La Patria - Actividad Cultural del Banco de la República

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La Patria - Actividad Cultural del Banco de la República
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LA F...A..TRIA.
NUMERO EXTRAORDINARIO
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CONSAGRADO Á HONRAR LA MEMORIA DE JAMES ABRAHAM GARFIELD
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PRESIDENTE DE LA REPUBLICA NORTE-AMERICANA
y
MÁRTIR DEL DEBER.
NOVIEMBRE DE 1881.
JAMES ABRAHAM CARFtELll.
El dia 2 de Julio último JAMES ABRABAM GAR.FIELD, Presideute
de los Estados Orúdos del Norte, fué hel~do a1evosa y mortalmente, á
tiempo que iba á partÍl' de Washington, capital de la.República.
Ese golpe no sofo hirió al primer magistrndo de un gran pueblo:
resonó dolorosamente en el corazon de todos los hombres civilizados.
El Presidente mártir luchó con la muerte como habia luchado en
los campos d~ Kentucky y en la batalla de ChickamJUlga, pero al fin
fué vencido !
Ef19 de Setiembre último entregó su alma al Qriador y su me·
moria á la admil'acion de la posteridad.
Si la vida de GARFIELD fué honrada, modesta, serena, ejemplar,
$U muerte 'puede considerarse como uno de los acontecimientos mas
dolor~os y trágicos de este siglo. G ARFIELD era digno descendiente de
aquellos famosos puritanos que emigraron de Europa en busca de una
comarca donde pudieran adorar á Dios como hombres libres, y que
echaron en la Nueva Inglaterra los fundamentos de un grande imperio.
Como ellos, vivió humildemente, luchó por la libertad y murió con la
L.A. F.A.TR:r.A..
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sereni¡illd de los justos. Oomo ellos, tuvo en lo§. dias d.urucba el vi~or
de los héroes y el \"alor sereno de los mártires. Oomo ellos, domino el
dolor y Sü;!'rió. sin una paJabra oe amargura· ochenta dias 1; ochenta no·
ches de mart.irio. Así viven los héroes de nuestro siglo;.J!sl mueren los
santos de la Democracia!
á morir leyendo la \ida de
Ahraham Uncoln aprendió á vivir
Washington. Losniño~c Nort.e-América aprenderán desde hoy á
leer en las vidas del c(JJJljtntero Lmcol.tn y del oa!:!l.ue1'o GARFIELD. Los
varones ilustres de America no valen ménos que los liOínbres de Plu·
tarco:Y¡as manos callosas que firmaron a proclama dc la emancipacion
de lo~ esclavos y los decretos para contener la corrupcion politica, eran
tan poderosas como las qne hicieron morir á millares de soldados en las
llanuras del Asia ó bajo las nieves de Rusia. Washington y Lincoln son
Grandes Libertadores; Alejandro, Julio Oésar y N a )oleon, Grandes
Asesinos!
~ N osotros hemo~ublicadº-Ias vidas de Franklin, Washington y
Lincoln, " para que los niños y jóvenes de Oo[ombia anien a..Y!!"tud Y la
libertad, y odien elliful, 1a corrupcion política y la servidumbre. Hoy
dam?s á luz un escrito admirabl unaJágina histórica~igna de inmortalizarse, relativa á la vida y á a muerte de (¡:A~IELD. Esa página
~ es obrá maestra de sentimiento y elocuencia, y su autor uno de los mas
brillantesllteratos de la época.
Es placer inefable la lectura de la vida de un grande hombre coutada por uu grande escritor. Se iluminan entónces las vastas y maravillosas regiones del alma con luz seren~J apacible que viene directamente
de ~ielos. La belleza moral es la ~ue da á la vulgar fignra de Sócrates l'esplandores casíCfívlnos, y la que transfigura en ángel á la campede Arco. Y cuando Plutarco nos refiere la muerte de SÓsina Juana
crates y Michelet el sllP.licio de Juana, el espíritn se postra de rodillas
y auras celestiales acarician nue§tra Üente. Las "Vidas" del'lñtarco
han ejercido lIna influencia enorme en el destino Qe muchos hombres
durante dlCz y. ocho siglos> y la vida de Washington por Eve!'ett es ca·
tecismo de moral práctica para todos los norte-americanos.
Oreemos que Lincoln y GARFIELD han encontrado su historiador.
Oreemos que si el señordoctor JOSe.Afartí, auor deES páginas que
hoy puolic~os, sc resue ve á escI~bir des'pac~o y c~nci~nzudamente
las biografías. de -ªSuenos (Jos justos, - ylas escnbe en JIlgles y español,
pues que domina ambos idiomas, - esas obras lo colocarán entre los
grandes escrit.ores de América y de E5>aña, y serán populares y clásicas
en dos literaturas. merson DO habbrla aeGARFIELD, en i~lés, cou mas
origiñalidau sentinuen o que Iarfi, y la aescrip~ioll e la agonía .,
cxequia~ del Presidente mártir es tan hermosa, tan elocuente, tan subli·
~ me, como las mejores páginas de Castelar.
.
llace pocos dias que, nl analizar en La Plwma ** un ..trabajO de
M rtí sobre la P2.csía e~añol a contempor:ánea-;- anunciábarr;os .que e~e
not.Jlbre seria PIQntoSi§Tebre. Ahora, en vista de otros trabajOS delllll.smo escritor - que es tambiell orªdor notabilísimo, - diremos lo que deCIR
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La de Franklin en la "Gaceta de Santander," 1867. y las de Washington y
l Lincoln en ,. La Patria, Revista de Instruccion pública," 1878.
** Véase el número 56 de La Pluma, de 10 de Setiembre último.
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en 1~5 O~mpD~or del m~lograd~evil)a: "Su talento es t~ inmen so, que es llnposlble predeCir hasta~é punto llegará con e tiempo."
No vemos en Es aña 111 en Sud-America un rosista me'or dotado ni
mas brillallt~. Es a enearnaClOn e a aciVidad de la natu?'a a y de
la elocuenoia. Es un rio caudaloso oe aguas claríSImas, gllecorre sobre
arcnasooradas. Su estilo tieue la hm leza, el brillo y las irradiaciones
del diamaute. Hay eu la_ literatura española otro Donoso Cortés, con
todas las cualidades y sin jos defectos de este insigne orador.
ITa muerto un O'rande hombre
ha nacido ,un O'rande escritor.
Sobre la tum a e arra a areclO e
(O orri a ""ladja 01' que hoy
clama, a ele o en un circo eSlerto.
reSl ente m r Ir, es e su
tnmba de Cleveland, continúa guiando al pueblo americano é inspirando á los escritores, oradores y poetas. El espectáculo de sus padecimientos y de su mucrte ha sido fecundo en bienes y en enseñanzas: nada
mas sublime que la lucha de ese ~stQ, priTero contra la corrupcion
política y luégo contra la muerte. sta triun Ó de la carne, Rero el mal
fué vencido por la virtud.
Cuantos lean estas á"inas llorarán como nosotros hemos llorad o,~
amarán á G.A..RFIELD como nosotros o amamos a mIrar n a llstorlador
de ese gran muerto como nosotros lOadmiramos sen Irán "a uel aire
fresco que resul~ e movImiento de ala de un genio.' ntonces volverán su corazon háClaDios y e dirán con el elocucntísimo Pastor de la
Iglesia presbiteriaua de LongJ2utnch :
"Señor! Haz gue _de las tinieblas de esta noche de amargura
surja un dia mas sereno, para la gloria dc DIOS y etDie'iídel hombre.. .
Gracias te damos yor el recuerdo de esta vida que se extIngue, víctima
de su consaii'llcíon 11eroica á losErinci pios .... Acom¡JlWa á estos tristeS }
viaieros en es e ainargo viaje; fortifícalos y anímalos, buen Dios, y
llé~anos á todos presto á la mañana ue no tieue noche, al hogar que
no tiene Ia~:¡mas, á la tierra que no tJen~e e."-Vista Hermosa (Estallos Unidos de Colombia), Noviembre 30 de 1881.
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'GARFIELD· •
SUMARIO.
Su muerto-Labor y premio-El último dio. y la. última. noche-Pánico y lutoEl nuevo Presidente-La autopsia-El asesino-Viajts higubrea--De Long Branch á
Washington-Plegarías y rosas.-Apoteósis en Washington-Procesiones inrncnsasArthur jura-El Sur y el Norte fraternizan-Una reina conmovida-La noticia á la
madre---El viaje á Clevelaod-.catafalco colosal y noche histórica-Funerales en Cleveland-L. N.cíon en los templo......Nueva York admirable-Lo quq fué G.t1!eldCaudal para la viuda-La catástrofe es útil.
Nueva York, 1. o de Octubre de 1881.
Sellor Director: Cuando se es testigo ¿le las grandeUlxpJosiones de
aglOr de la .Jl.l!manidad, se siente orgullo de ser.ll.2..mbre; así como,
cuando s,!! es t~~igo de sus postraeio~ ó su furia, dll vergüenza serlo.
La lT!.uerte es utlL la virtu,d es tITíl : la desgr~J! necesaria y reparadora, por cuanto despierta, en los corazones que la presencian, nobles impulsos de aliviarla. Y la tierra va camino de ventura, porque yá las
corQnas dUoS-J:C,Y.eLJiesCaJlS!!!'_ sobre e!.féretro .de los trabajadores. El
siglo último fué el del derrumbe del mundo antiguo; éste es el de la
elaboracion del mundo nuevo. Hé ahí, si nó, trémulos y conmovidos!t
todos los humanos, y enlutados los tronos, y entornados los palacios de
los monarcas, y arrodillada la nacion mas numer.J)sa~e la tierra, ante
un ataúd humilde. en que descansan las palmas del martirio sobre un
hombre aue se compró sus libros aegrie con el lroducto de las maderas
que cepi laba, y quEilla Il!uerto duello de una de las famas mas limpidas
del ~1)ajo la ro~unda de1 !Japitoli o-.de Wasnington: porque ¿ cómo
no ha de saberlo usten, SI las lll\éY~¡;n.rgas vuelan como si cabí'lgaran
en liliz ?
