable imprevisión una inmensa fortuna ; pero sus
detractores, esos hombres que en 18118 buscaban un
abrigo bajo su ejida i C!UC le acusan hoi tan amargamente
por el grave delito de no habe. atesorado, no conocen a
t:r. de Lamartine. Jamas su mano ha estado cerrada pam.
el indijente : jamas llamó un pobre a su puerta sin encontrar pan i asilo: jamas le encontraron sordo los clamores
de la desgracia. Pródigo en socorrer los dO~Ol'CS humanos,
caritativo por naturaleza, daba siempre sin p3nsar en el
mañana. Por eso hoi diano tiene mas qU3 dCUL!lS. Su casa
de :ililly era un verrladero asilo de beneficencia, provisto de
todo lo necesario para socorrer alos enfcnuos i a los heridos,
Algunos dicen qL1e,cual otro Belisario, tiende las manos a
su patria para pedir una limosna: Dale cbcium, j)ero ¿ quién
ignora que el grande hombre, cuya noble ancianidad dehiera deslizarse en el reposo, gana el sustento con el sudor
de su frente i trabaja rlia i noche para satisfacer a sus
acreedores? ¿ Ilai algo mas conmovedor que el espectáculo qLleofrece ese hombre ilustre elevado ayer a la. cumbre de todas las grandezas i reducido hoi a vivir de su trabajo, como un simple obrero literario; hoi que la vejez
encorva su espalda i blanquea sus cabellos l ...
u cólera :l.e ;~'. Io: Ll'll:', - dice MI', .~. :>CUCt(111, -- ha
caldo tambien sobre su hogar. Su casa amenazaba ruina, iél
queria reparar ccn el trabajo el tiempo pcrrlid o en 01 poder;
olvidaba la fatiga del foro i la hora de descanso merecida
por tanto trabajo empleado en servicio de su país; cada día
le encontraba inclinado sobre su obra 1 ocupado en compral' su existencia. ¿, Qué importan el dolor, la enfermedad, el insomnio, la lasitud'? Ha dado su vida en prenda;
si no paga debe dar a Shylok un pedazo de su carne; debe
perecer en su tarea o cumplir su promesa; i ántes de que
el sol se levante en.el horizonte debe llenar la pujina blanca,
lioi, maíiana i siempre. El labrador, de pié desde el alba,
vera a lo léjos una, luz flotar al travos de los árboles sobre la
colina, i preguntara tal vez; - ((¿ Quién puede velar a esta
hora ?» -Un labrador como tú, probado por la suerte i condenado a no poder disponer nunca de su jornada .... ))
H Ah! vendrá un dia en que este hombre reposará sobre
la almohada de piedra su cabeza adolorida por tantos sueños desvanecidos, e irá a dormir su último sueño al otro
lado de la montaña, El ruido inmenso de su vida habrá ceRada, i solo quedará de él la herencia de sujenio, Su pensamiento impreso infinitamente será una riqueza infinita para la
nación, Entónces el estranjero que venga del otro lado del
mar a visitar la tumba del poeta, dirá:- (e Este es aquel que
ha elevado a su país al nivel de la gloria i le ha servido su
alma como un banquete, »
Se ha dicho que fueron amigos torpes i oficiosos los que
promovieron la suserlcion de 111'. de Lamartine, i que este
la rechazaba despues. Un hombre como él debe aceptar la
responsabilidad de los actos de sus amigos, máxime cuando
esos actos no atentan contra la delicadeza. Por lo que hace
a nosotros, preferimos verle tendiendo las manos a su
patria a verle aceptar una limosna de los gobiernos ,
<t ' .•
-
60-
como han hecho tantos apóstatas i renegados políticos.
Nadie ignora que Lamartine pudo haber salido para siempre de esa triste situacion, aceptando los ofrecimientos que
le hizo Napoleon I1I, el cual se hubiera enorgullecido con
unir a su nombre un acto semejante de munificencia. Pero
el hombre ilustre rechazó con noble orgullo lo que se le
ofrecía, como ántes babia rechazado los favores de Luis Felipe. El Belisario de la Francia, como le llaman sus detractores, no acepta limosnas degradantes: podrá recibir sin
humillacion las ofrendas de sus compatriotas i las de los
hombres libres de todos los países; pero no solicita, ni
espera, ni quiere nada de los gobiernos.
