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Revista destiempos N°37
LA PAREMIOLOGÍA MEXICANA HEREDERA DE LA
TRADICIÓN ESPAÑOLA. LOS ATISBOS EN LA HISTORIA
GENERAL DE SAHAGÚN
Ana Balderas García
Universidad Nacional Autónoma de México, FES Acatlán
♣Bernardino de Sahagún fue un fraile franciscano que llegó a la Nueva
España en el año de 1529. Fray Antonio de Ciudad Rodrigo lo invitó a
formar parte del grupo de misioneros que tenía la tarea de continuar con el
proceso de evangelización iniciado cuatro años atrás. Sahagún aceptó y,
en mayo de ese mismo año, pisó tierras mexicanas, en las que fructificarían
todos sus esfuerzos humanistas por lograr un acercamiento a la cultura
mexica.
El Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco que vio la luz en
1536, constituyó un lugar clave para el fraile, ya que no sólo tuvo la
posibilidad de formar parte del grupo docente que impartía clases a los
jóvenes nahuas, sino que fue el espacio donde sus investigaciones sobre
el mundo indígena tuvieron cabida; el acercamiento a hombres sabios que
se convirtieron en sus informantes, así como la colaboración de algunos de
sus discípulos para la conformación de su obra, son dos de las posibilidades que dicho recinto educativo le brindó.
Ejerciendo su labor evangelizadora, Bernardino pudo comprender
que no bastaba con poseer el dominio de la lengua hablada por los
naturales de las tierras conquistadas, sino que el proceso de conversión
conllevaba un esfuerzo más complejo que requería adentrarse en el
conocimiento de cada uno de los aspectos que conformaban el universo
mexica, el entramado cultural que había sido ignorado por los hermanos
de orden que lo precedieron.
Hacia 1547, ávido por conocer el pensamiento nahua, inició la
recopilación de una serie de discursos que aludían a circunstancias vitales
específicas; cabe señalar que éstos se consideran testimonios de la
antigua palabra, denominados en náhuatl como “huehuetlahtolli” y que
forman uno de los libros que constituyen la Historia General. A estos
discursos volveremos más adelante.
Fray Francisco de Toral le envió una “Obediencia” en el año de
1558, en la que le encomendaba reunir, tal como lo señala Sahagún “[…]
lo que me pareciese ser útil para la doctrina, cultura y manutenencia de la
cristiandad destos naturales desta Nueva España, y para ayuda de los
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obreros y ministros que los doctrinan […]”1 Así, puso en marcha su
investigación junto con sus colaboradores, comenzando sus pesquisas en
Tepepulco, en el actual estado de Hidalgo. Basándose en una minuta que
había elaborado, cuestionó a diez o doce principales que fueron designados por el señor de dicha región, tal como Bernardino lo había solicitado;
era de suma importancia contar con el testimonio de quienes habían
formado parte de la realidad mexica antes de la conquista hispana.2
A pesar de lo anterior, fray Bernardino consideró que podían existir
errores u omisiones por parte de los informantes y, a su regreso a Tlatelolco
en 1561, hizo una revisión profunda del material recogido. Estando así con
otros sabios nahuas en el convento de San Francisco de la ciudad de
México, se logró integrar una base documental sobre la cual Sahagún
preparó la obra que conocemos como Historia general de las cosas de
Nueva España, misma que está constituida por doce libros que tuvieron su
origen en los cinco que integraban el trabajo de investigación hecho en
Tepepulco ―los “Primeros memoriales”—
Veamos los apartados que la conforman:
Libro I. De los dioses adorados por los mexicanos.
Libro II. De las fiestas y sacrificios.
Libro III. Relaciones acerca del origen de los dioses, con
apéndices sobre los destinos después de la muerte y acerca de
la educación.
Libro IV. El libro del tonalpohualli o cuenta de los 260 días.
Libro V. Augurios y abusiones.
Libro VI. Los huehuetlahtolli, testimonios de la antigua palabra.
Libro VII. El sol, la luna, las estrellas y la “atadura de los años”.
Libro VIII. De los reyes y nobles y de las formas de su gobierno,
elecciones de los señores y sus maneras de vivir.