Garfield ha muerto.
Mqri6 6119 de Setiembre, ántes de que mediase la sombría noche; y
desde entónces j!óllan cesad,o la admiracion las mllestras deJ.eIDura, de
veneracioll y de congoja. La ciudad, las ciudades tQdas Jl.eJa Union,
estánCOlgadas de negro ;- y. las almas. Un mártir eS30mo padre y como
hermano de los lombres en cU-O beneficio muere: así, están todos en esta
tierra com..QJÜ..h.ubiewn...llerd\¡lQá Sil pad~,ls.Il_hermano.
A este hombre lo ha matadQ lID elemento oculto, que obra poderosamente contra las fuerzas "de cOllstruccion, entre las fuerzas de destruccion
de \;> humanidad: IIn ele,mento rencoJ:.QsQ,..i nteligJ;ll.te é implacable: eí
odio {, lu i.dud.
Yo lo e~cribí una vez en uno de e~os libro~ tristes 51ue no se )l!lblican
jamas, porque_no deben pl\6JIC,~rse SIllO l!ls ltbros QrlOsos l' acttvos, que
fortifica n J'..- abren ~so : n i Vn-tuo ll..-tu ser s odIado!' El que elesmaya ve con ojos de ira al que no desmaya: el perezoso al laborloso : el
que se doblega {, la adversidad, y precipita su derrota con su cobardía.
aborrece al quc sonrí e á la adversidad y, como mag,o á serpiente, la seduce, la duerme y la domillll. Los impacientes onian al paciente: los
soberbi os que anhelan un premio exagerado y prematuro:l condiciones
que no cultivan, ni utilizan, ni riegan, execran y persiguen {¡ los mansos
ue han labmdo Sil recompensa con SIlS virtudes, su fama con S11 esfuerzo.
o
,
* Este tra a ·Q... bistórico es una... CARTA escrita nípidamentc por el seilor Martí
para La pt!lton . aciol1al de Canicas, en donde se ha publjca~flrm8. del autor.
LA. P.A.'rB:t.A..
su gloria con sus dolores. La ventura es un premio, nó un derecho: no
decora elJeCho del soldado sino despues de ha!íer lucnado honrosamente
en la .!iaé la. El Tabor es la recompensa del Oalvario. Y i qué susto v
veneracion llenan los pechos de los homb;es que asisten al combate! i W
c~lebrart en el qJlcJldla, 1.. heroIca energUlJ¡lle í. ellos les falta! i qué sentIrse VIr uosos cuando un hombre es VIrtuoso! Todos, como si fuera
~ropi!l. celebran sll..rictoria. El es el !ímb!llo, el predecesor, el evangelIsta. i Una es el alma humana, y multlji1es sus aposentos pintorescos!
Por eso ahora parece como si un palio fúnebre cubriese á la vez todos los
hombres.
Era una noche tibia, y estaba el aire húmedo,_ la tierra 'lSleta, y
manso el mal'. Dos niUas reposalmn en la playa. Una mujer oxaba en su
aposento. Una anciana, en nn lejano Esj;¡¡dQ,_velaba por su hijo. Yá los
paseantes volvían de sn puseo, y sacndian en los portales los arneses los
espumantes corceles, y se extinguian las luces de la tierra, y centelle·
aban, como para alumQrar IlLgranaeescena.)' recibir al grande hijo, las
del cielo. Las quintas de. Long Branch dormian yá, envueltas en sombras: oíanse á lo léjos 10spasosilClos guaraas : un nil10 mensajero, como
una mari!?!>"'!, revoloteaba, corría, entraba y salIa en la casa del ~i­
dente herIdo; y en esa hora de reposo 9.ue precede siempre á las cat.ástrofes, comoA la naturaleza se proveyese d fuerzas para soportar el
gQlpe que viene á ponerlas á ~ba, escasos grupos recorrian las avenidas, comentaban en los solitarios corredores de los hoteles las nuévas
del dia, ó refugiados en un salan hablaban tristemente de cómo, rígidas
yá y frias, podian apénas las manos del enfermo tener en alto las riendas
de la vida.
Allá en la casa, el dia habia sido lúgubre: el valeroso pacieate, (
viendo en el rostro de todos el espanto, habla querido verllt' en un eSllejo, I
y vió en rusuJaz seca'y d@!.!!grada; y dejándolo caer sobre su lecho, dijo
con ull,9j3m¿do :
I n parezco, bién! ¿ OÓI1.!Q.. Lucrecia, quien ]larece tan bién,
puede seD.ti.rs.e tan terriblemente dé.bil? Y lfol]¡e? Yo qUIero ver á
Mollie. "
-Vinieron las dos nil1a~ de la playa, que eran)a hija del enfermo y la
de sn mejor amigo: Mollie dió uJUJe¡;o á &11. padre, se senN..á.]os IlIés de ~
su cam.!h..LlÍ. p2.CtLcay6 al suelo desmayada, y se bailó sU10stro de sangre.?
El enferm.Q,. que parecia dormjdQ,.J!..brió los ojos y J!llil"mnr6 :
_" Pobre Mollie ! Ha caido como un 1!l110."
La noche la noc11C sombría es iii1iOra fa.orita de la mUI).r te: yÍl al
oscurecer, est~ba señtada {¡ la cabecera del Presidente. La energía ejltaba{
de piQj¡ un ladO de.snJecho, y la bQlldad Wro; mas los resortes del )
cne~ estaban yá q.uebrados, los pulmones purnlentos, el C01:azon
atormentado, ILn auenrisma á punto de rOJ?lPerse.
_" Mucho pus hay hoy," dijo el médICO al curarlo.
.
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_" Pue~g!lro . enla lista deJ.ngresos !" repuso sonIlendo, y ya S
segtlro de su fin, el mártir.
.,.
, .
A las veces, deliguioB vagos Bucedlan a estos lDstantes)uCldos. S~
le oia, al despel1ar de súbito: "El pueblo! el ]1llebIQ! m! confianza.
Plácidas 8Qnmas. iluminaban su faz macilenta, y contusa~ palabras-" es·
trelJas! cielo! arroyo! cam~os! "-poblaban sus labIOS. SoJlllba con
aquenos árboles que habia sem !Illdo, y de cuy.a.ma.d era se ballla becho la
cuna de sus hijos: soBaba con .lft bUella I!l~dre ~nclana, en c1ljCOs labIOS ~!
dej6. nn far.&Q beso al salir de Jurar la l'rgldenCla: sallaba con aq!lella
hermosa casa, del pueblo de MéntoI....en cuyas verdes praderas no pacteron
6
LA PATRIA.
"nunca mas que amables corderos, y en cqyos altos árboles no_ ~El. posaron
·nunca mas que águilas. blancas !
_ H Delira?"
- " Nó! nó, doctor!" dijo el braw nombre ; y cayiLm suell0.
Cuandoef médico en jefe dió al guardian de la noche la hoja de
notas para la asistencia nocturna, era la última hoja del librº- de notas.
Las luces se habian atenuado; la esposa oraba; eLgeneral Swaim, un
a miliO-fiel,Jmbia comenzado sUJela ; el leal Dau té!, un buen..n.egro, entró
en el cqarto. Y se oyó un grito ahogado:
- " Oh Dios mio! Swaim! qué dQlQLtan terrible teog.¡Laquí !" (l,
el enfermo ¡¡g lIeTaba la mano al corazon): " i qué dolor tan terrible! '
Los labios gue dijeron esto, iiOilliex.on.yá más. La casa.1ué avisada,
el lech.u..IQQ.eado, la hora llegada. El alma se iba majestuosa y se=amente
de aqnel cuerpo. !!a esposa, con IQll <lÍos seco.s, como de quien no t iene
yá lágrimas que llorar, entró en !llJ"sto cuarto.
- " Do~ ..t! no hay e§peranza ?"
_
H Sefíora,
está muriendo! "
Los m édi cos, los amigos, los hijos, los sir vientes, cercaban al moribu ndo. L" hija, acercán<Jose..JJcla madre, preguntó: "Es la ll+Uerte?"
y la madre, abrazándola á su pecho, dijo: "i Hij.a..mia !"
Se oia el mar quc gemi a, perdiéndose en la playa; y el hombre que
maria, pm·dién.dose cn el seno incscrntado . .Ya luchaba, como un gigante
que va á ser vencido; ya decrecia su fatigado aliento, como cansado aparato de vapor que se va hunuiendo en cstacion lejana. Y fueron mas
roncos, y mas ahogados, y mas lentos, los YagQs genlidos ; y c..l..w-azou:
m!!:!,sion de amores, q1tedó l:9to ; y el mé~ co!! YOZ llorosa <!.Uo : '~ Todo
ha acabado 1"
¡oTi! <¡'aé misterio! Vuela una alm" del cne.!1?0, Y '1Qeda-riYa, acariciada, abriga fI. en los lugares que Illl niinó con su energla, en los espacios
que llenó con sus voces, en el pueblo que defendió con su bravura, en los
cora?Ones que confortó con su cari lla. Quien vive para todos, continúa
viviendo en todos : i dulce r ·QnJ.io !
Al punto, cuando cona fuz hUIldida cn su lecho lloraba la ~osa ;
cuando en el seno de su amiga sollozaba Ja hija; cuando aguardaba
insomlle la fortísima madre noticias de su J aime muy aJUado, despertóse
espantadg Long Branch, y con él 1" Nagion . A las ciudades, á las aldeas,
á los cortIjos, voló la triste nuéva. Las campanas del Rudson al Bravo,
y de Baltimore á San Francisco, doblaron :L un tiempo. Sus sones, eomo
aves n<;gras desalojadas por el viento fria de la alta totre, ras¡¡abau los
aires. La risa se detuvo en todos 108 labios, y el llanto brotó a la yez {,
\ todos los ojos. Los teatros se cerraron: muchedumbres compactas y
,,!armadas llenaron los hoteles. En Brooklyn , un grupo de hombres, encendido en generosa ira, detnvo é impuso silencio á los pasajeros de un
tranvía que, ignorantes del grave suceso, voh-iau de una fiesta cantando.