Nadie ha podido acusar a este gran patricio de haber sacrificado sus convicciones a sus intereses personales. Su
desinterés ha igualado siempre a su probidad. Puras salieron sus manos de la administracion pública, i si hoi las
tiene vacías, a fé que no podrán decir otro tanto los industriales políticos que han hecho pagar bien caro al país el
precio de sus servicios.
Lamartine ha hecho mal en no sufrir con estoica indiferencia la inconstancia pública; en desesperar de la patria
porque esta le olividaha, i, sobre todo, en no saber refrenar esa exuberancia de personalismo que siempre acaba por
relajar la simpatía. Pero ¿ qué son estos defectos en un hombre de tan jigantesca talla? ¿ qué valen en comparacion de
las hermosas dotes que le caracterizan i le adornan? Jamas
se ha vengado de una ofensa: jamas ha respondido a una
injuria.
La bondad i la dulzura que forman la base de su carácter
se reflejan continuamente en las apreciaciones que hace de los
demás. Si sus juicios carecen a menudo de la. debida exactitud, es porque la amistad o la gratitud los han desnaturalizado. Muchos ejemplos existen en sus obras que prueban
-
6i -
su nobleza de alma. Talleyrand,-ese
personaje tristemente
célebre, ese Diójenes de la diplomacia, zaherido con tanta
justicia por Chateaubriand,- halló gracia en Lamartine, por
haber sido su protector. Luis XVIII fué tratado por él con
demasiada induljencia, porque recordaba. los aplausos que
el anciano rei tributaba a sus poesías. Por último, no se contenta con hablar con entusiasmo de su amigo Béranger, sino
que pretende que el poeta nacional habría sido un gran político si se hubiera. mezclado en la vida pública. Nosotros
creemos que la posteridad no ratificará nunca este juicio
apasionado. Cualquiera que fuese el mérito de Béranger, es
difícil perdonarle el haberse mofado en sus canciones i en
su correspondencia de cuanto existe en la tierra digno de
respeto i veneración. Béranger tenia el jenio de Horacio i
el alma de Aristófanes ; pero el hombre que, como él, llama
al gobierno de Luis Felipe el desideratum de la.Francia, da
una idea tristísima de su capacidad política.
MI'. de Lamartine, como hemos dicho, prodiga sus alabanzas demasiado fácllmente , i asocia en su admiracion
hombres de un valor secundario, como Julio Janin i Eujenio
Pelletan, por ejemplo, a verdaderos colosos como IIonorato
de Balzac, Pero repetimos que este es un defecto hijo de
la bondad de su corazon, que las almas nobles deben perdonarle de buena voluntad.
A la fecha en que escribimos Mr. de Lamartine es ya un
anciano de setenta años, alto, delgado, erguido, de fisonomía dulce i espresiva, i de agradable i severo continente. Su
esterior revela a primera vista al hombre encanecido en el
estudio i las faenas diplomáticas. Su espaciosa frente se prolonga en una lijera calva medio oculta por los restos de una
bella cabellera, arreglados con esa neglijencia aristocrática
que distingue a los hombres de alto rango. En sujuventud
fué de una belleza incomparable. Entonces llevaba, como
· . 32
lord Byron, los cabellos elegantemente rizados en anillos
sueltos. Su fisonomía se ha modificado de una manera
sensible en cada una de las principales épocas de su vida:
miéntras fué poeta solamente, su rostro radiaba de juventud e inspiracion , pero esa frescura de los primeros alías
desapareció bajo la fina sonrisa del diplomático i el aire
austero del político.
Despues del famoso 2 de Diciembre, Lamartine se retiró
completamente de la arena pública.
Desde entonces ha pasado los dias i las noches en lucha
perpetua contra el estado ruinoso de su fortuna, trabajando
sin descanso i, lo que es peor, sin éxito, para disminuir el
número de sus deudas. I decimos sin éxito, porquc la
primera suscriciou de que ántes hemos hablado no le produjo ni siquiera para cubrir los gastos de publicidad.