Libro IX. De los mercaderes, oficiales de oro y piedras
preciosas y de trabajos de arte plumario.
Libro X. De los vicios y virtudes de la gente y de las partes del
cuerpo humano, sus enfermedades y remedios, así como de un
capítulo acerca de “las naciones que a esta tierra han venido a
poblar”.
Libro XI. De las cosas naturales, animales, árboles, plantas,
metales y diversas piedras.
Libro XII. Relación de la conquista de México.
Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, Tomo I, Alfredo López Austin y
Josefina García Quintana (ed.), México, CONACULTA, 2002, p. 129.
2 Los textos y pinturas que se obtuvieron a raíz de ese primer ejercicio de recolección, son los que hoy llevan el
nombre de “Primeros memoriales”.
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EL LIBRO VI: “DE LA RETÓRICA Y FILOSOFÍA MORAL Y TEOLOGÍA DE LA
GENTE MEXICANA…”
Como someramente ya se había comentado, el francisano recopiló una
serie de testimonios llamados huehuetlahtolli “antigua palabra”, estos
abarcan los primeros cuarenta capítulos del Libro VI y tratan, según Ángel
María Garibay,3 las siguientes materias:
A. Religiosa. Del capítulo I al IX, donde se encuentran vertidas las
oraciones elevadas a los dioses Tezcatlipoca y Tláloc.
B. De carácter público. Los textos acerca de las elecciones de los
gobernantes, donde estos últimos, así como los electores,
toman la palabra. Se registran del capítulo Xl XVI.
C. Doméstica. Abarca del capítulo XVII al XXI. Se presentan una
serie de discursos que el gobernante empleaba para aleccionar
a sus descendientes.
D. Ceremonial. Del capítulo XXIII al XL, se tratan temas como el
matrimonio, el embarazo, el nacimiento de los hijos, la
educación, etc.
Como se puede advertir, estos discursos ofrecen un vasto paradigma que
evidencia cuáles eran los sucesos más significativos en la sociedad mexica
y dan cuenta de los valores que constituían su cosmovisión.
Asímismo, Bernardino agrega tres capítulos en los que incluye
refranes, zazaniles (adivinanzas) y metáforas, respectivamente, apartados
que, junto con los discursos que los anteceden, son prueba fehaciente de
la riqueza e importancia de la tradición oral nahua.
El capítulo XLI, que resulta ser de nuestro interés para el presente
estudio, se encuentra constituido por 80 refranes, mismos que decide
glosarlos, es decir, explica el sentido de la estructura y, en algunas
ocasiones, refiere a aspectos pragmáticos que son de gran relevancia para
la comprensión de la cultura mexica.
CAPÍTULO XLI: “DE LOS ADAGIOS QUE ESTA GENTE MEXICANA
USABA”
Sahagún denomina “adagios”4 a las construcciones nahuas que reunió en
este apartado. El trabajo del franciscano puede ser considerado como el
3
4
Ángel María Garibay K., Historia en la literatura náhuatl, México, Porrúa, 1953, p. 427.
En esa época no se encontraban delimitadas las diferencias entre refrán, adagio, proverbio, etc.
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primer esfuerzo por elaborar un refranero de la tradición nahua, ya que no
existen indicios de un trabajo de recopilación similar.5
Bernardino sigue entonces la línea trazada por el humanismo
español, periodo en el que se muestra una gran avidez por la recopilación
de una serie de estructuras paremiológicas, ya sea de índole clásico (los
proverbios de los Antiguos) o popular. Así, dentro de los siglos XV, XVI y
XVII,6 podemos mencionar los trabajos del Marqués de Santillana,
Refranes que dizen las viejas tras el fuego (1543); Hernán Núñez de
Guzmán, Refranes o proverbios en romance (1555/1621) y Gonzalo
Correas con su Vocabulario de refranes i frases proverbiales i otras
fórmulas (1627), que permitieron consolidar un vastísimo arsenal de
paremias hispanas.
Cabe señalar, que este tipo de “fiebre paremiológica” llegó hasta
la literatura. Ya Miguel de Cervantes en su Quijote, Fernando de Rojas en
La Celestina, y Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua, tendrán a bien
incorporar una cantidad bastante numerosa de estructuras de este tipo.