En Nueva York, en los hogares, levantáronse las familias y y~llIron el
re~" laJloche, como por ~Eio_I)1...l!erto : en los hoteles, acá centro de
vida, los potentados de la Bolsa, congregados en el Windsor, y los políticos
y viajeros de nota en la Quinta Avenida, recibi.!?ron conmovidos y con
se1'lales de estu)2.or el anuncio terrible. Alcances ií. los periódicos eran
venitiños á grandes voces- por l¡¡scarre~gaa:Qs Ii precióS eX.Q.rbitantes.
Las máqu inas poderosas de los diarios liót¡ibles imprimia.n en aJl..undantes
coluQ}nas los menores detalles del suceso, traiuos, como.Jl!LJ.llas, en trenes
especi¡¡les .
.A la UQ.!! de la maw'ugada, en la caea en que habita y en manos del
l
~
LA FATRIA_
Juez _Brad}', cu un. :1,:cho salon . cuaiado de libros~bellecido por
cuadros de maestros Italianos en marcos de Florencia, el Vice-preSidentes
prestó el juramento de lealtad los deberes de su nuevo cargo. Y ahogado
por las lá*,imas, se echó sollozando en un sillon,s estuvo laraas horas
b
con la faz orosa nundlcla entre sus manos.
Al amanecer i qué alba tan triste! las gentes, silenciosas, andab:1n
lentamente. La m:1llana no alegraba, como ella alegra, los rostros de los
hombres .. Parecia la ciudad un ten;'l'lo illl!l.enso. Los carros urbanos, los
ferrocarriles, los vapores JlJ!ll atravIesan elrio, donde brillantes i parleras
multitudes sc agrupañen las primeras horas de la mallana, eran vehículos fúnebres. Entrc un millar de I!ersona~> ni una voz s_e oia : oíaee solo el
desdoblar dc los ¡wi6dicos, que se vendieroQ en cantidades fabulosas.
i 1fagnffica tristeza.] venerableJuto! i Y asl fJ!é en todas las ciudades
de la Union ! Tál el nortello recio, y el de los Estados del mediodía brillante;tál el áspe,ro calif.o)·niano y el culto hijo d.e B.óston ; tál el esp~1l01
el aleman, el irlandés, el frutero mísero, el carretero duro, la elegant;
dalll.lL.-el...ca.ballero acaudalado.
Era Nueva York aquella mallana como un soLsin raJos y un mal'
seco _de súbito. A poco, yá no se podia salir {t la calle.sin que se llena~en
de lágrimas los ojos. Aquí, con peligro de su vida, prendia Un hombrc
en la altlsima techumbre festones negros que debian colgar, en signo de
duelo, por sobre los muros de su casa; allá un nifio, afanado con su pequefio martillo, clavaba en su puerta un lazo de crespon; ya, al fondo de
una calle, alzaba un templo sus columnas robustas, envueltas en colgaduras
funerarias; yauna humilde mujer asomaba ásu ventana una banderilla de
los Estados Unidos, con sombnouibetes. A todaprisavestiancon los atri
butos d$l dolor fachadas, pilaresJ balcones, Qornis~ mu~stras. Al ver el
rostro severo de cu<l..a hombre, dijéras.e. que-.JLcada uno habia visitado en
la noche un h~ed enemigo. En las calles suntuosas y en las calles
miserables, en ( ) ulento_ Eroadway_ y enruopular Bowery, en la hnrr.ilde Tercera Avenida y en las paQpéuimas calleS' de los rigs, de piezas
de merino ó ri~ gasa, y de luciente lustpna ó tI:OzoLd.e vestido, se
hacian coronas, orra~,_rosetas allardet~§L alegorías, mar.Qoª, tgmplos.
Colocáronse en las vidriera~ almohadones de..llores. Sin palabra de aviso,
los negocios, que comenzaron con angnidez, interrumpiéronse á poco.
Claridad de su mente y alegría de su corazon babia perdido cada uno
con el muerto. Calldales entraban en la suscricion iniciada por..JlLcrea,¡lorS
del {iaba ~ubmarino {L beneficio de la famii1a d<}l Presidente. Y las campanas filan; y se en!Q.lvia"ª- en ·ne.gIos arreos las_tor:~ de las altas
iglesi;!s y las cÚI!ulas de los arrogantes edificios; yen las casas de campo
colgaban de su puerta los labradores la insignia.--ie. ama,rgura, la rOBa
blanc~egra; y ondeaban al aire las locomotoras su penacho g.e gasa y
su penacho deihumo ; y, como á qn tiempo .hablaban todosjos p.os6cdores
de tel@no~ la cindad, oíanse po.! los tubos, JlíLpalabras, sino como
rumoLde ola creciente; y venian.Jlo.r los IIl/lJ:es mensajes ternísimos de
Emperad~ y de Libertadores, de corporaciones y de- gabinetes, de
pueblos )Uk.l·eyes.
En el gigante cuerpo todos los miembros se paralizaron. En los colegios, los m~~o~ se voIvieron BacerJiotes y los discípnlos cordllros espantado~a ira del S"efior. En Tribunales, Ministerios, Bolsas, Aduanas,
Municipios, Bancos, las plum~..r'!l'osaroll. ina~tiyas sobre los escritorios
olvidados-..Los neg.oclOs pªreCleroll. prOf¡maClon. La.-Vlrtnd llenó un
imtante áJa vez todos los corazones. Los hombres.1ueron-durante algunas horalLhermanos ~n la tierra.
a
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Los americanos del Sud, sobre cuyas cabezas habia blandido Garfield
la luciente espada, lloraban como los aI\lericanos del Norte. La mercantil
Philadelphia cerró sus libros y los envolvió en crespon. La orgullosa
B6ston, la clásica Wa~hington, la inmensa Chicago, la elegante Saratoga,
y las que fueron fortalezas del Sur como las que fueron fortalezas del
Norte, doblaron la frente y alabaron al hombre, yen honra suya aparo
taron aquel dia los ojos de la tierra y los fijaron en el cielo. El arado,
en suma, quedó clavado en el terrufío en que recibió el labriego la noticia.
y apagado el fuego en los senos de hierro del vapor pron to á darse (,
la mm.'.
En las mismas horas, como tributo á la ley y prenda de respeto á la
Nacion, ansiosa de cuanto hace á la vida y muerte de su Jefe, destrozaban
los cirujanos el makro cadáver. Aquella enfermedad habia sido una lucha
ma~nífica entre la voluntad de un hombre< y el apetito de la muerte.
Mientras hubo cuerpo que defender, y aposento en que estar, el enfermo
lo defendió, y el alma estuvo. Voló el espíritu vital cuando la carne habia
sido consumlda y la piel cubria los huesos, y los tejidos, sin sangre pura
que los alimentara, corrompíanse y abríanse. La que se habla creido
huella de la herida y estacion de la bala, era un canal de pus. La causa
inmédiata de 1" muerte, revelada por la autopsia, fué hemorragia secundaria, de una de las arterias mesentéricas que estaban en el camino del
proyectil matador. La sangre rompió el peritoneo, y se vació, como en
un cuarto de litro, dentro de la cavidad abdominal. La bala, que habia
burlado toda la ciencia de los hombres, y los aparatos que la persl~eron,
apareció enquistada bajo el peritoneo, como á dos pulgadas y media á la
izquierda de la espina. Rompió la piel, fracturó la costilla undécima derecha, pasó á través de la columna espinal, en frente del caual espinal,
fracturó el cuerpo de la primera vértebra lumbar, arrastró á las partes
blandas ai\yacentes gran número de esquirlas, y se alojó, despues de su
devastadora carrera, bajo el páncreas. Con ella iba el decreto de muerte del herido.
Prolongársele la vida pudo, para que fuera admirada su fortaleza y estimadas en su alta valía sus virtudes, y ablandada, con la I$enerosidad que
en todos los pechos despertó este gran dolor, la cólera publica; mas salvarle no se hubiera podido.
y en tanto, cuando en sus entranas calientes buscaban las trémulas
manos de los m¡idicos el proyectil mortífero, dormia en su celda, contento del mayor grosor que en ella ha adquirido, el ruin é inicuo ambicioso
que le dió la muerte. Ha engrosado, el villano! Fia tal vez en la bon,lad
humana! Fia tal vez en los recursos de su inteligencia, que él estima extmordinnria! Fia tal vez en el agradecimiento tácito de aquellos á quie·
nes su maldad ha aprovechado y van á juzgarle! Vive de amarse, y de
gozar corporalmente. Se mira y se celebra. Ama la vida, como la aman
los cobardes. Queria gloria, y sin valor para labrar la suya, detuvo la ajena. Es Eróstrato. Aquél quemó el templo, alegre refugio del Universo
antiguo: éste abrasó las entran as de un hombre creador de sí mismo.
fuerte por el trabajo, grand e por la constancia, noble por la bondad, labrador de su fama, hijo de Dios y hombre de Dios, educado por la libertad para ser guardian de ella, criado á los pechos del dolor con jugo
amargo: éste abrasó á un hombre honrado, sensato, investigador, trabajador y libre,-templo moderno! i Cuán poco pa¡;:o-se dicen ahora los
hombres-es la sangre emponzonada de ese aseSInO para la existencia
magnífica que nos arrebató 1 "i Que una vida tau miserable haya podido apagar una vida tan grande! " ha escrito Holland, el autor de Catali-
LA P A TRIA_
'la, un celebrado poet~. En las calles, de balcon á balcon, cuelga ahorcado el ases~no en efig.w : en las plazas, ante la policla que lo tolera, es
quemada la Imágen baJada de la horca: en su espalda, al danzar en el aire
se leia en ancho caytel: "i Este es el veredicto popular!" En los bos~
ques, elegantes conJurados, tras esp,esas máscaras, juran hacerlo morir de
nna.mnerte no Olda, dlgnade su cnmen, y nó de la vulgar muerte (\ que
pudIeran condenal'le los tnbunales: en anuncIOS de tiendas, y papeles dG
escasa monta, atados por "ruesas cuerdas tobillos y músculos, y el rostro
cubIerto, y el cuerpo pen8wnte por el cuello, vense retratos del impasible
malvado.
