Revista destiempos 40
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40 Agosto-Septiembre 2014 I Publicación bimestral de la Editorial Grupo Destiempos I ISSN: 2007-7483 I Reserva de Derechos al Uso Exclusivo: 04-2013-101814413100-1021 I Revista destiempos N°40 Revista destiempos Consejo Editorial Revista de curiosidad Cultural destiempos.com Año 8 N°40 Agostoseptiembre de 2014. Es una publicación bimestral gratuita editada por Grupo Destiempos S. R. L. de C.V. Av. Insurgentes 1863 301B - C.P. (01020) Col. Guadalupe Inn, México, Distrito Federal. www.editorialdestiempos.com Directora y editora responsable: Mariel Reinoso I. Reservan de derecho al Uso Exclusivo: N° 04-2013-101814413100-102 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Mariel Reinoso I. Av. Insurgentes 1863 301B C.P. (01020) Col. Guadalupe Inn, Del. Álvaro Obregón, México, D.F. Fecha de la última actualización: Agosto de 2014 ISSN: 2007-7483 Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura de la editorial de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de Grupo Destiempos S.R.L. de CV Directora General: Mariel Reinoso I. Comité Editorial: Axayácatl Campos García-Rojas (Universidad Nacional Autónoma de México) Graciela Cándano Fierro (Universidad Nacional Autónoma de México) Alicia de Colombí-Monguió (State University of New York, Albany) Aralia López González (Universidad Autónoma Metropolitana) Ana Rosa Domenella (Universidad Autónoma Metropolitana) Sandra Lorenzano (Universidad Claustro de Sor Juana) Mariana Masera (Universidad Nacional Autónoma de México) Pilar Máynez ©Todos los derechos reservados. www.revistadestiempos.com (Universidad Nacional Autónoma de México) Antonio Rubial (Universidad Nacional Autónoma de México) Lillian von der Walde M. (Universidad Autónoma Metropolitana) www.revi s ta des ti empos .com Revista destiempos N°40 Revista indexada en: Agosto-Septembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados Revista destiempos N°40 BARLAAM Y JOSAFAT: Un caso de migración cultural. Alex O.A. Baraglia 6-13 PROLEGÓMENOS A LA PLÁTICA DOCTRINAL EN LA NUEVA ESPAÑA: DEFINICIÓN, CARACTERÍSTICAS Y PRIMERAS MANIFESTACIONES. Francisco Cárdenas 14-22 ¡QUÉ CURIOSO, QUÉ CURIOSO, QUÉ CURIOSO Y QUÉ COINCIDENCIA! Auto religioso y teatro del absurdo en Tercera llamada… de Juan José Arreola. Alejandro Ángel Cortés 26-33 ENTRE LA MODERNIDAD Y LA POSMODERNIDAD. Las relecturas críticas de la literatura latinoamericana desde la academia anglosajona y su impacto en la agenda crítica de la región. María José Sabo 37-59 DAR A LUZ: Reflexiones sobre la maternidad. Coral Cuadrada 60-86 AMORA: UN RETRATO DE LAS PASIONES SÁFICAS. Alicia V. Ramírez Olivares y Jorge Luis Gallegos Vargas BREVE ENSAYO SOBRE LAS FORMAS DE LA CIUDAD: TRES REGISTROS ARTÍSTICOS DE LA IMAGEN/IMAGIN ACIÓN. Emanuel Ferretty CANTARES. Jorge Leroux 87-102 103-108 110 EL NIÑO QUE BUSCABA EL MAR… Esther Suárez Sosa 111-112 LUZ QUE ARDE. Sara Rivera López 113-116 MINIATURA. Agustín Barruz 117-118 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 www.revi s ta des ti empos .com Revista destiempos N°40 ARTÍCULOS Y RESEÑAS Nueva época ISSN: 2007-7483 www.revi s ta des ti empos .com Revista destiempos N°40 1 Alex O. A. Baraglia Comunidad Budista Soto Zen de Valencia, España En el presente artículo nos proponemos revisar la recepción y la reformulación que tuvo en Europa la conocida historia de Barlaam y Josafat, recuperando el verdadero sentido encerrado en la leyenda búdica del Lalitavistara que le dio origen, para mostrar, una vez más, la incorrecta lectura que ha hecho Occidente de ciertas enseñanzas centrales de la tradición oriental. El mensaje de la tradición budista presenta la naturaleza eterna del Buda como impulso innato para la autorrealización personal, estructurado como un conjunto de ideas morales alejado de todo interés por lo maravilloso o hagiográfico. Como sabemos, el relato de Barlaam y Josafat es una adaptación de la vida de śākya-muni a moldes cristianos y constituye el texto más traducido y difundido de la Edad Media europea (Pflaum, Der Religiondisput der Barlaam-Legende). La leyenda, que llega a Occidente a través de la versión griega de Eutimio de Ivirón (955-1028) (Cañizares, “La Historia de los dos soldados de Cristo”, 260), tuvo un insospechado recorrido como historia edificante hasta alcanzar su consagración definitiva cuando Lope de Vega compone su Barlaán y Josafat para la representación escénica en 1611. Las variantes de los tres manuscritos medievales conservados (Sánchez-Prieto Borja, “Biblia e historiografía en los códices medievales”, 82-85), muestran un caso extremo de asimilación de los elementos maravillosos de la narrativa sapiencial de la India en el corpus narrativo cristiano peninsular, y desarrollan, en esencia, un mismo Dejo aquí mi testimonio de profunda gratitud con el Prof. Arturo Emilio Sala, quien inspiró e iluminó estas reflexiones caminando juntos por un pasaje de la Ciudad de Salamanca. 1 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 6 Revista destiempos N°40 núcleo que conviene que recordemos in nuce. En la India, un gran número de habitantes, convertidos a la fe cristiana gracias al trabajo apostólico de Santo Tomás, llevaba una tranquila vida devota hasta que, en el siglo III., el rey Avenir decide perseguir a la Iglesia. Los astrólogos de la Corte ya habían anunciado al rey que su hijo, Josafat, llegaría un día a ser cristiano, por lo que decide mantener al príncipe encerrado en su palacio con la esperanza de evitar lo que será inevitable. A pesar del celo puesto en su cuidado, Barlaam, un ermitaño de Senaar —en realidad, un sabio enviado por Dios— se encuentra con Josafat y lo inicia en la verdadera fe. Avenir, desesperado, intenta convencer a su hijo de la necedad de su conversión, pero al fracasar en dicho intento termina compartiendo el gobierno del reino con el príncipe, luego abdica, se convierte él mismo al Cristianismo y se hace ermitaño. Josafat, por su parte, asume las responsabilidades regias sólo por un tiempo, también renuncia al trono y se marcha al desierto, donde se reencuentra con su maestro Barlaam para vivir a su lado una vida santa. Tras la muerte de ambos, en sus tumbas se suceden milagros ampliamente recogidos por la tradición. La larga historia de la transmisión de este relato reconoce una complejidad cuyo interés hermenéutico pasó, casi exclusivamente, por cuestiones propias de la filología o de la ecdótica, olvidando el decisivo trasfondo moral y propedéutico —propio de la tradición oriental— que la narración encierra. Devenido en Occidente historia edificante por su riqueza formal y por la seducción de sus elementos hagiográficomaravillosos antes bien que por las ideas morales originales que lo estructuran, se convirtió en material propicio para la defensa de la fe cristiana como disputatio Fidei (Cañizares, ibídem) a cambio de perder su fuerza discursiva original, reconocible sólo para quienes se hallan familiarizados con la literatura búdica. Señalaremos a partir de aquí algunos de los momentos centrales de esta transmisión, para detenernos finalmente en el mensaje que otorga sentido al relato en la tradición oriental a la que adscribe. Para este recorrido continúa siendo aún hoy de utilidad el panorama esbozado por Marcelino Menéndez y Pelayo, quien reconoció, respecto de todas las versiones que repasa en Orígenes de la Novela, que “[en todas ellas] indudablemente […] está la leyenda budista, pero degenerada y sin sentido religioso” (Edición nacional de las obras completas, 56). Menéndez y Pelayo intenta responder a la pregunta por la procedencia del texto cristiano del Barlaam y para ello recuerda las opiniones de Rivadeneyra, Le Quien, Huet, el portugués Diego de Couto, Laboulaye y, finalmente, las de Hermann Zotenberg y Ernest Kuhn —a quienes contrapone—, considerando más verosímil la teoría de este último, quien suponía para la cadena narrativa una serie de etapas semejante a la que recorrieron los demás libros de origen sánscrito en la península ibérica. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 7 Revista destiempos N°40 Según Kuhn, un persa del siglo VI convertido al budismo tradujo al pehlevi el Libro de Judasaf (Bodhisattva). Luego, un autor cristiano del imperio Sasánida —que compartía fronteras con la India— retocó la historia en lo que se dio en llamar el Libro de Judasaf y Batahur. Del persa pasó al siriaco, haciendo su nuevo traductor profundas modificaciones, en particular en la segunda parte, que es enteramente nueva y alejada de las fuentes búdicas. De esta redacción siriaca proceden —de manera independiente— una versión georgiana, que todavía existe, y la griega, atribuida por largo tiempo a Juan Damasceno —pero compuesta, probablemente, por un monje del monasterio de Sabas, cerca de Jerusalén, a principios del siglo VII—, en la que el autor acentúa el carácter teológico y polémico de la obra2. Concluye este orientalista que todo el proceso de transmisión del Barlaam se apoya en la existencia de dos versiones independientes de la griega: la versión árabe, hecha probablemente del persa, y la ya citada redacción georgiana, que representa para Kuhn un texto intermedio entre la forma pehlevi-árabe y la novela griega. Será en definitiva la versión georgiana, completada en el siglo IX e.c. (Marr, “Mudrost Balavara”), el antecedente de la griega y la bizantina (Bádenas de la Peña Barlaam y Josafat;”La estructura narrativa de la versión bizantina”), que dará origen a su vez a las dos versiones latinas centrales: la que integra el Speculum historiale (lib. XVI, cap. 1-64) del dominico Vicente de Beauvais (completado hacia 1244), y la que encontramos en el capítulo 180 de la Leyenda dorada (inicialmente Legenda Sanctorum) de Jacopo della Voragine, Arzobispo de Génova, cuya primera versión manuscrita vio la luz hacia 1260. Tanto el Speculum como la Legenda aurea gozaron de enorme popularidad durante la Baja Edad Media, testimonio de lo cual es el millar de incunables que se conservan de esta última. La fortuna del Barlaam reconocerá, todavía, hitos sorprendentes. Entre ellos, su inserción en el Blanquerna de Lulio o en el Libro de los Estados del infante Don Juan Manuel, la adaptación hebrea del rabino barcelonés Abraham Ben Semuel ha-Leví Ibn Hasday en El príncipe y el monje (Ben ha-melek we ha-nazir), la ya citada obra de Lope, la influencia de ésta en el primer acto de La vida es sueño de Calderón, las versiones en islandés y sueco hechas en pleno siglo XV a partir de una traducción alemana, la traducción a lengua tagala realizada por el jesuita Antonio de Borja y aparecida en Manila en 1712, o, finalmente, su ingreso en el Martyrologium Romanum como San Barlaam y San Josafat confesores, con fecha de celebración en el santoral católico el 27 de noviembre. Véase el texto griego reeditado por Migne en Patrologia Cursus Completus, Series Graeca, t. XCVI, (1864), pp. 836-1250. 2 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 8 Revista destiempos N°40 Ahora bien, Barlaam e Josafat, además de ser un claro ejemplo del peculiar modo compositivo medieval caracterizado por la confluencia de géneros diversos y por el sincretismo de materiales, lo es también del olvido de las enseñanzas centrales de la tradición oriental como resultado de la fascinación occidental por lo maravilloso. En términos estructurales, resulta evidente que la historia de Buda funciona en el Barlaam como el eje narrativo al que se incorporan motivos hagiográficos, marcas de debates religiosos, apologías de la doctrina católica, parábolas y sentencias bíblicas, oraciones cristianas y porciones de otros relatos de la cuentística oriental. Sin embargo, esta confluencia de elementos tan heterogéneos, que lo convierten en una obra fascinante y de perdurable interés literario y cultural, elide las tres enseñanzas budistas centrales presentes en su probable fuente, el Lalitavistara tibetano. Con todo, resulta curioso que, con similar poder intuitivo y mucho antes que el propio Menéndez y Pelayo, Jacobo de la Vorágine afirmara en la Leyenda dorada que, así como el relato de la vida de santo Tomás, apóstol y mártir en la India, debía entenderse en la tradición de las Passiones Apostolorum —motivo por el cual la traducción catalana de la Legenda aurea contiene el término passio para presentar los actos de los mártires3 —, el relato de Barlaam y Josafat adquiere pleno sentido en la medida en que se lo entiende como lo que es en verdad, una historia de la experiencia de vida de dos santos hindúes antes que un testimonio de fe de vidas cristianas. Ahondar en esta acertada observación nos permite detenernos aquí, siglos después, en la enseñanza budista de la que el Barlaam es portador. Veamos. El Lalitavistara, redactado probablemente en el siglo V a.e.c. (Leffman) y cuya traducción aproximada del sánscrito original es “narración de la multitud de sucesos maravillosos”, es un sūtra —es decir, un relato— de la tradición Mahāyāna del Budismo. En él, de modo particularmente minucioso, se describe la vida de Buda Shākyamuni —esto es, del Buda histórico, el sabio de la tribu de los Shakyas—, su nacimiento, su renuncia a la vida secular, su iluminación, sus intervenciones milagrosas y su predicación del Dharma o doctrina budista hasta su regreso a Kapilavastu, la ciudad del antiguo reino de Shakya donde según la tradición se encontraba el hogar familiar en el que creció. Este sutra fue traducido al chino en dos ocasiones —ambas versiones de importancia central para el budismo Zen (Suzuki, Essays, 124-228)4—, en 308 por Dharmarakṣa, bajo el título de Pǔyào jīng《普曜经》o ¨Sutra de la Iluminación universal¨, y en 683, bajo la dinastía Tang, por Divākara, como Fāngguǎng dà Véase el primer testimonio impreso de esta traducción al catalán de la Legenda aurea en Hèctor Càmara i Sempere, La Mare de Déu en el Flos sanctorum romançat (1494). Alicante: Universitat d' Alacant (Publicacions), 2010. 4 En adelante la traducción de citas y su eventual adaptación son mías. 3 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 9 Revista destiempos N°40 zhuāngyán jīng 《方广大庄严经》o ¨El gran sutra decorado¨. En el relato original, la princesa Māyā, quien será la madre del buda histórico, se casa con el rey Śuddhodana (Pāli: Suddhodana), jefe del clan Śākya de Kapilavastu. Tras veinte años de infertilidad, conoce mediante un sueño que va a dar a luz un hijo singular. Tras el nacimiento del príncipe Gautama, el eremita Ascita llega a la corte y al ver al niño predice que se convertirá en un monarca poderoso o en un buscador de la verdad. Para evitar esta segunda posibilidad, el rey Śuddhodana recluye al príncipe en los jardines de su palacio, se encarga de rodearlo de placeres mundanos, lo une en matrimonio con la hermosa princesa Yasodharā y hace que reciba una educación encaminada a convertirlo en futuro heredero y protector del clan Śākya, alejándolo de toda inquietud y de las miserias del mundo. Sin embargo, insatisfecho con esta vida ficticia, siente el impulso de conocer la realidad fuera del palacio. Atraviesa entonces por cuatros experiencias, las tres primeras de las cuales —para Juan Arnau (Leyenda, 43), “las amenazas”— lo ayudan a comprender la realidad de la existencia humana, siendo la cuarta experiencia la última señal (ibidem, p. 48) que lo lleva a aceptar su destino. El príncipe y su auriga Channa encuentran en una primera salida un anciano tambaleante, cuya visión ayuda al príncipe a tomar conciencia de la vejez; al salir por segunda vez, encuentran un hombre muy enfermo, en el que Siddhartha descubre la inevitabilidad de la enfermedad; en la tercera salida, hallan un cadáver en descomposición pronto a ser cremado, por el que comprende la suerte final del cuerpo. Finalmente, Siddhartha penetra en el bosque y experimenta la cuarta señal al encontrar a un hombre errante en búsqueda de la verdad. En Siddhartha se despierta entonces el interés por encontrar una solución para el sufrimiento humano, por lo que, luego del nacimiento de su único hijo — Rahula—, adopta el nombre de Gautama, abandona su reino y recorre el valle del Ganges para iniciarse en las disciplinas de los ascetas de su tiempo. Seis años después de comenzar este camino espiritual asume que tales prácticas meditativas “responden a una pasión oscura y tortuosa” (ibidem, p. 82) y no pueden liberar a los seres humanos del sufrimiento. Decide entonces abandonar los sistemas tradicionales y propone la doctrina del “Camino Medio” o madhyamā-pratipad (Petzold, The classification of Buddhism, XX), equidistante entre los extremos del materialismo y la sensualidad por un lado, y el racionalismo y la ascesis por el otro. Una noche, sentado al pie de una higuera (el “árbol bodhi”, "aswattha” o “árbol del conocimiento"), a orillas del río Neranjara, en Bodhgaya, descubre las Cuatro Nobles Verdades y alcanza a la edad de 35 años lo que en el budismo se entiende como “Iluminación Suprema” (annuttaram sammâ smabodhin). A partir de ese momento, ya conocido como el Buddha (en sánscrito: सिद्धार्थ गौतम बुद्ध, “El Despierto”), se Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 10 Revista destiempos N°40 dirige a Sarnath (Vārāṇasī), pone en marcha la “Rueda de la Verdad o Dharma" —en la que se rechaza la tendencia filosófica a abordar problemas que no admiten soluciones prácticas—, funda las primeras comunidades de monjes, y muere, según la tradición, en Kushinagar, hacia el 483 a.e.c. Ahora bien, Occidente receptó de esta narración original sólo sus elementos maravillosos, a la manera de un políptico que interesa únicamente por la seducción de sus figuras o por su capacidad para enmarcar y reafirmar un mensaje religioso que le es, en definitiva, ajeno. Así lo demuestran, por ejemplo, las representaciones de la historia que tuvieron lugar probablemente en las misiones jesuíticas guaraníes5, como resultado de una de las preocupaciones básicas de la Compañía de Jesús, la catequización, esa «rudes erudire» que llevó a producir o representar obras que no fueron sino —en palabras de los historiadores de la Orden— “sermones disfrazados” (Alonso Asenjo, La tragedia de San Hermenegildo, 16). En cambio y en esencia, la enseñanza encerrada a lo largo de todos los sucesos narrados en el Lalitavistara ha sido sintetizada por Daisetsu Teitaro Suzuki, quien difundió su visión personal de la sabiduría del budismo —en particular de la tradición Mahayana y de las doctrinas de la secta Rinzai6— en Europa y los Estados Unidos durante las largas décadas de actividad académica que culminaron con su muerte en 1966. Nos valdremos de sus afirmaciones para la parte final de este trabajo. La experiencia por la que atravesó el Buddha y que testimonia la tradición budista —bellamente encerrada en el texto del Lalitavistara—, es una experiencia de difícil comprensión para la mentalidad occidental pues implica al mismo tiempo aceptar la vida humana como dolor y sufrimiento, pero contemplándola desde un estado mental absoluto en el que no tiene lugar la discriminación o vikalpa (Suzuki, Essays, 125), resultado de la natural inclinación de la conciencia lógica y práctica a “parcelar” y analizar la realidad. Se apunta entonces, en la experiencia de la “Iluminación”, a alcanzar un conocimiento perfecto o abhisambodha (ibídem, 124), resultado de la inversión del curso de acción habitual de la mente que tiende a dividir la experiencia en sujeto y objeto, logrando que todo lo observe “en un solo pensamiento” o ekacitta (ibídem, 125), con lo que la mente retorna, en palabras de Suzuki, a su “íntima morada original de la unidad” (ibidem). La posibilidad de contemplar todo lo existente en su Agradezco especialmente esta información al Prof. Arturo Emilio Sala. Difusión que hizo en términos académicos, no en términos de la práctica del verdadero zen. Como recordaba Roshi Taisen Deshimaru: “Suzuki se había adentrado profundamente en las filosofías oriental y japonesa […] pero no experimentó el punto final y profundo, de manera que uno no puede comprender en realidad el zen a través de D.T. Suzuki […]. Suzuki no estudió el Shobogenzo con profundidad. Tan sólo lo utilizaba. […] No practicaba el zazen y esto es como contemplar una manzana pintada sobre papel: no se puede comer”. (R. T. Deshimaru. La voz del valle. Enseñanzas Zen. Philippe Coupey (ed.), David Rosenbaum (trad.). Buenos Aires: Paidos (Paidos Orientalia), 1985, p. 227. 5 6 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 11 Revista destiempos N°40 unidad original, alcanzando el estado de “unidad-de-visión-pensante” que trae aparejada la perfecta serenidad del espíritu, es el camino que permite superar la ignorancia y el sufrimiento y constituye el gran legado del Budismo. Ahora bien, en el corpus de pocos autores occidentales encontramos las sutilezas del modelo de experiencia que refiere el Lalitavistara. Uno de ellos es Meister Eckhart, quien explicita su teoría de la unión mística del sujeto y el objeto en términos muy similares al estado de “unidad-de-visión-pensante” del texto mahayánico (ibídem, 126). Así lo sintetiza en su conocido dictum: «el ojo, con el que veo a Dios, es el mismo ojo con el que Dios me ve, mi ojo y el ojo de Dios son sólo un ojo y un ver y un conocimiento y un amor»7. Otro autor cuya literatura refleja una comprensión más cercana de la estructura de pensamiento y de experiencia presentes en el Lalitavistara es Aldous Huxley, tal como refiere James Hull (Aldous Huxley, 339). En definitiva, este breve recorrido muestra la evidencia de que el misreading a partir del cual la leyenda de Barlaam y Josafat se transmitió en el continente europeo —especialmente en España— surgió de la dificultad de comprender una experiencia del todo ajena a la sensibilidad occidental. Allí donde tantos vieron una fuente para los exempla peninsulares, se esconde un modelo de comprensión de la realidad bien descrito en la clásica metáfora del Katha-Upanishad que nos recuerda D.T Suzuki (Essays, 125): Así como el agua de la lluvia caída de la cima de una montaña se desplaza hacia abajo por todas sus vertientes, de igual manera ocurre con quien [sólo ve diferencias] entre las cualidades que lo rodean […]. El agua pura escanciada sobre agua pura, sigue siendo la misma agua, [así], ¡oh Gautama !, es el yo del pensador que conoce. BIBLIOGRAFÍA ALONSO ASENJO, Julio, La tragedia de San Hermenegildo y otras obras del teatro español de colegio. Textos teatrales hispánicos del siglo XVI, vol. 5. Valencia: Universidad de Valencia, 1995. ARNAU NAVARRO, Juan María, (ED.), Leyenda de Buda. Madrid: Alianza Editorial, 2011. BÁDENAS DE LA PEÑA, Pedro, (ED.), Barlaam y Josafat. Redacción bizantina anónima. Madrid: Siruela, 1993. En el original: «Das Auge, in dem ich Gott sehe, das ist dasselbe Auge, darin mich Gott sieht; mein Auge und Gottes Auge, das ist ein Auge und ein Sehen und ein Erkennen und ein Lieben», en: Master Eckhart, Die deutschen und lateinischen Werke. Herausgegeben im Auftrage der Deutschen Forschungsgemeinschaft, vol. 1. Stuttgart: Verlag W. Kohlhammer, 1936, p. 201, 5-8, en nuestra traducción. 7 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 12 Revista destiempos N°40 ________________________, «La estructura narrativa de la versión bizantina de la Historia de Barlaam y Josafat», Augustinianum, 36/1 1996, pp. 213-229. CAÑIZARES FERRIZ, Patricia, “La Historia de los dos soldados de Cristo, Barlaan y Josafat traducida por Juan de Arce Solorzeno (Madrid 1608)”, Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 2000, 19: 259-271. HULL, James, Aldous Huxley: Representative Man, Gerhard Wagner (ed.), Münster: Lit Verlag, 2004. LEFFMAN, Salomon (ED.), Lalita Vistara: Leben und Lehre des Çakya-Buddha. 2 vols. Reprint. Tokyo: Meicho-Fukyu-kai, 1977 [originally published Halle: Verlag der Buchhandlung des Waisenhauses, 1902–1908]. MARR, Nikolaĭ Yakovlevich, «Mudrost Balavara, gruzinskaya versika Dusepoleznoy Istorii o Varlaame i Iosafe» (“La Sabiduría de Balavar, versión georgiana de la Historia edificante de Barlaam y Josafat”), en: Zapiski Vostocnago Otdeleniya, vol. III, San Petersburgo: 1889, pp. 223-260. MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino, Edición nacional de las obras completas de Menéndez Pelayo. Vol. 13, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1943. PERI, Hiram [Pflaum], Der Religiondisput der Barlaam-Legende: Ein Motiv abendländischer Dichtung. (Acta Salmanticensia: Filosofía y Letras, XIV, 3). Salamanca: Universidad, 1959. PETZOLD, Bruno (in collaboration with Shinshō Hanayama; edited by Shohei Ichimura). The Classification of Buddhism=Bukkyō Kyōhan: Comprising the Classification of Buddhist Doctrines in India, China and Japan. Wiesbaden: Harrassowitz, 1995. SÁNCHEZ-PRIETO BORJA, Pedro, “Biblia e historiografía en los códices medievales”, en: Los códices literarios de la Edad Media, interpretación, historia, técnicas y catalogación. Pedro M. Cátedra (dir.), Eva belén Carro Carbajal & Javier Durán Barceló, Salamanca: Instituto de Historia del Libro y de la Lectura, 2009, pp. 7190. SUZUKI, Daisetz Teitaro, Essays in Zen Buddhism. First Series NY: Grove, 1994 [1949]. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 13 Revista destiempos N°40 PREÁMBULO Para que los indígenas del Nuevo Mundo renunciaran a sus ceremonias de índole religiosa y conocieran la fe cristiana, los europeos de principios del siglo XVI tuvieron que poner en práctica varios métodos que enseñaran esta religión. Por supuesto, el teatro de evangelización que promovieron los frailes franciscanos destacó por enseñar los dogmas cristianos, asimismo deleitaba y movía la pasión de los indígenas, por tanto, fue la estrategia más trascendental, según mi opinión, para catequizar a los nativos de las Indias occidentales. También la pintura mural que se realizó en los conventos, tempos y capillas abiertas fue relevante, aunque este método empezó a realizarse varias décadas después.1 Otra táctica para cristianizar a los niños fue la observación y la enseñanza de las imágenes de las cruces atriales de arte tequitqui2 para explicar la Pasión de Cristo. Pero los primeros procedimientos empleados por los soldados de Hernán Cortés y algunos hombres religiosos, fueron la plática doctrinal y el sermón religioso, es decir, la palabra sagrada abrió el camino para una conquista espiritual en la Nueva España, como la nombró Robert Ricard. El sermón religioso y la plática doctrinal, como herramientas orales para persuadir a una comunidad indígena a las prácticas y virtudes del cristianismo, tienen características similares, por tanto, los límites entre uno y otro discurso oratorio son ambiguos. Sin embargo, tienen diferencias. Sin decirnos las cualidades de estos dos géneros retóricos, el poeta hispano1 Cf. Michael K. Schuessler, Artes de fundación. Teatro evangelizador y pintura mural en la Nueva España. México, UNAM, Coordinación de Humanidades, 2009 (Estudios de Cultura Iberoamericana Colonial). Con respecto a la pintura mural, Antonio Rubial menciona que no fue un método para evangelizar a los indígenas, ya que empieza a mediados del siglo XVII, sino “La verdadera función de estas pinturas era […] reforzar la enseñanza de los dogmas cristianos hacia fieles bautizados desde su infancia, cuyos padres llevaban varias décadas convertidos formalmente al cristianismo, pero que estaban insuficientemente instruidos” (En: “Santos para pensar. Enfoques y materiales para el estudio de la hagiografía novohispana”, en Prolija memoria. Estudios de cultura virreinal. Año 1, vol. 1, 2004, pp. 121-146). 2 Palabra náhuatl que “significa tributo, pues se vio en tales obras una original contribución americana a la historia del arte escultórico”. Sin embargo “Hoy en día, la palabra tequitqui, se utiliza como simple denominación, aceptada tanto por costumbre como por el buen éxito que alcanzó cuando fue acuñada, pues no existe tal tributo ya que cruces como éstas de México, fueron conocidas en Europa mucho antes del descubrimiento de América” (Sonia de la Roziere, México: Angustia de sus Cristos. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1967, p. XI.) Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 14 Revista destiempos N°40 americano Bernardo de Balbuena, en el capítulo IV “Letras, virtudes, variedad de oficios” de la Grandeza mexicana, impresa en 1604, menciona en los siguientes tercetos: ¿Qué pueblo, qué ciudad sustenta el suelo Tan llena de divinas ocasiones, Trato de Dios y religioso celo, De misas, indulgencias, estaciones, Velaciones, plegarias, romerías, Pláticas, conferencia y sermones?3 Las “divinas ocasiones” de la religión cristiana formaban parte de la dignidad de una ciudad hermosa y grande como la Tenochtitlan recién conquistada. Además de las celebraciones litúrgicas o de las peregrinaciones devocionales a un santuario, la oratoria sagrada era un segmento de la magnanimidad del mundo novohispano. En el último verso, Bernardo de Balbuena, empleando el recurso literario de la gradación ascendente, enumera tres tipos de retórica de cualidad religiosa. Él, por tanto, notaba las diferencias que había entre la plática, la conferencia y el sermón. Sobre este mismo asunto, en 1794, a un músico llamado Pedro Boet de origen francés, que vivía en la capital de la Nueva España, el Tribunal del Santo Oficio le recogió un manuscrito que contenía una canción burlesca en lengua francesa, donde Filis confiesa sus pecados a un sacerdote, el cual es su “enamorado Tirsi”. Este Tribunal manda a fray Joseph Francisco Valdés a traducir dicha canción. El fraile en la cuarta estrofa, en boca de Filis, ha escrito lo siguiente: Yo he hurtado en mi casa Y he hecho encolerizar a mi padre, Me he puesto a espiar lo que pasa, He hecho burla de mi madre, He asistido a las pláticas y sermones Con muy poca devoción.4 En fin, Bernardo de Balbuena, a principios del siglo XVII, y el músico Pedro Boet, a finales del XVIII, distinguen varios discursos sagrados. Como es bien sabido, hay bastantes estudios acerca del sermón religioso novohispano,5 Bernardo de Balbuena, Grandeza mexicana. Compendio apologético en alabanza de la poesía. Estudio preliminar de Luis Adolfo Domínguez, México, Porrúa, 2006. (Sepan cuantos, 200), pp. 86. 4 Georges Baudot y María Águeda Méndez, Amores prohibidos. La palabra condenada en el México de los virreyes. Prólogo de Elías Trabulse, México, Siglo XXI, 1997, pp. 199-200. 5 Por ejemplo, puede consultarse: Perla Chinchilla Pawling, De la compositio loci a la República de las letras: Predicación jesuita en el siglo XVII novohispano. México, Universidad Iberoamericana, 2004 (El mundo sobre el papel); Carlos Herrejón Peredo, Del sermón al discurso cívico. México, El Colegio de Michoacán / El Colegio de 3 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 15 Revista destiempos N°40 sin embargo no se ha reparado lo suficiente en la plática doctrinal. Entonces ¿cuáles son las características de la plática doctrinal? DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE LA PLÁTICA DOCTRINAL Carlos Herrejón Peredo, al estudiar el sermón religioso novohispano, repara brevemente en tres características de la plática. Dice que, a diferencia del primer discurso sagrado que emplea un tono más solemne, ésta opta por un ambiente más familiar, y no precisamente lo que se diga en ella tiene que ser extraído de las Sagradas Escrituras. Además, indirectamente, sugiere que es “otra forma de predicación”, 6 esto es que, como Bernardo de Balbuena y Pedro Boet, distingue dos géneros discursivos religiosos con sus propias cualidades. Sin embargo, desde el siglo XVII, el Diccionario de Autoridades había definido a la plática de la siguiente manera: “Plática se llama también el razonamiento o discurso que hacen los predicadores, superiores o prelados, para exhortar a los actos de virtud, o instruir en la Doctrina cristiana, o reprehender los vicios, abusos o faltas de los súbditos o fieles”.7 Con base en estas dos definiciones se pueden apreciar varias características de la plática. Ambas coinciden en que es una forma de discurso, que tiene por objetivo la enseñanza de “la Doctrina Cristiana”, aunque los argumentos o puntos a tratar, en algunas ocasiones, no sean a partir del Antiguo o Nuevo Testamento. También se indica, en el Diccionario antes mencionado, quiénes debían ser los emisores de la plática: solamente la gente instruida en la religión tenía la facultad para predicar este género oratorio. Los destinatarios de este discurso cristiano eran los que debían obedecer a la autoridad del rey: todos aquellos individuos que habitaban en una de las colonias de la Península Ibérica; pero también los receptores eran aquéllos que acataban las normas de la cristiandad desde siglos pasados. El mensaje de la plática doctrinal estaba destinado a ganar adeptos a la fe de Cristo, y reformar y reforzar las virtudes que todo buen cristiano debería poseer. Los predicadores de la plática doctrinal tenían que estar seguros de que el mensaje que estaban emitiendo fuese entendido por sus oyentes; como dice el Diccionario de Autoridades, el objetivo de este género oratorio era persuadir a los oyentes al bien y amonestar los vicios. En otras palabras, el género de la plática doctrinal es una continuidad del discurso deliberativo. Fray Diego Valadés, al exponer este tipo de discurso dice que México, 2003 (Colección ensayos); Félix Herrero Salgado, La oratoria sagrada en los siglos XVI y XVII. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1996-2004. 6 Del sermón al discurso cívico, p. 11. 7 Véase: Tomo V, p. 293. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 16 Revista destiempos N°40 “es con el que distinguimos, instigamos, persuadimos, disuadimos, pedimos, exhortamos, desaconsejamos lo bueno y lo malo, lo útil y lo inútil, lo necesario y lo contingente”,8 con base en la enseñanza de lo que se debe creer, hacer, evitar, esperar y temer. Este tipo de discurso sagrado, por otra parte, tiene la cualidad de ser un razonamiento, esto es, la plática es un tipo de disertación lógica, lo cual me lleva a pensar que el orador debía de tener una cierta formación retórica, basándose en la invención (invuentio), disposición (dispositio), elocución (elocutio), memoria y pronunciación (pronuntiato), para que su discurso o su plática fuera coherente, y así a partir de la inventio pronunciar, de manera ordenada, la secuencia discursiva: exordio (exordium), narración (narratio), argumentación (argumentatio) y peroración (peroratio). El mismo Diego Valadés, apoyándose en los rétores clásicos como Cicerón, ha reparado en las cinco partes de la retórica y en las divisiones discursivas. De la inventio escribe que “es el descubrimiento anticipado, inteligente y cuidadoso de los argumentos verdaderos o verosímiles que hacen posible una causa”. Esto quiere decir que el orador debe de hallar en su mente, gracias a sus estudios y a su memoria, todo aquello que le pueda servir para su discurso. Acerca de la dispositio asevera que sirve para ordenar y colocar todos los argumentos que el orador haya encontrado o elegido; recomienda que “debe hacerse de tal forma que al presentar sentencias y testimonios […] nada sea deforme, nada violento, sino que todos sean aptamente colocados en su sitio y tengan una cadencia rítmica, para que no parezca que fueron tomados de otra parte, sino que nacieron de los argumentos mismos”, y aquí la prudencia del orador debe ser explotada al máximo. Así, todo discurso razonado tiene que ser sistematizado. Al tratar de la elocutio puntualiza que “es la acomodación de las palabras idóneas”, las cuales deben ser claras (perspicuitas), propias (puritas) y usuales conforme a la adecuación del discurso con base en el destinatario (aptum). En este punto nos encontramos ante una consciencia lingüística: el orador debe buscar ya no los argumentos, sino las palabras más prudentes para cualquier ocasión. Diego Valadés, Retórica christiana, 2ª ed., int. de Esteban J. Palomera, adv., de Alfonso Castro Pallares, preám., y trad. de Tarsicio Herrera Zapién, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 433. El fraile novohispano, por supuesto, no es el único en tratar el género deliberativo. Aristóteles, con una mentalidad política, menciona que se puede discutir lo bueno y lo malo de los ingresos fiscales, de la guerra y la paz, de la defensa de un territorio, de la compra y venta de productos y de la legislación. Cicerón, por su parte, ha dicho acerca de este género que versa sobre lo útil (refiriéndose a lo que antes había pensado el estagirita), pero también sobre lo honesto, esto es, sobre las virtudes de un hombre (Cf. Cicerón, De inventione, II, 157. Véase la siguiente edición: CICERÓN, De la invención retórica. Introducción, traducción y notas de Bulmaro Reyes Coria. México, UNAM, Coordinación de Humanidades, 1997 (Bibliotheca Scriptorvm Graecorum et Romanorum Mexicana). Los otros géneros retóricos, según su causa, son: el demostrativo o epidíctico, el cual sirve para alabar o vituperar las cosas externas (familia, fortuna, riquezas, etcétera), las cosas que se refieren al cuerpo (complexión física y salud), y las cosas del espíritu (la prudencia, la habilidad, la sabiduría); y el judicial, cuyo objetivo es establecer la justicia, ya sea defendiendo o acusando los hechos o las acciones de una persona o de varias, y establece un castigo o un premio. 8 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 17 Revista destiempos N°40 Cuando trata el punto de la memoria menciona que “es una firme percepción del ánimo, de las cosas y de las palabras, y de su colocación. Ella es sobremanera necesaria al orador, y no sin razón es llamada el tesoro de los descubrimientos (inventorum) y custodio de todas las partes de la retórica”.9 De la pronunciación del orador, o como él la llama, declamación, asevera que consiste en las variadas modulaciones de la voz que un orador usa al momento de emitir su discurso, así como el movimiento de su cuerpo. Todas estas partes del arte de la retórica repercuten en el discurso pronunciado. Así, en cuanto a las características de la oración, entendida esta como aquello que oralmente se expresa, Diego Valadés, basándose en el De inventione, dice que son cuatro partes básicas: 1) exordio “es, de acuerdo a su etimología, la parte del discurso que dispone favorablemente el ánimo del oyente para el resto del discurso”; 10 2) la narración “consiste en la exposición de los hechos ocurridos o como ocurridos […] dando a conocer lo que es necesario que se sepa”; 11 3) la confirmación y la refutación: en la primera se tiene que argumentar, por inducción o por raciocinio, la narración que se ha hecho para darle credibilidad y sustento; en la segunda, también por medio de la argumentación, se debilita el punto de vista de los adversarios;12 4) la conclusión “es cuando muy brevemente repetimos lo antes dicho y lo resumimos en sus puntos principales para que los ánimos de los oyentes queden impresionados”.13 La plática tiene un tono más familiar, dice Carlos Herrejón Peredo. Esto es, que la elocución era sencilla, llana, quizá para hacerla más amena y comprensible para los oyentes que aún no pertenecían a la religión cristiana o apenas se estaban convirtiendo. De esta manera, la plática probablemente se inserta en el género retórico, cuyo estilo es más sencillo. Valadés, en el siglo XVI, y Cicerón, en el siglo I a. d. C., de este género de estilo humilde han dicho que su lenguaje es el más cotidiano y con muy pocos adornos lingüísticos. También la plática puede corresponder al discurso retórico mediano, que emplea expresiones sencillas, pero no bajas, y cuenta con una elocución más adornada. En resumen, la plática doctrinal es una clase de discurso sagrado de temática cristiana; la pronunciaba un hombre religioso, y los destinatarios eran los fieles y los que no creían ni practicaban del todo la fe católica; corresponde al género deliberativo; cuenta con la estructura lógica del discurso razonado; y, por último, su estilo es mediano o bajo. D. Valadés, Retórica cristiana, op. cit., pp. 190 y ss. Ibíd, p. 509. 11 Ibíd, p. 515. 12 Ibíd, pp.523-525. 13 Ibíd, p. 525. 9 10 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 18 Revista destiempos N°40 PRIMERAS MANIFESTACIONES DE LA PLÁTICA DOCTRINAL EN NUEVA ESPAÑA Este tipo de discurso lo pronunció Hernán Cortés. Ya en este punto hay una excepción a la regla, con respecto a los emisores. El conquistador español, después de arribar a la península de Yucatán, tuvo la obligación moral de difundir la doctrina cristiana en todas las tierras que iba descubriendo.14 Por ejemplo, antes de arribar a Tenonchitlan, en el pueblo de Cempoal, los conquistadores, en su afán de aniquilar la idolatría, destruyeron los ídolos de los indígenas, y, poco tiempo después, colocaron ahí, en el lugar sagrado llamado cue, un altar con la imagen de la Virgen y una cruz. En este espacio se ofició misa, y a los naturales, por medio de la “plática”, los exhortaron para que veneraran la imagen de María. Esta “plática”, para que lograra convencer, debía de tener características fundamentales de retórica: razonamiento o argumentos coherentes (inventio), orden lógico (dispositio), palabras adecuadas (elocutio), y buena pronunciación (actio). Este acontecimiento lo menciona Bernal Díaz del Castillo, aunque no repara en si este discurso fue en lengua castellana o indígena, o por medio de un interlocutor: Y pues que en aquellos sus altos cues no habían de tener más ídolos, que él [Hernán Cortés] les quiere dejar una gran Señora, que es madre de Nuestro Señor Jesucristo, en quien creemos y adoramos, para que ellos también la tengan por Señora, y sobre ello y otras cosas de pláticas que pasaron se les hizo muy buen razonamiento, y tan bien propuesto para según el tiempo que no había más qué decir, y se les declaró muchas cosas tocantes a nuestra fe, tan bien dichas como ahora los religiosos se lo dan a entender de manera que lo oían de buena voluntad.15 También Hernán Cortés, después de llegar a Tenochtitlan y observar cómo los sacerdotes indígenas hacían sacrificios humanos, tomó la decisión de hacer una plática a Moctezuma, no sin antes destruir varios de sus ídolos. En esta plática, el conquistador expresa el objetivo de dicho discurso: salvar el alma de todos aquellos que no creen en Dios; enseguida expone al rey mexica y a sus más cercanos servidores, quién es el dios cristiano y la Creación que éste hizo, y los exhorta a ser buenos, humanos, Hernán Cortés, si bien fue un hombre de armas, también se distinguió por ser una persona religiosa: “Siempre llevó en su persona una imagen de la Virgen María, cuyo amartelado devoto fue; día a día rezaba sus oraciones y oía misa; una cruz había en un estandarte, orlada con estas palabras: Amici, sequamur crucem, et si nos fidem habemus, vere in hoc signo vincemus. Tenía otro, con las armas de Castilla y León a un lado y una imagen de la Virgen Santísima al otro” (Robert Ricard, La conquista espiritual de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las órdenes mendicantes en la Nueva España de 1523-1524 a 1572. Traducción de Ángel María Garibay K. 6ª. reimpresión. México, Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 75-76). 15 Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, México, Editores Mexicanos Unidos, 1992 p.122. Las cursivas son mías. 14 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 19 Revista destiempos N°40 piadosos, inocentes y corregibles, para que no permitan la muerte de personas en el sacrificio prehispánico. Cortés concluye: A este Dios pues, que ahora imagináis allá dentro en vuestros corazones, a ése servid y adorad, no con muerte de hombres, ni con sangre de sacrificios abominables, sino con sola devoción y palabras, como los cristianos hacemos; y sabed que para enseñaros esto venimos acá.16 Esta plática, como se puede apreciar, cuenta con varias de las características arriba mencionadas. A saber: el tema religioso, la finalidad de ganar adeptos al cristianismo y la causa deliberativa. Además Hernán Cortés les ordena que por medio de las palabras adoren a Dios. En 1524 arribaron los doce franciscanos a la Nueva España, los cuales tenían como misión evangelizar, por medio de la palabra, a los indígenas.17 Para ello emplearon el discurso sagrado de la plática doctrinal y comenzaron por predicar la religión a los “Señores y principales de México”, es decir, al emperador Moctezuma y sacerdotes de Tenochtitlan. En estas pláticas, los franciscanos a los caciques indígenas trataron los siguientes puntos: la finalidad de su llegada (convertir a los indígenas a la religión cristiana); el interés eterno que tenían en salvar las almas de los infieles; la naturaleza divina de la doctrina que profesaban y la explicación del verdadero Dios. Bernardino de Sahagún consideró que las pláticas de los doce franciscanos eran efectivas para convertir a los indígenas al cristianismo. Además reparó en la dispositio así como en la cualidad deliberativa, en el estilo humilde pero decoroso, tanto para el emisor como para el receptor de dichas pláticas: En gran manera son eficaces estos fundamentos para persuadir a la sancta (sic) fe católica a gente ajena de todo conocimiento de las cosas divinas y en gran parte lisiada en el conocimiento de las cosas humanas. [Los franciscanos] proceden luego ordenadamente a dar las noticias de los errores en que estaban, y de lo que les convenía creer para salir de ellos, y de lo que les convenía hacer para remediar su perdición y salvar sus ánimas de la pena eterna […] y esto [el discurso] con estado llano y claro, bien medido y proporcionado a la capacidad de los oyentes18 Seguramente, así como los frailes de la orden de San Francisco predicaron a principios del siglo XVI con pláticas doctrinales a las personas Francisco López de Gómara, Historia de la conquista de México. Prólogo y cronología de Jorge Gurría Lacroix, Biblioteca Ayacucho, 1979, pp. 137-139. 17 La palabra no fue el único medio con que los doce franciscanos intentaron evangelizar a los indígenas, pues como se sabe también emplearon el teatro y la pintura mural. 18 Christian Duverger, La conversión de los indios de Nueva España. Con el texto de los doce coloquios de Bernardo de Sahagún (1564). Traducción de María Dolores de la Peña, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 58. Las cursivas son mías. 16 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 20 Revista destiempos N°40 indígenas principales, lo hicieron también las otras órdenes mendicantes, a saber, los agustinos y los dominicos, pero habrá que investigar sobre esto. Por tanto, considero que la plática doctrinal en Nueva España tiene sus orígenes con Hernán Cortés, pues empleó un método, es decir, una estrategia discursiva razonada para persuadir a sus oyentes y convertirlos a la fe cristiana. Sin embargo, Robert Ricard, en La Conquista espiritual de México, piensa que este género oratorio, como método o sistema para evangelizar a los indígenas, empezó con los doce franciscanos, pues se refiere a una forma de evangelización formalizada. Este es el primer momento o “periodo primitivo”, como bien señala el investigador francés arriba mencionado, de la predicación religiosa en Nueva España. BIBLIOGRAFÍA BALBUENA, Bernardo de, Grandeza mexicana. Compendio apologético en alabanza de la poesía. Estudio preliminar de Luis Adolfo Domínguez, México, Porrúa, 2006. (Sepan cuantos, 200). BAUDOT, Georges y María Águeda Méndez, Amores prohibidos. La palabra condenada en el México de los virreyes. Prólogo de Elías Trabulse, México, Siglo XXI, 1997. CHINCHILLA PAWLING, Perla, De la compositio loci a la República de las letras: Predicación jesuita en el siglo XVII novohispano. México, Universidad Iberoamericana, 2004 (El mundo sobre el papel). CICERÓN, De la invención retórica. Introducción, traducción y notas de Bulmaro Reyes Coria. México, UNAM, Coordinación de Humanidades, 1997 (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana). DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. México, Editores Mexicanos Unidos, 1992. DUVERGER, Christian, La conversión de los indios de Nueva España. Con el texto de los doce coloquios de Bernardo de Sahagún (1564). Traducción de María Dolores de la Peña, México, Fondo de Cultura Económica, 1993. HERREJÓN PEREDO, Carlos, Del sermón al discurso cívico. México, 1760-1834. México, El Colegio de México-El Colegio de Michoacán, 2003 (Colección Ensayos). HERRERO SALGADO, Félix, La oratoria sagrada en los siglos XVI y XVII. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1996-2004. LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco, Historia de la conquista de México. Prólogo y cronología de Jorge Gurría Lacroix, Biblioteca Ayacucho, 1979, pp. 137-139. RICARD, Robert, La conquista espiritual de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las órdenes mendicantes en la Nueva España de 15231524 a 1572. Traducción de Ángel María Garibay K. 6ª. reimpresión. México, Fondo de Cultura Económica, 2001. ROZIERE, Sonia de la, México: Angustia de sus Cristos. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1967. RUBIAL, Antonio, “Santos para pensar. Enfoques y materiales para el estudio de la hagiografía novohispana”, en Prolija memoria. Estudios de cultura virreinal. Año 1, vol. 1, 2004, pp. 121-146. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 21 Revista destiempos N°40 SCHUESSLER, Michael K., Artes de fundación. Teatro evangelizador y pintura mural en la Nueva España. México, UNAM, Coordinación de Humanidades, 2009 (Estudios de Cultura Iberoamericana Colonial). VALADÉS, Diego, fray, Retórica cristiana. 2ª ed., int. de Esteban J. Palomera, adv., de Alfonso Castro Pallares, preám., y trad. de Tarsicio Herrera Zapién, México, Fondo de Cultura Económica, 2003. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 22 Revista destiempos N°40 Omar Alejandro Ángel Cortés Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa Dentro de la cotidianidad del siglo XX, debido, principalmente, al periodo de entreguerras, así como al crecimiento y transformación de las aldeas en urbes cosmopolitas, la búsqueda artística, social y personal de los individuos representa una constante. En el caso artístico, tal cuestionamiento desembocará en las más diversas e innovadoras propuestas: un sinfín de vanguardias y, dentro del tema del presente comentario, teatro de búsqueda, teatro de autor, teatro documental, teatro de la crueldad, teatro pánico y, especialmente, teatro del absurdo. Así, del caos que sobrevino después de las dos guerras mundiales surgió, entre otros, Sartre (1943-1944), con su existencialismo, el acento cargado en el nihilismo y la utilización de mitos como sustancia y del término absurdo para describir la vida. [Por ello], los primeros años de la década de 1950 fueron un momento muy propicio para que la vanguardia lanzara sus ataques más violentos contra todas las estructuras existentes. […] [Cubierta por las sombras de la segunda Guerra Mundial], nuestra lógica nos había hecho caer en lo ilógico […] tuvimos que admitir que en nuestra propia existencia había algún elemento absurdo y cierta carencia de sentido (Wright, Para comprender…, 166). Dichas concepciones fueron expresadas, por vez primera, en La cantante calva, de Ionesco y, posteriormente, en Esperando a Godot, de Beckett, autores pilares del teatro del absurdo. Aunado a lo anterior, 1El título de este trabajo proviene de una cita de La cantante calva, de Eugène Ionesco. Si bien la relación entre dicha obra y la de Arreola no es totalmente directa, tal fragmento remite la cualidad de circularidad y, por tanto, de absurdo en ambas obras. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 23 Revista destiempos N°40 como señala Saúl Yurkievich, “el teatro en Hispanoamérica no había tenido una existencia y un desarrollo notorios sino hasta el siglo XX.2 Se da conjuntamente con el proceso de modernización y de urbanización que conecta a las capitales con las circulaciones culturales internacionales” (Historia de la cultura literaria…, 319). En México, el caso de Juan José Arreola resulta ampliamente destacable debido a su tan característico manejo del humor, así como su apropiación del teatro del absurdo y el encauzamiento de éste para futuras generaciones. La participación de este autor dentro del teatro se remonta a Poesía en Voz Alta (1955), en el que figuran escritores como Octavio Paz, directores como Héctor Mendoza y José Luis Ibáñez, escenógrafos como Juan Soriano y Leonora Carrington. En este movimiento, “se inicia una nueva etapa donde la atención se centra ya no tanto en el actor o en la obra, sino en el concepto “puesta en escena” (Argudín, Historia del teatro en México, 149); además, se genera un estilo que cundirá y, con leves o mayores modificaciones, ha de proseguir […]: ambición cosmopolita, estudio meticuloso y su modernización de los clásicos españoles, nostalgias de “music hall” y de circo, utilización muy parcelada de elementos populares, énfasis en el poder del espectáculo y del juego, descreimiento de las grandes actuaciones virtuosas, uso preliminar del idioma del show […] y movimiento dinámico de la escena (Argudín, Historia del teatro en México, 149).3 Los fudamentos de dicho movimiento dramático los explica, en nombre de sus compañeros, Juan José Arreola: Deliberadamente hemos optado por la solución más difícil: la de jugar el antiguo y limpio juego del teatro. Esto quiere decir que no vamos a engañar a nadie, que renunciamos lúcidamente a la mayoría de los recursos técnicos que pervierten y complican el teatro contemporáneo. Creemos que es posible ponernos de acuerdo, si ustedes (dirigiéndose al público reunido en el teatro) renuncian también a su habitual condición de expertos y ambiciosos espectadores y entran al juego con suficiente 2Cabe destacar que el señalamiento de Yurkievich se ciñe al comentario del teatro moderno. No huelga recordar la existencia de eminentes autores tales como Sor Juana Inés de la Cruz, así como las producciones de diversos autores durante su estadía en México, tales como Juan José Zorilla, Don Juan de Guevara, entre otros. 3Todos los subrayados son míos. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 24 Revista destiempos N°40 candor. Juntos podremos recobrar el perdido espíritu del teatro, que no es en fin de cuentas, más que antigua, recóndita poesía: poesía en voz alta (Argudín, Historia del teatro en México, 150). Por evidentes razones, el movimiento deja una profunda huella que se advierte sobre todo en el teatro de búsqueda que realizaron en diferentes escenarios los jóvenes que habían participado en Poesía en Voz Alta; “sin Poesía en Voz Alta [dice Octavio Paz] no se conciben muchas de las cosas del teatro actual en México, no sólo por haber postulado la experimentación a partir de las experiencias de vanguardia, sino porque también experimentábamos con nosotros mismos, siempre al servicio del texto” (Argudín, Historia del teatro en México, 153). Desde la percepción de Yurkievich, el grupo dramatúrgico en cuestión forja una conciencia de hacer buen teatro, sobre todo de búsqueda y está integrado por intelectuales de todas las áreas del arte, quienes empiezan con poesía dramatizada y terminan haciendo teatro del absurdo (Octavio Paz, Carlos Fuentes, León Felipe, Juan José Arreola, Elena Garro. Historia de la cultura literaria…, 374). Ahora bien, respecto a la puesta en práctica del teatro del absurdo cabe señalar que ésta resulta “la reacción más reciente en contra del estilo realista, lo mismo que del estilo épico. [Dicho teatro] considera que la comunicación es imposible, o bien que carece de valor […] subraya las interrupciones, la incongruencia, la lógica insensata y la constante repetición” (Wright, Para comprender…, 128). Asimismo, tiende “a emplear imágenes ilícitas [para la convención teatral canónica], pautas rituales y técnicas de comunicación subliminal, con propósitos dramáticos igualmente legítimos pero a menudo totalmente distintos. Las formas llegaron a divorciarse de sus objetivos originales […] y más recientemente demostraron ser una fórmula eficaz para el teatro popular tradicional” (Innes, El teatro sagrado…, 219). Lo anterior permite señalar una de las fuentes y temas esenciales de dicha manifestación teatral: lo popular tradicional. En dicho sentido, una característica esencial del teatro del absurdo radica en retomar temas y maneras de representación propias del contexto religioso, ampliamente populares. Dentro de este trabajo, la representación, con base en el libro del Génesis, de Adán y Eva manifestará el apropiamiento y la renovación del auto religioso, específicamente en Tercera llamada, ¡Tercera!, o empezamos sin usted. Como he mencionado, “uno de los asuntos más populares del teatro religioso hispánico a través de los siglos ha sido la dramatización del referente bíblico de Adán y Eva. Con muchas variaciones, este tema se vio representado en los misterios y las farsas medievales y del renacimiento español, al igual que en el teatro colonial latinoamericano” (Quackenbush, Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 25 Revista destiempos N°40 “Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”, 176). Dentro del teatro vanguardista (léase del absurdo, mexicano), debido a la merma del poder político de la religión ortodoxa durante el siglo XX, junto a la despreocupación por la censura en cuanto a la fidelidad religiosa, el dramaturgo se encuentra en total libertad para la representación de piezas o autos sacros; así, proporciona a la obra “técnicas recientes como las del absurdismo teatral que presentan mejor el sentimiento agónico y el abandono que gobierna la percepción de la realidad de estos dramaturgos” (Quackenbush, “Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”, 176). En la obra en cuestión de Arreola, por ser éste uno de los grandes humoristas de Hispanoamérica, el “tratamiento de la historia de Adán y Eva resulta cómico, juguetón irreverente a veces, y poco cronológico o fiel al libro de Génesis. De todos modos, hay un intento de incluir varios símbolos y episodios que le dan a la pieza la calidad de auto moderno” (Quackenbush, “Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”, 178). Sin más preámbulo, sirvan los señalamientos siguientes como propuesta de lectura a Tercera llamada… Cabe detenerse, “puesto que constituyen la piedra fundamental de nuestro enfoque de la apreciación o valoración artística y son, además, las premisas para todas las decisiones que tomemos acerca de la obra de cualquier artista dentro o fuera del teatro” (Wright, Para comprender…, 24) en las tres preguntas de Goethe: ¿Qué es lo que el artista trata de hacer?, ¿lo ha hecho bien? y ¿merece hacerse?.4 Con base en ello, aquello que Arreola intenta realizar es la representación -moderna- del auto religioso de Adán y Eva; si lo ha hecho bien, fuera de la subjetividad de cada lector, no queda a discusión: el conocimiento e ingenio literarios del autor triunfan nuevamente y, por tanto, resultaría un error garrafal no haber llevado a cabo tal obra dramática, junto a su respectiva representación. Ya desde sus paratextos, Tercera llamada… Farsa de circo en un acto, manifiesta la renovación respecto del tradicional auto religioso. Esto debido a los semas auto y farsa, siendo el primero la forma histórica (un acto) de la representación en cuestión y, el segundo, la denominación popular para algunos de los primeros autos españoles (Quackenbush, “Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”, 177). Posteriormente, el palindromo inicial, al igual que el final (Adán, sé ave, Eva es nada; …éres o no éres …seré o no seré… ¡He aquí el palindroma!), manifiestan, paratextualmente, la nula importancia de Eva 4Para mayor y mejor formación y entendimiento críticos, vid. “Decálogo de la crítica teatral” (Wright, Para comprender…, 42-43). Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 26 Revista destiempos N°40 en la representación; no obstante, en la adaptación de Arreola, sucede totalmente lo contrario: “Marido nunca se impone […] y en vez de llegar a “ser ave”, volando y desarrollándose, mata la paloma de la obra y simbólicamente se destruye” (Quackenbush, “Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”, 179). Evidentemente, la figura central radicará en Eva, Blanca. Respecto a la estructura interna, distingo en la obra diversas unidades mínimas de acción (posibles escenas) que van desde a)el inicio de la obra, Marido leyendo el periódico y su intento de matar a la paloma mediante la ruputura de la cuarta pared, b)Marido y Blanca en su departamento, la primera aparición de Ángel, c)Ángel y Blanca como espectadores, uso del Micrófono como personaje y narrador, d)Marido cornudo, e)Monólogo (absurdo) de Blanca (en esto ahondaré más adelante), f)Retorno a la escena inicial, guiños metateatrales, jugo “VitaAnima”, g)Nueva vuelta de la acción: circularidad, intento (fallido) de suicidio por parte de Marido, “disparo” a Blanca, h)Intervención médica, discurso médico absurdo y, finalmente, i)Última vuelta: circularidad final, Marido en escena inicial, intento de matar a la paloma, regaño al “niño” del público. Inserto dichas divisiones dentro de los dos niveles ya señalados por Quackenbush: 1)El religioso que alude a pasajes sagrados y forma la infraestructura de la obra o sea la armazón estructural para los acontecimientos, y 2)el nivel temático de la superestructura que se elabora a base de dos temas universales, la lucha de sexos desde Adán y Eva hasta nuestros días, y el triángulo de amor (“Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”, 179). Para ejemplificar la división anterior, señalaré los elementos que, dentro de cada “escena” propician la cualidad de absurdo a Tercera llamada… En síntesis, como previamente aclaró la cita de Yolanda Argudín, los principales recursos radican en: representaciones de circo, utilización muy parcelada de elementos populares, énfasis en el poder del espectáculo y del juego, descreimiento de las grandes actuaciones virtuosas, uso preliminar del idioma del show y movimiento dinámico de la escena.5 5Disculpará el lector la brevedad de las ejemplificaciones de cada acápite. La razón de ello se encuentra en la extensión señalada para este análisis. No obstante, la brevedad implica, garantizada, puntualidad. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 27 Revista destiempos N°40 REPRESENTACIÓN CIRCENSE6 Como señalé con antelación, la obra, desde sus paratextos, se concibe como una “Farsa de circo en un acto”; si bien los términos farsa y acto remiten a significados inherentes a la clasificación dramática tradicional, pueden, principalmente el primero, también aludir a lo antiteatral: en su sentido más amplio, farsa responde al significado “Enredo, trama o tramoya para aparentar o engañar. / Pieza cómica, breve por lo común, y sin más objeto que hacer reír/ Obra dramática desarreglada, chabacana y grotesca” (DRAE). De esa manera, junto a su cualidad circense, Tercera llamada… ofrece una representación que, para el canon dramático, resultará grosero; generalmente, “esta concepción constituye siempre una reacción contra el gusto generalmente admitido, y las obras escogidas son de autores nuevos no tan representados todavía u obras antiguas cuyo espíritu, forma o lengua se relaciona con la estética que se pretende poner en vigencia” (Pillement, “La condición del autor de vanguardia”, 43). UTILIZACIÓN DE ELEMENTOS POPULARES Por antonomasia, el eco popular radica en retomar y reinventar el auto religioso de Adán y Eva. Me detengo en ello: ya desde un inicio, la simbología religiosa se manifiesta desde la situación de Marido con la paloma; empero, tal guiño se conocerá conforme se desarrolle la obra. Por tal motivo, el rasgo más inmediato y claro respecto a la representación del Génesis se encuentra en la mención, textual, de Ángel: ÁNGEL.- (Profesional.) Estoy al tanto de sus hazañas. Leí la crónica del combate en Génesis 33-22. Fue en la noche de los tiempos, si mal no recuerdo, y precisamente en el estadio de Temuel, con la luna y las estrellas por testigo… Tuvo desde el principio ganada la pelea. (Arreola, Obras, 214). Destaca también, la presentación de dicho personaje: MARIDO.- (Despierta en un brinco, recoge el periódico, que ha caído al suelo, y tiende la mano a Ángel.) Mucho gusto… don Ángel… 6Cabe destacar que, en su totalidad, Tercera llamada… resulta una obra circense; sin embargo, el señalamiento preciso en los paratextos resulta esencial por ser autodenominación. Los demás elementos circenses y absurdos se glosarán en los acápites siguientes. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 28 Revista destiempos N°40 ÁNGEL.- De la Guarda, para servir a usted… (Arreola, Obras, 213). Evidentemente, la temática religiosa se encuentra trastrocada, principalmente a través del humor, recurso que, además, propicia la identificación mediante “distorsiones desproporcionadas que tuercen y manipulan nuestra percepción de la realidad con el uso de ironía, sátira y paradoja, y estos tres producen un sentido amargo. Nos reímos, eso sí, pero después nos inquieta el habernos reído de calamidades humanas tan serias” (Quackenbush, “Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”, 181). Un ejemplo más de la adaptación del auto religioso radica en las alusiones, absurdas y humorísticas, al Paraíso: MARIDO.- (Saliendo de su estremecimiento metafísico vuelve a la vida real, a su propia índole, y dice como quien trae a la memoria, a duras penas, un viejo recuerdo infantil, deslumbrado ante su propio olvido, con exclamación y pregunta.) ¿A poco es usted el ángel que nos sacó del Paraíso? ÁNGEL.- (Cortesía profesional) Para servir a usted… […] MARIDO.- ¡Qué lástima! Mi mujer y yo vivíamos allá tan a gusto… (Arreola, Obras, 216). Nuevamente, el humor se manifiesta en la continuación del diálogo previo: MARIDO.- ¡Qué lastima! Teníamos una casa lindísima, si viera usted, entresolada con un parque natural lleno de árboles, plantas, pájaros y flores… Ella [Blanca, Eva] se divertía jugando a las comiditas y yo les ponía nombres a todos los animales… Yo tenía un gato precioso, así de grande… […] BLANCA.- (En ama de casa) Sí, muy grande y muy linda, pero muy pesada para una sola mujer… Usted sabe, en aquellos tiempos no había servidumbre. (Arreola, Obras, 216). Así, breve pero puntualmente, se comprueba y reafirma uno de los señalamientos básicos respecto al teatro del absurdo, en el que aparecen diversos elementos derivados de la vanguardia, “particularmente el empleo de ecos bíblicos para obtener una resonancia mítica, la ritualización de la acción por medio de movimiento Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 29 Revista destiempos N°40 geométrico y repetición, o el hincapié en el ‘juego’, así como el empleo de convenciones asociadas al monodrama expresionista” (Innes 228). Respecto al movimiento geométrico y repetición, éste se verá en el último acápite del presente comentario. ÉNFASIS EN EL PODER DEL ESPECTÁCULO Y DEL JUEGO Indudablemente, Tercera llamada… representa un gran y total juego. En ese sentido, la mejor ejemplificación del precepto señalado por Argudín se encuentra en las comprensiones metateatrales, así como las diversas rupturas de la cuarta pared.7 Respecto a esto último, desde su primer parlamento, Marido y Ángel conectan con el público: […] De pronto se serena [Marido] y luego se indigna. Como si volviera del sueño a una brusca realidad, se dirige a una persona del público, reprendiéndola: MARIDO.