Los refranes de tradición mexica abarcaban todos los contenidos
éticos y morales determinantes en su cultura; se habla de la soberbia, la
hipocresía, la burla o la mentira, entre otras formas de conducta negativa
que en todo momento se reprueba. Así mismo, existen otros que aluden a
valores como la bondad, el respeto, la prudencia o la humildad, mismos
que se consideran sumamente elogiables.
Veamos algunos ejemplos:
♦Hipocresía:
Tlanixiquipilhuílax – “Arrastra la bolsa debajo”.
Se utilizaba para evidenciar que alguien mostraba a los demás ser de
cierta manera, cuando en realidad era completamente distinto.
♦Mentira:
Iztlactli, tencualactli – “Saliva, baba”.
Manera de expresar que lo que alguien decía era falso.
♦Necedad:
In ie tlecuilíxcuac, in ie tlamamátlac – “Ya frente al fuego, ya frente a ti”.
Se le decía a quien no hacía caso de las advertencias para prevenirlo de
algún infortunio.
♦Desvergüenza:
Ixcuáhuitl, huel ixcuauh – “Cara de madera, cara de palo”.
Se le calificaba así a quien no se averginzaba, que no era prudente.
Aunque fray Andrés de Olmos realizó, antes que Bernardino, una recopilación de este tipo de estructuras para
su Arte de la lengua mexicana, publicada en 1547, no la consideramos como el primer indicio de refranero en
suelo mexicano, ya que no existe un intento de interpretación, como es que ocurre con el trabajo sahagunense.
6 Es importante recordar que los antecedentes del refranero hispano se remontan hacia la primera mitad del
siglo XIII. En el Poema del mio Cid, por ejemplo, se puede encontrar la fraseología popular de la época.
Del siglo XIV podemos mencionar el Libro del caballero Zifar y el Libro de buen amor.
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♦Desobediencia:
Tzonpáchpul, cuitlanéxpul: huel achi itzóncal tictlalilía – “Desgreñado,
mugroso, arréglale un poco su cabellera”.
Se reprendía de esa manera a quien no obedecía las órdenes del
gobernante, su padre o su madre.
El ideal indígena era encontrar un “punto medio”; lo moderado es
una muestra de civilidad. Si se pide estar agradecido y orgulloso de lo que
se tiene y mostrar dicha actitud “llevando la frente en alto”, se busca al
mismo tiempo que no sobrepase los límites y, cayendo en la arrogancia,
se pierda la humildad. Para los mexicas, “un hombre civilizado es ante todo
aquel que se sabe dominar, que no hace ostentación de sus sentimientos
—salvo cuando es pertinente hacerlo, y dentro de las formas convencionales—, que observa en todas las circunstancias una actitud digna, un
comportamiento correcto y discreto”.7
Dicha rectitud sorprendió en gran medida a los españoles. Las
palabras del propio Sahagún son muestra de ello:
[…] es gran vergüenza nuestra que los indios naturales, cuerdos y
sabios antiguos, supieran dar remedio a los daños que esta tierra
imprime en los que en ella viven, obviando a las cosas naturales con
contrarios ejercicios, y nosotros nos vamos el agua abajo con nuestras
malas inclinaciones […]8
SAHAGÚN TRADUCTOR
Es importante recordar que, aunque la labor de traducción resulta ser uno
de los quehaceres más antiguos, no existía una teoría como tal que
estableciera las pautas a seguir. Así, en la etapa renacentista, los
testimonios de los traductores, junto con el conocimiento de la retórica,
serán las directrices que guiarán a quienes decidieron realizar tarea tan
encomiable.
La traducción jugará un papel importantísimo en tierras americanas. Algunos religiosos, como Bernardino, se sumaron a dicha actividad
acercándose así a las lenguas amerindias y, por ende, a realidades y
concepciones ajenas a ellos.
El franciscano, una vez habiendo realizado un arduo trabajo de
recopilación, se enfrenta a una nueva tarea no menos difícil que la primera:
acercar a sus coetáneos, los españoles, al mundo indígena. Veamos lo que
señala en la nota al sincero lector:
Jacques Soustelle, La vida cotidiana de los aztecas, México, FCE, 1970, (trad. española de Carlos Villegas) p.