Mas este clamor de venganza, expresion brutal y violenta de una ira
generosa, relégase á oscuros pueblos y á las barriadas bajas, en tanto que
persuade á la masa real é imponente de la Naeion una triste conviccion de
la inutilidad de la cólera; que no podrá, con el punal que clave en el
pecho del reo, rasgar las vestiduras de luto que envuelven hoy todos los
corazones. Es disgusto de él y horror de él y desprecio de él; Y como ha
muerto en la estima de los hombres, se le cree muerto. Y es que el espectácnlo de la santidad santifiqa: y el contacto con el perdonador nos induce al perdono y las almas llenas de cosas celestes, yoeupadas de Dios, no
creen en la eficacia de las justicias de la tierra. Es que un gran muerto
necesita mayor homenaje que una estéril muerte. Es que no merece el
asesino ni que Be cobre en el el precio de su crimen. Nó! Para voher las
manos á El, que nos ve desde su tumba con ojos de padre, ¿ hemos de
llevarlas manchadas de sangre, de impla y vil san~re? Ruja en su cueva,
y en su tiniebla, y en su olvido, el malvado envidIoso! Que las piedras y
el hierro acompallen hasta las postrimerías de su infame vida su corazon
de piedra y de hierro! Los hombres que han de elaborarse !i sí mismos, y
merecer á BUS héroes, no tienen tiempo de matar {¡ un vil !
y á este punto han veniJo las mentes, traidas á bondad y {, blandura por el espectáculo admirable de ese moribundo tierno y heroico, de
cuyos labios no salió nunca pregunta de odio, ni palabra de Ira !
A tiempo viene este dolor inmenso, á igualar, en este pueblo negociador, la vida espiritual, enferula, y la vida meroantil, sana en su medId"
natural, pero, fuera de ella, petrificadora y corruptora. Piérdense las
vidas empleadas en el amor de sí propio; y, en el recuento eterno, cnéntanse solo aquellas confundidas en dolor y amor, yen faena yen lágrimas,
con las demás. ¿ Qué voz secreta habla á los hombres? ¿ Qué anciano
bondadoso se sienta todas las noches. á su ca?ecera, y guarda su suell~ ?
¿ Qué monarca sabIO, sentado en el CIelo, gobIerna á las nacIOnes? ¿QUIen
mueve á su merced las corrientes impetuosas de la vida humana, y enfurece á los hombres y los calma, y cierra las puertas de su COl'azon, y ¡as
abre despues á las palomas? ¿De qué manto resplandeciente y maravilloso
son ondas las nubes? ¿ En qué mano ciclópea, nudosa como una cordillera de montallas, residen las riendas de los hombres?
Despues de la autopsia, cerrado el cuerpo roto, empezó la colosal
"poteósi.. Sobre caminos de flores, entre 80llozos i llantos, entre muchedumbres postradas, entre enlutados ejércitos; entre banderas, y festones y coronas y lauros; entre ofrendas de monarcas y amor de pueblo,
glorlOsísima ofrenda; por puertas de palmas, sobre almohada de rosas,
bajo bóvedas de oro, entre paredes de mármol, ha cruzado este muerto
la Nacion !
.
De la orilla del mar llevándolo á Washington, la capital histórica y
dramática. De Washington, la ciudad de sus glorias, fué á Cleveland, la
ciudad de sus faenas, de sus comienzos, de sus luchas de pastor y ma-
J..O
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estro, de sus amistade. candorosas, de sus recuerdos mas tristes y mas
dulces. Yen Cle'.eJand, ante la Nacion suspensa, recogida en sus hogares,
arrodillad~ en lo. templQs; ante ciE!n mil testigos, ido( de todas partes
de esta conturbada tiel'l'a; á la hora en que alzaban por él preces la
madre Inglaterra y el lejano Egipto, y Francia y Alemania oraban á una,
y la reina inglesa, humillada de hinojos, rezaba por el muerto C9n sus
hijos; en Cleveland, ante las banderas plegadas y los tambores vestidos
de negro, y las águilas nacionales abatidas, bajó á la tierra el hombre
que la ha honrado, fortalecido, amado y mejorado.
En Long Branch comenzó la apoteósis. Los elegantes vecinos del
aristocrátICo lugar, los numerosÍslmos recien llegaaos de Washington y
Nueva York, - la suntuosa y acaudalada muchedumbre que habIta en
verano las playas favoreClaas del afamado pueblo de banos, con olvido de
toda convencion y de la aspereza y frialdad que impone la raquítica exhibicion de mutuo luj o en que los modernos hombres viven-como si á aquel
sol de ,irtu¡I se hubiera deshecho todo el hielo que los celos y. ambiciones
de los hombres amontonan !-se agolpaban silenciosos, humIldes, tristes,
cual nefra marea que fluye y AJ1}!Je bajo el palio oscuro de noche melancólica, . la casa del muerto.
I se abrió por primera vez á la multitud
anhelosa el teatro de tánta esperanza y tánta angustia. Allí, durante una
hora, desfilaron unos tras otros, ante el cadáver, los espectadores afligidos.
Se oia como rumor de alas que tasasen; y como olas de Océano poderoso,
estalfaban fuera de la puerta os gemidos. Allí estaba, en su sencillo
atalid negrQ,~dornado solo con gruesas argollas de plata, aquel cgya "ida
deja tras sí calor e so y resp anao!" de Tuna. Los v.!ls.tidJ¡s qne lleTó
cuando j urú, seis meses M, sin' fiel á los de])e~es de la l'.t:eBidencia, ésos
( llevaba ahora; que no sabe el hombre, al aprisionar su cuerpo entre ves( ti dos, si entrará con ellos á la casa de la Gloria ó á la casa de la }Iuerte.
En una lámina ik.plat.a" clavada al féretro, se leia esto:
JAMES ABRAHAM GARFIELD.
Nacié en 10 de Noviembre de
18~1.
KA MUER'l "" PRESIDENTE DE LOS EsTADOS UlUDOS
'KM 19 DE 8ETIXlIlBRB DE 188l.
Y á sus piés se Qr~ban::JlQs ram as de palma, en forma de l!,na V :
í ~" j VJetyqa ! ,r-h. as garras de la muerte habian dejado hucllas. en su rostro hermoso; como que a pas.o_ael negEo ángel las rudas alas, hiriéndole la faz,
habia'1c arrebatado de élioda lasarne. Nidos vacíos.1!arecia!l.los ojos; la
barba, como 01eaje de mar muerto, caíale sobre eL.¡lecno ; semejaba la
frente campo arado. Su mano;éomo la ~posaba en viga~ posaba sobre el
coraZOD.
-Cerradas á los extrafios las puertas, abriéronse á la Iglesia. El pastor
de la iglesia presbiteriana leyó á la cabecera de aquel apóstol pasajes de
los apóstoles; leyó pasajes de aquella epístola {¡ los Corintios llena de fé
divinll y ciencia humana; y luégo, con voz trémula, alzó la voz á
Dios, y dijo:
" i Oh tÍ! que conociste la sepu ltura de Bethania, aquella tumba
" abierta del Eermano en13etbania! j Oh tÍ!, quetilviste compasion de la
.. viuda de Naín cuañao ca~aba á su amado muerto! j Oh tÍ!, que eres
., el mismo ayer, hoy yeternamenTe,-en qUIen no nai mudanza ni noche,1(' ten merced de nosotros en esta hora, en quo nuestraLalmas no saben
t ya dónde volar ! Mas volaíñOS átí!"TÍ! conoces estos dolores que 8U" frimos! ~ i Oh tú, Dios de las viudas, ayúda á este corazon estremecido
LA P A TRIA_
~ ~
-._._--_.-------------------------------------------------
" dela&te de Ti ! Ayúda á estos hijos, y á los que no están aquÍ ! Sé el
" padre ~uyo: ampáralos en el distante Estado que veló por ellos en su
" mfanc", : ampára á esta naclOn que hoy sangra, y se inclina ante Ti r
"Truéca, Sefior, en beneficio nuestro este castigo: "uÍa Sü!!or á lo~
" que f ueron sus compafieros en e1 Gob"lerno : haz que
Ode
" las tinieblas
" de esta noche de amargura surja un dia mas sereno, para la gloria de
"Dios y el bien del hombre. Gracias te damos por el recuerdo de esta
., vida que se extingue, víctima de su eonsagraeion heroica á los prinei" pios; gracias porque él fué tu siervo, y te predicó, y ensefió tu vida
" y aprendió tu ejemplo, y podemos decir de él ahora: i Benditos son lo;
" muertos que mueren en el Se!!or ! sus obras van tras ellos! Y ahora
"buen Dios, acompá!!a á estos tristes viajeros en este amargo viaje . for~
" tificalos y anímalos, buen Dios, y llévanos tI. todos presto á la ma.'!!ana
" que no tiene noche, al hogar que no tiene lágrimas, á la tierra que no
., tiene muerte! Por el amor de J esus! Amén!"
La locomotora, ansiosa de su car a, mu ia á iaf,ciente á las puertas de la casa: en sus e amores se ex mgUleron os e hombre del Se!!or
cristiano: en sus brazo; poderosos, brazos dignos de llev!,rlo, ,Yolvia el
héroe á Washington. Pusiéronle en un carro todo arr/!ado de duelo
donde doce soldados daban guardia; y, como vigilando por su mártir;
""rtesonaban el techo en colgantes festones las banderas. El tren, por no
interrumpir aquel glorioso sue!!o, se movió lentamente, y cruzó los
prados, costeó el mar ancho, se perdió en el luengo espacio, en tanto que,
como familias privadas de su jefe, volvian los moradores de Long Brancl¡á sus deeiertas casas, y eJi aquella que vió morir al hombre bueno se
apa~aban los últimos ruidos de la vida, se echaban sobre los aposentos
VaclOS las tristes llaves, y, cual si llorasen la catástrofe terrible, los parqnecillos de césped del contorno, ántes tan verdes,. resplandecientes y
galanos, ahora azotados por tánta planta ansiosa, quedáronse amarillos,
y como turbios, despedazados, pálidos y secos.