- Niño, venga acá esa resortera, ¡no faltaba más! Le quebraste un ala a mi paloma. (Ángel avanza al pie del escenario y le entrega una resortera). Así se empieza. (Arreola, Obras, 212-213). Asimismo, en cuanto a la metateatralidad, Blanca y Ángel, al asumir el “papel” de espectadores de la obra misma, manifiestan el gran poder de la puesta en escena, el espectáculo por excelencia: Oscuro, para dar tiempo a que Blanca y Ángel se trasladen de la escena a la sala. Pueden hacerlo con mayor o menor disimulo. MICRÓFONO.- “Tercera llamada... tercera llamada…” ÁNGEL.- (Por el pasillo, buscando entre las filas de la sala.) Mira, [a Blanca] siéntate aquí… Guárdame mi butaca… Luego que me maquille, me vengo contigo… […] 7Cabe señalar, dentro lo inherente a la metateatralidad, cuarta pared y juego-espectáculo que “el escenario abierto y el escenario central ―éste más aún que el primero―realizan justamente esta extensión del frente de contacto, esta ampliación del sentimiento de presencia, este intercambio con el actor y los otros. Por eso creemos en la fundamental importancia que tienen respecto de los problemas actuales de la vanguardia. El escenario central afirma la especificidad del teatro en todo su rigor: el actor, solo intérprete del autor, en relación inmediata con el círculo unido de los espectadores, en condiciones de participación conformes a las necesidades actuales. La inserción de estilos de expresión dramática y escénica, dominada por elementos puramente estéticos y sociológicos, se opera y se operará progresivamente en un lugar que responda al inconsciente colectivo” (Villiers, “Perspectivas abiertas y perspectivas cerradas de la Vanguardia”, 59). Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 30 Revista destiempos N°40 Sólo te dejaré [a Blanca, nuevamente] cuando me toque salir a escena… Pero luego, en vez de irme al camerino, me vengo aquí contigo… (Arreola, Obras, 227). Aunado a lo anterior, el uso del Micrófono como personaje (se le incluye como tal en el reparto de la obra), la narración de éste, junto a las diversas voces en off, proporcionan un nuevo juego y la ampliación del espectáculo en Tercera llamada… Por último, dentro de lo concerniente a este apartado, destaca la concepción que la obra tiene de sí misma como teatro del absurdo, “el metateatro, la autoconciencia teatral que se presta a varias perspectivas interpretativas; es decir, a varios posibles dramas dentro del drama de la vida, cabe perfectamente en un teatro absurdo de la vida” (Quackenbush, “Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”, 182); por si fuera poco, Tercera llamada… incluye al director como uno de sus personajes. Respecto a esto, sirvan las siguientes citas como ejemplificaciones: [Luego del disparo, por parte de Marido, a Blanca] DIRECTOR.- Óyeme [a Marido], por favor, no me vas a involucrar en tu vida privada… En tus historias de hombre primitivo. MARIDO.- Bueno, quién te lo manda por hacerle al teatro del absurdo. DIRECTOR.- Mira, una cosa es el teatro, por más absurdo que sea, y otra es la delincuencia juvenil y los líos con la policía… Ni tú ni yo estamos en edad para esas cosas… (Arreola, Obras, 246). DESCREIMIENTO DE LAS GRANDES ACTUACIONES VIRTUOSAS Al experimentar la metateatralidad, los diversos personajes (incluyendo al director) realizan burlas y comentarios en función de la personalidad real de los actores, se ridiculizan. De este recurso destaca la plena conciencia autoral ya que, desde las didascalias, Arreola manifiesta tal intención. ÁNGEL.- (Entrando) ¿Pero no han oído que desde hace hora y media estoy tocando? BLANCA.- Pero si es la primera vez que se oyó… MARIDO.- (Arrojando el periódico al suelo, corre y abraza al recién llegado y dice el nombre del actor que Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 31 Revista destiempos N°40 representa el papel de Ángel.) […] No me vas a decir que (repite el nombre del actor) te salvó la vida… […] BLANCA.- (Con repugnancia.) No me digas que te dirige [a Ángel]… (dice el nombre del director.) (Arreola, Obras, 221). Destaca, además, el desdoblamiento que, principalmente en Blanca, se logra gracias a las alusiones de y a los actores. En una suerte de mise en abyme, dicho personaje se refiere, mediante la actriz que le representa, a otro papel, en una obra dentro Tercera llamada…, desempeñado por ella misma: [Ángel, en su invitación, a Marido y Blanca, al teatro] ÁNGEL.- […] ¡De veras, yo no quiero que me vean a mí! Quiero que vean a (les dice sus propios nombres), que están increíbles… BLANCA.- (Implacable.) Fulanita de tal (dice su propio nombre) es una facha. ÁNGEL.- Por favor… Piensa que todo ha pasado ya… (Arreola, Obras, 222-223). USO PRELIMINAR DEL IDIOMA DEL SHOW Por antonomasia, el idioma del show, por así llamarle, junto a los elementos básicos del absurdo (humor, discurso entrecortado e irracional…) se presenta en la obra a través de los patrocinadores: la persuasión de venta, por parte de Ángel a Blanca, del jugo Vita-Anima, el monólogo de Blanca y, por último, el parte médico del ginecólogo (Ángel, en uno de sus múltiples papeles). Resulta pertinente señalar que dichos discursos encuentran su fuente en las obras cumbre del teatro del absurdo: el monólogo de Lucky (Esperando a Godot), así como el intrincado e irracional diálogo “racional” entre la pareja Martin (La cantante calva) y que, a su vez, todos se influyen de la maestría de Alfred Jarry, a través de Ubu roi y el habla “ubuesca”. A continuación, extractos (a mi consideración esenciales) de la glosa previa. En el caso de Ángel, la venta se desarrolla mediante la siguiente persuasión: ÁNGEL.- ([…] Habla como merolico, pero su vulgaridad se matiza alternativamente en tonos de profeta bíblico y de procaz sensualidad.) Si usted tiene un problema, nosostros se lo resolvemos, señora… ¡Aquí está el sueño de la humanidad por fin embotellado de Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 32 Revista destiempos N°40 origen! Aparentemente se trata de un líquido incoloro, inodoro e insípido, que tiene la virtud de transformar el agua natural en un apetitoso jugo de manzana muy apto para el desayuno… Pero en el fondo es la savia del árbol de la vida, la esencia del bien y del mal, según se lo tome cada uno al pie de la letra… ¡En el mercado de la lengua castellana recibe el nombre de Vita-Anima...! ¡Por favor! No la confundan ustedes con cualquiera otra vitamina, por más A, B, C, zeta o y griega que sea… ¡De las equis nos libre Dios! […] ¿Ustedes saben lo que es un cromosoma? […] para que una criatura nazca más o menos normal […] Vita-Anima no es empalagosa como la jalea real, ni tiene el mal gusto de las glándulas de mono… (Arreola, Obras, 229-230). Por su parte, Blanca manifiesta la evolución, desde Eva, del pecado original (alusiones bíblicas, religiosas), los diversos engaños realizados a su Marido, para ese momento de la obra, cornudo. Además, al igual que el monólogo de Ángel referido previamente, la ruptura de la cuarta pared, el acercamiento al público, proporciona un rasgo vanguardista más. BLANCA.- (Desafiante, cínica y coqueta. El monólogo es un resumen de lógica femenina, y oscila entre chisme de comadre y disertación de culta dama. Pero el todo debe estar impregnado de simpatía.) ¿Y ustedes qué esperaban que hiciera? ¿Lo que ustedes no han hecho en mi lugar? ¿Hacerme la disimulada y dejar escapase a la serpiente? Olvídenlo, soy responsable de mis actos. Di el sí desde un principio y lo seguiré dando hasta que le atine. […] Como ustedes se dan cuenta, todavía puedo pegarla de dama joven. Sea otra vez por Dios. Y es que uso el espíritu como crema de belleza, el espíritu de la especie, como diría Schopenhauer […] Era cuando el mundo se cubría de hielo… Tal vez para que se apagaran los volcanes… Había tantos que ninguna ama de casa necesitaba prender la lumbre […] Ya lo saben, el hombre y el oso mientras más feo más hermoso... pero los hombres se han vuelto muy orgullosos desde que andan en dos patas, y creen que todo se lo deben a Darwin…[…] yo, como todas ustedes, soy una criada desde el día de la creación, la costilla de Adán, como quien dice… (Arreola, Obras, 231-233). Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 33 Revista destiempos N°40 Finalmente, Ángel, ginecólogo, proporciona otra manifestación del discurso absurdo. Previo a tal acontecimiento dentro de la obra, cabe destacar la burla que, mediante diversas voces en off, el Micrófono realiza en respuesta a la búsqueda de ayuda médica. Aunado a lo anterior, los diversos papeles médicos consecutivos de Ángel incrementan el humor y, por tanto, lo irracional. MICRÓFONO.- (Algarabía. Entre aplausos y ¡bravos!, comienzan a distinguirse voces en distintos tonos, acentos y ritmos, destacándose aquellas que más convengan.) “Yo soy logógolo, yo soy tocólogo, yo soy ginecólogo en mis ratos de ocio, yo soy apólogo, yo fiminófilo, yo soy Teófilo y me doy al diablo, yo soy criptólogo, yo soy otorrinolaringólogo, yo soy ortópodo, yo soy galápago, yo soy relámpago, yo soy traumático, yo soy maniaco, yo soy austriaco, yo soy magnético […] (Bajo profundo.) Yo soy tu padre […] Yo soy aquel que ayer nomás decía… […] ÁNGEL.- (Entrando, se pasa un pañuelo por la cara sudorosa, y dice desde el centro del escenario, hacia el público, complaciente y feliz.) Señoras y señores, yo soy un hombre de ciencia, como ustedes saben, y voy a leerles mi parte médico. No tuve tiempo de corregirlo y les pido perdón por todas las erratas de imprenta y las faltas de ortografía… En la facultad de medicina nos enseñan a todo, menos a corregir nuestros partes… […] “México, D. F., a tantos de tantos y las tantas horas y tantos minutos, etcétera etcétera... La señora X, no recuerdo su nombre, mi paciente número tantos más cuantos […] La señora está muy bien ¡pero muy bien! para la edad que representa esta noche […] Cadera, 94, busto, 96, cintura, 63…muslo… Espérense, creo que aquí hay un error…Bueno, dejemos el muslo y pasemos a la pantorrilla. (Arreola, Obras, 241, 246-247). A manera de cierre, el absurdo central y por excelencia en Tercera llamada… se encuentra en la “herida de vida” de Blanca: absurdo, humor, ironía, auto religioso, concepción divina, etc., se reunen en tal suceso: ÁNGEL.- […] Esta mujer que he revisado hasta donde la ciencia humana lo permite… Está intacta. Limpia, como se dice, de polvo y paja […] No ha conocido Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 34 Revista destiempos N°40 varón […] Yo mismo tuve que hacer ahora un gran esfuerzo en todas mis tentaciones […] [A Marido] ¡Ánimo, mi amigo! […] Oficialmente, usted es el padre de la criatura… Lo felicito. Su esposa no lo ha engañado ni con usted mismo… ¿Se da cuenta? Es usted un hombre privilegiado, un semidiós… (Arreola, Obras, 249). MOVIMIENTO DINÁMICO DE LA ESCENA Para finalizar esta propuesta de lectura, como señala Quackenbush, “la circulariad de acción que no resuelva los conflictos y la repetición de los mismo [sic] temas son elementos comunes del Teatro del Absurdo. El absurdista hispanoamericano no deja de introducir en sus obras elementos inquietantes que señalan problemas sociales sin resolución fácil o inmediata, sean éstos humanos, políticos o filosóficos” (“Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”, 181); esto, en Tercera llamada… se manifiesta a través de las diversas variaciones temporales y espaciales, unidades mínimas de acción (posibles “escenas”) referidas al inicio de este comentario. Dentro de tal espacio mínimo, dichas variaciones transforman a la obra misma y, por tanto, abren un abanico infinito de interpretaciones, así como de hilos diegéticos. Junto a lo anterior, estos cambios propician las actualizaciones para con el público y, con ello, la captura de su atención. En apego a la tradición legada por los autores pilares ya referidos, Arreola cierra su obra de manera cíclica, en estrecha relación con la propuesta de El mito de Sísifo: la inutilidad del esfuerzo, lo absurdo. Mediante estas líneas, he intentado señalar y ejemplificar aquellos elementos que, dentro de Tercera llamada… responden al teatro del absurdo; de manera más específica, al apropiamiento hispanoamericano de dicho movimiento dramatúrgico, en función del apego y reinvención respecto al auto sacramental de Adán y Eva. Como ejemplar autor de vanguardia, Juan José Arreola “pertenece a un equipo, a una escuela que lucha y triunfa [Poesía en Voz Alta] y, además, trabaja aislado, [y es] representado, al azar de las vocaciones y las circunstancias, por este o aquel director (Pillement 44-45); su enfoque presentativo e inilusionista8 representa un invaluable legado a la dramaturgia mexicana. Como señala Jorge Ibargüengoitia, la cualidad ambigua y oscura de dicho teatro, “como la vida misma”, consiste en llevar las metáforas a sus últimas conclusiones (El libro de oro del teatro mexicano, 138-141), las cuales, en el caso de Arreola, radican en cerrar, a quien no lo merezca, otra vez el Paraíso. 8Vid. Wright, P a r a co m p r e n d e r … , 228-230. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 35 Revista destiempos N°40 BIBLIOGRAFÍA ARGUDÍN, Yolanda. Historia del teatro en México. México: Panorama Editorial, 1986 ARREOLA, Juan José. Obras / Juan José Arreola. Antología y prólogo de Saúl Yurkievich. México: Fondo de Cultura Económica, 1995. IBARGÜENGOITIA, Jorge. El libro de oro del teatro mexicano. México: Arte y Escena Ediciones - Universidad Autónoma Metropolitana, 2011 [2ª ed.]. INNES, Christopher. El teatro sagrado. El ritual y la vanguardia. Traducción de Juan José Utrilla. México: Fondo de Cultura Económica, 1992. PILLEMENT, Georges. “La condición del autor de vanguardia”, Jean Jacquot et al. El teatro moderno. Hombres y tendencias (Conferencias de Arrás, del 20 al 24 de junio de 1957). Traducción de Rubén Masera. Buenos Aires: Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires), 1967, 42-49. QUACKENBUSH, L. Howard. “Dos autos del absurdo de Arreola y Díaz”. (En Línea): <http://cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/1965/1/198971P176.pdf>. Última consulta: 18 de Julio de 2014. VILLIERS, André. “Perspectivas abiertas y perspectivas cerradas de la vanguardia”, Jean Jacquot et al. El teatro moderno. Hombres y tendencias (Conferenciasde Arrás, del 20 al 24 de junio de 1957). Traducción de Rubén Masera. Buenos Aires: Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires), 1967, 50-60. WRIGHT, Edward A. Para comprender el teatro actual. Traducción de Celia Haydée Paschero. México: Fondo de Cultura Económica, 1995 [3ª reimp., 2ª ed.]. PUCCINI, Darío et Saúl Yurkievi. Historia de la cultura literaria en Hispanoamérica II. Traducción de Juan Carlos Rodríguez Aguilar, Eliane Cazenave, Beatriz González Casanova. México: Fondo de Cultura Económica. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 36 Revista destiempos N°40 María José Sabo Universidad Nacional de Córdoba, Argentina En 1986 Fredric Jameson publica en la revista de la Universidad de Duke un ensayo extenso titulado “Third-world literature in the Era of Multinational Capitalism”. Este texto, a través del cual buscaba establecer los rasgos estéticos que definirían las producciones literarias del “tercer mundo”, va a repercutir con diferentes modalidades tanto en los estudios literarios latinoamericanos desarrollados en Europa y, principalmente, Estados Unidos, como en la crítica literaria poscolonial. El ensayo es significativo porque deja expuesto el proceso de implantación de un debate metropolitano, modernism/posmodernism, a través del cual fue posible cristalizar una lectura de la literatura latinoamericana (subsumida dentro de las “literaturas tercermundistas”) como literatura aun atrapada dentro de una estética moderna, en tanto sinónimo de atraso, y circunscripta a las posibilidades expresivas dadas por la constricción de la experiencia colonial. Constituye así un punto de partida en que se registra el encuentro de dos agendas críticas nodales para los estudios culturales latinoamericanos de los años noventa: entre el debate modernidad/posmodernidad y el debate en torno al poscolonialismo. El presente artículo parte comentando este ensayo en sus puntos nodales para reconstruir luego un posible itinerario de su recepción académica. El objetivo es indagar de qué forma fue reabsorbido por la crítica literaria latinoamericanista “metropolitana” y puesto a funcionar en la construcción de un imaginario muy contemporáneo respecto de la literatura del continente. Para ello se abordarán otros ensayos críticos coetáneos a él, los cuales, realizando un reprocesamiento de toda la literatura latinoamericana del siglo XX en la clave modernism/posmodernism, entablaron un diálogo con Jameson y contribuyeron a asentar una lectura maniquea oportunamente incorporada también a las modalidades en que la llamada nueva narrativa latinoamericana de los años ’90 (nos referimos principalmente al grupo Crack, McOndo y Shangai) se pensó a sí misma dentro del campo literario. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 37 Revista destiempos N°40 En este sentido, la propuesta es reflexionar desde un enfoque metacrítico en torno a los usos teóricos, formas de circulación y lugar que las producciones literarias y culturales latinoamericanas ocuparon durante estas últimas décadas del siglo en la academia anglosajona. Para ello, se busca rearmar el campo de discusiones y recepciones teórico-críticas entre ambos espacios, poniendo en evidencia la sedimentación progresiva de una forma de conceptualizar la literatura latinoamericana contemporánea que funcionará como horizonte interpelante de las producciones estéticas más actuales. TEORIZAR LATINOAMÉRICA A TRAVÉS DE LA DISCUSIÓN MODERNISM/POSMODERNISM. En “Third-world literature in the Era of Multinational Capitalism” Jameson (1986) toma un concepto geopolítico muy discutido y de múltiple procedencia, tercer mundo1, para referir de manera abarcativa a todos aquellos países que, vistos desde la metrópolis, estarían en situación de subdesarrollo, poscolonialismo o precapitalismo. La operación es aplicar dicho concepto geopolítico al ámbito de los estudios literarios y a la estética para establecer la categoría de “literatura del tercer mundo” como categoría válida de análisis crítico en el contexto de un Capitalismo Multinacional. Jameson parte de la hipótesis de que la “literatura del tercer mundo”, dentro de la cual ubica a la latinoamericana, comportaría características específicas que la diferenciarían de la del “primer mundo” (integrado por los países capitalistas e imperialistas) y del “segundo mundo” (que correspondería a los países de régimen socialista). Propone de este modo una categoría, aunque homogénea, opositiva y en última instancia binaria (ya que prácticamente el “segundo mundo” no entra en juego en sus reflexiones), sobre la que se establece finalmente la tesis de que la “literatura del tercer mundo” estaría definida por la figuración alegórica de los relatos de la nación, lo que Jameson denomina las alegorías nacionales vinculadas a la estética del realismo. Mientras que las literaturas del primer mundo, en un estadío de mayor desarrollo del capitalismo, estarían definidas por el posmodernism. De esta forma, la discusión cultural y estética en torno al modernism/posmodernism, la cual concernía hasta ese momento a percepciones y preocupaciones más internas del ámbito cultural principalmente europeo (Francia e Inglaterra especialmente) y norteameriEn la teoría política se ha discutido ampliamente la procedencia y definición de la teoría de los “tres mundos”. Frente al escenario mundial que abrió la Guerra Fría, parece haber sido propuesta por primera vez hacia los años cincuenta en la Conferencia de Bandung (1955) para referir a los “países no alineados”, pero posteriormente se la utilizó en otros contextos, adquiriendo así nuevas significaciones y refiriéndose, según el marco de su empleo, a distintas configuraciones geográficas y clasificaciones. 1 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 38 Revista destiempos N°40 cano, se expande hacia la conformación de una cartografía mundial donde una perspectiva estética particular – adquiriendo validez universal- se incorpora como argumento en la diferenciación (geográfica, experiencial e histórica) entre primeros, segundos y terceros mundos. Jameson se suma así a una línea de discusión en relación al posmodernism que ya, desde los años setenta, en especial a partir del ensayo de John Bath, Literature of exhaustion (1967), tiende a trasladar los términos de este debate específico en el arte y la cultura de las metrópolis hacia el escenario global. Una modalidad exegética que se acentúa hacia los primeros años de la década del ochenta con ensayos como los de Gerald Graff, Literature against itself: literary ideas in modern society (1979), John Barth, The literature of Replenishment (1980), Hal Foster, The Anti-Aesthetic. Essays on Posmodern culture (1983) y Douwe Fokkema, Literary history, Modernism and Posmodernim (1984). Estos ensayos comienzan a prestar una atención extraordinaria a la literatura latinoamericana, como advierte Carlos Rincón, haciendo “uso” de ella “para encontrar aclaración en los síntomas del Posmodernism” (1989:65), es decir, absorbiéndola como una suerte de laboratorio teórico-crítico. En estos pocos años, el debate modernism/posmodernism atravesó múltiples argumentos, redefiniciones, traducciones2, generando ya hacia el final del siglo un clima de hiperteoricismo que coincidió cronológicamente con el arribo exitoso del Boom al ámbito norteamericano e internacional: particularmente a partir de la primera traducción al inglés de Rayuela (en 19663) y de Cien años de soledad (en 1970)4. Esta visibilidad imprevista5 que adquieren por primera vez las producciones latinoamericanas, va a contribuir a establecerlas como corpus susceptible de absorber también ansiedades teóricas ajenas a su campo de gestación. Por ello, continúa Rincón, “cuando se trata de problemas concretos de periodización y de la hipostación, más difusa, de un canon literario dentro En el ámbito hispánico la confusión de términos y sus definiciones se incrementó en la medida en que la traducción de los conceptos provenientes del debate norteamericano y europeo entraron en fricción con las manifestaciones literarias locales del Modernismo rubendariano (también del Modernismo brasileño) y con el término de posmodernismo que Federico de Onís propone hacia 1934 para designar a aquellos autores que cerrarían el período anterior. Inconvenientes terminológicos a los que se suma otra fricción que atañe a las lecturas específicas que la tradición de pensamiento local había generado respecto a la modernidad –desigual, periférica, inconclusa- latinoamericana. La base de transformaciones históricas (estableciendo un corte entre períodos 1880 a 1950/ 1950 en adelante) estéticas (post-vanguardia), económicas (pos-industrialismo, capitalismo tardío) y filosóficas (post-iluminismo y fin de los metarrelatos) sobre la que se argumentó de forma heterogénea el pasaje desde el Modernism hacia el Posmodernism parecían no corresponder a la experiencia latinoamericana: “¿Cómo se puede hablar de posmodernidad en Latinoamérica, ya que ésta no ha tenido una modernidad verdadera?” (Herlinghaus/ Walter, Posmodernidad en la periferia, 22) fue la pregunta nodal. Por otro lado, estos mismos argumentos, en un ejercicio de crítica antinómica, parecían a la misma vez legitimar el lugar de América Latina como posmoderna avant la lettre. 3 La cual recibe inmediatamente el premio Nacional Book Award. 4 Consultar BRushwood, John (1987): “Two views of the Boom: North and South”. En: Latin American Literary Review, Vol. 15, No. 29, pp. 13-31. 5 En la medida en que, como refiere Brushwood (1987: 14), Norteamérica se ha caracterizado históricamente por su “resistence to foreing literature” porque “we are intensely provincial people”. 2 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 39 Revista destiempos N°40 de la discusión sobre lo postmoderno, hay una reiterada, marcada recurrencia al reciente arte narrativo latinoamericano” (Rincón, 1989: 65). Si en estos primeros ensayos ―al calor de la exitosa recepción de la Nueva Novela― la literatura latinoamericana fue interpretada como intrínsecamente posmodernist (aunque en un sentido acotado a ciertas figuras literarias como la de Borges, Cortázar y García Márquez), incluso llegando a pensarse al posmodernismo como “primer código literario originado en América Latina” (Fokkema, 1984, citado de Rincón, “Modernidad periférica”, 1989, 651) unos pocos años después, Jameson va a argumentar exactamente lo contrario en el ensayo “Third World literature”. Estos vaivenes dejan en evidencia una forma de crítica antinómica, la cual, pudiendo sostener indistintamente argumentos polarizados y contrarios ―el posmodernism se da en el espacio de la heterogeneidad e irreverencia del otro o el posmodernism es exclusivo del “primer mundo” debido a su derrotero histórico― ratifica una sensibilidad más comprometida con las demandas internas del sistema teórico que con el objeto de exégesis. De allí que, tanto desde el punto de vista de los argumentos esgrimidos a favor como en contra, la entrada de las producciones literarias latinoamericanas al debate sobre la posmodernidad va a consolidar más que definiciones certeras, un catálogo de diferencias estéticas, históricas y económicas entre Latinoamérica y los espacios centrales desde donde fue liderado el debate modernism/posmodernis. Al comenzar su texto, “Third-world literature in the Era of Multinational Capitalism”, Jameson se sitúa en el horizonte de un pragmatismo obsequioso: presenta su trabajo desde la pretensión de reparar un vacío imperdonable en los currículums de la enseñanza universitaria norteamericana exclusivamente abocados a la literatura occidental y poco interesados en la “literatura mundial” (“Today the reinvention of cultural studies in the United States demands the reinvention, in a new situation, of what Goethe long ago theorized as ‘world literature’” (Jameson, 68). Pero, si bien su punto de partida augura una intención de diálogo y resarcimiento, varios párrafos después enuncia una tesis incapaz de romper con los presupuestos occidentalistas desde la que se construye: Having made these initial distinctions, let me now, by way of a sweeping hypothesis, try to say what all third-world cultural productions seem to have in common and what distinguishes them radically from analogous cultural forms in the first world. All third-world texts are necessarily, I want to argue, allegorical, and in a very specific way: they are to be read as what I will call national allegories, even when, or perhaps I should say, particularly when their forms develop out of Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 40 Revista destiempos N°40 predominantly western machineries of representation, such as the novel (69) Para Jameson, mientras el “primer mundo” es posmoderno, la narrativa del “tercer mundo” es, necesariamente, alegoría de la nación. Pero además, la cita deja traslucir la idea de la “derivación” cultural y estética como lógica relacional entre ambos recortes geopolíticos, una idea que funciona como punto ciego en las teorizaciones de Jameson y que se mantiene incluso en otro ensayo posterior e igualmente pertinente para pensar metacríticamente el lugar de las producciones literarias latinoamericanas en la academia anglosajona; “De la sustitución de importaciones literarias y culturales en el tercer mundo. El caso del testimonio” (1992). Aquí se mantiene la idea de las “western machineries” de las cuales derivarían las producciones latinoamericanas. En “De la sustitución de importaciones…”, Jameson propone abordar las diferentes matrices literarias europeas, pero en particular la novela autobiográfica y Bildungsroman por ser un formato narrativo que encarna la esencia ideológica del sujeto moderno occidental, como artefactos tecnológicos susceptibles de ser exportados “al tercer mundo”. De allí que para éste, la emergencia de “novelas de formación tercermundistas” luego de la Segunda Guerra Mundial (en África, China, India, Latinoamérica y en la literatura chicana), obedezca, para Jameson, a un proceso de importación de esta “tecnología” cultural “primermunidsta”. Este proceso de importación es el que permitiría la “adecuación superestructural” de aquellas sociedades en “vías de desarrollo” desde una economía pre-capitalista al capitalismo industrial: posibilitaría resolver simbólicamente el conflictivo pasaje ―desatado en las periferias del mundo a partir de la Guerra Fría― desde estructuras sociales arcaicas hacia las formas netamente modernas y burguesas. Mientras Europa sufrió la masiva experiencia de fragmentación y modernización en un tiempo anterior, en que entre otras cosas la Bildungsroman y la autobiografía hacian su aparición, podemos decir que el Tercer Mundo lo experimenta ahora, en este siglo, en muchos lugares y en un período verdaderamente muy reciente. (“De la sustitución”. 128) Solo luego de este período de “ajuste” y nivelación de la mentalité puesto en marcha a partir del sistema importación-exportación entre primer y tercer mundos, para Jameson vendría un período de nueva producción propia, el cual, prosiguiendo la metáfora industrial, sería algo así como “el intento de iniciar su propia fábrica local” (123), que para Jameson está Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 41 Revista destiempos N°40 marcado por la emergencia del “testimonio tercermundista” y la mediana superación del gesto imitativo. (…) produciendo un raro efecto de convergencia entre el posmodernismo del Primer Mundo (en un estrecho sentido estético y formal) y la rica nueva producción de un gran número de países del Tercer Mundo que a menudo no son una copia6 de las técnicas de las culturas altas de Europa y Estados Unidos, sino que muchas veces, como en el "boom" latinoamericano, o la diáspora del Caribe y el sub-continente Indio en la Gran Bretaña, abren y establecen nuevos caminos para éstas en primer lugar (124) Varios son los elementos que resultan incómodos en la lectura jamesoniana de la literatura “no-occidental” (120) y que Antonio Cornejo Polar replantea y discute posteriormente en su ensayo “Mestizaje e hibridez: los riesgos de las metáforas. Apuntes” (1997). En primer lugar, el grado de certeza con que ―desde su reconocida posición posmodernista― Jameson asienta su trabajo teórico-crítico en el axioma de un mapa dividido entre primeros y terceros mundos claramente diferenciables. En el fondo de su reflexión, deja incuestionable el esquema de irradiación de la modernidad desde un centro (que temporalmente sería el primero en experimentarla-producirla) hacia la periferia: inevitablemente entonces, lo “auténticamente” tercermundista (aquí se refiere principalmente al testimonio), es decir, aquello de genuino que el “tercer mundo” puede ofrecer a la posmodernidad, no surgiría sino en un segundo momento dialéctico de réplica hacia los modelos primermundistas previamente incorporados: es una instancia derivativa. La cultura del “tercer mundo” se repliega hacia una lectura en negativo. Quisiera volver ahora a su ensayo anterior de 1989. Aquí Jameson parte de la controversial suposición de que en las sociedades del “tercer mundo”, por corresponder a un período previo del capitalismo moderno o directamente por ser “pre-capitalistas”, no hay una escisión significativa entre lo público y lo privado como sí la habría en el “primer mundo”. Esta indistinción entre lo público y lo privado sería la causa de las “alegorías nacionales”: por ello todas las novelas del “tercer mundo”, incluso aquellas que expresan la vida de hombres individuales y sus destinos privados serían alegorización del destino colectivo o nacional: “Third-world texts, even those which are seemingly private and invested with a properly libidinal dynamic, necessarily project a political dimension in the form of national allegory.” (“Third-world literature”, 69) No quiero dejar de destacar estas “concesiones” que hace Jameson, las cuales ponen en evidencia la violencia epistémica contenida en un pensamiento, aunque dizque posmoderno, funcionalmente dicotómico. 