221.
8 Sahagún, fray Bernardino de, Historia general de las cosas de Nueva España, t. II, p.245 (citado por Miguel
León- Portilla, op. cit., p. 232).
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Van estos doce libros de tal manera trazados que cada plana lleva tres
columnas: la primera, de lengua española; la segunda, la lengua
mexicana; la tercera, la declaración de los vocablos mexicanos, señalados con sus cifras en ambas partes. Lo de la lengua mexicana se ha
acabado de sacar en blanco, todos doce libros; lo de la lengua española
y las escolias no está hecho por no haber podido más, por falta de ayuda
y de favor […] si se acabase, sería un tesoro para saber muchas cosas
dignas de ser sabidas, y para con facilidad saber esta lengua con todos
sus secretos, y sería cosa de mucha estima en la Nueva y Vieja España.9
Atendiendo entonces al objetivo del fraile, podemos señalar dos consideraciones que tomó en cuenta para alejarse de una traducción literal:10
A. El náhuatl y el español no pertenecen a una misma familia lingüística,
lo que implica una morfología y estructura distintas.
B. El ambiente cultura en el que se desarrollan ambas lenguas es
diferente, lo que conlleva a dos concepciones del mundo disímiles.
Habrá que agregar, a estos dos puntos, las características del refrán: una
forma discursiva constituida por un significado referencial, el significado
literal, que es el que se presenta a partir de los vocablos que lo componen;
y uno paremiológico, la interpretación, que surge de la estructura lógico
semántica del texto contenido.
Por lo tanto, fray Bernardino concibe, dentro del capítulo XLI que
se aboca a los refranes, dos tipos de traducción distintos:
1.- Una traducción “libre” en la que el religioso comienza por comprender
el sentido de la paremia nahua para plantear una frase cercana a éste. Así,
las figuras retóricas, como la metáfora tan común en la lengua náhuatl, se
pierden.
Ejemplo de ello sería el refrán nahua: “¿Can noyacauh? ¿Can
moyacauh?”, que en su traducción literal quedaría como: “¿Dónde está mi
nariz? ¿Dónde está tu nariz?, y que Bernardino traduce como: “Él me lo
pagará”.11
2.- La traducción “analógica” que implica, al igual que la anterior, la
comprensión del sentido del refrán nahua para buscar un refrán español
con sentido similar.
Bernardino de Sahagún, op.cit., p. 36.
Nos referimos a la traducción en la que se traspone palabra por palabra y que tuvo muchos adeptos en la
Edad Media.
11 Véase Patrick Johansson, “Los refranes nahuas en la obra de Sahagún” en: El universo de Sahagún. Pasado
y presente, Coloquio 2005, José Rubén Romero Galván y Pilar Máynez (coord.), México: UNAM, IIH, 2007, p.
98.
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La analogía era una de las herramientas mayormente utilizadas dentro
del siglo XVI para dar cabida al proceso cognoscitivo. Así esta técnica
tan común, por medio de la cual se buscan una serie de semejanzas,
constituyó para fray Bernardino una herramienta bastante funcional para
lograr un acercamiento a la cultura de los antiguos mexicanos.
Las distintas maneras en las que utiliza la paremiología hispana son:
A.
B.
C.
D.
Incorporando sólo una estructura de dicha tradición.
Introduciendo, antes o después de la equivalencia española, una
frase con la que se dé un mayor detalle, o del significado
paremiológico del refrán nahua o de alguna figura presente en
éste.
Combinando un refrán con una oración y viceversa.
Agregando una o dos oraciones, que no son paremias e
introduciendo, en el texto explicativo, un refrán.