Corrió el tren hasta Washington entre murallas de gente. En Princetown, donde los jóvenes de los colegios habian cubierto el cam ino del tren
de recien cortadas rosas, aquellas manos infantiles arrojaban guirnaldas y
coronas al carro funerario. En Filadelfia, al asomar el lúgubre cortejo,
descubriéronse decenas de millares de hombres: hacia llorar el colosal
silencio. En Wilmington, avalanchas compactall impidieron el pallO de la
locomotora, que se movia penosamente por entre ellas. En Washington,
la ciudad estaba empedrada de \Sentes, y colgada de ellall: aVelllo.as y
plazas, balcones y ventanas, aceras y techos; t¡'do,-~esde la estacion,
totalmente cubierta de pafiOS negros, hasta el CapItolIo, aderezado. con
severo lujo,-rebosaba séres humanos. No hubo en tres horas en Washll1gton una cabeza cubierta. En hombros de artilleros y cerc:1.do de un cuerpo
escogido de tropas de la U nion, fué el fé~'etro hasta el carruaje que le
condujo á la Casa Nacional, tirado por seIs .cab!,llos arn~sados de. duelo.
Ni un brusco ruido, ni palabras importunas, III un murmullo SIqUIera,
alteraron aquella paz solemne, sino ahogado~ sollozos. Y los que estaban
contenidos en los pechos, por respeto ó tImIdez, hallaron lIbre suelta, y
las lágrimas asomaron á todos los ojos, cuando al llegar al rué de la
"""otunda la vasta procesion, al tocar aquellos pelda!!os resplandecIelltes de
la escalera del triunfo al cruzar el féretro ante la estatua del honrado
Washington, rompió ia band .. en sones melancólicos, 1 entonó n~, aire
hermoso triste y caro tí. todo corazon amerIcano : "},[as cerca" tnt .01,08,
d~ ti!" ' A un 'lado y á otro de la imponente. 'Escalin ata: aguardab~n el
feretro los hombres mas ¡lustres de los TrI bnnales y las Cámaras. Y
12
LA PATRIA_
cuando desde lo al to de aquella majestuosa gradería se miraba aq uella
muchedumbre prosternada, sigilosa, amante, y sus rostros afligidos, y
sus cabezas desnudas, y sus ojos húmedos, y ántes se extinguia la mirada
atónita en el distante espacio, que el gentío respetuoso y en las aveuidas
elel admirable Capitolio; cuando se veia faz á faz el generoso prcmio, y
aquel tributo de amor pagado al mártir, sentíase, el que miraba, poseido
de todas las excelsitudes de la grandeza y las embriagadoras seducciones
del martirio. Tras el féretro iban, uuidos por un dolor visible en ambos.
los enemigos airados de la víspera: el nuevo Presidente, Arthur, y el
Jefe del Gabinete de Garfield, Blaine; Windom, celebrado J\finistro de
Har.ienda, y el jefe del cuerpo judicial; el general Grant, que ha mostrado eu esta muerto pesar profundo, y el geueral Beale, su frecuente
companero. Iban los miembros del Gabinete, Swaim y Rockwell, los dos
tiernos amigos de Garfield, su Mecenas aquél, su Pílades éste; los fieles
secretarios del Presidente muerto; funcionarios notables, y los brillantes
oficiales del amaestrado ejército y la famosa armad" de la Union. Traspusieron 1" escalera de mármol; pasaron bajo la puerta de bronce;
dejaron el cadáver sobre el c'lltafalco mismo en que estuvo expuesto,
largos anos há, el cadáver de Lincoln. El cuadro alegórico de Brumidid,
el cuadro de la gloria americaua, coronaba, como las nubes á la tierra,
el féretrp. Arriba, sobre la cúpula, la estatua de la Libel·tad saluda al
sol que nace á sus piés, bajo el p~imiento; ábrese la c'lcipta que destinó
el Congreso á Washington; y allí, en el lado de Oriente, extiéndese el
pórtico en que prestó, en el di" glorioso de la inauguracion, su solemne
juramento. Franjas de plata en terciopelo negro adornan el sencillo
catafalco. Así ha de ser la muerte cuando se ha vivido bién, luégo de la
vida: en ne~ro terciopelo franja de plata!
Al dia slguiente, una rueda nueva reemplazaba á esta rueda rota.
El nuevo Jefe de la Nacion, que entre dramáticos incidentes y en una
hora de real y viril amargura habia prestado, en un "rtístico aposento de
Nueva York, la promesa de lealtad á su alto cargo, la prestó segunda
vez, en el salon del Vicepresidente en el Capitolio, en conformidad á la
histórica ceremonia nacional. Digno fué el acto, como han venido siendo
siemfre dignos todos los actos de órden personal del nuevo Jefe. Nó la
usna multitud de ilustres curiosos,' sino escaso número de graves funcionarios ó celosos amigos, asistieron, por especial invitacion, á la ceremonia.
A)lí, entre altos Magistrados y Secretarios de la Presidencia, el Justicia
Mayor, en su severo traje oficial, tomó al nuevo empleado de la N aClon
el juramento de su empleo :-" Juro solemnemente que C1tmpliré con fidelidad el cargo de Presidente ele los Estados Unidos, y preservaré y defenderé con toda. mi energía su Constitltcion." El Presidente, que habia
tonido la mano puesta sobre la Bibli .. abierta que mnntenia un funcionario de la Suprema Corte, inclinó su robusto y alto cuerpo, besó humildemente la Biblia, y dijo con voz firme y distinta :-" Ju,'o: así, ayúdeme
Dios!" Y con grave ademan sac6 del pecho un breve manuscrito, y
trémulo al comienzo y con las manos agitadas, mas luégo con voz clara y
manos serenas, ley6 su varonil discurso de inauguracion, en que elogia :í
aquel contra quien combatió, ofrece luchar por lo que él lucho, y asegura
que cumplirá al país las promesas dc reforma osada y hábltos puros que
su predecesor habia iniciado en el Gobierno.
.
¿ Ni c6mo, aute la universal admiracion al g~neroso muerto, hublera podido decir en su discurso inaugural cosa dlstinta? Mas, ponl,ue se
le pudiera suponer y supone, n6 caudillo de sus parciales, S!DO parCl~1 de
otros caudillos, recabó en frase enérgic:l y oportuna la suma. <le II,uto!\dad,
LA PATRIA.
que cabe en la Presidencia, y anunció el propósito de ejercerla. De la
ciencia es padre el tiempo. Y es la política como cera blanda que se
ajusta á un molde inquieto, variable y hervidor. Como hunde eí crepúsculo el dia y la noche, así á la sombra de este ataúd, aunque á la larga
hayan de reaparecer, se han comprendido por d dolor, y por el respeto,
y por la necesIdad de bIen parecer, y por la utilIdad que de ello les vIene
las dos secciones del partido republicano.
'
Mas las lides políticas, que yá en estos dias cobran aire y vigor de novedad, cesaron en I.a semana de ceremonias fúnebres, avergonzadas, y no
llegaba de ellas notICIa alguna á la aflIgIda famIlIa nacional. A un coronel que intentÓ'-porque es ley que en el hueco del árbol en que se posa
el águila anide la serpiente-revivir las calumnia~ que contra Garfield se
lanzaron en la agria campalla electoral, en uu artículo publicado á la
raíz de la muerte de.l noble hombre, le pers}guieron indignad~s, y con
aplauso de la comumdad ofendIda, los estudIantes de la VIlla: SItiaron su
casa; recorrieron en procesion amenazadora la poblacion; con proyectiles
llenos de tinta sellalaron la fachada del edificio del periódico; juzgaron
como á ser extrallo á la especie humana al coronel, y lo quemaron en
efigie.
DelIl6eratas UepublicaQosJ¡an llorado 'j. lloran, en comun, la ]Jérdida del Jefe honrado; y en aquella estupenda mole viva que se acumuló
en Washington á ver los restos del magistrado difunto, era de ver, con
júbilo, cómo, por primera,vez despues de la 1iuerra,los odios de los hombres se endulzaban frente u la tumba de un omore que no uvonunca
odio: Luchó contra el Sur Jor 1!i:g)oriáa!í1a Nacion;la redeneion de los
esclavos, y e aseguram'iento de la Libertad; pero amó al uro EnSll corazo!l.Jlllostólico no cabian hidras. Guardaba la justicia para abatIr ii 108
malvados; mas era naturaleza de. su juicio la cordura, y bondad era en su
corazon naturaleza. Así, negros iuválidos de los Estados rebeldes formaban en la procesiou interminable que aguardaba en las callos, desde el
alba, su momento de entrada en el Capitolio, alIado de elegantes damas
de Washington, de corpulentos califoruianos y despiertos neoyorquinos.
Arrastraban su pierna herida, ó su muleta ponderosa, largas horas; y a~­
cendiau, como el muerto el di" anterior, la escalera de mármol; y entraban, como el muerto, por la puerta de bronce; y sobre ellos, como sobre
el muerto, brillaba, cual brilla el cielo sobre los hombres, el cuadro de
las glorias americanas, y de pié, sobre la cúpula magnífica, la estatua de
la Libertad mirando al sol naciente! Vió aquel dia la imponente rotunda
150,000 séres humanos. La~ madres llevaban en los brazos ú sus hijos.