6 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 42 Revista destiempos N°40 El “tercer mundo” se traslapa geopolíticamente con las ex/neo/ y pos-colonias, y por ello, intentando reconstruir el entramado del razonamiento jamensoniano, la “alegoría nacional” sería su forma narrativa primaria y excluyente debido a que su experiencia constitutiva es la del colonialismo. Como se expresaba en las citas anteriores, para Jameson hay una relación obligada, necesaria (“necessarily”), entre dicha experiencia dominante, y por ende estructurante, y las formas narrativas de la sociedad. Es decir, las “alegorías nacionales” son la única respuesta estética posible ante legado colonial: “third-world national allegories are conscious and overt: they imply a radically different and objective relationship of politics to libidinal dynamics” (79-80). En consecuencia, para este razonamiento, esta “literatura del tercer mundo” estaría fusionada a lo político, es decir, no podría sino remitir constantemente al pueblo, a la nación, a lo colectivo: como expresa la cita anterior, las “alegorías nacionales” son narrativas abierta o directamente políticas, porque son sintomáticas a la constante necesidad de pensar y construir el relato de la Nación una vez logradas las Independencias. Y en este sentido, están vinculadas a la estética del realismo y al paradigma moderno en oposición al posmodernism como instancia de superación de esta matriz. Por las características enunciadas, para Jameson la “literatura tercermundista” no solo no sería una literatura canónica (“non- canonical forms of literature such as that of the third world” (65), sino además precaria, atrasada y estéticamente estéril: The third-world novel will not offer the satisfactions of Proust or Joyce; what is more damaging than that, perhaps, is its tendency to remind us of outmoded stages of our own firstworld cultural development and to cause us to conclude that ‘they are still writing novels like Dreiser or Sherwood Anderson’ (65) Ese “nosotros” desde el que Jameson habla, seguro de su pertenencia al “our own first-world cultural development”, habilita en el texto retóricas evolucionistas impensables tal vez para el lugar de reconocimiento mundial que Jameson detenta como teórico de la posmodernidad. El ensayo sedimenta una forma de leer las literaturas otras desde los binarismos teleológicos: el posmodernism corresponde a la lógica cultural superadora de los nacionalismos y de la asfixia de lo político en la estética (“an obsessive return of the national” (65). Estos planteos de Fredric Jameson, en particular el acuñamiento de la categoría de “literatura del tercer mundo” y los rasgos atribuidos a ella, van a tener una recepción dispar y casi inmediata en la crítica literaria Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 43 Revista destiempos N°40 poscolonial, llevando, como afirma María José Vega, hacia una “identificación última de la literatura poscolonial con la literatura del tercer mundo” (Imperios de papel, 263)7. Pero además, a pesar de su grado de imprecisión y controversia, el ensayo establece influyentes mecanismos de lectura que impregnan a toda una generación de críticos angloamericanos hispanistas entre los años ochenta y noventa, quienes van a comenzar a releer la historia de la literatura latinoamericana a través de esta vía. El debate modernism/posmodernism, implantando en el ámbito de otras literaturas el categórico requerimiento de definirse en relación a dichos términos, se instala en la agenda del latinoamericanismo como horizonte mayor de articulación de todos los otros debates, en particular el del poscolonialismo latinoamericano y la revisión del canon. Donald Shaw (The Post-Boom in Spanish American Fiction, 1998), Gerald Martin (Journeys through the Labyrinth: Latin American Fiction in the Twentieth Century, 1989) y Philip Swanson (The new novel in Latin America. Politics and popular culture after the Boom, 1995), Raymond Leslie Williams, (The Postmodern Novel in Latin America: Politics, Culture, and the Crisis of Truth, 1996) son algunos de los nombres más reconocidos, quienes desde la academia anglosajona procesan la recepción de las propuestas de Jameson inscribiéndolas en una lectura de la literatura latinoamericana más reciente. Estos trabajos siguen la línea de John Brushwood, uno de los primeros críticos académicos norteamericanos en hacer estos macro-recorridos o “sondeos” (survey) por la literatura latinoamericana con su ensayo The Spanish American Novel. A TwentiethCentury Survey, publicado en 1975 en un contexto favorecido por la buena y reciente recepción de la novela del Boom en Norteamérica 8. Todos ellos coinciden en varios puntos, lo cual permite leerlos de manera articulada: por un lado, en un estilo de trabajo “panorámico” sobre la literatura, interesado particularmente en el establecimiento de límites entre el Boom y lo que ―a partir de aquí― comienza a denominarse Postboom (en referencia a los años setenta y ochenta), y por otro, en el relevamiento de rasgos definitorios (temas, géneros, estéticas) y en la identificación de autores y textos “ilustrativos”. A modo de ejemplo, algunos entre varios: en el estudio de Swanson, el escritor Gustavo Sainz es considerado “the post-Boom proper” (The new novel in Latin America, 18), mientras que para Shaw “Puig's work can be used to illustrate the contradictions” (18) y Cabrera Infante “porvides the opportunity to handle (Cursiva en el original) Su libro fue traducido al español en 1984 por Raymond L. Williams con el título de La novela hispanoamericana del siglo XX. Una vista panorámica. En él, Williams agrega un nuevo capítulo dedicado a los años ochenta, salvando así la actualidad del texto original el cual llegaba hasta principios de los setenta. 7 8 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 44 Revista destiempos N°40 theoretical issues concerning the post-Boom” (Shaw, “The New Novel in Latin America”, 154). Estas características le otorgaron a los textos la posibilidad de circular como manuales de referencia en el ámbito angloamerircano y en particular en España donde la figura de Donald Shaw tiene notable presencia; de hecho, su ensayo consagratorio, Nueva Narrativa Hispanoamericana, ha sido traducido y reeditado varias veces al español por la reconocida editorial Cátedra9. La construcción de estas miradas panorámicas, cuyo punto de inflexión es la literatura de los años setenta y ochenta, pero que no ahorran esfuerzos en reorganizar toda la historia de la literatura latinoamericana del siglo XX, recoge el gesto jamensoniano de propender hacia una “architeoría” (Vega, Imperios de papel, 256) general a partir de la puesta en juego de varias categorías binarias. De manera abarcativa, la literatura latinoamericana del siglo XX va siendo procesada por una lectura que recurre alternativamente a distintos esquemas oposicionales de interpretación, ya sea abordándola desde una disyuntiva entre el realismo y el posmodernismo, o entre posmodernismo y poscolonialismo, como así también entre la primacía de lo político/ideológico o de lo estético, finalmente, entre la expresión de valores locales (“regional issues” como los denomina Swanson (The new novel in Latin America, 3) o la apertura hacia cuestiones “ecuménicas” que trascienden lo latinoamericano (“universal epistemological or ontological scepticism” (3). Se va estableciendo así una máquina de leer la literatura latinoamericana articulada hacia un mayor y no siempre evidente horizonte de comparación con la literatura de las metrópolis, en cuyo trasfondo lo más importante resulta ser el establecimiento de criterios válidos para remitirla o al modernismo (y la Modernidad) o al posmodernismo (y la Posmodernidad). La mesa de trabajo que había dejado planteada Jameson en su abordaje de la “literatura del tercer mundo”, se transvasa hacia estos textos críticos generando una polarización de estéticas entre el modernismo (al cual se remiten todos los realismos, los localismos, las alegorías nacionales y los textos de “temáticas políticas”) y el posmodernismo (al cual se remite la desideologización, la no referencialidad, los tropos ubicuos, las “temáticas universalistas”, la parodia y el pastiche) que modula la relectura realizada en los noventa de toda la literatura latinoamericana del siglo XX, la cual se traduce también en una cesura temporal (pasado/atraso/presente/actualidad), “sin solución de continuidad” dirá Román Su libro de 1983, Nueva narrativa hispanoamericana, lleva ya cinco reediciones. En 1999 Shaw agregó una parte reveladora de estas discusiones a las que se está haciendo referencia. La parte se tituló “Boom. Posboom. Posmodernismo” y pasó a formar parte del título: Nueva narrativa hispanoamericana. Boom. Posboom. Posmodernismo. 9 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 45 Revista destiempos N°40 de la Campa (“Latinoamérica y sus nuevos cartógrafos”, 697-717), en torno a la cual van a gravitar los valores de esta lectura crítica. El peso de estos esquemas de oposiciones puestos en marcha para detectar rasgos diferenciales queda manifestado cuando cristaliza en lo que Gerald Martin denominó “el debate BHS-BLAR” (“Review of Philip Swanson”, 129-130), es decir, la disputa entre las dos revistas hispanistas más prestigiosas del ámbito anglosajón por la forma en que se debía abordar la literatura latinoamericana: entre el Bulletin of Hispanic Studies, el cual abogaba por un acercamiento humanista y universalista ―inscribiendo a esta literatura en la exploración de temas ontológicos y, por esta vía, acogiéndola en el horizonte de lo posmoderno― y el Bulletin of Latin American Research, el cual respaldaba una lectura más política, histórica y contextualizada. En el trasfondo de esta disputa, así como en el trasfondo de los ensayos críticos, se va conformando un cuestionamiento axial para los años noventa: si la literatura latinoamericana ha alcanzado el status de literatura posmoderna o continúa apegada a los cánones realistas y a la supremacía de lo político por sobre lo estético. De modo que, reponiendo los presupuestos jamensonianos, se avala la idea de que el posmodernism es la marca de las sociedades plenamente capitalistas y de la novedad cultural. La idea de que la matriz realista y los temas locales aun dominan la estética literaria latinoamericana (lo que John Brushwood denomina como “regionalistic mythopoeia”, “local concern” “ethnic hyperbole” (“Two views of the Boom”, 16) es un punto de convergencia en todos los ensayos el cual contribuye a cristalizar una percepción de ésta más enfocada en sus continuidades y estancamientos que en sus rupturas: “There is an unbroken line of non-innovative, conventionally realistic narrative running right through the Boom period and linking with a less experimental strand of fiction on the Post-Boom” (Shaw, The Post-Boom in Spanish American Fiction, 171). También John Brushwood ((“Two views of the Boom”, 21) había concluido lo mismo pero refiriéndose a la novela del Boom en relación a sus antecesoras. Asimismo, en el trabajo de Swanson se hace evidente que el Boom ―como momento culmine de la Nueva Novela Latinoamericana―, a pesar de llevar a cabo una ruptura con las matrices tradicionales, no se diferencia significativamente del canon general del realismo modernista: “When one compares some of the themes and contexts of the ‘traditional’ and ‘new’ novel, one notices that they are not really always all that different”, y más adelante agrega: “then the Latin American new novel may seem to be little more tan a showcase for flashy formal games” (The new novel in Latin America, 5). Para Swanson, como para otros, la cuestión social y política ―propia del paradigma del realismo― continúa vigente incluso en el post- Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 46 Revista destiempos N°40 boom, mientras que la tímida emergencia de las temáticas existencialistas y metafísicas liderada por Borges no alcanza para asignar un carácter de ruptura y superación al período. Concluye entonces en que toda la llamada “new novel” latinoamericana del siglo XX, comenzando por los años treinta e incluyendo al Boom y al post-Boom, continúa ―a pesar de sus múltiples quiebres y desplazamientos― arraigada a la matriz realista y modernista: “In terms of world literature at the time of the Boom and after, there is nothing especially different or exciting about” (The new novel in Latin America, 9) porque en verdad “the Latin America new novel is a novel which is really rather old” (17). Esto pone en evidencia un patrón de temporalidades marcadas por el pulso metropolitano y consecuentes con un mapa estético de la “literatura mundial” desde el cual se emplaza el trabajo. La pérdida de la especificidad del objeto y la ausencia de diálogo con las producciones teórico-críticas latinoamericanas (no deja de llamar la atención que en ningún momento se repare en los trabajos de Ángel Rama sobre el Boom) aplanan el relieve de toda la densidad de manifestaciones literarias del siglo XX latinoamericano, privilegiando una dinámica interpretativa comparatista, dicotómica y teleológica. A pesar de las diferencias que expresan entre sí, Donald Shaw llega a similares conclusiones. El realismo como “problema” central atraviesa todo su trabajo de aproximación a la literatura latinoamericana, en particular a la relación entre Boom y Post-Boom: para Shaw si bien la novela de los años sesenta presentó varios quiebres estéticos, la novela del Post-Boom volvería a instalarse en el paradigma realista: “At this point it may seem that at the heart of the Post-Boom is a return to a form of accessible realism with a strong socially critical slant” (Shaw, “The PostBoom in Spanish American Fiction”, 15), e incluso, “too closely with some sort of neo-realism” (15). Aunque Shaw no deja de advertir que se deben tomar debidas precauciones a la hora de pensar al post-boom desde el neorrealismo, en particular por la emergencia en él de la “New Historical Novel” como único subgénero de este período de cariz posmoderno. Pero, más allá de esta concesión, su conclusión concuerda con la percepción general de la crítica anglosajona: la llamada nueva novela latinoamericana (nuevamente refiriéndose al Boom y Post-Boom) no ingresa a la estética del posmodernismo metropolitano, en otras palabras, no es contemporánea de las estéticas hegemónicas de la “literatura mundial”: If the foregoing account of the Post-Boom is reasonably accurate, it seems clear that there are great difficulties in the way of regarding it (except for the New Historical Novel) as a postmodern movement in any familiar sense of the term Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 47 Revista destiempos N°40 (…) much of the Post-Boom writing we have been referring to here is clearly not postmodernist. (Shaw, Nueva narrativa hispanoamericana, 175) Para definir “Postmodernism”, Shaw hace evidente que en su caja de herramientas teóricas se encuentra Jameson y particularmente su ensayo “Third-World literature” al cual cita frecuentemente: “Postmodernism involves the apparently final collapse of all older, (…) and involves what Fredric Jameson calls ‘a crisis of representation’” (175). Definido el posmodernism como una experiencia de lo nuevo y del ahora, se señala que América Latina aun no habría entrado en ella en la medida en que no ha generado una ruptura con todo aquello antiguo, viejo, tradicional, pero en particular, porque no ha arribado a la fase del capitalismo tardío. Continua Donald Shaw: “The mainstream Post-Boom does not in general articulate the experience of a disorderly, directionless world” ya que “an ideal of social justice that is largely incompatible with the postmodern rejection of ideology” (175). Vista desde estas categorías y herramientas de periodización, la literatura latinoamericana vuelve a ocupar un lugar de desfasaje en relación al mainstream estético metropolitano, cristalizándose para su abordaje varios preconceptos generadores de una visión estandarizada del objeto. Por un lado, una inclinación recurrente en esta crítica a pensar la literatura latinoamericana como “invadida” por cuestiones no estrictamente estéticas, principalmente por la política y la ideología10, por otro lado, como atravesada por una cerrazón hacia lo local e inmediato, pensado a su vez como perjudicial u opuesto a la apertura universalista. (Sin advertir, tal vez, cuánto más universalismo hay en obras “achacadas” de provincialismo o regionalismo). Si lo canónico, siguiendo a Harlod Bloom, son aquellos textos que se constituyen -para todos los tiempos y sociedades- en cantera inagotable de valores humanos y estéticos universales, parece entonces confirmarse la apreciación de Fredric Jameson en cuanto a la literatura latinoamericana como “non- canonical form”. El supuesto apego de la novela latinoamericana a lo local le imposibilitaría un definitivo corte con la tradición y una proyección internacional, ecuménica y clásica. Borges es, en general, la única figura que queda exenta de este encuadre, y justamente es su posición ideológica-política uno de los puntos más sopesados para hacer de él un posmodernista. Por ello es interesante el lugar que Harold Bloom le asigna como el “inaugurador” de un nuevo paradigma en la literatura hispanoamericana: el del “universalismo estético” que lo habilita a entrar al canon occidental. Esta “apertura” de Borges 10 Un pensamiento que es en sí, hondamente ideológico. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 48 Revista destiempos N°40 estaría vinculada sin dudas a su posición de superación del determinismo político, la cual, según Bloom, sería “de lo más tonificante en esta época en que el estudio de la literatura se ha politizado totalmente y uno teme la creciente politización de la literatura misma” (Bloom, El canon occidental., 474.475). Si bien en esta cita se cuelan elementos de la contienda particular que Bloom sostuvo con los Estudios Culturales, no deja de manifestarse el valor negativo que se le asigna a la “politización de la literatura” en general y la idea de que la política es un elemento externo a la estética y al arte y por ende, contaminante. Para esta línea crítica del humanismo académico anglosajón, Borges representa la posibilidad de ruptura con la determinación estética de la alegoría sobre la “literatura del tercer mundo” que, siguiendo a Jameson, decantaría de su experiencia colonial constitutiva. En este horizonte de cuestionamientos que abre el debate modernidad/posmodernidad de la literatura latinoamericana, Borges se establece como centro gravitacional en torno al cual se articulan las potencialidades de un verdadero quiebre con el realismo, reactualizando cierto imaginario relacionado con la “autonomía” de la literatura. Se le adjudica a este autor el haber abierto un camino de diálogo con el mainstream literario mundial, el cual, si bien habría sido medianamente aprovechado por otros autores sobresalientes como Cortázar y García Márquez, ha quedado rezagado frente a las matrices hegemónicas del siglo. Borges sería un outsider respecto a las pulsiones matéricas de la literatura latinoamericana del siglo XX y esta posición hizo de él una figura referente para distintos escritores y grupos que a partir de los años noventa asumen la necesidad de un quiebre con aquello que en el clima cultural de la época se había establecido –a través de este tipo de crítica- como “los rasgos definitorios” de la literatura latinoamericana: asfixiante localismo, primacía de lo político y estándares estéticos tradicionales; rasgos que en los años noventa, en un repliegue crítico, se condensarán en la idea del macondismo latinoamericano. La llamada “nueva narrativa” de los años ’90, integrada por el grupo mexicano Crack, por McOndo, el grupo argentino Shangai, a lo que deberían sumarse otros muchos escritores individuales, se auto-representará, de hecho, desde la consigna de la “novedad” y “ruptura” y también la crítica literaria y académica que los aborda los articulará al legado de la obra borgeana, habilitando así redefiniciones estéticas y relecturas del canon. Me interesa por otra parte, no perder de vista la recepción española de estos ensayos que se vienen recorriendo, porque España ―a través de su mercado editorial y académico― se constituirá en los años noventa en una variable insoslayable del fenómeno de la “nueva narrativa”. Esta Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 49 Revista destiempos N°40 recepción queda registrada en varias obras y artículos críticos de latinoamericanistas españoles, poniendo en evidencia un diálogo con la línea más humanística de la crítica anglosajona. Este camino de recepciones críticas que busca reconstruirse aquí, donde se dan préstamos de categorías, migración de enfoques y esquemas interpretativos como así también, estandarizaciones de corpus y autores, es significativo no solo para otorgarle mayor relieve a aquello que la crítica latinoamericana refiere como el creciente “latinoamericanismo internacional” durante estos años, sino para rearmar el escenario de acogida teórico-crítica de esta Nueva Narrativa y de sus autores en los años noventa: relevar, en otras palabras, qué conceptualizaciones respecto de la literatura latinoamericana estaban circulando en dicho escenario y de qué manera incidieron en su lectura, principalmente académica. Por ello, la recepción española de una literatura latinoamericana ya procesada por la mirada angloamericana, no debe perderse de vista en la medida en que España será uno de los países donde mayor diálogo se establezca tanto con el grupo Crack como McOndo. Si retomamos el ensayo de Shaw, además de proponerse allí una serie muy detallada de rasgos y clasificaciones que caracterizarían al PostBoom11, los cuales se citarán luego profusamente en otros ensayos12, es significativa también la conclusión a la cual arriba Shaw (por el peso que este ensayo tuvo en el ámbito académico europeo y norteamericano): el argumento que se desarrolla en todo el último capítulo titulado “Hacia el posmodernismo” se cimenta en la idea de que, en la medida en que la literatura latinoamericana no puede abordarse como literatura posmoderna, su aproximación debe ser efectuada desde el horizonte del poscolonialismo. Y aunque Shaw no deja de advertir sobre la necesidad de establecer diferencias con otras experiencias de descolonización más recientes (la asiática y africana), reafirma, sin embargo, la tesis jamensoniana de una “literatura del tercer mundo” contenida dentro de las posibilidades expresivas dadas (o permitidas) por la experiencia histórica de dominio colonial. En este sentido, para referirse al período de los años setenta y ochenta se descarta el término “literatura posmoderna” y se propone la categoría más prosaica de “literatura del Post-Boom”13, la cual Shaw la llama la check list of Post-Boom characteristics. [Lista de verificación de características del postBoom]. En ella se incluyen: la emergencia de parodia, la intertextualidad, el pastiche, el compromiso político, presencia de voces femeninas y juveniles, temas y técnicas de la cultura popular y de masas, la sexualidad, lo cotidiano, etc. (Shaw, The Post-Boom in Spanish American Fiction). (Ver en especial capítulo VIII, “La narrative testimonial y el Pos-Boom”) 11 Se puede afirmar incluso que entre estos ensayos críticos que se están relevando aquí, se entabla una verdadera pugna por la definición de una “lista de rasgos” total y válida para la narrativa del “Post-Boom”. La contienda más sobresaliente fue protagonizada por Donald Shaw y Raymond L. Williams. 13 Ver también Shaw, Donald (1999): “Skármeta between Post-Boom and Posmodernism”. En: Revista de Estudios Hispánicos Nº 33, pp.153-160. 12 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 50 Revista destiempos N°40 desde entonces parece haberse asentado incluso dentro de la crítica de la región. Por ello, remitiendo continuamente su abordaje hacia los bianrismos, para Donald Shaw “Post-colonialism can be seen as resisting Postmodernism, accepting ideology and referentiality, and responding to a third world need to explore national identity and local social problems” (Shaw, “The Post-Boom in Spanish American Fiction”, 15)14. Es decir, el encuadre poscolonial sería el único apropiado en la medida en que permite incorporar aquellos elementos privativos de la literatura latinoamericana incompatibles con la estética y el momento cultural de posmodernismo. De esta manera, Shaw trabaja diferenciando, enfrentando y jerarquizando construcciones estéticas como las de posmodernism y modernism, que son utilizadas para demarcar circuitos desiguales de acceso al reconocimiento cultural. Como hace un siglo el modernismo, el posmodernismo se erige como nuevo punto de llegada, entendido como acumulación de una experiencia (que a la vez demarca una relación diferenciada con la Historia) que adquiere plena significación solo al final: “Post-colonialist writers from Mexico to New Zealand may well write with an awareness of the heritage of Modernism and the thrust of Postmodernism” (15). Desde el polémico ensayo de Jameson, pasando por los distintos trabajos críticos, puede percibirse la paulatina conformación de una lectura de la literatura latinoamericana en la que convergen varios puntos clave. Más allá de las disputas a la que fue sometida desde los años ochenta ―argumentos a favor de su posmodernidad estética y argumentos en contra, según éstos estén más cerca o más lejos de la recepción del Boom―, se establece la percepción consensuada de que no ha logrado desembarazarse de las matrices estéticas modernistas y tradicionales: el realismo y la inflexión política dominan aun su campo desplazando sus producciones culturales hacia la temporalidad de la anacronía y de lo “aun por acontecer” (como sugiere el título de Shaw, “Hacia la Posmodernidad”). En este sentido, a pesar de las rupturas experimentales que manifestó su narrativa (cuyo punto más álgido fue el Boom), la pulsión hacia lo local persistiría dejándola fuera de la contemporaneidad con las corrientes culturales y literarias a la vanguardia del siglo: como expresaba Jameson al comenzar su ensayo, sería una literatura que entabla una relación “obsesiva” (obsessive) con ciertos temas, no sin un dejo de patología sugerida en su expresión: “[the collective attention to ‘us’ and what we have to do and how we do it] returns again and again like a gong.” (Jameson, “Third World literature”, 65). 14 Ver también, Shaw, Donald, 1998, Cap. X. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 51 Revista destiempos N°40 Esta lectura, sostenida principalmente a partir de los diálogos internos de la crítica académica anglosajona, nutren un imaginario en torno a la literatura latinoamericana que tiene que ver con la idea del “estancamiento” estético. En su mayoría, y más allá de que muchos ensayos también aboguen por un “posmodernismo latinoamericano” (diferente al hegemónico, denominado muchas veces “posmodernismo tercermundista” y con un hincapié solo en ciertas figuras literarias o solo en el gesto iconoclasta de ciertos géneros menores) se establece una percepción general de que la literatura latinoamericana continúa al amparo de la mentalidad modernista y neocolonial, en el desfasaje histórico de una contemporaneidad minusválida que evidencia una vacancia de innovación y ruptura. Tal vez pueda leerse la profusa escritura de alegatos y manifiestos literarios en los años noventa desde el paulatino asentamiento de este imaginario en los textos y en los debates del latinoamericanismo, desde el cual la posmodernización cabal de la literatura latinoamericana se sintió como tarea pendiente y perentoria. De hecho, muchos de los elementos que dieron coherencia a este imaginario están incorporados al balance histórico-literario que el Crack enuncia en su Manifiesto: por ejemplo, la idea de que la literatura de los años setenta y ochenta no es más que una repetición de la de los años sesenta, es decir, una narrativa que “sobrevuela como moscas” (AA.VV., “Manifiesto Crack”, 18) el cadáver del Boom, también la idea de que la ruptura es necesaria por el “cansancio” frente a matrices estéticas ya agotadas y caducas, así como el lugar nodal que adquiere en el Manifiesto la diatriba contra todo tipo de “localismo” e “ideología”, puestos ambos en un paralelismo. De hecho, en su Manifiesto, la caída del muro de Berlín se coloca como antecedente histórico directo al Crack, inscribiéndolo necesariamente en el horizonte posmoderno del fin de las ideologías. La ansiedad por definirse y ocupar ese espacio del por-venir posmoderno no ahorra sutilizas tampoco en McOndo, quienes se autorrepresentan como “post-todo: post-moderno, post-yuppie, postcomunismo, post-babyboom, post-capa de ozono”. Si bien la hipérbole le da su tono a una voz grupal que se jacta de su apatía y abulia, pone también de manifiesto un horizonte de proyección imaginaria que se percibe desde un tiempo de múltiples quiebres. Tanto el Crack como McOndo buscaron asumir el lugar vacante de la “narrativa posmoderna” latinoamericana, a pesar de que cada uno se ubica en las antípodas del arco de “lo posmoderno”: mientras McOndo toma la vía de la cultura de masas, el Crack toma lo que se consideró el núcleo duro de la estética posmoderna: la apelación a lo culto, el sibaritismo cosmopolita y la crisis de la representación como tema axial. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 52 Revista destiempos N°40 Aunque según Jorge Fornet, su posmodernidad resultó ser un lugar al que de todas formas, y más allá de sus esfuerzos por elaborar una nueva estética, llegarían; porque la dominancia manifiesta de la lógica de mercado en las propuestas de ambos grupos, los remitiría de lleno a la “lógica cultural del neoliberalismo latinoamericano” (Fornet, Nuevos paradigmas en la narrativa latinoamericana, 14), es decir, ambos serían exponentes de “una suerte de síndrome literario neoliberal” (6). Para Fornet entonces, son posmodernos por defecto, en tanto no pueden dejar de expresar, a través de productos literarios destinados a un mercado muy bien armado, el vacío, la banalización, la contradicción y la liviandad que comporta la lógica cultural del neoliberalismo latinoamericano. EL DEBATE MODERNIDAD/POSMODERNIDAD EN LA AGENDA LOCAL. Ya en el horizonte de reflexión regional, la entrada de la literatura y culturas latinoamericanas al debate modernidad/posmodernidad en estos años, con el gran aporte crítico de latinoamericanistas radicados tanto en academias locales como norteamericanas (Nelly Richard, George Yúdice, Beatriz Sarlo, Jesús Martín Barbero, Martin Hopenhayn, John Beverly, etc.) confluyó en la agenda crítica latinoamericana penetrando en los debates poscoloniales contemporáneos. En este sentido, la complejidad que comportan los años noventa emana en parte de este escenario crítico e intelectual de convivencia de dos proyectos de direccionalidades opuestas. Si por un lado, la demanda de “posmodernización” latinoamericana encumbraba un imaginario de desideologización, de relativismo cultural en consonancia a clausura de los grandes relatos, de deconstrucción de las narrativas de identidad y quiebre de lo nacional, por el otro, el proyecto poscolonial reclamaba el protagonismo de las identidades colectivas, la rearticulación política de grupos subalternos con capacidad contrahegemónica y la ponderación de escrituras que, como el testimonio15, establecían una alianza con la referencialidad (en tanto cargada de eficacia política) y con lo local-continental. Sin embargo, a pesar de esta fricción, los parámetros de la posmodernidad presentada como proyecto global, en gran medida van a absorber bajo su paradigma teórico al proyecto poscolonial entendiéndolo como inflexión tercermundista del posmodernism en su fase de globalización. Para Román de la Campa, desafortunadamente “la posmodernidad se propone entonces como instrumento clave de descolonización El caso del testimonio es paradigmático de este cruce de agendas en los años noventa: como género poscolonial tercermundista por excelencia (recordando el lugar que le asignaba Fredric Jameson (1992) en el proceso de “sustituciones literarias”) queda también capturado en los debates posmodernistas debido a condición de “marginalidad” respecto de otras matrices, su ruptura con la novela por ejemplo. 