CONVERGENCIA DE LOS IMAGINARIOS ESPAÑOL Y NAHUA
Fray Bernardino, como podemos darnos cuenta, entiende que un refrán de
ningún modo se traduce de forma literal, sino que debe “adaptarse”. Sabe
que existe un elemento simbólico dentro de la estructura que alude a
experiencias específicas del pueblo nahua, a un “imaginario”. Éste, según
Evelyn Plantegean, “[…] está constituido por el conjunto de representaciones que desbordan el límite trazado por los testimonios de la experiencia y
los encadenamientos deductivos que estos autorizan. Lo que significa que
cada cultura, y por tanto cada sociedad e incluso cada nivel de la sociedad
compleja tiene su imaginario.”12
Con base en lo anterior, podemos comprender el gran trabajo de
interpretación sahagunense, ya que a pesar de encontrarse con refranes
ajenos a su imaginario, el español, decide que tales representaciones no
serán un obstáculo para dar a conocer el sentido de los veinticuatro
refranes que traduce a partir del empleo del refranero hispano.
A continuación mostraremos algunos de los refranes mexicas
interpretados analógicamente por el fraile. Los presentamos acompañados
de una traducción literal13 y una breve explicación que permita al lector
acercarse a su interpretación. Cabe señalar que hemos dejado de lado los
textos explicativos que acompañan a cada estructura, ya que, en general,
Sahagún los glosa apegándose a lo mencionado en la versión en náhuatl.
Citada por Carmen Nava en “Introducción” a México en el imaginario en: Carmen Nava y Mario Alejandro
Carrillo (coord.), México, UAM Xochimilco, Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos y el
GRESAL, 1995, p. XI.
13 Todas las traducciones literales han sido tomadas de la obra de Patrick Johansson Machiotlahtolli. La palabra
modelo, citada anteriormente.
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Refrán nahua
Traducción literal
Refrán hispano
Canin mach
Coyonacazco
¿Dónde acaso está el
lugar de la oreja
agujerada?
Al buen entendedor
pocas palabras
Tanto el Marqués de Santillana en sus Refranes que dizen las
viejas tras el fuego, como Núñez de Guzmán en Los refranes y proverbios
en romance, incorporaron la paremia española. De igual manera, el empleo
de dicha estructura se puede encontrar en la Carta a su fijo (s.XV) de fray
Juan Martínez de Burgos.14
Fray Bernardino, no da ninguna explicación acerca del empleo del
refrán nahua, sólo se limita a indicar que era un decir propio de la región
de Coyonacazco.15 Sin embargo, agrega, al refrán hispano, la oración “o
bien entiendo que murmuráis de mí por sumas” aludiendo así a la
explicación que aparece en náhuatl donde se hace referencia a dos
situaciones en las parece que el decir era utilizado:
1.- Cuando una persona intentaba burlarse de otra y no era capaz de
hacerlo bien.
2.-Cuando alguien era llamado en múltiples ocasiones para pedirle que
realizara algo y era incapaz de entender u oír lo que se le estaba pidiendo.
Refrán nahua
Traducción literal
Refrán hispano
Cuicuitlauilli in
tlalticpac
Perseverancia en la
tierra
La gota cava la piedra
La paremia hispana fue encontrada en el Vocabulario de refranes y frases
proverbiales de Correas, en el trabajo de Núñez de Guzmán, así como en
las obras literarias Crónicas de don Álvaro de Luna de Gonzalo Chacón y
La Celestina atribuida a Fernando de Rojas.16
Eleanor O’ Kane, Refranes y frases proverbiales españoles de la Edad Media, Madrid, Aguirre Torre, 1959, p.
109.
15 Una referencia de este lugar se encuentra en el capítulo XIII de la Visión de los vencidos. Relaciones indígenas
de la Conquista (p. 155), donde se aclara que es un topónimo de un sitio de la ciudad que significa “en la oreja
del adive”; el adive es un animal parecido al zorro que en muchas ocasiones fue relacionado por los españoles,
con el coyote, por ser muy perceptivo y hábil para la caza.
16 Eleanor O’ Kane, op. cit., p.122.
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En la interpretación de fray Bernardino nos encontramos con la
metáfora hispana de una gota de agua cayendo constantemente sobre un
fragmento de mineral duro, que sufre un desgaste. Por lo tanto, se puede
observar que, aunque la construcción de tradición nahua se encuentra
inclinada hacia un plano referencial, el franciscano opta por un refrán
representativo para el imaginario español.