Cieao habia, Hoyado por su amigo. Las gentes pobres de ciudades y
ald~as vecinas llegaron cubiertas de polvo, tras viaje de toda la noche,
con su cestillo de provisiones en la mano. 6,000 vIeron el cadáver cada
hora. Afuera, poseidos de respeto, murmuraban apénas: dentro, traspasados de angustia, rompian ,\ !Iorar. Una mujer con los cabellos b~ancos,
juntas las manos en actitud de plegarla, cae arrodIllada y casI examme,
murmurando entre lágrimas: "¡ Querido corazon! cuánto ha de haber
slúrido !"
Los nillOS, como quien se acerc"; al sol y mirtt una montalla, se detenian con asombro y respeto ante el feretro. Henchm el aIre en la rotunda perfume de flores. En una almohada de claveles blancos se leia en
siemprovivas aznles: "Nuestro llorado Presidente." Sobre una columna
truncada de bellas rosas una blanca paloma extendia las alas. Abríanse
á poca distancia del ataúd, con flores magníficas labradas, las pu~rtas
elel cielo. Alzábase no léjos, en forma colosal, la corona de la glol'la. A,
l~
--- ---
L .A.
J?.A .T RI.A ._
-------------~- -- ----
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-- -- -- -- --
los pilos del catafalco yaci.. una coron'1 maj estuosa y rica, de rosas
de
Niel, blancos claveles, aromosos jazm ines y hojas de geranio, y entre
las
flores se leia, honra ndo tanto al en viador como al difun to: "La Rein
a
"tori a {\ la mem oria del Presi dente Garf ield. -Exp resio n de su Vicpena
y
"sim l,atía eOIl 1" sellora Garfield y la Nacion Amcricana." Oh!
Rein a ha domado la etiqu eta y ha hech o brilla r su coraZOll. Su anguesta
stia
duran te la enfer meda d de Garfield ha sido angu stia mate l"líaJ.
Con el
alba amanecian cn la casa del herid o sus telegramas. Su interes era
infatigable. Queria informes propios, nó oficiales. Ua estado en cspír vivo,
la cabecera uel enfermo . De su trono de Reina ba venido á senta itu á
el hoga r del h~brador de la casa de lIréntor. !:la salnd ado como {\ rse en
á la admi rable esposa del Presi dente. Ha pregu ntado asidu amen te amig a
por st:
salud, y la de .sus bijos, y la de la ,mciana madr e.
¿ Qué hafaltad<l...en verda d á este homb re que acaba de mori r? ;,
cómo habia de mori r homb re tan ventu roso? E s su casa trans paren Ni
te, y
su vidda~.da~moCsCr itae noronces . Fué grand e en aqu~110 en
lo es l.)Cl lmen te-en elno gar. Tuvo tieruf!.,. fiel, nOblllslma que se
esposa.
Pudo "erse á sí mismo con orgullo. TuYo~mante,.E!ovidente, enérg
madr e. Ante sn fosa llora un ~úeblo. Y los pueblos se cong regan ica
Il¡;¡:a;:lo, y por encimaTe aves rapaces y leones parece que se ciem para
e una
paloma.
El dia de. pues del de la muer te, la madre, que era alba en sí y magníficamen,te p3ura> se ¡u)la ves Ido <e.on-elal1ia "J con sus ojos,
visto mOrIr 8 allosJ leiala"""Bi\>lia. Term ina ef'p3cí~co 1 sellorial que han
zo de as casas de cam'po amen cana s: la ancia na qUIere lee.!: e1Tealmuerlegrama
del dia, que le arreb atan.
_" MadJ ·e-le dice n-¿ podrias tú recibir hQJ_ malas notic ias?"
_te Porqué? ~rqué-P-"
.
_., Madre, hay malas notic ias!"
_" Está mue rto?" pregu nta la anciana temblando.
-"E sta muer to!"
j Qué torre n e de lágri mas!
, _" Es vcrd ad?" preg unta de nuevo, cou labios halbucient
es.
"i Ayúd eme el S<!llor ! pues si él está muer to, ¿ qué haré yo ?"
i Y ley con ansIa a riOSa ancia na el peri6dico del dia! Y
decia
á cada insta n e:
-"Pu es no puede~~'!!U' o viva, si él ha muer to."
Extn tlia luz a (,ue brota de estas amables cosas escon
: más
parece que e aque ~, cabeza venerable, coronada e canas, didas
resplandece
luz suave de auror a boreal.
No.h a visto Wash ingto n proce sion mas imponcnte que la que,
24 de Setie mbre [lcom "fi6 el cadáv et:de Garfield á la ~ion el dia
partl el tren qne llevó sus restos i\ domI e la sombra da los saucede que
tivos, la~red esde l ataúd lucharÚn en Jvano por resistir la obra s natrans form adol" adela s entrallaS~O l"aces d6 la iier\"a. De forasteros y gente
de
la ciuda d estaba lleno W,,~ hington. Anch as como plazas son .us
calles,
y s~s Ehazas son circo s; mas á la gran mult itud venian
estrec
Habínnse ecrlO enlii hermosa rotun da ofren das {¡ Dios, y ame ¡ros has.
mil afortunad os ~)ect:trlol"es, los mi~os extra njero s, el ait~cito,
la alta
mari na y los cuer lO2...!l1i!§..importan"tes del E stado, habínsé. lci.do la
Biblia.
habia ~l Reyeren'!/} Isaac Erret elevado al cielo elocuente plegaria,
pastor de la igl eSia qne fué en ~rashington la iglesia de Garfield, y el
habia
honra do en herm osas frase s al que él llamó Garfield el Bucno.
a
-
L.A.
l?.A.TEI.A._
. Una música, suave, ,\UC scmeja '""por que se eleva 6 lumbre 'lue se
cxtmgue, -la muslca del 'En el dulce pOITenir," - acompanó el cadáver:i
la ar~ogante can'o~" fímebre. Allí todo el ejército, allí las bandas; allí la
¡,ohOla montada, a la vanguardia;. el Estado Mayor, zu\yOS, veteranos,
mfantes, artilleros, cadetes y marluos: allí cafiones con arre\is de duelo
y ~l gran ejército de la República, y los mozos del Club Conckling en SI;
b!lllante tr":Je azul, y Caballero~ TemplariOS de Washington, y TemplariOS de Balbmore, qne de allá Vlll leron para dejar á los piés del Presidente una gran Cruz de Malta, de mny ricas flores. Y tras ellos, en el carro
suntuoso, el cadá.ver; y en su torno, numerosa guardia de honor de oficia-
les notables del ejército. Llegóse al tren; rompió !á banda de marina en
un místico aire : "Salvo en los brazos de Jesus"; colocaron en su carro de
viaje el féretro, sobre el cual, pendicnte de la ornada techumbre, abria
las alas de flores blancas y amarillas nna gran mariposa; y em tál la compacta mnchedumbre en torno {¡ la estacion de la vi" férrea, que luégo de
ido, con su carga que no habia de tornar, el tren fúnebre, transcurrió
largo tiempo sin qne se diseminara la gigantesca ma~a humana y Tolyiera
á su calma la oindad, vacía de su grande hombre,
Los jardines del tránsito habian sido segados, y las ramas mas frescas de los árboles, para honrar D,I muerto. En lits estaciones en que se detenia, se detenia sobre rosas. Desiertos quedaban los pueblos, y sus habitantes llenaban el camino. Iba en el tren fúnebre la esposa fidelísima :
con los restos de su esposo vino de Lon& Branch, en solemne hora, hurtándose á los ojos extrafios; cerró tras sí las puertas de la rotunda del
Capitolio, y habló á solas con su esposo muerto; y con él iba {¡ Cleveland, á Cleveland, la ciudad de los fnuerales. i Largo, tristísimo, imponente viaje! La noche, negra; el campo, vasto; fragante el aire; el tren,
veloz; y el hombre, muerto. Silbaba la locomotora en la c"mpiila; las brisas en los árboles ru moreaban ; y corrian los arroyos, en la naturaleza.
jnnto (, aquel en quien habia cesado yá de correr el "n·oyo de la vida! Sonaban, en la média noche, las campanas de iglcsias y de escuelas, grave,
lúgubremente. En la prndera solitaria y ",lle ameno, veíanse, :í la tibia
luz de la aurora, grupos de campeslllos que aguardaban el paso del tren,
con la cabeza descubierta; labrador cillos, con el rostro mustio; labradoras, qne, en tributo al muerto, le oÍTecian el reposo nocturno. . .
En Cleveland, en tanto, era dia la noche; y todo, anhelo y nvahdad
por recibir al glorioso h uésped. La quiet", la religiosa, 1" modesta Cleveland, erigia con singular presteza, en su mejor plaza, un admirable monumento. lías ¿ dónde habia de alojar ella á los Cien mil espectadores?
¿ Con qué provisiones habia dc alimentarlos ella? Las casas privadas se
trocaron en hoteles; las empresas dc los ferrocarriles alq;lllaron.los aSientos de los carros· se juz"6 cama buena un monton dc cesped, O una Silla
piadosa; rcsonaÍlan ]Jor"todas partes en la ciudad redobles de tambores;
lucian las diputaciones militares del país sus pmtorescos ul1lformes; ondeaban D,I aire las plumas de los cascos; las manos de las damas claboraban hermosas coronas; de sicmpreyivas y laureles estaban regadas las alfombras de las casas v las calles.-Campamento era el pueblo.
Llegó el féretró · ocupó su monumento; h multitud se postró ante
él. En un ruto arco,-"ilTondo, se.Jwt!Le$tas palabras:
cOllRI6 BIÉN LA. CAllllERA DE LA VIDA.
~IZO BIÉN LA. OBRA DE LA. VIDA..
GA~Ó BrÉN LA CORONA DE LA no.\.
AHORA YlENE AL DESCANSO.
loe
.... .....
.
.......
.
"
Bullia la generosa poblacion cual cuerpo de súbito henchido con
cantidad de sangre extraordinaria. Fué el dia una larga procesion al féretro. Fué la noche una inolvidable, romántica, hist61'ica noche. Sobre
cuatro empinados arcos, sustentados por negros pilares, listados de oro,
se levantaba la dorada cúpula. Yedras y siemprevivas ornaban los arcos'
enlutados callones yacian al pié de los pilares recios; banderas negras col:
gaban de las elevadas cornisas, y á par de ellas el pabellon de la N acion.