15 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 53 Revista destiempos N°40 (…) para la condición poscolonial” (“Latinoamérica y sus nuevos cartógrafos” 710). Es a partir de esta fricción inherente al cruce entre poscolonialismo y posmodernismo que las polémicas en torno al realismo, a los contenidos “nacionales”, a lo local, pero muy especialmente en torno a la “modernidad”, van a estar ligadas a la relectura del canon literario latinoamericano realizada en los años noventa. Si la posmodernidad se establece como instrumento de descolonización y como meta final del desarrollo global del “tercer mundo”, entonces, para De la Campa, lo que se produce a partir de estos años es el acrítico desmonte de “lo que [se] entiende por epistema de la modernidad fallida” (710). Una modernidad fallida en la que, como un gran bolsillo de sastre, entran desde los discursos letrados hegemónicos ―elitistas y criollistas― hasta, paradójicamente, aquellos que se ubicaban en sus antípodas: los discursos de la resistencia y la heterogeneidad. El peligro entonces es que, según desde donde se lo mire, cabe desmontar casi todo el pasado literario y cultural latinoamericano: En el terreno latinoamericano estas formas [asociadas a la mentalidad neocolonial] incluirían los discursos del nacionalismo, de las elites políticas, culturales y literarias: criollismos, indigenismos, negritudes, mestizajes, paternalismos nacionales, voluntarismos revolucionarios y formas literarias como los realismos mágico o maravilloso; en fin, toda la historia cultural moderna. [De manera que] descolonizar aquí implica desmontar la historia moderna latinoamericana en su totalidad discursiva, declararla inepta, sin hilos conductores entre ese pasado fallido y el futurismo posmoderno (710). La construcción retrospectiva operada desde los años noventa de una gran “modernidad fallida” en tanto colonial y letrada, está impulsada por la propia lógica polarizadora que comporta el debate modernism/posmodernism y su trasplante al continente. Una lógica que convalida, siguiendo los argumentos de De la Campa, al “descarte totalizador de la modernidad” en pos de una entronización de los discursos de la posmodernidad: de allí que la modernidad periférica sea leída como un error, constituyéndose en un vacío cultural y social abandonable con el que se clausura toda religación: “Latinoamérica se vuelve una comunidad discursiva que oscila principalmente entre la colonia y la posmodernidad, o aún entre la premodernidad y la posmodernidad” (712). Este “vacío” (de modelos a seguir, de referencias, etc.) que proyecta la mirada hacia el pasado ―porque “la modernidad, el mestizaje o el criollismo que ahora se Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 54 Revista destiempos N°40 entienden como una suerte de pecado original latinoamericano”(83)―es otra de las claves de lectura que toma la nueva narrativa latinoamericana de los años ’90 para pensarse “posmoderna”. Será en este marco de relectura contrastiva y binaria impulsada por el apremio de un deber ser posmoderno y poscolonial, donde se comience a dar cabida a una revisión del canon literario latinoamericano con un foco particular en la novela del Boom y el Post-Boom, las estéticas del realismo, los regionalismos y del realismo mágico. Se le abre espacio así a una mirada sospechante que se tiende sobre el centro mismo del canon narrativo, la cual ya no se efectúa desde los insumos y perspectivas que abonaron los primeros balances críticos del Boom en los años setenta (con los ensayos de Carlos Fuentes, José Donoso, Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama, etc.) sino desde una nueva perspectiva donde los recurrentes calificativos como “letrado”, criollista, colonial, exotista, falsario, etc., evidencian esta ligazón al horizonte de la posmodernidad entendida como la vía hacia la descolonización. En esta línea de cruce, cuando en 1993 el Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos presenta el Manifiesto Inaugural (en inglés, Founding Statement), su principal operación es remitir al Boom a un lugar de enunciación dominante en tanto masculino, blanco y letrado, en contraposición a otras formas más modestas, marginales y posliterarias: A diferencia de la ambición mostrada por los novelistas del Boom de “hablar por” América Latina, los sujetos subalternos representados en los textos testimoniales se convirtieron en parte misma de la construcción textual. La insatisfacción con la estrategia metaficcional y masculina de los autores del Boom condujo a un nuevo énfasis en lo concreto, en lo personal, en “las pequeñas historias”, en la escritura producida por mujeres. (AA.VV, 91)16 La crítica a la novela, como género moderno por excelencia, queda capturada en la intersección de estos dos horizontes críticos. Por un lado, desde las discusiones del modernismo/posmodernismo en torno a la “novela tercermundista” como “alegoría nacional”, como dispositivo hegemónico de valores letrados; por el otro, desde las discusiones poscoloniales, y a partir de los postulados de Edward Said, donde se piensa la novela como portadora de imaginarios que legitiman una relación desigual (cultural, pedagógica, económica) entre las metrópolis y las Vale destacar que el contexto en que se dio la primera publicación del Manifiesto (en inglés: Founding statement, 1993), pone ya en evidencia el espacio conflictivo de convergencia entre los debates del posmodernismo y los debates del poscolonialismo en el área de de los estudios latinoamericanos en la medida en que tuvo lugar en el número especial de la revista boundary 2, (Vol. 20, No. 3) dedicado enteramente al debate “The Postmodernism Debate in Latin America”. 16 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 55 Revista destiempos N°40 (neo)colonias, los cuales a su vez serían incorporados al interior de estas últimas para definir dinámicas locales de identificación y exotización. En el Manifiesto Inaugural del Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos se hace evidente el lugar de mediación ideológica y opacidad con que la novela del Boom es contrapuesta a la transparencia del testimonio, tendiendo sobre ella la sospecha de manipulación del discurso del otro. Para Román De la Campa, observando estas sospechas que subyacen a las propuestas poscoloniales y posmodernas, los años noventa se convierten en el escenario de surgimiento de “una mirada que cuestiona el valor de ese corpus canónico de la literatura latinoamericana, contemplándolo más bien como un discurso criollo, elitista y masculinista, y que en gran medida se ha prestado para mistificar aún más el estado moderno fallido de América Latina” (“América Latina: confección y marketing de un campo de estudios”, 181). Aunque para este crítico, este “achaque tan totalizador (…) que sincroniza sin mayores reparos toda la modernidad latinoamericana y su literatura al espacio de discursos fallidos y criollos letrados” (181), solo podría provenir de una crítica situada en la diáspora y en los centros académicos metropolitanos, llamando así la atención hacia los locus de enunciación institucionales de la agenda poscolonial. Pero, aunque el Boom se constituye en el epicentro de estas revisiones, también las vanguardias, el modernismo y los realismos y regionalismos entran a formar parte de este régimen de fiscalizaciones. En particular, es el realismo mágico el que, tanto desde la crítica, como desde los escritores y editores, atrajo de forma unánime la mayoría de los argumentos adversos17. El realismo mágico, y en algunas instancias lo “real maravilloso”, comienza a ser pensado como dispositivo estético productor de imágenes estereotipadas y exotizantes, tanto hacia el mercado cultural exterior a América Latina como hacia el interior de ésta. Se manifiesta en estos años una sensibilidad suspicaz traducida a la idea de un macondismo latinoamericano: sintagma que resume el conjunto de rasgos negativos atribuidos al realismo mágico18. Esta sensibilidad, en vínculo con un ideario literario posmoderno y poscolonial, Se exceptúa de este panorama el trabajo de Seymour Menton, Historia verdadera del realismo mágico, publicado en 1998. Un ensayo extenso cuyo propósito principal fue dar un alcance internacional a la poética del realismo mágico, revalorizándolo y actualizando el estado del debate teórico. A pesar de que mucho se ha discutido la incorporación que Menton hace de Borges, Rulfo, entre otros, al realismo mágico, su abordaje excede los límites del presente texto. 18Ver por ejemplo, Nagy-Zekmi, Silvia, “Estrategias poscoloniales: la reconstrucción del discurso eurocéntrico”, Cuadernos Americanos, nº 97, México, UNAM, 2003. von der Walde, Erna, “El Macondismo como latinoamericanismo”, Cuadernos Americanos, nº 67, México, UNAM, 1998. von der Walde, Erna, “Realismo Mágico y Poscolonialismo: construcciones del otro desde la otredad”; Castro Gómez, Santiago, Mendieta, Eduardo (Coordinadores) Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate, México, Universidad de San Francisco, 1998. 17 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 56 Revista destiempos N°40 va a poner en marcha la dinámica estética, estilística, temática y lingüística en torno a la cual una gran parte de la llamada nueva narrativa busque su brecha de diferenciación. A contrapelo del realismo mágico, de Macondo y del temario “autóctono, regional y nacional”, ésta propondrá un “realismo sucio”, un “realismo virtual”, un McOndo, un “Magical Neoliberalism” o “posmodern costumbrismo”, como derivas desfiguradas y/o paródicas, buscando operar desde los textos un desencanto de las imágenes literarias del continente. En este sentido, diferentes voces críticas coinciden con las propuestas literarias de la década en la necesidad de desarticular el realismo mágico como repertorio estandarizado de materiales de referencia a lo latinoamericano y, por lo tanto, como lugar de producción cultural forzoso. Mientras que para Mabel Moraña, “América Latina no se repuso nunca del realismo mágico”, porque éste ofrece la comodidad de una “imagen exportable capaz de captar brillantemente la imaginación occidental y cotizarse en los mercados internacionales” (“El Boom del subalterno”, 237), para Santiago Castro Gómez, también: Se va delineando así desde la letra un mito que todavía nos asedia (y nos constituye) sin quererlo: el mito de la “América Mágica”; la idea del autoctonismo, de la recuperación de las raíces, de la identificación con lo telúrico, de lo realmaravilloso, de la “raza cósmica”, del pobre y el subalterno como portadores impolutos de la verdad (202). Por su parte, Erna von der Walde observa que este discurso que hoy se configura como macondismo fue, sin embargo, celebrado largo tiempo e ingenuamente desde las metrópolis como expresión de una autenticidad tercermundista, mientras que al interior de la propia América Latina funcionó como discurso hegemónico y constitutivo de identidades que se pensaban homogéneas. (“Realismo Mágico y Poscolonialismo” 209). En este sentido, el realismo mágico estaría doblemente vinculado a la generación de impostaciones culturales: por un lado, contribuyendo a la construcción de una identidad “latinoamericana” ―en tanto “identificación” excluyente y disciplinante―, alienada a las proyecciones exotistas y horizontes de deseo metropolitanos, por el otro, funcionando como relato auto-referencial hacia el interior de la cultura a partir del cual América Latina habla de sí desde lo irracional, lo ahistórico, la determinación geográfica, es decir, desde el lugar de la excepcionalidad como excepción/afuera. De este marco de revisiones críticas de los noventa se desprende otro de los elementos que será nodal en la forma en la que la Nueva Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 57 Revista destiempos N°40 Narrativa de los noventa, principalmente Crack y McOndo, piense su lugar dentro de la literatura latinoamericana: frente a la construcción falsa y apócrifa de “lo latinoamericano” llevada adelante por las matrices estéticas dominantes del siglo, éstas escrituras se proponen como proyecto estético revelador de la “verdadera” Latinoamérica: urbana y cosmopolita. Este eje de contraposiciones entre “representaciones falsas” y “verdaderas” entra a formar parte de los lenguajes con que los nuevos escritores generan sus autorepresentaciones y programas de intervención, enmarcando ―a través de las disputas por definir los sentidos de “lo latinoamericano” ya a la vuelta del siglo― los valores estéticos a través de los cuales “la novedad” de lo “nuevo” es más bien una constante falsación del pasado. La mirada inquisitiva hacia el pasado, sesgada por la demanda de posmodernidad y de contemporaneidad, es, podría decirse, el telón de fondo de estos años de acuciante ansiedad por las definiciones. Bibliografía AA.VV., (Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos) “Manifiesto Inaugural. Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos”. En: Castro Gómez, Santiago y Mendieta, Eduardo (coord.): Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate. México: Universidad de San Francisco, 1998 [1993], 85-100. 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Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 59 Revista destiempos N°40 1 Coral Cuadrada MARC (Medical Anthropology Research Center) Universidad Rovira y Virgili (Tarragona, España) 1.PROEMIO En la España actual el debate político y social se ha agudizado notablemente a raíz de la ley restrictiva del aborto del ministro Gallardón, la cual sigue adelante contra viento y marea2, haciendo caso omiso de manifestaciones multitudinarias, protestas de todo tipo y formato, escudada tras la mayoría parlamentaria de un gobierno cada vez más conservador, ciego y sordo. La opinión pública se parapeta en dos posturas difícilmente reconciliables: homicidio versus derecho. Que el aborto voluntario sea un homicidio es discutible, nunca las mujeres que han abortado se han considerado asesinas. Más aún: ¿lo serían también los médicos y médicas que interrumpen la gestación por malformación del feto3? El embrión es el inicio de una vida incorporada en otra vida, el debate (secular) se halla en creer ―o no― que desde la concepción es un ser con alma creada por la divinidad, como sostiene la Iglesia. Pero no siempre fue así, ni desde la misma Patrística. Por ejemplo, Agustín de Hipona, en el siglo V, afirmaba que el aborto no debía considerarse un homicidio ya que no podía haber alma viva en un cuerpo que todavía no estaba totalmente formado y que carecía de sentidos. Curiosamente, en esta primera etapa del cristianismo, el aborto era recriminable y pecaminoso no tanto porque se entendiera como un asesinato, sino principalmente porque ocultaba un pecado sexual: en una situación demográfica de alta mortalidad infantil, prácticamente el único Esta contribución se enmarca en las vías de investigación del grupo de investigación Magenta’s y MARC (Medical Anthropology Research Center) de la Universidad Rovira y Virgili (URV). 2 http://politica.elpais.com/politica/2014/05/07/actualidad/1399494269_795976.html consultada 29/06/14. 3 Motivo legal para abortar incluido en la ley: http://politica.elpais.com/politica/2014/06/22/actualidad/1403433152_713248.html consultada 29/06/14. 1 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 60 Revista destiempos N°40 motivo por el que se interrumpía un embarazo era por ser fruto de una relación sexual irregular, ilegítima. A lo largo de la Edad Media y Moderna, el debate sobre el momento exacto en que el alma se unía al cuerpo continuó, si bien la gran mayoría de teólogos aceptaban la teoría de la hominización retardada. Una cifra muy extendida era la de que el alma se introducía en el feto a los cuarenta días de la concepción, en el caso de los varones, y a los ochenta, en el caso de las mujeres. Legislar sobre la libertad de las mujeres es un error. El Estado no tiene confesionarios, sino tribunales y cárceles. Restringir la interrupción voluntaria del embarazo es altamente peligroso, acentúa las desigualdades entre las mujeres según sus recursos económicos y equivale a generar un temible mercado negro. Y aún, ¿se puede obligar por ley a una mujer a ser madre? No, ni desde la perspectiva religioso-católica: Dios pide una colaboración libre. No es competencia del Estado prohibir o autorizar lo que sólo atañe a una decisión personal y soberana. Ello no obstante, también es equivocado defender el aborto como un derecho: el aborto es lo contrario del “sí” que la mujer embarazada puede decir. Pero está claro que ella, sea cual sea su decisión, tiene, en cambio, derecho a la salud y por ello ha de ser asistida. Además, lo que resulta tan increíble como altamente ofensivo, en pleno siglo XXI, es seguir constatando que tras dos milenios de civilización cristiana, tres milenios de cultura mediterránea y cuatro milenios de sabiduría china, los hombres todavía no han entendido que la sexualidad femenina no está destinada solo a sus necesidades, usos y consumos. Por estas razones, entre otras, han tenido lugar algunas de mis recientes aportaciones científicas, individuales (Cuadrada, La cura; “El ejemplo”; “Cuidado”) y colectivamente (Magenta’s, “Ser madre”, “Maternity and Women”; Del Prete, Cuadrada, “Gender and Care”), las cuales pretendo continuar en este artículo. 2. LA MATERNIDAD: CONTEXTOS TEÓRICOS La revisión histórica del concepto de maternidad demuestra las transformaciones que ha tenido esta noción a lo largo de siglos, y sus consecuencias en la experiencia subjetiva y ejercicio de la crianza. Estos cambios reflejan la influencia de procesos culturales que se juegan en el intercambio social, quedando de manifiesto que lo que se considera como válido en un momento determinado proviene de tradiciones, que tienen contextos temporales y espaciales particulares. Al revisar la literatura histórica, la maternidad aparece como un complejo de significados particularmente rico por su relevancia para la vida humana, la cultura y la psicología individual en cada momento de la historia a lo largo de su evolución. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 61 Revista destiempos N°40 Como parte de la complejidad de este proceso, los significados asociados a madre y mujer parecen haber ido entrecruzándose. La carga histórica de la mujer como sexo sometido, desvalorizado, demonizado algunas veces (Beauvoir, El segundo sexo; Duby & Perrot, Historia de las mujeres), la lucha por defender el propio valor y la utilización de las cualidades de la maternidad en esa lucha (Badinter, ¿Existe el instinto? ; Carter, Who's to blame?; Hays, Las contradicciones), son hitos en la interpretación que se han dado a la condición de madre. Así, apoyándose de diversas formas en cualidades asociadas a la maternidad realzándola como atributo de valor de la identidad femenina, las mujeres han generado estrategias para reafirmar su propio valor como género. Con esto, al mismo tiempo lo femenino ha quedado disociado, dejando fuera de sus significados los aspectos menos asumidos por la sociedad, los que son considerados como peligrosos (por ejemplo la sexualidad), ya que no son útiles para transformar las imágenes negativas que provienen de los distintos discursos (Flax, “Forgotten forms”). La mistificación que adquiere la condición de madre en la cultura griega y judeo-cristiana también ha contribuido a que esta dimensión de la experiencia humana haya sido "sellada a fuego" en la subjetividad femenina. Sorprende la cantidad de elaboración conceptual que impone a la maternidad una gran e ineludible responsabilidad, que va más allá de sólo engendrar niños y criarlos, comprendiendo un compromiso con la preservación de la condición humana y la cultura en su sentido más amplio. En lo que se refiere a España en general y Cataluña en particular, el discurso de la domesticidad arraigó con fuerza en el s. XIX y, después del efímero período de la Segunda República, volvió con mayor intensidad si cabe, al hacerse suyo el nacionalcatolicismo el eslogan nazi de las tres K: para la mujer Küche, Kirche, Kinder (cocina, iglesia, niños). Puede decirse, pues, que la exaltación de la Maternidad (en mayúscula, incluso con premios concedidos por el Dictador a las madres más prolíficas) y el rol jugado por la Iglesia católica durante el franquismo, moldeó gran parte de la mentalidad social de la época. Como reacción, no es de extrañar que las mujeres de los ‘70 y ‘80 se convirtieran en la generación menos maternal de nuestra historia reciente. El valor de la mujer dejó de estar puesto casi totalmente en la procreación y la crianza, tareas que empezaron a ser consideradas como opciones a las que se podía renunciar. Y, al llegar a la actualidad, compruebo como las hijas de las madres emancipadas vuelven a plantearse el embarazo, parto y lactancia a través de unos parámetros completamente antagónicos a los de sus madres. Desde el feminismo, la maternidad se ha problematizado de diferentes formas. Primero, Simone de Beauvoir mostró la maternidad como una prisión para las mujeres en una crítica a una maternidad forzada por Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 62 Revista destiempos N°40 el entorno, presentada como el único destino para las mujeres (Cuadrada, “La maternidad: del deseo privado”). Se entendió así que las relaciones de desigualdad que se generan entre hombres y mujeres por lo que respecta a la crianza, se había apropiado de las experiencias femeninas y de su capacidad reproductora, uniendo la facultad de ser madre a la de la familia heteronormativa. La segunda interpretación importante hecha desde el feminismo es la que asume y revaloriza la capacidad generadora del cuerpo femenino (Toubert, Las figuras). Esta visión critica la poca valoración de la maternidad en la práctica social, y el hecho de que esté excluida del espacio público y de lo simbólico. Adrienne Rich, autora importante de esta corriente, dice que la maternidad puede dejar de ser un destino femenino para ser una opción, una potencialidad y una fuente de placer para las mujeres (Rich, Nacemos de mujer). Por tanto, existe la posibilidad de crear maternidades fuera de las relaciones de desigualdad y control por razón de género. A pesar de que desde los feminismos se explica la construcción socio-cultural de la identidad maternal, el naturalismo sigue teniendo un peso muy importante a la hora de valorar comportamientos sociales, en especial los relacionados con la procreación. Michel Odent es un referente de esta corriente que ve la posibilidad de “volver” a los orígenes más instintivos de nuestra especie para hablar del parto y de la lactancia materna. El autor francés concede mucha importancia a las funciones fisiológicas y a nuestra genética en cuanto a determinar las relaciones y la organización social (Odent, El bebé es un mamífero). Pero también hay visiones que acentúan la parte fisiológica y hormonal de la reproducción, en las que se entiende la mujer como protagonista de su sexualidad en contra de los modelos patriarcales de maternidad (Rodrigáñez, La represión del deseo materno); o el papel que juegan las hormonas y su función en la relación madre-criatura (Northrup, Cuerpo de mujer). Aunque Rodrigáñez y Northrup tienen en cuenta el contexto intercultural, he de destacar que con frecuencia los discursos naturalistas realzan aspectos que tienen una fuerte dependencia del entorno socio-cultural y económico de la criatura y su contexto, y lo justifican únicamente con argumentos fisiológicos. Y a los hechos fisiológicos que supone un embarazo, parto y postparto, se le suma una importante construcción simbólica sobre la maternidad. Construcción que encuentra su eco en los planteamientos de las teóricas del feminismo de la diferencia sexual (Rivera, “Ella es demasiado libre”, 46-64): [habla de las madres de la Liga de la Lactancia Materna] Hay una desmesura (una desmesura de libertad) en la entrega a la crianza de una criatura para hacer posible que su deseo Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 63 Revista destiempos N°40 y su creatividad lleguen al mundo. Se nota la desmesura en la desorientación que trae al propio deseo, al deseo de la madre, que entra en conflicto con el deseo, también suyo, de entregarse a la crianza. Pero si la desorientación es verdaderamente una prueba, pienso que el atravesarla podrá ponerla en relación de amistad con la medida previa, y ser fuente de palabra, de soltura, de simbólico: de prácticas que propicien lo que mejor sirva a nuestro presente. Un presente que se halla igualmente influenciado por la reconversión y reutilización de los conceptos tradicionales de feminidad y de los valores maternales a favor de la paz, los cuales construyen la base conceptual de las posturas ecofeministas, quienes ensalzan la maternidad destacando sus valores creativos. El movimiento del ecofeminismo, que surge a principios de los ’80 por la unión de las corrientes pacifistas, ecologistas y feministas, presenta a las mujeres como salvadoras de la tierra, al considerar que se encuentran en mayor armonía con la naturaleza debido a su capacidad de ser madres. Son definidas como esencialmente creativas, nutricias y benignas, reivindicando la asociación mujer-naturaleza, históricamente dominada por el binomio hombre-cultura (Osborne, La construcción sexual, 149-162). Este movimiento feminista exalta el principio femenino y sus valores, y propone recuperar la dimensión espiritual de la vida, entendiendo la espiritualidad como el principio femenino que habita e impregna todas las cosas. Esta energía, que permite amar y celebrar la vida, es relevante para el redescubrimiento del carácter sagrado de la existencia. Este deseo de experimentar el poder vivo y natural en el interior del cuerpo se manifiesta con gran fuerza en el deseo de tener un hijo para experimentar la creatividad y productividad natural del propio cuerpo. La espiritualidad de las mujeres se dispone a “sanar la madre tierra” y a devolver su magia al mundo, celebrando la dependencia hacia la tierra, a la vez que liberándola de la represión violenta ejercida por los hombres (Mies, Shiva, Ecofeminismo). 3. EL PARTO: ESPACIOS ICÓNICO-MÉDICOS Como consecuencia de estas últimas corrientes de pensamiento, las mujeres jóvenes se hallan inmersas, voluntaria o involuntariamente, en una vorágine de mensajes reivindicativos del parto natural, lactancia materna, colecho, etc., que les llega desde todos los ámbitos, pero muy especialmente mediante las redes sociales. Aparecen, en España y otros países europeos, las doulas, quienes en Barcelona4 se autodefinen de este tenor: 4 http://doulasbarcelona.blogspot.com.es/ Consultada 29/06/14. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 64 Revista destiempos N°40 “Se llaman doulas, y surgen para recuperar algo que muchas mujeres hemos perdido en el camino: la evidencia de necesitar ser acompañadas por otras mujeres en nuestros partos y postpartos.” El término doula fue utilizado por primera vez en un estudio antropológico realizado por Dana Raphael. El término no está claro, sólo lo describió como procedente de "la época de Aristóteles", de donde extrajo la palabra griega antigua δούλη, que significa "esclava" (Raphael, The Tender Gift). Marshall Klaus y John Kennell (The Doula Book), quienes llevaron a cabo ensayos clínicos sobre los resultados médicos de nacimientos asistidos por doulas, adoptaron el término para referirse a una persona que presta apoyo en el parto. En 1992, Doulas de Norteamérica (DONA), fue la primera organización en otorgar capacitación a doulas. En 1994, DONA había certificado 750 doulas y diez años más tarde, ese número llegó a 5.842. Entre 1992 y 2004, DONA capacitó cerca de 25.000 personas. El aumento se debe a su popularidad emergente y al no ser requeridos estudios universitarios ni reglados. Por lo que se refiere a Cataluña, argumentan que a lo largo de la historia las mujeres, en sus partos, buscaron una matrona con experiencia y conocimientos, que las asistieran, a ellas y a sus recién nacidos. Solían haber también una o varias mujeres que ofrecían su apoyo: otra madre, abuela, o amiga, capaces de sostenerla afectiva y emocionalmente. Eran mujeres cercanas, que después del parto se ocupaban de proteger a la madre y de cubrir sus necesidades para que pudiera recuperarse y dedicarse exclusivamente a su hijo o hija. Justifican su existencia debido a las características de la vida actual, argumentando que las familias extensas han dejado de convivir y se han dispersado en núcleos cada vez más reducidos. Declaran que las mujeres han perdido el entorno femenino facilitador del parto y la crianza, mientras han sido trasladadas al territorio de la medicina y la tecnología. Las familias y comunidades han dejado de cumplir la función de acompañamiento y ayuda al embarazo y el parto, siendo el personal especializado quien se ocupa de estas cuestiones de antigua tradición íntima y femenina. Un discurso que, a mi entender, es totalmente congruente con las realidades nórdicas y anglosajonas pero que se adecúa muy poco a las sociedades mediterráneas (Del Prete, Cuadrada, “Gender and Care”). Sea como sea, la aparición de estas asistentas alternativas que cada vez están más de moda, me concede la oportunidad de evocar otros universos temporales y esas prácticas naturales que con tanta insistencia reivindican las nuevas madres. Utilizaré para ello un discurso mixto, me moveré entre la literatura histórico-médica, la iconografía y el relato etnográfico en primera persona: propongo un paseo por la medievalidad y por los primeros años de la postguerra y la dictadura española, de la mano de Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 65 Revista destiempos N°40 Ramona Via, una matrona tradicional que escribió sus memorias y su práctica obstétrica entre 1945 y 19725 (Via, Com neixen). 3.1. LA ASISTENCIA AL PARTO, ANTES, DURANTE Y DESPUÉS Hasta el siglo XVI, en el que los médicos varones comenzaron a reclamar para ellos también el ejercicio de la ginecología y de la obstetricia, estas ramas de la medicina se encontraban en manos femeninas. Eran las mujeres las encargadas de ayudar en el nacimiento y quienes procuraban los primeros cuidados a la madre y a su criatura. Se las llamaba según dos categorías de significado (Cabré, “Nacer en relación”): en los discursos médicos ―metgessa, obstétrica, física, cirujana, barbera― o en el hablar corriente, dominio semántico de la lengua materna ―matrona, comare, madrina, mulier, vetula―. Si contemplamos las fuentes iconográficas medievales que transmiten partos o postpartos nos encontramos con interiores de viviendas acomodadas que podrían corresponder a casas de la nobleza, patriciado o alta burguesía, aunque las temáticas nos retrotraigan a los nacimientos de la Virgen María, san Juan Bautista o Jesús. Sobre el lugar idóneo para dar a luz, Ramona nos cuenta: [Octubre, 1972] Al final de una trentena de años de práctica obstétrica activísima he observado muchos centenares de parteras; a la mayoría les he asistido en su casa y según los métodos tradicionales, a otras en los mejores centros maternales y siguiendo los métodos más modernos. […] Se les ha de dejar bien libres en la hora de la elección. El mejor lugar será aquel que cada una escoja; a condición, repito, que no esté privado de las condiciones que exigen la higiene y la buena asistencia: persona asistente capacitada, agua, luz, medicamentos, adecuada temperatura. (Vía, 200). Los tratados médicos revelan la preocupación por lograr un ambiente cálido y agradable que facilite el nacimiento. Una temperatura templada y estable que facilite la venida al mundo, recomendación que emana de tratados árabes, cristianos y judíos, como El libro de la generación del feto de Arib Ibn Sa’id (traducción y notas Arjona Castro), (Córdoba, s. X): unas veces es difícil el parto por el intenso frío del momento, conviniendo que se ponga a la mujer en una habitación templada, se encienda un poco el fuego, poniendo en las puertas cortinas, calentando además sus mamas y sus miembros; con esto ser fácil el parto. Otras veces la dificul5 El libro está escrito en catalán. Las traducciones son mías. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 66 Revista destiempos N°40 tad del parto es debida al calor del verano pues el aire caliente disuelve su potencia y debilita a la parturienta para empujar el feto y conseguir su expulsión. Para esto se usan aspersiones de agua fresca, alejándola del calor del sol. Si la puerta de la habitación de la parturienta está orientada al Norte será lo mejor A esta preocupación de la temperatura responden las parteras que abanican a santa Ana en la escena de la Natividad de la Virgen de la Catedral Vieja de Salamanca, o la criada que hace lo mismo en el Icono de la Natividad de María, Basílica de santa Ana, en Jerusalén, Nicolás Florentino y los Hermanos Delli, Nacimiento de María, retablo mayor de la catedral vieja de Salamanca (c.1445) –Imagen tomada de ArteHistoria_ Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 67 Revista destiempos N°40 Icono de la Natividad de María, Basílica de santa Ana, Jerusalén o José que aviva el fuego en la pintura del Retablo Windungen de Konrad von Soest, Retablo Windungen de Konrad von Soest (1370-1422) o los cortinajes que se descorren tras la cama de Ana en los frescos de Santa María del Trastevere realizados por Pietro Cavallini (c. 1298). Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 68 Revista destiempos N°40 Trótula de Salerno (Italia, s. XII), en el conjunto de escritos traducidos y publicados por Monica H. Green (Green, Book on the Conditions of Women) se afirma: But there are some women who are so afflicted in the functions of birth that hardly ever or never do they deliver themselves, which has to come about from several causes […] Last condition happens to a young woman giving birth in the winter when naturally she has a tight orifice of the womb, made more so on account of the coldness of the season, for she is more constricted by the coldness of the air. Sometimes from the woman herself all the heat evaporates and she is left without any strength, and she has none left to help herself.6 En Los infortunios de Dina (Midi francés, s. XIII-XIV), se insiste en que hay que calentar el ambiente de la habitación y transmitirle calor a la parturienta: “Il faut, répondit son père, l’échauffer avec de l’huile chaude et préparer du coton pur, une éponge douce, des sangles et des oreillers […]” (Barkaï, Les infortunes de Dinah, 142), mientras que en el tratado Las dificultades del nacimiento (Miqosi ha-Leda, escrito seguramente por un judío hispánico en el s. XIV, según el estudio realizado por Ron Barkaï, recoge la siguiente opinión: At last, remember, that if it will be asked in what period the birth is easier, I will say at springtime, because it strengthens the force; and if [someone] says the birth is easier in summer because of [?] and the passage’s width, I shall say it would not be enough, for the force is weakened by the fatigue”(Barkaï, “A Medieval Hebrew treatise” fol. 67r, líneas 17-21, 118). Dichos tratados recomiendan encender un fuego y colocar cortinas si el frío es excesivo, o refrescar la habitación y buscar la orientación norte si el calor es sofocante, así como también procurar que el parto tenga lugar en primavera, estación de temperaturas intermedias. No hacen sino plasmar el convencimiento de que el calor, dentro de unos límites razonables, es generador de vida, propiciando éste tanto la unión de la simiente masculina y femenina en el útero materno, como el desarrollo del feto y el parto al 6 Mis elipsis, en este texto y en los siguientes. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 69 Revista destiempos N°40 final de la gestación. Así pues, Hildegarda de Bingen (s. XII) explica la formación del feto en los siguientes términos: De ahí que esta sangre haga fluir fría espuma en la mujer, que cuaja como consecuencia del calor que desprende su carne y se desarrolla, dando lugar a una formación sanguinolenta. Esta espuma se vuelve estable en este calor y posteriormente va creciendo, gracias a la secreción de lo seco que expulsan los alimentos que toma la madre, y se convierte en una pequeña y compacta figura humana hasta que la mano del Creador, que forma al hombre, la empapa completamente, igual que un artesano da forma a una excelsa vasija (Pawlik, El arte de sanar de santa Hildegarda. 85). Todas las representaciones tienen en común que el centro temático, el eje central de la imagen, está ocupado por una mujer encamada. Una cama elevada sobre una tarima de madera, en ocasiones tallada, casi siempre con dosel. La ropa que se puede ver y que equipa la cama resulta muy completa: sábana bajera, sábana encimera cuya doblez genera el embozo, colcha rica, a veces brocada, y almohadas semiplanas o de rulo: dos en las escenas en las que la parturienta se encuentra sentada o recostada, y una cuando está tumbada. Natividad de la Virgen, Giovanni da Milano. Capella Rinuccini, Florència Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 70 Revista destiempos N°40 Además de la protagonista, y a su alrededor, en todas las pinturas hay varias mujeres afanosas en la escena, siendo su número variable: ocho, siete, cuatro, tres mujeres. Familiares y amigas serenan, alientan y estimulan al mismo tiempo, sin obstaculizar la tarea de la madre, que ha de colaborar activamente para traer la criatura al mundo. En cambio Ramona, no quiere casi a nadie en la habitación: [1951] Ahora ya sé imponerme en las casas donde voy. Ya van quedando atrás mis angustias, mis preocupaciones, mi asombro por cosas que no sabía resolver en presencia de quien me cohibía. Ya puedo “sacar” gente de la habitación, aunque sea, justamente, la que protesta. Como máximo admito dos personas, que suelen ser el marido y la madre de la partera. Eso si me parecen bastante pulidos y bastante capaces de ayudarme, o por lo menos no dificultar mi trabajo de colaboración y asistencia al parto con palabras o acciones que puedan sugestionar desfavorablemente a la futura madre. (Via, 57). Vemos, pues, que concede al marido acompañar a su esposa. Respecto a los padres, si bien las fuentes médicas parecen omitir su participación en el parto, la iconografía cristiana induce a pensar que quizás habrían tomado parte de alguna manera, pero que sus actividades habrían estado siempre subordinadas a la experiencia de las matronas. Así pues, podemos observar como Joaquín, Zacarías o José, maridos respectivos de Ana, Isabel y María, aun quedando en segundo plano, tomaron parte en el nacimiento de sus hijos e hija. En el caso de José, su grado de participación varía de unas imágenes a otras. Unas veces nos lo encontramos adormilado en un rincón, sin percatarse de lo que sucede, Natividad, Giotto, 1310 otras realizando alguna tarea doméstica (trayendo paja para los animales, tejiendo una cerca, avivando el fuego), y alguna más ayudando a una de las parteras en el lavado del Niño. En el caso de Zacarías, lo habitual es que aparezca con su tablilla escribiendo el nombre del Bautista, tarea clave Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 71 Revista destiempos N°40 desde el punto de vista religioso, ya que servirá para afirmar el milagro operado por Dios, pero que lo abstrae y distancia de la asistencia médica a Isabel. Natividad de san Juan Bautista Finalmente, en el caso de Joaquín, no tendrá una tarea específica, pero por similitud con José, podrá ser incluido en la escena y aparecer, por ejemplo, observando a su hija dormida: Nacimiento de la Virgen, s. XIII, pintura mural, Monasterio de Studenica, Serbia. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 72 Revista destiempos N°40 El rechazar a personas no gratas es también una constante secular. En el primer libro conocido de obstetricia publicado en castellano, Libro del arte de las comadronas o madrinas y del regimiento de las preñadas y paridas y de los niños (Palma de Mallorca, 1541) expresa la imagen ideal de la matrona. En el capítulo tercero de la obra se configura a partir de sus expectativas en cuanto a actitudes, capacidades y desempeño profesional. Escribe: experta en su arte […] que con buen ingenio y discreción sepa encaminar los partos dificultosos y malos, y prever las cosas que pueden traer daños para ellos […] es menester que tenga buenas formas naturales para sufrir el trabajo de la que pare. Y tiene necesidad de buen ingenio para conocer el parto dificultoso y hacer previsiones en lo que fuere necesario […] que sea moderada, es decir que tenga buenas costumbres y una buena complexión natural […] es menester que tenga buena cara y que esté bien formada en sus miembros. No sea fantástica. No sea riñosa. Sea alegre y gozosa, para que con sus palabras alegre a la que pare. Sea honrada y casta para dar buenos consejos y ejemplos, sea secreta, que es la parte más esencial […] tenga las manos delgadas y mire las carnes que tiene que tratar. Sea ligera en el tacto y no haga lesión en las carnes delicadas. Tenga temor de Dios y sea buena cristiana para que todas las cosas le vengan bien […] deje las cosas de sortilegios, supersticiones, agüeros y cosas semejantes, porque lo aborrece la Santa Iglesia. A pesar de recomendar el alejamiento de las “cosas de sortilegios”, la obra no está exenta de supersticiones, recomienda el uso de todo tipo de amuletos y encantamientos: “la pluma del ala izquierda del águila o del buitre puesta abajo del pie izquierdo. La piedra del águila atada en el brazo izquierdo; las uñas del milano bajo la camisa”. Otros procedimientos serían hoy considerados aberrantes, pero hay que tener en cuenta que en la época las cesáreas en vida de la madre suponían la muerte de ésta. Así recomienda la forma de extraer una criatura muerta “y si por ventura la criatura por el grande trabajo muriere, como cada día se ve, es necesario con la mano muy delicadamente poner a la criatura por derecho camino y si pudiere el dedo ponerle en la boca, tire a fuera la criatura suavemente y con ingenio, y al tiempo de la necesidad como dicen los doctores sacarlo a pedazos”. Prácticas mágicas que ya encontramos con anterioridad, en la carta de parto de Isabel de la Caballería, en la cual se relata con todo Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 73 Revista destiempos N°40 detalle un parto distócico acontecido en Zaragoza el 10 de enero de 1490 (García Herrero, “Administrar el parto”) la parturienta tenía santas reliquias en el vientre, mientras que en la habitación se encendían cada vez más candelas bendecidas. Candelas que hallan su correlato a mediados del siglo XX en un pueblo cercano a Barcelona, según nos relata Ramona: [1951] A veces en las casas hay cirios de parto, con la Virgen de Montserrat o san Ramón Nonato grabados en el extremo inferior, que es en general rojo; extremo que no se ha de llegar a quemar, sino que se guarda como una reliquia. También una cinta con la medida de la cintura de la Virgen, que la partera se ha de poner sobre el vientre. En tales casos considero el beneficio que de ello se puede derivar: si la partera se siente como protegida, de ello acusa favorablemente la reacción psicológica. Esperan mis órdenes para encender el cirio. Y yo, si me acuerdo, digo que lo enciendan cuando comienza el período expulsivo del parto. No es mi misión combatir las supersticiones y velar por la pureza ortodoxa de las creencias. (Via, 58). Siguiendo las recomendaciones de los árabes Arib Ibn Sa’id (s. X) y Averroes (s. XII) o del autor hebreo de Los infortunios de Dina (s. XIIIXIV), cuando la gestante haya dilatado lo suficiente, la matrona deberá colocarla en la silla obstétrica, pieza de mobiliario con una muesca en su asiento, y asegurarse entonces de que el feto esté correctamente colocado, es decir, de tal modo que lo primero que asome sea su cabeza. Sentada de esta manera, el parto será más sencillo. Explica Arib Ibn Sa’id que: La totalidad de los (médicos) antiguos hacen colocar a la embarazada para el parto sobre un sillón con sus piernas colgando y el sillón tendrá en la base como una muesca para que la matrona pueda sentarse frente a la parturienta, para maniobrar. No convendrá que la partera siente a la embarazada en el asiento para parir antes de observar en ella que “marca” y que el cuello del útero está abierto. Pues evidentemente acentuará su cansancio y a veces se podrá desmayar. Luego se hará sentar sobre el asiento de parir y colocará bajo sus pies un velo o tela para que no le pueda perjudicar a ella lo dañino del suelo. (Arjona Castro, 91). Dice Averroes: Las comadronas, sin embargo, no mandan sentar a las Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 74 Revista destiempos N°40 parturientas en las sillas de parto hasta que perciben por tacto mediante el pulgar que el cuello del útero comienza a dilatarse. Mas una vez que la dilatación ha alcanzado la medida apropiada, las hacen sentar sobre aquellas, mandándoles hacer fuerzas para que el feto sea expulsado, acto que se realiza mediante el músculo que recubre el vientre y que expele heces y orina (Vázquez de Benito, Obra médica. Averroes, 171). Si llegase a haber severas complicaciones, especialmente en caso de madres obesas, éstas podrían permanecer en cuclillas durante el alumbramiento ya que así, según el tratado de Las dificultades del nacimiento (s. XIV), el peso del feto y de los órganos internos contribuirían a acelerar el nacimiento. En principio, la postura yacente no sería la más recomendable, ya que podría dificultar la salida del feto, y sólo debería emplearse si la madre ha dilatado mucho o si está muy debilitada. Ahora bien, entre contracción y contracción, así como después del alumbramiento, la mujer podrá descansar en una cómoda cama, evitando con ello cualquier tipo de desvanecimiento. 3.2. LOS CUIDADOS: VENDAR, BAÑAR Y ALIMENTAR Narra Ramona: [1951] Si todo va bien, que es en un noventa y cinco por ciento de los casos, apenas nace la criatura la dejo bien plana en la cama, o, aún mejor que plana, en posición Trendelemburg, o sea la mitad inferior del cuerpecito más alta que no la superior, cosa que facilita grandemente que expulse las mucosidades que retiene en las vías respiratorias. Le pongo unas gotas de colirio en los ojos y, si mientras tanto el cordón ha dejado de pulsar, lo corto entre la doble toma con pinzas homeostáticas. Si aún pulsa espero unos minutos para que la sangre que se perdería con la placenta la aproveche el nuevo ser que ha llegado al mundo. En los extremos seccionados de cordón pongo un toque de mercromina o de tintura de yodo. Seguidamente pongo la criatura, bien de lado, con la cara hacia mí, al otro lado de la cama, cubierta con una toalla o con una manta de algodón preparada a posta y me pongo a vigilar la salida de la placenta. (Via, 60). El vendado del recién nacido respondía en primer lugar al deseo de protegerlo, evitando fracturas y fortaleciendo su cuerpo. Sumándose a Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 75 Revista destiempos N°40 la opinión de Sorano y Galeno (ambos del s. II d.C.) autores medievales como Arib Ibn Sa’id (s. X) y tratados como El libro de las enfermedades de la mujer (s. XII) o Los infortunios de Dina (s. XIII-XIV), recordaron la importancia de ceñir moderadamente tanto el cuerpo como la cabeza del recién nacido, valiéndose de una tela agradable, limpia, larga y ancha, al menos durante cuarenta o sesenta días, de tal modo que ninguna enfermedad o catástrofe pudiese poner en peligro su vida, y que tuviese una suerte de cobertura mullida que lo pusiese a salvo de caídas o golpes involuntarios. La historiadora de la medicina Carole Rawcliffe explica además que la práctica del vendado estaba estrechamente relacionada con la teoría humoral. Así pues se entendía que el ser humano sufría a lo largo de su vida un proceso progresivo de desecación, desde una consistencia fluida hasta llegar convertirse en polvo, y por ello era necesario prevenir una prematura pérdida de humedad a través del vendado (Rawcliffe, Medicine & Society in Later Medieval England). Formando parte de esos primeros cuidados al recién nacido se encuentra el baño, elemento que no suele faltar en la iconografía y que igualmente nuestra matrona del siglo XX relata: [1951] Entonces voy al otro lado a hacer el primer aseo al bebé. Lo baño. Yo no sabría prescindir del baño. Está claro que procuro, al bañarlo, que no se le moje mucho el cordón umbilical, pero sin el baño no sabría sacarle la porquería que lleva en la piel. La porquería, no la capa de materia grasa que la cubre en algunas partes del cuerpecito. Esta capa grasienta se irá absorbiendo. Después del baño repito la cura umbilical y lo fricciono con agua de colonia. Después lo espolvoreo bien, sobre todo en los pliegues cutáneos. Y ya lo visto. (Via, 61). Como en el caso del vendado, es posible realizar dos lecturas del baño, una más cotidiana y otra más trascendente. Por un lado, lavar al niño después del parto es una recomendación recogida por los tratados medievales (véase Arib Ibn Sa’id), y uno de los cometidos de las parteras. Sin embargo, este baño puede exceder el terreno médico, adquiriendo entonces un sentido bautismal. De hecho, la comadrona debía estar preparada para administrar un bautismo de emergencia si veía que la vida del niño peligraba (Taglia, “Delivering a Christian Identity”, 81), pues un niño muerto antes de ser bautizado no sólo moriría físicamente sino también espiritualmente, al no poder recibir sepultura y estar destinado a esperar indefinidamente en el Limbo. La improvisación no tenía cabida en este rito, por lo que las parteras no sólo debían aprender los pormenores sanitarios de su oficio, sino que además tenían que ser instruidas para que pudieran administrar el sacramento correctamente. Explica Kathryn Taglia Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 76 Revista destiempos N°40 como en la legislación sinodal se habla de la necesidad de que las parteras sepan administrar el bautismo, citando el Sínodo de París de 1313, el concilio de Reims de 1408, y la legislación de Arras y Tournai en el siglo XV. Era sobre todo necesario que las parteras supieran administrar el bautismo después de una cesárea, operación que por otra parte sólo tenía lugar en la Edad Media cuando la madre había muerto en el parto, tratando entonces de sacar con vida al niño, y de bautizarle rápidamente, para que, en caso de que muriera a continuación, al menos pudiese ser enterrado en lugar sagrado (Taglia, 77-90). Dice Ramona: [1951] Para los bautizos, yo misma telefoneo a la rectoría. Ya irían los padres o los padrinos, pero si me cuido yo, como que sé los datos de todos los bautizos posibles, facilito al señor rector o al señor vicario la distribución de los horarios más adecuados. Los bautizos suelen celebrarse los domingos o los días de fiesta, entre la segunda semana y la tercera después del nacimiento, y pueden ser de mediodía o de tarde. Hay más de tarde. A veces me toca correr de verdad de unas casas a otras a llevar o a buscar la el acompañamiento. Y es que la costumbre de que la comadrona asista siempre al bautizo luciendo su práctica de llevar criaturas en brazos está demasiado arraigada. (Via, 64-65). Así pues, cuando vemos aparecer a la partera bañando al niño/a, de algún modo se está reflejando una costumbre médica casi universal, pero también resaltando el valor purificador del agua asociado al bautismo, simbolismo este último que es más patente cuando el barreño se ha transformado en una pila bautismal. Icono de Theófanes de Creta.1546. Monasterio Stavronikita. Monte Athos. Grecia Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 77 Revista destiempos N°40 El último de los cuidados sería el de la alimentación a la madre, a principios del s. XVI, Damián Carbón escribía lo siguiente: Después de lo sobredicho es menester también darle de comer su caldo de gallina, sus sopas y la carne moderadamente. Y puede comer un poco de granada dulce porque es muy alabada por los doctores. Puede comer algunas confituras; el vino muy aguado. Durante siglos, en algunas regiones hasta hoy, se encuentran los “caldo de parida”, “escudilla de parto” y “escudilla partera”. Jan de Beer, El nacimiento de la Virgen, hacia 1520 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 78 Revista destiempos N°40 Postparto de santa Ana en el retablo mayor de Arties (Lérida), s. XV Sobre la colcha y el embozo de la sábana se ha extendido un mantel individual, con una escudilla encima. Santa Ana está comiendo un huevo, mientras a su alrededor las mujeres le acercan vianda y un hombre levanta su copa. Los huevos, alimentos que evocan la fertilidad, el renacer de la vida, e incluso la resurrección, y las gallinas, animales cuyo sacrificio se reserva para las celebraciones o la restauración de la salud, convergen en las cámaras de parto, un espacio en donde hay mucho que festejar, puesto que una nueva vida ha llegado al mundo, y también mucho que restituir, ya que la parturienta ha culminado su embarazo y acaba de superar el parto. Un tratado suizo del siglo XVII, Le gouvernement de la santé, del médico Jacob Girard des Bergeries (Girard des Bergeries, 80-81), nos detalla las recomendaciones a seguir por las puérperas, en el capítulo séptimo, de donde provienen los siguientes consejos: III. L’Accouchée doit estre tenue en grande tranquilité d’esprit et de corps, toutes les passions violentes luy sont Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 79 Revista destiempos N°40 dangereuses, mais sut tout la cholere et la crainte. Elles doivent mesmes eviter, du moins les trois premiers jours, de parler beaucoup puis que cela leur peut nuire. IV. On leur peut permetre l’usage du vin selon leur coustume, pourvu qu’il n’y ait pas de la fiévre, mais au commencement il est bon de le dtremper dans une decoction de Gramon, coriandre et tant soit peu de canelle. Il ne faut pas quelles boivent long traits, et leur boison ne doit pas estre froide, mais un peu tiede. Nous improuvons fort la coutume practiquée en quelques lieux, de leur bailler de l’Hypocras, si ce n’est quand il leur arrive des foiblesses. V. Cette coûtume aussi tres-mauvaise de leur donner beaucoup à manger, et mesme de la viande solide, et des choses échauffantes, aux premiers jours. Il suffit alors de leur donner de bons bouïllons, des pains grattés, et des oeufs frais; mais il leur en faut donner souvent, et ne les laisser point vuides: car cela leur peut attirer beaucoup de mal. Trois ou quatre jours apres on pourra les nourrir plus amplement. 4. EPÍLOGO Hasta aquí he presentado un discurso casi siempre positivo de los avatares del alumbramiento. Ello no obstante, no puedo concluir sin insistir, aunque sea brevemente, en la otra cara de la moneda. Por su propia naturaleza, el parto provoca nerviosismo y ansiedad, aun cuando no surjan problemas. Una mujer embarazada puede reducir su ansiedad y mejorar las probabilidades de tener un final del embarazo adecuado estableciendo una buena relación con su médico o matrona. Los principales problemas del parto tienen que ver con el tiempo y el orden que requiere cada fase. Puede que no comience cuando las membranas que contienen al feto se rompen (rotura prematura de las membranas), o bien puede empezar antes de las 37 semanas de embarazo (parto pre-término) o más de 2 semanas después de la fecha estimada de parto (embarazo pos-término). Así mismo, pueden ser problemas añadidos los trastornos médicos de la madre o del feto, un desarrollo del parto lento o una posición anormal del feto. Otros signos de peligro incluyen una excesiva hemorragia vaginal y una frecuencia cardíaca anormal del feto. Los problemas graves son relativamente raros y, a menudo, pueden preverse, pero algunos pueden aparecer de forma inesperada y repentina. Ramona explica en sus memorias profesionales no sólo éxitos. También, con absoluta y humilde sinceridad, reconoce los momentos dramáticos, los fracasos, las dificultades, las muertes: Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 80 Revista destiempos N°40 [Octubre, 1949] Como me temía, ha tenido el hijo muerto. Quizá estaba muerto una semana antes, porqué está ligeramente macerado. El desprendimiento de la cabecita, porque era tan blando, tan dúctil, se ha hecho antes de ninguna rotación externa, justo antes de romper aguas, que han salido muy teñidas de meconio. Isidro, al ver el color verde oscuro, ha empezado a llorar silenciosamente […] [Montserrat] no ha llorado nada. Se ha mantenido con una valentía idéntica a la que había demostrado en los dolores y en los esfuerzos. Ha sacado la placenta bien entera, con algunas toscas, cosa bien rara tratándose de un parto prematuro, y las membranas a pedazos. (Via, 37). [Enero, 1965] Estábamos muy tranquilos cuando a Julita se le presentó una eclampsia, la primera que he visto en tantos años de hacer de comadrona. Me di cuenta enseguida, tal vez precisamente porque no había visto nunca ninguna. El aspecto insólito de la partera me trajo a la memoria la explicación del libro: “período prodrómico, convulsiones tónicas, convulsiones clónicas y coma.” Estaba en el de las tónicas y tuvimos que ponerle una cuchara de madera entre los dientes para que no se pudiera cortar la lengua con una convulsión. De presión estaba a 23. Le inyecté Sulmetín simple; no llevaba otro y habíamos avisado al médico pero tardaba. (Via, 146). En La magna y canónica cirugía de Guy de Chauliac (Infante de Aurioles, 61), en el capítulo XVI ―De la formacion del feto, ò criatura en el vientre de la madre― se dice: Suelen aquí preguntar algunos, qué es la causa que algunas mugeres padecen al parir gran dolor, y tienen dificultosos partos, y otras les tienen fáciles, y con poco dolor? A esto respondo, que el parir, de necesidad las mugeres han de padecer dolor, es la pena del pecado de la primera mujer, por aquel desacato, y desobediencia, quiso su divina Magestad que al parir padeciessen dolor, y assi se les notificò, como leemos en la Sagrada Escritura. Empero, según medecina, y causas naturales, dizen los Dotores, que aquellas mugeres que tienen la boca de madre angosta, ò dura, y nerulosa, estas al parir han de padecer gran dolor, porquè con dificultad se dilatan para que salga la criatura, y dilatándose, ha de causar grande, y intolerable dolor, por ser parte muy sentida. Las mujeres medievales sabían del riesgo que comportaba el parto, algunas testaban ante un parto difícil y procuraban prevenir el trance Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 81 Revista destiempos N°40 con la intervención divina o con medios más o menos mágicos, como hemos visto. Las invocaciones a la Virgen del Buen Parto o de la Cinta y una medalla con el Agnus Dei (Alexandre-Bidon & Closson, L’enfant à l’ombre es cathédrales, 39), eran compatibles con talismanes hechos de coral o de ciertos minerales, o las “bolsitas de parto” que contenían unas hierbas o un escrito mágico que se colgaban del cuello o se ponían sobre el vientre de la partera. Encontramos un texto con esta finalidad en un recetario catalán que podemos fechar a inicios del siglo XV, en el que se anota que fuese colgado del cuello de la mujer que no podía tener la criatura, y así alumbraría. Se advierte no hacerlo si no era del todo necesario. La invocación, intercalada entre las recetas curativas y cosméticas que contiene el libro, dice: “leo peperit leonem, Anna peperit sanctam Mariam, Maria peperit Xristum. Infans exi foras! Xristum clamavit ab eo” (Flor del Tesoro de belleza, cap. 59). Este imperativo, «¡Niño sal fuera en nombre de Cristo!», nos acerca a la fuerza asombrosa de la palabra, especialmente oral, pero también escrita; el conjuro forma parte activa de la hechicería, con una mezcla de invocaciones cristianas y superstición. Asimismo, En un texto francés se invoca a Juno: “Juno Lucina, que presides los partos, ayúdame en mi alumbramiento, que nazca sano y sin obstáculo… (Citado en el Roman de la Rose, Alexandre-Bidon & Closson, cit.). El temor al parto se encuentra también lo bastante extendido y arraigado como para que quienes promueven el culto a determinados santos o santas, consideren apetecible para sus patrocinados el don de ayudar y facilitar en los alumbramientos, confiándoles virtudes también en materia de obstetricia. Un caso de los más llamativos es el protagonizado por san Miguel Arcángel, mediador en un episodio protagonizado por una peregrina a Mont Sant Michel, como se relata en La leyenda dorada de Vorágine (Vorágine, La leyenda dorada, v.2, 622): Mont Saint Michel en La leyenda dorada Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 82 Revista destiempos N°40 En cierta ocasión, el día de la fiesta del arcángel, cuando por el lugar que las aguas habían dejado expedito avanzaba hacia el santuario una enorme multitud de gente procedente de tierra firme, de pronto se produjo un inesperado reflujo del mar y sus olas se precipitaron con violento ímpetu sobre el espacio que antes habían dejado libre, y en breves momentos lo anegaron. Las innumerables personas que caminaban hacia el templo, al ver que las aguas avanzaban hacia ellas, regresaron corriendo al litoral llenas de miedo, y consiguieron ponerse a salvo; pero entre la numerosísima caravana había una mujer que por estar preñada y próxima al parto no pudo correr y fue alcanzada por las olas; mas san Miguel la protegió. La mencionada mujer no sólo no se ahogó, sino que en medio del mar y bajo el agua parió, recogió a su hijo, lo sostuvo en sus brazos, lo amamantó y bajo el agua permaneció incólume hasta que nuevamente las aguas se retiraron y ella feliz y contenta apareció con su niño en brazos. Como hemos visto, en las imágenes analizadas puede observarse una tensión o equilibrio entre lo humano y lo divino, lo médico y lo simbólico, lo cotidiano y lo transcendente. De igual forma, los textos literarios y científicos, así como los testimonios etnográficos, nos retrotraen a épocas pasadas, aunque los temores, muchas veces, continúan siendo muy parecidos. Las mujeres somos seres históricos con capacidad de simbolizar las relaciones con las criaturas, construyendo modelos de relaciones (Badinter, ¿Existe el instinto maternal?). La maternidad es una práctica dinámica, donde las madres encuentran un contexto, una historia y, por lo tanto, no se puede entender como un hecho natural, atemporal e universal, sino como parte de la cultura en evolución continua (Palomar, “Maternidad: historia y cultura”). En cierta manera podría decir que la maternidad adquiere características singulares, propias y diferenciadas en cada momento histórico. Mi generación la rechazó, las madres de hoy no. O no todas. El año pasado, el Centro de investigación de mujeres Duoda (Barcelona), celebró el Seminario de mayo, que llevaba por título La política de las nuevas madres. De su editorial resalto: El feminismo del siglo XX hizo la revolución de las hijas. El siglo XXI está haciendo la revolución de las madres. […] Las hijas del XX restituimos el orden simbólico de la madre, volviéndola origen, haciéndonos genealogía, reconociendo la luz sin olvidar la sombra, agradeciéndole la obra del cuerpo y la palabra. Las madres del siglo XXI están haciendo ya la revolución simbólica de la maternidad convirtiéndola en el óvulo y germen de la política. […] Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 83 Revista destiempos N°40 abriendo un surco en el lenguaje del presente para perforarlo con la experiencia de ser madre; […] si hacen política y no apología es porque ninguna […] mitifica la maternidad, aún viviéndola en la sacralidad de la práctica. Con sabiduría magistral dejan sitio a lo negativo: al agotamiento, a los nervios y a las preocupaciones, convirtiendo la contingencia en el lugar privilegiado de la política materna. Se mueven con inteligencia en la paradoja sin entrar en la contradicción. 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Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 86 Revista destiempos N°40 AMORA: UN RETRATO DE LAS PASIONES SÁFICAS Alicia V. Ramírez Olivares Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Jorge Luis Gallegos Vargas Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Que la primera novela mexicana abiertamente lésbica se titule Amora no es fortuito. Desde el inicio se advierte que se hablará del amor en femenino, sáfico; la feminización de éste se llevará a cabo durante el discurrir de la trama, dando una perspectiva en la que existe cabida para el amor lésbico: no sólo se puede hablar de amor sino de “amora”. Además, la terminación en ‘a’ da la impresión de ser un juego de palabras, una sentencia: se debe tener amor-a la vida, a las mujeres y amor-a las lesbianas, dando como consecuencia una transgresión lingüística. La historia muestra la perspectiva de Guadalupe, contándonos una historia desde un narrador autodiegético. Amora ―personaja― narra desde un discurso confesional, da cuenta de su historia desde un ‘yo’ autobiográfico. El discurso directo se refleja en las constantes notas y aclaraciones dentro de la historia de algunos vocablos propios del argot homosexual1. La autobiografía es el móvil principal de esta historia; en ella se da cuenta de un fragmento de la vida de Roffiel contada a través de su personaja. A través de la literatura, la autora lleva al ámbito público aquello que la cultura heterocéntrica-patriarcal ha mantenido en silencio; según David Córdoba García “el secreto y el desvelamiento, es de una política de enunciación: quién y en qué situación tiene la legitimidad de tomar la palabra para definir y señalar una realidad (en este caso la homosexualidad”2. Así, la autoficción le sirve para evidenciar desde la intimidad, para contar una historia transgresora que cuestiona el falocentrismo y los heterocentrismos sociales, culturales y literarios. Amora es autobiográfica; en el paratexto que aparece al inicio del libro la autora revela: “[s]í, en efecto, esta es una novela muy Por ejemplo, se definen la palabras buga: “[m]ujer que, en apariencia, se relaciona sexualmente sólo con hombres” (17), masoca: “[d]e masoquista, o sea, aquellas y aquellos que gozan el azote y sus derivados” (56), closetera: “[q]uienes –por circunstancias diversas– guardan su homosexualidad en el closet” (65), o bien bicicletear: “[d]e bicicleta, como se conoce a los bisexuales: aquellos seres que no tienen problemas de estacionamiento. La bicicleteada se puede practicar cíclica, alternada o simultáneamente” (65). 2 David Córdova García, “Teoría queer: Reflexiones sobre sexo, sexualidad e identidad. Hacia una politización de la sexualidad”, p.51. 1 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 87 Revista destiempos N°40 autobiográfica. Casi todas las personajas existen. Casi todos los nombres fueron cambiados. Y casi todo ocurrió realmente”3. Esta primera confesión revela un texto en el que se crea a sí misma; la autointerpretación nos sitúa en una posición en la que no existe posibilidad de distinguir entre ficción y realidad. Phillippe Lejeune afirma que es “un relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia, poniendo énfasis en su vida individual, y, en particular, en la historia de su personalidad”4. Gracias a esta definición, se puede decir que Amora es un viaje en el que existe una triada entre narradora, autora y personaja; estos tres elementos se fraguan uno con otro para dar como resultado una relación identitaria significativa: los tres elementos fungen como uno mismo, asumiendo una postura definida desde un sujeto-histórico o como narrador que cuenta sus propias vivencias. En la autobiografía, el lector asume un contrato definido como pacto autobiográfico: [p]ara ejecutar el contrato que queda implícitamente firmado entre el autor y el lector en el momento en el que el segundo se acerca a la obra del primero, hay que tener en cuenta que antes ha de haberse cumplimentado un pacto previo, que no es otro que el compromiso del autor consigo mismo respecto a su identidad y a la veracidad de lo narrado. Se ha de garantizar, por tanto, que el narrador que habla de sí mismo y que de lo que sucedió en el pasado se identifica con quien firma el libro ―y a quien, en consecuencia, se le adjudica la autoría― y que lo que cuenta en un texto es un expediente de realidad, […], que espera o exige al máximo de correspondencia entre el texto y la realidad nombrada por éste5. Esto quiere decir que se está frente a un texto en el que, si asumimos el pacto autobiográfico, lo ahí descrito en realidad sucedió, aún y a pesar de que el lector no puede saber si se está relatando un hecho que pasó o bien inexistente; no obstante, este pacto autobiográfico se da desde cómo el lector asume la lectura como verosímil; por tanto, es un artificio de su propia historia de vida, de su propia voz. Zoé Jiménez Corretjer6 explica que el discurso testimonial halla “una denuncia a sus circunstancias pasadas, un comentario sobre su Rosamaría Roffiel, Amora, p. 9. Cit. pos. Javier Sánchez Zapatero en “Autobiografía y pacto autobiográfico: revisión crítica de las últimas aportaciones teóricas en la bibliografía científica hispánica”, p.9. 