Refrán nahua
Traducción literal
Refrán hispano
Icnopillotl
ommomelauh
La miseria se propagó
No pueden ser las más
negras que el cuervo
Nuñez de Guzmán y Correas incorporan este decir en sus trabajos. O’
Kane señala que se utiliza en la obra del siglo XV Pleyto…q…ovo con su
amiga, de Juan de Dueñas.17
El franciscano inicia su interpretación diciendo “no puede ser peor”
y enseguida, agrega el refrán de tradición española. Así, se entiende que
considera que resulta más representativa la imagen del cuervo que sólo
mantenerse en un plano meramente referencial como ocurre con la
paremia nahua.
Refrán nahua
Traducción literal
Refrán hispano
Iuh quito
atecocolpil,ayel nel
toxaxamacayan
Como dijo el caracolito,
no es momento de
hacerse pedazos
Cantarillo que muchas
veces va a la fuente, o
dexa el asa o la frente
Tanto en el refranero de Correas, como en el del Marqués de Santillana y
Núñez de Guzmán, aparece esta paremia. De igual forma, cabe señalar
que podemos encontrar alusión a ésta en El caballero Cifar.18
En el trabajo interpretativo de Sahagún encontramos la alusión a
lo negativo que resulta la desobediencia repetida, de allí que agregue al
refrán hispano la oración “el caracolillo que muchas vezes atraviesa el
camino queda allí pisado de los caminantes”. Sin embargo, el refrán nahua
se concentra únicamente en la mala ventura de quien es descubierto y/ o
castigado por ello.
Este es uno de los casos en los que relaciona las imágenes de
ambos refranes: el caracolito y el cántaro, esto a partir de una característica
común, su fragilidad.
17
18
O’ Kane, op. cit., p.95.
O’ Kane, op. cit., p.117.
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Refrán nahua
Traducción literal
Refrán hispano
Ixpetz
Astuto
Es un Merlín
La estructura “es un…” se encuentra registrada en la obra de Gonzalo
Correas.
La imagen de Merlín proviene de la tradición inglesa que después
heredó la literatura hispana, recordemos por ejemplo, el Quijote de Miguel
de Cervantes.
Iglesias Ovejero señala que su nombre llegó al refranero antiguo a
muy temprana edad, “[…] cuyas raíces históricas al parecer remontarían al
siglo V, aunque su referencia más próxima serían las leyendas bretonas
que hacen de él una especie de anticristo, hijo del diablo y profeta,
encantador encantado”.19
En este caso, parecería que el sentido que recupera Sahagún del
refrán nahua, se relaciona con la imagen de una persona que sabe cómo
actuar para lograr lo que quiere, pero que no es del todo bien intencionada.
Refrán nahua
Traducción literal
Refrán hispano
Notzotzon,motzotzon,
anozo cuix no cuele
notzotzon in nohuatzon
Mi cabello, tu cabello
o ¿acaso mi pelo es
un penacho
Mi gozo en el pozo
La paremia hispana se encuentra registrada en los refraneros, de Correas,
Marqués de Santillana, Núñez de Guzmán, así como en la obra La
Celestina atribuida a Fernando de Rojas.20
El franciscano se ayuda de la frase “donde esperaba agradecimiento me vino confusión”, que incorpora enseguida de la paremia, para
referirse al sentido del refrán nahua cuya imagen resulta ser críptica.
Además Sahagún agrega, en el texto explicativo que incorpora a su
interpretación, una alusión a la metáfora de tradición mexicana, “entonces
se dice, mis cabellos cubrieron mi cara”, lo que nos permite argüir que el
que se tengan los cabellos en el rostro implica no ver claro, es decir, darse
cuenta de un comportamiento desagradecido y sentirse confundido y triste.
Ángel Iglesias Ovejero, “Figuración proverbial y nivelación en los nombres propios del refranero antiguo:
figuras vulgarizadas del registro culto”, Criticón, no. 28, 1984, p. 63.
20 E. O´Kane, op. cit., p.122.
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Refrán nahua
Traducción literal
Refrán hispano
Tetitech noneoa
Me topo con una
piedra
Iba por lana y volví
trasquilado
Este refrán español se registra en la obra de Gonzalo Correas.