Lo infructuoso de aquel ensayo le obliga hoi a hacer una
nueva tentativa en el mismo sentido. Un contrato celebrado
con sus antiguos editores, para el cual le han prestado sus
amigos un jeneroso apoyo, le hace otra vez, durante diez
a.ios, dueño de todas sus obras. En estos momentos las
está publicando, i para llevar a. cabo esta nueva empresa
dirija su voz a los suscritores de su país ia los de la Europa
entera,
Esperamos que todas las naciones del antiguo mundo
responderán a este llamamiento supremo; pero ¿ qué hará
la Francia? ¿ volverá la espalda una vez mas a su primer
poeta, al hombre ilustre a quien un dia llamaba su salvauor? ...
Por nuestra parte, habremos llenado nuestro objeto si
al publicar este humilde opúsculo (:amos a conocer algo
mas a ~Ir. de Lamartino entre nuestros compatriotas, que
serán nuestros lectores, i si conseguimos que coady uven ::1,
esa noble empresa Un pueblo libre debe prestar siempre
[oneroso apoyo a los que le hablan en nombre de la libertad, cualquiera que sea su patria : los hombres de jcnio
tienen por patria el mundo, su familia es la humanidad I
Sabemos que la nueva edicion que Lamartine piensa
hacer de sus obras completas será una cosa magnifica. Sí,
como debe esperarse, Dios le concede la vida necesaria
para terminar su empresa, esa publicacioo será la mas
cumplida i correcta de cuantas existen de autores contem-
poráneos.
(( Todo hombre que ha sentido, pensado i escrito mucho,
.- decía hace un afio 1'11'. de Larnartine, - debe, si Dios
le deja tiempo suficiente, coordinar, correjir, limar i
perfeccionar sus obras, para dejar en pos de sí una huella
mas auténtica i mas irreprochable de su IJaso l)or el
mundo.
n
,
Las líneas anteriores demuestran que el grande escritor
habia concebido desde uace muchos años el pensamiento
que realiza Iroi,
¿ Le faltará el concurso de los tarazanas jenerosos para
llevar a cabo su proyecto? No. Las diferencias políticas i
las :altas del hombre desaparecen cuando se trata ele popularizar la obra del jenio,
Donde quiera que haya un corazón noble i honrado al![
tendrá Lamartine un suscrito!'; porque su gloria no pertenece csclusivamente a la Francia; pertenece tamoien a la
jeneracion presente,
Ilé aquí al grande hombre como nosotros hemos podido
estudiarle i considerarle,
Sócrates i Focion acabaron su existencia inmaculada COlJ
la cicuta qce les dió la veleidosa Aténas. Lamartine ha
bebido trn/3'0 a trago la calumnia i la ingratitud. La calumnia i la ingratitud, mezcladas. son la cicuta que el
siglo XIX ofrece a sus grandes hombres.
-
64-
Peregrino infatigable, todavía vagaba en sus labios la
sonrisa de la infancia cuando empezó su maravilloso viaje,
- el viaje del Dante, - el viaje del jenio, Hoi llega ya al
fin de su carrera í se encuentra abandonado en el desierto
del olvido, í solo con sus recuerdos i su desgracia se sienta
sobre una piedra del camino a esperar la muerte. Un dia
mas, algunos pasos mas, i este hijo de IIomero, anciano í
pobre como el ciego inspirado de la Grecia, tocará la tumba
con su báculo. ¡Ojalá que al reclinar su cabeza sobre la almohada del último descanso, no lanze una maldicion a su
patria, mezclada con su adios a la humanidad 1- Eso seria
apartar de sus labios el amargo cáliz que le tocó en suerte
para no apurar las heces ••••
Era preciso que una existencia tan fecunda i venturosa
acabara por una vejez de tristeza i abandono. Esto, que para
algunos es un contraste, para nosotros es una armonía de la
vida humana. El dolor es i debe ser el fondo de la vida del
poeta; su senda ha sido siempre una vía dolorosa, un camino de abrojos atravesado en una larga noche de angustia; su corazon está repleto de lágrimas; su corona es de
espinas: - solo el fria de la tumba la convierte en corona
de laurel. El jenio es una cruz: para los que saben llevarla con valor i resignacion hasta la cima de la montaña,
se convierte en el árbol sagrado de la gloria, a cuya sombra se duerme el sueño de la inmortalidad.
Paris, Enero de 1861.
AnEL KARL.
París. -
Impreso por E. TnUNOTy
e-,
calle Baciae,
!6.

Alfonso de Lamartine - Actividad Cultural del Banco de la República

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