5 Ibid., pp. 11, 12. 6 Zoé Jiménez Corretjer, El fantástico femenino en España y América, p. 105. 3 4 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 88 Revista destiempos N°40 realidad y sus sufrimientos así como un documento histórico”. Roffiel utiliza el testimonio para denunciar no sólo la situación de las mujeres, sino también el de las lesbianas en un México cargado de estigmas lesbofóbicos; evidencia cómo es que éstas son capaces de circunscribir su historia en una Historia que las ha negado. Así, el acto autobiográfico-confesional radica, para Pozuelo Yvancos en: que el autor, narrador y personaje se constituyen en el mismo acto y en simultaneidad […]: no se puede “poner en cuestión” lo dicho por el narrador en tanto su estatuto es el de personaje, sin poner en cuestión lo dicho por el narrador y personaje se constituyen en el mismo acto y en simultaneidad […]. Ello explica que el género suscite tanto debates en el estatuto de “sinceridad” […], [pues] toda autobiografía viene afectada por la pregunta sobre su sinceridad en la medida en que el acto performativo y el cognoscitivo coinciden en uno solo7. Las fechas que aparecen al finalizar el texto, así como los lugares donde fue escrita la obra, lo dotan de la idea de que se trata de un hecho verosímil8. Otro paratexto importante es el epígrafe tomado de la autobiografía de Audre Lorde: Mi padre dejó su huella psíquica en mí, silente, intensa, imperdonable. Pero la suya fue una presencia distante. Son las imágenes de mujeres, flameantes cual antorchas, las que adornan y definen las fronteras de mi jornada, las que se yerguen como diques entre mi ser y el caos. Son las imágenes de mujeres, bondadosas y crueles, las que me conducen al hogar. Audre Lorde Zami, a new spelling of my name9. El fragmento de la poeta lesbiana, feminista y negra no es gratuito. Ambas escritoras, a pesar de ser de lugares y culturas diferentes, tienen mucho en común: influyeron de manera importante para la literatura sáficafeminista de sus países, además de usar la autobiografía para autoexplorarse; esta cita expone que se abordará la historia de una mujer y cómo ésta es consecuencia de su relación con otras mujeres. Iris Kelly explica que la biomitografía, término acuñado por Audre, es una “nueva forma de autobiografía [que] demuestra la necesidad de Cit. pos. Javier Sánchez Zapatero, op.cit., p. 16. Estas fechas son tres: México, D.F. Otoño de 1983; Sherman Oaks, Cal. Primavera de 1989; México, D.F. Verano de 1989. 9 Rosamaría Roffiel, op.cit., p.11. 7 8 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 89 Revista destiempos N°40 enseñar nuestras historias a otros y compartir nuestras experiencias, pero a través de un personaje ficticio”10. En las líneas de Amora, Roffiel se autorepresenta sin necesidad de especificar que Guadalupe es Rosamaría; la autora cuenta su propia historia desde un personaje ficticio desde el autoconocimiento. Audre Lorde explica: “It’s a biomythography, wich is really fiction. It has the elements of biography and history of myth. In other words, it’s fiction built from many sources. This is one way of expanding our vision”11; es decir, la biomitografía es una autobiografía que se construye a partir de la yuxtaposición de diferentes elementos que conforman el corpus de la historia. En su autobiografía novelada Roffiel recrea una historia fragmentada, una historia de múltiples ‘yoes’ que conviven en la protagonista: el femenino, el lésbico, el activista, el político, el que actúa desde y para la soloridad: un yo polifónico. La autobiografía supone un proceso de confesión; Judith Butler argumenta: tener una confesión que hacer equivale también a poseer palabras que han sido retenidas durante algún tiempo. Tener una confesión que hacer significa que todavía no ha sido hecha, que está ahí, casi formulada en palabras, pero que el que habla está contenida y que el hablante se ha retirado de la relación hasta cierto punto12. Gracias a estos elementos, la autobiografía ―biomitografía― sirve como móvil para revelar detalles íntimos de la vida de la autora, de decodificar y transgredir las normas impuestas por el régimen machistapatriarcal, de exteriorizar lo oculto, lo prohibido, de socializar una sexualidad reprimida: la lésbica, desarrollando una escritura de resistencia y enfrentando los preceptos hetero-falocéntricos. También, hace un autoexamen, se pone en contacto con su yo profundo y asume una postura de reivindicación, pretendiendo concientizar a las y los lectores de la existencia e importancia de las lesbianas en la sociedad, constituyéndolas como un cuerpo político y de participación social13. Adrienne Rich propone la denuncia de la invisibilización de las lesbianas gracias a la heterosexualidad obligatoria; para ello, propone enfocar al lesbianismo desde un continuum lésbico, entendido como la unión de todas las mujeres Iris Kelly, “La exploración del epígrafe de Amora”, p.2. Cit.pos. María Pilar Sánchez Calle, Raza y género en la obra de Audre Lorde, p.68. 12 Judith Butler, Deshacer el género, p.235. 13 Un elemento más que habla de la verosimilitud de la historia es la inclusión de casos reales; ejemplo de ello es la violación de Marta, caso registrado por el Centro de Apoyo a Mujeres Violadas en 1983. 10 11 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 90 Revista destiempos N°40 que de una u otra forma se alejan de la heterosexualidad e intentan crear o reforzar los vínculos entre mujeres que de una u otra forma se alejan de la heterosexualidad e intentan crear o reforzar vínculos entre mujeres, compartiendo sus energías en la perspectiva de la lucha en contra del sistema patriarcal14. El continuum lésbico evidencia un discurso feminista; para Aralia López “es el producto […] constitutivo de la mujer como sujeto de la Historia y la Filosofía, manifestación de su autoconciencia tanto genérica como individual en el desarrollo de su objetivación para sí”15; y es precisamente el discurso feminista, presente en esta obra, la forma en la que se evidencia la carga semántica negativa al que no sólo las mujeres, sino también las lesbianas, han sido objeto; a través de la biomotografía y de Lupe, Roffiel toma conciencia de su homosexulidad y alienta a otras mujeres a vivir fuera del clóset. La lectura de Norma del periódico Uno más uno sirve para identificar cómo se configura el cuerpo homosexual en la cultura mexicana: La homosexualidad es una anormalidad. […]. La ciencia ha descubierto que las personas timocéntricas, es decir, aquellas en quienes la glándula Timo continúa en funciones después de la pubertad, tienen tendencias homosexuales, sean hombres o mujeres. […] el individuo sigue aniñado y, misteriosamente, desarrolla tendencias hacia el mismo sexo. Es débil físicamente y con frecuencia enfermizo, no suele ser longevo. […] influye también en el sistema nervioso y sus efectos alcanzan psíquicamente al sujeto. Por tanto, el homosexual no es un delincuente; es un deficiente endócrino16. Esta nota contrapone los conceptos establecidos por la teoría de género, la cual explica que la construcción de la identidad genérica es a partir del desenvolvimiento del individuo en la cultura: el género es cultural y no biológico. A través de lo leído en el periódico se impone un primer estereotipo de género: la homosexualidad como enfermedad neurológica y psíquica y, por ende, puede ser curada; no obstante aclara: el homosexual es un enfermo que quebranta a la sociedad. La deslegitimización de los estereotipos es una de las tareas principales de la performatividad. El sujeto queer se construye a partir de la construcción de actos performativos, los cuales van adquiriendo Cit.pos. Jules Falquet, “Breve reseña de algunas teorías lésbicas”, p. 25. Aralia López, “Una profesión de fe: el amor. Recuperación de la escuela sáfica y otros alientos”, p. 5. 16 Rosamaría Roffiel, op.cit., p. 63. 14 15 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 91 Revista destiempos N°40 significaciones a través del discurso. En la obra de Roffiel, la primera ruptura con los estereotipos femeninos es el nombre, en el cual la personaja principal lleva una marca indeleble. Guadalupe es el nombre con el que se conoce a la Virgen del Tepeyac; es decir, la personaja carga el estigma de la virgen, mártir y madre, el cual se rompe conforme avanza la historia y se adhiere a un sistema lejos de ideologías patriarcales. Es el nombre de una mujer que, en apariencia, se apega a construcciones culturales masculinas, representa la condición femenina de un México heterocéntrico y, al mismo tiempo, simboliza una contradicción: una virgen sáfica. Guadalupe se inserta en una familia de cinco hermanos, dos mujeres y tres hombres perteneciente a la clase media, madre divorciada y padre ausente; posee estudios comerciales, periodista autodidacta, trabaja desde los dieciséis años, se autoproclama feminista y dejó de ser virgen a los veinte, además de no creer en el matrimonio. Esta descripción presenta a una mujer cuya condición, a mediados de los ochenta, aún no era bien vista en la sociedad: la que rompe con esquemas clásicos de la cultura patriarcal; la ausencia del padre, manifestada desde el epígrafe, se refuerza con su propia descripción. Al provenir de una familia numerosa, su destino era renunciar a la realización personal para que sus hermanos varones pudiesen tener acceso al ámbito público; no obstante, transforma esos convencionalismos. El feminismo es parte importante dentro de la conformación del discurso lésbico. El inicio de la historia es contundente: “ ¡Los hombres son una subcategoría!”17. Esta primera frase emitida por Claudia habla de una postura radical, representa una ideología que reproduce los mismos errores que el sistema patriarcal: el rechazo, la no inclusión. Líneas más adelante Claudia define, desde su perspectiva, a los hombres. Esta clasificación otorga una separación sexo-genérica. Por un lado, los estereotipa, pero por el otro, repite paradigmas imperantes en una sociedad machista: los hombres son una subcategoría, pero también son un mal indispensable; para ella los hay de dos tipos: los plásticos ―usan marcas reconocidas y cuidan su apariencia― y los pseudointelectuales ―usan mezclilla, cabello largo, barba y leen Proceso. El feminismo radical de Claudia se convierte en un pseudofeminismo. Ocupa el discurso feminista como pantalla pues se asume desde un discurso machista: se define como puta por tener una relación con un casado y el cual le advirtió, desde un inicio, que no se involucraría con ella sentimentalmente. Así, repite roles sexo-genéricos que le competen a la mujer: la amante sólo puede ser vista como objeto erótico carente de sentimientos. 17 Ibid., p.13 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 92 Revista destiempos N°40 La novela critica constantemente el discurso machista. Lupe trabaja en un grupo de ayuda médica, psicológica y legal para mujeres violadas; las leyes se encuentran diseñadas para beneficio de los hombres, le da la razón a los que delinquen, a los que atacan sexualmente a las mujeres, considerando como único delito el que sea ella quien tenga que demostrar que es víctima. La novela describe el caso de una mujer que fue víctima de agresiones sexuales en 1983 registrado en el Centro de Apoyo a Mujeres Violadas: Se llama Marta, tiene veinticuatro años, salió con dos compañeros de su trabajo y otra amiga más. Fueron a una fiesta en un departamento de la colonia Roma […]. Caminaron por el pasillo hasta la última recámara. Él miró hacia donde estaba su amigo y le hizo una seña que Marta no entendió en ese momento. […] Comenzaron a forcejear. Él la golpeó […]. Le desgarró la ropa, le bajó las pantimedias y se las arrancó con todo y zapatos. La penetró por delante y por atrás, le mordió los senos hasta casi arrancarle los pezones […]. Cuando al fin él eyaculó, Marta suspiró. […] –¿Qué te piensas, hija de la chingada, que ya acabamos? […] La golpeó más. Le metió su miembro en el ano y después en la boca. […] Esta vez le eyaculó en la cara. El semen se le metió a Marta por la nariz, por los ojos, por la boca. Le escurrió por el cuello, hasta las orejas. Ella se incorporó bruscamente y comenzó a vomitar […]. –Pero si sabe el nombre del tipo, el lugar donde trabaja, donde vive, ¿por qué no se le puede meter a la cárcel? –Porque en este país, el delito de violación es el único donde la víctima tiene que demostrar que es víctima18. La violación física enfrenta a la mujer ante su debilidad jurídica. El que una de las víctimas de violación se llame Rosa María, igual que la autora, testifica que todas las mujeres son violables: la violación de una es la de todas. La violencia no sólo es física; el falocentrismo obliga a las mujeres a sentirse ultrajadas con acciones, miradas y agresiones verbales con frases como: “¿Te la meto? ¿Te la mamo? Oye, güera, si me muero quién te encuera y te mete la manguera, mamacita mamazota vieja puta.”19 La agresión verbal funciona como sometimiento simbólico. David Códoba explica que el uso del insulto es un proceso a través del cual “el sujeto homosexual es constituido como excluido, abyecto, como sujeto no 18 19 Ibid., pp.36-38. Ibid., p. 55. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 93 Revista destiempos N°40 legítimo en un orden o régimen (hetero)sexual”20. Las personajas se construyen como lo excluido, lo diferente, lo ilegítimo, confrontando los regímenes de la heteronormatividad. Lupe se deconstruye desde el feminismo, configurándose como una mujer capaz de cuestionar el sistema heteropatriarcal y la división de roles asignados por él: Yo, la rara. La desadaptada en silencio. La que nunca entendió por qué no era como las demás. Qué lejos esa mañana de octubre de 1977 en que oí hablar a las feministas por primera vez y me dije […], “¡Pero si soy feminista, y no lo sabía!” […]. Acudí a mi primera reunión en casa de Marta Lamas como quien acude a una ineludible cita con lo desconocido. […] Comenzamos a hablar de abortos, amantes, virginidades perdidas. […] ¡Con qué orgullo empecé a portar el estigma del feminismo! Bola de viejas locas, guangas, desocupadas. Bola de lesbianas, antihombres. Bola de feas y amargadas. […], las mujeres del futuro van a tener que agradecernos muchas cosas a nosotras las pioneras del decir que no, del atrevernos a pensar y a desafiar, a vivir solas, a ser independientes, a correr riesgos, a negarnos a ser objetos sexuales, a enfrentarnos con una nueva mentalidad a una sociedad secular y patriarcal. […] Para muchos, feminista es sinónimo de lesbiana. Pero ni todas las feministas son lesbianas, ni ―desafortunadamente― todas las lesbianas son feministas21. La repetición de las ofensas es el móvil que lleva al sujeto queer a la reivindicación. Mientras Claudia y Guadalupe caminaban abrazadas por la Zona Rosa, recibieron palabras peyorativas como tortilleras y manfloras. Amora explica que la palabra manflora le gusta, puesto que suena a yerba olorosa, a ser mitológico o el nombre de un hada; la palabra tortillera se explica porque se cree que cuando dos mujeres frotan su pubis se reproduce el movimiento de las palmas cuando se hacen tortillas, además de ser una actividad que, culturalmente, se le encarga a ellas. La resignificación de ambos términos, vistos desde una explicación lésbicofeminista, contradice los preceptos del discurso falocéntrico, convirtiéndose en un espacio de dignificación: ser manflora acerca a la naturaleza, a lo simbólico, ser tortillera acerca a la feminidad. 20 21 David Córdova García, op.cit, p.59. Rosamaría Roffiel, op.cit., p.41-42. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 94 Revista destiempos N°40 Por otra parte, la palabra lesbiana es peyorativa; la carga semántica de la misma ha hecho que parezca fuerte, desagradable, trayendo a cuestas significaciones erróneas: –A mí la palabra lesbiana […] [m]e parece fuerte, desagradable. –[…]. Es por la carga cultural tan negativa que tiene. […] siento que de tanto usarla diferente, las lesbianas feministas le hemos dado un nuevo valor, la hemos rescatado del fango de la historia. –[…]. La gente tiene una imagen muy estereotipada de la lesbiana: marimacha, de pantalones, chamarra de cuero, pelo rasurado. Cuando te les presentas, femenina, dulcecita, cariñosa y amable, pues les rompes los esquemas y, a veces, hasta llegan a agarrar cierta conciencia.22 Esta cita ejemplifica cómo se da la performatividad de género. De repetir la palabra lesbiana Lupe ha comprendido que las mujeres que aman a otras mujeres la han resemantizado; alejarse del estereotipo de la machorra ha hecho que se comience a ver a las lesbianas como un auténtico y legítimo otro. Guadalupe tiene que enfrentar una doble carga ideológica por sus filiaciones políticas: ser lesbiana feminista la hace vulnerable ante la mirada heterocéntrica. El perfomativo se da cuando Guadalupe esclarece, de forma irónica, qué son las lesbianas: algunas feministas somos lesbianas, o sea, somos mujeres que amamos a otras mujeres, o sea que en realidad también somos personas, […], nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos… igualito que el resto de la raza humana; nos gustan los helados y los tacos; […] tenemos que trabajar para pagar la renta; nos dan hasta por debajo de la lengua como a Lupita d’Alessio; tomamos camiones, peseros y hasta el Metro; pertenecemos a toda las religiones, ideologías políticas y signos zodiacales y, como dice Rita Mae Brown, venimos en todos los colores y sabores. Sí, como a ustedes, nos tocó nacer y vivir en el planeta Tierra, siglo XX y para colmo en México Distrito Federal, así que algunas estamos un poquito neuróticas, […] estamos retacadas de clichés, de conductas aprendidas, trampas, autosabotajes, limitaciones, en fin, vaina y media23. 22 23 Ibid., p.98. Ibid., p.43. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 95 Revista destiempos N°40 Mediante el simil, Lupe va formando y confrontando la situación de las lesbianas. Las comparaciones sirven para identificarlas como un otro con las mismas características que aquellas que son consideradas normales. Líneas más adelante añade: habría que aprender a amar de otra manera. Cambiar las canciones rancheras y los boleros por una música propia […]. Cómo me gustaría sacar un desplegado […], algo así como una invitación a las lesbianas que aún repiten los patrones de dominación tan comunes en las relaciones amorosas heterosexuales: amemos diferente, sin cortarnos las venas, sin amenazar con tirarnos desde un puente en el periférico, terminar vomitando en Garibaldi o bajándole la novia a la amiga nada más para que vean qué chingona vengo este año, es decir, no amemos así como dicen que amamos las lesbianas24. Con la sentencia de amar de distinta manera coloca a lo lésbico en un nivel alejado de los estereotipos. La performatividad de género se da por la necesidad de romper paradigmas sociales, de la mirada histórica, del ojo falocéntrico que opera como aparato represivo del discurso. Lo queer se evidencia por esa necesidad de establecer lo lesbiano como diferente, que convive en lo cotidiano, en la cultura popular; a través de la palabra ejerce una severa crítica a aquellas que, siendo lesbianas, repiten estereotipos de género. Para Judith Butler, el término lesbiana ha sido omitido del lenguaje, sirviendo como estrategia para ser incluido dentro del concepto género, puesto que la introducción de las lesbianas equivale a la introducción de un nuevo género, un género no natural que conducirá a la destrucción de la maternidad y que está ligado a las luchas feministas por los derechos reproductivos, es una presuposición irremediablemente homofóbica y misógina a la vez25. Gracias a la plática que sostienen Guadalupe, su sobrina Mercedes y Verónica, amiga de la segunda, plantea la necesidad de introyectar desde la infancia significados opuestos a los implantados. Mercedes, sin saber la preferencia sexual de su tía, la cuestiona sobre las lesbianas; Verónica cree que son degeneradas y violadoras, Amora argumenta: “son mujeres comunes y silvestres, de todos los colores, 24 25 Ibid., p.43. Judith Butler, op.cit., p.267. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 96 Revista destiempos N°40 edades, nacionalidades, y profesiones que simplemente aman a otras mujeres en lugar de amar a los hombres”26. Así, ser lesbiana es, simplemente, un acto performativo que irrumpe en el plano de lo heteronormativo y quien asume su disidencia sexual se evidencia desde un yo queer. El discurso feminista sirve a la novela para cuestionar el discurso heteropatriarcal; por ejemplo, se cree que la penetración es la única forma del goce sexual, así como la virginidad una virtud femenina. Mercedes pregunta a su tía cómo es que se lleva a cabo la penetración en el acto sexual lésbico; Guadalupe explica: “[u]stedes creen que el amor sexual se reduce a que te metan un pene y ya. Se olvidan de los besos, las caricias, las palabras, los roces…”27; la ausencia de penetración y la presencia del juego erótico son la forma por la que se lleva a cabo una relación sexual lésbica, reforzando la idea de que la mujer es más sensitiva que el hombre. Otra crítica al sistema patriarcal se evidencia cuando se referencia a las leyes, tachando al país como un lugar en el que protegen únicamente a los varones y diciendo también que “[c]ada caminata por el D.F. me confirma mi teoría de que la Tierra es un planeta de castigo, y que nacer mujer y vivir en esta ciudad es una de las últimas pruebas que debe pasar el ser humano para llegar a elevadísimos planos del espíritu”28. Además, a través de los chistes de Pepito y los corridos se muestra el discurso machista: la cultura de masas repite y forja idearios equívocos de la cultura heteropatriacal. El mito de Penélope se reinventa y deja al descubierto que las historias de las mujeres están encerradas bajo el paradigma de los hilos, figura a través de la cual se habla de que la existencia de ellas ha sido a cortada: Se me ocurre que nuestras abuelas y nuestras madres dejaron buena parte de su vida colgando de hilachos: los del trapo de sacudir que les sacudió las ilusiones, los de la jerga que les restregó sus sueños, los de las sábanas de un sexo sinónimo de sacrificio y, sobre todo, de los dolorosos hilos de una existencia a medias. Mujeres cuya vida ha transcurrido y transcurre envuelta entre madejas de estam-bre, unidas a lienzos de tela por un cordón umbilical hecho de hebras, prendido al cuerpo por agujas o ganchos de tejer. Y otras, que lejos de permitir que la costura, el bordado y el tejido las sometieran como esclavas, lograron convertirlos en un arte cotidiano29. Rosamaría Roffiel, op.cit., 120. Ibid., p.121. 28 Ibid., p.96. 29 Ibid., pp.103-104. 26 27 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 97 Revista destiempos N°40 Este mito reinterpretado ejemplifica la utopía feminista en la que a pesar del sometimiento de la vida privada, lo han convertido en transgresión de las normas, resignificando espacios y actividades, considerados propias de la mujer, un espacio en el que se rompen los artificios, resemantizando la costura como un arte cotidiano, apropiándose del mito y del espacio, por tanto, se resignifica desde una perspectiva; la literatura es un lugar para una Penélope subvertida: Hay textos cuidadosamente bordados como los de Roa Bustos y Guimaraes Rosa; otros llenos de colores, como los de García Márquez y Vargas Llosa. Los hay confeccionados a mano, como los de Elena Garro, o cosidos aceleradamente en una máquina Singer, como los de la China Mendoza. Los hay escritos con hilos y suspiros, como los de Benedetti y Galeano, o bien con metálicas madejas de angustias, como los de Sábato y Cortázar. Son muy pocos los cosidos a ovarios como los de Rosario Castellanos y Elena Poniatowska. Y está la maravillosa filigrana de la poesía que requiere de hilos de puntadas especiales capaces de crear instantes, de rimar encuentros, de inventar momentos30. Es así como tilda dos figuras literarias importantes ―Castellanos y Poniatowska― como creadoras fuertes, audaces, transgresoras, escritoras con ovarios; feminiza a Márquez y Vargas Llosa: en la literatura la mujer reformula normas, es un lugar de subversión; la misma Guadalupe ―Roffiel― se equipara con las escritoras al contar su historia con ovarios. Los hilos en la literatura se equipara al arquetipo de la araña. Zoé Jiménez revela que es una figura dual: [l]a araña, por tejer y destejer, se asocia con los principios activos de construcción y destrucción. La araña crea y recrea como la mujer. Y es importante también si observamos su significado destructivo. La araña construye y al mismo tiempo puede obrar y decidir sobre sus víctimas. Destruir en ella es otra forma de construir31. Es decir, Rosario, Elena y Rosamaría son arañas literarias capaces de tejer historias fuera de los cánones patriarcales, de destruir significados impuestos por la cultura machista y crea un nuevo paradigma literario: historias 30 31 Ibid., pp.104-105. Zoé Jiménez Corretjer, op.cit., p.85. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 98 Revista destiempos N°40 feministas que retratan de manera verosímil a la mujer, apropiándose de los mitos a través de éstas historias y resignificar. Estas historias contadas con ovarios son también las que llevan a Roffiel a ironizar a figuras femeninas que transgredieron el falogocentrismo de la época en la que vivieron. Así, encontramos la beatificación de personajes importantes como Franca Basaglia, Josefa Ortiz de Domínguez y la Malinche; canoniza a Juana de Arco y Marilyn Monroe, la última considerada como estereotipo de la belleza femenina occidental. Además, resemantiza a la Virgen de Guadalupe, quien desde un punto de vista ideológico no podría ayudar a una lesbiana. También, crea a la Virgen del Orgasmo Perpetuo, a quien se encomienda para poder entablar una relación con Claudia, a la Virgen de las Mil Especies, a quien le encarga la comida, y, finalmente a la Patroncita de los Milagros Urbanos. Aralia López explica que a través de la presencia de: un novedoso panteón profano de mártires y santas, conscientes o inconscientemente feministas, son […] ángeles tutelares en sus momentos de apuros […] el yo autobiográfico de la narradora se diluye en un “nosotras” testimonial. Y no se trata de mujeres extraordinarias, sino comunes y corrientes.Lo extraordinario, quizás, es el compromiso solidario y feminista, así como la ruptura con los modelos masculinos de socialización del poder32. A través de la parodia, las advocaciones generan nuevos significados de mujeres subversivas que han cuestionado las estructuras falocéntricas. La ficcionalización de mujeres transgresoras sirve para cuestionar el sistema patriarcal mexicano, todas ellas mujeres rebeldes que vivieron pasiones sáficas ―Tina Modotti, Frida Khalo y Nancy Cárdenas―. Al mismo tiempo, se plantea que el discurso machista es reproducido por la madre. Las diferencias entre hombres y mujeres de la familia de Lupe se dan cuando la madre de ésta decidió inscribirla en una escuela comercial para que le ayudara a pagar los estudios de sus hermanos varones. Las hermanas reprodujeron lo esperado para una mujer: una cultora de belleza, la otra vendedora de perfumes en Palacio de Hierro, ambas esperando el momento idóneo para casarse y dedicarse a sus hijos y maridos. A pesar de que los sueños de ser psicóloga o pediatra de Lupe se truncaron, eso hizo que se convirtiera en una mujer transgresora: la ruptura con la imagen materna se dio a pesar de los reproches y estigmas que suponen vivir sola; esta última acción representa un peligro de violación, así como independencia económica, moral y psicológica; 32 Aralia López, op.cit., p.7. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 99 Revista destiempos N°40 nuevamente se apropia de un símbolo para resignificarlo; se desvincula a la mujer de la maternidad: mujer y madre no son sinónimos. Además, Roffiel traslada a su protagonista al D.F., ciudad que en apariencia es peligrosa para ellas, en la que convergerán, desde un punto de vista feminista casi radical, hombres insensibles y mujeres promotoras del machismo. A pesar de ello, la sororidad es determinante para la novela; ejemplo de ello es la relación amistosa que tiene con Vica, con quien comparte trabajo y participan del Movimiento de Liberación de la Mujer. Conjuntamente, la performatividad de género se establece desde una crítica a la heterosexualidad ortodoxa. En principio, Claudia se niega la posibilidad de entregarse a las pasiones sáficas; ella declara, en distintas ocasiones, no ser lesbiana, quiere casarse, tener hijos y necesita de los hombres, posee “exceso de núcleos heterosexuales”33. Mariana, amiga de Guadalupe, critica las actitudes de Claudia: “– ¡Es increíble! Cogen con los tipos, no tienen orgasmos, les molesta la penetración y se sienten vacías, pero eso sí, les conflictúa andar con una porque, aunque les supermovemos el tapete, resulta que ellas sí están muy definidas, […]”34. Para Claudia, Guadalupe funciona como un espejo; por un lado, cuestiona constantemente la homosexualidad y los paradigmas sociales que giran en torno a ella, calificándola como antinatural, como una actitud que provocará una confrontación al “qué dirán”, un conflicto interno: no se asume lesbiana a pesar de sentir atracción física y emocional por Lupe, representando la heterosexualidad ortodoxa; por el otro, Guadalupe representa la homosexualidad asumida: se enorgullece de ser mujer y lesbiana, de amar y ser amada por otra mujer, funciona como espejo en el que se centra el amor que Claudia se tiene a sí misma: ama lo que es, lo que se niega a sí misma que es. Más adelante, Claudia se da cuenta del amor hacia Guadalupe, asume su disidencia sexual y se reconoce como otro no heterosexual, indaga en su ‘yo’ lésbico. Así, el constante rechazo al lesbianismo, genera que Claudia se desconstruya y reconstruya desde lo marginal, desde lo abyecto, desestabilizando la categoría heterosexual y haciendo inteligible los significados y significantes negativos que la sociedad heteropatriarcal ha impuesto. Pues sí, volví con Claudia. […]. Terminó ya con sus dos galanes. […]. Dice que cuando estaba con ellos pensaba en mí. Que nuestro amor se le convirtió en una urgente necesidad. […] Abrí las piernas. Ella se dejó caer de espaldas a mí y se acomodó en el nido que formaba mi cuerpo. La rodeé con mis brazos. Mi mejilla rozaba su pelo. Nos tomamos de 33 34 Rosamaría Roffiel, op.cit., p.130. Ibid., p.130. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 100 Revista destiempos N°40 las dos manos y, al compás de la música, hicimos el amor con la yema de nuestros pulgares. […]. Y el resto de la noche nos amamos, así como seguramente aman las diosas35. El «final feliz», muy al estilo del melodrama, ejemplifica cómo a través de un discurso feminista y trasgresor va reconstruyéndose a partir de la norma heterosexual, pauta que cuestiona y subvierte mediante la sumisión de un ‘yo’ lésbico, dotando de significaciones lo lesboerótico, configurando conductas, actos y comportamientos impuestos por la cultura patriarcal. Claudia, a través del reforzamiento discursivo, acepta su homosexualidad y se enfrenta a una relación lesboerótica con Claudia, entregándose al goce de los idilios sáficos. La reivindicación femenina y el uso del continnum lésbico, pintan en la novela la urgencia de contar desde un discurso culturalmente silenciado, el planteamiento de los idilios sáficos y la apropiación de las historias para resignificarlas. La escritura autobiográfica exhibe a una autora con la necesidad de mostrar un yo lésbico, de desconstruirse a través de Guadalupe; expone a su personaja en un México machista para que a través del lenguaje y lo erótico desestabilice al sistema heterocéntrico-patriarcal desde la autoficción; la autoficcionalización la ayuda a configurar una subjetividad no sólo individual, sino también colectiva, estableciendo lo lesboerótico como un acto subversivo y performativo. El feminismo le sirve a Roffiel para confrontar al discurso impuesto por los mecanismos de poder y, al mismo tiempo, lo cuestiona por no incluir a las lesbianas dentro de su configuración; es por medio de la palabra y de la explicación como apropia insultos como manflora al discurso popular, resemantizando el término lesbiana para configurarse como forma de reivindicación. BIBLIOGRAFÍA BUTLER, Judith. Deshacer el género. Barcelona: Paidós, 2006. CÓRDOVA GARCÍA, David. “Teoría queer: Reflexiones sobre sexo, sexualidad e identidad. Hacia una politización de la sexualidad” Teoría queer. Políticas bolleras, maricas, trans, mestizas. Egales, 2005. 21-66. FALQUET, Jules. “Breve reseña de algunas teorías lésbicas.” De la cama a la calle: perspectivas teóricas lésbico-feministas. Bogotá: Brecha Lésbica, 2006. KELLY, Iris. La exploración del epígrafe de Amora. 19 de nov. de 2007. Ensayo no publicado. LÓPEZ, Aralia. “Una profesión de fe: el amor. Recuperación de la escuela sáfica y otros ALIENTOS.” DEBATE FEMINISTA. 22.11 (2000): 300-5. ROFFIEL, Rosamaría. Amora. México: Raya en el agua, 2009. Impreso 35 Ibid., p.183. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 101 Revista destiempos N°40 SÁNCHEZ CALLE, María Pilar. Raza y género en la obra de Audre Lorde. Tesis Doctoral. Universidad Complutense, Madrid, 2010. Web. 12 de oct. de 2013. SÁNCHEZ ZAPATERO, Javier. “Autobiografía y pacto autobiográfico: revisión crítica de las últimas aportaciones teóricas en la bibliografía científica hispánica.” Oggigia. 