El franciscano agrega “y tropecé con la piedra”, con la intención
de no dejar perder la metáfora planteada por la estructura nahua.
En el Cancionero castellano del s. XV en Fernán Pérez de
Guzmán, se registra la paremia hispana.21
Sahagún agrega, en su versión: “o doblado que una cosa tiene de
dentro y otra cosa muestra de fuera”, lo que permite establecer una relación
directa con la imagen que se desprende del refrán mexica.
Refrán nahua
Traducción literal
Tlani
xiquipilhuilax
Arrastra la bolsa
debajo
Refrán hispano
Lobo en piel de
oveja
DONDE UNA TRADICIÓN COMIENZA NO HAY QUIEN LA DETENGA
Tal como se ha podido observar, a través de este somero acercamiento, el
trabajo de fray Bernardino nos anticipa una tradición hispana de la que es
heredera la paremiología mexicana. No podía haber sido de otra manera,
el encuentro de ambos mundos produjo un choque que necesariamente
dio paso a un proceso de transculturación.22
Tanto los refraneros-acervo como los refraneros literarios, es decir,
aquellos en los que el escritor pone en boca de sus personajes una serie
de estructuras paremiológicas representativas del habla de la época,
llegaron a la Nueva España, “[…] el novohispano es un periodo de
lactancia: cualquier refranero importante que aparece en España
repercutirá en la lactancia novohispana”.23 El habla posterior a la conquista
Eleanor O’ Kane, op. cit., p. 29.
“La transculturación comprende aquellos fenómenos que resultan donde los grupos de individuos que tienen
culturas diferentes toman contacto continuo de primera mano, con los consiguientes cambios en los patrones de
la cultura original de uno de los grupos o de ambos”. Definición planteada por el Consejo de Investigaciones de
la Ciencia Social en 1935. Citado por Melville J. Herskovits en El hombre y sus obras, México, FCE,
Decimotercera reimpresión, 2007, p. 565.
23 Herón Pérez M., Refrán viejo nunca miente, México, El Colegio de Michoacán, 1994, p. 76.
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se tiñó de expresiones que empezaron a aludir, poco a poco, a referentes
familiares, conocidos.
Resulta interesante comentar que, tal como ocurrió en España, en
nuestro país la incorporación de paremias hispanas se dio fuertemente en
el campo de la literatura.
La obra de Sor Juana Inés de la Cruz puede tomarse como un
ejemplo de la manera en la cual repercutió la tradición paremiológica
peninsular. La poetisa mexicana integra a su obra una serie de refranes,
ya sea a partir de la cita específica o haciendo únicamente alusión a ellos.24
Veamos el verso 108, en cursivas, del poema número 25 de las
Obras completas25 escrito con motivo del primer cumpleaños del hijo de los
marqueses de la Laguna:
Ya sabéis lo que es vivir:
pues, dado un círculo entero
a vuestra dichosa edad,
quien hace un año, hará ciento.
Pérez Martínez señala que tal decir se registra en la compilación de
Gonzalo Correas como: “quien hace un cesto hará un ciento, si tiene
mimbre y tiempo […]”.26 Sin embargo, para ajustarlo a su composición, la
monja sustituye la palabra “cesto” por “año”.
Juan Ruiz de Alarcón fue otro de los literatos que incorporó a sus
comedias un número considerable de paremias. Bastará con recordar el
título de una de ellas: Las paredes oyen, refrán común de la época que fue
inspiración para contar una historia de enredos en la que se plantea la
temática del amor no correspondido y la perseverancia del fiel enamorado.
Estos dos importantes representantes de la literatura mexicana del
siglo XVII hacen despuntar al refranero español, que tiempo antes utilizó
Sahagún, dentro de la tradición mexicana. Así, en los siglos posteriores
tendremos las obras El Periquillo Sarniento de Fernández de Lizardi, Las
tierras flacas de Agustín Yáñez y Los bandidos de Río Frío de Manuel
Payno, como campo fértil para sembrar la semilla paremiológica de la que
se cosecharán frutos hasta el siglo XX, momentos en los que se
considerará a los refranes como un tipo de texto que amerita ser compilado
y estudiado. Así ha de comenzar la tradición de los refraneros-acervo,
misma que cinco siglos atrás había germinado en la península Ibérica.