Reflejábase la misteriosa luz eléctnca sobre las espadas de los escudos,
sobre las barras de plata del at"úd, sobre la osada cúpula de oro. Murmuraban los vientos en los árboles; inclinábanse las ramas, llevadas de la
brisa, al monumento; con paso silencioso, movíanse en torno de él los
centinelas; sobre cruces de musgo, y Urnas egipcias, sillon vacío, lira, estrella, faro, compás; Biblia de flores brillaba á la luz pálida. Y á aquella
lumbre pálida de ámbar se leia, escrito con siemprevivas rojas en la Biblia:
" Tu volnntad sea hecha!"
Lentamcnte y apoyado en su baston, subió, subió del brazo de un
amigo,' las escaleras del catafalco, un anciano cansado, de mirada profunda, cabello rebelde y rostro lívido. Era Blaine, que en el seno de la vasta
sombra, vasta como sus atrevidos pensamientos, venia á dar el último
adios á su compallero fidelísimo, como él osado, como él honrado, como
él prudente. Aquel ataúd se llevaba tántos propósitos de reforma,
tántos proyectos redentores, tántos suellos de glorIa! La patria corre
tánto riesgo en manos de los ambiciosos! Y bajo la mano nerviosa temblaba la calla, y con larga mirada envolvia el ataúd, y sobre su faz lívida resplandecia la luz eléctrica !
Ellúnes, dia de los funerales, em dia oficial de duelo, dia de humilIacion y de plegaria pam toda la Nacion. A un lado pusieron estos cincuenta millones de hombres los instrumentos de trabajo. Se abrieron las
Biblias y resonaron los órganos. CIevelaud amaneció de pié, dispuesto á
la tristísima faena. Dia inmenso, en que todo corazon sintió congoja! En
'lUcha plataforma, levantada á espaldas del monumento, en torno de la
cual la leal multitud se agrupaba desde la mallana en suma cnorme, comenzaron á tomar asiento los hombres mas famosos de esta tierra. Era
el ofieio fúnebre. Un grupo de mujeres, ocultas bajo espesos \'elos, sube
á la plataforma: i es la anciana de 83 allos, faz á faz de su hijo! i es la
compallera de toda la vida, fiel mas allá de la tumba! i es la hija trémula! En grupos vienen, y en siloncio se sientan, los hombres famosos. El
uno es Hayes, con su rostro sereno y luciente, sus cabellos rizados, su
apostura digna, grave, impenetrable. Cerca de él se sienta, y cierra los
ojos, como SI el mundo externo fuera ante ellos ménos espacioso y solemne que cl mundo interior, el triste Blaine. AJII se reunen el bizarro
Hancock, que 110m con rudas y nobles }{Lgrimas de soldado h, muerte de
su vencedor; el hijo de Lincoln, de marcada faz teutónica, en cuyo espíritu, lleno del grandioso espíritu del padre, deben correr, á la vista de
cste otro hombre asesinado, aguas amargas. Dos héroes de la guerra
toman allí asiento: Sherman, inquieto y penetrante; Sheridall, cuya mirada atrae y deslum bra. El senador Bayard, que ya á ser electo Presidente
del Senado, y á entrar, por tanto, en la línea de succsion legal a la Presidencia de los Estados Unidos, está allí, con su faz patriarcal, reposada y
a,fable, al lado ele J ones, el tenaz demócrata, que viene á tributar honores, con su jefe, al caudillo que un allo hace los venció en rellidísima contienda. De gobernadores, de guerreros, de afamados políticos, ele sacerdotes, de oradores, de los mas leales corazones y mas claras cabezas del
país, se llena al cl\bo la plataforma. Se entona un himno, que cien voces
-
"_ ...
...
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...... ,.-"""
LA PATB:IA.
17
l~vantan. Una voz conmovida lee en las Escrituras aquel pasaje que em.
pieza: HElhombre que nace de mujer dura poco, y vive entre amarguras."
Un sacerdote se levanta luégo. H¡ Oh Dios 1" (dice á Dios) "¡ Gracias te
< dumos por es~ noble, gran carácter de nuestro muerto PreSidente que
H se ha alzado tan alto ante nuestra nacion y el Universo! Haz q~,e te
H demos gracias por~ue la rectitud do que dió ejemplo prevalezca y cunda
H en toda la N acion. '
H En ti amó, Sellor l en ti muere 1" cantó la sociedad vocal. Y con
su último acento se levantó {¡ hablar el Reverendo Enett, el apasionado
elocuente Reverendo. De él era el bonor de hablar del muerto. No fué:
en verdad, una de aquellas aladas pláticas y maravillosos transportes de
elocuencia que como leon de melena de oro, ó condor que hiende nubes,
suq¡en, en horas graves, de los labios de los brillantes oradores hispanoamericanos. Fué una oracion oportuna, sesuda, reposada: enumerncion
de merecimientos; conjunto de juicios, amonestaciones racionales y
avisos honrados.
H Nos hace falta la virtud, para continuar siendo el pueblo grando
H y libre de tierra. "_,, Aquí lloramos por un hombre ilustro, que fué,
H todo lo que fué, en grado supremo, y combinó, con un poder majestuo·
H so, en igual cantidad fuerzas distintas. Aquí lloramos por aquel en
H quien la ternura del padre fué igual á la bravura del soldado, y dijo en
"el templo del Sellor la p&labra divina con la misma fé y fuerza que en
H el templo de las leyes la palabra humana. Aquí lloramos por aquel
"hombre, sencillo y perseverante, para quien fué el creer sin razon una
Hignominia, el desconocer algo un tormento, y el conocerlo causa de
H deleite. Aquí lloramos por el que predicó la ley cristiana con la palaH bra ardiente y fácil y con el ejemplo rudo y difícil; por el Senador
H admirable, llevado al Senado en hombros de su pueblo; por el Presi·
H dente osado y honesto, que aprovechó la autoridad para dar golpe al
H error, y buscó compallía entre los ilustres y puros, y consejo entre los
«humildes y desinteresados. La tiena no pudo ponerle mas alto; ni su
H pueblo amarle más, ni él amar más á su pueblo. Noble y maravillosa
"fué sn vida, y nuestro agradecimiento, y el respeto del mundo, y el
"dolor con que se le ve partir, más grande <¡ue ella l i A ti, Padre celes·
" tial de los que aquí no tienen I?adre, encomiendo la madre qne le creó, la
" esposa que le acompanó, 105 hijos á quienes dió vida, yesta nacion que
"llora sin él huérfana."
Triste, largo, penoso silencio sucedió á la s_eyera plática del grave
Rcverenao. Un saceraote cantó entónces, coreado por_la ~ciedad vocal,
el hImno uc amó 01 muerto: canto de trabajo, voz de guerra, estrofa de
faena.
-
1,
Oh de la. miés humana segadores!
Subid Ii l. montafia
De la sabiduría,
y abajo echad vencidos los errores.
No haya palabra extraña
i ciencia oculta al hombre I oh segadores I
Servid como yo sirvo al Dios que adoro,
y seró. vuestro premio un templo de oro.
y descansaba, en verdad, cual póstuma y delicada caricia de la
suerte, bajo un templo dc oro!
Oomenzó ntónces á moverse hácia el lejano_ cementerio el colosal
séquito. En hombros de artilleros iba el Presidente: tras él, en cerradas
carroZas, sus deudos y allegados. Lejanos y pausad?s disparos de ~a!lon,
clamor de cornetas, mclancólico són de marcha funebre, precedieron á
••
"c¡uella cohorte inmonsa, Compallías de todos los cuerpos, comi
s de
todas las armas, diputacioncs de todas las logias, en uniformes sioue
dcslu
urad.orcs, con sombreros plumados y arreos de grnn fiesta, segui mféretro. La logia í. que él perte neció ; 01 regimiento que él mandó an ni
en la
&uerra; corporaeioues, colegios, centros de campalla electoral, unive
uades, y hebreos, húngaros, suízos, bohemios, trabajadores, teutones,rsilueng a interminable fila, aeompallaban el cadáver. 'fodo lo que lucha en
la vida, todo lo que el trabajo santo alienta, acompanaba á su lecho por
frio
el cuerpo de aquel trabajador, de "que llucb ador .
Con él socicdades católicas, racionalistas, israe litas; Rociedades
temperancia, sociedades de benevolencia. Con él, en grupo solem de
ciudadanos blancos y ciudadanos negros del Estado. Tras ellos gignn ne,
proeesion de tropa s; tras lo~ hombl'es ilustres de la comitiva, ,]¡cz tesca
mientos de la Guardia nacional. Banderas ple~das, y horadadasregibalas ; aires lánguidos y penctl'lln'.es, como tocados por fugaces brisas de
arpas mori bund as; yal cabo, el bravo pueblo, el generoso, el pobre en
, cl
desconsolado, el humilde pueblo, con su desórden pintoresco, sus asead
os
vestidos, sus sombroros ¡;astados, sus bronceados rostros, sus manos callaBas y su continente tnste , y su frase de amor, ó S'.l cruz de respe
atadas {¡ la manga 6 al sombrero. El, como ellos, fllé pobre, y anduvo to,
!lestas CQn vestidos raidos, y expuso al sol la faz y al arado las manoen
El, más fucrte que Sísifo, habia llevado Iflroca á la cima del mont s.
ey
sentádose sob1'O ella ! Amó : por oso ha sido amad o!
Bajo un arco abierto de inscripciones entró en el cementerio.
"Due rma aquel á quien hemos amad o," deeia en una parte . "Due
aquol en quien tuvim os confianza," clccia en la otra. "Ven á desca rrnfl
decia el arco en lo alto. Lo dejaron en tierra. Lo elogió al bordo nsar,"
de la
fosa el eapellan de su valeroso rogim iento. Las sociedades corales alema
l)aS eflntaron en latin el " In/ey er vil", " de
Horncio. Altísimo coro, que
repetia la muchedumbre afuera, cantó de nuevo el aire:
Oh de la miés humano. segad ores!