7 (2012) 5-17. Web. 12 de oct. de 2013. Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 102 Revista destiempos N°40 Emmanuel Ferretty Universidad Nacional de La Plata, Argentina Breve ensayo sobre las ciudades posibles a partir de tres registros de la imagen y la imaginación en el análisis de las formas urbanas. Estas líneas se inspiran y desprenden de trabajos previos realizados sobre la obra “La Plata y alrededores, 2974” del reconocido arquitecto y artista argentino Clorindo Testa, publicada en el año 1984, al cumplirse el centenario de la fundación de dicha ciudad. Este dibujo se realiza sobre un mapa oficial de la ciudad de La Plata y zonas adyacentes donde el autor pinta determinadas áreas con sombras, representando inundaciones y desplazamientos. Este carácter de sobre escritura del dibujo en el plano oficial constituye, al mismo tiempo, ruptura y reestructuración de las formas, excediendo su representación en tanto contenido de verdad o de realidad. De tal manera, se inauguran heterotopías urbanas mediante la intervención artística del mapeado como producción exclusivamente científica y política. LA GEMA DE LA MODERNIDAD EUROPEA EN LATINOAMÉRICA El casco urbano de la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, Argentina, fue planificado y realizado según la forma de damero. Está compuesto de cuarenta manzanas y delimitado por avenidas y circunva-laciones que, en la actualidad, conectan con distintos barrios y localidades del Gran La Plata. A su vez, esta ciudad se caracteriza por estar atravesada de diagonales y por disponer espacios verdes cada seis cuadras, en toda su extensión. También existe un eje fundacional donde se encuentran los edificios administrativos-políticos y Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 103 Revista destiempos N°40 eclesiásticos más relevantes de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires, de la cual constituye su capital. Probablemente, el dibujo de Testa no tendría las repercusiones que se seña-lan si, efectivamente, no se hubiese inundado la ciudad en el mes de abril de 2013. Este acontecimiento perfora otra capa de significaciones referida al nú-cleo de tradiciones que dieron origen a la ciudad-emblema del racionalismo y del higienismo europeo decimonónico en América Latina. En efecto, la ciudad de La Plata es una de las pocas ciudades que ha sido planificada minuciosamente bajo estos preceptos y con anterioridad a su construcción efectiva. En este contexto, es destacable el hecho de que el dibujo en cuestión no es la única obra en que Clorindo Testa pinta desbordes, pero sí la primera. En la entrevista-documental “seis pisos con Clorindo”, al abordar el tópico “arte” (3° piso), se exhibe una pintura con trazos y simbología similares a los que se observan en “La Plata y alrededores, 2974”. Respecto de ella, Testa afirma que “es como si fuera una ciudad porque es el cuadriculado de la ciudad de Buenos Aires, donde hay manchas que son como inundaciones”.1 No obstante, a nuestros fines, no interesa la exactitud del cálculo o su grado de veracidad sino el hecho de que el artista funda otro orden que yuxtapone a la cuadrícula, que se inscribe sobre ella y la desestabiliza. Este (des)orden consta de curvas y cauces irregulares; símbolos y letras dispersas; zonas estancas de lagunas; nuevos bordes también. Paradójicamente, este desorden a mano alzada constituye los bordes sobre los cuales se reconstruye la ciudad. ENFOQUES La ciudad se realiza entre bordes y desbordes. Los trazos que Testa realizó sobre el mapa que la Dirección provincial de Geodesia publica en el año 1974 ―y que sirve de “paño” al autor― rompen, no solo la rectitud geométrica y matemática del trazado fundacional sino también la ya caótica secuencia de formas que representa la periferia ―Gran La Plata― en referencia a la forma histórica de la ciudad. La operatoria de ruptura atraviesa calles, avenidas y diagonales; esquinas y cruces; cuadrados, rectángulos, triángulos y rombos dispuestos milimétricamente como manzanas, plazas, parques e intersecciones; centros perfectos y periferias circunvaladas. Incluso, la denominación numérica al alterar una de las cifras de publicación e imaginar un salto temporal de mil años: de 1974 a 2974. Diseño Industrial Argentino (producción). Entrevista/documental: Seis pisos con Clorindo. Argentina: Ediciones Franz Viegener, 2012. Disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=urgwFqfeoJo. Fecha de la última consulta: 12/06/2014. 1 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 104 Revista destiempos N°40 Este acto del pensamiento es interpretado como imaginario radical, ya que expresa discontinuidades y creaciones multiformes más que significaciones acabadas de la realidad, independientemente de la materialidad innegable que adquiere la obra en tanto producción cultural. De acuerdo con Cornelius Castoriadis, La idea del imaginario social instituyente parece difícil de aceptar, y esto es comprensible. La misma situación se presenta cada vez que hablamos de una ‘potencialidad’, ‘facultad’, ‘potencia’. Porque nunca conocemos más que manifestaciones, efectos, productos.2 En línea con esta perspectiva, el abordaje metodológico de la obra se construye a partir de las herramientas intelectuales que Michel Foucault despliega con “Las meninas” de Velázquez3 y la propuesta de Susan Sontag en su texto Contra la Interpretación4. El enfoque sinérgico que resulta de ellos invita a adentrarse en el análisis de las formas de la obra en vez de encaminar la tarea hacia la búsqueda del contenido, de un supuesto significado verdadero. Esta propuesta se desprende de las discusiones que sostienen con las perspectivas del arte en tanto mímesis o representación de lo real. Por el contrario, la inexistencia del contenido como totalidad de sentido, en tanto signo o experiencia de lo real, decanta del carácter contingente de toda verdad e interpretación de la realidad. Según Sontag “la función de la crítica debiera consistir en mostrar cómo es lo que es, incluso qué es lo que es, y no en mostrar qué significa”.5 Es decir, las líneas siguientes intentan desandar descriptivamente los registros de la obra en los cuales se interpela el formalismo del plano y se evidencian sus contradicciones. TRES REGISTROS Según el análisis propuesto, se afirma que en esta obra Clorindo Testa interviene el plano oficial sobre tres registros principales: el primero, referido a las formas; el segundo, a los contrastes; y el tercero, a la visibilidad de los elementos. Castoriadis, Cornelius “El imaginario social instituyente” en Revista Zona Erógena, n°37, Buenos Aires. pp. 1. (1997). 3 Foucault, Michel Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. Siglo XXI editores, Argentina. (1988). 4 Sontag, Susan, Contra la interpretación. Seix Barral, Barcelona. (1984). 5 Sontag, Susan, Contra la interpretación. Seix Barral, Barcelona. (1984). pp. 27. 2 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 105 Revista destiempos N°40 Ilustración 1. “La Plata y alrededores, 2974” de Clorindo Testa. En el registro de las formas se conjugan lo recto y lo curvilíneo. Testa estalla el plano con trazos que diferencian dos sectores del dibujo. Si se observa con atención al centro de la obra, se observan dos líneas verticales que la atraviesan y la dividen en tres tercios: izquierdo, medio y derecho. La línea vertical del tercio derecho presenta un grosor particular y es, justamente, la frontera entre las dos zonas de formas que quedan delimitadas: el tercio izquierdo y medio, con trazos irregulares; y el tercio derecho, destacado por cuatro columnas divididas en cuadrados y rectángulos disímiles. Estas formas, que tienden a lo regular ―aunque no lo logran―, inauguran los nuevos bordes y presentan la particularidad de exhibir en su interior tanto trazos irregulares como manchas uniformes, letras y símbolos. Sin embargo, como estos elementos no constituyen una sintaxis posible en el orden del lenguaje continúan siendo un desborde sobre los bordes. Las únicas palabras y números posibles de inscribir en el lenguaje cotidiano están expresados en el título del dibujo. Por otro lado, se observan líneas discontinuas horizontales. La principal es un corredor entre dos líneas que dividen la obra en un sector superior y otro inferior. Este último, de mayores dimensiones. Es decir, entre líneas verticales y horizontales quedan conformados seis grandes espacios con características diferenciadas. El segundo registro de intervención sobre la obra es el contraste. Los trazos de Testa inauguran nuevos contrastes en la medida que la pintura es un tono perceptiblemente más oscuro que el del plano. En este sentido y recuperando los tres sectores descritos en el registro de la forma, se conforman tres zonas que se diferencian por el resultado de formas y contrastes. Metafóricamente, el sector izquierdo es zona de cauces; el sec- Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 106 Revista destiempos N°40 tor medio zona de bañados y el sector derecho de lagunas.6 Aquí, la distinción de las formas en las que discurre o no el agua son útiles para describir los trazos simples o dobles que, zigzagueantes, se dirigen a los márgenes superior e inferior del dibujo; a la irregularidad de rayas, puntos y manchas que ocupan el sector medio de modo caótico y disperso; y al sector derecho o de lagunas donde las manchas ganan densidad, se reduce la dispersión y los contrastes se hacen más evidentes. Al igual que el efecto de luz que genera la ventana sobre el bastidor en “Las meninas”, la progresión de áreas densas oscuras y de zonas con más brillo invita a recorrer el plano desde los cauces a las lagunas, pasando por los bañados. Es decir, a recorrer el dibujo de izquierda a derecha. Este sentido de observación coincide o se ve influido de forma patente por el sentido de lectura de textos que aprendemos como lectores occidentales. Sin embargo, claramente, queda en suspenso en la medida que esta condición se ve atravesada por la reflexividad. Por último, se menciona el registro de lo visible. Es decir, de los elementos que el artista introduce y, a su vez, de aquellos primeros del plano que se pueden observar. Entre estos están las formas y contrastes descritos anteriormente, sobre los que se destacan las simbologías del margen derecho o zona de lagunas. El interrogante que se desprende de esta observación es: ¿cuál es el sentido de que, justamente, lo visible sea predominantemente aquello que no tiene una lógica u orden descifrable? Comúnmente, suele inquietarnos la antítesis de lo visible, es decir, aquello que no se ve y que no es directamente accesible a los sentidos. En esa característica suele residir el halo de misterio e intriga devenido, muchas veces, en curiosidad y/o búsqueda. Sin embargo, dice Sontag citando a Oscar Wilde: “el misterio del mundo es lo visible, no lo invisible”. 7 De acuerdo con esta proposición, se afirma que la intervención de Testa inaugura un nuevo régimen de visibilidad. Pero esta novedad no borra el registro original del mapa sino que se realiza sobre él, yuxtapone sus elementos; no lo suprime ni lo reemplaza. ARTE, CRÍTICA Y REALIDAD Lo que inaugura Testa con “La Plata y alrededores, 2974” es la paradoja o la inversión de lo que oculta el plano oficial, ya que deja ver el agua ―lo que brota como subterráneo o cae en forma de lluvia― y oculta parte de lo que el plano exhibe sin grietas, que es la superficie de la ciudad. Es decir, En esta metáfora geográfica del espacio, la interacción entre las superficies terrestres y el elemento acuático es central. Así, con el término “cauce” se hace referencia al lecho por el cual el agua discurre como flujo dinámico. Por “bañado”, se refiere a la formación de un estero de características pantanosas. Por último, la “laguna” caracteriza un depósito de agua de poca profundidad pero más estable que el anterior. 7 Sontag, Susan, Contra la interpretación. Seix Barral, Barcelona. (1984). pp. 15. 6 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 107 Revista destiempos N°40 esta inversión desplaza al observador de la experiencia cotidiana ―superficial o aérea― y lo ubica en un punto suspendido que solo existe como instantánea de un salto con caída libre: de cara a la ciudad y de espaldas al cielo. O bien como experiencia de lo divino: de frente a lo mundano y de espaldas a las puertas del Olimpo. En este sentido, el dibujo de Testa es a su vez distopía y heterotopía, que confirma el carácter crítico ―tal vez augural― de la imaginación y del arte como práctica intelectual. Las formas hacen ciudades de la ciudad, su topografía y rugosidad. En sus pliegues y despliegues se anudan las existencias a veces invisibilizadas, lo oculto, lo subterráneo. Paradójicamente, lo manifiesto y acce-sible a la experiencia cotidiana de la ciudad se naturaliza a punto tal que, como expresa Richard Sennett8, carne y piedra se funden en los albores de la civilización occidental. De este modo, historia urbana y biografía son, al mismo tiempo, el borde áspero y la “dulzura de las utopías” 9 urbanas. Sennett, Richard , Carne y Piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. Madrid: Alianza Editorial. (1997). 9 Expresión acuñada por Foucault, Michel Los espacios otros (“Des espaces autres”). Conferencia dictada en el Cercle d’études architecturales en 1967 y publicada en Architecture, Mouvement, Continuité, no. 5, octubre de 1984, pp. 46-49. 8 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 108 Revista destiempos N°40 CREACIÓN LITERARIA Nueva época ISSN: 2007-7483 www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 Jorge Leroux ♣ Te cuerpo, te envino con amores de mi boca, Yegua de Faraón, y cítara mis manos tu cabello. Palacio tus muslos, azucénote entre las espinas: te mundo mía, te fruto, te animalo sagrada, es decir. 110 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 Esther Suárez Sosa ♣ Cuando no era más que un niño aprendió el cruel significado de la palabra "soledad". Sus días transcurrían lentamente, uno detrás del otro, con sus lánguidas mañanas y sus interminables tardes, con sus inacabables ratos colmados de un ocio desesperante, mientras aguardaba que alguien se dignara a notar su viva presencia. Tanto tiempo estuvo solo que aprendió a amar la soledad como si de una amigable compañera se tratara. El niño y su amiga "Soledad" se acostumbraron a observar juntos el transcurso de los días a través de los vidrios de la ventana del salón. Con el deambular de los transeúntes, el tráfico de los coches y el devenir del tiempo, el niño inventaba historias que acompañaba con la banda sonora del grupo musical The Beatles y soñaba que sus personajes imaginarios le hablaban y le hacían compañía en su solitaria existencia. La calle vista a través de su ventana, a la que se encaramaba con sumo cuidado apoyándose en una silla destartalada sin respaldo; ese era su mundo. Así pasaba las horas, los días, las semanas... esperando con ansia la llegada a casa de alguien que no estuviera demasiado cansado como para darle un beso y un abrazo. Y preguntarle qué tal le había ido el día con su soledad y su amarga espera. Pero ese día tan largamente anhelado no llegaba nunca y su ansia se fue poco a poco transformando en desilusión hasta que llegó el momento en que desapareció cualquier atisbo de sentimiento esperado. Cada día a la misma hora, el niño descendía del taburete y cruzaba la breve estancia hasta la puerta principal que lo conectaba con el escenario de la calle que tan bien conocía a fuerza de haberlo estudiado tanto, aun sin quererlo. Una vez allí se dirigía, solo, con más temor que hambre, hasta un convento de monjas que cada día calmaban su apetito y su sed. Nunca descubrió cómo ni con quién se pactó su cita culinaria. Lo cierto es que las novicias saciaban a diario su estómago, no así su alma solitaria. Se sentía demasiado aterrado para preguntar detalles a aquellos oscuros y silenciosos seres que, sin embargo, poseían un halo mágico y celestial. Cierto día, cansado ya de observar la misma calle y las mismas personas con sus rutinarias y aburridas vidas, imaginó que volaba más allá 111 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 de donde alcanzaba su vista, hasta llegar a un lugar placentero arrullado por las olas. Y ese escenario le gustó, por lo que decidió quedarse. ¡Ah, el mar! Mucho tiempo ha estado entre nosotros; impasible e invencible ante el paso de los años. Unas veces en calma y otras embravecido, pero siempre altivo y orgulloso. Tantas historias fantaseó el niño con su amigo el mar que ambos entablaron una extraña y secreta relación que acortaba los tediosos días del pequeño y aplacaba la furia del oleaje. Por eso se dice que aquellas noches de tormenta en las que el mar se enfurece no son más que la tristeza incontrolada de sus aguas abriéndose paso hacia los vidrios de una ventana por donde se asoma una carita de niño solitaria y soñadora. 112 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 Sara Rivera López ♣ De las casas prósperas del reino nacían hijos de chipriotas. Según el ritual, los descendientes eran dedicados a Venus y llevados a las orillas de la isla para ser bañados con las aguas salinas del Mediterráneo, más tarde se convertían en recolectores de aceitunas. Pronto, de sus huertos de oliva, se destilaron los aceites que inundaron los mercados de Atenas. El vino obtenido de sus cavas circulaba por bodas y hogares de otras latitudes. El paladar de los romanos se vio satisfecho por los licores de las provincias de Chipre. Sin embargo, lo mío fue una excepción, no hubo consagración alguna cuando nací. Nadie me llevó a las orillas del mar para sumergirme en la tibieza de sus aguas, tampoco se puso en mí terrón de sal que secara mi boca. Yo cobré vida después de que su gobierno fuera próspero, conocido por sus cavas y aceites, por sus templos dedicados a los dioses de hombres y bestias. Florecí poco antes de que los muros de esta ciudad permanecieran en pie, poco antes de que las calles estuvieran muertas y que los palacios se convirtieran en montones de piedras. El rey, en tanto golpea el cincel contra la roca, dice que cuando mandó edificar el templo a su diosa, los soldados que resguardaban sus costas mantenían contacto con los pueblos fronterizos de Grecia, que los idiomas eran diversos, lo mismo que las razas y los hijos. El templo fue erguido en unos cuantos meses. Seguidores de Afrodita, amantes de la belleza, procuraron consagrar su devoción a la deidad. Así pues, ordenó construir un templo que los súbditos levantaron prontamente. De espíritu particular, meditó sobre la dimensión que ocuparía el edificio. Planeó cómo sería aquel santuario que imaginó de tamaño monumental. Ordenó que los grandes bloques de mármol se colocaran uno sobre otro en la antigua ciudad de Nicosia, sobre la cúspide del poniente. Ya pulidas, las rocas brillaron en la montaña más alta de Chipre (su voz suena emocionada mientras me cuenta esto): —El templo entonces lucía blanquísimo y perfecto, sobre las escalinatas alusiones al nacimiento de la hija de Zeus brillaban con gracia y soltura. Ríe como un niño Conchas y olas fueron esculpidas sobre los basamentos. Los frisos aludían a la producción vinícola del reino. Sus manos golpean para forjar las alas Espacios y jardines crecían a los ojos de los visitantes y ya por las tardes, cuando el sol descendía sobre la espalda del templo, la luz penetraba tenue y silenciosa, proyectando las sombras de los árboles sobre los muros. Ya terminada la obra, la Diosa 113 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 bajó para recibir su obsequio: en el santuario ardían lámparas de aceite. La excepcional figura de Venus transitó por las amplias estancias del recinto: un olor dulce, como de vino oscuro, como de uvas maduras, se desprendía de su cuerpo mientras caminaba. Aún joven, dedicó la mayor parte de su tiempo a gobernar y a esculpir. De ahí los dedos duros, las manos ásperas, sus brazos gruesos y maduros aún para su edad. Vestía faldas de lino oscuro. Sus labios un tanto grandes, rudos por el polvillo de las rocas, ordenaban la vida de su reino. Su cuerpo esbelto se veía brotar entre piedras y cinceles, entre cantos lisos y pulidos (siento latir sus dedos al tocar las pétreas formas). En una ocasión, por los idus de marzo, cuenta que subió hasta una loma alta para contemplar la isla de un solo tajo: flotaba la luz entre los picos y crestas de su reino en grises, pardos y olivos. Se distrae (lo sé pues ha dejado de pulir los brazos). Sus ojos se pierden en el horizonte, llenos de otras tantas playas solitarias como la suya. Refiere que observó el mar rugir sosegadamente al fondo de la joya. Miró los bancos de peces coloridos del verano, y las ramas que las olas llevaron consigo, junto a restos de animales muertos, troncos mohosos y añejos enredados entre conchas y crustáceos. Indagó sobre el ritual de los pelícanos, presentía en ellos la clave perfecta de la línea y la curva, el concepto de volumen. Intuía en el vuelo de las aves, la explicación de su arte. Entonces recordó cómo tocaba los picos rugosos de esos animales, cómo miraba sus bolsas transparentes y flácidas perderse entre las aguas del Egeo. Las yemas de sus dedos tentaron las rocas cetrinas, luego dio orden de llevarlas a la ciudad. Miró su palacio, los muros adormecidos por el blanco y el gris de la montaña. Aspiró el aire caliente del verano. No encontró más que un paisaje similar en todo el camino. Tonos de amarillos, grises y blancos salían de entre las cumbres. Cerró los ojos y pensó en aquello como algo suyo: era su reino. Con el tiempo sólo se dedicó a esculpir, por lo que descuidó su gobierno, por ello encargó a súbditos y consejeros tomar las riendas de su imperio. Se sentía indolente a los compromisos propios del rey: familia, poder y gobierno, aunque la falta de herederos preocupó a la familia real. A su madre le inquietó el destino de su pueblo y del poder. Sin embargo, más allá de las masas duras e inmóviles no existía nada para él. Me comenta que entonces tenía la particular capacidad de transformar lo que era tosca piedra en delicado artificio: de ellas aparecían figuras de pájaros montados sobre pequeñas ramas. De entre sus manos brillaron inmóviles, de los ónix rosados de sus minas de Larcana, corceles y pegasos, quimeras de largas crines, animales marinos de todos tamaños, peces con escamas luminosas, flamingos y sirenas solitarias. Tiempo después, se propuso esculpir figuras humanas: el torso púber de un muchacho fue apresado en lo blanco de la piedra, las manos 114 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 desnudas de una lavandera quedaron representadas en una pieza maestra. La espalda brusca de un recolector de uvas parecía tomar vida. Los fragmentos de cuerpos crecían por montones en una inmensa galería: un par de mujeres cuchicheando fue su primer trabajo completo. Creó una escultura de breves dimensiones: pieza que representaba un pequeño grupo de muchachos a la hora del baño. Como experimento previo a su trabajo más importante, hizo algunas esculturas donde las plumas esponjosas de las aves tomaban forma casi real. Las botas aladas de Hermes fueron representadas con tal exactitud que no podían distinguirse bien a bien unas de las otras. Así, concibió dar vida a un cuerpo ligero como el éter, liviano como las plumas que vuelan en el aire, tan poderoso como las bestias del mar, como la sal que todo lo arrasa. Abrazado por aquella idea fue él mismo hasta los yacimientos a buscar el trozo idóneo, quebró piedra tras piedra hasta encontrar justo el que deseaba. Mientras tanto, las barcas romanas empezaron a arribar con más regularidad a la isla, la mezcla de las lenguas y los pueblos se hizo habitual. Los campesinos empezaron a cambiar sus gustos. Se rumoraba en la isla que ideas lejanas e incomprensibles llegaban a Grecia y Roma, un nuevo grupo de maestros planteaba doctrinas desconocidas: ¿qué ideas eran esas de evitar el placer, de renunciar al cuerpo por el estado puro del alma? El placer es parte del cuerpo (piensa y me dice mientras delinea el borde de la espalda). Las liras sonaban todas las tardes en los campos de vid. Las cosechas seguían creciendo lentas hasta formar un campo rojo sangre. La campiña fulguraba en ardientes veranos. Los campesinos levantaban altares entre las ramas de los árboles, cantaban y bebían. Sin embargo, algunos oradores romanos profetizaron la transformación del impero. La vida moral que los reformadores habían propuesto era ya imposible para Roma. Pronto, la vida de Chipre sería aniquilada. Pero el soberano no prestó atención a los rumores, sino que forjó un cuerpo de enormes dimensiones. Una escolta de romanos solicitó audiencia. Delineó un par de alas a punto del vuelo sobre la roca. Era orden del imperio que Chipre se anexara a Roma. Bosquejó el rostro de lo que sería una grácil figura. Ningún chipriota sería súbdito del Imperio. Dos basas de marfil brotaron perfectas de la piedra. Se ordenó la invasión a la isla, las hordas beligerantes llegaron a las orillas del piélago. El rey se encerró en su estudio y trocó la piedra en carne. Las naves atracaron en Chipre. Así, me explica el rey, terminó de esculpirme el mismo día en que las hordas incendiaron la ciudad más importante de su imperio. En Paphos rugieron las bestias de Roma. En las bóvedas del imperio se animó mi cuerpo al aspirar el aire de estas tierras. Cayó el palacio de Chipre. La piedra se transformó en carne trémula. Las cabezas de familiares rodaron 115 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 por las escalinatas del palacio real. Extendí las alas. El templo de Venus se desploma. Finalmente, llevada a la vida, me abracé al cuerpo de mi inventor, cuando las hordas golpearon las gigantescas puertas de esta bóveda. Mi padre, sólo entonces y por vez primera, se encendió en deseo mientras las calles de Samos ardían atacadas por la fiereza del nuevo mund o. Penetran los rayos del verano por la galería. Nací, pues, poco antes de que la luz que arde fuera de estos muros, profetizara la caída de este imperio. 116 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 Agustín Carlos Barruz ♣ El coche tenía cinco puertas, cuatro ruedas y un volante. Algo difícil de entender por su tamaño llavero. Esa fue la primera impresión que recibí cuando vi a una mujer salir del citado juguete. Yo siempre había pensado que quien se mueve entre espacios ínfimos, incómodos y maltrechos debía ser persona un tanto insulsa, que no valora la comodidad ni la apariencia de persona adulta y seria. Las que se trasladan en estos vehículos, por tanto, ejercían para mí de representantes de una clase retrógrada, que quiere dársela de moderna y además se enorgullece de ello. No es el dinero lo que les mueve a satisfacer su corta mirada sobre el salpicadero; para mí siempre predominaba su aceptación al modismo (corriente ideológica que sigue y persigue a la moda). Como queriendo decir: “yo voy en una mini realidad porque me apoyo en la nueva tecnología, la uso, sé tomar decisiones prácticas que me afianzan en una nueva ola de personas versátiles, triunfadoras y sociales” y entonces todos los vecinos murmurarán: “Esta mujer sabe lo que piensa, conoce lo que necesita y decide aquello que le interesa sin valorar los prejuicios de los demás sobre el tamaño de las cosas, siempre relevante en mundo de los machos”. Quizás, por todo ello, sentía la necesidad de bañarme en una piscina de profunda sinceridad que en el fondo me faltaba a raudales y que ella y su coche me proponían una paradoja que yo nunca había sabido resolver. Fue lo que me llamó más la atención: una mujer culta utilizaba un coche de miniatura para moverse por su isla como si la vida fuera un juego de coches locos, de coches de feria, de una simpleza que emitía una falta de coquetería peligrosa. Entonces, me pregunté: “¿quién es esa mujer que sale de ese coche?” Pronto me respondí al ver que la mujer joven que aparecía tras la puerta de la conductora, sobresaliendo el torso por encima del techo, con una mirada juguetona y alegre, no era otra que la nueva compañera de trabajo que me había tocado en el centro de estudios. No pude contenerme y salió un breve comentario hipócrita sobre el pequeño vehículo: “¡Qué cómodo debe ser para aparcar por la ciudad!” Mentira, porque en la ciudad de la isla no se puede aparcar, ni con coche ni sin coche, aquí el tamaño no importa. Si puedes, mételo en el inglés parking, la palabra española garaje ha desaparecido, porque no existe otro espacio. Así que lo de la comodidad abrió el diálogo para no empezar el nuevo curso con un silencio atronador, tenso y maleducado. Pero en realidad habría expresado, si la ocasión después me lo hubiera facilitado, mi enfado y mi desacuerdo con que la joven caiga en la moda de las nuevas 117 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 tecnologías que arremeten contra la realidad para que ésta sea más flexible y práctica. Yo decía para mí: “Machismo, cae en los mismo que muchas, machismo, atraer por defecto en vez de por exceso”. Ahora, en estos tiempos que ni corren ni vuelan, sino que te vas antes de llegar y antes de salir has entrado. Pues eso, ahora, la atracción se mide por defecto. Observemos la ropa que se utilizaba desde siempre para cubrir el cuerpo y protegernos de los fenómenos meteorológicos ¿qué abunda ahora?, el defecto. Lo menguado atrae más que lo sobrado. Lo práctico es más bello, véase el arte minimalista. En definitiva, todo ha sido engullido por la medida de la pulgada más que por la medida del elefante o del ser humano. Hasta aquí podríamos concluir que un nuevo misterio aborda al homo habilis relativus. Pero volviendo a esa compañera. Pasaron algunos días desde aquel primer impacto que me produjo la visión de la conciencia de lo ínfimo y de lo irrelevante, cuando se presentó, por no sé quién, la magnífica idea en el primer claustro del centro de que deberíamos celebrar una comida para inaugurar el curso y darnos la bienvenida unos a otros. La susodicha me alarmó cuando me ofreció que la acompañara en esa efímera máquina para trasladarnos juntos al restorán, lugar que ella desconocía y donde celebraríamos nuestras batallitas ocurridas durante el verano. Con cierto resquemor acepté la invitación, intentaba además de reconfortarme en la certeza de mi hipótesis sobre el tipo de personas que se inclinan por estos coches, si habría algo más oscuro o enigmático por descubrir. El caso es que acepté y cuando abrí la puerta del copiloto para sentarme, me golpeé las antenas con alevosía, lo que me confirmó que lo pequeño provoca daño, igual que lo grande, si te relajas y te dejas sorprender por otra realidad que no dominas. Un crujido borbotó de mi garganta, arrimé la mano para como colocarme las gafas, mentira cochina porque lo que me estaba reponiendo era la cabeza y el chichón que pronto aparecería por la esquina del cráneo. Sonrisa mía, sonrisa suya. Llaves en el punto de arranque y descubro que a la miniatura lo invade un surtido de galletas por el asiento, una muñeca de tela retorcida y sin pelo, que bajo mis pies se acumulan varias caracolas marinas, una piruleta de fresa o algo parecido, varios bolígrafos, papeles manchados de carmesí, un paquete de clínex y una polvareda que enturbiaba el aire interior hasta teñirlo de nube borrascosa. Ella, con una sonrisa angelical, de mujer actual, viva y cariñosa, me suelta: “Está un poco sucio”. Joder, un poco sucio, me dice. Yo, también con sonrisa de persona mayor y ordenado, le suelto: “Puedes lavarlo de vez en cuando”. “Es que duerme en la calle”, me vaciló. Aquí me vaciló. Siempre que lo pienso, saco la misma conclusión: “Me vaciló”. Y yo todo falso, le sigo el juego: “Ah, es lógico, que no lo laves a menudo”. “Lo lavo cuando me acuerdo, mi niña es pequeña y el coche es como su juguete”, me asaltó. Eso me terminó de convencer y recordé que yo tuve 118 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 hijos pequeños y que mi coche parecía un basurero. Tras estos primeros instantes, inició la marcha y aquello parecía una nave espacial para enanos. Allí metido sentí el mundo más grande y yo más pequeño. La velocidad se retorcía por las calles sin pausa y la nube de polvo crecía en una tormenta de saltos, brincos, derribos, que no me quedó más remedio que agarrarme a la manilla que surge del techo de cualquier coche, de éste también. Me agarré con ímpetu y terror, entonces la miré con los ojos del temeroso perro que pierde el sentido del olfato y que te suplica con su rabo que lo guíes hasta la comida. Ella se rio a toda pastilla, con una boca grande y unos labios gruesos, carnosos y relucientes. Un aguijón penetró por mi córnea y se clavó en mi garganta, perdí el sentido de lo ínfimo y gané una luz que hasta entonces era desconocida para mí. Cuando paró, me volqué sobre su boca para saciarme de esa luz que me había fundido con otra realidad; ella absorbió mis labios y mi lengua con todo su ser. Inmediatamente reconocí que lo ínfimo se convierte a veces en lo más trascendental y que ella encontró la felicidad antes que yo en los detalles más pequeños y que, sin embargo, yo nunca había sabido darme cuenta de ello. 119 Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com Revista destiempos N°40 Terminaste de leer el número 40 de la REVISTA DESTIEMPOS. Correspondiente a Agosto-Septiembre de 2014. Editada en México, Distrito Federal Agosto-Septiembre 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com