Los trabajos de recopilación que encabezan la paremiología
mexicana, son los de José Trinidad Laris y Luis M. Rivera con su Historia
Para más detalle puede revisarse la obra: El hablar lapidario. Ensayo de paremiología mexicana de Herón
Pérez Martínez, México, El Colegio de Michoacán, p .139.
25 Sor Juana Inés de la Cruz, Obras Completas (Tomo I: Lírica personal) Edición, introducción y notas de Antonio
Alatorre, México, FCE, segunda edición, 2009, p. 109.
26 Herón Pérez, op. cit., p.82.
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de modismos y refranes mexicanos y el Origen y significación de algunas
frases: locuciones, refranes, adagios, proverbios, respectivamente. En
ambas obras, de 1921, se incorporan una serie de glosas siguiendo la
tradición española y, además se muestra una tendencia a rastrear los
orígenes de las estructuras incorporadas.
Así mismo, la Historia de modismos y refranes mexicanos impresa
por Fortino Jaime, figura dentro de este despertar paremiológico de nuestro
país.
Refranes, Proverbios y Dichos y Dicharachos Mexicanos de Darío
Rubio, constituye uno de los refraneros más representativos del siglo XX.
Publicado en dos tomos, en 1937, nos muestra el interés del guanajuatense por el habla mexicana. “En buena parte, Rubio pretende elaborar
una paremiología contrastiva. La bibliografía que incluye se refiere
exclusivamente a refraneros españoles. Además, a lo largo de la obra va
deslindando cuidadosamente lo mexicano de lo español en el refranero
mexicano”.27
Por otra parte, la obra de Miguel Velasco Valdés, denominada El
Refranero Mexicano, es el primer trabajo recopilatorio que se publica con
el nombre explícito de “refranero”. Aparecido en 1961, ostenta más de
seiscientos refranes clasificados según el estilo y el uso, recogiendo a la
vez, las variadas interpretaciones que se dan de cada uno de ellos.
LOS REFRANES ESPAÑOLES UTILIZADOS POR
SAHAGÚN EN EL SIGLO XX
Hasta aquí hemos mencionado las obras más representativas posteriores
al trabajo de recopilación sahagunense. Queremos cerrar este recorrido
con el trabajo Los refranes del hablar mexicano del siglo XX28 del
paremiólogo Herón Pérez Martínez, quien logra condensar todas las
paremias utilizadas a lo largo de la centuria anterior, tanto en los textos
literarios como en las compilaciones a las que asignamos el nombre de
“refraneros”.
Realizando una búsqueda en dicha obra, de los refranes
analizados en el apartado anterior, confirmamos que algunos de ellos no
sólo se incorporaron a la cultura mexicana en la época novohispana, sino
que se fosilizaron en el imaginario mexicano para establecerse como una
tradición vigente en el siglo XX.
Mostramos a continuación una tabla en la que incorporamos la
paremia utilizada por el franciscano y la registrada en el trabajo de
recopilación de la centuria pasada:
Herón Pérez M, op. cit., p.146.
México: CONACULTA y El Colegio de Michoacán coed., 2002.
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Refrán español utilizado por
Sahagún (s.XVI)
Refrán español registrado en el
refranero mexicano (s.XX)
Al buen entendedor pocas palabras
A buen entendedor, pocas palabras
(p.58)
La gota cava piedra
La gota perfora la roca (p.224)
Cantarillo que muchas
vezes va a la fuente, o dexa el asa o
la frente
Tanto va el cántaro al agua hasta
que se quiebra (p.365)
Mi gozo en el pozo
Con el gozo al pozo (p.118)
Iba por lana y volví trasquilado
Ir por lana y volver trasquilado
(p.218)
Como podrá observar el lector en esta pequeña muestra de estructuras
que forman parte del arsenal paremiológico del siglo XX y que, por
supuesto, se proyectan hacia la centuria actual, aunque en algunos casos
existen cambios a nivel estructural o léxico, todas mantienen el significado
conceptual que le permitió a Sahagún, poco menos de cuatrocientos años
atrás, interpretar una realidad completamente ajena a la suya.
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