Subid 6. la II1j>ntaña
De la sabiduría,
y a.bajo echad venci dos los errores.
No haya palabra extraño.
Ni ciencia oculta al homb re ¡oh segadores 1
Ca1l6 el himn o: se hundió el hombre en la fo~a. El caudillo que,
como queria 01 monarca budhista, había acrecentado la misericorcl
caridad, la verdad, la bondad y la piedad entre los homb res; el qne ia, lfl
en aque lla" mediaueza come dida" que recomendabn á Roscan don vivió
go Hurtaelo do Mendoza ; el que, poseido de llJIlor divino, venció Dietodo
rencor y traba humana, y del acero de sus aperos de artesl1llo hizo
plum a de Senador y Presi dente ; el q\le puso su palabra al lado su
de In
Justi cia, su espada alIad o de la Libertad, y su fortu na a la espalda de
debe r; el que, como el Dios de los primitivos hebreos, tomó todas su
formas, habl6 todas las voces y sufrió todas las amarguras de su pueblas
lo;
01 que batallÓ en la hora do la batalla, predicó en IfI hora de la paz, habló
en la hora del debate, sufrió en silencio y amó perp etuam ente; el
que
por la excelencia de su virtu d subió ,le la mas hnmildo ~rada de la escal
de los hombres á la cima fulge nte; el que vuelvo a la tierra blanc a
como los vellones ele cabritilla 110 nacido que regalaban á SUB desposadaso
los castellanos espalloles j el hombre de la humanidad, de su nacion
y de
su tiempo, creador de sí, laborioso y amoroso, márt ir caido en la batal
etern a de las fuerzas satánicas que devoran y las fuerzlU! di.inllB la
quo
LA PATRIA.
•••
•
w . . . . . . . -.-...._-. ••
1.9
' ",,".
construyen, moria entre himnos, llorado á la par y con igual ternura en
los confines todos de la tiena, con la corona de una reina sobre su féretro
y los cánticos de un pueblo colosal acompanando a la inmedida altura eí
luminoso viaje de su cspíritu.
Volvieron los carruajes lentamente: cay6 del cielo lluvia triste:
volviéronse a sus lares los tributarios fieles: arrebat6 la multitud las hojas de las rosas, los pálidos ):telechos; el seco musgo, que habia estado á
sus plantas, bajo su bóveda, eu su féretro: y se sent6 en su silla, con la
mirada vaga, la infeliz anciana; y agrupó á sí sus hijos, en 8U terrible
soledad, la viuda esposa.
Nueva York, cn tanto, ofrecia una admirable perspectiva. l;2§..templo.
todQ.s de la N acioll, - lit cat~dJ:al católica, la sinagoga, la..pagQda,la sala
metodista, el salon de los libre-pensadorc.s. -los templos todos estaban
abiertos.. Beecher, Talmag~ Adler 12.oJ1Y!lL- Chancey, Jlüpeu, ha!!laban.
Moria en las calles cl eco de la Iglesia. Nueva York, régiamente decorada Teduelo, reposaba y gemia. Negra franja cruzaba los carteles de los
teatros. Gmvedad y pesar decian los rostros. Eran las calles, colgadas de
luto, cual cauce seco de un rio negro. Y el rio mismo parecia enlutado.
Sc deslizaban por él los vapores como si no quisieran ser oidos. No era
aquella brillante r~ata y vocinglera b·atalla de los comnnes dias: semejaban los vapores escasos, los blancos vapores de la travesía, cruzando
lentos y nislados por el agua mansa, como palomas tristes que saben que
no han de hallar padre ni madTe en el desierto nido. Guardianes de
cementerio parecian. Edificios habia, edificios babilónicos como el del
joyero Tiífani, cubiertos, desde el terrado á las aceras, de merino negro.
Con cinta negm atados se vendian los nardos. Como en luengos hilos corre
el llanto por el rostro, en luengas bandas corrian por las paredes los símbolos del luto. Ya era su retrato, en marco de laurel, ó surgiendo de entre
palmas. Ya era su busto, en fondo lúgubre, - coronado por un ángel.
Unos habian atado al asta las banderas; otros habian prendido á la hnza
gll.llardete funeral; otrOs colgaban de sus ventanas banderas negras y
blancas. Los mástiles de los buques, las Ciuces de hierro de las torres,
las flechas de las veletas, estaban enlutadas. No Be entraba á las casas
sino por debajo de bóveda luctuosa; artesonaban la techumbre de los
pórticos densas gasas y espesos crespones.
•
Admiraban los forasteros y los urb"nos la soberbia metrópoli; del
hombre perdido consolaba la esperanza en los hombres que sabian llorarlo; séquito interminable, camino de los templos ó de los lugare$ mas
ornameutados, llenaba (, Broadway, cuando de súbito, con su plumaje de
humo pardo salpicado de chispas, UDa bomba de incendio cruza desalada
á los ojos de la suspensa muchedumbre. Una, otra, otra aún, otr,,: mú~,
le siguen. Son águilaa rojas que vienen, prendido! en la cresta glrones
de nubes, rampando la tierra. Va tms ellas el carro de las escaleras y las .
mangas: por sus bordes, saltando como duendes, se envuelven los bomberos en sus capuchas de bule: los pasajeros de los ómnibus, que van
cuajados de gente, saltan á la calle, anhelosos de ver la horrIble fiest!':
hai algo de em briaguez para los hombres en todas las grandes convulsIOnes de l:t naturaleza.
Aún estamos, amigo mio, bajo el palio negro. En vano han pasado
los dias de duclo, sin que uun sola de las insignias de luto haya sido
arrancada de las columnas y los muros: no~le tenacidad de una nacion
agradecida! En Ya~lO ha anunciado el PreSIdente que .debe reumrse en
sesion extraordinarIa el Senado, para elega· en el PreSIdente de la alta
Cámam el sucesor legnl, en caso ele catástrofe, á la Presidencia de la Na-
20
LA PA TR IA .
c!on, - sncesor que hoy no existe. Eu vano es motivo de curiosa obser
va.clOn ver cómo la mayoría del Senado, hoy demócrata, ele~irá un suces
or
probablemente demócrata á un Presidente republicano. NI vale que
se
dé
cuen ta minuciosa de los preparativos del proceso de Guiteau. Ni
vale
que se susurre que se ha descubierto una tenta tiva de asesinato
al
nuev
o
Presidente, lo que parece inexacto. Ni siquiera vale que se discuta
calurosamente la creacion del Gabinete que ha de suceder al Gabinete
Garfield, que ha retenido cortésmente Arth ur, contr a quien no há cuatrde
meses reflían apretadísima batalla. Se dice que Fish, el ministro de Gran o
ó Conkling, el enemigo de Blaine, susti tuirá n á Blain e; se dice que t,
caudillo animoso irá á desempeflar la embajada de Berlin ó la de este
Lón.
dres; se celebra la reserva cuerda, y testimonios de dolor, del nuev
Presidente. Mas sobre la fosa abierta, con las manos llenas de mirto o
y
siemprevivas, como aturd ida del golpe, está aún contemplando
{, su
muer to la Nacion. En dádivas, como en pleglll'ias," muestra su ternu
A 360,000 asciende la suma reuni da por voluntarias contribucionesra.
la viuda. A la anciana trém ula, "que yá no quiere vivir," comienzaná
tamb ien (¡ enviarle ofrendas cuantiosas. Pide la reina Victoria un retra
to de Garfield. Sábese ~ue á la hora de los funerales cstaban abiertos,
en
honor del magistrado dIfunto, los templos europeos. Solo para llevar
en donativo á las sedientll8 víctimas del incendIO de los bosques de los
chigan, rod~rán de los muros las coronas,. y so desprenderán de Milas
techumbres y columnas los arreos de duelo.
El dolor alimenta, el do,~r purifica, el dolor nutre . El caudal de los
pu~los son susbcI:oes.--r;os ombres sonJ?egu~flllS magnas
que choca
se ~iebran, y de fos vasos rotos surge eseUClII ae amor que "lien n y
vivo. La tierra gigantesca y maravillosa, con sus llravos que caen, sus ta al
vados que hieren, sus saltos que asombran, sus teuacidades que repug malsus fuerzas que adelantan y sus fuerzas que resisten, s~asioneshan,
v1!ll1an y sus apetitos gue demo ran; la tierra ~intoresca, circo inmeque
nso
de espléndida batana, en que riflen con su escu o
oro I?s...s~os de !a
carne con s'L.E!cho abierto los siervos de la luz; la tierra es nna
lid
tempestuosa, en que lOs hombreS, como lijiices brillantes y ch1'3'RS fúlgi
das, srutan, revolotean. lucen J ~recen.-La tierra es un mor a_combat cuerpo ~ cuer r;, im á ira, diente diente, entre la lel'-de ..mor y 11\ e
ley
de odiO. Hl\ YJLia:º esta vez la IllJI e amor !
*
no
a
-
JO!!! KARTI.
EN LA. MU ERT E
de JaiY ne A . Gar fiel d. =ár tir del deb er.
\
•
•
Tu mBno puestA en temblorosa mano
y fija. solo en el Criador tu mente,
Dijist e adios postrero, adios doliente,
Al prodig ioso puebl o americano.
En brazos del amigo, del hermano,
Tú reclinaste la serena frente,
y luégo tu alma se elevó hácia oriente
Como se eleva el sol en el oecano.
Oh
III
!
IIoy
memoria:
Con Wastú ogton y Linco ln el obrero
Brillarás en 109 siglos y en la. historia,
orque fuiste en virtudes el primero,
mbraste el Bien y cosechaste Glori a'
ti
.A."- rlanc > P a.ez.
Vista Herm osa (Estados Unidos de Colombia), Octubre de 1881.